Los Aymara en El Regimen Militar
Los Aymara en El Regimen Militar
Los Aymara en El Regimen Militar
Canje y Correspondencia:
Casilla 135, Iquique - Chile
Telfono: (+56) (57) 414461
Pgina web: www.crear.cl
Correo electrnico: bernardo.guerrero@unap.cl
1990
Comit Editorial:
Bernardo Guerrero J.
Julin Gonzlez R.
Juan van Kessel
Francisco Pinto M.
Distribucin:
Biblioteca y Centro de Documentacin CREAR
1990
PRLOGO
Diecisiete aos pueden ser muy poco tiempo en la vida de un pueblo milenario.
Pero no lo son si es que en ese perodo, o an en uno ms corto, se introducen
transformaciones que alteran su cultura, su cosmovisin, su forma de vida.
Es esto ltimo lo que ha sucedido con el pueblo aymara del norte de Chile bajo el
rgimen militar de Pinochet. De las transformaciones que por diferentes
mecanismos fueron introducidas en la vida de este pueblo en los ltimos diecisiete
aos da cuenta esta obra de Juan Van Kessel.
Pocas personas como l conocen tan de cerca lo que este perodo signific para
los aymaras. De ello dan cuenta sus numerosas obras y artculos escritos sobre la
materia durante los ltimos aos, la ms conocida de las cuales es su libro titulado
"Holocausto al progreso. Los aymaras de Tarapac" (1980).
En esta nueva obra Van Kessel hace balance sinttico, pero no por ello menos
completo, de los mecanismos a travs de los cuales se introducen las principales
transformaciones que han afectado a los aymaras en este perodo, as como de
las reacciones de este pueblo frente a las mismas.
El fortalecimiento y el cambio de las caractersticas de la presencia del Estado en
la zona de poblacin aymara durante los ltimos aos, que se traduce, entre otros
aspectos, en una fuerte militarizacin del altiplano, en la implementacin del
proceso de municipalizacin tambin denominada por algunos "alcaldizacin" por
los poderes omnmodos conferidos a los Alcaldes en el mbito de la comuna, en la
utilizacin de organismos tales como los Centros de Madres y las Juntas de
Vecinos como mecanismos de control de la comunidad por parte de la autoridad,
en la reorganizacin y fortalecimiento de la escuela fiscal a travs de la aparicin
de la Escuela Fronteriza con el objeto de procurar la "chilenizacin" del altiplano,
as como sus consecuencias en las comunidades aymaras, son descritos por Van
Kessel en esta obra por cuanto constituyen a juicio del autor los principales
mecanismos utilizados por el gobierno militar para impulsar la "incorporacin
dirigida" de los aymaras.
La introduccin del modelo de libre mercado en la zona a travs de las
modernizaciones" en el mbito del transporte y las comunicaciones, la
transformacin de la agricultura y ganadera aymara en actividades enfocadas a la
exportacin, y sobre todo a travs de la privatizacin de las escasas aguas de los
aymaras en virtud del Cdigo de Aguas de 1981, legislacin que da origen a un
proceso de inscripcin de derechos de aguas por compaas mineras, y sus
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JOS AYLWIN O.
Comisin Chilena de Derechos Humanos
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Sin embargo, se mantuvo el aparato logstico con puntos de aterrizaje, cuarteles de reserva (en escuelas
internado), galpones (como el estadio techado de Colchane) y una red caminera bien mantenida.
2
La Comuna de Colchane se cre mediante DL n2868 del 26 de Octubre de 1979 e inici sus funciones el 25
de Noviembre de 1980. El complejo administrativo de Colchane fue construido en un campo totalmente vaco,
el centro de nada, para eclipsar y reemplazar como centro a Isluga, la antigua hierpolis y fuente de la
identidad cultural de los Isluga.
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vecinal. Ambos, Alcalde y Gobernador, son nombrados por el dictador y suelen ser
oficiales militares o de polica.
El alcalde rural tiene amplios poderes y su estilo administrativo es autoritario.
Nombra profesores y directivos de la junta vecinal, mientras su esposa encabeza
los infaltables Centros de Madres (CEMA). El alcalde controla el trfico y la
mercadera, las ferias fronterizas y las fiestas patronales de los pueblos. Ordena la
celebracin de nuevas fiestas "nacionales" e impone desfiles patriticos,
manifestaciones de "apoyo al gobierno militar" y elementos de folklore (no andino)
sino chileno de la zona central. Administra las escuelas y ejerce un control
intensivo sobre la enseanza. Ordena las actividades de la Junta Vecinal y de sus
ramificaciones en cada comunidad. Beneficia a los comuneros escogidos y
sumisos con vveres y asignaciones del PEM y del POJ 3, so pretexto de asistencia
social a los cesantes. La Junta de Vecinos opera como mecanismo poderoso y
eficaz de informacin para el Alcalde, y como mecanismo de movilizacin de la
comunidad. Otro recurso muy eficiente a disposicin del Alcalde son los fondos de
asistencia social asignados por la dictadura militar y distribuidos mediante los
rganos de: CEMA, Junta Vecinal, Escuelas Fronterizas, el DIGEDER 4, PEM,
POJ, la asignacin familiar, las becas de estudios y las pensiones de vejez.
Por medio de la nueva municipalidad, sus organismos y sus mecanismos, se
impuso con eficacia al Aymara una disciplina casi militar y un estilo burocrtico
formal que alcanza hasta al ltimo comunero por la exigencia de nuevos trmites,
solicitudes, permisos municipales, patentes y autorizaciones. A la juventud se
impuso esta disciplina por medio de su escuela con internado, donde todo joven
aymara pasa 4 aos. La eficacia de este sistema reeducativo, fascistoide, se
explica por el hecho que el acatamiento de esta orden resulta ser la condicin para
conseguir los beneficios asistencialistas y para alcanzar una movilidad
ascendiente.
En la zona aymara, la autoridad municipal encuentra en su camino a dos otras
autoridades, competidores entre s: el obispo y el pastor protestante. Mediante su
organizacin de asistencia social, DAS, y su equipo pastoral rural, EPA, el obispo
ejerce todava bastante influencia en las comunidades andinas. El alcalde siguiendo el modelo del mismo Pinochet, que todos los das 11 de Septiembre
(aniversario del golpe militar de 1973) celebra "su" Te Deum en la catedral de los
Pentecostales de Santiago - suele optar, mediante sus recursos materiales y su
PEM: Programa de Empleo Mnimo; POJH: Programa Ocupacional para Jefes de Hogar.
DIGEDER: Direccin General de Deportes y Recreacin, es un organismo del Gobierno Militar encabezado
por un general del ejrcito.
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apoyo moral al pastor protestante, por una alianza que neutralice la influencia del
obispo en la zona aymara. La influencia del pastor, premiado por su lealtad hacia
el gobierno con la amistad y la confianza del alcalde, va creciendo.
El efecto de esta "reeducacin cvica" es que el comunero aparentemente ha
adoptado la actitud y la conducta - o slo la apariencia? - de un ser sumiso,
simulador y suplicante, para asegurarse de los beneficios materiales del
asistencialismo del gobierno, acomodndose sin problema en el papel del cliente
aprovechador ante la autoridad que para l sigue siendo un forastero y un extrao.
Esta actitud ha tomado el comunero tambin ante las ONGs y sus proyectos de
desarrollo, que bajo el rgimen militar aparecieron como un fenmeno nuevo en la
cordillera.
Estas efemrides dan la pauta para las actividades didcticas y las celebraciones obligatorias.
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Hay que tomar en cuenta el peso de la emigracin y del deseo de los padres de encargar a sus nios en
2do ciclo a parientes en la ciudad para matricularse all.
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Sealamos las tesis de G. lvarez (1979), Podest (1981c, 1985), Mamani (1982), Klockner (1983),
Avendao y Rodrguez (1987) y Van der Zee (1989).
8
L. van der Zee (1989), realiz en su investigacin el anlisis de contenidos del programa educacional de la
Escuela de Lirima. Sus conclusiones hemos resumido aqu.
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Cancosa
Camia
Chapiquilta
Chiapa
Chuzmisa
1985
1979
1981
1980
1989
Colchane
Cuisama
Enquelga
Francia
Huarasia
1979
1979
1980
1980
1984
Huavia
Jaia
Lirima
Mauque
Mie-Mie
1981
1979
1979
1979
1984
Moquella
Nama
Pachica
Parca
Poroma
1985
1985
1988
1979
1981
Quebe
Quistagama
Sotoca
Tarapac
Villablanca
2. LA ECONOMA
"Tarapac tiene una vocacin eminentemente minera", as resumi el General
Pinochet la nueva poltica de desarrollo para la regin andina del Norte. Toda el
agua disponible en la cordillera, es necesaria para la minera, la industria y el
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La alfalfa sembrada en terrazas regadas, ocupa poca mano de obra, pero las hortalizas podran arrojar
mayor ingreso. Es considerado prestigioso tambin entre los pequeos propietarios, el tener dos o tres toritos
para el engorde, que le sirve de ahorro. En estas condiciones, tratndose de una actividad complementaria y
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que todos estn emparentados. Esta situacin perdura hasta hoy. Los sibanos
forman un grupo minoritario, cerrado y conservador de sus privilegios de
primogenitura. En el otro extremo se encuentran los afuerinos, arrendatarios y'
peones. Sus hijos frecuentan la escuela de Sibaya, donde forman el 92 % del
alumnado. Los hijos de los sibanos residentes viven en la ciudad, en casa de
parientes, y visitan all la escuela, porque sus padres quieren "algo mejor" para
ellos. Los tres grupos de afuerinos son muy empeosos, pero de los arrendatarios
y peones nadie restaura pircas o terrazas, ni rehabilita canales o compuertas,
porque no tenan garantas por ms de un ao que es la duracin del contrato y
porque sin duda los dueos les subiran el arriendo. Restauraciones y otras
inversiones ocurrieron solamente en las chacras de los afuerinos propietarios.
A este cuadro demogrfico registrado en un censo de 198411 -vase los cuadros 2
y 3- se agrega una distribucin de tierras doblemente concentrada: no slo en
manos de sibanos, sino tambin en las "haciendas". An sin incluir en el clculo a
"los sin tierra", la concentracin de tierras en Sibaya acusa un coeficiente de Gini
de 0,588 (Van Kessel, 1987:17). Hasta hoy da, la propiedad y el acceso a la tierra
regada sigue el modelo colonial: la hacienda, gran cantidad de minifundios con
predios dispersos que miden de 30 a 65 M, y unas chacras de los santos
patrones de la iglesia12. Entre los lugareos residentes se encuentran 4
propietarios que, juntos, ocupan 31,5 Ha. que es el 28% de toda la tierra regada.
Los dems lugareos residentes - 14 propietarios que poseen un promedio de slo
0,62 Has - son verdaderos minifundistas. El 52 % de la tierra pertenece a
propietarios emigrados que arriendan sus tierras a afuerinos o las cedan a
parientes residentes. Propiedades inferiores a 1 Ha, no son muy interesantes para
la produccin para el mercado. Los 14 afuerinos con propiedad - todos del sector
pastoril de la alta cordillera - se desenvuelven con buen rendimiento en chacras de
1 Ha en promedio. Para ellos es muy difcil conseguirse chacras en propiedad, si
no es por matrimonio.
11
Sin embargo, cinco familias sibanas volvieron de la ciudad para sembrar sus chacras como antao. Eran
las familias urgidas por la persistente cesanta entre los obreros urbanos; una reanimacin de la agricultura
que naci tambin de la extrema pobreza y no de la saneacin de la economa y sus races culturales. Todo
lo contrario, se sentan fracasados en la sociedad urbana y rechazados por ella.
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Estas chacras estn en partes abandonadas y en parte enajenadas por los hacendados.
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Cuadro 2
Grupos socioeconmicos y propiedad de tierra en Sibaya* (1984)
Grupo socioeconmico
Jefes de
Familia
Chacras (Ha)
Promedio Ha
por familia
poseen juntos
43 jefes de familia
(=23%)
poseen 0,0000 Ha
(=0%)
49 jefes de familia
(=27%)
poseen 6,4532 Ha
(=5%)
38 jefes de familia
(=21%)
poseen 16,8689 Ha
(=15%)
45 jefes de familia
(=25%)
poseen 48,4553 Ha
(=43%)
8 jefes de familia
(=4%)
poseen 41,4361 Ha
(=37%)
* No se contabilizan las 34,6 Ha de chacras abandonadas o sin dueo.
poseen c/u en
promedio
poseen c/u 0,0000 Ha
poseen c/u 0,1317 Ha
poseen c/u 0,4439 Ha
poseen c/u 1,0768 Ha
poseen c/u 5,1795 Ha
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desarrollo econmico duradero de su pueblo: la mentalidad de hacendadocomerciante y su proyeccin hacia un futuro urbano. Esta mentalidad podran
haber heredado de la lite criolla que en la Colonia controlaba la doctrina de
Sibaya y toda la provincia de Tarapac: en tiempos difciles abandonaban el
campo, para dirigirse a Arequipa. Resumiendo la crtica:
1. En lo econmico observamos, ms que desarrollo, una creciente
dependencia de mercados que es mltiple y asimtrica y un proceso
acelerado de incorporacin al sistema nacional urbano. La orientacin del
sibano es ahora ms que antes hacia afuera. Se gua, ahora ms que
antes, por las normas econmicas, ticas y religiosas del mundo urbano. A
pesar del aumento demogrfico, estas tendencias centrfugas sugieren una
emigracin postergada y definitiva y hacen temer una liquidacin a plazo de
la economa de Sibaya. La produccin del ajo a escalas crecientes signific
una mayor dependencia de comerciantes y exportadores y una creciente
concentracin de riesgos.
2. Relacionado con la orientacin centrfuga, el sibano demuestra en el nivel
tico-econmico cada vez ms inters para el comercio y menos cario
para la actividad agraria. Se debilita y se materializa su relacin hacia la
tierra, se debilitan sus responsabilidades comunales, se acenta su
individualismo y su oportunismo econmico. No se organizaron en, accin
colectiva de la produccin y venta de su producto.
3. Los afuerinos en cambio pusieron ms inters en la agricultura y supieron
extender la produccin del ajo y otras hortalizas a sus comunidades de
origen: Cariquima e Isluga. El hermetismo de los sibanos que no los
recibieron en su comunidad, es responsable de abortar la oportunidad de
un desarrollo econmico ms seguro y duradero para el pueblo.
Respecto al balance de los resultados, a pesar del repoblamiento ocurrido bajo el
rgimen militar, y a pesar del dinamismo que desplegaron los pocos propietarios
afuerinos, Sibaya no dio comienzo a un nuevo desarrollo, duradero.
Al margen de la economa agrcola de la precordillera, representada en Sibaya,
vale mencionar los efectos de la planificacin econmica en el sector moderno de
la horticultura, que durante el rgimen militar aument sustancialmente13 su
produccin. Se trata de nuevas colonias hortcolas suburbanas en: Pintados (de
Adventistas), Pampa Germana, Alto Hospicio y Alto Molle (ambos a 12 KM de
Iquique) y de los pueblos Pica, Canchones y La Tirana, todos con renovada
13
Sin disponer de datos exactos estimamos un aumento de un 350% de la produccin hortcola en el sector
suburbano.
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Los abuelos de Cultane contrataban por temporadas a un profesor para ensear y educar, hace 80 aos,
a sus nios en castellano, los primeros en la zona.
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1983 reconstruirla al doble tamao y con todo esmero de modo que fuera "un
museo en vivo" representativo de todas sus habilidades artesanales para la
instruccin de la juventud. En 1976 construyeron una escuela, apoyados por una
ONG holandesa para educar a los nios "mejor que en la escuela fiscal", con un
programa escolar que acentuaba asignaturas como: artesanas, msica, historia
andina, ecologa, y tradiciones y costumbres (L. van der Zee, 1989: 27). A partir de
1978, el programa fue desarrollado por el profesor, Juan lvarez Ticuna, lirimeo,
que en 1984 logr titularse y que en 1987 lanz su programa a la publicidad
(lvarez, 1987). Bajo su conduccin se inici tambin la horticultura en Lirima con
unas 60 terrazas regadas y 4 invernaderos templados, que desde 1983 procuraron
hortalizas frescas al pueblo. No produjeron ajo para la exportacin, pero
planificaron la piscicultura en sus terrenos, que conocieron en el altiplano boliviano
y en Villablanca.
Los buenos ingresos por la exportacin de tejidos fueron invertidos en el pueblo
mismo, pero causaron en cierto momento una especie de devalorizacin local de
la moneda, con que aument el precio del trabajo y del producto: ya no trabajaban
para menos. La exportacin de alfombras y otros tejidos iniciada en 1975, declin
en 1981. Desde entonces, gracias al prestigio del producto logrado por
exposiciones y publicaciones en Chile, se dedicaron al mercado nacional, en
volumen menor pero a precios muy convenientes.
La produccin y venta de carnes para el mercado urbano continuaron, antes como
despus de 1973, con volmenes constantes, pero con precios algo subidos. No
ocurrieron las fluctuaciones de precios que sufrieron los agricultores con sus
hortalizas para el mercado, particularmente el ajo de exportacin.
Lirima experiment tambin el efecto de la corriente general de emigracin. Entre
1975 y 1989, la poblacin residente baj de 65 a 36 personas. Sin embargo, los
emigrados en su mayora no se fueron a la ciudad sino a la zona agrcola (Pica, La
Tirana, Coscaya, Pozo Almonte) y mantuvieron su casa y su ganado en Lirima,
donde pasan todos los aos una temporada. Su emigracin es parcial. Podra ser
definida tambin como expansin de la economa de Lirima. El criterio est en
saber si los migrantes conciben su actividad econmica a partir de la "hacienda de
Lirima".
La economa domstica del lirimeo evolucion en estos aos como resumen los
cuadros 4 y 5. Comparamos la economa domstica16 de 1975 con la de 1989
(antes y despus del intermedio exportador, el que va desde 1975 hasta 1981. En
16
Por la salida sucesiva de 29 de los 65 pobladores, que an siguen produciendo en Lirima, donde mantienen
ganado y casa, se complica el concepto y la medicin de la economa de Lirima, motivo por el que
comparamos aqu slo la economa domstica de los residentes de 1975 y 1989.
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estos 14 aos, el ingreso p.c. (que incluye pensiones, etc.) creci en un 96,0% y la
produccin p.c. aument en un 88,5%. Observamos tambin que la parte de la
produccin p.c. destinada al mercado, creci con un 126%, mientras la parte
destinada al autoconsumo (y al trueque) no creci ms que en un 23%.
Cuadro 4
Produccin anual de Lirima en 1975 y 1989* (en US$)17
1975 (65 pers.)
Total
p.c.
%
Produccin para el
mercado
Produccin para el
trueque y
autoconsumo
Total produccin
Ingreso por
asignacin familiar y
pensiones**
Total Ingreso
10.363,62
159,44 63,70%
12.948,84
359,69 76,30%
5.897,98
16.261,60
90,74 36,30%
250,18 100%
4.027,32
16.976,16
111.87 23,70%
471,56 100%
250,18
639,72
17.615,88
17,77
489,33
16.261,60
* Nota: en 1975, la comunidad de Lirima contaba con 65 personas; en 1989, con slo 36 personas.
** Las asignaciones son en dinero (45%) y en vveres (55%).
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Cuadro 5
Consumo p.c. anual de Lirima de 1975 y de 1989
ORIGEN:
Mercado
1975
1989
RUBRO:
Precordillera
1975 1989
Cordillera
1975
1989
22,04
/
/
/
7,71
/
/
/
2,06
/
/
/
6,28
/
/
10,14
6,26
0,29
/
13,95
30,35
/
Total
1975
1989
Vveres
Vestuario
Mobiliario
Lujo
Fiestas
Viajes/transp.
Salud
Vivienda
123,03 149,59
12,72
58,78
10,08
14,12
4,46
38,21
15,03
25,98
3,62
89,25
/
24,01
/
10,78
TOTAL
%(1975)
%(1989)
89,24
5,05
/
/
5,38
/
/
/
155,21 240,89
18,98
63,80
10,37
14,12
4,46
38,21
36,39
37,64
33,97
89,25
/
24,01
/
10,78
El Cdigo de Aguas regulariza la legislacin sobre las aguas superficiales; el Cdigo Minero trata de aguas
subterrneas; una vez sustradas las aguas subterrneas, se agotan rpidamente los pastos naturales y
transforman los campos en un desierto.
19
Apoyados por una ONG, filmaron un documental sobre el agua de Lirima, titulada Y es nuestra (1983)
que fue trasmitida por la TV de Holanda, Blgica y Alemania. El documental fue censurada por la TV chilena,
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a todas las solicitudes mineras en la quebrada y pudieron inscribir sus tierras y sus
aguas en el Registro de Bienes Nacionales, marcando un total de 552,07 l/s
(Olivares, 1989: 39). Este primer pleito de aguas contra las mineras, ganado por
los Aymaras, anim a las otras comunidades, que todas estaban amenazadas de
la misma manera mortal20.
De 1982 a 1986, una decena de compaas mineras solicit en Tarapac un total
de 3498,5 Vs de aguas superficiales y subterrneas (Lemereis, 1987: 39). En
1987-1988 las mineras solicitaron nuevamente las inmensas cantidades de 5267
Vs de aguas superficiales y 26.462 Vs de aguas subterrneas en toda la cordillera
de Tarapac. En 1989 todas las comunidades sin excepcin estaban envueltas en
pleitos contra las mineras para defender un total de 3.293,64 l/s (Olivares, 1989:
21). Los dirigentes de Lirima y Cariquima, que estaban organizados desde 1985
en el Centro Cultural Aymara (CCA) con su oficina tcnico jurdica y con sus
programas radiales de cada semana, -adems de apoyar y orientar las
comunidades hermanas en su lucha- crearon en las comunidades la conciencia
general del alcance de la "vocacin minera de Tarapac" (Pinochet) que causara
la muerte segura de toda la cordillera, acabando con la vida de la naturaleza y de
las comunidades aymaras. Esta tesis la presentaron tambin ante el Congreso
Internacional de Americanistas, msterdam, 1988 (Mamani y Vilca, 1989).
Observamos diferencias muy marcadas en la accin econmica de Lirima y de las
comunidades agrcolas, representadas por Sibaya. Mientras los agricultores de la
precordillera, con la produccin masiva del ajo, concentraron sus riesgos, los
lirimeos los variaron con una economa diversificada de ganadera, artesana,
comercio y alguna horticultura. Por su principio de autogestin, los tejedores de
Lirima rechazaron el "programa textil Isluga" de la Universidad del Norte (19731977). Por la exportacin autogestionada evitaron la extrema dependencia en que
terminaron los productores del ajo. Al estancar la exportacin, se dirigieron al
mercado nacional, siempre sin intermediarios. Donde otras comunidades
ganaderas vendan la lana cruda, ellos le agregaron un mltiple del valor por el
hilado y el tejido. En el umbral de la "incorporacin" en la economa moderna, se
preocuparon de la publicidad y la "prestigiacin" del producto (textil), de las
relaciones pblicas y las alianzas, lo que ayud poderosamente en la lucha por el
agua. Lograron construir una economa sana y duplicar en 15 aos el ingreso p.c.
pero fue distribuida en video caset. Los dirigentes hicieron tambin su relato documentado en forma de un
librito: L- de Jong y J. Olivares (compiladores) Het gevecht om wter in Lirima (La lucha por el agua en
Lirima); La Haya, Solidaridad, 1989.
20
Para mayor informacin vase: J. Lemereis (1987 y 1988); Solidaridad (1989); J. Olivares (1989) y J. van
Kessel (1985).
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Opinamos que su relativo xito econmico se explica en gran parte por la tica del
"empresario aymara" de: comunitarismo (familiarismo) en la accin econmica,
conciencia y defensa de su identidad aymara, valoracin de la cultura y la
tecnologa andina, y de la educacin concientizadora, combatividad en la defensa
de sus derechos y dignidad, an en una sociedad discriminante y bajo un rgimen
etnocidario.
La produccin comunitaria que ya no encontrarnos en la precordillera, subsiste en
varias formas en las comunidades altoandinas de Tarapac. En el caso de Lirima
encontrarnos adems, y como distintivo, un serio intento de extender su accin
econmica y socio-poltica ms all de la propia comunidad y alcanzar a toda la
quebrada y a todas las comunidades de Tarapac. La base de su xito econmico
fue indudablemente su sistema de produccin comunitaria: explotacin del camin
y de las alpacas, comercializacin de tejidos, propaganda y defensa de derechos,
construccin de infraestructura. La accin econmica que trasciende los lmites de
la propia comunidad observamos en (el intento de) la exportacin de tejidos y en la
lucha por el agua. Sin embargo, es temprano para vaticinar en base a estos
hechos aislados un nuevo despegue de la economa aymara.
30
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3. EL CONFLICTO RELIGIOSO
3.1. El pentecostalismo
En la autobiografa de la Iglesia Evanglica Pentecostal de Chile 21 se lee como la
primera aparicin de un pentecostalismo agresivo y proselitista entre los aymaras
ocurri en Cariquima a comienzos de 1960, a un momento en que ya existan
disidentes religiosos en la zona agrcola de la precordillera, ms abierta y ms
manoseada desde el impacto salitrero. Sin embargo, stos ltimos no atacaban
abiertamente a la Iglesia Catlica, ni a su versin aymara. Despus de una lenta
incubacin en la alta cordillera, el pentecostalismo creci con fuerza entre 1968 y
1973 en Cariquima y en cuatro comunidades cercanas: Chulluncane, Huaytane,
21
Vase. Iglesia Evanglica Pentecostal: Historia del avivamiento, origen y desarrollo de la Iglesia Evanglica
Pentecostal; Santiago, 1977.
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Nos guiamos por los siguientes estudios de B. Guerrero (1978, 1980, 1981, 1984, 1990) y de J. van Kessel
y B. Guerrero (1987).
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burlar de todo lo que hacan los abuelos. En fin, se debe olvidar que fue
AYAMARA identificado y definido por su cultura y religin, un olvido comprometido
a borrar los vestigios, quemar las barcas, asumir una nueva identidad, romper todo
lo que recuerde su condicin de aymara, y destruir sus smbolos, imgenes de
Santos y Vrgenes, templos, pucaras y "mesas", procurando imposibilitar todo
culto comunal. As el "hermano" confirma su "juramento" por el recurso de la
violencia hecha por sus propias manos comprometindose con el nuevo orden a
que ha jurado pertenecer (Van Kessel y Guerrero, 1987: 4). Su violencia es el
smbolo de su nuevo compromiso y elemento bsico de su nuevo discurso
religioso: el "testimonio".
Slo bajo un contexto de desarraigo y anomia y gracias al recurso del milenarismo
con sus dirigentes carismticos, sus milagros de salud y su glosolala, es posible
que el pentecostalismo, tan disfuncional a la sociedad aymara, haya
experimentado un crecimiento tan fuerte en el altiplano chileno. Por otra parte, los
lderes pentecostales son chilenos, comprometidos con la cultura chilena y concretamente despus de la alianza con el rgimen militar (1973)- con la
ideologa nacionalista militar. El apoyo moral y material del Gobierno Militar y del
Municipio, el nombramiento sistemtico de "hermanos evanglicos" en puestos de
confianza del Alcalde (dirigentes de la Junta y los Comits Vecinales, y de CEMA),
su reclutamiento preferencial para los trabajos del PEM y del POJH, el prestigio de
"progresista y patriotista" que gozaron por su lealtad con el Gobierno y el
Municipio; todo ello fue, si no la causa, al menos un fuerte estmulo para la rpida
expansin del pentecostalismo bajo el rgimen militar. Pero este compromiso
poltico, a la vez, debilit tambin su mstica original. El el cuadro 6 se observan
datos censales sobre la regin de Cariquima, recolectados por Guerrero. De estos,
se deduce que un 26 % de este sector - bien repartidos sobre todas las
comunidades, se profesa pentecostal.
34
1990
Cuadro 6
Censo de la poblacin total de Cariquima y de
Pentecostales (1990)
Quebe
Chulluncane
Villablanca
Chijo
Ancovinto
Ancuaque
Huaytane
Panavinto
Total
%
Poblacion total
H
M
Total
10
9
19
30
26
56
55
41
96
30
39
69
27
25
52
30
17
47
10
13
23
6
6
12
198 176
374
100 100
100
Pentecostales
H M Total
4 5
9
3 5
8
3 3
6
10 7
17
15 7
22
10 11
21
5 7
12
1 2
3
51 47
98
26 27
26
En Marzo de 1982 se form el Equipo Pastoral Andino (EPA) de la dicesis de Iquique, para empearse a
una atencin ms sistemtica y respetuosa a los aymaras-cristianos de Tarapac.
24
Documento: Planteamiento bsico del Equipo Pastoral Andino; Manuscrito del Autor, Iquique, 16 de Enero
de 1990.
35
1990
36
1990
1990
1990
Cuadro 7
Atencin pastoral catlica a las 64 localidades andinas de
Tarapac (Provincia de Iquique): 1973-1989
En 1973
En 1975
En 1977
En 1979
En 1981
En 1983
En 1985
En 1987
En 1989
atendidas por
atendidas por
atendidas por
atendidas por
atendidas por
atendidas por
atendidas por
atendidas por
atendidas por
0,70
1,00
1,30
2,35
2,80
3,75
3,90
3,40
3,25
1990
4. LA ACCION ASISTENCIAL
4.1. Los investigadores
La nueva actividad de transportes y comercio facilit una mejor informacin y dio
presencia real, aunque no prestanciosa, al Aymara en el medio urbano. La nueva
red de servicios - caminos, telecomunicaciones, servicios pblicos -permiti un
acceso fcil a las comunidades aymara. La atencin del pblico urbano fue
orientada a los inmensos recursos mineros de la cordillera, en que la presencia de
los minerales aparece como la bendicin de Dios para Chile y la presencia de los
Aymaras como problema y como obstculo. En esta coyuntura, Universidades e
Iglesias desplegaron una actividad jams vista antes y que dio origen a un nuevo
fenmeno: las Organizaciones No-Gubernamentales (ONG) de ayuda para el
desarrollo andino.
La accin de las Universidades aparece en una avalancha de investigaciones y
publicaciones a partir de 1973, como lo indica el siguiente cuadro resumen
(Cuadro 8).
Cuadro 8
Publicaciones en Ciencias Sociales sobre la regin andina del norte grande
de Chile25
Manuscritos
Papers (cong.)
Tesis
Artculos cientficos
Libros
Sin fecha*
Total
1960
1973 1977 1981 1985 1989 1973
/
1
1
8
3
6
18
19
/
4
12
14
25
37
88
92
/
2
1
8
4
7
20
22
/
5
19
18
18
16
71
76
1
5
1
3
1
2
7
12
/
/
?
?
?
?
5
5
1
16
34
51
51
68
209 226
*Nota: los 5 documentos no fechados son todos posteriores a 1973; se trata de 3 manuscritos y 2
papers.
25
Base de este cuadro son ttulos de Sociologa, Antropologa, Economa, Historia y Geografa que aparecen
en la bibliografa de Patricio Arriaza: Bibliografa Bsica para el estudio de los Aymaras en Chile; CIREN,
Manuscrito del Autor; Iquique, 1990.
40
1990
CIREN-CREAR ms dedicado a estudios andinos que a la accin directa en la comunidad aymara, figura
con 32 ttulos. TER y TEA juntos registraron 29 ttulos.
27
El volumen total de los proyectos de ayuda a los (4500) Aymaras que viven en la cordillera de Tarapac ha
sido alrededor de US$550.000 anuales como promedio entre 1985 y 1990. El director de una ONG comunica
que segn la norma manejada para los presupuestos, un 50% de este volumen es para sueldos del personal
de los ONGs y entre 10 y 20% para mantencin de sus oficinas vehculos, etc.
41
1990
28
Explotayuda: los Aymaras se sienten explotados por las ONGs, sabiendo que la financiacin de estos
proyectos viene de grandes organismos extranjeros y que la mayor parte del dinero va a estas ONGs.
Perciben la ayuda de la ONGs regionales como una forma de explotacin del subdesarrollo andino, motivada
ms bien por el inters propio de las ONGs y de sus tcnicos.
42
1990
43
1990
El documento lleva por ttulo Corporacin Andina de Desarrollo Aymara y est fechada el 25 de Agosto de
1989.
44
1990
La Dicesis de Iquique, mediante su Direccin de Asistencia Social (DAS), canaliza desde 1981 una
subvencin muy considerable para costear la lucha jurdica por el Agua de Tarapac.
33
La Revista Norte Grande ha dedicado entre 1974-1979 en todos sus nmeros, artculos al tema de la
ecologa del Norte rido. Artculos ms recientes de autores, conmovidos y comprometidos, sobre la
temtica son: J. Salinas A. (1986); S. Rivera A. (1985); C. Aldunate del Solar (1985); J. van Kessel (1985); L.
Nez A. (1985) y W. Bernhardson (1985).
45
1990
5. RENACIMIENTO INDIO?
Cmo fue la reaccin de los Aymaras en respuesta a los profundos cambios
sociales, econmicos, polticos y culturales introducidos por el gobierno militar?
Cmo afectaron los cambios sealados en los prrafos anteriores al pensamiento
aymara? Cmo redefinieron su estrategia de defensa de sus intereses materiales
y no-materiales? A pesar de su situacin tan desmedrada, los Aymaras no
quedaron pasivos o inertos. La formacin de un nuevo tipo de organizacin
aymara, la accin jurdica coordinada y generalizada, las nuevas alianzas y
extensin de las relaciones pblicas hacia afuera, demuestran lo contrario: una
reaccin activa, ms bien decidida y enrgica; una clara capacidad de tomar
iniciativas. A su actitud de auto-defensa tan enrgica corresponden fines y
objetivos al nivel de los valores bsicos con que se identifican. Supervivencia
fsica y desarrollo econmico? La tierra ancestral y la identidad tnica?
Persiguen una emancipacin social y una posicin ms prestigiosa en la
sociedad chilena? De todos modos, se trata de una franca actitud de lucha y la
lucha no se libra sin discurso o ideologa que legitime las pretensiones.
En este ltimo prrafo nos preguntamos si efectivamente se trata de un
movimiento - inicial, por cierto - de toma de conciencia de su identidad tnica,
manejada como bandera sagrada en la lucha de defensa de sus intereses, librada
con tanta energa.
1990
tnica de los chinos latinizados desde tres o cuatro generaciones. Hemos visto la
reciente explosin de la etnicidad entre decenas de pueblos rusos, despus de 70
aos de represin y polticas integracionistas. Ni la represin en el bloque
socialista, ni la poltica liberal del bloque capitalista han reducido la ocurrencia de
la etnicidad y la religiosidad popular. Gracias a los estudios de investigadores
como G. de Vos (1977) en Estados Unidos y E. Roosens (1986) en Blgica, y
convencidos por los hechos y procesos de reetnificacin que en gran nmero de
sociedades modernas de Europa y Amrica a diario ocurren, se ha abandonado
definitivamente la teora del crisol. Enseados por los hechos, tenemos que
dedicarnos ahora inevitablemente a una reflexin renovada sobre el fenmeno y
una redefinicin del concepto de etnicidad.
Roosens define la etnicidad como una forma especfica de auto-presentacin
social. Una persona o grupo social puede en cierta coyuntura histrica acentuar o
minimizar su pertenencia tnica (Roosens, 1986, 24), de acuerdo a los intereses
socio-econmicos, los objetivos de lucha (por mejorar posiciones sociales), las
necesidades de emancipacin, los deseos de prestigio u otros motivos (Barth,
1969). La etnicidad, definida como la auto-presentacin en trminos tnicos, es
considerada como un conjunto de relaciones entre ciertos grupos de inters dentro
de la sociedad. Es cierto que no ocurren fenmenos de etnicidad en situaciones
de aislamiento total de un pueblo, sino en situaciones de encontrarse con otros
grupos tnicos.
Pero hay ms. Roosens observa que dirigentes polticos logran movilizar a grupos
tnicos precisamente porque saben apelar a factores afectivos ms profundos,
relacionados con el origen, como la sangre, los antepasados y la tradicin
ancestral (1986,27). As se agrega una dimensin no-econmico, sico-social al
concepto de identidad tnica, estudiada esta vez por G. de Vos (1975) y luego por
A. Epstein (1977). Para comprender la auto-afirmacin tnica, personal o
colectiva, y su fuerza movilizadora analizamos con Roosens esta dimensin sicosocial.
Identidad es un concepto sico-social de doble dimensin: una intrasquica y otra
social. En cierto modo somos el grupo a que pertenecemos; nos definimos por l.
Pertenecemos simultneamente a varios grupos sociales: grupo profesional, de
familia, religioso, deportivo, poltico, tnico... Algunos de estos nos tocan ms
ntimamente que otros y en ciertos momentos - por ejemplo el momento de
agresin la patria, o de represin religiosa, o del abrazo familiar de ao nuevo una determinada pertenencia cobra ms inters. El que se identifica tnicamente,
persigue ciertas satisfacciones sicolgicas, sociales y/o econmicas. Gracias a
esta identidad, uno puede sentirse distinto, diferente de los dems, incomparable,
47
1990
48
1990
1990
5.2. La auto-identificacin
Guiados por el estudio de Pauwels en Carangas y la reflexin terica de Roosens,
retomamos ahora la pregunta si en Tarapac, al culminar el proceso de
incorporacin dirigida, existen reacciones que indiquen un movimiento de
revivencia, o renacimiento indgena entre (algunos) dirigentes aymaras.
Analizamos primero la forma en que se identifican, y luego el discurso que
manejan - y la actitud que asumen - en la defensa de sus intereses.
La auto-identificacin se escoge entre varias alternativas, para legitimarse y
legitimar sus pretensiones. Los nuevos dirigentes de comunidades y de
organizaciones aymaras - tanto los "hijos del gobierno" militar, como los
autnomos - desarrollaron contactos muy frecuentes y directos con las
autoridades del gobierno a todos los niveles de la jerarqua; contactos con las
autoridades eclesisticas y universitarias, con organismos y delegaciones
extranjeras y (ltimamente) con partidos polticos, con investigadores, cientficos y
periodistas. Adems, aparecen en la publicidad a nivel regional, nacional y an
internacional. Antes de 1973, este tipo de contactos eran escasos e incidentales,
si no inexistentes. Existen varias alternativas y expresiones para presentarse,
hacia afuera y al interior del mundo aymara. Las principales son estas:
"Indio" es una forma fuerte de identificacin, de clara referencia tnica, pero de
doble carga. Cuando lo dice el no-indio, es generalmente muy despectivo y
equivale un insulto grave. Pero se usa tambin entre Ayrnaras, en confianza, por
ejemplo durante una fiesta o ceremonia. Entonces expresa sentimientos de
pertenencia tnica, confianza, intimidad y solidaridad. Su significado secundario
50
1990
51
1990
1990
1990
54
1990
6. CONCLUSIN
Todos los argumentos de este discurso se balancean entre dos posiciones de
partida, tomadas de acuerdo al destinatario o pblico del caso: 1. somos chilenos
leales, con igualdad de derechos; 2. somos Aymaras con derechos ms antiguos.
Esto corresponde, como es natural, a las dos formas de identificarse, que
demuestran la misma ambivalencia: 1. "Somos chilenos", ante el gobierno de Chile
y organismos chilenos; 2. "Somos Aymaras", ante las ONGs (especialmente las
extranjeras), los cientficos e investigadores y (en grado menor) la Iglesia Catlica
con sus departamentos de derechos humanos y asistencia social - recurdese de
la oposicin rivalizante entre Iglesia y Gobierno.
Este anlisis detallado permite la conclusin que se trata de un creciente esfuerzo
de superacin, desarrollo y emancipacin, en que los nuevos dirigentes se avalan
ms y ms del recurso de la etnicidad, para convencer al interlocutor externo y
para movilizar al comunero. Con el ocaso del gobierno militar - desde Octubre de
1988 cuando en un referendo el pueblo chileno voto en mayora por el NO - los
dirigentes aymaras extienden, poco a poco, el uso de esta argumentacin al
ambiente de los nuevos partidos polticos, de oposicin al Gobierno Militar, y a las
oficinas del Gobierno.
En el discurso de los dirigentes independientes de las organizaciones aymaras
podemos distinguir una visin del futuro en los siguientes trminos:
Sin pensar en una reanimacin del pasado tihuanaco o incaico, ni menos en la
erradicacin de los restos de este valioso pasado, el hombre aymara de hoy protagonista de su propio desarrollo- ha de abrirse camino a un proceso de
redesarrollo integral de la comunidad andina, apoyado en sus propios recursos
naturales y humanos, de acuerdo a su propio diseo y bajo su propia conduccin.
El Aymara deber reconstruir y reforzar su comunidad sobre el fundamento firme
de su pasado y su capacidad histrica de integrar y andinizar creativamente los
elementos culturales, religiosos, tecnolgicos, sociales y econmicos,
selectivamente escogidos del mundo circundante, an de sus colonizadores. As
ha de recuperarse la comunidad andina por su propia fuerza renovadora, sin
perder jams, por ello, su identidad histrica y cultural. As la utopa del nuevo
dirigente.
Sin embargo, la actitud prctica de la mayora de los comuneros es ms realista,
materialista y oportunista y parece contradecir a sus dirigentes. Este realismo
observamos en su conducta electoral.
55
1990
Elecc. Presid.
1989
Bchi
Aylwin
(Gob.) (Opos.)
Oposicin
Dougnac
(indep.)
Colchane
76,8
50,5
26,1
34,7
13,2
24,8
Camia/Chiapa/Mamia
70,4
60,7
23,9
50
23,1
Pica
60,9
42,3
56,6
40,3
33,7
4,4
Huara/Pozo Almonte
56,3
43,4
56,3
31,2
31,8
Iquique Urbano
44,6
30,3
47,5
35,1
62,3
0,7
Iquique Prov.
45,8
31,4
46,6
34
61,1
1,1
Total Nacional
(Datos No Oficiales)
56
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