Roma Urbanismo
Roma Urbanismo
Roma Urbanismo
HISTORIOGRFICA
Presupuestos para el estudio del urbanismo
romano en Murcia
PRCTICA
Pero si la decisin de soluciones a adoptar exige el conocimiento ms
exhaustivo y profundo de los factores a considerar, es claro que el proble(2) L. Mumford, op. cit., p. 9.
(3) M.I. Finley, The Ancient City: From Fuste1 de Coulanges to Max Weber and Beyond*,
Comparative Studies in Society and History. An International Quarterly, 19, 1977, p. 308, donde
recuerda en nota y cita a M. Castells, eStructures sociales et processus d'urbanisation: analyse
comparative intersocitale,,, Annales (E.S.C.) XXV, 1970, 1155-1199, p. 1157: <<Ladiscusin de la
problemtica de la cultura urbana de hecho tiene que ver con el sistema cultural caracterstico de la
sociedad industrial, y, en la mayora de sus rasgos distintivos, de la sociedad industrial capitalista.
del territorio la experiencia pasada puede ser luminosa. No es casualidad que precisamente ahora cuando la civilizacin urbana domina el
horizonte sea precisamente cuando se ha descubierto y valorado la cultura clsica y el urbanismo antiguo@).
romana: privilegio y poder, Logroo 1989, o la que iremos viendo e n este libro. Toda esa bibliografa
tiene un punto de referencia obligado que es el concepto de civitas. Cfr. Kornemann, Civitas,RE
Supplementband 1, col. 300-317.
(18) Pausanias 10.4.1 rechaza la pretensin de una pequea agrupacin de casas en Grecia
Central de ser una ciudad, arguyendo que <<no
hay all edificios de gobierno, no hay teatro, no hay
gora, no hay acueductos que lleven agua a las fuentes y... el pueblo vive en agujeros como cuevas
de la montaa al borde de un precipicio ...D.
Ya Aristteles en su Politeia (1330-1334 y SS.) dice que una ciudad incluye cuatro condiciones:
Riqueza, defensa, aptitud para l a actividad poltica y belleza.
(19) Es difcil pensar que u n imperio respetara a las ciudades y las convertira en instrumento
de aculturacin si la categora de ciudad no le preexista con perfecta definicin. Desde Alejandro
Magno los monarcas helensticos iban fundando ciudades por doquiera que pasaban y tales ciudades
se regan por determinadas leyes y normas, al modo como haba sido el uso en las ciudades-estado
griegas, que eran el modelo por el que los fundadores se regan. Precisamente por esto M.I. Finley no
se ha colocado en la debida perspectiva al criticar a Fuste1 de Coulanges en La ciudad antigua.
(20) La cosa es muy clara a partir de la Edad Media, que hereda el concepto de ciudad antigua,
rediviva en las villas medievales y modernas. La desaparicin de una villa es una catstrofe
jurdica. La creacin de una villa, la concesin del ttulo de villa a un poblamiento ya existente es un
parto de los montes. Una villa que ya existe difcilmente dejar de existir. Son muchos los privilegios
y ayudas de subsistencia que se han ido adquiriendo e n la autoafirmacin jurdica.
Pero incluso en la Edad Antigua, las ciudades que ya existan como tales, a pesar del costo que
supona el mantenimiento, eran instrumento esencial de la organizacin romana. M.I. Finley,
art. cit. p. 325: Para entender el lugar de la ciudad como una institucin pivotal en el mundo
grecorromano y e n s u desarrollo hay que partir de dos hechos. Primero, el mundo grecorromano
estuvo ms urbanizado que cualquier otra sociedad antes de la era actual. Segundo, la ciudadestado, la unidad estrechamente formada entre ciudad y campo, sigui siendo el mdulo bsico
despus de que el componente estatal de la ciudad-estado hubiera perdido su estricto sentido
originario,,. Una exposicin sencilla pero sumamente clara de toda la problemtica puede verse en
P. GRIMAL, Las ciudades romanas, Barcelona 1991.
(30) A. de Morales, cordobs (1513-1591),Las antigedades de las ciudades de Espaa que van
nombradas en la coronica, con la averiguacin de sus sitios y nombres antiguos, Alcal 1575; Id.,
Relaciones del viaje que Ambrosio de Morales chronista de su Mjestad hizo por su mandato el ao de
MDWCYII en Galicia y Asturias, publicadas por E. Flrez, Madrid 1792.
(31) Herculano, Historia de Portugal, 3. ed. 1853. Sobre su influencia en la historiografa
posterior vase C1. Snchez-Albornoz, Ruina y extincin del municipio romano en Espaa e instituciones que le reemplazaron, cap. 1, Estado actual del municipio hispanogodo, en Estudios visigodos,
Roma 1971, pp. 11-15.
(32) La personalidad y la obra de E. Hbner ha de ser todava ponderada en el influjo que
ejerci en la reconstruccin de toda la historia antigua de Hispania. No solamente llev a feliz
trmino la recogida y publicacin de las INSCRIPTIONES HISPANIAE LATINAE, C.I.L. 11, realizada en Berlin en 1869 (fascculos 1, 2 y 3) y del INSCRIPTIONVM HISPANIAE LATINARUM
SVPLEMENTVM, Berlin 1892; y la publicacin de las INSCRIPTIONES HISPANIAE CHRISTIANAE, BERLIN 1871, as como la de su correspondiente INSCRIPTIONVM HISPANIAE CHRISTIANARVM SVPLEMENTVM, Berlin 1890, sino que fue el autor de la mayor parte de los epgrafes de
la Real Encyclopadie que se referan a la Hispania republicana y altoimperial a lo largo de la
primera serie de volmenes, as como de otros importantes trabajos como p. e. Tarraco und seine
Denkmaler~,Hermes 1, 1866, 77-127; cDie Balearen, Deutsche Rundschau XIV,1888, Heft 6, 362377; varios trabajos sobre Citana (Cfr. Hermes XV,1880,49-91 y 597-604;Archaeologische Zeitung
XiX,1861,185 SS.);Romische Bergwerksvenvaltung, Deutsche Rundschau 111, 1877, Heft 11, 196213; Die Heilquelle von Umeri,>,Archaeologische Zeitung, N.F., VI,1874,115 SS., con lmina 11;
Todos ellos trabajos que ms tarde recoge en su obra Romische Herrschaft in Europa, Berlin 1890.
prestados, ya que la hayan impuesto para suprimir veleidades de independencia entre los que ellos haban vencido. Toda la investigacin de la ciuitas
sine sufiagio muestra tales conclusiones y el descubrimiento de una tabula
hospitalitatis en Herrera del Pisuerga as lo atestigua(38).
Estas adaptaciones de la ciudadana romana a las circunstancias poltic a ~ no
( ~tienen
~ ) para nuestro propsito otro inters que conmarnos en el
carcter mvil y en el contenido relativo de esta institucin. Y ocurrir igual
cuando Italia entera reciba la ciudadana romana por las leyes Iulia (ao 90)
y Plautia-Papiria (ao 89). La tercera definicin que Festo da del municipi~rn(~O)
da cuenta de esta situacin nueva. Tal situacin plante a los
contemporneos de Cicern problemas nuevos. Uno de ellos fiie el de la
inscripcin de los nuevos ciudadanos(41)
en las tribus. Otro el de la doble
ciudadana(42)
que sin duda subsisti incluso despus de Cara~alla'~~).
(38) Publicado por A. Garca y Belllido, e n B.R.A.H., 159, 1966, 166 SS., el documento de
Herrera de Pisuerga, datado e n el ao 14 d.C., es el primer texto e n el que se define e n la antigedad
grecorromana lo que nosotros denominaramos %ciudadanahonorfica*, que consiste e n el derecho
de ejercer e n el territorio de la ciudad que la concede, los mismos derechos que tienen sus ciudadanos. No implica una mutatio civitatis inmediata, ni dobla ninguna otra ciudadana; puede sustituirla,
es algo potencial. Y puede ser acumulada con u n nmero indefinido de otras ciudadanas honorarias.
(39) Roma no cre ciuitates sine suffragio tras del comienzo del siglo 111. A partir de ese
momento desarroll no ya la federacin de ciudades, sino el sistema municipal. Los municipios
gozan de autonoma interna tanto si han surgido de civitates sine sufiagio como si provienen de
civitates foederatae.
(40) Festo 155L: ...cum id genus hominum definitur qui ad civitatem Romanam ita venerunt
uti municipia essent sua cuiusque civitatis et coloniae ut Tiburtes, Praenestini, Pisani, Urbinates,
Nolani, Bononienses, Placentini, Nepesini, Sutrini, Lucrenses. Todas estas ciudades haban sido
antes civitates sine sufiagio o bien civitates foederatae y ahora son lisa y llanamente municipios.
(41) Y e n concomitancia con ese problema, el de la autonoma de los socii qui fundi functi sunt
es decir de los municipia fundana. H. Braunert ha mostrado que e n el fondo era eso lo que Cicern
discuta en el Pro Bulbo, fijando u n dominio reservado a la maiestas Populi Romani ( H . Braunert,
~Verfassungsnorm
und Verfgassungswirklichkeiti m spatrepublikanischen Rom, Der altsprachlische Unterricht 9, 1966, 53 ss.
(42) La discusin del tema puede verse e n F. de Visscher, *La dualit des droits de cit et la
mutatio civitatis,Bulletin de la classe des Lettres de I'Acadmie Royale de Belgique, (Bruxelles) XL,
1954,49-67;Id., Actas del Congreso sobre Madvig celebrado e n Copenhague, 1954; Id., L'expansion
du droit de cit romaine et la diffusion du doit romain, Bulletin de la Classe de Lettres de
I'Academie Royale de Belgique, XLI, 1955, 29-46; Id., La constitution antonine (212 ap. J.C.) et la
persistence des droits locauxr, Cahiers d'Histoire Mondiale, Paris, 11, 1954-55, 788-811; Id., "La
dualit des droits de cit et la mutatio civitatis, Studi i n onore di P. De Francisci, Milano 1956,
I,37-62; E. Schonbauer, ~Personalitatsprinzipund Privatrechtsordnung i m Romerrreiche~,Anzeiger
der OesterreichischenAkademie der Wissenschaften in Wien, Phi1os.-Hist. Klasse 97, 1960,182-210;D.
Norr, ~Origo.Studien zur Orts-, Stadt- und Reichtszugehorigkeit i n der Antikea, Revue d'Histoire de
Droit. Tijdschrift voor Rechtsgeschie&nis, Groningen, XXXI, 1963,525-600,especialmente pp. 556 S S .
(43) La cosa parece demostrada tras la publicacin de una inscripcin de Aphrodisias
(K. T . Ewim - J. Reynolds, JRS 59, 1969, 56-58) que demuestra que los derechos locales seguan
vivos y presentes si bien dentro de la ciudadana romana.
pero que tuvieron poco eco en los investigadores locales, en parte porque
no llegaron a conocerse aqu.
Mencin especial merece aqu la figura de D. A. Beltrn Martnez,
quien no slo se ocup repetidamente de temas como el plano de Cartagena(68),
sino que, al estudiar la epigrafa y la numismtica tuvo que tratar
una y otra vez de temas relacionados con el urbanismo(69).
Incidentalmente han colaborado en estudios sobre el urbanismo de la
tierra maestros venidos de todas las latitudes, cuyos trabajos tendremos
muy en cuenta(70).
En conexin con la especializacin de los estudios histricos y arqueolgicos en la Universidad de Murcia renovacin de la que fueron alma y
motor primero C. de Mergelina, luego G. Nieto Gallo y ms tarde A. Muoz
Arnilibia se ha comenzado a tratar del tema con mayor atencin y prof~ndidad(~l).
De esta ltima etapa queremos recordar los nombres de
A. Yelo Templado(72),
el equipo de excavadores de Cartagena, al que presta su colaboracin la Universidad de Murcia, ahora en la persona del Dr.
S. Ramallo asen si^'^^), junto con otro importante grupo de investigadores, que desde la investigacin arqueolgica en distintos puntos de la
regin, viene aportando abundante informacin a integrar en la imagen
(68) A. Beltrn Martnez, Topografade Carthago Nova,AEspA, 1948, 191 SS.; Id., El Plano
Arqueolgico de Cartagenaw, AEspA, 25, 1952,47-62.
(69) A. Beltrn Martnez, Las inscripciones latinas honorarias de Cartagena*, RABM 55, 3,
1949; .La inscripciones funerarias de Cartagena*,AEspA 81, 1950 (Una completa bibliografa puede
verse e n el libro que le dedic la Universidad de Zaragoza: Estudios en Homenaje al Dr. Antonio
Beltrn Martnez, Zaragoza 1986.
(70) A. Garca y Bellido, acartagena e n la Antigedad*, Investigacin y Progreso XIV, 1942,
293-302; J.M. Blzquez Martnez, &tadtebau und Religion i n Neukarthago (Hispanien),Romische
Geschichte, Altertumskunde und Epigraphik. Festschrift fr Artur Betz zur vollendung seines 80.
Lebensjahres, Viena 1985, 75-105; M. Koch, .M. Agrippa und Neukarthago*, Chiron 9, 1979, 205,
Mitteilungen 17,
214 y lminas 5-8; Id. Neue romische Inschriften aus Karthago M o v a ~Maddrider
1976, 285 ss. y 19, 1978, 251 SS.; Id., .Acerca de la edicin nueva de la epigrafa romana de
Cartagena*, XV CAN (Lugo) 1977, Zaragoza 1979, 1065 SS.; Id. en el Congreso de Epigrafa de
Konstanz; Id., dsis und Serapis i n Carthago Nova, MM 23, 1982, 347-352 y lminas 56 y 57; Id.
d e t e s , Mercurius und das Phonikisch-punische Pantheon i n Neukarthago,MM 23,1982,101-113;
Id. Die Turullii und Neukarthago,,, Navicula Tubingensis. Studia in honorem Antonii Tovar (ed.
F.J. Oroz Arizcuren, A. Coseriu y C. de Simone), Tbingen 1985, pp. 233-246; Id. Las 'grandes
familias' en la epigrafa de Carthago Nova, I Congreso Peninsular de Historia Antigua (ed. G.
Pereira Menaut), vol. 11, Santiago de Compostela, 1988, 403-407; J. Mangas con su trabajo sobre
Juba e n Cartagena, e n el I Congreso sobre el Estrecho de Gibraltar celebrado e n Ceuta.
(71) Con el comienzo de esta poca hay que relacionar la tesis doctoral de C. Belda Navarro, El
proceso de romanizacin de la provincia de Murcia, Murcia 1975.
(72) A. Yelo Templado, sobre Begastri, Ilorci, Ello, ver Antigedad y Cristianismo XII, 1995.
(73) S. Ramallo Asensio, Cartagena. El testimonio arqueolgico. Murcia 1989, que es el primer
volumen de una serie sobre CARTHAGO NOVA que publica la Universidad de Murcia.
(74) Begastri. Imagen y problemas de su historia, Antig.crist. 1,1984 y 2"ed, 1994, e n la que se
recoge la bibliografa que ya existe sobre la ciudad que fue primero municipio romano y luego sede
episcopal.
(75) La Cueva Negra de Fortuna (Murcia) y sus TZTVLZ PZCTZ. Un santuario de poca romana,
Antig.crist. IV, 1987.
(76) A. Gonzlez Blanco (Ed.),Vas romanas de S E , Murcia 1988; (A. Gonzlez Blanco (coordinador), Los caminos de la Regin de Murcia, Murcia 1989.
(77) A. Gonzlez Blanco et alii, La industria del aceite e n la actual regin de Murcia durante
la poca romana (Primera aproximacin al tema),Produccin y comercio del aceite en la Antigedad. Actas del ZZ Congreso Internacional sobre el Aceite, Sevilla 24-28 de febrero de 1982, Madrid,
Universidad Complutense 1983 (Depsito legal 1984), pp. 601-610; *Pressoirs a huile d'poque
romaine dans la Pninsule Ibriquen, e n La production d u vin et de l'huile en Mditerrane, Bulletin
de Correspondance Hellnique. Supplement XXVI, Paris, 1993, 397-411; y dentro de este mismo
campo la tesis doctoral de D. Manuel Amante Snchez, Aspectos econmicos del S E hispano:
Mazarrn y su puerto, leda el 20 de junio de 1994.
(78) La revista Antigedad y Cristianismo, que comenz a aparecer e n 1984, lleva publicados
doce ttulos, ha conseguido servir de instrumento para que cuantos investigadores tienen al- que
decir sobre la Antigedad Tarda murciana puedan hacerlo con audiencia y a la vez ha servido a
todos estos investigadores para contar con una atalaya para contar con una mayor informacin y
sensibilidad de cara a los problemas de este mismo perodo. Al cabo de estos doce nmeros se puede
decir, sin vacilacin, que contamos con una imagen satisfactoria de la geografa humana de Murcia
e n los ltimos siglos del Imperio Romano.