El documento analiza la novela corta "Los adioses" de Juan Carlos Onetti, publicada en 1954. El autor utiliza varios mecanismos para hacer del lector un participante activo en la construcción de la historia, como el uso de ambigüedades, subjuntivos y silencios que obligan al lector a llenar los vacíos. El narrador manipula al lector para que crea su versión de los hechos a través de detalles y descripciones de los personajes. La temporalidad también juega un papel importante, ya que es el único elemento
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El documento analiza la novela corta "Los adioses" de Juan Carlos Onetti, publicada en 1954. El autor utiliza varios mecanismos para hacer del lector un participante activo en la construcción de la historia, como el uso de ambigüedades, subjuntivos y silencios que obligan al lector a llenar los vacíos. El narrador manipula al lector para que crea su versión de los hechos a través de detalles y descripciones de los personajes. La temporalidad también juega un papel importante, ya que es el único elemento
El documento analiza la novela corta "Los adioses" de Juan Carlos Onetti, publicada en 1954. El autor utiliza varios mecanismos para hacer del lector un participante activo en la construcción de la historia, como el uso de ambigüedades, subjuntivos y silencios que obligan al lector a llenar los vacíos. El narrador manipula al lector para que crea su versión de los hechos a través de detalles y descripciones de los personajes. La temporalidad también juega un papel importante, ya que es el único elemento
El documento analiza la novela corta "Los adioses" de Juan Carlos Onetti, publicada en 1954. El autor utiliza varios mecanismos para hacer del lector un participante activo en la construcción de la historia, como el uso de ambigüedades, subjuntivos y silencios que obligan al lector a llenar los vacíos. El narrador manipula al lector para que crea su versión de los hechos a través de detalles y descripciones de los personajes. La temporalidad también juega un papel importante, ya que es el único elemento
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El lector en manos de un manipulador
La gente slo ve imgenes estereotipadas de
las cosas, puras sombras vacas de expresin, puro fantasmas de las cosas, y considera vulgar y normal todo lo que tiene la costumbre de presenciar con frecuencia, por maravilloso y milagroso que sea. Por esta razn he escrito []: Mirar es inventar. Salvador Dal
En este trabajo intentaremos analizar Los adioses de Juan Carlos Onetti de 1954 apelando al marco de la Esttica de la Recepcin para destacar particularmente los mecanismos que utiliza el autor para lograr que el lector sea un lector activo. En la nouvelle de 1954 Los adioses podemos identificar claramente cmo se anticipan muy temprano todas aquellas tendencias que exigen al lector, que sea un lector activo, que cree junto con el autor, el mundo ficticio de ste. Podemos reconocer principalmente un sinfn de ambigedades y contradicciones que hacen que esta historia est llena de silencios que deben ser resignificados por cada lector. Esto nos lleva a una red ilimitada de significaciones. Como expresa Block de Behar: El texto constituye ese lugar de productividad que Barths reconociera como un espacio polismico donde se entrecruzan varios sentidos posibles, porque si las palabras no tuvieran ms que un sentido, el del diccionario, si una segunda lengua no viniera a turbar y liberar las certidumbres del lenguaje, no habra literatura (Block de Behar) El protagonista de la historia fue un basquetbolista reconocido o no? Las cartas eran de las dos mujeres que lo visitaron? La mujer y el nio eran la esposa y su hijo, y la muchacha, su amante o su hija? Y si la muchacha era su hija, la mujer era su amante y el hijo uno extramatrimonial? Como se puede ver, podramos seguir presentando mltiples interrogantes y no acabar nunca con las especulaciones que el texto nos permite a los lectores. Muchas veces en Los adioses no son tan importante los hechos, en realidad en la novela no sucede mucho, lo que la hace interesante son las conjeturas del narrador y especialmente lo que no dice. Octavio Paz asegura al respecto: La obra no es lo que estoy escribiendo sino lo que no acabo de escribir, lo que no llego a decir. Si me detengo y leo lo que he escrito, aparece de nuevo el hueco: bajo lo dicho est siempre lo no dicho. La escritura reposa en una ausencia, las palabras recubren un agujero (Citado en La retrica del Silencio) La dimensin imaginada del texto se deriva en gran medida del uso de subjuntivos hipotticos, en las formas imperfectas o pluscuamperfectas y de condicionales del modo indicativo Una de los rasgos estilsticos de Onetti en Los adioses es el uso de una gran cantidad de subjuntivos, todos ellos terminan en-Ra, como en "Como si Fuera", y ni uno solo en- Se. El texto de Los adioses incluso comienza con un subjuntivo llamativo, que se repite anafricamente en los dos primeros prrafos: Quisiera no haber visto del hombre, Quisiera no haberle visto ms que las manos (p. 51),Debe haber visto el nombre en los diarios, tal vez se acuerde. []El ltimo ao debi haber sido aquel en que se dieron cuenta que la cosa haba empezado. (p.65) Adems del uso del subjuntivo, el narrador abusa excesivamente del verbo imaginar dndonos un indicio certero de la manipulacin que ejerce sobre el lector para hacerlo cmplice de su historia: Mientras iba colocando las persianas, imagin al hombre subiendo la sierra para interrumpir la siesta de Andrade [] (p.62),Los imaginaba inmviles en camas blancas de hierro, all arriba, depositados provisoriamente en una habitacin del sanatorio[]Imaginaba la lujuria furtiva, los reclamos del hombre, las negativas, los compromisos, y las furias despiadadas de la muchacha, sus posturas empeosas masculinas. (p.121);Imagin al hombre cuando bajaba trotando hacia el hotel, despus del abrazo; conciente de su estatura, de su cansancio, de que la existencia del pasado depende de la cantidad de presente que le demos, y que es posible darle poca, darle ninguna (p. 103) ; Me era fcil imaginar la noche que tenan a las espaldas,me tentaba en la exitacin matinal. Ir componiendo los detalles de las horas de desvelo y de abrazos definitivos rebuscados. En Los adioses el narrador es tambin uno de los personajes de la historia. Por un lado adquiere los defectos de sus destinatarios los lectores por otro, se hace comprensible para los mismos, habla su mismo idioma, el idioma de los defectos, las mezquindades, las imperfecciones. El narrador pasa a ser parte del problema: cuando la soledad nos importa somos capaces de cumplir todas las vilezas adecuadas para asegurarnos compaa, odos y ojos que nos atiendan. Hablo de ellos, los dems, no de m En el centro de esta historia, el verdadero protagonista se encuentra en la figura compleja del este narrador. El dueo de un bar en Los adioses abarca no slo el papel de personaje, protagonista, narrador y el lector, sino tambin el de autor. Este narrador es la instancia que filtra la informacin, toma las decisiones con relacin a lo manifiesto y lo omitido, narra o muestra las escenas y nos mueve a los lectores a lo largo de la historia. Este narrador hace uso de un lenguaje teatral para especificar la gestualidad de los personajes. Se logra as que el lector tenga una imagen tan certera que le permite al narrador la credibilidad de su historia: Era flaca, rubia, triste, vestida de negro, con un gran escote, con un collar de perlas, con un broche de oro encima del corazn, con una mueca nerviosa que le desnudaba la enca superior, una contraccin alegre, asqueada y feroz que le alzaba instantneamente el labio y se deshaca con lentitud; era una mueca que, simplemente , suceda en su cara, regularmente, antes y despus de beber un trazo de la mezcla de caa y vino blanco que haba inventado el hombre gordo y rojo que presida la mesa. (p.74) Y ms adelante: Continu vindola y an la recuerdo as: soberbia y mendicante, inclinada hacia el brazo que sostena la valija, no paciente, con los ojos bajos, generando con su sonrisa el apetito suficiente para seguir viviendo, para contar a cualquiera con un parpadeo, con un movimiento de la cabeza, que esta desgracia no importaba, que las desgracias slo servan para cambiar fechas, para separar y hacer inteligibles los principios y los finales de las numerosas vidas que atravesamos y existimos. (p. 97) "Hay manos, demasiadas manos que se empean en fabricar esta ficcin, Tanto el enfermero y la mucama la reina, como l la llama tratan de hilar una historia, presentando otra mirada, que el narrador descarta porque las considera de poca importancia. La focalizacin de la historia cambia por momentos del dueo del bar al de la mucama, al enfermero y hasta de otros vecinos. Mieke Bal, en Teora de la narrativa seala al respecto: []la focalizacin es, desde mi punto de vista, el medio de manipulacin ms importante, ms sutil y ms penetrante. []la focalizacin tiene un fuerte efecto manipulador .En este sentido es importante no perder de vista la diferencia entre las palabras habladas y no habladas de los personajes. El almacenero sabe desde el principio que l tiene muy poca informacin de primera mano y se deleita en la construccin de la historia con fragmentos de conocimiento. Su bar funciona como un mercado para la informacin. En una etapa temprana de la narracin, nos asegura que l tiene el control total de los hechos: saba esto, muchas cosas ms, y el final inevitable de la historia cuando le acomod la valija en la falda e hice avanzar el coche por el camino del hotel Por medio de estos artificios el lector resulta fcilmente manipulado y se convierte as en cmplice del narrador creyendo en todo lo que ste dice sin poder distinguir entre lo comprobable, lo probable y lo improbable. Al respecto Nietzsche seala que los hombres: Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueos, sus miradas se limitan a deslizarse sobre la superficies de las cosas y percibir formas, sus sensaciones no conducen a ningn caso a la verdad sino que se contentan en recibir estmulos y, por as decirlo, jugar un juego de tanteo sobre el dorso de las cosas (p.4) Otro aspecto importante a destacar en Los adioses es la temporalidad. Onetti la utiliza como un mecanismo para que el lector participe activamente relacionando cmo el paso del tiempo repercute no slo en la naturaleza sino tambin en los personajes. De este modo, para el lector, la temporalidad se convierte como el nico eje real y comprobable en la historia. En relacin a la temporalidad la escritora Josefina Ludmer sostiene que la narrativa de Onetti a menudo comienza o terminan en cambios de estacin. En Los adioses esto se hace visible a travs de la llegada del basquetbolista al pueblo, hecho que transcurre en primavera: Estbamos a mitad de primavera, desconcertados por un sol furtivo y sin violencia, por noches frescas, por lluvias intiles (p. 58). Sal al fro azul y gris [] un invierno de nieve, de caminos bloqueados, cuando divis los intermitentes crculos de luz sobre la tierra del camino) (p.114). El fluir del tiempo se hace presente hasta en los detalles mnimos de la historia que le otorgan coherencia a la nouvelle. El peso del tiempo se manifiesta sobre el personaje a travs del almanaque que est dentro del bar: Quisiera no haber visto del hombre, la primera vez que entr en el almacn[] sobre un fondo de alpargatas, el almanaque, embutidos blanqueados por los aos[] (p.51). El narrador hace resaltar el almanaque cuando el basquetbolista ni siquiera est cerca de ste: Hasta que un medioda lleg antes que el mnibus que reparta el correo y no se acerc al almanaque ni pidi cerveza. (p.64) Para el protagonista el presente no existe, slo existe el pasado, ese pasado que lo llen de gloria cuando l era una estrella de basquetbol: Era el mejor jugador de basquetbol, todos dicen internacional [] (p.65) Comenz a verlo en algargadas fotos de El grfico, con pantalones cortos y una camiseta blanca inicialada, rodeado por otros hombres vestidos como l, sonriente y desviando los ojos con, a la vez, el hasto y la modestia que conviene a los divos y los hroes (p. 66) Ahora en el presente se encuentra enfermo y se vuelve desahuciado y desesperanzado, casi ni habla: Se haba desnudado lentamente frente al armario para reconocerse, esqueltico, con manchas de pelos que eran agregados convencionales y no intencionadamente sarcsticas con la memoria insistente de lo que haba sido su cuerpo, desconfiado de que los fmures pudieran sostenerlo y del sexo que colgaba entre los huesos (117) Estas conjeturas las da el narrador-almacenero desde el comienzo pero en el desenlace final podemos observar un cambio en relacin a la percepcin del basquetbolista que, segn el enfermero, estaba: siempre contento, era un caballero (125). Las contradicciones y ambigedades, como dijimos anteriormente, invaden la novela. Como ejemplos de intertextualidad con referencia a la temporalidad trabajaremos la obra Persistencia de la memoria de Salvador Dal, El anciano de los das de William Blake y La vie en rose Edith Piaf. En cuanto a la cancin La vie en rose de Edith Piaf sta se hace presente en Los adioses, en forma de irona ya que alude a una vida en rosa, una vida de gloria de alegras inexistente en el presente del basquetbolista y de este pueblo serrano: Alguien tena abierta la ventana abierta del primer piso del hotel; estaban bailando, se rean y las voces bajaban bruscamente hasta un tono de adioses, de confidencias concluyentes; pasaban frente a la ventana y el disco era La vida color de rosa en acorden. Podemos decir que esta cancin es la contracara del presente del basquetbolista, un presente cargado de desesperanza y de resignacin ante su destino. En el cuadro de Dal de 1931 podemos distinguir unos acantilados y delante de ellos una llanura aparentemente infinita. En el centro del cuadro se ve un reloj que cabalga a una babosa, retrato a modo de silla de montar perversa, mientras otros dos relojes igualmente blandos y con textura de moluscos cuelgan respectivamente sobre la rama de un rbol marchito y sobre el borde de una tarima. El nico reloj que conforma su forma autntica, el de color rojo situado en primer plano a la izquierda lo estn devorando las hormigas Dal les tena pnico. La transformacin de lo amorfo y la fusin de los relojes y de la figura humana nos remiten al paso del tiempo en el sentido tradicional, alusivo a la vanidad y a la transformacin de las cosas. En la acuarela El anciano de los das de 1794 podemos apreciar cmo el artista nos muestra a la figura de un dios trazando un crculo en la superficie del abismo con ayuda de un comps, para crear el universo segn reglas geomtricas como el dios en los platnicos. As como en la obra de Blake en la que el dios marca el tiempo, en Los adioses el narrador se cree l mismo un dios que tiene el poder de predecir el destino temporal de los personajes: En general me bastaba verlos y no recuerdo haberme equivocado; siempre hice mis profecas antes de enterarme de la opinin de Castro o de Gunz, los mdicos que viven en el pueblo 51 Y ms adelante: Me senta del cumplimiento de su destino, obligado a la crueldad necesaria, obligado a la crueldad necesaria para evitar que se modificara la profeca, seguro de que me bastara recordarlo y recordar mi espontnea maldicin, para que el continuara acercarse a la catstrofe 70
En conclusin, en Los adioses, el narrador utiliza todos los artilugios de la ficcin para manipular al lector y lograr que haya tantas interpretaciones como lectores posibles. Nunca ms acertado Nietzsche cuando dijo: El arte de la ficcin alcanza su mxima expresin en el hombre: aqu el engao, la adulacin, la hipocresa, el vivir del brillo ajeno el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, el teatro ante los dems y uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante ante la llama de la vanidad es hasta tal punto la regla y la ley, que apenas hay nada ms inconcebible que el hecho que haya podido surgir entre los hombres un impulso sincero y puro hacia la verdad. Este narrador ofrece una verdad que dista mucho de la objetividad y que abre el juego para que el lector pueda encontrar el camino hacia su propia verdad y construir su propia ficcin.