Un Pavorreal en El Reino de Los Pinguinos
Un Pavorreal en El Reino de Los Pinguinos
Un Pavorreal en El Reino de Los Pinguinos
rase una vez, y no hace tanto de eso, que los pinginos dominaban muchas tierras en el
Mar de las Empresas. Aunque no siempre eran sabios o estimados, siempre tenan el
mando. La mayora de las empresas eran parecidas: Los altos ejecutivos y los gerentes
usaban el traje caracterstico de los pinginos; mientras que los obreros aves de
muchos tipos se vestan con ropas y colores de acuerdo con su trabajo y su estilo de
vida. A las aves que aspiraban a ascender en su empresa se les incitaba a ser lo ms
parecidas posible a los pinginos: a caminar con pasos cortos, imitar su manera de
andar, a usar el traje de pingino y a seguir el ejemplo de sus jefes. Los departamentos
de desarrollo de los empleados ofrecan programas intensivos de capacitacin sobre el
comportamiento del buen pingino. Las reglas y las normas eran claras desde el primer
da. De manera sutil, y a veces no tan Sutilmente, los Pinginos aconsejaban. As
hacemos las Cosas aqu. El que quiera triunfar tiene que ser como nosotros, y punto
Las aves que estaban interesadas en moverse dentro de la ley del ms fuerte se
esmeraban en poner cara de pingino y en portarse como pinginos. Pero incluso ellas
comprendan que nunca llegaran a los puestos claves. Se daba por sentado que todos
los pinginos eran jefes naturales, y que eran ordenados, leales y podan trabajar en
equipo; y se saba que anteponan los intereses de la empresa a sus asuntos personales.
De las otras aves se crea que eran mas volubles y menos confiables. Por supuesto, esto
nunca se deca en voz alta, ni por escrito. Porque, como en toda empresa, los pinginos
queran dar la impresin de ser amplios y estar siempre listos a estimular el talento, la
dedicacin al trabajo y los aportes de sus colaboradores. Pero en el fondo, todos saban
que los pinginos
mayores acostumbraban poner a los menores bajo su ala protectora y guiarlos por el
camino del xito. Los llevaban a jugar al golf y a trotar, y hablaban con ellos de ftbol
en los almuerzos de oficina. Se notaba a leguas cules eran los pinginos importantes. Y
era evidente que se sentan mejor slo cuando estaban entre ellos. Todo era armona en
el Reino de los Pinginos, siempre y cuando que se aceptaran sus reglas del juego. Las
dems aves de la empresa saban cmo deban obrar para que los pinginos se sintieran
cmodos y seguros. Pero un da las cosas empezaron a cambiar en el Reino de los
pinginos... A los mayores les dio por recorrer otros lugares, donde conocieron unas
aves muy interesantes que les llamaron la atencin por su capacidad gerencial, su
experiencia y sus realizaciones Estas aves no son pinginos pensaron los mayores
, pero quiz podran convertirse en pinginos si las llevamos a nuestro pas y las
entrenamos a nuestro acomodo... Con seguridad estas aves tan notables y
extraordinarias podrn adaptarse a la forma de vida del Reino de los Pinginos, y con su
talento contribuir a que lleguemos aun ms lejos Nuestro clima es distinto fro y
desapacible, y como nuestra tierra no hay otra: helada y yerma. Pero si a pesar de las
circunstancias, nosotros hemos sido capaces de salir adelante, quiz estas aves tambin
puedan prosperar. Si son tan inteligentes como parecen, se acomodarn a nuestro clima
y a nuestras costumbres Y as fue como Pedro, el pavo real, lleg al Reino de los
pinginos. Claramente, Pedro no tena nada que ver con los pinginos. En realidad era
la anttesis de la pinginidad. Pedro era un pavo real: un ave llena de colorido, radiante
y bullanguera. Pedro era un pavo real muy talentoso que haba hecho cosas importantes
en su tierra. Saba escribir, y manejaba bien sus presupuestos; era creativo, imaginativo,
sensato y prctico. Tena muchos amigos y admiradores en su propia tierra, y era muy
popular y querido. Los altos gerentes del Reino de los Pinginos quedaron perplejos
cuando conocieron a Pedro, el pavo real. S, era distinto pensaban perO SUS
logros profesionales eran impactantes y sus posibilidades fabulosas. Sin duda tena un
gran potencia1. Por su parte, a Pedro le interesaban los pinginos por la maravillas que
haba odo y ledo acerca de su reino: la promesa de llegar a ser alguien y de hacer
fortuna, y la satisfaccin de formar parte de una empresa grande y poderosa. Se trataba
de un pas rico, donde todas las aves estaban extremadamente bien pagadas. En esta
nueva tierra mi futuro ser ms brillante pens. As, los pinginos y el pavo real
llegaron a un acuerdo: l se ira a trabajar con ellos, y juntos lograran grandes cosas.
Al principio, todo funcion a las mil maravillas Los pinginos estaban felices con su
nuevo pupilo, quien se destacaba por los destellos de Colores que despeda de vez en
cuando. Y Pedro tambin estaba encantado con la novedad y la novelera.
Los pinginos lo tenan deslumbrado: se vean tan importantes en sus trajes negros con
blanco, especialmente cuando se reunan para seminarios y ccteles! Qu trato! Qu
modales! Jams haba visto tanta ceremonia y cortesa. Ahora bien al principio el pavo
real se cuido de no hacer demasiada ostentacin de su colorido natural, en su pas le
haban puesto sobre aviso, le haban advertido como eran las reglas y el estilo de
gobierno de los pinginos. De modo que mantena las plumas recogidas la mayor parte
del tiempo y solo ocasionalmente las desplegaba en toda su extensin y vistosidad, para
impresionar a los pinginos. Quera que lo tomaran en serio y tener xito. As que
decidi doblegar su naturaleza de pavo real hasta que tuviera seguridad de que los
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hablan en voz baja y con tonos modulados, y las carcajadas y exclamaciones llenas de
emocin del pavo real quebrantaban sus cnones del decoro y la correccin. Cuanto ms
duro
trabajaba
ms
logros
cosechaba,
ms
resaltaban
sus
plumas.
Para todos era un hecho que el pavo real era talentoso y productivo, y estaban contentos
con
los
llamativa
notables
y
vistosa
resultados
de
incomodaba
su
trabajo,
algunos
de
pero
los
su
pinginos
naturaleza
mayores.
sin embargo, otros estaban encantados de tener entre ellos a esta nueva y extraa ave.
La consideraban como un soplo de aire fresco, y la acogieron con entusiasmo.
Algunos pinginos jvenes comenzaron a especular entre ellos cunto durara el pavo
real en el Reino de los Pinginos. Viendo lo poco pingino que era, se preguntaban
hasta cundo lo toleraran los mayores. Un par de pinginos mayores trat de tomarlo
bajo su ala protectora e instruirlo: Nos gusta tu trabajo, pero hay uno que otro viejo
incmodo con tu apariencia. Por qu no te pones un traje de pingino a ver si te
pareces ms a nosotros? le dijeron.
No me queda bueno les contest Pedro. Me aprieta, me constrie, me aplasta las
plumas de la cola y no puedo mover las alas. Si no estoy cmodo no puedo trabajar.
Los mayores insistieron: Entonces, por qu no te pintas las plumas de negro y
blanco como las nuestras? As, por lo menos, no te vers tan distinto.
Qu tiene de malo que yo sea as? pregunt Pedro, dolido y confundido... Trabajo
mucho y soy eficiente. Todo el mundo lo dice. Por qu no se fijan en mi trabajo en vez
de preocuparse por mis plumas? No son ms importantes mis logros que mi aspecto?
No es mucho pedir insistieron los pinginos. Eres inteligente y recursivo.
Te espera un futuro brillante. Simplemente tienes que portarte como nosotros para que
los viejos se sientan mejor. Ponte un traje de pingino, habla con suavidad y da pasos
ms cortos. Mira a los dems pinginos: Ves cmo caminan? Trata de ser como el
resto de nosotros. Sus palabras lo heran a pesar de que Pedro se daba cuenta de sus
buenas intenciones. Por qu simplemente no puedo ser como soy? Por qu tengo que
cambiar para que ustedes me acepten? Porque aqu las cosas son as, y as son en el
Mar de las Empresas. Tuvo la sospecha de que podan tener razn, pero en el fondo de
su corazn no quera aceptarlo. Les dio las gracias por sus consejos y su inters, y se fue
a su nido a reflexionar. Pasaban los meses, y l segua discutiendo su dilema con otras
aves de confianza. Tambin eran nuevas y haban sido contratadas por la misma poca
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en que Pedro haba llegado al Reino de los Pinginos. Muchas estaban atravesando la
misma crisis... Helena, la gavilana, tena los mismos problemas. Era hermosa y estaba
llena d energa; inteligente, aguda y agresiva; hbil cazadora y con un instinto de
competencia feroz. A veces le pona algo ms de color a su vestido de pingino, pero era
soportable. Helena trat de adaptarse al estilo de los pinginos, pero su naturaleza de
gaviln siempre sala a flote. Tena las garras afiladas, ojos penetrantes, relaciones
intensas, el instinto de cazar siempre alerta. Y su estilito de pasar por encima de
cualquiera molestaba a los mayores. Lo mismo suceda con Miguel, el pjaro burln.
Era un pjaro excepcionalmente brillante, creativo, imaginativo, impulsivo, a quien le
atraan las ideas de vanguardia. Volaba de prisa, trabajaba duro y revoloteaba por todas
partes haciendo que pasaran cosas buenas en el Reino de los Pinginos. Pero Miguel
muy pronto se dio cuenta de que los pinginos son aves que marcan su territorio,
construyen imperios, imponen la ley del ms fuerte y se sienten agraviados por el que
aspire a ser parte del clan sin haber sido formalmente invitado. Como Miguel no era
pingino, no entenda la poltica ni el manejo del territorio de los mayores. A veces los
ofenda con su tendencia a la creatividad y con su insistencia en que se consideraran
otras posibilidades. Sus intrusiones eran una amenaza y una molestia para ellos. Lo
mismo que Eduardo, el guila, y que Helena, la gavilana, Miguel se pona su traje de
pingino y se esforzaba por copiar su estilo para ser aceptado. Pero al fin y al cabo, no
poda dejar de ser l mismo igual cosa suceda con Sara, el cisne.
Era una soadora optimista con una visin poco comn de lo que podra ser el futuro en
el Reino de los Pinginos. Tena ideas interesantes. Ideas propias, y buenas, pero como
las expona con mucha suavidad, casi nadie las oa. Era refinada y llena de gracia, por lo
cual los pinginos dudaban de su firmeza y su fortaleza. Y haba otras aves... Lo que
todas tenan en comn era que ninguna haba crecido en el Reino de lOs Pinginos.
Haban sido tradas y contratadas en otras partes. Los pinginos jefes haban
tentado a los forasteros con sus promesas de xito: Estamos interesados en su forma
diferente de pensar y en sus ideas innovadoras. Admiramos su trayectoria y queremos
que realicen grandes cosas para nosotros. Pero apenas entraban en la empresa,
los jefes sacaban sus vestidos de pingino y empezaban a presionar a las aves recin
llegadas para que hablaran, actuaran y pensaran como pinginos. Somos partidarios
dela diversidad, decan los pinginos, pero sus acciones los traicionaban
Mientras tanto, las aves exticas seguan discutiendo entre ellas sus frustraciones
comunes, en busca de una solucin. Varias decidieron tratar de cambiar la cultura en
vez de dejarse cambiar por ella. Trataremos de cambiar a nuestros jefes y a otros
pinginos claves, sin ser demasiado obvios, natura1mente se propusieron. Y as todas
desarrollaron estrategias para convertirse en agentes del cambio en el Reino de los
Pinginos.
Eduardo, el guila, puso en prctica una Estrategia de apoyo: Sorprende a tu jefe
cuando est haciendo algo bien hecho... (o ms o menos bien hecho).
Cuando el jefe llegaba a aceptar alguna idea nueva, Eduardo se la machacaba
dicindole: Aprecio mucho su buena voluntad para ensayar algo diferente. Su apoyo
me recompensa y hace que mi trabajo sea ms interesante.
Helena, la gavilana, tena sus propios mtodos para lograr el cambio. Ella aplic la
Estrategia de la ilusin: Acta a partir de supuestos que quisieras que fueran
verdaderos (con precaucin, por supuesto). Helena empez a enviarle regularmente a
su jefe recortes de prensa y artculos de revistas con una nota que deca: Debido a su
constante inters por aprender nuevas tcnicas de marketing, pens que le interesara
este artculo sobre Distribuidora S. A., publicado en la ltima entrega de la revista
Negocios de xito
Miguel, el pjaro burln, decidi intentar una estrategia bien atrevida; una Estrategia
de ignorancia calculada:Viola la poltica pingino, y si te pescan, srvete de la
Respuesta prdiga en enigmas
Cuando se le peda a Miguel que tomara alguna decisin especial. pona cara enigmtica
y describa el atajo por donde se poda llegar a aquello que todos haban considerado tan
importante.
Sara, el Cisne, mucho ms suave en su trato, prob la Estrategia del aprendizaje
seguro: Expn tus nuevas ideas ante los pinginos mayores en situaciones en que noles
incomode tener que darles respuesta .Sara, entonces, mencionaba casualmente sus ideas
y sugerencias en medio de conversaciones desprevenidas e informales. As, ella
plantaba sus ideas, las nutra lentamente y esperaba que progresaran. Algunas de las
otras aves que estaban empeadas en cambiar se esforzaban muchsimo por
expectativas,
que
haban
querido
colaborar
triunfar;
Algunas aves nuevas tomaron por s mismas la iniciativa de irse del Reino de los
Pinginos. A otras las echaron los pinginos mayores: Ustedes nos hacen sentir
demasiado incmodos. Aqu no caben. Tienen que irse.
As partieran por voluntad propia u obligadas por los mayores, todas las aves que se
fueron tenan una cosa en comn: el dolor y la confusin de ser distintas, y la tristeza y
la decepcin de no ser aceptadas por lo que eran. Todas estas aves de diversos plumajes
haban enfrentado el mismo dilema: Cunto podran o querran cambiar para encajar
y ser aceptadas en el Reino de los Pinginos, y cunto podran ser ellas mismas?
Qu precio haba que pagar para poder triunfar? Los pinginos tambin tenan su
dilema: Cunta diversidad podran tolerar en su pas para poder mantener su propio
nivel de comodidad? Todas estas diferencias no haran peligrar su armoniosa cultura
corporativa? Al fin y al cabo, los pinginos llevaban aos de prosperidad siguiendo sus
tradiciones y su manera de hacer negocios. Eran reacios a cambiar el sistema que los
haba hecho importantes, y estaban decepcionados de que muchos de los trabajadores
contratados ltimamente no les funcionaran. Pedro, el pavo real, fue el primero en
partir. Muchos amigos de otros sitios le haban hablado de un lugar nuevo y maravilloso
que haban conocido en sus viajes. Lo describan como El Reino de la Oportunidad
Le haban dicho que all tendran en cuenta su trabajo y sus aportes, y que su
personalidad, en vez de ser criticada, sera elogiada. l podra ser todo lo colorido,
extravagante y entusiasta que quisiera, que sera bien recibido.
Osara esperar que tales nuevas Cuando Pedro lleg fueran ciertas? al Reino de la
Oportunidad, le pareci que no tena nada que ver Sera se el lugar de sus anhelos?
con el Reino de los Pinginos. Tendra que comprobarlo por s mismo. All, ni los
trabajadores ni los jefes perdan tiempo ni energa tratando de aparentar lo que no eran.
Saban que se necesitaban toda clase de aves para poder triunfar en el competitivo y
turbulento Mar de las Empresas.
Sentirse aceptado y gozar de la confianza de los dems permite que cada ave aun
aqullas que cantan con voz distinta pueda cantar su propia cancin con la esperanza
de ser escuchada. Y saban que para triunfar en una empresa son indispensables la
aceptacin y la confianza.
Todas las aves se expresaban libremente, y el vivo intercambio de opiniones era lo que
garantizaba que su trabajo y su sistema mejoraran constantemente.
Lo mejor de todo era que confiaban en sus jefes, aves de muchas clases que haban
llegado a la posicin en que estaban por su talento, su inteligencia y su capacidad. All
el lema era: E PLURBUS MAXIMUS (la diversidad engrandece)
Haba aves que nadaban, muchas volaban, y una que otra tena las patas bien plantadas
en la tierra. Esto les daba una variedad de perspectivas del mundo que compartan de
manera fcil y abierta. El conocimiento que compartan las haca sabias, y su sabidura
las haca triunfar. Pedro haba encontrado su nuevo hogar.
A medida que fueron pasando los aos, uno a uno, Eduardo, el guila, Helena, la
gavilana, Miguel, el pjaro burln, y Sara, el cisne, tambin se abrieron camino en el
Reino de la Oportunidad. Le haban odo hablar a Pedro de la libertad y de la amplitud
que all haba.
En ese pas, Eduardo poda ser libre de remontarse a las alturas tan rpido
como se lo permitieran sus alas. Se admiraba su gracia y su poder, y se comentaba el
ejemplo que constitua para las aves jvenes que haban empezado desde abajo y
soaban con volar muy alto algn da. Nadie reparaba siquiera en su particularsima
manera de hablar.
Helena, que haba resultado inquietante para los pinginos con su incesante parloteo y
su agudo instinto de la competencia, encontr en el Reino de la Oportunidad un lugar
donde fue bien recibida. Sus colegas valoraban sus habilidades de cazadora y su
capacidad para descubrir las tendencias de cambio y nuevas oportunidades. Su elegancia
y su carcter eran motivo de comentarios. Se ajustaba perfectamente a la nueva posicin
que lleg a ocupar en el Reino de la Oportunidad.
lo
que
verdaderamente
somos...Nosotros
mismos.
FIN
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BIBLIOGRAFA.
Hateley, B. y Schmidt, W. (2000) Un pavo real en el reino de los pinginos. Mxico.
Editorial Norma.
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