Las Balas de Petare
Las Balas de Petare
Las Balas de Petare
LAS
BALAS
DE
La mayor favela de Amrica Latina
est en Caracas. Ms de un milln de
personas se arremolinan en un lugar
que rene en torno a 1.000 barrios
marginales. Las escenas de miedo se
entrecruzan por sus calles con el sonido
de la salsa y los vallenatos.
Texto:
ANDROS LOZANO
PETARE (CARACAS)
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Mauricio nunca se le
iba de la cabeza aquella espeluznante idea:
algn da, ms tarde que pronto, morir asesinado'. Pese a
que no tena enemigos
abiertamente declarados, saba que el hecho
de pertenecer a la banda Los Catorce le otorgaba
la certera conviccin de que muchos hombres y
mujeres (sobre todo los varones) deseaban verlo
acabar dentro de un atad. Ese final slo se lo
LABERINTO HUMANO
Los todoterrenos son casi
el nico modo de moverse
por el barrio ms populoso
de Venezuela. Las colinas
y las aceras de apenas 30
centmetros alimentan la
violencia y la pobreza.
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narse el pan del da, entre todo esto a uno le resulta fcil toparse de frente con el rastro de la
violencia que azota Petare y que va dejando seales por doquier.
En la mayor favela de Amrica Latina las paredes de algunas casas muestran el agujero dibujado por el impacto de los balazos durante una
noche cualquiera de enfrentamientos entre bandas juveniles, narcotraficantes o contrabandistas.
En muchas de las esquinas de las calles que van
ascendiendo en forma de serpiente hay espejos
instalados estratgicamente. Situados cada uno
con la angulacin exacta, sirven a los malandros (delincuentes en el argot venezolano) como
sistema de cmaras de seguridad para saber qu
ocurre en su territorio. Si la Polica o sus rivales
llegan, ellos lo saben de antemano.
UN FINAL ANUNCIADO
Carlos El Pirata detiene su coche delante de la
puerta de El Botn, el antro de Petare donde habitualmente tomaba ron con Mauricio. Al entrar,
me presenta al chico que est detrs de la barra.
Se llama Jos, tiene 28 ao, es mulato y, a ojo,
se calcula que no debe pesar menos de 150 kiFIAT LUX 05#
EL MENUDEO DE DROGAS, LA
PROSTITUCIN Y EL ROBO SON
EL MODO DE VIDA DE MUCHOS
JVENES DE LA FAVELA
Qu asuntos?
Qu ms da! Drogas, putas, robos... Da
igual, l ya est muerto.
La cita con Carlos en El Botn dura apenas
media hora. Mientras conduce de regreso en su
coche hasta el apartamento se le nota distante.
Apenas habla. Yo, por respeto, decido no volverle a preguntar sobre lo ocurrido la noche de la
muerte de su mejor pana. Sin embargo, le pregunto por cmo fue su niez.
La niez de Mauricio? Una mierda. Sus padres murieron en un accidente de coche cuando
slo tena diez aos. Ah empez todo. Tampoco
tena hermanos. Hasta los 15 estuvo con una ta,
una hermana de su padre. Luego la calle se adue de l. Una noche poda dormir con su chica
de turno y otra en mitad de la acera.
Carlos interrumpe la conversacin. Hemos
llegado, dice a los pies del edificio. Ha sido un
placer. As termina la noche en la que El Pirata,
en un antro de Petare, record su amistad con
Mauricio. Una amistad, ambos podan postar por
ello, interrumpida por una muerte violenta mucho antes de tiempo.
LA FURIA
En el enclave ms peligroso del segundo pas ms violento del mundo
tras HondurasVenezuela registr en
2013, segn Naciones Unidas, 53,7
homicidios por cada 100.000 habitantes muy pocos han olvidado aquel
sangriento fin de semana de principios de febrero de 2013. Durante 72
horas la muerte se adue de Petare.
En uno de los despachos de la comisara de Sucre un diligente polica
me entrega en mano una pila de informes. Aqu tiene. Esto es puro plomo,
me dice. La documentacin rene los
atestados de los 17 asesinatos perpetrados entre los das 1 y 3 de aquel fa22
Estancia. Los asesinos quisieron robarle su Ford Fiesta y l opuso resistencia. Un caso muy similar fue el de
la abogada Fabiana Daniela Lujn, de
27 aos, que muri de un disparo en
el rostro cuando quiso evitar que unos
asaltantes le robasen su coche en el
barrio Sebucn.
En la barriada Unin a Jerry Ulloa,
de 18, lo mataron tras salir de una
fiesta en casa de su ta. Alguien le
apual para robarle su Blackberry. A
Douglas Mendoza, de 35, dos delincuentes lo asesinaron a balazos. Varios de ellos fueron a parar al rostro
del hombre. En Unin tambin muri