Olveira, Ruben - Crónicas Barcelonesas
Olveira, Ruben - Crónicas Barcelonesas
Olveira, Ruben - Crónicas Barcelonesas
barcelonesas
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Rubn Olveira
Crnicas barcelonesas
e-mail: rolveira@eremas.net
Rubn Olveira
Crnicas barcelonesas
DISCRECIN
BOTIJAS Y BOTIJOS
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AY, CARMELO!
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Cuenta Neruda, en
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CONCORDANCIA
Quienes tenemos que escribir con frecuencia y acostumbramos a hacerlo con ordenador, generalmente contamos con
la herramienta de correccin de sintaxis de los programas
informticos, que dicen que suele ser de gran ayuda. Por ejemplo, redactando una de estas crnicas desde Barcelona, yo deca: la sepultura nunca deja de tener flores ni todo tipo de objetos recordatorios. Entonces, una lnea verde subray de forma automtica la palabra deja. Hice click sobre la misma y
apareci la correccin, que deca: si recordatorios es el sujeto
de deja, hay un error de concordancia. Ya ven, queridos lectores, que la cosa no es fcil, ni aun utilizando las tcnicas ms
avanzadas.
Este desconcierto gramatical hizo que recordara un pasaje de un sainete que vi en un teatrito de Montevideo, hace ms
de cuarenta aos, y de cuyo ttulo y autor, no puedo acordarme. Uno de los actores representaba a un viudo centroeuropeo
muy feo, que haba llegado al Ro de la Plata ya un poco mayor
y se enamoraba de una criolla joven. Este seor era un acaudalado comerciante. La chica, ante la insistencia del inmigrante y
la de su santa madre de ella, no saba si corresponder o no a tan
apasionado metejn. En verdad, la joven estaba chiflada por
un dependiente de tienda de su barrio, que tambin la preten-
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APTRIDA
Al final de la vigencia de mi pasaporte, all por los ochenta, me present en el Consulado de Uruguay, en Barcelona,
para cumplir con los requisitos de su renovacin. En aquella
poca, los extranjeros procedentes de Hispanoamrica, segn
la ley, no necesitbamos permiso de residencia pero tenamos
que gestionar ante las autoridades policiales de Espaa un permiso de permanencia de tres meses, al que se le daba, si mal no
recuerdo, el inslito nombre de Permiso de Permanencia para
Extranjeros Exentos de Permiso de Residencia. Y sin el pasaporte en regla, no se poda cursar ese trmite.
Habiendo pasado un mes de la presentacin de este
documento en el Consulado de nuestra patria, una maana,
acud a aquellas vetustas oficinas de la calle de Trafalgar, para
enterarme si ya tenan listo mi pasaporte. Entonces, apareci
un hombre cincuentn, robusto y desaliado que, con perdn
de los que ejercen el noble oficio de manufacturar embutidos,
ms pareca un choricero que un diplomtico, y me comunic
que l era el cnsul y que la renovacin de mi pasaporte haba
sido denegada por las autoridades de Uruguay. Le pregunt
por qu y me dijo que no saba; y aadi que l slo cumpla
rdenes de Montevideo. Bastante contrariado, agregu que, a
mi juicio, yo no tena ninguna cuenta pendiente con la justicia
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de mi pas. Como quien oye llover, sin contestarme ni despedirse, arroj mi pasaporte vencido sobre el maltrecho mostrador,
se dio media vuelta y se fue a su guarida, dejndome solo ante
el peligro.
Sal a la calle, desorientado, como en el tango, a preguntar a los hombres sabios qu deba hacer. El abogado dijo
que yo lo tena muy difcil. Que poda, como aptrida, iniciar
trmites para la obtencin de un pasaporte de Naciones Unidas, pero que eso lo intentaramos en ltima instancia, despus
de agotar otras posibilidades porque, segn afirm ms tarde,
l saba que presentarse con unas credenciales de esa especie
ante las autoridades de cualquier pas, era como aparecerse con
una bomba bajo el brazo.
De inmediato, mi familia y yo iniciamos el papeleo para
la obtencin de la nacionalidad espaola, la cual, para sorpresa
nuestra, que no esperbamos tan favorables y rpidos resultados, nos fue otorgada a los cinco o seis meses de aquellos acontecimientos.
Por la resolucin de quienes usurpaban el gobierno legtimo de nuestro pas, constat, una vez ms, que mi persona
no resultaba grata a la dictadura uruguaya; y para mi orgullo y
por si alguien, alguna vez, pudiera abrigar dudas al respecto,
guardo como objeto preciado el acta notarial que, por esas fechas y a requerimiento mo, labr el seor Zabala, notario de
Barcelona, en la que da fe de que, habindose presentado ante
aquel cnsul -de cuyo nombre prefiero no acordarme-, ste ratific, sin especificar el motivo, que las autoridades uruguayas
no autorizaban la renovacin de mi pasaporte.
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EL BODORRIO
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LA LIBERTAD NEOLIBERAL
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ARDE VALENCIA
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EL HUSPED CELESTE
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EL NO
FRANCS
A diferencia de otros pueblos aborregados por los medios de comunicacin al servicio de la versin oficial y la necesidad, los electores franceses han dado muestras de que siguen
formando parte de un conjunto humano que piensa, analiza y
debate, segn se deduce del resultado del referndum para la
aceptacin de la Constitucin Europea. El no francs a nadie
deja impasible y, adems de provocar renuncias de altos cargos, suscita mltiples y variadas interpretaciones entre los
analistas polticos. Hay quienes piensan que la negativa surge
del temor agrario a la competencia a la baja que representara,
en ese sector, la entrada de Turqua en la Unin, con el consiguiente perjuicio para el campo francs. Desde los sectores religiosos tradicionales se argumenta que el recelo a la entrada de
pases con mayora musulmana -que reforzara an ms la presencia del Islam en el continente- ha pesado mucho en la decisin. La oposicin poltica de derechas afirma que el no es un
voto de castigo a la mala gestin del gobierno galo. Quienes
todo lo vinculan a la cuestin patritica opinan que en estas
elecciones el pueblo ha puesto de manifiesto su sentimiento de
que el liderazgo de Francia en la Comunidad se diluye a marchas forzadas ante el gran nmero de estados que la forman
actualmente. Los analistas laborales creen que el resultado se
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debe a que los trabajadores estn inquietos frente al crecimiento numrico del fontanero polaco, figura que irrumpe cada
vez con ms fuerza en el pas, malbaratando el precio de las
horas y auspiciando la inmovilizacin salarial. A todo esto, dicen, debemos agregar otro factor alarmante y nada subjetivo: la
cifra de parados, en Francia, llega al diez por ciento, alcanzando
la cota ms alta de los ltimos decenios. Los que piensan en
trminos de solidaridad social ven en la negativa un rechazo
contundente al neoliberalismo salvaje, explcito en el proyecto,
y a su desmedida pretensin de privatizarlo todo. Algunos sectores polticos minoritarios de la izquierda, que parecan haber
desaparecido ninguneados por los grandes partidos, nos recuerdan que en su momento advirtieron del peligro de la urgencia
con la que las corporaciones mercantilistas pugnaban por desarrollar la Unin para su lucro, sin tener en cuenta de que en el
grupo confluyen dos velocidades econmicas distintas y muy
difciles de conjugar: la de los pases ricos y la de los otros, que
se esfuerzan por volverse de primera divisin a cualquier precio.
Nos recuerdan tambin que avisaron que legislar con sentido
de igualdad y justicia para realidades tan dispares poda llegar a
ser una tarea casi imposible y, sobre todo, muy perjudicial para
las clases populares, ya que la cuerda siempre se rompe por el
lado ms dbil. Es evidente que razones no faltan para justificar
la negativa, y no queda nada claro a cual de ellas, preferentemente, se le debe imputar el resultado. Creo que, en su medida,
todas han colaborado en la decisin y han puesto sobre el tapete el descontento general. Lo que s queda claro, una vez ms,
es que siempre que el pueblo francs se pronuncia sobre cuestiones fundamentales, nada en el mundo entero vuelve a ser
como era. Como sea, ya tenemos otro no, el holands.
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A PIERNA SUELTA
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Uno de tantos domingos, nos fuimos juntos a una fonda. Mientras comamos y bebamos vino a discrecin, me confes que
no era viudo, que su esposa viva, pero estaban separados. Hace
treinta aos, en aquella Espaa oficialmente hipcrita, estar separado del cnyuge resultaba un gran estigma. Y l no quera
que cualquiera lo supiera, por eso se haca pasar por viudo.
Despus me dijo que se haba acostumbrado a estar solo y que
as morira, lejos de la que haba sido su mujer y sin la compaa de sus hijos. No le pregunt por qu, pero supongo que
motivos habra, no importaba de quin fuera la culpa.
Pero la soledad no es grata para nadie. Tal vez por eso,
el viudo, que era como se le conoca en la pensin, para no
terminar el domingo en solitario, al acabar la comida, me invit
a ir al cine. Por la misma causa, yo acept sin titubeos. El vino
hizo su efecto, y a los pocos minutos de iniciada la sesin, el
hombre empez a cabecear. De pronto, en medio de aquella
sala de la Avenida del Oeste, comenzaron a sonar unos ronquidos tremendos. El resto del pblico protest con chistidos y
pataleos contra aquellos rugidos que no permitan or con claridad los dilogos del doblaje de la pelcula. Los ronquidos provenan del viudo, que quizs por sentirse acompaado, se dejaba ir con placidez. Tan a gusto pareca estar mi amigo, que no s
cuntos codazos tuve que arrearle para que se despertara y suspendiera el concierto.
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HOTEL REGINA
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alojado all alguna vez. Ante su desconocimiento, requer la presencia de algn empleado de ms edad para ver si lograba hacerme con algn dato. Se retir un instante y volvi para decirme que la mayora de los trabajadores eran nuevos, que la rotacin en el sector de la hostelera sola ser frecuente, y que, a
dems, en ese momento, todos estaban muy ocupados. Casi
sin atreverme, le insinu la posibilidad de hablar con el director
del establecimiento. Me contest que yo tena que pedir una
entrevista por escrito y sealar con claridad los motivos de la
misma; que ya recibira contestacin por correo, pero me advirti que no abrigara demasiadas esperanzas de que me la concediera, porque si ellos estaban ocupados, ese seor lo estaba
an ms. Me di media vuelta y me marche silbando bajito. No
s si hice bien en desistir del intento, pero mi amigo Avlis, lamentablemente, se qued por mi parte sin tener noticias del
asunto.
12 de diciembre de 2004
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GARDEL Y PIAZZOLLA
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Pasado algn tiempo de mi infructuosa indagacin sobre Gardel en el Hotel Regina, de Barcelona, donde Avlis me
haba dicho que sola alojarse el cantor en sus incursiones por
esta ciudad, y de la que no pude extraer ni el ms mnimo dato,
trab amistad con un seor alemn que se dedicaba a la publicidad. Cuando le conoc, el hombre estaba a punto de jubilarse, de lo cual se alegraba, y afirmaba que a partir de ese momento, tendra todo el tiempo del mundo para hacer lo que le
viniera en gana, como por ejemplo, escuchar msica a discrecin. Segn deca, era un entusiasta de los tangos. Esa maana, despus de intercambiar ideas acerca de la creacin de unos
carteles para la empresa donde yo trabajaba, el buen hombre,
al intuir por mi acento mi procedencia, trajo a colacin su gusto
por el gnero. Aprovech la ocasin para preguntarle si recordaba alguna cosa de Carlitos. Me contest que nunca lo haba
visto actuar y que, si bien, reconoca el valor del artista, a l no
le entusiasmaba demasiado. No recuerdo bien por qu ocurri,
pero en la posterior entrevista, le llev un disco de Charlo, que
yo haba trado desde Montevideo y que an conservo como si
fuera un tesoro. Le recomend que lo escuchara con suma atencin, ya que se iba a encontrar, a mi parecer, con uno de los
ms finos y grandes intrpretes del tango. En la siguiente re-
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TIENDAS DE DISCOS
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BAILAR JUNTITOS
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Desde hace muchsimos aos, en las discotecas de Barcelona, los jvenes bailan sueltos, en solitario. Cada uno se mueve al son que ms le place. Pero no hace mucho, no me pregunten por qu, se puso nuevamente de moda bailar en pareja. Y
como la moda no incomoda, una parte importante de esta sociedad que nunca haba bailado de esa manera, se vio ante la necesidad de aprender a hacerlo. As fue como resurgieron en Barcelona las academias de baile de saln. En ellas, atlticos profesores dan clases de chachach, de mambo, de cumbia y de otras
danzas. Segn parece, el secreto est en contar los pasos. Si lo
que se ensea es un vals, lo que se oye contar es: un dos tres, un
dos tres, un dos tres. Si se trata de cualquier otro ritmo el nmero
puede llegar a ser infinito. En esos salones todo el mundo cuenta
los pasos, hasta cuando andan. En ellos, tambin se ensea a
bailar y a contar los pasos del tango. Pero para qu les voy a
relatar la forma en que se ensea esta danza? Si Tito Lusiardo
levantara la cabeza...
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EN LA
ACADEMIA
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EL TANGO EN LA CALLE
Con la reciente oleada de emigrantes argentinos, una nueva etapa del tango lleg a Barcelona. En las zonas ms concurridas de la ciudad se ven parejas que bailan ese sentimiento melanclico. Ponen sobre la acera un amplificador con msica del
Ro de la Plata y despliegan sus habilidades para la danza ante
espontneos corros de viandantes. La gente les observa con curiosidad y admiracin. La chica va vestida de milonguita, toda de
negro y bien ajustada, con un enorme tajo en la falda que le
permite mostrar una extensa porcin de muslo. Y qu muslo.
Hay connotaciones claramente sexuales en sus andares que anteceden al abrazo con la pareja. Hay mucho de canallesco en su
actitud de llamada al partenaire. El chico se viste de compadrito.
Lleva chambergo requintado, el pelo con brillo, pauelo al cuello,
pantalones ajustados y zapatos enterizos. Su gesticulacin es profundamente masculina, callejera y arrebatadora. Hay mucho de
andaluz en su porte. Mucho de matador frente a la bestia, y pone
bastante orgullo en lo que hace. Entonces, en el amplificador se
oyen los primeros compases de aquel inolvidable tango Quejas
de bandonen, de Juan de Dios Filiberto, y la pareja se entrelaza
en un complicado puzzle de pasos y figuras en la que no faltan los
cortes y las sentadas. Todo este despliegue de cadencia y de ritmo se desarrolla alrededor de una gorra puesta en el suelo, para
que, cuando la pieza acabe, si hay suerte, ante ella pasen los
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MENS NAVIDEOS
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EL INQUILINO INVISIBLE
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INHUMANOS
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MAITETXU MA
Contrariamente a lo que el comn de las personas atribuye de divertida y disipada a la profesin de viajante de comercio, tarea que hace algunos aos ocupaba mis das, puedo
asegurar que, especialmente tras la cada del sol, cuando uno
se encuentra solo y sin saber adonde ir, la vida de representante
es montona y aburrida. Fue en una de esas noches, en un
antiguo y poco cuidado hostal de San Sebastin, Guipzcoa,
que, en la semipenumbra de la habitacin, sin otra perspectiva
que la de ver los horribles programas de televisin que en todas
las cadenas eran igual de cutres que los actuales, echado sobre
la cama, me pareci ver una manchita negra que andaba por el
techo y que provena de una de las grietas que con los aos se
haban formado en los anclajes del armario empotrado. De inmediato, al creer identificar en la diminuta figura del cielorraso
a un conocido parsito chupa sangre, mi cuerpo sufri una reaccin, provocada quizs por un temor ancestral, y comenc a
sentir un intenso picor en todo el cuerpo. Me incorpor de manera abrupta, al tiempo que accionaba el interruptor de la luz,
pero cuando intent acercarme al bichejo con el fin de machacarle, ste haba desaparecido totalmente de mi vista. Me dirig, entonces, a la raja de la pared junto al marco del ropero.
Seguro que se fue por aqu, me dije. Hurgu debajo del papel
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LA BOMBILLA
Los vocablos, segn el lugar geogrfico en donde se utilicen, aun hablando el mismo idioma, pueden adquirir significados diferentes, muchas veces ininteligibles para los que no son de
ese sitio. Por ejemplo, en Espaa estar parado no quiere decir,
como en Uruguay, estar de pie. En la pennsula significa permanecer sin andar o estar en el paro. Una garrafa no es ese recipiente metlico donde se aloja el gas butano, es una damajuana. En
Espaa, lo que en Uruguay es la canilla del agua, es el grifo. Tantas son las diferencias que podramos seguir enumerndolas hasta el amanecer.
Al llegar a Barcelona, mi familia y yo nos alojamos en
un apartamento situado en un cuarto piso. Mis hijos, que por
entonces eran muy pequeos, buscando entretenerse, usaban la
bombilla del mate, cargada con agua y detergente, para producir
espuma y pompas de jabn. Un da se asomaron a la reja del
lavadero y la bombilla se les cay por el patio de luz a la planta
baja. En esa planta haba una tienda de ultramarinos, es decir, un
almacn. Al darse cuenta de lo que haba ocurrido, mi mujer
baj al comercio y le dijo al tendero si le poda alcanzar la bombilla que los nios haban dejado caer a su patio. El seor, amablemente, se dirigi a la parte trasera del establecimiento y, al
cabo de unos minutos, volvi diciendo que l no haba visto nin-
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guna bombilla. Y agreg que si sta haba cado desde tan alto,
lgicamente, estara hecha aicos, pero que l no haba encontrado ni el ms mnimo trozo de cristal en el suelo. Sugiri que
quizs la bombilla permaneca sobre algn tendedero de los de
ms arriba. Una bombilla, en Espaa, es lo que en Uruguay llamamos bombita o lamparita de luz. Entonces, mi esposa le explic que lo que ella estaba buscando no era de vidrio sino de metal; un tubito que tena en uno de sus extremos una especie de
colador en forma de almendra. En ese instante, como si se le
hubiera iluminado la mente, el buen hombre se sonri, y asintiendo con la cabeza, volvi a meterse en la trastienda para reaparecer muy ufano con la bombilla en la diestra. Entonces, le
pregunt a mi mujer para qu serva aquel artilugio. La pobre
comenz a darle algunas explicaciones. Que si una calabaza pequea vaciada, seca y endurecida que se llama mate y que sirve
de vasija. Que si una hierba tambin seca llamada yerba mate,
que se introduce en la calabaza. Que en la calabaza despus se
vierte agua caliente. Agua que se ha de sorber a travs de la
bombilla. El hombre, a pesar de haberla escuchado con gran
inters, entendi poco o nada de lo que le haba intentado explicar mi esposa, ya que de inmediato le coment que l haba visto
durante la guerra civil a un voluntario de las Brigadas Internacionales fumar en un narguile.
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LLAMARADAS FRANCESAS
Los jvenes de la periferia de las ciudades francesas, desde sus guetos sin esperanza, se han lanzado a la calle para hacer
sentir su protesta, una protesta dura y seria, en demanda de lo
que se les debe y las autoridades les escamotean Cmo no se
van a asustar y clamar al cielo sus gobernantes, personajes con
ropas de diseo de Givenchy, de Pierre Cardin, o de Dior! Gente
de la gauche divine, la izquierda divina y burguesa que lleg al
poder prometiendo hacer mucho por el pueblo y, en cambio, no
ha sabido cumplir. La prensa adicta a la versin oficial acusa de
malagradecidos con el pas de acogida a quienes actan en estos
disturbios, como si estas personas slo fueran extranjeros, culpando adems y de manera falaz, a su condicin religiosa islmica.
Expresan dichos medios de prensa que los abuelos africanos de
los actuales protagonistas franceses de estas reclamaciones nunca se comportaron con una igual violencia, quizs teniendo los
mismos motivos que sus nietos. Tal vez sea cierto, pero estos
medios de comunicacin ignoran, a sabiendas, que los antecesores de estos jvenes tenan el apoyo y la gua de unas organizaciones de izquierda inexistentes hoy en da, que canalizaban
sus demandas a travs del sindicato obrero y su ideologa, convirtiendo sus requerimientos en demanda de una clase social con
conciencia, y no en una disputa entre distintos grupos religiosos,
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RONCHAS
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DISCRECIN
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ENVIDIA
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EL OMBLIGO Y EL OJO
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MERLUZA
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SOLO
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COLLIURE
A Joana Ruiz, que me llev a Colliure
Llova sin tregua cuando hubo que traspasar la frontera, y el escritor Corpus Barga tuvo que transportar en brazos a
la madre de Machado. Ana Ruiz estaba casi al final de su existencia. Por fortuna, parece que la mujer nunca lleg a enterarse
de que marchaban al exilio. Iban junto a ellos, Antonio y su
hermano Jos. Quedaba atrs una Espaa rota y ensangrentada, asediada por las tropas invasoras. Rafael Alberti y Len Felipe haban instado repetidamente a Machado a que dejara Madrid. Poda ser muy peligroso para el poeta permanecer en esa
ciudad. Poda pasarle lo que a Federico. Despus de muchas
negativas por parte del autor de Soledades, ste al fin accedi.
March, junto a algunos miembros de su familia, a Valencia;
luego a Barcelona; despus a Figueras. Un triste da, siguiendo
el incierto camino del destierro, llegaron a Colliure, poblacin
pesquera de la costa del Roselln, en la Catalua francesa, a no
muchos kilmetros de los lmites con su patria. All se alojaron
en una humilde pensin que les procur el gobierno de la Repblica. Colliure posee un paisaje marino prodigioso. Lo baa
el Mediterrneo que, pese a lo mal que se le trata, an sigue
siendo verde y transparente. Sus campos, en otoo, se encuentran pletricos de vides y de flores. Con su castillo viejo, sus
vinos y su luz, fue y es inspiracin constante de artistas. Cuando
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BABELIANA
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de su partida, casi los mismos que yo haba permanecido viviendo en esta ciudad. Son las cosas de la vida: el buen seor
emigr hacia el Canad, donde viva y haba desarrollado lo
ms importante de su existencia, habiendo formado un hogar
con la mujer que lo acompaaba y que era descendiente de
italianos, y yo emigr hacia aqu, lugar en el que me haba establecido, ms o menos lo mismo que l haba hecho en ese pas
del norte de Amrica. Sin embargo, el hombre pensaba que yo
era cataln, porque cuando me habl en este idioma, yo le contest en esa lengua. Y as seguimos toda la conversacin. Al
cabo de un rato nos toc el turno. Entonces, el buen seor y su
mujer se dirigieron en italiano a la chica que estaba atendiendo
el chiringuito. La chica abra los ojos grandemente porque no
entenda ni papa. Cmo es posible, me preguntaba, que no se
percataran de los evidentes rasgos de indgena suramericana
de la chica que, con toda seguridad, haba llegado a estos parajes unos pocos das o semanas antes, procedente tal vez de
Per o de Ecuador, hecho que delataba a las claras que su idioma de comunicacin en la pennsula no poda ser otro, de momento, que el castellano. Era probable que si la camarera segua en Barcelona, en unos pocos aos y obligada por las circunstancias, tambin chapurreara el cataln, pero el italiano,
mucho lo dudaba. Les aclar el asunto y entonces el catalanocanadiense se dirigi a la dependienta en castellano, poniendo
fin de esta manera a la confusin que se haba motivado por
haber imaginado que en aquel negocio, todos sus empleados
eran originarios de la nacin trasalpina. Un nuevo desconcierto
les sobrecogi cuando les expliqu, en mi pobre cataln, que yo
no era de aqu, sino uruguayo, aunque haba permanecido viviendo en esta ciudad, aproximadamente, desde el ao en que
l haba partido hacia Qubec.
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Algunos locutores de radio y de televisin de esta bendita Espaa incurren frecuentemente en el error de confundir el
gnero gramatical del agua. No hace mucho, o decir a una
famosa presentadora de la pequea pantalla lo siguiente: Este
agua manso es una bendicin para el campo. Pens que lo
correcto era decir: esta agua mansa. Consciente de mis limitaciones, consult el Diccionario de Dudas de la Lengua Espaola, de Manuel Seco, miembro de la Real Academia. ste dice:
AGUA. Aunque es nombre femenino, en singular lleva el artculo el o un: el agua, un agua. Luego busqu el artculo este.
Dice el docto libro: ESTE. Es incorrecto el uso de la forma de
este ante sustantivos femeninos, aunque comiencen por sonido
de a tnica. El diccionario me confirmaba que yo estaba en lo
cierto.
Al da siguiente, mientras desayunaba con una compaera de trabajo, le coment el asunto. Ella me dijo que crea
que el agua era neutra. Le aclar que lo que es neutro en este
preciado elemento es su Ph, o sea que el agua no es ni cida ni
alcalina. Le dije que tena razn en tanto a lo qumico pero no
en cuanto a lo gramatical. Ella me contest, algo molesta, que
pensaba que los sudamericanos usbamos formas muy raras
de expresin en nuestro castellano, y mientras nos dirigamos a
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CLAUSTROFOBIA
Cerca de Fin de Ao, una maana fra de crudo invierno, con el fin de procurarnos unas botellas de cava, mi compaera y yo nos dirigimos a Sant Sadurn de Anoia, poblacin catalana que posee el mayor nmero de bodegas de toda Espaa
dedicadas a la crianza de esta bebida espumosa de toda Espaa. En el momento de entrar al establecimiento de una empresa
familiar dedicada a estos menesteres, un joven, que dijo ser uno
de los hijos del propietario, anunci que quienes lo deseramos
podamos asistir, en ese preciso momento, a una visita guiada a
las cavas. A tal efecto, comenzamos a bajar unas escaleras que
nos llevaron a la semipenumbra tpica de las bodegas, y nos internamos por largos pasillos formados por millares de botellas
que, a mi parecer de afectado de claustrofobia, a cada paso se
estrechaban ms y ms, y cada vez se adentraban ms en el seno
de la tierra. En aquel laberntico stano de caminos bordeados
de envases de zumo de uva fermentndose, de pronto se abri
un espacio rectangular relativamente amplio. All, el gua comenz a darnos informacin de la maquinaria y de la tcnica utilizada para la elaboracin de tan apreciada bebida. En ese instante,
justamente, comenc a sentir que me estaba mareando. A pesar
del fro de aquellos tneles, un fuerte calor me suba de los pies a
la cabeza, y un sudor helado afloraba repentinamente en mi fren-
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te, propios del mal de encierro que me afecta. Cre que me iba a
desmayar, y entre otras cosas, no s cmo ni por dnde, comenz a resonar en mi cabeza aquella desesperante frasecita: Por el
amor de Dios, Montresor. Entonces, me acerqu al odo de Joana
y le comuniqu que tena que marcharme porque me estaba
empezando a dar un ataque de los mos. Me di media vuelta y,
como pude, comenc a desandar el camino que me haba llevado hasta el lugar de la charla y debido a la velocidad a la que me
bat en retirada, no me di cuenta que a pocos metros mi compaera me segua, llamndome. Era tal mi ansiedad por aflorar a la
superficie que no haba reparado que ella corra detrs mo. De
pronto cre atisbar el ltimo recodo del camino y al doblarlo, confirm mi plpito al divisar por una abertura la claridad de la maana nublada. Faltaran slo unos veinte metros para llegar al
final, cuando vi aparecer lentamente, detrs de la ltima pila de
botellas, un rostro de increble parecido al del joven que haba
estado ejerciendo de gua. Entonces discurr que no slo sera
hermano de aqul sino que tambin deba de ser su gemelo,
conclusin que no prosper en absoluto porque, de inmediato,
detrs de l, apareci la figura de una nia en la que yo me haba
fijado perfectamente por estar vestida un poco anticuadamente y
que, sin duda alguna, haba integrado el grupo. Y porque detrs
de ella, tmidamente, fueron asomando sus cabezas, uno tras otro,
casi la totalidad de quienes, hasta mi huda, habamos formado
un conjunto callado y disciplinado. En mi desesperacin anterior,
no haba reparado que el recorrido hecho dentro de la bodega
haba sido prcticamente circular y haba concluido en el mismo
punto del que habamos partido. Haba que ver la cara de asombro y curiosidad con que me miraban los compaeros de visita
ante lo inusual de mi conducta. En tal circunstancia, gan las
escaleras y, avergonzado, sal a la calle. Mientras respiraba con
alivio aquel fro aire matutino y esperaba a que Joana acabara de
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ESPERANDO LA NOVENA
La tarde del 18 de julio de 1936, en el Palau de la Msica de Barcelona, Pau Casals diriga los ensayos de su orquesta
y la de lOrfe Gracienc agrupacin coral del barrio de Gracia, de la Novena Sinfona de Beethoven. Dicho prodigio musical deba ser ejecutado en el marco de la Setmana contra la
Guerra que se celebraba en esta capital catalana, como antesala
de lOlimpada Popular, en el Teatre Grec teatro griego de
esta ciudad, el 19 de julio, o sea, al da siguiente. En ese momento lleg un mensaje del Conseller de Cultura de la
Generalitat, Ventura Gassol, que comunicaba a los msicos la
triste noticia del alzamiento militar contra la Repblica, rogndoles la suspensin del ensayo y del concierto. Dicen las crnicas de
la poca, que Pau Casals pregunt a la orquesta y al coro si estaban de acuerdo en interpretar el final de la magistral pieza, a
modo de adis entre unos y otros. As se hizo, y Pau Casals
agreg que llegara el da en que la paz volvera a estas tierras, y
que ese da tocaran la Novena. Tambin comentan que el prestigioso violonchelista confes, instantes despus, que mientras diriga aquel trozo de la sinfona, las lgrimas no le dejaron ver las
notas de la partitura. Luego, guardaron sus instrumentos y sus
escritos musicales y se marcharon del recinto. Mientras tanto, en
la calle, la gente del pueblo levantaba barricadas.
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TERTULIAS
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sonajes a los que a menudo, por necesidad de la historia, consideramos padres de la patria.
En otras oportunidades, se referan a amigos comunes,
perdidos para siempre en la distancia y en el tiempo. O se solazaban nombrando parajes peculiares, exticas aves del campo,
frutos silvestres de sabor indescriptible, y ganaderas de tal o
cual raza de nombre extranjero, elementos todos ellos inusuales
para los hijos del asfalto como mi primo y yo, que no habamos
tenido la fortuna de convivir con ninguno de esos prodigios de
la naturaleza. Ya quisieran los padres barceloneses de hoy tener
algo parecido para sus hijos en los programas infantiles de la
televisin, en lugar de tantos bochornosos dibujos animados
japoneses.
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NDICE
7 Discrecin
9 Botijas y botijos
11 Desayuno, almuerzo y comida
13 Ay, Carmelo!
15 Los versos abandonados
17 Concordancia
19 Aptrida
21 El bodorrio
23 La libertad neoliberal
25 Arde Valencia
27 El husped celeste
29 La piedra de los poderes
31 El no francs
33 A pierna suelta
35 Hotel Regina
37 Gardel y Piazzolla
39 Irusta, Fugazot y Demare
41 Tiendas de discos
43 Bailar juntitos
45 En la academia
47 El tango en la calle
49 Mens navideos
51 El inquilino invisible
53 Inhumanos
55 Maitetxu ma
57 La bombilla
92
59 Llamaradas francesas
61 Ronchas
63 Discrecin
65 Envidia
67 Los choclos y las panochas
69 El ombligo y el ojo
71 Merluza
73 Solo
75 Colliure
77 Babeliana
79 Las aguas y las armas
81 Claustrofobia
84 Esperando la novena
86 Violinista sobre cemento caliente
88 Tertulias