Caiputulo 9 El Hombre Que Calculaba
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Malba Tahan
CAPTULO 9
En el cual recibimos la visita del sheik Iezid. Extraa consecuencia de la
previsin de un astrlogo. La mujer y la Matemtica. Berems es invitado a
ensear Matemtica a una joven. Situacin singular de la misteriosa alumna.
Berems habla de su antiguo maestro, el sabio No-Elin.
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Telassim Talismn.
Ulema hombre dotado de gran cultura. Sabio.
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logr hallar uno solo que se sintiese capaz de ensear Matemtica a una joven de
17 aos. Uno de ellos, dotado de gran talento, intent disuadirme de tal propsito.
Quien quisiese ensear canto a una jirafa, cuyas cuerdas vocales no pueden
producir el menor sonido, perdera el tiempo trabajando intilmente. La jirafa, por
su propia naturaleza, no podra cantar.
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La Geometra, dijo Platn, existe en todas partes. En el disco del sol, en la forma
del datilero, en el arco iris, en el diamante, en la estrella de mar, en la tela de la
araa y hasta en un pequeo grano de arena. En la figura de arriba vemos la forma
perfecta que presenta la flor del maracuy. Es admirable la simetra pentagonal con
que estn dispuestos los elementos de esa flor. Llamamos la atencin del lector
para una observacin realmente extraordinaria: Las simetras de orden impar slo
se encuentran en los seres dotados de vida. La materia inorgnica slo presenta
simetra par
El jefe Iezid, irguiendo la cabeza, mir fija y solemnemente al calculista, y aadi:
- Ser capaz, el hermano de los rabes, de ensear los artificios del clculo a mi
hija Telassim? Pagar por las lecciones el precio que me indique, pudiendo, como
ahora, seguir en el cargo de secretario del visir Maluf.
- Generoso sheik! exclam Berems-. No encuentro motivo para rechazar vuestra
invitacin. En pocos meses podr ensear a vuestra hija todas las operaciones
algebraicas y el secreto de la Geometra. Se equivocan dos veces los filsofos
cuando intentan medir con unidades negativas la capacidad intelectual de la mujer.
La inteligencia femenina, cuando es bien orientada, puede acoger perfectamente las
bellezas y secretos de la ciencia. Tarea fcil sera desmentir los conceptos injustos
formulados por el sacerdote. Los historiadores citan varios ejemplos de mujeres que
se hicieron clebres por su cultura matemtica. En Alejandra, por ejemplo, vivi
Hipatia, que ense la ciencia del clculo a centenares de personas, coment las
obras de Diofanto, analiz los dificilsimos trabajos de Apolonio y rectific todas las
Colaboracin de Guillermo Meja
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tablas astronmicas usadas hasta entonces. No hay motivo, oh sheik, para afligirse
ni dudar. Vuestra hija aprender fcilmente la ciencia de Pitgoras. Deseo
solamente que determinis el da y hora en que deber iniciar las lecciones.
Respondi el noble:
- Lo ms de prisa posible. Telassim cumpli ya 17 aos, y estoy ansioso por librarla
de las tristes previsiones del astrlogo.
Y aadi:
- Debo advertirlo de una particularidad que no deja de tener importancia en este
caso. Mi hija vive encerrada en el harem y nunca fue vista por hombres extraos
a nuestra familia. Solo podr, por lo tanto, or sus lecciones de Matemtica, oculta
por una espesa cortina, con el rostro cubierto por un jaique y vigilada por dos
esclavas de confianza. Acepta, an as, mi propuesta?
- Acepto con gran satisfaccin respondi Berems-. Es evidente que el recato y
pudor de una joven valen mucho ms que los clculos y las frmulas algebraicas.
Platn, filsofo y matemtico, mand colocar la leyenda siguiente en la puerta de su
escuela:
No entre si no es gemetra.
Presentse un da un joven de costumbres libertinas y manifest deseos de
frecuentar la academia. El maestro, sin embargo, no lo admiti, diciendo: La
Geometra es pureza y simplicidad; tu impudicia ofende a tan pura ciencia. El
clebre discpulo de Scrates procuraba, de ese modo, demostrar que la Matemtica
no armoniza con la depravacin y con las torpes indignidades de los espritus
inmorales. Sern, pues, encantadoras las lecciones dadas a esa joven que no
conozco y cuyo rostro candoroso jams tendr la ventura de admirar. Querindolo
usted, podr iniciar maana las lecciones.
- Perfectamente asinti el jefe-. Uno de mis siervos vendr maana a buscarlo
(queriendo Al!), poco despus de la segunda oracin. Uassalam!
Despus que el jefe Iezid dej la posada, interrogu al calculista:
- Escucha, Berems. Hay en todo eso un punto oscuro para m. Cmo podrs
ensear Matemtica a una joven, cuando, en verdad, nunca estudiaste esa ciencia
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en los libros, ni tomaste lecciones de los ulemas? Cmo aprendiste el clculo, que
aplicas con tanto brillo y oportunidad? Bien lo s, calculista: entre pastores persas,
contando ovejas, dtiles y bandadas de pjaros en vuelo por el cielo.
- Ests equivocado, bagdal replic con serenidad el calculista-. En el tiempo en
que vigilaba los rebaos de mi amo, en Persia, conoc a un viejo derviche llamado
No-Elin, a quien, durante una tempestad de arena, salv de la muerte. Desde ese
da, el bondadoso anciano fue mi amigo. Era un gran sabio y me ense muchas
cosas tiles y maravillosas. Fue con l que aprend las reglas que permiten efectuar
los clculos con precisin y rapidez. El prudente derviche me deca: la Matemtica
se funda nicamente en la verdad, sin tener en cuenta ninguna autoridad, tradicin,
inters o preconcepto. Lo mismo ocurre con cualquier ciencia, pero no de una
manera tan clara como en la Matemtica, pues, en mayor o menor grado, hay en
las otras ciencias alguna cosa que se basa en la autoridad de los investigadores.
Me habl muchas veces de los grandes trabajos que los gemetras de la antigedad
haban realizado. Gracias al auxilio de ese derviche, llegaron a mi conocimiento las
obras de Euclides, Thales, Pitgoras, del gran Arqumedes y de muchos otros sabios
de la antigua Grecia.
Despus de hacer una pequea pausa, concluy Berems:
- No-Elin me enseaba Matemticas haciendo curiosas figuras en la arena o
rayando, con la punta de una aguja, las hojas de una planta llamada idomeg5.
Vers como podr ensear Matemtica lo mismo, sin ver el rostro de la que va a ser
mi discpula.