Libre Competencia y Monopolio - Domingo Valdés
Libre Competencia y Monopolio - Domingo Valdés
Libre Competencia y Monopolio - Domingo Valdés
INTRODUCCIN
El derecho de la libre competencia carece en Chile de una larga tradicin, puesto que si bien la primera legislacin antimonoplica data
de 1959, aqul slo cobr aplicacin general y eficacia prctica a partir de la promulgacin del Decreto Ley 211 en 1973.
A pesar de esa breve historia en la vida jurdica, circunstancia que
podra haber conspirado contra una operatoria fluida y certera del
Decreto Ley 211 y, por consiguiente, de nuestro sistema tutelar de la
libre competencia, ha sido la jurisprudencia judicial y administrativa
de los organismos antimonoplicos la que ha asumido una fundamental tarea al elaborar y perfilar las principales nociones y principios que
rigen nuestro derecho de la libre competencia. Esa elaboracin ha permitido que nuestro derecho de la libre competencia sea, por regla general, caracterizado como razonable, respetuoso de los derechos innatos
y adquiridos y, lo que resulta esencial para un verdadero Estado de Derecho, como concordante con los requerimientos de la Justicia.
A quienes integraron las antiguas Comisiones Resolutiva y Preventivas, as como a quienes sirvieron en la Fiscala Nacional Econmica
en aquella etapa formativa de nuestro derecho de la libre competencia, debemos una parte significativa de la evolucin institucional de
esta disciplina y, por ello, procede tributarles, al inicio de esta obra,
un merecido reconocimiento por su abnegada y valiosa labor.
Fue en esa ardua tarea de poner en movimiento un sistema tutelar de la libre competencia al amparo de una ley cuya parquedad substantiva resultaba intimidante, que se acuaron importantes nociones
y principios que todava utilizamos y que resultan cruciales para una
adecuada comprensin del Derecho antimonoplico. Una de las nociones medulares que desarroll la mencionada jurisprudencia judicial y administrativa fue el concepto de monopolio en su acepcin
jurdica, el que, paradjicamente, no exhiba correspondencia con los
conceptos desarrollados por la Economa. El desconocimiento de una
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to de ciertas conductas mercantiles reidas con aquel bien jurdico tutelado. Slo as podr cada una de las personas integrantes de la nacin sustraerse de la arbitrariedad y protegerse de intereses espurios,
sean stos de origen estatal o privado, bajo los cuales podran sucumbir las autoridades antimonoplicas al no existir un norte claro para
su actuar ni un deber jurdico preciso que cumplir.
El proyecto de reforma del Decreto Ley 211, en su versin originaria, intent definir el bien jurdico libre competencia mediante otros
tres bienes, que tenan la aptitud de entrar en colisin entre s. Con
aquella frmula se habra introducido una gravsima confusin en el
sistema tutelar de la libre competencia y se habra generado espacio
para toda suerte de arbitrariedades por parte de las autoridades pblicas encargadas de poner en marcha una ley tutelar no ya de la libre competencia se habra sido un rtulo vaco de contenido, sino
que de tres bienes tremendamente difusos y, bajo ciertas hiptesis, excluyentes entre s. Afortunadamente, el Senado rechaz tal formulacin de una pluralidad de bienes jurdicos entrelazados en difciles
relaciones de medios a fines, retornndose al antiguo sistema: un solo
bien jurdico protegido que se llama libre competencia, formulado con
jerarqua legal y cuyo contenido ha fluido, por regla general, razonablemente claro de la jurisprudencia emitida por el Tribunal Antimonoplico. Esta interesante discusin ser tratada en la Seccin III de
nuestro libro, segn pasamos a explicar.
La Seccin III de este libro, titulada Libre competencia e injusto
de monopolio, se ocupa en su primer captulo de ciertos conceptos
afines a la libre competencia, los cuales resulta preciso distinguir y contraponer adecuadamente a este bien jurdico tutelado. A continuacin,
en el captulo segundo se da cuenta del mencionado debate legislativo, en el cual prevaleci la visin de que era necesario que hubiese
un solo bien jurdico tutelado antes que una pluralidad de los mismos, que pueden entrar en colisin unos con otros, y se impuso la
prudencia jurdica al exigirse la formulacin especfica de dicho bien
jurdico en un texto de jerarqua legislativa. A tal efecto, contraponemos las diversas proposiciones efectuadas en la materia con la formulacin del bien jurdico protegido que actualmente presenta el Decreto
Ley 211.
Luego tratamos cada una de las grandes concepciones, tanto jurdicas como econmicas, que se han formulado acerca de qu es realmente la libre competencia. Comenzaremos por las principales visiones
jurdicas, esto es, la autonoma privada, el derecho a desarrollar cualquier actividad econmica, la justicia distributiva y la igualdad de oportunidades, la proteccin de ciertas categoras de competidores, la
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les, y sistema de control. Proseguimos con la denominada potestad requisitoria, esto es, aquella potestad pblica mediante la cual el Tribunal Antimonoplico puede solicitar a una autoridad pblica la
dictacin, modificacin o derogacin de una norma legal o reglamentaria que preserve o vulnere la libre competencia, segn corresponda. Nos ocupamos de la naturaleza, objetivo y procedimiento de esta
potestad requisitoria.
El segundo captulo de esta seccin versa sobre las potestades pblicas de la Fiscala Nacional Econmica, en el cual tratamos la naturaleza, finalidad e independencia relativa de este ente administrativo,
para a continuacin proceder a una catalogacin de las atribuciones
de esta autoridad pblica.
En Anexo se acompaa un informe en derecho de nuestra autora, titulado Recomendacin de un competidor en desmedro de otro.
Estimamos que este informe resulta ilustrativo de la variedad y versatilidad que pueden adoptar las diversas prcticas monoplicas en el
mbito mercantil.
Luego viene la Bibliografa empleada en esta obra, distinguindose en captulos los autores citados, los cuerpos normativos nacionales
y forneos citados, as como proyectos de ley y actas legislativas, y finalmente la jurisprudencia, judicial y administrativa, nacional y extranjera, que hemos utilizado.
***
Es importante advertir que la presente investigacin ha prescindido
de realizar un anlisis econmico del monopolio y la libre competencia temas sobre los cuales existen muy interesantes y recientes publicaciones efectuadas principalmente por la Escuela de Chicago, sino
antes bien se ha pretendido desarrollar un anlisis jurdico de este importante contenido del orden pblico econmico, segn se ha explicado. El Derecho no est vaco de contenido y carente de conexin
con la realidad recurdese la nunca demostrada afirmacin de Hume,
segn la cual del ser no puede inferirse el deber ser, sino que tiene
por objeto la justicia. Aqu hallamos otro desafo, puesto que la propia nocin de justicia hoy carece de significacin ante muchos sistemas filosficos todava de moda; por ello aspiramos a emplear la
formulacin perenne de la misma: la que prim entre los grandes
maestros griegos y luego entre los juristas romanos. As, consideramos
que el Derecho Antimonoplico ha de realizar la justicia en la libre
competencia por y en los mercados.
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plementacin entre ambas disciplinas y no la gradual y peligrosa sustitucin que est teniendo lugar en un mbito tan interdisciplinario
como lo es el de la libre competencia. A pesar de lo anterior, confiamos en que las sentencias y resoluciones que emita el recientemente
instalado Tribunal de Defensa de la Libre Competencia fundamenten
con igual celo y rigor tanto los aspectos econmicos como los jurdicos de cada una de sus decisiones, sin menoscabo de las garantas que
corresponden a los competidores.
En tercer lugar, la antes mencionada parte general debe ocuparse de temas tan trascendentales como el bien jurdico tutelado y la comunicabilidad al injusto monoplico de las garantas desarrolladas en
el mbito penal. Esta misin es singularmente grave en el campo de
la libre competencia, toda vez que sta se desenvuelve en un estadio
de positivizacin legal todava incipiente en nuestra opinin ste es
ms precario de lo debido y por ello se ha entregado al Tribunal Antimonoplico un cmulo de atribuciones y decisiones que, en los hechos, excede con mucho la tarea que ordinariamente realiza un
tribunal en el sistema jurdico continental. La explicacin de tan especiales potestades pblicas radica en que nuestro Decreto Ley 211 es
parco en sus normas substantivas y en que aqul ha sido construido
bajo un fuerte influjo anglosajn, donde todava campea el Stare Decisis imponiendo la obligatoriedad de los precedentes judiciales. De all
el riesgo de que, en ausencia de una parte general, se genere una casustica jurisprudencial informe, refractaria a toda clasificacin tipolgica y privada de conexin con la Justicia, los principios generales
del Derecho y las consiguientes garantas substantivas y adjetivas. Es
por esta razn que hemos resuelto incorporar a esta parte general las
potestades pblicas del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia
y de la Fiscala Nacional Econmica, puesto que ambos organismos
antimonoplicos son extraordinariamente poderosos en sus respectivos mbitos de actuacin y ostentan atribuciones inusuales. As,
observamos que el Tribunal Antimonoplico concentra potestades jurisdiccionales, administrativas y contraloras de la juridicidad antimonoplica, observndose entre las administrativas una de alcance
general que hace equiparable a ese tribunal a un ente pblico autnomo de rango legal como lo son las superintendencias. De all que no
sorprende que, incluso despus de la promulgacin de la Ley 19.911,
el propio Tribunal de Defensa de la Libre Competencia haya incurrido ocasionalmente en errores con motivo de la calificacin de algunas de sus propias fuentes normativas.
***
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2. L AS DEFINICIONES DE MONOPOLIO
29
El primero en emplear la voz monopolio y tambin oligopolio en la lengua inglesa fue Santo Toms Moro, en su famosa obra Utopa (1516), al afirmar: La
venta de las lanas, aunque no est monopolizada, es decir, concentrada en manos de
uno solo, est por lo menos oligopolizada, acaparada por un pequeo grupo de personas..., pp. 86-87, Editorial Apolo, Barcelona, Espaa, 1937. Cabe recordar que Moro
fue un gran humanista y extraordinario conocedor del griego y del latn.
2
MERCADO, Toms de, Suma de tratos y contratos (1571), p. 177, Editorial Nacional,
Madrid, 1975.
Asimismo, CARRANZA, Bartolom, Tratado sobre la virtud de la justicia (1540), pp. 246
y 456, Ediciones Eunsa, Pamplona, 2003. Obsrvese que Carranza escribi su obra en
latn y no obstante ello prefiri emplear en el original el trmino monipodio antes
que el de monopolium. Lo anterior se debe a que probablemente Carranza era consciente de que monopolium y monipodio no eran sinnimos y que este ltimo vocablo en su acepcin especfica careca de correlato en latn.
30
Nadie podra dudar de que la etimologa explicada arranca del trmino griego antes transcrito y que las partculas que lo componen son
3
ARISTTELES, La Poltica, Libro I, 1258 b, p. 77, Editorial Gredos, Madrid, 2 reimpresin, 1999.
31
32
A RISTTELES, La Poltica, Libro I, 1258 b, p. 78, Editorial Gredos, Madrid, 2 reimpresin, 1999.
8
A QUINO, Santo Toms de / A LVERNIA , Pedro de, Comentario a La Poltica de Aristteles, N 98, p. 94, Editorial Eunsa, Pamplona, 2001.
33
racin de venta, sino ms precisamente al bien comercializado, puesto que si el bien carece de tal singularidad o carcter nico, cualquiera puede ofertarlo, desapareciendo as la cualidad de monoplica de
la mencionada venta.
Planteado de otro modo, con el objeto de construir una definicin
nominal de monopolio, estimamos que la etimologa no debe ser analizada a secas, sino contextuada con el o los escritos ms antiguos sobre
el tema y sometida, en cuanto sea posible, al anlisis sinonmico.
Si la definicin nominal de monopolio se agotara en la literalidad
de la etimologa (mon-polion, en griego), leda como un nico vendedor, habra que concluir que bastara el empleo de cualquier forma contractual diversa a la compraventa para que no pudisemos
calificar de monopolio una situacin que con propiedad lo es. En efecto, sera forzoso concluir que el texto ms antiguo conocido que da
cuenta del trmino monopolio el mentado pasaje de Aristteles incurrira en un uso indebido del mismo, en circunstancias que la sinonimia antes explicada muestra que la compraventa es el acto por
excelencia del comercio hasta el punto de que, a travs de la historia,
se suele definir el comercio por la compraventa. En conclusin, creemos que no cabe sino pensar que, puesta la referida etimologa en contexto y sometida al ejercicio sinonmico sealado, la definicin nominal
de monopolio debe formularse ms que como un solo vendedor, como
un solo comerciante. Sobre los eventuales reparos que pueden surgir a esta nueva lectura de la definicin nominal de la voz monopolio, conviene advertir que la expresin comerciante la empleamos
en un sentido econmico y, por tanto, ajeno a las calificaciones y exigencias que suele introducirle el Derecho mercantil.
De lo expuesto se concluye que en la definicin propuesta, comerciante es quien practica el comercio en el sentido lato indicado esto
es, las actividades lucrativas y, por tanto, no corresponde necesariamente al comerciante que aparece definido en los Cdigos de Comercio.9 El comerciante del Cdigo de Comercio suele obedecer a una
nocin constreida por requisitos de habitualidad y capacidad jurdica, aunque a partir de la Revolucin Francesa dicha concepcin tiende a ser reconducida a las caractersticas objetivas de los actos de
comercio que realiza.
Es por lo anterior que algunos autores, principalmente economistas, prefieren componer la definicin nominal de monopolio con un
solo oferente, a fin de sortear el largo camino de precisiones que hemos debido emprender. Esta solucin plantea el reparo de que la voz
34
Un ejemplo de aplicacin de esta acepcin analgica lo encontramos en la Constitucin Poltica de la Repblica, cuyo cap. III, art. 19 N 15, inciso 5, prescribe: Los
partidos polticos no podrn intervenir en actividades ajenas a las que les son propias
ni tener privilegio alguno o monopolio de la participacin ciudadana....
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de definicin real explica el ser de una cosa por sus aspectos accidentales o fenomnicos, v. gr., propiedades, causas, efectos, relaciones; en tanto que la segunda clase de definicin es la definicin
propiamente dicha, la que da a conocer la naturaleza del objeto definido acudiendo a su esencia, es decir, a aquello por lo que una cosa
es lo que es.11
A continuacin trataremos las diversas definiciones reales de monopolio que ha construido la Economa.
La Economa, y particularmente aquella rea de la microeconoma denominada Organizacin Industrial, ha trabajado y desarrollado la nocin de monopolio y las correlativas prcticas monopolsticas.
Semejante tarea no ha sido fcil y ha dado lugar a multiplicidad de
acepciones de la voz monopolio que intentaremos sintetizar en el presente captulo.
Por otra parte, el monopolio ha devenido en una suerte de comodn explicativo para todas aquellas prcticas de negocios que resultan incomprensibles para los economistas, lo que en opinin de R.
H. Coase no ha contribuido ciertamente al desarrollo de la organizacin industrial, atendido el grado de desconocimiento de la estructura de mercado monoplica.12
Nuestro estudio del monopolio ante la Economa exige atender a
la nocin ms bsica desarrollada por esta disciplina que denominaremos monopolio puro, la cual pareciera, por una parte, apoyarse
en la definicin nominal tratada en el captulo precedente y, por otra,
descansar en una definicin real del tipo descriptivo. A continuacin
de ello, trataremos el denominado monopolio parcial, que puede ser
considerado un concepto ms operativo y til que el de monopolio
puro, para luego tratar otras nociones ms imprecisas y de menor uso
en la Economa.
Una adecuada comprensin del monopolio puro exige comenzar
por el anlisis de su contrario: el paradigma de la competencia perfecta, para luego dedicarnos al monopolio puro y al monopolio parcial.
11
AQUINO, Santo Toms de, El ente y la esencia, en De los principios de la Naturaleza, p. 56, Editorial Sarpe, Madrid, 1983. Si bien el trmino naturaleza ha devenido
equvoco en el mundo moderno, puede verse para una mayor claridad de las diversas
acepciones, HERVADA, Javier, Historia de la Ciencia del Derecho Natural, pp. 26 y ss., Ediciones Universidad de Navarra, S.A., Pamplona, 1991.
12
COASE, R. H., The firm, the market and the law, p. 67, The University of Chicago
Press, Chicago and London, 1990.
36
13
MACHLUP, Fritz, The political economy of monopoly. Business, labor and government
policies, pp. 12 y ss., Baltimore, The Johns Hopkins Press, USA, 1952.
37
14
38
Entre los diversos factores que inciden en la elasticidad de la demanda, cabe recordar: i) a mayor disponibilidad y calidad de bienes
sustitutos, mayor elasticidad; ii) a mayor multiplicidad de usos o aplicaciones de un bien, mayor ser la elasticidad de su demanda; iii) mientras ms indispensable o esencial sea un bien para el consumidor, su
demanda tender a ser ms inelstica, y iv) la elasticidad del precio tiende a ser mayor en el largo plazo que en el corto plazo, puesto que los
consumidores disponen de mayor tiempo para adaptarse al cambio.
En sntesis, si la demanda es muy elstica, un incremento en los
precios puede conducir a una reduccin total en las utilidades, antes
que a un incremento de las mismas. Luego, la nocin de competencia pura se identifica con una demanda mximamente elstica.
2.2.1.3. Competencia perfecta
Esta nocin exige libertad para que cualquiera pueda mover ilimitadas cantidades de recursos productivos a cualquier mercado que le
parezca atractivo y no existan obstculos artificiales elaborados por
el hombre al desplazamiento y empleo de los mismos. Esta situacin
de perfecto acceso a cualquier mercado o actividad econmica, si bien
escasa en la realidad, su ausencia en un grado significativo es considerada caracterstica del monopolio. La competencia perfecta no implica que necesariamente todas y cada una de las unidades productivas
tengan la aptitud de movilizarse al menor estmulo. Se considera suficiente si una pequea fraccin de los factores productivos en uso exhiben tal movilidad.
2.2.2. MONOPOLIO PURO
De lo expuesto resulta que el monopolio puro es un contrario del mercado perfecto, de la competencia pura y de la competencia perfecta,
en los trminos en que estas categoras han sido conceptualizadas por
Machlup.
El modelo del monopolio puro al cual destinaremos el captulo
siguiente se caracteriza por la ausencia de pluralidad de oferentes o
demandantes, segn fuere el caso, por lo cual no hay atomicidad en
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la oferta o en la demanda. Al faltar la atomicidad, el completo conocimiento de las ofertas se torna irrelevante, puesto que slo existe la
oferta del monopolista puro. Si se trata de un monopolio puro de carcter bilateral, slo existir conocimiento de la oferta ejercitada por
el monopolista oferente y conocimiento de la demanda ejercitada por
el monopolista demandante (monopsonista en el lenguaje de Joan
Robinson).
Retornando al ejemplo del monopolista puro de la oferta, al faltar la atomicidad de la oferta los demandantes no podrn adquirir ms
que del monopolista, en los precios, cantidades y condiciones que ste
imponga a aqullos, supuesto que disponga de poder de mercado. Estimamos que, en este escenario, el monopolista puro puede ofertar
un solo bien homogneo o bienes heterogneos, segn decida manipular la calidad o las condiciones contractuales de los bienes ofertados; en todos los casos, tales bienes carecen de sustitutos aceptables.
Naturalmente que la heterogeneidad de los bienes ofertados tendr
lmites, puesto que si el monopolista puro se aleja demasiado del bien
original que define el mercado relevante en el cual aqul despliega
su poder monoplico, podr hallarse en otro mercado en el cual carezca de la calidad de monopolista puro. A modo de ejemplo, si, por
esta va, alcanza un mercado donde existen bienes sustitutos aceptables, podra el monopolista perder su calidad de tal en el mismo. En
consecuencia, la heterogeneidad de los bienes que produzca el monopolista, muy probablemente reflejada en una gradual baja de calidad de los mismos, tendr limitaciones como la indicada.
En lo que concierne a la competencia pura, el monopolio puro
tiene control sobre el precio, la cantidad, la calidad u otra variable
relevante en relacin con el respectivo bien. En otras palabras, la demanda es inelstica como consecuencia de la ausencia de bienes sustitutos, unicidad o mnimo uso o aplicacin de un bien.
Finalmente, en lo que toca a la nocin de competencia perfecta,
el monopolio puro se caracteriza por proteger el nicho monoplico y
para estos efectos disear estrategias que dificulten o impidan el acceso al mercado monopolizado y, por tanto, evitar el desplazamiento
de recursos productivos al mismo. Los medios mediante los cuales el
monopolista intentar establecer barreras a la entrada son innumerables; podr valerse desde precios predatorios hasta barreras a la entrada colocadas por la autoridad pblica bajo la instigacin de grupos
de presin al servicio del monopolista puro, que ya se ha posicionado
al interior del mercado relevante y aspira a evitar una saturacin del
mismo con la consiguiente merma en sus utilidades supracompetitivas. De esto resulta que el monopolista puro probablemente destinar una parte de su renta monoplica a protegerse del ingreso de
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competidores al mercado relevante y as consolidar su situacin de monopolista dotado de poder monoplico. Este gasto en proteccin del
nicho monoplico ciertamente no beneficiar a la sociedad civil ni en
el orden econmico, en cuanto a la mayor disponibilidad de bienes y
servicios; ni en el orden jurdico, en cuanto a la salvaguardia de la libre competencia.
2.2.2.1. Concepto de monopolio puro
La definicin bsica de monopolio que emplea la Economa es aquella que describe lo que se conoce como monopolio puro. ste es caracterizado como una estructura de mercado en la cual existe un solo
vendedor de una mercanca o servicio.15 Como es fcil apreciar, la
definicin transcrita se ha articulado sobre la base de la nocin nominal de monopolio antes analizada. Estimamos que las consideraciones
efectuadas en el captulo precedente sobre la conveniencia de reemplazar la voz vendedor por la de comerciante en un sentido lato,
resultan plenamente aplicables a la definicin de monopolio puro citada. La sustitucin de las nociones de venta y vendedor por las de
comercializacin (sentido lato) y comerciante (acepcin econmica),
respectivamente, permite evitar la acuacin de vocablos superfluos.
Un ejemplo de esto ltimo ha sido la denominacin dada a una estructura de mercado en la cual existe un solo demandante de un bien,
que haba sido histricamente calificada como el monopolio de un
comprador o monopolio de demanda (monopoly of demand o
nachfragemonopol), hasta que una notable economista elabor el
trmino monopsonio.16
En nuestro concepto, monopsonio es un trmino que debera quedar subsumido en el de monopolio, atendido que aqul resulta incluido en la nocin de una estructura de mercado en la cual existe un
solo comerciante sentido lato de una mercanca o servicio. En efecto, el monopsonista puro tiene poder monopsnico en la demanda
15
SHIN, Jae K. & SIEGEL, Joel G., Dictionary of economics, p. 236, Ed. John Wiley &
Sons Inc., Nueva York, Estados Unidos, 1995.
Una definicin muy semejante es la empleada por POSNER, Richard A., Natural
monopoly and its regulation, p. 548, Stanford Law Review, volume 21 (1968-1969), al
sealar: A firm that is the only seller of a product or service having no close substitutes
is said to enjoy a monopoly.
16
ROBINSON, Joan, acu el trmino monopsony y lo difundi a travs de su obra
The economics of imperfect competition, Macmillan & Co. Limited, Londres, 1938. Dicho
trmino se tradujo al espaol como monopsonio.
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de uno o ms bienes, anlogamente al poder monoplico que el monopolista puro exhibe en la oferta de ciertos productos; as, las objeciones que se efectan al ejercicio del poder monopsnico por parte
del monopsonista puro son las mismas que se efectan al monopolista en relacin con la actualizacin del poder monoplico que ste ostenta.17
Por otra parte, la definicin amplia de monopolio, y por tanto comprensiva del monopsonio, resulta ms coherente con la terminologa
ampliamente difundida por los propios economistas al aludir al monopolio de la demanda, al monopolio de la oferta y al monopolio
bilateral. En esta ltima forma de mercado se enfrenta un monopolista de la oferta con un monopolista de la demanda o monopsonista;
de all el adjetivo de bilateral.
Una definicin de monopolio puro, en nuestra opinin superior
a las anteriores, es la que afirma: El monopolio significa el dominio
de toda la oferta o toda la demanda por una nica voluntad. Hablamos intencionalmente de dominio volitivo y no de poder dispositivo
para no excluir los carteles y otras asociaciones monoplicas.18 La expresin dominio, que no est empleada en este contexto en el sentido de un derecho real de propiedad sino que ms bien en la acepcin
de seoro, captura una amplsima gama de figuras jurdicas, legales
o convencionales, que importan controlar la totalidad de la oferta o
de la demanda respecto de un determinado producto.
Por otra parte, la alusin a una nica voluntad tiene la ventaja
de no indicar nmero de personas; as, si existen tres personas, naturales o jurdicas, que, por efecto de un cartel o alguna forma de colusin tcita o expresa, dominan la totalidad de la oferta de un bien,
ello constituye un monopolio. Esta modalidad de monopolio integrado por varias personas y/o empresas que actan con una voluntad nica, es lo que suele denominarse monopolio colectivo y que no debe
ser confundido con un oligopolio. As, los monopolios pueden categorizarse en simples y colectivos, dependiendo del nmero de personas y/o empresas que se agrupan bajo una nica voluntad. Los
monopolios son diversos de los oligopolios, estructura de mercado esta
ltima donde varias personas y/o empresas no actan como una sola
sino que adquieren conciencia de la interdependencia de sus decisiones relativas a precios, cantidades, calidades y dems variables de mer-
17
BLAIR, Roger D. & HARRISON , Jeffrey L., Monopsony, p. 36, Princeton University
Press, 1993.
18
JHR , Walter Adolf, Fundamentos tericos de la poltica econmica. Libertad econmica y competencia, p. 116 y tambin p. 146, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1958.
42
cado, sin perjuicio de que puedan imitarse unas a otras en ciertas conductas anticompetitivas. Esto ltimo resulta ms evidente en los mercados oligoplicos asimtricos.
Corresponde ahora desarrollar el concepto de monopolio puro,
advirtiendo que no trataremos la descripcin de la oferta y de la demanda, sino que por efectos de simplicidad expositiva nos centraremos en un monopolio de la oferta. En consecuencia, podr siempre
suscitarse la discusin acerca de si lo dicho respecto del monopolio
puro de la oferta debe o no, y en qu trminos, predicarse del monopolio puro de la demanda.
Para una adecuada comprensin del monopolio puro se hace necesario observar que la competencia mercantil,19 tanto en su dimensin econmica como jurdica, 20 admite diversos grados. A mayor
competencia mercantil, mayor proximidad al modelo econmico de
competencia perfecta y menor semejanza con el paradigma del monopolio puro; y a la inversa, a menor competencia mercantil, menor
proximidad al modelo econmico de competencia perfecta y mayor
semejanza con el paradigma del monopolio puro. No obstante que la
observacin del mundo real muestra dismiles niveles de competencia segn el mercado concreto de que se trate, la Economa ha construido ciertos paradigmas para describir las estructuras de mercado
ms relevantes que pueden suscitarse en cuanto a la intensidad de la
competencia mercantil. Entre tales paradigmas destacamos los extremos: el de competencia perfecta (mxima competencia) y el de monopolio puro21 (nula competencia). Cabe observar que entre dichos
extremos se sitan pluralidad de modelos correspondientes, entre
19
El adjetivo mercantil no pretende limitar la competencia al comercio excluyendo la industria, sino ms bien contraponerla a otros gneros de competencia que caen
fuera del mbito de aplicacin de las legislaciones antimonopolios, v. gr., competencia poltica, deportiva, etc., en tanto no revistan la forma de una actividad econmica
propiamente dicha.
20
Para un anlisis de la competencia en un sentido jurdico, vase VALDS PRIETO,
Domingo, La discriminacin arbitraria en el derecho econmico. Especialmente en la legislacin
antimonopolio, pp. 95 y ss., Editorial Jurdica Ediar ConoSur Ltda. (LexisNexis), Santiago de Chile, 1992.
21
Hay quienes emplean la denominacin de monopolio puro en sentido restringido. As, Lerner, bajo la influencia de Joan Robinson, define al monopolio puro
exclusivamente en funcin de la oferta. En consecuencia, reserva aquella expresin
para la oferta y la de monopsonio puro para la demanda. Define el monopolio puro
como: a case where one is confronted with a falling demand curve for the commodity one sells, but with a horizontal supply curve for the factors one has to buy for the
production of the commodity; so that one sells as a monopolist but buys in a perfect
market. LERNER, Abba P., The concept of monopoly and the measurement of monopoly power, p. 11, en Essays in economic analysis, Macmillan & Co Ltd., London, 1953.
43
44
25
LERNER , Abba P., The concept of monopoly and the measurement of monopoly
power, p. 3, en Essays in economic analysis, London, Macmillan & Co. Ltd., 1953.
45
necesidades de sus proveedores, ser menos receptivo a tales preferencias o necesidades de lo que lo sera un oferente competitivo o alternativamente ser tan receptivo a esas preferencias como lo sera un
oferente competitivo,26 sin por ello sufrir consecuencias adversas como
prdida de clientela o castigo por parte de los proveedores.
Lo anterior no significa que el monopolista sea completamente
ciego e insensible a las preferencias de los consumidores, puesto que
la observacin y consideracin de tales preferencias puede permitirle
variaciones bastante lucrativas en el binomio precio-calidad, sea manteniendo fijo el precio y reduciendo la calidad o subiendo el precio y
manteniendo la calidad constante. Para lucrar con las opciones anteriores deber estar atento a qu frmula le permite la mejor explotacin de un monopolio lucrativo.
Como observaremos oportunamente, el ejercicio abusivo del poder monoplico se encuentra reprimido por las legislaciones antimonopolios.
Si el monopolista goza de poder para determinar la cantidad del
producto ofertado, puede por esta va establecer artificialmente el grado de escasez de ese producto y, por tanto, influir sobre el precio del
mismo; de lo anterior puede seguirse que el monopolista resuelva disminuir su productividad y as incrementar sus beneficios u obtener rentas sobrenormales, esto es, por encima del nivel de lo que habra
obtenido en condiciones de competencia. Se dice que las utilidades
de una empresa son normales cuando su costo medio es igual al precio que cobra y que se obtiene una renta extraordinaria toda vez que
se adquiere el exceso de ganancias que resulta de cobrar precios mayores a los costos marginales por un producto. Es importante observar que el poder del monopolista tiene un lmite natural, cual es que
no hay mercadera alguna que no est en competencia con otros productos, ya se trate de verdaderos sustitutos o se trate del conjunto de
todos los dems bienes. Este lmite se encuentra representado por la
curva de la demanda, que describe geomtricamente el precio del producto comercializado por el monopolio. La prctica mencionada de
establecer artificialmente la escasez de un determinado producto importa un gravsimo quiebre en la ecuacin que proporciona la rentabilidad a la productividad.
El poder monoplico depender en su eficacia del grado en que
el monopolista pueda elevar los precios por aludir a la variable ms
26
SCHWARTZ, Alan, A reexamination of nonsubstantive unconscionability, p. 306,
en Foundations of contract law, por CRASWELL , R. y Schwartz, R., Oxford University Press,
New York and Oxford, 1994.
46
47
ble porque da lugar a los costos de sancin y reparacin antes indicados y tambin porque usualmente una parte de los ingresos monoplicos se disipa en gastos dirigidos a la preservacin del poder
monoplico mediante cuyo ejercicio se genera la renta monoplica,
v. gr., contratacin de lobistas, bloqueo de inversin por parte de terceros en los rubros monopolizados mediante acciones judiciales, etc.
b) Los recursos productivos disponibles deben ser orientados a
aquellos usos que resulten en los bienes y servicios mayormente demandados. As, la asignacin ptima de recursos slo puede ser lograda si los productores, comerciantes y consumidores pueden decidir
sobre la base de precios que reflejen adecuadamente el costo de los
bienes y servicios, entendiendo por costos la mejor de las alternativas en el empleo de los recursos productivos de que dispone una determinada sociedad civil. Desde esta perspectiva, el sistema de precios
reflejar los costos y beneficios sociales, en tanto no se produzcan restricciones artificiales en la aplicacin de los recursos productivos, en
la disponibilidad de los mismos o en la comercializacin de los bienes y servicios. Estas restricciones artificiales reciben el nombre genrico de monopolsticas. La actividad del monopolista puro en
ejercicio de su poder monoplico se traducir en una asignacin de
recursos productivos y de bienes y servicios alejada del ptimo social,
esto es, una prdida social debido a que la cantidad ofrecida ser menor a la produccin socialmente ptima, debiendo adems los demandantes pagar por los bienes un precio ms alto que el que
correspondera en caso de darse un natural funcionamiento del sistema de precios. Este sobreprecio obligar a muchos demandantes a
adquirir bienes que son sustitutos inadecuados en el proceso de satisfaccin de sus necesidades.
El ejercicio del poder monoplico no slo se traduce en una exaccin que sufre quien contrata con el monopolista, sino que tambin
produce un efecto de mala asignacin de los recursos econmicos disponibles en la respectiva sociedad civil. Esta mala asignacin de los
recursos es consecuencia de que los precios no reflejan los costos reales (en la nocin de costo se incluye un retorno razonable por la utilizacin del capital) y por ello plantea al demandante lo que los
economistas llamaran precios falsos y los juristas precios injustos; como
consecuencia de lo anterior, el demandante puede considerar ms
barato un bien que en realidad no lo es y as puede la demanda ser
desviada hacia bienes cuya aptitud para satisfacer necesidades es imperfecta en comparacin con los bienes monopolizados. En otras palabras, algunos demandantes del bien afecto al precio monoplico
adquirirn menos unidades del mismo o derechamente prescindirn
de adquirirlo, en circunstancias que tales demandantes no habran re49
cibido la denominacin de monopolio total o absoluto, de cuya contraposicin resulta el nombre de monopolio parcial que ahora nos ocupa.
En aquellos casos en que los supuestos caractersticos del monopolio puro se relajan, los economistas suelen referirse a empresas dominantes, monopolios parciales o monopolios fcticos. Creemos
que la denominacin de monopolio fctico es imprecisa para efectos de hacerla sinnima de monopolio parcial, puesto que los monopolios fcticos se oponen a aqullos de origen legal o emanados de
autoridad pblica y, segn demostraremos en el captulo pertinente,
esta ltima clase de monopolios no necesariamente se caracteriza por
controlar el cien por ciento de la oferta. As, es posible concebir situaciones en las cuales el cien por ciento de la oferta es controlado
por un monopolio fctico, v. gr., un monopolio natural. En consecuencia, emplearemos la denominacin de monopolio parcial para aludir
a aquellas situaciones en las cuales desaparece al menos la primera
de las premisas antes expuestas que definen el monopolio puro.
El monopolio puro es aqul a que se refiere la definicin etimolgica: un solo comerciante; luego, en todo monopolio parcial por
definicin hay ms de un comerciante, esto es, constituye una forma
de lo que algunos economistas llaman un polipolio (muchos comerciantes).
As, lo caracterstico del monopolio parcial es que, desde una perspectiva de estructura no es el nico comerciante en sentido lato y, adems, ostenta un dominio o seoro que puede ejercer sobre el mercado
relevante respectivo y que se conoce como poder de mercado. Es preciso advertir que puede haber ms de un comerciante dotado de dicho poder en un mismo mercado relevante, v. gr., un duopolio.
A este punto resulta interesante diferenciar un monopolio colectivo, esto es, integrado por dos o ms comerciantes sentido lato que
actan unificadamente, de un oligopolio, en el cual no hay concierto
o coordinacin entre los oligopolistas, sino que una competencia oligoplica caracterizada por la interdependencia de los competidores.
El oligopolio ha sido generalmente conceptualizado como una estructura de mercado caracterizada por pocos oferentes de un bien; atendido que en dicho mercado los oferentes son pocos, stos perciben
que resulta ms rentable actuar interdependientemente, esto es, considerar las eventuales reacciones de sus competidores antes de adoptar cualquier decisin de precio u otra variable significativa en el
respectivo mercado relevante. Lo caracterstico del oligopolio es que
en esta estructura de mercado participa un nmero de comerciantes
sentido lato lo suficientemente pequeo para que cualquier accin
de un comerciante individual influya perceptiblemente en la de sus
competidores, resultando un distintivo esencial la interdependencia
52
29
HENDERSON, J. M. & QUANDT, R. E., Teora microeconmica: Una aproximacin matemtica, p. 252, Ariel, Barcelona, Espaa, 1985, 3 edicin.
53
listas puros, acten en un mercado relevante determinado con un poder de influencia significativo sobre el mismo. Existe una cierta comunidad de situaciones predicables del monopolio puro dotado de
poder monoplico y de las empresas que actan como monopolios
parciales por estar dotadas de poder de mercado. De ello se sigue que
existe una importante semejanza entre el poder monoplico y el poder de mercado, hasta el punto de que algunos autores los emplean
como sinnimos; en tanto que otros estudiosos sealan que el poder
monoplico corresponde a un alto grado de poder de mercado. Este
ltimo ha sido definido por Lipsey como el atributo de influir significativamente en el mercado.30 Esta influencia significativa alcanza una
o ms de las variables31 relevantes del bien o servicio que define el respectivo mercado relevante: precio y cantidad, calidad, condiciones contractuales, promocin y publicidad, etc. En este sentido, esta definicin
es superior a la empleada por la jurisprudencia antimonoplica estadounidense, que sealaba que el poder de mercado es el poder de
controlar los precios o de evitar la competencia.32
Una de las ms destacadas definiciones de poder de mercado, si
bien limitada a la variable precio, es la elaborada por Landes y Posner, segn la cual el poder de mercado es conceptualizado como la
capacidad de una empresa, o de un grupo de empresas actuando conjuntamente, de elevar sus precios por sobre los niveles de competencia sin perder transacciones con una velocidad tal que haga que el
incremento aplicado a sus precios no sea rentable y deba ser dejado
sin efecto.33 Las transacciones constituyen un elemento fundamental
de esa definicin, puesto que ellas facilitan la formacin de la clientela y el nmero de clientes relativamente estable es el que permite establecer la participacin del mercado relevante que ostenta un
determinado monopolista parcial; si bien es cierto que la clientela depende del precio asignado al producto y otras variables relevantes re-
30
LIPSEY , Richard G., Introduccin a la Economa positiva, p. 250, Editorial Vicens
Vives, Barcelona, Espaa, 1993, 12 edicin.
31
En este sentido, la Comisin Resolutiva (actualmente Tribunal de Defensa de
la Libre Competencia) creada por el Decreto Ley 211, de 1973, fue muy precisa al definir ampliamente el poder de mercado: ...una sola empresa sera lo suficientemente
poderosa para determinar en importante medida los precios, cantidades, calidad y condiciones de venta de productos esenciales, Resolucin N 7, considerando 12.
32
American Tobacco Co. vs. United States, 328 U.S. 781 (1946).
33
LANDES, William M. & POSNER, Richard A., Market power in antitrust cases,
Harvard Law Review, vol. 94, number 5, p. 937, 1981.
Una definicin muy semejante es la postulada por TIROLE, Jean, The theory of industrial organization, p. 67, The MIT Press, 1988: a firm exercising monopoly power
over a given market can raise its price above marginal cost without loosing all its clients.
54
lacionadas con ste, as como de ello depender quines son los cocompetidores del monopolista parcial.
El poder de mercado, puesto de otro modo, es la capacidad de
una empresa o grupo de empresas actuando coordinadamente de
desviar en su favor la rentabilidad que obtendran los demandantes si
pagasen por el bien o servicio precios competitivos, esto es, precios
tales que el ingreso marginal iguale a su costo marginal. De all que
el costo marginal sea til para medir el poder de mercado; as, a mayor diferencia positiva entre el precio efectivamente cobrado por un
bien y su costo marginal, mayor poder de mercado tendr una empresa. Sobre esta base se construy el Lerner Index,34 mediante el cual
se cuantifica el poder de mercado, en trminos de costo marginal,
empleando la siguiente frmula:
(P - MC) dividido por P
donde P significa el precio efectivamente cobrado por una empresa
que se halla en un nivel de produccin que resulta maximizador de
su rentabilidad y MC significa el costo marginal de esa empresa a su
nivel de produccin maximizador de rentabilidad. Cabe observar que
el poder de mercado puede medirse de forma instantnea (o esttica) o bien dinmica (o a lo largo del tiempo).
El Lerner Index sostiene que el mark up ptimo sobre el costo marginal, como porcentaje del precio, ser una funcin inversa de la elasticidad de la demanda de la empresa; sin embargo, esta ltima y la
elasticidad del mercado se hallan relacionadas por otra frmula. De
ah se ha llegado a que el margen sobre el precio de competencia es
directamente proporcional a la participacin en el mercado e inversamente proporcional a la elasticidad de la demanda del mercado y a
la elasticidad de oferta de la competencia.35
El empleo del Lerner Index, defendido por Landes y Posner, fue
luego cuestionado por Schmalensee y otros destacados economistas,
con lo cual qued en evidencia una falta de acuerdo entre los expertos acerca de cmo determinar el poder de mercado. Dicha falta de
consenso repercuti sobre la concepcin de los mercados relevantes
y se pretendi resolver posteriormente mediante las Merger Guidelines
que desarrollaron el Department of Justice y la Federal Trade Com34
El Lerner Index fue desarrollado por LERNER, Abba P., The concept of monopoly and the measurement of monopoly power, p. 26, en Essays in economic analysis, London, Macmillan & Co. Ltd., 1953.
35
SAPELLI, Claudio, Concentracin y grupos econmicos en Chile, p. 72, en Estudios Pblicos N 88, Santiago de Chile, 2002.
55
y a la competencia perfecta
Se llama tambin monopolio a la situacin que se aleja de la nocin
de competencia pura (demanda perfectamente elstica respecto del
precio del producto ofertado) y de la de competencia perfecta (libertad de movimiento de los factores productivos) antes explicadas con
motivo del modelo de competencia. As, estos elementos del modelo
de competencia sirven para especificar, cada uno por s solo, ciertas
acepciones de monopolio.
2.2.4.2. Monopolios o restricciones monopolsticas
Toda prctica o estructura de mercado que se aleje de la asignacin
ptima de recursos, esto es, de la norma competitiva, recibe la calificacin de monopolstica o de situaciones monopoloides. Estas prcticas o estructuras son de variada naturaleza y no necesariamente
corresponden a un monopolio puro o a un monopolio parcial, lo que
torna equvoco el uso del adjetivo monopolstico. Ordinariamente
estas restricciones se clasifican en: i) restricciones que operan sobre
los insumos o sobre los productos de un determinado mercado relevante, afectando a quienes ya operan al interior de ese mercado, y
ii) restricciones que operan sobre quienes desean ingresar a un determinado mercado relevante por la va de constituir barreras a la entrada.36 Esta segunda modalidad de restriccin monoplica parece
confundirse con la acepcin de monopolio en el sentido de opuesto
a competencia perfecta, antes mencionada.
2.2.4.3. Monopolio derivado del producto
Algunos economistas, siguiendo a Edward H. Chamberlin, emplean
el substantivo monopolio para designar la posicin de un comerciante sentido lato cuyo producto es en algn grado diferente de aqullos de sus competidores. El problema de la diferencia entre productos
puede plantearse ms hondamente: existen propiedades accidentales
de ciertos bienes, por ejemplo, ubicacin geogrfica, que podran ha36
SCHERER, F. M., Industrial market structure and economic performance, p. 11, Houghton
Mifflin Company, 2nd edition, 1980: Conversely, significant entry barriers are the sine
qua non of monopoly and oligopoly, for as we shall see in later chapters, sellers have
little or no enduring power over price when entry barriers are nonexistent.
58
cer que dos bienes fsicamente idnticos sean tratados como diferentes y, por tanto, dar lugar a la creacin de monopolios en los mbitos
ms inesperados. Lo anterior implica que la nocin del mismo bien
debe ser reconducida a la sustituibilidad en el margen; as, habra que
modificar la terminologa y en vez de aludir a las unidades de un bien
(units of commodities), referirnos a las unidades de acomodacin
(units of accommodation).37 Esta aplicacin del trmino monopolio
a naturales diferencias entre los productos de diversos competidores
ha sido fuertemente criticada por autores como F. Hayek, por su carcter abusivo e inductivo a confusin.
2.2.5. ALGUNAS CONCLUSIONES
1. Estimamos que de todas las definiciones econmicas expuestas slo
presentan real inters la del monopolio puro, construida sobre la
definicin nominal, y la del monopolio parcial. Las otras definiciones econmicas, calificadas de menores, se presentan ms bien
confusas y, a veces, abusivas de lo que en realidad importa un monopolio. En consecuencia, prescindiremos de las definiciones menores a lo largo de este estudio.
2. El estudio econmico del monopolio se ha estructurado sobre la
base del monopolio puro dotado de poder monoplico y, por necesidades prcticas, se ha extendido va analoga a los monopolios parciales, en cuanto estn dotados de poder de mercado. En
esencia, el poder monoplico y el poder de mercado son idnticos en su naturaleza, resultando un asunto de grado o intensidad,
lo que les hace diferir el uno del otro. Podramos, en este sentido,
concluir que la analoga mencionada no ha considerado determinante el nmero de comerciantes, pero s el poder de influencia
que stos pueden ejercitar sobre un determinado mercado relevante.
3. De las definiciones de monopolio puro y monopolio parcial puede extraerse un muy importante corolario. La mera existencia estructural del monopolio puro y del monopolio parcial no importa
per se una situacin daosa consistente en el cobro de un precio
monopolizado, en una ineficiencia productiva y en una prdida
social neta. En efecto, lo que la Economa llama ineficiencias slo
tiene lugar en la medida que tales monopolios dispongan de po-
37
LERNER, Abba P., The concept of monopoly and the measurement of monopoly power, pp. 21-24, en Essays in economic analysis, London, Macmillan & Co. Ltd., 1953.
59
38
Es preciso advertir que la denominacin monopolio estructural busca enfatizar un sentido descriptivo por contraste con un alcance antijurdico del monopolio y,
por lo mismo, no guarda relacin alguna con la conocida escuela estructuralista en
materia antimonoplica, escuela que se halla en franca retirada del pensamiento econmico y jurdico actual.
60
61
41
TAMAMES, Ramn, La lucha contra los monopolios, p. 23, Editorial Tecnos, Madrid,
1961.
62
el mero hecho de ostentar un monopolio, sino que hechos o actos especficos mediante los cuales se busca obtener indebidamente poder
de mercado o bien ejercitar un poder de mercado ya obtenido. Lo
contrario sera inaceptable ante el Estado de Derecho.
La nocin de monopolio estructural se asienta sobre la idea de
que la legislacin protectora de la competencia necesita en ocasiones
referirse a una estructura monoplica, en un sentido que comprenda
una amplsima gama de casos, y sin que ella necesariamente corresponda a un ilcito. En otras palabras, necesita aludir a un monopolio,
sea que haya o no realizado conductas lesivas de la competencia, y sin
entrar en los distingos de si se trata de un monopolio puro, de un monopolio parcial, de un oligopolio, triopolio, duopolio, duopsonio, etc.
A estos efectos, no interesa si el monopolio est dotado de poder de
mercado o no, si es lcito o ilcito, justo o injusto, lesivo o inocuo, reprochable o irreprochable; en otras palabras, no se busca emitir un
juicio o resultado jurdico, sino que se quiere describir una estructura de mercado con una flexibilidad tal que no quede excluida ninguna forma de monopolio que pudiese presentar alguna significacin
ante el Derecho antimonoplico. Una definicin de monopolio estructural tiene la virtualidad de comprender toda forma de monopolio
natural y de monopolio de privilegio (que son los emanados de autoridad pblica), as como aquellos monopolios resultantes de la eficiencia competitiva y de las varias modalidades de unificacin de la
competencia, sea que sta proceda de conductas individuales o bien
de conductas concertadas.
Esta acepcin del monopolio estructural, por oposicin a las conductas monoplicas antijurdicas, no est necesariamente lastrada con
esa carga de odiosidad y repudio que la voz monopolio arrastra por
siglos;42 estimamos que, en este sentido, se trata de una acepcin ms
bien neutra o asptica, puesto que no busca significar lo injusto del
monopolio o de los hechos, actos o convenciones del monopolista. Un
ejemplo de esta acepcin lo hallamos en el artculo cuarto del Decreto Ley 211, de 1973, que, luego de las modificaciones introducidas por
la Ley 19.911, prescribe: No podrn otorgarse concesiones, autorizaciones,
ni actos que impliquen conceder monopolios para el ejercicio de actividades econmicas, salvo que la ley lo autorice.
42
Recurdese las leyes y condiciones respecto de las cuales se exigi a Carlos V jurar lealtad al momento de ser elegido emperador. Entre aqullas, la signada con el nmero 18 prescriba que Carlos V, junto a sus electores, deba elaborar un plan por medio
del cual los monopolios mercantiles que tan enormes daos haban causado a Alemania fuesen reprimidos y el Emperador deba llevar a efecto y conclusin dicho plan. Citado por Johannes Althusius, Poltica (1603), p. 127, Liberty Fund, Indianapolis, 1995.
63
Podra objetarse a la elaboracin del concepto de monopolio estructural que ste no se ajusta a la Economa y que, de conformidad a
las reglas de hermenutica contenidas en el Cdigo Civil, una palabra tcnica como lo es monopolio, debe emplearse en el sentido que
le otorgan quienes profesan una determinada ciencia o arte.43 Sobre
el particular, cabe efectuar dos observaciones: la primera, el Derecho
tambin puede ser categorizado como una ciencia o arte y, por tanto,
le es lcito acuar trminos tcnicos aunque sea utilizando palabras
preexistentes o dotadas de otras significaciones en ciencias o artes diferentes. La segunda, resulta claro y manifiesto por las razones que
oportunamente se expondrn que el artculo cuarto del Decreto
Ley 211 emplea la voz monopolio en un sentido diverso al que le
confiere la Economa. Sobre el particular, es conveniente recordar las
palabras de Ascarelli: El economista construye conceptos funcionales, instrumentos para comprender la produccin y distribucin de la
riqueza, preocupado de la conmensurabilidad de los efectos de los diversos fenmenos de la produccin y distribucin de la riqueza en condiciones definidas; el jurista ordena segn caracteres tpicos, abstractos
respecto de las peculiaridades individuales, sujetos, actos, cosas, para
la aplicabilidad de una determinada disciplina.44
El empleo de la voz monopolio en un sentido estructural no se
agota en el precepto antes citado, sino que se extiende a la jurisprudencia emitida por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.45
Aqu nos hallamos con esos casos de carcter excepcional que mencionbamos en cuanto a que aparentemente se establece una prohibicin respecto del monopolio en s, por regla general permitido. Sin
embargo, si se atiende bien al texto, podr observarse que lo prohibido no es el monopolio estructural en s mismo, sino el hecho de que
ciertas autoridades pblicas que son las naturales destinatarias de este
precepto, segn explicaremos oportunamente otorguen monopolios
estructurales. De esta manera, lo proscrito es una determinada fuente del monopolio y no el monopolio en s mismo.
En sntesis, he denominado monopolio estructural la nocin, implcita en los sistemas tutelares de la libre competencia y carente de
nombre especfico, mediante la cual se alude al monopolio y al mo-
43
64
46
Vase MOLINA, Luis de, Teora del justo precio, Disputa 345, numeral 2, p. 140,
Editora Nacional, Madrid, 1981.
65
47
69
cedente cumplir con ste dando a quien exhiba aquel ttulo jurdico
lo que ste indica. De esta forma se realiza la Justicia, dndose a cada
cual lo suyo. Se dice que la Justica es acto segundo en cuanto presupone determinar la existencia, validez y contenido de los mencionados ttulos jurdicos. Veamos cada uno de los trminos que componen
la definicin de Justicia.
La expresin dar ha de ser entendida en latsimo sentido, esto
es, comprensiva tanto de acciones como de omisiones, en cuya virtud
lo suyo de cada cual es atribuido. Esta atribucin puede consistir en
transferir una cosa o en respetar lo ya transferido a otro. As falta a la
justicia tanto el deudor que no paga una deuda como el ladrn que
hurta la propiedad de otro.
La frmula a cada uno revela la alteridad implcita en la definicin en comento. Es necesario que existan, a lo menos, dos personas:
una que debe dar lo debido y otra que debe recibir lo que le es debido. Esa exigencia de una pluralidad de personas plantea que los sujetos intervinientes en una relacin de justicia deben comportarse el uno
como deudor y el otro como acreedor. El que se trate de personas implica que tales sujetos son personas naturales actuando directamente
o bien actuando a travs de personas jurdicas. Las personas para ser
tales deben estar dotadas de entendimiento y voluntad; en el caso de
las personas jurdicas ello se logra por imputacin a las personas naturales que operan como rganos de aqullas. El derecho no exige
que entendimiento y voluntad se hallen en perfecto uso, sino que se
basta con que esencialmente se las tenga, aunque por circunstancias
somticas o psquicas, no puedan ejercitarse. Atendido que la Justicia
exige alteridad, esto es, ordenacin de una persona a otra, resulta manifiesto que la Justicia no tiene por objeto toda la materia de la virtud
moral, sino solamente las acciones y cosas exteriores en cuanto que
por ellas una persona se coordina con otra.
Finalmente, lo suyo es precisamente aquello que, de conformidad con los respectivos ttulos jurdicos, se presenta como debido para
con cada uno de los sujetos de atribucin. No debe esta frase llevar a
identificar el objeto de la justicia con el derecho real de propiedad,
sino que aqulla viene a significar la propiedad genrica debida, constitutiva de todo derecho, tambin denominada lo justo (dikaion,
iustum, debitum), sobre la cual descansa todo acto de justicia. Esta
propiedad genrica recae sobre bienes exteriores, materiales o inmateriales (v. gr., la fama), as como sobre prestaciones o actividad de otra
persona (v. gr., si encargo y pago la pintura de un cuadro, adquiero el
derecho a exigir la ejecucin del mismo). As, el derecho es el objeto
de la justicia y este derecho ha de ser igual a lo sealado por el respectivo ttulo jurdico.
70
Este derecho debido o lo justo es diverso de lo que en la tradicin y modernamente se llama derecho objetivo, puesto que este ltimo equivale a la ley en un sentido amplio. En efecto, mientras lo justo
es concreto, la justicia de la ley es abstracta. Esto explica por qu modernamente se dice que el derecho (ley en sentido amplio) tiene por
objeto la justicia y en los sistemas de Aristteles y Santo Toms de Aquino se afirme que la justicia tiene por objeto el derecho (lo justo).
As, arribamos a las tres notas caractersticas de lo justo: alteridad,
dbito de lo propio e igualdad. En otras palabras, lo justo en cuanto
objeto formal de la justicia exige esencialmente: i) pluralidad de personas, ii) entre las cuales se establece lo debido como propio, y iii) donde
lo propio debido es lo igual a lo indicado por los respectivos ttulos
jurdicos.
Es precisamente esta exigibilidad de lo debido como propio entre personas lo que da lugar a aquella facultad moral conocida como
derecho subjetivo.
Siguiendo la tradicin aristotlica, la Justicia se clasifica en justicia legal o general, por una parte y justicia particular, por otra. Esta
ltima se subcategoriza en justicia conmutativa y justicia distributiva.
El fundamento de estas distinciones descansa en los sujetos que intervienen en cada relacin de justicia y en las particulares formas que
asume lo justo en cada una de aqullas.
La justicia general o legal resulta especificada por un iustum legale o dikaion nomikon que muestra una relacin de la parte al
todo o, si se prefiere, de personas individuales a la sociedad poltica,
la cual resulta representada para estos efectos por una autoridad pblica. El adjetivo legal de esta forma de justicia resulta explicado porque regula las relaciones jurdicas de los ciudadanos ordenndolas a
la sociedad poltica en su integridad, por lo cual se trata de una ordenacin al bien comn civil o a la totalidad de los miembros de aqulla. El adjetivo general deriva de que esta especie de justicia exhibe
como materia prxima los actos exteriores de todas las virtudes en
cuanto son necesarios o convenientes y han sido impuestos por una
ley positiva para la prosecucin del bien comn poltico.
La justicia particular recibe esta denominacin por su trmino que
son particulares o individuos. Comencemos por la justicia distributiva
que muestra una relacin del todo a la parte. Esta forma de justicia
particular ha sido conceptualizada como aqulla segn la cual la sociedad poltica, a travs de sus autoridades pblicas, debe distribuir
los bienes y cargas comunes entre los privados en proporcin a sus
mritos, a sus dignidades y a sus necesidades. As, la justicia distributiva da forma a significativos sectores del derecho pblico mostrando
una relacin de supraordenante y subordinados entre los sujetos im71
plicados en la misma. Los destinatarios de la distribucin son una pluralidad de particulares expresin que incluye tanto privados como
personas pblicas cuyos mritos, dignidades y necesidades han de ser
comparados para componer categoras de iguales y desiguales y en
atencin a ello determinarse el trato que han de recibir. En esta forma de justicia, lo justo est caracterizado por una igualdad proporcional o geomtrica, que se define por una proporcin de cosas a
distribuir respecto de personas receptoras de la distribucin. Esta igualdad proporcional considera no slo las cosas sino que stas se vinculan a las personas y a las funciones que stas desempean al interior
de la sociedad civil. La particularidad de lo justo en la justicia distributiva es que lo debido como propio corresponde originariamente a
la sociedad civil, motivo por el cual se alude a bienes y cargas caracterizadas como comunes; por lo tanto, el fundamento de esta forma
de justicia es el bien comn. En consideracin a dicho fundamento
es que estimamos que la justicia distributiva integra, junto a la justicia
legal, una verdadera justicia del bien comn poltico y de all que ambas estructuren el derecho pblico y el orden pblico. Entre los bienes
a distribuir podemos mencionar las libertades y garantas constitucionales, los cargos y funciones pblicas, los premios y reconocimientos;
en tanto que entre las cargas, cabe sealar los tributos, la asignacin
de las penas penales y otras formas de cargas personales, como, por
ejemplo, ser vocal de mesa en elecciones.
La justicia conmutativa, tambin forma de justicia particular, se
caracteriza porque sus sujetos son slo particulares, lo cual implica
la intervencin de privados o de personas pblicas operando en un
plano de igualdad aritmtica entre s. As, se trata de una relacin de
una parte de la sociedad poltica (particular) a otra parte de la sociedad poltica (particular), en la cual lo justo est determinado por una
igualdad aritmtica o absoluta. Esto significa que la igualdad es objetiva, de cosa a cosa, con prescindencia de los mritos, dignidades y
necesidades de las partes intervinientes. De all que, por contraste con
la justicia distributiva, en la justicia conmutativa, lo debido como propio no corresponde originariamente a la sociedad civil sino que a otro
particular partcipe en esta relacin jurdica. Lo debido como propio puede corresponder a conmutaciones voluntarias, v. gr., convenciones o a conmutaciones involuntarias, v. gr., delitos y cuasidelitos
civiles.
La aplicacin de estas nociones se apreciar al analizar ciertas concepciones de la libre competencia en cuanto bien jurdico tutelado
que buscan explicar el alcance y significacin de esta ltima. No obstante lo anterior, estimamos de utilidad efectuar algunas observaciones preliminares acerca del inters del Derecho por el monopolio.
72
RADBRUCH, Gustav, Arbitrariedad Legal y Derecho Supralegal, Editorial Abeledo-Perrot, Argentina, 1962, quien luego de pasar revista a algunos de los horrendos procesos judiciales formalmente perfectos del rgimen nacional socialista concluye: Si
sobre la base de los principios desarrollados por nosotros se puede comprobar que la
ley aplicada no era derecho, que la medida de la pena aplicada, por ejemplo, la pena
de muerte decidida segn libre apreciacin, burlaba toda voluntad de justicia, entonces se presenta objetivamente una violacin del Derecho. Cabe preguntarse si jueces
que estaban tan afectados por el positivismo predominante, al punto de no conocer
otro Derecho que el legislado, podan tener el propsito de violar el Derecho cuando
aplicaban leyes positivas.
49
AQUINO, Santo Toms de, Opsculo sobre el Gobierno de los Prncipes, I, 13 y 14,
pp. 278 y 279, Editorial Porra, Mxico, 1990.
74
50
MESSNER, Johannes, tica Social, Poltica y Econmica a la Luz del Derecho Natural,
Editorial Rialp S.A., Espaa, 1967.
75
51
LIRA PREZ, Osvaldo, Verdad y Libertad, p. 144, Ediciones Nueva Universidad,
Universidad Catlica de Chile, Santiago, 1977. Luego de efectuar un profundo anlisis metafsico concluye: ...la Libertad es la facultad de autoposesin de un individuo
espiritual en la medida exacta de su espiritualidad.
52
RPKE , Wilhelm, Ms All de la Oferta y la Demanda, p. 132, Fomento de Cultura
Ediciones, Valencia, 1960.
53
BURROWS ACTON, Harry, The Morals of Markets and Related Essays, pp. 67 y ss.,
Liberty Fund, Indianpolis, EE.UU., 1993, obra en la cual el autor explica por qu la
Libre Competencia es diferente de la rivalidad.
54
A QUINO, Santo Toms de, Comentario de la tica a Nicmaco, Libro V, seccin IV,
pp. 270 y ss., Ediciones CIAFIC, Buenos Aires, 1983.
76
55
77
ii)
iii)
iv)
v)
vi)
beres y advirtiendo la desviacin de poder en que pueden incurrir con motivo del ejercicio de sus atribuciones. En otras palabras,
toda la justicia de un sistema antimonoplico descansa sobre la
existencia y posibilidad de dar contenido real y preciso al bien jurdico tutelado libre competencia.
Asimismo, y como corolario de lo anterior, el bien jurdico al determinar las competencias de los organismos antimonoplicos
plantea un lmite al ius puniendi que las autoridades pblicas pueden pretender ejercitar con motivo de la tutela de la libre competencia. De all la importancia de dar con la esencia de la libre
competencia, puesto que ello permitir demarcar en forma preventiva cul es el lmite de tales autoridades pblicas al momento
de sancionar un supuesto atentado a dicho bien jurdico tutelado
y conferir certeza a las personas en cuanto a qu es lcito y qu es
ilcito en el orden antimonoplico. De all que no basta con enunciar un bien jurdico tutelado, como acontece con el Decreto
Ley 211, sino que resulta adicionalmente necesario un esfuerzo
doctrinario y jurisprudencial en orden a precisar su contenido y
alcance.
La libre competencia no slo plantea un lmite al ius puniendi en
materia antimonoplica, sino que adicionalmente importa un lmite a la imposicin de medidas propiamente tales que puede realizar el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia como
consecuencia de la potestad de absolver consultas de que se halla
dotada esta singular autoridad pblica.
Lo escueto del tipo universal antimonoplico, tema este ltimo al
que destinaremos un captulo completo ms adelante, confiere al
bien jurdico libre competencia una funcin indiciaria y hermenutica fundamental. Al mostrar este bien jurdico al juzgador antimonoplico cul es la finalidad del sistema tutelar de la libre
competencia le permite bien interpretar y captar los indicios de
una conculcacin a esta ltima.
Una comprensin adecuada de lo que es la libre competencia permitir establecer la procedencia de eventuales causales de justificacin que remuevan la antijuridicidad de conductas tpicas, v. gr.,
ver si cumple tal funcin el consentimiento del ofendido, titular
del bien jurdico amagado o lesionado.
La naturaleza del bien jurdico protegido conduce a establecer criterios de qu constituye peligro y qu constituye lesin del mismo, as como elementos para precisar cundo se est frente a actos
preparatorios y cundo se est ante el inicio de la ejecucin punible, es decir, tentativas versus consumaciones de las conductas ilcitas.
79
A continuacin pasaremos revista a ciertos conceptos afines a la nocin de libre competencia, con el fin de clarificar el mbito en el cual
se mueven las diversas concepciones de tal bien jurdico protegido.
3.2.1. CONCEPTOS AFINES A LA LIBRE COMPETENCIA
Antes de abordar las diversas interpretaciones que se han realizado del
efectivo alcance de la voz libre competencia, resulta fundamental deslindar este bien jurdico tutelado de otras nociones afines que se emplean
en el mbito jurdico y econmico.
3.2.1.1. Libre competencia y libre concurrencia
En el Derecho positivo chileno, los trminos libre competencia y libre concurrencia han devenido equivalentes, segn lo prueba el art. 9
de la Ley 18.575, Orgnica Constitucional de Bases Generales de la
Administracin del Estado, que dispone a la letra, en sus incisos primero y segundo: Los contratos administrativos se celebrarn previa propuesta
pblica, en conformidad a la ley. El procedimiento concursal se regir por los
principios de libre concurrencia de los oferentes al llamado administrativo y de
igualdad ante las bases que rigen el contrato.
En este contexto, la expresin libre concurrencia no es sino una
forma de referirse a la libre competencia, a la que deben ceirse quienes participan en una propuesta, concurso o licitacin pblica. Quienes participan en una propuesta deben antes que todo dar
cumplimiento a las bases administrativas respectivas, rasero mnimo
sobre el cual se produce la competencia entre los interesados.
En un sentido sinonmico similar emplea tales trminos la Ley Federal de Competencia Econmica de Mxico (1992), cuyo artculo segundo seala que su objeto es proteger el proceso de competencia y
libre concurrencia. De los comentarios de la doctrina mexicana no
parece desprenderse ninguna diferencia entre competencia y concurrencia.
Desde una ptica doctrinaria, existe un matiz entre libre competencia y libre concurrencia. La libre concurrencia requiere una estructura de mercado en la que participen pluralidad de oferentes, en tanto
que la libre competencia opera toda vez que existe disputa entre dos
o ms personas que aspiran a obtener la misma cosa. De esta forma,
si todas las personas que compiten en un determinado mercado relevante se conciertan para no competir entre s, deja de haber libre competencia pero subsiste la libre concurrencia. As, la concurrencia es el
80
sustrato bsico sobre el cual se desarrolla la competencia. En este sentido, puede afirmarse que la libre competencia es una singular modalidad que puede adoptar la libre concurrencia.
3.2.1.2. Libre competencia y competencia simulada
Es importante destacar que la competencia tutelada por la legislacin
antimonoplica recibe el adjetivo de libre y ello no es accidental.
Existen formas de competencia mercantil no libre, esto es, aquellas
que tienen lugar como consecuencia de que un planificador central
o sectorial organiza, mediante normas imperativas, que se produzca.57
En estas competencias planificadas se puede imponer la competencia de un agente contra otro que exista realmente o bien contra un
agente ficto, que es el modelo electo para cada perodo de competencia.
La libre competencia se opone, as, a la competencia simulada, esto
es, una tcnica de regulacin, generalmente conocida como yardstick
competition. La competencia simulada suele ser empleada en ciertas industrias reguladas por parte de las autoridades pblicas supervisoras
de las mismas como una tcnica orientada a incentivar la eficiencia
en la prestacin de servicios por parte de empresas que constituyen
monopolios naturales. El objeto de esta tcnica consiste en simular que
dos o ms monopolios naturales se hallan compitiendo entre s, aun
cuando de facto ello no est ocurriendo. En este sentido, se ha dicho
que el propsito de la competencia simulada es emular la libre competencia, en el sentido de que el estndar a buscar por el regulador
lo determinan las preferencias y disposicin a pagar por los usuarios
y los costos de producir la combinacin precio-calidad que ellos demandan.58 Si dicho estndar es alcanzado por medio de la tcnica de
la competencia simulada, el grado de emulacin de la libre competencia por parte de la regulacin ser el ms perfecto posible, en tan-
57
81
59
Dictamen N 992/636 de la Comisin Preventiva Central, confirmado por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia mediante Resolucin N 480.
82
quiera puede dejar de competir, efectuando abandono de ese mercado. A la libre entrada a un determinado mercado se oponen las barreras a la entrada artificiales (que son las resultantes de alguna
conducta humana) y por tanto salvo una justificacin muy precisa,
constituyen un atentado a la libre competencia, en tanto que a la salida voluntaria de un mercado se oponen las conductas predatorias, mediante las cuales se expulsa en forma ilcita y contra su voluntad a un
determinado competidor de un determinado mercado relevante. En
cuanto a la forma de competir, en la libre competencia existe libertad
para determinar si ella se verifica va precios o va calidad, con o sin
publicidad, etc. Naturalmente, los medios empleados en la competencia tienen ciertos lmites que guardan relacin con la moral, el orden
pblico y la seguridad nacional, segn veremos en el captulo pertinente. As, por ejemplo, no puede ponerse en riesgo la vida humana
en aras de la libre competencia; de all que, de entre la multiplicidad
de medios que estn disponibles a los competidores para disputarse
la clientela de un determinado mercado, no se cuenten aquellos que
puedan importar una privacin o una puesta en riesgo de la vida humana (v. gr., la venta de medicamentos cuyos efectos colaterales no
han sido adecuadamente comprobados).
De lo expuesto se sigue que la competencia tutelada por el Derecho antimonoplico es la competencia libre, en la cual campea la iniciativa privada supeditada a las exigencias que resulten justificadas por
las garantas constitucionales y el bien comn nacional, en conformidad con la Constitucin Poltica de la Repblica. De all que atenta
contra la libre competencia toda restriccin injusta, sea jurdica o fctica, a la autonoma privada en el mbito de las actividades econmicas que se desarrollan en los mercados. Dichas restricciones injustas
pueden emanar de autoridades pblicas, personas pblicas, autoridades privadas o simples particulares carentes de ttulos vlidos para tales restricciones.
Es importante observar que la libertad que caracteriza esta competencia no es ni puede ser ni total ni absoluta; en efecto, la iniciativa
privada no puede colmar todos los mbitos de la actividad econmica
desde el momento en que existen monopolios naturales que exigen
alguna forma de regulacin, por lo cual no puede haber libre competencia total en el sentido de imperar en todos los aspectos de todos
los mbitos econmicos. Por otra parte, los bienes econmicos se hallan supeditados a ciertas restricciones emanadas de la moral y las buenas costumbres, del derecho natural y de ciertas exigencias del orden
pblico, las cuales de hallarse correctamente determinadas no son
sino exigencias particularizadas del bien comn poltico. En otras palabras, la libre competencia no puede ser absoluta, en el sentido de
83
estar desligada de todo bien de carcter superior, sea ste de naturaleza jurdica y/o tica.
Adicionalmente, la competencia misma suele presentar importantes imperfecciones que hacen que el modelo de competencia perfecta sea de rarsima ocurrencia, segn observaremos en el acpite
siguiente. Cabe observar que, en atencin a lo expuesto, la existencia
de barreras a la entrada y a la salida de un determinado mercado, no
produce el efecto de que la competencia deje de ser libre y pase a ser
simulada, sino el de que la competencia sea menos libre. En efecto,
la libertad en la competencia admite multiplicidad de grados, pudiendo existir libre competencia incluso en estructuras de mercado altamente imperfectas desde una ptica econmica o, incluso, en ciertas
industrias intensamente reguladas.
3.2.1.3. Libre competencia y competencia perfecta
Se hace preciso diferenciar adecuadamente la libre competencia de
la competencia perfecta, paradigma econmico este ltimo que ya fuera anteriormente explicado en este trabajo y cuya utilidad es meramente analtica. En efecto, el modelo de competencia perfecta es empleado
para estudiar mercados concretos y reales y determinar las imperfecciones que stos exhiben. El modelo de competencia perfecta es casi
inexistente en la realidad, puesto que se trata de un modelo hipottico y, por ello, no puede constituir un bien jurdico a ser tutelado por
una legislacin antimonoplica y menos puede pretenderse que los
organismos antimonoplicos pretendan aproximar los mercados concretos y por ello de suyo imperfectos a dicho paradigma. Esta aseveracin no debe entenderse en el sentido de que tales organismos no
deban realizar la importantsima tarea que les encomienda el legislador en orden a prevenir y sancionar los injustos monoplicos, sino en
el sentido de que no existe ni debe existir un deber de provocar forzadamente la atomicidad all donde los partcipes son pocos o promover la homogenizacin de los productos en los mercados donde stos
se presenten heterogneos, etc. En efecto, estimamos que lo anterior
corresponde a una suerte de reingeniera social que se refiere no ya a
las conductas objeto de toda legislacin antimonoplica, sino que
afecta a las estructuras mismas que asumen los mercados.
En este sentido, yerra el Mensaje de S.E. el Presidente de la Repblica con el que se inicia un Proyecto de Ley que crea el Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia cuando afirma: Ello ha hecho
necesario repensar el concepto tradicional de atentado a la libre competencia, siendo hoy insuficiente remitirse a los modelos simples de
84
60
85
Diccionario de la Lengua Espaola, p. 1277, Espasa Calpe S.A., 21 edicin, Madrid, 1992.
63
ACTON, H. B., The morals of markets: an ethical exploration, p. 70, Edited by David
Gordon and Jeremy Shearmur, Liberty Fund, Indianapolis, 1993.
86
64
BORK, Robert H., The antitrust paradox. A policy at war with itself, pp. 58 y 59, The
Free Press, New York, 1993.
87
65
WITKER, Jorge, Prcticas desleales y prcticas restrictivas, p. 140, en Estudios en
torno a la Ley Federal de Competencia Econmica, Universidad Nacional Autnoma de Mxico,
1994.
88
homologarlas con una legislacin comn en materia de libre competencia. En la misma lnea, el Tratado de Libre Comercio entre Canad y Estados Unidos de Amrica suscrito en 1989, da cuenta en su
cap. 19 del compromiso de sustituir la legislacin sobre dumping y subvenciones, por una legislacin sobre libre competencia. En una direccin opuesta a la antes descrita pareciera evolucionar el orden jurdico
chileno, segn ha quedado de manifiesto en el Proyecto de Ley para
regular la competencia desleal (Boletn N 3356-03), presentado el
10 de septiembre de 2003 a tramitacin y que busca crear una legislacin diversa al Decreto Ley 211 con el objeto de tratar en forma separada y autnoma, bajo el conocimiento de los tribunales civiles, las
denominadas prcticas desleales. El texto de dicho proyecto es todava muy precario, puesto que si bien busca deslindar las prcticas antimonoplicas de las desleales fracasa en el intento al entregar una
definicin de competencia desleal excesivamente vaga y al sealar
como ejemplos de estas ltimas los actos consistentes en poner barreras a la entrada de un mercado.
No obstante lo anterior, la nueva formulacin de ejemplos de hechos, actos o convenciones que vulneran la libre competencia custodiada por el tipo universal antimonoplico, que fueron introducidos
en el Decreto Ley 211 por la Ley 19.911, contiene una redaccin interesante a este punto. Se trata del art. 3, letra c), de dicho cuerpo normativo, que prohbe: Las prcticas predatorias, o de competencia desleal,
realizadas con el objeto de alcanzar, mantener o incrementar una posicin dominante.66
Se ha debatido si la disposicin transcrita ha producido el efecto
de subsumir toda prctica desleal caracterizada por la bsqueda, preservacin o incremento de una posicin dominante en el tipo universal del injusto de monopolio de que da cuenta el artculo tercero del
Decreto Ley 211. La respuesta, en nuestra opinin, es afirmativa. Sin
embargo, subsiste an la duda de si toda prctica de competencia desleal ha de exhibir tal finalidad o, por el contrario, es posible hallar
formas de competencia desleal que escapen a aqulla. Incluso, si hubiere prcticas desleales ajenas a la finalidad descrita, quedara todava la duda de si stas quedan capturadas por el tipo universal
antimonoplico, que es evidentemente ms amplio que los ejemplos
brindados por el legislador, entre los cuales se cuenta la mencionada
letra c).
66
Las sentencias N 10/2004 y N 8/2004 del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia han dado aplicacin a la mencionada letra c) del artculo tercero del Decreto Ley 211 al ocuparse de la competencia desleal.
89
Entre las muchas restricciones susceptibles de pactarse entre competidores hay una que dice relacin con ciertas restricciones contractuales que impiden competir durante un cierto tiempo, v. gr., el
vendedor se obliga a abandonar un determinado rubro por un determinado lapso de tiempo a fin de no privar de la clientela existente al
tiempo de la venta al comprador de un establecimiento comercial.
Restricciones de esta naturaleza existen muchas y algunas de ellas,
como la del ejemplo, no constituyen, en realidad, ofensas contra la
libre competencia, sino ms bien limitaciones convencionales destinadas a asegurar la calidad de lo vendido (empresa en marcha con su
clientela). El fundamento de esta clase de clusulas podra hallarse en
la necesidad de un trfico leal y fluido.
3.2.2. DIVERSAS CONCEPTUALIZACIONES DEL BIEN JURDICO
PROTEGIDO LIBRE COMPETENCIA
3.2.2.1. Prembulo
Libre comercio fue la denominacin que universalmente recibi la
competencia mercantil hasta el siglo XVIII, poca en la cual este ltimo trmino se difunde y comienza a utilizarse indistintamente con el
de libre comercio.67 Posteriormente, adquiere prevalencia la expresin
competencia mercantil para dar cuenta de dicho fenmeno al interior de una economa nacional y se reserva la denominacin de libre
comercio para denotar la competencia en una dimensin internacional. Entre los primeros en emplear la voz concurrencia como sinnimo de libre competencia se halla Luis de Molina, uno de los
67
90
grandes escolsticos espaoles del siglo XVI que influyeron significativamente no slo en el mbito filosfico y jurdico, sino que tambin
en el econmico.68
Al libre comercio, que fue el trmino empleado por los mercantilistas y por Adam Smith, se sola oponer el de comercio restringido,
tambin conocido como de privilegio y monopolio.69 Que el comercio sea libre significa que las personas gocen de libertad en un grado
tal que permita que ellas mismas cuiden de sus necesidades y perfeccionamiento espiritual y material, por la va de celebrar los actos jurdicos y convenciones que estimen necesarios o convenientes a tal
efecto, todo ello dentro de los lmites propios de la autonoma privada: moral, buenas costumbres, orden pblico y ley en sentido lato. En
efecto, la vida en sociedad no tiene por objeto el mero vivir, sino que
el vivir bien, esto es, disponindose de lo indispensable para que la
persona humana se desarrolle espiritual, intelectual y fsicamente; de
all que el bien comn nacional no puede ser concebido como un
mero satisfacer necesidades materiales.70
Puesto en trminos econmicos, lo anterior significa libre iniciativa para la persona en orden a ofertar y demandar los bienes que requiere hasta alcanzar un punto en el cual ya no puede mejorar su
situacin va transacciones lcitas, considerando los precios y trminos
contractuales existentes, por una parte, y su capacidad productiva, por
otra.
Si los contratos y convenciones celebrados se perfeccionan en precios y trminos competitivos, la satisfaccin de necesidades, por regla
general, es superior a si aqullos se efectan en condiciones no competitivas. De lo expuesto se sigue que una alteracin del libre comercio es la restriccin que ste sufre como consecuencia del privilegio y
del monopolio; por tanto, una cabal comprensin del comercio permite entender sus principales modalidades: libre comercio y comercio restringido o, en una formulacin moderna y jurdica, libre
competencia y monopolio. Destinaremos un captulo de este trabajo
a desarrollar la nocin de monopolio en su acepcin de injusto o delito, opuesto a la libre competencia.
68
MOLINA, Luis de, De justitia et jure, Tract. 2 (De contractibus) disp. 348, N 4 y
disp. 364., N 13. En lengua espaola puede consultarse una traduccin parcial de la
obra mencionada bajo el ttulo Teora del justo precio, Editora Nacional, Madrid, 1981.
69
Expresin recogida en el Mensaje del Ejecutivo al Cdigo de Comercio de la
Repblica de Chile (1865), p. 12, duodcima edicin.
70
AQUINO, Santo Toms de, Comentario de la tica a Nicmaco, Libro I, Leccin I,
4, p. 4, Ediciones CIAFIC, Buenos Aires, 1983. Confrontar con artculo primero, inciso cuarto, de la Constitucin Poltica de la Repblica.
91
Asentado en el siglo XIX el trmino libre competencia, comienzan a surgir las diversas interpretaciones y alcances que se confieren
al mismo. Tales controversias hallan eco en las doctrinas antimonoplicas y, posteriormente, tal como ha acontecido en Chile, en el propio debate parlamentario acerca de la reforma del Decreto Ley 211,
de 1973, que culmin con la promulgacin de la Ley 19.911, que fue
publicada el 14 de noviembre de 2003.
3.2.2.2. El debate legislativo en torno al Decreto Ley 211
El Proyecto de Ley, modificatorio del Decreto Ley 211, enviado con
fecha 17 de mayo de 2002 y con el carcter de suma urgencia por el
Presidente de la Repblica al Presidente del H. Senado, declar que
uno de los objetivos de dicho proyecto era la clarificacin del bien jurdico protegido:
En la misma lnea, se ha estimado pertinente modificar los primeros artculos de la ley vigente, otorgando mayor claridad al bien
jurdico protegido, de modo que el Tribunal [de Defensa de la Libre
Competencia] disponga de una gua ms precisa para sus pronunciamientos, con lo cual se logra mayor predictibilidad del accionar. En
concreto, se define el objetivo de la ley y se modifican los ejemplos
de conductas contrarias a la competencia.71
Con tal objeto, el mencionado proyecto propuso la siguiente nueva redaccin del artculo primero del Decreto Ley 211: La presente ley
tiene por objeto defender la libre competencia en los mercados, como medio para
desarrollar y preservar el derecho a participar en las actividades econmicas,
promover la eficiencia y, por esta va, el bienestar de los consumidores.
En nuestra opinin, este nuevo artculo primero contenido en la
primera versin del Proyecto de Ley destinado a modificar el Decreto
Ley 211, si bien tuvo el indiscutible mrito de poner de relieve una
controversia profunda y nada de fcil, como es la del alcance del trmino libre competencia, present una estructura equvoca, que deja
traslucir una confusin en cuanto a la definicin del bien jurdico protegido. En efecto, lo buscado era precisar el bien jurdico tutelado por
la legislacin antimonoplica segn lo manifiesta el propio Mensaje
del Presidente de la Repblica, lo cual exhibe una enorme trascendencia para la cabal comprensin de la finalidad buscada por el
Decreto Ley 211. Lamentablemente, dicho precepto en lugar de contribuir a la clarificacin del mencionado bien jurdico protegido, pro-
71
92
cho bien sea humano y tenga que ver con la vida en sociedad. Si adems de las condiciones anteriores, tal bien est caracterizado por la
alteridad y atae a lo propio de cada cual, ser de inters de la justicia. Esto ltimo ciertamente ocurre con la libre competencia, que da
cuenta de uno de los bienes fundamentales que ha de respetarse en
el desarrollo de las actividades econmicas, que son parte fundamental del entramado de relaciones que tienen lugar entre los miembros
de una sociedad civil. Luego, la libre competencia no puede estar ordenada al bienestar de los consumidores, sino que ha de estarlo al bienestar de todos los miembros de la nacin que desarrollan actividades
econmicas. Resulta a este punto discutible si los consumidores son
slo los consumidores finales o bien cualquiera que demanda un bien,
aunque sea para emplearlo como un insumo en la produccin de otros
bienes. Si se adoptara esta ltima posicin, aun se estara excluyendo
el segmento de los competidores oferentes, cuya libertad de emprendimiento debe ser salvaguardada, segn lo manifiesta el bien jurdico
intermedio ya mencionado consistente en el desarrollo de actividades
econmicas. Por lo anterior, la referencia al bienestar de los consumidores es insuficiente, puesto que se ha omitido el bienestar de los oferentes de bienes y servicios que gracias a la libre competencia ven
preservada y salvaguardada su libertad de emprendimiento. En efecto, el bien que se deriva de la libre competencia trasciende a los consumidores, puesto que se ordena al bien comn de la nacin; de all
que los beneficiados son todos los integrantes de la sociedad civil y,
particularmente, todos los oferentes y demandantes, cualquiera que
sea la fase productiva en la cual intervengan, y sin distincin de si se
trata de productores, comerciantes, distribuidores o consumidores. As,
todas las personas que pueden ejercitar su libertad econmica en el
mbito de la competencia mercantil sin injustas interferencias se ven
beneficiadas por la tutela de la libre competencia, sean consumidores
o no.
De lo expuesto se sigue que se ha confundido, en el proyecto de
ley enviado al H. Senado, la esencia de un bien jurdico protegido
valioso per se, segn demostraremos con las funciones que ste generalmente desempea en la vida social, las que han sido elevadas a
la categora de bienes jurdicos tutelados sin percibirse su no realizacin plena o su contradictoriedad en determinados escenarios. Estas
funciones sern tratadas en un captulo destinado a exponer nuestra
visin del bien jurdico tutelado libre competencia.
Por otra parte, el citado artculo primero del proyecto de ley originario dio lugar a un debate acerca de en qu sentido la libre competencia ostenta el carcter de medio. Ciertamente que la libre
competencia no slo es un bien jurdico en s mismo, sino que tal ca94
lidad no se opone a que sea medio para la consecucin del bien comn civil. As, cabe sealar que la libertad es un bien y no destruye
tal cualidad el hecho de que la libertad sea un medio para el perfeccionamiento espiritual o intelectual de una persona. Algo anlogo
acontece con la libre competencia, que es un bien en s y por ello lo
tutela el Decreto Ley 211; si no fuera un bien en s, lo lgico sera que
nuestro Derecho antimonoplico tutelase aquello para lo cual sirve
la libre competencia y que constituye un bien en s y no la libre competencia misma. Por lo anterior, la libre competencia es digna de tutela por s misma; de all que recibe el preciso calificativo de bien
jurdico tutelado y, adicionalmente, es medio para la consecucin del
bien comn de la nacin. En lo anterior reside la importancia de una
recta interpretacin de qu es la libre competencia, que es precisamente el objeto de la presente seccin de esta obra.
Dicho texto el contemplado en la versin originaria del proyecto de reforma del Decreto Ley 211 no tuvo buena acogida, puesto
que se estim que la libre competencia apareca como un medio para
alcanzar multiplicidad de bienes jurdicos, los cuales no necesariamente coincidan en cuanto a su logro. De esa forma, poda ocurrir que
una determinada conducta apareciera justificada ante el Decreto
Ley 211 por corresponder a uno de los bienes jurdicos mencionados
y, sin embargo, fuese contraria a otro de los formulados como finalidades de la libre competencia. As se concluy que una situacin como
la descrita sera fuente de una jurisprudencia incoherente y, por tanto, frustrara la predictibilidad de las conductas a reprochar, buscada
por el mencionado proyecto de ley. En efecto, bajo tal contradictoriedad de bienes jurdicos, no puede haber razonabilidad en el cumplimiento del Decreto Ley 211 por los competidores y en su aplicacin
por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Atendido lo expuesto fue que, con fecha 11 de julio de 2002, la
Comisin de Economa del Senado, luego de haber concedido diversas audiencias en las que fueron expuestas observaciones a la problemtica del bien jurdico protegido, resolvi por unanimidad que el
proyecto en comento haba fallado en definir el bien jurdico protegido y que, en consecuencia, en tanto no se subsanara tal falencia, no era
posible tipificar las conductas vulneratorias de la libre competencia.
Finalmente, luego de mltiples debates y controversias que tuvieron lugar en el Senado y la Cmara de Diputados, en septiembre de
2003 se aprob por el Congreso la reforma al Decreto Ley 211, que
fue publicada en el Diario Oficial con fecha 14 de noviembre de 2003
y bajo la forma de la Ley 19.911. Dicha ley contempl un nuevo artculo primero, segn el cual se opt por no intentar explicar qu es
la libre competencia, sino ms bien por meramente enunciar este bien
95
72
Art. 70 de la Ley de Servicios Sanitarios, contenida en el DFL N 382, que prescribe: La coordinacin de las empresas prestadoras, sus administradores, directores o
empleados, as como cualquier otro acto o convencin tendiente a distorsionar o encubrir la informacin de costos de prestacin del servicio con el fin de influir en la
obtencin de tarifas ms altas en el proceso de fijacin tarifaria, ser considerado contrario a la libre competencia. Dicha disposicin fue introducida en la Ley de Servicios Sanitarios por el art. 1 de la Ley 19.549.
96
73
BORK, Robert H., The antitrust paradox, p. 58, The Free Press, New York, 1993.
Seala este autor: The polar models of the Clayton Act and its various amendments,
therefore, are competition and monopoly. Since these are models derived from economics rather than sociology or political science, this usage would seem to rule out all
but economic goals.
74
DEWEY, Donald, The economic theory of antitrust: Science or religion?, 50 Va.
L. Rev., 413-434, 1964.
97
mediante el libre juego de la oferta y la demanda. Por ltimo, concluimos con un acpite crtico en el cual desarrollamos nuestra propia visin del alcance de la nocin libre competencia, segn sea
empleada como bien jurdico tutelado.
3.2.2.3. Diversas visiones acerca del bien jurdico tutelado
Se han elaborado muchas y muy dispares visiones acerca de qu ha
de entenderse por libre competencia y, en tal contexto, hemos resuelto
agruparlas de la siguiente forma: en primer lugar, nos ocuparemos de
las conceptualizaciones procedentes del mbito iusfilosfico y jurdico (A, B, C, D y E); en segundo lugar, desarrollaremos las visiones forjadas bajo el influjo de la Economa (F y G) y, en tercer y ltimo lugar,
expondremos nuestra personal visin de la libre competencia (H).
A. LA AUTONOMA PRIVADA
A.1. Libre albedro y autonoma privada
Es importante no identificar la autonoma privada con las libertades
innatas del hombre (libertad trascendental del entendimiento, libertad trascendental de la voluntad y libertad de albedro), que si bien
son nociones relacionadas, exhiben importantes diferencias de mbito y contenido. La libertad de albedro es un atributo de la naturaleza racional que caracteriza a todo ser humano y que consiste en la
capacidad que la voluntad humana tiene de autodeterminarse.75 Dicha libertad de albedro es fundamento de la autonoma privada, pero
aqulla trasciende a esta ltima en cuanto comprende toda actividad
propiamente humana, se haya exteriorizado o no, a diferencia de la
autonoma privada que, segn explicaremos, slo opera en relacin
con cierta actividad humana de relevancia jurdica, que necesariamente
requiere exteriorizacin. En otras palabras, mientras la autonoma privada es una nocin desarrollada por la ciencia jurdica es una forma
de libertad adquirida de naturaleza poltica o civil (lato sensu) para
describir la nocin de una potencia que permite generar normas jurdicas y que por tanto se agota en los lmites del Derecho, la libertad
de albedro es una nocin filosfica que trasciende la anterior en cuanto resulta indispensable para comprender a cabalidad el ser humano
y su actividad deliberada, sea sta jurdica o extra-jurdica. Ciertamente
75
MILLN PUELLES, Antonio, Lxico filosfico, p. 403, Ediciones Rialp S. A., Madrid,
1984.
98
jurdicas que las vinculen y obliguen con otros sujetos. Paradjicamente, el mbito de la autonoma privada viene no slo regulado y limitado, sino que adems garantizado por normas heternomas. As, la
autonoma privada es ms que una libertad jurdicamente reconocida al individuo; se trata de un poder de normar y ordenar sus propias
relaciones jurdicas, hasta el punto de obligarse voluntariamente y dotar de contenidos a tales obligaciones para con terceros con la plenitud de efectos jurdicos que se siguen del pacta sunt servanda.
A.3. Nocin de autonoma privada
La voz autonoma, conformada por los vocablos autos (mismo) y nomos (ley) indica una realidad que se halla regida por una ley propia,
diversa de otras leyes, pero no necesariamente incompatible con ellas.
La autonoma privada es una nocin jurdica que ha sido magistralmente definida por Luigi Ferri como el poder de disposicin no vinculado al deber jurdico de perseguir una finalidad determinada por
otro.
La expresin poder en la definicin antes citada da cuenta de
una potencia o facultad sobreaadida a la del libre albedro por eso
aqulla encuentra su fundamento en ste antes que de un derecho
subjetivo propiamente tal, lo cual ciertamente no impide concluir que
esa potencia se halla tutelada en el orden jurdico por un plexo de
instituciones. Es importante destacar que este poder no corresponde
a una funcin o a un officium, atendido que stas son caractersticas
privativas de las autoridades pblicas (regidas por el Derecho pblico), as como de ciertas autoridades privadas (regidas por el Derecho
privado, pero a las cuales se les reconocen potestades). Se ha debatido el criterio diferenciador de los poderes-funciones versus los poderes no funciones. Al respecto, Santi Romano ha sostenido que tal
criterio diferenciador ha de radicar en que en el caso de los poderesfuncin u officia, el titular del inters es diverso del titular del poder.
Critica Luigi Ferri la eleccin de tal criterio, arguyendo que en el caso
del Estado y sus organismos stos son titulares del poder y tambin
de los intereses que son propios del mismo Estado, intereses que se
identifican con sus fines institucionales.76 En nuestro concepto, el argumento de Ferri falla porque el Estado y sus organismos no dirigen
su actuar a fines que se agoten en ellos mismos, sino que a fines que
son los propios de la sociedad poltica, esto es, el bien comn polti-
76
100
co y que constituyen la causa final de la existencia y del actuar del Estado y sus organismos. En otras palabras, los fines del Estado y sus organismos trascienden a stos y se radican en la obtencin del bien de
todos y cada uno de los miembros de la sociedad civil, lo cual ha de
lograrse con el pleno respeto a los principios y garantas formuladas
en la Constitucin Poltica de la Repblica.
En opinin de Ferri, el verdadero criterio diferenciador entre poder-funcin y poder no funcin ha de hallarse en que el primero es
caracterizado por la prosecucin de fines o intereses a tutelar de carcter superior, esto es, que se imponen a los rganos pblicos o a los
individuos como intereses o fines necesarios.
La voz disposicin alude a determinar o regular una conducta,
que en este mbito ser siempre la propia del emisor de las normas,
con miras a un determinado fin. De all que los actos jurdicos unilaterales como las convenciones exhiban un objeto determinado.
En cuanto al elemento negativo de esta definicin consistente en
que tal poder de disposicin no se halle vinculado o sujeto al deber
jurdico de perseguir una finalidad determinada por otro, conviene
realizar algunos comentarios. No ha de mediar un deber jurdico que
aherroje esa potencia a una finalidad determinada por otro, pudiendo s existir otra suerte de deberes, v. gr., morales, que s introduzcan
restricciones a la actividad de esa potencia. Para efectos de establecer
si existe ese deber jurdico de sujecin a una finalidad determinada
por otro, es fundamental considerar que se trata de una finalidad y
no de simples medios. La importancia de lo anterior radica en que la
eleccin de medios existe no slo en el mbito privado sino que tambin en el mbito pblico a travs de la denominada discrecionalidad
administrativa y, por tanto, no resulta ser un buen criterio para discernir cundo hay autonoma privada y cundo no. Por contraste, la
finalidad es un criterio decisivo para establecer cundo se est en el
mbito de lo privado y cundo se est en el mbito de lo pblico, puesto que toda persona regida por el Derecho pblico tiene una finalidad determinada por la Constitucin o las leyes. Si bien podra parecer
que en el Derecho privado acontece lo mismo puesto que las personas jurdicas privadas exhiben una finalidad determinada por sus estatutos, no debe olvidarse que tales estatutos son el resultado de la
decisin adoptada por los socios, accionistas o fundadores sin hacerse
eco de deber jurdico alguno, salvo obviamente respetar los lmites de
la autonoma privada. As, en el Derecho privado no hay deber jurdico de seguir la finalidad impuesta por otro, sea que sta emane del
Estado y sus organismos como que emane de otro particular.
Debe rechazarse el trmino autonoma de la voluntad como sinnimo de autonoma privada y ello por, a lo menos, dos razones: i) las
101
normas son captadas y formuladas por el intelecto que percibe los fines, correspondiendo a la voluntad resolver su ejecucin y puesta en
prctica; de all que es falso que los actos jurdicos slo tengan por
causa inmediata la voluntad de la parte o de las partes intervinientes
en los mismos, y ii) por lo anterior, la autonoma no es un atributo
predicable de la voluntad del sujeto, sino que es predicable del sujeto
mismo; en otras palabras, esta esfera de autogobierno pertenece a la
persona y no a su voluntad: no debe olvidarse el principio segn el
cual los actos son de las personas y no de sus facultades. En efecto, la
voluntad interviene en la puesta en ejercicio de este poder normativo, pero ante todo interviene el intelecto que capta los fines que se
presentan como bienes o realidades convenientes al sujeto, a objeto
de que ste delibere sobre los mismos y con su voluntad resuelva cul
de ellos ha de procurarse. Por lo expuesto, todo acto o actualizacin
de la autonoma privada exige la concurrencia de las facultades superiores del hombre: intelecto y voluntad en la prosecucin de un bien
jurdico que ha de alcanzar mediante la emisin de normas jurdicas
autnomas. Estas normas jurdicas autnomas pueden tener por objeto la constitucin, modificacin o extincin de relaciones jurdicas,
que no son sino normas jurdicas.
Asimismo, es importante advertir que la nocin de autonoma privada que se analiza en este estudio es un concepto jurdico que da
cuenta de la actividad normativa de los privados, cuya defensa no importa en forma alguna adhesin a la idea kantiana de una autonoma de la voluntad como principio supremo de la moralidad. As
como la realidad jurdica descrita bajo los vocablos autonoma privada no es creacin del kantismo, tampoco aqulla es creacin del liberalismo.77 En efecto, el liberalismo acogi este fundamental principio
jurdico y lo hizo suyo, lo cual en forma alguna significa que no fuese
un principio pre-existente en el Derecho y perfectamente dotado de
contenido y valor. Slo los sistemas totalitarios han negado, ora explcita ora implcitamente, el principio de la autonoma privada, porque
77
102
cuanto poder normativo en funcin de si los derechos mismos tienen asignados fines consistentes en intereses privados o intereses sociales.78
As, la autonoma privada opera dentro del mbito de lo lcito y,
por ello, se halla constituida por un poder de crear, modificar o extinguir dentro de los lmites expuestos normas jurdicas. En consecuencia, la autonoma privada es poder, potencia o facultad y no
potestad ni derecho subjetivo. Este poder se extiende tanto al mbito
de los negocios nominados o reglados como de los innominados o carentes de regulacin.
De all que entre las fuentes normativas no slo han de contemplarse
las potestades del constituyente, del legislador, del administrador centralizado o autnomo, del contralor, del sentenciador y del Banco Central,
sino que ha de aadirse en inferior rango que las antes mencionadas
la autonoma privada. En sntesis, no todo derecho emana de autoridad pblica, sino que tambin compete a los privados la emisin de normas jurdicas y, por tanto, la creacin de derecho.
La autonoma privada es una nocin diversa de la iniciativa privada; aqulla es una nocin jurdica, en tanto que la segunda es una nocin poltico-econmica.
A.5. Autonoma privada, principio de subsidiariedad y garantas constitucionales
Son muchos los principios constitucionales y garantas constitucionales que consagran indirectamente la autonoma privada y no slo en
el mbito econmico sino que tambin en otras esferas de la vida humana, como acontece en el orden familiar. Sin embargo, hemos de
aludir slo a ciertos preceptos fundamentales.
a) El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a travs de los
cuales se organiza y estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonoma para cumplir sus propios fines especficos (art. 1, inc. 3, Constitucin).
Esta disposicin da recepcin al fundamental principio de subsidiariedad, el cual junto al denominado principio de solidaridad buscan articular y normar las relaciones jurdicas entre la sociedad civil o
poltica (concebida como un todo representado por el Estado) y el
individuo y los cuerpos intermedios (concebidos como las partes de
ese todo). Mientras el principio de solidaridad regula la conducta entre las partes del todo social, el principio de la subsidiariedad ordena
las conductas entre el todo y sus partes desde el punto de vista de sus
respectivas competencias. De all que, en nuestra opinin, estos prin78
CASTRO Y BRAVO, Federico de, Temas de Derecho Civil, pp. 135 y ss., Editorial Rivadeneyra S.A., Madrid, 1976.
104
79
105
80
106
107
Para un estudio de los sujetos jurdicos colectivos, vase, MADRID RAMREZ, Ral,
Derecho e inters sobre la (no) necesidad de los derechos colectivos., en El Derecho
natural en la realidad social y jurdica, S. Castao - E. Soto Kloss Editores, Universidad
Santo Toms, Santiago de Chile, 2005.
108
109
ciones en virtud de las cuales los cuerpos intermedios han de desarrollarse y progresar. Se trata, as, de una obligacin positiva y como
tal exigible que recae sobre el Estado y en virtud de la cual ste debe
adoptar todas las medidas que fortalezcan los cuerpos intermedios y
debe abstenerse de todas las medidas que causen detrimentos innecesarios e injustificados a stos.
Cuando nos referimos al Estado como destinatario del principio
de subsidiariedad damos por sobreentendido que todas y cada una de
las obligaciones derivadas de ese principio recaen no slo sobre la Administracin del Estado, sino que tambin sobre todos y cada uno de
los poderes pblicos de la Repblica. En consecuencia, el principio
de subsidiariedad tambin alcanza al Tribunal Antimonoplico, el cual
deber cuidar que el ejercicio de todas y cada una de sus variadas potestades pblicas se ordene a promover la iniciativa privada, buscando las condiciones que mejor permitan su desarrollo.
El corolario del precepto constitucional en comento es el principio de subsidiariedad, segn el cual el Estado y sus organismos deben
crear las condiciones adecuadas para que los cuerpos intermedios logren sus fines especficos, v. gr., promover la competencia mercantil
(aspecto positivo del principio de subsidiariedad). A la vez, el Estado
y sus organismos no han de interferir en las actividades que pueden
ser desarrolladas por los privados, de forma tal que han de abandonar la competencia en los mercados mediante empresas pblicas del
Estado, sociedades estatales u otra suerte de establecimientos anlogos, a menos que est fehacientemente acreditado que ningn privado tiene inters en competir, que las condiciones estn dadas para
competir y que efectivamente existe una demanda no abastecida en
tales mercados (aspecto negativo del principio de subsidiariedad). Incluso, en estos ltimos casos el Estado y sus organismos no han de perder de vista que su rol es subsidiario es decir, de ayuda o auxilio y
jams de absorcin o aniquilacin y, por tanto, las funciones que en
tal carcter asuma han de ser transitorias, orientadas a crear cuanto
antes las condiciones que permitan el retorno de los privados a la actividad auxiliada y, en manera alguna, el mentado principio constitucional puede servir de excusa para que el Estado, sus organismos o sus
empresas, se enquisten sine die en un determinado rubro o mercado.85
De lo expuesto se sigue, con mayor fuerza, que el Estado no puede
establecer monopolios de privilegio, lo cual, como se explicar en el
85
Vase Merza S.A. con Subsecretario de Pesca, Rol N 2.798-95, del 14 de julio
de 1995, considerando 5. Este establece que el propsito del art. 19 N 21 de la Constitucin Poltica de la Repblica es conferir a los particulares una intervencin preferente en el desarrollo de las actividades econmicas, reservndose, a diferencia, para
el Estado slo un rol subsidiario en ese mbito.
110
86
STREETER PRIETO, Jorge, Documento de trabajo sobre la enmienda del D.L.
N 211 (1973), pp. 38 y 41, en Modificacin de la ley de defensa de la competencia, PHILIPPI,
YRARRZAVAL, Pulido & Brunner Ltda., Santiago de Chile, 2002.
112
cer en venta el producto referido, pero no es el resultado de la accin injusta de un tercero. Puede ocurrir que un vendedor no venda
nada, en razn de que su competidor ha cautivado la clientela con
una extraordinaria calidad en sus productos; lo anterior constituye una
limitacin en el ejercicio de la autonoma privada para el competidor
que no vende nada, pero tal limitacin no es injusta, puesto que es el
resultado de una sana libre competencia. As, el ejercicio de la autonoma privada puede resultar afectado por circunstancias exgenas (la
existencia de un gran competidor que cautiva la clientela) o bien por
circunstancias endgenas (estimaciones errneas de la demanda por
parte del propio competidor), que nada tienen que ver con un injusto monoplico o un ilcito conculcador de la autonoma privada. Todo
lo anterior conduce a la conclusin de que, para quienes sustentan
esta visin del bien jurdico tutelado, las ofensas monoplicas constituiran atentados contra la autonoma privada empleada para competir en tanto la restriccin impuesta a esta ltima provenga de un tercero
que injustamente entorpece, reduce o elimina la aptitud competitiva
de otro. Lo caracterstico de este atentado es que la restriccin injusta se aplica sobre la libertad para competir y la modalidad de esta injusticia parece encontrar algn antecedente remoto en el antiguo vicio
del consentimiento conocido como fuerza.87 En nuestra opinin, la
especificidad de esta fuerza perturbadora de la autonoma privada
para competir arrancara del poder de mercado de que se halla dotado otro competidor o del poder de control de precios que ejercita alguna autoridad pblica que interviene en el mercado respectivo.
Si bien no cabe duda de que en la generalidad de los casos de ofensas monoplicas se ve afectado el lcito ejercicio de la autonoma privada de los competidores, parecera que ello no ocurre siempre; ni
respecto de ciertas modalidades de competencia ni respecto de cierta
clase de competidores.
Parecera que no toda la actividad consistente en competencia
mercantil se lleva a cabo mediante actos jurdicos negocios jurdicos
en la doctrina italiana, sino que tambin intervienen hechos jurdicos voluntarios sin intencin de producir efectos jurdicos.88 As, caben, por ejemplo, negativas de venta injustificadas: si bien la oferta
de compra puede ser considerada un acto jurdico unilateral supeditado a la condicin de que sea aceptada en el acto de ser conocida
87
STREETER PRIETO, Jorge, Libre competencia y libertad de contratacin, p. 44,
en El da de la competencia (de fecha 30 de octubre de 2003), Fiscala Nacional Econmica, Santiago de Chile, 2004.
88
As lo reconoce implcitamente el art. 3, inciso primero, del Decreto Ley 211
que consagra el tipo universal antimonoplico.
113
116
92
117
118
Adicionalmente, sealbamos que el verdadero criterio diferenciador entre poder-funcin y poder no funcin ha de hallarse en que el
primero es caracterizado por la prosecucin de fines o intereses a
tutelar de carcter superior, esto es, que se imponen a los rganos
pblicos o a los individuos como intereses o fines necesarios. En consecuencia, las empresas pblicas del Estado, que son creadas para la
satisfaccin de una necesidad pblica y en cumplimiento del principio de subsidiariedad, corresponden a un esquema de poder-funcin
u officium, puesto que hallan su causa final en la tutela de intereses o
fines necesarios, que no son otros que las respectivas necesidades pblicas que les han dado origen. De all que sea clara la conclusin de
que estas empresas pblicas del Estado carecen de autonoma privada: no se trata de un poder no funcin (caracterstico de la autonoma privada) sino que de un officium y ello en razn de que sus fines
vienen impuestos por el legislador con el objeto de satisfacer una necesidad pblica.
Las conclusiones anteriores han sido confirmadas por la propia
jurisprudencia administrativa de la Contralora General de la Repblica de nuestro pas, que ha sealado:
Cuando el legislador decide crear una empresa pblica es porque estima que existe una necesidad pblica comprometida y por ello,
precisamente, tal clase de entidades integra la Administracin del Estado, conforme lo establecido en el art. 1 de la Ley 18.575, y tal como,
por lo dems, lo sealara la jurisprudencia de este organismo contralor emitida con anterioridad a la dictacin de esa ley.97
Sin embargo, es ms clara todava la Contralora al sealar que las
autoridades de Codelco se hallan sometidas a los principios de legalidad y competencia contenidos en los arts. 6 y 7 de la Constitucin,
por lo que en el mbito de sus atribuciones, Codelco no se sujeta al
principio de la autonoma de la voluntad, sino a las normas de derecho pblico.98
As, en el caso de los competidores indicados, se trata de personas jurdicas creadas por ley, operando sta como estatuto orgnico
de las mismas, definiendo con toda precisin su fin u objeto, sus atribuciones, rgimen de empleados y de bienes y los intereses que el Estado ha determinado perseguir mediante su creacin. As, estos
competidores son personas pblicas que carecen de autonoma privada en un sentido tcnico y que se hallan regidos por una heteronoma emanada del legislador de qurum calificado que les ha dado
97
98
119
En cuanto a los contenidos de la garanta constitucional en estudio, estimamos que sta comprende tres modalidades de libertad
econmica: i) libertad de produccin; ii) libertad de comercio, y
iii) libertad de trabajo.99 De ello se sigue que las actividades econmicas a que alude esta garanta constitucional no se agotan ni son sinnimos de las actividades empresariales, como errneamente ha
sostenido algn autor. Las actividades correspondientes a tales modalidades de ejercicio del mentado derecho a desarrollar actividades econmicas son lcitas en tanto no transgredan alguno de los lmites que
el constituyente ha fijado genricamente en la misma disposicin antes citada y se ajusten a las normas legales que la regulen. Tales libertades econmicas pueden ser ejercitadas en forma individual o
mediante cualquier clase de asociacin lcita.
Si bien resulta evidente el nexo entre autonoma privada y la garanta antes trascrita, aquella vinculacin no permite identificar la libre competencia con el derecho a desarrollar cualquier actividad
econmica. Para una mayor claridad expositiva, desarrollaremos los
dos aspectos medulares de la vinculacin entre el derecho a desarrollar cualquier actividad econmica y la libre competencia: la libertad
y el carcter econmico de la misma.
B.1. Relaciones por concepto de la libertad
La garanta del inciso primero del art. 19, N 21 no se proyecta exclusivamente en el campo de la legislacin antimonoplica, sino que rige,
estructura y tutela otros importantes mbitos del Derecho, v. gr., bancario, cambiario y societario. Luego, esta garanta trasciende el derecho
de la libre competencia y por ello resulta inapropiado identificar aquella garanta constitucional con el objeto propio de esta ltima legislacin.
As, la garanta del art. 19, N 21 inspira, ampara y rige no slo la
libre competencia, sino que tambin una gran variedad de bienes jurdicos conexos al sistema de iniciativa privada que establece nuestra
Constitucin Poltica. Si bien es cierto que esa variedad de bienes jurdicos tienen en comn con la libre competencia el que todos ellos
tutelan una libertad econmica, dentro de ciertos lmites y en ordenacin al bien comn econmico, no resulta procedente olvidar que
esos bienes jurdicos difieren en las modalidades, caractersticas y limitaciones de esa libertad. De esta forma, la libre competencia y, por ejemplo, la libertad cambiaria coinciden en ser libertades jurdicamente
tuteladas y hallarse ambas referidas al mbito econmico; sin embar99
122
sigue al modo de ser. Las limitaciones emanadas de la naturaleza humana pueden ser visualizadas en dos planos: la naturaleza humana abstracta est afecta a todas las limitaciones propias de la misma: carcter
de medio de la libertad para la consecucin de fines, bsqueda ineludible de la felicidad, restricciones temporales, fsicas y espaciales, y por
otra parte, las limitaciones emanadas del carcter poltico de nuestra
naturaleza humana, que nos llevan a coordinarnos en una vida en sociedad, vida que requiere un orden, una autoridad pblica y una bsqueda del bien comn poltico.
Desde el punto de vista del texto del inciso primero del art. 19,
N 21 de la Constitucin Poltica de la Repblica, la libertad econmica exhibe lmites, que son el orden pblico, la moral y la seguridad
nacional.
B.1.2. Contenido de la libertad para desarrollar cualquier actividad
econmica
La libertad para desarrollar cualquier actividad econmica constituye
un derecho esencial emanado de la naturaleza humana, puesto que
como hemos antes afirmado las actividades econmicas han de tener
por finalidad el perfeccionamiento espiritual y material de la persona
humana. Si bien es cierto que por el mal uso de la libertad humana,
tal finalidad consistente en el perfeccionamiento del individuo puede verse parcialmente frustrada, ello ciertamente es un asunto que no
resta la calidad de derecho fundamental a la libertad en comento, en
tanto que tratndose de asuntos de relevancia jurdica no se transgredan los lmites prefijados por el constituyente.
De lo expuesto se sigue que la mencionada libertad para desarrollar actividades econmicas ha de ser respetada por el Estado y sus organismos, sea que stos acten en cuanto autoridades pblicas, sea que
acten en cuanto competidores o empresarios. As, el Estado puede
atacar injustamente este derecho fundamental contemplado en el
art. 19, N 21 de la Constitucin Poltica bajo dos frmulas:
a) En cuanto autoridad pblica: i) al lesionar este derecho fundamental especificando limitaciones que no correspondan al orden
pblico, la moral, las buenas costumbres o la seguridad nacional o bien
que aqullas sean correctamente especificadas, pero por una autoridad pblica infralegal, y ii) al imponer regulaciones a dicho derecho
cuya substancia no provenga de ley o bien aunque proviniendo de ley
afecten la esencia de este derecho o impidan su libre ejercicio y,
b) En cuanto competidor: al obtener el Estado, sus organismos o
sus empresas privilegios, subsidios exclusivos o monopolios en su sentido jurdico que le permitan competir en condiciones ms ventajo124
Se ha tendido a ver como el principal contenido pero no el nico de esta garanta constitucional la denominada libertad de empresa, que ha sido caracterizada como la ms alta expresin de la
iniciativa privada en el trfico mercantil dentro de un Estado de Derecho.100
Cul es la esencia de esta libertad tutelada constitucionalmente y
por ello sustrada, en su esencia, al legislador? Dar con la esencia de
esta libertad resulta el asunto ms fundamental de la misma: slo as
sabremos hasta dnde puede avanzar el legislador con su afn regulatorio y hasta dnde podr el legislador hacerse eco de los lmites genricamente sealados por el constituyente sin transgredir la crucial
garanta del art. 19, N 26 de la Constitucin Poltica de la Repblica.
Sobre el particular se han construido algunas interpretaciones:
i) La libertad ha de ser la misma para todas las empresas que se dedican al mismo gnero de actividad econmica y esto constituira
la esencia de la garanta en comento y, por tanto, muro infranqueable para el legislador. Se ha criticado esta visin por descansar sobre la igualdad y no sobre la libertad; as, podra preservarse
la igualdad y reducirse la libertad hasta lo irrisorio para cada categora de empresa que se dedica al mismo rubro de actividad, sin
por ello vulnerar la libertad en su esencia. Para ilustrar lo anterior recurrimos a las palabras del gran filsofo del Derecho Rafael Fernndez Concha, quien sealaba: La ley no debe hacer
acepcin de personas y, por lo tanto, tiene que imponer igual castigo a todos los responsables de faltas iguales. De aqu, empero, no
se deduce que la pena haya de ser una misma para todos, pues esto,
en vez de igualdad en el castigo, puede traer suma desigualdad.101
ii) Nuestra interpretacin es que la esencia de la libertad para desarrollar cualquier actividad econmica es una libertad de orden social o poltica, que consiste en el atributo para determinar, con
independencia respecto de otras autoridades pblicas o privadas
y de otras personas pblicas o privadas, si se opera o no y en el
evento de hacerlo el cmo, cundo y dnde se realizan actividades econmicas, sea que tal operacin entrae actividad normativa (autonoma privada y heteronoma pblica), como actividad
extranormativa. Atendido que la libertad preservada constitucionalmente es una libertad poltica, ha de ser una libertad caracterizada por dos rdenes genricos de restricciones: las regulaciones
100
126
102
A RAGN REYES, Manuel, Libertades econmicas y estado social, p. 29, McGraw Hill,
Madrid, 1995.
127
darse que el ejercicio de la soberana reconoce como limitacin el respeto a los derechos que emanan de la naturaleza humana, segn impera el art. 5, inciso segundo, de la Constitucin Poltica de la
Repblica. De este precepto constitucional se sigue que la autoridad
pblica carece de imperio para desconocer las garantas constitucionales, entre ellas la del art. 19, N 21, que evidentemente corresponden a derechos emanados de la naturaleza humana.
B.1.3. Funciones del Decreto Ley 211 respecto de la libertad a
desarrollar cualquier actividad econmica
En atencin a lo expuesto, toca al legislador antimonoplico preservar la libre competencia y regular este bien jurdico de modo de no
vulnerar la garanta constitucional del art. 19, N 21, que, como se ha
dicho, sirve de fundamento y sustrato a la libre competencia. El legislador antimonoplico debe cuidar que sus preceptos regulatorios de
la libre competencia no la supriman ni hagan imposible su ejercicio,
puesto que si ello ocurriera no slo sera contradictorio con la finalidad de tutelar la libre competencia, sino que adems vulnerara la garanta constitucional del art. 19, N 21.
En este punto se perfila en toda su dimensin la paradoja de la
libre competencia, segn la cual la proteccin de dicha libertad exige una regulacin de sus lmites a travs de una intervencin normativa de rango legal, que es la que regula el Decreto Ley 211. De
all que este Decreto Ley se comporte desempeando a la vez tres
funciones: como norma tutelar de la libre competencia (en este sentido es proyeccin de la garanta de la libertad para desarrollar cualquier actividad econmica), como norma limitativa de los excesos
que pudieren ocurrir con motivo de la competencia misma (en este
sentido opera como lmite de la mencionada garanta) y como norma regulatoria u operativizadora de la garanta amparada en el inciso primero del art. 19, N 21 (respetando las normas legales que la
regulen).
B.1.4. Funcin tutelar
En virtud de la funcin tutelar, el Decreto Ley 211 debe preservar la
libre competencia creando los medios para que este bien jurdico sea
respetado no slo por las autoridades pblicas y personas pblicas, sino
que tambin por las autoridades privadas y personas privadas. Desde
la perspectiva de esta funcin tutelar se presenta un campo que, tal
como se ha advertido, simultneamente puede ser objeto de la garanta constitucional contenida en el inciso primero del art. 19, N 21 de
la Constitucin y del Decreto Ley 211.
128
Esto resulta de la relacin entre la libertad para desarrollar actividades econmicas y la libertad para competir, lo cual ha sido recogido por la jurisprudencia antimonoplica en los siguientes trminos:
Que sin perjuicio de la garanta constitucional del derecho a desarrollar cualquier actividad econmica (...), el orden econmico que
se ha establecido en el pas es el de una economa social de mercado,
en el cual su principio rector es la libertad econmica que se manifiesta de distinta manera, y donde el empleo de la libre competencia
es uno de los mecanismos impulsores de la economa donde, por cierto, se encuentran contenidos y garantizados entre otros principios del
orden pblico econmico, el de la libertad de la persona humana en
cuanto se manifiesta en el derecho para desarrollar cualquier actividad econmica con las limitaciones antes indicadas....103
Ello acarrea, por consecuencia, que ciertas conductas pueden ser
impugnadas como atentado al mencionado precepto constitucional a
travs de las acciones que confieren el recurso de proteccin y el recurso de amparo econmico,104 que son de conocimiento de la respectiva Corte de Apelaciones, o bien como ofensas al Decreto Ley 211
a travs de un requerimiento o una demanda ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Ambos tribunales exhiben a la Corte
Suprema como comn superior jerrquico, que puede entrar a conocer de los asuntos radicados ante la Corte de Apelaciones y ante el
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia va ciertos recursos.
B.1.5. Funcin limitativa
En cuanto a la funcin limitativa, cuyo objeto es acotar o ceir un importante derecho fundamental, cabe observar que la propia garanta
constitucional contenida en el art. 19, N 21, inciso primero, de la
Constitucin contempla explcitamente sus lmites. Tales lmites son
la moral, el orden pblico y la seguridad nacional y slo el constituyente puede aadir otros lmites. A contrario sensu, no corresponde
103
Dictamen N 992/636 de la Comisin Preventiva Central, confirmado por la
Comisin Resolutiva (hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia) mediante
Resolucin N 480, en el cual se cita Oficio N 725 de la Direccin General de Aguas.
104
Cabe observar que la accin de amparo econmico, regulada en el artculo
nico de la Ley 18.971, ha experimentado una interesante evolucin jurisprudencial:
originariamente se estimaba que slo proceda con motivo del inciso segundo del
art. 19, N 21 de la Constitucin; ms tarde se acept su extensin a la tutela del inciso primero de dicha disposicin constitucional y, actualmente, en recientes fallos se
tiende a excluir esta accin constitucional de la tutela de meras amenazas al derecho
a desarrollar cualquier actividad econmica que no sea contraria a la moral, al orden
pblico o a la seguridad nacional.
129
a ninguna otra autoridad pblica ni a privado alguno limitar esta garanta; por ello, no corresponde a ninguna autoridad pblica ni a privado alguno limitar el derecho a desarrollar una actividad econmica
mediante restricciones a la competencia, salvo que esa autoridad pblica se halle especificando los lmites constitucionales antes sealados.
Surge, entonces, la pregunta de a qu autoridad pblica concierne la especificacin o concrecin de tales lmites. Se ha sostenido que
no podra ser el legislador quien especificare tales lmites en atencin
a que ello no aparece cotemplado entre las materias propias de ley
que establece la Constitucin Poltica de la Repblica. Rechazamos tal
lectura del art. 60 de la Constitucin en atencin a que si bien las materias all mencionadas no aluden expresamente a la nocin de moral, orden pblico y seguridad nacional, resulta claro que las mismas
quedan capturadas bajo formulaciones mucho ms amplias, v. gr., el
art. 60 numeral tercero, que dispone: Slo son materias de ley: (...) 3) las
que son objeto de codificacin, sea civil, comercial, procesal, penal u otra.
Resulta evidente que las codificaciones mencionadas importan el
tratamiento de lmites tan sensibles a los derechos como los antes mencionados. Estos lmites quedan entregados en su especificacin o formulacin concreta al constituyente, al legislador y a los tribunales de
justicia; sta es la doctrina sustentada por la jurisprudencia jurisdiccional emanada de los tribunales de justicia y del Tribunal Constitucional.105 De all que no compete a la Administracin del Estado la
formulacin especfica de tales lmites.
La legislacin antimonoplica, contenida principalmente en el
Decreto Ley 211, constituye una formulacin concreta del orden pblico y de la moral y, en tales sentidos, un lmite a la garanta del derecho a desarrollar cualquier actividad econmica.
No se nos escapa que este asunto ha sido discutido en trminos
de su constitucionalidad, puede el Decreto Ley 211 constituir un lmite al derecho a desarrollar cualquier actividad econmica? En cuanto legislador no puede, en conformidad a lo preceptuado por el art. 19,
N 26 de la Constitucin Poltica, afectar los derechos en su esencia
ni imponer condiciones que impidan su libre ejercicio. Sin embargo,
tal como dicho precepto constitucional lo reconoce, puede haber preceptos legales (...) que las limiten [las garantas constitucionales] en los casos en que ella [la Constitucin] lo autoriza. La exigencia para que ello
ocurra consiste en que no obstante limitar una garanta constitucio-
105
SOTO KLOSS, Eduardo, ARSTICA MALDONADO, Ivn y MENDOZA ZIGA, Ramiro, Derechos municipales por publicidad caminera, p. 78, Revista de Derecho Administrativo Econmico, vol. III, N 1, enero-junio 2001, Santiago de Chile.
130
VECCHIO, Giorgio del, Los principios generales del Derecho, p. 86, Editorial Bosch,
Barcelona, 2 edicin, 1948.
107
Diccionario de la Lengua Espaola, Regular, 2 acepcin, p. 1246, Vigsima
Primera Edicin, Madrid, 1992.
132
bida. Los atentados contra la libertad tutelada pueden resultar de autoridades pblicas o de competidores sean stos personas pblicas o privadas y, en el caso de estos ltimos, tales atentados son perpetrados en
uso de una libertad de competencia antijurdica y por ello proscrita. Por
lo anterior, no basta acudir a la nocin de libertad de competencia en
abstracto, sino que es preciso observar cundo su ejercicio se torna injusto y esto viene determinado por la lesin de los derechos de otros
competidores o por la puesta en riesgo de los mismos. En tal sentido, la
libertad de competencia es una cuestin de lmites, pero no de lmites
establecidos caprichosamente, sino que de lmites que vienen demarcados por la justicia distributiva y que se hallan positivizados con carcter
taxativo por la Constitucin Poltica. En efecto, se puede atentar contra
un competidor mediante el dolo en una convencin onerosa y si bien
ello causa una lesin a ese competidor y, por tanto, a la justicia conmutativa, no aparece daada la libertad de competir en s misma. Este bien
jurdico tutelado resulta afectado toda vez que se entorpece, restringe o
elimina la libertad de competir, lo cual ms bien coincide con impedir
el acceso de un competidor a un mercado relevante, explotar a un competidor ya instalado o bien expulsarle de un mercado relevante. Rara
vez tales conductas coincidirn con un atentado a la justicia conmutativa; si ello ocurriere, existira un doble ttulo para accionar.
La propia jurisprudencia de la antigua Comisin Resolutiva hoy
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia haba desarrollado el
nexo entre la garanta constitucional del art. 19, N 21 de la Constitucin Poltica de la Repblica y el Decreto Ley 211. As, ha sealado el
mximo organismo antimonoplico:
Que la libre competencia, en cambio, asegura a todas las personas, con igualdad de oportunidades, el derecho a desarrollar cualquier
actividad econmica que no sea contraria a la moral, al orden pblico o a la seguridad nacional, respetando las normas legales que la regulen, derecho que garantiza explcitamente el art. 19, N 21 de la
Carta Fundamental,108 para luego agregar: Que es por estas consideraciones que la garanta constitucional del art. 19, N 21 de la Carta, adquiere especial relevancia en cuanto prescribe que toda actividad
econmica, cualquiera que sea su origen y sea que derive o no de otra
garanta constitucional, debe someterse necesariamente a su mandato y, en consecuencia, a las leyes que la regulan, en este caso, los preceptos del Decreto Ley 211.109
108
133
Como puede apreciarse, la primera cita da cuenta de lo que hemos denominado la funcin tutelar que realiza el Decreto Ley 211 de
la garanta del art. 19, N 21, en tanto que la segunda cita se refiere a
la funcin regulatoria que desarrolla el Decreto Ley 211 respecto de
la garanta constitucional antes mencionada.
B.1.7. Destinatarios
La garanta constitucional preceptuada en el inciso primero del art. 19,
N 21 tutela una libertad econmica que adopta la forma de un derecho esencial y que, al igual que la libre competencia del Decreto
Ley 211, puede ser invocada tanto por personas privadas como pblicas, debiendo s estas ltimas hallarse debidamente autorizadas para
desarrollar actividades econmicas. As, por ejemplo, el Banco del Estado podra ser atacado en su libertad econmica por un monopolio
bancario que pretendiera expulsarlo del mercado mediante precios
predatorios o bien por alguna autoridad pblica que le entorpeciese
indebidamente el ejercicio de semejante libertad, v. gr., la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras. Nos basamos para esta
conclusin en el hecho de que esta garanta del inciso primero est
diseada para toda clase de personas pblicas y privadas y si se trata
de una empresa estatal, ha debido previamente el Estado y sus organismos dar cumplimiento al inciso segundo del art. 19, N 21 de la
Constitucin que contiene el principio de la restriccin del Estado
Empresario. En otras palabras, una vez cumplido el inciso segundo del
art. 19, N 21 y el principio de la subsidiariedad por el Estado y sus
organismos, stos podrn desarrollar actividades econmicas, actividades entre las cuales se hallan las empresariales; luego de ello, las empresas estatales debern ceirse a la legislacin comn aplicable a los
particulares, esto es, lo dispuesto en el inciso primero del art. 19, N 21,
el Decreto Ley 211 que contiene la parte principal de la legislacin
antimonoplica y la legislacin sectorial que resultare pertinente.
Ambas libertades, la de la garanta constitucional del art. 19, N 21
y la de la libre competencia, estn formuladas en trminos de brindar
proteccin no slo respecto de las autoridades pblicas y empresas
pblicas, sino que tambin respecto de los privados. Sin embargo, difieren por el hecho de que ostentando rango constitucional la garanta del art. 19, N 21, sta alcanza al legislador, al administrador, al
juzgador, al Contralor y al Banco Central de Chile, adems de todo
privado. A diferencia, el Decreto Ley 211, que regula la libre competencia, alcanza a todos los anteriores con exclusin del legislador. Ello
es la natural consecuencia de la diferente jerarqua de tales fuentes
normativas; no obstante lo anterior, surge la pregunta de si existe una
134
[El seor Bertelsen] aade no puede [el Estado] conculcar la libertad personal para desarrollar cualquier tipo de actividad econmica,
ya sea extractiva, productiva o de comercializacin....110
Es de hacer notar que las actividades econmicas aludidas por la
garanta constitucional del art. 19, N 21 pueden ser de dos rdenes:
actividades econmicas de subsistencia y actividades econmicas de
intercambio. La distincin anterior no es irrelevante, sino que cobra
todo su sentido desde la perspectiva de la autonoma privada. sta resulta ejercitada en las actividades econmicas de intercambio y no es
empleada en las actividades econmicas de subsistencia, v. gr., la recoleccin de frutos para el propio consumo.111 De lo expuesto se sigue
que la libertad para desarrollar cualquier actividad econmica es ms
amplia que la autonoma privada, puesto que puede haber uso de libertad para desarrollar una actividad econmica y no existir ejercicio
de autonoma privada, esto es, no media actividad normativa. Asimismo, puede haber ejercicio de autonoma privada y no consistir tal ejercicio en actividad econmica alguna, v. gr., la adopcin de un hijo,
como puede acontecer en el mbito del Derecho de familia. De lo expuesto se sigue que la libertad para desarrollar cualquier actividad econmica comprende las actividades econmicas de mera subsistencia y
las de intercambio, sea que stas se desarrollen en forma individual o
bien en forma colectiva, sea que se d o no nacimiento a una nueva
persona jurdica, sea que est inspirada en el nimo de lucro o no y
cualesquiera sea la estructura de relacin jurdica que se adopte por
parte de quienes integran el grupo que desarrolla la actividad econmica.
Diversa es la situacin en el caso del Decreto Ley 211, donde las
actividades econmicas aludidas por este cuerpo normativo forzosamente pertenecen al mbito del intercambio o, como diran los clsicos, de las conmutaciones voluntarias. En efecto, la libre competencia
como bien jurdico tutelado slo tiene sentido en cuanto disputa por
la clientela, la cual debe realizarse en trminos tales que conduzca a
perfeccionar el intercambio econmico. La libre competencia mercantil presupone actividad econmica de intercambio. Si bien puede haber competencia y lucha por ciertos medios para asegurar la propia
subsistencia, v. gr., apoderarse de un trozo de tierra para cultivarla o
110
136
luchar por los frutos de un rbol, semejante competencia no es de carcter mercantil y al carecer de conexin con el comercio, no resulta
tutelada por el derecho de la libre competencia. En efecto, la libre
competencia mercantil presupone el intercambio porque se trata de
la libre competencia en el comercio, entendido este trmino en el ms
lato sentido. Donde slo hay lucha por la subsistencia, no hay disputa
por la clientela porque el cliente no es otro que quien desarrolla la
actividad econmica.
La propia Fiscala Nacional Econmica, a travs de su primer Fiscal, don Waldo Ortzar Latapiat, haba declarado aos atrs: la proteccin jurdica de la libre competencia no es ms que una forma de
proteccin de la libertad del hombre, semejante a la que reciben en
el Estado de Derecho todas las dems manifestaciones.112
En efecto, tal como se ha explicado son varias las libertades que
asumen la forma de garantas constitucionales y que guardan nexo con
la libre competencia concebida como libertad para competir; as, a
modo de ejemplo, cabe referirse a la libertad de trabajo, a la libertad
de asociacin, a la libertad para afiliarse a cualquier sindicato o gremio, la libertad para adquirir cualquier clase de propiedad, la libertad para ejercer los atributos de la propiedad, entre otros.
C. LA JUSTICIA DISTRIBUTIVA Y LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES
La justicia es el gnero de todo bien jurdico tutelado y la justicia distributiva113 un cuasignero de aqul, puesto que la justicia puede ser
legal, distributiva o conmutativa. En consecuencia, esta formulacin,
si bien correcta, carece de especificidad para describir el bien jurdico tutelado libre competencia y, por tanto, debe ser desechada no por
falsa, sino ms bien por omitir la diferencia especfica que, dentro de
un gnero prximo, permite arribar a la definicin del bien jurdico
tutelado.
Las alusiones a la justicia en relacin con el mercado causan horror en ciertos crculos liberales por el temor de que ello pueda ser
utilizado por igualitaristas y colectivistas que promueven una aniquilacin de la iniciativa privada o alguna modalidad de atrofia de esta
112
FELI SEGOVIA, Olga, Derecho y Tribunal de la Competencia, artculo publicado en el Diario Financiero con fecha 22.10.02.
113
La nocin de justicia distributiva aqu empleada es la de los clsicos, que resulta explicada en la Seccin I de nuestra obra La discriminacin arbitraria en el derecho econmico, Editorial Jurdica Conosur Ltda. (LexisNexis), Santiago de Chile, 1992. Por
tanto, no nos referimos a otras nociones de justicia distributiva ms restringidas que
han sido desarrolladas recientemente.
137
ltima. A nuestro juicio, tal temor slo puede quedar explicado por
un desconocimiento del concepto y alcance de la justicia entre los clsicos y de la esencialidad de la justicia en la comprensin del Derecho y de la vida en sociedad; en efecto, no puede haber nada ms
injusto que el igualitarismo, puesto que supone olvidar los ttulos que
reconoce la justicia distributiva y que llevan a las evidentes diferencias
en la titularidad de derechos que ostentan las personas.
Se ha planteado concretamente que la libre competencia consistira en una particular forma de justicia distributiva, cuyo objeto sera
la igualdad de oportunidades para competir. Lo anterior exige introducir ciertas precisiones:
En primer lugar, esta igualdad es de oportunidades, no se trata
de una igualdad de resultados. En otras palabras, los competidores no
deben arribar a la misma meta,114 v. gr., mismo porcentaje de clientela, mismas utilidades, etc., sino que han de comenzar su carrera por
captar clientela desde la misma partida; as, en cada mercado relevante triunfar quien, ajustndose a Derecho, resulte ms eficiente en la
obtencin de ms y mejores contratos con la clientela.
La segunda precisin apunta a que la igualdad en la partida es para
efectos de tener la oportunidad de competir y no para efectos de obtener una igualdad artificial entre competidores, lo que podra llevar
a dilemas insolubles atendidas las reales diferencias de capital, manejo tecnolgico, nivel gerencial, etc., existentes entre competidores. Una
igualdad absoluta y por tanto artificial entre competidores exigira
revisar a nivel de las personas naturales que componen cada una de
las empresas en competencia, a lo menos, lo siguiente: i) las virtudes,
habilidades, destrezas y otros activos disponibles de cada una de esas
personas naturales; ii) los talentos y capacidades heredados por cada
una de ellas; iii) los esfuerzos efectivos que cada una de ellas despliega en el proceso competencial, y iv) las caractersticas de la oferta y la
demanda del mercado en el cual intervienen las empresas competidoras en las cuales participan esas personas naturales.
Si lo buscado fuese una igualdad en la partida entre las caractersticas de los competidores, ello hara imposible la libre competen-
114
138
a una estricta igualdad de oportunidades (en el sentido absoluto y descriptivo de una igualdad entre competidores antes indicado) o hasta
un supuesto derecho de una perfecta igualdad en los resultados. Aqu
descansa la confusin de ciertos igualitaristas que creen que aquella
dignidad constituye ttulo suficiente para reclamar una igualdad absoluta en la libre competencia con lo cual la libertad de sta queda
anulada o en su formulacin ms directa, una igualdad en los resultados, esto es, una igualdad en los ingresos. Tales igualitaristas suelen
reclamar esta igualdad de resultados una vez que constatan que aquella igualdad absoluta en los competidores es inalcanzable.
Las naturales desigualdades son tan variadas y matizadas de individuo en individuo que resulta prcticamente imposible no slo eliminar tales diferencias, sino que incluso efectuar un catastro preciso
de las mismas. Frente a esta realidad slo caben dos actitudes: la primera, pretender que la igualdad de oportunidades en la competencia se refiere a una igualdad absoluta, donde el Estado debe lograr
una igualacin de las diferencias por medio de subsidios y tratos supletorios que corrijan esas diferencias, lo que adems de injusto e
imprctico, resulta conducente al peor de los totalitarismos utpicos
que sea dable imaginar. La segunda alternativa consiste en entender
razonablemente que esa igualdad de oportunidades en la competencia se refiere a aspectos externos y ajenos a los competidores mismos,
esto es, tal igualdad alude al trato que el Derecho, el Estado y sus
organismos den a los competidores en el desarrollo de su esfuerzo
competitivo y al trato que algn monopolista pueda dar a ciertos competidores, a fin de asegurar que ste no sea abusivo o arbitrariamente
discriminatorio. Esta segunda forma de igualdad de oportunidades
para competir es la realmente compatible con la justicia distributiva
y, particularmente, con la justicia distributiva en el mbito antimonoplico. Adhiere a esta segunda formulacin de la igualdad de oportunidades, el jurista espaol Joaqun Garrigues al afirmar: Libre
competencia, en sentido jurdico, significa igualdad jurdica de los
competidores.115 Para una recta interpretacin de esta afirmacin resulta importante conferir significado al trmino jurdico que califica la igualdad de los competidores. En efecto, stos no son iguales en
sus capacidades competitivas, puesto que ello sera conducente a un
igualitarismo absoluto y totalitario impuesto coactivamente por el Estado, sino que son jurdicamente iguales. Esto ltimo significa que
ante el Derecho los competidores tienen las mismas oportunidades y
115
GARRIGUES, Joaqun, La defensa de la competencia mercantil, p. 142, en Temas de Derecho vivo, Editorial Tecnos, Madrid, 1978.
140
los dems competidores, sino que tambin respecto de la propia autoridad pblica, la que resulta limitada por el principio de la vinculacin positiva, el principio de subsidiariedad, el principio de la libre
competencia y el principio de restriccin al Estado Empresario. De all
que la libre competencia puede ser formulada como una igualdad de
oportunidades en el derecho a competir.
Sin embargo, en razn de las equivocidades a las que puede conducir la nocin de igualdad de oportunidades, estimamos ms preciso acudir a la formulacin del bien jurdico libre competencia que
planteamos al tratar nuestra visin sobre el mismo.
D. LA PROTECCIN DE CIERTAS CATEGORAS DE COMPETIDORES
D.1. Aspectos generales
Es importante no confundir la tutela de la libre competencia con una
proteccin selectiva de ciertas categoras de competidores. Es en este
sentido que importantes sentencias antimonoplicas estadounidenses
han establecido que el derecho de la libre competencia tiene por objeto proteger el proceso de la competencia ms que a los competidores.116 Ciertamente que no puede haber proceso competitivo sin
competidores; pero lo que se quiere significar es que ningn competidor ser protegido por s mismo, esto es, por sus peculiares caractersticas, v. gr., tamao, nacionalidad, vnculos polticos, etc., sino que
slo ser tutelado en tanto y en cuanto partcipe en el respectivo proceso competitivo, y con independencia de sus propias caractersticas.
Las diversas concepciones acerca de qu clase de competidores han
de ser protegidos por una legislacin antimonoplica descansan sobre un desconocimiento fundamental. El derecho de la libre competencia busca brindar a los competidores una tutela consistente en
resguardarlos de los atentados injustos que pueden inferirles otros
competidores o alguna autoridad pblica y no persigue protegerlos
en cuanto competidores, esto es, confirindoles el subsidio de suplementar sus deficiencias competitivas a objeto de que puedan permanecer en el mercado relevante respectivo ms all de lo que les permite
la competencia misma. Por la misma razn tampoco puede identificarse la libre competencia con la proteccin de una categora particular de competidores: los pequeos empresarios versus los gigantes,
los productores nacionales versus los extranjeros, los competidores
prximos a la insolvencia o a la quiebra117 versus los financieramente
116
142
143
SCHUMACHER, E. F., Small is beautiful, pp. 63 y ss., Perennial Library, New York,
1975.
144
119
As lo confirma BORK , Robert H., The antitrust paradox, pp. 7 y 51, The Free
Press, New York, 1993. En United States versus Aluminum Co. of America, manifest el juez Hand: We have been speaking only of the economic reasons which forbid
monopoly; but (...) there are others, based upon the belief that great industrial consolidations are inherently undesirable, regardless of their economic results. In the debates in Congress Senator Sherman himself (...) showed that among the purposes of
Congress in 1890 was a desire to put an end to great aggregations of capital because
of the helplessness of the individual before them. Throughtout the history of these
statutes [the antitrust laws, including the Sherman Act] it has been constantly assumed that one of their purposes was to perpetuate and preserve, for its own sake and
in spite of possible cost, an organization of industry in small units which can effectively compete with each other.
120
KORAH, Valentine, An Introductory Guide to EC Competition Law and Practice,
p. 106, Ed. Maxwell, 1994. Afirma esta autora: Mi preocupacin es que las normas de
competencia no se estn usando para permitir a las empresas eficientes crecer a costa
de las ineficientes, sino para proteger a las pequeas y medianas empresas a expensas
de las eficientes o ms grandes.
145
121
Diario de Sesiones del Senado, Repblica de Chile, Legislatura 347, Ordinaria, Sesin 25, 3 de septiembre de 2002, p. 48.
122
Ley 19.496, artculo segundo, inciso primero.
147
cobrar preferencia en su aplicacin el atentado a la libre competencia. Razonamos lo anterior sobre la base de la repercusin social que
causa un atentado a la libre competencia en contraste con una infraccin a los consumidores. En otras palabras, el bien comn de la Nacin demanda una ms urgente tutela a la libre competencia por sus
efectos generales antes que un problema que slo atinge a ciertos consumidores finales. Ello se traduce, en nuestra opinin, en que la entidad del bien jurdico libre competencia es mayor que la del bien
jurdico proteccin al consumidor final. Mientras el primero compromete todas las fases productivas, el segundo slo afecta al ltimo eslabn del proceso productivo, que es el referido al consumidor o usuario
final.
As, por ejemplo, una negativa de venta injustificada puede ser realizada por un monopolista (en su acepcin jurdica) o bien realizada
por un proveedor carente de poder de mercado. Si ocurre lo primero, tal negativa de venta deber ser analizada a la luz del Decreto
Ley 211, a fin de verificar la tipicidad de esa conducta y su eventual
reprochabilidad monoplica. A diferencia, si acontece la segunda hiptesis, esa negativa de venta deber ser evaluada de conformidad con
el art. 13 de la Ley 19.496, que regula especficamente tal infraccin.123
E.2. Una nocin ms amplia de consumidor
La tutela de la libre competencia implica, en forma mediata, garantizar el bienestar de todos los partcipes en todas y cada una de las fases productivas, con independencia de si aqullos revisten o no la
calidad de consumidores finales. As, quien adquiera un determinado
bien o servicio para consumirlo, invertirlo o emplearlo como insumo
en un nuevo bien resulta beneficiado de la libre competencia en su
calidad de consumidor o demandante. Este consumidor o demandante no es el mismo de la Ley de Proteccin al Consumidor; en efecto,
esta ley define al consumidor especficamente como un consumidor
final,124 en tanto que el consumidor que resulta beneficiado por la libre competencia es todo consumidor o demandante, sea o no final, y
cualquiera que sea la fase productiva a la que pertenezca, que tendr
acceso a precios competitivos y no monopolizados.
123
149
125
BORK, Robert H., The antitrust paradox. A policy at war with itself, pp. 7 y 61, The
Free Press, New York, 1993.
126
BORK, Robert H., obra citada, pp. 7 y 91, The Free Press, New York, 1993.
150
sino que la de todos los que participan en la sociedad poltica. Estimamos que el propio Bork, aunque en forma implcita, se aproxima
a nuestra conclusin cuando afirma que el bienestar de los consumidores equivale a la riqueza de la nacin.127 En efecto, estimamos se
trata de una aproximacin puesto que los grados de libertad de competencia mercantil que produce una libre competencia rectamente
protegida pueden no tener un correlato preciso en los niveles de riqueza de una nacin.
F. LA EFICIENCIA ECONMICA
La eficiencia, en un sentido econmico, es la utilizacin de los recursos econmicos que reporta el mximo nivel de satisfaccin posible
con los factores y la tecnologa dados.
Es importante observar que existen dos nociones principales de eficiencia econmica empleadas en el mbito antimonoplico: la que se
refiere a la asignacin de recursos productivos (allocative efficiency,
economic efficiency o Pareto efficiency) y la que alude a la eficiencia interna de un competidor (internal, technical efficiency o productive efficiency). Comenzaremos analizando esta ltima, atendida
su mayor simplicidad, para luego concentrarnos en la asignacin de
los recursos productivos.
Es preciso observar que, en concepto de la Economa, estas dos
clases de eficiencia integran la eficiencia total, la que a su vez determina el nivel de riqueza de una nacin.
F.1. Eficiencia interna
La primera forma de eficiencia la denominada interna, tcnica o productiva consiste en la racionalizacin de costos por parte de un competidor (sea ste un individuo, una persona jurdica empresarial o una
nacin) con el objeto de optimizar el uso de los recursos productivos
de que ste dispone con miras a la maximizacin de la productividad,
considerando un determinado estadio de desarrollo de la tecnologa
existente.
A estos efectos, Cooter y Ulen proponen las siguientes pruebas alternativas para determinar el cumplimiento de esta eficiencia interna:
i) no se puede generar la misma cantidad de produccin utilizando
127
BORK, Robert H., The antitrust paradox. A policy at war with itself, p. 90, The Free
Press, New York, 1993. Afirma este jurista: Consumer welfare is greatest when societys
economic resources are allocated so that consumers are able to satisfy their wants as
fully as technological constraints permit. Consumer welfare, in this sense, is merely another term for the wealth of the nation.
151
una combinacin de insumos de costo menor, o ii) no se puede generar ms produccin utilizando la misma combinacin de insumos.128
En nuestra opinin, tales condiciones no deben ser presentadas como
alternativas (o), sino ms bien como copulativas (y). En efecto,
puede acontecer que una determinada combinacin de factores productivos, v. gr., 10 trabajadores y una mquina alimentada por 50 litros de petrleo por mes, no permita generar ms produccin
(situacin en la cual se satisface la condicin ii)). Sin embargo, puede variarse esa combinacin de insumos en busca del menor costo una
vez que esa mquina sea reemplazada por otra de idntico valor de
adquisicin, pero de menor costo operativo atendido que esta ltima
requiere de un insumo diferente para alcanzar la misma productividad de la mquina originaria, v. gr., si la mquina originariamente
empleada requera ser alimentada con 50 litros de petrleo por mes
y, habida consideracin del alto precio alcanzado por el petrleo, aqulla puede ser sustituida por una mquina que funciona sobre la base
de 80 kilos de carbn por mes, dado que 10 kilos de carbn equivalen en precio a un litro de petrleo (supuesta una idntica productividad entre ambas mquinas) se habr hallado una economa. En otras
palabras, esta nueva mquina requiere para operar del equivalente a
8 litros de petrleo por mes versus los 50 litros que la antigua mquina requera por dicho lapso. Si tal reemplazo de mquina se justifica
por la mayor productividad que puede ser alcanzada con los nuevos
insumos, v. gr., 10 trabajadores y una mquina alimentada por 80 kilos de carbn por mes, se comprueba que no se cumple la condicin i).
Por tanto, las condiciones i) y ii) deben ser satisfechas copulativamente
y no alternativamente, si realmente quiere darse cuenta de la eficiencia productiva.
Bork, siguiendo los planteamientos de Frank H. Night, realiza una
importante precisin acerca de esta eficiencia interna o productiva,
en el sentido de que sta apunta a la maximizacin de la productividad entendida como productividad til o valiosa.129 En otras palabras, los bienes producidos constituyen productividad til o valiosa en
tanto que correspondan a aquello que los demandantes desean y por
lo que pueden pagar, supuesto que en dicha actividad y produccin
se ha dado cumplimiento al Derecho.
La ineficiencia interna es asunto que se hace relevante tanto en
la libre competencia o competencia real como en la competencia si128
152
mulada (cabe recordar que mediante sta se genera una competencia artificial entre monopolistas naturales regulados). Adicionalmente, el grado de eficiencia interna podra ser til en el desarrollo de
un monopolio de eficiencia, tema este ltimo al cual destinaremos un
captulo de esta obra y tambin para la determinacin de los verdaderos costos de un competidor a efectos de establecer si ha tenido lugar
la prctica monoplica denominada precios predatorios. Por ltimo,
podra sostenerse que la ineficiencia interna es caracterstica del monopolio abusivo que dilapida recursos productivos destinndolos a preservar su situacin de exclusividad por la va de capturar al regulador
o bien por medio de la creacin de barreras artificiales de ingreso a
su mercado monopolizado o, incluso, en el lmite por las ineficiencias que se siguen de la vida tranquila de disfrutar una renta monoplica.
F.2. Eficiencia en la asignacin de recursos productivos
La segunda de estas formas de eficiencia da cuenta de cmo el sistema de precios asigna u ordena el empleo de los recursos productivos
disponibles en una nacin con el objeto de satisfacer las necesidades
de sus habitantes con el menor costo posible. Consecuencialmente,
el abuso monoplico distorsiona el sistema de precios al producir un
indebido empleo de los recursos productivos disponibles en el pas,
esto es, una mala asignacin de los mismos.
Una formulacin de esta definicin es la que seala que el trmino eficiencia denota una asignacin de recursos en la cual el valor
es maximizado.130 Esta definicin exige desentraar el significado del
trmino valor, el cual a su vez se halla sometido a una compleja polisemia.
F.2.1. Acepciones del trmino valor
F.2.1.1. Valor de uso y valor de cambio
Una primera acepcin de valor es aquella que, en nuestra opinin,
corresponda al antiguo valor de uso (cunto estamos dispuestos a recibir en pago por entregar una cosa que ya se halla en nuestro poder;
en otras palabras, cunto vale una cosa para su poseedor o tenedor) y
al denominado valor de cambio (cunto est dispuesta una persona a
pagar por adquirir una cosa). De esta forma, el valor de cambio corresponde a un valor medido o mensurable en un mercado, sea ste
130
POSNER, Richard A., Economic analysis of law, Part I, Chapter I, p. 13, Little, Brown
& Company, 4th edition, Boston, Toronto, London, 1992.
153
explcito o implcito. Ciertamente que, por regla general, ha de haber una cierta correlacin entre ambos tipos de valor, puesto que el
valor de cambio de un bien deber descansar sobre un cierto valor de
uso del mismo y la posibilidad de intercambiarlo.
F.2.1.2. Valor en funcin del riesgo
Una segunda acepcin de valor es aquella que da cuenta de un beneficio o costo incierto y, por tanto, se halla asociada al riesgo.
F.2.1.3. Valor en el sistema utilitarista
Una tercera acepcin de valor es la que alude a la nocin de utilidad, segn fuera desarrollada por el sistema filosfico utilitarista. La
moral utilitarista, elaborada por Bentham,131 fue refinada por John Stuart
Mill en su obra El utilitarismo (1863), quien seal en la misma:
El credo que acepta, como fundamento de la moral, la utilidad
o el principio de la mayor felicidad, mantiene que las acciones son
correctas (right) en la medida que tienden a promover la felicidad, incorrectas (wrong) en cuanto tienden a producir lo contrario a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer o la ausencia de dolor; por
infelicidad, el dolor y la falta de placer.132
El error fundamental del sistema utilitario no radica en declarar
legtimo el bienestar o en reconocer que ste mueve a las personas,
sino que en declararlo justificacin y regla de la moralidad y juridicidad de las acciones humanas. En efecto, existen actos evidentemente
131
BENTHAM, Jeremas, Tratados de legislacin civil y penal, tomo I, captulo I, pp. 4,
5 y 6, Imprenta de D. Pedro Beaume, Burdeos, 1829. Afirma el fundador del utilitarismo: La naturaleza ha puesto al hombre bajo el imperio del placer y del dolor: a ellos
debemos todas nuestras ideas, de ellos nos vienen todos nuestros juicios y todas las
determinaciones de nuestra vida. (...) Soy partidario del principio de la utilidad cuando mido mi aprobacin o desaprobacin de un acto privado o pblico, por su tendencia a producir penas o placeres: cuando me sirvo de las voces justo, injusto, moral,
inmoral, bueno, malo, como de trminos colectivos que espresan ideas de ciertas penas y de ciertos placeres, sin darles otro algn sentido; bien entendido que tomo estas
palabras, pena y placer, en su significacin vulgar, sin inventar definiciones arbitrarias
para escluir ciertos placeres, o para negar ciertas penas. (...) Para el partidario del principio de la utilidad, la virtud no es un bien, sino porque produce los placeres que se
derivan de ella; y el vicio no es un mal, sino por las penas que son consecuencia de l.
El bien moral no es bien, sino por su tendencia a producir bienes fsicos; y el mal moral no es mal, sino por su tendencia a producir males fsicos....
132
La cita transcrita se encuentra en STUART MILL, John, El utilitarismo, pp. 45-46,
Ediciones Altaya S.A., Barcelona, 1997. Para un completo estudio del utilitarismo ingls, vase FRAILE, Guillermo y URDANOZ, Tefilo, Historia de la filosofa, tomo V, cap.
VI, pp. 223 y ss., BAC, Madrid, 1975.
154
buenos que provocan sufrimiento, v. gr., un tacao que se ve obligado a pagar una deuda pecuniaria cumple con la justicia y ello, sin duda,
le produce sufrimiento, con lo cual la satisfaccin de esa deuda resulta contraria a la moral utilitaria, pero se halla acorde con la justicia.
Podr un utilitarista contraargumentar que el tacao preferir pagar
sus deudas para asegurarse de que le paguen a l sus propios deudores. Sin embargo, ello depender de cada caso: si el tacao debe ms
dinero del que le deben a l, ciertamente preferir no pagar nada y
el hecho de pagar le causar un displacer que convertir inmediatamente ese acto de pago, bajo la lgica utilitarista, en un acto injusto.
Lo mismo acontece con quien causa una importante estafa para procurarse fortuna y disfrutar de una vida placentera y acomodada; esa
accin resultara justificada para la moral utilitaria, aun cuando quebrantara la justicia, puesto que el placer y la ausencia de sufrimiento
son el fin que justifica cualquier accin humana bajo el sistema utilitarista. Se podra contraargumentar, bajo las premisas de este sistema,
que las penas impuestas por la ley disuadirn al tacao a pagar sus
deudas y al potencial estafador a no estafar y por ello no ocurrir lo
sealado. Tal argumentacin, sin embargo, parece llamar a dos interrogantes: con qu autoridad el legislador muda la moralidad de actos que,
de no mediar una pena impuesta por aqul, seran perfectamente lcitos bajo la ptica utilitaria?, quin es el legislador para interponerse
entre los ciudadanos y su felicidad concebida como placer y bienestar
por el sistema utilitario? y cmo han de graduarse las penas para que
la intensidad de stas supere los estadios subjetivos de placer de cada
individuo? Respecto de este ltimo caso, tal vez el tacao requiera de
penas horrendas e irracionales que sean capaces de neutralizar totalmente el oscuro placer que le produce atesorar bienes y dinero, incluso a costa de no satisfacer sus deudas. Ello nos conduce a que la
utilidad es una experiencia eminentemente subjetiva y, por tanto, la
moral utilitarista forzosamente deviene en un relativismo insondable,133
con lo cual sta pierde toda conexin objetiva con la Justicia y el Derecho. De all que el deber, el Derecho y la Justicia quedan vaciados
de contenido en un sistema utilitario, puesto que slo son voces que
sirven para dar cuenta del placer o del dolor.134
133
En relacin con las contradicciones filosficas del relativismo, vase MILLN
PUELLES, Antonio, tica y realismo, cap. II, pp. 42-67, Ediciones Rialp, Madrid, 1999.
134
Es del caso observar que el utilitarismo ha pretendido vaciar de contenido la
Justicia por la va de formularla como un sentimiento (por tanto variable e impredecible), identificarla con la venganza y, lo que es ms grave, sumergirla en el subjetivismo al estar en funcin de la utilidad individual o social (la utilidad de cada cual o de
cada sociedad es inconmensurable). Sobre el particular es ilustrativo el cap. V deno-
155
minado Sobre las conexiones entre Justicia y utilidad, en STUART MILL, John, El utilitarismo, pp. 100-133, Ediciones Altaya S.A., Barcelona, 1997.
156
135
157
Los neoutilitaristas han tratado de dar respuesta a estas objeciones bajo la premisa de que la aprobacin de ciertas reglas generales
que confieran derechos o garantas bsicas a todos los ciudadanos
evitaran la anarqua y los abusos contra la minora por parte de la
mayora. Fundan los neoutilitaristas lo anterior en nuestra creencia de que la mayora de los ciudadanos sern ms felices en el largo plazo viviendo en una sociedad en la cual existen tales derechos
o garantas.136
Creemos que lo anterior es una mala solucin desde la perspectiva del propio sistema utilitarista porque:
i) Se funda en una creencia y no en la utilidad pblica, entendida
sta como el mximo placer para el mayor nmero; si se afirmara
que no es una creencia, entonces debera ser demostrada como
causa del placer para el mayor nmero y se sera el fundamento
para imponer dicha solucin (ntese, sin embargo, que bajo las
directivas utilitaristas no se trata de la aprobacin de la mayora
de los ciudadanos, por la diversa capacidad de placer que pueden
exhibir stos, sino que se trata del mayor placer para el mayor nmero). Atendido que tal creencia se trata de una suposicin carente de demostracin, no slo no aporta nada, sino que contraviene
los propios principios utilitaristas;
ii) No explica por qu ha de buscarse la felicidad en el largo plazo,
sacrificndose eventualmente la del corto plazo; ello puede ser inaceptable en una sociedad en la cual, por ejemplo, la mayora de
los ciudadanos se encuentra prxima a la vejez y desprecia la utilidad de las generaciones venideras, y
iii) Nociones como felicidad, bien social, bienestar, miseria, no pueden ser ledas como generalmente se las entiende, sino que han
de ser redefinidas por los parmetros utilitarios a fin de que aparezca lo que de verdad es el utilitarismo (aspecto este ltimo en
que flaquean Murphy y Coleman).
F.2.1.4. Valor en el sistema de anlisis econmico del derecho
A continuacin analizaremos la eficiencia en la asignacin de los recursos productivos, bajo los prismas de la optimalidad u ptimo de
Pareto, el Pareto superior y el Pareto superior potencial o paradigma
de Kaldor-Hicks.
136
MURPHY, Jeffrie G. y COLEMAN , Jules L., Philosophy of law, p. 74, Westview Press,
Boulder, San Francisco and London, 1990.
158
Una formulacin de este principio es la de VICKERS, John, Concepts of competition, p. 1, Oxford Economic Papers N 47, 1995, quien afirma: ...the first fundamental theorem of welfare economics: at competitive equilibrium in an economy that has
markets for all relevant commodities, and firms and households that treat prices as
given, there is Pareto efficiency that is, resources are allocated in such a way that noone can be made better off without others becoming worse off.
159
recho a reclamar compensacin porque ello sera legitimar el injusto monoplico perpetrado, y
ii) La existencia de muy altos costos de transaccin como consecuencia del desconocimiento de ganadores y perdedores para efectos
de aplicar la compensacin mencionada.
La formulacin del Pareto superior potencial se plantea en los siguientes trminos: una situacin es Kaldor-Hicks eficiente (KHe) respecto de otra situacin, Kaldor Hicks ineficiente (KHi), si y slo si al
pasar de KHi a KHe los ganadores pueden compensar a los perdedores, de forma tal que nadie se encuentre peor de lo que estaba en KHi
y al menos una persona pueda encontrarse mejor de lo que estaba en
KHi. La crtica que suele recibir de los propios economistas la eficiencia Kaldor-Hicks radica en que el incremento de riqueza de un KHe
por comparacin a un KHi debe ser lo suficientemente importante
como para permitir la compensacin de aqullos cuya situacin se ha
deteriorado.
Cuando los economistas comparan una situacin de monopolio
abusivo contra una de libre competencia, afirman que aqulla es ineficiente en comparacin con esta ltima. Ese diferencial de eficiencia corresponde al modelo de Kaldor Hicks y no de Pareto, puesto que
el monopolista est en una peor situacin bajo un escenario de competencia que bajo un escenario de monopolio puro abusivo. En otras
palabras, el escenario de libre competencia no puede corresponder a
un Pareto superior, puesto que la situacin del monopolista se ha deteriorado; sin embargo, aquel escenario de libre competencia s corresponde a un KHe, puesto que si bien el monopolista est peor,
cabra la posibilidad de compensacin, aunque en este caso es improcedente, pues ha mediado un delito monoplico, segn se explicar
en el captulo pertinente.
De lo expuesto resulta que la nocin de eficiencia econmica paretiana antes expuesta se nutre del trmino valor, debiendo asignarse
a ste algunas de las acepciones vistas. Parece razonable considerar la
nocin de valor de cambio, aun cuando retocada por la disposicin a
pagar antes que el precio pagado,138 puesto que ello s que es mensurable, por oposicin a la nocin utilitarista de valor. As, la eficiencia
econmica paretiana atiende a una real capacidad y disposicin a pa138
160
gar, en tanto que el sistema utilitarista contempla no slo la capacidad y disposicin a pagar sino que tambin el placer que produce obtener algo aun cuando no se disponga de medios para pagar ese algo.
En otras palabras, la maximizacin de riqueza no es equivalente a la
maximizacin de felicidad, entendido este ltimo trmino en su limitada dimensin utilitarista. De all que el sistema utilitarista no pueda
excluir la estafa como una alternativa redistributiva; se argumentar
por parte de los utilitarios que admitir la estafa podra disminuir el
placer o utilidad general, pero ello resulta discutible, puesto que pueden autorizarse ciertas estafas en forma aislada, en las cuales haya certeza de que el beneficiario de la estafa, v. gr., un hombre de modestos
ingresos, disfrutar mucho ms con lo obtenido a travs de la estafa
que la vctima de la misma, v. gr., un hombre extraordinariamente rico.
En efecto, tanto la nocin de valor de uso como la nocin de valor asociada al riesgo, parecen de extraordinaria limitacin; por otra
parte, la nocin utilitaria de valor es inoperante, destruye el orden jurdico y el orden social al hacer imposibles conceptos tan bsicos como
el deber, el Derecho y la Justicia y, por tanto, significa el fin de la paz
social y la total anarqua.
A este punto, el problema radica en que la maximizacin del valor de cambio no parece adecuada para operar por s sola al margen
del Derecho. En efecto, es posible pensar maximizaciones del valor
de cambio de a un bien que estn reidas con la Justicia y el Derecho. As, el filatelista que contrata a un delincuente para destruir dos
de los ltimos tres ejemplares de una muy escasa estampilla de Heligoland (hipotticamente cada ejemplar vale un milln de pesos) a fin
de lograr que el ejemplar que l posee pase a ser el nico existente
en el mundo. Verificado el encargo de destruccin de dos de los tres
ejemplares del valioso sello, el valor de cambio del ejemplar nico pasa
a ser de $ 5 millones, con lo cual ste excede en valor la suma de todos los ejemplares de ese sello postal preexistentes al mencionado proceso de destruccin (3 x $ 1 milln = $ 3 millones). As, la destruccin
de estos dos ejemplares de sellos postales, efectuada por un delincuente contra la voluntad de sus dueos, ha creado riqueza y ha aumentado la eficiencia econmica paretiana. Podra alguien preguntarse por
qu el filatelista que contrat al delincuente no compr en un milln
cada ejemplar a sus legtimos dueos; la respuesta es que stos no estaban dispuestos a vender ni tampoco a coludirse para distribuir entre s el incremento de precio experimentado por el ejemplar nico,
una vez practicada la destruccin de los otros dos ejemplares. La asignacin de recursos consistente en contratar al delincuente y que ste
empleare determinados medios para la destruccin de los dos ejemplares de la estampilla ha acarreado un incremento de riqueza corres161
pondiente al Pareto superior potencial (Kaldor-Hicks), puesto que existe la posibilidad de compensar a los perdedores, aun cuando semejante compensacin nunca se lleve a cabo. Lo lamentable de esta
conducta es que ha resultado de una serie de prcticas injustas, atentatorias contra la propiedad privada de los dueos de los restantes
ejemplares filatlicos. Luego, la eficiencia puede estar, bajo determinadas circunstancias, en contradiccin con la Justicia y el Derecho.
F.2.4. Pareto superior potencial posneriano
Los propios economistas son conscientes de las limitaciones de la nocin de eficiencia paretiana perfeccionada por Kaldor-Hicks y por ello
han constatado que sta no resulta un criterio adecuado para distinguir lo tico de lo antitico, lo justo de lo injusto o lo socialmente deseable de lo socialmente indeseable.139 En consecuencia, deber
revisarse la viabilidad de que la eficiencia en la concepcin Kaldor
Hicks se comporte como un bien jurdico tutelado, que ha de ser armnico con el orden jurdico existente, particularmente con las garantas constitucionales y con el derecho a desarrollar cualquier
actividad econmica que no sea contraria a la moral, el orden pblico y la seguridad nacional.
Es en atencin a lo expuesto que una porcin significativa de los
economistas liderados, entre otros autores, por Richard A. Posner, avizorando los horrores totalitarios y anrquicos a que puede conducir
la bsqueda de la utilidad pblica bajo el signo del sistema utilitarista, prefieren reservar el trmino eficiencia econmica para operaciones voluntarias o consentidas. La voluntariedad de las operaciones ha
sido vista como la nica frmula para demostrar que una situacin
constituye Pareto superior a otra que puede ser calificada de Pareto
inferior, puesto que ya es bien sabido que la solucin paretiana es ms
bien aparente que real y que no es posible medir la utilidad directamente.140 Sugieren algunos autores que esta voluntariedad, o consentimiento, sea explcito o implcito, puede ser engarzada en el sistema
kantiano, aunque replanteada como autonoma; la diferencia entre
voluntariedad y autonoma radica en que la nocin de autonoma no
139
POSNER, Richard A., Economic analysis of law, Part I, Chapter I, p. 14, Little, Brown
& Company, 4th edition, Boston, Toronto, London, 1992. Afirma este jurista y economista: Since economics does not answer the question whether the existing distribution of income and wealth is good or bad, just or unjust (although it can tell us a great
deal about the costs of altering the existing distribution, as well as about the distributive consequences of various policies), neither does it answer the ultimate question whether an efficient allocation of resources would be socially or ethically desirable.
140
POSNER, Richard A., The economics of justice, p. 88, Harvard University Press, 1983.
162
admite cualquier conducta como lcita, por voluntaria que sta sea.
As, por ejemplo, un pacto voluntario mediante el cual una persona
asume el estado de esclavitud con carcter perpetuo, si bien es voluntario, no parece conciliable con la nocin de autonoma kantiana que
presupone la dignidad de la persona humana.
De all que el incremento de riqueza alcanzado, en nuestro ejemplo, mediante la destruccin de dos de los tres ejemplares de un sello
de Heligoland, debe ser revisado bajo las nuevas premisas desarrolladas por Richard A. Posner. En efecto, bajo el sistema posneriano del
anlisis econmico del Derecho aquella operacin ya no es eficiente
aun cuando desde una ptica paretiana o Kaldor-Hicks lo era, puesto
que para alcanzar el mayor precio del ejemplar filatlico nico no se
cont con el consentimiento de los dueos de las estampillas de Heligoland cuyos ejemplares fueron sustrados y luego destruidos.
En este punto surje una antigua pregunta: qu ocurre en el evento
que el principio de la maximizacin de la riqueza entre en colisin
con la voluntariedad de las operaciones (no hablemos an de autonoma)? Parecera que la respuesta de la Escuela del anlisis econmico del Derecho es que una adherencia estricta a la autonoma de
la persona aplicada con prescindencia de las consideraciones exigidas
por el principio de la maximizacin de la riqueza conducira a una
gran miseria. As, sostienen destacados representantes de esta lnea de
pensamiento que el principio de la maximizacin de la riqueza como
norma tica confiere crdito no slo a la utilidad expresada en trminos de riqueza, sino que tambin al principio de la autonoma formulado bajo los parmetros del consentimiento explcito e implcito.141
De esta forma, esta solucin es propuesta como una armonizacin de
los extremos del utilitarismo y de la autonoma propugnada por el kantismo, pero dotada de pragmatismo a travs del principio de la maximizacin de la riqueza.
De all que importantes economistas han planteado el denominado anlisis econmico del Derecho como un sistema moral alternativo y, por tanto, fuente de una nueva definicin del valor para resolver
el problema de la eficiencia econmica.142 Bajo dicho sistema debe sustituirse la felicidad, en los trminos en que la entenda el utilitarismo,
141
POSNER , Richard A., The economics of justice, p. 98, Harvard University Press, 1983.
POSNER , Richard A., The economics of justice, p. 66, Harvard University Press, 1983.
Afirma dicho autor: The ethics of wealth maximization can be viewed as a blend of
these rival philosophical traditions. Wealth is positively correlated, although imperfectly
so, with utility, but the pursuit of wealth, based as it is on the model of the voluntary
market transaction, involves greater respect for individual choice than in classical utilitarianism.
142
163
por la maximizacin de riqueza como criterio rector del anlisis econmico del Derecho. Paradjicamente, la verdadera proteccin que
otorga el sistema de anlisis del Derecho frente a los excesos y arbitrariedades del utilitarismo radica en los lmites que entrega un sistema de derechos u orden jurdico y en que las compensaciones deben
ser pagadas aqu radica la mentada voluntariedad, esto es, las atrocidades deben ser compradas a las vctimas.143 As, la exigencia del consentimiento o voluntariedad en las operaciones maximizadoras de
riqueza o eficientes constituira un freno a los excesos del utilitarismo.
Frank H. Easterbrook plantea una visin del Derecho antimonoplico, segn la cual ste tiene por objeto preservar la competencia
como un instrumento para la creacin de eficiencia econmica. Destaca quien fuera nuestro maestro en la Universidad de Chicago, que
la competencia no puede ser definida como el estado de mxima
competitividad, puesto que ste podra ser una frmula de desintegracin bajo la consideracin de que la cooperacin de hoy acarrea
beneficios y competencia el da de maana; as, postula que la normativa antimonoplica est diseada para prevenir reducciones en
la produccin total de un bien y los consiguientes mayores precios
del mismo.144
Sin embargo, este sistema planteado por el anlisis econmico del
Derecho queda acotado a transacciones voluntarias y susceptibles de
ser aplicadas en un mercado explcito o implcito; lo anterior pone
en evidencia que no estamos ni ante un sistema moral ni jurdico. Ms
an, este sistema descansa sobre la existencia de un orden jurdico que
tutele a las personas; luego, este sistema reenva la problemtica a un
orden jurdico vigente independientemente de si ste es justo o injusto, v. gr., el de la Alemania nazi para tutelar al individuo y carece
de un criterio rector ltimo y propio.
La maximizacin de la riqueza como nocin rectora se muestra
insuficiente por s misma por dos consideraciones:
i) La ya expuesta, que consiste en un reenvo a un sistema jurdico
positivo, que puede eventualmente ser uno que niegue la dignidad
de la persona humana y sus derechos fundamentales emanados de
la naturaleza humana y, por tanto, anteriores a toda autoridad pblica; y
143
POSNER, Richard A., The economics of justice, p. 82, Harvard University Press, 1983.
Afirma dicho autor: But in a system of wealth maximization his activities are circumscribed by the limitations of his wealth, and his victims are protected by the rights system, which forces the monster to pay them whatever compensation they demand.
144
EASTERBROOK, Frank H., The limits of antitrust, pp. 9 y 20, Occasional Papers
from the Law School N 21, The University of Chicago, 1985.
164
145
165
166
147
Sobre las diversas fundamentaciones de la indisponibilidad de esta clase de derechos, a pesar de su aptitud para crear riqueza, de ser aceptada su comerciabilidad,
vase OKUN, Arthur M., Equality and efficiency, pp. 9 y ss., The Brookings Institution,
Washington, D. C., 1975.
168
148
Ordinario N 316, emitido por el Fiscal Nacional Econmico a la H. Comisin
Resolutiva (antecesora del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia) con fecha
19 de julio de 2002, sec. VI, 1, pp. 4 y 5.
170
Esta visin del bien jurdico protegido libre competencia, segn la cual
sta es conceptualizada como la libre formacin de precios mediante
el juego de la oferta y la demanda, tiene la virtud de encontrar fcil
aceptacin en el mbito econmico. En efecto, la libre competencia
descansa sobre la ley econmica de la oferta y la demanda que postula una mutua dependencia entre el valor de los bienes econmicos
necesariamente escasos para calificar como tales y la demanda que
por ellos existe en cada instante. Esta ley de la oferta y la demanda es
inexorable, esto es, no admite excepcin como s acontece con las leyes morales y jurdicas; sin embargo, tal inexorabilidad no impide que
los oferentes y demandantes acten libremente y resuelvan si demandan u ofertan un determinado bien econmico. Si tal libertad fuese
inexistente no tendra sentido la publicidad, que no es sino un medio
para incrementar la demanda por un determinado producto, y lo que
es ms grave, no tendra sentido la existencia de un Derecho antimonoplico, cuya eminente finalidad es disuadir a los oferentes y demandantes de la realizacin de prcticas conculcatorias de la libre
competencia.
En nuestra opinin, esta frmula para describir la libre competencia contiene una referencia indebida a la formacin de los precios, lo
cual acarrea gravsimas consecuencias desde una ptica operativa, segn demostraremos.
G.1. La nocin de precio ante la Economa y ante el Derecho
Creemos que la aceptacin de esta frmula para describir el bien jurdico tutelado arranca no slo del hecho de que se aluda a esta fundamental ley de la Economa, sino que tambin de la circunstancia
de que los economistas, por razones histricas, suelen emplear la expresin precios para aludir a todas las operaciones econmicas, sin
distincin de si intervienen en stas prestaciones dinerarias o no.
Con todo, ello no es pacfico entre los grandes economistas; as,
por ejemplo, John Stuart Mill afirma que:
Las palabras valor y precio fueron empleadas como sinnimos
por los primeros economistas polticos y no fueron siempre adecuadamente discriminadas, ni siquiera por Ricardo. Sin embargo, los ms
rigurosos escritores modernos, a fin de evitar el intil desgaste de dos
buenos trminos cientficos para una misma idea, han empleado precio para expresar el valor de una cosa en relacin al dinero, la cantidad de dinero por la cual se efectuar el cambio; en tanto que por
valor, o valor de cambio de una cosa (nosotros debemos entender)
171
149
STUART MILL, John, Principios de economa poltica, vol. III, cap. I, sec. 2, Fondo
de Cultura Econmica, Mxico, 1985. Respecto del alcance conferido al trmino valor, puede verse RICARDO, David, Principles of political economy and taxation, pp. 17-44,
Prometheus Books, New York, 1996.
150
SHIM, Jae K. & SIEGEL, Joel G., Dictionary of economics, p. 275, John Wiley & Sons,
Inc., New York, 1995; Price: (1) Exchange value of a good or service.
172
Recurdese que, adicionalmente al valor de cambio, existe el valor de uso, que atiende a la utilidad de un bien para quien lo usa y
que puede diferir del valor del cambio.151
De lo expuesto se sigue que aludir a la libre formacin de los
precios, desde una ptica econmica, es una nocin equvoca que
puede prestarse a confusiones al momento de ser empleada por magistrados, juristas y economistas en la resolucin de controversias antimonoplicas. En efecto, las consecuencias de una aplicacin rigurosa
del trmino precio al modo planteado por Stuart Mill son completamente diversas de las que se siguen de un empleo de dicho trmino
en sentido lato.
Desafortunadamente, ocurre lo mismo y tal vez con mayor intensidad con el concepto de precio, segn lo emplean los juristas. La
definicin de precio tampoco es una sola y unvoca, sino que se halla
formulada de manera particular con motivo de diversas formas contractuales y, a veces, en trminos contradictorios. As, por ejemplo,
acontece con la formulacin del precio contenida en la definicin
del contrato de compraventa. Reza dicha definicin: La compraventa
es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a
pagarla en dinero. Aqulla se dice vender y sta comprar. El dinero que el comprador da por la cosa vendida, se llama precio.152
Segn lo precisa el art. 1794 del Cdigo Civil, la parte principal
del valor debe estar conformada por dinero, en tanto que la parte menor o secundaria del precio puede estar constituida por cualquier bien
no dinerario. Tal conceptualizacin del precio en la compraventa es
discordante con la definicin de precio contemplada en el arrendamiento, segn veremos. En relacin con el arrendamiento, el legislador civil prescribe: El precio puede consistir ya en dinero, ya en frutos
naturales de la cosa arrendada...153
La discordancia mencionada consiste en que mientras en la compraventa la parte principal del valor debe estar constituida por dinero y la parte secundaria del valor puede estar conformada por
cualquier bien diferente del dinero v. gr., una escultura, en el contrato de arrendamiento el precio slo puede consistir en dinero o en
los frutos naturales de la cosa arrendada. Luego, mientras en la compraventa es de la esencia del precio que la mayor parte del valor de
ste se halle conformado por dinero, en el contrato de arrendamien-
151
JEVONS, W. Stanley, Nociones de economa poltica, cap. XI, pp. 134 y ss., D. Appleton y Compaa, Nueva York, 1887.
152
Cdigo Civil, Libro Cuarto, Tt. XXIII, art. 1793.
153
Cdigo Civil, Libro Cuarto, Tt. XXVI, art. 1917, inciso primero.
173
to el precio puede estar configurado en su integridad por bienes diversos del dinero: los frutos naturales de la cosa arrendada. Luego, tales
nociones de precio no tienen nada en comn, salvo su carcter de medida del valor del bien entregado en propiedad o en arrendamiento.
La confusin podra ser mayor an si se analiza la permutacin o
cambio, definida como un contrato en que las partes se obligan mutuamente
a dar una especie o cuerpo cierto por otro, respecto del cual se precepta:
...cada permutante ser considerado como vendedor de la cosa que da, y el
justo precio de ella a la fecha del contrato se mirar como el precio que paga
por lo que recibe en cambio.154
En relacin con la permutacin, el legislador civil, para efectos de
hacer operativa la institucin de la lesin enorme, introdujo la prescripcin de que ser considerado como vendedor y se mirar como precio..., lo que ciertamente confirma que no se trata realmente ni de un
vendedor ni de un precio al emplearse la expresin adverbial como,
que denota semejanza y no identidad. Refuerzan tal lectura las expresiones considerado y se mirar, que ratifica que en naturaleza no corresponden ni a un vendedor ni a un precio.
Esta duda de si haba precio entendiendo que ste debe consistir en una suma de dinero en la permutacin ya se haba disputado
con ardor en el Derecho romano, entre Sabino y Casio por una parte, quienes manifestaban que s haba precio en el cambio o permuta
y Prculo, por la otra, quien rechazaba tal posibilidad. La disputa se
resolvi claramente a favor de Prculo, segn nos informa Justiniano:
[los partidarios de Prculo] juzgaban que una cosa era el cambio y
otra la venta; pues si no, no se podra distinguir en el cambio cul sera la cosa vendida, y cul la dada en precio; porque considerar cada
una de ellas como si a un tiempo fuesen cosa vendida y el precio es lo
que la razn no podra admitir. Esta opinin de Prculo, que juzgaba
que el cambio es un contrato particular, distinto de la venta, ha prevalecido con razn, fundada en otros versos de Homero y en ms slidas razones.155
Adicionalmente, cabe observar que multitud de contratos nominados no contemplan prestaciones cuyos objetos puedan ser calificados de precios en un sentido jurdico. As, por ejemplo, los aportes
en el contrato de sociedad pueden consistir en dinero o efectos, industria, servicio o trabajo apreciable en dinero. No obstante la exigencia de apreciabilidad en dinero, tales aportes no se denominan ni son
154
Cdigo Civil, Libro Cuarto, Tt. XXIV, arts. 1897 y 1900 (segunda parte).
JUSTINIANO, Instituciones, Libro III, Tt. XXIII, p. 262, Editorial Heliasta, Buenos Aires, 1976.
155
174
156
HAYEK, Friedrich A., La desnacionalizacin del dinero, cap. X, p. 55, Ediciones Folio, Barcelona, 1996.
175
157
176
177
158
BALMES, Jaime, Lgica, cap. III, sec. I, p. 39, Garnier Hermanos, Pars, 1894.
178
das sus concepciones de toda forma de justicia entendida en un sentido objetivo y, por tanto, resulta inadecuada para comprender bienes
jurdicos. Lo anterior no es bice para que, por regla general, la libre
competencia cause una eficiente asignacin de los recursos econmicos en una sociedad dada y en tal sentido muchas de las soluciones
que brinda la libre competencia puedan ser analizadas desde la ptica de la eficiencia econmica y resultar coherentes con esta ltima.
El bien jurdico libre competencia aunque exhibe una fundamentacin constitucional, ello no significa que aqul sea una mera transposicin al orden administrativo contravencional de una garanta
constitucional y es, precisamente por ello, que manifestbamos en el
captulo pertinente de esta obra que es improcedente identificar la
libre competencia con la garanta constitucional consistente en el derecho a desarrollar cualquier actividad econmica. En efecto, la libre
competencia no se identifica con el derecho a desarrollar actividades
econmicas, puesto que aqulla es una forma particular de desarrollar actividades econmicas: en competencia con otros, esto es, cindose a los intercambios libremente conducidos y que tengan lugar en
los mercados, lo cual es ciertamente la modalidad ms importante
pero no la nica de desarrollar actividades econmicas.
La libre competencia tampoco coincide necesariamente con la
autonoma privada, puesto que existen competidores que carecen de
ella y que tambin pueden ser afectados en su libertad de competir
mercantilmente. No obstante lo anterior, es preciso advertir que, por
regla general, se produce dicha coincidencia como natural efecto del
principio de subsidiariedad rectamente aplicado. Luego, la libre competencia es un instituto que trasciende la autonoma privada, segn
ha quedado demostrado. Estimamos que ha de buscarse el gnero comn de la autonoma privada y de la heteronoma pblica que conducen a la competencia mercantil. Si bien es preciso observar que, por
regla general, la libertad de competir presupone el ejercicio de una
autonoma privada previamente reconocida por la Constitucin Poltica de la Repblica, existen situaciones en que tal autonoma privada
es inexistente, de lo que se sigue que la libertad de competir mercantilmente consiste ms bien en una forma de libertad ciudadana, segn explicaremos. En el caso de las personas jurdicas de derecho
pblico que sean competidoras, la determinacin de su actividad econmica debe realizarse en consonancia y armona con su propia ley
orgnica, que a fin de cuentas es su propio estatuto constitutivo creado y diseado para la satisfaccin de una necesidad pblica. Tal exigencia sustrae a estas personas de derecho pblico del mundo de la
autonoma privada, pero las deja todava como acreedoras de una libertas en el proceso competitivo. As, en ambos casos, en el del com179
petidor que determina por s las actividades econmicas competenciales que emprende, como en el del competidor que determina por
intervencin de otro, legtimamente facultado para ello, las frmulas
de competencia mercantil que desarrolla, se emplea una especie de
libertad cuya naturaleza ha de ser determinada. No interesa al Derecho antimonoplico si quien compite lo hace siguiendo fines determinados por s o por otro ello pertenece al mbito de la autonoma
o de la heteronoma, segn corresponda, sino ms bien que est disponible la posibilidad real y efectiva de competir, en el sentido de que
un tercero (autoridad pblica, privada o simple particular) no la impida por una va ajena a la competencia misma. Ciertamente que los
competidores privados competirn en ejercicio de su autonoma privada, pero los competidores pblicos competirn mediante las atribuciones que les confieran sus propias leyes orgnicas en la prosecucin
de los objetivos que stas les hayan prefijado y en tanto as lo permita
el principio de subsidiariedad rectamente aplicado. En otras palabras,
libre competencia significa libertad en el ingreso, explotacin y salida
de los mercados relevantes, cualquiera sea la modalidad de autonoma
o heteronoma empleada para competir en el cabal cumplimiento del
marco de principios y garantas constitucionales, entre las cuales exhibe un rol capital el principio de subsidiariedad.
H.1.1. Naturaleza de la libertad que fundamenta la libre competencia
Las libertades pueden ser clasificadas en dos grandes categoras: las innatas o esenciales y las adquiridas o accidentales (este ltimo trmino
no est tomado en un sentido irrelevante, sino que antes bien en su
acepcin metafsica de algo que puede o no radicar en un sujeto, pero
cuya naturaleza es estar en ste o necesitar de un sujeto para existir).159
Las libertades innatas son aquellas que derivan de la esencia del
hombre y, por tanto, todo hombre las ostenta por el mero hecho de
ser tal.160 Estas libertades arrancan de la racionalidad humana, puesto
159
La genialidad de esta distincin bimembre y sus respectivas categoras pertenece al destacado filsofo MILLN PUELLES, Antonio, a cuya obra El valor de la libertad,
Parte Primera, cap. III, pp. 41 y ss., Ediciones Rialp S.A., Madrid, 1995, remitimos al
lector.
160
En este sentido no compartimos las afirmaciones de Ludwig von Mises, en cuanto a que slo en el marco de una organizacin social puede hablarse con fundamento de libertad, puesto que las libertades innatas son precisamente el fundamento de
las libertades que se ejercen en una sociedad determinada y as, quien niegue aqullas deber tambin negar stas. A contrario sensu, quien afirme la existencia de libertades polticas o civiles, deber reconocer que un Robinson Crusoe completamente
aislado tambin dispondr de libertad. VON MISES , Ludwig, La accin humana. Tratado
de economa, p. 340, Unin Editorial S.A., 5 edicin, Madrid, 1995.
180
que sta cuenta con dos facultades superiores (entendimiento y voluntad), que son los sujetos de atribucin de la libertad innata humana. Estas libertades innatas se categorizan de la siguiente forma:
i) libertad trascendental del entendimiento; ii) libertad trascendental
de la voluntad, y iii) libertad de arbitrio o de eleccin. Sobre ellas volveremos al tratar en esta obra la Culpabilidad con motivo del injusto
de monopolio. Puede acontecer que un hombre se halle incapacitado de ejercitar total o parcialmente estas facultades superiores por diversas circunstancias, v. gr., minoridad, perturbaciones mentales, estado
comatoso, etc., lo cual le impide la actividad natural correspondiente
a la actualizacin de estas libertades innatas. Este impedimento no priva a tal sujeto de su naturaleza de ser humano dotado de entendimiento y voluntad, sino que slo afecta el ejercicio de estas facultades
superiores.
En contraste, las libertades adquiridas son aquellas que no todo
hombre ostenta por el hecho de ser tal. Puesto de otra forma, no existe
hombre carente de las libertades innatas y s existen hombres por
desgracia privados de libertades adquiridas. Las libertades adquiridas
o accidentales presuponen las libertades innatas, esto es, sin las innatas no sera posible adquirir y luego ejercitar las denominadas libertades adquiridas; de all que las libertades adquiridas sean perfecciones
sobreaadidas a las libertades innatas. Estas libertades adquiridas se
clasifican de la siguiente forma: i) la libertad moral, que consiste en
el autodominio que el hombre adquiere con la posesin de las virtudes morales a travs del ejercicio de la libertad de arbitrio,161 y ii) las
libertades ciudadanas (tambin denominadas polticas o civiles,
ambos trminos en un sentido lato por referencia a polis y a civitas,
respectivamente). Observamos que tales trminos sern empleados en
su ms amplio sentido y, por tanto, no se agotan en ciertas libertades
destinadas a participar en la eleccin de gobierno, en los procesos legislativos y en el control de la administracin del Estado. Si bien ningn hombre ostenta estas libertades polticas o civiles por el mero
hecho de ser tal, es necesario observar que todo hombre tiene derecho a que aqullas le sean reconocidas por la autoridad pblica correspondiente. Este derecho, establecido en forma abstracta, podr o
no hallarse positivizado, lo cual depender de los respectivos rdenes
161
HAYEK , Friedrich A., The constitution of liberty, Chap. One, p. 15, The University
of Chicago Press, Chicago, 1978. La libertad adquirida de naturaleza moral es denominada por Hayek inner liberty y es caracterizada en los siguientes trminos: It refers to the extent to which a person is guided in his actions by his own considered
will, by his reason or lasting conviction, rather than by momentary impulse or circumstance.
181
162
HAYEK , Friedrich A., The constitution of liberty, Chap. One, p. 11, The University
of Chicago Press, Chicago, 1978. Afirma este autor: We are concerned in this book
with that condition of men in which coercion of some by others is reduced as much as
is possible in society. This state we shall describe throughout as a state of liberty or
freedom.
183
apta para dar explicacin de aqullos, puesto que la libertad como ausencia de coaccin es tambin predicable de seres irracionales, segn
se ha mostrado.
H.1.2. Carcter jurdico de la libertad que fundamenta la libre
competencia
Segn explicamos, la naturaleza de libertad adquirida de carcter poltico que muestra la libertad de competir, con las notas de exterioridad, alteridad y un contenido pblico ordenado al bien comn
temporal, permite que la libertad de competir sea calificada como una
libertad jurdica y, por tanto, se estructure como un bien tutelable y
regulable por las leyes que rigen la sociedad civil o poltica.
La libertad jurdica ha sido definida por un notable iusfilsofo
como la independencia para obrar dentro de lo que nos es permitido
por la ley natural.163 A su vez, cabe recordar que la ley natural que se
nos presenta con un carcter abstracto sufre determinaciones mediante
la ley positiva; de all que destinaremos un captulo a tratar los lmites
de la libertad para competir mercantilmente.
El que la libertad de competencia sea de orden jurdico implica
que se trata de tutelar una libertad cuyo reconocimiento y asignacin
por la autoridad pblica se halla regido y articulado por la justicia distributiva (igualdad geomtrica o proporcional en la distribucin de
bienes y cargas), segn la concepcin aristotlica, y por ello dotada
de una base jurdica de proteccin. Es preciso recordar que Aristteles clasific lo justo particular en lo distributivo y lo conmutativo.
La justicia distributiva se rige por la igualdad proporcional o
geomtrica, lo que significa que a quienes corresponde distribuir cargos y beneficios toca tambin distribuir este bien que es la libertad de
competencia mercantil. Son distribuidores de esta fundamental libertad las autoridades pblicas y los competidores que ostentan poder
monoplico o poder de mercado y, por tanto, slo ellos pueden quebrantar la justa distribucin o asignacin de esta libertad entre los
miembros de la sociedad civil. De all que las autoridades pblicas, los
competidores dotados de poder de mercado y los competidores que
si bien carecen actualmente de ese poder han perpetrado una prctica para alcanzarlo injustamente son los nicos que pueden poner en
riesgo o quebrantar la mentada distribucin o asignacin de libertad
de competencia mercantil, dando lugar a un injusto monoplico cuyo
nombre especfico responder al autor del riesgo o quebranto: mo163
FERNNDEZ CONCHA, Rafael, Filosofa del derecho, tomo II, p. 398, Editorial Tipografa Catlica, Barcelona, Espaa, 1888.
184
tad jurdica debe ser rechazada por, a lo menos, dos razones: i) una
de carcter general, que es la ya sealada consistente en hallarse construida sobre una nocin de libertad metafrica y equvoca, y ii) otra
de orden ms particular: tanto la licitud como la ilicitud son calificaciones de una conducta desde la ptica jurdica y, por ello, ambas calificaciones presuponen normas jurdicas. Luego, la licitud o libertad
jurdica descansa sobre normas jurdicas sean de Derecho natural o
de Derecho positivo que confieren tal carcter a un determinado
mbito jurdico. As, para constatar un mbito de libertad jurdica no
es preciso demostrar la existencia de un vaco de Derecho en algn
mbito de las relaciones al interior de la sociedad civil a las cuales corresponda regirse por el Derecho. En otras palabras, la existencia de
mbitos de libertad jurdica exige que haya Derecho para calificar a
tales mbitos como libres. Parece haberse confundido por los sustentadores de la tesis en comento la libertad jurdica con la ausencia de
normas jurdicas de toda clase, lo que es contradictorio; slo puede
haber libertad jurdica all donde haya Derecho en alguna forma. Si
se trata de un mbito social que, por sus caractersticas, nunca ha de
ser alcanzado por el Derecho, no podr afirmarse que en el mismo
existe libertad jurdica. As, la ausencia de coaccin, entendida como
ausencia de normas jurdicas, no puede ser el fundamento de una libertad jurdica o mbito jurdico de licitud.
H.1.3. El bien jurdico tutelado libre competencia
Cabe advertir que la libre competencia es, ms que un mero derecho
subjetivo, un bien jurdico tutelado, segn desarrollara esta ltima nocin el jurista alemn Birnbaum. Es en este sentido que cabe afirmar
que la libre competencia es un bien jurdico protegido de aquellos
denominados pblicos, que dice relacin con el funcionamiento de
un sistema que promueve una forma de orden social mediante la cual
se armoniza el ejercicio de la libertad de competencia mercantil por
parte de todos los ciudadanos que la ostentan. Esta armonizacin se
logra por la va de limitar estas libertades segn explicaremos y de esta
forma se tutela que todos y cada uno de los ciudadanos interesados
en ello puedan ejercitar adecuadamente su libertad de competencia
mercantil. As, la libre competencia es ms que una mera suma de derechos subjetivos cuyo objeto es el ejercicio de la libertad de competencia mercantil, puesto que aquel bien jurdico tutelado es la
armonizacin de tales derechos subjetivos con miras a su ordenacin
para realizar el bien comn poltico o temporal de la sociedad civil.
De all que la nocin de libre competencia es diversa de la libertad
de competencia mercantil; aqulla corresponde a un bien jurdico tu188
telado que presupone multitud de estas libertades formuladas, individualmente consideradas bajo la estructura de un Derecho subjetivo.
La diferencia radica en que la libre competencia es un bien jurdico
tutelado que armoniza la multitud de libertades de competencia mercantil existentes en una sociedad civil por la va de limitarlas para hacerlas operativas y as ordenarlas al bien comn poltico.
El bien jurdico libre competencia exhibe un fundamento objetivo y preexistente a la formulacin positiva del sistema tutelar del mismo. Dicho fundamento objetivo quedar de manifiesto al dar cuenta
de las funciones que desempea la libre competencia en el orden social, al preservar importantes aspectos de este ltimo y de la persona
humana. Es de advertir que las funciones que desempea la libre competencia guardan relacin con el comercio (sentido latsimo) y, por
tanto, todos los argumentos ticos, polticos y econmicos en favor del
comercio son en general extensibles a la libre competencia. Sin embargo, ha de observarse que la libre competencia es la modalidad ms
perfecta de desarrollo del comercio. Cabe concebir formas de comercio restringido o limitado artificialmente que distan de la libre competencia y en tal sentido son perfectibles, v. gr., el sistema de flotas y
galeones que utilizaba la Corona espaola con la antigua Hispanoamrica. De all que no toda forma de comercio se ajusta a los dictados
de la libre competencia, pero sta es la expresin ms perfecta del comercio por ajustarse a los requerimientos de la naturaleza humana en
su vida en sociedad.
Por todo lo expuesto es que el disvalor que encierra todo atentado contra la libre competencia no es una mera creacin artificial legislativa, sino que halla un fundamento y una substancia en la justicia
distributiva ms all de cualquier formulacin positiva que reconoce la realidad de la vida en sociedad y la necesidad objetiva de orden
de esta ltima. En este sentido, la concepcin de Franz Liszt parece
ms precisa que la de Karl Binding, puesto que existe un reconocimiento de un fundamento en las necesidades de la vida en sociedad
para los bienes jurdicos y ello contribuye a explicar el injusto como
un atentado contra el orden social.
Una falencia que se percibe en un gran nmero de teoras del bien
jurdico es cmo han vaciado de contenido esta nocin, como consecuencia de no hacerse cargo del carcter jurdico del bien y de su nexo
con la justicia. Quizs el extremo de ello es la formulacin de Hegel,
quien vio en el delito tan slo una consciente sublevacin contra la
voluntad general.
En atencin a lo expuesto, estimamos que el Decreto Ley 211 acierta en la formulacin del bien jurdico tutelado como libre competencia
en los mercados, lo que no acontece en otros sistemas jurdicos anti189
monoplicos. Recordemos lo que ha sealado persistentemente la jurisprudencia de nuestro Tribunal Antimonoplico en relacin con el
bien jurdico tutelado libre competencia: Que la finalidad de la legislacin antimonopolios, contenida en el cuerpo legal citado [Decreto
Ley 211], no es slo la de resguardar el inters de los consumidores
sino ms bien la de salvaguardar la libertad de todos los agentes de la
actividad econmica, sean ellos productores, comerciantes o consumidores, con el fin ltimo de beneficiar a la colectividad toda, dentro
de la cual, por cierto, tienen los consumidores importante papel. En
otras palabras, el bien jurdico protegido es el inters de la comunidad
de que se produzcan ms y mejores bienes y se presten ms y mejores
servicios a precios ms convenientes, lo que se consigue asegurando
la libertad de todos los agentes econmicos que participen en el mercado.164
Estimamos que esta conclusin jurisprudencial, reiterada en mltiples fallos, confirma nuestra visin al centrar el corazn de lo tutelado en salvaguardar la libertad de todos los agentes de la actividad
econmica (el destacado es nuestro). Luego, todos los competidores,
sean personas pblicas o privadas, actuales o potenciales, han de tener acceso a este bien jurdico tutelado; por tanto, ste no se fundamenta
en esa forma de libertad conocida como autonoma privada ni en la
libertas a coactione o ausencia de coaccin. El bien jurdico tutelado libre competencia se fundamenta en una especie de libertad adquirida
de naturaleza poltica y que corresponde a la principal modalidad de
la libertad para desarrollar actividades econmicas, esto es, en la libertad de competencia mercantil.
Esta frmula jurisprudencial incurre, en nuestra opinin, en la
imprecisin de indicar que la produccin de ms y mejores bienes y
la prestacin de ms y mejores servicios a precios ms convenientes
se consigue siempre a travs de la libertad de competencia mercantil.
Creemos que, por regla general, se produce esa relacin causal entre
una mayor productividad y la libertad mercantil, mas aquella relacin
no siempre tiene lugar, segn lo demuestran ciertos monopolios naturales que captan economas de escala o de mbito.
Una visin semejante a la de la frmula jurisprudencial comentada es la planteada por el Dr. Fernando Snchez Ugarte, presidente de
la Comisin Federal de la Competencia de Mxico, al preguntrsele
164
Resolucin N 368, considerando 2, Comisin Resolutiva. Esta frmula para
definir el bien jurdico protegido goza de larga data en la jurisprudencia de la Libre
Competencia. As, puede observarse una concepcin semejante en las Resoluciones
N 90, considerando 17; N 93, considerando 16; N 99, considerando 12, y N 171, considerando 5, todas de la Comisin Resolutiva, por citar slo algunos ejemplos.
190
191
193
constantes las necesidades respectivas. Esta forma de competencia tiene por finalidad, por paradjico que parezca, destruir la competencia, puesto que se funda en la ausencia de competidores y
consiguiente cautiverio de la demanda; de all que est proscrita
por la injusticia que entraa. Los medios de que se prevale esta
forma injusta de competencia quedan tambin teidos de la ilicitud del fin buscado dolosa o negligentemente y dan lugar a los
denominados injustos monoplicos, v. gr., precios predatorios, discriminaciones arbitrarias monoplicas, etc. Como tales medios o
artificios destruyen la libre competencia, son denominados con
gran propiedad prcticas anticompetitivas.
Por ello slo hay, en verdad, una forma de competencia lcita: la
que busca atraer la clientela por la bondad de los bienes ofertados y
las frmulas convencionales asociadas a stos que se estructuran sobre la libertad de la clientela. As, quien alcanza una posicin monoplica producto de su competencia por precio y calidad (bien y
convencin, ms precisamente) no incurre en una conducta anticompetitiva, sino que por el contrario realiza la competencia misma. De
esta forma, hemos caracterizado el proceso competitivo por su objeto, restando sealar que participa en el mismo todo el que as lo desee en tanto d cumplimiento a las exigencias jurdicas y tcnicas de
dicho proceso. Del mismo resultarn competidores exitosos, otros parcialmente exitosos y otros fracasarn; son las reglas de cualquier forma de competencia y no es la excepcin la libre competencia en los
mercados.
H.1.6. Lmites de la libertad de competencia mercantil
Afirm el Senador Viera-Gallo, con motivo de la discusin del proyecto de ley que reform el Decreto Ley 211 a travs de la promulgacin
de la Ley 19.911, lo siguiente: La competencia se da entre agentes
con distinto poder econmico, con distinto nivel de informacin. Es
decir, la idea de un mercado absolutamente libre es slo la conceptualizacin de una abstraccin para desarrollar una ciencia como la
Economa. Pero no hay ningn economista serio que parta de la base
de que el mercado es libre.167 El Senador Viera-Gallo constat que
en los mercados reales se presentan diferencias de poder econmico
y asimetras de informacin y, a partir de esa evidencia exenta de toda
controversia, pretendi realizar una inferencia consistente en la ausencia de libertad en los mercados. En nuestra opinin, el error de
167
Diario de Sesiones del Senado, Repblica de Chile, Legislatura 347, Ordinaria, Sesin 25, 3 de septiembre de 2002, p. 63.
194
esa inferencia radica en creer que la libertad no admite grados, colocndola en puntos extremos e irreales: se goza de una libertad absoluta o se est privado de ella, y como resulta obvio que, en el caso del
hombre, aqulla no es ni puede ser absoluta, no cabe sino negarla.168
La condicin humana es otra; nuestra libertad es relativa no slo
por factores externos, sino por nuestras propias e intrnsecas limitaciones. Estas limitaciones humanas emanan de nuestra propia naturaleza, cuyas facultades superiores, esto es, las potencias intelectiva y
volitiva, son limitadas en s mismas y adicionalmente suelen encontrarse debilitadas por las pasiones. As, la primera y ms radical fuente de
nuestras limitaciones en el orden de las libertades humanas se halla
en las propias limitaciones de las libertades innatas: libertad trascendental del entendimiento, libertad trascendental de la voluntad y libertad de albedro. Atendidas las limitaciones que comprometen tales
libertades innatas no es posible conocer cabal y exhaustivamente las
cualidades y caractersticas de todos los bienes que se ofertan en un
mercado relevante, por lo cual siempre nuestra informacin ser imperfecta. De all que las decisiones que adoptan quienes operan en
los mercados descansan sobre informacin imperfecta.
Sin embargo, nuestras limitaciones no slo provienen de las denominadas libertades innatas, sino que tambin se las encuentra en
las libertades adquiridas, entre las que se cuentan la libertad moral y
las libertades polticas o civiles. Respecto de las libertades morales cabe
observar las limitaciones derivadas de la necesidad de desarrollo de la
persona humana mediante la adquisicin de virtudes intelectuales y
morales y a lo anterior debe aadirse la lentitud en el aprendizaje, al
ser nuestro intelecto del tipo discursivo, y la brevedad de la vida con
la consiguiente limitacin en la capacidad de alcanzar la sabidura y
acumular experiencia, entre muchas otras circunstancias que cabra
considerar.
Respecto de las limitaciones que arrancan de las libertades adquiridas que exhiben una naturaleza poltica, como es el caso de la libertad de competencia mercantil, procede observar lo siguiente. La
libertad de competencia mercantil debe hallarse necesariamente limitada, puesto que de lo contrario aqulla no podra coexistir en todos
los ciudadanos. En efecto, la nica forma de coexistencia de aquella
libertad en una multitud de ciudadanos consiste en que se respete el
168
195
196
170
Es importante observar que los lmites de la libertad de competencia mercantil se operativizan mediante normas jurdicas cuya jerarqua es de rango legal o supralegal. Esta exigencia, que resulta analizada en el captulo de esta obra destinado a la
Potestad Reglamentaria Externa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, halla
su fundamento en el art. 19, N 21 de la Constitucin Poltica de la Repblica y en el
antecedente histrico del art. 4 de la Declaracin de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano (1789), que establece que los lmites al ejercicio de los derechos naturales
de cada hombre slo pueden ser establecidos por la ley. Este mismo principio consistente en que las restricciones slo pueden ser impuestas por ley es recogido por la
Declaracin Universal de Derechos Humanos de la ONU (1948) en su art. 29.2.
197
171
Una visin diversa es la sustentada por STUART MILL, John, On Liberty, p. 13,
Barnes & Noble Books, New York, 2004, quien afirma: No society in which these liberties are not, on the whole, respected, is free, whatever may be its form of government; and none is completely free in which they do not exist absolute and unqualified.
198
cierto orden. Ese orden no es desde luego un orden fsico, sino que
un orden moral o inmaterial, que exhibe vinculaciones de tipo jurdico, poltico y econmico, entre otras (dicho orden es generalmente
denominado por los filsofos clsicos unidad de orden). Ese orden
tiene una finalidad: el bien comn de todos y cada uno de los individuos que integran la sociedad civil, objetivo al cual la autoridad pblica ha de conducir esta ltima, dando en dicho proceso cabal
cumplimiento no slo a los principios y garantas constitucionales, sino
que tambin a las exigencias del Derecho natural.
De all que la concepcin que alguna vez se elabor, segn la cual
la sociedad es una mera suma de individuos, ha cado en desuso por
desconocer la realidad de que las sociedades humanas exhiben principios ordenadores y, por tanto, constituyen mucho ms que meras
aglomeraciones de individuos.
La existencia de principios ordenadores de la sociedad civil o poltica conduce a la consideracin de que existen principios ordenadores
de la actividad econmica. Tales principios, segn se ha demostrado,
aparecen formulados directa e indirectamente en la Constitucin Poltica de la Repblica. Entre tales principios ordenadores de la actividad econmica se halla precisamente la libre competencia.
H.2.1. Funciones ordenadoras de la libre competencia
La libre competencia suele cumplir, a lo menos, cinco significativas funciones ordenadoras en el plano moral, poltico, jurdico y econmico:
a) Promueve el mayor desarrollo de las capacidades morales, intelectuales y fsicas de la persona humana, mediante un estmulo de
la iniciativa y de la responsabilidad, lo cual entraa una dignificacin
de aqulla, con independencia de la productividad efectivamente alcanzada.172 As, se estimula la responsabilidad, puesto que quien se
arriesga se queda con las utilidades respectivas si tiene xito o bien
ha de asumir las prdidas consiguientes.
172
Cabe recordar las profundas palabras de RPKE, Wilhelm, Ms all de la oferta y
la demanda, p. 22, Fomento de Cultura Ediciones, Valencia, 1960, quien sealara: ...lo
trascendental es aquello que est ms all de la oferta y la demanda, aquello de lo que
dependen el sentido, la dignidad y el motivo ntimo de nuestra existencia, metas y valores que pertenecen al reino de la tica en el ms amplio sentido, ya que el hecho de
que la economa est regida y ordenada por los precios libres, mercados y por la libre
competencia significa salud y abundancia y, en cambio, la economa socialista suponga enfermedad habitual, desorden y escasez, tiene una profunda razn moral. El sistema econmico liberal aprovecha y desarrolla la extraordinaria fuerza que reside en
el afn de la autodeterminacin individual, mientras que el social la subyuga y se aniquila a s mismo en su lucha contra esta fuerza.
199
sea sustituida por una escasez relativa artificial destinada a extraer una
renta monoplica del patrimonio de los demandantes del bien monopolizado. As, se evita la prdida social en la asignacin de los recursos productivos que acarrea el abuso del monopolio y se fomenta
la creacin de riqueza mediante la, por regla general, eficiente seal
de los precios que indican qu, cmo y cunto ha de producirse. La
eficacia de esta seal se explica, segn ha sealado Hayek, porque nadie dispone en la sociedad poltica de la informacin ntegra que sera requerida para producir esa seal en forma precisa y regular, seal
que slo puede ser producida por la libre competencia.173
Las funciones a) y b) son manifestaciones de la prioridad ontolgica y de finalidad de la persona humana respecto de la sociedad poltica (principios de orden poltico). Tal prioridad ontolgica y de
finalidad se halla recogida en ciertos preceptos fundamentales de la
Constitucin Poltica de la Repblica, a saber principalmente en los
arts. 1 y 5 de esa norma fundamental.
Las funciones c) y d) corresponden ambas a la vez a un principio
de orden jurdico, as como a un principio de orden econmico.
Del cmulo de funciones expuestas resulta que la libre competencia es una fundamental institucin de la sociedad cuya naturaleza es
moral, poltica, jurdica y econmica y, desde esa perspectiva, no cabe
sino analizarla como una realidad interdisciplinaria.
Se ha dicho por un gran jurista que la competencia es un fenmeno jurdico, cuyos mviles son econmicos.174 Sin duda que se trata de una realidad jurdica, pero tambin lo es de naturaleza moral,
poltica y econmica, segn resulta con claridad de las funciones antes analizadas. El que la libre competencia sea un bien jurdico no importa una negacin de su dimensin moral, poltica y econmica. De
all que debe rechazarse un anlisis exclusivamente jurdico o bien exclusivamente econmico de esta fundamental institucin que pretenda abstraerse de los aportes de las restantes disciplinas.
173
Otras explicaciones de orden econmico acerca de las funciones de la Libre
Competencia, que han sido analizadas por Vickers, son las siguientes: i) la presin competitiva hace que las organizaciones adopten incentivos internos ms precisos con miras a evitar la inactividad y la apata; ii) la competencia hace que los competidores ms
eficientes prosperen a costa de los menos eficientes, resultando este proceso de seleccin positivo desde una perspectiva de la eficiencia global o agregada, y iii) la competencia por innovar es la mayor fuente de ganancias en eficiencia productiva a lo largo
del tiempo. Vase VICKERS, John, Concepts of competition, Oxford Economic Papers N 47,
1995.
174
GARRIGUES, Joaqun, La defensa de la competencia mercantil, p. 142, en Temas de derecho vivo, Editorial Tecnos, Madrid, 1978.
201
175
VALDS PRIETO, Domingo, La discriminacin arbitraria en el Derecho econmico,
pp. 79-104, Editorial Jurdica Conosur Ltda. LexisNexis, Santiago de Chile, 1992. En las
pginas indicadas es analizada la relacin entre Justicia Distributiva y Libre Competencia.
202
art. 61, inciso segundo de la Constitucin Poltica y por ello con mayor razn no pueden delegarse en los tribunales de justicia); se hace
tabla rasa de la historia fidedigna del establecimiento de la Ley 19.911
y, lo que es ms grave, una legislacin desde antiguo diseada con una
finalidad bastante clara deviene en una herramienta servil a polticas
pblicas de oportunidad que incluso podran menoscabar la propia
libre competencia.
Las funciones podrn en casos particulares colisionar entre ellas,
surgiendo la duda acerca de cul ha de prevalecer; la respuesta se halla en la definicin esencial de libre competencia: ha de considerarse
determinante la preservacin de la libertad de competencia mercantil, que es el fundamento de aquel bien jurdico tutelado. De lo contrario, podra en algn caso particular sacrificarse la mencionada
libertad a expensas de una planificacin econmica dotada de una alta
eficiencia, quedando los demandantes y oferentes a merced del respectivo planificador.
Si no se procede de esta forma, se estar transgrediendo la Constitucin Poltica de la Repblica en, al menos, la garanta del derecho a desarrollar cualquier actividad econmica contemplada en el
art. 19, N 21 y deber el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia castigar el mencionado monopolio de privilegio en tanto ste presente un origen infralegal. En otras palabras, el Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia no puede dar prevalencia a la eficiencia econmica por sobre el derecho a competir libremente en materias mercantiles y de hacerlo, dicho tribunal sera responsable de dictar fallos
o resoluciones inconstitucionales por transgresin de la garanta antes indicada y, adems, ilegal, por violacin del artculo cuarto del Decreto Ley 211, de 1973 al crear ese mismo tribunal a travs de tales
sentencias o resoluciones verdaderos monopolios de privilegio. La nica excepcin de que podra hacer uso el Tribunal Antimonoplico
es por la va de acudir a una justificacin de orden pblico o de seguridad nacional, que es lo que prescribe la Constitucin Poltica de
la Repblica como lmite para la garanta del derecho a desarrollar
cualquier actividad econmica. En otras palabras, la libre competencia tendr siempre por misin preeminente la de asegurar libertad,
porque as lo ordena la Constitucin Poltica, para el evento que se
produzca un conflicto entre algunas de las funciones que, por regla
general, desarrolla en forma armnica la libre competencia. De hecho, lo que en la concepcin borkiana aparece como bienestar del
consumidor no es otra cosa que el armnico resultado de las mencionadas funciones, que podran sintetizarse en libertad, justicia y productividad, resultando prevalentes las dos primeras en un escenario
de conflicto.
205
R OOVER, Raymond de, El concepto de precio justo: Teora y poltica econmica, p. 31, Estudios Pblicos, N 18, Santiago, 1985.
206
De esta forma, cabe concluir que el elemento especfico y constitutivo de la ofensa monoplica es el atentado contra una libertad adquirida, de naturaleza poltica o civil, cuyo objeto no es otro que la
competencia mercantil y, por tanto, contraria al justo precio. Por regla general, la tutela de esta libertad entraa una mayor eficiencia
econmica; sin embargo, en aquellos casos de excepcin en que ello
no ocurre as, no puede sacrificarse tal libertad y el justo precio en
aras de una mayor eficiencia econmica. De all que debe preferirse
una definicin esencial de la libre competencia y evitarse una definicin por las funciones que sta suele desempear.
177
ORTZAR LATAPIAT, Waldo, Ley antimonopolios. Jurisprudencia de la comisin resolutiva 1974-1977, p. 7, Editorial Jurdica de Chile, Santiago, 1978.
207
da, que permite a una o varias personas determinadas imponer precios de los artculos o las cuotas de los servicios, con perjuicio del pblico en general o de alguna clase social. Ley Orgnica del art. 28
Constitucional en Materia de Monopolios, art. 3. Esta ley, conocida
como Ley Antimonopolios de 1934, fue publicada en el Diario Oficial
de la Federacin (Mxico), el 31 de agosto de 1934.
Las tres definiciones transcritas exhiben en comn una connotacin de la que carece el trmino monopolio, sin adjetivos, ante la ciencia econmica. Se trata de una significacin amplia en cuanto que
comprende el monopolio y el monopsonio puros, el monopolio y el
monopsonio parciales y el oligopolio y el oligopsonio, entre muchas
otras figuras anlogas, en tanto y en cuanto las mismas sean constitutivas de un atentado a la libre competencia. En otras palabras, el delito de monopolio comprende toda forma de atentado a la libre
competencia que sea imputable a una persona, con independencia de
si tal atentado es realizado por un solo comerciante o por varios.
Cabe destacar que la frase empleada por la definicin legal, expuesta en la letra c) precedente, y que afirma: toda situacin deliberadamente creada, es de la mayor trascendencia, puesto que exige
explcitamente que la conducta constitutiva del ilcito de monopolio
sea una conducta humana en el ms puro sentido filosfico, esto es,
que se halle guiada por intelecto y voluntad. En el evento que quien
realice esta conducta sea una persona jurdica, la mencionada exigencia psicolgica ha de predicarse de la o las personas naturales que actan, a modo de rgano, por cuenta de dicha persona jurdica.
En otras palabras, monopolio en su acepcin delictiva es sinnimo de atentado a la libre competencia, e incluso en esta sinonimia se
le utiliza en la jurisprudencia judicial desarrollada por el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia.178 Esta significacin amplia de la
voz monopolio en su dimensin delictiva tiene muy antigua data. En
efecto, segn explica Raymond de Roover: Los escolsticos, telogos
y tambin los juristas estuvieron de acuerdo en considerar el monopolio como una prctica nociva, opuesta al bien comn. El monopolio fue definido ampliamente de modo que incluyera cualquier pacto
o crculo que se formara para elevar o reducir los precios sobre o bajo
el nivel competitivo. Consecuentemente, este concepto abarcaba lo
que en la actualidad se llama monopsonio, oligopolio y cualquier otra
prctica monopolstica. Segn la opinin de los escolsticos, el mo178
208
nopolio era una ofensa contra la libertad: supona un carcter criminal debido a que se basaba generalmente en la confabulacin o conspiracin.179
El prrafo transcrito muestra cmo la idea del ilcito de monopolio
se construye sobre la nocin ya explicada y que hemos denominado
monopolio estructural. En efecto, al ser el monopolio estructural
un instrumento de tipo jurdico diseado para comprender una amplia gama de restricciones a la libre competencia, ha servido de lgico asiento para determinar la amplitud del ilcito de monopolio, que
se caracteriza por aadir a dicha gama de conductas el carcter de injusto por su contrariedad a la libre competencia. Esta cualidad de injusto se obtiene del hecho de que alguna de dichas conductas ponga
en riesgo o vulnere efectivamente el bien jurdico libre competencia.
Tal como quedar de manifiesto al estudiar el artculo tercero, inciso primero, del Decreto Ley 211, el ilcito monoplico resulta de difcil aprehensin dado el defecto del tipo que pretende describirlo y
la vaguedad de la ejemplificacin que intenta el artculo tercero, inciso segundo. De esta deficiencia tcnica no queda ms que huir acudiendo al bien jurdico que el ilcito ha de lesionar. En este punto cabe
observar que la Ley Antimonopolio consider suficiente mencionar
el bien jurdico, mas no explicarlo. Por ello, la conceptualizacin de
la libre competencia ha quedado entregada a la doctrina y a la jurisprudencia, siendo esta ltima, por regla general, bastante parca en sus
alusiones. No obstante lo anterior, la libre competencia sigue resultando una nocin medular en la comprensin de cualquier forma de
ilcito de monopolio, segn evidenciaremos al tratar el tipo universal
antimonoplico.
Monopolista es quien ostenta un monopolio estructural; as, la calidad de monopolista no necesariamente se corresponde con la participacin sea como autor, cmplice o encubridor en alguna forma
de ilcito o injusto monoplico. En consecuencia, identificar a un monopolista con el autor del ilcito o injusto de monopolio es un grave
error por dos ttulos. Primero, un monopolista que no emplea el poder de mercado con que cuenta para vulnerar la libre competencia
no realiza una conducta reprochable bajo la ptica del derecho de la
libre competencia y, por tanto, mientras no abuse de ese poder de
mercado es perfectamente lcita la explotacin del respectivo monopolio.180 Segundo, existen ilcitos de monopolio en los cuales quien
179
209
transgresiones monoplicas slo cuando la conducta sea perpetrada por un agente econmico dotado de poder de mercado y tal poder mercantil haya sido ejercitado sobre
otros agentes econmicos (cap. II, art. 11).
181
MACHLUP, Fritz, The political economy of monopoly. Business, labor and government
policies, p. 472, Baltimore, The John Hopkins Press, USA, 1952.
210
182
El bien comn exhibe una clara naturaleza analgica y, por ello, los cuerpos
intermedios tambin tienden respectivamente a su propio bien comn. Vase UGARTE G ODOY, Jos Joaqun, La familia como sociedad natural, Instituto de Estudios Generales, Santiago, 1979.
183
Desde una ptica filosfica, puede verse IBEZ SANTAMARA, Gonzalo, El bien
comn: concepto y analoga, en El bien comn. II jornadas de derecho natural, Ediciones
Nueva Universidad, Santiago, 1975.
184
Constitucin Poltica de la Repblica, cap. I, art. 1, inciso cuarto: El Estado
est al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien comn, para
lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada
uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realizacin espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantas que esta Constitucin establece.
211
185
SAN AGUSTN, La Ciudad de Dios, tomo II, p. 588, Editorial BAC, Madrid, 1978,
quien afirma: Y el orden es la distribucin de los seres iguales y diversos, asignndole
a cada uno su lugar.
186
MAC HALE, Toms P., Orden, orden pblico y orden pblico econmico, Anales,
vol. VIII, 1968, N 8, Editorial Jurdica de Chile, Santiago, 1969.
187
SOTO KLOSS, Eduardo, El Derecho administrativo penal, pp. 95 y ss., en Boletn de Investigaciones, Nos 44-45, Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Catlica
de Chile, 1980.
212
Respecto del trmino ilcito cabe observar que existen dos alcances: uno tico y otro jurdico; ciertamente, en atencin a la naturaleza
de este trabajo, prescindiremos a lo largo del mismo de la significacin tica del ilcito de monopolio, lo cual en manera alguna importa estimar que sta no existe o que carezca de relevancia; por el
contrario, hemos de dejar constancia de la enorme deuda que el Derecho antimonoplico mantiene con los telogos, juristas y moralistas de la Edad Media y de la Segunda Escolstica, que floreci en la
Espaa del siglo XVI, quienes contribuyeron en importante medida
al desarrollo de nuestro moderno derecho de la libre competencia.
3.4.1.2. Delito penal y delito lato sensu
A lo largo de este estudio emplearemos la voz delito en su acepcin
amplia, que arranca del latn delictum y sta, a su vez, de derelinquere,
que significa abandono o apartamiento de una ley. En este sentido,
emplearemos como sinnimos los vocablos injusto, infraccin, contravencin, ofensa, atentado, acto delictivo e, incluso, ilcito. Tal uso sinonmico resulta plenamente justificado por el hecho de que los
delitos o ilcitos de que nos ocuparemos en esta obra no son estrictamente los del mbito penal.
El delito es apartamiento de ley y, por tanto, entraa disconformidad entre una conducta propiamente humana exteriorizada y una prescripcin jurdica, segn la cual lo proscrito puede ser una accin o una
omisin. Este apartamiento o abandono de la ley se verifica mediante
una conducta propiamente humana, esto es, guiada por el intelecto y la
voluntad, y que, por tanto, es susceptible de calificarse de culpable y corresponder a la estructura de la denominada responsabilidad subjetiva,
sin perjuicio de que pueda concurrir alguna causal de justificacin que
remueva la culpabilidad no en su sentido subjetivo, sino antes bien en
la forma de no exigibilidad de otra conducta y, por tanto, el reproche.
El carcter secundario, complementario y garantizador del Derecho
penal consiste en que sus normas protejan, mediante penas especialmente severas (por ello es la ultima ratio del orden jurdico), bienes que
son valiosos a todo el orden jurdico y no slo al Derecho penal.188 Puesto
188
VON BELING, E., Esquema de derecho penal, p. 22: No se deduce (...) del derecho
penal mismo cundo y en qu medida es antijurdico (...) el comportamiento humano;
aqul slo establece que el castigo debe infligirse siempre y cuando el comportamiento
descrito en la ley penal sea antijurdico. La antijuridicidad de ese comportamiento dedcese ms bien de las restantes partes del Derecho, el Derecho civil, el Derecho administrativo, etc., Editorial De Palma, Buenos Aires, 1944.
213
215
administrativo
Explicamos que los delitos en un sentido lato pueden clasificarse en
dos grandes grupos: los injustos administrativos y los delitos civiles. A
continuacin nos ocuparemos slo de los injustos administrativos y las
escuelas que se perfilan en el debate acerca de su naturaleza.
Entre los injustos administrativos ms significativos procede mencionar los delitos monoplicos, los relativos a la proteccin al consumidor, los tributarios, los aduaneros, los cambiarios, los bancarios, los
relativos al mercado de valores, etc.
Sobre este grupo de delitos calificados genricamente como ilcitos administrativos se han perfilado tres grandes visiones: la primera
los concibe como delitos regidos por el Derecho criminal, sea que se
les incluya en su formulacin comn o sean considerados como integradores de un Derecho penal especial comprensivo de los denominados delitos administrativos; la segunda concibe estos delitos como
infracciones o contravenciones administrativas regidas por un Derecho administrativo sancionatorio general o bien por uno con caractersticas especiales, producindose un debate acerca de si se les han de
comunicar o no las garantas diseadas para proteger a los acusados
o condenados en relacin con los delitos criminales; por ltimo, la
tercera posicin pretende una suerte de autonoma basada en la especfica naturaleza del ilcito, refractaria a la clasificacin trimembre
antes expuesta, lo cual es sin perjuicio de aceptar el encontrarse integrada por principios generales predicables de toda norma jurdica sancionatoria.
En nuestra opinin y siguiendo la doctrina prevalente en nuestro
pas y en el extranjero (especialmente Alemania y Espaa), existe un
continuo de naturaleza entre el mbito penal y el mbito administrativo sancionatorio. As, parafraseando a Gnther Jakobs, los ilcitos
administrativos no corresponden a transgresiones de las normas centrales o nucleares del Cdigo Penal, sino que se sitan alrededor de
este centro o ncleo cuyos lmites slo se pueden determinar difusa216
191
JAKOBS, Gnther, Derecho penal. Parte general, Libro I, cap. I, p. 63, Marcial Pons,
Ediciones Jurdicas, Madrid, 1995.
192
Las denominadas escuelas cuantitativa y cualitativa tienen correlato con la teora de la ley meramente penal; en efecto, los defensores de la ley meramente penal
acuden a criterios cualitativos para distinguir la sancin administrativa, en tanto que
quienes rechazan la ley meramente penal descansan en argumentos de orden cuantitativo. Vase Carlos Jos Errzuriz Mackenna, La ley meramente penal ante la filosofa del
derecho, Editorial Jurdica de Chile, Santiago, 1981.
193
NIETO, Alejandro, Derecho administrativo sancionador, pp. 143 y ss., Editorial Tecnos, Madrid, 2002.
194
JIMNEZ DE AZA, Luis, Tratado de derecho penal, tomo I, p. 47, Editorial Losada
S.A., Buenos Aires, Argentina, 1956, quien afirma: en puridad, las faltas no son otra
cosa que delitos en pequeo.
217
rado con el injusto penal. En efecto, mientras el injusto administrativo se refiere a hechos que atentan contra la estructura y organizacin
de la administracin estatal o contra otros bienes jurdicos que se vinculan con aqulla, el injusto penal busca cautelar los bienes jurdicos
ms valiosos para la sociedad: la vida, el honor, la integridad fsica, la
propiedad, etc. Esto explica por qu las sanciones asociadas al injusto
administrativo son leves comparadas con las del delito penal; ii) Tratndose de una cuestin de grados es posible extender y as se han
extendido las garantas diseadas para los delitos penales a los ilcitos
administrativos, confirindose por esta va mayores resguardos a los
miembros de la sociedad nacional. Destacan, entre otras, las siguientes garantas: el principio del justo proceso o procedimiento; la aplicacin del principio que ha de regir la ley ms benigna; el principio
de la tipicidad que ordena que las conductas proscritas estn previamente determinadas por una ley y la imposibilidad de aplicarlas por
analoga; la seguridad de que la culpabilidad es un requisito sine qua
non para la configuracin de un ilcito administrativo, el que ha desplazado a la responsabilidad objetiva por los hechos;195 la aplicacin
del principio del non bis in idem;196 la carga de la prueba no debe re-
195
CURY U RZA, Enrique, Derecho penal, tomo I, p. 81, Editorial Jurdica de Chile,
Santiago, quien afirma: Por otra parte tampoco existe un motivo atendible para independizar la sancin gubernativa de la exigencia de culpabilidad. Lo mismo que las
penas penales, stas slo pueden ser impuestas a quien puede dirigrsele un reproche
personal por la ejecucin de la conducta prohibida.
ABUNDIO, Rodrigo, Infracciones en el Cdigo Tributario, Revista de Derecho de la
Universidad de Concepcin, vol. N 51, N 174, julio-diciembre, p. 96, 1983, quien afirma: toda accin con trascendencia jurdica, ya sea en el campo penal o civil, requiere
subjetividad. De la misma forma, la subjetividad es del todo necesaria en las acciones
que pueden dar origen a una simple infraccin tributaria.
El Proyecto de Ley que Establece las bases de los procedimientos administrativos
sancionatorios (Mensaje N 541-350 de 25 de marzo de 2004), dispone en su artculo
noveno que en la imposicin de sanciones administrativas deber guardarse la debida
adecuacin entre la gravedad del hecho y la sancin aplicada, para lo cual se considerar, entre otros criterios, la intencionalidad y la reiteracin. Una formulacin muy
semejante es la que se halla en el art. 16, N 6, letra d) de la Ley 18.410, modificada
por la Ley 19.613, que contempla las atribuciones sancionatorias de la Superintendencia
de Electricidad y Combustibles.
196
En nuestra opinin este principio exhibe una cudruple dimensin. En primer lugar la tradicional, segn la cual no podra un mismo hecho ser castigado con
dos penas penales; en segundo lugar la aplicacin de la escuela cuantitiva, segn la
cual el mentado principio impedira que un mismo hecho fuese castigado con dos penas administrativas; en tercer lugar, tambin en aplicacin de la comn naturaleza de
los delitos penales y los delitos administrativos, la improcedencia de que un mismo
hecho fuese castigado con una pena penal y una pena administrativa (esto ltimo ha
sido fallado en el sentido indicado por el Supremo Tribunal Constitucional de Espa-
218
a, 30 en. 81) y en cuarto lugar, la aplicacin del principio del non bis in idem entre
penas y medidas concurrentes sobre un mismo hecho.
En Chile, procede recordar el Proyecto de Ley que Establece las bases de los procedimientos administrativos sancionatorios (Mensaje N 541-350 de 25 de marzo de
2004), el cual dispone en su artculo doce la aplicacin imperativa del principio del
non bis in idem en las tres primeras dimensiones que hemos sealado anteriormente,
aun cuando todas ellas estn supeditadas a una acreditacin de la identidad del sujeto, hecho y fundamento.
Conviene advertir que el principio del non bis in idem ha sido sometido para determinar su procedencia, en algunas legislaciones, a la exigencia de que las penas concurrentes obedezcan a un mismo bien jurdico tutelado. As, si las penas se fundan en bienes
jurdicos diversos no sera aplicable en tales legislaciones el principio del non bis in idem.
197
219
JAKOBS, Gnther, Derecho penal. Parte general, Libro I, cap. I, p. 67, Marcial Pons,
Ediciones Jurdicas, Madrid, 1995. Seala este penalista alemn: El Derecho positivo
se resiste a una delimitacin cualitativa tajante de infraccin penal y contravencin
[injusto administrativo]. No cabe determinar diferencias cualitativas entre infraccin
penal y contravencin de claridad contrastable en la prctica...;
JESCHECK, Hans-Heinrich, Tratado de derecho penal. Parte general, p. 51, Comares Editorial, Granada, 1993; MIR PUIG, Santiago, Derecho penal. Parte general, p. 6, nota 3, Ediciones PPU, Barcelona, 1984.
200
Tribunal Constitucional, Sentencia Rol N 244, considerando 9, del 26 de agosto de 1996: Que, los principios inspiradores del orden penal contemplados en la Constitucin Poltica de la Repblica han de aplicarse, por regla general, al Derecho
administrativo sancionador, puesto que ambos son manifestaciones del ius puniendi propio del Estado.
201
Existe multitud de preceptos que estn contenidos en el Cdigo Penal y no
obstante ello contemplan penas de multas, generalmente caracterizadas como administrativas. Vase, a modo de ejemplo, los arts. 216, 217, 220, 221, 253 y 254 del Cdigo Penal chileno. No obstante lo anterior, el propio orden jurdico positivo reconoce
ciertas diferencias entre las penas por delitos penales y las penas por ilcitos administrativos v. gr., estas ltimas son aplicables no slo a personas naturales sino que tambin a personas jurdicas, en tanto que las penas penales slo son imputables a personas
naturales.
220
lan bienes jurdicos o exteriorizan conductas antisociales conculcatorias de los derechos naturales o individuales de las personas, los ilcitos administrativos se limitan a dar cuenta de infracciones formales a
preceptos meramente administrativos202 y que resultan culturalmente
indiferentes. Por consiguiente, en los ilcitos administrativos no media juicio tico alguno de desvalor203 y, por tanto, aqullos muestran
un injusto de menor contenido que el que exhiben los delitos penales;204 ii) Adicionalmente, esta escuela se ha basado en que el delito
penal importara una lesin o riesgo inmediato para determinados bienes jurdicos; en tanto, los ilcitos administrativos slo suponen un simple peligro o riesgo para tales bienes; iii) Asimismo, se argumenta que
la jurisdiccin, tratndose de las infracciones administrativas, corresponde a la propia Administracin o al contencioso-administrativo, que
es el que juzga y condena; iv) Otros intentos de establecer diferencias
entre tales delitos han descansado en la necesidad de la culpabilidad
en materia penal por oposicin a lo requerido por el Derecho administrativo, que no siempre precisa culpabilidad y que esto se manifieste en
la naturaleza de las penas que ordinariamente aplica la Administracin: de multa o de nulidad de actos; en que la pena administrativa
no es una pena de correccin, sino ms bien de orden; en que se trata de delitos contra la administracin pblica; en que no se castiga la
tentativa, ni se admiten las penas privativas de libertad, etc. Desde la
ptica del Derecho positivo, esta escuela ha argumentado que el art. 20
del Cdigo Penal impide aceptar la visin cuantitativa al crear una diferencia substancial entre penas administrativas y criminales. Dispone
dicho artculo: No se reputan penas, la restriccin de la libertad de los procesados, la separacin de los empleos pblicos acordada por autoridades en uso
202
NOVOA MONREAL, Eduardo, Curso de Derecho penal chileno, tomo I, Editorial Jurdica Ediar Conosur Ltda., p. 259, Santiago de Chile, 1985, y COUSIO MAC-IVER, Luis,
Derecho penal chileno, tomo I, p. 25, Editorial Jurdica de Chile, Santiago, 1975.
203
Contra esta afirmacin, POLAINO NAVARRETE, Miguel, Derecho penal. Parte general, tomo I, p. 157, Bosch Casa Editorial, Barcelona, 1990, quien seala: La teora del
injusto moralmente indiferente se ha entendido es insostenible. Es de observar la
relacin que mantienen entre s los contenidos de las normas jurdicas y morales, y
no las decisiones jurdicas y morales de casos particulares. La afirmacin de la indiferencia moral de determinados preceptos jurdicos contiene la negacin de la obligatoriedad y, con ello, del poder vinculante de estos preceptos jurdicos: la obligacin
constituye, en cuanto tal, un tipo moral. Un deber jurdico indiferente desde el punto
de vista moral encierra una contradiccin en s.
204
La impropiedad de esta descripcin ha sido demostrada por JESCHECK, HansHeinrich, Tratado de derecho penal. Parte general, p. 51, Comares Editorial, Granada, 1993.
Afirma Jescheck: Sin embargo, ninguno de tales criterios es vlido para todas las infracciones administrativas creadas mientras tanto por el legislador.
221
205
Citado por JAKOBS, Gnther, Derecho penal. Parte general, Libro I, cap. I, p. 65,
Marcial Pons, Ediciones Jurdicas, Madrid, 1995.
222
tado o contra bienes jurdicos estrechamente vinculados a aqulla. Esta acepcin es tributaria de la nocin de Derecho administrativo que se adopte y, en tal sentido, conviene recordar que,
como fruto de la evolucin de este importante sector del Derecho pblico, modernamente se ha arribado a la conclusin de
que el derecho administrativo no slo estudia la actividad de la
administracin pblica, sino que el total de la actividad de ndole
administrativa, cualquiera que sea el poder del Estado que la realice (Poder Legislativo, Administrativo, Judicial, Contralor, de Banca Central, etc.).206
iii) Elemento punitivo. Modernamente las contravenciones se caracterizan por estar conminadas con multas que no pueden transformarse en penas privativas de libertad sustitutivas, pero s son
reclamables mediante arresto coercitivo. Adicionalmente, estas
multas pueden imponerse no slo a personas naturales, sino que
tambin a personas jurdicas.
Modernamente, la calificacin de un injusto administrativo slo
es aceptada considerando los criterios i) y iii). Incluso el criterio i) se
presenta difuminado por la existencia de tribunales contencioso-administrativos que conocen y aplican las denominadas sanciones administrativas, en tanto que el criterio iii) ha dado lugar a un intenso
debate en relacin con cul es el umbral que transforma una multa
administrativa en una pena penal. Si a lo anterior se aade la falta de
sustento de la escuela cualitativa, no es extrao que arribemos a definiciones del ilcito administrativo como la siguiente: La infraccin
administrativa es una accin tpica, antijurdica y reprochable, castigada con multa administrativa.207 La importancia de esta definicin
es que pone en evidencia la comn naturaleza del delito penal y del
ilcito administrativo haciendo extensible a ste las especiales caractersticas y garantas de aqulla.
Respecto del criterio ii), procede sealar que la ilicitud est determinada por un conjunto de valoraciones o bienes jurdicos (que
las autoridades pblicas deben realizar en conformidad con el Derecho natural y con miras al bien comn poltico de la respectiva nacin) para cuya tutela se procede a sancionar conductas que lesionan
aspectos fundamentales de la vida moral, intelectual y fsica de una
nacin y de sus integrantes. De all que la ilicitud se construye en tor-
206
GORDILLO, Agustn A., Tratado de Derecho administrativo, tomo I, IV-10, Ediciones Macchi, Buenos Aires, 1974.
207
JESCHECK, Hans-Heinrich, Tratado de Derecho penal. Parte general, p. 51, Comares
Editorial, Granada, 1993.
223
no a bienes jurdicos, los cuales no son pertenencia exclusiva del Derecho penal. En consecuencia, no resulta aceptable la idea de sancionar una conducta porque sta ha sido prohibida, puesto que ello o
implica pura arbitrariedad y por ello ha de ser rechazada, o bien se
ha omitido una fase lgica y jurdica previa, cual es la determinacin
del valor o bien jurdico que resulta adecuado proteger a travs de la
respectiva prohibicin.
3.4.1.5. La naturaleza del injusto monoplico
El injusto de monopolio presenta una paradoja que hace un tanto ms
difcil arribar a la conclusin que se esperara. Tradicionalmente, aquel
injusto ha hallado expresin en el orden penal propiamente tal y en
el orden administrativo sancionatorio.
Procede recordar la antigua frmula del Decreto Ley 211, bajo
la cual el artculo primero de dicho cuerpo normativo contena un
tipo mixto penal y administrativo a la vez en virtud del cual la forma efectiva de realizacin del tipo permita decidir a la antigua Comisin Resolutiva acerca de si el injusto perpetrado efectivamente
perteneca al Derecho criminal o bien al Derecho administrativo contravencional. Esa decisin se traduca en que si la Comisin Resolutiva consideraba que la conducta tpica revesta una significativa
gravedad, dicho rgano antimonoplico ordenaba al Fiscal Nacional
Econmico el ejercicio de la accin penal por delito de monopolio
ante el competente juez del crimen. A diferencia, si la conducta tpica careca, a juicio de la Comisin Resolutiva, de semejante gravedad,
este rgano retena jurisdiccin y proceda a conocer del injusto administrativo de monopolio. Antes de la reforma sufrida por el Decreto Ley 211, en virtud de la Ley 19.911, que fue publicada el 14 de
noviembre de 2003, haba argumentos irrefutables para sostener el
carcter penal del injusto de monopolio. Tales argumentos correspondan al hecho de que tal injusto en su forma penal era sancionado
con presidio menor en cualquiera de sus grados; en tanto que el antiguo
artculo sexto del mismo cuerpo legal aluda a la prevencin, investigacin, correccin y represin de los atentados a la libre competencia o de los
abusos en que incurra quien ocupe una situacin monoplica, aun cuando
no fueren constitutivos de delito..., debiendo entenderse que la referencia al delito apuntaba al delito penal.
El propio texto del Decreto Ley 211 distingua entre sus ttulos el
denominado Del Proceso Penal, proceso que quedaba encomendado al juez del crimen competente, en tanto que bajo el ttulo III De
la Comisin Resolutiva, se indicaba que esta ltima haba de cono224
225
Cdigo Penal que guardan conexin con el bien jurdico tutelado libre competencia.
Si se considerara el elemento orgnico del ilcito administrativo
antes sealado (i) se podra concluir que no estamos frente a un injusto administrativo en atencin a que quien conoce, juzga y aplica
las penas correspondientes a dicho injusto es un rgano jurisdiccional. En efecto, se trata de un tribunal especial de la Repblica el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y no un organismo
integrante de la Administracin del Estado212 ni un tribunal contencioso administrativo. La singularidad de este enfoque radica en que
jams se dud que la Comisin Resolutiva, creada por el Decreto
Ley 211, fuese un tribunal especial dotado de potestades jurisdiccionales; no existiendo tampoco base para que alguien arguyese que dicha Comisin expeda tales sentencias antimonoplicas en ejercicio
de potestades administrativas, puesto que las mismas eran inadecuadas para resolver un conflicto intersubjetivo de relevancia jurdica antimonoplica con la finalidad de alcanzar la justa composicin de esa
litis, que era y sigue siendo la principal funcin de este especialsimo
tribunal.213
Sin embargo, cabe recordar que en nuestro derecho no se crearon los tribunales contencioso administrativos a pesar del mandato
constitucional establecido desde 1925, quedando encomendada la tarea de aqullos a los tribunales ordinarios de justicia. Respecto de stos, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia aparece como
un tribunal especial por su materia, pero ello no lo priva de su carcter contencioso administrativo. Por lo expuesto, no debera sorpren-
212
La Administracin del Estado ha quedado definida, desde una ptica de las
personas y organismos que la integran, por el art. 1 de la Ley 18.575, Orgnica Constitucional de Bases Generales de la Administracin del Estado. No obstante lo anterior, la nmina de personas y organismos de que da cuenta el referido art. 1 no es ni
ha sido exhaustiva, debiendo considerarse al efecto otras disposiciones legales. As, a
modo de ejemplo, cabe observar que el antiguo Decreto Ley 211 previo a la reforma
introducida a ste por la Ley 19.911 contemplaba las Comisiones Preventivas Central
y Regionales, las cuales indubitablemente constituan organismos antimonoplicos de
naturaleza administrativa y no obstante ello, nunca fueron mencionados por el referido art. 1.
213
Se ha realizado una lectura similar de la Ley Antimonopolio de la Repblica
Argentina, al clasificar los tipos de la misma en penales y administrativos, aun cuando
ambos son conocidos por un rgano jurisdiccional. Vase DROMI, Roberto, Competencia y monopolio, pp. 73 y ss., Editorial Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1999. Discrepamos, ciertamente, de sus argumentos para sostener su adhesin a la Escuela Cualitativa,
que es la que pretende afirmar una naturaleza diversa entre los delitos penales y los
delitos administrativos.
226
214
227
como administrativo en la medida en que lleve aparejada como sancin una multa. Adicionalmente, es posible que se imponga alguna
de las sanciones del art. 26 del Decreto Ley 211, con lo cual las conclusiones indicadas podran variar.
A lo expuesto debe aadirse que el propio Decreto Ley 211 ha
calificado los atentados contra la libre competencia como infracciones, segn lo prueban los arts. 18 1); 39 a) y 41 de dicho cuerpo normativo. El sustantivo infraccin claramente indica que se trata de
ilcitos de una entidad menor que la de los llamados delitos penales
y respaldara el que stos sean considerados injustos administrativos.
De lo anterior se sigue que en el Decreto Ley 211 ya no existen
delitos penales de monopolio, sino que meramente atentados de naturaleza administrativa, no obstante lo cual son objeto de prohibicin
mediante la tipificacin que realiza el artculo tercero, inciso primero, y que, en caso de transgresin, son penados por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia con las penas previstas en el art. 26 de
ese cuerpo normativo.
Resulta claro que lo que el principal cuerpo normativo antimonoplico ha denominado infracciones no pueden ser penales, puesto
que en tal caso carecera de sentido la modificacin legal que introdujo la Ley 19.911 al texto del Decreto Ley 211. Luego, la nica alternativa disponible es la de que tales injustos exhiban una naturaleza
administrativa contravencional. Deberemos entender el injusto monoplico como un ilcito administrativo cuantitativamente inferior al
delito penal o bien como un ilcito administrativo de naturaleza diferente a la penal y al cual no le son comunicables las garantas diseadas para sta? Consideramos que debe rechazarse la interpretacin de
la escuela cualitativa por las razones generales sealadas en el captulo precedente, que muestran la incoherencia interna y la inviabilidad
de semejante posicin. Adicionalmente, estimamos que existen razones especficas emanadas del propio derecho de la libre competencia
que llevan a considerar que el injusto monoplico slo se halla separado del injusto penal por diferencias de grado antes que por diferencias de naturaleza. Consideramos que dichas razones especficas son
las siguientes:
El injusto monoplico consiste en una infraccin tpica, antijurdica, dolosa o negligente, mediante la cual se pone en riesgo o lesiona causalmente el bien jurdico libre competencia y, por tanto, se
vulnera uno de los contenidos del bien comn de la sociedad civil.
La importancia de este bien jurdico tutelado no es menor; la mejor
prueba de ello es su antigua proteccin mediante una pena corporal
y su actual tutela mediante delitos penales especficos contemplados
en el Cdigo Penal215 y vinculados indirectamente a la libre compe228
215
Vase, a modo de ejemplo, los delitos contemplados en los arts. 285, 286 y 287
del Cdigo Penal.
229
tos ltimos. Resta esperar un mayor desarrollo jurdico en la elaboracin de la teora de los ilcitos administrativos, puesto que el estado
actual de la cuestin es claramente insatisfactorio. Consideramos que
la oscuridad conceptual que se cierne sobre los campos contiguos de
lo penal y lo administrativo sancionatorio constituye un argumento ms
en favor de la escuela cuantitativa y la consiguiente necesidad de aplicar a los injustos monoplicos el sistema garantstico diseado para
los delitos penales.
Lo anterior no obsta para que la conducta calificable de delito o
ilcito monoplico pueda, por va accidental (per accidens), coincidir
con otras especies de ilcitos, v. gr., con un ilcito constitucional, puesto que mediante una conducta constitutiva del delito de monopolio
puede conculcarse adems, por ejemplo, la garanta del art. 19, N 21
de la Constitucin Poltica de la Repblica; con un ilcito civil (sea contractual o extracontractual y, en este ltimo caso, delictual o cuasidelictual) porque se cause un dao patrimonial cierto a determinada
persona, advirtindose que no toda vulneracin al bien jurdico protegido libre competencia se ha de traducir forzosamente en un dao
civil susceptible de indemnizacin; con un delito a la ley de proteccin al consumidor porque se falta a la sinceridad en el trfico, etc.
Lo anterior implica que el delito de monopolio no es funcin de otra
forma de ofensa y slo de manera coyuntural podr coincidir con alguna forma de delito o infraccin a una ley de otra naturaleza.
3.4.1.6. Injustos monoplicos no constituyen una categora
autnoma de delitos
Estos injustos de monopolio, no constitutivos de delito penal, podran
ser calificados de administrativos aqu cabe la variante de la escuela
cuantitativa y de la escuela cualitativa, alternativas sobre las cuales ya
hemos manifestado nuestra posicin o bien de figuras autnomas,
dotadas de una entidad peculiar y distantes de la normativa jurdica
aplicable a los delitos penales y administrativos.
Si bien es cierto que el injusto monoplico es susceptible de ser
rastreado hasta tiempos prearistotlicos y los preceptos prohibitivos de
aqul cruzan la Edad Antigua y la Edad Media, no consideramos que
el Derecho de monopolios haya desarrollado un perfil propio hasta
el punto de constituirse en un sector de la ciencia jurdica definido
por institutos y principios especficos y particulares, que se manifiesten en excepcin a las reglas generales. En efecto, creemos que el llamado Derecho de monopolios es as denominado por convocar un
conjunto de principios generales, leyes y preceptos de Derecho posi230
216
COING, Helmut, Fundamentos de filosofa del derecho, parte II, cap. sexto, V, pp. 229230, Ediciones Ariel, Barcelona, 1961.
231
217
Vase PO V, Decretal sobre los cambios (1571), en la cual se condenan monopolizaciones y colusiones monoplicas que recaigan sobre dinero legal o moneda, el cual
es tratado al efecto como una mercadera ms.
218
Vase EDICTO DE ZENN, Emperador de Oriente, dirigido al Prefecto Pretorio
de Constantinopla, en el cual prohbe toda suerte de monopolios bajo penas de exilio
perpetuo, confiscacin y multas (483 d. C.).
El Edicto de Zenn se inscribe entre las medidas adoptadas por diversos emperadores de Occidente y de Oriente para controlar la caresta de la vida por medio del
establecimiento de precios mximos y reprimir los acuerdos de precios entre comerciantes e industriales. Confrontar HOMO , Len, Nueva Historia de Roma, pp. 395-396,
Editorial Iberia, Barcelona, 1981.
232
tificados por el Parlamento, con la excepcin de las patentes de nuevas invenciones y de ediciones. Cabe recordar tambin que un conjunto
de antiguas leyes inglesas fueron compiladas en las Combinations Acts
de 1799 y 1800, las cuales impedan concertarse a empleadores o bien
a empleados a fin de incrementar sus respectivos poderes de negociacin.219
En Francia debe mencionarse el Edicto de Luis XVI (1776), preparado por su ministro Turgot, que estableci la libertad de comerciar y de ejercitar profesiones como un derecho inalienable conferido
por Dios y no por el rey, por lo cual no corresponda a este ltimo
sino respetarlo. Dicho antecedente dio lugar en Francia a la Ley de 2
de marzo de 1791, que formul expresamente la libertad para realizar cualquier negocio y ejercer cualquier profesin.
En el Reino de Espaa procede citar el Codex de Monopoliis,
lex unica; el Derecho de Castilla contenido en Ley 19, Ttulo 11, Libro V, Novae Collectionis; las Leyes X y XI, Ttulo 13, Libro 12, de la
Novsima Recopilacin;220 las Cdulas Reales de la Libertad de Industria y de Comercio Libre de 1767 y 1778, respectivamente, y luego el
Decreto de 8 de julio de 1813 que estableci la libre industria y oficio. La Cdula Real de Comercio Libre de 1778 autoriz el trfico directo entre Chile y Espaa, provocando una extraordinaria afluencia
de bienes a Chile, con lo cual los precios cayeron ostensiblemente y
se produjeron numerosas quiebras de comerciantes locales.
La Junta de Gobierno de Chile expidi con fecha 21 de febrero
de 1811 el Decreto de Libertad de Comercio, en virtud del cual quedaron abiertos al trfico de las potencias extranjeras, amigas y aliadas
de Espaa y tambin de las neutrales, los puertos de Valdivia, Talcahuano, Valparaso y Coquimbo.221
Estas leyes fueron gradualmente deslindando lo penal de lo administrativo, a la vez que sofisticando la calidad de la regulacin, hasta la formacin de las modernas legislaciones antimonopolios que se
219
Sin duda ste fue el antecedente conceptual de aquella potestad administrativa del Tribunal Antimonoplico, hoy derogada, que se contena en el antiguo art. 17,
letra f), del Decreto Ley 211 y que permita a este organismo antimonoplico establecer fechas distintas de negociacin colectiva para empresas de una misma rama de actividad.
220
Una completa relacin de las leyes establecidas para constituir y regular estancos, puede verse en Recopilacin de Leyes de los Reinos de las Indias, tomo IV, p. 79, Boix
Editor, Madrid, 1841.
221
Para un anlisis de las implicancias polticas de este decreto y de la gravitacin
del problema del libre comercio en la independencia de Chile, vase EYZAGUIRRE, Jaime, La Logia Lautarina, pp. 141 y ss., Editorial Francisco de Aguirre, Santiago de Chile, 1973.
233
inician en Canad con la promulgacin de una ley destinada a reprimir las prcticas monoplicas (1889) y en Estados Unidos de Amrica con la Sherman Act (1890). Con posterioridad surgiran los cuerpos
normativos desarrollados en pases de la actual Unin Europea, hasta
llegar al Tratado de Roma (1959).
Desde una ptica jurdica se perfilaron en Occidente dos sistemas:
uno estructurado sobre la base principalmente de la colusin y la sancin penal (Sherman Act de Estados Unidos de Amrica), que ha descansado sobre la tcnica de la prohibicin, jurisprudencialmente
morigerada por la regla de lo razonable (rule of reason), y otro sistema
elaborado principalmente sobre la nocin del abuso monoplico y con
sanciones meramente administrativas, puesto que slo se prohben los
acuerdos entre competidores en la medida que stos alcancen la caracterstica de abusivos.
Modernamente se ha cuestionado la denominacin de legislacin
antimonopolio para este sector del Derecho econmico, sugirindose
que aqulla es inapropiada. Se pretende fundamentar ese aserto en
el hecho de que tal denominacin se refiere al monopolio exclusivamente en circunstancias que existen mltiples prcticas anticompetitivas que no corresponderan a un monopolio. Ms aun, se aade
que el monopolio por s mismo puede ser inocuo ante el bien jurdico tutelado libre competencia, motivos por los cuales debe descartarse el empleo del adjetivo antimonopolio, sea que se refiera a la
legislacin o al Derecho pertinente. A tal efecto, distinguidos autores, como Leonel Pereznieto Castro, proponen se empleen denominaciones como derecho de la competencia, puesto que el objeto
de esta disciplina sera el conocimiento jurdico relacionado con
la competencia,222 reconociendo, sin embargo, la falta de unidad
terminolgica existente entre los cultivadores de este sector del Derecho.
Estimamos que las objeciones terminolgicas transcritas carecen
de fundamento, puesto que no han distinguido adecuadamente entre los diversos sentidos en que se emplea el trmino monoplico
que, segn hemos demostrado en la primera seccin de esta obra, es
un vocablo equvoco. De entre las mltiples acepciones de aquel trmino, destaca como la ms relevante al efecto aquella que se refiere a
un injusto o delito. Es, en efecto, la voz monopolio en su acepcin
jurdica de injusto, que comprende todas las formas de atentado con-
222
PEREZNIETO CASTRO, Leonel, La Ley Federal de Competencia Econmica: un
nuevo instrumento para una nueva economa, p. 129, en Estudios en torno a la Ley Federal de Competencia Econmica, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1994.
234
tra la libre competencia, la que estructura y anima las denominaciones de legislacin antimonopolio o Derecho antimonoplico. Por ello,
est perfectamente bien empleado dicho adjetivo y no resulta procedente reemplazarlo por la expresin de Derecho de la competencia,
puesto que puede haber competencia sin libertad jurdica, segn hemos explicado. De all que un sinnimo adecuado a Derecho antimonopolio sea derecho de la libre competencia.
Finalmente, cumple hacerse cargo de la reflexin del comisionado Pereznieto respecto del objeto de esta disciplina, que lo caracteriza como el conocimiento jurdico relacionado con la competencia.
Sobre el particular, estimamos que el objeto de esta disciplina es el
conocimiento jurdico de la libre competencia, entendiendo por sta
un bien jurdico que es ms que una mera suma de derechos subjetivos cuyo objeto es el ejercicio de la libertad de competencia mercantil, puesto que aquel bien jurdico tutelado es la armonizacin de tales
derechos subjetivos con miras a su ordenacin para realizar el bien
comn poltico o temporal de la sociedad civil. Consecuencialmente, integra parte tambin de esta disciplina la multiplicidad de formas que pueden asumir los atentados contra aquel bien jurdico
tutelado.
De la Sherman Act (1890) es tributaria la primera ley antimonopolio chilena, contenida en el Ttulo V de la Ley 13.305 (promulgada
el 6 de abril de 1959) y que se denomin Normas para fomentar la
libre competencia industrial y comercial. Dicho Ttulo V fue reglamentado por el Decreto Supremo N 6.223 del Ministerio de Hacienda, con
fecha 9 de mayo de 1959. Esta primera legislacin antimonopolio se
bas en las recomendaciones que, entre 1955 y 1958, haba efectuado
la Misin Klein-Saks al Gobierno chileno, proponiendo al efecto un
texto de normativa antimonopolio basado en el mencionado cuerpo
legal estadounidense.223 Entre sus caractersticas destac el contener
un tipo penal de monopolio, cuyo proceso judicial slo poda iniciarse por denuncia o querella del Consejo de Defensa del Estado a iniciativa de la Comisin. Esta Ley 13.305 tuvo escasa aplicacin como
consecuencia de que en aquella poca prevalecan en Chile los precios regulados, las barreras arancelarias y la ausencia de comercio intensivo con otras naciones.
El 22 de diciembre de 1973 fue promulgado el Decreto Ley 211,
que derog el referido Ttulo V de la Ley 13.305 y estableci la actual
Ley para la defensa de la libre competencia. El Decreto Ley 211 ha
223
FURNISH, Dale B., Chilean antitrust law, The American Journal of Comparative
Law, vol. N 19, 1971.
235
sufrido varias modificaciones, la mayora de las cuales de ndole orgnica y de carcter procesal. En complemento de este nuevo cuerpo
normativo, se dict un Reglamento para la aplicacin de las multas
que imponga la Comisin Resolutiva, el cual fue aprobado por Decreto Supremo N 27, del Ministerio de Economa, Fomento y Reconstruccin, publicado en el Diario Oficial de 18 de febrero de 1975.
Tambin en complemento de lo anterior, se dict un Auto Acordado
de la Excma. Corte Suprema para reglamentar la aplicacin del art. 19
del Decreto Ley 211, que fue publicado en el Diario Oficial de 19 de
mayo de 1975.
La realidad econmica que rode el desarrollo y aplicacin del
Decreto Ley 211 de 1973 fue completamente diferente: se produce una
apertura de Chile al comercio internacional, para lo cual se reducen
las barreras arancelarias, comienzan a desaparecer los monopolios nacionales que se haban formado a la sombra de una legislacin proteccionista, gradualmente se eliminan los controles de precios y
diversas barreras a la entrada a los diversos mercados, se privatizan empresas pblicas y se da mayor espacio a la iniciativa privada. En el orden jurdico, la promulgacin de la Constitucin Poltica de la
Repblica de 1980 marca un hito fundamental al establecer expresamente en su texto los principios del derecho a desarrollar cualquier
actividad econmica, de la subsidiariedad, de la restriccin del Estado Empresario y de la no discriminacin arbitraria en materia econmica.
El Decreto Ley 211, en su calidad de cuerpo normativo tributario
de la Sherman Act, se estructur sobre la base de una dualidad de sanciones penales y administrativas para la represin de atentados, entre
las que no contemplaba expresamente el abuso de posicin dominante. En este sentido, podramos afirmar que aplicaba el modelo de la
prohibicin absoluta caracterstica del sistema estadounidense. En una
reforma posterior a dicho cuerpo normativo, se introdujo en forma
explcita la figura ilcita del abuso de posicin dominante.
Con fecha 14 de noviembre de 2003, se public en el Diario Oficial N 37.710 la Ley 19.911, mediante la cual se llev a cabo la reforma del Decreto Ley 211 de 1973, introducindose a dicho cuerpo
normativo importantes modificaciones. Tales cambios podran ser sintetizados de la siguiente forma:
a) Se modifica la denominacin de la Comisin Resolutiva por la
de Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Decimos que se trata de un cambio de nomenclatura antes que de naturaleza, puesto que
no caba duda alguna acerca del carcter de tribunal u rgano jurisdiccional que exhiba la Comisin Resolutiva. Lo anterior quedaba
demostrado por el hecho de que dicho tribunal se hallaba dotado de
236
potestades jurisdiccionales, tal como expresamente lo indicaba el antiguo art. 17, letra a) del Decreto Ley 211.
b) Se eliminan las Comisiones Preventivas, Central y Regionales,
que obedecan a un esquema de entes administrativos subordinados
de la antigua Comisin Resolutiva. Desde el inicio de la tramitacin
del proyecto de ley en comento, sostuvimos la inconveniencia de una
eliminacin total de tales autoridades administrativas. Ello basado en
tres razones: i) la necesidad de promover la descentralizacin de las
autoridades administrativas, segn lo precepta el art. 3 de la Constitucin Poltica de la Repblica; ii) la funcin educadora en materia
de libre competencia y de resolucin de asuntos de cariz ms regional que tales organismos administrativos venan desarrollando con un
razonable nivel de satisfaccin, y iii) la importante carga de trabajo
absorbida por tales entes administrativos, cuyas tareas recaern ahora
en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, sin que este rgano jurisdiccional cuente con un tamiz previo que le permita concentrarse en los asuntos ms relevantes para la proteccin de la libre
competencia. Este tribunal ha modificado el nmero de sesiones semanales mnimas de una a dos y se ha establecido en la ley que sus
miembros no sern de dedicacin exclusiva como resultaba imperioso, producto del cambio antes mencionado, sino que preferente.
Lo anterior, por cierto, no constituye garanta suficiente para que los
distinguidos miembros de ese tribunal cuenten con las facilidades econmicas y presupuestarias adecuadas para destinar el tiempo necesario a las graves y delicadas materias que se encomiendan al Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia.
c) Un avance importantsimo y, en nuestra opinin el mayor
aporte de esta modificacin legal, radica en que se avanza en la independencia de este tribunal respecto del Poder Ejecutivo y se profesionaliza la integracin de sus miembros. Hasta antes de esta
reforma legal, dos de los cinco miembros integrantes de la Comisin
Resolutiva eran designados, respectivamente, por el Ministro de Hacienda y el Ministro de Economa; lo cual sin duda poda acarrear
dificultades y verdaderos conflictos al momento de tratar asuntos en
que el Poder Ejecutivo tuviese inters. En tal sentido, no ha de olvidarse que los atentados a la libre competencia pueden provenir no
slo de los particulares, sino que tambin de autoridades pblicas
que ejerciten potestades infralegales en los respectivos mercados o
bien de personas pblicas creadas por ley que compiten en tales mercados, v. gr., Correos de Chile, Banco del Estado, etc. En efecto, un
importante nmero de restricciones a la libre competencia emana
de la intervencin estatal en la actividad econmica, ora como competidor, ora como regulador. Actualmente, los integrantes del Tribu237
nal de Defensa de la Libre Competencia son designados de otra forma: el Presidente, que antes era nominado por la Corte Suprema sin
sujecin a un procedimiento especfico, ahora es designado por el
Presidente de la Repblica de una nmina de cinco postulantes confeccionada por la Corte Suprema mediante concurso pblico de antecedentes. Los restantes cuatro miembros siguen la siguiente suerte:
dos integrantes del Tribunal Antimonoplico sern designados por
el Consejo del Banco Central, previo concurso pblico de antecedentes, en tanto que los otros dos sern designados por el Presidente
de la Repblica, a partir de dos nminas de tres postulantes confeccionadas por el Consejo del Banco Central, tambin mediante concurso pblico de antecedentes. Adicionalmente, se contar con
cuatro suplentes. Se ha especificado una incompatibilidad entre la
calidad de funcionario pblico e integrante del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, lo que ciertamente coadyuva a la mayor
independencia de este ltimo. Otro aspecto de la profesionalizacin
de la funcin de los integrantes de este tribunal es que durarn seis
aos en sus cargos, pudiendo ser designados por nuevos perodos
sucesivos, y recibirn remuneracin.
d) Otro cambio significativo ha sido la despenalizacin del delito
de monopolio, el cual queda reducido a un mero ilcito administrativo de monopolio, lo que podra interpretarse como un acercamiento
al sistema europeo. Sobre el particular es preciso recordar la continuidad de naturaleza que se aprecia entre el delito penal y el ilcito
administrativo, de conformidad con la escuela cuantitativa. En otras
palabras, desaparece la pena corporal consistente en presidio menor
en cualquiera de sus grados, que originariamente contemplaba el artculo primero del Decreto Ley 211 para quienes incurrieran en gravsimos atentados contra la libre competencia. Si bien es cierto que
nadie haba sido condenado a una pena penal por el delito de monopolio, desde la fecha de su establecimiento en 1973, la verdad es que
para ciertos casos creemos que ello resultaba conveniente, aun cuando presentaba el dilema de dar construccin a un tipo penal satisfactorio en trminos de claridad y certidumbre. Paradjicamente, se
elimina el inciso tercero del artculo cuarto del Decreto Ley 211, cuya
misin era flexibilizar la prohibicin de convenciones atentatorias contra la libre competencia por la va de dar lugar a una verdadera causal de justificacin; con ello podra afirmarse que nuestro cuerpo
normativo antimonoplico tiende a aproximarse ms a la forma primigenia de la Sherman Act, que antes del desarrollo de la rule of reason se planteaba tremendamente inflexible ante las colusiones
monoplicas. Sin embargo, estimamos que el Tribunal de Defensa de
la Libre Competencia opera con un criterio prudencial para determi238
cables de cualquier mercado, v. gr., Ley 18.525 sobre Comisin de Distorsiones224 y los varios Tratados de Libre Comercio suscritos por la
Repblica de Chile, que incorporan captulos sobre libre competencia, y tambin cuerpos legales especiales, en el sentido de que tienen por objeto regir mercados particulares, v. gr., valores, bancarios,
etc. Tales disposiciones de jerarqua legal se encuentran complementadas por preceptos reglamentarios y administrativos; sin embargo,
los contenidos de la libre competencia emanan primordialmente de
la jurisprudencia judicial y administrativa antes mencionada. Si bien
es cierto que los fallos rigen obligatoriamente para el caso particular para el cual han sido dictados, ello no es bice para que las decisiones adoptadas por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia
sirvan para ilustrar y fundamentar futuras decisiones de este rgano
jurisdiccional. No ha de perderse de vista que todo tribunal incluido el Antimonoplico debe dar cumplimiento a la justicia distributiva en sus fallos, esto es, ha de tratar igual a los iguales y desigual a
los desiguales. Slo as puede haber certeza jurdica y verdadera administracin de justicia. Esta obligacin de justicia distributiva no
constituye una mera recomendacin de orden moral, sino que se trata de una exigencia constitucional emanada del art. 19, N 22 de la
Constitucin Poltica de la Repblica, que prescribe que el Estado y
sus organismos no deben discriminar arbitrariamente en el trato que
han de dar en materia econmica. Entre tales organismos se hallan
los tribunales de justicia, entre los que se cuenta el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia; por tanto, la exigencia constitucional mencionada se le aplica con perfecta propiedad. A lo anterior
debe aadirse que el cumplimiento de la justicia distributiva en el
campo monoplico se hace ms acuciante toda vez que la ausencia
de significativas normas substantivas de orden legal entraa una urgente necesidad de jurisprudencia clara y uniforme para la actuacin
de los competidores.
En este sentido, el derecho de la libre competencia es, sin duda,
aquel contenido del Derecho econmico chileno que ms semeja al
sistema anglosajn en su operatoria y modalidad de desarrollo.
224
Esta es una comisin especializada en la investigacin de distorsiones en el precio de las mercaderas importadas, con motivo de las cuales aqulla puede proponer
al Presidente de la Repblica la adopcin de medidas destinadas a corregir tales distorsiones, v. gr., derechos antidumping o sobretasas arancelarias, todo ello de acuerdo
con las disposiciones de la Organizacin Mundial del Comercio. Vase tambin art. 46
de la Ley Orgnica del Banco Central de Chile.
240
225
Una sntesis de este captulo fue expuesta por Domingo Valds Prieto en el
Seminario El Decreto Ley 211 sobre Libre Competencia y las modificaciones introducidas por la Ley 19.911, bajo la denominacin El injusto monoplico ante el Decreto Ley 211. Dicho seminario se efectu en la Facultad de Derecho de la Universidad
Catlica del Norte con fecha 15 de octubre de 2004.
241
sionarla y por la va de colocarla en riesgo, lo que importa un perfeccionamiento del tipo en comento, puesto que anteriormente slo se
aluda a la puesta en peligro de la libre competencia y se guardaba
silencio sobre la lesin efectiva de dicho bien jurdico. No obstante lo
anterior, nunca se dud de que la versin primigenia de dicho tipo
comprenda ambas formas de conculcacin de la libre competencia.
La segunda observacin apunta a que el nuevo tipo universal en
comento ha eliminado las referencias al mbito material y geogrfico
de la ofensa monoplica. Si bien es cierto que el mbito geogrfico
resultaba de fcil dilucidacin, no creemos lo mismo respecto del mbito material, cuya complejidad interpretativa ser explicada en el captulo pertinente. En consecuencia, estimamos que esta eliminacin
constituye una lamentable involucin en la perfeccin del tipo antimonoplico.
La tercera observacin se refiere a la despenalizacin del tipo universal antimonoplico en el sentido de que se ha suprimido la pena
de presidio menor en cualquiera de sus grados, con la cual poda sancionarse por el juez del crimen una ofensa monoplica que revistiese
gravsimas consecuencias. Esta supresin guarda coherencia con el
hecho de que se ha eliminado la atribucin del Tribunal Antimonoplico segn la cual poda este rgano jurisdiccional ordenar al Fiscal
Nacional Econmico el ejercicio de la accin por el delito penal de monopolio ante el juez del crimen. Con las reformas legales antes indicadas, este tipo universal antimonoplico pierde su carcter criminal,
quedando reducido a un mero tipo administrativo o contravencional
de monopolio. Hay quienes dudan de que esto sea claro en atencin
a las multas que subsisten como sanciones significativas para las ofensas monoplicas. Remitimos este tema a lo sealado en el captulo relativo a la Naturaleza del injusto de monopolio.
B. UNIVERSALIDAD DEL TIPO ANTIMONOPLICO
La universalidad que caracteriza este tipo antimonoplico se expresa
en varios sentidos:
1. Amplitud para capturar todas las modalidades y formas de injustos
administrativos de monopolio sancionables. Tal como afirmbamos, este artculo tercero, inciso primero, contiene el tipo general o universal del
ilcito de monopolio y, por lo mismo, su alcance no se agota en los
delitos de fuente (sean los de privilegio o los de unificacin de la competencia), sino que tambin comprende los injustos de abuso de posicin monoplica. Segn mostramos en captulos precedentes, todo
ilcito monoplico alcanza la entidad de un ilcito administrativo o contravencional, debiendo luego de la reforma introducida por la
242
Ley 19.911 descartarse una dimensin criminal del mismo. Este tipo
general del artculo tercero, inciso primero, segn ya advertimos, comprende ambas formas de injusto: el de lesin y el de puesta en riesgo
de la libre competencia. Las sanciones por transgresin de este tipo
universal slo pueden ser impuestas por el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia, siguiendo al efecto el proceso de naturaleza jurisdiccional reglado por los arts. 19 a 29 inclusives del Decreto Ley 211.
La hoy derogada sancin penal de presidio menor en cualquiera
de sus grados haba llevado a muchos entre los que me contaba a
calificar el Decreto Ley 211 como una ley penal especial o bien como
una ley extravagante, en cuanto vaga o existe fuera del Cdigo Penal. Hoy la discusin se ha vuelto ms sutil, puesto que distinguidos
juristas y especialistas en el tema estiman que el carcter penal de este
tipo universal no deriva exclusivamente del carcter corporal de la
pena que contempla el tipo en comento. En efecto, sostienen tales juristas que es posible que el tipo universal de monopolio deje de contemplar una pena corporal y ello no baste para perder su carcter
penal; ste puede derivar de la existencia de multas. As, argumentan
que no ha operado tal despenalizacin del ilcito monoplico en atencin a que se mantiene la sancin consistente en multas, cuyo umbral
se ha incrementado ostensiblemente. Si bien es cierto que no slo
las penas corporales son constitutivas de las penas penales, no puede obviarse el hecho de que se ha eliminado la facultad del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia mediante la cual este rgano
jurisdiccional poda ordenar al Fiscal Nacional Econmico el ejercicio de la accin penal por el delito penal de monopolio ante el Juez
del Crimen y, asimismo, se ha derogado el antiguo Ttulo V del Decreto Ley 211 que se titulaba Del proceso penal.
En mi opinin, claramente se ha despenalizado este tipo universal antimonoplico, por las siguientes razones: i) el Tribunal Antimonoplico no est facultado para conocer de injusto penal alguno y antes
de esta reforma legal tampoco goz de dicha facultad, puesto que el
conocimiento del delito penal de monopolio estaba reservado por el
propio Decreto Ley 211 exclusivamente al juez del crimen; ii) se ha derogado en forma orgnica el antiguo Ttulo V del Decreto Ley 211, denominado Del proceso penal, mediante el cual se confera
competencia al juez del crimen y no se ha reservado dicha competencia a tribunal alguno, ni siquiera al propio Tribunal Antimonoplico,226
y iii) tradicionalmente las multas en nuestro Derecho corresponden
226
N 19.
243
piamente tales. De esta forma, el tipo universal antimonoplico opera como una suerte de lmite demarcador del mbito de operacin
de las potestades jurisdiccional y de absolucin de consultas que el
Decreto Ley 211 confiri al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
C. DESCRIPCIN PROTOTPICA DEL INJUSTO MONOPLICO
La relevancia de este artculo tercero, inciso primero, se manifiesta en
que contiene la descripcin prototpica del ilcito de monopolio; as,
todo ilcito de la categora mencionada a fin de ser calificado de tal
deber subsumirse y ajustarse con perfecta propiedad a los requerimientos y exigencias del arquetipo perfilado. De all que toda conducta
que no pueda ceirse a la descripcin del inciso sealado deber ser
calificada de lcita y permitida desde una perspectiva del Derecho de
monopolios, en tanto y en cuanto no resulte alcanzada por figuras especiales creadas por el derecho de la libre competencia extravagante,
esto es, el que opera fuera del marco diseado por el Decreto Ley 211.
Lo peculiar del artculo tercero, inciso primero en comento, es que
sirve de tipo antimonoplico, es decir, contiene una descripcin del
conjunto de caractersticas objetivas y subjetivas que constituyen la
materia de lo prohibido.
En relacin con la estructura del delito, hemos de recordar la definicin de Carnelutti: Tal es, por lo dems, el resultado del anlisis
jurdico del delito, que descubre que el mismo resulta de la combinacin de un elemento fsico (lo que se llama, con referencia al agente
y al paciente, ofensa y dao) con un elemento espiritual (dolo o culpa); y que el dolo consiste en la voluntad, o mejor, en el fin de perjudicar, y la culpa en no haber obrado para evitar el perjuicio.227 La
distincin entre el elemento fsico y el espiritual sirve de fundamento
a la divisin de la tipicidad en faz objetiva y subjetiva, segn pasamos
a ver a continuacin.
D. TIPICIDAD
La tipicidad se halla estrechamente vinculada al principio de la legalidad, puesto que este ltimo se cumple con la previsin en una norma
de jerarqua legal de los delitos e infracciones y de sus respectivas sanciones. La tipicidad consiste en que tal previsin se verifique mediante la precisa y especfica descripcin de la conducta reprochable por
227
CARNELUTTI, Francesco, Principios del proceso penal. Derecho procesal civil y penal,
tomo II, p. 7, Ediciones Jurdicas Europa-Amrica, Buenos Aires, 1971.
245
la respectiva ley. De all que no cabe que esa descripcin sea precisada o especificada por normas infralegales, v. gr., a travs de la potestad reglamentaria externa del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia o mediante la potestad jurisdiccional de este ltimo.
La importancia de la tipicidad es enorme, puesto que si debisemos esperar que una conducta sea perpetrada para que el juez determinase si la misma es o no punible y, por tanto, constitutiva de un
determinado ilcito, sera el fin de la certeza jurdica que es indispensable para la libertad de competencia mercantil y la consecucin del
bien comn de la sociedad civil. De all que Carrara exigiese la promulgacin de la ley penal como un elemento fundamental para la creacin del tipo del delito penal, aunque reconociendo que el Derecho
positivo debe subordinarse al Derecho natural en el proceso de dar
forma a ese tipo. Lo anterior se presenta con caracteres ms apremiantes tratndose del mbito antimonoplico sancionatorio y por ello es
que en ste la necesidad de certeza, demandada por el principio de
la legalidad, se ha abierto paso a travs del instituto de la tipicidad,
que se ha erigido en una barrera para la incertidumbre jurdica y para
la arbitrariedad de las autoridades pblicas.
No obstante la importancia de la tipicidad, no slo en el orden
penal sino tambin administrativo, es preciso reconocer que tanto en
el derecho de la libre competencia nacional como en el extranjero,
el grado de desarrollo de los tipos antimonoplicos dista de hallarse
en un estadio que pudiese calificarse de satisfactorio. En efecto, es tal
la multiplicidad y complejidad que pueden adoptar las conductas vulneratorias de la libre competencia que las legislaciones suelen dar lineamientos muy generales. Bajo esa perspectiva fue que el legislador
del Decreto Ley 211 resolvi acudir a un tipo universal antimonoplico es decir, que diera cuenta de todas las conductas posibles atentatorias contra la libre competencia, con lo cual el peso interpretativo
se traslad a la conceptualizacin del bien jurdico protegido libre competencia. Consciente de ello, el legislador del Decreto Ley 211 pretendi auxiliar al intrprete mediante la ilustracin de ciertos ejemplos
contenidos en el inciso segundo del artculo tercero de ese mismo cuerpo normativo.
As, la contrapartida de captar todas las conductas vulneratorias
de la libre competencia fue el carcter amplsimo que hubo de conferirse al denominado tipo universal; tal carcter amplsimo devino en
una formulacin vaga en comparacin con los tipos penales y administrativos tradicionales. Tal vaguedad resulta parcialmente explicada
por el reciente desarrollo de las herramientas econmicas para la determinacin del poder de mercado, la falta de capacidad tcnica para
detallar todos los ilcitos mediante los cuales se puede vulnerar la li246
228
Lo anterior no obsta a que el Derecho natural sea invocado, desde una perspectiva de poltica criminal, para incriminar una conducta que no se encuentre actualmente penalizada o, por el contrario, despenalizar lo ya incriminado. Recurdese
al efecto la polmica entre Carrara y Franz. La posicin de Franz tena fundamento
en Pufendorf, quien defenda la posibilidad de imponer penas segn el Derecho natural, aun cuando se careciese de una ley positiva sobre el particular. Fue la misma
Escuela del Derecho Natural la que revis esta posicin por el peligro que entraaba
que los derechos del individuo quedasen a merced de autoridades pblicas dotadas
de potestades normativas infralegales.
247
administrativo sancionatorio. Sobre el particular, existe la controversia ya explicada acerca de las garantas que han de aplicarse a las sanciones puramente administrativas. Sin embargo, aquella garanta
constitucional, contenida en el art. 19, N 3, inciso final, que precepta: Ninguna ley podr establecer penas sin que la conducta que se sanciona
est expresamente descrita en ella, resulta de crucial importancia para este
punto. En efecto, dicha garanta impide la construccin legislativa de
los denominados tipos en blanco, segn lo antes explicado, y lo ms
relevante es que tal precepto no se agota en el mbito criminal sino
que se extiende con perfecta propiedad al campo de las sanciones asociadas a tipos administrativos,229 entre los cuales ciertamente se encuentra el tipo universal antimonoplico. La prohibicin constitucional
indicada se refiere a toda forma legislativa; por tanto no slo alcanza al
legislador penal, sino que a todo legislador que ejercite el ius puniendi
reservado a la autoridad pblica, sea que aqul opere en el mbito
administrativo o bien civil lato sensu. Lo prohibido es el establecimiento
de penas asociadas a conductas cuya formulacin no se halle expresa
y precisamente descrita en la misma ley que contiene la pena. De lo
anterior se sigue que toda actividad tipificadora, cualquiera sea su naturaleza, deber hallarse substancialmente contenida en una ley. Esto
es confirmado por el art. 61, inciso segundo de la Constitucin Poltica, que prescribe que las materias comprendidas en las garantas constitucionales entre las cuales se encuentra la prohibicin de establecer
tipos en blanco en comento no podrn ser delegadas por el Congreso en el Poder Ejecutivo mediante un decreto con fuerza de ley.
Esta interpretacin ha sido confirmada por el Tribunal Constitucional, que ha resuelto que la garanta contenida en el art. 19, N 3,
inciso final de la Constitucin Poltica es aplicable a todas las manifestaciones de la potestad sancionatoria estatal y, por tanto, ha de
regir no slo la tipicidad penal sino que tambin la tipicidad administrativa.230
El principio de la tipicidad no slo en materia penal sino tambin
administrativa ha sido reconocido, adems del Tribunal Constitucional,
por la propia jurisprudencia judicial del Tribunal Antimonoplico.231 Del
reconocimiento de tal garanta en el mbito administrativo monop-
229
249
lico se sigue que slo el legislador ha de conferir substancia a la prohibicin tpica y, por tanto, no puede delegar en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia la formulacin o complementacin de
un tipo antimonoplico. Esta prohibicin de delegar en el Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia importa una inhabilidad a este
rgano pblico para configurar un tipo antimonoplico tanto por la
va de sus sentencias y resoluciones, as como por la va de sus reglamentos antimonoplicos. De esta forma, sus potestades pblicas judiciales y administrativas quedan aherrojadas a la prohibicin constitucional de invadir la actividad tipificadora reservada al legislador.
En consecuencia, ningn organismo antimonoplico sea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia o la Fiscala Nacional Econmica puede pretender penar conductas que no se hallen expresamente perfiladas en un tipo legalmente establecido, debiendo respetar
el principio de que la actividad de construir un tipo antimonoplico
ha de ser resorte exclusivo del legislador.
A continuacin estudiaremos el tipo universal antimonoplico, dividiendo el mismo para efectos sinpticos entre la denominada faz
objetiva y la denominada faz subjetiva.
D.1. Faz objetiva
Comenzaremos por la denominada faz objetiva, la cual est esencialmente construida sobre la descripcin del sujeto activo, del sujeto pasivo y la accin, siendo que esta ltima usualmente se presenta
vinculada con un determinado resultado. Esta vinculacin corresponde al denominado nexo causal.
D.1.1. Sujeto activo
Se inicia la descripcin del tipo del injusto de monopolio con la expresin El que..., expresin que alude al sujeto activo o sujeto de la
accin. Dicho sujeto activo no requiere de la concurrencia de ningu-
250
na calificacin especial para reflejarse en el tipo en estudio. As, dicha frmula comprende toda persona natural o jurdica, de derecho
privado o pblico, sea que obre personalmente, a travs de rganos,
mandatarios o agentes oficiosos, y sea que se trate de un simple particular, de una persona pblica no comportndose como autoridad sino
como competidor, de una autoridad privada o de una autoridad pblica en ejercicio de potestades normativas infralegales. Al efecto, no
procede distinguir si tales personas son nacionales o extranjeras, en
tanto que los efectos de hechos, actos o contratos en que aqullas intervengan tengan incidencia en la libre competencia que tiene lugar
en la Repblica de Chile. Esto es consecuencia de que el trato, en materia econmica, ha de ser el mismo para el extranjero que para el
nacional. El sujeto activo extranjero que compite en Chile puede tener presencia en nuestro pas a travs de un mandatario o bien, si es
persona jurdica, a travs de una representacin, una agencia, una filial o una coligada, todas las cuales son formas que puede asumir la
personalidad dando satisfaccin a la expresin El que....
Se plante que la formulacin contenida en el Proyecto de Reforma del Decreto Ley 211 que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, esto es, la alusin a personas naturales y personas
jurdicas, de derecho pblico o privado, sera insuficiente. En sustento de tal supuesta insuficiencia se argument con dos ejemplos:
i) el caso de centrales de abastecimiento de ciertos ministerios u organismos pblicos, que comercian artculos a prdida basados en capitales provistos anualmente en leyes de presupuestos, y ii) el caso
de sociedades de hecho que carecen de personalidad jurdica no obstante ser reconocidas como agentes econmicos en diversas leyes.
Como un paliativo a tal insuficiencia, se propuso aludir a agentes
econmicos.232
Sobre el particular, creemos necesario considerar que en el primer ejemplo propuesto siempre existe una persona jurdica a la cual
habr de imputarse la actividad del organismo pblico, que si no se
trata de un ente pblico dotado de personalidad jurdica propia, habr de acudirse a la persona jurdica Fisco, segn ensea el Derecho
administrativo.
Respecto del segundo ejemplo, resulta evidente que la accin reprochada podr ser imputada a la persona natural que ha actuado por
esa sociedad de hecho.
232
SOFOFA, Observaciones al Proyecto de Ley que Modifica el Decreto Ley 211,
de 1973, sobre Defensa de la Libre Competencia, presentado ante el Senado con fecha 11 de julio de 2002.
251
En sntesis, el Derecho se ha ocupado de hacer operativa la nocin de persona y por ello no quedan lagunas de responsabilidad segn las cuales pueda evanescerse la responsabilidad monoplica. Por
la misma razn, introducir una nocin ajena al Derecho y prestada
de la Economa slo contribuye a crear confusin; agente es quien realiza una accin y tal accin deber ser siempre imputable a una persona y el trmino econmico como tendremos oportunidad de
demostrar en este trabajo es de los ms equvocos que es posible hallar. Lamentablemente, dicha terminologa, completamente ajena al
Derecho y confusa en su operativizacin, fue adoptada en una de las
letras del inciso segundo del artculo tercero del Decreto Ley 211.
Aclara, adicionalmente, el tipo del injusto de monopolio que la
conducta ser ilcita no slo cuando quien la ejecute obre individualmente, sea por autora directa o mediata, sino tambin cuando esa conducta sea realizada en forma colectiva. En cuanto a esta ltima
modalidad de actuacin, sta puede importar coautora, conspiracin,
autora concomitante, instigacin, complicidad y encubrimiento, categoras que si bien se originan en el mbito criminal, por va analgica pueden emplearse, y en la prctica jurdica se emplean, con toda
precisin para tratar los temas correspondientes al orden administrativo antimonoplico.
Podra, todava, plantearse la duda acerca de si las personas de derecho pblico aun cuando se trate de autoridades pblicas quedan
alcanzadas por el Decreto Ley 211, de 1973. Al respecto, no nos cabe
duda alguna de que todas las personas de derecho pblico que compiten en los mercados e incluso aquellas autoridades pblicas que sin
competir en los mercados ejercitan potestades infralegales, caen bajo
el espectro de aplicacin de nuestra legislacin antimonoplica. Dicho aserto queda ampliamente fundado por las siguientes razones:
a) El inciso segundo del art. 19, N 21 de la Constitucin Poltica
de la Repblica prescribe que en el evento que el Estado y sus organismos desarrollen actividades empresariales o participen en stas
supuesto que ya haya mediado una ley de qurum calificado autorizndolos y tal autorizacin se haya fundado en el principio de subsidiariedad, tales actividades debern estar sometidas a la legislacin
comn aplicable a los particulares. Dicha legislacin comn, ciertamente, comprende el Decreto Ley 211, de 1973. Al efecto, no debe
confundirse la legislacin comn aplicable, que rige las actividades
econmicas de los entes pblicos empresariales, con la normativa de
derecho pblico, que regla la creacin y funcionamiento interno de
estos ltimos.
b) El inciso primero del art. 19, N 22 de la Constitucin Poltica
de la Repblica dispone que el Estado y sus organismos no pueden
252
discriminar arbitrariamente en el trato que brindan en materia econmica. Constituira una gravsima discriminacin arbitraria el que
ciertos competidores, por el mero hecho de contar con una personalidad de derecho pblico, quedasen sustrados a las fundamentales
normas de la libre competencia. Luego, esta discriminacin arbitraria est vedada al legislador y, por tanto, ninguna ley tampoco el Decreto Ley 211 puede crear excepciones o inmunidades en favor de
ciertas personas ante la libre competencia.
c) El art. 74 de la Ley 18.840, Orgnica del Banco Central de Chile,
da cuenta de que es posible reclamar de las decisiones de esta autoridad pblica de rango constitucional ante el Tribunal de Defensa de
la Libre Competencia. Debe recordarse que el Banco Central de Chile no slo es un importantsimo competidor en el mercado cambiario
sino tambin una autoridad pblica reguladora de este ltimo. Si es
posible hacer efectiva la responsabilidad monoplica del Banco Central, con mayor razn podr sta hacerse efectiva respecto de empresas pblicas del Estado.
d) Coherente con lo expuesto en la letra precedente, la jurisprudencia judicial del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia establece que ninguna persona queda excluida de la aplicacin del tipo
universal antimonoplico del artculo tercero. Confirmando esta interpretacin, en el sentido de que las personas no requieren de calificacin especial alguna para realizar el sujeto activo del tipo en comento,
el Tribunal Antimonoplico ha resuelto: Los arts. 1 y 3 del Decreto
Ley 211, de 1973, no distinguen ninguna clase de personas jurdicas a
las que podra sustraerse de la aplicacin de sus normas.233 Lo anterior, naturalmente, no significa que el intrprete no deba distinguir a
fin de excluir las autoridades pblicas en ejercicio de potestades normativas de jerarqua igual o superior al rango legal, las cuales en atencin al rango normativo de sus respectivas potestades quedan intocadas
por el Decreto Ley 211, de 1973. Esto no importa inmunidad monoplica para las autoridades pblicas dotadas de atribuciones legales o
supralegales, segn hemos explicado al comentar los alcances del
art. 19, Nos 21 y 22 de la Constitucin Poltica de la Repblica.
e) La Ley sobre Proteccin de los Derechos de los Consumidores
establece en su art. 58, inciso segundo, letra c) que el Servicio Nacional del Consumidor tendr entre sus funciones la de recopilar, elaborar, procesar, divulgar y publicar informacin para facilitar al
consumidor un mejor conocimiento de las caractersticas de la comercializacin de los bienes y servicios que se ofrecen en el mercado. A
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254
Respecto de las dudas que podra suscitar la idea de que respondan monoplicamente las personas jurdicas y no las personas naturales que conforman sus rganos, debe recordarse que este tipo
universal antimonoplico en comento opera en el orden administrativo contravencional. En otras palabras, a la luz de este tipo universal, la responsabilidad de las personas jurdicas es slo de orden
administrativo-monoplico. Lo anterior por contraste con el orden
estrictamente criminal que ya no aplica al mbito antimonoplico
comprendido por el Decreto Ley 211, despus de la reforma introducida por la Ley 19.911, bajo el cual slo responde el hombre que, por
estar naturalmente dotado de voluntad racional a diferencia de las
personas jurdicas o morales que lo estn por una imputacin puramente jurdica puede ser dirigido por una prescripcin penal y, por
tanto, hacerse responsable de un reproche penal.236
En sntesis, actualmente de este tipo administrativo slo puede derivar una responsabilidad administrativa monoplica, la cual es predicable de personas naturales y jurdicas, con las limitaciones antes
explicadas. Segn sealaremos, el conocimiento de una infraccin tpica de monopolio slo corresponde al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, sin perjuicio de ciertos recursos que puedan resultar
procedentes contra las decisiones de este ltimo y que son conocidas
por la Excma. Corte Suprema. Lo anterior no es bice para que ciertos atentados contra la libre competencia resulten en simultneas transgresiones a ciertas garantas constitucionales, lo cual puede hacer
procedentes ciertas acciones constitucionales.
D.1.2. Sujeto pasivo
Es sabido que todo injusto no slo ha de contar con un sujeto activo,
que realiza la conducta tpica, sino que tambin ha de contemplar un
sujeto pasivo o vctima del injusto que se busca reprochar.
El dilema se suscita respecto de los alcances de una ofensa monoplica. Al efecto, creemos razonable distinguir dos niveles de ofendidos: i) los integrantes actuales y potenciales del mercado, en el cual
un competidor perpetra un injusto monoplico, y de las fases productivas conexas a aqul, y ii) la sociedad civil toda o nacin.
236
Confirma este principio el art. 39, inc. 2, del Cdigo de Procedimiento Penal:
La responsabilidad penal slo puede hacerse efectiva en las personas naturales. Por
las personas jurdicas responden los que hayan intervenido en el acto punible, sin perjuicio de la responsabilidad civil que afecte a la corporacin en cuyo nombre hubieren obrado.
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as como el Derecho no puede reprochar una conducta exterior carente de conduccin intelectual y volitiva, puesto que a lo imposible
nadie est obligado (v. gr., quien es empujado por una fuerza externa
e irresistible a causar un dao), tampoco puede regular el fuero interno de la persona cuando carece de razonable exteriorizacin.240 Por
lo anterior, no son considerados conducta humana los movimientos
meramente corporales, como los que bajo coaccin se hacen ejecutar
al constreido por fuerza irresistible. Asimismo, tampoco es considerado conducta humana punible ante el Derecho aquello que permanece exclusivamente en el fuero interno del sujeto.
La tipificacin de la finalidad, en su dimensin intelectual y volitiva, ser analizada al tratarse de la denominada faz subjetiva del tipo
antimonoplico en estudio, en tanto que la finalidad en su dimensin
causal, que se identifica con la accin tpica, es la que analizamos en
el captulo siguiente.
Debe tenerse presente que en la realidad, por regla general, existe una perfecta unidad entre la conducta exterior desarrollada por una
persona y la finalidad inmediata que gua dicha conducta. En otros
trminos, tratndose de situaciones y personas normales hay coherencia entre la decisin adoptada y la ejecucin de la conducta decidida.
As, lo anmalo ser que se ejecute una conducta respecto de la cual
ha faltado decisin de ejecutarla o bien que mediando una decisin
de inmediata ejecucin de una conducta, sta no sea llevada al plano
del obrar. Estas anomalas podrn hallar su causa en una situacin interna de la persona, segn la cual las potencias superiores de la misma
intelecto y voluntad se hallen perturbadas en trminos permanentes u ocasionales, o bien en una situacin externa a la persona, como
puede acontecer con la fuerza fsica (vis absoluta) o la fuerza moral o
amenaza de un grave mal.
De all que cabe distinguir la finalidad impresa en el resultado del
actuar humano o fin de la obra y la finalidad adoptada por el sujeto
activo o fin del operante. Esta distincin no destruye la unidad finalstica antes formulada, sino que simplemente reconoce dos dimensiones del fin que se ha propuesto una persona. El ejemplo clsico en
esta materia es el del arquero que se propone alcanzar el blanco con
una flecha. La direccin que lleva la flecha muestra el fin que le ha
imprimido el arquero (fin de la obra), en tanto que el fin que se ha
propuesto el arquero (fin del operante) ha traspuesto el mbito de
240
Un buen ejemplo de recepcin positiva de este principio lo constituye el art. 913
del Cdigo Civil argentino que dispone: Ningn hecho tendr el carcter de voluntario, sin un hecho exterior por el cual la voluntad se manifieste.
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Esta clasificacin corresponde a la antigua, originada en Aristteles, que distingua entre conmutaciones voluntarias y conmutaciones involuntarias. Se haba ob-
260
jetado respecto de la misma que no hay ninguna accin de justicia que sea involuntaria, puesto que siempre debe obrarse conscientemente y por eleccin. Cayetano, segn explica Vitoria, justifica la distincin mencionada sealando que las conmutaciones
voluntarias se caracterizan porque ambas partes intervienen voluntariamente en las
mismas, en tanto que las conmutaciones involuntarias slo son voluntarias por parte
del que realiza la accin (ofensor), pero involuntarias para el que la sufre (vctima).
VITORIA, Francisco de, La Justicia, pp. 101 y 102, Editorial Tecnos, Madrid, 2001.
261
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tarse hecho para efectos de determinar una infraccin a la Ley Antimonopolio. De otra manera se abrira un fcil mecanismo de evasin al Decreto Ley 211.
D.1.3.2. Convencin
El trmino convencin permite designar todas las modalidades de
acuerdos o negocios jurdicos de cualquier naturaleza, sean bilaterales o plurilaterales, conmutativos o aleatorios, judiciales o extrajudiciales, nacionales o internacionales, siempre y cuando tales acuerdos
o negocios produzcan efectos en Chile. Dichas modalidades comprenden tanto las convenciones privadas como las convenciones pblicas
en su dimensin administrativa. En consecuencia, estimamos que las
convenciones descritas en el tipo antimonoplico en comento, en su
variante de pblicas no alcanzan ni a los tratados ni a las convenciones internacionales efectuadas en virtud de leyes, ni a los contratosleyes que celebra el Estado de Chile con ciertas personas, v. gr.,
contratos-leyes amparados en el Decreto Ley 600, que tiene lugar con
quienes califiquen como inversionistas extranjeros. Basamos nuestro
aserto en que tales convenciones pblicas exhiben rango de ley y, por
tanto, desde la ptica de la jerarqua normativa no pueden quedar
alcanzadas por una norma legal preexistente, como es el caso del Decreto Ley 211, de 1973. El que tales contratos-leyes no queden alcanzados por el Decreto Ley 211 no implica en forma alguna que no se
deba dar cabal cumplimiento a las garantas constitucionales aplicables.
Cabe observar que el Derecho antimonopolios ha desarrollado una
amplia nomenclatura que busca tipificar la variadsima gama de figuras negociales urdidas a lo largo de la historia para obtener los beneficios de vulnerar la libre competencia, por lo cual al alero de aquella
rama del Derecho hallamos toda suerte de tratos, pactos, monipodios,
conspiraciones, combinaciones, ligas, alianzas, carteles de primer, segundo y tercer grado (este ltimo tambin denominado consorcio
en ciertas jurisdicciones), sindicatos obreros, asociaciones patronales,
acuerdos de caballeros (gentlemens agreements), acuerdos secretos o
trusts, pools o fondos comunes, boycotts o negativas de venta concertadas, negociaciones sindicales, frmulas conducentes a concentraciones de empresas (tambin denominadas fusiones) y colusiones
monoplicas. Segn veremos, el artculo tercero, en su inciso segundo, del Decreto Ley 211, entrega un breve catlogo a ttulo meramente ejemplar de conductas que, de vulnerar la libre competencia,
resultan sancionables. Lo relevante es que nuestro Derecho antimonoplico emplea la voz convencin en una acepcin propia, ms laxa
263
que la perfilada civilsticamente y dotada de una informalidad y dinamismo caracterstico del mbito mercantil y de la velocidad con que
se perfeccionan los negocios. La ms extrema de estas convenciones
es la denominada prctica concertada, que puede conceptualizarse
como el resultado de una coordinacin que se exterioriza en el comportamiento de los participantes.
D.1.3.3. Hecho jurdico propiamente tal
Finalmente, el vocablo hecho exhibe una funcin residual en cuanto se refiere a toda accin u omisin exteriorizada y gobernada por
deliberacin humana que no sea calificable de convencin o acto jurdico unilateral y que produzca efectos jurdicos. Los efectos jurdicos, como apreciaremos en los acpites siguientes, dicen relacin con
la conculcacin de la libre competencia. Tal como sealramos, resulta de la esencia del hecho jurdico propiamente tal en la doctrina
italiana denominado acto jurdico su ausencia de contenido normativo diseado por el propio autor, sino que las consecuencias jurdicas que se siguen de la realizacin del hecho le sobrevienen asociadas
por el orden jurdico, independientemente de los contenidos asignados por el autor del hecho mismo.
La expresin hecho incluye toda suerte de actuaciones, comprendiendo las denominadas materiales o vas de hecho eventualmente susceptibles de ser calificadas de delitos o cuasidelitos contravencionales de monopolio. Entre tales hechos hallamos los que
eventualmente pueden servir de fuentes de derechos u obligaciones
civiles, v. gr., delitos y cuasidelitos civiles en tanto sean tambin fuente
de responsabilidad monoplica y hechos de los que no deriva obligacin civil o natural alguna, aunque s responsabilidad administrativomonoplica. As, por ejemplo, encontramos en este ltimo grupo el
hecho consistente en la recomendacin de un competidor sobre otro243
o en una mera negativa de venta, los cuales carecen en principio de
trascendencia desde la ptica del derecho civil.
Debe observarse que entre los hechos, actos y convenciones a que
alude el artculo tercero, inciso primero en comento se encuentran
ciertas figuras complejas peculiares del derecho de la libre competencia que consisten en un cmulo de convenciones, actos y/o hechos
con unidad de propsito, que individualmente considerados son lci-
243
Resolucin N 92, Comisin Resolutiva. Sobre este particular, puede verse, VALPRIETO, Domingo, Recomendacin de un competidor en desmedro de otro. Informe en Derecho, publicado en Revista Chilena de Derecho, vol. XXX, N 1 (2002),
Santiago de Chile, y reproducido como anexo al final de esta obra.
DS
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244
265
Un primer ejemplo de integracin extratpica lo constituye la situacin en que se halla el Banco Central de Chile, ente pblico autnomo de rango constitucional, entre cuyas potestades pblicas se
hallan las relativas al mbito cambiario. La Ley 18.840, Orgnica Constitucional del Banco Central de Chile, ha encomendado a este ltimo
la tutela y regulacin del principal de los mercados de cambios internacionales, que ha sido denominado mercado cambiario formal. As,
el art. 43, inciso primero, de dicha ley prescribe: El Banco [Central] deber adoptar las medidas necesarias a fin de que el mercado cambiario formal
est constituido por un nmero suficiente de personas o entidades, que permitan su funcionamiento en condiciones de adecuada competencia.
A continuacin agrega el art. 49, N 5, inciso segundo de dicha ley,
al disponer: En el ejercicio de las atribuciones contempladas en este artculo,
el Banco [Central] no podr, en caso alguno, establecer que determinadas operaciones de cambios internacionales deban realizarse exclusivamente con l o
en condiciones que no aseguren competencia en el mercado.
De las disposiciones transcritas se sigue una doble consecuencia:
es deber del Banco Central velar para que el mercado cambiario formal est constituido por un nmero suficiente de personas. Lo anterior se logra por la siguiente va: el mercado cambiario formal se halla
integrado por todas las empresas bancarias constituidas y reconocidas
en el pas y por las dems personas o entidades que sean autorizadas
por el Banco Central a formar parte de dicho mercado cambiario formal. Entre estas ltimas, es posible hallar casas de cambio y corredores de bolsa. De all que ser deber del Banco Central cuidar que exista
una razonable atomicidad en el mercado cambiario formal.
Sin embargo, el legislador no estim suficiente el deber antes mencionado y aadi otro adicional al Banco Central: la obligacin de no
monopolizar el mercado cambiario formal. Esta obligacin consta de
dos partes: una primera consistente en la prohibicin de que empleando sus potestades pblicas el Banco Central de Chile ordenase a todos los agentes del mercado cambiario formal que algunas o todas las
operaciones de cambios internacionales se realicen exclusivamente con
el propio Banco Central. Una instruccin como la expuesta importara una verdadera monopolizacin de la actividad cambiaria internacional atendida la significativa gravitacin del mercado cambiario
formal en los cambios internacionales por parte de este ente pblico autnomo, lo cual representara un gravsimo atentado a la libre
competencia. La segunda parte de esta obligacin consiste en que el
Banco Central, en ejercicio de sus atribuciones, no podr establecer
que algunas o todas las operaciones de cambios internacionales se realicen en condiciones o bajo trminos que no aseguren la libre competencia. As, el Banco Central deber cuidar que la regulacin de las
266
operaciones de cambios internacionales sea favorable a la libre competencia y que no genere barreras a la entrada o asimetras de informacin en el mercado cambiario formal.
De lo sealado se sigue que el Banco Central se halla bajo un explcito y especfico deber de garante de la competencia en lo que respecta al denominado mercado cambiario formal y que, por tanto, una
omisin en este mbito, que resulte lesiva de o riesgosa para la libre
competencia, podra hacerle responsable no slo de transgredir su propia ley orgnica, sino que adicionalmente de incurrir en una ofensa
monoplica a la luz del tipo del artculo tercero, inciso primero del
Decreto Ley 211.
Un segundo ejemplo de construccin legal extratpica de un deber jurdico de realizar una accin cuya omisin pudiese ser constitutiva de un atentado contra la libre competencia, lo hallamos en el
deber de contratar contemplado en leyes especiales sectoriales que regulan los denominados servicios pblicos encomendados a concesionarios de electricidad, telecomunicaciones y servicios sanitarios. De
conformidad con dichas leyes existe una obligacin de suministrar el
servicio respectivo y, por tanto, est prohibida la negativa de venta, especie de negativa de contratar. Esto halla su explicacin en el carcter de monopolios naturales que generalmente exhiben tales empresas
concesionarias al interior de su mbito de concesin.
No obstante lo expuesto, estimamos improcedente la integracin
del tipo antimonoplico del artculo tercero, inciso primero del Decreto Ley 211 con una disposicin que consagre una omisin de orden penal, puesto que tal como hemos sealado, aquel tipo antimonoplico ha perdido su carcter penal luego de las reformas
introducidas por la Ley 19.911. En consecuencia, el tipo en comento
es exclusivamente de naturaleza infraccional y por ello slo puede admitir integraciones de orden contencioso-administrativo. Asunto diverso es que no se tratara de una integracin normativa al tipo mencionado, sino que de un tipo antimonoplico diferente e independiente
contenido en el Cdigo Penal o en alguna ley administrativa contravencional.
Resta ocuparnos de si el tipo universal en estudio contempla algn contenido o elemento intratpico que permita construir omisiones en el mbito monoplico sin necesidad de que intervenga una
complementacin o integracin efectuada por otra ley, como acontece en la situacin expuesta respecto del Banco Central de Chile y de
los concesionarios de ciertos servicios pblicos.
La jurisprudencia antimonoplica ha sostenido que el tipo universal antimonoplico permite reprochar omisiones consistentes en la
negativa de contratar o ms comnmente denominada negativa de ven267
ta. As, ha sostenido: ...una de las normas fundamentales de la economa social de mercado, cual es el deber o funcin social de los fabricantes o proveedores de vender a todo el que se interese por
comprar.246 Segn explicaremos en el captulo pertinente, esta negativa de venta no corresponde al ilcito previsto en la Ley de Proteccin al Consumidor, sino que se trata de una figura independiente y
dotada de perfil y exigencias propias que la hacen constitutiva de un
atentado contra la libre competencia.
Es preciso observar que para un monopolista dotado de suficiente poder de mercado, la negativa de contratar puede constituir una
herramienta tremendamente til para crear una barrera de entrada
artificial contra quien desee ingresar a un mercado, para efectuar discriminaciones arbitrarias monoplicas en las cuales el discriminado
perjudicado queda privado de acceso a los bienes ofertados por el
monopolista y tambin para monopolizar un mercado por la va de
arrinconarlo o acaparar bienes a fin de manipular los precios. De
all que consideremos que ciertas negativas de contratar configuran
atentados contra la libre competencia y podran llegar a comprometer garantas constitucionales tan significativas como la libertad para
adquirir el dominio de toda clase de bienes y el derecho a desarrollar
cualquier actividad econmica, entre otras.
Atendido lo expuesto, estimamos que la nica alternativa que tendra el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia para dar sustento a la negativa de contratar en el tipo universal antimonoplico sera
interpretar la voz hecho en el sentido de conferirle una dimensin
comprensiva tanto de una accin como de una omisin. As, tanto las
omisiones como las acciones o comisiones vulneradoras de la libre
competencia quedaran capturadas por este tipo de naturaleza infraccional. De esta forma, debera aceptarse que este tipo antimonoplico contemplara bajo la amenaza de un mismo grupo de penas tanto
una accin positiva como una omisin y ambas clases de conductas
realizaran el referido tipo. Otra consecuencia de ello sera que tanto
accin como omisin quedaran equiparadas al ser apercibidas con el
mismo grupo de sanciones previstas en el art. 26 del Decreto Ley 211.
No obstante lo anterior, es preciso destacar que los tipos que contemplan una prohibicin dan cuenta de actos de comisin o accin
mediante los cuales resulta violada dicha prohibicin. A diferencia, la
tipificacin de las omisiones requiere de un texto expreso que contenga un tipo imperativo y no uno de naturaleza exclusivamente prohibitiva. Si bien es cierto que, en algunas circunstancias, la doctrina y
246
268
to activo como la conducta misma, segn se demostr, revisten la mxima amplitud lgica dentro de la actividad propiamente humana, debidamente exteriorizada y relevante al Derecho. En otros trminos, de
no mediar la exigencia de un resultado especfico tpico, todas las conductas, comisivas u omisivas, dolosas o culposas exteriorizadas por todas las personas u organismos, dentro o fuera de la Repblica, que
produjeran efectos jurdicos en Chile, seran tpicas a la luz de la figura del artculo tercero, inciso primero, del Decreto Ley 211.
El tipo antimonoplico que nos ocupa describe el resultado especfico de la siguiente manera: ...que impida, restrinja o entorpezca la libre
competencia, o que tienda a producir dichos efectos.
La formulacin de dicho resultado es fundamental, puesto que ste
da cuenta de una exigencia tpica que permite segregar, dentro del
universo de los actos humanos deliberados, exteriorizados y dotados
de relevancia jurdica, una subcategora de los mismos que interesa
particularmente a la legislacin antimonoplica porque comprometen dolosa o culposamente el bien jurdico tutelado por sta. En sntesis, este no es un tipo de mera accin, sino un tipo de resultado. El
impedir, restringir o entorpecer la libre competencia o tender a
producir tales efectos es, sin duda, uno de los elementos cruciales de
la accin y omisin constitutivas del tipo universal antimonoplico en
estudio, elemento que no es sino una calificacin por el resultado de
esa accin u omisin, puesto que sobre este resultado especfico recae el peso del anlisis que permitir al juzgador antimonoplico discernir los lmites hasta los cuales puede razonablemente extenderse
el afn competitivo en la captacin de clientela y sus variadas expresiones sin conculcar la libre competencia. Entre tales manifestaciones
de la libertad de competencia mercantil destaca la libertad contractual, que operar como elemento indiciario para determinar los
excesos de dicha forma de libertad individual y eventual autonoma
privada que generalmente subyace en las conductas expresivas de la
libre competencia.
As, el tipo antimonoplico del artculo tercero, inciso primero del
Decreto Ley 211 describe un resultado que admite dos modalidades:
la de un detrimento o aniquilacin del bien jurdico tutelado (lesin
o tambin llamado delito perfecto) y la de la puesta en peligro de ste
(peligro o tambin llamado delito imperfecto).247 Debe observarse que
247
Existen tipos anlogos de lesin y de peligro en el Derecho comparado. Un
ejemplo relevante lo constituye el art. 540 del Cdigo Penal espaol, que luego de la
reforma del 15 de noviembre de 1971, da cuenta de un delito endurecido. Este tipo,
que se refiere a las maquinaciones que pretenden alterar el precio de las cosas, se basta con que se intente la alteracin, aun cuando sta efectivamente no se produzca.
270
terminar la triple gradacin: impedimento, restriccin o entorpecimiento de la libre competencia. Otra de las dimensiones a considerar
para establecer la gravedad de una conducta es la determinacin de
si sta ha sido realizada con dolo o con culpa.
Esta lesin inferida a la libre competencia debe ser cierta o indubitable en su existencia para configurar el resultado tpico consistente en lesionar la libre competencia y conocerse su gravedad, aunque
no es indispensable que estn perfectamente determinadas las vctimas de la conducta monoplica y se conozca el quantum del dao que
se ha provocado a cada una de ellas.248 La gravedad de la lesin voluntariamente esto es, mediando dolo o culpa inferida a la libre competencia es un elemento fundamental para determinar si aqulla
reviste la entidad suficiente para que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia imponga una sancin.
Desde el punto de vista prctico surge un dilema que ya haba hecho aparicin en los primeros estadios de desarrollo de la Sherman
Act (1890), que consiste en cmo determinar qu restricciones a la
libre competencia realmente lesionan este bien jurdico protegido y
qu restricciones al comercio son inocuas a aqul.
Este problema fue enfrentado, en los Estados Unidos de Amrica
de la primera dcada de aplicacin de la Sherman Act, en el fallo United States versus Trans-Missouri Freight Association (1897). En dicha
oportunidad se sostuvo que un cartel que fijaba precios era siempre
irrazonable, puesto que los nicos precios razonables eran los determinados por la libre competencia; de all se sigui la categora de los
acuerdos que eran ilcitos monoplicos per se, sin necesidad de entrar
a acreditar su efecto anticompetitivo. Luego, en United States versus
Joint Traffic Association (1898) se elabor con mayor sofisticacin la
nocin de acuerdos restrictivos del comercio. Es importante advertir
que en nuestro Derecho antimonoplico no existe base para introducir la nocin de injustos monoplicos per se o conductas que han de
ser sancionadas como tales con independencia de su real efecto nocivo para la libre competencia.
Probablemente si consideramos las restricciones de una forma
mecnica sin distinguir su contenido y su nexo con la Justicia, no hallaremos base para una distincin duradera.
D.1.4.2. Resultado consistente en poner en riesgo la libre competencia
En qu consiste el resultado de colocar en peligro concreto a la libre
competencia? El resultado consiste en hacer peligrar la libre compe248
273
tencia, caso en el cual sta subsiste en toda su integridad, mas se deteriora de una manera cierta la seguridad de que ese bien jurdico efectivamente permanezca inclume. Esto es lo que la doctrina penal
denomina delito de peligro.
Atendido que el tipo antimonoplico del artculo tercero, inciso primero, del Decreto Ley 211 se satisface con todo hecho, acto o convencin cuyo efecto sea la puesta en peligro de la libre competencia; es decir,
se trata de un delito de peligro concreto. Esto, por oposicin a los delitos de peligro abstracto, que se perfeccionan mediante la sola ejecucin
de la accin tpica, y por oposicin a los delitos de peligro presunto, en
los cuales no es necesario acreditar la idoneidad de la conducta tipificada para crear el peligro. En efecto, el tipo antimonoplico en estudio
no puede ser de peligro abstracto, puesto que ello importara someter
a proceso a todos los que realizaren la accin tpica, esto es, a toda persona privada o pblica que ejecute o celebre hechos, actos o convenciones, puesto que sera innecesario acreditar un resultado riesgoso para
la libre competencia, lo que es manifiestamente absurdo.
El propio texto del Decreto Ley 211 y la jurisprudencia del Tribunal Antimonoplico avalan nuestra descripcin de que la conculcacin
de la libre competencia puede tener lugar bajo la modalidad de puesta en peligro del bien jurdico protegido, lo que ha sido descrito con
toda precisin por el Tribunal Antimonoplico:
Los organismos antimonoplicos pueden corregir y sancionar,
administrativamente, cualquier conducta que sea apta para producir
un resultado lesivo de la competencia, aun independientemente de
que as ocurra, porque hay acciones que, en forma natural y obvia,
tienden a restar fluidez al mercado y resulta muy difcil cuantificar el
perjuicio que irrogan a terceros.249
Sobre la expresin que tienda a producir dichos efectos se han
perfilado dos interpretaciones:
i) La primera de ellas intenta leer en la voz tienda un elemento volitivo, propio de la faz subjetiva que trataremos ms adelante, en
el sentido que la accin debe estar guiada por la intencin dolosa o
culposa de impedir, restringir o entorpecer la libre competencia. Quienes siguen esa interpretacin, infieren de la misma que el resultado
descrito en este tipo administrativo es impedir, restringir o entorpecer la libre competencia. De esta manera, slo seran tpicas aquellas
conductas que vayan acompaadas del resultado consistente en impedir, restringir o entorpecer efectivamente la libre competencia y, a contrario sensu, no seran tpicas aquellas conductas que slo pongan en
249
274
250
275
251
Vase, para un anlisis de las diversas concepciones del dao civil, DIEZ
SCHWERTER, Jos Luis, El dao extracontractual, pp. 17-25, Editorial Jurdica de Chile,
Santiago, 2002.
279
cin a, por ejemplo, una barrera a la entrada. Por otra parte, dada la
gran significancia del bien jurdico tutelado libre competencia es que
ste es considerado un contenido de orden pblico, no susceptible de
avenimientos o conciliaciones, segn ya hemos advertido, y por lo cual
cabe hablar de sujetos pasivos mediatos, que son todos aquellos que
integran la sociedad poltica. Por lo expuesto, constituye un error conceptual grave considerar que el mismo tribunal que conoce de un injusto monoplico est en condiciones de determinar si tal conducta
reviste o no el carcter de delito civil, atendida la diversa estructura
de uno y otro, en cuanto a las categoras de sujetos pasivos y las diversas clases de resultados que existen en el mbito antimonoplico, por
contraste con los meramente civiles.
c) Por otra parte, ello implicara no slo el conocimiento especializado del contencioso monoplico, sino tambin adems de los temas civiles, que en rigor constituye competencia de los tribunales
ordinarios civiles. Con lo anterior, conocera de los ilcitos civiles el
Tribunal Antimonoplico y adems los tribunales ordinarios en lo civil. El resultado de ello podra significar una disparidad en la jurisprudencia de los ilcitos civiles, segn las acciones pertinentes se
presentaren en sede antimonoplica o en sede propiamente civil.
No modifica las consideraciones anteriores la afirmacin de que
el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia debera pronunciarse
en el sentido de declarar el derecho del o de los afectados por una
conducta monoplica a cobrar los perjuicios ante el juez civil.252 Estimamos que esta recomendacin, que fue efectuada durante la tramitacin del proyecto de ley de reforma del Decreto Ley 211 que culmin
en la Ley 19.911, y que afortunadamente no fue acogida, pugna con
las razones antes expuestas para no conferir una competencia en lo
civil al Tribunal Antimonoplico. Aparentemente, dicha recomendacin buscaba que el derecho a cobro de perjuicios fuere declarado por
el Tribunal Antimonoplico y que el monto de ellos hubiere sido fijado por el tribunal civil competente. Reiteramos que declarar el derecho a cobrar perjuicios presupone identificar a la vctima civil, la que
segn hemos explicado no tiene por qu coincidir con la vctima monoplica, lo cual se traducira en una carga indebida para el Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia.
Segn la reforma efectuada al Decreto Ley 211 y que fuera promulgada el 14 de noviembre de 2003, se ha introducido a dicho cuer-
252
SOFOFA, Observaciones al Proyecto de Ley que modifica el Decreto Ley 211,
de 1973, sobre Defensa de la Libre Competencia, presentado ante el Senado con fecha
11 de julio de 2002.
280
po normativo el art. 30, que prescribe a la letra: La accin de indemnizacin de perjuicios a que haya lugar, con motivo de la dictacin por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia de una sentencia definitiva ejecutoriada,
se interpondr ante el tribunal civil competente de conformidad a las reglas
generales, y se tramitar de acuerdo al procedimiento sumario, establecido en el
Libro III del Ttulo XI del Cdigo de Procedimiento Civil.
El tribunal civil competente, al resolver sobre la indemnizacin de perjuicios, fundar su fallo en las conductas, hechos y calificacin jurdica de los
mismos, establecidos en la sentencia del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, dictada con motivo de la aplicacin de la presente ley.
Consideramos que este inciso segundo del art. 30 antes transcrito
presenta ciertas imperfecciones, si bien exhibe el mrito de clarificar
que la accin de indemnizacin de perjuicios se interpondr ante el
tribunal civil competente, aun cuando sta se funde en una sentencia
antimonoplica.
Si bien la conducta punible puede ser materialmente la misma y
haberse acreditado debidamente en el respectivo proceso, la calificacin jurdica es diversa segn se trate de establecer su calidad de injusto monoplico o bien se busque acreditar su calidad de ilcito civil.
La calificacin, en un sentido tcnico, es la determinacin de la conexin legal existente entre un hecho delictivo y las disposiciones de
la ley que le son aplicables: calificar, es decir, qu delito constituye el
hecho incriminado y en qu texto est previsto y penado.253 Puesto en
otros trminos, la vulneracin de la libre competencia en un mercado relevante concreto y el ilcito civil obedecen a principios rectores
diversos y a preceptos diferentes. La libre competencia es un contenido fundamental del orden pblico econmico y como tal irrenunciable, en tanto que el dao civil es una consecuencia del Derecho de
propiedad privada, pero que es eminentemente renunciable y privado. La estructura del tipo universal antimonoplico encierra mayor
complejidad que la estructura de los ilcitos civiles, segn se ha demostrado. De all que no resulta correcto que el juez civil funde su fallo
en la calificacin jurdica efectuada por el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia.
A pesar de lo sealado, parece seguirse una interesante inferencia de este nuevo inciso segundo del art. 30 en lo que dice relacin
ya no con la calificacin jurdica, sino antes bien con las conductas
establecidas en la sentencia antimonoplica. Dispone este inciso que
253
HARRISON DE LA B ARRA, Francisco Javier, Diccionario de instituciones de derecho procesal penal, tomo I, p. 85, citando a Garraud, Ediciones Encina Limitada, Santiago de
Chile, 1972.
281
282
julio de 1963: [Se prohben] las prcticas surgidas de convenios, decisiones o conductas conscientemente paralelas que tengan por objeto o produzcan el efecto de impedir, falsear o limitar la competencia en todo o en parte del mercado nacional. Lo
mismo acontece con la Sherman Act de 1890 y el Tratado de Roma de 1959.
283
acto o convencin el que ha de impedir, restringir o entorpecer la libre competencia o que ha de generarle tales riesgos. Esta aptitud causal
o eficiencia vulneradora de la libre competencia ha de arrancar de la
propia actividad tpica y no del concurso de otras causas concomitantes o sobrevinientes. En otras palabras, el resultado que es causalmente el efecto de la conducta debe reunir dos requisitos copulativos: a)
debe ser directo y no indirecto o, puesto de otro modo, prximo y no
remoto, y b) haber sido previsto o haber sido razonablemente previsible por el agente, lo cual ser estudiado al desarrollarse el anlisis de
la faz subjetiva.
El carcter directo del resultado apunta a que ste es la consecuencia natural y, por tanto, previsible de la actividad tpica desarrollada.
Ya hemos sealado que la relacin causal debe ser directa, puesto que
salvo texto legal expreso en contra y supuesta la constitucionalidad del
mismo, debe entenderse que slo se responde monoplicamente de
aquello que es efecto directo del hecho, acto o convencin, realizados o ejecutados, puesto que los efectos indirectos suelen carecer de
previsibilidad al combinarse con un cmulo de concausas y circunstancias ajenas al agente.
Despus de la reforma sufrida por el Decreto Ley 211 el 14 de noviembre de 2003 (Ley 19.911), el injusto monoplico slo puede asumir
la forma de un ilcito infraccional . El ilcito infraccional monoplico
puede asumir una estructura dolosa y tambin una culposa, estructura que a su vez se desdobla en injusto por accin y por omisin. En
los ilcitos dolosos slo es tpicamente relevante la relacin causal dirigida por el dolo. A diferencia, en los ilcitos contravencionales de
monopolio, donde la relacin causal derive de una situacin culposa,
debe abordarse la causalidad en trminos que el sujeto activo pudiendo haber conducido los cursos causales de una determinada forma,
no lo hizo, faltando entonces el cuidado debido.
Cumple, entonces, establecer qu clase de relacin causal ha de
gobernar la conducta tpica para que se entienda que ha producido un resultado tpico, el cual puede consistir en una lesin de la
libre competencia o bien en una puesta en peligro de la libre competencia.
En el Derecho antimonoplico espaol, la jurisprudencia ha confirmado la necesidad de un nexo causal directo. As, sta ha afirmado: La presuncin de inocencia nicamente puede destruirse
mediante prueba incriminatoria suficiente (prueba de cargo), segn
tienen establecido el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo,
entendiendo por tal que se prueben hechos que, de una manera directa y mediante un vnculo directo y preciso basado en criterios de
284
285
286
al respectivo mercado relevante potenciales competidores que actualmente se mantienen en estado de latencia?
Estimamos que una solucin razonable al dilema planteado radica en que si tomamos la definicin de poder de mercado de Landes y
Posner, que a continuacin expondremos, est implcito en la misma
que la obtencin del poder de mercado basta para la configuracin
de la aptitud causal porque en tal caso el poder de mercado es adecuado para la obtencin de una renta monoplica. Puesto de otro
modo, est implcito en la conceptualizacin antes mencionada del
poder de mercado que ste siempre va acompaado de la posibilidad
real y concreta, determinada en ese mercado relevante, de darle un
uso anticompetitivo; puesto que si no existe tal posibilidad, es irrelevante al Derecho antimonoplico la adquisicin, preservacin o incremento de ese poder de mercado y, ms aun, a la luz de la definicin
de Landes y Posner no se trata en verdad de un poder de mercado.
Lo anterior no debe llevar al olvido de que el poder de mercado
en s mismo no es antijurdico; es su obtencin, preservacin o incremento por vas ilcitas lo que confiere la antijuridicidad, esto es, en
tanto y en cuanto aquello pueda ser logrado en forma anticompetitiva o contraria al Derecho de la competencia.
Desde la perspectiva del derecho de la libre competencia la aptitud vulneradora de un hecho, acto o convencin arranca no de la mera
formalidad o contenido de stos, sino que de una eficacia o aptitud
causal que, en esta especial materia, recibe la denominacin de poder de mercado, poder monoplico o posicin dominante.259 Reciente jurisprudencia judicial del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia se ha encargado de mostrar el empleo en forma sinonmica de las expresiones poder de mercado y posicin dominante.260
Es preciso, asimismo, advertir que este poder de mercado puede clasificarse en poder monoplico y en poder monopsnico, siendo este
ltimo a veces denominado poder de compra.261
259
Cabe observar que el poder de mercado es tambin denominado poder substantivo en el mercado, que es la expresin empleada por la Ley Federal de Competencia Econmica de Mxico (1992), y poder mercantil, que es la denominacin
utilizada por The 1992 Horizontal Merger Guidelines de Estados Unidos de Amrica.
260
Sentencia N 09/2004 del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, cuyo
considerando 19 dispone: Que, el utilizar el poder de mercado para reducir los pagos a proveedores tiene los mismos efectos que utilizar una posicin dominante para
aumentar el precio de venta. En este sentido, la utilizacin abusiva de la posicin dominante puede llevar a alterar los precios, reduciendo la cantidad producida y el bienestar de la sociedad como un todo.
261
Sentencia N 09/2004 del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, considerando 16.
288
262
LANDES, William M. & POSNER, Richard A., Market power in antitrust cases,
Harvard Law Review, vol. 94, number 5, p. 937, 1981. Una definicin muy semejante es
la postulada por TIROLE, Jean, The theory of industrial organization, p. 67, The MIT Press,
1988: a firm exercising monopoly power over a given market can raise its price above
marginal cost without loosing all its clients.
289
263
290
de que la regla general es la unidad operativa del ser humano: la conducta exteriorizada se corresponde con la deliberacin adoptada.
En nuestra estructuracin del injusto monoplico hemos seguido
el finalismo clsico, que contempla el dolo o la culpa en el tipo y deja
en la culpabilidad la conciencia de la ilicitud.
Una visin completa del problema de la responsabilidad subjetiva
en el injusto monoplico resultar de una lectura del presente captulo sumada a la del captulo de esta obra que trata la culpabilidad.
En la ptica de la responsabilidad subjetiva tambin denominada responsabilidad por culpabilidad la persona es llamada nicamente a responder del hecho que le es atribuible no slo causal, sino
tambin psicolgicamente y en la medida en que sea realizado con
dolo o culpa. Suele contraponerse la culpa con previsin a la culpa
sin previsin, en la cual debi haberse previsto la consecuencia.
A diferencia, la responsabilidad objetiva tambin denominada
responsabilidad estricta tiene lugar cuando una persona responde por
un hecho propio, materialmente causado por ella, pero prescindindose de la culpabilidad del autor. La responsabilidad objetiva comprende no slo casos en que faltan el dolo y la culpa, sino tambin aquellos
en que no interesa su verificacin o derechamente se presume su existencia.
D.2.1. Derogacin del delito penal de monopolio
Advertamos que uno de los aspectos ms fundamentales de la reforma introducida al Decreto Ley 211, con fecha 14 de noviembre de
2003, fue la supresin del delito penal de monopolio. En la interpretacin mayoritaria, a la cual adhiero, la Ley 19.911 elimin el delito
penal de monopolio, quedando en consecuencia un mero tipo infraccional antimonoplico. Lo anterior ha provocado importantes consecuencias en la conceptualizacin de la faz subjetiva del tipo universal
antimonoplico contenido en el art. 3, inc. 1 del Decreto Ley 211.
Para mejor ilustrar el aserto anterior, realizaremos una breve contraposicin entre la antigua faz subjetiva del delito penal de monopolio,
hoy derogada, y la actual y vigente faz subjetiva del ilcito administrativo de monopolio, lo cual estimamos permitir poner en valor la reforma antes anotada.
La faz subjetiva no obstante arrancar de un solo y mismo tipo, haba recibido alcances muy diversos segn se tratara de la configuracin del delito penal de monopolio, que segn se tratara de configurar
un ilcito administrativo de monopolio. De dnde naca esta distincin
entre reproche administrativo y delito penal? Sealaba el antiguo artculo sexto hoy derogado del Decreto Ley 211: Para la prevencin,
291
264
Para una completa visin panormica de los diversos argumentos elaborados en sustento del principio de que no hay pena sin culpa, vase K NSEMLLER
LOEBENFELDER, Carlos, Culpabilidad y pena, cap. IV, pp. 205-269, Editorial Jurdica de
Chile, Santiago de Chile, 2001.
293
do estn reconocidos en textos positivos, suele acontecer que ese reconocimiento es insuficiente en trminos de jerarqua normativa o de
contenido prescriptivo. No constituye una excepcin a lo sealado el
nulla poena sine culpa.
A continuacin, revisaremos muy someramente los argumentos de
texto que avalan la recepcin dispersa y a veces fragmentaria de este
fundamental principio jurdico:
1. Constitucin Poltica de la Repblica. El inciso sexto del art. 19, N 3
de ese cuerpo normativo seala: La ley no podr presumir de derecho la
responsabilidad penal. Algn penalista nacional ha sostenido que la disposicin transcrita prohbe presumir de derecho la culpabilidad penal, pero no excluye la posibilidad de que una ley establezca casos de
responsabilidad objetiva, puesto que ello no sera presumir aqulla sino
que prescindir de aqulla. Estimamos que tal argumentacin es insostenible puesto que si la Carta Fundamental prohbe presumir de derecho esto es, sin admitir prueba en contrario la culpabilidad penal,
por la misma razn, prohbe construir hiptesis de responsabilidad
objetiva segn las cuales se prescinde de la culpabilidad penal. As,
debe atenderse a la finalidad lgica del precepto constitucional, cual
es evitar que una persona humana quede privada de defensa por la
va de quedarle vedado demostrar que obr sin culpabilidad y esto
puede acontecer a travs de una presuncin de derecho o bien a travs de una construccin de responsabilidad objetiva, en la cual implcitamente se presume de derecho la culpabilidad del sujeto. En sntesis,
este precepto constitucional excluye toda forma de responsabilidad
objetiva de naturaleza penal que se estructure directamente como tal
o bien en base a presunciones que no admitan prueba en contrario.
2. Cdigo Penal. El artculo primero, inciso primero de este cuerpo normativo define un concepto esencial aplicable a todo el orden
penal: el de delito. El Cdigo Penal seala en el precepto mencionado: Es delito toda accin u omisin voluntaria penada por la ley. Esta definicin, no obstante hallarse contenida en un precepto de rango legal,
tiene carcter de principio general del Derecho, toda vez que define
el concepto matriz del Derecho penal: el delito. As lo confirma Etcheberry: Sin embargo, dada la generalidad de los trminos de la definicin, mientras no exista una expresa derogacin de la misma o una
evidente incompatibilidad con sus trminos, debe entenderse que ella
seala requisitos constitutivos aplicables a todo el ordenamiento jurdico penal.265 Es importante resaltar que la validez de esa definicin
265
ETCHEBERRY, Alfredo, Derecho penal, Parte general, tomo I. p. 52, Editora Nacional Gabriela Mistral, 1976.
294
266
Ver CORRAL TALCIANI, Hernn Felipe, De la ignorancia de la ley, pp. 260 y ss.,
Editorial Jurdica de Chile, Santiago de Chile, 1987.
295
Las disposiciones citadas exhiben equivalentes en el Cdigo Procesal Penal y en la Ley Orgnica Constitucional del Ministerio Pblico, segn lo prueban los siguientes preceptos:
1. Equivalentes al art. 42 del C de PP:
Art. 1. Juicio previo y nica persecucin. Ninguna persona podr ser
condenada o penada, ni sometida a una de las medidas de seguridad
establecidas en este Cdigo, sino en virtud de una sentencia fundada,
dictada por un tribunal imparcial. Toda persona tiene derecho a un
juicio previo, oral y pblico, desarrollado en conformidad con las normas de este cuerpo legal.
La persona condenada, absuelta o sobreseda definitivamente por
sentencia ejecutoriada, no podr ser sometida a un nuevo procedimiento penal por el mismo hecho.
Art. 4. Presuncin de inocencia del imputado. Ninguna persona ser
considerada culpable ni tratada como tal en tanto no fuere condenada por una sentencia firme.
2. Equivalente al art. 109 del C de PP:
Art. 3. [Ley Orgnica Constitucional del Ministerio Pblico] En el ejercicio de su funcin, los fiscales del Ministerio Pblico adecuarn sus
actos a un criterio objetivo, velando nicamente por la correcta aplicacin de la ley. De acuerdo con ese criterio, debern investigar con
igual celo no slo los hechos y circunstancias que funden o agraven
la responsabilidad del imputado, sino tambin los que le eximan de
ella, la extingan o la atenen.
3. Equivalente al art. 456 bis del C de PP:
Art. 340. Conviccin del tribunal. Nadie podr ser condenado por
delito sino cuando el tribunal que lo juzgare adquiriere, ms all de
toda duda razonable, la conviccin de que realmente se hubiere cometido el hecho punible objeto de la acusacin y que en l hubiere
correspondido al acusado una participacin culpable y penada por la
ley.
El tribunal formar su conviccin sobre la base de la prueba producida durante el juicio oral.
No se podr condenar a una persona con el solo mrito de su propia declaracin.
Como puede apreciarse, las disposiciones transcritas dan cuenta
de la necesidad de acreditar una participacin culpable (con dolo o
con culpa) para determinar la responsabilidad penal y aplicar las sanciones pertinentes.
4. Tratados internacionales. La presuncin de inocencia, esto es, que
se presume inocente a toda persona a menos que se acredite que ha
mediado culpabilidad en la comisin del supuesto delito, aparece garantizada en diversos tratados internacionales suscritos por Chile. As,
296
267
As, a modo de ejemplo, vase los siguientes artculos del Cdigo Penal:
Art. 285. Los que por medios fraudulentos consiguieren alterar el precio natural del trabajo, de los gneros o mercaderas, acciones, rentas pblicas o privadas o de
cualesquiera otras cosas que fueren objetos de contratacin, sufrirn las penas de reclusin menor en sus grados mnimo a medio y multa de seis a diez unidades tributarias mensuales.
Art. 286. Cuando el fraude expresado en el artculo anterior recayere sobre mantenimientos u otros objetos de primera necesidad, adems de las penas que en l se
sealan, se impondr la de comiso de los gneros que fueren objeto del fraude.
Art. 287. Los que emplearen amenaza o cualquier otro medio fraudulento para alejar
a los postores en una subasta pblica con el fin de alterar el precio del remate, sern
castigados con una multa del diez al cincuenta por ciento del valor de la cosa subastada;
a no merecer mayor pena por la amenaza u otro medio ilcito que emplearen.
297
JAKOBS, Gnther, Derecho penal. Parte general, Libro I, cap. I, p. 67, Marcial Pons,
Ediciones Jurdicas, Madrid, 1995.
269
JESCHECK, Hans-Heinrich, Tratado de Derecho penal. Parte general, p. 52, Comares
Editorial, Granada, 1993.
270
CURY U RZA, Enrique, Derecho penal, tomo I, p. 81, Editorial Jurdica de Chile,
Santiago de Chile, 1982.
271
ABUNDIO, Rodrigo, Infracciones en el Cdigo Tributario, Revista de Derecho
de la Universidad de Concepcin, vol. N 51, N 174, julio-diciembre, p. 96, 1983.
299
y, por tanto, alcanza a todas las modalidades de penas, sea que stas
correspondan a cualquiera de las tres grandes categoras de delitos que
enuncibamos al tratar del injusto de monopolio: delitos penales, delitos infraccionales entre los cuales se cuenta el injusto de monopolio del Decreto Ley 211 y delitos civiles.
La culpabilidad es un requisito esencial e inamovible para el establecimiento y la aplicacin de las penas. Slo cabe imponer una pena
por una conducta a quien sea autor o dueo de sta y slo existe seoro sobre una conducta propia en tanto que sta haya sido ejecutada con conocimiento y voluntad de lo que se estaba realizando por
parte del autor de la misma. En otras palabras, slo puede haber culpabilidad all donde la conducta era causal y psicolgicamente conducida por el autor y pudiendo ste haberla realizado en otra forma,
esto es, conforme a Derecho, no lo hizo. Es por ello que delito significa
etimolgicamente abandono de la ley; sin embargo, para abandonar la
ley es preciso haberlo sabido y querido as. Si falta el conocimiento y
la voluntad de abandonar la ley no existe un acto propiamente humano, esto es, racional y libre, y por ello no puede haber delito y, por
tanto, tampoco pena. De all que la reprochabilidad caracterstica de
todo delito y la imposicin de la pena consiguiente descansan sobre
una conducta libre del autor mediante la cual ste no quiso someterse a las prescripciones de la ley, prefirindose abandonar esta ltima.
Respecto de la libertad del ser humano, remitimos al captulo denominado Culpabilidad, en el cual este tema es tratado en forma extensa.
El Derecho debe reconocer al hombre tal cual es. Otra forma de
concebir el hombre por parte del legislador se estrellar contra la realidad y las normas jurdicas emitidas bajo una concepcin errnea o
incompleta slo generarn injusticias y la ineficacia de las mismas. El
ser humano es racional y en derivacin de tal racionalidad es libre.
La propia Constitucin Poltica de la Repblica se encarga de advertir que el Estado est al servicio de la persona humana y todo hombre
es considerado persona, segn resulta claro de la sistemtica del artculo primero, inciso primero, y artculo diecinueve numeral primero de la Carta Fundamental, por contraste con lo que ocurra en el
Derecho romano.
Segn la inmortal definicin de Boecio, la persona humana es una
substancia individual de naturaleza racional (Persona est naturae rationalis individua substantia),272 puesto que una caracterstica esencial de
272
FERRATER M ORA, J., Diccionario de Filosofa, tomo III, p. 2761, Editorial Ariel S.A.,
Barcelona, 1999.
300
sta es su racionalidad y en derivacin de tal racionalidad es libre. Recurdese que la libertad es el apetito elcito derivado del conocimiento intelectivo.
La racionalidad y libertad del ser humano no slo se infiere normativamente del precepto transcrito, sino que tambin dispone el artculo primero, inciso primero, de la Constitucin Poltica: Las personas
nacen libres... Podra pensarse que esta disposicin se ocupa de una libertad poltica por oposicin a la esclavitud; sin embargo, ello ya est
garantizado en el art. 19, N 2 de la Constitucin al establecer que en
Chile no hay esclavos y el que pise su territorio queda libre. Por lo
anterior, pensamos que aquel precepto inicial y el primero de todos
los que se contemplan en la Carta Fundamental da cuenta de un atributo natural, anterior a toda autoridad pblica y anterior por ello al
Estado, que es el libre albedro del que goza todo hombre por el mero
hecho de ser tal. La importancia de reconocer este libre albedro natural, base y fundamento de todas las libertades polticas y econmicas, radica en que todo orden jurdico positivo debe presuponer y
aceptar esa libertad natural del hombre. As, este libre albedro natural constituye un principio fundamental e imperativo, con gran incidencia, segn veremos, en la conceptualizacin del bien comn
poltico y en la formulacin de cada uno de los derechos esenciales
de la persona humana.
Si el ser humano careciese de libre albedro las prescripciones jurdicas se hallaran privadas de eficacia, puesto que sera azaroso e intil la emisin de las mismas atendido que los destinatarios de tales
mandatos o no podran conocerlas o conocindolas careceran de la
capacidad de acatarlas as como de la capacidad de desobedecerlas.
Por ello, contrario a lo que se cree, el libre albedro no slo es fundamento del Derecho penal sino que base de todo el Derecho y por ello
ha sealado un eximio jurista chileno que el principio de la culpabilidad es ...un problema de Derecho constitucional y no de pertenencia exclusiva del Derecho penal, puesto que se refiere a los Derechos
fundamentales del hombre....273 Ciertamente que, por desgracia, no
todos los hombres pueden ejercitar su libre albedro en razn de ciertas enfermedades psicolgicas u orgnicas que hacen que, en forma
permanente o transitoria, se encuentren privados del ejercicio de tan
fundamental atributo; de all las excepciones de inimputabilidad. Resulta especialmente aguda la observacin de la profesora Hilde Kaufmann en el sentido de que si se prescinde del libre albedro cae el
273
COUSIO MAC IVER, Luis, Tratado de derecho penal chileno, tomo III, Editorial Jurdica de Chile, Santiago de Chile, 1992.
301
274
KAUFMANN, Hilde, Derecho penal de culpabilidad, concepto de la pena y ejecucin orientada al tratamiento, Nuevo Pensamiento Penal, ao 3, 1974, pp. 109 y ss.
302
humana no admite demostracin al modo de las actuales ciencias experimentales, lo cual no es bice para que diariamente cada uno de
nosotros tenga conciencia y directa experiencia de cmo adopta libremente ciertas decisiones. Es por ello que la libertad de albedro
ser lo normal en la actuacin de un ser humano que haya alcanzado el uso de razn y la imposibilidad de tal uso deber ser objeto de
prueba.
El dilema de la libertad humana, atributo que es aceptado por la
mayora significativa de la comunidad penal nacional e internacional,
ha derivado en cmo acreditar que en un acto concreto hubo o no
libertad, toda vez que tal reconstruccin tiene lugar a posteriori y generalmente con muchos aos de retardo. Estimamos que tal problema es consubstancial a todo el derecho sancionatorio y lo que en
definitiva deber probarse son las faltas de libertad antes que demostrarse la existencia de libertad en el sujeto a la fecha de comisin de
la conducta sancionable. En efecto, creemos razonable que si se trata
de un sujeto en edad de usar la razn a la fecha de comisin de la
conducta, lo probable ser que aqul dispusiese de sta y lo excepcional ser que tal sujeto se hallase privado de libertad, debiendo esta
situacin excepcional demostrarse. Ello es concordante con el principio de la libertad humana antes comentado.
La propia Constitucin Poltica de la Repblica se encarga en otros
preceptos de exigir culpabilidad en general. As, por ejemplo, el art. 19,
N 3, inciso sptimo, establece que Ningn delito se castigar con otra pena
que la que seale una ley promulgada con anterioridad a su perpetracin, a
menos que una nueva ley favorezca al afectado. Esta garanta no se agota
en el mbito penal y descansa en el principio de que no hay pena sin
culpa, puesto que malamente poda existir una culpa relevante desde
una perspectiva jurdica si se desconoca la pena que llevaba aparejado aquel delito.
Vistos estos argumentos y el principio jurdico fundamental de que
a lo imposible nadie est obligado, por lo cual tampoco puede estar
obligado a conducir los cursos causales de una manera determinada
quien no tiene el dominio de los mismos, resulta que la responsabilidad subjetiva o responsabilidad por culpabilidad debe ser la situacin
generalsima no slo en nuestro Derecho penal, sino que tambin en
el mbito del Derecho administrativo sancionador y ciertamente en
el Derecho Civil sancionatorio. En efecto, estimando la prevalencia de
la escuela cuantitativa, esto es, que slo hay diferencia de grados entre el delito penal y el ilcito administrativo, resulta lgico que ese principio general de la responsabilidad subjetiva o por culpabilidad se
aplique no slo al delito penal, sino que tambin al ilcito administrativo atendido que ambas categoras delictivas obedecen a la misma
303
naturaleza. A mayor abundamiento, cabe recordar que los delitos y cuasidelitos civiles, por regla general, tambin se estructuran sobre la base
de una responsabilidad subjetiva o por culpabilidad. Todo lo anterior
no es un azar; es la consecuencia ineludible de la forma de operar de
la persona humana mediante el ejercicio del libre albedro que radica en sus potencias superiores: intelecto y voluntad.
D.2.6. Situacin del principio nulla poena sine culpa en los injustos
monoplicos
D.2.6.1. Anlisis del tipo universal antimonoplico
En el caso del artculo tercero, inciso primero de la Ley Antimonopolio, que contempla el tipo universal del ilcito infraccional de monopolio, corresponde preguntarse si hay argumentos para sostener una
excepcin justificada a la concepcin dominante a nivel internacional y nacional de la escuela cuantitativa con su consecuente comunicacin de las garantas penales al ilcito contravencional, por una parte,
y si asimismo se perfila alguna excepcin al principio general de la
responsabilidad subjetiva o responsabilidad por culpabilidad que hemos comentado, por otra parte. Ni el tenor literal ni el espritu de
aquel tipo universal antimonoplico ni pasaje alguno del Decreto
Ley 211 llevan a excluir en su aplicacin al injusto monoplico las garantas construidas por el Derecho penal ni el principio de la responsabilidad por culpabilidad del ilcito contravencional monoplico; ms
aun no existe ninguna mencin o remisin a alguna presuncin de
culpabilidad, la que por mandato constitucional aceptada la comunidad de naturaleza entre el delito penal y el ilcito infraccional forzosamente habra de ser simplemente legal.275
Por el contrario, el artculo tercero, inciso segundo, del Decreto
Ley 211, cuyo objetivo es describir a ttulo meramente ejemplar conductas ofensivas de la libre competencia y, por esa va, auxiliar al intrprete ante la vaguedad del tipo antimonoplico universal, prescribe
en sus letras a) y c) los siguientes atentados a la libre competencia, en
los cuales se emplea el vocablo objeto con el propsito de dar cuenta
de una direccin subjetiva:
a) Los acuerdos expresos o tcitos entre agentes econmicos, o las prcticas concertadas entre ellos, que tengan por objeto fijar precios de venta o de
compra, limitar la produccin o asignarse zonas o cuotas de mercado, abusando del poder que dichos acuerdos o prcticas les confieran, y
275
304
276
Vase, BUERES, Alberto J., Objeto del Negocio Jurdico, pp. 44 y ss., Editorial
Hammurabi, Buenos Aires, 1998. Este autor analiza las diversas concepciones del objeto desde una perspectiva civil, distinguiendo quienes afirman que el objeto est constituido por las obligaciones emanadas del respectivo negocio jurdico; otros autores
estiman que el objeto se compone de dichas obligaciones, las prestaciones y los bienes
y los hechos a que se refieren aqullas, en tanto que otros conciben el objeto como el
contenido integral del acuerdo negocial.
277
Diccionario de la Lengua Espaola, tomo 7, p. 1087, Espasa-Calpe, vigsima
segunda edicin, Madrid, 2000.
278
Diccionario de la Lengua Espaola, tomo 1, p. 644, Espasa-Calpe, vigsima edicin, Madrid, 1984.
305
en la conducta realizada por el agente y desatender otros fines inatingentes que el sujeto activo se haya propuesto, aun cuando stos constaren en un documento u otro antecedente coetneo a la poca de
perpetracin de la conducta reprochada. Dado que los objetivos inatingentes son ajenos a la estructura de la conducta realizada, la exigencia de la faz subjetiva es excluirlos y, a diferencia, centrarse en si
la intencionalidad del agente gobern efectivamente, pudo haber razonablemente gobernado o no, o bien nunca gobern ni pudo haberlo
hecho, la determinacin de los contenidos del hecho, acto o convencin conculcadora de la libre competencia.
Creemos que en el contexto de este distingo entre objetivos inatingentes y fines correspondientes a la conducta efectuada, es donde
cobran sentido los fallos del Tribunal Antimonoplico que sentencian
que la argumentacin de la buena fe es improcedente; en efecto, nociones como la buena fe han de ser cotejadas con los fines asignados
por el sujeto activo a la conducta y no con ciertos objetivos inatingentes buscados por el agente. Puesto de otra forma, el objeto intencional por regla general se muestra por los contenidos del respectivo
hecho, acto o convencin y es coincidente con aqullos, salvo que se
acredite alguna forma de fuerza, error o dolo, u otro vicio que pudiese
explicar que tales contenidos no se corresponden con lo deliberado y
buscado por el agente. Una situacin de excepcin podra acontecer
si un competidor pequeo que participa en un mercado oligoplico
asimtrico es forzado por un competidor dominante a ingresar a una
colusin monoplica; si se demostrara que ha mediado fuerza aquel
competidor pequeo podra quedar exento de responsabilidad.
En nuestra opinin, lo esencial a la faz subjetiva del tipo universal
antimonoplico contemplado en el Decreto Ley 211, de 1973, es que
se reconozca que el ilcito monoplico requiere de dolo o culpa para
su perpetracin. De otra manera, responsabilizar a un sujeto de derecho por todos los efectos indirectos, imprevistos, concomitantes o sobrevinientes de un hecho, acto o convencin puede ser excesivo,
puesto que, hasta cundo y dnde alcanza la responsabilidad monoplica? Es sabido que la determinacin de un mercado relevante y su
interrelacin con otros mercados por la va de productos sustitutos,
de la integracin vertical u horizontal, etc., es difcil en su anlisis incluso para aquellos que operan en los rubros respectivos y que, por
tanto, en teora disponen de informacin adecuada. Si se prescinde
del dolo o la culpa, o si se prefiere, de la previsibilidad razonable como
elemento esencial de la faz subjetiva tpica, se caera en ilcitos praeterintencionales o, peor an, en variantes de la responsabilidad objetiva,
cuya aplicacin en el mbito administrativo sancionatorio acarreara
enormes injusticias.
308
co. Ms aun, pretender que las conductas monoplicas pueden prescindir de culpabilidad (dolo y culpa) entrara en colisin con la circunstancia de que ya existe jurisprudencia civil segn la cual se ha
configurado un ilcito civil sobre la base de un ilcito monoplico.
D.2.6.3. Derecho comparado
El Derecho comparado no es ajeno a este discurrir. As, la reciente
reforma a la legislacin austraca antimonopolio que entr en vigor
el 1 de julio de 2002 (Federal Law Gazette, BGBI I 2002/62) y que
recoge una alta influencia de las normas de la Comunidad Econmica Europea y de la legislacin anticartel alemana considera que, para
la determinacin de la cuanta de las multas que han de aplicarse por
la comisin de injustos monoplicos, ha de establecerse la gravedad
de la culpa del autor.279
D.2.6.4. Jurisprudencia nacional antimonoplica
Expuesto lo anterior no queda ms que preguntarse: por qu se ha
difundido la idea de que el Decreto Ley 211, de 1973, opera bajo un
sistema de responsabilidad objetiva? La nica explicacin es la vacilante y a veces contradictoria jurisprudencia de la antigua Comisin
Resolutiva, la cual fue a veces construida para justificar la opinin de
que el delito penal de monopolio tena una diversa naturaleza del ilcito administrativo de monopolio en seguimiento de la abandonada
escuela cualitativa.
Respecto de estos fundamentales aspectos, hemos agrupado algunas sentencias que validan la comn naturaleza entre el delito penal
y el ilcito administrativo de monopolio, en contraste con otras resoluciones que niegan tal comunidad de naturaleza, aceptando por tanto la posibilidad de responsabilidad objetiva en el ilcito administrativo
de monopolio. Sin embargo, antes de entrar en ello conviene recordar lo resuelto por nuestro Tribunal Constitucional, Sentencia Rol
N 244, considerando 9, del 26 de agosto de 1996, que seala:
Que, los principios inspiradores del orden penal contemplados
en la Constitucin Poltica de la Repblica han de aplicarse, por regla general, al derecho administrativo sancionador, puesto que ambos
son manifestaciones del ius puniendi propio del Estado.
Sobre el particular no cabe duda que los injustos monoplicos pertenecen al gnero de los ilcitos administrativos y como tales son manifestacin del ius puniendi reservado a la autoridad pblica.
279
310
311
aunque no la estructura de las respectivas faces subjetivas, queda claramente demostrada por el siguiente considerando:
Que la intencin dolosa, cuya consecuencia niega el denunciado, constituye un elemento propio del delito penal, complejo jurdico cuyo juzgamiento no es de la competencia de esta Comisin. En
casos de particular gravedad, esta Comisin remite a la justicia ordinaria, mediante el ejercicio de la accin penal, que ordena al Fiscal la
pesquisa y sancin del delito de monopolio, mediante el proceso penal, por el cual la jurisdiccin se pronuncia sobre todos los extremos
del complejo jurdico penal que es el delito. Antes de aquella instancia, la accin de los organismos especiales creados por el Decreto
Ley 211, de 1973, no requiere, como antecedente necesario, la existencia de un delito penal, propiamente tal, de monopolio, y ni siquiera, a veces, la afirmacin de tal existencia. Basta para justificar esa
accin, la mera afirmacin de un hecho que revista los caracteres tpicos de tal figura legal y, aun, la posibilidad de su comisin u ocurrencia; y sin perseguir, necesariamente, confirmar aquella afirmacin
o la efectiva realizacin del evento provisto.281
La sentencia transcrita, en nuestra opinin, da cuenta de una transicin desde la escuela cualitativa hacia la escuela cuantitativa, puesto
que se acepta explcitamente la comn naturaleza entre el antiguo
delito penal de monopolio y el ilcito contravencional de monopolio.
En efecto, se destaca que slo los separa la gravedad que exhiba una
conducta y es en funcin de aquella ofensividad para la libre competencia que la Comisin Resolutiva haba de decidir si ordenaba el ejercicio de la accin penal respectiva o no. Lamentablemente, esta
adhesin a la escuela cuantitativa no es total, puesto que se rechaza la
ausencia del dolo como elemento exculpante, quedando oculto si ese
rechazo se extiende a toda forma de responsabilidad subjetiva en relacin con el ilcito contravencional de monopolio o no.
De los considerandos antes citados se conclua que el Tribunal Antimonoplico ha estimado que debe atenderse a la culpabilidad (dolo
o culpa) a efectos de determinar la faz subjetiva del tipo universal antimonoplico contemplado en el Decreto Ley 211. Con todo, el criterio anteriormente expuesto no siempre resulta adoptado, segn lo
demuestran los siguientes considerandos.
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285
314
De lo expuesto se sigue que el Tribunal Antimonoplico no podr demorar irrazonablemente la notificacin o publicacin de la nueva calificacin de una materia consultada, sea que esta recalificacin
declare dicha materia libre de responsabilidad monoplica o sea que
esta recalificacin disponga que lo consultado constituye un atentado
contra la libre competencia. En efecto, si acontece lo primero la declaracin de inexistencia de responsabilidad monoplica el Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia debe comunicarlo a la brevedad,
puesto que durante el tiempo que irrazonablemente demore en hacerlo se halla sustrayendo indebidamente una actividad econmica del
mbito de lo lcito, con lo cual dicho tribunal vulnera la garanta constitucional del derecho a desarrollar cualquier actividad econmica
(art. 19, N 21 de la Constitucin Poltica de la Repblica) y lo que es
ms grave, desde la ptica del Decreto Ley 211 conculca el bien jurdico tutelado por este cuerpo normativo: la libre competencia.
Por contraste, toda dilacin injustificada en comunicar que la materia consultada ha sido recalificada, en el sentido de constituir un
atentado contra la libre competencia, hace responsable al Tribunal
Antimonoplico de todas las lesiones o riesgos que a dicho bien jurdico se sigan de las conductas objeto de tal recalificacin durante el
tiempo que media entre la recalificacin y su notificacin. En consecuencia, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia deber ser
tremendamente expedito en sus notificaciones o publicaciones y, con
mayor razn, deber ser sumamente gil en la absolucin de las consultas y en la recalificacin de las materias consultadas, cuando ello
resulte procedente.
E.2. Actos o contratos necesarios para la estabilidad o desarrollo de las
inversiones nacionales o en los que sean parte ciertas instituciones
Adicionalmente, el antiguo texto del Decreto Ley 211 contemplaba una
causal de justificacin hoy derogada que se hallaba contenida en el
inciso tercero del artculo cuarto originario del Decreto Ley 211, disposicin que prescriba as: No obstante y siempre que el inters nacional lo
exija, se podr autorizar por decreto supremo fundado y previo informe favorable de la Comisin Resolutiva que se establece en la presente ley, la celebracin
o el mantenimiento de aquellos actos o contratos que, referidos en los artculos
precedentes, sean sin embargo necesarios para la estabilidad o desarrollo de las
inversiones nacionales o se trate de actos o contratos en que sea parte alguna
de las instituciones sealadas en los incisos primero y segundo del art. 16 de
la Ley 10.336.
Los artculos precedentes a los cuales remite este precepto son el
antiguo artculo primero del Decreto Ley 211, que contena el tipo
318
penal-administrativo antimonoplico ya comentado, y el antiguo artculo segundo de ese mismo cuerpo normativo, que pretenda complementar o ilustrar por va ejemplar dicho tipo.
En virtud de esta antigua causal de justificacin poda removerse la antijuridicidad de una conducta tpica y as sacrificar en alguna medida el riesgo o el detrimento que podra haber amagado o
derechamente haber lesionado la libre competencia en aras de una
consideracin jurdica superior, que en el texto apareca formulada
en funcin del bien comn econmico. Esta causal de justificacin
se inscriba dentro de un grupo de causales que buscaban resolver
conflictos entre dos o ms bienes jurdicos protegidos por la va de
reconocer preeminencia a aquel a que se refiere la respectiva causal
de justificacin, pero se entregaba tal potestad de resolucin de este
conflicto entre bienes jurdicos a ciertas autoridades pblicas que
haban de intervenir caso a caso, autorizando o desestimando la realizacin de una conducta tpica.
Las autoridades que haban de intervenir en la remocin de la antijuridicidad que emanara de la conducta tpica monoplica eran el
Presidente de la Repblica, el cual deba emitir un decreto supremo
fundado, que era la formalidad autorizante para celebrar o mantener
determinados actos o contratos lesivos o riesgosos para la libre competencia. Dicho decreto supremo deba ser fundado, esto es, deba
contener las consideraciones y razones entre las cuales haba de contemplarse el que ello fuera una exigencia del inters nacional o, mejor formulado, del bien comn poltico que le servan de fundamento.
Previo a lo anterior, era necesaria la emisin por parte de la Comisin Resolutiva hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia de un informe favorable sobre el respectivo acto o contrato. En
otras palabras, el Presidente de la Repblica poda siempre denegar
la autorizacin solicitada, pero nunca poda concederla sin haber mediado el referido informe favorable de la Comisin Resolutiva.
Lo autorizado haba de ser la celebracin o el mantenimiento de
actos o contratos que i) fueran necesarios para la estabilidad o desarrollo de las inversiones nacionales o bien, ii) se tratara de actos o contratos en que fuera parte alguna de las instituciones sealadas en los
incisos primero y segundo del art. 16 de la Ley 10.336. Tales instituciones son personas jurdicas de Derecho pblico o empresas estatales; as, se mencionaban los servicios, instituciones fiscales, semifiscales,
organismos autnomos, empresas del Estado y, en general, todos los
servicios pblicos creados por ley. Tambin se incluan expresamente
empresas, sociedades o entidades pblicas o privadas en que el Estado o sus empresas, sociedades o instituciones centralizadas o descentralizadas tuviesen aportes de capital mayoritario o en igual proporcin,
319
286
320
321
288
As, ROXIN, Claus, Iniciacin al derecho penal de hoy, parte 1, sec. 2, II, pp. 56 y ss.,
Universidad de Sevilla, 1981. Roxin intenta salvar la procedencia de las penas, sealando que stas han de hallarse limitadas por la culpabilidad, cumpliendo as sta una
importante funcin liberal al impedir que el inters general en un tratamiento de adaptacin social o en un internamiento cautelar se sobreponga al inters de la libertad
del delincuente sin tener en cuenta su culpabilidad. Sin embargo, afirma luego este
autor: Tras esta aclaracin se puede tambin considerar irrelevante para el Derecho
penal la disputa en torno a la libertad de la voluntad. Es evidente que la libertad de la
voluntad no se puede demostrar desde el punto de vista de una teora del conocimiento
ni tampoco desde uno cientfico natural.
289
Un completo recuento de las visiones crticas que diversos penalistas nacionales tienen sobre estos argumentos contrarios al libre albedro y a la culpabilidad, crticas que compartimos, se encuentra en K NSEMLLER LOEBENFELDER , Carlos,
Culpabilidad y pena, cap. III, pp. 87-205, Editorial Jurdica de Chile, Santiago de Chile,
2001.
323
ROXIN, Claus, Iniciacin al derecho penal de hoy, parte 2, III, pp. 145 y 146, Universidad de Sevilla, 1981. Esa forma de entender la culpabilidad es independiente de
324
325
PO XII, El Derecho Penal Internacional, discurso al VI Congreso Internacional de Derecho Penal, celebrado en Roma, 3 de octubre de 1953, AAS 45 (1953)
730-744, en Doctrina Pontificia, tomo V, Documentos Jurdicos, pp. 413 y 414, Ediciones BAC, 1960.
292
DAZ PALOS, Fernando, Teora general de la imputabilidad, pp. 85 y ss., Editorial
Bosch, Barcelona, 1965.
326
objeto (la desaprobacin de la determinacin de la voluntad). La teora final de la accin asign al dolo, que con esto haba quedado como
aptrida, su lugar adecuado (como especie de la voluntad final de la
accin) en el tipo subjetivo de los delitos dolosos y estableci tambin desde la teora de la culpabilidad la situacin a que ya haba
llegado el propio desarrollo de la teora de lo injusto. (...) As como
Frank al final (1931) la vincul a la libertad (antes del S 51 m), la teora finalista de la accin, continuando una larga tradicin jurdica y
filosfica, la determin como el poder en lugar de ello de la persona respecto de la estructuracin antijurdica de la voluntad.293
Ello presupone que el autor se hallaba en pleno uso de sus facultades intelectiva y volitiva para conocer la norma y motivarse a cumplir con la prohibicin o imperativo contenida en sta y que, no
obstante conocer o deber reconocer la tipicidad y antijuridicidad de
su conducta, realiz esta ltima. Como acertadamente describe Po XII:
El camino de la culpa, por tanto, es ste: el espritu del hombre se
halla en esta postura: ante un hacer o un omitir que se le presenta
como algo simplemente obligatorio, como un absoluto t debes (le
urge), una exigencia incondicional de pronunciarse con determinacin personal. El hombre rehsa obedecer a esta exigencia: rechaza
el bien, abraza el mal. A la resolucin interna, cuando no acaba en s
misma, sigue la accin externa. De esta suerte, el acto culpable queda
completado en sus elementos interno y externo.294
Antes que el importante principio del nulla poena sine lege, se encuentra el anterior y preeminente ninguna pena sin culpa, lo que
significa que slo a una accin propiamente humana por tanto deliberada contraria a derecho, puede seguir una pena.295 Este principio, que muestra la trascendencia de la culpabilidad en el orden
jurdico, ha sido desarrollado en el captulo relativo a la faz subjetiva
del ilcito administrativo de monopolio.
G. MBITO DE APLICACIN DEL TIPO UNIVERSAL ANTIMONOPLICO
Conceptualmente, cabe referirse al mbito de aplicacin del Decreto
Ley 211 y, particularmente, al tipo universal antimonoplico conteni293
WELSEL, Hans, Derecho penal alemn, pp. 199 y 200, Editorial Jurdica de Chile,
1976.
294
PO XII, La culpa y la pena en sus mutuas conexiones, discurso al VI Congreso Nacional de la Unin de Juristas Catlicos Italianos, 5 de diciembre de 1954 y 25
de febrero de 1955, AAS 47 (1955) 60-85, en Doctrina Pontificia, tomo V, Documentos
Jurdicos, p. 498, Ediciones BAC, 1960.
295
Para un anlisis tico-jurdico de este principio, vase FRIDOLIN UTZ, Arthur, tica social, tomo II, Filosofa del Derecho, pp. 206 y ss., Editorial Herder, Barcelona, 1965.
327
296
VIGO (H.), Rodolfo L., Las causas del derecho, pp. 56-72, Editorial Abeledo-Perrot, Buenos Aires, Argentina, 1983.
297
Un buen ejemplo de recepcin positiva de este principio lo constituye el art. 913
del Cdigo Civil argentino que dispone: Ningn hecho tendr el carcter de voluntario, sin un hecho exterior por el cual la voluntad se manifieste.
328
Debe tenerse presente que en la realidad, por regla general, existe una perfecta unidad entre la conducta exterior desarrollada por una
persona y la finalidad inmediata que gua dicha conducta. En otros
trminos, tratndose de situaciones y personas normales hay coherencia entre la decisin adoptada y la ejecucin de la conducta decidida.
As, lo anmalo ser que se ejecute una conducta respecto de la cual
ha faltado decisin de ejecutarla o bien que mediando una decisin
de inmediata ejecucin de una conducta, sta no pueda ser llevada al
plano del obrar. Estas anomalas podrn hallar su causa en una situacin interna de la persona, segn la cual las potencias superiores de
la misma intelecto y voluntad se hallen perturbadas en trminos permanentes u ocasionales, o bien en una situacin externa a la persona, como puede acontecer con la fuerza fsica (vis absoluta) o la fuerza
moral o amenaza de un grave mal.
Adicionalmente a las notas anteriores, el Derecho exige alteridad.
La alteridad demanda diversidad de sujetos, puesto que tal como ensea Aristteles no es posible ser injusto consigo mismo porque por
necesidad lo justo y lo injusto requieren ms de una persona.298 En
efecto, esta alteridad es consecuencia de que la relacin jurdica no
se agota en una sola persona, sino que trasciende a sta y la pone en
contacto con otras personas humanas, sea que stas operen directamente o bien a travs de personas jurdicas.
La relacin jurdica presupone pluralidad de sujetos, puesto que
aqulla pone en contacto un acreedor de la prestacin justa con un
deudor de la misma y como nadie puede ser acreedor y deudor de s
mismo por lo justo debido, arribamos a que toda relacin de justicia
ha de vincular pluralidad de personas.
No nos detendremos a analizar el alcance de lo justo por exceder el propsito de este estudio. Slo advertir que lo justo es aquello
debido, esto es, el trmino u objeto de la relacin jurdica. Lo justo
es la prestacin, sea que sta consista en una accin u omisin, que
acabe en una cosa material (v. gr., entrega de una casa) o una inmaterial (v. gr., una retractacin pblica una vez que se ha ofendido la
honra de otro), y si tal prestacin es debida a alguien es porque aquello en que consiste la prestacin es suyo es de ese alguien acreedor. Lo suyo, lo propio y lo debido aparecen, en este contexto,
empleados en un sentido trascendente al trmino positivo propiedad, mbito este ltimo donde hallamos contraposicin entre derecho real y derecho personal. Por ello, se cumple con el Derecho toda
298
ARISTTELES , tica nicomquea, Libro V, cap. 11, 1138a, p. 267, Editorial Gredos, Madrid, Espaa, 2000.
329
331
332
El lucro es de la esencia del comercio y lo distingue de otras formas de intermediacin que pueden realizarse con otros propsitos;
por ejemplo, comprar para donar, u otras frmulas destinadas a practicar la caridad.
En cuanto a los bienes ofertados en el mercado, debe observarse
que existe una distincin de antigua data entre comercio e industria,
no obstante que desde la ptica de la Economa Poltica el comercio
es una rama de la industria. Al analizar Domingo de Soto302 el comercio se refiere a dos clases de negocios: comercio e industria, radicando la distincin entre uno y otro en el hecho que en el primero hay
simple intermediacin, en tanto que en la industria hay, adicionalmente, transformacin del bien intermediado; por ello concluye el telogo jurista sealando que la industria es, en verdad, un arte mecnico.
Esta distincin ha sido recepcionada por el Derecho chileno en antiguas normas legales303 y en algunas sentencias judiciales,304 pero como
observaremos en las prximas lneas esa distincin carece de relevancia para efectos antimonoplicos.
El distingo entre comercio e industria no se muestra de inters
para efectos del moderno derecho de la libre competencia305 ni ha demostrado utilidad desde la perspectiva de los antiguos preceptos que
han proscrito los monopolios.306 Prueba de lo anterior es que las le302
SOTO, Domingo de, De la justicia y del derecho, tomo III, Libro IV, Cuestin II,
art. 2, p. 544, Editorial Instituto de Estudios Polticos, Madrid, 1968.
303
Decreto N 194, de 20 de febrero de 1954, emanado del Ministerio de Economa de Chile: Industria es el conjunto de actividades desarrolladas en fbricas, plantas o talleres destinados a la elaboracin, reparacin, conservacin, transformacin,
armadura, confeccin, envasamiento de sustancias, productos o artculos, en estado
natural o ya elaborados o para la prestacin de servicios, tales como moliendas, tintoreras, acabados o terminacin de artculos.
304
A modo de ejemplo, vase Commercial Investment Co. Ltd. of Chile con Herrera. Corte de Apelaciones de Talca, 26 de enero de 1931, Considerandos 11 y 12.
305
Cabe recordar que la interpretacin inicial de la Sherman Act de los Estados
Unidos de Amrica (1890), efectuada por los tribunales de justicia, estableci errneamente que el comercio viene a continuacin de la fabricacin y no es una parte
de sta, por lo cual ciertas restricciones que afectaban la libertad en la industria manufacturera de bienes no quedaron comprendidas bajo el mbito de aplicacin de dicha ley al categorizarse como industria y no corresponderse con la voz comercio
(United States vs. E.C. Knight, 1895). Dos aos ms tarde, los tribunales de justicia
reemplazaron esta definicin restrictiva de comercio por una ms amplia que inclua
la industria y las dems fases productivas de la actividad econmica (United States vs.
Trans-Missouri Freight Association).
306
Existe una larga tradicin en este sentido, que est descrita por DOMNGUEZ
VICENTE, Joseph Manuel, Curia filpica, tomo II, cap. I, N 38, p. 15, Madrid, 1790. Dicha tradicin remite a las Leyes de la Recopilacin (Lex 5, Tt. 8, lib. 9 Recop.) y a las
Siete Partidas (Lex 2, Tt. 7, part. 5).
333
gislaciones antimonopolios promulgadas en Chile hacen, invariablemente, remisin a las actividades del comercio y de la industria en el
sentido de constituir todas ellas mbito de aplicacin de sus preceptos.307 Ms an, el Decreto Ley 211, de 1973, que contiene el principal cuerpo normativo vigente en Chile para la Defensa de la Libre
Competencia, se encarg de mencionar expresamente, en su antiguo
artculo cuarto, inciso primero hoy modificado en su redaccin que
aqul rega sobre las actividades comerciales e industriales, advirtiendo que tambin se aplicaba a las labores extractivas y de servicios. De
esta forma, se haba buscado disipar toda duda acerca de que tanto
las actividades comerciales como las industriales quedaban capturadas
por el Decreto Ley 211, de 1973.
Es preciso consignar que el Derecho suele emplear una acepcin
demasiado amplia y otra demasiado estricta de comercio, ninguna de
las cuales resulta apropiada para una adecuada conceptualizacin de
la voz comercio empleada en las legislaciones antimonopolio para
describir su mbito material.
Se presenta demasiado lata para fines antimonoplicos, aquella
acepcin donde el trmino comercio alcanza su significacin tpicamente romana: la comerciabilidad designa bienes que pueden ser objeto de relaciones jurdicas privadas y, por tanto, comercio significa el
conjunto de actividades referidas a bienes susceptibles de ser objeto
de ciertas operaciones jurdicas.308 Esta acepcin peca por exceso para
efectos de la libre competencia, puesto que comprende operaciones
lucrativas y no lucrativas, en circunstancias que slo las primeras interesan al Derecho de monopolios.
A diferencia, aparece como demasiado estricta aquella acepcin
de comercio que utiliza el Derecho, bajo la cual dicho vocablo es entendido como la actividad del intermediador, esto es, el conjunto de
actividades que causan la circulacin de los bienes entre productores
y consumidores; de all que en la actividad comercial as entendida
no participan ni productores ni consumidores. Esta acepcin se presenta pecando por defecto para las necesidades antimonoplicas, puesto que excluye segmentos relevantes de la actividad econmica que,
naturalmente, deben quedar alcanzados por una legislacin tutelar de
la libre competencia. En efecto, sta comprende todas las fases productivas: desde la produccin hasta el consumo.
307
Art. 172, inc. 1, de la Ley 13.305 (1959) y antiguo art. 4, inc. 1, del Decreto
Ley 211 (1973), que estuvo en vigor hasta la reforma efectuada por la Ley 19.911, la
cual fue publicada en el Diario Oficial con fecha 14 de noviembre de 2003.
308
GUYENOT, Jean, Derecho comercial, vol. I, pp. 27-28, Ediciones Jurdicas EuropaAmrica, Buenos Aires, 1975.
334
309
335
res antimonoplicos del siglo XX a la bsqueda de mejores definiciones del mbito de la actividad humana exteriorizada y dotada de alteridad en funcin de lo justo, que haba de ser juzgada para la
preservacin de la libre competencia. Una solucin fue acudir a la nocin de actividad econmica que, si bien superaba los problemas planteados por la voz comercio, introduca nuevas dudas acerca de los
lmites de lo econmico y convocaba a los filsofos de la economa a
un debate que, esta vez, poda tener ramificaciones prcticas muy inmediatas.
No ha escapado a este proceso el cuerpo normativo antimonoplico chileno contenido en el Decreto Ley 211, de 1973, segn pasamos a explicar.
Recordemos que el antiguo artculo primero del Decreto Ley 211,
que contena el tipo universal antimonoplico, precisaba en su segunda parte el mbito material del mismo. Dispona este antiguo artculo
primero: El que ejecute o celebre, individual o colectivamente, cualquier hecho, acto o convencin que tienda a impedir la libre competencia dentro del
pas en las actividades econmicas, tanto en las de carcter interno como
en las relativas al comercio exterior, ser penado con presidio menor en cualquiera de sus grados (El destacado es nuestro).
La frase actividades econmicas, haba sido ejemplificada por el
legislador a travs del antiguo artculo cuarto, cuyo inciso primero aluda al ejercicio de actividades econmicas tales como las actividades
extractivas, de produccin o industriales y de distribucin o comercio
en sentido estricto, as como las de servicios.
Como es sabido, el antiguo artculo primero y el antiguo artculo
cuarto han sido derogados y el tipo universal antimonoplico ha sido
relocalizado en un nuevo artculo tercero del Decreto Ley 211. Esta
nueva versin del tipo universal antimonoplico no contiene referencia alguna al mbito material y si se revisa el Decreto Ley 211 reformado se observar que existe una alusin a dicho mbito en el nuevo
artculo primero de dicho cuerpo normativo. En su nueva y vigente
versin, el artculo primero del Decreto Ley 211 producto de la reforma publicada en el Diario Oficial el 14 de noviembre de 2003 mantiene la alusin a las actividades econmicas, aunque con la precisin
de que lo tutelado es la libre competencia en los mercados. Prescribe
dicho artculo primero: Art. 1. La presente ley tiene por objeto promover y
defender la libre competencia en los mercados.
Los atentados contra la libre competencia en las actividades econmicas
sern corregidos, prohibidos o reprimidos en la forma y con las sanciones previstas en esta ley.
En efecto, lo tutelado es la libre competencia en los mercados y
en las actividades econmicas. De lo que se sigue que el mbito ma336
terial del Decreto Ley 211 consiste en aquellas actividades econmicas que se desarrollan a travs de los intercambios que tienen lugar
en los mercados.
Surge, entonces, la necesidad de investigar, en primer lugar, la nocin de actividades econmicas a fin de considerar los riesgos y ambivalencias que puede acarrear esta nueva frmula en la determinacin
del mbito material o causa material especificadora de lo antimonoplico.
Las referidas actividades econmicas, en una acepcin lata, pueden ser conceptualizadas como las correspondientes a aquellas actividades propiamente humanas es decir, guiadas por intelecto y
voluntad que realizan personas, naturales o jurdicas, sobre bienes
exteriores en busca de la apropiacin o utilizacin de los mismos, con
el objeto de resolver el problema de la escasez, esto es, aquel que busca dar satisfaccin a necesidades ilimitadas con recursos escasos. Estas actividades recaen sobre ciertos bienes exteriores al hombre, los
que suelen recibir el adjetivo de econmicos en consideracin a su
escasez y a los cuales destinaremos el acpite siguiente. Tales recursos
escasos han de ser adecuados para alcanzar el fin buscado, esto es, colmar ciertas necesidades determinadas por la persona como prioritarias en su satisfaccin. Adicionalmente, tales recursos adems de
adecuados han de encontrarse bajo el dominio o control de quien los
pretende emplear; de otra forma, no se podr contar con ellos.
Quizs una de las ms agudas definiciones de actividad econmica es la que seala que sta corresponde a toda actividad humana que
modifica el conjunto de medios tiles y escasos a disposicin de un
sujeto (individuo o grupo social) para los fines de la vida.311
As, la actividad econmica en cuanto estudiada y sistematizada por
la Economa,312 da lugar a la eficacia econmica, esto es, la eficacia
con que se logra una mayor utilidad con un menor esfuerzo.313 En
nuestra opinin, ms preciso resulta afirmar que la eficacia econmica consiste en alcanzar la mayor productividad con el insumo de los
311
VALSECCHI, Francisco, Qu es la economa?, p. 16, Ediciones Macchi, vigsima
edicin, Buenos Aires, 1996.
312
La Ciencia Econmica es en parte terica, en parte prctica y en parte productiva, segn explica CRAVERO, Jos M. J., El tomismo en la filosofa contempornea de la
economa, pp. 65 y ss., Ediciones de la Universidad Catlica argentina, Buenos Aires,
1997.
En nuestro concepto, la actividad econmica de que se ocupa el Decreto Ley 211
es de orden productivo en cuanto se dedica a comprender y dirigir las actividades de
produccin, comercializacin y consumo de bienes y servicios econmicos.
313
MEINVIELLE, Julio, Conceptos fundamentales de la economa, p. 23, Editorial Nuestro Tiempo, Buenos Aires, 1953.
337
314
Adhiere a esta posicin RPKE, Wilhelm, Ms all de la oferta y la demanda, p. 327,
Fomento de Cultura Ediciones, Valencia, 1960, quien afirma: ...la economa no es,
desde luego, una ciencia natural (science, en el sentido francs y anglosajn), sino una
ciencia del espritu, y como tal moral science, ha de ocuparse del hombre como un ser
moral y espiritual (...) puesto que trata de un objeto, la economa de mercado, que
objetiviza hasta tal punto lo subjetivo, que podemos emplear mtodos extraos a las
dems ciencias espirituales.
315
MEINVIELLE, Julio, Conceptos fundamentales de la economa, pp. 28 y ss., Editorial
Nuestro Tiempo, Buenos Aires, 1953.
316
ROBBINS, Lionel C., The nature and significance of economic science, London,
Macmillan & Co., 1932. En el mismo sentido, formula en el ao 1871 una descripcin
del objeto de la economa, MENGER , Karl, Principios de economa poltica, p. 84, Unin
Editorial, Madrid, 1983.
339
317
AQUINO, Santo Toms de, Suma contra los gentiles, Libro III, cap. II, 5, p. 292,
Editorial Porra, Mxico, 1991: Todo agente o acta por naturaleza, o por entendimiento. Ninguna duda hay en los agentes que actan por entendimiento de que lo
hagan por un fin, pues al actuar preconciben por su inteligencia lo que han de conseguir mediante la accin, ya que esto significa obrar por entendimiento. Y como en un
entendimiento que preconcibe las cosas existe la semejanza del objeto a la que se ha
de llegar mediante las acciones inteligentes, as tambin en el agente natural preexiste la semejanza de un efecto natural, que determina la accin necesaria para tal efecto; as el fuego genera fuego, y la oliva otra oliva.
340
318
VON MISES, Ludwing, Socialism, pp. 95-96, Liberty Fund, Indianpolis, 1992: All
theoretical inquiries those of the classical economists, equally with those of the moderns start from the economic principle. Yet, as was necessarily soon perceived, this
provides no basis for clearly defining the subject matter of economics. The economic
principle is a general principle of rational action, and not a specific principle of such
action as forms the subject of economic inquiry. The economic principle directs all
rational action, all action capable of becoming the subject matter of a science. It seemed absolutely unserviceable for separating the economic from the non-economic,
so far as the traditional economic problems were concerned. Sin embargo, el propio
Von Mises, algunas pginas ms adelante (pp. 107 y ss.), reconoce la necesidad de dar
con un concepto estricto de economa, concluyendo: The sphere of the purely economic is nothing more and nothing less than the sphere of money calculation.
319
COASE, R. H., Economics and contiguous disciplines, en Essays on economics
and economists, The University of Chicago Press, Chicago and London, 1994.
320
MILLN PUELLES, Antonio, Economa y libertad, p. 142, Conf. Espaola Cajas de
Ahorro, Madrid, 1974.
341
En efecto, la primera consideracin es que el Derecho exige alteridad, esto es, que haya diversidad de personas; con ello quedan excluidas las actividades econmicas de autosustento, en las cuales no
existe intercambio.321 As, slo son relevantes al Derecho los intercambios respecto de bienes escasos, externos y que exhiban algn grado
de mensurabilidad.
La consideracin siguiente es que reconocindose la necesidad de
que haya intercambio, ste d lugar a mercados en un sentido econmico, porque slo donde hay mercados ha de tutelarse la libre competencia, segn lo ordena expresamente el Decreto Ley 211.322
As, tal como ya lo advertamos al comparar el mbito material de
la garanta del art. 19, N 21, inciso primero de la Constitucin Poltica de la Repblica y del Decreto Ley 211, este ltimo no se refiere a
cualquier actividad econmica, sino que slo a aquellas que se caracterizan por la competencia, esto es, que exista intercambio y trfico y
no mero consumo para la autosubsistencia. As, la libre competencia
tiene por mbito material slo una modalidad de actividades econmicas: aquellas que se refieren al intercambio de bienes, en tanto se
realice a travs de los mercados. De esto se sigue que los bienes que
no pueden ser comercializados o intercambiados en trminos absolutos, tampoco podrn ser objeto de tutela por el derecho de la libre
competencia.323
La nocin de mercado exige un intercambio habitual o dotado
de cierta permanencia en el tiempo, esto es, un mbito ideal o fsico
en el cual interactan con cierta habitualidad la oferta y la demanda
por uno o ms bienes especficos. En este sentido, es correcto afirmar
que existen ciertos servicios o bienes respecto de los cuales no existe
mercado en un determinado pas o regin, lo cual no significa que
nunca nadie haya demandado tales servicios o bienes, sino que si ello
ocurre, acontece muy espordicamente, no dando lugar a una demanda y oferta habitual o ms o menos permanente y, por tanto, no procede hablar de mercado en un sentido estricto. La exigencia de que
321
Vase, a modo de ejemplo, Resoluciones Nos 6, 67, 137, 251 y 276, emitidas por
la Comisin Resolutiva.
322
Art. 1, inciso primero, del Decreto Ley 211: La presente ley tiene por objeto
promover y defender la libre competencia en los mercados.
323
Esta imposibilidad de comerciabilidad (res extra-commercium) afecta a ciertos bienes que no pueden ser objeto de relaciones jurdicas privadas, sea por su naturaleza o
bien por su destino, segn se encarga de recordarlo el art. 1464, N 1 del Cdigo Civil
chileno. Ciertos derechos polticos y atributos de la personalidad no admiten comerciabilidad, v. gr., el derecho a voto o el derecho a la vida (este ltimo se halla mal formulado, puesto que es, en realidad, el derecho a que me respeten la vida que ya tengo).
No debe confundirse la incomerciabilidad con la inalienabilidad de un bien.
342
324
SAN ISIDORO DE SEVILLA, Etimologas, tomo I, Libro V, 25, 35, p. 527, Editorial
BAC, Madrid, 1993.
325
Vase Resolucin N 278, emitida por Comisin Resolutiva.
343
la actividad deportiva, escapan a las facultades que la legislacin antimonoplica entrega al conocimiento y resolucin de esta Comisin,
sin perjuicio de las acciones que puedan formularse ante otros organismos e instancias con competencia suficiente.
Esta precisin efectuada por la propia autoridad antimonoplica
es sumamente ilustrativa, puesto que conduce a la conclusin de que
la frase actividades econmicas no debe interpretarse en un sentido
lato alusivo al problema econmico, sino que en la acepcin estricta
que anteriormente indicramos, segn la cual significa conductas
orientadas a la produccin y comercializacin de bienes y servicios.
De haberse adoptado la significacin amplia de lo econmico, no habra sido posible excluir materias de orden laboral y de regulacin y
disciplina de la actividad deportiva. Sin embargo, surge la razonable
duda de si el problema laboral descrito por el denunciante en la causa antes indicada no sera un asunto de abuso de posicin monoplica;
parecera, por los antecedentes analizados por el Tribunal Antimonoplico, que los cargos manifestados por el denunciante no guardaban
relacin con un problema de competencia en la oferta y demanda
de servicios deportivos, sino antes bien es un asunto estrictamente
laboral.
Otro pronunciamiento de inters en virtud del cual la Honorable
Comisin Preventiva Central organismo antimonoplico de naturaleza administrativa que hoy se encuentra derogado emiti un dictamen, segn el cual pretendi deslindar materias de competencia de
los organismos antimonoplicos y asuntos que se hallan entregados a
los tribunales ordinarios de justicia, fue aquel en que seal:
3. ...concluyendo que de ellos [autos] se desprende inequvocamente que la denuncia carece de fundamento, por cuanto, con las respuestas de las denunciadas y documentos acompaados por ellas,
queda en claro que la demora en la negociacin y en celebrar el contrato materia de la denuncia se debi al necesario saneamiento de los
ttulos, para poder efectuar la venta, ya que de no mediar los pagos
aludidos, habra habido objeto ilcito en la venta.
4. Esta Comisin concuerda con la opinin del Fiscal Nacional Econmico y estima que el entorpecimiento de la libertad contractual alegado por las denunciantes, no es materia de su competencia, ya que
corresponde a los tribunales ordinarios de justicia, de acuerdo con lo
prescrito en el art. 1451 del Cdigo Civil.326
En el caso transcrito, la H. Comisin Preventiva Central estim que
el asunto objeto de la denuncia que fue puesto en su conocimiento
326
344
lado de la oferta, puesto que ello es factible al no existir otro competidor; sin embargo, puede acontecer que el monopolista puro intente
abusar y ese abuso constituya un atentado contra la libre competencia. De all que el Decreto Ley 211 resulte perfectamente aplicable a
las industrias reguladas y a aquellas en las cuales existan monopolios
naturales.
G.1.3. Los bienes econmicos y los mercados relevantes
Los entes o cosas existentes slo pueden ser calificados de bienes en
tanto que sean apetecidos. Si el apetente es humano, el ente apetecido podr ser calificado de bien humano. El bien humano tiene la propiedad de satisfacer una necesidad humana y, por tanto, el apetente
ha de desarrollar la actividad necesaria para alcanzarlo y as dar satisfaccin a su necesidad. En este proceso puede ocurrir que lo apetecido
resulte inadecuado, total o parcialmente, para satisfacer la necesidad
experimentada por el apetente y, por tanto, es posible que no se trate
de un bien verdadero, sino de un bien ficticio o imaginario.327 De all
que hay bienes humanos verdaderos y otros meramente aparentes. Asimismo, podra acontecer que la accin desarrollada por el apetente
para alcanzar el bien apetecido resulta inadecuada o fallida, lo que
frustrar la accin destinada a obtener el bien apetecido.
Es preciso observar que no todo bien humano apetecido es por
ello econmico. Para que un bien humano revista el carcter de econmico se requiere al efecto la concurrencia de ciertas notas copulativas: a) exterioridad, puesto que los bienes humanos internos no son
objeto de la Economa; b) mensurabilidad de los bienes, esto es, su
aptitud para ser valorados pecuniariamente; c) utilidad de uso,328 puesto que hay bienes externos con los cuales nos relacionamos por otros
motivos, v. gr., simplemente por goce esttico. Esta nota depender de
327
ARISTTELES , Acerca del alma, Libro III, cap. X, p. 248, Editorial Gredos, Madrid, 1994.
328
AQUINO, Santo Toms de, Comentario a la tica a Nicmaco, Libro V, Leccin IX,
p. 285, Ediciones CIAFIC, Argentina, 1983, seala: Mas este algo que mide todo verdaderamente es la necesidad, o indigencia o demanda de las cosas, que contiene todas las cosas cambiables en cuanto son ellas capaces de remediar la humana necesidad;
pues las cosas no se aprecian segn la dignidad de su naturaleza, ya que de otro modo
un ratn, que es un animal sensible, sera de mayor precio que una perla, que es una
cosa inanimada, sino que a las cosas se les impone su precio en la medida en que los
hombres las necesitan para su uso. Signo de esto es que si los hombres nada necesitaran, no habra cambio alguno, y lo mismo sucedera si no tuvieran necesidades semejantes, vale decir, de estas cosas, pues no daran lo que tienen a cambio de aquello
que no necesitan.
346
329
MENGER, Karl, Principios de economa poltica, pp. 102 y 103, Unin Editorial, Madrid, 1983.
347
este ltimo caso, intermedio o final. Una vez determinado ese fin es
necesario que los bienes econmicos revistan tambin la calidad de
bienes jurdicos (es decir, no se opongan a la moral, buenas costumbres, orden pblico y otras normas de autoridad pblica) y exista una
libertad jurdica para adquirir y emplear libremente los medios necesarios para competir, que tambin son bienes econmicos y jurdicos
a la vez. Esta libertad jurdica es la que confiere la propiedad privada
no slo sobre los bienes finales consumibles, sino que tambin sobre
los medios de produccin y sobre el propio trabajo. Una propiedad
estatal sobre los medios de produccin transfiere lo principal de esta
esfera de decisin al Estado y hace inoperante la libertad de competencia mercantil. De all la estrecha vinculacin entre el bien jurdico
tutelado por el Decreto Ley 211 y la tutela de la propiedad privada.330
Es preciso observar que slo algunos de los denominados bienes
econmicos tienen la aptitud de dar inmediata satisfaccin a una necesidad humana. El resto de los bienes econmicos obtienen su calidad de tales del hecho de hallarse vinculados por nexos causales entre
s y con los bienes que dan inmediata satisfaccin a necesidades humanas. En otras palabras, gran cantidad de los bienes econmicos son
tales en cuanto que sirven para la elaboracin de otros bienes que tienen la aptitud de satisfacer inmediatamente necesidades humanas. As,
los campos de trigo y los molinos que trituran el trigo son bienes econmicos en tanto y en cuanto el trigo sirva para la elaboracin del
pan y ste contine siendo un bien econmico (supuesto, naturalmente, que el trigo no sirva para otra cosa que la elaboracin de pan),
dotado de la capacidad de satisfacer directamente una necesidad humana determinada. De all que los bienes econmicos que dan satisfaccin directa e inmediata a necesidades humanas, sean llamados
bienes econmicos del primer orden, y los restantes bienes econmicos correspondan a otros rdenes (segundo, tercero, cuarto, etc.),
segn se alejen de la necesidad humana que, mediatamente, a travs
de otros bienes complementarios han de colmar.331 As, la cualidad de
tal de un bien econmico de orden superior est condicionada por el
hecho de que se disponga de sus respectivos bienes complementarios
de orden inferior y por el hecho de que ninguno de estos ltimos pierda la calidad de bien econmico. La calidad de bien econmico puede perderse porque se descubra que un determinado bien no es apto
330
348
para satisfacer una determinada necesidad, v. gr., se descubre que carece de la propiedad curativa que se le haba atribuido, o porque se
proscriba el consumo de un determinado bien por probarse insalubre, v. gr., el consumo de tabaco.
De esta interrelacin entre bienes econmicos nace la interrelacin entre mercados y la conocida referencia a las diversas fases productivas. En efecto, mientras ms prxima se halla una fase productiva
del consumidor, ms cerca se encuentra el bien econmico procesado en esa fase productiva del bien econmico del primer orden, del
cual aqul arranca su calidad de bien econmico (supuesto que no
reciba su calidad de bien econmico por causa de un bien del primer
orden diferente). De lo sealado se colige que las fases productivas
son tales en cuanto el bien econmico a que se refieren no pierda su
calidad de bien econmico.
Es conveniente observar que el dilema del monopolio, en un sentido econmico, gira en torno a una peculiar estructura que puede
adoptar el mercado y ello presupone clarificar algunas lneas muy generales acerca de los mercados. stos se componen de: i) personas (naturales o jurdicas, pblicas o privadas), que en el evento de ser una
sola da lugar a uno de los presupuestos de la nocin etimolgica de
monopolio;332 ii) actividad humana exteriorizada de tipo econmica
(acepcin estricta), dotada de alteridad, mediante la cual se intercambia con cierta habitualidad, dando lugar a la demanda y a la oferta
que conforman los mercados, y iii) los bienes sobre los que recae tal
actividad, que segn explicamos se denominan bienes econmicos y
que han de exhibir tambin la cualidad de bienes jurdicos.
Los bienes econmicos dan lugar a actividad humana exteriorizada cuyo objeto es la obtencin de los mismos, esto es, actividades econmicas. En la medida que tales actividades econmicas trasponen los
lmites de la mera subsistencia y se desarrollan intercambios o conmutaciones de excedentes, puede darse lugar a la formacin de mercados. Tal como se seal anteriormente, los mercados revisten algunas
notas caractersticas: la primera es una cierta permanencia o habitualidad en la demanda y oferta de un bien; la segunda es que no resulta
necesaria la materialidad del mercado, en el sentido que oferentes y
demandantes pueden concurrir sin que se encuentren presencialmente entre s y sin que los bienes negociados estn a la vista de los oferentes y demandantes respectivos.
332
VALDS PRIETO, Domingo, Hacia una nueva lectura de la definicin nominal
de monopolio, Revista Derecho y Humanidades, N 10 (aos 2003-2004), Facultad de Derecho, Universidad de Chile, 2005.
349
Es en los mercados donde ha de sopesarse el efecto de los atentados a la libre competencia y no en cualquier mercado sino que en
aquellos denominados relevantes a la respectiva actividad econmica mediante la cual se ha pretendidamente vulnerado la libre competencia. El verdadero efecto supuestamente conculcatorio de la libre
competencia causado por tales conductas slo puede ser captado considerando el mercado relevante en el cual aqullas se desarrollan y ello
exige analizar los elementos que definen dicho mercado.
La descripcin del mercado relevante descansa sobre una variedad de indicadores, que es preciso observar y evaluar para forjarse un
concepto razonable del mbito en el cual se desarrolla un pretendido
ilcito monoplico y, por tanto, ponderar sus eventuales efectos vulneradores de la libre competencia. Lo anterior descansa sobre la premisa fundamental consistente en que debe evaluarse la lesin o riesgo
que un supuesto injusto monoplico causa, atendiendo a la libre competencia concreta y especfica del respectivo mercado relevante en el
cual se perpetra aquel supuesto ilcito. As, no se tutela la libre competencia como bien jurdico abstracto, sino que perfectamente concreto, con sus singularidades y peculiaridades propias, las que derivarn
de las imperfecciones del respectivo mercado relevante constriendo
o caracterizando dicho bien jurdico. Lo anterior no debe mover a extraeza; as como el tipo penal de homicidio cautela la vida humana
abstractamente formulada, cuando se trata de establecer si se cometi delito de homicidio contra Juan, habr que ver cmo se atent contra esa vida en particular. As, por ejemplo, deber observarse que Juan
padeca una grave enfermedad y que por la va de suministrarle dosis
inadecuadas del medicamento requerido se le quiso privar de su vida.
Tales dosis inadecuadas habran sido completamente inocuas en una
persona que careciese de la enfermedad de Juan, pero la vida humana atacada cuya tutela busca el Derecho mediante la sancin es la
de Juan y no otra, debiendo considerarse todas sus caractersticas y
particularidades para la configuracin del delito investigado y en qu
medida stas eran conocidas del supuesto agresor. Continuando con
nuestro parangn, los niveles de poder de mercado que en un determinado mercado relevante podran ser calificados de poco significativos y por tanto la colusin destinada a producirlo ser casi inocua, en
otro mercado relevante pueden resultar gravsimos y altamente lesivos de la libre competencia.
La determinacin del mercado especfico, tambin denominado
mercado de referencia, importa establecer el bien econmico sea producto o servicio y el lugar geogrfico que la demanda y oferta interactivas respecto de dicho bien ocupan. Dicho bien econmico
determinar una demanda y una oferta con alguna base territorial y,
350
333
A REEDA, P., Market definition and horizontal restraints, pp. 562, 576, 52 Antitrust
L. J. 553 (1983).
334
En aquellos procesos en los cuales no existe informacin estadstica o economtrica que permita al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia medir o comparar ciertas elasticidades cruzadas de los bienes estudiados, dicha autoridad pblica ha
351
352
la oferta y competencia potencial. De estas tres modalidades, se procede primero por la sustituibilidad en la demanda y luego se contina por las otras dos modalidades.
La sustituibilidad en la demanda indica qu productos presentan un
alto grado de semejanza en cuanto a su funcin, precio y atributos para
ser considerados sustitutos razonables de otro.335 El grado de semejanza
referido, generalmente se ha determinado mediante la prueba de la
elasticidad cruzada de la demanda, esto es, la respuesta en la cantidad demandada de un producto ante cambios en el precio de otro.
Una elasticidad cruzada de la demanda puede ser positiva, lo que acontece cuando los bienes comparados son sustitutos adecuados; puede
ser negativa, lo que tiene lugar si los bienes comparados son complementarios.
La sustituibilidad en la oferta se diferencia de la sustituibilidad en la
demanda en que mientras en sta se trata de la posibilidad actual de
que dispone un demandante de hallar sustitutos razonables al producto demandado, en aqulla se alude a la posibilidad de que oferentes
de un determinado producto pasen fcilmente a producir un sustituto de ste y, de esa forma, den lugar a bienes sustitutos que actualmente no estn disponibles. La Comunicacin, en sus prrafos Nos 20
a 23 exige que, para considerar la sustituibilidad en la oferta en la configuracin del mercado relevante, los efectos de aqulla sean equivalentes a los de sustituibilidad en la demanda, en trminos de pronta
respuesta y eficacia en la modificacin de la oferta. A contrario sensu,
si esta modificacin involucre plazos significativos o costos adicionales extraordinarios, la sustituibilidad en la oferta no ser considerada
para demarcar el mbito del mercado relevante.
La competencia potencial alude al hecho de competidores que si bien
no estn compitiendo en un determinado mercado relevante, existen
pruebas fehacientes de que tienen la capacidad de ingresar y as lo
desean. En nuestra opinin, lo anterior no es suficiente, sino que tambin se hace necesario que el deseo de ingresar al mercado relevante
se haya exteriorizado en diligencias o actos concretos y demostrables.
As, por ejemplo, constar la resolucin de ingreso a ese nuevo mercado en las actas de directorio de la sociedad annima respectiva, la contratacin de publicidad, el registro de marcas, o el contacto con canales
335
STIGLER, George J., The theory of price, p. 49, De. MacMillan, New York, 1953:
La elasticidad cruzada define la sustituibilidad econmica, y proporciona una base
adecuada para la definicin de producto; podemos decir que todas las categoras de
cosas que se encuentran entre la elasticidad cruzada son especies de un mismo producto.
353
de distribucin, caractersticos todos los anteriores del mercado relevante al cual se desea ingresar, los cuales debidamente acreditados podran ser prueba suficiente de que nos hallamos ante un competidor
potencial. Entre los competidores potenciales puede, naturalmente,
diferenciarse segn ese ingreso requiera o no de determinadas condiciones o circunstancias, v. gr., que el producto, por cuya oferta va a
competir est interesado en acceder al mercado, alcance un determinado rango de precio.
En sntesis, el mercado en funcin del bien econmico que se oferta y demanda, exige un anlisis del mismo que considere: i) las caractersticas del producto, entre las cuales se hallan las clusulas
contractuales bajo las cuales se comercializa el mismo; ii) las necesidades que satisface el producto investigado,336 las cuales se han desplazado desde un criterio objetivo al subjetivo de los demandantes;
iii) elasticidad cruzada de la demanda de los bienes sustitutos; iv) rango
de precio de la cosa, y v) etapa del proceso de comercializacin en
que se encuentra el producto.
G.1.3.2. El mercado relevante desde la perspectiva geogrfica
Cabe recordar lo sealado por la Comunicacin en su prrafo N 8,
segn el cual: El mercado geogrfico de referencia comprende la zona
en la que las empresas afectadas desarrollan actividades de suministro de los productos y de prestacin de los servicios de referencia, en
la que las condiciones de competencia son suficientemente homogneas y que puede distinguirse de otras zonas geogrficamente prximas debido, en particular, a que las condiciones de competencia en
ella prevalecientes son sensiblemente distintas a aqullas.
En nuestra opinin, la clave del prrafo transcrito apunta a la determinacin de si las condiciones son suficientemente homogneas
para establecer que estamos frente al mismo mercado de referencia.
Qu significa condiciones suficientemente homogneas?
En nuestra opinin, la homogeneidad referida no debe aludir a
los precios de los bienes, puesto que ello encierra un alto grado de
equivocidad. En efecto, en un mercado perfecto o muy prximo a ste
los precios tendern a la uniformidad; sin embargo, la gran mayora
de los mercados ni siquiera se aproximan al paradigma del mercado
perfecto, razn por la cual la gran mayora de los mercados exhibir
precios heterogneos. De all, que los precios heterogneos no indican que nos hallemos ante mercados diversos; ms aun, si tal racioci336
Este antecedente resulta fundamental para determinar los bienes sustitutos, segn lo prueban las Resoluciones Nos 147 y 226, emitidas por la Comisin Resolutiva.
354
nio fuere verdadero, resultara que la prctica monoplica de discriminacin arbitraria monoplica, aplicada al mbito de los precios,
nunca podra ser detectada, puesto que nos llevara a sostener que dicho arbitrio ha operado en mercados diversos, ponindose as en duda
la existencia misma de la prctica y, en consecuencia, la ilicitud monoplica de esa prctica.
El mercado en funcin del territorio plantea efectuar las siguientes consideraciones: i) origen del producto, en el sentido de si es nacional o forneo, puesto que en este ltimo evento deber ser internado
al pas, teniendo relevancia el tiempo de transporte hasta el pas y desaduanacin y la eventual existencia de pagos arancelarios,337 y ii) extensin del territorio, en cuanto a si es local, regional, nacional, zonal
(v. gr., Unin Europea) o internacional. Esta consideracin es importante, puesto que un producto puede ser monopolizado en una regin
del pas no obstante ser ofertado y demandado en otras regiones, en
la medida que existan barreras de transporte o de durabilidad del producto que impidan la interaccin de las demandas y ofertas correspondientes a esas diferentes regiones.338 A mayor extensin del territorio,
todo lo dems constante, podran intervenir ms oferentes y demandantes y podra, en consecuencia, tratarse de un mercado ms atomizado. Cabe observar que sern generalmente las caractersticas del bien
econmico un elemento importante para determinar la extensin del
respectivo territorio, v. gr., el mercado de la leche fresca impone lmites geogrficos de orden local antes que nacional, o el peso del cemento
encarece los costos del flete impidiendo que ste sea ofertado y demandado en un mercado unitario nacional.
Adicionalmente, otros indicadores que son de inters para la adecuada caracterizacin del mercado relevante:
A) Indicadores de carcter estructural. Tienen por objetivo establecer
cmo est conformado el mercado.
a) Atomicidad. Nmero de oferentes y demandantes. A mayor nmero de oferentes y demandantes, mayor atomicidad y, por
tanto, mayor cercana al modelo de competencia perfecta.
b) Concentracin del mercado. Consiste en la distribucin del
porcentaje de participacin en el mercado respectivo de un
337
355
c)
d)
e)
f)
actor en particular y la de sus competidores, se trate de oferentes o de demandantes. La participacin puede medirse por
niveles de venta anuales o activos totales de la industria respectiva que posee un determinado actor. La concentracin puede suponer una integracin horizontal o una integracin vertical
y esta ltima puede ser hacia el origen del producto (proveedores) o hacia el uso final del producto (consumidores).
Facilidad o dificultad para ingresar al mercado como oferente o demandante. A mayor existencia de barreras a la entrada, ser menos competitivo el respectivo mercado. Las barreras
a la entrada suelen ser conceptualizadas como ventajas de cualquier orden de que disponen los competidores ya establecidos al interior de un mercado y que les permiten subir los
precios por sobre niveles competitivos sin por ello atraer el ingreso de potenciales competidores a ese mercado.
Productos homogneos o diferenciados. A mayor homogeneidad mayor competitividad, aun cuando la publicidad y la competencia marcaria tienden a minar la homogeneidad fsica de
los productos.
Transparencia. Grado de informacin disponible. A mayor
transparencia, mayor competitividad.
Competencia potencial. La existencia de competencia potencial constituye un aliciente al comportamiento ajustado a Derecho de quienes compiten en un determinado mercado.
B) Comportamiento de los partcipes en el mercado. Atiende al comportamiento de los competidores en el mediano plazo.
a) Existencia de prcticas colusorias monoplicas.
b) Paralelismo consciente.
c) Discriminaciones arbitrarias monoplicas.
d) Aspectos vinculados a la comercializacin, tales como exclusividad y contratos atados.
C) Funcionamiento del mercado en cuanto a resultados que se obtienen. Se
trata de indicadores ambivalentes, por lo cual deben utilizarse con
extraordinario cuidado.
a) Nivel de utilidades de cada empresa.
b) Nivel de progreso tecnolgico o innovacin tecnolgica.
c) Nivel de traspaso de ahorros a los consumidores.
d) Grado de libertad de eleccin por parte del competidor que
participa en ese mercado.
Las variables anteriores deben emplearse en forma conjunta para
arribar a conclusiones operativas.
356
cal Nacional Econmico o un demandante particular pueda interponer ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Ello fluye
claramente del art. 19 del Decreto Ley 211 que indica que el conocimiento y fallo de las causas a que d lugar la actividad jurisdiccional
encaminada a conocer los atentados contra la libre competencia ser
sometida al procedimiento reglado por los artculos siguientes al
art. 19, entre los cuales se halla precisamente el art. 20.
Surge la pregunta de si este plazo de prescripcin de dos aos resulta aplicable a las acciones no contenciosas que pongan en movimiento
la potestad informativa y la potestad consultiva del Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia contemplada en el art. 18, numeral 2).
Estimamos que si bien quien ejercita estas potestades no contenciosas es un tribunal, las potestades pblicas en comento son de naturaleza administrativa y no tienen por objeto conocer en cuanto tribunal
una conducta atentatoria contra la libre competencia, sino que ms
bien emitir un informe antimonoplico o bien absolver una consulta
particular acerca de si una determinada conducta, actual o futura, resulta contradictoria o no con la libre competencia. En este sentido,
estimamos que las acciones destinadas a poner en movimiento la potestad informativa y la potestad consultiva no quedan afectas a plazo
de prescripcin alguno. No obstante lo anterior, carecer de inters
consultar si una determinada conducta es conculcatoria de la libre
competencia transcurrido un plazo de dos aos desde la perpetracin
del respectivo hecho o la celebracin del respectivo acto o convencin,
puesto que la accin destinada a hacer efectiva la eventual responsabilidad monoplica se hallar prescrita. Cosa diversa es si se trata de
un hecho, acto o convencin cuyos efectos jurdicos son continuos en
el tiempo, v. gr., una convencin de tracto sucesivo, o bien se trata de
hechos, actos o convenciones que no han tenido lugar y que el consultante planea ejecutar o celebrar.
En cuanto a la prescripcin de las denominadas medidas que pueda imponer el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, el propio texto del Decreto Ley 211 las clasifica en preventivas, correctivas y
sancionatorias. Es importante observar que, desde una ptica de la funcin que desempean, hemos procedido a categorizar estas medidas
en: i) sanciones, que derivan de la actividad jurisdiccional del Tribunal Antimonoplico, puesto que deben hallarse expresamente impuestas por una sentencia definitiva; ii) medidas propiamente tales, que
son establecidas por la actividad administrativa del Tribunal Antimonoplico originada en una consulta y que remata en una resolucin,
y iii) medidas cautelares. La prescripcin de las medidas se aplica, en
nuestro concepto, a las penas o sanciones y tambin a las medidas propiamente tales. Podra argumentarse contra esta interpretacin lo se360
alado por el inciso cuarto del art. 20 que seala que las medidas que
se determinen para prevenir, corregir o sancionar un atentado a la libre competencia, prescriben en dos aos, contados desde que se encuentra firme la sentencia definitiva que las imponga. Es correcto afirmar que las medidas
propiamente tales no son impuestas por una sentencia sino que por
una resolucin y por ello podra creerse que aqullas no se encuentran afectas a prescripcin. Sin embargo, estimamos que la conclusin
antes indicada es errnea, puesto que el legislador antimonoplico se
ha referido a todas las medidas, no obstante lo cual incurre en mltiples imprecisiones en varios pasajes de la ley, lo cual se debe a la variedad de funciones y atribuciones inusuales en un tribunal de que se
halla dotado el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Resulta, as, explicable que el legislador denomine sentencia a cualquiera de los actos de autoridad pblica finales y de alcance particular que
resulte de un tribunal. Adicionalmente, uno de los mayores avances
en la materia es que haya prescripcin para medidas propiamente tales que, segn mostraremos, pueden llegar a ser tanto o ms gravosas
que las penas o sanciones y es aqulla precisamente una de las exigencias ms bsicas de la escuela cuantitativa.
En nuestro concepto, la regla de prescripcin de las medidas se
halla mal localizada, puesto que pareciera ser parte integrante del proceso jurisdiccional que se halla normado en el Decreto Ley 211 y, por
tanto, slo aplicarse a las medidas que se imponen en este ltimo. Estimamos que en ello hay una inadvertencia del legislador antimonoplico, puesto que segn hemos sealado y que ser explicado con
propiedad en el captulo de esta obra denominado Penas y medidas
aplicables por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y ms
tarde en la seccin VI relativa a las potestades pblicas de ese tribunal especial, las medidas que contempla el Decreto Ley son de varias
especies y naturaleza. De all que hay medidas que no son propiamente
sanciones y, por tanto, la regulacin en comento excede el procedimiento jurisdiccional en el cual aqulla aparece inserta, extendindose a otra suerte de medidas.
Cabe observar que el plazo de prescripcin de cuatro aos establecido para las acciones civiles derivadas del ilcito monoplico guarda
cierta coherencia con lo previsto en el art. 2332 del Cdigo Civil, que
prescribe: Las acciones que concede este ttulo [De los delitos y cuasidelitos] por dao o dolo, prescriben en cuatro aos contados desde la perpetracin
del acto.
En efecto, el ilcito monoplico no se halla establecido sino hasta
que se encuentre ejecutoriada la sentencia definitiva dictada por el
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Slo a partir de ese momento se da por configurado el injusto monoplico y comienza a co361
nuevo artculo tercero del Decreto Ley 211. Esta nueva versin del tipo
universal antimonoplico no contiene referencia alguna al mbito territorial y si se revisa el Decreto Ley 211 reformado se observar que
en ste no existe alusin alguna a dicho mbito.
De lo anterior, no puede extraerse la ligera conclusin de que la
rbita de aplicacin de esta legislacin antimonoplica exceda el territorio nacional y pretenda cautelar la libre competencia urbi et orbi;
ello carecera de todo sentido y, por tanto, debe entenderse que tal
referencia al mbito territorial ha sido suprimida por considerarse innecesaria.
Ms all de la derogacin mencionada y del silencio que guarda
el legislador antimonoplico sobre el particular, estimamos que el problema es ms complejo de lo que aparenta. No se trata de determinar, segn demostraremos, que el lugar de comisin de la ofensa
monoplica sea relevante, con independencia de si sta asume la forma de un hecho, acto o convencin, sino que lo verdaderamente importante es si mediante dicha ofensa se vulnera la libre competencia
de algn mercado relevante situado en el territorio de la Repblica
de Chile. De esta forma puede haber ofensas monoplicas cometidas
en territorio chileno, pero que resulten inocuas para la libre competencia de los mercados situados en dicho territorio, puesto que sus efectos van dirigidos a alcanzar un mercado forneo. A la inversa, puede
tener lugar la perpetracin de un injusto monoplico en un pas extranjero, pero cuyos efectos nocivos alcancen mercados relevantes situados en territorio chileno.
De lo expuesto se sigue que el principio de la territorialidad (leges
non obligant extra territorium) ha de ser aplicado en funcin de la libre
competencia en mercados relevantes situados en la Repblica de Chile; es decir, se recurre al principio general de la territorialidad con
miras a la determinacin de dnde se halla situado el bien jurdico
protegido por el Decreto Ley 211, que en virtud del respectivo injusto ha sido vulnerado, y no con la finalidad de establecer el lugar de
perpetracin de la ofensa.
Esta lectura de la territorialidad parecera entrar en conflicto con
los principios del Derecho internacional, particularmente con aquel
que sealaba: lex loci delictii, esto es, que ha de aplicarse la ley del lugar de la comisin del delito. Creemos, sin embargo, que tal conflicto
es ms aparente que real, puesto que no hay delito sin lesin o puesta
en riesgo de un bien jurdico protegido. Si el bien jurdico protegido
libre competencia es lesionado en la Repblica de Chile, por corresponder aqulla a un mercado relevante situado en el territorio de esta
nacin, no hay delito en el pas extranjero donde se realiz la conducta lesiva, pero hay delito en el pas donde se caus la vulneracin
363
al bien jurdico tutelado, esto es, Chile. Luego, desde un punto de vista
del iter criminis la ofensa se inici en el extranjero pero se consum
en Chile; por tanto, el lugar de la comisin del injusto monoplico es
la Repblica de Chile, si bien la conducta constitutiva de la ofensa
hecho, acto o convencin puede haberse realizado en el extranjero. En la hiptesis mencionada, no hubo delito en el extranjero, luego no poda aplicarse la legislacin sancionatoria fornea. Slo cabra
aplicar la legislacin antimonopolio chilena, puesto que el injusto se
perpetr en el extranjero y la vulneracin de la libre competencia se
produjo en Chile.339
Este principio corresponde a la tendencia general en materia antimonoplica: es competente el tribunal de la jurisdiccin en la cual
se han producido los efectos anticompetitivos; de esa forma, si hay vulneracin de la libre competencia que tiene lugar en los mercados chilenos, cobrar competencia el Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia.
A contrario sensu, un hecho, acto o convencin ejecutado o celebrado en Chile, cuyos efectos jurdicos lesivos de la libre competencia
se produzcan en un mercado relevante forneo no resulta tipificable
a la luz del artculo tercero, inciso primero, del Decreto Ley 211, salvo que exista alguna suerte de tratado internacional con rango normativo equivalente al legal o supralegal con otra nacin que as lo
estipule. La inocuidad de dicha conducta para la libre competencia
chilena, naturalmente, no impedir que tal hecho, acto o convencin
se halle tipificado y sea eventualmente sancionado por una autoridad
antimonoplica fornea correspondiente al territorio donde se produzca el resultado anticompetitivo.
Un ejemplo que suele ilustrar esta situacin es lo que acontece
con las denominadas uniones de exportadores, caso en el cual un grupo de exportadores se carteliza para mejor competir en un mercado
forneo. Si esa cartelizacin vulnera la libre competencia relativa al mercado de destino de la exportacin es un asunto que concierne a la autoridad antimonoplica de destino, esto es, a la jurisdiccin fornea en
la cual sern recibidos los productos exportados por este cartel.
El ejemplo mencionado halla antecedentes en la denominada
Webb-Pomerene Act (1918) estadounidense y ha sido expresamente
regulado en algunas de las ms recientes leyes antimonopolios, como
acontece con la mexicana de 1992.340
339
364
consideradas inocuas a la luz de dicha ley, v. gr., que los productos exportados no se
ofrezcan en Mxico y que tales productos constituyan la fuente principal de ingresos
de la regin en que se producen.
365
341
Las autarquas suelen clasificarse, desde el punto de vista del origen, en impuestas o de repliegue y deliberadas, en tanto que, desde la ptica territorial, se categorizan en nacional, imperial o continental. Vase, LAJUGIE, Joseph, Las Doctrinas
Econmicas, pp. 65-68, Ediciones Oikos-Tau, Barcelona, 1985.
342
Reglamento (CE) N 139/2004 del Consejo, de 20 de enero de 2004, considerando 2, parte segunda, Diario Oficial de la Unin Europea de 29.1.2004.
366
didas correctivas o prohibitivas que respecto de dichos hechos, actos o convenciones puedan disponerse en cada caso.
Estimamos que tal interpretacin no es viable, puesto que, en la
prctica, la gran mayora de las medidas propiamente tales pueden ser
ms gravosas y duras que las penas o sanciones del art. 26, v. gr., se obliga al consultante a desprenderse dentro de cierto plazo de un importante activo.343 Si esta interpretacin fuera adoptada, se habra violado
el principio del non bis in idem344 a travs del velado procedimiento de
imponer las penas del art. 26 y luego aplicar medidas propiamente tales cuyo gravamen podra ser equivalente o peor que el de una pena.
Por esta va se atentara contra el debido proceso y contra un justo y
racional procedimiento, ambos tutelados por nuestra Constitucin
Poltica. En efecto, el tipo universal antimonoplico habra devenido
en un tipo en blanco al revs, segn lo ya explicado, lo cual es inaceptable en un Estado de Derecho.
Aun cuando pudiera discutirse este argumento, es preciso sealar
que no cabe la imposicin de penas y medidas en forma simultnea,
puesto que si hay culpabilidad procede la aplicacin de penas dentro
del proceso jurisdiccional, en tanto que las medidas propiamente tales slo caben dentro del proceso consultivo; luego, no es posible imponer penas y medidas propiamente tales en forma simultnea, puesto
que ambos procesos no pueden llevarse en paralelo, segn lo preceptuado por el Auto Acordado N 5/2004 emitido por el propio Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
343
370
Qu quiere decir, entonces, el texto transcrito? En nuestra opinin, el precepto citado se hace cargo de un tema fundamental, cual
es que el tipo universal del artculo tercero, inciso primero, se utiliza
no slo para sancionar injustos monoplicos sino que tambin para
imponer condiciones a quienes consultan administrativamente conductas que resulten contradictorias con la libre competencia. As, las
denominadas condiciones corresponden a medidas propiamente tales, que son precisamente las aludidas en el precepto en comento y que
pueden disponerse en cada caso, esto es, en los casos consultados. El
que se emplee por el legislador antimonoplico en el tipo universal
antimonoplico la expresin dichos hechos, actos o convenciones
no significa que tales medidas o condiciones puedan aplicarse concretamente sobre el mismo hecho, acto o convencin que ya ha sido sancionado, sino ms bien que para imponerse estas medidas propiamente
tales se ha de tratar de un hecho, acto o convencin que impida, restrinja o entorpezca la libre competencia, o que tienda a producir dichos efectos, puesto que de otra manera sera ilegal la imposicin de
condiciones o medidas propiamente tales a quien consulta una conducta. As, la expresin dichos encierra un sentido genrico que
apunta a una vulneracin de la libre competencia y no relativo a hechos, actos o convenciones concretos y singulares ya sancionados o en
proceso de ser sancionados a travs del proceso jurisdiccional. De esta
forma, el tipo universal antimonoplico del Decreto Ley 211 es mixto
en cuanto describe una conducta susceptible de ser sancionada, por
una parte y, por otra, esa misma conducta en cuanto susceptible de
ser objeto de medidas propiamente tales o condiciones.
H.3. Medidas propiamente tales
Si la accin u omisin no es objeto de un proceso jurisdiccional sino
que materia de una consulta sometida al Tribunal Antimonoplico,
no procede imponer una sancin sino que antes dicha autoridad pblica deber establecer si hay o no contradiccin entre la conducta
consultada y la libre competencia. De ser afirmativa la respuesta, la
resolucin emitida por el Tribunal Antimonoplico de clara naturaleza administrativa segn se explica en el captulo acerca de la potestad para absolver consultas habr de determinar si procede establecer
medidas propiamente tales que remuevan la tipicidad y antijuridicidad de la conducta consultada. Atendido que el procedimiento consultivo carece de una finalidad punitiva, resulta lgico que los requisitos
para establecer medidas propiamente tales mediante una resolucin
antimonoplica sean diferentes de las exigencias para imponer penas
mediante una sentencia antimonoplica. Por ello, se ha dicho con ra371
sos concretos segn indica el inciso primero del artculo tercero y obedecer a un numerus apertus.
Las medidas propiamente tales pueden denominarse prohibitivas
o correctivas,345 lo cual se explica porque all donde no haya posibilidad razonable de armonizar la conducta consultada con la libre competencia slo cabr establecer una medida generalmente prohibitiva
o imperativa de requisitos. Debe observarse que la categora de las medidas propiamente tales es una forma de imperativa de requisitos
ser la regla general en las legislaciones antimonoplicas sofisticadas,
puesto que se aviene ms con las exigencias y tcnicas del moderno
orden pblico econmico, por contraste con la tcnica de la prohibicin con mayor precisin denominada prohibicin absoluta ms
asociada a la tradicin civilstica y, por tanto, a la sancin privatstica
de nulidad resultante de la transgresin de una prohibicin. Este avenirse con el orden pblico econmico no es un mero decir o un academicismo, puesto que entre los principios fundamentales informadores de aqul se halla el principio de la libertad jurdica y su ms
concreta manifestacin es la libertad de competencia mercantil y ciertamente sta se corresponde mejor con medidas generalmente prohibitivas antes que con medidas absolutamente prohibitivas. En este contexto se entiende por qu el legislador destac entre las funciones
genricas del Tribunal Antimonoplico la de corregir los atentados a
la libre competencia.346
Luego, las medidas propiamente tales slo pueden resultar del ejercicio de la potestad pblica para absolver consultas y corresponden a
las impropiamente llamadas condiciones que pueden ser exigidas
para la ejecucin o celebracin de determinados hechos, actos o convenciones. Estimamos que estas medidas propiamente tales se disponen para casos particulares, segn lo confirma la parte final del inciso
primero del artculo tercero del Decreto Ley 211 al sealar: que respecto de dichos hechos, actos o convenciones puedan disponerse en cada caso. Es
por este motivo que no se aplican al ejercicio de la potestad reglamentaria externa dirigida a terceros, puesto que en esta situacin los reglamentos dispuestos han de exhibir un carcter general, lo que es
consubstancial a la naturaleza de esta potestad.
En resumen, las denominadas medidas propiamente tales esto es,
las no contempladas por el art. 26 (sancionatorias) y tampoco previstas por el art. 25 (cautelares) no corresponden a una sancin o pena
por la comisin u omisin de un injusto monoplico, sino que antes
345
346
374
bien corresponden al resultado eventual de la actividad de la potestad pblica consultiva, que es de orden administrativo y no jurisdiccional. Estas medidas han de ajustarse a los lmites jurdicos que en el
captulo relativo a la potestad para absolver consultas comentaremos.
La consideracin de estos lmites resulta esencial, puesto que estas
medidas, segn sealamos, se cien a un numerus apertus,347 modalidad
regulatoria que, segn algunos estudiosos del Derecho antimonoplico, se hallara plenamente justificada por la amplitud y variedad de
prcticas contrarias a la libre competencia y a la consiguiente necesidad de establecer medidas idneas y eficaces para neutralizar aqullas sobre la base de criterios casusticos. Respecto de este argumento
que pretende validar un numerus apertus, es preciso observar que sta
no era la situacin normativa del Decreto Ley 211 antes de las reformas introducidas por la Ley 19.911. En efecto, en el antiguo Decreto
Ley 211 la potestad pblica para absolver consultas se hallaba radicada en las hoy derogadas Comisiones Preventivas y si se revisa el estatuto jurdico de stas, podr observarse que tales Comisiones no
disponan de libertad en la determinacin de las medidas propiamente
tales asignables a las conductas consultadas que resultaran contradictorias con la libre competencia. En efecto, de la mencionada revisin
slo aparece la posibilidad de la imposicin de dos medidas preventivas que se encontraban claramente definidas por los numerales 1) y
2) de la letra f) del art. 8 del referido cuerpo legal.348 Tales medidas
preventivas no slo se hallaban perfectamente determinadas en sus
contenidos sino que tambin acotadas en el tiempo en cuanto nunca
podan exceder de un plazo de treinta das. Adicionalmente, mediando requerimiento de la Fiscala Nacional Econmica poda solicitarse
al Ministerio de Economa, Fomento y Reconstruccin o cualquier otro
organismo dotado de facultades reguladoras de la actividad econmica el ejercicio de las mismas, con carcter preventivo, a fin de impedir los efectos perjudiciales de los actos que se investigaban.
Atendido lo expuesto es posible concluir que, desde la perspectiva de la seguridad y la certeza jurdicas, el Decreto Ley 211 ha sufrido
347
Una muestra de la amplitud y variedad de estas medidas lo constituye la Resolucin N 01/2004, III, parte resolutiva, del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, en la cual se enumeran ocho diversas condiciones a exigir a los entes que
solicitan autorizacin para fusionarse.
348
El art. 8, letra f), numerales 1) y 2) del antiguo Decreto Ley 211 se refieren,
respectivamente, a la suspensin de la aplicacin de convenios de reparto de cuotas
de produccin, de distribucin y zonas de mercado o de cualquiera otra ndole constitutivas de un injusto monoplico, y a la fijacin de precios mximos a los bienes y
servicios objeto de investigacin.
375
Respecto de la prohibicin, creemos que no es funcin de una sancin prohibir sino que ms bien dar cuenta de la transgresin ya ocurrida en relacin con una prohibicin ya existente, que es precisamente
la del tipo universal antimonoplico formulado en el mismo Decreto
Ley 211 y de algunas prohibiciones especiales, como la del art. 4 de ese
cuerpo normativo, relativo al monopolio de privilegio.
En lo concerniente a la correccin, lo que se persigue es armonizar
el contenido de una conducta consultada con el bien jurdico tutelado libre competencia y ello queda entregado a medidas propiamente
tales de correccin.
En cuanto a la represin, estimamos que este trmino s que es
propio de una sancin, puesto que denota que se busca castigar en
proporcin a la ofensa dolosa o culposamente causada al bien jurdico libre competencia, contenido del orden pblico quebrantado.
De las cuatro sanciones originariamente previstas en el antiguo Decreto Ley 211 ha desaparecido la sancin penal que en ella se contena: presidio menor en cualquiera de sus grados,349 lo cual ha constituido
uno de los principales argumentos para sostener la despenalizacin
del Decreto Ley 211. Sin embargo, una posicin minoritaria contina
afirmando que las multas revisten el carcter de penas penales y que,
por tanto, el Decreto Ley 211 no ha perdido su carcter penal. Este
asunto ha sido abordado con mayor latitud en nuestro captulo relativo a la naturaleza del ilcito de monopolio.
Adicionalmente, se ha eliminado la pena consistente en inhabilidades para ocupar determinados cargos en colegios profesionales o
instituciones gremiales por plazos que van desde uno a cinco aos.
Las sanciones civiles relacionadas a ilcitos monoplicos continan
siendo un asunto de resorte de los tribunales ordinarios de justicia y
del cual no es competente el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Atendido que slo las penas o sanciones antimonoplicas exhiben
un numerus clausus, susceptible de rastrearse en el texto del Decreto
Ley 211, procederemos a analizar brevemente cada una de ellas.
Un intento de conceptualizacin de la sancin antimonoplica
puede ser el siguiente: un mal o disminucin de bienes infligido a
una persona por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia en
remisin y en retribucin por la perpetracin de un injusto monop-
349
Esta sancin penal antimonoplica nunca lleg a ser impuesta por un Juzgado
del Crimen y slo en contadas ocasiones la H. Comisin Resolutiva hoy Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia orden al Fiscal Nacional Econmico el ejercicio
de la misma.
379
350
380
351
LPEZ S ANTA MARA, Jorge, Obligacin contractual que supone aptitudes personales del deudor. Legislacin sobre la Libre Competencia; ejecucin forzada e indemnizacin de perjuicios (Informe en Derecho), p. 55, en Revista de Derecho de la
Universidad Catlica de Valparaso, N 1.
381
dispuesto en los arts. 1462 y 1466 del Cdigo Civil, considerando que
siendo el Decreto Ley 211 una norma integrante del Derecho pblico nacional, toda contravencin al mismo importa un objeto ilcito y
en que hay objeto ilcito en todo contrato prohibido por las leyes. Adicionalmente se seala que de conformidad al art. 1683 del Cdigo Civil, dicha nulidad debe ser declarada de oficio por el juez civil,
sin mediar peticin de parte. A nuestro juicio dicha interpretacin es
errada por las siguientes consideraciones:
1. No resulta lgico pensar que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia pone trmino o modifica un acto o convencin, que
luego puede ser declarado nulo por la justicia ordinaria. La diferencia entre la nulidad y la terminacin/modificacin de un acto jurdico
es importante, puesto que la terminacin produce efecto exclusivamente para el futuro, en tanto que la nulidad una vez declarada opera con efecto retroactivo. Es por ello que el Decreto Ley 211 emplea
en el art. 26, letras a) y b), los verbos rectores poner trmino y ordenar
la disolucin; si el sentido hubiere sido otro, el legislador antimonoplico hubiese utilizado la expresin declarar la nulidad, lo cual
nunca ha hecho. Ms an, la propia jurisprudencia judicial emanada
de la antigua Comisin Resolutiva cuyo sucesor es el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia se ha encargado de interpretar el poner trmino como una sancin especial y diferente de la declaracin
de nulidad.
2. La doble concurrencia de sanciones, adems de ilgica e inoficiosa, viola la fundamental garanta del non bis in idem, principio general del Derecho segn el cual no puede sancionarse dos veces por
el mismo motivo un mismo acto o convencin, principio que, segn
ya hemos explicado, tiene cabal aplicacin en el Derecho antimonoplico.
3. La justicia ordinaria carece de especialidad para determinar
cundo un determinado acto o convencin conculca la libre competencia, puesto que ello no resulta de un mero examen formal, sino
que exige un anlisis del respectivo mercado relevante. Luego, no puede la justicia ordinaria declarar la nulidad absoluta de oficio porque
sta no aparece de manifiesto; en efecto, en materia antimonoplica
las circunstancias de mercado son determinantes para la calificacin
de la aptitud vulneradora de la libre competencia de un acto o convencin. De all que ciertas clusulas de un acto jurdico puedan ser
inocuas bajo determinadas circunstancias de mercado y luego las mismas clusulas se tornen abusivas, atendida la adquisicin de una posicin dominante por parte de quien las impone.
4. El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia tiene un mbito de actividad demarcado por la especialidad de su materia, que
382
383
As, bajo la invocacin del art. 26, letra a), la palabra sistemas ha
sido empleada en forma abusiva para crear sanciones que no existen
en la ley y, por esta va, se ha privado a competidores de derechos concretos y reales, vlidamente adquiridos sin mediar forma alguna de
compensacin.
A modo de ejemplo, la Resolucin N 368 emitida por la antigua
Comisin Resolutiva decidi:
Que se pone trmino al sistema simultneo de la propiedad accionaria de Telefnica de Espaa, en la Compaa de Telfonos de
Chile S.A. y en la Empresa Nacional de Telecomunicaciones S.A..
Para este efecto, Telefnica de Espaa S.A. deber, dentro del trmino de dieciocho meses, enajenar su capital accionario en la Empresa
Nacional de Telecomunicaciones S.A. o en la Compaa de Telfonos
de Chile S.A., a su eleccin.
Si bien la voz sistema, demasiado amplia y vaga para integrar
parte de un texto legal descriptivo de penas antimonoplicas, ha
sido objeto de mltiples interpretaciones, procede constatar que ha
prevalecido aquella que la emplea en referencia a desmembraciones. La implementacin de una poltica de desmembraciones tiene la peculiaridad de ser costosa y lenta en su aplicacin. En efecto,
una poltica de tal naturaleza debe ser operativizada a travs de una
sentencia del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia que
debe establecer cul es el tamao ptimo de las unidades resultantes del proceso de divisin o desmembramiento de un competidor
y cuntas unidades son las que deben quedar para hacer razonablemente competitivo el mercado relevante en el cual tiene lugar
este proceso.
Si bien existen graves dudas acerca de la eficacia de una desmembracin desde el punto de vista econmico, se plantean a nuestro juicio mayores interrogantes todava acerca de si una pena como la
descrita puede realmente hallar fundamento en el Derecho Ley 211 y
en nuestra Constitucin Poltica de la Repblica.
H.5.3. Modificacin y disolucin de personas jurdicas de Derecho
privado
De conformidad con la letra b) del art. 26 del Decreto Ley 211 se incluyen entre las sanciones antimonoplicas la modificacin o terminacin de los contratos que originan sociedades, corporaciones y
dems personas jurdicas de Derecho privado.
Sobre el particular debe observarse que quedan excluidas las personas jurdicas de Derecho pblico, puesto que stas son creadas, modificadas y terminadas por ley.
384
Esta sancin debe ser armonizada con la garanta del art. 19, N 15
de la Constitucin Poltica y con la facultad del Presidente de la Repblica para autorizar fundaciones y corporaciones.
Respecto de esta ltima, vase la sentencia rol N 124, del 18 de
junio de 1991, mediante la cual el Tribunal Constitucional declar ajustado a la Constitucin de la Repblica el acto administrativo sancionador en virtud del cual el Presidente revoc la personalidad jurdica
de la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad.
Debe tenerse presente que en el Derecho moderno se ha desarrollado una cierta tendencia a imponer sanciones respecto de personas
jurdicas, cuyo carcter penal se discute; lo cual ocurre particularmente
en sectores del Derecho especiales, entre los que se cuenta precisamente el Derecho antimonoplico. Hay quienes han visto una muestra de la referida tendencia en el art. 26, letra b), del Decreto Ley 211,
que consagra una sancin consistente en la disolucin de la persona
jurdica de Derecho privado transgresora de este cuerpo normativo, lo
que ha sido analogado por algunos a la pena capital. Esta sancin no
ha permanecido como letra muerta, sino que ha sido aplicada en varias oportunidades por el Tribunal Antimonoplico.
Ejemplo de ejercicio de esta sancin por el Tribunal Antimonoplico lo hallamos en Resolucin N 12, en cuya declaracin primera
se ordena la disolucin de la sociedad annima Compradora de Maravilla S.A., COMARSA. Esta sociedad agrupaba a las principales productoras de semillas oleaginosas del pas y haba sido calificada por la
antigua Comisin Resolutiva como un monopsonio que no slo haba
entorpecido la libre competencia en el mercado de las semillas oleaginosas sino que haba terminado por eliminarla en dicho mercado.
Para la procedencia de estas sanciones se hace necesario que la
persona jurdica de derecho privado haya intervenido en alguna de
las conductas indicadas en la letra a) del art. 26 ya comentada. Estimamos que tal intervencin no debe ser meramente material, sino que
ha de ser guiada por dolo o culpa de quienes dirigen o tienen a su
cargo la respectiva persona jurdica de Derecho privado. Asimismo,
esa intervencin ha de estar causalmente vinculada a la puesta en
peligro o lesin del bien jurdico tutelado libre competencia; de otra
forma, sera improcedente esta sancin. Es preciso observar que semejante intervencin podr adoptar las modalidades de autor ejecutor, autor intelectual y autor mediato o bien las de la participacin
propiamente tal (que en nuestro derecho es slo dolosa), en sus variantes de instigacin, complicidad y encubrimiento del respectivo injusto monoplico.
Si bien es efectivo que esta sancin no es aplicable a los competidores que sean personas jurdicas de Derecho pblico por las razones
385
387
la multa no constituye una regla de solidaridad, puesto que sta se encuentra en el mismo precepto a continuacin. De esta forma, el monto lmite antes comentado que puede alcanzar una multa, podra
amplificarse varias veces en funcin de cuntos destinatarios de esa
multa considera el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Lo
que resulta contrario al principio de determinacin previa y expresa
de las penas es que esta amplificacin del monto mximo de la multa
podra llegar a ser virtualmente ilimitada en funcin de cuntos sujetos pasivos de la multa estime el Tribunal Antimonoplico que es procedente considerar. A modo de ejemplo, se puede considerar el
directorio de una sociedad annima como uno para efectos de prorratear la multa o bien se puede sta amplificar por siete, si siete son
los integrantes de ese rgano societario. Lo anterior prueba que con
la actual redaccin el precepto relativo a las multas consagr un aparente lmite mximo para stas, pero en la realidad se trata de multas
ilimitadas a discrecin del Tribunal Antimonoplico.
Es importante observar que estas multas no tienen ni pueden tener un carcter indemnizatorio, puesto que la indemnizacin de perjuicios derivada de un ilcito civil concurrente con un delito monoplico ha de ser establecida en sede civil y carece de un sentido
sancionador, atendido que lo buscado es la reparacin. De all que a
las enormes sumas que pueden alcanzar las multas podra ser necesario aadir las pertinentes indemnizaciones de perjuicios. En efecto,
mientras las indemnizaciones son pagadas a ttulo reparatorio a las vctimas, las multas dan cuenta de sumas de dinero entregadas a beneficio fiscal a ttulo sancionatorio.
Por lo expuesto, estimamos que no resulta un criterio adecuado
para diferenciar los ilcitos monoplicos de los ilcitos de proteccin
al consumidor el invocar la posibilidad de reclamar, adicionalmente,
indemnizaciones de perjuicios. En efecto, en ambas categoras de ilcitos existe semejante posibilidad.355
Lo anterior se ve ms agravado an por el hecho de que para interponer el recurso de reclamacin en caso que se hubiere impuesto
una multa, la parte sancionada deber consignar el diez por ciento
de la misma. En el proyecto de ley respectivo se lleg a formular que
la consignacin deba alcanzar al cincuenta por ciento de la multa, lo
cual motiv una justa reaccin de la Excma. Corte Suprema. Nuestro
Tribunal Supremo tom perfecta conciencia del riesgo que lo ante-
355
As disentimos del jurista YRARRZAVAL COVARRUBIAS, Arturo, Proteccin al Consumidor y Libre Competencia, p. 26, II-5, en Derecho del Consumo y Proteccin al Consumidor, Facultad de Derecho, Universidad de Los Andes, Cuadernos de Extensin, 1999.
388
rior entraaba para la preservacin del debido proceso en este mbito y seal:
Pudiendo el tribunal fijar penas de multa hasta por un monto de
treinta mil unidades tributarias anuales (art. 26, letra c), el 50% de ella
(15.000 unidades tributarias anuales) que se exigira, en su caso, para
deducir el recurso, resulta ser elevadsimo y eventualmente difcil de
cumplir en muchos casos, lo que a la postre importara impedir el ejercicio del recurso, un quebranto al principio constitucional del debido proceso y en definitiva una verdadera negacin del derecho a un
expedito acceso a la justicia. Como la tendencia moderna, por otra
parte, es eliminar esta exigencia para el ejercicio de derechos procesales, sera conveniente sustraerla del proyecto o, en subsidio, rebajarla ostensiblemente.356
Adems de una denegacin fctica de los recursos judiciales que
cautelan la operativizacin del debido proceso, la consagracin legislativa de multas tan elevadas puede llevar a entraar en muchos casos
una transgresin a la justicia distributiva en la aplicacin de tal categora de penas, lo que modernamente suele ser denominado principio de la proporcionalidad y que plantea que ha de haber una
proporcin entre la culpabilidad por el delito de monopolio cometido y la pena recibida, de forma tal que la pena no supere en caso alguno la culpabilidad. Estimo ms preciso que visualizar la culpabilidad
como un lmite mximo en la pena a imponer, concebir la culpabilidad como elemento estructural del injusto y, en tal sentido, plantear
una continua proporcionalidad y correspondencia entre la conducta
tpica, antijurdica y culpable y la pena asignada a la misma.
Acreditada la culpabilidad que domina el injusto, ha de establecerse la entidad de ste en atencin al peligro o lesin infligido al bien
jurdico libre competencia. As, el principio de la proporcionalidad
de la pena descansa sobre dos pivotes: la correspondencia entre culpa y delito y la correspondencia entre delito culpable y vulneracin
del bien jurdico protegido. Esto ha sido desarrollado en esta obra en
el captulo relativo al estudio del injusto de monopolio.
3.4.2.3. Injustos especficos de monopolio
Manifestamos que el artculo tercero, inciso primero, prohbe en trminos amplsimos todo hecho, acto o convencin que vulnere potencial (puesta en riesgo) o actualmente (lesione) la libre competencia.
356
Oficio N 001471, seccin VI, letra f), N 2, de 20 de junio de 2002. Dicho oficio corresponde al Pleno de la Corte Suprema que, en sesin de 14 de junio de 2002,
analiz el Proyecto de Ley que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
389
Es decir, se proscribe en general la vulneracin al bien jurdico protegido sin describir, sugerir o denominar la o las modalidades que puede asumir la conducta infractora. Esta desmesurada vaguedad tpica
ha planteado fundadas dudas acerca de la real satisfaccin del principio de tipicidad por parte del artculo tercero, inciso primero, del Decreto Ley 211. El argumento sustentatorio de la referida vaguedad
tpica es que tal es la cantidad de maquinaciones que pueden ser desarrolladas, que la sola existencia de figuras perfectamente tipificadas,
esto es, tipificaciones al detalle, podra conducir a la impunidad de
muchas conductas contrarias a la libre competencia. Estimamos que
este argumento es parcialmente cierto y que se podra avanzar ms
en un proceso de tipificacin caracterizado por mayor sofisticacin y
certeza, en el cual se perfilen con mayor nitidez los injustos de fuente
y los injustos de abuso a que hemos aludido en el captulo de esta obra
referido al injusto de monopolio.
El legislador de la Ley 19.911, que retoc la anterior versin del
tipo universal antimonoplico dando lugar al inciso primero del artculo tercero, continu con la tradicin del Decreto Ley 211 en
cuanto a entregar ejemplos de prcticas monoplicas a continuacin
del mencionado tipo universal. Esa tradicin tena por finalidad ilustrar al intrprete acerca de las infracciones monoplicas mediante
la descripcin de ciertas prcticas relativamente conocidas. De ah
que fuera necesaria la construccin del inciso segundo del artculo
tercero que, a ttulo meramente ejemplar, describe conductas que
bajo ciertas circunstancias, segn explicaremos, vulneran la libre
competencia.
El carcter meramente ejemplar de esta disposicin complementaria del tipo universal antimonoplico no ha de merecer reproche al
jurista, puesto que la inventiva humana parece no hallar lmites al momento de buscar frmulas de transgresin del sistema tutelar de la libre competencia. Lo anterior, ciertamente, no puede ser bice para
que quienes interpreten la legislacin antimonopolios, lo hagan en
todo momento guiados teleolgicamente por el bien jurdico tutelado; de all la importancia de una clara conceptualizacin de este ltimo, a lo menos por la jurisprudencia judicial y administrativa del
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Adicionalmente, el Tribunal Antimonoplico debe regirse por el
principio de la inocencia no obstante la amplitud del tipo universal
antimonoplico, debiendo en consecuencia recaer el peso de la prueba
u onus probandi sobre quien alega la perpetracin de un atentado contra el bien jurdico tutelado y no sobre quien ha de defenderse de tal
imputacin. En tal sentido, en el procedimiento jurisdiccional la apreciacin de la prueba deber efectuarse segn las reglas de la sana cr390
resuelto tratarlas en forma sistemtica al ocuparnos de las instituciones que respectivamente las sustentan y explican. A tal efecto, remitimos al lector a las secciones de esta obra denominadas Las fuentes
del monopolio y su regulacin, por una parte, y La explotacin del
monopolio y el abuso de posicin dominante, por otra.
392
Desde un punto de vista sociolgico, el establecimiento de un monopolio y su regulacin puede realizarse en funcin de ciertas categoras de personas o en funcin de ciertas clases de bienes y, ciertamente,
las anteriores pueden darse combinadas.
Los monopolios, en su acepcin lata de restricciones a la libre competencia, y correlativamente su regulacin o su represin, segn corresponda, pueden hallar sustento en la tradicin, en aprobaciones
sociales, en el inters de los comerciantes, en el inters de la autoridad pblica o en el Derecho (muchas veces ste recoge las fuentes anteriores).
En esta seccin slo nos ocuparemos del monopolio, en la amplia
acepcin indicada, y de su regulacin y proscripcin en cuanto stas
se relacionan con el Derecho. De esta forma, las fuentes del monopolio a que nos referimos son aqullas cuya operativizacin tiene significacin jurdica, esto es, son relevantes a nuestro sistema tutelar del bien
jurdico libre competencia. Recordemos que el injusto monoplico
puede clasificarse en ilcitos de fuente e ilcitos de abuso. Esta
Seccin IV tiene por objeto ocuparse de los ilcitos monoplicos de
fuente; sin embargo, para comprender cabalmente cules fuentes son
siempre constitutivas de estos ilcitos, cules nunca lo son y cules lo
son bajo determinadas circunstancias, resulta necesario tratar todas las
fuentes dotadas de significancia jurdica.
Previo a determinar qu fuentes de monopolio son lcitas y cules
ilcitas y bajo qu circunstancias desde una ptica jurdica, resulta
fundamental mencionar las cuatro posibles fuentes del monopolio que
trataremos por su relevancia para el Derecho antimonoplico. stas
son: a) la naturaleza y el estadio de desarrollo de una determinada
tecnologa en cuanto imprimen caractersticas monoplicas a ciertas
actividades econmicas, b) la conducta de la autoridad pblica en
cuanto confiere monopolios, c) la propia libre competencia, que pue395
396
En lo que concierne a las fuentes prohibidas del monopolio estructural hallamos dos: a) los actos de autoridad pblica emitidos mediante potestad pblica de jerarqua normativa inferior a la legal y/o
en contravencin a ciertas garantas constitucionales, y b) los actos de
comerciantes competidores que se unen para disminuir la competencia entre s. A veces ocurre que el monopolio estructural recibe su denominacin de la fuente de la cual emana: la primera fuente prohibida
da lugar a monopolios por exclusin o de privilegio, en tanto que
la segunda fuente prohibida da lugar a monopolios por unificacin
o concentracin. Bajo estos rtulos se suele tratar no slo el efecto,
esto es, el monopolio estructural resultante, sino que tambin la actividad conducente a la formacin de tales monopolios. No innovaremos sobre el punto a fin de respetar la terminologa en uso.
358
397
discriminacin injustificada e inaceptable, puede conllevar en multitud de casos la prdida de una economa de escala o de mbito capturada por ese competidor de mayor tamao. De all que los
mercados altamente concentrados deben ser estudiados no slo como
un posible resultado de prcticas monopolsticas, sino que tambin
como el efecto de economas de escala o de mbito existentes en el
mismo.
El monopolio que hemos descrito recibe la denominacin de monopolio natural, en atencin a que son la singularidad o especiales
caractersticas del mercado relevante respectivo las que causan que la
forma ptima de explotacin del mismo sea la de un monopolio. As,
este monopolio no es voluntario, sino que natural. Resulta importante no identificar un mbito de monopolio natural, esto es, un mercado relevante que exhibe caractersticas tales que provocan que la
ptima explotacin de ste corresponda a un monopolista, con el monopolista mismo que opera en dicho mercado relevante. En efecto,
puede acontecer que un mbito de monopolio natural no se halle explotado actualmente por un monopolista natural o bien en el evento
de serlo, puede ocurrir que este monopolista natural tolere la supervivencia de algn otro competidor menor, lo cual no lo hace perder
su calidad de monopolista natural.
A continuacin mencionaremos algunos ejemplos de situaciones
que pueden dar lugar a mercados relevantes o mbitos dominados por
monopolios naturales:
i) Existen casos en los cuales el origen del monopolio natural es
una peculiar situacin de la naturaleza, como acontece en el
caso de una fuente de aguas medicinales nica en una extensa regin, la cual se halla en manos de un nico dueo. Ciertamente que esa situacin puede modificarse si, por ejemplo,
el nico dueo muere y heredan sus hijos y stos incapaces
de coordinarse entre s, compiten por la explotacin de las diversas cuotas de captacin de aguas medicinales emanadas de
dicha fuente que cada uno de ellos recibi por sucesin por
causa de muerte. En tal evento, aquel monopolio natural podr devenir en un duopolio, triopolio, etc., dependiendo de
la capacidad de coordinacin de los herederos.
Otro ejemplo de una peculiar situacin de la naturaleza causante de un monopolio natural es la del espectro radioelctrico, esto es, aquel conjunto de ondas radioelctricas sin
solucin de continuidad que se propagan por el espacio sin
gua artificial y que se caracteriza por ser un recurso natural,
escaso y limitado, cuya regulacin ha quedado entregada a la
Ley General de Telecomunicaciones.
398
359
STIGLER, George J., The Economists and the problem of monopoly, pp. 6-7,
Occasional Papers from The Law School N 19, The University of Chicago, 1983: The
second tradition [developed by Adam Smith] that all important monopolies were created by the state began to be eroded in the nineteenth century with the development
of railroads and other large-scale utilities... We now had a class of monopolies which
might, and usually did, get grants of power (eminent domain) and more merchandisable assets from the state, but whose existence rested chiefly on important economies
of scale... So Smiths second tradition had bifurcated into state-created monopolies and
those created by economies of scale, and the latter constituted the public utility sector
of the period.
399
360
Resolucin N 01/2004, considerando 7 (estructura de los mercados), del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
400
do relevante dominado por un monopolista que ya ha captado las economas de escala o de mbito, segn corresponda, y tambin para los
consumidores del bien all producido o comercializado. Esa situacin
acarreara un derroche de recursos productivos por los competidores
entrantes que no han alcanzado el tamao ptimo para beneficiarse
de las economas de escala y un despilfarro de recursos destinados a
eventualmente desplazar al monopolista natural ya inquilino en dicho mercado.
En sntesis, el monopolista natural, cualquiera sea la circunstancia que da origen al mismo, obtiene un significativo poder monoplico, el cual fluye del costo y la demanda caractersticas de ese mercado
relevante que ha sido calificado como un mbito de monopolio natural. Atendido el origen de ese poder de mercado, que no se corresponde ni con un privilegio entregado por el Estado y sus organismos
ni con una prctica, unilateral o coludida entre competidores, contraria al Decreto Ley 211, no existe motivo de reprochabilidad monoplica en la obtencin de dicho poder y, por tanto, sta no constituye
un delito monoplico de fuente, segn explicaremos. Una situacin
diversa, que analizaremos, dice relacin con los precios y otras clusulas contractuales que ese monopolista natural pueda tratar de imponer en el mbito de monopolio natural.
De lo expuesto se sigue que si bien el monopolio, por regla general, debe ser erradicado, previamente han de examinarse las causas que
le dan origen, evaluarse si stas son susceptibles de razonable remocin
y verificar qu alternativas se hallan efectivamente disponibles para perfeccionar el respectivo mercado. La idea de perfeccionar un mercado
no tiene aplicacin en el mbito del monopolio natural por las razones
expuestas; por contraste, estimamos que tal perfeccionamiento s tiene
sentido y resulta un deber jurdico para las autoridades pblicas, y especialmente las antimonoplicas, en lo concerniente al monopolio de
privilegio. Esto ltimo ser tratado en el captulo pertinente.
A. Monopolio natural, garantas constitucionales
y regulacin de aqul
Desde la ptica de las garantas constitucionales integrantes del sistema jurdico de tutela de la libre competencia, la aceptacin del monopolio natural podra ser presentada como una limitacin a la
garanta del derecho a desarrollar cualquier actividad econmica que
no sea contraria a la moral, al orden pblico o la seguridad nacional
(art. 19, N 21, Constitucin Poltica de la Repblica).
401
Corresponde, entonces, preguntarse si es lcito a la autoridad pblica antimonoplica y a la autoridad pblica sectorial dejar intocado
un mbito de monopolio natural debidamente acreditado como tal o
si, por el contrario, deber promover al interior del mismo la competencia aunque sta resulte ruinosa con el fin de dar cumplimiento a
la garanta antes mencionada, contemplada en el art. 19, N 21 de la
Constitucin Poltica de la Repblica. Estimamos que la autoridad pblica no slo puede dejar intocado un mbito de monopolio natural,
en el sentido de no desmembrar al competidor que ha devenido monopolista natural por la va de capturar las singulares economas que
caracterizan a aqul, sino que tampoco le est permitido intervenir
un mbito de monopolio natural forzando la competencia al interior
de este ltimo por la va de impedir que algn competidor alcance
las economas propias del monopolio natural, todo ello so pretexto
de dar cumplimiento al art. 19, N 21 antes citado. Nuestra conclusin
se deduce de las siguientes razones:
1. Esta limitacin la del monopolio natural al derecho a desarrollar cualquier actividad econmica tutelado constitucionalmente
no arranca ni de un acto de autoridad pblica, de autoridad privada ni de competidor que sea persona pblica o privada. En efecto,
esta restriccin no halla su origen en conducta humana alguna, en
el sentido que la respectiva economa de escala o de mbito, estadio
de desarrollo tecnolgico o situacin de naturaleza que justifica el
monopolio natural es algo que caracteriza a la respectiva actividad
econmica, que anteriormente hemos denominado mbito del monopolio natural o mercado relevante en el cual ste opera. As, esta
limitacin se trata en rigor de una barrera natural que dificulta la
explotacin de ese mbito por pluralidad de competidores. Ciertamente que en el caso de las economas de escala esa barrera natural
podra intentar remontarse, por la va de una inversin tremendamente onerosa y con un destino bastante incierto en trminos de la
rentabilidad del proyecto, producto de que las economas de escala
o de mbito caractersticas del mercado del monopolio natural debern entrar a ser disputadas por el competidor entrante a quien ya
ostenta el monopolio natural. Aun as, se trata de una apuesta incierta, donde lo ms conveniente econmicamente aunque prohibido jurdicamente ser antes que entrar en una guerra contra el
inquilino de ese mercado, unirse a l por la va de una colusin
monoplica. Lo anterior slo tendr lugar en la medida que la amenaza del competidor entrante sea suficientemente creble para el
monopolista ya instalado; de otra forma, no estar dispuesto este ltimo a compartir los beneficios de una explotacin monoplica con
el recin llegado.
402
sustrado a la libre competencia y siempre podr un competidor potencial ingresar a dicho mercado e intentar desafiar al monopolista
natural ya establecido, aun cuando ya sabemos que ello por regla general ser difcil y oneroso. El verdadero peligro que exhibe un mbito de monopolio natural consiste en que alguna autoridad pblica dote
al monopolista natural, ya establecido en el mbito respectivo, de exclusividad por la va normativa y genere as, en superposicin al monopolio natural, un monopolio de privilegio cuyo beneficiario sea ese
monopolista natural. As, la existencia de un mbito de monopolio
natural no autoriza a que se desconozca la libertad de competencia
mercantil y, por tanto, nunca un monopolista natural podr exigir alguna forma de exclusividad normativa proporcionada por una autoridad pblica, puesto que ello configurara un proscrito monopolio de
privilegio.
De lo expuesto se concluye que tal limitacin la del monopolio
natural al derecho a desarrollar una actividad econmica al tenor del
art. 19, N 21 de la Constitucin Poltica de la Repblica no puede configurarse como una transgresin a la mencionada garanta constitucional ni a la libre competencia como bien jurdico tutelado.
Los mbitos de monopolios naturales constituyen un ejemplo de
situaciones en las cuales no resulta razonable exigir pluralidad de
competidores dada su peculiar estructura, puesto que ello sera extraordinariamente oneroso al implicar una dilapidacin de recursos
productivos. De esta forma, si bien la regla general es la plena aplicacin y fomento del principio de la libre competencia, puesto que
por tal va se realizan y resguardan mejor ciertas garantas constitucionales y se promueve una mayor eficiencia en la asignacin de los
recursos productivos y, por tanto, en el empleo de los recursos productivos que posee cada competidor, cabe observar que en las situaciones de monopolios naturales, la aplicacin de la libre competencia
resulta menguada al aceptarse la existencia de un mbito de monopolio natural como una situacin pre-dada y cuyo desconocimiento
acarreara la mxima ineficiencia en la asignacin de los recursos.
En este ltimo caso, la excepcin emana de una situacin de naturaleza, de economas de escala, economas de mbito o de un estadio de desarrollo tecnolgico respecto del cual no existe en el
momento actual en que se le trata la posibilidad de introducir una
pluralidad de competidores sin grave dao para el bien comn en
su dimensin material.
As, en nuestra opinin, la existencia del monopolio natural halla
su reconocimiento en la necesidad de la sociedad poltica de lograr
que la produccin de ms y mejores bienes se realice con los menores costos posibles, lo cual en el caso del monopolio natural da lugar
404
cia en la asignacin de los recursos. De esta manera, el monopolio natural se traduce en un solo oferente o demandante de un bien (monopolio puro o monopsonio puro) o bien en posiciones dominantes
(monopolio o monopsonio parcial) derivadas de economas de escala o de situaciones de naturaleza al interior de un mercado relevante,
el cual suele ser regulado y fiscalizado por una o ms autoridades pblicas dotadas de potestades normativas al efecto.
En los monopolios naturales regulados se busca, por regla general, que el servicio est obligado a tener un precio igual al costo promedio, incluyendo un rendimiento normal del capital, lo que da lugar
a la tarificacin del servicio. Es fundamental que el regulador aplique
un prudente criterio al tarificar tales servicios, puesto que de otra forma puede conducir a las empresas respectivas a un gradual desincentivo a la inversin y, en el lmite, a la insolvencia.361 Cabe recordar lo
resuelto por el propio Tribunal Antimonoplico, aunque limitado al
monopolio natural cuya causa es una economa de escala:
...existe un monopolio natural cuando las condiciones del mercado son tales que una empresa puede explotar mejor ese mercado
de lo que lo haran dos o ms, lo que ocurre cuando los costos medios unitarios de produccin son decrecientes de acuerdo al aumento de la escala o volumen de produccin. As, el tamao de la empresa
puede llegar a un nivel ptimo en relacin con la demanda, e incluso
a un tamao mayor que la demanda total, a un precio igual al costo
medio mnimo, lo que se explica por las llamadas economas de escala. Incluso puede ocurrir que el precio del monopolio sea menor que
el precio de equilibrio de empresas ms pequeas, ya que los nuevos
oferentes tendran costos ms altos que el monopolista. Como en estos casos el mercado no acepta ms de una empresa, los monopolios
naturales estn sujetos a regulacin por parte de la autoridad.362
La forma que adopte la regulacin del monopolio natural es relevante, puesto que en ciertas ocasiones aqulla da lugar a un monopolio de privilegio; de esta manera se produce el efecto de un monopolio
natural al que se superponen ciertos beneficios propios de un monopolio de privilegio. Esto acontece toda vez que la regulacin aplicada
al monopolio natural no slo tiene por objeto evitar abusos monop-
361
Es por ello que la reglamentacin de ciertas industrias reguladas ha dado lugar al anlisis jurdico de las eventuales perturbaciones o interferencias substanciales
que tal reglamentacin puede causar en el natural ejercicio de los atributos de la propiedad privada correspondiente a los competidores presentes en esos mercados. Vase EPSTEIN, Richard A., Takings. Private property and the power of eminent domain, pp. 274
y ss., Harvard University Press, 1993.
362
Resolucin N 537, de la Comisin Resolutiva.
406
363
MELLER, Patricio, Regulacin y competencia en los servicios de utilidad pblica, p. 5, Perspectivas, vol. 6, nmero 1, Centro de Economa Aplicada, Universidad
de Chile, 2002.
364
POSNER, Richard A., Natural monopoly and its regulation, pp. 612 y 615, Standford Law Review, volume 21, 1968-1969.
407
mente pobladas pueden importar beneficiar a personas de altos ingresos que residen o vacacionan en las mismas, lo cual es particularmente cierto en zonas rurales aledaas a las ciudades.
Resulta, as, lamentable que ciertas regulaciones diseadas para el
monopolio natural contravengan los principios de libre competencia
en materia de precios, que se asientan en la justicia distributiva, esto
es, sobre la base de que un monopolista no puede cobrar precios dismiles sin mediar justificacin, puesto que con ello est distribuyendo
cargas en forma desigual a iguales.365 Sin embargo, defensores de tales prcticas al amparo de la regulacin sectorial respectiva por parte
de monopolios naturales cuyas utilidades se hallan reguladas afirman
que es muy probable que la produccin sea mayor en un escenario
de discriminacin de precios que en un escenario de precios nico.366
Estimamos que ese juicio de probabilidad, incluso aunque fuera de
certeza total, no resulta conciliable con el trato de no discriminacin
arbitraria que el Estado y sus organismos han de brindar a los particulares en materia econmica, segn lo ordena el art. 19, N 22 de la
Constitucin Poltica de la Repblica. Cabe recordar que dicha prescripcin imperativa comprende al legislador, quien es el autor de las
bases de la regulacin tarifaria que rige los monopolios naturales correspondientes a servicios pblicos.
La superposicin de un monopolio de privilegio a un monopolio
natural queda mejor ilustrada por el caso de las concesiones sanitarias, donde la legislacin imperante garantiza concesiones de carcter exclusivo. En tales situaciones se busca promover que el monopolio
natural realice mayores inversiones por la va de asegurarle una ausencia de futura competencia. En nuestra opinin, este procedimiento es errado, puesto que articula un monopolio de privilegio nocin
que se desarrollar en el captulo correspondiente sobre un monopolio natural. Lo anterior implica algn grado de incertidumbre acerca
de la permanencia en el tiempo de ese monopolio natural; de otra
forma no se explica el atractivo que puede conferrsele por la va de
garantizarle una exclusividad estructurada jurdicamente por parte de
una autoridad pblica. Por tanto, lo lgico sera dejar entregado este
monopolio natural a su propia suerte: que dure lo que deba durar,
365
Para un estudio de las relaciones entre justicia distributiva y discriminacin arbitraria en los precios, vase VALDS P RIETO, Domingo, La discriminacin arbitraria en el
derecho econmico. Especialmente en la legislacin antimonoplica, Editorial Jurdica Conosur Ltda. (LexisNexis), Santiago, 1992.
366
POSNER, Richard A., Natural monopoly and its regulation, p. 642, Standford
Law Review, volume 21, 1968-1969.
408
esto es, mientras el mercado respectivo conserve el carcter de mbito de monopolio natural. Sin embargo, conspira contra esta solucin
el que muchos de estos monopolios naturales corresponden a empresas de servicio pblico, las cuales son intensivas en capital y dada la
especificidad del mismo ste no resulta fcilmente reasignable, pasando a constituir un verdadero costo hundido para quien desee retirarse de la industria respectiva. No obstante lo sealado, debe observarse
que la desaparicin de una economa de escala por un cambio tecnolgico puede constituir el fin de un monopolio natural y, en tal evento,
resultara inaceptable que la autoridad pblica competente mantenga dicho monopolio por la va de una regulacin jurdica constitutiva
de un privilegio. Tal preservacin del monopolio que ha perdido su carcter de natural slo irroga costos a los competidores potenciales y a
los consumidores, constituyendo un lastre para la sociedad civil el que
se establezca un monopolio de privilegio all donde puede haber espacio a la libre competencia.
Un ejemplo lamentable de cmo el legislador ha prohibido una
economa de mbito, a instancias del Tribunal Antimonoplico que
emple su potestad requisitoria para obtener la promulgacin de una
norma legal al efecto, lo constituye el art. 65 de la Ley de Servicios
Sanitarios.367 En este caso particular, en vez de regular las economas
de mbito asegurando una transferencia de sus beneficios a los consumidores, el legislador sanitario opt por la peor de todas las soluciones: prohibir las economas de mbito entre empresas de servicios
sanitarios, por una parte, y concesionarios de distribucin elctrica,
telefona local o distribucin de gas de redes, por otra.
367
409
En nuestra opinin, dicho sobreprecio impuesto por una autoridad pblica que ha prohibido la incorporacin de economas de mbito a la competencia, vulnera un contenido del orden pblico
econmico, cual es que se produzcan ms y mejores bienes por el menor costo para la nacin, lo cual es requerimiento del bien comn poltico en su dimensin material. Mirado desde otra perspectiva, la
autoridad pblica ha interferido la libre competencia generando barreras a la entrada artificiales que no hallan explicacin en la prevencin del mejor funcionamiento de aqulla.
Quizs el verdadero dilema del marco regulatorio es cmo prevenir los abusos monoplicos asegurando un justo trato no slo a la
clientela del servicio y a los proveedores de los insumos, sino que
tambin a eventuales entrantes al mercado; dar certeza de permanencia al inversionista para que pueda obtener una adecuada rentabilidad en el tiempo y no transformar esa regulacin en un
monopolio de privilegio. Es por ello que las modernas regulaciones
de los monopolios naturales tienden a emular la competencia, segn explicamos al tratar la nocin de competencia simulada; lo anterior no es bice para aplicar en los aspectos de la actividad del
monopolio natural, no cubiertos por la regulacin sectorial el Derecho antimonoplico.
B. Tratamiento del monopolio natural por el Decreto Ley 211
La pregunta fundamental es si los monopolios naturales, en cuanto
tales, son objeto de represin de una legislacin antimonoplica. La
respuesta es negativa, hacindose necesario distinguir entre el ser del
monopolio y el operar del mismo.
En cuanto a la existencia misma del monopolio natural, el mbito de mercado donde aqul prevalece experimenta una libre competencia menguada, puesto que se acepta que sta enfrenta una barrera
natural caracterstica de aqul, segn explicamos en el acpite anterior. Luego, no existe nada reprochable antimonoplicamente en el
hecho de ostentar un monopolio natural o ser monopolista natural y,
por tanto, tal situacin no contraviene el Decreto Ley 211, puesto que
ello es ajeno a una causa humana directa. En efecto, si bien puede
acontecer que el monopolio natural tenga su causa en un hecho de
la naturaleza, en una economa de escala o de mbito o bien en un
estadio de desarrollo de la tecnologa aplicable, tal monopolio natural es una consecuencia per accidens de una cierta actividad econmica en un determinado contexto geogrfico. As, el monopolio natural
es una caracterstica del mercado relevante respectivo, v. gr., econo410
mas de escala, alto nivel de costos fijos, altos costos hundidos no transferibles, carcter natural y nico del producto explotado, etc.
Por otra parte, la regulacin de los monopolios naturales ha quedado entregada a legislaciones especficas, caracterizadas por una alta
especializacin y gran detalle, por regla general agrupadas sectorialmente dando lugar a muchas de las denominadas industrias reguladas. Luego analizaremos la relacin de las legislaciones sectoriales
mencionadas con el Decreto Ley 211, de 1973. Mientras las reglas tutelares de la libre competencia son generales, en cuanto pueden predicarse de cualquier mercado donde exista espacio al ejercicio de la
libertad de competencia mercantil, y previenen o sancionan conductas concretas vulneradoras de ese bien jurdico, la normativa que se
ocupa de las industrias reguladas es especfica y diferente segn la industria de que se trate. Esta normativa sectorial suele ser extraordinariamente casuista y tiene, por regla general, como finalidad, lograr que
los servicios del mercado especfico de que se trate se presten en trminos de la mejor calidad y a los precios ms baratos, asegurando para
ello la debida operatoria del mercado sectorial.
Entre los monopolios naturales correspondientes a industrias tpicamente reguladas se hallan la distribucin elctrica concesionada,
el servicio pblico sanitario mediante redes de agua, el de telefona
fija y el de telecomunicaciones brindado a clientes regulados, as como
ciertos casos de ferrocarriles.
En lo que respecta a la operacin o explotacin del monopolio
natural, esta actividad queda evidentemente capturada por la legislacin antimonoplica a fin de sancionar los abusos de posicin monoplica que puedan producirse. Ciertamente que en el mbito de
operacin del monopolio natural deben distinguirse aquellos aspectos en los cuales hay regulacin imperativa especfica en cuanto a precios, calidades y otras clusulas que por tanto no deja espacio a la
aplicacin de la legislacin antimonoplica de aquellos reductos en
los cuales s hay lugar a la libertad de competencia mercantil y, por
tanto, existe la posibilidad de una desviacin o mal empleo de la misma conducente a una prctica contraria al Decreto Ley 211.
Hubiese sido conveniente que esta conclusin constara de una forma relativamente clara en el Decreto Ley 211, de 1973; creemos que
de una forma un tanto oblicua el antiguo artculo quinto de ese cuerpo jurdico antimonoplico artculo que hoy se halla derogado por
la Ley 19.911 desempeaba esta funcin al dar a entender que determinados cuerpos legales y reglamentarios eran sustrados de la derogacin tcita que hubiese causado la promulgacin del primer texto
del mencionado Decreto Ley. En nuestra opinin, tal salvaguardia implicaba la coexistencia de tales cuerpos legales y reglamentarios con
411
el sistema tutelar de la libre competencia contemplado en aquel Decreto Ley. En efecto, algunos de los cuerpos normativos salvaguardados por el antiguo artculo quinto mencionado daban cuenta de
legislaciones sectoriales que regan ciertos mbitos de monopolio natural; sin embargo, ese mismo artculo quinto prescriba que los abusos efectuados por monopolistas naturales, incluso realizados al amparo
de esa legislacin sectorial, quedaban entregados a la jurisdiccin de
la Comisin Resolutiva, hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
En sntesis, el Derecho de la libre competencia respeta el ser del
monopolio natural, pero su actividad queda sujeta a control antimonoplico para reprimir y sancionar sus eventuales abusos.
C. Libre competencia por el ingreso al mercado
de un monopolio natural
La teora de los mercados contestables (en rigor disputables) plantea
que ya no es posible una concurrencia entre pluralidad de competidores al interior del mercado en el cual se desenvuelve un monopolio natural, debe existir al menos competencia para ingresar a ese
mercado. Es conveniente que sea la libre competencia la que determine qu competidor ingresar y cunto tiempo permanecer en ese
mercado relevante. Quien logre ingresar a ese mercado y dominar ese
mbito de monopolio natural, ostentar el respectivo monopolio natural, debiendo ajustarse a las regulaciones que existan para la operacin del mismo; regulaciones que sern de dos rdenes: legislacin
sectorial y legislacin antimonoplica. De all que cabe distinguir la
libre competencia por el ingreso a un mercado y captura de ste de
la libre competencia por la explotacin de ese mercado.
Lo anterior concuerda con una tendencia visualizada en la jurisprudencia de los organismos antimonoplicos nacionales, e incluso en
ciertos reguladores sectoriales, en orden a velar por la transparencia,
objetividad e igualdad de acceso a las licitaciones mediante las cuales
se oferta la propiedad de empresas que revisten la calidad de monopolios naturales y a fomentar una amplia convocatoria a los eventuales interesados por tales empresas.368 As, a modo de ejemplo cabe
transcribir dos pronunciamientos de la Comisin Resolutiva, hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, sobre el particular:
368
Resoluciones Nos 108, 288, 399, 494 y 567 de la Comisin Resolutiva, as como
Dictamen N 874 bis/22 de la Comisin Preventiva Central.
412
Finalmente, esta Comisin estima pertinente sealar a la consultante que corresponde exclusivamente a los organismos antimonopolios creados por el Decreto Ley 211, de 1973, pronunciarse acerca de
la exclusin, por razones de competencia, de uno o ms oferentes en
las licitaciones a las que se convoquen para adjudicar determinados
bienes o servicios. Este pronunciamiento fue originalmente emitido
por la Comisin Preventiva Central369 organismo antimonoplico hoy
derogado y luego hecho suyo por la comisin resolutiva, hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, en la Resolucin N 399.
Sentenci el Tribunal Antimonoplico en la Resolucin N 288:
Que las licitaciones pblicas o privadas, a juicio de esta Comisin
[actualmente Tribunal de Defensa de la Libre Competencia], deberan indicar en sus bases requisitos o condiciones objetivas y susceptibles de ser comprendidas por una pluralidad de interesados y, en todo
caso, si se contempla en ellas la facultad de rechazar las propuestas
que se presenten, sin expresin de causa, dicha facultad no podra servir para establecer nuevas bases que provoquen la eliminacin injustificada de algunos de los anteriores proponentes, pues con ello se altera
la transparencia y objetividad que constituye el fundamento mismo de
las licitaciones.
Las consideraciones efectuadas por la Resolucin N 288 y la Resolucin N 399 son de suma importancia, puesto que destacan los
principios fundamentales a que han de ceirse las licitaciones como
medio de acceso a una determinada actividad econmica. Tales principios obedecen a formulaciones ms especficas del principio de la
no discriminacin arbitraria: requisitos o condiciones objetivas, esto
es, que se correspondan con las exigencias de la naturaleza misma de
la transaccin y no apunte a caractersticas personales de los partcipes en el proceso licitatorio; que tales bases de licitacin estn construidas en trminos tales que naturalmente vayan dirigidas a pluralidad
de competidores por el bien licitado; que no haya margen a la eliminacin arbitraria de competidores,370 ni siquiera cuando para ello se pretenda invocar la defensa de la libre competencia. Sobre este ltimo
aspecto es especialmente clara la Resolucin N 399 que prescribe que
las exclusiones basadas en consideraciones de libre competencia slo
pueden ser efectuadas por las autoridades pblicas dotadas de potestades normativas para la preservacin de dicho bien jurdico tutelado
y no corresponden al licitante. Ms an, el licitante que realice tales
369
413
371
Los costos hundidos son generalmente conceptualizados como los costos de
recursos en los que ya se ha incurrido en el pasado y cuyo total no ser afectado por
decisin alguna, sea que sta tenga lugar actualmente o en el futuro.
414
372
De all que suele contraponerse las solemnidades de derecho estricto (formalidades ad solemnitatem) a las regulaciones de mera administracin, cuya finalidad
es el correcto funcionamiento del mercado.
415
cuales la competencia no es operativa o el nivel de informacin es inadecuado. Existen, tambin, razones ajenas a consideraciones econmicas, como acontece con ciertas motivaciones de orden poltico
orientadas a proteger determinadas industrias locales de la competencia fornea. A efectos de nuestro estudio, nos concentraremos en industrias reguladas donde la causa de la regulacin es precisamente el
carcter de monopolio natural que exhibe la respectiva actividad econmica.
Segn ya explicamos, esta desviacin de una concurrencia entre
pluralidad de competidores suele hallar, en el caso de los monopolios
naturales, una razn justificante en el orden pblico comprometido;
como tendremos oportunidad de apreciar ms adelante, una importantsima modalidad de orden pblico econmico es la que conlleva
todo monopolio natural correspondiente a un servicio pblico, nocin
de la cual nos haremos cargo. Atendido que ese orden pblico comprometido en los servicios pblicos, por diversos motivos, no puede
quedar entregado a la libre operatoria del mercado, es que se acude
a la regulacin sectorial que busca suplir tales deficiencias.
Las modalidades de regulacin de los monopolios naturales por
parte del Poder Legislativo y de la Administracin del Estado son innumerables, desde controles que implican barreras a la entrada o a la
salida de un determinado mercado relevante; otorgamiento y revocacin de concesiones; fijacin de precios, establecimiento de bandas
de precios o bien tarificacin de precios; determinacin de la calidad
y de la cantidad de los productos transados, regulacin directa de las
caractersticas societarias de los agentes autorizados a intervenir en ese
mercado, v. gr., capital mnimo, objeto exclusivo, etc. Este fenmeno
de origen econmico ha sido observado y analizado tambin desde
una ptica jurdica, dando lugar a interesantes estudios acerca del orden pblico econmico y sus tcnicas, entre las cuales se reconocen
diversas frmulas para intervenir las convenciones de los competidores partcipes en tales mercados.
Segn hemos explicado, el Derecho antimonoplico halla su razn de ser en tutelar los mercados con el objeto de asegurar la libre
competencia por la va de prevenir o proscribir las conductas que puedan menoscabar la sana operatoria de la oferta y la demanda. As,
mientras la regulacin emitida por el Poder Legislativo y la Administracin del Estado se basa en la premisa de que la libre competencia
no puede campear en un determinado mercado en razn de la estructura de este ltimo, que corresponde a un mbito de monopolio natural, la legislacin antimonoplica descansa sobre el supuesto de que
s puede haber libre competencia en un determinado mercado relevante y que, por tanto, es necesario protegerla de las agresiones u ofen416
sas que puede sufrir por parte de competidores actuales o potenciales que participen en el mismo o, incluso, de las ofensas que a ese bien
jurdico protegido pueden causar las propias autoridades pblicas que
intervienen dicho mercado. Sin embargo, ninguno de tales sistemas
tutelares ni el de regulacin sectorial ni el emanado del Derecho antimonoplico es hermtico o estanco; en efecto, la regla general es
que la regulacin sectorial no comprenda todos los aspectos de una
industria regulada ni sea exhaustiva al momento de reglamentarlos y,
por tanto, deje lugar a la aplicacin del sistema normativo antimonoplico. Esto lleva a la coexistencia, en un mismo mercado regulado,
de reglamentacin sectorial y de normativa antimonoplica, lo que
implica subordinar dicho mercado a una doble tutela: la del regulador tcnico o especfico del mbito de monopolio natural y la de los
organismos antimonoplicos.
Lamentablemente, tal coexistencia de potestades de diversas autoridades pblicas respecto de un mismo mercado se ha prestado a
veces, en Chile, a una indeseable interferencia entre las mismas o entre dos reguladores de naturaleza tcnica por normar las mismas materias de un mercado relevante.373 Lo anterior ha planteado, con cierta
frecuencia, conflictos entre organismos antimonoplicos y autoridades sectoriales dotadas de potestades pblicas para la regulacin de
mercados tremendamente especficos.374 En tales debates, segn ex-
373
417
418
de una autoridad estadual para obtener la prevalencia del regulador tcnico sobre la legislacin antimonoplica, bastando el mero conocimiento por parte de aqul de una determinada prctica calificable de
monoplica, lo que fue interpretado como aprobacin por parte del
regulador sectorial respectivo.376 Sin embargo, en 1975 se rectific camino por la va de que la Corte Suprema de los Estados Unidos de Amrica exigi que las prcticas anticompetitivas slo quedasen exentas de
responsabilidad monoplica ante una orden expresa y coactiva emitida
por el regulador sectorial respectivo y que, por tanto, ya no era suficiente
el silencio administrativo ante el conocimiento de una prctica monoplica para impedir la aplicacin de la legislacin antimonoplica.377
2. Antitrust immunity doctrine. Esta frmula tiene lugar cada vez que
la Sherman Act entre en conflicto con una regulacin sectorial de origen federal. Si sta no contiene una exencin expresa mediante la cual
la respectiva industria regulada deba ser sustrada de la aplicacin de la
legislacin antimonoplica o bien no se plantea una directa incompatibilidad entre la regulacin sectorial especfica y la norma antimonoplica, los tribunales no conferirn a esa industria regulada inmunidad
ante la normativa antimonoplica, esto es, tendr aplicacin esta ltima.378 All donde hay incompatibilidad entre la regulacin sectorial especfica y la legislacin antimonopolio, esta doctrina ha concedido
prevalencia a la regulacin sectorial especfica de la industria,379 al igual
como aconteca con la State action doctrine. Conviene distinguir en esta
materia las exenciones explcitas de las exenciones implcitas:
i) Es posible reconocer tres situaciones de exencin explcita de
la legislacin antimonoplica frente a la normativa sectorial federal: a) El caso ms simple es aquel en que el mismo Congreso sustrae expresamente determinadas industrias de la
aplicacin de la legislacin antimonoplica;380 b) el Congreso
efecta delegaciones de potestades normativas en determinados
reguladores sectoriales con el objeto de que stos determinen
en qu casos ciertas industrias han de ser sustradas de la apli-
376
377
Washington Gas Light Co. versus Virginia Electricity & Power Co. (1971).
Goldfarb versus Virginia State Bar (1975) y Cantor versus Detroit Edison Co.
(1976).
378
419
381
382
420
inciso primero del art. 5 del Decreto Ley 211 de 1973 efectuaba una
enumeracin, por referencia a sus materias, de las disposiciones legales y reglamentarias que continuaban vigentes, no obstante la dictacin de la Ley para la Defensa de la Libre Competencia. As, ninguna
norma jurdica de rango legal o infralegal que, a la fecha de dicha
promulgacin, fuere considerada conculcadora de la libre competencia podra haberse estimado vigente, a menos que se hallare expresamente sealada en el precepto mencionado. Esto debe entenderse,
naturalmente, sin perjuicio de disposiciones de jerarqua normativa
supralegal, las cuales no podan quedar afectadas por la entrada en
vigor del Decreto Ley 211 de 1973.
Si bien casi todos los cuerpos legales y reglamentarios salvaguardados por el inciso en comento correspondan a industrias reguladas,
no todas ellas eran reguladas por causa de constituir mbitos de monopolio natural, v. gr., las disposiciones relativas a las empresas bancarias. De las industrias reguladas por causa de ser mbito de monopolio
natural, slo nos concentraremos en las que regulan la creacin y funcionamiento de las empresas de servicios pblicos. Estimamos ilustrativo centrarnos en las empresas de servicios pblicos, puesto que
bajo esta denominacin se agrupa un nmero significativo de industrias reguladas que revisten esta calidad en razn de corresponder a
monopolios naturales.
La nocin de servicio pblico, que no ser desarrollada en esta
oportunidad por exceder el objeto del presente trabajo, ha experimentado una larga evolucin desde los tiempos en que el denominado fallo Blanco fue dictado por el Tribunal de Conflictos de
Francia, el 8 de febrero de 1873. En esta evolucin se desarrolla esta
nocin como una forma de superar la insuficiencia del distingo entre actos de autoridad y actos de gestin, que se haba diseado para
aplicarlo a los actos del Estado y de esa manera establecer cundo
tales actos haban de ser conocidos por la justicia ordinaria. A la nocin de Duguit, segn la cual toda actividad administrativa que satisface una necesidad de inters general es un servicio pblico, se
sigue la de Jze, quien postula que lo relevante es atender al rgimen jurdico aplicable, que se caracteriza por ceirse a los procedimientos del derecho pblico, esto es, un rgimen susceptible de ser
modificado en cualquier momento por leyes o reglamentos y al cual
no cabe oponerse en forma alguna. Posteriormente, otros autores
como Maurice Hariou continuaron re-elaborando esta nocin. En sntesis, no existe una concepcin nica acerca de qu es un servicio
pblico, ni siquiera entre los propios autores que le dieron vida. Sin
embargo, es posible consignar dos importantes criterios en la calificacin del servicio pblico:
422
a) Criterio subjetivo. El servicio pblico corresponda a una empresa u organismo de propiedad o bajo el control de la Administracin
del Estado. Este criterio perdi aceptacin desde el momento en que
se hicieron patentes dos deficiencias del mismo: no toda la actividad
de la Administracin poda ser calificada de servicio pblico, puesto
que no siempre corresponda a servicios de inters general y, adicionalmente, personas privadas tambin desarrollaban estas actividades
por encargo de la Administracin, quedando vinculados por un contrato administrativo de concesin.383
b) Criterio objetivo. Para calificar una actividad de servicio pblico
se atiende a la actividad misma, con independencia de si quien la desarrolla es la Administracin del Estado o un ente privado. Lo determinante es que se trate de una actividad mediante la cual se satisfagan
necesidades de inters general; de esta forma se produce un distanciamiento del sujeto estatal, no siendo ya prstina la necesidad de que
la Administracin intervenga directamente o va contractual.
La doctrina administrativa moderna se divide en dos grandes grupos: quienes niegan la nocin de servicio pblico y quienes afirmando su existencia, la vinculan al denominado criterio objetivo. Como
consecuencia del bien comn poltico comprometido en las actividades correspondientes al servicio pblico, la doctrina administrativa exige a ste continuidad, regularidad y obligatoriedad.
Entre las empresas de servicios pblicos se cuentan, por ejemplo, las distribuidoras elctricas concesionadas, ciertas modalidades
de las empresas de telecomunicaciones y de servicios sanitarios que
operan mediante concesiones. As, la distribucin de suministro elctrico cumple con los requerimientos planteados por el criterio objetivo: por regla general media una concesin de distribucin elctrica
que, en su modalidad definitiva, es otorgada mediante decreto supremo del Ministerio de Economa, por orden del Presidente de la
Repblica; esta actividad se ha considerado de bien comn, toda vez
que su adecuada prestacin interesa a la sociedad toda y correspon383
No obstante el descrdito en que cay esta concepcin del servicio pblico, es
posible observar en la jurisprudencia colombiana ciertos vestigios de la misma en relacin con las concesionarias de servicios pblicos, a las cuales, a pesar de su carcter
privado, se las ha querido asimilar a autoridades pblicas por la va de pretender calificar sus actos jurdicos como actos administrativos. En efecto, desde 1992 la jurisprudencia de la Corte Constitucional y del Consejo de Estado, ambos de la Repblica de
Colombia, han sostenido salvas contadas excepciones que las empresas de servicios
pblicos estn investidas de autoridad pblica frente al usuario o cliente y, por tanto,
expiden actos administrativos. De all que los actos jurdicos de las empresas de servicios pblicos queden, bajo la referida visin jurisprudencial, sometidos a los requisitos, ritualidades y recursos propios de los actos administrativos.
423
424
385
Vase MILLN PUELLES , Antonio, La funcin subsidiaria del estado, pp. 153167, en Sobre el hombre y la sociedad, Madrid, Ediciones Rialp, 1976; y SOTO KLOSS, Eduardo, Consideraciones sobre los fundamentos del principio de subsidiariedad, pp. 32-49,
Revista de Derecho Pblico N 39-40, Universidad de Chile, Santiago de Chile.
386
Art. 1, inc. 3, Constitucin Poltica de la Repblica de 1980: El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a travs de los cuales se organiza y estructura
la sociedad y les garantiza la adecuada autonoma para cumplir sus propios fines especficos y art. 19, N 21 de la misma Constitucin: El derecho a desarrollar cualquiera
actividad econmica que no sea contraria a la moral, al orden pblico o a la seguridad nacional, respetando las normas legales que la regulen. El Estado y sus organismos podrn desarrollar actividades empresariales o participar en ellas slo si una ley
de qurum calificado los autoriza. En tal caso, esas actividades estarn sometidas a la
legislacin comn aplicable a los particulares, sin perjuicio de las excepciones que por
motivos justificados establezca la ley, la que deber ser, asimismo, de qurum calificado.
387
En conformidad con el Decreto Ley 3.351, de 1980, pueden constituirse cooperativas especiales de abastecimiento de energa elctrica. stas pueden proporcionar hasta un 50% de la energa distribuida a quienes no sean socios y su consejo de
administracin puede fijar libremente el precio de la energa elctrica.
425
388
Prescribe a la letra el art. 414 del Cdigo del Trabajo: En el caso de las empresas monoplicas, calificadas as por la Comisin Resolutiva [hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia], establecida en el Decreto Ley 211, de 1973, si la
autoridad fijare los precios de venta de sus productos o servicios, lo har considerando como costos las remuneraciones vigentes en el mercado, tomando en cuenta los
niveles de especializacin y experiencia de los trabajadores en las labores que desempean y no aquellas que rijan en la respectiva empresa.
389
Ttulo V, De las tarifas, arts. 90 y ss., del D.F.L. N 1 de 1982.
426
competencia nacional
Luego de este anlisis de las disposiciones contenidas en el antiguo
artculo quinto del Decreto Ley 211 de 1973, cumple hacerse cargo
de ciertas argumentaciones a las que este cuerpo normativo dio lugar
y que fueron planteadas en procesos judiciales antimonoplicos con
la finalidad de impedir la aplicacin de la legislacin tutelar de la libre competencia a industrias reguladas por causa de ser mbitos de
monopolios naturales que aparecan salvaguardadas por dicho artculo quinto. Luego de un detenido anlisis de la jurisprudencia antimonoplica nacional emanada del mximo organismo competente, esto
es, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y de su predecesor, la Comisin Resolutiva, hemos identificado dos grupos de argumentos: los que descansan en una interpretacin del artculo quinto
estudiado, hoy claramente rechazada y considerada caduca, y aquellos
argumentos que se han elaborado en torno al principio de la especialidad.
C.1. UNA INTERPRETACIN EN TORNO AL ANTIGUO ARTCULO QUINTO
DEL DECRETO LEY 211
Se sostuvo que, de haber existido una intencin positiva de que a las
industrias reguladas por causa de ser monopolios naturales, correspondientes a los cuerpos normativos que fueron salvaguardados por los
incisos primero y segundo del artculo quinto del Decreto Ley 211 de
1973, les fueren aplicables los preceptos de la legislacin tutelar de la
429
Este reconocimiento de la competencia tcnica de la SEC qued, tambin, recogido en el Dictamen N 475/549 de la Comisin Preventiva Central, que en su numeral 4, inciso segundo, estableci: ...Si no llegaran a acuerdo [el denunciante y
Frontel] debe recurrir a la instancia de la Superintendencia de Servicios Elctricos,
que es el organismo que tiene facultades para servir de rbitro en las dificultades que
surjan entre particulares y las empresas concesionarias, especialmente en los aspectos
en que incide el reclamo del seor Lincoqueo, antes de recurrir a los organismos antimonoplicos, si considera que en alguna de las instancias anteriores se han infringido las normas del Decreto Ley 211, de 1973. El mencionado dictamen fue confirmado
por la Resolucin N 194, mediante el cual la Comisin Resolutiva desech un recurso de reclamacin contra dicho dictamen. Vase, tambin en este mismo sentido, Resolucin N 337, numeral 7, inciso final, de la Comisin Resolutiva.
431
a persona alguna, pblica o privada, una autorizacin o inmunidad para ello. Es preciso notar que la antijuridicidad que caracteriza el abuso de posicin monoplica no es susceptible
de ser removida por una determinada causal de justificacin,
ni siquiera una de origen legal. En efecto, dado que todo abuso
es un mal uso, en este caso del poder de mercado de que se
encuentra dotada una concesionaria de un servicio pblico o
un monopolio natural, ninguna norma de rango legal puede
autorizar que ello ocurra; lo anterior contravendra la unidad
o coherencia sistemtica que ha de exhibir el orden jurdico
y, sin duda, violara importantes principios y garantas constitucionales.
ii) En segundo lugar, el propio inciso tercero del artculo quinto
del Decreto Ley 211 de 1973 estableca la necesidad de obtener autorizaciones previas para el otorgamiento o explotacin
de monopolios estructurales en virtud de los cuerpos normativos exceptuados de derogacin tcita. Segn sealbamos,
estas autorizaciones podan ser otorgadas o denegadas por el
Tribunal Antimonoplico, mediante la emisin de un informe
previo sobre el particular, que poda ser favorable o desfavorable, lo cual ratificaba la idea de la existencia de un control
monoplico sobre las conductas desarrolladas en las industrias
reguladas a que se referan las legislaciones mencionadas en
los incisos primero y segundo del hoy derogado artculo quinto
del Decreto Ley 211 de 1973. Con todo, es necesario precisar
que este inciso tercero del antiguo artculo quinto guardaba
relacin con normas legales y reglamentarias salvaguardadas
que tenan por objeto la creacin de monopolios de privilegio y no el mero reconocimiento o regulacin de monopolios
naturales. En otros trminos, el propio artculo quinto probaba, a travs de su inciso tercero, que no se quisieron sustraer
ciertas industrias reguladas por causa del monopolio de privilegio del imperio de los organismos antimonoplicos, dando
lugar a una inadmisible forma de inmunidad antimonoplica, sino ms bien evitar la derogacin tcita de ciertos cuerpos normativos como consecuencia de la entrada en vigor del
Decreto Ley 211 de 1973. Si los propios monopolios de privilegio no quedaron sustrados a la legislacin antimonoplica,
con mayor razn tampoco quedaron ajenos a sta los monopolios naturales.
432
Otro argumento de gran importancia que ha sido utilizado en la misma direccin por parte de quienes queran evitar la aplicacin de
legislacin antimonoplica a ciertas industrias reguladas, como consecuencia de corresponder a monopolios naturales, ha sido el del principio de la especialidad.
El principio de la especialidad es un principio general del Derecho
que tiene por objeto resolver conflictos normativos entre preceptos de
idntica jerarqua en atencin a la especificidad de la materia. En otras
palabras, a diferencia de la interpretacin vista del artculo quinto que
pretende resolver conflictos normativos que se hubiesen suscitado en
atencin a la prioridad cronolgica, el principio de la especialidad descansa sobre la especificidad de la materia contenida en los preceptos
en conflicto. Este principio postula que en un conflicto normativo entre una disposicin de materia general y otra de materia especial, subsisten ambos preceptos, pero con diversos mbitos de aplicacin: la
disposicin especial rige la materia caracterizada por la especialidad a
que aqulla refiere, en tanto que la disposicin general impera sobre
las materias a que alude, con excepcin de la materia que ha sido signada como especial. Andrs Bello sintetizaba el principio de la especialidad en la siguiente forma: En el conflicto de dos disposiciones, se debe
preferir, caeteris paribus, la mnos jeneral, esto es, la que concierne ms
especialmente al caso de que se trata.391 La mayora de los autores considera que este principio se aplica tanto cuando la ley general es anterior a la particular como cuando ocurre a la inversa; a tal efecto, suele
invocarse el aforismo lex posterior generalis non derogat priori speciali.
Desde una perspectiva del Derecho positivo, el principio de la especialidad ha sido recepcionado, entre otros, por los arts. 4 y 13 del
Cdigo Civil y arts. 2 y 96 del Cdigo de Comercio. Se deduce de lo
dicho en tales preceptos que la disposicin especial prima respecto
de la general en lo que aqulla pugna con sta, pero all donde tal
colisin cesa recobra imperio la norma general. Es preciso observar
que en la aplicacin del principio en comento los artculos antes citados no distinguen si la ley general es anterior o posterior en su promulgacin a la ley particular con la cual entra en conflicto. Esta
interpretacin ha sido acogida en la jurisprudencia nacional.392
391
BELLO, Andrs, La autoridad de la ley, la interpretacin del derecho y las oposiciones entre preceptos jurdicos, p. 85, en Anuario de Filosofa Jurdica y Social 1986,
Editorial Edeval, Valparaso, 1987.
392
[Especialidad] de acuerdo con la cual, cada vez que existen dos preceptos legales, o aun, dos leyes en aparente concurrencia, ser siempre aplicable el precepto o
433
El Tribunal Antimonoplico ha fallado que el principio de la especialidad, en el mbito de la libre competencia, no resulta aplicable;
no obstante lo anterior, podra ser considerado ese principio si el precepto o normativa respectiva se hallare salvaguardado expresamente.
En efecto, el mximo organismo antimonopolio resolvi:
Por otra parte, discrepa de la argumentacin de la Direccin General de Aeronutica Civil, en el sentido de que por existir oposicin
entre la Ley 16.752, que sera especial, y la legislacin antimonopolios, que tendra un carcter general, prevalecera la primera sobre la
ltima. Esta Comisin [actual Tribunal de Defensa de la Libre Competencia] estima que si el otorgamiento de una concesin importa una
discriminacin que afecta a la libre competencia, el Decreto Ley 211,
de 1973, cobra aplicacin preferente sobre toda otra norma legal, a
menos que dicha aplicacin est tambin legalmente exceptuada.
(Considerando 5, Resolucin 183).
Creemos necesario considerar dos lneas de anlisis en relacin
con el considerando transcrito: primero, si el principio de la especialidad est bien aplicado en el caso mencionado y, segundo, cul es la
doctrina que fij el Tribunal Antimonoplico sobre el particular.
Lo que en el caso correspondiente a la Resolucin N 183 ha ocurrido es que la parte requerida ha intentado aplicar indebidamente
el principio de la especialidad a una situacin que no lo ameritaba.
La supuesta oposicin normativa entre la Ley 16.752 y el Decreto
Ley 211 no es tal, puesto que dicha ley slo consagra una potestad reglamentaria que puede ser ejercitada por el Director del Servicio respectivo. En dicha potestad no hay nada contrario a la legislacin
antimonoplica; donde s existe tal contradictoriedad es entre el ejercicio concreto que de esta facultad realiz el Director del Servicio y
dicha legislacin (considerando sexto, inciso segundo, Resolucin
N 183). En consecuencia, el Director General de Aeronutica Civil
debi haber considerado la legislacin antimonoplica al tiempo de
ejercitar su potestad emitiendo la resolucin N 120, mediante la cual
benefici a Lan-Chile en desmedro de uno de sus competidores, puesto
que todo acto administrativo ha de ceirse no slo a la ley que con-
la ley especial con primaca al precepto o la ley general. Y ello en razn de que aqullos
contienen un anlisis ms riguroso y prolijo de la situacin jurdica que les toca regular,
o concretando el concepto (...) una especificacin ms exacta y minuciosa de los elementos constitutivos de cada uno de los delitos en examen.... Contra Jorge Grenchnoff,
Corte de Apelaciones de Iquique, 1 de junio de 1954, considerando 13. R., t. 51, segunda parte, sec. 4, p. 148.
434
fiere la potestad del cual aqul emana, sino que tambin a las dems
normas jurdicas y principios generales que le sean aplicables. Entre
stos se cuenta ciertamente el orden pblico econmico, uno de cuyos contenidos fundamentales es la libre competencia y el principio
de la no discriminacin arbitraria.
El segundo aspecto dice relacin con las peculiaridades que exhibe el principio de la especialidad en materia de libre competencia. A
la luz de la sentencia comentada, una actividad regulada legal o reglamentariamente, por especialsima que sea su materia, no puede
quedar sustrada del imperio del Decreto Ley 211, a menos que as lo
ordene una disposicin legal o supralegal. Aparentemente, este raciocinio del Tribunal Antimonoplico en el cual esta autoridad pblica
no ahond descansa, en nuestra opinin, sobre la premisa de que la
libre competencia es ms que un precepto; se trata de un principio
rector de la conducta no slo de los privados, sino tambin de las autoridades pblicas. En cuanto principio jurdico fundamental que es,
la libre competencia ha de aplicarse siempre cualquiera que sea la
materia de que se trate, salvo que exista una disposicin legal o de
superior jerarqua normativa que establezca lo contrario y, en tal caso,
dicha disposicin deber ajustarse a los principios y garantas constitucionales respectivos. As, el principio de la especialidad no puede
emplearse para evitar que una determinada materia sea regida por la
legislacin tutelar de la libre competencia porque no se trata de una
prescripcin general contra una particular, sino que estamos ante un
principio jurdico llamado a recibir una total aplicacin por todas las
conductas de competidores y de autoridades pblicas intralegales, sea
que stas estn gobernadas por preceptos generales o especficos. Luego no hay, como a primera vista parecera, una antinomia en el caso
juzgado en la Resolucin N 183, sino que la transgresin de un principio jurdico de orden pblico, que es la libre competencia, que como
tal no puede ser removido sin norma legal o superior de carcter expreso y, como se ha dicho, ajustada a los principios y garantas constitucionales aplicables.
As, el Tribunal Antimonoplico ha desechado toda aplicacin del
principio de la especialidad al caso en litigio y, adicionalmente, ha resuelto que la invocacin de dicho principio con el objeto de evitar la
primaca de la legislacin antimonopolio requiere, a lo menos, de una
prescripcin de rango legal que as lo establezca.
En sntesis, se ha producido en la legislacin chilena el rechazo
de los dos principales argumentos, la interpretacin vista del hoy derogado artculo quinto del Decreto Ley 211 y el principio de la especialidad, en virtud de los cuales se quiso sustraer ciertas industrias
435
Entre 1973 y 1980 son escasos los pronunciamientos de la Comisin Resolutiva hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia en relacin con actividades de
las industrias reguladas; a partir de 1980, el nmero de tales fallos se incrementa y
stos se concentran en las denominadas empresas de servicio pblico. Vase PAREDES
M., Ricardo, Jurisprudencia de las Comisiones Antimonopolios en Chile, p. 239, Estudios Pblicos N 58, 1995.
436
A. Aspectos generales
Advertamos que el principio de la libre competencia alcanza esta industria regulada, en lo que se refiere a los concesionarios de distribucin elctrica. La libre competencia no es slo el bien jurdico tutelado
por el Decreto Ley 211, de 1973, que contiene el corazn de la legislacin antimonoplica, sino que es un principio rector de todo el orden jurdico nacional y que, como tal, confiere forma a otros principios
generales y tambin a preceptos de rango constitucional y legal. Entre los principios generales con los cuales la libre competencia se articula se halla el principio jurdico de la igualdad,394 el principio de
subsidiariedad, el principio de la autonoma privada o de la iniciativa
privada, entre otros, los que a su vez sirven de fundamento a diversas
garantas constitucionales. No puede haber libre competencia sin iniciativa privada y sta resulta resguardada en su existencia misma por
el principio de subsidiariedad y amparada de las injusticias distributivas por el principio de la no discriminacin arbitraria; a su vez, la libre competencia es un medio eficaz en la prosecucin del bien comn,
fin hacia el cual toda autoridad pblica ha de conducir la sociedad
civil y el cual consiste en el mximo desarrollo espiritual y material de
todos y cada uno de los integrantes de esta ltima.
Son, asimismo, muchos los cuerpos jurdicos de rango legal, adems del Decreto Ley 211, que convocan el principio de la libre competencia 395 y ordenan su aplicacin en industrias reguladas, por
paradjico que ello pueda parecer, encomendando a determinadas
394
VALDS PRIETO, Domingo, Algunas notas sobre el principio jurdico de la igualdad, pp. 213-250, en Anuario de Filosofa Jurdica y Social, 1991, Editorial Edeval,
Valparaso, 1992.
395
La Ley 19.799, Sobre documentos electrnicos, firma electrnica y servicios
de certificacin de dicha firma, establece en su art. 1, incs. 2 y 3: Las actividades
reguladas por esta ley se sometern a los principios de libertad de prestacin de servicios, libre competencia, neutralidad tecnolgica, compatibilidad internacional y equivalencia del soporte electrnico al soporte de papel. Toda interpretacin de los
preceptos de esta ley deber guardar armona con los principios sealados.
437
438
398
439
399
EVANS ESPIEIRA, Eugenio, Derecho elctrico, cap. I, pp. 1-49, Editorial LexisNexis, Santiago de Chile, 2003.
400
Resolucin N 236, de la Comisin Resolutiva. Vase Parte Declarativa, prevencin al considerando 7, efectuada por el jurista don Eduardo Soto Kloss.
440
tibles de tutela constitucional. Ciertamente, entre tales derechos pblicos subjetivos se encuentra el derecho incorporal a que se respete
la facultad de explotar la concesin que ha sido entregada al concesionario por la autoridad pblica competente. Sobre esta materia, cabe
recordar un importante fallo:
El derecho del concesionario tiene as un elemento contractual
y constituye un derecho de uso y goce legalmente protegido. El concesionario no explota la concesin en virtud de un acto de mera tolerancia de la autoridad, sino que en razn de un derecho que le otorga
la concesin, que se incorpora a su patrimonio y del cual no puede
ser privado en virtud de un acto administrativo unilateral, pues tal derecho se encuentra protegido por la garanta constitucional de la inviolabilidad de la propiedad.401
En materia de distribucin elctrica existen concesiones provisionales y definitivas, cuyo procedimiento de constitucin es diferente.
A efectos de mayor simplicidad expositiva aludiremos a concesionarios definitivos exclusivamente. Entre los concesionarios definitivos
pueden encontrarse no slo personas naturales chilenas y ciertas sociedades domiciliadas en nuestro pas, sino tambin cooperativas. Por
ello, no se considera servicio pblico la distribucin elctrica carente
de concesin, que es efectuada por cooperativas.
La actividad del concesionario definitivo de distribucin elctrica
puede tener por objeto el suministro elctrico entregado a dos clases
de clientes regulados: i) los que se hallan dentro de la respectiva zona
de concesin y ii) los que se encuentran fuera de la respectiva zona
de concesin, pero que se conectan a las instalaciones de la concesionaria mediante lneas propias o de terceros.
Una vez establecida una concesin definitiva de distribucin elctrica en un determinado mbito geogrfico, el abastecimiento a los
usuarios localizados dentro de la respectiva zona de concesin slo
podr ser efectuada por concesionarios, salvas ciertas excepciones legales contempladas en el art. 16 del D.F.L. N 1.402 Atendida la seguri401
Corte Suprema, 22.07.1966, Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. LXIII, II,
1, 274 s.
402
Art. 16 del D.F.L. N 1: Las concesiones de servicio pblico de distribucin
otorgan el derecho a usar bienes nacionales de uso pblico para tender lneas areas
y subterrneas destinadas a la distribucin en la zona de concesin. La distribucin
de electricidad a usuarios ubicados en una zona de concesin slo podr ser efectuada mediante concesin de servicio pblico de distribucin, con las siguientes excepciones: 1. Los suministros a usuarios no sometidos a regulacin de precios, indicados
en los arts. 90 y 91 de la presente ley; 2. Los suministros que se efectan sin utilizar
bienes nacionales de uso pblico; 3. Los suministros que se efectan utilizando bienes
nacionales de uso pblico mediante permisos otorgados previamente al establecimiento
441
de una concesin; 4. Todo otro suministro que se efecte mediante un contrato que
acuerden directamente las partes, incluidos los concesionarios.
403
As lo ha confirmado la jurisprudencia administrativa de la hoy derogada Comisin Preventiva Central: dado el carcter de monopolio natural que tienen las empresas productoras y/o distribuidoras (...), no cabe duda que estn sometidas a la
supervisin de los organismos creados por el Decreto Ley 211, de 1973. (Dictamen
793, 10.1). Este dictamen est en correspondencia con las Resoluciones N 281, ya comentada, N 252, considerando 2 y N 337, considerando 8, emitidas por el tribunal
antimonoplico.
404
En conformidad al art. 90 del D.F.L. N 1, por regla general estn sujetos a fijacin de precios los suministros de energa elctrica a usuarios finales cuya potencia
conectada es inferior o igual a 2.000 kilowatts.
442
de distribucin elctrica
El D.F.L. N 1, que contiene la Ley General de Servicios Elctricos, reconoce, de manera ms bien implcita y en varios pasajes normativos
de la misma, el principio de la libre competencia. Esta situacin ha
sido constatada y declarada expresamente por el propio Tribunal Antimonoplico cuando se le ha solicitado el ejercicio de su potestad pblica, que permite requerir a determinadas autoridades legislativas o
administrativas la dictacin de preceptos necesarios para el fomento de
la libre competencia o bien la modificacin o derogacin de preceptos
legales o reglamentarios que conculquen la libre competencia.407
405
As, por ejemplo, Resolucin N 241, considerando 7, de la Comisin Resolutiva y Dictamen N 417/361 de la Comisin Preventiva Central; como tambin Resolucin N 412, de la Comisin Resolutiva, en confirmacin del Dictamen N 9 de la
Comisin Preventiva Quinta Regin, sec. III, 2; Dictamen 873/692, sec. 5, emitido por
la Comisin Preventiva Central y Dictamen N 60 de la Comisin Preventiva I Regin.
406
Resolucin N 252, considerando 2, de la Comisin Resolutiva: Que las empresas distribuidoras de energa elctrica, atendida la condicin de monopolio natural en que prestan sus servicios, deben ser particularmente cuidadosas en la relacin
comercial con sus clientes, para cuya debida transparencia deben celebrar con stos
443
Uno de los preceptos legales que persigue desarrollar el principio de la libre competencia, es el art. 17 del D.F.L. N 1, que prescribe a la letra: Podr solicitarse otras concesiones de servicio pblico de
distribucin por una parte o la totalidad del territorio de concesiones de este
tipo ya otorgadas. El Ministro de Economa, Fomento y Reconstruccin podr
otorgarla de acuerdo a los procedimientos que establecen los arts. 24 y siguientes, imponiendo al nuevo concesionario las mismas obligaciones y derechos que
otorg al primero en el territorio que ser compartido.
Segn queda de manifiesto en dicho artculo del D.F.L. N 1, puede producirse competencia al interior de un rea geogrficamente concesionada y en rigor esto debe ser fomentado por las autoridades pblicas
elctricas y los organismos antimonopolios. Esta idea de un monopolio
natural que no sea tratado como un monopolio legal, en el sentido de
que est vedado el ingreso a un potencial competidor al respectivo mercado relevante, tiene una clara racionalidad en la teora econmica de
los denominados mercados contestables (ms precisamente disputables). Un mercado suele ser calificado de contestable cuando la entrada es libre y la salida no tiene costo. La libre entrada importa la ausencia
de costos adicionales a aquellos en que ya incurrieron quienes se encuentran establecidos al interior de un determinado mercado, en tanto
que la salida sin costo presupone una recuperabilidad de los costos. As,
el ingreso de potenciales rivales a un mercado fuerza al monopolista a
no abusar de su poder de mercado. Aunque el mercado de la distribucin elctrica concesionada no sea perfectamente contestable, cabe observar que si por ley se impide la entrada de nuevas empresas
competidoras, se pierde un buen mecanismo que evita que el monopolio natural pueda abusar de su posicin dominante.408 Desde esta perspectiva, estimamos que el art. 17 del D.F.L. N 1 va en la direccin
correcta al permitir la superposicin de concesiones de distribucin elctrica y evitar que el monopolio natural se transforme en un monopolio
de origen legal, usualmente denominados monopolios de privilegio.
contratos escritos, con clusulas precisas y claras, en especial en lo relativo a la renovacin y trmino de dichos contratos. Asimismo, la informacin a los usuarios no debe
dejar lugar a duda alguna.
407
Resolucin N 205, considerando 4, de la Comisin Resolutiva: Que con el mrito de lo expuesto y teniendo presente que el D.F.L. N 1, de 1982, del Ministerio de
Minera se dict, precisamente, para dar cumplimiento a la poltica de libre competencia, esta Comisin no estima procedente recomendar la modificacin de sus preceptos.
Confirma este criterio la Resolucin N 229, de la Comisin Resolutiva, considerando 12.
408
HAINDL RONDANELLI, Erik, Anlisis de la regulacin y tarificacin del sector
elctrico en Chile, p. 103, en La industria elctrica en Chile. Aspectos econmicos, Felipe
G. Morand L. editor, Santiago de Chile, 1996.
444
445
446
sente. Podra pensarse que la hiptesis de un duopolio debera rechazarse por la ineficiencia que ello podra acarrear; cabe observar que
las dos frmulas de competencia entre concesionarios mencionadas
descansan sobre el uso de lneas o instalaciones de terceros va peajes. En otras palabras, ni en el abastecimiento de usuarios finales de
otra zona de concesin que se conecten a las instalaciones de la distribuidora de referencia ni en el ingreso de un nuevo concesionario,
superpuesto total o parcialmente al territorio concesional anterior,
existe una superposicin de redes. De all que no caben reparos por
desaprovechamiento de las economas de escala caractersticas de estos servicios pblicos.
En los prximos acpites pasaremos revista a algunos dilemas que
se han suscitado acerca de la competencia entre concesionarios y la
forma en que fueron resueltos por la Comisin Resolutiva predecesora del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
B.1. BARRERAS A LA ENTRADA
Cabe observar que la teora de las barreras a la entrada suele distinguir entre costos y barreras a la entrada. Los costos de entrada no se
consideran una barrera en la medida que la entrada sea libre para cualquier competidor dispuesto a pagarlos y el monto de tal pago sea razonable. En consecuencia, se precisa que una barrera a la entrada d
cuenta de una situacin caracterizada por costos considerablemente
ms elevados que los que normalmente cualquier competidor debe
asumir para ingresar a un determinado mercado relevante, que no se
tenga acceso a algn insumo o estructura esencial o bien que alguna
norma jurdica impida o dificulte ostensiblemente el ingreso a un mercado relevante.
Las barreras a la entrada suelen clasificarse en naturales y artificiales, por una parte, y en jurdicas, econmicas y tecnolgicas, por
otra.
Adems de las barreras a la entrada, existen las denominadas barreras a la salida, como acontece con las inversiones o costos hundidos.
La siguiente observacin apunta a que existe una importante barrera a la entrada en la competencia de un rea ya concesionada: slo
pueden ingresar a abastecer a los usuarios de suministro tarificado all
localizados quienes ostenten una concesin de distribucin elctrica,
salvo que puedan vlidamente invocar algunas de las pertinentes excepciones legales contempladas en el art. 16 del D.F.L. N 1. Quienes
disponen de una concesin de distribucin elctrica pueden competir contra otros concesionarios (frmula de la conexin de clientes
finales a las instalaciones de otro concesionario y frmula de la ob447
tencin de una superposicin de concesiones) o bien contra no concesionarios que se asilen en alguna de las excepciones pertinentes previstas en el art. 16 del D.F.L. N 1.
Esta barrera a la entrada fue analizada por el Tribunal Antimonoplico y declarada aceptable a la luz de las consideraciones tcnicas
del D.F.L. N 1:
En consecuencia, de la normativa vigente se desprende que el suministro de energa elctrica est sometido a diversas regulaciones de
carcter legal, que importan ciertas limitaciones a la libre y plena competencia en estas actividades, establecidas por razones de inters pblico general o de orden tcnico, en la forma que autoriza el art. 5,
del Decreto Ley 211 de 1973.411
De lo anterior se sigue que el propio Tribunal Antimonoplico
efecta una doble confirmacin: la pervivencia de la reglamentacin
de la distribucin elctrica concesionada como consecuencia de la salvaguarda que fue efectuada por el antiguo art. 5 del Decreto Ley 211,
por una parte, y por otra, la vigencia del principio de la libre competencia en dicho mbito, ciertamente que con las limitaciones que impone la propia legislacin elctrica.
Lo interesante del fallo transcrito es que confirm la barrera a la
entrada de origen legal antes indicada y estableci que la Cooperativa de Consumo de Energa Elctrica de Osorno Limitada no poda
competir vlidamente con la Sociedad Austral de Electricidad S.A.,
puesto que dicha cooperativa se hallaba impedida de hacerlo por no
encontrarse concesionada ni poder acogerse a las mencionadas excepciones del art. 16 del D.F.L. N 1. En este sentido, dado que la competencia que pretenda desarrollar la referida cooperativa contrariaba la
legislacin elctrica, esto es, se trataba de una modalidad de competencia prohibida, no haba lugar a sancionar ofensas contra el Decreto Ley 211 que hubiere podido sufrir por parte de la concesionaria
de distribucin recurrida. En otras palabras, slo cabe sancionar ofensas contra la libre competencia, all donde sta es jurdicamente posible. As lo sentenci el Tribunal Antimonoplico al resolver:
...en la especie cabe concluir que la cooperativa recurrente debe
ejercer sus actividades en los trminos autorizados por la ley, es decir,
previo otorgamiento por la autoridad de una concesin de servicio
pblico elctrico, a menos que acredite encontrarse en los casos de
excepcin que expresamente seala la ley, lo que en el presente caso
no ha ocurrido.412
411
412
448
Estimamos que el origen de dicha barrera a la entrada es una restriccin consagrada por el legislador elctrico con el objeto de asegurar que un servicio pblico tan fundamental como es la distribucin
elctrica concesionada se halle adecuadamente reglamentado por el
respectivo contrato de concesin y d cumplimiento a los estndares
de seguridad y continuidad que un producto esencial y masivo como
ste debe cumplir. As, esta barrera a la entrada impuesta por el legislador exhibe un fundamento de orden pblico, lo que el Tribunal Antimonoplico comparte y, por tanto, ha estimado prudente no
proponer a la autoridad pblica competente su remocin.
Es caracterstico de las industrias reguladas la existencia de barreras a la entrada legales y reglamentarias que, si bien reducen la competencia en los mercados respectivos, tienen la virtualidad de conferir
a la autoridad reguladora un ms preciso control de quienes acceden
a aqullos y de los deberes y obligaciones que los interesados asumen.413
B.2. COMPETENCIA POR MEDIOS LCITOS
Esta competencia que, por razones de estructura de mercado mucho
dista del modelo de competencia perfecta no basta con que exista
cuando se verifica entre concesionarios de distribucin elctrica, sino
que desde una ptica jurdica resulta necesario se despliegue por medios lcitos. As, no slo ha de existir competencia, sino que sta debe
desarrollarse sanamente, de forma que sea irreprochable ante la legislacin tutelar de la libre competencia. Los concesionarios han de
disputarse la clientela en trminos de cabal respeto a la libertad de
competencia mercantil del otro competidor, que es la esencia del bien
jurdico tutelado por el Decreto Ley 211. Esta competencia, aunque
se halle limitada por la reglamentacin elctrica, debe preservarse libre de todo entorpecimiento y traba y ello justifica la permanente
tutela de los organismos represivos del delito de monopolio en el mbito de la industria elctrica.
As lo ha fallado la Comisin Resolutiva, hoy Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia:
Que si bien es cierto las dos empresas elctricas involucradas son
titulares de concesiones superpuestas en la zona en que tiene su domicilio Chimolsa, lo que provoca o puede provocar un explicable inters de ambas de competir por los probables clientes, lo cierto es que
esa competencia debe desarrollarse en forma leal, sin que la posicin
413
Es posible observar barreras a la entrada de tipo legal en multitud de industrias reguladas, v. gr., actividad bancaria, de intermediacin de valores, de seguros, de
administradoras de fondos de pensiones, etc.
449
414
450
415
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416
452
453
autoridad pblica ni siquiera el propio Tribunal de Defensa de la Libre Competencia u otro ente antimonoplico est autorizada para
mejorar a un competidor sobre otro, puesto que la igualdad de resultados slo puede ser el eventual y raro fruto de la libre competencia,
pero nunca la consecuencia de una intervencin de una autoridad
pblica.
Si el Tribunal Antimonoplico ha credo que ambos concesionarios, el originario y el sobreviniente, slo pueden competir con tarifas
idnticas, ya directamente en precio o indirectamente en la calidad
del suministro, no se divisa por qu, a priori, debe descartarse una competencia directa o indirecta entre ellos, en un escenario en el cual las
tarifas respectivas sean diferentes. Ciertamente que la fundamentacin
de por qu no puede haber competencia entre concesionarios con tarifas de distribucin elctrica diferentes es una materia de suyo importante que el Tribunal Antimonoplico debi haber analizado
latamente y no haber descansado en una muy feble interpretacin del
art. 17 del D.F.L. N 1.
Por otra parte, resulta llamativo que el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia no haya empleado su potestad requeridora o requisitoria, mediante la cual puede solicitar al legislador la modificacin o aclaracin de un precepto tan fundamental para la libre
competencia,420 como lo es el art. 17 del D.F.L. N 1, a fin de que la
concurrencia entre concesionarios de distribucin elctrica fuere realmente eficaz y se evitare que, por una formalidad como la diferencia
tarifaria, se denegaren solicitudes de concesiones superpuestas.
B.3.3. Consecuencias de esta sentencia
La solucin adoptada por el Tribunal Antimonoplico apunt a confirmar que el solicitante de una nueva concesin no pudo acceder a
sta ni poda invocar su tarifa, aunque fuere ms baja que la del concesionario ya instalado. As se priv a los habitantes de la zona geogrfica de Colina de la posibilidad de acceder a una tarifa inferior (la
454
dad y, por tanto, de asegurar el ejercicio de la libertad de competencia mercantil en los mbitos que no sean alcanzados por la regulacin
sectorial emitida por el Poder Legislativo y la Administracin del Estado.
3. El D.F.L. N 1, que contiene la Ley General de Servicios Elctricos, se halla inspirado, en muchas de sus instituciones, por el principio de la libre competencia. Por tanto, la competencia entre
concesionarios de distribucin elctrica ha de dar cabal cumplimiento a la legislacin elctrica, que es la que confiere forma a la regulacin de este segmento del mercado elctrico, pero tambin ha de
ajustarse a la legislacin antimonoplica en todos aquellos mbitos
donde sta resulte aplicable.
4. La competencia por el abastecimiento de los denominados
clientes regulados puede tener lugar entre concesionarios de distribucin elctrica y personas autorizadas de conformidad con las excepciones pertinentes del art. 16 del D.F.L. N 1. Dicha competencia entre
concesionarios de distribucin elctrica, admite dos frmulas: el abastecimiento de clientes regulados de otra zona de concesin que se conecten a las instalaciones de una distribuidora y el ingreso de un nuevo
concesionario, superpuesto total o parcialmente al territorio concesional anterior. Estas modalidades de competencia deben ser fomentadas por las autoridades regulatorias elctricas y por los organismos
antimonoplicos, puesto que as se da un mejor cumplimiento no slo
del D.F.L. N 1 y del Decreto Ley 211, sino que tambin de los principios de subsidiariedad, de la libre iniciativa y del principio de no discriminacin arbitraria, todos ellos previstos en la Constitucin Poltica
de la Repblica. Lamentablemente, algo tan fundamental no ha sido
siempre considerado as por los organismos antimonoplicos, segn
lo demostr el Dictamen N 731-85, emitido por la Comisin Preventiva Central y la Resolucin N 342, emitida por el Tribunal Antimonoplico.
5. Lo anterior nos llev a sugerir se aprovechara la reforma del
Decreto Ley 211, que ha sido publicada con fecha 14 de noviembre
de 2003, para contemplar, en adicin a las muchas e interesantes propuestas que se haban efectuado, la creacin de dos salas en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia: una especializada en
industrias reguladas (principalmente servicios pblicos) y otra destinada a atender los restantes casos, esto es, industrias menos reguladas. Asimismo, sugerimos en dicha oportunidad que la integracin de
tales salas deba ser cuidadosamente atendida, no slo en lo atingente a sus miembros titulares, sino que tambin a sus subrogantes, a fin
de contar con verdaderos expertos en los respectivos rubros. Estimamos que slo un adecuado conocimiento de las industrias reguladas,
456
421
Es conveniente notar que esta acepcin de regulacin de mercado es ostensiblemente ms restringida que la empleada por W EBER, Max, Economa y Sociedad, p. 62,
Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1999.
457
tida por sta, el privilegio corporativo tena un origen consuetudinario, nacido de las prcticas aceptadas y promovidas por los antiguos
gremios o corporaciones.
Si el monopolio de privilegio contraviene el sistema jurdico de
tutela de la libre competencia, nos hallamos ante un ilcito o delito
de monopolio que podra exhibir una naturaleza legal o bien infralegal, pero que, a fin de cuentas, constituye un injusto monoplico. Escasa atencin suele recibir esta especie de injusto monoplico por
parte de los estudiosos de esta materia; presumiblemente, por la precariedad de su carcter antijurdico al aparecer este ilcito envuelto
en el aura de aquello que viene avalado por la autoridad pblica y que
otrora dio lugar a la denominada presuncin de legitimidad. Incluso
no ha faltado quienes han sostenido la impunidad de estos injustos
monoplicos de privilegio desde la perspectiva del Derecho de la libre competencia, por el mero hecho de que emanen del legislador.422
La posibilidad de que existan monopolios lcitos otorgados por
autoridad pblica tiene muy antigua data; as, a modo de ejemplo, Luis
de Molina estimaba que un prncipe por razones muy justificadas y
del todo excepcionales poda conceder privilegios exclusivos constitutivos de monopolios,423 pensamiento al cual adhiere en nuestro Derecho el jurista del siglo XIX don Justo Donoso.424
Es importante observar que el monopolio de privilegio siempre
ser contrario a la legislacin antimonoplica; sin embargo, esta oposicin no necesariamente se traducir en una ofensa monoplica, puesto que ello depender de si concurre una causal de justificacin que
remueva la antijuridicidad del monopolio de privilegio. Un ejemplo
universalmente aceptado de monopolio de privilegio, y justificado por
razones superiores de bien comn, es el que se refiere a las invenciones y creaciones del intelecto.425 De all que nos enfrentemos a causa-
422
LASALVIA, Rafael, Los monopolios y su represin en el Derecho comercial moderno, Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo LXIII, primera parte, p. 91, Santiago de Chile, quien afirma: De esta manera, entonces, que hay monopolios que, en
razn de no derivar de actitudes monopolsticas, quedan al margen de toda sancin
legal; es el caso del llamado monopolio legal aquel que la ley establece en beneficio
del propio Estado....
423
DE MOLINA, Luis, La teora del justo precio, pp. 141-142, Editorial Nacional, Madrid, 1981.
424
DONOSO, Justo, Diccionario Teoljico, Cannico, Jurdico, Litrjico, Bblico,
tomo III, p. 502, Imprenta i Librera del Mercurio, Valparaso, 1857.
425
TAPARELLI, Luis, Ensayo terico de derecho natural, tomo II, N 766, p. 39, Imprenta
de Tejado, Madrid, 1867, quien afirma: Mas porque estas prerrogativas implican una
restriccin de la libertad, deben ser reclamadas por un derecho ms fuerte [modernamente, de superior jerarqua], que destruya por colisin el derecho de libertad. Tal
459
les de justificacin de origen legal o supralegal que sustraigan un monopolio de privilegio de la aplicacin del tipo universal antimonoplico del artculo tercero y de la prohibicin del artculo cuarto, ambos
del Decreto Ley 211, de 1973.
Por otra parte, si una autoridad pblica ha conferido vlidamente un monopolio de privilegio, el desafo a semejante monopolio da
lugar a diversas formas de contravenciones. Entre stas, la historia recuerda la figura del intrlope, conducta que consista en la usurpacin
de privilegios concedidos a una compaa para comerciar con las Colonias o bien en la participacin en el comercio fraudulento que una
tercera nacin desarrollaba con las Colonias pertenecientes a otra nacin, sin contar con la anuencia de esta ltima.426 De esta manera las
licencias o privilegios eran desconocidos y el monopolio por exclusin
era violado. Estas infracciones, consistentes en violar un monopolio
por exclusin vlidamente constituido, solan presentarse como un ilcito administrativo ajeno al Derecho de la libre competencia y regulado por el Derecho administrativo general.
Podramos definir el injusto monoplico de privilegio como aquel
consistente en una conducta perpetrada por autoridad pblica, en contravencin del Derecho de la libre competencia y sin mediar causal
de justificacin suficiente, a travs de la cual aqulla establece, directa o indirectamente, un monopolio estructural sobre un bien y que,
de no haber existido tal conducta, el comn de las personas habra
podido libremente hacer de dicho bien el objeto de sus actividades
econmicas.427 As, es pertinente precisar que el ilcito monoplico de
privilegio es ejecutado exclusivamente por una autoridad pblica y
nunca por las denominadas empresas pblicas del Estado, puesto que
podra ser, por ejemplo, el caso de los que inventan artes nuevas que ceden en provecho del pblico; los cuales, estando en posesin de sus invenciones, generalmente tras
largos estudios y sacrificios, no pueden ser desposedos de ellas sin injusticia; y en tal
caso convertirase en detrimento pblico negar la exclusiva [monopolio de privilegio],
porque cesara el estmulo para hacer descubrimientos y publicarlos.
426
El antiguo Derecho de Guerra estipulaba obligaciones de respetar monopolios preexistentes a las potencias neutrales. Vase BELLO , Andrs, Principios de Derecho
de Gentes, pp. 315 y ss., Editorial Casa de Calleja, Ojea y Compaa, Lima, 1844.
427
FERNNDEZ CONCHA, Rafael, Filosofa del Derecho o Derecho natural, tomo II, p. 249,
segunda edicin, Editorial Tipografa Catlica, Barcelona, 1887. Describe este eximio
jurista los deberes de la autoridad pblica administrativa: Abstenerse de otorgar privilegios en cualquier ramo de la industria. Tales privilegios violan la justicia, por cuanto por una parte limitan el uso y provecho as de los capitales como del trabajo de los
que se hubieran dedicado a la industria monopolizada, y por otra obligan a los consumidores a pagar un precio ms subido.
460
428
LETWIN, William L., Congress and the Sherman Antitrust Law, 1887-1890, 23,
The University of Chicago Law Review, University of Chicago Law School, 221 et seq.
(1956): Monopoly, as the word was used in America, meant at first a special legal privilege granted by the State; later it came more often to mean exclusive control that a
few persons achieved by their own efforts; but it always meant some sort of unjustified
power, especially one that raised obstacles to equality of opportunity.
La misma interpretacin se aplic en Inglaterra: It seems that the word monopoly was never used in English law, except when there was a royal grant authorizing
some one or more persons only to deal in or sell a certain commodity or article, segn resulta de la Penny clyclopedia (1839), citada por STIGLER, George J., The economists and the problem of monopoly, p. 6, Occasional Papers from the Law School
N 19, The University of Chicago, 1983.
429
As, pues, existe monopolio en sentido estricto cuando una o ms personas
obtienen para s el privilegio de vender en exclusiva determinada mercanca, lo que
normalmente resulta injusto y perjudicial para la Repblica, pues se obliga a los ciudadanos a comprar las mercancas de manos de dichas personas a un precio ms caro,
al tiempo que se impide a los dems miembros de la Repblica el que se pueda negociar de forma justa y provechosa con esas mercancas, vendindolas a los ciudadanos a
precios ms baratos..., MOLINA, Luis de, Teora del justo precio, Disputa 345, numeral 1,
p. 139, Editora Nacional, Madrid, 1981.
430
En Chile cabe recordar el antiguo art. 1 de la Ley 19.039, hoy modificada por
la Ley 19.996, que sealaba: La presente ley contiene las normas aplicables a los privilegios industriales y proteccin de los derechos de propiedad industrial. Los referidos privilegios comprenden las marcas comerciales, las patentes de invencin, los
modelos de utilidad, los diseos industriales y otros ttulos de proteccin que la ley
pueda establecer.
461
ciones se busca contraponer el monopolio de privilegio a los monopolios naturales y a los monopolios por unificacin de la competencia. Creemos inadecuadas aquellas denominaciones, puesto que resulta
contradictoria la idea de un injusto o un ilcito de monopolio, que
por definicin es una contravencin al Derecho de la libre competencia, con los rtulos de monopolio de Derecho o monopolio legal,
que evocan la idea de una perfecta juridicidad. Advertamos que el
hecho de que el monopolio de privilegio emane del legislador no es
garanta suficiente de encontrarse ajustado a Derecho, puesto que existen principios y garantas constitucionales que indirectamente tutelan
la libre competencia y que importan restricciones, incluso, para el
monopolio de privilegio emanado del legislador. Sin embargo, muchas
veces la licitud o ilicitud del monopolio de privilegio depende de la
jerarqua de la potestad normativa de la cual aqul emana y de la concurrencia o inconcurrencia de causales de justificacin suficientes.
Podra tambin cuestionarse la pertinencia de la denominacin
monopolio de privilegio para el monopolio estructural emanado de
una autoridad pblica. Vale la pena recordar que privilegio significa
etimolgicamente lex privata o ley privada, esto es, aquella que slo
beneficia a algunos, por oposicin a la verdadera ley. sta se distingue de la ley positiva injusta, puesto que esta ltima no es sino apariencia de ley. La verdadera ley siempre se ordena al bien comn
poltico y, por tanto, beneficia al comn de la sociedad. En efecto, el
monopolio de privilegio arranca de un acto de autoridad pblica y si
es constitutivo de una ofensa monoplica slo beneficia a algunos, a
los receptores del privilegio, en abierta vulneracin de la libertad de
competencia mercantil de los competidores que participan o participaban en la actividad econmica monopolizada. Por el contrario, el
monopolio de privilegio no es constitutivo de una ofensa monoplica
en tanto intervenga una causal de justificacin suficiente, esto es, si bien
existe un menoscabo a ciertos competidores como efecto de dicho monopolio de privilegio, ello se ve ms que compensado en trminos
de bien pblico porque ese monopolio de privilegio manifiestamente
beneficia a todos los integrantes de la nacin, con lo cual alcanza una
justificacin de bien comn. En otras palabras, esa causal de justificacin debe ajustarse a la Constitucin Poltica de la Repblica, en trminos de no violentar los principios constitucionales y las garantas
contemplados por aqulla y encontrar una clara y razonable explicacin de un mayor bien que contribuye manifiestamente al bien comn
poltico de la nacin.
Conviene observar que el monopolio de privilegio, sea constitutivo de un injusto monoplico o no, suele excluir de la actividad privilegiada a todo aquel que no sea el receptor del beneficio. De all que
462
431
Esta ltima situacin tuvo lugar, en forma dramtica, por parte de la propia
Comisin Resolutiva al emitir la Resolucin N 342, la que ha sido comentada en el
Captulo de este libro denominado Competencia va superposicin de concesiones
correspondiente a la subseccin Un monopolio natural paradigmtico: la Distribucin elctrica concesionada. Mediante la referida sentencia, aquella autoridad pblica cuyo actual sucesor es el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia estableci
una barrera a la entrada artificial a un mercado regulado, tornando este ltimo virtualmente inaccesible a la libre competencia.
463
Estimamos conveniente destacar dos grandes variantes del monopolio de privilegio: i) la frmula clsica consistente en que la autoridad pblica directamente concede o reserva un monopolio estructural
a un particular o a otra autoridad pblica, respectivamente, y ii) aquel
consistente en que la autoridad pblica emite una regulacin, con objetivos ajenos al Derecho de monopolios, que incidentalmente introduce restricciones a la libre competencia en un determinado mercado.
La diferencia entre la primera y la segunda variante radica en un asunto de inmediatez del objeto de la regulacin; mientras en la primera
frmula se trata de la directa concesin o reserva de un monopolio
estructural en favor de una persona determinada, en la segunda modalidad no se nominaliza o determina el beneficiario de la regulacin
anticompetitiva, puesto que la situacin monoplica se produce colateralmente o por va accidental al emitir una regulacin con otro objeto. Muchas veces esta modalidad de monopolio de privilegio
indirecto resulta de un error de diseo de una poltica o una regulacin completamente ajena al campo de la libre competencia, cuyos
efectos no han sido adecuadamente sopesados.432
Podra tambin pensarse que el monopolio de privilegio indirecto no resultase de una actividad de la autoridad pblica consistente
en ejercicio de potestades normativas, sino que fuese la consecuencia
de vas de hecho. Es decir, una autoridad pblica causa un monopolio estructural de privilegio indirecto mediante vas de hecho, actos
materiales, situaciones de tolerancia, etc., lo que ciertamente es anmalo y parece de muy remota ocurrencia.
Decamos que los monopolios de privilegio resultan de la actividad estatal en la cual el Estado opera en cuanto autoridad pblica,
432
Un ejemplo de monopolio estructural de privilegio, del tipo indirecto, lo hallamos en la conducta de la I. Municipalidad de Via del Mar, que fue condenada por
el Dictamen N 45, de 23 de diciembre de 1985, emitido por la Comisin Preventiva
de la V Regin, y luego rechazado el recurso de reclamacin que dicha municipalidad
interpuso ante la H. Comisin Resolutiva, por Resolucin N 212, de 21 de enero de
1986. Se declar en la Resolucin referida que haba sido dilatoria la tramitacin que
la I. Municipalidad de Via del Mar ha dado a la solicitud de Apex Petroleum S.A., lo
que es contrario a las disposiciones del Decreto Ley 211, de 1973, ya que constituye
un entorpecimiento indebido al ejercicio legtimo de una actividad comercial, la que el
interesado podr desarrollar en el lugar solicitado, o en otro, y la referida Municipalidad deber pronunciarse derechamente sobre la autorizacin pedida por el denunciante, ya sea concedindola o denegndola. En efecto, se consider que contravena la libre
competencia limitar el derecho a ejercer una actividad comercial, bajo el pretexto de
iniciar un estudio para modificar el plano regulador vigente; en efecto, se trataba de
una barrera a la entrada artificial creada por una municipalidad. Un caso anlogo es el
de la Direccin de Vialidad de la VIII Regin, juzgado por la Resolucin N 263.
464
465
autoridad pblica busca es allegar recursos extraordinarios a sus arcas o combatir dficit fiscales. La prctica moderna muestra que muchos monopolios por exclusin del tipo directo tienden a otorgarse a
ttulo gratuito, siendo recibidos, muchas veces, por empresas pblicas
que titularizan para s los privilegios que el Estado confiere. De all
que los monopolios de privilegio directo conferidos a empresas pblicas hayan merecido especial atencin en los diversos sistemas jurdicos por los efectos adversos que aqullos pueden producir en la
competencia con empresas privadas de un mismo mercado relevante.
El mundo moderno no ha dejado atrs los monopolios de privilegio directos como podra creerse a primera vista. La mayor parte de
estos monopolios de privilegio directos cuentan con un verdadero estatuto jurdico mercantil que los ampara, el cual muchas veces contempla preceptos constitucionales y/o legislaciones propias. Ms an,
en ciertas legislaciones antimonoplicas se contemplan normas que
expresamente sustraen tales monopolios de la aplicacin del rgimen
tutelar de la libre competencia.435
Entre tales monopolios de privilegio aceptados en nuestro orden
jurdico hallamos el derecho de autor y de propiedad intelectual, el
derecho de privilegio o propiedad industrial, los cuales por su importancia y complejidad han dado nacimiento a verdaderas ramas del Derecho con tales nombres. En dichos mbitos, no ha faltado literatura
que ha intentado negar el carcter monoplico de tales estatutos jurdicos, presumiblemente con el nimo de contraponer un monopolio
de origen legal a las dems formas de monopolios o bien con el objeto de evitar el repudio que la idea de monopolio suele traer aparejada. Sin embargo, la jurisprudencia administrativa y judicial emanada
de los organismos antimonoplicos chilenos ha sido muy precisa en
cuanto a calificarlos de monopolios.436 Probablemente, tras la idea de
negar el carcter monoplico de tales privilegios subyace la falta de
distincin entre monopolio en su sentido estructural, por una parte,
y el ilcito de monopolio, por otra. En efecto, tales privilegios son monopolios emanados de autoridad pblica, con la particularidad que
no son constitutivos de ofensas monoplicas por hallar una clara y universalmente aceptada justificacin de bien comn.
Adicionalmente, el Estado y sus organismos suelen otorgar monopolios de privilegio con la finalidad de generar incentivos para la pro-
435
Un ejemplo de ello es la Ley 65 de la Competencia, puesta en vigencia en Noruega, en 1994. Vase SOYLAND, Mona, Competition and antitrust. Norway, p. 11, en
Corporate Finance Competition and Antitrust, july 2001.
436
Vase Resolucin N 242, considerando 21 y voto de minora, numeral 2.
466
437
Art. 19, N 21 Constitucin Poltica de la Repblica y art. 3, inciso segundo,
Ley 18.575, Orgnico Constitucional de Bases Generales de la Administracin del Estado.
467
justificadas a los miembros de la nacin, que deben soportar la exclusin del comercio de cierto bien y los eventuales abusos del beneficiario del monopolio de privilegio.
Estos principios, segn tendremos oportunidad de apreciar, han
sido razonablemente recepcionados por el Decreto Ley 211, de 1973,
y por su antecedente, el Tt. V de la Ley 13.305, de 1959.
En los aspectos no regulados de los monopolios de privilegio, que
se hallen suficientemente justificados por razones de bien comn poltico y con el objeto de asegurar que los beneficiarios de los mismos
no abusen de los privilegios consiguientes, ha de aplicrseles la legislacin antimonoplica a fin de que se cian a los parmetros de la
libre competencia. En sntesis, ha de operativizarse el principio de tanta iniciativa privada como sea posible, rigiendo en ese mbito el Derecho de la libre competencia, y de que la regulacin corresponda al
mnimo indispensable, ajustndose sta en todo caso a las exigencias
del bien comn civil formuladas por el orden jurdico.
4.2.1. P ROHIBICIN LEGAL DE CONFERIR MONOPOLIOS DE PRIVILEGIO
A continuacin ha de resolverse qu autoridad pblica se encuentra
facultada para instituir monopolios por exclusin. La historia nos recuerda que el punto no ha sido pacfico y que muchas veces el debate
no vers slo sobre la licitud del monopolio de privilegio en s, sino
sobre todo acerca de la autoridad pblica que haba de servir de fuente
al mismo. Un clsico en este punto fue el afamado Caso de monopolios o Darcy contra Allen,438 que tuvo lugar en la Inglaterra de la
Reina Elizabeth (1603), poca en la cual la prctica de otorgar privilegios era un medio habitual de financiar la Corona. El litigio se suscit con motivo de que un ciudadano, T. Allen, desconoci el privilegio
establecido por la Reina en favor de Ralph Bowes y que consista en
que nadie poda fabricar ni comerciar naipes o cartas de juego en Inglaterra por un lapso de quince aos, plazo que posteriormente haba sido extendido en veintin aos adicionales. La Reina contrat para
la defensa de este monopolio por exclusin a Edward Darcy, quien
demand a T. Allen, miembro de la sociedad de los Haberdashers de
Londres, acusndolo de desconocer la voluntad de la Reina. Allen fund su defensa en que la costumbre mercantil amparaba a los miembros de la sociedad de los Haberdashers en el libre comercio de toda
438
Darcy versus Allen, Case of Monopolies, Court of Kings Bench, 1602. 11 Coke
84, 77 Eng. Rep. 1260.
468
439
470
rentes de potestades pblicas. Incurri en este error la antigua concepcin del servicio pblico (tambin denominada concepcin subjetiva), segn la cual tales empresas desarrollaban una funcin pblica
y deban encontrarse bajo la propiedad o el control de la Administracin del Estado. Actualmente, salvo algunas excepciones, esta visin
se encuentra superada y ya nadie afirma que tales empresas son autoridades pblicas. Asunto diverso y que no corresponde en manera alguna al criterio subjetivo del servicio pblico es nuestra visin de que
ciertos monopolistas entre los cuales podran contarse ciertas empresas de servicios pblicos monoplicas se comportan analgicamente
como si fuesen autoridades pblicas dentro del mercado relevante respectivo y, en tal sentido, pueden incurrir en discriminaciones arbitrarias monoplicas.441
En lo que respecta a las autoridades privadas, que son aquellas a
cuyo cargo est la conduccin o gobierno de los cuerpos intermedios
sean ellos de origen natural o puramente convencional en pos de
sus respectivos bienes comunes, estimamos que aqullas no resultan
alcanzadas por la prohibicin de otorgar monopolios prevista en el
art. 4 del Decreto Ley 211, de 1973. Consideramos que as como las
potestades pblicas pueden ser mal empleadas y dirigidas a la concesin de monopolios de privilegio contrarios a Derecho, tambin las
potestades privadas442 podran ser desviadas de sus fines especficos y
aplicadas a la perpetracin de ofensas monoplicas. Si bien la analoga precedentemente indicada es correcta, se hace necesario observar
que el monopolio conferido mediante potestad pblica reviste una gravedad y un dao al bien comn poltico de una entidad tal que no
resulta asimilable al caso de una potestad privada desviada de su objeto especfico. En efecto, el monopolio de privilegio constituido por
autoridad pblica en ejercicio de potestades infralegales y a veces tambin de potestades legales y supralegales es una desviacin de un poder, acompaado de fuerza coactiva, que ha sido entregado por la
Constitucin y las leyes para el logro de fines lcitos y nunca antijurdicos, para la consecucin del bien comn poltico a travs de la realizacin de sus objetos inmediatos y nunca para la satisfaccin de
intereses privados reidos con los de la sociedad civil toda. Esa impor-
441
VALDS PRIETO, Domingo, La discriminacin arbitraria en el Derecho econmico. Especialmente en la legislacin antimonoplica, pp. 80 y ss., Editorial Jurdica Conosur Ltda.
(LexisNexis), Santiago de Chile, 1992.
442
Debe recordarse que el trmino potestad est reservado a las autoridades,
sean pblicas o privadas. A modo de ejemplo, cabe observar que el padre o madre de
familia, en cuanto autoridad privada, goza de patria potestad sobre sus hijos no emancipados (Libro I, Tt. X, art. 240 del Cdigo Civil).
471
443
Si bien la regla general es que las potestades privadas slo tienen eficacia al
interior del respectivo cuerpo intermedio, existen excepciones como la del caso Goldfarb vs. Virginia State Bar (1975) de los Estados Unidos de Amrica, en el cual se resolvi que la asociacin gremial Virginia State Bar, equivalente al colegio de abogados
de ese estado, haba violado la legislacin antimonoplica al establecer un esquema
de tarifas mnimas que los abogados deban cobrar a sus clientes.
444
Cabe recordar que el Neocorporativismo, desarrollado entre las dos guerras
mundiales, concibi un parlamento que sera reemplazado por una asamblea de corporaciones que representara los intereses econmicos del pas. Cada corporacin poseera un poder reglamentario y disciplinario mediante los cuales podra imponer a
sus miembros el respeto a las reglas generales en materia de produccin, precios y salarios, hasta el punto de limitar la libre competencia por la va de organizar los mercados. Confrontar, LAJUGIE, Joseph, Las Doctrinas Econmicas, pp. 85-87, Ediciones
Oikos-Tau, Barcelona, 1985.
472
445
Decreto Ley 2.757, de 1979, art. 26: La realizacin o celebracin por una asociacin gremial de los hechos, actos o convenciones sancionados por el art. 1 del Decreto Ley 211, de 1973, constituir circunstancia agravante de la responsabilidad penal
de los que participen en tal conducta.
446
Para un completo estudio metafsico de la ley, vase LIRA PREZ, Osvaldo, Ontologa de la ley, Editorial Conquista, Santiago de Chile, 1986.
447
Dispone el art. 1 del Cdigo Civil: La ley es una declaracin de la voluntad
soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Constitucin, manda, prohbe
o permite. Esta descripcin carece de toda referencia al elemento intelectivo y finalstico de la ley, que no puede ser otro que el bien comn de la sociedad civil y prescinde de toda referencia a los lmites que el orden jurdico impone al legislador,
calificando errneamente de soberana a la voluntad de ste.
Definiciones de ley como la del Cdigo Civil se hallan fuertemente cuestionadas
incluso por filsofos como John Rawls, quienes plantean exigencias de que el mandato ha de ser posible, ajustado al principio de no discriminacin arbitraria (justicia distributiva), adecuadamente publicitado o comunicado y ha de existir un procedimiento
destinado a establecer la verdad de los hechos que justifican la aplicacin del referido
mandato (RAWLS, John, A theory of justice, pp. 237-239, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1971).
473
cin que cada uno de ellos sigue. Dado que el Decreto Ley 211 goza
de la jerarqua y fuerza obligatoria de una ley, toda autoridad pblica
de un rango inferior a esta ltima es destinataria de la prohibicin
contenida en el artculo cuarto de dicho cuerpo normativo.
As, los tribunales de justicia, ordinarios o especiales, civiles, laborales o criminales, debern cuidar que mediante sus resoluciones, sean
stas sentencias definitivas, sentencias interlocutorias, autos o decretos, no otorguen monopolios estructurales a persona alguna. Asimismo, aquellos tribunales que han recibido de la Constitucin o de la
ley potestades econmicas,448 esto es, el conjunto de atribuciones otorgadas con el objeto de obtener una mayor eficiencia en el desarrollo
de su actividad, proveyendo al buen funcionamiento de cada rgano
y de todos en conjunto mediante la emisin de autos acordados y
otra suerte de potestades administrativas, debern ejercitar tales potestades con arreglo a la prohibicin del artculo cuarto del Decreto
Ley 211.
Un lamentable ejemplo de cmo tribunales ordinarios colegiados
podran mal emplear sus potestades administrativas es el caso aparecido en ms de una oportunidad en prensa, en relacin con el supuesto monopolio que las Cortes de Apelaciones de Santiago y de San Miguel
habran constituido mediante la anmala prctica de favorecer, en forma exclusiva y desde hace un ao, a un determinado martillero con la
totalidad de las subastas correspondientes a juicios ejecutivos.449 Se
busc eliminar tal prctica por la va de generar una asignacin de
martilleros mediante una nmina alfabticamente ordenada, lo cual
tambin desafortunadamente se ha traducido en abusos ajenos a una
sana competencia por tal actividad.450
La prohibicin en anlisis es particularmente delicada en el caso
del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia que, entre sus varias funciones, exhibe la de mximo rgano jurisdiccional en el Derecho de la competencia451 y, por tanto, una resolucin (particularmente
una medida precautoria) o una sentencia definitiva desacertada podra, bajo determinadas circunstancias, importar una violacin al ar-
448
474
tculo cuarto del Decreto Ley 211. En efecto, considerando que el Tribunal Antimonoplico es un tribunal especial, cuyas resoluciones cuentan con escasas frmulas de revisin, este organismo debe actuar con
extraordinario celo en la emisin de las mismas, puesto que stas podran ser constitutivas o preservadoras de monopolios estructurales.
Cabe hacer presente que una tctica no poco empleada por ciertos
competidores es la de acudir con una demanda al Tribunal Antimonoplico, como una forma de incrementarle los costos a un oponente que se halla desarrollando una nueva tecnologa o una nueva
estrategia de negocios. De esta manera, puede retardarse por un tiempo sustantivo a veces aos la entrada en operacin del nuevo producto dependiente de una tecnologa innovadora o nueva estrategia,
lo cual se ve facilitado por la dilatada tramitacin de ciertos procesos
judiciales en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.452 Es importante observar que tales costos gravan al demandado, sea que ste
obtenga o no una sentencia favorable, lo cual es extremadamente peligroso, puesto que la sola amenaza de un proceso antimonoplico puede ser empleada como medio de presin ilegtima para alcanzar algn
acuerdo espurio o completamente innecesario para el chantajeado, que
no hace sino encubrir la compensacin solicitada por el chantajista.
En este sentido, consideramos que el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia deber administrar con especial cautela este nuevo precepto que permite como lo ha establecido la Ley 19.911, que
reform el Decreto Ley 211 que cualquier interesado demande ante
el Tribunal Antimonoplico; antiguamente no existan tales demandas, sino que meras denuncias, las que en todo caso deben pasar por
el tamiz del Fiscal Nacional Econmico, quien tiene as la significativa labor de seleccionar, luego de efectuada la investigacin de rigor,
las denuncias dotadas de substancia y separarlas de las que slo constituyen maniobras dirigidas precisamente a entorpecer la libre competencia. En efecto, creemos que ello resulta una va adecuada para
reducir el atractivo de los juicios antimonoplicos como frmula destinada a entorpecer la actividad de un competidor rival. El Derecho
comparado abunda en ejemplos de cmo prcticas pro competitivas
fueron maosamente cuestionadas para obtener demoras en la introduccin de negocios o tecnologas que hubiesen acarreado una mayor aptitud competitiva para el denunciado y la correlativa prdida de
clientela del denunciante.
Con la formulacin actual, caben demandas de competidores y
requerimientos del Fiscal Nacional Econmico como frmulas para
452
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476
454
477
niendo en su art. 4 transitorio que, dentro de los 180 das siguientes a la publicacin
del Cdigo de Minera, slo seran vlidas las actuaciones realizadas por ciertos organismos o empresas estatales, respecto de yacimientos o sustancias que dejan de estar
reservadas al Estado, para los efectos de iniciar el procedimiento judicial de constitucin de la propiedad minera, sin perjuicio de las transferencias a que estos organismos o empresas estn obligadas por contratos vlidamente celebrados (...). De la
manera antes expuesta, Corfo dio cumplimiento a las disposiciones que otorgaban al
Estado, sus organismos y empresas la exclusividad o monopolio en la constitucin de
la propiedad minera, normas que por ser de rango constitucional son de aplicacin
preferente a las contenidas en el Decreto Ley 211, de 1973, constituyendo una calificada excepcin a esta normativa. Resolucin N 351, considerandos cuarto, inc. 1, y
quinto, inc. 5, Comisin Resolutiva.
457
El principio de la especialidad es un principio general del Derecho recepcionado positivamente en diversos preceptos legales, a saber, entre otros, los arts. 4 y 13
del Cdigo Civil y los arts. 2 y 96 del Cdigo de Comercio. Vase VALDS PRIETO , Domingo, Legislacin antimonoplica y distribucin elctrica concesionada, Revista de
Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales, tomo XCVIII, N 3/2001, p. 69,
Editorial Jurdica de Chile, Santiago de Chile, 2002.
458
A modo de ejemplo, el art. 28 de la Ley 18.840, Orgnica Constitucional del
Banco Central de Chile otorga a este ente pblico autnomo la potestad exclusiva de
emitir billetes y acuar monedas, lo cual constituye un monopolio establecido por norma de rango legal. Este monopolio tiene antiqusima data, puesto que al decir de M.I.
Finley: Un monopolio que conservaron todos los Estados antiguos, fuesen ciudades o
imperios, fue el del derecho de acuar. Empero, no acompaaron tal prerrogativa con
una obligacin de mantener un abasto suficiente de monedas, salvo cuando el Estado
mismo las necesitara para pagos, usualmente a las tropas, en La Economa de la Antigedad, p. 202, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1986.
459
Constitucin Poltica de la Repblica, art. 19, N 12, inciso segundo. Creemos
que la nica interpretacin que da cabal sentido a esta prohibicin constitucional es
aquella que asigna a la voz monopolio la acepcin estructural antes explicada.
478
B. Contenido de la prohibicin
Clarificado el tema de los destinatarios de la prohibicin, procede establecer la substancia de lo prohibido. Cabe recordar que la formulacin vigente del precepto es la siguiente: No podrn otorgarse concesiones,
autorizaciones ni actos que impliquen conceder monopolios para el ejercicio de
actividades econmicas, salvo que la ley lo autorice.
Sobre el particular, ha de destacarse el nfasis puesto por el Decreto Ley 211, de 1973, en la naturaleza prohibitiva del precepto, el
cual se vale de una doble negacin: No podr otorgarse... ni.... Segn ya se explic, el verbo otorgar significa el acto de conceder
que realiza una autoridad respecto de lo solicitado por un subordinado o por alguien carente de imperio. A estos efectos, estimamos
que la voz otorgar monopolios estructurales debe ser interpretada
en sentido amplio: desde crear nuevos monopolios hasta confirmar
o preservar monopolios ilegales que ya de facto tenan existencia,
sea que lo anterior ocurra por accin u omisin de ciertas autoridades pblicas.
La actual versin del artculo cuarto del Decreto Ley 211 se encarga de precisar que un monopolio puede ser otorgado por medio
de concesiones, autorizaciones o actos. Si bien resulta valioso tal intento de precisin legislativa, se hace necesario reconocer que se desperdici la oportunidad de clarificar la substancia de lo prohibido por
el artculo cuarto en comento. En efecto, dicha disposicin busca prohibir la creacin o preservacin de monopolios de privilegio por ciertas autoridades pblicas, resultando irrelevante al efecto si media una
concesin, una autorizacin o un acto. El actual texto del artculo cuarto da la falsa impresin de que lo prohibido radicara en el otorgamiento de concesiones, autorizaciones o actos relativos a monopolios
mercantiles. Sin embargo, la finalidad de esta prohibicin apunta a
impedir los monopolios de privilegio y no los monopolios naturales
que ordinariamente se entregan mediante concesiones o autorizaciones y que, segn ya se ha demostrado, son en s mismos ajenos a toda
imputacin monoplica.
Respecto de las concesiones, recordamos lo antes sealado en el
sentido de que stas suelen hallarse asociadas a monopolios natura479
les 460 y, por tanto, el otorgar una concesin no implica un monopolio de privilegio, a menos que esa concesin tenga el carcter de exclusiva. En efecto, esta prohibicin est diseada para monopolios
de privilegio y no para monopolios naturales; de esta forma, slo se
puede producir una transgresin del artculo cuarto por la va de conferirse una concesin exclusiva donde no hay un monopolio natural o donde habiendo un monopolio natural se aada un carcter
exclusivo que emane de normas infralegales emitidas por una autoridad pblica.
En cuanto a las autorizaciones, conviene recordar que queda comprendido dentro de tales trminos todo acto administrativo emitido
por una autoridad pblica con el objeto de permitir el ejercicio de
un derecho preexistente una vez verificado que el respectivo titular
del derecho cumple con los requisitos que la ley exige para el ejercicio del mismo. As, el rgimen de autorizacin se caracteriza porque
presentada que sea la solicitud de un particular, ha de recaer sobre
sta una autorizacin expresa de la autoridad pblica competente o
bien, en su defecto, una autorizacin ficta producto de la expiracin
del plazo previsto para que dicha autoridad pblica otorgue o deniegue la autorizacin solicitada.
En cuanto a los actos, esta aparece como una nocin residual, que
puede comprender actos administrativos de cualquier especie, as
como actos o resoluciones judiciales de cualquier naturaleza. Los actos administrativos pueden emanar de entes centralizados o descentralizados, sea que se hallen dotados de personalidad jurdica y
patrimonio propio o no. Bajo esta expresin de actos pueden quedar comprendidos todos los que no alcancen la entidad de concesiones o autorizaciones, v. gr., permisos, meras notificaciones, etc.
Es importante observar que la norma analizada se refiere a monopolios para el ejercicio de actividades econmicas,461 es decir, monopolios mercantiles. En los ejemplos de actividades econmicas, que
la antigua versin de este artculo cuarto del Decreto Ley 211 entregaba, se contemplaban las actividades extractivas, industriales, comer-
460
La doctrina suele clasificar las concesiones en tres categoras: a) de obra pblica; b) de servicio pblico y c) de uso del dominio pblico. Confrontar, SARMIENTO
GARCA, Jorge, Concesin de Servicios Pblicos p. 74, Editorial Ciudad Argentina, Buenos
Aires, 1999.
461
Creemos que la expresin actividades econmicas debe ser interpretada en
relacin con las actividades tpicamente econmicas, esto es, las que tienen que ver
con la produccin y el comercio de bienes y servicios, que es, por lo dems, la interpretacin que ha confirmado el propio Tribunal Antimonoplico. Vase Resolucin
N 45, considerando 11, Comisin Resolutiva.
480
462
Cabe recordar que la interpretacin inicial de la Sherman Act de 1890, efectuada por los tribunales de justicia, estableci errneamente que el comercio viene a
continuacin de la fabricacin y no es una parte de sta, por lo cual ciertas restricciones que afectaban la manufactura de bienes no quedaban comprendidas bajo el mbito de aplicacin de dicha ley al no corresponderse con la voz comercio (United States
v. E.C. Knight, 1895). Dos aos ms tarde esta definicin restrictiva de comercio fue
reemplazada por una ms amplia que inclua todas las fases productivas (United States v. Trans-Missouri Freight Association).
481
463
Resolucin N 273, visto 2, inc. 2, Comisin Resolutiva: En efecto, en su opinin [la del Fiscal Nacional Econmico], dicho cuerpo normativo, en virtud del cual
se prohbe el ingreso de nuevos barcos a la actividad pesquera denominada pelgica,
referida principalmente a la pesca de sardinas, jureles, caballa y anchoveta, establece
diversas regulaciones que constituyen limitaciones injustificadas al ingreso de nuevas
empresas a esa actividad extractiva e industrial y otorgan un virtual monopolio, por
tres aos, a las compaas autorizadas al 11 de enero de 1986, todo lo cual contraviene lo dispuesto en el art. 4 del Decreto Ley 211, de 1973. El considerando 3 de esta
Resolucin confirm la opinin citada y, en consecuencia, el Tribunal Antimonoplico acogi el requerimiento del Fiscal Nacional Econmico.
482
464
STIGLER, George J., The economists and the problem of monopoly, p. 4, Occasional Papers from the Law School N 19, The University of Chicago, 1983: The second tradition was to identify the serious monopolies of his time with the grants of
exclusive power by the state. For Smith the two leading instances were the guild corporations and the great joint stock trading companies.
483
465
La Contralora General de la Repblica resolvi por Oficio N 23.158 (10.04.75)
que la Empresa Nacional del Carbn S.A., cuyo capital social se encontraba a la sazn
suscrito en un porcentaje superior al 95% por la Corporacin de Fomento de la Produccin, era una entidad privada. Sigui el mismo criterio el art. 5 del Decreto Ley 818
(27.12.74), que dispone: A contar desde la vigencia de este decreto ley, todos los bancos comerciales se regirn por las normas aplicables al sector privado para todos los
efectos legales, cualquiera que sea la proporcin de su capital que pertenezca a instituciones o entidades del Estado.
Una visin diferente es la sustentada por la Corte Suprema, en su reciente fallo
de 31 de enero de 2000, Rol N 248-00, en cuyo considerando tercero seala: Que as
parece a esta Corte que Metro S.A. es un rgano estatal que desarrolla su actividad
bajo la forma de una sociedad annima, por lo que la limitacin establecida en el inciso segundo del N 21 del art. 19 de la Constitucin Poltica de la Repblica le es aplicable plenamente y, por lo mismo, su objeto social, impuesto por una ley de qurum
calificado y no por la voluntad de sus socios como ocurre en la generalidad de las sociedades, circunscribe a Metro S.A. a desarrollar slo esa actividad econmica, pues
para realizar una distinta es menester que otra ley, tambin de qurum calificado, le
permita desarrollarla o participar en ella (Ius Publicum N 4/2000, p. 170, comentada por don Eduardo Soto Kloss).
484
das por el Derecho pblico, creadas por ley y que forman parte de la
Administracin del Estado,466 sin por ello constituir autoridades pblicas. stas son las denominadas empresas del Estado. As, a modo
de ejemplo, hallamos en el mercado bancario el Banco del Estado de
Chile; en el mercado postal, la Empresa de Correos de Chile; en el
mercado del cobre, la Corporacin Nacional del Cobre (CODELCO);
en el mercado de los transportes de pasajeros y de carga la Empresa
de Ferrocarriles del Estado; en el mbito minero ENAMI; en el mbito
petrolero y de ciertos combustibles derivados del crudo, la Empresa
Nacional del Petrleo (ENAP), etc.
Estimamos conveniente, aunque sea a ttulo meramente ilustrativo,
repasar el antiguo texto del artculo cuarto del Decreto Ley 211 hoy
derogado que haca, en relacin con las personas pblicas, una descripcin tipolgica originada en la reforma que sufri, con fecha 23
de noviembre de 1943, la Constitucin Poltica de 1925. Dicha descripcin se mantiene en varias de las disposiciones de la Constitucin
Poltica de la Repblica de 1980.467 El antiguo artculo cuarto se haca
cargo de las instituciones semifiscales, cuya finalidad haba sido ejecutar una poltica de seguridad social que cubriese riesgos de enfermedad, invalidez, cesanta, vejez o muerte, y que han sido definidas
como ...servicios personificados, no integrantes de la Administracin
centralizada, dotados de autonoma jurdica, siendo sus fondos aportados tanto por el Estado como por las cotizaciones de seguridad social que los funcionarios y trabajadores efectan en ellas con el objeto
de obtener las coberturas de sus respectivos estados de necesidad, y
dotados de medios materiales propios de actuacin.468
Luego se mencionaban las instituciones de administracin autnoma, caracterizadas por una mayor autonoma que las instituciones
semifiscales, entre las cuales cabra el Servicio Nacional de Salud y, segn destacados administrativistas, habra de incluirse a la Universidad
de Chile.
Adicionalmente, este antiguo texto del artculo cuarto del Decreto Ley 211 aluda a las municipalidades que, de conformidad con su
respectiva ley orgnica, Las municipalidades son corporaciones autnomas de derecho pblico, con personalidad jurdica y patrimonio propio, cuya finalidad es satisfacer las necesidades de la comunidad
466
Art. 1, inciso segundo, Ley 18.575, Orgnica Constitucional de Bases Generales de la Administracin del Estado.
467
Vase el art. 62, numerales 2 y 3, de la Constitucin Poltica de la Repblica
(1980).
468
SOTO KLOSS, Eduardo y REYES ROMN, Gustavo, Rgimen jurdico de la Administracin del Estado, p. 25, Editorial Jurdica de Chile, Santiago, 1980.
485
469
486
En nuestra opinin, la referencia genrica a instituciones pblicas del antiguo texto en comento, en calidad de posibles beneficiarios de los monopolios de privilegio, cuyo otorgamiento es prohibido
por el artculo cuarto, no se agota en la Administracin del Estado.
En efecto, y empleando el lenguaje de la Constitucin Poltica de la
Repblica de 1980, el precepto en estudio, en su actual versin, busca que ni el Estado ni sus organismos, cualquiera que sea su jerarqua
y el poder estatal al que pertenezcan, puedan ser beneficiarios de monopolio de privilegio alguno. De esta manera, no slo no puede ser
beneficiario de monopolios de privilegio la Administracin del Estado, sino que tampoco el Congreso Nacional ni el Poder Judicial.
4.2.2. PROHIBICIN LEGAL DE CONFERIR MONOPOLIOS
DE PRIVILEGIO Y PRINCIPIO DE LA RESTRICCIN
DEL ESTADO E MPRESARIO
buses haya solicitado tal autorizacin a la Secretara Regional Ministerial de Transportes, ni a las autoridades navales correspondientes.
487
472
La Constitucin Poltica de 1925, en su art. 10, N 10, como consecuencia de
la modificacin que a esta disposicin introdujo la Ley 16.615, de 20 de enero de 1967,
se consagr el establecimiento del monopolio estatal por la mera accin de una ley
simple: Cuando el inters de la comunidad nacional lo exija, la ley podr reservar al
Estado el dominio exclusivo de recursos naturales, bienes de produccin y otros, que
declare de importancia preeminente para la vida econmica, social o cultural del pas.
473
Contralora General de la Repblica, Dictamen N 22.683, de 1996.
488
cumplimiento al principio de subsidiariedad y, adicionalmente, concurren los siguientes requisitos: a) una ley de qurum calificado con
carcter y contenido especfico y particular; b) dicha ley debe sealar
expresamente el giro u objeto social al que debe ceir estrictamente
su actividad empresarial el Estado o sus organismos, y c) Las actividades empresariales autorizadas deben sujetarse a la legislacin comn
aplicable a los particulares, salvo excepciones previstas en ley de
qurum calificado.474
Hay quienes han pensado que el artculo cuarto del Decreto
Ley 211, de 1973, en lo que respecta a prohibir el otorgamiento de
monopolios en favor de empresas estatales, ha perdido toda eficacia
desde la promulgacin de la Constitucin Poltica de la Repblica de
1980. En efecto, se ha llegado a creer que, como el art. 19, N 21, inciso segundo contempla el principio de la restriccin del Estado Empresario, ya no es necesario el artculo cuarto del Decreto Ley 211 en
lo concerniente a las actividades econmicas a ser desarrolladas por
el Estado y sus organismos. No compartimos dicha conclusin, por lo
que pasamos a analizar brevemente los mbitos de aplicacin de las
normas supuestamente iterativas para demostrar la exactitud de nuestro aserto.
Resulta crucial esclarecer qu son las actividades empresariales
para determinar cundo la mentada ley de qurum calificado475 es necesaria. Escudriar el concepto de actividades empresariales exige establecer qu es un empresario y una empresa. Cumple recordar que
el art. 2082 del Cdigo Civil italiano seala: Es empresario aquel que
ejerce profesionalmente una actividad econmica organizada en vista
de la produccin o del intercambio de bienes y servicios. La doctrina ha establecido como elementos de la empresa los siguientes: 1) la
existencia de un organismo determinado y unitario; 2) una cierta permanencia, una cierta duracin (nuestro concepto de habitualidad);
3) posibilidad de obtener un beneficio; 4) actividad econmica: produccin, intercambio, circulacin de bienes y servicios; 5) relacin con
una clientela, un mercado; 6) sujeto de Derecho, persona fsica o moral; 7) direccin autnoma, y 8) contabilidad propia.476
474
489
477
Art. 3, inc. 3, Cdigo del Trabajo: Para los efectos de la legislacin laboral y
de seguridad social, se entiende por empresa toda organizacin de medios personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una direccin, para el logro de fines econmicos, sociales, culturales o benficos, dotada de una individualidad legal
determinada.
478
MENGER, Karl, Principios de Economa Poltica, p. 144, nota 17, Unin Editorial,
Madrid, 1983.
479
Sesin 388, de 27 de junio de 1978.
490
480
Art. 6, inciso segundo, Ley 18.575, Orgnica Constitucional de Bases Generales de la Administracin del Estado.
491
Una situacin un tanto ambigua es la que se produce con las empresas pblicas creadas por ley, en las cuales ciertamente participa el
Estado. Estas empresas pblicas son consideradas parte de la Administracin del Estado por la Ley 18.575; sin embargo, no son en nuestra opinin autoridades pblicas, puesto que carecen de potestades
pblicas y no se halla entre sus cometidos actuar como supraordenantes de determinados mercados o reglamentadoras de conductas de subordinados. De all que estimamos que estas empresas pblicas
tampoco son destinatarias de la prohibicin del artculo cuarto del Decreto Ley 211, aun cuando para ciertos efectos sean consideradas integrantes de la Administracin del Estado por la Ley 18.575.
En efecto, el otorgamiento de monopolios de privilegio constituye conducta exclusivamente predicable de autoridades pblicas, las
que, por definicin, son las nicas dotadas de potestades pblicas. Segn explicbamos, no existe propiamente otorgamiento de monopolios por parte de privados ni por parte de empresas pblicas del Estado,
aunque se trate de entidades en las cuales el Estado y sus organismos
tengan participacin mayoritaria; sin perjuicio de la responsabilidad
monoplica que ello acarree a tales privados y empresas pblicas a la
luz del art. 3 del Decreto Ley 211, de 1973.
En resumen, puede haber monopolio de actividades econmicas
no constitutivo de actividades empresariales, v. gr., si se trata de un
monopolio transitorio, carente de la habitualidad que exigen las actividades empresariales;481 en este caso, resulta fundamental preservar
el artculo cuarto del Decreto Ley 211, puesto que evitara la reserva
o concesin de monopolios no empresariales en favor de entidades
pblicas o privadas, en las cuales pueda participar el Estado, por parte de autoridades pblicas dotadas de potestades infralegales. Asimismo, puede haber actividades empresariales a ser desarrolladas, directa
o indirectamente, por el Estado y sus organismos que transgredan el
art. 19, N 21, inciso segundo, por faltar ley de qurum calificado o
carecer sta de sustento en el principio de subsidiariedad y que, sin
embargo, no infrinjan el artculo cuarto por carecer de la cualidad de
monoplicas, en su acepcin estructural.
La situacin ms compleja ocurrir, tal vez, si se intentare promulgar una ley de qurum calificado que autorice al Estado y sus
organismos a emprender actividades empresariales con un carcter
monoplico. En este escenario, el legislador de qurum calificado de-
481
BERTELSEN REPETTO, Ral, El Estado Empresario en la Constitucin de 1980,
p. 124, Revista Chilena de Derecho, vol. 14, Santiago de Chile, 1987, quien resalta la
importancia de la habitualidad en la definicin de las actividades empresariales.
492
ber intentar hallar una justificacin a la luz del principio de subsidiariedad del carcter monoplico estatal de tales actividades empresariales. En nuestra opinin, tal justificacin, en tanto se refiera a una
actividad estatal empresarial propiamente tal y no de actividad privativa de una autoridad pblica, pugnar con la naturaleza misma del
principio de subsidiariedad. Este principio concibe la intervencin estatal en actividades empresariales como una situacin transitoria en
tanto se desarrolla y promueve la iniciativa particular en el mbito objeto de las mentadas actividades empresariales. Precisamente, el carcter monoplico o exclusivo y excluyente de una actividad empresarial
solicitada por el Estado contraviene la esencia misma del principio de
subsidiariedad, debiendo aqulla ser declarada inconstitucional, a
menos que se acredite una justificacin de orden pblico o seguridad
nacional para que tal actividad quede sustrada a la iniciativa privada
y reservada en exclusiva al Estado en cuanto autoridad pblica. En
otras palabras, estimamos fundamental distinguir la actividad estatal
empresarial de la actividad estatal en cuanto autoridad pblica. Mientras la primera se halla sometida al principio de subsidiariedad y a los
lmites del art. 19, N 21 de la Constitucin Poltica: moral, orden pblico y seguridad nacional, la segunda modalidad de actividad estatal
no guarda relacin con una actividad empresarial sino que con una
actividad caracterstica y consubstancial a la autoridad pblica y, por
tanto, no sometida al principio de subsidiariedad. La actividad de autoridad pblica debe tambin ceirse a la moral y al orden pblico,
puesto que la Constitucin Poltica de la Repblica cie a aqulla al
principio de la juridicidad y ciertamente impide la contradiccin entre los propios rganos del Estado, los cuales debern respetar el orden pblico que rige la nacin y la moral que impera en la misma.
No se nos escapa que se ha tendido a confundir la actividad estatal de autoridad pblica con la actividad estatal empresarial; de otra
forma, no se explicara la existencia de empresas pblicas del Estado,
creadas por ley para la supuesta satisfaccin de una necesidad pblica, y que son consideradas parte de la Administracin del Estado. En
efecto, la existencia de tales empresas pblicas no corresponde a una
situacin transitoria destinada a promover la participacin de particulares en ciertas actividades econmicas, sino que ciertamente aqullas han constituido, en muchas ocasiones, un claro desincentivo a ello
y la creacin de barreras a la entrada para el desarrollo por privados
de ciertas actividades econmicas.
Por otra parte, ciertas funciones de autoridad pblica han fluctuado a lo largo de la historia entre el mbito de lo privado y el mbito
de lo pblico, v. gr., la emisin de moneda de curso legal o el cobro
de impuestos. No slo han variado los criterios relativos a tales fun493
494
var que la Fiscala Nacional Econmica ha confundido en alguna oportunidad ambas nociones al tratar conjuntamente el artculo cuarto del
Decreto Ley 211 y el comentado precepto constitucional de la restriccin del Estado Empresario, como si ambas disposiciones versaren sobre lo mismo.483
Por todo lo sealado es que creemos que el salvo que la ley lo
autorice con que concluye el artculo cuarto del Decreto Ley 211 es
doblemente equvoco. Primero, porque si se trata de una actividad econmica monoplica, que a la vez cumpla con las notas de una actividad empresarial, no basta una ley simple, sino que ha de ser de
qurum calificado; a contrario sensu, si se tratase de una actividad
monoplica no empresarial, el mencionado requisito sera correcto,
con la precisin de que dicha ley no podra violar las garantas constitucionales, especialmente la del derecho a desarrollar cualquier actividad econmica y su fundamento, el principio de subsidiariedad.
Segundo, porque tambin el constituyente segn hemos visto puede reservar monopolios mercantiles a instituciones y personas pblicas, debiendo s justificar, en trminos razonables y suficientes, tal
reserva ante la justicia distributiva y el bien comn. No modifica la conclusin anterior el hecho de que la actividad econmica monoplica
sea realizada por autoridades estatales infralegales invocando que actan en cuanto autoridad pblica y no en cuanto Estado Empresario.
En efecto, el monopolio de privilegio o por exclusin slo puede
ser, en principio, vlidamente otorgado por el constituyente y por el
legislador, salvando s los principios generales del Derecho, los principios y garantas constitucionales y los qurum legislativos pertinentes. Si ello se cumple, el monopolio es lcito en tanto y en cuanto tenga
una clara y especfica justificacin de bien comn nacional, susceptible de ser demostrada, puesto que siempre ha de ser una situacin
extraordinaria y excepcional atendido que con ello se afectan severamente la autonoma privada y la libertad de competir mercantilmente de los sujetos de Derecho que participen en el respectivo mercado
monopolizado. Adicionalmente, deber darse cabal cumplimiento al
principio de subsidiariedad484 en cuanto la actividad econmica mo-
483
495
nopolizada en favor de entidades pblicas sea que stas operen mediante personas pblicas o a travs de personas privadas, no pueda ser
desarrollada por privados en forma competitiva luego de haber el Estado creado las condiciones adecuadas para hacer tal desarrollo posible
y, en subsidio, que tampoco puedan las personas privadas desarrollarlas monoplicamente. Resultar fundamental dar cumplimiento, entre otros, al principio de la no discriminacin arbitraria,485 que no es
sino la formulacin moderna de la justicia distributiva.
A contrario sensu, incurre en el injusto de monopolio de privilegio o por exclusin cualquier autoridad pblica afecta a las prohibiciones contempladas en el artculo cuarto del Decreto Ley 211 que las
infrinja. Si la autoridad pblica ejercitare potestades de una jerarqua
normativa superior o igual al rango del Decreto Ley 211 (es decir al
rango legal), creemos que no se produce tcnicamente un injusto de
monopolio por exclusin, tal como aparece concebido ste en nuestro sistema tutelar de la libre competencia, pero muy probablemente
resultarn violados importantes principios generales y garantas constitucionales, con las responsabilidades consiguientes.
4.2.3. RELACIN ENTRE PROHIBICIN LEGAL DE CONFERIR MONOPOLIOS
DE PRIVILEGIO Y TIPO UNIVERSAL ANTIMONOPLICO
con rango legal y carcter especfico para la Administracin del Estado, en el art. 3
de la Ley 18.875, Orgnica Constitucional de Bases Generales de la Administracin del
Estado.
485
Para un anlisis de este principio, vase VALDS PRIETO , Domingo, Algunas
notas sobre el principio jurdico de la igualdad, en Anuario de Filosofa Jurdica y
Social N 9, 1991, Edeval, Valparaso, 1992.
496
497
pblica. En tal contexto, el Estado y sus organismos no slo deben someter su actuar a la Constitucin Poltica de la Repblica y a la ley orgnica pertinente, sino que tambin, entre muchos otros cuerpos
jurdicos, al Decreto Ley 211, de 1973, especialmente a sus arts. 3 y 4.
Estimamos que la Fiscala Nacional Econmica tiene la obligacin
de accionar ante la justicia ordinaria a fin de obtener la declaracin
de nulidad de Derecho pblico del acto jurdico transgresor de una
prohibicin legal contenida en la Ley para la Defensa de la Libre Competencia, puesto que a dicha reparticin pblica corresponde dar aplicacin al Decreto Ley 211 para el resguardo de la libre competencia,
fiscalizar las infracciones al Decreto Ley 211 y representar el bien comn econmico ante los tribunales de justicia.488 El deber antes indicado es sin perjuicio de que cualquier interesado pueda solicitar la
declaracin de nulidad de Derecho pblico del acto administrativo
transgresor del Decreto Ley 211.
Explicado lo anterior, procede investigar qu papel desarrolla el
art. 3, inc. 1 del Decreto Ley 211, de 1973, que contiene el tipo universal antimonoplico, respecto del acuerdo del Banco Central de
Chile, materia de nuestro ejemplo. Se hace necesario observar, previamente, que algunos organismos del Estado entre ellos el propio
Banco Central de Chile han intentado rechazar la aplicacin del tipo
infraccional del art. 3, inc. 1 del Decreto Ley 211 a las autoridades
pblicas, acudiendo a variedad de argumentos. Sin embargo, ha prevalecido en la jurisprudencia antimonoplica la correcta interpretacin de que el Estado y sus organismos tambin se encuentran
sometidos a los organismos antimonoplicos creados por el Decreto
Ley 211 y que son perfectamente justiciables por sus atentados a la libre competencia.489
488
498
Para un estudio sistemtico del tipo infraccional antimonoplico, vase VALPRIETO, Domingo, La discriminacin arbitraria en el Derecho econmico. Especialmente
en la legislacin antimonoplica, pp. 85 y ss., Editorial Jurdica Conosur Ltda. (LexisNexis),
Santiago de Chile, 1992.
DS
499
prohibido por el artculo cuarto del Decreto Ley 211. Esta potestad
requisitoria con que cuenta el Tribunal Antimonoplico le ha sido expresamente conferida por el Decreto Ley 211.491 Cabe observar que
dicha potestad requisitoria no es vinculante para la autoridad pblica
requerida, aun cuando en nuestro concepto el no acatar dicho requerimiento puede ser fuente de responsabilidad funcionaria y de responsabilidad extracontractual civil en el evento de producirse daos y
perjuicios. Adicionalmente, creemos que hacer caso omiso de la potestad requisitoria mencionada por parte de una autoridad pblica,
debiese ser considerado un agravante para efectos de graduar las sanciones pertinentes y registrado para considerarlo frente a una eventual reincidencia en injustos monoplicos por parte de una autoridad
pblica. En la prctica, sin embargo, no siempre resulta fluida la modificacin o derogacin del acto administrativo objeto de la potestad
requisitoria.492
En sntesis, el acto administrativo de marras es susceptible alternativamente de una demanda de nulidad de Derecho pblico ante los
tribunales de justicia, de una pena impuesta por sentencia antimonoplica, de un requerimiento de modificacin o derogacin por contravencin del Decreto Ley 211 presentado por el Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia ante el Presidente de la Repblica para que
ste le d curso ante el Consejo del Banco Central, de multas contra
el Banco Central y de sanciones a las personas naturales que adoptaron la decisin en cuanto integrantes del rgano (Consejo del Banco
Central) de dicha autoridad pblica. Estas ltimas sanciones contra
las personas naturales consistirn en multas a beneficio fiscal. Respecto de las multas impuestas a personas jurdicas, respondern solidariamente del pago de las mismas sus directores, administradores y
beneficiarios de la infraccin monoplica en tanto hubiesen tenido
participacin voluntaria en sta.
Continuando con el anlisis del ejemplo del Banco Central de Chile, podra suscitar dudas lo previsto en el art. 74 de la Ley 18.840, Orgnica Constitucional del Banco Central, que prescribe: En aquellos
casos en que la ley que se estima infringida sea el Decreto Ley 211, de
491
500
1973, el afectado podr reclamar ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia que dicho cuerpo legal contempla y conforme el procedimiento que el mismo establece, slo en el plazo sealado en el
inciso segundo del art. 69. Dicho plazo es de quince das hbiles contados desde la fecha de la notificacin del respectivo acuerdo, reglamento, resolucin, orden o instruccin del Banco Central de Chile, que
es objeto del reclamo. Podra alguien interpretar sobre esta base que
no proceden las alternativas de sanciones y potestad requisitoria antes
descritas fuera de dicho plazo. No creemos que dicha interpretacin
tenga base: dicho plazo es slo para ocurrir, por quien estime gozar
de una pretensin procesal de carcter antimonoplico, ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia por infraccin del Decreto
Ley 211. Sin embargo, existen transgresiones por las cuales no debe
ocurrirse ante el mencionado tribunal, aun cuando importe una violacin de algn precepto del Decreto Ley 211. Es ste precisamente el
caso de la nulidad de Derecho pblico del acto jurdico infralegal emitido por una autoridad pblica en transgresin del artculo cuarto del
Decreto Ley 211; en estas circunstancias, el tribunal competente es la
justicia ordinaria y no el Tribunal Antimonoplico.
Asimismo, este plazo slo se establece para el sujeto supuestamente
afectado; por lo tanto, bien podr el Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia ejercitar su potestad requisitoria solicitando la modificacin o derogacin de la norma administrativa conculcatoria de la libre
competencia, o bien la Fiscala Nacional Econmica presentar un requerimiento para iniciar un proceso jurisdiccional con el objeto de que
el Tribunal Antimonoplico conozca del acto administrativo emitido por
el Banco Central de Chile. En estas ltimas hiptesis, no se aplica el
referido plazo de quince das, puesto que ste slo es vinculante para
el afectado, mas no para el propio Tribunal Antimonoplico o la Fiscala Nacional Econmica, que no son formalmente afectadas.
El anlisis desarrollado con anterioridad naturalmente es sin perjuicio de las eventuales responsabilidades en que pueda incurrir el beneficiario del monopolio de privilegio, sea ste persona pblica o
privada, como consecuencia de la participacin que hubiere podido
corresponderle en la perpetracin de este ilcito monoplico.
4.2.4. ANTIGUA DISPOSICIN SOBRE ESTANCOS Y CONTROL
ANTIMONOPLICO DE LEGISLACIN SALVAGUARDADA.
C ONSECUENCIAS DE SU DEROGACIN
Estableca el inciso tercero del hoy derogado artculo quinto del Decreto Ley 211: Con todo, no podr establecerse ningn estanco, ni aun en
501
virtud de los preceptos referidos en los dos incisos precedentes, sin previo informe favorable de la Comisin Resolutiva.
Esta disposicin no se aplica a los mbitos de monopolios naturales y, por tanto, a los servicios pblicos, en razn de que stos son monopolios cuyo origen no se halla en las legislaciones salvaguardadas,
sino que en las caractersticas mismas de la actividad econmica respectiva. A diferencia, estimamos que este inciso tercero del derogado
artculo quinto del Decreto Ley 211 s se aplica a las industrias reguladas como consecuencia del establecimiento de un monopolio de privilegio.
Dispona el artculo quinto del Decreto Ley 211 de 1973, en su inciso tercero, que lo prohibido era establecer un estanco, esto es, un
monopolio de comercializacin sin la previa concurrencia de un informe favorable emitido por la H. Comisin Resolutiva, antigua denominacin del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Era
desafortunada la referencia al estanco que realizaba este precepto
transcrito, puesto que aqul es una modalidad especfica de monopolio circunscrito al comercio en sentido estricto; es decir, excluye los
monopolios de produccin, extraccin o de naturaleza industrial en
general, que s son materia del Decreto Ley 211 de 1973, segn lo prueban sus arts. 1, inciso segundo, al aludir a actividades econmicas,
y 4, al emplear la expresin actividades econmicas.
En efecto, los monopolios que el Fisco espaol estableca a fines
del siglo XVIII con el objeto de obtener recursos para la Hacienda Pblica recibieron el nombre de estancos, denominacin que ya se
empleaba en los tiempos de Alfonso X, el Sabio493 y que, posteriormente, pas a utilizarse en Hispanoamrica. Los estancos generalmente
recaan sobre bienes de muy alta estimacin y de difcil sustitucin:
tabaco, papel sellado, sal, naipes, fsforos, etc. Creemos que la denominacin estanco, arranca precisamente del hecho de que los actos
de autoridad pblica que daban lugar a la formacin de estos monopolios, estancaban o detenan la libre circulacin o comercializacin
de los bienes estancados; de all que el propio Diccionario de la Lengua Espaola an recoja esta acepcin del verbo estancar.494 El propio Tribunal Antimonoplico ha caracterizado los estancos en el
siguiente sentido:
Histricamente, el estanco, que corresponde a la definicin del
Diccionario, significaba la prohibicin total del comercio de determi493
502
nados artculos, que por ello se llamaban estancados, el que se permita solamente, mediante concesin de la autoridad, a uno o ms comerciantes que obtenan dicha concesin, generalmente en subasta
pblica. El precio de la subasta y/o el pago de derechos por parte del
concesionario constituan ingresos fiscales. El contrato de concesin
o el acto de la adjudicacin de sta al comerciante concesionario se
llamaba, asiento. Por ello, la definicin del Diccionario se refiere tanto a los efectos del estanco como al acto constitutivo del mismo. El
estanco o concesin llevaba, adems, aparejada la obligacin de vender los artculos estancados a precios fijos, determinados por la autoridad concedente. El trfico y comercio de los artculos estancados, al
margen del estanco, constitua una especie de los delitos de contrabando o fraude aduaneros, toda vez que aqullos evadan el pago de
derechos fiscales. Con este carcter existi en Chile el estanco de tabacos, naipes y licores importados (Ley de 19 de marzo de 1824).495
No obstante lo expuesto, creemos necesario interpretar la voz estanco como sinnimo de monopolio estructural.496 En efecto, el sentido obvio del precepto en comento era prohibir que se constituya un
monopolio estructural en aplicacin de los cuerpos normativos salvaguardados en los incisos primero y segundo del hoy derogado art. 5
del Decreto Ley 211 de 1973, sin la mediacin de un informe favorable del Tribunal Antimonoplico. As, desde una ptica del Derecho
de monopolios es tan monopolio el estanco como un monopolio extractivo y no se divisaba razn suficiente no lo es el uso impropio del
trmino estanco para que se acotase la exigencia del informe previo y favorable del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia a los
monopolios de comercializacin.
La explicacin de este inciso tercero se hallaba en que el Legislador Antimonoplico salvaguard, en los incisos primero y segundo de
este artculo quinto, ciertos cuerpos legales o reglamentarios que entraban en colisin con el Decreto Ley 211 de 1973 a la fecha de promulgacin de este ltimo.
De esta manera, el Decreto Ley 211, a travs de su antiguo artculo quinto, haba sustrado de la derogacin tcita que su entrada en
vigencia hubiera producido, determinados cuerpos legales y reglamen-
495
503
tarios que razonablemente poda estimarse contravenan la libre competencia y que, sin embargo, se estimaron necesarios para la buena
marcha de la sociedad civil.
Algunos de dichos cuerpos normativos podan contemplar o derechamente contemplaban atribuciones en favor de diversas autoridades pblicas para conferir monopolios o estancos o bien para que
particulares al amparo de esos preceptos legales o reglamentarios explotaran monopolios estructurales, lo cual poda acarrear la paradoja
de un doble rgimen: ciertas autoridades pblicas estaran absolutamente vedadas de otorgar monopolios en atencin a la prohibicin
contemplada en el art. 4 del Decreto Ley 211 de 1973, en tanto otras
autoridades y/o particulares se hallaran expresamente habilitadas para
hacerlo al amparo de una legislacin vigente y contraria a la libre competencia. A fin de controlar que los monopolios no creciesen desmedidamente, a partir de la legislacin que haba sido salvaguardada de
derogacin por el antiguo artculo quinto referido, se cre esta prohibicin que admita excepciones y, por ello, esta prohibicin perteneca a la categora conocida como imperativa de requisitos. El
requisito imperado era un informe favorable del Tribunal Antimonoplico, el cual deba ser previo a fin de evitar que el monopolio estructural o estanco en un sentido lato ya estuviese configurado, dando
lugar a una situacin de derechos adquiridos de difcil eliminacin.
En cuanto a dicho informe, ste poda ser favorable en lo que respecta a la concesin de un monopolio estructural o estanco en un sentido lato, pero en caso alguno poda autorizar el ejercicio abusivo del
poder de mercado emanado de un monopolio ya aprobado por el Tribunal Antimonoplico. En efecto, esta ltima situacin es siempre antijurdica y da lugar a la figura del abuso de posicin dominante,
expresamente proscrita por el Decreto Ley 211 de 1973.497
En nuestra opinin, poda ocurrir que la normativa legal y reglamentaria salvaguardada por el antiguo artculo quinto del Decreto
Ley 211 hiciese referencia a un monopolio natural o bien a un monopolio de privilegio. Ejemplo de la primera clase de monopolio es la
normativa que se refera a la creacin y funcionamiento de las empresas de servicios pblicos, en tanto que ejemplo de la segunda clase de
monopolio son las disposiciones referidas a la propiedad intelectual e
industrial. Desde la ptica del monopolio de privilegio, la derogacin
del artculo quinto en comento y, particularmente, de su inciso tercero, confirma que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia carece hoy de atribuciones para otorgar un estanco o monopolio que
497
504
498
506
ventaja peculiar de ese competidor. En sntesis, se trata de un competidor que alcanza, por su destreza y por su esfuerzo, un monopolio
estructural, un poder de mercado en el mbito especfico en el cual
desarrolla su actividad econmica de intercambio.
Si bien la denominacin genrica de este monopolio es el de eficiencia, se ha discutido por algunos autores si ello necesariamente
significa que el origen de aqul descansa en la eficiencia interna o tcnica y que, segn explicamos, consiste en la racionalizacin de costos
por parte de un competidor con el objeto de optimizar el uso de los
recursos productivos de que dispone, considerando un determinado
estadio de desarrollo de la tecnologa existente, a fin de maximizar
una productividad valiosa.
Tal como hemos sealado, el denominado monopolio de eficiencia puede haberse originado en una importante racionalizacin de
costos internos, hallando su causa en una eficiencia interna, pero tambin puede encontrar explicacin en la innovacin tecnolgica producto de la investigacin cientfica. Esta innovacin tecnolgica no ha
de ser considerada slo como el origen de un monopolio, sino que
tambin puede ser necesaria para la preservacin del mismo. En tal
sentido, no resulta efectivo, como bien ha demostrado Posner, que
todo monopolio est ajeno a la innovacin tecnolgica por costosa,
incierta en sus resultados y dficil en la retencin de las respectivas utilidades, que sta sea.499 En sntesis, creemos que es dudoso el argumento de que la innovacin tecnolgica no sea parte de la eficiencia
interna o productiva.
El denominado monopolio de eficiencia corresponde a un competidor que ha logrado una posicin dominante y probablemente un
alto grado de concentracin, en razn de que ha capturado una importante clientela gracias a una gran eficiencia interna en el proceso
competitivo. As, la concentracin puede ser el resultado de una gran
eficiencia interna segn acontece en el caso de un monopolio de eficiencia. Esto corresponde a la teora de la eficiencia superior desarrollada por Harold Demsetz durante la dcada de los aos setenta.
Es importante a este punto diferenciar un monopolio de eficiencia de un monopolio natural, puesto que la brecha que los separa puede hacerse sutil. El monopolio de eficiencia arranca de un poder de
mercado adquirido mediante una competencia mercantil ajustada a
Derecho y no deriva, como ocurre en el monopolio natural, de una
situacin de naturaleza, de la captura de una economa de escala, de
499
POSNER, Richard A., Natural monopoly and its regulation, p. 581, Standford
Law Review, volume 21, 1968-1969.
509
una economa de mbito, de una economa de densidad o un descubrimiento tecnolgico que asegure una cierta exclusividad en la oferta o demanda de un bien econmico. En otras palabras, mientras el
monopolio natural halla su causa en una exclusividad caracterstica
de la naturaleza de la actividad econmica desarrollada, el monopolio de eficiencia no se ve caracterizado por esta situacin, sino que obtiene su poder de mercado de una forma de competencia mercantil,
que eventualmente puede ser emulada por otros competidores que
accedan o que ya se hallen en su propio mercado relevante. Lo anterior no significa que toda innovacin tecnolgica sea conducente a
un monopolio natural; slo lo es cuando tal innovacin tecnolgica
permite alcanzar una forma de exclusividad en los bienes ofertados o
demandados. De all que un monopolio de eficiencia puede obtener
su poder de mercado de una innovacin tecnolgica y ese monopolio preservar el adjetivo de eficiencia, en tanto que tal innovacin
no sea conducente a una exclusividad. Por el contrario, si tal innovacin es conducente a exclusividad y ya haba un monopolio de eficiencia, ste se transformar en un monopolio natural. Si la innovacin
tecnolgica se ve protegida por una patente o privilegio industrial, se
configurar por el tiempo que dicha patente o privilegio dure un verdadero monopolio de privilegio superpuesto a un monopolio natural.
La situacin de poder de mercado correspondiente a un monopolio de eficiencia no es reprochable en forma alguna, salvo que: i)
el monopolista ejercite abusivamente dicho poder de mercado, o bien
ii) que el monopolista haya alcanzado esa situacin de monopolio por
medios injustos, pero si ste fuera el caso nos hallaramos ante otra
de las fuentes del monopolio: por unificacin de competencia o por
obtencin de un privilegio estatal antijurdico.
Esta fuente de monopolio denominada monopolio de eficiencia
es perfectamente lcita y deseable, pues es el fruto de una libre competencia mercantil que se ha conducido conforme a Derecho, que presupone igualdad jurdica de oportunidades para los competidores
actuales y potenciales y, por tanto, desigualdad en los resultados de
dicha competencia.500 En efecto, ha de premiarse el esfuerzo y la creatividad empresarial por oposicin a la pasividad y a la imitacin. Si la
fuente de la cual ha emanado el monopolio es lcita, con mayor razn la actividad econmica resultante del mismo ha de gozar de tal
licitud. El sistema de libre competencia no debe penalizar a aquel com-
500
United States vs. Aluminum Co. of America (1945). Seal en este fallo el Juez
Hand que si una empresa se ha visto obligada a competir y triunfa, no puede ser condenada por el hecho de haber ganado.
510
501
Berkey Photo, Inc. vs. Eastman Kodak Co., 603 F. 2d 263, 275 (2d Cir.1979).
511
autoridad pblica, en contravencin de la libre competencia y sin mediar causal de justificacin suficiente, a travs de la cual aquella establece, directa o indirectamente, un monopolio estructural sobre un
bien, el cual queda sustrado de las actividades econmicas que el comn de las personas hubiere podido desarrollar sobre el mismo.
El injusto de monopolio por unificacin de la competencia, otrora
conocido como monopolio privado, consiste en un ilcito estructurado
sobre la base de una conducta perpetrada por una o ms personas, privadas o pblicas, que no revisten la calidad de autoridades pblicas,
mediante la cual buscan constituir un monopolio estructural.
Hemos denominado este ilcito de unificacin de la competencia porque busca eliminar la pluralidad actual o potencial de competidores en disputa mercantil que caracteriza la libre competencia,
sea por la va de impedirles el ingreso, expulsarlos del mercado o de
coludirlos para que no compitan, todo ello realizado por el autor del
ilcito con el objeto de hacerse y consecuencialmente beneficiarse con
un monopolio estructural. De esta manera, los competidores son refrenados en su intento de ingresar, se les invita o fuerza a formar un
bloque o frmula de concertacin que elimina la competencia o bien
los competidores existentes son expulsados del mercado relevante por
otras vas. Un antiguo jurista defini este monopolio por unificacin
de la competencia como una maquinacin por la cual uno o muchos
se convienen industrialmente en comprar o vender ellos solos ciertas
mercaderas, estableciendo los mismos el precio.502
Esta modalidad de ilcito de monopolio no encuentra su origen
en un acto de autoridad pblica, sino que en hechos, actos o convenciones mediante los cuales uno o ms de los propios competidores
crean u obtienen un monopolio estructural por medios reidos con
la libre competencia. Naturalmente, el objetivo es alcanzar un monopolio estructural que est en verdad dotado de poder de mercado. En
efecto, si dicho monopolio estructural careciese de poder de mercado, tales competidores habran desperdiciado sus esfuerzos, puesto que
lo buscado es lucrar con el poder de mercado emanado de un monopolio estructural que por esta va se obtiene.
A diferencia del injusto de monopolio por exclusin o privilegio,
este ilcito de unificacin de la competencia fue denominado en los
Estados Unidos de Amrica como el monopolio moderno por oposicin al tcnico o clsico. La principal diferencia entre ambos es
502
ROBLES, Lorenzo, Concordancia de la teoloja moral con el Cdigo Civil Chileno, Tratado de los Contratos, Parte Segunda, cap. II, Punto III, p. 166, Santiago, Imprenta Nacional, 1864.
512
que mientras el primero se perpetra por la autoridad pblica en cuanto tal, el segundo debe ser ejecutado por uno o ms competidores que
pueden ser personas privadas o pblicas que no estn revestidas de la
calidad de autoridades pblicas. No debe perderse de vista que cabe la
posibilidad de que existan situaciones mixtas, esto es, en las que se
d coordinacin explcita o implcita de autoridades pblicas actuando
con uno o ms competidores en conductas colectivas que resulten en
la unificacin de la competencia en un determinado mercado relevante. As, podra un monopolio de privilegio servir de fundamento a
un arbitrio calificable como unificacin de la competencia.
El ilcito de unificacin de competencia admite diversas variantes:
la monopolizacin y la colusin o conspiracin para la unificacin de
la competencia. Las fusiones y concentraciones constituyen una categora especial, segn explicaremos en el captulo pertinente.
4.4.1. MONOPOLIZACIN
El injusto de monopolizacin, en su precisa acepcin jurdica, es una
modalidad de ilcito de fuente que consiste en la conducta individual
de un competidor mediante la cual se busca alcanzar una posicin dominante por medios contrarios a la libre competencia a travs de los
cuales se busca excluir a uno o ms de los restantes competidores. La
eficiencia productiva y la eficiencia en la asignacin de los recursos
es, por regla general, el resultado de la libre competencia, en trminos de que la obtencin de una mayor libertad mercantil acompaada de la produccin de mejores bienes y al menor precio es la meta
de aquel bien jurdico tutelado en cuanto orientado al bien comn
poltico. De esto se sigue que tamao y diversificacin no constituyen
indicadores de monopolizacin o de monopolios establecidos por
medios antijurdicos; ms an, la antijuridicidad en este mbito del
derecho ha de demostrarse por medio de conductas contrarias a la
libre competencia, v. gr., compras de un bien con el afn de crear una
escasez artificial del mismo, etc. As, la realizacin y desarrollo de negocios, con prescindencia de cun significativos sean para un mercado, no constituye monopolizacin en tanto que sta es, por definicin,
excluyente de otros competidores. Por ello, la pregunta fundamental
desde la ptica de la tutela de la libre competencia apunta a cmo
fue desarrollado un negocio con independencia de si ste era pequeo, mediano o ciclpeo; es decir, si aqul se desenvolvi mediante prcticas excluyentes de otros competidores o no.
Decimos que se trata de un ilcito de fuente, puesto que atiende
al carcter preventivo de la legislacin antimonoplica en tanto que
513
Un ejemplo de estas conductas individuales y privadas constitutivas de la monopolizacin lo hallamos en ciertas formas de competencia desleal tipificadas en el Decreto Ley 211 y en el arrinconamiento
del mercado o acaparamiento consistente en adquirir todas las mercaderas de una especie en un determinado mercado para luego venderlas ms caro de lo que resultara en un estado de competencia. As,
las antiguas legislaciones antimonoplicas sancionaban en Inglaterra,
Francia y Espaa a los regraters, regrattiers o regatones, que eran
acaparadores que trataban de acumular mercaderas para aumentar
los precios y luego proceder a una venta gradual para maximizar el
precio por unidad. Cabe advertir que la expresin regatn tiene tambin un sentido inocuo ante el Derecho de la libre competencia, esto
es, la calidad de intermediario entre un mercado mayorista y un mercado minorista.
Modernamente, ciertas formas de integracin horizontal de facilidades o estructuras esenciales para la explotacin de una actividad
econmica en el patrimonio de un solo competidor han sido consideradas como variantes de monopolizacin.503
En nuestra referencia a conductas de competencia desleal504 advertimos que slo ciertas modalidades de estas conductas corresponden a la figura genrica de monopolizaciones, puesto que la
tipificacin ejemplarizadora del artculo tercero, letra c) del Decreto
Ley 211 es bastante ms amplia. En efecto, tal precepto contempla
prcticas de competencia desleal realizadas con el objeto de alcanzar, mantener o incrementar una posicin dominante. De esta triple variedad de
objetos que pueden exhibir las respectivas conductas de competencia
desleal slo uno de ellos corresponde a la monopolizacin: alcanzar
una posicin dominante. Si ya se tiene una posicin dominante y sta
es preservada o incrementada a travs de prcticas de competencia
desleal, tales conductas de preservacin o incrementacin de la posicin dominante no corresponden a monopolizaciones sino que antes
bien a abusos de una posicin dominante ya alcanzada.
503
515
Una forma habitual de monopolizar ha consistido en afectar la transparencia del mercado, como ocurra en el caso del comerciante que,
con fraude o mentiras, impeda que los demandantes aguardasen a
otros comerciantes que traan las mismas mercaderas que l ofreca,
logrando as vender ms caro. Sobre el particular, cabe recordar el ejemplo clsico que citan los telogos juristas del siglo XVI acerca del comerciante que, con fraudes o mentiras, persuada a los consumidores
de que los dems mercaderes no llegaran a vender a ese puerto, puesto que una tempestad haba hundido los barcos en que transportaban
las respectivas mercaderas. As, el mercader mendaz lograba un acaparamiento ficto o simulado de la oferta de ciertas mercaderas o productos. Esta forma de monopolizacin podra calificarse de ficta (a travs
de falsedades por oposicin a las reales, que son las antes descritas). La
monopolizacin ficta produce iguales efectos que la real en tanto la falsedad no sea descubierta.
Si bien el trmino monopolizacin no aparece empleado en el
Decreto Ley 211, ni es muy habitual en nuestra jurisprudencia,505 podemos afirmar que desde una ptica doctrinaria aqul se encuentra
aceptado y resulta adecuado para distinguir de entre los ilcitos de unificacin las conductas unilaterales de las bilaterales o que exigen pluralidad de personas.
Asimismo, la monopolizacin y la colusin monoplica se diferencia de las fusiones y concentraciones en que aqullas se valen de medios
injustos, ajenos a una sana y libre competencia, en tanto que las fusiones y concentraciones corresponden al empleo de medios lcitos.506
4.4.2. COLUSIN Y CONSPIRACIN EN LA UNIFICACIN
DE LA COMPETENCIA
A. Colusin monoplica
El trmino colusin, emanado del latn jurdico collusio, significa un
acuerdo entre dos personas destinado a perjudicar a un tercero. En el
505
Puede citarse como ejemplo la Resolucin N 609, visto 4, prrafo 7, de la
Comisin Resolutiva, que seala: Concluyen sealando que la celebracin del contrato de compraventa constituye un claro intento de Coca Cola de monopolizar el mercado de las bebidas gaseosas, afectando gravemente su transparencia al otorgarle a la
denunciada acceso a informacin estratgica de su nico competidor. La Resolucin
N 667, considerando dcimo tercero, de la Comisin Resolutiva, da cuenta de una
eventual monopolizacin del mercado.
506
Una confusin entre monopolizacin y concentracin se observa en el Oficio
N 160 evacuado por la Fiscala Nacional Econmica con fecha 20 de abril de 1999 y
516
mbito de la libre competencia, semejante acuerdo est destinado a conculcar este bien jurdico, por la va de que se le lesione o bien se le coloque en riesgo y sea que ello entrae un perjuicio civil concreto o no.
La denominacin de colusin o conspiracin de la unificacin de
la competencia puede parecer un tanto limitada; lo que se busca indicar es que la fuente del monopolio dotado de poder de mercado
arranca de las conductas de dos o ms competidores que, concertada
o en cierta concurrencia conductual, producen el efecto de entorpecer, restrigir o eliminar la libre competencia al interior de un mercado relevante. Se habla de unificacin de competidores porque esos
competidores actan como si fuesen uno para efectos de la competencia, puesto que toda forma de libre competencia presupone pluralidad actual o potencial de competidores.
Resulta inadecuado conferir a esta modalidad de injusto de monopolio el rtulo de ilcito de monopolio convencional, porque no
necesariamente la colusin o la reduccin de competencia en un mercado relevante determinado se traduce en una convencin, verbal o
escrita, en su acepcin tpicamente civil, segn tendremos oportunidad de ver. Asimismo, es inadecuado el nombre de ilcito de monopolio privado, porque las empresas pblicas del Estado tambin
pueden aun cuando jurdicamente les est prohibido coludirse o
concertarse para entorpecer, restringir o eliminar competencia, segn
lo ha demostrado la jurisprudencia antimonoplica.
Los acuerdos que resultan proscritos por el Derecho antimonoplico no son aquellos resultantes del lcito ejercicio de la libertad de
competencia en el mbito mercantil, que ordinariamente emplean los
comerciantes para desarrollar las ventas y llevar a cabo sus operaciones cotidianas, sino que se hallan vedados los acuerdos conculcadores de la libre competencia. La tutela antimonoplica de la libre
competencia no ha de destruir esta ltima, sino que ha de proteger
la libertad contractual y la propiedad privada, reprimiendo los excesos o desviaciones de la libertad de competencia mercantil.
Bajo el ttulo de este captulo quedan comprendidos los trusts, convenciones, pooles, compras accionarias, licenciamientos, arrendamientos, gentlemens agreements y todo acuerdo lesivo de la libre competencia.
Conviene referirse brevemente a los trusts, puesto que fueron estos acuerdos secretos los que dieron lugar a la denominacin que
adopt la legislacin antimonoplica en los Estados Unidos de Amtambin en el nico voto disidente de la Resolucin N 667 de 30 de octubre de 2002.
En efecto, el incremento de participacin accionarial realizado por quien ya era controlador de esa misma empresa es calificado como un acto de monopolizacin, debiendo haber sido denominado como de concentracin.
517
507
Vase Northern Securities Co. vs. US y Mallinekrodt Chemical Works vs. State
of Missouri.
518
B. Conspiracin monoplica
El trmino conspiracin, si bien casi relegado al olvido en nuestro Derecho, se halla mencionado y expresamente definido en nuestro Cdigo Penal que data de 1875. En efecto, prescribe el Cdigo Penal en
su Libro I, Tt. I, art. 8, inc. 2: La conspiracin existe cuando dos o ms
personas se conciertan para la ejecucin del crimen o simple delito.508
Cabe observar que uno de los proyectos de Cdigo Penal para la
Repblica de Chile, el de 1859, que nunca lleg a ser promulgado,
haca mencin en su art. 16 a la conspiracin o complot, exigindose para su perfeccionamiento la celebracin de dos o ms reuniones.509
La conspiracin exige pluralidad de personas y alguna forma de
concierto entre ellas para la perpetracin de una conducta criminal
o ilcita, sea que tal ilicitud arranque de los medios empleados en la
consecucin del objeto buscado o del objeto mismo de la conspiracin. De all que la conspiracin es siempre antijurdica, salvo que en
algn caso excepcional concurriese una causal de justificacin, caso
en el cual desaparecera el objeto ilcito y no habra conspiracin.
En cuanto a la pluralidad de personas es importante observar que
stas pueden ser personas naturales o jurdicas, de derecho privado o
pblico, nacionales o forneas. La responsabilidad alcanza no slo a
los conspiradores fundadores, sino que tambin a quienes hayan ingresado al acuerdo conspiratorio a lo largo del tiempo. Respecto de
estos ltimos, el mero hecho de no haber repudiado la operatoria del
acuerdo una vez que la conocieron y aceptaron o no haberse retirado
del mismo tan pronto tomaron conocimiento de sus prcticas, les hace
partcipes y responsables de la conspiracin.
Es importante observar que si bien la conspiracin se halla definida en nuestro Cdigo Penal, aquella nocin no se agota en el mbito
criminoso sino que puede ser empleada para cualquier forma de ilcito, incluido el monoplico. As, cabe advertir que entre la multitud
de formas que puede asumir la conspiracin se halla la conspiracin
monoplica.
Las modalidades de conspiracin monoplica son innumerables
y no exigen de formalidad alguna: convenciones, combinaciones, alianzas, acuerdos de caballeros, conferencias, etc. Dichas formas de con508
Esta redaccin ha tenido por base el art. 4 del Cdigo Penal espaol en su
primitiva versin, reformada en 1850. Actas de las Sesiones de la Comisin Redactora del Cdigo Penal chileno, Sesin Quinta del 7 de mayo de 1870, p. 7, Imprenta de
la Repblica, Santiago, 1873.
509
Proyecto de Cdigo Penal para la Repblica de Chile, art. 16, p. 4, Imprenta
Chilena, Santiago de Chile, 1859.
519
510
511
520
521
gar a reunirse en esta clase de acuerdos. En definitiva, se trata de convenciones plurilaterales, innominadas, cuya finalidad es rentabilizar un
monopolio colectivo y, por tanto, son contrarias al Derecho de la libre competencia.
Una clasificacin de los carteles es aquella que distingue entre carteles sin centralizacin de ventas y con centralizacin de ventas. En la
primera modalidad, las partes continan gestionando en forma autnoma sus respectivas empresas, las que preservan sus personalidades
jurdicas, aunque debiendo cumplir con las obligaciones contradas
en virtud del cartel (cartel de primer grado). A diferencia, en la segunda modalidad los cocontratantes si bien preservan sus respectivas
personalidades jurdicas, dan nacimiento a una suerte de rgano comn, cuyo objetivo por regla general ser centralizar un determinado servicio u operacin para todos los integrantes del cartel, por
ejemplo centralizar las ventas de los productos que cada uno de los
partcipes produce. Este rgano comn puede seguir directrices muy
variadas: puede cuidar de la venta de los productos de los cocontratantes, determinar cuotas mximas de produccin para la venta, seguir directivas en cuanto a los precios mnimos y/o mximos de venta o
comercializacin. Desde un punto de vista operativo del cartel es mucho ms eficiente esta segunda modalidad (cartel de segundo grado),
puesto que hace ms difcil una violacin de la convencin monoplica al existir un control ms frreo de cada uno de los cocontratantes
por medio de este rgano comn. Esta segunda modalidad de cartel
es llamada por algunos autores consorcios para diferenciarlos de los
carteles de primer grado antes descritos. El rgano de los consorcios
puede adoptar la forma de una persona jurdica creada al efecto o bien
una suerte de comisionista o un mero departamento a cargo de la operatoria comn a todos los cocontratantes. Si el rgano comn se halla constituido por una persona jurdica al efecto, contar con un
patrimonio propio, el cual generalmente se integrar por las contribuciones de cada uno de los partcipes en el cartel. Esta ltima figura
semeja a los trusts estadounidenses antes descritos.
En los carteles de tercer grado pueden llegar a jugar un papel relevante las asociaciones gremiales. Por ello, la jurisprudencia administrativa antimonoplica ha sealado la importancia de que las asociaciones
gremiales, en su carcter de cuerpos intermedios artificiales, se orienten hacia su fin especfico y este no sea confundido con la gestin de
cada una de las empresas afiliadas a dicha asociacin gremial:
Los empresarios pertenecientes a una asociacin deben manejar
sus negocios propios en forma totalmente autnoma, independiente
y separada de la organizacin gremial a la que pertenecen. En consecuencia, los aspectos mercantiles de la libre competencia no son ma522
terias en que puedan intervenir entidades y personeros de asociaciones gremiales, ya que ellas slo representan intereses generales y comunes, por lo que no pueden dirigir la actividad comercial individual
de los asociados.515
Puesto de otra forma, resulta perfectamente lcito que las asociaciones gremiales aborden temas propios de su rubro de actividad econmica, v. gr., estadsticas, clasificaciones aduaneras, proteccin del
medio ambiente, acciones legales contra resoluciones perjudiciales
adoptadas por ciertos reguladores, prcticas de lobby o cabildeo respecto de proyectos legislativos adversos, etc. Sin embargo, la concurrencia de los asociados a reuniones en las cuales se intercambia
informacin sobre costos y precios cobrados por cada uno de ellos y
se adoptan decisiones acerca de cmo y cunto producir o acerca de
los precios o ciertas clusulas contractuales para la comercializacin de
sus productos, ser considerado una cartelizacin del tercer grado. En
un caso como el descrito, suele constituir una defensa aceptada por
los organismos antimonoplicos el que un asociado se desvincule pblicamente del resultado de las reuniones antes descritas.
Si el autor de la instigacin monoplica o de la misma conducta
monoplica es una asociacin gremial, debe recordarse el Decreto
Ley 2.757, de 1979, que regula tales organizaciones, sealando que la
sola intervencin de tales asociaciones constituye una circunstancia
agravante de la responsabilidad monoplica de los que participan en
tal conducta.516 El mencionado Decreto contempla esta circunstancia
como un agravante de la responsabilidad monoplica de carcter penal. La derogacin del delito penal monoplico formulado por el antiguo artculo primero del Decreto Ley 211 hace, en nuestra opinin,
imposible la aplicacin de esta agravante penal. En efecto, el delito
penal de monopolio ha desaparecido como consecuencia de la
Ley 19.911 y si bien no es menos cierto que subsisten otros delitos penales especiales vinculados a la libre competencia, segn hemos demostrado en esta obra, atendida la construccin de esta agravante en
funcin del antiguo art. 1 del Decreto Ley 211, se tratara de una agravante especfica de aquel desaparecido delito penal y, por tanto, no
ser aplicable a otros delitos penales tutelares de la libre competencia. As, la agravante en comento al ser aplicada en derecho estricto
515
523
de los precios por sobre el nivel competitivo. A diferencia, el Tribunal de Justicia de la Unin Europea ha estimado que el paralelismo
consciente es diverso de la prctica concertada, no obstante lo cual
aqul podra constituir un indicio serio cuando conduce a unas condiciones de competencia que no corresponden a las normales del mercado, tenindose presente las particularidades de este ltimo (ICI,
considerando 66). La referencia a condiciones normales del mercado muestra que el Tribunal de Justicia no ha pretendido asimilar una
situacin estructural del mercado a una conducta reprochable y punible de un competidor, sino antes bien atender a las consecuencias
de una prctica concertada que ha permanecido oculta, pero que sin
embargo resulta manifestada en anormalidades en el funcionamiento de ese mercado oligopolstico y no en atender a una comparacin
con un paradigma de mercado perfecto.
En el Derecho Antimonoplico chileno puede consultarse, entre
otras, las Resoluciones Nos 5, 8, 221, 432 y 479, de la Comisin Resolutiva.
Otra prctica que abre interrogantes desde la perspectiva de la colusin y la conspiracin monoplicas es la los precios rectores o, tambin conocida como precios directores. Esta situacin tiene lugar
toda vez que los competidores de un mercado relevante alnean sus
polticas de precios con el comportamiento de un lder de precios o
piloto. La condicin de piloto puede emanar del hecho de que
aqul es el competidor ms poderoso, o bien con una mayor participacin de mercado o que exhibe las mayores ventajas en materia de
costes. De lo anterior se infiere que el piloto fijar los precios en
forma ptima, esto es, evitando una guerra de precios (piloto dominante) as como desincentivando el ingreso de nuevos competidores
al mercado (piloto baromtrico). Esta conducta tampoco puede asimilarse a una prctica concertada, puesto que el Tratado de Roma no
prohbe adaptarse inteligentemente al comportamiento real o previsto de sus competidores (Suiker Unie, considerando 173), en tanto
que esta adaptacin se realice en forma independiente. Asunto diverso es que la nominacin de empresas piloto sea el resultado de una
prctica concertada o de una colusin monoplica. En el evento que
exista dicha colusin y otra empresa que no participa en sta decide
seguir los precios dictados por los integrantes de tal concertacin no
parece ello un antecedente suficiente para sancionar a esta ltima. En
efecto, no basta el conocimiento de la existencia de una prctica colusoria para ser responsable monoplicamente por esta ltima, puesto que todava cabe el legtimo derecho de adaptarse inteligentemente
al comportamiento real o previsto de tales competidores que integran
ese cartel. En otras palabras, toda frmula colusiva o conspirativa exige conocimiento y voluntad por parte de sus adherentes y no puede
526
bastar ni el mero conocimiento de un cartel ni la mera voluntad desinformada de las caractersticas fundamentales de aquel acuerdo contrario a la libre competencia. Al referirnos a las caractersticas
fundamentales ciertamente que no consideramos la adhesin y confeccin de un plan comn, lo cual ha sido desestimado por el propio
Tribunal de Justicia (Suiker Unie). Sin embargo, alguna jurisprudencia apunta a proscribir cualquier toma de contacto directa o indirecta
entre dichos operadores que tenga por objeto o efecto influir en el
comportamiento de un competidor, actual o potencial, en el mercado o bien dar a conocer a dicho competidor el comportamiento que
se ha decidido o se proyecta mantener en el mercado (Suiker Unie,
considerandos 173 y 174). En nuestra opinin, ms que exigirse un
plan comn ha de buscarse una exigencia de reciprocidad que acredite una cooperacin prctica entre competidores. Precisamente por
esta falta de reciprocidad es que el anuncio de precio que efecta un
piloto y que no va seguido de la aceptacin de los dems competidores no puede ser considerada una prctica concertada. Por la misma razn, el mero anuncio de incrementos de precios no puede
constituir por s mismo una prctica concertada, puesto que los competidores destinatarios de ese anuncio tienen incertidumbre acerca de
si ese anuncio va a ser seguido por todos y cada uno de tales destinatarios. As, atendida la ausencia de una prueba directa de la existencia de
una colusin o conspiracin monoplica, se llega a demostrar una prctica concertada por la va de una reciprocidad efectiva o muestra prctica de una coordinacin en los precios u otras variables relevantes.
E. Colusin y conspiracin en el Decreto Ley 211
Un anlisis de la normativa vigente nos lleva a identificar los siguientes elementos peculiares de esta figura, que son predicables de las colusiones, conspiraciones, prcticas concertadas, monipodios, alianzas,
ligas y cualesquiera sean las denominaciones que asuma esta importantsima modalidad de unificacin de la competencia:
1. Lo que diferencia esta modalidad de injusto monoplico de la
monopolizacin es su estructura plurilateral. sta consiste en una pluralidad de personas que alcanzan alguna forma de acuerdo, sea ste
formal o informal, expreso o tcito, de ejecucin instantnea o diferida. Esta pluralidad de personas ha de ir acompaada de una plurilateralidad, esto es, cada una de ellas debe comportarse como una verdadera
parte, de forma independiente respecto de la otra en cuanto a la toma
de decisiones, en orden a ingresar a esta convencin, en cuanto a dar
ejecucin a la misma y a hacer o no abandono de aqulla.
527
2. Este acuerdo o convencin plurilateral puede exhibir contenidos permanentes o dinmicos en el tiempo, en funcin de las circunstancias que enfrenten las partes del mismo a lo largo del tiempo. En
el caso de los contenidos dinmicos, el proceso de adhesin a las prestaciones requeridas se prueba en cada caso segn si el competidor destinatario del anuncio u oferta de reciprocidad acepta esta ltima o,
por el contrario, decide rechazarla exhibiendo una conducta contradictoria con la prctica requerida a travs de la oferta. A su vez, tales
contenidos pueden importar conductas simtricas para todos los partcipes en la convencin de marras o bien asimtricas. Esto prueba que
la nocin de convenciones es ms amplia que la de los carteles, puesto que en estos ltimos necesariamente las prestaciones a que se obligan los miembros son similares, segn ya explicamos.
3. Nuestra ley antimonopolio emplea en el tipo universal antimonoplico la voz convencin, pero sta alcanza una acepcin propia,
ms laxa que la perfilada civilsticamente y dotada de una informalidad
y dinamismo caractersticos del mbito mercantil y de la velocidad con
que se perfeccionan los negocios. De all que las convenciones a que
aludimos pueden resultar un tanto diferentes de las categoras civilsticas. A modo de ejemplo, es de la esencia de una convencin su carcter vinculante; sin embargo, encontramos casos en los cuales una
recomendacin seguida uniformemente por sus destinatarios puede ser
tratada como una convencin o colusin monoplica, aun cuando los
requeridos aleguen un carcter no vinculante (Resolucin N 77 de la
Comisin Resolutiva, considerando 4 en relacin considerando 7).
4. Luego el inciso segundo del artculo tercero del Decreto
Ley 211 contempla, a ttulo meramente ejemplar, la descripcin de
ciertas prcticas vulneradoras de la libre competencia, entre las que
procede mencionar la aludida en la letra a), puesto que se refiere a
las colusiones monoplicas. Las modalidades de colusiones monoplicas mencionadas son: los acuerdos expresos o tcitos y las prcticas
concertadas. En nuestra opinin la alusin a acuerdos tcitos no puede ser interpretado en el sentido de que proceda la sancin de paralelismos conscientes o interdependencias oligopolsticas porque tal
como fuera explicado ello carece de razonabilidad por los motivos anotados. A diferencia, estimamos que la referencia a acuerdos tcitos
apunta ms bien al grado de informalidad que pueden revestir ciertas prcticas conspirativas monoplicas y en las que la convencin resulta adecuadamente inferida de conductas aplicadas por partes
diversas con caracteres de reciprocidad. Un contraste entre acuerdos
expresos y tcitos resulta en nuestra jurisprudencia ilustrado por las
Resoluciones N 16 y N 221, ambas emitidas por nuestra Comisin
Resolutiva. La primera alude a acuerdos expresos de colusin mono528
nes como denominacin genrica para este tipo de prcticas. Sin embargo, para efectos de este captulo emplearemos la frmula tradicional de concentraciones y fusiones (CF) o viceversa.
Las CFs corresponden a una nocin jurdica altamente flexible, que
tiene la peculiaridad de capturar una gran amplitud de prcticas mercantiles, las que se caracterizan por estar constituidas por uno o ms
hechos, actos o convenciones cuyo objeto consiste en alcanzar eficiencias en una actividad empresarial mediante la adquisicin de participaciones sociales (accionariales y no accionariales) o activos en general
cuya propiedad o control se hallaba en poder de competidores.
De esta forma, la esencia de las CFs en la acepcin precisa que
les confiere el Derecho de la libre competencia da cuenta de una
prctica mercantil clasificable como integracin vertical, integracin
horizontal o conglomeracin mediante la cual se reduce el nmero
de competidores o se restringe de alguna forma la competencia mercantil entre competidores en uno o ms mercados relevantes. As, resulta fundamental distinguir las CFs de las concentraciones de riqueza,
as como de las concentraciones accionariales.
Las CFs slo guardaran relacin con una concentracin de riqueza y la consiguiente desigualdad en los ingresos en tanto se demostrara que aqullas han dado lugar a un injusto monoplico de abuso, en
virtud del cual un competidor puede extraer una renta monoplica
persistentemente en el tiempo (gozando de impunidad ante las autoridades antimonoplicas) y en una magnitud tal que tenga incidencia
sobre los ingresos de los dems agentes econmicos.
Las CFs son diversas de las concentraciones accionariales, puesto
que aqullas se refieren al nmero de competidores o al grado de libertad de competencia mercantil entre competidores en uno o ms
mercados relevantes, en tanto stas dicen relacin al nmero de accionistas partcipes en una sociedad annima o sociedad en comandita por acciones. No obstante lo anterior, es posible observar un nexo
entre ambas en la medida que el mercado relevante analizado corresponda a lo que la literatura denomina mercado por el control corporativo. Esta nocin apunta a una libre competencia por el control
sea ste en su versin de dominio de la mayora del capital votante o
por influencia decisiva de ciertas sociedades.
En sntesis, las CFs en estudio no aluden ni a la riqueza ni a las
acciones en cuanto ttulos valores, sino que a la oferta y a la demanda
y, particularmente, al grado de atomicidad o nivel de concentracin
de stas.
Las CFs no son tratadas como una categora especial de injustos
monoplicos, puesto que el grado de competitividad de un determinado mercado no se mide por el nmero de oferentes y demandan531
competencia antes que privar a la sociedad civil o poltica de la eficiencia indicada. Esta visin, cuyo mrito se debe a Harold Demsetz
(Hiptesis de la eficiencia superior), se sustenta sobre la idea de que en
todo mercado relevante hay empresas ms eficientes que otras, las cuales tienden a dominar la respectiva industria por la va de una legtima competencia en trminos de precio, clusulas contractuales y/o
calidad de sus productos. As, la alta concentracin y las significativas
ganancias pueden ser el resultado de una ventaja en los costos y no la
consecuencia de un abuso monoplico. Tambin, interferir en estos
mercados que exhiben alta concentracin podra significar en muchos
casos castigar competidores por el mero hecho de ser eficientes en
un sentido interno o tcnico.
La perspectiva dada por Demsetz se contrapone a la que prevaleci hasta la dcada de los sesenta y que era conocida como la teora
de la estructura (tambin denominada de la estructura-conducta-desempeo), segn la cual la alta concentracin en un mercado relevante (pocas empresas tienen un porcentaje alto de las ventas totales) se
correlacionaba con un bajo nivel de competencia expresado en conductas oligoplicas o monoplicas.517 Dicho bajo nivel de competencia acarreaba segn esta hiptesis precios excesivos y contraccin
de la oferta con los consiguientes efectos negativos sobre la asignacin
de los recursos. Ese bajo nivel de competitividad se expresaba en que
a menor nmero de competidores aumentaran las colusiones (por
lo cual esta teora recibi tambin el nombre de hiptesis de la colusin). Actualmente, la teora estructuralista se encuentra desacreditada por falta de evidencia emprica que la sustente. Paradjicamente
fue la evidencia emprica el antecedente que sirvi de fundamento a
la hiptesis de la colusin; aqulla mostraba una asociacin positiva
entre concentracin y ganancias. Posteriormente, esa evidencia fue
analizada con mayor precisin y, por tanto, objeto de lecturas alternativas; la asociacin entre concentracin y ganancias puede producirse
porque: i) la concentracin aumenta los precios (hiptesis de la colusin), o ii) la concentracin hace caer los costos y eventualmente tambin los precios; esto puede deberse a que la propia concentracin
tenga efecto sobre los costos (Peltzman) o bien porque una innova-
517
Schumpeter ya haba sostenido, en la dcada de 1930, que la competencia poda incrementar la concentracin, puesto que aqulla se desarrolla principalmente a
travs de la innovacin tecnolgica. Luego, las utilidades sobrenormales son la recompensa de la innovacin exitosa y la concentracin es, al menos en parte, el resultado
del xito en la innovacin. Confrontar SERRA BANFI, Pablo, Concentracin Econmica, es anticompetitiva?, pp. 30 y 31, Publicacin Da de la Competencia (30 de octubre de 2003), Fiscala Nacional Econmica, Santiago de Chile.
533
cin haga caer los costos, produzca una mayor concentracin y mayores ganancias (Demsetz). Actualmente, la evidencia emprica muestra
mayor soporte a la lectura de Demsetz y no entrega fundamento a la
hiptesis de la colusin.518
C. Medicin de los niveles de concentracin
Los niveles de concentracin suelen medirse a travs del ndice Herfindahl Hirschmann (HHI). Este indicador se basa en las participaciones de mercado de cada competidor, cada una de las cuales es elevada
al cuadrado y luego todas ellas son sumadas. Las participaciones de
mercado de cada competidor se determinan en funcin de la participacin de ste en el total de las ventas de un sector.
Los rangos de este indicador van desde cero (para un mercado
relevante completamente atomizado) hasta diez mil (para un mercado relevante entregado a un monopolio puro). Sobre la base del HHI,
la Gua de Fusiones Horizontales, elaborada por el US Department of
Justice y la Federal Trade Commission de los Estados Unidos de Amrica, ha clasificado los mercados en desconcentrados (HHI inferior a
1.000), moderadamente concentrados (HHI entre 1.000 y 1.800) y altamente concentrados (sobre 1.800). Este uso del HHI descansa sobre
la idea de que existe una relacin lineal entre el valor que arroja el
ndice, que es una medida de la concentracin, y el poder de mercado que ostenta un determinado competidor. Esta relacin no slo no
es lineal, sino que existen dos factores adicionales que determinan a
qu nivel de concentracin comienza a observarse un poder de mercado significativo. Esos factores adicionales son la elasticidad de la demanda de mercado (qu tantos buenos sustitutos hay) y la elasticidad
de oferta de la competencia (qu tan rpido puede reaccionar la competencia).519 De all que una posicin dominante no puede ser conceptualizada en funcin de una alta participacin en el respectivo
mercado relevante sino que ha de serlo en atencin al poder de mercado efectivamente ostentado.
Conviene advertir que se ha estimado por el Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia que el HHI no es conclusivo por s solo para
establecer los efectos monoplicos de un determinado nivel de con518
Para una exposicin acerca de la evidencia emprica en esta materia, SAPELLI ,
Claudio, Concentracin y grupos econmicos en Chile, pp. 74-86, en Estudios Pblicos N 88, Santiago de Chile, 2002.
519
SAPELLI, Claudio, Concentracin y grupos econmicos en Chile, p. 70, en Estudios Pblicos N 88, Santiago de Chile, 2002.
534
centracin sobre la libre competencia, debiendo ponderarse otros elementos propios y caractersticos de cada mercado relevante.520 Compartimos tal visin, puesto que el HHI no es ms que un ndice para
medir niveles de concentracin, lo cual es algo completamente diferente a determinar los eventuales efectos nocivos que un incremento
de concentracin podra provocar sobre el bien jurdico tutelado libre competencia correspondiente al mercado en el cual tiene lugar
tal incremento. La literatura econmica ha evolucionado dejando atrs
la denominada teora de la estructura, conducta, desempeo o hiptesis de colusin que, durante la dcada de los sesenta, postulaba que
un bajo nmero de competidores en un mercado relevante necesariamente implicaba menor competencia al interior del mismo y, por
tanto, una alta tasa de colusiones monoplicas. Segn hemos sealado al tratar el denominado monopolio de eficiencia, ste corresponde a un competidor que ha logrado una posicin dominante y
probablemente un alto grado de concentracin, en razn de que ha
capturado una importante clientela gracias a su eficiencia interna en
el proceso competitivo. As, la concentracin puede ser el resultado
de una gran eficiencia interna segn acontece en el caso de un monopolio de eficiencia.
D. Situacin normativa de las fusiones y concentraciones
Nuestro Decreto Ley 211 no contempla normas jurdicas especficas
reguladoras de las fusiones o concentraciones en cualesquiera de sus
modalidades. Dicho cuerpo normativo antimonoplico se encarga de
proscribir injustos monoplicos de fuente, v. gr., colusiones monoplicas, e injustos monoplicos de abuso, v. gr., la explotacin de una
posicin dominante a travs de la imposicin de contratos atados, y
sea que tales injustos pongan en riesgo o bien lesionen la libre competencia.
No obstante lo anterior, el tipo universal antimonoplico ha resultado aplicado en procesos jurisdiccionales sancionatorios y en
procedimientos administrativos consultivos en relacin con ciertas operaciones correspondientes a estas prcticas denominadas fusiones y
concentraciones. Lo que resulta esencial en estas prcticas es acreditar que la respectiva operacin conculca la libre competencia, sea en
forma de colocarla en peligro o en forma de lesionarla.
520
Resolucin N 02/2005, II, considerando, 2.5, sexto prrafo, emitida por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
535
Lo que diferencia las prcticas de fusin y concentracin del injusto de abuso monoplico radica en que aqullas, bajo el supuesto
de cumplir ciertas exigencias, podran llegar a constituir injustos de
fuente, mas nunca injustos de abuso. En efecto, las fusiones y concentraciones no son esencialmente antijurdicas, como acontece con la
figura del abuso monoplico, que es siempre repudiable desde una
ptica del Derecho de la libre competencia. La mejor prueba del aserto
anterior radica en que muchas fusiones y concentraciones no vulneran la libre competencia y son calificadas de inocuas a la luz de este
bien jurdico tutelado. Adicionalmente, ciertas fusiones y concentraciones permiten la obtencin, preservacin o incremento de poder de
mercado, lo cual es caracterstico de los injustos de fuente, y no constituyen un mal uso de poder de mercado, que es lo que define el abuso monoplico.
Lo que separa las prcticas de fusin y concentracin de las prcticas colusorias la modalidad de injustos de fuente que ms se les parece es que en aqullas hay sinergias y eficiencias resultantes de la
operacin misma que eventualmente pueden ser transferidas a ciertas categoras de personas partcipes en los mercados respectivos. As,
si bien por regla general en las fusiones y concentraciones hay una
obtencin, preservacin o incremento de poder de mercado de cierta entidad, adicionalmente hay tambin eficiencias cuya transferibilidad puede justificar tolerar esa obtencin o reforzamiento de poder
de mercado a expensas de monitorear la entidad resultante de la fusin y concentracin para evitar que sta realice algn abuso de ese
poder de mercado. En otros trminos, mientras en la prctica colusoria no existe beneficio alguno ni para la libre competencia ni para la
sociedad civil, sino que tan slo una obtencin, preservacin o incremento de poder de mercado mal habida (es decir no es el resultado
de una alta capacidad para atraer y satisfacer clientela), en la fusin y
concentracin hay otros beneficios. Este distingo justifica que no se trata de igual forma una colusin, por una parte, y una fusin y concentracin, por otra. En efecto, nos hallamos ante prcticas mercantiles
diferentes en su impacto econmico y en sus finalidades objetivamente acreditables; las fusiones y concentraciones buscan alcanzar determinadas eficiencias a travs de una reduccin del nmero de
competidores independientes e incremento u obtencin de posicin
dominante, en tanto que las colusiones monoplicas buscan tan slo
esto ltimo.
Atendido lo expuesto, cabe afirmar que las fusiones y concentraciones son por regla general el resultado del lcito ejercicio de una libertad de competencia mercantil. En la medida que tales fusiones y
concentraciones puedan provocar riesgos a la libre competencia y s536
521
As, resulta del texto del Decreto Ley 211 y lo confirma la jurisprudencia del
Tribunal Antimonoplico. Vase, Resolucin N 125, de 13 de julio de 1982, y Resolucin N 667 de 30 de octubre de 2002, ambas de la Comisin Resolutiva.
522
As, Sentencia N 09/2004, Resolucin 3 del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia.
523
Proyecto de Ley que Regula fusiones y tomas de control de empresas, en Boletn N 3618-03.
538
524
539
525
Europemballage (Continental Can), 3 Comm. Mkt. Rep. (CCH) // 9481 (ECComm. 1971).
540
526
541
Procede recordar que el ilcito de fuente a cuyas modalidades ya hemos aludido en la Seccin IV precedente consiste en la ejecucin de
una conducta orientada a alcanzar, por un medio injusto y tcnicamente idneo, un monopolio estructural con la finalidad, dolosa o culposa, de proceder a la explotacin de este ltimo.
Por contraste, el ilcito monoplico de abuso consiste en la injusta explotacin de un monopolio estructural que ya se ostenta, prevalindose en forma dolosa o culposa el autor del injusto del poder de
mercado que ese monopolio generalmente confiere.
El ilcito de abuso no es otra cosa que el ejercicio antijurdico
del poder de mercado de que dispone el monopolista estructural,
lo que se verifica a travs de hechos, actos o convenciones vulneradoras de la libre competencia. Si no existe vulneracin de la libre
competencia, el ejercicio del poder de mercado respectivo no podr ser calificado de antijurdico, al menos desde una perspectiva antimonoplica.
El poder de mercado en s mismo no es reprochable; tal como explicramos anteriormente, aqul puede ser el resultado de una legtima eficiencia ganada por un competidor que ha logrado reducir sus
costos y comercializar bienes de calidad superior a la de sus competidores. Lo exigido para la configuracin del ilcito de abuso es que exista un monopolio estructural dotado de poder de mercado y que dicho
poder sea ejercitado por el monopolista en una forma tal que lesione
la libre competencia, bien jurdico tutelado de donde arranca la tipicidad y antijuridicidad monoplica.
545
527
Dichas reformas fueron introducidas por el Decreto Ley 2.760, de 1979, al Decreto Ley 211 de 1973.
546
derse que caba la posibilidad de que existieren abusos que no lesionasen la libre competencia.
No estamos ni estuvimos de acuerdo con tal visin del problema,
segn pasaremos a demostrar. El mbito antimonoplico se define en
funcin de la libre competencia, que es el bien jurdico tutelado; all
donde este bien jurdico protegido no sea conculcado en forma alguna, ni mediante riesgo ni mediante lesin efectiva, no cabe intervencin de los organismos antimonoplicos. De modo que si stos
intentasen restringir la libertad de competencia mercantil sin mediar
conculcacin del bien jurdico protegido, incurriran en una gravsima desviacin de poder y en un atentado contra el principio de la
subsidiariedad y ciertas garantas especficas contempladas en la Constitucin Poltica de la Repblica, a saber el art. 19, Nos 21 y 22. En efecto, es una contradiccin afirmar la existencia de abusos de posicin
monoplica que no sean vulneradores de la libre competencia, puesto que en tal caso tales abusos no sern monoplicos. No ha de descartarse que tales abusos puedan ser reprochables a la luz de otros
bienes jurdicos y, en tal evento, induce a confusin su tratamiento conjunto con los injustos monoplicos. Si tales abusos no lesionan bien
jurdico alguno, ha de entenderse, entonces, que su perpetracin no
corresponde sino a la torpeza del competidor que los realiza y, prontamente, el mercado si es competitivo se encargar de hacerlo perder
clientela y eventualmente expulsarlo.
En la prctica, esta antigua disyuncin empleada por el legislador
de atentados a la libre competencia o abusos de posicin monoplica haba llevado, en ocasiones, a los organismos antimonoplicos a
sancionar el abuso con abstraccin de la efectiva existencia de posiciones dominantes en el respectivo mercado relevante en el cual tena lugar ese abuso. En este sentido, los organismos antimonoplicos
haban tratado tales casos como un verdadero ilcito monoplico per
se, esto es, de aquellos que la jurisprudencia tutelar de la libre competencia estadounidense haba establecido sobre la base de una informacin muy limitada y sin mayor investigacin.
Por contraste, otras modalidades de abuso de posicin dominante han tenido un tratamiento coherente por parte de los organismos
antimonoplicos en cuanto a que, previo a la determinacin de su existencia, se ha efectuado un estudio del mercado relevante respectivo y
del grado de competencia efectiva existente en el mismo.
De esta forma, reconocemos dos formas de aproximacin jurisprudencial al abuso: la que se califica con abstraccin de las condiciones
del mercado relevante y la que para su configuracin investiga y considera el grado de competencia efectiva en el respectivo mercado relevante.
547
Consideramos que la nica modalidad de aproximacin admisible es la que considera el mercado relevante respectivo; la otra va de
aproximacin equivale a introducir la arbitrariedad y la injusticia en
una sentencia que no ha evaluado siquiera la evidencia disponible y,
por tanto, ha de ser rechazada por contrariar el debido proceso y asignar sanciones en forma aleatoria, lo que ciertamente atenta contra las
garantas constitucionales ms bsicas y contra la justicia que, como
fin, ha de presidir la integridad del proceso antimonoplico.
La Ley 19.911, publicada en el Diario Oficial de 14 de noviembre
de 2003, introdujo significativas reformas al Decreto Ley 211 en esta
materia. En primer lugar, se requiere que las sentencias antimonoplicas sean explcitas en su fundamentacin econmica, lo cual refiere
necesariamente, entre otros, a la descripcin del mercado relevante y
a la existencia de poder de mercado.
El primer cambio relevante fue la derogacin del art. 6, inciso primero, y del art. 8, letras c) y d), todos ellos antes transcritos; con lo
anterior, se ha puesto trmino, en nuestra opinin, al estril debate
acerca de si poda haber abusos de posicin monoplica que fueren
sancionables a la luz del Decreto Ley 211 y que no importasen un atentado contra la libre competencia.
El segundo cambio significativo fue que, entre los ejemplos contemplados en el inciso segundo del art. 3, que tienen por objetivo ilustrar el tipo universal antimonoplico, se aadi el siguiente precepto:
b) La explotacin abusiva por parte de una empresa, o conjunto de empresas que tengan un controlador comn, de una posicin dominante en el mercado, fijando precios de compra o de venta, imponiendo a una venta la de otro
producto, asignando zonas o cuotas de mercado o imponiendo a otros abusos
semejantes.
Previo a entrar a un anlisis doctrinario ms pormenorizado de
esta forma de ofensa a la libre competencia que se denomina abuso
de posicin monoplica, conviene adelantar algunos comentarios al
precepto transcrito.
Resulta muy positivo que el propio texto del Decreto Ley 211 precise que el abuso de una posicin dominante no se identifica con la
explotacin de la misma. Puesto en otros trminos, existe una explotacin inocua de una posicin dominante, que es lcita o ajustada al
Derecho antimonoplico, y otra que es injusta o contraria al Derecho
de la libre competencia por consistir en una explotacin abusiva. De
lo anterior se colige que el monopolio o la posicin dominante en s
mismos no son reprochables y que aqullos pueden ser explotados en
formas no reprochables antimonoplicamente, v. gr., el monopolista
que no disminuye su produccin habitual para elevar los precios, mantenindose todo lo dems constante.
548
cin de la patente de que se trate, segn decisin firme o ejecutoriada del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
528
El Tratado de Pars de 1951, que cre el mercado comn del carbn y el acero, tambin denominado Tratado CECA, dispuso en su art. 66, prrafo 7: Posicin
de dominio es aquella que sustrae a la empresa que la ostenta de una competencia
efectiva.
551
de autoridad pblica un competidor que ostenta una posicin dominante se halle privado del poder de mercado que le corresponda en
virtud de dicha posicin dominante. De all que tenga utilidad tener
presente el distingo entre posicin dominante o monopolio estructural y poder de mercado.529 El poder de mercado ha de ser medido al
interior del respectivo mercado relevante, el cual viene definido por
el bien o producto de que se trate y la respectiva rea geogrfica en la
cual aqul es objeto de transacciones dotadas de aptitud para influirse recprocamente. Para el estudio de este fundamental asunto nos remitimos al captulo pertinente de esta obra.
Es importante advertir que, en el caso de los monopolios de privilegio aquellos que son creados a discrecin y no meramente regulados por autoridades pblicas, deber estudiarse cuidadosamente el
mbito geogrfico al cual se extiende la prerrogativa conferida por
autoridad pblica y verificar en qu medida el poder de mercado emanado de tal prerrogativa, puede ser utilizado en los hechos ms all
del mbito demarcado por la autoridad pblica concedente. De all
que, en nuestra opinin, no necesariamente el poder de mercado emanado de un privilegio monoplico se agota dentro de los lmites demarcados jurdicamente por la autoridad pblica otorgante del
privilegio, sino que podra dar lugar, v. gr., a subsidios cruzados, discriminaciones arbitrarias monoplicas u otras formas de transferencia del poder de dominio a otros mercados conexos.
La jurisprudencia antimonoplica nacional ha establecido ciertos
elementos indiciarios de la existencia de una posicin dominante, aunque la mayora de aquellos no son concluyentes: nmero de empresas que operan en el respectivo mercado relevante, participacin
proporcional de la empresa investigada en el respectivo mercado relevante,530 tamao absoluto de la empresa investigada, relacin precio529
En el Derecho chileno, el mercado de la telefona fija muestra un buen ejemplo de esta situacin: CTC Telefnica de Chile exhibe una significativa situacin dominante y, por ello, se halla regulada por tarifas que le impiden ejercitar en
determinados aspectos su poder de mercado. Por contraste, sus competidores en telefona fija no se hallan tarificados.
530
La Sentencia N 08/2004, considerando 4, emitida por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, muestra cierta controversia en la medicin de la posicin
dominante a travs de la participacin proporcional de la empresa investigada en la
especie Laboratorios Novartis en el respectivo mercado relevante. En efecto, Laboratorios Novartis argument que la Fiscala Nacional Econmica erraba al considerar su
porcentaje de ingresos por ventas, puesto que deba atender al nmero de unidades
del medicamento efectivamente comercializadas por aqulla. Seal Laboratorios Novartis que de considerarse esta ltima circunstancia, podra concluirse que ella carecera de posicin dominante. El Tribunal Antimonoplico sigui la interpretacin de la
Fiscala Nacional Econmica.
552
531
Comunicacin 327 de la Comisin de la Comunidad Econmica Europea creada por el Tratado de la Comunidad Europea.
553
532
Continental Can.
554
533
Resolucin 608, considerando 5, Comisin Resolutiva: Que, adems de lo anterior, debe considerarse el hecho de que Corpbanca es un banco con baja participacin en el mercado financiero y bancario nacional y, por lo tanto, carece de una
posicin de dominio de la cual pudiera eventualmente abusar, de modo que a las clusulas que han sido cuestionadas y analizadas se les deber otorgar el significado que
se ha establecido en el considerando tercero anterior.
534
United States v. United Shoe Machinery Corp.
557
otra forma de monopolio estructural; ii) el ejercicio efectivo del poder de mercado que se ostenta: esta consideracin es fundamental,
puesto que se puede disponer de una situacin monoplica y no ejercitarse el respectivo poder de mercado. Incluso, podra acontecer, segn lo ya explicado, que ese poder de mercado se hallase regulado
externamente por alguna autoridad pblica, con lo cual no podra ejercitarse libremente, y iii) que exista injusticia desde la perspectiva de
la libertad de competencia mercantil en ese ejercicio efectivo del poder de mercado que se ostenta.
Cabe observar que adicionalmente a estas exigencias los abusos de
posicin dominante debern cumplir con todos y cada uno de los requisitos ya estudiados y que emanan del tipo universal antimonoplico: sujeto activo, accin, resultado y nexo causal en la faz objetiva y la
intencionalidad correspondiente a la faz subjetiva.
El concepto de abuso aparece expresamente recogido en el Tratado de Roma (1957), que estableci la Comunidad Econmica Europea,535 y tambin forma parte de las legislaciones antimonoplicas
de ciertos pases europeos.
Se ha establecido por la jurisprudencia de la Comunidad Econmica Europea, que el abuso consiste en que el nivel de competencia
es debilitado mediante mtodos diferentes de aquellos bajo los cuales
suele desarrollarse una normal disputa por los bienes y servicios, de
forma que tales mtodos impiden la preservacin del nivel de libre
competencia an existente en el respectivo mercado relevante o bien
impiden el desarrollo o incremento de esa competencia.536 Ciertamente, la represin del abuso de posicin dominante no tiene por objeto
intentar restablecer el mercado respectivo a un estado de alta competitividad, pero s que la competencia existente en ese mercado, por
535
Treaty of Rome, article 82 (antiguo art. 86): Any abuse by one or more undertakings of a dominant position within the Common Market or in a substantial part
of it shall be prohibited as incompatible with the Common Market in so far as it may
affect trade between Member States. Such abuse may, in particular, consist in:
(a) directly or indirectly imposing unfair purchase or selling prices or other unfair trading conditions;
(b) limiting production, markets or technical development to the prejudice of consumers;
(c) applying dissimilar conditions to equivalent transactions with other trading
parties, thereby placing them at a competitive disadvantage;
(d) making the conclusion of contracts subject to acceptance by the other parties
of suplemmentary obligations which, by their nature or according to commercial usage, have no connection with the subject of such contracts.
536
Hoffman-La Roche v. Commission, 1979, E.C.R. 461, [1978-1979 Transfer Binder] Comm. Mkt. Rep. (CCH) // 8527, at 7542-43 (ECCJ 1974).
558
imperfecta que sea, no se vea deteriorada o disminuida por la actividad injusta de quien o quienes ocupan posiciones dominantes y as
evitar una lesin o puesta en riesgo de la libre competencia, con los
consiguientes detrimentos para el mercado afectado y la sociedad civil en general. Se ha dicho que el parmetro de comparacin de una
prctica antijurdica constitutiva del abuso es la de una conducta que
no hubiere podido llevarse a cabo en un mercado altamente competitivo; desde luego, esta comparacin debe arrojar una desviacin significativa para que resulte evidenciado el respectivo abuso y se haga
operativa la respectiva sancin. Las conductas injustas constitutivas de
los abusos pueden consistir en la obtencin de ventajas extraordinarias en relacin a las que se obtendran en un ambiente de alta competitividad, en el detrimento grave irrogado a la libertad mercantil de
competidores actuales o potenciales en circunstancias que tal detrimento carezca de una justificacin objetiva basada en un legtimo inters
mercantil, etc. En sntesis, no se busca la ausencia de competencia entre quienes se hallan dotados de poder de mercado y quienes carecen del mismo al interior de un determinado mercado relevante, sino
que la libre competencia que se lleva a cabo se desarrolle sin mediar
prcticas abusivas.
El uso del poder de mercado de que dispone quien explota un
monopolio estructural se torna abuso en cuanto se le emplea para un
fin antijurdico: lesionar o hacer peligrar la libre competencia. Dicho
fin antijurdico queda acreditado por el empleo que se hace de ese
poder. La conculcacin de la libre competencia lograda mediante abuso no puede ser justificada, puesto que el abuso es siempre antijurdico desde una ptica antimonoplica; el abuso monoplico es una
desproporcin en el empleo del poder de mercado en relacin con
la libertad de competencia mercantil de los propios competidores del
abusador o de la de sus proveedores o clientes, lo que transgrede la
justicia al vulnerar la libre competencia. En otras palabras, no puede
haber abuso monoplico sin lesin de la libre competencia y no puede la libre competencia justificar una lesin a s misma. Tales desdoblamientos slo son pensables en aquellos sistemas jurdicos en los
cuales se da a la libre competencia una acepcin muy estricta, dejndose fuera de esa nocin importantes contenidos que en realidad pertenecen a la libre competencia en cuanto bien jurdico tutelado. En
sntesis, no existen causales de justificacin para las prcticas de abuso monoplico.
Tal como explicramos, la libre competencia no es ajena a la justicia, sino que constituye un bien jurdico tutelado por la importancia
que aqulla reviste para la justicia distributiva y, por tanto, para la consecucin del bien comn poltico. En efecto, el principio de subsidia559
riedad y la consiguiente autonoma son aplicaciones de la justicia distributiva, puesto que entre los bienes que la autoridad pblica ha de
distribuir entre los miembros de la nacin se hallan precisamente la
salvaguarda y el respeto de la autonoma que los privados requieren
para asociarse y estructurar los cuerpos intermedios mediante los cuales competirn mercantilmente y, segn corresponda, alcanzarn los
bienes espirituales, intelectuales y materiales que les sean necesarios
y convenientes, permitiendo con ello el mejor funcionamiento de la
sociedad civil y el mayor desarrollo de la persona humana.
autor(es) del abuso una o ambas de las finalidades ilcitas antes indicadas. Es necesario precisar que existen prcticas que pueden ser tiles para alcanzar cualquiera de los objetivos genricos antes indicados,
lo cual est en directa relacin con la complejidad de la prctica en
cuestin; as, a modo de ejemplo, la discriminacin arbitraria monoplica, que es un cuasignero por la amplitud y variedad de conductas que comprende bajo su definicin.
Es preciso observar que la doctrina ha desarrollado otras terminologas que, en nuestra opinin, resultan coincidentes con la clasificacin expuesta. As, se habla de abusos de exclusin, v. gr., negativa
injustificada de venta, y abusos de explotacin, v. gr., imposicin de
precios injustos. Estimamos que los abusos de explotacin corresponden a prcticas mediante las cuales se persigue explotar una renta
monoplica en tanto que los abusos de exclusin se vinculan a mantener a distancia competidores actuales o potenciales que podran impedir, menoscabar o disputar la renta monoplica.
En este sentido, ha llamado la atencin de la doctrina el que la
enumeracin ejemplar del art. 86 del Tratado de Roma se limite a mencionar abusos contra los proveedores o consumidores de quien ostenta una posicin de dominio (secondary line competition, en el
sistema estadounidense), pero que no se refiera a abusos contra competidores actuales o potenciales del autor de la conducta abusiva (primary line competition, en el sistema estadounidense). Lo anterior es
ciertamente una grave deficiencia en la conceptualizacin del objeto
del abuso de posicin monoplica, que esperamos sea corregida en
futuras enmiendas legislativas y que alcance mayor precisin en las
modificaciones que se introduzcan al Decreto Ley 211.
5.5.1. DESTINADOS A EXPLOTAR LA RENTA MONOPLICA
El abuso de poder de mercado, cuyo objeto sea la explotacin de la
renta monoplica, puede manifestarse en que el demandante ha de
soportar conductas irrazonables o clusulas exorbitantes impuestas en
su contra por el oferente abusador. Dicho abuso no debe ser confundido con la desigualdad econmica de las partes y con las consiguientes diferencias de capacidad negociadora, puesto que tal desigualdad
siempre existir entre los diversos sujetos de derecho, resultando sta
irrelevante a los efectos de la configuracin del abuso. En otras palabras, de aceptarse tal confusin ningn monopolista ni dueo de poder de mercado podra celebrar convenciones, atendidas las diferencias
en capacidad negociadora exhibidas por cada una de las partes, las
cuales siempre existirn desde el momento en que todos y cada uno
562
de los individuos y, por tanto, las personas jurdicas y las empresas son
naturalmente diferentes. Lo que s resulta reprochable, desde una perspectiva del Derecho antimonoplico, es el abuso del poder de mercado y no necesariamente la existencia o inexistencia de dicho poder,
el cual, como hemos visto, puede emanar de fuentes lcitas o bien de
fuentes ilcitas.
Veamos algunas prcticas a ttulo meramente ejemplar y sin pretensiones de agotar la multitud casi innmera de conductas humanas,
mediante las cuales puede llevarse a cabo la explotacin abusiva de
una situacin monoplica.
A. Precios injustos por causa del abuso monoplico
537
U GARTE G ODOY, Jos Joaqun, La justicia conmutativa, pp. 83-109, en Revista
de Derecho Pblico N 27, enero-junio 1980, Universidad de Chile.
538
HICKS , J. R., Valor y capital, p. 146, Mxico, 1968. Afirma este autor: dado que,
en general, no puede esperarse que quienes comercien sepan con exactitud cules son
las ofertas disponibles en cualquier mercado, ni qu demandas totales habr a determinados precios, cualquier precio fijado inicialmente no ser ms que una suposicin;
y no es probable que la oferta y la demanda resulten iguales a ese precio.
563
MOLINA, Luis de, Teora del justo precio, Disputa 348, numeral 2, pp. 167 y 168,
Editora Nacional, Madrid, 1981.
540
MOLINA, Luis de, Teora del justo precio, Disputa 348, numeral 3, p. 168, Editora
Nacional, Madrid, 1981.
541
MOLINA, Luis de, Teora del justo precio, Disputa 348, numeral 3, p. 169, Editora
Nacional, Madrid, 1981.
564
zan los oferentes o demandantes, segn sea el caso, de un determinado mercado relevante y es comn en el sentido que tales comerciantes la comparten en algn grado dando lugar a la formacin del justo
precio o precio de mercado, en tanto que no medie abuso monoplico, fuerza o dolo.
Asunto diverso del origen de la estimacin comn es quin sanciona las infracciones al justo precio. En nuestra opinin, existen dos
frmulas de sancin y rectificacin del precio injusto: los juzgados civiles y el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Los juzgados
civiles han de ocuparse de los precios injustos constitutivos de lesin
enorme (sus alternativas van desde la complementacin/restitucin
de lo faltante/sobrante hasta la resolucin del contrato) y de las indemnizaciones a que den lugar determinadas ofensas antimonoplicas lesivas del justo precio; en tanto que el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia es competente para conocer de los precios injustos que resulten de los abusos de posicin monoplica y stos pueden
exhibir dos variantes: precios predatorios donde la injusticia radica en
un precio inferior al justo para expulsar a ciertos competidores y precios exorbitantes donde la injusticia consiste en cobrar por sobre el
justo precio con el nimo de percibir una renta monoplica.
De esta manera, el precio justo es aquel precio que respeta la equivalencia o conmutatividad entre los bienes que se intercambian (mercanca y precio) y dicha equivalencia se establece considerando los
valores econmicos de los bienes intercambiados vigentes en el lugar
y en el momento en que se realiza el intercambio. Slo en la medida
que concurra un justo precio se dar satisfaccin a la justicia conmutativa, puesto que las partes intervinientes en dicha transaccin obtendrn, respectivamente, la utilidad que a cada una de ellas corresponde
con motivo de la misma. Dicha utilidad ser funcin de la necesidad
de cada una de las partes.
Si el precio justo es el que determina el mercado sin las interferencias del fraude, de la fuerza y del abuso monoplico, ser injusto y
monoplico el precio abusivamente fijado por un monopolista, esto
es, que se prevale a tal fin del poder de mercado que ostenta para establecer un precio superior al justo de ese momento.
El justo precio tambin ha sido denominado precio natural542 y,
en atencin a esta sinonimia es que probablemente ha sido errnea542
MOLINA, Luis de, Teora del justo precio, Disputa 347, numeral 3, p. 160, Editora
Nacional, Madrid, 1981: Le llaman as [precio natural] no porque no dependa en
gran medida de la estima con que los hombres suelen apreciar unas cosas ms que
otras, como sucede con ciertas piedras preciosas, que a veces se estiman en ms de
veinte mil monedas de oro y ms que muchas otras cosas que, por su naturaleza, son
565
mente identificado con el precio natural de los economistas clsicos, segn explica Francisco G. Camacho: Es necesario reconocer, en
primer lugar, que la ley del valor se propone por Marx como una ley
vlida slo como tendencia y en el conjunto de la economa, mientras que el postulado de equivalencia, para Molina como para Aristteles, se deba cumplir en todo momento y en cada una de las
transacciones individuales. Precisamente por eso resulta difcil comprender cmo el precio justo, que debe respetarse en todas y cada una
de las transacciones, se ha podido identificar con el precio natural de
los economistas clsicos, que puede no cumplirse en una o muchas
de las transacciones.543
En nuestra opinin, la confusin entre precio justo y el precio natural de los economistas clsicos ha resultado de confundir el plano
jurdico y moral con el plano econmico. Desde la ptica de la Economa se busca meramente describir lo que sociolgicamente acontece en trminos globales y por ello los economistas clsicos aluden a
una tendencia general, con independencia de lo que ocurra en cada
transaccin en particular; por contraste, desde la perspectiva del Derecho y la moral, se busca verificar el cumplimiento, en cada particular operacin, de la prescripcin de la justicia conmutativa que norma
el justo precio.
La anterior exposicin no debe inducir a creer que el justo precio que determina la justicia conmutativa es un precio perfectamente
acotado. De la misma forma como en Economa el precio de equilibrio se define por un rango, en Derecho el justo precio tambin reconoce ese margen. Advierte Luis de Molina que tal latitud o rango
no debe atribuirse exclusivamente a la incertidumbre propia del juicio humano, ni a que ste sea distinto en las diferentes personas, sino
que tambin a la estima y deseo de los bienes.544
Que el precio sea justo es una exigencia de la justicia conmutativa, que en el Derecho civil sirve de fundamento a la lesin enorme,
que slo se aplica a los bienes inmuebles, y en el Derecho privado en
566
general a otras importantes instituciones como la teora de la imprevisin que permite la revisin de las convenciones. La justicia conmutativa prescribe la igualdad al interior de cada una de las operaciones
de intercambio o conmutaciones, sean stas voluntarias (convenciones) o involuntarias (indemnizaciones), esto es, se atiende a la igualdad entre lo dado y lo recibido, sin preocuparse de las personas que
intervienen sino que considerando la estimacin comn o precio establecido por ese mercado relevante, en tanto se halle exento de fuerza, engao, error, o abuso monoplico. Es por ello que el justo precio
cobrado por un monopolista sigue siendo justo precio;545 en efecto,
el justo precio corresponde a una relacin objetiva entre lo vendido y
lo pagado, con independencia de quien venda y quien pague. Si quien
cobra un precio justo es una persona favorecida por un monopolio
de privilegio infralegal, no por ello deja de existir una situacin atentatoria al Decreto Ley 211 y, particularmente, a la libre competencia.
Sin embargo, es preciso advertir que la causa del atentado radica en
el monopolio de privilegio y no en el justo precio. A diferencia, si el
monopolista cobra precios monoplicos incurre en una injusticia conmutativa puesto que el precio no depende de su mero capricho o afn
desmedido de lucro, sino que de la estimacin comn del mercado
relevante respectivo: la interaccin entre la cantidad ofertada y demandada de un determinado bien, con independencia de en cuantas manos se halla la cantidad ofertada y la cantidad demandada. As, el justo
precio lo fija la oferta y la demanda y no es admisible que resulte de
la mera voluntad que impone el monopolista.
En nuestra opinin, el precio monoplico no slo lesiona la justicia conmutativa, sino que tambin vulnera la justicia distributiva, puesto que el monopolista ocupa una singular posicin como distribuidor
al interior del mercado relevante, segn ya lo explicamos en nuestra
obra La discriminacin arbitraria en el derecho econmico.546
Los precios pueden ser injustos por tres ttulos: excesivos en relacin al justo precio (tambin denominados monoplicos), arbitrariamente discriminatorios en relacin a la justicia distributiva o al
principio de la no discriminacin arbitraria (tambin denominados
discriminatorios, y pueden serlo en los descuentos y en cualquiera de
sus otros trminos) y predatorios, tambin en relacin al justo precio.
545
ARISTTELES , Constitucin de los atenienses, 51.3, p. 174, Editorial Gredos, Madrid, 1995, donde se hace referencia a los vigilantes del trigo (Sitophylakes), que
cuidan, en primer lugar, que el grano en el mercado se venda a su justo precio....
546
VALDS PRIETO, Domingo, La discriminacin arbitraria en el Derecho econmico. Especialmente en la legislacin antimonoplica, pp. 80 y ss., Editorial Jurdica Conosur Ltda.
(LexisNexis), 1992.
567
Bajo este ttulo nos ocupamos de los precios excesivos o exorbitantes destinados a explotar la renta monoplica, pero no incluimos
los precios predatorios, caracterizados por ser anormalmente bajos. El
motivo de este distingo radica en que mientras el precio excesivo busca rentabilizar la explotacin del monopolio estructural de que se trate,
el precio predatorio importa autoinfligirse, en lo inmediato, una prdida por parte del monopolista con miras a impedir el ingreso de un
competidor potencial o expulsar un competidor actual del respectivo
mercado relevante. Una vez logrado dicho objetivo, el monopolista
abusivo subir los precios para recuperar las prdidas que le acarre
la maniobra predatoria. Naturalmente que los precios excesivos referidos corresponden a un escenario en el cual el monopolista abusador
se halla del lado de la oferta de bienes, puesto que si demandase bienes lo conveniente sera abusar de su poder de mercado para pagar precios excesivamente bajos y as lucrar con su situacin dominante.
Debe cuidarse que el reproche y la sancin de esta modalidad de
injusto de abuso de posicin dominante consistente en el cobro de
precios monoplicos no devenga en una supervisin exagerada por
parte de los entes antimonoplicos de los precios establecidos al interior de un determinado mercado relevante. En efecto, ello podra importar un costossimo proceso de tutela con claras dificultades
probatorias y peligrosas consecuencias para la estabilidad mercantil.
En estos casos suele acudirse a un mercado comparable, respecto del
cual la informacin es imperfecta, pudiendo resultar que la intromisin de organismos tutelares de la libre competencia introduzca peores distorsiones que las que se pretende remediar. De all que el
apartamiento de los precios de competencia efectiva ha de ser significativo y demostrable, cuidndose de no generar inseguridad en las
transacciones y abrir puertas a litigios sin trmino.547 Es por ello que,
547
Conviene recordar las sabias palabras de Zoilo Villaln que, aunque referidas
al justo precio en la compraventa, valen para efectos de la represin de los precios
monoplicos: En efecto, ella [la ley] adopta por base para la determinacin del precio el simple consentimiento de las partes, i no concede remedios contra las desigualdades entre el precio i la cosa vendida de que el contrato puede adolecer, sino cuando
esas desigualdades son enormes i en uno que otro caso particular. Si no lo hubiese
hecho as, pretendiendo reparar cualquiera injusticia o fraude que pudiera deslizarse
en ese contrato [compraventa], que es el eje sobre el cual jira todo el movimiento industrial i econmico de la sociedad, habra abierto la puerta a pleitos sin cuento e interminables, i habra dejado para siempre vacilantes e inciertos los derechos de los
ciudadanos; males que con razn parecieron al lejislador mucho mas graves que los
que con ellos se quisiese evitar i que en gran parte pueden ser remediados por las
leyes del honor i de la conciencia, Tratado teoljico-legal de la justicia, parte II, sec. I,
cap. I, p. 428, Imprenta del Correo, Santiago de Chile, 1871.
568
tanto en la jurisprudencia nacional como en la alemana y en la emitida bajo el Tratado de Roma, los casos de condena por precios excesivos o monoplicos son escasos.
Sobre el particular, cabe recordar las palabras del autor del milagro econmico alemn sobre esta materia: El nico precio de mercado justo y defendible para la economa nacional no puede calcularse
en abstracto, sino que se desprende de la funcin niveladora de los
precios en un mercado libre. Luego se pregunta Erhard si es posible
simular el justo precio a travs de los carteles de empresas y se responde en los siguientes trminos: Es una verdadera ilusin, una pura
imposibilidad, querer formar, por medio de un cartel, un precio justo
desde un punto de vista econmico nacional. Para ello habra que desvirtuar mi concepcin fundamental, a saber: que en un mercado libre en el que empresarios libres aportan su produccin conforme a
sus libres decisiones y por su propia cuenta y riesgo no puede haber
un precio fijo, un precio sujeto a carteles, pues de haberlo, se hara
lgicamente imposible el ajuste cualitativo y cuantitativo de la diversa
oferta del productor y de la aun ms varia demanda de millones y millones de consumidores. La economa, as, quedara totalmente ciega, y el empresario no podra ya tomar decisiones adecuadas al
mercado si las reacciones de los precios no le indicaran dnde, cundo y qu se ha producido demasiado, o demasiado poco.548
Diversos han sido los mtodos seguidos para determinar cundo se
est frente a precios abusivos: el de costos ms utilidad razonable ha
tendido a ser abandonado en atencin a la dificultad de precisar costos
de compleja cuantificacin, ms la virtual imposibilidad de establecer fundadamente qu es una utilidad razonable en un mercado relevante dado.
En sustitucin, la jurisprudencia antimonoplica bajo el Tratado
de Roma ha preferido acudir al mtodo de comparar los precios investigados con los imperantes para artculos similares en mercados no
afectados por la actividad de monopolistas estructurales dotados de
poder de mercado susceptible de ser ejercitado.
Invita a reflexin la pregunta que se formula Richard A. Posner
cuando se plantea que parece difcil desde una perspectiva tica distinguir la situacin en la cual un individuo obtiene un retorno extraordinario como consecuencia de la explotacin de un monopolio
natural, de aquella otra situacin de quien posee una porcin de terreno estratgicamente bien localizado y observa cmo ao tras ao
el precio de ese terreno se incrementa sin mediar esfuerzo alguno de
548
ERHARD, Ludwig, Bienestar para todos, cap. VII, pp. 136-137, Ediciones Folio, Barcelona, 1997.
569
su parte.549 Estimamos que la respuesta tica no debiera diferir demasiado de la respuesta jurdico-antimonoplica. En efecto, la diferencia entre una y otra situacin apunta a que el retorno extraordinario
emanado de la explotacin del monopolio natural puede ser el resultado de un abuso monoplico, lo que implica imposicin de precios
u otras condiciones contractuales injustas y, por tanto, lesivas para los
adquirentes del producto monopolizado y para la libre competencia
en general. Por contraste, la situacin del terreno no presenta ningn
reproche ni tico ni jurdico, puesto que se trata de observar y eventualmente vender un terreno que por su localizacin se halla beneficiado por la plusvala. No debemos olvidar que el trabajo no es la nica
fuente de valor como errneamente imagin Karl Marx. As, mientras
en el caso del monopolio natural puede mediar una conducta abusiva y reprochable, en el caso del terreno slo hay un aprovechamiento
estratgico de una plusvala derivada de una externalidad positiva.
B. Discriminaciones arbitrarias monoplicas
Este cuasignero consiste en tratar desigual a iguales o igual a desiguales al interior de un mercado relevante por parte de quien ocupa una
posicin dominante.550
Es preciso advertir que la discriminacin arbitraria monoplica
podra tener por objeto descremar el mercado, esto es, discriminar
con la finalidad de extraer el mximo precio por el bien que pueda
pagar cada segmento de consumidores, o bien podra tener por finalidad preservar o consolidar la renta monoplica, como ocurre con
una variante de discriminacin arbitraria monoplica, como es la negativa de venta, que ser estudiada ms adelante.
Aqu caben los descuentos arbitrarios en consideracin al grado
de cumplimiento de metas establecidas por el proveedor.
C. Otras condiciones abusivas en las convenciones
Cabe la posibilidad de que en forma adicional al abuso en los precios,
se empleen otros abusos en el iter convencional o en la convencin
549
POSNER, Richard A., Natural monopoly and its regulation, p. 563, Stanford
Law Review, volume 21 (1968-1969).
550
Para un estudio pormenorizado de esta prctica monoplica, vase, VALDS
PRIETO, Domingo, La Discriminacin Arbitraria en el Derecho Econmico, Editorial Lexis Nexis (Conosur Ltda.), Santiago de Chile, 1992.
570
misma en la cual se formaliza una determinada conmutacin o intercambio. Aqu podran mencionarse multitud de ejemplos de estas prcticas: prohibicin de reventa de productos,551 cobros de derechos o
imposicin de gravmenes injustos, limitaciones artificiales de las cantidades vendidas, clusulas que confieran liberaciones indebidas de
responsabilidad,552 etc.
D. Imposicin de contratos atados
En algunas legislaciones antimonoplicas, diversas de la nuestra, esta
prctica ha sido recepcionada como un ilcito per se, esto es, con abstraccin de los efectos nocivos que la misma pueda producir en la libre competencia del respectivo mercado relevante. Tal como ya lo
hemos advertido, no compartimos dicha aproximacin al problema
por carecer de asidero normativo y de fundamentacin en el bien jurdico tutelado, y considerando que lo que nos ocupa es la proteccin
de la libre competencia y no la preservacin de otros bienes jurdicos, es que nos centraremos en el anlisis antimonoplico.
Esta prctica atenta directamente contra la libertad de competencia mercantil en el mbito convencional, puesto que se obliga a quien
desea adquirir un determinado bien a la adquisicin de otro bien adicional que no desea ni est dispuesto a demandar econmicamente.
Esta prctica se encuentra mencionada, a ttulo ejemplar, en el artculo
tercero, letra b) del Decreto Ley 211 al disponerse: Se considerarn, entre otros, como hechos, actos o convenciones que impiden, restringen o entorpecen la libre competencia, los siguientes: b) La explotacin abusiva por parte de
una empresa, o conjunto de empresas que tengan un controlador comn, de
una posicin dominante en el mercado, (...) imponiendo a una venta la de
otro producto....
Esta descripcin es solo un ejemplo y, como tal, no pretende agotar descriptivamente las diversas modalidades que puede adoptar la
prctica conocida como imposicin de contratos atados. En efecto, esta
prctica anticompetitiva no se agota en compraventas, sino que alcanza cualquier convencin que sea impuesta como exigencia para la celebracin de la convencin querida y efectivamente solicitada al
monopolista. La amplitud de esta prctica ha sido reconocida jurisprudencialmente por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, al establecer una medida en los siguientes trminos:
551
552
Resolucin N 30.
Resolucin N 229.
571
Se prohbe asimismo a la empresa fusionada comercializar en forma atada, esto es, imponiendo a una venta la de otro producto en
los trminos del art. 3, letra b) del D.L. 211, la oferta de televisin
por cable con la de acceso a internet de banda ancha y/o con la de
telefona fija. Tampoco podr realizar ventas atadas de cualquier combinacin entre estos servicios. S podr ofertarlos en forma conjunta
siempre que la aceptacin de la oferta por parte de los consumidores
sea totalmente libre y voluntaria.553
Se emplea la expresin comercializar en forma atada, la cual es
muy acertada, puesto que comprende toda forma convencional mediante la cual se lleve a cabo la comercializacin sin quedar sta limitada a la compraventa. Los productos que preocupan al Tribunal
Antimonoplico son precisamente aqullos relativos a los mercados
en los cuales participan las empresas fusionadas y, en tal contexto, existe un riesgo de transferencia de poder de mercado que se tiene sobre
un producto en favor de otro, sobre el cual no se tiene tal poder, pero
que se alcanza a travs de comercializacin en forma atada.
E. Asignacin de zonas y de cuotas de mercado
Si quien o quienes ostentan un monopolio o una posicin dominante desea(n) dividir determinadas zonas geogrficas y asignarlas confiriendo un carcter exclusivo a las mismas, incurre(n) en esta prctica
que resulta reprochable a la luz del Decreto Ley 211.
Es importante advertir que esta prctica se halla descrita, a ttulo
meramente ejemplar, por la letra b) del art. 3 de dicho cuerpo normativo. En efecto, dispone dicho precepto: b) La explotacin abusiva
por parte de una empresa, o conjunto de empresas que tengan un controlador
comn, de una posicin dominante en el mercado, fijando precios de compra o
de venta, imponiendo a una venta la de otro producto, asignando zonas o cuotas de mercado o imponiendo a otros abusos semejantes.
Este ejemplo se estructura sobre la base de que el abuso descrito
es la consecuencia de una posicin dominante ya alcanzada. El objeto de esta asignacin de zonas puede tener por objeto explotar la renta
monoplica o preservar la misma o, incluso, ambas finalidades en simultnea, puesto que stas no son excluyentes.
As, un monopolista ya dotado de una posicin dominante y del
consiguiente poder de mercado, decide emplear ste para dividir el
553
572
554
555
573
Mientras las zonas de mercado se refieren al territorio, la asignacin de cuotas a que alude el artculo tercero antes citado en su
letra b), da cuenta del producto. Esta asignacin de cuotas de productos puede establecerse a nivel de la fase de produccin, de comercializacin mayorista o de comercializacin minorista. Nuevamente, el
abuso en materia de cuotas de productos puede establecerse para la
propia fase en la cual acta un grupo de competidores cartelizados,
que abusando de la posicin de dominio obtenida por esta va se asignan cuotas de produccin o comercializacin entre s o bien puede
acontecer que tal asignacin de cuotas es impuesta en la fase productiva siguiente a aqulla en la cual se hallan situados quien o quienes
abusan de su posicin dominante.
F. Explotacin de una instalacin esencial
Hemos preferido emplear la denominacin de instalacin esencial
para significar lo que muchos economistas denominan, realizando una
traduccin literal desde la lengua inglesa, llaman facilidad esencial
(essential facility).
Existe la alternativa de emplear una instalacin esencial como una
barrera a la entrada, esto es, destinada a preservar la renta monoplica, por lo cual caera en el acpite siguiente o bien como una forma
de explotar una renta monoplica, v. gr., cobrando peajes excesivos por
el uso de esa instalacin esencial, lo cual puede acontecer, por ejemplo, en el sistema de transporte elctrico con las respectivas redes.
Una formulacin ms amplia de este concepto es el que alude a
ciertas actividades monoplicas denominadas facilidades esenciales
a las cuales empresas partcipes en segmentos competitivos de una determinada industria generalmente requieren tener acceso para el normal desarrollo de sus actividades.
La doctrina ha establecido los siguientes requisitos para las instalaciones o infraestructuras esenciales: i) stas deben ser controladas
por un monopolista; ii) el acceso a la infraestructura debe ser imprescindible para competir en el mercado relevante respectivo y, especialmente, para competir contra el monopolista que ostenta la propiedad
o el control de la infraestructura esencial; de aqu deriva la esencialidad de esta instalacin para la libre competencia; iii) las caractersticas de la facilidad esencial deben hacer factible y viable que sta pueda
ser utilizada por ms de un usuario; en otras palabras se trata de un
bien cuyo aprovechamiento, uso o explotacin puede ser realizado en
comn por dos o ms competidores; iv) desde el punto de vista conductual se requiere que el monopolista que explote la instalacin esen574
que stos ostentan. Ejemplos de la primera categora son privar a competidores potenciales de acceso a ciertos insumos indispensables para
prestar un determinado servicio o producir un determinado bien. Ejemplos de la segunda categora son los precios predatorios.
A. Abusos en el iter de la formacin de una convencin
556
557
577
578
sencia de justificacin puesto que podra haber, segn ejemplificaremos, muchas y muy buenas razones empresariales para adoptar decisiones anormales en el uso de tales medios de competencia.
Las prcticas predatorias deben cumplir con todas las exigencias
de los injustos monoplicos emanadas del tipo universal contemplado en el artculo tercero del Decreto Ley 211, entre las cuales se cuenta
la culpabilidad en forma de dolo o de culpa. La intencionalidad resulta no slo reclamada por el Derecho Antimonoplico estadounidense, segn indicamos en el caso citado, sino que tambin por el
Derecho de la Libre Competencia de la Unin Europea (Sentencia
Akzo, 1991).
La clasificacin fundamental de que es objeto esta prctica monoplica es la que distingue entre predacin fundada en precios y predacin no basada en precios. Tanto la jurisprudencia estadounidense
como la desarrollada por la Unin Europea ha tendido a ocuparse ms
de la primera categora que de la segunda.560
Esta prctica conocida como precios predatorios tiene por objeto
intentar expulsar o debilitar a la competencia mediante la fijacin de
precios a clientes en un nivel extraordinariamente bajo, por lo general bajo los costos variables promedios. Se ha discutido si esta prctica
debe consistir en fijacin de precios bajo tales costos variables promedios o basta con que se fije un precio que sea inferior al justo precio
del mercado relevante respectivo. Creemos que atendido que el justo
precio es un rango, parecera ms operativo considerar los costos variables promedio.
Puede ocurrir que la poltica de precios bajo los costos sea adems arbitrariamente discriminatoria, en cuanto no vaya dirigida por
igual a todos los clientes sino a cierto cliente se le cobren precios ordinarios; en tal situacin, aunque la jurisprudencia de la Comunidad
Econmica Europea afirme lo contrario, creemos que no se trata propiamente de precios predatorios, sino que ms bien de una discriminacin arbitraria monoplica entre clientes en materia de precios, que
podra llevar anexo un efecto predatorio.
Los precios predatorios se hallan ejemplificados en la letra c) del
art. 3 del Decreto Ley 211, disposicin que seala a la letra: Las prcticas predatorias, o de competencia desleal, realizadas con el objeto de alcanzar, mantener o incrementar una posicin dominante.
Del texto de la disposicin transcrita resulta claro que la prctica
predatoria es una conducta que se estructura sobre dos elementos: i) la
560
BORK, Robert H., The Antitrust Paradox. A policy at War with Itself, p. 144,
The Free Press, New York, 1993.
581
prctica misma de vender bajo los costos, aun cuando algunos autores pretenden extenderlo a casos en los cuales no se vende bajo los
costos, pero con una reduccin en los precios lo suficientemente significativa como para expulsar competidores, y ii) el objetivo o intencionalidad explcita o implcita de tal conducta ha de ser obtener,
preservar o incrementar una posicin dominante.
Si tal situacin de poder de mercado no se tiene, no cabe hablar
de abuso de posicin dominante; sta slo puede tener lugar cuando
el objetivo es preservar o incrementar el poder de mercado. Si el objetivo fuese alcanzar poder de mercado, tal prctica de precios predatorios sera constitutiva de un ilcito monoplico de fuente; concretamente, lo clasificaramos como una monopolizacin. Sin embargo,
creemos que es una prctica virtualmente inexistente el que un competidor desarrolle una poltica de precios predatorios para alcanzar un
poder monoplico del cual carece en absoluto; ello parece sumamente difcil despus de los estudios y demostraciones de Areeda y Turner.
Estos elementos de la prctica predatoria ya haban sido indicados por la jurisprudencia del Tribunal Antimonoplico, el cual en su
Resolucin N 134, considerando 7, haba establecido:
Que, por otra parte, estima esta Comisin [hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia] que es consubstancial a la existencia
de un dumping que el precio de venta sea establecido con la finalidad
especfica de desplazar a la competencia y apoderarse de un determinado mercado, para luego resarcirse de las eventuales prdidas subiendo los precios al aprovechar la posicin dominante y monoplica del
mercado.
La finalidad que preside esta conducta, conocida como precios o
prcticas predatorias, determina las caractersticas de la misma y permite diferenciarla de otras conductas que si bien se le asemejan, en
realidad no corresponden a aqulla. As ocurre, por ejemplo, con ventas bajo los costos como consecuencia de una liquidacin de inventario sobrante o pasado de moda, o con la promocin de un producto
siempre que dicha promocin dure un corto tiempo, con una abrupta baja en la demanda por un determinado producto, etc. As, la persistencia y extensin en el tiempo es una caracterstica de las prcticas
predatorias que falta en las conductas sealadas en los ejemplos y, por
tanto, permite diferenciar stas de aqullas.
582
Con posterioridad a las reformas introducidas por la Ley 19.911 al Decreto Ley 211, slo quedaron dos organismos con la misin de tutelar
la libre competencia: el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, sucesor de la antigua Comisin Resolutiva y en ciertas potestades
tambin de las antiguas Comisiones Preventivas Central y Regionales,
y la Fiscala Nacional Econmica. Cada una de estas autoridades pblicas subsistentes el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y
la Fiscala Nacional Econmica exhibe un complejo haz de atribuciones, algunas de las cuales han recibido una nueva regulacin procedimental. Esta situacin ha motivado la presente seccin, cuyo
objetivo ms que dar cuenta de los aspectos procesales de cada una
de las potestades pblicas mencionadas es tratar la naturaleza, el objeto, lmites y alcances de stas.
c) Los miembros del Tribunal Antimonoplico gozan de remuneracin y se les exige una dedicacin preferente, aunque no exclusiva.
Esta situacin es manifiestamente mejor que la preexistente, bajo la
cual los integrantes de la antigua Comisin Resolutiva carecieron de
toda remuneracin y no se contemplaba un nmero de sesiones mnimas en el tiempo, con lo cual la agilidad en la resolucin de los asuntos quedaba entregada a la buena disposicin de tales integrantes. De
esta forma, la actividad de los miembros del Tribunal Antimonoplico ha pasado a ser remunerada, conservndose la jornada parcial. Es
deseable que estas importantsimas funciones sean rediseadas para
dar lugar a una dedicacin exclusiva y que la remuneracin contemplada al efecto sea acorde a la trascendencia que este Tribunal tiene
para la preservacin del orden pblico econmico.
d) Finalmente, es de observar que slo ciertos miembros de este
Tribunal Antimonoplico ostentan la calidad de letrados, esto es, abogados o conocedores del Derecho. En otras palabras, la conformacin
de este tribunal es mixta: se compone de miembros letrados y miembros no letrados. Este singular rgano jurisdiccional es presidido por
un abogado, el cual resulta designado por el Presidente de la Repblica de una nmina de cinco postulantes confeccionada por la Corte
Suprema. La falta de conocimiento del Derecho queda compensada
en aquellos miembros no letrados por el conocimiento de Economa,
la cual brinda tiles instrumentos para la determinacin de los mercados relevantes y la medicin del poder de mercado.
Un problema que ha presentado bastantes dificultades es la caracterizacin de cada una de las potestades pblicas de que se halla investido el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. En efecto,
no ha faltado quien ha pretendido definir las mencionadas potestades
en consideracin a la naturaleza del rgano en el cual stas se encuentran radicadas y, por otra parte, ha habido quienes han considerado
necesario acudir al criterio de los respectivos procedimientos establecidos por el legislador antimonoplico como criterio diferenciador.
Sobre esta materia, hemos acudido al principio clsico de que toda
potencia, facultad o hbito se especifica por su objeto.561 Este principio rige tambin en el mbito de las potestades de una autoridad pblica como lo es el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Estas
potestades son especificadas o determinadas en su especie por los
objetos a los cuales refieren; as, son los objetos o trminos de tales
561
AQUINO, Santo Toms de, Suma teolgica, 1 q.1 a.3, p. 264, Editorial BAC, Madrid, 1964.
587
potestades los que nos permiten conocer la naturaleza y caractersticas de stas. Sin embargo, debe distinguirse entre las diversas clases
de objetos: slo los objetos formales cumplen esta funcin especificadora, no as los objetos materiales. Mientras el objeto material es cualquier cosa que caiga bajo el mbito de una potestad pblica, el objeto
formal es el aspecto o formalidad o perfeccin considerados en el objeto material. As, el objeto material de las potestades del Tribunal Antimonoplico son todos los hechos, actos o convenciones que cumplan
con los requisitos de ser humanos, esto es, guiados por intelecto y voluntad, exteriorizados y dotados de alteridad, y que digan relacin con
la justicia, con independencia de si aqullos emanan de autoridad
pblica, autoridad privada o simples particulares. Sin embargo, tales hechos, actos o convenciones slo pueden interesar al Tribunal Antimonoplico en lo que dice relacin con la libre competencia; de esta
forma, hemos hallado un objeto formal para el ejercicio de la autoridad pblica por parte del Tribunal Antimonoplico. Luego, cada acto
de este tribunal resultar especificado por la singular forma en que
se relacionen los mencionados hechos, actos o convenciones con la
libre competencia y esta forma de relacin ser diversa cuando lo que
se busca es establecer si un hecho, acto o convencin es constitutivo
de un injusto monoplico (atentado contra la libre competencia) o
bien si un hecho, acto o convencin es contradictorio con la libre competencia y en caso afirmativo bajo qu trminos o supuestos dejara
de serlo, etc. En el caso de que lo buscado sea un informe, se analizar un grupo de hechos, actos o convenciones que dan lugar a una situacin de mercado y se establecer si en sta existe o no un grado
razonable de libre competencia. Esta relacin entre hechos, actos y
convenciones por una parte y la libre competencia por otra, da lugar
a que la autoridad pblica conferida al Tribunal Antimonoplico deba
ser ejercitada en formas diversas. Cada una de estas diversas clases de
formas de ejercitar la autoridad pblica se traduce en diferentes clases de actos de autoridad y stos constituyen el trmino y causa final
de las potestades pblicas conferidas al Tribunal Antimonoplico. En
sntesis, esta relacin entre las conductas indicadas y la libre competencia y sus diversas modalidades de relacin constituyen la especial
razn bajo la cual y por la cual interviene en cada caso el Tribunal
Antimonoplico. Esta razn es la forma especificativa del tipo de autoridad pblica ejercitada por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y da lugar a los siguientes actos de autoridad: i) sentencias
jurisdiccionales (aunque pueda parecer un pleonasmo esta adjetivizacin, ella sirve para oponerlas a las sentencias no contenciosas), mediante las cuales se determina la existencia o inexistencia de un injusto
monoplico y en el primer caso establece la sancin aplicable; ii) re588
lo que es un tribunal y ste debe ser, adems, idneo, lo que se garantiza con la especialidad y la imparcialidad.
6.1.1.1. Especialidad del Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia
El Tribunal Antimonoplico es, ante todo, un tribunal que ejerce jurisdiccin en una materia especialsima: la tutela de la libre competencia. Por ello, cabe afirmar que lo antimonoplico, en cuanto
materia especial, ha sido sustrada por el legislador de la competencia de los tribunales ordinarios de la Repblica. Es preciso observar
que la especialidad de este tribunal no es bice para que integre parte del Poder Judicial y, de conformidad con lo prescrito en la Constitucin Poltica de la Repblica, quede sometido a la superintendencia
directiva, correccional y econmica de la Corte Suprema.562 En virtud
de esta sumisin a la Corte Suprema es que contra las sentencias emitidas por el Tribunal Antimonoplico procede no slo el recurso de
reclamacin especial contemplado en el art. 27 del Decreto Ley 211,
sino tambin el recurso de queja por la falta o abuso que se hubiere
cometido en la dictacin de sus resoluciones.
El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia ha recibido del
legislador estas potestades jurisdiccionales con una finalidad muy determinada: resolver conforme a Derecho y justicia las pretensiones procesales que puedan plantearse como consecuencia de los ataques o
vulneraciones al bien jurdico tutelado libre competencia. De all que
toca a este tribunal decir lo justo antimonoplico o, si se prefiere, el
derecho de cada cual en un conflicto de libre competencia. Esta altsima tarea se resolver en decir que a tal conducta corresponde una
sancin por conculcar la libre competencia o bien que a esa conducta no corresponde sancin alguna por ser inocua a la libre competencia. En ese decir lo justo o lo injusto de un hecho, acto o convencin
el tribunal deber ceirse al tipo universal antimonoplico anteriormente analizado. La sentencia mediante la cual se resuelva este conflicto monoplico deber ser fundada y para ello habr de enunciar
los fundamentos de hecho, de Derecho y econmicos con arreglo a
los cuales se pronuncia.563
562
563
Constitucin Poltica de la Repblica, cap. VI, art. 79, y Decreto Ley 211, art. 5.
Art. 26, inciso primero, Decreto Ley 211.
590
591
cado relevante y de las fases productivas, tanto antecedentes como siguientes, vinculadas a aqul.569 Dicho funcionamiento alcanza no slo
a los sujetos que intervienen ofertando y demandando actualmente
en dicho mercado, sino que tambin a potenciales interesados en acceder al mismo. En otras palabras, interesan los conflictos de libre competencia a todos los actores de un mercado relevante y no slo al
requirente y demandante y al requerido y demandado ante el Tribunal Antimonoplico; de otra forma la existencia y funcin de la Fiscala Nacional Econmica sera innecesaria: para qu este organismo
si lo antimonoplico slo atae a demandante y demandado? Cul
es el inters general o bien comn econmico que aqul ha de representar si estamos ante meros intereses individuales?
En tal sentido, nos parece inapropiado el texto introducido en la
reforma del Decreto Ley 211, que hace posible la conciliacin en materia monoplica y que seala a la letra: Artculo 22. Vencido el plazo
establecido en el art. 20, sea que se hubiere evacuado o no el traslado por los
interesados, el Tribunal podr llamar a las partes a conciliacin. De no considerarlo pertinente o habiendo fracasado dicho trmite, recibir la causa a prueba
por un trmino fatal y comn de veinte das hbiles. Acordada una conciliacin, el Tribunal se pronunciar sobre ella dndole su aprobacin, siempre que
no atente contra la libre competencia.
Resulta artificioso que la conciliacin sea un medio de extincin
de pretensiones procesales antimonoplicas, puesto que la libre competencia no es un bien disponible o transigible por las partes en litigio, segn lo explicamos en el captulo pertinente, por la existencia
de vctimas u ofendidos inmediatos y mediatos. En tal sentido, sorprende que el texto transcrito exija que la conciliacin no atente contra
la libre competencia, puesto que siempre la conciliacin atentar contra la libre competencia por el mero hecho de que las partes en litigio dispongan de un bien que compromete a todos los actores del
respectivo mercado relevante y si no ocurre as es porque esa materia
no corresponde a la libre competencia y, por tanto, el tribunal es incompetente para conocer de ella.
Aunque no lo diga el texto de la ley, deber ser el Fiscal Nacional Econmico parte de toda conciliacin? No representa acaso el
569
Vase sobre este particular el aserto del ex-Fiscal Nacional Econmico, MATTAR
PORCILE, Pedro, La Representacin del Inters General en el Sistema de Libre Competencia: su Significado y Alcance, p. 18, en Publicacin Da de la Competencia, 28 de
octubre de 2004, Fiscala Nacional Econmica, Santiago de Chile, 2005. Afirma el ex-Fiscal Nacional Econmico: Se ha sealado que la proteccin de la libre competencia tutela
los intereses generales del conjunto de los actores que participan en la economa nacional. Por lo anterior, la libre competencia deja de ser un asunto privado entre partes.
592
593
de la Libre Competencia
Tal como hemos explicado anteriormente, estimamos que la reforma del
Decreto Ley 211 ha sido tremendamente acertada en cuanto a la modificacin introducida a la composicin y forma de generacin de este Tribunal Antimonoplico. En efecto, creemos que con la nueva composicin
existirn menos eventuales conflictos que con la antigua, especialmente
en aquellos asuntos que se vinculen a monopolios de privilegio.
6.1.2. POTESTADES NO CONTENCIOSAS
El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, al igual que la mayor parte de los tribunales de la Repblica, puede conocer de asuntos
contenciosos y de asuntos no contenciosos, y diferencia el propio Tribunal de Defensa de la Libre Competencia una y otra categora al momento de asignar a cada causa un nmero de rol. Como es sabido,
los asuntos no contenciosos o tambin denominados equvocamente
de jurisdiccin voluntaria no entraan propiamente ejercicio de actividad jurisdiccional, en el sentido de satisfacer pretensiones procesales originadas en un conflicto intersubjetivo real o aparente de
carcter jurdico, sino que tienen por finalidad la emisin de ciertas
declaraciones o diligencias que los interesados no pueden realizar por
s, requiriendo del concurso de un tribunal. Por ello, prescribe el
art. 817 del Cdigo de Procedimiento Civil: Son actos judiciales no contenciosos aquellos que segn la ley requieren la intervencin del juez y en que
no se promueve contienda alguna entre partes.
As, estamos frente a una categora de potestades pblicas cuya
naturaleza es administrativa y particular y que paradjicamente, por
razones histricas y presupuestarias, hoy se encuentra radicada en el
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Consecuencia de lo anterior es que esta mal denominada jurisdiccin voluntaria no se rige
por los arts. 19 a 29 del Decreto Ley 211, que fueron establecidos para
la actividad propiamente jurisdiccional, sino que antes bien se le aplica el procedimiento contemplado en el art. 31 del Decreto Ley 211.
Conviene advertir que las potestades pblicas que hemos calificado de
no contenciosas bajo este captulo, corresponden a potestades administrativas destinadas a informar o absolver una consulta sobre un
caso particular, por lo cual se contraponen a las potestades reglamentarias que luego estudiaremos. Asimismo, estas potestades pblicas administrativas se contradistinguen de una potestad jurisdiccional, por
las razones que luego sern expuestas.
595
596
trias reguladas dan cuenta de servicios pblicos que exhiben la particularidad de operar en mbitos de monopolios naturales, esto es, mercados relevantes cuya estructura reconoce fuertes economas de escala
o economas de mbito.
A. NATURALEZA DE LA POTESTAD INFORMATIVA
Si bien en el texto actual de la Ley para la Defensa de la Libre Competencia no se contempla expresamente esta potestad pblica, es menester reconocer que la existencia de tal potestad guarda armona con
el propio Decreto Ley 211, cuyo art. 18, numeral 5), confiere a dicho
tribunal:
Las dems [atribuciones y deberes] que le sealen las leyes.
Si bien esta potestad pblica informativa se halla formulada en legislaciones relativas a industrias reguladas, ello no ha impedido que
el propio legislador antimonoplico se haya ocupado indirectamente
de la misma a travs del art. 31 del Decreto Ley 211. En efecto, el mencionado art. 31 tuvo por objeto dar cuenta de un procedimiento diseado para el ejercicio de las potestades pblicas administrativas por
parte del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia: la potestad
para absolver consultas (art. 18, numeral 2)), la potestad reglamentaria (art. 18, numeral 3) y la emisin de los informes que le sean encomendados al Tribunal en virtud de disposiciones legales especiales, esto es, la
potestad informativa en comento.
De esta forma, el legislador antimonoplico agrup tres potestades pblicas que exhiban naturaleza administrativa y las someti a las
ritualidades del art. 31 del Decreto Ley 211.
Esta naturaleza administrativa de la potestad informativa ya haba
sido calificada como tal por el propio Tribunal Antimonoplico en algunos de sus fallos. As, la Resolucin N 537, considerando quinto,
estableci lo siguiente:
Que en relacin con las solicitudes presentadas por las empresas
recurrentes, por las cuales formulan diversas observaciones y peticiones respecto de la procedencia o improcedencia de que Aguas Cordillera S.A. participe en estos procesos de licitacin, esta Comisin
Resolutiva [hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia] debe
sealar que no le corresponde pronunciarse sobre los planteamientos de fondo que sealan, toda vez que el informe que debe emitir
esta Comisin conforme al art. 65 del D.F.L. 382, de 1988, no es una
decisin que adopte en el marco de las facultades generales que le
otorga el Decreto Ley 211, de 1973.
Que, en efecto, el informe en cuestin debe ser evacuado por esta
Comisin, en cumplimiento de un encargo privativo y especfico del
597
legislador, de carcter administrativo y tcnico, en conformidad a disposiciones legales particulares referidas a una determinada actividad
econmica, cuyo objeto preciso es informar directamente a las autoridades del sector sobre si Chilectra S.A. constituye o no un monopolio natural regulado, en determinadas reas geogrficas.
B. OBJETO Y CARCTER VINCULANTE DE LA POTESTAD INFORMATIVA
El objeto de esta potestad administrativa es la determinacin del grado de competencia en un mercado relevante especfico, en trminos
varios: si tal o cual competidor es un monopolio natural, sea que ste
ya se encuentre regulado o no; si ciertos servicios son prestados en
condiciones de competencia que ameritan una libertad tarifaria o no,
etc. Esta potestad informativa exhibe la particularidad de que versa
sobre la descripcin de un mercado relevante concreto o un competidor concreto, en un tiempo determinado y sobre la base de determinados antecedentes que le son allegados por la autoridad pblica
tcnica tutelar de la respectiva industria regulada u otras autoridades
pblicas o interesados en entregar datos, de conformidad con lo previsto en el art. 31 del Decreto Ley 211. De all que las conclusiones que
obtiene este Tribunal Antimonoplico, con motivo del ejercicio de esta
potestad informativa, son mutables en funcin de las variaciones o cambios que experimenten los mercados relevantes y competidores objeto del respectivo anlisis. Por ello, no cabe sostener forma alguna de
cosa juzgada judicial o administrativa en relacin con la actividad de
esta potestad pblica informativa.
La conclusin a la que arriba el Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia se traduce en la emisin de un informe que debe estar
dotado de una adecuada fundamentacin econmica; de all su carcter eminentemente tcnico y su escaso contenido jurdico normativo.
Dicho informe es vinculante y no puede ser desconocido por la autoridad pblica sectorial destinataria del mismo, lo cual no es bice para
que, de conformidad con el procedimiento contemplado en el art. 31
del Decreto Ley 211, aquel informe pueda ser objeto del recurso de
reposicin que seala esa misma disposicin.
Se ha debatido si compete al Tribunal Antimonoplico, en ejercicio de esta potestad informativa, proponer frmulas alternativas diversas de una declaracin acerca de si en un mercado relevante
determinado existen o no condiciones para la libre competencia y, sobre esa base, establecer si, por ejemplo, deben persistir regmenes tarifarios o no. Entre tales frmulas alternativas se ha discutido si podra
el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia proponer una frmula alternativa consistente en sistemas tarifarios ms flexibles o con
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Diario de Sesiones del Senado de la Repblica de Chile, Legislatura 349, Ordinaria, Sesin 2, 4 de junio de 2003, p. 55.
603
Contra esta solucin se ha planteado la objecin de que en el sistema antimonoplico estadounidense la Federal Trade Commission puede actuar como acusador
y tambin puede resolver consultas antimonoplicas sobre operaciones futuras (advice
in advance) a travs de una decisin administrativa declaratoria. Resultando lo anterior efectivo, es preciso advertir que tal conjuncin de potestades en una misma autoridad pblica ha sido y es actualmente objeto de una fuerte crtica por parte de los propios
estudiosos del Derecho administrativo antimonoplico por reunirse en un mismo ente
administrativo funciones de acusador y de sentenciador. As, E. Allan Farnsworth, Introduction to the legal system of the United States, p. 137, Oceana Publications, New York, 1994,
ha sealado: Criticism has also been directed at the combination in the same agency
of the functions of legislating, investigating, initiating proceedings and judging. Estimamos que la Ley 19.911 ha resuelto ese dilema acertadamente asegurando una sepa-
604
Adems, si el Fiscal declarase exenta de responsabilidad una determinada conducta, luego tendra dificultades para operar como acusador respecto de la misma o una conducta anloga; en otras palabras,
su rol de acusador podra verse empaado por su intervencin respondiendo consultas. Esta situacin, sin embargo, no puede ocurrir
con el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, puesto que luego de la reforma de la Ley 19.911 ste carece de atribuciones para avocarse al conocimiento de un asunto; as, no puede este tribunal operar
como acusador y juzgador.
Por ltimo, dado que el Fiscal Nacional Econmico es un hombre de confianza del Presidente de la Repblica tanto para efectos de
su designacin como de su remocin en el cargo, tendra significativos conflictos de inters para absolver consultas formuladas por sociedades annimas controladas por el Estado, empresas pblicas del
Estado, Ministerios, reparticiones pblicas o entes pblicos autnomos
dotados de potestades pblicas infralegales. Lo anterior, por cierto, ya
puede predicarse de su actual rol de acusador antimonoplico en representacin del bien comn econmico; en tal sentido, resulta urgente una reforma al Decreto Ley 211 que asegure al Fiscal Nacional
Econmico inamovilidad en el cargo y que pueda sustraerse a las instrucciones del Presidente de la Repblica.
Es el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia el llamado a
uniformar los criterios vertidos en las respuestas a las consultas y velar
porque stas sean armnicas con lo resuelto en los fallos judiciales que
se emitan. Esa coherencia entre el ejercicio de la potestad consultiva
y el ejercicio de la actividad jurisdiccional redunda en una mayor eficiencia en la tutela de la libre competencia. Dicha coherencia y la consecuencial eficiencia se perdera o dificultara en el evento que la
Fiscala Nacional Econmica tuviese autonoma para absolver consultas, puesto que las respuestas podran no ajustarse a los lineamientos
del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y adicionalmente
confundirse con el rol acusatorio de aqulla.
As, en nuestra opinin resulta acertada atendida la consumacin
de la indebida eliminacin de las Comisiones Preventivas la radicacin de esta potestad para absolver consultas en el Tribunal Antimonoplico. Consideramos mejor esta solucin que haber entregado
dicha potestad a la Fiscala Nacional Econmica, como se haba propuesto por algunos y todava se sigue planteando, no obstante la promulgacin de la reforma al Decreto Ley 211 a travs de la Ley 19.911.
605
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606
Esta definicin ha sido criticada por aludir a una justa composicin de una litis, argumentndose que si una sentencia es injusta sta
ha dejado de cumplir con la definicin indicada, por lo cual o la
mentada sentencia no constituye actividad jurisdiccional o bien la definicin citada es inadecuada. Esta crtica resulta construida sobre un
error al olvidarse el fundamental y antiguo principio de que los actos
se especifican o determinan por su objeto. El objetivo u objeto de la
actividad jurisdiccional es la justa composicin de la litis y los actos
procesales respectivos van encaminados a tal finalidad, incluso cuando sta se frustra.
Esta afirmacin, que podra sorprender, la aceptamos con toda
propiedad en temas ms cotidianos: afirmamos que la finalidad de los
actos mdicos es curativa o destinada a preservar la salud y por ello el
consentimiento del ofendido es una causal de justificacin del delito
de lesiones en caso de una intervencin quirrgica. Si una intervencin mdica fracasa o sta resulta contraproducente para la salud del
paciente no inferimos de ello que no hubo un acto mdico salvo dolo
o culpa significativa y no consideramos la interposicin de una querella criminal por lesiones. En otras palabras, salvo aquellas situaciones extremas de dolo o ciertos niveles groseros de culpa, nadie niega
la finalidad curativa de una intervencin quirrgica por adversa para
el paciente que sta resulte.
Lo mismo acontece con la actividad jurisdiccional que se halla determinada o especificada por un claro fin: la justa composicin de la
litis. Si un juez yerra en la dictacin de la sentencia, puesto que asigna mal los derechos de las partes en litigio, no por ello ha dejado de
haber actividad jurisdiccional encaminada a un justo arreglo de la litis. La justa composicin de la litis es el objetivo de la jurisdiccin y
para ello el juzgador ha de buscar dar a cada cual lo suyo.581 La defi-
ce de sentido moral. Respecto de lo valorativo o moral debe observarse que si lo valorado tiene fundamento en la realidad puede ser objeto de anlisis racional y, por tanto, integrar parte de una definicin correspondiente al mbito tico o bien al jurdico.
As, la justicia no es aquello que produce agrado placer como postul John Stuart Mill,
sino que consiste en dar a cada cual su derecho, para lo cual han de juzgarse los ttulos
jurdicos que dan origen al derecho de cada cual. Esta es precisamente la nobilsima
tarea que realizan los jueces al desarrollar la actividad jurisdiccional.
581
AQUINO, Santo Toms de, Suma Contra los Gentiles, Libro II, cap. XXVIII, 2, p. 146,
Editorial Porra S.A., Mxico, 1991, seala: El acto de justicia consiste en dar a cada
quien lo suyo. Luego, anterior al acto de justicia ha de ser aquel por el cual un ser hace
suya alguna cosa, como consta por lo que suele acontecer entre los hombres. Y ese primer acto por el cual un ser hace suya alguna cosa, no puede llamarse acto de justicia.
607
nicin de Carnelutti alude a la finalidad de la jurisdiccin que no puede ser otra que alcanzar lo justo particular; as, la composicin de la
litis no est entregada a la arbitrariedad del sentenciador, ni siquiera
en ausencia de ley que regle el conflicto que aqul ha de resolver. El
fundamento de la jurisdiccin descansa en la bsqueda de lo justo a
travs de la sentencia judicial. Del hecho de que no se logre lo justo
en una sentencia en particular no se sigue que haya carencia de jurisdiccin, sino que deber intentarse la enmienda de la misma a travs
de los recursos pertinentes. Si la sentencia inferior es enmendada por
un superior jerrquico, no se sigue de ello que la sentencia originaria
no fuere sentencia, ni que el autor de la misma careciese de jurisdiccin y menos podr inferirse salvo prueba de dolo o negligencia grave que la actividad de dicho juez no estuviese orientada a una justa
composicin de la litis que le fue sometida a su conocimiento.
En el caso de una consulta antimonoplica, estamos ante una persona que formula la consulta o consultante que ser el Fiscal Nacional Econmico o una persona dotada de legtimo inters y una
autoridad pblica consultada, que es precisamente el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. As, al presentarse la consulta no hay
conflicto o litis trabada entre partes que reclaman ante un tribunal la
formulacin de un justo arreglo en una sentencia que ponga fin a la
controversia por la va de decir el derecho de cada una de ellas (iurisdictio). En otras palabras, slo cuando hay conflicto o litis el tribunal
debe establecer la justicia del caso particular en discordia por la va
de sealar el derecho o lo justo de cada una de las partes en debate y
para ello deber aplicar el Derecho en toda su latitud, no pudiendo
excusarse en la falta de precepto legal que solucione el asunto controvertido. Podra alguien argumentar que la potestad consultiva en
comento es jurisdiccional, toda vez que el Tribunal Antimonoplico
dice el derecho en el sentido de clarificarse si la conducta consultada
es jurdica o antijurdica en relacin con la libre competencia. Estimamos que efectivamente existe un dictamen emitido por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y que aqul versa sobre
contenidos jurdicos; sin embargo, falta la controversia que reclama
una sentencia dando cuenta de una justa composicin entre las partes y, por ello, no se trata de actividad jurisdiccional. En sntesis, no
todo acto de autoridad pblica referido a una calificacin jurdica concreta es constitutivo de jurisdiccin en su sentido estricto y propio. Lo
propio de esta potestad pblica consultiva es la calificacin o determinacin de la eventual contradictoriedad entre un hecho, acto o convencin singular consultado y la libre competencia apreciada en un
mercado relevante concreto. La potestad pblica consultiva no tiene
por finalidad sancionar un injusto monoplico concreto, el cual haya
608
tencia o inexistencia de una situacin jurdica. Lo que esta argumentacin, empleada para negar el carcter administrativo de la potestad
consultiva, soslaya es que la pretensin declarativa es ejercicio de jurisdiccin, esto es, debe existir un conflicto intersubjetivo, v. gr., la
disputa acerca de si un determinado instrumento pblico es falso o
no. Si no hay disputa, tampoco puede haber pretensin en su genuino sentido procesal, esto es, ejercicio del derecho de accin consistente en el acto de voluntad de una persona manifestado por medio
de una solicitud para que el rgano jurisdiccional recoja, examine y
decida sobre una pretensin extraprocesal resistida, real o aparentemente por el sujeto contra el cual se dirige, y para que en caso que
sea declarada fundada, sea plenamente satisfecha.582 As, la pretensin
procesal presupone una pretensin extraprocesal y es esencial a esta
ltima que el autor de la misma reclame de alguien (el pretendido)
un bien jurdico, que este ltimo resiste, sea en forma real o aparente. En el procedimiento consultivo antimonoplico no hay ni pretensin procesal ni pretensin extraprocesal, puesto que falta el conflicto
intersubjetivo de carcter jurdico. La necesidad del conflicto intersubjetivo, real o aparente, es la base de la pretensin procesal declarativa
o de mera certeza; de all que la doctrina haya exigido que si no se
produce tal declaracin judicial la situacin jurdica cuya certidumbre se busca establecer pueda deteriorarse, que el riesgo de tal deterioro slo pueda ser conjurado a travs de una pretensin declarativa
oponible al pretendido o contraparte en el conflicto y que entre las
mltiples modalidades de pretensiones procesales, la declarativa sea la
nica adecuada. Atendido lo expuesto no cabe calificar esta potestad consultiva como una modalidad de potestad jurisdiccional para resolver pretensiones procesales declarativas, aun cuando pudiesen existir ciertas
similitudes en la materialidad de la declaracin que se realiza en uno y
en otro caso. Por ello, estimamos que resulta fundamental acudir a los
objetos formales de las potestades pblicas para diferenciarlas unas de
otras antes que descansar en sus similitudes meramente materiales.
B.3. La potestad consultiva radica en un tribunal
Si bien podra pensarse que esta potestad consultiva es de naturaleza
jurisdiccional por hallarse radicada en un organismo que ha sido conceptualizado como tal por el propio Decreto Ley 211,583 consideramos
582
A VSOLOMOVICH, Lrs y Noguera, Nociones de Derecho procesal, p. 27, Editorial Jurdica de Chile, 1965.
583
Art. 5, Decreto Ley 211: El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia es
un rgano jurisdiccional especial e independiente, sujeto a la superintendencia direc-
610
tiva, correccional y econmica de la Corte Suprema, cuya funcin ser prevenir, corregir y sancionar los atentados a la libre competencia.
584
Una visin que considerara que toda potestad radicada en un tribunal es, por
ese mero hecho, de naturaleza jurisdiccional conduce a la teora organicista de la jurisdiccin que desarrollara Carr de Malberg y que hoy se encuentra completamente
abandonada. Tal abandono se halla justificado por haberse prescindido en el anlisis
de la jurisdiccin del objeto formal de las potestades pblicas que se hallan localizadas en un tribunal.
585
Art. 2, Cdigo Orgnico de Tribunales.
586
Art. 73, Constitucin Poltica de la Repblica. Se encarga esta disposicin de
precisar los tres momentos jurisdiccionales: conocer las causas civiles y criminales, resolverlas y hacer ejecutar lo juzgado.
611
no siempre result factible. El Tribunal Antimonoplico puede prescindir de la aportacin de antecedentes o informes solicitados a las
autoridades pblicas y personas originalmente notificadas si stos no
los entregasen o emitiesen en los plazos previstos al efecto. El Tribunal Antimonoplico de oficio o a peticin de interesado, podr recabar y recibir los antecedentes adicionales que estime pertinentes.
Finalmente, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia emitir
una decisin denominada resolucin, la cual siempre podr ser objeto de un recurso de reposicin. En el evento que la resolucin que
se emita contemple condiciones o medidas propiamente tales, aqulla podr ser objeto, adicionalmente, de un recurso de reclamacin
ante la Excma. Corte Suprema de la Repblica.
B.5. Carcter no contencioso de la potestad consultiva
El propio legislador antimonoplico califica esta potestad consultiva
como aquella que tiene por objeto Conocer (...) los asuntos de carcter
no contencioso....587 Sabido es que los asuntos no contenciosos corresponden a una actividad administrativa que, por va accidental, ha sido
confiada a ciertos tribunales de justicia en atencin a las garantas de
solvencia moral y conocimientos jurdicos que stos brindan y que
eventualmente podra haber sido encomendada por el legislador a
otras autoridades pblicas.588 Esta tradicin se remonta al Derecho romano, a la poca en que el pretor que era un magistrado tomaba
conocimiento de esta clase de asuntos a travs de la cognitio extraordinaria. En otras palabras, esta potestad de naturaleza administrativa no
es consubstancial a la funcin jurisdiccional, pero por imperio del legislador, y acogiendo una tradicin existente en la materia, ha sido
asociada a dicha funcin para efectos del Derecho de la libre compe587
613
614
potestades exclusivamente administrativas. Por tanto, el mutar la radicacin de la potestad consultiva no cambia la esencia de esta ltima
y si sta siempre fue calificada de administrativa, no cabe duda de que
seguir sindolo, aunque radicada en un tribunal de justicia especial.
Esta conclusin ha sido confirmada por la Excma. Corte Suprema, que
ha sealado: La reforma propuesta supone que el Tribunal [de Defensa de la Libre Competencia] deber conocer fuera de juicio materias tcnicas, que los particulares le presenten en consulta en razn
de actos o contratos que proyecten y que pudieran afectar materias
de libre competencia, con los efectos que seala el art. 20, vale decir,
precisamente las que conocen hoy las Comisiones Preventivas. En el
hecho, estas cuestiones han resultado ser numerosas, requieren de una
particular especializacin tcnica ms all de las ciencias del Derecho
y objetivamente no tienen un sentido realmente jurisdiccional, propio de un tribunal de justicia,590 para luego agregar: Los tribunales
estn facultados para conocer y resolver contiendas judiciales, de modo
que pronunciarse sobre materias preventivas que no les son propias
va ms all de lo jurisdiccional, por lo que esta competencia debiera
serles sustrada.591 Donde se dijo materias preventivas debi haberse dicho consultivas, puesto que lo preventivo tambin est implcito en la funcin jurisdiccional antimonoplica.
C. CARCTER PREVENTIVO DE LA POTESTAD PARA ABSOLVER CONSULTAS
En tal sentido, esta potestad consultiva exhibe una funcin preventiva (sentido amplio) en cuanto que previene que un determinado hecho, acto o convencin puede llegar a atentar contra la libre
competencia si alcanza existencia o bien advierte que un hecho, acto
o convencin ya existente podra ser calificado, en un procedimiento
jurisdiccional antimonoplico, como un injusto de monopolio de mantenerse en el tiempo y no ajustarse a ciertas condiciones indicadas al
efecto por el propio Tribunal Antimonoplico. As, el carcter preventivo de esta funcin no viene dado por la circunstancia de si el hecho, acto o convencin ha tenido lugar o no, sino ms bien porque
advierte al consultante las consecuencias del mismo sin imponerle sanciones. Asimismo, este carcter preventivo de la potestad consultiva se
590
Oficio N 001471, sec. I, 2 prrafo, de 20 de junio de 2002. Dicho oficio corresponde al Pleno de la Corte Suprema que, en sesin del 14 de junio de 2002, analiz el Proyecto de Ley que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
591
Oficio N 001471, sec. V, letra a), de 20 de junio de 2002. Dicho oficio corresponde al Pleno de la Corte Suprema que, en sesin del 14 de junio de 2002, analiz
el Proyecto de Ley que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
615
manifiesta en que la actividad de carcter no contencioso busca evitar litigios y conferir, a travs de un procedimiento abreviado y pblico, certeza jurdica acerca de la contradictoriedad entre un hecho, acto
o convencin consultado y la libre competencia de un mercado en
particular.
Considerando la naturaleza preventiva que caracteriza esta potestad para absolver consultas es que resulta claro que lo consultado slo
pueden ser hechos, actos o convenciones que planea ejecutar o celebrar o bien hechos, actos o convenciones que ya han sido ejecutados
o celebrados y continan produciendo efectos jurdicos. En el evento
que la consulta verse sobre conductas ya ejecutadas o celebradas, en
nuestra opinin es esencial para la validez de la consulta que los respectivos hechos, actos o convenciones continen produciendo efectos jurdicos al tiempo de emitir el Tribunal Antimonoplico la
resolucin respectiva. En efecto, la naturaleza preventiva exige que
haya alguna posibilidad de tutelar o proteger la libre competencia mediante la resolucin que se ha de emitir y estimamos que, si tal posibilidad es inexistente, debera el Tribunal Antimonoplico declarar
inadmisible tal consulta. Slo tiene sentido poner en movimiento la
potestad consultiva all donde el consultante puede todava modificar
una conducta en contradiccin con la libre competencia. Si el hecho,
acto o convencin ces de producir efectos jurdicos de nada sirve consultar; ms an, el Tribunal Antimonoplico debera evitar pronunciarse en tales casos, puesto que la contradictoriedad con la libre
competencia debe determinarse al tiempo en que los hechos, actos o
contratos se hallan produciendo efectos jurdicos. Intentar a posteriori
establecer semejante contradictoriedad entre conductas pasadas y sus
consecuencias sobre una libre competencia actual parece improcedente. Por otra parte, buscar la contradictoriedad entre una conducta pasada y sus consecuencias sobre una libre competencia pasada, esto es,
coetnea con aqulla, es ms bien propio de la actividad jurisdiccional que busca sancionar un injusto monoplico antes que correspondiente a la potestad consultiva en estudio.
De lo expuesto no debe inferirse que las condiciones impuestas a
raz de una consulta son siempre preventivas y las penas establecidas
en un proceso jurisdiccional no lo son. En efecto, tambin las penas
antimonoplicas exhiben una funcin preventiva como, por ejemplo,
acontece con los ilcitos monoplicos de fuente que son sancionados.
El que esta potestad consultiva sea de naturaleza administrativa no
es bice para que deba ajustarse a un procedimiento racional y justo,
segn lo ordena el art. 19, N 3, inciso quinto, parte segunda de la
Constitucin Poltica de la Repblica, que es precisamente la funcin
que debe cumplir el art. 31 del Decreto Ley 211. Lo anterior resulta
616
Sentencia 09/2004, considerando 30: Que, en estos autos no se han denunciado ni acreditado hechos concretos que puedan ser objeto de sancin dado que se
trata de una consulta, por lo que este Tribunal se limitar a efectuar prevenciones y
adoptar medidas para que este tipo de conductas, en cuanto sean contrarias a la libre
competencia, no se produzcan en el futuro y, de producirse, sean debidamente sancionadas y dejadas sin efecto.
617
Dicha consulta fue caratulada Consulta de Telefnica Mviles S.A., sobre aprobacin de acuerdo de eventual toma de control de BellSouth Comunicaciones S.A.,
Rol N 01-2004/ NC, mediante resolucin del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia de 20 de mayo de 2004.
618
620
Otro importante elemento a considerar es el carcter vinculante u obligatorio de las respuestas emitidas por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. En efecto, nos hallamos ante una potestad
administrativa de una autoridad pblica, cuyas resoluciones tienen por
objeto determinar si un hecho, acto o contrato contradice o no la libre competencia. Tales resoluciones son obligatorias en un sentido especial, debiendo distinguirse al efecto: i) si la resolucin declara que
la conducta consultada no contraviene la libre competencia, la consecuencia jurdica es que el autor de la misma no incurre en responsabilidad monoplica por la ejecucin de aqulla al tenor del art. 32 del
Decreto Ley 211, y ii) si la resolucin declara que la conducta consultada s contraviene la libre competencia, la consecuencia jurdica es
que el autor de la misma incurre en responsabilidad monoplica por
la ejecucin de aqulla, a menos que d cumplimiento a las condiciones o trminos exigidos al efecto por el Tribunal Antimonoplico. En
esta segunda hiptesis, el consultante tiene, sin embargo, una alternativa adicional: no emprender la conducta futura o poner trmino a
la conducta actual, segn cual haya sido el objeto de la consulta, con
lo cual no quedar expuesto a responsabilidad monoplica ni tendr
que cumplir con los trminos y condiciones impuestos por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Con los matices expuestos, toda resolucin emitida por el Tribunal Antimonoplico es vinculante para el consultante respecto del hecho, acto o contrato consultado. No tiene sentido alguno que se
destinen recursos y esfuerzos de este alto tribunal para dar meras recomendaciones u opiniones, transformando un importantsimo rgano tutelar de la libre competencia en una suerte de asesor pblico
gratuito.
Estimamos que lo anterior ha quedado suficientemente claro con
el procedimiento que se ha establecido para el proceso consultivo en
el art. 31 del nuevo texto del Decreto Ley 211. En dicha disposicin
se seala expresamente que la resolucin que sobre la materia se emita
podr ser objeto de un recurso de reposicin o bajo determinadas circunstancias de un recurso de reclamacin; de otra manera, aquella resolucin quedara a firme y sera perfectamente vinculante.
Sin embargo, en el pasado cuando la potestad consultiva era puesta
en movimiento por una autoridad pblica y la respuesta era dada por
las Comisiones Preventivas rganos administrativos subordinados a
la antigua Comisin Resolutiva se haba sealado que los dictmenes emitidos por aqullas en relacin con una autoridad pblica eran
621
una recomendacin y propuesta no vinculante, que la autoridad sectorial respectiva puede o no acoger en ese momento.596 Estimamos
que la calificacin de mera recomendacin se realiz, en la especie,
en atencin a que el destinatario del dictamen era la Direccin General de Aguas y, en tal sentido, exista la duda de si jerrquicamente
una Comisin Preventiva poda o no emitir una norma administrativa
que fuese obligatoria para aqulla.
Sin embargo, es preciso reconocer que en otras resoluciones antimonoplicas se formul tambin una doctrina semejante: Se agrega
que los contenidos de fondo de los pronunciamientos sobre dichas
consultas [las formuladas ante las antiguas Comisiones Preventivas]
slo constituyen recomendaciones y proposiciones, y no importan una
intromisin en las funciones y potestades exclusivas de ninguna otra
autoridad y menos las del legislador....597 Aun cuando la jurisprudencia haya sealado lo anterior, resultaba bastante discutible, en esa poca, si se trataba de meras recomendaciones y proposiciones cuando el
no acogerlas por parte del consultante dejaban a ste incurso en responsabilidades monoplicas de conformidad con el antiguo art. 14 del
Decreto Ley 211, hoy localizado como art. 32 en la nueva versin de
este cuerpo normativo.
La situacin actual, luego de las reformas introducidas por el Decreto Ley 211, es indubitable, puesto que el emisor de tales normas
ser el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, cuya jerarqua
es superior a la de las antiguas Comisiones Preventivas y su pertenencia indiscutida al Poder Judicial le confiere a aqul una importante tarea de control antimonoplico por va de la actividad
administrativa. En todo caso, una decisin administrativa dirigida a
competidores, sean personas privadas o personas pblicas, en caso
alguno ser una mera recomendacin, sino que ser siempre vinculante, so pena de incurrirse en responsabilidad monoplica, puesto
que con motivo de la reforma introducida al Decreto Ley 211 por la
Ley 19.911, se clarific que el Tribunal Antimonoplico puede ejercitar una potestad asociada a la evacuacin de una consulta, potestad que consiste en fijar las condiciones que debern ser cumplidas en
dichos hechos, actos o contratos.598 Si tales condiciones debern ser cumplidas segn explicaremos ms adelante no cabe duda alguna de
que nos encontramos ante exigencias imperativas para la ejecucin
del respectivo hecho, acto o convencin o bien para la mantencin
596
622
EFECTOS DE LA CONSULTA
de la Libre Competencia,599 la siguiente disposicin: Los actos o contratos ejecutados o celebrados de acuerdo con las decisiones de las
Comisiones Preventivas Provinciales o Central no acarrearn responsabilidad sino en el caso que posteriormente sean calificados como
contrarios a la libre competencia por ellas mismas o por la Comisin
Resolutiva, y a partir desde que se notifique o publique la resolucin
que haga esta calificacin.
Dicho texto se transform en ley, concretamente en el art. 14 del
Decreto Ley 211, con una importantsima enmienda: para recalificar
un acto o contrato se requeran nuevos antecedentes que justificasen
tal recalificacin. As, se arrib al texto que rigi hasta la promulgacin de la reciente Ley 19.911: Los actos o contratos ejecutados o celebrados de acuerdo con las decisiones de las Comisiones Preventivas Regionales o
Central no acarrearn responsabilidad sino en el caso que, posteriormente y
sobre la base de nuevos antecedentes, sean calificados como contrarios a la libre competencia por ellas mismas o por la Comisin Resolutiva, y a partir desde que se notifique o publique la resolucin que haga esta calificacin.
La substancia de dicho precepto ha sido conservada en el nuevo
art. 32 del Decreto Ley 211, precisndose que ella queda entregada al
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, que la ausencia de responsabilidad alude a responsabilidad monoplica y que los ministros
que concurrieron a la absolucin de la consulta no quedarn inhabilitados para un nuevo pronunciamiento. Dispone el nuevo art. 32 del
Decreto Ley 211: Los actos o contratos ejecutados o celebrados de acuerdo
con las decisiones del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, no acarrearn responsabilidad alguna en esta materia, sino en el caso que, posteriormente, y sobre la base de nuevos antecedentes, fueren calificados como contrarios
a la libre competencia por el mismo Tribunal, y ello desde que se notifique o
publique, en su caso, la resolucin que haga tal calificacin.
En todo caso, los Ministros que concurrieron a la decisin no se entendern inhabilitados para el nuevo pronunciamiento.
Respecto del primer inciso del artculo transcrito es conveniente
efectuar algunos comentarios.
El primero es que el legislador de la Ley 19.911 incurri en una
omisin: ampli la consulta antimonoplica a hechos segn lo prueba el art. 18 numeral 2 y olvid incluirlos al tratar los efectos de aquellos hechos que sean ejecutados de conformidad con la resolucin
emitida por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Este olvido legislativo es grave, puesto que quien consulta un determinado
599
624
Adicionalmente, el art. 18, numeral 2 del Decreto Ley 211, contempla una especial atribucin para el Tribunal Antimonoplico que co625
600
Art. 3, inciso primero del Decreto Ley 211: ...sin perjuicio de las medidas correctivas o prohibitivas que respecto de dichos hechos, actos o convenciones puedan
disponerse en cada caso. La expresin en cada caso da cuenta de una situacin particular y concreta y ello puede acontecer con tres potestades pblicas del Tribunal Antimonoplico: i) jurisdiccional, frente a la cual la sentencia slo puede imponer las
medidas o penas del art. 26, ii) informativa, frente a la cual no proceden medidas, segn lo confirma el art. 31, inciso final, y iii) consultiva, frente a la cual proceden medidas, segn lo prueba el mencionado art. 31 en el inciso indicado. Luego, estas
medidas que hemos denominado propiamente tales slo pueden ser impuestas con
motivo del ejercicio de la potestad consultiva y carecen de aplicacin con motivo de la
potestad jurisdiccional, no obstante lo cual en ste puede resultar procedente la imposicin de medidas cautelares (que son diversas de las medidas propiamente tales
segn hemos explicado en el captulo pertinente de este libro).
626
ver consultas, la cual segn ya hemos demostrado es de naturaleza administrativa. De all que el producto de esta potestad, que es denominado resolucin, corresponde a un acto administrativo de alcance
particular y, por tanto, jams puede ser fuente de una prohibicin absoluta de desarrollar una actividad econmica. A lo sumo, ese acto administrativo denominado resolucin podr establecer una regulacin
procedimental, adjetiva o accesoria y siempre bajo la frmula de un
imperativo de requisitos. Esta regulacin accesoria que puede ser establecida mediante resoluciones podr ser objeto del recurso de reclamacin, segn dispone el art. 31 del Decreto Ley 211. Respecto
de las medidas propiamente tales, si el consultante desea llevar a cabo
el hecho, acto o convencin o si stos ya se han realizado o celebrado
y desea mantenerlos en el tiempo exonerndose de una eventual responsabilidad monoplica, deber dar cumplimiento a las condiciones
o medidas propiamente tales establecidas por dicho tribunal. En consecuencia, cabe afirmar que las condiciones o medidas impuestas por
el Tribunal Antimonoplico slo sern exigibles en tanto y en cuanto
el consultante desee llevar a cabo o mantener en vigor el respectivo
hecho, acto o convencin objeto de la consulta; as, cabe la posibilidad de que el consultante no ejecute o celebre el respectivo hecho,
acto o convencin o resuelva ponerle trmino, segn corresponda, a
fin de no dar cumplimiento a las exigencias formuladas por estimar
que stas son extraordinariamente onerosas o difciles de cumplir. La
voz condiciones no ha de ser leda como un plural de condicin,
en el sentido civilstico de hecho futuro e incierto, sino ms bien como
sinnimo de medidas correctivas o generalmente prohibitivas que se
dispongan en cada caso.
En este punto resulta fundamental deslindar las diversas alternativas a que puede arribar una resolucin del Tribunal Antimonoplico: si el hecho, acto o convencin debe ser prohibido, slo puede serlo
por estar acreditado su encuadramiento en el tipo universal antimonoplico contemplado en el Decreto Ley 211 (en los trminos que veremos) y, por contraste, si aquel hecho, acto o convencin no puede
ser prohibido por tal concepto, tampoco podr ser corregido a travs
de condiciones o medidas propiamente tales y, por tanto, deber ser
permitido. As, la nica justificacin lgica de las condiciones o medidas propiamente tales impuestas por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia a un hecho, acto o convencin consultado ser la
remocin de la tipicidad y de la antijuridicidad que afecta a aqullos.
Toda otra condicin que no sea una medida generalmente prohibitiva o correctiva y que no tenga demostrada esa justificacin, ser pura
arbitrariedad de parte de este tribunal especial y, por ello, estar afecta a todos los recursos y acciones que la ley franquee para impedir un
627
pone el Tribunal Antimonoplico. Ello no siempre es as de claro: muchas veces el retractarse por la va de poner trmino a conductas actuales o desistir de conductas futuras tiene un costo econmico equivalente
a una barrera a la entrada, por lo que si las medidas propiamente tales
son desproporcionadas o infringen las garantas y principios mencionados pueden llegar a constituir un verdadero entorpecimiento de la
libre competencia causado por el propio tribunal tutelar de este importante bien jurdico. En sntesis, el Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia debe ejercitar su potestad administrativa consistente en
fijar condiciones o medidas propiamente tales a los hechos, actos o
convenciones consultados, cuidando en todo momento de dar cabal
respeto a los principios y garantas constitucionales y a toda otra disposicin constitucional y legal, as como a los principios generales del
Derecho, cualquiera sea su recepcin positiva en el sistema jurdico.
El lmite intrnseco y manifiesto de esta potestad administrativa es
la libre competencia; todo aquello que no corresponda a la tutela de
este fundamental bien jurdico protegido, no constituir sino una desviacin de poder y una transgresin del principio de la juridicidad por
parte del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Lo anterior
entraa seis rdenes de lmites para el Tribunal Antimonoplico en
el ejercicio de su potestad administrativo-consultiva:
i) Aquellas materias que, no obstante referirse a la libre competencia, se hallan reservadas a otras formas de autoridad pblica: el constituyente, el legislador601 o el Presidente de la
Repblica en el evento que una ley le ordene el ejercicio de su
potestad reglamentaria de ejecucin. Entre las normas jerrquicamente reservadas al legislador, cabe observar que quedan incluidas las legales en todas sus variantes: leyes propiamente
tales (con los diversos qurum que sean exigibles para su aprobacin), decretos-leyes y decretos con fuerza de ley. Este lmite genrico nace del principio de reserva de competencias que,
en materia legislativa, se halla explicitado a nivel constitucional, segn fue analizado. Respecto de la potestad reglamentaria de ejecucin del Presidente de la Repblica, su mbito de
competencia queda demarcado y reservado en aquellos casos
que la ley ordena la implementacin u operativizacin de una
determinada norma legislativa. En cuanto a la potestad reglamentaria autnoma del Presidente de la Repblica y a la
potestad reglamentaria de ejecucin, cuyo ejercicio no es ordenado por una ley sino que meramente autorizado por sta,
601
629
el principio de la reserva tambin se aplica: el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia debe respetar, al ejercitar su
potestad administrativa particular para dictar resoluciones que
le fuera concedida por el Decreto Ley 211, los reglamentos
autnomos o propios del Presidente de la Repblica y, ciertamente, los propios reglamentos antimonoplicos que dicho
Tribunal haya emitido acerca de las mismas materias sobre que
versan sus pronunciamientos en ejercicio de la mentada potestad consultiva.
ii) Aquellas materias que, a pesar de no hallarse reservadas a otra
autoridad pblica, ya han sido imperativamente reguladas por
normas de superior jerarqua entre las cuales se cuentan los
reglamentos antimonoplicos o bien se hallan regidas por
principios de Derecho natural o principios generales del Derecho, v. gr., principio de la proporcionalidad que prohbe la
aplicacin de medidas innecesarias o desproporcionadas, casos en los cuales el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia debe acatar tales lmites al momento de emitir sus
pronunciamientos administrativos particulares denominados
resoluciones. En cuanto a los principios generales del Derecho, debe recordarse que corresponde a los tribunales de justicia entre ellos al Tribunal Antimonoplico tratar igual a
los iguales y desigual a los desiguales, esto es, aplicar la justicia distributiva; por lo anterior, el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia deber cuidar que sus pronunciamientos
administrativos sean coherentes respecto de hechos, actos o
convenciones consultados que exhiban anlogos efectos desde la ptica de la libre competencia. Este lmite nace del principio de la jerarqua normativa.
iii) Aquellas materias que sean objeto de actividad jurisdiccional
ante cualquier tribunal de la Repblica, en virtud del principio de la divisin de los poderes pblicos; as, el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia no podr, mediante su potestad administrativa de absolucin de consultas, ejercer funciones jurisdiccionales, avocarse causas pendientes, revisar los
fundamentos o contenidos de resoluciones o sentencias judiciales o hacer revivir procesos judiciales fenecidos, aun cuando stos se refieran a la libre competencia. A este punto se
podra plantear la incgnita de qu ocurre con los procesos
jurisdiccionales que se estn ventilando ante el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia y respecto de los cuales este
mismo tribunal pudiese pretender ejercitar su potestad administrativa de absolucin de consultas. Tal como ya hemos ex630
plicado, no existe la posibilidad jurdica de convertir un procedimiento jurisdiccional en administrativo por consulta; por tanto,
no cabe a este punto, ni siquiera al propio Tribunal Antimonoplico trasponer el umbral que separa lo administrativo de lo
jurisdiccional, que no es sino consecuencia del principio de divisin de poderes contemplado en el art. 73 de la Constitucin
Poltica de la Repblica. Asunto diverso es el paso de un procedimiento administrativo por consulta a un procedimiento jurisdiccional, lo cual debe efectuarse mediante una oposicin y
dando cumplimiento al Auto Acordado N 05/2004, emitido por
el propio Tribunal Antimonoplico. De esta forma se evita un
doble pronunciamiento: si sobre el mismo hecho, acto o convencin se genera una consulta que pone en movimiento la potestad administrativa particular y se presenta una demanda o un
requerimiento (o ambas) que activa la potestad jurisdiccional
del tribunal, deber adoptarse una frmula de preclusin que
permita acumular ambos procesos, que es precisamente la funcin que cumple el citado Auto Acordado.
iv) Los derechos subjetivos y situaciones jurdicas que dan lugar
a derechos adquiridos en favor de personas pblicas o privadas (art. 19, N 24 de la Constitucin Poltica de la Repblica). Esta circunstancia da lugar a importantes restricciones,
como son la irretroactividad y la prohibicin de discriminacin
arbitraria (art. 19, N 22 de la Constitucin Poltica de la Repblica) en la emisin de resoluciones, esto es, normas administrativas antimonoplicas de naturaleza particular
destinadas a absolver las consultas formuladas.
v) Especial mencin exigen los derechos fundamentales garantizados por la Constitucin, los cuales, por su trascendencia
para el bien comn poltico, gozan de un estatuto singular.
De conformidad con el art. 19, N 26 de la Constitucin Poltica, el legislador no puede afectar los derechos fundamentales en su esencia ni impedir su libre ejercicio; por tanto,
toda regulacin legal de los derechos fundamentales exhibe
la doble restriccin antes indicada: respetar la esencia y cautelar su libre ejercicio. A la limitacin anterior se aade la
de que la regulacin legal de los derechos fundamentales no
puede ser delegada en la potestad reglamentaria del Presidente de la Repblica y si una ley as pretendiese hacerlo,
dicha autorizacin sera inconstitucional.602 De lo expuesto
602
631
tipo penal en blanco, con la consecuente violacin del principio antes indicado.603
H. FINALIDAD DE LA POTESTAD CONSULTIVA
En nuestra opinin, esta potestad consultiva cumple un rol fundamental en el buen funcionamiento de una legislacin antimonoplica.
Mediante el expediente de efectuar consultas, previas a la realizacin
de un determinado hecho, acto o convencin, o incluso respecto de
los ya ejecutados o celebrados, las personas pblicas o privadas que
compiten en los mercados o, incluso, alguna autoridad pblica previo al ejercicio de alguna de sus potestades pblicas, pueden evitar o
bien poner trmino a transgresiones al Decreto Ley 211, las que podran resultar de ignorar los verdaderos alcances monoplicos de los
hechos, actos o contratos que pretenden ejecutar o celebrar o que ya
se han ejecutado o celebrado.
La mencionada ignorancia es bastante ms habitual que en cualquier otra materia jurdica puesto que: i) el Decreto Ley 211 slo da
cuenta del bien jurdico tutelado a travs de un tipo universal extremadamente vago, entregando a continuacin de la formulacin del
mismo slo algunos ejemplos sobre cmo podra ste ser vulnerado;
ii) la jurisprudencia judicial emitida por el Tribunal Antimonoplico
slo se refiere a casos particulares, cuyas singulares circunstancias suelen ser determinantes en la configuracin de la conculcacin de la libre competencia, lo cual se ve agravado por el hecho de que las
sentencias judiciales no constituyen precedentes vinculantes u obligatorios para las futuras sentencias que se emitan sobre casos particulares anlogos como s acontece, por ejemplo, en el sistema jurdico
anglosajn con la institucin del stare decisis; iii) la potestad reglamentaria externa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia ha sido
escasamente ejercitada y ha versado, por regla general, sobre asuntos
603
Es ilustrativo al efecto el fallo del Tribunal Constitucional, Rol N 244, de 26
de agosto de 1996, cuyo considerando 12 dispone: Que, de esta forma, la Constitucin precisa de manera clara que corresponde a la ley y slo a ella establecer al menos
el ncleo esencial de las conductas que se sancionan, materia que es as, de exclusiva
y excluyente reserva legal, en trmino tales, que no procede a su respecto ni siquiera
la delegacin de facultades legislativas al Presidente de la Repblica, en conformidad
con lo que dispone el art. 61, inciso segundo, de la Constitucin Poltica. Si bien es
cierto que este fallo refiere a sanciones y es efectivo que las denominadas condiciones que puede imponer el Tribunal Antimonoplico no constituyen sanciones, se trata
de limitaciones a la libertad para desarrollar actividades econmicas y por ello esta regulacin slo puede quedar encomendada por mandato del art. 19 N 21 de la Constitucin Poltica de la Repblica al Legislador y nunca a un tribunal u otro ente que
ejercite potestades pblicas infralegales.
633
634
consulta antimonoplica debe regirse por ciertos principios fundamentales que informan la actividad de la administracin: la intangibilidad
de los derechos adquiridos, la irretroactividad de los actos administrativos, la doctrina de los actos propios y un procedimiento justo, racional
y conducente a certezas jurdicas.605 En tal sentido, no compartimos
la visin que postula que atendido que corresponde a la administracin la satisfaccin de necesidades pblicas, puede sta o cualquier
rgano que ostente potestades administrativas, en cualquier momento sin intervenir nuevos antecedentes, como lo exige el art. 19 del
Decreto Ley 211 retractar o retirar un acto administrativo ya emitido
y publicitado, sin mediar indemnizaciones u otras consideraciones
como los principios e institutos antes indicados.
J.
1. Las consultas deben versar sobre casos particulares o (...) situaciones concretas que ofrezcan dudas (...) sobre la procedencia o legitimidad de determinados actos o negocios.606
De lo expuesto se sigue que la consulta que pone en movimiento
la potestad respectiva del Tribunal Antimonoplico debe dar cuenta
de un caso particular, con lo cual dicho tribunal ha de dar lugar a una
respuesta particular o concreta. As lo confirma la parte final del inciso primero del artculo tercero del Decreto Ley 211, al sealar: ...sin
perjucio de las medidas correctivas o prohibitivas que respecto de dichos hechos,
actos o convenciones puedan disponerse en cada caso.
Luego, el ejercicio de la potestad consultiva no debe ser confundido con el ejercicio de potestad reglamentaria antimonoplica, puesto
que de aqulla emanan resoluciones en tanto que de esta ltima
emanan reglamentos o instrucciones de carcter general. Se diferencia una de otra en que la actividad reglamentaria produce un reglamento, que es necesariamente general, en tanto que la consulta y su
respuesta concretizada en una resolucin han de ser forzosamente
particulares. En otras palabras, la potestad reglamentaria no est dirigida a resolver un caso particular, sino que a dictar normas de carcter general, esto es, susceptibles de ser aplicadas a todos aquellos que
realicen conductas subsumibles en las hiptesis a que se refiera el reglamento respectivo.
605
Sentencia de 23 de septiembre de 1999, considerandos 7 y 8, Rol N 2.09698, Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, confirmada por Excma. Corte Suprema,
Rol N 445-99.
606
Resolucin N 3, Declaracin, numeral 3, Comisin Resolutiva.
635
2. Esta actividad de absolver consultas tampoco debe ser identificada con otra potestad pblica administrativa de naturaleza particular, cual es la que ostenta el Tribunal Antimonoplico para informar
acerca de un mercado relevante concreto. Se diferencia ms sutilmente
la potestad consultiva de la potestad informativa. Ambas constituyen
actividad no contenciosa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, esto es, ejercicio de atribuciones meramente administrativas en
el caso particular. Consideramos que la diferencia radica en el objeto
de estas potestades: la potestad consultiva refiere a la legitimidad antimonoplica de un determinado hecho, acto o convencin ejecutado o por ejecutarse, en tanto que la potestad informativa tiene por
finalidad describir la estructura y grado de competencia en un mercado singular sin pronunciarse sobre la contradictoriedad especfica
de un determinado acto o contrato ejecutado o por ejecutarse con la
libre competencia. La potestad consultiva remata en una resolucin
administrativa, en tanto que la potestad informativa culmina en un informe.
3. La finalidad de la consulta no puede ser otra que conocer la
legitimidad antimonoplica de la operacin consultada, sea que sta
ya se haya ejecutado o que se planee ejecutar. En otras palabras, resulta improcedente consultar sobre otras materias o aspectos de una
operacin que no digan relacin con la justicia antimonoplica de
los hechos, actos o convenciones ejecutados o que se desea ejecutar.
Estimamos que los hechos, actos o convenciones ya ejecutados y que
son objeto de una consulta deben encontrarse todava produciendo
efectos jurdicos, puesto que si stos se hubiesen agotado carecera
de sentido la emisin de una resolucin por el Tribunal Antimonoplico.
4. Se ha debatido la obligatoriedad de consultar, en forma previa,
la celebracin de determinados actos o convenciones. Sobre el particular, resulta ilustrativo recordar lo sealado por la Comisin Resolutiva actualmente Tribunal de Defensa de la Libre Competencia:
Que en cuanto a la necesidad de consultar a la H. Comisin
Preventiva Central en forma previa para proceder a la adquisicin
de acciones en el caso de autos, necesario es concluir que revisadas
las disposiciones establecidas en el Decreto Ley 211, de 1973, de ninguna de ellas aparece en forma clara tal exigencia. En efecto, si bien
en el art. 2 del mencionado cuerpo legal se establece que se considerarn, entre otros, como hechos, actos o convenciones que tienden a impedir la libre competencia, ...f) En general, cualquier otro
arbitrio que tenga por finalidad eliminar, restringir o entorpecer la
libre competencia, de dicha disposicin no podra desprenderse la
obligacin de consultar una operacin que, en las circunstancias en
636
607
637
La expresin ley orgnica no busca aludir a una ley orgnica constitucional, sino que refiere a una ley cualquiera sea el qurum requerido para su promulgacin que establezca la existencia, el fin, las atribuciones y forma de actuacin de
un determinado organismo pblico.
638
639
cin una vasta y detallada legislacin reglamentaria que, si bien subordinada a la primera, exhiba la misma fuerza vinculante ante los
particulares y los tribunales que la legislacin emanada del Congreso.
Chile no fue ajeno a este fenmeno, experimentando tambin la aparicin de reglamentos autnomos de dudosa o nula constitucionalidad; fue por ello que la Constitucin Poltica promulgada en 1980 opt
por reconocer al Presidente de la Repblica no slo la titularidad de
una potestad reglamentaria de ejecucin, sino que tambin la de una
potestad reglamentaria autnoma.
El reglamento es jerrquicamente inferior a la Constitucin Poltica, a la ley, al decreto ley y al decreto con fuerza de ley y, por tanto,
ha de subordinarse a todas estas fuentes normativas. Mientras las leyes pueden ser generales o particulares y emanan del Congreso, los
reglamentos son siempre generales y emitidos por el Presidente de la
Repblica o bien por entes pblicos autnomos con el objeto de dar
cumplimiento a las respectivas funciones administrativas que les asignan la Constitucin y las leyes. El sentido del reglamento radica en
que la autoridad pblica que lo emite no slo ordene o prohba para
el caso particular de que conoce, sino que establezca disposiciones generales que ordenen o prohban, segn corresponda, para casos futuros que resulten anlogos al que actualmente conoce o podra llegar
a conocer, pero siempre en conformidad a la ley.
Cabe advertir que existen otros poderes u organismos del Estado
que tambin se hallan dotados de potestades reglamentarias y que no
corresponden a entes autnomos en el sentido administrativista empleado, v. gr., el Congreso Nacional, el Poder Judicial, la Contralora
General de la Repblica y el Banco Central de Chile.612 As, es posible
reconocer potestades reglamentarias radicadas en autoridades pblicas dotadas de funciones legislativas, administrativas, de banca central,
contraloras y judiciales. Respecto de estos poderes del Estado tambin
se predica una autonoma, pero no se trata de la autonoma administrativa anteriormente reseada que atiende a la relacin con la Administracin Central, sino de una autonoma propiamente constitucional
y que es consecuencia del principio de la divisin de poderes del Estado.613 En atencin a que este estudio se ceir a potestades regla-
612
Sobre la potestad reglamentaria de estos Poderes del Estado, puede verse Manuel Daniel Argandoa, Potestad reglamentaria de los rganos constitucionales, Revista Chilena de Derecho, vol. 11, Nos 2-3, pp. 461 y ss., Santiago de Chile.
613
No obstante lo sealado, es preciso advertir que algunos de estos rganos constitucionales son considerados parte integrante de la Administracin del Estado para
efectos del Tt. I de la Ley 18.575, Orgnica Constitucional de Bases Generales de la
Administracin del Estado y, paradjicamente, tales rganos no son considerados par-
640
mentarias autnomas en un sentido administrativo, omitiremos referirnos a la potestad reglamentaria de los poderes u rganos constitucionales antes indicados.
En cuanto al decreto con fuerza de ley, si bien ste es un acto
normativo dictado por el Presidente de la Repblica, se diferencia
del reglamento en que los contenidos de aqul pertenecen al Poder
Legislativo y estn amparados por la reserva que otorga a los mismos el art. 60 de la Constitucin Poltica de la Repblica. Es el Poder Legislativo el que ha delegado, previamente, su competencia
propia y exclusiva en el Presidente de la Repblica para la dictacin
de un decreto con fuerza de ley;614 por ende, este ltimo tiene rango de ley.
Mucho se ha debatido acerca de los criterios para diferenciar un
reglamento que es la puesta en acto o actualizacin de la potestad
reglamentaria de que se hallan dotados el Presidente de la Repblica
y los diversos entes autnomos que consagran la Constitucin y las leyes de los actos administrativos generales.
Se ha sealado que slo el reglamento ostenta carcter normativo, producindose una divisin en la doctrina acerca del alcance de
este ltimo concepto. Segn una determinada escuela, la esencia de
la normatividad de un acto radica en su carcter general, esto es, en
que se halle abierto a una pluralidad de personas o personas indeterminadas ex-ante. A la luz de la postura opuesta, el carcter normativo radica en que el reglamento no agota su eficacia en una sola
aplicacin, sino que queda permanentemente incorporado al orden
jurdico.615
En todo caso, lo que es indiscutible es el carcter de especie que
exhibe el reglamento dentro del gnero de los actos administrativos.
El reglamento es el objeto de la potestad reglamentaria en comento,
as como el bien comn poltico es el fin genrico de la misma, puesto que slo para el bien comn nacional existe el Estado y cada uno
de los rganos y autoridades pblicas que lo conforman. En consecuencia, podemos afirmar que el reglamento es una norma jurdica
emitida por autoridad pblica con alcance general de carcter obligatorio, subordinada a la ley y dirigida al bien comn de la nacin.
te integrante de la Administracin del Estado para efectos del Tt. II del mismo cuerpo normativo.
614
641
616
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617
643
contraponer las dos modalidades de potestad reglamentaria presidencial antes sealadas: i) los reglamentos presidenciales de ejecucin refieren a materias que, si bien no han sido reservadas en exclusiva por
la Constitucin al Legislador, ste ha normado ciertos contenidos de
las mismas. As, se trata de reglamentos caracterizados por una cierta
heteronoma consistente en que la ley ordena o autoriza su dictacin,
de lo que se sigue que no son perfectamente autnomos, y ii) los reglamentos presidenciales autnomos son aquellos que tienen por objeto normar materias que no han sido reservadas por la Constitucin
Poltica al legislador y respecto de las cuales la ley ha guardado silencio (praeter legem), esto es, no dependen de una voluntad superior que
los ha autorizado o atribuido. De all que el Presidente de la Repblica no se halla sujeto a un mandato superior en cuanto a la emisin o
no emisin de los reglamentos autnomos, salvo ciertamente exigencias del bien comn poltico. El calificativo de autnomo puede resultar un tanto equvoco no slo por la variedad de acepciones antes
indicadas, sino que tambin por el hecho de que la doctrina italiana
reserva la expresin autnomo para aquellas potestades cuyo ejercicio tiene por objeto regular al propio ente que las ostenta; en otras
palabras, se quiere significar una situacin de autorregulacin, lo que
ciertamente no ocurre en el caso de la potestad reglamentaria autnoma del Presidente de la Repblica.
Un ejemplo puede ilustrar cmo operara un reglamento presidencial de ejecucin. El art. 60 de la Constitucin, en su numeral 4,
alude a que slo son materia de ley: Las materias bsicas relativas al
rgimen jurdico laboral, sindical, previsional y de seguridad social. En el
caso de este precepto, el legislador agota su competencia en las dimensiones bsicas de alguna de las materias indicadas. Sin embargo,
alguna de esas materias puede ser objeto de un reglamento presidencial de ejecucin en tanto se trate de aplicar algn aspecto de esa materia que no revista el carcter de fundamental. De esta forma,
legislador y Presidente de la Repblica pueden compartir una misma
materia: el primero la regla en sus aspectos bsicos o fundamentales,
en tanto el segundo la norma mediante su potestad reglamentaria de
ejecucin en asuntos ms bien accesorios u operativos.
El objeto del reglamento presidencial de ejecucin es coadyuvar
a la mejor aplicacin u operativizacin de ciertas leyes. As, mediante
la potestad reglamentaria de ejecucin, el Presidente de la Repblica
ha de dictar aquellos reglamentos que le sean ordenados por las leyes
o bien que le sean autorizados por el legislador, caso este ltimo en
que el propio Presidente ha de ejercitar un juicio prudencial de oportunidad y contenido para alcanzar la mejor ejecucin u operativizacin de tales leyes. Por contraste, el objeto del reglamento presidencial
644
autnomo es normar un mbito de actividad no subordinado a ley alguna, en el sentido que tal mbito no es privativo de ley ni se busca
operativizar una ley. Tanto el reglamento de ejecucin como el autnomo exhiben una comn naturaleza jurdica: un acto normativo emanado del Presidente de la Repblica con carcter general, unilateral
e imperativo.618
6.1.3.3. Origen de la potestad reglamentaria autnoma del Tribunal
645
SILVA CIMMA, Enrique, Derecho administrativo chileno y comparado, tomo II, p. 244,
Editorial Jurdica de Chile, Santiago, edicin de 1969. En su edicin homnima de 1996,
p. 176, Editorial Jurdica de Chile, Santiago, el autor arriba a idnticas conclusiones,
manteniendo la literalidad de la cita transcrita en el cuerpo de nuestro trabajo.
620
Este argumento fue esgrimido por la Diputada Guzmn, en presentacin efectuada con fecha 22 de septiembre de 2003 ante el Tribunal Constitucional, para sustentar la idea de que la potestad reglamentaria conferida al Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia por el art. 18 del Proyecto de Ley de Reforma del Decreto Ley 211
adoleca de un vicio de inconstitucionalidad. El Tribunal Constitucional, en fallo de 7
de octubre de 2003, rechaz la inconstitucionalidad del mencionado art. 18, numeral 3.
646
cuanto tiene por objeto la conservacin del orden pblico en el interior y la seguridad externa de la Repblica, de acuerdo con la Constitucin y las leyes.
(el subrayado es nuestro). En consecuencia, la Constitucin y las leyes pueden generar importantes excepciones al principio de que el gobierno y la administracin del Estado corresponden al Presidente de la
Repblica. Esta posibilidad fue expresamente reconocida por un insigne administrativista chileno de inicios del siglo XX que, por lo dems,
fue un gran estudioso de la potestad reglamentaria, quien afirm:
Se conoce bajo la denominacin de potestad o facultad reglamentaria la que tiene el Poder Ejecutivo para decretar disposiciones que faciliten la aplicacin de las leyes y las que ejercen tambin en virtud de
autorizacin legal otras entidades administrativas, para dictar normas
obligatorias, ms o menos generales o restringidas, de aplicacin comn,
que crean, modifican o extinguen vnculos jurdicos, y cuyo cumplimiento o infraccin puede perseguirse ante los Tribunales de Justicia..621
Si bien esta definicin no contempla la denominada potestad reglamentaria autnoma del Presidente de la Repblica, a la sazn no
reconocida constitucionalmente, tiene la virtud manifiesta de dejar en
claro que la potestad reglamentaria de los entes administrativos autnomos emana de la ley y no de una delegacin presidencial, como
errneamente interpretara con posterioridad el profesor Silva Cimma.
La ley es una fuente dotada de perfil propio en el sentido que si
bien debe respetar la Constitucin, en trminos de no contravenirla,
puede perfectamente reglar materias en las cuales la Constitucin permanece silente (praeter constitucionem) o bien materias que le han sido
encomendadas por la Constitucin (secundum constitucionem). En otras
palabras, la ley no es una fuente normativa exclusivamente de ejecucin de la Constitucin; puede innovar respecto de los silencios guardados por la Constitucin, en tanto respete todos y cada uno de los
principios y derechos fundamentales contemplados en sta. En el tpico que nos ocupa, el antes citado art. 24, inciso segundo, autoriz
expresamente a la ley para establecer lmites a la autoridad del Presidente de la Repblica en el gobierno del Estado. Es esto lo que realiza la ley, que hemos denominado orgnica, cada vez que crea un
ente pblico autnomo y asigna a este ltimo una potestad reglamentaria propia relacionada con la administracin del Estado.
En trminos analgicos, as como cada vez que el legislador crea
un tribunal especial, desprende y segrega de los tribunales ordinarios
una parte de su competencia, en cada oportunidad que el legislador
621
1922.
647
1973. En conformidad con el art. 18, numeral 3) de dicho cuerpo normativo, el Tribunal Antimonoplico se halla dotado, entre otras atribuciones, de una potestad reglamentaria externa o dirigida a terceros.
No existe en dicho cuerpo normativo ni en algn otro referencia alguna a una delegacin de potestades reglamentarias presidenciales
en favor del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia para ser
ejercitadas en el mbito antimonoplico; por tanto, no puede haber
tenido lugar esa delegacin, puesto que las delegaciones implcitas o
fictas son inconstitucionales y, por tanto, imprescriptiblemente nulas
de Derecho pblico.
3) Adicionalmente, surge la pregunta de si es posible delegar una
funcin no ya transferir un derecho en su integridad, sin limitar tal
delegacin a una materia perfectamente especificada y por un tiempo predeterminado, como acontece con los decretos con fuerza de
ley.622 En efecto, ms all de las exigencias de formalidad del principio de la vinculacin positiva, podra el Presidente de la Repblica
delegar in integrum y sine die una funcin consistente en ejercitar una
potestad reglamentaria destinada a la tutela y preservacin de la libre
competencia? Ello no parece posible cuando las funciones se confieren constitucionalmente a personas u organismos perfectamente determinados, entregndoseles las potestades pblicas necesarias para el
cumplimiento de esas funciones con miras al bien comn nacional y,
por consiguiente, hacindolas responsables por la realizacin de sus
cometidos. La integridad de una funcin no puede ser objeto de delegacin; cosa diversa es una delegacin parcial y para objetos perfectamente acotados.
4) Si tal delegacin hubiere existido y supuesto que sta fuese vlida, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia carecera de la
necesaria independencia para emitir reglamentos autnomos que obliguen o impongan restricciones, entre otros destinatarios, a reparticiones pblicas dependientes del Presidente de la Repblica. Esto resulta
evidente, puesto que dado que entre los potenciales transgresores de
tales reglamentos autnomos pueden hallarse autoridades pblicas
dotadas de potestades normativas infralegales (incluso infrarreglamentarias) que dependen del Presidente de la Repblica, no podra el delegatario el Tribunal Antimonoplico prohibir o restringir los actos
del delegante y sus colaboradores: el Presidente de la Repblica y las
reparticiones pblicas que de l dependen. Formulado de otra mane-
622
Art. 61, Constitucin Poltica de la Repblica. La autorizacin para dictar Decretos con Fuerza de Ley no podr exceder del plazo de un ao y deber sealar las
materias precisas sobre las que recaer dicha delegacin.
649
dad ante la Contralora General de la Repblica. Por lo tanto, no puede tratarse de la misma potestad reglamentaria autnoma que ostenta el Presidente de la Repblica.
6) Resulta interesante recordar una jurisprudencia del Tribunal
Constitucional sobre el origen de la potestad reglamentaria de los rganos constitucionales, aunque referida al Banco Central de Chile que,
como es sabido, exhibe una autonoma de rango constitucional. Resolvi el Tribunal Constitucional:
15. Que de todo lo dicho precedentemente resulta incuestionable que al Presidente de la Repblica le corresponde ejercer el gobierno y la administracin del Estado dentro del marco que la Constitucin
establece y, en consecuencia, con las limitaciones que ella contempla;
como asimismo, que el Banco Central por mandato de la Constitucin,
es un organismo autnomo, cuya composicin, organizacin, funciones y atribuciones, le corresponde determinarlas a una ley orgnica
constitucional y 19. Que pretender que el Banco Central est sujeto
al poder jerrquico del Presidente de la Repblica sera inconstitucional, pues la Constitucin lo crea como ente autnomo.623
Si bien esta sentencia no es aplicable al caso que nos ocupa, esto
es el de la potestad reglamentaria autnoma del Tribunal Antimonoplico, puesto que este ltimo ente, en cuanto administrativo, no est
afecto al principio de la divisin de poderes que separa al Presidente
de la Repblica del Banco Central de Chile, es importante observar
que, mutatis mutandi, el argumento contenido bajo el numeral 19 transcrito resulta aplicable a nuestro caso. En efecto, pretender que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia est sujeto al poder
jerrquico del Presidente de la Repblica sera inconstitucional, pues
la ley el Decreto Ley 211, de 1973 lo crea como ente autnomo, segn lo prueba el art. 5 de este cuerpo normativo: El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia es un rgano jurisdiccional especial e
independiente, sujeto a la superintendencia directiva, correccional y econmica de la Corte Suprema, cuya funcin ser prevenir, corregir y sancionar los
atentados a la libre competencia.
Cul es el fundamento de la autonoma del Tribunal Antimonoplico?
En cuanto ente dotado de potestades jurisdiccionales, no cabe
duda de que es el principio de la divisin de poderes el que separa al
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia del Presidente de la Re623
Sentencia del Tribunal Constitucional de 20 de septiembre de 1989, considerandos 15 y 19, Rol N 78, en LARRAN CRUZ, Rafael, Fallos del Tribunal Constitucional
pronunciados entre el 23 de diciembre de 1985 y el 25 de junio de 1992, p. 208, Editorial Jurdica de Chile, 1993.
651
pblica e impide a este ltimo inmiscuirse en la actividad judicial antimonoplica. As lo deja en claro el art. 5 del Decreto Ley 211, de
1973, al sealar que dicho tribunal es un rgano jurisdiccional, especial e independiente y que se halla sujeto a la superintendencia de la
Corte Suprema.
Sin embargo, este nuevo artculo quinto del Decreto Ley 211, que
pretende describir la naturaleza del Tribunal Antimonoplico, olvida
un importante aspecto de este ltimo: sus potestades administrativas,
entre las cuales destaca la potestad reglamentaria que ms adelante
tendr que reconocer, entre las funciones de aqul, el art. 18, numeral 3. As como las cosas son lo que son y no lo que el legislador cree
que son, este singular tribunal tiene enquistada, desde sus orgenes
en el Derecho chileno, una potestad pblica caracterstica de los ms
importantes entes administrativos: una potestad reglamentaria de carcter interno y externo. Por lo anterior, cabe afirmar que este Tribunal Antimonoplico ostenta potestades de tribunal y de ente
administrativo, confirmando que el principio constitucional de la divisin de poderes nunca se ha realizado en forma acabada ni ha sido
llevado hasta sus ltimas consecuencias.
De all que la autonoma del Tribunal Antimonoplico puede ser
analizada desde la ptica de un rgano jurisdiccional o bien desde la
perspectiva de un ente administrativo. Nos limitaremos, de momento, a este ltimo aspecto.
En cuanto ente administrativo dotado de potestad reglamentaria,
resulta necesario efectuar algunas precisiones. La autonoma de la potestad reglamentaria del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia puede ser tomada en dos sentidos (excluimos a estos efectos la
particular acepcin que la doctrina italiana confiere al vocablo autonoma):
i) En cuanto a si tiene por objeto dar ejecucin al Decreto
Ley 211, en trminos de operativizar sus preceptos especficos,
situacin que pareciera pacfica a la luz de dicho cuerpo normativo. En efecto, no hallamos pasaje alguno del Decreto
Ley 211 que ordene el ejercicio de la potestad reglamentaria
externa al Tribunal Antimonoplico en alguna materia especfica para la puesta en prctica del Decreto Ley 211. No
obstante lo anterior, el art. 18 de dicho cuerpo normativo prescribe que el Tribunal Antimonoplico tiene la atribucin y el
deber de dictar instrucciones de carcter general de conformidad a la ley. Lo anterior, ciertamente slo significa que la
potestad reglamentaria externa de dicho organismo debe ceirse al Decreto Ley 211 en la emisin de reglamentos antimonoplicos, pero en manera alguna se quiere indicar que esa
652
potestad reglamentaria externa tiene por objeto poner en ejecucin determinados preceptos de la legislacin antimonoplica. As, queda entregada a la discrecionalidad del Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia la oportunidad, contenidos y alcances de la respectiva actividad reglamentaria externa, naturalmente que todo ello dentro de un marco de respeto
no slo del Decreto Ley 211, sino que de todo el orden jurdico. Algo diverso ocurre con la potestad reglamentaria interna
del Tribunal Antimonoplico, materia en la cual es posible
hallar preceptos del Decreto Ley 211 que ordenan el ejercicio de aqulla; y
ii) En cuanto a si es independiente de la potestad reglamentaria
autnoma presidencial. En ningn pasaje del Decreto Ley 211
se seala que la potestad reglamentaria del Tribunal Antimonoplico, sea externa o interna, es derivativa de la potestad
homnima presidencial ni que se halla subordinada a esta ltima. En otras palabras, si bien no existe una independencia
constitucional que distancie al Presidente de la Repblica del
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, en cuanto ente
dotado de potestades administrativas, s que ha de existir entre ellos una independencia de orden funcional y con miras
al buen desempeo del Tribunal Antimonoplico en su actividad reglamentaria tutelar de la libre competencia. En efecto, no puede haber autonoma en esta segunda acepcin si
media delegacin, puesto que el delegante ha de demarcar el
contenido de lo delegado, restando espacio normativo a la autonoma y manteniendo algn grado de supervisin sobre el
delegatario, como aplicacin del principio de la jerarqua. Por
otra parte, la misma naturaleza del Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia y su frmula de designacin de integrantes que es la misma para este organismo en cuanto tribunal
especial conduce a la conclusin de que sta es independiente
del Presidente de la Repblica.
En conclusin, de lo expuesto inferimos que la interpretacin del
profesor Silva Cimma debe rechazarse por conducir a transgresiones
constitucionales al principio de la vinculacin positiva (adems de
transgresiones a la Ley General de Bases de la Administracin del Estado), por entraar una negacin de la independencia que ha de caracterizar al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia en la
emisin de reglamentos autnomos, por desconocer la realidad de los
controles de juridicidad que se aplican a tales reglamentos y por la
realidad de las leyes orgnicas que crean entes pblicos autnomos
de naturaleza administrativa.
653
Prescribe el inciso segundo del art. 5 de la Constitucin Poltica de la Repblica: El ejercicio de la soberana reconoce como limitacin el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Aun cuando nada prescribiera
la Constitucin Poltica sobre el particular, toda autoridad pblica tiene el deber de
respetar el Derecho natural, esto es, la naturaleza humana en cuanto principio de
operacin.
625
Art. 2, Ley 18.575, Orgnica Constitucional de Bases Generales de la Administracin del Estado: Los rganos de la Administracin del Estado sometern su accin a la Constitucin y a las leyes. Debern actuar dentro de su competencia y no
tendrn ms atribuciones que las que expresamente les haya conferido el ordenamiento
jurdico. Todo abuso o exceso en el ejercicio de sus potestades dar lugar a las acciones y recursos correspondientes.
654
tiene destinatarios, que son los propios integrantes del tribunal y sus
empleados y eventualmente pueden serlo todas aquellas personas que
ocurran ante ese rgano jurisdiccional solicitando justicia en la libre
competencia (el espectro de destinatarios depender del mbito del
auto acordado). Adicionalmente, las prescripciones constitutivas del
contenido de estos autos acordados son vinculantes y deben insertarse dentro del orden jurdico, respetando cabalmente las fuentes de
superior jerarqua y las materias reservadas a las competencias de otras
autoridades pblicas. Por ello es que dependiendo de la forma en que
esta potestad reglamentaria interna sea ejercitada por el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia puede o no entrar en colisin con
otras normas jurdicas, pudiendo lo cual ciertamente no corresponde a lo debido jurdicamente incluso llegar a lesionar importantes
derechos subjetivos de las personas que ocurran o pudieran ocurrir
ante ese tribunal o bien que presten servicios en favor de aqul.
Esta potestad reglamentaria interna tiene por objeto dar coherencia organizativa al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Dicha coherencia organizativa puede alcanzarse a travs de contenidos
diversos: i) autos acordados de mero orden y funcionamiento, y ii) autos acordados reguladores de procedimientos, los cuales exhiben una
cierta exterioridad o alteridad al afectar los derechos de terceros
que ocurran ante el Tribunal Antimonoplico. No obstante lo anterior, ese efecto sobre terceros no corresponde a la constitucin de relaciones jurdicas obligacionales entre el emisor y el destinatario de
las mismas hasta el punto de ser considerado potestad reglamentaria
externa. Ejemplos de autos acordados reguladores de procedimiento
lo constituyen el Auto Acordado N 02/2004, mediante el cual se dio
operatividad a la disposicin quinta transitoria de la Ley 19.911, y tambin el Auto Acordado N 03/2004, a travs del cual se da aplicacin
concreta a ciertos preceptos del Cdigo de Procedimiento Civil, de
conformidad con el art. 29 del Decreto Ley 211.
Asimismo, los autos acordados pueden tambin clasificarse en
aquellos que han de dictarse por mandato legal y aquellos cuya iniciativa queda entregada al tribunal respectivo. En el Decreto Ley 211
es posible observar diversas disposiciones que ordenan al Tribunal Antimonoplico la dictacin de autos acordados, v. gr., arts. 6, inciso
quinto;626 9, inciso primero; 13, inciso final, etc.
El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia emite sus propios autos acordados, los que con buen criterio no reciben la deno626
El mandato dispuesto por el legislador en el art. 6, inciso quinto, del Decreto
Ley 211 fue cumplido por el Tribunal Antimonoplico mediante la dictacin del Auto
Acordado N 01/2004.
656
minacin de resoluciones, sino que derechamente han sido denominados autos acordados o decretos econmicos.627 Un ejemplo
de ejercicio de esta potestad pblica por parte del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia anterior a la Ley 19.911, poca en la cual
aqul se denominaba Comisin Resolutiva, es el Auto Acordado N 42/
2002, de 27 de marzo de 2002. En virtud de este auto acordado se estableci la organizacin de una tabla semanal de los asuntos que se
encontraban bajo decreto autos en relacin. A partir del ao 2003,
estos autos acordados comenzaron a ser publicados en forma extractada en el Diario Oficial por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, lo cual fue un importante avance en su publicidad.628
Una vez instalado el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, creado por la Ley 19.911, que inici funciones con fecha 12 de
mayo de 2004, se ha procedido a la emisin de autos acordados siguiendo un nuevo orden correlativo que se inicia con el nmero uno y cautelando utilizar siempre la expresin auto acordado para identificar
esta importante fuente de Derecho. De todos estos autos acordados,
el que ha generado una mayor polmica ha sido el denominado Auto
Acordado N 05/2004, que ha sido comentado en cuanto a su contenido y alcances en el captulo de esta obra relativo a la potestad del
Tribunal Antimonoplico para absolver consultas.
Esta potestad reglamentaria interna resulta de gran importancia,
puesto que permite una eficiente organizacin del funcionamiento del
propio Tribunal Antimonoplico y, por esa va, asegurar el adecuado
cumplimiento de las funciones que el Decreto Ley 211 le ha encomendado.
B. FUNDAMENTO DE ESTA POTESTAD REGLAMENTARIA INTERNA
Cul es el fundamento de esta potestad pblica que ostenta el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia? Procede analizar la ley or627
Un ejemplo lo constituye el Decreto Econmico N 1/1998, en el cual se alude expresamente a las facultades econmicas del Tribunal Antimonoplico y se ordena la apertura de un libro de instrucciones y otro de decretos econmicos. Creemos
que estas instrucciones corresponden al ejercicio de potestad reglamentaria externa, que puede estar dirigida a terceros en general o bien a otros organismos antimonoplicos, en tanto que los decretos econmicos, corresponden a decisiones de
carcter interno.
628
Vase, por ejemplo, el Auto Acordado N 45/2003, relativo al feriado judicial
del Tribunal Antimonoplico, publicado en el Diario Oficial N 37.469 y el Auto Acordado N 5/2004, publicado en el Diario Oficial N 37.919 del 26 de julio de 2004, relativo a la tramitacin que debe drseles a las consultas y demandas o requerimientos
que se refieren a unos mismos hechos, actos o convenciones y que podran dar lugar
a procedimientos paralelos y a decisiones contradictorias.
657
gnica que crea este alto tribunal y determina sus potestades pblicas: el Decreto Ley 211, de 1973, con todas sus modificaciones. Si pasamos revista a este cuerpo normativo, pareciera que la fuente de esta
facultad econmica que permite al mencionado tribunal especial dictar autos acordados u otras normas de buen orden interno no se hallara mencionada en aqul, puesto que nada sobre el particular dice
el art. 18 de dicho cuerpo normativo, que es el que enumera las atribuciones y potestades del Tribunal Antimonoplico.
En la versin del Decreto Ley 211 preexistente a la reforma introducida por la Ley 19.911, de noviembre de 2003, caba recordar el pasaje en el cual se trataba la designacin de los miembros de este rgano
pblico, que ostentaban la calidad de Decanos: Los [integrantes] sealados en las letras d) y e) sern designados por sorteo ante el Presidente de
la Comisin, en conformidad a las normas internas que sta acuerde.629
El citado precepto qued derogado en noviembre de 2003. En el
texto vigente del Decreto Ley 211, a pesar del silencio que sobre la
materia guarda el art. 18, hemos hallado dos pasajes que podran servir de asidero a la mencionada potestad reglamentaria interna o econmica: En caso de ausencia o impedimento del Presidente del Tribunal, ste
sesionar bajo la presidencia de uno de los restantes miembros titulares de acuerdo al orden de precedencia que se establezca, mediante auto acordado del Tribunal (art. 6, letra b), inciso quinto).
El tribunal dictar un reglamento interno en base al cual el Secretario Abogado calificar anualmente al personal. En contra de dicha calificacin, se podr recurrir de apelacin ante el Tribunal dentro del plazo de cinco das hbiles
contado desde la notificacin de la calificacin (art. 13, inciso sexto).
Estimamos que ambos preceptos vienen a reconocer en forma expresa al Tribunal Antimonoplico una potestad reglamentaria interna, que en ambos casos es aludida a travs de sus efectos: un auto
acordado y un reglamento interno. Ambas fuentes jurdicas importan
un carcter general, puesto que estn orientadas a organizar de mejor forma multitud de situaciones que se presenten, sea en relacin
con la presidencia del Tribunal Antimonoplico, sea en lo que respecta
al procedimiento de calificacin de personal a realizar anualmente.
En legislaciones tutelares de la Libre Competencia de ms reciente data, esta potestad reglamentaria interna suele exhibir un tratamiento ms directo y detallado. As, por ejemplo, el art. 24 de la Ley 25.156,
de Defensa de la Competencia de la Repblica Argentina, prescribe:
Son funciones y facultades del Tribunal Nacional de Defensa de
la Competencia: ...i) Elaborar su reglamento interno, que establece-
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658
630
659
otras palabras, esta potestad econmica no es de la esencia de la funcin judicial, pudiendo hallarse radicada en entes pblicos que no
guardan relacin alguna con el Poder Judicial. Esta potestad econmica tiene por finalidad la obtencin de una mayor eficacia en el desarrollo de su actividad, proveyendo al buen funcionamiento del
respectivo rgano o reparticin pblica.
C. LIMITACIONES DE ESTA POTESTAD REGLAMENTARIA INTERNA
Desde un punto de vista de la jerarqua normativa, los autos acordados se sitan bajo la Constitucin Poltica de la Repblica y las leyes
en sus diversas modalidades, puesto que como se ha sealado anteriormente son reglamentos. Estos reglamentos constituyen una fuente normativa infralegal que debe someterse a variedad de lmites, entre
los cuales se cuentan las materias que han sido reservadas al legislador o que han sido reguladas por ste. Esto es especialmente significativo en relacin con la funcin supletoria o colmativa de vacos
legales que se ha atribuido por la Excma. Corte Suprema a los autos
acordados de los tribunales de justicia.631
Por ltimo, estimamos que esta potestad reglamentaria interna
dista de exhibir un potencial de autoatribucin de potestades para
el propio Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, segn se ha
contemplado en el Derecho comparado.632 En otras palabras, estimamos que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia no podra
expandir su mbito de atribuciones por la va de dictar reglamentos
internos. En efecto, el principio de la juridicidad contemplado en nuestra Constitucin Poltica no permite una ampliacin de la rbita de
atribuciones del Tribunal Antimonoplico mediante el ejercicio de su
potestad reglamentaria interna, puesto que las potestades pblicas del
mismo quedan fijadas en forma previa y expresa por ley.
6.1.3.6. Potestad reglamentaria de carcter externo a organismos
631
Oficio N 3.354 de 2001 emitido por la Excma. Corte Suprema y dirigido al H.
Senado de la Repblica.
632
GARCA DE ENTERRA, Eduardo, Observaciones sobre el fundamento de la inderogabilidad singular de los reglamentos, pp. 292 y ss., en Legislacin delegada, potestad reglamentaria y control judicial, Editorial Tecnos, Madrid, 1981.
660
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661
634
Art. 39, letra b) del Decreto Ley 211 de 1973. La formulacin de este deber es
desafortunada, puesto que el mencionado precepto seala que el Fiscal Nacional Econmico representa el inters general de la colectividad en el orden econmico. La
anterior descripcin es ciertamente errnea, puesto que la funcin del Fiscal Nacional Econmico se limita y agota en la libre competencia, que es uno de los muchos
contenidos que integran el orden pblico econmico.
662
635
Una sntesis de este captulo fue expuesta por Domingo Valds Prieto el da
lunes 12 de mayo de 2003 ante las Comisiones Unidas de Constitucin, Legislacin y
Justicia y de Economa, Fomento y Desarrollo de la Cmara de Diputados, con el objeto de tratar el Proyecto de Ley que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (Boletn N 2944-03).
663
Fallo del Tribunal Constitucional del 07.10.2003, Rol N 391, considerando decimotercero. En dicho considerando se analiza la presentacin efectuada por la Diputada Mara Pa Guzmn Mena con fecha 22.09.2003, solicitando se declare la
inconstitucionalidad del art. 18, numeral 3, de la Ley 19.911 (fojas 161 a 169).
664
637
Presentacin efectuada por la Diputada Mara Pa Guzmn Mena con fecha
22.09.2003, en cuyo numeral 7, sec. A.2, incurre en el error difundido por el profesor
Silva Cimma, el cual consiste en creer que toda potestad reglamentaria corresponde
al Presidente de la Repblica por mandato constitucional, a menos que la Constitucin hubiese dispuesto expresamente algo diverso.
665
sera necesario justificar de manera clara y precisa qu materia es privativa del legislador en lo referente a la regulacin de actividades econmicas al tenor del art. 19, N 21, inciso primero, y cules no lo son.
No hay evidencia alguna en la historia fidedigna de este precepto constitucional, ni en su tenor literal ni en la sistemtica constitucional de
que slo ciertas actividades econmicas hayan quedado entregadas a la
regulacin legislativa y el resto no; tampoco provee demostracin alguna en tal sentido la vacilante jurisprudencia del Tribunal Constitucional al pronunciarse sobre el precepto constitucional en comento.
Lo que estimamos es el resultado de una confusin y se ha dado
en llamar reserva relativa no es sino una consideracin muy diferente
de lo anterior: la posibilidad de que normas reglamentarias puedan
operativizar o dar procedimientos a las normas legales que regulan las
actividades econmicas que no sean contrarias a la moral, al orden
pblico y a la seguridad nacional. Ello no entraa ninguna forma de
reserva relativa, porque la reserva sigue siendo privativa del legislador; lo que acontece es que ste siempre puede autorizar o requerir
complementos operativos o meramente accidentales a instancias reglamentarias que se limitarn a desarrollar la regulacin legal en el
sentido expuesto, pero jams alterarlas o vulnerarlas.
En efecto, lo anterior significa que tales normas reglamentarias o
administrativas no podrn nunca contravenir la reserva legislativa y ello
importa dos cosas: i) tales normas reglamentarias nunca pueden entrar en contradiccin con las respectivas disposiciones legales, y ii) tales normas reglamentarias no pueden innovar respecto de lo dispuesto
por los respectivos preceptos legales, v. gr., imponiendo requisitos que
tornen imposible, inoperante o mayormente gravosa la regulacin legal respectiva o bien ampliando o modificando el alcance de esas normas legales.
No puede ser otra la interpretacin de la disposicin del Decreto
Ley 211 art. 18, numeral 3 que consagra la potestad reglamentaria
externa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, sealando
que entre sus potestades pblicas se halla la de: Dictar instrucciones de
carcter general de conformidad a la ley, las cuales debern considerarse por
los particulares en los actos o contratos que ejecuten o celebren y que tuvieren
relacin con la libre competencia o pudieren atentar contra ella.
En efecto, esta disposicin plantea de conformidad con la ley y
ello no puede significar sino que el Decreto Ley 211 slo autoriza el
ejercicio de esta potestad reglamentaria en tanto guarde conformidad
con este cuerpo normativo y dems disposiciones legales. El guardar
coherencia con este cuerpo normativo significa respetar la garanta
constitucional de que la regulacin es privativa del legislador, por lo
que no puede contradecir o innovar respecto de lo establecido legis667
lativamente y, por tanto, slo puede tratar asuntos meramente operativos o accidentales en relacin con el Decreto Ley 211. As, no cabe
leer esta expresin de conformidad con la ley como un reenvo o
delegacin que efecta el legislador antimonoplico en favor de la
potestad reglamentaria externa antimonoplica a ser ejercitada por el
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Ello significara burlar
la reserva legislativa que el constituyente ha establecido para la regulacin de las actividades econmicas.
De all que afirmemos nuestra particular interpretacin de la relacin entre la potestad legislativa y la potestad reglamentaria en lo
que atae a la regulacin de las actividades econmicas al tenor de la
garanta constitucional en comento: una relacin de substancia a accidente. Esta relacin de substancia a accidente ha de predicarse analgicamente respecto de la regulacin de actividades econmicas
efectuada por la ley (que ciertamente incluye el Decreto Ley 211 de
1973) y la regulacin efectuada por los reglamentos antimonoplicos
emitidos por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Cabe recordar que en el ente se distingue substancia y accidente
(ontolgico), pudiendo este ltimo subclasificarse en propiedad y
accidente (lgico). El accidente ontolgico se contrapone a la substancia por el hecho de que mientras sta tiene la capacidad de ser en
s (imagnese un ser humano), aqul carece de la capacidad de ser
en s (imagnese el pensar de un ser humano). As, como no hay pensar sin sujeto pensante, no puede haber accidente ontolgico sin substancia.
La distincin entre propiedad y accidente lgico da cuenta de
dos modalidades del accidente: la propiedad es un accidente consistente en una determinacin que se deriva de la substancia propia del
sujeto o substancia, en tanto que el accidente lgico puede convenirle o no a una substancia, puesto que no es un aspecto de esta ltima
ni se deriva de ella.
Expuesto lo anterior, estimamos que la relacin entre ley regulatoria de una actividad econmica y reglamentacin de la misma por
un reglamento antimonoplico es de orden substancial a accidente
ontolgico. Fundamos la razn de esta relacin en que el reglamento
antimonoplico no puede operar all donde no hay ley regulatoria;
as, mientras esta ltima puede ser en s, el reglamento antimonoplico slo puede existir en funcin y como mera determinacin de tal
ley regulatoria.
Aclarado que el reglamento antimonoplico es un accidente ontolgico, surge la pregunta de si el reglamento antimonoplico deber considerarse una propiedad o bien un accidente lgico de la ley
regulatoria de una actividad econmica. Estimamos que, sin lugar a
668
dudas, se trata de una propiedad de la ley reguladora de la actividad econmica. En efecto, la reglamentacin antimonoplica en comento es una determinacin derivada de la ley regulatoria de una
actividad econmica y en cuanto derivacin: i) no puede contravenir
lo dispuesto por la ley regulatoria; ii) no puede innovar, sino slo derivar de lo dispuesto por la ley regulatoria; iii) no puede ir ms all
de la ley regulatoria, puesto que en sta halla la reglamentacin antimonoplica su existencia y razn de ser; iv) a estos efectos, la reglamentacin antimonoplica es ms la propia ley reguladora que una
fuente normativa autnoma, y v) como corolario de lo anterior, si fuese
derogada la ley reguladora, la reglamentacin respectiva devendr
inaplicable u obsoleta.
As, slo lo accidental de la regulacin legal de una actividad econmica puede quedar encomendado a la potestad reglamentaria externa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Dado que el
accidente inhiere en la substancia y el accidente es ms de un ente
que un ente segn ensea la Metafsica,638 resulta lgico tolerar una
cierta reglamentacin de las garantas constitucionales por entes pblicos autnomos, particularmente del derecho a desarrollar una actividad econmica de intercambio por el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia, en la medida que aquella reglamentacin se cia
a aspectos meramente incidentales y puramente operativos, en conformidad con los parmetros antes explicados.
De all que no sea lo mismo regular que reglamentar. El trmino
regular alude a dar orden a un conjunto de actividades y dar orden
no es otra cosa que ajustar una pluralidad de cosas a un fin; lo ajustado son, en la especie, las actividades econmicas, las cuales han de ser
ordenadas con miras al bien comn nacional. Dada la trascendencia
de esa ordenacin que ha de cuidar la esencia del derecho a desarrollar una actividad econmica y preservar su armona con el bien comn poltico, resulta de toda lgica que tan alta misin haya quedado
encomendada en forma privativa al legislador. Por contraste, la expresin reglamentar alude a dar reglamento a una cosa o actividad, lo
cual significa dar forma operativa o meramente ejecutiva por una autoridad pblica infralegal a aquello que la ley ya ha determinado.
En sntesis, las actividades econmicas que no sean contrarias a la
moral, al orden pblico o a la seguridad nacional, slo podrn ser reguladas por el legislador y reglamentadas, en los trminos explicados
mediante la analoga de la relacin de substancia a accidente, por au-
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Vase VALDS PRIETO, Domingo, La paradoja del monopolio de privilegio contemplado en el Decreto Ley 211, de 1973, Ius Publicum N 8, Santiago de Chile, 2002.
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les para superar estas situaciones. Esta potestad administrativa que estudiaremos en el captulo pertinente es la denominada potestad requisitoria, mediante la cual el Tribunal Antimonoplico solicita o
requiere, en trminos no vinculantes u obligatorios, la dictacin, modificacin o derogacin de aquellos preceptos legales o reglamentarios
que requiera o vulneren la libre competencia, segn corresponda.
El hecho de que se hallen incluidos entre los objetos de la potestad requisitoria los reglamentos, implica que el Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia puede seguir varias alternativas respecto de
un reglamento emitido por otra autoridad pblica y que sea conculcador de la libre competencia:
a) En el mbito administrativo, ejercitar la potestad requisitoria y
solicitar la modificacin o derogacin del respectivo reglamento conculcador de la libre competencia.
b) En el mbito judicial, ejercitar la potestad jurisdiccional y sancionar a la autoridad pblica dotada de potestad reglamentaria por
infraccin al artculo tercero, inciso primero, del Decreto Ley 211 mediante la emisin del referido reglamento.
c) En el mbito judicial, proceder el Fiscal Nacional Econmico
al ejercicio de la accin de nulidad de derecho pblico ante los tribunales ordinarios de justicia por transgresin de los arts. 6 y 7 de la
Constitucin Poltica, en la forma particular de infraccin del art. 4
del Decreto Ley 211, de 1973.641
As, arribamos a la conclusin de que las autoridades pblicas en
cuanto emisoras de reglamentos no son destinatarias de la potestad
reglamentaria de que se halla dotado el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Quines son, entonces, destinatarios de esa potestad reglamentaria del Tribunal Antimonoplico?
2) Son destinatarios de esta potestad reglamentaria externa, emanada del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, cuyo objeto
es alcanzar a terceros, todas aquellas autoridades pblicas que emitan
normas infrarreglamentarias conculcadoras de dicho bien jurdico tutelado. De estas normas infrarreglamentarias deben excluirse las sentencias y resoluciones judiciales de los tribunales de justicia que se
encuentren en la situacin descrita por el art. 73 de la Constitucin
Poltica de la Repblica, en razn de que por el principio de la divisin de poderes no pueden ser alcanzados por una potestad reglamentaria dotada de alteridad, aunque sta emane del propio Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia, que es un tribunal especial. La ra641
673
zn es evidente: el Tribunal Antimonoplico al ejercitar sta su potestad reglamentaria externa no est operando en cuanto tribunal sino
que en cuanto ente administrativo y como tal no puede ejercer funciones judiciales, avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos
o contenidos de sus resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos.
De lo anterior se sigue que son destinatarios de la potestad reglamentaria externa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia
las autoridades pblicas en cuanto emisoras de normas infrarreglamentarias y que no correspondan a actividad propiamente jurisdiccional.
Si bien es cierto que el reglamento antimonoplico no puede ejercer
funciones judiciales, ello no significa que aquel reglamento no se incorpore al ordenamiento jurdico y como tal no deba ser considerado vinculante al momento de emitirse una sentencia o resolucin
judicial. Lo anterior no es sino otra forma de sealar una actividad
administrativa infrarreglamentaria; as, los actos administrativos particulares y la actividad administrativa material de las autoridades pblicas quedan alcanzados por la potestad reglamentaria externa del
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Las autoridades pblicas dotadas de potestades pblicas infrarreglamentarias y jurisdiccionales debern siempre dar cumplimiento a
la legislacin antimonoplica, nocin en la que se incluyen los reglamentos externos emitidos por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Es preciso observar que no siempre resulta fcil identificar los actos administrativos infrarreglamentarios de un rgano constitucional
o de un ente pblico autnomo para determinar su subordinacin a
los reglamentos externos emitidos por el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia. En otras palabras, es tal la diversidad de potestades pblicas infralegales que es posible observar al interior de un determinado ente pblico autnomo u rgano constitucional dotado de
autonoma,642 que ello dificulta la determinacin de en qu casos tendra prevalencia la potestad reglamentaria externa del Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia y en cules aqulla habra de ceder
paso a un lmite jerrquico, cronolgico o de especialidad. No obstante lo anterior, consideramos que el principio general ha de ser el
de la obligatoriedad y prevalencia de la potestad reglamentaria externa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia por sobre todas
642
Vase, por ejemplo, el caso del Banco Central de Chile. Este importantsimo
ente pblico autnomo, de rango constitucional, puede emplear para alcanzar sus fines especficos las siguientes fuentes normativas: acuerdos que pueden ser generales
o especiales, reglamentos, resoluciones, rdenes e instrucciones (arts. 11, 69 y 83,
Ley 18.840, Orgnica Constitucional del Banco Central de Chile).
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643
675
gulador de un mercado relevante y competidor en dicho mercado no obedece a una hiptesis resultante de un trasnochado ejercicio acadmico, sino que es posible apreciarla en nuestro
propio orden jurdico, como acontece con el Banco Central de
Chile que regula el mercado cambiario e interviene en el mismo como un significativo monopolista de la divisa.
Cabe observar que, segn ya habamos advertido, en la prctica
este eventual conflicto normativo entre la potestad reglamentaria del
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y organismos administrativos dotados de potestades infrarreglamentarias suele ser de rarsima ocurrencia, puesto que ello se evita mediante el ejercicio de esa
otra potestad pblica de que se halla premunido el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, que hemos denominado potestad requisitoria. Si bien es cierto que sta ha sido diseada slo para normas
legales y reglamentarias y no para actos administrativos particulares,
en la prctica se ha empleado para solicitar la modificacin o revocacin de estos ltimos, aunque no revistan la calidad de reglamentos.
3) Asimismo, son destinatarios de la potestad reglamentaria antimonoplica las personas pblicas no las autoridades pblicas, a las
cuales ya nos hemos referido y las personas privadas que desarrollan
actividades econmicas susceptibles de constituir atentados a la libre
competencia.644 Estas personas pblicas son competidores carentes de
potestades pblicas, pero se hallan regidas por el Derecho pblico,
persiguen finalidades destinadas a satisfacer necesidades pblicas, el
rgimen de sus empleados y sus bienes ha sido determinado por una
ley de qurum calificado y exhiben entre sus propietarios organismos
estatales, as como algn privilegio para competir derivado de su naturaleza pblica. Esto ltimo ciertamente debe ser analizado a la luz
de la Constitucin Poltica de la Repblica.
Un ejemplo de persona regida por el Derecho pblico, generalmente denominada empresa pblica del Estado, y no constitutiva de
autoridad pblica, son el Banco del Estado de Chile, Codelco o Empresa de Correos de Chile. Estas empresas pblicas si bien gozan de
un estatuto de Derecho pblico compiten contra empresas regidas por
el Derecho privado. De all que importara una gravsima discrimina644
As, por ejemplo, no puede haber atentados a la libre competencia all donde la
competencia est vedada. Un ejemplo de un grave error legislativo sobre el particular es
el expuesto en el art. 70 de la Ley de Servicios Sanitarios: La coordinacin de las empresas prestadoras, sus administradores, directores o empleados, as como cualquier otro
acto o convencin tendiente a distorsionar o encubrir la informacin de costos de prestacin del servicio con el fin de influir en la obtencin de tarifas ms altas en el proceso
de fijacin tarifaria, ser considerado como contrario a la libre competencia.
676
cin arbitraria el que, por ejemplo, todas las empresas de correo privadas fuesen objeto de las exigencias de un reglamento emitido por
el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y no lo fuese Correos
de Chile, persona jurdica de Derecho pblico que bajo la excusa
de asegurar el servicio postal universal ostenta un monopolio de derecho consagrado en su propia ley orgnica. Lo anterior importara
una doble infraccin constitucional: se vulnerara la garanta de la no
discriminacin arbitraria en el trato que deben dar el Estado y sus organismos en materia econmica, considerndose que a estos efectos
el Tribunal Antimonoplico es un organismo del Estado y, adicionalmente, se quebrantara el mandato del inciso segundo del art. 19, N 21
de la Constitucin Poltica que manda que todas las actividades empresariales desarrolladas por el Estado se sometan a la legislacin comn aplicable a los particulares, salvas las excepciones que establezca
justificadamente una ley de qurum calificado.
As, la definicin de los destinatarios de esta potestad normativa
externa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia est, a nuestro juicio, defectuosamente construida en el texto del Decreto Ley 211,
puesto que omite toda suerte de personas pblicas al referirse exclusivamente a los particulares. En efecto, lo particular suele contraponerse a aquello que es de uso o propiedad pblica. Segn lo expuesto,
no slo las personas privadas, sino tambin las personas pblicas pueden ser objeto de la normativa general antimonoplica.
Entre tales personas pblicas hemos distinguido dos categoras: las
empresas pblicas y las autoridades pblicas. En lo concerniente a estas ltimas ya hemos explicado que no constituyen destinatarios de la
potestad reglamentaria externa del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia sino en cuanto emisoras de normas infrarreglamentarias
y no jurisdiccionales de conformidad con el art. 73 de la Constitucin
Poltica de la Repblica o bien en su calidad de autoras de lo que el
Derecho administrativo ha denominado actividad material. En lo que
respecta a las empresas pblicas, stas no estn eximidas del cumplimiento de la legislacin antimonoplica y, por tanto, tampoco estn
liberadas de dar cumplimiento a las normas dotadas de alteridad o instrucciones de carcter general que son emitidas por el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia.645
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diseadas para captar una razonable y posible pluralidad de destinatarios y no pretender resolver un caso particular por esta va. Asimismo,
no basta su generalidad, sino que los preceptos han de estar razonablemente construidos a fin de evitar una discriminacin arbitraria entre
competidores o autoridades pblicas destinatarias de tales disposiciones.
La otra referencia que contiene el Decreto Ley 211, de 1973, a la
potestad reglamentaria del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, describe aqulla como dirigida a particulares en los actos o contratos que ejecuten o celebren y que tuvieren relacin con la libre competencia o
pudieren atentar contra ella....
Esta descripcin no slo es defectuosa al aludir a particulares, segn qued demostrado, sino que tambin es defectuosa al limitarse a
actos y contratos y omitir los hechos, que en la jurisprudencia antimonoplica, tanto judicial como administrativa, han demostrado ser
tanto o ms abundantes e importantes que los actos y contratos. En
efecto, un sinnmero de conculcaciones a la libre competencia se verifica mediante hechos, segn hemos explicado al analizar el tipo universal antimonoplico formulado por el artculo tercero, inciso
primero del Decreto Ley 211, de 1973. Bajo la voz hechos no slo
se comprenden acciones u omisiones de particulares y personas pblicas, sino tambin actos administrativos y actividad material de autoridades pblicas.
E. LMITES DE LA POTESTAD REGLAMENTARIA EXTERNA
En sntesis, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia debe ejercitar su potestad reglamentaria externa cuidando en todo momento
de dar cabal respeto a los principios y garantas constitucionales y a
toda otra disposicin constitucional y legal, as como a los principios
generales del Derecho, cualquiera que sea su recepcin positiva en el
sistema jurdico.
El lmite intrnseco y manifiesto de esta potestad reglamentaria
externa es la libre competencia; todo aquello que no corresponda a
este fundamental bien jurdico protegido, no constituir sino una desviacin de poder y una transgresin del principio de juridicidad por
parte del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Lo anterior
entraa seis rdenes de lmites para el Tribunal Antimonoplico en
el ejercicio de su potestad reglamentaria externa:
i) Aquellas materias que, no obstante referirse a la libre competencia, se hallan reservadas a otras formas de autoridad pblica: el constituyente, el legislador646 o el Presidente de la
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los cuales este mismo tribunal ejercita su potestad reglamentaria. Esta situacin, que acontece en la prctica, es lo que analizaremos bajo el ttulo de resoluciones mixtas en el captulo
siguiente. Parecera que el ejercicio de potestad reglamentaria externa con motivo de un proceso judicial antimonoplico no viola el art. 73 de la Constitucin Poltica de la Repblica
por oposicin a lo que podra pensarse a primera vista puesto que se tratara del mismo rgano jurisdiccional (Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia) que emite un reglamento administrativo coherente y confirmatorio de la respectiva
sentencia judicial antimonoplica, en virtud de la potestad reglamentaria que tiene asignada en virtud del Decreto Ley 211.
As, podra estimarse que no hay desconocimiento de lo resuelto judicialmente que es lo que prohbe el art. 73 citado,
sino ms bien un complemento de carcter general, en la forma
de un reglamento dotado de alteridad, de lo fallado judicialmente. Por ello, la antigua Comisin Resolutiva, predecesora
del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia sola emitir
reglamentos antimonoplicos conjuntamente y con motivo de
sus fallos judiciales en asuntos de extraordinaria importancia
para un determinado mercado relevante. Dicha posibilidad ya
no existe, puesto que la sentencia antimonoplica y el reglamento antimonoplico exhiben, luego de la reforma introducida por
la Ley 19.911, procedimientos diversos y con estructuras incompatibles.
iv) Los derechos subjetivos y situaciones jurdicas que dan lugar
a derechos adquiridos en favor de personas pblicas o privadas. Dan lugar a importantes restricciones como son la irretroactividad de los reglamentos antimonoplicos 647 y la
prohibicin de discriminacin arbitraria.
v) Especial mencin exigen los derechos fundamentales garantizados por la Constitucin, los cuales, por su trascendencia para
el bien comn poltico, gozan de un estatuto singular. De conformidad con el art. 19, N 26 de la Constitucin Poltica, el
legislador no puede afectar los derechos fundamentales en su
esencia ni impedir su libre ejercicio; por tanto, toda regulacin legal de los derechos fundamentales exhibe la doble restriccin antes indicada: respetar la esencia y cautelar su libre
ejercicio. A la limitacin anterior se aade la de que la regu-
647
Art. 52, Ley 19.880 que Establece bases de los procedimientos administrativos
que rigen los actos de los rganos de la Administracin del Estado.
681
lacin legal de los derechos fundamentales no puede ser delegada en la potestad reglamentaria del Presidente de la Repblica y si una ley as pretendiere hacerlo, dicha autorizacin
sera inconstitucional.648 De lo expuesto se sigue que la regulacin de los derechos fundamentales slo puede quedar entregada al legislador, ya que la Constitucin prescribe que slo
son materia de ley aquellas que la Constitucin exija sean reguladas por una ley y la exigencia de que tal regulacin slo
proceda de una ley mana de la prohibicin contemplada en
la Carta Fundamental de delegacin en el Presidente de la
Repblica. La conclusin anterior debe ser contrastada con la
garanta del art. 19, N 21 de la Constitucin Poltica que contempla el derecho a desarrollar cualquier actividad econmica que no sea contraria a la moral, al orden pblico o a la
seguridad nacional, respetando las normas legales que la regulen. De all que la regulacin de dicha garanta ha de quedar entregada al legislador. Si bien resulta lgico tolerar una
cierta regulacin de las garantas constitucionales por entes
pblicos autnomos, ello ha de ceirse a aspectos meramente incidentales y puramente operativos, de forma tal de no conculcar la garanta antes indicada y el principio fundamental
de que la substancia de la regulacin de una actividad econmica compete al legislador y no puede ser delegada ni al Presidente de la Repblica ni a las potestades infralegales de
autoridad pblica alguna. Lo que est prohibido al legislador
delegar en el Presidente de la Repblica, por la misma razn
ha de estar prohibido en su delegacin a un ente pblico autnomo que forma parte integrante de la administracin del
Estado. De all que no pueda el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, en ejercicio de su potestad reglamentaria
externa, regular la substancia de las actividades econmicas,
ni siquiera bajo pretexto de tutelar la libre competencia, puesto que ello ha quedado entregado por expreso mandato del
art. 19, N 21, inciso primero, al legislador.
vi) El principio de la tipicidad en materia infraccional, en virtud
del cual el tipo universal antimonoplico o cualquier otro especial que se construyese al efecto no puede ser complementado por la potestad reglamentaria externa del Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia, puesto que ello conducira
648
682
a un verdadero tipo contravencional en blanco, con la consecuente violacin del principio antes indicado.649
F.
649
Es ilustrativo al efecto el fallo del Tribunal Constitucional, Rol N 244, de 26
de agosto de 1996, cuyo considerando 12 dispone: Que, de esta forma, la Constitucin precisa de manera clara que corresponde a la ley y slo a ella establecer al menos
el ncleo esencial de las conductas que se sancionan, materia que es as de exclusiva y
excluyente reserva legal, en trminos tales que no procede a su respecto ni siquiera la
delegacin de facultades legislativas al Presidente de la Repblica, en conformidad con
lo que dispone el art. 61, inciso segundo de la Constitucin Poltica.
683
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Con mucho acierto se propuso una interesante alternativa de transparencia respecto de todas las resoluciones no slo de aquellas que dan cuenta del ejercicio de la
potestad reglamentaria que hayan sido emitidas y que a futuro emita el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia. Dicha frmula consista en la ordenada publicacin
de tales resoluciones en internet, permitiendo su mejor conocimiento por la ciudadana. DOMPER, Mara de la Luz y BUCHHEISTER, Axel, Tribunal de la Competencia. Modificaciones a la institucionalidad antimonopolio, Serie Informe Econmico N 133,
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Sentencia N 07/2004, considerando cuarto, emitida por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
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fica lo anterior que el recurso de reclamacin es una accin de ilegalidad? Contra tal reglamento antimonoplico podra interponerse una
accin constitucional de proteccin o de amparo econmico, cabra,
entonces, adems una accin de reclamacin? En otras palabras, la
Corte Suprema estara actuando como superior jerrquico o tribunal
de justicia revisor de la actividad administrativa de un ente jurisdiccional y administrativo? A nuestro juicio, ello no es as, segn lo prueba el propio inciso final del art. 31 en comento. En efecto, dicho texto
legal advierte que las resoluciones que fijen condiciones podrn ser
objeto del recurso de reclamacin, esto es, cierta clase de actos resultantes del ejercicio de la potestad para absolver consultas.
Probablemente la mayor paradoja en materia de control de la potestad reglamentaria externa del Tribunal Antimonoplico surge de
plantearse la pregunta de quin controla la juridicidad de los mencionados reglamentos autnomos, si el propio Tribunal de Defensa de
la Libre Competencia establece, por ejemplo, una barrera artificial e
injustificada a un determinado mercado un monopolio en la lata
acepcin que confiere a este trmino el Derecho en vulneracin de
la libre competencia. Se dara el caso de un monopolio de privilegio
instituido por el propio Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, cuyo juzgado para reclamarlo sera el propio Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia. El superior jerrquico judicial de este rgano jurisdiccional es la Excma. Corte Suprema, la cual atendido lo complejo y tcnico de las materias antimonoplicas, podra tender a
confirmar las decisiones que emite el Tribunal Antimonoplico. Este
delicado tema no ha quedado resuelto por la Ley 19.911, modificatoria del Decreto Ley 211, no obstante los interesantes debates que se
produjeron sobre la conveniencia o inconveniencia de preservar la
potestad reglamentaria externa y antimonoplica en el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia. La incertidumbre de esta situacin
conducira a concluir que la va adecuada para desafiar un reglamento externo emitido por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia sera la interposicin de las acciones constitucionales de proteccin
o de amparo econmico. No obstante lo cual, es preciso recordar que
la jurisprudencia de tales acciones constitucionales muestra marcadas
reticencias a aceptar las mismas contra sentencias emitidas por los tribunales; sin duda, el desafo ser demostrar en tales instancias que lo
impugnado no es una sentencia sino que un reglamento emanado de
un tribunal por paradjico que esto pueda resultar.
Las potestades pblicas de que se halla dotado este especialsimo
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia nos llevan a la conclusin de que exhibe una naturaleza mixta: comparte la naturaleza de
un tribunal especial en cuanto puede desarrollar actividad jurisdiccio690
657
Diario de Sesiones del Senado, Repblica de Chile. Legislatura 347, Ordinaria, Sesin 25, 3 de septiembre de 2002, p. 52.
658
Cabe recordar el voto de minora del profesor Arturo Yrarrzaval Covarrubias,
en la Resolucin N 488, bajo el N 5: Que a mayor abundamiento, la eficacia de cosa
juzgada de las resoluciones emanadas de la Comisin Resolutiva [actualmente Tribunal de Defensa de la Libre Competencia], es una consecuencia directa de que dicho
rgano cuando conoce de las acciones de proteccin de la libre competencia lo hace
por su naturaleza jurisdiccional y no meramente administrativa. Sin embargo, no puede omitirse que en ciertas ocasiones la Comisin Resolutiva acta como un ente administrativo, y por ello sus decisiones sern modificables, no producindose cosa juzgada
en sus actuaciones. Por el contrario, cuando conoce de las acciones de proteccin de
la libre competencia acta como un tribunal especial, cuya actividad produce cosa juzgada. Por consiguiente, las partes tienen el derecho de alegar en su beneficio la cosa
juzgada siempre que se cumplan las exigencias de la triple identidad que requiere el
691
En cuanto a la cosa juzgada en la actividad jurisdiccional antimonoplica, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia ha reconocido su procedencia, aunque en trminos exclusivamente formales. As,
ha sealado:
...el efecto propio de las sentencias que este Tribunal [actualmente
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia] emite debe asimilarse
al de la cosa juzgada denominada formal. En efecto, como lo indica
la Fiscala Nacional Econmica en su requerimiento, en los asuntos
de ndole econmico, que ataen al orden pblico econmico, en razn de la permanente movilidad de los mercados y sus variables condiciones de funcionamiento, no son aplicables los principios de
inamovilidad y rigidez que se observan en las sentencias de carcter
civil, sin que se pueda en consecuencia reconocer dicho efecto en carcter substancial o de fondo, sino en carcter formal. La Fiscala ha
sostenido que la Excma. Corte Suprema ha validado este predicamento, como se desprende del fallo dictado en el recurso de queja interpuesto por ella respecto de la Resolucin N 372, de 2 de junio de
1992, que tambin se pronunci sobre conductas en el mercado elctrico y que se cita ms adelante en el motivo vigsimo segundo. En
ese fallo el mximo Tribunal sostuvo que los organismos de defensa
de la competencia deban junto con vigilar el comportamiento de las
empresas involucradas (Enersis y Endesa), tendrn que adoptar oportunamente las medidas necesarias para asegurar y restablecer la transparencia en dicho mercado (de la energa elctrica).659
Esta posicin dotada de razonabilidad, puesto que la sentencia
antimonoplica no puede dejar de producir cosa juzgada, aunque sea
en un aspecto meramente formal, contrasta con la argumentacin esgrimida por un ex Fiscal Nacional Econmico. En efecto, el seor Rodrigo Asenjo Zegers afirm en los autos Rol N 577-99: ...no es
admisible extender por analoga esta institucin [la de la cosa juzgada] que es propia de las normas del derecho comn, y que es incompatible con los procedimientos destinados a resguardar la libre
competencia en las actividades econmicas, en los trminos que dispone el art. 18 letra P del Decreto Ley 211, de 1973.660
La supuesta incompatibilidad que a la luz del art. 18 letra P hoy
art. 29 del Decreto Ley 211 planteaba el ex Fiscal Nacional Econmico
art. 177 del Cdigo de Procedimiento Civil. Habr que recordar que la cosa juzgada
es un atributo de todo rgano que ejerza jurisdiccin....
659
660
692
entre el procedimiento antimonoplico y el procedimiento civil supletorio no fue considerada tal por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, segn qued en evidencia en el considerando antes transcrito.
La cosa juzgada en el mbito judicial antimonoplico sigue la regla
general: slo se produce una vez que las sentencias se hallan firmes o
ejecutoriadas. Tal cualidad de firme o ejecutoriada se adquiere por cierta
categora de resoluciones judiciales una vez que se ha notificado la respectiva decisin judicial a las partes en el evento de no proceder recurso alguno contra dicha sentencia o bien, de proceder recursos contra
la misma, desde que se notifique a las partes el decreto que manda cumplir la sentencia, como consecuencia de que se han terminado los recursos interpuestos contra la respectiva sentencia o bien como
consecuencia de que han expirado los plazos para la interposicin de
tales recursos, sin que stos se hayan hecho valer por las partes.
La cosa juzgada en materia administrativa ha sido objeto de debate en cuanto a su existencia y a si este instituto de claro origen procesal puede ser trasladado al mbito procedimental o administrativo. Al
respecto se han perfilado tres posiciones: quienes aceptan la cosa juzgada en todo el mbito administrativo, quienes la aceptan slo para
ciertas categoras de actos administrativos y quienes rechazan toda aplicacin de la misma en el Derecho administrativo. Cualquiera que sea
la posicin que se adopte, sta debe ser regida por ciertos principios
fundamentales que informan la actividad de la administracin: la intangibilidad de los derechos adquiridos, la irretroactividad de los actos administrativos, la doctrina de los actos propios y un procedimiento
justo, racional y conducente a certezas jurdicas. La ejecutoriedad del
reglamento antimonoplico se produce a partir del momento en que
culmina el procedimiento establecido por el art. 31 del Decreto
Ley 211, el cual incluye su publicacin en el Diario Oficial,661 sin perjuicio de que su juridicidad pueda ser controvertida ante los tribunales ordinarios de justicia.
6.1.3.8. Caractersticas de las potestades reglamentarias del tribunal
Art. 51, Ley 19.880 que Establece bases de los procedimientos administrativos
que rigen los actos de los rganos de la Administracin del Estado.
693
695
para evitar los monopolios de privilegio. Esta atribucin es una herramienta fundamental en: i) la desarticulacin de preceptos emitidos
por autoridad pblica con carcter general conducentes a la formacin o preservacin de monopolios de privilegio directos o indirectos
o de imperfecciones en general en los mercados, y ii) la promulgacin
de preceptos legales y reglamentarios a ser emitidos por autoridad pblica, tambin con carcter general, que permitan la rectificacin de
imperfecciones normativas lesivas de la libre competencia o la promocin de este ltimo bien jurdico tutelado.
La clave de esta funcin debe ser entendida en armona con lo
sealado en el artculo primero, inciso primero, del Decreto Ley 211:
La presente ley tiene por objeto promover y defender la libre competencia en los
mercados.
La defensa de la libre competencia se logra no slo sancionando a
los competidores y autoridades pblicas que conculcan este bien jurdico tutelado, sino que tambin y muy especialmente ejerciendo esta potestad requisitoria respecto de aquellos preceptos legales y reglamentarios
conducentes a la formacin o preservacin de monopolios de privilegio.
En tanto que la promocin de la libre competencia se obtiene a travs
de la proposicin de la dictacin de preceptos legales o reglamentarios
que coadyuven al mejor desarrollo o ms fluida operatoria de la libre
competencia en los mercados a los cuales aqullos van destinados. De
esta forma, esta especialsima potestad requisitoria es una suerte de contralora ciertamente que no vinculante en atencin al principio de la
jerarqua de la juridicidad antimonoplica de los preceptos legales y
reglamentarios vigentes y, a la vez, una suerte de promotora de tales preceptos en tanto que requeridos por la libre competencia.
Esta potestad requisitoria no es un instituto aislado en el Derecho
de la libre competencia, sino que por el contrario se le reconoce en a
lo menos nueve pases de Amrica, entre los cuales se cuenta la cuna
del Derecho antimonoplico moderno: Estados Unidos de Amrica.
Dicha potestad ha sido tambin denominada abogaca de la competencia, puesto que permite a ciertos organismos antimonoplicos proveer comentarios y expresar opinin sobre regulaciones, polticas y
programas que puedan resultar contrarios a la libre competencia y sugerir su modificacin o eliminacin o bien la dictacin de normas que
demande la promocin de tal bien jurdico.
6.1.4.2. Objeto de la potestad requisitoria
Esta potestad pblica tiene por finalidad establecer si un determinado cuerpo normativo, cuya jerarqua corresponda a una ley o a un re696
glamento, debe ser ajustado o no a fin de evitar vulneraciones a la libre competencia. En el evento que el Tribunal Antimonoplico concluya que esa ley o reglamento debe ser ajustado para lograr su
armonizacin con la libre competencia, ser necesario precisar los trminos de ese ajuste: se puede tratar de la creacin, modificacin o eliminacin de una disposicin o grupo de disposiciones legales o
reglamentarias. En sntesis, el objeto de la solicitud emitida por el Tribunal Antimonoplico en virtud de esta potestad requisitoria puede
ser un ajuste normativo consistente en la dictacin, modificacin o derogacin de preceptos a emanar o emanados, segn corresponda, de
autoridad pblica que renan copulativamente los siguientes requisitos: i) promuevan o vulneren la libre competencia, segn respectivamente se trate de una solicitud de dictacin, modificacin o derogacin, y
ii) tales preceptos sean de jerarqua legal o reglamentaria.
Sobre el particular, cabe observar que la expresin preceptos legales comprende todas las modalidades de ley y sus equivalentes, v. gr.,
el decreto ley. La referencia a preceptos reglamentarios no debe ser
confundida con preceptos administrativos, puesto que los primeros
han de exhibir un carcter de generalidad que los hacen diferir de
los dems actos administrativos.
Es relevante hacer notar que, tal como se desprende del texto del
art. 18, numeral 4, del Decreto Ley 211, la potestad requisitoria no
puede tener por objeto la modificacin de resoluciones judiciales y
sentencias, puesto que aqulla se trata de una potestad extrajurisdiccional y como tal, de conformidad con lo dispuesto en el art. 73 de la
Constitucin Poltica de la Repblica, ha de cautelarse el principio de
la divisin de los poderes pblicos. De all que est vedado al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia el ejercicio de esta potestad
pblica respecto de materias sobre las cuales los tribunales de la Repblica estn ejercitando actividades judiciales, puesto que ello importara inmiscuirse en decisiones judiciales, aun cuando stas pudieren
resultar vulneratorias de la libre competencia. Si esto ltimo aconteciere, la va a seguir ser aplicar al tribunal emisor de la sentencia cuestionada el tipo universal antimonoplico contenido en el artculo
tercero, inciso primero del Decreto Ley 211 y tambin la prohibicin
de conferir monopolios de privilegio establecida en el artculo cuarto
del Decreto Ley 211, cuya sancin segn hemos explicado es la nulidad de derecho pblico.
Resulta importante considerar que esta potestad pblica requisitoria versa siempre sobre preceptos legales y reglamentarios y nunca
sobre polticas. Esta distincin permite enclarecer ciertos conflictos
aparentes de competencia que podran suscitarse entre el Tribunal Antimonoplico y otras autoridades pblicas, v. gr., la Comisin Chilena
697
del Cobre. En efecto, esta ltima entidad se halla regida por el Decreto Ley 1.349, de 1976, el cual le haba encomendado: Proponer al gobierno, a travs del Ministerio de Minera, la formulacin de las polticas
generales necesarias para proteger los intereses nacionales en la comercializacin del cobre y sus subproductos, especialmente en lo que se refiere a regulacin de precios, mantenimiento o ampliacin de sus mercados, mejor distribucin
de ellos, o para contrarrestar cualquier accin que tienda a controlarlos o restringirlos unilateralmente.
Si bien resulta de fcil despacho distinguir esta formulacin de polticas encomendada a la Comisin Chilena del Cobre de la potestad jurisdiccional entregada al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia,663
no resulta tan obvio contraponer aquella atribucin de la Comisin Chilena del Cobre con la potestad requisitoria en comento. Creemos que
la clave de esta ltima distincin radica en el grado de especificidad jurdica de la funcin. As, en el caso del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia, ste tiene el deber jurdico de solicitar la dictacin, modificacin o derogacin de un precepto legal o reglamentario especfico,
esto es, de una disposicin precisa que es necesario emitir para la adecuada promocin de la libre competencia o cuya eliminacin o modificacin es indispensable para evitar vulneraciones a la libre competencia.
Por contraste, en el caso de la Comisin Chilena del Cobre lo que se
requiere es ms bien la formulacin de una poltica, lo que corresponde ms bien a orientaciones o directrices generales con que ha de conducirse el gobierno en lo atingente al mercado del cobre.
6.1.4.3. Procedimiento
Aun cuando el Decreto Ley 211 nada indique sobre el particular, estimamos que esta requisicin o requerimiento debe ser preciso en cuanto a lo solicitado y debidamente fundado en cuanto a la lesin o peligro
que se sigue para la libre competencia en el evento que aqulla no
sea acogida.664
Conviene advertir que el antiguo artculo quinto del Decreto
Ley 211 contemplaba una exigencia adicional en la fundamentacin
de la solicitud materia de la potestad requisitoria: no slo bastaba la
663
698
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6.1.4.4. Conclusin
La existencia de esta potestad requisitoria prueba que el bien jurdico tutelado libre competencia trasciende el Decreto Ley 211, puesto
que la requisicin en comento puede tener por destinatario cualquier
autoridad pblica de la Repblica emisora de preceptos legales o reglamentarios.
Asimismo, esta fundamental potestad pblica revela que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia no slo ha de velar por la
justicia antimonoplica del caso particular a travs de su actividad judicial contenciosa y no contenciosa, sino que tambin ha de cuidar la
justicia antimonoplica general a travs de la emisin de sus propios
reglamentos externos y, especialmente en el orden jurdico en general, a travs de esta potestad requisitoria.
los particulares dirigidas a la FNE podrn ingresarse a travs de las Intendencias Regionales o Gobernaciones Provinciales respectivas cuando el domicilio del peticionario se encontrare ubicado fuera de la
ciudad de Santiago.
Hemos calificado este ente pblico administrativo como autnomo a la luz de lo sealado en el inciso primero del art. 33 del Decreto
Ley 211, que dispone que la FNE es un servicio pblico descentralizado
(...) independiente de todo organismo o servicio.... Cabe recordar que el
adjetivo autnomo, en el sentido empleado, pone en evidencia la relativa independencia personal, patrimonial y funcional con que se comportan tales entes respecto de la Administracin Central. Es preciso
observar que, a pesar de ser la FNE claramente un ente pblico autnomo, carece de potestades reglamentarias, segn veremos al tratar
las atribuciones que en forma previa y expresa le confieren el Decreto Ley 211 y otras leyes.
Sin embargo, esa independencia se ve contradicha por lo preceptuado en el mismo art. 33 antes citado: La Fiscala Nacional Econmica ser un servicio pblico (...) sometido a la supervigilancia del
Presidente de la Repblica a travs del Ministerio de Economa, Fomento y Reconstruccin y [la FNE] estar a cargo de un funcionario,
denominado Fiscal Nacional Econmico, de la exclusiva confianza del Presidente de la Repblica.
El precepto transcrito tiene la mxima importancia puesto que
corresponde al Fiscal Nacional Econmico la representacin judicial
y extrajudicial de la FNE, as como la jefatura superior de esta ltima.
De esta forma, la direccin superior de la FNE corresponde a un funcionario cuyo cargo es de la exclusiva confianza del Presidente de la
Repblica. As, resulta contradictorio el precepto citado con lo dispuesto en el art. 39, inciso primero, del Decreto Ley 211: El Fiscal Nacional Econmico, en el ejercicio de sus funciones, ser independiente de todas las
autoridades y tribunales ante los cuales acte. Podr, en consecuencia, defender los intereses que le estn encomendados en la forma que estime arreglada a
derecho, segn sus propias apreciaciones.
Esta circunstancia puede acarrear algn conflicto al funcionamiento
de este ente administrativo antimonoplico cuando se trate de perseguir la responsabilidad monoplica de alguna autoridad pblica, de una
empresa pblica del Estado o bien de una sociedad en la cual el Estado tenga participacin. Una autoridad pblica en ejercicio de potestades pblicas infralegales puede verse acusada por la constitucin o
reserva de algn monopolio de privilegio en aplicacin del artculo
cuarto del Decreto Ley 211 o bien alguna empresa pblica del Estado
o sociedad del Estado haber perpetrado algn injusto monoplico. Entre tales autoridades pblicas que ejercen potestades infralegales se ha702
llan el propio Presidente de la Repblica, las reparticiones de la Administracin Pblica que de l dependen, las empresas pblicas cuyos directores sean Ministros de Estado (esto acontece, por ejemplo, en
Codelco, Enap y Enami) y aquellas cuyos altos ejecutivos son directa e
indirectamente nominados por el mismo Presidente de la Repblica.
El conflicto que puede experimentar el Fiscal Nacional Econmico y,
por consecuencia, la propia FNE radica en que en algn escenario
como los descritos se le plantear la disyuntiva al Fiscal Nacional Econmico de si inicia un requerimiento contra conductas desarrolladas
por tales autoridades pblicas o competidores pblicos, con el riesgo consiguiente de perder la confianza del Presidente de la Repblica
y ser removido de su cargo o bien se busca una salida ms poltica.
Creemos que lamentablemente este conflicto no qued resuelto como
se hubiera podido esperar de la reforma introducida por la Ley 19.911.
Este problema no puede ser calificado de menor, puesto que se halla
en jaque la operatoria misma de la libre competencia entre competidores privados y pblicos, esto es, la tutela de ese significativo bien jurdico y la eventual violacin de tan relevantes garantas constitucionales
como la del principio de no discriminacin arbitraria en el trato que
el Estado y sus organismos deben brindar en materia econmica.
6.2.2. FINALIDAD DE LA FISCALA NACIONAL ECONMICA
Dispone el artculo segundo del Decreto Ley 211 lo siguiente: Corresponder al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y a la Fiscala Nacional Econmica, en la esfera de sus respectivas atribuciones, dar aplicacin a
la presente ley para el resguardo de la libre competencia en los mercados.
Este precepto es de suma importancia, puesto que clarifica que la
Fiscala Nacional Econmica existe para un fin preciso y determinado: la preservacin de la libre competencia en los mercados y a tal
efecto se le confieren todas y cada una de las atribuciones de que dispone las cuales analizaremos en el captulo siguiente, as como los
recursos humanos y econmicos de que la dota el Decreto Ley 211.
De all que la Fiscala Nacional Econmica no puede avocarse a la realizacin o ejecucin de poltica o directiva alguna que entre en conflicto con la libre competencia o cualquier conducta que si bien no
entrando en conflicto con sta, no suponga una tutela de la misma;
en cualesquiera de tales casos se configura una verdadera desviacin
de las potestades pblicas que se le han conferido para un fin tan especfico, como es la preservacin de la libre competencia.
As, la FNE constituye un ente administrativo consagrado legalmente para la tutela de la libre competencia. Esta tutela de la libre com703
petencia es llevada a cabo por la FNE a travs de las potestades pblicas que el Tt. III del Decreto Ley 211 le confiere. Ninguna de esas
potestades pblicas puede entrar en conflicto con las asignadas por
ese mismo cuerpo normativo al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, que es claramente la mxima autoridad pblica antimonoplica de nuestro sistema tutelar de la libre competencia.668 Desde esa
perspectiva, existe una subordinacin funcional, aunque no jerrquica, de la FNE al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, lo cual
queda explicado por el hecho de que la FNE contempla como una
de sus principales atribuciones la de comportarse como auxiliar de la
justicia antimonoplica, en tanto que el mencionado tribunal es el que
realiza directamente la justicia antimonoplica. As, en una hiptesis
de conflictos de lmites entre las potestades pblicas del Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia y la FNE debera prevalecer aqulla, supuesta una equivalencia de fundamentos normativos.
6.2.3. POTESTADES PBLICAS DE LA FISCALA NACIONAL ECONMICA
La primera observacin que nos merecen las potestades pblicas de
este importantsimo rgano antimonoplico es que todas ellas han de
estar finalizadas a la tutela de la libre competencia y especialmente
con el objetivo de auxiliar y promover la mejor administracin de justicia antimonoplica por parte del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia. Conviene advertir que no existe contradiccin entre la
naturaleza administrativa de la FNE antes descrita y esta importante
funcin de auxiliar de la administracin de la justicia antimonoplica, puesto que esta ltima no implica pertenencia o integracin al Poder Judicial.
Las potestades pblicas de la FNE son las siguientes:
1. Instruir las investigaciones procedentes para comprobar las infracciones al Decreto Ley 211, dando noticia del inicio de las mismas
al o los afectados. Sin embargo, con autorizacin del Tribunal Antimonoplico, podr la FNE omitir la mencionada noticia y, con conocimiento de ese tribunal, la FNE podr disponer que las investigaciones
que se instruyan de oficio o en virtud de denuncias tengan el carcter
de reservadas. Sobre el particular, cumple sealar que la FNE emiti
la Resolucin N 5 exenta, de fecha 6 de enero de 2003, y publicada
668
La afirmacin no significa en forma alguna olvidar que el Tribunal Antimonoplico est sujeto a la superintendencia directiva, correccional y econmica de la Corte Suprema, de conformidad con el art. 5 del Decreto Ley 211.
704
en el Diario Oficial de 29 de marzo de 2003, mediante la cual se resolvi declarar que las investigaciones efectuadas en virtud de la atribucin contemplada en el art. 39, letra a) del Decreto Ley 211 que
es la que comentamos deben tramitarse en forma reservada, tanto
en relacin con los denunciantes, los denunciados y terceros, sin perjuicio que se d conocimiento oportuno al afectado del hecho de haberse iniciado una investigacin formal a su respecto.
2. Actuar como parte, representando el inters general de la colectividad
en el orden econmico, ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y
los tribunales de justicia.... Esta atribucin, que erige al Fiscal Nacional
Econmico en representante del inters general de la colectividad en
el orden econmico debe ser leda como demasiado amplia y rectificada por una interpretacin armnica con el artculo segundo del Decreto Ley 211 antes citado. Tal como sealramos, el Fiscal Nacional
Econmico no tiene ms atribuciones que las orientadas a la tutela
de la Libre Competencia y ciertamente el orden econmico excede
en contenidos la mencionada tutela.
Estimamos que la atribucin en comento resulta perfectamente
acertada en lo que atae a representar el inters colectivo en la tutela
de la libre competencia no slo ante el Tribunal Antimonoplico, sino
que tambin en lo que se refiere a los tribunales de justicia, puesto
que es ante los tribunales ordinarios de justicia donde deber interponerse una accin de nulidad de derecho pblico respecto de los
actos u omisiones de aquellas autoridades pblicas que transgredan
el artculo cuarto del Decreto Ley 211, otorgando monopolios de privilegio.
Asimismo, el Fiscal Nacional Econmico podr actuar ante la Corte
Suprema, defendiento o impugnando las decisiones del Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia.
Consideramos un error de la Ley 19.911 el que haya prohibido que
el Fiscal Nacional Econmico acte ante los tribunales del crimen porque si bien es cierto que ha quedado derogado el delito penal de monopolio que regulaba el artculo primero y el Tt. V que se ocupaba
del procedimiento, ambos del antiguo Decreto Ley 211, es preciso recordar que subsisten aun delitos penales especiales conexos a la libre
competencia. En tales procesos penales, debera el Fiscal Nacional Econmico estar habilitado para intervenir y aportar su experiencia y conocimiento antimonoplicos.
3. Requerir del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia el
ejercicio de cualquiera de sus atribuciones y la adopcin de medidas
preventivas con ocasin de las investigaciones que la FNE se encuentre ejecutando.
705
La FNE puede requerir del Tribunal Antimonoplico que ste ponga en ejercicio cualquiera de sus potestades pblicas: i) la jurisdiccional, destinada a emitir sentencias que se pronuncien acerca de si una
conducta es o no constitutiva de un injusto monoplico y en el evento de serlo, establecer la pena respectiva; ii) la consultiva, destinada a
determinar mediante una resolucin la eventual contradictoriedad entre la conducta consultada y el bien jurdico tutelado libre competencia, pudiendo imponerse medidas propiamente tales en el supuesto de
existir tal contradictoriedad; iii) la informativa, destinada a emitir informes acerca de la estructura y caractersticas de un mercado concreto; iv) la reglamentaria interna y externa destinada a emitir reglamentos que se aplican con carcter general a pluralidad de destinatarios
que se encuentren en la misma categora, y v) la requisitoria, cuyo objeto es requerir a ciertas autoridades pblicas, a travs del Presidente
de la Repblica, la dictacin, modificacin o derogacin de preceptos legales o reglamentarios en funcin de lo estimado necesario para
la mejor tutela de la libre competencia.
Asimismo, la FNE puede solicitar al Tribunal Antimonoplico la
adopcin de medidas preventivas, esto es, una modalidad de medidas
cautelares al tenor de lo dispuesto en el art. 25 del Decreto Ley 211.
4. Velar por el cumplimiento de los fallos (sentencias antimonoplicas resultantes de la actividad jurisdiccional del Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia), resoluciones (decisiones antimonoplicas originadas en consultas) y, finalmente, autoacordados y similares e instrucciones de carcter general (reglamentos internos y
externos del Tribunal Antimonoplico). Con bastante precisin establece este numeral que estos fallos, decisiones, dictmenes e instrucciones podrn ser tambin los que emitan los tribunales de justicia en
las materias a que se refiere el Decreto Ley 211. A modo de ejemplo,
podra hallarse en esta categora la sentencia que dicta un tribunal ordinario decretando la nulidad de Derecho pblico de una resolucin
ministerial mediante la cual se concede un monopolio de privilegio a
un competidor o bien a otra autoridad pblica.
5. Emitir informes solicitados a la FNE por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, lo cual slo ser procedente en aquellos
casos en los cuales la FNE no tenga la calidad de parte. Esta exigencia
de que la FNE no tenga la calidad de parte resulta esencial para evitar una confusin entre las funciones de acusador y de perito antimonoplico.
6. Solicitar colaboracin a funcionarios pblicos y empleados de
empresas pblicas del Estado y sociedades del Estado o de las empresas en que dichas empresas y sociedades tengan aporte, representacin o participacin. Asimismo, requerir de las entidades antes
706
707
RECOMENDACIN DE UN COMPETIDOR
EN DESMEDRO DE OTRO
Domingo Valds Prieto
INFORME EN DERECHO669
A continuacin se da a conocer una versin sintetizada de un Informe en Derecho que fuera solicitado al suscrito hace algunos aos.
I. CUESTIN FORMULADA
Se nos ha consultado acerca de la licitud que, desde la especfica ptica del Derecho de la libre competencia, podra exhibir la eventual
ejecucin de una conducta consistente en la exclusividad permanente de un descuento que ya vena otorgndose por la Sociedad Annima X. Dicha exclusividad permanente ha sido solicitada a la Sociedad
Annima X por la Asociacin Gremial Y. Asimismo, se nos ha pedido
informar acerca de las posibles consecuencias, en trminos de responsabilidad monoplica, que la ejecucin de la conducta solicitada podra acarrear no slo para la Sociedad Annima X, sino tambin para
la misma Asociacin Gremial Y, que ha efectuado la solicitud.
II. ANTECEDENTES
Sociedad Annima X, en adelante X.S.A., elabora y distribuye libros
tcnicos en hojas intercambiables, los cuales son adquiridos por la generalidad de los agentes de comercio exterior chileno. Entre tales
agentes de comercio exterior es posible apreciar un subgrupo, que
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ANEXO
corresponde destacar que en el orden jurdico nacional existen cuerpos normativos especficos que permiten sancionar la discriminacin
arbitraria efectuada por particulares. Entre dichos cuerpos normativos, y con particular aplicacin en el mbito de la libre competencia,
se halla el Decreto Ley 211, promulgado el 22 de diciembre de 1973,
y que exhibe posteriores modificaciones, las cuales han sido eminentemente orgnicas y procesales.
En consecuencia, cabe afirmar la existencia de una especie de discriminacin arbitraria contraria a la libre competencia o, si se prefiere,
de una modalidad de ofensa monoplica denominada discriminacin
arbitraria monoplica. Atendido que esta es una figura compleja, susceptible de vincular a multitud de personas que ni siquiera se hallan
ligadas convencionalmente y que ha sido tratada someramente por la
jurisprudencia de los organismos antimonoplicos creados por el Decreto Ley 211, estimamos conveniente referirnos brevemente a ella.
1. NOCIN DE DISCRIMINACIN ARBITRARIA MONOPLICA
Desde antao, la discriminacin arbitraria ha sido conceptualizada
como tratar desigual a iguales y, a la inversa, tratar igual a desiguales.
La determinacin de quines son iguales y quines desiguales, en el
mbito del Derecho de los monopolios, ha sido una de las principales metas de la actividad normativa desarrollada por las Comisiones
Preventivas y Resolutiva.
Hasta hace algunos aos era motivo de controversia si la discriminacin arbitraria monoplica para configurarse como tal requera
de poder de mercado por parte del discriminador o no. Recientemente se aprecia un sustantivo cambio, tanto en la jurisprudencia emitida en el Derecho antimonoplico comparado como en aquella
elaborada bajo el sistema tutelar de la libre competencia nacional,
en el sentido de que no puede configurarse una conculcacin a la
libre competencia si el supuesto discriminador arbitrario carece de
poder de mercado. Una de las ms destacadas definiciones de poder
de mercado, si bien limitada a la variable precio, es la elaborada por
Landes y Posner, segn la cual poder de mercado es la capacidad de
una empresa, o de un grupo de empresas actuando conjuntamente,
de elevar sus precios por sobre los niveles de competencia sin perder
transacciones, con una velocidad tal que haga que el incremento aplicado a sus precios no sea rentable y deba ser dejado sin efecto.672 La
672
LANDES, William M. & POSNER, Richard A., Market power in antitrust cases,
Harvard Law Review, vol. 94, number 5, p. 937, 1981. Una definicin semejante es la
713
jurisprudencia de la H. Comisin Resolutiva se ha encargado de precisar que el poder de mercado no se limita a los precios, sino que es
el suficiente para determinar en importante medida los precios, cantidades, calidad y condiciones de venta (o compra) de ciertos productos.673
Atendido que la discriminacin arbitraria monoplica requiere de
poder de mercado para su configuracin, es que aqulla se inscribe
dentro de la categora de ilcitos monoplicos de abuso, por oposicin a los denominados ilcitos monoplicos de fuente. El ilcito de
monopolio admite dos modalidades: a) el ilcito de fuente, que consiste en la ejecucin de conductas orientadas al logro de fuentes ilcitas de monopolios, esto es, a obtener el control de un medio injusto
para alcanzar la explotacin de un monopolio estructural, y b) el ilcito de abuso, que consiste en el ejercicio antijurdico del poder de
mercado de que ya dispone el monopolista, lo que se verifica a travs
de hechos, actos o convenciones. De lo expuesto se sigue que la discriminacin arbitraria no es un ilcito de fuente, puesto que no est
dirigida a lograr un medio para alcanzar la explotacin de un monopolio; en efecto, aquel ilcito presupone que se ha alcanzado ya un
poder de mercado, mediante el cual se produce el trato injusto y conculcatorio de la libre competencia.
Podra considerarse una impropiedad que la discriminacin arbitraria en comento lleve el adjetivo de monoplica, que arranca de
la voz monopolio (etimolgicamente un solo vendedor), en circunstancias que en muchos casos el discriminador arbitrario no es el nico competidor dotado de poder de mercado. Al efecto, cabe recordar
que uno de los varios usos jurdicos de la voz monopolio corresponde a un sentido amplio, comprensivo de todo entorpecimiento, limitacin o restriccin de la libre competencia. Puesto en otros trminos,
toda ofensa al bien jurdico protegido libre competencia puede ser
calificado de monoplica, toda vez que jurdicamente en una de
sus varias significaciones monopolio es lo que se opone a dicho bien
jurdico.674
En sntesis, la discriminacin arbitraria monoplica consiste en que
un monopolista, abusando de su poder de mercado, otorga un trato
postulada por TIROLE, Jean, The theory of industrial organization, p. 67, The MIT Press,
1988: a firm exercising monopoly power over a given market can raise its price above
marginal cost without loosing all its clients.
673
674
714
ANEXO
Descritas las lneas esenciales de la nocin de discriminacin arbitraria monoplica, corresponde ocuparse del carcter delictual de sta.
El ilcito monoplico, en su carcter genrico, es recogido en un tipo
penal-administrativo que se halla en el artculo primero del Decreto
Ley 211 y, por tanto, puede ser constitutivo de un delito penal o bien
de un ilcito administrativo, dependiendo de la entidad del dao inferido o del riesgo causado a la libre competencia, segn la forma concreta que sta asume en un determinado mercado relevante. La
determinacin del quantum de dicho dao o puesta en peligro del bien
jurdico tutelado por el Decreto Ley 211, queda entregada al juicio prudencial de la Comisin Resolutiva, en su calidad de mximo rgano
antimonoplico, dotado de potestades administrativas y jurisdiccionales.675 As, si dicho organismo antimonoplico lo estima procedente,
ordenar al Fiscal Nacional Econmico el ejercicio de la accin penal
por delito penal de monopolio ante el juez del crimen que sea competente. En nuestra opinin, sea que el ilcito de monopolio se presente como delito penal o como transgresin administrativa lo que
es cuestin de grados siempre se estructura sobre la base de la responsabilidad subjetiva. En otras palabras, todo ilcito monoplico, sea
criminal o administrativo, requiere de dolo o culpa por parte del autor para la punibilidad del mismo.676 El Cdigo Penal se ocupa de diversas modalidades de autora, las que en nuestro concepto son
perfectamente aplicables al ilcito monoplico y, por tanto, a la discriminacin arbitraria monoplica.677
675
La afirmacin anterior es sin perjuicio de que ciertas decisiones de naturaleza jurisdiccional emitidas por la Comisin Resolutiva pueden ser conocidas por una
de las salas de la Corte Suprema, de conformidad con el recurso de reclamacin previsto en el art. 19 del Decreto Ley 211, de 1973.
676
Vase VALDS PRIETO , Domingo, La discriminacin arbitraria en el Derecho econmico, especialmente en la legislacin antimonoplica, pp. 89 y ss., Editorial Jurdica Conosur
Ltda. (LexisNexis), 1992.
677
Cdigo Penal, Libro I, Tt. II, arts. 14 y ss.
715
ANEXO
taja sobre aqul. En consecuencia, todo pacto o convencin que introduzca discriminacin entre compraventas objetivamente iguales ser
contrario al Decreto Ley 211 y, por tanto, al derecho pblico chileno.
La exclusividad en el descuento, solicitada por A.G.Y., carece de
causales de justificacin suficientes y, por tanto, no resulta admisible
ante el Derecho de la libre competencia. En efecto, dicha exclusividad no obedece a un problema de volumen, puesto que los afiliados
a A.G.Y. compran por s y como personas naturales, del mismo modo
y por volmenes similares a los comprados por el resto de los despachadores de aduana, sea que stos estn reunidos o no en otras asociaciones gremiales. Por lo dems no basta con que haya diferentes
volmenes de compra, sino que los descuentos que por tal concepto
efecta el vendedor deben corresponder a una efectiva economa para
ste.678
Por otra parte, dicha exclusividad tampoco podra fundarse en la
forma de pago, puesto que los despachadores de aduanas, sea que se
encuentren asociados a una determinada asociacin gremial o que no
se encuentren afiliados a ninguna de stas, tendrn derecho al descuento en estudio en la medida que cumplan ciertas condiciones objetivas en el pago. En efecto, dicho descuento no puede ser exclusivo
sino que ha de ser accesible a cualquier interesado que cumpla las condiciones de pago establecidas por X.S.A., no siendo lcito discriminarlos por el hecho de estar asociados a tal o cual asociacin gremial.
Estas condiciones de pago que, una vez cumplidas, permiten tener acceso a un descuento, deben ser justificadas, esto es, derivadas
de la naturaleza y objetividad de la compraventa que se realiza.679
En sntesis, si el descuento en anlisis no se sita en alguna de las
dos causales mencionadas u otra dotada de razonabilidad econmica
y cumpliendo los requisitos que confieren licitud a cada una de ellas,
debe concluirse que aqul es constitutivo de discriminacin arbitraria monoplica y, por tanto, punible. Para estos efectos, recordemos
que la razonabilidad econmica consiste en atender a las caractersticas objetivas de la compraventa de que se trate y desechar toda consideracin ajena a la transaccin misma.
Por ltimo, cabe observar que esta discriminacin arbitraria monoplica ser calificada de perteneciente a la secondary line competition,
es decir, los discriminados arbitrariamente perjudicados no son competidores de X.S.A., sino que operan en el prximo estadio o fase productiva del mercado. En efecto, los discriminados adversamente sern
678
679
717
ANEXO
680
Vase CURY URZA, Enrique, Derecho penal, tomo II, Editorial Jurdica de Chile,
1985, quien afirma: Es instigador el que, de manera directa, forma en otro la resolucin de ejecutar una conducta dolosamente tpica y antijurdica.
681
Decreto Ley 2.757, de 1979, art. 26: La realizacin o celebracin por una asociacin gremial de los hechos, actos o convenciones sancionados por el art. 1 del Decreto Ley 211, de 1973, constituir circunstancia agravante de la responsabilidad penal
de los que participen en tal conducta.
719
mente administrativa, quedar a criterio de la H. Comisin Resolutiva la ponderacin de tal circunstancia en la determinacin de las eventuales sanciones que imponga. Cabe observar que la instigacin
descrita constituye una desviacin de los fines especficos que una asociacin gremial ostenta y, por tanto, un abuso de la autonoma que la
Constitucin Poltica de la Repblica reconoce a los cuerpos intermedios.
B) En el supuesto de que X.S.A. acoja el requerimiento formulado por A.G.Y., en orden a que aqulla cometa una discriminacin arbitraria monoplica, la responsabilidad monoplica de esta asociacin
gremial podra corresponder a la derivada de lo que el Derecho de la
libre competencia denomina una colusin y el Derecho criminal califica de conspiracin.682
En efecto, podra consolidarse una colusin de tipo vertical, esto
es, acordada entre personas que operan en diferentes niveles o fases
de comercializacin de un determinado bien o servicio, en tanto y en
cuanto A.G.Y. acte por cuenta de sus afiliados. As, si pudiese demostrarse que A.G.Y. es el instrumento empleado por los afiliados para alcanzar un descuento exclusivo y con ello mejorar su capacidad de
competir contra los dems despachadores de aduanas, habra de concluirse que la colusin es de tipo vertical.
Por el contrario, si se concluyese que A.G.Y. no ha actuado por
cuenta de sus afiliados, sino que por iniciativa propia con miras a captar mayor nmero de asociados por la va de ofertar un descuento exclusivo, estimamos que la colusin no sera vertical en el sentido de
vincular dos fases productivas: la solicitud efectuada por A.G.Y. no correspondera a fase alguna de distribucin o consumo del producto
objeto de los descuentos. En este ltimo escenario, la vinculacin entre recomendante y recomendados apuntara a que, de ser acogida la
recomendacin, A.G.Y. ofrecer, a todo interesado en asociarse a la
misma, un servicio muy particular: un descuento que ningn afiliado
a otra asociacin gremial o despachador de aduanas no afiliado gremialmente puede obtener.
682
Cdigo Penal, Libro I, Tt. I, art. 8, inc. 2: La conspiracin existe cuando dos
o ms personas se conciertan para la ejecucin del crimen o simple delito. Al decir
de ROOVER, Raymond de, El concepto de precio justo: teora y poltica econmica,
p. 31, Estudios Pblicos N 18, Santiago, 1985: Segn la opinin de los escolsticos,
el monopolio era una ofensa en contra de la libertad; supona un carcter criminal
debido a que se basaba generalmente en la confabulacin o conspiracin (...) No
tengo duda alguna de que la idea de conspiracin de las leyes de los antimonopolios
se remonta a los antecedentes escolsticos y que tiene sus races en el concepto medioeval del precio justo.
720
ANEXO
5. ASOCIADOS DE LA A.G.Y.
Ha quedado analizada la responsabilidad monoplica de A.G.Y., en su
calidad de recomendante, y de X.S.A. en cuanto recomendatario, tanto
el evento de que este ltimo se coluda o conspire con el primero, como
en el caso que no haya colusin o conspiracin, en trminos que el
recomendatario no desarrolle la actividad solicitada.
Resta, finalmente, preguntarse si bajo el supuesto de verificarse la
colusin aludida en el numeral precedente, habra alguna responsabilidad monoplica para los asociados de la A.G.Y. beneficiarios de la
discriminacin arbitraria monoplica explicada. En efecto, es importante recordar que en toda discriminacin arbitraria existen discriminados beneficiarios y discriminados perjudicados, correspondiendo
establecer si los afiliados a la A.G.Y. podran enfrentar responsabilidad
monoplica por los beneficios econmicos arbitrariamente concedidos, esto es, la exclusividad en el descuento mencionado.
El Decreto Ley 211, de 1973, guarda silencio sobre la discriminacin arbitraria monoplica, sin perjuicio de lo cual la jurisprudencia
judicial de la Comisin Resolutiva se ha pronunciado sobre esta materia, aunque vacilantemente. Consideremos dos variantes sobre la responsabilidad de los discriminados beneficiarios.
La Resolucin N 284, y cabe destacar al respecto su considerando 7, sancion a Laboratorio Norgine S.A. y Sociedad Wiston Michelson y Compaa Limitada, sociedades que actuaron conjuntamente
como discriminadores arbitrarios de sus compradores en lo referente
a precios, montos de descuentos y condiciones de pago. La Sociedad
Comercial Salco Ltda. fue un discriminado beneficiario de la actividad antes descrita, pero no fue por ello ni reprochado ni sancionado
por la Comisin Resolutiva.
Diferente fue la situacin en la Resolucin N 214, en la cual Acero Comercial S.A. discrimin injustificadamente entre sus compradores de alambrn al establecer el precio de ste atendiendo a la variable
importaciones y oferta externa y, por otra parte, a la situacin particular de cada comprador frente al mercado externo, conducta con la
cual el discriminado beneficiario, Inchalam, result castigado. Conviene precisar que las sanciones impuestas al discriminado beneficiario
fueron de orden monoplico, quedando a salvo el ejercicio de acciones civiles por concepto de indemnizacin de perjuicios y otras que
fueren pertinentes.
En la especie, estimamos que, de producirse la colusin arbitrariamente discriminadora entre A.G.Y. y X.S.A., existe un riesgo de responsabilidad monoplica para los asociados de A.G.Y. Dicho riesgo
nace de la posibilidad de que eventualmente se demostrara o se pre721
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