Comandos Argentinos en Malvinas
Comandos Argentinos en Malvinas
Comandos Argentinos en Malvinas
Manfredi (h)
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experimentasen por l una admiracin fuera de lo comn y que estuviesen a la altura del
lema de la unidad: Dios, Patria o Muerte.
La Armada Argentinas y la Fuerza Area tuvieron sus equivalentes en la Agrupacin de
Buzos Tcticos y los Comandos Anfibios y en el Grupo de Operaciones Especiales
respectivamente, en tanto la Prefectura Naval y la Gendarmera organizaron los suyos, a
saberse, la Agrupacin Albatros y el clebre Escuadrn Alacrn.
Las de la marina de guerra son las fuerzas especiales ms antiguas de Amrica Latina,
creadas ambas en 1952, durante el gobierno de Pern.
Los Buzos Tcticos fueron inspirados en las experiencias estadounidenses e italianas de
la Segunda Guerra Mundial y tuvieron su antecedente en los cursos de Buzos
Autnomos que comenzaron a dictarse en 1947 por disposicin del contraalmirante
Jorge Ibarborde.
En sus inicios, sus misiones fueron acciones sobre costas y puertos enemigos y la
preparacin del terreno para el desembarco, con caractersticas eminentementes
acuticas.
Tuvieron su primer asiento en el buque de desembarco ARA San Bartolom y en la
Escuadra Naval del Plata donde mont su sede una segunda agrupacin que al
fusionarse con la anterior, pas a la Base Naval de Mar del Plata como dependencia del
Comando de Submarinos de la Armada Argentina (desde 1984 forman parte de la
Fuerza Conjunta de Desplazamiento Rpido).
La Agrupacin de Comandos Anfibios (APCA) fue creada como una fuerza de
operaciones especiales de la Armada Argentina entrenada para realizar rpidos y
precisos reconocimientos y asaltos anfibios, as como tambin operaciones de acciones
directas. Desde el ao de su organizacin pas a depender de la Compaa de Vigilancia
y Seguridad de la Base Naval de Mar del Plata y en 1960 recibi su primer curso de
entrenamiento avanzado de reconocimiento anfibio, fuerza aerotransportada,
paracaidismo y buzos militares. Esos cursos se intensificaron en 1973, en plena guerra
antisubversiva, cuando se incorpor a su entrenamiento la funcin de comandos
adquiriendo, al ao siguiente, su denominacin actual.
El equipo y armamento de los Buzos Tcticos cont siempre con elementos de ltima
tecnologa, destacando los fusiles FAL de 7,62 mm, Steyr y M-16 de 5,56; subfusiles
Imgran, Uzi y Sterling de 9 mm; ametralladoras MAG de 7,62, Minimi de 5,56 mm,
armas de puo, granadas de fusil y explosivo de distintas caractersticas.
El equipo personal consta de paracadas MC1, MC5, XL, uniformes para todo tipo de
ambientes, GPS porttiles, visores nocturnos y modernos equipos de comunicaciones.
Los Buzos Tcticos pueden ser desplegados desde submarinos aunque tambin estn
entrenados para ser introducidos por medios areos y navales.
Cada unidad operativa de buzos tcticos comprende tres grupos operativos de 16
hombres cada uno, con equipo completo y un grupo de sostn logstico.
Ambas agrupaciones participaron en el despliegue de fuerzas de Infatera de Marina que
se llev a cabo en Tierra del Fuego en 1978 durante el conflicto del Canal de Beagle,
ejecutando numerosas misiones especiales.
Por su parte, la Fuerza Area Argentina dio origen al Grupo de Operaciones Especiales
(GOE), creado en 1979 a poco de finalizada la crisis del Beagle, para realizar
operaciones de tipo comando en profundidad, ms all las lneas enemigas y servir de
apoyo a las misiones areas basndose exclusivamente en el exhaustivo y riguroso
entrenamiento de sus cuadros, especialistas en paracaidismo, buceo tctico, tiro y
resistencia fsica que los hace extremadamente aptos para llevar a cabo difciles
incursiones en las lneas enemigas, con pequeos grupos de hombres (se los sola llamar
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los come vidrio por sus costumbres de disfrutar del peligro, las privaciones y todo lo
que fuera privaciones fsicas).
Su participacin en la Operacin Rosario ha sido narrada por el entonces primer
teniente Eduardo Spadaro.
Siguiendo su relato hemos sabido que cuatro das antes de la invasin, una febril
actividad despert a los miembros del GOE en su base de Jos C. Paz (VII Brigada
Area), evidencia de que algo fuera de lo comn estaba aconteciendo.
En una sala prxima al Casino de Oficiales haba una mesa con la maqueta de una pista
que se extenda sobre una pennsula, rodeada de costas agrestes y agua que llam la
atencin de muchos oficiales. Cuando alguien pregunt de qu se trataba aquello, nadie
le respondi. Sin embargo, poco despus, el jefe del GOE, vicecomodoro Esteban Luis
Correa, reuni a sus hombres y les dijo que todo ese despliegue no era un ejercicio sino
una verdadera operacin de guerra. Se orden el acuartelamiento y poco despus se le
inform a la tropa que se iban a invadir los archipilagos australes y que la orden de
alistamiento era inminente.
Asombro, emocin, incertidumbre, orgullo y confusin fueron algunas de las
sensaciones que experimentaron los cuadros. Sin embargo, a las 21.00 de ese mismo
da, la misin se suspendi, dando lugar a la consabida desazn. Sin embargo, al da
siguiente por la maana, la movilizacin volvi a ponerse en marcha y los efectivos
iniciaron su febril actividad.
La noche del 31 de marzo las tropas marcharon en hilera hasta el vehculo que los iba a
conducir a la Base de El Palomar, cargando su armamento y equipo, todo bajo la triste
mirada de aquellos que no haban sido seleccionados para participar en la operacin. En
momentos de partir, alguien grit Fuerza GOE, con todo!, y eso les elev los
nimos todava ms.
El camin cubri el trayecto de Jos C. Paz hasta la base area en menos de media hora
y una vez all, los hombres echaron pie a tierra para abordar el avin que los conducira
hasta la base de redespliegue en Comodoro Rivadavia.
Llegaron despus de dos horas de vuelo y a las 04.00 del 1 de abril abordaron el
Hrcules C-130 matrcula TC-68 en el que viajaran hasta el teatro de operaciones.
La gente del GOE parti rumbo a Malvinas a las 05.15, iniciando un viaje silencioso
que dur poco ms de una hora. Junto a ellos embarc el Estado Mayor del Componente
Areo del Teatro de Operaciones Malvinas (EMCATO), un Elemento Control
Transporte Areo y el material para establecer una terminal de cargas en la nueva
unidad area de combate.
Se iniciaba de ese modo, la ejecucin de la fase Asalto de la Orden de Operaciones
Aries 82.
El Hrcules, piloteado por el comodoro Carlos Julio Beltramone, se mantuvo en vuelo
durante una hora, orbitando al este de Puerto Stanley, mientras se combata y la gente de
Seineldn trabajaba afanosamente para despejarla. Finalmente, a las 08.45, comenzaron
a descender.
Mientras lo hacan, una voz gruesa se dej or repentinamente por los parlantes del
avin.
-No podemos aterrizar; se est combatiendo en el Aeropuerto, no han encendido las
balizas; hay una ametralladora 12,7 de ellos en la cabecera de pista!
Inmediatamente despus, la misma voz volvi a decir:
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-Atentos que ah vamos! Tomar los dispositivos de combate, suboficial Barros, cubra
puerta derecha, suboficial Martnez la izquierda!
El avin se iba aproximando a la pista mientras abajo las trazadoras cruzaban en todas
direcciones. Al tocar tierr, los efectivos sintieron una leve sacudida y casi al mismo
tiempo el ruido de los motores durante la maniobra de frenado.
-Abrir puertas y bajar plataforma! volvi a decir la voz a travs del parlante- Atentos
con la ametralladora de la cabecera! Preparado el GOE para el asalto, se est
combatiendo duro!
El teniente Eduardo Spadano, ubicado en el noveno lugar de la hilera que se dispona a
descender, apretaba con fuerza su fusil esperando con ansias que las compuertas se
abrieran y toda la unidad saltase a tierra. Al frente se encontraba su jefe, el capitn Luis
Daro Castagnari e inmediatamente detrs su segundo, el primer teniente Salvador Ozn
con el resto de la agrupacin, todos ellos tensos y nervioso, con la boca seca y los
msculos rgidos. Cuando el gigantesco avin carreteaba sobre la carpeta asfltica,
muchos recordaron el da de su primer salto en paracadas y otros, alguna de las tantas
pelculas blicas que haban visto en su vida.
Con las turbinas haciendo vibrar el avin con una fuerza de mil demonios, la compuerta
trasera se abri y los comandos saltaron a tierra, precedidos por su jefe.
-A tierra GOE!!
Los efectivos abandonaron la aeronave y echaron a correr hacia delante, entre
explosiones de morteros y las rfagas de metralla. Inmediatamente despus se
dispersaron por el terreno y amparados por la obscuridad que lentamente iba dejando
paso a las primeras luces, buscaron cobertura y comenzaron a disparar.
El tiroteo dur poco porque los Royal Marines se replegaron en direccin a la Casa de
Gobierno y eso le permiti al GOE abandonar sus posiciones y junto a los comandos
anfibios y el Regimiento de Infantera 25, efectuar un exhaustivo examen del terreno en
busca de trampas cazabobos. Cuando todo hubo terminado, se les orden formar y poco
despus se encaminaron hacia un hangar, detrs de la usina, que a partir de ese
momento se convirti en su cuartel.
Habiendo cumplido su misin, el 3 de abril la unidad deba regresar al continente pero
una contraorden llegada desde el comando, la mantuvo en el teatro de operaciones.
Durante todo ese mes, el grupo colabor activamente con la seguridad y la actividad de
la BAM Malvinas, cavando trincheras, construyendo puestos de guardia y refugios,
preparando sistemas de trampas con explosivos e instruyendo al personal que se
desempeaba en el aeropuerto en labores tcnicas y logsticas. Adems, debieron llevar
a cabo tareas inusuales como aquella de liberar la hlice del Ro Cincel, que se haba
enredado en la cadena del ancla del pesquero polaco Goplo, segn se ha referido en
pginas anteriores y otras del mismo tenor
En apoyo a las operaciones areas el GOE llev a cabo tareas de balizamiento y
seguridad de vuelo en la pista del aeropuerto, que facilitaron notablemente la misin de
los aviones de transporte que mantenan activo el puente areo entre las islas y el
continente, en especial despus de que la misma fuera daada.
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Por su parte, el capitn Negretti quedara en Buenos Aires, a cargo de la Compaa, listo
para saltar al archipilago en cuanto se emitiese la orden.
La avanzada de la Compaa de Comandos 601 parti el 24 de abril dispuesta a hacer
una trampa. Los cuatro efectivos mencionados pasaran directamente a Malvinas y una
vez all, intentaran convencer al gobernador de la necesidad de trasladar a toda la
unidad para tenerla preparada en caso de que se reiniciasen las hostilidades.
En el aeropuerto militar de El Palomar, Castagneto y sus hombres esperaron todo el da
a que uno de los aviones que despegaban desde all con destino al archipilago
dispusiese de cuatro plazas para ellos, pero como no pudieron abordar ninguno se
encaminaron al Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery para ver si tenan mejor
suerte.
Llegaron vistiendo uniforme de camuflaje, portando sus armas automticas y cargando
sus mochilas, lo que llam la atencin de pasajeros y personal de la estacin area, sin
embargo, para no alarmar a los civiles que esperaba abordar los aviones comerciales, se
los aloj provisoriamente en el saln VIP desde donde, al cabo de una hora, se los
condujo en automvil hasta un Boeing 727 que parta hacia Comodoro Rivadavia.
Cuando abordaron la aeronave, el pasaje los recibi con aplausos, cosa que los
sorprendi y satisfizo profundamente.
Llegaron a la capital de Chubut a las 18.30 cuando el Regimiento de Infantera 12
iniciaba el cruce a las islas despus de su largo peregrinar.
En la estacin area patagnica pudieron notar que todos los aviones estaban ocupados
por lo que recin despus de dos horas consiguieron abordar un Fokker F-27 que parta
hacia Puerto Argentino llevando equipos y personal.
Aterrizaron a las 21.10, despus de un vuelo sin contratiempos y lo primero que
sintieron al pisar el teatro de operaciones fue una sensacin de profunda emocin que
alcanz su punto ms alto cuando el capitn Jndula se inclin, bes el suelo
malvinense y se persign. Ese mismo da el mayor Castagneto da deba contraer
matrimonio en la lejana Salta.
Los cuatro comandos abordaron un camin del Ejrcito y por ese medio llegaron a la
capital. Una vez all, se presentaron a las autoridades e inmediatamente despus fueron
alojados en los altillos de Moody Brook, donde funcionaba el puesto de mando de la X
Brigada. All se encontraron con el capitn Frecha y con numerosos oficiales de aspecto
desalineado y barbas crecidas que, llegados de la primera lnea, se hallaban en el lugar
para reforzar las defensas de la poblacin. Haba una gran sensacin de desorganizacin
y sobre todo, un preocupante desconocimiento de lo que haba que hacer ya que el
dispositivo de defensa an no se haba completado y para peor, se ignoraba la verdadera
capacidad del enemigo que se aproximaba.
Al da siguiente, los britnicos atacaron Grytviken y recuperaron las Georgias, noticia
que cay como una bomba entre las tropas apostadas en Malvinas y en la poblacin que
segua expectante los acontecimientos.
Los comandos se levantaron temprano, cuando an era de noche y se dedicaron a
recorrer la ciudad. El general Menndez recin los recibi a las 11.00 y cuando lo hizo,
los trat con mucha cordialidad porque al haberse desempeado en Tucumn durante el
Operativo Independencia, saba de aquellas tropas.
Fue entonces que el mayor Castagneto le solicit la orden de traslado de toda la
Compaa, pedido que apoy incondicionalmente el secretario del gobernador, mayor
Carlos Doglioli que comparta con los recin llegados su preocupacin por la excesiva
libertad que se les daba a los kelpers. Mencionaron el riesgo que ello significaba dada la
posibilidad de que estuvieran realizando tareas de inteligencia y por esa razn,
recomendaron limitar esa libertad y efectuar un censo de la poblacin civil.
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Utilizando una carta geogrfica, Castagneto y sus hombres explicaron como la situacin
se iba a ir complicando paulatinamente, convenciendo a Menndez de trasladar a toda la
Compaa para utilizarla en misiones de exploracin.
En vista de la situacin imperante y dado que los aviones Pucar, Aermacchi y Mentor
ms los helicpteros destacados en misiones de observacin no haban recogido
informacin concluyente, se decidi emplear a los comandos como reserva aeromvil
decisiva.
Finalmente, se curs al Estado Mayor General del Ejrcito la orden para el traslado del
total de la unidad y de ese modo, se puso en marcha su movilizacin junto con
instrucciones de Castagneto destinadas a sus oficiales, a quienes les encargaba tomar
contacto con sus respectivas especialidades. Hubo mucho regocijo en Campo de Mayo
donde sus hombres aguardaban impacientes la orden.
El domingo por la maana, el teniente Anadn fue a escuchar misa en la iglesia catlica
malvinense de Santa Mara, necesitado como estaba de apoyo espiritual. La feligresa
kelper se sobresalt al verlo ingresar con su pual y solicit al cura prroco interceder
para que se lo quitase. En vista de todos los presentes el sacerdote le pidi al comando
que dejase el arma fuera pero el argentino se neg terminantemente y entr igual.
Mientras tanto, en Campo de Mayo, el resto de la Compaa se dispona a pasar al
Teatro de Operaciones, alistando el material necesario para la campaa de invierno, a
saberse, camisetas, uniformes de camuflaje, borcegues, pasamontaas, mscaras
antigases, mochilas y cascos.
El armamento de la unidad consista en fusiles FAL con culata rebatible de cinco cargas
cada uno, pistolas Browning 9 mm de trece tiros, ametralladoras Sterling, fusiles M-16
de 5,56 mm, ametralladoras Manlincher 7,62 con mira telescpica, dos ametralladoras
MAG 7,62 de 600 y 800 disparos y 11 kilogramos de peso, morteros de 60 mm de 1000
metros de alcance para transportar al hombro, lanzacohetes Instalaza de origen espaol
de 88,9 mm, proyectiles antitanque PAF y antipersonales PDEF, adems de municiones
y puales.
Isidoro Ruiz Moreno se refiere a un hecho desconcertante que tuvo por protagonista al
teniente primero Leopoldo Quintana.
El oficial viajaba en su automvil, rumbo a la Escuela de Infantera, cuando cerca de la
media noche pas por la puerta de la discoteca New York City, en el centro de
Buenos Aires y vio a la gente totalmente despreocupada, pensando solamente en
divertirse y pasar un buen momento riendo y luciendo su indumentaria, sin importarles
en lo mas mnimo que en el sur, individuos que pasaban fro, hambre y diversas
privaciones se aprestaban a luchar y morir por ellos, enfrentando a una de las naciones
ms poderosas del mundo. Escenas similares se repetan en otros puntos de la capital y
en las principales ciudades del interior, no as en la Patagonia, ms all de Baha Blanca,
donde la poblacin viva compenetrada de lo que suceda.
Y es que a esa altura de los acontecimientos, pasada la euforia inicial, el pas pareca
dividirse en dos; una parte al norte de la mencionada ciudad, viviendo la guerra como
algo lejano y ajeno al trajn cotidiano y otra al sur, muy comprometida, tomndola como
algo grave e importante, con continuos alertas, apagones, simulacros de evacuacin y la
permanente sensacin de que en cualquier momento iba a suceder algo.
Cmo poda la gente desinteresarse tanto? Cmo poda concurrir a bailes, estadios,
cines y lugares de esparcimiento cuando miles de compatriotas se preparaban para
afrontar momentos tremendos como la lucha cuerpo a cuerpo, los bombardeos areos, el
caoneo naval, el fro polar, las heladas, el hambre y el temor, sabiendo que era muy
posible morir de manera espantosa o quedar mutilados? Ese era el pueblo argentino y
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esa sigue siendo su idiosincrasia. Tanto machacar con que para los britnicos aquella era
una guerra colonial y un problema distante y la gente de Buenos Aires, como la de las
principales ciudades del interior viva el problema de la misma manera.
A las 02.00 horas del 26 de abril finaliz el alistamiento. Los comandos se trasladaron
al aeropuerto militar de El Palomar y a bordo de un Hrcules C-130 de los que a diario
desafiaban el bloqueo, se dispusieron a efectuar el cruce a las islas.
En momentos que los efectivos abordaban el avin cargando armas y mochilas, un
sacerdote que se encontraba all, recin llegado de Puerto Argentino, les entreg varios
rosarios y escapularios que fueron muy bien recibidos.
El Hrcules hizo una breve escala en Villa Reynolds, asiento del Grupo 5 de Caza, para
cargar una turbina de avin con destino al archipilago y luego sigui rumbo a
Comodoro Rivadavia, donde aterriz en plena noche, en medio de una tormenta feroz.
Como se ha dicho, en la principal ciudad de Chubut el ambiente era muy diferente al de
Buenos Aires.
Los comandos pasaron la noche en el hall del aeropuerto, metidos en sus bolsas de
dormir despus de descargar ellos mismos todo el equipo, tarea extenuante que les llev
desde las 22.00 hasta las 02.00 del da siguiente.
Se levantaron a las 10.00 para abordar nuevamente el Hrcules y despus de un vuelo de
dos horas a travs de un cielo lmpido y despejado, alcanzaron a divisar las primeras
islas del archipilago.
El teniente primero Alonso se encontraba en la cabina del avin cuando las mismas
asomaron en el horizonte; al verlas, sinti un escalofro que le recorra el cuerpo pues la
vista le hizo tomar conciencia de que tanto l como su unidad comenzaban a hacer
historia.
Tras un aterrizaje normal, el Hrcules rod varios metros por la carpeta asfltica y al
llegar a su cabecera abrila rampa trasera por la cual comenzaron a descender los
hombres de Castagneto. Igual que a su jefe, los sorprendi el desorden y la
desorganizacin que imperaban en el lugar; se vean cajas amontonadas por todas partes
y hombres yendo y viniendo sin saber bien que deban hacer.
Los comandos se reencontraron con viejos camaradas de los regimientos de Infantera 4
y 25, entre ellos, el teniente coronel Seineldn, a quien saludaron efusivamente y le
manifestaron que estaban prontos a marchar hacia el monte Wall.
Acto seguido, procedieron a cargar su equipo en dos camiones requisados pero una
discusin con los conductores, que argumentaban tener rdenes de trasladar
inmediatamente material de comunicaciones a diferentes sectores, oblig la presencia de
un coronel.
Mientras los choferes esperaban que se resolviese la situacin, apareci un soldado al
volante de un Unimog al que obligaron a detener exigindole que los condujese sin
demoras al centro de la ciudad. Segn cuenta Ruiz Moreno, desde una de las cocinas de
campaa un cocinero les ofreci comida, oferta que aceptaron todos por el consejo del
teniente primero Jos M. Duarte, pues en tiempos de guerra es difcil saber cuando ser
la prxima vez que se presente esa oportunidad.
As pasaron junto al RI4 que marchaba a pie hacia sus posiciones y una hora despus se
alojaron en el gimnasio contiguo a la iglesia catlica, donde se hallaba apostada una
batera antiarea y tena su puesto de mando la Polica Militar.
El remanente de la unidad se estableci en el Centro Cvico (Town Hall) donde
funcionaban el puesto de mando de la III Brigada y el correo y all fue donde monseor
Piccinalli bendijo la bandera de la Compaa despus de misa, ceremonia que fue
filmada para la TV. En la oportunidad, el mayor Castagneto design abanderado al
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teniente Marcelo Anadn, por ser el oficial ms joven y como escoltas al sargento
primero Ramn Vergara y al cabo primero Hctor Coronel.
Los comandos dedicaron los primeros das para aclimatarse al lugar y familiarizarse con
el terreno, efectuando largas recorridas por la poblacin y sus alrededores. El general
Menndez, les asign entonces funciones de polica militar, tareas que desempearan
de manera impecable.
Cumpliendo esa misin, llevaron a cabo detenciones e interrogatorios, requisas e
inspecciones y pese a que la Compaa haba sido asignada a la III Brigada, al mando
del general Parada, su libertad fue total y sus movimientos, completamente
independientes.
Para ello dividieron la ciudad en tres secciones, destinando una patrulla para cada una
de ellas. Durante los interrogatorios, el doctor Llanos hizo las veces de intrprete,
notndose que los kelpers respondan a todo sin poner ningn tipo de traba.
La primera misin de importancia que se le encomend a la Compaa fue desactivar el
faro de la pennsula de Freycinet (30 de abril), desde donde se poda orientar a los
aviones y las embarcaciones enemigas. Al parecer, segn algunas versiones, el mismo
era utilizado con esa finalidad en horas de la noche y por esa razn haba que dejarlo
inoperable.
Para esa tarea, el mayor Castagneto despleg tres secciones asignando a la que
comandaba el teniente primero Jos Martiniano Duarte destruir el objetivo, efectuar
exploracin costera desde el aire, previo reconocimiento del establecimiento Estancia
House y montar una emboscada en las tierras de Green Match donde se presuma,
haban desembarcado comandos ingleses. Integraban esa seccin el teniente Fernando
Isidro Alonso como jefe del grupo de asalto y el capitn Jos Ramn Negretti como
oficial de logstica.
La segunda seccin, al mando del teniente primero Sergio Fernndez, deba dirigirse al
noroeste para reconocer el sector norte de la Gran Malvina, la Isla Borbn y la Isla de
los Remolinos y la tercera, encabezada por el teniente primero Daniel Gonzlez Deibe,
marchara hacia el sudoeste para explorar el poblado de Fitz Roy y sus alrededores.
La seccin del teniente primero Duarte abord un helicptero Bell UH-1H y a las 10.00
parti hacia su destino, sobrevolando en el trayecto lo que alguna vez fue Puerto Saint
Louis o Puerto Soledad, poblado fundado por los franceses en 1764 y ocupado por los
espaoles seis aos despus.
Tras mantenerse estticos sobre las ruinas unos minutos, la mquina sigui vuelo sobre
las costas adyacentes, haciendo reconocimiento, mientras el grupo de Ingenieros
colocaba minas. Un trecho ms adelante, distinguieron la silueta del faro y diez minutos
despus, se posaron en sus inmediaciones, despus de corroborar que la zona se hallaba
despejada.
Los comandos saltaron a tierra y comenzaron a caminar hacia la torre, notando que el
faro funcionaba pero que efectivos del RI4 le haban quitado la batera.
Se hallaban todos concentrados en sus tareas, inspeccionando el edificio y reconociendo
sus alrededores cuando a uno de los efectivos se le escap un disparo. Pensando que
estaban siendo atacados, sus compaeros se arrojaron a tierra pero para su alivio, la cosa
no pas de un susto que motivara luego, ms de una broma.
Finalizada la labor, los comandos abordaron nuevamente el helicptero y partieron
hacia Estancia House, aterrizando dentro de su predio despus de varios minutos de
vuelo. El lugar era un tpico establecimiento rural malvinense compuesto por varias
edificaciones, a saberse, la vivienda principal habitada por una familia kelper y tres o
cuatro galpones, adems de los corrales, bebederos y otras instalaciones.
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gente cuando lo quisiera, afirmacin que asombr a sus interlocutores por lo superficial
e ingenua.
Los comandos procedieron a confiscar el aparato y mientras el cabo primero Miguel
ngel Rivero se dedicaba a desarmarlo, pieza por pieza, el hijo de Pitaluga, un
muchacho alto, de unos 17 aos de edad, recrimin a los argentinos dicindoles en
perfecto espaol (y hasta con acento argentino puesto que haba estudiado en Crdoba),
que eran invasores y que las islas le pertenecan a los malvinenses y, por consiguiente,
eran legtimamente britnicas. En tono irnico, Jndula le pregunt porque, siendo tan
britnico, haba ido a estudiar a la Argentina y no a Inglaterra a lo que el muchacho,
vaco de argumentos frente a tan hbil requisitoria, contest que l con su vida, haca lo
que quera.
Por orden de Castagneto, Pitaluga fue detenido y conducido a Puerto Argentino. Al
escuchar eso, su mujer se asust mucho y el hijo, casi con lgrimas en los ojos, volvi a
acusara los argentinos de invasores. Minutos despus, la seccin abord los helicpteros
y puso rumbo a la capital llevando consigo al prisionero.
Mientras eso ocurra en Rincn Grande, la segunda seccin al mando del teniente
primero Fernndez, permaneca aislada en la Isla Borbn, sin contacto radial. A las
06.00 un suboficial radioperador ingres corriendo en el cuarto de oficiales para
anunciarle a su jefe que Puerto Argentino estaba siendo bombardeado y que la pista del
aeropuerto pareca haber sido destruida.
Fernndez se incorpor rpidamente y como no poda hacer otra cosa, orden a sus
hombres alistarse para seguir adelante con la misin. Cuando su reloj sealaba las
08.00, abordaron un helicptero monoturbina Bell y poco despus dejaban atrs la Gran
Malvina en direccin a la isla Remolinos, sobrevolando las bahas Goulding y San
Francisco de Paula, volando a 180 km. de velocidad y un metro y medio de altura.
Cuidndose de pasar lo ms lejos posible del establecimiento Dunbar, alcanzaron el
extremo oeste de pennsula y cruzaron a la mencionada isla cuando ya amaneca. En ese
momento, un albatros que levant vuelo asustado, se estrell contra el parabrisas de la
aeronave obligando a su piloto, el teniente Arturo Jardel, a sujetar con fuerza los
mandos para no perder el control.
El aparato aterriz sobre una hondonada, a 500 metros de un establecimiento rural
compuesto por una vivienda principal, algunos galpones y unas pocas edificaciones
costeras y una vez seguros, los comandos saltaron a tierra y con mucha cautela
comenzaron a acercarse al grupo de edificios, cubiertos por la seccin del teniente
primero Fernando R. Garca Pinasco, que qued apostada detrs.
Tal como ocurri en lo de Pitaluga, cuando llegaron a la vivienda tomaron posiciones y
les ordenaron a sus moradores salir con las manos en alto.
Con los efectivos apuntando hacia la entrada, la puerta se abri y a travs de ella
salieron tres kelpers muy asustados, el propietario, un individuo de apellido Napier y
dos mujeres, una de ellas su esposa y la otra su cuada. Los argentinos ingresaron en la
propiedad y comenzaron a revisar su interior sin la menor objecin por parte de sus
moradores.
Napier era el dueo de la isla y se dedicaba a la cra de ganado ovino, tal como lo vena
haciendo su familia desde 1860. Posea adems un moderno velero amarrado junto a
uno de los muelles y una embarcacin ms antigua dotada de un obsoleto equipo de
comunicaciones que pareca inadecuado para establecer enlace con las unidades navales
enemigas.
La requisa no arroj resultados ya que solo hallaron un viejo fusil Enfield de la Segunda
Guerra Mundial, una escopeta de caza y un segundo equipo de comunicaciones,
bastante moderno en este caso aunque de poco alcance.
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Los comandos procedieron a incautar todo el material, incluyendo la radio del barco y
lo llevaron hasta el helicptero desoyendo las protestas de las mujeres que intentaban
explicarles que sin esos aparatos quedaran completamente aislados e imposibilitados de
solicitar asistencia mdica en caso de necesitarla. De todas maneras, esos kelper fueron
de lo ms atentos y agradables, muchos ms que otros y antes que los soldados se
retirasen con el material incautado, les convidaron caf, algo que aquellos aceptaron de
muy buena gana.
Mientras los argentinos beban, los malvinenses entablaron una amable conversacin.
Napier les dijo que haba nacido ah mismo y las mujeres sostuvieron con firmeza,
aunque con mucha educacin, que lamentaban profundamente que hubiese estallado la
guerra pero que aquello era territorio britnico y las islas les pertenecan a quienes las
habitaban desde haca tantas generaciones. Pese a la discrepancia, cuando los ocho
hombres de la seccin se alejaron en direccin al helicptero, se despidieron
desendoles suerte.
Regresaron a la Isla Borbn al medioda, con los tanques de combustible casi agotados,
en el preciso momento en que despegaban los Mentor del teniente Pereyra para atacar a
un helicptero que merodeaba en las cercanas y enfrentarse a los mismsimos Sea
Harrier en el que result ser el primer encuentro areo de la contienda, segn hemos
relatado.
Una vez en la Estacin Aeronaval Caldern, los hombres del teniente primero
Fernndez se pusieron al tanto de lo que haba acaecido durante su ausencia y mientras
lo hacan, el operador de radio estableci comunicacin directa con Ro Grande,
novedad que les permiti recibir varios alertas de ataques areos con bastante
anticipacin.
Ese da, por la tarde, llegaron dos Pucar provenientes de Darwin, cuyos pilotos
informaron sobre los bombardeos areos y navales a la BAM Cndor, incluyendo la
muerte del teniente Daniel Jukic junto a todos sus asistentes. Dieron cuenta, adems, de
la presencia enemiga en cercanas de San Carlos, de la posible infiltracin de elementos
del SAS y SBS y otros detalles que sumieron en preocupacin a los comandos y al
personal de la estacin.
Cerca de las 16.30 horas, comandos, pilotos y efectivos fueron testigos del combate
areo entre los Mirages del capitn Garca Cuerva y el teniente Perona y dos Sea Harrier
el Escuadrn 801. La guerra se haba desatado en toda su intensidad y nada pereca
detenerla.
Un anlisis no demasiado exhaustivo permiti determinar que, tras el bombardeo a los
dos principales aerdromos de las islas, era el turno de la Estacin Aeronaval
Caldern, oportunidad en la que el teniente primero Garca Pinasco pronunci
aquellas profticas palabras que quedaran grabadas en los odos de sus subordinados
por mucho tiempo: Esto no va a terminar hasta que corra mucha sangre3.
Siguiendo con el relato de Isidoro Ruiz Moreno, antes de regresar a Puerto Argentino, el
teniente primero Fernndez decidi cruzar a la Gran Malvina para continuar explorando
y reconociendo el terreno, movimiento que iniciaron unas horas despus, en plena
noche, bajo la llova y con temperaturas que oscilaban entre los 20 y los 25 bajo cero.
Aterrizaron en una zona desrtica, a mitad de camino entre la isla Borbn y Puerto
Howard y recin a las 07.00 Anadn logr sintonizar la radio y escuchar noticias
procedentes de Buenos Aires. A travs de las mismas, pudieron saber que pese a los
combates areos y los duelos de artillera, an se intentaba encontrar una solucin
pacfica a la disputa y que en ese sentido, las organizaciones internacionales y los
representantes de varios gobiernos se movan aceleradamente. De todas maneras, los
efectivos de la 601 siguieron adelante, dispuestos a cumplir las rdenes que les haba
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Pasaron las horas y llegada la noche, los hombres de Castagneto se hallaban apostados
en torno a la Secretara de Gobierno, atentos al menor movimiento cuando, tal como lo
adelantara Doglioli, a las 21.00 se inici un tiroteo desde la parte posterior de la Casa de
Gobierno, con disparos intermitentes que parecan provenir de diferentes puntos.
Los argentinos respondieron con fuego graneado, apuntando en direccin a la Casa del
gobernador y a Wireless Ridge (Colina de la Radio), donde se hallaba apostado el
Regimiento de Infantera 7. La baha se ilumin con las trazadoras y a los pocos
minutos, los arbustos secos que rodeaban el monumento de la batalla naval de las Islas
Malvinas en la Primera Guerra Mundial, comenzaron a arder, desatando un incendio de
consideracin.
Los comandos disparaban con decisin, respondiendo el intenso fuego que reciban de
elementos desconocidos y as lo hicieron durante una hora hasta que, pasadas las 22.00,
el combate finaliz. Nadie result herido pero qued latente la sensacin de que el
enemigo haba infiltrado fuerzas especiales y que Menndez era un inepto general de
escritorio que haba mostrado abiertamente su cambio de posicin.
A las 05.00 de la maana, se produjo el segundo bombardeo de los Vulcan, con los
mismos resultados del anterior y durante la noche, se mont un nuevo operativo a cargo
de los capitanes Frecha, Figueroa, Jndula, Llanos y Negretti, cuyo objetivo era el
mercado de West Store (Mercado del Oeste) donde se presupona que se movan
efectivos britnicos mimetizados entre la poblacin. Como bien explica Ruiz Moreno,
se refugiaban all numerosos civiles que buscaban el amparo de los bombardeos
nocturnos ya que el edificio, construido en piedra, era extremadamente slido y su techo
ostentaba la inscripcin Defensa Civil.
Los comandos rodearon la construccin y amparados por la obscuridad, adoptando
medidas precautorias, se asomaron por las ventanas justo cuando alguien en el interior
apagaba las luces.
Los hombres de la 601 comprobaron que desde ese lugar era sumamente fcil seguir los
desplazamientos de las tropas y los movimientos que tenan lugar en la capital y por esa
razn decidieron proceder.
Para informar la novedad, el capitn Figueroa sac su equipo de radio y tras establecer
comunicacin y dar cuenta de lo que estaba ocurriendo, recibi la escueta orden de
esperar.
En plena noche y torturados por el fro, los efectivos argentinos aguardaban agazapados,
observando permanentemente el mercado hasta que, de pronto, un disparo solitario peg
muy cerca de donde se encontraba ubicado el capitn Jndula. Pese a la sorpresa, el
oficial supo mantener el aplomo y se mantuvo quieto en su lugar aunque sin poder
evitar una imprecacin.
Los disparos aislados eran comunes en la ciudad, sobre todo de noche y eran, por lo
general, producto de conscriptos nerviosos que reaccionaban ante cualquier movimiento
extrao. Sin embargo, haba otros, ocasionados por efectivos infiltrados, que dara
origen a la infundada versin de que eran los propios malvinenses quienes abran fuego
contra las tropas ocupantes.
Amaneca cuando lleg al lugar el mayor Castagneto decidido a ingresar en el interior
del edificio.
Y as ocurri. A una orden suya, los comandos se incorporaron y se abalanzaron con
suma brusquedad sobre los accesos, sobresaltando a los kelpers que dorman en el
interior.
Los argentinos irrumpieron a los gritos, apuntando a los temblorosos kelpers con sus
armas, generando su consabido temor e incertidumbre. Se los oblig a formar una hilera
con las manos en alto, de cara contra la pared y se procedi a revisarlos, no sin cierta
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brusquedad. Los pobres individuos estaban realmente asustados y nada dijeron cuando
se los someti a un riguroso control personal.
Los hombres de Castagneto no hallaron nada porque se haba tratado de una falsa
alarma. Por esa razn, cuando se retiraron, los malvinenses fueron corriendo hasta
donde se encontraba el comodoro Carlos Bloomer Reeves, con quien tenan muy buenas
relaciones y le presentaron su queja.
El 5 de mayo fue un da especial para los comandos porque el propio gobernador militar
les encomend una misin de alto riesgo. Deban explorar la Isla de los Leones
Marinos, al sudeste de la pennsula de Lafonia, donde aviones de exploracin propios
haban detectado lo que parecan ser antenas y radares. Al parecer, la Fuerza de Tareas
britnica utilizaba esos elementos para orientar un desembarco intermedio de
pertrechos, tropas y helicpteros y por esa razn, era imperioso neutralizarlos.
Se trataba en verdad de una misin de alto riesgo pues la isla se encontraba dentro del
radio de accin de los Harrier y las unidades de superficie enemigas y poda ser batida
con facilidad.
Fue una vez ms la seccin del teniente primero Duarte la que Castagneto seleccion
para llevar a cabo la tarea aunque esta vez, su jefe manifest ciertos reparos ya que
consideraba que las posibilidades de sus hombres iban a ser nulas. A su entender, veinte
efectivos solos no podran con toda la flota y, por esa razn, haba que planificar mejor
la operacin. Segn cuenta Ruiz Moreno, al escuchar esas palabras a alguien se le
ocurri que eran ideales para el ttulo de una pelcula blica: Veinte hombres contra la
flota.
Se trataba, en verdad, de una misin casi suicida que implicara la muerte de toda la
seccin en caso de establecerse contacto con las fuerzas enemigas. Pero el mayor
Castagneto insisti dado que el alto mando ya haba impartido la orden y no haba ms
que discutir. Y para aumentar la sensacin de soledad y abandono, desde el continente
se inform que ese da, debido a las psimas condiciones climticas, los aviones que
deban brindar proteccin coordinando sus movimientos con los comandos, no iban a
poder operar.
Duarte no dijo ms. A ver si despus de todo, piensan que tengo miedo, pens4.
En cumplimento de la rdenes recibidas, alist su equipo y el armamento y cuando los
relojes daban las 06.00 del 6 de mayo, abord un helicptero Puma y despus de esperar
a que el viento y la lluvia amainasen, despeg con su seccin, escoltado por un Augusta.
Integraban el grupo, adems de Duarte, los capitanes Frecha y Llanos y los suboficiales
Quintana, Alonso, Ros, Moreno, Clgaro, Altamirano, Rivero, Vera, Contreras,
Pichihuelches, Tunini y los dos Gmez.
Aquella misma noche una lancha patrullera de la PNA parti hacia el mismo destino5,
llevando a bordo a un escuadrn de comandos anfibios de la Armada que deba operar
como avanzada, en lo que sera la primera operacin conjunta de las fuerzas argentinas6.
Los helicpteros volaban a 200 km/h, a escasos cinco metros de un mar encrespado,
separados a una distancia de 150 metros uno de otro. En su interior, los comandos, con
sus trajes de camuflaje y sus rostros ennegrecidos, se mantenan en silencio, sujetando
sus armas con fuerza e intentando minimizar la tensin y el nerviosismo propio de las
misiones de alto riesgo.
Sus pares de la marina los precedan a bordo de la patrullera, intentando alcanzar antes
que ellos el objetivo, al que llegaron despus de bordear la costa oriental de la isla
Soledad, dejando a su derecha Fitz Roy, Baha Agradable, la gran desembocadura del
seno Choiseul y la isla Bougainville. A la altura de la baha de los Abrigos, pusieron
proa al sur y con mucha cautela, debido al mal tiempo, se adentraron en aguas abiertas.
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Una vez frente a la isla principal, los comandos anfibios, vistiendo ntegramente de
negro y con sus rostros cubiertos de betn, abordaron los botes inflables y comenzaron a
remar hacia la costa, siempre al amparo de la obscuridad.
Al tocar la playa, saltaron al agua y comenzaron a arrastrar las balsas para abandonarlas
sobre la arena y el pedregullo. Con mucha previsin subieron por las barrancas rocosas
y una vez en lo alto comenzaron a aproximarse lentamente al establecimiento. Su
indumentaria y sus rostros ennegrecidos les daban un aspecto realmente escalofriante
que hubiera aterrorizado a los habitantes del peasco, ms sabiendo que esos hombres
estaban dispuestos a abrir fuego.
Deslizndose agazapados a travs del terreno, llegaron a la edificacin principal y tras
una minuciosa inspeccin, pudieron determinar que no haba nadie. Al parecer, el islote
estaba deshabitado.
En esos momentos, en otro lugar, el teniente primero Duarte le indicaba al Augusta que
los sobrepasase para ametrallar cualquier movimiento sospechoso que fuera detectado.
Ruiz Moreno describe el establecimiento de la isla principal explicando que ocupaba el
total del promontorio cuyas costas se hallaban pobladas de gran nmero de elefantes
marinos y una inmensa variedad de aves. Cerca de la casa, que era el edificio ms
prximo al litoral por el noreste, pastaban tranquilamente ovejas, vacas y caballos de
muy buena calidad y algo ms al sur se halzaban galpones, depsitos y ms casas.
La seccin de Duarte aterriz cerca de la propiedad y ni bien pis tierra, se uni a los
comandos de la Armada. Cuando echaron andar, comprobaron que la puerta de la
viviendas principal se hallaba abierta y que nada se mova a su alrededor. Con mucha
precaucin la rodearon e inmediatamente despus irrumpi en su interior un grupo de
hombres.
El lugar pareca haber sido abandonado recientemente; haba una videocassetera
conectada a un televisor, uniformes britnicos, dos fusiles y un equipo de radio. Afuera
encontraron un pozo de zorro y trincheras y cerca de all, un Land Rover y una lancha
con su motor fuera de borda. Lo ms llamativo fueron los numerosos tambores de
combustible y las balizas apiladas cerca de un galpn, detalle que les dio la pauta de que
los britnicos planeaban acondicionar el lugar para operar desde all con sus
helicpteros.
Hacia la media maana, la isla haba sido completamente explorada, lo mismo varios de
los islotes cercanos, razn por la cual, despus de comprobar que el rea estaba
deshabitada, abordaron la lancha unos y las aeronaves los otros y emprendieron el
regreso.
Durante el vuelo, se recibi una comunicacin desde Puerto Argentino dando cuenta
que un avin argentino haba sido derribado en la Isla de Bougainville, al este de
Lafonia, y que deban dirigirse all para investigar.
Los helicpteros viraron hacia ese punto y al llegar, aterrizaron cerca de unas
elevaciones bajas, al noroeste de la isla, comprobando que buena parte del terreno arda
y que los restos del aparatso e hallaban dispersos por doquier.
Como la bsqueda no arroj resultados, decidieron trasladarse al establecimiento Lively
para interrogar a sus moradores. Se encontraron con gente amable, que los trat con
mucha cortesa y hasta les dijo que deseaban que Gran Bretaa fuera derrotada
(seguramente temerosos de la reaccin de los recin llegados)7.
Los malvinenses manifestaron haber presenciado el combate areo y crean que el avin
britnico que haba derribado al caza argentino tambin haba sido alcanzado. Ruiz
Moreno deja entrever que aquellos kelpers se hallaban muy lejos de sus connacionales,
abandonados a su suerte e incluso olvidados. Manifestaron estar desabastecidos y hasta
pasar hambre y por esa razn, los comandos les dejaron parte de sus raciones.
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continu a pie junto a sus compaeros, mientras les comentaba las alternativas de su
expedicin.
Los kelpers de aquel lugar tambin resultaron gente extremadamente cordial; incluso
organizaron una recepcin, que si bien poda estar movida por la intencin de ser
condescendientes con los argentinos mientras durase la ocupacin, fue muy bien
recibida por aquellos.
Lo primero que hicieron fue alojar a los comandos en sus casas, les permitieron asearse,
les dieron alimentos calientes y les ofrecieron el calor de sus hogares.
La casa del administrador result ser la ms confortable, totalmente alfombrada y muy
bien decorada, destacando especialmente los cuadros de la reina y el casamiento de los
prncipes de Gales. Sus bodegas repletas de alimentos, bebidas, medicamentos y todo
tipo de vituallas les parecieron la cueva de un tesoro a los recin llegados y su saln
principal, un hotel de lujo.
Despus de cenar, los soldados se encaminaron hasta el edificio de la escuela y all se
dispusieron a pernoctar, organizando turnos de una hora de vigilancia.
Haban pasado varias horas cuando el centinela que haca guardia anunci que vena
gente por el camino principal. Los efectivos prcticamente saltaron de sus bolsas de
dormir y despus de tomar sus armas, se ubicaron en diferentes puntos, observando
atentamente a travs de las ventanas listos para abrir fuego.
Al cabo de un momento, comprobaron que se trataba del hijo del administrador con un
grupo de amigos que, completamente borrachos (nica diversin para un adolescente
kelper en esos parajes), se dirigan resueltos hacia donde se encontraban los argentinos.
Llegaron y saludaron ofreciendo cerveza y a continuacin, entraron en la escuela para
observar el equipo y las armas. La cosa no agrad a los hombres de la Compaa
quienes, con tono de pocos amigos, les dijeron que se retirasen. Encabezados por el hijo
del administrador, que en un momento pareci envalentonarse, los jvenes mantuvieron
su actitud y siguieron en la suya en actitud desafiante. Entonces los soldados los
tomaron del brazo y los arrojaron fuera a empujones. Llanos, harto de la actitud estpida
del hijo del administrador, lo tom violentamente del cuello y sujetando en su otra mano
una granada, le grit:
-Te la voy a meter en la boca, pedazo de hijo de puta!
Fue el mejor de los remedios. El cabecilla cambi su rostro de suficiente por una
expresin sombra y se march junto a sus amigos sin decir ms.
Por la maana, los efectivos hablaron con el administrador, le narraron lo sucedido y le
dijeron que la prxima vez abriran fuego contra quien fuera. De ms est decir que
mientras dur la presencia argentina en la zona, ningn otro malvinense volvi a
circular de noche.
En la maana del 15 de mayo (10.10 horas) aterrizaron en Puerto San Carlos un Sea
King y un Chinook del Ejrcito, transportando al Equipo de Combate Gemes al
mando del teniente primero Carlos Daniel Esteban, que vena a reemplazar a la
Compaa de Comandos.
Tras el correspondiente intercambio de saludos, los recin llegados los pusieron al tanto
de la incursin de tropas del SAS sobre la Estacin Aeronaval Caldern, noticia que
dej a los comandos profundamente conmocionados.
En Establecimiento San Carlos aprovecharon para descansar y racionar en caliente y a
las 10.30 abordaron los helicpteros para volar a la Isla Borbn, donde aterrizaron
veinte minutos despus, a un kilmetro del casero Peeble y la pista de aterrizaje.
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Al abrir las puertas, mientras los comandos saltaban a tierra, un grupo de hombres
pertenecientes a la FAA corri hacia los aparatos para arrojar sus pertenencias en el
interior y abordarlos presurosamente; inmediatamente despus levantaron vuelo y se
alejaron, dejando una vez ms a la Compaa librada a su suerte.
Castagneto pudo hablar con el comandante de la base quien le brind detalles del
ataque, acaecido el da anterior. Una recorrida posterior le permiti verificar el
calamitoso estado en que haban quedado los once aviones all desplegados, siendo el
Skyvan de la PNA el que ms impresin les caus. Acto seguido, el jefe de los
comandos procedi a distribuir a los cuadros ordenndole a la abnegada seccin del
teniente primero Duarte efectuar exploracin y patrullaje en el casero y sus alrededores.
Llam la atencin de los recin llegados la negligencia y el abandono en que se
encontraba la base. Las trincheras y los pozos de zorro se hallaban completamente
inundados, todo estaba tirado en el ms completo desorden, los caones de 75 mm sin
retroceso, totalmente herrumbrados, cajas y tambores de combustible esparcidos sin
orden, lo que sumado al calamitoso estado de los aparatos en la pista daba una
sensacin agobiante de caos y dejadez.
En las primeras horas de la tarde, aparecieron dos Sea Harrier por el este para arrojar
bombas a baja altura. Al verlos venir, el cabo primero Jorge Eduardo Martnez apunt
con su Blow Pipe y dispar errando por muy poco a un tercer avin que vena detrs.
Las aeronaves se alejaron y la calma volvi a renacer.
Los hombres de Castagneto, ocuparon las instalaciones de la base y algunas de las
viviendas deshabitadas del diminuto pueblito isleo, no sin antes apostar una guardia
con relevos de media hora en ambos sectores. Fue asombrosa la cantidad de revistas
pornogrficas que los argentinos encontraron en el lugar, una manera kelper de matar la
soledad.
Salvo un falso alerta, motivado por movimientos extraos en la obscuridad, la noche
transcurri tranquila e incluso agradable.
El 16 de mayo amaneci primaveral, con el cielo despejado y un clima temblado. Hacia
el medioda lleg al lugar un Bell del Ejrcito piloteado por el teniente Guillermo
Anaya11, trayendo como pasajero a un alto oficial de la Armada cuya tarea era
inspeccionar el lugar y elevar un informe de lo ocurrido durante la incursin enemiga. A
las 12.00 horas hizo lo propio un segundo Chinook, esta vez de la Fuerza Area, que los
comandos abordaron para sobrevolar e inspeccionar una vez ms la zona de Baha Ajax.
Concluida la misin, regresaron a Puerto Argentino (14.30 horas), despus de una
patrulla de once das que les permiti efectuar importantes relevamientos en diferentes
sectores de la isla Soledad.
De regreso en sus improvisados cuarteles del gimnasio y el Centro Cvico, Castagneto
procedi a redactar el informe para sus superiores, detallando lo actuado por los
efectivos a su mando.
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Referencias
1
Revista Cruzada N 20 San Expedito, guerrero del Csar y soldado de Cristo (Alberto N. Manfredi h).
2
Isidoro Ruiz Moreno, Los Comandos en Accin. El ejrcito en Malvinas, p. 77 y ss.
3
dem.
4
dem.
5
Probablemente la patrullera Islas Malvinas.
6
Vale recordar que tras la captura de los archipilagos, los Buzos Tcticos regresaron al continente.
7
Apreciaciones hechas despus de la guerra en la Argentina, dan cuenta que los habitantes de los islotes
eran diferentes al resto de los malvinenses debido a cierto olvido y desamparo por parte de Londres e
incluso, de las mismas autoridades locales. Pero esas afirmaciones no parecen ajustarse a la realidad.
8
Puerto San Carlos se halla recostado sobre la costa norte del ro del mismo nombre.
9
Jefe de la Compaa de Helicpteros de la Aviacin de Ejrcito
10
Isidoro Ruiz Moreno, op. cit.
11
De heroica actuacin durante la guerra, era hijo del almirante que integraba la Junta Militar que en esos
momentos gobernaba la Argentina.
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