Logica de Las Pruebas en Materia Criminal - Tomo I PDF
Logica de Las Pruebas en Materia Criminal - Tomo I PDF
Logica de Las Pruebas en Materia Criminal - Tomo I PDF
MATERIA CRIMINAL
POR
NIGOLS FRAMARINO
DEI MALATESTA
TOMO PELII'JIIi3RO
MADRID
LA ESPARA MODERNA
Cuesta de Santo Domingo,16,
ES PBOPIEDAD
No puede
concebirse sin deberderecho
correlativo:
no puede
concebirse
derecho sin l a idea del respeto que
legtimamente debe inspirar: si el reconocimiento el
desconocimiento del derecho de uno, dependiese
del
capricho de los
dems,
el derecho no sera verdaderizmente tal. Esta creencia en el respeto que los derechos
deben legitimamente inspirar, constituye la tranquilidadjzc~idic.~
del
individuo
y de la sociedad; y la opinibn
misma relativa al respeto que los derechos se debe,
es, como condicin Bsencial de sil concepto, un derecho tambien: es el derecho
la t?*anpzcilidadjuridica,
derecho
genrico
que forma, no s61o la fuerza, sino
hasta el ambiente en el cual respiran, viven y tienen
valor prcticamente todoe los derechos particulares.
Ahora bien; todo hecho particular criminoso,
considerado genricamente, en cuanto constituye
un
delito
en general, viola
el derecho
la t~anpuilidad
juriciica;
y en cuanto se resuelve en semejante viotacin, constituyesiempre un
delito
continuado. Todo delito, en efecto, no es ms que una afirmaci6n explcita de la falta
de respeto al derecho; una manifestacin en un hecho
exterior, de una anlenaza contra todos los derechos
iguales 6 inferiores a l derecho
;violado
es , en suma,
cmo afirmar de un modo explcito y de hecho, que se
est pronto conculcar cualquier derecho, de igual 6
inenos respetabilidad que el derecho violado, siempre
que se ponga
en lucha con las propias
pasiones.
Esta
amenaza no se agota en el acto de consuinacin de !a
volaci6n del derecho particular del caso, antes bien,
contintt su vida crimiilosa, hasta que tal ccontinuiclld
se encuentre detenida
la pena.
con La pcna, pues, iio
viene A castigar al delincuente por su violacin ya
consumada
derecho;deltoda vez
que
en cuanto 6
dsta, factzcnz infectzcm @ e ~neqzcit,
i
no quedando como
10
e.
Si la pena hiere el delito por ser violacin continuada de l a tranquilidad juridica, se sobreentiende q:.ie
este delito genrico de l a violada tranquilidad es mnyor 6 menor, segn la mayor 6 menor gravedad q w
presente el delito concreto contra el derecho en especial; y as, arreglando l a pena al delito cometido, se la
pone en proporcin con la violacin de l a tranquilidnd
jurdica.
Resumiendo lo expuesto, diremos que la pena es
una intewupcidn del delito, en cuanto ste viola 1h
tranquilidad jurdica. Esta interrupcin del delito que
constituye la pena, esta interrupcin de l a continua
amenaza contra los derechos, tiene su legitimidad
sustancial en la defensa directa del derecho; y encuent r a su legitimidad fo~mal, y a en una perpetua restriccin de la libertad del que amenaza, elimin8ndolo
de l a sociedad, y a en una temporal restriccin de l a
libertad; restricci6n perpetua 6 te.inpora1de la libertad
que, la vez que detiene mates*iakzentel a eficacia de
l a amenaza, debe encaminarse tambin aniquilarlc~,
moralmente, corrigiendo a l delincuente y conteniendo
las m d a s inclinaciones. La defensa di?*ecta del den?cho, ejercida bajo forma que impida materialmente
la continuacin del delito, y que moralmente se eilcamine l a cosgreccidndel delincuente y la intimidacidn de los malvados; tal es l a pella legitima; tal es lo
nueva eskuela penal, este es el mejor punto de vista para
gitimacicin de la penal (a).
18 le-
12
L ~ G I C ADE L A S PRUEBAS
do el delito
especial
que se persigue; porque todos temeran verse alguna vez vctimas de un error judicial.
Que se produzca en la conciencia social la duda acerca
de la aplicacin equivocada de la pena, y Bsta dejar$
de ser la seguridad de las gentes honradas, para convertirse en la gran perturbadora de aquella misma
tranquilidad que esth llamada B reafirmar; no ser&,
en efecto, la defensora del derecho,
la fuerza
sino
ciega que puede
oponerse
y vulnerar el derecho mismo. Si la pena pudiera recaer tambiBn sobre quien no
es un reo
cierto,
el miedo que las agresiones de los individuos , nuestros
derechos
produciran, seria mucho
menor
el que
queinspirarian las agresiones de parte de
la ley. Contra las fuerzas del
individuo
agresor, pueden oponerse siempre, al fin y a l cabo, las fuerzas del
agredido; la lucha es de hombre hombre. Pero lo
que intimidara al ms animoso seran las agresiones
consumadas
la ley misma
por contra niiestro derecho;
todos pensaran de qu6 modo, bajo el falso nombre y
la falsa divisa de la justicia
social, la sociedad
puede
entera en un momento dado caer sobre la persona individual hasta aniquilarla y hundirla, corno grano
de trigo bajo la accin de las mkquinas de potente
molino. El smbolo propio de la justicia, no seria
ya la matrona que tiene la frente olimpicamente screna, y que
pesa
las acciones humanas, no; la justicia
no apareceria los ciudadanos, buenos 6 malvados,
sino como una diosa imponente, mo.nstruosamente
ciega y sorda A la verdad: en su figura se verail las
lneas y sombras, con las cuales la imaginacj6n antigua deba revestir la terrible 6 impenetrable figura del
Pactum.
Realmente, el poder
condenar sin la certeza, de l a
delincuencia, trastornaria la pena en su base legftima,
judicial;
14
L ~ G I C A D E LAS PRUEBAS
-- -
.envolvimiento del arte jiidicial, y en un tercero ensayaremos, por fin, un estudio del procedimiento pnnal positivo, coordinzindolo con los principios y a desarrollados de la 16gicst y del arte judicial.
Giovinazzo (Prov. de Bari) Enero de 1894.
PRIMEEA PARTE
cimiento d e la realidad,
PRBBMBULO.
CAP~TULO
1.-Certeza, su naturaleza y sus especies.
CAP. 11.-Certeza en cuanto
sujeto
al y convencimiento judicial.
CAP.111.-La probabilidad en relacibn con la aerteza.
CAP.1V.-La credibilidad relacidn con
en
la certeza
y con la
probabilidad.
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18
--
to por
el camino
ascendente,
por el comenzando
estado negativo de la ignorancia, y subiendo poco & poco
hacia los estados citados, gradualmente ms perfectos
el estudio,
,de lo creble, de lo probable y de lo cierto,
desde el punto
vista
de del metodo, ser ms eficaz
procediendo en un
orden
inverso: despus de hablar
de la especie mhs perfecta del conocimiento, resultar
metdicamente mhs claro, hablar de las especies menos perfectas.
Procederemos, pues, en esta exposicin, estudiando
primero la certeza, que es el estado ms perfecto del
conocimiento
para
afirmativo,
pasar luego estudiar
de un modo sucesivo las especies gradualmente me110sperfectas; la probabilidad y la credibilidad.
CAPITULO PRIMERO
La verdad es, en general, la conformidad de la nocin ideolbgica con la realidad; la admitida percepcibn de esta conformidad, es la certeza. La certeza,
segn esto, es un estado subjetivo del alma, que puede
muy bien no corresponder con la verdad
objetiva.
La
certeza y la verdad, no siempre coinciden; muchas
veces se ese&cierto de lo que es objetivamente falso,
otras
suscita lo que dudasobjetivamente
es verdadero, y la verdad misma que uno le parece cierta,
1e:parece otro dudosa y acaso falsa un tercero.
Y no es que con lo dicho se pretenda
toda
destruir
y la realidad
exterior;
relacin entre el alma
humana
no se trata de separar por completo la certeza de la
verdad, cayendo en pleno pirronismo. Admitimos que
la certeza surge normalmente del influjo de la verdad
subjetiva,
no debe
pero
olvidarse
aunque
que,
eso sea,
la certeza no es la verdad, es un estado del alma, el
cual puede, en virtud de nuestra imperfeccin, no responder la verdad objetiva. Afirmamos tambibn quc
la certeza,
considerada
en sil naturaleza intrinseca,
segn es, no mejor de lo que es, consiste en un estada
es
22
especial-
24
ciencias puramente
racionales.
La certeza que se ala n e a es certeza reflexiva puramente lgica.
De las verdades
puramente
como taintelectuales,
les, no puede, pues, deducirse sea por intuicin sea por
reflexibn, ms que certeza puramente lgica.
Pero
esta
certeza lgica,puramente
sea
intuitiva
aea reflexiva, no es de las que se trata en materias
criminales. En lo criminal,
trata siempre
se
de la investigacin de hechos humanos; y ciertamente no es
b propsito de un hecho humano,
es el cual
hecho criminoso, cuando puede hablarse de la evidencia de verdades puramentcintelectuales y de certeza intuitiva
metafsicamente axiombtica; no hay hecho humano sin
manifestacin extrnseca que lo exteriorice, manifestacin que no puede alcanzarse sino mediante el sentido. Del propio modo, no puede tratarse en lo criminal de la certeza reflexiva puramente
lgica.
se
Esta
de una verfunda en el metodo evolutivo, por el cual
dad puramente
intelectual
percibida
se
directam
va B otra. Cuando se trata de hechos materiales, cuya
averiguacin esth sometida b contingencias, tal certeza no puede tener efecto; por la misma materialidad
y contingencia de semejantes hechos, no hay posibilidad de ,deducirlos sin percepcibn sensible, evolutivamente, de una verdad puramente
intelectual.
Por tanto,
la
pues,
intuicin pura, 6 evidencia ideo6 deduccin
16gica, as como el raciocinio
puro, ideolgica, no son fundamentos de la certidumbre utilbables en lo criminal.
Pasemos ahora & considerar la intuicin y la reflexi6n respecto de aquellas
verdades
que llamamos sensibles.
Son verdades sensibles, tanto
aquellasestan eia que
af mismas constituidas por una materialidad no per-
ceptible ~ A que
S por medio del sentido, y que podrian
llamarse especialmente sensibles matej*inles, cuanto
las que siendo en s mismas
psquicos,
hechos como
los hechos de nuestra conciencia, no pueden percibirse mas que travs de lo material en que se exteriorizan, y que podrian llamarse especialmente verdades
sensibles movales. Este es el campo propio de la certeza en lo criminal.
Las verdades sensibles materiales pueden percibirse
tanto con la intuicin como con la reflexi6ii. Consideremos, ante todo, las verdades sensibles materiales
en cuanto son perceptibles
va de por
intiuicin; da
lugar sto A una especie
de
simple
certeza. Luego pasaremos considerar las verdades sensibles, tanto materiales como morales, en cuanto son percibidas por
va de reflexin,
lo que da lugar, segn
veremos,
5
una certeza mixta.
Tocante las verdades sensibles de la primera clase,
& las que consisten en lo material, no perceptibles mas
que por el sentido,
hemos dicho
laque,
certeza puede,
ante todo, derivarse de la percepcin inmediata, de la
realidad fisica de que se tiene la noci6n: se tiene
delante la cosa material que se afirma: la certeza es hija de
y esfisica,
cei9tezaintzcitiva fdsica. La inla evidencia
de
tuicin es siempre funcibn intelectual, aun respecto
las verdades sensibles
que aqu
de hablamos. Pero en
cuanto k semejantes verdades sensibles
percibidas
directamente, se debe observar que la accin de la intoligencia es sencillsima, y, por
decirlo
as,
accesoria
del sentido; afirma aprendiendo lo que los sentidos le
dan; es la intuicin
la
sensible,
intuicin del sentido, la
percepci6n iutelectual de lo que se siente. Y esto, siempre que se considere la verdad sensible, como aqu se
la considera, si misma,
eny no en las posibles deduccio-
-26
L ~ G ~ CDE
A LAS PRUEBAS
--
nes no sujetas al sentido que pueden producirse. Tratndose, pues, de verdades materiales percibidas directamente, el trabajo de la inteligencia es ~encillisimo,Y
accesorio de la acci6n del sentido; airma lo que
los
sentidos le presentan.
Por
esto
esa certeza
llamamos
intuitiva de la materialidad fisica, certeza
quifisica,
tando de la denominacidn la indicacin del elemento
intelectual accesorio, y que no consiste
coopeen
una
racin
propiamente
activa de la inteligencia.
He aqui, en nuestra opinidn, las dos especies primitivas de la certeza, bien distintas entre si: certeza puramente Zdgica, referente 9 las verdades puramente
intelectuales, y que es la que se alcanza por el trabajo exclusivo de la inteligencia mediante la intuicin 6
la reflexi6n; y certeza principalmente
fisica,
referente
las verdades
sensibles,
y que es la que alcanza
se
principalmente
obra del sentido,
por en la cual se une
de un modo accesorio la inteligencia con la intuici6n
del sentido. Llamando simplemente ldgica la primera
certeza, podria llamarse la segunda sim~lementefisiea, no, repito,
porque
no concurra la inteligencia,
sino
porque no concurre con una labor activa y principal.
Tales son, 6, nuestro parecer, las que se consideran como las dos i2nicas especies sim9Zes de certeza:
certeza
simplemente6 creencia lgica,
la posesin
en
de la verdad, dependiente de la sola
inteligencia;
y
certeza simplemente
6 creencia
fisica,en la posesi6n
de la verdad,
dependiente
del sentido y accesoriamente de la inteligencia en la intuicin del sentido.
Pero estas dos especies simples no siempre
se ofrecen separadas; 9 menudo se combinan. En
este
caso se
tiene una tercer especie de certeza, la ceyteza mista;
que es la m8s frecuente en materia, criminal. A 1%
obra
por del sentido,
98
.
-
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
cimiento del otro no percibido directamente, constituy e lapzceba. La reflexin intelectual es la que aquf
nos gufa de lo conocido lo desconocido, haciendolo
por medio del raciocinio. El raciocinio,
instrumento
universal
la reflexin,
de es la primera y m&simportante fuente de la certidumbre en lo criminal. El campo de nuestra accibn personal
esdirecta
tan pobre,
que, reducidos 61, viviriamos
en una
absoluta
limi
cin; slo el raciocinio, alejando los confines del conocer, extiende nuestra visin intelec.tua1por horizontes
amplsimos. Cuando, partir de una verdad sensible
directamente percibida , el intelecto, mediante la reflexin, llega afirmar otra verdad, la certidumbre
que en nosotros se
produce
derivada
de
semejantes
percepciones, corresponde una certeza
demixta
fisica y lgica. Es fisica en cuanto A la verdad
sensible
directamente percibida: es ldgica en cuanto la verdad
no percibida por el sentido, y A la cual se lleg por la
por
tenga
inteligencia: y es, ldgica esta ltima, aunque
objeto une realidad fsica, porque
esta
realidad
fisica,
en nuestro supuesto, se percibe por el espiritu inma$erialmente, en virtud de labor
completamente
intelectual.
Veamos en qu6 consiste esta labor intelectual, que
de una realidad fisica conocida, nos lleva una realidad fisica 6 moral desconocida, haci6ndola perceptible siempre inmaterialnzente.
A propbsito de la reflexibn con relacin las verdades puramente
intelectuales,
hemos dicho que es la luz
de las verdades ms generales, la cual irradia por encima de las
particulares,
haci6ndolas conocer, que y
el instrumento de que la reflexin se sirve para recoger,
decirlo
por
as, los rayos de las verdades
generales, y concentrarlos sobro las verdades particiilsres,
30
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
de esta
verdad
general, que se llama,
ya ley natural,
ya orden; verdad general que no es una verdad pulsa
de raz6n, sino una verdad experimentat, en
cuanto
el
espritu humano llega 5L ella por induccin , conside rando las varias contingencias particulares. Esta es 1:~
verdad
general, cuya luz
merced
la reflexi6n alcanza el conocimiento de los hechos particulares no directamente percibidos. Estas leyes naturales que
la reflexi6n llega por inducci6n, y que, en concreto,
se resuelven todas en el constante 6 en
el ordinario
modo de ser y de obrar de la naturaleza, son las luces perennes que iluminan la multitud, de otra suerte
confusa y descompuesta, de las contingencias fisicas;
bajo esta luz es como una cosa sirve para averiguar
otra; asi es cmo se determina la eficacia probatoria
en
una
cosa 6 en una persona, que funciona como
prueba.
Partiendo
de la idea general del orden como
constante modo de ser y de obrar la naturaleza, se dedel
ducen consecuencias ciertas; partiendo de la idea
orden como o~dinariomodo de ser y de obrar la naturaleza, se deducen consecuencias g?*obahles.Asi como
la constante relaci6n especifica entre un efecto y una
causa
lleva
dada& afirmar con certeza esta causa, as
cuando se percibe
concreto
en el efecto, la o~dinaria
relaci6n especifica entre un efecto y una causa dada
lleva tambin afirmar
simplemente
conprobabilidad
esta causa, si se percibe
en concreto
aquel
Por
efecto.
otra parte, asi como la constante relaci6n especifica
entre una sustancia y un atributo lleva afirmar coyz
certeza este atributo en la sustancia
que
indivisa
se
considera, as la ordinaria relacin especifica entre
simpleuna sustancia y un atributo lleva afirmar
mente coa pleobabi1idad este atributo en 1st referida
sustancia.
33
L ~ G I C A DE LAS PEUEBAS
--
Suprimiendo la indicacin
delsensible
elemento
de
esta certeza, puesto que tal elemento es comn todas estas tres especies de certeza mixta, podemos llamarla Zdgica por antonomasia, sin temor de equivocarnos;
despus
de todo, ya sabemos
con relacin
que
al hecho
criminoso
haber certeza
no
puede
merwiilente lgica, asi que, cuando en lo criminal se habla de
certeza lgica, ha de sobreentenderse que se trata de
la fisico-lgica.
Esta certeza se produce, en el en
caso
que de la percepcin
sensible
inmediata de un hecho material, de
cuya existeiicia se tiene certeza fisica, se pasa por
obra del
raciocinio
, afirmar otro hecho
no
percibido
sensible inmediatamente, provocando as respecto
de este una certeza lgica. Se percibe inmediatainente una materialidad cualquiera del delito, y subordinndola la idea general experimental del constante
modo de ser y de obrar la naturaleza, se llega , afirmar el delito
en uno de sus elementos. Asi, tratndose
de un adulterio, la percepcin
recientedel
parto de
una mujer casada, separada materlal y constantemente,
por
ejemplo,
hace dos aaosdesde
del marido,
lleva afirmar el comercio carnal de la misma
con
un
hombre
de su
distinto
marido, y en su virtud , afirmar su adulterio: ahora bien; de este adulterio se tendr&una certeza fisico-lgica.
Como se ve, en esta especie
certeza,
de la obra del
raciocinio se encamina principalmente 6 iluminar la
relacidn entre el hecho primero y el hecho
inducido;
esto
entre
es, atestado y cosa atestada. Percibido sensible y directamente semejante hecho, la reflexin
irradia Su accidn para mostrar cmo, partir de aquel
hecho
se
dado,
debe afirmar la verdad del otro hecho
no percibido directamente.
36
L ~ G F ~ CDE
A LAS PRUEBAS
-
de certeza lgica
comprendidosla particular de-bajo
nominacin de certeza histrica, el raciocinio se dirige
aclarar y sentar la relacin entre la persona testificante y lo testificado. El raciocinio es el que, en virtud
de lo declarado por la persona, pone en claro la naturaleza de esta relacibn, indiiciendo B juzgarla como relacin verdica 6 falsa; la conclusi6n es esta: el testimonio es veridico; 6 viceversa: el testimonio es falso. Y
como en toda relacin ocurre, en esta la luz viene de
ia naturaleza de los trminos: la naturaleza del testimonio (verosmil, no contradictorio, etc.); la del testigo (probo, desinteresado, etc.); la' de estos trnlinos
subordinados B la idea del constante modo de ser y de
obrar la naturaleza, es lo que nos hace afirmar que la
relacin entre el testigo y lo testificado es de veracicuando
con el testimonio directo de la
dad. Asi, pues,
persona se ha sentado, por obra del
raciocinio,
la relacin de veracidad entre dicha persona y lo testificado,
la relacidn de conformidad entre el testimonio y la
cosa sobre que recae es una consecuencia natural, espontiines, que no exige trabajo alguno activo B la inteligencia.
Desde el punto de vista de la relacin entre el testimonio y la cosa que se refiere, relacin que en la,
prueba mate?*iaZi~zdil-ectase afirma por obra del reciocinio y que en la pruebape~sonaldi~ectase afirma
naturalmente, sin esfuerzo alguno lgico, es desde
donde pueda decirse ya que el indicio se l ~ considerado
a
por los trntadistas como prueba artipcial, y el testimonio como prueba ?zatzc?*al;lo que es verdad, tan
slo, en cuanto el indicio se considera con relacin al
testimonio
segiIin
directo,
luego veremos con mhs cuidado.
Para concluir,
repetimos
pues, que la fuente de
38
por
de
En
por
de
- 40
P O R NICOLAS FRAMARINO
41
-
se
42
ria, la prueba material indirecta queda fuera del cam ninguna de las tres
po, por no ser
subordinable
clases.
Volveremos, pues, & fijarnos en la clasificacin objetiva de la certeza en la frmula, ontolgicarnente
exacta, antes
expuesta,
certeza metafsica,
de
fsica
y eventual, clasificacin que se funda en la triple
naturaleza posible de la verdad como necesaria, constante y eventual. Hemos considerado tal clasificacin
en su naturaleza, y habiendo demostrado que no es
aceptable para la certeza , considermosla ahora en
SUS consecuencias.
La primer consecuencia errnea que ha llevado
la errnea clasificacin objetiva de la certeza, es la
siguiente : considerando que la verdad necesaria es
superior toda otra verdad; considerando que la
verdad constante es superior B la verdad eventual,
en cuanto la primera no admite lo coiitrario, & no ser
en el caso de una ley natural distinta y desconocida,
y la segunda
admite
noririalinente
la posibilidad de lo
contrario ; considerando todo esto, se ha establecido
una relacin de ms y de menos entre las varias especies de
certeza.
Se ha dicho : si la certeza metafsica
consiste en la verdad
necesaria
ante la mente, tal certeza debe ser mayor que cualquier otra ; y si la certeza fsica consiste en la verdad
constante
ante la
mente, tal certeza ser& meno?, que la metafsica y
snayo.1- que la eventual. Ahora bien ; tal consecuencia
es errnea, como lo es la premisa. La certeza es u11
estado simple indivisible del alma; y, por tanto,
siempre igual 6 idntica si misma. La certeza es la
admitida conformidad entre la nocin ideolgica y
la verdad ontolgica ; asi, 6 se
cree
en esta conformidad entre la propia nocin ideolgica y la verdad
43
44
dis-
46
la certeza
puramente
lgica se llega
obra
por tan
slo del intelecto, y la fsica por el trabajo del sentido y del intelecto, se infiere que el error es menos fAcil en la primera, en que slo hay una sola va, y
m&sfacil en la segunda en que hay dos vas.
Esta
diferencia de posibilidad del error, es mxima, cuando
se considera la certeza fsica en relacin con la primera subespecie de la certeza
meramente
lgica, esto
es, con la certeza meramente lgica intuitivn, 6 si se
quiere evidencia ideolgica, de la cual puede considerarse excluido el error. Por el contrario,
esta
diferencia es mnima cuando se considera la certeza fsica
en
relacin
con la segunda subespecie de certeza
meramente
esto lgica,
es, con la certeza
meramente
16gica ?.efiexiva, en la cual,
error
el no es difcil. Todas las' ciencias puramente
racionales
desenvuelse
ven en ideas evolutivanzente deducidas unas de otras;
y la historia de los errores en que semejantes ciencias han caido, se resuelve
la historia
en
los errode
res en que ha caido la certeza meramente lgica yefiexiva.
puramente
lgica
Pero dejemos un lado la certeza
POH.
NICOLAS
FRAMARINO
47
-
48
--
...--
de
49
POR N I C O L ~ B FBAMARINO
personal; por esta raz6n es natural que todas las posibilidades de error de la certeza
histrica,
y todas las de
la certeza lgica se acumulen en esta tercer especie
.de certeza, que resulta del concurso de las dos p e .cedentes.
Como se ve, despuks de haber mostrado que la divisin objetiva de la certeza lleva afirmar la existencia de certezas
mayores
y menores,
procuramos
combatir tal afirmacin irracional, demostrando que
la certeza, estado simple 6 indivisible del alma, es
.siempre idkntica igual si misma, por lo que no
puede hablarse lgicamente m8s que de su
mayor
6
menor capacidad 6 susceptibilidad para el error, en
cuanto se la considera en abstracto; en su virtud,
hemos considerado esta
diversa
posibilidad de error tal
cual resulta de la contemplacin abstracta de las diferentes especies de
certeza.
Pero no es ocioso hacer notar tambin
la divique
si6n objetiva de la certeza y la consiguiente relaci6n
de m&sy de menos entre sus varias especies ha llevado
.ti otras consecuencias errneas.
En primer lugar, admitidas
certezasy memayores
nores, admitida
una
cantidad
relacin entre lasde
arias especies de certeza, se ha pensado que siendo
medibles entre sl, podan serlo tambikn en si mismas,
y en su virtud, se ha llegado ; afirmar que en el cam.go probatorio hay pruebas p!enas , pruebas semiplenas y fracciones
prueba, de
indefinidamente descen.dientes de la certeza; error este de que trataremos especialmente en otro lugar de esta obra. ;
En segundo lugar, considerando la, certeza desde el
de vista
de
punto
de objetivo
vista y desde el punto
su correspondencia con la verdad, se ha llegado afirmar que es certeza verdadera la que responde de un
Ldgica.-TOMOI.
50
CAPITULO 11
63
L ~ G I C A DZ LAS PRUEBAS
53
POR NICOL&
FRAMARINO
66
sus
formas
Ahora
concretas.
bien; surgiendo la certeza, no de la prueba especi$ca, sino de la individual,
es tan indeterminable como la prueba
que de
surge.
Segn esto, el sujeto de la prueba nos lleva tambih
& rechazar la certeza
legal.
Resumiendo lo expuesto, nos encontramos, con que
la prueba
untiene
objeto y un sujeto. El objeto de la
prueba
concreta
en lo criminal es la inclitiidualidad
criminosa.que se quiere probar: el sujeto de la prueba lo son la cosa y la persona que p~ueban.El delito
concreto 6 individualidad criminosa , es variadisirno,
por donde resulta que la prueba
tiene
lo criminalen
un objeto muy vario. Las cosas y las personas
que
prueban son $ su vez realidades
contingentes,
variables tambin en su irtdividualidad hasta lo infinito: por
donde tambikn resulta que el sujeto de la prueba es en
concreto tambikn variabilfsinho. Por su parte, la certidumbre no se genera en el Animo mSs que por la percepcin de la relacin intercedente entre el sujeto que
prueba y el objeto probado; y como estos dos t6rminos son individinalmente variabilsimos,
variabilisima
es la relacin, y en su virtud es variabilisima la certeza que resulta. Por supuesto, la variabilidad
la
de
certeza es siempre desde el punto de vista de las fuentes; pues en si misma, ya sabemos que consistiendo la
certeza en un simple estado del alma, es siempre id&tica & si misma.
Pa.rceme, con esto demostrada claramente la irracionalidad de toda predeterminnci6n del valor de las
cerpruebasindividualesy concretas y por tanto de toda
teza legal; con la diferencia s61o de que la certeza totalmente legal es totalmente irracional y las certezasparcialmente legales son parcialmenteirracionales; lo racional acaba precisamente donde comienza el limite
legal.
18
no absolutas,
relaciones
de conformidad entre el propio pensamiento y la verdad objetiva; limitase & afirmar
previamente
la suficiencia de los motivos favorables la verdad. Pero esta afirmacin en que la
certeza consiste, no siempre implica la manifestacin
&me y definitiva del asentimiento de la voluntad,
siendo dable estar intelectualmente cierto, sin estar
moral y seguramente convencido de la verdad. Cuando tal ocurre, al logro de este seguro convencimiento
de
se encaminan las operaciones critica, y examen
de
los motivos determinantes de la certeza, 5L fin de que
.stos, si no se desvanecen
se,confirmen. En este
asende
que,
iluminada
timiento firme y seguro 1&voluntad
difinitivizmente la posibilidad de
por la razn,
rechaza
lo contrario, consiste, en mi concepto, el conuencimien to racionaZ, que cuando se relaciona
con la justicia,
llamamos convencimie?ztojzcdicial. Dice la certeza: veo
relaciones de conformidad entre ini pensamiento y la
verdad. Y el convencimiento aiiade: en esta visin intelectual no hay errores; estoy
segura el pende
que
samiento est&conforme con 12%verdad. La certeza es la
afirmacin preliminar
la verdad,
de significando que
la nocin ideolgica se presenta como verdadera; el
convencimiento es la afirmacin sucesiva de la poseai6n de la certeza, significando que la certeza es legitiel espritu
no admite dudas acerca de la verma y que
dad. El convencimiento racional, en suma, no es ms
que un juicio subsiguiente,
determinante
y perfeccionado del primero,
que la constituye
certeza; la cer teza es la admisin de la verdad; el convencimiento,
su vez, es la admisin de la certeza, como legitima.
De un lado, pues, encuentra la certeza
moral
persu
fecci6n en el racional
convencimiento, en cuanto este
da la certeza
consentida
se resuelve la conciencia
en
POR
NICOLAS
FRAMARINO
59
60
61
mos al tratas de las importantes causas que se derivan de la naturalidad del convencimiento en relacin
con las pruebas.
Por ltimo, estas razones extrafias la, verdad,
perturbadoras de la naturalidad del convencimiento,
pueden surgir tambitln del alma misma del magistrado; consisten
en
entonces
una particular disposicin de espritu,
su
que influye en la formacin y determinacin del convencimiento. Esta especie in- de
flujo, este influjo interno, no es menos peligroso quelos
externos para el triunfo la verdad.
de Que las disposiciones de nuestro espritu pueden
sobre
influirel
convencimiento, induciendo error A nuestra inteligencia, verse claro, con slo pensar que es la voluntad quien det;ermina la atencin del pensamiento hacia,
una consideracin con preferencia otra; la voluntad
es, c.iertamente, la que excluyendo un examen, un arde un dentro
gumento, puede encerrar el pensamiento
argumento contrario; y ella es, en fin, la que se halla
expuesta siempre al influjo borrascoso las pasiones.
de
La fuerza de nuestro
temperamento, la,fuerza de nuestros hbitos, de nuestras inclinaciones y de nuestras
prevenciones
pueden
fhcilmente
llevarnos h formular
falsos juicios. Se necesita, pues, que la voluntad no
fuerce con su influjo la libertad y la serenidad las
de
visiones intelectuales; y esta libertad y esta serenidad
del intelecto no estarhn 6 salvo, si e l alma que quiere
que de
juzgar no se prepara mediante aquella limpia
hablaba Platn eii el B'eedon, y que el gran filsofo estimaba necesaria para alcanzar la verdad; es preciso,
en efecto, purgar el espritu de las
pasiones,
Pero ademhs de rtatura, el convencimiento
judicial
debe ser tambien ,*cszonado.El convencimiento de que
hablamos, ya lo ~ Q ~ dicho,
O S
no es aquel que surge
Ud
--.
63
?:;" , &$.Juc>L2:.
--y.Y"'
"7
l.,
64
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
cuando
POR NCOLS
FEAHARINO
65
suyo
propio.
Y l a sociedad puede ejercitar su fiscalizacin por dos caminos; por medio de juicios ulteriores, 6 por medio de juicios contemporhneos al pronunciado por tribunal.
el
La motivacidn de la sentencia es el medio prctico,
que hace posible la fiscalizacin de la sociedad por
juicio sucesivo 6 ulterior al del juez. La mofiivacidn
obliga,
de alun
juez,
lado,
dar una base razonada al
propio convencimiento, y de otro, hace posible la fiscalizacin
social
tal convencimiento
de
(1).
El medio prftctico que
otro
en respecto hace posible la fiscalizacin social, y con ella el influjo contenedor
virtud
en
de juicio directo,
contemporneo
al del
magistrado, es la pzcblicidad del debate.
Resumiendo lo expuesto,
puede
los dos
decirse
cnones judiciales de la publicidad del
debate
y de la
motivacidn de 1a sentenoia de que tendremos ocasi6n
de hablar ms ampliamente, no son
sino
dos consecuencias del p?*irncipiodeZ caq*&ctersocial del
convencimiento,
principio
quela msconceptuamos
alta
importancia, en
cuanto aquel por
es el cual la justicia
punitiva se resuelve una, funcin
en verdaderamente
social, y no en arbitrio
el
ms 6 menos hipcritamente disimulado del hombre sobre el hombre.
que
CAPITULO 111
siemp
POR P ~ ~ L C O LFRAMARINO
~S
67
que,
defensa.
68
certeza
con relacin
ni
las verdades
contingentes;
la simplicidad objetiva de la verdad
se reproducira
subjetivamente en la certeza.
Pero, como ya hemos visto, no es sblo por la via de
la intuicibn por donde se llega la verdad y A la certeza, hay otras. El espritu
humano,
limitado en sus percepciones, no llega la, verdad, la mayora las ve-de
ces, sino por va indirecta. La evidencia ideolbgica
y la fsica, y por tanto la certeza intuitiva en general,
s610 tiene un campo limitadisirno en
nuestro
conocimiento, y este campo est& muy mal definido cuando
se trata de aquella certeza intuitiva fisica de que es
As se explica
preciso ocuparse en materia
criminal.
que,llegando casi
siempre
por modo indirecto la percepci6n de la verdad contingente de la deiincuencia, y
siendo mltiples los caminos indirectos que tL la verdad pueden conducir, ya que mltiples son las relaciones de la verdad, como lo son los mismos hechos
que tienen relaciones
converdades opuescontingentes
tas entre si, y que ella puedan
conducir,
se exasi
plica, repetimos, que eu materia de certeza nos encontremos casi
siempre
frente, no s61o de diversos moti& los
vos convergentes para creer, sino tambin
frente
divergentes para formar la creencia.
que la certeza en materia criminal
Si pretencaiwpa
se
se nos afirmase siempre como simple inmediata percepcion de la verdad, conforme, en suma, & la unidad
con esto loobjetiva su contenido;
de
si se pretendiera
grar la ausencia absoluta de los motivos contrarios en
la certeza, que debe servir de base al magistrado para,
formular su condena, seria preciso renunciar & esta
gran misin de la justicia punitiva; tan difcil tendra,
que
elsercaso que autorizase B considerar como culcriminal,
no es h
pable un procesado. En la critica
POR
---
NICOLAS
FRAI&I.RINO
69
ser-
70
72
el clculo
de
probabilidades,
exigir la certeza para
obrar, seria abolir la actividad humana, y condenar al
infecunda
absoluta ante el
hombre la inmovilidad
riesgo natural que cualquier paso hacia adelante supondra. La misma familia
desnpareceria,
pues, de hecho; si quien se une
laenvida una compailera, hubiera de estar de antemano seguro y cierto de no tropezar con ninguna de las calamidades posibles en
el matrimonio, 6 quien se casara? Inmovilidad, soledad y esterilidad aniquiladora, tal es el destino del
hombre que se negase en absoluto dejarse guiar por
el juicio de lo probable en los actos ordinarios de la
vida.
Mas si est bien que para las relaciones diarias de
la vida el hombre se confe en sus juicios de probabilidad, no puede permitirse lo mismo cuando se trate
de la averiguaci6n del hecho criminoso, que se supone
realizado, esto es,
cuando
se trate de ejercer el sagrado y terrible ministerio de la jus.ticia punitiva: sagrado y terrible, en verdad, por ser un
ministerio
divino
manos
en humanas. Si se pudiese condenar en
virtud de un
simple
juicio de probabilidades, la justicia penal, ya lo dijimos, perturbara la conciencia sociudadanos
pacial ms an que el delito mismo : los
cficos estaran expuestos,
que las
msagresiones de
los delincuentes particulares, las de la justicia
social.
La certeza y s61o la certeza, es el estado de alma que
debe servir de base fi~ndamentalLt la condena.
Ahora
bien;
de
este
estadoser relativo
alma puede
& una verdad percibida sin motivos que la contradigaii, lo cual, en materia criminal es rarsimo, y eso,
con referencia un elemento criminoso, no la totalidad: puede ser, adems, tal estado relativo una verdad percibida junta con motivos contrarios, siendo
74
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
Pero
76
76
78
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
de
CAPITULO N
La credibilidad en relacin con la certeza
y con l a probabilidad.
80
L ~ G I C AD E LAS PRUEBAS
ser
pre
en lo probable, no ms
es que una tcita premisa de
la certeza y de la probabilidad, de las cuales ya hemos
hablado. De lo que an nos resta hablar es de
lo creible
su
en sentido especffico; procuremos, ante todo,
determinar su nocibn.
Con relacin un hecho puede el espirita encontrarse en el estado
de ignorancia,
ausencia 6 falta de toda
noci6n; de duda en sentido estricto, conocimiento alternativo, que se inclina
alternativamente al si y al
no; de probabilidad,
conocimiento
predominio afirdel
mativo (l), y de certeza, conocimiento afirmativo triunfante.
La duda y la probabilidad no son frecuentemente
ms que dos etapas, para pasas de las oscuras
regioluminosas
de la
nes de la ignorancia & las regiones
certeza. Y digo f)*eczlenternernte,porque en general hay
verdades tan llenas de esplendor intrnseco, que el
luzpor
directa, sin pasar SL travs de
alma las recibe
las transiciones de la duda y de la probabilidad.
En las indicaciones que dejamos hechas acerca de
la certeza y de la probabilidad, hemos encontrado que
la certeza no tiene en si motivos divergentes en sus
creencias, dignos de ser tomados en cuenta; que la probabilidad, si tiene motivos superiores que inclinen &
creer, los
tiene
tambi6n divergentes, y todos ellos dignos de ser tomados en cuenta. Ahora
bien; cuando
hay
paridad entre motivos divef*gentesy convel*gelztes,se
tiene l a duda
en
especifico,
sentido
la dude que yo
llamo rnuda credibilidad.
(1) En la nocidn de la probabilidad, predominio de los motivos convergentes sobre los divergentecl, est
incluso
lo improbable, en cuanto que ste es el reverso de la probabilidad; lo que
es probable del lado de los motivos superiores, es improbable del
lado de los inferiores.
Ldgica.-Touo 1,
6
-82
Y se
comprender
qu
fcilmente,
preferimos
por
hablar de c~edibilidad,y no de posibilidad, como otros
han hecho. Segn lo que hemos dicho, la posibilidad
ontol6gica) y
es una determinacin
exclusivamente
por nuestra parte, no pretendemos ocuparnos del ser
en si, sino delser como objeto de conocimiento. Ahora,
desde el punto de vista del conocimiento del ser, es
inexacto hablar de posibilidad; se debe hablar ms
bien de credibilidad, para poner de
relieve
la naturaleza
subjetiva
de que
de
aquello
trata.
se
Hablando
algunos lo posible,
siempre
han creido de
poderlo seaalar indiferentemente con el nombre de
uerosimil. Pero aparte de la inexactitud
segn
en que,
hemos dicho, se incurre hablando de lo posible, que es
un estado ontolgico, siendo as que de lo que trata
se
es de dar la nocin de los varios
estados
subjetivos
del espiritu
humano
ante la verdad; aparte, digo,
de esto, me parece que ni siquiera
es exacta la correspondencia de lo verosimil y de lo posible. Atenindonos
S la etimologa, verosimil no es aquello que puede ser
una verdad real, sino aquello que tiene apariencia
demost~*ativa.Y para esto, no basta la simple condici6n de la posibilidad, se requiere algo m&s;se requiere algiin motivo que nos induzca creer una verdad, no ya como meramente
sinoposible,
como real;
en esta apariencia de realidad es en donde radica, por
decirlo as, la verosimilitud.
una infinidad
En de
casos, aunque no podamos menos de admitir la posibilidad de ciertas
verdades sin embargo,
reales,hasta
que no surgen
aquellas
6 perfiles
apariencias
de realidad,
las
encontramos
Basta fijarse,
inverosmiles.
en
el lenguaje Comn, ms
exactoesto que el
en lenguaje
cientfico de algunos. Es verosimil, en. general, no lo
posible, sino aquello
que
se ofrece
como
simplemente
,Aue por una razn 6 por otra, ms 6 menos determiiiada, nos inclinamos creer real. Por esto por
es lo
que indichbamos con l a verosimilitud el primer grado
y probabi- probable
de la probabilidad:
verosimil,
Eisimo.
Ahora no hablamos de posibilidad, ni de verosimilitud; nos parece ms exacto hablar de credibilidad.
En nuestro concepto, al igual que la certeza y que
la probabilidad, la credibilidad un estado es
subjetivo
que no deja de serlo por estar determinado por motivos objetivos. En nuestro
concepto,
hay credibilidad
en sentido especffico siempre que la conciencia se en.cuentra ante iguales motivos para afirmar que para
las iguales
de razones para
negar; en la percepcin
creer y para no creer, descansa
naturaleza
su especifica. Si no hubiese motivos de ninguna especie, no habra conocimiento alguno.
Si
losdejaran
motivos
de
equilibrarse, no habrja ya lo creble en sentido
especifico; habra lo probable, que es algo mhs que lo creible del
ladolos motivos
de
superiores; 6 habra lo improbable, que es menos que lo creble especifico del
lado de los motivos inferiores. Si no hubiese
quems
inotivos de una sola especie dignos de ser tomados en
cuenta, tanipoco habr lo creble en sentido espe.tfico, sino lo cierto, colmo de la credibilidad generica
del lado de los motivos totalmente convergentes, y 1a
incredibilidad absoluta
el sentido
en contrario.
Pongamos aparte la probabilidad y la certeza, que
no son mhs que desenvolvimientos y perfeccionamientos dela credibilidad en general, estados
ms
perfectos
del espritu con relacin la verdad; pongamos, repito, aparte la certeza y l a probabilidad que y a he- de
mos hablado,
al hacerlo,
pero
conviene
notar, que en el
ms perfectos de nuestro coreverso de estos
estados
84
A-,
L..
.>**,y
. ""
::.+<..%,.,t,c>LJ.r
,>,,
:c>4';.:,
[,tt
86
ge-
su
88
POR
NICOLAS
FRBBIARINO
89
Conviene empezar
observando
que, cuando, para
ver si hay no hay un
increble
se absoluto,
estudian
las varias especies verdad,
de que pueden ser el conespritu,
tenido l a idea
de general presente Si, nuestro
y cuyo opuesto es para nosotros increble, se necesita
en cuenta
tomando
tan slo
proceder tal indagacin,
las verdades
admitidas
por
universal
Si
hay un increble absoluto con derecho Si, presentarse
encontrarse
no
puedem&
como tal la conciencia,
que en lo opuesto la verdad generalmente admitida;
pues que desde el momento en que una verdad es adlos otros,
por lo opuesto
mitida, por los unos y negada
a ella ser increible para los unos y creble para los
otros, pudiendo los primeros llegar ser convencidos
por las razones
los segundos,
de
hasta reconocer como
creble lo antes conceptuado como increble. Increble
absoluto, si lo hay, presente en la conciencia
humaila, no puede
consistir,
msrepetimos,
que en lo
opuesto la verdad generalmente admitida. Esto sentado,
se debe
en cuenta
tener
que hay dos categoras
bien distintas de verdades
que tienen el asentimiento
general de la humanidad.
La humanidad, en primer lugar, percibe modos
constantes y mudables de ser de las cosas y de los
hombres 8 induce las leyes naturales. Estas
leyes
son
verdades
generalmente
admitidas, siempre que se refieran hechos de observacin com6n; pero no siendo
cestas leyes para nosotros ms que ideas experimentales, resultantes de la suma de observaciones particulares, siguese de aqu que desde el momento en que se
presenta una observacin de especie distinta, la ley
lgicamente cambia; estas verdades no
son,
pues, necesariamente inmutables. La afirmacin de la existencia de un hombre de diez metros de estatura es inorei-
asentim
90
~ 6 ~ x DE
0 8 LAS
PRUEBAS
pero
- 92
--
--
---
--
se-
SEGUNDA PARTE
D e la prueba e s general,
CAPITULO PRIMERO
Pruebas y reglas
generases
probatorias.
que
102
104
babilidad,
tendremos
los referidos motivos opuestos.
Pero si sta primera prueba de probabilidad ailadimos otra prueba que excluya los motivos divergentes,
tendremos una prueba acumulada de certeza. Por
amor la precisibn y la claridad, y aun riesgo de
ser ti1dados:de pedantera, pondremos algn ejemplo:
nos referiremos al mismo ya citado antes prop6sito de.
le probabilidad. Hemos supuesto que en una caja habia cien bolas; noventa y ocho negras y dos blancas.
Ahora, imaginibamos que Ticio haba
extrado
una
bola de la caja, y que no se podia saber de un modo
directo si la bola era blanca 6 negra; despues de
la extraccin, la caja se ha vaciado en un ro, dejando
salir las bolas
mirarlas.
sin
Se quiere saber con certeza si fuiblanca 6 negra la bola extrada. Laprueba
de l a certeza del contenido de noventa y ocho bolas negras y dos,blanca en la urna, ser pj-ueba de pseobabiZidad gs.anddsima de l a e x t ~ a c c i d nde una bola negra.
prueba
de probabilidad de
Ahora, hagamos que esta
l a extraccidn de la bola negra, se
aiiada
otra prueba
de certeza del contenido en la urna, posteriormente A
la extraccibn, de dos bolas blancas, porque las suponemos cubiertaszde una materia viscosa y adheridas las
paredes de la caja. En su virtud, por la exclusin de
los motivos divergentes, hemos alcanzado una prueba
acumulativa de certeza.
nuestra
Por parte, preciso es.
no olvidarlo, queremos averiguar si la extraccin fue
de una bola blanca 6 negra. La prueba de certeza del
contenido de noventa y ocho bolas negras y dos
bhncas en la urna, no es mAs que una pvueba de p ~ o babiidad de la ezt*accin de la bola negra. Ahora
bien; por el hecho averiguado de la extracci6n) no teLa prue-,
nemos m i s que una prueba de probabilidad.
bei, de certeza, la, adherencia
de
de las dos bolas blan-
106
l a certidumbre
delito, dicho
del objeto principal se resume en el estudio de las pruebas de certeza.
Esto supuesto, podemos considerar la prueba refiriendose principalmente 5L la certeza, que es la nica
base legitima la condena
de judicial; y consider8ndola
as, la prueba es la xelacin concreta entre la verdad
objetiva y la certeza subjetiva. Ahora bien; como la
certeza encuentra su perfeccin en convencimiento
el
racional,
que
sela conciencia
resuelve de lo cierto,
en
seguro y firme, realmente puede afirmarse, conclu- en
sin,
laque
prueba es la relacin particular y concreta entre la verdad y el convencimiento racional.
Esta nocin resultar8 exacta con slo considerar
que la prueba, como tal, no hace m8s que reflejar en
el espiritu
humano
la luz que directamente viene de
la verdad: la prueba no es ms que la irradiacin de
de la verdad en la conciencia; bajo la eficacia persuasiva de la prueba comoesel espiritu
humano se siente en la conscia posesin de la verdad y se apoya
en el convencimiento racional.
Es,
pues,
que
la relacin entre el espiritu convencido y la verdad
s e individualiza
por
de la prueba.
intermedio
Y debo abrir aqui un parentesis. Hablamos de la
prueba como de una cosa distinta de la verdad que
buscamos. Cmo puede ser esto? No se trata al fin
de las verdades
se revelan
que por si mismas? No se
habla en la critica criminal como de una especie de
prueba de la realidad criminosa
se revela
que en su
forma
inmediata
al espiritu
juez?del
dE3, pues, un
'modo errneo
hablar
de en la critica criminal hablar de pweba, cuando es la verdad misma, sin in:r;ermediarios, la que se presenta al espiritu que la
percibe? La verdad directamente percibida, es, b no
es prueba? Considerando en la critica criminal, todas
evidente
las vas
las
porcuales la verdad puede llegar al espiritu, todas estas vas se comprenden
en el nombre
genrico
pruebas,
de comprendiendo impropiamente
tambin el caso en que la verdad misma se presenta
juez. As
delnosotros,
directamente la percepcin
.en el desarrollo de este tratado, examinaremos
bin con las dems
pruebas
aquella especie de prueba
que consiste en la misma verdad contemplada que se
presenta directamente al espfritu. Pero, como justificacin de este
proceder,
es preciso hacer notar que la
verdad averiguada por contemplacin directa, que en
el juicio penal es la del hecho criminoso, no se revela
ordinariamente de un modo inmediato y directo ms
que en una pa?*te,por lo que, si esta parte, en
cuanto
B s misma, ms
prueba
que
en
sentido
es la
propio
evidencia misma de la verdad, en lo tocante B las demhs partes de la verdad no percibidas en s mismas
es una verdadera prueba. Es una parte de la verdad
percibida
tanto
que, que se
en presenta inmediatamente & la percepcibn en cuanto s misma, sirve &
veces para probar las dembs partes de la verdad que
se trata de averiguar; y he ah en qu consiste la exacta especializacin y la justificacin de la prueba directa que
llamamos
veaZ con relacin al sujeto, y materia$ con respecto su forma.
Queda de todos modos
sentado
cientficamente,
que,
la evidencia no es prueba, y en rigor lgico, cuando se habla de la prueba,
s e la considera, como diversa
lo probado.
de
Y dicho
esto, continuemos.
La,prueba, decamos, en conclusin,
es,
la relacin
particular y concreta entre el convencimiento y la
verdad. Ahora bien;
teniendo
en cuenta que la naturaleza de toda
relacin
se determina por la naturaleza propia de sus t6rminos, en la consideracin
los
tam-
de
108
grandes
en
virtud
POR
NXCOLBSFRAMBEINO
111
siempre
112
L ~ U I C ADE L I S PGUEB-LS
ciones de certeza y las fracciones de prueba de certeza, todas estas fracciones hubieron de ponerse un da,
complacientes, al servicio de la imbecilidad y de la ferocidad humanas; y as se crey legitimo condenar
un
procesado
bajo el peso de fracciones de prueba con
relacin & imputaciones de delitos que la pedantera
cruel llam privilegiados. Triste privilegio, en verdad! Es el privilegio que la sutileza humana concedi 1%barbarie; el de castigar un inocente como
si se tratase de un reo.
Desp~i6sde haber destrozado la lgica, hasta hacer
temblar la sombra del
pobre
Arietteles,
he aqui que
extra30 epifonema haban llegado
antiguos
los criminalista~:en at?*ocissimisleviores conjectu~aeszcfficiunt,
et Zicet judici ju?*a hvansgredi. Y no se fijaban los defensores de esta mxima, en que precisamente las delincuencias ms atroces son las menos crebles, en razn de los inayores obstculos con que tropiezan en le
repugnancia natural del hombre, en el temor de la
pena judicial, y en el de la pena social coilsistente en
la reprobacin pfiblica. No se fijaban en esto. .. para
convencerse de la delincuencia
probable,
menosse
contentaban con las pruebas menores (l)!
Los antiguos criminalistas no se detenfan aqui; no
(1) Mario Pagano advierte que el argumento da la menor credibilidad del delito, fundada en su mayor atrocidad, es sofstico,
cuando el delito se halle objetivamente averiguado. Segn esto,
no habra presuncin de
inocencia,
sino respecto de los delitos
objetivamente inciertos. Pero esto e$ un error. Cuando se habla
de menor credibilidad del delito, derivn iolo de su mayor atrocidad, no se habla ya de la menor credibilidad en el hecho objetivo
de la delincuencia, el cual podra ser ineludible, sino que se habla
de su imputacin 6 un ciudadano qu.j normalmente se considera
como no delincuente. La presunci6ii de inocencia se refiere al
sujeto de la imputacin, y no al hecho objetivo de la delincuen-
con-
114
.-.-
POR NICOL-i~
FRAMARTNO
11;
116
sin externa, originaria y natural del pensamiento humano es, segn esto, la palabra articulada. Pero la
oralidad, por si sola, no fija por entero el concepto de
la originalidad de la declaracin perscnal; vale slo
para rechazar aquella especie de fa1ta de originalidad
que, como luego veremos, es propiamente una originalidad menos perfecta, y la cual se d e ~ i v ade las formas sucesivas de manifestacin del pensamiento huinano: formas sucesivas que consisten en la representacin en general de la palabra articulada, y en particular en la representacin por escrito. La palabra
articulada es la representacin perfectamente original
del pensamiento; la palabra escrita es representacin
perfectamente original de la palabra articulada, pero
no del
pensamiento.
bien ; la oralidad,
Ahora por si
sola, no lleva ms que excluir, dentro de ciertos
limites, esta expresin escrita, en cuanto es expresin
no perfectamente original del pensamiento. Con 1%
oralidad puede adem8s tenerse por otro camino la no
original manifestacibn de 1s persona. Stipi~gaseque
un testigo, aun cuando sea oralmente, refiere nada mrls
que lo que ha oido Si, otro, que es original, testigo de
vista, y se tendr, una deposicin oral y no original rl
un mismo tiempo.
Para que el precepto de la oralidad sea aplicacin
completa del de la originalidad perfecta respecto de
la declaracin 6 atestado personal, se necesita aadir
alguna otra determinacin. La originalidad perfecta
del atestado personal se determina por entero en
la
oraZidad del testigo d e pl*o$ia ciencia, esto es, de aquel
testigo que h a tenido personalmente la percepcin de
los
hechos
constitutivos del contenido del testimonio.
Pero al hablar de originalidad de las pruebas en general, y de ortllidad en especial, no se enuncia un
car
POR X I C O L ~ S l"llA~1SRINO
117
que
de
118
L ~ G I C ADE LAS
PRUEBAS
120
En
122
presuncin que luego se impondr a l nimo del juezAntes de pasar adelante, es preciso examinar aqu i
.un problema relativo la influencia de la ley sobre
las pruebas. Al combatir las pruebas propiamente legales, hemos
reconocido
como legitima la accin de la
ley, tanto para rechazar alsuilas pruebas, en razQn
de principios superiores, como para prescribir formas
protectoras de la verdad. Ahora, cuando la ley pone
limitaciones en la produccin de las pruebas, cuando
impone formas lesales para su manifestacin, gcuitl
ser la fuerza obligatoria de la ley vigente con relacin a l tiempo y al espacio, 6 , lo que es lo mismo, con
relacin la norma de la ley anterior y la ley extranjei*a, bajo cuyo rgimen suponemos que el delito
se ha manifestado?
Sean las que fueren las normas que impone la ley
e n materia de pruebas, no
pueden
encaminarse ms
convencimiento:
que garantir la recta formacin del
el convencimiento se presume garantido en su legitimidad
laspor
normas que impone la ley vigente, en
el tiempo y en el lugar del juicio. Por esto, la ley del
lugar y del tiempo en que se juzga, es la que debe imperar, en cuanto 5L las pruebas, en materia penal. Lo
que sobre todo se busca en materia penal es la verdad objetiva, no debiendo presumirse garantido el convencimiento de la verdad contra los engafios posibles,
m8s que por la ley vigente cuando y donde se juzga.
Volviendo nuestro punto de partida , para concluir, afirmaremos que no debe ponerse limites y trabas a l convencimiento del juez. La eficacia aseverante de la prueba se determina en virtud de sus fuerzas
naturales y propias: cada prueba concreta debe poder
probar ms 6 menos, segiin sus fuerzas naturales, no
modificables por la ley; y no debe haber prueba con-
de
se-
124
llamar la atencin
delal asunto,
testigo
sugirindole
aquello
que
sobre
debe declarar, no es ciertamente
violar
libertad
su subjetiva,
ms bien,
sino dirigir el
espritu del testigo hacia la revelacin de la verdad.
Tambin sabido es
que con frecuencia el testigo, por
6 por
perturbacin,
no
natural flojedad de
memoria,
basest en condiciones de expresar la verdad, y que
tara el recuerdo
de
una circunstancia,
fecha,
de
cualquiera, para ponerlo en camino de decirla. Ahora
I~ien;en este caso, el referirle la fecha 6 la circunstancia indicada, no es violar
su libertad subjetiva, sino
ms bien poner el espiritu
delen condiciones
testigo
de
servir la verdad. Hay, por tanto, una sugestin que
iio es contraria A los fines de la justicia, sino sugestin
licita, determinada
el doble por
fin de ayudar la meuna
del sugestin
testigo,
lcita,
inoria y la inteligencia
recuerdos
adormecidos
que dirigindose 5 resucitar los
y & alejar las divagaciones vanas, sirve al triunfo
de
1%verdad. Mas para que la sugestin
encaminada
126
LGICA
DE LAS PRCEBAS
127
128
180
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
--
hechos, temer&, de
otro,
la reprobacin social co
desempeiiar correctamente su obligacin moral y jurdica, oyendo la vez con m&satenci6n la voz del
deber y de la verdad.
En
cuanto
a1 procesado, el influjo que en l ejerce
la publicidad es tanibin en beneficio de la verdad y
de la justicia. Hay en el hombre un sentid&misterioso
inexplicable,
es la condici6n
que de la acci6n indagadora de la sociedad. Este sentido divino hablar,
sin
duda,
con mayor
fuerza
al alma de quien se encuentra bajo el peso de una acusaci6n. El inocente adquirir&vigor con la presencia del pblico; sentir venir de la muchedumbre soplo fortificante
simpata.de
Qu seria de sus
fuerzas
si se encontrara solo ante el
juez? El culpable, en cambio, no podr menos de pensar en la reprobaci6n de la muchedumbre. Sea inocente 6 culpable
el procesado,
la publicidad del juicio y
de las
pruebas
sblo servir, pues, para favorecer el
triunfo de la verdad.
Unicamente la injusticia la que necesita
es
de la oscuridad y del secreto: la justicia, por el contrario,
temer la presentranquila y segura, no tiene por
qu
cia de nadie; rechaza todos los escudos y todas los velos, para presentarse esplndida covam populo. No
debe olvidarse
beneficio
que social
el
la justicia
de
intrinseca estara perdido, si no se
mostrase
exteriormente
es,cual
serena 6 inexorable. As, para que la
justicia, adems de ser, aparezca tal, requiere que
abran de par en par las puertas al pblico; esto llevar B respetarla.
Hasta aqui hemos examinado los reglas relativas A
la prueba, d~riviindolasde la naturaleza del convencimiento. Y al hacerlo, no hemos mirado mAs que el
influjo sobre la naturaleza de las pruebas, de uno de
sub-
cuando
132
lo penal, para que se pueda emitir condena, dervanse otros c6nones relativos la naturaleza de las
pruebas.
A) Ante todo, como
si base de una condena
penal
no basta la verdad formal, sino que es preciso la sustancial, se requieren en materia penal las mejores
pruebas, por ser aquellas que mejor pueden hacer llegar la verdad que se busca: es necesario no contentarse con las pruebas presentadas, sino cuando son
las mejores que en concreto puedan obtenerse, y
cuando la ldgica de las cosas, no diga que pueda haberlas mejores.
He ahi un canon feciindisimo en su aplicacidn b la.
critica criminal: en el curso de la obra podremos apreciar mejor su importancia 6 propdsito
de
cualquier.
cuestin de pruebas.
Del principio que este canon supone, nace la consecuencia de que es preciso
no satisfacerse con las pruehas no originales cuando se puedan tener originales;
asi, no se debe acudir B los testigos de oidas, siempre
preque sea dable tener la declaracid11 del testigo de
sencia: en suma, es necesario acudir las pruebas
subjetivamelzte mejolqes.
Del mismo principio derivase tambin la consecuencia, de que no debe satisfacernos la prueba indirecta,
cuando es posible tener la prueba discreta: es necesario no darse por contento con la deposicidil de quieu
ha visto al acusado huir con un pual el1 la mano,
cuando hay quien ha esta,do presente la consecucin del
delito
y puede
deponer
acerca de ella; en
suma, deben tambin buscarse las pruebas objetiva-
meate mejores.
Siempre, en virtud del mismo principio, es preciso
310 darse por satisfecho con las formas inenos perfec-
obtenerse
es,
por
falsa
cial. El magistrado
est, por
civiltanto, obligado B
atribuir los derechos uno de los
litigantes.
Mas, en
virtud de la naturaleza misma
los derechos
de
privados, no se puede sentenciar B favor de una parte, sin
decidirse contra la otra; asi, sea cual fuere el convencimiento que se ha alcanzada pev allegata et pj*obatn,
es preciso condenar una parte para dar el derecho
la otra. Como la necesidad de
decidir,
se resuelve cn
la de condenar,
sentenciando
uno 6 de otro modo, de
darse
tal necesidad obliga, en la condena
civil, por
satisfecho con una verdad ficticia, 6 sea una verdad
m&sbien convencional
real.
que
En materia penal, aunque frente al acusado est la
sociedad como contendiente, la decisin favorable 6
aquel no es contra la sociedad; antes es & su favor,
ya que es de inters
que
social
no se condene m9s quc
al delincuente
indudablemente
No se halla,
cierto.
pues, el juez en la alternativa de condenar B alguien
para absolver al acusado, 6 de condenar & Aste para
dejar salvo los derechos de otro; y cuenta que aqui
110 hay para que pensar en los
intereses
del que
civiles
accesorios
se dice ofendido,
estos
porque
intereses
son
en el juicio penal, aparte de que podr aqul hacerlos
valer por va civil.
En el juicio peiial, pues, se va siempre B la absolnci6n mientras no se alcance
la certeza sustancial de la
delincuencia; sblo en este caso resultaria la sentencia favor del acusado, perjudicando B la sociedad.
4.' En materia civil trktase de derechos particulares y determinados
puestostodos pueden,
en
cuestin;
en definitiva, prevenirse contra las posibles agresiones al propio derecho. Quien no se provea de pruebas,
es un negligente, y peor para Al; jus civile vigilantibus
soliptztm est. Quien no se lis, procurado la prneba d e
136
el
138
derechos del acusador y del aciisado, es mLts conforme con la imparcial investigacin de la verdad. Por
el contrario, el sistema inquisitorio cuyo origen histbrico est en la lucha del Estado 6 de la autoridad
teocrtica contra el individuo, se inspira en la superioridad de la acusacibn respecto de la defensa, siendo poco escrupuloso
la investigacin
en
de la verdad
favorable al acusado. El sistema mixto, que tiene un
segundo
acusatorio,
primer periodo inquisitorio y un
se presenta en el primer periodo poco propicio al
triunfo de la verdad favorabie al procesado, mientras
en el segundo se presenta igualmente propicio al
triunfo en general de 1s verdad objetiva, favorable 6
no al acusado.
El sistema mixto es el sistema procesal imperante;
y este sistema, aunque comience con un perodo inquisitorio para acabar con otro acusatorio, debe, de todas
suertes, inspirarse en la imparcial indagaciil de l a
verdad, tanto en el primero como en el seguildo dc
los perfodos, si quiere ser digno de los
pueblos
zados, y dirigiendose la verdad substancial que es el
desideratum lbgico del juicio criminal.
Es prec;iso, por fin, observar que las reglas probatorias anteriormente expuestas, se refieren
general
en y
principalmente las pruebas, en cuanto se producen
en el juicio polico, porque sobre el estado
de las pruebas en el piliblico debate, es sobre el que debe basarse
el convencimiento
de la delincuencia,
judicial
para poder imponer legitimameilte una condena. Pero debe
recordarse que las pruebas tienen tambihn su sparicin en un momento procesal distinto de ese, cual es
el momento inquisitorial que inicia el sistema llamado
mixto. Ahora bien; en tal momento, las reglas probatorias expuestas antes, tienen tambikn su valor, en
civili-
olvidar
CAPITULO 11
Clasificacin fundamental de las pruebas segun su
naturaleza.
El espiritu
humano hacia unallevado
idea
general,
ai bien puede recoger con un golpe de vista la lnea,
por decirlo as, constitutiva de la estructura genkrica,
no llega tan fcilmente percibir las lneas diferenciales,
constitutivas
de las diversas especies comprendidas .en
aquella Es necesario,
idea. en verdad, que a
la sintesis inicial
suceda
el anlisis, para que la luz
del gnero se difunda
lassobre
especies. El anlisis,
,es el que,
concentrando
la luz
sucesivamente
de la inteligencia
cadasobre
una de las
partes de que comse
pone un todo intelectual,
cada
haceuna deque
ellas
puedaser percibidadistintamentepor elojo delespritu,
y luego, de la clara y determinada visin de lgs partes
tomadas
independientemente,
se pasa 6 la visin compleja,
armnicamente
clara, y determinada, hasta lograr la formacin
adecuada
la sintesis final. de
No siendo la ciencia m6s que un armnico sistema de
conocimientos claros y determinados, y alcanzndose
la claridad y la determiilacin mediante el anlisis,
aiguese de aqu que el anlisis es la grande y paoiente
labor de la ciencia. Analicemos, pues. Al efecto, co-
mencemos por
clasificar
las pruebas para poder
estudiar las clases especialmente.
Pero con qu8 criterio procederemos 8 esta divisi6nde
laspruebas?Recuerdo este propsito el caso de unnio
amigo mo, el cual, deseando tener un conocimienta
in&s completo de su muiieco, le aplic unos cuantos
martillazos, hacindole pedazos: tambin este era un
mtodo ana1itico;pero desgraciadamente las partes no
pudieron ya reconocerse, no siendo ya reconstruible
el todo. Ahora
bien; escritores no hay que enjcuntos
tienden de modo anlogo al anlisis cientfico!
No es con criterios
accesorios
y accidentales como se.
puede proceder St la clasificacin en la ciencia; si as
se procede, no se debe esperar claridad alguna y orden alguqo en las ideas; en vez de alcanzar la visi611
armnica
todo con
delsus partes distintas, se tendr la
desorganizacin y l a confusin en el conocimiento.Procediendo de ese modo, no basta haber clasificado en
diez, en veinte, en
ciento,
un objeto ideal dado; los
aspectos accesorios todo objeto
de son realmente indefinidos, mltiples,
sin
determinacin
posible; cabe
aumentarlos
cesar. Que
sin se haga el estudio de los aspectos, aunque sean accesorios una idea,decomo preparaci6n interior del
escritor
para realizar la organizocin cientfica, se comprende; ,que este estudio
de
los accesorios se muestre al lector, si bien manteniendo siempre su czcalidad d e acceso?*io,tambin se comhagan
prende. Pero que estos elementos
accesorios
pasar por
principales,
poni6ndolos como tipos de clasificacin, es un error imperdonable, que imposibilita
toda
organizacin
cientifica .
Precisamente
ha cado enseeste defecto por
algunos escritores
crit.icade
criminal, al multiplicar las
clasificaciones no esenciales: clasificaciones no toina-
se
142
144
ave-
- -
146
caso-6 la forma transitoria inseparable de la persona; de la oralidad, 6 una forma permanente que
principalmense separa de la persona y que se reduce
te & la forma escrita. El testimonio real, por su parte,
6 se presenta como contenido de
una las formas
de
del
este
caso no da lugar clatestimonio personal, y en
su
en
se especial
cuantoen la forma; 6 se presenta
forma original y materiaZ la vista del juez , dando
una
clase especial.
entonces
vida
geneAsi, pues, la prueba, con relacin 5t la forma,
ralmente hablando,
se tresdivide
clases:
en
1.' La prueba testifical, que es, en general, 1s
atestaci6n personal
la forma
en real 6 posible de la
oralidad.
En cuanto testimonio
el
proviene de testigos fa- in
cto y tiene como materia cosas perceptibles por el coco,rn&n;
mn de los hombres,
llamasesi proviene de
testigos elegidos post factum, y se refiere cosas s61o
perceptibles
quien tiene
poruna especial pericia, 11Amase pericial. El testimonio comn, ademhs, comprende tanto el del tercero como el del
acusado
6 el del
ofendido. Por lo que la pericia, la deposici6n del tercero, la del procesado y la del ofendido no son m&s
que otras tantas clases la prueba
de
testifical.
2.'
La prueba documental, que es la atestaci6n de
otro
modo, material permapersona
por 6, deescrito,
nente, en cuanto tal atestacin no es
reproducible
oralmente,
luegosegn
veremos.
3.' La prueba material, que es la atestacin
code
sas en la materialidad
formas
de directamente
sus
percibidas.
En suma, segn lo expuesto, la prueba puede considerarse bajo tres aspectos
igualmente
esenciales: en
cuanto al objeto, en ouanto al sujeto y en.quanto 8 la
Ldgicd.-TONO I.
10
forma. En
cuanto
al objeto, la prueba
divide
se en
cuanto
al sujeto, en
prueba directa B indirecta; en
y real; en cuanto
la forma, en prueprueba perso~&al
ba testifical, documental y mate~ial.
Y aqui el programa de
nuestra
exposicin;
procederemos estudiando distintamente, primero la clasificacin relativa al objeto; luego la referente al sujeto,
y por fin, la relativa 5t la forma;
guiados
por este triple criterio, abrigamos el convencimiento de desarroliar racionalmente
la materia
toda
probatoria
criminal.
Mas, antes de pasar adelante, se nos ocurre una indicacin de carkcter general, importante nuestro
parecer, no slo para clasificar las pruebas en abstracto, sino tambien para determinar la clase que
pertenece cada una de las pruebas
concretamente.
Al
hablar de la clasificacibn en cuanto al objeto, determinamos el delito como el objeto de la prueba en lo
criminal. Al hablar de la clasificacin en cuanto su- al
jeto y ti la forma, considerbamos sujeto y forma siempre con relacin ti la conciencia del juez del debate.
Ahora bien; reclamamos
especialmente
la atencibn
del
lector
acerca de esto, por tener gran importancia
en la critica
criminal.
los que
dos puntos de
Es importaiitisimo no olvidar
vista, los dos polos necesarios para no perder la orientacin en materia de pruebas,
son precisamente, de un
y que en lo crimilado, la cosa que se debe ave~~iguar,
nal es el delito ; del otro, espiritzc
el
ante quien se debe
averigua,*,que en lo criminal es el del juez del debate,
en el juicio pblico; y digo en el juicio prblico, porqire,
por carcter
el
social del convencimiento, en materia penal, al lado de la conciencia del juez sentenciador, hay la conciencia social que debe formar su con-
vencimiento;
cual se verifica
lo
en el juicio pblico.
B referir
la prueba & esta doble
Nos limitamos,
pues,
conciencia, cuando al referirla al juez del debate,
ailadimos; en el juicio pblico. El primer criterio, el
de la cosa que ha de averiguarse, sirve para determinar la prueba desde el punto vista de
de su contenido;
6 conciencia ante
el segundo criterio, del espritu
el
quien se averige, sirve para determinarla desde el
punto de vista del sujeto y de la forma.
Si no se tienen
estos dos puntos
presentes
al razonar
l a naturaleza y el valor de las pruebas, no se pueden
y cientfficas; se asignar&,
tener
ideas
determinadas
en todo momento, naturaleza y valor distintos 8 cada
prueba, segn que se refiera
it distinto contenido y &,
distinta conciencia, produci6ndose as una grande y
fatigosa vaguedad,
incompatible
con la, producci6u en
el lector de una
verdadera fe cientffica,
La gran importancia de los puntos prefijados se
comprende fcilmente.
Si no se tiene preseute siempre el delito como objeto
de la prueba en materia criminal, 6c6mo poder llamar
con seguridad 6 inmutablemente directa 6 indirecta
A, una prueba dada? Lo que es prueba indirecta con
relacin al delito, es directa con respecto A la circunstancia inmediatamente probada. De ahf la indeterminacin del concepto de la prueba directa 6 indirecta, porque
las
todas
pruebas son directas con relacin
4 lo inmediatamente probado, 6 indirectas con relala confusin
probado;
de
cin B lo no inmediatamente
las pruebas en cuanto al objeto puede ser una consecuencia, necesaria.
Si el sujeto de quien la prueba emana no se conaidera siempre con relrtci6n A la conciencia del juez;,
.no ser&posible encontrar nada estable en 1s clttsi6ba-
148
La averiguaci6n de la verdad
finessupremo
el y
esencial'de ias pruebas. Ahora
bien;
cual fuere
sea
la
especie
verdad
de que se trate de averiguar, Asta no
obra como fina.lidad sobre la naturaleza sustancial de
la prueba, [sino en
cuanto verdad,esno tal 6 czla2
verdad; realmente, la verdad que
trata
se de averiguar no lo presentar&al espritu 1s prueba, sino como
tal verdad y en
cuanto
es verdad, siendo por lo dem&s indiferente, la natus.aleza de ba v e ~ d a despecifica
Q que la prueba se
refiere,
pues la natuvaleza de la
pruebaLser&siempre la misma.
No seria, pues, 16gico hacer una clasificaci6n fundamental y met6dica de las pruebas, derivndola de
la naturaleza distinta de las verdades que con ellas\
se quieren averiguar.
Mas conviene hacer notar que, de hecho, en el juicio
destinadas
sentar 1%
penal, frente 5L las pruebas
cel*teza de l a debincuencia, se producen las destinadas
A combatirlas,
laprovocando
creencia en bn inocencia;
y hablo de certeza en el primer
caso y de creencia en
01S egundo, porque la, acusaci6n no prueba
si nada
na
152
L O G ~ C A DE LAS PRUEBAS
.
los fines especiales que se persiguen en el proceso judicial, en cuanto tal distincibn determina de diverso
modo las obligaciones de aquel que pretende probar,
y que produce prueba en materia criminal. Las de
aquel que quiere probar la inocencia son mucho mhs
restringidas que las de quien se propone probar la delincuencia.
Antes de proceder estudiar esta distincin, fiindada en los fines especiales de las pruebas, es preciso
notar que se la considera siempre como accesoria y
subordinada respecto de las distinciones fundamentales que se desprenden de l a natuvaleza de las pruebas;
mas esto no 'puede turbar para nada el programa de
nuestro trabajo, el cual sigue teniendo como
bases
inmutables las distinciones procedentes que de la naturaleza de las pruebas se derivan; ya se encaminen las
pruebas demostrar la delincuencia, ya se propongan
probar l a inocencia, no podrn menos de ser directas
6 indirectas en cuanto a l objeto, personales 6 reales en
cuanto a l sujeto, testificales, documentales 6 materiales en cuanto la forma.
Esto supuesto, examinemos las pruebas, atendiendo
+
la distinci6n
i
que resulta de sus fines especiales.
Ya hemos dicho que en general las pruebas atienden, como sus fines superiores en el juicio penal,
demostrar la inocencia 6 la delincuencia; procuremos
ahora contemplar un poco ms detenidamente esta
distincin de las pruebas segn los
fines;
deveamos
llegar por va de anlisis ti tal distincin,
precisando
as y justificando su nocin.
Ante todo, cutiles son los fines que pueden difercn.ciar las pruebas de un modo determinado? Al igual
que toda accion humana, la produccin de una prueba
puede estar destinada diversos fines; primero un
164
156
-
clasificacin de las pruebas la deducimos de su fin especial inmediato, tenemos una prueba que corrob ora
el contenido de l a prueba disculpante, pero sin ser eu
.s misma de esta naturaleza.
De todo lo que queda dicho acerca de las pruebas
corroborantes 6 infirmantes, resulta que se dirigen inmediatamente acreditar 6 desacreditar las pruebas ,
.dirigibndose siempre al fin mediato, prximo y superior, de acreditar el aserto de la delincuencia 6 de la
inocencia ; y sin embargo, las pruebas indicadas ,
desde el punto de vista del fin superior prximo que
kienden siempre en el juicio penal, se resuelven B sil
vez en la prueba de la delincuencia y de la inocencia.
Ahora bien; resumiendo lo expuesto, las prueb as,
desde el punto de vista del fin especial inmediato 5
que tienden, se dividen particularmente en cuatro
clases:
1.' Pruebas de incriminacin.
2.& Pruebas de disculpa.
3.' Pruebas corroboran tes.
4." Pruebas infirmantes.
Estas cuatro clases, adems, desde el punto de vis 1a
del fin superior, inmediato 6 prximo que tienden
e n el juicio penal, se agrupan en dos categorias:
1." Pruebas de l a delincuencia: comprenden, de
an lado, las de incriminacin, cuyo fin inmediato es 1%
delincuencia; y de otro las corroborantes de las de 1%
delincuencia, y las infirmantes de las de la inocencia;
encaminadas unas y otras a l fin superior prximo de
hacer triunfar el aserto de la delincuencia, en cuya
.demostraci6n por pruebas, se resuelven las primeras
por consecuencia mhs prbxima, y las segundas por
Consecuencia
prxima.
menos
Pruebas de la inocencia: comprenden estas, de
POR N I C O L ~ SFRAMARINO
--
167
un lado, las de disculpa, cuyo fin inmediato es la inocencia; y de otro, las corroborantes de las de la inocencia y las infirmantes las de la de
acusacin,
encay otras
minadas
unasal fin superior prximo de hacer
triunfar el aserto
la inocencia,
de
resolvindose todas
en pruebas de esta,
las
primeras
consecuencia ms
por
consecuencia
por
menos prprxima, y las segundas
xima.
La primera
categora
es aquella que principalmente atiende y en que con preferencia se ocupa la teoria
de las pruebas; los ms graves problemas de la critica
criminal slo tienen por objeto las pruebas y la averiguacin de la delincuencia. Ya hemos dicho que son
pruebas de certeza y de probabilidad, airadiendo tambin, que la delincuencia no se reputa probada sino
cuando lo es de un modo cierto. Por eso, cuando ha- se
bla de la delincuencia en general, y de pruebas de incriminacin
se
en habla
especial,
siempre de pruebas
singude certeza, ya que no con relacin S cada una
d eprobatoria
larmente, S lo menos en la acumulacin
todas las que
forman
la legitima base del juicio condenatorio; ya hemos mostrado antes de qu modo las
pruebas de probabilidad pueden, acumuladas, convertirse
pruebas
en
de certeza. Cuanclo se habla de pruebas de
delincuencia,
se habla de pruebas de certeza,
en cuanto no puede afirmarse aquella sino en virtiid
de haber logrado Asta: ahora bien;
nuestro
estudio rela eficacia,
aseverante 6.
caer&principalmente
sobre
no, de aquellas
que
pruebas
hemos llamado, en particular, de incriminacin, como dirigidas
inmediatamente & probar la, delincuencia.
No puede decirse lo mismo respecto
las pruebas
de
de la inocencia, en general, y de las de
disculpa
6 descargo, en ptirticular. Si para probar la delincuencia,
es preciso pruebas,
cuando
que,menos acumuladas,
produzcan la certeza, para probar la inocencia 6 la
menor criminosidad, no s610 bastan las pruebas de
probabilidad 6 de inverosimilitud, sino que bastan en
general las que no son propiamente
estopruebas,
es
la de simple
credibilidad.
Desde el momento en que se
.juzgan adniisibles,
razonablemente,
las hiptesis de Ia
delincuencia y de la inocencia, debe tenerse
poresta
creprobada, del propio modc cuando se conceptan
bles las hiptesis de una mayor
delincuencia
y de una
menor, la ultima es la que debe darse por probada.
En cua~ito5 las pruebas
de
pruebas
particular,
en
esto es, en cuanto B las corroborantes y las infirmantes, para ver de que fuerza deoen ser 5 fin de que
puedan tener eficacia en el juicio penal, es preciso
atender 4 la naturaleza de las pruebas
estnque
llamadas SL corroborar 6 & debilitar, ya que de la naturaleza de Astas en relacin con su naturaleza, depende
si deben resolverse
en
de la pruebas
delincuencia 6 de
la inocencia.
Si las p*uebascorl*oborantes fuesen llamadas A fortificar la credibilidad dudosa de
una
prueba
de inclgiminacidn, para que
tengan
eficacia judicial es preciso
que sean
certeza,
de
es preciso que no dejen duda,
acerca de lo creble 1%pruebndeincriminacidn;
de
une
prueba de sta clase,
poca
porduda
que noofrezca,
puede ser base de condena. Si, por el contrario,
las pruebas coj*roboj*antes
fuesen
llamadas
4 fortificar la creencia vacilante en favor de una pjwuebade discuba,
aunque no sean de certeza, pueden tener siempre su
eficacia en el juicio penal; basta, frente la hip6tesis de
la no credibilidad, acreditar la hiptesis de lo crefblc
de una prueba de disculpa, para que Bsta pueda
tener
en su caso un valor judicial, siendo, como es, suficiente
CAPITULO I V
Peso de la prueba.
Antes de que
el espiritu
humano se encuentre,
coii
respecto al conocimiento de un hecho, en el estado de
duda, 6 de probabilidad, 6 de certeza; antes de recorrer esta
escala
psicolgica,
ascendente que conduce it
la posesin luminosa de la verdad, puede aqul encontrarse en un estado negativo
que de llamarnos
ignorancia.
Si al espiritu
que se le ignora
presentan dos asertos contrarios relativos al hecho ignorado, necesitarh,
si se quiere
que
corra la se
indicada
ascender:-.
escala
te,
comenzar imponer por
la obligacin de la prueba
It uno 6 A otro de los contrarios
asertos.
Pero podr hacerse esto capricho? No: hay aser-.
tos que
tienen
derecho & la fe antes de toda prueba
contraria; debe ser, pues, un principio de razn el que
determine, de un lado,
derecho
este la fe anterior
las pruebas, y del otro, la obligacin contraria de 1%
precedente
produccin
de las pruebas.
La, investigacin
tal principiodees el problema de
c%r.rctergeneral que nos proponemos tratar ahora,
Hemos supuesto que se presentan
dos asertos con-
krarios. Ahora, cuando estos dos asertos se les considera antes de que cualquier prueba, intrnseca &
ellos,
haya
se presentado
dando
uno que ms
B
fe
otro, no se puede juzgarlos
que por
ms naturaleza
su
intrnseca, y por las presiinciones de credibilidad que
van ligadas esta su naturaleza: si, pues, de la consideracin de los dos asertos en si mismos resulta que
uno es ms cieible que el otro, es lgico y natural, que
debiendo imponerse la obligacin de la prueba & uno
aquel que no
tiene su fa-en
de los dos, se imponga
vor la presuncin
la fe. Endela presuncin, es, por
tanto, donde es necesario investigar el principio
supe6
cargo
de
la
prueba.
rior
determinante
del peso
Pero y en qu6 presunciones
consistir&
propiamente
este principio
superior?
Creo que el criterio directivo
mpremo para la solucibn del
problema,
va implcito
en aquella presuncin general que es la madre de todas las especficas y particulares, en la que nace del
curso natural de las cosas humanas. Observando quc
una cosa se verifica en el mayor nimero de casos,
cuando el espritu
humano
desconoce si en un caso
un por
particular la cosa se verifica 6 no, inclinase,
vez toda
juicio de probabilidades, B creerla verificada,
que es
ms
creble
que haya sucedido lo que ordinariamente suele
suceder.
Lo ordinario se presume:
he ah la presuncibn madre, el rbol genealgico de
las presunciones.
aser-un
Ahora, si lo ordinario se presume, cuando
So de hecho ordinario se encuentra frente al aserto de
un hecho extraordinario, el. primero merece m8s fe
que el segundo, por lo que ste es el que debe empezar
.Aprobar. Si lo ordinario se presume, lo extraordinario se prueba: tal es el principio
supremo
peso de
del
la prueba,
principio
que llamar ontolgico, en cuanto
Ldgisa.-Toaao
I.
11
162
tiene
su fundamento
modoinmediato
natural de
en
el
ser de las cosas.
Quien afirme
aquello
que est en el curso
ordinario
de los sucesos, no tiene la obligaci6n de la prueba:
tiene
en favor
su la voz
universal
de las cosas mismas, y la
de las personas
lo confirman
que
en virtud del resultado general de la observacin y de la experiencia.
Lo ordinario, pues, se presume.
Mas quien, en cambio,
afirme, lo que est fuera del curso ordiulzrio de los sucesos, tiene
contra
en de si la voz universal de las couniversal
de las
sas, conlrmada por la voz tambin
personas: en su virtud tiene la obligaci6n de sostener
con pruebas particulares 'su aserto: lo extraordinario
se prueba.
Dadas,
dos
pues,
afirmaciones
una opuestas,
ordinaria y extraordinaria la otra, la primera se presume
verdadera, la segunda debe ser probada.
Dadas dos afirmaciones
desigualmente
ordin
(ya que en lo ordinario y en lo extraordinario puede
haber sus grados), la mhs ordinaria se presume verdadera debiendo probarse la menos.
Dadas dos afirmaciones desigualmente
extraordinarias, la menos se presume verdadera, la m8s debe
probarse.
SerA, sin duda, dificil apreciar el ms 6 el menos
de lo ordinario y de lo extraordinario, pero esto no
disminuye la justicia de la teoria,
integridad.
ni su
Al modo cmo la observacin
nos exterior
ha dado
el principio
supremo
para el peso de la prueba, el
principio ontoldgico , l a observacibn interior, nos da
-otro
principio
al subordinado
primero y que yo llamare Zdgico: principio que tiene su raz en los medios de
prueba que el hombre
para
tiene
producir rli otro 1%
,certidumbre:
Igico
llamamos
A, este
principio,
porque
se
1.64
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
vir-
--
en
actos buenos de que se siente capaz, aun los ms optimistas vacilaran: no siendo ste, por lo dems, el
lado
en del
virtud
cual se hace valer la presuncin en
el problema
probatorio.
Pero ser quiz verdadera la
presuncin
negativo,
en su que
lado
lleva creer que
el hombre no incurre en acciones 6 omisiones contrarias la bondad? Ser acaso verdad que el hombre
lAh!
criminosas?
no comete ordina.riamente acciones
Lo mismo por el lado
positivo
que por el negativo, la
triste apariencia del mundo nos advierte la falsedad
de la presuncibn. No soy pesimista; pero una ojeada,
por rpida que sea, sobre la vida, tal cual es, hace
caer por tierra todas las sonrosadas ilusiones sobre la
bondad del hombre ; la vida humana, llena de deseos
,. de luchas sin
vehementes, de pasiones
insaciables
tregua, entre homSres y hombres; la vida humana,
digo, no es
jardndonde de ordinario
florezcan
los
actos buenos. Si el hombre naturalmente nace bueno,
lo que se llama mundo,elinfluyendo en 61, le despoja,
bien sea del noble entusiasmo,
bien
de un
sentimiento
filantrpico 6 de una virtud modesta, para dejar tan
slo el homb~ede mundo, seco y fro. La experiencia,
pues, no nos permite aceptar esta indeterminada presuncin de la bondad humana, auii entendida en sil
aspecto negativo, segn el cual se presume
el que
hombre no realiza actos ilcitos.
Pero todo esto puede sostenerse en cuanto se trata
de los actos
general
en conscientemente contrarios
la bondad: pues si por acciones
ilfcitas
se entienden
las criminosas , entonces la presuncin no es ya una
ilusin
optimista,
de
sino una firme observacidu de
%estadista.La experiencia nos muestra que son, afortunadamente, mucho ms numerosos los hombres que
no cometen delitos que
que
los los
cometen:
la expe-
172
nes,-el principio
nolgico,
tiene influjo alguno, imperando slo para fijar el peso de la prueba el ontolgico.
De
todas
suertes, sea cual fuere el influjo del principio lgico, es siempre
accesorio
para determinar la
obligacin de la prueba, debiendo subordinarse siemsuprepre al principio ontolgico, que es el principio
mo del peso de la prueba.
Ahora, el principio ontolgico pone cargo del
que acusa el peso de la prueba, en cuanto considera
acusalos dos asertos contrarios, del acusador y del
do, antes de desenvolverse
las pruebas. Pero desde el
momento en que el acusador ha desenvuelto las suyas, si el acusado, en contra del
aserto
delse primero,
limita una simple afirmaci6n contraria, no hace ms
que contraponer una afirrnacidn no probada una afi?*macidnpvobada, y como la probada tiene
derecho
ser tenida
verdadera
por
con
preferencia
B la no probado, la presuncin de verdad est en este segundo momento B favor del acusador, y l a obligacin de probar recae en el acusado.
Dentro de estos limites va implcita la preszcncidn
del doto, de que se trata en la critica criminal. Lo ordinario en los hombres, cuando obran, es saber la naturaleza de los propios actos y la meta que se encaminan. Ahora bien; si mientras el hombre, sin
referirse accin alguna, se presume inocente, desde el
momento en que esth probado que ha realizado un
acto que
tiene
exterioridad criminosa, se le presume
reo en
cuanto
se le presume conscio de la propia
naiuraleza de la accin, la cual in se doZzcm habet. Esta
presuncin de dolo no es ms que una presuncin jet~ a ' stafitam, que encuentra su justificacidn en la exterioridad criminosa de la, accin ya probada, en cuan-
XXXIX-
176
--
de la prueba en el juicio penal, no es ms que una deduccin de aquel principio ontolgico que presentnmos como supremo para el peso de la prueba.
Este principio, precisamente por ser supremo, tiene
valor hasta en lo civil para determinar el peso de le
probanza. Planteado un litigio civil, el actor no puede
desde un punto de vista muy general, proponerse mas
por
gozado
el
que, 6 la impugnacin de un derecho
demandado, 6 la aseveracin de una obligaci6n de
Bste. Ahora bien; la experiencia nos dice que son mAs
los derechos que se gozan legtimamente que no los
gozados de un modo ilegtimo; 6, en otros trminos,
que en la magoria de los casos, los derechos gozados
por una persona los goza unde
modo Iegitimo, siendo
as lo ordina?-ioque se goce de un derecho que nos corresponde, y lo erntraordina~.ioque se goce de un derecho que no se tiene. La experiencia nos dice tambin
que es mayor el nmero delas obligaciones reconocidas
y cumplidas extrajudicialmente, que el de las reconocidas y cumplidas judicialmente, 6, en otros trminos,
que en la mayoj4a de los casos las obligaciones recose
nocen y cumplen, sin necesidad
recurrirdeal juicio,
judicial
es o?*por lo que el reconocimiento sin litigio
dinaj*io y el no
reconocimiento ext~aordinavio.De
es
donde se deriva que el actor que impugna un derecho
que goza el demandado, el actor que pide judicislmente el reconocimiento y el cumplimiento
una obliga- de
cin, no hace sino afirmar un estado
cosas
decontrario al que resulta corriente de ordinario, 6 sea un estado de cosas extj*ao~dinario;por lo que le incumbe la
prueba, ya que la presunoi6n favorece a l demandado.
Este punto de vista me parece claro y determinado,
hasta poder admitir L mAxima romana: o ~ z t s p ~ * o b a n ~ ~
incacmbit actori.
NICOLAS
POR
-
FRAMARINO
177
-
--
TERCERA PARTE
INDIRECTA
CAP~TULO
1.-Prueba directa 8 indirecta.
CAP.11.-De la prueba directa.
CAP. 111.-De la prueba, indirecta. Su naturaleza 7 elasificaci6n.
Titulo l.'-Presuncibn.
Tit. 2.O-Indicio.
Plrrafo l
.' del tit. 2.O-Del indicio en
general.
Plr. 2.O del tit. 2.'-Indicios
particulares.
Articulo l.'-Indicio
causal de la capacidad intelectual y fisica para delinquir.
Art. 2.0-Indicio causal de la capacidad moral para delinquir en virtud de la disposici6n generica del lnImo de la
persona.
Art. 3.O-Indicio causal do Ia capacidad moral
delinpara
quir por un impulso particular hacia el delito.
Arti. 4.O-Indicio de
efectos
por las
huellas
materiales del
delito.
Art. 5.'-Indicio
de efectos por las huellas morales del delito*
UAP. 1V.-Pruebas indirectas j u ~ ket de jure.
CAPITULO 1
su
182
que la justicia se haga. La verdad, pues, que se procura averiguar en el juicio criminal es el delito; y la
critica
criminal
atiende
A determinar
precisamente
las
reglas
lgicas
para que la certeza del delito sea, hasta
, la
donde
quepa,
no errnea, sino
correspondiente
verdad objetiva; todos los grandes
problemas
critica criminal no tienen por objeto m&s que las pruede
bas y la averiguacin la delincuencia.
En su virtud, d examinar y clesificar las pruebas
segn su contenido, van 6stas referidas en la critica
criminal, como su punto fijo, al delito, que es la
verdad particular que se quiere averiguar mediante el
juicio
Esto sentado, la prueba puede s.ef'eri~*se,
como objeto inmediato, al delito, aunque sea A un
elemento
mnimo de 81, 6 puede consistig*en el mismo elemento
criminoso, en cuyo caso se llama divecta. Puede tambien la prueba g*efeg*ig-se,como A objeto inmediato,
ana cosa distinta del delito,
la cual,
de por
raciocinio
lbgico, se va al delito, refirindose por ello 8ste mediatamente, 6 puede directamente colzsistig*en dicha
,cosa distinta, y entonces la prueba se llama indivecta
He dividido la hiptesis de las condiciones constitutivas, tanto de la prueba directa como de la-indirecta, para dar
completa
la nocin, teniendo en cuenta
la distinta naturaleza subjetiva
las pruebas,
de
segn
-su naturaleza personal 6 real.
La primera frmula
la hipdtesis,
de
que considera
que la prueba tiene por objeto inmediato el delito b
una cosa distinta
delito,
del se
refiere
A la categoria
de las pruebas personales. Un testigo se presenta
declarar, y dice haber visto , Ticio matar , Cayo : el
homicidio, que es
el
que resulta propia y direotamente atestiguado, es objeto inmediato
la deposide
de
cin: he ahi una prueba personal directa. Por el contrario, el testigo dice haber visto ti Ticio huir, pote
despues de haberse cometido el homicidio. La fuga de
Ticio que es objeto inmediato de la deposicin, es una
cosa distinta del delito, lo cual sirve para inducirle:
he ah una prueba personal indirecta,
&a segunda frmula, esto es, la del caso en que la
prueba consista en un elemento criminoso, en una
cosa distinta del delito, refierese las pruebas reales.
La letra de cambio falsificada, presentada en juicio,
es una prueba que no tiene por objeto inmediato el delito, sino que consiste en el delito, 6 propiamente en
aquel elemento del
mismo
que pronto especificaremos
ah
con el nombre de evento material criminoso:
cmo se concreta la direccidn de la prueba veal. El
temblor que se apodera, por ejemplo, del acusado, en
la sala de audiencia, la vista del vestido del muerto,
no es una prueba que tiene por objeto inmediato une
cosa distinta del
delito, una sino
prueba que consiste
en una cosa distinta de 81, y de la cual se arguye el
mismo: he ah de qu8 manera se concreta lo indig*ecto
de la prueba real.
Esta distinci6n objetiva de la prueba di~ecta8 irtdirecta, que se compara con la distincin entre prueba
no artificial y art.ificial, aunque se remonta los m&
antiguos escritores, me parece que no siempre ha sido
tenida en cuenta como es debido, ni ha sido clara Y
exactamente determinada.
En [muchos libros de critica criminal esta distinci6n se encuentra comprendida entre otras cien distinciones sin importancia, lo que hace suponer que, si
se le da su justo valor, no se le asigna su verdadero
puesto, toda vez que no se la considera con el detenimiento que pide.
he
POR NICOL&
FRAMARINO
186
lenguaje.
186
6 certificar en juicio. Es preciso comenzar por apreciar la credibilidad de este sujeto personal 6 real de
la prueba; credibilidad que consiste en la relacin
eny lo aseverado ; relacin
de
kre el sujeto
testificante
mentira
(rnendacitd) entre la persona
veracidad 6 de
y su atestacin,
6dede verdad
falsedad
entre la cosa
y sus posibles atestaciones.
Digo atestacin respecto de la pel-sona y posibles
afestaciones respecto de la cosa,
porque
aquella
siempre univoca y determinada, mientras estas son
excepto
por lo comn polivocas (1)6 indeterminadas,
-cuando se trata de prueba real-directa, en la cual,
.atestante y atestado se identifican,
adquiriendo
la
cualidad de univoca,
respecto
del elemento directamente probado;
cuyo caso
en d.e prueba real-directa,
la, condicin de polivoca queda slo respecto de los
elementos criminosos no probados
directamente
con
la pruebas,
cual, con relacin 6 ellos, es
semejantes
y por tanto polivoca.
siempre
indirecta
Ahora
esta
relacin
de
veracidad
6 de mendacitd
.(como cualidad del sujeto que miente), entre la persona,
estade verdad
relacin
.que testifica y 18 que testifica,
y de falsedad entre la cosa y lo que revela, esta
credibilidad,
endel sujeto
suma,probatorio,
siemnecesita
pre ser apreciada en
su
valorla razn,
porlo mismo
cuando se trata de prueba
directa que cuando se trata
de la indirecta.
Tanto en el caso de que el testigo diga haber visto B
Tacio matar 8 Cayo, como en caso
el en que diga haber
visto al primero huir poco despues del momento del
(1) El autor inserta aqu una nota acerca del empleo de las
palabras m i v o c o y zunhocitd y polivoco y poZivocit&, que no traducimos por
tener
no directa aplicacin en la traduccin presente. (N. del T.)
es
--
190
L ~ G I C ADE LAS
PRUEBAS
En una causa
libelo
por injurioso, se presenta en j uicio el escrito
criminoso, En
cuanto
B la materialidad
que es prueba
del delito, materialidad
de directa el es crito presentado, es preciso trabajo alguno del racio ~ciniopara alcanzar la certeza? No, en ese caso la cosa
que prueba y lo que prueba es todo uno; la fuerza de
escrito,
y
la prueba aqut consiste en la percepcin del
n o en
argumentos la razn; la de
eficacia objetiva de
esta prueba, en cuanto es di,recta, no resulta sino de lu
afirmacin pura y simple de lo percibido.
Es muy distinto el caso de la apreciacin
.en la prueba real indirecta. U n hombre ha sido eucontrado muerto cuchillo, en un campo cuyo terrecasa
del acusado se han encontrado
no es cret8ceo. En
los zapatos del mismo manchados de fango anlogo al
del terreno; los zapatos se han llevado al juicio. He
aqu una prueba real indirecta. Los zapatos manchados que se quiere sirvan para averiguar el delito, son
una cosa muy distinta del delito; aqu la cosa que
prueba no puede
relacionarse
con la probada, sino
mediante un trabajo de raciocinio. Es preciso comenzar rechazando
las hiptesis
todas que puedan explicar no criminoslzmente aquel fango de los zapatos del
acusado; es preciso, por ejemplo, rechazar la hipbte.sis de que 6ste haya podido pasar por aqul terreno
a t e s del
delito,
6 bien que haya pasado despus, 6
.que haya pasado
otropor
terreno de la misma clapuesto un lado,
se, etc., etc. S610 despus de haber
con argumentacin
todas laslgica,
respuestas no criminosas, puede la raz6n encontrar el lazo
unin
de
que aquella prueba tiene indirectamente con el delito;
la eficacia objetiva, pues, de esta especie de pruebas,
no puede afirmarse sino mediante labor de raciocinio.
En suma: si desde el punto de vista de 1a aprecia-
objetiva
194
L ~ G I G A DE LAS PRUEBAS
- -
esto
directa. Un testigo, por ejemplo, declara haber presenciado el origen de una reyerta entre Ticio y otros, de
una parte, y Sempronio y otros, de otra; aade que en
tal momento
vi6sacar un pual, habiendo
Ticio
Sempronio
huido entonces, por lo que nada m8s sabe.
est&herido. El testigo ,3610 presenta la prueba directa
criminoso
conque
de una fracci6n de aquel elemento
siste en la acci6n: ha visto & Ticio empuar su arma,
pero no le ha visto herir. La prueba directa de lo primero, sirve como indirecta para lo segundo; la pruees indirecta del
ba directa de una fracci6n de accin,
resto del elemento
criminoso.
Ticio Otro
ha,
ejemplo:
desaparecido ; Cayo ha visto & Sempronio herirle en
una riiia, con un cuchillo; nada m8s ha visto, pues
huy6. Esta prueba directa de la accin criminosa, que
es uno de los
elementos
delito, puede del
servir de indicio de otro elemento, del evento homicida, que & Sempronio se imputa. Otro ejemplo m&s: Ticio aparece
muerto y hecho
pedazos;
el examen pericia1 anat6mico del cadhver, comprobacin directa del
hecho
criminoso, puede servir para indicar indirectamente la
persona del delincuente, por la grande y especial
peridelito,
cia manual que se revela en la comisibn del
Por lo demhs, si hemos afirmado que no hay prueba,
directa sin mezcla de indirecta, se comprender que,
por el contrario, la indirecta puede
en cambio
presentarse sin mezcla alguna de prueba directa.
CAPITULO 11
se-
198
199
1.-EVENTOCRIMINOSO .
No hay delito
un sin
hecho externo que viole el deobjeto: objeto
recho. Todo delito
tiene, un doble
pues,
material, que es la cosa 6 persona sobre que recae la
acd6n, y objeto ideal, 6 sea el derecho que resulta
violado. De donde resulta una doble
especie
de evento: el material, resultante de la wcci6n sobre persona 6
200
se
se
---
--
--
206
hacia fin.su
Si se quiere
penetrar en un lugar cerrado para robar, no se recurre simplemeilte las meras
fuerzas
musculares
6 la propia agilidad; se usa la
ganziia para abrir la cerradura, la palanca para violentar la puerta, la escala para salvar los muros. Si
se quiere matar, no se fa s61o en la fuerza de los brazos, sino que se usa el pual, la escopeta 6 el veneno.
Estos medios, instrumentos ciegos y mudos en manos
del delincuente
los aplica,
que se identifican con sus
acciones, y adquieren, por
decirlo
asi, la intenci6n
criminosa que los guia. Aun cuando estos medios fuesen creados
la acci6n
por del delincuente, como cuanladr6n
construye
la escalera con que roba,
nundo el
ni
ca serjan el producto de la acci6n criminosa, podrfan
considerarse
como evento, porque siendo en si
inofensivos, desde el punto de vista de la criminosidad, son siempre meros medios. En general, toda materialidad p~odzccida, no como concreci6n del delito,
sino como medio directamente encaminado ,dicha,
concrecin, cuando no es por
si misma criminosa, no
entra en el evento criminoso , sino en la accidn crimirzosa; as, la puerta derribada, que, para prescindir de
la hip6tesis de la criminosidad intrnseca del da80 que
implica el derribo, suponemos del mismo agresor, la
puerta derribada, digo, fin de alcanzar y ver B un
evento criminoso, sino
hombre para matarlo, no es un
un simple medio criminoso,
parte de
una
la acibn crirninosa.
Ahora bien; volviendo al objeto principal, los medios, aun los no personales, empleados para realizar
el delito, desde el momento en que
directamente
se 10s
encamina la meta que el delito supone, entran formar parte de la a,cci6n criminosa; y la prueba inmediata que ellos se refiere es preciso considerarla
PCR K I C O L ~ S FEAMARINO
207
208
dios no personales
empleados.la accin cri-Tomada
minosa en
un
sentido estricto indisolublemente personal, la prueba directa de la misma es tambin disecta del
agente.
Pero cuando,
por as, incordecirlo
pora la propia accin estrictamente personal, mepor
naturaleza,
su
dios extraiios, y que no tienen,
~inculoindisolublementepersonal; cuando
entrar
hace
.en el orden
la propia
de
actividad
una pacriminosa
lanca, una escala, un pufial, l a prueba inmediata de
estos objetos, siempre
es rigurosamente una
prueba
directa, en cuanto es inmediata un fragm.ento
de de ac(ci6ncriminosa. Y estos medios, probados directamen.te, como no estan ligados naturalmente la persona,
no pueden por si solos funcionar sino como prueba indirecta de la persona del agente; de otro lado, en
cuanto al evento consumado, son pruebas indirectas,
tambibn como todas las directas
la simple
de acci6n.
De esto se sigue
enque
cuanto los fines priricipales
de los juicios, consistentes eiz la averiguacin del reo y
del
evento
criminoso, por si solos, las pruebas directas de esta
especie
no funcionan
con lasino
eficacia y
utilidad
pruebas
de indirectas.
A todo lo cual es preciso
afiadir que tales cosas, con
respecto su misma sustancia de pruebas directas,
como su criminalidad estA slo en el uso iinicamente
ea cuanto han servido para este caso, constituyen ni1
fragmento de accin
criminosa;
y asf, para que tengamos contenido de pruebas directas, deben haber sido
percibidas como teniendo parte directa
la accin.
en
Un pufial
que,
porse ha encontrado
ejemplo, en casa
.de Ticio, acusado
lesiones,
por no es m6s que una
prueba indirecta, un simple indicio. El pufial ser&,
por el contrario, objeto de la prueba directa de la accin
criminosa,
ea cuanto baya sido persibido en el
POR
NICOLAS
FRAMARINO
209
14
210
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
hacer
Antes pasar
de adelante, es necesario
que la determinacibn de la persona del delincuente
por prueja directa, no se veriflca m9s que en la de 1%
simple ztcci6n, en la acumulativa de la, acci6n y de 18
intencidn; un individuo no puede ser afkmado por
notar,
POR X I C O L ~PRA&lARINO
211
812
meta,
indirectas: percbense
distintas
cosas
de la intencin
se para inferirlas.
propiamente dicha, y de ellas parte
De todos modos, es necesario
determinar
en que
consiste este concurso de la inteligencia y de la voluntad, para determinar en qu consiste este elemento subjetivo interno del delito, que descansa la intencin,
en
y que es el tercer posible contenido de la prueba
directa. La materia es vasta; pero la examinaremos rApidamente y del modo ms comprensible que nos sea dable.
Procedamos con orden.
a) Inteligencia.
La prueba
subjetiva
ante todo est llamada B averiguar el concurso de hecho de lw inteligencia,
en cuanto la acci6n realizada y Si, las consecuencias de la
accin. Esta visin intelectual de la accin y del evento contrario al derecho, es necesaria para el dolo. Si
faltase la del evento, no habra dolo; culpa s610, si el
evento podia preverse, y acaso si no poda preverse.
Es preciso, pues, en primer lugar, averiguar el modo
cmo la inteligencia ha fecficionado de hecho con relacin al delito, para determinar si hubo 6 no hubo dolo;
y para poder, en la segunda hiptesis, afirmar la culpa
6 el acaso,
con el criterio
si el deevento podia 6se
no
prever.
Por la inteligencia, fuera de la funcin indicada,
so
determina
de
el plenitud
grado
derivado
la pode
tencia de Za facutad; trBtase de le perfeccin mayor
6 menor, 6 de la imperfeccin
6 irresponsacompleta
ble del acto intelectivo,
virtud deenlas condiciones
inhersntes la facultad
intelectual.
Bajo este aspecto
6 ami- excluirse
el concurso de la inteligencia
puede
norarse por causas Gsiolgicas, como la edad, som-el
nambulismo, la sordomudez y la locura, y por causa
ideol6gica, el error.
214
-
misma.
con dirigida
la
voluotad
a
18
cosa
- -
--
volitivo,
con relacin las condicio.volitiva
nes inherentes la facultad
Esta perfecci6n mayor 6 menor de la voluntad
puede considerarse
relativamente su espontnea energia
intf*nseca,y al inflzbjo de las causas ext~*nsecasque
sobre
obran.
ella
En cuanto la energia intrnseca, es mayor 6 menor
s e g b la mayor 6 menor fuerza de la voluntad criminosa, encontrndose la medida de esa fuerza
la. en
persistencia y duracin de la determinacin criminosa.
La prueba
pues,,
tiene,como objetivo aqu poner de
relieve si el dolo ha sido perseverante 6 no, esto es,
pg*emeditado 6 improuisado .
En cuanto al influjo de las causas
extrnsecas
obran sobre la libertad humana, pueden obrar sobre
la libertad como facultad de manifestacin, 6 sobre la
libertad como facultad funcional interna: esto es, con
relacin al objeto de las causas influyentes.
producir,
Con respecto al efecto que el influjo puede
completamente
la lihay causas
llegan
que abolir
bertad y causas que la aminoran.
Estudiemos
este
punto con la mayor claridad posible.
La libertad puede ser abolida
completo
por en S U
facultad de manifestacin por una causa
fsica
que
obre
sobre
el cuerpo, y que haga al hombre simple
instrumento en manos de
otro
hombre, 6 bien del
destino: asf, si uno me coge una mano en la cual he
puesto un puBd y mata con 61; 6 si, por ejemplo, una
tempestad arroja cerca de mi un nio que este Ya
muerto.
La libertad puede ser no destruida, sino completaen s~ facultad funcionaZ inte~rzapor
mente
paralizada
una fuerza moral (y digo moral, en cuanto al objeto
sobre el cual obra, cual es el alma humana) : en este
que
--
POR N I C O L ~ SFRAMARINO
219
cons-
CAPITULO 111
228
-...
223
224
pro-
tiene
15
indi-
en
226
probatorio
indirecto
que el raciocinioms hemosque
1lamado expe~*imentnl.
Pasemos ahora estudiar la naturaleza ontolgica
de este raciocinio
probatorio,
esto es, la naturaleza (le
las verdades
son suque
posible contenido.
El raciocinio un juicioesdeducido de otros dos juicios; cada uno de estos juicios se expresa
con una proposicin: mayor, menor y conclusin. En la primera de
las premisas, que se llama mayor, estk el juicio mlis
general, esto es el principio
en el cual estB contenida
la ilaccin que se quiere determinar con la conclusin;
la segunda de las premisas, que se llama menor, no es
m8s que un juicio declarativo tal contenido.
de De aqui
se infiere que la naturaleza del raciocinio
est
minada
el juicio
por conteilido en la mayor; porque,
de unlado, la conclusin est conteriida en aquel mislilo
juicio, y de
otro,
la rnenof*slo sirve para declarar tal
contenido.
Para estudiar, pues, la naturaleza ontolgica del
raciocinio, basta, como se hizo en el estudio de la naturaleza lbgica, estudiar un solo juicio, el juicio expresado
la en
mayor. Si para apurar la riaturaleza ldgica
del raciocinio
probatorio
hemos considerado el juicio
contenido en ia mayor, con relactdn al modo cdmo se
im~oniad la mente, para apurar ahora la naturaleza
ontoldgica, consideraremosel mismo juicio, colz re1acid.n
ct Za verdad & que se refiere.
Ahora bien; con relacin B la verdad, que es el contenido, de cuantas especies puede ser este juicio que
dentrocae
de la
constituye la mayo^? La respuesta
cuestin general y metafisica
la reduccibn
de de 105,
juicios primitivos.
Un juicio no es mAs que L relaci6n entre dos ideas.
Ahora bien; estas dos ideas, que constituyen los dos,
deter-
827
- -
Como la naturaleza de todo raciocinio esth deterniinada por la del juicio contenido en la mayor, y como
este juicio no pueden ser m&s que de dos especies,
eii general, no puede ser ms
infierese que
el raciocinio
que de dos especies; raciocinio
con
analtico,
relacidn
la identidad, y sinttico con relacin h la causalidad.
Y as,
el raciocinio
como argumento probatorio
lgico no puede
directo, que desde el punto de
vista
ser, segn se ha visto antes, sino pura.mente experimental, desde el o?ztoZdgico puede ser de dos especies:
argumento probatorio
en
relacin y en
relacin de causalidad.
que resulta del principio de contradiccin. Ahara bien; el prin'
cipo del conocimiento resulvese en el de contradiccin, y como
sto se resuelve en el de identidad, la consecuencia es clara.
3.O
El de sustancia se resuelve tambin en el de identidad,
porque 1%cualidad supone la sustancia, en cuanto no es ms que
el modo de ser de la sustancia. Lxs cualidades son la sustancia
eri aus modos, son corno las aparienciaa de la sustancia. Todo
mcdo de ser de evtri debe, piies, suponer ln sustancia, de otro
modo supondra la nada, y sera la vez modo del ser y de la
nada, al propio tiempo y en la misma r-litcin, lo que es imposible por el mismo principio de c~~ntradiccidu,
que se resuelve el
de identidad.
4.O Por el mismo principio de identidad, es por el que el ser
0s e1 ser, una cosa es 6 no
es.
Y he ah c6mo esos cuatro principios se reducen al de identidad.
5.O
E l de la razn suficiente se reduce al de causalidad, porque lo que es causa en cuanto produce, es raz6n que explica.
6 . O El de finalidad, en difinitiva, se reduce al de causalidad,
porque el fin es el que d e t e r m i n ~la naturaleza del medio, siendo
esta una consecuencia 6 un efecto de la del tin. Al l l ~ m a r l o103
5lbsofos principio de las causas finales, se muestran favorable 6
lo que afirmsmos.
He ah tambin los otros dos principios referidob al otro de los
que arriba indicamos, al de cau~alidad.
Tenamos, pues, raz6n para decir que los verdaderos juicios
primitivos y supremos son dos: el principio de identidad y el do
oausallidad.
in-
de
en
identidad,
'230
232
..
nes es de ordinario efecto de Za deli~zcuencia,son el resultado obtenido por la experiencia comn, y se cree
inhtil enunciarlos. He ahf por que la masar puede callarse en ambos raciocinios.
es distinto
en los dos
En cuanto l a menor, el caso
raciocinios.
En el de presuncin, la menor slo afirma la comprensin de la persona 6 de la cosa en el sujeto de I r t
mayor, para poder de ese modo atribuirles lo que
ste ltimo se ha atribuido. Asi, despues de haber
afirmado en la mayo?. del raciocinio, que los hombres
inocentes, se pasa en la ,menor Li afirson de os*dina~io
mar que el acusado es un homb~e,para poder concluir que debe ste estimarse inocente, si no hay prueba en contrario. Ahora bien; en este caso, como en el
de todo raciocinio anhlogo, l a comprensi6n del particular en lo general, del individuo en l a especie, espercepcin
sentido
de comn; percibese por todos intuitivamente; y he ahi por que se cree intil completamente, enunciar la proposici6n que afirma tal cont:enido, y'
por qu se suprimen la menor y la mayor. Este rtciocinio, como cualquier otro de su especie, suele, pues,
reducirse en el lenguaje corriente la simple conclusin, y se enuncia sin ms con estas palabras: e2 acusado se presume
inocente.
No ocurre esto con la menor del raciocinio indicativo; en ste, la menor afirma, ante todo, l a unifica-.
cidn de un efecto dado, para atribuir Bste la causa
atribuida en l a mayor al efecto especifico, en la cual
s e implica l a comprensin del efecto aquel. As, despues de haber enunciado en la mayor del raciocinio,
que la fuga, en. virtud de sospechas, tiene de ordilzario
c omo cama Za9roipia deiincwencia,se pasa, en la menor,
;fi.afirinar la fuga del acusado, park poder concluir
234
visto,
seque
parte siempre
una idea
de
general
cono&da, & la cual sometemos un hecho particular conocido, para llegar al conocimiento de un hecho dado des,conocido;hemos procurado determinar qu especie
de
las ideas
generales
sirve de premisa B las pruebas, y
hemos visto,
noque
puede ser premisa
del
raciocinio
probatorio
que una
mas
dea general experimental.
Ahora, una vez determinada ya tambien, la natuprobatorio,
y las claraleza ontoldgica del raciocinio
ses en que por consiguiente se
divide
la prueba inla esdirecta, creemos
oportunoit considerarvolver
pecifica naturaleza 16gica de la idea general mvil,
para poderla asi referir b las clases particulares de la
prueba indirecta, A la presunci6n y al indicio.
Cubl es la regla lgica en virtud de la cual la
mente humana, b partir de los hechos generales,
.se siente con derecho & llegar una conclusin particular? Se ha cometido un delito: los hechos generales de
individuala creencia, que relacin tendrBn con esa
lidad
criminosa
que llamamos delito?
En el grande indefinido cmulo de los hechos fisicos y de los hechos morales, hay conformidud en el
modo fisico y moral de ser y de obrar la naturaleza.
Todas
conformidades,
estas
consideradas desde el pun%ode
vista
de la causa, que las produce,
constituyen
las
Uamadas leyes naturales: flsicas y morales.
Estas mismas conformidades, si se consideran desde
el punto
vista
dede su armbnica coexistencia, constise concreta
en el
tuyen lo que llamo el orden, el cual
.constante, 6 bien, en el o~clilzariomodo de ser g de
abrar .la naturaleza. Es constante lo que se presenta
como verdadero en todos Los casos particulares c m prendidos en las especies: es ordinario, lo que se preaenta como verdadero sn GI mayor n&rnero de los cstgos
235
hacerse,
238
to, sino en
cuanto su naturaleza
por
,Ela
! concepte
capaz de pl*odzccir aquella otra como efecto, no en
cuanto la ha reamente producido. En otros terminos,
si sola no
hacernos
una cosa contingente
porpuede
pensar que haya producido su efecto, sino que lo ha
podido producir. En el juicio peca1 trStase de averiguar un hecho hrimano: el delito; ahora, las cosas no
pueden obrar sobre este hecho con influjo necesario,
sino s61o con influjo probable. Y este influjo causal de
las cosas en los hechos humanos se realiza
frecuenteel n-hombre
mente en funcin de prueba; as, cuando
corpora, por
decirlo
nsf, en la propia acci6n estrictamente personal cosas extrasas para hacerlas funcionar como medio, 6 cuando
el delincuente
entrar
hace
en el orden la propia
de
actividad
crimiuosa una palanca, una escala, un pual, Un puilal dado, puesto
en
en relacibn con una herida dada, puede sey el que
realidad la ha producido; una palanca duda, puesta
en relacin con la puerta forzada, puede ser la que en
realidad la ha forzado; una escala dada, puesta
re- en
laci6n con un muro escalado, puede se?*la que en realidad
sirvi
para el caso.
Por tanto, en la averiguacibn del delito una cosa no.
puede servir para indicarlo como causa efecto, sino
como probabilidad, no como certeza; desde el punto de
vista
de
que esloordinario para la especie, no de lo
que es constante.
Resumiendo: en general, en el raciocinio 6 srgumento probatorio que se llama indicio, se parte casi
siempre de la idea general de lo que es ordinario,
7
muy rara vez cle lo que es constante.
Pasemos ya ti, tratar de la presuncin,
Como que,
queda dicho, tiene por punto partida
de la relacidn d e
identidad.
En cuanto tZ la relacin
de como
identidad
camino
para el conocimiento, es preciso notar
querela- esta
cin no puede generar la prueba i?adi)*ecta,llamada
general
de m o d ~
presuncibn, sino partir de la idea
ordinai-io de ser de la naturaleza. Si se
parte en esta
relacin
la ideadedel modo constante, lo que como
constante se percibe en el genero 6 especie, se percibe
como infalible y necesario en el individuo, y lo que
como necesario se percibe
en el individuo, se le atribuye de un modo d+recto, y no de un modo indirecto.
No puede, repetimos, tenerse por medio de la identidad
la prueba
indirecta
de la presuncin, si no b partir
entonces es cuando,
del modo natural de ser o~dinario;
al percibir un atributo conlo correspondiente B una
especie, y por tanto en relaci6n de parcial identidad
con sta, se pasa b atribuirlo al individuo, no como
necesario 6 infalible, sino como probable ; se le atribuye, no porque
corresponda
su naturaleza individual, lo que valdra tanto como atribursela
un
modo directo, sino porque
corresponde
S la especie
que el individuo pertenece; lo que v d e tanto como
atribuirlo al individuo de un modo indiq*ecto.Por tanto, cuando se habla de la prueba
indirecta
va de la presuncidn, se supone siempre que en el racio-cinio probatorio parte delsemodo ordilza?*iode ser la
naturaleza.
De lo cual resulta que, fuera de los
casos excepcionales en que la fuerza
probatoria
del indicio se deriva.
de una ley oonstante, lo ordinario
la baseesfundamental y 16gica de la prueba en general; he ahi el lazo entre los hechos generales del mundo fsico y deE
mundo moral de un lado, y el hecho particular del
delito de
otro.
Lo ordifial*iognerico, en cuanto d 20s 03jetos en sf Y
de
constituti-
presumir lo particular del individuo; tal es el Arbol genealbgico de todas las presunciones.
Lo ordinario tambin, en cuanto l a re2acidn de
t.azcsaZidad entre diversos sujetos, hace que una cosa,
individualmente indique la otra; tal es el rbolgenea 16gico de casi todos los indicios.
La teoria de lo ordinario es, pnes, la base de los indicios y la de lac presunciones: influjo ordinario entre causa y efecto: adherencia ordinaria de una cualidad A su objeto.
Antes de concluir este capitulo, conviene hacer todava una observacidn de carhcter general. Hemos
expuesto el criterio fundamental, que creenios exacto,
para la distincidn entre la presiinci0n y el indicio;
hemos visto que no deben ser confundidos. Pero no
se crea por esto que el indicio y la presuncin resultan diferenciados radicalmente, hasta el punto de excluirse, pues esto no sera exacto. Ante todo, como
la presuncibn presta siempre su fuerza pnra deterrninar la credibilidad subjekiva dv boda prueba, concurre naturalmente 6, determiilar la del
indicio;
despues
de tener como presunta, la verdad subjetiva del hecho
indiciario, ded~icindolndel ordinario rnodo de los hechos de su especie; despues de haber juzgado que no
s e presentan por obra de la ~naliciahumana, del engao; despues de semejante p?*esuncin,es cuando se
pasa & hacer valer el indicio oii su propia sustancia
probatoria, como indicativo del hecho que se trata de
averiguar. La presuncin, es l a que comienza S acrela como
de todas las
ditar la, subjetvdad del indicio,
clcmhs pruebas.
concurso
en la PrePoro fuera de esto, ademAs del
~uncibndela evaluacin subjetiva clel indicio, en Guall"
to al contenido es tambiBn muy frecuente que presuncin 6 indicio se entrecrucen y auxilien. Asi, en todos
aquellos casos en los cuales el elemento material induce admitir el intencional, cuando yes ipsa in se
dolum habet, en los casos, en suma, de presuncin de
dolo, hay siempre acumulacin de presuncin y de
indicio. Cominzase por presumir que el imputado
ha obrado con inteligencia, porque asi suelen obrar
todos los hombres; lo cual es una verdadera presuncidn. VBse luego que el elemento material no puede responder ms que un fin dado, y en su virtud se afirma que el agente ha dirigido tal fin su accin: el elemento material, se convierte asi, en indicio particular del dolo.
He ahi de qu modo presuncin indicio se entrecruzan y auxilian, y he abi cmo ciertos argumentos
probatorios desde un punto de vista, pueden llamarse
presunciones, y desde otro indioios. Pero tal entrecruzamiento no implica confusin: quedan simpre distintos en su propia naturaleza especEca, anteriormente determinada.
Titulo 1
.
' de2 capitulo III
Hemos dicho antes que el raciocinio de la presunci6n llega lo conocido de lo desconocido, B partir del
principio de la identidad, mientras el indicativo lo
hace partir del de eausalidad.
La presuncin no es, para nosotros, mAs que una especie de prueba indirecta,
L~&~.-ToMo1.
16
'242
- -
243
propia,
que
246
L ~ Q I C A DE LAS PRUEBAS
247
248
dado, b lo que es igual, lo presumimos en 61. Claramente versede qu6 modo en este caso la percepcin
resulta siempre indirecta, siendo siempre
indirecta
la
prueba que nos lleva esta presuncin. Creo que con
lo expuesto
quedar
debedemostrado el car&cterindirecto
la prueba
de
de la presuncin.
L)e cuanto dejamos dicho en el precedente
capitulo
y en ste, acerca de la naturaleza de lo o~dinario,6
sea de la naturaleza de la idea general y experimental que constituye el contenido de la mayor de todo
raciocinio de presuncin, resulta claro cul es el valor
probatorio de ste. Como la presuncin
mvil,
tiene
su
no en la idea
de lo constante,
sino en la de lo ordina~ i o siguese
,
que la presuncin es argumento probato
rio de simple
probabilidad,
no de certeza.
Comsnmente las presunciones dividen en simples
se
y legales: simples son aquellas que se dejan, en cuanto la determinacibn de su valor probatorio, 6 la.
apreciacibn del juez, y Zegnles, aquellas A las cuales
atribuye la ley un valor probatorio dado. Mas para
nosotros, que nos hemos declarado contra todas las
pruebas
esta
legales,
distincin no tiene valor cientifico; en
nuestro
sentir, las presunciones
son legales
irracionales: en lo criminal no cabe hablar ms que
de las simples. S610 desde el punto de vista del hecho
legislativo
algo
diremos
sobre las presunciones legales, al fin de esta parte especial, despu6s que hayaY procedemos as, porque
mos hablado
indicios.
de los
aceptado comn, del
lenguaje
habiendo la legislacibn
el sentido generico de la prueba indirecta dado 5 la
palabrapresuncin, ha,comprendido tambin los iiidicios. As ocurre que aquellas pruebas legales
en que
se consideran
la lesislacibn positiva, y en la escuela,
bajo el nombre de presu~ciones,no son
todas
presun-
250
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
--
POR
-
NI COL^^ FRAMARINO
251
acredita
se presentan sin maliciosa falsificaci6n, segun
depresunci6n
la experiencia comn. Trhtase aqui una
de identidad
y extrinseca.
formal
Asi, el puiial que se
presenta manchado de sangre, se presume puesto eii
tales condiciones particulares, ya por uso del propietario por 6casualidad, no se presume
y
desde luego
que haya sido efecto de acto malicioso del hombre,
encaminado h producir engaiio con tales apariencias.
Del propio modo, el veneno encontrado en el armario
de un individuo que
tiene
de l la llave, se presume coiocado alli por l, y no introducido dolosamente por
obra maliciosa de otro.
Estas dos presunciones acerca de las cosas, que hemos llamado de idendad intrinseca y de identidad extrinseca, son
el fundamento
de la credibilidad subjetiva de las pruebas reales, son de
y gran importancia
para los juicios humanos. Sin ellas estaramos condemedioen
de sombras. El mundo exnados & caminar
terior no se nos revela sino por sus aperiencias; las
visiones del alma
van
precedidas
y dirigidas
las por
del
cuerpo.
Si el pensamiento humano, en todo lo que
fisicamente
aparece,atenerse desde
hubiera
el pri- de
mer momento , simples ilusiones eng*aiIosas,el pensamiento al fin, no podria vivir del mundo exterior,
viendose precisado recluirse
dedentro
si en la soledad de la conciencia para dudar de todo.
20'4
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
Tdtuko 2
.
' del Capitulo 111
INDICIO.
Indicio 6% q c ~ r t z l .
254
POR
NICOLAS FRaMARINO
955
inces
256
~ 6 ~ DE
x LAS
0 ~PRUXBAS
en concreto pone entre los indicios tambin las pruebas indirectas, aunque imperfectas.
Por nuestra parte, reafirmamos nuestra noci6n; e1
indicio es aquel argumento probatorio
indirecto
relacin
va A lo desconocido de lo conocido mediante
de causalidad.
Pero ~ c u 8es
l la fuerza sustancial y probatoria del
indicio? La medida esta fuerza
de
probatoria no puede
encontrarse sino en la naturaleza intima de la prueba
qiie examinarnos; naturaleza intima que hemos determinado en una relacin especifica de causulidad. Es
preciso, pues, para conocer la fuerza probatoria del
indicio, hacerse A la investigacin en particular de
la fuerza probatoria de la relacin especifica de causalidad,
en lque
liga lo desconocido 8 lo conocido.
Ya hemos visto, hablando la prueba
de indirecta en
es lacuhl
forma lgica
indicio,
del es el raciogeneral,
cinio. Que se recojan
todos los indicios posibles, y que
se les someta al anhlisis lgico, y se tropezar al fin
con una premisa mayor, que tiene
contenido
por
un
juicio eapecflico de
causalidad;
una menor, que afirma
la existencia
departicular
un
sujeto
que se contiene
en
el sujeto especifico de la mayor; y con una conclusin
que atribuye al sujeto particular en cuestin, el predi-.
cado
atribuido
en la mayor al sujeto especifico. En
esta conclusin es donde se funda propiamente el argumento
probatorio.
Conviene aqui una aclaracin.
Hemos hablado de juicio especi/ico y de sujeto especifico para sgr exactos en el lenguaje, ya que el juicio
verdaderamente genrico de cstusalidad es elprirnci-pio mismo de causalidad; todo efecto supone una causa*
El juicio de causslidad, expresado
la mayor
endel ra-a
ciocinio indicativo, slo expresa propiamente la relaespecie de efecci6n entre una especie
dey una
causas
que
de
258
L ~ G I O A DE LAS PRUEBAS
dada,
vida
260
-.. .. .
.-A.
L ~ G I C A DE LAS PEUEBAS
de
(lo
proba-
POR KICOLS
FRAMARINO
261
263
del
264
POB B I C O L ~ SFBAMBEINO
266
266
-268
----
-----
en
intencin que h a podido, afirmndose y determinhndosz, generar la accin criminosa; por donde el indicio indica la accibn, fundandose en l a regla general,
segn la cual la intencin precedente al delito, aunque
sea vaga, es la que, afirmndose como intencin determiriada cada vez ms, acaba por producir la accin
criminosa. Tanto en el primero como en el segundo
caso, el indicio se funda en leyes morales. Ahora es
preciso ser muy cautos en lo de hacer deducciones de
las leyes morales, porque pueden siempre naufragar
merced B la disposicin del espritu individual y por
causa del libre arbitrio, siendo esto lo que explica su
m&sconcreto.
debilidad. Pero veamos esto de un
modo
Se tiene B la vista un hecho que h a podido generar
,
quh? La mila intencin del delito. Mas ~ c 6 m 0 por
seria que puede generar l a voluntad de robar, dserh
iliinca buen indicio de la existencia real de semejante
voluntad? iCuidado! l a miseria puede ser compaera
de la resignaci6n; puede generar el delito, inmediatamente reprimido coi1 aquel domiuio sobre si que el
hombre tiene por el libre arbitrio. Un hombre ha recibido un gran daiio de otro. Y quh? Podr por esto
afirmarse ya la intencin homicida? El mal sufrido ha
podido ser perdonado por un alma profundamente
cristiana; lis podido generar odio, pero no criminal;
ha podido generar impulso criminoso, pero reprimido
,desde luego, etc., etc. Hay, pues, siempre un cilimulo
do motivos contrarios dignos de ser tomados eu cuenta
en semejantes indicios.
Pasemos B otra especie, y a indicada, de indicios causales; nqucllos hechos, que, en considerados como
manifestaciones de una inteuci6n no coiitempornea
de la accibn criminosa, llegan h ser indicadores de la(
fntenci6n criminosa concomitante do la accin, y por
270
tanto de la accin misma, accin criminal de una persona determinada. Tambikn aqu la impenetrabilidad
de la conciencia y del libre arbitrio, hacen frgiles
semejantes
Elindicios.
haber manifestado deseos de
vengarse de Ticio, el haberle amenazado,
podid :, han
ser no expresi6n de intenciones
delito,
reales,
sino
de
baladronadas 6 cosa por el estiio, 6 bien tan solo un
modo de asustar Ticio. Y aun admitiendo que haya
habido realmente la intencin del delito, y aun admitiendo tambikn la correspondencia entre la intencin
y su manifestacin, la intenci6n ha podido ser fruto
de ira sbita,
desvanecikndose al desvanecer- aqulla
aquellas
intenciones que
se Bsta; ha podido ser una de
el alma humana, naturalmente buena,
A llega
tener
tan s61o de una manera indeterminada, y que rechaza
tomar forma precisa y determen cuanto
tienden
nada: ha podido tambin ser determinada de un modo
frio, para luego ser abandonada,
del en
triunfovirtud
de las buenas
tendencias
ingnitas; y por Ultimo, ha
podido no abandonarse tal intencin, mas para quedar
como simple
tendencia
interna, y asi discurriendo.
Claramente se ve, cuAnta es la inseguridad de los criterios
morales
que sirven de gua en los indicios causales del delito.
general;
qu deVolviendo ahora & los indicios en
cir de su importancia probatoria en juicio
el
penal?
Hablaremos acaso del nmero y de la calidad de 10s
indicios que se requieren para que se tenga un legitimo convencimiento?
concepto,
En de nuestro
nada de.
esto debiera tratarse, una
vez
rechazada
la prueba legal, y determinada la naturaleza que debe tener toda
prueba, para que produzca el convencimiento que
en
debe' fundarse el juicio. Para nosotros, s610 hay
prccepto aplicable A todas las clases de pruebas; para
que
una
sentencia condenatoria sea legitima, el con-.
vei~cimientoen que se apoya
no debe tener en contra
diida alguna razonable.
Sin
duda
que los indicios no merecen la alabanza
incondicional, pero tampoco merecen la excomunin
mnyor. Es preciso andarse con tiento en lo que St
ellos se refiere; pero no cabe negar que veces la certeza se produce por medio de los indicios. Y se comprende, con slo pensax que entre los indicios los hay
necesavios. Suponed que Ticio ha estado durante un:
aiio en Amrica, lejos de su mujer, que ha quedado en
Italia; suponed que al cabo de un aiio, B su vuelta, encuentra su mujer en cinta: &noos parece que Ticio
debe estar cierto del adulterio de su miljei? No os paA quien se haga
ver
rece
que
cualquier
otro la sepnracin de Ticio de su mujer durante ese tiempo adquirir la misma certidumbre? Y tengase en
cuenta
que
no todos los indicios de certeza so presentan como tales al principio del juicio; hay indicios de probabilidad
pruebas,
que en curso
el del juicio, en virtud de otras
se convierten
en indicios de certeza; lo cual ocurre
cuando las pruebas ulteriores rechazan todas las hiptesis, excepto una,
referibles
al indicio de probabilidad;
resultando,
la exceptuada, como la hiptesis ne-.
cesaria del indicio.
iIiltimo
Sin duda,
este caso es raro, causa de la
naturaleza misma de los indicios; pero no cabe negar
que el caso es posible, y que puede juntarse al lado de
aquellos indicios que desde el primer momento se presentan como necesarios. Ahora bien; ante esto, ser&
lgico rechazar el iudicio de entre las pruebas, declarSndolo sospechoso sin m ~ ?Si se pidieran siempre
pruebas directas para condenar, delitos hay que por
su naturaleza, misma se escaparian
siempre
h la
ac-
.,-.,-$- c,18 ,
J3J,tJi-,Ii..j
.: !.!..>$L
EELs
,--
274
.--
276
-
276
en
del
se
materi
POR N I C O L ~ S FRAMARlNO
279
Estas
tres refikrense
reglas la naturaleza subjetiva del indicio; proceden de la consideracin del hecho
indiciarioy del modo cmo debe constar, esto es, delvalor del indicio como indicio probado.
que siguen,
Las
refierense, por el contrario, 4 la naturaleza objetiva
del indicio, y se fundan en la consideracion del posible hecho indicado; esto es, del valor del indicio como
indicio probatorio.
4." Lo ordinario, segn hemos visto 4 su tiempo,
es la base de la 16gica de los indicios contingentes; y
lo ordinario consiste en el lazo
existente
en el mayo?*
nmero de casos entre hecho indicativo y hecho indicado. Ahora,
cuanto
m9s
intenso es lo ordinario del caso,
probatorio
del indicio. Lo que
tanto mayor es el valor
llamamos mayor intensidad de lo ordinario, estB determinada
el mayor
por nmero de casos en los cuales verifica
se
el afirmado lazo entre los dos hechos de
la relaci6n de indicio, y por el menor en los cuales
aquel lazo no se produce. La fuerza
probatoria
del indicio est, pues, en razn directa de la frecuenc;ia del
suceso indicado, y en raz6n inversa de la multiplicidad y frecuencia de los contrarios.
5.' Varios indicios verosmiles pueden, en su conjunto,
constituir
una prueba
acumulativa
probable,
y varios
probables
del propio modo, pueden reforzar
la probabilidad hasta elevarla t!i un grado sumo; y B
veces, superando este
grado
sumo, pueden llegar 4 hacer
inaceptables
los motivos de credibilidad, generando en su consecuencia la certeza, subjetiva.
Pero esto no puede explicarse, como algunos lo han
hecho, con la idea materialmente numkrica de la suma
de las fracciones que constituyen la unidad, con la idea
de convencimientos fraccionarios de los indicios parsiculares,
sumados,
queforman el convencimiento ple-
280
no. La suma no es posible mks que de cantidades homog&neas,y los indicios como valores
probatorios
son
heterogneos; uno se refiere
el al delito en un sentido
y el otro
otro.
en
El aumento de la fe derivada del cmulo de indicios, explicase de otro modo: explicase
un argupor
mento probatorio
que
especial,
surge del concurso de
las distintas pruebas, argumento probatorio que yo
llamo
convergencia
las pruebas.
de
va unido Aun suEl que un hecho que o~di?za)*iameizte
ceso dado, y que por tanto lo indica 6 seBala, se ofrezca 6 resulte extraordinariamente en un caso particular, juntamente con un
acontecimiento
no redistinto,
pugna nuestra conciencia; lo extraordinario para
que lo sea, debe verificarse alguna vez. Pero que varios hechos que se presentan ordinariaineute unidos B
ciertos
acontecimientos la vez, en resulten
determinados casos especiales, unidos extraordinariamente h acontecimientos
aquellos,
distintos
es conde
trario al modo de ser de las cosas. Para admitirlo, sera preciso
suponer
un cambio general en el orden nntural del mundo, algo, en suma, que resultara siempre contradicho por la experiencia, y que en su virtud,
nuestra conciencia se negaria aprobar. Lo extrnordinario,
precisamente
serlo, es raro. Ahora por
bien:
Si, medida que aumenta el nmero de los indicios coiicordantes, para no creer en ellos, es preciso ejercer
una violencia siempre mayor en nuestra conciencia,
experimental, admitiendo un nmero creciente de sucesos extraordinarios verificados. He ah por qu con
de
aumenta lo imel aumento del nmero los indicios,
probable de que sean e~igaiiadores,6 bien crece su
fuerza probatoria; por otra parte, este aumento de
fuerza, probatoria, es proporcional, no s610 al nhmero,
sino tambihn la importancia de las pruebas particulares que se acumulan, y tal es el argumento probatorio que llamamos convergencia de pruebas.
Pero cul es la naturaleza de tal argumento? Es
la de una plaesuncidn. Siendo el mundo el reino de lo
ardinario, se pwesume que no pueden en l darse conjuntamente varias cosas extraordinarias. Ahora, cuando varios indicios son
concordantes,
decir, que quiero
explicados como sucesos ordinal*ios,indican conjuntamente un hecho dado, para no creer en ellos, es preciso explicar cada uno de ellos con sucesos extraordinarios, contra lo que se poda esperar de la presunci6n supradicha. En otros trminos: bajo el aspecto
positivo, la convergencia de pruebas, se resuelve en la
intensa presunci6n de la verdad del
hecho
ordinario,
que es el indicado
las pruebas
por
concordantes.
6.' Un solo hecho
indiciario
no puede dar lugar
ms que un solo iiidicio. Si se maltiplican las pruebas diversas del mismo hecho,
el seindicio
fortificar&
cada vez m&s subjetivamente; pero objetivamente
ser siempre un solo indicio. Y es esto cierto, aun
cuando las mltiples pruebas aseveren parte diversa y
momentos
diversos
mismo hecho, siempre
del
que las
pruebas de estas partes 6 momentos se refieran s6lo B
B la prueba del
hecho
mismo.
Uno habr visto Ticio salir de casa precipitadamente; otro le habr visto atravesar corriendo una,
plaza; otro, en fin, tomar un carruaje y partir escape. Estas tres declaraciones no sirven para dar fe ms
que de un s61o hecho
indiciario:
la fuga, y este hecho,
por ms que sea probado de mil maneras, nunca podrh constituir ms que un solo indicio.
282
284
una
espe
considerada
sentido
de
286
L ~ G I C AD E LAS PRUEBAS
POR N I C O L ~ SFRBMARINO
187
"-
de delinquir,
el punto
desde de vista general. De las
nociones expuestas, infirese cules y cuntos subindicios se comprenden
en ella; los hay referibles la
capacidad propiamente dicha, sto es, subjetiva, y
consistentes en los hechos particulares que revelan las
aptitudes intelectuales y la habilidad fisica; y los hay
hemos
llamado
referibles la capacidad relativa, que
oportunidad, y consistentes en las relaciones particulares y efectivas de la persona con las cosas concretas.
Respecto de esta ltima clase, coilviene advertir que
sus hechos, como hechos probatorios, son
proteiformes,
en razbn de su existencia averiguada.
Los instrumentos criminosos,
ver establecida
sin
su
relaci6n precedente al delito con una persona, constituyen subindicios causaes de oportunidad; si se demuestra su relaci6n con una persona en el momento
mismo de la accibn, se confunden con la pweba di?-ecta de la misma; por
ltimo,
sentada su relaci6n posterior al delito
una
conpersona, pueden constitiiir
indicios de efecto 6 causa. Si la aseveracin de la relacin posterior a l delito
lacon
persona, sirve s61o
para determinar la relacibn anterior, y por tanto para,
hacer suponer el funcionamiento probable del instrumento el delito,
en se tendr siempre un indicio causal; pero si la fuerza probatoria del
instrumento
encontrado despus
delen poder
delito
del acusado, resulta precisamente por una relacibn p~steriorentre
la cosa y el hombre,
ejemplo,
por en virtud del acto
del acusado respecto del instrumento mismo, como el
hecho de tenerlo escondido 6 de no saber explicar
cbmo 10 posee, entonces el instrumento se convierte
en indicio de efecto, no por si, sino por 10 de la ocultaci6n 6 por la falta de explict~cibnsuficiente, hechos
que se presentan como efectos del delito cometido,
't88
19
que
daban
el delito. Esta
repugnancia
hllnse fortxcada por el
temor de la reprobacin y del desprecio social, con
m&, el miedo hacia la sancin penal de ultratumba y
de la justicia terrena. Y , pues,
el hombre,
como ser
racional,
necesitade
siempre
un motivo para una
accin cualquiera, cuando se trata de una criminosa; necesita un motivo mhs poderoso, capaz de vencer toda
la repugnancia del nimo.
Ahora bien; es preciso notar que la repugnancia
cia el delito de que hablamos no es igual
todos
en los
hombres. En algunos, especialmente, hftllase debilitada por la corrupcin espiritual y el hbito del mal,
siendo evidente, que en este caso los motivos particulares criminosos tienen ms fLtcil el triunfo. Segn
estos, la adaptibilidad de la voluntad al delito, 6 en
paramoral
delinquir,
otros tbrminos , la capacidad
tienen dos causas : de un lado, el motivo concreto que
obra sobre el alma de un modo particular; de otro, la
dbbil resistencia que Bsta opone por sus condiciones
generales. El hecho de plegarse la voluntad al delito
no es ms que el efecto de estas dos causas: una necesaria; el mvil particular criminoso , en el cual no
puede haber delito; la otra contingente; la disposicin
general
criminosa,
puede 6 no haber
quecontribuido
la efectuacin del delito.
Cuando en una persona
determinada
se encuentra
una de estas condiciones generadoras de la voluntad
criminosa, y ms an, cuando coinciden varias de
aquellas y unen la persona al delito como causa su
efecto, con una probabilidad ms 6 menos limitada,
se atribuye el delito aquella persona determinada
morales.
En
en la cual se han comprobado las causas
esto est el indicio causal de la capacidad moral para
delinquir.
ha-
del
294
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
--.--
la posible afirmacin,
sin
ello valga
que para
por
hacer constar la inclinacin para delinquir
Hemos dicho que la propensin al delito puede inferirse tambin las condiciones
de
fsicas de la persona.
Es tan intima la relacibn entre alma y cuerpo, quc
parece razonable que entre ellos haya un influjo modificador; por esto es por lo que del examen del hombre
externo se quiere
eldeducir
hombre interno, queriendo
encontrar en las apariencias exteriores visibles la revelacin de lo interior invisible.
El cuerpo, ante todo, puede servir 8 la indagacin
moral, en ciianto la actividad espiritual
se refleja
81. Los rasgos
del el modo
rostro,
de vestir, de andar,
de hablar, de escribir; todo aquello, en suma, que
puede
un
tener
sello particular en virtud de las especiales condiciones del espritu, puede servir para revelarlo. En
esto
estriba la raz6n justiflcailte y la inateria de la Asonoma, comprendiendo en este concepto
general la craneoscopia,
las
siempre
que
conformilciones del crhneo, en que se cree
ver la revelacin de
disposiciones especiales del espiritu, se consideren infis
como efecto que como causa
este.
de
Pero el cuerpo
prstase
tambi6n B la indagacin del
espfritu
cuanto
eninfluye 8 su vez
en 61. El fsico del
hombre, en ciertos tbrminos, puede revelar lo moral,
no slo en cuanto lo traduce y expresa, sino tambikn
en cuanto tiene, por sus
materiales
condiciones, necesidades y h8bitos que se imponen al espiritu. Con
este criterio es como procederfan las doctrinas craneosc6picas, si se considerasen las aptitudes especiales
antes que como causa como efecto de las materiales
co?iformaciones del cr8neo. Con este mismo criterio
es como la, edad y el sexo
pueden
ser reveladores de
tendencias morales varias. As, en el joven se supo-
en
POR
NICOLAS
FRBM~E~INO
290
micos. Nuestro grado de estimacin respecto de aquellos 5t quienes apenas conocemos, se determina por tal
despues de nuestro primer encuentro
camino.
Cuando,
con un hombre, del cual ignoramos todo cuanto es y
vale, nos
dejamos
llevar A la afirmacin clara y desnuda de: es antip8tico *, no hacemos otra cosa que
afirmar instintivamente una opinin desfavorable sobre el hombre moral, infiriendola de la observacin
del hombre fisico. Y cuando en cambio decimos iaes
simp5ttico., nuestra opinin favorable sobre el hombre
propio
modo,
interno 6 invisible se infiere siempre, del
de l a observacin del hombre externo y visible. Pero
iqu4 de errores en tales criterios! Frecuentemente, almas buenas y sanas, vense calumniadas por un exterior repugnarite, 6 8 lo menos desgraciado, mientras
:~lmasmalvadas se ofrecen bqjls exteriores de boizdacl
y de gracia. Los criterios fsicos, parti, el juicio del
hombre moral, son pues an muy inciertos, por lo que
la prueba no puede hacer en ellos grsn hiucapib. La indole criminosa, no puede ser aseverada por la simple observaci6n del hombre externo. Las observaciones de esta clase, pueden servir solo de gua para la
iilvestigacibn de las pruebas sobre el hombre moral.
Asi, adiniticlo que el exterior de un hombre acuse 6 indique cierta violencia de carActer, antes que tener esta
por demostrada, ser&preciso dirigir la indagt~cibnii
comprobar tal violencia por otros medios, violencia,
que una vez demostrada, deber servir como hecho de
i,~adiciodel delito cometido.
Hasta aqui hemos hablado de las dos fuentes de
donde mana l a conviccibn de la propensin S delinquir; y se h a visto que estando sta llamada S funcionar como hecho causal, indicador
del
cometido,
delito
otro
para
indicio,
que lo
debe ser afwmada, como todo
ve-
aquellos
cuyo
hechos
pasado de hombre
ofrece
malvado. Asi, pues, la conclusibn 16gicamente probable
se puede sacar es, que el acusado cuyo pasado no es
os qzce probablemente han comehonrado, uno de es
tido el delito. Se tiene
indicio
un probablepa~ala clase de los malvados:
delrespecto
individuo, s6l0 puede
ser un indicio simplemente verosmil.
que
Articulo 3.0-lmdicio causal d0 la capacidad moralpara dslinqutr por impulso parliczclar hacia el delito.
En el precedente
hemos
articulo
dicho ya que el
hombre, como ser razonable, necesita siempre de una
razn
determinante
para realizar una aocibn, y que la
necesita en mayor medida cuando trata se
de realizar
una acci6n criminosa, por sentir naturalmente el iii.
mo del
hombre
una ingnita repugnancia
el de- hacia
lito, fotificadn por las penas
sociales,
religiosas y legales.
La razn determinaate para delinquir se denomina
motivo, considerada
todo desde
sobre
el punto de vista
de la potencialidad, pero adems puede ser considerada
como mvil desde el punto
de vista del acto. Ahora
bien;
fcilmente
se comprende
en este que
ultimo
respecto,
esto
es,la razbn
en 6 cuanto
mvil hace que la
delito devoluntad se acomode , la realizaci6n de un
terminado, tal raz6n es la causa
moral
particular del
mismo. Asf se explica que cuando se observa
en una
persona un motivo particular, la mente lo refiere al
delito realizado como causa de un efecto; atribuyendose &sicon una mayor 6 menor
probabilidad
delito
aq~xellapersona determinada, en la que se hubiese encontrado la causa particular moral,
esto
el motivoes,
el
----
299
de-
300
Las pasiones humanas no dominan I s voluntad, Ilevndola la acci6n) sin un impulso exterior; la acti~ i d a dhumana determinase siempre por influjo que del
exterior viene.
Los impulsos exteriores que obran sobre el alma humana son, segn lo dicho, de dos especies:
obran con la fuerza de la atraccin, otros con la de !a
repulsibn; bienes 6 apariencias de bienes, los primeros; males 6 apariencias de males, los seguildos. Analicemoslos rpidamente, comenzando
los impulsc~s
por
provinientes del aspecto del mal.
Hemos
que
dicho
el sentimieilto de repulsa que el
alma experimenta hacia el mal se llama odio. El odio,
en este sentido, comprende todo se~tiinientode repulsa, que, en general, se tiene hacia el inal. Pero el odio
se entiende tambihn'en un sentido especifico, que conviene determinar, junto con las otras formas especificas que reviste la repulsa hacia el mal.
El mal puede ejercer su influjo repulsivo en el Baiino
del hombre de dos maneras, ya recayendo sobre el
hombre efectivamente, ya amenaz8ndolo; mal sufrido
en el primer caso; mal que se puede Ilegal. cE s u f i i ~en
el segundo.
El mal sufrido, en cuanto se sufre actualmente,
hace nacer, ante todo, respecto del mal en si mismo,
cl deseo violento de rechazarlo y librarse de 61; deseo
que suponemos violento, admitiendo que 61 sea de cierta gravedad; pero en el supilesto contrario, el deseo de
rechazarlo, se resuelve, mhs que en nada, en un deseo
del bien, clasific8udose entonces la pasin impulsiva
eii2;re las que nacen del aspecto y contemplacin del
bien. El mismo mal suf'rido, considerado respecto del
au:tor, llamase i ~ asi, el mal es actual 6 reciente; y 1111mitse odio en un sentido especifico, si el mal es remoto-
unos
El mal que amenaza, despierta en el h i m o del hombre otra pasin: el temo)., el cual, para ser completo,
podemos distinguir como temo?.de un mal
inminente
y
de mal no inminente. Ahora bien;
mal
dely de la apariencia del mal, surgen cinco pasiones: deseo violento
de rechazar el mal, ira, odio en sentido especifico, temor del
mal
inminente,
temor del mal lejano, esto es,
cinco mviles para delinquir, en cuanto se consideran
como influjos criminosos.
Del
bien,
6 de la apariencia del bien, no surge mhs
que una pasin, que es el deseo inmoderado,
como que
mvil
delito,
del consiste en el deseo desordenado y
potente hacia aquello que nos parece como bueno. Este
m6vil es mayor 6 menor, segn la grandeza del bien
anhelado de un lado, y la privacin del mismo en el
que lo anhela del otro.
Considhrense, pues, los
motivos
particulares que
pueden determinar la tendencia al delito; siempre se
encontrar que todos se reducen las seis
pasiones
genericas indicadas.
Pero los impulsos externos no obran siempre del
mismo modo en el nimo del hombre. Ora obran de un
provocando
y
pasiones
modo rpido y violento,
no razonadas; ora obran con
accin
mSts lentta, provocando
pasiones,
criminosas sf, mhs razonadas y reflexivas. En cuanto estas pasiones
impulsan
al delito, se
mbviles
impetuosos, y en
tienen en el primer caso
los
mdviles
el segundo
losre@exivos.
Besuelvense en mviles i m p e t ~ 0 ~las
0 ~pasiones
originadas en la contemplacin
mal prximo,
del
prximo pasado 6 futuro, reciente 6 inminente, la pasin de la iva a l igual que la del terno?. del maZ inminente,
temor
que,por su gran intensidad, determilla el
miedo. Fhcilmente se explica c6mo Ia vivacidad del
cieg
302
perjuicio
no
POR N I C O L ~ SPRAM&INO
303
fuerza d e un mal actual, cuanto por el miedo invencible del mal prximo. En esta hiptesis, y a no se tiene
delante el caso de impetu en sent.ido estricto, sino e1
de la coaccidn que domina la voluntad; no se trata ya,
de excusa, sino de justificacidn. Por lo demhs, este idtimo punto de vista no cae dentro de los lmites de
nuestro trabajo; bastaria, para el caso, indicar que los
m6viles impetuosos se convierten, con relacin , la imputaci6n en excusas 6 justificaciones de la acci6n materialmente criminosa.
Resumiendo: los mviles de impetu son aquellos que
nacen del mal presente, reciente 6 inminente, saber:
el deseo violento de rechazar el mal, la ira y el temor
del mal prximo; impetus de l a necesidad, de la ira,
del miedo.
Si el maZ sut)*idoes un mal remoto, entonces aquel
violento y ciego sublevarse del alma que se produce
ante el mal que se sufre, cede el puesto ; un sentimiento ms quieto y m8s razonado de aversi6n; & l a
a
l a calma razonadora.
violencia ciega de la i ~ sucede
del odio en sentido especifico contra el autor del mal.
El odio, pues, es un mvil reflexivo hacia el delito.
Y tambidn, cuando el mal que se teme no es inminente, sino lejano, desde luego se comprende que no.
puede determinar el mpetu pronto pasional; viendo el
espritu ante s tiempo suficiente para contener el
golpe del mal que amenaza, no pierde su calme. En
lugar del miedo impetuoso y ciego del mal inminente,
surge el temor calculador y sereno del mal lejano. La
amenaza de un mal lejano, da, pues, lugar otro m-.
vil reflexivo para delinquir.
Por tanto, si del mal pesente y prdximo nacen tres
m6viles que son: el impetu de la necesidad, el de la ira
y el del miedo,
maldel
Zejano nacen, por el contrario,
304
- ----
--.-
temor
del
mal
lejano.
Ahora bien; el mvil que resulta de la contemplacin
considerarse como reflexivo.
siempre
de un bien puede
El deseo vivo de una cosa, el cual induce 5 ordenar
previamente los actos encaminados & conseguirla, antes de ofuscar el espfritu, suele aguzar el ingenio. La
codicia es realmente, de un modo general, una pasin
razonadora; su mvil es un mvil reflexivo.
No nos detenemos en mas amplias
consideraciones,
porque en rigor estaran fuera de nuestro
asunto. Lo
objeto
por tan s61o
que clileda dicho hasta aqu tiene
ilustrar y aclarar la distincin entre el mvil
impeuna
importuoso y el reflexivo, distincin que, si tiene
tancia suma
materia
en de imputacin,
no es intil en
materia de pruebas.
En efecto,
habiendo
en las pasiones constitutivas de
un movimiento impetuoso
impulsoun
ms fiierte que
en las del reflexivo,
se infiere
la relalgicamente
cin de causalidad entre el mvil impetuoso y el delito,
es mSts eficaz; y por esto la existencia un mvil
dedel
primer genero constituye un indicio mAs vehemente
que el que resultara de uno del segundo gnero. He
ahi, pues, una primera verdad probatoria, derivada
de esta clasificacin.
Debe aadirse, adems, que para que uu mvil reflexivo tenga una cierta fuerza de indicio, es preciso
porque
que haya proporcionalidad entre 61 g el delito,
el alma humana bajo la accin de un m6vil reflexivo,
no pierde, seghn queda
dicho,
su calma razonadora,
por lo que una causa pequeiia y desproporcionada no
el delito. El
puede,
hablando
general, determinar
en
mvil reflejo, para funcionar como indicio, debe ser,
pues,
proporcionado
al delito, mAs a-n que cuando se
qu
pro-
tales
306
piritu humano, abstraccin hecha delsujeto pasivo individual y del paciente de un delito dado; por l o que
se encuentran en todos los hombres 6 en una gran
parte de ellos;
tales motivos llmanse comunes. As, la
codicia manifiesta 6 latente, es general en los
hombres,
excepto ea aquellos que se elevan al supremo desinteres en virtud de influjos morales y religiosos. La concupiscencia sexual, manifiesta 6 latente, es tambien
general en los hombres; sustragndose h ella pocos,
bien por debilidad fsica bien por influjo moral. El
odio de partido que, en caso de luchas violentas, se presenta como mvil 6 indicio contra Ticio por la muerte de Cayo, es comn muchos otros ciudadanos, ,
todos aquellos que militan en el mismo partido de
Ticio .
Hay, por ltimo,
motivos
en los cuales, si la pasin
fundamental es comn, el grado, esto es, la intensidad
llamarse
pueden
pasional, es personaJ. Tales motivos
comunes personales. Asi, por ejemplo, la codicia puede ser comn, pero tambikn puede alcanzar en un individuo determinado un grado tal de intensidad,
que
constituya una seira particular y caracterstica de su
persona. Lo mismo puede decirse de todo otro
motivo
comn.
El motivo comn lo es
tan s610 con relacin h su intensidad media. Desde el momento en que alcanza un
gradodeintensidad superior la media, grado propiode
determinada persona, se hace personal, convirtiendose
en un motivo de carhcter mixto.
A estas nociones de los motivos comunes, comunespersonales y personales, refihrense muchas verdades
importantes que conviene indicar.
Dado un delito y dada la existencia, de un motivo
para cometerlo, en una persona, nace naturalmente la
308
POR
NICOLAS
FEAMARINO
309
310
Por esto,
es necesario
no olvidar
que
nunca,
si e7
mbvil comn
personal,
se considera, no en cuanto resulta de los hechos criminosos probados, sino en cuanto debe Lt su vez probar los hechos; si se quiere, en
suma, que sirva como indicio criminalidad,
de
entonces es preciso una prueba especial,
encaminada
h demostrar la particular intensidad
que consiste
en l a individualidad
mvil, y por
del tanto, su fuerza como
indicio causal.
Pasemos ahora la prueba del mvil puramente
personal. Cuando el delito no se explica
mvil
poralatribuye
cuando
A
guno comn 6 comn-personal,
un mbvil
simplemente
personal, entonces, para afirmar determinadamente la existencia de &te en un inindividuo, es preciso procurar una prueba
especial:
no se trata ya de motivos comunes 6 comunes-perso-.
presunnales, que pueden ser admitidos por
simple
cidn, en la forma dicha. La muerte de Ticio, por ejemplo, se imputa B Cayo. Por qu habrh muerto B
Cayo? Pudo ser por codicia, por lucro, fundado en
una relaci6n personal que se necesita probar, como.
si aquel'hubiese tratado de apoderarse de una suma
prestada: pudo ser por ira producida
virtud en
de
una, injuria reciente, b por odio suscitado
injuriapor
antigua; pudo ser por miedo 9, Tico. De todos modos,
en la causa
supuesta
tratase siempre motivos
de personales, que no pueden admitirse por simples presunciones, no siendo
indicadas
prwrticuIarrnente por la mate-.
terialidad del
delito.
Es preciso, pues, probar en cada
caso el motivo personal del delito, y cuando resultase
demostrada 1s falta de todo motivo, tal falta, s e g h Y%
se dijo, sera una gran prueba de inocencia.
Quizh parezca 9, algunos que en los delitos contralas personas, esta prueba que nos referimos
la
de
se
inocencia, se resuelve
bienms
en prueba de mayor
delincuencia. Se har observar que la agravante del
impulso de brutal perversidad consiste precisamente
en la ausencia falta de6causa; se dir que, en efecto,
los Cdigos, al hablar de tal impulso, han aadido; sin
causa, 6 bien del solo impulso de brutal perversidad;
alegarhe, en fin, la autoridad de los escritores, los
cuales, su vez, han afirmado explcitamente que
para que un impulso exista, debe estar demostrada la
falta de toda causa ( 1 ) . Por mi parte, pido,
en very
dad, perdn los sabios legisladores los escritores
sapientisirnos; pero no soy de
su
opinin,
lo menos
en la forma con que la exponen. Comprendo la mayor
imputabilidad del impulso, cuando se parte del supuesto de motivos minimos, desproporcionados, insu ficientes, que encuentran su eficacia impulsiva en la
general disposicin para delinquir, que por modo natural provocaron
alarma
especial
en la sociedad. Pero
si se parte del supuesto, la total de
ausencia de causa,
no la admito. No parece m As exacto
en que,
tal caso,
el agente sea un hombre responsable de sus actos?
HIse llamado al homicidio inmotivado homicidio
bestial; pero, pido perdn: me parece que ah se calumnia B las mismas bestias. Las bestias, en verdad, no
matan absolutamente sin motivo. Una bestia mata
otra porque
por
lucha
la vida, por
hambre,
por cony si es
currencia de
apetitos,
porde amor;
rivalidad
un macho, puede matar la hembra
por inssatisfacer
tintos
sexuales
no satisfechos, En suma, hay siempre
un motivo para obrar.
El homicidio sin causa no es bestial; es de un loco.
Dada la ausencia absoluta o/ qeriguada de todo moti(1) Vase P~ssina,D t i t l o P c ~ a l cvol.
, 11, $ 24.
vo,
por
mnimo que sea, una de dos: 6 la impirttxcin
6imposible,
del homicidio es una cosa moralmente
aquel se ha cometido en
un
acceso
locura. Lnde
voluntad que se determina b una grave y criininosa accin, sin motivo alguno, y desafiando, no obstante, la
reprobacin y el desprecio
sociales,
ser una
tiene
valuntad extraviada ; trtase de
voluntad
enferma,
por estar enferma la inteligencia, de un caso patolgico, no de un caso penal, que pide el manicomio y no
so pena
aqu,
de
la ckcel. Pero debemos detenernos
salirnos
de nuestro
asunto.
propio
Volviendo atrhs, es preciso resumir las clasificaciones
hechas los motivos
de crimiiiosos. Hay
estres
pecies.
Considerando los motivos internos en cuanto su
naturaleza sustancial, derivada de la diferencia del
impi~lsoexternogenerador, loshemos clasificado e11 dcseo violento de rechazar el mal, ira, odio, miedo de un
mal inminente,
de untemor
mal lejano y codicia; los
primeros
soncinco,
hijos del odio en sentido genrico,
6 sea del sentimiento
repulsivo
Animo hacia lo quedel
le parece uri mal; el ltimo
Bviene
ser la geii8rica
determinacin del sentimiento
de
del nimo,
atraccin
hacia lo que reputa un bien. Total, seis motivos para
delinquir.
Considerando luego los motivos internos con relacin B su naturaleza modal, derivada del modo concreto cmo el impulso obra en el Animo, los distinguimos en impetuosos y reflexivos,Delos seis posibles mviles son impetuosos, el mpetu de la necesidad, el de
la ira, y el del miedo; y reflexivos, el odio, el temor
del mal lejano, la codicia.
Considerando, por ltimo,
motivos
los con respecto
a;i sujeto que parecen modificar, esto es, en cuanto Se
que
presentan obrando,
sobrebien
muchas personas, 6 sobre una en particular, los hemos
diversificado
como
motivos
coinunes,
y comunes-personales.
personales
No podemos terminar el presente captulo
diri- sin
gir una ltima
ojeada
& la naturaleza generica de los
motivos
criminosos.
Ya hemos dicho que el motivo, en
acto, esto es, en cuanto realmente obra ,sobre la voya movi(es
luntad, es mhs propiamente ya mvil,
miento). Ahora bien;
conviene
notar que el interno se
resuelve con relaci6n 9 la voluntad que tiende al delito en la intencidn. En efecto, la intenci~r o es m&s
que un esfue~zode la voluntad hacia el delif:,:egln
dice Carrara, 6 bien es tendencia efectiva de 1..1 uluntad hacia el delito.
Esta tendencia tiene
por
punto
de partida y por
punto
de llegada, el mvil; de partida, en cuanto de A l procede el primer impulso de la
voluntad hacia el delito; de llegada, en cuanto por 61
se determina la meta hacia la cual se dirige la voluntad, meta optata criminis.
Dado
para
esto, la integridad y precisin de las teoras, es importantisimo notar que la intencin no es
elemento del
delito,
sino en cuanto es concomitante con
la accin. La intencin precedente al delito, no apasi
crimirece sin solucin de continuidad
al acto
unida
noso, es un hecho
distinto
del delito,
que pro- puede
Barlo de modo indirecto. As, las manifestaciones, aunque sean indirectas, de la intencin anterior al delito,
consideradas aparte del
delito,
tienen siempre conbenido deprzceba indil-ecta;son otros tantos indicios csusales, que sirven para indicar como l a causa al efecto,
la intencin, determinada y sucesiva concomitante con
19 accin y constitutiva de verdadero elemento crirninoso. La amenaza dirigida al ofendido, por ejemplo,
antes del delito, 6 los consejos pedidos fi, otro sobre el
314
modo de consumarlo, aun cuando por su determinaci6n sean una revelacin directa de la intencin, presentadas como manifestaciones una intencin de
anteson m&sque subrior al delito y desdigada Bste, node
indicios causales de la tendencia
particular
moral, r
efecti~raIt delinquir, en la cual consiste propiamentc~
el elemento
subjetivo
del delito, que se llama intenci6n criminosa.
Todos aquellos hechos que arguyen la tendencia especial criminosa,
son unaen
consecuencia
cuanto mBs
6 menos probable, son indicios de efecto de la particular tendencia
revelan
criminal;tal tendencia como el
actos
se consideran
que
efecto la causa. Asf, ciertos
simplemente preparatorios del delito: adquisicin d e
armas, por
ejemplo,
son indicios de efecto de la teuindencia
hacia Conviene,
el delito.
si, notar que
tales
dicios, considerados como reveladores de una tendenste, de
cia delinquir anterior al delito, y desligada
son
efecto
de fi causa de tal tendencia y no del delito,
porque
aquella
no constit~l.geel elemento criminoso de.
la intencin,
considerada,
sino unida al delito sin solucin de continuidad. Son, pues, indicios de efecto de la
eleintenci6n criminosa, y por tanto, del delito en su
mento subjetivo,
hechos
aquellos
tan s61o que se concomo
dicha,
sideran capaces de argiiir le intencin
perseverante en la verificacin del acto.
Una causa no revela su efecto sino por su modalidad natural, extrinseca 6 intrinseca: modalidad moral
6 fsica. Por la modalidad la causade
es como siempre
se arguye en cuanto al efecto.
efecto,
Un en cambio,
POR
NICOLBS FRdMARINO
315
revela su causa
por
diversa
pero siempre que
razn;
presenthndose
como
una cosa sirve para indicar
otra,
su efecto, el indicio resultante es de los indicios de efecto. En el captulo siguiente hablaremos del modo cmoun efecto puede indicar mos.aZrnente su causa; en el
presente trataremos de la diversa
manera
con que un
efecto puede indicar fisicamente su causa.
Un efecto puede revelai: fsicamente su causa, bien
sea por su modalidad natural, bien por cambio en la
modalidad.
Un hecho revela su causa por la propia modalidad
natural, cuando se produce
generativamente,
cuando
puede considerarse en s mismo, como teniendo vida
propia
distinta
de las demas cosas, sin consistir exclusivamente en modificaciones de otra cosa. En estas
condiciones es como un hecho puede revelar su causa, no por modificaciones sufridas, sino por su misrna
natural modalidad, extrnseca 6 intrnseca. Asi, el
niilo, que por sus condiciones naturales de recien nacido, revela el parto
reciente
una mujer, lo
derevela,
no s61o por cambios en su natural modalidad, sino por
su mismo modo natural de ser.
Por otra parte, esta
manera
de revelar las cosas no
tiene, en general,
importancia
respecto del delito. El
delito no es un hecho que time vida propia 6 autbnoma
en medio de los dems hechos. La materialidad del delito consiste siempre en modificaciones de las cosas 6.
de las
personas, y en esto estriba su ilegitimidad: en
la perturbaci6n del legitimo modo de ser de las cosaa
y de las personas, conculcando el derecho de la persona, respecto de s propia,
respecto de otra 6 respecto
de las cosas.
Mas hay, decamos, otra manera por la cual puede
el efecto indicar fsicamente la causa,: por las modilica-
316
318
grentada, son
otros
tantos indicios
efectode6 causa,
consistentes en una alteraci6n de la cosa.
Y es un indicio del mismo genero el del material
cambio de estado econdmico, en los delitos que implican lucro; cambio que se revela en gastos excesivos
en el pago de antiguas deudas despus del delito, y el
cual cambio se hace depender como de su causa,
del
delito.
Recordando ahora que la persona misma es cosa en
cuanto es objeto de modificaciones fsicas, siguese de
ahi que en los indicios por
alteracin
de cosas,
se
comprenden los que nacen de alteraciones particulsres en la persona de la victima: as, en el caso de estupro, la sfilis contagiada la estuprada, prueba directa como efecto
del
delito
sobre es el sujeto
indirecta,
de
respecto
la persona del delincuente
quien por indicacin se refiere.
la misma
Por razbn se
comprenden en la general nomenclatura los indicios
originados en las alteraciones
la personadedel delincuente, sea por reaccibn de la victima, sea por accidente consecuencia
Asi
delencontrando
delito. al
muerto con uiia porcin
cabellos
de en
puo,
el
la
falta de aquellos la cabezaendel acusado es un indicio en contra del mismo, que se origina en una reaccin de la vfctima; si hubiera habido lucha, otro indicio de anlogo
sera
orgen
la herida que
se encontrara en la persona del procesado. La herida esta, pueun accidente;
de como
de tambien ser consecuencia
cuando el delincuente hubiera csfdo, por ejemplo, al
huir.
Al igual que por l a alteracibn, por la traslacibn
pueden sefialarse infinitos hechos concretos que tienen
en ellas su fuerza como indicios de efecto. La modificacibn, en cuanto al lugar, es la que da fuerza de tal
pa
caza,
323
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
323
-
Las
324
como el testimonio de terceros, para que pueda legitimamente funcionar como indicio de delincuencia, es
preciso que sea cierta. S610 entonces se tiene un indicio legitimo.
Pero aun entonces
esno dar
preciso
tal indicio
una importancia excesiva exagerando su valor. No
siempre el acusado miente
ser delincuente:
por veces,
su mentira
es que
hijala verdad
del pura
temor
de
y simple
de su noinocencia
pueda triunfar, y miente
para destruir las apariencias que cree le perjudican y
condenan. Otras veces, lo que cree mentira es una
equivocacibn, y otras, en fin, los peligros y los padecimientos que siempre imponen un juicio criminal,
perturban totalmente el Animo del procesado
inocente, hasta el punto de que contra su
voluntad conse
tradice y no se expresa con la exactitud debida. He
ahf, ciertamente, no pocos motivos que debilitan la
fuerza del indicio de la mentira.
Hemos dicho que la verdad se oculta, no s61o mintiendo,
sino sirnp1e:nente callando. Ahora
talnbibn
inbien; el acusado que calla, demuestra
tambin
tener
teres en ocixltar la verdad; y esto lleva sospechar
por
tanto
es culque la, verdad le es contraria, y que
ah he
el indicio del silencio, indicio ms dbil
pable;
an que el de la mentil*a.
El silencio puede ser total 6 parcial.
Cuando el silencio parcial,
es cuando uo se calla ms
que una circunstancia dada, es preciso penetrarse
bien de que tal circunstancia era conocida por
el acusado, y que no poda haberla olvidado, ni prescindir de
ella
casualmente
en su deposicin, bien sea por la natuy forma del inraleza de la misma,
bien
la indolepor
terrogatorio; todo esto hace falta antes de admitir
que
el silencio parcial sea un medio de ocultar
la verdad.
326
-
---
Pero el silencio puede ser tambibn total, como cuando el acusado se niega sistemticamente & contestar
contesta con evasivas;
no importa,
mas ser siempre
el silencio un muy dbbil indicio, aun cuando haya habido un tiempo en que le haseconsiderado como una
thcita confesin.
A menudo el acusado, aunque inocente, calla
ante
el temor de un peligro desconocido, en el hecho de
pronunciar
tales
palabras;6 calla,
cuales
por el abatimiento que le domina, y que
le hace ver como iniitil
toda defensa ante una acusaci6n formidable; veces
enmudece de estupor, otras de cblera.
Y cmo olvidar que el acusado inocente puede caUar por un sentimiento nobilisimo? Desprecia su salvacin con tal de evitar la condena 6 simplemente la
deshonra de la persona querida. Francisco Majenc fu6
acusado asesinato
de y se neg justificarse, limithndose & decir: soy inocente. El tribunal de Gers lo conden, y conden6 2i, un hombre noblede
corazbn, porque Majenc era inocente, y haba callado por evita.r
que condenasen su padre, que era el verdadero asesino (1).
~Quibnno conoce la triste historia del noble veneciano Antonio Foscarini? Reuniase todas las noches
prbxima al palacio del emcon su amada en una
casa
bajador
de Sorprendido
Espaa. una noche disfrazado por aquellos lugares, fue acusado de estar en secretas maquininaciones con un embajador extranjero,
Poda
delito de
muerte
en la repblica
veneciana.
justificame nombrando A de dama que le recibia en
sus
citas
nocturnas; pero cubriendo la ignominia el
nombre de amada.
su
Prefiri callar; fu6 condenado
(1) Brugnoli, Certezczzn e proaa crimimle, $567.
326
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
POR N I C O L ~ SFRAMARINO
327
-
--
de
emplear
manera
co
amena-
--
POR
NICOLAS
PIEAXamO
331
que
el
CAPITULO IV
porque
336
-- -
--
22
una
en
POR
NICOLAS
PRA3fARINO
339
absoluto de
pruebas
juris
indirectas,
et de j u ~ e en
,
materia criminal.
TrAtase, v. gr., de la amenaza anterior al delito,
de 1st fuga de la crcel durante el proceso, de la ocultacidn del parto con relacin al infanticidio.. . y de
otras por este estilo.
s de jme,
Pero tambiwestaspruebasnaturales, j u ~ i et
son hoy un mero recuerdo histrico en la ciencia penal. En armona con los argumentos lgicos antes expruebas lepuestos, & propsito de la certeza y de las
gales, debemos sentar la teora de que no pueden admitirse pruebas criminales, jwis et de ju?*e;puesto que
para que la certeza criminal sea legitima debe ser
sustancial y no formal.
el
Ahora bien; merced los progresos de la ciencia,
6nico campo en que pueden florecer las pruebas indirectas jzl1.i~et de jure, es en el de la probatoria civil.
Pero sin esta esfera son admisibles, dbese m&s& la
consideracin del derecho, que ti la del hecho; las
pruebas ju9.i~ et de jure en lo civil tienen su razn de
ser, especialmente, en ciertos motivos sociales, que
aconsejan darles un valor absoIuto. Veamos si no en
concretas
breves tkrminos lo que pasa con las pruebas
juris et de jure.
La ley civil
determina
una categorfa de personas incapaces de recibir
donacin
por 6 por testamento. Ahor a bien; las donaciones y las disposiciones testamentarias B favor de algunos parientes de aquellos, se reputan, por presuncibri. juris et de jure, hechas en fraude la ley, consider&ndolascomo dirigidas S las personas de las
incapaces, intermediopor
de las personas
indicadas; que es verdad
lo en la mayorfa de los casos.
Pero si en lo civil si procede de ese modo, no es en
virtud de una ilusin 16giw de las pruebas, no. La
340
lgica de las pruebas civiles no puede dejar de reconocer que la liberalidad A favor de un cnyuge del inhecha
ser
de fe, buena
sin
capaz, puede, en caso dado,
idea de burlar la ley, ni de transmisibn & favor del
incapaz. Pero si la lgica
las de
pruebas lo reconoce
asi, la del derecho cree mejor afirmar indiscutiblemente, para todos los casos, la presuncibn
fraude del
legal, ya para evitar litigios, ya para no encontrarse
siempre ante la fcil afirmacibn
la buenade
fe,
que
obligaria 6, la dificil prueba de la voluiltad de burlarse de la ley. Y he ah bien claro como el fundamento de la indicada presiinci6n juris et de jure, no
est en la real 6 sustaiicisl fuerza "probatoria de la
presuncibn, sino ms bien en el clculo
la utilidad
de
social.
As tambin, cuando en lo civil
se hace la depender
propiedad 6 la liberacibn, de una presuncin juris ef de
jure, apoyada en determinadas circunstancas, no es
que de hecho no se admita en absoluto la probabilidad
concreta de contrario;
lo
es que se conecptilii, mejor
evitar la larga oscilacibn de los derechos, y la, multiplicacin de los
litigios.
Por ltimo,
cuando
en lo civil
se presume
tie- que
ne un valor de verdad absoluto, en casos dados,
la confesin 6 el juramento, no admitiendo la prueba
de su falsedad, no es que la lbgica de las pruebas no
reconozca la posibilidad de que una confesibn y juramento sean en un caso falsos; lo que hay es que la
ciertos
lgica
del conceptilia
derecho mejor darles en
casos, por presuncin jzc.1.i~et deju?*e,un valor absoluto de verdad, bien sea para alargar indefinidamente
los
litigios, sea, porque
bien tratndose de derechos
privados que es
licito
enajenar, la confesin, como el
juramento, aunque no respondan la verdad,
pueden
POR N I C O L ~ SF R W I N O
341
no obstante
en valer
determinados casos,
medios
de
de transaccin
6 de renuncia.
juris et dejzcg*een
En
suma,
las pruebas
indirectas
lo civil, tienen su razn de ser, no tanto
su en
real y
sustancial eficacia probatoria,
en motivos
cuanto jiirdicos, y en el calculo de la utilidad
social.
Hemos considerado conveniente determinarlarazbn
de ser de la prueba indirecta jzcvis et de juve en derecho civil, para preparar la solucin de un importante
problema de crtica
criminal.
Que en lo criminal no se deben admitir
pruebas
indirectas ju?*iset de jure, cosa es, hemos dicho que
no hay quien la impugne. Pero cuando se trata de
pruebas jus)*iset de jure, ya establecidas en el derecho comn, no se siente
repugnancia
para &&marque
deben tener
fuerza
tambin
lo criminal. Y por
en
qu? Por la unidad, se dice del sistema
probatorio,
toda vez que no deben las pruebas cambiar con el cambio de jurisdicciones.
Pero tiene esto raz6n de ser?
ParBcenos que no.
Esta pretendida unidad del sistema probatorio, tomada en sentido general y literal, esta contradicha por
todas las legislaciones, en razn de la distinta y especifica organizaci6n de las prnebas en lo penal y en 10
civil.
en
Pero
tal sentido, la oposicin no tendrfa importancia, y por esto no se toma de ese modo.
Los opositores quieren decir que una misma cosa
no
puede probarse
de dos modos diferentes, segn las
distintas jurisdicciones, y que cuando para la averijurdica, ha afirmado
se
como
guacin una relaci6n
de
suficiente en lo civiluna prueba
esta
dada,
mismap?*zleba, no puede considerarse insuficiente en lo peiial, para
averiguar aquella misma ~*elacidn.
342
Ahora
bien; verdad;
estopero con
es iinn condicin
que los adversarios no tienen en cuenta. Es verdad, B
c.ondicin de
que
la declarada suficiencia de la prueba civil no sea sustancialme?~tecontraria al 6n de la
probatoria penal. Y precisamente, tal es el caso de
lns pruebas indirectas que se declaran juris et de jure
en lo civil. En lo civil,
segn
hemos visto, declaran
se
razoneseficacia intrinseca
de
probatales, no slo por
toria, sino por razones
de y por
derecho
cAlculo de utilidad
social
; consideraciones
estas accesorias
que no
tienen el mismo valor en lo criminal. En lo civil aquellas pruebas se declaran absolutas,
no se
porque
busca
en lo civil
una
sino certeza artificial
correspondiente
6, una verdad formal 6 hipottica; en cambio, en lo
penal el fin de la prueba es la certeza nittiiral, correspondiente & la verdad real y efectiva de la delincuenpruebas
indirectas juris et de
cia. He aqu porque lns
jure segn
el civil,
derecho
no pueden considerarse tales para la imposicin de las penas
lo criminal.
en
En materia penal no puede afirmarse la delincuencia si sta no se presenta como real y efectiva.
Ahora
bien; la prueba civil indirecta juris et de iure, no es
la expresin la verdad
de real y efectiva;
lo que
por
no puede servir de base
de una condena penal.
Veamos esto con relaci6n A un caso concreto. Resultar&as mAs claro. Tomemos una prueba indirecta jur i s et de jure, y del campo
civil
transportmosla
al
criminal.
En lo civil, admitida la prueba del
matrimonio
no
impugnado entre Ticio y Casia, el hijo habido de
sta, fuera do algunos
casos
determinados
impugTinacin de la legitimidad,
debe 4ijo de
considerarse
cio; es un indicio ju?*is et de j w e , orjginado en el hecho indicado de la relacin
matrimonial
entre un hom-
de
bre y una mujer; y no es licito probar lo contrario, absolutamente, en manera alguna. En tales casos no puede
~ i aun
i
valer siempre el recurso de impugnar el acta
de donde surge la prueba indirecta; el acta 6 documento puede ser muy verdadero, y como tal inatacable; pudiendo la falsedad encontrarse por entero en
la prueba indirecta que se supone, y que no puede ser
combatida.
Ahora, podra esta prueba civilju,*is et de jure, aplicada en materia penal, legitimar una condena? De
ningiin modo.
Supongamos en el supuesto
que examinanestamos
considerado
do que Sernpronio,hijo de Casia,
te como hijo de Ticio , porque pater is est quem justae
nuptiae dernonstl*ant, no sea realmente hijo de Ticio,
sino hijo adulterino de Casia.
Supongamos
que acusado Ticio de haber dado nluerte b su presunto hijo,
casos
que le permiten
aunque no se encuentre en los
impugnar la legiiimidad, tenga pruebas para producir
en el animo del juez la certeza moral de que Sempro~iiosea hijo adulterino de su mujer, y que el odio enhijo, habia sido originado en
tre 81 y Aste su supuesto
la notoriedad de la filiacin adulterina. Se deber&
imponer silencio al acusado, y tomando como buena
Iw paternidad ficticia de las leyes civiles, castigarle
con los rigores propios del Cdigo penal? Puede en
verdad una filiaciu supuesta en virtud de las normas
y criterio del derecho civil generar un parricidio putativo en materia penal? Preguntbdselo al sentido comn
ibre de los prejuicios acadAmicos , y el sentido comirn
responder resueltamente que no. La conciencia
no sabrb nunca admitir la, imposicin de una pena en
virtud de una fioci6n jurfdica. Cuando tal se haga, considerar&victima, al condenado y deliucuente la leyg
civilmen-
social
POB NEO&
-0
345
346
dad, de un modo completamente definitivo. Si la justicia penal no tuviere una sentencia ltima, segura y
definitiva, B cuya sombra pueda
descansar
la la conciencia social, lejos de ser instrumento de
tranquilidad, seria causa de interminables perturbaciones.
Pero tambien aqui conviene
1% razodistinguir.
nes polticas
expuestas considerar
inducen
absoluta
6 inquebrantable la presuncibn de verdad de la cosa
emsin
juzgada, en cuanto la absolucidn, no tiene,
bargo, la misma
para
fuerzarechazar todo limite en
cuanto L la condena. Que por razones poli ticas se deje
impune, aunque sea al reo,
cuando
ha sido legitimamente
absuelto,
cosa es que no repugna la conciencia
social, que ve en todo ello el fin de la tranquilidad
civil y de la estabilidad del derecho. Pero que se deba
esque
eviseguir atormentando con una pena aquel
dentemente inocente, s61o porque ha sido condenado
por error, no puede admitirse tranquilamente por la
misma conciencia
Las razones
social.
politicas
pueden
legtimamente valer, cuando se trata de la absolucin,
nunca, cuando se trate de la condena. No puede haber
condena legitima sin
justicia
intrinseca .
Si, pues, la presuncibn de verdad conviene que sea
absoluta para la cosa juzgada absolutoria, debe en
cambio tener limites
cuando
condenatoria.
es Estos
limites racionalmente originanse de la evidencia de la
ve3*dadreal,
contradiccidn
en
con lap~eszcncidnde verdad de la cosa juzgada condenatoria.
Cuando la verdad real y evidente, es contraria Q la
verdad presunta de la cosa juzgada
condenatoria,
obstinarse en
sostener
la inviolabilidad de dsta, seria
contrariar los fines mismos 'de la justicia penal. La
verdad presunta debe
ceder
suentonces
puesto & la
tranqui-
Si
POR
NICOLAS
FR&1ARINO
347
--
una
POR N I C O L ~ SFRAMaIEINO
349
gada civil
debe
6 no tener fuerza completa en materia
penal. La respuesta es fcil, en vista de las consideraciones precedentes.
El juicio civil atiende iin fin distinto del que es
propio del juicio penal: el primero contntase con nlcanzar l a verdad formal; el segundo busca la verdad
sustancial. El juicio civil se funda as sobre pruebas
que no siempre pueden tener el mismo valor en el penal; segn hemos visto precisamente que pasa, con
las pruebas indirectas ju?*is et de jure civiles. La diferencia de fines y de valor de las pruebas en los
dos juicios, lleva claramente b afirmar, que l a presuncin juris et de jul-e de la verdad de la cosa juzgada
civil, no puede tener en lo penal m$s fuerza que cual-.
quiera otra presuncin civil del mismo gnero.
CUARTA PARTE
Prueba real.-Prueba
personal.
PRBAMBULO.
CAP~TULO
1.-Divlsidn subjetiva de Ir prueba eu real y personal.
CAP.11.-Presencia en juicio de1 sujeto intrnseco de la prueba:
Originalidad.
PREAMBULO
1.
23
CAPITULO PRIMERO
366
por
ejemplo, un delito, de
no
puede percibirse
tamente eil el alma misma: es preciso
percibirlo
B travs de la materialidad de un hecho exterior que lo
manifieste,
que puede
hecho ser hasta la palabra de
la persona
en
misma,
cuya alma se afirma la causa
moral del delito. Ahora bien; es necesario advertir
que en esta ltima hiptesis cabe que con la palabra
revele la persona conscientemente, la existencia del
motivo propio para delinquir en
su
alma; y en tal hiptesis conviene notar tambin, que ser personal la
prueba d e l a existencia del motivo causante; pero el
xn~otivocausante como prueba del delito cometido ser&
siempre prueba real; presntase aqu la palabra consci>entedela persona, como destinada dar fe dela verdad
y no demotivo,
la supuesta
relacin
de la existencia
del
que tal motivo tiene con el delito cometido ; esta relacin se admite por el juez, no sobre la fe de la consciente atestacin de la persona, sino por la propia percepcin
motivo
del (de cuya existencia
est
cierto
ya
por prueba personal) como una cosa ligada al delito
lo que
por el motivo
cometido, cual causa efecto;
causante, considerado en s como prueba del delito cometido, es respecto
una prueba real. En su consecuencia, un estado del alma que, considerado como causal
del delito, f~incionade prueba del delito cometido,
considerado en si mismo como prueba, se presentara
siempre como prueba real, manifistese consciente 6
incoi~scientementepor la persona. Pero, segn lo dicho,
un semejante
estado del alma, considerado como
causal de un suceso dado,
cuando
resulta consciente mente revelado por la persona-sujeto , pres6ntase) no
como una prueba realpura, sino mBs bien como mixta
de personal y real : en rigor, es una
prueba personal
con contenido de prueba real. En suma,, lo que nos
dire
proponamos demostrar, y que nos parece haber demostrado, es que de la consideracidn de as causas (que
en cuanto han producido un suceso pueden servir para
probarlo) no se obtiene me que la nocin de las pruebas reales.
A esta
especie de pruebas
consistentes
reales,
en las
modalidades que revelan en el sujeto zl que se refieren
una eficacia causal,
pertenecen
todas las pruebas indirectas, que desde el punto
del
de juicio
vista
penal
llamamos indicios causales del delito, ya consistan en
fisica, ya en una
moral
percibida como
una
realidad
causa del delito realizado.
Resumiendo: la distincin de las pruebas en pers.snales y veales, se deriva de la consideracin de las huellas que un suceso puede dejar tras de si, y del modo
cmo tales
huellas
pueden revelar el suceso; en cambio, la consideracin de las causas, que habiendo producido un suceso pueden revelarlo, nos recluye siempre en el campo de las pruebas ?*eaes.
Ahora bien; volviendo nuevamente A la distinci6n
de las pruebas en personales y reales, procuraremos
aclarar su nocin determinando el contenido.
Ante todo, al hablar de
pruebas
personales se recordar, que hemos dicho que la prueba personal ds
un suceso, consiste en la revelacin consciente hecha
por la persona, del recuerdo
suceso
que ha impreso
el
en su espritu,
Ahora bien; es preciso advertir quepor
suceso no se entiende tan slo un hecho externo. La
persona produce tambin
personal,
prueba revelando
conscientemente hecho interno un
propio ; como, por
,ejemplo, revelando la intencibn criminosa de cometer
una, acci61i. Se debe notar ademhs que la persona prosblo cuando revela consduce
prueba
nopersonal,
cientemente un hebho interno de su espritu como he-
cho pasado, sino tambin cuando lo revela como hecho actual, por
ejemplo, actuales sus
convicciones y
su nctiial voluntad: en tal caso parecer que ni) se
trata de revelaciones de recuerdos, y que en su vi~:ud
:;G es bastante comprensiva la frmiila que hemos
usado como nocin de la prueba personal. Pero si se
tiene en cuenta que el mismo feniueno actual del espritu, no puede revelarse sino en cuanto la coilciencia tiene la visin y una consiguiente
icleolimpresin
gica, se comprender, que en este caso, se trata tambin
revelacin
de
de recuerdo en
sentido
lato; y lo es
con relacin A la funcin originaria de la memoria,
que consiste en recibir conscientemente la impresin
ideolgica, y no con relaci6n las funciones sucesivas,
en virtud de las cuales las impresiones
conservanse
para lo porvenir. De todas suertes valga, esta indicacin para completar y determinar la nociii de la pruebtt personal.
De rSpida
la
nocin anteriormente expuesta acerca
de lo que es prueba personal y prueba real, se deduce
tambin claramente que la persona misma, eii cuanto presenta modificaciones corporales, es cosa. Asi, la
herida que presenta la persona fisica no ES mks que
una prueba real: lo que se comprende
fkcilinente.
h pruePero importa notar que la persona
lugarda
bas reales, no slo por las nlodificacioiles corporales
safridas. Hay casos en que se trata de 1iiodificac.iones
psiquicas
producidas
la conciencia de la
en peisoiia,
y por esta manifestadas, las cuales
.embargo,
sin
no
so11 sino pruebas propiamente reales. Para distinAnimo
del
guir claramente cuando las manifestaciones
constituyen
prueba
internas por parte de la, persona,
personal y no real, es preciso
tener presente las dos
condiciones esenciales, necesarias, para que la mani-
POE
NICOLAS
FE~WABINO
361
festacin del nimo sea una prueba de la primera clade un jado, la conciencia tal mani-de
se : es esencial,
:ostaci6n, y de otro, que tal manifestacin se presente
rSornodestinada hacer fe de
la verdad de los
hechos
del espritu
por ella afirmados. las nlanifestaciones
Si
humano no son conscientes, y no se consideran como
clestinadas ci hacer fe segn queda dicho, no se tendrA
la prueba personal,
la real.
sino
Sin la conciencia de los
propios
actos, el espiritu
Iiumano se consideraria como cosa, y no como persona.
Tal conciencia se requiere, no s61o en la manifestacin
fiel hecho humano como hecho (voluntario),
tam- sino
bien con respecto Zn ~evelacindel Animo. En su
Funcin de prueba del estado interno del alma, son
prciebas males y no personales, no s61o el palidecer,
el temblar, 6 cualquier otro
hecho
involuntario de la
hechos
otrosvopersona, sino tambikn todos aquellos
luntarios humanos, que, aun cuando ?*enlizados conscientemente como Izechos, se vej*ifican inco~zscbnte.lnente
( ~ m~*eveZacioszes
o
concretas del estado
alma;
del todos
estos hechos, voluntarios B involuntarios, eii cuanto
funcionan pruebas,
de como revelaciones no consciss
del alma, constituyen pruebas reales; y en tal concepto, son pruebas reales en el juicio penal, las que denominamos
deindicios
efecto de las huellas
morales
del
delito.
La misma palabra, no puede considerarse como
prueba personal, si no se dirige conscientemente A revelar el estado del alma. Cuando
una inconsciente
es
expresin del espiritu, no puede ser sino una prueba,
'eal. Es prueba real, no s61o el frotar de manos de
lady 3Iacbeth , para hacer desaparecer aquella mantambin
cha que el remordimiento le hace ver, sino
sus terribles delirios. No produca para quien la escu-
ofre-
misma
364
---
--
3 65
mnnifestaci6n consciente y personal del recuerdo, destinada CL hacer fe de la verdad de los hechos con ella
afkmados. DIAs brevemente, llamando testimonio pep*sonal S la manifestacin del recuerdo
partepor
de la
persona, puede decirse que es prueba peivsonal toda
B destinada
dar fe
manifestacin personal consciente,
de la verdad de
los
liechos con ella afirmados. Toda
otra prueba es ~eaZ.
En cuanto A las pruebas puramente reales, que consisten en manifestacioiies inconscientes, podran llnmarse pruebas ~eaiespsiquicas. Pero no ocurre lo
mismo con aquellas otras pruebas puramente reales,
que consisten enmanifestaciones del
espritu, sepre- que
sentan como una
forma
concreta de la realidad, y no
la verdad de los
hechos
por
destinadas dar fe de
afirmados; estas ltimas no son, y no pueden llamarse
tis sic as), como todas las
sino pruebas ~eales-co~~10s-eas
demAs pruebas propiamente reales.
Siempre que falta la conciencia
la palabra
en hablada 6 escrita, lo que la palabra revela, es una imgresibn de recuerdo del espritu inconsciente, en su
inanifestacin del espfritu en cuanto
nocosa,
como
persona; la palabra entonces es una prueba real. Pero
emsi, por las razones dichas, l a prueba es reid, sin
bargo, no se trata de una prueba material, sino
espiritual; por lo que esta prueba puede llaninrse prueba
raa2- sipi pica,
No ocurre lo mismo con la palabra articulada 6 escrita que consCituye el delito; confndese entre todas
las pruebas reales-fisicas. La palabra articulada 6 escrita constitutiva de delito, se
consideratambien
como prueba real, no porque se presente como manifcstaci6n inconsciente del espirit u: muy al contrario,
si fuese inconsciente, no podria constituir delito. Si la
ella
3613
POR NICOL~GF E M I N O
367
-
POR
NICOLAS
FBAWINO
369
na, resultan
las personales;
pruebas siendo inconscientemente,
aquellas
resultan
especies de pruebas
reales, que denominamos reales-psquicas.
Conviene an detenerse un poco Lt considerar la Dat~iralezade las
huellas fsicas, de los efectos reales fisicos que el suceso deja tras de si.
Un efecto puede revelar fisicamente su causa, bien
sea por su modalidad natural, bien por los cambios sufridos en su modalidad.
Prescindiendo del caso, por lo dems rarsimo, de
que una cosa revele su causa por su modalidad natural, parcenos til insistir an sobre lo que ya hemos
dicho, respecto del supuesto de que una cosa revela
su
causa por un cambio experimentado en su modo de
ser, por una modificacin fisica (1).
Para que una realidad nueva,
entre
materialmente
en coexistencia con otra realidad, es preciso una especie de adaptacin fisica de la primera
medio
en deel
l a segunda. Todo suceso en general, y por lo mismo,
todo delito en particular, en el curso de su realizacin
dems realidades existenen el espacio, tg-o~iezaen las
tes, produciendo modificaciones fsicas. Estas modificaciones no pueden ser ms que de dos especies: modificaciones en cuanto d modo de ser, modificaciones
en cuanto al lugar: alteraciones y traslaciones. Examnense todas las pruebas reales, directas A indirectas, consistentes en modificaciones fsicas : slo se encontrarhn 6 cosas alteradas 6 cosas movidas.
El cadver, la lesin, la casa incendiada y otras por
perel estilo, son pruebas dil*ectas por alteracidn. La
sona secuestrada, la cosa robada
encontrada
en casa.
del ladrn, etc., .son
pruebas
directas por t?*astacidn,
(1) Vase en la parte tercera el cap.
Ldgica.-TOMO1.
III
y el art. 4.O
24
370
Y basta
acercapunto, de este
Ya hemos indicado en una
de las partes
anteriores,
y en la parte segunda de este libro volveremos sobre
el asunto, cmo el fundamento de la credibilidad de la
prueba personal, esta en la presuncin de veracidad de
la persona, esto es, en cuanto la persona ni se equivoca 6
engasa ni quiere engaar: seguidamente veremos de
que modo se aprecia
subjetivamente
la prueba personal.
Antes ya hemos indicado, y pronto lo confirmaremos
de nuevo, cbmo el fundamento de la credibilidad real,
es la presuncibn de verdad de las cosas, presuncin que
tiene por base la creencia de que las cosas son precipareceny que no estn
ser, falseadas
samente tal cual
por obra maliciosa del hombre: seguidamente veremos
cmo concretamente aprecia de unsemodo subjetivo
la prueba real.
S610 nos resta dar fin B este capitulo; y parecenos
til
terminarlo,
conuna consideracin complementaria,
respecto una coildici6n del sujeto probatorio, necesa6 moraria en ciertos casos, para que las huellas reales
les tengan eficacia de pruebas: esta condicin descansa
en la identificacin material del sujeto de la prueba.
Empecemos por las pruebas reales.
Hemos dicho que las cosas modificadas no pueden
ser reveladoras del delito ,,sino por traslacin 6 por
alteraciba
Ahora bien; cuando las cosas revelan por su traslacirr, para que
tengan
la eficacia de pruebas, es de ordinario,
muy
identificarlas.
importante, TratAndose,
por el contrario, de pruebas consistentes en alteraci&io
de las cosas, la, identificacin no tiene de ordinario,
tanta importancia.
En otros terminos:
Para que la cosa revele por traslacibn 6 por altera-
373
cin,
es preciso,
que tanto la primera modalidad como
la segunda, estkn averiguadas. Ahora bien; para averiguar la primera es preciso,
de ordinario,
que
la cosa que se encuentra en un lugar, es precisamente
aquella que se encontraba en otro; necesitase, en suma, identificarla. Cuando,
el contrario,
por
se trata de
nlte~*aciones,
no se discute de ordinario la identidad
la cosa alterada; para la eficacia
la prueba,
de no es
por esto, de ordinario, lo importante la identificacibn;
ms bien suele ser necesario lo contrario: esto es, probar que la cosa no tenia, antes del acto criminoso, tal
modificacibn que se crea reveladora del
delito.
virtud, por lo comn,
se
cuando
trata de pruebas reales por alteracin, slo queda la observacin
la
,alteracin en si misma, para ver si tiene
aquella
naturaleza acusadora que se le atribuye. Unicamente,
si de un modo extraordinario, se pusiera discusibn la
identidad de la cosa alterada, seria preciso recurrir Lt
su identificacidn.
En cuanto los testimonios
personales
en la palabra hablada, nunca podr, ocurrirse la identificecibn , porque siendo
palabra
dicha inseparable
de l a persona
que
fsica
la pronuncia, no se puede
poner en duda su autenticidad. Cuando se
concretan
en
la, palabra escrita, entonces el escrito,
manifessiendo
tacin material que se separa de la persona ffsica que
'lo escribe, siguese que Bsta puede impugnar la autende
ticidad, imponibndose la necesidad la identificacibn
respecto de semejante pruebe personal,
Y damos fin aqu sl esta indicacin acerca de la identiiicacibn material del sujeto de la prueba, porque su
mayor desarrollo en el estudio de esta cuestin, nos
hara salir de nuestro campo, para introducirnos en el
del arte criminal.
probar
de
En
su
de
concretado
CAPITULO 11
in-
374
POR HINIDOL~S
FBAMARINO
375
376
'
del
378
330
t r ~ t simplemente
a
de cosas, de las cuales
resulte
espontAneamente una revelacin, sino de cosas que en
defmitiva son medios, de que & sabiendas se sirve el
hombre para producir de un modo permanente un testimonio claro. Asi, pues, la segunda manera de originalidad del testimonio personal refikrese, no slo al
documento
sinoescrito,
tainbikn todas aquellas formas, menos perfectas, de testifica.r, que consisten en la
manifestacin 6 fijacin del pensamiento en una materialidad permanente cualquiera distinta de la escrita.
En cuanto al testimonio no original, personal, ya hemos dicho que no es propiamente una prueba, sino
una prueba de prueba. Cuando Ticio acude para afirmar, no su percepcin del hecho que se trata de averiguar, sino la de Cayo que se la ha referido, la verdadera prueba del hecho es la afirmaciii de Cayo ; e1
testimonio
Ticio no
de atestigua el hecho, sino la
prueba que sirve para atestiguarlo; no es,
por
tanto,
prueba del hecho, sino prueba de prueba. Como la
prueba no original, no es m8s que una prueba de prueba, presenta doble posibilidad de
engao;
la inherente
A la prueba misma, y la inherente B la prueba original
que contiene. La no originalidad puede ser de un grado, de dos 6 de
varios;
el testimonio Ticio puede
de tener por contenido, no la declaracin original de Cayo,
sino el testimonio no original de Sempronio, que pudo
recibir inmediatamenie la declaracin de Cayo, refirikndosela , Tieio, etc., etc. A medida que aunlontan los
grados de la falta de originalidad
, aumentan tambin
las posibilidades del engaiio; en el testimonio no original de primer grado, , la posibilidad engaarse
dey de
querer engaiiar del primer testigo, hay que afiadir la
fitestigo,
esta en el de
misma posibilidad del segundo
segundo grado es preciso sumar la del tercero y b 1%
POE ~ T C O L ~FEANARiSO
S
381
del
tercero
la del cuarto, yasi sucesivamente. La prueba no ori,ginal se,&n esto es siempre inferior la original; y & medida que aumentan los grados de la falta de
ori,inalidad, la mayor posibilidad del engao, aumenta tambin la inferioridad de tal prueba, acentundo;se hasta perder
porcasi
entero su valor. Con respecto
Q la diminucibn del valor de las pruebas no originales
medida que
aumentan
los grados, es muy adecuado
cristales
el simil de la vci6n travs de varios
6stos, la claridad con que
puestos; segn se aumentan
los objetos se perciben va siendo menor, hasta poder
la visin
del objeto contemplado.
perderse
por
entero
Pero veamos en que especialidades puede concretarse la falta de originalidad del testimonio personal.
Las posibilidades de la falta de originalidad del testimonio personal son cuatro: dos referibles la hiptesis de la originalidad en forma oral, y las otras
dos la de la originalidad en forma escrita. Si el testimonio original
personal
es oral, puede transmitirse
su originalidad, ya por otro testimonio oral, ya por
otro
testimonio escrito. Y tambibn, si el testimonio original es escrito, puede transmitirse, sin ser original, ya
en forma ya enoral,
forma escrita.
Veamos m8s especialmente cada una de estas sspecies de falta de originalidad:
1.' Si el testimonio original es ora$, puede ocurrir,
ante todo, que la transmisibn no original sea oral tambin. Ticio ha tenido la percepcibn directa de nnheqho;
Cayo ha odo B Ticio contarlo, y se presenta en juicio
refirikndolo: he nhi un testirnouio no original de primer grado. A la posibilidad de engaiarse, 6 de volun-tario engaflo, del primer
testigo,
se &andele del segundo; si fueran mAs los grados, las posibilidades irian
en aumento.
super-
POR
NICOJ~BSii'RAJARmO
353
384
356
sentido especi@co,6 bien, puede presentarseuna reproduccin material, en la parte que se refiere B un objeto dado, y se tendrh el extracto material: 6 bien, por
fin, puede presentarse como una reproduccin ideoly se tiene el extracto ideogica, sea todo
en 6 en parte,
lbgico. Si la reproduccibn del escrito se hiciese en otra
lengua, la reproducci6n constituye la t~aduccidn:coespecffico,extracto material 6 ideolbgipia sentido
en
ca, del original, en lengua distinta de la del original,
Y he ahi las diferentes especies de falta de originalidad de la prueba
personal.
hemos
real,demostrado c6mo
En cuanto h la prueba
no puede ser no original. Las cosas no pueden atestiguar sino en cuanto con su inconsciencia, suponen la
B la inmepropia materialidad
sometida
probatoria,
diata observacin del juez: en tal supuesto, se cornprende por qud la prueba real es siempre original.
Cuando las cosas se someten Q la inmediata observacin de una persona
del
distinta
juez, quien refiere &
ste
impresiones,
sus
el juez no tiene una prueba real,
sino personal: la voz de las cosas ha hablado la pervoz alaquella
juez. La pruesona, y h t a ha transmitido
ba, real, que no lo es en sentido especifico, sino presentandose en juicio corno tal, no puede suponerse sino
original, b no ser distinguiendosu naturaleza: considerhndola como contenido del testimonio de una persona,
ya no es m8s que prueba personal. De todo lo expuesto
resulta, no s6l0 que las pruebas
como
reales,
tales, son
todas originales, sino tambidn que las personales son
inferiores las resles. P lo son, porque mientras en
las reales se tiene la vista la cosa, en las personales,
la voz de la cosa puede, por error de la persona, llegar desfigurada h odos del juez. En el testimonib personal, el sentido del juez no percibe mhs que la exteLdgica,-TOMO 1,
26
386
L ~ G I C A DE LAS PRUEBAS
388
pro-
el
389
--
original no exista, 6 no sea posible encontrarle, porque si existiese y fuese posible encontrarle, entonces
se producirfa el documento mismo, compartindose con
esta forma, menos perfecta del testimonio original personal, la declaracibn original subjetivamente mhs perfecta que el testigo ha hecho oralmente en juicio. Desde luego se comprender, que la produccin de la
prueba inferior, lo mismo cuando sirve para corroborar, que cuando se dirige , debilitar la prueba superior, su fin ltimo ser&siempre el triunfo de la verdad.
Una iiltima reflexin B propbsito de originalidad
y terminamos.
Hemos dicho que la originalidad es la adherencia de
la prueba un sujeto intrfnseco, 6 , en otros terminos,
la presencia en juicio del sujeto intrinseco de la prueba. Ahora bien; es preciso advertir que la originali.dad de las
pruebas se tiene, no sblo cuando las cosas,
b las personas, se presentan
directamente
juez,
sino tambien cuando, no pudiendo las cosas 6 las personas llegar ante el juez, el juez va hacia ellas; y digo
que va el juez hacia
entendiendo
ellas,
que va transportando, por decirlo as, el ambiente judicial, con la
iutervencibn de las partes, y enloslimites de lo posible,
de un modo piliblico. El tribunal, con la inspeccin judicial en tal sentido interpretada, no hara mhs que
trasladarse temporalmente, hasta colocarse frente 6
ias pruebas.
Hay cosas que no pueden ser llevadas al juicio, y
*entoncesse impone la visita ad rem del juez, que recoge de ese modo la prueba r e d en su origen. Hay
personas que no pueden acudir al juicio para ser
interrogadas,
juez, cony la el
visita ad pe?*sonam,
recoge
tambin
le prueba
personal
en su origen, En
a l procedimiento positivo, para, la visita, ad perso-
ante
--
PRIMERA PARTE
........................................... 17
..... 20
PBEAMBULO.
(JAP~TULO1.-Certeza, su naturaIeza y sus especies..
CAP.11.-Certeza en cuanto al sujeto, y convencimiento
judicial
CAP. II1.-La probabilidad en relacibn con la certeza..
GAP. 1V.-La credibilidad en rdacibn con la certeza y con
la probabilidad..
.............................................. 5166
...
...................................O.79
SEGUNDA PARTE
..
CAP~TULO
1.-Pruebas y reglas generales probatorias..
POB
CAP. 11.-Clasificaci6n fundamental de las pruebas ilegiia
m naturaleza..
140
CAP.111.-Clasifieacibn accesoria de las praebas segan su%
h a especiales.
166
CAP.1V.-Peso de Ia prueba.,
16@
..,...................................
.....................................
..........................
PABTE TERCERA
...............
..........
181
CAP~TULO
1.-Prueba directa 6 indirecta..
196
CAP. 11.-De la prueba directa especialmente..
CAP. 111.-De la prueba indirecta. Su naturaleza y clasificacion.
221
Tibulo l.O-Presuncibn..
241
Tit. 2.O-Indicio..
25Phrrafo 1.O del tt. 2.O-Del indicio
general.
en
252
PBrrafo 2.O del tt. 2.O-Indicios particulares
282
Articulo 1.O-Indicio caueal de la capacidad
intelectual
y ffsica para delinquir..
283
Art. 2.O-Indicio causal de la capacidad
de demoral
linquir virtud
en de la disposicibn gen6rica del Bnimo
de la persona..
290
Art. 3.O-Indicio causal
la capacidad
de
paramoral
de298
linquir por un impulso particular
delito.
hacia
el
Art. 4.O-Indicio de efectos por las
huellas
matoriales
del delito..
314
Art. 5.O-Indicio de efectos por las
huellas
morales del
delito.
321
331
CAP. 1V.-Pruebas indirectas jwrh et de jure..
.. ..............................................
............................
..................................
......
.........
............................
.....................................
.....
........................................
............................................
..........
PARTE CUAXTA
persond.
............................................
....,......................................
...............................
P~zaiAarsu~o
353
CAP~TULO
1.-Divisibn subjetiva de 1st prueba
real en
y
personal..
355
CAP. 11.-Presencia en juicio del sujeto intrnseco de la
pmeba: Originalidad..
3%