La Ciudadana María Del Carmen Reyes

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LA CIUDADANA MARA DEL CARMEN REYES

Rousseau pensaba, al menos cuando escribi El Contrato Social, que es una


condicin necesaria para que la democracia no se desnaturalice, que cada
ciudadano, al decidir, consulte sus intereses, para que as los que resulten
compatibles con los intereses de los otros concurran a la formacin del inters
comn, y los que resulten contrapuestos se anulen, impidiendo que un inters
particular mayoritario resulte triunfante. Esto implica que la conciencia del
ciudadano no sea perturbada con artificios de manipulacin y, desde luego,
que los asuntos que se van a decidir estn a su alcance.
Es esa la sabidura que, en cualquier ciudadano normal, presupone la
democracia. Cualquiera, independientemente del grado de cultura y de la
informacin que haya acumulado, tiene una opinin, digna de ser oda, sobre la
pena de muerte o sobre las conductas ms perturbadoras de la vida
comunitaria, as como tambin sobre la felicidad o la infelicidad que se siguen
de distribuir equitativa o inequitativamente la riqueza. Pero los conocimientos
especializados subyacentes a la solucin tcnicamente ms correcta estn, por
razones evidentes, sustrados a las decisiones populares. Someter a decisin
de la ciudadana asuntos que slo pueden manejar los especialistas, con la
esperanza de que corrobore lo que los gobernantes juzgan conveniente, es una
trampa inaceptable.
En ese orden de ideas, me pareci pattica y ejemplar la conducta de una
campesina colombiana, Mara del Carmen Reyes, que demor 35 minutos
votando el Referendo. No tiene televisin, no lee prensa, no tiene tiempo ni
ganas de concurrir a convites de indoctrinamiento poltico, no cree que quienes
la gobiernan puedan utilizarla o engaarla, concurre a las urnas y se enfrenta
sola, sorprendida y angustiada, con las preguntas del Referendo. Slo la asisten
su buena voluntad y su conciencia incontaminada. Sale del cubculo extenuada
y al preguntrsele por qu tard all tanto tiempo, responde: estaba tratando
de entender, pero fue muy poco lo que consegu.
En esos ciudadanos ejemplares, insobornables, que mantienen como un tesoro
la inocencia que no debera perderse, deberan pensar los gobernantes que
promueven el rito democrtico, no para escuchar la voz del ciudadano sino
para prefigurar lo que quieren or. Mara del Carmen Reyes no es slo ejemplo
de honestidad. Encarna la inteligencia que ms amaba Scrates: la que nos
hace conscientes de nuestras limitaciones y nos impulsa a actuar en armona
con ese honrado reconocimiento
Senador y ex magistrado de la Corte Constitucional

Publicacineltiempo.comSeccinOpininFecha de publicacin18 de noviembre


de 2003AutorCarlos Gaviria Daz

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