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TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA:

PIRMIDE Y RETCULA
RAMN Q UERALT

Universidad de Sevilla
Unidad Asociada c.s.1.c.-u.s. 1
que ralto@us.es

Resumen: En esta contribucin se desean explorar los cambios en la estructura tico-social sobrevenidos por la con stitucin de la sociedad tecnolgica
contempornea. Se describen los rasgos de sta que sern relevantes para las
cuestiones ticas bsicas y a partir de ah se constata una mutacin en la
estructura interna de conexin de los valores ticos, por la cual se est pasando desde una tica en forma de pirmide donde la justificacin fi nal de
los valores era remitida a un conjunto de principios indiscutibles fundamentados religiosa, filosfica o cientficamente, h acia una tica en forma de red,
en la que los valores se disponen reticularmente. Se sealan las causas y Jos
orgenes de este cambio, los cuales se e nraizan en Ja actitud vital pragmtica
del hombre de hoy motivada por el fenmeno tecnolgico actual.
Abstract: This article explores the changc that the coming of the contemporary
technological society has produced on the traditional ethical structurc. First,
the main traits of the technological society concerning the ethical change are
described accurately. Second, it is analysed the variation from a pyramidal
tra<litional ethics -in which values are justified by principies based on religious,
or philosophical or scientific reasons- to a different type of ethics, in which
values shape a sort of network among them, without any kind of ethical
pyramid. The causes and the origins of this change are analyse<l in connection
with the pragmatic view of life developed by contemporary people as a result
of the social relevance of technology nowadays.

El presente trabajo ha s ido desarrollado en e l marco de las actividades


investigadoras de la Unidad Asociada de Investigacin en Ciencia, Tecnologa y Sociedad
(Consejo Superior de Investigaciones Cientficas y Universidad de Sevilla).
A11:lW 1fmlOS

de Razn 'Ucnit:a, NQ 5 (2002) PP 39-83

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l.

RAMN QUERALT

E L TEMA DE LOS VALORES EN LA SOCIEDAD TECNOLGICA

Uno de los fenmenos caractersticos de nuestro tiempo es el cambio social acaecido por el desarrollo de las llamadas nuevas tecnologas., y en especial, las tecnologas de la informacin y de la comunicacin (TIC). La direccin de este cambio social ha trado como consecuencia bsica la instau racin de lo que ya se llama sociedad tecnolgica como etiqueta admitida de modo general para identificar el tipo
especfico de sociedad en la que actualmente vivimos, al menos en el
primer mundo 2 . Una sociedad tecno lgica, en primera aproximacin,
quiere decir una sociedad que ha hecho del desarrollo e innovacin
tecnolgicos la pieza central de su estructura dinmica de implantacin
histrica. No en vano las siglas l+D+I (investigacin ms desarrollo ms
innovacin) aparecen hoy por todas las instancias sociales ms caractersticas de nuestro entorno comn. En este sentido, la tecnologa ha
adquirido un protagonismo histrico-social de primer orden, en buena
medida parangonable al que tuvo la ciencia respecto de la Modernidad
en sus comienzos. As por ejemplo, de la misma manera que la racionalidad cientfica vertebr el desenvolvimiento hist rico de la Modernidad con una influencia generalizada en todos los campos del saber,
desde la propia ciencia obviamente hasta la filosofa, igualmente la tecnologa actual -y especialmente las TIC- est cumpliendo un rol histrico similar al principio del siglo XXI, vertebrando la cultura, la sociedad, los saberes, Ja poltica, la economa, ere. Por eso, de igual modo
q ue se convirti en un lugar comn hablar de la racionalidad cientfica para nombrar la forma de racionalidad propia de la Modernidad, hoy
da podemos hablar ya, sin temor a caer en exageracin, de una racionalidad tecnolgica que ha devenido la racionalidad social de nuestra
poca3.
La sociedad tecnolgica es ya una realidad consolidada en los paises del primer
mundo, y los paises no pertenecientes a l caminan tambin en esa direccin casi de
forma ineluctable. pues tambin en ellos se considera al desarrollo tecnolgico como
eje verteh rador de su entramado social y futuro d esarrollo social. De ah que las ideas
que se expondrn en este artculo se refieren asimismo a ellos, con los matices oportunos
que la dinmica hist rica propia podr ir seala ndo progresivamente .
.1
Este tema lo hemos desarrollado en numerosas puhlicaciones, conferencias,
seminarios, etc., en Europa y Amrica, y constituy el objetivo central del Proyecto de
I+D titulado Teora <le la Racionalidad Tecnolgica (PB96-1351, Secretara de Estado
<le Universidades, Investigacin y Desarrollo) q ue tuve la oportunidad de dirigir desde
l 996 a 2000. De dichas publicaciones seleccionamos las siguientes como fruto de ese
Proyt:cto: Hacia la racionalidad tecnolgica co mo herencia fin al de la Modernidad., e n
Actas del ll Congreso de la Sociedad de Lgica, Metodologia y Filosofa de la Ciencia en

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Si la sociedad actual es, por tanto, una sociedad tecnolgica, y esto


supone una novedad histrica, sobre todo por lo que se refiere al
influjo social de las TIC, es claro a su vez que implica un proceso de
cambio social, por lo dems bastante acelerado respecto de o tras ocasiones histricas precedentes de mutacin social, lo cual trae consigo
inevitablemente nuevos problemas sociales, y, en particular, problemas
tico-sociales, de los cuales se analizarn algunos aspectos relevantes
en esta contribucin.
Las viejas cuestiones de los valores ticos en la sociedad, su naturaleza, su vigencia, su conveniencia, su evaluacin social general, etc.
se vuelven a plantear en todo momento de cambio histrico-social, y,
lgicamente, en nuestro momento presente, de acuerdo a los caracteres de la metamorfosis que experimenta la situacin de la vida humana en los perodos de crisis.
Hoy resulta ya un clamor generalizado hablar de la crisis de valores., referida especialmente a los valores ticos, lo cual no significa otra
cosa, en primer trmino, que la desaparicin -o al menos atenuacinde ciertos valores de la etapa anterior en cuanto a su vigencia social y
la aparicin de nuevos valores o acrecentamiento significativo de otros
que no posean tanto influjo. Incluso se ha llegado a hablar de la falta
de valores en nuestra sociedad, ya que la crisis se aprecia tan profunda desde algunos puntos de vista que se ha cuestionado la misma presencia de valores ticos estables en la vida cotidiana. A este proceso
de mutacin axiolgica no son ajenas ni mucho menos la tecnologa
en general como fenmeno histrico, y, significativamente, las TIC; antes
bien, si es verdad que nuestra sociedad es una sociedad tecnolgica,
F.spaa. Barcelona, Publicaciones de la Universidad Autnoma de Barcelona, 1997, p.
335 ss.; Razn tcnica e idea de verdad: una oposicin inevitable, en A. Dou (ed.),
Evaluacin social de la ciencia y de la tcnica, Madrid, Pub. Univ. Pont. Comillas, 1996.
p . 19 ss.; tica y sociedad tecnolgica: un estudio desde Rawls, Revista Agustiniana,
XXXVII (1996), p. 187 ss.; Cmo introducir vectores ticos eficaces en el sistema
cientfico-tecnolgico., Arbor, CSIC, nQ638, 1999, p . 221 ss.; La racionalidad tecnolgica
como herencia de la Modernidad-, Seminarios de Filosofa (Santiago de Chile), vol. 11,
1998, p. 203 ss. ; El Caballo de Troya al revs. diseo de una estrategia tica en la
sociedad tecnolgica, Actas del Ill Congreso de la Sociedad de Lgica, Metodologa y
Filosofa de la Ciencia en Espaa, San Sebastin, Universidad del Pais Vasco, 2000, p .
301 ss.; Razionalita tecnlca e mondo futuro. Una eredita per il terzo millennio, Milano,
F. Angeli, 2002; tica, tecnologa y valores en la sociedad global. El Caballo de Troya al
revs, en curso de publicaci n. Un primer estudio del tema se encuentra en Mundo,
tecnologa y razn en el fin de la Modernidad. Hacia el hombre more tecbnico?,
Barcelona, PPU, 1993.

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la influencia de ellas en el proceso de cambio respecto de la dimensin tica debe ser ms que relevante.
Pero adems hay algo esencial que es necesario sealar en la crisis de valores, y es el cambio de actitud que se produce en el hombre
contemporneo respecto del valor tico y tico-social como tales. Tienen valor los valores? Son necesarios realmente o basta tan slo un
ajuste fctico y circunstancial a las diversas situaciones? Por qu hay
que justificar ticamente la conducta? Este tipo de preguntas, para
muchos analistas sociales -en nuestro caso matizadamente y sin el sentido pesimista que en ocasiones se aprecia en otros-, condiciona la vida
del hombre actual, y esto tambin constituye un rasgo nada desdeable del entramado social contemporneo. De la misma manera que se
seala que se ha producido una Crisis de la razn parece haberse
producido una crisis del valor mismo.
Frente a estas coordenadas histricas el anlisis de la dimensin
moral y de los valores tico-sociales en nuestro tiempo ha de ser en
extremo cauteloso en sus planteamientos, aunque no por ello temeroso, ni conducente a operar con una especie de complejo de inferioridad. Se trata, de entrada, de conocer bien el terreno que se ha de recorrer, de percatarse bien de cmo estn las cosas, en definitiva, de
saber a qu atenernos hoy da respecto de las cuestio nes ticas y de la
actitud del hombre actual frente a lo tico.
Por ello, un estudio como el presente ha de comenzar por indagar cules son los rasgos de la sociedad tecnolgica actual relevantes
para el planteamiento eficaz de las cuestiones ticas, a fin de poder
establecer una cierta metodologa de presentacin -y eventual introduccin- de los valores ticos que sea aceptable sin demasiada dificultad
en dicho tipo de sociedad. A esto se dedicar la primera seccin de
este artculo. Ms adelante, se podr indagar ya qu forma de tica y
qu valores pareceran necesarios para un desarrollo ms humano de
la sociedad tecnolgica, mostrando su conveniencia como justificacin
posible de los mismos. Y, finalmente , sera procedente entonces sealar qu problemas bsicos planteara esa nueva forma tica. Esta indagacin ser propuesta en la segunda parte.
Ahora bien, creemos preciso hacer desde el princ1p10 una advertencia previa. Nuestra actitud es en principio descriptiva y no valorativa,
es decir, no vamos a hacer juicios de valor ni partiremos de posiciones
ticas previas, al menos conscientemente. Nuestra idea directriz es ver

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lo que hay y ver lo que puede salir d e eso que hay en cuanto a algunas cuestiones tico-sociales primordiales y en cuanto a una tica
posible en la sociedad tecnolgica.

l. l. Rasgos de la sociedad tecnolgica relevantes para la tica

Obviamente, no se pretende realizar aqu un anlisis general de la


sociedad actual, lo cual sera adems una tarea fuera de lugar. Se estudiarn tan slo aquellos factores que creemos incidentes en los temas
ticos y que, en consecuencia, condicionarn la indagacin tica posterior, que es el objetivo fundamental de nuestro intento.

A) Globa/izacin
No parecer sorprendente que el primer punto a describir sea la
globalizacin de la sociedad contempornea. Es de todos sa bido que
los estudios sobre este tema alcanzan h oy una cantidad inabarcable\
ahora bien se pueden encontrar rasgos gen erales que enmarcan inequvocamente el significado de la globalizacin. En primer lugar, glo balizacin quiere decir una caida de lmites y fronteras, o sea, la desaparicin de obstculos para la comunicacin social y para el influjo
social recproco de unos sectores sobre otros, sean estados, regiones,
g rupos, etc. La consecuencia inmediata de ello es el aumento de la
dependencia y la interconexin de los g rupos sociales entre s, de los
paises, de los individuos, y, en general, de todos aquellos elementos
relevantes de la estructura social. Un mundo globalizado significa un
mundo interrelacionado e interdependiente en el que los flujos sociales circulan a una velocidad hasta ahora desconocida produciendo efectos a veces sorprendentes -el denominado efecto mariposa parece un
feliz trmino para describir tal situacin- . No se trata solamente de la
ta n manoseada dependencia econmica sino tambin de otras vertientes culturales de primer orden , tales com o la comunicacional, la artstica, la poltica, la religiosa, etc. Obviamente, el desarrollo de las TIC
constituye una causa fundamental - a unqu e no la nica- de esta
globalizacin: el funcionamiento y uso constante de las redes telemticas,
Como obras de referencia cf. M. CASTELLS, la Era de la Informacin, 3 vols. ,
Madrid, Alianza Universidad, 1997-98; U. BECK, Qu es la globalizacin.' Falacias del
l{lobalismo, respuestas a la globalizacin, Barcelona, Paids, 1998.

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cuyo ejemplo ms claro es Internet 1 (y se acrecentar sobremanera con


el desarrollo global previsto de Internet 2), ha contribuido a aquella
cada de lmites como quizs ninguna otra de sus posibles razones, es
ms, puede afirmarse sin riesgo que sin este desarrollo tecnolgico
comunicacional el grado de globalizacin estara hoy da muy menguado o sera casi inexistente en comparacin con lo conseguido actualmente. Adase adems que Internet 1 no constituye la nica red
telemtica y que es esperable la proliferacin selectiva de dichas redes.
Aqu parece haberse cumplido la conocida ley dialctica del paso de
la cantidad a la cualidad, o sea, que el incremento cuantitativo al sobrepasar cierto lmite lleva consigo un cambio cualitativo en la sociedad , pues la proliferacin de los artefactos tecnolgicos com unicacionales ha llegado a producir lo que atinadamente ha sido denominado el tercer entorno 5, concebido como un nuevo hbitat social al
lado del primer entorno (rural) y el segundo entorno (urbano). En cualquier caso, la interdependencia global en todas las dimensiones sociales significativas es un hecho consumado cuyo futuro no puede ser otro
sino crecer. En este sentido, la tecnologa, en cuanto factor responsable de esta dependencia, con su crecimiento sostenido y permanente,
parece otra vez estar sometida a lo que Galileo deca de la ciencia misma
en los comienzos de su desarrollo6 , acentundose el paralelismo entre
ambas antes mencionado en cuando a sus roles histricos. Otro ejemplo de la relevante incidencia social de la globalizacin es la interconexin financiera generalizada a escala planetaria, pues no se trata slo
de que los paises del primer mundo mantengan entre ellos un elevado
grado de dependencia en ese mbito (la Sensibilidad burstil de Europa y Norteamrica, ponemos por caso), sino que, a su vez, stos
comienzan tambin a depender hasta cierto punto de la situacin correspondiente en otros paises menos desarrollados (recurdense las crisis
financieras ocasionadas por las bolsas del Extremo Oriente, y, ms recientemente, la crisis en las bolsas espaolas motivadas por la delicada situacin econmica en pases iberoamericanos, especialmente Argentina). Finalmente, el fenmeno de la inmigracin ilegal a los paises
desarrollados puede considerarse como otro ejemplo de esa caida de
fronteras que significa la globalizacin. En efecto, los flujos de informacin que llegan al mal llamado tercer mundo y la democratizacin
Vid . J. ECHEVERRA: Los Seores del Aire. Telpolis y el tercer entorno.
Barcelona, Destino, 1999 (obra galardonada con el Premio Nacional de Ensayo 2000).
6 G. GALILEI: Opere, vol. VII, p . 62 . Edizione nazionale a cura d i A. Favaro, A.
Garbasso, G. Abetti. Firenze, Barbera, 1929-39, 20 vols.

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progresiva de los estados hacen que el mantenimiento de una distancia socioeconmica muy grande entre zonas geogrficas limtrofes origine aquel fenmeno migratorio que tantos problemas sociales graves
est ocasionando en las sociedades desarrolladas (las fronteras de la
Unin Europea con el Magreb y la pennsula balcnica, as como la del
Ro Grande en Norteamrica, son noticia constante de situaciones humanas desesperadas y de hechos sociales negativos en los propios paises
primermundistas, tales como xenofobia, aumento de la delincuencia
protagonizada por algunos inmigrantes ilegales, alteraciones sociales de
orden pblico -recurdense los disturbios en Ceuta y Brindisi-, etc.).
En definitiva, parece como si el futuro, incluso el ms prximo, se
encaminara a una dependencia de todos respecto de todos, y que la
estabilidad social de las zonas desarrolladas del planeta comenzara tambin a depender de la estabilidad de las zonas ms desfavorecidas'. Todo
ello supone una situacin nueva en la historia de la humanidad, pues
si bien grandes zonas profundamente interconectadas socialmente casi
siempre han existido de alguna manera -sera el caso de los grandes
imperios histricos, como el romano por ejemplo-, el hecho de u na
globalizacin generalizada no haba acaecido antes. Si es cierto este
carcter de novedad histrica que implica la globalizacin, no podr
sorprender a nadie que el problema de los valores tico-sociales adquiera sesgos tambin nuevos, y que necesite de un planteamiento
quizs nuevo, o, al menos, diferente al que se deriva de las formas ticas
heredadas de la Modernidad8 .
7
A nivel medioambiental, el fenmeno es realmente preocupante, pues la calidad
del medioambiente est amenazada globalmente, entre otros factores , tanto por las
emisio nes txicas de los pa ises industrializados como por la deforestacin progresiva
en paises de inferior desarrollo (es e l hecho, por ejemplo, de la Amazora sudamericana).
Ahora bien, en este ltimo caso la explotacin industrial de las zonas verdes parece
irrenunciable mientras que las a yudas al desarrollo procedentes de los paises
industrializados no se incrementen suficientemente, todo lo cual, y desgraciadamente,
constituye hoy un crculo vicioso que el egosmo de unos y la desesperacin de otros
no son capaces de romper. La interdependencia global se muestra en este caso de modo
fehaciente.
8
Obviamente, se han propuesto ya diversas 6ticas para la sociedad tecnolgica
especficamente. Quizs una de las ms conocidas, por ser una entre las pioneras, sea
la de H. JONAS: El principio de responsabilidad. Barcelona, Herder, 1995. Ahora bien,
su idea central, el temor a la autodestruccin humana si no se varan hbitos y actitudes
resulta difcil emenderla como basamento tico para e l hombre contemporneo. Frente
al doctrinarismo tradicional de las formas ticas creemos que es preciso operar con un
pragmatismo ms modesto teorcicamente pero tal vez ms eficaz socialmente. Y de eso
se trata precisamente, como se ver ms adelante.

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B) Multiculturalidad

Otro de los factores sociales re levantes para la dime nsin tica es


la presencia e interrelacin imparables de culturas muy diferentes en
nuestra sociedad tecnolgica . De una acusada homogeneidad cultural
por bloques geogrficos en tiempos precedentes estamos pasando a la
coexistencia obligada de culturas diversas en nuestro entorno social.
Obsrvese que no se trata de que haya elementos aislados de culturas
diversas dentro de una cultura distinta, pues eso casi siempre ha existido, sino la presencia en bloque de culturas diferenciadas que protagonizan grupos sociales significativos en nmero e influjo en el interior de sociedades con o tra cultura desemejante; es decir, de aquella
homogeneidad cultural se est caminando a una cierta heterogeneidad
cultural , que es fruto de la permea bilidad social que produce la
globalizacin y su vehculo comunicacional primordial que son las TIC.
Al igual que en el caso anterior, este fe nmeno tambin se caracteriza
por una amplitud creciente, ayudado sin duda por la democratizacin
progresiva de los sistemas polticos vigentes en una buena parte del
planeta. Slamente en el caso de los regmenes autoritarios de cualquier
origen, sea ste religioso o ideolgico (algunos paises islmicos o Cuba),
el flujo intercultural se puede considerar detenido relativamente. Ahora
bien, la creciente implantacin de las TIC y su perfeccionamiento tcnico permanente estn contribuyendo sobremanera a eliminar las trabas polticas para esta comunicacin intercultural9 . Todo ello origina la
necesidad de una convivencia pacfica de dichas culturas en el mismo
entorno social si no se quiere llegar a una inestabilidad peligrosa, pues
no se trata slo de que los grupos tnico-culturales distintos coexistan
entre s, sino adems que se produzca una cierta integracin que permita, sin merma significativa de las races culturales ms bsicas, la
convivencia cotidiana de sujetos culturales bastante diversos. No puede caber duda que el desarrollo tecnolgico general y las TIC en particular estn teniendo como efecto casi inmediato el aumento de este
comunicacin incercultural, tanto en los paises democrticos como, por
defecto, en los paises que se resisten a formas de organizacin demoLa limitacin de acceso a Internet en a lgunos paises islmicos y China, por
ejemplo, podr ser superada tcnicamente por conexiones muy dificiles de detectar desde
los controles de l poder poltico, con lo que e l castigo policial y jurdico a los infractores
(en algunos casos de una desproporcin y crueldad manifiestas) dejar de tener eficacia
real, con lo que difcilmente se fre nar la intercultura lidad progresiva. Esto podr traer
consigo a lteraciones sin cuento en las sociedades ms cerradas actualmente, como podra
ser una fu tura revolucin de Ja mujer en algunas zonas isl micas del mundo.

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crtica. Por eso, la multiculturalidad es un factor a tener en cuenta desde


el punto de vista tico pues trae consigo la proliferacin de valores ticosociales nuevos, o menos decisivos en pocas precedentes y que adquieren mayor incidencia ahora, con la consecuente necesidad de trabajar por una tica intercultural aunque sea en estado incipiente.
Ahora bien, esta multiculturalidad fuerte no es la nica en la sociedad tecnolgica. Existen asimismo muchas formas de multiculturalidad
que podramos denominar dbil respecto de la anterior. Son las diversas
culturas regionales dentro del mbito de una cultura comn, nacional
o estatal, las cuales han florecido por la democratizacin creciente y el
desarrollo acentuado de formas polticas federales, confederales o autonmicas efectivas. As por ejemplo, se crea la necesidad de una variacin en la valoracin tradicional del Otro-, de lo distinto-, etc. Mientras que en pocas de acusada homogeneidad cultural, la presencia del
otro o de lo distimo se interpretaba inicialmente como un elemento
social dudoso frente al cual haba que estar a Ja expectativa-, hoy da
parece ms operativo y pragmtico -y ya se ver ms adelante la importancia tica especfica que poseen estos adjetivos- interpretarlos como
un elemento de riqueza cultural o intercultural del que podemos aprender y beneficiarnos, ya que de lo contrario peligrara gravemente a corto
o medio plazo la estabilidad social, lo cual, a su vez redundara muy
negativamente para el bienestar de ... todos, dada la interconexin social estructural generalizada a escala planetaria o simplemente nacional.

C) Complejidad social y nuevos valores


De todo lo anterior se deduce ya otro rasgo importante del entramado social actual , y es la complejidad como categora ontolgica estructural. Los dos factores reseados anteriormente, globalizacin y
multiculturalidad, indican claramente que los elementos de todo tipo que
componen la estructura social han aumentado, en primer trmino en
nmero, y, como consecuencia, en segundo lugar, las relaciones internas entre ellos en el conjunto del sistema social. As pues, aplicando la
teora de sistemas para mejor comprender la idea que se desea exponer, la complejidad es primariamente de carcter cuantitativo, tanto en
instancias sociales individuales como en las relaciones recprocas que
necesariamente se originan entre ellos en la sociedad considerada como
sistema social. Ahora bien, quedarse slo en el puro aumento de cantidad sera no tener en cuenta la parte ms importante de este carcter

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de complejidad; pues, verdaderamente, resulta ms significativo el cambio cualitativo que se originan en los diversos elementos de un sistema al incrementarse el nmero de relaciones y conexiones que soportan dichos elementos. Es sabido que en un conjunto sistmico la naturaleza del sistema depende no slo de variables internas sino tambin,
y muy especialmente, de las variables externas, o sea, en nuestro caso
de las relaciones en la estructura social. De ah que al aumentar las
relaciones sistmicas, aumente el conjunto de va riables sociales que
inciden en cualquiera de los elementos sociales considerados, y se vayan produciendo cambios cualitativos progresivos en ellos. Esto es, en
el fondo, lo que ha ocurrido con la sociedad contempornea al transformarse en sociedad tecnolgica: el desarrollo, implantacin y uso de
las nuevas tecnologas comenz quizs por un aumento cuantitativo de
los elementos tecnolgicos incidentes en la vida humana, pero su incremento progresivo y permanente ha generado una serie de cambios
cualitativos respecto de la situacin anterior que han conducido a la
realidad efectiva de nuestra sociedad como sociedad tecnolgica. Los
ejemplos ms concretos pueden ser mltiples: al principio, el uso d el
ordenador personal fue tmido, ms tarde se increment notablemente,
y por ltimo, ha llegado a tal extremo que nuestra vida social en muchas de sus face tas relevantes, laboral, ldica, administrativa, etc., est
hoy condicionada por el lenguaje d igital y no se concibe sin l. Traspasado, pues, el punto crtico del incremento cuantitativo se produce
una variacin cualitativa estructural q ue puede afectar a sectores sociales comple tos e incluso al sistema social en su totalidad. Esto ltimo
sera el caso de la transformacin del modelo de racionalidad social
pretecnolgica en racionalidad tecnolgica, la cual es, como se ver ms
adelante, la forma de racionalidad imperante, para bien y/o para mal,
en nuestro mundo contemporneo.
Ahora bien , si es cierto este aumento vertiginoso de la relacionalidad social que ha elevado a la categora de complejidad al rango de categora ontolgico-social bsica, entonces se desprende una
consecuencia ineludible: la sociedad tecnolgica es una sociedad en
permanente cambio y adems, a una velocidad realmente insospechada hace tan slo unos pocos decenios atrs. Por supuesto, no se trata
de que en otros momentos histricos no existiera el cambio, pues eso
es imposible, sino ms bien que la velocidad de ste se ha incrementado
sobrepasando los lmites crticos cada vez en muy poco espacio de tiempo, por lo que, por as decirlo, el estado normal del sistema social tecnolgico es el de cambio cualitativo permanente. As pues, compleji-

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dad social y cambio estructural son factores que se autoimplican en la


sociedad tecnolgica.
Esto incide notablemente en la cuestin de los valores tico-sociales, pues se producen dos fenmenos espe cialmente significativos. De
un lado, aparecen valores nuevos o adq u ieren un protagonismo impensado previamente valores que ya estaban presentes en nuestra herencia cultural, con lo que se incrementa el nmero de los mismos que se
han de tener en cuenta a la hora de una toma de decisin individual o
colectiva; de otro lado, la relacin misma entre los valores implicados
adquiere una complejidad mucho mayor y, al aumentar esa complejidad - por el mismo razonamiento expuesto antes-, la evaluacin global
de la situacin social en examen puede variar respecto de la evaluacin standard heredada de momentos histricos muy cercanos en el
pasado.
Como ejemplo de un nuevo valor originado por la tecnologa en
su conjunto -y o tros factores en los que ahora no sera procedente
detenernos pues nos desviara demasiado del hilo argumental del anlisis- se puede citar el ascenso imparable de la eficacia operativa y de
la eficiencia en la vida social actua11. Lo que se podra denomina r el
factum tecno lgico de nuestro tiempo se traduce en cuanto a su influjo social en un imperio de la racionalidad de la eficacia, o sea , una
racionalidad prag mtica que incluso se impone sobre la racionalidad
teortica tradicional heredada de la Modernidad y tambin de anteriores pocas histricas. El protagonismo de los valores pragmticos, o sea,
aquellos que se justifican en cuanto pautas de resolucin de problemas
en primer lugar y no tanto mediante una justificacin doctrinaria e n
forma tradicional, es un aspecto crucial a te ner en cuenta para una tica
en la sociedad tecnolgica.
Igualmente, un caso tpico de l cambio de evaluacin global de s ituaciones sociales originado por la complejidad tico-social lo constituye hoy los as llamados valores estticos. En efecto, a la hora por eje mplo de una toma de decisin urbanstica sobre la licencia de construc10 Se:: acostumbra a hacer una diferencia conceptual entre eficacia y eficiencia.
La eficiencia sera la eficacia con el menor coste te mporal y material (econmico, la
mayora de las veces), y la eficacia se reforira nicamente a la consecucin del o bjetivo
propuesto. Ahora bien, si aadimos a la eficacia el calificativo de operativa , y hablam os
e n consecuencia de eficacia o p era tiva, a mbos conceptos seran prc ticame nte
equivalentes, pues la mayor operatividad incluira las cond iciones del menor coste e n
general.

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c1on de edificios nuevos se ha convertido en un factor esencial la -armona esttica del nuevo proyecto arquitectnico con el entorno histrico en el que se ha de situar, y es ya normal rechazar dicho proyecto por inadecuacin a ese entorno. Tal decisin hace tan slo unas
dcadas no era precisamente muy comn, de ah los desastres urbansticos sufridos en ciudades de amplio abolengo histrico. As, la evaluacin social global cambia notablemente por el influjo del protagonismo
social de los nuevos valores estticos en consideracin al lado de las
condiciones tradicionales (perfeccin tcnica del proyecto arquitectnico, viabilidad jurdico-administrativa, etc.).
La conclusin general para la cuestin tico-social parece obvia: la
forma de relacin de los valores en liza cambia notablemente en una
sociedad como la actual afectada por un cambio acelerado y en la que
la evaluacin de valores se ha tornado extraordinariamente compleja y
est condicionada por la eficacia operativa. Ser preciso entonces ensayar un modelo pragmtico para la tica y los valores, lo que implica
una actitud muy d istinta al modelo doctrinario tradicional.

D) Pragmatismo
Los factores anteriores producen a su vez un elevado pragmatismo
social, es decir, se exige en primer trmino que los valores posean, al
ser aplicados en situaciones concretas, una estricta eficacia operativa.
Obviamente, no se quiere decir con ello que tal eficacia se alcance
plenamente, pues en multitud de ocasiones eso no ser fcticamente
posible, sino que el criterio social de aceptacin y puesta en prctica
de valores se regir especialmente -aunque tal vez no slamente- por
dicho criterio pragmtico. sta es una consecuencia adems de la influencia de la racionalidad implcita en el factum tecnolgico de nuestro tiempo y en la instauracin consecuente de una sociedad tecnolgica. Ya hemos avanzado antes que la racionalidad social de nuestro
entorno sigue las pautas de una racionalidad tecnolgica (RT), por lo
que ahora ser oportu no describir brevemente los rasgos diferenciadores
de sta para ver su enlace lgico con el pragmatismo social mencionado11 . El primer carcter de RT es que no trata primariamente de res11
Ya hemos desarrollado in extenso este tema en otras publicaciones, por lo
que ahor.i tan slo haremos un resumen sucinto suficiente para esta ocasin. Vase cita
n 3

1'.i1CA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETlCULA

51

ponder a la pregunta clsica anterior de los modelos de racionalidad


-incluida la racionalidad cientfica-, o sea, a la pregunta esencialisca
qu es el objeto?., sino a la cuestin para qu sirve?. Lo que busca
primariamente la tecnologa es construir un artefacto-herramienta que
muestre inmediatamente en su aplicac in la eficacia para la que ha s ido
diseado. As, su criterio de validez epistemolgica es justamente el
criterio de eficacia operativa ya aludido arriba, lo cual implica que los
fines pragmticos del conocimiento basado en tal tipo de racionalidad
primen sobre los fines teorticos (respuesta al qu es?). No significa
esto que desaparezca la bsqueda teortica como tal, pues obviamente
la tecnologa necesita de la ciencia 12 , sino que los fines teorticos quedan subordinados a los fines pragmticos. Esto supone una inversin
de la relacin clsica entre los fines del conocimiento: mientras que e n
los modelos de racionalidad anteriores la pregunta por el qu es? era
el punto de partida del ejercicio del conocimiento y despus se investigaban sus posibles aplicaciones fcticas buscando el beneficio humano, ahora en el modelo de RT, son stas ltimas las que pasan a primer plano y a ellas se subordina la indagacin teortica. Este criterio
pragmtico de validez epistemolgica se ha impuesto en la prctica casi
de modo generalizado. As por ejemplo, actualmente se priman las investigaciones referentes a las llamadas Ciencias duras y tecnologa
punta en base a su esperada utilidad social inmediata, mientras que las
investigaciones humansticas, cuya pragmaticidad como mucho slo se
ver -si es posible medirla- a medio plazo, o mejor a largo plazo, se
consideran menos urgentes; y, en cualquier caso, la eficacia operativa
de sus resultados ser siem pre, para una mentalidad regida por un
modelo de RT, mucho ms discutible y me nos fidedigna (digna de crdito) que las investigaciones en aquellas reas cientfico-tecnolgicas
apuntadas. Los e jemplos podran multiplicarse, pues no es ste ni mucho menos el nico 13 .
12
Es ms, se acostumbra a diferenciar la -tcnica de la tecnologa en qu<: sta
ltima es Ja tcnica derivada del conocimiento cientfico como tal, mientras que el trmino
tcnica incluia adems todas las tcnicas pre-cie ntficas. Ahora bien, hoy da la inme nsa
mayora de las tcnicas son tecnolgicas, de ah la equivalencia de hecho entre ambos
trminos en el lenguaje cotidiano.
13 As, e l mismo lenguaje humanstico tradicional se ha visto invadido por trminos
netamente tecnolgicos. el uso del trmino tcnicas educativas, hoy exrcndido por
doquier, es un ejemplo de e llo; pues lo que se est buscando son instrumentoshe rramientas para la rarea educativa que c umplan precisamente el criterio expuesto de
efi cacia operativa. Para un anlisis crtico sobre la extensin del lenguaje originariamente
tcnico a otros campos no estrictament<: cientficos o tecnolgicos, vase A. ALONSO,

52

RAMN QUERALT

Un segundo rasgo de RT que es conveniente sealar es su


autoexpansin indefinida. Esto no es sino consecuencia inmediata de
su criterio constituyente de eficacia operativa, pues, qu mayor eficacia epistemolgica que abarcar el mximo p osible de la realidad bajo
sus pautas propias? La RT tratar siempre de racionalizar lo real en
funcin de dicha eficacia, por eso la tecnologa y su modelo de racionalidad no pueden sino crecer espontneame nte. Obsrvese entonces
que no slo habr cada vez ms tecnologa por la demanda social de
nuestro mundo (factor externo de crecimiento) sino por la estructura
interna misma del jactum tecnolgico y su racionalidad implcita (factor interno). Se justifica as lo que afirmamos ms arriba de que en la
tecnologa en su conjunto como fenmeno histrico se cumpla lo que
ya deca Galileo sobre la ciencia en los comienzos de su instauracin
histrica, es decir, que no puede sino crecer. Utilizando una distincin
conceptual clsica se podra decir que esto constituye su modus essendi
y no nicamente su modus operandi-, o igualme nte que en la tecnologa y su modelo de racionalidad se cumple saturadamente el viejo
adagio Operari sequitur esse. De ah que el fenmeno tecnolgico
contemporneo sea naturalmente autoexpansivo con todas sus consecuencias, y una prueba de ello podra ser precisamente que la racionalidad social actual siga sus pautas, independientemente de que se sea
o no consciente de ello.
El ltimo rasgo de RT a mencionar aqu est implcito en los dos
anteriores: RT es una racionalidad que busca la transformacin y manipulacin14 de lo real. De ah que la tecnologa y su modelo de racionalidad no puedan por menos que cambiar cmo estn las cosas, e
induzcan necesariamente ese cambio social acelerado que ya se indic
ms arriba al inscribirse en la estructura de la sociedad actual como
factores vertebradores significativos de ella y que la convierten, permtase la re iteracin, en una sociedad tecnolgica .

C. GALN, Palabras, discurso y tecnociencia: anlisis lingstico y filosfico, Argumentos


de Razn Tcnica, n 4, 2001.
14 El termino manipulacin no tiene ahora ningn sentido peyorativo sino
nic-.imente descriptivo, o sea, modificar, alterar, transformar en suma, la realidad afectada.
Recordamos aqu que nuestra actitud es primariamente descriptiva y no valorativa, com o
ya di jimos al comie nzo. Evtese, por ta nto, cualquier connotacin amropolgicamente
emotiva respecto de esta exposici n del modelo de racio na lidad tecno lgica. Ocasin
hab r d e introducir otras instancias analticas que ahora ento r peceran la justa
comprensin de lo que deseamos sealar.

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETCULA

53

Una consecuencia importante conviene destacar de este pragmatismo social provocado por RT -entre otros factores-. Y es que Ja
mentalidad del hombre contemporneo se ha vuelto algo recelosa frente
a la theoria, o sea, frente a las actitudes teorticas, que, en otros tiempos, poseyeron una cierta supremaca. Lo que se espera del conocimiento y del saber son resultados especficos y prcticos en primer lugar, o
sea, se desea constatar con rapidez la aplicabilidad de aquellos respecto de los problemas para los que fueron creados. El llamado pensamiento postmoderno lo ha diagnosticado certeramente: no son procedentes los metarrelatos tericos de justificacin y fundamentacin en las
sociedades herederas de la Modernidad, la contextualizacin es el m e dio en el que se mueve Ja razn , la verdad no es ni lgica ni metafsica, sino sobre todo retrica 15 . Ahora bien, si bien este diagnstico corresponde a la situacin actual, el problema es que el hombre necesita
de un mnimo de seguridades existenciales y sociales para llevar a cabo
su vida, para saber a qu atenerse, por lo que no le basta normalmente con ese nivel retrico, y el problema estribar en cmo ir m s
all de l en un ambiente social tcnico-pragmtico muy acusado.
Este carcter social, proclive a mirar con sospecha a la razn terica, habr que tenerlo muy en cuenta a la hora de enfrentar el te ma
tico, pues significa nada menos que la forma tradicional de presentar
los valores, impregnada de racionalismo y doctrinarismo16 , tambin ser
mirada con recelo, por lo que en una sociedad pragmtica se necesitara ensayar otra forma ms acorde con el pragmatismo sealado.

E) Horizontalidad social
Finalmente, conviene sealar o tro carcter derivado esta vez no
tanto del factum tecnolgico -de modo directo como en el caso anterior- cuanto por la democratizacin progresiva de Jos sistemas sociales
contemporneos. La implantacin regular de la democracia trae com o
consecuencia una igualdad social creciente e ntre los ciudadanos, la cual
15 Vid. G. VATTIMO, P.A. ROVATII, El pensamiento dbil, Madrid, Cte dra, 1988.
La edicin orig inal italiana dice exactamente: 11 vero ... non ha natura metafsica o logca,
ma retorica, // pensiero debo/e, Milano , Feltrinelli, 1983, p. 25-26.
16 Insistimos de nuevo aqu, como h icimos antes con otro trmino, que estos
conceptos en ningn caso implican una va loracin negativa o peyorativa, y se trata
nicamente de describir la situacin con la terminologa acuada por la tradicin cultural
y aceptada comnmente, sin otras connotaciones ajenas a nuestra intencin.

54

RAMN QUERALT

puede llegar incluso a patologas comunitarias como es el caso del


igualitarismo. Por igualdad entendemos una atenuacin especfica de la
jerarquizacin social de o tras pocas y una mayor paridad entre los
ciudadanos. Por supuesto, no se trata de la cancelacin de las diferencias sociales, pues esto sera fcticamente imposible y adems contraproducente si se lleva al extremo del igualitarismo 17 , sino ms bien del
reconocimiento general de una igualacin social en cuanto a derechos,
oportunidades, prestaciones sociales, etc. As, por e jemplo, frente a la
antigua Verticalidad de los sistemas sociales del Anden Rgime o de
las organizaciones sociales autoritarias, hoy da habra que sealar una
cierta horizontalidad tendencia! en la sociedad. Esto no quiere decir
que haya desaparecido la jerarquizacin por completo, pues eso se ha
mostrado inviable de hecho, sino que e l establecimiento y uso de las
libertades polticas y sociales, como conquista histrica irrenunciable del
hombre moderno, ha trado consigo una fuerte nivelacin social de la
ciudadana, incluso podra decirse una acusada socializacin en trminos clsicos.
Este fenmeno tambin produce sus consecuencias oportunas en
cuanto al tema tico. En efecto, pues esa nivelacin apuntada ind uce a
su vez una nivelacin de las relaciones entre los valores tico-sociales,
o sea, est llevando a considerar d ichos valores como un bloque con
una estructura jerrquica muy menguada entre ellos, si se compara con
situaciones histricas pasadas -pero no demasiado alejadas-. En otras
palabras, se estara pasando a un proceso de atenuacin insistente de
la jerarquizacin de valores, rehusndose muchas veces la subordinacin clsica de unos valores a otros, y exigindose ms bien una coordinacin entre los mismos y un cumplimiento aceptable de todos aquellos implicados en la situacin moral correspondiente. En suma, de la
idea de jerarqua de valores se estara pasando a la idea de una integracin armnica de valores, o si se prefiere a una equidad de valores. Obsrvese que no decimos igualdad de valores., pues eso es imposible prcticamente y tambin tericamente a causa del contenido
propio de cada valor, sino equidad, es decir, dar a cada valor lo que
se merece 18 respecto de la situacin en Ja que hay q ue aplicarlos, pero
sin subordinacin terica previa entre ellos. Esto supone un cambio en
17 La historia reciente parece haberlo mostrado con el fracaso social, econmico,
etc. de los sistemas colectivistas, como la antigua Unin Sovi tica y sus pases satlites.
18
Es sta la significacin del trmino equidad ac orde con el caso, tomada
directamente del Diccio nario de la Lt!ngua Espaola, Real Academia Espaola, Madrid,
1992, vol. l.

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETCULA

55

verdad relevante para la metodologa tica, e igualmente para la misma estructura de una tica en la sociedad tecnolgica. Ya se ver ms
adelante el alcance de estas afirmaciones, pues de hecho su desarrollo
constituir uno de los aspectos nucleares del modelo formal de tica
que mantendremos.
1.2. Metodologa tica en una sociedad tecnolgica: el Caballo de

Troya al revs
a) El Caballo de Troya al revsH

En la vida ordinaria se dice con frecuencia que el modo de presentacin de una idea, propuesta, etc. , influye tanto o ms en la posible aceptacin del sujeto receptor, ya sea individual o colectivo, que el
contenido de la idea o propuesta mismas. Herir la sensibilidad de aqul
en la forma de presentacin, aunque la oportunidad y la razonabilidad
de las propuestas sea evidente, eleva la probabilidad del fracaso hasta
casi la certeza. Por eso, es de capital importancia examinar cul podra
ser el mtodo de presentacin de valores -y de eventual introduccin
de los mismos- frente a la sociedad y al hombre contemporneos,
mxime si hay que tener en cuenta adems que existe actualmence una
crisis de valores sociales, como ya se seal al comienzo. De ah que
la metodologa de presentacin de los valores ticos deba ser estudiada con tanto cuidado como los contenidos ticos mismos.
En consecuencia, para ello deben ser tomados seriamente en consideracin los rasgos sociales indicados en el apartado precedente, cuya
incidencia en nuestro tema hemos tratado de mostrar inicialmente a la
par que su descripcin oportuna. Pues bien, si el nervio central que
caracteriza a la sociedad tecnolgica es el pragmatismo y la eficacia
operativa, la metodologa de presentacin de valores y de la tica como
tal deber adecuarse a ellos. Esto parece obvio tras todo lo expuesto
hasta aqu. Ahora bien, qu significa en concreto?
En primer lugar, y desde un punto de vista colectivo, se tratara
de mostrar la posible eficacia operativa de los valores ticos para el
desarrollo y estabilidad de la sociedad tecnolgica global; y, en segundo lugar, desde el punto de vista del individuo, se tratara de mostrar
que los valores son medios oportunos para la consecucin del bienestar --en el sentido ms amplio del trmino- a nivel individual. En suma,
de lo que se trata es de mostrar que los valores presentan una dimen-

56

RAMN QUERALT

s10n operativa bsica, y que son procedentes por el propio inters y


conveniencia de la sociedad y del individuo. O, expresado en otros
trminos, que los valores ticos poseen una vertiente pragmticooperativa de primer orden, que deben ser puestos en prctica por e l
propio inters y conveniencia del individuo y del cuerpo social; es decir,
que son elementos que contribuyen a los fines generales del hombre
en su vida, tanto a nivel colectivo como individual. Se trata, pues, de
ensayar un mtodo diferente al que nos ha legado la actitud tica tradicional, la cual parta de una justificacin previa de los valores que se
daba por buena (religiosa, filosfica basada en una concepcin a priori
de la naturaleza humana, o de cualquier otro tipo), y como consecuencia, se aceptaba implcita o explcitamente que la accin humana se
deba de adaptar a ellos porque estaban ya justificados en s mismos.
El influjo de este enfoque tradicional , que llamaremos en general doctrinario, es bien patente an hoy da , pues la manera ms comn de
enfrentar el problema tico es situar, de un lado, el sistema (S) de valores ticos defendidos, y de otro, el sistema social tecnolgico (S=), y
establecer que ste debe adaptarse necesariamente a aqul. Ahora bien,
esta forma de proceder est condenada al fracaso de antemano por
variadas razones. Primero, porque el sistema tecnolgico posee una
autonoma de funcionamiento especialmente notable, merced a su criterio de eficacia operativa y a su carcter autoexpansivo, los cuales
rechazarn antes o despus cualquier elemento extrao a ellos, ya que
resultara -sospechoso para el cumplimiento de la eficacia operativa y
la expansividad inherentes al sistema. As, poner S y S= uno al margen
del otro, como entidades ajenas en principio, llevar a la derrota del
ms dbil de los dos, que, en este caso, parece a todas luces el sistema tico. Tanto es as que en los estudios sobre Ciencia, Tecnologa y
Sociedad se ha acuado el as llamado imperativo tecnolgico, el cual
en su formulacin ms habitual rezara del siguiente modo: todo aquello
que tcnicamente se pueda hacer, se va a hacer., lo cual plantea, entre
otras cosas, el conocido debate acerca del determinismo tecnolgico 19
No obstante, creemos que tal formulacin sera algo exagerada y fatalista, dejando poco margen para la intervencin humana correctora, por
lo que preferimos lo que llamamos imperativo tecnolgico dbil, a saber: todo aquello que tcnicamente se pueda hacer, tender a hacerse., y eso debido a las razones apuntadas antes; ahora bien, tal formulacin permite claramente una oportunidad para la actuacin humana,
19 Cf. J. ELLUL, La tecbnique ou /'enjeu u siecle, Pars, Oeconomica, 1990 (reed.
d f:! 1954); Le systeme tecbnicien Pars, Calman-Lvy, 1977.

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETCULA

57

y en concreto la acc1on correspondiente a los valores ticos... si se


emplea el mtodo adecuado.
Porque, en efecto, el determinismo tecnolgico es una exageracin
que ignora en la prctica las condicion es -restricciones, si se quieresociales de todo tipo del sistema tecnolgico, las cuales no autorizan a
pensar que el factum tecnolgico sea una suerte de Leviathan
hobbesiano -more technico-. Con todo, algo de verdad contiene esa
exageracin, y es que el factum tecnolgico posee una fuerza propia
de gran magnitud, que aqu hemos concretado en la eficacia operativa
y su carcter autoexpansivo. Po r ello, n o se debe menospreciar su au tonoma propia - pero no independencia., como parecen quer e r
tecnfobos agoreros y catastrofistas-. De lo que se trata, por tanto, es
de presentar lo tico y sus necesidades con las mismas armas que el
presunto contrario, o sea, mostrando la eficacia de la tica y sus valores para los fines de la sociedad tecnolgica y del individuo humano
en ella, o, en otras palabras, mostrando la pragmaticidad de los valores ticos en primer trmino.
Pero tambin desde el punto de vista del hombre individual esa
estrategia tradicional estara abocada a infeliz trmino. Pues tampoco
el hombre contemporneo estara dispuesto a aceptar fcilmente elementos ajenos a su autonoma, libertad y privacidad, que se consideran ya
conquistadas de forma irrenunciable tras un denodado esfuerzo histrico de varios sig los. En un hipottico enfrentamiento entre valores ticos justificados por su intrnseca positividad y los elemen tos
antropolgicos antes mencionados, parece claro que seran los segundos los que ganaran la batalla. Si lo tico se presenta, por ejemp lo,
como un deber por el deber, entonces, seamos sinceros con nosotr os
mismos, tan slo los hroes se conduciran por ese criterio en la actualidad. Pero los hroes son muy pocos por definicin, y es preciso
aspirar a un universo ms amplio ... Y entindase bien: no se est afirmando que esto sea bueno as, o que lo otro es una ilusin imposible,
sino que, hoy d a en nuestra sociedad, las cosas estn como estn,
independientemente de como a cada cual le gustara que estuvieran.
Obsrvese entonces que, desde nuestra posicin, el inters y la
conveniencia pasan a ser instrumentos estratgicos, incluso de corte
tico. Todo ello altera con fuerza la manera tradicional, ms o men os
comn de forma general, de justificar los valores ticos. Pues, efectivamente, los valores venan justificados por su intrnseca positividad, independientemente de su grado de posible aceptabilidad humana, y esa

58

RAMN QUERALT

positividad se podra fundamentar de variados modos, como ya indicamos arriba. Ahora, lo q ue estamos proponiendo aqu, es que pon gamos entre p arntesis cualqu ier justificacin o fundamentacin
doctrinarias, y tratemos de presentar e introducir los valores tico-sociales porque convienen e interesan al hombre para su vida, o sea, se
trata de mostrar la operatividad y pragmaticidad de ellos para la vida
humana en una sociedad tecnolgica que posee los rasgos descritos e n
el apartado anterior. Abundando algo ms en esta va, se podra afi rmar que los valores ticos seran pautas de resolucin de problemas
humanos y, por tanto, tiles oportunos para la vida del hombre contemporneo20. En definitiva, a la vieja dualidad filosfica tradicional de
que los entes son y los valores valen, habra que aadir un tercer
elemento de capital importancia para una tica posible en una sociedad pragmtica como la actual: los valores sirven. De esta manera, o
sea, acentuando y destacando la dimensin pragmtica de los valores,
quizs podran ser introducidos y aceptados ms fcilmente por un sistema social conducido por la eficacia operativa, ya que, en principio,
seran considerados como factores acordes o no opuestos o ajenos a
esa estructura social pragmtico-tecnolgica.
Esta estrategia metodolgica la denominamos el Caballo de Troya
al revs. Esta metfora sin duda ayudar a comprender mejor el sentido de lo q ue estamos exponiendo. En efecto, porque, al igual que el
-caballo de Troya clsico fue presentado a los troyanos como un obsequio divino, o sea, como algo conveniente y digno de atencin, y por
eso fue introducido en la ciudad, lo mismo ocurrira con los valores
ticos desde esta metodologa pragmtica que destaca el inters y la
conveniencia de los mismos para la vida humana, y tal vez as seran
ms fcilmente aceptados y acogidos. Ahora bien, este caballo de Troya
es -al revs, porque no se trata de un instrumento de destruccin
-como sucedi con el caballo de Troya clsico- sino todo lo contrario,
pues constituira un instrumento de construccin, desarro llo y bienestar posibles del hombre y de la sociedad, y as sera presentado.
En resumen, de lo que se trata es de asumir en el tema tico los
rasgos expuestos de la sociedad tecnolgica y obrar con todas sus consecuencias, o sea, utilizar las mismas armas del presunto adversario. Sin
duda que la estrategia del Caballo de Troya al revs conlleva riesgos,
20 Obviamente, la resoluc in de un problema humano podr ser total o pardal,
es decir, no hay que entender aqu resolucin e n un sentido absoluto, el cual muy pocas
veces se produce - si es que se produce- en la vida humana.

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETCULA

59

pero no hay situacin humana sin l, y, en cualquier caso, se tratara


de un riesgo consciente y calculado, por lo que ya disminuira como
tal; y, sobre todo, el asunto entre manos es de gran envergadura, es
decir, puede ser mucho lo que se gane, p or lo que parece, en principio, un riesgo razonable 2 1 Ahora bien, una vez introducida la estrategia formal conviene sin duda dotarla de contenidos concretos, suficientes
y adecuados a la ocasin presente22 , tanto en el plano del individuo
humano como en el de la colectividad social, pues de lo contrario no
se comprendera precisamente su posible eficacia operativa ...

b) El imperativo tico formal de felicidad en el hombre


contemporneo
No es extrao afirmar hoy da que e l tema de la felicidad es una
tarea pendiente de la tica23, esto es, que la felicidad humana ha de
ponerse en relacin adecuada con la dimensin tica. Antes dijimos que,
a nivel del hombre individual, la metodologa pragmtica tena que
resaltar el inters y conveniencia de los valores ticos mostrando su
contribucin especfica al bienestar existencial del individuo. Ahora de
lo que se tratara sera de concretar qu es eso del bienestar, y esa
labor no es otra que analizar -hasta dnde sea fac tible sin caer en
subjetivismos- el problema de la felicidad humana en relacin con la
tica; porque, aunque no es incorrecto utilizar el trmino bienestar en
este asunto, si embargo quizs posea connotaciones muy especficas (de
corte material, econmico, profesional, etc.) que reduciran demasiado
el alcance conceptual que aqu querramos sugerir. Por el contrario, el
trmino felicidad recoge plenamente el sentido de lo que trataremos de
exponer a continuacin.
21
Sobre el tema <le! riesgo tico, que a qu no podemos abordar por razones
obvias, vase por ejemplo E. AGAZZI: El bien, el mal y la ciencia. Las dimensiones ticas
de la empresa cientfico-tecno/6gica. Edicin, traduccin y referencias bibliogrficas
espaolas a cargo <le R. Queralt. Madri<l, Tecnos, 1996, p. 262 ss. (Es un captulo
compleco dedicado a este problema).
22 Aparte <le las contribuciones propias ya mencionadas, tod o lo expuesto lo
hemos <lesarrolla<lo in extenso en nuestro libro de prxima publicacin titu lado
tica,tecnologia y valores en la sociedad global. El Caballo de 1i'oya al revs. Madrid,
Tecnos, 2003.
23 As lo seala , por ejemplo, Eugen io TRfAS, tica y condicin humana:
reflexiones sohre felici<la<l y lihcrtad, en G. GONZLEZ R. ARNAIZ (coor<l.), Derechos
Humanos. La condicin humana en la sociedad tecnolgica, Madrid, Tecnos, 1999, p . 20.

60

RAMN QUERALT

As planteadas las cosas, la metodologa del Caballo de Troya a l


revs implicara presentar los valores ticos como elementos constructores de la felicidad del individuo humano (entre otros factores, por
supuesto). De esta manera, la conducta humana more ethico sera
obviamente de inters y conveniencia para el hombre, ya que lo ayudara a ser feliz, o, si se prefiere, ms feliz que sin tener en cuenta los
valores. Obsrvese de nuevo que aqu no insinuamos para nada que
dichos valores deban ser puestos en prctica porque sean justos o buenos o convengan a la naturaleza humana, y an menos, porque procedan de un mandato divino. Todo eso no est excludo de nuestro planteamiento, pero sencillamente no es sta la fase o el momento procesal oportuno para esa justificacin doctrinaria de los valores ticos, pues,
como venimos afirmando, si se procede as desde el principio, el fracaso ser un hecho por los motivos ya expuestos ms arriba.
Ahora bien, es todo esto posible y cmo? Es razonable pensar que
lo tico contribuye sustancialmente a la felicidad? Acaso no se vivencia el mandato tico como algo fastidioso , o cuando menos molesto,
por parte del hombre contemporneo? Cmo va a contribuir a mi
felicidad algo que me resulta penoso.. . permanente mente? (Y el mi..
entrecomillado es de gran importancia ahora, dado el individualismo
extremo del hombre actual, sobre todo en las sociedades del primer
mundo).
La relacin posible entre tica y felicidad no es nueva ni mucho
menos en la historia del pensamiento humano. Se remonta muy lejos,
al mundo clsico en Grecia: la tica de Aristteles es una tica que busca
la felicidad humana, su finalidad es la eudaimona. Y no es la nica,
pero no podemos ahora detenernos en ello. El caso es que este enlace
entre tica y felicidad se obscureci notablemente en tiempos posteriores, y ms concretamente, por cuanto nos interesa ahora a nosotros, en
la Modernidad. Y, no lo olvidemos, somos herederos de la Modernidad;
por eso, y por otras razones tambin que no podemos abordar aqu,
no es de extraar que el hombre y la sociedad herederos de sta contemplen como algo desusado una posible relacin positiva entre tica
y felicidad. Sin embargo fue posible en otros momentos histricos, y
quizs tambin ahora aunque por una va inesperada.
No es una tarea fcil, sin duda. Para comenzar, el mismo trmino
felicidad es inabordable en forma general, pues, quin se atrevera a
decir hoy qu es o en qu consiste la felicidad para el hombre? Cada
uno de nosotros daramos una respu esta diferente si se nos preguntara

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETCULA

61

en esos trminos . De ah que, otra vez nuevamente, la pregunta


esencialista, la cuestin que demanda por el qu es? no sera oportuna. Esto indica que el problema de la felicidad no puede ser planteado buscando un contenido material en la respuesta. No se trata, pues,
de enjuiciar el tema desde su vertiente material, que ha sido la utilizada comnmente, y que, dado el pluralismo, la multiculturalidad, etc. ,
de la sociedad contempornea , sera inviable hoy da.
Exploremos, entonces, otra vertiente. Y sta no puede ser otra que
la vertiente formal. No daremos por tanto ninguna definicin de felicidad, sino que se ensayar un camino mucho ms modesto para ver
qu relacin puede presentarse entre felicidad y tica. Y es preciso,
primero, constatar un hecho: todos los hombres quieren ser felices. Esto
no parece tener excepcin, pues, es que hay alguien que no quiera
serlo? Casi habra que considerar una grave patologa en un sujeto
humano que rechazara ser feliz. Si el mencionado Aristteles comenzaba una de sus principales obras24 por la famosa afirmacin todos los
hombres por naturaleza quieren saber, un hipottico tratado de tica
pragmtica tendra que empezar por esta otra: todos los hombre quieren ser felices (ntese que se ha eliminado por naturaleza., precisamente por coherencia con nuestra metodologa). Esto seala algo muy
importante, y es que la felicidad es un hilo conductor de la existencia
humana, tenga el contenido material que tenga en cada cual, o, dicho
en trminos ms tcnicos desde el punto de vista filosfico (ahora
kantiano), podra considerarse como una idea regulativa de la vida
humana. Sin duda no podemos dar una idea constitutiva de felicidad,
no podemos establecer un contenido material claro y distinto de e lla,
pero lo cierto es que el deseo de tenerla no abandona jams al hombre, y ste el dato antropolgico que no podemos soslayar. Si todo esto
es as, casi podramos extraer una consecuencia sorprendente, pues
desde la perspectiva pragmtica aqu empleada se podra formular un
primer impe rativo tico formal que sera el siguiente: todos los hombres tienen la o bligacin moral de ser felices, o, al menos, buscar su
felicidad. Por qu? La razn es obvia: porque no hay asunto existencial
que posea mayor inters y conveniencia para l, si es cierto el dato
antropolgico de partida.
Desde esta visin empieza a vislumbrarse que la tica puede tener una conexin razonable con la felicidad, ya que ser feliz tendra
una dimensin moral acorde con la pragmaticidad, o sea, el inters y
24

Met., 1, 980a.

62

RAMN QUERALT

la conveniencia existenciales en la vida humana. Obsrvese, de nuevo,


que la conexin no es que hay que ser feliz porque eso es bueno. o
es justo, con lo que estaramos abocados a una teora del bien o de
la justicia, antes o despus de tendencia universalista y de difcil justificacin en una sociedad pluralista y multicultural, sino que el enlace
es el inters y la conveniencia personales, por muy duras que puedan
parecer a algunos estas palabras, las cuales vamos a concretar ahora
examinando ms de cerca la significacin formal de la felicidad.
Acudamos nuevamente a la experiencia existencial. Cundo dice
un ser humano que es feliz o que es ms feliz que antes? Cuando ha
satisfecho fines y deseos personales, y es ste e l significado formal
positivo de la felicidad. Con independencia del contenido concreto de
tales fines y deseos que, como se ver ms abajo, cambia continuamente
porque la felicidad se hace en la vida y sta es dinmica y cambiante,
como resulta de la experiencia existencial de todo individuo -o, se
podra decir con inspiracin orteguiana, es circunstanciada siempre- ,
lo cierto es que felicidad es satisfaccin en la existencia, es decir, consecucin de fines y deseos.
Ahora bien, si es verdad que, como afirmaba Ortega, yo soy yo y
mi circunstancia., o sea, estoy rodeado en mi vida de lo otro distinto
de m, y en donde se incluyen como captulo fundamental los otros, las
otras personas, y adems las cosas mundanas, entonces aparece un significado fo rmal negativo de la felicidad. Y es que la satisfaccin de mis
fines y deseos ha de ser compatible con la posible felicidad de lo otro
distinto de m, y, en especial, la de los otros. Lo que implica que mi
felicidad no debe causar sufrimiento en ellos, por lo que la significacin formal negativa de mi felicidad es evitar el sufrimiento, tenga ste
el contenido material que pueda tener en cada situacin. Si yo no soy
solamente yo, sino que yo soy yo y mi circunstancia, tambin la felicidad posible de sta incide en mi felicidad, y debo componer un equilibrio integrado entre el significado formal positivo y el significado formal negativo, porque todo ello, es de inters y conveniencia para mi
felicidad. El propio Ortega parece insinuarlo al completar su famoso
aforismo con una segunda parte que casi nunca se tiene en cuenta, pero
que forma parte esencial de su formulacin completa. Aade concretamente: Y si no la salvo a ella no me salvo yo25 En definitiva, si no
25
O sea, la frase compl<!ta es: Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a
ella no me salvo yo. Meditaciones del Quijote, en Obras Complettts, vol. I, Madrid, Alianza
Editorial , 1983, p. 322.

TICA Y SOCJEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETfCULA

63

salvo a mi circunstancia no me puedo salvar yo. Y qu significa salvarse aqu y por qu hay que hacerlo? Parece claro que, en traduccin
pragmtica., salvarse tendra que ser forzosamente conseguir ser feliz,
porque, qu cosa ms eficaz y operativa para mi vida que ser feliz? Y
hay que salvar la circunstancia porque su salvacin contribuye a mi
felicidad, o sea, porque mi circunstancia forma parte de m tambin, y
su felicidad -su salvacin- compete a mi felicidad , es de inters y conveniencia para m. Ahora bien, como yo no soy capaz de averiguar qu
es Ja felicidad para los distintos elementos de mi circunstancia, tan slo
puedo ahora detectarla por va negativa, donde Ja experiencia me dice
que falta, que no est, y por ello mi satisfaccin de fines y deseos debe
evitar el sufrimiento en los elementos de mi circunstancia, y, especialmente, en los otros que al parecer son como yo 21' .
Advirtase, por tanto, que el inters y conveniencia personales no
son trm inos inmorales., sino que estn claramente conectados, desde
una correcta pragmaticidad, con los otros, con la felicidad de los o tros
que son como yo y tambin con las cosas 27 . Y, de otra parte, q ue la
perspectiva pragmtica reconoce como bsico el entrelazamiento y relaciones del hombre en el mundo, pues todo el razonamiento anterior
sobre la circunstancia opera con este presupuesto, lo cual no hace sino
coincidir estructuralmente con los rasgos apuntados de Ja sociedad tecnolgica analizados en el apartado anterior (complejidad, globalizacin,
etc.). El punto de vista pragmtico no implica egosmo, el inters y la
conveniencia personales no lo suponen automticamente, sino que ms
bien el egosmo constituira una clara patologa desde una tica pragmtica.
26 Obviamente, si e l otro me comunica cul sera su felicidad, o sea, sus fines y
deseos compatibles socialmente, yo puedo ayudarle a conseguirlos, pero, de entrada,
no puedo arrogarme ese conocimiento, por lo que la concrecin del significado formal
negativo de la fe lid<lad tiene que ser el expuesto, es decir, evitar el sufrimiento , porque
en el sufrimiento hay ausencia de fe licidad perfectamente detectable segn nuestra
experiencia existencial, salvo en los casos de pato logas -que son anormalidades
antropolgicas-, como d ijimos ya ms arriha. El sufrimiento sera admisible en e l caso
<le que fuera imprescindible para conseguir un deseo y una satisfaccin necesarias para
alcanzar a su vez un grado superior de felicidad, como por ejemplo, como es la situacin
<le una intervencin quirrgica, del esfuerzo e n el trabajo, etc. Pero esto es claramente
compatible con el imperativo formal de felicidad .
27 De esto ltimo se deriva un enlace claro actualmente con el medioambiente,
por ejemplo, y tambin sera factible una tica medioambiental por motivos pragmticos,
sin necesidad de apelar a un estatuto ontolgico propio <le la naturaleza, como se hace
hoy en buena parte de las environmcntal ethics, que no hacen sino seguir otra vez
una justifi cacin doctrinaria de difcil aceptacin social.

64

RAMN QUERA.LT

Ahora bien, en este momento cabe ya formular la pregunta especfica: por qu los valores ticos p ueden conectarse definitivamente con
la felicidad? No es difcil verlo tras todo lo expuesto: porque los valores ticos van a ayudar a resolver problemas individuales y sociales, y
si resuelven problemas, o sea, si, como ya dijimos al comienzo, desde
una perspectiva pragmtica los hemos considerado como pautas de
resolucin de problemas, entonces no cabe duda de que pueden contribuir a una mayor satisfaccin de fines y deseos, puesto que cuan do
se tiene un problema lo que se procura es encontrarle una solucin
-total o parcial- , es decir, tener satisfecha - resuelta- la situacin problemtica.
Desde el punto de vista individual, el asunto es claro. Pues nada
menos que los valores ticos, al poder resolver problemas existenciales,
contribuyen a la felicidad, que es lo que ms desean los seres humanos; al poder encauzar positivamente (o sea, haciendo menguar el sufrimiento, por ejemplo) situaciones de problematicidad, son eficaces y
operativos para la vida humana; en suma, no es que los valores valgan, sino que los valores sirven.
Abundando ms en esta perspectiva pragmtica sobre la felicidad
desde un punto de vista formal habra que aadir un ltimo carcter,
que nos explicar adems por qu no es posible concretar su contenido especfico, o sea, responder a la pregunta por el qu es? Se trata
de q ue la felicidad es algo dinmico, es decir, cambiante y mudable ,
aunque pueda tener trayectorias generales ms o menos definidas. No
es difcil justificar esto. En primer lugar, la experiencia personal del ser
humano es que, por muy feliz que se sea en un momento determinado, siempre se siente que se puede y se desea ser ms feliz de lo que
se es. Es evidente que nunca se alcanza la felicidad completa, por lo
que el hombre est dispuesto continuamente a aadir ms contenidos
a su felicidad. Respecto de sta, el ser humano es perpetuamente un
animal insatisfecho, por lo que la felicidad tender a ser enriquecida
y aumentada invariablemente. O, en otras palabras, la felicidad es dinmica y nunca esttica: no hay situacin de felicidad a la que no se
quisiera incorporar ms todava, no hay satisfaccin - en sentido plenode la felicidad. Por eso, desde la perspectiva pragmtica, la tica de la
felicidad es un quehacer sin fin. Y es positivo, adems, que sea as.
Porque esto significa que el imperativo tico basado en la consecucin de la misma ser operativo durante toda la vida humana, o dicho
ms pragmticamente, Servir mientras cada hombre viva, es decir, ser

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETICULA

65

motor permanente de la acc1on. Y si los valores ticos entroncan con


la felicidad, entonces tambin seran operativos permanentemente. Con
lo que obtenemos en la prctica un resultado similar a las posiciones
ms tradicionales que afirmaban la necesidad antropolgica de ser y
conducirse ticamente por razn de la naturaleza humana-, o sea, justificado por razones doctrinarias; ahora tambin llegamos a esa conclusin, pero no por alguna forma de imposicin teortica -que puede ser
sin duda muy lcita-, sino a travs de una va ms modesta, es decir,
porque interesa y conviene al hombre para realizar su vida y a lo largo de toda ella de modo permanente. De la aseveracin "el hombre debe
ser tico por naturaleza propia habramos pasado a esta otra: el hombre debe ser tico porque interesa y conviene a la felicidad en su vida.
A la razn anterior puede aadirse un segundo motivo de la
dinamicidad de la felicidad, que la complementa oportunamente. Y es
que si, como se ha dicho, la felicidad se hace en la vida, y sta es
especficamente cambiante y variable, porque sus circunstancias as lo
son de manera fehaciente, entonces la felicidad tambin tiene que ser
cambiante y variable, o sea, dinmica. No se trata slo de que el h ombre vivencie dentro de s una insatisfaccin permanente respecto de la
felicidad concreta, sino que esto es as por la misma estructura de su
vida. La vida humana, que, como deca Ortega, es la realidad radical
(la raz de lo real), es devenir constante , movimiento perpetuo, cambio sin fin, etc., por lo que los contenidos de la felicidad, los cuales
forzosamente se consiguen dentro de la vida con tales caractersticas,
han de ser asimismo forzosamente dinmicos. De ah que siempre estemos prcticamente impelidos a desear ms felicidad, es una consecuencia obvia de la estructura de la vida humana. Por ello, es de hecho imposible responder a la cuestin de la naturaleza. de la felicidad
humana, o sea, a la pregunta directa por el qu es la felicidad, sino,
ms bien, habra que plantear el asunto demandndonos por la historia de la felicidad en cada cual 28 La felicidad son muchas cosas al mismo
tiempo y muy variadas, segn las etapas de la vida y segn las circunstancias, y nunca se consigue plenamente a causa de la estructura dinmica de la vida misma donde se inscribe la posible consecucin de
aqulla. E insistimos que todo esto no es una desgracia para la dimen sin tica -ni tampoco para la antropolgica general- sino todo lo
28
No en vano, ya Ortega afirmaba que el hombre no tiene naturaleza s ino
historia Vase especialmente Historia como sistema, Madrid, Revista de Occidente, 1962
(4 ed.).

66

RAMN QUERAL T

contrario, pues, desde nuestra perspectiva pragmtica, resulta ser un


motor inacabable para la prctica tica. La insatisfaccin bsica en la
felicidad se convierte as en el perpetuum mobile de la accin tica.
Hasta aqu se ha analizado la posible aplicacin de nuestros criterios metodolgicos al individuo h umano. Pero nuestro posible cometido tambin se refera al nivel social y colectivo, es ms, por ah comenzamos de manera general. Ahora, por tanto, es preciso trasladar la
cuestin a la sociedad actual con los rasgos ya descritos de sta ms
arriba . Ser fac tible encontrar vectores tico-sociales, pragmticamente
autnticos, utilizando el Caballo de Troya al revs?

C)

La obtencin de vectores tico-sociales desde una perspectiva


pragmtica

En la actualidad es un lugar comn destacar en todos los foros,


sean estos de la naturaleza que sean, la necesidad de la solidaridad
como vector tico imprescindible para la paz social, tanto a nivel nacional como internacional. Unas veces se insiste directamente y otras
con nombres diversos - cooperacin, asistencia, ayuda, etc.-, pero siem pre planea en el fondo la idea de solidaridad de una u otra forma. En
la mayora de las ocasiones se esgrimen razones que, con gran frecue ncia y en gran medida, remiten a argumentos de los que hemos llamado doctrinarios, como por ejemplo, la fraternidad, el humanitarismo, etc.
Sin subestimar el alcance de los mismos, aqu trataremos de ensayar otra
va distinta, basada en n uestra perspectiva pragmtica, ya que, segn
los diversos agentes sociales reivindicadores de esa solidaridad social
- tan admirables por cierto-, los resultados no son precisamente los que
cabra esperar dada la envergadura de los problemas sociales a que se
quiere justamente poner remedio.
Y tomamos el vector solidaridad porque, precisamente, es el primer vector tico-social que se obtiene para una sociedad tecnolgica
global desde la metodologa del Caballo de Troya al revs. En efecto, si la sociedad tecnolgica es una sociedad caracterizada por la complejidad, es decir, por un aumento cuantitativo y cualitativo de la
relacionalidad social hasta el punto de alcanzar una interpenctracin
entre todos sus elementos - individuales, colectivos, nacionales, etc.- que
trae como consecuencia una dependencia global de todos con todos,
entonces, para la esta bilidad y paz sociales es indispensable el ejerci-

f."TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETCULA

67

co generalizado de la solidaridad, o sea, el compartir la Causa del


otro y adherirse a la satisfaccin de sus necesidades sociales de todo
tipo. Lo contrario conducira, antes o despus, a una situacin de desorden global en la que, y esto es lo decisivo, todos perderan. Los tiempos de autarqua social parecen haber pasado en una sociedad global:
los paises desarrollados, por ejemplo, no pueden soportar un grado
elevado de inmigracin ilegal sin alteraciones subsecuentes en su estructura social, pero, a su vez, los paises no desarrollados necesitan
de la ayuda econmico-social para lograr una estabilidad social y democrtica suficientes . A ambos conviene por tanto, y es de su inters
especfico, que el ejercicio de la solidaridad produzca las condiciones
globales imprescindibles para la paz social general. Obsrvese de nuevo
que aqu no se reivindica el vector solidaridad por razones doctrinarias
-humanitarias, por ejemplo- sino por conveniencia y provecho para
todos. No se considera primariamente que es indigna una situacin
infrahumana de pobreza a causa de la dignidad inherente a toda persona, sino porque no conviene ni interesa tampoco para aquellos que
ya salieron de aquella situacin, y ello por motivos, digamos, particulares. Si la sociedad tecnolgica es un sistema social en donde todos
sus elementos adquieren su plena significacin y funcionalidad por sus
relaciones respecto de los otros y del conjunto global, entonces, dada
esa profunda interdependencia, conviene e interesa a todos una integracin solidaria, pues, de lo contrario, tal sistema social se resquebrajara fuertemente, y en esa situacin, insistimos, todos perderan. La
solidaridad social sera as un vector tico-social cuya prctica sera
homomrfica con la estructura de la sociedad global, es decir, la prctica de la solidaridad incidira en el equilibrio de las relaciones sociales, reforzndolas y cohesionndolas progresivamente, en definitiva,
aumentando la fortaleza y la estabilidad de dicho sistema social global.
Lo que no es admisible, por motivos pragmticos - y no slo por
razones humanitarias, de justicia, etc.-, es la actual situacin de desequilibrio Norte-Sur, pues eso slo puede conducir a tensiones cada vez
ms peligrosas. La economa globalizada, sobre todo la financiera; la
interrelacin de todos los paises en el grave problema del medioambiente, que no respeta las antiguas fronteras nacionales; la falta de
democracia real en un determinado territorio, que es un peligro fctico
para la estabilidad y desarrollo de zonas colindantes mucho ms excensas, etc., son problemas que llevan a pensar inmediatamente en la
necesidad de una solidaridad global como condicin de paz en una

68

RAMN QUERALT

sociedad tecnolgica global... para ganancia de todos, o sea, por inters y conveniencia de todos29 .
Es preciso, pues, darse cuenta de una vez por todas que con el
advenimiento de la sociedad global las cosas han cambiado., y adems profundamente. No conviene ni interesa a nadie focos de tensin
social pensando que eso no me afectar a m, pues dada la estructura de red de dicha sociedad tal visin de la realidad no es ms que
una ilusin ingenua. Y ya se han sealado hechos que apuntan suficientemente en esa direccin. Estamos en trnsito desde una sociedad
de tendencia vertical a una sociedad de tendencia horizontal., aunque nunca ser un proceso que pueda completarse, justamente tambin
por motivos pragmticos, ya que los igualitarismos han conducido precisamente a las desigualdades ms crueles30 Ahora bien, la tendencia
histrica es esa, y a ella se ha de adecuar la accin social: de la sociedad en forma de pirmide se est caminando a la sociedad en forma
de retcula. Y eso va a ser un punto capital tambin para la tica, como
se ver ms adelante.
Por todo ello, la solidaridad social muestra poseer en el momento
presente una eficacia operativa relevante para el desarrollo armnico
de la sociedad global, o sea, para maximizar las potencialidades de
bienestar general inherentes a tal tipo de socie dad -tanto a nivel individual como colectivo-, y la primera de ellas es obviamente maximizar
la paz social.
A partir de esta presentacin pragmtica del vector solidaridad se
pueden obtener otros vectores tico-sociales necesarios derivados. Por
ejemplo, la justicia social, la igualdad de derechos y la necesidad de
un sistema democrtico en la organizacin del estado. Y siempre por
motivos pragmticos.
Efectivamente, la justicia social, entendida aqu desde nuestra perspectiva pragmtica como justicia dis tributiva, se ve de inmediato que
es una consecuencia fctica de la solidaridad. sta exige precisamente
justicia distributiva, aplicable no slo a bienes sino tambin a servicios,
29 De ah que, por ejemplo, resulte una ceguera histrica descomunal la negativa
de U.S.A. a firmar y poner en prctica los protocolos internacionales de defensa global
del medioambiente, con la excusa del coste excesivo de la reconversin industrial que
supondra ... precisamente en uno de los paises ms ricos del mundo. Y todo ello por
motivos pragmticos.
3o
No se olvide la leccin histrica del hundimie nto de la Unin Sovitica y paises
satlites.

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETICULA

69

pues de lo contrario la solidaridad quedara vaca en la prctica. Es tal


razn la que se esgrime para justificar muchas veces la imposicin fiscal, cuya recaudacin se redistribuye en bienes y prestaciones sociales.
Un sistema equilibrado de impuestos resulta indispensable para mantener el alto grado de prestaciones que el estado moderno ha puesto a
disposicin de sus ciudadanos, sobre todo en los pases desarrollados,
y la aceptacin de ese sistema impositivo -aunque no se haga como
algo agradable a menudo- resulta una condicin sin la cual la socializacin democrtica del entramado comunitario es imposible. No cabe
duda que uno de los principales factores de estabilidad y paz sociales
es la existencia real de altas cotas de justicia distributiva. Conviene e
interesa a todos porque la vida cotidiana se hara difcil, y a veces insoportable, sin los resultados de ella y la posibilidad de control social
de la eficacia de las prestaciones y las inversiones sociales. O, en definitiva, sera como una condicin de posibilidad para la realidad efectiva de la solidaridad social.
De igual modo podra razonarse respecto de la igualdad de derechos. Pues, qu solidaridad fctica se dara sin dicha igualdad? Tambin aqu este vector funcionara como una condicin de posibilidad
de la solidaridad. Obviamente, tal igualdad de derechos y oportunidades, promovida desde el poder pblico, no hay que confundirla con el
igualitarismo social, ya que la historia reciente se ha encargado de
demostrar la inoperancia del mismo como sistema comunitario: sencillamente es ineficaz para resolver los problemas sociales dadas las caractersticas de la condicin humana. No vale aqu el lamento de que
sera un sistema ideal si todos los hombres fueran ms buenos., pues
e l caso es que no es as y el hombre es como es y no de o tra manera.
Por eso, parece mucho ms eficaz la prctica de la igualdad de derechos -quizs ms modesta que el igualitarismo idealista-, la cual debe
ser salvaguardada por la autoridad pblica legtimamente constituida.
Esto ltimo nos conduce derechamente a la democracia como sistema poltico, porque los dos vectores anteriores alcanzan su mayor
operatividad en dicha forma de gobierno. Difcilmente el ciudadano
podra estar tranquilo frente a posibles abusos en sistemas autoritarios
y difcilmente tambin aceptara en mejor forma las obligaciones sociales que traen consigo esos dos vectores que en los sistemas de
representatividad y control democrticos. Como se ve, y fieles a nuestros criterios pragmticos, no se justifica aqu lo democrtico por motivos doctrinarios en funcin de los valores inherentes al hombre como

RAMN QUERALT

70

persona 31, sino por algo ms llano y menos complicado: simplemente


porque las cosas sociales funcionan as mejor. Y de ello hay pruebas
suficientes. El alto nivel socioeconmico de las zonas desarrolladas est
indisolublemente ligado a la democracia como sistema poltico, esto es
un hecho, y tambin Jo es que los regmenes autoritarios o entran
-antes o despus- en quiebra, o mantienen un nivel de bienestar social no parangonable con los regmenes democrticos. Si se trata de
maximizar el bienestar y la paz sociales, entonces, por los ejemplos
histricos correspondientes, tanto positivos como negativos, la democracia se reafirma como vector tico-poltico.
En conclusin, puede constatarse tras esta breve expos1c1on que
tambin es viable el punto de vista adoptado aqu a nivel colectivo y
social en general32 Obviamente, podran obtenerse un conjunto mucho
ms numeroso de vectores siguiendo la misma orientacin, y as lo
hemos llevado a cabo en otro lugar, pero la extensin propia de esta
contribucin lo desaconseja en este momento. Y sobre todo porque
ahora se ha de pasar a otra parte especialmente importante, como es
el esbozo de la arquitectura interna de una tica segn los presupuestos adoptados.
2.

LA ESTRUCTURA POSIBLE DE UNA TICA EN LA SOCIEDAD TECNOLGICA:


PIRMIDE Y RETCULA

A)

tica en forma de pirmide

En trminos genricos puede afirmarse que la ordenacin interna


de los valores ticos en las teoras ticas heredadas de la Modernidad
-y tambin de la Antigedad- conforma una estructura a modo de pirmide. En efecto, pues los valores se presentan concatenados de tal
manera que, antes o despus, se justifican finalmente por su remisin
3 1 Cosa que, reiteramos, no desechamos, sino que tan slo eludimos aqu porque
no forma parte de nuestra metodologa pragmtica. En ningn caso se debe pensar que
ambas posiciones estn enfrentadas, sino que, buscando la e fi cacia social de los vectores
ticos, se est desarrollando otro punto de vista diferente que no excluye a otros que
demuestren ser eficaces. La ventaja de esta metodologa pragmtica del Caballo de Troya
al revs es que no excluye nada de antemano, mientras que la metodologa doctrinaria
no puede evitarlo en la mayora de las ocasiones.
32 Para una ampliacin y un desarrollo ms acusado d e esca parte, vase nuestro
libro tica, tecnologa y valores en la sociedad global. El Caballo de Troya al revs (de
prxima publicacin, Madrid, Tecnos, 2003).

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RET!CULA

71

a uno o varios valores supremos, que cumplen la funcin de una fuente


originaria de justificacin axiolgica. Las normas morales, las disposiciones ticas y los criterios de actuacin prctica, se hallan as fu ndamentados hacia arriba hasta anclarse en ciertos valores considerados
como indiscutibles. Habitualmente esta no discutibilidad a su vez se
justifica finalmente en alguna concepcin del hombre entendida como
definitiva. Las hay de varios tipos, aunque para simplificar podemos
reducirlas a dos: o bien de naturaleza filosfica, o bien de naturaleza
religiosa. Del primer grupo seran las d iferentes concepciones ontolgicas
acerca de la naturaleza del ser humano, especialmente el concepto tradicional de persona, y del segundo grupo se podran citar las ticas de
fundamentacin religiosa que asumen alguna forma de revelacin divina como fuente primordial. Por supuesto, y acordes con nuestra posicin inicial, no se entrar aqu en discusin alguna sobre el conjunto
de ellas. Las consideramos con todo respeto, pues su funcionalidad
histrica ha sido grande y adems afectan a las convicciones ntimas
de muchas personas, y bastara con eso para obligarnos a dicho resp eto. Tan slo ensayaremos o tro camino expositivo que estimamos derivado de todo lo anteriormente expuesto desde el comienzo.
Ejemplos de esos valores ltimos que ocupan el lugar de fuente
o riginaria podran ser sin duda la mxima moral del deber por el deber-, el hombre considerado como hijo de Dios, o la idea platnica del
bien. Concepciones tales y otras que tambin podran citarse tienen de
comn esa estructura piramidal de ordenacin de valores. La cuestin
a plantearse aqu es si esa arquitectura en pirmide puede encajar en
una sociedad tecnolgica con los rasgos que de ella hemos descrito ms
arriba y con la mentalidad y actitudes del hombre contemporneo, como
son el multiculturalismo, la dinarnicidad social, la globalizacin, los
problemas de aplicacin del avance tecnolgico, etc. En definitiva, el
problema es si una estrnctura piramidal corresponde o no a una sociedad tecnolgica, y si es operativa y eficaz.
La respuesta parece venir dada desde ese clamor generalizado por
la crisis tica en el mundo actual. La dispersi n tica parece un hecho
inco ntrovertible y la multitud de actitudes morales diversas en la cultura contempornea resulta un dato especfico del entorno presente. Las
causas que se aducen son mltiples: individualismo, plural ismo cultural , efecto natural de la democratizacin de la sociedad, prdida de la
fe religiosa, etc. En realidad lo que ocurre es que si el cambio social
producido con el advenimiento de la sociedad tecnolgica es tan gran-

72

RAMN QUERALT

de, si las cosas han cambiado en toda profundidad, entonces no debe


asombrar que los modelos ticos he redados no sean de hecho los verdaderamente operativos e n nuestro mundo social. Si la complejida d ,
globalizacin, multiculturalidad, relacionalidad social, etc. han alcanzado cotas tan altas como no se recuerda en pocas precedentes de la
historia humana, e incluso la forma de racionalidad social -raciona lidad tecnolgica, como ya se vio- es otra muy diferente a las de antes,
entonces hemos de indagar qu tipo de arquitectura tica se est desarrollando en nuestros das. Se trata , por tanto, de una tarea descriptiva
de nuevo, o sea, para saber a qu atenernos, y, en principio, no
valorativa, la cual pertenecera a un anlisis posterior. Saber qu es lo
que hay antes de proponer soluciones es un elemento indispensable
para no jugar en el vaco, aunque sin renunciar a ir ms all en otro
momento, dado que el hombre y la sociedad, a fin de cuentas, no
pueden vivir sin tales soluciones, porque la tarea de vivir es una tarea
de decidir continuamente qu hacer, y eso implica criterios ticos de
algn modo.
Porque , lejos de catastrofismos morales que no van ms all del
lamento, no creemos que los valores hayan desaparecido actualmente
como dicen algunos. En acertada frase de Zubiri, la moral como estru ctura es concomitante con el ser humano qua humano 33. El ajuste
del hombre con la realidad en su vida real es inapelable, y en ese ajuste
ya se implican los valores de alguna manera. Lo que puede cambiar es
el contenido de la moral, el contenido de los valores o los valores
mismos, y tambin pueden surgir nuevos valores a tener en cuenta. O,
lo que es igualmente importante y puede ser decisivo para saber a qu
atenerse frente a la sociedad: que la ordenacin interna, la relacin entre
valores, el entramado que ellos conforman y del que el hombre se
impregna imperceptiblemente por vivir en esa sociedad y no en otra,
en definitiva, que la arquitectura interna que conforman los valores y
el sistema de los mismos cambien tambin y presente n una figura diferente.
Y es eso ltimo precisamente lo que, a nuestro modesto parecer,
est ocurriendo con el advenimiento de la sociedad tecnolgica .

.13 Cf. X. ZUBIRI, Sobre et hombre, Madrid, Alianza Editorial, 1986, p. 343 ss. Una
exposicin de la posicin zuhiriana puede e ncontrarse en J.L.L. ARANGUREN, tica,
Madrid . Revista de Occidente, 1972 (50 ed.), p. 71 ss.

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETCULA

73

No es que no haya valores tico-sociales operantes efectivamente,


como se proclama desde actitudes excesivamente pesimistas, sino que
la estructura axiolgca de los mismos, el modo de relacin entre e llos,
ya no responde quizs al modelo piramidal. O, por Jo menos, se est
dando la tendencia, tal vez con bastante fuerza porque la nueva estructura social es enormemente proclive a ello, hacia una estructura
axiolgica muy distnta de la tradicional heredada, y considerada natural o casi natural por la autoridad de la tradicin cultural.
Ahora bien, y cul sera esa figura, esa imagen, de la estructura
axiolgica en la sociedad tecnolgica global?

B) tica en forma de retcula


Al igual que antes, y para facilitar la adecuada comprensin de las
ideas, emplearemos tambin una imagen geomtrica. Y es que Ja arquitectura axiolgica est cambiando a una forma de red, a una forma
reticular. De pirmide a retcula. Lo cual trae no pocas consecuencias
decisivas, sin el entendimiento de las cuales difcilmente sabremos a qu
atenernos. El fenmeno no es que hayan desaparecido los valores, sino
que, de un lado se han incorporado nuevos valores a tener en cuenta
-el de la eficacia, por ejemplo, es primordial-, y de otro que Ja relacin entre todos ellos, los nuevos y los que permanecen, deja de ser
piramidal y pasa a ser reticular. De la verticalidad se est pasando a la
horizontalidad axiolgica, lo cual parece corresponder con los rasgos
estructurales de la sociedad tecnolgica. Veamos el asunto con ms
detalle.
Esa correspondencia estructural parece clara. En una sociedad cada
vez ms democratizada y socializada, en el sentido de que la igualdad
de derechos y prestaciones sociales se ha impuesto progresivamente,
la relacionalidad entre todos sus elementos se ha incrementado hasta
producir cambios cualitativos en Ja estructura comunitaria respecto a
hace tan slo algunas dcadas, y tales cambios han conducido a que
las decisiones de Jos individuos y de las instituciones sociales hayan de
tener en cuenta ms parmetros axiolgicos que antes. De otro lado,
al existir un pluralismo social, fruto de todo ello, resulta difcil establecer decisiones inspiradas piramidalmente ya que deja de haber unanimidad en cuanto a valores supremos compartidos por todos. El resultado es que Ja estructura tica en forma de pirmide se atena consi-

74

RAMN QUERALT

derablemente y se pasa, consciente o inconscientemente, a un sistema


de valores para la toma de decisiones en donde la jerarquizacin entre
ellos o no existe en la prctica o queda muy aminorada. O sea, la estructura social democrtica y la igualdad poltico-social que trae consigo conducen a una sociedad ms horizontal y menos -vertical que
antes, lo que unido al pluralismo y multiculturalidad configuran una
sociedad en forma de red en la cual las jerarquas, aunque no podrn
desaparecer completamente porque es imposible - tambin por motivos
de eficacia para la dinamicidad social-, s quedan muy mitigadas. En
definitiva, en una sociedad en forma de retcula no ha de extraar que
se articule de hecho una tica social en forma de retcula.
La primera consecuencia importante ya ha sido insinuada. Y es que
de la jerarqua de valores se pasa al sistema de valores. Se trata de
que el conjunto de valores implicados en un dilema determinado funcionan con tendencia sistmica, es decir, que no se busca primariamente
la subordinacin entre los mismos, de tal modo que unos queden remitidos a otros considerados de mayor rango, sino que se pretende una
coordinacin entre todos ellos, una integracin armnica en la que la
jerarqua se reduce bastante. En esta coordinacin ocurrir a menudo
que, dado el carcter sistmico del conjunto, la relevancia de un valor
no podr juzgarse aisladamente sino en funcin de la cualidad propia
de los dems implicados y, lo que es decisivo, de las relaciones que
tenga con ellos. Esto contrasta fuertemente con la subord inacin
piramidal anterior34 Un ejemplo de valor social emergente que ahora
hay que tener en cuenta en muchas decisiones es el valor esttico, lo
cual no ocurra no hace mucho tiempo. Como ya se indic ms arriba,
a la hora de decisiones urbansticas la satisfaccin de tal valor es hoy
factor relevante, y no digamos nada sobre la importancia de los valores medioambientales35 En definitiva, lo que ocurre es que la forma de
relacin entre los valores responde ms a una retcula que a una pirmide; primero, porque la jerarqua de valores se ha atenuado enorme.~ Es cierto, no obstante, que en un sistema existen elementos definitorios del
mismo -variables internas que lo identifican-, pero lo importante ya es que entre ellos
tambin se da la relacin de coordinacin y no de subordinacin, lo cual quie bra la
relacin piramidal anterior en un grad o elevado.
35 As, que una nueva construccin est en la lnea del entorno histrico donde
vaya a situarse, muy especialmente si ste es monumental. La satisfaccin de este valor
se une -coordina- a la de los valores tradicionales indispensables, o sea, requisitos
tcnicos, administrativos, econmicos, etc. Lo decisivo es que el no cumplimiento
suficie nte de todos estos valo res conjuntamente , incluido el esttico por supuesto,
paralizar Ja licencia urbanstica de obras.

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETiCULA

75

mente debido al pluralismo ideolgico, y segundo, porque, dado el alto


grado de complejidad y de d inamicidad sociales, existen muchos ms
valores implicados. Y esto es una caracterstica especfica de una sociedad tecnolgica globalizada. De ah la sensacin subjetiva para
muchos de que los valores estn perdindose, cuando en realidad lo
que ocurre la mayora de las veces es que la supremaca tradicional
de algunos se ve muy reducida al entrar en coordinacin con otros y
no mantenerse - o atenuarse mucho- la subordinacin anterior.
En general, y simplificando matices en los que sera imposible entrar
ahora, la disposicin de los valores tico-pragmticos se presenta segn una red axiolgica o retcula sin vrtice piramidal definido o, al
menos, muy disminuido.
Una segunda consecuencia importante es que, al aumentar la cantidad de valores por el incremento de la relacionalidad social, entonces dentro del sistema axiolgico a tener en cuenta, se presentan valores a coordinar que son de naturaleza muy diversa si los comparamos
con la situacin precedente, o sea, se est evolucionando hacia una
heterogeneidad ms acusada que antes. O, expresado en otros trminos, de una cierta homogeneidad, que responda a un entramado social menos complejo, se est caminando a una heterogeneidad, lo cual
dificulta precisamente la subordinacin axiolgica clsica. En una situacin histrico-social menos compleja, la frontera entre valores ticosociales en sentido estricto, valores econmicos, polticos, etc., poda
ser mucho ms ntida, y se haca ms fcil la eleccin de los criterios
determinantes por subordinacin; pero, hoy da, esa frontera, a causa
de que la significacin de cada valor est muy condicionada por su
relacin con otros -lo cual es fruto de la complejidad relacional de la
sociedad globalizada-, resulta mucho menos clara. Podemos hablar genricamente de valores tico-sociales o tico-pragmticos segn nuestra perspectiva, pero los posibles subgrupos de los mismos responden
ms a necesidades metodolgicas del anlisis social que a una correspondencia efectiva con la realidad. Todo ello acrecienta notablemen te
la necesidad de coordinacin y pone mucho ms complicada una relacin de subordinacin. En la medida que los valores tico-pragmticos
se consideren pautas de resolucin posible de problemas sociales, lo
que implica de inmediato incluir en ellos valores nuevos respecto de
la visin tradicional, la heterogenidad aumenta tambin desde dicha
visin, y, al mismo tiempo, debido a su naturaleza heterognea, se hace
muy complicada la subordinacin entre los mismos. Y, as, para una

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praxis social eficaz se utiliza un modelo de coordinacin ms que uno


de subordinacin.
Otra consecuencia no menos decisiva para entender la situacin
presente es la variacin sustancial del criterio tico de decisin. Antes
operaba la remisin a los valores fontales -considerados Supremos-,
como lgico resultado de la estructura en forma de pirmide, pero en
una ordenacin axiolgica en forma de retcula el criterio no puede ser
otro que el de maximizacin de los valores implicados como un todo,
es decir, maximizacin del sistema global que conforman. Preferimos
este trmino en lugar de optimizacin porque muy raramente se
plenifica dicho sistema, y, mucho menos algn valor especfico del
mismo. Quizs en una relacin piramidal s poda ocurrir la satisfaccin
plena al primarse los valores fontales, pero en una relacin reticular esto
parece tcnicamente imposible. Suceder as que unos valores puedan
quedar ms satisfechos que otros, porque las circunstancias sociales o
individuales relativas al sistema conduzcan a ello, y entonces hay que
decir que existe una condicin mnima a cumplir: que ningn valor
tico-social implicado descienda por debajo de un umbral mnimo exigible , pues, de lo contrario, no tendra sentido el criterio de maximizacin, o sea, no se daran sus condiciones de posibilidad. ste es
un grave problema de la tica reticular al que volveremos al final de
nuestras reflexiones. Obsrvese, no obstante, que este criterio de
maximizacin es completamente lgico cuando nos enfrentamos a un
modelo axiolgico reticular, y, de hecho, as ocurre en nuestro entorno. En el caso, por ejemplo, de las decisiones polticas de un gobierno
democrtico que legisla para un conjunto social plural en tantos aspectos, se opera de hecho a menudo, a sabiendas o no, con tal criterio.
Finalmente, hay que destacar otra consecuencia notable, implcita
en todo lo anterior, pero que conviene hacerla explcita. Y es q ue en
una red axiolgica se produce una relatividad -que no relativismo- de
los valores. Es decir, los valores, en su significado final especfico, son
relativos unos a otros y no pueden entenderse en soledad. El todo
condiciona las partes, y stas adquieren su sentido genuino por su relacin con el todo. Esto dificulta de nuevo la "supremaca piramidal de
algunos valores como ocurra en el modelo anterior. Ahora bien, esta
relatividad no quiere decir relativismo. ste ltimo significara
fcticamente una ineficacia operativa de los valores, pues quedaran
siempre afectados por la primaca de las circunstancias - por ejemplo,
en la forma del capricho individual o por el abuso de autoridad-, o sea,

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETCULA

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por una buena dosis de irracionalidad para una perspectiva pragmtica, ya que alterara profundamente la paz social en nuestra sociedad,
precisamente porque nadie sabra a qu atenerse. Justamente, en Ja
tica pragmtica - y en toda tica en general con mayores o menores
matices- lo que se busca es una coordinacin de realidad y valores,
pero no una primaca absoluta de la realidad, que es el supuesto
relativista. El trmino relatividad hay que entenderlo aqu como relacionalidad propia de los valores, esto es, que su sentido y contenidos
fcticos finales dependen no slo de s mismos sino tambin de su
conexin con los dems valores. Y eso no es ms que la consecuencia
obvia de que tal conexin es ms bien de coordinacin, y no tanto de
subordinacin; en suma, es una caracterstica inherente a una tica
reticular36 .
As por ejemplo, en la actualidad, la reivindicacin de los derechos
humanos no se lleva a cabo aisladamente sino globalmente. Es sabido
que tras los derechos humanos de primera generacin, se ampliaron ms
tarde a los de segunda y tercera, e incluso ya se exigen hoy los de cuarta
generacin37 Ahora bien, en el debate sociopoltico no se hacen grupos de derechos en cuanto a la exigencia de su cumplimiento, sino que
se reclaman conjuntamente, en Ja medida en que cada grupo de derechos se conecta especficamente con los otros, o sea, adquiere su sentido ms cabal mirando a la totalidad de los mismos. Esto es fruto de
la relacionalidad -relatividad- interna entre todos ellos, siendo no obstante distinguibles en cuanto a sus contenidos materiales. Lo importante aqu es percatarse de la reticularidad inherente al sistema de derechos humanos y los valores ticos que encarnan. As, los derechos
humanos funcionan en la prctica de nuestra sociedad y cultura contemporneas como un sistema reticular pragmtico.

36 Por una vez excepcional, el espaol no tiene un trmino para traducir esta
idea <le relatividad, pues relatividad semnticamente posee una fuerte connotacin de
relativismo. En ingls, idioma ms ambiguo y menos preciso, sin embargo podemos
encontrar inesperadamente a lgo de ayuda. Existen los trminos relativity y relativism.,
pero tambin podra construirse otro que respondera a nuestra idea, y es relativeness.,
que sera la sustantivacin del adjetivo relative., o sea, lo relativo o relacionado a otra
cosa bsicamente, y eso se acercara a nuestra concepcin.
37 Vase J. B USTAMANTE: Hacia la cuarta generacin d e Derechos Humanos:
repensando la condicin humana en la sociedad 1ecnolgica, en Revista Iberoamericana
de Ciencia, Tecnologa, Sociedad e Innovacin, n l. sep!iembre-<liciembre 2001 C!ll.m;L
/www.campus-oej.or/revistactsi)

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RAMN QUERAL T

Es este patrn de tica social en forma de retcula el que creemos


responde mejor descriptivamente a la situacin actual de los valores e n
la sociedad tecnolgica. A modo de ilustracin, la retcula axiolgica
podra tener el siguiente aspecto en forma esquemtica:

Los valores estaran situados en las intersecciones de las lneas de


la red, y estas se han dibujado curvas para simbolizar la dinamicidad
de los elementos y situaciones a los que se referiran dichos valores. A
fin de no enmaraar la ilustracin, para cada valor se ha supuesto un
mximo de tres lneas o elementos que lo intersecten, pero obviamente en la realidad seran muchos ms. Como se puede apreciar, el conjunto conforma una red de valores para una determinada situacin y la
mayor o menor relevancia de los mismos se podra reflejar
tridimensionalmente por montculos y valles dentro de la red, respetando
no obstante la regla del umbral mnimo.
Ahora bien, como ya hemos apuntado brevemente, esta tica en
forma de retcula no est exenta de problemas, ni mucho menos. Lo
contrario hubiera sido imposible , como es lgico. Por eso, se dedicar
la parte final al anlisis de alg unos de ellos.

C) Algunos problemas abiertos de una tica en forma de retcula

Para finalizar provisionalmente este estudio se sealarn algunas


cuestiones conflictivas que la misma estructura re ticular ocasiona. El

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RE1CULA

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primero ha sido ya aludido anteriormente, y es el tema del umbral


crtico del valor q ue se encuentre disminuido por la necesaria
maximizacin de otros del sistema globa l implicado. Y la pregunta es
obvia: cmo determinar dicho umbral crtico para cada situacin? Existira alguna regla metodolgica derivada de la perspectiva pragmtica
al respecto? Por el momento, la nica posibilidad que se nos ocurre sera
evaluar dicho umbral en funcin de la influencia del mismo en la situacin problemtica que se pretenda resolver. Si los valores tico-pragmticos han sido considerados como pautas de resolucin de problemas, el umbral crtico de cada valor, su presencia efectiva, slo se podr
medir en relacin a la contribucin del mismo a la resolucin -casi
nunca completa- del problema dado. Podr ser factible aceptar un valor en su umb ra l crtico s i eso supone una maximizacin de la
globalidad, o si al menos hay que contentarse con una posible tendencia a la misma. En este sentido, la evaluacin de los fines deseados en
la decisin tendra la ltima palabra ... siempre provisional por la
dinamicidad intrnseca a toda situacin social.
Pero llevando al lmite el conflicto axiolgico, qu ocurrira en e l
caso de incompatibilidad manifiesta? H abra que renunciar a la regla
del umbral crtico para un determinado valor? En realidad, eso sera una
posicin desacertada porque se deshara el propio sistema de valores,
por lo que no quedara otra alternativa que redefinir dicho sistema, es
decir, replantear el cuadro de valores implicados, bien aadiendo algunos ms o bien modificando sus relaciones internas, o incluso desistiendo del valor correspondiente en aras de la eficacia operativa exigida por el problema a resolver, pero, e n este ltimo caso, siendo consciente de la imperfeccin inherente a la solucin. O sea, de lo que se
tratara sera de asumir el riesgo tico que comportara tal actitud . Y
esto no es raro, pues el tema del riesgo es un campo temtico antiguo
en los asuntos ticos311 Se suele decir que no hay decisin tica, y an
menos tico-social, exenta de riesgo, y aqu encontramos un ejemplo
fidedigno. Lo que no es vlido es ignorar el riesgo y presentar la solucin posible como correcta, ya que siempre habr que admitir que
puede encontrarse algo ms eficaz, y esto es, no se olvide, el hilo con ductor de la perspectiva pragmtica.
38 Una exposicin del cerna que utiliza los resones clsicos puede encontrarse
en E. AGAZZI: El bien ... , o.e. Igualmente, aunque ya centra do en una perspectiva
especfica de CTS (Ciencia, Tecnologa y Sociedad), vase JA. LPEZ CEREZO y ].L.
LUJN: Ciencia y Poltica del riesgo, Madrid, Alianza Editorial, 2000.

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Un segundo problema es si de hecho habra que admitir, a fortiori,


algn valor especial o ms importante, o, si habra un grupo de valores ineludibles. En terminologa postmoderna se podra formular planteando si hay valores metapragmticos., o fundamentales en terminologa clsica. El asunto no es balad ni mucho me nos, po rque se ha de
pensar por ejemplo en el valor de la vida, en el derecho a la vida. Se
puede renunciar a este valor o a otros similares? Y si se acepta su
fundamentalidad, hasta qu punto se admitira su excepcionalidad sin
q uebrar el modelo reticular? Al respecto hay que puntualizar dos cosas. Primero, que el respeto a la vida puede tener excepciones legtimas, pues en todos los cdigos penales se reconoce la excepci n en
el caso de legtima defensa vital, y tambin en el caso de guerra para
el soldado obligado a llevarla a cabo. Sin embargo, y segundo, no cab e
duda que el caso del valor de la vida y otros valores de parecida re leva ncia merece una consideracin especial. Se tratara aqu de indagar
qu valores son condiciones de posibilidad de toda situacin tica, en
sentido positivo y negativo, y establecer entonces su posicin bsica
-pero no intangible como se aprecia en los ejemplos anteriores- de ntro de la retcula axiolgica. Y decimos Condiciones de posibilidad., porque sin ellas ya no se puede hablar de problema tico como tal, o sea,
ya no tenemos de nada que hablar, ni de pirmide ni de retcula ...
Por eso, el problema de indagar el status de este tipo de valores dentro de una tica pragmtica es una tarea abierta que debe ser acometida antes o despus. Se introducira subrepticiamente alguna forma de
pirmide tica con estos valores y hasta dnde sera sta aceptable sin
perjudicar la eficacia pragmtica de lo tico? Valdra decir, por ejemplo, que aunque esto fuera as, sera una pirmide formal -en cuanto
condiciones de posibilidad- , y no una pirmide de contenidos materiales en los valores mismos? Como puede apreciarse, aqu se abre un
campo de indagacin especialmente interesante, que por motivos obvios no podemos desarrollar ahora, pero qu e creemos no puede
ignorarse de ningn modo.
Finalmente, querramos plantear una cuestin ms concreta y muy
delicada para la actitud del hombre contemporneo ante la vida. Y es
la posibilidad de que ciertas exigencias de la solidaridad social pudieran en un futuro entrar en relativo conflicto con la libertad individual.
Y al igual que antes el asunto no es despreciable. Porque la libertad
individual se vivencia hoy como una conquista irrenunciable, hasta tal
punto que es en nuestros das en donde se ha desarrollado jurdicamente Ja defensa de la privacidad y el derecho a la intimidad como

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIR.\11DE Y RETCULA

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elementos inviolables del ciudad ano. Pero, de otra parte, si la sociedad


tecnolgica g lobal no est sino empezando su caminar histrico, acaso no cabra pensar en u n aumento de la relacionalidad social que
implicase la necesidad de una dosis de solidaridad social muy superior
q ue llegase a algn nivel conflictivo con la libertad del individuo? Qu
p roponer entonces y cul sera el grado de aceptabilidad pragmtica
social de una hipottica merma de las manifestaciones reconocidas de
la libertad individual? Y otro asunto delicado conectado inmediatamente: qu instancia social estara legitimada para imponer esa restriccin
y con qu medios? Bastara la autoridad legtima democrticame n te
constituida? Aqu se abre otro campo de indagacin para establecer los
perfiles y los lmites de la perspectiva pragmtica, la cual no podr por
menos que enfrentarse a este tipo de problemas.
Posiblemente, ante p roblemas del tipo reseado, no cabra otro
camino que complicar ms el modelo, del cual slo podemos presentar aqu un esbozo. Pero, obviamente, la actitud crtico-cientfica que
debe presidir toda reflexin de la ndole de la emp rendida exiga finalmen te no silenciar sus posibles puntos neurlgicos de inflexin, porque, de lo contrario, no slo se estara faltando a Ja tica de Ja investigacin -en una perspectiva doctrinaria- , sino que tambin se esta ra
falseando, antes o despus, el criterio de eficacia operativa, y eso s sera,
para esta contribucin, una contradictio in terminis realmente inmoral
desde una perspectiva pragmtica.

3. A

MODO DE CONCLUSIN

El objetivo de las ideas precedentes ha sido primordialmente p oner de manifiesto la necesidad de un replanteamiento del anlisis tico
a fin de afrontar las consecuencias del cambio social inducido por el
advenimiento de una sociedad tecnolgica con los rasgos descritos ms
arriba.
Tal vez el modelo de tica reticular p ueda resultar insatisfactorio
para muchos, e incluso p uedan pensar que, antes o despus, conducira a una desaparicin efectiva de la tica si se sigue d esarrollando
indefin idamente. La constatacin de q ue el entramado tico dejara de
reconocer una serie de valores fontales, que serviran de jueces ltimos
de los dilemas morales, para pasar a un sistema en forma de red donde la coord inacin sustituyera a la subordinacin piramidal clsica en-

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tre valores, podra ser interpretado como un signo de alarma extrema,


y su reconocimiento e indagacin en este estudio una contribucin

indirecta a la dispersin tica en la sociedad.


Sin embargo, nada creemos ms alejado no slo de la intencin
sino del posible sentido de las ideas aqu esbozadas. En realidad, lo
que se ha hecho es comenzar variando el orden tradicional de las fases de la metodologa tradicional heredada en el anlisis tico. Pero, y
esto es lo importante, se trata en el fondo de un ensayo metodolgico,
aunque sus resultados vayan ms all por la misma dinmica de las
ideas. Pues en vez de comenzar por el deber ser se ha comenzado
por el ser. Ante el clamor insistente sobre la crisis tico-social contempornea, hemos empezado por conocer en dnde estamos realmente,
qu es lo que hay, cules son los rasgos de la realidad social y cules
las aspiraciones del hombre actual en este momento histrico. En suma,
se ha comenzado por un intento de saber a qu atenernos. No se ha
partido de lo que debera ser sino de Jo que es. Ante Ja heterogeneidad social general que produce la multiculturalidad y la complejidad actual de las relaciones sociales, se ha sealado -razonablemente,
creemos- que los modos tradicionales de presentacin y de aceptabilidad
de los valores ticos difcilmente podran producir los fines apetecidos
a escala social. De ah que se haya explorado otra va diferente. Y el
resultado de la misma no ha sido precisamente ninguna justificacin
natural de Ja crisis tica que dejara las cosas como estn, sino ms
bien un camino para abordar su superacin a travs de unos instrumentos que quizs estaban desdeados por muchas ticas tradicionales. Si
las cosas estn como estn, a saber, si vivimos en una sociedad marcada por el criterio de eficacia operativa, si el hombre actual es
acusadamente individualista, etc., tratemos de jugar la partida tica con
esas mismas armas, a ver si es posible. Para el doctrinario tradicional
-dicho sin ningn sentido peyorativo sino nicamente descriptivo de
una forma clsica de encarar la problemtica moral- esto parecer imposible, pues precisamente muchos de los rasgos apuntados los considerar radicalmente inmorales e incompatibles con cualquier ensayo
tico. Pero para un pragmtico al menos valdr la pena intentarlo,
porque est libre -o ms libre- de ideas apriorsticas y sobre todo, a
causa de su actitud pragmtica, porque no tiene demasiado que perder
en ese intento.
La historia del pensamiento humano es rica en situaciones parecidas ... y las cosas siguieron adelante. Por ejemplo, recurdese la enor-

TICA Y SOCIEDAD TECNOLGICA: PIRMIDE Y RETCULA

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me crisis epistemolgica padecida por la ciencia con el reconocimiento del indeterminismo fsico y la subsiguiente caida del determinismo
clsico, y la polmica sobre Ja desaparicin de Ja causalidad. Muchos
auguraron el final de la fsica. Pero nada de eso ocurri. Lo que s
sobrevino fue un cambio de paradigma ontolgico y epistemolgico en
la comprensin cientfica del mundo fsico y una adaptacin correspondiente de la metodologa de investigacin. Cay el modelo de causalidad
determinista y se sustituy por otro ms matizado y rico, cay el
cientificismo cultural y se reconocieron lmites internos al conocimiento cientfico . Y todo ello se interpreta hoy como algo positivo para la
propia ciencia porque seal otros caminos tambin fecundos para el
desarrollo del conocimiento cientfico.
Si esto fue as nada menos que para la ciencia, o sea, para el buque
insignia de las creaciones histricas de la razn humana en la Modernidad, por qu no explorar un cambio de paradigma en la tica ante
Jos lmites constatados de los paradigmas tradicionales? Por qu no
aceptar los hechos corno tales y desde ellos remontar por otra va diversa que se presente ms adaptada a la realidad social misma? Y, sobre todo, si tal va no es excluyente, sino ms bien slo pide que los
valores ticos sean realmente operativos aunque sea destacando lo que
hasta ahora no haba sido tenido demasiado en cuenta por los modelos heredados pero que forman parte inherente de la vida humana, como
el inters, la conveniencia, la eficacia, etc., por qu no asumir el riesgo que todo cambio de paradigma incluye si el negocio entre manos
es tan importante, o sea, si la ganancia que se busca y pretende es tan
grande?
A lo mejor resulta que, por va pragmtica, la conexin entre tica
y fe licidad humana se hace ms palpable para todos. Y entonces, aca-

so no podra ser la tica pragmtica una ayuda misericorde para , la


tradicionalmente considerada, miserable condicin humana'

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