Este artículo presenta un nuevo campo de estudio para la antropología en Costa Rica: la antropología del consumo. Aunque no es una tendencia nueva, ha sido poco estudiada en el país. El artículo discute conceptos básicos para comprender esta subdisciplina y la diferencia entre consumo y consumismo. Finalmente, reflexiona sobre el papel de la publicidad como modificador de patrones de consumo culturales y no como su generador universal.
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Este artículo presenta un nuevo campo de estudio para la antropología en Costa Rica: la antropología del consumo. Aunque no es una tendencia nueva, ha sido poco estudiada en el país. El artículo discute conceptos básicos para comprender esta subdisciplina y la diferencia entre consumo y consumismo. Finalmente, reflexiona sobre el papel de la publicidad como modificador de patrones de consumo culturales y no como su generador universal.
Este artículo presenta un nuevo campo de estudio para la antropología en Costa Rica: la antropología del consumo. Aunque no es una tendencia nueva, ha sido poco estudiada en el país. El artículo discute conceptos básicos para comprender esta subdisciplina y la diferencia entre consumo y consumismo. Finalmente, reflexiona sobre el papel de la publicidad como modificador de patrones de consumo culturales y no como su generador universal.
Este artículo presenta un nuevo campo de estudio para la antropología en Costa Rica: la antropología del consumo. Aunque no es una tendencia nueva, ha sido poco estudiada en el país. El artículo discute conceptos básicos para comprender esta subdisciplina y la diferencia entre consumo y consumismo. Finalmente, reflexiona sobre el papel de la publicidad como modificador de patrones de consumo culturales y no como su generador universal.
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Introduccin
El consumo como manifestacin cultu-
ral ha sido poco estudiado en Antropologa; la tendencia en esta disciplina ha sido bsica- mente hacia una mirada valorativa moral de considerar la maquinaria del consumo (ejerci- cios publicitarios) como una forma de mani- pulacin de los sujetos, lo cual no slo es una posicin reduccionista del fenmeno, sino que Cuadernos de Antropologa N14, 107-114, 2004 sobredimensiona -hasta la omnipotencia- las ca- pacidades de la publicidad; pero para quienes con- sideran que es posible manipular grandes masas a travs de un comercial, resulta ser un ente capaz de dominar mentalmente al mundo, en pala- bras de Heinz Schulte-Herbrggen (1998). Este artculo se coloca en una posicin particularista, en la medida en que pretende lo- grar la comprensin del fenmeno del consumo como una manifestacin cultural en el contexto UN VISTAZO HACIA LA ANTROPOLOGA DEL CONSUMO Melvin Valverde Solano RESUMEN El propsito de este artculo es presentar un nuevo campo de estudio para la Antropologa en Costa Rica. Si bien es cierto, la Antropologa del consumo no es una tendencia nueva, en nuestro pas ha sido poco o nada estudiada. Este artculo es de naturaleza epistemolgica y presenta algunos conceptos bsicos para comprender el quehacer, la importancia y las aplicaciones de esta subdiciplina. Se discute acerca de la diferencia entre consumo y consumismo, as como entre consumi- dores y consumistas, para dejar en claro cules son los focos de inters de la Antropologa del consumo. Finalmente, se reflexiona acerca del papel de la publicidad como agente modificador de los patrones de consumo y no como generadora universal de esta conducta cultural. ABSTRACT The purpose of this article is to show a new field of study for de Anthropology in Costa Rica. If truth that the Anthropology of consumption is not new tendency, but in our country has been few studied or nothing. This article is theoretician nature and showing how many basic concepts for to know the task, the importance and de applications or this subdicipline. It is analyze about the difference between consumption, consumerism, consuming and consumerist, with the purpose of clear which are the focus or interest for the Anthropology of consumption. Finally, it is reflection about the role of the publicity with agent of the modifications of the consumption patterns and not with the universal generator of this cultural conduct. Palabras clave: antropologa del consumo, consumo, cultura, consumismo. 108 Cuadernos de Antropologa costarricense; su enfoque es bsicamente mico dada su visin relativa a la cultura costarricen- se y presenta una dimensin sustantivista, en la tradicin perceptiva del consumo. El presente ensayo sostiene la tesis de que el consumo no es un proceso irreflexivo de mera manipulacin, sino que se trata de una manifestacin cultural difundida, reproducida y modificada al interior de cada grupo cultural, por lo que se pretende analizar la forma en que, a travs de un proceso consciente, los sujetos sociales logran relaciones sociales consistentes, diferenciadas de las de otros y simblicas, mani- festadas mediante diacrticos materiales consu- mibles, en busca de ser como otros, pero no cualquier otros. Adems, este artculo pretende desmiti- ficar el consumo como un proceso asociado con grandes movimientos de capital; el consu- mo debe entenderse desde su dimensin ms simple y desposeda, hasta el nivel en el cual efectivamente se ocultan verdaderos intereses polticos, econmicos y hasta culturales, tras acciones sencillas de compra y venta. Se parte de la premisa de que consumo (no consumis- mo) es toda aquella accin en la que un sujeto adquiere a travs de un intercambio de bienes, servicios o dinero un producto o servicio para satisfacer una necesidad ya sea emocional, fsi- ca, alimentaria, existencial, ldica o de cual- quier otra naturaleza. El consumo como un problema antropolgico La interrogante sobre el tema de la nece- sidad del individuo por obtener algn tipo de mercanca no ha sido hasta el momento un ver- dadero foco de atencin para los antroplogos. De hecho, se ha despreciado la pregunta en la medida en que existen varios lugares comunes que permiten darle respuesta, sin pensar ms all en sus consecuencias y razones de ser. La dinmica del consumo ha sido estudiada no co- mo un producto de la cultura, sino como un subproducto de la cultura de masas. Es as co- mo se justifica el consumo como una forma de ser al tener, o quizs como un proceso irracio- nal en el que las personas se dejan envolver y manipular por los medios de comunicacin; sin embargo, tanto los economistas como los esta- dsticos infieren y mantienen que el consumo es racional; aun cuando, los ambientalistas y mo- ralistas, se lanzan en contra de la voracidad des- tructiva de la sociedad del consumo. Desde la perspectiva de Marc Aug (1994: 67), uno de los ms importantes problemas de la Antropologa contempornea es justificar sus nuevos mbitos de produccin, lo cierto es que en lo que se refiere a las nuevas situaciones que desde la colonizacin nos impone la historia en un ritmo acelerado, efectivamente se presenta la cuestin de saber si la Antropologa como tal tiene algo que decir sobre esas nuevas situacio- nes, si tiene algo que decir que sea especfica- mente antropolgico. Mucho tiempo se ha esperado para en- contrar el vnculo pragmtico de la Antropolo- ga con el consumo, ms all de entrar en un problema de abordaje que no decaiga en los es- tereotipos y la malversada definicin y rea de accin del consumo. Pero esta posicin es un reto que se debe asumir epistemolgicamente y el primer momento de reflexin por tomar, po- dra ser -segn Mary Douglas- desde una idea esencial en la teora econmica, mirar que el consumo no es producto de ninguna imposi- cin, la decisin es propia del consumidor. Propuestas tericas para iniciar el estudio de la Antropologa del Consumo El consumo es un producto cultural do- blemente determinado. En l se pueden definir dos dimensiones: una lgica social de orienta- cin marcadamente econmica y, otra en cuan- to experiencia de mediacin comunicativa; el consumo debe ser considerado como un impor- tante factor de socializacin y representacin cultural. Desde una perspectiva marxista, se puede afirmar que la funcin econmica del consumo est encaminada a la difusin social de los pro- ductos, empresas e instituciones econmicas en 109 VALVERDE: Un vistazo hacia la antropologa del consumo el marco de la competencia que favorece estruc- turalmente, la orientacin y ampliacin de la demanda, segn las exigencias de reproduccin del sistema productivo, lo cual garantiza no so- lamente la circulacin de los productos, bienes o servicios, en el mercado, sino tambin la pro- duccin misma de bienes y servicios, con lo cual se promueve la acumulacin de capital. La diferencia de diacrticos socialmente simblicos que muestra la maquinaria del con- sumo en cada producto tiene por objetivo una jerarquizacin y organizacin planificada de los tipos de consumo pblico, organizando el mer- cado en favor de la competencia y reproduccin de los capitales. El consumo afecta positiva- mente la demanda agregada y condiciona los ni- veles de ahorro en favor del gasto. De tal forma, se puede afirmar que las re- laciones que los sujetos establecen entre s es- tn estrechamente relacionadas con condicio- nes materiales de existencia, las cuales resultan tangibles ante la mirada de los dems, en la me- dida en que se haya satisfecho un patrn de consumo evidente (nuestra casa, nuestro carro, nuestras joyas, nuestros pasatiempos, nuestras lecturas), pues solo as se ser compatible o in- compatible con un nivel de vida. Desde una perspectiva estructuralista, al aceptar como premisa que las relaciones socia- les son la materia prima empleada para la cons- truccin de modelos que ponen de manifiesto la propia estructura social, habra que entender el consumo como el estudio de las relaciones so- ciales que se materializan a travs de los objetos que representan a cada sujeto, pues son esos objetos (bienes o servicios) consumibles los que construyen modelos que ponen de manifiesto la estructura social y son los elementos consumi- bles los que articulan identidades en los grupos. En trminos funcionalistas, el empiris- mo partira de las relaciones de los individuos, pero al tratarse de relaciones integradas, las no- ciones de rol y estatus que los sujetos ostenten en el sistema social se convierten en fundamen- tales; por ello la adquisicin de bienes, servicios y el ejercicio de algunas prcticas, tambin de consumo (como frecuentar salas de exposicio- nes artsticas, ir al gimnasio, la comida in line, entre otras) se convierten en los diacrticos requeridos para convertir en real un sistema social, en donde las relaciones sociales visi- bles dispongan una posicin valorada dentro de la estructura social. Finalmente, el tema del consumo podra ser de extraordinario inters en el campo de la Antropologa Simblica, en la medida en que se privilegian las nociones micas, es decir los su- jetos sociales son ms conscientes de los proce- sos de significacin social y el significado mis- mo que le otorgan a los smbolos; adems, del proceso social en el cual se definen los smbolos como tales (as la profesin, el ingreso, lo que se come, cmo se viste, dnde se divierte el su- jeto, de lo que habla se convierten en elementos culturales simblicos y consumibles a la vez), pero siempre en el entendido de que el sujeto es consciente de ese proceso de eleccin y simbo- lizacin de los elementos de la cultura y que es ello lo que le permite consumirlos. Comunicacin y consumo Desde el punto de vista econmico, la co- municacin publicitaria es una fase del proceso de circulacin mercantil, dirigida a estimular la realizacin y venta de los bienes y servicios de la sociedad de consumo. La publicidad no es ms que un instru- mento econmico de produccin de consumo, imprescindible para desarrollar el sector de bie- nes de consumo, evitando el descontrol tecno- lgico y social de los bienes de produccin. (Gonzlez Martn,1991: 1180). La comunicacin publicitaria, en otras palabras, es la imagen del propio proceso de produccin capitalista como forma de comu- nicacin que limita y favorece la programa- cin del mercado, subvencionando la cultura de masas. La publicidad es un poderoso mecanis- mo de presin, que se ha constituido en un verdadero poder de la sociedad global que re- gula, administra y condiciona en parte el mundo de la comunicacin, la cultura, la eco- noma y la poltica. En la conjuncin del poder (ya sea polti- co, econmico, social e inclusive individual) 110 Cuadernos de Antropologa con la publicidad y el favorecimiento del consu- mo, se pueden entender y explicar hasta los ms complicados procesos de integracin regional como, por ejemplo, el Tratado de Libre Comer- cio, que posee a su merced la imagen creada en la publicidad como un factor de unificacin esencial, que garantiza la expansin eficaz y re- produccin de los movimientos de capitales. En otras palabras, la dimensin econ- mica de la publicidad se caracteriza en estos momentos por una estructura centralizada, je- rrquica y crecientemente de la produccin, lo que favorece un mayor control global de las for- mas, smbolos, estrategias y representaciones sociales del contenido cultural vehiculado en los anuncios. Tradicionalmente, la publicidad ha servi- do para promocionar todo tipo de productos, ideas, instituciones y personas, construyendo mensajes fcilmente perceptibles por el pblico y altamente eficaces en su poder persuasivo. Es quizs ste el factor de concentracin empresa- rial ms importante que ha montado y des- montado al homo consumens (Erich Fromm, citado por Zallo, 1992: 158) en la adap- tacin a las nuevas formas de consumo y a las pautas culturales del cambio social capitalista. La publicidad, como prctica comunicati- va, media entre el proceso de produccin y el uni- verso simblico de las prcticas de reproduccin social a travs del acto de consumo como garan- ta de retroalimentacin de la circulacin de capi- tal. Por ello, histricamente, la publicidad ha sido un instrumento esencial de consumo simblico vinculado a la investigacin y reproduccin de las pautas socioculturales de reproduccin social. Es ms, se puede afirmar que, la publicidad es la pro- duccin industrializada de la realidad, un espacio de socializacin de las pautas culturales domi- nantes, cuya funcin esencial es la reproduccin de las formas de produccin y reproduccin cul- tural. La publicidad busca, en ltima instancia, influir, determinar y dirigir la conducta y repre- sentaciones sociales de los pblicos, convertidos en consumidores, a travs de la referencia cultu- ral que integra en los productos valores, atributos y caracteres simblicos, planificados por los tc- nicos y especialistas en virtud de los objetivos predeterminados por los anunciantes. La publicidad es, entonces, un medio de difusin de ideas ajenas producidas en el marco de la cultura cotidiana y una tcnica de persua- sin orientada a dar a conocer de forma positi- va, laudatoria y plena la existencia de productos y servicios, procurando suscitar su consumo. La publicidad ha universalizado en la cultura de masas una manera y un estilo de co- municacin que han estereotipado el discurso pblico (Zallo, 1992: 159) y que, paradjica- mente, ha transformado en pblico lo privado, privatizando el espacio de comunicacin, por efecto de la operacin mercantil que cosifica y despersonaliza la cultura. Los sujetos sociales, finalmente consumidores El consumidor puede ser visto como un ser irracional, impulsivo, supersticioso, tradi- cionalista, pero segn los economistas, ste ejerce una eleccin determinante y soberana; sin embargo, al pensar en que el consumo ter- mina con la adquisicin de un servicio o pro- ducto, lo nico que se estar logrando es un anlisis por dems simplista y errado. Considerado de esta forma, el anlisis y las decisiones relativas al consumo se convier- ten en la fuente vital de la cultura del momen- to. Asimismo, el consumo (que es constante e inconstante) es el sitio donde la cultura propor- ciona la pelea de discursos y cambios, ya que los bienes adquiridos por el consumidor tienen un especial cdigo (no necesariamente de barras) determinado e impuesto por las racionalizacio- nes de ste, que responden a lo que su entorno le determina, que contina siendo prctica- mente su cultura, sus necesidades y atributos, que determinan y posicionan su cotidianidad, traducida muchas veces por la academia en las categoras sociolgicas de anlisis. Desde el punto anterior, se puede soste- ner que el sujeto o consumidor no es irracional ante el consumo y, tampoco manipulado, pues la decisin final siempre le pertenece. En el m- bito del mercadeo se sostiene que consumir es un proceso, que inicia con una accin mental y se traduce en una accin fsica. Todo consumo 111 VALVERDE: Un vistazo hacia la antropologa del consumo inicia con un proceso mental, por medio del cual el sujeto analiza los posibles beneficios que esa accin le podra generar; se debe tener en cuenta que no se trata de un beneficio material solamente, sino que se entienden mejoras en el plano poltico, emocional, psicolgico, social y econmico, todo lo cual redunda en el plano cultural. Quiz sea ms claro desarrollar un ejem- plo, cuando una persona elige consumir una cerveza, ya est ejecutando su primer proceso mental, decide emocionalmente incluirse en el grupo de personas que consumen cervezas. Es- ta decisin est en estrecha relacin con los procesos de socializacin e identificacin cultu- ral que pueda expresar un sujeto en el plano cultural, pues ese acto racional ya lo vincula con espacios, con pares, con otros, lo ubica tan- to generacional como econmicamente y puede que hasta profesionalmente. Cmo as?, pues el acto de consumir cerveza exige adems, decidir cul marca va a escoger. Es en ese pequeo lapso en el que la publicidad se vuelve una variable operante, pues logra posicionar marcas o posibilidades en la escena de la decisin; proporciona elementos de juicio, el resto de la accin es un proceso ra- cional en el cual el sujeto se enfrenta a sus pro- pios valores y a sus propios prejuicios, de modo que es l mismo quien decide los valores asocia- dos a su decisin. Por qu Pilsen o Imperial y no Rock Ice o Budweisser en un bar cercano a la Universidad de Costa Rica, o quizs Rock Ice en el mismo espacio pero con valores asociati- vos distintos? Independientemente del producto (bien o servicio) como tal, toda decisin de consumo relaciona valores no materiales, sino emociona- les, sociales y culturales que el sujeto consumi- dor es capaz de reconocer al tomar su decisin para traducirla en una accin fsica concreta, el acto consumado de consumo y ese acto como ejecucin de una conducta concreta se ubica en el plano de la cultura. El consumo es una constante en la cultu- ra, pero la preferencia por los bienes consumi- dos son inconstantes y cambian en el mbito de la cultura, de forma tal que lo que resulta inte- resante para la Antropologa es el estudio de los factores que promueven o desaniman el con- sumo de ciertos bienes y, ms detalladamen- te an, los valores asociados a los procesos de eleccin de consumo de bienes dentro de la cultura. En este punto es necesario remontar el carcter cambiante de la cultura y la naturale- za constante e inconstante del consumo. La cultura es cambiante (o dinmica en jerga an- tropolgica), de forma que todas las personas se desarrollan con la presencia de un conjunto particular de reglas culturales transmitidas de generacin en generacin [...] abarca caracte- rsticas que a veces son vistas como triviales o no merecedoras de un estudio serio [es as co- mo ...] aprendemos nuestra cultura a travs de observacin, escuchando, conversando e inte- ractuando con otra gente, [...] las culturas pre- paran a sus miembros individuales para com- partir ciertos rasgos de la personalidad (Kottak, 1997: 22,23). El consumo resulta ser uno de esos elementos constantes en los que la cultura nos prepara; es un factor aprendi- do dentro de la cultura toda, pero en las so- ciedades occidentales resulta especialmente evidente dada la industria de la publicidad. Se recalca en este punto la propuesta de que no es la publicidad la que produce el consumo, sino que es la cultura la que lo reproduce y la pu- blicidad la que lo difunde. De forma tal que el individuo, en el mo- mento en que se encuentra expuesto a una es- cena social determinada, sea desde una reunin ejecutiva, un planeamiento de un evento espe- cial, una conferencia o fiesta de familia, se en- cuentra ante un tamiz de pensamientos, como el lugar donde se har, el tema que se tocar, el protocolo que se llevar a cabo, la comida nece- saria; cul ser la conversacin del momento; todos estos pensamientos, expresan la cultura; as tambin si lo visualizamos desde la econo- ma, en el momento en que cada sujeto distri- buye su dinero y determina su gasto; reflexio- nes en la que de nuevo se registran como fin ltimo elementos que dan vida a una actividad, una actitud, construida a partir de la cultura misma; y que generan lo que de nuevo Mary Douglas define como juicios morales que rees- criben perfiles del cmo debe ser x individuo; la
112 Cuadernos de Antropologa reflexin propia de cmo debo ser?, qu tengo que tener?, debo afiliarme a algn seguro de vida o muerte?, cuntos hijos debo traer al mundo?, en dnde debo estar?, qu debo estu- diar?; todos estos elementos son decisiones de consumo, que pueden entraar gastos, pero no es lo importante, sino, la evolucin y el desarro- llo de un cambio o nueva cultura que pueda surgir a partir de sta decisin. Siempre nos hallamos ante un problema al tratar de interpretar un relato cuando no est claro si su propsito es divertido o trgico y cuando se ha perdido todo su contexto social. Es- tara en consonancia con la teora crtica de de- cir que cuando lo nico con lo que contamos es el relato mismo, la significacin es aquella que cada lector le asigna. (Mary Douglas, 1998: 117) En este sentido son productivos los con- ceptos de Noam Chomsky (1972:238) sobre competencia y actuacin, en donde la competen- cia es todo el conocimiento que un sujeto ad- quiere sobre la cultura en la que se desenvuelve, mientras que la actuacin es una decisin indi- vidual que el sujeto toma sobre cul y cunto co- nocimiento de esa competencia va a poner en prctica; de modo que el consumo es parte de la competencia cultural de todo sujeto, pero poner- lo en prctica y la eleccin de los objetos consu- midos es racional y emocional para cada sujeto. De esta forma el consumo es dado por la cultura, no es impuesto por la publicidad. Si bien, una vez comprendido objetivamente el consumo, podemos verlo desde el marxismo, de la misma manera, que lo explica Ariel Gravano (2001) cuando menciona la forma en que en di- versas instancias del trabajo profesional inter- disciplinario se ha aplicado el concepto de ima- ginarios urbanos para comprender la proyeccin social en el espacio de la ciudad, de forma que d cuenta de los sistemas de repre- sentacin de los actores que usan, gestionan y consumen ese espacio, como destinatarios y usuarios. De tal forma se puede dar testimonio de experiencias valiosas de este intercambio en- tre profesionales de estas disciplinas, los actores y los antroplogos. Una concepcin amplia o restringida de imaginario social con la categora de represen- tacin simblica, al estilo antropolgico, dentro del concepto amplio de cultura, permite consta- tar que puede quedar pendiente la cuestin de los sujetos histricos y sus determinaciones, as como sus relaciones asimtricas, contradicto- rias y de conflicto estructural. En realidad, queda pendiente la proble- matizacin y la construccin del objeto de in- vestigacin o de gestin; esto justamente es lo que se plantea cada vez que resulta necesario trascender o profundizar la categora de gen- te, o actor, desde una perspectiva dialctica que d cuenta de las asimetras tanto sgnicas o comunicacionales, como histricas. El hablar de actores, como patrimo- nio especfico de la teora antropolgica, se ha convertido en una muletilla repetida por el discurso postmoderno, sobre todo el que ha tomado a la gestin social como eje paradig- mticamente sustitutivo de la categora clsi- camente marxista de prctica social. Hablar genricamente de la gente o los actores permite omitir la especificacin cuantitativa y cualitativamente, cunto poder material y simblico tienen y ejercen, y en qu relacio- nes de dominio se constituyen como gente, como actores. Los sujetos sociales se constituyen a par- tir de un conflicto social que les es previo. Para ello, es necesario apartarse de las asunciones idealistas acerca de lo popular que ya han sido acertadamente superadas, se puede aplicar la de Nstor Garca Canclini: Lo popular de un fen- meno se define -afirma- a partir de la subalter- nidad en que colocan a ciertos sectores las desi- gualdades econmicas y simblicas (Garca Canclini 1984: 17-18). Esto plantea la cuestin del cambio, transformacin o subversin de la situacin de clase de los sectores populares y, por en- de, el problema del poder. La subalternidad, como criterio de distincin de lo popular, tie- ne el inconveniente de no poder aplicarse a los casos en que los sectores populares ejer- cen el poder. El fenmeno del consumo no es reciente en la cultura, lo que lo ha convertido en actual, lo que lo ha contemporanizado, en palabras de Aug, es su vehculo actual, la publicidad ha co- brado espacio dentro del mbito de las ciencias 113 VALVERDE: Un vistazo hacia la antropologa del consumo sociales y ha comprendido que la necesidad de consumir es ms que un problema de satisfac- cin de necesidades inmediatas, ha visualizado en el consumo como proceso, un mundo de juegos de poder, entendida la nocin de poder no como exclusiva referencia al estatal, sino que contenga la multiplicidad de poderes que se ejercen en la esfera social, los cuales se pueden definir como poder social; o quizs mejor, em- plear la nocin foucaultniana de subpoder, que no es el poder poltico ni el de los aparatos de Estado ni el de una clase privilegiada, sino el conjunto de pequeos poderes e instituciones situadas en un nivel ms bajo. No existe un po- der en la sociedad, se dan mltiples relaciones de autoridad situadas en distintos niveles, apo- yndose mutuamente y manifestndose de ma- nera sutil. El anlisis de este fenmeno slo se ha efectuado a partir de dos relaciones: contra- to - opresin, de tipo jurdico, con fundamento en la legitimidad o ilegitimidad del poder. Do- minacin - represin, presentada en trminos de lucha - sumisin. Est pendiente la tarea del anlisis del subpoder del consumo en condiciones de com- placencia, tolerancia y escogencia. El subpoder del consumo se construye y funciona a partir de otros poderes, de los efectos de stos, independientes del proceso econmico. Las relaciones del subpoder se encuen- tran estrechamente ligadas a las familiares, se- xuales, productivas; ntimamente enlazadas y desempeando un papel de condicionante y condicionado. El subpoder del consumo tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena; no est localizado en algunas personas o espacios especficos, sino que est en la cultu- ra, es de todos y todos lo construimos y lo ali- mentamos, puesto que se manifiesta y se repro- duce a travs de una organizacin cultural estructurada que permite repetirlo. Por ello, el subpoder del consumo es mvil en las culturas; no siempre est en manos de los mismos, pero su meta es tratar de elaborar una nocin global que contenga tanto a marginados y olvidados como a los que ostentan el verdadero poder dentro de las culturas. Conclusin La Antropologa ha desestimado la im- portancia del consumo, quizs como una for- ma idealista para controlarlo, pero lo cierto es que la maquinaria del consumo ha estado pendiente de las manifestaciones culturales del consumo y de hecho, se sirve de ellas pa- ra reproducirse, de modo que negar el vncu- lo entre cultura y consumo no redundar en una disminucin del consumo. Lo cierto es que el consumo es parte de nuestra realidad cultural, y ya sea por necesidad emocional, material, por satisfaccin de carencias perso- nales, por irreflexin de los sujetos, o lo que es an ms difcil de creer, por efecto de una malintencionada manipulacin, los sujetos culturales somos consumidores, en distintos niveles y con distintos gustos, pero el consu- mo es parte de una realidad social y cultural, que como manifestacin del grupo de actores culturales, merece ser estudiada desde la An- tropologa. Bibliografa Aug, Marc. (1994). Hacia una antropologa de los mundos contemporneos. Editorial Gedisa. Barcelona. Chomsky, Noam. (1972). La mente y el len- guaje. Universidad de Cambridge. Cam- bridge. Douglas, Mary y Baron Isherwood. (1979). El mundo de los bienes: Hacia una Antro- pologa del consumo. Editorial Grijalbo, Mxico. Douglas, Mary. (1998). Estilos de pensar. Gedi- sa. Barcelona. Ferrer Rosello, Clemente. (1980). El consumi- dor frente a la publicidad. Madrid. 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