Lit126-Fin y Racionalidad de Los Sistemas PDF
Lit126-Fin y Racionalidad de Los Sistemas PDF
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FIN
RACIONALIDAD
EN LOS
SISTEMAS
.
INTRODUCCIN
ACCION Y SISTEMA
Es una vieja y firme tradicin aquella en cuya virtud el concepto de fin se hace referir a
la accin humana. Su significacin se despliega en la teora de la accin, sin que hayan
faltado trasplantes extensivos: fines han sido atribuidos a complejos de accin de
mayores dimensiones, grupos, asociaciones, organizaciones, incluso a construcciones
espirituales de sentido y a los objetos de la naturaleza, esto es: a sistemas de todas las
clases. Estas atribuciones se han mostrado, en lneas generales, problemticas, no muy
consistentes, mientras que la representacin bsica del fin de la accin ha permanecido
inob jetada. En las siguientes investigaciones nos proponemos reconstruir los pasos que
nos han llevado a la sospecha de que estos dos resultados de los esfuerzos hasta ahora
realizados en torno al concepto de fin guardan una relacin entre s, de que la teora de
los fines de los sistemas ha seguido siendo problemtica por la razn de que el concepto
de fin ha sido concebido originariamente a partir de la accin aislada.
Nuestras reflexiones se ordenan, pues, en torno a la distincin entre accin y sistema.
Presuponen una contraposicin entre ambos conceptos, y se extienden a la diferente
ndole de la racionalidad que en ellos se implica o, en su caso, que con ellos
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se persigue; pues el concepto de fin da testimonio, en primer trmino, de la racionalidad del fenmeno que lo soporta y realiza.
Por accin ha de entenderse todo comportamiento orientado Icon sentido y dotado de
repercusin exterior, y por sistema todo ser real (Wirklich-Seiende) que en parte en
virtud de su propia ordenacin, en parte a causa de las condiciones ambientales
mantiene su identidad en medio de un ambiente extremadamente complejo, en
mutacin, y que en su conjunto no resulta dominable. A los fines de nuestra
investigacin hemos procedido a la reduccin de un concepto de sistema tan amplio
como ste, de modo que en lo sucesivo, donde no lo hagamos constar de manera
expresa, hablamos slo de sistemas de accin, esto es: de sistemas que se componen de
acciones concretas de una o varias personas y que se delimitan con respecto a un
ambiente por medio de relaciones de sentido entre esas acciones.
Estas indicaciones que hemos adelantado no tienen ms objeto que el de facilitar la
comprensin del planteamiento, pero no pueden considerarse como una definicin
concluyente ni, menos an, como un esclarecimiento suficiente de la cuestin. Por el
contrario, dejan entrever una implicacin recproca que constituye la dificultad general
del tema: en los conceptos de orientacin, repercusin exterior, comportamiento
humano, definidores de la accin, se presupone ya el concepto de sistema con su
diferenciacin entre lo interior y lo exterior, de la misma manera que el concepto de
sistema, en la definicin dada, presupone una actividad de autoconservacin, un
intercambio con el ambiente, tanto en las personas como en los sistemas sociales, esto es:
accin.
El contorneo de los conceptos de accin y sistema indica tambin que nos encontramos
en el mbito de un viejo dilema, a saber: el problema de los conceptos fundamentales de
movimiento y sustancia, que no resultan reconducibles entre s. Este dilema habra de
los fines como el verdadero estado definitivo del movimiento de accin, para
entenderlos como compromiso subjetivo. Pues slo a ttulo de representacin subjetiva
pueden los fines desplazarse desde el futuro, donde se encuentran, hasta el presente, y
verse as incluidos en el contexto de la causalidad mecnica el nico que resulta
susceptible de someterse a criterios de verdad en el sentido de que el fin slo vale ya
como representa2 Cfr. Aristteles, Etica a Nicmaco, 1112 a ss., por una parte, y Talcott Parsons, The
Structur e of Social Action, ed., Glencoe/I11., 1949, en especial pginas 228 s., por la
otra.
3 De esta opinin arranca, expresa o tcitamente, la moderna ciencia de la organizacin.
Vid., por ejemplo, Chester 1. Barnard, The Functions of the Executive, Cambridge/Mass.
, 1938, pg. 195, o Karl W. Deutsch, The N erves of the Government. Models of Political
Comunication and Control, Nueva York y Londres, 1963, pgs. 195 ss. Como base de
variacin racional de los fines se toma cada vez ms en consideracin la idea de la
existencia sistmica. Vid. al respecto Harry M. Johnson, Sociology, Nueva York, 1960.
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ms que si se revive a un tiempo la historia intelectual en cuanto historia, remitindola
as al pasado. Los conceptos de accin y sistema por los que hemos comenzado, se
encuentran concebidos de tal manera que a partir de ellos, y en cuanto sea necesario,
puede establecerse contacto con las ms viejas interpretaciones de la accin, esto es: de
la identidad del ente, y fertilizarlas.
La doctrina tradicional del obrar entiende el fin como parte de la estructura de la accin,
como aquella parte que da su sentido y su justificacin al todo: como punto culminante
o final (en el sentido del lelos) de la accin', mientras que hoy se Id 10
*1" entiende como el efecto a producir. En el fin pareca la esencia ,de la accin tornarse
nticamente consistente y veritativa. Hoy parece venir justificada, por el valor de sus
efectos. Aqu no nos proponemos refutar semejante concepcin, sino que intentaremos traducirla sobre otra base de comprensin. Es posible mostrar cmo se ha vuelto
quebradiza en su propia interioridad, cmo, desde diversos puntos de vista, se encuentra
destrozada, abandonada incluso, sin que haya sido preciso acabar radicalmente con ella.
Por todo ello resulta recomendable y posible una reorientacin a base de desplazar
el concepto de fin desde la teora de la accin hacia la teora de los sistemas, perdiendo
as su --por lo dems, periclitada funcin metafsica, aquella que consistira en mediar
entre la contraposicin de movimiento y sustancia. Pierde tambin su anclaje en la
esencia de la accin y, con ello, su posicin como concepto fundamental, no susceptible de fundamentacin ulterior, de las ciencias de la accin. Como contrapartida, la
orientacin teleolgica se convierte en un importante tema de investigacin en el marco
de la teora de los sistemas y a la luz de sus conceptos fundamentales, presentndose, as,
como una forma particular de racionalizacin sistmica entre otras. Ya resulta posible
analizar su funcin, averiguar sus condicionamientos funcionales y controlar
empricamente su presencia en determinados tipos de sistemas.
' A este respecto, la concepcin antigua cfr. Aristteles, Metafsica, 1032 a y ss. ve
al mismo tiempo en el fin del movimiento fsico el inicio del movimiento notico
contrario, de manera que el obrar, en el circuito que va del principio al fin, despliega
plenamente su ser. Este ciclo del ente hace aparecer lo que es, y no sirve, al contrario,
por ejemplo, que el ciclo cibcrntico, a la adaptacin continua a lo existente en un tiempo
sin trmino y, por ello, sin fin. Segn los conceptos antiguos, la accin descubre su fin
durante su ejecucin, y no se le imagina, pongamos por caso, a la manera de un medio,
permutable por principio bajo la perspectiva de unos efectos valiosos.
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cin actual, que se ha buscado provocar y que contina dejando sentir su virtualidad en la
direccin del representar'. Como quiera que los fines, en cuanto a estados de futuro, ya
no pueden quedar sometidos a criterios de verdad, han aceptado el carcter de punto de
vista subjetivo que el sujeto agente escoge vinculantemente con la mirada puesta en el
futuro. Esta vinculacin consiste en un compromiso autnomo con respecto a una
seleccin de consecuencias de la accin que se estiman valiosas y, a un mismo tiempo,
un rechazo de otras consecuencias que el sujeto considera que, o bien no merecen ser
consideradas o bien resultan de valor para el fin, esto es: neutralizadas en sus propias
referencias valorativas. Y como quiera que el establecimiento subjetivo de fines
neutraliza otras consecuencias, reducindolas a la condicin de meros costos, no puede
reclamar ninguna vinculatoriedad general o, lo que es igual, ninguna verdad.
En este crculo de ideas (no-veritatividad-subjetividad-compromiso subjetivo en
relacin a unas consecuencias especficas-falta de vinculatoriedad general - noveritatividad) el sujeto permanece exento de mayor reflexin. Se le presupone a la manera de un sistema complejo, consistente, que sobrevive al fin, pero que se encuentra ms
all de la estructura racional de accin escudriable a partir de l. Los fines no son meras
expectativas ni tampoco meros deseos, y slo llegan a ser tales fines por medio de la
predisposicin a la renuncia'. El establecimiento de los fines viene, pues, representado
como un acto de voluntad. Ahora bien, el concepto de volicin revela una reflexin
aunque insuficiente y abreviada sobre la totalidad de la persona.
En torno a esa disolucin de la causalidad teleolgica y su conversin en causalidad
mecnica, cfr., por ejemplo, la exposicin de Max Weber, Knies und das
Irrationaliteitsproblem, nueva impresin en: del mismo autor, Gesammelte Aufstze zur
Wissenschaftslehre, ed., Tubinga, 1951, pg. 128, nota 1 o Felix Kaufmann,
Methodenlehre der Sozialwissenschaften, Viena, 1936, pginas 80 ss. En esta versin,
tpicamente moderna, del problema de los fines resta inexplicable, por lo dems, cmo lo
presente, concretamente: motivos, puede ser ocasionado verdaderamente mediante la
representacin de algo futuro. Sobre la crtica de esta concepcin, vid. Christoph
Sigwart, Der Kampf gegen den Zweck, en: del mismo autor, Kleine Schrif ten, II, 2.* ed.
, Friburgo de Brisgovia, 1889, pgs. 24-67; Wilhelm Wundt, Logik, tomo I, 5.* ed.,
Stuttgart, 1924, pgs. 628 ss., y, muy acertado, Alf Ross, Kritik der sogenannten praktischen Erkenntnis. Zugleich Prolegomena zu einer Kritik der Rechtswissenschaft,
Copenhaguen y Leipzig, 1933, pg. 56.
s Esto lo subraya, por ejemplo, Alfred Schutz, On Multiple Realities, en Philosophy
and Phenomenological Research, 5 (1944-45), pgs. 533-576 (536); nueva impresin en:
del mismo autor, Collected Papers, vol. I, La Haya, 1962, pginas 207-259 (211).
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Para ello debe empezar por existir un algo que se crea capaz de semejante predisposicin
de actuacin y renuncia, que sea suficientemente firme y que tenga el suficiente tiempo
para poder permitirse la asuncin de fines alejados del presente. Ese algo que de modo
tal entra en accin y procede a imponerse vnculos un organismo, una persona, una
organizacin, un grupo se encuentra, sin embargo, en su condicin de sistema, al
margen de los clculos en trminos de fin y medios. Es su sujeto, y como tal a ellos
resulta subyacente. Este subyacer la subjetividad del sistema es un extremo sobre el que
se habr de reflexionar si se quiere romper el aludido crculo y recuperar aunque de
otra manera y por medio de otros conceptos el rango de pensamiento teleolgico de la
filosofa escolastizante, inmediatamente referida a la verdad.
Desde Kierkegaard, ciertamente, la subjetividad de la eleccin se ha visto radicalizada
ms all de los lmites de la vinculacin teleolgica. El vnculo que una la eleccin con
la estructura racional-teleolgica de la prohairesis aristotlica ha saltado en pedazos
al menos en el mbito de la filosofa. La representacin del sujeto como sujeto libre,
escogiendo en sus propios fines, sin embargo, ha experimentado en el seno del llamado
existencialismo una versin transracional, cuando no irracional. En ello pervive la
dependencia con respecto a la posicin combatida, especialmente a la de la racionalidad
teleolgica como racionalidad de la accin que prescinde del sujeto. La tarea de tornar
imaginable un elegir que, siendo racional, no tenga ninguna dependencia con respecto a
valores, es algo que an no ha encontrado solucin.
Si a m me resulta posible escoger mis propios fines, los dems tambin han de poder
hacerlo.'Entonces ya no existe garanta alguna de que esos otros acten dentro de unos
marcos conocidos y en los que se pueda confiar, ni tampoco de que no alteren de sbito
sus fundamentos de accin en tanto que yo procedo a tomar una decisin. No es slo que
uno haya de temer estulticia y perversidad en los dems y precaverse ante ellas; es el otro
hombre, precisamente l, lo que se convierte en problema. De esta manera aflora una
dimensin enteramente nueva de la complejidad6. La prdida de verdad teleolgica
comn, la sub jetiviCfr. G. L. S. Shackle, Time, Natura, and Decision, en Money, Growth, and
Methodology and other Essays in Economics in Honor of Johan Ackerman, Lund, 1961,
pgs. 299-310 (299).
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zacin del establecimiento de los fines hace consciente al otro hombre en su condicin de
libre alter ego: en la historia europea las guerras civiles de religin del siglo XVI
contribuyeron lo suyo a la ilustracin de este problema. Con esta nueva complejidad se
transforma el sentido de la racionalidad en un modo apenas percibido. Ya no puede
entenderse la racionalidad como despliegue inteligente y como observancia de un sentido
previamente dado. Es, por encima de todo, reduccin de complejidad.
Estas consideraciones remiten al sistema de sujetos, que aparece implcito en la
representacin de un compromiso basado en fines y al que ha de hacerse, ahora ms
explcitamente, tema de reflexin. Para ello habra que transformar el concepto de lo racional de una simple racionalidad de accin, teleolgicamente orientada, en una ms
compleja y comprensiva racionalidad sistmica. Su sentido resultara de la referencia al
problema de la complejidad. Una reorientacin de esta ndole viene suficientemente
preparada, como hemos de ver, gracias a los ms recientes desarrollos que han
experimentado diversas ciencias empricas.
La conversin de categoras de accin en categoras sistmicas afecta a los conceptos
referenciales de la racionalidad, manifestndose as en toda su profundidad. Con la
racionalidad se transforma desapercibidamente en la mayora de los casosaquello
que se entiende por racional y, en consecuencia, aquello que el hombre, en sus ms
altas posibilidades, espera de s mismo. Talcott Parsons haba llegado hasta las puertas de
este pensamiento en un importante captulo de su primera gran obra'. Segn l, en las
ciencias de la accin hay proposiciones cientficas que presuponen en su objeto un
determinado nivel de complejidad y que, por tanto, slo tienen pleno sentido si se las
pone en relacin con sistemas de accin, no con acciones aisladas. As no se podra
hablar de racionalidad econmica en relacin a una accin aislada, explicitada en
trminos de fin y medios, sino slo en relacin a sistemas de accin, ya que este
concepto de lo racional presupondra escasez de medios y una pluralidad de objetivos.
Para Parsons, empero, fines y medios son todava en priMe estoy refiriendo al epgrafe Systems of Action and Their Units, en Parsons, op. cit.,
pgs. 739 ss. Formulaciones que van ms all en la direccin que aqu se defiende se
encuentran, siguiendo a Parsons, en Alfred Schutz, The Problem of Rationality in the
Social World, en: Economics, 10 (1943), pginas 130-149; nueva impresin en: del
mismo autor, Collected Papers, II, La Haya, 1964, pgs. 64-88 (80).
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mera lnea atributos esenciales del obrar'. Surge, pues, la cuestin de si no se debiera
detener en este lugar el argumento de Parsons o si acaso las nociones de fin y medios no
pertenecen tambin a esa categora de conceptos que no pueden fundamentar
racionalmente el juicio ms que puestos en relacin con sistemas. Es sta una
suposicin que irrumpe con fuerza casi irresistible cuando se trata de comprender los
fines, ya no como desvelamiento de una esencia predeterminada del obrar, sino a travs
de su funcin.
Una consideracin distinta tambin nos sirve para arrojar luz sobre la misma cuestin: la
perspectiva de pensar el fin a la manera del efecto que uno se ha imaginado como
valioso convierte a la accin en medio. Entonces la accin, si es que acaso no se le quiere
considerar racional, no puede ser sino medio'. El fin en s mismo es una frmula de
protesta, sin sentido y contradictoria, de la que puede colegirse el miedo a la realidad de
su contrapartida'''. Esto no significa, sin embargo, que todo obrar hay de ser siempre
ente que resulten vinculantes para todo ser racional. Bajo la aguda claridad de esa nueva
luz pierden los viejos temas su contenido veritativo y los viejos planteamientos su
sentido. Es as como a raz de las exigencias metdicas de las ciencias modernas se ha
visto desacreditada tambin la veritatividad que antao posean los fines en su condicin
ontolgica. La limitacin de las posibilidades veritativas a objetos que pueden ser
determinados con certeza intersubjetiva conduce a la subjetivizacin de los fines.
Considerado en la Antigedad como elemento de la unitaria estructura de la accin,
como culminacin del proceso de la
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accin a lo largo del cual la aspiracin se ve cumplida y queda en reposo, el fin ya slo
vale ahora como representacin semejante, ahora bien, se abre al anlisis cientfico en
su facticidad, no en su correccin.
La agudizacin de las exigencias veritativas ante las que sucumbe la verdad teleolgica
da testimonio de una nueva y particular conciencia de la complejidad del mundo en
perspectiva temporal, material y social. La filosofa escolastizante, sobre premisas
antiguas, haba exigido para las series de efectos un final natural (Ende) y, en ese
sentido, un fin (Zweck), ya que la infinitud no puede ser 1. Al hombre de los inicios de
la Edad Moderna ese pensamiento slo le lleva ya a la conciencia el carcter finito de su
propio espritu 2, esto es: la discrepancia entre la inabarcable complejidad del mundo y la
propia capacidad de aprehensin. Los fines se convierten entonces en estaciones de paso
arbitrarias o, en todo caso, socialmente convenidas de un proceso causal infinito.
Por otra parte, la inteligencia de la limitacin de la capacidad de raciocinio del hombre es
ahora algo distinto a lo que era antes, no mero motivo de resignacin, de moderacin o
de reverencia creyente, sino concentrado de una certeza que hace de la subjetividad de la
autoconciencia el punto de partida de procesos cada vez ms penetrantes de reduccin de
complejidad sobre la base de premisas bien seguras.
El giro moderno del pensamiento ha cuestionado as la vieja interpretacin teleolgica de
la unidad de la accin y a un mismo tiempo, con sus conceptos de la causalidad mecnica
(neutral en lo que al tiempo atae), de la representacin y del valor, ha confeccionado el
marco de referencia conceptual en el que se despliega la problemtica del pensamiento
en trminos de fin/ medios. Estos conceptos dan paso primeramente a una contemplacin ms diferenciada de la accin: fines y medios (o, en su caso, decisin, accin y
efectos) se tornan visibles como estaciones diversas de un suceso, que ya no estn
invariante y necesariamente vinculadas, sino que pueden poseer su propio destino. A su
travs, la interpretacin de la accin se ve penetrada de movilidad, variatividad,
inseguridad. Por otra parte, de
1 Cfr. Aristteles, Etica a Nicmaco, 1194 a; Toms de Aquino, Summa contra
Gentiles, 3, 2.
2 As Descartes, en las Premiares Rponses (edicin de la Bibliothque de la Pliade,
Pars, 1952, pgs. 347 s.), en relacin a las causas y a las demostraciones escolsticas de
la existencia de Dios.
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esta manera se ve estimulada precisamente la bsqueda de salidas y nuevas soluciones,
alternativas y combinaciones de nueva y particular fractura. El futuro ya no est
obstruido por fines previamente dados y verdaderos, sino que est abierto hasta la
infinitud, contiene ms posibilidades de las que pueden ser actualizadas y debe, pues,
ser fijado por medio de planes.
Esta diferenciacin e inseguridad de la estructura de la accin da ocasin para la
diferenciacin de una serie de ciencias de la accin. La tica y el derecho natural se
disgregan en varias ciencias que asumen su sucesin y que representan un sentido,
respectivamente distinto, de racionalidad. Las ciencias empricas, que tratan de explicar
la facticidad de la determinacin de los fines y averiguar sus consecuencias pensadas y
no pensadas, esto es: la psicologa y la sociologa, se separan de las ciencias que,
abstrayendo de la realidad su idea de la accin, continan ocupndose del carcter
correcto de la accin. Las ciencias econmicas siguen aferradas al esquema de
fin/medios e intentan construir modelos racionales de la eleccin de medios para la
concepto de fin un nuevo sentido y una funcin especfica que ya no poda aprehenderse
en el horizonte representativo de la vieja teleologa, nos vemos obligados a tratar con
alguna mayor detencin el complejo de cuestiones que de ella resulta.
2. LA INTERPRETACION DE LA ACCION COMO PRODUCCION DE EFECTOS
En la experimentacin natural del mundo en que se acta, las representaciones causales y
los aspectos axiolgicos, en la medida en que realmente estructuran esa experimentacin,
en un principio no estn separados, ni resultan inseparables las unas de los otros. Los
efectos son efectos a los que se atribuye valor. Sobre esta base, el principio teleolgico
puede verse eleVid., a ttulo representativo, Rudolf Stammler, Lehrbuch der Rechtsphilosophie, 3.6 ed.,
Berln, 1928, pgs. 57 s., o Wundt, op. cit., pgs. 574 ss. En torno a la fundamental
condicin de esta simple contraposicin ya ha dicho Hegel lo necesario: Si mecanismo
y oportunidad (Zweckmssigkeit) estn contrapuestos, por ello, .precisamente por causa
de esta contraposicin, no se les puede tomar como si fueran conceptos indiferentes,
correctos, tomados por y para s
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vado a la condicin de principio universal de la interpretacin del mundo. Pero
precisamente esta fusin limita al mismo tiempo la potencia de la experimentacin
natural o, dicho en trminos ms precisos: limita su potencial con respecto a la complejidad. Presupone que los efectos ya estn dotados de valor por la naturaleza, que, en
esa misma medida, pues, est reducida la complejidad de otras posibilidades de la
valoracin. Frente a todo esto, presenta importantes ventajas una separacin analtica de
esquema causal y orden axiolgico. Esta separacin posibilita trabajar a un tiempo con
dos interpretaciones distintas y entre s invariantes de la complejidad del mundo: una
esquemtica y una regulativa. En el esquema causal el mundo viene definido como la
infinitud de las posibles relaciones entre causas y efectos, que en s son
axiolgicamente neutrales, pero que en virtud de la valoracin pueden adquirir una
estructura de relevancia. En el pensamiento en trminos de valores se postula un orden
regulativo de las perspectivas preferenciales, vlidas en s con independencia de su
realizacin causal, pero susceptibles de proyectar sobre efectos en la medida en que
contienen reglas que indican qu efectos han de preferirse en el caso concreto (y a qu
otros se haya de renunciar en consecuencia). Deberemos, pues, cercioramos del sentido
que tiene la causalidad analticamente abstrada, para a continuacin adentramos en las
posibilidades y lmites de un orden axiolgico, antes de que podamos aclarar la funcin
del establecimiento de fines en relacin al problema de la interdependencia de ambas
esferas.
La interpretacin de la accin como produccin de un efecto postula que se sita en
posicin de invariancia recproca, autonomizndolas con ello, a dos (o ms) estaciones
de un fenmeno de accin. Esto significa que se pueden determinar las particulares
estaciones del proceso y que stas pueden tener valor en s aunque otras se vean alteradas
o permutadas. Puede quererse un determinado efecto, pero escogerse entre varias causas
aproy tan vlidos el uno como el otro, y como si la cuestin se redujera a saber cundo se
podra aplicar uno y cundo el otro. Esa igual validez descansa meramente en el hecho
de que estn ah, de que nosotros les poseemos a ambos. Pero la primera y necesaria
pregunta es la de por qu estn contrapuestos, cul de los dos es el verdadero; y la
siguiente pregunta, la autntica interrogacin. es la de si acaso no es un tercero su verdad
o uno de ellos la verdad del otro (Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Wissenschaft der
Logik, vol. II; Obrar completas ed. Lasson, vol. IV, Leipzig, 1948, pg. 384).
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piadas, rechazar, por ejemplo, la ms cercana a la tradicionalmente usual y buscar otra'.
En sentido contrario, tambin puede tratarse a los efectos desde la perspectiva de la
causa y considerrseles invariables a base, por ejemplo, de mediante otros
componentes del entramado de la accin volver a eliminar consecuencias que se
produciran en s al tenor de la presencia de dicha causa. Incluso es posible en este
esquema de pensamiento tratar a los fines como variables: la accin querida (por
tra de la relacin causal. Aunque la categora causal articula sus dos conceptos
fundamentales como variables, exige que una u otra sean tratadas respectivamente como
base de la variacin, como constantes. Ahora bien, este tratamiento como constante no
ha de ser necesariamente absoluto, y la constante puede ser tratada en otros contextos
enteramente como modificable, si bien nunca en aquel contexto cuya variacin articula.
La categora causal prev, pues, que todo puede ser alterado, aunque no a un mismo
tiempo.
Vid., por ejemplo, Edmund Husserl, Cartesianische Meditationen und Pariser
Vortrge, en Husserliana, vol. I, La Haya, 1950, pgs. 79 ss.; del mismo autor,
Erfahrung und Urteil. Untersuchungen zur Genealogie der Logik, Hamburgo, 1948; en
especial pgs. 26 ss. Vid., tambin, Helmut Kuhn, The Phenomenological Concept of
Horizon, en Marvin Faber (ed.), Philosophical Essays in Memory of Edmund Husserl,
Cambridge/Mass., 1940, pgs. 106-123; Aron Gurwitsch, Thorie du Champs de la
Consciente (Pars), 1957.
" Husserl, Manuscrito C 7 11, pg. 14 (citado en Gerd Brand, Welt, lch und Zeit, La
Haya, 1955, pg. 11).
u En ello funda Gfgcn (op. cit., pgs. 103 s., 170 s.) su crtica del pensamiento en
trminos de fin y medios, sin darse cuenta de que sirve a la superacin de precisamente
esa dificultad.
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Esta interpretacin estratgico-funcional de la causalidad se ve intensamente sostenida
por el hecho notable y no explicable de otra manera de que pese a la infinita
complejidad de la red causal del mundo real slo existen dos factores causales de
diferente contextura ": causas y efectos. Pero por qu dos y slo dos precisamente?
Si se deja de considerar como dada la estructura del esquema causal sea como
atributo esencial de la naturaleza o como propiedad de una categora ntico-ideal y se
indaga su funcin, aparece entonces claro que se encuentra- en relacin con el limitado
potencial de complejidad de los procesos superiores humanos de pensamiento. Aunque
la ms reciente investigacin psicolgica que se desatara sobre todo a raz del
descubrimiento de mquinas capaces de ordenar informaciones an se encuentra, en lo
que atae a esta cuestin, en sus inicios N, sabemos ya con alguna seguridad, de
cualquier modo, que el potencial humano de complejidad, la capacidad de aprehender y
ordenar fenmenos verdaderamente complejos, tiene su centro de gravedad en los
procesos subconscientes de percepcin y que, por el contrario, todos los rendimientos
intelectuales superiores, que operan en consciencia selectiva, slo pueden abarcar
simultneamente muy pocas variables. Mientras que a m no me resulta muy difcil optar entre dos cestos de frutos si uno tiene cuatro y otro cinco naranjas, la eleccin entre
otros cestos de fruta variada es mucho ms difcil ". Entonces debo atenerme a una
preferencia intensa,
" Esta biparticin no ha de ser confundida con la estructuracin binaria de situaciones de
eleccin. Acerca de sus ventajas, que se han percibido precisamente en relacin con la
construccin de ingenios de ordenacin automtica de datos, cfr. Stafford Beer,
Kybernetik und Management (trad. alemana), Francfort, 1962, pgs. 104 ss. La
distincin de causas y efectos, naturalmente, no es por s sola un esquema apto para la
determinacin de alternativas. Pero en ambos casos subyace el mismo problema de la
complejidad y ambos se sirven de una tcnica reductora que procede paso a paso. Por lo
dems, sealemos que tambin la teora sistmica de Talcott Parsons tiene una estructura
conscientemente binaria.
" Una buena y actual panormica es la que procura Roger N. Shepard, On subjectively
Optimum Selection Among Multiatribute Alternatives, en Maynard W. Shelly, II, y
Glenn L. Bryan (eds.), Human Judgements and Optimality, Nueva York, Londres y
Sydney, 1964, pgs. 257-281. Cfr., adems, Jerome S. Bruner, Jacqueline J. Goodnow y
George A. Austin, A Study of Thinking, Nueva York y Londres, 1956.
" Por ello, y como lo ha constatado la investigacin experimental, es en situaciones de
eleccin estructuradas de manera multidimensional donde se producen tambin la
mayora de los atentados contra el principio de transitividad, esto es: en contra de la
sentido, necesario, satisfactorio, sino que se le ejecuta con las miras puestas en algo
distinto 18. Por ello, se le puede orientar de acuere Fuentes clsicas de estos pensamientos lo son concretamente: Ferdinand Tiinnies,
Gemeinschaft und Gesellschaft, reimpresin de la 8' ed. (1953), Darmstadt, 1963, y Max
Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, 4.' ed., Tubinga, 1956, pginas 1 ss. Reelaborados,
se les encuentra en dos lugares distintos en la teora general de los sistemas de accin de
Talcott Parsons: 1) en la teora de las variables de orientacin (pattern variables), una de
las cuales viene sealada por la dicotoma de specifity y diffuseness cfr., por ejemplo,
Talcott Parsons y Edward Shils (eds.), Toward a General Theory of Action,
Cambridge/Mass., 1951, pginas 83 s., y, a ttulo de versin reciente, Talcott Parsons,
Patern Variables Revisited, en American Sociological Review, 25 (1960), pgs. 467483 (471), y 2) en el esquema clasificatorio de la formacin de sistemas en las rbricas
instrumental y consummatory. Vase, por ejemplo, Talcott Parsons, General Theory in
Sociology, en Robert K. Merton, Leonard Broom y Leonard S. Cottrell, Jr.
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do con consideraciones indirectas., organizar, permutar; pero al precio de una renuncia a
un inmediato cumplimiento del sentido j9.
La especificacin simplifica la orientacin de un modo que, por otra parte, desafa al
problema de la infinitud y le torna irrecusable. Sobre el fondo de un discurrir
indiferenciado, vitalmente tpico, intenta la mirada previsoramente planificadora o
explicativo-imputadora fijar determinados puntos como efectos o como causas. La
identidad de unos y otras no se entiende por s sola, sino que debe antes ser constituida ".
Ahora bien, con la unidad de una causa viene constituida a un tiempo la pregunta por
otras causas, con la unidad de un efecto la pregunta por otros efectos, con la especfica
identidad la infinitud de otras posibilidades.
Con ello se ha apuntado en un sentido muy general el problema referencial que gua la
racionalizacin del decidir y del obrar. Si se interpreta la accin como fenmeno causal,
el decidir debe venir entendido como la reduccin de una infinitud de posibili(eds.), Sociology Today, Nueva York, 1959, pgs. 3-58 (5 ss.). En especial David E.
Apter, The Political Kingdom in Uganda. A Study in Bureaucratic Nationalism,
Princenton/N. J., 1961, pgs. 85 ss., y del mismo autor, The Politics of Modernization,
Chicago y Londres, 1965, valora la distincin entre instrumental y consummatory en
relacin al aumento de la variabilidad de un sistema. Cfr. tambin la distincin entre
extrinsic rewards e intrinsic rewards, referida en este caso a contextos de intercambio,
formulada en Peter M. Blau, Exchange and Power in Social Life, Nueva York, Londres y
Sidney, 1964; en especial pgs. 35 ss.
19 Al objeto de anticiparnos a una mala interpretacin romntica, hemos de sealar que
por inmediato cumplimiento del sentido no se ha de entender aqu algo as como
satisfaccin o utilidad. Estos conceptos no pertenecen a una teora de la accin, sino a la
teora sistmica, pues slo resulta posible explicitarles por referencia a sistemas. La
deficiente distincin de ambas teoras ha producido mucha confusin. Inmediato
cumplimiento del sentido se da en la medida en que las representaciones motivantes se
limitan a la ejecucin misma de la accin, tambin en los casos, as pues, de que dicha
ejecucin se verifique a la manera de un ritual o de que resulte evidente por s misma, sin
otras implicaciones. El eje del problema no reside, pues, en la contraposicin de disfrute
y renuncia, intuicin e intelecto; felicidad y trabajo. Se funda en la circunstancia de que a
una accin que lleva en s misma su sentido se le ha de ejecutar de modo necesariamente
fatdico, sin libertad y sin alternativa, mientras que la libertad de disposicin, que
promete en conjunto ms satisfaccin, slo puede alcanzarse mediante la ampliacin del
horizonte temporal, aplazamientos, desviaciones, en resumidas cuentas: por la va del
disciplinamiento.
a En la discusin habitual de las infinitas causas y efectos de todo evento concreto y. de
las dificultades que de ah nacen se pasa por alto en la mayora de los casos el extremo
de que ni siquiera la unidad de una causa o de un efecto es an algo predeterminado y
reconocible en s, sino que de la versin conceptual, en ltima instancia: del inters
constatatorio, depende lo que en el seno de un determinado contexto de planificacin o
de explicacin se va a tratar como una causa o un efecto. A este respecto vid. David
Braybrooke y Charles E. Londblom, A Strategy of Decision. Policy Evaluation as a
Social Process, Nueva York y Londres, 1963, pg. 230, con acertadas disgresiones.
35
dades a una sola accin o, tambin, a una sola secuencia de accin. Y si se parte de una
semejante consideracin de este problema, resulta posible racionalizar de una
determinada forma el fenmeno decisorio y se puede averiguar qu funcin incumbe a
cada una de las decisiones, representaciones auxiliares, formas de cooperacin y tcnicas
simplificadoras en relacin al problema general de la reduccin de la infinitud. Tambin
el establecimiento de los fines e, incluso, la formacin de valores, pueden iluminarse
bajo una perspectiva funcional como sta, que sirve a la estabilizacin selectiva de un
reducido mbito de causas y efectos relevantes 21. As no se puede, por supuesto,
explicar qu son fines y valores, pero s que resulta posible comprender qu
proporcionan.
La formacin de valores es el principio primero, pero no suficiente por s solo, de la
reduccin de infinitud. Reconducidos a la forma elemental del vivenciar, los valores son
expectativas, si bien interpretadas, generalizadas y abstradas en determinada forma, que
estn en condiciones de estructurar el horizonte de accin con miras a soluciones
racionales de los problemas planteados.
No por azar, a partir de la teora econmica, el concepto de valor ha irrumpido durante el
siglo xxx como versin nueva de un problema viejo, en la conciencia general e, incluso,
en la filosofa. Tal y como lo hemos esbozado inmediatamente, se encuentra
acompasado a la interpretacin causal moderna de la accin, y slo en relacin con ella
resulta inteligible n. Se refiere a efectos de la accin en la medida en que seala
especficos puntos de vista de la estimacin (prcticamente, pues, de la preferencia) de
semejantes efectos. La generalizacin del punto de vista de la estimacin significa que
adquiere una vigencia independiente de la aparicin fctica de determinados efectos en
particular. Los valores son, pues, expectativas contrafcticamente estabilizadas en torno
a las que se ha de pronunciar positivamente en trminos
" Para establecer una comparacin, vase la diversa interpretacin de esta relacin en
Nicolai Hartmann, op. cit., 1951, en especial pgs. 121 ss. Tambin Hartmann contempla
el nexo causal como esencialmente abierto y dispuesto a acoger nuevas causas y nuevos
efectos, y el nexo final como introduccin de una seleccin exclusiva en el campo
general de la causalidad infinita. Interpreta esa relacin, empero, no como reduccin,
sino en el sentido de su concepcin general estratificada, a ttulo de nueva
conformacin del nexo causal, inferior, en virtud de una determinacin de superior
rango.
" A este respecto vid., tambin, Niklas Luhmann, Wahrheit und Ideologie, en Der
Staat, 1 (1962), pgs. 431-448 (439 ss.).
36
generales, incluso cuando no se produzcan en un momento determinado o acaso en
ningn momento 23. La especificacin de los valores significa que fijan una determinada
perspectiva de la valoracin de los efectos, sin agotar la entera significacin de sentido
del evento concreto. Conforme a ello, hay muchos valores que si bien no se contradicen
conceptualmente por fuerza, s lo hacen en las pretensiones que plantean a la accin. La
abstraccin de los valores, finalmente, significa que la vigencia como valor no est
desvinculada slo de la masa de sentido de los efectos del evento concreto, sino tambin
del complejo horizonte de consecuencias de determinadas acciones causales. Por ello,
toda accin concreta debe contar con una compleja situacin axiolgica, ya que en sus
consecuencias roza los ms variados valores y disvalores. La especificacin y
abstraccin de los puntos de vista valorativos son indispensables desde el momento en
que, no hay otra manera de estabilizar contrafcticamente los valores.
Con estas precisiones tambin se han apuntado ya los lmites de las funciones de
ordenacin que cumplen los valores 24. Toda accin concreta, si se la entiende de modo
causal, conduce hacia un dilema axiolgico. No puede orientarse slo por valores, sino
que necesita apoyos decisorios adicionales. Estos apoyos se le ofrecen en dos formas
Cfr., por ejemplo, la derivacin de la dimensin del rango que, a partir de la esencia de
los valores, hace Max Scheler, Der Formalismus in der Ethik und die materiale
Wertethik, 4.' ed., Berna, 1954, pgs. 107 ss. Semejante, pero con mayor cautela, Nicolai
Hartmann, Ethik, 4.* ed., Berln, 1962, pg. 269, invoca el sentimiento axiolgico, que
patentizara unajerarquizacin de valores a ttulo de una dimensin sui generis que no se
podra definir con ms precisin. Vase
38
Por una parte aparece claro que el hombre no decide, sin ms, de manera transitiva, que
en situaciones complejas excede a sus fuerzas racionales el orientarse transitivamente 30.
No obstante, se podra hacer frente a esta objecin, situada en el primer plano de la
discusin, mediante una condicionalizacin del campo de aplicacin de la teora; se
podra replicar que los modelos de la accin racional slo son aplicables si (y en la
medida en que) el hombre se orienta transitivamente. Por ello es ms importante an una
segunda objecin, a saber: la de que en compleja situacin del obrar humano concreto
no sera racional, bajo ningn concepto, una orientacin transitiva porque se trata de algo
demasiado rgido, que no se corresponde con las condiciones de una orientacin
axiolgica plena de sentido ". En valores aislados, ciertamente, puede abstraerse y
especificarse la perspectiva estimativa, pero no su rango; pues la significacin relativa de
valores especficos depende siempre de la medida en que otros valores se encuentran
satisfechos. Las perspectivas valorativas, ciertamente, pueden abstraerse en palabras y
conceptos; las relaciones axiolgicas de rango, por el contrario, no pueden desligarse del
contexto causal de la realidad, puesto que las modificaciones de la realidad alteran la
premiosidad de las necesidades
tambin la crtica por parte de Viktor Kraft, Die Grundlagen einer wissenschaftlichen
Wertlehre, 2." ed., Viena, 1951, pgs. 21 ss.
30 En los trabajos de investigacin norteamericanos, por lo dems, an no se contempla
como algo concluido la verificacin experimental del principio de transitividad. De todas
formas, se va poniendo ya de relieve que el resultado no ha de rezar simplemente s o no,
sino que de lo que ms bien se trata es de averiguar en qu situaciones puede el hombre
alcanzar un potencial elevado de transitividad y en qu otras no. Vase el informe sobre
el estado de la investigacin en Gf gen, op. cit., pgs. 276 ss.; otros ejemplos: Davis, op.
cit.; K. O. May, Transitivity, Utility, and Aggregation in Preference Pattern, en
Econometrica, 22 (1954), pgs. 1-13; Donald Davidson y Patrick'Suppes, Decision
Making. An Experimental Approach, Stanford/Cal., 1957; y, a ttulo de rechazo general
de ese principio sobre una base emprica, por ejemplo: Gunnar Myrdal, Das Zweck/
Mittel-Denken in der Nationalkonomie, en Zeitschrft fr Nationaldkonomie, 4 (1933),
pgs. 305-329 (en especial 312 ss.), reimpreso en, del mismo autor, Das Wertproblem in
der Sozialwisserischaft, Hannover, 1965, pgs. 213-233, o Roland N. McKcan,
Efficiency in Government through System Analysis with Emphasis on Water Resortes
Development, Nueva York, 1958, pgs. 103 y ss.
" As, concretamente, Braybrookc y Lindblom, op. cit. En la teora econmica de la
decisin los autores no se dejan impresionar tan rpidamente y se supone que no todo
cambio en los rdenes axiolgicos conmueve en s el principio de transitividad, pues
tambin los rdenes axiolgicos que se sitan en el lugar de los anteriores pueden ser
transitivos. Tambin hay posibilidades de aplazar las preferencias decisorias, por
ejemplo: con ayuda del mecanismo del dinero, sin que ello implique dejar de obrar con
racionalidad en el presente. En el fondo, sin embargo, precisamente en una teora del
elegir no es tan fcil separar el orden material y el decurso temporal, y el principio de
transitividad pierde su funcin en la misma medida en que se abandona la tesis de la
constancia de los valores.
39
y con ello el orden de premiosidad de los valores ". El orden axiolgico exige, pues,
precisamente un oportunismo elstico 33: que unas veces se fomente la paz a costa de la
libertad para que en otras ocasiones se fomente la libertad a costa de la paz, que uno se
imponga personalmente unas veces y ceda otras, que una vez los ciudadanos se dirijan a
la alimentacin y otras al vestido. Un criterio de preferencia que se vea llevado al mismo
grado de abstraccin que las frmulas axiolgicas mismas, obligara a todos los hombres
por igual, les encadenara hasta hacerles incapaces de asegurarse su vida 34.
Todo aquel que postula sus valores como transitivamente ordenados se ve ya casi
inevitablemente obligado, en consecuencia, a tratarles como fijos y viceversa; pues no
puede entonces alterar en su rango a los valores aislados sin peligrar el orden global y
repensar todo nuevamente. Los postulados de la consistencia transitiva y de la
perdurabilidad de los rdenes axiolgicos se condicionan recprocamente y slo pueden
ser cuestionados conjuntamente. Y de ello se deriva el que las preferencias han de estar
fijadas con independencia de las oportunidades ".
Con ello se torna perceptible que el postulado de la transitividad no tiene ningn valor
de verdad no corresponde a la cosa misma, sino que no es otra cosa que una
estrategia de la absorcin de inseguridad en lo concerniente a los valores 36.
n Este argumento tambin se encuentra en Myrdal, op. cit., pgs. 305-329 (313 ss.).
" Acerca de esta cuestin y de la relacin que esta idea guarda con la aristotlica de
justicia, vid. Niklas Luhmann, Grundrechte als Institution. Ein Beitrag zur politischen
Soziologie, Berln, 1965, pgs. 214 ss.
" Para el mbito de la organizacin, cfr. A. K. Rice, The Enterprise and Its Environment.
A System Theory of Management Organization, Londres, 1963, pginas 13 ss., 188 ss.,
con consideraciones en torno al extremo de que algunas organizaciones persiguen una
diversidad de fines y han de dejar sin decidir, esto es: fluctuar, la cuestin de las
prioridades. Vase, adems, Barnard, op. cit., pgs. 200 ss. y Richard M. Cyert y James
G. March, A Behavioral Theory of the Firm, Englewood Cliffs/N. J., 1963, pgs. 35 ss.,
118, acerca de sequential attention to goals.
" Esta separacin, que hasta la fecha era tpica de la teora econmica de la decisin, la
pone en tela de juicio Tjalling C. Koopmans, On Flexibility of Future Preference, en
Maynard W. Shelly y Glenn L. Bryan (eds.), Human Judgments and Optimality, Nueva
York, Londres y Sydney, 1964, pgs. 243-254, con la proposicin de referir las
preferencias a las oportunidades. Las repercusiones sobre el principio de transitividad,
lamentablemente, no se examinan a todo ello.
36 Esta ha de ser tambin la razn por la que, pese a los muy variados esfuerzos, hasta
la fecha no se ha conseguido esbozar una teora axiomticamente cerrada de la
racionalidad sobre la base del principio de transitividad. Vid., al respecto, Patrick
Suppes, The Philosophical Relevance of Decision Theory, en The Journal of
Philosophy, 58 (1961), pgs. 605-614.
40
Partir de la natural y fluctuante situacin axiolgica, en la que todos los valores
dependen en su atractividad del nivel de satisfaccin de otros valores, significa que, en
una mirada al horizonte del futuro de la accin, no slo puede ser incierto el
acaecimiento de los efectos, sino tambin la cuestin de si los efectos, una vez acaecidos,
son suficientemente valiosos como para justificar la accin o si la constelacin global de
los valores se ha alterado tanto que se hubiera preferido a posteriori una diferente utilizacin de los medios ". El postulado de la transitividad es una estrategia, verdaderamente
burda de simular, sin ms, la eliminacin de esa posibilidad. No obstante, no debera
enturbiar la mirada en lo que atae a otras estrategias funcionalmente equivalentes. En
especial la inseguridad en lo concerniente a valores tambin se puede absorber en cierta
medida por medio de consenso o por la circunstancia de que se acte en sistemas que
puedan regular y garantizar para el futuro un determinado nivel de satisfaccin con
respecto a otras necesidades.
A la vista de objeciones tan importantes al principio de la transitividad resulta lcito
dudar de si el paso del principio teleolgico a este de la transitividad, que la teora
econmica de la accin racional ha verificado, representa en todos sus aspectos un
avance ". En cualquier caso, el esquema de fin/medios debe" Vase esa distincin tambin en James D. Thompson y Arthur Tuden, Strategies,
Structures and Processes of Organizational Decision, en James D. Thompson y otros,
hoy tan lejos que a la exclusiva orientacin de la accin por un fin en particular no slo
se le niega el derecho moral, sino tambin la racionalidad 46. La oposicin es
comprensible. Ahora bien, no debera seguirse desconociendo que esta crtica afecta a la
orientacin teleolgica en su esencia, esto es, en su funcin, y que no tiene sentido
alguno mantener el esquema de fin/medios, si se rechaza la neutralizacin de los medios
por el fin ".
En el fondo slo se necesita examinar con algo ms de precisin el concepto de la
neutralizacin de los aspectos axiolgicos. No expresa ste otra cosa sino puesta entre
parntesis, un prescindir momentneo y, tal vez, frecuentemente repetido. Pues el
establecimiento de valores no pretende negar otros valores ni subordinarlos en trminos
generales a los valores preferidos en un contexto causal determinado. Una decisin
lgica de esta ndole slo es requerida en la prctica en contadas ocasiones, y aun
entonces slo en situaciones concretas. Puedo interrumpir mi trabajo para ir a comer sin
negar por ello el valor que el trabajo posee o estarle subordinando al valor de la comida.
Persigo exclu46 As, por ejemplo, Gross, op. cit., 1964, pgs. 476 s., quien considera la pregunta por
el fin precisamente como una trampa.
" Que la disputa en torno a la cuestin de si el fin santifica a los medios remite a una
fijacin sustancial de los fines, a una reliquia de la vieja pretensin veritativa, lo ha
subrayado especialmente Dewey. Cfr., por ejemplo, op. cit., 1922, pginas 277 ss.; del
mismo autor, op. cit., 1939, pgs. 41 ss.
45
sivamente una estrategia de utilizacin alternativa de valores por la razn de que mal se
puede comer a la hora del trabajo y mal trabajar mientras se come. Y como quiera que
existe ciertamente una tal posibilidad, frecuentemente ignorada, de satisfaccin
oportunista de los valores, el esquema de fin/medios depara insuperables dificultades a la
lgica tradicional: no cuenta con negaciones desnudas, sino con neutralizaciones
provisionales dependientes de circunstancias temporales; y si se la quisiera reconducir a
un clculo, habra de presuponerse una lgica particular que prestara atencin a esa
dimensin temporal. Y, viceversa, la estructura bivalente de nuestra lgica tradicional,
que se defiende con negaciones desnudas, parece haber contribuido a algunos malos
entendimientos del esquema de fin/medios en tanto en cuanto que ha presupuesto en la
bsqueda de fines, tan inocua en s, una excesiva fuerza lgico-negadora.
La inteligencia de que, pese a ello, los fines representan un medio de violencia de la
justificacin y de que, por ello, no aciertan a convencer por s solos, ha conducido a la
bsqueda de un orden axiolgico comn. Pero as se impide la inteligencia de la
imprescindible elasticidad del obrar, que alumbra al principio teleolgico en la medida en
que permite obscurecer unas veces determinados valores valindose de un fin
determinado y otras hacer lo propio con otros valores mediante otro fin. La multiplicidad de los valores requiere un procedimiento as, debindose a ello que tampoco los
valores puedan dar a un fin su ltima justificacin. Por estas razones parece tener ms
sentido no buscar por ms tiempo la fundamentacin de los fines, en crasa contradiccin
con su funcin, en un orden axiolgico comn, sino en la funcin misma. Dicho
concisamente: ni la verdad de los fines, ciertamente, ni su necesidad, como lo entenda la
filosofa escolstica ", pero s la funcin de establecimiento de los fines, pueden
entenderse como reduccin de la infinitud. Esta funcin no se puede explicitar
plenamente en una teora de la accin, sino que presupone una teora de los sistemas de
accin ".
Una vez advertidos de ello, ser posible reconocer en mltiples lugares lo inconcluso e
incompleto de una teora, como la de la
" Cfr. las referencias en la nota 2 de la Introduccin y en la nota 1 de este captulo.
" Vid. al respecto las reflexiones generales en torno a la recproca referencia de los
conceptos de funcin y sistema contenidas en Niklas Luhmann, Funktionale Methode
und Systemtheorie, en Soziale Welt, 15 (1964), pgs. 1-25.
46
racionalidad teleolgica, que viene comprendida desde la perspectiva del obrar.
de alcanzar una nueva determinacin de la relacin entre ser y tiempo. El tiempo, una
vez que ha perdido el carcter pautante de una ordenacin propia y toda fuerza
fundamentante, se torna en necesidad, sin fin y sin trmino, de determinar lo
indeterminado 53. La determinacin de lo indeterminado, no obstante, ya no puede
entenderse como conformacin de materia, pues estos conceptos, en virtud de aquel
replanteamiento del ser y el tiempo, se han convertido en frmulas vacas que slo
pueden fingir una oposicin si no se las piensa hasta el final. En lugar de esto se brinda
entender el flujo temporal de la determinacin de lo indeterminado como reduccin, por
propia mano, de la indeterminada complejidad del mundo, una complejidad que, en base
al esquema causal, puede interpretarse con caracteres de reductibilidad. El ser, en una
perspectiva acorde con lo temporal, se entiende como realidad. Pero una reduccin
semejante slo resulta gobernable mediante formacin de sistemas. Es a su travs como
se gana la racionalidad de un fenmeno pleno de sentido. El concepto de sistema se sita
as en el centro del campo de tensiones que se constituye mediante la interpretacin de
ser y tiempo, desplazando a todo ello al concepto de substancia. Por ello resulta
necesario en los sistemas de accin substituir la teora de los fines de la accin,
concebida a partir del concepto de substancia, aunque hace tiempo desprendida de l y
autonomizada, por una teora de la funcin teleolgica (Zweckfunktion). Ante las
cambiadas premisas de pensamiento y convicciones bsicas, slo a partir del concepto de
sistema pueden los fines volver a cobrar sentido, y ms concretamente como estrategias
de la reduccin de complejidad y mutabilidad.
La estrategia de la orientacin teleolgica presupone, sin embargo, tal y como vimos en
este captulo, una interpretacin de la complejidad por medio del esquema causal y un
regulativo axiolgico. Si la orientacin teleolgica ha de venir entendida como funcin
sistemtica, tambin han de interpretarse ambas premisas como funciones sistemticas de
la interpretacin del mundo o, en su caso, de s mismo. Con ello estamos incardinando en
la teora sistmica tanto la teora causal como la axiolgica en tanto en cuanto que
indagamos las funciones sistmicas de los conceptos, supuestamente fundamentales, de
causa, efecto y valor. La funcin reductiva por partida doble del establecimiento de fines
en el contexto causal y en el axiolgico nos posibilitar explicar por qu los sistemas
sociales se estructuran tan frecuentemente de acuerdo con puntos de vista axiolgicos.
Y, por ello, Dewey puede formular la idea siguiente de que ends are, in fact, literalley,
endless (op. cit., 1922, pg. 232). Vase tambin el concepto de conanuity, con el que
Dewey constata (y festeja) la ilimitada transparencia del futuro.
50
51
CAPfTULO II
EL CONCEPTO DE SISTEMA
Y LA TEORIA DE LOS FINES
EN LA DOCTRINA CLASICA DE LA ORGANIZACION
La aplicacin del concepto de fin a sistemas y las consecuencias de una semejante
decisin teortica en pro del entendimiento de los sistemas podran descubrirse en base
a muchos ejemplos. No obstante, aqu nos limitamos por principio al caso especial del
sistema social organizado, sin excluir por ello dirigir ocasionalmente la atencin al
desarrollo terico que se verifica en otros tipos de sistemas de accin como, por ejemplo,
personalidades o grupos reducidos. En una perspectiva mucho ms amplia y
diferenciada se ofrecen aqu interesantes paralelismos. En la ciencia de la organizacin,
empero, pl pensamiento teleolgico se ha establecido de manera especial. Las
organizaciones se han entendido y an hoy se siguen entendiendo por regla general,
como sistemas dirigidos hacia el cumplimiento de determinados fines, siendo esta razn
por la que no deben limitarse a permanecer en vida 1. Suele aceptarse generalmente
que un sistema
' Apuntemos aqu, al objeto de ilustrar esta tesis con algunos nombres conocidos, a
Lyndall F. Urwick, Grundlagen und Methoden der Unternehmensfhrung, trad. alemana,
Essen, 1961, en especial pgs. 42 ss., 64 s.; Franz Eulenburg, Das Geheimnis der
Organisation, Berln, 1952, pgs. 12 s., 34 ss., 61 ss.; Erich Kosiol, Grundlctgen und
idea de que tanto el uno como la otra posibilitan establecimientos de fines que para el
individuo resultaran inalcanzables. Ambos enfoques, que se interfieren sin ser
reconducibles a un mismo denominador, desacreditan de esa manera su respectiva
pretensin de integrar una slida conceptualidad fundamental.
En un examen ms detallado de las dos variantes tericas puede perseguirse hasta el
detalle la deficiencia originaria. A nuestros efectos basta con esbozar en lneas generales
este aspecto.
La tora de la organizacin racional-teleolgica ha de intentar reconducir su mbito de
investigacin a la forma de cadenas de fin/medios. Esto es relativamente posible
mientras uno se limite a una consideracin de la secuencia de la accin en un sistema
organizado, como, por ejemplo, mientras analice el proceso de produccin, que tiene en
el producto final su propio y verdadero fin. En su calidad de fin imaginado, el producto
final est en condiciones de arrojar luz sobre la cuestin de los medios requeridos y de
las alternativas que, a partir del fin, resultan posibles en la adquisicin de materiales, la
ordenacin del trabajo, etc. Neutralizando todos los aspectos axiolgicos en sus
consecuencias no pretendidas, el fin programa los medios posibles.
Ahora bien, una empresa no puede procurarse tpicamente esa neutralizacin. La funcin
propiamente dicha del establecimiento de fines no le resulta sin ms de auxilio, sino que
debe armonizar el empleo de los medios con otros requisitos, como, por ejemplo, los de
la procuracin de capitales, la carga fsico-psquica de los miembros de la organizacin,
la rentabilidad, etc., y, a estos efectos, desneutralizar nuevamente los medios. Estos se
presentan entonces como insoportables, demasiado caros, etc. Por todo ello, hoy se
admite en trminos muy amplios que las empresas privadas, por no hablar de las
administraciones pblicas, persiguen
60
una pluralidad de fines que pueden resultar contradictorios en sus exigencias de
medios s.
Esto no significa otra cosa, empero, sino que la programacin teleolgica ha fracasado
desde el momento en que en sistemas complejos no puede cumplirse o, si acaso, slo
rodeada de mltiples miramientos la funcin de neutralizacin de procesos
determinados de establecimientos de fines. La coordinacin de estos miramientos y los
mecanismos requeridos al efecto no pueden contemplarse y racionalizarse propiamente
ya como medios para el fin de la produccin.
De esta dificultad no ayuda a salir la consideracin de la existencia del sistema como
un medio a los efectos del fin sistCfr., por ejemplo, Peter F. Drucker, Praxis des Management. Ein Leitfaden fr die
Fhrungsaufgaben in der moderasen Wirtschaft, trad. al., 4.* ed., Dsseldorf, 1964,
pgs. 81 ss.; V. F. Ridgway, Dysfunctional Consecuences of Performance
Measurement, en Adminstrative Science Quarterly, 1 (1956), pgs. 240247, reimpreso
en Albert H. Rubenstein y Chadwick Haberstroh (eds.), Some Theories of Organization,
Homewood/Ill., 1960, pgs. 371-377; Pfiffner y Sherwood, op. cit., en especial pgs. 11
s., 407 ss.; C. Michael White, Multiple Goals in the Theory of the Firm, en Kenneth E.
Boulding y W. Allen Spivey (eds.), Linear Programming and the Theory of the Firm,
Nueva York, 1960, pgs. 181-201; Werner Dinkelbach, Unternehmerische
Entscheidungen bel mehrfacher Zielsetzung, en Zeitschrift fr Betriebswirtschaft, 32 (
1962), pgs. 739-747; Heinz Sauermann y Reinhard Selten,
Anspruchsanpassungstheorie der Unternehmung, en Zeitschrift fr die gesamte
Staatswissenschaft, 118 (1962), pgs. 577-597 (580, 589 s.); Edmund Heinen, Die
Ziclfunktion der Unternehmung, en F estschrif Erich Gutenberg, Wiesbaden, 1962,
pgs. 9-71, en especial 14, 16 ss., 62 ss. (aqu no pudimos tener en cuenta la
reelaboracin del artculo, aparecida bajo el ttulo Das Zielsystem der Unternehmung,
Wiesbaden, 1966); Beer, op. cit., 1962, passim, por ejemplo, pgs. 162 s.; Arthur Maas et
al., Design of Water Resource Systems, Cambridge/Mass., 1962; Johannes Bidlingmaier,
Unternehmerziele und Unternehmerstrategien, Wiesbaden, 1964, en especial pgs. 42 ss.,
con un profundo tratamiento de la vieja bibliografa econmico-empresarial; Herbert A.
Simon, On the Concept of Organizational Goal, en Administrative Science Quarterly,
9 (1964), pgs. 1.23 (3 ss.); Henry A. Latan, The Rationality Model in Organizational
Decision-Making, en Harold J. Leavitt (ed.), The Social Science of Organizations. Four
Perspectives, Englewood Cliffs/N. J., 1963, pgs. 85-136; M. D. Mesarovic, J. L.
Sanders y C. F. Sprague, An Axiomatic Approach to Organizations from a General
System Viewpoint, en Cooper, Leavitt y Shelly II (eds.), op. cit., pgs. 493-512. Como
uno de los escasos estudios empricos sobre correlaciones entre varios fines, cfr. Stanley
E. Seashore, Bernard P. Indik y Basil S. Georgopoulos, Relationsships Among Crteria
of Job Perfomance, en Journal of Applied Psychology, 44 (1960), pgs. 195-202. En los
estudios sociolgico-organizacionales se trabaja habitualmente con la hiptesis de una
pluralidad de fines. A ttulo de ejemplo, vid. Charles Perrow, The Analisys of Goals in
Complex Organizations, en American Sociological Review, 26 (1961), pgs. 854866.
La teora del Estado, de manera comprensible, ha tenido motivos, desde mucho antes,
para protestar contra la tirana de un nico y definitivo fin; as, por ejemplo, Robert von
Mohl, Encyclopdie der Staatswissenschaf ten, ed. Friburgo y Tubinga, 1872, pgs. 74 s.,
o John S. Mill, Representative Government, ed. de la Everyman's Library, Londres y
Nueva York, 1954, pg. 247.
61
mico'. El anlisis de la funcin especfica del esquema de fin/ medios que verificamos en
el captulo anterior hace fcil ir al encuentro de esa idea. La existencia del sistema es
una frmula de una compleja situacin de hecho que ha de satisfacer a una pluralidad de
orientaciones valorativas y que por ello no puede quedar neutralizada axiolgicamente
por virtud de un fin especfico. El concepto de existencia alude a una perspectiva que
presta atencin a las concretas condiciones existenciales, mientras que el concepto de
medios se refiere, por el contrario, a una determinada forma de abstracin. Al
subordinar a su fin la existencia de un sistema, se est desconociendo con ello la
peculiar funcin de la orientacin en trminos de fin/medios, a la par que se la degrada a
la categora de una tautolgica frmula justificativa de la existencia respectiva 1.
A quienes no presten credulidad a esas abstractas consideraciones y prefieran orientarse
histricamente, se les puede recordar adems que en las teoras del Estado de los siglos
xvii y xvur este preciso problema haba sido discutido a fondo sobre la base de la
concepcin instrumental del Estado, con la que se haba puesto trmino a las guerras
civiles religiosas. En las doctrinas del bien comn como fin del Estado, (Je la razn de
Estado y del ius eminens se haba intentado emplear la existencia del Estado como
concepto de medio en el seno de una cadena justificativa con el resultado de que el
esquema de fin/medios se vio por esta causa radicalmente desacreditado a los efectos de
su aplicacin al Estado, teniendo que substitursele, como an se ha de ver con
A menudo se ve defendida esta idea en la versin abreviada de que las organizaciones
son meros fines y no un fin en s mismo. Cfr., por ejemplo, Eulenburg, op. cit., pg.
61; Erich Gutenberg, Die Unternehmung als Gegenstand betriebswirtschaftlicher
Theorie. Berln y Viena, 1929, pgs. 11 s.; del mismo autor, op. cit., 1965, pgs. 234 s.;
Schramm, op. cit., pg. 5; Ernest Dale, Planning and Developing the Company
Organization Structure, Nueva York, 1952, pg. 17; Fritz Morstein Marx, Einfhrung in
die Brokratie, Neuwied, 1959, pgs. 48 s.; Pius Bischofberger, Durchsetzung und
Fortbildung betriebswirtschaftlicher Erkenntnisse in der dffentlichen Verwaltung. Ein
Beitrag zur Verwaltungslehre, Zrich y St. Gallen, 1964, pgs. 12 s. Como ejemplo de
una incardinacin expresa de la idea existencial (organizacional viability) en una cadena
de fin/medios, vid. Gross, op. cit., 1964, II, pgs. 477 ss.
' La concepcin de Scott, op. cit., pg. 490, segn la cual resultaran conciliables entre
s la teora instrumental y la teora sistmico-social de la organizacin, llegando incluso a
reclamarse la una a la otra a ttulo de complemento, me es imposible de compartir
precisamente por esa razn. Se asienta en un empleo no del todo pensado del concepto de
medio .Por lo dems, es frecuente encontrar defendidas simultneamente ambas
concepciones por ejemplo, en Rice, op. cit., pgs. 10 y 275.
62
mayor detalle ", por la idea del Estado de derecho. Pues la introduccin de la idea existencial en una cadena de relaciones de fin/
teora general de sistemas tiene un significado fundamental, ya que todo sistema que
quiera mantenerse en medio de un ambiente en mutacin ha de componerse a un mismo
tiempo de constantes y variables ". La objecin apunta contra la petrificacin de esa
separacin, por la que sta se convierte en una diversidad de dos perspectivas de
correccin que slo pueden volver a ser conjuntadas por la va, que acabamos de
analizar, de la subordinacin de la existencia sistmica al fin del sistema. De esta manera
se hace imposible sobre todo tratar adecuadamente la racionalizacin de la relacin entre
estructura y proceso el tema tal vez ms importante de la teora de los sistemas.
Hoy en da se ve ese problema. En especial la irrupcin de consideraciones procedentes
de las teoras de la decisin y la comunicacin y, como factor prctico, el tratamiento
electrnico de los datos han llevado a la inteligencia de que la racionalizacin de los
fenmenos de decisin y comunicacin implica decisiones de tipo estructural y que es a
partir de esta circunstancia desde donde hay que plantear las exigencias a la estructura de
la empresa ". Sin embargo, no basta con exigir miramientos recterialen zu einer sozial-6konomischen Theorie der Unternehmung, Berln, 1965. Vid.
tambin Frank H. Knight, Risk, Uncertainly and Profit, Boston y Nueva York, 1921 (7'
ed., 1948, pgs. 106 s., 168 s.), quien ya en 1921 haba sealado que las cuestiones de
organizacin slo pueden ser desatendidas bajo la condicin de una absoluta certidumbre
decisoria.
n Sobre todo en las ms recientes formulaciones de la teora sistemtica de Parsons, esta
distincin cobra unos rasgos de fundamentalidad. Cfr. en especial Talcott Parsons,
Some Considerations on the Theory of Social Change, en Rural Sociology, 26 (1961),
pgs. 219-239. En torno a esta separacin, cfr., adems, desde el punto de vista de las
ventajas de la doble selectividad, Niklas Luhmann, Soziologie als Theorie soziales
Systeme, en Kiilner zeitschrift fr Soziologie und Sozialpsychologie, 19 (1967), pags.
615-645.
16 Vid., en concreto, Herbert A. Simon, Das Verwaltungshandeln. EMe Untersuchung
der Entschetdungsvorgnge in Behrden und privaten Unternehmen,
64
procos. Inevitablemente, se han de producir contradicciones siempre que la
configuracin de estructura y decurso se hagan derivar, cada cual por su lado, del fin de
la empresa y slo se aspire a establecer a posteriori un compromiso. De la mano de la
separacin de estructura y decurso, la dominancia del concepto de tarea conduce
necesariamente a ese dilema. Por todo ello y no en ltima instancia, bajo la influencia
de la creciente automacin va ganando puestos en la teora y la praxis un pensamiento
organizacional que no arranca de un esquema clasificatorio obtenido por va de anlisis
de los fines, sino del flujo de trabajo, y que trata a la estructura sistmica como un
complejo de premisas decisorias que programan ese flujo ". Precisamente porque en
la prctica el proceso ha de regirse de acuerdo con la estructura, la teora y la decisin
organizacional han de tomar como punto de partida el que la estructura ha de regirse de
acuerdo con los requisitos del proceso '$. Pero del fin procesual no pueden derivarse ni la
estructura como medio necesario ni, a la inversa, el proceso como medio de la decisin
estructural. El esquema de fin/medios no est en condiciones de procurar la
racionalizacin de la relacin de estructura y proceso la razn oculta que hace a la
teora econmica de la empresa profesar la opinin de que se han de racionalizar por
separado ambos aspectos. Pues, si bien la estructura guarda ciertamente una relacin
necesaria con restrad. al., Stuttgart, 1955; adems, por ejemplo, Rolf Kramer, Information und
Kommunikation. Betriebswirtschaftliche Bedeutung und Einordnung in die Organisation der Unternehmung, Berln, 1965; Herbert Hax, Die Koordination von
Entscheidungen. Ein Beitrag zur betriebswirtschaftlichen Organisationslehre, Colonia,
Berln, Bonn y Munich, 1965.
17 Cfr., por ejemplo, Elliot O. Chapple y Leonard R. Sayles, The Measure of
Management, Nueva York, 1961; Mex Orden, Man Machine Computer Systems,
en George P. Schultz y Thomas L. Whisler (eds.), Management OrganizaHon and the
Computer, Glencoe/I11., 1960, pgs. 67-86 (74); Richard A. Johnson, Fremont E. Kast y
James E. Rosenzweig, The Theory and Management of Systems, Nueva York, San
Francisco, Toronto y Londres, 1963, pgs. 313 s.; Urs Jaeggi y Herbert Wiedemann, Der
Angestellte im automatisierten Bro. Betriebssoziologische Untersuchungen ber die
Auswirkungen elektronischer Datenverarbeitung auf die Angestellten und ihre
Funktionen, Stuttgart, 1963, passim, en especial pgs. 114 ss., 152 s., 227 s. Un avance
de la teora econmica de la empresa en Alemania que apunta en ese sentido estriba en
que en la actualidad se reconoce que el flujo de trabajo plantea problemas
organizacionales propios que, en cuanto tales, han de oponrsele a la organizacin
estructural tradicional. Cfr., al respecto, Schweitzer, op. cit., en especial pgs. 7, 22 s.;
Kramer, op. cit., pgs. 45 s., 156 ss.
Nordsieck, op. cit., 1961, enteramente en el marco referencial de la doctrina clsica de
la organizacin, da expresin a esa idea desde el momento en que explica la
conformacin del proceso como el principio ideal de la divisin del trabajo y a los otros
principios slo les reconoce una importancia de segundo orden (Sp. 22 ss.).
65
e
pecto al proceso, que sin ella no podra ser tal, esta relacin, no obstante, no puede ser
entendida como medio en el seno del proceso y, ni siquiera como funcin. Se la
presupone en la misma procesualidad del proceso; pues sin constantes no puede existir
variacin ordenada alguna. La relacin ,entre estructura y proceso no es ni instrumental
ni funcional; ello significara que la estructura en su funcin (o en su condicin de
medio) para el proceso, podra verse sustituida por cualquier otra cosa que sirviera de
equivalente funcional y que, en definitiva, no sera ningn componente sistmico
insustituible. Ahora bien, no existen sistemas desprovistos de estructura. Si se destruyen
ambas salidas, la instrumentalizacin del sistema y la separacin de constitucin y
decurso bajo diversos criterios de racionalidad, soluciones las dos que no hacen sino
ocultar el problema, retorna entonces a la luz la verdadera dificultad, el fracaso del
esquema de fin/medios como modelo sistmico. En Herbert Simon, el autor que tal vez
haya formulado con ms agudeza y alcance la crtica de esta y otras soluciones
ordenancistas de la doctrina clsica de la organizacin, se desemboca en la
inteligencia de que la descomposicin en medios de un fin organizacional engendra
necesariamente conflictos organizacionales de tipo interno ". Esto significa, por una
parte, que no se puede cumplir enteramente la funcin neutralizadora propia del
establecimiento de fines y, por la otra, que la teora teleolgica de la organizacin no
puede tener lugar con desconsideracin de los problemas motivacionales. Y es as como
nos vemos remitidos a la teora complementaria de la formacin de poder o consenso que
antes se reclam ya.
" Vid. particularmente James G. March y Herbert A. Simon, Organizations, Nueva York
y Londres, 1958, pgs. 124 ss.; Simon, op. cit., 1964, pgs. 16 s.; tambin, por caso, C.
West Churchman, Russell L. Ackoff y Leonard Arnoff, Operations Research. Eine
Einfhrung in die Unternehmensforschung, trad. alemana, Viena y Munich, 1961, pg.
14; C. West Churchman, Prediction and Optima! Decision. Philosophical Issues of a
Science of Values, Englewood Cliffs/ N. J. 1961, pgs. 309 ss.; Heinen, op. cit., 1962,
pgs. 62 ss.; R. N. Spann, The Study of Organizations, en Public Administration, 50 (
1962), pgs. 387-405 (393 ss.); Rice, op. cit., pgs. 14, 190 s.; Albach, op. cit., 1959,
pgs. 247 s. Prescindiendo de estos casos, existe una larga serie de estudios en el campo
de la psicologa social que tratan la identificacin con objetivos grupales muy estrictos
como una consecuencia de la divisin del trabajo. Cfr., por ejemplo, Burleigh B. Gardner
y David G. Moore, Praktische Menschenfhrung im Betrieb, trad. al., Colonia y Opladen,
1957, pgs. 94 ss.; De Witt C. Dearborn y Herbert A. Simon, Selective Perception. A
note on the Departmental Identifications of Executives, en Sociometry, 21 (1958), pgs.
140-144; Marchy Simon, op. cit., pgs. 150 ss.; Melville Dalton, Men Who Manage.
Fusions of Feeling and Theory in Administration, Nueva York y Londres, 1959, por
ejemplo, pg. 16.
66
Al principio, en la vieja concepcin del fin de la accin, la funcin racionalizadora y
motivante estaban yuxtapuestas sin solucin de continuidad. Para el agente, el fin pareca
ser a un mismo tiempo razn y medida de su obrar. Esta idea an domina hoy, all donde
no se ha prestado atencin expresa a su problemtica, en las ciencias sociales 20. Y es
enteramente consecuente en una ciencia de la accin que toma como punto de partida el
concepto de la accin aislada. Se deshace, sin embargo, en sus dos componentes tan
pronto como, tras de la accin, se comienza a ver y a analizar el sistema agente. Entonces
el fenmeno motivacional se revela como un autntico suceso sistmico de elevada
complejidad, que es independiente con respecto a la estructura causal de la accin y que,
pudiendo apoyarse sobre otras causas y otros efectos y emplear otro esquema de
seleccin, debe ser racionalizado tambin de otra manera. Es posible que una accin
racional tenga una motivacin irracional, y viceversa. Una accin de tipo irracional
puede solucionar brillantemente los problemas sistmicos internos del sistema agente,
mientras que, inversamente, un obrar de ndole racional-teleolgica puede tener una
virtualidad agudizadora.
Imaginando a una persona individual, esto es: un sistema de personalidad, como agente,
nadie dudar que los fines de la accin perseguidos no son suficientes para la explicacin
de la motivacin, sino que se requiere a tal efecto una teora psicolgica de la
personalidad con inclusin de sus problemas inconscientes y sus estructuras
motivacionales latentes ". Se sabe as a qu esfera de investigacin atenerse. Si, por el
contrario, se trata de fines de un sistema social, la respuesta lo es todo menos manifiesta.
Junto con la deficiente distincin entre concepto de accin y teora de los sistemas, de
semejante falta de claridad tal vez tambin sea culpable la circunstancia de que a los
problemas motivacionales desde un principio se les ha entendido psicolgicamente,
dejndolos fuera de la teora de la organizacin. Es as como aparentemente tan slo la
estructura racional de fin/medios del obrar restaba como objeto suyo.
20 Especialmente en la doctrina de la organizacin. Vid. ttulo de ejemplo tpico:
Nordsieck, op. cit., 1961, sp. 34 ss.
" Ya en el mismo ttulo de un libro expresa un conocido psiclogo norteamericano esta
distancia con respecto a la racionalidad teleolgica: Norman F. Maier, Frustration. The
Study of Behavior without a Goal, Nueva York, 1949.
67
.1
Entre tanto, la investigacin est entregada a la tarea de abandonar ese prejuicio y
aceptar estructuras motivacionales, que mediadas e impregnadas por el sistema social, no
resulten, sin embargo, coincidentes con el fin del sistema ni puedan ser reconducidas a
las estructuras motivacionales de las personas implicadas. En el captulo siguiente,
dedicado a las tendencias actuales de superacin de la vieja teora teleolgica de la
organizacin, nos adentraremos en este moderno desarrollo. De lo que aqu se trata es de
constatar las consecuencias que de su concepcin teleolgica resultan para la doctrina
clsica de la organizacin. Estas consecuencias se muestran en las circunstancias: 1) de
que como fines de la organizacin slo se consideran los motivos de un solo implicado,
o, en su caso, de una pequea parte de los miembros de la organizacin, mientras que los
de los dems se ven instrumentalizados, neutralizados, o desacreditados, en todo caso
deformados o desatendidos n; y 2) de que, por ello, la organizacin viene entendida
como un sistema de dominacin jerrquicamente organizado al objeto de garantizar la
obtencin de los fines en forma de acatamiento de rdenes y sin consideracin de las estructuras motivacionales de los dems implicados.
Cuando en el fin organizacional se ve un fin de accin y en este fin de accin una
representacin motivante y racionalizadora, se hace ineludible preguntarse: de quin es
el fin de que propiamente se trata? A la vista de este interrogante tanto la teora
econmica de la empresa como la vieja teora de la autonoma administrativa se han
decidido por una aguda disociacin de empresarios o dominadores como sujetos
interesados por los fines, por una parte, y trabajadores o funcionarios como sujetos cuya
motivacin es indirecta y, por lo tanto, impersonal, por la otra. El empresario recluta
trabajadores para sus fines, y el don A todo ello, hasta hace poco tiempo no haba duda de que, ya que no los motivos de la
plantilla en pleno, s por lo menos los motivos de la empresa podan ser equiparados al
fin de la unidad de produccin y a los criterios de xito de la actividad emprendida.
Tambin esto se presenta recientemente como dudoso vid., por ejemplo, Adolf
Moxter, Prferenzstruktur und Aktivittsfunktion des Unternhemens, en Zeitschrift fr
betriebswirtschaftliche Forschung, 166 (1964), pgs. 6-35; Oliver E. Williamson, The
Economics of Discretionary Behavior. Managerial Objectives in a Theory of the firm,
Englewood Cliffs/N. J., 1964. Bidlingmaier, op. cit.; ICrsselberg, op. cit., pgs. 98 ss.,
con una panormica sobre esfuerzos de fecha ms antigua. Con ello tambin la teora
econmica de la empresa se encamina hacia la separacin conceptual de estructuras
motivacionales y criterios de racionalidad en cuanto presupuesto de la posibilidad de
investigar la interdependencia de ambas variables.
68 minador poltico forma un cuadro administrativo con sus seguidores que, por
fascinacin o esperando obtener ventajas, hacen suyos sus fines 23. Esta separacin de
empresarios privados o polticos, por un lado, y meros funcionarios, empleados o trabajadores, por el otro, hace referencia y esto es decisivo para su problemtica no a
funciones abstractas, sino a personas concretas, en todo caso a roles sistmicos. Intenta
reaccionar ante el hecho del insuficiente consenso en torno a los fines, no mediante una
distincin funcional, sino en base a otra de signo estructural. Con otras palabras: con la
distincin de personas, posiciones o roles se le oculta la necesidad de una diferenciacin
funcional y, en concreto, de una diferenciacin de los procesos motivacionales y de
racionalizacin de la accin. En vez de separar estas dos funciones, las funde en el
concepto de fin, haciendo as necesario sostener una separacin estructural de corte
excesivamente concreto que difcilmente puede estar en consonancia con las complejas
estructuras motivacionales de la realidad.
Por estas razones se llega a una tesis, caracterizadora de la doctrina clsica de la
organizacin, en cuya virtud explica y precisa su principio fundamental, la equiparacin
de los esquemas de fin/medios y todo/partes. Esta tesis sostiene que la ordena" A este respecto, en la teora de la empresa era caracterstica la entre tanto quebrada
representacin de la propiedad como fundamento de autoridad. Vid., por ejemplo,
Gutenberg, op. cit., 1965, pgs. 470 ss., pero tambin la confrontacin con la
contradictoria realidad en pgs. 480 ss., as como, del mismo autor,
Unternehmensfhrung. Organisation und Entscheidungen, Wiesbaden, 1962, pgina
155, donde el derecho originario a la direccin de los negocios queda fundamentado
en la ley. Tambin con independencia de esto, empero, puede esbozarse una teora de
la empresa como estrategia teleolgica del empresario. Este era, por ejemplo, el caso de
la norteamericana Theory of the firm bajo la poderosa influencia de Alfred Marshall (al
respecto, vid. supra nota 14). Como un nuevo y enfticamente expuesto ejemplo, cfr.
Helmut Koch, Die Theorie der Unternehmung als Globalanalyse, en Zeitschrift fr die
gesamte Staatswissenschaft, 120 (1964), pgs. 385.434; crticamente, por ejemplo,
Cooper, op. cit.,; Herbert A. Simon, Models of Man, Social and Rational. Mathematical
Essays ora Rational Human Behavior in a Social Setting, Nueva York y Londres, 1957,
pgina 174.
En lo que a la administracin pblica atae habra que citar en primer trmino,
naturalmente, la sociologa de la burocracia de Max Weber, op. cit., 1956; adems, a
ttulo tambin de ejemplo, el ensayo norteamericano de fundamentar una disciplina
acadmica autnoma, la Public Administration, sobre la presuposicin de que en la
poltica quedaran fijados los fines, mientras que la administracin, por el contrario,
ejecutara sin particular inters teleolgico las tareas a ella encomendadas,
racionalizndose instrumentalmente a su respecto. No es ningn azar, sino que
caractersticamente apoya la argumentacin mantenida en el texto, el hecho de que tras
el fracaso de esta concepcin en los aos cuarenta se despertara un redoblado inters por
las teoras de la dominacin y la direccin. En torno a este desarrollo, vid. Herbert
Kaufman, Emerging Conflicts in the Doctrines of Public Administration, en The
American Political Science Review, 50 (1956), pgs. 1.057-1.073.
69
cin de las posiciones jerrquicas en el interior de un sistema es una ordenacin de fines
y medios. Las posiciones vendran definidas por medio de tareas, y estas tareas se
subordinaran unas a otras en una relacin de fin/medios 24. El poder directivo de las
posiciones superiores con respecto a las subordinadas sera necesario porque aqullas
slo representaran a los fines y stos slo a los medios; y los fines, naturalmente,
preceden a los medios. A un mismo tiempo en el esquema de fin/medios se encontrara
una limitacin del sometimiento a la autoridad a competencias especficas, una
limitacin que, pese al abismo jerrquico, hara impersonales y motivables las relaciones
internas.
Esta idea fundamental, deslumbrante y arrolladoramente armnica en principio, causa
una impresin nada problemtica. Y este es su fallo. No proporciona ningn esquema
suficiente de los problemas sistmicos, ninguna concepcin sistmica lo suficientemente
compleja como para poder satisfacer las exigencias de un sistema que haya de hacerse
cargo de un ambiente complejo. Como principio estructural es demasiado poco
problemtica, pues las estructuras sistmicas deben ser en s mismas problemticas y
estar cargadas de tensiones ya que de otra manera no podran recepcionar la
problemtica ambiental, introducirse
" En torno a esa interrumpida congruencia de jerarqua y orden de fin/medios, vid., por
ejemplo, Schramm, op. cit., pgs. 41 s.; Karl Theisinger, Grundstze der
Betriebsorganisation, en Festschrif t Wilheml Kalveram, Berln y Viena, 1942, pgs.
141-151 (142); Barnard, op. cit., pgs. 192, 231 ss.; Robert Tannenbaum, Irving
Wechsler y Fred Masdarik, Leadership and Organization, Nueva York, Toronto y
Londres, 1961, pgs. 258 s.; Renate Mayntz, Die soziale Organisation des
Industriebetriebs, Stuttgart, 1958, pg. 22; Meal. Gross, Ward S. Mason y Alexander W.
McEachern, Explorations in Role Analysis, Nueva York, 1958, pginas 122 s., 134;
Pfiffner y Sherwood, op. cit., pgs. 18 ss., 66 ss.; Nordsieck, op. cit., 1961, sp. 39 ss.;
Amitai Etzioni, A Comparative Analysis of Complex Organizations. On Power,
Involvement and their Correlates, Nueva York, 1961, pginas 93 s., 106, 214; Irle, op.
cit., pg. 99; Joseph A. Litterer, The Analysis of Organizations, Nueva York, Londres y
Sydney, 1965, pgs. 246 ss. Notorio es tambin aqu la coincidencia entre economistas
de la empresa y socilogos. El mismo Herbert Simon, quien, por lo dems, se ha
mostrado como un crtico de la presuposicin de un orden axiolgico transitivo, subraya
continuamente la coincidencia de la estructura de los programas decisorios con la
estructura jerrquica, a efectos de lo cual, sin embargo, emplea el concepto de jerarqua
de una manera particularmente vaga para relaciones de sistema/subsistema, sin implicar
en modo alguno relaciones de rango enteramente transitivas. Vid. March/ Simon, op. cit.,
pgs. 151 ss., 194 ss.; de los mismos autores, The Science of Management Decision,
Nueva York, 1960, pgs. 40 ss.; del mismo autor, The Architecture of Complexity, en
Proceedings of the American Philosophical Society, 106 (1962), pgs. 467-482, y, al
respecto, tambin William R. Dill, Administrative Decision-Making, en Sidney
Mailick y Edward H. van Ness (eds.), Concepts and Issues in Administrative Behavior,
Englewood Cliffs/N. J., 1962, pginas 29-48 (43).
70
en el sistema y hacerse capaces de sustentar decisiones. La doctrina clsica de la
organizacin encubre numerosos problemas y tiende a culpar a las personas
individualmente, en especial a los miembros del sistema que fracasan en conflictos
irreconciliables de roles, esto es: a desplazar problemas desde el sistema hacia el
ambiente de las personalidades y de su fracaso. Perp de lo que, segn sospechamos, se
trata es precisamente de llevar la problemtica ambiental al interior del sistema para
poderla definir y absorber internamente.
Sea como sea, los problemas relegados vuelven a hacer acto de presencia en numerosos
lugares con formas transmutadas, y la ms reciente investigacin cientfico-social, con
un marcado sentido para contextos latentes, oficialmente inconfesables, se ha dedicado a
esos problemas secundarios. Las diferencias del enfoque clsico se presentan ya en la
conocida problemtica que supone el verificar empricamente un motivo de beneficio
empresarial, supuestamente exclusivo, que ha de integrar el fin de la empresa. La teora
clsica se ve aqu forzada a adoptar modelos decisorios harto irrealistas. Si se acercara a
contra de una implicacin de este modelo. Una divisin del trabajo slo es posible entre
medios diversos, no entre fin y medio, ya que la decisin en torno a los fines no puede
tener lugar sin conocimiento de los medios posibles. La interpretacin de la jerarqua
segn el esquema de fin/medios fuerza por ello a pensar que una divisin del trabajo
funcional-especfica slo como separacin de diversas subtareas de igual rango tiene
pleno sentido en el plano horizontal, mientras que en el vertical las responsadirigente como un mediador de lealtad en el seno de organizaciones 9tie no disponen de
fines con fuerza motivante. Vid., por ejemplo, Amitai Etzioni, Dual Leadership in
Complex Organizations, en American Sociological Review, 30 (1965), pgs. 688-698.
36 Cfr, por ejemplo, Mary Parker Follet, Dynamic Administration (ed. por Henry C.
Metcalf y Lyndall Urwick), Londres y Southampton, 1941; Victor A. Thompson, Modern
Organization, Nueva York, 1961, o Chris Argyris et al., Social Science Approach to
Business Behavior, Homewood/Ill., 1962, pgs. 57-98; tambin la panormica sobre los
distintos enfoques crticos en George Strauss, Some Notes on Power Equalization, en
Harold J. Leavitt, The Social Science of Organizations. Four Perspectivas, Englewood
Cliffs/N. J., 1963, pgs. 39-84.
" Obsrvese cmo esta idea armoniza con la ya tratada de que la empresa en el fondo
slo sirve al empresario. Este se encuentra necesariamente en la cumbre de la jerarqua.
" Cfr. las alusiones supra (nota 17).
74 bilidades se superponen desde el momento en que la responsabilidad por el fin
incluye en s la responsabilidad por los medios. En conformidad con todo ello, la
concepcin dominante contempla an hay a la jerarqua exclusivamente como una
dimensin de la generalizacin, de la ascensin desde tareas y situaciones decisorias
especiales a otras ms generales, de mayor amplitud 39. A partir de aqu se llega a la
concepcin de que todo superior es enteramente responsable de sus subordinados por
razn de la unidad de tareas impuestas 40, de manera que ha de colaborar con ellos en la
ocultacin y disculpa de los fallos, surgiendo de ello una actitud amistosa hacia el
interior y hostil frente al exterior. Tal vez sea esto lo que nuevamente se pretende. Y, sin
embargo, la cuestin es muy concretamente la de si no se debera tambin, en inters de
un ms preciso repertorio de tareas, diferenciar cada uno de los elementos jerrquicos "
algo que hara trizas la exposicin de la jerarqua como cadena causal de fin/medios.
Por otra parte, la concepcin de la jerarqua como un orden en trminos de fin/medios
tiene tambin como consecuencia que los roles de los subordinados se vean impregnados
de ideales cuando no de expectativas contradictorios, sin que la propia contradiccin
pueda encontrar expresin: a esto se reconducen
" Cfr. el desarrollo de este pensamiento en Norman H. Martin, Differential Decisions in
the Management of an Industrial Plant, en The Journal of Business, 29 (1956), pgs.
249-260.
4 Vid., por ejemplo, Gutenberg, op. cit., 1965, vol. I, pg. 250, con otros varios apuntes;
adems, Eugen Schmalenbach, Ueber Dienststellengliederung im Grossbetriebe, Colonia
y Opladen, 1959, pgs. 45 s., 48 s., 56 s., con la fundamentacin, precisamente clsica,
de que no se puede gobernar de otra manera. Acto seguido, naturalmente, siguen
esfuerzos en pro de una interpretacin ms adecuada de ese principio, interpretaciones
que no dejan que quede mucho de su contenido un ejemplo del tpico estilo
argumentativo de la doctrina clsica de la organizacin, tan agudamente criticado pbr
Herbert A. Simon, The Pro- verbs of Administration, en Public Administration
Review, 6 (1946), pgs. 53- 67. Para la crtica de este principio, cfr. tambin Thompson,
op. cit., 1961, pginas 129 ss.
" Esta objecin se hace irrefutable particularmente siempre y cuando se quiera captar a
las organizaciones en su contexto ambiental, a la manera de sistemas sociales, y se
contemple, en conformidad con ello, el sentido de la jerarqua en la diferenciacin de
planos de generalizacin del contexto ambiental. Al respecto se encuentran
fundamentales estmulos en Talcott Parsons, Suggestions for a Sociological Approach
to the Theory of Organizations, en Administrative Science Quarterly, 1 (1956), pgs.
63-85, 225-239, y del mismo autor, Some Ingredients of a General Theory of Formal
Organization, en Andrew H. Halpin (ed.), Administrativa Theory in Education,
Chicago, 1958, pgs. 40-72; ambos trabajos nuevamente impresos en Talcott Parsons,
Structure and Process in Modern Society, Glencoe/Ill., 1960. Sobre esta tendencia, vid.
tambin Spann, op. cit., pginas 387-405. Tambin en la teora econmico-empresarial
alemana existen esfuerzos comparables. Vid. particularmente Albert Meier, Rationalle
Fhrung und Leitung in der Unternehmung. Aufgabengliederung und
Aufgabenverteilung in neuer Sicht, Stuttgart, 1957, en especial pgs. 16 ss.
75
corresponde efectivamente al fenmeno del rango elemental, que tambin tiende a una
difusa generalizacin en todas las relaciones entre dos personas. Sin embargo, no
consigue hacerse con las condiciones sociales previas de una autntica ordenacin de
rango; pues stas no se dejan organizar. Y adems choca duramente con la tendencia a
evitar la subordinacin personal y a especificar funcionalmente en el sistema todas las
relaciones concretas que en su seno se dan y, con ello, a garantizar un mximo en el
rendimiento y la plena permutabilidad de todos los factores individuales.
Pero no queremos perdernos entrando en ms detalles, mxime que la relacin con
nuestro problema inicial, los lmites de la orientacin teleolgica sencilla, se va haciendo
cada vez ms tenue a causa de las muchas variables que adicionalmente se aportan, al
mismo tiempo que la imagen de conjunto se va complicando ms y ms a medida que se
entra en detalle. En cualquier caso se ha de retener que se sobrecarga al orden jerrquico
si de l se espera la solucin de todos los problemas pendientes de la orientacin en
trminos de fin y medios. Y esta sobrecarga no puede tornarse perdeptible en su raz,
sino slo entrever en muchos problemas derivados, cuando se parte de una congruencia
entre la estructura jerrquica y la teleolgica del obrar. La sobrecarga de la jerarqua se
remite en ltima instancia a una excesiva estimacin de la transitividad del esquema de
fin/ medios. Todos y cada uno de los diversos miembros de esa cadena argumentativa
han encontrado sus crticos. De lo que ahora se trata es de tomar conciencia del
contexto.
Las tesis centrales de la doctrina clsica de la organizacin,
" Al igual que en la teora de la direccin, tambin aqu, no obstante, se ha de contemplar
la no escindida unidad de componentes comunicativos de reclamo e informativos como
la esencia natural de la comunicacin elemental, y la separacin especfico-funcional de
ambos componentes como una prestacin artificial posible slo en sistemas complejos y
bajo determinadas premisas organizacionales y ambientales.
80
la interpretacin del sistema como un todo que se compone de partes, la interpretacin
del todo como fin y de las partes como medios y el pensamiento de concretizar mediante
una organizacin posicional jerrquica dotada de relaciones de mando la relacin
teleolgica que de esta manera se ha abstrado forzosamente en la direccin de lo
indeterminado, proporcionan en su expresiva sencillez la imagen de una estructura
organizacional cerrada y ajustada a fines. Y precisamente contra esto se dirigen nuestras
objeciones, pues esa sencillez es un obstculo para el progreso de la ciencia y la praxis
organizacionales. Entre tanto, las diversas ciencias que se ocupan de sistemas sociales
organizados han descubierto una larga serie de problemas que reclaman una teora y una
planificacin sistmica mucho ms complicada, habiendo desarrollado a un mismo
tiempo ttnicas de anlisis que posibilitan una teora de esa ndole y pueden dominar
unos niveles mucho ms intensos de especificacin de las relaciones funcionales que los
que en la teora clsica se podan formular. El tiempo ha madurado ya lo suficiente
como para apear al concepto de fin del trono de la teora e incluirle a ttulo de variable
dotada de funciones especficas en una teora de mayor alcance de los sistemas sociales
organizados.
EllBuo-rEcK
UNIVERSIDAD CATOL1C
VM-PARA SO
81
CAPITULO III
CORRIENTES CRITICAS Y NUEVAS
POSICIONES
La descripcin de la doctrina clsica de la organizacin, a la que dedicamos el captulo
anterior, haba de proceder con cautelosa reserva al objeto de no salirse de su tema. La
situacin actual de la investigacin, que somete casi todas las posiciones de la doctrina
clsica a una aguda crtica, propende a incluir la crtica en la descripcin misma. Esto es
algo en parte inevitable. Pues slo desde la distancia crtica se tornan perceptibles los
contornos del todo; slo la comparacin con unas alternativas conscientemente captadas
polica general, que no es sino la tarea de fomentar el bien pblico segn el propio conocimiento racional 9.
El ltimo intento de conjunto de resolver este problema en consonancia con las fuerzas
espirituales de la poca se halla en la frmula romntica del fin en s mismo del Estado.
Desplaza esta frmula el peligro en cuya contencin se haba trabajado anteriormente con
pequeos y escasos medios en la direccin de lo positivo de un yo lo quiero as. Esto
apunta a una mezcolanza mstica de la frmula teleolgica con la frmula existencial y en
cuanto tal, si es que acaso, se le experimenta como problema, se le aprecia. Su
desmoronamiento fue el que impuls al positivismo jurdico, un fondo de ideas del que
an no se ha recuperado el pensamiento estatal alemn. Desde entonces ya no existe
ninguna teora de los fines del Estado que resulte digna de consideracin, y esto es algo
que lo mismo se puede predicar del consecuente jurista que fuera Kelsen 10 que del
socilogo Max Weber ", por ms que no hayan faltado intentos de suplirla 2.
7 En torno al socavamiento de la vieja concepcin del fin como mandato y barrera de la
accin estatal por parte de la racionalizacin del Estado y los objetivos bienestaristas,
cfr. Walter Merk, Der Gedanke des gemeinen. Besten in der deutschen Staats-und
Rechtsentwicklung, Weimar, 1934, pgs. 66 ss. Particularmente tpico: Christian Wolff,
lus Gentium Mathodo Scientifica Pertractarum, Carnegie Classics of International Law,
Oxford y Londres, 1934, vol. I, donde todo medio no slo parece justificar el
mantenimiento (par. 34), sino tambin la perfeccin (par. 37) de Estado y sociedad en su
condicin de objetivo con excepcin de los prohibidos, como ms tarde ( 71) se
desprende.
Vid., especialmente, Hippolythus a Lapide, Dissertatio de ratione status in imperio nostro
Romano-Germanico, Freistadt, 1647, por ejemplo, pgs. 8 s. imperio la descripcin de
este desarrollo en Rolf Stoedter, Oeffentlich-rechtliche Entschdigung, Hamburg, 1933,
pgs. 52 ss.
1 Cfr., por ejemplo, Hans Kelsen, Allgemeine Staatslehre, Berln, 1925, pginas 29 ss.
" Max Weber, op. cit., 1956, pg. 30.
15 Klaus Hespe, Zur Entwicklung der Staatszwecklehre in der deutschen
Staatsrechtswissenchaft des 19. Jahrhunderts, Colonia y Berln, 1964, pg. 76, alude muy
oportunamente al hecho de que los conceptos fundamentales de la discusin de la poca
de Weimar, el concepto de decisin de Carl Schmitt, el de integracin de Rudolf Smend y
el de organizacin de Hermann Heller, suceden al concepto de fin de Estado, tratando de
sustituirle en su funcin de conjuntar unidad y justificacin. Precisamente porque se
proponan eso, porque se pro89
Los problemas de este desarrollo no pueden colegirse tan slo de la indeterminacin de la
frmula teleolgica, sino que resultan de la circunstancia de que esa frmula ha de
aplicarse a un sistema poltico socialmente diferenciado ". La diferenciacin social hace
cuestionable la vieja relacin entre fomento de la unidad (formacin de sistemas) y
justificacin en el interior del concepto de fin ". Todas las vas de salida que proceden del
pensamiento tradicional y que se fueron destilando, forzadamente y casi como con
conciencia de su futilidad, desde el siglo XVI al siglo xviii, a saber: la virtud del prncipe
como exigencia poltica, la institucionalizacin de la dacin de consejo, el cuidado en la
educacin del prncipe, el flujo de principios morales en la praxis administrativa por
medio de la doctrina y la tutela, que as es como se la encuentra, defendida con
caracterstico nfasis, en la literatura cameralista, hasta la particular acentuacin del fin
del Estado en calidad de frmula delimitadora, que bien se encuentra en Ptter antes que
en otro cualquiera u, todas estas soluciones no se acercan al fondo del problema de que la
pura racionalidad teleolgica fracasa como exclusiva forma programtica cuando el
sistema poltico se desprende de ataduras sociales y cobra autonoma. Entonces la
orientacin de ese sistema parcial de la sociedad debe procurarse una referencia
ambiental e institucionalizarse de una manera tan compleja que ni desde el punto
ponan demasiado, han acertado a ver cada uno tan slo un aspecto de la realidad, de
manera que la discusin entre ellos podra continuarse hasta el infinito.
" Esto, naturalmente, ocurre mucho ms all donde el sistema poltico no es interpretado
limitada.
Pero, sobre todo, el modo conclusivo del Estado polica 19, la conclusin que,
arrancando del fin, lleva a la justificacin de los medios, esto es: el ncleo de la
racionalidad teleolgica, pierde su funcin neutralizadora, la legitimacin jurdica 20.
Pierde su capacidad de fundamentar jurdicamente. La transformacin se verifica, por lo
dems, de una manera extraordinariamente lenlehre der Gegenwart, Berln, 1956, pgs. 76-78, y del mismo autor Die neuere
Entwicklung des Rechtsstaates in Deutschland, Hundert Jahre deutsches Rechtsleben, en
Festschrit Deutscher Juristentag, Karlsruhe, 1960, vol. II, pgs. 229262. La funcin
estructurante del derecho para el sistema poltico permanece olvidada. La doctrina de la
separacin de poderes, a consecuencia de la total burocratizactn de los tres poderes que
en ella se contemplan, ha perdido significacin. El primer lugar lo cobra, en lugar suyo,
la distincin entre la burocracia estatal, por una parte, y los procesos polticos, que en su
antesala cimentan poder legtimo y consenso, en cuanto diferenciacin interna del
sistema poltico, por la otra. En torno a ello Luhmann, op. cit., 1965 a, pgs. 148 ss., y del
mismo autor Politische Planung, en Jahrbuch fr Sozialwissenschaft, 17 (1966), pgs.
271-297.
A ttulo de exposicin clsica: Jellinek, op. ctt., pgs. 230 ss.; tambin Hans Hug, Die
Theorie vom Staatszweck, Winterthur, 1954, y sobre todo el notable estudio de Hespe,
op. cit.
19 Esta caracterizacin se encuentra en la primera edicin de Otto Mayer, Deutsches
Verwaltungsrecht, vol. I, Leipzig, 1895, pg. 284, nota 20.
" As, en particular, la decisin del Tribunal Administrativo Bvaro de 15 de marzo de
1951, as como, dando su asentimiento, Klaus Stern, Zur Grundlegung einer Lehre des
iiffentlichen Vertragcs, en Verwaltungsarchiv, 49 (1959), pginas 106-157 (141), y
Franz Mayer, Die Eigenstndigkeit des Bayerischen Verwaltungsrecht, dargestellt an
Bayerns Polizeirecht, Munich, 1958, pgs. 215, 235 s. Cfr. igualmente E. Rasch, Die
Behrde. Begriff, Rechtsnatur, Errichtung, Einrichtung, en Verwaltungsarchiv, 50 (
1959), pgs. 1-41 (4); Hans J. Wolff, Verwaltungsrecht, II, Munich y Berln, 1962, pg.
13; Franz Mayer, Das Opportunittsprinzip in der Verwaltung, Berln, 1963, pgs. 21 ss.
En la jurisprudencia, por el contrario, an hoy se encuentran ocasionalmente
argumentaciones que de la constatacin de un fin como tarea pblica o estatal deducen la
admisibilidad de medios, por ejemplo: de la tarea de celebrar elecciones, la admisibilidad
del financiamiento pblico de los partidos polticos (sentencia del Tribunal Constitucional Federal de 24 de junio de 1958, BVerfGE, 8, pgs. 51 ss., 63). A este respecto,
vid. tambin la crtica de Hans H. Klein, Zum Begrif der oeffentlichen Aufgabe, en Die
oeffentliche Verwaltung, 18 (1965), pgs. 755-759 (756 s.), de que aqu la caracterizacin
como tarea pblica sustituye a la fundamentacin.
92
ta. La vieja regla de derecho ius ad finem dat ius ad media" estaba tan firmemente
anclada en la estructura jurdica y en el cuerpo de normas que an era evidente incluso a
los ojos del pensamiento jurdico liberal 22. En parte se encuentra firmemente anclada
legalmente 73 y en parte es imprescindible sencillamente porque estaba presupuesta en la
estructura del derecho y faltaban normas positivas que pudieran ocupar su lugar. En
especial en el derecho de polica prusiano y en el derecho de tutela municipal 24, la
destruccin de esta regla habra engendrado un vaco insoportable. Estas reflexiones
muestran tambin la ya mentada falta de claridad en el manejo jurdico del esquema de
fin/medios. Su estructura funcional no llega a verse en toda su profundidad. El fin es
contemplado como fundamento para la justificacin de los medios, y la posibilidad de
escoger entre diversos medios y sobre todo la orientacin alternativa que se abre en virtud
de la interpretacin causal de la accin y que constituye el verdadero problema
necesitado de regulacin reciben un tratamiento de casos excepcionales, para los que se
buscan reglas decisorias complementarias 25. A esto se suma que la con21 Cfr. al respecto Samuel Pufendorf, Elementorum Iurisprudentiae Universalis Libri II,
Carnegie Classics of International Law, Oxford y Londres, 1931, libro I, Def. 11, 5;
Thomas Hobbes, Leviathan, cap. 18, edicin de Everyman's Library, Londres y Nueva
York, 1953, pgs. 92 y otras; Wolff, op. cit. 1934, vol. 1, 32, 37 y otros (tambin,
empero, 71); de entre los nuevos trabajos, vid. en especial Herbert Kriiger, Allgemeine
Staatslehre, Stuttgart, 1964, pgs. 58 s., 260 s., 828 ss., donde se contienen otras
referencias.
22 Vid., por ejemplo, la despreocupada utilizacin de esta idea jurdica en Robert von
Mohl, System der Prventivjustiz und Rechtspolizei, Tubinga, 1834, pginas 543 s.
" Cfr. el pargrafo 89 de la Introduccin del Derecho territorial prusiano: Cuando las
leyes otorgan un derecho, aprueban tambin aquellos medios sin los cuales no puede ser
ejercitado, y el mismo pasaje del Digesto, D. 2. 1. 2. Obsrvese que la formulacin no
cubre cualquier medio, sino slo los necesarios, subestimando la significacin del
verdadero problema: la eleccin entre varios medios. Lo mismo se puede decir de la
famosa y en apariencia meramente analtica tesis de Kant: Quien quiere el fin, quiere
tambin (en la medida en que la razn tiene una influencia decisiva en sus acciones) el
medio necesario para ello que se encuentra en su poder (Grundlegung der Metaphysik der
Sitten, citado por Inmanuel Kants smtliche Werke, vol. III -ed. por Kirchmann-, Leipzig,
1897, pg. 39).
24 Vid. a este respecto las sentencias del Alto Tribunal Administrativo prusiano de 8 de
octubre de 1887, en PrOVGE, 15, 423 (425); de 19 de febrero de 1889, en PrOVGE, 33,
pgs. 450 ss. (454), y de 24 de enero de 1911, en PrOVGE, 58, pginas 288 ss. (301).
25 Cfr., por ejemplo, Ernst Radnitzky, Dispositives und mittelbar geltendes Recht, en
Archiv fr 6ffentliches Recht, 21 (1907), pgs. 380-409 (391); Walter Jellinek, Gesetz,
Gesetesanwendung und Zweckmssigkeitserwgung, Tubinga, 1913, en especial pgs. 10
ss., 80 s., con numerosas referencias a la bibliografa y la jurisprudencia; cfr. tambin del
mismo autor, Verwaltungsrecht, 3. ed., reimpresin, Offenburg, 1948, pg. 151; Hans J.
Wolff, Verwaltungsrecht, I, 6. ed., Munich y Berln, 1965, pg. 129.
93
clusin no debe ser aplicada a medios no permitidos porque los fines que slo pueden ser
alcanzados a travs de medios semejantes no pueden resultar jurdicamente vinculantes
26. Aquello que la conclusin trata de demostrar debe ser, pues, presupuesto
preventivamente: se trata de una tautologa no clarificada que slo sirve para la
fundamentacin de decisiones que ya han sido tomadas.
Es precisamente este carcter tautolgico-secreto el que da a la regla su evidencia y el
que ha impedido que la conclusin desde los fines a los medios se viera desacreditada al
consumo con la crtica del Estado polica. En el fondo, esa regla jams ha sido destruida a
travs de una iluminacin de su sentido o en virtud de su refutacin 27; sencillamente, ha
perdido su funcin a causa de una evolucin experimentada en el conjunto del
pensamiento jurdico y de la reestructuracin del ordenamiento jurdico en el mbito del
derecho pblico. Las viejas normas que imponan unas tareas se han visto reducidas
prcticamente a normas de competencia 28. Para stas, el modo conclusivo del Estado
polica ya slo es requerido en la forma atenuada de que las competencias han de
interpretarse de tal manera que no se vuelvan ilusorias, sino que puedan ser puestas en
prctica. Por lo dems, los medios necesarios se atribuyen a los rganos del Estado, de
modo especfico y bajo unas condiciones programadas, a ttulo de derechos de
intervencin, como sumas de dinero o como posibilidades decisorias que, si bien no
lesionan, ciertamente, de26 As, especialmente claro, Pufendorf, op. cit.
" Vid. las inseguras y limitativas anotaciones de Walther Burckhardt, Methode und
System des Rechts, Zurich, 1936, pg. 286. En general me resultan desconocidos anlisis
lgicos cuidadosos, con la salvedad recientsima de Georg H. von Wright, Practical
Inference, en Philosophical Review, 72 (1963), pgs. 159-179. Segn von Wright, en el
caso de medios necesarios resulta defendible la conclusin de los medios a partir de los
fines, mientras que la deduccin de un medio a partir de un deber parece ya mucho ms
difcil de fundamentar. Uno podra, por lo dems, preguntarse si acaso el mismo concepto
de medio necesario no resulta en s contradictorio; pues, qu sentido tendra separar
medio y fin si el medio fuera necesario? El ejemplo de Wright el fin sera tornar
habitable una cabaa, el medio hacerla calefactable pone de manifiesto que en el caso
Por todo ello, no puede entenderse la autonoma del sistema sencillamente como
autonoma del establecimiento de fines, sino que ms bien consiste en una autonoma
relativa de la autoprogramacin en ambas formas, a saber: en una positivacin de
programas teleolgicos y condicionales "'. La ley estabilizante de la formacin de
sistemas no la integra un fin predeterminado, sino. la estructura sistmica, que en los
sistemas decisorios estriba sobre todo en la totalidad de los programas decisorios. Un
sistema parcial de la sociedad, como el sistema poltico, jams puede ser autnomo en el
sentido de que slo repercuta sobre el ambiente, sin sufrir l mismo repercusiones. La
autonoma no puede entenderse en categoras causales, como espontaneidad desprovista
de causa, sino solamente de una manera sistmicoestructural, como autoprogramacin.
Consiste en que el sistema, por medio de sus propios programas, se sita en condiciones
de captar y elaborar selectivamente informaciones del ambiente en los dos lmites
temporales, tanto en lo que hace a las causas corno en lo que atae a los efectos de su
accin.
Vistas las cosas desde una perspectiva poltica, uno se ve confirmado en la idea de que el
poder absoluto se torna en una ficcin, pues el poder slo puede surgir en el seno de
procesos de comunicacin recprocos y motivados en sus dos caras 41. Todo aquel que
pretende obtener poder, ha de exponerse a la influenciacin. Con el Estado polica ha
fracasado el intento de estabilizar el sistema parcial poltico de la sociedad,
convirtindolo en dominacin absoluta, por medio slo de programas teleolgicos. Las
contrapuestas unilateralidades del Estado de derecho eran igualmente problemticas. Con
la frmula del Estado social de derecho parece ponerse en marcha el ensayo de una
equilibracin de programas teleolgicos y condicionales, que tal vez sea lo que mejor se
corresponde con la peculiaridad del sistema poltico de la sociedad en su condicin de
sistema parcial encargado
4 Caracterstica de esta concepcin de que en torno a los programas se decide en el seno
de las organizaciones mismas es la circunstancia de que un nuevo manual de ciencia de la
organizacin, deudor de la teora sistmica, trata los fines de las organizaciones slo en el
captulo dedicado a Policy Formulation and Decision-making. Vid. Daniel Katz y
Robert L. Kahn, The Social Psychology of Organizations, Nueva York, Londres, Sydney,
1966, pgs. 260 ss.
" Cfr., al respecto, Blau, op. cit., 1964. Vid. tambin el enjuiciamiento de la monarqua
absoluta en el antiguo Siam por parte de Fred. W. Riggs, The Ecology of Public
Administration, Londres, 1961, y, del mismo autor, Thailand. The Modernization of a
Bureaucratic Polity, Honolulu, 1966, pgs. 85 ss., 132 ss.
100
de la especfica funcin de decidir vinculantemente en torno a los problemas dados. El
estado actual de los debates tericos, por lo dems, est an muy alejado de una
penetrante comprensin de este fenmeno, pues para ello le falta una base suficiente de
teora sistmica.
La crtica terica y el hundimiento de la doctrina de los fines del Estado no deben
conducir, despus de todo, a la suposicin de que en el mbito del sistema poltico la
orientacin teleolgica resulte inadecuada o, cuando menos, haya perdido su significacin. Esta idea estara muy equivocada. Lo que se quiere decir es tan slo que el sistema
poltico ya no viene determinado en virtud de unos fines socialmente predeterminados,
tomados como verdaderos (y, por ende, invariantes), sino que se ha vuelto socialmente
autnomo en el establecimiento de sus fines. En este sentido se han positivizado no slo
el derecho, sino tambin las funciones teleolgicas del sistema poltico, que quedan
establecidas mediante decisiones programadoras a tomar en el seno del mismo sistema
poltico. Este sistema, y con l la sociedad misma, han alcanzado por este camino nuevas
posibilidades de variacin y, en conjunto, un nivel superior de complejidad. Precisamente por ello, la teora del sistema poltico no puede ser por ms tiempo una teora
teleolgica de la sociedad poltica que conecte con el dato previo de unos fines
verdaderos, sino que debe, ms bien, transformarse en una teora sistmica capaz de
ofrecer un marco referencial de conceptos fundamentales de superior complejidad,
vlido para todas las decisiones programadas y para todas las decisiones programantes,
esto es: tanto para el establecimiento de normas jurdicas como para el de fines.
2. EL PRINCIPIO DE OPTIMIZACION Y SU CRITICA
Como ya hemos visto, la ciencia del derecho se ha apartado radicalmente y de modo
irreflejo del pensamiento en trminos teleolgicos, razn sta por la que hubimos de
empezar por traer de nuevo a la consciencia un anlisis algo detallado de la crtica
relacin existente entre el pensamiento jurdico y el esquema de fin/medios. Las ciencias
cuando no fundamentar o sustituir por algo mejor, a la funcin neutralizadora del fin de
la accin, sin por ello dejar incumplida la funcin misma, la reduccin de la infinitud a
una accin determinada y que se ha de ejecutar. Ahora podemos preguntarnos ya de una
manera ms precisa cmo es esto posible.
" Acerca de la significacin del teorema de la aleatoriedad del establecimiento de fines
para la teora utilitarista del comportamiento econmico y como punto de referencia de la
crtica sociolgica tarda se encuentran inteligentes disgresiones en Parsons, op. cit.,
1949, pgs. 59 ss. y passim.
103
La teora econmica ha brindado una doble respuesta: por una parte, en el plano de la
economa global, a travs del principio del mercado con libre competencia, que priva de
consecuencias a los procesos individuales de establecimiento de fines (razn por la que
aqu no interesa ms), y, por otra parte, dependiendo de ello en cuestiones decisivas, en el
plano de las empresas en particular, mediante el postulado de una relacin axiolgica ptima entre las consecuencias de la funcin. La mejor y, por ende, la nica accin correcta
sera aqulla cuyas consecuencias guardasen una relacin axiolgica ptima con las
consecuencias de todas sus alternativas. Tan fcil como resulta la formulacin de este
pensamiento y tanto como parece ser evidente a primera vista, tan difcil es penetrar en
sus adentros. Su evidencia resulta engaosa. El pensamiento es cualquier cosa menos
claro ". La versin que habitualmente recibe como principio de la economicidad, el
principio de que un fin dado ha de cumplirse con los menos medios posibles o de que los
medios disponibles se han de utilizar de tal manera que produzcan la mayor realizacin
de fines, le enturbia ms que le aclara; pues complica innecesariamente la cuestin
decisiva de la relacin axiolgica con la representacin de una relacin causal entre causa
y efecto, descomponindose, por ello, en dos alternativas irreconciliables. Adems, su
versin superlativa implica una pretensin absolutista indudablemente irrealizable.
Haramos mejor en referir el principio de optimizacin al problema de la neutralizacin
de las consecuencias y caracterizarlo por la forma en que pretende cumplir esas
funciones. De esta manera podemos conseguir una versin muy reducida de la funcin y
el alcance de los clculos de optimizacin que, no obstante, puede sostenerse y poner en
armona con desarrollos ms recientes de la teora de los sistemas.
En primer trmino, se ha de empezar por deshacer los estrechos vnculos que unen el
principio formal de la optimizacin de relaciones de fin/medios con una concreta frmula
teleolgica material, a saber: la maximizacin de las ganancias. Esta fr" Que a la claridad de definicin del principio de optimizacin no corresponde ninguna
claridad de idea es algo enteramente reconocido. Cfr., por ejemplo, Maynard M. Shelly II
y Glenn L. Bryan, Judgments and the Language of Decision, en, de los mismos
autores (eds.), Human Judgments and Opttmality, Nueva York, Londres y Sydney, 1964,
pgs. 3-36 (8 ss.). La razn es naturalmente que resulta ms fcil expresar que pensar lo
absoluto de un superlativo.
104
mula, al igual que los fines mismos, est concebida desde la perspectiva de la accin
aislada, disfrutando de evidencia en ese plano. Pero se vuelve cuestionable e insuficiente
desde el momento en que se la aplica a problemas sistmicos permanentes, a problemas,
esto es, que durante un perodo de tiempo impredecible requieren continuamente
decisiones, y ms concretamente: decisiones interdependientes, de modo que las primeras
han de tomar en consideracin a las que han de venir despus. El objetivo de la
maximizacin de las ganancias no se puede trasladar sin ms desde el plano de las
acciones aisladas al de los sistemas "b".
Al clculo de la economicidad se le ha de asignar evidentemente algn tipo de fines ". El
establecimiento de fines es un imprescindible instrumento de reduccin que viene
exigido por la remisin ad infinitum del esquema causal. Nadie puede comparar todo; ha
de haber una estructura. Tambin el principio de economicidad, por esas razones, slo
puede ser aplicado en un horizonte de consecuencias parcialmente neutralizado y
limitado por los procesos de establecimiento de fines. Pero ese horizonte no necesita que
se le acerque drsticamente al plano de la accin si se domina la tcnica del clculo de la
economicidad. Esta tcnica consiste en una comparacin del valor de los complejos de
consecuencias de las diversas alternativas de accin realizada en trminos de clculo (y,
por lo mismo, de una manera asptica, sin conmoverse por el valor de los valores,
precisa, rpida y ejecutable tambin por medios mecnicos). Presupone que los diversos
resultados valorativos son susceptibles de comparacin y que lo son en las ms diversas
constelaciones, algo que en la prctica slo es alcanzable mediante cuantificacin, a
saber: con ayuda de clculo en trminos dinerarios ".
En este presupuesto, ahora bien, reside tambin una neutralizacin parcial de las
consecuencias, de ndole cualitativa cierta44 b" Esta importante indicacin nos la brinda Peter Bendixen, Die Komplexitt von
Entscheidungssituationen. Kritik am Formalismus der betriebswirtschaftlichen
Entscheidungstheorie, en Kommunikation, 3 (1967), pgs. 103-114 (108).
" Cfr., al respecto, Niklas Luhmann, Kann die Verwaltung wirtschaftlich handeln?, en
Verwaltungsarchiv, 51 (1960), pgs. 97-115 (101 ss.); McKean, op. cit., pgs. 34 ss.;
Bidlingmaier, op. cit.
" Acerca de las considerables dificultades de una comparacin semejante vid.
Churchman, Ackoff y Arnoff, op. cit., pg. 133, donde se contienen numerosas
proposiciones de simplificacin. Tambin Davidson y Suppcs, op. cit., en especial pgs.
104 ss.; Kenneth E. Boulding, A Reconstruction of Economics, Nueva York, 1950, pgs.
43 ss.; Gfgen, op. cit., pgs. 137 ss.
105
mente, pero no cuantitativa. La cuantificacin de los valores de las consecuencias es una
neutralizacin de peculiar naturaleza que alivia y corrige a la neutralizacin que se
verifica mediante el establecimiento de fines. En el mbito de consecuencias captado por
el clculo de economicidad no es necesario tratar como enteramente irrelevantes a los
aspectos valorativos neutralizados, sino slo en su vertiente cualitativa, eso es: resulta
posible tener en cuenta un nmero mayor de consecuencias y, pese a ello, llegar a
resultados claros. Se puede, dicho en otras palabras, trabajar, gracias al clculo de
economicidad, con fines de mayor nivel de abstraccin en un horizonte temporal ms
amplio (ms a largo plazo) y con unas estructuras preferenciales mucho ms complejas,
sin, por ello, tener que renunciar a determinadas decisiones o servirse de auxilios
irracionales en el proceso decisorio. Mediante la incorporacin de clculos de
maximizacin o minimizacin a un programa teleolgico puede garantizarse que el
programa, por ms que el fin permite en s muchas alternativas en concepto de medios,
escoja en cada caso slo una nica accin como la correcta, en concreto aquella que,
dentro del marco jalonado por el programa teleolgico, satisface al mximo o al mnimo
una orientacin valorativa especfica.
En comparacin con la simple racionalidad teleolgica, el principio de economicidad
representa un avance indiscutible. No es, ciertamente, un principio del ptimo absoluto, y
neutral en trminos axiolgicos, slo lo es en el sentido de una indiferencia artificial.
Igual que sucede con los fines, tampoco puede justificar sin reservas una decisin. Pero
en cualquier caso, cumple una importante funcin en cuanto una segunda tcnica de
neutralizacin, funcionalmente equivalente a los procesos de establecimiento de fines.
En cuanto que la cuantificacin, por s sola no puede impedir un regreso ad infinitum,
slo se la puede emplear en conjugacin con un establecimiento de fines. Pero una hbil
combinacin de estos dos distintos instrumentos de neutralizacin permite dominar
racionalmente un crculo de factores valorativos mucho mayor de lo que resulta posible
con ayuda de la racionalidad teleolgica pura y simplemente. En muchos casos hace
tambin posible, y a esto queramos llegar, transponer la frmula teleolgica desde el
plano de la accin aislada al plano de los grandes sistemas y complejizarla de tal manera
que pueda
106
reflejar ms o menos adecuadamente las condiciones existenciales de esos sistemas.
En el momento en que desde la perspectiva de la funcin neutralizadora uno se hace
cargo de esa relacin de recproca equivalencia, esto es: del alivio que recprocamente se
procuran el establecimiento de fines y el clculo de economicidad, se vienen abajo una
Albach, op. ct., 1961 (pgs. 359 ss.); Sauermann y Selten, op. cit.; Heinen, op. cit., 1962,
en especial pgs. 65 ss.
" Cfr. Simon, Smithburg y Thompson, op. cit., pgs. 488 ss.; Simon, op. cit., 1964, pg.
11. En torno a nuevos esfuerzos en pro de no aproximacin, combinacin y refundicin
de modelos de satisfycing (optimizing) behavior, cfr. A. Charnes y W. W. Cooper,
Deterrninistic Equivalents for Optimizing and Satisficing under Chance Constraints, en
Operations Research, 11 (1963), pgs. 18-39, y Roy Radner, Mathematical Specification
of Goals for Decision Problems, en Shelly II y Bryan, op. cit., pgs. 211 ss.
109
ceptible que se trata de una ampliacin terica que tiene el objetivo de hacer posible la
concesin al clculo de optimizacin, en cuanto procedimiento decisorio de utilizacin
condicionada, de un lugar al lado de otras tcnicas, menos brillantes, de solventacin de
problemas.
En el fondo, hoy se admite en trminos muy generales que para las empresas no hay en la
realidad soluciones ptimas algunas 51 (y que, por consiguiente, no tiene sentido
reservarlas una norma decisoria correspondiente), sino que slo son prcticables los
modelos decisorios subptimos 52. El margen para la bsqueda de soluciones ptimas
queda jalonado por las condiciones marginales (constraints) de los modelos decisorios
". Estas condiciones marginales se muestran cada vez ms como la cuestin
verdaderamente principal, un modo de ver las cosas slo obstaculizado por la fascinacin
que ejerce la idea de llegar, mediante determinadas decisiones concretas, a soluciones
que puedan disfrutar de la condicin de las nicas correctas. De hecho,
5' Esta confesin puede tambin adoptar la forma de una atenuacin, atentatoria al
lenguaje, del principio de optimizacin en el sentido de cualesquiera criterios a travs de
los cuales se lleva a decisin la aspirada opcin entre las diversas alternativas; as, por
ejemplo, Erich Kosiol, Modellanalyse als Grundlage unternehmerischer
Entscheidungen, en Zeitschrift fr handelswissenschaftliche Forschung, 13 (1961), pgs.
318-334 (323). De este modo, por lo dems, se produce un objetable acercamiento al
decisionismo puro, que considera correcta una decisin cuando resulta posible decidirla.
52 En torno a este concepto vid. Charles Hitch, Sub-optimization in Operations
Problems, en Journal of the Operations Research Society, 1 (1953), pgs. 87-89; Charles
Hitch y Roland McKean, Suboptimization in Operations Problems, en Joseph F.
McCloskey y Florence N. Trefethen (cds.), Operations Research for Management, vol. I,
Baltimore, 1954, pgs. 168-186. En el fondo se le encuentra implcito en todo intento de
construir modelos de decisin ptima; pues tales modelos siempre han de tener presente,
junto a la optimalidad, su adecuabilidad al contexto global de la empresa.
" Vid., al respecto, Erich Schneider, Bemerkungen zu einigen Entwicklungen W
der Theorie der Unternehmung, en eltwirtschaftliches Archiv, 83, 1959, II, pginas 9397; vid., tambin, Gutenberg, op. cit., 1962, pgs. 160 ss.; Rudolf Gmbel,
Nebenbedingugen und Varianten der Gewinnmaximierung, en Zeitschrift fr
handleswissenschafyliche Forschung, 15 (1963), pgs. 12-21; del mismo autor, Die
Bedeutung der Gewinnmaximierung als betriebswirtschaftliche Zielsetzung, en
Betriebswirtschaftliche Forschung und Praxis, 16 (1964), pgs. 71-81; Vernon E. Buck,
A Model for Viewing an Organization as a System of Constraints, en James D.
Thompson (ed.), Approaches to Organizational Design, Pittsburgh, 1966, pgs. 103-172.
Los fundamentos necesarios a ese respecto se han procurado mediante una cierta
ampliacin de los mtodos matemticos ms all del clculo diferencial clsico. Como
exposiciones de la programacin lineal que resaltan precisamente este punto, cfr.
Robert Dorfman, Mathematical or "Linear" Programming. A Non-mathematical
Exposition, en The American Economic Review, 43 (1953), pgs. 797-825, y, en
trminos muy similares: Waldemar Wittmann, Lineare Prorammierung und traditionelle
Produktionstheorie, en Zeitschrift fr handelswtssenschaftliche Forschung, 12 (1960),
pgs. 1-17.
110
las condiciones marginales de los modelos son con frecuencia no otra cosa sino variables
de concordancia internas de las empresas en base a las que slo se puede tomar en
consideracin el carcter subptimo de los modelos; en raras ocasiones se trata de
constantes absolutas, por ejemplo, tecnolgicas, dictadas inmediatamente por el
ambiente. Tambin las condiciones marginales son, pues, variables en el contexto de
planificacin. Se las puede bloquear y, apretando los tornillos del blocaje, reducir tanto
el margen de la solucin que al final acabe por ser enteramente indiferente la direccin en
que un resultado resulte maximizado y quin sea el favorecido por ello, ya que el proceso
de distribucin esencial ya ha tenido lugar mediante la definicin de los elementos del
clcul 54.
Ahora bien, la pregunta es la siguiente: segn qu criterios de distribucin y bajo qu
criterios de la racionalidad? ". Es sta una interrogante que slo puede contestarla una
teora sistmica que est en condiciones de definir los problemas a solucionar y, en
relacin con esto, las condiciones de un decidir til. Pero cules son los conceptos
fundamentales de una teora as de abarcante?
Una teora del decidir til corre el riesgo, como la proposicin de Myrdal, de adoptar, sin
parar en mientes, las premisas valorativas de la decisin como premisas valorativas de la
teora; pero, en cualquier caso, est mejor preparada para hacer frente a esta tentacin. Su
idea nuclear no radica en el concepto de fin, sino en el de las condiciones de utilidad o
en el de los constraints del proceso decisorio, o en el de los standards decisorios. A
stos se les puede interpretar, en trminos psicolgico-socia.
5' No es, pues, milagro alguno que la pretensin de ser la funcin de objetivo de la
empresa sea hoy alzada por diversas variables que toleran a las dems a ttulo de
condiciones marginales, sin que parezca apuntar un acuerdo en torno a esta discusin.
Cfr. Walther Busse von Colbe, Entwicklungstendenzen in der Theorie der
Unternehmung, en Zietschrift fr Betriebswirtschaft, 34 (1964), pgs. 615-627 (617 ss.).
Ante circunstancias tales parece consecuente, como hace Buck, op. cit., considerar a los
fines slo como una determinada especie de constraints entre otras.
Boulding, op. cit., 1960, pg. 17, plantea casi la misma cuestin: qu igualdades han de
ser calculadas a ttulo de maximando, y cules slo como desigualdades limitativas?
Gross, op. cit., 1964, pgs. 491 ss., es an ms claro: cul de los fines sistmicos ha de
resultar maximalizado, y cules otros considerados meramente como condiciones
marginales? Vid., tambin, Robert Dorfman, Operations Research, en American
Economic Review, 50 (1960), pgs. 575-623 (607 ss.); Simon, op. cit., 1964, pgs. 3 ss.;
Bidlingmaier, op. cit., pgs. 83 ss. El punto de apoyo de esta cuestin, la aceptacin de
una diversidad de fines, es, sin embargo, contemplado desde la perspectiva de la
funcin de objetivo, slo
111
Correspondera a esta teora formular las condiciones bajo las que las decisiones pueden
ser consideradas tiles. En su calidad de teora sistmica, esto lo puede conseguir mediante la formulacin de los problemas que un sistema ha de resolver si quiere seguir
existiendo en medio de un ambiente incontrolable. Una formulacin semejante tiene
tambin, ciertamente, mero carcter provisional. Ms adelante volveremos a esta
problemtica; aqu se trata en principio slo de dejar constancia de que a la teora que las
ciencias econmicas desarrollan acerca de la accin racional se la puede hacer
dependiente, en este punto, de teoras sistmicas de corte psicolgico o sociolgico ss.
una formulacin negativa. No quiere decir sino prdida de la orientacin teleolgica, y
no brinda ninguna indicacin de cmo uno ha de comportarse bajo esa condicin. Pero a
este tema an hemos de retornar ms abajo (vid. pginas 227 ss. del texto alemn
original).
" Este concepto procede de la escuela de Kurt Lewin. Aqu debiera interesar por ms de
una razn, mxime cuando en el fondo se trata de un sucedneo del concepto de fin.
Como exposicin sintetizadora cfr. Kurt Lewin, Tamara Dembo, Leon Festinger y
Pauline S. Sears, Level of Aspirations, en J. McV. Hunt (ed.), Personality and the
Behavior Disorders, Nueva York, 1944, vol. I, pginas 333-378. Como un trabajo ms
reciente que proporciona una visin en torno al estado actual de la discusin, vid. Heinz
Heckhausen, Hoffnung und Furcht in der Leistungsmotivation, Meisenheim am Glan,
1963, y como estudios con una evaluacin para la teora de la decisin: George Katona,
Rational Behavior and Economic Behavior, en Psychological Review, 60 (1953), pgs.
307-318 (315 ss.); del mismo autor, op. cit., 1960, pags. 108 ss..' Andrew C. Stedry,
Budget Control and Economic Behavior, Englewood Cliffs, N. J., 1960; S. Siegel, Level
of Aspiration and Decision Making, en Psychological Review, 64 (1957), pgs. 253262; William H. Starbuck, Level of Aspiration Theory and Economic Behavior, en
Behavioral Science, 8 (1963), pgs. 128-136, as como numerosas referencias en la
bibliografa anteriormente citada (n. 49).
" Como ejemplo, vid. la utilizacin del concepto de nivel de pretensin en eI seno de una
teora psicolgico-individual por Harold J. Leavitt, Managerial Psychology. An
Introduction to Individual, Pairs, and Groups in Organization, Chicago, 1962, pgs. 75 ss.
2 En torno a la interpretacin sociolgica de los fines (en el amplio sentido de
condiciones de utilizabilidad) como functional requisitos de un sistema social, cfr.
algunas observaciones contenidas en Simon, op. cit., 1964, pg. 20. Lo que falta es ya
slo una aclaracin de la cuestin del sentido que para un sistema pueda tener formular
sus condiciones existenciales a ttulo de fines. Vid., tambin, la no muy alejada
proposicin de Crozier, op. cit., pgs. 211 ss. 369 ss., de sustituir al principio econmico
del one best way por una teora que
112
Una segunda serie de reflexiones puede cimentar esa demostracin. Los modelos de un
decidir meramente til abandonan el ideal de la nica decisin correcta y reconocen que
puede haber varias decisiones correctas acerca de un mismo problema ". Esto se ha
formulado en un principio como presupuesto de una tcnica decisoria practicable y
realista: bastara con encontrarse a lo largo del proceso de reflexin con una de las
decisiones correctas; entoncs podra uno darse por satisfecho con la primera mejor
solucin o aplicar otros criterios decisorios de tipo oportunista o adaptativo ". Esto apunta
a un proceso multiescalonado de reduccin de complejidad .e indeterminacin que puede
ser estructurado de acuerdo con pautas de divisin del trabajo, de modo que para cada
uno de los mbitos decisorios en el seno de una organizacin puedan valer criterios de
diferente naturaleza. Un escaln de la reflexin o, en su caso, de la decisin parcial
exonerara al otro.
Esta idea de que el establecimiento de un nivel decisorio deseado realizado mediante
consideracin de las condiciones de utilidad no determina absolutamente la decisin, sino
que slo la fija ciertas premisas, tiene todava otros aspectos. A un mismo tiempo, afecta
a una cuestin esencial del anlisis sistmico funcional Si, a la cuestin de que, en cuanto
anlisis, no puede
trabaje con conceptos referenciales de ndole sociolgica (en el caso de Crozier, por
ejemplo, una teora del poder concebida con alguna estrechez vid. mi recensin en Der
Staat, 4 (1965), pgs. 238-245). Vistas las cosas desde la perspectiva de la teora
dominante, en una teora econmica orientada por criterios de optimalidad, existe, por el
contrario, un abismo insalvable entre orientacin racional cientfico-econmica y
orientacin existencial sociolgica. Para una formulacin de esa concepcin, cfr. Clark
Kerr y Lloyd Fisher, Plant Sociology. The Elite and the Abori gines, en Mirra
Komarowsky (ed.), Common Frontiers of the Social Science, Glencoe, III., 1957, pgs.
281-309 (281 s.). En general, vid., tambin, Hans Albert, Marktsoziologie und
Entscheidungslogik, Objektbereich und Problemstellung der theoretischen
Nationalkonomie, en Zeitschrift fr die gesamte Staatswissenschaft, 114 (1958), pgs.
269-296.
" Tambin en la recientemente difundida concepcin de la decisin como solventacin
de problemas se aloja, por lo dems, una oculta alusin a sistemas, pues problemas
surgen slo en sistemas que tratan de mantenerse a pesar de difciles condiciones
ambientales.
2 A esa polietapicidad alude tambin Gutenberg, op. cit., 1962, pg. 97. Cfr., igualmente,
Margolis, op. cit., pg. 191; Krsselberg, op. cit., pg. 118 y, adems, Gfgen, op. cit.,
pgs. 240 ss., quien por esta razn considera normativa la teora del nivel decisorio
deseado. Sin embargo, slo est necesitada de complemento.
61 El mtodo funcional, e igualmente el modelo de decidir til, es objeto de crtica en no
pocas ocasiones por la razn de que no est en condiciones de proporcionar predicciones
y explicacin inequvocas vid., por ejemplo. Carl G. Hempel, The Logic of
Functional Analysis, en Llewellyn Gross (ed.), Symposium on Sociological Theory,
Evanston, III., y White Plains, N. J., 1959, pgs. 271-307 (284 ss.) o Robert Brown,
Explanation in Social Science, Londres, 1963, pginas 109 ss.
113
llegar en ningn caso a una determinacin decisoria inequvoca, puesto que las funciones
no son causas, sino tan slo puntos de vista para el enjuiciamiento de la equivalencia de
diversas soluciones ". Partiendo de una teora de los sistemas ambientalmente abiertos,
que explicita sus problemas y sus soluciones con los medios del anlisis funcional, se
debera exigir precisamente modelos decisorios que se limitaran a la presentacin de las
condiciones de utilidad. Los modelos de optimizacin, precisamente porque slo conocen
pgs. 278 ss.); y, en relacin con todo ello, 4) la falta de una teora elaborada de la
divisin del trabajo del proceso decisorio.
e Cfr., al respecto: supra, pgs. 64 ss.
67 As tambin Albach, op. cit., 1959, y Heinen, op. cit., 1962, pgs. 65 ss.
e Estas frases necesitan ser ledas con atencin. Existe naturalmente una larga serie de
investigaciones en torno al influjo de las estructuras en el comportamiento fctico; de otro
modo resultara enteramente imposible tratar el concepto de estructura en las ciencias
empricas. Al respecto, vid., en trminos generales: Peter M. Blau, Structural Effects,
en American Sociological Review, 25 (1960), pgs. 178-193. Lo que falta es la
evaluacin de estos estudios en lo que a los problemas de correccin del decidir atae.
Ejemplos a este respecto: Richard M. Cyert y James G. March, Organizational Structure
and Pricing Behavior, en The American Economic Review, 45 (1955), pgs. 129-139;
de los mismos autores, Organizational Factors in the Theory of Oligopoly, en The
Quarterly Journal of Economics, 70 (1956), pgs. 44-64.
" En torno a este concepto vid. W. Ross Ashby, Design for a Brain, Londres, 1952, 2.
ed., 1954, pgs. 80 ss. y passim; Wolfgang Wieser, Oreanismen, Strukturen, Maschinen.
Zu einer Lehre vom Organismus, Francfort, 1959, pgs. 52 ss.
115
se pueden encontrar soluciones tiles (o ello slo es posible con una inversin de tiempo
totalmente injustificada), posibilita al sistema, mediante un cambio de escaln, ms
concretamente: mediante la reduccin del nivel de exigencias, saltar a otro campo de
posibilidades de solucin y buscar all decisiones ms fciles, pero tambin tiles; o, al
contrario: en caso de que se amontonen las soluciones adecuadas en un nmero excesivo,
elevar el nivel de exigencias de modo que as, mediante la reduccin de las posibilidades,
resulte ms fcil decidir 70. La teora del decidir til abre de esta manera una va de
acceso a problemas de la adaptacin y el aprendizaje y a las formas en que todo sistema
ha de resolverlos, mientras que la teora del decidir ptimo slo depara ficciones y
suposiciones simplificadoras para las relaciones ambientales, esto es: en el fondo no se la
puede transmitir al plano del gobierno de los sistemas.
La modificacin del nivel de exigencias no es, empero, el nico mecanismo de
adaptacin que la teora del decidir til pueda contemplar. Igualmente importante es un
segundo fenmeno, que podemos definir y esto nos lleva una vez ms a la sociologa
como adaptacin mediante funciones latentes". Se encuentra incorporado a aquello que la
teora presenta como facilidades no nocivas de la decisin. Cuando hay varias soluciones
posibles y en esa medida pueden escogerse sin perjuicio aquellas ms prximas al
status quo, esto es: las menos peligrosas, las que son preferidas por personas o grupos
poderosos;
" Acerca de este fenmeno de la modificacin del nivel de exigencias existe una larga
serie de estudios experimentales a los que se puede llegar a travs de la bibliografa citada
en las notas 56 y 62. Desde el punto de vista psicolgico, la aptitud del nivel de
exigencias en cuanto funcin escalonada, esto es: la fluctuacin condicionada por
factores ambientales y en intervalos estables, resulta explicable por el hecho de que se
trata de una expectativa estabilizada hasta cierto punto contrafcticamente (
normativamente), que no se abandona, pues, a la primera decepcin (como sera el caso
de las expectativas absolutas), pero que, pese a ello, en el caso de decepciones
repetidas de una manera continuada, acaba ajustndose a los hechos. En el seno de
organizaciones el mismo principio se realiza mediante la formalizacin de expectativas
de comportamiento que valen entonces oficialmente mientras no sean modificadas por
una instancia superior.
" Vid., bsicamente, Howard S. Becker y Blanche Greer, Latent Culture. A Note on the
Them, of Latent Social Roles, en Administrative Science Quarterly, 5 (1960), pgs. 304313 y, como un estudio concreto muy citado, Alvin W. Gouldner, Cosmopolitans and
Locals. Toward an Analysis of Latent Social Roles, en Administrative Science
Quarterly, 2 (1957-1958), pgs. 281-306, 444-484. Ms adelante, en esta misma obra,
volveremos sobre otro y ejemplar estudio concreto: Burton Clark, The Open Door
College. A Case Study, Nueva York, Toronto y Londres, 1960.
116
aqullas por medio de las cuales, en virtud de la presencia de una informacin al
corriente, resulta posible proceder a la toma de decisiones sin que hayan de mediar otras
averiguaciones; las que otros han practicado tambin con xito; las que tienen mejores
perspectivas de consenso; las que satisfacen intereses determinados importantes, pero no
verbalizables o no fundamentables 72. De esta manera se est tomando en cuenta la
circunstancia de que no todas las condiciones existenciales pueden formalizarse como
criterios decisorios oficiales y que ciertas exigencias restan ms bien latentes y se las
debe cumplir de modo tcito, cuando no inconsciente, pues no es posible ponerlas en
armona con la imagen que el sistema ofrece de s mismo y con las expectativas de
comportamiento reconocidas oficialmente n.
Muchas son las cosas, por consiguiente, que hablan en pro de la , concepcin que
irrumpe con especial intensidad en la norteamericana theory of firrn de que las
frmulas existencial y teleolgica han de ser combinadas de alguna manera. El mantenimiento de la existencia sistmica no acierta, en verdad, a dar un criterio decisorio
definitivo. Para ello deja demasiadas posibilidades abiertas y no llega a agotar en muchas
ocasiones el nivel de exigencias de la persona encargada de la decisin. Por otra parte, no
hay frmula teleolgica alguna que sea representativa del sistema en su conjunto y posea
capacidad de optimizacin. Es as como se ofrece la salida de servirse del principio
existencial como condicin fundamental y limitativa de la utilidad de todo proceso
decisorio en el seno del sistema y, bajo la forma de condiciones marginales, introducirle
en los modelos concretos de decisin adecuada o subptima. La optimizacin se dejara
entonces ver como una tcnica decisoria particular, aplicable slo en un marco reducido,
sobre la base de un cuerpo de sistema asegurado de modo complejo y segn la pro-
sociolgica, que ha trabajado con la frmula existencial mucho ms intensamente que las
ciencias econmicas'", ha conseguido, como an hethos de ver ", remontarla.
Este trasfondo de los recientes desarrollos tericos de las ciencias empresariales y el
alcance de su potencial de relaciones hubieron de ser enfocados con toda brevedad al
objeto de hacer perceptible el cambio experimentado en la actitud frente al problema de
los fines, un cambio que representaba la verdadera novedad. El principio clsico de
optimizacin ha permanecido siendo anejo de un pensamiento teleolgico acrtico. Los
conceptos de condiciones de utilidad y de nivel de exigencias posibilitan, por el
contrario, la construccin de una ciencia de la organizacin conceptualmente
independiente en principio del esquema de fin/medios y del concepto de valor. De esta
manera, el concepto de fin queda eliminado del marco referencial de conceptos
fundamentals del anlisis cientfico. Se le despoja de su condicin de concepto
fundamental no susceptible de ulterior definicin y se le hace objeto de la investigacin.
No alude ms que a una variable definida por una funcin especfica. Siempre se ha
sabido que los fines humanos son mutables fcticamente. Para la ciencia emprica del
obrar humano esto es una evidencia que sigue teniendo vigencia aun cuando no encuentra
una especial atencin. Nueva es, por el contrario, la circunstancia de que las ciencias
normativas y las racionales, que examinan la accin en cuanto a su correccin, comienzan
a independizarse de los procesos de establecimiento de fines. Tambin ellas han de apren" Aunque existiera una falla semejante, sera, empero, errado, tal y como lo hacen Kerr y
Fischer, op. cit., pgs. 281 ss., caracterizar la distincin entre ciencias econmicas y
sociologa como contraposicin entre orientacin racional y orientacin existencial.
Anotaciones similares en Sheldon S. Wolin, Politics and Vision. Continuity and
Innovation in Western Political Thought, Boston y Toronto, 1960, pgs. 402 ss.
" Cfr. el epgrafe 4 de este captulo.
118
der a tematizar a ttulo de variable el concepto de fin al igual que se hace con todas las
dems premisas decisorias, pues tambin las variaciones de los fines necesitan ser
normalizadas y racionalizadas ".
Esta destronacin del concepto de fin no ha de entenderse en modo alguno de manera tal
que se llegara poder prescindir de l, incluso en cuanto concepto, que se pudiera pensar
que la forma representativa por l designada es enteramente inexistente o que no
resultara interesante a efectos cientficos TI. Por el contrario: solamente se trata de una
modificacin del status del concepto, de una renuncia, tal vez, al predominio absoluto en
beneficio de una posicin real de poder en comunicacin con otros conceptos ".
Por lo menos en tres rdenes adquiere el concepto de fin, en cuanto subconcepto de una
teora del decidir til, nuevas y fecundas posibilidades de repercusin: en primer lugar es
posible plantear la cuestin del sentido que tiene formular condiciones de utilizabilidad a
ttulo de fines. Qu se altera con ello en la relacin para con otras variables sistmicas?
Qu se gana de esta manera? En segundo lugar se puede estudiar cmo se establecen y
cambian fcticamente los fines. En esta teora los fines no son imaginables slo como
premisas, sino tambin como pro76 Se puede sospechar la significacin de este reajuste de los conceptos si se para uno a
pensar que la tradicin occidental hasta Kierkegaard slo se pudo imaginar la eleccin
racional como eleccin de medios para un fin (en el sentido de la phrohairesis
aristotlica); que, dicho con otras palabras, slo mediante la generalizacin y, por ende,
el empaamiento de los fines pudo extenderse el mbito de la racionalidad de la
accin. Otra cuestin, a la que aqu no podemos dar respuesta, es la de si Kierkegaard y
sus sucesores pudieron imaginarse realmente una opcin diferente, concretamente: la
autoeleccin existencial, en cuanto tal eleccin. El existencialismo, en cualquier caso, se
encuentra en la senda de la tradicin desde el momento en que en absoluto hizo el intento
de racionalizar esa eleccin fundamental en cuanto reduccin de la infinitud de las
posibilidades.
n Tales intentos de eliminar enteramente de las ciencias de la organizacin el esquema de
fin/medios a causa de su problemtica existen, en verdad, pero prescindiendo de la teora
matemtico-estadstica de la decisin (en torno a este extremo vid. captulo I, nota 38),
han permanecido aislados. Como ejemplo vid. Thompson y Tuden, op. cit., pgs. 195216; tambin una posicin temprana de Herbert A. Simon en una recensin: The
American Journal of Sociology, 50 (1945), pgs. 559 s. (Agradezco esta indicacin a
Storing, op. cit., pgs. 73 ss., donde tambin se encuentra una discusin crtica de esta
cuestin.) Para la crtica de gemejantes alergias frente al concepto de fin que es dable
encontrar en el positivismo del siglo xix, cfr. Sigwart, op. cit., 1889, pgs. 24-67.
78 As tambin Amitai Etzioni, Two Approaches to Organizational Analysis. A Critique
and a Suggestion, en Administrative Science Quarterly, 5 (1960), pgs. 257-278 (261, n.
16), distingue en este sentido entre concepto de fin y modelo teleolgico en cuanto
teora organizacional.
119
ducto de procesos decisorios " (y sin que ambos guarden relacin entre s). Con respecto
a ello se aclara qu significado posee la diferenciacin estructural de los sistemas de
elaboracin de decisiones a travs de los que se asegura que el fin no se genera en el
mismo proceso decisorio que tiene que estructurar, sino previamente o, en trminos ms
generales, por una persona situada en un punto anterior de la cadena decisoria o por una
instancia ms elevada; que, as pues, los fines pueden estructurar tambin procesos
decisorios, aunque por su parte puedan ser creados y alterados en virtud de procesos de
esa ndole. Y finalmente se puede investigar el fin como forma de programa en
comparacin con otras posibilidades de programacin 10: cundo, por qu, bajo qu
tituye una frmula demasiado simple para las estructuras motivacionales de la realidad ".
En el mismo alumbramiento de esas estructuras se averigua tambin el terreno en el que
se ha de fabricar el consenso, as como sus impedimentos, sus dificultades de
movimiento y sus oportunidades y estrategias manipulativas. Si a esto se aade que el
concepto de fin tambin en su funcin racional (y no slo en cuanto a tema de consenso)
se ha vuelto problemtico y se ha hecho ms complejo, el cuadro que de todo ello deriva
es altamente opaco. La ciencia de la organizacin de nuestros das por ms que desde los
aos veinte viene investigando afanosamente los problemas motivacionales, tratando de
descubrir fructferas hiptesis-gua, tambin dista mucho de llegar a unos conceptos
claros, concluyentes. Algunos indicios apuntan que tal vez pudiera reducir la complejidad
de las posibilidades y estructurar mejor su campo de investigacin si distinguiera de
principio entre racionalizacin de la accin segn el rasero de los fines sistmicos y la
procuracin de motivacin.
La doctrina clsica de la organizacin en el fondo todava haba partido de la unidad de
fin y motivo, aunque vea, naturalmente, que el fin organizacional y sus medios (fines
parciales) no se convertan ni por s solos ni en vas de postulacin moral en fines
de los individuos, sino que por ello haba de pagarse una elevada contribucin. Hay que
intervenir en la estructura motivacional del individuo con un acto de reacoplamiento artificial de las consecuencias (remuneracin) a travs del cual se pueda hacer atractivo a los
ojos del individuo un obrar en pro de los fines de la organizacin. Las deficiencias de
semejante
" En torno a la separacin de principio entre motivo y fin cfr. Arnold Gehlen, Probleme
einer soziologischen Handlungslehre, en Carl Brinkmann (ed.), Soziologie und Leben.
Die soziologische Dimension der Fachwissenschaf ten, Tubinga, 1952, pgs. 28-62; del
mismo autor, Urmensch und Spdtkultur. Philosophische Ergebnisse und Aussagen, Bonn,
1956, pgs. 35 ss. y passim. Gehlen parte de la originalidad de la motivacin teleolgica
y contempla la separacin de motivo y fin como un fenmeno de segundo orden que
acierta a estabilizar acciones e instituciones con independencia de su fin. El fin se
persigue entonces slo por mor de sus funciones latentes. Como aplicacin de esta idea a
un tema de la sociologa de la organizacin cfr. Johann Jrgen Rohde, Soziologie des
Krankenhauses. Zur Einfhrung in die Soziologie der Medizin, Stuttgart, 1962, pgs. 172
ss. La tesis de partida de que los motivos tienen en principio forma de fin parece, empero,
estar ms dictada por la tradicin filosfica que por la investigacin emprica. A veces,
esta idea de una separacin de motivo y fin irrumpe bajo un inusitado disfraz, como, por
ejemplo, en Stedry, op. cit., en forma de una teora presupuestaria y como tesis de que la
funcin del presupuesto en cuanto control influir sobre el nivel de exigencias y
sobre las prestaciones (esto es: motivacin) ha de separarse de su funcin en cuanto
planificacin racional-teleolgica.
122
motivacin por agentes extraos, sobre todo, su falta de fiabilidad, deberan compensarse
por medio de una vigilancia continua ejercida sobre la accin. Tambin en esta medida la
doctrina clsica de la organizacin sita la estructura jerrquica al lado del orden de
fin/medios.
Contra estas ideas, simples a todas luces, se ha producido una rebelin desde los aos
veinte a veces con indignacin encrespada, en lugares diversos, frecuentemente
centrndose slo en sntomas o en secuelas y, por lo general, sin una visin de conjunto
de los problemas de conceptuacin fundamental que con ello se rozaban, de manera que
la rebelin se ha hecho permanente, sin que haya podido ayudar a poner en marcha una
teora sustitutoria o, no digamos, una praxis distinta. An hoy se sigue considerando
como el objetivo de un movimiento organizacional autnticamente humano el acercar los
miembros que en una organizacin operan a los objetivos de sta y grabarles un sello
colegial en sus almas al efecto de que stas generen automticamente un comportamiento
de los ms elevados rendimientos.
Los numerosos mtodos del estmulo no financiero, de la des-especializacin (job
enlargement) y de la delegacin de responsabilidades, del cuidado de los grupos, del
estilo de la direccin comprensivo, psiquitrico, y del dejar participar han llevado a un
acceso ms amplio a la situacin motivacional del horno faber 82. En ellos se ha
desplegado una mltiple tcnica motivacional que apremia crecientemente a unas
apreciaciones ms realistas de la situacin. En esa medida se ha obtenido una ganancia
que an perdura. La perspectiva de lo problemtico de estas teoras motivacionales ha
seguido siendo incompleta porque como objeto referencial de sus esfuerzos en pro de una
buena motiva" En concreto resulta posible constatar naturalmente numerosas diferencias, divergencias
incluso, sobre todo en la rica bibliografa norteamericana. As, el llamado movimiento de
human relations va mucho ms all de lo que en las primeras oleadas crticas se predicara
cin continan aceptando los fines formalmente sentados de la organizacin tal y como
los describe la doctrina clsica. Es as como el movimiento de las human relations corre
el peligro de perseguir una utpica armona entre el fin organizacional y los motivos
individuales; y casi todas las tcnicas que recomienda presuponen secretamente que esa
armona se alcanza en gran medida cuando se logra crear en la organizacin un clima
bueno y de confianza, fracasando en caso contrario u.
En diversos y recientes enfoques investigadores, no obstante, tambin se quiebra esta
premisa y se procede a la problematizacin del propio tema consensual. Vale la pena
presentar estos esfuerzos por la simple razn de que todava no han alcanzado el grado de
valores. No hara falta entenderse acerca de los fines desde el momento en que slo a
travs de los medios puede obtenerse un acuerdo ". Tambin habr de distinguirse el
consenso como representacin ideal cooperativa del consenso real. La mayora de las
organizaciones, pero tambin grupos no organizados, han de mostrar hacia afuera ms
unanimidad de la que realmen. te existe, pues de otra manera sufriran su imagen, su buen
nombre, su credibilidad ". En el trfico interno, si se prescinde de las condiciones
generales exigidas consensualmente para llegar a ser miembro, por lo general slo se
llega a acuerdos selectivos ". Tambin en este punto, las concepciones de la doctrina
clsica de la organizacin eran altamente indiferenciadas. Aparentemente, sta se haba
dejado engaar por la imagen de los sistemas organizacionales y, por ello, haba atribuido
excesiva significacin al consenso.
Prescindiendo de ello, la exigencia clsica de consenso integral guarda relacin
naturalmente con la interpretacin de la racionalidad como optimizacin de relaciones de
fin/medios. Optima es slo una prestacin mxima a la que acompaa un asentimiento
sin reservas, slo la identificacin plena con la presta. cin requerida. En estas
condiciones, y en la medida en que no se la pudiera incrementar con medios
organizacionales econmicamente defendibles, la motivacin deficiente debera tratarse
como un dato econmico, al, igual que los lmites de la tcnica o una deficiente calidad
en la mercanca. Por ello, a los medios de motivacin se les planea desde el punto de
vista de unos costos que han de mantenerse en un nivel mnimo, sin que se plantee en
modo alguno la pregunta para el valor motivante de la optimizacin ". Slo la
debilitacin de esta idea directriz en el marco
" As, por ejemplo, Carlsson, op. cit.; Braybrooke y Lindblom, op. cit., pginas 133 ss.;
William J. Gore, Administrative Decision-Making. A Heuristic Model, Nueva York,
Londres y Sydney, 1964, pgs. 73, 89 ss, y en otros lugares de la obra; Wildavsky, op.
cit., en especial pgs. 136 ss. Cfr. tambin Charles L. Stevenson, Ethics and Language,
New Haven, 1944, en especial pgs. 174 ss.
90 Vid., bsicamente, Goffman, op. cit., 1958, pg. 53; en especial en lo relativo a las
burocracias, por ejemplo, Fritz Morstein Marx, The Higher Civel Service as an Action
Group in Western Political Development, en Joseph La Palombara (ed.), Bureaucracy
and Political Development, Princenton, N. J. 1963, pgs. 62-95 (89 ss.) o Luhmann, op.
cit., 1964 a, pgs. 114 s., 248 s., donde se contienen nuevas indicaciones.
" As Fritz Morstein Marx, Das Dilemma des Verwaltungsmannes, Berln, 1965, pgs.
197 ss. Cfr., tambin, Gore, op. cit., pgs. 89 ss y passim.
" Como excepcin vid. Churchman, op. cit., pg. 316.
126
de modelos de solucin til de problemas, con los que topamos en el epgrafe anterior,
hace posible imaginarse lmites plenos de sentido de la formacin de consenso y
averiguar en detalle su decurso. Sobre esta base de los modelos de utilidad han surgido
tambin nuevos intentos de estudiar la participacin de los individuos en los sistemas
sociales a la manera de una coalicin que, en determinadas condiciones y en la
perspectiva de estrategias de participacin individualmente diversas, se presenta como racional y se mantiene en tanto en cuanto es ste el caso o es posible sustituir a miembros
que resultan perjudiciales para la coalicin ". Bajo esta luz, los fines organizacionales
aparecen como frmulas de compromiso de la coalicin que pueden variarse ante un
cambio de las circunstancias, en especial ante las modificaciones en las relaciones de
poder o en las estructuras preferenciales de los miembros participantes.
Lo caracterstico de esta concepcin es que reconoce y equipara con la diferencia
sistmica entre lo interior y lo exterior la distincin entre funciones teleolgicas
motivantes y racionalizantes, cuya separacin hemos reclamado en la introduccin de
este epgrafe. Los fines sistmicos sirven aqu y sta es una idea que hemos de evaluar
en un momento ulterior al paso de unos planteamientos y mtodos de racionalizacin
externos a otros
' Cfr. como fuentes muy importantes: Marschak, op. cit., 1954, pg. 187; Richard M.
Cyert y James G. March, A Behavioral Theory of Organizational Objectives, en Mason
Haire (ed.), Modern Organization Theory, Nueva York y Londres, 1959, pgs. 76-90; de
modo similar, los mismos autores, op. cit., 1963, pgs. 26 ss., y James G. March, The
Business Firm as a Political Coalition, en The Journal of Politics, 24 (1962), pgs. 662678. Como muy prxima ha de citarse la teora de un equilibrio de estmulos y
aportaciones que Simon, basndose en fundamentos sentados por Barnard, op. cit., ha
llevado adelante. Cfr., por ejemplo, Simon, op. cit., 1955 a, pgs. 71 ss.; del Chismo
autor, Comments on the Theory of Organizations, en American Political Science
Review, 46 (1952), pgs. 1130-1139, reimpreso en Albert H. Rubenstein y Chadwick J.
Haberstroh (eds.), Some Theories of Organizations, Homewood, III., 1960, pgs. 157-167
(164 ss.); Simon, op. cit., 1957, pgs. 183 ss., y March y Simon, op. cit., pginas 84 ss.
bros sin atender al fin organizacional; con otras palabras: que especifican su fin sistmico
en consonancia con funciones y en relacin a ambientes determinados de no-miembros.
Esto, en verdad, es ms costoso que cuando se puede recurrir a la ya presente y motivada
persecucin de un fin y es de suponer que tambin exija una menor intensidad en el
rendimiento. Con ello tambin pierde el sistema su autarqua y se torna dependiente de
sus miembros. A cambio, no obstante, cobra una elasticidad tctica imprescindible y una
capacidad decisoria que puede ser utilizada al objeto de compensar generosamente esas
deficiencias. El desarrollo general hacia ordenaciones sociales ms intensamente
diferenciadas parece propiciar este tipo de sistemas. Que un sistema de stos, a pesar de
que no dispone de fines con fuerza motivante, intente tambin acercar a sus miembros el
esplndido pastel que produce, no es slo un vano esfuerzo, sino a un mismo tiempo, un
indicio, tambin, de que la direccin del sistema quiere ahorrar salarlos y, en el mejor de
los casos, de que todava no ha adaptado sus imgenes axiolgicas a las exigencias de un
orden social diferenciado. Las ciencias sociales no debern seguir alentando semejantes
actitudes.
De la confusa maraa de teoras de la motivacin que se brindan, hemos extrado slo un
cabo, que, no obstante, parece de especial inters y perspectivas de futuro para nuestro
tema: la idea de separacin d estructura de motivacin y estructura racional. El fin
sistmico queda descargado de tareas de motivacin al objeto de que pueda especializarse
en otras funciones. Esta tesis, por lo dems, est en condiciones de contribuir a la clarificacin de algunos objetos actuales de litigio: hace comprensible la difusin y el sentido
estratgico de la indiferencia en cuanto actitud de no-miembros, as como el desarrollo de
nuevas tcnicas, formales e informales, de motivacin merced a las que se ha de suplir la
funcin motivante del fin.
A diferencia de la teora de la coalicin nosotros no equiparamos la separacin de motivo
y fin sistmico con la de los mbitos exterior e interior de un sistema, sino con la
distincin de diversos ambientes sistmicos. Tambin los miembros, en cuanto personalidades a las que se ha de motivar, son parte del ambiente del sistema social. Las
relaciones del sistema hacia sus miembros deben estar ordenadas en un sentido distinto
que las relaciones hacia los no-miembros. Ambos lmites sistmicos deben mante132
nerse, valindose al efecto de mecanismos ajustados a cada uno de ellos, en situacin de
invariancia, y para esto se requiere que el sistema est en condiciones de reaccionar en
uno y otro lmite de modo especfico, segn los problemas, frente a las transformaciones
del ambiente, sin que las exigencias de un lmite reduzcan demasiado drsticamente las
posibilidades tcticas en el otro. Hablando en trminos sistmicos: esta separacin es,
pues, tambin la verdadera razn de la separacin de motivo y fin. El ejemplo de un fin
sistmico unitario como concepcin directriz del tratamiento de ambos lmites slo en
unos pocos casos tiene pleno sentido, pues ste confunde innecesariamente los problemas de ambos lmites en lugar de aislar a los unos de los otros. Resulta adecuada para
sistemas autrquicos relativamente sencillos que puedan vivir exclusivamente de sus
miembros. Pero en ordenaciones sociales diferenciadas tiene mayores oportunidades otro
tipo de sistema, que busca autonoma en su sentido abstracto, concretamente: capacidad
para mantener en estado de invariancia sus lmites con los distintos ambientes sistmicos
aprovechndose de la circunstancia de que cada uno de los ambientes presenta diversos
problemas, diversos ritmos de cambio, diversos requisitos y diversas oportunidades de
influenciacin.
4. LA FORMULA EXISTENCIAL
Con la separacin de motivo y fin guarda estrecha relacin otro crculo representativo: la
teora funcional de la supervivencia o del mantenimiento de la existencia de
sistemas sociales. Bajo los mltiples estmulos de la distincin entre aspectos motivantes
y racionalizadores o expresivos e instrumentales de las estructuras sistmicas, pero
incorporando tambin otras corrientes de pensamiento procedentes en especial de la
teora sociolgica, la antropologa social y la biologa, se ha puesto en marcha,
concretamente en los Estados Unidos, una bsqueda de una teora de los grupos o,
incluso, de una teora general del sistema social que se ordene en torno a la idea del
mantenimiento de la existencia sistmica. Tambin en este caso, una descripcin algo
adecuada de estos intentos tericos saltara el marco de nuestra obra; a pesar de todo,
debemos aludir brevemente al
133
extremo de que el funcionalismo existencial ha conducido a una crtica particularmente
radical, aunque no siempre igualmente clara, del dominio en exclusiva del principio
teleolgico. La aparicin de esas nuevas teoras y la vigorosa pervivencia de la orientacin tradicional conforme al pensamiento teleolgico han producido en un primer
momento unos fenmenos desequilibrados de coexistencia, superposicin, supra y
subordinacin de las frmulas teleolgica y existencial que en algunos ejemplos queremos hacer desfilar ante nuestra atencin 104.
Uno de sus puntos de partida lo tuvo este desarrollo terico en los famosos experimentos
que Hawthorne realizara en la Harvard Business School y que habran de proporcionar
una atencin a escala mundial al descubrimiento de un fenmeno grupal relativamente
autnomo y gobernado instintivamente en el mismo seno de organizaciones formales de
estructuracin teleolgica 105. La interpretacin terica de este hallazgo fue desde un
principio insegura y discutida. Una tendencia hoy superada 106 haba intentado
contraponer las organizaciones formales e informales a la manera de dos sistemas
diversos, identificndolas esencialmente con la contraposicin de intereses entre la
direccin de la empresa y la plantilla. Este modo de ver las cosas
104 Para el mbito de la sociologa de la organizacin, cfr. como exposicin general de
esa irresuelta discrepancia existente entre frmula existencial y frmula teleolgica
Alwin W., Gouldner, Organizational Analysis, en Robert K. Merton, Leonard Broom y
Leonard S. Cottrell, Jr. (eds.), Sociology Today, Nueva York, 1959, pgs. 400.428;
Etzioni, op. cit., 1960; del mismo autor, op. cit., 1964, pginas 16 ss.; Litterer, op. cit.,
pgs. 147 ss. Como otros testimonios tpicos de un tanto esto - como lo otro no
dominado tericamente, vid., por ejemplo, Argyris, op. cit., 1957, pgs. 27 s.; del mismo
autor, op. cit., 1962, pgs. 57-98 (63); Rubenstein y Haberstroh, op. cit., pg. 324; cfr.
tambin pg. 152; Thompson, op. cit., 1961, pg. 179; Knut Bleicher, Grundstze der
Organisation, en Schnaufer y Agthe, op. cit., pgs. 149-164 (150); Renate Mayntz, Die
Organisationssoziologie und ihre Beziehungen zur Organisationslehre, en Schnaufer y
Agthe, op. cit., pgs. 29-54 (46 s.).
1" Vid. el detallado informe de. Roethlisberger y Dickson, op. cit. De ah procede la
idea, tan frecuentemente aplicada en la sociologa industrial, de dos funciones:
cumplimiento de fines y satisfaccin, que han de ser cumplidas conjuntamente. Cfr. en
especial pg. 552; tambin, por ejemplo, Helmut Schelsky, Aufgaben und Grenzen der
Betriebssoziologie, en Hermann Bhrs y Helmut Schelsky, Die Aufgaben der
Betriebssoziologie und der Arbeitswissenschaf ten, Stuttgart y Dsseldorf, pg. 14; Ralf
Dahrendorf, Sozialstruktur des Betriebs, Betriebssoziologie, Wiesbaden, 1959, pg. 85.
Vid. tambin la estrecha relacin de esta concepcin con las anteriormente (pgs. 83 s.)
tratadas teoras de la doble direccin y la diferenciacin de roles en grupos pequeos.
'" Con la mayor claridad, esta interpretacin se expresa tal vez, en los estudios
norteamericanos, en la circunstancia de que la argumentacin y la demostracin se
deslizan muy fcilmente desde la constatacin de satisfaccin socio- emocional (
satisfaccin) hacia la hiptesis del mantenimiento de la existencia (maintenance), que sta
se sirve de aqulla como ndice emprico.
134
se ha mostrado, empero, como algo harto grosero, como una falsa concretizacin. La
distincin de las categoras formal e informal abarca importantes aspectos de
expectativas de comportamiento, pero no concretos sistemas de accin o motivos de
formacin de sistemas.
Como una otra posibilidad interpretativa se ofreca la de considerar la base socioemocional del sistema social como la autntica base existencial, sobre la que los fines y
con ellos la estructura racional del sistema flotaban cual rgidos tmpanos en un medio
viscoso, sostenidos y al mismo tiempo movidos por l. Esta interpretacin, raras veces
explicitada, pero influyente en numerosas investigaciones y descripciones 101, tena que
acabar en una versin altamente unilateral del problema existencial de los sistemas
sociales, desde el momento en que pone enteramente en el centro del inters la
satisfaccin de las necesidades socio-emocionales de los miembros del sistema y trata a
la orientacin teleolgica simultneamente como un cuerpo extrao, como una exigencia
que el ambiente plantea al sistema 108. Esto se torna comprensible cuando se repara que
esta concepcin ha surgido a partir de investigaciones experimentales aislantes, por
consiguiente realizadas en grupos pequeos.
Prxima a estas ideas, ante todo psicolgico-sociales y elaboradas en el llamado
movimiento de las human relations, se encuentra en la sociologa la teora institucional
'" Wilhelm Wundt, Logik, vol. III, 4." ed., Stuttgart, 1920, pg. 330.
in Vid., por ejemplo, Fritz Sonderegger, Das .Prinzip der Erhaltung der Unternehmung
als Grundproblem der modernen Betriebswirtschaft, Berna, 1950; Karl Hax, Die
Substanzerhaltung der Betriebe, Colonia y Opladen, 1957;, Walther Busse von Colge,
Substanzerhaltung, en Handw&terbuch der Betriebswirtschaft, volumen III, Stuttgart,
1960, col. 5309-5321, con referencias bibliogrficas; Dalton E. McFarlancl,
Management. Principles and Practices, 2' ed., Nueva York y Londres, pgs. 105 s.
'u As, por ejemplo, Robert K. Merton, Social Theory and Social Structure, 2." ed.,
Glencoe, III., 1957, pgs. 37 ss., 54; Marion J. Levy, The Structure of Society,
Princenton, N. J., 1952, pgs. 52 ss., 70; Bernard Barber, StructuralFunctional Analysis.
Some Problems and Misunderstandings, en American Sociological Review, 21 (1956),
pgs. 129-135 (134 s.); Luhmann, op. cit., 1962 a, pginas 617-644; Robert Brown, op.
cit., pgs. 109 ss.
'u Esta objecin viene frecuentemente formulada, por ejemplo, en George C. Homans,
Theorie der sozialen Gruppe, trad. alemana, Colonia y Opladen, 1960, pginas 259 ss., y
del mismo autor, Contemporary Theory in Sociology, en Robert E. L. Faris (ed.),
Handbook of Modern Sociology, Chicago, 1964, pginas 951-977 (963 ss.); Walter
Buckley, Structural-Functional Analysis in Modern Sociology, en Howard Becker y
Alvin Boskoff (eds.), Modern Sociological Theory in Coritiuity and Change, Nueva
York, 1957, pgs. 236-259; Raymond
141
cional de seleccin es el esquema de fin/medios. Por estas razones, en una aguda crtica
del funcionalismo existencial, Renate Mayntz llega al resultado de que la frmula
existencial implica en el fondo una caracterizacin de los estados a mantener en cuanto
estados de objetivo '23. Con ello, el modelo existencial se repliega de nuevo hacia el
modelo teleolgico, sin que se haya aclarado la relacin entre los conceptos de existencia
y de fin 126 .
Una similar posicin bivalente se encuentra en la bibliografa econmico-empresarial:
por una parte, en la actualidad apenas si se deja or una duda sobre el extremo de que los
fines de la empresa puedan ser alterados en inters de la capacidad de adaptacin y
mantenimiento de la empresa misma 127. Por otra parte, es igualmente obvio que en vas
cuando los problemas ya hayan adquirido unas estructuras ms especficas, esto es:
cuando ya se haya absorbido complejidad en amplia medida.
En ltimo trmino, la tesis de que el concepto de fin est cortado a la medida de la escasa
capacidad ordenadora de la accin individual, mientras que, por el contrario, la frmula
existencial lo est a la medida de problemas de orden sistmico, mueve a acrisolar el
concepto de existencia, que por s solo ha fracasado manifiestamente en cuanto criterio de
seleccin, mediante una teora sistmica in. Muy diversos son los trabajos preparatorios
que se han producido al respecto; su conjuncin en el seno de una teora sistmica se
encuentra, no obstante, por realizar todava. El concepto de existencia, en principio, slo
deja un lugar libre para una teora de esa ndole, pero no la rellena. Ahora bien, si se le
disocia del contexto de la investigacin cientfico-causal, que trata de averiguar
relaciones especficas entre causas y efectos determinados y se deja de entender simplemente la existencia como efecto producido (o a producir) para interpretarla ms bien
como complejo de problemas que se han de solventar si se pretende que un sistema se
mantenga invariante en medio de un ambiente en mutacin, resultan entonces fructferas
relaciones entre la frmula existencial y ]a teora de los sistemas. Antes de que en el
captulo siguiente nos adentremos en esta idea, debemos todava redondear nuestra
panormica en torno a los movimientos tericos que se desprenden del concepto de fin
mediante un vistazo a la teora ciberntica de los sistemas,
13' A este respecto, cfr. Luhmann, op. cit., 1964 d.
144
mxime cuando precisamente sta se encuentra en condiciones de aportar
importantes ideas a este problema de la relacin entre establecimiento de fines y
mantenimiento del sistema.
5. REGULACION CIBERNETICA
Dos rasgos resultan caractersticos del mbito de la investigacin que desde el
catalizador escrito de Norbert Wiener 132 se ha constituido bajo la etiqueta de
ciberntica: la fascinacin ejercida por el problema de la constancia en un mundo harto
complejo y en mutacin, y el intento de explicar estados invariantes de variables (esto es:
no de cosas) por medio de procesos de comunicacin. El que la invariancia se contemple
como problema (y no, pongamos por caso, como el ncleo esencial del ente) y el que en
una perspectiva cientfica determinada se indaguen las posibles soluciones de ese
problema son dos circunstancias que hacen de la ciberntica un enfoque de investigacin
no-ontolgico, funcionalista 133, y que la acercan sorprendentemente a la teora
funcionalista de los sistemas propia de la sociologa '34. Y si a esto se aade que en la
ms reciente teora sociolgica el concepto de sistema y el de comunicacin han
alcanzado el mismo grado de abstraccin y la misma gama de aplicaciones a todos los
fenmenos, de modo que cada uno de los conceptos presupone al otro, entonces se torna
enteramente claro hasta qu punto puede tener aqu lugar, en caso de una intensificacin
de los contactos cientficos, una especie de gozoso reconocerse a s mismo en el espejo
del otro.
Norbert Wiener, Cybernetics, or Control and Communication in the Animal and the
Machine, Pars, 1948 (trad. alemana de la 2' ed., Kybernetic, Dsseldorf y Viena, 1963).
'u As tambin las observaciones introductorias de W. Ross Asbby, Introduction to
Cybernetics, Londres, 1956, 4.' impresin, 1961, pg. 1.
'" Particularmente clara se nos presenta esta circunstancia en una comparacin suya con
la concepcin del funcionalismo, que Nagel (referencias bibliogrficas en nota 120) ha
llevado adelante, ya que l, al igual que tambin la ciberntica, limita su teora al
mantenimiento en situacin de constancia de especficos estados sistmicos sin brindar
una explicacin de cules sean los estados sistmicos que se han de mantener constantes
y por qu. Por lo dems, tambin en perspectiva histrico-cientfica, existe un estrecho
lazo de unin por la razn de que tanto Wiener como Parsons se han orientado muy
intensamente por Walter B. Cannon, The Wisdom of the Body, Nueva York, 1932, y su
concepto de la homestasis.
145
En la descripcin de la particularidad del inters que gua a la investigacin ciberntica se
ha prescindido intencionadamente de mencionar ese mecanismo que con tanta frecuencia,
pgs. 241 ss.); Litterer, op. cit., pginas 235 ss.; Henryk Greniewki, Intention atad
Perfomance. A Primer of Cybernetics of Planing, en Management Science, 11 (1965),
A, pgs. 763-782. Frente a ello, las propuestas terminolgicas del grupo de trabajo sobre
tcnica de re- gulacin en el seno de la Comisin Alemana para la Normalizacin evitan
el concepto de fin, y llaman al valor terico de la regulacin magnitud-gua, al valor
fctico del proceso magnitud de regulacin y a la esfera de la correccin impuesta por
la retroaccin magnitud de ajuste (en Normblatt Din, 199-226).
'u As, por ejemplo, Wieser, op. cit., 1959, pg. 16; Anatol Rapoport, An Essay on
Mind, en General Systems, 7 (1962), pgs. 85-101 (91 ss.).
" Cfr. tambin Mayntz, op. cit., 1963, pgs. 43 ss., donde se puede encontrar una serie de
objeciones contra la analoga entre mquina u organismo cibernticos frente a
organizacin de orientacin teleolgica; tambin Haberstroh, op. cit., pgs. 331 s.;
Langkjaer, op. cit., pgs. 249 ss.
Da Estimulado por la ciberntica, as, en especial, Geoffrey Vickers, The Undirected
Society, Essays on the Human Impltcations of Industrialization in Canada, Toronto,
1959; vid., por ejemplo, pgs. 47 s., 92, y otros lugares de la obra. Esta concepcin
comienza, por lo dems, fuera tambin de la ciberntica, a ganar base en la teora de los
grup9s y en la sociologa de la organizacin. En torno a la teora de los grupos, cfr. supra
pgs. 134 ss. Para la sociologa
147
esfuerzos por referencia a un fin abstracto, el cual previsiblemente puede ser reconocido
por el ambiente de un modo constante,.al margen de las variaciones que ste pueda sufrir
en lo restante, ofreciendo al sistema una base existencial. El sistema est entonces en
condiciones de racionalizar una diversidad de medios posibles a la medida de ese fin 142.
Ambas estrategias son accionables no slo alternativamente, sino tambin en
combinacin. El sistema puede buscar un fin que en principio recibe consideracin de
constante por parte de un ambiente especfico y que de esta manera, por ejemplo: por la
va del intercambio, le asegura medios de existencia. Y tambin puede estabilizar el
cumplimiento de ese fin de modo, a un mismo tiempo, servomecnico en la medida en
que en el mbito de los medios correspondientes a ese fin reacciona frente a
modificaciones experimentadas en otros ambientes mediante la permutacin de medios
funcionalmente equivalentes de la misma manera, por ejemplo, que una organizacin
de la esfera de la produccin en el caso de costos salariales crecientes o una escasez en
aumento de la mano de obra puede pasar de unos modos de produccin caracterizados
por la intensidad del factor trabajo a otros que ahorran este factor, pero que suponen un
empleo intensivo del capital. El establecimiento de fines tiene entonces una doble
funcin: posibilita un consenso duradero en el seno de un ambiente especfico y, a un
mismo tiempo, un intercambio elstico de medios (que slo a travs del fin se hacen
visibles en su condicin de alternativas funcionalmente equivalentes) como reaccin a
las modificaciones habidas en otros ambientes.
La funcin ordenadora del fin, que en el siguiente captulo trataremos en profundidad en
cuanto funcin de reduccin de la complejidad y variabilidad del ambiente, slo se hace
comprensible si se ampla la suposicin ciberntica de una sucesin de varios ambientes
que se penetran en virtud de transformaciones imprevisibles y se cuenta con una
simultaneidad de varios ambientes que son constantes o variables, respectivamente, en
diverso sentido, ofreciendo as puntos de apyo a la estrategia teleolgica del sistema.
As, pues, no es slo el problema temporal el que se ha de complementar por medio del
problema material
1" A este respecto, cfr. la distincin entre coordination by plan y coordination by feeback,
ocasionalmente mentada en March Simon, op. cit., pg. 160.
150
de la estabilizacin, sino tambin, y a un mismo tiempo, la hiptesis de,una
diferenciacin ambiental temporal por medio de otra material. Por lo que hasta ahora se
puede conocer, el concepto ciberntico de fin no resulta suficiente al efecto, y parece que
la ciberntica, en su aspiracin por precisar ese concepto, minusvalora la funcin de la
racionalidad teleolgica para la reduccin de la problemtica temporal y material del
ambiente, por ms que, por otra parte, comienza a comprender que su concepcin
teleolgica no explica por s sola la estabilizacin del sistema.
Pero si se toma a la ciberntica en todo el abanico de su des pliegue de intereses como
teora de los sistemas comunicativos y no slo como teora del servomecanismo, se
muestra entonces que su concepcin de la estabilizacin de tales sistemas no se agota con
la concepcin teleolgica que acabamos de esbozar. El concepto de fin, que trata la
estabilizacin de fines especficos por referencia a determinadas variables ambientales
codeterminantes, ocupa ms bien solamente un lugar de segundo orden en la concepcin
global 143. Este destronamiento del pensamiento teleolgico es el precio que se satisface
a cambio de su precisin. De esta manera viene aplicado tan slo en un estadio
relativamente sencillo de las reflexiones, sin que sirva ya a la caracterizacin de la
prestacin sistmica. La estabilidad en medio de un ambiente harto complejo exije ms,
por decirlo con otras palabras, que una persecucin de los fines en trminos
servomecnicos.
Encontramos aqu, pues, una situacin anloga a la de la teora de los grupos y la de la
sociologa. Pero mientras que all se preserva al concepto de fin en su vieja extensin y en
su pretensin universal, y los modelos teleolgico y existencial compiten, pues, sin que el
fiel de la balanza se venza en uno u otro sentido, en la ciberntica el pensamiento
teleolgico experimenta una
"' Esto resulta particularmente claro en Ashby, op. cit., 1952, que consolida la teora
simple de la estabilizacin de determinados estados mediante una teora ms compleja de
simplificacin radical, emplendosele slo como nivel elemental para una compleja teora
de los sistemas. Adquiere as un puesto firme en la teora sistmica, pero, como ya vimos,
a costa de perder esenciales componentes del sentido del concepto de fin y de los que tal
vez pueda prescindirse en la teora de las mquinas o en la de los organismos, pero no en
la de los sistemas de accin. Por ello, tambin la teora ciberntica de los sistemas est en
condiciones de brindar importantes estmulos para nuestras ulteriores reflexiones. Ahora
bien: una respuesta a la pregunta por la funcin que cumple un fin sistmico en un
sistema
no la da.
CAPITULO IV
LA FUNCION
DEL ESTABLECIMIENTO DE FINES
152
En el captulo anterior hemos tratado de armarnos de fuerza y materiales para la
preparacin de un paso teortico de notoria significacin. En la reconsideracin de una
serie de muy diversos desarrollos intelectuales se ha patentizado continuamente lo imprescindible que es el concepto de fin y lo cuestionable de su status terico'. Por una .
parte, se ha despojado al establecimiento de fines de su vieja pretensin veritativa. Se le
explica de manera causal y se examina su admisibilidad normativa, sin que ya valga, sin
ms, como racional; en el anlisis cientfico se le reconduce, pues, a conceptos que ya no
presuponen el concepto de fin, faltando ahora un marco referen.cial unitario de conceptos
fundamentales. La ciencia de la accin humana, la Etica, se ha descompuesto en
numerosas ciencias de la accin. Por otra parte, estas ciencias se orientan, no obstante, de
acuerdo con un concepto fundamental de la accin, y esta accin viene interpretada de tal
manera que el concepto de fin se resenta como momento de la estructura de la accin.
Inc uso en la amp la corriente de cientificos de orientacin los desarrollos cientificos de
orientacin (neobehaviorista), que en los Estados Unidos inunda las ciencias sociales, se
parte ampliamente de la base de que el fin de la accin es cole' Este juicio global tambin se encuentra en Gross, op. cit., 1964, pgs. 467 s.
155
gible empricamente en base al comportamiento, y, concretamente, con independencia de la subjetiva (y, por tanto, sospechosa) representacin teleolgica sobre la que el agente brinda
v informacin 2. Pero es que todo obrar tiene un fin? Qu otros elementos integran la
accin? Qu significa en estos contextos tener e integrar? Se encuentran acaso en
un mismo plano los conceptos de fin y accin? Si esto no es as, se trata aqu
exclusivamente de una diferencia que se concreta en la contraposicin entre lo subjetivo
y lo objetivo? Es el obrar medio para un fin o es el fin elemento de la estructura de la
accin? Cul es el concepto que define al otro?
Muy posiblemente no tenga ninguna utilidad dedicarse a interrogantes de esa naturaleza,
pues se apoyan en una concepcin demasiado simplista de la formulacin de los
conceptos cientficos. Como quiera que los supuestos de hecho de ambos conceptos ni
son idnticos ni pueden separarse enteramente ni subordinarse o supraordinarse el uno al
otro, no se podr obtener claridad en torno a la relacin existente entre fin y accin
mientras al fin se le conciba, de modo descriptivo como algo que es y con el concepto de
fin se trate de. reflejar la esencia general de ese ser. La ms convincente de todas las
interpretaciones teleolgicas no es, sin embargo, la antigua interpretacin del fin en
cuanto esencia y, por ende, elemento de la realidad de la accin. La interpretacin de la
diferencia con ayuda de la contraposicin entre lo subjetivo y lo objetivo finge una
posibilidad de comprensin; llegado el momento, todo se volatiliza. Tambin queda sin
discernir la relacin lgica de ambos conceptos: ni a partir de un enunciado sobre una
accin puede deducirse un enunciado sobre un fin, ni, por el contrario, el conocimiento
del fin permite conocer la accin. As las cosas, puede uno sentirse tentado de separar
ciencia teleolgica, normativa, y ciencia de la accin, emprica. Pero semejante
compartimentacin contribuye menos an que todo lo dems a la solventacin de los
problemas.
En el momento en que se sustituye la interrogacin del fin por aquella otra de la funcin
del establecimiento de fines, llegamos a un terreno deprovisto de tradiciones e inseguro
tanto filosficamente como bajo la perspectiva de la historia de la ciencia.
2 Cfr., por ejemplo, Rosenblueth y Wiener, op. cit., pg. 223; Deutsch, op cit., 1963,
pgs. 191 s. A efectos de la critica, vid. Myrdal, op. cit., pg. 324; tambin Lumen Mehl,
op. cit., 1960, pg. 78; Biddle, op. cit., en especial pgs. 161 ss.
156
Esta impresin lo mismo puede ser cierta que engaosa. Pero desde un principio
nados (leyes causales), debe recurrir al mtodo comparativo, pues ese fracaso no es otra
cosa sino expresin de la circunstancia de que existen otras posibilidades. Este
retroceso no slo altera las metas y los medios auxiliares del mtodo, sino que crea
simultneamente una nueva base de partida para la formacin de teoras. El mtodo
comparativo, en cuanto esquema que le otorga posibilidades de abstraccin, lmites de
relevancia y problemas referenciales, presupone una teora sistmica. Para ello no es
suficiente el concepto de accin 6. El paso de un mtodo que busca establecer leyes
causales a otro funcionalmente comparativo, en la teora conduce consecuentemente al
paso, urgido en la introduccin, de teoras de accin a teoras sistmicas. Por medio de
partes, con respecto al esquema de fin/medios. Podra seguirse intentado eso; pero si se
echa un vistazo a los esfuerzos hasta ahora realizados, uno se sentira verdaderamente
ms tentado de dar preferencia a la cuestin de la utilizabilidad de la interpretacin
sistmica dominante, esto es: poner en -tela de juicio la interpretacin del sistema como
un todo compuesto de partes en el mismo sentido en que deberamos cuestionar la
interpretacin del obrar como suscitacin de una eficacia y como medio para un fin. Pues
es de sospechar que ese prejuicio sujeta, con excesiva rigidez, las perspectivas y las
posibilidades gnoseolgicas de la investigacin, incluso de la de nuestros das. El continuar aferrado a ese esquema, por ejemplo, parece ser una de las razones de que la
acabamos de tratar, cfr., por ejemplo, Richard A. Johnson, Fremont Kast y James E.
Rosenzweig, Systems Theory and Management, en Management Science, 10 (1964),
pgs. 367-384 (371); con respecto a la teora general de los sistemas, vid. Alfred Kuhn,
The Study of Society. A Unified Approach, Homewood, Ill., 1963, pgs. 48 s., y la crtica
de R. C. Buck, On the Logic of General Behavior Systems Theory, en Herbert Feigl y
Michael Scriven (eds.), The Foundations of Science and the Concepts of Psychology and
Psichoanalysis. Minnesota Studies in the Philosophy of Science, vol. I, Minneapolis,
1956, pginas 223-238 (234 s.).
" En torno a ambas posibilidades de contestar a la cuestin del ser y a la insuficiencia que
se patentiza en su anttesis, cfr. Nicolai Hartmann, Zur Grundlegung der Ontologie, ed.,
Meisenheim am Glan, 1948, pgs. 66 ss.
161
x`16
cuanto concepto genrico de las partes 13. El sistema, entonces, en cuanto todo, impregna
con su esencia la esencia de las partes, que pueden ser, ciertamente, diversas en lo
accidental, pero que en lo esencial de su participacin son cualitativamente iguales ". En
la verificacin mental de la constitucin del todo o de la representacin de la parte se
crea poder acercarse a la verdad, traspasarla al mismo tiempo desde una posicin inicial
evidente (el tomo o, en su caso, el mundo) a otra y fundamentarla de esta manera.
En cualquier caso, el hilo del inters ontolgico la cuestin del ser del ente conduca
a que los intentos del comprender quedaran reducidos al orden interno del sistema. La
interpretacin del sistema como un todo compuesto de partes deja al sistema aislado en s
mismo. No se ignoran, ciertamente, las relaciones exteriores del sistema, pero slo
pueden ser concebidas de manera que el sistema sea tratado como parte de un sistema
ms amplio. La identidad de un sistema se contempla como racionalidad interna y no se
la reconduce conscientemente a relaciones externas. Esa reduccin al orden interno acaba
por manifestarse como reduccin en la contemplacin de los problemas. El problema
originario de esta concepcin sistmica es el ser del ente, y la problemtica derivada
consiste en la cuestin de cmo las partes pueden reunirse y tratarse en un todo haciendo
surgir un ms; o, por el contrario, cmo una parte puede representar al todo.
Si se quiere distanciar de esa interpretacin sistmica, no se podr uno contentar con
seguir a aquellos crticos que en la explicacin de su crtica presuponen an el esquema
de todo/ partes 15; se debera tratar, ms bien, de hallar una concepcin
" Sobre esta base, empero, tambin son posibles otras interpretaciones de esa idea de
igualdad. Como es sabido, por ejemplo, en los siglos xvii y xviii se ha intentado
fundamentar la existencia de la sociedad y de su derecho natural en la igualdad de los
hombres, en sus necesidades, en la amenaza de muerte que sobre ellos pende (Hobbes) o
en su razn. Tambin aqu se vea, pues, en la semejanza de las partes la garanta
existencial del todo.
14 Esta concepcin sistmica armoniza con ello con la interpretacin de la igualdad
como semejanza cualitativa por oposicin a la concepcin aqu pro- pugnada de la
igualdad en cuanto equivalencia funcional que ha de conducir a un concepto diverso de
sistema. En torno a esta distincin, cfr. tambin William Stern, Person und Sache. System
des kritischen Personalismus, vol. I, 2' ed., Leipzig, 1923, pgs. 350 ss. .
" Esto vale, por ejemplo, para la llamada psicologa de la totalidad y su crtica del
procedimiento conclusivo que va desde las partes al todo; por otra parte, tambin para la
teora sistmica de Talcott Parsons que relativiza la distincin de unit y system con
respecto a la intencin investigadora del observador vid., por ejemplo, Parsons, op. cit.,
1949, pgs. 737 ss.; Parsons, Bales
162
de la idea de sistema que en su enfoque conceptual se independice
de aquel esquema y se ponga as en condiciones de plantear la
cuestin de la funcin de la diferenciacin del sistema en partes.
El punto de arranque y el hilo conductor para la ampliacin se encuentran exactamente en
el punto en el que se torna reconocible la insuficiencia de la concepcin sistmica
clsica. La contemplacin de un plano interior slo tiene sentido si existe otro plano
exterior. Este plano exterior tiene que ser tambin tematizado conjuntamente en el
concepto de sistema, pues, de otra manera, no se puede hacer comprensible el plano
interior. Las dificultades en que ha incurrido la vieja doctrina de los sistemas en su
bsqueda del ms del todo con respecto a las partes guardan una estrecha relacin con
esto. Este ms slo puede entenderse en cuanto prestacin ordenadora del sistema en
su relacin con el ambiente, y no slo desde el interior, en cuanto excedente sumatorio.
Se debe, pues, entender primeramente los sistemas, de una manera extremadamente
formal, como identidades que se conservan en un ambiente complejo y mutante por
medio de la estabilizacin de una diferencia de los planos interior y exterior.
A travs del trazado de unos lmites y de una diferencia entre el exterior y el interior van
surgiendo mbitos de varia complejidad. El mundo es siempre ms complejo que
cualquier sistema en el mundo; lo que significa que en el mundo son posibles ms
sucesos que en el sistema, que el mundo puede admitir ms situaciones que un sistema.
En comparacin con el mundo, todo sistema excluye para s mismo ms posibilidades,
reduce la complejidad y forma de esta manera un orden con menos posibilidades en cuyo
seno los fenmenos vivenciales y la accin puedan orientarse mejor. La separacin de lo
exterior y lo interior estabiliza, pues, una falla de la complejidad, y ello, al objeto de
acercar a los fenmenos vivenciales y a la accin un limitado abanico de posibilidades.
y Shils, op. cit., pgs. 106 s., 168, 172 ss.; Parsons, op. cit., 1961 b, pgs. 219-239 (223 s.
); o tambin el penetrante ataque a los myths of parts and wholes de Stafford Beer,
Below the Twilight Arch. A Mythology of Systems, en Eckmann (ed.), op. cit., pgs.
1-15 (13 ss.), que en el fondo no es sino una crtica de toda especializacin demasiado
rgida. Cfr., adems, Heinrich Rombach, Substanz, Struktur, 2 vols., Friburgo y Munich,
1965-66, vol. I, pgs. 15 ss., con otras remisiones.
163
" Una panormica del desarrollo la brindan, por ejemplo, Andreas G. Papandreu, Some
Basic Problems in the Theory of the Firm, en Bernard F. Haley (ed.), A Survey of
Contemporary Economics, vol. II, Homewood, Ill., 1952, p' as 183-219; Herbert A.
Simon, A Comparison of Organization Theories, en Review of Economic Studies, 20 (
1952-53), reimpreso en: del mismo autor, op. cit., 1957, pgs. 170-182; del mismo autor
op. cit., 1959, pgs. 253-283; Margolis, op. cit., pginas 187-199; Boulding, op. cit.,
1952, pgs. 35-44; del mismo autor, op. cit., 1960, y Sherrill Cleland, A Short Essay on
a Managerial Theory of the Firm, ambos en Boulding y Spivey, op. cit., pgs. 202-216.
Cfr. tambin Howard R. Bowen, The Business Enterprise as a Sublect for Research,
Nueva York, 1955, con bibliografa.
165
internos del sistema han de asumir esa funcin por va sustitutoria20. Ahora bien: esto
slo es posible si el sistema simplifica por medio de procesos internos su situacin
decisoria, pero no se convierte en vctima de esas simplificaciones, las reconoce como su
propia obra de seleccin y mantiene abierto el acceso a una realidad infinitamente ms
compleja. En relacin con el problema de la complejidad los procesos de reduccin
externos e internos resultan funcionalmente equivalentes, pudiendo, por consiguiente,
sustituirse entre s dentro de ciertos lmites. Slo por ello es posible eliminar, mediante
formas de organizacin y procesos de decisin internos del sistema entre los que se
cuentan programas de fines y fenmenos decisorios de orientacin teleolgica, la
complejidad ambiental, esto es: comportarse racionalmente en el mundo real.
2. FUNCION TELEOLOGICA
su conservacin 21. Tambin la funcin de establecimiento de fines puede pensarse, en
un sentido enteramente general, como funcin de absorcin de complejidad y
variabilidad. Con ello ha quedado cumplido el giro con respecto a la tradicional interpretacin del fin como esencia de la accin, sin que se haya llegado de todas maneras mucho
ms all. Pues aunque se presente ese problema bsico como el problema referencial por
excelencia de la prestacin ordenadora de los sistemas, de ello no se puede deducir
todava qu es lo que de especial proporciona el establecimiento de fines a diferencia de
otros smbolos, acciones y mecanismos de conservacin sistmica.
Ya a primera vista se aprecia que el potencial de complejidad de una frmula teleolgica
es extremadamente reducido y que por ello a los sistemas de accin no les resultar
suficiente en la mayora de los casos. Un fin es la unidad representada de unos efectos
apreciados. Aun si se establecen como fin contextos complejos de eficacia no puede irse
muy lejos en la composicin, pues enturbia la funcin heurstica del fin y disuelve el
carcter unitario de la base de evaluacin. El bien comn no es un fin imaginable.
Los crticos de la unilateralidad de todo establecimiento de fines y los crticos del
iusnaturalismo matemtico de las tcnicas de optimizacin y del omnisciente economic
man han puesto en el primer plano el carcter irreal y, por consiguiente, falso de
esos modelos decisorios. La realidad sera, segn ellos, mucho ms compleja. Con ms
cercana a la realidad se acometi contra el esquematismo que surge inevitablemente
cuando slo se admiten problemas que puedan ser resueltos por algoritmos 22.
A este problema bsico de la reduccin de complejidad y variabilidad se refieren en
ltima instancia todos los problemas sistmicos y todas las prestaciones que el sistema
requiere para
" Cfr. al respecto lo ya expuesto supra en pgs. 67 ss.
2 Se trata, pues, menos de eliminar el ideal de un empresario informado acerca de todo y
que calcula a una velocidad increble y de suplirlo mediante hiptesis ms realistas en
torno a las capacidades decisorias de una empresa tal y como lo hace Simon, cuanto
de sustituir parcialmente los mecanismos externos de absorcin de complejidad por
medio de otros internos.
166
21 Vid. al respecto, adems de la bibliografa ciberntica bsica, tambin el mismo
problema en la enteramente otra perspectiva, dramtica incluso, de Kenneth Burke, A
Grammar of Motives, Cleveland y Nueva York, 1962. En el campo de la psicologa,
Brunner, Goodnow y Austin, op. cit., escogen precisamente tambin este punto de
partida, interpretndole de un modo igualmente funcionalista. Para la transposicin de
este fenmeno a la sociologa, cfr. Luhmann, op. cit., 1967 c, y del mismo autor,
Soziologische Aufklrung, en Soziale Welt, 18 (1967), pgs. 97-123.
u Como un ejemplo particularmente caracterstico, vid. Braybrooke y Lindblom, op. cit.,
as como Lindblom, op. cit., 1965, pgs. 137 ss. Tambin la proposicin de Simon (
examinada ms arriba, pgs. 109 ss.) de sustituir modelos de optimizing behavior por
otros de satisfyzng behavior, se sirve de este argumento.
167
decisorios ha de saberse cunta complejidad deben absorber, y esto depende, sobre todo,
del lugar del sistema en que se los haya de emplear y de qu prestaciones previas puede
presuponerse fuera y dentro del sistema. A continuacin tambin habr de enjuiciarse si
el fin es suficiente como figura de pensamiento, si se ha de operar con la suposicin de
una pluralidad de fines o si las situaciones problemticas son talmente complejas que
merezcan la preferencia unas tcnicas heurstico-adaptativas enteramente abiertas en lo
que se refiere a los fines y orientadas exclusivamente a la supervivencia.
Con estas reflexiones la idea de fin pierde su rango de principio sistmico, de smbolo de
la unidad del sistema. Vistas las cosas con mayor detenimiento, es posible distinguir una
serie de estrategias sistmicas antepuestas que son funcionalmente equivalentes en
relacin al problema fundamental de la absorcin de la complejidad y variabilidad ".
n Hay una interesante cuestin, que irrumpe al tenor de la perspectiva aqu escogida, que
slo puede ser planteada, pero no contestada, de modo fiable: la cuestin, concretamente,
de si tambin la distincin de complejidad y variabilidad, esto es: de las dimensiones
material y temporal de toda ordenacin, puede ser entendida a la manera de una estrategia
sistmica que en cuanto estructuracin elemental del ambiente sirva al mantenimiento del
sistema. Es seguro que en contextos limitados los rdenes material y temporal pueden
sustituirse entre s. La moderna ciencia de la comunicacin se vale de esta circunstancia
en modo diverso. Y seguro es tambin que tanto el vivenciar humano como la
elaboracin de datos en el seno de organismos y mquinas presuponen, para poder surgir
como todo, combinaciones intrasistmicas diversas de las pautas espaciales y de las
temporales. (Vid., por ejemplo, John von Neumann, Die Rechenmaschine und das
Gehirn, trad. alemana, Munich, 1960, pgs. 53 s.; Wieser, op. cit., pgs. 109 ss., 147 ss.).
Por otra parte, tambin conocemos desplazamientos de problemas desde la dimensin
material a la temporal y viceversa debiendo, por ejemplo., pagarse la creciente
diferenciacin material junto con interdependencias crecientes por medio del
escaseamiento del factor tiempo, esto es:
168
a) Bsicamente, el sistema simplifica su situacin ambiental sustituyendo la situacin
objetiva por una subjetiva, lo que significa que no hace que su accin quede
inmediatamente determinada por la realidad, sino que le orienta de acuerdo con su propia
representacin de la realidad ". La inabarcable complejidad del mundo se ve as
concebida dentro de una perspectiva, y puede tornarse, en extractos, tema vivencial en
forma de una indeterminacin en cualquier caso ya determinada, pero siempre ms
determinable ". Anteriormente ya hemos aludido de pasada a la estrategia sistmica de la
subjetivacin bajo el punto de vista de la autonoma sistmica, de la orientacin
informacional, selectiva. Ha de distinguirse, sin embargo, entre relatividad sistmica y
subjetividad de la seleccin. Todos los sistemas se hallan conectads con su mundo
mediante relaciones selectivas desde el momento en que presentan una complejidad de
menor grado, esto es: por la simple razn de que nunca la totalidad del mundo puede
resultarles relevante. Esta relacin se hace subjetiva (lo que quiere decir: conformadora
del mundo) slo en virtud de la formacin de sentido, ms concretamente: slo porque
selecciona un sentido que a un mismo tiempo remite al mundo de donde se le selecciona,
fundamentando as el carcter permanente de ste.
mediante el aumento de la velocidad. Ahora bien, todo lo hasta aqu dicho no es sino
punto de arranque para una reflexin en:torno a la cuestin de qu sentido tenga la
distincin de las dimensiones material y temporal a los efectos del mantenimiento de los
sistemas. Esta cuestin nos conduce directamente a los lmites del anlisis funcional (por
ms que se pueda recurrir a l al objeto de reducir el tamao de los problemas). La
asimetra de problema y prestacin, esencial para el anlisis funcional, apenas si puede
quedar garantizada, puesto que el problema del mantenimiento sistmico slo puede
pensarse sobre la base de una separacin de la dimensin material y la temporal, una
separacin que, por otra parte, ha de servir a ese mantenimiento.
En trminos generales, vid. al respecto Kenneth E. Boulding, The Image. Knowledge in
Life and Society, Ann Arbor, 1956. Adems, procedentes del campo de la teora de la
organizacin y la decisin, por ejemplo, Simon, op. cit., 1957, pgina 199; March y
Simon, op. cit., pgs. 151 s.; C. West Churchman y, Herbert B. Eisenberg, Deliberation
and Judgment, en Shelly II y Bryan (eds.), op. cit., pgs. 45-53, as como otras
contribuciones reunidas en el mismo volumen colectivo; Geoffrey Vickers, The Art of
Judgment. A Study of Policy Making, Londres, 1965, en especial pgs. 65 ss. A ttulo de
una teora sociolgica de signo correspondiente, vid. Peter L. Berger y Hansfried Kellner,
Die Ehe und die Konstruktion der Wirklichkeit, en Soziale Welt, 16 (1965), pgs. 220235. En la teora del organismo corresponde a ese principio de la subjetivizacin la ms
reciente doctrina ciberntica de los instintos entendiendo los instintos en su forma ms
compleja, en cuanto reduccin internamente motivada de un ambiente complejo en
extremo a informacin especificamente relevante. Cfr. Robert L. Marcus, The Nature of
Instinct and the Physical Bases of Libido, en General Systems, 7 (1962), pgs. 133-156.
Esta es una idea central de la fenomenologa husserliana. Vid., por ejemplo, Husserl,
op. cit., 1950 a, pg. 100.
169
u A este respecto, vid., ms detalladamente, Luhmann, op. cit., 1964 a, pginas 132 ss.
" Vid. Ashby, op. cit., 1952; pgs. 136 ss., 153 ss. Cfr. tambin Herbert A. Simon, The
Science of Management Decision, Nueva York, 1960, pgs. 40 ss., acerca de la
formacin de subsistemas en forma jerrquicamente ordenada como the adaptative form
for finite intelligence to assume in the face of complexity (43) y, ms detalladamente,
del mismo autor, The Architecture of Complexity, en Proceedings of the American
Philosophical Society, 106 (1962), pgs. 467-482.
171
porque, a causa de una independencia parcial de los elementos entre s, slo se dan
transmisiones de efectos que tengan un pleno sentido, funcionalmente hablando, o que
rebasen un cierto umbral de fuerza de perturbacin, esto es: infrecuentes en un ambiente
dado. Y si a ello ya se une una crtica ganancia de tiempo, la diferenciacin interna
posibilita una aceleracin de la adaptacin (pues el conjunto del sistema no ha de ser
modificado respectivamente), un incremento de la capacidad de aprendizaje mediante
especificacin y el mantenimiento a largo plazo de la adaptacin aprendida para posibles
casos en los sistemas parciales, que no se obstaculizan unos a otros, y, en general, una
descarga del exceso de complejidad en beneficio de los sistemas parciales. En este caso,
todo proceso parcial presupone prestaciones de seleccin del precedente, a la vez que los
contina, de manera que el flujo de comunicacin se halla ordenado en el sentido de una
continuada amplificacin de la selectividad'''. Las diferenciaciones internas en
consonancia con el sistema y sus procesos son las que posibilitan a aqul elaborar ms
complejidad ambiental de la que resultara posible a un sistema sencillo. Por ello, si se
contempla slo esta estrategia sistmica tambin se puede decir que la complejidad del
sistema ha de ajustarse a la complejidad ambiental para que l resulte relevante 31. El
sistema se encuentra entonces en condiciones de transformar complejidad exterior, esto
es: no dominable,, en interior, esto es: dominable, y elaborable en cuanto tal 32.
e) Todo fenmeno selectivo presupone puntos de vista de relevancia constantes que le
sirven de estructura, el hablar, por ejemplo, una lengua. Esta estructura ha de ser
determinada e indeterminada a un mismo tiempo determinada, para, en cuanto premisa
decisoria, poder servir de gua de la seleccin de informaciones y de las comunicaciones
que han de establecerse a su respecto; indeterminada, para poder absorber, sin necesidad
de modificar sus estructuras, el mayor grado posible de comple30 Vid. a este respecto el concepto de la supplementation (amplification) of selection en
Ashby, op. cit., 1956, pags. 258 s., 271 s.; tambin el concepto similar de los solution
generators en Newell, Shaw y Simon, op. cit., 1962, pgs. 77 ss.
31 Vid. al respecto Beer, op. cit., 1962, o 0. J. Harvey (ed.), Motivation and Social
Interaction. Cognitive Determinants, Nueva York, 1963, pgs. 95 ss., 134 ss.
32 Esta idea, en Milton G. Weinert, Observations on the Growth of InformationProcessing Centers, en Rubinstein y Haberstroh, op. cit., pgs. 147-156 (155).
172
jidad y variabilidad ambientales. En la extensin de la indeter, mutacin de la estructura
sistmica que un sistema pueda permitirse sin tener que reducir su potencial de seleccin
reside una nueva estrategia sistmica 33.
Estas diferentes estrategias fundamentales 34 son funcionalmente equivalentes en lo que
a sus relaciones mutuas atae. Por ello, pueden dentro de estos lmites ser permutables
entre s, substituirse unas a otras o, en combinacin, descargarse recprocamente. Un
sistema puede entregarse ms intensamente a la subjetivizacin, a la consecuencia
interna de sus representaciones; otro puede hacerlo ms bien echando mano de la
diferencia ambiental; otro tal vez est en condiciones de concretizar una estructura
sistmica muy elstica e indeterminada en soluciones utilizables en situaciones
cambiantes, etc. Pero como cada estrategia arroja problemas secundarios y tiene
consecuencias disfuncionales que se agudizan en la medida en que el sistema se apoya
exclusivamente en una de las estrategias fundamentales, las estrategias se presentarn,
prcticamente siempre, en combinaciones 35.
Semejantes combinaciones tienen, empero, sus propios problemas, ya que las estrategias
fundamentales slo limitadamente resultan compatibles. Por ejemplo, debera ser difcil
llevar muy lejos la diferenciacin interna si se deja en lo indeterminado a la estructura
sistmica 36; y la subjetivizaCin y la institucionali" Cfr. al efecto el estudio de Burns y Stalker, op. cit., en el que se contraponen las
organizaciones mecnicas (firmemente determinadas en lo estructural) y las
organizaciones orgnicas con un elevado grado de indeterminacin estructural,
constatando que estas ltimas se preservan mejor cuando en el ambiente se da un cambio
rpido e imprevisible. Adoctrinantes consideraciones en torno a la indeterminacin
estructural, sus funciones y sus consecuencias, se encuentran tambin en Dalton, op. cit.,
en especial pags. 243 ss.; Neil J. Smelser, Theory of Collective Behavior, Nueva York,
1963, en especial pginas 86 ss.; Kahn, Wolfe, Quinn y Snoek, op. cit. Como otro
ejemplo de la aplicacin de esta idea, vid. la interpretacin de la actividad decisoria en el
mbito del derecho a ttulo de reduccin de la indeterminacin estructural de un sistema
en Niklas Luhmann, Recht und Automation in der Oeffentlichen Verwaltung. Eine
verwaltungswissenschaftliche Untersuchung, Berln, 1966.
" Aqu no podemos elevar ninguna pretensin de demostracin de la integridad del
catlogo de esas estrategias, por no decir nada de su derivacin sistemtica. El actual
las restantes consecuencias del obrar, consistiendo a todo ello la actitud generalizada
precisamente en esa indiferencia, y b) mediante una generalizacin material del fin hasta
hacerlo una frmula universal de bienaventuranza, consistiendo en este caso la
generalizacin en la circunstancia de que resta abierta la cuestin de qu medios son los
que cumplen el fin y qu consecuencias derivadas sorprendentes son de esperar en el
Paraso. Como en tantas otras ocasiones, tambin aqu nos encontramos con posibilidades
enteramente contrarias, pero equivalentes desde el punto de vista funcional.
Los fines dan una visin elaborable en el seno del sistema al problema fundamental de la
conservacin de la existencia en el interior de un ambiente complejo y mutable que en
estrategia sistmica. Por ello, el principio de igualdad tampoco comprende un orden, sino
slo un esquema de un orden posible que requiere una concretizacin a travs de puntos
de vista de relevancia con :referencia a la seleccin de lo igual en la misma forma que
la causalidad requiere ser concretada por medio de establecimientos de fines. Por
consiguiente, igualdades en un sentido absoluto las hay tan poco como causas o efectos o
leyes causales en sentido absoluto. La interpretacin de la igualdad y la de la causalidad
guardan, pues, una estrecha relacin en lo que a la historia del pensa miento se refiere, y
no resulta posible su modificacin sin una atencin recproca. En cuanto estrategias
sistmicas, se liberan mutuamente, pues el esquema causal sirve para encontrar
igualdades en forma, concretamente, de equivalencias funcionales entre causas o
entre efectos y, por el contrario, las igualdades presupuestas garantizan la repetibilidad de
los decursos causales, esto es: permiten a un sistema ser indiferente con respecto a las
diferencias. Esta determinacin de la relacin a ttulo de liberacin mutua sucede al
antiguo principio de causa aequat effectum. Para una correspondiente interpretacin del
derecho fundamental de la igualdad ante la ley, cfr. Luhmann, op. cit., 1965 a, pginas
162 ss.
179
funcionalmente (si bien, naturalmente, no es que el hecho de ese uso est causalmente
explicado, sino que lo que est explicado, y funcionalmente, es su sentido). El concepto
de sistema nos sirve, pues, de base interpretativa de la categora causal y no, al revs, la
categora causal de base de explicacin de la existencia del sistema.
Adems, es importante para la teora sistmica el hecho de que la interpretacin del obrar
propio del sistema as como de los procesos internos que sirven a su preparacin, implica
una interpretacin del ambiente. Si el obrar propio es interpretado a la manera de un
fenmeno causal, el ambiente tambin. Esto es consecuencia de la expansividad y la
ilimitabilidad inmanentes al esquema causal. Sirve ste para traer al foco de nuestra atencin otras posibilidades de manera que no se les reduce a segmentos de la realidad o
incluso al obrar propio, razn esta por la que, a contrario, tampoco puede apartarse de
una interpretacin del ambiente dicho obrar. Los lmites sistmicos, no son, pues, lmites
de la esfera de relevancia de la causalidad. Los pro" Esta inteligencia de que los sistemas no pueden ser explicados por medio de causas
externas, sino que, por lo menos parcialmente, poseen en ellos mismos su fundamento, se
encuentra defendida con toda consecuencia en el materialismo dialctico. Vid., por
ejemplo, Georg Klaus, Das Verhltnis von Kausalitt und Teleologie in kybernetischer
Sicht, en Deutsche Zeitschrift fr Soziologie, 8 (1960), pgs. 1.266-1.277. En los
estudios sistmicos occidentales por lo general slo se encuentran notas que rechazan
toda demasiado simple causalidad lineal en sentido de la vieja teora de
stimulus/response. Vid., por ejemplo, procedentes de campos de trabajo enteramente
distintos: Lawrence J. Henderson, Paretos's General Sociology. A Physiologist's
Interpretation, Cambridge, Mass., 1935, pgs. 17 ss.; John B. Knox, The Sociology of
Industrial Relations, Nueva York, 1955, pg. 195; Wieser, op. cit., pgs. 11 s., 128 ss.;
Argyris, op. cit., 1962, pg. 63; John F. Kennedy, The System Approach. Organizational
Development, en Human Factors, 4 (1962), pgs. 25-52 (27); Beer, op. cit., 1962, por
ejemplo, pg. 71.
180
cesos causales fluyen desde el ambiente al sistema y viceversa 45, de modo que los
lmites sistmicos habrn de definirse de manera distinta, ms concretamente: por medio
de la formacin de estructuras, cuestin esta a la que hemos de retornar acto seguido.
Su universalidad, su ilimitabilidad y su variedad de contenido, que deja abiertas todas las
posibilidades, equipan al esquema causal para el cumplimiento de su funcin de eliminar
la complejidad del mundo. La complejidad material viene as definida como infinitud de
causas que dejan sentir su eficacia en todas las direcciones: cada una de ellas posee un
potencial determinado, muy difcil de calcular en el caso de las muchas posibles
combinaciones de causas. Y la variabilidad se muestra entonces como el fluido de la
transformacin de estas causas en efectos, los cuales, a su vez, tambin se tornan causas.
Con esta idea del mundo como armazn causal ya se est brindando una primera
racionalizacin, a saber: la del problema, el modo, de plantear cuestiones. Y en ello
estriba un notorio progreso frente al mero experimentar la complejidad y la variabilidad
como indeterminacin o como posibilidad de determinacin por una potencia
desconocida o imprevisible frente a una vivencia que se verifica en la incertidumbre y
el miedo. Este primer progreso, como lo muestra la funcin de las tcnicas mgicas del
trato con lo desconocido, ha sido de la mxima significacin para la estabilizacin de los
sistemas sociales. El lento avanzar del saber exacto en torno a relaciones causales
correctas (repetibles) slo ha sido posible sobre esa base, pero presupone en su avanzar
una mltiple redefinicin del sentido de la causalidad desde el sentido griego de una
gratitud del ser aparencial hasta la interpretacin aqu propuesta de la causalidad como
estrategia ambiental de los sistemas, pasando por la interpretacin como proceso
mecnico infinito propia de las ciencias naturales de la Edad Moderna.
La proposicin de referir la funcin causal al problema de la complejidad del mundo
tiene como base una reorientacin del inters de conocimiento, de las expectativas de
prestacin que se dirigen a la categora causal. En torno a ello ha de existir da" La ligazn causal del sistema con su ambiente queda expresada frecuentemente por
medio del concepto del sistema abierto, que a su vez dice que en la realidad no puede
menos, con un grado especificable de probabilidad) entre causas y efectos concretos: con
otras palabras: dirige su inters de conocimiento hacia leyes causales. Para ello, no
obstante, y al objeto de asegurar la determinacin y la univocidad de las relaciones, se ha
de presuponer que ya est reducida toda la complejidad en ambos lados de la relacin
causal, esto es: en el mbito de las causas y en el de los efectos. No puede tratar como
abiertas por principio ni la cuestin de las causas ni la de los efectos. Esta premisa es la
que se expresa habitualmente a travs de la clusula de caeteribus paribus. Con ello,
empero, no se ha agotado la capacidad de prestacin de la categora causal, que tambin
resulta apta para reflejar lo que se oculta tras esa clusula, y, ms concretamente, desde la
perspectiva de posibles relaciones de equivalencia entre varias causas y varios efectos. Si
con ese pensamiento se deja abierta por principio a otras posibilidades el lado de las
causas o el de los efectos, la complejidad a reducir puede quedar atrapada en el esquema
causal y ser representada desde una determinada perspectiva. La fijacin de unos efectos
sirve entonces no como punto de partida para la constatacin de aquellas causas que
engrendan necesariamente esos efectos, sino para la averiguacin de alternativas en el
mbito de las causas, esto es: de relaciones entre causas. De esa manera se ganan unas
posibilidades de estudio ms amplias que las que ante s tena la concepcin tradicional,
pero por lo dems no puede sentarse con certeza cul de las posibilidades equivalentes
ser la que se torne realidad ya que sta precisamente ha de ser contemplada como
equivalente en su potencialidad 46.
As pues, de un anlisis de equivalencias funcionales no puede esperarse ninguna
constatacin inequvoca de relaciones causa/ efecto. Para las ciencias de la accin
humana esto es menos trgico de lo que en principio pudiera pensarse; pues tampoco las
pre46 Vid. a este respecto lo ya expuesto arriba en pgs. 113 ss.
dicciones, por inequvocas
que sean, son normalmente una base suficiente para el obrar humano.
La funcin de la interpretacin causal consiste primeramente en el reflejo de la
complejidad, pero no se queda detenida aqu. Por encima de ello, su sentido es el de dar a
la complejidad y la variabilidad del ambiente sistmico una forma en la que se las pueda
reducir a estructuras susceptibles de ser objeto de una decisin. Esta reduccin puede
tener lugar por medio de procesos de establecimiento de fines, esto es (como ya hemos
expuesto anteriormente) 47: sealando como dignos de perseguirse, segn criterios de
ndole axiolgica, determinados efectos, y neutralizando, a un mismo tiempo, otros
aspectos valorativos de las consecuencias de la accin. El establecimiento de fines por
una parte, destaca de modo exclusivamente causal como relevantes en trminos
sistmicos una esfera de medios adecuados y de obstculos estratgicos. Todos los
dems rasgos del ambiente, por el contrario, quedan relegados al plano de lo indiferente,
de aquello que ni estorba ni sirve de ayuda. Por otra parte, el fin permite al sistema
considerar las consecuencias de esos medios que quedan fuera de l como despreciables
o, en todo caso, como costos con los que hay que transigir y que no impiden el obrar. El
fin santifica los medios; y se le debera abandonar si no hubiera medio alguno que
santificar. Slo en el caso de que se ofrezcan varios medios funcionalmente equivalentes
es posible considerar nuevas consecuencias a ttulo de criterios adicionales, como
condiciones marginales que tambin deberan cumplirse en la medida de lo posible.
El aislamiento de los medios adecuados y la neutralizacin de las consecuencias
constituyen tcnicas sistmicas de referencia finalista cuya funcin consiste en asegurar
un grado suficiente de indiferencia del sistema frente a su ambiente tanto en el mbito de
las causas como en la esfera de las consecuencias. La indiferencia as concebida
descansa en un proceso de absorcin de complejidad y mutabilidad que tiene lugar en dos
fases, separadas por la biparticin del suceso causal en causa y efecto: mediante el
anlisis de la adecuacin de las causas y, en el caso de que dicho anlisis arroje una
pluralidad de causas alternativas como medios adecuados, mediante un anlisis de
" Cfr. pgs. 42 ss.
182
183
las consecuencias 4s. A travs del establecimiento de fines los sistemas, as pues, se
liberan de innumerables aspectos de su ambiente, fijan lmites, adquieren autonoma, pero
tambin se arriesgan a desconocer hechos o transformaciones ambientales de importancia
vital.
En todo caso, hay un problema que queda en pie y que cobra, a partir de ahora, una
posicin central: con ocasin del estudio que en el Captulo Primero realizamos de la
accin final-racional caracterizamos la realizacin de valores orientada yak>, rativamente
como oportunista, mientras que sus neutralizaciones valorativas las calificamos como
permanente y exclusivamente provisionales. Ahora podemos ya ver que la aplicacin del
principio teleolgico al cumplimiento de funciones sistmicas fija lmites al
oportunismo. Si un sistema quisiera entenderse con su ambiente por medio de fines,
apoyar en fines su organizacin interna articulada segn pautas de divisin del trabajo y
aprender un comportamiento ajustado a los fines, debera estar en condiciones de dar a
stos una cierta permanencia. No puede, pues, desplazarse con criterios de mera
oportunidad entre sus diversos intereses axiolgicos. Esto quizs choque con principios
de la moral, pero en todo caso lo hace contra importantes exigencias del desarrollo
sistmico. El oportunismo es un ideal que en la prctica apenas se puede alcanzar, y al
que slo se
" Como es natural, en no raras ocasiones los procesos decisorios fcticos y los modelos
procesales de decisin racional son mucho ms complicados; pero en cualquier caso
consisten en una combinacin de esas dos fases. La complicacin ulterior comprende
una tcnica de reduccin de complejidad, razn sta por la que nos interesa en este
momento. Esta tcnica descansa sobre la circunstancia de que, a pesar de toda la
simplificacin acometida por el establecimiento de fines, con frecuencia resulta
prcticamente imposible averiguar ntegramente todas las causas idneas. Para salir de
esta dificultad se recurre a un balanceo entre anlisis de idoneidad y anlisis axiolgico.
Primeramente se procede a examinar las posibilidades del obrar ya conocidas o aquellas
que vienen pronto a la cabeza en lo que atae a sus consecuencias axiolgicas, a
neutralizar a travs del fin. Cuando, a causa de la imposibilidad de soportar la
neutralizacin, este examen no resulta satisfactorio se retrocede al anlisis de idoneidad,
y se busca, a base del fin, nuevas posibilidades idneas con unas secuelas de
neutralizacin aceptable. Este ir y venir se contina cumpliendo hasta el punto en que se
satisface o modifica el nivel de exigencias en lo concerniente a las secuelas. Como
ejemplo de modelo decisorio que, prestando atencin a la limitada capacidad humana de
comprobacin, presenta una estructura repetitiva semejante, cfr. Cyert, Feigenbaum y
March, op. cit., pgs. 81-95. Vid. tambin Cyert y March, op. cit., 1963, pgs. 83 ss. De
modo similar Dill, op. cit., 1962, pgs. 29-48 (34 ss.). Las ventajas de una tal tcnica
repetitiva son tambin habituales en la programacin de los equipos electrnicos de
ordenacin de datos. La descripcin usual de Ios procesos decisorios trabaja an, por el
contrario, con la hiptesis de una comprobacin nica e ntegra en todas las fases; vid.,
por ejemplo, Stahlmann, op. cit., pgs. 80 ss.
184
pueden acercar sistemas muy complejos. La necesidad de generalizar los fines se opone a
la necesidad de obrar con criterios oportunistas en situaciones axiolgicas complejas.
De esta manera emerge la suposicin de que las verdaderas dificultades del esquema de
fin/medios, las objeciones frente a su oportunismo, en modo alguno irrumpen en la teora
de la accin; por esta razn, no se las puede entender como una transgresin de un
cdigo absoluto, racional o moral, que norma la accin de modo inmediato, sino que
resultan de los problemas del desarrollo sistmico. Esto significara que no es posible tratarlas adecuadamente ni en una teora tica ni en una teora racional de la accin, sino
que pertenecen a la teora de sistemas, la nica que dispone de un marco de referencia
conceptual suficientemente complejo. Slo los sistemas pueden estar interesados en fijar
los fines ms all de su virtualidad en el caso concreto y estabilizar juicios de valor
unilaterales y neutralizaciones de valores. Quien pretenda estudiar las condiciones y los
lmites de semejantes fijaciones programticas y de la injusticia en ellas contenida ,
fracasar en el plano de la accin o, en su caso, tendr que refugiarse en premisas
infundamentables que anticipen el resultado. Slo la teora sistmica brinda un modelo
suficientemente complejo a este problema. Los conceptos de oportunismo y
generalizacin son conceptos propios de la teora de los sistemas.
Las reflexiones que siguen se sitan bajo la idea conductora de este' dilema de
oportunismo contra generalizacin y tratarn de buscar posibilidades de atenuar ese
dilema. Presupuesto fundamental de toda solucin lo es un nivel de diferenciacin ambiental en correspondencia a la especifilacin de los fines. Junto a ello hay una serie de
estrategias internas a travs de las que los sistemas pueden suavizar las repercusiones
inmediatas de la contradiccin. El problema de este dilema se puede redefinir y reducir en
particular mediante la variacin del grado de determinacin del establecimiento de los
fines, mediante la aceptacin de fines contradictorios y haciendo que equivalentes
funciona49 Este concepto ha de patentizar esquemticamente una consecuencia esencial: que, si
esas consideraciones son acertadas, tambin la teora jurdica ha de dejar de ser una
variedad de la tica y convertirse en una teora estructural del sistema social. Reflexiones
de capital significacin en ese sentido se encuentran en Santi Romano, L'ordinamento
giuridico. Studi sul concetto, le forzti e i caratteri del diritto, I, Pisa, 1918.
185
les suplan de modo total o parcial la orientacin teleolgica. Los temas as perfilados se
han de estudiar en los siguientes epgrafes de este Captulo. En el Captulo Quinto, por
otra parte, nos habremos de ocupar ms detalladamente de cmo el residuo de este
problema que queda an por dominar pesa sobre la programacin de la accin finalista.
3. ESPECIFICACION DE FINES, DIFERENCIACION AMBIENTAL
Y MEDIOS GENERALIZADOS DE LA SOLUCION DE PROBLEMAS
La diferenciacin ambiental no es tan slo un fenmeno fcticamente predeterminado,
sino que tambin se la puede entender y racionalizar a ttulo de estrategia sistmica. Un
sistema puede simplificar su ambiente extremadamente complejo a base de distinguir
diversos sectores ambientales y tratarlos de un modo tambin distinto. Ahora bien, en las
tinieblas originarias no sera posible un proceder semejante, pues presupone que el
mundo est ya diferenciado, que presenta distinciones, discontinuidades y procesos de
formacin sistmica. Slo en referencia a una diferenciacin del mundo ya dada puede el
sistema elegir una estrategia de diferenciacin ambiental. Slo si la economa est diferenciada en una serie de empresas e intereses de consumo y ordenada segn principios de
mercado, puede una empresa buscar sus mercados y extraer una utilidad de las
diferencias de intereses que en aqullos se dan. Slo cuando el ambiente social ha
traspasado un determinado umbral de diferenciacin pueden constituirse sistemas de
accin de fines relativamente especficos y, en sentido inverso, la constitucin de tales
sistemas puede llegar a ser un verdadero momento en el proceso global de la diferenciacin social. El fin del sistema aparece entonces precisado como el output, el
servicio que se presta a un sector determinado del ambiente. No obstante, esto slo tiene
sentido y asegura la existencia del sistema que realiza la prestacin si ese sector ambiental la aprecia y si el mismo u otros sistemas ambientales aciertan a darla prestancia en
una forma tan general que el sistema en cuestin obtenga as la posibilidad de solventar
sus problemas como tal sistema y mantenerse en vida.
186
Estas condiciones estn relacionadas entre s; estn abocadas la una a la otra, y, por ello,
no es un asunto simple de causalidad rectilnea la constitucin de una situacin social
semejante. La diferenciacin ambienta], la especificacin de los fines y los medios
generalizados de la solucin de los problemas slo pueden desarrollarse conjuntamente y
estabilizarse en relacin unos a los otros. Una vez que se ha impuesto un orden global
semejante, a los sistemas implicados les resulta posible, con todas sus ventajas, en
especial las de la descomplejizacin y el aprendizaje, perseguir determinados fines
duraderos de un modo relativamente unilateral, despreocupado y pertinaz. Las
unilateralidades de la racionalidad teleolgica ya no se ven equilibradas merced a una
moral comn, pero s de una manera institucionalizada ". Ciertamente tambin los
sistemas estructurados con especificacin de fines han de resolver ms problemas de los
que se expresan en el cumplimiento de los fines; pero en tanto en cuanto cumplen su fin,
se ven abastecidos ahora de medios soluciona-dores utilizables de modo relativamente
general, como, por ejemplo, dinero. As, pues, pueden permitirse utilizar su fin como
frmula sustitutoria de su problema existencial y tratarle, trocando la evaluacin social,
como medio de autoconservacin.
La institucionalizacin de medios solucionadores generalizados posibilita, pues, una
inversin de los puntos de vista de fin/medios en el seno de los diversos sistemas. No es
slo que un sistema pueda utilizar como medio lo que es el fin de otro; sucede tambin
que este otro puede racionalizar su fin propio como medio de autoconservacin, esto es:
someterle a puntos de vista axiolgicos diversos de los del sistema al que se rinde la
prestacin teleolgica. Esta pauta fundamental del trueque del esquema de fin/ medios
un fenmeno muy malentendido y muchas veces maldito, propio de rdenes sociales
diferenciados no es otra cosa sino un oportunismo congelado por va institucional. En
l encontramos un equivalente funcional de un ilimitado oportunismo de accin que
incurre en contradiccin con las exigencias de los
5 Esta fundamental inteligencia procede, como es sabido, de Emile Durkheim, De la
division du travail social, 7. ed., Pars, 1960 (primera ed., 1893). A continuacin suya,
ha sido Parsons a quien las disgresiones que siguen deben ms de que en concreto se
pueda testimoniar, uno de los que ms se ha ocupado de ese crculo de cuestiones. Como
continuacin de la idea durkheimiana, vid. concretamente: Talcott Parsons, Durkbeim's
Contribution to the Theory of Integration of Social Systems, en Kurt H. Wolff (ed.),
Emile Durkheim, 1858-1917, Columbus, Oho, 1960, pgs. 118-153 (en especial 130 ss.).
187
Semejante orden depende de modo decisivo de que estn presentes y funcionen, tanto en
el trfico entre los sistemas como en el seno de los sistemas mismos, los medios
solucionadores generalizados a que hemos hecho referencia. Su capacidad de contribuir a
solucionar problemas ha de ser transmisible y relativamente inespecfica, esto es: estar
garantizada con independencia de quin, cundo y qu problemas se solucionan a su
travs. Un sistema que posea medios solucionadores generalizados tiene con ello,
pues, la seguridad actual de poder dominar, dentro del alcance de esos medios, problemas
futuros de naturaleza an desconocida, imprevisible incluso. La posesin de semejantes
medios es as, pues, un equivalente funcional de la informacin y la previsin, esto es: un
equivalente de certidumbre s' que protege al sistema frente a una (limitada) multiplicidad
de eventos futuros que, si se dispone de esos medios solucionadores generalizados, no
representan ningn problema insoluble y no necesitan ser anticipados. Estando en
posesin de esos medios, uno puede sentirse seguro an sin previsin y, por ello, comprometerse en fines especficos de manera tan unilateral y tan a
" Esta idea ha sido particularmente elaborada para el caso del dinero en la discusin de
los economistas en torno al concepto de la liquidez, sumndose a John Maynard Keynes.
Vid. especialmente Andreas Paulsen, Liquiditt und Risiko in der wtrtschaftlichen
Entwicklung, Francfort/M. y Berln, 1950; Gnter Schm61- dors, John Maynard Keynes
Beitrag zur konomischen Verhaltensforschung, en G. Schmlders, R. Schriider y H. St.
Seidenfus, John Maynard Keynes als Psychologe, Berln, 1956, pgs. 7-24 (8 ss.); del
mismo autor, The Liquidity Theory of Money, en Kyklos, 13 (1960), pgs. 346-360;
Krsselberg, op. cit., pgs. 127 ss. Con el mismo derecho, sin embargo, vale para el caso
del poder y tambin, perceptible con menos facilidad, para el de la formacin de
sentimientos, pues
i
tambin la formacin de un sentimiento permite un elevado grado de ndife- rencia frente
a aspectos oscurecidos, es una profetizacin que genera un propio cumplimiento en lo
positivo o en lo negativo, convirtindose, por ende, en un equivalente de certidumbre.
188
largo plazo. Como mejor puede mostrarse la manera en que los medios funcionan y los
lmites que les estn impuestos es a base de algunos ejemplos 52: para la solucin de
problemas econmicos, esto es: de aquellos que envuelven un acuerdo temporal acerca
del uso de objetos a efectos de la satisfaccin de necesidades, es de muy alta significacin
la institucin del dinero. Cumple ste, de modo especialmente caracterstico, la funcin
de un medio generalizado. El dinero puede transmitirse. Su posesin no significa decisin
alguna en torno a quin, cundo, qu necesidades se han de satisfacer definitivamente a
su travs, pero en cualquier caso asegura in abstracto la no especificada libertad de la
satisfaccin de necesidades.
Esta libertad descansa en una generalizacin de oportunidades de intercambio en tres
direcciones distintas: temporalmente el dinero sirve de equivalente de certidumbre en la
medida en que asegura ya actualmente posibilidades futuras de intercambio;
materialmente sirve de criterio valorativo desde l momento en que hace comparables
oportunidades de intercambio de distinta naturaleza; socialmente sirve de medio de
intercambio con respecto a terceros an indeterminados y que, dado el caso, resultan
permutables. En cada una de estas tres dimensiones, la libertad consiste en una
indiferencia frente a las diferencias dimensionales tpicas, ms concretamente: los
momentos, las diversidades materiales y las otras partes de una relacin de intercambio.
La seguridad de esta indiferencia generalizante descansa en el hecho de que las
generalizaciones en cada una de las dimensiones en particular se posibilitan y apoyan
recprocamente. Slo en conjuncin resultan institucionalizables.
Una indiferencia as generalizada y asegurada es, por su parte, reduccin de complejidad,
integrando el complemento necesario de toda elevada especificacin de los intereses
sistmicos, una salvaguardia imprescindible. La economa dineraria es, pues, presupuesto absoluto de cualquier especificacin de los fines de los sistemas sociales digna
sus decisiones. Por otra parte, bajo el aspecto de fines especficos, esa racionalizacin
requiere siempre fijacin del dinero a medios especficos y, con ello, prdida de liquidez,
prdida de la certidumbre de poder resolver problemas futuros e imprevistos. Todas las
decisiones de inversin deben, por consiguiente procurar un equilibrio entre la maximizacin racional de las utilidades, por una parte, y la maximizacin de la certidumbre, por
la otra, entre ansias de ganancia y requisitos de seguridad, un equilibrio que, en cuanto
tal, puede ser objeto de programacin racional ".
Otro ejemplo es el que nos proporciona la categora de poder legtimo, consistente en la
influencia generalizada s' para inducir a otras personas a un comportamiento no
determinado con anticipacin, pero determinable, y que stas no haban de escoger por s
mismas. Al descansar sobre una serie de factores, que resultan sustituibles entre s dentro
de ciertos lmites, puede ser, por consiguiente, independiente en amplia medida de
fundamentos especficos. Entre los componentes elementales de poder en el seno de
ordenaciones sociales simples destacan la superioridad fsica (posibilidad de ejercer
coercin) y la realizacin de obras que obligan a agradecimiento y que el inferior no
puede compensar instantneamente, obligndole, pues, en trminos indeterminados.
Ambos fundamentos dan al detentador del poder un potencial de determinacin de la
situacin utilizable mltiplemente que se ve amplificado y que se torna crnico si los
sometidos se orientan, anticipadamente, de acuerdo con las posibles reacciones
Cfr. al respecto Horst Albach, Investition und Liquiditt, Wiesbaden, 1962.
" Y, cn verdad, como influencia generalizada precisamente en tres dimensiones. A este respecto, con ms detalle, Luhmann, op. cit., 1964 a, pgs. 123 ss.
190
de aqul. En ordenaciones sociales ms complicadas el poder ya no slo indirectamente
reposa sobre esos fundamentos elementales, que presuponen contacto personal, sino, que
por encima de ello y de manera especial, lo hace sobre factores ms plsticos, como el
dinero, un consenso con posibilidades de ser fingido, prestigio social y una independencia
propia que posibilita retirarse de una cooperacin que otros estiman valiosa.
En la medida en que un sistema cuenta con poder puede perseguir fines especficos y
echar sobre las espaldas del ambiente los problemas que quedan sin solucin, en especial
los relativos a la procuracin de los medios. Ahora bien, como quiera que el poder no se
ve cumplimentado automticamente con el logro de los fines en el mismo sentido que el
dinero y que su conquista y conservacin requieren especiales esfuerzos, la
especificacin de los fines tiene unos lmites en aquellos sistemas que descansan
primariamente sobre el poder. Junto a los esfuerzos en pro del logro de los fines, tambin
han de ocuparse de la conservacin y el incremento de su poder.
Adems, tambin habr que citar aqu el hecho sencillo, pero tan lleno de presupuestos,
del compromiso personal y el gozo que se experimenta ante fines especficos. Siempre y
cuando no se quiera recurrir al viejo principio del placer n, no disponemos de un trmino
unitario para referirnos a ese hecho. Que tambin aqu puede un medio generalizado estar
al servicio de la especificacin de las prestaciones es algo que no aparece tan claro y que,
por ello, necesita ser especialmente subrayado.
Mientras que los medios sealados anteriormente se refieren primariamente a problemas
econmicos o, en su caso, polticos (al margen del tipo de sistema en que se piense), aqu
se atiende a la estructura generalizable de la personalidad que puede mover y motivar a
las personas a asumir sobre s mismas considerables gravmenes del comportamiento por
mor de unos efectos muy limitados y tal vez muy restringidos slo porque les causa
placer. El compromiso por un asunto muy especial puede ser, a todo ello, general en la
medida en que puede existir con independencia de lo que en concreto se haya de hacer y
sufrir por su causa.
" Vid. la correspondiente interpretacin del mecanismo freudiano del placer por Talcott
Parsons, Social Structure and Personality, Nueva York y Londres, 1964, pgs. 116 ss.
191
Las reservas de este tipo, empero, estn enteramente fijadas de modo instintivo. Crean
una generalizada capacidad de adaptacin para el sistema de la personalidad, pero lo
mismo no ocurre sin ms cuando se trata de sistemas sociales. Se encuentran tan
193
el sistema debe calcular aqu si para determinados fines se puede procurar realmente
alegra e informacin veraz, o si, por el contrario, se puede prescindir de ello. En todo
caso, a la racionalizacin subyace una disposicin de medios generalizados escasos.
En la dificultad de una tal disposicin sobre medios y en sus criterios de racionalidad se
reflejan para el sistema a un mismo tiempo los costes de su libertad frente a vinculaciones
axiolgicas exteriores ". El sistema disfruta de una autonoma relativa, pero pese a ello ha
de prestar atencin a la dependencia con respecto a su ambiente social en la particular
forma de decisiones continuas en torno al empleo de medios escasos a ttulo de medios
stricto sensu. Vinculado a su ambiente no queda el sistema, ciertamente, desde la
perspectiva de unas lealtades normadas en su contenido, pero s desde la de la
insuficiencia.
Este reajuste tiene la considerable ventaja de que el sistema puede llevar su dependencia
ambiental a la propia esfera de disposicin, definirla all como problema y compensarla
racionalmente con los requisitos de la propia pervivencia.
4. GRADO DE DETERMINACION DEL ESTABLECIMIENTO DE FINES
El establecimiento de fines, segn lo que hasta aqu hemos aprendido acerca de su
funcin, no es en s mismo una garanta de xito, y, no digamos, un puro acto
cognoscitivo que presenta un orden previamente dado y evidente por s solo en el sentido
de la vieja frmula: ex se patet, quod optatur. Los fines correctos no son algo que se
encuentre con facilidad. Su constatacin es,
" Esta libertad de vinculaciones axiolgicas exteriores, que puede procurar medios
generalizados, se considera con relativa frecuencia como un argumento en favor de la
libertad axiolgica de las ciencias que se ocupan de la puesta en accin de esos medios.
Esta idea cumple una funcin en la sociologa de la burocracia de Max Weber. Como un
intento de fundamentar la libertad de enjuiciamiento axiolgico de las ciencias
econmicas sobre un mbito de medios neutrales en s, vid. Rittig, op. cit., pgs. 79102. La deduccin de la libertad valorativa de la ciencia partiendo de la independencia
ambiental relativa y valorativa de ciertos sistemas de accin, como no poda ser de otra
manera, no resulta concluyente sin ms.
194
ms bien, un difcil cometido, un proceso decisorio sistmicointerno que, estando preciso de racionalizacin l mismo, no
puede orientarse en ello de acuerdo con fines predeterminados.
El margen de accin de este proceso de establecimiento de fines se ve abierto, para
empezar, por la posibilidad de elegir entre fines materialmente diversos. En teora puede
entenderse, juntamente con el esquema causal, hasta el infinito, por ms que raras veces
ocurrir que un sistema pase de ser una institucin tutelar para hurfanos a constituir una
empresa dedicada al cultivo de fresas. Un cambio radical en los fines estar ligado en la
mayora de los casos a una liquidacin y una nueva fundacin, pues apenas tendra
sentido y slo sera una carga para la preservacin de la identidad del sistema. Junto a
esta idea de eleccin de fines que nos apremia primeramente si stos vienen imaginados
como disponibles, existe otra dimensin del margen de decisin que tal vez posea la
mayor significacin prctica, a saber: la eleccin del grado de determinacin de la
formulacin de los fines".
Ya hemos apuntado arriba " que el fin puede cumplir de dos maneras distintas la funcin
de una generalizacin coordinadora:
" Obviamente, no es posible separar plenamente ambas dimensiones. Un fin acierta a
cubrir tantos ms efectos materialmente diversos cuanto ms general y polivalente se le
escoge. En el marco de unos fines generales vagamente representados resultan posibles,
pues, tambin considerables desplazamientos del centro de inters, que en el caso de una
ms precisa concepcin del fin habran de acreditarse a ttulo de variacin teleolgica.
Cuanto ms importante se vuelve mantener un sistema y cuanto ms irracional se hace un
desarrollo a travs de la quiebra y la refundacin, tanto ms elsticos en su formulacin
han de ser los fines sistmicos, y esto es algo que se puede conseguir dejando indeterminados a dichos fines o institucionalizndolos de modo tal que sean susceptibles de
variacin.
" Esta concepcin de que la especificacin de los fines sera una variable para la que,
segn las circunstancias, podran tener pleno sentido diferentes valores, se sita en el
lugar de la vieja tesis de la teora de la organizacin segn la cual los fines se habran de
definir siempre con la mayor claridad posible. Como ejemplos de una convencida
exposicin de la tesis clsica de que con la clara definicin de los fines el xito resulta va
casi perceptible, vid. Marshall E. Dimock, The Executive in Action, Nueva York y
Londres, 1945, pg. 54. La ms reciente concepcin de la determinacin de los fines en
cuanto variable se encuentra, por ejemplo, en Bowen, op. cit., pg. 16; Victor A.
Thompson, The Regulatory Process in OPA-Rationing, Nueva York, 1950, pgs. 202 ss.;
James D. Thompson y Frederik L. Bates, Technology, Organization, and
Administration, en Administrative Science Quarterly, 2 (1957), pgs. 325-343 (327 ss.);
Mayntz, op. cit., 1963, pgs. 66 ss.; Scott, op. cit., pgs. 492 s.; Gross, op. cit., 1964,
pginas 494 ss.; Katz y Kahn, op. cit., pgs. 266 ss.; W. Keit Warner y A. Eugene
Havens, Goal Displacement and the Intangibility of Organizational Goals, en
Administrative Science Quarterly, 12 (1968), pgs. 539-555. Con ello no slo se
reconoce que la precisin de los fines sistmicos a veces resulta difcil o enteramente
imposible, sino adems que puede ser perjudicial, esto es: que tambin los fines
indeterminados presentan por su parte determinadas ventajas.
195
mediante la abstraccin de unos efectos especficos con indiferencia frente a otras
consecuencias del obrar o mediante la creacin, en virtud de una generalizacin de
contenido, de una representacin ideal que se mantiene indeterminada y que deja
enteramente abierta la cuestin de qu caminos si acaso alguno conducen al fin.
Entre ambos casos extremos, que no han de entenderse a la manera de una dicotoma,
sino como las marcas fronterizas de una sola dimensin, se encuentran las posibilidades
racionales. En el seno de una orientacin teleolgica material, la formulacin de los fines
puede ser hecha objeto de variacin en su generalidad y en su ambigedad ". Los fines,
por ello, al revs de lo que sostiene, por ejemplo, la teora ciberntica de los fines 60, no
son siempre efectos empricos inequvocamente concebidos de la accin, como, por
ejemplo, un rbol frutal (a plantar) en una huerta, sino variables cuyo carcter inequvoco
y cuya proximidad a la accin pueden variar dentro de una general orientacin de sentido
y que tal vez varan de una decisin a otra. La misma repetibilidad del fin, que tambin la
ciberntica postula, exige un mnimo de abstraccin frente a las condiciones concretas.
En el cuidado de la huerta, por no salirnos del ejemplo, uno puede dejarse guiar por la
vista que se obtiene mirando desde el saln, por los frutos que se espera conseguir o por
los problemas con los vecinos, y proponerse esttica, utilidad o paz (o guerra) como
fines. Normalmente, el fin prximo se concibe a estos efectos como medio para el fin a
largo plazo. Esto supone ya, sin embargo, una interpretacin determinada de la variable
teleolgica que queremos investigar y que, por eso mismo, no ha de subyacer a nuestra
investigacin. Primeramente hemos de comprobar la concepcin de la especificacin de
los fines como variable y, con ayuda de las inteligencias que poseemos acerca de la
compleja relacin de sentido de la funcin teleolgica, averiguar qu posibilidades
tcticas y qu secuelas acompaan al cumplimiento de ese margen de variacin.
La variacin del grado de especificacin de los fines es la forma y manera en que se
pueden combinar las distintas direcciones funcionales del establecimiento de fines. Slo
porque el principio teleolgico es elstico en este sentido, puede experimentarse como
subjetivo un proceso de establecimiento de fines, se le puede adaptar a las instituciones
y diferenciaciones del am" Cap. 3, pgs. 194 ss.
Cfr. su crtica supra, cap. 3, epgrafe 5.
196
biente y formular de un modo indeterminado en medida suficiente a las necesidades
internas y, a un mismo tiempo, no obstante, instructivo y diferenciable. Estas distintas
una regla de distribucin relativa al excedente. Requiere que todas las relaciones
ambientales del sistema sean llevadas, mediante clculo diferencial, a valores-lmite,
salvo la relacin con respecto al propietario, a quien fluye, pues todo el beneficio.
Enteramente al margen de los problemas de clculo a ellos unidos, se plantea, empero, la
cuestin de si esa regla de distribucin es siempre racional y si su fusin con el principio
de racionalizacin del sistema lo es tambin. Otras objeciones adicionales se pueden
encontrar en Bendixen, op. cit.
Cap. 3, epgrafe 2.
e Particularmente interesante es, en esta cuestin, la posicin de Barnard, op. cit., pgs.,
19 ss., 55 ss., 136 ss., cuya obra ha sentado, aqu como en otras ocasiones, un cimiento,
sin que el propio Barnard llegara a poseer plena claridad en torno a las consecuencias de
sus conceptos. Barnard distingue effectiveness el mero cumplimiento de los fines y
efficiency en cuanto evaluacin de las secuelas que independientemente del
cumplimiento de los fines, pueden resultar satisfactorias o no satisfactorias sin que por
ello, como por lo dems sera lo habitual, se estuviera aludiendo a la persecucin de
soluciones ptimas. Uno de los muchos aspectos de esta distincin consiste en que presupone que los fines estn definidos demasiado especficamente como para bastar a un
sistema como base decisoria, de manera que en el mbito de las secuelas por ellos
neutralizadas se ha de hacer intervenir todava a un nuevo criterio decisorio. Este criterio
secundario conduce en Barnard ya claramente al modelo sistmico.
198
derse como una administracin democrtica y social algo hoy evidente ha de prestar
atencin a todas y cada una de las consecuencias axiolgicamente relevantes de su obrar
hasta donde alcance su capacidad decisoria. A causa de esta circunstancia le es imposible
permitirse una neutralizacin de las consecuencias, esto es: especificacin de los fines 65.
Pues no tendra sentido alguno prestar atencin a algunas consecuencias perseguidas
cuando tambin se ha de atender a todas las restantes y no se puede dar a aqullas la
primaca a priori 66. Por las mismas razones, la pretensin de soberana propia del
Estado se encuentra en directa contradiccin con el principio teleolgico. La
administracin del Estado puede ciertamente cumplir numerosas tareas particulares, pero
no dedicarse a un fin especfico y racionalizarse por relacin a l.
La discusin en torno al fin del Estado 67 no ha podido, por ello, llevar ms all de
frmulas vacas como fomento del bien comn o salvaguardia del inters pblico o
de concepciones parciales e insuficientes como la frmula liberal del aseguramiento de la
libertad en el marco de una convivencia conformada por el derecho. Incluso esta frmula
liberal, por no hablar de otras ms precisas definiciones de los fines, resulta hoy de imposible institucionalizacin en el ambiente. Estn demasiado estrechamente construidas
como para asegurar al sistema poltico el apoyo necesario de su ambiente societal, en
particular poder y legitimidad para sus decisiones. El sistema poltico debe, pues, para
poder activar a travs de sus fines el apoyo necesario, formular los fines del Estado de un
modo tan amplio y vago que en definitiva resulten susceptibles de crear un consenso en
torno a ellos; pero, a cambio, fracasan en cuanto estructura de racionalizacin, de
divisin del trabajo y de control. Los fines del Estado,
" A este respecto, vid. particularmente Dewey, op. cit., 1927, quien contempla en ello el
soporte de la distincin entre accin pblica y privada. De ello extrae consecuencias
respecto a la administracin pblica Edward C. Banfield, Ends and Means in Planning,
en International Social Science Jourrzal, 11 (1959), pginas 361-368, reimpreso con
correcciones en Sidney Mailick y Edwards H. Van Ness (eds.), Concepts and Issues in
Administrative Behavior, Englewood Cliffs, N. J., 1962, pgs. 70-80.
66 Vid. tambin, no obstante, la aguda atenuacin que propone Simon, op. cit., 1955 a,
pgs. 121 s.: El administrador no debera prestar atencin a consecuencias no pretendidas
fuera de su horizonte de cometidos en el momento de planificacin, sino slo en el caso
de que se produjeran de hecho. Semejante derecho a echar adelante primero y despus
curar, ahora bien, apenas podr encontrar justificacin y, adems, es dudosa la
racionalidad de esta solucin.
" Vid. al respecto supra, pgs. 86 ss.
199
con otras palabras, estn reservados para una funcin ideolgica; en su versin global no
sirven de programa decisorio.
Por esta razn, el sistema poltico necesita criterios decisorios secundarios, y,
ciertamente, al contrario de lo que sucede en la empresa privada, no a causa de un exceso,
sino de un defecto de especificacin de sus fines. Las requeridas directrices decisorias no
pueden hallarse mediante un anlisis de fines meramente intrasistmico. Su construccin
tiene lugar fuera de la burocracia estatal, pero an dentro del sistema poltico lato sensu,
concretamente en el campo de los procesos polticos de formacin de poder y opinin. A
todo ello, el bien comn como fin del Estado slo sirve como regla de descripcin y
como facilidad dada a efectos de fundamentacin; los criterios propiamente dichos
estriban en el valor que en trminos de poder y consenso ostentan los respectivos
programas. Estos programas polticos se les pasa a continuacin a los centros decisorios
burocrticos para la concretizacin de los fines del Estado por diversas vas, sobre todo
mediante las asignaciones financieras y la nomtesis. La separacin de poltica y
administracin ", la centralizacin de la Hacienda a travs del presupuesto y el Estado de
derecho son, en esta perspectiva, fenmenos sustitutorios de la pura racionalidad
teleolgica, compensadores del defecto de funcin que el principio teleolgico tiene en el
caso del sistema poltico.
Unas consideraciones que introducimos a efectos de control pueden apoyar esta tesis. En
los pases en vas de desarrollo, en los que ha sido posible institucionalizar el
relativamente bien perfilado objetivo del desarrollo econmico del pas como el fin del
Estado por excelencia, el sistema poltico presenta un grado de especificacin de los fines
inalcanzable para nosotros. Slo por ello, los procesos polticos de la bsqueda del
consenso, de la articulacin y mediacin de intereses, los mismos procedimientos
democrticos de formacin de opinin, quedan all postergados. En ellos no se
produce una separacin, en roles, de poltica y administracin ni un Estado de derecho,
sino que el partido poltico, en ejecucin de aquel fin del Estado, formula las preferencias de desarrollo, de acuerdo con las que el apartado administrativo esboza y cumple
sus planes, y trata de movilizar a la
68 A este respecto, vid., ms detallado, Luhmann, op. cit., 1965 a, pgs. 148 ss., y del
mismo autor, Politische Planung, en Jahrbuch fr Sozialwissenschaft, 17 (1966), pgs.
271-297.
200
poblacin en el sentido de esta preferencia. La problemtica reside en un eje distinto,
concretamente en que la burocracia, concebida segn mdulos racional-teleolgicos,
slo con dificultades puede desprenderse de una sociedad de orientacin tradicional, de
manera que corre el riesgo de verse corrompida en sus entraas a causa de las
expectativas institucionalizadas de signo contrario, como, por ejemplo, la de los favores
de amigo. Ah se muestran los lmites de la institucionalizacin del principio teleolgico que la estructura oficial presupone. Manifiesto es el intenso desnivel que en
esta institucionalizacin existe desde la Unin Sovitica hasta el Africa Tropical, pasando
por los estados del Asia meridional.
Tambin en la tipologa formal jurdico-organizacional de las unidades administrativas se
manifiesta la circunstancia de que la indeterminacin de la frmula teleolgica obliga a
una ms intensa cooperacin entre administracin y pblico 69. Si dichas unidades se
encuentran estructuradas de una manera difusa en lo que a sus fines atae, se ven en la
necesidad de, a la hora de desarrollar sus programas concretos de accin, dar valor al consenso y la cooperacin con su pblico. Quedan entonces organizadas como
corporaciones, lo que significa que el pblico de la organizacin burocrtica adquiere en
el seno del sistema el status de miembro y puede articular y hacer valer sus intereses en el
marco de esa organizacin corporativa por ejemplo, mediante los parlamentos, las
representaciones municipales, las asambleas de representantes de las entidades gestoras
de la seguridad social. Cuando es posible especificar y concretizar el fin en un
instrumentario tcnico, la forma jurdica a considerar es la del organismo administrativo
gobernada de modo continuado por un titular sin participacin esencial de los afectados y
puesta as en contacto con los intereses de un pblico ms amplio. Y si ese gobierno
continuado es tambin imprescindible porque existe un fin reconocido en trminos
generales y para el que se prev una dotacin y que puede ser fijado inequvoca y
duraderamente, se escoge como ms adecuada la forma jurdica de la fundacin. Estas
tres formas jurdicas agotan los tipos de organizacin posibles del derecho administrativo
alemn.
69 A este respecto, cfr. Wolff, op. cit., 1962, pgs. 128 ss.
201
La legalidad que en - ello se patentiza va, naturalmente, ms all de la administracin
pblica alemana. Es as como, por ejemplo, estudios norteamericanos pueden corroborar
la idea de que la problemtica considerada se repite en el plano de los organismos
autnomos o establecimientos ". All donde el temple poltico de estos centros no es
suficiente para garantizar el necesario apoyo ambiental a unos fines especficos, definidos
operacionalmente, estos mismos centros se ven precisados a pasar a formulaciones de
fines ms amplias, a fines bienestaristas de ndole ms general que ya pueden ser
desarrollados en detalle manteniendo un fluido contacto con l ambiente. Los fines
resultan entonces demasiado vagos como para que se les pueda convertir en medios en
virtud de consideraciones meramente internas; este proceso, por contra, ha de verificarse
ahora mediante la captacin de personas procedentes del ambiente (Selznick: cooptacin)
. Es el ambiente, as, pues, el medio en que se verifica su conduccin ''. De este modo, sin
embargo, el sistema se libera a un tiempo de un gobierno racional y planeado y de un
control de sus rendimientos ". La funcin racionalizadora del fin cae sacrificada ante su
funcin adaptativa.
Afn a este rodeo que se da a travs de los deseos de la clientela, pero con una
orientacin distinta, es una salida por la que pugna el sistema escolar (universidades
incluidas). Tampoco aqu, ante la diversidad de los objetivos de formacin perseguidos
" Philip Selznick, TVA and the Grass Roots, Berkeley y Los Angeles, 1949, y Burton R.
Clark, Adult Education in Transition. A Study of Institutional In- security, en
University of California Publications in Sociology and Social Institutions, 1, 2 (1956),
pgs. 43-202, as como del mismo autor, Organizational Adaptation and Precarious
Values. A Case Study, en American Sociological Review, 21 (1956), pgs. 327-336.
" A este respecto, cfr. tambin la concepcin cercana de David B. Truman, The
Governmental Process. Political Interests and Public Opinion, Nueva York, 1951, 8.'
impresin, 1962, pgs. 463 ss., quien, no obstante, contempla a la administracin en su
papel ms activo: en virtud de unos indeterminados establecimientos de fines se ve
necesitada a intervenir propagandsticamente en su ambiente.
" Vid. a este respecto tambin la service orientation de una organizacin para la
educacin de adultos (descrita por Clark, op. cit., 1956), en virtud de la cual los cursos
ofrecidos se guiaron por los deseos del pblico y por el nmero de los participantes
inscritos, en lugar de hacerlo de acuerdo con unos fines pedaggicos programados.
Vistas las cosas desde dentro, esto significa que la administracin y no los
pedagogos se ha impuesto en la configuracin del programa. Cfr. al respecto tambin
el informe de Zald y Denton, op. cit., acerca de una atenuacin de la concepcin
teleolgica de una asociacin voluntaria condicionada aqu por la necesidad de ganar y
mantener miembros y as pues, tambin por el inseguro apoyo ambiental.
202
en un orden social diferenciado, pueden formularse unos fines de la escuela firmes con
respecto a los que pudiera planearse y controlarse, a ttulo de medios, la organizacin y la
enseanza ". Los standards secundarios a tal efecto requeridos, que concretizan el
mandato educativo que con caracteres de generalidad ha de desarrollar el sistema
escolar, se toman de un idealismo de fractura profesional que legitima ciertas exigencias
de organizacin y acua un cdigo de comportamiento correcto en la eleccin de las
materias y las formas de la enseanza". Los comportamientos se hacen entonces orientar,
directamente o al menos a travs de programas, de acuerdo con ese idealismo, lo que incluye, por ejemplo, determinadas formas de compaerismo y determinadas formas de
constatacin de las faltas o del fracaso de compaeros concretos, ya que los efectos
pretendidos pierden su condicin de criterio. Tambin aqu la falta de una eficaz estructura teleolgica interna tiene como consecuencias que un ambiente (especficamente
profesional en este caso) cobre influencia sobre el sistema, que el sistema escolar
resulte difcil de planear, de dirigir y de controlar en sus rendimientos y que la
planificacin econmica de la enseanza haya de vrselas con exigencias inagotables
por principio.
Para los partidos polticos, el mismo problema de la especificacin de los fines se
presenta particularmente complejo. Su programa de fines no han de formularlo slo para
s, sino tambin para el aparato de Estado cuya direccin aspiran asumir. Sus
oportunidades son altamente distintas segn que un sistema bipartidista mueva a los
electores a votar a un partido en razn a los servicios que, como partido de gobierno, ha
venido prestando o se supone que pueda prestar, o que un sistema pluripartidista haga tan
imprevisibles las consecuencias del voto que el elector slo pueda orientarse por puntos
de vista ideolgicos.
" A este ejemplo de organizacin desprovist de fines tambin lo escoge Biddle, op. cit.,
pgs. 164 ss.
" A este respecto, con utilidad, Nokes, op. cit. Junto a este espesamiento profesional de
la situacin, especialmente en los Estados Unidos se van tornando perceptibles tambin
tendencias hacia una democratizacin del sistema escolar, lo que significa que los
discentes determinan qu quieren aprender y mediante la manifestacin de su inters
impregnan el aspecto de los centros de enseanza. A este respecto vid. tambin, por
ejemplo, David Riesman, Constraint and Variety in American Education, Lincoln, Nebr.,
1956, pgs. 107 ss.; Clark, op. cit., 1960; Martin Trow, The Democratization of Higher
Education in Ame-rica, en Europisches Archiv fr Soziologie, 3 (1962), pgs. 231-262.
203
nicos fines del partido, un hecho particularmente evidente en los sistemas bipartidistas,
donde los partidos propugnan aproximadamente los mismos fines: los de conquista o
conservacin del poder poltico con la intencin de dirigir el aparato estatal. Esta doble
orientacin es la que les posibilita resolver el problema de la eleccin correcta de la indeterminacin o determinacin de sus fines de una manera genial, concretamente a travs
de un trueque de los trminos del esquema fin/medios: para las funciones extrasistmicas
de la adaptacin a instituciones ambientales o a grupos diferenciados el pros grama del
partido debera constituir el fin y la conquista del poder el medio. Para las funciones
internas de racionalizacin y de control de la virtualidad del propio comportamiento esta
relacin se invierte pura y simplemente, y se trata al programa como medio para el fin
que es la conquista del poder. Este fin viene relativamente especificado con claridad por
la institucin de las elecciones polticas, y, en cuanto medio para tal fin, as, pues, hasta el
ms esponjoso de los programas recibe la funcin de una magnitud calculable, sin perder
por ello su fuerza integradora, de captacin. Las causas de una solucin semejante
estriban, por una parte, en las elevadas exigencias planteadas en lo relativo a cautela
expositiva y disciplina de expresin; por otra parte, en un cierto desencantamiento de la
esfera poltica que, de todas maneras, slo puede ser beneficiosa para la plena
apreciacin de su funcin especfica.
75
Vid. al respecto la distincin de ambas estrategias fundamentales supra pgs. 170 ss.
204
Para concluir con esta serie de ejemplos, mencionaremos an el caso de las asociaciones
voluntarias, para las que estn abiertas casi todas las posibilidades en la lnea que va
desde los fines determinados a los indeterminados, siempre y cuando, naturalmente,
consigan encontrar un fin que atraiga a miembros con voluntad de colaborar. Las
funciones internas de racionalizacin del fin quedan relegadas a un segundo plano a causa
de la escasa complejidad del sistema; el problema consiste casi exclusivamente en la
precaria relacin existente entre la especificacin de los fines y el apoyo del ambiente, en
el que se incluyen, aqu y siempre, los miembros de la asociacin 76.
Los fines grupales o asociativos especficos pinsese en la asociacin de los
ahorradores de Volkswagen o tambin en la finalidad, ms amplia, pero en cualquier caso
ciertamente inequvoca, de una sociedad protectora de animales tienen la ventaja de
una objetivizacin de las relaciones entre los miembros y la directiva de la asociacin ":
ni los miembros han de preocuparse especialmente de la poltica seguida por la directiva,
pues sta est vinculada por el fin y resulta controlable a su travs; ni la directiva tiene
que preocuparse de que la pertenencia a la asociacin tenga ms atractivos que los que
proporciona el mero cumplimiento de los fines, pues el fin por s mismo traza una
divisoria clara entre aquellos que se interesan por l con nimo de sacrificio y el
ambiente, indiferente ante l. Las asocia" Este postulado se puede formular tambin de otra manera, diciendo, concretamente,
que la forma de la asociacin voluntaria resulta adecuada para prestaciones sistmicas
ms complejas, porque esta forma necesita su fin para funciones de motivacin,
debindole, pues, dar una versin que no prev ningn tipo de racionalizacin interna del
tipo de la decisin del trabajo. En esta perspectiva ya nos hemos enfrentado
anteriormente (pg. 129 s., 139 As. del original alemn) con la problemtica de las
asociaciones voluntarias. Particularmente instructivo sobre este aspecto resulta Ivan
Vallier, Structural Differentiation. Production Imperatives and Communal Norms. The
Kibbutz in Crisis, en Social Forces (40) (1962), pgs. 223-242. La investigacin
concierne al reajuste de un sistema, adaptado con difusin teleolgica a la convivencia de
los miembros, a unas exigencias de prestacin funcionalmente especficas en el seno de
un orden social diferenciado que acaba de surgir, y muestra cmo crece as la
complejidad del sistema y cmo se han de formar fines que puedan soportar la
diferenciacin interna y la racionalizacin.
n Me parece dudoso el extremo de si, por encima de ello, de unos fines grupales
claramente concebidos, es posible esperar una motivacin generalmente ms intensa que
de unos fines obscuros as los resultados de Bertram H. Rayen y Jan Rietsema, The
Effects of Varied Clarity of Group Goal and Group Path upon the Individual and his
Relation to his Group, en Human Relations, 10 (1957), pgs. 29-45; de modo semejante
March y Simon, op. cit., pg. 42. De todas maneras, en la intensidad de la motivacin
participan demasiados otros factores, por lo que no se puede uno confiar prcticamente a
tales legalidades. A este respecto, vid. tambin la crtica fundamental de Irle, op. cit.,
pgs. 94 ss.
205
por eso mismo, en conflicto unos con otros ". Semejantes cargos y conflictos, y no slo,
digamos, cuestiones de asignacin y empleo de medios escasos, integran entonces los
problemas secundarios mediante cuya solucin el sistema se preserva en su quehacer
diario.
" Vid., por ejemplo, Maxwell Jones, The Terapeutic Community, Nueva York, 1953; Earl
Rubington, Organizational Strains and Key Roles, en Administrative Science
Quarterly, 9 (1965), pgs. 350-369. Otras indicaciones infra n. 90.
82
A este respecto, vid. la exposicin de diversos key roles mediante los que los asesores
tratan de cumplir de modo diverso su funcin en una residencia para alcohlicos
contenida en Rubington, op. cit.
207
funcin, a causa, en concreto, de que se puede dar un fin que destaque como deseables
determinadas consecuencias de la accin que otro fin neutraliza. Contradicciones en los
fines no significan sino que la funcin neutralizadora que corresponde al establecimiento
de fines resulta eliminada en esos casos y que se restablece la situacin natural, que es
siempre compleja en trminos axiolgicos.
Un buen ejemplo de todo ello nos lo proporciona una serie de estudios sobre las crceles
norteamericanas que han puesto al descubierto las contradicciones de la vieja finalidad de
custodia y los nuevos objetivos teraputicos de rehabilitacin y mejora, siguindoles los
pasos hasta adentrarse en sus consecuencias estructurales y de comportamiento ". Este
ella estructura. Esta funcin estructurante, ahora bien, en el caso de un fin irrepetible slo
le pertenece para un nico proceso decisorio, por muy complicado que sea y pese a lo
muy amplio de su posible alcance; en el caso de fines repetibles, por el contrario, ostenta
esa funcin para una serie de fenmenos decisorios uniformes 101.
La lnea de abstraccin que va desde unos fines nicos a otros repetibles hace posible,
bajo supuestos ambientales determinados, esbozar programas decisorios generales con
relaciones de fin/medios desarrollados en detalle y vlidos para una diversidad de
procesos decisorios, exonerando de esta manera a la actividad decisoria concreta. El, fin,
con un entorno de relaciones causales y axiolgicas, se convierte entonces en fin
permanente del sistema, y el mayor nmero posible de sus medios viene as prescrito en
trminos generales, si bien modificable. La decisin resulta simplificada en virtud de la
complejizacin de la estructura sistmica; con otras palabras: la complejidad se ve desplazada desde el proceso decisorio hacia la estructura sistmica y, por las mismas
razones, absorbida por sta.
Vid., a este respecto, el tratamiento de la distancia temporal entre los factores causales
como estrategia para el hallazgo de regularidades en Peter R. Hofsttter, Erfahrung
und Erwartung, en Aspekte sozialer Wirklichkeit, Sozialwissenschaftliche
Abhandlungen, ed. por la Escuela Superior de Ciencias Sociales de Wilhelmshaven,
cuaderno nm. 7, Berln, 1958, pgs. 155-172 (160).
101 No se ha de confundir esta distincin con aquella otra de fines determinados e
indeterminados que examinamos en el tercer epgrafe de este captulo. Los fines
irrepetibles pueden ser altamente indeterminados. Esto sucede frecuentemente en el caso
de fines de ndole poltica como reunificacin, desarrollo, revolucin mundial.
Los fines repetibles, por el contrario, pueden estar inequvocamente definidos, como
ocurre cuando se trata de la confeccin en cadena de frigorficos de un determinado tipo.
218
Esta ley sustitutoria resulta conocida en lneas generales y es objeto de grandes encomios
12. Menos conocida es la circunstancia de que tambin funciona en la direccin inversa (
algo que, en el fondo, ya se concibe con el mismo concepto de la sustitucin o, en su
caso, de la equivalencia funcional). All donde la situacin ambiental del sistema hace
difcil prescribir en detalle programas de fines repetibles, tambin ad hoc puede un
sistema eliminar la complejidad y la variabilidad del ambiente. En estos casos, ha de
ajustar su estructura programtica y sus formas de comunicacin, incluso la totalidad de
su clima de funcionamiento, a decisiones problemticas particulares. Necesita una base
distinta para los procesos decisorios concretos de la interpretacin situacional y el
espesamiento de las comunicaciones, la eliminacin de discordancia y contradicciones
axiolgicas, el apartamiento de conflictos y la absorcin de inseguridad. Tpicamente,
habr de buscar su seguridad ms en bases consensuales que en orientaciones objetivas
firmemente establecidas 103, y deber intensificar la comunicacin con el ambiente y
facilitar la formulacin de expectativas de comportamiento de nuevo cuo.
Bajo este punto de vista, toda una serie de componentes de roles, instituciones y
prestaciones ordenadoras, en los que no se piensa en principio a la hora de desarrollar la
estructura sistmica oficial de fines y medios y en la que tampoco la doctrina clsica de la
organizacin haba pensado, se tornan perceptibles en el plano del sistema en su calidad
de equivalentes funcionales para programas teleolgicos. En conjunto este proceso
sustitu102 Vid., por ejemplo, Gutenberg, op. cit., 1965: pgs. 235 ss.; Alvin W. Gouldner,
Patterns of Industrial Bureaucracy, Glencoe, III., 1954, pgs. 162 ss.; Gehlen, op. cit.,
1956, pgs. 47 ss.; Thibaut y Kelley, op. cit., pgs. 130 ss.
103 Sobre todo esto se encuentra un sugestivo material en el notable estudio de Burns y
Stalker, op. cit. Vid. tambin Rosengren, op. cit., donde se contienen unos resultados
similares. Pero tampoco entonces el sistema llega a disolverse en una dbilmente
entrelazada secuencia de decisiones particulares. Sigue siendo sistema, y en cuanto tal
si bien por medio de una estructura distinta prestando una aportacin a la reduccin de
complejidad. Por lo dems, la tendencia de Burns y Stalker a identificar la comunicacin
vertical con la informal y la horizontal con la informal y, en definitiva, con la capaz de
motivos 106
All donde la subjetividad asume una funcin de reduccin de complejidad ambiental,
debe venir compensada y complementada mediante institucionalizacin. Tambin los
motivos que llevan a la accin, y no slo los fines, deben estar institucionalizados en
alguna medida en cualquier orden social. Figuran dentro de la categora de los roles
sociales. Y, as, un marido tiene que contestar las preguntas que su mujer le formule, de
la misma manera que un sanatorio tiene que hacerse cargo de los casos urgentes. Por ms
que dentro de determinados lmites s se les deje en libertad en lo que respecta a la forma
de reaccionar, no puede depender del libre albedro de los sistemas concretos, ni del
hombre ni de los sistemas sociales, la fijacin de aquello ante lo que han de reaccionar
107. Los sistemas de accin, si bien no estn socialmente determinados, han de
permanecer motivables en tales trminos sociales, esto es: adaptarse a instituciones,
106 En modo alguno ha de excluirse que haya un conocimiento ms o menos objetivo del
ambiente en el sentido de que para determinados atributos ambientales exista una
probabilidad muy elevada de que sean captados y elaborados por otros sistemas en forma
idntica. Esta es una consecuencia del hecho de que los organismos humanos son
semejantes entre s y que quedan programados culturalmente ms o menos
unnimemente. Pero el potencial causal del ambiente relativo al sistema, no cuenta en el
caso de las personas, que no se encuentran atadas a instintos, con esos atributos
tpicamente objetivizados, por ms que tambin en esta esfera se dan disparadores
relativamente generalizados (motivos de ipnico o rutinas culturales, por poner unos
ejemplos).
I Libertad y vinculacin con respecto a causas y efectos deben, obviamente, ser
ajustadas entre s, puesto que una libertad absoluta en la eleccin de las causas o de los
efectos del obrar hara ilusoria una vinculacin en la direccin respectivamente alterna. Si
el marido tuviera entera libertad para decidir qu contestar o el sanatorio para determinar
qu hacer con los enfermos ingresados, carecera de todo sentido institucionalizar los
motivos que llevan a la accin.
222
no slo por mor del orden social, sino tambin por su propio bien, pues de otra manera
sera demasiado complejo el universo de sus posibilidades de accin.
En tercer lugar, la tcnica de la programacin condicional guarda estrecha relacin con
una diferenciacin ambiental. El ambiente ha de estar conformado a travs de una
estructura elemental de tres dimensiones: temporal, material y social, antes de que el
sistema pueda acaso distinguir sectores ambientales con elevada potencialidad
motivadora y depositar all su atencin y sus hbitos; pues el potencial. de atencin y de
elaboracin de las vivencias resulta demasiado pequeo como para poder tomar
simultneamente todo como motivo para la accin. La diferenciacin ambiental traza
lneas de separacin, interrumpe conexiones, crea discontinuidades e independencias en
el ambiente y posibilita, slo as, la expectativa de series de efectos abarcables y
limitadas. Si todo guardara relacin con todo, habra un caos absoluto, y no se podra
planear con sentido ni los motivos ni los efectos del obrar.
Slo si el ambiente se halla diferenciado segn mbitos a efectos de motivacin, puede
desarrollarse una diferenciacin interna adicional que, en el trfico que verifica con los
particulares sectores ambientales, procede a una especializacin de los elementos del
sistema y a hacerlos consistentes e impermeables entre s de modo que el sistema pueda
encontrar con mayor rapidez reacciones motivacionales especficas y adecuadas,
aprender y reconvertir su aprendizaje, sin que todos sus elementos se vean implicados en
cada proceso y sin necesidad de armonizar todo con todo 91; invrsamente, la
esquemtica diferenciacin ambiental slo tiene sentido para la eliminacih de
complejidad cuando el sistema es internamente suficientemente complejo y dispone de un
potencial de reaccin diferenciado en forma correspondiente. Slo merced a la actuacin
aunada de ambas formas de diferenciacin se encuentra un sistema en condiciones de
reconvertir parcialmente la controlable complejidad externa en complejidad interna, s
controlable, y reducirla, de esta manera.
Finalmente, en el seno de la programacin condicional tambin se hace posible
abstraccin o de una difuminacin de los supuestos fcticos que han de provocar una
accin la requerida indeterminacin de la estructura programtica. Cuanto ms
inseguras sean las expectativas ambientales y cuanto ms rpida e imprevisiblemente se
muden y desplacen en los aspectos relevantes a efectos sistmicos las constelaciones del
conceder as al ambiente una influencia sobre s mismo, programada cier110 Vid. el estudio ya citado de Clark, 1960, sobre un open door college. El College no
poda formar ni fines inequvocos ni criterios selectivos para la admisin de estudiantes (
esto es: programas condicionales para una de sus ms importantes relaciones
ambientales). Pero precisamente por ello no se encontraba en condiciones de desarrollar
una autonoma de consideracin, estaba particularmente expuesto a problemas de tipo
externo e interno y el necesario apoyo ambiental no lo hallaba por causa de su nivel de
exigencias, sino slo porque con esa peculiar problemtica cumplia una funcin
determinada, la repulsin cautelosa de fracasados, que deba restar latente, sin
convertirse en parte del programa oficial. Existen, pues, otros equivalentes de la
racionalidad teleolgica, en este caso: la adaptacin ambiental por medio de funciones
latentes.
225
tamente por l mismo, pero desencadenable desde el exterior. Esto se produce
estableciendo el sistema unos supuestos fcticos desencadenadores para determinados
programas y dando a quien disponga de las seales pertinentes la capacidad de generar
una tambin determinada prestacin sistmica sin necesidad de ponerse de acuerdo en
torno a la cuestin de los medios y los fines.
A efectos de la teora general de la racionalidad sistmica supone esto que no se puede
entender la racionalidad ni desde el concepto de fin ni a partir de la norma condicionante,
la regla de si esto, entonces aquello; que, por ello, tampoco se la puede tratar
adecuadamente ni con los mtodos clsicos de la maximizacin de las relaciones
fin/medios ni con los mtodos lgicos o interpretativos de las ciencias dogmticonormativas. Ninguno de estos dos modos de enfocar el problema acierta en lo que respecta a la cuestin de las relaciones de equivalencia que existe entre sus formas
programticas. Para ello se requiere una teora comprensiva y elstica que est en
condiciones de ejecutar un cambio de perspectiva tanto en la direccin que va desde los
modos de ver las cosas fijados al plano de los efectos hasta los que se fijan en el de las
causas como en la direccin inversa, y que acierte a racionalizar esa relacin. Esta
posibilidad ofrece un modelo sistmico que se ha hecho conocido bajo la denominacin (
difcil de traducir y, por lo tanto, tan aceptada * de modelo input/output 111)
* La traduccin castellana, pese a ser menos difcil (modelo de insumos/productos), no
goza todava de una aceptacin comparable a la frmula inglesa.
111
La originaria utilizacin de ese concepto en la teora macroeconmica, que se retrotrae
hasta Leontief, podemos dejarla aqu de lado a ttulo de una peculiaridad. La difusin
que ha experimentado en la actualidad, que atestigua a un mismo tiempo de la gama de
aplicaciones de la teora sistmica, puede ponerse de manifiesto mediante una diversidad
de testimonios provenientes de las ms diversas ciencias. Vid., por ejemplo, Karl W.
Dcutsch, On Communication Models in the Social Scences, en Public Opinion
Quarterly, 16 (1952), pgs. 356-380; Knox, op. cit., pgs. 144 ss.; David Easton, An
Approach to the Analysis of Political Systems, en World Politics, 9 (1957), pgs. 383400 del mismo autor, Framework for Political Analysis, Englewood Cliifs, N. J., 1965;
del mismo autor, A System Analysis of Political Life, Nueva York, Londres y Sidney,
1965; Argyris, op. cit., 1960, pgs. 248 ss.; Riggs, op. cit., 1957, pgs. 23-110 (en
especial pginas 95 ss.); John T. Dorsey, A Communication Model for Administration,
en Administrative Science Quarterly, 2 (1957), pgs. 307-324; Russel L. Ackoff, Towards a Behavioral Theory of Communication, en Management Science, 4 (1958), pgs.
218-234; Stogdill, op. cit., pgs. 13 ss., 196 ss. y 278 ss.; Gabriel A. Almond,
Introduction. A Functional Approach to Comparative Politics, en Gabriel A. Almond y
James S. Coleman (eds.), The Politics of the Developing Areas, Primen-ton, N. J., 1960,
pgs. 3-64; Talcott Parsons y Neil J. Smelser, Economy and Society, Glencoe, III., 1956;
Parsons, op. cit., 1960 a, pgs. 59 ss.; Optner, op. cit., pgs. 3 ss.; P. G. Herbst, A
Theory of Simple Behavior Systems, en Human
226
El modelo input/output puede ser considerado como un equivalente terico-sistmico de
los tradicionales conceptos de fin/ medios. En cualquier caso, y aunque esto es acertado
en lneas generales, esta idea requiere una cuidadosa precisin. La teora de los sistemas
no elimina por completo el esquema de fin/medios, sino que slo le priva de su categora
de concepto fundamental y sita en su lugar un concepto de sistema que implica el
modelo input/output. Ya no sirve el esquema de fin/medios como el marco referencial de
conceptos fundamentales de todos los anlisis, sino slo como una determinada
interpretacin de relaciones input/output, cuya particular funcin se ha de clarificar. La
fijacin del output como fin y del input como medio es una determinada forma de actitud
del sistema hacia su ambiente, que significa que aqul resuelve la problemtica de sus
relaciones ambientales primariamente mediante la especificacin de los efectos de su
propia accin.
Descrito como todo y sin atencin a esta particular interpretacin, el modelo inputloutput
tiene la forma, al principio muy sencilla, de la concepcin de un flujo de comunicaciones
jalonado por unos umbrales que corresponden a la diferencia de lo interior y lo exterior
de los sistemas. El flujo de comunicaciones introduce desde fuera informaciones en una
o varias partes del sistema; all se las elabora, combina y transforma, filtra y solidifica,
abandonando despus por otros lugares el sistema a ttulo de comunicaciones o
decisiones. Esto es algo que en principio suena tan plausible como poco interesante. Las
ventajas inherentes a una tal concepcin slo se hacen perceptibles cuando se las aparta
del plano meramente descriptivo y se las ilumina tericamente de modo ms intenso de
lo que hasta ahora ha sido habitual. Esto puede suceder con ayuda de las inteligencias que
aqu hemos obtenido acerca de la funcin del esquema causal en cuanto estrategia
sistmica.
El modelo input/output descansa sobre la idea de que los sistemas diferencian sus
relaciones ambientales segn el esquema causal, esto es: las separan desde la perspectiva
de la diferehcia entre causas y efectos, las estabilizan as, separadamente, pero
Relations, 14 (1961), pgs. 71-94 y 193-293; Lee O. Thayer, Administrative Communication, Homewood, EL, 1961; Kennedy, op. cit., 1962, pgs. 25-52; Rice, op. cit., pgs.
16 ss., 198 ss.
227
sin perder de vista las relaciones que entre ellas mismas puedan existir, y especializan sus
lmites sistmicos en conformidad con todo ello. En esta- aplicacin, el esquema causal
no es un esquema de determinacin, sino de libertad. Presupone que un sistema se
encuentra suficientemente estabilizado y que tiene dentro de ciertos lmites, la posibilidad
de escoger causas como motivos y efectos como fines de su accin. Como ya hemos visto
en el captulo primero 112, esta doble posibilidad de eleccin slo puede utilizarse de
manera que causas y efectos, esto es: input y output, sirvan recprocamente de
perspectivas de seleccin. El sistema busca sus informaciones en relacin con lo que
requiere para una determinada comunicacin, o escoge sus comunicaciones en relacin a
lo que, como informaciones, posee o puede obtener. Cambiando estas perspectivas, puede
maniobrar, pasando de situaciones indeterminadas a otras determinadas, y absorber complejidad. De este modo, le resulta posible liberarse del dominio de determinados lmites,
esto es: de determinados ambientes, en la medida en que la determinacin de la posicin
problemtica, la fijacin de la perspectiva de seleccin, se la encomienda unas veces a un
lmite, otras a uno distinto y se toma la libertad de cambiar esa orientacin 113
Esta idea fundamental de la selectividad recproca apenas tiene sentido y posibilidades
de adaptacin si tanto el input como el output se refieren a un mismo polo ambiental,
esto es: si el ambiente del sistema no est diferenciado. En este caso, el sistema
permanece vinculado al ambiente a travs de relaciones particulares y es, en el fondo, una
parte suya. Cuando alguien se limita a exigir los medios exclusivamente de aquel que
recibe sus prestaciones no se requiere capacidad de abstraccin alguna ni complicados
programas, y tampoco se consigue ninguna
1" Cfr. supra pgs. 29 ss.
'13 Valindose de una idea estructurada de manera similar, Arnold Gehlen, Der Mensch.
Seine Natur und seine Stellung in der Welt, 6.* ed., Bonn, 1958, pginas 350 ss.,
reconduce la independencia relativa de la capacidad agente humana con respecto a
impulsos especficos, esto es: orientaciones causales especficas, a la oportunidad del
cambio de direccin de las funciones humanas, al hecho de que tanto puede la mano
conducir a los ojos como stos a la mano, no habiendo nada que impida que la direccin
se cambie mientras se ejecuta la accin. En la teora econmica de la empresa aparecen
inteligencias similares en forma de la idea de estrechamiento: se ha de conceder
primaca a aquel mbito de planificacin y esto significa: a aquel lmite sistmico que
comprende el correspondiente estrechamiento con respecto a la utilizacin de las capacidades de produccin existentes. Cfr. Gutenberg, op. cit., 1965, pgs. 162 ss.
228
autonoma; pues el clculo de los medios y las prestaciones viene entonces dictado con el
conocimiento del fenmeno mismo de la prestacin, por ese ambiente nico. Slo bajo la
condicin bsica de la diferenciacin ambiental puede un sistema ver razonable
diferenciar input y output de manera distinta a la puramente temporal en el sentido,
concretamente, de lmites sistmicos diversos y ajustar a esa diferenciacin su organizacin y su estructura programtica.
Un ambiente diferenciado brinda al sistema la posibilidad de estabilizar por su propia
virtud los lmites ambientales temporales y materiales en la medida en que disocia
temporalmente las causas y los efectos del propio obrar y, as separados, los refiere a
diferentes ambientes materiales, estabilizndolos respectivamente. Esto puede
verificarse, por ejemplo, en forma de relaciones de intercambio separadas. Las empresas
se procuran en los mercados de bienes los medios materiales necesarios, en el mercado de
trabajo el personal y en el mercado de capitales los medios financieros requeridos para la
superacin de la diferencia temporal entre input y output, pagndolo toda con ayuda de
los ingresos que en los mercados de consumo puedan obtener por sus productos 114. La
burocracia estatal en trminos estructuralmente muy distintos, pero funcionalmente
anlogos es un
1" El significado de la relacin de input/output como funcin de produccin se aproxima
bastante a esta concepcin; pues implica una relacin causal con doble direccin (en
consonancia con su condicin problemtica abierta) y permutabilidad de los factores
causales en dependencia de esa relacin fundamental. Su interpretacin como una
relacin de fin/medios por optimizar slo resulta naturalmente adecuada para el caso de
organizaciones de fines especficos y dominadas por un lmite de output igualmente
especfico. Con ello no se trata de la nica posibilidad de racionalizacin .de una funcin
de input/output, sino de un modelo decisorio restringido en un sentido especfico que slo
bajo deter- minadas premisas ambientales resuelve los problemas sistznicos, esto es:
resulta racional. Sin embargo, la posibilidad de incluir a la frtil teora econmica de la
empresa en la ms abarcante teora sistmica de la racionalizacin de input/ output
muestra la solidez de ambos enfoques tericos. Pues, prescindiendo de la biologa, en la
teora econmica de la empresa se encuentra tambin la ms desarrollada de las teoras
sistema que recibe de la poltica poder legtimo para convertirlo, siguiendo sus propios
programas, en decisiones vinculantes y que con su estabilidad fuerza a la poltica a
despojarse de su poder tanto a causa de los procesos nomotticos, que han de ser conformes a la constitucin y consistentes en s mismos, como en virtud de la ocupacin de
posiciones clave por parte de la burocracia, fenmeno al que ella misma contribuye en
medio de una cooperacin que garantiza a su vez que el pblico acepte sin violencia la
legitimidad de esas decisiones "5. En ambos casos, la separacin de input y output y la
diferenciacin ambiental presuponen medios generalizados de comunicacin (dinero o,
en su caso, poder poltico).
231
electrnicos de elaboracin de datos, ya que, a pesar de trabajar con mucha rapidez, slo
pueden acometer pasos decisorios materialmente muy sencillos.
"7 A ttulo representativo, vid. Simon, op. cit., 1960, pg. 6.
CAPTULO V
PROGRAMAC I ON TELE OLOGI CA
232
Del concepto de programa condicional puede uno procurarse, pronta y fcilmente, una
idea realmente clara. Desde la perspectiva del programa mecnico, dicho concepto est
aclarado en cuanto tal, por ms que no en todas sus premisas sistmicas. La situacin se
presenta distinta en el caso del concepto de programa teleolgico t. Si bien, a causa
mismamente de los sedimentos experimentados en su larga historia, el esquema de
fin/medios se encuentra plagado de contradicciones y oscuridades internas en chocante
contraste con su pretensin de racionalidad, por lo menos disfruta, en cualquier caso, de
la apariencia de lo familiar y lo conocido. Quien habla de fines o de medios puede
suponer con razn o sin ella que otros inteligen lo que
La expresin programa teleolgico (o de fines) apenas si se utiliza. Un caso de
aplicacin, en el que sin embargo slo se designa un determinado tipo de programacin
lineal con fines alcanzables de forma meramente aproximativa, se encuentra en A.
Charnes/William W. Cooper, Management Models and Industrial Applications of Linear
Programming, Nueva York, 1961, vol. I, pginas 215 ss., y en Yuji Ijiri, Management
Goals and Accounting for Control, Amsterdam, 1965, pgs. 34 ss. El concepto de las
ciencias empresariales del programa de produccin destaca precisamente el momento
teleolgico claramente. Designa la fijacin de fines a saber: tipos y cantidades de
productos por unidad de tiempo a diferencia de la planificacin de la puesta a disposicin de factores productivos y del proceso de produccin. Cfr. Gutenberg, op. cit.,
1965, pgs. 148, 150 ss. Por lo dems, la bibliografa al respecto se encuentra las ms de
las veces bajo la desgastada rbrica de la planificacin, en mezcolanza con muchas
otras cosas.
235
l piensa. Tiene sentido y promete algn beneficio, bajo estas circunstancias, sacar al
concepto de programa de su lugar en el mundo de las computadoras y llevarle al campo
de la racionalidad teleolgica? No se mezcla con ello elementos heterogneos? No se
da as lugar a oscuridades adicionales?
La expresin compleja programa teleolgico tiene como funcin expresar la
incorporacin del anlisis de fin/medios a la teora de los sistemas. Arranca de la idea de
que fines y medios representan fijaciones programticas de premisas decisorias mediante
las cuales se procede a la toma de decisiones en el seno del sistema y que si tienen
vigencia y en tanto sta dura estructuran los procesos decisorios. Objeto del presente
captulo es el examen de cmo puede suceder esto y de qu problemas se presentan con
tal motivo.
La incorporacin del esquema de fin/medios a la teora de los sistemas slo es posible si
se le funde con el modelo de input/ output. Tambin esto queda expresado en el concepto
de programa 2. El modelo de input/output en un nivel superior de complejidad; a saber:
no para acciones, sino para sistemastrata del mismo tema que el esquema de
fin/medios: la evaluacin de la determinacin causal de lo indeterminado. Ambas
concepciones ordenadoras pueden, pues, interpretarse recprocamente. De esta manera,
lo que hemos obtenido en conocimientos acerca de la funcin del establecimiento de fines
lo podemos emplear a efectos de la clarificacin de una determinada utilizacin del
modelo de input/output; y, viceversa, conectndolo con este modelo, podemos precisar el
pensamiento en trminos de fin y medios e incorporarlo a una concepcin terica de la
racionalizacin sistmica.
La fusin de ambos modelos no se cumple slo en el mbito de la formacin terica de
conceptos, sino tambin a travs de decisiones cuyas posibilidades anticipa la teora. Los
pronsticos de colocacin de productos en el mercado no son por s mismos objetivos
empresariales; necesitan una previa conversin. Esto se verifica a base de programar
como fin un output esperado del sistema y como medio el input sistmico necesario al
efecto.
limitativas y disciplinantes: slo cuenta aquello que en una u otra forma acierta a
contribuir a la solucin del problema, que aqu se trata del logro del fin. Un arquitecto
puede proponerse disear una casa que satisfaga determinadas exigencias, de la misma
manera que un ama puede discurrir qu poner de comida al medioda. Estos son
problemas que pueden estar ms o menos definidos, lo que significa a la vez que su
solucin slo resuelve el problema de un modo ms o menos convincente. En la medida
en que el planteamiento no se encuentra desarrollado o es equvoco, se le puede precisar
durante el fenmeno decisorio, y tambin mientras ste dura se pueden modificar y
adaptar a las soluciones preferidas o alcanzables algunos componentes inequvocos del
problema 3.
Estas consideraciones valen en principio para problemas no programados y dan a conocer
que puede ser de cierta utilidad dejar los problemas sin programar al objeto de manejarlos
ms fcil y elsticamente en especial cuando no consta de antemano si acaso se los
puede solucionar en su forma inicial. La programacin del problema significa frente a
ello una particular manera de tratar el problema, a saber: su fijacin como premisa
decisoria invariante que el solventador del problema no puede alterar por s mismo.
Naturalmente, merced slo a esa conformacin suya, el problema ri est an decidido
con exactitud,
s Vid., al respecto, Walter Reitman, Heuristic Decision Procedures, Open Constraints and
the Structure of Ill-Definided Problems, en Shelly I1/Bryan, op. cit., pgs. 282-315.
238
por no decir que sea ya solucionable con seguridad. Pero en la medida en que se
encuentran fijados, los componentes del problema se tornan vinculantes por el conducto
de la programacin. Entonces puede confiarse en su virtualidad estructurante en el seno
de contextos decisorios de signo cooperativo. Esto es una premisa de toda organizacin
del proceso decisorio y con ello presupuesto de ese potencial de complejidad
problemtica que slo puede obtenerse por medio de organizacin. Con la complejidad
del proceso decisorio crecen las necesidades de programacin de los problemas y con ello
el riesgo de que la rigidez de la estructura grave la funcin de la solucin de los
problemas.
La organizacin y la formacin de sistemas, en definitiva, se pueden entender siempre
como traduccin precaria de funciones o estructuras. Dentro de los sistemas, las
funciones representan relaciones de prestaciones con respecto a aquellos problemas que
han de ser solventados para que un sistema pueda existir. Como quiera que stos son
problemas duraderos, tambin con caracteres de duracin ha de ocuparse de ellos.
Racionalmente puede suceder esto sobre todo siempre y cuando un sistema oriente su
estructura de acuerdo con sus problemas a base de programarlos, normar los modos de
comportamiento necesarios y reunirlos en unos sistemas creados con vistas a funciones
especficas.
Por razones que guardan relacin con el carcter desequilibrado y contradictorio de los
requisitos existenciales de un sistema, una adaptacin semejante de las estructuras a las
funciones no es posible sin dificultades y, desde luego, nunca de manera ntegra. La
congruencia de estructura y funcin define el ideal del sistema racional, que, no obstante,
nunca puede ser alcanzado. Cuanto ms originarios son los problemas a los que se
refieren las funciones, tanto ms difcil es llegar a una congruencia de ambos extremos.
El proceso de la racionalizacin, de la apropiacin, transformacin y desplazamiento
sistmico-internos de los problemas tiene como objeto producir una relacin ms propicia
entre estructura y funcin. Pero cuando ms derivado, secundario, de formato ms
reducido se torna as el problema, todava ms fcil se hace el diseo de estructuras en
consonancia con l; y, sin embargo, tanto menos aciertan stas a garantizar por s solas la
existencia del sistema.
239
En este dilema general de funcin y estructura, en cuya consideracin no podemos
profundizar aqu 4, se apuntan los perfiles del problema de la programacin teleolgica.
A partir de aqu se definen las posibilidades y los lmites de la racionalizacin teleolgica
de los sistemas sociales. Una vez que la racionalidad teleolgica no se nos puede
pectivas, muchos medios (si acaso no todos) pueden ser considerados tambin como
fines y que, viceversa, lo mismo ocurre con muchos fines (si no acaso con todos ) 9. A
pesar de todo, a los ojos de la conciencia general tales desplazamientos llevan adherido
algo sospechoso, casi infamante como si fuera contra la verdad e incluso contra las
buenas costumbres considerar como fines en s mismos a meros medios o
mismamente malgastar fines superiores como medios para intenciones marginales.
Apenas si se extraen (ms bien habra que decir que se las desaprueba instintivamente)
las consecuencias de la inteligencia, enteramente firme, inevitable incluso, de la
relatividad de la caracterizacin en trminos de fin y medios. Las razones de ello tal vez
residan en el hecho de que an contina pesando en el ambiente la tradicin ontolgica
del pensamiento. Y ahora como siempre, uno se ve avocado a unos fundamentos del
pensamiento y del obrar que, ltimos e inmutables, anidan en el ser. Pero, a un mismo
tiempo, falta tambin una alternativa del mismo rango, una clara teora del esquema de
fin/medios que acierte a interpretar como disponibilidad su relatividad y a fundamentar la
disposicin que se pueda tomar acerca de la inclusin de los factores causales en la
categora de los fines o en la de los medios.
Menos habitual que la extendida queja del relativismo de dichas caracterizaciones lo es
la circunstancia que hace aparecer verdaderamente _Lamentable esa deficiente
objetividad: la falta
As, por ejemplo, por Bensmann/Gerver, op. cit., pgs. 595 s.
Como ejemplo tomado de la ciencia de la organizacin, cfr. ilustrativamente Linhardt,
Grundlagen der Beiriebsorganisation, Essen, 1954, pgs. 109 ss.
244
de concordancia de las valoraciones en las cadenas de fin/ medios. Esto es algo que se
desprende inevitablemente de la pluralidad de causas y efectos que respectivamente han
de confluir y disgregarse para que se d un paso adelante en el acontecer causal. El dibujo
ha de servir a la ilustracin de esto que acabamos de decir. Si B es el fin y A el medio, las
consecuencias marginales de A, a saber: A1-4 as como todas las consecuencias
marginales (no inscritas en el dibujo) de otras causas de B a saber: de Ba.d experimentan
una neutralizacin por medio del juicio de valor: B es merecedor de los aspectos
negativos de todas esas consecuencias marginales. Si, como por el contrario, A es un
fin en s mismo, todas las consecuencias de A, a saber: A1.4, y de B, se ven preferidas,
conjunta y solidariamente (esto es: mediante un proceso simplificador de establecimiento
de valores) a las consecuencias marginales de todas las causas de A. Y esto representa un
juicio de valor distinto del que aparece implicado en el establecimiento de fines de B. La
razn de ese quiasmo es la imposibilidad de contemplar a un mismo tiempo en una
valoracin B todas las causas previas de A y Ba.d, as como las consecuencias marginales
de estas causas previas, sus propias causas previas y sus propias consecuencias
marginales, etc.
Causas
Efectos Causas
Efectos
La falta de concordancia de los juicios de valor significa que las cadenas de fin/medios
ciertamente renen, de manera selectiva y causal, causas y efectos, pero sin procurar una
valoracin integrada. Esto es algo que se puede lamentar como si de un fracaso se tratara.
Por otra parte, ah reside precisamente una ventaja eminentemente prctica: es posible
comprender y programar series causales de muy compleja ndole, sin que haya de
245
generarse un consenso axiolgico completo que deba cubrir la totalidad del acontecer
As, y slo as, se puede organizar la cooperacin humana en procesos decisorios en
" Esta idea, naturalmente, puede perseguirse hacia atrs en las viejas teoras de la
diferenciacin sistmica con ayuda del esquema de pensamiento del todo y sus partes.
Una formulacin funcional por referencia al problema del surgimiento y supervivencia en
un mundo muy complejo se encuentra slo en la bibliografa ms reciente. Cfr., al
respecto, supra pg. 171 s.
12 Esto se muestra, por ejemplo, en las dificultades para coordinar en condiciones de
optimalidad decisiones gue se han de tomar de modo descentralizado a causa de su
elevada complejidad. Vid., al respecto, Hax, op. cit., 1965.
247
por sustituir mediante una frmula teleolgica su problemtica existencial. Sin embargo,
por regla general, no pueden quedarse detenidos en ello. El proceso sustitutorio debe ser
continuado hasta los adentros del sistema a travs de la aplicacin del fin como punto de
vista del descubrimiento y seleccin de medios, la transformacin, por su parte, de esos
medios en subfines, etc. El desplazamiento de fin/medios es, pues, slo una continuacin
y profundizacin de la decisin fundamental de definir el problema existencial mediante
un fin sistmico. En el curso del posterior detallamiento, y en un proceso sustitutorio
prolietnico que a un mismo tiempo fija con creciente claridad la orientacin de la accin,
programa premisas decisorias en nmero cada vez mayor y estrecha ms y ms el crculo
de las posibilidades de eleccin, en el lugar de ese fin sistmico se introducen los medios
en su calidad de subrogados teleolgicos. Este proceso de susbtitucin exige que a las
frmulas de subrogacin se les preste respectivamente carcter teleolgico. Pues son
fines (y no medios) el elemento regulador de las relaciones exteriores de los sistemas y,
con ello, tambin de las relaciones exteriores intrasistmicas de los subsistemas. Y slo
fines (y no medios) pueden inspirar en los sub-sistemas aportaciones decisorias
heursticas y neutralizar las secuelas de la accin. La diversidad de las perspectivas de
fin/medios en el seno del sistema define, pues, los lmites entre los subsistemas y les
capacita para separar lo interior y lo exterior tambin en el trfico que entre ellos se
produce, formular perspectivas subsistmicas propias, ensayar balances propios de input I
output, mantener constantes los lmites subsistmicos, decidir sobre problemas de menor
formato y racionalizar sus procesos de trabajo y sus estrategias de comportamiento en
relacin a la particular versin de su problema existencial en el ambiente intrasistmico.
Qu se gana en esta concepcin con respecto a la represen- tacin ideal de la
organizacin en base a fines y medios propia de la doctrina clsica y con respecto a la
aceptacin de mala gana del desplazamiento de fin/medios por parte de los estudios
politolgicos o sociolgicos sobre la burocracia? 19.
19 Digamos marginalmente: La distancia alcanzada frente a tales posiciones cientficas
permite apreciar con claridad lo mucho que la investigacin sociolgica de la
organizacin es an dependiente de la teora clsica de la organizacin. Esto se debe en
parte, como no poda ser de otra manera, a que la imagen
252
Lo que se gana es primeramente una consideracin ms austera, menos interesada, de la
realidad y las razones de su ser as y, por ende, a un mismo tiempo una base ms realista
para su programacin normativa. En la permutacin de fin/medios se encuentra ms
razn que la concepcin dominante, que parte consciente o inconscientemente de fines
correctos y malogra as el problema referencia! de ese comportamiento, acierta a tornar
perceptible. La teleologizacin de los medios y la instrumentalizacin de los fines no son
un despojo lamentable, sino inevitable, del ideal racional de una orientacin abarcante.
Son procesos de racionalizacin. La racionalidad sistmica no se aprecia por la medida en
que alguien se acerca a ese inalcanzable ideal en cuanto que intenta al menos orientarse
de una manera ms o menos abarcante. El ideal mismo est demasiado lejos como para
brindar una suficiente orientacin para los pequeos casos de aproximacin. La
racionalizacin de estos casos exige que el sistema logre sustituir la posible solucin ideal
(que en el fondo slo es una versin tautolgica del problema mismo) mediante
problemas parciales funcionalmente equivalentes en lo esencial. Pues slo as puede uno
trabajar con sentido en una progresiva racionalizacin y aduearse de relaciones
sistema/ambiente de creciente complejidad. Esta reorientacin guarda relacin, como se
nota fcilmente, con la introduccin del ambiente sistmico como referencia
problemtica que sucede al modo meramente interno de contemplacin propio de la
teora ontolgica de los sistemas.
Semejante refundamentacin del modo de contemplacin modifica el enjuiciamiento de
numerosos aspectos de la permutacin de fin/medios y de algunos fenmenos laterales a
ello vinculados y hace comprensible en su funcin especfica para el proceso de la
reduccin de problemas mucho de lo que hasta ahora pasaba como insuficiencia o como
secuela disfuncional 'g. Dos de estos aspectos merecen especial atencin: la estructura,
relativamente relajada, subptima, de la conexin de aportaciones decisorias
forjada por aqulla acerca de la organizacin se ha plasmado en las expectativas de las
organizaciones formales y en sus premisas tericas, convirtindose as en realidad social.
2 De modo sorprendente y como un sntoma de la fijacin de esta concepcin anterior
lo es el hecho de que el mismo Simon, quien ha contribuido ms que otros al
entendimiento del problema de la complejidad y de la necesidad de descarga de la
actividad decisoria, se ha espantado de las consecuencias y ha formulado como deseo y
meta extender las zonas de identificacin de los participantes en organizaciones. Vid.
Simon, op. cit., 1955 a, pg. 140.
253
caracterstica de los sistemas complejos, precisamente los que nos interesan en primera
lnea. Por otra parte, resulta prctico dejar abierto en buena medida hasta qu punto la
tradicional divisin del trabajo puede sustituirse en el proceso decisorio por medio de una
ordenacin automtica de datos de carcter central. Para un caso as no valen nuestros
argumentos. Eso significara, empero, a un mismo tiempo que la programacin condicional desplaza a la teleolgica.
25
Esta idea puede formularse con Simon, op. cit., 1964, pgs. 17 s. a la inversa: modelos
organizaciones de conexiones poco estrictas y no optimizantes contemplan en sus
decisiones un nmero mayor de constraints, esto es: pueden absorber mayor complejidad.
26 Tales indiferencias en absoluto son desconocidas para la teora dominante. Se topa con
ellas con ocasin del examen de las organizaciones jerrquicas, la generalizacin o la
especificacin, comunicaciones por el conducto vertical o, respectivamente, de mando, en
el tratamiento de problemas de delegacin y rendimiento, con motivo de la discusin de
los depsitos. Todo esto es, sin embargo, teora de la organizacin, y no es posible
armonizarlo por definicin con una teora de la decisin, perseguidora sta de un punto
ptimo.
255
un elemento esencial de la reduccin del formato de los problemas.
Como quiera que los resultados parciales de una organizacin basada en la divisin del
trabajo se encuentran causalmente conjuntados por una orientacin en trminos de fin y
medios, lo que no supone sin ms que en lo valorativo estn integrados en una solucin
con caracteres de correccin en exclusiva, los conflictos se hacen inevitables y surgen del
hecho de que todo fin requiere una diversidad de medios que, una vez que se les
transforma en subfines, brindan diversos submedios que, a su vez, con sus secuelas rozan
diversos valores o compiten en torno a medios escasos. Por consiguiente, las divergencias
surjen precisamente cuando los agentes decisorios quieren obrar en los mbitos parciales
de un modo racional, segn el esquema de fin/medios y se afirman, convirtindose en
actitudes de trabajo divergentes, cuando la divisin del trabajo sigue al esquema de
fin/medios.
Mientras que la doctrina clsica de la organizacin, ciertamente, haba observado tales
conflictos entre subsistemas, pero los haba reconducido a comprensin insuficiente o a
falta de motivacin por parte de los implicados esto es: les explicaba cognoscitiva o
emocional, pero no estructuralmente hoy se reconoce en lneas muy generales 27 que
la permutacin especifican-te de fin/medios puede descubrir contradicciones en la
estructura axiolgica y generar, por ello, conflictos. No obstante, igual que en el caso de
la misma permutacin, a estos conflictos se les debera soportar tan slo a la manera de
consecuencias disfuncionales de una estructura organizacional orientada por fines y
medios. Indiscutiblemente en el deterioro de las fuerzas o en el peligro de una
generalizacin innecesaria de actitudes del tipo amigo/enemigo hacen acto de presencia
aspectos disfuncionales. Ello no obstante, el conflicto en cuanto accin tiene tambin funciones de todo punto positivas. A ello ya nos hemos referido con ocasin del tratamiento
de contradicciones en el fin sistmico 28", por lo cual aqu deben bastarnos algunas
insinuaciones.
Los conflictos intrasistmicos son en el fondo un sntoma de que el fin sistmico se ha
adueado insuficientemente de los problemas existenciales externos. Estos saltan a la luz
en el interior
del sistema en forma cambiada, apenas reconocible, como disputa en torno a la seleccin
de los mejores medios. En esa transformacin del problema puede residir, sin embargo,
una ganancia de racionalidad. El comportamiento conflictivo, que de esta manera queda
disuelto, es l mismo un modo de reduccin de complejidad, una forma de reduccin del
problema, esto es: un equivalente funcional del desplazamiento de fin/medios, siendo as
como puede completar los caminos programados de la reduccin de problemas en cuanto
mecanismo complementario. Cuando la discusin racional se atasca, porque fracasan
sus medios de conviccin, el comportamiento conflictivo conduce a una redefinicin de
la situacin, modifica los planteamientos y, con ellos, el escenario, y hace que se
acerquen nuevos medios. Ya no se resuelve el problema por medio de conocimientos
extensin de la clase de los medios admisibles. Todo aquel que acierte a cumplir su fin
con facilidad podr permitirse incluir en la frmula teleolgica efectos adicionales junto
con sus aspectos valorativos. Si el fin es difcil de alcanzar o acaso ello es imposible, ha
de procederse a la inversa y descargar a la frmula teleolgica de los efectos marginales
tambin deseados, esto es: elevar su grado de abstraccin, hasta el punto de que se dejen
ver medios posibles o se alcance un lmite ms all del cual el fin no acierta a seguir
justificando la accin. Dicho en otros trminos: la complicacin del fin grava la
comprobacin tcnica de los medios. A la vista de unas relaciones causales difciles de
suscitar o inseguras no resulta posible apenas el recurso a alternativas. Para ello se
Las condiciones marginales no son efectos, sino causas que por particulares razones, y a
travs del programa, se encuentran conectadas al fin de tal manera que resultan
preferidas o admitidas en calidad de medio aquellas causas que cumplen esas condiciones. Las condiciones marginales condicionan, pues, al programa, pero en cualquier caso
no le hacen convertirse en un programa condicional, pues las condiciones no tienen como
finalidad desatar la accin, o fijarla en mayor o menor medida, sino tan slo limitar la
eleccin entre varios medios adecuados (hablamos de condiciones marginales con la
intencin de expresar esta circunstancia).
El sentido y la funcin de semejantes condiciones marginales resultan tambin de la
necesidad de atenuar el harto desconsiderado oportunismo del puro obrar de signo
teleolgico. Los fines permiten en no pocas ocasiones demasiados medios ms que los
necesarios y ms que los deseados. A esta esfera de los medios se la puede limitar no
slo, como ya hemos examinado arriba, mediante exigencias adicionales de efectos, sino
tambin de causas. Tienen stas el sentido de estipular artificialmente causas adicionales,
ms all de lo necesario en una contemplacin puramente causal. Se puede programar
una cita, por ejemplo, quedando en que en caso de buen tiempo se dar un paseo (sin
decir todava a dnde) y de mal tiempo se ir al cine (sin precisar por el momento a cul).
Con ello, el tiempo, que en s no es ninguna causa para los fines de la cita, se convierte en
tal por una va artificial y ficticia. Es una causa co-actuante no por fuerza
de la naturaleza, sino por el programa. La causalidad natural
puede quedar de esa manera corregida y ajustada en inters de
264
aquellos valores que resultan presuntamente rozados por las consecuencias de aquella
condicin (o de su ausencia).
Esta programacin va condiciones marginales en lugar de va efectos marginales
presenta ventajas considerables, pero tambin tiene su cruz. Las ventajas se fundan en lo
esencial en que las condiciones, en cuanto causas estipuladas, han de estar cumplidas
previamente a la decisin, mientras que los efectos residen en el futuro y, por ello, slo
se los puede esperar con mayor o menor inseguridad. Las condiciones, pues, son
constatables ms fcilmente, pues estn ya fijadas y expuestas a intervencin directa. En
la medida en que se puede programar la actividad decisoria va condiciones, aparece ya
liberada de inseguridad de futuro y puede, pues, asumir ms precisamente la responsabilidad. El consenso va condiciones es una base de cooperacin ms fiable que el que se
pueda obtener por medio de los efectos que se espera alcanzar.
Por otra parte, las condiciones slo tienen un efecto indicativo. Sirven como seales de
otra cosa, a saber: de aspectos axiolgicos de los efectos en cuya causacin o
impedimento han de cooperar. Por mor de los efectos, no por mor de s mismas, las
condiciones han de ser respetadas. El empleo de condiciones en lugar de efectos es, pues,
slo, un recurso de urgencia, una simplificacin de la decisin, una sustitucin de
problemas ms reducidos y manejables en el lugar ocupado por otros menos manejables,
un paso adelante en el proceso general de reduccin de la complejidad. Pero tambin de
este paso se ha de responder. La responsabilidad de que las condiciones de hecho generen
los efectos deseados o impidan los no deseados la asume el confeccionador del
programa, quien graba las condiciones en el interior de ste. Tambin aqu, as pues, con
la configuracin concreta del programa se encuentra en conexin una decisin de la cuestin de cules son las inseguridades que se han de absorber y en qu lugar. Relevantes a
efectos de una decisin til de esta cuestin lo han de ser tanto la generalizabilidad de los
conocimientos que capacitan para la solucin del problema, por una parte, como tambin,
empero, la respectiva distribucin de informaciones y capacidades dentro de la
organizacin, por la otra.
265
4. ESTRUCTURACION DEL PROGRAMA:
EL CARCTER POLIMEMBRADO
Hasta el momento la incrustacin directa o indirecta, condicional o incondicional de
consideraciones de tipo axiolgico en un programa teleolgico la hemos tratado slo bajo
la premisa de que no se ha de programar sino una relacin sencilla de fin/ medios; que se
cuenta con un fin y que se han de encontrar sus medios y reducirlos a una solucin de
utilidad. Ahora prescindimos de esta premisa. La realidad slo en extraas ocasiones es
as de sencilla, y, aun cuando lo es, en la mayora de los casos es innecesaria una
programacin teleolgica, esto es: una separacin entre la decisin programtica y la
decisin programada. Slo se podran programar tareas muy sencillas de tal modo que
pusieran al sujeto de la decisin en condiciones de actuar al instante en el momento
mismo en que se le hiciera consciente el medio apropiado. En situaciones ms complejas
la eleccin de un medio no significa en principio otra cosa que la fijacin de un punto de
vista desde el que se ha de proseguir la investigacin. Ahora bien, este medio no hace
entonces sino disparar la bsqueda de sub-medios que puedan ser considerados a efectos
de su generacin. El medio escogido ha de transformarse, pues, por su parte en un fin (
subfn), ocurriendo tal vez lo mismo con sus submedios, y as sucesivamente, hasta que
se llegue a decisiones en el orden de los medios perfectamente maduras para la accin.
Semejante formacin de cadenas de fin/medios es una va de reduccin del tamao de los
problemas cuya utilidad ya se ha corroborado 36 no otra cosa, en el fondo, sino una
mltiple repeticin del proceso analtico, examinado en el primer captulo, de la
descomposicin intelectual de un suceso unitario y continuo en dos estaciones: causa y
efecto, medio y fin. El hombre puede tener a la vista simultneamente ambos factores,
aun en el caso de que no le vengan dados como magnitudes fijas, sino como variables
cuyas posibilidades combinatorias ha de analizar. Pero con ello tambin se ha llegado a
los lmites de la capacidad humana de captar situaciones complejas y llevarlas a una
decisin
36
Vid., por ejemplo, las exposiciones de Linhardt, op. cit., pgs. 109 ss.; Simon, op. cit.,
1955 a, pg. 45; Litterer, op. cit., pgs. 139 ss.
266
consciente 37. Pues, con su mirada, no puede dominar contextos polimembrados de
variacin a un tiempo y en todas sus posibles constelaciones. Tiene que descomponerlos
o bien en la sucesin de los propios pasos de pensamiento, a todo lo cual se procura
firmes puntos de apoyo mediante decisiones intermedias propias que posteriormente ya
no se ponen en cuestin; o bien por la distribucin en el marco de un sistema de
cooperacin social en cuyo seno participan simultnea o sucesivamente diversos
miembros, realizando todos una contribucin parcial y presuponiendo en ella las de los
dems a manera de datos.
Para los casos ltimamente citados, para la cooperacin en la realizacin de los fines en
cuanto ouiput sistmico, la programacin teleolgica cobra su verdadera significacin.
Pues en decisiones meramente privadas, de individuos que actan por su propia cuenta y
riesgo, puede no haber ninguna pega en modificar, a la luz de eventos posteriores, los
planteamientos y los mismos resultados parciales ya alcanzados 35; en decisiones de tipo
social y cooperativo, empero, resulta ms difcil instrumentar un giro semejante de las
definiciones comunes de los problemas. Y es que no se puede ejecutar por el individuo
que ha tenido tan brillante ocurrencia. La actividad decisoria de este signo social y
cooperativo requiere, pues, que los problemas desde el momento en que se rebasa un
determinado umbral de la complejidad hasta el cual an podan todos entenderse
instantneamente en todos los extremos ya no puedan estructurar el proceso decisorio
slo en cuanto tales problemas, sino en la forma consolidada de un programa decisorio.
De programas teleolgicos polimembrados hablaremos en lo sucesivo (a diferencia de la
polietapieidad de un programa, a la que acabamos de referirnos) siempre que un
programa teleolgico no comprenda slo un fin como problema y unas cuantas reglas
decisorias adicionales, sino que fije cadenas de fin/medios. En ellos cada miembro del
programa puede prever desde luego una actividad decisoria polietpica, pero la
confluencia de ambas propiedades estructurales es compleja de modo tal que aqu no es
posible analizarla en detalle.
n Cfr., al respecto, supra, pgs. 9 ss.
38 Cfr. en torno a este extremo el informe y los anlisis del proceso decisorio en la
composicin de una fuga por Reitman, op. cit., en esp. pg. 307.
267
Los programas teleolgicos polimembrados presentan sobre todo una importante ventaja,
que slo se puede comprender y describir sobre la base de la teora de los sistemas.
Acelera la adaptacin de los sistemas complejos a las variaciones acaecidas en su
ambiente. Es posible, en particular, contemplar y variar aisladamente sus miembros uno a
uno, sin que por ello sea necesario repensar y equilibrar radical y correspondientemente
el programa global. En lugares especficos tambin se puede suplir un medio de un subfn
por otro medio funcionalmente equivalente. Esta equivalencia funcional suya garantiza
entonces que en el programa global nada requiere ser variado con la salvedad de los
submedios de ese medio; la variacin, por su misma forma de substitucin, asegura' la
continuidad del sistema. Tan pesados como pueden resultar los programas teleolgicos a
la hora de desarrollarlos, tan elsticos son por la circunstancia de que sus elementos
parciales son variables e independientes unos de otros. Adems, el elevado grado de
especificacin que se experimenta en cada una de las unidades ocasiona que las alteraciones, los fallos o las repercusiones de las variaciones ambientales se puedan localizar
y reconocer fcilmente en el sistema. Esto posibilita tambin unas rpidas reacciones. La
elevacin de las cuotas de asistencia en los centros tutelares de jvenes, que se hace
necesaria a causa de las alzas de los precios, puede ordenarse rpidamente y con
seguridad de estar acertando. Si las negociaciones con la Hacienda se prolongan, esto no
supone en ningn caso que se haya de volver a pensar y resolver en este contexto la
cuestin del sentido y los fines de la educacin de los jvenes en Centros de este tipo. Y,
a la inversa, es posible apoyar en las capacidades disponibles planificaciones del estilo de
la educacin o cambios de postura en lo relativo a la clase de jvenes o los presupuestos
legales de su ingreso sin que haya de problematizarse a un tiempo su infraestructura
econmica. En una medida limitada, se puede inmunizar tanto a los fines frente a las
variaciones de sus medios como tambin a los medios frente a las de sus fines.
La incrustacin de estas indiferencias en los programas teleolgicos abrevia los tiempos
de adaptacin de tal manera que cada vez se hacen ms infrecuentes situaciones
verdaderamente crticas. Y a la misma vez se alcanza un elevado grado en el refinamiento de la adaptacin ambiental, pues no toda forma especial
268
de adaptacin envuelve a toda otra. Este refinamiento tambin contribuye a evitar crisis
que se desplacen en la direccin del todo. El soporte de esta elasticidad interna que se
encuentra incluso en estructuras de fin/medios altamente complejas, lo es su concepcin
funcional, que apunta a unas reservas limitadas de posibilidades inocuas de intercambio.
Ahora bien, esta ventaja slo se alcanza por la razn de que la cadena en conjunto no se
compone de meros medios, sino que ms bien a estos medios se los entiende y trata a
la manera de subfines, esto es: como principio heurstico del descubrimiento y la
justificacin de nuevos medios. La ventaja de la elasticidad est condicionada por ello y
se paga con aquella falta de coordinacin que hemos conocido desde el punto de vista de
la relatividad de las caracterizaciones en trminos de fin y medios. Esta consideracin
renueva la enseanza de que aquel relativismo no es propiamente una deficiencia
lamentable, sino, por el contrario, un importante principio de gobierno de sistemas
complejos.
Otro aspecto de semejantes cadenas de fin/medios consiste en que, a diferencia de la
accin final sencilla, posibilitan una diferenciacin de la planificacin y la ejecucin
basada en un esquema de divisin del trabajo ".
Los programas polimembrados destacan por el dato de que en el programa mismo han de
tomarse decisiones de fin/medios, a las que se extrae del programa decisorio y sobre las
que se decide con carcter previo y abstracto. Esto sucede de forma tal que el planificador
del programa se pone en el lugar del sujeto de la decisin problematiza el fin sistmico, al
que se toma en consideracin como output sistmico, y busca los medios requeridos al
direccin opuesta.
Muy otra es la perspectiva del sujeto que ha de decidir y obrar en el proceso programado.
Para l, su tarea parcial posee una complejidad particularmente uniforme, siendo
indiferente que se halle al principio o al final de la cinta. Su fin nunca lo es el producto en
toda su complejidad, ni cuando introduce las primeras piezas en la cadena ni cuando da
el ltimo pulido al producto ya terminado, lo empaqueta o lo suministra al almacn. Este
ltimo toque no es, pues, en modo alguno la coordinacin de los submedios ms
prximos al fin, tal y como lo pueda parecer en el programa teleolgico cuando se le
presenta como cadena de fin/medios.
Estas reflexiones tambin explican por qu las modernas tcnicas de planeamiento de
redes como el PERT (Program Evaluation and Review Technique), CPM (Critical
Path Mcthod) y otras que sirven a la planificacin y control de los plazos de proyectos
complejos " no emplean el lenguaje de fin/medios. Prefieren una terminologa meramente
temporal-causal desde el momento en que hablan de eventos (events) conectados entre s
a travs de procesos (actividades, activities) 42. Aunque se trata
41 Vid., al respecto, las exposiciones de manual de, por ejemplo, Johnson et al., op. cit.,
1963, pgs. 247 ss., o Gutenberg, op. cit., 1965, pgs. 225 ss., y una panormica
penetrante en Peter Mertens, Netzwerketechnik als Instrument der Planung, Zeitschrift
fr Betriebswirtschaft, 34 (1964), pgs. 382-407, y en Karl Weber, Planung mit der
Critical Path Method (CPM), y del mismo autor, Planung mit der Program Evaluation
and Review Technique (PERT), Industrielle Organisation, 32 (1963), pgs. 1-14 y 35.
50, respectivamente, con detalladas referencias bibliogrficas.
" En la jerga especializada ha adquirido carta de naturaleza tambin la terminologa ms
neutral de nudos y aristas influida por la representacin
272
inequvocamente de programas teleolgicos y tanto en el desarrollo de la red de
planeamiento como en el cumplimiento de los diversos trabajos encomendados
presuponen un pensamiento en trminos de fin/medios, para la transformacin de un
plano decisorio en otro, esto es: para la comunicacin de las premisas decisorias, se
prefiere un lenguaje objetivo que cada participante entiende en consonancia con su
orientacin teleolgica.
La separacin de las dos perspectivas de la actividad decisoria, la programante y la
programada, es premisa de una suficiente separacin de las relaciones decisorias
horizontales y verticales. El desconocimiento de esta distincin ha contribuido ms que
cualquier otra cosa a dar a la idea de jerarqua esa posicin dominante de que disfruta en
la doctrina clsica de la organizacin y a bloquear " el estudio de las relaciones
horizontales. Cuando la estructuracin del programa se malentiende como si se tratara de
un proceso decisorio, surge con plena consecuencia la idea, que an colea hoy en las
organizaciones administrativas, de que el proceso de trabajo verdaderamente importante
que pone al sistema en conexin con el ambiente, discurre de arriba a abajo o bien de
abajo a arriba, de forma que el subordinado, segn instrucciones de su superior, procura
los medios para el fin de ste, quien a su vez hace lo mismo para el fin de su superior, y
as sucesivamente hasta que se llega al vrtice de la organizacin, donde se responde del
producto global y se le suministra al ambiente, por ser la nica instancia en el fondo que
est legitimada para traficar con ste. Tambin tienen aqu su origen ideas como la de que
quien firma una notificacin formal o firma el conforme y comprobado sobre volantes
de caja no asume con ello slo la responsabilidad formal, sino tambin la responsabilidad
del proceso global de las operaciones precedentes de consolidacin de las informaciones
44.
grfica. Las diferentes tcnicas de planeamiento de redes se diferencian en la clase de
interpretacin y aplicacin matemtica de tales redes. Vid. tambin Robert Gerwin, Die
moderne Grossprojektplanung, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 8 de junio de 1965,
pg. 11.
43
En torno a este muy discutido tema, cfr. supra, pgs. 66 s., 81 ss. En la reciente
bibliografa se renuncia en parte conscientemente a dar a las relaciones horizontales y
verticales una construccin unitaria a travs de una red de fin/medios comprensiva. Vid.,
expresiones Dewey, op. cit., 1922, en especial el captulo Present and Future; Parsons,
op. cit., 1949, pgs. 45, 732 s., 762 s., y del mismo autor, op. cit., 1951, pgs. 91 s.;
Paulsen, op. cit., en especial pgs. 38 ss.; Simon, op. cit., 1955 a, pgs. 46 s.; Thornton B.
Roby, Subtask Fhasing in Small Groups, en Joan H. Criswell/Herbert Solomon/Patrik
Suppes (eds.), Mathematical Methods in Small Group Processes, Stanford, Cal., 1962,
pgs. 263-281; Greniewski, op. cit., pgs. 770 ss.
275
mensiones material y temporal. Ello tal vez pudiera conseguirse mediante anlisis
fenomenolgicos del proceso de constitucin de sentido, en los que aqu no podemos
adentramos. En cualquier caso, algunas notas son inesquivables si nos queremos formar
un juicio sobre el extremo de qu sentido puede tener desplazar hacia el futuro el fin de la
accin, colocarle, pues, distanciado temporalmente del presente y renunciar as a un
cumplimiento inmediato de los deseos.
La ventaja de semejante aplazamiento estriba en que as se puede diferenciar las
dimensiones material y temporal del viven-ciar y colocarlas en una situacin de
invariancia en sus relaciones mutuas. Las cosas no varan todas al mismo ritmo cuando el
tiempo transcurre, por las mismas razones que la permanencia o el cambio de algunas
cosas en particular no supone necesariamente un parn o una aceleracin del tiempo. A
causa de esa invariancia y de mi propia movilidad, las cualidades materiales de mi
vivenciar no estn fijadas temporalmente. Mi coche, mi pluma, mi reloj son cosas que yo
puedo ver y utilizar en este o aquel momento y en un orden sobre el que puedo decidir
bajo criterios de oportunidad independientes de factores temporales. Las cosas no
dependen de un momento cronolgico, y estn constituidas con independencia del tiempo
(pero no prescindiendo del tiempo por excelencia) 47. Lo limitado de mi potencial
vivenciador y el despliegue espacial del mundo de los objetos tan slo me prescriben una
sucesin no puedo vivenciar todo a un mismo tiempo y me imponen un consumo de
tiempo ms o menos grande en el paso de un tema vivencial a otro.
En un orden como ste, que diferencia las dimensiones material y temporal, resulta
posible aplazar vivencias y cumplimientos de deseos y aprovechar la capacidad
vivenciadora y de obrar del entretiempo al objeto de producir el estado pretendido o de
prepararse a su advenimiento. En ese entretiempo pueden hacerse, unas tras otras, las
cosas que no se podran hacer a la vez. El aplazamiento de la satisfaccin posibilita la
disolucin de algunas
47
En torno a los presupuestos sociales de esa constitucin, y en particular de la existencia
de un alter ego viviente de modo simultneo, cfr. bsicamente Edmund Husserl, op. cit.,
1950 b, pgs. 145 ss., y del mismo autor, Die Krisis der europischen Wissenschaf ten
und die traszendentale Phnomenologie, Husserliana, vol. VI, La Haya, 1954, pgs. 185
ss., 415 ss.; Schtz, op. cit., en especial pgs. 186 ss., y una serie de artculos del mismo
autor recogidos en Schtz, op. cit., 1962.66.
276
(aunque, naturalmente, no de todas) exigencias contradictorias de la accin, mediante la
introduccin de una sucesin. La ganancia de racionalidad " que as se puede alcanzar y
que se ha discutido en mltiples direcciones puede ser presentada como incrementacin
de potencial de complejidad.
Ya en la misma perspectiva de la accin aislada resulta posible admitir ms complejidad
siempre que la accin se orienta de acuerdo con fines ms lejanos. Esta ganancia que se
obtiene mediante el empleo de largas cadenas de accin se encuentra normalmente en el
punto central de la discusin acerca de la racionalidad ". Pero slo en perspectiva puede
explicarse propiamente cmo llega a efecto y cmo se puede uno servir de l. Frente a la
simple perspectiva de la accin, la sistmica incorpora sobre todo dos puntos de vista
adicionales.
Por una parte, el anlisis de relaciones sistema/ambiente posibilita una postura crtica en
la cuestin de cunto tiempo tiene propiamente un sistema; esto es: si acaso se puede
permitir el esperar la aparicin de efectos lejanos o si, por el contrario, sus relaciones con
el ambiente se hallan en una situacin tan tensa en lo temporal que el sistema tiene que
reaccionar siempre con fines a corto plazo, pues el ambiente flucta con una intensidad
tal o el sistema vive tan al borde del abismo que no puede soportar ningn contratiempo.
No siempre, pues, es racional la planificacin a largo plazo. La planificacin ha de estar
en consecuencia con la interdependencia temporal entre sistema y ambiente, y puede
conducir a una catstrofe siempre y cuando tenga lugar sin consideracin de los apremios
dictados por el ambiente. El tener tiempo en el sentido de una libertad temporalmente
limitada para la eleccin del momento en que se hayan de realizar los propios fines es una
premisa esencial de
" La investigacin sociolgica se ha interesado hasta la fecha principalmente por una
correlacin entre la amplitud del horizonte temporal y la clase social o, en su caso, el
status en el seno de las organizaciones. Cfr., por ejemplo, Murray A. Straus, Deferred
Gratification, Social Class, and the Achievment Syndrome, American Sociological
Review, 27 (1962), pgs. 326-335; Louis Sclmei- der/Everre Lysgaard, The Referred
Gratification Patterns. A Preliminary Study, American Sociological Review, 18 (1953),
pgs. 142-149; Elliot Jaques, Measurement of Responsibility, Londres, 1956. Vid.
tambin Norbert Elias, Problems of Involvment and Detachment, The British Journal
of Sociology, 7 (1956), pginas 226-252.
e Cfr. crticamente sobre este extremo Dieter Claessens, Rationalitt revidiert, K6lner
Zeitschrift fr Soziologie und Sozialpsychologie, 17 (1965), pginas 465-476, reimpreso
en la obra del mismo autor, Angs, Furcht und gesellschaftlicher Druck und Andere
Aufstze, Dortmund, 1966, pgs. 166-124.
277
imprevisible y azarosa, sino que tienen lugar segn los intereses temporales esperables
de otros sistemas. A un mismo tiempo, la ascendente diferenciacin social hace
necesarios semejantes clculos con tiempo escaseado intrasistmicamente a ttulo de bien
disponible 50.
Por otra parte, la perspectiva sistmica permite, a la hora de disponer los medios
horizontal y verticalmente, distinguir los problemas temporales segn la diferencia
existente entre lo interior y lo exterior as como planificarlos teniendo en cuenta esa
diferencia.
Hay momentos o secuencias de la puesta en accin de los medios que al sistema le
vienen dados por razones externas: el tren slo sale a las 17,36 horas; las fases de un
proceso productivo qumico requieren tiempo respectivamente y slo pueden verificarse
en una determinada seriacin. Otros momentos o secuencias, en cambio, estn en
situacin de disponibilidd para el sistema, sobre todo aquellos que resultan de
interdependencias internas de los diversos procesos sistmicos y representan a la vez
citas en el sistema 51. Por todo ello, para el sistema existen
Vid. tambin el concepto del local time system en Pitrim A. Sorokin/ Robert K. Merton,
Social Time. A Methodological and Functional Analisis, The American Journal of
Sociology, 42 (1937), pgs. 615-629.
si En todo caso ha de observarse a este respecto que con el incremento de las
interdependencias en el interior del sistema y con las crecientes exigencias al ritmo de
actuacin se hace tambin ms difcil y se carga con mayores costes la disposicin sobre
tales conexiones temporales. Esto se deriva de la circunstancia de que el sistema utiliza
su tiempo interno para la solucin de problemas de coordinacin de la accin
interdependiente y no puede retroceder en ese empleo de tiempo sin volver a abrir esos
problmas. Toda fijacin temporal de una accin en el seno del sistema, tanto en el caso de
que se produzca de modo voluntario como si no, se transmite como vinculacin a ese
punto cro278
ambientes plsticos en lo que al factor tiempo se refiere, que permiten un elevado nivel
de disposicin temporal, as como otros ambientes dotados de una dinmica propia a la
que se ha de adaptar el sistema, si es que acaso entre sistema y ambiente han de
verificarse procesos causales plenos de sentido ". Los ambientes plsticos en lo temporal
dan al sistema ms posibilidades de resolver los problemas internos mediante un
compromiso temporal que los ambientes dinmicos, que abastecen al sistema con momentos determinados por agentes extraos y le prescriben un plan temporal y, con ello,
un ritmo que no es el suyo propio.
La forma en que se engranan las determinaciones temporales de extraos y propias
depende sobre todo del fin escogido y resulta variable con l. Adems, en planes
temporales determinados arbitrariamente por terceros, se producen posibilidades de
variacin derivadas del empleo de dinero o de poder. Un sistema que cuente con esos
medios generalizados los puede utilizar tanto al objeto de pagar el dominio ejercido sobre
la disposicin temporal cuanto para forzarla 53. Por ello, tambin puede decirse que en
los ambientes dinmicos un sistema necesita y consume relativamente ms poder o, en su
caso, ms dinero para planificar racionalmente; o, vistas las cosas desde otro ngulo, que
el dominio natural sobre la determinacin temporal significa una ventaja de poder que
se puede intercambiar o conquistar.
nolgico a otras acciones, patentizando as un efecto de alud que requiere ser
calculado minuciosa y anticipadamente en una planificacin racional temporal.
" Sobre esta distincin, cfr. tambin Roby, op. cit., pg. 266. Algunos apuntes en torno a
la limitada flexibilidad de la utilizacin del factor tiempo se encuentran tambin en
Wilbert E. Moore, Man, Time> and Society, Nueva York - Londres, 1963, en especial
pgs. 91 s.
u Muchas quejas relativas a la lentitud de las burocracias se remontan principalmente al
hecho de que stas, para poder operar internamente de modo racional, trabajan segn un
plan temporal fijado por ellas mismas y que prev tiempo suficiente para el ajuste y
despacho de los procesos internos, sin tener en cuenta el horizonte temporal ms corto de
de medios para fines ms lejanos discurren de modo paralelo o sucesivo, se hace entonces
comprensible lo complicados que pueden ser tanto los problemas como las posibles
constelaciones a las que se ve enfrentada la moderna planificacin de la estructura
temporal de los problemas teleolgicos.
En la tcnica de planeamiento de red " encontramos ya las primeras experiencias en este
sentido. Da un ejemplo de la racionalizacin de las conexiones temporales mediata o
inmediatamente externas mediante un clculo interno. A causa de las imbricaciones que
se producen entre dimensin material y esquema temporal, este clculo interno no puede
desarrollarse como un mero clculo temporal 55 en el sentido de que el tiempo sirva de
denominador de las acciones aisladas y de que sea el mejor clculo aquel que, dando el
mismo resultado, fuera ms rpido. Pues, en el sistema, el tiempo no es uniformemente
escaso. Ms bien parece que en el discurrir paralelo y la coordinacin de diversos
procesos en el marco de un programa teleolgico siempre existen, por una parte,
estrechamientos en los que repercuten inversiones que aceleran los procesos o arrancan
del sistema otras disposiciones temporales y, por otra parte, caminos temporalmente
elsticos para los que es indiferente, dentro de ciertos
54
Vid. las referencias bibliogrficas supra n. 41. En torno al carcter de esa tcnica como
mera planificacin de trminos que parte de relaciones fin/medios dadas, vid. con
especial claridad Knut Bleicher, Organization der Unternehmensplanung, en
Agthe/Schnaufer (eds.), Unternehmungsplanung, Baden-Baden, 1963, pginas 121-161 (
157 ss.).
55
Como un intento de partir del tiempo como variable fundamental de la racionalizacin
sistmica, cfr. Chapple/Sayles, op. cit., pgs. 55 ss., 118 ss.
280
lmites, cunto tiempo necesitan, de manera que aqu se pueden ahorrar, inversamente,
medios materiales, atencin y celo.
Una panormica de la distribucin de escaseces y elasticidades temporales en el sistema
slo puede alcanzarse en un lugar central. Esto hace necesario quitar al individuo agente,
si se quiere racionalizar la planificacin temporal, la disposicin sobre los momentos y
las secuencias de su obrar y regular conjunta y centralmente, en el seno del programa
decisorio, esas cuestiones. En cuanto programa teleolgico, este programa no slo habr
de fijar en general relaciones causales y axiolgicas, sino que tambin habr de poner
trminos a la accin. Con ello crece el potencial de complejidad del sistema, pero
tambin su propia complejidad. A la complejidad material se suma la complejidad,
enteramente distinta, en el tiempo "bis. Se tornan posibles acciones que slo tienen pleno
sentido bajo la premisa de que al mismo tiempo o en otros momentos determinados en el
sistema sucedan otras cosas. Por otra parte, una tal planificacin de los trminos presenta
una serie de consecuencias disfuncionales que slo son atenuables hacindolas
conscientes e incluyndolas en los clculos a la hora de planificar los programas.
Crece, por ejemplo, la propensin a las alteraciones, y el sis tema, precisamente en virtud
de la autonoma de la propia planificacin temporal, se torna en nueva forma
dependiente del ambiente. Una alteracin y un desplazamiento de los trminos potencian
sus efectos a causa de las numerosas dependencias que tienen su origen precisamente en
los plazos fijados. Esto echa a espaldas de los superiores la responsabilidad por
improvisadas regulaciones de excepcin y por numerosos procesos parciales con costosos
tiempos de espera. Otra consecuencia. propia de la planificacin programada del tiempo
estriba en la deformacin de las preferencias desatada por la urgencia de lo sujeto a plazo.
Si ha de preferirse aquella accin cuyo plazo o trmino es inminente, en el apremio de
los plazos pierde significacin el orden axiolgico material del sistema 5G. A
continuacin, y como por
"1" Vid. la distincin de complexity in form y complexity in time en J. W. S. Pringle,
On the Parallel between Learning and Evolution, Behaviour, 3 (1951), pginas 174215.
SS Cfr. al respecto la descripcin de la vida cotidiana de trabajo de un alto funcionario
britnico en Harold E. Dale, The Higher Civil Service of Great Britain (Londres), 1941,
pgs. 21 ss.; asimismo, John M. Gaus/Leon O. Wolcott, Public Administration and the
preferencia frente a aquellas que tienen que ser extradas antes del ambiente. Las
comunicaciones de nuevo cuo se convierten as en una excepcin no bien recibida. Por
todas esas razones, en conjunto tendr cada vez ms sentido el abandonar la orientacin
teleolgica para el trfico interno dentro del sistema y pasar a una programacin
condicional.
Todas stas son consecuencias no pretendidas de la planificacin de los plazos que no
son generados por una u otra forma de plan temporal y que no permiten su reduccin, en
una comparacin de diversos planes, a valores mnimos. Resultan del hecho de que los
fines y los medios se encuentran programados con fijeza en lo que al tiempo atae, por lo
que se les debe contemplar como costos del paso a un tipo diferente de planificacin
organizacional y decisoria, slo atenuables por la perfeccin de este tipo de planificacin,
esto es: mediante una programacin ms compleja. Adems, se les ha de estimar
conjuntamente tambin, como es obvio, siempre que se trate de la decisin de la cuestin
fundamental de si un sistema debe hacer suyas las ventajas de una planificacin de las
relaciones de fin/medios sujeta a plazos o, mejor, trabajar con programas teleolgicos
abiertos en la perspectiva temporal.
6. PROBLEMAS Y SOLUCIONES
Fines son problemas que, a ttulo de efecto pretendido, han recibido una versin ms o
menos determinada. Las cadenas de fin/medios sirven a la precisin y reduccin de
semejantes pro" Una correlacin entre frecuencia de las comunicaciones y concrecin de los programas
que las controlan la presume Jrgen Pieztsch, Die Information in der industriellen
Unternehmung, Grundzge einer Organisationstheorie fr elektronische
Datenverarbeitung, Colonia, Opladen, 1964, pgs. 50 s.
282
blemas. Es en relacin a esa problemtica transformacional como hemos examinado ya la
funcin y estructura de los problemas teleolgicos. De ello ha resultado que estos
programas integran un medio de gobierno de ndole relativamente general y, por tanto,
rico, tambin en trminos relativos, en problemas. No pueden sustituir la actividad
decisoria. En otras situaciones son objeto de elaboracin en un plano superior de
complejidad. Esta complejidad slo la absorben de modo parcial, transmitindola a
continuacin a la actividad decisoria programada. Y esto no ha de entenderse como una
deficiencia del programa, sino como una tcnica de elaboracin de problemas segn
principios de divisin del trabajo. Slo as pueden los problemas muy complejos tornarse
maduros para la decisin.
Ahora, valindonos de la distincin entre problemas permanentes y problemas solubles,
trataremos de explicitar ms detalladamente ese proceso de reduccin del tamao de los
problemas segn principios de divisin del trabajo. Esta reduccin, gobernada por
programacin teleolgica, tiene el sentido de, en dos o ms etapas, convertir los
problemas permanentes en problemas solubles. La problemtica permanente de la
existencia sistmica no se ve as superada; pero al menos se la toma ampliamente en
consideracin a travs de la solucin al corriente de los problemas sustitutorios.
Es habitual clasificar como descriptivas (empricas, explicativas)
o prescriptivas (normativas, racionales) a las ciencias que se ocupan de organizaciones
del obrar humano ".
Las descriptivas empricas la sociologa, por ejemplo, en la medida en que se sirven
de la teora de los sistemas, trabajan con la idea de problemas permanentes que a los
sistemas les vienen dados siempre que y en tanto en cuanto tratan de mantenerse en
medio de un mundo complejo ". El mantenimiento de la existencia es y permanece
incierto y problemtico. La problemtica no desaparece ni siquiera cuando un sistema
acierta a dominar ese problema de momento en momento; pues se encuentra enraizada
en la tensin de ser y tiempo, y slo el decurso de ste puede apartar definitivamente los
problemas sistmicos en
u Cfr., al respecto y en relacin a la necesidad de una sntesis, Luhmann, op. cit., 1966 b.
Al final de esta obra an hemos de volver a este tema.
" En torno a este extremo se pueden encontrar otras acotaciones en Luhmann, op. cit.,
tambin hacen abstraccin del tiempo en la medida en que no prestan atencin al extremo
de que el tiempo resuelve definitivamente todos los problemas.
En unin de sus distintos problemas, a las teoras sistmicas y decisorias se las puede
desarrollar y dejar estar unas junto a otras, tal y como sucede actualmente con enfoques
de investigacin descriptivos y prescriptivos. Entonces ya no hay por qu topar con la
incompatibilidad de sus conceptos de problema. Para la ciencia de sistemas que han de
tomar decisiones esta salida es, no obstante, altamente insatisfactoria, ya que escindira su
objeto en dos aspectos inconciliables. Por ello, la ciencia de la organizacin ha de
ocuparse particularmente de la transformacin de problemas insolubles en solubles, esto
es: de la incorporacin de modelos decisorios racionales a la problemtica existencial de
sistemas sociales fcticos. Los conceptos de complejidad y reduccin del tamao de los
problemas tendran la tarea de proporcionar un marco representativo al respecto, cuyo
desarrollo es ahora necesario.
Vistas las cosas con ms cercana, es posible distinguir dos tipos de transformacin de
problemas insolubles en solubles. De acuerdo con una terminologa que, pese a su poca
agilidad ha tomado carta de naturaleza en los Estados Unidos, denominaremos al
primero de ellos operacionalizacin y al segundo calculizacin (o algoritmizacin) de
modelos de fin/medios. En el primer caso, no obstante la denominacin, se trata de un
viejo y familiar asunto; en el segundo, de una idea enteramente nueva que en las viejas
concepciones de la naturaleza lgica de la rela60 Vid., al respecto, E. A, Singer, Jr., Experience and Reflection, Filadelfia, 1959.
284
cin de fin/medios slo encuentra unos precedentes absolutamente lejanos y cuyo significado apenas si es posible subestimar.
Operacionalizacin no significa otra cosa sino definicin emprica, ms exactamente:
definicin por la va de la indicacin del comportamiento que proporciona la percepcin
del objeto. Los fines, como ya se ha dicho, son efectos del obrar que se imaginan
problemticos y deseables. Los efectos son sucesos acaecidos en el mundo de la
experiencia. Ello, no obstante, los fines no quedan sin ms definidos operacionalmente;
pues los efectos en que se piensa pueden y deben, si se pretende que expresen una
problemtica permanente ser en principio objeto de una caracterizacin tan
indeterminada que sea imposible indicar con exactitud a travs de qu acciones se puede
constatar si se ha cumplido el fin o no. La definicin operacional de los fines es objeto de
particulares esfuerzos 61. Cuando en un presupuesto pblico se destinan medios
financieros para la creacin y conservacin de reservas naturales se est sealando as
un problema, un fin y los rendimientos de un plan. Este se procura posteriormente la
forma de una resolucin administrativa que, por ejemplo, pueda dar instrucciones en el
sentido de que, de la suma de 5.000 marcos prevista en el presupuesto, haya de
financiarse en 1966 la adquisicin y colocacin de 333 sealizaciones de a 15 marcos
cada una en la reserva natural Hinterbrunner Moar. A fines de 1966 se puede constatar
inequvocamente si se ha logrado o no ese fin operacionalmente definido. En torno a la
cuestin de si lo que se ha hecho ha sido crear o conservar una reserva natural, las
opiniones pueden, en cambio, ser y seguir siendo muy variadas. Igualmente confusa resta
la cuestin de si y en qu medida la colocacin de las sealizaciones produce la
conservacin de la reserva y acaba as con ese problema.
Operacionalizacin, pues, slo es posible cerrando el horizonte temporal de la
planificacin y fijndola un momento o un perodo dentro del cual se haya de producir el
efecto. Sin determinacin temporal, a los fines les falta la operacionalidad, por
6" Acerca de la aplicacin del concepto de operacionalidad a los fines, vid., por ejemplo,
Simon, Birth of a Organization, Public Administration Review, 13 (1953), pgs. 227236; McKean, op. cit., pgs. 25 ss.; March/Simon, op. cit., pginas 63 s., 155 ss.; Mehl,
op. cit., 1960, pgs. 75-83 (78 s.); Albach, op. cit., 1961, pginas 357 s.; Perrow, op. cit.,
1961 a. Otras referencias bibliogrficas en torno a la concepcin general de la concrecin
de los fines como variable, vid. pgina 196, n. 59.
285
muy precisos que puedan ser en todo lo restante. Adems, a travs de la fijacin a
; Newmann, Administrativa Action, Englewood Cliffs, 1951, pginas 28, 408 s.; Wohe,
Eiunfhrung in die allgemene Betreiebswirtschaftslehre, Berln, Francfort, 1964, pgs.
100 ss.; Heiser, Budgetierung, Berln, 1964, pginas 127 ss.; Gutenberg, op. cit., pg.
147.
292
sector a sector, y en cada uno de ellos se parte de la suposicin de que en todos los
restantes ya se han obtenido resultados ptimos. Slo bajo semejante premisa de
optimalidad " puede verse el sentido de optimizar sector a sector las soluciones.
Y en segundo trmino la limitacin del tema de control a travs de premisas decisorias
ya sentadas implica que la funcin de planificacin y control resultan convergir sin
plantear exigencias contradictorias, con otras palabras: que exactamente las mismas
premisas decisorias pueden fijar ptimamente la planificacin y conducir ptimamente el
control ". Esta hiptesis de convergencia se torna, empero, cuestionable cuando se
comienza a tomar en serio dificultades intrasistmicas, esto es: los autnticos problemas
de motivacin " o de desplazamiento de fin/medios o de los conflictos de objetivos
determinados por ello ".
La teora clsica de la racionalidad econmica, en cuanto que trata de comprender la
racionalidad de la accin segn el esquema de fin/medios, prescinde en este lugar
como en los dems de la organizacin como mbito de problemas, y pasa
inadvertidamente ante importantes problemas de la formacin de sistemas. Y as no ha de
resultar sorprendente que sobre la base de una teora sistmica se llegue a una concepcin
de la funcin de control de distinta fractura. Nosotros no referimos la funcin de control
a la ejecucin de los programas, sino al problema existencial (o, en otros trminos, al
problema de la complejidad) 76.
" Cfr., al respecto supra, pgs. 278 s.
" Esta teora se formula, por ejemplo, para 81 presupuesto en cuanto esquema de
planificacin y control. Representativamente, vid. McFarland, op. cit., pginas 418 s.;
Agthe, Methoden dar Budgetkontrolle in amerikanischen Untarnehmungen, Francfort,
1960, pgs. 7 ss.; Heiser, op. cit., pgs. 20 s.
" Vid., al respecto, Stedry, op. cit., a quien las reflexiones y los experimentos acerca de la
influencia de las expectativas de rendimientos presupuestadas sobre la formacin del
nivel de pretensiones y sobre los rendimientos han llevado a desechar la fusin que en la
vieja teora presupuestaria experimentan la planificacin y el control. Cfr. tambin
Cooper/Charnes, op. cit., 1961, pgs. 38-91 (39 s.). Menos convencido de que aqu el
gobierno del nivel de pretensiones es contemplado como asunto de control y no como
elemento de la planificacin, cfr. la opinin opuesta de A. Marettek, Typen der
Budgetkostenrechnung, Zeitschrift fr Betriebswirtschaft, 34 (1964), pags. 408-414.
" Vid., al respecto, Ijiri, op. cit.
" Tambin en la teora econmica de la empresa emergen consideraciones similares,
estimuladas concretamente por la teora del mantenimiento de la sustancia (cfr. pg. 141,
n. 122. Vid. Sleben, Prospektive Erfolgserhaltung. Ein Beitrag zur Lehre von der
Unternehmenserhaltung, Zeitschrift fr Betriebswirtschaft, 34 (1964), pgs. 628-641.
Cfr. tambin Cooper, op. cit.
293
La teora de los sistemas rompe radicalmente con la suposicin de que las actividades de
planificacin y control cuentan como punto de partida con determinados valores o fines
que les vienen dados con carcter previo e invariante, y contempla todas las premisas
decisorias como prestaciones propias del sistema merced a las cuales ste se procura una
interpretacin de su ambiente, separando con ello la perspectiva sistmica del programa
teleolgico en el que aqulla slo encuentra una expresin incompleta.
La teora de los sistemas rompe radicalmente con la hiptesis de que determinados
valores o fines estn fijados previamente y con caracteres invariantes como puntos de
partida para actividades de clarificacin o control. Todas las premisas decisorias las
contempla como prestaciones propias del sistema con las cuales ste se procura una
interpretacin de su ambiente. Separa por ello la perspectiva sistmica del programa
teleolgico en el cual slo acierta a encontrar una expresin inacabada.
Esta reorientacin sepulta la concepcin tradicional de que en el control tan slo se
tratara de descubrir y aliviar desviaciones con respecto a criterios decisorios ya fijados,
aunque naturalmente tambin se ha de reconocer esta funcin, que conserva su relativo
derecho. En la perspectiva que la teora sistmica inaugura, el control, al igual que la
planificacin, ha de extenderse a la programacin teleolgica misma. Capta y acompaa
al proceso total de la remoderacin de los problemas existenciales en programas
decisorios, vigila el desarrollo de fines y medios y su conversin en problemas solubles, y
encuentra la razn de su existencia en los peligros e insuficiencias de este proceso de
transformacin. Precisamente porque este proceso reduce los problemas sistmicos a
frmulas de subrogacin susceptibles de decisin, precisamente por ello, requiere ser
sometido a control. Su funcin requiere esta compensacin. El control sirve a un mismo
tiempo como conciencia crtica de la absorcin de complejidad. La separacin de los
procesos decisorios normales, programantes y programados, y su control tiene, pues, el
sentido de una reaccin tctica diferenciada frente a la complejidad ambiental: primeramente se simplifica la problemtica para que se la pueda decidir y tratar con pleno
sentido, y despus se vigila la simplificacin misma en torno al extremo de si acierta a
preservarse o si bien conduce a situaciones crticas. La concepcin de progra294
mas para una actividad decisoria correcta es, por consiguiente, una condicin previa en
verdad ineludible de todo control. Estructura el campo de comprobacin, pero no acierta
a prejuzgar los resultados del control, ni tampoco a excluir que las desviaciones posean
sus buenas razones, mejores incluso que el programa mismo.
La misma idea puede tambin formularse desde el punto de vista del problema de la
incertidumbre: formacin de sistemas significa que las incertidumbres externas quedan en
parte relegadas por las incertidumbres internas. Esto acaece mediante programas
mediadores para una actividad decisoria correcta. Entonces sigue siendo
verdaderamente incierto en trminos intrasistmicos si de hecho se ha decidido
correctamente; pero esta incertidumbre interna es ms fcil de superar o, por lo menos,
de reducir que la externa. A esto se refiere la funcin del control ".
Como quiera que el proceso controlado de la reduccin de complejidad presenta en s
mismo un orden escalonado, tambin su control se ha de ordenar de una manera
correspondientemente diferenciada. Opera en planos distintos con criterios igualmente
distintos, retrotrayendo la decisin controlada a problemas respectivamente distintos. En
el caso de organizaciones estructuradas teleolgicamente se puede por lo menos
diferenciar las tres siguientes funciones del control: vigila (1) la reinterpretacin de la
problemtica existencial en trminos de fines, (2) la transformacin de los fines
sistmicos en subfines operacionales en ltima instancia y, finalmente, (3) la realizacin
de los fines definidos operacionalmente como solucin de los problemas que se han
vuelto solubles.
1) La fijacin de los fines sistmicos, una vez que se ha reconocido su especfica
funcin, puede ser controlada en base al problema existencial. A tal efecto se ha de hacer
a lo ms indeterminado criterio de lo ms determinado. Esta concepcin invierte
completamente la tradicional idea del control. Sin embargo, no es inejecutable. El sentido
de esta suprema forma de control estriba en la utilizacin de un procedimiento distinto de
reduccin de la indeterminacin: el problema existencial, ciertamente, es desde el punto
de vista terico ms indeterminado que los
As tambin Krsselberg, op. cit., pg. 53. Vid. tambin el concepto del riesgo
intraempresarial en Gutenberg, op. cit., 1965, pg. 255.
295
fines sistmicos, pero situacionalmente se pone de manifiesto en forma de crisis. Y el
control del establecimiento de fines utiliza para sus fines esa virtualidad clarificadora de
las crisis.
Crisis son situaciones agudas en las relaciones sistema/ambiente que ponen en cuestin
hecho. Las expectativas de prestacin programadas son el tema de control y con ello no
una base suficiente de control. Se deben desarro" Como una investigacin que se vale de mtodos matemticos (por ejemplo: de la
programacin lineal) al objeto de controlar el comportamiento orientado y medible por
subfines segn su aportacin a los fines sistmicos, vid. Ijiri, op. cit.
297
llar, ms bien, junto a ellas indicadores especiales 82 que, si se les compara con la
prestacin producida y sus consecuencias anunciadas, den alguna luz en torno al extremo
de si las prestaciones satisfacen verdaderamente las exigencias de fines supraordinados.
ello nunca, tal y como pensaba la lgica ontolgica del gnero y la especie, servir a la
constatacin fundamentada de lo esencial. Modifica y transmuta slo la pregunta por la
razn suficiente y esto es tambin un mecanismo de reduccin de los problemas. La
igualdad de lo comparado vale como razn suficiente. Esta razn, sin embargo, no tiene
una validez exclusiva; no puede excluir que tambin aquello que en la perspectiva de
comparacin se presenta como desigual acierte a acreditar razones. Pero la prediccin
habla en contra. Lo desigual debe, pues, fundamentarse de manera particular. Si se
compara una accin con su norma, un efecto con el fin perseguido, la constatacin de la
coincidencia, pues, es una razn suficiente para su consideracin como correcta, mientras
planificacin y control.
301
servomecnico, aplicable slo en el plano ms bajo del control comparativo, donde los
subfines estn definidos operacionalmente ". En planos superiores la simple comparacin
de los resultados obtenidos con los fines programados ya no resulta suficiente, e incluso
en el plano inferior los problemas se tornan a cambio complejos cuando las antenas de
control anuncian alteraciones relevantes a efectos sistmicos. En tal caso, las
informaciones de resultados deben ser analizadas con perspectivas complicadas y con
independencia del programa.
Las diferencias de las misiones de control y sus tcnicas en los diversos planos las hemos
tratado ya. Sobre la base de esa exposicin podemos ahora anotar algunos rasgos
generales de esa ordenacin escalonada del control.
Las etapas del control se diferencian primeramente en lo que concierne al espesor del
control. El control comparativo ha de verificarse de modo continuado y con la mayor
proximidad posible a la actividad controlada ". Esto vale tambin para el control de
indicadores, si bien en forma atenuada. El control de crisis es ciertamente una funcin
permanente, pero se basa
" El principio de retroaccin o reacoplamiento tiene, as pues, una validez de alcance
considerable, pero no es en absoluto el nico mecanismo de control. Vale para programas
teleolgicos que estabilizan las fronteras del output del sistema. Para los programas
condicionales que conectan con el input rigen formas de control totalmente distintas. En
su caso se recurre sobre todo a esquemas de regla/excepcin al objeto de poder
comprobar la aptitud de la regla en lo que concierne a las excepciones a la vista del
motivo y la frecuencia de las necesidades. La referencia al problema existencial y la
instructividad de las desviaciones son aqu menos espesas que en los programas
teleolgicos.
" Cfr., por ejemplo, Goldman, Information Flow and Worker Productivity,
Management Science, 5 (1959), pgs. 270-278. Crtico al respecto, Vickers, op. cit.,
1965, pgs. 72 ss.
n El hecho de que a pesar de todo se puedan garantizar formas de control que puedan
tomar en consideracin las objeciones del movimiento de las human relations frente a la
presin del control personal sumisor es una cuestin de ndole muy distinta. Pinsese, por
ejemplo, en el imperceptible gobierno de la produccin que se lleva a cabo con ayuda del
control de calidad.
302
en los resultados y los rendimientos previos de las etapas de
control subordinadas. Su intervencin tiene carcter excepcional.
Un punto de vista adicional lo constituye la reprochabilidad del resultado del control. Las
desviaciones descubiertas por el control comparativo son, por rgla general, reprochables
a no ser que puedan ser catalogadas como perturbaciones de etiologa ambiental. Slo
en contadas ocasiones les es dable justificarse de modo tal que los programas afectados
se adapten a ellas. El control de indicadores cuenta ya con una diferencia normal entre
los subfines perseguidos y el xito de 'conjunto. Este es su punto de partida. Conoce,
pues, una zona de tolerancia y slo alza su voz de advertencia en el caso de que se
superen los niveles de peligro de los indicadores. El control de crisis no formula ningn
tipo de reproche como no sea a s mismo por una percepcin demasiado tarda, ya
que precisamente cuestiona radicalmente el fundamento de todos los reproches, los
programas decisorios vigentes.
Una tercera caracterstica estructural guarda estrecho nexo con la de la reprochabilidad. A
medida que el control parece anunciar ms la posibilidad de reproches, tanto ms
probable es que los controlados busquen resguardo por detrs de los criterios de control.
Consecuencia de ello es una deformacin del programa por obra del control ". En el plano
inferior, los programas y los criterios de control son coincidentes. A pesar de ello, el
control engendra deformaciones porque en los puestos de trabajo se rene para el caso de
desviaciones descubiertas, un elenco de salidas curativas, buenas razones y precedentes
consagrados cuyo alcance se observa cuando se acta en condiciones dificultosas. El
peligro principal' de la deformacin reside en la esfera del control de indicadores, donde
los indicadores se encuentran separados del programa en s, pero influyen en su
ejecucin, sobre todo en el sentido de una utilizacin total del margen de tolerancia para
la relajacin, la bsqueda del inters
u Este efecto distorsionador ha sido observado frecuentemente. Vid., por ejemplo,
Worthy, Organizational Structure and Employee Morale, American Sociological
Review, 15 (1950), pgs. 169-179; Blau, The Dynamic of Bureaucracy, 2. ed., Chicago,
1963, esp. pgs. 36 ss.; Francis/Stone, op. cit., pg. 136; Rigdway, op. cit.; Kornai,
Overcentralization in Economic Administration. A critical Analysis Bases on Experience
in Hungarian Light Industry, Londres, 1959, pgs. 117 ss.; Dubin, op. cit., 1962, pgs.
11-55 (42 ss.); F. M. Marx, Interne Verwaltungskonforme, en el mismo autor (ed.),
Verwaltung. Eine einfhrende Darstellung, Berln, 1965, pgs. 372-387 (373 ss.).
303
todos los sistemas organizados jerrquicamente, pues responde del sistema en cuanto
todo; y esto hace inevitable ponerlo en un mismo plano con la suprema funcin
planificadora, por ms que pueda conservarse la separacin terica y funcional.
8. ORGANIZACION
Nuestras consideraciones en torno a la programacin teleolgica se han hecho guiar por
la suposicin de la existencia de un entramado entre las decisiones. Ahora se trata, a ttulo
de conclusin, de clarificar ese punto de partida y estudiar las condiciones de su
realizacin.
Son diversas las formas en que se puede producir un entramado decisorio semejante,
pudindose, a tales efectos, distinguir tres tipos principales. En un caso se trata de
entramados decisorios programados, de la actividad decisoria que, en virtud de la divisin
del trabajo, se produce en el seno del proceso programado, en el cual toda contribucin
ha de presuponer que las dems contribuciones tambin se producen fcticamente y en el
que, vistas las cosas desde la perspectiva inversa, cada contribucin no slo cumple su
especfico fin (en cuanto medio para otros fines), sino que con ello decide a un mismo
tiempo acerca de las premisas decisorias de las otras contribuciones. Un segundo tipo a
distinguir es la programacin del proceso decisorio. Esta fija los fines y las
determinaciones marginales del programa deciso304
rio, y, en este sentido, tambin decide acerca de las premisas decisorias de otras
decisiones, si bien no acerca de las fcticas, sino de las normativas. Finalmente, tal y
como en el ltimo epgrafe se ha mostrado, tambin el control presenta esta peculiar
estructura del decidir acerca de las premisas decisorias: examina la relacin de las
decisiones ya tomadas con sus premisas decisorias y hace objeto de una decisin los
problemas existentes eventualmente en esa relacin, tratando de corregir o bien las
decisiones a las que se ha procedido o bien sus premisas.
No es una cosa enteramente evidente el que en la vida social resulte posible un orden as,
coordinado a travs de las premisas decisorias. O, dicho en otros trminos: no es posible
en todos los tipos de sistemas sociales. En el proceso decisorio elemental, normal, se
decide por va de las acciones (siendo ste el tipo de actividad decisoria que contemplaba
la teora clsica, tica, de la accin). En el caso de la programacin, por el contrario, se
configura un orden decisorio sinuoso, en el que no se decide directamente sobre
acciones, sino en el que con toda decisin se codecide en torno a otras decisiones. El
proceso decisorio, pues, se aplica constantemente a s mismo, tomndose reflexivo en
este sentido 94. Su racionalidad se ve mediatizada por efectos prejuzgantes, esto es: por
la va de premisas decisorias de otros fenmenos de decidir, circunstancia sta, la de la
mediatizacin, que ha de tenerse continuamente en cuenta y reducirse a control a lo largo
del proceso decisorio. De esta manera resulta posible lograr una intensificacin de la
selectividad de este proceso, y esto es lo mismo que decir: un incremento de la capacidad
de reducir complejidad. Un sistema social que se dote de procesos decisorios reflexivos
puede existir en el seno d un ambiente de crecida complejidad merced a un incremento
de su propia complejidad. La ventaja as alcanzable no puede entenderse ya como
racionalidad de la accin o racionalidad teleolgica, sino slo como racionalidad
sistmica.
Las condiciones sociales generales de la estabilizacin de los mecanismos reflexivos,
altamente complejas por su parte, apenas si han sido objeto de estudio hasta ahora. Este
es un tema que aqu no podemos tratar de una manera ms detenida y adecuada.
" En torno a este concepto, ms detalladamente, Luhmann, Reflexive Mechanismen,
Soziale Welt, 17 (1966), pgs. 1-23.
305
Una diferenciacin sistmica funcional-estructural, cada vez ms marcada y que se
extienda a todos los mbitos de la sociedad, se contara entre esas condiciones, al igual
que la reestructuracin de otros numerosos procesos sociales en mecanismos reflexivos:
junto a los procesos del decidir, tambin los del habla, el intercambio, la docencia y la
discencia, la investigacin, la valoracin y la confianza deberan volverse reflexivos, esto
es: poder aplicarse a s mismos. Y entre ellas tambin se cuenta la institucionalizacin de
A este respecto, con mayor detalle, Luhmann, op. cit., 1966 b, pgs. 22 ss., 112 ss.
313
cin de ambas perspectivas no resulta adecuada al objeto de la ciencia
pasan la estadstica y el anlisis
de la organizacin y, tal vez, tampoco al de la misma ciencia social.
explicaciones por medio de leye
Pues el obrar organizado o, en su caso, la accin social sera siempre
Tal vez sea discutible la cuesti
un obrar normado y que acepta normas, de modo que no resulta
aproximacin a la verdad, este p
posible comprender su sentido sin que la ciencia se apropie de esas
unidad del saber tico y obrar a
normas en su normatividad misma. En otro caso, su objeto se
orientaciones de naturaleza ideo
desvanecera ante nuestras miradas, disolvindose y convirtindose en
yendo ms lejos, al pluralismo d
algo que ha dejado de ser accin. Este argumento, empero, carece de
otra. En cualquier caso, ese proc
consistencia. En el fondo aboga por un retorno a la unidad aristotlica
a peldao, el potencial de comp
de la visin csmica de la ciencia y la accin, pasando por alto con
un modo meramente formal, se
ello la funcin que cumple la diferenciacin de las perspectivas
comprender como un orden con
cientfica y prctica.
El retroceso a causas que se des
Semejante actitud resultaba adecuada mientras la ciencia y la praxis
esto es: que no brindan una mot
podan identificarse en su pretensin de sentido, mientras se referan y
siquiera capaces de motivar, hab
perseguan en ltima instancia lo mismo, mientras digmoslo con
nuevas y expuesto todas las inte
ms concrecin era posible imaginarse fines verdaderos. A la
se habran actualizado de haber
ciencia le corresponda entonces la misin de presentar al agente su
ello, las teoras sistmicas propo
correcto obrar y de sealarle y explicarle qu tena que hacer,
expansin de la capacidad de pe
cumpliendo as una doble funcin de conocimiento y amonestacin.
no existe suficiente claridad. No
Esta unitaria perspectiva del saber y el obrar correcto haca que la
lmite de esa capacidad de perce
cuestin de si el llamado a actuar segua o no el consejo de quien se
la circunstancia de que sistemas
encontraba en posesin del saber apareciera en definitiva como un
extremadamente alto, que las ac
asunto de la buena voluntad y de la virtud.
sistemas y que, adems, por si e
Los recientes desarrollos experimentados, principalmente en las
pueden combinarse en entramad
ciencias sociales y la psicologa, han superado esa orientacin global
variacin en muy diversas direc
tradicional homognea, en ltima instancia, a pesar de la posible
Bajo la presin de ese incremen
divergencia entre teora y praxis. Las ciencias de la accin buscan hoy
elevar a la conciencia, que las ll
en algunas de sus disciplinas especializadas una inteligencia de la
ciencias prescriptivas tradiciona
accin que el mismo agente no comparte, y que incluso no puede ni
transmutan en teoras de la deci
tiene por qu compartir, midiendo el obrar por el rasero de
eco, una respuesta al incremento
perspectivas incongruentes. Esto se inici con las numerosas teoras
conscientemente, y que est rec
factoriales del siglo xix, que trataban de reconducir causalmente la
decisin se hacen cargo de la ta
accin a factores particulares como las condiciones econmicas, los
por las
instintos o cualesquiera otros, y pensaban as, sobre esta base, poder
Al respecto, vid. tamb
explicar el mundo intelectual del agente en calidad de ideologa o
AufkAufklrung,iale
de racionalizacin. Este estadio del desarrollo cientfico queda
claramente tras de nosotros. Teoras sistmicas de cuo estadstico o
funcional parecen en la actualidad suceder a las teoras factoriales, y
con ello
314
315
ciencias sistmicas, haciendo de ellas modelos que puedan servir de instruccin a la hora
de decidir. Imaginan procesos de seleccin que, certeramente puestos en accin
sucesivamente, se potencian mutuamente en sus efectos, para absorber as la mayor
cantidad posible de complejidad. Ensayan simplificaciones admisibles o, por lo menos,
poco perjudiciales, y buscan hacerse con un armazn de premisas decisorias (como, por
ejemplo, el principio de transitividad) en base al que les sea posible sostenerse sin
necesidad de ms interrogacin. E inventan numerosos procedimientos de simplificacin
de la decisin. El clculo matemtico es uno de ellos.
Esas teoras de la decisin tienen todava poca relacin con las teoras sistmicas
procedentes de las ciencias sociales. Los contactos, empero, se van encarrilando. El
supuestamente forzoso cisma entre ciencias empricas y ciencias normativas perturba el
entendimiento. Este cisma, sin embargo, no tiene ms razn que la del hecho, tan correcto
unos criterios valorativos distintos a los del prctico en la orientacin selectiva de sus
estrategias de bsqueda y decisin. Pero tambin los
317
cia de que la ciencia decididamente ha ampliado su potencial de complejidad en una
manera tal que ya no se le puede atender adecuadamente en las decisiones, y eso por no
decir nada de que se le pudiera llegar a agotar.
Uno de los fundamentos ms importantes de ese nuevamente adquirido potencial de
complejidad lo representa el mtodo funcional 8. Hasta aqu no se le ha prestado atencin
desde esta perspectiva, pero sus rasgos esenciales pueden captarse fcilmente como
expresin de ese pensamiento y entenderse as dentro de su contexto de sentido. La
intencin de aumento de la complejidad se muestra, por una parte, en la relacin que el
mtodo funcional guarda para con la teora de los sistemas; por otra parte, tambin en el
extremo de que da acceso no slo a funciones manifiestas, sino igualmente a funciones
latentes, haciendo esto con mucha conciencia; adems, en la circunstancia de que no slo
presta consideracin a consecuencias funcionales, sino tambin precisamente a otras
disfuncionales (secuelas) de la accin; y, finalmente, de modo muy decisivo, en que es un
mtodo comparativo que salta la vinculacin natural de la comparacin a una
semejanza previa y busca el conocimiento en la demostracin de la equivalencia
funcional de cosas lo ms heterogneas posibles base de desplazar el juicio de igualdad
desde el objeto a la relacin, ms concretamente: a la funcin. Tomadas en conjunto,
todas estas cosas hacen ver el verdadero sentido del mtodo funcional. Trata ste de
trascender el horizonte vivencial del agente y alumbrar ms complejidad de la que l
puede captar, y despus brindarle esa complejidad en forma de puntos de vista elaborados
y especficos que le deparen, en tanto en cuanto que acierte a hacerlos suyos, un
repertorio de alternativas funcionalmente equivalentes a su eleccin.
En este sentido, el mtodo funcional sirve a incrementar la capacidad de complejidad de
la conciencia humana, y, por ello, no ha de sorprender que en el problema de la
complejidad encuentre su ltimo problema referencial y su frontera. Su concepto del
mundo es el de un campo de posibilidades extremadamente
compositores y los abogados, las enfermeras y los parlamentarios divergen en este
sentido. Prohibir al investigador toda orientacin de ndole valorativa significara
condenarle a una inamovible incapacidad decisoria.
Muy distinta es sin duda la estadstica, especialmente por su moldeacin en la teora de
las probabilidades. No entraremos, sin embargo, en esta cuestin, pues ello nos
conducira fuera del campo temtico de estos estudios.
318
complejo, su concepto del ser el de una existencia individualizada sistmicamente que, en
el seno de un mundo extremadamente complejo, ha de mantenerse. A partir de estas
premisas, cuyo sentido filosfico permanece oscuro, ha sido posible determinar el curso
de nuestras investigaciones. Por esta razn, no se las poda fijar exclusivamente a formas
enunciativas empricas o normativas. La reduccin de complejidad es un proceso que ni
acaece de una manera meramente causal como la suscitacin de un efecto ni se ha de
entender como una tarea debida. Es el proceso mismo de la determinacin de lo
indeterminado, del devenir del ser en el tiempo ante la mirada de la consciencia. Y
evitamos designarlo, como en las viejas maneras, como conformacin de la materia; pues
el completamiento de la forma era considerado como el fin ltimo de todo movimiento, y
los fines no son hoy ya ms que una estrategia, entre otras muchas, de reduccin de
complejidad.
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