Este documento es una revista académica publicada anualmente por la Sociedad Argentina de Antropología. La revista publica artículos e informes de investigación originales realizados por estudiantes y egresados recientes de carreras relacionadas con la arqueología. Cuenta con el apoyo de varias instituciones académicas y es indexada en varias bases de datos. El documento incluye la lista de editores, comités editorial y académico, y los resúmenes de los artículos publicados en el número 6 de la revista
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Nmero 6
Buenos Aires - 2010
ISSN 1669-7456 (Edicin Impresa) ISSN 1853-1296 (Edicin Online) Esta publicacin ha recibido el apoyo del Fondo Nacional de Las Artes mediante la obtencin de una Beca Nacional linea CREADORES - CIENCIA (2010) Resolucin 1149/10 del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La Zaranda de Ideas. Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa es una publicacin anual, propiedad de la Sociedad Argentina de Antropologa (SAA), que tiene como objetivo la publicacin de los resultados de las investigaciones de estudiantes de grado y egresados recientes de carreras de arqueologa o disciplinas afines. Publica artculos e informes de investigacin originales que son evaluados en consulta con dos evaluadores, pudiendo ser alguno de los integrantes del Comit Acadmico, o bien evaluadores ad hoc. Notas breves, entrevistas y otros contenidos de la revista son evaluados por los editores. La Zaranda est incluida en el Catlogo de LATINDEX (Folio N 15292). El contenido de la revista es indexado por Anthropological Literature (Harvard University, Hollis Catalog N 010132040). Forma parte del Ncleo Bsico de Revistas Cientficas Argentinas (Resolucin 952/10 CONICET) Impreso en la Argentina (2010) Nmero 6 - ISSN 1669-7456 (edicin impresa) - ISSN 1853-1296 (edicin online) Hecho el depsito que marca la Ley 11.723 La Zaranda de Ideas. Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa Sociedad Argentina de Antropologa Presidente: Dra. Vernica I. Williams Moreno 350 (1091) Ciudad Autnoma de Buenos Aires la_zaranda@yahoo.com.ar - www.lazarandadeideas.com.ar Directores Ariadna Svoboda Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA, CONICET , CENPAT Instituto de Arqueologa Ivana L. Ozn Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA CONICET, DIPA, IMHICIHU Comit Editorial Agustn Acevedo Estudiante Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Asociacin de Investigaciones Antropolgicas Melina P. Bednarz Estudiante Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Centro de Arqueologa Urbana Dolores Carniglia Estudiante Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti Silvia Chinen Estudiante Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Red de Investigadores sobre Genocidio y Poltica Indgena UBACYT Nicols C. Ciarlo Estudiante Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Instituto Nacional de Antropologa y Pensamiento Latinoamericano Facultad de Ingeniera, UBA Erico Gaal Estudiante Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti Matas Gramajo Bhler Estudiante Lic. en Arqueologa, UNT Instituto de Arqueologa y Museo (IAM) Joaqun I. Izaguirre Estudiante Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti Irene Lantos Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti Marcelo G. Vitores Spinetta Prof. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA CIAFIC - CONICET Miriam Wagner Lic. en Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Estudiante Edicin, FFyL, UBA Instituto Nacional de Antropologa y Pensamiento Latinoamericano Comit Acadmico Dr. Alejandro Acosta CONICET - INAPL Dra. Elvira Ins Baffi CONICET - Departamento de Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Dr. Ramiro Barberena CONICET, DIPA, IMHICIHU Dr. Luis Alberto Borrero CONICET, DIPA, IMHICIHU Dra. Adriana Callegari Instituto de Arqueologa, FFyL, UBA Lic. Mara Magdalena Frre Instituto de Arqueologa, FFyL, UBA Dr. Luis Gonzlez CONICET - Departamento de Ciencias Antropolgicas, FFyL, UBA Dra. Mara Isabel Gonzlez Instituto de Arqueologa, FFyL, UBA Dr. Daniel Loponte CONICET - INAPL Dra. Liliana M. Manzi CONICET, DIPA, IMHICIHU - UBA Dr. Javier Nastri CONICET - Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti, FFyL, UBA Dr. Axel Nielsen CONICET - INAPL - UNC Dr. Daniel Olivera CONICET - INAPL - UBA Dr. Jos Antonio Prez Golln CONICET - Director del Museo Histrico Nacional Dra. Paola S. Ramundo CONICET - FFyL, UBA Dra. Myriam Tarrag CONICET - Directora del Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti, FFyL, UBA Dra. Beatriz N. Ventura CONICET - Instituto de Arqueologa, FFyL, UBA Dra. Vernica I. Williams CONICET - Instituto de Arqueologa, FFyL, UBA Dr. Hugo D. Yacobaccio CONICET - Instituto de Arqueologa, FFyL, UBA Auspicios Institucionales Secretara de Cultura de la Presidencia de la Nacin. Resolucin N 1715. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Resolucin N 249/2004. Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires (UBA). Resolucin N 3300. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario (UNR). Resolucin N 969/2004. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy (UNJu). Resolucin N D-164/04. Instituto de Arqueologa y Museo, Facultad de Ciencias Naturales e I.M.L. Universidad Nacional de Tucumn (UNT). 08/06/04. Museo Etnogrfico Juan Bautista Ambrosetti, Facultad de Filosofa y Letras, UBA. 17/05/04. Asociacin de Arquelogos Profesionales de la Repblica Argentina (AAPRA). 5/9/04. Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta (UNSa). Resolucin 1261/05. Instituto de Arqueologa, FFyL, UBA. 3/11/08. Prof. / Lic. Claudia Aranda rea de Antropologa Biolgica, Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti Dr. Gustavo Barrientos CONICET y Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP) Lic. Mara Basile Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti CONICET, FFyL- UBA Dra. Mnica Alejandra Bern Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti CONICE, FFYL-UBA, UNCEN Dr. Pedro Paulo A. Funari Universidade Estadual de Campinas, Brasil Dr. Pablo Marcelo Fernndez CONICET-INAPL. UBA Dr. Ivan Briz i Godino Investigador ICREA. Dept. dArqueologia i Antropologia. Instituci Mil i Fontanals. Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Cientficas. Associated Researcher. Dept. of Archaeology. University of York Dra. Mara Isabel Hernndez Llosas Instituto de Arqueologa. CONICET UBA Dr. Andrs D. Izeta Museo de Antropologa, Facultad de Filosofa y Humanidades, Universidad Nacional de Crdoba Lic. Ivana Carina Jofr Cayana: Colectivo de Arqueologa. Escuela de Arqueologa, Universidad Nacional de Catamarca. CONICET Dra. Mariel Alejandra Lpez Instituto de Arqueologa. CONICET. FFYL-UBA Lic. Patricia Madrid Facultad de Ciencias Sociales de Olavarra y Facultad de Ciencias Naturales y Museo. FLACSO, UNICEN Dr. Sebastin Muoz Laboratorio de Zooarqueloga y Tafonoma de Zonas ridas. CONICET- Museo de Antropologa. Universidad Nacional de Crdoba Dra. Virginia Pineau Instituto de Arqueologa-FFYL-UBA Dr. Mariano Ramos Programa de Arqueologa Histrica y Estudios Pluridisciplinarios (PROARHEP), Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Lujn (UNLu). Ciafic, Conicet Dra. Norma Ratto. Museo Etnogrfico Juan B. Ambrosetti. CONICET, FFYL-UBA. Dra. Diana Rolandi Instituto Nacional de Antropologa y Pensamiento Latinoamericano, Secretara de Cultura de la Nacin. CONICET, FFYL-UBA Lic. Mara Lydia Varela Universidad de Buenos Aires. Evaluadores del Nmero 6 ndice Editorial .................................................................................................................................................................. Artculos La fuente escrita, espacio de confrontacin Juan Pablo Carbonelli.................................................................................................................................... Revisin de la determinacin de los materiales arqueofaunsticos provenientes del sitio Villa La Punta, Santiago del Estero Luis M. del Papa ............................................................................................................................................ Anlisis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser. Un abordaje a partir del proceso destructivo de la casona (1978-1985) Jimena Doval y Pablo F. Giorno................................................................................................................... Patrimonio e identidad en Aconquija (Departamento de Andalgal, Catamarca) Mara Soeldad Gianfrancisco .................................................................................................................. Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas: Relaciones de Gnero en el arte rupestre del sitio Los Cerrillos, Valle Calchaqu Norte (Pcia. de Salta, Argentina) Ezequiel Gilardenghi...................................................................................................................................... Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias de las sociedades cazadoras-recolectoras del Humedal del Paran Inferior Brbara Mazza ............................................................................................................................................... Resultados preliminares del estudio Zooarqueolgico y tafonmico de los restos seos de roedores del sitio Calera (Sierras Bayas, Partido de Olavarra, Provincia de Buenos Aires) Nahuel A. Scheifler.................... .................................................................................................................... Propuesta Metodolgica para el anlisis descriptivo de vidrios retocados del Noroeste de la Provincia de Mendoza Osvaldo Sironi.................................................................................................................................................. Notas El mapeo: una construccin interpretativa Eugenia Di Lullo y Mariana Maloberti..................................................................................................... El cumplimiento de la Ley 25.473 de proteccin de patrimonio arqueolgico y paleontolgico Miriam Wagner............................................................................................................................................. 7 9 25 37 57 71 91 117 129 145 149 Entrevista Entrevista al arquelogo Carlos N. Cerutti Marcelo Vitores, Melina Bednarz y Ariadna Svoboda .................................................................. Miscelneas Recursos de Internet: Expandiendo horizontes, ampliando perspectivas, o... Dnde publico? por Melina Bednarz........................................................................................................................................ Desde afuera: Se busca quien calce perfecto en la huella por Cecilia Parrillo........................................................................................................................................ Rescate Humorstico por Marcelo Vitores ....................................................................................................................................... Normas Editoriales ............................................................................................................................................. 153 167 171 173 175 7 EDITORIAL Un nuevo ao de trabajo concluye y se materializa en la impresin del nmero 6 de La Zaranda, un ao plagado de tareas habituales y otros tantos nuevos desafos. Con la revista recin salida del horno, pero no sin dejar algunas ideas y proyectos pendientes en el freezer, les presentamos las novedades... Para comenzar, nos gustara compartir una excelente noticia con todos ustedes. Muchos aos de esfuerzo han sido reconocidos y La Zaranda fue seleccionada para integrar el Ncleo Bsico de Revistas Cientficas Argentinas del CONICET. Recientemente la revista fue tambin declarada de inters cultural por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en el marco de la Ley de Mecenazgo. De ninguna manera habra sido posible sin la colaboracin de autores, evaluadores, distribuidores y de todos aquellos que nos acompaan en esta tarea. Muchas gracias y felicitaciones a ustedes tambin! Asimismo queremos darle una calurosa bienvenida (no en vano la revista sale a fin de ao) a los nuevos integrantes del Comit Editorial, que sern los encargados de renovar y asegurar la continuidad de la revista. Les presentamos de esta forma a Dolores Carniglia, Silvia Chinen, Erico Gal, Matas Gramajo Bhler y Miriam Wagner.
As como una moneda tiene dos caras, el ingreso de nuevos integrantes implica que algunos compaeros de ruta tomarn nuevos rumbos. Saludamos a Joaqun Izaguirre, Irene Lantos y Marcelo Vitores, quienes sabemos que seguirn acompandonos y apoyndonos en todo momento. Los vamos a extraar! Fue el ao del bicentenario y de un nuevo Congreso Nacional de Arqueologa Argentina, ciclo ms que propicio para hacer un balance de nuestra disciplina y ver no slo en qu se trabaj, sino tambin en qu se est trabajando y aquellas lneas de investigacin con un potencial interesante por recorrer. En este nmero se encontrarn con que hemos recibido artculos de una gran variedad de temticas, reflejando la amplitud de campos abiertos en este momento. Para nuestra seccin de entrevistas contamos con la amable y por dems entretenida participacin del Dr. Carlos Natalio Ceruti, quien desinteresadamente nos brind su tiempo libre en el marco de dicho congreso, realizado en la ciudad de Mendoza. La diversidad se hizo nuevamente presente en los cursos y seminarios que realizamos todos los aos. Contamos con la colaboracin del Dr. Luis Gonzlez, quien dict el seminario Aproximaciones al estudio de los metales antiguos. Mtodos, tcnicas y secretos y con la participacin de la Dra. Fabiana Bugliani, profesora del curso De objetos, imgenes y estticas: estudios de las representaciones visuales en arqueologa. Tambin tuvimos el honor de tener el seminario dictado por un do estelar de profesores: el Dr. Marcelo Cardillo y el Mgter. Rodolphe Hoguin, quienes nos ofrecieron una Introduccin al estudio del material ltico: mtodos de anlisis y de investigacin. Finalmente, y para cerrar el ao, la Lic. Claudia Aranda y el Dr. Leandro Luna nos introdujeron en los Estudios de restos humanos desde una perspectiva arqueolgica. A todos ellos y muy especialmente a ustedes, que se interesaron y asistieron a los cursos, les expresamos un profundo agradecimiento. Seguiremos trabajando para la construccin de estas valiosas instancias de intercambio y aprendizaje. 8 Por otro lado, continuamos la realizacin de canjes con diversas universidades, tanto argentinas como de otros pases de Latinoamrica. A partir de estas conexiones hemos recibido una gran cantidad de materiales, no siempre fcilmente accesibles, que donamos a la biblioteca Ral A. Cortazar del Museo Etnogrfico Juan B. Ambrosetti. No podramos cerrar este mensaje sin agradecerles a todos aquellos involucrados en facilitarnos las instalaciones del IMHICIHU y del Museo Etnogrfico Juan B. Ambrosetti, desde las autoridades hasta la gente que trat da tras da con nuestros pedidos, necesidades y ocurrencias varias. Gracias por la eterna paciencia y la inestimable colaboracin. Extendemos nuestros saludos y agradecimientos a las autoridades de la Sociedad Argentina de Antropologa, por su apoyo y ayuda en todas las ocasiones en que lo hemos necesitado, tanto en cuestiones burocrticas, de esas que acobardan hasta a los ms valientes, como por el aval que siempre nos ha otorgado para la difusin y realizacin de los seminarios. De ninguna manera terminaramos nuestro mensaje inicial sin reconocer la labor de nuestros representantes y colaboradores en el pas y el exterior: Arnaldo Mera (Per), Valeria Espiro (Catamarca), Mara Laura Lpez (Crdoba), Alejandra Gasco (Mendoza), Mabel Mamani (Salta), Keila Sulich (Santa Fe), Ezequiel del Bel (Tucumn), Manuel Carrera Aizpitarte (Olavarra), Marco Giovanetti y Vernica Lema (La Plata). En esta ocasin queremos saludar muy especialmente a Silvina Curleto y a Laura Roda, quienes han colaborado durante mucho tiempo con nosotros y emprendido nuevos proyectos en los que les deseamos muy buena suerte. Ahora s, por ltimo pero no por eso menos importante queremos destacar la colaboracin de aquellos que por encontrarse ms cerca suelen terminar involucrados en el proceso editorial a veces sin quererlo, aportando su punto de vista (Cecilia Parrillo), su pericia en el manejo de programas de computacin (Eric F. Dans) e inluso tener que lidiar de los jvenes editores en pleno proceso de trabajo, en especial cuando caen las ltimas hojas del calendario y los tiempos apremian. Como siempre, los destinatarios de todo nuestro esfuerzo son ustedes, que lo disfruten... * CONICET- Proyecto Yocavil - Museo Etnogrfico J. B. Ambrosetti - juanp.carbonelli@gmail.com LA FUENTE ESCRITA, ESPACIO DE CONFRONTACIN Juan Pablo Carbonelli* RESUMEN En este trabajo abordaremos el rol de la fuente escrita dentro de la epistemologa y metodologa de la arqueologa de tiempos histricos. A travs del anlisis de la relacin que cada marco terico sostuvo con las fuentes escritas, cuestionamos el uso exclusivo de las mismas como fuentes generadoras de hiptesis, pues consideramos que los documentos son categoras de igual peso fctico que el resto de los artefactos. Las fuentes escritas forman parte del registro arqueolgico y por lo tanto de la explicacin y de la comprensin sobre el pasado del hombre. Acercaremos una propuesta epistemolgica para trabajar con ambos tipos de objetos, los documentos escritos y los artefactos, utilizando una racionalidad particular y universal al mismo tiempo (Hernndez 1993). Finalmente, indagaremos sobre la relacin de la arqueologa de momentos histricos con la historia, inclinndonos por un enriquecimiento mutuo y deshaciendo a su vez las fronteras con la prehistoria. Palabras Clave: Arqueologa - Historia - Documentos escritos - Epistemologa - Artefactos. ABSTRACT In this paper we address the role of written sources in the epistemology and methodology of archeology of historic times and analyze the relationship they have had with different theoretical frameworks. We question the exclusive use of written sources as generators of hypotheses, since we consider that documents are factual categories of equal weight as any other artifact. Thus, written sources are part of the archaeological record and therefore play an important role in the explanation and the understanding of mans past. We propose an epistemological approach to work with both types of objects, written documents and artifacts, using a particular and universal rationality (Hernandez 1993). Finally, we will investigate the relationship of the Archeology of Historical Moments with History, seeking for a mutual enrichment and taking apart borders with prehistory. Key Words: Archaeology - History - Written documents - Epistemology - Artifacts. Carbonelli, Juan Pablo. 2010. La fuente escrita, espacio de confrontacin. La zaranda de ideas. Revista de Jvenes Investigadores en arqueologa. 6:9-23 . Buenos Aires. ARTCULOS Juan Pablo Carbonelli - La fuente escrita, espacio de confrontacin. 10 INTRODUCCION En este trabajo, el objetivo principal es discutir el rol y la funcin otorgados a las fuentes escritas dentro de las investigaciones relacionadas con la arqueologa histrica o, como la denominaremos aqu, de momentos histricos. No es nuestra intencin establecer una gnesis de la arqueologa de momentos histricos en la Argentina, ni a nivel mundial. El recorrido cronolgico busca reflexionar sobre la manera en que cada marco terico en arqueologa utiliz a las fuentes escritas: ya sea como parte de la interpretacin, como una lnea de evidencia alternativa o como generadoras de hiptesis. Partiendo de que todo objeto de anlisis es producto de una construccin (Bourdieu et al.1973) efectuada por el investigador, consideramos necesario integrar al registro documental dentro de la realidad que el arquelogo debe confrontar al interpretar el pasado del hombre. Para ello es necesario poner en tela de juicio nuestras concepciones acerca del sujeto de investigacin, el objeto de anlisis y la objetividad en la investigacin. Si comenzamos a utilizar como investigadores tanto una racionalidad particular (que d cuenta del contexto histrico y de las lgicas y contradicciones propias de un momento en el tiempo) como universal (que permita transmitir la informacin, analizarla y discutirla), es dable pensar que podremos comprender, por ejemplo, los confusos perodos de contacto dando cuenta de sus races como procesos de escala mundial. ANALI SI S CRONOLOGI CO DEL DEBATE Los documentos escritos como elementos de contrastacin Para confeccionar una estrecha cronologa acerca del rol de las fuentes escritas en l a Arqueol og a de ti empos hi stri cos, consideramos pertinente observar qu tipo de relacin estableci cada marco terico con ellas. El campo prof es i onal de l o que denomi naremos l uego arqueol og a de momentos histricos se organiza oficialmente en 1960 con la Conference on Site Archaelogy y, siete aos ms tarde, con la formacin de la Society for Historical Archaeology. Si bien ese momento coincidi con los albores de la arqueologa procesual, ya en la corriente histrico cultural encontrbamos trabajos sobre momentos histricos. En el marco del pensamiento histrico cultural se mantena una visin partitiva de las culturas individuales, como formas de vida transmitidas por pueblos especficos de generacin en generacin. Las culturas no eran vistas como sistemas integrados, sino como colecciones de caractersticas individuales que haban coincidido como resultado de causalidades histricas (Trigger 1992). Dentro del lineamiento terico de dicha corriente, se consideraba a los artefactos como similares a los documentos histricos, en el sentido de que brindaban una informacin acerca de la historia (Orser 2000). Ambos explicaban por s mismos la variabilidad cultural, donde una modificacin en los rasgos formales de una cultura aluda a una diferenciacin tnica, impulsada por los procesos de migracin y difusin. Los documentos escritos fueron utilizados para poder brindar una interpretacin histrica particularista, y poder describir de mejor manera, todas los rasgos esenciales de una cultura. En los Estados Unidos, hacia 1950, en las investigaciones que se realizaron sobre colonias britnicas y misiones espaolas, los objetivos de las excavaciones eran, principalmente, los de rescatar el mayor nmero de datos posibles que pudieran brindar una mejor interpretacin del sitio analizado (Deagan 1982). Estos La Zaranda de Ideas 6: 9-23 (2010) 11 estudios, a la par, solucionaban los problemas de ambigedad en la documentacin escrita o la ausencia directa de informacin. Durante la dcada de 1970 surgen las primeras definiciones de la arqueologa histrica. Las fuentes escritas, al encontrarse contenidas en dicha definicin, se convertan as en marcadores disciplinarios necesarios: aquellos estudios que usan datos arqueolgicos e histricos han sidos denominados Arqueologa Histrica (South 1977:1) El rol de las fuentes escritas en la praxis profesional cambia ante la llegada de la Nueva Arqueologa. Dicho marco terico se contrapuso a la Arqueologa Tradicional (concebida como disciplina histrica) con la finalidad de realzar su carcter de ciencia experimental, formuladora de modelos e hiptesis a contrastar (Brcena 1995). Dentro de dicho marco terico, fue observada de manera cautelosa el uso de los documentos escritos, ya que fueron considerados como un mecanismo de control de las clases dominantes de la poca. Dicha medida era coherente con el mtodo cientfico: la Nueva Arqueologa abogaba por producir conocimiento sobre el mundo circundante, conocimiento que deba ser objetivo y que podra ser verificado independientemente del sujeto que lo produca. Las fuentes de archivo no eran ms que documentacin simple, til para dar trasfondo histrico o verificar la investigacin (South 1977), pero por encontrarse enmarcadas en la subjetividad de quien haba escrito el documento, quedaban afuera de la explicacin. Los trabajos dentro del marco terico procesual, en los Estados Unidos, colaboraron en refutar con el material arqueolgico algunos contenidos incluidos en los documentos escritos, como la presunta prohibicin a los esclavos norteamericanos para portar armas y cocinar comunalmente (Deagan 1982). Tambin enfocaron sus esfuerzos en cambiar o mostrar una imagen alternativa de los grupos marginales de la cultura americana (los afroamericanos, por ejemplo) all donde la historia escrita nada deca acerca de dichos grupos tnicos. Esta postura contina hasta nuestros das, bajo un marco procesual neo-positivista (Pedrotta y Gmez Romero 1998). La documentacin escrita permite generar hiptesis, que producen expectativas arqueolgicas (Goi y Madrid 1996). Al igual que las investigaciones de rango medio, los documentos son anlogos presentes, mas no habilitan la explicacin del pasado en s misma. Simplemente, el documento es designado para el control de las relaciones entre las propiedades dinmicas del pasado y las propiedades materiales estticas, comunes del pasado y del presente (Binford 1981). Por otra parte, desde la visin del marxismo, la arqueologa histrica debe abocarse a estudiar los procesos sociales asociados con el surgimiento y consolidacin del capitalismo en Iberoamrica (Fournier 1990), o en otras palabras, estudiar las manifestaciones de la expansin cultural europea en el mundo no europeo (Schuyler 1970). La lectura e interpretacin de las fuentes escritas ofrecen desde esta postura un complemento interpretativo. Sin embargo, deben subordinarse siempre al correlato material (Fournier 1999), por temor de prostituir a la arqueologa (South 1974) inmiscuyndose en un terreno metodolgico que le pertenece a la historia. En resumen, las fuentes escritas para la arqueologa procesual pueden generar y corroborar hiptesis, pero no integran el registro arqueolgico: el objeto material de anlisis del arquelogo. Esto se debe a que los arquelogos procesuales sostienen un modelo fsico del registro (Patrick 1985), consistente en objetos y rasgos que son efectos estticos de causas del pasado. Toda la evidencia ha sido constituida por procesos determinados por leyes causales. Por lo tanto, el arquelogo busca descubrir leyes generales del comportamiento humano (cercano al objetivo de la antropologa), Juan Pablo Carbonelli - La fuente escrita, espacio de confrontacin. 12 considerando a la arqueologa como una ciencia, no como un tipo de historia. De esta forma no es factible incluir, para la arqueologa procesual, los documentos escritos como parte del registro arqueolgico puesto que slo ofrecen un aspecto particularizante, sesgado por su subjetividad y no sujeto a regularidades. La arqueologa postprocesual y la fuente escrita La dcada de 1980 marca un quiebre y una postura diametralmente opuesta a la precedente. Ejemplo de sto es la definicin categrica de Beaudry: los documentos son artefactos complejos, reflejando una realidad parcial (...) los documentos codifican las conexiones entre la gente a muchos niveles. (Beaudry et al. 1996:5, nfasis nuestro). Dicha autora realza el contexto histrico de los hechos, a la vez que entiende que el anlisis documental debe hacerse en adicin y distincin de la investigacin histrica. En otras palabras, aboga por una propuesta donde se realice un enfoque etnogrfico de los documentos escritos. Desde esta perspectiva, la definicin del registro arqueolgico ya no es la misma. Con la irrupcin de la arqueologa postprocesual se responde a un modelo textual, donde lo registrado en el presente es un cuerpo de signos de eventos pasados, que agrupan ideas o informacin (Patrick 1985). Al cobrar relevancia la fuente escrita, se incluye a la par una postura emic al interpretar los datos. Bajo una epistemologa subjetivista, se considera que ese es el nico medio para develar las construcciones mentales de las personas (Clark 1993). Se puede demostrar que no hay pasividad en los signos materiales, por el contrario, se enfatiza la creatividad de los individuos, utilizando una perspectiva desde adentro. En este sentido, Orser (2000) sostiene que los arquelogos deben interpretar los documentos escritos, tanto aquellos que brindan informacin emic, como etic. Los arquelogos deben aprender a diferenciar estas dos visiones del pasado, para integrarlas en sus estudios arqueolgicos. A diferencia de lo que sucede en la teora procesual, los documentos escritos cambian de status como evidencia; se convierten ahora en elementos vitales dentro de toda investigacin, puesto que pueden construir el contexto (Beaudry et al. 1996). El contexto refiere al espacio donde el significado se localiza, se constituye y provee la clave de su interpretacin al unir situaciones y eventos verdaderos, indisolublemente ligados con dicho significado. Esto ltimo obedece a la caracterstica relacional de la arqueologa postprocesual, superando la simple verificacin procesual. La intencionalidad, develada por las fuentes, forma parte de una hermenutica textual donde los datos se conforman de una manera dialctica: slo son comprensibles si se conoce para quin fue escrito, cmo y para qu integran, como parte de un texto, un discurso a travs del cual la gente se crea y se recrea (Beaudry et al.1996). Los enfoques postmodernos dentro de la corriente postprocesual Compitiendo con el paradigma neopositivista ya mencionado, Wylie (1993, en Beaudry et al. 1996) enuncia la posibilidad de trabajar con lneas de evidencia mltiples. De stas, ninguna (ya sea material o textual) puede disfrutar de una seguridad completa; ninguna tiene mayor peso que la otra, pero combinadas pueden acercar al arquelogo a una interpretacin correcta. Sobre la misma nocin trabaj un ao ms tarde Brbara Little (1994), quien sostuvo que los datos documentales y arqueolgicos pueden ser pensados como interdependientes o complementarios, adems de independientes o contradictorios. En dicho sentido, al explorar las paradojas de la historia, la arqueologa de La Zaranda de Ideas 6: 9-23 (2010) 13 momentos histricos concierne tanto a la gente con historia, quienes han escrito acerca del pasado y a la gente sin historia, quienes han sido excluidos de la historia oficial (Little 1994). Ya en la actualidad, en nuestro siglo, uno de los mtodos utilizados es el dialgico transformativo, donde dentro de los lmites de cada marco terico se busca eliminar la falsa conciencia y transformar el mundo escogiendo los conceptos pertinentes que pueden ser aprehendidos y enunciando cuales pueden ser transformados (Clark 1993). Ha hecho uso de esta metodologa la investigadora Laura Wilkie (2006), quin busca en las fuentes escritas entender el contexto, asumiendo el riesgo de poder resultar engaada por los argumentos. Pero es consciente, a la vez, que la realidad es transformada por las percepciones y, en tal sentido, los documentos slo representan una de ellas. Laura Wilkie elimina as la falsa conciencia, afirmando que: ...los documentos proveen un solapamiento de los conflictos del pasado (Wilkie 2006:15). Esto ltimo coincide con los objetivos nuevos de la arqueologa histrica (a partir de las postrimeras del siglo XX), como la elucidacin del poder y la ideologa (Little 1994). Dentro de esos nuevos objetivos se encuentra llenar los silencios arqueolgicos, los documentales y los de las historias orales (Wilkie 2006). Para ello es imprescindible el uso mltiple de recursos, entre ellos los documentos histricos. Wilkie le asigna tres usos a las fuentes escritas: en primer lugar, la identificacin de las personas que vivan en los sitios arqueolgicos; en segundo lugar entender el contexto socio-cultural del registro material y, por ltimo, comprender el significado social de los objetos recobrados. En el primer uso es factible encontrar una de las dicotomas que estructuran al postprocesualismo: individuo norma. Es entonces cuando a travs de los documentos, es posible observar la capacidad del sujeto para generar el cambio, y para crear su propia cultura como un proceso social activo. La variabilidad individual aparece en zonas fuera del control de los grupos dominantes; hecho que hizo acentuar el foco en los estudios de etnias y gneros. Paralelamente, Patricia Galloway (2006) reflexiona sobre el surgimiento, por separado y de forma independiente, de los procesos de produccin del texto y del artefacto. Su proyecto se inserta dentro de una corriente de la Antropologa de la Ciencia, donde en el contexto de produccin es necesario recuperar parte del carcter artesanal de la actividad cientfica mediante observaciones in situ de su prctica. Sus principales interrogantes se sintetizan en cmo es que se transforman las realidades elaboradas por los cientficos en afirmaciones sobre cmo se ha hecho ciencia? Las posturas de Beaudry et al. (1996), Wilkie (2006) y Galloway (2006) sobre el registro escrito pueden englobarse en una ontologa relativista: la reflexin da cuenta de que los resultados de una investigacin se hallan determinados por la interaccin entre el investigador y el objeto; y tambin de la posibilidad de la existencia de mltiples realidades, en la forma de construcciones mentales (Clark 1993). LA RELACION ENTRE OBJETO Y SUJETO
La especificidad de la arqueologa como ciencia reside en la particularidad de la clase de datos que utiliza (Bate 1998). Esos datos conforman la realidad de la disciplina y son los que constituyen a la arqueologa como ciencia social, ya que, como sostiene Schuster (1992), las ciencias sociales son fcticas porque configuran su propia realidad. En contraposicin a la postura del neopositivismo, sostenemos que los documentos escritos constituyen, junto con los artefactos, la realidad con la Juan Pablo Carbonelli - La fuente escrita, espacio de confrontacin. 14 que se confronta el arquelogo. Como afirma Ramos (2006), la arqueologa histrica utiliza un mtodo de investigacin para los problemas del pasado de la humanidad que cuenta con ms de una fuente de informacin: los datos del registro arqueolgico y los documentos escritos. Es necesario entonces dar cuenta de ellos, de sus contradicciones y negaciones por hallarse insertos en el mundo social de los individuos. Si n embargo, adoptar di cha postura representa superar los prejuicios acerca de la objetividad planteados por el neopositivismo. Siguiendo en extenso el anlisis de Hernndez (1993), entendemos que la concepcin de objetividad es el resultado de supuestos particulares, que cada paradigma metafsico (Clark 1993) sostiene acerca del sujeto, del objeto y de la verdad. En primer trmino analizaremos como estos tres supuestos se articulan en la propuesta neopositivista. A partir de la publicacin de La lgica de la investigacin cientfica (Popper 1977), se estableci que la objetividad de los enunciados cientficos descansa en el hecho que pueden contrastarse intersubjetivamente (Popper 1977:105). La objetividad se centra entonces en la contrastacin de hiptesis (en el contexto de justificacin y no en el de descubrimiento), y por lo tanto, no importa cmo llegue el investigador a un determinado enunciado (Hernndez 1993). En otras palabras, no interesa como se elaboran las hiptesis de partida (se utilice o no para este fin documentos escritos), sino cmo se las valida. Comprendamos ahor a l a noci n neopositivista de sujeto: el investigador (el arquelogo, en nuestro caso) en el medio de la comunidad cientfica confronta sus conocimientos intersubjetivamente. Dicho encuentro tiene como finalidad contrastar las observaciones/datos que cada investigador realiz por su cuenta, pero un presupuesto implcito es que los acontecimientos observados sean regulares y reproducibles. De dicha nocin de intersubjetividad se desprende que el acuerdo entre los investigadores est mediado por el objeto; esto es, que los enunciados sern objetivos si sostienen lo mismo del mismo objeto, por lo que la objetividad la confiere el objeto (Hernndez 1993:49). De esta manera, la postura neopositivista, dentro del rea epistemolgica o gnoseolgica (Bate 1998), sostiene la completa autonoma del objeto arqueolgico (artefacto) respecto al sujeto cognoscente (arquelogo). En el marco de la perspectiva arqueolgica las hiptesis pueden ser generadas por las fuentes histricas, pero la adecuacin entre las hiptesis de trabajo y la base emprica se logra mediante la elaboracin de expectativas arqueolgicas o consecuencias observacionales (Senatore y Zarankin 1996:119). La base emprica epistemolgica de una disciplina est dada por el conjunto de las entidades, objetos fsicos o por los datos de la percepcin sobre los que la comunidad cientfica discute (Klimovsky 1985). Desde una perspectiva arqueolgica (Senatore y Zarankin 1996) se consider que la base emprica estaba conformada exclusivamente por la evidencia arqueolgica. Porque la naturaleza de la evidencia histrica es diferente de la arqueolgica, resulta ms conveniente entonces, segn esta postura, confiar la corroboracin de las hiptesis sobre un objeto inerte, fro (el artefacto convencional) que sobre la fuente escrita. La misma debe ser excluida de la interpretacin, pues porta toda la subjetividad de quin fuera su autor. Esto ltimo se corresponde a la percepcin existente dentro de la comunidad cientfica arqueolgica (Ramos 1999), donde los resultados elaborados por la disciplina presentan una mayor objetividad sobre el resto de las ciencias sociales (en mayor medida de la historia), desbordados stos por los intereses personales y de clase que existan en el pasado. En relacin a esto ltimo Fournier menciona que De La Zaranda de Ideas 6: 9-23 (2010) 15 cualquier manera en la arqueologa histrica debe darse prioridad a la interpretacin de los correlatos materiales, para as evitar el determinismo inferencial dictado por el documento (Fournier 1999:80). El neopositivismo ve al mundo bajo una realidad objetiva y externa al observador, independiente de su percepcin; le es imposible aceptar como parte de la explicacin una fuente escrita. Se aferra a una nocin de racionalidad absoluta, donde el camino hacia la verdad consiste en un exilio csmico (Sarav 1993): el investigador debe ser capaz de abandonar los valores, creencias, afectos, filiaciones, formas de obrar y pensar propias de su cultura. A partir de all, puede actuar imparcialmente. La exigencia de la objetividad forma parte de la perspectiva del exilio csmico, por ello, el investigador debe despojarse de sus ataduras subjetivas. Lamentablemente, ...el nico inconveniente es que deshacerse de estos obstculos significa despojarse a la vez de la condicin humana... (Sarav 1993:21). Iniciamos aqu una serie de advertencias a la postura anterior: en primer trmino sostenemos que el carcter hi stri co, prctico o psico-sociolgico del contexto de descubrimiento se encuentra estrechamente vinculado a las caractersticas de la sociedad donde produce el investigador (Ramos 2006). El espacio y el momento en que surgen las hiptesis son tan importantes para la actividad cientfica como el momento de validacin de las teoras, y ninguno de los dos se halla aislado de la historia. Sobre este punto Bate afirma que La ideologa positivista que supone que la objetividad cientfica debe garantizarse prescindiendo de la afectividad y de los juicios de valor es, objetivamente, falsa. No existe ser humano que pueda separar su afectividad de cualquier actividad (Bate 1998:30). La idea positivista que concibe que el punto de vista del investigador contamina la investigacin es una ilusin de la modernidad (Gadamer 1975 en Ulin 1990:140). En segundo lugar, sostenemos que la dialctica del proceso cientfico en arqueologa no puede ser reducida a una alternancia sistemtica de operaciones independientes, (Bourdieu et al. 1973) por ejemplo, la falsacin luego de la construccin de hiptesis. Por el contrario, constantemente se produce la interaccin de teoras nuevas y viejas formas de ver las cosas en la observacin cientfica, que poco se condicen con los estndares del racionalismo crtico, enfocados en falsar las hiptesis primero y construir una teora nueva (de mayor contenido) despus. Dentro del esquema del racionalismo crtico popperiano, una teora es cientfica cuando posee consecuencias observacionales (en nuestro caso arqueolgicas); la ciencia se resume al control mediante la experiencia (Klimovsky 1985). Existe en dicho modelo de la filosofa de la ciencia, una confianza en la experiencia como ultima ratio objetiva de la verdad cientfica (Shuster 2002). En oposicin a esto ltimo, convenimos que es cierto que frecuentemente contrastamos nuestras teoras con la experiencia, pero que tambin analizamos la experiencia utilizando puntos de vista diferentes, o los hacemos desde el prisma de las reflexiones tericas ms recientes. La experiencia, lo palpable, las estructuras, los recintos, los fuertes, los barcos hundidos, la cermica colonial; todos estos elementos contienen interpretaciones naturales que son ideas abstractas e inclusive metafsicas (Feyerabend 1981). Al profundizar en el ltimo punto, seguimos a Feyerabend (1981) cuando sostiene que no existe en la prctica cientfica una distincin tal entre el contexto de descubrimiento y de justificacin, como tampoco entre trminos observacionales y trminos tericos. Dicho enunciado se aplica de igual forma para los artefactos, los ecofactos, las estructuras y los documentos escritos. La contrastacin de las hiptesis de acuerdo a las expectativas arqueolgicas no repara en que dichas expectativas son Juan Pablo Carbonelli - La fuente escrita, espacio de confrontacin. 16 construcciones realizadas por el investigador. Por lo tanto, consideramos que no es coherente restringir el uso de las fuentes escritas como generadoras de hiptesis porque, como todo hecho construido cientficamente, conserva el mismo valor de explicacin que cualquier otro objeto. Acaso es factible extraer toda la historicidad de los artefactos?, acaso son inmaculados de nuestros prejuicios los objetos? Existe en la cautela con la que se trabaja con los documentos, un miedo de lo emic... (Beaudry et al.1996:9). Este temor impide reconocer que tanto el registro documental como el arqueolgico son constreidos por variables sociales, econmicas, polticas, que han influido sobre ambos contextos de produccin del conocimiento cientfico (Pedrotta y Gmez Romero 1998). Las fuentes escritas, al igual que los artefactos, son objetos cientficos y como tales son construidos deliberadamente y metdicamente por los investigadores (Bourdieu et. al 1973). Ambos no pueden ser despojados de la mirada y los prejuicios del investigador, por consiguiente, frente a un mismo status epistemolgico: por qu reducir los documentos a elementos para generar hiptesis y no introducirlos en la comprensin misma del pasado? Una idea central que surge al criticar la visin neopositivista y que resume nuestra postura, es discutir cul es la base emprica que aceptamos para comprender la realidad con la que confronta la arqueologa histrica. Dentro del escenario postempirista al cual pertenecemos, sostenemos que la subjetividad es una dimensin inseparable de lo real y que cada teora se mueve siempre por el terreno de la interpretacin (Schuster 2002). En consecuencia, la fuente escrita se inserta dentro de la problemtica hermenutica en nuestra investigacin como arquelogos. Propuesta epistemolgica Ahora bien, cul es el procedimiento, l a herrami enta anal ti ca necesari a para comprender los documentos escritos? Partimos de la premisa ontolgica de que existen una diversidad de mundos posibles donde el significado reside (Hernndez et al.1993). La trayectoria histrica de los artefactos/ documentos slo puede ser comprendida si utilizamos una racionalidad universal y relacional a la vez (Sarav 1993). Universal, porque todos poseemos un lenguaje que nos permite transmitir informacin, entender el pasado, dialogar y construir el registro. Esto coincide con el espritu humanista de la Escuela de Annales en la historia: la conviccin de que existe una unidad del espritu humano, que obliga a una misma actitud cientfica para todas las sociedades humanas (Gros 1999). Y es una racionalidad particular, porque intentamos dar cuenta de un hito en el tiempo, con sus propias lgicas y contradicciones, con caractersticas nicas que constituyen un modo particular de vivir en el mundo (Sarav 1993). Asimismo, acordamos con Ramos en que no debemos considerar que el registro arqueolgico y el registro documental escrito son dos fuentes de informacin diferentes, parti cul ares, un vocas en si mi smas (Ramos 1999:69). Confrontar con las fuentes documentales significa superar el obstculo epistemolgico (Bachelard 1987) que implica dar cuenta de un problema que no se repite en otras situaciones en la ciencia arqueolgica. La fuente escrita representa un obstculo, porque se incrusta en el conocimiento de una ciencia que ha hecho de aquello que puede ver y tocar la base de sus ideas y contrastaciones. Como arquelogos que confrontamos la realidad particular de los momentos histricos (Ramos 2006), podemos comprender el pasado puesto que la objetivacin del significado de una accin o texto se da en forma autnoma a las intenciones de los autores (Ricoeur 2008 [1985]). De la misma forma en que un texto se desprende de su autor, una accin se desprende de su agente (se refleja en los artefactos) y desarrolla sus propias consecuencias. El La Zaranda de Ideas 6: 9-23 (2010) 17 significado de un acontecimiento y de un texto excede, sobrepasa, trasciende las condiciones sociales de su produccin y puede ser nuevamente interpretado (Ricoeur 2008 [1985]). Por lo tanto, sostenemos que las fuentes escritas y los artefactos se autonomizan y esto es la base de su objetivacin. Ot ro punt o que i gual a el st at us epistemolgico del texto y el objeto (como consecuencia de una accin humana), es que ambos tienen una multivocalidad que los deja abiertos a diversas lecturas (Ricoeur 2008 [1985]). Esas mltiples lecturas son equivalentes al conflicto de interpretaciones rivales, en nuestro caso, a todas las visiones f acti bl es sobre el pasado. Esto l ti mo reduce una crtica frecuentemente hecha al postprocesualismo, la de ofrecer un panorama pesimista a la arqueologa, incapaz de encontrar, ensimismada en su relativismo, un criterio interterico de dilogo (Mcguire y Navarrete 1999). Demostrar que una interpretacin es ms probable a la luz de lo que ya sabemos es distinto a demostrar que una conclusin es verdadera (Ricoeur 2008 [1985]). A diferencia del neoposi ti vi smo estamos val i dando, no falsando una hiptesis, lo cual quita el compromiso de que nicamente se considere una sola teora. En otras palabras, un cuerpo de datos (registros, vasijas, lozas, clavos, etc.) en un momento de la historia, no permite afirmar cualquier teora sobre el pasado, pero al mismo tiempo no es obligatorio que valide slo un cuerpo terico (Schuster 2002). Centrndonos ahora en la objetividad, punto de dilogo dentro de la comunidad cientfica, segn nuestra mirada no pertenece ya al mundo objetivo, sino que ...su conceptualizacin es producto de cada poca... (Hernndez 1993:51). Se instala en la relacin entre objeto y sujeto, no es absoluta ni independiente del sujeto que conoce. Durante dcadas ha existido en nuestra disciplina una preocupacin por la objetividad, que no ha reparado en todas las variaciones psicolgicas (Bachelard 1987) de la interpretacin del registro arqueolgico. Yendo al caso en concreto de las fuentes escritas, las mismas pueden ser designadas de la misma manera por el investigador en historia, por el arquelogo, por el etnohistoriador y ser explicado de manera dismil por cada uno de ellos. Una de las factible crticas a nuestra posicin es cuestionarse: todo es igualmente vlido?, cul es el lmite de la subjetividad? (Hernndez 1993). La respuesta a dicho interrogante la encontramos en la experiencia de los expertos en ciencias humanas, quienes sostienen que el texto, la fuente, es un campo limitado de interpretaciones posibles (Ricoeur 2008 [1985]). Siguiendo el anlisis de Rabey y Kalinsky (1991) sugerimos que el lmite de la interpretacin est dado por el vnculo cognoscitivo; si rompemos con la concepcin que divide al sujeto de un lado y al objeto del otro, el sujeto no puede decir cualquier cosa del objeto, ni tampoco es un ser pasivo que registra el dato pasivamente (Hernndez 1993). Al contrario, observa dicho dato (fuentes escritas y artefactos) y lo construye como hecho cientfico. Para ello aplica una racionalidad particular, construyndolo en un momento histrico especfico. Una vez construido, el investigador (Sujeto) ya no es el mismo, interacta tanto con el texto como con el artefacto. El valor que le damos aqu a la fuente escrita no debe entenderse como una aplicacin de la subordinacin de la evidencia arqueolgica al relato. Como bien sostuvieron Senatore y Zarankin (1996) no se trata de que la evidencia arqueolgica permita materializar la evidencia documental o que simplemente se limite la interpretacin del objeto arqueolgico sobre la base de la informacin histrica. Por el contrario, nuestra postura debe ser comprendida como la exploracin de un horizonte lleno de posibilidades, donde debemos confrontar entre s las informaciones obtenidas y utilizar un esquema terico donde conviven el anlisis, la Juan Pablo Carbonelli - La fuente escrita, espacio de confrontacin. 18 discusin y la crtica a las fuentes consultadas (Baldassarre 2006). Abogamos por un uso crtico de la nocin de documento, que no es un material bruto, objetivo e inocente, sino que es fruto de las tensiones de poder en el pasado, de mltiples procesos de manipulacin (Le Goff 1991). RELACI ON CON LA HI STORI A, SEPARACION DE LA PREHISTORIA? Las opiniones dismiles expuestas de cada marco terico, nos inducen a formularnos una serie de interrogantes: los nuevos objetivos a investigar (significado, smbolo, cognicin, poder) son ms asequibles en la arqueologa histrica, por contar con fuentes documentales? (Little 1994). Es la interpretacin ms factible?, ... los documentos proveen a la arqueologa histrica de una vergonzosa riqueza, o simplemente hacen a la arqueologa vergonzosa?... (Paynter 2000:10). Cabe mencionar que las discrepancias tericas sostenidas con respecto a esa temtica, son el fiel reflejo de una crisis de identidad (Deagan 1982) en la disciplina; acerca del nombre a utilizar y la propia definicin de su campo de estudio. Esto ltimo ha desatado en Iberoamrica una guerra de nombres (Fournier 1999), acerca de si debemos llamarla arqueologa de sitios histricos, arqueologa histrica, una arqueologa documental o arqueologa colonial. Impl ci tamente, l a respuesta a estos interrogantes define una relacin con la disciplina que mejor ha hecho uso de los documentos, la historia. Coincidimos con Bate (1998) y Fournier (1999) en considerar a la arqueologa como ciencia social, lo cual implica que su objeto de investigacin no difiere del de la historia, la sociologa, el derecho, la economa, la psicologa social o la antropologa. Cada vez ms las fronteras en las ciencias sociales se tornan lbiles, zonas grises donde resulta imprecisa la delimitacin del objeto de estudio (Ramos 1999). En contraposicin, el neopositivismo apuesta a una separacin tajante entre la historia y arqueologa, excluyendo al registro documental de la participacin en cualquier tipo de explicacin, reducindolo al grado de generador de hiptesis. Esto responde al supuesto naturalista donde las disciplinas son definidas por el tipo de evidencia que maneja y por sus metodologas (Isayev 2006). Dicha concepcin representa en lo epistemolgico una barrera, pues significa ...reducir el problema a un nivel objetivista. En cambio, integrando ambos estudios (sobre los datos arqueolgicos e histricos) en un mismo marco, es posible un dilogo fructfero y provechoso (Haber 1999:139). Esto ltimo no significa, sin embargo, que la arqueologa se convierta en una rama de la antropologa o una ciencia auxiliar de la historia... (Deagan 1982:23) proveyendo detal l es o hechos que l os documentos silenciaron. Toda disciplina mantiene su status como ciencia o es otra cosa (Brcena 1995). Por el contrario, el encuentro interdisciplinario se vuelve fecundo si la arqueologa puede formular nuevos cuestionamientos e interpretaciones; abarcando, en primera medida, a la gente sin historia (Lightfoot 1995:10), cuya vida cotidiana es invisible en el registro documental. La arqueologa histrica puede re-conceptualizar la historia (Little 1994), analizar de una manera distinta las relaciones entre dominados y dominadores. Siguiendo a Little (1994) sostenemos que la arqueologa debe corregir las historias derivadas de los documentos y debe atreverse a crear nuevas formas de escribir el pasado, puesto que sus narrativas sobre el pasado son tan importantes como los de la historia (Isayev 2006). Apoyndonos en la crtica que realiza para su disciplina la Escuela de Annales, consideramos que arqueologa e historia comparten dos cosas en comn: en primer lugar un momento de propia revisin, donde se cuestionan a s mismas en tanto ciencia, atenindose a la definicin La Zaranda de Ideas 6: 9-23 (2010) 19 tradicional de esta palabra en el siglo XVII, que era la de descubrir las constantes universales del comportamiento de su objeto (Gros 1984). Y en segundo lugar, afrontan el desafo de no resignarse a establecer una relacin directa entre el objeto/documento y la realidad/pasado/ autor que se supone a primera vista (Gros 1984). En lugar de dos disciplinas que no tengan punto de contacto, la arqueologa y la historia pueden enriquecerse compartiendo problemas y objetivos. All donde la composicin del registro arqueolgico resulta insuficiente para aportar evidencia sobre una problemtica, es vlido recurrir a las relaciones interdisciplinarias (Brcena 1995; Ramos 1999). Preferimos hablar de interdisciplinariedad, porque dicho concepto indica un proyecto de investigacin de largo alcance, una visin holstica del pasado, donde la bsqueda de respuestas en conjunto (de la arqueologa y la historia) no implica una expectativa de resultados inmediatos y concretos (Isayev 2006) La existencia de fronteras disciplinarias dbi l es, que i ndi camos ms arri ba, se complejiza especialmente, al considerar el inicio del perodo histrico en Amrica; delimitado generalmente por los primeros contactos entre espaoles e indgenas. Ante la presencia de artefactos europeos en sitios nativos, surgen cuestionamientos acerca de su asociacin: esos tems fueron recibidos por los indgenas directamente de los europeos, o de la mano de otros nativos? (Orser 2000), podemos comprender mediante el acceso y el consumo de los artculos importados los diferentes status econmicos que existan en el contexto de la intrusin europea y el posterior desarrollo de las sociedades coloniales? (Fournier 1998). Estas circunstancias ponen en conflicto no slo la divisin clsica entre arqueologa e historia, sino tambin entre prehistoria y la arqueologa de momentos histricos. Haciendo hincapi en la ltima dicotoma, es vlido interrogarnos acerca de si la aparicin de la fuente escrita es el marcador necesario, el hito de escisin; si las culturas son prehistricas o histricas segn el descubrimiento y conocimiento de la escritura (Brcena 1995). Para algunos especialistas (e.g. Orser 1996), la difusin de la escritura como vehculo de transformacin del mundo moderno es considerada parte del objeto formal de la arqueologa histrica. Sin embargo, debemos estar atentos a la advertencia formulada desde la Escuela de Annales: La historia jams es escritura sobre un cuerpo desnudo () sino ante todo texto sobre texto, conciencia histrica y su tiempo sobre conciencia histrica- la de la poca que estudia (Gros 1984: 250). El pasado precolombino tambin posee un discurso, muchas veces mutilado, en retazos. Es por eso que en nuestra opinin, la postura de concebir los campos de accin de prehistoriadores y arquelogos histricos en forma separada resta la posibilidad de entender los anlisis comparativos de las transformaciones culturales que toman lugar antes, durante y despus del contacto con los europeos (Lightfoot 1995). Una visin holista de la arqueologa permitir indagar y aunar los discursos anteriores y posteriores a la conquista. Coincide con esto ltimo Haber (1999) cuando estable que es necesario oponer a l a ruptura metaf si ca 1 , una vi si n de largo alcance que incluya una perspectiva prehistrica. De otra manera, si seguimos apostando por esta brecha, no daremos cuenta de los procesos de etnognesis, de resemantizacin de la cultura material, fruto del contacto. Por ejemplo, Caspichango (Haber 1999), un sitio de nuestro NOA que presenta una secuencia cronolgica que abarca procesos culturales antes y despus del contacto, segui r a si endo conceptualizado como la decadencia de las tradiciones culturales del Valle de Yocavil, en vez de profundizar si exista o no una continuidad cultural con el Perodo Tardo. Juan Pablo Carbonelli - La fuente escrita, espacio de confrontacin. 20 La separacin de la prctica prehistrica e histrica de la arqueologa trae como consecuencia una visin sesgada del pasado, donde se repiten, en la interpretacin, los modelos de asimilacin cuya metodologa consista en medir la cantidad de bienes europeos en sitios de contacto nativos, demostrando as el grado de asimilacin. Estos modelos son en realidad etnocntricos, pues no vislumbran cmo los nuevos rasgos fueron adoptados, modificados, resignificados por los pueblos no europeos. En forma alternativa Lightfoot (1995) considera el empleo de las fuentes escritas que, si son crticamente ledas, son de una riqueza inigualable en cuanto a los estudios de cambio cultural. En conclusin, al sumrsele otras lneas de evidencia, la fuente escrita puede ser considerada en las interpretaciones generadas en los contextos histricos. Para ello, es imprescindible no repetir los errores pretritos de considerar los datos etnohistricos y las observaciones etnogrficas como simples anlogos para la reconstruccin del pasado. CONCLUSION A modo de sntesis podramos retomar la pregunta, como lo hace Katheleen Deagan: Es la arqueologa histrica una tcnica o una disciplina? (Deagan 1982:36) Creemos que, an siendo parte de la arqueologa, su campo de estudio se halla en constante movimiento, consecuencia del dilogo con la historia y la antropologa. Sostenemos que la separacin de la prehistoria resulta forzada, en tanto son necesarios estudios de una gran profundidad temporal para poder comprender las regularidades y variabilidades en la conducta y cultura humana (en especial en situaciones de contacto). La denominacin arqueologa de momentos histricos, quizs sea ms apropiada. No slo representa un marco unificado respecto de las miradas del pasado, sino porque a la par otorga relevancia a la presencia de un elemento insoslayable: la fuente escrita. Ella es materia irrevocable con la que debe confrontar el arquelogo que estudie estos perodos, con la que debe contrastar entre lo que sostiene y la realidad. Los documentos ontolgicamente constituyen esa realidad, pues son vehculos de la expresin del hombre, de sus intenciones. Por lo tanto, debemos otorgarle el mismo peso fctico que al resto de la evidencia: artefactos, ecofactos, estructuras o representaciones. La consideracin de varias lneas de evidencia, resulta superadora con respecto al monismo metodolgico sostenido hasta entonces: el mtodo hipottico deductivo. La versatilidad de algunos autores (Beaudry et al. 1996; Gomez Romero y Pedrotta 1998; Wilkie 2006) conduce no tanto a explicar el pasado, sino a comprenderlo (por medio de un cuerpo de textos). Para afrontar la crisis de identidad (Deagan 1982), debemos explorar toda la riqueza que nos proporciona la fuente escrita. Ella nos sita en una arqueologa que es histrica, pues est dirigida hacia el estudio y reflexin de atributos, eventos y procesos de un particular tiempo: en especial el referido a viajes de larga distancia, contactos, procesos de urbanizacin y etnognesis, produccin industrial en masa, mercantilismo y difusin de la escritura. Y en parte tambin es una arqueologa humanstica (recibido este bagaje de la antropologa) pues vinculando la fuente escrita con el resto del registro arqueolgico podemos comprender al otro aunque se encuentre en el pasado, investigando bajo esa ptica, su organizacin social, poltica y simblica. Creemos que incorporando la fuente escrita dentro de la generacin de hiptesis como de la explicacin del pasado apostamos a poner a la cultura cientfica en estado de movilizacin permanente (Bachelard 1987:21), La Zaranda de Ideas 6: 9-23 (2010) 21 superando un modelo esttico de registro por un conocimiento abierto y dinmico. Recibido en marzo de 2010 Aceptado en octubre de 2010 NOTAS: 1 A un lado de la ruptura se encontraran los sitios del precontacto estudiados por prehistoriadores, mientras que la Historia estudian los restos de nativos que vivieron y trabajaron con europeos (en plantaciones, misiones y ciudades). Los primeros toman una postura realista, objetivista, idealizando el pasado prehistrico; mientras que los historiadores incorporan a las culturales locales como ciudadanos de la Nacin. AGRADECIMIENTOS: Al Proyecto Arqueolgico Quilmes donde empec a desarrollarme y formarme en la Arqueologa, gracias a Manuel y Xavier quienes me transmitieron sus conocimientos. Al Lic. Rafael Goi por prestarme generosamente bibliografa. A la Dra. Alicia Tapia, bajo cuyo seminario de grado logr desarrollar este trabajo y me brind toda su excelencia como profesional. REFERENCIAS CITADAS: Bachelard, G. 1987. La formacin del espritu cientfico. Siglo XXI, Mxico. Baldassarre, C. 2006. En busca de la entidad chamnica selknam. Una mirada retrospectiva. En Estudios de la Arqueologa Histrica. Investigaciones argentinas pluridisciplinarias, editado por A. Tapia, M. Ramos y C. Baldasarre, pp. 22: 325-344. Museo de la Ciudad de Ro Grande, Tierra del Fuego. Brcena, J.R. 1995. 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La Zaranda de Ideas 6: 9-23 (2010) 23 *Juan Pablo Carbonelli es egresado de la carrera de Ciencias Antropolgicas de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo forma parte de sus intereses por investigar y discutir la bases epistemolgicas y tericas de la disciplina. Actualmente es becario doctoral de CONICET, investigando la tecnologa ltica en el valle de Yocavil durante el perodo Formativo. Direccin de contacto: juanp.carbonelli@gmail.com South, S. 1974. Palmeto Parapets. Antrhropological Studies 1: 65-70. 1977. Method and theory in historical archaeology. Academic Press, New York. Trigger, B. 1992 Historia del Pensamiento Arqueolgico. Editorial Crtica/Arqueologa, Barcelona. Ulin, R. 1990. Antropologa y Teora Social. Siglo XXI, Mexico. Wilkie, L. 2006. Documentary Archaeology. En Cambridge companion to Historical Archaeology, editado por D. Hicks y M. Beaudry, pp13 33. 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A su vez, se contrastaron las inferencias previas realizadas sobre la subsistencia de los antiguos habitantes del sitio a partir de los ndices de abundancia relativa. De este anlisis se obtuvo una nueva interpretacin sobre la importancia que tuvieron los diferentes recursos, en especial los roedores Dolichotinae. Palabras clave: Remontaje mecnico - Coleccin de referencia - Materiales arqueofaunsticos - Determinacin taxonmica - ndices de abundancia relativa. ABSTRACT We performed a revision of the archaeofaunistic remains from Villa La Punta Guayacan site (Santiago del Estero) in order to reduce the error of the taxonomic determination by the addition of specimens to the reference collection and the mechanical refitting of bone specimens. We compared the results of our revision with the preliminary analysis. We observed an increase in the number of identified especimens. Moreover, we tested previous inferences made on the subsistence of the ancient inhabitants of the site from relative abundance indexes. From this analysis we obtained a new interpretation on the importance that had different resources, especially Dolichotinae rodents. Key words: Mechanical refitting - Reference collection - Archaeofaunistic remains- Taxonomic determination - Relative abundance indexes. Luis M. del Papa- Revisin de la determinacion de los materiales arqueofaunisticos... 26 INTRODUCCIN En este trabajo se presenta la revisin de los materiales hallados en el sitio Villa La Punta Guayacn, Santiago del Estero, cuyo primer anlisis se encuentra en la tesis doctoral de Jos Togo (2004). Aqu se destaca la importancia de incorporar ejemplares a la coleccin de referencia pero, principalmente, el manejo de los materiales y el remontaje de los mismos. Es innegable la importancia de poder armar una coleccin de referencia acorde para l a comparaci n de l os materi al es arqueofaunsticos, lo que nos permitir hacer nuestras inferencias taxonmicas lo ms precisas posibles segn los rasgos diagnsticos presentes en los especmenes a analizar (Salemme et al. 1988; Morlan 1994; Mengoni Goalons 1999; Reitz y Wing 1999; entre otros). Ahora bien, el remontaje de especmenes seos ha sido propuesto como uno de los primeros pasos en el anlisis de los materiales en el laboratorio, luego de la limpieza (e.g. Miotti 1998); sin embargo, en la mayora de los trabajos zooarqueolgicos no queda explicitado si este procedimiento se llev a cabo. El remontaje seo ha sido principalmente utilizado con algn objetivo especfico, como el de evaluar el grado de resolucin e integridad de los contextos faunsticos (Todd y Frison 1992; Messineo y Kaufman 2001); la distorsin espacial del registro arqueolgico (Miotti 1998; Messineo y Kaufman 2001); como uno de los criterios para la formulacin de los pisos de ocupacin (Miotti 1998); y observar actividades de reparto de alimentos entre unidades habitacionales (Waguespack 2002). Se distinguen dos tipos de remontaje, el mecnico y el anatmico (Todd y Frison 1992). El primero de stos consiste en la unin de especmenes que pertenecen a un mismo elemento (elementos fracturados). El anatmico se divide en remontaje bilateral (asociacin de elementos pares; e.g. hmero derecho con hmero izquierdo) y remontaje intermembral (unin de elementos que articulan entre s; e.g. fmur y pelvis) (Messineo y Kaufman 2001; Waguespack 2002). En este trabajo se realiza el remontaje mecnico de los especmenes seos que se encontraron fragmentados, con el fin de obtener una mejor determinacin anatmica y taxonmica, y reducir el error en la cuantificacin. Los restos que remontan presentan fracturas producidas en estado seco y podran haberse fragmentado por diagnesis. Uno de los indicadores de este tipo de diagnesis es la gran cantidad de restos prximos entre s que remontan, adems de presentar fracturas producidas en estado seco entre otros (Villa y Mahieu 1991; Lyman 1994). Los procesos diagenticos son producidos cuando los restos se encuentran enterrados, por un intercambio de materiales entre los huesos y el medio circundante, as como la prdida de los componentes orgnicos de los mismos. Esta prdida de componentes orgnicos del hueso genera el debilitamiento de los restos, lo que implica una mayor fragmentacin, tanto por el peso de los sedimentos, como por la recuperacin del material en la excavacin y la subsiguiente manipulacin por el investigador (e.g. Reitz y Wing 1999; Smith et al. 2007). A partir de la primera determinacin de los materiales arqueofaunsticos se caracteriz a la subsistencia de los grupos humanos (Togo 2004). Se considera que los habitantes del sitio aprovecharon todas las potencialidades que el medio les ofreca, siendo uno de los recursos que ms utilizaron el and (Rhea americana), no slo para la obtencin de su carne, sino tambin por el uso de sus huevos y posiblemente de sus plumas. Tambin se infiere la importancia de los camlidos dentro de la dieta, considerando que los restos asignados a esta familia podran ser de guanacos (Lama guanicoe), si bien no se ha realizado un estudio sistemtico de la determinacin taxonmica de esta familia. Entre otros recursos posiblemente utilizados se encuentran los roedores, lagartos, quirquinchos La Zaranda de Ideas 6: 25-36 (2010) 27 y aves, adems de caracoles terrestres (Togo 2004). A fin de contrastar el enunciado anterior, en este trabajo se ponen a prueba los ndices de abundancia relativa (modificados de Bayham 1979) para aquellas especies con evidencias de ser utilizadas por el hombre. Sitio Villa La Punta Guayacn La poblacin de Villa la Punta se encuentra en el extremo sur de las estribaciones de la serrana de Guasayn, departamento de Choya, al sudoeste de la provincia de Santiago del Estero y a 93 km de la capital de dicha provincia (Figura 1). El asentamiento est ubicado al este de la serrana, con pendientes suaves y mltiples caadones, algunos de ellos con fuentes de agua permanente, que permiti la subsistencia a los grupos humanos desde una poca relativamente temprana (Togo 2004). La localidad ha sido conocida por los trabajos de Gramajo de Martnez Moreno y Martnez Moreno (1992). De los rescates realizados, los autores observan la presencia de piezas que corresponden a materiales cermicos Sunchituyoj y Las Mercedes. Por otra parte, Togo (2004) desarroll trabajos en el sitio denominado Villa La Punta Guayacn (un rbol de esta especie -Caesalpinia paraguarienses- se encuentra en el sitio), donde se comprob la presencia de fragmentos en superficie pertenecientes mayoritariamente a Averas, y en uno de los cortes producidos por las lluvias se han recolectado fragmentos correspondientes a Las Mercedes y restos faunsticos. El terreno es irregular con suaves pendientes orientadas hacia el este, surcados por gran cantidad de crcavas y lechos secos de pequeos arroyos que recolectan las corrientes hacia el llano cuando bajan del cerro las lluvias estivales. El suelo es pedregoso mezclado con abundante arena y arcilla. Los materiales analizados corresponden al contexto cultural Las Mercedes (agroalfarero temprano), presentando algunas variantes con respecto a otros sitios del mismo perodo (ver Togo 2004). La cronologa del sitio corresponde a los fechados ms antiguos para esta entidad cultural en la provincia, con edades radiocarbnicas de 1550 60 AP (LP-1443; carbn vegetal) y 1580 60 AP (LP-1438; Figura 1. Provincia de Santiago del Estero. Ubicacin del sitio Villa la Punta Luis M. del Papa- Revisin de la determinacion de los materiales arqueofaunisticos... 28 carbn vegetal) (Togo 2007). La diferencia entre los fechados hace presuponer que la ocupacin no fue prolongada, ya que los materiales analizados son homogneos desde la base hasta los niveles superiores (Togo 2004). MATERIALES Y MTODOS Para este anlisis se tuvieron en cuenta los materiales provenientes de dos cuadrculas, la N 1 (VP I) de 2 x 1.66 m de lado (dimensin establecida por la disponibilidad entre dos caadones) y la N 2 (VP II) de 2 x 2 m de lado (Togo 2004). La excavacin se realiz mediante la tcnica convencional. La utilizacin de niveles artificiales en los sondeos fue para comprobar la profundidad del asentamiento y la existencia o no de niveles diferenciables de ocupacin. Se determin que los materiales se encontraban concentrados en un estrato promedio de 40 cm de espesor, entre los 20 y los 60 cm de profundidad, con abundantes restos de huesos quemados, carbones y fragmentos de cermica (al menos en una de las cuadrculas). Otros materiales recuperados corresponden a desechos de talla (en palo, cuarzo y arenisca), una placa circular de bronce, una cuenta de collar cilndrica de piedra no local, un fragmento de aguja o punzn de hueso y una estatuilla antropomorfa similar a las asociadas a Sunchituyoj y Averas (Togo 2004). El anlisis arqueofaunstico realizado previamente (Togo 2004) se caracteriz por la determinacin de los especmenes y su cuantificacin en forma de NISP. Una gran cantidad de restos no pudo ser clasificada por estar fragmentados o carecer de las zonas diagnsticas para su identificacin. Figura 2. Remontaje mecnico. a) Fmur de Dolichotis patagonum; b) Tibia, mitad distal de Dolichotis salinicola; c) Tibia, porcin proximal de Lama sp.; d) Pelvis, acetbulo, cara interna de Lama sp.; f) Pelvis, acetbulo, cara externa de Lama sp. La Zaranda de Ideas 6: 25-36 (2010) 29 Se emprendi la revisin de los materiales arqueofaunsticos haciendo nfasis en el remontaje mecnico de especmenes seos (Figura 2), la determinacin taxonmica y el anlisis tafonmico, que por una cuestin de tiempo no fue posible de aplicar en el primer anlisis de los materiales. Este trabajo se centra en la determinacin taxonmica de los materiales favorecidos por el remontaje y la adicin de nuevos ejemplares a la coleccin de referencia. La determinacin anatmica y taxonmica se realiz mediante claves y material de comparacin depositado en las colecciones de la Seccin Mastozoologa del Museo de La Plata y material cedido en prstamo por el Licenciado C. Garca Esponda (un ejemplar de Dolichotis patagonum y otro de Dolichotis salinicola) perteneciente a la Ctedra de Anatoma Comparada de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP. Para la cuantificacin de los materiales se consider a los fragmentos que remontaban como un solo espcimen (Clason 1972; Reitz y Wing 1999), y de esta manera reducir el error en la cuantificacin. A fin de observar si las diferencias entre la revisin y el primer anlisis eran significativas se realiz el test estadstico de Chi-cuadrado (x 2 ). Para esto se tomaron como frecuencias esperadas las desarrolladas por el primer anlisis y como observadas, las obtenidas por el segundo. Los test estadsticos fueron realizados mediante el software Statistica 6.0. En el caso de la revisin de los materiales, si bien los especmenes determinados como mamferos se han diferenciado segn un rango de tamao, para la realizacin del anlisis estadstico se tomaron en cuenta la suma de todos los especmenes identificados a la categora de clase para que sea posible la comparacin con el primer anlisis. Para observar si existen diferencias en la determinacin de los materiales en relacin al tamao de la muestra de los mismos se realizar el anlisis siguiendo los niveles artificiales. Para contrastar las inferencias realizadas con la primera determinacin, se calcularon los ndices de abundancia relativa (modificado de Bayham 1979) para aquellas especies con evidencias de haber sido utilizadas por el hombre que estn mejor representadas a lo largo de la secuencia (Lama sp., Rhea americana y roedores Dolichotiinae) (del Papa 2008). Con respecto a los roedores Dolichotiinae (Dolichotis patagonum y Dolichotis salinicola), se consideraron como un slo recurso (sumados los valores de NISP de estas especies y de los determinados a nivel de gnero). Si bien Dolichotis salinicola es de menor tamao y pertenece a una zona ecolgica diferente, ambas especies tienen un comportamiento similar y las tcnicas de apropiacin de estos recursos pudo ser parecida. El ndice se expresa de la siguiente manera: taxn de inters / taxn de inters + resto de los taxa con evidencias de utilizacin antrpica que estn mejor representados en el sitio. En este caso: ndice de Camelidae (IC) = NISP Camelidae NISP Camelidae + NISP Rhea americana + NISP Dolichotinae ndice de Dolichotinae (ID) = NISP Dolichotinae NISP Dolichotinae + NISP Camelidae + NISP Rhea americana ndice de Rhea americana (IR) = NISP Rhea americana NISP Rhea americana + NISP Dolichotinae + NISP Camelidae Luis M. del Papa- Revisin de la determinacion de los materiales arqueofaunisticos... 30 Dando como resultado valores que van de 0 a 1, siendo los valores altos los que indican mayor representacin del taxn de inters. A su vez, se calcul el ndice de Riqueza NTAXA como la sumatoria de todas las categoras taxonmicas que no se solapen (Grayson 1991). Dado que la diferencia entre los fechados hace presuponer que la ocupacin no fue prolongada y que los materiales analizados son homogneos desde la base hasta los niveles superiores (con concentracin entre los 20 cm y los 40 cm), los ndices de abundancia relativa sern considerados para la muestra total. RESULTADOS Las determinaciones y cuantificacin realizadas en el primer anlisis de los materiales se presentan en la Tabla 1. En el mismo se han estudiado 2683 restos de los cuales 1615 fueron asignados como indeterminados. En este caso se han identificado 13 taxones (Togo 2004). A partir de la revisin de los materiales se han analizado 2612 restos (seos, dientes, valvas y cscaras de huevo), computndose 1078 como indeterminados. Se han podido identificar 15 taxones, con distintos niveles de identificacin (Tabla 2). Se determin una especie de aves (Rhea americana) y cuatro de mamferos (Tolypeutes matacus, Chaetophractus vellerosus, Dolichotis patagonum y Dolichotis salinicola), y en los dems casos se ha llegado a la categora de gnero (Spixia, Bulimulus, Quelonoidis, Tupinambis, Lama, Dolichotis, Galea, Microcavia y Ctenomys), familia (Muridae), subfamilia (Caviinae), suborden (Caviomorpha), orden (Artiodactyla y Rodentia), superorden (Ungulata) y clase (Gasteropoda, Aves y Mammalia). Con respecto a la categora Mammalia se ha diferenciado en mamferos pequeos (e.g. roedores Caviomorfos y dasipodidos) y mamferos grandes (e.g. Lama sp.), establecindose entre stos el lmite arbitrario de 50 kg (del Papa 2008; del Papa et al. 2010). La categora mamferos pequeos a grandes corresponde a aquellos especmenes que no pudieron asignarse a las categoras de tamao mencionadas (cercanas al tamao de los 50 kg). En esta segunda etapa de investigacin se ha realizado un anlisis tafonmico para poder diferenciar e identificar cules fueron los procesos y agentes que contribuyeron a la acumulacin, dispersin y preservacin de los materiales faunsticos. En este sentido, se tuvo en cuenta la fragmentacin de los materiales, meteorizacin, correlacin entre el %MAU y la densidad mineral sea, tanto para camlidos como para reidae; y las modificaciones de la superficie sea como las producidas por carnvoros, roedores, races, ptinas, y aquellas producidas por el hombre -marcas de corte, fracturas con sus atributos asociados, quemado de los huesos- (del Papa 2008). De este anlisis se pudo establecer el relativamente rpido enterramiento de los materiales, as como la escasa o nula accin de agentes como los roedores, carnvoros, races, etc. En este estudio se identificaron los taxones que fueron utilizadas por los humanos, entre ellos Lama sp., Rhea americana, Dolichotis patagonum, Dolichotis salinicola, Tupinambis sp. Para algunos taxa, si bien no se pudo afirmar el uso antrpico por no presentar evidencias claras o ser stas indirectas, no se descarta dicha posibilidad. Entre los que presentan evidencias indirectas, dasipodidos, roedores cavinos y aves, representan una baja proporcin termoalterada (del Papa 2008; del Papa et al. 2010). Resultados de la determinacin Se puede observar, a partir de la revisin de los materiales, un aumento considerable en la determinacin de algunos taxones (e.g. aves, Rhea americana, roedores Dolichotiinae y Caviinae); la presencia de un espcimen de tortuga (Quelonoidis sp.) y una mayor precisin en la determinacin de La Zaranda de Ideas 6: 25-36 (2010) 31 ciertas categoras taxonmicas ms abarcativas como mamferos, ungulados, artiodctilos, roedores y caviomorfos (Tabla 1 y 2; Figura 3). A partir de este aumento en la determinacin de los materiales, se produce tambin un incremento de los taxones presentes en la muestra, expresados como NTAXA (Tabla 1 y 2). De esta manera, la riqueza de la muestra aumenta. Anlisis estadstico de las diferencias A travs del anlisis estadstico (x 2 = 829,10; gl = 23; p < .01) es posible observar que las diferencias en la determinacin de los especmenes evidenciadas por la revisin de los materiales son significativas. A su vez, se realiz el test para observar si se producan diferencias en los respectivos niveles, dando como resultado diferencias significativas entre los anlisis referentes a la determinacin de los materiales para casi todos los niveles (a excepcin del primer nivel de ambas cuadrculas) (Tabla 3). Al observarse l a vari abi l i dad de l as diferencias existentes entre los niveles se procedi a realizar un test de correlacin de Spearman entre los valores de x en relacin con el tamao de la muestra de los niveles, a travs del nmero de especmenes obtenido de la revisin (NISP), dando como resultado una correlacin alta y significativa (r s = 0,928; N=7; p < .05) (Figura 4). Tabla 1. NISP. Resultados del primer anlisis. VP = sitio Villa la Punta; I 1 = cuadrcula I, nivel 1; I 2 = cuadrcula I, nivel 2; I 3 = cuadrcula I, nivel 3; I 4 = cuadrcula I, nivel 4; II 1 = cuadrcula II, nivel 1; II 2 = cuadrcula II, nivel 2; II 3 = cuadrcula II, nivel 3 Taxn VP I 1 VP I 2 VP I 3 VP I 4 VP II 1 VP II 2 VP II 3 Totales Gasteropoda 0 1 0 0 2 0 1 4 Spixia sp. 1 14 3 0 0 0 0 18 Bulimulus sp. 0 0 1 0 0 0 0 1 Tupinambis sp. 1 21 7 0 3 1 2 35 Aves indet. 0 25 17 0 2 1 0 45 Rhea americana 2 15 15 1 0 1 3 37 Cscara de huevo (R. americana) 34 62 37 1 5 88 7 234 Mammalia 4 130 19 6 10 6 53 228 Tolypeutes matacus 0 0 0 0 0 1 0 1 Chaetophractus vellerosus 0 5 2 0 4 0 0 11 Lama guanicoe 0 13 18 13 2 22 29 97 Rodentia 1 92 55 4 9 24 7 192 Microcavia sp. 0 7 4 0 2 3 0 16 Dolichotis sp. 0 12 21 0 0 2 0 35 Dolichotis patagonum 0 7 12 0 0 13 1 33 Dolichotis salinicola 0 23 13 27 3 1 2 69 Ctenomys sp. 0 4 5 0 0 0 0 9 Muridae 0 1 2 0 0 0 0 3 Totales 43 432 231 52 42 163 105 1068 NTAXA 13 Luis M. del Papa- Revisin de la determinacion de los materiales arqueofaunisticos... 32 Con respecto a las diferencias existentes entre los niveles, si bien se observan las tendencias generales (aumento en el grado de determinacin) en algunos casos se produce la disminucin de los especmenes de ciertos taxones en comparacin con el primer anlisis; esto se debera a la manera de calcular los restos que remontan como un slo espcimen para reducir el error (Tabla 1 y 2).
Es evidente que este cambio significativo en la determinacin de los restos puede traer aparejado diferentes interpretaciones en cuanto a la estrategia utilizada, ya sea si es una estrategia generalista o especialista, si predomina una de las especies de mayor o menor ranking en relacin con el tamao de la presa, la tasa de retorno y las tcnicas de captura (Smith y Winterhalder 1992; Broughton 1994; Lupo y Schmitt 2005; Jones 2006). Tabla 2. NISP. Resultado de la revisin de los materiales Referencias: VP = sitio Villa la Punta; I 1 = cuadrcula I, nivel 1; I 2 = cuadrcula I, nivel 2; I 3 = cuadrcula I, nivel 3; I 4 = cuadrcula I, nivel 4; II 1 = cuadrcula II, nivel 1; II 2 = cuadrcula II, nivel 2; II 3 = cuadrcula II, nivel. *mamfero pequeo a grande = especmenes que no pudieron asignarse a las categoras de tamao mamferos pequeos o mamferos grandes (cercanas al tamao de los 50 kg). Taxn VP I 1 VP I 2 VP I 3 VP I 4 VP II 1 VP II 2 VP II 3 Totales Gasteropoda 0 1 0 0 2 0 1 4 Spixia sp. 4 11 3 0 0 0 0 18 Bulimulus sp. 0 0 1 0 0 0 0 1 Quelonoidis sp. 0 0 0 0 1 0 0 1 Tupinambis sp. 1 11 6 0 3 1 2 24 Aves indet. 2 51 22 5 2 1 0 83 Rhea americana 3 32 22 5 1 9 7 79 Cscara de huevo (R. americana) 34 58 37 1 5 88 8 231 Mamfero pequeo a grande* 0 9 4 3 0 1 0 17 Mamfero pequeo 2 57 70 7 4 7 1 148 379 Mamfero grande 1 47 26 34 5 30 71 214 Tolypeutes matacus 1 1 0 0 0 0 0 2 Chaetophractus vellerosus 0 5 3 0 4 0 0 12 Ungulata 0 0 4 0 0 4 3 11 Artiodactyla 0 1 1 1 1 0 1 5 Lama sp. 0 18 18 12 5 21 35 109 Rodentia 5 28 7 1 1 0 0 42 Caviomorpha 0 40 46 0 10 11 2 109 Dolichotis sp. 0 9 16 0 0 6 1 32 Dolichotis patagonum 2 27 37 5 2 18 6 97 Dolichotis salinicola 1 121 66 28 4 9 6 235 Ctenomys sp. 0 1 6 0 0 0 0 7 Caviinae 0 11 12 0 0 3 0 26 Galea sp. 0 0 0 0 4 0 0 4 Microcavia sp. 1 13 4 0 0 3 0 21 Muridae 0 0 2 0 0 0 0 2 Totales 57 552 413 102 54 212 144 1534 NTAXA 15 La Zaranda de Ideas 6: 25-36 (2010) 33 Para analizar las diferentes estrategias que pudieron utilizar los grupos humanos en la obtencin de recursos a partir de los resultados obtenidos en las determinaciones, se calcularon los ndices de abundancia relativa para aquellas especies con evidencias de haber sido utilizadas por el hombre con mejor representacin en la muestra general (Tabla 4). A travs de los ndices de abundancia para la muestra general para ambos anlisis (Tabla 4) es posible establecer que el taxn mayormente explotado en el sitio corresponde a los roedores Dolichotinae. Le siguen los camlidos y en tercer lugar los reidae. Sin embargo, las diferencias en los ndices de camlidos y dolicotinos entre el primer anlisis y la revisin de los materiales, indicaran una mayor proporcin de estos ltimos en detrimento de los camlidos para el segundo anlisis. Es de destacar, que la mayor diferencia en la determinacin de los materiales de un nivel taxonmico ms preciso (gnero y especie) se da en dolicotinos (aumento en la determinacin). DI SCUSI N Y COMENTARI OS FINALES En este trabajo se discute la importancia del remontaje mecnico de los especmenes y el empleo de una adecuada coleccin de referencia para determinar los materiales faunsticos. Figura 3. NISP %. a) Primer anlisis; b) Revisin Tabla 3. Chi Cuadrado (x) por nivel. Referencias: VP = sitio Villa la Punta;I 1 = cuadrcula I, nivel 1; I 2 = cuadrcula I, nivel 2; I 3 = cuadrcula I, nivel 3; I 4 = cuadrcula I, nivel 4; II 1 = cuadrcula II, nivel 1; II 2 = cuadrcula II, nivel 2; II 3 = cuadrcula II, nivel 3. gl= 23; * p > 0.5; ** p < 0.1 VP I 1 VP I 2 VP I 3 VP I 4 VP II 1 VP II 2 VP II 3 X 25,75* 584,48** 662,13** 259,03** 14,04* 333,63** 53,52**
Villa la Punta IC IR ID Primera determinacin 0,35 0,13 0,5 Revisin 0,19 0,14 0,66 Tabla 4. ndices de abundancia relativa. Referencias: VP = sitio Villa la Punta. IC= ndice de camlidos; ID= ndice de dolicotinos; IR=ndice de ridos. Figura 4. Correlacin entre tamao de la muestra (NISP) y valores de Chi-cuadrado (x) Luis M. del Papa- Revisin de la determinacion de los materiales arqueofaunisticos... 34 A parti r de l a revi si n se pudi eron determinar con mayor precisin los materiales, tanto por el aporte de muestras de referencia para poder realizar una comparacin ms confiable, como por la unin de fragmentos que no contenan zonas diagnsticas para la determinacin, con aquellos que s lo tenan, o a la formacin de zonas diagnsticas por la unin de restos. Este aumento en la determinacin de los materiales produce tambin un aumento de los taxones representados en la muestra, expresado como NTAXA (Tabla 1 y 2) (Grayson 1991). De esta manera la riqueza de la muestra aumenta. Aunque conlleva mayor cantidad de tiempo y esfuerzo, el remontaje de los materiales se hace indispensable para reducir el error en las inferencias realizadas con respecto a las estrategias llevadas a cabo por los pobladores en la apropiacin de los recursos. Para ello, se realiz la comparacin de los ndices de abundancia relativa de los taxones entre las dos determinaciones, lo cual nos permiti hacer inferencias con respecto a la preponderancia en el uso de animales de bajo o alto ranking (en cuanto al tamao de las presas). A partir de esto se concluye que, en el sitio, los recursos principales fueron los roedores Dolichotinae con un tamao de entre 2,7 kg y 12 kg (Redford y Eisenberg 1992; Baldi 2007); seguido en importancia por los camlidos; luego por Rhea americana; y en ltima instancia Tupinambis sp. (menor cantidad de restos), y posiblemente aves y dasipodidos -presentan indicadores indirectos de actividad antrpica como la termoalteracin- (ver del Papa 2008; del Papa et al. 2010). Hay que tener en cuenta que el tamao de los camlidos, y en segundo lugar de los reidae es mucho mayor que el de los roedores, y que, por lo tanto, su importancia como proveedores de recursos sera mayor. Las prcticas de captura podran facilitar la caza de las presas de menor ranking a travs del uso de trampas o captura en masa (Lupo y Schmitt 2005; Jones 2006) y as reducir los costos de obtencin. En la regin de estudio, la preponderancia de recursos pequeos puede deberse a una intensificacin del consumo de los mismos por el agotamiento de las especies locales de mayor porte debido al incremento del sedentarismo asociado a la transicin a la produccin de alimentos (Cohen 1989; Neme y Gil 2008). Los resultados obtenidos del sitio VP del contexto agroalfarero temprano (grupos con complemento de agricultura) (Togo 2005) sustentan lo mencionado anteriormente. En este sentido, los antiguos pobladores habran desarrollado una estrategia de reduccin del riesgo dado por la deficiencia hdrica de la zona y sus consecuencias para la predictibilidad de la agricultura. Recibido febrero de 2010 Aceptado abril de 2010 AGRADECIMIENTOS A Luciano De Santis por la ayuda brindada en la determinacin de los materiales y la lectura crtica del manuscrito. A Cesar Garca Esponda por el prstamo de material de referencia y su ayuda en la traduccin del resumen al ingls. A Reinaldo Moralejo por su ayuda con los test estadsticos. A Jos Togo por sus comentarios y sugerencias. A Andrs Izeta y Pablo Fernndez cuyos comentarios ayudaron a mejorar el trabajo. Lo aqu expresado es responsabilidad del autor. Este trabajo forma parte del proyecto de beca doctoral otorgada por el CONICET. BIBLIOGRAFA Baldi, R. 2007. Breeding Success of the Endemic Mara Dolichotis patagonum in Relation to Habitat Selection: Conservation Implications. Journal of Arid Environments 68: 9-19. Bayham, F. 1979. Factors Influencing the Archaic Pattern of Animal Exploitation. Kiva 44: 219-235. La Zaranda de Ideas 6: 25-36 (2010) 35 Broughton, J. M. 1994. Declines in Mammalian Foraging Efficiency during the Late Holocene, San Francisco Bay, California. Journal of Anthropological Archaeology 13: 371-401. Clason, A. T. 1972. Some Remarks on the Use and Presentation of Archaeozoological Data. Helinium 12 (2): 139-153. Cohen, M. N. 1989. Health and the Rise of Civilization. Yale University Press, New Haven. del Papa L. M del 2008. Una aproximacin a la prehistoria santiaguea a travs del anlisis de los restos arqueofaunsticos en un sector de la cuenca del ro Dulce y cercana a la sierra de Guasayn. Informe final de Beca de Iniciacin. Secretaria de Ciencia y Tcnica, Universidad Nacional de La Plata. del Papa L. M, J. Togo y L. J. M. De Santis 2010. Consumo de roedores en el sitio Villa la Punta, agro-alfarero temprano de la regin Chaco-Santiaguea. 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Arqueologa santiaguea: estado actual del conocimiento y evolucin de un sector de la cuenca del Ro Dulce. Tesis Doctoral indita, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. Luis M. del Papa- Revisin de la determinacion de los materiales arqueofaunisticos... 36 2005. Asentamientos humanos y aprovechamiento de los recursos en Santiago del Estero. En Santiago del Estero. Una mirada ambiental, compilado por A. Giannuzzo y M. Luduea, Editorial Facultad de Ciencias Forestales, Universidad Nacional de Santiago del Estero. 2007. Las Mercedes: l os pri meros fechados radiocarbnicos. Indoamerica, Nueva Serie Cientfica 1 (1): 51-79. Villa, P. y E. Mahieu 1991. Breakage Patterns of Human Long Bones. Journal of Human Evolution 21: 27-48. Waguespack, N. M. 2002. Caribou Sharing and Storage: Refitting the Palangana Site. Journal of Anthropological Archaeology 21: 396-417. * Luis Manuel del Papa es egresado de la carrera de Antropologa de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata. Este trabajo forma parte de su proyecto de tesis de doctorado. Actualmente es becario doctoral del CONICET, investigando el sistema de subsistencia durante la etapa agroalfarera de la regin Chaco-santiaguea a travs de los restos arqueofaunsticos. * FFyL - UBA - rea de Investigacin y Produccin Documental, D.D.H.H. de Morn. jdoval84@hotmail.com ** FFyL - UBA - rea de Investigacin y Produccin Documental, D.D.H.H. de Morn. pfgiorno@yahoo.com.ar Doval, Jimena y Pablo F. Giorno. 2010. Anlasis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser. Un abordaje a partir del proceso destructivo de la casona (1978-1985). La Zaranda de Ideas. Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa 6:37-55. Buenos Aires. ANLISIS DE LOS PROCESOS DE FORMACIN CULTURAL EN EL SITIO MANSIN SER. UN ABORDAJE A PARTIR DEL PROCESO DESTRUCTIVO DE LA CASONA (1978-1985) Jimena Doval* Pablo Francisco Giorno** RESUMEN Se analizan los procesos de formacin cultural del sitio Mansin Ser en el lapso posterior a su funcionamiento como Centro Clandestino de Detencin (CCD) hasta su demolicin total (1978- 1985). A partir de los procesos destructivos, identificamos las prcticas sociales que influenciaron la formacin del registro material. El registro fotogrfico, los materiales reclamados, el registro de excavacin y la memoria oral, posibilitaron la interpretacin de los procesos de formacin cultural (PFC) que tuvieron lugar en el sitio. Los resultados permiten observar la progresiva destruccin de la estructura arquitectnica, los nuevos usos y significaciones que tuvo el espacio durante el perodo de abandono, la reclamacin de sus objetos constitutivos, la reutilizacin de muros como lienzo para dejar pintadas y el agregado de material forneo. Esto nos permite comprender la importancia de los PFC para la interpretacin de la cultura material y posibilita completar una parte de la historia de la casona ausente en otras fuentes de informacin. Palabras claves: Procesos de formacin cultural - Mansin Ser- Registro material - Fuentes documentales - Contexto histrico ABSTRACT We are going to analyze the cultural formation processes that affected Mansin Ser from the period it functioned as a Clandestine Detention Centre (CCD) up the moment of its complete demolition (1978-1985). Since the destructive processes, we identify the influence of social practices in the creation material culture. The photographic record, the claimed objects, the excavation records and the oral memory made possible the interpretation of the cultural formation processes (PFC) that took place in the site. We can see through the results progressive destruction of the architectural structure, the new uses and meanings of this space during the dereliction period, the claiming of its major materials, the reuse of its walls as canvas for various graffities and the addition of foreign material. We stress the importance of PFC for interpretation of material culture wich enable us to have the complete history which is absent in other sources of information. Key words: Cultural formation process - Mansin Ser- Material record - Documental sources - Historical context. Doval Jimena y Pablo F. Giorno - Anlisis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser... 38 INTRODUCCIN En la dcada del 70 Schiffer defini a los procesos de formacin que afectan al registro arqueolgico diferencindolos en dos tipos, los procesos naturales y los procesos culturales (Schiffer 1972; 1987). Este autor, considera que los procesos de formacin de sitio son negativos y perturbadores para la interpretacin del registro arqueolgico y la historia de la vida de los artefactos. En contraposicin a esa postura, Tani (1995) ha considerado el papel de los procesos de formacin culturales (PFC) como un elemento positivo y necesario para comprender las pautas de comportamiento que originaron el registro material. A partir de esta ltima postura, partimos al anlisis de los PFC que afectaron al sitio Mansin Ser (Morn, Provinca de Buenos Aires), durante los aos 1978-1985 (Figura 1). Este trabajo se enmarca dentro del Programa de recuperacin de espacios y memorias vinculados al Terrorismo de Estado, impulsado por la Direccin de Derechos Humanos del Municipio de Morn, rea de Investigacin y Produccin Documental 1 . El sitio se vincula a un contexto altamente perturbado resultante de dos grandes procesos destructivos: incendio y destruccin total. Su gran magnitud dificulta la visualizacin de procesos menos perceptibles. Estos ltimos, aunque son difciles de visualizar en la cultura material, se configuran como un elemento importante para observar el desmantelamiento y destruccin de la estructura. El primer gran evento destructivo se vincula al incendio intencional de la casona en 1978. ste se produjo tras la fuga de cuatro detenidos desaparecidos, hecho que precipit la desarticulacin del Centro Clandestino de Detencin (CCD.) y el abandono del predio. El segundo evento, sucedi en 1985 con la demolicin definitiva de las estructuras que haban quedado en pie, como precondicin para la construccin del Polideportivo municipal Gorki Grana en el actual predio Quinta Ser. La demolicin, rellenado y nivelacin del terreno para la construccin de una cancha de ftbol determin la fisonoma y estratigrafa del sitio. Ambos son parte del proceso de ocultamiento, que tuvo lugar en torno a contextos relacionados a la aplicacin del terrorismo de Estado. Esto no se limit a la destruccin de las estructuras, en muchos casos conllev a la desaparicin y/o el ocultamiento de documentacin relacionada con estos sitios. De este modo, se hace necesario el desarrollo de metodologas de trabajo que permitan llenar los vacos en la informacin utilizando todos los datos disponibles. Entre los aos 1978 y 1985 se dieron diferentes procesos de formacin, menos visibles en el registro material, que han tenido un gran impacto sobre la estructura arquitectnica. stos nos permitiran explicar las ausencias/presencias de determinados materiales en el conjunto de materiales arqueolgicos. El sitio Mansin Ser nos permite relacionar su historia particular con los procesos acaecidos en el contexto social, poltico y econmico argentino y latinoamericano desde fines del siglo XIX hasta la actualidad. En el presente trabajo nos abocaremos Figura 1. Ubicacin geografica La Zaranda de Ideas 6: 37-55 (2010) 39 a los ltimos aos de la casona (1978-1985), donde los PFC son registrados en la cultura material, en las fotografas y en la memoria oral. La interaccin entre las diferentes fuentes documentales y los elementos de la cultura material, permitirn comprender el rol que toman en cada contexto histrico particular (Beaudry et al. 1996; Orser 2000; Fiore 2006; Wilkie 2006). La progresiva destruccin y desmantelamiento de la casona posibilit observar significaciones y comportamientos que atravesaron al espacio en el tiempo. La significacin del espacio, otorgada por los individuos que la construyeron, habitaron, usaron y modificaron puede comprenderse dentro del contexto histrico en que cada uno de esos sucesos se inscribe (Tilley 1994; Criado Boado 1999; Gonzlez Moreno-Navarro 1999; Azcarate 2002; Borrazs et al. 2002; Van der Hoorn 2003). En este estudio incluimos actores sociales, no comnmente integrados en el proceso de investigacin de sitios vinculados al terrorismo de Estado: el vecino y la comunidad. Su inclusin permiti darle voz a distintos individuos, ms all del ex detenido desaparecido, familiares de desaparecidos y Organismos de Derechos Humanos. Estas voces permitieron contar la historia de un barrio, una regin y de un pas desde una perspectiva diferente. As, la investigacin contribuy a darle importancia a un momento histrico y a procesos de la vida cotidiana que no han sido tratados, hasta el momento, en la historia oficial. Una vez ms la Arqueologa aporta a la reconstruccin de una parte de la historia silenciada u omitida (Funari 1999), que toma forma a travs de la interpretacin de la cultura material. ANTECEDENTES Arqueologa de la arquitectura La aplicacin de los instrumentos, conceptos y problemticas de la Arqueologa al estudio de la arquitectura es una preocupacin en la Arqueologa mundial desde hace muchos aos e incluy una diversidad de aspectos bajo la denominacin de Arqueologa de la arquitectura (Quirs Castillo 2002). De este modo, los anlisis en cuanto a la arquitectura son muy variados y amplios (Steadman 1996). En esta oportunidad nos centraremos en los autores que toman a la arquitectura como contenedora de significados y como un medio de comunicacin y expresin (Criado Boado 1991, 1999; Zarankin 1999; Azcarate 2002; Borrazs et al. 2002; Funari et. al. 2002). As, la arquitectura no slo se comprende a travs de su materialidad y sus elementos formales, sino tambin en torno a su espacio circundante y en la relacin que es forjada entre los individuos y los lugares en la cotidianidad, dentro del contexto socio histrico en el que se hallan inmersos (Tilley 1994; Thomas 2001). De este modo, la estructura arquitectnica es significativa desde el punto de vista histrico, desde los individuos que la construyeron, habitaron y modificaron y sobre todo desde la sociedad en la que se erigi (Gonzlez Moreno- Navarro 1999). Los procesos de formacin cultural que afectaron a la arquitectura y la historia de vida del registro material, son abordados desde lo metodolgico por Taboada (2005), con el fin de identificar sus indicadores materiales y la secuencia constructiva/destructiva. Otros trabajos se dirigen a interpretar las diferentes secuencias constructivas y cambios en el registro arquitectnico que afectaron a los edificios en los distintos contextos histricos que atraves el mismo (Schvelzon 1991; Funari y Zarankin 2002; Diana et al. 2008). El rol de la comunidad en el desmantelamiento de un sitio, la resignificacin de las estructuras y la apropiacin de los objetos con diferentes objetivos de uso y significacin son tratados en contextos de la Alemania Nazi, de la Guerra Fra y la Guerra Civil Espaola (Van der Hoorn 2003; Barker 2004, Ayn Vila 2008; Gilead et al. 2009). Doval Jimena y Pablo F. Giorno - Anlisis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser... 40 Terrorismo de Estado La intervencin de la Arqueologa en problemticas vinculadas al terrorismo de Estado, se desarrolla en el pas desde hace ms de 20 aos con los trabajos del Equipo de Antropologa Forense (EAAF.). Su misin es investigar principalmente la desaparicin de personas durante la ltima dictadura militar (Cohen Salama 1992). Asimismo, el EAAF se ha convertido en un referente internacional, trabajando y capacitando profesionales en ms de 30 pases donde se dieron casos de violacin a los derechos humanos (EAAF. 2009). En otros pases de Latinoamrica se han emprendido diversos trabajos vinculadas a la temtica, que han sentado un precedente fundamental, junto al EAAF, para la regin (Funari y Vieira de Oliveira 2006; Lpez Mazz 2006; Estrada 2007; Landaeta Seplveda 2007). La i nvesti gaci n en l os ex Centros Clandestinos de Detencin (CCD.), con el objetivo de rescatar evidencias materiales y la recuperacin de espacios para la memoria, comenz entre el ao 2000 y el 2002. Estas investigaciones se iniciaron luego de aos de reclamos y gestiones por parte de los Organismos de Derechos Humanos, familiares y compaeros de detenidos desaparecidos, favorecidos por un contexto sociopoltico nacional propicio. De este modo, se iniciaron las investigaciones en los lugares donde funcionaran los CCD. y otros espacios relacionados, funcionales al accionar represivo. As, la Arqueologa se convirti en una herramienta que permiti generar espacios para la reflexin social en sitios vinculados a la aplicacin sistemtica del terrorismo de Estado (Atalivia 2008; Di Vruno et al. 2008). Varios de estos espacios, se hallan an en pie, otros se presentan como edificios derruidos o fosas, cada uno con su propia particularidad histrica, pero relacionados desde su funcin como una parte del aparato represivo. Algunos de estos lugares fueron recuperados como sitios de la memoria, como el ex CCD. Olimpo (Mesa de trabajo y consenso del ex- Centro Clandestino de Detencin, Tortura y Exterminio [CCDTyE] Olimpo 2008), ex CCD. ESMA. (Secretara de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires 2008), ex CCD. Virrey Cevallos (Ex Centro Clandestino de Detencin de la Fuerza Area, Virrey Cevallos 628/636 2005), todos ellos en la Ciudad de Buenos Aires. En el ex CCD Club Atltico, debido a que el sitio se encontraba sepultado bajo el terrapln de una autopista, se hizo indispensable la intervencin arqueolgica (Weissel et al. 2002; Proyecto de Recuperacin de la Memoria Centro Clandestino de Detencin y Tortura Club Atltico 2005). A partir de las estructuras desenterradas fue posible la realizacin de un anlisis de la arquitectura y la organizacin de su espacio interior (Zarankin y Niro 2006). Los estudios realizados por el Centro Popular de la Memoria (2003) en el caso del ex CCD Pozo de Rosario, se dirigieron hacia el trabajo con las huellas materiales, los testimonios de detenidos-desaparecidos, el relevamiento grfico (planos y croquis de la estructura bajo estudio) y fotogrfico de la estructura arquitectnica, principalmente de las paredes del stano del edificio. En el Pozo de Vargas, provincia de Tucumn (GIAAT 2003; Arenas et al. 2005), se realiz la bsqueda y posterior excavacin arqueolgica de una posible fosa comn, con el fin de detectar la presencia de restos humanos y proseguir a su identificacin. Tambin se realizan otros trabajos de excavacin y relevamiento en un CCD. en el marco de peritajes judiciales (GIAAT. com. pers. 2009). En Morn, provincia de Buenos Aires, dentro del Programa de recuperacin de espacios y memorias vinculados al Terrorismo de Estado, hemos llevamos a cabo el trabajo arqueolgico en dos sitios de forma paralela. En primer lugar, la investigacin en el ex CCD Mansin Ser o Atila iniciada en el ao 2002, a partir de la excavacin y recuperacin de los cimientos del edificio (Di Vruno et al. 2008; Doval et al. 2010). En segundo lugar, las tareas realizadas desde el ao 2007 en la ex Regional de Inteligencia de la Fuerza Area (ex RIBA), La Zaranda de Ideas 6: 37-55 (2010) 41 cuyo edificio se encuentra actualmente en pie (Diana et al. 2008). A partir de la reapertura de las causas judiciales en el ao 2003 se gener otra va de anlisis, que permiti a los diferentes equipos de investigacin de algunos de los casi 500 ex CCD que funcionaron en todo el pas, aportar los resultados de su investigacin como herramientas dentro del proceso judicial (Doval y Giorno 2010). LA MANSIN SER Y SU CONTEXTO HISTRICO A mediados del siglo XIX la Repblica Argentina transitaba el camino hacia la consolidacin del nuevo Estado-Nacin, apoyado sobre una poltica liberal y en el modelo agro exportador. En este momento, se comenz a dar un fuerte crecimiento demogrfico a partir del afluente de grandes cantidades de inmigrantes europeos. Las familias enriquecidas durante este perodo, adquirieron terrenos en los alrededores de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires (zona conocida como conurbano bonaerense) instalando all sus quintas de veraneo. La familia Ser no fue ajena a este proceso. El fenmeno de las quintas en la ciudad de Morn tuvo su apogeo entre 1880 y 1930. Este proceso sucedi de manera generalizada en toda la zona, acrecentndose a partir de la llegada del ferrocarril a Morn en 1859, ciudad que se configur como un lugar turstico donde arribaban numerosas familias porteas. Estas quintas se erigan como grandes monumentos arquitectnicos en medio de un paisaje rural. As, la familia Ser adquiri a fines del siglo XIX, 56 ha en Morn, cerca de la ciudad de Santa Rosa (hoy Ituzaing), estableciendo la Quinta Ser. En la fraccin de tierra que Juan Ser dej como herencia a su hija Leocadia, sta construy, a finales de la dcada del 20, una casa de grandes dimensiones, conocida como la Mansin Ser (Doval 2009). En la dcada del `40 el predio fue loteado, conformndose el actual vecindario, y las 11 ha que correspondan al terreno donde estaba emplazada la mansin fueron adquiridas por el Centro de Previsin Social de la Ciudad de Buenos Aires. En 1976, en el marco de la ltima dictadura c vi co-mi l i tar argenti na (1976-1983), l a propiedad fue entregada en comodato a la Fuerza Area como sitio para la recreacin de su personal 2 . All se instal un Centro Clandestino de Detencin conocido como Atila, dependiente de la Fuerza Area Argentina en la denominada subzona 16. El mismo funcion desde principios de 1977 hasta el 24 de marzo de 1978, fecha en que se fugaron cuatro detenidos desaparecidos. Este hecho produjo el cierre y desmantelamiento de este CCD y el incendio intencional de la casona. A partir de ese momento el predio permaneci abandonado hasta su destruccin definitiva en 1985. La crisis econmica en la Argentina, caracterizada por grandes procesos inflacionarios iniciados en el ao 1975 con el denominado Rodrigazo, se profundiz a mediados de la dcada del ochenta. En ese momento, se combinaron procesos hiperinflacionarios, un elevado ndice de desocupacin y la precarizacin de los salarios. Esto provoc un crecimiento de las formas de empleo informal como el cartoneo o cirujeo, basadas en la recoleccin de objetos abandonados o descartados para su reutilizacin o reciclaje, su posterior venta, o a la venta de alguna de sus partes constitutivas. Este proceso lleg en algunos casos extremos al robo de estatuas y cables del tendido elctrico y telefnico para vender los metales de los cuales estaban constituidos. La Mansin Ser, una vez abandonada, quedo expuesta a este proceso. En 1984, en el marco del juicio a las Juntas Militares, el sitio fue reconocido por ex detenidos desparecidos. En 1985, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires entreg el predio en comodato al Municipio de Morn Doval Jimena y Pablo F. Giorno - Anlisis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser... 42 para destinarlo como centro recreativo para la comunidad. En el marco de este convenio deba derrumbarse la estructura de la mansin todava en pie 3 . Sobre los restos de los cimientos de dicha estructura se instal una cancha de ftbol que funcion hasta el ao 2002 y ocult durante aos la estructura de la casona. Este proceso de ocultamiento, que comenz durante la dictadura y continu en democracia, se traslad a otras esferas. As, la desaparicin de documentos y archivos, la destruccin de edificios relacionados al accionar del aparato represivo, la proteccin de actores civiles y militares funcionales al proceso de reorganizacin nacional fueron parte del ocultamiento que se sostuvo durante muchos aos. La mantencin de la endeble democracia recuperada implic actos antagnicos como el juzgamiento de las cpulas responsables de los actos cometidos durante la dictadura y el dictado de las leyes de punto final y obediencia debida. Estas leyes cerraron la discusin del tema por ms de una dcada, protegiendo a una clase de polticos, empresarios y militares involucradas directa o indirectamente con la dictadura. En el 2003, el dictado de la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final fue reflejo de un nuevo contexto poltico en el pas y la cristalizacin de aos de reclamos por parte de organismos de derechos humanos y diversos actores soci al es. El Estado tom un papel ms comprometido en perseguir los objetivos de verdad, justicia y memoria. Esto tuvo su correlato en la sociedad, donde el tema se instal masivamente en diferentes sectores, en muchos de los cuales anteriormente no haba podido instaurarse. En nuestro caso particular, este contexto propicio, sumado al comienzo de los trabajos arqueolgicos en el predio en el ao 2002, gener inters en el barrio y la comunidad por el proyecto iniciado. stos comenzaron a hacer distintos tipos de aportes a la investigacin, algunos de los cuales se desarrollarn ms adelante. METODOLOGA Abordaremos el anlisis utilizando cuatro lneas de evidencia: la fotografa, los objetos reclamados de la mansin, la cultura material y la memoria oral. En primer lugar, trabajaremos con un archivo fotogrfico de 129 imgenes donadas al proyecto a partir del ao 2002 y que actualmente forman parte del Archivo Documental de la Direccin de Derechos Humanos de Morn. De la totalidad de las imgenes, 107 han sido donadas por 22 vecinos, 8 en forma annima y 14 cedidas por la familia Ser Capdepont. Las fotografas se analizarn teniendo en cuenta el momento histrico particular en el que fueron tomadas, observando las caractersticas visibles del edificio y sus cambios a travs del tiempo. Se prest especial atencin a aquellas imgenes incluidas dentro del lapso temporal, 1978 - 1985 y se observ el progresivo proceso de desmantelamiento del sitio a lo largo del tiempo. Adems, el registro fotogrfico nos permiti observar la reutilizacin de los espacios de la casona y de sus materiales constitutivos. De esta manera, la fotografa se configura como un medio que posibilita identificar los procesos de formacin que explican, en parte, los sesgos observables en la cultura material (Manzi 2000; Fiore 2006). En segundo lugar, trabajaremos con una muestra de 30 objetos que han sido reclamados por los vecinos y donados al proyecto a partir del ao 2002 (Tabla 1). Este lote de objetos se compone de partes constitutivas de la casona como rejas, escalones, teja, etc. Del mismo modo que la fotografa, estos objetos son elementos significativos, tal como se aprecia a partir de los relatos que dan cuenta de las distintas motivaciones que accionaron su extraccin, guardado y donacin. La existencia de numerosos objetos reclamados, que no han sido donados, es mencionada en los relatos de vecinos. La memoria oral se compone de 120 registros de campo tomados entre 2002 y La Zaranda de Ideas 6: 37-55 (2010) 43 2010 y 11 entrevistas extensas (4 en formato audiovisual y 7 en audio). Los registros fueron obtenidos mediante la combinacin de tcnicas de atencin flotante y una categorizacin diferida del investigador (Guber 1991). Esto permiti guiar una entrevista o la actividad, manteniendo una cuota de directividad, sin interferir en el modo en el que el relato es evocado, es decir de manera semi estructurada. La memoria oral, se configura como una fuente fundamental para interpretar la significacin que el espacio tom a travs del tiempo. Este conjunto de relatos hacen mencin a los distintos momentos del sitio. Nos centramos en aquellos que hacen referencia a la etapa de abandono (1978-1985). Finalmente, la cultura material nos permiti observar la progresiva destruccin de la estructura y los diferentes eventos all sucedidos. La observacin de la composicin de la muestra y la frecuencia de los distintos materiales a travs del nivel 1 y 2 del sector principal, nos permiti evaluar cmo y cundo tuvo origen la formacin del registro arqueolgico. La cuantificacin de los materiales en el registro material excavado permiti hacer Nobj. Donada en Vecino Observaciones Nobj. Donado en Vecino Observaciones 1 2002 Alberto Escaln de mrmol de Carrara 16 2006 Laura Flor de hierro. Adorno de reja 2 2002 Annimo Reja de hierro forjado con adorno de flores 17 - - Frag. Moldura cemento 3 05/ 2004 Annimo Teja francesa con cisne Brevet fig. .S.G.D.G Tuillleries Boyer USINE a SIX- FOURS (VAR) FRANCE 18 2005 Annima P e l d a o d e ma d e r a , posiblemente de escalera del stano 70,4x25,5x3,2cm 4 12/2002 Isis Frag. Mrmol de Cararra 19 2005 Annima Frag. de peldao de madera. Remonta con N20. Medidas: 69x12 5 12/2002 Isis Frag. Mrmol de Carrara 20 2005 Annima Frag. de peldao de madera. Remonta con N19. Medidas: 70x13 6 - - Flor de hierro. Adorno de reja 21 5/2005 Lorena Azulejo 5x 5 cm con dibujo con barco azul sobre fondo blanco 7 6/2005 Annimo Frag. Baldosa grantica 22 2006 Laura Postign de madera con pintura celeste 8 2002 Alberto Frag. escaln de mrmol de Carrara 23 2006 Laura Postign de madera con pintura celeste 9 2002 Alberto Frag. escaln de mrmol de Carrara 24 2002 - Hoja de madera de ventana tipo americana, barnizada. 10 2002 Alberto Frag. escaln de mrmol de Carrara 25 5/2005 Roberto Listn de madera con dos ai sl ador es el ct r i cos de porcelana marrn 11 2002 Alejandro Frag. escaln de mrmol de Carrara 26 5/ 2005 Roberto Frag. De hierro de fundicin con imagen de cristo 12 2002 Alejandro Frag. escaln de mrmol de Carrara 27 9/2007 Telma Caja con negativos de vidrio Ngatif du verascope Richard Brevet S.G.D.G. 13 2002 Alejandro Frag. escaln de mrmol de Carrara 28 9/2007 Telma Store, (artefacto de madera para poner el tull (tela) sobre la cuna) 14 2002 Alejandro Frag. escaln de mrmol de Carrara 29 9/2007 Telma Percha de ropa de madera con gancho metlico. 15 2002 Alejandro Frag. escaln de mrmol de Carrara 30 2007 - Base circular de madera para jarron Tabla 1. Listado de materiales donados Doval Jimena y Pablo F. Giorno - Anlisis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser... 44 evidente el sesgo de ciertos materiales que no es posible explicar por preservacin diferencial, alta fragmentacin o termo alteracin. El tratamiento de los datos se realiz tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo. Desde el enfoque cualitativo, observamos frecuencias de materiales, cantidad de fotografas y relatos por ao. El anlisis cualitativo posibilit acceder a informacin valorativa y a los significados atribuidos a ese espacio. La integracin de los datos que nos brind cada indicador de forma independiente, nos permiti inferir los procesos de formacin cultural que actuaron en el sitio y avanzar hacia la reconstruccin de la historia del mismo a travs de una nueva perspectiva. Esto contribuye a llenar el vaco existente en cuanto a la historia del sitio en los momentos anteriores y posteriores a su funcionamiento como CCD RESULTADOS Fotografa El Archivo fotogrfico, incluido dentro del Archivo documental de la Direccin de Derechos Humanos del Municipio de Morn, contiene hasta el momento de 129 imgenes que abarcan un lapso de ms de 60 aos. Se compone de: 14 fotografas de la dcada del `30 pertenecientes al lbum familiar de la familia Ser, donadas a partir de una entrevista realizada a Juan Capdepont y a Hebe lvarez de Lafizzondo en el ao 2001 (Urso 2002), 105 fotografas que representan el perodo 1970 - 1985 donadas por vecinos de forma voluntaria a partir de los inicios de los trabajos arqueolgicos en el predio y 10 imgenes tomadas en 1984 en el marco del juicio a las Juntas Militares durante el reconocimiento del CCD u otras instancias del proceso judicial, algunas de ellas donadas por ex detenidos desaparecidos en contacto con el equipo arqueolgico. De este modo, vemos que la mayor cantidad de fotografas refleja la etapa 1970-1985 y, particularmente, el momento de su abandono. Esto puede relacionarse, por un lado, con la posibilidad de acceder a la propiedad abandona, que se constituy (del mismo modo que en la actualidad) como un pulmn verde dentro del barrio y, por otro lado, con la masificacin de las cmaras fotogrficas. Si bien el presente trabajo se centrar en el perodo 1978-1985, es importante el trabajo con fotografas anteriores que nos permiten observar las caractersticas originales de la casona y evaluar los cambios sucedidos a travs de los aos. Por otro lado, el empleo de fotografas de l a casona semi destrui da posi bi l i t observar caractersticas materiales y tcnicas constructivas (Doval et al. 2010), as como tambin una serie de PFC que se dieron en la estructura a travs del tiempo. Cada una de las fotografas, desde su biografa social (Edwards 2001) toma diferentes significaciones durante su produccin, circulacin, conservacin y donacin, lo que las hace un elemento complejo (Alvarado 2004; Fiore 2006; Fiore y Varela 2007; Fiore y Varela 2009). No deben verse como un mero reflejo del pasado, sino que deben comprenderse teniendo en cuenta el contexto social, poltico y econmico en el cual fueron concebidas (Gonzlez Reyero 2006). Durante el lapso comprendido entre 1978 y 1985 puede observarse, en la secuencia de fotografas, la extraccin y reclamacin de diversas partes constitutivas de la casona, como carpinteras, mrmoles y herrajes. Este proceso extractivo se acrecent en la dcada del 80, coincidiendo con uno de los picos hiperinflacionarios que atraves el pas. De este modo, podemos observar el picado de los muros para la extraccin de las caeras de hierro y de las carpinteras de ventanas (Figura 2). Estos fenmenos pueden comprenderse como parte de diferentes procesos: reclamacin por su valor econmico, con objetivos vandlicos o con un fin simblico. As, estos procesos hacen visible La Zaranda de Ideas 6: 37-55 (2010) 45 la configuracin de este espacio como una arena de negociacin de diversas experiencias, usos, significados, identidades y memorias que se forjaron a lo largo de su historia de vida y se superponen. Adems, puede observarse en las imgenes el deterioro progresivo por causas naturales como la cada de paredes interiores. La fotografa nos permiti observar la reutilizacin de los muros como soportes de grafitis e inscripciones. Estas manifestaciones tuvieron diferentes objetivos y significaciones en la transmisin de un mensaje. Hallamos grafitis e inscripciones relacionadas al repudio de los hechos sucedidos en el sitio realizadas por agrupaciones polticas y otras inscripciones realizadas con el fin de dejar una marca de la presencia all (Figura 3). De esta manera, a travs de las fotografas podemos identificar diferentes PFC que se manifiestan en los eventos destructivos, la reclamacin de los objetos y reutilizacin de las estructuras. Estos eventos, se configuran como elementos positivos en la formacin e interpretacin del registro material. Las imgenes no slo nos permiten observar la funcionalidad del sitio en cada una de sus etapas, sino que posibilitan indagar las significaciones que tom para la comunidad circundante. Memoria oral Contamos con un registro de 131 relatos de vecinos y otros individuos que se han obtenido en distintas instancias.120 de estos registros se han tomado en el sitio o fuera, ya sea por acercamiento espontneo y/o convocatoria a actividades, tomndose notas escritas. Mientras que 11 se obtuvieron en entrevistas extensas previamente pactadas y registradas, en 4 casos en formato de audio y en las restantes audiovisuales. Todos los registros se realizaron de forma semi estructurada (Guber 1991). Cada uno de los relatos hace alusin a diferentes momentos histricos del sitio y se vinculan a vivencias personales relacionadas con la mansin Ser. La etapa histrica con ms menciones corresponde al perodo de 1976-1978, relacionado a su funcionamiento como CCD, que ha dejado una marca imborrable en la memoria colectiva. En segundo lugar, el momento ms reiterado es la etapa de abandono entre 1978-1985, circunstancia en la cual se intensifica el uso y las actividades Figura 3. N 70 ao 1985. Archivo DD. HH. Morn. Figura 2. A. N 14 ao 1979/b. N 64 ao 1964. Archivo DD. HH. Morn. Doval Jimena y Pablo F. Giorno - Anlisis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser... 46 llevadas a cabo en este espacio por parte de la comunidad. As, los relatos nos brindan un rico caudal de informacin acerca de los usos y percepciones que tena la comunidad del lugar y aportan datos faltantes en los documentos para precisar fechas, la ubicacin de construcciones hoy inexistentes, informacin acerca de personas que ocuparon el lugar en distintos momentos, transformaciones en la fisonoma del predio relacionados con los cambios de funcin del mismo, etc. Muchos de estos relatos hacen mencin a la extraccin de numerosos objetos de la casa, la toma de fotografas o simplemente relatan las vivencias relacionadas con este espacio, ya sea propias o de otros sujetos. Adems, dan a conocer las experiencias de cada de uno de los individuos y motivaciones que han llevado a la toma de fotografas, a la reclamacin de materiales y a su donacin posterior al proyecto de investigacin. Algunas menciones de vecinos nos permiten confirmar la fuerte incidencia de los procesos de saqueo y reclamacin de objetos de la casa en los aos posteriores a 1978: venan los cirujas con carritos, masa y cortafierro a llevarse todohierros, caos, rejas. Yo no iba a ser menos con un destornillador me lleve los manijones y rejas de la puerta [] quera llevarme las tejas pero cuando fui ya estaban todas rotas.me quera llevar algunas cermicas de la chimenea porque eran hermosas (Luis com. pers. 2009). Despus del incendio cuando la casa estaba en ruinas, me lleve una teja porque saba lo que haba pasado all La tena barnizada y colgada en el patio de mi casa. (Annimo com. pers. l 2003). Los mrmoles los saqu cuando la casa estuvo abandonada, como saba que era de Carrara quera hacer una escultura que nunca hice. (Isis com. pers. 2003) Otros relatos hacen alusin a diferentes usos de la casona y el predio, ya sea como sitio recreativo, refugio, etc.: El incendio de la Mansin fue el 24 de junio del 78, el da de la Fogata de San Juan, que es el da de la Caza de Brujas...Un tiempo despus haba gitanos que acampaban en el predio y la gente vena a fumar, a fifar, a hacer todo lo que no poda hacerse en otro lugar (Laura com.pers. 2006) En la diversidad de relatos encontramos menciones a la existencia de cirujas y/o vecinos que extrajeron el hierro (caeras, rejas, y herrajes), aberturas, ladrillos, azulejos, etc. dado su valor econmico o utilitario, mientras otros hacen alusin a individuos que se llevaron objetos por su belleza o por el significado que cada uno le atribuy. Otros hacen referencia a reutilizaciones del mismo espacio. La memoria oral nos permite indagar en los significados, usos y percepciones que tuvo el mismo espacio para los diversos individuos, configurndose como un depositario de significados y vehculo de comunicacin. stos se forjan activamente a partir de la relacin cotidiana entre los individuos y el paisaje dentro del contexto histrico particular (Tilley 1994; Thomas 2001).
Objetos reclamados Se trata de objetos extrados durante el abandono de la mansin. De la mayora de ellos conocemos su historia a travs de relatos y fotografas y 30 han sido donados (tabla 1). La extraccin de estos materiales, su conservacin y posterior donacin nos hizo pensar en las motivaciones de estos actos. El anlisis de la memoria oral y de los relatos que acompaaron la donacin de cada objeto nos permiti dilucidar que existieron tres causalidades que motivaron estas acciones: econmicas, simblicas y vandlicas. Adems, la materialidad de un objeto pudo funcionar como un disparador de memorias y recuerdos vinculados a ese espacio desde la relacin que lig a cada individuo con el sitio (la infancia, el repudio, el barrio, etc.). En este sentido, la donacin implic un desprendimiento de un objeto con una alta significacin para el individuo y se configur en un modo de participacin en la reconstruccin histrica de la Mansin Ser. Algunos objetos reclamados (ej.: los caos de hierro), no han sido donados y actualmente se desconoce su destino final. Especulamos que pudieron extraerse con fines econmicos, en tareas de cirujeo enmarcadas La Zaranda de Ideas 6: 37-55 (2010) 47 en el contexto de crisis e hiperinflacin de los aos 80. Muchas de estas partes constitutivas de la casona fueron vendidas como materia prima para reciclaje o como antigedad. No obstante, algunos objetos fueron extrados y reutilizadas por vecinos para refaccionar sus casas (Dario com. pers. 2002; Marcela com.pers. 2007). Ms all de su destino final, la extraccin de muchos de estos materiales implic una inversin de trabajo importante tanto para extraerlos como para trasladarlos. De esta manera, produjeron una fuerte modificacin sobre la estructura arquitectnica durante las tareas de picado o rotura para extraer un cao del interior de un muro, una carpintera o un escaln. Otros objetos fueron reclamados a partir de la recoleccin superficial de materiales que han sido hallados fuera de su contexto original como resultado de sucesivos eventos de destruccin y modificacin, tanto culturales como naturales. De la totalidad de materiales donados, algunos difcilmente hayan pertenecido a la casona (ej. N24 o N7) aunque la donacin en s misma implic un acto significativo, ms all de su pertenencia real a la casa. Otros materiales que no estn representados en el registro arqueolgico o por lo menos no de forma ntegra, permiten observar caractersticas de materiales constitutivos de la estructura. Por ejemplo, la nica teja entera fue donada, como tambin varios fragmentos de los mrmoles de Carrara pertenecientes a la escalinata de la entrada principal, rejas y apliques de hierro de puerta principal y una celosa de madera de una ventana, entre otros (Figura 4). A partir de las fuentes de informacin tratadas hasta el momento (el registro de imgenes, los relatos y los objetos reclamados), comenzamos a entender el panorama que se presenta en el registro excavado. El trabajo con estos datos nos permite comprender sesgos y sobrerrepresentaciones de algunos materiales. Registro de la excavacin La superficie excavada hasta el momento es de aproximadamente 500 m 2 con una profundidad mxima de 105 cm sobre el sector este. La excavacin del sitio se ha realizado siguiendo niveles naturales. Se han hallado 4 estratos que representan eventos de depositacin naturales y antrpicos y nos permiten dar cuenta de los eventos sucedidos all (Roskams 2003). El nivel 4 corresponde a tosca natural sobre la que se asienta la base de los cimientos de la mansin. El sedimento de nivel 3 presenta caractersticas arcillosas y es parte del relleno de la trinchera de fundacin y del terreno circundante. ste es prcticamente estril en material cultural y en algunos sectores aparece la cresta de los muros representando la interfacie de destruccin de los mismos. Por lo tanto, los niveles 3 y 4 no sern considerados en la tabulacin de materiales arqueolgicos aqu presentadas. El nivel 2 es el relleno realizado con los restos del derrumbe de la mansin compuesto por los materiales constitutivos de la misma (ladrillos, mamposteras, pisos, tejas, argamasa, etc.) y algunos materiales acumulados en los aos de abandono de la casa: parte de su uso como basural, prdida de objetos en el sitio por parte de personas que realizaban diversas actividades en el lugar y/o por el relleno de nivelacin del terreno en el ao 1985. Este nivel muestra un alto grado de fragmentacin, alteracin y mezcla de los materiales. No presenta una profundidad uniforme en todo el sitio, sino que vara su potencia de acuerdo al nivel de impacto de los trabajos realizados por la maquinaria en el lugar, variando entre 5 Figura 4. Escaln de Mrmol de Carrara donado por vecino. Objeto N 15. Doval Jimena y Pablo F. Giorno - Anlisis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser... 48 y 95 cm segn el sector. Adems, el gran evento final de derrumbe oculta otros procesos casi imperceptibles. El nivel 1 era el piso de la cancha de ftbol emplazada sobre los restos de la mansin. Se presenta como el suelo formado desde el ao 1985 compuesto por eventos de relleno de nivelacin dispersos en el terreno y eventos post depositacionales a la nivelacin del relleno. As, se compone de materiales con fechas que van desde los aos 1970 hasta el ao 2002, momento en que se inician las tareas de excavacin (Figura 5). El stano fue la nica estructura de la casona que qued en pie y la que tuvo menor impacto, tanto en su estructura como en su estratigrafa, el evento de destruccin final. Su estratigrafa se presenta diferente al resto del sitio. Contamos con un nivel 5 correspondiente al piso de cemento alisado. El nivel 4 est conformado por el derrumbe ocasionado durante el primer evento destructivo (el incendio del ao 1978) formado por materiales de l a casona, muchos de l os cual es se encuentran termo alterados y en posicin primaria. El nivel 3 se presenta como una alternancia entre materiales introducidos en el perodo de abandono que transcurre entre el primer evento destructivo y la destruccin total de la mansin. Otros materiales que componen el nivel se fueron desprendiendo de la estructura por su destruccin progresiva al quedar expuesta a las condiciones atmosfricas despus del incendio. Es destacable que este proceso de deterioro fue acelerado, lo que favoreci la preservacin y sellado de los depsitos inferiores. Por sobre estos niveles se encuentran el nivel 2 y 1 antes descriptos. Los materiales hallados en el nivel 4 y parte del nivel 3, tal como vigas de maderas, parte de un puerta, herreras, cermicas esmaltadas, molduras y zcalos de madera pintados, etc., presentan un bajo nivel de fragmentacin y se han conservado gracias al rpido sellado del depsito. Esta situacin gener buenas condiciones para su preservacin y evit su reclamacin por los vecinos y cirujas que accedan al lugar. Si bien no se ha finalizado el procesamiento de las cantidades totales por materiales, en el stano fue posible determinar que gracias al sellado del depsito se han conservado materiales en cantidades y condiciones inexistentes en otros sectores de la excavacin. Asimismo, las caractersticas estructurales del stano evitaron que la accin mecnica de las maquinarias que demolieron, rellenaron y nivelaron el terreno, afecte su integridad (Figura 6). El ltimo uso del terreno como una cancha Figura 5. Planta de excavacin. Figura 6. Vista stano. Fotografa N73 ao 1984. Archivo DD. HH. Morn. La Zaranda de Ideas 6: 37-55 (2010) 49 de ftbol, produjo alteraciones sobre los depsitos inferiores. Esto es posible de observar en el sector oeste de la excavacin, donde se hall, in situ, un piso de baldosas cermicas que rodeaba toda la casa. All es posible observar la realizacin de hoyos para la colocacin de los postes del arco de futbol. En el vrtice opuesto tambin es observable otro hoyo con la misma funcin. Estos rasgos fueron realizados con posterioridad a la demolicin, rellenado y nivelacin del terreno. Han alterado tanto el nivel 1 y 2 del sitio, como parte de la estructura conservada, e introdujeron materiales ms recientes en contextos ms antiguos. El anlisis de la frecuencia de los diferentes materiales hallados nos permiti observar sesgos que no pueden explicarse por una preservacin diferencial, alta fragmentacin o termo alteracin. Este sesgo es posible de explicar por la extraccin de materiales del sitio entre los aos 1978 y 1985. Este hecho es evidente a partir de la poca representacin de materiales tales como caos de hierro, carpinteras, herreras en general y mrmoles (Tabla 2). Por ejemplo, la representacin del cao de hierro en una casa de dos pisos con ms de 500 m 2 es de menos de 1,5 m. lineales en un total de 10 fragmentos recuperados, en muy buen estado de conservacin. Tal como se explic anteriormente, este hecho toma dimensin al contemplar los dems registros utilizados Tabla 2, frecuencias absolutas y relativas de materiales arqueolgicos. nivel 1 nivel 1 tot nivel 2 nivel 2 tot azulejo % 4.89 176 % 4.41 2,688 baldosa % 5.67 204 % 6.8 4145 brea % 1.27 46 % 2.72 1660 carbn % 0.72 26 % 2.14 1306 cemento % 0.27 10 % 0.23 146 cermica % 1.66 60 % 2.89 1764 cuero/cuerina % 0.36 13 % 0.15 94 fibrocemento % 2.08 75 % 1.2 733 frmica % 0.25 9 % 0.23 146 goma/gaucho % 0.69 25 % 0.53 325 indet % 0.44 16 % 0.41 255 loza % 1.8 65 % 0.95 583 madera % 1.19 43 % 1.71 1044 mamposteria % 3.7 130 % 9.33 5643 mrmol % 0.5 18 % 0.22 134 metal % 11.8 424 % 11.74 7154 oseo % 4.17 150 % 3.13 1907 otro % 1.16 42 % 1.07 652 plstico % 14.1 507 % 11.96 7285 textil % 5.22 188 % 1.51 5190 teja % 2.1 75 % 8.58 923 vidrio % 35.96 1293 % 28.09 17105 totales - 3595 - 60,882 Doval Jimena y Pablo F. Giorno - Anlisis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser... 50 aqu para inferir los PFC que se sucedieron en el tiempo. Las frecuencias de materiales procesados hasta la actualidad, tanto en el nivel 1 como en el 2, muestran la diferente potencia de ambos depsitos que representan los eventos que formaron a cada uno de ellos, tal como mencionamos anteriormente. El nivel 2, con una potencia mxima de 95 cm, est representado por 60.882 objetos. El nivel 1, con una potencia mxima de 10 cm, contiene 3.595 objetos. Aunque hay coincidencias en la predominancia de vidrio y plstico, esto se relaciona con la sobrerrepresentacin a causa de la alta fragmentacin y alteracin que presentan ambos materiales. El vidrio se compone, en gran proporcin, de fragmentos de botella verde pudiendo contextualizarse la mayora en la dcada de los 80, ya sea por sus marcas o por marcas de fabricacin en bases. Del mismo modo, el material plstico se compone principalmente por envoltorios, bolsas de residuo, botellas, etc. que tambin muestran una predominancia de materiales de los 80. En cuanto al metal, el tercer material en frecuencia, se compone predominantemente por clavos, chapitas de latas y tapas de bebidas. La tabla que representa las frecuencias de materiales tanto en nivel 1 como en nivel 2, permite observar la subrepresentacin de madera, mrmol y objetos metlicos relacionados directamente con materiales constructivos de la casa cuyo valor econmico o simblico fue alto (tabla 2). Ms all de las frecuencias de los materiales mencionadas, en el nivel 2 predominan en tamao y volumen los materiales constitutivos de la casa (principalmente ladrillos, tejas, baldosas, pared, etc.), clasificados como mampostera. Teniendo en cuenta esto y las fechas mnimas obtenidas del vidrio y el plstico, es posible interpretar que la composicin del relleno efectuado en el sitio se realiz mayoritariamente con materiales de la casona y con los desechos acumulados en el sitio durante los aos de abandono. DISCUSIN Las estructuras arquitectnicas pueden considerarse como cosas inamovibles pero mutables. Las estructuras no slo mutan por cambios materiales como reparacin, destruccin, agregados, relacionados a diferentes usos, sino que mutan desde su significado, las memorias a las que se las liga y al ambiente circundante que tambin cambia (Guggenheim 2009). As, el registro arquitectnico de la mansin Ser y sus cambios (construccin, i ncendi o, abandono, desmantel ami ento, destruccin total y ocultamiento), pueden comprenderse desde la concepcin de un espacio construido socialmente. Los PFC que intervinieron en la estructura arquitectnica, toman distintas significaciones a partir de las motivaciones de sus actores. La integracin de los datos, que nos brindaron las cuatro lneas de evidencia tratadas en el presente estudio, permite identificar cules fueron los PFC que actuaron sobre el sitio, su impacto sobre el registro material y sus motivaciones y significaciones. Las imgenes fotogrficas, los objetos reclamados y los relatos permitieron dar cuenta de procesos difciles de identificar slo desde la cultura material. De este modo, podemos plantear la existencia de tres procesos, que se dieron de forma simultnea en todo el lapso 1978-1985. Primero, la reclamacin de partes constitutivas de la casona como herreras, carpinteras, mrmoles, mampostera, etc. por cirujas y vecinos. Esta reclamacin es evidente en el registro fotogrfico que representa el desarme progresivo de la estructura, en el sesgo existente en la cultura material y adems es mencionado de forma recurrente en la memoria oral. Una nota del diario local El Cndor (20 de abril de 1979) da cuenta de esta situacin. Estos actos implicaron el desmantelamiento y destruccin progresiva de la estructura. Segundo, el agregado de material forneo en forma de desechos, prdida de objetos, uso como basural, relleno y restos de las diversas La Zaranda de Ideas 6: 37-55 (2010) 51 actividades que se llevaron all durante su abandono. La presencia de material forneo es evidente en la cultura material y sobre todo en la frecuencia de vidrio y plstico. Su utilizacin como basural y espacio recreativo (que en su uso genera desechos) es mencionado en la memoria oral. Estos materiales exponen la diversidad de usos que convergieron en la misma estructura durante los aos de abandono. El ltimo proceso, remite a la reutilizacin de las estructuras de la mansin para diferentes fines: como soporte de inscripciones y grafitis, como lugar de refugio para individuos en situacin de calle, como lugar de recreacin, etc. (Figura 3 y 6). Algunos relatos dan cuenta de la diversidad de usos: Antes de que la demolieran totalmente, estaba abandonada e bamos a jugar (Christian com. pers. 2002). Era todo pasto y yuyo. Usaban una parte del predio como basural (Alberto com. pers. 2002). Me acuerdo que estaban las paredes escritas, paredes de ladrillos altas y rotas estaban escritas con anaranjado, todo destruido y sin techo. Ah pusieron circos (Mabel com. pers. 2002). Soy vecino del barrio desde el ao 78 y bueno el lugar lo conoc cuando era chico, bueno tena 15 aos, venamos a tomar mate, a pasear con mis amigos, compaeros de colegio y todo eso (Jos, com. pers. 2010). Tal como mencionamos anteriormente, cada de uno de los actos que sucedieron all y sus motivaciones, son comprendidos dentro de su contexto socio histrico. sto se aplica tanto a aquel individuo que extrajo una parte constitutiva por su valor econmico como a aquel que lo hizo por otras motivaciones. En este sentido, las fotografas y los objetos reclamados constituyen relictos de los momentos en que fueron tomadas/reclamados. El trabajo con las fuentes orales es un elemento importante para comprender las subjetividades que se encuentran detrs de estos procesos y las memorias que median entre las cosas, la arquitectura y el pasado. El uso de la memoria oral en contextos de historia reciente es fundamental ya que brinda informacin presente en la memoria de las personas (Orser 2000). As, podemos plantear que en la misma estructura convergen, simultneamente, varios significados que revelan la existencia de varias Mansiones Ser. Cada una toma forma a partir de las memorias individuales y/o colectivas con las que se relacionan: como cono de la Doctrina de Seguridad Nacional, como centro recreativo, como palacete reflejo de una poca dorada, como proveedora de elementos con valor econmico y de subsistencia, como paradigma del horror, etc. En este sentido podemos hablar de multivocalidad y multilocalidad del sitio Mansin Ser (Rodman 1992). Los objetos, las fotografas y el espacio, se configuran como relictos del pasado que son resignificados a travs del tiempo por cada individuo, utilizados en un sentido metonmico, transformndose en vehculos hacia el pasado, en depositarios de las memorias y reflexiones individuales (Van der Hoorn 2003). La toma de una fotografa, el uso de ese espacio, la reclamacin de un objeto y/o los relatos sobre las vivencias, pueden considerarse como una forma de exorcizar y desmantelar el pasado. Pas a ser un lugar sagrado al revs, de miedo (Ramn, coms. pers. 2004). A partir de los resultados obtenidos, resaltamos la importancia del trabajo a travs de la integracin de las fuentes documentales y la cultura material. La existencia de fotografas y relatos nos permiti dar cuenta del impacto real que tuvo cada uno de los eventos acaecidos en el sitio y que hubiesen sido imposibles de vislumbrar slo desde la evidencia material. En este sentido, el anlisis de los objetos desde una visin dinmica, nos permiti comprender que el proceso de destruccin y degradacin se configur como un hecho positivo que ayud a recomponer una parte desconocida en su biografa de vida (De Silvey 2006). El desmantelamiento de la estructura arquitectnica de la Mansin Ser y la composicin del registro arqueolgico, lejos Doval Jimena y Pablo F. Giorno - Anlisis de los procesos de formacin cultural en el sitio Mansin Ser... 52 de perjudicar nuestra mirada sobre los hechos pasados, nos permiti recuperar memorias, historias y datos que nos brindaron una nueva perspectiva de la relacin existente entre este espacio y la comunidad. CONCLUSIONES El abandono que sufri la estructura de la mansin a partir de 1978, su reutilizacin, el agregado de materiales forneos y extraccin de materiales constitutivos de la casona, se consider parte de un proceso que permiti observar los comportamientos y las significaciones que atravesaron este espacio a lo largo del tiempo. La progresiva destruccin se observ a travs de las fotografas donadas al proyecto, los materiales que fueron reclamados y la memoria oral. Estos elementos permitieron visualizar las caractersticas constructivas originales de la mansin y tomar dimensin del impacto de los distintos PFC fundamentales para interpretar el registro de excavacin. Asimismo, permitieron ver cmo el sitio fue atravesado por una serie de prcticas sociales en un momento histrico, social, econmico y poltico particular. Esto nos posibilit la comprensin de los comportamientos y significados que cruzaron a este espacio y que definieron la conformacin del paisaje y del registro material. El desarrollo y profundizacin de este anlisis es esencial para avanzar en la investigacin y reconstruccin de nuestro pasado reciente. Recibido en enero de 2010 Aceptado en julio de 2010 NOTAS 1. El equipo de investigacin se integra por profesionales y estudiantes avanzados de diversas Ciencias sociales: Lic. Cecilia Uriarte, Prof. Marcelo Levy, Sofa Loviseck, Dolores San Julin, Emiliano Rodrguez, Mariano Paciente, Pablo Giorno y Jimena Doval. 2. Expediente N 189.255-76. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires 3. Expediente N4079-12906/85- Decreto N954, Concejo Deliberante, Municipio de Morn AGRADECIMIENTOS Al doctor Matas Medina por sus comentarios y sugerencias. A Silvia, Liber, Marcela, Juan Carlos Busto, Marcelo Levy y a la doctora Lucia Porreti por su apoyo y contribuciones. BIBLIOGRAFA Alvarado, M. 2004. La imagen fotogrfica como artefacto: de la carte de visite a la tarjeta postal tnica. Revista Chilena de Antropologa Visual. 4(1): http://www.antropologiavisual. cl/Margarita_Alvarado.htm (Acceso Abril de 2008). Arenas, P., V. Ataliva; M. L. Lpez Campeny y E. Noli 2005. La Arqueologa y la Antropologa en la bsqueda de identidades: El caso de los desaparecidos en Tucumn durante la ltima dictadura militar argentina (1976-1983). Estudios Sociales del NOA 8:136-158. Atalivia, V. 2008. Arqueologa, memorias y procesos de marcacin social (acerca de las prcticas sociales pos-genocidas en San Miguel de Tucumn). Universidad Nacional de Tucumn, Tucumn. Ayn Vila, X. M. 2008. El paisaje ausente: por una arqueologa de la guerrilla antifranquista en Galicia. Complumtum 19 (2): 213-237. Azcarate, G. 2002. 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Este trabajo forma parte de su tesis de licenciatura donde analiza aspectos de la construccin social del espacio de la Quinta Ser en todas sus etapas histricas. Desde el ao 2004 se desempea en la investigacin de diversos sitios vinculados a la ltima dictadura cvico- militar argentina. Contacto: jdoval84@hotmail.com ** Pablo Francisco Giorno es estudiante avanzado en la Facultad de Filosofa y letras de la Universidad de Buenos Aires (U.B.A.). Desde el ao 2004 se desempea en la investigacin de diversos sitios vinculados a la ltima dictadura cvico-militar argentina. Contacto: pfgiorno@yahoo.com.ar * INTERDEA - solegianfrancisco@yahoo.com.ar Gianfrancisco, Mara Soledad. 2010. Patrimonio e identidad en Aconquija (Departamento de Andalgal, Catamarca. La Zaranda de Ideas. Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa 6:57-70. Buenos Aires. PATRIMONIO E IDENTIDAD EN ACONQUIJA (DEPARTAMENTO DE ANDALGAL, CATAMARCA) Mara Soledad Gianfrancisco* RESUMEN El yacimiento arqueolgico Alamito forma parte del patrimonio cultural arqueolgico del Distrito de Aconquija. Desde hace un tiempo sufre un importante proceso de destruccin que afecta notablemente su integridad fsica y perdurabilidad en el tiempo. Este trabajo propone una crtica reflexiva sobre factores como: el hermetismo acadmico, la subvaloracin cultural, la desigualdad econmica y la negligencia poltica que han llevado a que los sitios Alamito no fueran debidamente valorados y protegidos. Con el fin de atenuar este problema proponemos llevar a cabo un programa de talleres, junto a la comunidad y autoridades, donde abordaremos temas relacionados la valoracin, preservacin y conservacin del patrimonio arqueolgico, a travs de los cuales los participantes puedan ir descubriendo la capacidad simblica del patrimonio para representar identidades. Palabras clave: Destruccin de patrimonio - Identidad - Subvaloracin Cultural - Negligencia poltica. ABSTRACT The archaeological deposit Alamito is part of the cultural archaeological heritage of the Aconquija District. Over the last few years, it has suffered a substantial destruction process that affected its physical integrity. This work proposes a reflective evaluation of factors related to academic hermeticism, cultural undervaluation, economic inequality and political neglect. It also considers how these elements have generated an improper protection and valuation of the Alamito sites. In order to solve this problem, we propose a program of workshops with the community and the authorities, which would address issues of valuation, preservation and conservation of archaeological heritage. This would allow for participants to discover the symbolic capacity of heritage to represent identities. Key words: Patrimony destruction - Identity - Cultural undervaluation - Political negligence. Mara Soledad Gianfrancisco - Patrimonio e identidad en Aconquija... 58 INTRODUCCIN Durante el ao 2008 la Municipalidad de Aconquija desarroll un circuito turstico de 13 km que recorre las localidades de Alumbrera, El Pantanito, El Durazno y Buena Vista. En la localidad de El Pantanito, se inaugur un parador municipal para recibir a los turistas que recorren el lugar. En esta se sita el sector superior (la Mesada de 1900 msnm) del yacimiento arqueolgico Alamito. En dicha rea tambin se localizan 10 sitios patrn Alamito y un sitio Inca (pucar), entre otros yacimientos arqueolgicos. La ejecucin de esta obra no fue comunicada a la Direccin de Antropologa de la Provincia de Catamarca, actitud que no permiti disear un plan de manejo integral con el fin de reorientar la traza del camino para preservar la integridad de estos sitios, implicando la destruccin de un nmero importante de estructuras arqueolgicas. Este es un ejemplo de cmo la ausencia de planes integrales de gestin, proteccin y presentacin al pblico del patrimonio cultural arqueolgico conduce a la prdida de una parte de nuestro pasado que se vuelve irrecuperable. Patrimonio. Definicin e Importancia Entendemos al patri moni o como un conjunto de recursos o vestigios indicadores de la diversidad y variabilidad de las actividades e interrelaciones humanas con el medio ambiente, representativos de un aspecto de nuestras historia (en sentido amplio, prehistricos e histricos) (Molinari et al. 2001). El patrimonio a su vez posee un carcter social, participativo y dinmico ya que lo visualizamos como un repertorio de significados que continuamente son interpretados por una comunidad en la cual nos incluimos. En estos trminos, patrimonio es la base fundamental o la prueba tangible de nuestra identidad, los elementos y valores a travs de los cuales socialmente nos reconocemos y somos reconocidos (Molinari et al. 2001). Es a su vez un recurso frgil, no renovable y especfico al espacio que ocupa (Sosa 1996). Partiendo de esta definicin, si nuestro patrimonio cultural arqueolgico es un recurso que representa valores comunes y constituye parte de nuestra identidad por qu no se toman los recaudos necesarios para su correcta conservacin? Creemos que la problemtica de la ausencia o defecto en la conservacin se relaciona fundamentalmente con la idea y el valor que le otorgamos a nuestro patrimonio. Para que el patrimonio se constituya como tal debe ser inventado, recontextualizado, legitimado y consensuado. No cualquier objeto antiguo constituye un bien valorable en estos trminos, sino que debe ser asumido y reconocido por quienes lo usan y disfrutan. Y es aqu donde el valor que les otorgan los diversos actores sociales puede entrar en conflicto en funcin de los diversos intereses y visiones que ellos detenten (Chaparro y Soria 2008). Si observamos a nuestro al rededor, podremos ver que reas vitales de nuestra sociedad -como salud, educacin y medio ambiente presentan un grave deterioro y carecen, an, de una poltica clara y eficaz que permita revertir tal situacin. Entonces cabe preguntarse cmo podrn funcionar y ser eficaces los restantes campos de la sociedad (entre ellos la proteccin y conservacin del patrimonio) si aquellas esferas que son bsicas para el desarrollo de cualquier pueblo se encuentran a la deriva (Molinari et al. 2001). Desde hace tiempo, una de las vas ms significativas que se asoci al patrimonio como sinnimo de desarrollo econmico es el turismo. Aparentemente, las polticas pblicas provinciales intentan desarrollar, de forma masiva, productos tursticos con el fin de reactivar la abatida economa regional de ciertas zonas. Sin embargo, la ausencia de programas integrales de gestin est La Zaranda de Ideas 6: 57-70 (2010) 59 impactando negativamente en la preservacin del patrimonio cultural arqueolgico. Para que el desarrollo local de regiones poco favorecidas realmente ocurra es elemental la identificacin, la valoracin y el debate abierto entre los distintos actores sociales involucrados sobre cmo aprovechar el patrimonio, su rentabilidad social, ambiental y tambin econmica. El sitio El yacimiento arqueolgico en cuestin se encuentra ubicado en el Departamento Andalgal, Distrito Aconquija. Los sitios se localizan al sur de la localidad de Alumbrera (al noreste del Campo de Pucar), a los 27 35 S y 66 W. (Figura 1). Los sitios se distribuyen en tres zonas situadas en las cotas de 1700, 1800 y 1900 msnm. Los distintos niveles presentan un mismo tipo de asentamiento, con atributos formales de caractersticas excepcionales en el Noroeste de Argentina. A la altura de 1700 m se ubican 55 estructuras (26 sitios patrn Alamito), en la zona de 1800 m 28 estructuras (14 sitios del patrn antedicho) y en la cota de 1900 m 10 sitios tambin con patrn Alamito. Las restantes estructuras registradas corresponden a: a) siete muros de contencin de piedra, b) 13 montculos bajos y aislados con fragmentos de cermica en superficie; c) un petroglifo aislado; d) 29 recintos de paredes de piedra; e) 12 recintos circulares y f) 15 rectangulares. A excepcin de dos estructuras situadas a 1800 m y 1900 m que corresponden al perodo incaico, todas las dems son del perodo Formativo 1
(Figura 2). Estos si ti os de di sti nguen de otros yaci mi entos arqueol gi cos del Per odo Formativo presentes en el Noroeste Argentino por la presencia de arquitectura ceremonial, espacios de uso colectivo (grandes patios, mont cul os, pl ataformas, entre otras) y una planificada organizacin espacial de las estructuras que los conforman. Por esto, el valor cientfico, cultural y patrimonial es nico en Argentina. En otras palabras, no se han registrado en otro lugar del territorio estructuras tan complejas tanto por su arquitectura ceremonial vinculada a espacios colectivos (grandes patios centrales, montculos de desechos, cobertizos, entre otros) como por el manejo del espacio reflejado en el patrn general de organizacin de sus estructuras. El modelo espacial y edilicio que responde al tpico patrn Alamito definido por Nez Regueiro (1998), tiene la forma de un anillo constituido por dos plataformas rectangulares de paredes de piedra rellenadas con tierra. Estas se sitan al occidente; junto a recintos circulares techados o cobertizos carentes de paredes (recintos C). Asimismo, este patrn se caracteriza por un conjunto de recintos con paredes de tierra revocadas con barro que completan el anillo. Dentro de este Figura 1. Ubicacin del rea de estudio. Los nmeros 1, 2 y 3 corresponden a la ubicacin de las mesetas de 1700, 1800 y 1900 msnm (figura tomada y modificada de Nez Regueiro 1998). Mara Soledad Gianfrancisco - Patrimonio e identidad en Aconquija... 60 Figura 2. rea de estudio, meseta de 1900 msnm, con indicacin sitios afectados (tomado de Gianfrancisco 2002). La Zaranda de Ideas 6: 57-70 (2010) 61 patrn se distinguen: i) recintos alargados de planta trapezoidal (recintos B) y ii) recintos de planta cuadrangular o ligeramente trapezoidal (recintos A). El primer tipo posee paredes altas, entre 6 y 15 m de largo y casi 5 m de ancho mximo; mientras que el segundo se caracteriza por poseer paredes bajas y dimensiones menores al anterior. El montculo mayor es considerado un basurero ceremonial teniendo en cuenta su relacin con las dos plataformas de piedra y el hallazgo de restos humanos desarticulados. Tartusi y Nez Regueiro (1993) plantean que los recintos A funcionaron posiblemente como talleres metalrgicos, los recintos B como habitacin destinadas al alojamiento de personas encargadas del culto (jefes-shamanes) y los recintos C como habitaciones/talleres para artesanos especializados. Las plataformas tienen una funcin ceremonial o religiosa evidente, debido a su estructura monumental y a los elementos que se le asocian como entierros humanos, huesos desarticulados y cabezas clavas, entre otros. Los mismos autores consideran que, teniendo en cuenta el plano general de distribucin de los recintos y la informacin aportada por las excavaciones 2 , es posible observar que el montculo mayor, las plataformas, los recintos C y A integran lo que se puede considerar un rea ceremonial. Esto significa que ms de la mitad de las estructuras tuvo una finalidad ntimamente vinculada con la esfera ritual. Sobre la base de un modelo jerrquico se asume que la pequea poblacin local estaba sumamente organizada y dedicada a actividades ceremoniales para el servicio de otros grupos, constituyndose dentro de una escala ms amplia, verdaderos centros ceremoniales. La secuencia local de ocupacin se extiende aproximadamente desde el 200 d.C. al 500 d.C. (Nez Regueiro 1971, 1998) y se considera que constituyen los centros clticos de Condorhuasi (denominados Condorhuasi-Alamito). Estos grupos desarrollaron una tecnologa en el tallado de la piedra aplicada a fuentes, recipientes, tallas cefalomorfas, entre otras. Muchos de l os el ementos de compl ej a elaboracin, como las esculturas lticas y los artefactos de metal pudieron haber sido producidos por artesanos estrechamente ligados al culto y distribuidos entre otras poblaciones. Este mecanismo explicara la amplia distribucin de muchos objetos cuya semejanza estilstica y complejidad tecnolgica estaran indicando que son el producto de una produccin artesanal altamente especializada (Tartusi y Nez Regueiro 1993; Nez Regueiro 1998). En suma, todo esto nos demuestra el importante rol que jugaron estos sitios en la cimentacin de la creciente complejidad caracterstica de las sociedades del Formativo del Noroeste Argentino. La obra La obra pblica ejecutada consisti en la ampliacin de una antigua huella de camino que rodeaba a los sitios arqueolgicos sin afectar su trazado e integridad, y en la apertura de nuevos tramos de ste para construir la ruta turstica (Figura 2). En consecuencia, debido a estas acciones muchas de las estructuras que componen diferentes sitios con patrn Alamito fueron arrasadas. El grado de destruccin que sufrieron las estructuras fue variable y slo fue posible identificar con seguridad los sitios E (2), F (2) y H (2) (Figura 1). Debido a la accin de la topadora utilizada para la apertura de los caminos, se cortaron estructuras por la mitad y otras desaparecieron completamente (Figuras 3 y 4). Ms an, en un caso en particular (recinto C o cobertizo) se construy un contrapiso de cemento que sirvi de base para la instalacin de una casilla (Figura 5). Las estructuras que forman parte de los sitios patrn Alamito se presentan en el Mara Soledad Gianfrancisco - Patrimonio e identidad en Aconquija... 62 terreno actual como montculos fcilmente visibles que al formar el anillo dejan una hondonada en el centro. Dentro del conjunto de estructuras, las que ms se destacan son las plataformas ceremoniales por estar cubiertas de rocas; y el montculo mayor debido a sus dimensiones. Durante el trabajo de campo se pudo comprobar que cualquier persona situada a una di stanci a de hasta 100 m pod a observar claramente la disposicin radial de l as construcci ones arqueol gi cas, asumiendo entonces que en ese sector existi una intencin de construir un espacio Figura 3. Posicin original de plataforma 2 y montculo mayor. Figura 4. Ubicacin original de cobertizo y montculo mayor La Zaranda de Ideas 6: 57-70 (2010) 63 extraordinario. Con esto queremos sealar la imposibilidad por parte de quienes dirigan las maquinarias para la ampliacin de la ruta de que no haya visualizado e identificado en su camino una construccin de estas caractersticas. En algunos tramos de la construccin del camino se arras con parte del muro de contenci n y pl ataformas ceremoniales, ambos construidos con piedras de gran tamao que conforman una barrera slida de acentuada visibilidad. A esta situacin se le debe sumar la calidad realmente baja que presenta la obra ejecutada. Por un lado, el pavimento colocado no supera los tres centmetros de profundidad, luego el sistema de desage est incompleto y finalmente los perfiles que quedaron expuestos representan un peligro potencial para pobladores y turistas que transiten por la zona. El perjuicio de este ltimo caso se acenta durante los meses de verano en los cuales se producen tormentas torrenciales que ocasionan el lavado de los perfiles de textura franco-arenosa, friables y en ocasiones alternados con bloques de piedra que provocan desprendimientos y eventuales derrumbes. Sobre el origen del problema Entre las acciones que se llevaron a cabo en el sitio hubo una omisin que gener muchas preguntas y preocupaciones. Bsicamente esta consisti en negar sistemticamente la presencia de los sitios arqueolgicos aledaos a la ruta turstica. En ningn tramo del camino se colocaron indicaciones como cartelera, sealizacin, planos de los sitios y/o croquis de ubicacin que expliquen al visitante las caractersticas y el valor de los mismos. Ahora bien es posible que las autoridades de la zona no conozcan acerca de su existencia? Nosotros pensamos que no, debido a que somos testigos de que al menos parte de la comunidad conoce la ubicacin de estos sitios 3 . Por otro lado, en cada viaje de campaa que realizamos a la zona desde el ao 2001 conversamos con autoridades de la polica y la municipalidad a fin de informar de nuestras actividades de prospeccin y excavacin en el rea. Entonces nos preguntamos qu llev a que las autoridades de la Municipalidad de Aconquija disearan un circuito turstico dentro de un Figura 5. Contrapiso de cemento construido sobre habitacin tipo B Mara Soledad Gianfrancisco - Patrimonio e identidad en Aconquija... 64 yacimiento arqueolgico sin protegerlo? Ser que ignoran la importancia a nivel cientfico y cultural que ste posee? Ser que no lo han incorporado a su realidad porque no sienten que forma parte de su identidad como pueblo? Nosotros consideramos que los factores que intervienen en casos como ste obedecen a mltiples causas como ser las que describimos a continuacin. (1) Hermetismo acadmico Para comenzar deberamos efectuar un cuestionamiento, a modo de mea culpa, sobre nuestro rol como arquelogos e investigadores en la sociedad, ya que en muchos casos es notable nuestra falta de involucramiento con las comunidades en las cules trabajamos. En general esto tiene mucho que ver con el rumbo histrico-cultural y con el enfoque positivista que caracteriz a la arqueologa de la dcada del `60 en donde se deba dejar de lado la influencia del contexto social en el desarrollo de la arqueologa, olvidando las implicancias sociales de la misma (Binford 1962). Posteriormente esto fue cambiando en virtud de los planteamientos de la arqueologa feminista, indigenista y marxista en sus distintas corrientes (por ejemplo Sanoja y Vargas 1974; Bartra 1975; Bate 1978; Montan 1980; Lumbreras 1981; Sanoja 1984; Hodder 1988; Patterson 1994; Portugal Loaysa 1997; Avils 1997; entre otros). Estas ltimas corrientes llevaron a un proceso de autoreflexin y una toma de conciencia sobre el compromiso social del arquelogo, es decir, la necesidad de tomar una posicin frente a determinados procesos sociales. En muchos casos nuestra preocupacin ha sido estudiar al otro del pasado y no as al otro del presente con el cual el arquelogo interacta cotidianamente (Ayala 2003). Nos preocupamos por desarrollar esta disciplina con rigor cientfico pero terminamos quedando atrapados en un hermetismo absoluto que no nos permite divulgar a la sociedad los conocimientos producidos en nuestras investigaciones. Esto se debe -en gran parte- al producto del perfil de investigacin desarrollado y aplicado por el CONICET donde los temas de transferencia no ocupan la agenda que deben ocupar. Por lo tanto si nuestra intencin es generar una conciencia real por parte del ciudadano comn de respetar y proteger el patrimonio cultural, entonces debemos establecer una va de comunicacin prctica y real que nos devuelva el resultado de nuestras investigaciones, de manera que la comunidad cuente con fundamentos concretos a la hora de conservar y defender su patrimonio. (2) Subvaloracin cultural Esta actitud de indiferencia tambin se percibe en la propia comunidad de Aconquija que rodea los yacimientos arqueolgicos. All no parece haber races ni reemplazo poblacional. El aculturamiento histrico muy probablemente estimul al olvido y la indiferencia. Los datos histricos nos revelan que, luego de la temprana ocupacin del rea por parte de los grupos Condorhuasi-Alamito, en el siglo XVI la poblacin indgena estaba formada por los indios Aconquijas al noroeste y por los Mallengues al sur y sudoeste. A partir de 1560 se entrega Aconquija a distintos encomenderos, en 1611 llegan los jesuitas con su obra evangelizadora y a fines del siglo XVII Aconquija es donada a stos hasta su expulsin en 1773 (Guzmn 1985). Cuando se produce el Gran Alzamiento Calchaqu en 1630, los indios Aconquijas y Mallengues se pliegan inmediatamente a la revuelta siendo derrotados en dos oportunidades. Luego de esto se los desterr, trasladndolos a los llanos tucumanos; Aconquija queda despoblada. Con el tiempo algunas familias vuelven a poblar su antigua tierra, se entregan nuevas encomiendas y el pueblo de La Zaranda de Ideas 6: 57-70 (2010) 65 indios se transforma en estancias de espaoles (Guzmn 1985). Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas se saca a remate Aconquija que es adquirida en 1844 (desde el Arroyo del Lindero hasta Ro Potrero) por Manuel Jos Navarro quien se desempeaba como gobernador de la provincia de Catamarca. Navarro no se interesa por esta adquisicin y la hereda su hijo, el General Octaviano Navarro. Este militar y poltico logra activar la abatida economa local y para fines del siglo XIX convierte a su estancia (Estancia de Suncho) en una factora y emprendimiento agrcola ganadero regional pujante (Crdoba Navarro 1999). Es as como los ncleos de poblaciones nativas y mestizas de Aconquija se agrupan por familias en los puestos de hacienda de lechar y fundamentalmente alrededor del casco principal de la estancia de Navarro. Sin embargo, hubo un grupo poblacional relativamente disperso, descendiente de los indios Aconquijas y Mallengues. Estas familias y sus tierras han ocupado y ocupan actualmente con pequeos y medianos latifundios, la regin sur del actual distrito. Vale destacar finalmente que con la llegada del ferrocarril, la economa de la poblacin de Aconquija se ve perjudicada, quedando marginada del progreso por estar situada en un rincn montaoso perifrico a este medio de transporte (Guzmn 1985). Hoy el distrito de Aconquija es conocido coloquialmente como Las Estancias y constituye una villa turstica de pobladores de la Provincia de Tucumn y Catamarca que poseen residencias de veraneo y de fin de semana. El cultivo de tubrculos y la cra de ganado vacuno tienen un lugar destacado en la economa local. Ahora bien, los datos histricos que expusimos sealan que la actual comunidad de Aconquija no posee lazos histricos o genticos con las sociedades que se establecieron a comienzos de la era en Campo de Pucar. Entonces ser por esto que la comunidad no incorpor en su imaginario a las ruinas de los sitios Alamito como propias? Creemos que no, pues el pasado puede ser entendido como una dimensin permanente de la conciencia humana, un componente obligado de las instituciones, valores y dems elementos constitutivos de la sociedad humana (Hobsbawn 1998). Sin embargo, esta situacin de desconexin cultural plantea inconvenientes al retrotraerse temporalmente e influye directamente en la actual significacin del patrimonio arqueolgico y construccin identitaria. Esto no quiere decir que esta poblacin no considere que tenga una raigambre indgena, sino que la existencia material de un pasado que se encuentra inmediato en el paisaje y, por lo tanto, presente no ha sido valorada y resignificada para ser entendida como parte de su patrimonio cultural. Esto mismo genera actitudes hacia el patrimonio cultural que poco tiene que ver con su proteccin y conservacin. Por otro lado, esta situacin tambin es responsabilidad de la falta de contacto de los arquelogos que vienen trabajando en el rea desde 1950 y la poblacin residente. Al respecto, la historia de la arqueologa entrega algunos antecedentes que ayudan a comprender este conflicto, ya que muchos de los sitios arqueolgicos de esta zona fueron excavados usando tcnicas de excavacin muy destructivas, quedando los sitios arqueolgicos sin tapar con el riesgo que esto implica para su conservacin. Por otro lado, se mantuvieron relaciones distantes con las comunidades, relacin que hasta hace diez aos atrs slo estaba signada por la contratacin de mano de obra de pobladores locales para la ejecucin de las actividades de excavacin. Se consideraba a la poblacin como un elemento ms del paisaje, pasivo, con quienes los arquelogos no tenan relacin de ningn tipo fuera de la contractual. stas y otras situaciones pudieron incidir en la imagen negativa que tienen los pobladores de los arquelogos y que actualmente ha planteado una serie de cuestionamientos al quehacer arqueolgico. Mara Soledad Gianfrancisco - Patrimonio e identidad en Aconquija... 66 sto forma parte de una historia de desencuentros que en los ltimos aos ha comenzado a revertirse a travs del desarrollo de diferentes lneas de accin para tratar de subsanar el distanciamiento entre comunidades e investigadores. Con miras a establecer vnculos ms fluidos entre los habitantes y los investigadores se dictaron charlas en las escuelas de la zona y se realiz la visita al domicilio de cada uno de los propietarios de las tierras en la cuales se emplazan los sitios para comentarles sobre el desarrollo de nuestras actividades acercndoles bibliografa al respecto ya que consideramos que es de vital importancia difundir el conocimiento cientfico acumulado hasta el momento dando a conocer y validando ante la comunidad la labor realizada por arquelogos. Es nuestro objetivo lograr una labor conjunta en favor del estudio, manejo, preservacin y conservacin del patrimonio cultural, a pesar de tener un largo camino por recorrer. (3) Desigualdad econmica y negligencia poltica Los datos histricos del apartado anterior exhiben en forma clara el crecimiento que tuvo Aconquija desde mediados del siglo XIX hasta la llegada del ferrocarril, que los sumi en un estancamiento econmico. Es por esto que en pueblos en los que el presente est signado por la escasez material y de oportunidades, el fomento y desarrollo de la actividad turstica resulta importante ya que se le asigna (como elemento de manifestaciones culturales) la calidad de motor de desarrollo econmico. Actualmente el Distrito de Aconquija no forma parte de ninguno de los circuitos tursticos que promociona la provincia y su nico atractivo cultural divulgado, conocido y visitado es el Pucar de Aconquija, construccin de filiacin Inca situada en el ngulo SE de la planicie de Campo del Pucar. Debido a la falta de oferta turstica que posee la zona, los dirigentes del lugar impulsaron el desarrollo de esta obra con el fin de atraer a un mayor nmero de visitantes. Sin embargo, est claro que la perspectiva desarrollista y renovadora, que subyace en los modos de hacer poltica, lleva a que se viva una carrera vertiginosa por inaugurar obras con su nombre sin medir el impacto destructivo. Este hecho destruye el patrimonio en pos de los beneficios econmico- polticos a corto plazo. Esta situacin es, entre otras cosas, producto de la ausencia de polticas de estado con respecto al patrimonio cultural- arqueolgico.
Con el objetivo de revertir esta situacin que padece la Provincia de Catamarca en general se ha llevado a cabo un proyecto de Turismo Eco-Cultural para la Provincia de Catamarca, en el que no slo se habla de convertir al turismo en una actividad sustentable, sino que se hace referencia al turismo ecolgico y turismo cultural como concrecin de esa sustentabilidad. En el caso de la provincia de Catamarca, tal decisin poltica qued plasmada en las bases del Plan Estratgico Consensuado (1996) en el que se llevo a cabo un proyecto tendiente a Promover al desarrollo turstico de la provincia, quebrando la marcada estacionalidad actual y adaptar la oferta a las nuevas tendencias y modalidades segn los segmentos. Dentro de este marco se incluye especficamente la Puesta en valor de atractivos tursticos con orientacin cultural, especialmente ruinas arqueolgicas, para ser incorporados a los circuitos provinciales (Ratto 2002: punto 3.t.2.3.). En este sentido, la provincia de Catamarca cuenta con l a ej ecuci n del Proyecto Rel evamiento y diagnsti co del patrimoni o arqueolgico de la provincia de Catamarca (C.F.I Exp.3947 Experta Norma Ratto), siendo la Direccin de Antropologa de Catamarca la contraparte y contralor provincial. El proyecto apunt a la creacin de una base emprica para reflejar el estado en que se encuentran doce si ti os arqueol gi cos previ amente seleccionados, ya sea en cuanto a su estado de conservacin, tenencia de la tierra y variables ecotopogrficas que describieran el ambiente La Zaranda de Ideas 6: 57-70 (2010) 67 en sus esferas cultural y natural (Ratto 2000, 2002), entre los que se encuentran los Sitios Alamito. Sin embargo, en la localidad de Aconquija esto ha sido prcticamente ignorado al momento de ejecucin de la obra ya que en ningn momento se ha contemplado la ejecucin de un Plan de Manejo para los sitios arqueolgicos, tanto en sus aspectos de conservacin, vas de acceso, informacin turstica, proteccin y monitoreo, entre otros aspectos necesarios. De esta manera, la negligencia poltica ha sido un factor determinante en la falta de proteccin y conservacin de los sitios arqueolgicos. Si bien creemos que es hora de dejar de considerar al patrimonio cultural-arqueolgico como un smbolo cultural esttico y empezar a concebirlo como recurso con valor cultural, econmico y educativo, tenemos que cuidar que esta explosin polivalente no termine destruyndolo, sino por el contrario- que sirva para lograr una resignificacin de los elementos patrimoniales que promuevan la proteccin. sta debe involucrar a los turistas y residentes de la zona, manejando cuidadosamente la seguridad que se les brinda. Como expusimos en un principio, en Campo de Pucar, la destruccin del patrimonio no slo se produce debido a la ejecucin de obras, sino tambin por la actividad de huaqueo efectuada por los propietarios de las tierras y por lugareos en busca de piezas atractivas para vender. Por lo dicho hasta aqu, consideramos que es la combinacin de estos cuatro factores, a saber, hermetismo acadmico, desigualdad econmica, negligencia poltica y subvaloracin cultural, lo que afecta directa e irreversiblemente la integridad del patrimonio cultural-arqueolgico de este lugar. Al mismo tiempo creemos que es posible revertir esta situacin con un resultado positivo, evaluando y modificando desde nuestro lugar de investigadores comprometidos en la defensa, proteccin y conservacin del patrimonio, la mayor cantidad posible de factores. El t r abaj o c on l a c omuni dad: Concientizacin y accin Las personas que integran la comunidad de Aconquija no tienen una posicin definida respecto a su identidad, por lo tanto hemos pl anteado l l evar a cabo un trabaj o de concientizacin con los distintos grupos que componen la comunidad. Para esto estamos desarrollando un plan de educacin patrimonial en varias etapas. Partiendo del concepto de patrimonio esperamos que la comunidad pueda formular una identidad, esto es, con qu elementos se identifican/diferencian, generando as un sentido de pertenencia/exclusin social. Plantear la problemtica patrimonial que genera la actividad turstica y agrcola puede generar contradicciones y tensiones, es por esto que nos parece fundamental en una primera etapa de trabajo realizar conversaciones abiertas con docentes, ex-funcionarios, funcionarios actuales y pobladores en general. Con esto esperamos generar un primer acercamiento con la comunidad, en su totalidad, comentndoles sobre nuestra labor e intentando comprometerlos a participar de charlas relacionadas a nuestras investigaciones. De esta manera, creemos que les brindaremos el conocimiento que nosotros y otros investigadores hemos adquirido sobre el desarrollo socio-cultural que tuvo lugar en Campo de Pucar. En una segunda etapa de trabajo pensamos disear un taller donde abordaremos temas relacionados con el patrimonio, su importancia y conservacin. Este taller persigue el objetivo de crear un espacio de dilogo y discusin constructiva promoviendo la elaboracin de nuevos significados patrimoniales mediante los cuales los participantes puedan ir descubriendo la capacidad simblica del patrimonio para representar identidades. A partir de estas primeras reflexiones comenzaremos a trabajar en la conceptualizacin sobre patrimonio, a travs de diversas actividades como interpretacin de mapas de los sitios, demostraciones sobre el Mara Soledad Gianfrancisco - Patrimonio e identidad en Aconquija... 68 estado de conservacin de lo que se encuentran y sus factores de deterioro, el estado actual de nuestra investigacin, agendas, etctera. La intencin es generar inters y compromiso en los participantes de modo que sean capaces de demandar polticas de conservacin preventiva a los miembros del Estado. Tambin creemos que en esta instancia es oportuno tratar la cuestin de la propiedad del patrimonio y los conflictos en torno a quines pueden o tienen derecho de investigarlo, usufructuarlo o explotarlo econmicamente. Sabemos que gran parte de la poblacin desconfa de nuestro trabajo, temiendo que nos llevemos los bienes patrimoniales rescatados. Es por esto que creemos es muy importante explicar cmo trabaja un arquelogo, por qu es importante conservar el contexto de hallazgo, cmo se pierde informacin cuando las piezas son extradas en actividades clandestinas, entre otros temas. A travs de estos talleres esperamos que la comunidad en general, y las autoridades en particular, comprendan que si bien el patrimonio arqueolgico puede ser considerado como un recurso econmico y ser explotado como tal, es importante conservarlo dado que de esta manera protegen la propia historia de su pueblo. Esto va a permitir materializar esta resignificacin del patrimonio. Hay que acercar lo lejano, y movilizar lo esttico. Para ello es necesario trabajar en la recuperacin histrica del patrimonio, que le otorgue vida y sentido ante la sociedad, y que le permita ser incorporado al proceso de socializacin de la poblacin. Otra rea que desarrollaremos es el trabajo conjunto con los docentes de nivel primario y secundario, ya que nos parece sumamente importante que se difunda adecuadamente el conocimiento sobre el patrimonio local y regional y la importancia de su conservacin y proteccin. Creemos que este es muy importante dado que, histricamente, a nivel nacional, los manuales escolares poseen escasa informacin sobre la diversidad cultural argentina, arrastrando consigo la destruccin de numerosos referentes significativos. Para esto estamos elaborando cuadernillos con informacin, geogrfica, ambiental y arqueolgica de Campo de Pucar para que sean incorporado por los docentes en sus clases. El objetivo ltimo que perseguimos a travs de nuestra intervencin es llegar a constituir desde un marco interinstitucional (municipalidades, universidades e instituciones varias) una organizacin reflexiva y ampliamente participativa de todos los actores sociales que componen la comunidad de Aconquija a los efectos de llevar a cabo un diagnstico de las relaciones sociales, econmicas y ambientales de la comunidad y su rea de influencia. El objetivo es contar con datos bsicos sobre los recursos potenciales existentes, su estado de conservacin y las ventajas y amenazas implicadas en su manejo para el desarrollo futuro de esta comunidad. A partir de esto esperamos poder crear comisiones consultivas para planificar los objetivos o propsitos de desarrollo vinculados a las potencialidades destacadas previamente. CONSIDERACIONES FINALES En este artculo reflexionamos sobre los factores que han llevado a la destruccin del patrimonio cultural arqueolgico de Aconquija. A su vez, hemos esbozado un plan de educacin patrimonial con el objetivo de generar espacios de discusin y dilogo para analizar las consecuencias que puede traer para la identidad y la memoria local la falta de valoracin y proteccin del patrimonio cultural. Para que esto realmente ocurra tenemos que dejar de circunscribirnos a un trabajo acadmico en gabinetes y aulas universitarias. Debemos comprometernos a trabajar con la sociedad en general y con la poblacin local de cada rea La Zaranda de Ideas 6: 57-70 (2010) 69 de investigacin en particular. De nada nos sirve producir conocimiento slo para que sea trasmitido en congresos y revistas de divulgacin cientfica, esto simplemente conduce a una falta de conciencia real sobre la importancia del respeto que se debe tener hacia el patrimonio cultural. En el ao 1984 se promulg la ley N 4218, esta es la ley de proteccin del patrimonio arqueolgico y antropolgico de la Provincia de Catamarca. Posteriormente, en el ao 2003 se sancion la Ley de Proteccin del Patrimonio Arqueolgico y Paleontolgico 25.743, que contempla no slo el registro oficial de yacimientos arqueolgicos y paleontolgicos, sino tambin el registro oficial de colecciones u objetos arqueolgicos. Entonces, existe un marco legal de proteccin que no se aplica. Es hora de que nos ocupemos de aquello que tanto nos motiva a trabajar. Recibido mayo 2010 Aceptado julio 2010 AGRADECIMIENTOS Quisiera agradecer profundamente a M. Cecilia Castellanos, Soledad Ibez, Jos C. Dlugosz, Alejandro Richard, Fernando Villar, Luis Monti y Jos Coronel por acompaarme en los trabajos de campo efectuados en Alamito. NOTAS 1- Utilizamos el trmino Formativo siguiendo el esquema de periodizacin para el NOA utilizado por Tartusi y Nez Regueiro 1993, equivalente al Temprano propuesto por Gonzlez (1955). 2- Para una comprensin ms acabada del tema consultar Nez Regueiro 1998. 3- Los mismos pobladores nos acercan las piezas arqueolgicas que extraen en actividades de huaqueo (de hecho varias personas poseen colecciones privadas excepcionales). En esta direccin vale destacar que algunos individuos nos cuentan de cmo se venden piezas por bolsas de azcar a coleccionistas privados, otros nos relatan historias de las primeras excavaciones efectuadas en la zona y de cuando Don Nez Regueiro los contrataba como peones. Tambin estn los propietarios de las tierras en las que se emplaza el yacimiento que en algunos casos nos han prohibido (y an nos prohben) excavar dado que conocen la importancia de dichos sitios y temen que nuestra intervencin les signifique un impedimento para seguir cultivando. 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Actualmente se desempea como Becaria Doctoral de CONICET, investigando sobre la organizacin y uso del espacio en Campo de Pucar (Departamento de Andalgal, Catamarca). Miembro fundadora del grupo de Investigaciones Transpersonales y Antropologa de la Conciencia. 71 LOS NENES CON LOS NENES, LAS NENAS CON LAS NENAS: RELACIONES DE GNERO EN EL ARTE RUPESTRE DEL SITIO LOS CERRILLOS, VALLE CALCHAQU NORTE (PCIA. DE SALTA, ARGENTINA) Ezequiel Gilardenghi* RESUMEN De un tiempo a esta parte, los estudios de gnero en arqueologa han tomado relevancia dentro de la arqueologa mundial (ver Gero y Conkey 1991; Brumfield 1996; Escoriza Mateu 2002; entre otros). En nuestro pas, sin embargo, este tpico ha sido prcticamente inexplorado. Este trabajo propone analizar la manera en que fueron representadas las relaciones de gnero en un sitio del Valle Calchaqu Norte durante el Perodo Tardo -900/1470 DC- (Tarrag 1974). Partiendo del estudio de los grabados rupestres del sitio Los Cerrillos y tomando como objeto de anlisis slo las representaciones antropomorfas presentes, se avanzar en el conocimiento acerca de cmo eran producidas y reproducidas las relaciones de gnero a travs de la narrativa manifiesta en el arte rupestre de Los Cerrillos. Del anlisis realizado se concluye que las representaciones de las figuras femeninas y masculinas son cuantitativamente diferentes, representando esto un discurso explcito en donde se resaltan las diferencias sociales de cada gnero. Palabras clave: Gnero - Arte rupestre - Grabados - Perodo Desarrollos Regionales - Discurso ABSTRACT In the last decades, gender archaeology has gained increasing importance in world archaeology (see Gero and Conkey 1991; Brumfield 1996; Escoriza Mateu 2002; among others). Nonetheless, in our country this topic has been scarcely explored. In this paper, I seek to analyze the way gender relations were represented in a particular site of the Northern Calchaqui Valley during the Late Period -900/1470 DC- (Tarrag 1974). Through the study of the petroglyphs found in Los Cerrillos site, and centering in the analysis of anthropomorphic representations, I aim to explore the way gender relations were produced and reproduced through the narrative that Los Cerrillos rock art offered. I conclude that the male and female representations are quantitatively different, expressing an explicit discourse through which gender differences were highlighted. Key words: Gender - Rock art - Petroglyphs - Regional Developments Period - Discourse * DIPA, IMHICIHU - bubalev@hotmail.com Ezequiel, Gilardenghi. 2010. Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas: relaciones de gnero en el arte rupestre del sitio Los Cerrillos, Valle Calchaqui Norte (Pcia. de Salta, Argentina). La Zaranda de Ideas. Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa 4:71-89. Buenos Aires. Ezequiel Gilardenghi - Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas... 72 INTRODUCCIN En este trabajo se evaluarn las formas en que fueron plasmadas las relaciones de gnero en el arte rupestre del sitio Los Cerrillos ubicado en el Valle Calchaqu Norte (VCN de ahora en adelante), provincia de Salta, durante el perodo caracterizado como Tardo -900/1470 DC- (Tarrag 1974). Con este objetivo se analizarn las representaciones antropomorfas presentes en los petroglifos del sitio en cuestin y se examinar cmo fueron representados los distintos gneros dentro del mismo. Para ello, se buscar identificar rasgos de gnero que permitan caracterizar las representaciones antropomorfas dentro de Los Cerrillos. Esperamos que en un futuro sta caracterizacin propuesta pueda hacerse extensiva y/o compararse con otros sitios de la regin para avanzar en el conocimiento de las relaciones de gnero en el Valle Calchaqu Norte. El siguiente trabajo representa un acercamiento preliminar, por lo que, si bien se presentarn algunas conclusiones, no se pretende dar por finalizada la discusin del tema en cuestin sino comenzar a indagar en ciertos aspectos y actores del pasado que no fueron tomados en cuenta por la arqueologa argentina.
En los ltimos aos los estudios de gnero han tenido un fuerte desarrollo dentro de la arqueologa en cuanto a cantidad de trabajos realizados (Gero y Conkey 1991; Brumfield 1996; Diaz Andreu y Sorensen 1998; Escoriza Mateu 2002; Lazzari 2003; entre otros). A pesar de ello, en nuestro pas no ha sucedido lo mismo salvo contadas excepciones (Azcarate 2000; Scattolin 2002; Velandia 2005). Por otro lado, los trabajos que estudian las relaciones de gnero suelen criticar el sesgo androcntrico de la arqueologa que focaliza en las experiencias y logros de los hombres, olvidando de esta manera las contribuciones de las mujeres en la vida social de un grupo (Voss 2006). As, uno de los puntos primordiales en la agenda de la arqueologa de gnero es encontrar a las mujeres en el registro arqueolgico (Gero y Conkey 1991). Sin embargo, este tem fundamental resulta, en muchos casos, en un excesivo nfasis en la presencia de la mujer, olvidando as la participacin y existencia de los hombres en el pasado, y reproduciendo de esta manera los mismos criterios que son criticados. De esta forma vuelven a obviarse actores importantes en la constitucin de las relaciones que se presentan en las poblaciones prehistricas quedando nuevamente sesgado el conocimiento producido. A lo largo de este estudio se desarrollar una visin en donde prime la importancia de las relaciones entre los gneros antes que el acento en los hombres o mujeres, lo que permitir avanzar en la comprensin de cmo fueron conformadas y reproducidas esas relaciones dentro del entramado social. EL SITIO LOS CERRILLOS El sitio estudiado se encuentra dentro del VCN, el cual se extiende aproximadamente 160 km desde el poblado Puerta de la Paya hasta el Abra del Acay, desde donde se accede a una regin fitogeogrfica diferente: Puna. Los Cerrillos se ubica 15 km al norte de la localidad de Cachi (Figura 1) y consta de una cadena longitudinal de cerros de baja altura que se extiende a lo largo de 8 km. Esta formacin rocosa se ve atravesada en ciertos sectores por cerritos islas de menor tamao que la cortan transversalmente pertenecientes a la misma formacin geolgica. En la mayora de estos cerros islas se encuentran representaciones rupestres de distinta ndole: figuras esquemticas (lneas, zigzag, chevrones, guardas, crculos, esprales, etc.), zoomorfas (en su mayora camlidos con y sin lazos y posibles huellas de aves), y representaciones antropomorfas, las cuales en ciertos casos se hallan asociadas a figuras zoomorfas en representaciones de escenas y/o compartiendo un mismo soporte e incluso un mismo panel. La Zaranda de Ideas 6: 71-89 (2010) 73 En cuanto a las tcnicas utilizadas en la ejecucin del arte rupestre slo se han encontrado grabados; esto se repite en toda la extensin del VCN pero no as en el Valle Calchaqu Sur donde han sido halladas grandes cantidades de pinturas (Ledesma 2005). La nica excepcin al predominio de la tcnica de grabado en el sitio Los Cerrillos est representada por un grabado en forma de crculo con restos apenas visibles de lo que podra llegar a ser pigmento rojo. Es posible que sto se deba a que los sitios con arte rupestre del VCN -entre ellos Los Cerrillos- se encuentran a cielo abierto, expuestos a las inclemencias climticas y, por lo tanto, a la prdida de material pigmentario, a diferencia de los sitios del Valle Calchaqu Sur que se hallan en abrigos rocosos y cuevas. Es de destacar la ubicacin del sitio Los Cerrillos ya que ste se encuentra en un espacio estratgico clave para la regin. En esta porcin el valle se empieza a ensanchar notablemente y el sitio se convierte en paso obligado para llegar a uno de los lugares arqueolgicos ms importantes de esta zona como lo es el sitio Figura 1. Mapa del Valle Calchaqu Norte, el rectngulo indica la ubicacin del sitio Los Cerrillos. Ezequiel Gilardenghi - Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas... 74 incaico de Potrero de Payogasta, as como al sitio de Cortaderas, tambin de filiacin incaica (Acuto 1999). Si bien los incas han pasado por esta ruta, como lo indica en Los Cerrillos la presencia de una plataforma en donde se han hallado restos de cuentas y cermica inca provincial, no se han encontrado representaciones rupestres que remitan a esta sociedad. Otro rasgo importante de Los Cerrillos es su posicionamiento en la interseccin de tres ros: Potrero, Blanco y Calchaqu. Esto podra dotar al sitio de una importancia simblica particular ya que dentro del pensamiento andino los lugares con caractersticas geogrfico-espaciales diferenciales conocidos como Taypi representan parte fundamental de la cosmogona. En cuanto a la cultura material hallada en el sitio -adems del arte en s mismo-, se pueden mencionar apenas algunos pocos fragmentos cermicos muy erosionados hallados en superficie. Respecto de la relacin de Los Cerrillos con otros sitios de la regin -con arte y de habitacin-, es de destacar la ubicacin del mismo ya que se encuentra a 4,5 km del sitio de habitacin ms cercano -un poblado Tardo conglomerado llamado Buena Vista- y a 6 km de El Diablo, un sitio con arte no estudiado hasta el momento. Es posible sostener que Los Cerrillos se encuentra alejado de otros sitios de la zona desde los cuales se trasladaron los individuos de los poblados de la regin para grabar los soportes disponibles. Esto es importante ya que, a simple vista, Los Cerrillos no participaba de una esfera social de cotidianeidad durante el Perodo Tardo sino que el traslado de la gente y los implementos necesarios para realizar los grabados fue un acto con una carga per se que podra haber implicado cuestiones simblicas que exceden el propsito de la actual investigacin. El resto de los sitios con arte rupestre de la regin han sido prospectados en su totalidad hallando similitudes con Los Cerrillos. Dichos parecidos responden a los tipos de motivos representados, la forma de caracterizacin de la figura humana y el emplazamiento de los sitios. Si bien no se han realizado estudios especficos del tema, es posible aseverar que no existen patrones particulares que relacionen la ubicacin de los sitios, los motivos hallados en ellos y la representacin de mayor o menor cantidad de figuras femeninas o masculinas. TIEMPO AL TIEMPO: CRONOLOGA EN EL SITIO LOS CERRILLOS La cronologa del sitio es un tema complejo en s mismo por varios motivos: 1) Como se dijo en el apartado anterior el sitio no cuenta con material pigmentario plausible de ser fechado por el mtodo radiocarbnico 1 . 2) Tampoco se han realizado excavaciones en Los Cerrillos, por lo cual no se han podido registrar hallazgos contextuales que ayuden a ubicar cronolgicamente a los grabados. Si bien se han hallado fragmentos cermicos en superficie, stos presentan un alto grado de erosin que impidi realizar su caracterizacin cronolgica. Ms all de stos fragmentos cermicos no se han hallado en superficie otros restos significativos de cultura material que puedan brindar alguna pista acerca de la temporalidad del sitio. 3) En lo que respecta a la arquitectura, se realiz el hallazgo de una plataforma semicircular con piedras acomodadas y algunas estructuras circulares con un grado muy bajo de visibilidad. En la plataforma semicircular se encontraron fragmentos de cermica inca muy erosionada y dos cuentas de un material todava no determinado. Los restos cermicos hallados en superficie permitieron adscribir dicha estructura a momentos incaicos. En cuanto a las estructuras circulares, fueron halladas 4 localizadas a 600 m aproximadamente de los cerros islas analizados. Los restos visibles en superficie son muy escasos y consisten en rocas acomodadas con un patrn circular, sin acompaamiento de cultura material de otro tipo (cermica, material ltico, La Zaranda de Ideas 6: 71-89 (2010) 75 etc.) en asociacin que posibilitara ubicar cronolgicamente las estructuras. La ni ca posi bi l i dad de adscri bi r cronolgicamente los grabados del sitio Los Cerrillos es a travs del anlisis de las similitudes estilsticas con el arte rupestre de otras regiones del Noroeste Argentino ya trabajadas por otros autores y que han sentado una base en la interpretacin cronolgica del arte rupestre del NOA. Adems hemos realizado una comparacin estilstica con los trabajos de Lanza (1996a y b) realizados sobre los bloques con petroglifos depositados en el Museo Arqueolgico de Cachi Po Pablo Daz, tema que retomaremos a continuacin. Por todo lo dicho en los prrafos anteriores, en este trabajo se realizarn las interpretaciones correspondientes a partir de una cronologa de grano grueso. En investigaciones ulteriores se espera poder aclarar ste panorama realizando excavaciones en el sitio Los Cerrillos y en otros sitios con arte rupestre de la regin. La comparacin regional del arte rupestre del sitio Los Cerrillos se realiz utilizando la caracterizacin propuesta por Lorandi (1966), obtenindose como resultado que gran parte del arte rupestre del sitio coincide con el Estilo II propuesto por la autora. El Estilo II se caracteriza por elementos geomtricos -curvilneos en especial-, huellas de ave, figuras de and, cruz de contorno curvilneo y figuras humanas esquemticas simples que a veces portan objetos en sus manos as como figuras humanas relacionadas con figuras zoomorfas (Lorandi 1966). Adems de estas coincidencias estilsticas es relevante destacar el hecho de que el tipo de sitio donde se realiza este estudio concuerda con la descripcin de la autora de los sitios tpicos de este perodo donde el Estilo II adquiere mxima expresin. Estos sitios tienen la caracterstica de ser campos de petroglifos que poseen grandes bloques de roca grabados (Lorandi 1966). Tambin se han hallado en el sitio Los Cerrillos ciertos motivos que pueden adscribirse al Estilo IV de Lorandi; caracterizado por la presencia de escudos, figuras humanas complejas vestidas o portando armas y bastones de mando y figuras ornitomorfas. Cronolgicamente los Estilos II y IV se ubican en el momento de Desarrollos Regionales Temprano y Tardo/Pre-Inca respectivamente (Lorandi 1966). Siguiendo este esquema el arte del sitio Los Cerrillos puede ubicarse entre el 900 y 1470 DC, durante el Perodo Tardo (Tarrag 1974). Si bien los sitios que analiz Lorandi (1966) para realizar dicha cronologa se ubican en la provincia de Catamarca -Puerta del Corral Quemado, Campo del Ingenio y Ampajango entre otros- la autora aclara que el estilo IV posee una dispersin que abarca el departamento de Yavi en la actual provincia de Jujuy, los valles altos de Tucumn y sitios del Valle Calchaqu como Tolombn y El Carrizal en la provincia de Salta. Continuando con las comparaciones estilsticas de trabajos realizados por otros investigadores podemos destacar que las representaciones de camlidos del sitio Los Cerrillos poseen una notoria similitud con el patrn H3 definido por Aschero (2000) para los camlidos de Antofagasta de la Sierra, cuyas caractersticas ms notorias son la representacin de una sola oreja de perfil () solo dos patas diseadas () y una esquematizacin geomtrica rectilnea lineal (Aschero 2000:27) y que el autor ubica dentro del Perodo de Desarrollos Regionales. Muchos de los camlidos del sitio Los Cerrillos se hallan en los mismos soportes en que se representan las figuras antropomorfas, bajo la misma ptina y directamente asociados a ellas, lo que podra indicar una posible contemporaneidad entre los dos tipos de motivos. En forma complementaria a este anlisis se realiz la comparacin estilstica de las figuras antropomorfas de Los Cerrillos con las representaciones humanas presentes en los trabajos realizados por Lanza (1996a y b) Ezequiel Gilardenghi - Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas... 76 sobre los bloques con petroglifos depositados en el Museo Arqueolgico de Cachi. Del mismo modo, tambin se realiz la comparacin con una tableta de alucingenos que se encuentra en exhibicin en el mismo museo. Los bloques con petroglifos que hemos tomado para comparar se han hallado en superficie en sitios (La Banda 1 y 2, y Quipn) del Ro Calchaqu que cronolgicamente se ubican dentro del Perodo Tardo. Las representaciones humanas constan de figuras esquemticas simples con cuerpos lineales y extremidades en U invertida o flectadas hacia abajo. La tableta para aspirar alucingenos posee en una de sus caras una representacin humana de frente con piernas y brazos en U invertida que posee un tocado circular, dicha tableta fue hallada asociada a cermica Santamariana en estratigrafa dentro del sitio Tero excavado por Po Pablo Daz -como dicho especialista no realiz trabajos publicados sobre ste sitio nos basamos en la libretas de campo que se encuentran en el museo-. Las representaciones de stos dos soportes del Perodo de Desarrollos Regionales poseen grandes similitudes con las existentes en Los Cerrillos en cuanto a sus caractersticas formales, debido a esto podemos pensar que dicha similitud puede referir a una contemporaneidad cronolgica de estas figuras. Adems de lo dicho anteriormente, hemos utilizado otro mtodo para contextualizar cronolgicamente al sitio. En el departamento de La Poma se encuentra el sitio Campo Negro que posee bloques grabados dispersos en una explanada al pie de una cadena de cerros; en ese lugar se hall un bloque grabado con la representacin de un hombre escudo de adscripcin tarda (Aschero 2000) o Santamariana. En la misma cara de ese soporte y bajo la misma ptina -que indicara una posible contemporaneidad- se hall una representacin -denominada y reconocida por los lugareos como hombre-cndor- que se encuentra en repetidas ocasiones en el sitio Los Cerrillos en asociacin con gran cantidad de las figuras antropomorfas analizadas para este estudio (Figura 2 a y b). Para reforzar esta interpretacin se ha realizado un anlisis macroscpico de las ptinas de todos los soportes que contenan este motivo, lo que ha arrojado como resultado la posible contemporaneidad de los mismos por el tipo de ptina presente sobre el soporte. Sabemos que las comparaciones de grado de ptina deben realizarse entre soportes con la misma orientacin y cercanos entre si para evitar posibles sesgos en su interpretacin. Si bien la comparacin realizada en ste trabajo se hizo sobre dos sitios lejanos entre si geogrficamente (Campo Negro en el Dpto. de La Poma y Los Cerrillos en el Dpto. de Cachi), la gran mayora de los soportes analizados en Los Cerrillos se hallan orientados de forma similar. Adems, no hemos hallado diferencias entre las ptinas de los soportes que se hallan en los distintos cerros-islas as como tampoco entre las que existen dentro de un mismo cerro-isla pero que estn orientados diferencialmente. Queremos destacar, adems que este anlisis macroscpico no pretende ser definitivo sino solo brindar una lnea de evidencia independiente que refuerce la adscripcin cronolgica del sitio. No obstante, relativizamos el resultado de dicho anlisis por todo lo mencionado anteriormente. De esta manera, se utiliz la figura del hombre cndor como fsi l gu a para contextualizar cronolgicamente las figuras asociadas a esta representacin y dar as mayor fuerza a la ubicacin cronolgica estilstica realizada anteriormente. Los trabajos realizados por Lanza (1996a y b) sobre los petroglifos de diferentes sitios del VCN apuntaban a la caracterizacin temporal de los grabados as como a su adscripcin cultural (Lanza 1996b). El anlisis se bas en criterios morfolgicos, tecnolgicos y sobre el estado de conservacin -ptina- de cada uno de los bloques grabados. La conclusin a la que arriba la autora refiere a la ubicacin cronolgica dentro del Perodo Tardo de los petroglifos La Zaranda de Ideas 6: 71-89 (2010) 77 Figura 2a. Bloque grabado del sitio Campo Negro. A la izquierda de la imagen se aprecia la representacin del hombre escudo de adscripcin tarda (Aschero 2000) y a su lado las dos representaciones llamadas por los pobladores del lugar como hombre cndor. Figura 2b. Bloque grabado del sitio Campo Negro. A la izquierda de la imagen se aprecia la representacin del hombre escudo de adscripcin tarda (Aschero 2000) y a su lado las dos representaciones llamadas por los pobladores del lugar como hombre cndor. Se han contorneado las tres imgenes con color negro debido a que la calidad de la fotografa es mala y no se aprecian las tres representaciones claramente. Ezequiel Gilardenghi - Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas... 78 provenientes de los siguientes sitios: La Banda 1,7,9; Quipn 1, 5 y 10 y finalmente Buena Vista 4 y 5. Para esta adscripcin temporal se utilizaron indicadores estilsticos que permitieron establecer relaciones entre las representaciones rupestres y las representaciones presentes en el arte mobiliar (Lanza 1996b). Los antropomorfos se caracterizan por ser figuras esquemticas simples con los brazos en alto, las piernas en U invertida y asociados a motivos de camlidos, a pisadas de auqunidos, a cruces con contorno simple y a escutiformes (Lanza 1996a). En el sitio Los Cerrillos algunos de los antropomorfos analizados poseen caractersticas similares a las descriptas por Lanza (1996a) y se encuentran asociados a los mismos motivos definidos por sta autora. Asimismo Lanza ha definido motivos esquemticos simples -lneas curvilneas formando laberintos, lneas en zigzag, crculos unidos entre si, etc.- como pertenecientes al Perodo Tardo por haber sido hallados en sitios de dicha cronologa. Estos motivos tambin se hallan en los grabados rupestres del sitio que analizamos en este trabajo. Si bien estas figuras muchas veces se hallan no asociadas con representaciones antropomorfas, se encuentran ubicadas dentro de los mismos cerros-islas donde aparecen las figuras humanas, compartiendo la misma orientacin en los soportes y la misma ptina sobre ellos. Si bien estas afirmaciones no alcanzan para definir terminantemente la cronologa de Los Cerrillos sirven para reforzar nuestras interpretaciones respecto a su adscripcin temporal. PRODUCIENDO IDENTIDADES: ARTE RUPESTRE Y GNERO Este trabajo parte de la idea que contempla a los seres humanos en una interrelacin constante con los paisajes y lugares. Ms all de la ubicacin fsica de una persona, los paisajes y lugares existen y estn presentes en la constitucin mental y fsica del individuo. Independientemente de si la relacin con ciertos lugares y paisajes sea cotidiana o no, las personas tienen presente (consciente o inconscientemente) su existencia, y por ende tambin es que esos lugares adhieren en los individuos las formas de percibir y entender el mundo. De esta manera, se entiende la relacin individuo/paisaje como una forma dialctica de mutua constitucin a la cual debera sumarse un tercer concepto para terminar de definir una trada interconectada: sociedad/paisaje/ individuo. Es necesario, entonces, comprender al paisaje como constructor y constituyente de la subjetividad y relaciones sociales de las personas, las cuales a su vez constituyen y producen los paisajes y lugares. Esta doble funcin contempornea -tanto del paisaje como de los individuos- de productor/producto influye en las relaciones que la gente, los paisajes y lugares comparten siendo necesaria entonces la existencia de uno para que el otro exista plenamente. De este modo se genera una dialctica paisaje/individuo-individuo/paisaje en donde una persona se constituye como sujeto completo al insertarse, embeberse y habitar en la espacialidad del mundo (Thomas 1996) con sus paisajes y lugares. De la misma manera, un lugar se conforma totalmente slo al ser percibido, observado y vivido por sus productores que son a la vez su producto -las personas-. Es necesario entonces, para estudiar el pasado -terica y metodolgicamente-, abordar su comprensin desde la escala corporal y desde el estar en el mundo (Acuto y Gifford 2007). Finalmente se considera al paisaje como algo mutable, en constante movimiento, como un constructo social desde donde se generan cambios en los individuos y como un receptor de los cambios generados por esos individuos en la sociedad. Ahora bien, por qu el arte rupestre para estudiar el gnero? El arte rupestre es una representacin de la realidad y como tal are integral to experience of the World, structuring conceptions of the world and positions and actions in that World (Berger 1972:123). De La Zaranda de Ideas 6: 71-89 (2010) 79 esta manera, tomando el arte como vehculo que posee la doble funcin de transmitir ideas y mensajes o generar respuestas en el receptor, se nos presenta la posibilidad de ver cmo es diagramado el paisaje social de un grupo en lo referido a las relaciones de gnero. Adems, como sostiene Soresen el arte rupestre, junto a los enterratorios, son los dos mejores modos de ver gnero en el registro arqueolgico por su ubicuidad y por su persistencia en el tiempo lo que implica, a su vez, una menor posibilidad de sesgo gracias a su conservacin (Soresen 1992:132). Si bien Soresen (1992) realiza su trabajo en Islandia, lugar donde el arte rupestre se encuentra en cuevas y abrigos rocosos -lo que permite su mejor conservacin- su visin es aplicable al sitio Los Cerrillos ya que el mismo se encuentra en un excelente estado de conservacin. El arte rupestre tambin tiene la capacidad de representar identidades grupales e individuales (Hays-Gilpin 2004) y es utilizado como modo de enseanza implcita y explcita del corpus social ya que a travs de l se constituyen y refuerzan normas, valores y significados sociales. Entonces, el arte, adems de representar situaciones y sucesos que se perciben inmediatamente, representa -mediatamente- la ideologa de un grupo. Esto es as porque toda forma expresiva obra -cuando obra- desarreglando contextos semnticos de manera tal que propiedades convencionalmente atribuidas a ciertas cosas son atribuidas de manera no convencional a otras, que entonces se ven como poseedoras de tales propiedades (...) las conjunciones establecidas entre los objetos y sus cualidades quedan alteradas y los fenmenos (...) adquieren el ropaje de significantes que normalmente apuntan a otros referentes (Geertz 1987:367). De esta manera, el arte rupestre se convierte en el vehculo a travs del cual ciertos significantes son puestos de manifiesto. As, el smbolo -la representacin humana femenina o masculina- tiene la doble funcin de ser significado y significante, es significado porque se presenta y representa a s mismo, pero es a la vez significante porque representa y presenta algo que no es inmediato, en este caso, las relaciones de gnero. PASO A PASO: HACI A UNA METODOLOGA DEL GNERO Antes de delinear los anlisis realizados en este trabajo es necesario definir ciertos conceptos tericos que tuvieron una gran importancia a la hora de llevar a cabo el estudio del arte rupestre; entendiendo las bases tericas y metodolgicas como indefectiblemente interrelacionadas, ya que las primeras definen, en cierta medida, a las segundas. En este trabajo se comprende al arte rupestre como una variable de carcter polittico (Troncoso 2003) y polismico, formado por varias capas de significados superpuestas las cuales pueden ser percibidas y vividas de maneras diferentes segn los antecedentes culturales de los individuos. Es necesario, asimismo, definir la nocin de estilo el cual se concibe aqu como un conjunto de normas determinadas por un sistema de saber- poder (Foucault 1992) que define la utilizacin de ciertos signos que son la representacin grfica y material de tal sistema. En el arte rupestre del sitio Los Cerrillos se analizaron solamente aquellas representaciones que entran dentro del rtulo antropomorfos (ver Tabla 1), tratando de definir su adscripcin sexual femenina o masculina a partir de la presencia de caracteres sexuales como testculos (Figura 3) y pene en el caso de los hombres, o vagina, mamas y evidencias de embarazo en el de las mujeres (Figura 4). Se analiz adems la ubicacin de las figuras de cada gnero para definir si la misma responde a una lgica de mayor o menor visibilidad con respecto a las otras imgenes. El tamao de las representaciones tambin fue tenido en cuenta para determinar si un gnero era sobre o sub-dimensionado Ezequiel Gilardenghi - Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas... 80 respecto al otro, lo que representara un inters manifiesto por magnificar o empequeecer ciertas figuras sobre otras. Se sistematiz la cantidad de veces que aparecan los motivos masculinos y los femeninos teniendo esto en cuenta como una variable que evidencia una sobre o sub-representacin de los gneros. Del mismo modo, se tuvieron en cuenta en el anlisis las posiciones/rasgos corporales que como sostiene Scattolin (2002), pueden ser utilizados para diferenciar cada gnero en particular. Finalmente se observ si los gneros caracterizados se representaban en actividades diferenciales lo que definira las esferas de accin de cada uno de ellos (Escoriza Mateu 2002).
En base al anlisis de la presencia o ausencia de caracteres sexuales primarios en las representaciones -vulva, mamas, testculos, falos- se determino que: de las 100 figuras antropomorfas analizadas 64 de ellas son indeterminadas (ver Figura 5 y 6) -respecto a la indicacin de caractersticas sexuales-, 30 poseen rasgos masculinos y solo a una se le pudo asignar una adscripcin femenina. Las localizaciones de las figuras no manifiestan una ubicacin especial de ninguno de los tipos caracterizados por sobre los otros; este mismo tipo de anlisis hecho extensivo a los soportes mostr como resultado la nulidad de la ubicacin particular de los mismos segn el tipo de figura que poseen -masculinas, femeninas, indeterminadas-. Es decir, no existe una ubicacin espacial particular de los soportes Figura 3. Grabado de antropomorfo con posible representacin de testculos. Figura 4. Grabado en donde se aprecia una figura femenina posiblemente embarazada y su calco correspondiente. La Zaranda de Ideas 6: 71-89 (2010) 81 en el sitio -mayor o menor visibilidad- tengan stos representaciones femeninas, masculinas o indeterminadas. El anlisis del tamao de las figuras no determin ninguna asociacin fehaciente entre el tamao y el tipo de representacin existente, lo que implicara la ausencia de exaltacin de una figura sobre otra. El anlisis de las posiciones o rasgos corporales muestra que las figuras identificadas como masculinas poseen las piernas en forma de U o de V invertida. Del mismo modo, algunas figuras indeterminadas tambin poseen las piernas en U o V invertida lo que podra estar indicando que tambin son masculinas. La figura identificada como femenina, a partir de las caractersticas de su vestuario -falda- y de una protuberancia en su zona abdominal -posible embarazo-, posee piernas paralelas y un punto sobre su cabeza (Figura 4). Existen otras 7 figuras indeterminadas que cuentan con puntos similares al descrito para la figura femenina sobre la cabeza o entre las piernas, pudiendo indicar que el punto haya sido utilizado como rasgo de identificacin femenino. En cuanto a las actividades en las cuales estn representadas las figuras antropomorfas no se identific diferenciacin por gnero; la gran mayora de las imgenes no suelen representarse en actividades determinadas. Las figuras estudiadas se encuentran asociadas a diferentes tipos de motivos como: crculos, lneas curvas, lneas rectas y en algunos casos camlidos. Sin embargo no se ha hallado patrn alguno de recurrencia entre tipo de figura antropomorfa presente (masculina o femenina) y motivos asociados salvo el caso especfico del punto ya mencionado anteriormente. No obstante, no negamos que futuros anlisis puedan brindar ms informacin al respecto. En resumen, es posible definir ciertos resultados preliminares que se debern poner a prueba en futuros estudios. Existe una sobre representacin -mayor cantidad- de figuras denodadamente masculinas y posiblemente masculinas por sobre aquellas femeninas. La ubicacin y tamao de las figuras analizadas no se muestra ningn tipo de patrn que permita distinguir algn tipo de jerarquizacin o resaltamiento entre ellas. En cuanto a las actividades, no se hallaron diferencias significativas ya que las figuras no fueron representadas realizando actividades particulares por lo cual no he logrado diferenciar esferas de accin masculina o femenina. Por ltimo, sostenemos que la adscripcin de gneros a partir de posiciones/ rasgos corporales puede ser de utilidad en futuros trabajos tanto dentro de nuestra zona de estudio como en otras regiones con arte rupestre del pas Figuras 5 y 6. Ejemplos de figuras sin indicacin de sexo (indeterminadas). Ezequiel Gilardenghi - Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas... 82 DISCUSIN Y CONCLUSIONES Si bien a continuacin se detallan las conclusiones a las que hemos arribado, stas no dan por terminado el estudio del tema en cuestin sino que esperamos sirvan para generar nuevos debates e interpretaciones acerca de la arqueologa de gnero en el Noroeste Argentino y en el pas. En base a los resultados obtenidos a partir del anlisis del arte rupestre creemos que el mismo evidencia la construccin de un discurso de invisibilidad en el cual el gnero femenino fue subrepresentado, justificado esto en la menor cantidad de figuras femeninas representadas respecto a las figuras masculinas. Dentro del registro rupestre las mujeres fueron ocultadas -borradas, escondidas o, literalmente, no representadas- negndoseles as su existencia como <<actoras>> sociales activas en la constitucin social del grupo. En estrecha relacin con esto, el gnero masculino fue resaltado brindndosele -al menos discursivamente a travs del arte rupestre- una preeminencia social que intentaremos dilucidar a futuro si fue tal en los hechos y la vida cotidiana. Es de destacar que si bien existen gran cantidad de figuras indeterminadas, stas pueden, a primera vista, adscribirse al gnero masculino ya que la mayor presencia de figuras realmente masculinas brindan al observador desprevenido una falsa sensacin de extensa superioridad numrica de un gnero sobre otro, lase del masculino sobre el femenino. Es posible que esta sensacin no sea simplemente una casualidad sino que, al contrario, haya sido construida adrede, pudiendo adems estar dirigida a los individuos que transitaban por el sitio observando las imgenes pero no contando detalladamente cuntas veces estaba representado cada gnero. Asimismo, el gnero masculino ha sido mayoritariamente representado a partir de sus caracteres sexuales primarios resaltando su sexualidad activa, cuando en el caso del gnero femenino lo que se produce es una cancelacin de su sexualidad a travs de la no representacin de sus rganos sexuales. As, la construccin del orden simblico corporal femenino ha sido cercenada a travs de una narrativa de sumisin y ocultamiento. Todo lo anterior podra indicar que el arte rupestre del sitio Los Cerrillos fue un espacio de produccin y reproduccin masculina en donde el gnero femenino no represent su propio orden corporal. Esto no quiere decir que el gnero femenino no particip en la realizacin de los grabados de este sitio sino que el gnero masculino tuvo mayor preeminencia al ser plasmado en un discurso de superioridad. A modo de cierre, es necesario destacar que las representaciones plasmadas en el arte rupestre del sitio Los Cerrillos nos brindan pistas acerca de qu se habla en cuanto a la identidad social de este grupo. Por ende, la representacin o no de los diferentes gneros, as como de las distintas posturas identificadas para cada uno nos acerca al tipo de categoras conceptuales y perceptuales utilizadas en el sistema de categorizacin (Scattolin 2002) de la sociedad del VCN durante el Perodo Tardo. La Zaranda de Ideas 6: 71-89 (2010) 83 Cerrito Soporte Panel Figura Descri pci n de l a fi gura antropomorfa Dimensin de la figura Rasgos sexuales Representaciones Asociadas A 1 1 1 De pie con extremidades en V invertida 0,09 x 0,06 m No Lnea simple conectada al brazo izquierdo C 1 1 1 Solo con tren superior y brazos flexionados hacia arriba 0,10 x 0,10 m No Lnea simple M 1 1 1 De pie con extremidades en V invertida 0,19 x 0,11 m Falo entre las piernas Dos figuras antropomorfas, huella de ornitomorfo y lnea serpentiforme simple M 1 2 2 De pie, piernas en v invertida y brazos horizontales 0,10 x 0,09 m No Dos figuras antropomorfas, huella de ornitomorfo y lnea serpentiforme conectada con su brazo derecho M 1 1 2 De pie, piernas en u invertida y brazos horizontales 0,12 x 0,20 m Falo entre las piernas Dos figuras antropomorfas, huella de ornitomorfo y lnea serpentiforme simple N 1 1 1 De pie sin extremidades sup., piernas en V invertida 0,35 x 0,24 m No L nea si mpl e paral el a al cuerpo S 1 1 1 De pie con extremidades en V invertida 0,60 x 0,50 m No Antropomorfo y cruz de contorno simple con relleno S 1 1 2 Mascariforme con indicaciones de ojos y boca 0,13 x 0,12 m No Antropomorfo y cruz de contorno simple con relleno S 2 1 1 Mascariforme con indicaciones de ojos, boca y nariz 0,11 x 0,06 m No No S 3 1 1 De perfil con posible falda. Vi entre abul tado, posi bl e embarazo 0,19 x 0,06 m Ventre abultado, posible embarazo Punto sobre la cabeza S 4 1 1 De pie con piernas en V invertida y brazos en U invertida 0,16 x 0,12 m Falo entre las piernas Antropomorfo con la cabeza conectada al brazo izquierdo S 4 1 2 Con piernas en U invertida y brazos horizontales 0,12 x 0,08 m No Antropomorfo con su brazo izquierdo conectado a la cabeza X 1 1 1 Con piernas en V invertida y brazos en U invertida 0,20 x 0,20 m No Lnea simple conectada con su brazo izquierdo. Camlido y antropomorfo X 1 1 2 Sin extremidades inferiores y brazos horizontales 0,09 x 0,09 m No An t r o p o mo r f o , f i g u r a zoomorfa (camlido o cnido) y lnea simple X 3 1 1 Con piernas en V invertida y brazos horizontales 0,14 x 0,08 m No Dos figuras antropomorfas X 3 1 2 Con piernas en V invertida y brazos horizontales 0,11 x 0,06 m No Dos figuras antropomorfas X 3 1 3 Con ext r emi dades en V invertida 0,08 x 0,04 m No Dos figuras antropomorfas X 4 1 1 De pi e con pi ernas en V invertida. Brazo izquierdo posado sobre la cabeza 0,08 x 0,07 m No Lnea recta simple y lnea curva simple X 2 1 1 De pie con piernas en V invertida y brazos horizontales 0,10 x 0,03 m No Punto bajo sus piernas. Dos figuras antropomorfas. Figura esquemtica en forma de cuadrado y serpentiforme X 2 1 2 De pie con piernas en V invertida y brazos horizontales 0,12 x 0,09 m No Punto bajo sus piernas. Dos figuras antropomorfas. Figura esquemtica en forma de cuadrado y serpentiforme Ezequiel Gilardenghi - Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas... 84 X 2 1 3 De pie con extremidades en V invertida 0,10 x 0,05 m No Punto bajo sus piernas. Dos figuras antropomorfas. Figura esquemtica en forma de cuadrado y serpentiforme X 5 1 1 De pie con piernas en V invertida y brazos flectados hacia abajo apoyados sobre su tronco 0,15 x 0,07 m No Camlido. Punto X 7 1 1 Mascariforme con indicaciones de ojos, boca, nariz y cejas 0,17 x 0,10 m No No X 6 1 1 Solo con tren superior y brazos flexionados hacia arriba 0,12 x 0,07 m No Lnea recta simple paralela al cuerpo del antropomorfo U 2 1 1 Con ext r emi dades en U invertida 0,10 x 0,08 m Test cul os y falo No U 1 1 1 De pie con extremidades en U invertida 0,14 x 0,14 m No Lnea simple meandriforme U 3 1 1 Con ext r emi dades en U invertida. Indicacin de dedos en las manos 0,14 x 0,12 m Falo entre las piernas Dos figuras antropomorfas U 3 1 2 Extremidades horizontales respecto a su cuerpo 0,12 x 0,13 m No Punto entre su brazo y pierna derecha. Dos figuras antropomorfas U 3 1 3 De pie con extremidades en U invertida 0,10 x 0,13 m No Dos figuras antropomorfas Y 2 1 1 De pie con piernas en V invertida y brazos horizontales 0,18 x 0,08 m No F i g u r a e s q u e m t i c a rectangular sobre la cual esta representado Y 3 1 1 Piernas en U invertida, brazo izquierdo horizontal. Sin brazo derecho 0,14 x 0,07 m No Figura esquemtica en forma de T Y 1 1 1 De pie, pierna izquierda flectada hacia abajo, sin pierna derecha. Brazos en U invertida 0,15 x 0,17 m Falo entre las piernas Tres figuras antropomorfas Y 1 1 2 De pie. Extremidades en V invertida 0,10 x 0,07 m No Tres figuras antropomorfas Y 1 1 3 De pie. Piernas en V invertida. Sin brazos. 0,08 x 0,30 m No Tres figuras antropomorfas Y 1 1 4 Pi er nas en V i nver t i da. Representacin del tronco y brazo izquierdo horizontal. Sin cabeza 0,04 x 0,05 m No Tres figuras antropomorfas Z 2 1 1 Piernas un U invertida. Brazo derecho felctado hacia arriba e izquierdo horizontal 0,09 x0,085 m Falo entre las piernas Lnea simple conectada al brazo izquierdo. Posible bastn de mando Z 1 1 1 Piernas en U invertida, brazos en U 0,07 x 0,05 m Falo entre las piernas Tres figuras antropomorfas y lneas simples meandrosas Z 1 1 2 Piernas un U invertida. Brazos en U 0,14 x 0,10 m Falo entre las piernas Tres figuras antropomorfas y lneas simples menadrosas. Unido a antropomorfo 3 a travs de una lnea simple Z 1 1 3 Piernas en U invertida. Brazos horizontales 0,12 x 0,10 m Falo entre las piernas Tres figuras antropomorfas y lneas simples menadrosas. Unido a antropomorfo 2 a travs de una lnea simple Z 1 1 4 Piernas en U invertida. Brazos en U 0,10 x 0,13 m Falo entre las piernas Tres figuras antropomorfas y lneas simples meandrosas. La Zaranda de Ideas 6: 71-89 (2010) 85 Z 1 6 1 Solo con tren superior y brazos flexionados hacia arriba 0,21 x 0,18 m No 2 huellas antropomorfas Z 3 1 1 De pie con extremidades en U invertida 0,25 x 0,15 m No Huella antropomorfa Z 3 2 1 Indicacin de cuerpo y cabeza 0,12 x 0,15 m No Antropomorfo y zoomorfo Z 3 2 2 Con ext r emi dades en U invertida 0,06 x 0,07 m No Antropomorfo y zoomorfo Z 7 1 1 De pie con extremidades en U invertida 0,30 x 0,19 m No No Z 4 1 1 De pi e con pi ernas en V invertida y brazos horizontales. Cabeza con tocado 0,10 x 0,06 m No Antropomorfo Z 4 1 2 Piernas en U invertida , sin brazos 0,10 x 0,08 m No Antropomorfo Z 8 1 1 Piernas en U invertida, brazo derecho flectado hacia arriba e izquierdo horizontal 0,15 x 0,07 m Falo entre las piernas Antropomorfo, dos figuras esquemticas y una huella humana Z 8 1 2 Piernas en V invertida y brazos horizontales 0,18 x 0,10 m Falo entre las piernas Antropomorfo, dos figuras esquemticas y una huella humana AB 2 1 1 Solo con tren superior. Brazos en V invertida 0,08 x 0,08 m No Dos crculos concntricos, lneas simples meandrosas, posibles camlidos AB 1 1 1 Solo con tren superior y brazos flexionados hacia arriba 0,12 x 0,11 m No Antropomor f o y posi bl e zoomorfo (serpiente) AB 1 1 2 Solo con tren superior, brazos en U invertida orientados hacia un costado. Cabeza triangular 0,11 x 0,12 m No Antropomor f o y posi bl e zoomorfo (serpiente) AB 3 1 1 De pi e con pi ernas en V invertida. Brazo izquierdo flectado hacia arriba y derecho horizontal 0,10 x 0,06 m No Camlido, lnea esquemtica si mpl e, dos c rcul os con cruz en su interior y lnea en zigzag AB 4 1 1 De pie con piernas en V invertida y brazos horizontales 0,15 x 0,09 m No Punto entre sus piernas. Seis figuras antropomorfas, dos crculos, tres lneas rectas simples AB 4 1 2 De pi e con extremi dades flectadas hacia abajo 0,11 x 0,075 m No Punto entre sus piernas. Seis figuras antropomorfas, dos crculos, tres lneas rectas simples AB 4 1 3 Extremidades horizontales respecto a su cuerpo 0,08 x 0,08 m No Seis figuras antropomorfas, dos crculos, tres lneas rectas simples AB 4 1 4 De pi e con pi ernas un U invertida, sin brazos 0,11 x 0,07 m Falo entre las piernas Seis figuras antropomorfas, dos crculos, tres lneas rectas simples AB 4 1 5 De pie con piernas en V invertida y brazos horizontales 0,15 x 0,07 m No Seis figuras antropomorfas, dos crculos, tres lneas rectas simples AB 4 1 6 Solo con tren superior, brazos en flectados hacia abajo 0,08 x 0,08 m No Seis figuras antropomorfas, dos crculos, tres lneas rectas simples AB 4 1 7 De pi e con pi ernas en U invertida sin brazos 0,12 x 0,11 m Falo entre las piernas Seis figuras antropomorfas, dos crculos, tres lneas rectas simples Ezequiel Gilardenghi - Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas... 86 AD 1 1 1 De pie con extremidades en V invertida 0,05 x 0,05 m No Dos figuras antropomorfas AD 1 1 2 De pie con piernas verticales y brazos en V invertida 0,09 x 0,07 m No Dos figuras antropomorfas AD 1 1 3 Solo con tren superior y brazos flexionados hacia arriba 0,11 x 0,06 m No Dos figuras antropomorfas AD 3 1 1 Piernas en U invertida y brazos en V invertida 0,13 x 0,08 m Falo entre las piernas Camlido y figura esquemtica rectangular rellena de lneas simples AD 2 1 1 Tronco y cabeza con brazo derecho horizontal 0,11 x 0,09 m No Dos figuras antropomorfas AD 2 1 2 Extremidades en U invertida 0,20 x 0,09 m Falo entre las piernas Dos figuras antropomorfas AD 2 1 3 Extremidades en U invertida pero con ausencia de parte de la pierna izquierda 0,18 x 0,10 m Falo entre las piernas Dos figuras antropomorfas AD 6 1 1 Extremidades en U invertida pero con ausencia de parte de la pierna derecha 0,10 x 0,075 m Falo entre las piernas No AD 4 1 1 Solo con tren superior y brazos flexionados hacia arriba 0,11 x 0,12 m No Lnea simple en forma de medialuna AD 5 1 1 De pie con piernas en U invertida y brazos en V invertida 0,14 x 0,09 m Falo entre las piernas No AD 7 1 1 De pie con piernas en V invertida y brazos en U invertida 0,16 x 0,05 m No Dos figuras de camlidos y lneas simple meandrosa AD 8 1 1 De pie con brazos en V y piernas en V invertida 0,14 x 0,17 m Falo entre las piernas Lnea simple que une brazo y pierna derecha. Crculo con relleno conectado a la pierna izquierda AE 1 1 1 Extremidades en U invertida 0,13 x 0,085 m Falo entre las piernas Antropomorfo conectado a su brazo derecho. Escutiforme AE 1 1 2 Extremidades horizontales respecto a su cuerpo 0,11 x 0,10 m No Antropomorfo conectado a su brazo derecho. Escutiforme AE 9 1 1 Extremidades en V invertida, parece estar movindose por la posicin de sus piernas 0,27 x 0,14 m Falo entre las piernas Posible zoomorfo (camlido o cnido) AE 11 Bis 1 1 Piernas en U invertida y brazos horizontales respecto a su cuerpo. Cabeza incompleta 0,10 x 0,04 m Falo entre las piernas Esquemtico en forma de rectngulo con divisiones internas lineales AE 13 1 1 Tronco incompleto, brazos horizontales y piernas en V invertida 0,13 x 0,05 m Falo entre las piernas No AE 2 1 1 Extremidades en U invertida 0,17 x 0,10 m Falo entre las piernas Camlido AE 12 1 1 Extremidades en U invertida con tocado circular en forma de medialuna 0,38 x 0,08 m No No AE 16 1 1 Extremidades en U invertida, indicacin de dedos en mano derecha 0,08 x 0,05 m Falo entre las piernas No AE 7 1 1 Escuti f or me con pi er nas paral el as e i ndi caci n de cabeza 0,15 x 0,10 m No No La Zaranda de Ideas 6: 71-89 (2010) 87 AE 4 1 1 Extremidades en V invertida 0,08 x 0,05 m No Cuatro antropomorfos, figuras de camlidos asociadas a las antropomorfas por lneas simples, corral de camlidos AE 4 1 2 Piernas en V invertida y brazos horizontales 0,13 x 0,08 m No Cuatro antropomorfos, figuras de camlidos asociadas a las antropomorfas por lneas simples, corral de camlidos AE 4 1 3 Piernas en V invertida y brazos horizontales 0,06 x 0,07 m No Cuatro antropomorfos, figuras de camlidos asociadas a las antropomorfas por lneas simples, corral de camlidos AE 4 1 4 Extremidades en V invertida, parece estar movindose por la posicin de sus piernas 0,13 x 0,08 m No Cuatro antropomorfos, figuras de camlidos asociadas a las antropomorfas por lneas simples, corral de camlidos AE 4 1 5 Extremidades en U invertida, con objeto indefinido en su brazo 0,05 x 0,035 m Falo entre las piernas Cuatro antropomorfos, figuras de camlidos asociadas a las antropomorfas por lneas simples, corral de camlidos AE 6 1 1 Escuti f or me con pi er nas paral el as e i ndi caci n de cabeza 0,10 x 0,12 m No Escutiforme, y lnea simple curva AE 3 1 1 Piernas en V invertida y brazos horizontales 0,15 x 0,12 m No C o n e c t a d o a p o s i b l e camlido. Antropomorfo con movimiento AE 3 1 2 Extremidades en V invertida, parece estar movindose por la posicin de sus piernas 0,13 x 0,09 m No Antropomor f o y posi bl e camlido AC 1 1 1 Piernas en V invertida y brazos flectados hacia arriba 0,10 x 0,06 m No Tres camlidos, antropomorfo , cruz simple con relleno y rectngulo concntrico AC 1 1 1 Piernas en V invertida sin indicacin de brazos 0,15 x 0,10 m No Tres camlidos, antropomorfo , cruz simple con relleno y rectngulo concntrico AD 5 1 1 Extremidades en V invertida 0,12 x 0,12 m Falo entre las piernas Huella antropomorfa AB 9 1 1 Piernas en V invertida y brazos horizontales 0,11 x 0,07 m Falo entre las piernas Antropomorfo AB 9 1 2 Piernas en V invertida, brazo derecho horizontal e izquierdo flectado hacia arriba 0,04 x 0,04 m No Antropomorfo AB 8 1 1 Piernas en V invertida y brazos flectados hacia arriba con tocado semilunar 0,12 x 0,095 m No Tres antropomorfos AB 8 1 2 Piernas en V invertida y brazos flectados hacia arriba con tocado semilunar 0,12 x 0,08 m No Tres antropomorfos AB 8 1 3 Piernas en V invertida y brazos flectados hacia arriba con tocado semilunar 0,12 x 0,08 m No Tres antropomorfos AB 8 1 4 Piernas en V invertida y brazos en U 0,12 x 0,05 m No Tres antropomorfos AB 6 1 1 De pie con extremidades en V invertida 0,14 x 0,14 m No No Tabla 1.Ubicacin y descripcin de todas las figuras antropomorfas y de las representaciones asociadas a las mismas. Ezequiel Gilardenghi - Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas... 88 Recibido en marzo de 2010 Aceptado en diciembre de 2010 NOTAS 1. El fechado de los pigmentos se puede realizar solamente si el mismo posee material orgnico, ya que es ste el utilizado para llevar a cabo el mtodo de datacin referido. AGRADECIMIENTOS Agradezco a los editores de la revista por su predisposicin al momento de corregir este manuscrito. Sus aportes fueron fundamentales para que dicho trabajo sea ms llevadero a la hora de la lectura, asimismo quiero agradecer a los dos evaluadores/as por los comentarios aportados que ayudaron a enriquecer mi trabajo en gran medida. No obstante, todo lo vertido aqu es plena responsabilidad del autor. Al Dr. Flix Acuto por apoyarme en la eleccin del tema de Tesis. A mis amigos del equipo, Ale, Martn, Claudia, Marisa, Lucila y Marina por las increbles noches cachenses. A Martin, por su ayuda incansable en el relevamiento de los datos y en las caminatas sin sentido. A Lucas por la ayuda con la tabla de antropomorfos. A Barby por ayudarme con el abstract y con la revisin de este trabajo. Finalmente, y an mas importante, a Marina por ser una excelente compaera y una mejor amiga. BIBLIOGRAFA Acuto, F. 1999. Paisaje y dominacin: La constitucin del espacio social en el Imperio Inka. En Sed Non Satiata. Teora Social en la Arqueologa Latinoamericana Contempornea, editado por A. Zarankin y F. A. Acuto, pp. 33-75. Ediciones del Tridente, Buenos Aires. Acuto, F. y C. Gifford 2007. Lugar, arquitectura y narrativas de poder: Relaciones sociales y experiencia en los centros Inkas del Valle Calchaqu Norte. Arqueologa Suramericana 3(2): 135-161. Aschero, C. 2000. Figuras humanas, camlidos y espacios en la interaccin circumpunea. En Arte en las rocas. Arte rupestre, menhires y piedras de colores en Argentina, editado por M. Podest y M. de Hoyos, pp. 17-44. Editorial Sociedad Argentina de Antropologa, Buenos Aires. Azcarate, J. 2000. 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Sus reas de inters en arqueologa son la teora, la corporeidad, los estudios de gnero y la performance. Actualmente se encuentra investigando las relaciones de gnero durante el Perodo Tardo en el Valle Calchaqu Norte. * Instituto Nacional de Antropologa y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) - barbara_mazza@ yahoo.com.ar Mazza, Brbara. 2010. Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias de las sociedades cazadoras-recolectoras del Humedal del Paran Inferior. La Zaranda de Ideas. Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa 6:91-116. Buenos Aires. CERRO LUTZ: APROXIMACIONES AL ESTUDIO DE LAS PRCTICAS MORTUORIAS DE LAS SOCIEDADES CAZADORAS- RECOLECTORAS DEL HUMEDAL DEL PARAN INFERIOR Brbara Mazza* RESUMEN El sitio Cerro Lutz, ubicado en el sector de planicies inundables del sureste de la provincia de Entre Ros, posee un minucioso registro de las prcticas mortuorias de sociedades cazadoras- recolectoras. Se han encontrado tanto entierros primarios como secundarios, con variedad en sus posiciones y orientaciones, diferenciacin segn categoras sexo-etarias, uso continuo del espacio como cementerio y una configuracin espacial pautada y organizada de las inhumaciones. Estas caractersticas hacen de Cerro Lutz un rea formal de entierro propiamente dicha, radicando su importancia en la diversidad de prcticas mortuorias registradas. Este trabajo, junto con otros recientemente publicados, reinicia el anlisis sistemtico de los comportamientos mortuorios en el rea. Palabras claves: Cerro Lutz - Humedal del Paran inferior - Prcticas mortuorias - Entierros primarios y secundarios - cazadores-recolectores.
ABSTRACT The Cerro Lutz archaeological site, located in the flood plains of southeast of Entre Ros, evidences a detailed mortuary record of hunter-gatherer societies of the area. There were found primary and secondary burials in different positions and orientations, differences related to sex and age categories, a continued use of space as a cemetery and an organized distribution of burials. These characteristics classify Cerro Lutz as a typical formal disposal area, which importance lies in the variety of mortuary practices registered. This work, together with others recently published, reinitiates the systematic analyses of mortuary behaviors in the area. Key words: Cerro Lutz - Inferior Parana wetlands - Mortuary practices - Primary and secondary burials - Hunter-gatherers Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 92 INTRODUCCIN El rea bajo estudio pertenece al humedal del Paran inferior (de aqu en ms HPI), ubicada al sur de Entre Ros y al norte de la provincia de Buenos Aires (Figura 1). Esta zona fue habitada hacia fines del Holoceno Tardo (3500 - 500 aos AP) por sociedades cazadoras- recolectoras (que en algunos casos tuvieron un componente productivo como francamente horticultoras; ver sntesis en Lothrop 1932; en Loponte 2008 y en Loponte y Acosta 2008a), y por poblaciones denominadas genricamente como Guaranes (Torres 1911; Lothrop 1932; Cigliano 1968; Rodrguez 2001, 2004; Loponte y Acosta 2007a, 2008b; entre otros). Las primeras de ellas son las que ocuparn nuestro foco de anlisis en este trabajo. Estas sociedades se caracterizaban a grandes rasgos, por poseer un alto grado de estabilidad residencial, una alta densidad demogrfica, una economa basada principalmente en la pesca y en la caza de ungulados (Blastocerus dichotomus y Ozotoceros bezoarticus) y roedores (Myocastor coypus y Cavia aperea), con su respectivo sistema tecnolgico especializado. Adems, integraban un circuito de intercambio mediante el cual adquiran materias primas y bienes suntuarios, algunos de los cuales poseen un origen extra-regional. Sin embargo, an no se ha documentado arqueolgicamente la existencia de desigualdad social institucionalizada (para ms detalles ver Loponte 2008). Este trabajo tiene como objetivo contribuir al conocimiento de las prcticas mortuorias de las poblaciones cazadoras-recolectoras del HPI, con el fin de avanzar en la comprensin de su organizacin social. A tal fin, nos enfocaremos en el sitio Cerro Lutz, analizando los modos de inhumacin, las orientaciones y posiciones de los entierros, la composicin sexual y etaria de la muestra y la relacin espacial entre las inhumaciones. Se pretende aportar datos para la discusin acerca de la presencia de diferenciacin social (Binford 1971, Tainter 1978; Brown 1981; Carr 1995), territorialidad (Dyson-Hudson y Smith 1978) y su consecuente apropiacin de reas del paisaje destinadas a fines mortuorios por parte de las sociedades prehispnicas del rea (Saxe 1970; Chapman y Randsborg 1981; Goldstein 1981; Chapman y Randsborg 1995; Schroeder 2001). Figura 1. Ubicacin del HPI, del sitio Cerro Lutz y ciudades cercanas. La Zaranda de Ideas 6: 91-116 (2010) 93 Antecedentes mortuorios del HPI El HPI se encuentra caracterizado, a nivel mortuorio, por una gran variabilidad de modos de inhumacin. El espectro de variacin incluye tanto entierros primarios y secundarios (paquetes, acumulaciones seas y crneos aislados), como incineraciones. Cabe aclarar que esta ltima modalidad ha sido colocada en una categora separada dado que se desconoce si proviene de contextos de inhumacin primarios o secundarios. Por otro lado, los entierros fueron encontrados en diversas posiciones y orientaciones (Zeballos y Pico 1878; Torres 1903, 1911; Greslebin 1931; Lothrop 1932; Gatto 1939; Gonzlez 1947; Gaspary 1950; Petrocelli 1975; Caggiano et al. 1978; Loponte 2008). Si bien el componente mortuorio de estas sociedades siempre form parte de los trabajos de investigacin arqueolgica, stos han sido llevados a cabo de manera superficial y descriptiva, sin interesarse por los condicionantes organizativos y sociales que dieron como resultado dichos patrones funerarios. Es slo a partir de los ltimos aos que los estudios bioarqueolgicos constituyen una lnea de investigacin propia dentro del rea, analizndose, entre otros tpicos, los distintos modos de inhumacin presentes en la regin (Feuillet Terzaghi et al. 2007; Loponte 2008; Mazza 2009, 2010), su distribucin geogrfica en relacin con la posible existencia de lmites sociales (Mazza 2009), la presencia de patologas e indicadores de stress mecnico en los huesos y dientes (Kozameh et al. 2007, 2010) y la composicin de la dieta a partir del anlisis de istopos estables (Loponte 2008; Loponte y Kozameh 2009). Descripcin del sitio Cerro Lutz Cerro Lutz se ubica sobre un albardn localizado en la margen izquierda del arroyo Martnez, cerca de su interseccin con el arroyo Sagastume Chico, a los 33 38 47,4 latitud sur y 58 36 20,8 longitud oeste (Figura 1). Es probable que Cerro Lutz corresponda al lugar excavado por R. C. Lafn y colaboradores (Lafn 1971) bajo la denominacin de El Aserradero (33 37 latitud sur y 58 38 longitud oeste). Esta conclusin se deriva de las notas de campo de Lafn (1968), en las cuales seala la existencia del sitio en la misma estancia donde se encuentra el lugar actualmente bajo estudio. Cerro Luz fue redescubierto a raz de una fuerte tormenta que provoc la cada de los lamos que cubren gran parte del mismo. Los tocones de los rboles cados presentaban, entre sus races, una abundante cantidad de material arqueolgico, situacin que inclua la presencia de restos seos humanos. El sitio fue excavado durante dos campaas entre el 2005 y 2006 bajo la direccin de Alejandro Acosta y Daniel Loponte (Acosta y Loponte 2006; Loponte y Acosta 2007b). Entre otras actividades, se realizaron una serie de pequeos sondeos estratigrficos para delimitar la extensin del emplazamiento, siendo el tamao estimado de unos 400 m de largo, en su eje N-S, y de 80 m de ancho en sentido E-O. Tambin se definieron varias unidades de excavacin, entre las que se destacan, por ser las nicas en dnde se ha encontrado material bioantropolgico (Tabla 1) Tocn 1, Tocn 3 y Cuadrcula 2. La totalidad de la superficie excavada es de 19 m aproximadamente. Las tres unidades de excavacin comparten no slo la presencia de inhumaciones sino tambin la ubicacin estratigrfica de las mismas en el horizonte A (entre los 10 y 40 cm de profundidad), con presencia de una importante acumulacin de de valvas Diplodon sp. debajo de ellas, fragmentos cermicos y restos arqueofaunsticos (para mayor informacin ver Acosta y Loponte 2006; Loponte y Acosta 2007b). El s i t i o pos ee c ua t ro f ec ha dos radiocarbnicos, tres de ellos realizados sobre restos seos humanos, pertenecientes a tres inhumaciones registradas en los distintos sectores de la excavacin mencionados. El cuarto fue efectuado sobre restos de Canis Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 94 Modo de entierro N de entierro NMI Sexo Edad Unidad de Excavacin Orientacin Posicin Primarios 1 1 M 20-35 Tocn 1 SE-NO D. ventral 3 1 F ad Tocn 3 NO-SE D. ventral 6 1 M ad C2 SO-NE D. dorsal 10 1 M 35-50 C2 SO-NE D. dorsal 11 1 M 35-50 C2 SO-NE D. dorsal 12 1 F 35-50 Tocn 3 NNE-SSO D. ventral 14 1 M 35-50 C2 SO-NE D. dorsal 15 1 I 0-3 C2 NE-SO D. ventral 16 1 M 35-50 C2 SO-NE D. dorsal 19 1 I 3-12 C2 SO-NE D. ventral 20 1 F 20-35 C2 NE-SO D. ventral 21 1 F 35-50 C2 SO-NE D. ventral Paquetes 5 2 M +50 C2 NE-SO Indeterminado M ad 9 4 F ad C2 SO-NE Indeterminado M 20-35 M ad M ad Ac. seas 13 8 I 20-35 C2 Indeterminado Indeterminado I ad I 12-20 I 12-20 I 12-20 I ad I ad I ad 23 1 2 F ad C2 Indeterminado Indeterminado M 12-20 Crneos aislados crneo 1 1 F 35-50 C2 SO Indeterminado crneo 2 1 H 35-50 C2 NE Indeterminado crneo 3 1 I ad C2 S Indeterminado Secundarios Indeterminados 17-18 4 F 20-35 C2 Indeterminado Indeterminado M 35-50 M ad M 12-20 Tabla 1. Cerro Lutz. Detalle de inhumaciones. Sexo: (M) masculino, (F) femenino, (I) indeterminado. Unidad de excavacin: (C2) cuadrcula 2. La Zaranda de Ideas 6: 91-116 (2010) 95 familiaris, extrados en un sondeo de 1,20 m x 70 cm ubicado a 6 m de la cuadrcula 2. Es importante destacar que en este sondeo no fueron hallados restos humanos, lo que podra deberse a lo limitado del rea abierta en dicho sector. Dichos fechados ubican a las inhumaciones coetneamente hacia fines del Holoceno Tardo: 976 42 aos 14 C AP (AA77310; hueso humano; tocn 3; entierro primario N 3); 916 42 aos 14 C AP (AA77312; hueso de cnido); 796 42 aos 14 C AP (AA77311; hueso humano; cuadrcula 2; entierro secundario tipo paquete N 9) y 730 70 aos 14 C AP (LP-1711; hueso humano; cuadrcula 2; entierro primario N 10). MATERIALES Y MTODOS En el anlisis mortuorio se distingue entre inhumaciones primarias, secundarias e indeterminadas. Entendemos a las primeras como aquellos entierros en los cuales la relacin anatmica entre las partes del esqueleto no ha sido culturalmente alterada. En cambio, los entierros secundarios implican un proceso mediante el cual el cuerpo es desarticulado y, en ciertas ocasiones, reestructurado nuevamente, pudiendo las partes del esqueleto diferir significativamente de su posicin anatmica original (Campillo y Subir 2004; White y Folkens 2005). Las inhumaciones indeterminadas son aquellas en las cuales la distribucin y el ordenamiento espacial de las unidades anatmicas no nos permiten conocer con certeza si se trata de modalidades primarias o secundarias. Por lo general, suelen pertenecer a esta ltima categora aquellas que han sido perturbadas por procesos posdepositacionales. Dentro de las secundarias se puede discriminar entre paquetes, acumulaciones seas y crneos aislados. Los paquetes mortuorios fueron identificados por ser un conjunto, en su mayora, de huesos largos, ordenados de manera superpuesta siguiendo el eje axial, con un crneo en uno de sus extremos. En cambio, las acumulaciones seas, si bien tambin se componen en su mayora de huesos largos superpuestos, no guardan un patrn espacial organizado simtricamente y tienen ausencia de crneos (Mazza 2010). Dada la existencia de actividades de arado en Cerro Lutz, an no se han descartado completamente que estos conjuntos seos estn modificados por esta actividad u otros procesos posdepositacionales (OShea 1981, 1984). Sin embargo, los huesos que integran las mismas no poseen evidencias de impacto o de exposicin meterica, y se encuentran a la misma profundidad y en el mismo sector del sitio en donde se hallan entierros primarios que se mantienen intactos. Se analizaron para cada tipo de entierro las respectivas orientaciones y posiciones. Para el caso de los entierros primarios, se tom como parmetro de orientacin el eje axial. Para los paquetes mortuorios se estableci en base a Modo de entierro N de entierro NMI Sexo Edad Unidad de Excavacin Orientacin Posicin Indeterminados 4 3 I ad Tocn 3 Indeterminado Indeterminado 8 1 I ad C2 Indeterminado Indeterminado 12A 1 M ad Tocn 3 Indeterminado Indeterminado 22 1 I ad C2 Indeterminado Indeterminado SW 1 I subad C2 Indeterminado Indeterminado SA 1 I subad C2 Indeterminado Indeterminado Tabla 1 (continuacion) Cerro Lutz. Detalle de inhumaciones. Sexo: (M) masculino, (F) femenino, (I) indeterminado. Unidad de excavacin: (C2) cuadrcula 2. Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 96 la orientacin de la calota, ya que el crneo se encuentra siguiendo el mismo eje axial de los huesos largos que conforman el paquete. Para los crneos aislados se ha tomado como indicador de su orientacin el punto cardinal del rea facial. En el caso de las acumulaciones seas no se pudo establecer la orientacin, debido a la falta de organizacin de las unidades anatmicas que nos permitiera saber su disposicin segn ejes cardinales. Por otro lado, en cuanto a las posiciones de las inhumaciones slo fueron registradas las de las primarias, cuyas categoras son: decbito dorsal, decbito ventral y/o lateral flexionado. Una vez obtenidas las orientaciones y posiciones se efectuaron sus clculos de frecuencia para establecer cul de ellas es la ms usual. Luego, para el estudio de las relaciones espaci al es entre l as i nhumaci ones, nos hemos focalizado en la unidad de excavacin denominada Cuadrcula 2, dado que es la que posee la mayor cantidad de entierros pasibles de ser sometidos al anlisis. Para ello, la unidad de excavacin fue dividida en sectores, definidos por espacios cubiertos de valvas con ausencia de restos humanos. Por otra parte, debido a que los entierros secundari os consti tuyen i nhumaci ones ml ti pl es y, a su vez, ci ertos enti erros primarios presentaron diferentes niveles de fragmentacin (producto de la accin del arado principalmente) que pudo enmascarar la cantidad real de individuos inhumados, se efectu l a cuanti f i caci n de restos seos, mediante la aplicacin de clculos de abundancia relativa utilizados en anlisis faunsticos (Lyman 1994). El clculo del nmero mnimo de individuos (NMI, White 1953) se logr empleando el mnimo nmero de elementos (MNE, Binford 1984). Este ltimo se calcul sobre la frecuencia con que se hallaron representados cada uno de los elementos anatmicos que componen al esqueleto. El NMI se obtuvo por la frecuencia que le corresponde al elemento anatmico ms abundante en la muestra. A la hora de realizarlo, se tuvo en cuenta la lateralidad (White 1953) y el estado de fusin de las epfisis (Bknyi 1970). Otra medida de abundancia relativa utilizada fue el nmero mnimo de unidades anatmicas (MAU, Binford 1984), el cual se obtuvo dividiendo el nmero mnimo de elementos, o MNE, de cada unidad anatmica por las veces que esa parte est presente en el esqueleto completo. Luego, el resultado fue estandarizado en una escala del 1 al 100, respecto de aquella unidad anatmica que posee el MAU ms alto (MAU%). El MAU y MAU% fueron aplicados en los entierros secundarios (paquetes y acumulaciones seas), ya que el primero de ellos nos permite conocer la configuracin interna del conjunto, mediante la comparacin de las frecuencias calculadas para sus diferentes unidades anatmicas, y el MAU% nos posibilita comparar diferentes conjuntos entre s. De esta manera, en base a los elementos anatmicos representados, hemos sometido al anlisis a una estructura mortuoria que fue alterada por procesos de formacin, para determinar si originalmente perteneca a un entierro primario o secundario. A continuacin, una vez estimado el NMI, se determin la composicin sexual y etaria de las inhumaciones. Para la estimacin etaria de los adultos se tomaron los indicadores de los coxales (cambios en la superficie auricular del ilin y de la snfisis pbica- Todd 1921; Lovejoy et al. 1985; Brooks y Suchey 1990), como as tambin la obliteracin de las suturas craneales (Meindl y Lovejoy 1985; Krogman e Isan 1986 en White y Folkens 2005; Mann et al. 1991; Buikstra y Ubelaker 1994). Para los subadultos se consider el estado de fusin de los distintos centros de osificacin de los huesos largos y la erupcin dentaria (Buikstra y Ubelaker 1994; Scheuer y Black 2000; Baker et al. 2005; White y Folkens 2005) 2 . Una vez obtenidos estos datos, se construy un perfil etario de muerte con los siguientes intervalos: feto (nonato), infante (0-3 aos), nio (3-12 aos), juvenil (12-20 aos), adulto joven (20- La Zaranda de Ideas 6: 91-116 (2010) 97 35 aos), medio (35-50 aos) y senil (ms de 50 aos) (White y Folkens 2005). Para la asignacin del sexo se tomaron como puntos indicadores aquellos correspondientes al crneo (inin, proceso mastoideo, mrgenes y arco supraorbitales y eminencia mentoniana) y los coxales (escotadura citica mayor, arco ventral del pubis, concavidad subpbica y rama isquiopbica) (Phenice 1969; Buikstra y Ubelaker 1994; White y Folkens 2005). Para los secundarios, adems de la utilizacin de los indicadores mencionados, se hizo una aproximacin macroscpica de los huesos largos, comparando el dimetro de la cabeza del fmur y del hmero, las inserciones musculares y su aspecto grcil o robusto, con aquellos pertenecientes a los entierros primarios, de los cuales pudo estimarse el sexo por mtodos convencionales. Esto se basa en que el nivel de dimorfismo sexual entre los primarios suele ser muy evidente y, por lo tanto, es fcilmente extrapolable hacia los secundarios. Sin embargo, debe considerarse preliminar la clasificacin de gnero de los huesos largos, sujeta a su posterior confirmacin en base a parmetros ms formales. Esta aproximacin metodolgica alternativa permiti ampliar la muestra de femeninos y masculinos, como as tambin evaluar la distribucin de los distintos sexos en las diversas modalidades de entierros. Cabe destacar que se ha identificado como individuos con sexo indeterminado a aquellos que no poseen indicadores sexuales como para ser asignados a alguna categora con un margen de certidumbre adecuado. RESULTADOS De los tres sectores excavados (Tocn 1, Tocn 3 y Cuadrcula 2) se han recuperado 43 individuos, distribuidos entre inhumaciones primarias (NMI=12), secundarias (NMI=23) e indeterminadas (NMI=8). Los entierros secundarios estn compuestos por crneos aislados, paquetes mortuorios y acumulaciones seas. Al compararlos con los primarios en trminos de cantidad de estructuras halladas, estos ltimos predominan (57,1%) por sobre los secundarios (42,8%). Pero, al comparar la cantidad de individuos inhumados en cada una de las modalidades, los secundarios son los que poseen mayor cantidad de restos. Esto est relacionado con que las estructuras secundarias se caracterizan por ser entierros mltiples (ver Tabla 1). Los entierros secundarios se diferencian entre s no slo por dividirse entre paquetes, acumulaciones seas o crneos aislados, sino tambin por su composicin anatmica y sexo- etaria. En este apartado analizaremos solamente su composicin anatmica, mientras que la sexo-etaria ser discutida ms adelante. Si bien tanto los paquetes como las acumulaciones seas se encuentran conformados en su mayora por huesos largos, los paquetes cuentan con una mayor representacin de elementos de los miembros superiores y la presencia de al menos un crneo. En cambio, en las acumulaciones seas se destacan los elementos de los miembros inferiores y la ausencia de crneos. Esto puede observarse en la Tabla 2, en donde se ha calculado el MAU y el MAU% para los paquetes y la acumulacin sea encontrada. A su vez, el clculo del MAU% nos ha sugerido la modalidad de inhumacin de una estructura mortuoria (N 17-18), tal vez afectada por el arado y/u otros procesos postdepositaconales, la cual, previamente al anl i si s, hab a si do catal ogada como indeterminada (Figura 2). En la imagen se observan dos crneos a cada extremo de la misma, un sacro, huesos largos con fractura en estado seco y valvas Diplodon sp. Al estimar el MAU% (Tabla 3), el resultado nos muestra una alta proporcin de miembros inferiores, con lo cual se podra tratar de una acumulacion sea como la N 13 de este sitio (ver Tabla 2). Sin embargo, la presencia de dos crneos y la orientacin axial de los huesos largos indican que son probablemente dos paquetes Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 98 desestructurados. Otra explicacin vlida sera la existencia de una mayor variabilidad entre los tipos de inhumaciones secundarias que la sealada. Es decir, que existiran dos clases de paquetes: uno con predominancia de huesos l argos de l as extremi dades superiores y otros de las inferiores, ambos con presencia de crneos; o bien, dos clases de acumulaciones seas compuestas en su mayora por huesos largos de miembros inferiores, pero algunas con y otras sin crneos. Esta potencial variabilidad ser contrastada con la amplitud de la muestra en un futuro. No obstante, si bien la cantidad de inhumaciones secundarias es reducida como para establecer criterios fijos de identificacin fehaciente sobre la estructura mortuoria N 17-18, se puede decir que pertenece a un entierro secundario, compuesto por cuatro individuos (tabla 1). Paquete N 5 Paquete N9 Ac. sea N 13 MNE MAU MAU% MNE MAU MAU% MNE MAU MAU% Crneo 1 1 50 1 1 50 0 0 0 Mandbula 1 1 50 0 0 0 0 0 0 Maxilar 1 1 50 1 1 50 0 0 0 Clavcula 0 0 0 1 1 50 0 0 0 Hmero 1 0.5 25 4 2 100 1 1 22.2 Radio 2 1 50 2 1 50 0 0 0 Cbito 4 2 100 1 0.5 25 0 0 0 Fmur 2 1 50 1 0.5 25 9 4.5 100 Tibia 2 1 50 2 1 50 4 2 44 Peron 0 0 0 3 1.5 75 1 0.5 11.1 Coxales 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Sacro 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Coxis 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Rtulas 0 0 0 0 0 0 2 1 22.2 Metatarsos 0 0 0 1 0.1 5 5 0.5 11.2 Metacarpos 0 0 0 1 0.1 5 0 0 0 Falanges* 0 0 0 1 0.03 1.5 0 0 0 Omplato 1 0.5 25 0 0 0 0 0 0 Costillas 1 0.04 2 2 0.08 4 10 0.41 9.11 Axis 0 0 0 0 0 0 1 1 22.2 Atlas 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Vrtebras** 0 0 0 0 0 0 13 0.5 11.1 Calcneo 0 0 0 0 0 0 1 0.5 11.1 Astrgalo 0 0 0 1 0.5 2.5 0 0 0 Esternn 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Carpos 1 0.12 6 0 0 0 0 0 0 Tarsos*** 0 0 0 0 0 0 1 0.2 4.4 Tabla 2. MAU y MAU% correspondiente a los individuos de los paquetes funerarios N 5 y 9 y de la acumulacin sea N 13. * Se han includo las falanges de las manos y de los pies. ** Fueron includas todas las vrtebras, exceptuando C1 y C2. *** Se refiere a todos los tarsos con excepcin del astrgalo y el calcneo. La Zaranda de Ideas 6: 91-116 (2010) 99 Por otro lado, en relacin con la ubicacin de los entierros en el espacio, la orientacin ms usual entre las modalidades de inhumacin es hacia el suroeste (52,9%), seguida por los orientados hacia el nordeste (23,5%), noroeste, nornordeste, sur y sureste (todas con 5,8%). Al comparar las orientaciones entre las estructuras primarias y secundarias, notamos que ambas comparten las modalidades hacia el suroeste y nordeste. En cambio, el punto cardinal sur fue encontrado slamente entre las modalidades secundarias, y el del noroeste, nornordeste y sureste slo entre las primarias (Tabla 4). En cuanto a las posiciones de los esqueletos procedentes de los entierros primarios, predominan las de decbito ventral (58,3%) por sobre las de decbito dorsal (41,6%). Estas tienen la particularidad de estar estrechamente relacionadas con categoras sexo-etarias, como veremos a continuacin. Figura 2. Inhumacin N 17-18. MNE MAU MAU% Crneo 2 2 100 Mandbula 1 1 50 Maxilar 1 1 50 Clavcula 1 0.5 25 Hmero 1 0.5 25 Radio 0 0 0 Cbito 2 1 50 Fmur 4 2 100 Tibia 0 0 0 Peron 2 1 50 Coxal 0 0 0 Sacro 0 0 0 Coxis 0 0 0 Rtula 1 0.5 25 Metatarsos 0 0 0 Metacarpos 1 0.1 5 Falanges* 4 0.1 5 Omplato 1 0.5 25 Costillas 16 0.6 30 Axis 1 1 50 Atlas 1 1 50 Vrtebras** 15 0.6 30 Calcneo 0 0 0 Astrgalo 1 0.5 25 Carpos 1 0.1 5 Tarsos*** 1 0.1 5 Tabla 3. MAU% para la inhumacin N 17-18. * Se han includo las falanges de las manos y de los pies. ** Fueron includas todas las vrtebras, exceptuando C1 y C2. ***Se refiere a todos los tarsos con excepcin del astrgalo y calcneo. N Estructuras % N Primarios % N Secundarios % Suroeste 9 52.99 7 58.33 2 40 Noroeste 1 5.88 1 8.33 0 0 Nornordeste 1 5.88 1 8.33 0 0 Nordeste 4 23.53 2 16.66 2 40 Sureste 1 5.88 1 8.33 0 0 Sur 1 5.88 0 0 1 20 Totales 17 12 5 Tabla 4. Orientaciones de las estructuras primarias y secundarias. Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 100 Composicin y diferenciacin sexo- etaria Dentro de la muestra, compuesta por un NMI de 43, se han podido asignar categoras sexuales a 25 individuos (32% femenino y 68% masculino) y etarias a 22 de ellos (Figura 3). En estas ltimas, a nivel general, se observa una mayora de individuos adultos entre los 35 y 50 aos. De todos modos, es importante destacar la presencia de individuos de todas las edades. Al considerar la distribucin de las categoras etarias entre las inhumaciones primarias y secundarias notamos que, si bien los adultos estn presentes en ambas modalidades de entierro (a excepcin de los mayores de 50 aos), no sucede lo mismo con los subadultos. Los infantes (0-3 aos) y nios (3-12 aos) se encuentran ausentes en los secundarios; y los juveniles (12-20 aos) y adultos mayores de 50 aos no se hallan representados en los primarios. A su vez, tambin dentro de los secundarios, los juveniles fueron encontrados slo en la acumulacin sea junto a otros adultos, mientras que los paquetes y crneos aislados estn conformados nicamente por individuos adultos. Otra de las diferencias encontradas entre los individuos sobre la base de la distribucin de las categoras de sexo y edad, se encuentra excl usi vamente entre l as i nhumaci ones primarias. Todas las mujeres adultas y los individuos subadultos fueron colocados en posicin decbito ventral, mientras que los hombres adultos fueron inhumados en decbito dorsal. Asimismo, estos ltimos fueron orientados hacia el suroeste, mientras que a las mujeres se las encuentra en varias orientaciones (noroeste, nornordeste, nordeste y suroeste). El nico individuo masculino que difiere del resto es uno con signos de violencia 3 , que se encuentra decbito ventral y orientado hacia el sureste. A pesar de estos contrastes, no se han encontrado indicadores de diferenciacin social vertical entre los individuos. Todas las inhumaciones fueron halladas desprovistas de artefactos y de adornos personales que Figura 3. Composicin etaria de Cerro Lutz (NMI general=22; NMI primarios=10; NMI secundarios=12). La Zaranda de Ideas 6: 91-116 (2010) 101 sealaran algn tipo distincin social. Slo se han encontrado, en el sondeo ubicado a metros de la Cuadrcula 2, dos tembets en T, confeccionados en valva Diplodon sp., sin asociacin con restos humanos. A su vez, se hallaron cuatro inhumaciones (entierros N 4, 9, 14 y 16) con evidencia de ocre rojo, por debajo y sobre los huesos. Sin embargo, an no se ha podido establecer su significado. Configuracin y organizacin espacial de los entierros Tal como se explicit en el apartado metodolgico, se analizar la configuracin y organizacin espacial de las inhumaciones procedentes de la Cuadrcula 2, ya que es donde se han encontrado la mayor cantidad de entierros primarios y secundarios. A nivel general, en la cuadrcula sealada, las inhumaciones se estructuran de manera pautada y organizada, segmentadas en cinco sectores separados por acumulaciones de valvas (Figura 4). En cuanto a las inhumaciones primarias, si se traza una lnea recta imaginaria por los crneos y rodillas, podemos observar que los entierros del sector 1 se encuentran alineados con los del sector 2 y 4 (a excepcin del femenino con orientacin nordeste- suroeste del sector 4). A su vez, como ya ha sido sealado, todas las inhumaciones primarias masculinas se encuentran decbito dorsal y las femeninas y subadultos decbito ventral. Por otro lado, los individuos de ambos sexos no comparten los mismos sectores. Es decir que el espacio se encuentra diferenciado segn categoras sexuales. Los masculinos ocupan los sectores 1 y 2, mientras que los femeninos se ubican en el sector 4. A su vez, en la unidad de excavacin del Tocn 3 slo fueron encontradas dos inhumaciones femeninas; y en el Tocn 1, slo el individuo masculino con signos de violencia. Los entierros secundarios tambin se encuentran organizados espacialmente. Los dos paquetes del sector 1 se encuentran alineados Figura 4. Disposicin de las inhumaciones primarias y secundarias en la Cuadrcula 2 con sus respectivos sectores. De izquierda a derecha: inhumaciones primarias N 16, 14 y 10, paquetes mortuorios N 9 (arriba) y 5 (abajo), primarios N 6, 11 y 7 (ste ltimo se encuentra por encima del 11), acumulacin sea N 13 y crneos 1, 2 y 3 (ubicados por debajo de la acumulacin sea), inhumaciones secundarias N 17 y 18, primario N 19, 20 y 21, acumulacin sea N 23. Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 102 en un mismo eje axial con los crneos ubicados a cada extremo del eje. A su vez, la acumulacin sea del sector 2 se encuentra alineada con la acumulacin ubicada en el otro extremo (sector 5). Si bien todava no sabemos el significado de esta segmentacin espacial, se estn analizando mediante estudios de ADN las potenciales relaciones de parentesco entre las diferentes estructuras. DISCUSIN El sitio Cerro Lutz puede ser caracterizado como un cementerio en los trminos de Pardoe (1988) y Littleton (2002), dado que es un rea exclusiva en el paisaje destinada al depsito de un alto nmero de individuos, con un arreglo espacial estructurado y con un uso continuo a travs de varias generaciones. Las explicaciones acerca de la existencia de cementerios han sido adjudicadas a sistemas de baja movilidad residencial, a la presencia de territorialidad y/o al desarrollo de grupos corporati vos de descendenci a l i neal o linajes (Saxe 1970; Goldstein 1981; Charles y Buikstra 1983; Goldstein 1995), concepto que ha sido seguido en nuestro pas por diferentes autores (Goi y Barrientos 2000; Barrientos 2001, 2002; Luna et al. 2004; Martnez et al. 2006; Loponte 2008, entre otros). En relacin, Saxe (1970) postula que en aquellas zonas donde los recursos se encuentren restringidos, las poblaciones legitimarn su uso por medio de los ancestros a travs de las reas formales de entierro. Esta situacin se encontrara correlacionada con el surgimiento de un comportamiento territorial (Saxe 1970; Goldstein 1981, 1995). Sin embargo, en los ltimos aos se han elaborado posturas tericas que relacionan la existencia de cementerios con aspectos ms de ndole religiosa, social y de manipulacin poltica por parte de los vivos (Hodder 1988; Parker Pearson 1990). Aunque por el momento desconocemos las connotaciones sociales que habran tenidos los cementerios como Cerro Lutz para aquellas poblaciones del rea, en relacin a una hiptesis sobre la existencia de comportamientos territoriales sera esperable encontrar en grupos de baja movilidad y estabilidad en el paisaje, como son las sociedades cazadoras-recolectoras bajo estudio (Loponte 2008), evidencias de conflictos interpersonales y grupales (ver un resumen de diferentes posturas en Loponte 2008). En Cerro Lutz, la evidencia al respecto es contundente, ya que el esqueleto 1 posee una vrtebra traspasada por un pice de una punta sea. No obstante, si bien se han empezado a delinear los primeros anlisis sobre la temtica (David Pau com. pers. 2010), el registro de la zona todava no ofrece una cantidad de casos como para discutir acerca de una situacin generalizada al respecto. Pese a esta carencia, los entierros secundarios en forma de paquetes podran implicar una forma de apropiacin de un espacio socialmente significativo (el rea de inhumacin final), ya que sera un lugar previamente pautado donde se llevaran los restos de los antepasados de un grupo o grupos particulares. Si bien las explicaciones para la existencia de este tipo de entierro secundario han sido discutidas por varios autores (Hertz 1907, en Carr 1995; Metcalf 1981; Byrd y Monahan 1995; Goldstein 1995; Schroeder 2001), una posible explicacin es la muerte de los individuos lejos de los lugares de entierro formales y su posterior traslado hacia ellos (Moreno 1874 en Della Negra et al. 2010; Byrd y Monahan 1995; Goldstein 1995; Schroeder 2001; Barrientos 2002; Martnez et al. 2006; Bracco Boksar et al. 2008; Morano Bchner et al. 2010). Estos sitios son, por lo general, cementerios sealizados, utilizados por linajes o grupos de descendencia lineal, o por filiaciones grupales y/o tnicas (Saxe 1970; Binford 1971; Charles y Buikstra 1983; Byrd y Monahan 1995; Goldstein 1995; Barrientos 2001; Schroeder 2001; Barrientos 2002; Luna et al. 2004). Cerro Lutz sera una La Zaranda de Ideas 6: 91-116 (2010) 103 de estas reas, como queda demostrado por la alta presencia de individuos inhumados en entierros secundarios, su uso exclusivo por varias generaciones y la estructuracin espacial que lo caracteriza. Una evidencia arqueolgica que refuerza la hiptesis de un traslado de los paquetes, pertenece al entierro nmero 5 del sitio bajo estudio, que contiene marcas paralelas similares a hoyos de disolucin qumica, ubicados transversalmente en las caras de las difisis que no hacen contacto con otros huesos del paquete (Figura 5). Esta caracterstica no fue encontrada en los otros entierros circundantes, con lo cual queda descartado que pueda deberse a particularidades del contexto de inhumacin. Estas marcas podran ser el resultado del atado de los huesos con fibras vegetales y su posterior colocacin en un saco de cuero u otro material perecedero (Mazza 2010). Debemos mencionar al respecto que el traslado de restos en forma de paquetes ha sido registrado en la regin por los cronistas del siglo XVI (Lozano 1874 en Lothrop 1932; Rosales 1877 en Gaspary 1950) y tambin en distintas zonas del territorio argentino y uruguayo (Moreno 1874 en Della Negra et al. 2010; Barrientos 2001; Martnez et al. 2006 y trabajos all citados; Bracco Boksar et al. 2008; Morano Bchner et al. 2010; entre otros). Otras de las evidencias que han sido fuertemente discutidas en relacin a la existencia de cementerios, son aquellas relacionadas con la presencia de diferenciacin social (Binford 1971; Tainter 1978; Brown 1981; Carr 1995; entre otros). En Cerro Lutz, si bien no ha sido registrada una jerarquizacin social vertical entre los individuos inhumados, se observa una distincin en base a categoras de sexo y edad. Las inhumaciones primarias de individuos masculinos adultos difieren en la posicin de los Figura 5. Paquete N 5 con marcas de posible atado. Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 104 individuos femeninos adultos y de los subadultos, y para los entierros secundarios hay diferencias en la conformacin etaria de los paquetes y de las acumulaciones seas. Estas evidencias nos estn sealando ciertas diferencias sexuales y etarias que pudieron estar presentes durante la vida de estas personas, que a la hora del entierro fueron mantenidas. Al respecto, varios autores (Binford 1971; Flanagan 1989) sealaron que en sociedades cazadoras-recolectoras sin diferenciacin social, las distinciones entre los individuos se basaran en el sexo y la edad de los mismos. Esto es posiblemente lo que est sucediendo en Cerro Lutz. Este patrn de diferenciacin mortuoria tambin se podra aplicar en otros sitios del humedal del Paran inferior (Petrocelli 1975; Caggiano et al. 1978) y ha sido hallado en distintas zonas del territorio argentino (Aranda 2007; Cassiodoro y Garca Guraieb 2010). Por ende, esta prctica funeraria no se remite a slo un sitio en particular, sino que podra ser consecuencia de prcticas sociales y de creencias compartidas. En relacin con la distincin personal, otra particularidad del HPI que se repite en Cerro Lutz es la carencia de adornos personales o de ajuar mortuorio. Dentro del rea, son pocas las inhumaciones que se han encontrado con algn objeto que las distinga del resto (Torres 1911; Lothrop 1932; Petrocelli 1975; Loponte 2008). Esto nos lleva a formular la hiptesis de que los adornos personales eran quitados en algn momento previo a la inhumacin final, lo cual se encuentra relacionado tambin con el hecho de que algunos de estos adornos (como por ejemplo tembets y cuentas) fueron encontrados a metros de los entierros, sin asociacin a restos humanos. La ausencia de marcadores suntuarios en las inhumaciones de Cerro Lutz nos impide considerar la existencia de diferencias jerrquicas, pero esto es claramente insuficiente para descartarlas. An se debe avanzar con la identificacin de eventuales diferencias en los estados nutricionales y de actividad, entre otras variables. CONCLUSIONES Cerro Lutz constituye uno de los mejores registros mortuorios del rea hasta la fecha. El complejo escenario funerario se compone de una gran variabilidad de modos de inhumacin, diferencias sexo-etarias en las mismas, una configuracin del espacio mortuorio ordenada y pautada, y un uso continuo y exclusivo a lo largo de varias generaciones con el mismo fin. Estas categoras han permitido catalogar a Cerro Lutz como un cementerio (Pardoe 1988; Littleton 2002). Su existencia denota la presencia de una apropiacin del espacio, hecho reforzado por la evidencia del transporte de restos y posiblemente con el rastro de violencia interpersonal sealado en una inhumacin (Moreno 1874 en Della Negra et al. 2010; Byrd y Monahan 1995; Goldstein 1995; Schroeder 2001; Barrientos 2002; Martnez et al. 2006; Bracco Boksar et al. 2008; Morano Bchner et al. 2010). En relacin con este ltimo aspecto, a medida que se sumen ms anlisis y aumente el tamao de las muestras, se podr evaluar la pertinencia de la afirmacin acerca de la existencia de conflictos intergrupales. Por otro lado, se ha sealado la relacin de los cementerios con sistemas de desigualdad social o grupos corporativos de descendencia lineal (Saxe 1970; Binford 1971; Charles y Buikstra 1983; Byrd y Monahan 1995; Goldstein 1995; Barrientos 2001; Schroeder 2001; Barrientos 2002; Luna et al. 2004). En este caso, hemos visto que hasta el momento no se hacen evidentes diferencias que puedan ser tomadas como jerrquicas. En este sentido, an debe ser explorado este punto mediante la adicin de nuevos casos de estudio y anlisis. Este trabajo constituye slo una va de estudio ms que, unida a otras, nos ayudar a entender ms acabadamente la organizacin social de estas poblaciones. Esperamos en el futuro efectuar mayor cantidad y variedad de anlisis para aumentar nuestro conocimiento sobre las prcticas mortuorias de estas sociedades. Por medio de ellas podremos La Zaranda de Ideas 6: 91-116 (2010) 105 acceder a aspectos organizativos, sociales, polticos y simblicos que son difciles de inferir a partir de la consideracin de otros componentes del registro arqueolgico (Saxe 1970; Binford 1971; Goldstein 1981; Hodder 1988; Parker Pearson 1990; entre otros). Recibido en marzo de 2010 Aceptado en septiembre de 2010 NOTAS 1. Esta acumulacin sea todava permanece en el sitio, con lo cual es probable que su NMI se vea modificado cuando se retire, alterando as la totalidad de individuos presentes en la muestra. 2. Las estimaciones etarias para los individuos subadultos deben considerarse como aproximativas, ya que si bien fueron calculadas segn los mtodos citados, deben ser evaluadas mediante otros ms exactos, como ser el grado de calcificacin dental. Estos anlisis se encuentran programados a efectuarse en el corto plazo, con el objetivo de evaluar los mtodos que mejor representen las edades de los individuos inhumados. 3. La inhumacin N 1 presenta una de sus vrtebras dorsales un pice de un instrumento seo, penetra por el rea de la lmina vertebral y se detiene en el canal medular. AGRADECIMIENTOS Le quiero agradecer a mi director, Daniel Loponte, por apoyar mi trabajo y efectuar una revisin crtica del artculo, a Joaco por su predisposicin en confeccionar el dibujo computarizado de la Cuadrcula 2 en una tarde, a los evaluadores, Claudia Aranda y Gustavo Barrientos, por sus comentarios y sugerencias, las cuales lograron mejorar sustancialmente este artculo, y a Ale por ayudarme con el resumen en ingls y, principalmente, por la contraposicin y discusin de ideas sobre este artculo y en general. BIBLIOGRAFA Acosta, A. y D. Loponte 2006. 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La autora realiza un estudio a partir del anlisis de un conjunto de variables: posicin y orientacin de los entierros, relaciones espaciales entre los mismos, cuantificacin de los restos seos, composicin sexual y etaria de la muestra. A partir de los resultados obtenidos concluye que el sitio Cerro Lutz corresponde a un cementerio que habra sido utilizado por distintas generaciones (durante, por lo menos, cerca de 300 aos) de grupos cazadores- recolectores de la regin. Hay al gunas cuesti ones del trabaj o que quisiera destacar y otras poner en consideracin: 1- Es notable la variabilidad de inhumaciones presentes en el sitio. Sin embargo, respecto a las incineraciones que la autora menciona, si bien aclara que no sern tenidas en cuenta para los anlisis del presente trabajo, sera deseable contar con una caracterizacin de las mismas mediante su descripcin e importancia en el sitio para poder entender mejor la variabilidad de modalidades de entierro presentes. 2- La autora hace referencia a que el presente sitio podra corresponderse con El Aserradero excavado por Lafn. Teniendo en cuenta que el sitio Cerro Lutz se encontraba alterado al momento de comenzar su excavacin sera interesante retomar estos trabajos, integrar y establecer comparaciones con aquellos materiales excavados por Lafn, ya que pueden permitir una mejor comprensin. 3- Con respecto a los entierros de tipo secundario me parece que sera conveniente un anlisis ms minucioso de las marcas de corte para determinar si la desarticulacin de los entierros secundarios se produce perimortem (inmediatamente despus de la muerte) o si es considerablemente posterior a la misma, y en funcin de esto saber si los individuos fueron enterrados en primer lugar de manera primaria, desenterrados y luego se produce la desarticulacin de sus esqueletos, o si la desarticulacin se produjo en momentos posteriores y cercanos a la muerte de esos individuos. 4- Me parece interesante la relacin que la autora establece entre la composicin y diferenciacin sexo-etaria respecto de la configuracin espacial de los entierros, lo que la lleva a confirmar la hiptesis de que las diferenciaciones en grupos cazadores- recolectores se basan principalmente en sexo y edad. Sin embargo, me parece que no puede definirse con claridad a que grupos pertenecen los individuos del sitio. Sobre todo considerando la presencia de algunos elementos como los dos tembets, que si bien no estn asociados claramente a los entierros, tampoco puede descartarse su coexistencia. Asimismo el inters de la autora por conocer si existen diferencias jerrquicas, es decir contrastar la hiptesis que las diferencias estn basadas slo en sexo y edad, Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 110 si bien no puede establecerse a partir de los anlisis de este sitio, no debe descartarse en un futuro. En este sentido, cabe destacar la presencia de ocre en algunos individuos que puede estar indicando una diferenciacin de algn tipo, ya que lo presenta una minora (9%) dentro de la muestra analizada del sitio. La presencia de ocre es un factor importante a considerar ya que se presenta en otros sitios de regiones adyacentes para los mismos momentos. 5- La cuantificacin de los restos seos mediante clculos de abundancia relativa (NMI, NME, MAU, MAU%) le ha permitido a la autora precisar una buena descripcin y caracterizacin de los paquetes funerarios y acumulaciones seas. De esta manera, es posible realizar comparaciones con otros sitios pertenecientes a regiones adyacentes as como para futuros estudios en la regin de estudio. Para finalizar quiero recalcar la importancia de este trabajo para la comprensin de la variabilidad de prcticas mortuorias sudamericanas durante el Holoceno Tardo. Es decir, la implicancia de la presencia de distintos tipos de entierros en un mismo sitio arqueolgico como los abordados en el presente trabajo en otras regiones ms o menos alejadas para el mismo momento. Asimismo es destacable la importancia de estos estudios acerca de las prcticas mortuorias teniendo en cuenta el contexto arqueolgico en relacin a la disposicin y distribucin de los elementos seos para poder integrarlo a otros conocimientos de la regin y poder aproximarse a conocer la complejidad cultural de estas sociedades en el pasado. COMENTARIO 2 Paula Miranda*** INAPL Considero que el trabajo presentado constituye un gran aporte al conocimiento de las prcticas mortuorias del rea del humedal del Paran inferior. Sin embargo, no queda claro a que refieren algunos de los conceptos que utiliza la autora en el anlisis. Por ejemplo: prcticas mortuorias, rea formal de entierro, bienes suntuarios, desigualdad social institucionalizada, componente mortuorio, marcadores suntuarios, diferencias jerrquicas, apropiacin de un espacio socialmente significativo, entre otros. Lo ideal sera que los mismos fueran definidos, as queda claro a que hacen referencia. Asimismo, sera necesario definir de manera clara las variables que se analizan dentro de lo que la autora denomina como un anlisis mortuorio. Por ejemplo, cuando se menciona que se evaluaron indicadores de diferenciacin social vertical entre los individuos, si bien se puede esbozar a partir de la lectura de los resultados que para este fin se analiz la presencia y/o ausencia de artefactos y de adornos personales (que sealaran algn tipo distincin social), este paso no est especificado. En cuanto a la metodologa propia del anlisis bioarqueolgico, en el trabajo se afirma que se realiz una aproximacin macroscpica de los huesos largos, comparando el dimetro de la cabeza del fmur y del hmero, las inserciones musculares y su aspecto grcil o robusto sobre los restos de los entierros primarios, de los cuales pudo estimarse el sexo por mtodos convencionales y que considerando que el nivel de dimorfismo sexual entre los primarios suele ser muy evidente, estos resultados se extrapolaron a los restos de los entierros secundarios. Si bien se seala que este anlisis es preliminar, una afirmacin como el dimorfismo sexual es evidente necesita algn tipo de evaluacin previa en la que es ineludible el uso de mtodos cuantitativos para establecer con certeza un punto de corte que permita separar entre restos correspondi entes individuos femeninos y masculinos. Asimismo, en l a Tabl a 1 se i ndi can l os resul tados de l a determi naci n del sexo en base a las categoras Femenino; Masculino e Indeterminado. Es llamativo que en todos los casos el sexo haya sido establecido en base a esas categoras y que en ningn caso La Zaranda de Ideas 6: 91-116 (2010) 111 se haya categorizado como Probablemente Femenino o Probablemente Masculino. En la misma tabla, en lo que se refiere a la edad estimada, figuran las categora ad y AD, las cuales no aparecen en las referencias. Por lo tanto, no queda claro que significan. En cuanto a la evidencia de conflictos interpersonales y/o grupales, el registro que se presenta para sostener esta hiptesis es muy poco (un caso de un esqueleto que posee una vrtebra traspasada por un pice de una punta sea) por lo cual no es suficiente para plantearlo como una evidencia contundente. COMENTARIO 3 Violeta A. Killian Galvn**** CONICET Existiendo la posibilidad de reducirse a un artculo descriptivo, Mazza demuestra la potencialidad de la confluencia de diferentes lneas de anlisis del registro bioarqueolgico, para adentrarnos en aspectos tales como la diferenciacin social y la territorialidad en grupos cazadores recolectores complejos. Es justamente sobre la diversidad en cuanto a la disposicin de los restos seos lo que me ha entusiasmado a unirme a la discusin y quiz ofrecer nuevas lneas de trabajo para abordar las dos problemticas arriba mencionadas. En este caso, la autora brinda una sntesis de investigaciones que permite caracterizar el tratamiento de la muerte en el humedal del Paran inferior y que lejos de clausurar debates nos permite generar nuevas preguntas. En lo que refiere a la inferencia sobre determinados aspectos constitutivos de la organizacin social como por ejemplo las relaciones de desigualdad son llamativas las diferencias sexo-etarias encontradas en los diferentes patrones mortuorios. De la lectura del artculo, se desprende la importancia del rea en trminos territoriales, dada la presencia de patrones secundarios de enterratorio, resultantes de la reubicacin de esqueletos trados desde otras localizaciones, lejanas al rea estudiada. Pero cul era el rol de este espacio y qu relevancia tena dentro del ciclo anual de movilidad entre los grupos horticultores? Si consideramos este caso de estudio, las modalidades primarias de enterratorio presentan diferenciacin sexual en la disposicin del cuerpo, lo cual, lleva a la autora a entenderlo dentro de un modelo de organizacin esperable para grupos cazadores recolectores sin desigualdad social institucionalizada, ocurriendo lo mismo en cuanto a lo etario. Esto se encontrara complementado con la ausencia de acompaamientos mortuorios (usualmente utilizados como marcadores de jerarquas), prevaleciendo a su vez, una fractura con lo cotidiano al enterrar a los muertos sin sus adornos personales. Ahora bien, restringindonos al marco terico de la autora, podemos plantear el anlisis de la pauta de residencia y sus implicaciones sociales como un rea de anlisis que sera interesante desarrollar. En este sentido, me refiero a la distincin de la movilidad relativa de los sexos, o a la existencia de un ciclo de movilidad diferente para hombres adultos y jvenes, con la posibilidad de su deceso lejos del territorio propio. Una estrategia metodolgica posible, es el anlisis de las relaciones isotpicas de estroncio ( 87 Sr/ 86 Sr) y oxgeno ( 18 O) (Bentley et al. 2005). De tal modo, considerando las seales isotpicas de diferentes provincias geolgicas, seran esperables rangos isotpicos acotados entre las mujeres, ocurriendo lo contrario con los hombres. Esta estrategia nos permitira discutir un modelo de matrilocalidad, en el que las pautas de enterramiento halladas no estaran reflejando necesariamente diferencias sociales en vida, como ocurre cuando la pertenencia a un determinado grupo sexo-etario manifiesta por ejemplo, el acceso diferencial de cada individuo a los recursos. En lo referente al uso del espacio, la territorialidad sealada sobre Cerro Lutz Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 112 (donde incluso la incineracin de individuos pudo ser funcional a la reutilizacin de espacios socialmente connotados), no termina de vincularse, por ejemplo, a un rea de captacin de recursos. Asi mismo, la autora decide ser cauta a la hora de sealar una hiptesis alternativa sobre una opcin no econmica para el emplazamiento de los enterratorios. En este sentido, una futura lnea de anlisis sera continuar con los estudios paleodietarios a travs de la metodologa isotpica que ya est en curso a nivel regional, para comprender si la presencia de valvas de moluscos, componente predominante en el rea de inhumacin, halla su correlato en el consumo de los individuos all encontrados. Sealo esto, dado que el descarte de las mismas no se extiende homogneamente en el registro del Humedal del Paran Inferior (al menos en lo mencionado en Loponte 2008) y posi bl emente se encuentren diferencias en los valores en el registro isotpico humano de las diferentes reas formales de entierro. Para finalizar, la lectura de artculos como el de Mazza, invita a la reflexin crtica sobre tpicos como los expuestos, que muchas veces son controvertidos y, sin duda, objetos de acalorados debates al interior de nuestra disciplina. Bibliografa Bentley, R. A., M. Pietrusewsky, M. T. Douglas y T. C. Atkinson 2005. Matrilocality during the prehistoric transition to agriculture in Thailand. Antiquity 79: 865-881. Loponte, D. 2008. Arqueologa del Humedal del Paran Inferior. Bajos Ribereos Meridionales. Alejandro Acosta y Daniel Loponte (eds.) Arqueologa de la cuenca del Plata. Serie monogrfica, Vol. 1. Ediciones del Riel, Buenos Aires. RESPUESTA Brbara Mazza* INAPL Ante todo, qui si era agradecer a l as colegas por sus comentarios y el tiempo dedicado a tal efecto. A continuacin, ampliar un par de cuestiones que me parecieron interesantes. He dividido las respuestas en base a los ejes temticos que fueron comentados: marco terico, antecedentes, metodologa y caractersticas de las inhumaciones. Marco terico A lo largo del artculo he utilizado diferentes conceptos tericos relacionados con las prcticas mortuorias que, sin embargo, por cuestiones de espacio, no he podido desarrollar. A continuacin definir algunos de aquellos trminos. Las prcticas mortuorias son un conjunto complejo de actividades, en donde la depositacin del cuerpo es slo una parte de un todo que comprende una gran cantidad de simbolismo no material y despliegue ritual (Chapman et al. 1981; Parker Pearson 1999). Estos rituales mortuorios son llevados a cabo, generalmente, dentro del paisaje natural en zonas especficas destinadas a la depositacin del cuerpo, denominadas reas formales de entierro o, comnmente, cementerios. Pardoe (1988) y Littleton (2002) los han definido como un rea exclusiva en el paisaje destinada al depsito de un alto nmero de individuos, con un arreglo espacial estructurado y con un uso continuo a travs de varias generaciones. Algunos estudios sobre las prcticas mortuorias, se han abocado principalmente al anlisis de la organizacin social, haciendo hincapi en las diferencias sociales presentes (Kroeber 1927; Binford 1971; Peeble y Kus 1977; Tainter 1978; Brown 1981; entre otros). La diferenciacin social es una caracterstica de la mayora de las sociedades pasadas y presentes, la cual est basada en diferencias entre los individuos que son respetadas y establecidas socialmente. Ellas La Zaranda de Ideas 6: 91-116 (2010) 113 pueden estar pautadas segn categoras de sexo y/o edad (lo que se denomina estatus adscripto), o sobre otros aspectos obtenidos en vida como, por ejemplo, el mrito personal o la afiliacin grupal -estatus adquirido- (Flanagan 1989). Ahora bien, hay ciertas sociedades que estn basadas en relaciones de diferenciacin social vertical (cuando existe un acceso diferencial a las riquezas), o de estratificacin social (cuando la sociedad se encuentra dividida en clases sociales con un acceso diferencial a los recursos bsicos para vivir). Por otro lado, puede haber desigualdades horizontales, basadas principalmente en la distincin de roles, sin que ellas impliquen un acceso diferencial a recursos o riquezas. Lo que hemos encontrado en Cerro Lutz son diferencias en base a categoras de sexo y edad, que, como fue sealado, tambin fue encontrado en otros estudios sobre sociedades cazadoras- recolectoras. Descartamos momentneamente la presencia de desigualdad social vertical o de estratificacin social dado que no hemos encontrado ajuar mortuorio (elementos colocados en la tumba intencionalmente, que, segn la literatura sealada, han sido tomados como indicadores de desigualdad social). Sin embargo, dicha aproximacin es de carcter preliminar, ya que el hecho de no encontrar ajuar mortuorio junto a las inhumaciones no necesariamente est correlacionado con una falta de jerarquizacin (Ucko 1969 en Chapman y Randsborg 1981; Pearson 1999). La adicin de otras lneas de evidencia (como ser indicadores de actividades cotidianas, de salud y alimentacin) nos conducirn a corroborar o refutar su existencia. Antecedentes Si bien el sitio fue previamente excavado por Lafn y colaboradores hacia la dcada del 70, al momento slo contamos con su libreta de campo, algunos restos seos humanos sin informacin sobre su contexto de inhumacin y materiales diversos en procesamiento. Al remitirnos a sus anotaciones hemos notado la gran coincidencia entre los elementos materiales rescatados por ellos, entre los que se destacan: los tiestos cermicos, la fauna local y las inhumaciones sobre valvas, como as tambin la coincidencia en la ubicacin geogrfica entre El Aserradero y Cerro Lutz. Seguramente, cuando se terminen de analizar los materiales extrados, tanto por Lafn como por el equipo de investigacin actual, se podrn realizar mayores comparaciones. Metodologa Tal como seala Miranda, en la Tabla 1 se tendra que haber discriminado entre probablemente femenino o probablemente masculino en la asignacin sexual de los entierros secundarios. Es necesario que se los considere como tal, ya que la aproximacin sexual ha sido determinada slamente de forma macroscpica sin ningn tipo de anlisis cuantitativo. Cabe destacar que dichos anlisis se encuentran en curso en estos momentos. A su vez, la discriminacin entre Ad y ad se debe a un error de escritura, ambos significan adultos. Por otra parte, es muy interesante lo planteado y sugerido por Killian en relacin a la presencia de entierros secundarios y sus posibles patrones de movilidad. Si bien el registro arqueolgico del rea muestra rangos de accin limitados al ambiente del humedal para los grupos humanos y las lecturas isotpicas son similares tanto en presas tpicas de este ambiente como de los individuos que se recuperaron en los sitios (Loponte 2008), los anlisis de istopos de estroncio se encuentran bajo estudio, no slo del rea del sur de Entre Ros, sino tambin de la zona de Bajos Ribereos Meridionales, justamente para evaluar los patrones de movilidad de aquellas poblaciones cazadoras-recolectoras. Inhumaciones Ante todo, quisiera mencionar que no hay incineraciones en Cerro Lutz. Ellas fueron encontradas a nivel regional en diferentes sitios (Greslebin 1931; Gonzlez 1947; Gaspary Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 114 1950). Sin embargo, Gonzlez (1947) aclara que, al menos en el sitio estudiado por l, las incineraciones pueden deberse a una combustin previa del sedimento sobre el cual fueron depositados los restos seos. Esta observacin incita a ser cautos a la hora de evaluar la presencia de este tipo de inhumacin en la regin. Por otro lado, Menndez ha hecho mencin a la presencia de marcas de corte en los entierros secundarios. Si bien sera lo esperable como consecuencia del descarne y de la desarticulacin de los elementos seos, no hay marca alguna que seale la utilizacin de elementos cortantes para tal fin. Posiblemente, esto se deba a la formacin de adipocira luego de que haya pasado cierto tiempo desde la muerte del individuo, provocando que las partes blandas sean fcilmente extrables, sin necesidad de elementos filosos (Mazza 2010). Para responder a la inquietud de la colega en cuanto a si eran procesados inmediatamente despus de su muerte o enterrados de forma primaria y, luego de un tiempo, en forma secundaria, me inclino a argumentar en favor de la segunda opcin. Caso contrario, deberamos haber encontrado huellas de corte, principalmente en las articulaciones, producto de la desarticulacin y descarne. Posteriormente, Menndez, en el punto 4 de sus comentarios, dice Sin embargo, me parece que no puede definirse con claridad a qu grupos pertenecen los individuos del sitio. Ahora bien, si se refiere a su afiliacin grupal, lamentablemente no podemos establecer con exactitud su adscripcin. En las crnicas del siglo XVI (Garca en Madero 1939; Ramrez en Madero 1939; Schmidl 1948) se menciona la existencia de varios grupos cazadores- recol ectores (Mbegu, Chan-Mbegu, Timb, Corond, Chan-Timb, Colastin) y horticultores (Guaranes) ubicados en el sector deltaico, los cuales se encontraban distribuidos en el espacio, con una aparente demarcacin territorial y con ciertas caractersticas que eran compartidas entre las distintas poblaciones, mientras que otras eran distintivas de cada grupo (ver resmen en Lothrop 1932). Sin embargo, no podemos trasladar aquellas delimitaciones hacia el perodo que estamos tratando, ms all de contrastar la hiptesis sobre la existencia de lmites sociales y evaluar los aspectos por medio de los cuales se diferenciaban (Loponte 2008; Mazza 2009). Luego, en el mismo punto, hace alusin a las diferencias sociales sexo-etarias encontradas en las inhumaciones del sitio. Tal como se explicit en el artculo, las diferencias encontradas a nivel mortuorio son evidentes. Sin embargo, para evaluar que las mismas tambin hayan estado presentes durante la vida de estos individuos se realizarn anlisis biomecnicos y de istopos estables. En relacin con la presencia de ocre, claramente puede estar connotando algn tipo de diferenciacin social, pero, por ahora, no hemos podido establecer relaciones de esa ndole. Otro tema tratado fue el de la violencia interpersonal. Si bien el registro bioarqueolgico de Cerro Lutz es escaso al respecto, es vlido recalcar que es contundente, ya que la nica forma que dicho individuo posea un pice de un instrumento seo en una de sus vrtebras es por medio de una agresin interpersonal. Sin embargo, an el registro de la zona ofrece muy pocos casos con posibles evidencias de conflictos (Pau 2010) para adjudicarla como una caracterstica de estas sociedades. Bibliografa Binford, L. 1971. Mortuary Practices: their Study and their Potential. 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Ponencia expuesta en el simposio Indicadores arqueolgicos de violencia, guerra y conflicto en sociedades prehispnicas, del XVII Congreso Nacional de Arqueologa Argentina, Mendoza. Peebles, C. y S. Kus 1977. Some Archaeological Correlates of Ranked Societies. American Antiquity 42 (3): 421-448. Schmidl, U. 1948. Crnica del Viaje a las Regiones del Plata, Paraguay y Brasil. Buenos Aires, Schmitt, D.N. y K. D. Lupo. Tainter, Joseph 1978. Mortuary Practices and the Study of Prehistoric Social Systems. En: M. B. Schiffer (ed.) Advances in Archaeological Method and Theory, pp. 105-141. vol. I. Tucson, University of Arizona Press. Brbara Mazza - Cerro Lutz: Aproximaciones al estudio de las prcticas mortuorias....... 116 * Brbara Mazza es egresada de la carrera de Ciencias Antropolgicas con orientacin Arqueologa de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires (2009). Este trabajo forma parte de sus investigaciones sobre los aspectos mortuorios del humedal del Paran inferior. Direccin de contacto: barbara_mazza@yahoo.com.ar ** Lumila Paula Menndez es Licenciada en Antropologa con orientacin en Antropologa Biolgica de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente es becaria doctoral de CONICET y trabaja en la Divisin Antropologa del Museo de La Plata. Se encuentra realizando el doctorado en Ciencias Naturales en la FCNyM-UNLP, donde tambin es docente de la Licenciatura en Antropologa. Su tema de tesis es: Diversificacin morfolgica craneofacial en la regin Centro Oeste de Argentina durante el Holoceno tardo. Direccin de contacto: lumilam@gmail.com *** Paula Miranda es egresada de la carrera de Ciencias Antropolgicas con orientacin Arqueologa de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires (2009). En la actualidad, como parte de su proyecto de Doctorado, se encuentra realizando investigaciones sobre el estado de salud de las antiguas poblaciones de la Puna Argentina. Direccin de contacto: paula24miranda@yahoo.com.ar **** Violeta A. Killian Galvn es Profesora de Enseanza Media y Superior en Ciencias Antropolgicas de la Facultad de Filosofa y Letras (UBA). Es becaria de CONICET y actualmente se encuentra realizando su doctorado en Arqueologa (FFyL, UBA), siendo su campo de desarrollo la investigacin sobre el impacto del consumo de maz en la alimentacin del Noroeste Argentino en sociedades arqueolgicas a partir del anlisis de istopos estables y elementos traza. Direccin de contacto: violetakillian@gmail.com Scheifler, Nahuel. 2010. Resultados preliminares del estudio zooarqueolgico y tafonmico de los restos seos de roedores del sitio Calera (Sierras Bayas, partido de Olavarra, provincia de Buenos Aires). La Zaranda de Ideas Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa 6:117-128. Buenos Aires. RESULTADOS PRELIMINARES DEL ESTUDIO ZOOARQUEOLGICO Y TAFONMICO DE LOS RESTOS SEOS DE ROEDORES DEL SITIO CALERA (SIERRAS BAYAS, PARTIDO DE OLAVARRA, PROVINCIA DE BUENOS AIRES) Nahuel A. Scheifler* RESUMEN El sitio Calera, localizado en las Sierras Bayas (partido de Olavarra, provincia de Buenos Aires), estaba conformado por una serie de rasgos transgresivos (denominados cubetas) de dimensiones variables, que contenan una gran cantidad de materiales arqueolgicos. Los estudios realizados hasta el presente plantean un origen antrpico, tanto de los rasgos como de los materiales, los cuales seran producto de ofrendas y/o basura ritual generadas durante perodos de agregacin de bandas de cazadores-recolectores en el Holoceno Tardo (ca. 3400 a 1750 aos AP). En este trabajo se efecta el anlisis zooarqueolgico y tafonmico de los crneos y mandbulas de roedores provenientes de la cubeta N 2. Los resultados obtenidos sugieren que estos restos fueron originados por diferentes agentes y procesos, tanto naturales como producto de la accin humana, y que habran ingresado a la cubeta por diferentes mecanismos, como el entrampamiento natural, la depositacin antrpica y mecanismos secundarios, tales como transporte elico y/o fluvial. Palabras clave: Sitio Calera - Regin Pampeana - Roedores - Procesos de formacin natural - Accin antrpica. ABSTRACT The Calera site, located in the Sierras Bayas (Olavarra, Buenos Aires province), consists of a number of features (called pits) with variable dimensions that contained a large quantity of archaeological material. The analysis performed to date indicates a cultural origin of both features and material remains, which may be the product of ritual offerings and/or ceremonial garbage generated during periods of hunter-gatherer band groupings in the Late Holocene (ca. 3400 and 1750 years BP). In this article, the taphonomic and zooarchaeological analysis of the rodent mandibles and skulls from pit No. 2 is presented. The results suggest that these faunistic remains were originated by different processes and agents, both natural and human, and were incorporated into the pit by different mechanisms such as natural entrapment, cultural deposition and secondary processes, such as eolic and/or fluvial transport. Key words: Calera Site - Pampean Region - Rodents - Natural formation processes - Human action. * Facultad de Ciencias Sociales, Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires (U.N.P.B.A) - nahuel_ scheifler03@hotmail.com Nahuel A. Scheifler - Resultados preliminares del estudio zooarqueolgico ... 118 INTRODUCCIN En este trabajo se presentan los resultados preliminares de la investigacin que forma parte de mi proyecto de tesis de licenciatura, el cual involucra el anlisis zooarqueolgico y tafonmico de los restos seos de pequeos vertebrados del sitio Calera. Dicho sitio se ubica en la cuenca superior del Arroyo Tapalqu (partido de Olavarra), en el sector occidental del sistema serrano de Tandilia (Figura 1), a 200 msnm, en un valle intraserrano enmarcado entre sierras de baja altura. El nico curso de agua permanente dentro de este sector serrano es el arroyo San Jacinto, el cual se encuentra a aproximadamente 500 m del sitio. En lo que refiere a la cronologa, seis fechados radiocarbnicos obtenidos sobre huesos y dientes de guanaco permiten ubicar al sitio en el Holoceno Tardo, entre ca. 3400 y 1750 aos AP (Figura 2) (Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2007). Calera fue descubierto en marzo de 2005 durante trabajos de ingeniera llevados a cabo en la fbrica Cementos Avellaneda S.A., la cual permiti el rescate arqueolgico de los materiales que se encontraban in situ y expuestos por el accionar de las mquinas. Debido a que no se dispona del tiempo necesario para llevar a cabo una excavacin detallada y sistemtica, los hallazgos no fueron registrados tridimensionalmente; sino que slo se consign el nivel artificial de extraccin (de espesores variables) y la cuadrcula. El sedimento de cada uno de estos niveles fue cernido en el laboratorio con una malla de 1 mm. Se tomaron fotografas, a travs de las cuales se construyeron los mapeos de la distribucin de los materiales. En total se excav una superficie de 6,5 m 2 . El sitio estaba conformado por cuatro rasgos transgresivos contiguos, denominados cubet as, que se encont raban a una profundidad de aproximadamente 1 m desde la superficie (Figura 2). En base a los estudios geoarqueolgicos, se infiere que stas fueron excavadas antrpicamente en el Holoceno Tardo, con posterioridad al depsito de sedimentos del Miembro Ro Salado (Steffan et al. 2005). Algunas de las cubetas presentaban divisiones internas formadas por varios niveles de piedras calizas, las cuales tambin se hallaron en el contexto inmediato al sitio (N = 728). Durante la excavacin, se recuperaron 5986 artefactos lticos, confeccionados tanto Figura 1. Ubicacin del sitio analizado (tomado de Kaufmann y lvarez 2007). La Zaranda de Ideas 6: 117-128 (2010) 119 sobre materias primas locales como alctonas. Entre ellos se destacan tres puntas triangulares pedunculadas pequeas, un fragmento de hacha pulida, artefactos de molienda, etc. (Barros y Messineo 2007). Adems, se identificaron 310 tiestos cermicos, 1760 restos de pigmentos minerales de diferentes colores (blanco, rojo, rosa y amarillo, entre otros), cuatro caracoles marinos (Voluta calocynthis), una cuenta de valva, tres instrumentos seos, un bezoar de guanaco decorado y una gran cantidad de macrorestos vegetales carbonizados (Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2007). El conjunto faunstico est formado por 16 especies de mamferos, seis de aves y tres de peces. Entre los mamferos predomina el guanaco (Lama guanicoe), seguido por restos de venado de las pampas (Ozotocerus bezoarticus). Tambin se reconoci la presencia de restos de piche (Zadeyus pichiy), mulita (Dasypus hybridus), peludo (Chaetophractus villosus), vizcacha (Lagostomus maximus) y coipo (Myoscastor coypus). Adems, se registraron cinco especies de carnvoros, entre las que se destacan: zorro extinto (Dusicyon avus), zorro gris (Lycalopex gymnocercus), puma (Puma concolor), gato del pajonal (Leopardos colocolo) y zorrino (Conepatus sp.). En lo que refiere a los restos de aves, se registraron huesos de andu (Rhea americana), pato cuchara (Anas platalea), sirir pampa (Dendrocygna viduatta), perdiz colorada (Rhynchotus rufescens), gallareta de ligas rojas (Fulica armillata) y bandurria (Theriscus sp.); mientras que entre los peces se identific anguila criolla (Synbranchus marmoratus), limpiavidrios (Corydoras cf. Paleatus) y bagre cantor (Pimelodella sp.) (Kaufmann y lvarez 2007; lvarez 2009). Los restos seos de guanaco (MNE = 625), venado de las pampas (MNE = 76) y carnvoros (NISP = 77) provenientes de la cubeta N 2 presentan una alta integridad. En este sentido, los mismos se caracterizan por una baja incidencia de agentes tafonmicos naturales y por la presencia de trazas (e.g. huellas de corte, alteracin trmica, fracturas antrpicas, etc.) que indican al agente humano como el principal responsable de su formacin (lvarez 2008, 2009). En lo referente a su funcionalidad, el sitio fue interpretado como un depsito ritual, producto de las ofrendas y/o basura ceremonial generadas durante perodos de agregacin de bandas de cazadores-recolectores (Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2007). lvarez (2009), Figura 2. Perfil estratigrfico de las cubetas y fechados 14 C obtenidos de los diferentes niveles de excavacin del sitio (tomado de lvarez 2009). Nahuel A. Scheifler - Resultados preliminares del estudio zooarqueolgico ... 120 en base a sus estudios de los restos seos de mamferos ya mencionados y a la informacin contextual, propone que la formacin del sitio podra comprenderse bajo el concepto de festines definido por Hayden (2001, en lvarez 2009). MATERIALES Y METODOLOGA En el presente trabajo se presenta la informacin obtenida del anlisis de los crneos y mandbulas de los roedores recuperados en las 9 extracciones de la cubeta N 2 del sitio. Para dicha cubeta se cuenta con el anlisis faunstico de los mamferos grandes (lvarez 2008, 2009), lo cual permitir integrar la informacin que se genere del estudio de los restos seos de pequeos vertebrados. La cubeta N 2 meda 100 cm x 50 cm x 90 cm y el sedimento que se encontraba dentro de sta era de origen fluvial (Steffan et al. 2005). Para la misma se cuenta con tres fechados radiocarbnicos: uno en la base (extraccin 9) que brind una edad de 3008 44 aos AP, el segundo a una profundidad intermedia (extraccin 6) que dio 3005 66 aos AP y el tercero, en los niveles superiores (extraccin 2), que arroj una edad de 2075 44 aos AP (Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2007) (Figura 2). Estos fechados indicaran que existieron al menos dos eventos que contribuyeron a la formacin de dicho rasgo. Las det ermi naci ones t axonmi cas presentadas en este trabajo se realizaron a partir de la comparacin con ejemplares actuales depositados en el Laboratorio de Arqueologa de la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarra (UNCPBA). Se llevaron a cabo medidas de abundancia taxonmica (NISP y MNI) y de partes esqueletarias (MNE) (Binford 1978; Grayson 1984; Klein y Cruz-Uribe 1984; Lyman 1994). Para el anlisis tafonmico, las trazas fueron agrupadas en dos clases. Por un lado, aquellas que pudieron ser asignadas de manera directa a una accin causal-efector-agente (sensu Gifford-Gonzalez 1991). Por otro lado, aquellas que requirieron un nivel ms detallado de evaluacin y discusin. Entre las primeras se incluyeron las siguientes variables: alteracin trmica (Buikstra y Swegle 1989; David 1990; entre otros), manganeso (Gutierrez 2004), meteorizacin (Andrews 1990), huellas de corte (Shipman 1981), marcas de dientes de carnvoros (Haynes 1980; Binford 1981), de dientes de roedores (Binford 1981; Shipman 1981), accin de races (Behrensmeyer 1978) y pisoteo (Olsen y Shipman 1988). En la segunda categora se incluyeron las siguientes variables: pulimento, redondeo y hoyuelos qumicos. La no asignacion de manera directa de estas trazas durante el anlisis a una accin causal-efector- agente responde a que las mismas poseen complejos problemas de equifinalidad. Para resolver esto se eligi utilizar diferentes lineas de evidencia relacionadas con el contexto del sitio, as como algunas propuestas recientes, obtenidas a partir de estudios actualsticos, centradas en patrones de distribucin de estas trazas segn el agente actuante (White 1992; Fernndez-Jalvo y Andrews 2003; entre otros). El anlisis tafonmico fue llevado a cabo con lupa binocular, con un aumento de 20X y 40X. El pulimento se evalu estimando el brillo de las superficies seas a partir del incremento de la reflectancia, al ser observado a travs de la lupa binocular (Fernndez-Jalvo y Andrews 2003). Del mismo modo, se determin el pulimento de las superficies de las partes sobresalientes, de los bordes naturales y de fractura de los elementos seos, teniendo en cuenta si las mismas se encontraban redondeadas. Estas trazas pueden ser causadas por la abrasin hdrica y/o sedimentaria (Fernndez-Jalvo y Andrews 2003; Gutierrez y Kaufmann 2007), la accin de cidos gstricos (Andrews 1990; Fernndez-Jalvo y Andrews 1992; Schmitt y Juell 1994) y por el hervido antrpico (White 1992). La Zaranda de Ideas 6: 117-128 (2010) 121 Se observ si l as superfi ci es de l os especmenes seos analizados presentaban evidencia de disolucin y esculpido (hoyuelos qumicos) por accin de agentes qumicos. Esta traza puede ser generada por la accin de vegetales (Gutierrez 2004) y por los cidos gstricos (Andrews 1990; Fernndez-Jalvo y Andrews 1992; Schmitt y Juell 1994). Se estim el grado de meteorizacin de los restos seos, siguiendo los criterios y categoras establecidos por Andrews (1990) para mamferos cuyo peso es menor a 5 kg. Adems, se evalu el grado de fragmentacin de los mismos siguiendo lo propuesto por Andrews (1990) y Fernndez-Jalvo y Andrews (1992). La fragmentacin del crneo es indicada por la proporcin de crneos completos y maxilas que retienen el arco cigomtico. La fragmentacin de las mandbulas es sealada por la proporcin de completas y con el borde inferior roto. Se calcularon dos ndices propuestos por Pardias (1999): de tamao (It) y de supervivencia (Is). Es necesario sealar que no se calcularon los ndices de actividad y de predictibilidad propuestos por el mismo investigador, debido a que un gran porcentaje de los elementos no pudo ser identificado a nivel de especie. Para realizar el It se consideraron los elementos (100% mandbulas) que fueron asignados a Cricetidae dentro del conjunto de pequeos/medianos (sensu Pardias 1999), debido al tamao de las mismas. Para realizar los anlisis tafonmicos y comparar los datos se decidi dividir dicho rasgo en dos conjuntos. Para esto se tomaron como referencia los fechados radiocarbnicos, los remontajes de elementos seos y restos cermicos y las caractersticas del depsito, lo que estara indicando que hubo, al menos, dos eventos de depositacin en lo que respecta a la cubeta N 2 (Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2007). El primero (conjunto superior), abarca desde el inicio de la secuencia hasta la extraccin nmero cinco; y el segundo (conjunto inferior), incluye desde la extraccin nmero seis a la nmero nueve. Las cuantificaciones se realizaron para toda la cubeta as como para los dos conjuntos definidos. RESULTADOS Taxa identificados y cuantificacin Con respecto a los anlisis cuantitativos (Tabla 1), se registr para toda la cubeta un NISP de 129 y un MNE de 127. Las especies identificadas corresponden a Holochilus brasiliensis (MNE = 36, MNI = 12), Ctenomys sp. (MNE = 16, MNI = 10), Reithrodon auritus (MNE = 12, MNI = 4), Akodon sp. (MNE = 5, MNI = 4) y Cavia aperea (MNE = 4, MNI = 3). Cabe destacar que una gran proporcin de elementos (MNE = 54) no pudieron ser determinados a nivel de gnero y/o especie, asignndose 53 elementos a la familia Cricetidae y uno a la familia Caviidae. Los anlisis cuantitativos indican, para el orden Rodentia un NISP y MNE de 40 para el conjunto superior (CS), mientras que para el conjunto inferior (CI) se registr un NISP de 89 y un MNE de 87. Para estimar si el NISP obtenido para roedores podra estar relacionado con el volumen excavado en cada extraccin, se realiz una correlacin de Spearman que result muy baja y no significativa, indicando que la cantidad de especmenes recuperados no se relacionara con la cantidad de cm 3 de cada extraccin. En el CS se determin la presencia de Holochilus brasiliensis (MNE = 11, MNI = 4), Ctenomys sp. (MNE = 3, MNI = 3), Cavia aperea (MNE = 1, MNI = 1) y Akodon sp. (MNE = 2, MNI = 2). Un MNE de 22 perteneciente a la familia Cricetidae no se pudo determinar taxonmicamente en un nivel ms detallado. A partir de estos se estim un MNI de 10. Tambin se destaca la presencia de un elemento Nahuel A. Scheifler - Resultados preliminares del estudio zooarqueolgico ... 122 que se pudo asignar a la familia Caviidae (MNI = 1) (Tabla1). En el CI se determin la presencia de Holochilus brasiliensis (MNE = 25, MNI = 7), Ctenomys sp. (MNE = 13, MNI = 7), Cavia aperea (MNE = 3, MNI = 2), Reithrodon auritus (MNE = 12, MNI = 4) y Akodon sp. (MNE = 3, MNI = 2). Por otro lado, 31 elementos pertenecientes a la familia Cricetidae no pudieron ser identificados taxonmicamente en un nivel ms detallado. A partir de estos se estim un MNI de 13 (Tabla 1). Tafonoma El anlisis del grado de fragmentacin dio como resultado que en el CS un 17,85% (N = 5) de las mandbulas se encontraban enteras y un 82,14% (N = 23) fragmentadas. En lo que respecta al CI, un 83,60% (N = 51) de los especmenes estaba entero, mientras que el 16,39% (N = 10) se encontraba en la categora de fragmentados. En ambos conjuntos, el 100% de los crneos se hallaba en la categora de fragmentados. En lo que respecta al estado de las superficies, se observa que en el CS un 82,5% (N = 33) de los especmenes presentaba evidencia de pulimento, mientras que el restante (17,5%, N = 7) de pulido y redondeo. A su vez, en el CI, en un 64,04% (N = 57) de los restos se observ pulimento, en un 20,22% (N = 18) pulido y redondeo y en un 15,73% (N = 14) no se registr evidencia de estas trazas. Por otro lado, el anlisis de las superficies de los bordes naturales y/o de fractura de los elementos analizados, muestra para el CS que un 22,5% (N = 9) de los especmenes se encuentran pulidos y redondeados, un 45% (N = 18) pulidos y en un 32,5% (N = 13) no se observaron evidencias de estas trazas. En el CI un 44,94% (N = 40) de los especmenes presentaba pulido y redondeo, un 21,34% (N = 19) pulimento y en un 33,70% (N = 30) no se registraron estas trazas. En 20 molares in situ correspondientes a nueve mandbulas y dos maxilas (Tabla 2), se observaron caractersticas que podran asignarse a la corrosin por cidos gstricos (e.g. pulimento de la superficies, hundimiento y redondeamiento de los ngulos salientes, remocin del esmalte, etc.) (Figura 3-a-b-c). Con respecto a su distribucin, seis mandbulas y dos maxilas se encuentran en el CI y tres mandbulas en el CS. La totalidad de los molares se hallaba en la categoria fuerte/extremo Tabla 1. Clculos de abundancia taxonmica de roedores de la cubeta N 2 del sitio Calera. Conjunto superior Conjunto inferior Taxones MNE NISP MNI MNE NISP MNI Akodon sp. 2 2 2 3 3 2 Cavia aperea 1 1 1 3 3 2 Ctenomys sp. 3 3 3 13 13 7 Holochilus brasiliensis 11 11 4 25 25 7 Reithrodon auritus - - - 12 12 4 Caviidae 1 1 1 - - - Cricetidae 22 22 10 31 31 13 Indeterminados - - - - 2 - Total 40 40 21 87 89 35 La Zaranda de Ideas 6: 117-128 (2010) 123 (Andrews 1990; Fernndez-Jalvo y Andrews 1992). En el caso de la meteorizacin, todos los especmenes analizados se encuentran en el estadio 0 definido por Andrews (1990). ndices El ndice de tamao (It) result en un valor de 1,33 para el CS y de 1,18 para el CI. Esto indica que para ambos conjuntos hay un predominio de roedores de tamao pequeo y mediano por sobre los de tamao grande y muy grande. Por otro lado, el ndice de supervivencia (Is) para el CS arroj un valor de 2,33 y para el CI de 2,34, lo que muestra una mayor proporcin de mandbulas por sobre las maxilas en ambos conjuntos. En la muestra analizada no se registraron huellas de corte, marcas de dientes, de pisoteo, ni hoyuelos por disolucin qumica y slo un espcimen presenta evidencia de accin de races (Figura 3-d). Por otro lado, si bien no se observaron evidencias de alteracin trmica en los elementos craneales analizados, es necesario destacar que s se han observado elementos del esqueleto postcraneal (extremidades de los huesos largos y vrtebras) con este tipo de alteracin (Figura 3-e-f). DISCUSIN DE LOS RESULTADOS Los datos obtenidos hasta el momento, a partir del anlisis de los elementos del esqueleto craneal del conjunto seo de roedores, no permiten generar hiptesis concluyentes respecto a las causas de formacin del mismo. Sin embargo, a partir de algunas de las variables analizadas se han logrado algunos Tabla 2 . Molares in situ con trazas asignadas a corrosin gstrica. N Coleccin Extraccin Especie Molar Elemento Lateralidad FCS.C.15437 3 Ctenomys sp. m2 mandbula izquierda FCS.C.15437 3 Ctenomys sp. m3 mandbula izquierda FCS.C.15414 4 Ctenomys sp. m1 mandbula izquierda FCS.C.15414 4 Ctenomys sp. m2 mandbula izquierda FCS.C.15415 4 Akodon sp. m1 mandbula izquierda FCS.C.15380 6 Ctenomys sp. m3 mandbula izquierda FCS.C.15381 6 Holochilus brasiliensis m1 mandbula izquierda FCS.C.15381 6 Holochilus brasiliensis m2 mandbula izquierda FCS.C.15381 6 Holochilus brasiliensis m3 mandbula izquierda FCS.C.15392 6 Reithrodon auritus m1 mandbula izquierda FCS.C.15392 6 Reithrodon auritus m2 mandbula izquierda FCS.C.15174 7 Holochilus brasiliensis m1 mandbula izquierda FCS.C.15174 7 Holochilus brasiliensis m2 mandbula izquierda FCS.C.15174 7 Holochilus brasiliensis m3 mandbula izquierda FCS.C.15006 9 indet m1 mandbula derecha FCS.C.15007 9 Akodon sp. m1 mandbula izquierda FCS.C.15007 9 Akodon sp. m2 mandbula izquierda FCS.C.15017 9 Holochilus brasiliensis M1 maxila izquierda FCS.C.15022 9 indet M1 maxila derecha FCS.C.15023 9 indet M2 maxila derecha Nahuel A. Scheifler - Resultados preliminares del estudio zooarqueolgico ... 124 resultados que permiten empezar a proponer y discutir algunas ideas. En principio se considera que la nula meteorizacin (100% de los especmenes analizados corresponden al estadio 0) indicara que los restos seos de roedores no estuvieron expuestos por largos perodos de tiempo a las condiciones de la intemperie. Esto sugiere que el lapso entre el momento en que se originaron los restos y el momento de su incorporacin a la cubeta fue corto o que la cubeta correspondi al lugar de depositacin primaria de los mismos. Esta caracterstica tafonmica tambin ha sido observada en el 71,7% de los restos de guanaco, venado de las pampas y carnvoros (lvarez 2008, 2009). Se plantea que, por el momento, slo dos mecanismos de incorporacin explicaran esta tendencia del conjunto seo de roedores: 1- que, al igual que los restos seos de mamferos grandes y medianos, el ingreso responda a un enterramiento humano de manera inmediata a su aprovechamiento; o 2- que los pequeos mamferos se hayan incorporado de forma natural a la cubeta por entrampamiento. No obstante, los especmenes afectados por cidos gstricos habran ingresado al rasgo por otros mecanismos. Por otro lado, se propone que el alto porcentaje de especmenes con superficies pulidas, y el pulimento y redondeamiento de las superficies de los bordes en los restos seos de roedores de ambos conjuntos habra sido causado por la accin hdrica/sedimentaria. Esta hiptesis se apoya en que tanto el redondeo como el pulimento (de la superficie de los bordes y de partes sobresalientes) se distribuyen homogneamente en los restos seos analizados, tal como ha sido observado en aquellos especmenes de pequeos mamferos sometidos a abrasin hdrica sedimentaria experimental, en contraste con la accin digestiva, la cual deja estas trazas de forma sectorizada (Fernndez-Jalvo y Andrews 2003). lvarez (2008), en un primer momento, para explicar el alto porcentaje de especmenes de guanacos, venado de las pampas y carnvoros con abrasin geolgica (85% en los estadios 2 y 3 de Gutirrez y Kaufmann 2007) plante que las actividades humanas que dieron origen a los restos se desarrollarn en un contexto fluvial (planicie de inundacin) o en cercania al mismo, y que despus fueron depositados por el agente humano en la cubeta. Posteriormente, en base a lo propuesto por Steffan (2009), quien considera que la abrasin registrada en los gasterpodos se habra generado in situ, deja abierta la posibilidad de que pudiera haber ocurrido lo mismo con los restos seos (lvarez 2009). Es necesario mencionar que los artefactos lticos tambin muestran trazas (e.g. playas de abrasin, puntos brillantes, alteracin atpica), que habran sido causadas por abrasin Figura 3. Especmenes con trazas tafonmicas: (a) molares de mandbula de Holochilus brasiliensis (FCS.C.15174) mostrando remocin parcial del esmalte, pulimento y redondeo de su superficie; (b) m1 de Reithrodon auritus (FCS.C.15392) en donde se observa el pulimento y redondeamiento de los bordes de la superficie oclusal; (c) vista superior del espcimen anterior en donde se aprecia el resquebrajamiento de la dentina; (d) mandbula izquierda de Holochilus brasiliensis (FCS.C.15001) con trazas originadas por accin qumica de races; (e) epfisis proximal de fmur de roedor con alteracin trmica parcial; (f) epfisis proximal de cbito de roedor con alteracin trmica total. Escala= 1mm. La Zaranda de Ideas 6: 117-128 (2010) 125 sedimentaria (Pal et al. 2008). En este trabajo, al igual que lo planteado por lvarez (2009), se considera que slo a partir de experimentos actualsticos, que se estn desarrollando en las cercanas del yacimiento para comprender las condiciones bajo las cuales se genera la abrasin, se podr resolver de que forma se gener esta traza sobre los restos seos y dems materiales que conforman el sitio. En relacin a lo expuesto en el prrafo anterior, el anlisis de restos malacolgicos indica la presencia de especies de moluscos lacustres (Drepanotrema, Biomphalaria, Antillorbis, Aplexa, Pisidium), terrestres (Retidiscus reticulatus, Mi radi scopus sp. ) e hi drfi l os (Succi nea meridionales, Omalonyx unguis) (Steffan 2009). Esto podra estar mostrando que en la cubeta N 2 hubo momentos en que el agua estuvo presente y momentos en que no, lo que permiti el desarrollo de especies de moluscos que no conviven en los mismos microhbitats. Quizs estos momentos alternantes estn vinculados con el rgimen hdrico estacional de la microregin, que habra ocasionado la incorporacin de agua a las cubetas por diferentes mecanismos (e.g. aumento de las napas freticas, lluvias, escurrimiento superficial por aumento del caudal de los cursos de agua, etc.). Para explicar la presencia de especmenes con caractersticas que podran haber sido causadas por cidos gstricos (entre ellas el pulimento de las superficies), se propone la incorporacin al sitio de fecas de carnvoros y/o egagrpilas de aves rapaces que fueron depositadas en los alrededores del sitio por diferentes agentes e incorporados con posterioridad al rasgo por diferentes procesos secundarios (e.g. viento, escurrimiento fluvial, limpieza humana, entre otros). La categora de digestin (fuerte/extremo) en la que se encuentran estos especmenes y la presencia de perforaciones, hoyuelos, arrastres y bordes crenulados en un bajo porcentaje (2,24%) de los huesos de mamferos grandes y medianos (lvarez 2009) apoyaran la idea de que estos restos fueron generados o modificados por carnvoros. El ndice Is muestra que en ambos conjuntos hubo un comportamiento similar respecto a la supervivencia diferencial de las mandbulas en relacin a los crneos completos y maxilas. Esto indicara procesos de destruccin similares que se relacionan con la capacidad de resistencia de estos elementos seos. Sin embargo, si bien el anlisis del grado de fragmentacin de los crneos muestra que en ambos conjuntos es idntico (slo se registraron maxilas), se observa un comportamiento diferente en las mandbulas, registrndose una mayor fragmentacin en el CS. Esto sugiere que los procesos de formacin postdepositacionales que actuaron sobre el sitio afectaron de forma levemente diferencial a los restos seos de ambos conjuntos definidos. Se plantea que la mayor cantidad de elementos presente en el CI (que no guarda relacin con el volumen de sedimento extrado), podra deberse a dos razones: 1- que en este conjunto est representada una mayor cantidad y/o diversidad de eventos de depositacin (tanto antrpicos como naturales) y/o 2- que en el conjunto superior los procesos de formacin postdepositacionales hayan actuado con mayor intensidad, destruyendo una mayor cantidad de restos seos de roedores. Ambas ideas slo podrn ser evaluadas a partir de futuros anlisis, aunque tal como se expres arriba el Is sugiere que en el CS los procesos postdepositacionales actuaron con mayor intensidad, lo que le dara por el momento mayor sustentabilidad a la segunda idea. Si bien en los elementos analizados en este trabajo no se hallaron trazas que permitan proponer y discutir el aprovechamiento humano de los roedores, una observacin preliminar del esqueleto postcraneal permiti determinar la presencia de huesos de estos animales con evidencia de alteracin trmica, Nahuel A. Scheifler - Resultados preliminares del estudio zooarqueolgico ... 126 lo que sugiere la posibilidad de considerar el procesamiento y consumo humano de estos animales. Se destaca que los elementos afectados (huesos largos y vertebras) y la distribucin parcial de la alteracion sobre los mismos, se corresponde con los modelos planteados para el aprovechamiento humano (Pardias 1999). Es importante sealar que el It indica un conjunto con caractersticas que no seran esperables para ser producido nicamente por humanos. Las expectativas para un tipo de conjunto antrpico es el predominio de roedores de tamao grande y muy grande, teniendo en cuenta la relacin que hay entre tamao de presa y predador (Pardias 1999). Sin embargo, esta observacin puede estar sesgada debido a la no incorporacin de los molares sueltos en el anlisis. Adems, debe tenerse en cuenta la posibilidad de que si una parte de los restos de roedores fue generada por humanos, su eleccin quizs no se enmarc en pautas econmicas sino ms bien en cuestiones vinculadas con la esfera simblica, en relacin a la funcin propuesta para el sitio (ver discusin en Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2007; lvarez 2009). Para finalizar, se plantea la idea de que los restos de roedores tuvieron un origen tanto natural como antrpico y que los mismos ingresaron por diferentes mecanismos. Esto permitira explicar la presencia de restos con trazas asignadas a agentes diferentes, de aquellos que no presentan ningun tipo de traza y de taxones en asociacin que en la actualidad viven en microambientes diferentes. CONSIDERACIONES FINALES La importancia del estudio de pequeos vertebrados recuperados en asociacin a restos arqueolgicos ha sido resaltada por numerosos investigadores (Andrews 1990; Stahl 1996; Pardias 1999; Gmez 2000; Escoteguy 2007; entre otros). Sin embargo, tal como seala Pardias (1999), su estudio presenta una gran cantidad de problemas metodolgicos, entre los que se destacan como los ms importantes las determinaciones taxonmicas y cuantificaciones incompletas y/o inadecuadas y el uso de argumentos no emergentes del estudio de los restos en s mismos. Como se ha visto en este trabajo, se presentaron algunas de estas problemticas; pero, se sumaron otras vinculadas al complejo problema de equifinalidad que presenta el estudio de los pequeos mamferos y que se pone en evidencia al momento de proponer hiptesis sobre los posibles mecanismos de incorporacin a los contextos arqueolgicos. Por l os moti vos menci onados, l as ideas planteadas en este trabajo son slo aproximaciones preliminares para empezar a entender las causas de formacin del registro de pequeos vertebrados del sitio Calera. En este sentido, las evidencias mencionadas, con las cuales se cuenta hasta el momento, permiten plantear que el ingreso de los roedores a la cubeta N 2 podra haber sido consecuencia de distintos agentes (e.g. predadores naturales, accin humana, etc.) y procesos de incorporacin (e.g. entrampamiento, ingreso por mecanismo secundarios, depositacin antrpica, etc.), aunque an no puede determinarse el grado de importancia de cada uno de ellos. Esto slo podr ser evaluado cuando se analice la totalidad de los elementos seos del esqueleto axial y postcraneal y se resuelvan los problemas metodolgicos que se presentaron a lo largo de este estudio. Recibido marzo 2010 Aceptado octubre 2010 AGRADECIMIENTOS Este trabajo forma parte del Programa de Investigaciones INCUAPA (Investigaciones Arqueol gi cas y Pal eont ol gi cas del Cuaternario Pampeano), dirigido por el Dr. La Zaranda de Ideas 6: 117-128 (2010) 127 Gustavo Politis. Deseo agradecer a las Lics. Mara Clara lvarez y Mariela Gonzlez, y a los Dres. Pablo Messineo y Cristian Kaufmann por la lectura y revisiones crticas de diferentes escritos que resultaron en el presente trabajo. A Daniel Rafuse y Agustina Massigoge quienes me ayudaron a realizar el resumen en ingls. Al Lic. Hernn Marani, quien me ayud con las fotografas y realizacin de las figuras. A la Dra. Mara Paula Barros por su constante aliento para terminar con las cosas que empiezo. Quiero aclarar, que soy el nico responsable de lo aqu expresado. BIBLIOGRAFA lvarez, M. C. 2008. Zooarqueologa y Tafonoma del sitio Calera (partido de Olavarra, provincia de Buenos Aires). Tesis de Licenciatura, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Olavarra. 2009. Anlisis de los restos faunsticos del sitio Calera (Sierras Bayas, partido de Olavarra). Un Aporte a su funcionalidad a travs del estudio de los mamferos. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropologa XXXIV: 29-52. Andrews, P. 1990. Owls, Caves and fossils. Natural History Museum Publications, London. Barros, M. P. y P. G. Messineo 2007. Produccin ltica y cadenas operativas en el sitio Calera (Sierras Bayas, Regin Pampeana). En Arqueologa en las Pampas, vol 2, editado por C. Bayn, A. Pupio, M. I. Gonzlez, N. Flegenheimer y M. Frre, pp. 721-744. Sociedad Argentina de Antropologa, Buenos Aires. Behrensmeyer, A. 1978. 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PROPUESTA METODOLGICA PARA EL ANLISIS DESCRIPTIVO DE VIDRIOS RETOCADOS DEL NOROESTE DE LA PROVINCIA DE MENDOZA Osvaldo Sironi* RESUMEN En este trabajo se presenta una propuesta metodolgica para el anlisis descriptivo de materiales de vidrio que presenten caractersticas de retocado y/o refuncionalizacin. Dicha propuesta surge en base a los escasos antecedentes regionales sobre el tema y a la necesidad de sistematizar criterios para el abordaje analtico descriptivo del registro vtreo del Noroeste de Mendoza. La intencin de este trabajo es contribuir al conocimiento de los patrones de refuncionalizacin, confeccin y utilizacin de instrumentos de corte y/o raspado por grupos humanos del Noroeste de Mendoza, a travs de los criterios desarrollados a tal fin. Palabras claves: Noroeste de Mendoza - Arqueologa Histrica - Recursos Vtreos - Criterios de Anlisis Descriptivo - Experimentaciones. ABSTRACT We present a methodological proposal for the descriptive analysis of glass materials that present retouched and / or reuse features. This proposal arises due to the few regional precedents of the topic and the need to systematize the criteria for the analytical description of the glassy record of the Northwest of Mendoza. The goal of this paper is the development of criteria to the knowledge of the reuse patterns, production and use of cutting-scraping instruments by human groups of Northwestern Mendoza. Key words: Northwestern Mendoza - Historical Archaeology - Glassy Material - Criteria of Descriptive Analysis - Experimentations. Osvaldo Sironi - Propuesta metodolgica para el anlisis descriptivo de vidrios retocados... 130 INTRODUCCIN Debido a recientes hallazgos en un sitio arqueolgico histrico de precordillera del noroeste mendocino (Chiavazza y Prieto Olavarra 2008) en el que se recuper material vtreo que presenta improntas presumiblemente vinculadas a tecnologa de talla, y a la falta de informacin sobre anl i si s y descri pci n de i nstrumental vtreo del noroeste de Mendoza, es que decidimos llevar a cabo una sistematizacin de los escasos antecedentes de investigacin a c erc a de v i dr i os ret oc a dos y / o refuncionalizados. Se procur construir una propuesta metodolgica para el estudio descriptivo de los materiales vtreos que presenten evidencias de talla para posibles funciones de cor t e y/ o r as pado acorde a l as particularidades de nuestra regin. Dicha propuesta surge a partir de los planteos terico-metodolgicos para los anlisis de talla y/o retoque de instrumentos elaborados en materias lticas (Semenov 1981; Mansur 1983; Winchkler 2005) correspondientes a obsidiana (Aoyama 1989) y de los trabajos de investigacin de arqueologa histrica que presentan casos de vidrios retocados y/o refuncionalizados (Jackson 1991a, 1991b; Ramos 1997; Conte y Gmez Romero 2003; Ramos y Helfer 2004; Tapia et al. 2004; Sironi 2009). Asimismo, es de suma importancia tener en cuenta tanto los criterios de anlisis correspondientes a los factores internos y/o externos posdepositacionales que actan sobre el registro arqueolgico vtreo, como as tambin los recursos brindados por la arqueologa experimental, ya que cada ambiente y contexto arqueolgico presenta un complicado conjunto de caractersticas que pueden llegar a modificar las ubicaciones espaciales de los objetos arqueolgicos y, eventual mente, generar rasgos que suponemos tecnol gi cos (Ramos 1997; Ramos y Helfer 2004). ANTECEDENTES Estudios del material vtreo en la regin El estudio de los objetos arqueolgicos vtreos en Mendoza fue, en su mayora, de tipo descriptivo. Las investigaciones realizadas sobre esta temtica corresponden al fuerte histrico de San Rafael (Lagiglia 1983) y al Cabildo de la ciudad de Mendoza (Brcena y Schvelzon 1991), como as tambin la excavacin de un basurero de una casa colonial emplazada en el rea fundacional (Chiavazza y Tamiozzo 2002). Estos trabajos permitieron reconocer tipologas y cronologas. Hasta el momento, contamos con cuatro trabajos analticos con metodologas ms espec fi cas que toman a l os materi al es arqueolgicos vtreos de manera particular, aplicando ciertas variables de anlisis que atienden a las cualidades propias que presentan estos materiales, a travs de un desarrollo y una aplicacin metodolgica ms minuciosa y sistemtica que la simple observacin descriptiva. El primero de los cuatro estudios analticos fue realizado en un sitio de explotacin minera en precordillera, caracterizando tipolgica y cronolgicamente los materiales hallados, aunque no se explicitan las metodologas aplicadas a esa determinacin (Durn et al. 2002). El segundo trabajo consisti en la aplicacin de una metodologa ms precisa para los objetos arqueolgicos vtreos provenientes de las Ruinas de San Francisco emplazada en el rea Fundacional (Garca y Quiroga 2002). El tercero analiz la utilizacin y aplicacin de criterios especficos de anlisis para los vidrios arqueolgicos procedentes de las excavaciones en el predio mercedario de la ciudad de Mendoza, y brind informacin acerca de preferencias de consumo y patrones de uso-descarte de los vidrios en el sitio eclesistico La Merced (Garca 2005). El ltimo trabajo detall los anlisis realizados sobre los objetos arqueolgicos vtreos provenientes del La Zaranda de Ideas 6: 129-143 (2010) 131 emplazamiento minero Los Hornillos (LHEM). El objetivo principal fue determinar la tipologa, la cronologa y la funcin del registro vtreo para determinar conductas de consumo, como as tambin la refuncionalizacin de fragmentos vtreos como posibles artefactos de raspado y/o corte (Sironi 2009). Estudios sobre talla vtrea Segn Conte y Gmez Romero (2003), existen registros arqueolgicos y etnohistricos entre aborgenes de America, frica y Australia, que hacen mencin a la reproduccin de algunos instrumentos que ya conocan y manufacturaban con soportes lticos (puntas de flechas y raspadores), utilizando como materia prima el vidrio (Lothrop 1928; Cooper 1963; Gusinde 1986; Knoblock y Vanderpot 1997 citados en Conte y Gmez Romero 2003). Entre los estudios sobre talla vtrea con metodologas lticas se encuentran dos trabajos de Donald Jackson (1991). El autor analiz un conjunto de raspadores de vidrio a travs de las caractersticas morfo-tipolgicas, la forma de elaboracin, y la funcin y uso de estos instrumentos utilizados por los Anikenk de Dinamarquero en la Provincia de Magallanes (Chile) (Jackson 1991a). En el otro trabajo del autor se describi un conjunto de raspadores e instrumentos de uso corte-desgaste elaborados sobre vidrio provenientes de la Costa de Baha Santiago, Estrecho de Magallanes (Chile), interpretando una coexistencia entre indgenas y colonos hacia finales del siglo XIX (Jackson 1991b). Los trabajos de Shaeffer (1961), Clark (1981), Wilkie (1996) y Silva Macedo (1997) utilizaron la presencia de retoque como indicador de un uso seguro. En el escrito de Wilkie (1996) se distinguieron dos grupos de artefactos en vidrio: los no retocados (utilizados como cuchillos) y los retocados (usados como raederas/raspadores). El estudio de Clark (1981), quien dise un trabajo experimental en el que rasp madera durante 20 minutos y compar los resultados con fragmentos de vidrio de un sitio histrico, tambin hace referencia a la clasificacin de fragmentos de vidrio como utilizados o no utilizados. En Argenti na, l os estudi os y anl i si s correspondientes a tallas en vidrio y objetos vtreos refuncionalizados son escasos. Los ejemplos ms relevantes son los realizados por Ramos (1997), Conte y Gmez Romero (2003), Tapia et al. (2004) y Ramos y Helfer (2004). Mariano Ramos (1997) realiz un estudio en el Fortn Miana en el Partido de Azul (Buenos Aires) acerca de las tallas en vidrio que grupos aborgenes haban realizado, reutilizando el material vtreo como materia prima (Ramos 1997). El trabajo de Conte y Gmez Romero (2003) tuvo como objetivo analizar microscpicamente los fragmentos de vidrio con presencia de filos retocados y compararlos con fragmentos vtreos obtenidos experimentalmente por fractura, pisoteo, retoque intencional y uso. Tapia et al. (2004) dedujeron, a partir de los materiales de vidrio encontrados en un sitio Ranquel (La Pampa), que los habitantes de esa regin no reutilizaron los elementos vtreos como materia prima ni realizaron tallas de vidrio, pero s consumieron y descartaron productos de alimentos y bebidas alcohlicas provenientes de las campaas militares del siglo XIX realizadas por Juan Manuel de Rosas y Julio Argentino Roca (Tapia et al. 2004). El estudio especfico de estos autores consisti en el anlisis de composicin qumica de la pasta, aspectos funcionales y morfolgicos de los fragmentos, relaciones cronolgicas con material asociado al contexto y contrastacin de resultados con documentacin fotogrfica y escrita. Por su parte, Ramos y Helfer (2004) detallaron los distintos anlisis tecnolgicos, observaciones y comparaciones llevadas a cabo sobre las fracturas de vidrio en muestras obtenidas experimentalmente y en registros arqueolgicos provenientes de tres contextos diferentes (Ramos y Helfer 2004). Osvaldo Sironi - Propuesta metodolgica para el anlisis descriptivo de vidrios retocados... 132 I MPORTANCI A DEL ESTUDI O VTREO Los seres humanos, durante el transcurso del tiempo y de diversos modos, han logrado adaptarse a su medio ambiente, y de l han obtenido los insumos necesarios para su subsistencia diaria. Sin embargo, la carencia de ciertos recursos dentro de su entorno, como as tambin las condiciones laborales y sociales en las que se han desenvuelto los grupos humanos, los oblig a crear mecanismos necesarios para satisfacer sus necesidades por medio del intercambio con poblaciones de otras regiones o a travs de la bsqueda de recursos alternos. La denominada Revolucin Industrial del siglo XVIII y su posterior versin de fines del XIX incorporaron, por intermedio de las potencias econmicas capitalistas de la poca, bienes y objetos particulares, como as tambin ritmos y modos de distribucin del mercado de consumo. Uno de estos recursos, ampliamente utilizado y distribuido en el Noroeste de Mendoza principalmente durante todo el siglo XIX y comienzos del siglo XX, fue el vidrio. Dicha materia prima fue utilizada para la fabricacin de recipientes de diversos productos (bebidas, alimentos, productos medicinales, etc.); as como tambin para confeccionar herramientas de uso domstico a partir de los desechos y de los fragmentos descartados de esos mismos contenedores (Jackson 1991a, 1991b; Ramos 1997; Sironi 2009). Asimismo, fue considerado como un bien comercial intercambiado regionalmente y convertido en un objeto de status social (e.g. en el uso de copas y ornamentos). Los fragmentos de vidrio son uno de los materiales ms frecuentes de encontrar en el registro arqueolgico histrico debido a su perdurabilidad y permiten, a travs de su estudio, establecer diversas caractersticas tipolgicas, morfolgicas y funcionales de dicho registro. Los objetos de vidrio hallados en las excavaciones arqueolgicas pueden ser utilizados como indicadores temporales que nos facilitan la datacin relativa de los contextos arqueolgicos. Esto se debe a que la variacin en las tcnicas utilizadas para la elaboracin de piezas vtreas deja huellas que nos permiten establecer aproximadamente la poca en las que fueron manufacturadas. El anlisis de las diferentes variables nos facilita identificar cronologas, origen, usos y cuantificar su incidencia en los diferentes tipos representados. Los artefactos e instrumentos vtreos tienen un enorme valor arqueolgico, ya que estos nos pueden dar claves de estructuras tecnolgicas, sociales y econmicas de los grupos humanos de tiempos histricos. La manufactura de herramientas de vidrio es un proceso de diferentes secuencias de seleccin y reduccin de la materia prima vtrea que da como resultado distintos tipos de herramientas y desechos. Por lo tanto, el anlisis tipolgico y funcional de los productos y desechos que genera la reduccin vtrea dara una luz sobre algunos aspectos del comportamiento de las diversas poblaciones que habitaron el Noroeste de Mendoza. GENERALIDADES DE LOS VIDRIOS INDUSTRIALES Y VOLCNICOS Antes de expl i car el porqu de l a importancia y la necesidad de realizar un marco metodol gi co para anal i zar l os fragmentos de vidrio con caractersticas de retocado y/o refuncionalizacin, es necesario mencionar algunas generalidades de los vidrios industriales y los vidrios volcnicos, ya que ambas variedades comparten caractersticas en su composicin. El vidrio (sustancia amorfa e inorgnica) se origina a partir de la fusin y fundicin de: slice (SiO2) en un 70 a 73%; xido de sodio (NA2O) y xido de potasio (K2O) en un 13 a 15%; La Zaranda de Ideas 6: 129-143 (2010) 133 xido de calcio (CaO) en un 8 a 13 %; y otros componentes secundarios. Las propiedades del vidrio comn se caracterizan por la densidad a temperatura ambiente (2,5 g/cm3), la dureza superficial -resistencia al ser rayado- (6,5 en la escala de Mohs) y el peso especfico [(entre 2,5 g/cm3 y 2,62 g/cm3 -en casos de vidrio de botella y ventana - Enciclopedia Britannica Deluxe 2008]. La composicin del vidrio producto de la industrializacin, es diferente a la de las rocas ya que carece de estructura cristalina (Mari 1982; Fernndez Navarro 1985). En palabras de Mari (1982), los vidrios son materiales slidos que se obtienen por enfriamiento rpido de una masa fundida, impidiendo su cristalizacin (Mari 1982:8). La produccin del material vtreo, a travs del paso del tiempo, fue produciendo cambios en su tecnologa que modificaron sus caractersticas y su comportamiento (Traversa et al. 2002). El 90% de la fabricacin de vidrio se basa en los denominados vidrios sodo-clcicos, que son usados para vidrios planos, objetos prensados y soplados y otros tipos de productos para los que no se requiere una alta durabilidad qumica ni una alta resistencia al calor (Traversa et al. 2002:609). La durabilidad del vidrio industrial est condicionada por los valores de pH, ya sean cidos o alcalinos. Tanto en suelos con pH alto como bajo la meteorizacin en los vidrios es alta, mientras que en suelos con pH neutro, el grado de corrosin es menor (Purdy y Clark 1987). Respecto a la problemtica de la corrosin del material vtreo, que produce una ptina caracterstica (capa superficial), autores como Sanford (1975) afirman que los vidrios que fueron debilitados por la remocin de colorantes o modificados debido a que stos se encuentran enterrados en un medio cido o alcalino, se tornarn frgiles, quebradizos y delicados (Sanford 1975:60). Segn Traversa et al. (2002), el vidrio sufre diversos procesos de deterioro, debido a las caractersticas de constitucin y/o a la composicin qumica del material. Pueden presentar, entonces, cambio de coloracin, escamado ms o menos intenso y llegar, en casos extremos, a la pulverizacin (Traversa et al. 2002:608). De acuerdo con estos autores estas causas internas de degradacin se deben al contacto que tienen los materiales vtreos con medios corrosivos y las causas externas estn relacionadas con el grado de humedad sumadas a las caractersticas agresivas que circundan en el medio ambiente. Asimismo Lorrain (1968) afirma que el grado de patinado depende de la composicin qumica del vidrio y de las condiciones ambientales a las cuales el objeto de vidrio est expuesto (suelo, agua, aire, sol, etc.) (Lorrain 1968:43). Por otra parte, el vidrio volcnico es el producto amorfo de magma que se enfra rpidamente. La obsidiana, desde el punto de vista geolgico, es una roca gnea extrusiva o volcnica formada por el brusco enfriamiento de lavas riolticas (alto contenido de slice). El descenso abrupto de la temperatura de ese tipo de lavas provoca que no se formen estructuras interatmicas bien definidas (estructura atmica desordenada e inestable), es decir, no se forman cristales y por esta razn se denominan mineraloides (sustancia natural inorgnica y amorfa). En consecuencia, la obsidiana es considerada como un vidrio volcnico (Ortega 1989). Este vidrio volcnico posee una composicin qumica de silicatos alumnicos yxidos slicos (80% aproximadamente) y presentan las siguientes propiedades generales: densidad (valor medio se acerca a 2,35 g/cm3), dureza (6 en la escala de Mohs) y peso especfico (2,6 g/ cm3) (Enciclopedia Britannica Deluxe 2008). Como se observa en los valores presentados, existen semejanzas en las propiedades generales entre los vidrios volcnicos (obsidiana) y los industriales (vidrios comunes). Planteadas estas propiedades, consideramos pertinente adaptar, aplicar y modificar las variables planteadas por Osvaldo Sironi - Propuesta metodolgica para el anlisis descriptivo de vidrios retocados... 134 varios autores (Semenov 1981; Mansur 1983; Winchkler 2005) para los anlisis de talla y/o retoque de materiales lticos, con el fin de realizar el estudio descriptivo (observacin macroscpica) de los registros arqueolgicos vtreos que presenten improntas tecnolgicas vinculadas al proceso de confeccin de instrumentos de trabajo. PROPUESTA METODOLGI CA P A R A E L A N L I S I S D E FRAGMENTOS RETOCADOS Y/ O REFUNCIONALIZADOS La importancia que tiene el anlisis de los fragmentos de vidrio retocados se debe a que dicho registro arqueolgico presenta huellas y/o marcas de retoques que aparentaran cumplir una funcin instrumental. En cuanto a la metodologa aplicada para los anlisis tipolgicos, morfolgicos y funcionales de los objetos arqueolgicos vtreos refuncionalizados o con presencia de talla en su composicin, utilizaremos las variables de los autores mencionados anteriormente. Este tipo de anlisis se divide en tres etapas: anlisis general, caracterizacin de los filos y caracterizacin del retoque. La etapa de anlisis general contempla un estudio sistemtico de todos y cada uno de los fragmentos recuperados que presenten evidencias de talla en su composicin. Este primer acercamiento a los materiales, inspirado en los planteos de Aoyama (1989) y Garca (2005), nos brinda informacin generalizada de los fragmentos y objetos en el momento de su cuantificacin, ya que nos permite identificar caractersticas tecnolgicas y morfolgicas que se tuvieron en cuenta a la hora de seleccionar los fragmentos para ser refuncionalizados y/o retocados. El anlisis morfolgico y descriptivo de los artefactos consistir, en un primer momento, en la observacin macroscpica, es decir, a simple vista o con poco aumento en una lupa binocular (10X). Categoras propuestas para el anlisis Anlisis general - Sitio: procedencia del material a nivel regional (e.g. LHEM). - Sector: procedencia del material a nivel particular (e.g. Habitacin 5). - Cuadr cul a: subdi vi si ones de l as excavaciones (e.g. Sondeo 1). - Extracci n: i ndi ca l os ni vel es de l a excavacin (e.g. Nivel 2, de 5 a 10cm). - Sigla: nos permite acceder a la cuantificacin del registro (e.g. H17). - Tipo Genrico: se clasificaron los vidrios en planos, recipientes u otro tipo de objetos. - Medidas y Espesor: se toman las medidas del largo, ancho y espesor de la pieza. El eje de orientacin que utilizamos para los fragmentos retocados es el morfolgico (seleccin arbitraria del eje de mayor longitud por el perpendicular en el sector de mayor ancho). Las medidas contribuyen a tener una idea aproximada de la fragmentariedad del registro ocasionada por el descarte y los procesos posdepositacionales sufridos posteri ormente. Es i mportante seal ar que l as di mensi ones que presentan l as materias primas vtreas seleccionadas, inciden fuertemente en el artesano tallador al momento de confeccionar el tipo, diseo y dimensin del instrumento de trabajo deseado (Ramos y Helfer 2004). - Color, Translucidez y Tono: el color nos determina el tipo de recipiente, ya que acta como indicador tipolgico y funcional. Segn Schvelzon (1991), los frascos marrones y azul es eran uti l i zados para contener frmacos. El color tambin nos define si son productos locales o importados a travs del tipo de mineral utilizado para lograr colores La Zaranda de Ideas 6: 129-143 (2010) 135 especficos (Schvelzon 1991). Como atributos descriptivos se aade si es translcido u opaco, como as tambin el tono para determinar si es claro u oscuro. - Estado de Rodamiento: se reconoce por el filo de los bordes, si son cortantes o estn rodados. Este estado puede ser producido por agentes naturales o antrpicos luego de su descarte, o por posibles evidencias de retoque y/o refuncionalizacin. - Marcas y Huellas Posdepositacionales: el es t udi o de l as marcas y huel l as posdepositacionales, junto con el estado de rodamiento, permiten comprender los agentes que actan sobre el registro vtreo, y as poder discernir rasgos que suponemos tecnolgicos. Estas huellas se clasifican en: lneas (raspaduras y/o rayas); exfoliado (desprendimiento de lminas de vidrio de la superficie); trizaduras lineales; tornasolado -instancia previa a la exfoliacin- (luminosidad azul violcea que refleja la superficie de los objetos a la luz); craquelado (trizaduras no lineales por estallido del vidrio); termoturbacin (alteraciones recibidas por cercana a fuentes de calor); meteori zado (superfi ci e del vi dri o con asperezas, perceptible al tacto); adherencias (sustancias aglutinadas a la superficie del objeto, e.g. xido, cemento, etc.). - Recipiente Tipo (Forma base): se determina y define el tipo de objeto (e.g. vaso, botella de vino, frasco medicinal, etc.) que fue seleccionado para confeccionar instrumentos vtreos para deducir las preferencias de materias primas. Debemos tener en cuenta el tipo de recipiente de vidrio y los diferentes sectores (partes presentes del recipiente) que lo componen, ya que estas caractersticas pueden condicionar aspectos tecno-tipolgicos al momento de desarrollar tal o cual objeto. - Parte presente del recipiente: se especifica qu parte del objeto (e.g. base, cuerpo, pico, etc.) fue seleccionada para su reutilizacin. - Est ado Fragment ar i o: i ndi ca si el instrumento est completo o incompleto, y si es posible remontarlo y/o ensamblarlo para reconstruir la pieza. - Uso: el tipo de recipiente y su funcin ayudan a establecer tendencias de consumo y evidencian el patrn de uso-descarte. Esta variable se asocia con la variable Recipiente Tipo. Los objetos vtreos se clasifican en: comercial (botellas de todo tipo); productivo (frascos en general, medicinales y cosmticos, etc.); consumo (vasos, tazas, platos, etc.) y cierre (ventanas). - Cronologa Relativa (en siglos): es importante conocer, aproximadamente, el momento de fabricacin del objeto de vidrio, ya que de acuerdo a esta situacin el recipiente posee determinada calidad en la sustancia y presenta formas ms definidas, precisas o acabadas. Por lo tanto, el artesano debera adaptarse no solamente a la materia prima elegida, sino tambin a las dimensiones y formas que ofrece la sustancia elegida para la realizacin de los instrumentos, como a la calidad y homogeneidad de la pasta de esa materia prima (Ramos y Helfer 2004). - Marcas de Fabricacin: se describen las marcas dejadas por la elaboracin de la pieza (si hay presencia o ausencia de marcas de molde, diferencias dimensionales en paredes, impurezas y alvolos de aire en la pasta, etc.). Debemos tener en cuenta las caractersticas particulares de la manufacturacin de objetos vtreos, ya que nos permitiran, en principio, suponer ciertas maneras especiales de actuar sobre el material por parte del artesano tallador, que podramos entender como condicionamientos (Ramos y Helfer 2004). - Observaciones: la anotacin de cualquier rasgo que no se encuentre incluido dentro de las categoras o variables. Puede ser una caracterstica del artefacto que deba ser tomada en cuenta para el anlisis o interpretacin de los resultados. Osvaldo Sironi - Propuesta metodolgica para el anlisis descriptivo de vidrios retocados... 136 Como nuestro principal punto de inters se centrar en los anlisis e interpretaciones funcionales, es sumamente til contar con datos correspondientes a las caractersticas de los filos y los retoques que presentan los conjuntos artefactuales vtreos con improntas tecnolgicas de talla y/o refuncionalizacin. Slo despus de haber completado el estudio tipolgico y tcnico del material se proceder a efectuar las interpretaciones sociales y econmicas de las poblaciones humanas. Caracterizacin de los filos En este tipo de anlisis, tendremos en cuenta los diferentes tipos de filos que presentan los materiales catalogados como instrumentos. Segn Mansur (1983), el filo se define como todo borde potencialmente activo (susceptible de ser retocado o utilizado) (Mansur 1983:15). Consideraremos las siguientes categoras: - Localizacin (de acuerdo a coordenadas): se refiere a la posicin que ocupa el filo. - Forma Primaria: es una forma de describir el contorno del borde retocado (normal regular, normal irregular, filo natural). - ngulo Seccin Transversal (ngulo del Filo): se mide el ngulo formado por el filo segn las siguientes categoras: menor a 45 (corte, agudo); entre 45 y 65 (semi-abrupto, raedera); mayor a 65 (abrupto, raspador). - Delineacin: es otra forma de describir el contorno del borde retocado. Las categoras son: rectilneo o recto, convexo, cncavo, cncavo-convexo, semicircular o circular. - Extensi n del Fi l o: se ref i ere a l as proporciones de los lascados en relacin a las caras de la pieza retocada (restringido, corto, largo, extendido y perimetral). - Rastros Complementarios: estos anlisis nos permitan observar las caractersticas de uso que se le dieron al artefacto a partir de la presencia de las siguientes categoras de anlisis: microlascados aislados o melladuras (1 a 2 mm), ultramicrolascados (menores a 1 mm), muescas pequeas, astilladuras, microastilladuras, marcas de percusin (aislados). Caracterizacin del retoque Siguiendo a Mansur (1983), el retoque de una pieza vtrea sera la modificacin parcial, por medio de la talla (por percusin o por presin) de uno o varios bordes de fragmentos desechados con la intencin de fabricar instrumentos de corte y/o raspado. En donde: - Morfologa: se refiere bsicamente a la forma de los negativos de lascados. Las categoras son: escamoso, escalonado, paralelo o sub-paralelo. - Posicin: alude a la posicin (unifacial o bifacial) que ocupa el retoque respecto a los lascados. - Distribucin: significa cmo se reparten los retoques a lo largo de un borde. Esta distribucin se puede presentar de la siguiente manera: discontinuo, continuo o parcial. Siguiendo con los lineamientos de Garca (2005), este tipo de propuesta metodolgica es original para los estudios realizados en la provincia, ya que no se han tenido en cuenta hasta el momento todas estas dimensiones en el anlisis de vidrios, tanto para los utilizados para determinar formas (Garca 2005), cronologas y tipos de recipientes, como as tambin para las variables aplicadas en los fragmentos retocados y/o refuncionalizados. Arqueologa experimental y anlisis microscpicos Diagnosticar el uso de fragmentos de vidrio retocados puede resultar complicado, ya que las alteraciones posdepositacionales La Zaranda de Ideas 6: 129-143 (2010) 137 pueden conf undi r y/ o enmascarar l os rastros de uso. Los anlisis microscpicos de l os conj untos artefactual es v treos, disponiendo de los recursos necesarios (e.g. lupa binocular -hasta 90X- y microscopio metalogrfico -entre 100X y 500X-), nos permitirn identificar tanto los rastros y micro-rastros de uso (a saber, estriaciones agrupadas y orientadas, redondeamientos y micropulidos sobre bordes, etc.) como as tambin las mencionadas alteraciones posdepositacionales que producen diversas improntas sobre los fragmentos de vidrio. Las presiones y movimientos del sedimento, las condiciones ambientales (principalmente la humedad y la acidez o alcalinidad de los suelos), la composicin qumica de los vidrios, el deterioro superficial y los puntos defectuosos de la superficie vtrea son manifestaciones a tener en cuenta en este tipo de estudios, ya que dichas variables contribuyen a generar posibilidades de fracturas y/o microfisuras posteriores a su depositacin (Conte y Gmez Romero 2003; Ramos y Helfer 2004). De este modo, proponemos realizar una segunda etapa de anlisis que consistir en: a) someter el registro arqueolgico vtreo analizado en la primera etapa (observacin macroscpica) a estudios microscpicos y b) realizar un plan de pruebas experimentales (recoleccin de vidrios actuales en diversos lugares, fractura y pisoteo, retoque intencional y uso) con materias primas vtreas para obtener muestras comparativas confiables, que luego sean comparadas con aquellos objetos que son hallados en contextos arqueolgicos. El objetivo de estas experimentaciones es aislar tipos de fracturas que eventualmente no respondieran a gestos tecnolgicos precisos o procesos de confeccin debidamente identificados (Ramos y Helfer 2004:246). Este plan de pruebas experimentales se clasifica como exploratoria (Conte y Gmez Romero 2003), ya que la intencin de estos recursos experimentales es observar si los rastros de uso que se forman sobre los vidrios son representativos de las distintas materias trabajadas y si stos pueden ser reconocibles en los materiales arqueolgicos (Conte y Gmez Romero 2003:115). Para comprobar los aspectos relativos a la explicacin de la presencia de una serie de negativos de extracciones (retoques) en algunos de los fragmentos de vidrio, es necesario, a modo comparativo: utilizar fragmentos de vidrio actuales y realizar retoques sobre los bordes para producir negativos de lascados; fracturar botellas para someterlas a un proceso de pisoteo; usar fragmentos de botellas, frascos y vidrios de ventana (retocados o no) para raspar pieles secas y diversos tipos de madera (fresca y seca), con el fin de observar cmo se forman los distintos macro y micro-rastros de uso y poderlos reconocer en los materiales arqueolgicos (si es que estos fueron utilizados). Segn los estudios experimentales realizados por Conte y Gmez Romero (2003), los fragmentos de vidrio actuales recogidos en diversos lugares podran confundirse con melladuras producidas por el uso o el retocado intencional, ya que pueden presentar bordes con negativos de extracciones (tipo retoque), ptinas, abrasiones, estras, redondeamientos de filos, etc. Los rastros que podran registrarse en vi dri os con experi mentaci ones en fractura y pisoteo son: estras; abrasiones; resquebrajaduras y fracturaciones junto a los bordes; ondas de expansin de fracturas en laterales; lancetas indicando la direccin de la fractura y melladuras. En cuanto a los rastros tecnolgicos que podran registrarse tras la percusin de un borde de un vidrio son: estras; abrasiones (de diversas formas, anchuras y profundidad); resquebrajaduras junto al borde y formacin de conos de Hertzen en puntos de impacto (Conte y Gmez Romero 2003). La cantidad y tamao de las melladuras que se producen en los bordes del vidrio, Osvaldo Sironi - Propuesta metodolgica para el anlisis descriptivo de vidrios retocados... 138 consecuencia de acciones como raspar y/o raer, dependen de la dureza del material trabajado, del tiempo de uso, de la presin ejercida durante el trabajo y del ngulo del filo utilizado (Conte y Gmez Romero 2003:115). Segn las experimentaciones que realizaron los autores, los micro-rastros de uso debidos a las acciones de raspar/raer en madera que podran presentarse son: melladuras abruptas y de formas variadas (trapezoidales, semicirculares, etc.) tanto en la cara de contacto como en la cara contraria; mellamientos en bordes utilizados; redondeamientos con micropulidos; surcos y estras de diversas formas y dimensiones (anchas, cortas, profundas, fondos oscuros, etc.) con orientaciones determinadas. Asimismo, los micro-rastros experimentales debidos al raspado de piel seca podran presentarse en: estras en cara de contacto; redondeamientos de filos con micropulidos; melladuras; micro-melladuras; y estras tanto con orientacin indefinida como determinada (Conte y Gmez Romero 2003). A partir de los planteos formulados (Semenov 1981; Mansur 1983; Conte y Gmez Romero 2003; Ramos y Helfer 2004; Winchkler 2005) los fragmentos de vidrio con negativos de extracciones (tipo retoque) deben presentar regularidad en las dimensiones y continuidad en las improntas. Estos fragmentos, analizados microscpicamente, se complementan y coinciden con algunas de las variables propuestas en las caracterizaciones de los filos y los retoques de las observaciones macroscpicas. Las categoras de anlisis a considerar en un proceso de confeccin o retoque de artefactos son: - Rastros y/o micro-rastros de uso: se indica si hay ausencia o presencia de los rastros caractersticos de uso. Estos rastros se clasifican en: 1- melladuras (1 a 2 mm), 2- micro-melladuras (menores a 1 mm), 3- estras, 4- surcos, 5- resquebrajaduras, 6- fracturas, 7- abrasiones, 8- ptinas, 9- no presenta. - Rastros y/o micro-rastros de percusin: hacen referencia a los rasgos tecnolgicos que presentan negativos de lascados: 1- ondas de expansin, 2- formacin de conos de Hertzen, 3- lancetas indicando la direccin de fractura, 4- estras, 5- abrasiones, 6- no presenta. - Distribucin: se refiere a cmo se reparten los rastros de uso. Esta distribucin se puede presentar de la siguiente manera: 1- regular, 2- irregular. - Extensin: alude a las proporciones de los rastros de uso en relacin a los negativos de extracciones: 1- continuo, 2- discontinuo, 3- parcial. - Orientacin de los rastros de uso: este anlisis nos indica la trayectoria que se atribuye a un uso en relacin con la lnea del filo. La orientacin de los lascados, respecto del eje morfolgico, se define de modo: 1- transversal, 2- oblicua. - Cara que recibe la presin ejercida durante el trabajo: 1- cara de contacto, 2- cara contraria. - Melladuras y/o micro-melladuras: en caso de presencia de estos rasgos se describirn sus formas (1- trapezoidal, 2- semicircular, 3- triangular, 4- escaleriforme, 5- escamoso), sus ubicaciones (I- yuxtapuesta, II- superpuesta) y sus terminaciones (a- plana, b- abrupta) - Estras y/o surcos: si se observan rastros se estudiarn sus formas, anchuras, profundidades, fondos y ubicaciones. Las estras y/o surcos se clasifican en: 1- cortos, 2- largos, 3- anchos, 4- angostos, 5- profundos, 6- superficiales, 7- fondo claro (o liso), 8- fondo oscuro (o rugoso), 9- paralelas al filo, 10- oblicuas al filo. - Mi cropul i dos y/o redondeami entos de filos: se indica si hay ausencia o presencia (1- presenta, 2- no presenta) del brillo especfico (micropulido) que caracterizan los usos de los bordes, principalmente en acciones de raspar/raer. El grado de redondeamiento del filo depende de la dureza y del estado del material vtreo, del tiempo de utilizacin, de la La Zaranda de Ideas 6: 129-143 (2010) 139 presin ejercida durante el uso y del tipo de trabajo que se realice con el instrumento vtreo (Conte y Gmez Romero 2003). En caso de presentar redondeamientos de filo se indicarn: el grado -slo puede determinarse por el simple contacto manual, es decir, de modo subjetivo- (Winchkler 2005): a- alto, b- medio, c- bajo; y la extensin del redondeamiento en el filo: I- completo, II- parcial. - Observaciones: la anotacin de cualquier rasgo que no se encuentre incluido dentro de las categoras o variables. Puede ser una caracterstica del artefacto que deba ser tomada en cuenta para el anlisis o interpretacin de los resultados. CONSIDERACIONES GENERALES No todos l os fragmentos de vi dri o recuperados en excavaciones arqueolgicas que presenten negativos de extracciones (sean continuos o discontinuos, abruptos o planos, regulares o irregulares) son consecuencia de modificaciones antrpicas. Las distintas experimentaciones de pisoteo llevadas a cabo por Conte y Gmez Romero (2003) Figuras 2 y 3. Raspador retocado perimetralmente y manufacturado con cuerpo de botella de vino proveniente del sitio arqueolgico Los Hornillos Emplazamiento Minero (LHEM). Fi gura 1. I nstrumentos de corte y raspado confeccionados con cuellos de botellas de vino provenientes del sitio arqueolgico Los Hornillos Emplazamiento Minero (LHEM) Osvaldo Sironi - Propuesta metodolgica para el anlisis descriptivo de vidrios retocados... 140 han mostrado que se pueden producir, en los bordes de los fragmentos de vidrio, unos levantamientos que son susceptibles de ser confundidos con un retoque intencional y/o con los producidos por el uso. De este modo, creemos que el detalle de cada una de las categoras y sus variables que hemos presentado para el anlisis descriptivo de los fragmentos retocados y/o refuncionalizados, nos permitirn afinar las escalas de anlisis para determinar si las caractersticas del filo y/o del retoque son instrumentos confeccionados por grupos humanos o simplemente agentes posdepositacionales que afectan al registro arqueolgico vtreo. Esta determinacin se lograr a partir de la observacin microscpica (Semenov 1981; Conte y Gmez Romero 2003) de los fragmentos que son considerados instrumentos. Si n emba r go, s e debe proceder cautelosamente, ya que los anlisis microscpicos, en algunos casos, pueden ser interrumpidos por las alteraciones posdepositacionales (por presiones y movimientos de sedimento, etc.) que presenten los registros arqueolgicos. Segn Conte y Gmez Romero (2003), estas alteraciones producen numerosas estriaciones y abrasiones en la superficie de los objetos vtreos que le confieren un aspecto de corrosin, por lo que no podramos identificar con claridad los rastros de uso y, por ende, asegurar su utilizacin como instrumento de trabajo -raspadores, etc.-. En definitiva, consideramos que este tipo de estudios y experimentos pueden aportar informacin sobre aspectos relacionados con los diferentes procesos de cambio producidos en los objetos arqueolgicos al transcurrir un perodo de depositacin (estudios tafonmicos), y asimismo contribuir al conocimiento de los patrones de refuncionalizacin, confeccin y utilizacin de instrumentos de trabajo en el Noroeste de Mendoza. CRITERIOS DE ANLISIS PARA CLASIFICACIN DE FILOS Y RETOQUES EN VIDRIOS (OBSERVACIN MACROSCPICA) (siguiendo a Aoyama 1989 y Garca 2005) - Procedencia: (Sitio, Sector, Cuadrcula, Extraccin, Sigla). - Tipo Genrico: 0-indeterminado, 1- planos, 2- recipientes, 3- otros. - Color: 1- transparente, 2- verde, 3- marrn, 4- azul, 5- negro. - Translucidez: 1- translcido, 2- no translcido. - Tono: 1- claro, 2- oscuro. - Estado de rodamiento: 1- no rodado, 2- rodado (se manifiesta por los filos redondeados, estras y marcas). - Huellas postdepositacionales: 1- craquelado, 2- lneas, 3- estras, 4- trizado, 5- tornasolado, 6- termoturbacin, 7- meteorizado, 8- exfoliado, 9- adherencias. - Recipiente tipo(forma base): 0- indeterminado, 1- botella, 2- ventana, 3- frasco en gral. (no determinado), 4- frasco medicinal, 5- otros (conserva, alimenticios, etc.), 6- damajuana. - Parte: 0- indeterminado, 1- cuerpo, 2- base, 3- pico, 4- borde, 5- cuello, 6- hombro, 7- decantador, 8- tapa. - Estado fragmentario: 1- completo, 2- incompleto. - Uso: 0- indeterminado, 1- comercial, 2- productivo, 3- consumo, 4- cierre. - Cronologa relativa (en siglos): 1- XVIII, 2- XVIII-XIX, 3- XIX, 4- XIX-XX, 5- XX. - Marcas de fabricacin: 1- presenta marcas de fabricacin (burbujas, marca de molde, etc.), 2- no presenta marcas de fabricacin. En caso de presentar marcas, realizar su respectiva descripcin. La Zaranda de Ideas 6: 129-143 (2010) 141 El eje de orientacin de los fragmentos retocados es siempre el morfolgico (largo natural de la pieza por ancho natural de la pieza, ms espesor). 1- CARACTERIZACIN DE LOS FILOS (siguiendo a Mansur 1983). 1.1 - Localizacin (de acuerdo a coordenadas) 1.2 - Forma primaria: 1- normal regular, 2- normal irregular, 3- natural. 1.3 - ngulo seccin transversal (ngulo del filo): 1- menor a 45 (corte, agudo), 2- entre 45 y 65 (semi-abrupto, raedera), 3- mayor a 65 (abrupto, raspado). 1.4 - Delineacin: 1-rectilneo o recto, 2- convexo, 3- cncavo, 4- cncavo-convexo, 5- semicircular, 6- circular. 1.5 - Extensin del filo: 1- restringido, 2- corto, 3- largo, 4- extendido, 5- perimetral. 1.6 - Rastros complementarios: 1- microlascados aislados o melladuras (1 a 2 mm), 2- ultramicrolascados (menores 1 mm), 3- muescas pequeas, 4- astilladuras, 5- microastilladuras, 6-marcas de percusin (aislados). 2- CARACTERIZACIN DEL RETOQUE (siguiendo a Mansur 1983) 2.1 - Morfologa: 1- escamoso, 2- escaleriforme 3- sub-paralelo, 4- paralelo. 2.2 - Posicin: 1- unifacial, 2- bifacial. 2.3 - Distribucin: 1- discontinuo, 2- continuo, 3- parcial. CRITERIOS DE ANLISIS PARA CLASIFICACIN DE FILOS Y RETOQUES EN VIDRIOS (OBSERVACIN MICROSCPICA) - Rastros y/o micro-rastros de uso: 1- melladuras (1 a 2 mm), 2- micro-melladuras (menores a 1 mm), 3- estras, 4- surcos, 5- resquebrajaduras, 6- fracturas, 7- abrasiones, 8- ptinas, 9- no presenta. - Rastros y/o micro-rastros de percusin: 1- ondas de expansin, 2- formacin de conos de Hertzen, 3- lancetas indicando la direccin de fractura, 4- estras, 5- abrasiones, 6- no presenta. - Distribucin: 1- regular, 2- irregular. - Extensin: 1- continuo, 2- discontinuo, 3- parcial. - Orientacin de los rastros de uso: 1- transversal, 2- oblicua. - Cara que recibe la presin ejercida durante el trabajo: 1- cara de contacto, 2- cara contraria. Osvaldo Sironi - Propuesta metodolgica para el anlisis descriptivo de vidrios retocados... 142 BIBLIOGRAFA Aoyama, K. 1989. Estudio Experimental de las Huellas de Uso sobre Material Ltico de Obsidiana y Slex. Mesoamrica 17: 185-214. Brcena, R. y D. Schvelzon. 1991. 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Huellas de utilizacin y tecnologa ltica: hacia una nueva definicin de los criterios de anlisis tipolgico. - Melladuras y/o micro-melladuras: Forma (1- trapezoidal, 2- semicircular, 3- triangular, 4- escaleriforme, 5- escamoso), Ubicacin (I- yuxtapuesta, II- superpuesta) y Terminacin (a- plana, b- abrupta). - Estras y/o surcos: 1- cortos, 2- largos, 3- anchos, 4- angostos, 5- profundos, 6- superficiales, 7- fondo claro (o liso), 8- fondo oscuro (o rugoso), 9- paralelas al filo, 10- oblicuas al filo. - Micropulidos y/o redondamientos de filos: Presencia (1- presenta, 2- no presenta). Grado de redondeamiento del filo (a- alto, b- medio, c- bajo). Extensin: I- completo, II-parcial. Recibido en marzo de 2010 Aceptado en octubre de 2010 La Zaranda de Ideas 6: 129-143 (2010) 143 Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP. La Plata. Manuscrito. Mari, E. 1982. Los vidrios. Propiedades, tecnologas de fabricacin y aplicaciones. Editorial America Lee. Buenos Aires. Enciclopedia Britnnica Inc. 2008. Enciclopedia Britannica Deluxe 2009 (formato DVD). Ortega, J. 1989. Propiedades fsicas, petrogrficas y yacimientos volcnicos. La Obsidiana en Mesoamrica. M. Gaxiola y J.E. Clark (Coords.). Serie Arqueologa, INAH, Mxico D.F. Purdy, B y D. Clark. 1987. Weathering of Inorganic Materials: dating and other applications. En Advances in Archaeological Method and Theory, vol. 11, editado por M. Schiffer, pp. 211-253. The University of Arizona Press, Tucson. Ramos, M. 1997. Vidrio y piedra talladas en un fortn. La misma tecnologa? 1 Jornadas Regionales de Historia y Arqueologa del Siglo XIX. Tapalqu. Ramos, M. y V. Helfer. 2004. La fractura del vidrio y el recurso experimental. La regin pampeana. Su pasado arqueolgico, editado por C. Gradin y F. Oliva, pp. 245-260. Laborde Editor. Rosario. Sanford, P. 1975. Conservation of artifacts: a question of survival. Historical Archaeology 9: 55-64. Schvelzon, D. 1991. Arqueologa Histrica de Buenos Aires. La cultura material portea de los siglos XVIII y XIX. Ed. Corregidor. Buenos Aires. Semenov, S. 1981. Tecnologa prehistrica. Estudio de las herramientas y objetos antiguos a travs de las huellas de uso. Akal Editor, Madrid. Shaeffer, J. 1961. Glass flake-scrappers. Plains Anthropologist, 6: 275-285. Silva Macedo, J. 1997. Garraf as, f rascos e pontas de f l echas. Consideraoes sobre o vidro do sitio da Guarda de Sao Martinho-RS. Revista do CEPA, 21 (26): 91-112. Sironi, O. 2009. La uti l i zaci n de materi al es v treos en un emplazamiento minero de Precordillera (Provincia de Mendoza). Tesis de Licenciatura. Escuela de Antropologa. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario. Tapia, A.; M. V. Lois y V. Pineau. 2004. Fragmentos vtreos asociados a un fogn del siglo XIX en el monte de Caldn. La Regin Pampeana, su pasado arqueolgico, editado por C. Gradin, y F. Oliva, pp. 223-235. Laborde Editor. Rosario. Traversa L, R. Prez, Z. Quatrn, S. Grimal y O. Otero. 2002. Estudios vinculados con la durabilidad de vidrios de inters arqueolgico. Actas del I Congreso de Arqueologa Histrica. Ed. Corregidor. Buenos Aires. Wilkie, L. 1996. Glass-Knapping at a Louisiana Plantation: Africa- American Tools? Historical Archaeology 30 (4): 37-49. Winchkler, G. 2005. Terminologa del anlisis ltico en arqueologa. Diccionario de uso para la descripcin de objetos lticos. http://www.winchkler.com.ar (Acceso 15 febrero 2010). *Osvaldo Sironi es egresado de la Licenciatura en Antropologa de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Este trabajo se basa en su tesis de licenciatura defendida en Mayo de 2009. Actualmente es adscripto a la ctedra de Seminario Final (orientacin arqueologa) de la carrera de Antropologa de la UNR y profesor titular de la ctedra Antropologa de la Salud en el Instituto Universitario del Gran Rosario. Direccin de contacto: osvaldosironi@yahoo.com.ar EL MAPEO: UNA CONSTRUCCIN INTERPRETATIVA Eugenia Di Lullo* Mariana Maloberti** Este trabajo parte de la idea que los conceptos, las metodologas y las tcnicas, lejos de ser definitivos y estticos, deben ser constantemente repensados y reestructurados de manera crtica. Es as como en el marco de nuestras prcticas arqueolgicas, fuimos comprendiendo que tras la aparente objetividad de la disciplina, se escondan sujetos con intereses, motivaciones, intenciones y deseos que ms que reveladores de verdades, eran constructores de stas. Uno de los momentos en los cuales experimentamos este cambio conceptual con mucha claridad fue en las tareas de relevamiento, que en un primer momento habamos concebido como la instancia en que se captaba lo real para ser luego expresado grficamente en un mapa. La debilidad de esta idea qued pronto manifestada cuando diferentes operadores que haban relevado una misma rea arqueolgica, produjeron mapas muy distintos. Entonces, si supuestamente el mapa era un reflejo de la realidad, cmo se explicaba esto? Un camino para comprender este fenmeno consiste en adoptar un posicionamiento alternativo acerca del relevamiento: considerarlo como una instancia de construccin interpretativa, que se configura como una relacin dialctica entre sujeto y objeto. Dado que el sujeto est enmarcado en un contexto histrico particular, es portador de sistemas de significacin, de intereses y de una enciclopedia determinada, la relacin que establezca con el objeto tendr matices diferentes, derivando en mltiples interpretaciones de una misma realidad. Siguiendo esta idea, el mapeo aparece ms como un dilogo que como una traduccin literal de una superficie, alejndonos de la visin (o versin) del relevamiento como una tarea de resultados aparentemente unvocos. El mapa, como producto final de esta relacin, ms que reflejar una realidad objetiva, refleja las interpretaciones subjetivas de sus productores. Una vez constituido, ste puede ser incorporado en diversas estrategias, ya que al estar creados por y para el hombre, tienen intencionalidades. No por nada fueron herramientas fundamentales para la colonizacin. Como seala Bender (2006:307) the mapping of landscape was not just an adjunct to exploration and colonization, it helped create the conditions for such enterprises. Todo lo anteriormente mencionado no queda en el plano meramente terico, y por el contrario es una experiencia que se materializa en nuestra prctica arqueolgica. A continuacin, citaremos dos casos que ejemplifican esta situacin y que estimularon la realizacin de este trabajo. NOTAS * Insituto de Arqueologa y Museo - Facultad de Ciencias naturales e instituto Miguel Lilo - UNT - eugedl@ gmail.com ** Insituto de Arqueologa y Museo - Facultad de Ciencias naturales e instituto Miguel Lilo - UNT - marianamalobertiyahoo.com.ar Di Lullo, Eugenia y Mariana Maloberti. 2010. El Mapeo: una construccin interpretativa. La Zaranda de Ideas. Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa 6:145-148. Buenos Aires. Eugenia Di Lullo y Mariana Maloberti - El mapeo: una construccin interpretativa 146 EL CASO DEL SITIO ALTO JUAN PABLO El sitio Alto Juan Pablo, es un emplazamiento agrcola ubicado en el actual poblado de Nacimiento de San Antonio, al norte del Valle El Bolsn (Departamento Beln, Provincia de Catamarca). La primera deteccin arqueolgica del sitio Alto Juan Pablo, fue llevado a cabo a travs de una fotointerpretacin (Korstanje 2005) en la cual llam la atencin sus caractersticas y particular emplazamiento, ya que se visualizaba como un sitio aislado siendo identificable nicamente parte del sector productivo sin asociarse a un rea residencial. Al comenzar el trabajo de campo, nuestra percepcin del sitio fue influida por lo que sabamos que se haba observado en la foto area, centrando nuestros primeros esfuerzos en el rea que haba sido previamente visualizada. En este punto lo que ya sabamos nos influa desde la definicin misma del problema. Sin embargo, a travs de las tareas de reconocimiento in situ, el paisaje que en un primer momento pareca mostrarse solo parcialmente, ahora invitaba a ampliar la visual, ya que, poniendo a prueba la idea de su aparente aislamiento (y en parte para decidir algunas cuestiones tcnicas relativas al relevamiento), se recorri ms all de los lmites con los que habamos demarcado inicialmente el sitio, hallndose de esta manera una ampliacin del mismo; redefiniedo y reinterpetndose as el Alto Juan Pablo, bajo una nueva re - presentacin. En esta instancia, relevar y revelar parecan confundirse en el dilogo con el paisaje a travs del cual ste iba siendo construido. Este di l ogo i nterpretati vo no f ue experimentado nicamente por nosotros, sino que en el ao 2001 alumnos de la carrera de arqueologa, realizaron por separado prospecci ones en el si ti o en cuesti n, confecci onando cada grupo de trabaj o un croquis de las estructuras productivas. Cuando tuvimos la posibilidad de observar esos croquis, (y al compararlos con el nuestro), la sorpresa devino del hecho que eran muy diferentes entre s, incluso podra pensarse que se trata de representaciones de sitios distinto (Figura 1). Cmo ocurri esto si el objeto registrado era el mismo? Para encontrar una posible respuesta, ms que centrarnos en el objeto, podemos enfocarnos en la relacin planteada entre objeto sujeto, ya que al fin y al cabo, se trataba de sujetos diferentes, cada uno con sus propias enciclopedias, dialogando de manera distinta con ese paisaje. La pregunta entonces se reformula: Cmo no esperar que hayan llegado a construir mltiples interpretaciones? Figura 1. Sitio Alto Juan Pablo. Dos ejemplos de croquis realizados por distintos operadores. EL CASO QUEBRADA DE LOS CORRALES La Quebrada de Los Corrales es un yacimiento arqueolgico que se ubica en el Abra de El Infiernillo, Departamento de Taf del Valle, Provincia de Tucumn. ste se compone de dos cuevas y numerosas estructuras agrcolas, pastoriles y residenciales que se distribuyen a lo largo de la cuenca del ro (Oliszewski et al 2008). La Zaranda de Ideas 6: 145-148(2010) 147 El primer relevamiento de estructuras domsticas comenz a realizarse en el ao 2009. Por cuestiones logsticas y a modo de trabajo experimental, ste se hizo mediante GPS. Era el mes de octubre, y poca gente haba asistido a la campaa, por lo que una de nosotras comenz las tareas de mapeo absolutamente sola. Haban pasado tres das y la velocidad a la que estaba realizando el trabajo era impactante: la pantalla del aparato se haba llenado con la silueta de unas 40 florcitas de ptalos circulares, que no eran ms que las plantas de las estructuras residenciales patrn margarita, que se componen por un recinto central, en cuyos alrededores se adosan otros ms pequeos. Al cuarto da, con motivo del cumpleaos de la autora que estaba llevando a cabo la tarea de relevamiento (y en parte por aburrimiento), se le pidi a un compaero que la acompae a registrar las estructuras que an no haban sido mapeadas. Lo que das anteriores haba parecido un tarea fcil y rpida, se transform pronto en un dolor de cabeza. Sencillamente veamos cosas distintas, por lo que no logrbamos coincidir en la definicin de los recintos. Por esta razn, decidimos recorrer juntos lo que cada uno consideraba un muro, y as fue como, lo que antes emerga en el GPS como una pequea flor, aqul da apareci como un plato de fideos (Figura 2). CONSIDERACIONES FINALES A travs de un reposicionamiento terico en relacin al relevamiento, que ya fue propuesto por varios autores, el mapa puede ser concebido como un texto, y como tal, es susceptible de mltiples interpretaciones y usos, no estando exento de intencionalidades; como est abl ece Quesada ( 2008) , l as cartografas son instrumentos de poder y pueden ponerse al servicio de diferentes intereses. Nuestras experiencias en los sitios Alto Juan Pablo y Quebrada de los Corrales, nos alejaron de la concepcin ingenua segn la cual el mapa se presenta como una proyeccin casi fotogrfica de lo real, convocndonos a ser concientes de los lugares de enunciacin y recepcin de los mismos. Coincidiendo con Haber et al (2005:62), consideramos al relevamiento como una metodologa constructiva y dialgica en el curso de la cual son creadas las observaciones, interpretaciones y representaciones, as como las competencias acadmicas y los sujetos involucrados en las mismas. Ms all de que nuestra visin de los mapas se haya modificado, los seguimos considerando de gran valor en la investigacin arqueolgica ya que a travs de ellos podemos expresar contenidos imposibles o difciles de visualizar directamente en el terreno, como por ejemplo las propiedades qumicas de los suelos o las relaciones topolgicas entre estructuras u objetos. De esta manera se constituyen como valiosas herramientas disparadoras de preguntas, ideas y discusiones. AGRADECIMIENTOS Agradecemos a nuestros directores Dra. Alejandra Korstanje, Dra. Nurit Oliszewski y Dr. Marcos Quesada por sus colaboraciones y gua en nuestra formacin. Figura 2. Quebrada de Los Corrales. Mapeo de estructuras patrn margarita: (a) un operador; (b) dos operadores. Eugenia Di Lullo y Mariana Maloberti - El mapeo: una construccin interpretativa 148 A Matias Gramajo Bhler y Ana Muntaner por sus valiosos comentarios e incondicionalidad. A Julieta, Araceli y Mariela, amigas e infaltables compaeras de campo. Finalmente, a la Secretara de Ciencia y Tcnica de la Universidad Nacional de Tucumn (CIUNT) por apoyar a los estudiantes con sus becas. Recibido en marzo de 2010 Aceptado en abril de 2010 BIBLIOGRAFIA Bender, B. 2006. Place and Landscape. En Handbook of Material Culture, editado por C. Tilley, W. Keane, S. Kuechler, M. Rowlands, P. Spyer, pp. 303314. Sage Publications, London. Haber, A. F., M. N Quesada, y M. Ramos 2005. Tebenquiche Chico en la superficie del tiempo. Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales 029:6179. Universidad Nacional de Jujuy, San Salvador de Jujuy. Korstanje, M.A. 2005. La organizacin del trabajo en torno a la produccin de alimentos en sociedades agro-pastoriles formativas (Provincia de Catamarca, Repblica Argentina). Tesis Doctoral Indita. Facultad de Ciencias Naturales. Universidad Nacional de Tucumn. Oliszewski, N., J. Martnez y M. Caria. 2008. Ocupaciones prehispnicas de altura: el caso de Cueva de los Corrales 1 (El Infiernillo, Taf del Valle,Tucumn). Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropologa XXII 33. Sociedad Argentina de Antropologa. Buenos Aires. Quesada, M.N. 2008. Discursos cartogrficos y territorios indgenas en Antofalla. En Intersecciones en Antropologa 10:1526. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales
* Eugenia Di Lullo est finalizando la carrera de Arqueologa de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumn. Actualmente es becaria estudiantil de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la Universidad Nacional de Tucumn (CIUNT) y est realizando su tesis de grado en la Quebrada de los Corrales, El Infiernillo, Tucumn, bajo la direccin de la Dra. Nurit Oliszewski y el Dr. Marcos Quesada. Direccin de contacto: eugedl@gmail.com **Mariana Maloberti est finalizando la carrera de Arqueologa de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumn, llevando a cabo su trabajo final de carrera en el sitio Alto Juan Pablo (Nacimiento de San Antonio, Catamarca), bajo la direccin de la Dra. Alejandra Korstanje y el Dr. Marcos Quesada. Actualmente es becaria estudiantil de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la Universidad Nacional de Tucumn (CIUNT). Direccin de contacto: marianamaloberti@ yahoo.com.ar * RENYCOA - INAPL - miriamwagnerr@gmail.com Wagner, Miriam. 2011. Los trmites que deben realizar los arqueolgos en relacin al cumplimiento de la ley 25743 (de proteccin del patrimonio arqueolgico y plaeontolgico). La Zaranda de Ideas. Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa 6:149-152. Buenos Aires. EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY 25.473 DE PROTECCIN DE PATRIMONIO ARQUEOLGICO Y PALEONTOLGICO Miriam Wagner * En el ao 2003 se aprob la Ley Nacional N 25.743 de Proteccin del Patrimonio Arqueolgico y Paleontolgico en la Republica Argentina. A partir de entonces, los arquelogos deben realizar una serie de trmites relacionados con la obtencin de los permisos para desarrollar trabajos de campo y con los traslados de materiales arqueolgicos dentro y fuera del pas. Estas lneas resumen brevemente los trmites que deben realizarse para cumplir con la Ley Nacional de Proteccin del Patrimonio Arqueolgico y de esta manera salvaguardar, desde su lugar de investigadores, los sitios y los materiales de estudio. ORGANISMOS DE APLICACIN DE LA LEY El carcter federal de la Ley genera la creacin de diversos organismos de proteccin del patrimonio arqueolgico en el pas. sta federalizacinimplica que el dominio de los bienes arqueolgicos y paleontolgicos debe respetar las jurisdicciones que se establecen en el Cdigo Civil y en la Constitucin Nacional. El papel del Estado Nacional es el de ejercer la tutela jurdica y/o legal de todo el patrimonio arqueolgico y paleontolgico del territorio nacional. Es as que a partir de Artculo 5 se establece que el Instituto Nacional de Antropologa y Pensamiento Latinoamericano, dependiente de la Secretara de Cultura de la Nacin, sea el Organismo Nacional de aplicacin de la misma. Para llevar a cabo las acciones que exige la Ley, se aprob por Resolucin 1134/03 la creacin del Registro Nacional de Yacimientos, Colecciones y Objetos Arqueolgicos (RENYCOA). Se estableci que el mismo es de primer grado cuando los bienes o infracciones corresponden a la jurisdiccin nacional y de segundo grado cuando se trata de cuestiones relacionadas a las diferentes jurisdicciones provinciales. De esta manera, de acuerdo a su lugar de trabajo, los profesionales debern enviar sus papeles a uno u otro organismo. 1. Permisos y concesiones para realizar tareas de campo Ante la posibilidad de que las fuerzas policiales detecten a individuos que no sean arquelogos saqueando o trasladando materiales arqueolgicos en el pas, la Ley incita a los investigadores a solicitar concesiones de trabajo a las autoridades competentes correspondientes al mbito jurisdiccional en que se encuentran los sitios arqueolgicos y en los cuales se tienen planificadas tareas para el estudio de los mismos (Art. 23 a 34). Miriam Wagner - Los trmites que deben realizar los arquelogos ... 150 Este trmite es el primer paso que se debe resolver en el inicio de una investigacin y antes de ir al campo a realizar cualquier actividad. Cada organismo de aplicacin se organiza de manera diferente, pero en general se solicita una serie de requisitos bsicos en relacin a los proyectos de investigacin, reas de estudios y ttulos universitarios (la Ley 25.743 establece que slo los individuos con ttulo habilitante pueden estar al frente de trabajos arqueolgicos en el pas, nunca estudiantes). Es importante mencionar que cuando la concesin es solicitada por un investigador o institucin cientfica extranjera, se exige trabajar en forma conjunta con una institucin cientfica estatal o universitaria argentina y es necesaria la autorizacin del gobierno nacional. Recorrido de los papeles 2. Registro de colecciones arqueolgicas. Fichas nicas de Registro (FUR) La Ley establece la obligacin de registrar los materiales en las Fichas nicas de Registro (FUR) por parte de los investigadores. El objetivo, por un lado, es tener el estado de situacin patrimonial de los bienes arqueolgicos en nuestro territorio; y por otro, contar con descripciones lo ms detalladas posibles a efectos de facilitar la tarea de bsqueda a los agentes de recuperacin de piezas. Con la finalidad de cumplir con este requisito se elaboraron las Fichas nicas de Registro para Colecciones, Objetos, Lotes y Yacimientos arqueolgicos. En las mismas se solicita informacin imprescindible que permitir, en caso de presentarse alguna situacin delictiva, detectar con rapidez los materiales. En este sentido, es fundamental la incorporacin de fotos para cada pieza y/o lote. Las FUR son ingresadas en el Sistema Nacional de Registro del RENYCOA a partir del cual, en caso de ser necesario, se enviarn los datos a las fuerzas correspondientes (INTERPOL, otros). Ficha nica de Registro Coleccin La ficha fue pensada para informar de manera general acerca de una coleccin en particular. La misma es importante porque configura la puerta de ingreso al Sistema de Registro Nacional. En ella se solicita informacin sobre la institucin en las que se encuentra la coleccin, el investigador a cargo, los materiales que fueron recuperados, entre otros. Puede ser llenada en base a diversos criterios (por ejemplo una coleccin por sitio). Ficha nica de Registro Yacimiento La finalidad de esta FUR es la de completar un registro nacional donde figuren cada uno de los yacimientos arqueolgicos del pas. Esta informacin confidencial ser utilizada para prevenir, detectar y determinar situaciones de riesgos de los sitios arqueolgicos en el territorio argentino. Ficha nica de Registro Objeto Este registro sirve para identificar cada objeto dentro de una coleccin y por lo tanto, se pide que se llene una serie de variables que hacen a la descripcin del mismo (el sitio de donde proviene, formas medidas, decoracin, deterioro, etc.). Ficha nica de Registro Lote Un lote est constituido por objetos que no pueden ser descriptos individualmente pero presentan igual materia prima. Un ejemplo de esto son los fragmentos de cermicas, seo animal, etc. Es importante respetar el pedido La Zaranda de Ideas 6: 149-152 (2010) 151 de una foto general de los materiales para su identificacin por parte de las fuerzas de seguridad. Las FUR con sus instructivos se encuentran en la pgina Web del INAPL: www.inapl.gov.ar en Registro Nacional de Yacimientos Colecciones y Objetos Arqueolgicos. (Ante cualquier duda se puede consultar por telfono o va mail al RENYCOA: renycoa@inapl.gov.ar). Recorrido de los papeles segn registro de segunda y primera instancia: 3. Traslados permanentes o transitorios de evidencia arqueolgica La ley expresa que los bienes arqueolgicos slo pueden salir de la Argentina con fines de exhibicin y/o cientficos; y establece que para el traslado de materiales (dentro y fuera del pas) se debe contar con la autorizacin del organismo nacional competente (Art. 50 y 51). Se contemplan dos casos de exportaciones: temporarias para exhibiciones (realizadas por instituciones y/o particulares) y temporarias y/o permanentes con fines cientficos (anlisis de laboratorio relevantes para las investigaciones, por ejemplo ADN, istopos, termoluminisencia, dataciones, entre otros). Para el cumplimiento de lo establecido por la Ley se ha desarrollado para todos los casos mencionados, una nica Ficha de Exportacin de Bienes Arqueolgicos. En las mismas se pide una serie de requisitos necesarios para poder realizar los papeles administrativos que habiliten el traslado. En estas fichas se deben volcar los datos del arquelogo, la institucin a la que pertenece, objetivos del traslado, permisos institucionales, lugar de salida, aduana, medio de transporte, el destinatario, nombre y nmero del proyecto, foto, sitio del cual procede y firma del responsable y en caso de que el traslado sea temporario, seguro puerta a puerta, fecha de regreso del material, etc. En el caso de traslado de restos seos humanos se necesita adems la autorizacin de los organismos de aplicacin jurisdiccionales. SOLO EL INAPL OTORGA LA AUTORIZACIN DEFINITIVA LUEGO DE LA EVALUACIN DE LA SOLICITUD. En caso de que necesite realizar un traslado permanente o transitorio con fines cientficos y las muestras pertenezcan a instituciones nacionales, la solicitud se enva directamente al INAPL. Es importante mencionar que es necesario realizar los pedidos de traslados de material con tiempo suficiente, debido a cuestiones administrativas. Las fichas estn disponibles en www.inapl.gov.ar ALGUNAS PREGUNTAS -Qu se puede hacer si no funciona correctamente el organismo de aplicacin provincial de la Ley? En el caso de que pueda existir alguna dificultad con el organismo de aplicacin provincial, el arquelogo puede dirigirse al RENYCOA y consultar si puede enviar directamente los papeles. El registro se encargar de comunicarlo a la provincia en cuestin. - Qu debo hacer cuando regresan los materiales al pas luego de haber realizado anlisis no destructivos? Miriam Wagner - Los trmites que deben realizar los arquelogos ... 152 El trmite de traslado transitorio termina cuando el arquelogo comunica que los objetos ya estn en el pas. - Se puede enviar muestras o trasladarlas presentando fotocopias o faxes de los permisos a las autoridades? Las distintas fuerzas de seguridad no deberan aceptar papeles escaneados, fax o fotocopias - El RENYCOA puede rechazar un pedido de traslado de material o de salida permanente para fines de investigacin? Sol o en caso de no present ar l a documentacin con los avales pertinentes, no tener un ttulo habilitante o de existir sospecha de alguna clase de delito. -Qu sucede si se vencen los plazos de los materiales llevados al extranjero para su anlisis no destructivo? Se debe presentar nuevamente los permisos provinciales o de las instituciones nacionales con las nuevas fechas de extensin del prstamo, ya que pueden existir problemas con la aduana tanto para sacar materiales del pas como para entrarlos. Contacto Ante cualquier duda se puede consultar al RENYCOA: TE 47843371/ 47836554 int. 13 o por Email. Renycoa@inapl.gov.ar. Horarios: 10 a 18 hs. Recibido en julio de 2010 Aceptado en octubre de 2010 *Miriam Wagner es Licenciada en Antropologa con Orientacin Arqueolgica, egresada de la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarria (UNCPBA) en octubre de 2004. Estudiante de la Carrera de Edicin, Facultad de Filosofa y Letras (UBA). Integrante desde el ao 2005 del Registro Nacional de Yacimientos Colecciones y Objetos Arqueolgicos, Instituto Nacional de Antropologa y Pensamiento Latinoamericano (INAPL). Direccin de contacto: miriamwagnerr@gmail.com * Centro de Investigaciones en Antropologa Filosfica y Cultural - CONICET- marcelovitores@yahoo.com.ar **Centro de Arqueologa Urbana -UBA- mpbednarz@yahoo.com *** Centro Nacional Patagnico - CONICET - ariadnasvoboda@hotmail.com Vitores, Marcelo, Melina Bednarz y Ariadna Svoboda. 2010. Entrevista al arquelogo Carlos N. Ceruti. La Zaranda de Ideas. Revista de Jvenes Investigadores en Arqueologa 6:153-164. Buenos Aires. INTRODUCCIN Aguijoneados por el deseo de conocer la historia reciente de nuestra disciplina, continuamos entrevistando a sus testigos y protagonistas. Como siempre, aprovechando sus aprendizajes, opiniones y perspectivas; para poder conocer aquel pasado, comprender este presente y formular rumbos futuros. En esta ocasin nos encontramos en la ciudad de Mendoza, durante el desarrollo del XVII Congreso Nacional de Arqueologa Argentina. Nos dirigimos con el entrevistado al exterior de la confitera de una facultad de la Universidad de Cuyo. Nos ubicamos en una mesa de plstico con sombrilla e hicimos el pedido. Nuestra atencin se dirigi entonces a Carlos N. Ceruti, un investigador de referencia para el noreste de Argentina. Nos apostamos con anotador, grabador y cmara frente a este arquelogo de barba y pelo blanco peinado con raya al costado. Viste camisa amarilla de mangas cortas (que resulta abrigo insuficiente para el confort del entrevistado, a medida que en el campus oscurece y refresca). De la camisa pende el gafete de participante del congreso, y del cuello cuelgan sus anteojos. Por momentos, durante el relato, su mirada se pierde en el horizonte, como visualizando los recuerdos. Al contar las ancdotas ms graciosas, gesticula animadamente, aunque por lo general conserva una postura tmida con los brazos a los lados del cuerpo. Pero de ninguna forma es distante, ms bien se muestra abierto y casi familiar: responde nuestras preguntas con amabilidad, buen humor y complicidad; de su bolso saca un lbum de fotos para presentarnos a su nieta y, demostrando inters y curiosidad, tambin nos pregunta por La Zaranda y sus participantes, lo que constituy prcticamente una entrevista en s misma. Cuando lleg el caf, fue nuestro turno de preguntar. ENTREVISTA AL ARQUELOGO CARLOS N. CERUTI Marcelo Vitores* Melina Bednarz** Ariadna Svoboda*** Vitores et al. - Entrevista al arquelogo Carlos N. Ceruti 154 ENTREVISTA Cmo lleg a la Arqueologa? Mi padre era coleccionista. Era farmacutico en Humberto I, un pueblo de la provincia de Santa Fe, y en esa poca a la farmacia caan todas las cosas raras que se encontraban. As, vimos entrar plantas extraas, ofidios que se guardaban en alcohol, y de vez en cuando cermica recolectada en las costas del Ro Salado, que pasaba a algunos kilmetros del pueblo. En un viaje de vacaciones fue a Villa Rumipal, en Crdoba, y recolect para nuestro museo familiar (donado luego al Museo de Cs. Nat. y Antropolgicas Prof. Antonio Serrano de Paran, Entre Ros) una cantidad de material arqueolgico: fragmentos cermicos, puntas de proyectil, moletas algunas conanas. En el tren de regreso se encontr con Antonio Serrano 1 , que lo llev a su casa en Crdoba, le mostr su coleccin particular y desde entonces le remiti los materiales que iba publicando. De manera que mi incorporacin a la Arqueologa fue una cosa natural, a travs de mi padre y las publicaciones de Serrano. Cuando empec el secundario ya tena definido qu iba a seguir en la Universidad. Mi familia quera que fuera mdico, pero como el que financiaba era mi padre Un aliado S, un aliado importante. Y bueno, llegado el momento ped los programas. No fui a la UBA porque vi que en la carrera haba Latn y Griego, y me gust ms La Plata, con orientacin encaminada hacia las Ciencias Naturales. En el viaje para inscribirme me acompa mi padre; recuerdo que en el Museo vimos pasar una persona de guardapolvo blanco, y lo interrogamos. Result ser el Dr. Humberto Fabris, entonces Vicedecano y que luego sera mi profesor de Botnica. Mi padre le cont cules eran mis intenciones y le pregunt si se poda vivir de la Arqueologa; me acuerdo que le dijo que vivir s, pero nunca va a ser rico. Pero vivir dignamente, s. Como era la respuesta que ambos esperbamos, me inscrib. Quines fueron sus profesores ms influyentes, favoritos o no? Mis profesores favoritos... primero el Dr. Alberto Rex Gonzlez. Con l dbamos Arqueologa Argentina. Sus clases podan ser extraas; tena una gran cantidad de cajas con fichas, y con ellas organizaba sus clases. Pero las fichas tenan la mala costumbre de desordenarse, y reacomodarse en un orden extrao que no siempre era el requerido. El se daba maa para reordenarlas, y cuando encauzaba la conversacin poda ser apasionante. Como ramos muy pocos, siete u ocho, no dbamos clase en un aula sino en su escritorio. Recuerdo sobre todo una de esas clases, cuando tom el tema de Sierras Centrales hizo una combinacin entre Arqueologa y Etnohistoria tan vvida que todava ahora me estremece cuando me acuerdo; a tal punto que tuvo que abrir la puerta e invitarnos para que nos fueramos, porque habamos quedado duros, pensando, sin movernos del asiento. A pedido nuestro dio Chile, que no estaba en el programa. Otro profesor que me marc fue un gelogo, el Dr. Francisco Fidalgo. Con l dimos Geomorfologa y tambin Geologa del Cuaternario. En alguna forma, era la contraparte de Gonzlez, absolutamente ordenado y sistemtico. En Geologa del Cuaternario le hicimos un paro de 20 das en demanda de menores exigencias (era la nica materia con tericos obligatorios). Dijo que respetaba nuestra decisin, pero que no estaba de acuerdo. Y no afloj. Cuando volvimos a clase, a pesar de los das perdidos, se las arregl para terminar todo el programa en La Zaranda de Ideas 6: 153-164 (2010) 155 tiempo y forma. Eso s, para tomarle apuntes a la velocidad que hablaba, nos quedamos sin dedos! Tambi n l o tuve al Ing. Cardi ch 2 en Americana I. Fui alumno de Cigliano 3 en Prehi stori a. , de Ana Mar a Lorandi Tenamos un buen plan, el plan 66; yo era del 65 pero me pas al 66, que estaba dividido en tres orientaciones, y tena varias materias optativas. Uno deba elegir un profesor asesor y juntos planificar la carrera. Gonzlez fue mi asesor, y tom algunas de las materias optativas de la carrera de Geologa. Haba hecho Fundamentos de Geologa, y Geomorfologa, que eran obligatorias, y eleg, entre otras, Aerofotointerpretacin y Geologa del Cuaternario. Tambin tom Botnica Econmica que era Etnobotnica con otro nombre-, con la Dra. Dawson. Fue una carrera ms encaminada a las Ciencias Naturales que a las Humanidades. Entonces no estaba la Facultad, como ahora, y todas las clases se daban en el Museo. Despus, Antropologa Cultural pas a Humanidades. Nosotros, los de Arqueologa, prcticamente vivamos en el Museo 4 . Y lo hacamos con gran alegra una alegra que siempre sent al concurrir a los congresos de Arqueologa y reencontrarme con la gente. Ya que estamos en un congreso podemos preguntar Cmo fueron cambiando? El primer Congreso Nacional 5 ... yo era estudiante todava. Se hizo en Rosario. Lo organiz Mara Teresa Carrara. Entrbamos en una sala, as que todos escuchbamos a todos. Nuestro grupo de estudiantes tena a Jos Togo como coautor de una de las exposiciones. Era nuestro crdito. Es interesante que mencione el rol de los estudiantes en los congresos, porque siempre se est reviviendo la discusin. El rol de los estudiantes en los congresos fue cambiando permanentemente. En general fue as: en un congreso se autoriza que participen con todas las prerrogativas. Hay problemas, y en el congreso siguiente pueden participar pero con el aval de un profesor; en otro congreso se organizan las mesas de estudiantes porque solicitan tener su espacio propio, y en el congreso siguiente piden volver al rgimen anterior Ha sido cclico. el eterno retorno
S, como el eterno retorno es variable, de acuerdo a las circunstancias. Lo que ocurre en cada congreso determina lo que va a pasar en el prximo. Volviendo a Rex y a otros personajes que son parte importante de nuestra disciplina hay alguna otra ancdota o caracterizacin que le gustara compartir? Y.... trabajar con Rex era difcil, sobre todo para m que no estaba en el noroeste, porque le llevaba el apunte a demasiadas cosas. Era una persona que no se negaba a nada, entonces para consultarlo haba que hacer siempre una cola porque vena muchsima gente a verlo. Le pedan conferencias o asesoramiento de cualquier lado, y nosotros estbamos en la cola con los papeles para mostrarle, y l, ocupado con una delegacin que vena a hablar, y otro que vena a pedirle conferencias, y seguamos haciendo cola. Pero... era una persona que tena un conocimiento muy grande y una gran intuicin. Y que haba trabajado en muchos lados. Se haba recibido en Columbia; en el ao 1948, recin llegado de EEUU realiz la primera excavacin estratigrfica del Litoral. Vena de trabajar en el sudoeste de EEUU, en el rea de los Pueblo, y tena en la cabeza las estructuras de Pueblo Bonito, las kivas ceremoniales 6 ... (niega con la cabeza) cav 42 cuadrculas buscando estructuras en las islas Vitores et al. - Entrevista al arquelogo Carlos N. Ceruti 156 frente a Goya (contina entre risas) Creo que sigue siendo la excavacin ms grande que se hizo en el Litoral... Pero no encontr ni un agujero de poste! Era muy creativo. Sobre cualquier proyecto que se le llevara, tena algo que decir. A veces pareca que no se interesaba, pero lo miraba as (extiende la mano emulando el gesto) y deca: Mir, me parece que lo que tens que incentivar es esta parte porque ac vos defins.... Y yo deca cundo lo ley??. Despus, era bastante olvidadizo. En esa poca, la situacin era difcil en El Museo. Haba dos divisiones: la Divisin Arqueologa y la Divisin Antropologa, y no tenan demasiado contacto entre s. Cigliano era el jefe de Antropologa, que estaba abajo. Y arriba estaba la divisin Arqueologa, donde el jefe era Rex. No haba laboratorios suficientes para todos. Los laboratorios eran compartidos hasta el mximo, y los que habamos llegado ltimos trabajbamos en cualquier lado. Yo trabaj durante una poca en uno de los balcones que tiene El Museo -que dan al hueco central- arriba de una vitrina que tena material Nazca, un balcn abierto donde en invierno haca un fro terrible. En otra poca trabaj en uno de los depsitos, que est al lado del garage y de Paleontologa, junto con Ana Mara Lorandi. No tena ventilacin, as que cada media hora tenamos que salir a respirar porque era insoportable... Y usted viajaba desde Entre Ros? No, yo viva en La Plata. Viv diez aos all. Me llama la atencin la figura de Rex Gonzlez como alguien desordenado y olvidadizo, porque me acord de algo que alguna vez l escribi: que la ciencia es un afn esttico de orden. Y sospecho que estar tratando de ordenarse a si mismo era... Claro, un afn. No dijo que lo hubiera conseguido! Era una mezcla extraa, de orden, de planificacin... y desorden en lo cotidiano. Recuerdo una vez que estaban de moda las historias sobre platos voladores, las pirmides, la Isla de Pascua y dems. Entonces a Rex le hicieron organizar una conferencia en Buenos Aires, sobre la Isla de Pascua. Pareca que los extraterrestres le manejaban el proyector! Tenamos proyector de diapositivas; no exista ni siquiera el aparato de filminas, menos el can. Las diapositivas salan todas al revs. Entonces l deca: bueno, ste es un moai 7 ; sali al revs, pero ustedes imagnense.... Entonces tenamos que dar vuelta la cabeza para tratar de ver... Y despus se cort la luz directamente. Me acuerdo que adelante mo iban unas mujeres, y una le preguntaba a la otra qu te pareci?, [y la otra le contest] y... interesante; pero mucho mejor es Favio Zerpa 8 . Quiere explayarse un poquito sobre ese inters que coment, esa fascinacin en una de sus primeras clases sobre la Etnohistoria? Claro segn expona Rex en sus clases, la Arqueologa argentina haba tenido dos grandes etapas. Una etapa en la cual la teora se haba hecho partiendo del positivismo, con base en las Ciencias Naturales, con algunos investigadores europeos que haban llegado a la Argentina en las pocas de Urquiza y Sarmiento, y que l personificaba en Ambrosetti 9 . Y otro perodo en el cual la investigacin ci ent f i ca en Arqueol og a part a de l a interpretacin con base en la Etnohistoria. Para personificarla: Boman y Debenedetti 10 . l deca que eso haba atrasado la Arqueologa argentina 50 aos. Entonces, como contrapartida, en la dcada de 1960 se produjo un rechazo bastante grande hacia la Etnohistoria, porque durante todo ese tiempo la Arqueologa haba estado subordinada a la interpretacin con base La Zaranda de Ideas 6: 153-164 (2010) 157 etnohistrica. Fue la poca de los trabajos de Mrquez Miranda 11 , por ejemplo: los restos arqueolgicos de cualquier poca eran interpretados de acuerdo a las crnicas de la poca hispnica y post-hispnica; el rechazo de la interpretacin etnohistrica de los procesos arqueolgicos conllevaba tambin la negativa a estudiar la historia. Rex tena una formacin neoevolucionista, sus maestros haban sido Julian Steward y Leslie White 12 , pero no rechazaba las crnicas. Por el contrario, haba contado con el apoyo de su suegro, el Teniente Coronel Anbal Montes, a quien respetaba muchsimo. Montes fue un personaje multifactico: naturalista, paleontlogo, gelogo y etnohistoriador. Proporcion el apoyo histrico que necesitaba Rex para su trabajo en Crdoba, primero, y despus en el Noroeste. Si revisan el N 1 de la Revista de la Escuela de Antropologa de Rosario (entonces Instituto de Antropologa 13 ), editado cuando Gonzlez era su director, encontrarn un muy importante trabajo del Teniente Coronel Montes sobre el gran alzamiento diaguita 14 , una de las obras que complementaba el trabajo arqueolgico de Rex. Es decir, l no interpretaba la arqueologa local a partir de la crnica, como Boman, y es evidente que la cronologa tampoco era chata en sus trabajos, pero manejaba muy bien las crnicas y los trabajos de Montes, los tena siempre presentes sobre todo para la poca de contacto. Sus clases eran un ir y venir constante entre la documentacin histrica y la arqueolgica. A veces nos deca: Bueno, pero ustedes esto ya lo saben por Etnografa, no es cierto? y nosotros no sabamos nada de Etnografa. Habamos cursado Etnologa con el Dr. Armando Vivante, que se vanagloriaba de ser el ltimo exponente de la Kulturkreise 15
en la Argentina. Haba sido discpulo de Jos Imbelloni, y nos obligaba a tener el Eptome de Culturologa como libro de cabecera. Etnografa era solamente un complemento de esa otra materia, y la veamos en funcin de las Areas Culturales de Brinton. Nosotros estbamos en contra de la Kulturkreise.... lo suframos a Vivante; y sufr mucho cuando v que nos englobaban a todos bajo el rtulo de Histrico-Culturales. Creo que no fue justo. En cuanto a la investigacin bsica, nota usted que haya habido muchos cambios en temticas, metodologa, nuevos acercamientos a la investigacin, constituyendo tal vez modas? Empezamos la carrera en una poca en que no haba en absoluto salidas al campo. Te hablo de La Plata, pero en la UBA no era muy diferente, ustedes lo pueden averiguar con lo profesores de all. En la UBA los estudiantes directamente no participaban en las actividades de campo; el que empez a llevarlos fue Ciro Lafn 16 . En La Plata cada profesor llevaba en general un grupo de sus alumnos, pero no haba fondos como para trasladar ctedras enteras. Tampoco ramos muchos. En mi grupo, haba solamente ocho o nueve, mayoritariamente chicas. En 1965, en primer ao, los ingresantes a todas las carreras del Museo entrbamos en un aula, la sala donde despus pusieron la maqueta de la Tierra, creo que ramos un poco ms de 100. Despus, hubo un gran crecimiento en la matrcula; en 1973 Antropologa sola tena ms de 100 inscriptos, especialmente en Antropologa Social que despus se separ y fue a Humanidades, y en Arqueologa quedaron los diez o doce de siempre. Haba que hacer horas de campaa, pero no haba fondos, as que uno se inscriba en los viajes de Geologa o de lo que fuera, que en general tenan ms presupuesto. Yo termin la carrera con una semana de campo hecha con la ctedra de Cigliano, de Tcnica de Investigacin Arqueolgica, en el Salto Grande, y comenc a investigar siendo estudiante todava. En 1974 ped una beca al CONICET y me la denegaron, aclarando que eso no implicaba desconocer mritos personales o intelectuales, sino que haban gravitado otros factores, Vitores et al. - Entrevista al arquelogo Carlos N. Ceruti 158 como: naturaleza del trabajo a realizar, nmero de candidatos, grado de inters del tema y posibilidades presupuestarias. Nunca supe qu lugar haba ocupado en el listado, y sospecho que ni siquiera se ley mi proyecto. En qu consista...? El Pl an de Trabaj o era para hacer Arqueologa Regional en el centro y este de la provincia de Santa Fe. Rex me tramit un subsidio de CONICET y empec a trabajar en el campo, solo. No fue fcil; tuve que hacer mi experiencia a solas. No haba bibliografa. Me acuerdo que entre las revistas que llegaban al Museo de La Plata se editaba muy poco sobre Arqueologa, y menos del Litoral. Un poco ms del Noroeste o Cuyo en cambio se reciban varias revistas europeas, con eje en Prehistoria del Viejo Mundo, como LAnthropologie creo que todava reciban una Revista de Asiriologa que haba pedido Menghin 17 cuando fue profesor La biblioteca tena poco espacio; las revistas se exhiban durante un tiempo en una mesa, y luego iban a un depsito hasta que se las pudiera fichar. En una oportunidad se llovieron los techos y parte de las revistas se arruinaron. Me acuerdo especficamente del trabajo de Goggin 18 sobre maylica. Nunca lo pude leer, porque quedaron todas las pginas pegadas... Eran condiciones bastante duras. Cmo fueron cambi ando tus i ntereses de investigacin? Se fueron dando fortuitamente o fue una bsqueda? Era distinta la investigacin en esa poca, no haba tanto inters ni tantas facilidades para estudiar teora antropolgica. Las publicaciones eran pocas, y el nfasis en la teora vino despus, eso es algo de la dcada del 80 y del 90. En primer ao le Qu sucedi en la Historia, de Gordon Childe 19 , y La dialctica de la Naturaleza, de Federico Engels 20 , dos libros que me dieron vuelta la cabeza. Los vendan en el Centro de Estudiantes. En esa poca, y con esa pequea base terica, me senta capaz de cualquier cosa despus vino la Ecologa y las obras de Willey 21 Nunca me interes ni comprend al Estructuralismo, y cuando lleg Binford ya no estaba en la Facultad, me las tena que arreglar solo en Santa Fe y Entre Ros. Trat de moverme siempre en el marco de la Arqueologa como Ciencia Social, pero muy ligado a las Ciencias Naturales. Si en aquella poca hubiera existido la Arqueologa del Paisaje, quizs hoy podra reivindicarme como precursor. En general en ese tiempo se construyeron corpus de datos muy importantes. Por ejemplo, tu trabajo de la cermica monocroma,. Claro, pero tena mucho de emprico el trabajo. A lo mejor se construa teora sin saberlo. No fue fcil, yo estaba aislado, prcticamente no tenia contacto con la universidad, no haba internet, no haba GPS, no haba ningn elemento tcnico de los que puedan manejar en la actualidad. En Santa Fe no haba prcticamente con quin hablar. La carrera en Rosario estaba bastante reducida, casi sin gente en Arqueologa: Mara Teresa Carrara, Vctor Nez Regueiro, Myriam Tarrag, y algunos alumnos que tardaban en recibirse; hubo profesores y alumnos que fueron perseguidos durante la dictadura... las dictaduras. En Entre Ros, en la costa del Uruguay solamente estaba Jorge Rodrguez. Yo no tena contacto prcticamente con ninguno de ellos, mis contactos seguan siendo con La Plata, cuando poda viajar. Entre Ros me pagaba, dos veces al ao, diez das para hacer actualizacin bibliogrfica. Entonces cargaba el bolso con materiales y me iba a La Plata, donde lo buscaba a Eduardo Tonni 22 y, con mate de por medio, abra el bolso y sacaba los huesos que llevaba para que me los revisara, porque no tenamos quin hiciera Arqueozoologa, no haba quin hiciera Arqueobotnica. La Zaranda de Ideas 6: 153-164 (2010) 159 Cmo ve el panorama actual? Yo creo que tienen ms posibilidades, primero porque hay un mayor desarrollo terico, hay mayor acceso a la bibliografa, y hay ms posibilidades de financiacin. El CONICET actual no tiene nada que ver con el CONICET que conoc yo, las posibilidades de acceso son mayores, no los sueldos, pero s las posibilidades de acceso a la carrera. En la poca en que yo egres haba que dividir por tres: un tercio de los Antroplogos poda trabajar en la profesin, un tercio estaba sub-ocupado y haca otras cosas; y un tercio se reciba y se alejaba de la disciplina. No s cmo ser la proporcin en este momento, pero era difcil conseguir las becas de CONICET, de hecho yo nunca tuve beca, aunque s subsidios. Por otra parte haba una divisin muy grande, una separacin entre los dos centros mayores de investigacin en Arqueologa: la UBA y La Plata. Prcticamente no haba relaciones, sobre todo en los niveles intermedios y entre estudiantes. Entre los mismos estudiantes no haba vnculos? No, no haba vnculos. El planteamiento de relaciones fue gradual, y se produjo no hace mucho tiempo. Yo ya no estaba cuando empieza a vincularse la UBA con La Plata. Siempre recuerdo con afecto a Ernesto Piana, porque en 1972, cuando todava ramos alumnos y nos encontramos en el Congreso de Cipolletti, intercambiamos informacin y bibliografa. No era nada frecuente. Qu nos puede decir de las condiciones en los 60 y 70, que fueron dcadas bastante complicadas? Cuando entr a la Universidad, estaba todava el gobierno tripartito. No era cuatripartito: los no-docentes no formaban parte del gobierno de la Universidad. Haba problemas de presupuesto. Recuerdo que la primera manifestacin a la que fui era por presupuesto, justamente. Despus vino el golpe de Ongania 23 y se termin el Centro de Estudiantes, se termin el gobierno tripartito y la Universidad fue intervenida, no cerrada, pero s intervenida. Fueron pocas bastante duras, haba mucha actividad poltica estudiantil pero semiclandestina, el Centro estaba cerrado. En 1968 empec a trabajar en la cuenca del Saladillo Amargo. Me recib en el 73; para entonces era no-docente en la Facultad de Arquitectura, era dactilgrafo; me cas y viv tres aos en La Plata, y despus renunci a Arquitectura y me fui con un contrato bastante... (ladea la cabeza en ademn de sopesar la palabra justa) ... endeble, a la provincia de Santa Fe, que era mi lugar de origen, al Museo Etnogrfico. Luego estuve contratado tres aos en el Departamento de Folklore y Artesanas y finalmente entr en Entre Ros cubriendo una vacante que se haba producido en el Departamento de Antropologa del Museo de Ciencias Naturales y Antropolgicas. Y ah estuve el resto del tiempo como Jefe de Departamento y como Director durante seis aos. En el 83 ingres a CONICET manteniendo el trabajo en Entre Ros, donde opt finalmente por la jubilacin anticipada, cuyo cobro suspend manteniendo el total de horas en CONICET. Y desde entonces estoy en esa situacin. Quisiera agregar algo acerca de la relacin cambiante entre la prctica profesional y el contexto poltico y social general? Algo tal vez en relacin a la Arqueologa de Rescate? Y bueno, despus de Ongana, y hasta la llegada de Cmpora 24 , tuvimos dictadura militar. La carrera de Antropologa en Buenos Aires y en La Plata no desapareci, pero alternativamente se cerr una o se cerr la otra. Mar del Plata se cerr, Rosario estuvo cerrada con expulsin de profesores. Paradjicamente la Universidad con carrera de Antropologa que nunca se cerr ni tuvo mayores problemas era la nica en que explcitamente exista la Vitores et al. - Entrevista al arquelogo Carlos N. Ceruti 160 carrera de Antropologa Social: Misiones. Las dems tuvieron perodos de cierre. Rosario tuvo cierre y reduccin de los aos de la carrera; y se dictaban las materias solamente para que los alumnos que las tenan que cursar, terminaran. Yo no hice docencia, salvo en la poca en que fui auxiliar de ctedra: en primer ao (Fundamentos de Antropologa) y despus con Ana Mara Lorandi en Altas Culturas. S puedo hablar de las tareas de Arqueologa de Rescate, la otra pregunta que hacen ustedes. Gran parte de mi actividad al respecto fue en relacin al Proyecto del Paran Medio 25 . En esa poca, comienzos de los aos 80, ya estaba en la Provincia de Entre Ros, y conseguimos que se firmara un convenio entre la Subsecretara de Cultura y la Empresa Agua y Energa, por el que cualquiera de las dos partes poda publicar independientemente los resultados de las investigaciones. Fue una idea muy interesante, porque el Proyecto del Paran Medio... vamos a decirlo as: estaba monitoreado (Ceruti levanta la mirada al cielo mientras pronuncia la frase). Las cosas que podan afectar al desarrollo de la represa... haba restriccin para publicitarlas, todo lo que se haca pblico deba ser en apoyo del proyecto. Fue muy notorio, por ejemplo, cuando se toc un tema del que se habl mucho en esa poca, acerca de la incidencia que podan tener las fallas sobre el futuro de las represas. En la India se haba producido un problema con una represa que se derrumb y arras poblaciones; pero el tema se ocultaba. Hubo una reunin de gelogos, por ejemplo, en la que se comentaron los problemas que existan en cada una de las represas en construccin o construidas, y fue notable porque Paran Medio parece que era la nica en que todo andaba perfecto, no tena problemas ni se prevea que los tuviera. Yo trabajaba en equipo con un geomorflogo, el Dr. Martn Iriondo 26 y pudimos publicar algunas cosas sobre problemas geolgicos gracias a que tenamos ese convenio que nos daba cierta independencia. La represa Paran Medio, si se construa, iba a hacer un dao tremendo a los sitios arqueolgicos. Tena tres cierres planificados, pero en general se haca la campaa publicitaria sobre uno solo, el cierre Chapetn, del que se lleg a terminar el proyecto ejecutivo. Haba otro cierre ms, a la altura de Esquina 27 , y otro ms que no se publicitaba y del que nadie hablaba, que quedaba en el delta. La versin completa del proyecto, para que funcionara con efectividad, deba tener los tres cierres. Entonces se discuta mucho si las represas de llanura detenan inundaciones o no detenan, y una serie de factores tcnicos que iban anexos: la cantidad de tierras productivas que se iban a inundar, la navegacin, la erradicacin de poblaciones Las represas de llanura no detienen las inundaciones, porque el vaso de la represa no puede vaciarse para contener el agua porque entonces no produce energa, que es su funcin principal. Adems, cuando el nivel de una creciente supera el nivel de la represa sobre todo teniendo en cuenta todas las que existen en Brasil, aguas arriba- deban abrirse las bocas para que el agua siguiera y no rebasara el cierre, con riesgo para toda la estructura. La represa de Salto Grande se llev casi todos los sitios arqueolgicos que quedaban aguas abajo. Y la represa del Paran Medio iba a destruir todos los sitios que hay desde muchos kilmetros aguas arriba de Esquina hasta el delta. Yo todava conservo por ah algunos de los planos donde est la extensin de tierra que iba a inundar y no quedaba nada, todo est bajo cota de la represa: las tierras bajas, prcticamente todas las islas del Paran Medio, y el delta. Qu prioridad piensa que se le tiene que otorgar, en el trabajo arqueolgico, a la relacin con el resto de la sociedad -sea una empresa privada, sea el pblico en general-? Cuando uno hace Arqueologa de Rescate, trabaja bajo condiciones que no son las de la Arqueologa acadmica. La Zaranda de Ideas 6: 153-164 (2010) 161 Me acuerdo que en el organigrama de Agua y Energa haba una reparticin que se llamaba algo as como Medio Ambiente, Sanidad y Desarrollo, en la cual estaba metido todo lo que fuera medio ambiente, arqueologa, relocalizacin de poblaciones, sanidad, relevamiento de fauna y flora... Era una bolsa de gatos. Todo lo que era secundarsimo para el proyecto pero que pudiera causar escozor, estaba ah metido. Como no entendamos el lenguaje que hablaban los ingenieros, hubo que aprenderlo. Me acuerdo que haba palabras que no podamos decir. Cuando yo haca las planificaciones por ejemplo escriba investigacin arqueolgica, entonces me l a tachaban y me dec an investigacin no, pon rescate y yo deca no, investigacin, porque en Arqueologa tenemos que investigar, y planificar la investigacin, no, pon rescate. Al fin un da me dijeron que los organismos financieros como el Banco de Pars tenan en el lxico rescate, y rescate significaba ms dinero o aprobacin del proyecto. Un proyecto que no tuviera la palabra rescate tena menos posibilidades de ser financiado. Los tiempos no los ponamos nosotros, los tiempos estaban establecidos por el proyecto ejecutivo, y con el dinero pasaba lo mismo. Rex Gonzlez quiso en su momento que hubiera una parte de la financiacin estipulada que fuera para rescate arqueolgico. Pero nunca se consigui que figurara eso, se pactaba cada vez la cantidad de dinero que nos iban a proveer, no un porcentaje del total de la financiacin prevista sino que cada vez nos daban una suma distinta y de acuerdo a lo que planificbamos hacer. De cualquier forma era una condicin financiera mucho mejor que la que habamos tenido hasta ese momento; era mucho ms segura y ms grande que la que podamos conseguir a travs de CONICET. Los subsidios de CONICET eran, en todo caso, un complemento. La Arqueologa de Rescate se puede sintetizar en pocas palabras: Hacer todo lo que se pueda, lo mejor que se pueda y en el menor tiempo posible. y lgicamente, con el menor costo para la Empresa. Y en qu circunstancias similares le pas as, de tener ese contraste con la comunicacin, en cuanto a qu hacemos, qu sabemos y lo que sabe la gente o quiere saber? Bueno, eso es otra cosa que hubo que aprender. As como aprendimos el lxico de las empresas, hubo que aprender a manejarse con la gente. Porque al no haber fondos, la nica posibilidad de hacer arqueologa era contar con el apoyo de las comunidades locales. En el rea donde yo trabaj no haba comunidades de pueblos originarios. S haba comunidades locales. En La Paz, por ejemplo haba muchas instituciones (en las cuales frecuentemente se repetan los nombres), que eran las que podan proporcionar apoyo. Y despus estaban las comunidades isleas con las que haba que llevarse bien. En Entre Ros nunca tuve problemas con los pobladores de las islas. Otra dificultad era la gente que se llevaba al campo: nunca pude contar con un nmero suficiente. Al no tener universidad cerca no tenia el aporte de estudiantes, as que mis trabajos de campo siempre fueron con dos o tres personas ms, algunos voluntarios y otros pagos; generalmente peones municipales que me servan como auxiliares de campo y como guas. Imposible entrar y salir de las islas sin tener vehculo (lancha o canoa) y gua. La Paz es una ciudad de Entre Ros? S, La Paz es una ciudad de Entre Ros, al norte de Paran. Ah tena mi centro de accin, en el Museo Regional. En las localidades del interior, casi todos los museos son regionales, as que tienen de todo: un poco de Historia local, un poco de Ciencias Naturales, un poco de Arqueologa. El de La Paz tena tambin una seccin de Arte. A veces instalaba mi residencia en la casa de la regente del museo, y en una campaa instal mi dormitorio en el depsito de cuadros del museo, que estaba en Vitores et al. - Entrevista al arquelogo Carlos N. Ceruti 162 un Centro Cultural y de Turismo dependiente de la municipalidad. El lugar, que haba sido aduana, tena bao y cocina, y en la piecita del depsito de cuadros yo tiraba la bolsa de dormir. Era difcil conseguir recursos (suspira). Mi gua y compaero de campaas era un empleado municipal que tena una pequea canoa con motor Villa, sin timn. A modo de timn usaba un remo que colocaba bajo el brazo, y en esa canoa bamos a las islas. A veces los dos solos, a veces con algn voluntario, y a veces conseguamos algn otro municipal. Nunca ms de cuatro o cinco personas. Si yo tena subsidio, le pagaba algo extra. Si no, dividamos mi vitico. Para llegar al sitio Las Mulas 28 tardbamos siete horas de ida y cuatro horas de vuelta, porque entonces tenamos la corriente a favor. En dos oportunidades combinamos una campaa con un curso para docentes y estudiantes secundarios y terciarios, y fuimos todos a hacer una experiencia de campo. Condiciones dursimas Y s, haba que llevar absolutamente todo, el equipo, la comida y el agua, porque no se poda tomar el agua del arroyo, y no haba cmo aprovisionarse de nada. Sin contar las veces que me tuve que quedar solo o con un nico acompaante, sin vehculo, hasta que con un subsidio de la OEA pudimos comprar una piragua. Tal vez, a modo de cierre y para no quitarle ms de su tiempo, podra hacer una ltima reflexin? Tiene algn consejo para los estudiantes que se estn incorporando al mundo de la arqueologa? Bueno yo creo que los estudiantes tienen que aprovechar las oportunidades que se les presentan. No soy docente, no he sido docente desde que me fui de La Plata, y quizs eso me ha dado una ventaja, porque no me preocup la relacin docente-alumno. A la gente con la que fui al campo o que trabaj conmigo en el laboratorio, la consider como compaeros con diferente nivel de formacin o con distinta experiencia. Les dira a los estudiantes que empiecen a trabajar desde temprano, que traten de aprender todo lo que puedan, que se preocupen por los temas tericos, pero que no dejen de lado los aspectos empricos, que son los que van a tener que enfrentar en el campo o el laboratorio, y se aprenden fundamentalmente con la observacin, la prctica y la experiencia ajena generalmente no escrita. Hace ms de 100 aos, en su libro Del socialismo utpico al socialismo cientfico, Federico Engels deca que el intento que hicieron los griegos de la poca de Aristteles por reconstruir la Historia Natural con manejo de la dialctica, pero sin un aparato suficiente para clasificar la naturaleza, haba impedido que ese anhelo se cumpliera. Que en los siglos posteriores surgi el Positivismo como herramienta necesaria para eso, pero que tena un problema: la naturaleza que clasificaba era una naturaleza muerta, y nunca poda ser una herramienta suficiente para el objetivo que se haba planteado la ciencia de los griegos, que era la reconstitucin de la historia de la vida. El Neopositivismo fue ms all que el Positivismo del siglo XIX: no slo clasific las especies vivas, incluyendo el hombre: tambin ha clasificado a la ciencia y a los cientficos (entre ellos los Arquelogos) y no siempre lo ha hecho bien (guia un ojo). Est bien la preocupacin de los estudiantes por la Epistemologa, por la clasificacin de las ciencias, pero nunca debe olvidarse cules son, en cado caso, las posibilidades individuales. Para juzgar a una persona, en este caso profesores o investigadores, hay que tener cierta experiencia personal. No basta con acumular informacin que viene de otros investigadores, se debe adquirir experiencia propia; quien critica tiene La Zaranda de Ideas 6: 153-164 (2010) 163 que haber hecho por s mismo al menos una parte de lo construido por la persona criticada, por el simple hecho de que no hay techo que se sostenga sin paredes, ni pared que se construya sin ladrillos. NOTAS: 1. Antonio Serrano (1899-1982), arquelogo argentino. 2. Augusto Cardich (n.1923), arquelogo peruano radicado en Argentina. 3. Eduardo Mario Cigliano (1926-1977), arquelogo argentino. 4. Se refiere al Museo de La Plata (Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP). 5. Este fue, en efecto, el Primer Congreso Nacional de Arqueologa Argentina, que se llev a cabo del 23 al 28 de mayo de 1970 en la sede del Museo Histrico Provincial Dr. Julio Marc, Rosario. 6. Las kivas son estructuras tpicas de los Pueblo del sudoeste de EEUU. Generalmente son recintos circulares semienterrados, para fines rituales como se ha dicho. Su funcin est convalidada por documentacin histrica y etnogrfica hasta nuestros das (e.g con los hopi). 7. Los moai son las famosas estatuas de piedra de la Isla de Pascua, objeto favorito de populares especulaciones pseudocientficas. 8. Favio Zerpa (n.1928), actor y periodista uruguayo residente en Argentina que trascendi por su dedicacin a la investigacin sobre el fenmeno ovni. 9. Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917), naturalista, folklorlogo y arquelogo argentino, considerado uno de los padres de la Arqueologa argentina. 10. Se refiere al arquelogo y antroplogo argentino Salvador Debenedetti (1884 -1930) y al arquelogo sueco Eric Boman (1867-1924), quienes, al igual que Ambrosetti, sentaron bases para la arqueologa del noroeste argentino. 11. Fernando Mrquez Miranda (1897-1961), arquelogo argentino. 12. Julian Steward (1902-1972) y Leslie White (1900- 1975), antroplogos norteamericanos que sentaron el precedente de los enfoques ecolgicos y evolucionistas luego desarrollados por la arqueologa procesual. 13. En 1968 se crea la Universidad Nacional de Rosario y, al ao siguiente, el Instituto de Antropologa, que luego, en 1985, dara lugar a la Escuela de Antropologa. 14. Montes, Anbal. 1959. El gran alzamiento diaguita (1630-1643). Revista del Instituto de Antropologa I: 81-159. El gran alzamiento fue un levantamiento general de todas las poblaciones diaguitas desde los Valles Calchaques hasta el sur de La Rioja, iniciado en 1630 y aplacado en 1636. Los vencidos fueron masacrados y trasladados a gran distancia. 15. La kulturkreise era la escuela historico-cultural vienesa que propona la comprensin de las culturas (y La Cultura) en base a los ciclos culturales y que, con variaciones, fue el marco interpretativo de varios investigadores en Argentina cuando ya no se empleaba en otros pases. 16. Ciro Ren Lafn (1923-2006), arquelogo argentino. 17. Oswald Menghin (1888-1973), arquelogo austraco, radicado en la Argentina en la posguerra. 18. John Mann Goggin (1916-1963), antroplogo cultural norteamericano. Sus trabajos se enfocaron en etnologa, historia cultural y tipologa artefactual de sitios histricos. 19. Vere Gordon Childe (1892-1957), arquelogo australiano que tempranamente introdujera una perspectiva marxista en arqueologa y la expresara en libros de divulgacin general como Man makes Vitores et al. - Entrevista al arquelogo Carlos N. Ceruti 164 himself (1936) y What happened in History (1942), cuya versin castellana se refiere aqu. 20. Friedrich Engels (1820-1895), pensador alemn, estrecho colaborador de Karl Marx. 21. Gordon Wi l l ey (1913-2002), arquel ogo norteamericano que hiciera influyentes aportes metodolgicos. 22. Eduardo Pedro Tonni (n. 1945), paleontlogo investigador de la Universidad de La Plata. 23. Juan Carlos Ongana (1914-1955) fue presidente de facto de la Argentina entre junio de 1966 y junio de 1970. 24. Hctor Jos Cmpora (1909-1980), presidente argentino en el ao 1973. 25. El proyecto del Paran Medio surge a mediados de los 80 en un intento de hacer una gran represa con avanzados estudios conjuntos de ingenieros rusos (entonces URSS) dirigidos por el Ing. Malischov, con ingenieros de Agua y Energa de la Nacin, que pretendan una megaobra sobre el ro Paran, con cierre sur en la Isla Chapetn, 17 km al norte de la ciudad de Paran, Entre Ros. ste gener el rechazo de entidades ambientalistas y de gran parte del mundo cientfico. 26. Se refiere al geomorflogo Martn Iriondo (n.1942), investigador del CONICET. 27. Ciudad ubicada en el suroeste de la provincia de Corrientes, a 336 km de la capital provincial. 28. Se refiere al sitio Las Mulas, sobre el arroyo homnimo, al norte de La Paz, Entre Ros. Marcelo Vitores es Profesor en Ciencias Antropolgicas de la UBA. Actualmente es becario doctoral de CONICET. Su tema de investigacin es la cermica de los grupos cazadores recolectores del noroeste patagnico, tpico al que se dedica en el marco de los proyectos de la cuenca del ro Limay, dirigidos por el Dr. Eduardo Crivelli. Asimismo ha prestado colaboracin como adscripto en las ctedras de Arqueologa Argentina y Prehistoria del Viejo Mundo de la UBA, y es miembro del comit editorial de La Zaranda de Ideas. Direccin de contacto: marcelovitores@yahoo.com.ar Melina Bednarz es estudiante de Ciencias Antropolgicas de la UBA. Colabora en las investigaciones del Centro de Arqueologa Urbana. Es docente de la carrera de Conservacin y Restauracin del IUNA, adscripta en la ctedra de Fundamentos de Prehistoria de la UBA y miembro del comit editorial de La Zaranda de Ideas. Direccin de contacto: mpbednarz@yahoo.com Ari adna Svoboda es Li cenci ada en Ci enci as Antropolgicas, orientacin en Arqueologa de la UBA. Su tema de tesis de grado se bas en el estudio de la economa de sociedades agropastoriles en el Noroeste, a partir del anlisis de las arqueofaunas. Actualmente, es becaria doctoral de CONICET. Su tema de investigacin se vincula con las prcticas econmicas de cazadores-recolectores en ambientes ribereos y lacustres de Patagonia Central, enmarcado en los proyectos dirigidos por la Dra. Julieta Gmez Otero y el Dr. Eduardo Moreno. Ha colaborado como adscripta en la ctedra de Fundamentos de Prehistoria y forma parte del comit editorial de La Zaranda de Ideas. Direccin de contacto: ariadnasvoboda@ hotmail.com Miscelneas 167 RECURSOS DE INTERNET EXPANDIENDO HORIZONTES, AMPLIANDO PERSPECTIVAS, O... DNDE PUBLICO?! por Melina Paula Bednarz* En esta nueva edicin les proponemos explorar la Web en busca de revistas, boletines y publicaciones varias que nos permitan mantenernos dentro del trmino inicial del tan trillado como temido binomio publish or perish... Al principio la bsqueda se centr en publicaciones que admitieran colaboraciones tanto de estudiantes como de jvenes graduados. Sin demasiado asombro, descubrimos que los problemas para publicar los resultados de labor cientfica en los inicios de la carrera de investigador son un factor comn en toda la dimensin internacional de nuestro campo (por no decir en todas partes...). Es as que nos hemos encontrado con proyectos similares a La Zaranda en pases latinoamericanos tales como Ecuador, Per, Colombia e incluso paseando por el Viejo Mundo nos cruzamos con una propuesta en Inglaterra... En una segunda instancia, de las numerosas publicaciones halladas, filtramos los resultados priorizando aquellas que siguieran en funcionamiento (sera interesante analizar las dificultades que se presentan a la hora de sostener un proyecto editorial, pero eso lo dejamos para otro captulo...). En sntesis, la idea bsica es dar a conocer mbitos similares a nuestra revista para establecer nuevos vnculos entre colegas y mostrar nuevas opciones de publicacin para todos y todas, sin que eso signifique haber agotado las opciones presentes en la Web. Adelante, pasen y vean... ARGENTINA Comechingonia Virtual - http://www.comechingonia.com/inicio.htm - Esta publicacin nos ofrece, tanto en su versin electrnica como en papel, un espacio para publicar trabajos de arqueologa, ya sea desde Argentina o el resto de Amrica Latina. Promueven la participacin tanto de estudiantes como de jvenes investigadores, reconociendo las limitaciones de los mbitos tradicionales y fomentando la interaccin entre una mayor cantidad de colegas. Existen diversos formatos de trabajos aceptados por esta publicacin: artculos, reseas, informes, colaboraciones especiales (orientada a artculos escritos por investigadores senior de la especialidad, arquelogos profesionales u otros investigadores), bibliogrficas/virtuales (de portales Web) y proyectos (tanto de Equipos de Investigacin, como Tesis Doctorales y de Licenciatura). Recursos de Internet 168 COLOMBIA Inversa - http://www.inversa.galeon.com/ - Inversa se trata de una publicacin de periodicidad semestral, producida por estudiantes del Departamento de Antropologa de la Universidad Nacional de Colombia, de la sede Bogot, que busca constituir un espacio de divulgacin de los trabajos e investigaciones desarrolladas por los estudiantes de pregrado, postgrado y ex-alumnos. Los tipos de artculos que pueden ser publicados en Inversa son todos aquellos relacionados con la antropologa y que realicen una contribucin crtica, teorica o metodolgica de la disciplina. Los diversos formatos aceptados son: artculos de investigacin cientfica y tecnolgica, revisiones de temas (documento resultado de la revisin de la literatura sobre un rea de inters particular), traducciones e informes de monografa. ECUADOR En este caso particular, hemos tenido la oportunidad de ponernos en contacto con los editores de Apachita, quienes muy amablemente nos han contado un poco de su experiencia, as que dejaremos hablar a los protagonistas... Apachita - http://www.arqueo-ecuatoriana.ec/es/home - El Boletn Apachita naci en 2004 por inquietud de un grupo de estudiantes de Arqueologa (Escuela de Antropologa, Universidad Catlica del Ecuador, Quito) de contar con un rgano de comunicacin. Nos decidimos por un Boletn de carcter divulgativo, modesto en su versin papel, que se distribuye gratuitamente entre los estudiantes de la Escuela de Antropologa, la comunidad universitaria, las instituciones culturales del Ecuador y colegas interesados. El gran pblico accede a sus contenidos a travs del sitio Web que ayudamos a crear junto con los colegas Francisco Valdez y Gaetan Juillard, ambos del IRD de Francia. En la cultura andina, la apachita es un sitio a la vera de un camino, generalmente de alta montaa, donde los viajeros depositaban una piedra en agradecimiento a los apus por una feliz travesa. En este contexto, cada Boletn Apachita es una especie de guijarro intelectual acopiado en pos de construir un edificio de slida preparacin acadmica para los futuros arquelogos. Al Boletn contribuyen los estudiantes de arqueologia de la PUCE, los estudiantes y jvenes arquelogos de otros pases, como Colombia y Per, en fin, colegas ecuatorianos e investigadores independientes. Su formato incluye artculos de fondo, noticias arqueolgicas, ancdotas de campo, bibliografas de publicacin reciente, eventos importantes, obituarios, documentos de relevancia arqueolgica, etc. Las contribuciones son cortas (1000-2000 palabras, generalmente), de lectura fcil y de temas diversos, no necesariamente ecuatorianos. Apachita va ya por el nmero 16, y estamos publicando dos nmeros por semestre. Por cierto, Apachita est abierta a las contribuciones de estudiantes o colegas argentinos que deseen participar. Ernesto Salazar, Editor La Zaranda de Ideas 6 (2010) 169 PER Abra Andina - http://revistas.pucp.edu.pe/abraandina/ - Esta publicacin fue gestada por estudiantes de distintos programas de Maestras en el rea de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Catlica del Per, como una propuesta para superar la falta de sistematizacin y socializacin de los resultados de las investigaciones. El objetivo fue crear un espacio para comunicar resultados e intercambiar experiencias, por medio de la publicacin en sus secciones de Debate, Informes de investigacin y artculos acadmicos. Buscando aprovechar los recursos que ofrece la informtica, ofrecen una seccin Audiovisual que admite formatos que exceden la palabra escrita y que se hacen cada vez ms presentes en la cotidianeidad del investigador. Una seccin novedosa que ofrecen es la de Bitcora, que permite la publicacin de diarios de campo, fomentando el intercambio entre colegas de experiencias positivas y otras que no lo son no tanto (de esas que sabemos, suelen omitirse de los papers finales por diversas razones). Por ultimo, promueven la comunicacin y los comentarios acerca de nmeros anteriores, a travs de la seccin Cartas al editor. Arkeos - http://mileto.pucp.edu.pe/arkeos/ - Se trata de un revista electrnica, surgida tambin en el marco de la Pontificia Universidad Catlica del Per, con el fin de generar un espacio de debate acerca de los trabajos realizados por sus estudiantes y graduados en arqueologa. Asimismo, buscan alcanzar al pblico general, en funcin de la educacin, la defensa del patrimonio y la construccin de identidades, entre otros. Pueden remitirse trabajos a ser considerados en sus secciones de artculos, crnicas y notas. ESPAA (con)textos - http://www.con-textos.net/es - Esta publicacin difiere un poco de las anteriormente presentadas, no slo en su origen sino tambin en su temtica, ya que surge por iniciativa de doctorandos de antropologa social y cultural vinculados a la Universitat de Barcelona. El principal objetivo es dar a conocer los trabajos de investigacin que se estn llevando a cabo en el marco de la etapa doctoral, adems de generar un espacio de debate, reflexin y formacin en el mbito de la antropologa social. Los textos que se publican generalmente se tratan de anlisis etnogrficos y/o de reflexin terica, as como reseas de publicaciones, tesis y tesinas del mbito de la antropologa social, y reflexiones derivadas de la experiencia etnogrfica. No obstante, se aceptan tambin trabajos procedentes de otras ciencias sociales y humanas que se acerquen a la antropologa, ya sea tomando sus planteamientos tericos o adoptando enfoques etnogrficos. Recursos de Internet 170 INGLATERRA Para los ms audaces, he aqu una propuesta angloparlante.... The Post Hole - http://www.theposthole.org/ - En este caso, presentamos tambin una revista creada por y para estudiantes, pero con la salvedad de que aquellos interesados en publicar debern hacerlo en idioma ingls. Este proyecto nace en el Departamento de Arqueologa de la Universidad de York y aspira a incluir a colegas de todos lados. De hecho, en su pgina Web (donde se pueden consultar los nmeros anteriores y actuales) ofrecen la posibilidad de traducir los contenidos a los principales idiomas hablados en la Unin Europea, entre los que felizmente se encuentra el castellano. Esperamos que esta breve gua los inspire para seguir navegando en busca de opciones para continuar publicando, aprendiendo y creciendo *Melina Paula Bednarz es estudiante de Ciencias Antropolgicas con orientacin en Arqueologa en la UBA, colabora en las investigaciones del Centro de Arqueologa Urbana (FADU-UBA), y es miembro del Comit Editorial de La Zaranda de Ideas desde 2008. Direccin de contacto: mpbednarz@yahoo.com La Zaranda de Ideas 6 (2010) 171 DESDE AFUERA SE BUSCA QUIEN CALCE PERFECTO EN LA HUELLA 1 Cecilia Parrillo* lo disuadieron dos consideraciones: la conciencia de que la tarea es interminable, la conciencia de que era intil. Pens que en la hora de la muerte no habra acabado de clasificar todos los recuerdos de la niez. 2 Sigmund Freud establece que la tarea preliminar del psicoanalista dentro de un tratamiento psicoanaltico- tiene que ver con construir o ms bien reconstruir lo olvidado, lo que ha sido reprimido por el analizante o paciente y ha quedado inconsciente a partir de los indicios que lo reprimido deja tras de s. Freud denomin a este proceso los sustitutos de lo olvidado. En otras palabras, no hay forma de acceder a lo inconsciente sino a travs del material que nos proporcionan los sueos, los actos fallidos, los lapsus, los chistes, los sntomas, la transferencia (el tipo de vnculo afectivo que se arma con el psicoanalista) por citar algunas de las formas ms conocidas. Pero tal vez lo ms interesante de esta cuestin sea el hecho de que Freud haya encontrado vastas coincidencias entre el trabajo del psicoanalista y el del arquelogo. En qu podr parecerse el psicoanlisis, una labor tan poco asequible a mediciones cuantificables u observaciones objetivables tan lejanas a la ciencia -motivo por el cual tambin es tan criticado a la arqueologa? Segn Freud, el trabajo de construccin o reconstruccin de las piezas olvidadas por un paciente se asemeja 3 al del arquelogo que exhuma hogares o monumentos sepultados y destruidos. La diferencia entre ambos reside en que el analista trabaja en mejores condiciones al disponer de un material vivo, no destruido. Lo que nos quiere decir Freud con esto es que lo reprimido es inaccesible para un sujeto pero en algn lado se halla presente; lo que se ha olvidado no se ha destruido por completo. El arquelogo, en cambio, suele tratar con objetos parcial o totalmente destruidos cuyos fragmentos mucha veces se han perdido irremediablemente. Ahora bien: as como el arquelogo a partir de unos restos de muros que han quedado en pie levanta las paredes, a partir de unas excavaciones en el suelo determina el nmero y la posicin de las columnas, a partir de unos restos ruinosos restablece los que otrora fueron adornos y pinturas murales, del mismo modo procede el analista cuando extrae sus conclusiones a partir de unos jirones de recuerdo, unas asociaciones y unas exteriorizaciones activas del analizado. Y es incuestionable el derecho de ambos a reconstruir mediante el completamiento y ensambladura de los restos conservados. (Freud 1937) 4 . Esto ltimo nos permite preguntar si el psicoanalista podra en realidad lograr que un paciente lo recuerde todo. Considero que ms bien nos da la pauta de que el trabajo de construccin o reconstruccin analtica se hace tambin muchas veces a su pesar- con fragmentos, con piezas que faltan, por lo cual siempre quedar un enigma, un secreto sin develar y no por ello ser imposible la tarea. Y tal vez en esto resida a mi entender su mayor riqueza y su mayor coincidencia con el trabajo arqueolgico. Desde Afuera 172 Me atrevo a decir que los arquelogos y los psicoanalistas pensamos un pasado que est vivo en esas piezas que hallamos. El valor del pasado reside en las huellas, en las marcas. Si bien al psicoanalista no le importa tanto fechar al modo del arquelogo, a veces cae en esa tentacin porque necesita localizar los acontecimientos en una historia o en una prehistoria; pero en realidad no importa tanto si algo es ms o menos antiguo, lo que importa es que las huellas insisten por ejemplo en los sueos a veces de un modo repetitivo- y tambin se actualizan en el presente todo el tiempo con un carcter de novedad. Volviendo al terreno arqueolgico, podramos decir que -si slamente es posible retratar el pasado a partir de las huellas y de los fragmentos- el arquelogo, a pesar del rigor cientfico, aporta algo de s mismo en esa bsqueda y hace en este sentido de sus descubrimientos algo novedoso; tambin revive el pasado mediante sus excavaciones. Pero en realidad, el arquelogo da vida a esas piezas que encuentra porque si no hubieran sido descubiertas por l stas no habran existido nunca. NOTAS 1 Ttulo tomado de la letra Los que quieran del escritor Pablo Ramos, del disco El hambre y las ganas de comer (2010). 2 Pequeo fragmento del cuento Funes el memorioso de Jorge Luis Borges, publicado en el libro Ficciones (1941-1944). 3 En realidad dice que es idntico, pero no quiero crear tanta polmica. 4 Freud, Sigmund. 1937. Construcciones en el anlisis. Tomo XXIII. Obras completas, Amorrortu. Cecilia Parrillo es Licenciada en psicologa (diez aos no es nada) y Psicoanalista. Es docente en la ctedra Salud Mental I de la carrera de medicina de la UBA; atiende a sus pacientes en su consultorio particular y en el Hospital Ramos Meja. Adems, contina su formacin acadmica en la Escuela de Orientacin Lacaniana; es colaboradora estable y escribe en la Revista Enlaces (del Dpto de Estudios sobre la familia de la EOL). Es amante entre otras cosas- de sus gatas, del sol de su balcn y de las manifestaciones artsticas (cine, literatura, msica, plstica, fotografa) y a veces logra sus propias creaciones. 173 RESCATE HUMORSTICO por Marcelo Vitores Rescate Humorstico 174 175 NORMAS EDITORIALES 1. POLTICA EDITORIAL La Zaranda de Ideas es una publicacin anual con referato que tiene como objetivo la publicacin de los resultados de las investigaciones de estudiantes de grado y egresados recientes de carreras de arqueologa o disciplinas afines. Consideramos egresados recientes aquellos que no hayan superado los cuatro aos de haber defendido su Tesis de grado (o fecha de egreso en caso de no realizar Tesis) al momento del llamado para publicacin y que no hayan completado una carrera de postgrado. Los autores envan sus contribuciones, las cuales se someten a consideracin del Comit Editor, en forma de Artculos, Informes, Notas Breves, Entrevistas y Reseas de Libros, pudiendo asimismo enviar colaboraciones a la seccin Miscelneas. Todas las contribuciones debern ser inditas y podrn presentarse en forma individual o en coautora, siempre y cuando al menos el 50% de los autores sea estudiante y/o egresado reciente. Los editores se reservan el derecho de seleccin de las colaboraciones a publicar. La seleccin de artculos, ensayos e informes de investigacin se realizar a partir de la evaluacin que de ellos hagan un referato annimo integrado por un mnimo de dos profesionales especializados en cada tema. La clasificacin de un manuscrito como Artculo, Informe de Investigacin o Nota Breve es decisin ltima del Comit Editor, en consulta con los evaluadores del mismo, aunque los autores deben sugerir a que seccin presentan su trabajo. Los artculos son usualmente ms extensos y abordan tpicos de mayor importancia y alcance para una amplia audiencia. En contraste, los Informes de Investigacin pueden ser ms tcnicos, describen proyectos de investigacin en curso, y aportan informacin de base tanto de actividades de campo como de estudios de laboratorio. Las Notas Breves pueden implicar comentarios que corrigen errores de hecho o proveen nueva informacin directamente relevante a un artculo publicado previamente en una de las revistas; tambin pueden aportar informacin sucinta sobre proyectos de investigacin en curso, tales como resultados preliminares de trabajos de campo, anlisis de laboratorio, etc., as como informacin y discusin relativa a cuestiones acadmicas, cientficas y/o profesionales, conclusiones adoptadas en congresos, etc. Las contribuciones a la seccin Miscelneas refieren al mbito cotidiano de la prctica arqueolgica: ancdotas de campaa, recursos de internet, la visin de la gente no dedicada a la arqueologa, relatos, fotografas, humor, etc. Alentamos la colaboracin en cualquiera de las subsecciones, as como la sugerencia de nuevos tpicos. 2. INFORMACIN PARA LOS AUTORES 2.1. Responsabilidades del Editor Los Editores se reservan el derecho a no considerar aquellas colaboraciones no pertinentes al perfil temtico de la revista o que no se ajusten a las normas de estilo. Los Artculos e Informes de Investigacin sern evaluados por el Comit Editor en consulta con dos evaluadores, pudiendo ser alguno de los integrantes del Comit Acadmico, o bien evaluadores ad hoc. En caso de haber discordancia entre las evaluaciones, el trabajo ser remitido a un tercer evaluador a fin de desempatar. Los editores sern quienes seleccionen, con el asesoramiento del Comit Acadmico, los evaluadores pertinentes para cada trabajo. Los informes de los evaluadores sern annimos, a menos que stos decidan hacer pblica su evaluacin. Las decisiones finales sern responsabilidad de los editores. Los autores tienen derecho a recusar o excusar hasta dos posibles evaluadores, enviando a los editores una carta fundamentando dicha decisin. Las Notas Breves, Entrevistas, Reseas de Libros y colaboraciones a la seccin Miscelneas sern evaluadas por los editores. El Comit Editor se reserva el derecho de rechazar o devolver para su correccin aquellos trabajos que no respondan a las modificaciones sugeridas por los evaluadores y/o por los editores. Las correcciones de los trabajos debern ser enviadas por los autores en las fechas que los editores oportunamente consignen. En caso contrario, los editores podrn optar continuar con el proceso de evaluacin y publicar la versin definitiva del trabajo en un nmero posterior de la revista. Los autores sern notificados tan pronto como se sustancie la decisin de aceptar o rechazar el manuscrito. La aceptacin ser a condicin de que se realicen las modificaciones de estilo y forma que los editores y/o Normas Editoriales 176 evaluadores sugieran. Asimismo, si fuera imposible publicar la totalidad de los trabajos aceptados, los editores seleccionarn algunos para ser publicados en el siguiente nmero de la revista. Aquellas contribuciones que hayan sido aceptadas sern remitidas a los autores por correo electrnico en un archivo PDF, una vez realizada la prueba de edicin del correspondiente nmero de la revista, con el nico objeto de controlar posibles errores tipogrficos. No se admitir reescritura del texto en esta instancia. Todo cambio o adicin representa tan slo una sugerencia, que puede no ser tenida en cuenta por los editores. Las contribuciones son voluntarias y los editores no cobran por la publicacin en la revista. Los autores recibirn un ejemplar gratuito del nmero en que aparezca publicado su trabajo. 2.2. Responsabilidades del Autor Los autores firmantes son responsables del contenido de sus escritos, de adecuar sus trabajos a la presente gua estilstica, de la exactitud de los datos consignados y de la correcta atribucin de las citas y referencias bibliogrficas, de los derechos legales por la publicacin del material enviado y del apropiado manejo y tratamiento de las cuestiones relacionadas con la coautora del mismo. No podrn presentarse manuscritos que estn a consideracin de otras publicaciones. Los autores deben firmar una declaracin donde reconocen su responsabilidad sobre los contenidos de las colaboraciones, la precisin de las citas efectuadas, el derecho a publicar el material y la autorizacin para citar aquellos materiales inditos que se incluyan en la publicacin. Asimismo debern completar un formulario con sus datos personales (uno por cada autor). Ambos documentos pueden descargarse en la siguiente direccin de internet www.lazarandadeideas.com.ar/normas.htm y debern ser enviados en conjunto con el trabajo impreso. Los autores son responsables de enviar los trabajos, con las modificaciones sugeridas por los evaluadores y/o el Comit Editor, en las fechas que stos estipulen para ser admitido para su publicacin. De lo contrario aceptarn que la versin definitiva sea publicada en un nmero posterior de la revista. 2.3 Presentaciones Los trabajos deben enviarse en las fechas estipuladas en el llamado para publicacin de dos maneras: a) dos copias impresas del texto, las tablas y las figuras a: Sociedad Argentina de Antropologa, Revista La Zaranda de Ideas - Museo Etnogrfico - Moreno 350 (1091) Ciudad de Buenos Aires. b) y una copia digital por correo electrnico a la_zaranda@yahoo.com.ar. El texto debe enviarse en un archivo de Word con tablas y figuras incrustadas en el mismo. Adems las tablas y figuras deben enviarse en archivos aparte cuyo nombre sea Figura 1, Tabla 1, etc. Las Tablas deben enviarse como archivos de Excel (.XLS). Las Figuras deben estar en blanco y negro o en escala de grises, y deben consignarse en formato BMP, JPG o TIFF, con una resolucin no inferior a 300 dpi. Las figuras de tipo grfico de barras, histogramas, etc, generados con Excel deben enviarse como archivos de ese programa. Idioma: para todas las secciones se aceptan colaboraciones en castellano y en portugus, o bien bilinges castellano-idioma original. Tamao de papel: A4, impreso en una sola cara, todas las hojas numeradas. Mrgenes: superior, inferior y derecho 2 cm, izquierdo 3 cm. Fuente: texto arial 12 / bibliografa, notas y agradecimientos arial 9 Prrafo: sin sangra ni tabulaciones, alineacin justificada sin silabeo, interlineado sencillo, con un espacio entre prrafos. Extensin: La extensin mxima para Artculos e Informes ser de 20 pginas, incluyendo notas, agradecimientos, figuras, tablas y bibliografa. Las Notas Breves, Entrevistas, Reseas de Libros tendrn como extensin mxima 5 pginas. Las colaboraciones en la seccin Miscelneas no debern exceder 2 pginas. La Zaranda de Ideas 6 (2010) 177 3. GUA DE ESTILO La gua estilstica de La Zaranda de Ideas est basada en las correspondientes a las revistas Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropologa, Intersecciones en Antropologa y Latin American Antiquity. Las consideraciones siguientes son aplicables a todas las contribuciones, salvo los resmenes (en castellano y en ingls) y las palabras clave (en castellano y en ingls) que slo debern ser incluidas en Artculos e Informes de Investigacin. 3.1 Secciones del manuscrito -Ttulo -Autor/es -Resumen en castellano -Palabras clave en castellano -Resumen en ingls -Palabras clave en ingls -Texto (Tablas y Figuras incluidas) -Notas -Agradecimientos -Referencias citadas 3.1.1 Ttulo El nombre del trabajo debe estar centrado y en maysculas. 3.1.2 Autor/es A dos espacios por debajo del ttulo y alineado a la izquierda. Debe incluirse nombre y apellido del o los autores, incluyendo la pertenencia institucional y direccin postal y/o electrnica. 3.1.3. Resmenes y Palabras Clave Los Artculos e Informes de Investigacin deben estar acompaados por un resumen en castellano y otro en ingls de alrededor de 150 palabras cada uno. La pertinencia y correcta realizacin del resumen son tomadas en cuenta en la evaluacin. Sugerimos efectuar una sntesis de los contenidos y conclusiones del escrito, referir datos novedosos all presentados y aludir especialmente a la relevancia del manuscrito. El resumen no debe ser una introduccin al trabajo, ni restringirse a enumerar las secciones que este ltimo contiene, sino que debe presentar un panorama de los puntos temticos sobre los que versa, invitando al lector a interesarse por el material. Deben incluirse cinco palabras clave en castellano y en ingls. Sugerimos utilizar trminos generales de la problemtica que abarca el trabajo. Evite incluir palabras que se encuentren en el ttulo del mismo. Las palabras claves son fundamentales para la indexacin de los artculos, por lo tanto si son muy especficas pueden resultar irrelevantes. 3.1.4 Encabezados Los encabezados principales deben estar en maysculas, los secundarios en minsculas con negrita, los terciarios en minsculas cursivas y los subsiguientes en minscula normal. Siempre alineados a la izquierda, a dos espacios del texto que le precede y a uno del que le sigue. 3.1.5 Citas - Las referencias bibliogrficas irn en el texto siguiendo el sistema autor-ao. Ejemplos: (Rodrguez 1980) o (Rodrguez 1980, 1983) o (Rodrguez 1980a, 1980b) o Rodrguez (1980). - Se citan hasta dos autores; si son ms de dos se cita el primer autor y se agrega et al. - Citas con nmeros de pginas, figuras, o tablas especificadas: (Smith 1977:3), (Jones y Wilson 1971:Figura 2), (Brown 1968:533-534) Utilice los dos puntos para separar el ao de publicacin con el resto de la Normas Editoriales 178 informacin adicional. No debe existir un espacio entre los dos puntos y la informacin adicional. El nmero de pginas debe ser solamente indicado cuando se utiliza una cita textual en el trabajo. - Autores diferentes citados dentro de un mismo parntesis o comentario siempre se deben ordenar cronolgicamente. Ejemplo: (Coe 1965; Ashmore 1986; Freidel y Schele 1989). Separe las citas de diferentes autores con un punto y coma. - Evitar la referencia op. cit. - Las frases citadas textualmente que tengan menos de 8 lneas tipeadas deben incluirse dentro del texto entre comillas (). Las citas textuales que alcanzan 8 o ms lneas tipeadas deben ser separadas del texto como una cita en bloque, con una lnea de espacio arriba y abajo del bloque. Luego de la cita textual, cite entre parntesis al autor, el ao de la publicacin, y el nmero de pgina(s). 3.1.6. Referencias Citadas La seccin referencias comienza bajo el encabezamiento primario de BIBLIOGRAFA. Cada referencia debe tener un espacio con respecto a la siguiente, incluso cuando son varios trabajos del mismo autor. Los autores se hacen responsables de que las referencias sean exactas y estn completas. Todas las referencias citadas en el texto deben aparecer en la lista de la seccin referencias citadas (excepto las comunicaciones personales y los materiales de primera fuente), y todas las entradas en la lista deben estar citadas en el texto. Los autores se ordenan alfabticamente por apellidos. Utilice slo las iniciales de los nombres (con espacios entre ellos) para primer y segundo nombre de autores y editores, del modo que aparecen en el ttulo de sus trabajos. Slo la inicial del nombre del primer autor va en el orden reverso. Los nombres de los siguientes autores se separan por comas. Dos o ms trabajos del mismo autor deben ser listados cronolgicamente. Dos o ms trabajos del mismo autor o autores, en el mismo ao, deben ser listados en el orden en el cual fueron citados en el texto y diferenciados por letras minsculas seguidas de la fecha (i.e. 1991a, 1991b). Para nmeros ordinales de edicin use: 1ra, 2da, 3ra, etc., separados por puntos. Ordene las partes de cada referencia de la siguiente manera: Autor/es. Fecha. Ttulo. Publicacin, nmero, pginas. Editorial, Lugar. Ejemplo de lista bibliogrfica: Ashmore, W. 1991. Site-Planning Principles and Concepts of Directionality Among the Ancient Maya. Latin American Antiquity 2:199-226. Fritz, J. M. 1978. Paleopsychology Today: Ideational Systems and Human Adaptation in Prehistory. En Social Archaeology: beyond Subsistence and Dating, editado por C. I. Redman, M. J. Berman, E.V. Curtin, W. T. Langhorne, Jr. N. M. Versaggi y J. Wanser, pp. 37-59. Academic Press, Nueva York. Schiffer, M.B. 1976. Behavioral Archaeology. Academic Press, New York. La presente es una versin resumida de la gua estilstica; la versin completa incluye mayores especificaciones que deben ser tomadas en cuenta en la preparacin de los manuscritos y puede ser solicitada al e-mail de la revista: la_zaranda@yahoo.com.ar o bajada de la siguiente pgina web: http://www.lazarandadeideas.com.ar/normas.htm Se termin de imprimir en Diciembre de 2010, en Rolta (4865-7337), Ecuador 334, Buenos Aires. Cantidad de ejemplares: 100