Star Wars: Darth Bane: Dinastía Del Mal
Star Wars: Darth Bane: Dinastía Del Mal
Star Wars: Darth Bane: Dinastía Del Mal
Darth Bane 3
Traduccin: CiscoMT
Revisin: Satele88
Maquetacin: Bodo-Baas
Versin 1.1 (con correcciones aportadas por Reek17)
10.05.15
Base LSW v2.21
DECLARACIN
Todo el trabajo de traduccin, revisin y maquetacin de este libro ha sido realizado por
admiradores de Star Wars y con el nico objetivo de compartirlo con otros
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Star Wars y todos los personajes, nombres y situaciones son marcas registradas y/o
propiedad intelectual de Lucasfilm Limited.
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Que la Fuerza te acompae!
El grupo de libros Star Wars
LSW
Drew Karpyshyn
A mi mujer, Jennifer.
Ahora que empezamos un nuevo captulo en nuestras vidas,
no hay nadie mejor con quin lo compartira.
LSW
AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a Shelly Shapiro por todos sus comentarios y retroalimentacin de los
primeros bocetos. Esta no fue una novela fcil de escribir, pero ella me ayud a crear un
final digno a esta triloga.
Tambin quiero agradecer a todos los fans que se han tomado el tiempo de seguir a
Des en su viaje desde un simple minero al Lord Oscuro de los Sith. Abrazad el lado
oscuro.
LSW
Drew Karpyshyn
DRAMATIS PERSONAE
Darth Bane; Lord Oscuro de los Sith (hombre humano)
Darth Zannah; aprendiz Sith (mujer humana)
La Cazadora; asesina (mujer iktotchi)
Lucia; guardaespaldas (mujer humana)
Serra; princesa (mujer humana)
Set Harth; Jedi Oscuro (hombre humano)
LSW
LSW
Drew Karpyshyn
PRLOGO
Darth Bane, el regente Lord Oscuro de los Sith, pate las cubiertas de su cama y dej
caer sus pies por el borde, descansndolos en el fro suelo de mrmol. Inclin su cabeza
de lado a lado; esforzndose por estirar los nudos de su cuello y hombros fuertemente
musculados.
Finalmente se alz con un gruido audible. Tomando aliento profundamente, exhal
lentamente, extendiendo sus brazos bien arriba sobre su cabeza mientras se estiraba sobre
su altura completa de dos metros. Poda sentir el agudo pop-pop-pop de cada vrtebra
individual de su columna soltndose mientras se estiraba hasta que las puntas de sus
dedos se frotaban contra el techo.
Satisfecho, baj sus brazos y cogi su sable lser de la mesita de noche ornamentada
al lado de la cama. La empuadura curvada se senta reconfortante en su agarre. Familiar.
Slida. An as, al sostenerla no pudo evitar que su mano libre temblara aunque fuera
ligeramente. Frunciendo el ceo, apret su mano izquierda en un puo, los dedos
hundindose en la carne de su palma, una forma cruda pero efectiva de domar el temblor.
Movindose silenciosamente, se desliz del dormitorio hacia los vestbulos de la
mansin que ahora llamaba hogar. Tapices luminosos cubran las paredes y alfombras
coloridas, tejidas a mano delineaban los pasillos mientras se abra paso habitacin tras
habitacin, cada una decorada con muebles hechos a medida, objetos de arte extraos, y
otras seales inequvocas de riqueza. Le llev casi un minuto caminar por la longitud del
edificio y alcanzar la puerta trasera que llevaba fuera a los terrenos abiertos que rodeaban
su estado.
Descalzo y desnudo de la cintura para arriba, se estremeci y mir abajo, al mosaico
abstracto del patio de piedra iluminado bajo la luz de las lunas gemelas de Ciutric IV. Se
le puso la piel de gallina, pero ignor el fro de la noche mientras encenda su sable lser
y empezaba a practicar las formas agresivas del Djem So.
Sus msculos grueron en protesta, sus juntas cliqueando y moliendo mientras se
mova cuidadosamente a travs de una variedad de secuencias. Corte. Finta. Empujn.
Las plantas de sus pies golpeaban con suavidad contra la superficie de las piedras del
patio, un ritmo espordico que marcaba el progreso de cada avance y retirada contra su
oponente imaginario.
Los ltimos vestigios de sueo y fatiga se aferraban tercamente a su cuerpo,
espoleando a la diminuta voz interior que le urga a abandonar su entrenamiento y volver
a la comodidad de su cama. Bane la achac recitando silenciosamente la lnea de apertura
del Cdigo Sith: La paz es una mentira, slo existe la pasin.
Diez aos estndar haban pasado desde que perdi su armadura de orbaliskos. Diez
aos desde que su cuerpo hubiera ardido casi ms all de poder ser reconocido por el
devastador poder de los rayos de Fuerza liberados por su propia mano. Diez aos desde
que el sanador Caleb le hubiera llevado de vuelta desde el borde de la muerte y Zannah,
su aprendiz, hubiera masacrado a Caleb y a los Jedi que haban ido a encontrarlos.
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Gracias a las manipulaciones de Zannah, los Jedi ahora crean que los Sith estaban
extintos. Bane y su aprendiz haban pasado la dcada desde aquellos eventos perpetuando
ese mito: viviendo en las sombras, reuniendo recursos, y reuniendo sus fuerzas para el da
en que contraatacaran contra los Jedi. En ese da glorioso los Sith se revelaran a s
mismos, mientras barran a sus enemigos de la existencia.
Bane saba que no vivira para ver ese da. Estaba a mediados de sus cuarenta ahora, y
las primeras cicatrices leves del tiempo y la edad haban empezado a dejar sus marcas en
su cuerpo. An as, se haba dedicado a s mismo a la idea de que un da, incluso si
llevaba siglos, los Sith sus Sith dominaran la galaxia.
Mientras continuaba ignorando los achaques y dolores que inevitablemente
acompaaban la primera mitad de su rgimen nocturno, los movimientos de Bane
empezaron a coger velocidad. El aire sise y cruji como si se partiera una y otra vez por
la espada carmes que se haba convertido en una extensin de su voluntad indomable.
l todava tena una figura imponente. Los poderosos msculos formados durante una
juventud pasada trabajando en las minas de Apatros se ondulaban bajo su piel,
flexionndose con cada corte y golpe de su sable lser. Pero una diminuta capa de la
fuerza bruta que haba posedo una vez, se haba debilitado.
Salt alto en el aire, su sable lser arquendose sobre su cabeza antes de golpear de
lleno en un golpe lo suficientemente poderoso como para partir en dos a un enemigo. Sus
pies golpearon la superficie dura de las piedras del patio con un golpe agudo, repentino,
mientras aterrizaba. Bane todava se mova con una gracia feroz y una intensidad
aterradora. Su sable lser an parpadeaba con velocidad cegadora mientras haca sus
prcticas marciales, an as, era una mera fraccin ms lento de lo que lo haba sido una
vez.
El proceso de la edad era sutil, pero inevitable. Bane lo aceptaba; lo que haba
perdido en fuerza y velocidad poda compensarlo fcilmente con sabidura,
conocimientos, y experiencia. Pero no era culpa de la edad el temblor involuntario que a
veces afliga a su mano izquierda.
Una sombra pas por una de las lunas gemelas; una nube oscura pesada con la
amenaza de una feroz tormenta. Bane se detuvo, brevemente considerando cesar su ritual
pronto para evitar la inminente tromba de agua. Pero sus msculos estaban calientes
ahora, y la sangre estaba bombeando furiosamente a travs de sus venas. Los dolores y
achaques menores se haban ido, desvanecidos por la explosin de adrenalina del intenso
entrenamiento fsico. Ahora no era el momento de dejarlo.
Sintiendo un golpe de viento fro, se agach y se abri a la Fuerza, dejndola fluir a
travs de l. Atrayndola para extender su alerta para acompasar cada lgrima de lluvia
mientras caa del cielo, decidi no dejar que ni una sola gota tocara su carne expuesta.
Poda percibir el poder del lado oscuro aumentando en su interior. Empezaba, como
siempre lo haca, con una leve chispa, un diminuto parpadeo de luz y calor. Los msculos
tensos y enroscados en anticipacin, aliment la chispa, alimentndola con su propia
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pasin, dejando que su rabia y su furia transformaran la llama en un infierno que esperaba
ser desatado.
Mientras las primeras gotas gordas chocaban contra las piedras del patio a su
alrededor, Bane explot en accin. Abandonando el superpoderoso estilo del Djem So,
cambi a las secuencias ms rpidas del Soresu, su sable lser trazando estrechos crculos
sobre su cabeza en una serie de movimientos diseados para interceptar los disparos de
blster enemigos.
El viento se elev hasta un vendaval aullante, y las gotas dispersas rpidamente se
convirtieron en un aguacero. Su cuerpo y mente unidos como uno, canaliz el poder
infinito de la Fuerza contra la lluvia torrencial. Diminutas nubes de vapor siseante se
formaron mientras su espada pillaba a las gotas que descendan mientras Bane giraba,
rodaba, y contorsionaba su cuerpo para evadir aquellas pocas que conseguan deslizarse a
travs de sus defensas.
Durante los siguientes diez minutos luch contra la tormenta bombardeante,
deleitndose en el poder del lado oscuro. Y entonces, tan repentinamente como haba
empezado, la tempestad se fue, la nube oscura desvanecindose en la brisa. Respirando
con fuerza, Bane apag su sable lser. Su piel estaba cubierta de sudor, pero ni una sola
gota de lluvia haba tocado su carne desnuda.
Las tormentas repentinas eran una ocurrencia de casi cada noche en Ciutric,
particularmente aqu en el bosque frondoso del exterior de la ciudad capital de Daplona.
An as, esta inconveniencia menor era fcilmente tolerada cuando se pona contra todas
las ventajas que el planeta tena que ofrecer.
Localizado en el Borde Exterior, lejos de la cuna del poder galctico y lejos de los
ojos fisgones del Consejo Jedi, Ciutric tena la buena fortuna de existir en el nexo de
varias rutas de comercio hiperespaciales. Los navos se detenan frecuentemente en el
planeta, haciendo prosperar a pequeas pero muy provechosas sociedades industriales
centradas en el comercio y transporte.
Ms importante para Bane, el constante flujo de visitantes de las regiones dispersas
por la galaxia le daba un fcil acceso a contactos e informacin, permitindole construir
una red de informadores y agentes que pudiera supervisar personalmente.
Esto habra sido imposible si su cuerpo an estuviera cubierto con los orbaliskos, una
cepa de parsitos quitinosos que se alimentaban de su carne a cambio de la fuerza y
proteccin que ofrecan. Su armadura viviente le haba hecho casi invencible en un
combate uno a uno, an as, su apariencia monstruosa le haba forzado a permanecer
oculto de los ojos de la galaxia.
Antes, sus planes de aumentar en riquezas, influencia, y poder poltico haban sido
incapacitados por su deformidad fsica. Forzado a una vida de aislamiento para que los
Jedi no se percataran de su existencia, haba trabajado slo a travs de emisarios e
intermediarios. Haba confiado en que Zannah fuera sus ojos y odos. Toda la
informacin que reciba era canalizada a travs de ella; cada meta y tarea era cumplida
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por su mano. Como resultado, Bane haba sido forzado a actuar con ms cautela,
ralentizando sus esfuerzos y retrasando sus planes.
Las cosas eran distintas ahora. An era una figura terrorfica que soportar, pero no
ms que cualquier mercenario, cazarrecompensas, o soldado retirado. Vestido en las
prendas tpicas de su mundo natal adoptivo, era ms destacable por su altura que por
cualquier otra cosa, destacable, pero difcilmente nico. Era capaz de mezclarse entre las
multitudes, interaccionar con aquellos que posean informacin, y forjar relaciones con
valiosos aliados polticos.
Ya no tena que permanecer oculto, por ahora era capaz de ocultar su verdadero ser
tras una identidad asumida. Para este fin, Bane haba comprado un pequeo estado un par
de minutos fuera de Daplona. Adoptando la guisa de hermanos Sepp y Allia Omek, ricos
mercantes de importacin-exportacin, l y Zannah haban cultivado cuidadosamente sus
nuevas identidades en los crculos de influencia sociales, polticos, y econmicos del
planeta.
Su estado estaba lo suficientemente cerca de la ciudad para darles acceso fcil a todo
lo que Ciutric tena por ofrecer, an as, lo suficientemente aislado como para permitir
que Zannah continuara sus lecciones en los caminos de los Sith. El estancamiento y la
complacencia eran las semillas que llevaran a la destruccin definitiva de los Jedi; como
el Lord Oscuro, Bane tena que estar vigilante contra permitir que su propia Orden cayera
en la misma trampa. Era necesario no slo entrenar a su aprendiz, sino tambin continuar
aumentando sus propias habilidades y conocimiento.
Un fro cfiro pas por el patio, enfriando el cuerpo empapado de sudor de Bane. Su
entrenamiento fsico haba acabado por esa noche; ahora era hora de que el trabajo
verdaderamente importante empezara.
Un par de docenas de pasos le llevaron al pequeo anexo en la parte trasera del
estado. La puerta estaba cerrada, sellada por un sistema de seguridad codificado.
Presionando los dgitos, suavemente empuj la puerta para abrirla y camin dentro del
edificio que serva de su biblioteca privada.
El interior consista en una nica habitacin cuadrada, cinco metros a cada lado,
iluminada slo por una nica luz suave colgando del techo. Las paredes estaban
delineadas por estanteras que rebosaban de pergaminos, tomos, y manuscritos que haba
reunido durante los aos: las enseanzas de los Sith antiguos. En el centro de la
habitacin haba un gran podio y un pequeo pedestal. En el pedestal descansaba el
mayor tesoro del Lord Oscuro: su Holocrn.
Una pirmide de cuatro caras de cristal lo suficientemente pequea como para
sostenerla en la palma, el Holocrn contena la suma de todos los conocimientos y
entendimientos de Bane. Todo lo que haba aprendido sobre los caminos del lado oscuro
todas sus enseanzas, todas sus filosofas haba sido transferido al Holocrn,
registrado para toda la eternidad. Era su legado, una forma de compartir toda una vida de
sabidura con aquellos que le siguieran en la lnea de Maestros Sith.
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De uno de los estantes cogi un grueso tomo, su cubierta de cuero marcada, las
pginas amarillas y agrietadas por la edad. Movindose con cuidado, lo baj al podio,
abrindolo por la pgina que haba marcado la noche anterior.
Como la mayora de los volmenes de los estantes de su biblioteca, este haba sido
comprado a un coleccionista privado. La galaxia creera que los Sith se haban
extinguido, pero el lado oscuro todava ejerca un tirn inexorable en la psique de los
hombres y mujeres de todas las especies, y un mercado negro de parafernalia Sith ilegal
floreca entre aquellos con riquezas y poder.
Los intentos de los Jedi de localizar y confiscar cualquier cosa que pudiera estar
ligada a los Sith slo haban tenido xito al elevar los precios y al forzar a los
coleccionistas a trabajar a travs de intermediarios para preservar su anonimato.
Esto encajaba a Bane a la perfeccin. Haba sido capaz de reunir y expandir su
biblioteca sin miedo a atraer la atencin para s mismo: era slo otro fetichista de los Sith,
otro coleccionista annimo obsesionado con el lado oscuro, dispuesto a gastar una
pequea fortuna para poseer manuscritos y artefactos prohibidos.
La mayora de lo que haba adquirido era de poca utilidad: amuletos u otras baratijas
de un poder insignificante; copias de segunda mano de historias que haba memorizado
haca tiempo durante sus estudios en Korriban; trabajos incompletos escritos en lenguas
hace tiempo muertas, indescifrables. Pero en ocasiones haba tenido la suerte suficiente
como para encontrar un tesoro de valor real.
El libro desgastado y andrajoso ante l, era un tesoro as. Uno de sus agentes lo haba
comprado varios meses antes, un evento demasiado fortuito para ser atribuido a la suerte.
La Fuerza trabajaba de formas misteriosas, y Bane crea que el libro estaba hecho para
llevar a su posesin la respuesta a su problema.
Como la mayora de su coleccin, era un registro histrico de uno de los Sith
antiguos. La mayora de las pginas contena nombres, fechas, y otra informacin que no
tena ningn uso prctico para Bane. Sin embargo, haba una pequea seccin que haca
una breve referencia a un hombre llamado Darth Andeddu. Andeddu, clamaba el registro,
haba vivido durante siglos, utilizando el lado oscuro de la Fuerza para prolongar su vida
y mantener su cuerpo mucho ms all de su esperanza de vida natural.
En la tpica moda de los Sith, antes de las reformas de Bane, el reinado de Andeddu
lleg a un fin violento cuando fue traicionado y depuesto por sus propios seguidores. An
as, su Holocrn, el repositorio de sus mayores secretos incluyendo el secreto de su
vida casi eterna nunca se haba encontrado.
Eso era todo: menos de dos pginas en total. En el breve pasaje no haba mencin de
dnde o cundo haba vivido Andeddu. No haba mencin de lo que le haba pasado a sus
seguidores despus de que fuera depuesto. An as, la misma carencia de informacin era
lo que haca la pieza tan interesante.
Por qu haba tan pocos detalles? Por qu no haba encontrado referencias a Darth
Andeddu en todos sus aos previos de estudio?
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Slo haba una explicacin que tena algn sentido: los Jedi haban conseguido
purgarlo del registro de la galaxia. Durante los siglos haban coleccionado cada panel de
datos, holodisco, y trabajo escrito que mencionara a Darth Andeddu y lo haban
custodiado en los Archivos Jedi, enterrndolos por siempre para mantener ocultos sus
secretos.
Pero pese a sus esfuerzos, esta referencia en un manuscrito viejo, olvidado, y de otro
modo insignificante, haba sobrevivido para abrirse camino hasta las manos de Bane.
Durante los ltimos dos meses, desde que este tomo llegara a su posesin, el Lord Oscuro
haba terminado su entrenamiento marcial nocturno con una visita a la biblioteca para
ponderar el misterio del Holocrn perdido de Andeddu. Comparando el manuscrito ante
l con la vasta riqueza de conocimientos dispersa en miles de otros volmenes en su
coleccin, haba luchado por reunir las piezas del puzle, slo para fracasar una y otra vez.
An as, rechazaba abandonar su bsqueda. Todo por lo que haba trabajado, todo lo
que haba construido dependa de ello. Descubrira la localizacin del Holocrn de
Andeddu. Desbloqueara el secreto de la vida eterna para darle tiempo para encontrar y
entrenar a otro aprendiz.
Sin l, se marchitara y morira. Zannah clamara el ttulo de Lord Oscura por defecto,
haciendo una burla de la Regla de Dos y dejando el destino de la Orden en las manos de
una Maestra indigna.
Si fracasaba en encontrar el Holocrn de Andeddu, los Sith estaban condenados.
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adhiriendo a las normas establecidas a travs de los procedimientos subrayados en
los precedentes, as como en todos los subsecuentes, artculos. Nuestra sexta demanda
estipula que un cuerpo de
Medd Tandar se frot una mano de dedos largos contra la pronunciada cresta frontal
de su alto crneo, cnico, esperando masajear el dolor de cabeza que se avecinaba y que
se haba estado formando durante los ltimos veinte minutos.
Gelba, el ser con el que haba ido a negociar al planeta de Doan, se detuvo en la
lectura de su peticin para preguntar.
Algo va mal, Maestro Jedi?
No soy un Maestro, le record el cereano a la autodenominada lder de los
rebeldes. Slo soy un Caballero Jedi. Con un suspiro dej caer su mano. Tras un
momento de pausa se forz a aadir. Estoy bien. Por favor contine.
Con un corto asentimiento, Gelba continu con su aparentemente interminable lista
de ultimatos.
Nuestra sexta demanda estipula que a un cuerpo de representantes electos de la
casta minera se le d absoluta jurisdiccin sobre los siguientes asuntos: Uno, la
determinacin de salarios de acuerdo a los estndares galcticos. Dos, el establecimiento
de un estndar de horas semanales a las que se le puede ordenar trabajar a cualquier
empleado. Tres, una lista aprobada de vestimenta de seguridad para ser provista por
La baja mujer humana, musculada, continu montonamente, su voz haciendo eco de
forma extraa en las paredes irregulares de la cueva subterrnea. Los otros mineros
asistiendo tres hombres humanos y dos mujeres cercanas a Gelba parecan
aparentemente transpuestos por sus palabras. Medd no poda evitar pensar que, si sus
herramientas fallaban alguna vez, los mineros podran simplemente utilizar la voz de su
lder para cortar la piedra.
Oficialmente, Medd estaba ah para tratar de acabar con la violencia entre los rebeldes
y la familia real. Como todos los cereanos, posea una estructura cerebral binaria,
permitindole procesar simultneamente ambos bandos de un conflicto. En teora, esto lo
converta en un candidato ideal para mediar y resolver complejas situaciones polticas
como la que se haba desarrollado en este mundo minero. En la prctica, sin embargo,
estaba descubriendo que jugar la parte de un diplomtico era mucho ms desafiante de lo
que haba imaginado al principio.
Localizado en el Borde Exterior, Doan era una bola de roca fea, marrn. Ms del 80
por ciento de la masa planetaria haba sido convertida en una masiva operacin de
explotacin minera. Incluso desde el espacio, la desfiguracin del mundo era
inmediatamente aparente. Surcos de cinco kilmetros de ancho y cientos de kilmetros de
largo atravesaban el paisaje desgastado como cicatrices indelebles. Grandes canteras
talladas en la roca madre descendan cientos de metros en profundidad, marcas
irreparables en el rostro del planeta.
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metros por encima. Podran haber sido hermosas si no hubieran sido todas del mismo
tono de marrn apagado que dominaba la superficie de Doan.
Los cuarteles rebeldes improvisados estaban sin amueblar, pero el alto techo permita
al cereano finalmente ponerse recto. Ms importante, la cmara subterrnea ofreca algo
de refugio contra el calor, el polvo, y el ruido de la superficie, permitindoles a todos
quitarse las ropas amortiguadoras que cubran sus caras. Dada la estridencia de la voz de
Gelba, Medd estaba debatiendo si era del todo algo bueno.
Nuestra siguiente exigencia es la abolicin inmediata de la familia real, y la
rendicin de todos sus estados a los representantes electos especificados en el punto tres
de la seccin cinco, subseccin C. Adems, multas y sanciones deben ser cobradas
contra
Por favor pare, dijo Medd, alzando una mano. Piadosamente, Gelba honr su
solicitud. Como le he explicado antes, el Consejo Jedi no puede hacer nada para
garantizar sus exigencias. No estoy aqu para eliminar a la familia real. Slo estoy aqu
para ofrecer mis servicios como mediador en las negociaciones entre su grupo y el de la
nobleza de Doan.
Ellos se niegan a negociar con nosotros! grit uno de los mineros.
Puede culparles? Contraatac Medd. Mataron al prncipe de la corona.
Eso fue un error, dijo Gelba. No pretendamos destruir su speeder areo. Slo
queramos forzarlo a un aterrizaje de emergencia. Estbamos tratando de capturarle con
vida.
Sus intenciones son irrelevantes ahora, le dijo Medd, manteniendo su voz
calmada y regular. Al matar al heredero al trono, trajeron la ira de la familia real sobre
ustedes.
Ests defendiendo sus acciones? Exigi Gelba. Cazan a mi gente como
animales! Nos encarcelan sin un juicio! Nos torturan por informacin, y nos ejecutan si
nos resistimos! Ahora hasta los Jedi cierran los ojos ante nuestro sufrimiento. No sois
mejores que el Senado Galctico!
Medd entenda la frustracin de los mineros. Doan haba sido miembro de la
Repblica durante siglos, pero no haba habido esfuerzos serios por parte del Senado de
la Repblica o de ningn cuerpo gobernante para dirigir las injusticias de su estructura
social. Comprometiendo millones de mundos miembros, cada uno con sus nicas
tradiciones y sistemas de gobierno, la Repblica haba adoptado una poltica de no
interferencia excepto en los casos ms extremos.
Oficialmente, los idealistas condenaban la carencia de un gobierno democrtico en
Doan. Pero histricamente la poblacin siempre haba sido suministrada de las
necesidades bsicas de vida: comida, refugio, libertad de la esclavitud, e incluso recursos
legales en casos en los que un noble abusaba de los privilegios del mando. Mientras que
los ricos de Doan indudablemente explotaban a los pobres, haba muchos otros mundos
donde la situacin era mucho, mucho peor.
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poder del lado luminoso bandole, aunque era mucho menor de lo que estaba
acostumbrado.
Caminando fuera desde detrs de las rocas, grit en una fuerte voz.
Mustrate!
Un rayo de blster emergi desde la oscuridad hacia l. En el ltimo segundo lo
reflej con su sable lser, mandndolo lejos sin hacerle dao hacia la esquina, una tcnica
que haba dominado haca aos cuando an era un Padawan.
Demasiado cerca, pens para s mismo. Eres lento, dudas. Confa en la Fuerza.
El poder de la Fuerza le envolvi, pero algo en ella se senta mal. Su fuerza parpade
y decay, como una transmisin llena de esttica. Algo o alguien estaba
distorsionando su habilidad para concentrarse. Un velo oscuro haba cado sobre su
consciencia, interfiriendo con su habilidad de atraer la Fuerza. Para un Jedi no haba nada
ms aterrador, pero Medd no tena intencin de retirarse.
Deja en paz a los mineros, grit l, su voz sin traicionar nada de la inseguridad
que senta. Mustrate y enfrntate a m!
Desde la otra esquina de la habitacin, una joven mujer iktotchi camin hacia delante,
sosteniendo una pistola blster en cada mano. Estaba vestida con una capa simple negra,
pero se haba echado atrs la capucha para revelar los cuernos curvados hacia abajo que
sobresalan desde los laterales de su cabeza y se estrechaban hasta un punto afilado justo
sobre sus hombros. Su piel rojiza estaba acentuada por unos tatuajes negros en su
barbilla, cuatro lneas agudas y finas extendindose como colmillos desde su labio
inferior.
Los mineros estn muertos, le dijo ella. Haba algo cruel en su voz, como si
estuviera contaminndola con el saber.
gilmente utilizando la Fuerza para extender su consciencia, Medd se dio cuenta de
que era cierto. Como si mirara a travs de una neblina obscura, slo poda conseguir ver
los cuerpos de los mineros dispersos por la cmara, cada uno con un tiro letal en la
cabeza o el pecho. En los pocos segundos que le haba llevado recomponerse, ella los
haba masacrado a todos.
Eres una asesina, supuso l. Mandada por la familia real para matar a los
lderes rebeldes.
Ella inclin su cabeza en aceptacin, y abri su boca como si fuera a hablar.
Entonces, sin advertencia, dispar otra ronda de rayos de blster hacia l.
El ardid casi funciona. Con la Fuerza fluyendo a travs de l debera haber percibido
su engao mucho antes de que actuara, pero cual fuera el poder que estaba obscureciendo
su habilidad de tocar el lado luminoso le haba dejado vulnerable.
En lugar de tratar de reflejar los rayos una segunda vez, Medd se lanz a un lado,
aterrizando con fuerza en el suelo.
Eres tan torpe como un nio, se reprendi a s mismo mientras luchaba por volverse a
poner en pie.
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Sin querer exponerse a s mismo a otro barrido, alz su mano libre, con la palma
hacia afuera. Utilizando la Fuerza, tir de las armas del agarre de su enemiga. El esfuerzo
mand un rayo desgarrador de dolor a travs de toda la longitud de su cabeza, haciendo
que se doblara y diera medio paso atrs. Pero los blsters navegaron por el aire y
aterrizaron sin hacer dao en el suelo junto a l.
Para su sorpresa, la asesina pareca no estar preocupada. Poda percibir su miedo e
inseguridad? Los iktotchi eran famosos por tener limitadas habilidades precognitivas; se
deca que podan utilizar la Fuerza para ver trozos del futuro. Algunos incluso clamaban
que eran telpatas. Era posible que de algn modo estuviera utilizando sus habilidades
para perturbar su conexin con la Fuerza?
Si te rindes, te prometo un juicio justo, le dijo Medd, tratando de proyectar una
imagen de absoluta confianza y seguridad en s mismo.
Ella le sonri, revelando unos dientes afilados en punta.
No habr juicio.
La iktotchi se lanz con una voltereta hacia atrs, su tnica ondeando mientras saltaba
fuera de la vista tras la cobertura de un grueso saliente de piedra. En el mismo instante,
uno de los blsters a los pies de Medd bipe agudamente.
El Jedi haba pensado que haba desarmado a su enemiga, pero en su lugar haba
cado en su trampa bien preparada. Tuvo slo el tiempo suficiente como para percatarse
de que la clula de energa haba sido colocada en sobrecarga antes de que detonara. Con
su ltimo pensamiento trat de llamar a la Fuerza para escudarle de la explosin, pero era
incapaz de perforar la niebla debilitadora que nublaba su mente. No sinti nada salvo
miedo, rabia, y odio.
Mientras la explosin terminaba con su vida, Medd finalmente comprendi el
verdadero horror del lado oscuro.
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La pesadilla era familiar, an as, aterradora.
Ella vuelve a tener ocho aos, una joven chica agachada en la esquina de la pequea
cabaa que comparte con su padre. Fuera, ms all de la maltrecha cortina que les sirve
de puerta, su padre se sienta junto al fuego, calmadamente removiendo un caldero
hirviendo.
A ella le han ordenado quedarse dentro, oculta de la vista, hasta que el visitante se
vaya. Ella puede verle a travs de los diminutos agujeros rodos en la cortina, alzndose
sobre su campamento. Es grande. Ms alto y fornido que su padre. Su cabeza est
afeitada; sus ropas y armaduras son negras. Ella sabe que es uno de los Sith. Puede ver
que se est muriendo.
Eso es por lo que est aqu. Caleb es un gran sanador. Su padre podra salvar a este
hombre: pero no quiere hacerlo.
El hombre no habla. No puede. El veneno le ha hinchado la lengua. Pero lo que
necesita est claro.
S lo que eres, le dice su padre al hombre. No te ayudar.
La mano del hombre grande cae sobre la empuadura de su sable lser y da medio
paso hacia delante.
No tengo miedo a morir, le dice Caleb. Puedes torturarme si quieres.
Sin advertencia, su padre mete su propia mano dentro del caldero hirviendo sobre el
fuego. Inexpresivo deja que la carne se ampolle y se cocine antes de retirarla.
El dolor no significa nada para m.
Ella puede ver que el Sith est confuso. l es un bruto, un hombre que usa la
violencia y la intimidacin para conseguir lo que quiere. Estas cosas no funcionaran
con su padre.
La cabeza del hombre grande se gira lentamente hacia ella. Aterrorizada, ella puede
sentir su corazn bombeando. Aprieta sus ojos bien cerrados, tratando de no respirar.
Sus ojos se abren mientras es elevada sobre sus pies por un terrible poder, invisible.
La eleva en el aire y la lleva fuera. Bocabajo, est suspendida por una mano invisible
sobre el caldero hirviendo. Indefensa, temblando, puede sentir volutas de vapor calientes
alzndose para reptar por sus mejillas.
Papi, solloza ella. Aydame.
La expresin en los ojos de Caleb es una que ella nunca ha visto antes en su padre:
miedo.
Est bien, murmura l, derrotado. T ganas. Tendrs tu cura.
Serra se levant con un sobresalto, limpindose las lgrimas que le bajaban por las
mejillas. Incluso ahora, veinte aos despus, el sueo an la llenaba de terror. Pero sus
lgrimas no eran de miedo.
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25
Drew Karpyshyn
Los primeros rayos de sol de la maana estaban baando las ventanas del palacio.
Sabiendo que no sera capaz de volverse a quedar dormida, Serra apart las sbanas de
brilloseda y se levant.
El recuerdo de la confrontacin siempre la llenaba de vergenza y humillacin. Su
padre haba sido un hombre fuerte, un hombre de una voluntad inquebrantable y coraje.
Era ella la que fue dbil. Si no hubiera sido por ella, l podra haber desafiado al hombre
oscuro que haba acudido a ellos.
Si ella hubiera sido ms fuerte, l no habra tenido que alejarla.
El hombre oscuro volver algn da, le haba advertido su padre en su diecisis
cumpleaos. No debe encontrarte. Debes irte. Deja este lugar. Cambia tu nombre.
Cambia tu identidad. Nunca vuelvas a pensar en m.
Eso era imposible, por supuesto. Caleb haba sido todo su mundo. Todo lo que ella
saba sobre las artes sanadoras y sobre enfermedades, males, y venenos lo haba
aprendido a sus rodillas.
Cruzando la habitacin hasta su armario, empez a moverse a travs de su vasta
coleccin de ropa, tratando de decidir qu llevar. Toda su infancia la haba pasado
llevando ropa simple, funcional; descartndola slo cuando se volva demasiado
andrajosa y desgastada como para enmendarla. Ahora poda ir todo un mes sin llevar el
mismo traje dos veces.
No soaba con el hombre oscuro cada noche. Por un momento, en el primer ao de su
matrimonio, difcilmente soaba con l. Durante los ltimos pocos meses, sin embargo,
el sueo se haba vuelto ms frecuente: y con l, el deseo creciente de conocer el destino
de su padre.
Caleb la haba mandado fuera por amor. Serra lo entenda. Ella saba que su padre
slo haba querido lo mejor para ella; es por eso por lo que haba honrado su peticin y
nunca haba vuelto para verle. Pero le echaba de menos. Echaba de menos el sentimiento
de sus manos fuertes, encalladas, meciendo su cabello. Echaba de menos el sonido de su
voz silenciosa pero firme recitando las lecciones de su oficio; el dulce aroma de las
hierbas curativas que siempre sala de su camisa cuando l la abrazaba.
Ms que nada, echaba de menos la sensacin de seguridad y estar a salvo que senta
cuando l estaba alrededor. Ahora, ms que nunca, necesitaba escucharle decir que todo
iba a ir bien. Pero eso nunca podra ocurrir. En su lugar, tena que aferrarse al recuerdo de
las ltimas palabras que l le dijo.
Es algo terrible, cuando un padre no puede estar ah para su hija. Por esto, lo
siento. Pero no hay otra forma. Por favor, que sepas que siempre te amar, y ocurra lo
que ocurra siempre sers mi hija.
Soy la hija de Caleb, pens para s misma, todava perezosamente volteando por las
perchas de su armario. Soy fuerte, al igual que mi padre.
Ella finalmente eligi un par de pantalones oscuros y una camiseta azul, blasonada
con la insignia de la familia real de Doan: un regalo de su marido. Le echaba de menos,
LSW
26
tambin, aunque era diferente que con su padre. Caleb la haba alejado de l, pero Gerran
haba sido arrebatado de ella por los rebeldes.
Mientras se vesta, Serra trat de no pensar en su prncipe de la corona. El dolor era
demasiado agudo, su asesinato demasiado reciente. Los mineros responsables por el
ataque an estaban ah fuera: pero no por mucho tiempo, esperaba ella.
Un suave golpe en la puerta interrumpi su hilo de pensamientos.
Entra, grit ella, sabiendo que slo una persona podra estar en la puerta de sus
cmaras privadas tan temprano en la maana.
Su guardaespaldas personal, Lucia, entr en la habitacin. A primera vista la soldado
era ordinaria: una mujer delgada, de piel oscura en sus cuarenta y pocos con pelo corto,
negro ondulado. Pero bajo la tela de su uniforme de la Guardia Real era posible captar
atisbos de msculos fuertes, bien definidos, y haba una intensidad en sus ojos que
advertan que no era alguien a quien tomar a la ligera.
Serra saba que Luca haba luchado durante las Nuevas Guerras Sith haca veinte
aos. Una francotiradora en la famosa unidad de los Caminantes de la Penumbra, haba
servido realmente del lado de la Hermandad de la Oscuridad, el ejrcito que luch contra
la Repblica. Pero como Caleb le haba explicado a su hija en muchas ocasiones, los
soldados que servan en el conflicto eran muy diferentes de sus Maestros Sith.
Los Sith y los Jedi estaban luchando una guerra eterna sobre ideales filosficos, una
guerra en la que su padre no quera tomar parte. Para los soldados normales que hacan el
grueso de los ejrcitos, sin embargo, la guerra era otra cosa. Aquellos que se unan a la
causa Sith hombres y mujeres como Lucia lo hacan por la creencia de que la
Repblica les haba dado la espalda. Privados de sus derechos por el Senado Galctico,
haban luchado en una guerra para liberarse de lo que ellos vean como el gobierno
tirnico de la Repblica.
Eran gente normal que se convirtieron en vctimas de fuerzas ms all de su control;
marionetas desechables para ser masacradas en batallas libradas por aquellos que se
crean grandes y poderosos.
Cmo ha dormido? pregunt Luca, caminando hacia la habitacin y cerrando
la puerta tras ella para asegurar su privacidad.
No muy bien, admiti Serra.
No tena sentido mentirle a la mujer que haba sido su compaera constantemente
cercana durante los ltimos siete aos. Luca vera la verdad a travs de ello.
Las pesadillas de nuevo?
La princesa asinti, pero no dijo nada ms. Nunca haba revelado el contenido de sus
pesadillas o su verdadera identidad a Lucia, y la mujer mayor la respetaba lo
suficiente como para no preguntar por ello. Ambas tenan tiempos oscuros en su pasado
de los que preferan no hablar; era una de las cosas que las haban atrado juntas.
El rey desea hablar con usted, le inform Lucia.
Para que el rey la mandara a buscar tan temprano, tenan que ser noticias importantes.
Qu quiere?
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Drew Karpyshyn
Creo que tiene algo que ver con los terroristas que mataron a su marido,
respondi su guardaespaldas, cogiendo un delicado velo negro de su estante en la esquina
de la habitacin.
El corazn de Serra dio un vuelco, y sus dedos se resbalaron por el ltimo botn de su
camiseta. Ella recuper el control de sus emociones, y se mantuvo perfectamente en
calma mientras la mujer mayor colocaba el velo sobre su cabeza. De acuerdo a la
costumbre de Doan, Serra tena que llevar la mortaja de luto durante todo un ao tras la
muerte de su marido: o hasta que su amado fuera vengado.
Lucia se movi con una precisin practicada, rpidamente amarrando el largo pelo
negro de Serra y clavndolo bajo el velo. La soldado slo era de una altura normal
ligeramente ms baja que su seora de modo que Serra se inclin ligeramente para
acomodarla.
Es una princesa, le reprendi Lucia. Pngase recta.
Serra no pudo evitar sonrer. Durante los ltimos siete aos, Lucia se haba
convertido en la madre que nunca tuvo, suponiendo que su madre hubiera servido como
francotiradora con los fabulosos Caminantes de la Penumbra durante las Guerras Sith.
Lucia termin de ajustar el velo y camin hacia atrs para darle a su cargo una
inspeccin final.
Asombrosa, como siempre, pronunci ella.
Escoltada por su guardaespaldas, Serra se abri camino a travs del palacio hasta la
habitacin del trono, donde el rey las estaba esperando.
***
Mientras marchaban por los pasillos del castillo, Lucia camin en su posicin habitual,
un paso atrs y a la izquierda de la princesa. Debido a que la mayora de las personas eran
diestras, estar a la izquierda de Serra le daba su mejor oportunidad de interponer su
propio cuerpo entre una espada o el fuego de blster por parte de un posible asesino que
se aproximara de frente. No es que hubiera mucho riesgo de que nadie intentara nada aqu
entre los muros de la Mansin Real, pero Lucia siempre estaba preparada y dispuesta a
dar su vida por el bien de su cargo.
Con el colapso de la Hermandad de la Oscuridad haca dos dcadas, Lucia como
muchos de sus camaradas que haban servido en los ejrcitos Sith se haba convertido
en una prisionera de guerra. Durante seis meses haba sido encarcelada en un planeta de
trabajos, soldando y reparando naves hasta que el Senado garantizara un perdn universal
para todos aquellos que hubieran servido en las filas de los ejrcitos de la Hermandad.
Durante los siguientes trece aos Luca haba trabajado como una guardaespaldas
contratada, una mercenaria por libre, y finalmente una cazarrecompensas. As fue como
conoci por primera vez a Serra y como se haba ganado la larga cicatriz que la
recorra desde su ombligo subiendo hasta su caja torcica.
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28
Ella haba estado rastreando a Salto Zendar, uno de los cuatro hermanos meerianos
que haban llegado por el plan corto de miras de secuestrar a un oficial muun de alto
rango de las oficinas principales del Clan Bancario InterGalctico y retenerlo a cambio de
un rescate. La miserable desafortunada aventura haba resultado con dos de los hermanos
asesinados por las fuerzas de seguridad mientras trataban de irrumpir en las oficinas de
CBI en Muunilinst. Un tercero fue capturado con vida mientras que el cuarto Salto
consigui escapar pese a ser crticamente herido por las fuerzas de seguridad.
La recompensa puesta por su captura por parte del CBI era lo suficientemente grande
como para atraer a cazarrecompensas desde tan lejos como el Borde Medio, y Lucia no
haba sido una excepcin. Utilizando contactos de sus das en los Caminantes de la
Penumbra, rastre a Salto hasta un hospital en el mundo cercano de Bandomeer donde
estaba siendo tratado por sus heridas.
Sin embargo, cuando Lucia trat de llevrselo en custodia, una joven humana
trabajando en el hospital como sanadora se haba puesto entre ella y su presa. Pese al
arsenal de armas en la espalda de Lucia, la mujer alta, de pelo oscuro se haba negado a
retroceder, clamando que no dejara que el paciente se moviera mientras an estaba en
una condicin crtica.
La sanadora no haba mostrado miedo, incluso cuando Lucia haba desenfundado su
blster y le haba ordenado que se hiciera a un lado. Ella simplemente haba agitado la
cabeza y haba mantenido su posicin.
Poda haber terminado justo ah; Lucia no estaba dispuesta a disparar a una mujer
inocente slo para recoger el precio por la cabeza de Salto. Desafortunadamente, ella no
era la nica cazarrecompensas en el hospital ese da: Salto haba sido tan malo cubriendo
su rastro como lo era secuestrando.
Mientras ella y Serra estaban enfrentadas en su confrontacin, un twilek haba
irrumpido en la habitacin, blsters desenfundados. Lucia se gir justo a tiempo para
recibir un disparo de lleno en el estmago, su arma cayendo de su mano mientras caa al
suelo.
Cuando Serra trat de detener al twilek de llevarse a Salto, l haba golpeado la
culata de su pistola contra un lateral de su crneo, apartndola y entonces sacando a Salto
de la cama y arrastrando al prisionero gimiendo.
Ignorando el agujero en su tripa, Lucia rept tras ellos. Ella vio al twilek ir a medio
camino por el pasillo antes de que fuera disparado en la espalda por otro
cazarrecompensas que buscaba clamar la recompensa. Y entonces perdi el
conocimiento.
Los informes oficiales ponan los nmeros de cazarrecompensas en el hospital ese da
en algn lugar entre seis y diez. Al contrario que Lucia, la mayora de ellos no tenan
reparos en matar a civiles inocentes o los unos a los otros para reclamar el premio.
Pero para cuando el bao de sangre acab, Salto estaba muerto junto con otros dos
pacientes, un miembro del personal de enfermeras del hospital, tres guardias de
seguridad, y cuatro cazarrecompensas.
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Drew Karpyshyn
El nico motive por el que el nombre de Lucia no estaba en la lista de bajas era
debido a Serra. La sanadora la haba arrastrado de vuelta a la habitacin y haba realizado
una ciruga de emergencia mientras la batalla de pistolas rabiaba en el exterior. Ella
consigui salvar la vida de Lucia pese a estar recin golpeada con la pistola y pese al
hecho de que Lucia haba puesto un arma en su cara slo unos minutos antes.
Lucia le deba la vida a la joven sanadora, y desde ese da en adelante haba jurado
mantener a Serra a salvo, sin importar dnde fuera o lo que hiciera. No fue fcil. Antes de
casarse con Gerran, Serra se haba movido un montn. Nunca se conformaba con
quedarse en el mismo sitio, pareca viajar a mundos diferentes cada pocas semanas. Era
como si estuviera buscando algo que nunca poda encontrar, o como si huyera de algo de
lo que nunca poda escapar.
Al principio, la sanadora haba sido reluctante a tener a alguien constantemente
vigilndola, pero ella no poda detener a Lucia de seguirla mientras se mova de planeta
en planeta. Finalmente, lleg a apreciar el valor de tener a una guardaespaldas entrenada
a mano. Serra estaba dispuesta a ir a cualquier lugar y tratar de ayudar a cualquiera, y el
Borde Exterior poda ser un lugar violento y peligroso.
Durante los aos, sin embargo, Lucia se haba convertido en algo ms que slo la
protectora de la princesa: ella era su confidente y su amiga. Y cuando Gerran se le haba
propuesto a Serra, ella acept su oferta slo con la condicin de que a Lucia todava se le
permitiera servir a su lado.
Al rey no le haba gustado, pero al final haba cedido y haba convertido a Lucia en
un miembro oficial de la Guardia Real de Doan. Pero aunque haba hecho un juramento
de proteger y servir al rey y a su familia, su verdadera lealtad siempre sera hacia Serra.
Es por eso por lo que estaba tan nerviosa mientras se aproximaban a la sala del trono.
Aunque no haba admitido nada a la princesa, tena una bastante buena idea de por qu el
rey quera verla.
Cuando alcanzaron la entrada, a Lucia se le pidi que entregara su blster; por defecto
slo la guardia personal del rey poda poseer armas en su presencia. Aunque ella lo hizo
sin un comentario o protesta, siempre se sinti intranquila cuando no tena un arma a fcil
alcance.
Ella haba acompaado a la princesa a suficientes audiencias con el rey como para
acostumbrarse a las magnificentes decoraciones azul y doradas de la sala del trono. Pero
pareca diferente esta maana: ms grande y ms imponente. La tpica multitud de
siervos, sirvientes, dignatarios, e invitados de honor no estaban a la vista. A excepcin
del suegro de Serra y cuatro de sus guardias personales, la habitacin estaba vaca, lo que
se iba a hablar en esta reunin no deba ir ms all de esas paredes.
Si el abismo ancho de la sala del trono extraamente vaca preocupaba a Serra, ella no
dio ninguna seal externa mientras se aproximaba a la tarima elevada donde el rey estaba
sentado en su trono. Luca la sigui a unos respetuosos tres pasos por detrs.
Fsicamente, el rey se pareca a una versin ms antigua de su hijo muerto, alto y de
hombros anchos, con rasgos fuertes, pelo dorado hasta los hombros, y una barba
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recortada que era ligeramente ms oscura en color. Pero mientras Lucia haba llegado a
conocer a Gerran durante su matrimonio con Serra, ella saba poco de la personalidad de
su padre. Slo lo vea desde cierta distancia en las funciones oficiales, y en estos casos
siempre haba sido formal y reservado.
A los pies de las escaleras con alfombra azul Serra se detuvo y cay sobre una rodilla,
inclinando su cabeza. Lucia permaneci en pie atenta tras ella.
Mand a buscarme, Su Majestad?
Los terroristas que orquestaron el ataque al speeder areo de mi hijo fueron
asesinados la pasada noche.
Est seguro? pregunt ella, mirando arriba al rey sentado en su trono sobre ella.
Una patrulla de seguridad que responde a una fuente annima encontr sus cuerpos
esta maana en una vieja cueva que estaban utilizando como su cuartel general.
Estas son noticias gloriosas, exclam Serra, su cara iluminndose mientras se
alzaba en pie.
Ella dio medio paso hacia el trono, quizs para abrazar al rey. Pero su suegro se
qued en su asiento, inmvil. Confusa, Serra retrocedi mientras sus guardias la miraban
con sospecha.
Al ver la reaccin del rey hacia la princesa, Lucia sinti que su estmago se revolva
en un nudo. Esperaba que ninguno de los otros pudiera sentir su nerviosismo.
Hay algo que no me est contando, Seor? Pregunt la princesa. Ocurre
algo? Est seguro de que era Gelba?
Han identificado su cuerpo positivamente. Dos de sus guardaespaldas y tres de sus
tenientes superiores fueron tambin asesinados junto a un cereano llamado Medd
Tandar.
Un cereano?
Era un Jedi.
Serra agit su cabeza, incapaz de encontrarle un sentido a la informacin.
Qu estaba haciendo un Jedi en Doan?
Un miembro del Consejo contact conmigo y me pidi que permitiera a uno de su
gente que contactara con los rebeldes, le inform el rey. Acced a su peticin.
La princesa parpade en sorpresa. An en pie rgida en atencin, Lucia no mostraba
ninguna reaccin externa, aunque estaba tan sorprendida como su seora.
Siempre hemos tratado de mantener a los Jedi y al Senado fuera de nuestros
asuntos en Doan, protest Serra.
La poltica de nuestro mundo est bajo ataque, explic el rey. El apoyo hacia
los rebeldes se est forjando en la comunidad galctica. Necesitamos aliados si queremos
preservar el modo de vida de Doan. Trabajar con los Jedi les har a ellos y al Senado
menos dispuestos a tomar accin contra nosotros.
Para qu vino aqu? exigi Serra, su voz fra.
LSW
31
Drew Karpyshyn
El rey frunci el ceo; Lucia se dio cuenta de que no le gustaba ser interrogado en su
propia sala del trono. Pero, posiblemente por respeto a su hijo perdido, no reprendi a la
princesa.
Los Jedi tenan noticias de que los rebeldes podran haber descubierto un alijo de
talismanes antiguos, objetos imbuidos con el poder del lado oscuro. El cereano fue
mandado para investigar esas pertenencias y, si eran ciertas, llevar de vuelta los
talismanes al Templo Jedi en Coruscant donde no podran causar daos.
Lucia poda ver la lgica tras la decisin del rey de dejar a los Jedi ir a su misin a
Doan. Lo ltimo que la nobleza quera era que sus enemigos ganaran posesin de armas
potencialmente devastadoras. Si los informes eran ciertos, la mejor forma de anular la
amenaza sera dejar que los Jedi trataran con ella. Desafortunadamente, la muerte del
cereano no era parte del plan.
Cree que los Jedi le culparn por la muerte de Medd, seal la princesa, su
mente aguda reuniendo todas las piezas. Saba que iba a hacer contacto con los
rebeldes; parecer que usted contrat al asesino para que le siguiera hasta su escondite.
El rey dio un solemne asentimiento.
La muerte de Gelba ha asestado un gran golpe a nuestro enemigo, pero otros
seguramente se alzarn para ocupar su lugar. Los terroristas se propagan como insectos, y
nuestra guerra con ellos est lejos de acabar.
Hasta ahora el Senado no ha interferido con nuestros esfuerzos por limpiar nuestro
mundo de estos criminales. Pero si creen que utilic al Jedi para satisfacer mi deseo
personal de venganza, no se quedarn sentados.
El rey se levant de su trono, levantndose en toda su altura. Se alz sobre Serra
donde estaba en las escaleras bajo la tarima.
Pero ese asesino no estaba actuando bajo mis rdenes! Pronunci con una voz
que hizo eco en las paredes del trono. Esto se hizo sin mi conocimiento ni
consentimiento una clara violacin de la ley de Doan que podra costarnos todo!
Es por eso por lo que me ha trado aqu, Seor? Pregunt Serra, rechazando
acobardarse por su rabia. Para acusarme de traicionarle?
Hubo un largo silencio mientras se miraban el uno al otro antes de que el rey hablara
de nuevo.
Cuando mi hijo declar en un principio su intencin de casarse contigo, me opuse a
la unin, respondi l. Estaba hablando como si nada ahora, casi como si estuvieran
hablando durante la comida. Pero Lucia poda ver que sus ojos estaban fijos en la
princesa, estudindola con intensidad.
S, Seor, respondi Serra, sin dar ninguna sombra de emocin. Eso me cont
l.
Tienes secretos, continu el rey. Todos mis esfuerzos por saber de tus padres
o de tu familia resultaron en nada. Tu pasado est bien oculto.
Mi pasado no tiene relevancia, Seor. Su hijo aceptaba eso.
LSW
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Te he observado estos ltimos tres aos, admiti el rey. Poda ver que amabas
a mi hijo. Puedo ver que fuiste devastada por su muerte.
Serra no dijo nada, pero Lucia poda ver algunas lgrimas empezando a formarse en
sus ojos mientras pensaba en los recuerdos de su marido.
Con los aos he llegado a apreciar aquellas cualidades que mi hijo vea en ti. Tu
fuerza. Tu inteligencia. Tu lealtad a nuestra Casa.
Pero ahora mi hijo est muerto, y no puedo evitar preguntarme dnde recaen tus
verdaderas lealtades.
Hice un juramento de servir a la Corona cuando me cas con Gerran, le dijo
Serra, su voz firme pese a las lgrimas en sus ojos. An aunque se haya ido, no
deshonrara su recuerdo abandonando mis deberes.
Te creo, dijo el rey tras varios segundos, su voz de repente cansada. Aunque
esto no me acerca ms a averiguar quin estaba detrs del ataque.
Silenciosamente, Lucia dej salir el aliento que ni siquiera se haba dado cuenta que
estaba conteniendo.
El rey se volvi a sentar en su trono, su expresin perturbada por las dudas y el dolor
permanente por su hijo. Serra camin hacia delante y se arrodill junto a su suegro, lo
suficientemente cerca como para poner una mano de consuelo en su brazo, ignorando a
sus guardias mientras daban un paso amenazador hacia delante.
Su hijo era amado por todos los nobles de Doan, dijo ella. Y los rebeldes son
despreciados universalmente. Cualquiera podra haber contratado al asesino, sin saber de
ningn modo que el Jedi estara all. La muerte del cereano fue un desafortunado
accidente, no ningn siniestro plan.
Me temo que los Jedi no vayan a ser convencidos tan fcilmente, respondi el
rey.
Entonces djeme hablar con ellos, ofreci Serra. Mndeme a Coruscant. Les
har entender que usted no form parte de esto.
Te he visto en los pasillos estos ltimos meses, le dijo el rey. S el dolor que
todava cargas por la prdida de mi hijo. No puedo pedirte hacer esto mientras an ests
lamentando su muerte.
Es por eso por lo que debo ser la que vaya, contraatac Serra. Los Jedi estarn
ms dispuestos a mostrar compasin por una viuda dolida. Djeme hacer esto por usted,
Seor. Es lo que Gerran habra querido.
El rey consider su oferta brevemente antes de asentir.
Serra se alz y tom su partida con una reverencia. Luca fue a un paso tras ella
mientras abandonaba la sala del trono, slo detenindose en las puertas lo suficiente
como para recoger sus armas.
Slo cuando estuvieron de vuelta en la privacidad de la cmara de la princesa con la
puerta cuidadosamente cerrada tras ellas se atrevieron a hablar.
Llvate esto a alguna parte y qumalo, escupi Serra mientras se quitaba el velo
de luto de su cabeza y lo tiraba al suelo. No quiero volver a verlo.
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Tengo algo que confesar, dijo Lucia mientras recoga el atavo desechado del
suelo.
Serra se gir para mirarla, pero Lucia no poda leer la expresin en su cara.
Soy yo la que contrat al asesino que mat a Gelba, dijo ella, hablando
rpidamente para que salieran las palabras.
Quera decir mucho ms. Quera explicar que no haba sabido nada sobre el Jedi en
Doan. Necesitaba que Serra entendiera que lo haba hecho slo por su bien.
Lucia siempre haba percibido una oscuridad en la sanadora, una sombra en su
espritu. Con la muerte de Gerran esa sombra haba crecido. Haba visto a su amiga
deslizarse en una desesperacin sombra mientras las semanas se convertan en meses,
con desgana vagando por los pasillos del castillo en su atavo negro de luto como algn
tipo de fantasma atormentado.
Todo lo que quera era tratar de aliviar el sufrimiento de la princesa. Ella pens que
quizs si a aquellos responsables de la muerte de Gerran se les haca pagar, Serra
encontrara una conclusin, podra continuar hacia delante y salir de la sombra que haba
cado sobre ella.
Ella quera decir todo esto, pero no poda. Slo era una soldado; no era nada buena
con las palabras.
Serra camin hacia delante y envolvi sus brazos alrededor de ella en un abrazo
largo, suave.
Cuando el rey habl de alguien contratando a un asesino para vengar la muerte de
Gerran, pens que podras ser t, susurr ella. Gracias.
Y Lucia saba que no tena que decirle a la princesa todas las cosas que quera decir.
Su amiga ya lo saba.
Creo que usted debera decrselo al rey, dijo Lucia cuando la princesa finalmente
rompi su abrazo.
Te hara arrestar, dijo Serra con un firme agitar de su cabeza. O por lo menos
te despedira de tu puesto. No puedo dejar que ocurra. Te necesito a mi lado cuando vaya
a Coruscant.
Todava planea hablar con los Jedi? pregunt ella, ligeramente sorprendida.
Qu va a decirles?
La muerte de Medd fue un accidente. El rey no estaba involucrado. Es todo lo que
necesitan saber.
Lucia tena sus dudas, pero conoca lo suficientemente bien a la princesa como para
darse cuenta de que discutir el asunto sera una prdida de tiempo. Serra no tena
intencin de entregarla ni al rey ni a los Jedi, pero no poda dejarlo pasar sin ms.
Nunca quise causarle ningn problema. Ni al rey. Lo siento.
Nunca te disculpes por esto! le respondi gritando Serra. Gelba y sus
seguidores tuvieron exactamente lo que se merecan. Lo nico de lo que me arrepiento es
de no haber estado all para verlo por m misma.
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El veneno en sus palabras la rabia pura y el odio cogieron a Lucia con la guardia
baja. Instintivamente, dio un paso atrs, retrocediendo de su amiga. Pero entonces Serra
sonri y el raro momento haba pasado.
Necesitamos irnos tan pronto sea posible, seal la princesa. No har esperar
al Consejo.
Har los preparativos, respondi Lucia, aunque saba que pasaran varios das
antes de su real partida. Como la princesa, no era fcil para Serra simplemente abandonar
Doan, haba protocolos diplomticos y procedimientos burocrticos que tenan que
seguirse
Todo esto saldr bien, le asegur Serra, llegando a colocar una mano de
consuelo en el brazo de Lucia. Gelba est muerta. Mi marido ha sido vengado. Una
rpida reunin con uno de los Maestros Jedi y todo este incidente quedar atrs.
Lucia asinti, pero saba que no sera tan simple. Esto no iba simplemente a pasar. La
muerte del Jedi haba puesto en movimiento una cadena de eventos, una que tema que
poda acabar muy mal para ambas.
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3
La cantina estaba casi vaca a esa hora del da; las multitudes no empezaran a llegar
hasta el anochecer. Lo que era exactamente por lo que Darth Bane haba organizado este
encuentro para primera hora de la tarde.
Su contacto un hombre ligeramente desmesurado, en proceso de quedarse calvo, de
unos cincuenta, llamado Argel Tenn ya estaba all, sentado en un puesto privado en la
parte trasera del establecimiento. Nadie le prest ninguna atencin especial al Lord
Oscuro mientras cruzaba la habitacin; todo el mundo aqu, incluyendo Argel, le conoca
slo como Sepp Omek, uno de los muchos mercaderes ricos que vivan en Ciutric.
Bane se sent en el asiento junto a la mesa del otro hombre y llam a una camarera
con un gesto discreto de su mano. Ella vino y tom su pedido, entonces se desliz para
dejarles con sus asuntos. En Ciutric era comn que los mercaderes hicieran tratos en las
partes traseras de los bares y clubs, y el personal sirviente saba cmo respetar la
confidencialidad de sus clientes habituales.
Por qu nunca nos reunimos en tu estado? Dijo Argel a modo de saludo. He
odo que tienes una de las bodegas de vino mejor surtidas del planeta.
Prefiero que mi hermana no sepa de nuestras transacciones, respondi Bane.
Argel se ri entre dientes ligeramente.
Lo entiendo por completo.
l dej de hablar mientras la camarera volva y pona sus bebidas en la mesa,
entonces continu en una voz ms silenciosa una vez que se hubo ido.
Muchos de mis clientes son reluctantes a dejar que los amigos y la familia sepan de
sus intereses en el lado oscuro.
Tratar con Argel siempre le dejaba un regusto amargo en la boca a Bane, pero por el
momento no haba nadie ms a quien pudiera acudir. El grueso traficante era el
procurador lder en el sector de manuscritos prohibidos Sith; haba conseguido una
pequea fortuna buscndolos discretamente, comprndolos, y entregndolos en persona a
sus clientes mientras se guardaba sus nombres para que siempre se le enlazara para la
transaccin.
Por supuesto, la mayora de sus clientes no eran ms que coleccionistas o fetichistas
Sith que simplemente ansiaban poseer un trabajo que haba sido oficialmente prohibido
por el Consejo Jedi. No tenan un entendimiento real del lado oscuro o de su poder.
Compraban y vendan los manuscritos con una ignorancia dichosa, sin percatarse de con
qu estaban tratando.
Esto, ms que otra cosa, era lo que llevaba la bilis a la garganta de Bane cada vez que
se reuna con Argel. El hombre se retrataba a s mismo como un experto en el lado
oscuro. Regateaba e intercambiaba los secretos de los antiguos Sith como alfombras
baratas en un bazar al aire libre. A Bane le irritaba pensar en qu tesoros haban pasado a
travs de sus manos en posesin de aquellos demasiado dbiles y comunes como para
hacer nunca uso de ellos.
LSW
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Haba ocasionalmente fantaseado con revelar su autntica identidad a Argel, slo para
ver su reaccin aterrorizada. Bane quera verle arrastrarse, rogando piedad a los pies de
un verdadero Sith. Pero una venganza insignificante contra una insignificante mota de
humano estaba por debajo de l. Argel era til, y por lo tanto Bane continuara jugando la
parte de un mercader obsesionado con los Sith.
Espero que fueras capaz de encontrar lo que estaba buscando, murmur l.
Los detalles que me diste eran bastante vagos.
Te prometo esto, Sepp, respondi el otro hombre con una sonrisa astuta. No
estars decepcionado.
Pero no tienes ni idea de lo difcil que fue, aadi Argel, lanzando un suspiro
exagerado. Tras lo que vas es ilegal. Prohibido por el Consejo Jedi.
Todo con lo que traficas est prohibido por el Consejo Jedi.
Esto era diferente. Nunca jams escuch el nombre de Darth Andeddu antes.
Ninguno de mis proveedores lo haba hecho. Tuve que salirme de los canales habituales.
Pero lo consegu, como siempre lo hago al final.
Bane frunci el ceo.
Confo en que fuiste cuidadoso. No quiero que ni una palabra de esto vaya de
camino hacia los Jedi.
Argel se ri.
Cul es el problema, Sepp? Algunas de las prcticas de tu negocio no son lo
bastante honradas? Temes que el Consejo vaya detrs de ti por engaar en tus
impuestos?
Algo as.
No te preocupes, nadie sabr nunca que estuviste involucrado. Slo he sacado el
tema porque voy a tener que renegociar nuestro precio original.
Tenamos un trato.
Ahora, ahora sabes que mi cuota inicial es slo una estimacin, le record
Argel. Tuve que gastar tres veces mis gastos habituales para rastrear este objeto en
particular.
Pero estoy dispuesto a darte un chollo y slo cargarte el doble de mi oferta original.
Bane apret sus dientes, sabiendo que sus esperanzas para un rpido fin de su
conversacin quedaran incompletas. Tena los recursos para simplemente pagar, por
supuesto. Pero esto levantara sospechas. Tena un rol que jugar: el de un mercader
espabilado. Si no negociaba hasta el ltimo crdito, parecera extrao.
Te dar un bonus del diez por ciento. Nada ms.
Durante los siguientes veinte minutos regatearon hacia atrs y adelante para
finalmente fijar un 40 por ciento por encima del precio inicial.
Un placer hacer negocios contigo, como siempre, dijo Argel una vez que el pago
fue acordado.
Desde dentro de su chaleco sac un tubo fino de apenas treinta centmetros de largo.
El tubo estaba sellado por un extremo, y el otro estaba tapado por un tapn de rosca.
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enroll el pergamino y lo desliz de vuelta al tubo protector. Pese a ser slo un par de
prrafos garabateados en una nica lmina de pergamino, le haba dado lo que necesitaba.
Los seguidores de Andeddu haban construido un templo en su honor en el mundo del
Ncleo Profundo de Prakith. No caba duda en la mente de Bane de que sera ah donde
encontrara el Holocrn del Lord Oscuro. Desafortunadamente, tena que pensar en una
forma de adquirirlo que no levantara las sospechas de Zannah.
El Holocrn de Andeddu ofreca la promesa de la inmortalidad; con ella podra vivir
lo suficiente como para encontrar y entrenar a un nuevo sucesor. Era improbable que su
actual aprendiz supiera la significancia del Holocrn, pero no estaba dispuesto a correr
ese riesgo. Aunque era perezosa para desafiarle directamente, si saba que planeaba
reemplazarla, Bane no tena dudas de que ella hara todo en su poder para detenerle.
No poda permitir que el miedo a ser reemplazada se convirtiera en el catalizador que
empujara a Zannah a desafiarle finalmente. Luchar simplemente porque saba que iba a
ser dejada de lado no era nada salvo un instinto comn de supervivencia. Sus sucesores
necesitaran hacer ms que slo sobrevivir si los Sith iban a volverse alguna vez lo
suficientemente poderosos como para destruir a los Jedi. El desafo de Zannah tena que
llegar de su propia iniciativa, no como reaccin a algo que l hiciera. De otro modo, era
intil.
Esta era la compleja paradoja de la relacin Maestro-aprendiz, y haba puesto a Bane
en una posicin insostenible. No poda mandar a Zannah tras el Holocrn, y si l iba tras
l en persona, ella con seguridad sospechara algo. Raramente viajaba fuera del mundo
ya; cualquier viaje la pondra de inmediato en guardia. Ella podra tratar de seguirle, o
preparar algn tipo de trampa para que saltara a su regreso.
An aunque haba decepcionado a Bane al no desafiarle, Zannah an era una
oponente peligrosa y formidable. Era posible que ella pudiera derrotarle, dejando a los
Sith con una lder que careca del impulso y la ambicin necesarios. Su complacencia
infectara la Orden; finalmente se marchitara y morira.
No poda permitir que eso ocurriera. Lo cual significaba que tena que encontrar algo
para ocupar la atencin de Zannah mientras haca el largo y arduo viaje hacia el Ncleo
Profundo.
Afortunadamente, ya tena algo en mente.
***
El estudio personal de Bane al contrario que la biblioteca privada aislada en la otra
esquina del estado era un panal zumbando de actividad electrnica interminable.
Incluso cuando no estaba ocupada, la habitacin estaba iluminada por las imgenes
parpadeantes de las imgenes de los informes de noticias de la HoloRed, el brillo de las
pantallas de datos mostrando teletipos de stock de una docena de intercambios planetarios
diferentes, o lecturas parpadeantes en los monitores indicando comunicaciones privadas
filtrndose desde la red de informadores que l y Zannah haban reunido con los aos.
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Bane nunca haba prestado a ese pequeo mundo minero del Borde Exterior mucha
atencin antes. Eso haba cambiado haca tres das cuando se percat de una declaracin
emitida al Senado para la aprobacin por parte de un representante de actuar en nombre
de la familia real de Doan.
No era inusual para Bane revisar los informes del Senado. Por ley, toda la
documentacin financiera archivada a travs de los canales oficiales de la Repblica
estaba disponible para la vista pblica por un precio, por supuesto. El coste era alto, y
tpicamente todo resultaba en una onerosa lista de regulaciones de bienes, impuestos
equilibrados de acuerdo a los tratados econmicos, o solicitudes de fondos para varios
proyectos y grupos de inters especial. Ocasionalmente, sin embargo, algo de verdadera
significancia se filtrara a travs del embrollo. En este caso, era una peticin de una lnea
para el reembolso de los costes incurridos por la familia real de Doan para transportar el
cuerpo de un Jedi Cereano llamado Medd Tandar de vuelta a Coruscant.
No haba ms detalles; los informes de presupuestos raramente se interesaban en el
por qu. Bane, sin embargo, estaba muy interesado. Qu estaba haciendo un Caballero
Jedi en Doan? Ms importante, cmo haba muerto?
Desde que vio por primera vez el informe, Bane haba estado sondeando sus fuentes
para tratar de encontrar las respuestas. Tena que avanzar con cuidado para que los Jedi
no se enteraran; para que los Sith sobrevivieran tenan que permanecer ocultos en las
sombras. Pero a travs de una larga cadena de burcratas, sirvientes del hogar, e
informadores pagados, haba reunido suficientes hechos para darse cuenta de que la
situacin era digna de una investigacin ms concienzuda.
Y por eso deba mandar a Zannah.
Sentado tras el escritorio en el centro de las pantallas y holoproyectores, poda
escucharla bajar el pasillo, los fuertes talones de sus botas golpeando el suelo con cada
paso. Descansando en el lado izquierdo del escritorio haba un disco de datos que
contena toda la informacin que haba recopilado sobre Medd Tandar y su visita a Doan.
Extendi el brazo hacia l sin pensarlo y se qued helado. Por un breve instante su mano
flot en el aire, temblando involuntariamente. Entonces rpidamente la retir, ocultndola
bajo el borde del escritorio justo mientras Zannah entraba en la habitacin.
Mand buscarme, Lord Bane?
Ella no hizo ninguna seal sobre el temblor, an as, Bane estaba seguro de que no
haba pasado desapercibido. Le estaba tomando por tonto? Pretendiendo no ver su
debilidad en esperanzas de que se volviera despreocupado y bajara la guardia? O estaba
regodendose mientras compraba tiempo, esperando a que el lado oscuro simplemente
pudriera su cuerpo?
Zannah slo era diez aos ms joven que Bane, pero si el lado oscuro estaba
extrayendo un precio fsico similar sobre ella todava tena que reflejarse. Al contrario
que su Maestro, ella nunca haba sido infestada con los orbaliskos. Pasaran an muchas
dcadas antes de que la corrupcin del lado oscuro hiciera que su cuerpo se marchitara.
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Su pelo dorado ondulado todava era largo y lustroso, su piel todava suave y perfecta.
De una altura normal, tena la figura de una gimnasta: delgada, ligera, y fuerte. Llevaba
unos pantalones negros ajustados y un chaleco sin mangas rojo bordado de plata, un
vestido que era tanto del estilo de los estndares actuales de Ciutric como prctico, en eso
no le impedira el movimiento.
La empuadura de su sable lser de doble hoja colgaba de sus caderas; durante los
pasados aos ella nunca haba ido en presencia de su Maestro sin l. La empuadura
curvada del propio arma de Bane estaba enganchada al cinturn de sus pantalones
habra sido un imbcil de haberse quedado desarmado y vulnerable ante la aprendiz que
haba jurado matarle algn da.
Todava estoy esperando ese da, pens Bane. En voz alta dijo:
Necesito que hagas un viaje al Borde Exterior. Un planeta llamado Doan, donde un
Jedi fue asesinado hace tres das estndar.
Cualquiera suficientemente poderoso como para matar a un Jedi merece nuestra
atencin, admiti Zannah. Sabemos quin es el responsable?
Eso es lo que necesitas averiguar.
Zannah asinti, sus ojos encogindose mientras procesaba la informacin.
Qu estaba haciendo un Jedi en un planeta insignificante del Borde Exterior?
Eso es algo que necesitas averiguar.
Los Jedi mandarn a uno de los suyos a investigar, seal ella.
No en seguida, le asegur Bane. La familia real de Doan est pidiendo favores
polticos para retrasar la investigacin. Han mandado a una representante para que se
rena con el Consejo Jedi en Coruscant en su lugar.
La familia real debe ser rica; ese tipo de favores no salen baratos. Un mundo
pequeo, pero an no lo suficientemente conocido con una realeza rica. Recursos
valiosos? Minera? supuso ella.
Zannah siempre haba sido capaz de raspar pedazos de informacin y reunirlos en
algo con sentido. Podra haber sido una sucesora digna, si tan solo poseyera la ambicin
de agarrar el trono Sith.
El planeta ha sido excavado casi hasta el ncleo. Slo quedan un par de kilmetros
habitables de tierra en la superficie; toda la comida tiene que ser enviada. La mayora de
la poblacin vive y trabaja en las franjas de las minas.
Suena encantador, murmur ella, antes de aadir. Me ir esta noche.
Bane asinti, despachndola. Slo despus de que se fuera se atrevi a colocar su
mano todava temblando de vuelta en la parte superior del escritorio.
La muerte de un Jedi siempre le era de inters, pero en realidad se preocupaba por
encontrar el Holocrn de Andeddu mucho ms que de lo que lo haca por el resultado de
la misin de Zannah.
Afortunadamente, el incidente en Doan le ofreca la perfecta distraccin. Investigar el
mundo del Borde Exterior mantendra a su aprendiz ocupada mientras l se lanzaba por
las peligrosas rutas hiperespaciales hacia el Ncleo para recuperar el Holocrn. Si las
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cosas iban como esperaba, estara de vuelta mucho antes de que ella volviera para darle
su informe, sin que Zannah se enterara de nada.
Confiando en su plan, Bane centr toda su concentracin en calmar el temblor que
todava agarraba su mano. Pero pese a todo su poder, pese a toda su disciplina mental, los
msculos continuaban contrayndose involuntariamente. En frustracin, cerr su puo y
lo golpe una vez contra la superficie del escritorio, dejando una leve impresin en la
suave madera.
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Las lunas gemelas de Ciutric IV brillaban con fuerza sobre el speeder areo de Zannah
mientras sobrevolaba el cielo nocturno. Las nubes de lluvia de la tarde se estaban
empezando a formar; an no eran ms que velos que simplemente se desgarraban
mientras su vehculo pasaba a travs de ellas. En el suelo abajo, an a un par de
kilmetros por delante, poda ver las luces del espaciopuerto principal de Daplona.
Una luz en el panel de navegacin parpade una advertencia, indicando que se estaba
aproximando al lmite de dos kilmetros de espacio areo restringido que rodeaba el
puerto. Sus manos movindose con precisin casual sobre los controles, llev al speeder
para aterrizar en la seccin reservada para aquellos lo suficientemente ricos como para
permitirse hangares privados para sus lanzaderas personales.
Mientras el vehculo suavemente tocaba tierra en la plataforma localizada en el
permetro del puerto estelar, tres hombres salieron a encontrarse con ella. El primero, un
aparcacoches, atendi su speeder, alejndolo hacia el aparcamiento seguro donde sera
aparcado hasta que ella volviera. El segundo hombre, un porteador, carg su equipaje en
un pequeo trineo flotante y entonces esper pacientemente hasta que el tercer hombre se
aproxim.
Buenas noches, Seorita Omek, la salud l.
Desde su primera llegada a Ciutric, Zannah y Bane haban trabajado duro para
construir sus identidades como Allia y Sepp Omek. Tras casi una dcada, ella era capaz
de deslizarse en el rol de una comerciante rica de importacin-exportacin sin siquiera
pensar en ello.
Chet, dijo ella con un gesto de la cabeza al oficial de aduanas mientras el joven
le daba un formulario de aspecto oficial.
Para las masas comunes, las llegadas y salidas del espaciopuerto de Daplona eran un
proceso largo y arduo. Porque el mundo estaba construido a base de comercio e
intercambio, el gobierno requera de copias de itinerarios de viaje, verificaciones de
registro de naves, y un montn de formularios y permisos por rellenar antes de que las
autoridades portuarias dejaran pasar a un navo, sus contenidos, o sus pasajeros. Esto
frecuentemente involucraba una inspeccin minuciosa del interior de la nave por parte del
personal de aduanas, con la explicacin oficial de aumentar la seguridad planetaria. Sin
embargo, todo el mundo saba que las inspecciones eran realmente para desalentar a los
mercantes de tratar de transportar mercanca no declarada a la espera de evitar las tasas y
tarifas interplanetarias.
Afortunadamente, Zannah no tena que preocuparse por nada de eso. Ella
simplemente firm el formulario de salida y se lo entreg a Chet. Uno de los principales
beneficios de mantener un hangar privado en el puerto era la habilidad de ir y venir a
voluntad. A cambio de sus tasas de hangar sustanciosas mensuales, el gobierno mantena
la nariz fuera de sus asuntos y los de Bane una ganga a cualquier precio hasta donde
ella saba.
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Regla de Dos era inviolable. Si iba a tomar el manto de Maestra de Bane, necesitara
encontrar un aprendiz. Hasta entonces, pese a sus mejores esfuerzos, haba fracasado en
localizar siquiera a un nico candidato potencial.
Bane haba reconocido su propio potencial cuando, como una joven, haba matado a
los Jedi que haban masacrado por error a su amiga. Ahora iba a investigar la muerte
misteriosa de otro Jedi. Podra encontrar a su sucesor del mismo modo que Bane la
haba encontrado a ella?
Pero si estaba pensando en esas cosas, con seguridad Bane haba pensado en ello,
tambin. Raramente se le coga sin preparar o con la guardia baja. As que por qu la
mandara Bane a una misin que poda terminar con ella encontrando al individuo que
pudiera convertirse en el siguiente aprendiz Sith? Quera desafiarle su Maestro? Estaba
tratando de ayudarla? O estaba buscando reemplazarla? Quizs haba decidido que no
era digna de asumir su ttulo. Quizs esperaba que su misin le proveyera de alguien
nuevo para entrenarle en los caminos del lado oscuro, y planeara hacerla a un lado.
Si eso es cierto, Maestro, te sorprenders de cmo termina esto. Subestmame bajo tu
propio riesgo.
Un bip de la pantalla de navegacin le notific que la lanzadera haba salido de la
atmsfera de Ciutric. Un par de segundos despus sinti el arrebato inequvoco mientras
la nave haca el salto hacia el hiperespacio.
Zannah reclin su asiento y cerr los ojos. No tena sentido preocuparse por todas las
posibilidades de lo que Bane pudiera o no estar pensando, o de cules podran ser sus
motivaciones secretas para mandarla a la misin. La red de sus maquinaciones poda ser
demasiado imposiblemente enrevesada para deshilarla.
Pero ella saba una cosa con seguridad: algo iba a cambiar. Durante veinte aos haba
servido como su leal aprendiz, aprendiendo los caminos de los Sith. Ahora su hora como
alumna iba a terminar. Fuera cual fuera el resultado de la misin, haba decidido que esta
sera la ltima vez que respondiera ante Darth Bane.
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Coruscant era distinto a cualquier cosa que Serra hubiera visto nunca. De nia no haba
conocido nada salvo el simple aislamiento del campamento de su padre. Cuando l la
haba mandado lejos, haba visitado docenas de otros mundos antes de asentarse en Doan,
pero todos ellos haban sido planetas poco poblados del Borde Exterior. Toda su vida la
haba pasado en los lmites de la civilizacin. Aqu, en la metrpolis del tamao de un
planeta que era la capital de la Repblica, haba sido arrojada a la locura del Ncleo
Galctico.
Caleb se haba asegurado de que la educacin de su hija fuera bien fundada; haba
ledo descripciones de Coruscant, haba memorizado todos los hechos y figuras
relevantes. Pero saber que un mundo tena una poblacin que se aproximaba al trilln de
individuos y verlo en persona era totalmente diferente.
Serra simplemente mir por la ventana del speeder areo, sin palabras mientras corra
y se hunda, luchando por abrirse camino a travs del trfico pesado de la carretera area.
Abajo, un ocano interminable de duracero y permacreto se extenda hasta el horizonte en
todas las direcciones, brillando con el brillo permanente de un milln de luces. El efecto
era abrumador: las multitudes, los vehculos, la cacofona aburrida de sonidos que podan
escucharse sobre el zumbido de los motores, la misma magnitud de ello era casi ms de
lo que su mente poda soportar. Le haca sentir pequea. Insignificante.
Ah est, dijo Lucia, sealando con la cabeza hacia la ventana.
En la distancia, Serra poda slo entrever una gigantesca estructura que se alzaba bien
arriba sobre el resto del paisaje urbano: el Templo Jedi. El speeder de movimientos
ondulantes les estaba acercando rpidamente, y no pas mucho antes de que pudiera
entrever los detalles nicos de la construccin del Templo.
Los cimientos eran una pirmide de bloques sucesivamente ms pequeos, creando
un efecto escalonado o zigurat. En la cima del nivel ms alto haba una aguja alta central,
rodeada en cada esquina por agujas ms pequeas, secundarias. Dispersas entre las agujas
haba plazas abiertas, amplios paseos, vastos jardines naturales, y un nmero de edificios
ms pequeos que servan de dormitorios o centros administrativos.
Mientras el speeder bajaba a la lnea principal de trfico hacia su destino, la verdadera
magnitud de la estructura se volvi aparente. Todo en Coruscant era grande y
magnificente, pero el Templo dominaba el paisaje areo. Serra record que haba sido
construido encima de una montaa. No en una montaa, como los pequeos
asentamientos que los nobles haban construido en las mesetas de Doan, sino realmente
sobre la montaa, la pirmide escalonada cubra toda la superficie, tragndose la montaa
de forma tan completa que ya no era visible.
Su vehculo se inclin en un amplio crculo alrededor de la Aguja de la Tranquilidad,
la torre alta central, antes de tocar tierra en una plataforma de aterrizaje a la sombra de
una torre ms pequea en la esquina noroeste.
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***
Lucia estaba asombrada de lo calmada y compuesta que pareca la princesa mientras se
preparaban para abandonar la lanzadera.
Ella siempre iba con una silenciosa pero firme resolucin. Le daba un aire de
confianza y autoridad que atraa a los otros. Cuando hablaba, la gente daba a sus palabras
cuidadosa consideracin incluso gente como el rey de Doan. Pero esto era diferente.
Estaban a punto de reunirse con un Maestro Jedi, y Serra pretenda mentirle directamente
en su cara.
Sin embargo, Lucia no tena intencin de dejar que su amiga se metiera en problemas.
A la primera seal de que los Jedi supieran que Serra estaba siento deshonesta, pretenda
confesarlo todo, no importaban las consecuencias.
Calmada por su decisin, fue capaz de mantener su propio exterior de compostura
mientras desembarcaban. Fuera de la lanzadera encontraron una escolta de tres Jedi
esperndolas. Dos eran humanos, un hombre y una mujer. La tercera era una mujer
twilek. Cada uno llevaba tnicas lisas marrones con las capuchas hacia atrs para revelar
sus rasgos; sus atavos simples, un fuerte contraste con las vestimentas ms formales de
Serra y Lucia.
La princesa estaba llevando un vestido largo, ondeante, sin mangas de seda azul; un
chal finamente tejido dorado cubra sus hombros y la parte superior de sus brazos. Su
largo pelo negro colgaba suelto por debajo de la elaborada tiara dorada que llevaba, y
alrededor de su cuello haba una elegante cadena dorada y un colgante de zafiro que
significaba su estancia con la familia real de Doan.
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Lucia tambin iba vestida de azul y dorado los colores reales pero llevaba el
vestido de uniforme de la milicia de Doan: unos pantalones azul oscuro con un cordn
dorado que le recorra la pierna y una camiseta estrecha, azul claro, cubierta con una
chaqueta corta azul con un corte dorado abotonada hasta el cuello. Como los tres Jedi, sin
embargo, su cabeza estaba al descubierto.
La twilek camin hacia delante con una reverencia.
Saludos, Su Alteza. Me llamo Maya. Mis compaeros son Pendo y Winnoa.
Serra devolvi la reverencia con una inclinacin de su cabeza.
Esta es Lucia, mi acompaante, le devolvi ella.
Los ojos de Maya parpadearon hacia el blster prominentemente expuesto en la
cadera de Lucia, pero todo lo que dijo fue:
Por favor, sgannos. El Maestro Obba est esperando para hablar con ustedes.
Por los informes que haba ojeado durante el viaje a Coruscant, Lucia saba que Obba
era un miembro del Consejo del Primer Conocimiento. Como guardianes del saber
antiguo Jedi, a menudo provean de consejo y gua al Alto Consejo Jedi. Tambin haba
sido Maestro de Medd Tandar, el Jedi que haba muerto en Doan.
Las tres figuras entunicadas les llevaron desde la plataforma de aterrizaje a un jardn
bien atendido, punteado por un nmero de memoriales y estatuas. Una pequea multitud
de nios corrieron pasndoles en un punto, riendo.
Jvenes de los dormitorios de entrenamiento, explic Maya. Durante las
tardes se les da algo de tiempo libre de sus estudios para que jueguen en los jardines.
Serra no respondi, pero Lucia poda ver el brillo de la lstima en sus ojos. Saba que
la joven pareja haba estado tratando de iniciar una familia las semanas antes de la muerte
de Gerran, y ver a los nios sin duda le llevaba recuerdos dolorosos.
Continuaron en silencio, los Jedi llevndoles a pie hacia la torre noroeste y luego
dentro. Treparon varios pisos de escaleras flotantes; hacia el final Lucia se dio cuenta de
que la princesa se estaba quedando sin aliento, aunque ni ella ni los Jedi tenan el mismo
problema.
Y entonces, en alguna parte burdamente a un cuarto del camino hacia arriba de la
torre, se detuvieron fuera de una gran puerta. Maya golpe, y una voz profunda del
interior grit.
Entrad.
La twilek abri la puerta, entonces se hizo a un lado con otra reverencia. Serra entr
en la habitacin, Lucia siguindola a un solo paso atrs. Sus escoltas se quedaron fuera,
cerrando la puerta.
A un primer vistazo, el interior de la habitacin poda haberse confundido con un
invernadero. Una nica gran ventana en la pared ms alejada permita que la luz del sol la
atravesara, hacindola excesivamente brillante y sobretodo clida. Macetas de plantas de
al menos una docena de especies diferentes se alineaban en las paredes; otra media
docena creca en cajas junto al alfizar, mientras que an ms colgaban de los tiestos fijos
al techo. No haba sillas, ni mesas, ni escritorios. Slo entonces cuando ella se percat de
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una pequea esterilla de paja enrollada en una esquina, Lucia se dio cuenta de que eran
las cmaras personales del Maestro Jedi.
Bienvenida, Su Alteza. Nos honra con su visita.
El Maestro Obba, un ithoriano, estaba en pie con su espalda hacia ellas mirando fuera
por la ventana. En los dedos alargados de una mano llevaba una regadera. Dejndola en
el suelo, se gir para encararlas.
Como todos los ithorianos, era ms grande que los humanos normales, fcilmente de
dos metros de altura. Su piel burda, marrn pareca casi como corteza, y su cuello largo
se curvaba hacia atrs y adelante antes de curvarse hacia arriba de nuevo, hacindole
parecer que se estaba inclinando hacia ellas. Mirando a los ojos que sobresalan de cada
lado en la parte superior de su cabeza alta y plana, haca fcil entender el por qu el
apodo Cabezas de martillo era a menudo aplicado a la especie.
Esta es mi consejera, Lucia, le dijo Serra, apegndose a su planeada historia
encubierta. Gracias por acceder a reunirse con nosotras, Maestro Obba.
Era lo menos que poda hacer, dadas sus circunstancias, explic el ithoriano, su
voz profunda y resonante. Mis condolencias por su marido. Su muerte fue una tragedia
terrible.
Lucia no era experta en las sutilezas de la poltica, y no poda decir si Obba
simplemente era un alma compasiva expresando autntica simpata, o un negociador
experto tratando de poner a la princesa emocionalmente fuera de equilibrio al mencionar
a Gerran.
Mi tragedia se ve reflejada por la suya, respondi Serra en el tono formal de una
diplomtica con prctica. Fueran cuales fueran las intenciones del Jedi, sus palabras no
tuvieron ningn efecto visible en su comportamiento. Permtame disculparme en
nombre de la familia real por el suceso desafortunado de Medd Tandar.
La cabeza del ithoriano se inclin en agradecimiento.
Lamento su muerte. Y es de crtica importancia que sepamos la identidad de la
persona o personas responsables.
Luca sinti a su corazn saltarse un latido, aunque no dio ninguna seal externa de su
ansiedad.
Lo entiendo, le asegur Serra. Las autoridades en mi mundo estn haciendo
todo lo que hay en su poder para llevar a aquellos responsables ante la justicia.
Quiero creerla, respondi Obba, pero puede entender que tenga mis reservas.
Medd fue asesinado durante un ataque a sus enemigos. Hay algunos que creen que su
suegro estuvo tras el ataque.
Eso no tiene sentido, objet Serra. El rey quiere mejorar nuestra relacin con
su reverenciada Orden. Es por eso por lo que acept dejar a Medd venir a nuestro mundo
en primer lugar.
Hay algunos que creen que el rey utiliz a Medd para ayudar a encontrar a sus
enemigos, contraatac Obba. Claman que fue su plan todo el tiempo.
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La muerte de Medd fue una trgica coincidencia, no una parte de algn plan
enrevesado para explotar a los Jedi, insisti la princesa. Simplemente estuvo en el
lugar equivocado en el momento equivocado. En cuanto al rey, l no tena constancia del
asesinato de ningn modo. Le doy mi palabra.
Desafortunadamente, su palabra no ser prueba suficiente para aliviar los miedos
de aquellos en mi Orden.
Entonces deje que utilicen la lgica, argument Serra. Mi suegro no es un
imbcil. Si hubiera querido utilizar a los Jedi para buscar venganza, habra sido lo
suficientemente listo como para cubrir sus huellas. Habra esperado hasta despus de que
Medd se hubiera ido antes de ordenar el ataque.
A veces cuando estamos cegados por la pena, no somos capaces de mirar a travs
de nuestros deseos inmediatos, seal el Jedi.
Realmente eso es lo que cree, Maestro Obba? O slo est buscando a alguien a
quien culpar por la muerte de su antiguo Padawan?
El ithoriano suspir.
Admito que mi propio juicio en esto pueda estar nublado por mis sentimientos
personales. Es por lo que debo confiar en la Fuerza y permitirle guiar mis pensamientos y
acciones.
No hay emocin, hay paz, seal la princesa.
Ha estudiado nuestro Cdigo.
Slo de forma informal.
Debera haberlo sospechado, le dijo el Maestro. Puedo percibir que la Fuerza
es poderosa en usted.
Los ojos de Lucia se abrieron como platos en sorpresa, aunque Serra se tom su
observacin completamente con calma.
Me temo que soy demasiado vieja para ser reclutada por su Orden, Maestro Obba,
dijo ella con una leve sonrisa.
An as, las palabras de nuestro mantra pueden servirle bien, le reprendi l.
Debe estar siempre alerta de las tentaciones del lado oscuro.
Cmo los talismanes a los que Medd fue mandado a buscar? Contraatac
Serra. Es eso de lo que va esto realmente, no?
El ithoriano asinti con gravedad.
Por mucho que me lamente por su muerte, debo poner esos sentimientos a un lado
y centrarme en el propsito de su misin original.
Lucia estaba impresionada. Hasta el momento el encuentro haba ido casi
exactamente como Serra haba predicho. Durante sus preparativos para la reunin, la
princesa le haba dicho que los Jedi se preocupaban ms por la ideologa y la batalla de la
luz y la oscuridad que de la gente con vida. Ella haba planeado explotar ese
conocimiento para darle la vuelta a la conversacin lejos de discusiones de quin haba
contratado al asesino con un poco de ayuda de Lucia.
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Los Jedi aman sentirse superiores, le haba explicado Serra durante el viaje en
lanzadera. Consideran su deber educar e informar a las masas ignorantes. Si le haces a
uno de ellos una pregunta, no pueden evitar responderla. Podemos utilizar esto en
nuestra ventaja durante nuestra reunin.
Disculpe mi interrupcin, Maestro Obba, dijo Lucia, reconociendo la
oportunidad que le haba dado, pero esos talismanes de verdad son tan importantes?
Creo que lo son, respondi el ithoriano.
Pero cmo puede estar tan seguro?
Soy miembro del Consejo del Primer Conocimiento, explic l, lanzndose a la
leccin justo como Serra haba dicho que lo hara. Somos guardianes de la sabidura de
los Jedi. Mantenemos la Gran Biblioteca, supervisamos las enseanzas de los jvenes, y
buscamos las historias antiguas y Holocrones que nos traen un mayor conocimiento del
lado luminoso de la Fuerza. Pero somos ms que cuidadores. Tambin somos guardianes.
No todo el conocimiento es puro; alguno est tocado por el mal. Hay secretos que
deben permanecer ocultos; enseanzas prohibidas que deberan permanecer enterradas
por siempre. Hay un lado oscuro de la Fuerza. Sin vigilancia trae muerte y destruccin.
Lucia asinti como si absorbiera cada palabra, pero en su interior no sinti nada salvo
desprecio. La arrogancia de los Jedi no conoca lmites. Como una soldado sirviendo en
la Hermandad de la Oscuridad de Kaan, haba desarrollado una visin bastante distinta
del lado oscuro. Los Sith enseaban que la emocin, el miedo, la rabia, e incluso el odio,
deberan ser abrazados. Haba aprendido a obtener fuerzas del llamado mal del lado
oscuro, y eso le ayudaba a sobrevivir a travs de la guerra y los aos de sufrimiento.
Los Jedi nunca lo entenderan. Vivan en aislamiento, meditando en grandes torres en
el centro de la galaxia. No tenan ni idea de cmo era para los marginados, los privados
de derechos, y la gente olvidada forzada a vivir en los lmites de la sociedad.
El Consejo del Primer Conocimiento ha jurado evitar que este terrible poder sea
liberado, continu el Maestro Obba, ignorante a sus autnticos sentimientos. Pero la
influencia del lado oscuro est dispersa a travs de la galaxia, como lo estn las
herramientas que utiliza para esparcirse: textos antiguos de brujera Sith; amuletos
imbuidos con energas malvolas; cristales emponzoados que pueden corromper las
mentes de los inocentes.
A veces estos artefactos son descubiertos por accidente, y caen en manos de
vctimas insospechadas. Se convierten en agentes del lado oscuro, causando el caos a
travs de la galaxia a no ser que lleguemos a ellos a tiempo. Hemos entrenado en el
manejo de los artefactos del lado oscuro. Algunos pueden ser destruidos, pero otros son
demasiado poderosos y deben ser salvaguardados.
Cmo podra algo as acabar en un mundo remoto como Doan? pregunt Lucia,
an jugando su parte.
Los humanos han estado viviendo en su mundo durante al menos diez mil aos,
Obba estaba slo demasiado dispuesto a explicar. Cuando las operaciones mineras
comenzaron hace varios siglos, antiguos tmulos, criptas, y tumbas se excavaban a
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menudo, as como los restos de aldeas primitivas abandonadas hace tiempo. En raras
ocasiones, ciudades enteras han sido descubiertas, enterradas milenios antes en los aludes
de barro o en antiguas erupciones volcnicas.
Algunas de esas civilizaciones tempranas apoyaban a los Sith y seguan los
caminos del lado oscuro. Cuando la gente desapareca, los artefactos de su fe a menudo
se quedaban atrs.
Cmo escuch por primera vez acerca de esos artefactos? pregunt de repente
la princesa, captando una idea.
No era ms que un rumor, admiti Obba. Escuchamos que un equipo minero
haba descubierto un alijo de objetos y estaba ofrecindolos a la venta a coleccionistas de
fuera del mundo. Basndonos en las descripciones, percibimos que los objetos podran
ser talismanes Sith. As que mand a Medd a investigar.
Si ustedes escucharon acerca de esos objetos, especul Serra, entonces es
posible que otros hayan odo de ellos tambin. El asesino de Medd podra no haber sido
un asesino mandado para vengar la muerte de mi marido. Podra haber sido alguien
interesado en encontrar los talismanes.
He considerado esa posibilidad, confes el Maestro Jedi. Aunque he esperado
que no fuera as.
El ithoriano les dio la espalda, claramente perturbado. Empez a caminar lentamente
hacia atrs y hacia delante enfrente de sus plantas, como para calmarse antes de hablar de
nuevo. Una vez ms Lucia estaba sorprendida de qu fcilmente haba controlado y
dirigido el encuentro la princesa.
Obba haba comentado que Serra era poderosa en la Fuerza. Eso podra ayudar a
explicar la presencia de mando que pareca tener. Pero, se pregunt Lucia, era posible
que la princesa fuera tan poderosa que fuera capaz de manipular a un Maestro Jedi?
A aquellos que han entrenado en los caminos de los Jedi se les ensea a vivir por
las normas y doctrinas de nuestra Orden, dijo al fin Obba. Creemos en el auto
sacrificio, y creemos que el poder de la Fuerza slo debe ser utilizado cuando sirve a un
bien mayor. Desafortunadamente, pese a nuestros mejores esfuerzos hay algunos que se
alejan de nuestras enseanzas. Ceden a la debilidad. Sucumben a la ambicin y la
avaricia. Utilizan la fuerza para satisfacer sus deseos y anhelos bsicos. Rechazan nuestra
filosofa y caen en el lado oscuro.
Est hablando de los Sith, susurr Serra. Lucia pens que haba escuchado
miedo en la voz de la princesa, pero no poda decir si era real o simplemente parte del
juego al que estaba jugando con su husped.
No los Sith, corrigi l. Estoy hablando de los Jedi Oscuros.
Cul es la diferencia entre un Sith y un Jedi Oscuro? pregunt Lucia.
El ithoriano dej de caminar y se gir para encararlas, instintivamente dirigindose a
su audiencia como un profesor dando una leccin.
Los Sith son enemigos jurados de los Jedi y la Repblica. Buscan barrernos de
nuestra existencia; buscan dominar la galaxia. Unieron su fuerza en la Hermandad de la
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Los conoca bien? se pregunt Lucia en voz alta, todava siguiendo las
instrucciones de Serra de hacer preguntas en cada ocasin.
Conoc al Maestro Worror y al Maestro Valenthyne cuando todos ramos
Padawans. Servimos juntos en el Ejrcito de la Luz de Lord Hoth durante la guerra contra
la Hermandad de la Oscuridad de Lord Kaan.
Durante varios segundos hubo silencio, Obba perdido en sus recuerdos y Serra an
demasiado aturdida para hablar. Fue Lucia la que rompi el encantamiento, haciendo otra
pregunta ms.
El ltimo nombre, Caleb de Ambria recuerdo haberlo escuchado durante la
guerra. Era un sanador, no?
Lo era. En la batalla contra los Jedi en Tython, el Lord Oscuro fue gravemente
herido. Fue a Ambria en busca de un hombre con el conocimiento de sanar sus heridas.
Pero Caleb se neg a ayudarle.
En el ojo de su mente, todo se volvi claro para Serra. Como su padre haba predicho,
el hombre con la armadura negra haba vuelto. Como antes, haba ido para tratar de
obligar a Caleb a hacer su arte. Como antes, Caleb se haba resistido. Esta vez, sin
embargo, su padre tena ventaja. Habiendo mandado lejos a su hija, no haba nada que los
Sith pudieran hacer para obligarle a cooperar.
Qu ocurri cuando el sanador se neg? susurr ella, sus ojos todava
traspuestos en el nombre de su padre grabado en la base de la piedra.
Nadie lo sabe con certeza. Lo que sabemos ahora es que poco despus de que el
Lord Oscuro llegara, Caleb mand un mensaje alertando al Consejo Jedi. Les dijo que el
ltimo de los Sith estaba en su campamento en Ambria, herido y virtualmente indefenso.
Quera que los Jedi fueran a capturarle.
Por qu hara eso? se pregunt Lucia. Creo recordar haber escuchado que
Caleb se negaba a tomar bandos en la guerra. No le era de mucha utilidad a los Jedi ni a
los Sith.
l no siempre estaba de acuerdo con las filosofas de nuestra Orden, admiti
Obba. Pero era un hombre bueno y moral. La guerra ya se haba acabado del todo en
ese punto, y su consciencia no sufrira ningn mal que resistir sin tomar accin. Saba que
si dejaba irse al Sith, antes o despus ms inocentes sufriran.
Al recibir el mensaje, el Consejo mand un equipo liderado por el Maestro
Thonatu a Ambria. Yo fui uno de los Jedi escogidos para acompaarle.
Desafortunadamente, para cuando llegamos al campamento, Caleb estaba muerto.
Cmo? pregunt Serra, su voz baja y carente de toda emocin.
El Lord Oscuro supo del mensaje. Enloquecido por la traicin de Caleb, sus
heridas, y la corrupcin del lado oscuro, hizo una carnicera del sanador, cortndole
extremidad a extremidad.
Para cuando llegamos, el Lord Oscuro se haba vuelto completamente loco.
Todava estaba rondando por el campamento y se abalanz para atacarnos, un hombre
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contra un ejrcito de Jedi. El Maestro Thonatu fue forzado a cortarle para proteger su
propia vida.
El padre de Serra haba tenido razn. Haba sabido que el hombre de armadura negra
volvera. Haba percibido el peligro, y haba mandado lejos a su hija. Haba salvado su
vida, al coste de la suya propia. Y al hacerlo, haba ayudado a destruir al hombre que
Serra tema ms que a ningn otro.
Una inundacin de emociones la ba. Alivio. Culpa. Pena. Vergenza. Pero sobre
todo ello haba una rabia feroz, primordial. Ms que cualquier cosa, quera venganza.
Quera devolverle el golpe al monstruo que la haba aterrorizado de nia y entonces, aos
despus, mat a su padre. An as eso era imposible. Los Jedi se lo haban robado.
Cmo era l? pregunt Lucia. El ltimo Sith, quiero decir.
Era una figura trgica, pattica, respondi Obba. Delgado. Frgil. Podas ver
la locura en l cuando carg contra nosotros. Sus ojos eran tan oscuros y salvajes como
su pelo.
No, pens Serra. Eso no es cierto.
Tena pelo? La cabeza del hombre de armadura negra estaba afeitada.
S. Pelo como un animal. Largo. Despeinado. Manchado de sangre.
Una impensable sospecha se estaba abriendo paso en la mente de Serra.
Era un hombre grande? Exigi ella, luchando por evitar la urgencia de su voz
. Alto, quiero decir?
El ithoriano agit su cabeza.
No, no demasiado. No para ser un humano.
El hombre de la armadura oscura era un gigante. Al menos tan alto como t,
Maestro Obba.
Ignorante del torbellino interior de Serra, el ithoriano continu su relato.
Los sables lser de los Jedi cados fueron encontrados en el campamento de Caleb;
el Lord Oscuro los haba guardado como trofeos. El Maestro Thonatu los trajo de vuelta,
junto con los restos del sanador, para que pudieran descansar en un lugar de honor.
Este monumento representa uno de los mayores triunfos de la Orden Jedi, pero
tambin uno de sus captulos ms funestos. Los Sith ya no existen, pero slo al precio de
muchas vidas que sern sumamente echadas de menos. Este fue el precio que tuvimos
que pagar para librar a la galaxia de los Sith para siempre.
La mente de Serra estaba echando humo, tratando de reunir las piezas. Necesitaba
tiempo para pensar, para averiguarlo. Pero no poda hacerlo aqu, no con el nombre de su
padre mirndola desde la piedra. Necesitaba irse antes de que dijera o hiciera algo que
expusiera su secreto y revelara su verdadera identidad.
Nos ha dado un montn en qu pensar, Maestro Obba, dijo rgidamente Serra.
Me asegurar de confiarle todo esto al rey.
El Maestro Obba se aclar su garganta en disculpas.
Tengo toda la confianza en que lo har, pero me gustara mandar a uno de mi
propia gente para investigar y ver si los talismanes an estn ah.
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Incluso as, no estaba preparada para confesarlo todo. Ella mantendra los secretos de su
pasado su padre, sus pesadillas un poco ms an.
La asesina que contrataste. Necesito que contactes de nuevo con ella fue todo lo
que dijo. Tengo otro trabajo para ella.
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Set Harth haba estado en Doan durante dos das. Estaba determinado a no estar an aqu
para el final del tercero. En parte, quera irse antes de que algn Jedi ms se mostrara
para investigar la muerte de Medd, o para tratar de reclamar los artefactos a por los que el
Cereano haba ido en primer lugar. Pero aparte de eso, Set ya estaba harto de estar
rodeado de mineros.
Todos estaban empezando a parecerle iguales: achaparrados y corpulentos, su grosor
comn un resultado de generaciones pasadas en una labor manual dura. Su piel era
marrn y curtida, por no mencionar que estaba moteada del polvo y la mugre que lo
cubra todo. Todos tenan el mismo pelo corto y oscuro y todos llevaban las mismas
ropas, apagadas y radas. Incluso sus rasgos parecan todos los mismos: tristes y
taciturnos, abatidos y rotos por una vida de moler en las canteras.
Decir que no encajaba era el paradigma de la sutileza. Set era delgado y nervudo, con
un pelo largo y plateado que le caa sobre sus hombros. Su piel era de un blanco cremoso
e inmaculada por los elementos; sus rasgos atractivos expresaban un carisma travieso y
justo un toque de arrogancia. Y, al contrario que los mineros, Set vesta con estilo.
Llevaba un traje de combate hecho a medida, el material, un tono entre el negro y el
violeta. El traje ligero le daba completa movilidad, an as era lo suficientemente
resistente como para permitir algo de proteccin si, como tan a menudo ocurra alrededor
de Set, los eventos daban un giro violento.
Sobre esto llevaba un chaleco amarillo plido; tanto el traje de combate como el
chaleco no tenan mangas para dejar sus brazos desnudos. Una banda violeta diseada de
tela tejida de veda rodeaba cada bceps marcado, y sus botas, cinturn, y guantes sin
dedos estaban hechos del ms fino cuero corelliano.
Tpicamente tambin llevaba una pistola disruptora GSI-24D enfundada en su muslo
derecho y un blster convencional atado en el izquierdo. Aqu en Doan, sin embargo, los
disruptores estaban prohibidos, as que haba metido ambas armas junto a su sable
lser en los varios bolsillos que tena dentro del chaleco.
Era obvio que no perteneca al resto de la multitud en la cantina, pero Set no estaba
tratando de encajar. Era de saber comn que los mercenarios podan encontrar trabajos
bien pagados aqu en Doan. Set supuso que cualquiera que le viera supondra que slo era
un soldado desafortunado ms esperando sacar tajada en la violencia en aumento entre
los rebeldes y la nobleza.
Se equivocaran, por supuesto. Set estaba aqu esperando sacar tajada, pero no tena
que ver con la inevitable guerra civil de Doan. Haca menos de una semana su antiguo
compaero Medd Tandar haba estado en este mundo, y slo haba un motivo por el que
vendra a un pozo como este.
El Maestro Obba te mand aqu para encontrar algn talismn del lado oscuro, no?
Slo que tuviste ms de lo que merecas. Siempre sospech que eras dbil.
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Fuera lo que fuera a por lo que Medd haba ido a buscar, haba muerto antes de
recuperarlo. Eso significaba que el objeto an estaba aqu, simplemente esperando a que
alguien lo reclamara. Alguien como Set.
Durante los ltimos dos das haba viajado por la superficie marcada de Doan,
movindose de una cantina, barraca, o lugar de trabajo a otro. En cada parada haca
preguntas, tratando de encontrar a alguien cualquiera que supiera algo sobre el
cereano que haba sido asesinado junto a los lderes rebeldes. Ms importante, necesitaba
encontrar a alguien que supiera lo que Medd haba estado buscando.
A cualquiera que le preguntara, explicaba que estaba interesado porque era un
coleccionista de artefactos raros. Pero la gente aqu estaba alerta. Algunos de ellos
sospechaban que estaba trabajando para la familia real. No era fcil obtener las respuestas
que necesitaba. An as, con los aos, Set haba aprendido que cualquiera tena su
precio o su punto de quiebre.
Sus investigaciones le haban llevado aqu, a esta cantina sin nombre propiedad de un
camarero rodiano que se llamaba Quano, uno de slo un puado de no humanos que
escogan tratar de hacer vida en Doan.
Ansioso por alejarse de las nubes de polvo que soplaban por la superficie, Set empuj
para abrir la puerta y entr en la cantina. Inmediatamente empez a arrepentirse de su
decisin. Estaba claro que la multitud de este establecimiento en particular comprometa
a la escoria ms baja de la sociedad minera de Doan. La mayora de la gente aqu estaba
doblada y retorcida; los de las jornadas duras, con la espalda curvada y medio tullidos por
toda una vida de excavar vetas para el provecho de otros. Sus ropas no estaban slo
desgastadas, sino tambin sucias, y el hedor acre del sudor y los cuerpos sin lavar casi le
hicieron salir lgrimas por los ojos. Exactamente el tipo de gente que Set esperara
encontrar en el bar de un rodiano.
Los muebles eran tan precarios y rotos como la clientela: vasos desfigurados por
esquirlas y grietas; mesas descoloridas tambalendose sobre tres dbiles patas; taburetes
oxidados que parecan como si pudieran colapsar si se les daba una buena patada. Contra
la pared contraria haba una barra larga, amplia cubierta por una capa chapucera de
pintura que haca poco por ocultar la madera pudrindose por debajo. La fila de botellas
colgadas en el estante tras la barra estaban cubiertas por una gruesa capa de polvo y
mugre, pero Set no necesitaba leer las etiquetas para adivinar que todos eran marcas que
rpidamente sacrificaban la calidad por el precio.
Se percat de dos matones fornidos que holgazaneaban a cada lado de la puerta y
rpidamente los sopes: tpicos grandes imbciles, fuertes, y estpidos. Podra decir por
la forma extraa en la que estaban que cada uno tena una pequea pistola insertada en la
parte delantera de sus respectivos cinturones.
Inclinndose contra la pared tras la barra estaba el propietario de piel verde en
persona, sus brazos cruzados enfrente de su pecho. Sus ojos como insecto miraron a Set
desde el otro lado de la habitacin, su morro como el de un tapir se retorci en lo que el
antiguo Jedi slo poda suponer que significaba una mueca.
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Ignorando el saludo poco cordial, Set se abri paso lentamente hacia el rodiano. Dos
docenas de ojos le echaron un vistazo mientras pasaba por el bar, su mirada colectiva fra,
evaluadora, y definitivamente despreocupada mientras los dueos volvan su atencin de
vuelta al salobre fango que se arremolinaba en sus jarras.
Bar slo para mineros, murmur Quano en un bsico galctico con un fuerte
acento una vez que Set estuvo lo suficientemente cerca para dejar reposar un codo en la
barra. T no bebes. Vete.
Set extendi el brazo y casualmente dej caer un par de chips de cien crditos en el
mostrador. El rodiano trat de actuar indiferente, pero Set poda percibir que de repente
estaba conteniendo el aliento.
Esperaba que pudiramos tener una pequea charla, le dijo Set, yendo
directamente al grano. Solos.
En un destello los chips desaparecieron y Quano estaba en pie encima de la barra.
Cantina cerrada! Grit sobre sus extremidades. Hora de irse! Volved al
trabajo! Todo el mundo fuera!
La mayora de la multitud se alz a regaadientes de sus asientos, murmurando
sombramente mientras iban hacia la puerta. Un alma terca permaneci sentada, haciendo
lo que poda por evitar que su tambaleante silla fuera volcada por los otros clientes que se
dirigan a la salida. El camarero dio un par de palmadas, y los seguratas junto a la puerta
rpidamente se acercaron.
Ellos agarraron al hombre, cada uno agarrando un brazo, y tiraron de l desde la silla.
Demasiado borracho para siquiera forcejear, el cliente colg a peso muerto entre los dos
brutos descomunales, sus pies arrastrando flcidos en el suelo mientras a la fuerza le
acompaaban fuera. Al alcanzar la salida, los seguratas balancearon a su carga humana
hacia atrs y hacia delante varias veces en un sorprendente despliegue de esfuerzo
coordinado, cogiendo impulso antes de lanzarlo a travs de la entrada y contra el duro
suelo del exterior. Habra sido una mentira decir que Set no estuvo impresionado por la
distancia que lograron.
Sin el ltimo cliente, uno de los seguratas golpe la puerta y la cerr con pestillo.
Entonces ambos se giraron para encarar a Set, sonriendo mientras volvan a inclinarse
contra la pared a cada lado de la nica salida de la habitacin.
Set no pudo evitar admirar la completa y total falta de sutileza del rodiano. La
mayora de propietarios invitaran a Set a una habitacin trasera para charlar antes que
cerrar todo su establecimiento por slo doscientos crditos. A juzgar por la decoracin
general, sin embargo, el establecimiento apenas daba beneficios.
No es que a Set le importara en realidad. No estaba tratando de mantener un perfil
bajo. Estaba acostumbrado a dejar historias memorables a su paso; si alguien alguna vez
iba a investigar ya hara tiempo que se habra ido, as que, qu importaba si tena otra
historia que aadir a su leyenda? Con el tiempo los detalles inevitablemente se
exageraran, y un da la gente se maravillara ante cmo Set haba sido tan rico que haba
pagado miles de crditos para cerrar toda una cantina para poder hablar con el dueo.
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Nadie nos molesta ahora, dijo Quano desde detrs de l, saltando de vuelta al
suelo. Quieres beber?
Soy un coleccionista interesado en artefactos raros, respondi Set, ignorando la
pregunta y cortando directo al caso. Quera perder tan poco tiempo aqu como fuera
posible. Anillos. Amuletos. Ese tipo de cosas.
Quano se encogi de hombros.
Por qu dices a Quano?
Se dice por el campamento que a veces tienes ese tipo de objetos a la venta.
Las antenas curvadas de la cabeza del camarero se movieron ligeramente.
Quizs, susurr l, inclinndose hacia delante para que Set pudiera escucharle.
Minero encuentra cosas. l quiere vender fuera del mundo. Quizs Quano le ayuda.
Entonces este es tu da de suerte, respondi Set, de algn modo consiguiendo
mostrar una sonrisa brillante pese al pungente aroma de las feromonas alien que salan
del rodiano. Como he dicho soy un coleccionista. Un rico coleccionista.
Quano dio un rpido vistazo alrededor de la habitacin vaca, casi como si esperara
que alguien estuviera escuchando su conversacin. Set lo reconoci como un reflejo
nervioso desarrollado tras aos de hacer tratos en las sombras en lugares pblicos.
En qu t interesado?
Creo que sabes lo que estoy buscando. Lo mismo que el ltimo coleccionista que
vino aqu. El cereano.
l no coleccionista. l Jedi. T Jedi, tambin?
Set suspir. Esto iba a subir el precio. Nunca entendiste el valor de mantener un perfil
bajo, no, Medd?
Te parezco un Jedi?
El rodiano inclin su cabeza de un lado al otro antes de responder.
No. Pareces ms como cazarrecompensas.
Importa realmente? Quiero comprar lo que ests vendiendo. Y tengo multitud de
crditos si tienes la mercanca.
Cosas no aqu. Quano slo intermediario. Minero las tiene.
Puedes llevarme con quien sea que las tiene?
Quano agit su cabeza.
Minero cambi de opinin. Ya no a la venta.
Todo el mundo tiene un precio. Soy un hombre rico. Si me llevas con l, estoy
seguro que podemos llegar a algn tipo de acuerdo.
Otro agitar de cabeza.
ltima vez que Quano lleva a alguien a reunirse con mineros, todo el mundo acaba
muerto. Demasiado arriesgado.
Estoy dispuesto a correr el riesgo.
El rodiano hizo una mueca.
Quano no preocupa del riesgo para ti. Mineros dicen si Quano vuelve a aparecer,
ellos lo matan.
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Ellos no tienen que saber que estuviste involucrado, prometi Set. Slo
mustrame dnde encontrarles. Har que merezca la pena tu tiempo.
Para dar nfasis a su punto sac un pequeo monedero con un cordn, busc dentro, y
sac todo un puado de chips de alto valor. Los sostuvo en alto para que Quano mirara
antes de dejarlos caer entre sus dedos de vuelta al saco.
La lengua del rodiano sali y se relami alrededor de su morro, su reluctancia a llevar
a Set con los mineros luchando contra su codicia.
T pagas uno no, dos mil, s?
Setecientos. O me voy a buscar a alguien ms que pueda ayudarme.
Est bien, trato, solt el camarero, sin estar dispuesto a regatear por miedo a
dejar que una pequea fortuna se le escapara entre sus dedos.
Para sellar el trato, extendi su mano. Apretando sus dientes Set devolvi el gesto.
Agarr la palma del otro para darle una rpida sacudida y entonces la retir,
moderadamente repugnado por la sensacin de la piel escamosa del rodiano contra la
suya propia.
Tienes bebida para celebrar, declar Quano. De la casa.
Paso, respondi Set.
Tienes crditos contigo, no? Quiso saber el camarero. T pagas ahora, no?
Set asinti.
Pagar tan pronto como vayamos.
Vamos ahora. Quano slo agarra algo primero.
Mientras el rodiano se agachaba tras la barra, Set se dio cuenta de que haba algo en
su voz. Demasiado ansioso.
As que va a ser as, no?
Deslizando su mano en su chaleco, el Jedi Oscuro sac su sable lser. Lo encendi
mientras Quano sala a la vista, justo a tiempo de reflejar el rayo de la pistola blster que
ahora le estaba apuntando. El rodiano dej salir un gruido de sorpresa y desapareci de
vuelta tras la cobertura de la barra.
Haba tratado con tipos como Quano antes. Set habra estado perfectamente conforme
con honrar los trminos de su acuerdo, pero el rodiano haba salido obviamente con un
plan diferente. Por qu arriesgar tu vida y llevar a alguien a una base oculta por
setecientos crditos cuando puedes matarlo a sangre fra y quedarte con todo su dinero en
su lugar?
Set respetaba el sentimiento; despus de todo, viva bajo unos principios interesados
similares. Pero el camarero haba cometido un error imperdonable al tratar de utilizar
esos principios contra un Jedi Oscuro.
Manteniendo un ojo en la barra, Set se gir para encarar a los dos mineros
corpulentos que protegan la puerta. Probablemente haban estado esperando la traicin
de Quano, pero fueron cogidos completamente con la guardia baja por el fracaso de su
plan. Ahora las sonrisas haban cado de sus caras, y estaban torpemente rebuscando para
desenfundar sus propias armas.
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***
Set poda escuchar las voces de los mineros haciendo eco por el tnel. Estimaba que slo
haba un par de cientos de metros; por el tono de los ecos sospechaba que estaban en una
caverna grande, de techo elevado.
Viven como alimaas, ocultos en madrigueras subterrneas, con miedo por sus vidas.
Pattico.
Delante, su gua involuntario de repente se detuvo y se gir para mirarle. No era fcil
leer la expresin de un rodiano, pero estaba claro lo que Quano estaba preguntando: te he
trado hasta aqu puedo irme ya?
Set simplemente agit su cabeza y seal an ms lejos en el tnel. Los hombros
sacudindose, Quano continu caminando hacia delante.
Estaban lo suficientemente cerca ahora que Set poda realmente captar lo que los
mineros se estaban diciendo los unos a los otros.
No puedes hablar en serio! grit un hombre de voz profunda. Los nobles
asesinaron a Gelba! Tenemos que hacerles pagar!
Si tuvieron a Gelba, pueden tener a cualquiera, protest otro hombre. Creo
que deberamos quedarnos quietos un tiempo. Dejar que las cosas se calmen.
Estoy de acuerdo, intervino una mujer. S que Gelba era tu amiga, Draado.
Pero ests diciendo locuras!
Set poda ver luz desde la entrada a la caverna esparcindose alrededor de una curva
en el tnel justo hacia delante. Quano rept alrededor de la esquina en silencio y se
agach tras una roca que le daba una clara visin de su cantera. Podra ser un cobarde, se
dio cuenta Set mientras se mova para unirse a l, pero tena un talento natural para
infiltrarse y espiar.
Desde su punto de ventaja poda claramente ver la cueva. Estaba punteada con
docenas de grandes estalagmitas que sobresalan hacia arriba como agujas feas marrones
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desde el suelo. Estalactitas colgaban del techo, con aspecto ominoso como los dientes de
algn antiguo monstruo de piedra esperando clavarse sobre la gente de abajo.
Cont aproximadamente una docena de mineros reunidos en un semicrculo amplio
cerca del centro de la cmara. Todos ellos iban armados, al igual que los cuatro guardias
que haba despachado en la entrada del tnel no haca ni diez minutos antes. Un par de
los mineros estaban sentados en formaciones de roca bajas, de superficie plana. Otros
caminaban nerviosos hacia atrs y hacia delante. Uno inclinado contra una estalagmita
cercana. Dos hombres y una mujer parecan estar metidos en una discusin acalorada.
Cuatro otros estaban montando guardia en los bordes del grupo, con los rifles blster
desenfundados mientras nerviosamente escaneaban la entrada de la caverna, como
tratando de perforar las sombras en anticipacin a un ataque.
Quien fuera que matara a Medd y a vuestros amigos os ha vuelto paranoicos.
Sin Gelba, yo soy el que manda, estaba diciendo un hombre con barba a una de
las mujeres. Y yo digo que la muerte de Gelba grita pidiendo sangre!
Draado, susurr Quano, hablando tan flojo que Set tuvo que inclinarse para
escucharle. l es quien cav cosas que quieres.
Mirando ms de cerca, Set se percat de un amuleto envuelto alrededor del cuello de
Draado, y capt el brillo de un anillo en su dedo, la nica joyera que haba visto en
ninguno de los mineros desde que haba puesto los pies en este mundo desamparado.
Quieres iniciar una guerra que har que nos maten a todos, objet uno de los
hombres.
Al menos nos llevaremos a un par de los nobles con nosotros! solt Draado.
Draado estaba en pie a menos de diez metros de donde Set estaba escondido, lo
suficientemente cerca como para poder percibir el poder emanando de los talismanes. El
amuleto pareca llamarle; el anillo le atraa con su calor oscuro.
Qu te ha pasado, Draado? Pregunt la mujer. Siempre solas ser el que deca
que podamos coger lo que quisiramos sin violencia ni derramamiento de sangre.
He cambiado. Ahora veo la verdad. Draado golpe su pecho para dar nfasis
mientras hablaba, su puo golpeando el amuleto. Los nobles no nos respetarn hasta
que aprendan a temernos, insisti l, girndose para mirar a todos los dispersos por la
caverna. Necesitamos que teman por sus mismas vidas. Necesitamos introducir el
terror en sus corazones!
Claramente Draado estaba bajo la influencia de los talismanes; estaban corrompiendo
su mente y sus pensamientos. El poder del lado oscuro haba tomado agarre en l.
No me extraa que Quano dijera que no quera venderlos.
El Jedi Oscuro consider sus opciones. Hacer negocios con los mineros estaba fuera
de cuestin; Draado nunca entregara voluntariamente sus recin hallados tesoros. Dada
la tensin en la habitacin y los dedos de gatillo fcil en los guardias, estaba bastante
claro que cualquier intento de negociar probablemente acabara en una lucha de fuego sin
importar lo que hiciera.
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amplia. Dio la vuelta a la habitacin una vez, fcilmente cortando a travs de estalactitas
y mineros antes de volver al agarre de Set que lo esperaba.
Haba llevado a Set aos dominar por completo el poder devastador del lanzamiento
de sable lser, pero el ataque era virtualmente imparable. Cinco de sus restantes
oponentes haban sido pillados en el arco letal que traz alrededor de la habitacin. Slo
Draado haba sido lo suficientemente rpido como para agacharse fuera del camino,
salvado por el poder de los talismanes que llevaba. Pero incluso con esos artefactos, no
era rival para un antiguo Caballero Jedi.
Set simplemente se levant y extendi su mano libre en direccin a Draado, sus dedos
formando una garra. El minero solt su blster, sus manos volando hasta su garganta
mientras jadeaba por aliento.
Set cruz la habitacin, aumentando la presin en la trquea de su vctima indefensa.
Draado colaps de rodillas, su cara volvindose morada. El Jedi Oscuro estaba sobre l,
observando framente mientras su vida era atragantada lentamente.
Cuando los forcejeos del minero finalmente se detuvieron, Set se dobl y le despoj
del amuleto y el anillo. Resisti la tentacin de ponrselos de inmediato. Durante su
aprendizaje bajo el Maestro Obba haba aprendido que era sabio estudiar los artefactos
del lado oscuro cuidadosamente antes de utilizarlos, su poder a menudo vena con un
precio.
Tena aquello a por lo que haba ido, y estaba ansioso por salir de este mundo
desamparado de la civilizacin y volver a los lujos de su hogar en Nal Hutta. Adems,
cuanto ms se quedara en Doan, mayor era el riesgo que corra de toparse con otro Jedi
mandado a investigar la muerte de Medd. Si se iba ahora, todo lo que encontraran sera
el camarero llorn que haba dejado atrs, y no sera capaz de decirles nada que no
pudieran imaginar por s mismos.
Hasta la vista, Quano. Ser mejor que nunca nos veamos ms.
Mientras haca su camino de vuelta por el tnel largo, serpenteante hacia la superficie
el amuleto y el anillo firmemente en su posesin no pudo evitar preguntarse si el
rodiano apreciara nunca lo afortunado que haba sido.
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En opinin de Zannah, de todos los mundos en los que haba estado incluyendo los
campos destrozados por la guerra de Ruusan, los desiertos sin vida de Ambria, las
llanuras grises desoladas de Tython Doan era de lejos el menos hospitalario.
Toda la superficie del planeta haba sido abierta en una misin interminable por
nuevos minerales. La flora y la fauna no existan; por donde mirara no vea nada salvo
tierra y roca. Era un mundo feo, desolado: por todos los derechos deba haber sido
carente de toda vida. Y an as, los campamentos mineros rebosaban de seres
desesperados rascando y aferrndose a marcar una existencia escasa para ellos mismos.
Al observarlos, no poda evitar compararlos con su Maestro, que ella saba que haba
crecido en un lugar como Doan: Apatros, un mundo rico en nada salvo en minas de
cortosis, propiedad de Minera del Borde Exterior, una corporacin notoria por tratar a
sus explotados empleados como esclavos. Pero donde la brutal infancia de Bane y la
educacin en las minas de Apatros le haban enseado a luchar por sobrevivir, haba
ayudado a su indomable espritu, los miserables perros callejeros que haba encontrado en
Doan eran dbiles, que no merecan nada mejor que la servidumbre. Bane tena ambicin.
Bane tena fuerza. Haba conseguido alzarse sobre sus alrededores. A travs de la pura
fuerza de voluntad, haba puesto a un lado las ataduras de su infancia y se haba forjado
un nuevo destino para s mismo. Se haba alzado desde la nada para convertirse en el
Lord Oscuro de los Sith.
Era hora de que Zannah hiciera lo mismo. No se permitira ser como estos patticos
desgraciados: dbiles, asustados, y esclavizados.
Con poder, obtengo victoria. Con victoria, mis cadenas se rompen.
An estaba el problema de encontrar su propio aprendiz, por supuesto. Pero por
ahora, necesitaba concentrarse en por qu estaba aqu. Su investigacin haba revelado
que no era la nica interesada en el Jedi muerto. Un hombre de pelo largo, plateado
algunos le llamaban un mercenario, otros un cazarrecompensas haba estado aqu no
haca dos das antes, preguntando lo mismo que ella. Desde entonces, haba estado
siguiendo su rastro: hablando con la gente con la que l habl, y encantando, sobornando,
o amenazndoles para que le dieran la misma informacin que ellos le haban dado a l.
Ella ahora sospechaba que saba por qu Medd Tandar haba venido aqu en primer
lugar. Era de saber comn entre los mineros que un pequeo alijo de joyera haba sido
descubierto durante una excavacin, y que el Jedi haba venido a Doan esperando
adquirir el hallazgo. Zannah slo poda pensar en un motivo por el que un Jedi estara
interesado en un par de baratijas descubiertas en una tumba hace tiempo olvidada de un
mundo insignificante del Borde Exterior, su Maestro no estaba solo en sus esfuerzos
obsesivos por localizar artefactos antiguos Sith dispersos por la galaxia.
Al principio, ella haba supuesto que el hombre que haba estado preguntando por
Medd antes que ella haba sido otro Jedi mandado para completar la misin original. Sin
embargo, rpidamente se volvi claro por los informes de su uso del terror y la tortura
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para extraer informacin que no era un Jedi o siquiera nadie que trabajara para la Orden
Jedi. El rastro de esos informes haba terminado en una cantina dilapidada en uno de los
aparentemente interminables campamentos mineros. Pero ella encontr el
establecimiento cerrado, y Quano, el propietario rodiano, no estaba en ninguna parte. Sin
ms testigos visuales, Zannah decidi echar un vistazo ella misma, esperando encontrar
ms pistas.
La noche haba cado, sombrendolo todo en casi negrura. Ella prob la puerta y
descubri que alguien haba aplastado la cerradura. Poco sorprendente, dada la pobreza
que haba visto. Abrindose paso empujando, capt el leve olor de la carne en
descomposicin. Parti un bastn luminoso de su cinturn, llenando la habitacin de su
plida luz verde, fue slo capaz de atisbar dos cuerpos en el suelo.
Agachndose junto al primero, hizo un examen rpido. El calor seco, polvoriento de
Doan combinado con la carencia general de flujo de aire en la cantina haba
parcialmente momificada al cuerpo, ralentizando el proceso de descomposicin. La causa
de la muerte era obvia: un disparo de blster en el pecho. Su propio blster an estaba
aferrado a su mano.
Era obvio que no era Quano; el cuerpo era bastante humano. Y no encajaba con las
descripciones que le haban dado del hombre que estaba siguiendo. Basndose en sus
ropas y en los grandes msculos, probablemente era uno de los mineros. Encontr el
segundo cuerpo igual: un minero muerto, disparado en el pecho.
Continuando su examen de la escena, se percat de que la estantera tras la barra
estaba vaca, pero los crculos claros en el polvo demostraban que hasta muy
recientemente, docenas de botellas haban estado ah. Quien fuera que hubiera irrumpido
deba haber robado todo el alcohol y haba dejado los dos cuerpos donde estaban en el
suelo.
Una bsqueda concienzuda de la habitacin no le dio ningn rastro ni del rodiano ni
del hombre de pelo plateado.
Ante el sonido de alguien titubeando en la puerta, Zannah cubri su palo de luz con
su capa y se agach en el suelo, una estatua perfecta oculta esperaba por la
oscuridad.
La puerta cruji al abrirse y una figura sombra lentamente se abri paso a travs de
las mesas hacia la barra en la parte trasera. Zannah esper para asegurarse de que el
intruso estaba solo, entonces se alz y apart su capa, baando la habitacin en la luz de
su palo de luz.
Un rodiano se qued helado, mirndola con ojos grandes, temerosos.
Quano, supongo?
Quin t? pregunt l, con su apenas aceptable bsico incluso an ms difcil
de entender por el pnico en su voz. Entonces l se percat de la estantera vaca tras la
barra, y su cara se estruj hacia arriba en una rabia repentina. T robar toda bebida de
Quano.
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Tu amigo, pregunt Zannah mientras ella y Quano caminaban hasta la puerta sin
personal. Qu hace aqu?
Equipo de limpieza, respondi el rodiano.
Zannah no estaba del todo segura de cmo un conserje iba a ser capaz de ayudarle a
rastrear una nave que se haba ido haca casi dos das, pero contuvo su lengua mientras le
llevaba al rea de llegadas/salidas y luego fuera a la plataforma de aterrizaje en la parte
trasera.
La plataforma era pequea, apenas lo suficientemente grande como para acomodar a
una docena de lanzaderas de pasajeros de tamao medio. La vasta mayora del trfico
interestelar de Doan estaba formado, o por los navos personales de los nobles ricos, que
todos amarraban en plataformas de aterrizaje privadas en sus estados, o navos de carga
afiliados con las operaciones mineras, que estaban dispuestas en una localizacin
diferente. Los individuos que aterrizaban aqu, en el espaciopuerto comn, eran pocos y
espaciados.
La plataforma de aterrizaje estaba pobremente iluminada por un puado de focos
puestos en altos postes, pero incluso as, Zannah poda ver claramente que slo haba tres
naves en el sitio, una de las cuales era su propia lanzadera. Medio oculta en las sombras
cerca del borde de la plataforma de aterrizaje haba un hombre joven tumbado de
espaldas en una silla. Llevaba un uniforme de custodio arrugado y una insignia de ID, sus
brazos colgaban flcidos a sus lados, y estaba roncando fuertemente.
Quano camin hacia l y pate la pata de su silla, sorprendindole fuera de su sueo.
Pommat. Levanta.
Mirando alrededor con la expresin perpleja de uno slo medio despierto, el joven se
movi en su posicin y se sent ms recto en su silla. Cuando su mirada se centr en
Zannah, sus cejas se arquearon sugerentemente.
Hey, Quano. Quin es tu bonita amiga?
Mi nombre no es importante, dijo Zannah, hablando antes de que el rodiano
pudiese responder. Me han dicho que podas ayudarme a rastrear una nave que pas
por aqu hace dos das.
Cuando el hombre mir a Quano, el rodiano dijo:
Est bien. Ella buena. Ella amiga.
El joven se volvi hacia Zannah, cruzando sus brazos y dando un resoplido burln.
S, bien. Una amiga que no te dice su nombre. Ella poda percibir que su
voluntad era ms fuerte que la del camarero, pero an as maleable. El hecho de que
Pommat obviamente la encontrara atractiva ayudara tambin, si estaba dispuesta a
flirtear con l un poco.
Soy una amiga que tiene crditos, respondi coqueta. Si tienes lo que necesito.
El hombre ech atrs y adelante la cabeza un par de veces antes de descruzar sus
brazos y hacer correr sus dedos por su pelo greudo, despeinado por el sueo.
Zannah arque una ceja juguetona y se extendi con la Fuerza.
Vamos, Pommat. No estoy buscando al tipo fuerte, silencioso.
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La nave estaba registrada por alguien llamado Zun Haake, respondi Pommat
con tristeza mientras daba dos de los chips a Quano y deslizaba el par restante en su
bolsillo.
Haake es un nombre neimoidiano, seal Zannah. El hombre que estoy
buscando es humano.
Pommat se encogi de hombros.
Quizs la lanzadera es robada.
Estoy empezando a pensar que esta informacin no vale lo que pagu por ella.
El dueo registrado podra ser falso, pero los datos de navegacin son reales, le
asegur el joven. Esa nave vino de Nal Hutta.
Ests seguro?
No me cabe duda.
Slo por curiosidad, pregunt Zannah, est llevando un cargamento tuyo?
No, respondi l, casi arrepentido. No hago negocios all. A los Hutts no les
gusta que los de poca monta se metan en sus acciones, sabes?
Probablemente una decisin sabia. Quano ladr una risa.
Qu hay de mi nave? Pregunt ella, manteniendo su tono ligero. Alguna
sorpresa oculta a bordo?
Nah. T eres la primera nave que ha venido de Ciutric, respondi Pommat. No
tengo ningn contacto en tu mundo.
A no ser que ests interesada en establecer una relacin ms a largo plazo?
aadi l, mirndola lascivamente.
Zannah respondi sacando la empuadura de su sable lser y encendiendo las espadas
de tres cuartos que sobresalan de cada extremo. Se movi con la velocidad cegadora de
la Fuerza, su primer corte violento cortando el brazo extendido de Pommat a la altura del
codo y grabando una marca letal por su pecho, mientras que el segundo cort
limpiamente la cabeza de Quano de su cuerpo. Ambos estuvieron muertos antes de que
siquiera tuvieran una oportunidad de poner una expresin de sorpresa.
Con la deuda saldada, ella apag su arma, las hojas gemelas desapareciendo con un
zumbido de tono bajo. Ella no mat sin motivo, pero una vez que Pommat revel que
saba que era de Ciutric no tena opcin salvo eliminarlos tanto a l como a Quano. Los
Jedi an iran a investigar la muerte de Medd, y no poda arriesgarse a que rastrearan la
lanzadera de vuelta a su estado y al de Bane. A ella no le gustaba dejar cabos sueltos.
Agachndose, cogi el panel de datos del bolsillo de Pommat, junto con los chips de
crditos que le haba dado. Entonces hizo lo mismo con Quano antes de cargar los
cuerpos, junto con los trozos desmembrados, en un trineo flotante que se utilizaba para
mover el equipaje ms pesado por el espaciopuerto. Si cualquier Jedi iba a husmear no
quera dejar ninguna seal de que alguien con un sable lser haba matado a los dos
hombres.
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Un suave bip de la consola alert a Bane de que el Triunfo estaba al fin aproximndose a
su destino final.
El viaje a Prakith haba llevado ms de lo que haba anticipado. Viajar al Ncleo
Profundo siempre era peligroso; las estrellas densamente condensadas y agujeros negros
en el corazn de la galaxia creaban pozos de gravedad capaces de atrapar el continuo
espacio-tiempo. Bajo unas condiciones tan extremas, las carreteras hiperespaciales eran
inestables, cambiando o incluso colapsando sin advertencia.
La ltima ruta conocida hacia Prakith haba colapsado haca cerca de quinientos aos,
y nadie se haba molestado en trazar una nueva desde entonces. Esto ocurra
frecuentemente en mundos del Ncleo Profundo: si no eran ricos en recursos o en
depsitos minerales, los peligros de tratar de encontrar nuevas carreteras hiperespaciales
simplemente no justificaban el esfuerzo.
En los siglos tras el colapso de las hipercarreteras, Prakith bsicamente haba sido
olvidada por el resto de la Repblica. Incluso viajar desde sistemas cercanos era
arriesgado, y Bane esperaba encontrar un planeta que se haba estancado tras ser cortado
del resto de la sociedad. El comercio interplanetario era el alma de la cultura galctica;
sin l las poblaciones mermaban y los niveles de tecnologa tendan a retroceder en
diversos grados.
El aislamiento de Prakith tambin haba permitido a los Jedi purgar eficientemente
todas las menciones de Darth Andeddu y sus seguidores de los registros galcticos,
aunque el propio Prakith era an mencionado en un puado de fuentes ms antiguas.
Bane haba compilado todas las fuentes conocidas, incluyendo varias cartas de
navegacin desesperanzadamente desactualizadas, con la esperanza de relocalizar el
mundo perdido.
No era imposible viajar a travs de hipercarreteras no mapeadas, pero era lento y
peligroso. Bane fue forzado a trazar y retrazar su ruta mltiples veces, haciendo cientos
de pequeos saltos, movindose de una estrella a sus vecinas cercanas, eligiendo y
escogiendo de una lista de potenciales rutas hiperespaciales generadas por el ordenador
de navegacin de ltimo modelo del Triunfo.
Pese a ser el mejor programa que los crditos podan comprar, el ordenador estaba
lejos de ser a prueba de tontos. Operaba sobre probabilidades y asunciones tericas
derivadas de datos previamente reportados y medidas complejas astrogacionales hechas
en vuelo. No haba forma de predecir la estabilidad o la seguridad inherente de una ruta
dada hasta que una nave la trazaba atravesndola; como resultado cada fase del viaje
tena el potencial de acabar en desastre.
Viajar a travs del espacio sin mapear era ms un arte que una ciencia, y Bane
confiaba tanto en sus instintos como en los clculos matemticos del ordenador de
navegacin. Pegarse a saltos ms cortos prolongaba el viaje, pero era capaz de minimizar
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el riesgo de que el Triunfo fuera destrozado por un pozo de gravedad inesperado o de ser
aplastado fuera de la existencia por una hipercarretera colapsando.
Esta no era la primera vez que haba enfrentado los peligros del Ncleo Profundo.
Haca diez aos haba viajado al mundo perdido de Tython para reclamar el Holocrn de
Belia Darzu. El hecho de que ahora estuviera yendo a Prakith para recuperar otro
Holocrn este creado por Darth Andeddu no le result mera coincidencia, sin
embargo.
Lo que el ignorante rechazaba como probabilidad o suerte aleatoria era a menudo el
trabajo de la Fuerza. Algunos escogan llamarlo destino o porvenir, aunque esos trminos
eran de lejos demasiado simples para captar la sutil, aunque de gran alcance, influencia
que acarreaba. La Fuerza estaba viva; permeaba el mismo tejido del universo, fluyendo a
travs de cada criatura viviente. Una energa que tocaba e influa en todas las cosas con
vida, sus corrientes tanto la luminosa como la oscura fluan y refluan, dando forma
a los patrones de la existencia.
Bane haba pasado una vida estudiando esos patrones, y haba llegado a darse cuenta
de que podan ser manipulados y explotados. Haba llegado a entenderlo en cuanto el
poder del lado oscuro menguaba, los talismanes creados por los antiguos Sith tendan a
perderse. Pero con el tiempo el ciclo cambiara, y mientras el poder del lado oscuro
esperaba la oportunidad de que esos tesoros perdidos se encontraran de nuevo, resurgira
a la superficie. Durante esas ventanas de oportunidad, todo lo que se requera era un
individuo con la sabidura de reconocerlas y la fuerza para tomar la accin.
Bane haba dominado esos talentos, an as no estaba seguro de poder decir lo mismo
de su aprendiz. Zannah era lista y astuta, y sus poderes en el lado oscuro podan ser
incluso mayores que los suyos propios. Pero tena la visin para guiar a los Sith a travs
de los enredos invisibles de la historia mientras se alzaban y caan?
Se preguntaba cmo estara progresando su investigacin en Doan. Haba esperado
volver a Ciutric antes que ella, pero haba subestimado la dificultad de navegar a travs
del Ncleo. Para cuando volviera, era probable que ella ya estuviera all esperndole. Se
dara cuenta de que la haba mandado lejos como distraccin, y estara esperando traicin
a su regreso. El enfrentamiento que haba estado anticipando finalmente ocurrira.
La consola de navegacin bipe de nuevo, y las vistas fuera de la cabina de mandos
cambiaron del campo blanco cegador del hiperespacio para revelar el sistema Prak: un sol
rojo pequeo rodeado de cinco planetas diminutos. Tomando el control manual de su
navo, Bane descendi en el tercero, un mundo olvidado ampliamente cubierto de
volcanes activos, lagos de magma ardiendo, y campos oscuros de cenizas de azufre.
Mientras entraba en la atmsfera, los escneres captaron varias pequeas ciudades
dispersas en la inhspita superficie. La ms cercana estaba a varios cientos de kilmetros
al norte, pero Bane gir su nave en direccin opuesta, dirigindose al vasto conjunto de
montaas que recorra de esta a oeste el ecuador del planeta.
No saba si el culto de Andeddu an exista o no, pero desde el momento en que sali
del hiperespacio haba confiado en que su fuerte an sobreviva. Poda percibir su
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presencia en la superficie del mundo, un nexo de energa del lado oscuro pulsando como
una baliza desde el corazn de las montaas.
Mientras se acercaba ms, la nave detect un pequeo asentamiento en el borde del
conjunto. Sorprendentemente, una baliza automatizada de aterrizaje estaba emitiendo una
seal en los canales estndar. Eso significaba que an haba un espaciopuerto activo,
aunque era probablemente utilizado por las lanzaderas que viajaban de una localizacin
de la superficie del planeta a otra, ms que para visitantes de fuera del mundo.
La teora de Bane fue confirmada cuando llev su lanzadera a aterrizar en la pequea
plataforma de aterrizaje al borde del asentamiento. La nica otra persona en el lugar era
un hombre viejo sentado en una silla fuera de una caseta de aduanas pequea, dilapidada.
Observaba con curiosidad mientras Bane sala de la nave, pero no hizo ningn esfuerzo
por levantarse.
No se ven muchos visitantes ltimamente, dijo mientras Bane se aproximaba.
Eres de Gallia?
Por su investigacin, Bane saba que Gallia era una de las ciudades ms grandes de
Prakith. El hombre estaba suponiendo que era un nativo de Prakith; la idea de que alguien
de fuera de su sistema fuera de visita obviamente no se le haba pasado por la mente.
Es cierto, dijo Bane, sin ver ningn motivo para complicar la situacin al revelar
la verdad. Vol desde Gallia. Estoy buscando informacin sobre los seguidores de
Darth Andeddu.
El hombre se inclin hacia delante en su silla y escupi al suelo.
No nos gusta hablar de ellos. Fij a Bane con una mirada de sospecha, escupi
de nuevo, entonces se reclin en su silla y cruz sus brazos desafiante. No tengo ms
que decirte. Vuelve a Gallia. No eres bienvenido aqu.
Bane poda haber presionado en el asunto, pero no vio beneficio en intimidar o
torturar a un hombre viejo insignificante, irritable. En su lugar, se gir y empez a
caminar en direccin a los edificios en el horizonte. Confiaba en que alguien ah estara
dispuesto a contarle lo que quera saber.
***
Un par de horas ms tarde Bane estaba de vuelta en su lanzadera, armado con la
informacin que necesitaba. Pese a la declaracin del hombre viejo, haba encontrado que
la gente estaba demasiado ansiosa por compartir lo que saban sobre el extrao culto
insular en lo profundo de las montaas vecinas.
Estaba claro que los seguidores de Andeddu todava estaban activos; ocasionalmente
algunos de ellos incluso iban a la pequea ciudad por necesidad de suministros. Tambin
estaba claro que la gente en la aldea de la montaa se refera a sus misteriosos vecinos
con una combinacin de miedo y aversin. Las estimaciones de sus nmeros variaban
desde un par de docenas a ms de mil, aunque Bane sospechaba que la realidad estaba en
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alguna parte ms cerca del extremo inferior. Aparte de eso, todo lo dems recaa bajo la
ciega especulacin o la supersticin ilgica.
Atrado por el inconfundible poder del lado oscuro que emanaba de su objetivo, Bane
llev al Triunfo ms bajo y empez a inclinarlo entre los altos picos negros. Mientras
volaba ms profundamente en la cordillera, empez a notar seales en aumento de
reciente actividad ssmica. Algunas de las montaas eran de ms de veinte kilmetros de
alto pero la mayora era la mitad de esa altura, sus cimas arrancadas cuando la lava
fundida en su ncleo estallaba en una lluvia de humo y fuego.
No pas mucho antes de que la propia fortaleza surgiera a la vista, una estructura
elevada construida en la llanura plana de un valle oculto en la profundidad del corazn de
la cordillera. Una pirmide de cuatro caras, de punta plana tallada en obsidiana negra, el
edificio de doscientos metros de altura era parte fortaleza y parte monumento a un
autoproclamado dios. Por las historias de los aldeanos, Bane haba sabido que Andeddu
haba sido adorado como una deidad durante su larga, larga vida antes de ser depuesto.
An as, tras su traicin y muerte, un pequeo culto de seguidores devotos crean que su
espritu an exista. Haban continuado su servicio leal, preparndose para el da en que
su Maestro volviera.
El largo aislamiento de Prakith del resto de la galaxia slo haba servido para
fortalecer la resolucin de sus seguidores. Aquellos que vivan en el templo ahora eran
descritos por todo el mundo con el que habl como fanticos, y Bane sospechaba que
cada uno estara dispuesto a sacrificar su vida para proteger el Holocrn de Andeddu.
Bane propuls hacia atrs su lanzadera, buscando un lugar para tocar tierra. Ribetes
de lava reptaban desde los picos que lo rodeaban y recorran su camino por el valle. El
poder malevolente que emanaba del fuerte mantena las corrientes mortales a raya, pero
cualquier lugar de aterrizaje que escogiera en tierra estara en riesgo. No tena intencin
de adquirir el Holocrn, slo para volver y descubrir que su nave haba desaparecido bajo
un ro de flujo lento de magma.
Haba una opcin: la cima plana del fuerte, sin duda construida en primer lugar como
un lugar de aterrizaje. Habra preferido no arriesgarse a alertar a cualquiera dentro de la
pirmide al aterrizar en ella, pero pareca que no tena eleccin. Haba un momento para
las sutilezas, y un momento para la fuerza. Rode la pirmide una vez, entonces llev a la
lanzadera hacia un aterrizaje perfecto en la plataforma de aterrizaje.
Movindose rpidamente, salt desde la cabina de mandos y corri hacia afuera, con
el sable lser ya empuado. A travs de la Fuerza, poda percibir las cmaras en el
edificio bajo sus pies explotar en un frenes de actividad mientras los cultistas corran
para encontrarse con el intruso inesperado.
Mir rpidamente alrededor, tomando consciencia de sus alrededores. El techo era
cuadrado, treinta metros de extensin a cada lado, con una pequea escotilla construida
en una esquina. En ese momento, la escotilla irrumpi abrindose y seres que l supuso
que eran cultistas empezaron a surgir fuera, casi dos docenas en total, todos armados con
vibroespadas y mazas.
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Pese a sus nmeros, Bane al instante se dio cuenta de que no representaban ninguna
amenaza real. Aunque adoraban a uno de los Sith antiguos, estos eran hombres y mujeres
corrientes. La Fuerza no flua a travs de sus venas; no eran nada salvo despojos. Su furia
poda estar alimentada por las energas del lado oscuro que emanaban del templo, pero
Bane poda atraer igual de fcilmente el mismo poder, dejando que se formara hasta que
lo liberara contra sus enemigos.
Una dcada antes les habra enfrentado ansiosamente en un combate fsico, su cuerpo
bombeando por completo la adrenalina liberada por los orbaliskos que haban cubierto su
carne. Arrastrado por una ira demente, habra grabado una marca sangrienta entre sus
nmeros, apualando y cortando a sus indefensos enemigos mientras confiaba en que los
caparazones impenetrables de los orbaliskos le protegieran de sus golpes.
Pero los orbaliskos ya no estaban. Ya no era invulnerable a los ataques fsicos, an as
ya no era un esclavo a la sed de sangre primaria que sola abrumarle. Libre de la
infestacin parastica, era capaz de despachar a sus enemigos utilizando la Fuerza ms
que confiando nicamente en la fuerza bruta. Bane extingui su arma y se qued
perfectamente calmado, permitiendo a la horda que se arremolinaba acercarse a l
mientras reuna sus fuerzas. Llam al poder del propio templo, alimentndose de l para
mejorar sus propias habilidades mientras creaba un campo mortal alrededor de su cuerpo.
Empez como un crculo estrecho, pero rpidamente se esparci hacia fuera hasta que se
extendi hasta un radio de diez metros, con el Lord Sith en el centro. El aire dentro de la
circunferencia del campo de repente se volvi ms oscuro, como si la luz del sol rojo
encima de repente se hubiera atenuado.
Oculto en la penumbra sombra, Bane simplemente mantuvo su posicin contra el
asalto enemigo. Las filas frontales de cultistas, al ataque, aullaron de agona mientras
entraban en el campo, su esencia vital violentamente drenada de sus cuerpos,
envejecindoles mil aos en tan slo un par de segundos. Los msculos y tendones
atrofiados al instante; su piel marchita y encogida, tirando fuertemente de sus huesos. Los
ojos y las lenguas apergaminadas, convirtindolos en cascarones momificados antes de
que su carne disecada se desplomara, dejando slo los restos esquelticos y un par de
hebras de pelo.
El esfuerzo de crear un aura de pura energa del lado oscuro rpidamente habra
cansado incluso a Bane. Sin embargo, mientras sus enemigos caan era capaz de atraer su
esencia hacia s mismo, alimentndose de sus energas para revitalizar sus fuerzas
desvanecindose y reforzar el campo en preparacin para la siguiente oleada de vctimas.
La masa de los cultistas continu cargando hacia delante. Aquellos en las filas de en
medio haban visto el destino de sus compaeros y trataron desesperadamente de
detenerse. Pero el impulso de aquellos atrs, barri con ellos hacia delante hasta el campo
para sufrir la misma muerte agonizante que aquellos que ya haban cado.
Slo aquellos en la parte ms posterior de la multitud fueron capaces de ver el peligro
y retroceder a tiempo de salvarse. De los ms de veinte cultistas que le haban atacado,
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slo un puado fue capaz de salvarse. Estaban a una distancia segura, tambalendose al
borde del campo mortal con las armas alzadas, inseguros de cmo proceder.
Bane termin con su confusin al dejar que el campo cayera y al empuar su sable
lser. Sus oponentes eran demasiado lentos y demasiado pocos como para desafiarle, y
sus burdas vibroarmas no podan siquiera bloquear su espada brillante. Completamente
indefensos contra un enemigo superior, su devocin demente a Andeddu todava les
impulsaba a atacar al invasor del templo sagrado. Bane los cort como a perros.
Ya no salieron ms cultistas de las escotillas para atacarle, pero Bane poda percibir
casi a cien ms en el templo bajo l. Los que haba masacrado en el techo eran los
guerreros, guardianes mandados arriba por los sacerdotes y auxiliares an agazapados en
las habitaciones y pasillos de la pirmide.
Los enemigos restantes eran potencialmente ms peligrosos: los sacerdotes de
Andeddu sin duda haban ascendido a sus posiciones debido a su afinidad con la Fuerza.
Su entrenamiento probablemente era limitado, y Bane saba que ni uno solo entre ellos
era lo suficientemente poderoso como para detenerle. Juntos, sin embargo, podran tener
el potencial de superarle. Sin embargo, no pretenda darles tiempo para organizarse de
forma que pudieran intentar unir sus fuerzas.
Movindose rpidamente, Bane camin hacia la escotilla. En algn momento durante
la batalla haba estado cerrada, y descubri que haba sido sellada desde el interior.
Dejando fluir la Fuerza a travs de l, enganch su sable lser y se agach para agarrar la
manivela con ambas manos. Preparando sus enormes msculos, abri la escotilla de
metal girndola, tirando de ella fuera de sus bornes y arrojndola a un lado.
Salt por la escalera de mano que apareci debajo, aterrizando en un pasillo
resbaladizo que llevaba ms profundo hacia el fuerte de Andeddu. Encendiendo su sable
lser de nuevo, se movi con pasos largos, rpidos, mientras se abra paso infaliblemente
a travs de los pasillos labernticos, atrado por el poder del Holocrn de Andeddu
llamndole desde las cmaras inferiores.
La arquitectura interior le recordaba a la Academia Sith de Korriban: muros de piedra
antiguos, puertas de madera pesadas, y angostos pasillos tenuemente iluminados por
antorchas que escupan en candelabros por la pared. Mientras marchaba por los pasillos,
Bane percibi la presencia ocasional de uno o dos individuos al otro lado de las puertas
por las que pasaba. La mayora simplemente se cubran en sus habitaciones,
permitindole continuar sin trabas; podan percibir su poder, y saban que interferir con
su misin slo resultara en sus muertes sin sentido. Bastante a menudo, sin embargo, un
cultista cuya devocin a Andeddu superaba todo sentido de autoconservacin saltaba
fuera y trataba de detenerle.
Bane responda a cada uno de esos ataques con una eficiencia brutal. Algunos los
cortaba en dos con un simple barrido de su sable lser; con otros utilizaba la Fuerza para
limpiamente partir sus cuellos, nunca siquiera rompa el paso. Para cuando alcanz la
cmara central del fuerte, toda la pretensin de resistencia se haba acabado. Cualquiera
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Bane trep a su lanzadera y se prepar para el despegue. No pudo evitar pensar que si
cualquiera de los cultistas hubiera sido digno, se habra ido con ms que slo un
Holocrn: habra tomado a un nuevo aprendiz, tambin.
Tal y como fue, la bsqueda del reemplazo de Zannah tendra que esperar. Tena a
por lo que haba venido. Pasaran muchos das para viajar por las rutas hiperespaciales
que salan del Ncleo Profundo, pero Bane agradeci el viaje. Le daba tiempo para
explorar el Holocrn en un mayor detalle. Y si todo iba como lo haba planeado, para
cuando llegara de vuelta a casa todos los secretos de Andeddu seran suyos.
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Paraso era cualquier cosa salvo
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alguna vez atacaba al personal del casino, pero cuando se trataba de la seguridad
individual, los clientes habituales se esperaba que se defendieran a s mismos. Aquellos
capaces de permitirse el gasto tpicamente contrataban a un squito de guardaespaldas,
pero el visitante medio tena que confiar en un blster prominentemente expuesto en las
caderas y la amenaza de la retribucin por parte de amigos para hacer que los otros se lo
pensaran dos veces antes de empezar algo.
Lucia no tena ningn amigo con ella en su viaje, pero haba estado aqu suficiente
como para saber cmo evitar problemas. Ella se mova con un aire de confianza, un
desafo silencioso en la postura de sus hombros y la inclinacin de su cabeza que disuada
a los otros de aproximarse a ella. Adems, la mayora de los conflictos empezaban cerca
de las mesas de juego, y Luca no estaba aqu para apostar.
Ella estaba aqu porque la princesa le haba mandado a buscar a la asesina iktotchi
conocida como la Cazadora. La ltima vez que Lucia haba venido aqu tambin haba
estado buscando a la Cazadora, aunque esa haba sido su decisin, no la de Serra.
En ese momento, Lucia no haba sabido sobre el acuerdo del rey con los Jedi. Ella
nunca sospech que la asesina matara a Medd Tandar y provocara un incidente
diplomtico. An si lo hubiera sabido, an habra venido por el bien de Serra.
Haba visto a su seora lamentarse por su marido. Su muerte haba perforado un
agujero en el corazn de la princesa, y tras dos meses sin ninguna seal de mejora, Lucia
no poda soportar ver a su amiga sufrir ms sin hacer algo.
La princesa necesitaba concluir; necesitaba ver a aquellos responsables pagar por sus
crmenes. Pero aunque el rey haba mandado a sus tropas en busca de Gelba y sus
seguidores, no haban hecho ningn progreso en rastrearla. Y por lo tanto Lucia haba
tomado el asunto con sus propias manos.
Actuar a las espaldas del rey para contratar a una asesina era una fractura clara de la
ley de Doan y una violacin directa del voto que haba prestado cuando haba jurado
lealtad a la Guardia Real. Pero esto iba ms all de cualquier voto o juramento. Serra era
su amiga, y su amiga estaba mal. No poda traer de vuelta a su marido, pero poda ver a
aquellos responsables de su muerte siendo castigados. Eso fue lo que hiciste como amiga:
pusiste las necesidades de cada una por encima de cualquier otra cosa. Fuiste leal a ti
misma.
Ese fue el motivo por el que Lucia se haba unido a los ejrcitos de Kaan en las
Nuevas Guerras Sith haca veinte aos. No le importaba un lado u otro del lado oscuro, o
los Sith, o siquiera destruir a la Repblica. Haba sido una mujer joven sin familia ni
amigos. Sin esperanzas. Sin futuro. Cuando el reclutador Sith lleg a su mundo, le
ofreci algo que nadie ms haba hecho: una oportunidad de ser parte de algo ms grande
que ella misma; una oportunidad para pertenecer a algo.
Ella haba encontrado esa sensacin de pertenecer a algo durante su tiempo como
francotiradora con los Caminantes de la Penumbra. Los otros miembros de la unidad se
convirtieron en su familia. Habra dado su vida por salvar a cualquiera de ellos, y ella
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saba que ellos habran hecho lo mismo. Y si no poda salvar a alguien, hara la siguiente
mejor cosa y honrara su recuerdo vengando su muerte.
Eso es lo que ocurri con Des. Aunque el Teniente Ulabore era el comandante oficial
de los Caminantes de la Penumbra, todo el mundo saba que el Sargento Dessel era el
verdadero lder del escuadrn. Un minero de Apatros, haba sido un gigante de hombre:
dos metros de alto y 120 kilogramos de puro msculo, con un instinto por la batalla y un
truco para mantener a sus compaeros soldados con vida en situaciones imposibles. Des
haba arriesgado su propia vida para salvar a la unidad ms veces de las que Lucia poda
siquiera recordar.
Recordar lo que le haba ocurrido a Des todava le llenaba de rabia. Mientras estaban
estacionados en Phaseera, los Caminantes de la Penumbra haban dado rdenes para
atacar a una instalacin fuertemente fortificada de la Repblica antes del anochecer: una
misin suicida que habra visto a toda la unidad masacrada. Cuando Des sugiri al
teniente que esperaran hasta la cada de la noche, Ulabore se haba negado a escuchar. El
kriffido cobarde los habra sacrificado a todos antes que decirle a sus superiores que
estaban cometiendo un error.
Sin estar dispuesto a hacer ir a sus amigos hacia una muerte segura, Des tomo el
mando de la situacin. Golpe a Ulabore y tom el mando de la unidad, cambiando el
plan para que pudieran golpear bajo la cobertura de la oscuridad. La misin acab siendo
un completo xito: las fuerzas enemigas fueron barridas con bajas mnimas, asegurando
una victoria mayor para el esfuerzo de guerra Sith.
Des debera haber sido alabado como un hroe por sus acciones. En su lugar, Ulabore
le hizo arrestar y le llev a una corte marcial por insubordinacin. Ella habra disparado a
Ulabore justo entonces si Des no la hubiera visto lentamente alzando su arma y agitado
su cabeza. l saba que no haba nada que nadie pudiera hacer por salvarle; haba
demasiados parlamentarios alrededor, y con las armas desenfundadas. Cualquiera que
tratara de ayudar a Des sera asesinado, y l an acabara yendo a una corte marcial.
Incluso mientras le llevaban lejos para enfrentarse a una ejecucin segura, Des an estaba
mirando por sus amigos.
Lucia nunca volvi a ver a Des; nunca escuch lo que le haba ocurrido, aunque poda
adivinar fcilmente. La insubordinacin era una ofensa capital, y los Sith no eran
famosos por la indulgencia. Pero aunque ella no pudo salvarle, ella an poda hacer algo
por pagrselo.
Le llev casi un mes antes de que tuviera la oportunidad, pero no iba a olvidarlo.
Lleg durante una escaramuza contra tropas de la Repblica en Alaris Prime. Los
Caminantes de la Penumbra estaban de patrulla cuando cayeron en una emboscada, algo
que nunca habra ocurrido si Des an hubiera estado con ellos. Pero su sargento les haba
enseado bien, e incluso sin l, los Caminantes de la Penumbra an eran una de las
mejores unidades del ejrcito Sith. El encuentro slo dur un par de minutos antes de que
los soldados de la Repblica rompieran filas y huyeran.
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La lucha intensa, cercana, result en varias bajas en ambos bandos. Entre ellas estaba
el Teniente Ulabore. Su estatus fue oficialmente registrado como muerto en accin, y
nadie en los Caminantes de la Penumbra se molest nunca en informar de que haba sido
disparado por la espalda a una corta distancia.
Haba algunos que podran considerarla una mala persona por lo que haba hecho,
pero Lucia nunca se arrepinti de su decisin. Para ella, era simple. Des era su amigo.
Ulabore era responsable de su muerte. Haba pasado lo mismo con Serra. La princesa era
su amiga. Su marido estaba muerto. Gelba era responsable. Todo era sobre lealtad.
Y por lo tanto Lucia haba hecho el viaje a Paraso. Un par de preguntas discretas,
junto con significantes sumas de crditos cambiando de manos, le llevaron a la Cazadora.
Dos semanas ms tarde, Gelba estaba muerta. Ahora Serra quera que ella contratara a la
asesina de nuevo: aunque Lucia no tena ni idea de por qu.
Algo le haba ocurrido a Serra durante su visita al Templo Jedi en Coruscant. Ella
haba visto algo perturbador, algo de lo que no quera hablar. Lucia saba que haba
secretos en el pasado de la princesa, pero siempre haba respetado el derecho de su
privacidad. Despus de todo, haba cosas de su propio pasado en las que no quera que la
gente metiera las narices tampoco.
An as, aunque haba aceptado a ayudar, estaba preocupada por su seora. Serra era
bsicamente una persona amable y gentil, pero haba otro lado de ella tambin. Tena
pesadillas, y a veces pasaba por oscuras depresiones. Lucia sospechaba que haba sido
marcada por algn evento traumtico en su infancia, un recuerdo tan intenso, que la haba
daado de una forma profunda y fundamental.
La visin de la Cazadora sentada en una de las mesas de vistas cerca del borde del
casino recentr sus pensamientos en la tarea que tena entre manos. El Fortuna Robada,
como todos los casinos de Paraso, miraba a la arena construida en el centro de la
plataforma orbital. A travs de grandes ventanas de transpariacero, los clientes habituales
podan observar a los combatientes tpicamente bestias o esclavos luchar hasta la
muerte.
Mientras que era comn para los apostadores apostar sobre el resultado de cada
batalla, Lucia se dio cuenta de que ese no poda ser el caso con la Cazadora. Se
rumoreaba que los iktotchi tenan poderes telepticos y precognitivos, y como resultado
tenan prohibido apostar en virtualmente cada casino de la galaxia. Lucia se dio cuenta de
que tena que estar disfrutndolo puramente por la brutalidad de la matanza.
La Cazadora estaba sentada en la esquina ms alejada, su espalda contra una pared.
Iba vestida con la misma capa negra que haba llevado durante su previo encuentro. Su
capucha pesada estaba hacia atrs para revelar los cuernos que se curvaban hacia sus
hombros, enmarcando sus rasgos afilados.
Lucia slo poda verla de perfil, los tatuajes negros haciendo un trazo desde sus
labios, ocultos por el ngulo y las sombras de la esquina. Desde su perspectiva haba algo
llamativo en la iktotchi de piel roja, una gracia y elegancia de la que nunca se haba
percatado antes.
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Poda haber sido hermosa, pens con algo de sorpresa. Pero escogi convertirse en
un demonio.
La Cazadora mir arriba mientras ella se aproximaba, y Lucia se qued helada, fija en
el sitio por sus ojos amarillos perforadores.
Te he estado esperando, dijo la iktotchi, su voz apenas audible sobre la msica y
la multitud.
Esperndome? respondi Lucia, demasiado aturdida como para decir nada ms.
Quizs realmente pudiera leer mentes y ver el futuro.
Hubo daos colaterales durante mi misin en tu mundo, explic la Cazadora.
El Jedi. Esperaba que tu seora estuviera descontenta.
Lucia agit su cabeza.
No es por eso por lo que estoy aqu.
Bien. Porque no devuelvo el dinero.
Quiero contratarte de nuevo.
La iktotchi inclin su cabeza, considerndolo durante un segundo antes de asentir.
Lucia tom asiento en la mesa junto a ella. Fuera del rabillo de su ojo poda ver la arena,
donde dos monstruosidades cubiertas de pelo y sangre se lanzaban la una sobre la otra
con garras, colmillos, y dientes. Una pareca ser un lobo-jabal endoriano; la otra era
algn tipo de abominacin canina de tres cabezas.
Una terbestia, explic la Cazadora, aunque si ley la mente de Lucia o
simplemente la confusin de su cara no estaba claro.
Lucia apart la cabeza en disgusto.
Tienes otros rebeldes que quieres que elimine? supuso la asesina.
No. Al menos no lo creo. Mi seora desea reunirse contigo en persona. En un
mundo llamado Ambria.
Los ojos de la asesina se encogieron con sospecha.
Por qu Ambria?
No lo s, respondi honestamente Lucia. Ella no me lo dira. Ella slo dijo
que quera encontrarse contigo all, a solas. Est dispuesta a pagar el triple de tu tarifa
habitual.
Ella desliz un panel de datos por la mesa.
Aqu est la localizacin.
Lucia estaba segura de que rechazara. Sonaba demasiado a una trampa. Pero la
Cazadora simplemente se reacomod en su silla y no habl por un muy largo tiempo.
Casi pareca haberse deslizado en algn tipo de trance.
Esperando pacientemente, Lucia hizo lo que pudo por ignorar el espectculo
sangriento que tena lugar en la arena. No aprobaba la matanza por deporte o placer,
pareca sin sentido y cruel. Pese a su rechazo a mirar, un rugido desde las mesas junto a
las ventanas de vistas le dijo que el enfrentamiento haba terminado; uno de los animales
deba haber asestado una herida fatal al otro. Instintivamente, gir la cabeza para ver el
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resultado y fue recompensado con la vista de las tres cabezas de la terbestia hurgando en
la tripa del lobo-jabal en una carrera para atiborrarse de sus rganos.
Ella se gir rpidamente, luchando por controlar sus arcadas.
Dile a tu seora que acepto su oferta, dijo la Cazadora, extendiendo el brazo para
agarrar el panel de datos con los dedos gruesos, afilados, que eran comunes a su especie.
Con su asunto zanjado, la asesina volvi su atencin de vuelta a la arena, la sombra
de una sonrisa surgiendo por sus labios pintados mientras observaba.
Disgustada, Lucia se levant y dio una corta reverencia antes de girarse para irse,
ansiosa por dejar la estacin tan rpido como fuera posible. La Cazadora, aparentemente
cautivada por el desagradable espectculo de abajo, no pareci darse cuenta de su partida.
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Zannah realmente nunca haba puesto un pie en Nal Hutta antes, pero conoca el mundo
lo suficientemente bien por su reputacin. Mientras que el gobierno de los clanes Hutt
haba cubierto completamente la superficie de Nar Shaddaa, la luna cercana, con un
paisaje urbano extenso, Nal Hutta permaneca mayormente subdesarrollado. El terreno
predominantemente natural de pantanos haba sido envenenado por la contaminacin
arrojada sin control por los centros industriales dispersos por el mundo, convirtiendo la
superficie en una fosa sptica de pantanos ftidos capaces de soportar slo vida de
insectos mutados. La ciudad capital de Bilbousa se encoga bajo un perpetuo cielo de
humo gris grasiento puntuado slo por nubes oscuras que dejaban caer lluvia cida sobre
los edificios manchados y marcados de debajo.
La fealdad fsica del mundo era un reflejo de su corrupcin moral. El espacio Hutt
nunca haba sido parte de la Repblica, y las leyes del Senado no tenan ninguna
jurisdiccin aqu. Las pocas normas que haba haban sido creadas por los poderosos
clanes Hutt que controlaban la cercana Nar Shaddaa, haciendo de Nal Hutta un refugio
para contrabandistas, piratas, y esclavistas.
Pero la proteccin del refuerzo legal de la Repblica vena con un precio. Los Hutts
consideraban a las otras especies inferiores, y todos los aliens residentes tanto en Nar
Shaddaa como en Nal Hutta tenan que pagar una importante tasa mensual a uno de los
clanes gobernantes por el privilegio de vivir bajo su proteccin. El precio exacto
fluctuaba salvajemente, dependiendo de la subida y la cada de las fortunas del clan
respectivo, y no era inusual que se doblara o incluso triplicara sin previo aviso. En tales
casos, aquellos que no estaban dispuestos o no eran capaces de enfrentar al nuevo precio
tendan a desaparecer, con todas sus posesiones y activos siendo reclamados por el clan
mecenas, de acuerdo a la ley Hutt.
Los prejuicios contra otras especies habran hecho difcil para Zannah obtener la
informacin que necesitaba. Las autoridades portuarias en Nal Hutta tenan una
desconfianza profundamente arraigada contra los extranjeros que hacan preguntas, y era
improbable que cualquier cantidad de crditos pudiera convencerles de dejar a un lado
sus prejuicios para decirle algo til. Afortunadamente para ella, sin embargo, la red de
informadores y agentes de Bane inclua varios miembros de alto rango del clan Desilijic,
una de las facciones Hutt ms prominentes, y estables. En la guisa familiar de Allia
Omek, Zannah era capaz de utilizar esos contactos junto con el registro de la nave
almacenado en el ltimo panel de datos de Pommat para rastrear al hombre de pelo
plateado que haba seguido hasta aqu desde Doan.
Ella supo que su nombre real era Set Harth, y haba un rumor persistente de que haba
sido una vez un Jedi. Tambin haba descubierto que era increblemente rico. Y mientras
que nadie con quien hablara pareca saber la fuente exacta de su vasta fortuna, todos
estaban de acuerdo en que sus ganancias eran casi con seguridad ilcitas. En Nal Hutta,
eso era generalmente visto como algo admirable.
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prctico era una trampa; una cadena para amarrar a los tontos a su propia avaricia.
Aparentemente Set an tena que aprender esta leccin.
Eso es por lo que necesita una Maestra. Necesita a alguien que le ensee la verdad
sobre el lado oscuro.
Continuando su viaje, Zannah subi por una gran escalera en espiral que llevaba hasta
la segunda planta. Haciendo correr su mano ausentemente por el fino acabado de la
barandilla del balcn que estaba sobre la sala de estar de abajo, ella se abri paso hasta la
parte trasera de la mansin. All lleg a la biblioteca de Set. Cientos de libros se
alineaban en las paredes, pero la mayora eran novelas escritas puramente para el
entretenimiento: trabajos que ella no considerara dignos para leerlos ella misma. Un
estante le dio esperanzas, sin embargo: una coleccin de manuales tcnicos y guas
escritas por expertos en ms de dos docenas de campos ampliamente variados.
Suponiendo que Set realmente los hubiera ledo y estudiado todos, era un hombre de
amplios conocimientos y numerosos talentos.
En la parte trasera de la biblioteca haba una puerta anodina; tras ella, Zannah poda
percibir el poder del lado oscuro. Aproximndose con cuidado, ella sinti el poder crecer.
No estaba viniendo de ninguna persona o criatura; ella conoca la sensacin de un ser
vivo en sintona con la Fuerza. Esto era diferente. Le recordaba a los pulsos invisibles de
energa que haba sentido emanando de los cristales de Fuerza que haba usado para
construir su sable lser.
Ella prob la puerta y se sorprendi cuando se abri fcilmente. Obviamente, Set
confiaba en su privacidad, pero entonces, sin duda nunca haba sospechado que un Sith
podra ir de visita. Caminando hacia la habitacin, la encontr pequea y simple en
comparacin al resto de la mansin. No haba trabajos de arte, y el nico mueble era una
vitrina de exposicin puesta contra la pared trasera a un par de metros de distancia. Por la
luz de su lmpara de brillo, poda ver un conjunto de joyera cuidadosamente reunido en
la vitrina de exposicin: anillos, collares, amuletos, e incluso coronas, todos imbuidos
con el poder del lado oscuro.
Zannah haba visto colecciones como esta antes. Haca diez aos, Hetton, un noble
serreniano sensible a la Fuerza obsesionado con el lado oscuro, le haba mostrado un
tesoro similar de artefactos Sith: una oferta que haba esperado que convencera a Zannah
a tomarlo como su aprendiz pese a su avanzada edad. Desafortunadamente para Hetton,
sus chucheras y baratijas no haban sido capaces de salvarle o a sus guardias
entrenados cuando se enfrentaron al propio Maestro de Zannah. Bane haba mostrado a
Hetton el autntico poder del lado oscuro, una leccin que le haba costado al hombre
mayor su vida.
Bane tambin coleccionaba los tesoros de los Sith antiguos, pero prefera la sabidura
contenida en los textos antiguos. Zannah saba que miraba a los anillos, amuletos, y otra
parafernalia con desdn. La chispa del lado oscuro que arda dentro de ellos era como una
nica gota de lluvia cayendo al ocano de poder que ya gobernaba; no vea necesidad de
aumentar sus habilidades con joyera estridente diseada haca siglos por antiguos
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hechiceros Sith. Su Maestro crea que la verdadera fuerza deba venir de dentro, y haba
arraigado esta creencia en su aprendiz. Aparentemente esa era otra leccin que tendra
que ensear a Set Harth, suponiendo que demostrara ser digno de ser su aprendiz.
Zannah se qued helada mientras senta una presencia repentina dentro de la mansin.
Extendindose con la Fuerza, confirm sus sospechas: Set haba vuelto de su fiesta, y
estaba solo. Apagando su bastn de luz, se movi en la perfecta oscuridad de vuelta hacia
la entrada principal, dejando que la Fuerza guiara su camino.
Deslizndose silenciosamente hasta la barandilla situada sobre la gran sala de estar en
los pies de las escaleras, avist a su presa casi directamente bajo ella. Por la luz de la
lmpara en un extremo de una mesa cercana poda verle descansando en un exquisito sof
de cuero, una botella de vino sullustano fino en una mano y un vaso medio lleno en la
otra. Todava estaba vestido con las ropas que haba llevado a la fiesta: una camiseta azul
turquesa de fina seda dramassiana, bombachos entallados negros, y botas hasta la rodilla
pulidas a la perfeccin. El cuello de su camisa estaba desabotonado y sus mangas largas,
anchas, colgaban por sus muecas, balancendose suavemente mientras ondeaba el vino
para liberar todo su cuerpo entre cada trago.
Ella no hizo ningn intento de enmascarar su presencia; senta curiosidad por ver si
Set la percibira a travs de la Fuerza de la misma forma que ella le haba percibido a su
llegada. Muy para su decepcin, pareca completamente ignorante, perdido en las
comodidades de su casa y el disfrute de su bebida.
Zannah salt sobre la barandilla y cay a cinco metros del suelo abajo, aterrizando
tras l, silenciosa salvo por el suave ondear de su capa negra. Set se alz ante el ruido,
girndose en su asiento para fijar su mirada borrosa en la intrusa.
Saludos, dijo l con una sonrisa, aparentemente no sorprendido por su llegada.
No creo que haya tenido el placer. Me llamo Set Harth.
l alz su bebida e inclin su cabeza como si brindara por su llegada.
S quin eres, respondi Zannah framente.
Set cuidadosamente puso la botella de vino y su vaso en el extremo de la mesa
cercana, entonces se gir hacia Zannah y golpe el cojn junto a l.
Por qu no te pones cmoda? Hay un montn de sitio para los dos.
Prefiero quedarme en pie.
Zannah estaba tanto confusa como decepcionada por su reaccin. En lugar de estar a
la guardia, alerta, o incluso iracundo al descubrir a una intrusa en su hogar, Set pareca
estar tirndole los tejos. Su tono era juguetn y sugerente. No poda percibir que su vida
colgaba en la balanza? No poda percibir el peligro en el que estaba?
Set respondi a su rechazo con un encogimiento de hombros fcil.
Me seguiste desde la fiesta, no? supuso l. Normalmente no olvidara una
cara tan hermosa.
Zannah se maldijo como una idiota. Haba ido all buscando a un aprendiz y no
encontr otra cosa salvo un idiota mujeriego demasiado interesado en hacer avances
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torpes como para reconocer su poder. Su fracaso era vergonzoso; ella saba con certeza
que Darth Bane habra visto a Set por lo que era justo ahora.
Todava no me has dicho tu nombre, le record Set, meneando un dedo enfrente
de su cara. Eres una chica muy traviesa.
El ataque lleg al instante en que Zannah abri su boca para responder. Lleg sin
ninguna advertencia, Set movindose con la velocidad preternatural de la Fuerza. El sable
lser del Jedi Oscuro se materializ en su mano, encendindose y girando por la
habitacin hacia ella ms rpido que el pensamiento.
Zannah apenas consigui agacharse fuera del camino, la hoja del sable lser partiendo
una seccin de su capa mientras ella se lanzaba al suelo. Para cuando el arma complet su
camino en boomerang y volvi a la mano de Set, l estaba en pie como lo estaba
Zannah.
Ella se dio cuenta de que el saludo inicial de Set haba sido todo una actuacin. Haba
estado esperando con su sable lser bajo su manga todo el tiempo, simplemente
esperando a que Zannah bajara la guardia. Quizs haba esperanzas por l an.
Te mueves rpido, se percat Set, una sombra de admiracin en su voz.
Sus palabras ya no llevaban el tono ligero y fcil de un invitado a una fiesta; haba
perdido toda la pretensin ahora. Sus ojos azules eran agudos y centrados, perforando a
su oponente buscando cualquier debilidad que pudiera explotar.
Zannah se prepar para su siguiente asalto. En su mente los siguientes pocos
segundos aparecieron en miles de escenarios diferentes, cada uno nico en sus detalles
especficos, cada uno una visin de un futuro posible atisbado a travs del poder de la
Fuerza. El puro nmero de posibilidades poda ser abrumador, pero Bane la haba
entrenado bien. Instintivamente, colaps la matriz de probabilidades en los resultados
ms probables, eficientemente permitindole anticipar y reaccionar al siguiente
movimiento de su oponente incluso antes de que ocurriera.
Set dispar una aguda explosin de poder del lado oscuro en una oleada brillante
diseada para tirarla de sus pies. Zannah fcilmente contraatac al lanzar una barrera de
energa protectora, la forma ms simple y efectiva para un usuario de la Fuerza de
defenderse contra los ataques de otro. Era una tcnica enseada a cada Padawan Jedi, y
haba sido una de las primeras lecciones que Bane haba requerido que ella dominara.
Eres una Jedi? exclam Set.
Una Sith, respondi Zannah.
Pens que los Sith estaban extintos, respondi l, casualmente girando su sable
lser en una mano, sin apartar los ojos de Zannah.
An no, ella se qued tranquila, su propio sable lser an enganchado en su
cinturn. Pero estaba alerta ahora: Set casi la haba engaado una vez, y no iba a dejar
que ocurriera de nuevo.
Djame ver si puedo arreglarlo.
Mientras saltaba sobre el sof hacia ella, Zannah encendi su propia arma. Las hojas
gemelas saltando a la vida, y ella cay en la danza familiar.
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Set lleg por bajo para empezar, cortando hacia sus piernas. Cuando ella bloque su
espada que llegaba, l se apart girando rpidamente, movindose fuera del alcance antes
de que pudiera contraatacar. Con la Fuerza, l agarr un busto de bronce de un lado de la
habitacin y lo lanz hacia su flanco izquierdo. Al mismo tiempo, l se hundi hacia
delante en una voltereta que le llev lo suficientemente cerca como para golpear a su lado
derecho mientras l rodaba tras ella.
Zannah fcilmente repeli ambas amenazas, sus hojas giratorias cortando el busto en
dos incluso mientras pivotaba justo lo suficiente como para que el arma de Set fallara su
cadera por menos de un centmetro. Por buena medida ella le pate fuerte en la espalda
mientras rodaba, un golpe que no era para deshabilitarle, sino para provocarle a ms
agresin.
Cuando dos combatientes habilidosos se enfrentaban el uno al otro con el sable lser,
las hojas se movan tan rpidamente que era imposible pensar y reaccionar a cada
movimiento. Bane le haba enseado a confiar en el instinto, guiada por la Fuerza y
pulida por miles de horas de entrenamiento en las formas marciales. Este entrenamiento
le permita darse cuenta con el primer par de pases que Set estaba utilizando una
variacin modificada de Ataru, un estilo definido por los golpes rpidos, agresivos. En
slo el primer par de momentos de la batalla ya haba evaluado a su oponente,
percatndose de su velocidad, agilidad, y tcnica. Set era bueno. Muy bueno. Pero
Zannah tambin saba sin ninguna duda que ella era mucho, mucho mejor.
Set, sin embargo, an tena que llegar a la misma conclusin. Su patada haba tenido
el efecto deseado: cuando l lleg a ella la siguiente vez, su cara estaba retorcida con una
ira desdeosa. Su furia le permita llamar al lado oscuro, hacindole incluso ms
peligroso mientras liberaba su siguiente serie de ataques. Saltando alto en el aire,
agachndose en el suelo, lanzndose hacia delante, brincando hacia atrs, girando,
rodando, y retorcindose, llegaba a ella desde cualquier ngulo concebible en una barrera
incansable con la intencin de abrumar sus defensas, slo para que Zannah tirara atrs sus
esfuerzos con una eficiencia fra, casi sin importancia.
Las batallas de sable lser eran brutales en su intensidad; pocos duelos duraban ms
de un minuto. Incluso para un Jedi entrenado, el esfuerzo del combate al mximo era
exhaustivo particularmente cuando se usaban las maniobras acrobticas del Ataru. No
le llev mucho a Zannah percibir que su oponente se estaba desgastando. Ella, por otra
parte, apenas estaba cansada. Ante la urgencia de Bane, ella se haba convertido en una
experta en las secuencias defensivas de la forma Soresu. Era simple para ella bloquear,
redirigir, o evadir los golpes de su oponente utilizando el propio impulso de Set contra l,
fcilmente manteniendo al Jedi Oscuro a raya.
En su corto encuentro, se le presentaron al menos una docena de oportunidades para
darle un golpe letal al hombre de pelo plateado. Pero no haba venido a matarle; an no,
al menos. Ella haba venido a probarle, para ver si era digno de ser su aprendiz.
l no tena que derrotarle para tener xito a ojos de Zannah; l slo tena que
demostrar potencial. Pese a su incapacidad de penetrar sus defensas, ella haba visto
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suficiente como para satisfacerla. l poda haber sido implacable y salvaje con el sable
lser, pero tambin era imaginativo e incluso, a veces, un poco impredecible. Haba
demostrado suficiente astucia cuando se encontraron por primera vez al hacer que Zannah
le subestimara. Y, ms importante, ella poda percibir el poder del lado oscuro rabiando
dentro de l mientras se volva ms y ms determinado a eliminarla por ftiles que
fueran sus esfuerzos.
Ella ahora estaba jugando con l, alargando la batalla. No era suficiente para ella
querer a Set como aprendiz; l tambin tena que querer que ella fuera su Maestra. Ella
tena que demostrar su superioridad tan completamente que l estuviera dispuesto a
servir. No era suficiente slo derrotar al Jedi Oscuro; ella tena que romperle.
Cuando l fue un paso ms lento en retirarse tras uno de sus golpes, ella pate sus
pies de debajo de l y le mand de bruces contra el suelo, slo para retroceder y dejarle
ponerse en pie de nuevo. Cuando se volvi a mover, ella gir su sable lser en un
movimiento agudo, poco ortodoxo, enganchando una de sus hojas en la suya y
arrancando el arma de su mano.
Set salt hacia atrs inmediatamente y utiliz la Fuerza para tirar de la empuadura de
vuelta a su palma, entonces tercamente reanud sus ataques. Pero mientras los segundos
pasaban, el fuego del lado oscuro era menos y menos capaz de luchar contra la fatiga que
se estaba asentando en sus articulaciones y extremidades. Era inevitable que su cuerpo
desgastado le traicionara, y lo suficientemente pronto l vino con su espada sostenida
demasiado lejos hacia un lado, en lugar de firme enfrente de l. Zannah camin hacia
delante y golpe con su pie recto hacia arriba, pillando a Set bajo el mentn. l se
tambale hacia atrs aullando de dolor mientras una ristra de profanidades ininteligibles
salan por su boca, junto con una salpicadura de sangre.
Te rindes? pregunt Zannah.
Su nica respuesta fue escupir un cuajo de sangre en la alfombra cara a sus pies y
precipitarse hacia delante una vez ms.
Zannah sinti un pequeo respingo de decepcin. Haba esperado que fuera lo
suficientemente listo como para no continuar una batalla que no poda ganar. Otra
leccin que tendr que ensearte.
Mientras se acercaba, ella respondi no con violencia fsica, sino ms bien con un
poderoso hechizo de brujera Sith que atac la mente de Set. l trat de alzar una barrera
de Fuerza protectora en respuesta, pero el poder de Zannah desgarr sus defensas,
dejndole completamente vulnerable.
La brujera Sith era tan parte del lado oscuro como los rayos mortales violetas de
energa que su Maestro liberaba de sus manos, y cuando Bane reconoci por primera vez
su talento por la sutil pero devastadora magia, la haba alentado a estudiar lo arcano. De
los textos antiguos haba aprendido a retorcer y atormentar los pensamientos de sus
enemigos. Ella poda hacerles ver las pesadillas como la realidad; poda hacer que sus
miedos ms profundos se manifestaran como demonios de la psique. Ella poda, y lo
haca, desgarrar las mentes de sus enemigos con un simple pensamiento y un gesto.
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Con Set, sin embargo, no pretenda destruirle por completo. En su lugar ella le
envolvi en una nube de total desesperacin y desesperanza. Ella alcanz los recesos ms
internos de su mente y la envolvi en la nada del vaco.
Los ojos de Set se pusieron en blanco, su mandbula colgando, y su sable lser se
desliz de sus dedos sin vida. l lentamente colaps en el suelo, sus ojos cerrndose y su
cuerpo temblando ligeramente mientras se acurrucaba en una posicin fetal.
Esta iba a ser su prueba final. Una mente dbil colapsara sobre s misma para
marchitarse y morir, dejando a la vctima comatosa para siempre. Si Set era fuerte, sin
embargo, su voluntad contraatacara al horror. Poco a poco desgarrara el vaco,
negndose a morir, agarrndose de camino de vuelta a la superficie hasta que la
consciencia finalmente volviera.
Si Set realmente era digno de ser su aprendiz, se recuperara de su condicin actual en
un da o dos. Si no, ella simplemente tendra que empezar su bsqueda de nuevo.
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La Cazadora llev su lanzadera por lo bajo sobre los baldos desiertos que cubran la
mayora de la superficie de Ambria. Aunque no haba recibido ningn entrenamiento
formal, estaba altamente en sintona con la Fuerza, permitindole sentirla alzndose
desde la tierra calentada por el sol mientras su nave sobrevolaba la superficie.
Haca miles de aos Ambria haba sido un mundo de bosques verdes, rebosante de
vida y el poder de la Fuerza. Pero la exuberante vegetacin haba sido devastada cuando
una hechicera Sith trat y fracas de doblegar a todo el planeta bajo su voluntad a
travs de un poderoso ritual. Incapaz de controlar las violentas energas del lado oscuro,
fue destruida por su propio hechizo as como el paisaje de todo el planeta.
Durante siglos la corrupcin del ritual fallido influenci toda la vida en Ambria,
transformando al mundo una vez hermoso en una pesadilla de vegetacin raqutica,
venenosa y bestias retorcidas, mutadas. Finalmente las energas del lado oscuro liberadas
por la hechicera Sith fueron atrapadas en un gran lago cerca del ecuador del planeta por
un Maestro Jedi llamado Thon, pero el dao estaba demasiado esparcido para que el
mundo fuera jams completamente sanado.
La iktotchi conoca todo esto, no porque hubiera estudiado la historia del planeta, sin
embargo. Su conexin con la Fuerza le permita ver cosas; le daba visiones del pasado,
presente, e incluso posibles futuros. La habilidad era comn a todos los iktotchi en varios
grados, pero el talento de la Cazadora iba ms all del del resto de su especie. La mayora
de iktotchi no obtendra nada ms que una sutil sensacin de peligro cuando una amenaza
inminente se avecinaba, o un sentimiento general de si un conocido podra ser amigo o
enemigo. En ocasiones se les dara sueos precognitivos, pero incluso esos eran poco ms
que imgenes aleatorias que significaban poco sin un contenido.
Con ella, sin embargo, era diferente. Con los aos haba desarrollado sus habilidades
tanto que poda controlar y dirigir las visiones que resplandecan en su mente. Cuando se
concentraba en una persona o lugar especficos, ella tendra una avalancha de estmulos
visuales y emocionales que a menudo podan reunirse en algo til y coherente.
Haba meditado durante varias horas en preparacin para su viaje a Ambria, llamando
a la Fuerza mientras pensaba en su destino. En respuesta, haba sido testigo de escenas
sacadas de la historia del planeta: la hechicera Sith mientras era consumida por su
hechizo fallido; la lucha del Maestro Jedi para atrapar el lado oscuro en el Lago Natth.
Pero no todas sus visiones eran tan claras, particularmente aquellas que trataban con
las probabilidades cambiantes del futuro. Su llegada y reunin con la princesa de Doan
haba sido slo revelada en vagas impresiones. Ella estaba segura de que no caminaba
hacia una trampa. Ms importante, tena la sensacin de que de algn modo este
encuentro iba a tener una influencia profunda en el resto de su vida. Para mejor o para
peor no poda decirlo, pero estaba segura de que el viaje a Ambria le trazara un nuevo
camino y la Cazadora nunca era de las que se alejaban de su destino.
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El viaje de regreso desde Prakith hasta Ciutric IV estaba llevando an ms que el viaje
original. Debera haber sido ms rpido, por supuesto; Bane ya haba trazado las rutas
hiperespaciales que le llevaran de vuelta fuera del Ncleo Profundo. Pero en las horas
que haba pasado en el mundo volcnico adquiriendo el Holocrn de los seguidores de
Andeddu, varias de las carreteras que haba utilizado para el viaje de ida haban cambiado
y se haban vuelto inestables.
Dos ya haban colapsado, forzndole a recalcular su viaje. Estadsticamente, las
probabilidades de que esto ocurriera en tan poco plazo de tiempo eran astronmicamente
pequeas. Sin embargo, las estadsticas a menudo se iban por el lateral cuando los
eventos eran influenciados por la Fuerza. Haba demasiados registros de aquellos que
haban llegado a tener posesin de artefactos Sith poderosos cayendo vctimas de la
funesta mala fortuna como para rechazar esos relatos como mera coincidencia.
Muchos crean que los talismanes del lado oscuro llevaban una maldicin; otros
clamaban que estaban de algn modo vivos, como si los materiales inanimados utilizados
para hacer un anillo, amuleto, u Holocrn pudieran de algn modo lograr la consciencia.
Aquellos lo suficientemente ignorantes como para creer en tales supersticiones podran
haber clamado que el Holocrn de Andeddu estaba luchando contra Bane. Habran
declarado que las rutas hiperespaciales colapsando eran una evidencia del espritu
vengativo de Andeddu atrapado dentro de la pirmide de cristal buscando destruir al
ladrn que haba profanado su templo sagrado.
Bane saba que no haba una malevolencia inherente en el Holocrn; era meramente
una herramienta, un repositorio de conocimiento. An as, tambin entenda el alcance
que podan tener los efectos de la Fuerza. Una tormenta de violencia se arremolinaba
alrededor de los objetos imbuidos con la magia de los Sith antiguos; los fuertes podan
cabalgar sobre la tormenta hasta alturas an mayores, los dbiles seran barridos a su paso
y destruidos.
El Holocrn de Andeddu era un talismn de poder innegable; Bane poda sentir las
oleadas de energa del lado oscuro radiando de l. Era posible que la frgil matriz del
continuo espacio-tiempo del Ncleo profundo hubiera sido sutilmente alterada por esas
oleadas durante su viaje de regreso, desestabilizando las hipercarreteras. Traz una ruta
de cerca de cien saltos breves, minimizando el peligro al pasar tanto del viaje en el
espacio real como fuera posible. Le llevara casi dos veces volver a casa, pero era mejor
ser cauteloso que arriesgarse a que su nave fuera instantneamente aplastada en una
singularidad localizada por el colapso repentino de un pasillo hiperespacial debilitado.
Afortunadamente, tena una forma de ayudar a pasar el rato.
La transferencia de la esencia es el secreto de la vida eterna, le dijo el
holograma.
Bane estaba sentado de piernas cruzados en el suelo de su nave, el Holocrn
descansando en el suelo enfrente de l. Una imagen tridimensional de Darth Andeddu,
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veinte centmetros de alta, estaba siendo proyectada justo sobre el pice de la pirmide de
cuatro caras.
El cuerpo fsico siempre se debilitar y fallar, an s, no es nada salvo un cascarn
o recipiente, continu el holograma. Cuando llegue el momento, es posible transferir
tu consciencia tu espritu a un nuevo recipiente como yo he hecho con este
Holocrn.
Bane entenda que la proyeccin que le hablaba no era el espritu muerto del antiguo
Lord Sith; era slo una personalidad simulada conocida como un guardin. Cada
Holocrn tena una. Un gua virtual programado con los rasgos de la personalidad del
creador original, el guardin serva como protector de la informacin almacenada en el
artefacto.
La apariencia del guardin a menudo imitaba la del creador del Holocrn o al
menos, la imagen que el creador quera que otros vieran. Bane recordaba cmo el
guardin del Holocrn de Belia Darzu a menudo cambiaba de apariencia, reflejando su
herencia cambiante.
Su propio Holocrn proyectaba una imagen de Bane an vestido con su armadura de
orbaliskos. Aunque los parsitos haban resultado ser poco prcticos en la vida real, la
apariencia horrenda de su cuerpo cubierto por la infestacin era ms impresionante e
intimidatoria visualmente. Tambin haca mencin a los sacrificios que uno deba hacer
para abrazar en autntico poder del lado oscuro, una leccin valiosa para cualquiera que
siguiera sus enseanzas.
Ms importante, los orbaliskos enmascaraban su apariencia y ocultaban su autntica
identidad. Si el Holocrn alguna vez caa en manos de los Jedi mientras an estuviera
vivo, seran incapaces de reconocerle por la imagen del guardin una consideracin
an mayor ahora que estaba en la cspide de aprender los secretos de la vida eterna. Pero
primero, tena que derrotar a la pequea pero imponente figura que ahora se alzaba ante
l.
Andeddu haba elegido representarse a s mismo como un hombre con una armadura
pesada baada en un feroz brillo de rojo y naranja. Sobre su cabeza descansaba un tocado
alto y plano, reminiscente de un alto sacerdote, rodeado por una fina corona de oro
engarzada con gemas. Su cara estaba hundida y demacrada, casi esqueltica.
Durante los ltimos cuatro das, Bane haba jugado a los juegos del guardin en un
intento de desbloquear los secretos de la vida eterna. Haba profundizado en el Holocrn
de Andeddu, logrando en menos de una semana lo que habra llevado a otros meses o
incluso aos. Haba sufrido a travs de las tediosas lecciones; haba escuchado las
chcharas filosficas cansinas de la figura hologrfica. No haba aprendido nada nuevo
sobre la Fuerza, aunque las palabras del guardin haban revelado mucho sobre la
personalidad y creencias de Darth Andeddu.
Como muchos de los Sith antiguos, era cruel, arrogante, centrado en s mismo, y
corto de miras. Sus lecciones se asimilaban a aquellas de los instructores de Bane en la
Academia Sith de Korriban; lecciones que Bane haba rechazado dcadas antes como
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Sin embargo, era posible evadir al guardin pero slo por uno lo suficientemente
fuerte como para sobrevivir al intento. Si la voluntad de Bane flaqueaba, o si el poder del
Holocrn de Andeddu era ms del que poda manejar, entonces su mente sera destruida.
Su identidad sera devorada por el talismn, dejando a su cuerpo como un cascarn sin
mente. Era una estrategia desesperada, pero no haba otra forma de obtener lo que
necesitaba. No a tiempo de ayudarle contra Zannah.
Si no me vas a dar lo que quiero, grit al guardin, entonces lo tomar!
Extendindose con la Fuerza, llev su consciencia a las profundidades de los
funcionamientos internos de la pirmide mientras el guardin soltaba un alarido de ira
impotente. Lanzando su consciencia directamente al remate, Bane dej que su voluntad
invadiera el pequeo talismn de cuatro caras justo como haba invadido el fuerte del
culto de Andeddu antes en Prakith.
Por un breve instante pudo sentir el infierno ardiente de poder atrapado dentro
amenazando con consumir su identidad. Bane agradeci el dolor, alimentndose de l y
transformndolo junto con toda la frustracin y rabia que haba formado durante los
ltimos cuatro das en una tormenta iracunda, arremolinada de energa del lado oscuro.
Entonces, poco a poco, empez a poner orden al caos, doblegndolo a su voluntad.
Utilizando la Fuerza, Bane empez a hacer sutiles ajustes al cristal de la matriz del
Holocrn. Empez a manipular el conjunto de filamentos, torciendo, girando y
movindolos con sutiles e inmensurables ajustes mientras se abra paso ms y ms
profundamente en los datos en persecucin de lo que buscaba. De muchas formas era
como piratear una red de ordenadores segura, slo que un milln de veces ms complejo.
Con cada ajuste, la imagen del guardin parpadeaba y gritaba, pero Bane era
inconsciente del sufrimiento de la simulacin artificial. Durante varias horas, continu su
trabajo, su cuerpo sudando con fuerza, hasta que finalmente encontr lo que buscaba: el
ritual de transferencia de la esencia; el secreto de Andeddu de la vida eterna.
Con un ltimo empujn de la Fuerza, se extendi con su mente y agarr lo que haba
estado buscando. Con la ayuda del guardin, la informacin habra llevado semanas para
absorberla y aprenderla. Bane, sin embargo, haba ido directamente a la fuente. El
conocimiento flua directamente desde el Holocrn hacia su mente, crudo y sin filtrar.
Miles de imgenes inundaban su consciencia, una explosin de visiones, sonidos, y
pensamientos que le hicieron dejar caer el Holocrn al suelo, rompiendo la conexin.
La imagen del guardin se desvaneci, dejando a Bane solo en la nave, an sentado
de piernas cruzadas en el suelo. Estaba lanzado hacia delante, su aliento saliendo en
jadeos pesados. Sus ropas estaban empapadas de sudor; su cuerpo temblaba de cansancio.
Lentamente se alz en pie y se abri paso hasta el asiento del piloto. Camin con los
andares tambaleantes de un hombre borracho de vino Mandaloriano, descansando su
mano en la pared para apoyarse. Su cabeza estaba flotando, perdida en los secretos que
haba agarrado de las profundidades del Holocrn.
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La consciencia volvi lentamente a Set Harth. Era como si su mente estuviera nadando a
travs de un pantano, luchando por escapar de las profundidades lodosas de su propio
subconsciente. Empujando a travs del barro hasta que finalmente alcanz la superficie,
aunque los recuerdos que permanecan de extraos sueos y pesadillas todava pululaban
por las esquinas oscuras de su mente.
En cierto nivel estaba al tanto de que las pesadillas casi le vuelven loco. Haban
estado al borde de destruirle, pero Set se haba negado a sucumbir. Poco a poco haba
conseguido empujarlas de vuelta hacia los recesos ocultos de su mente donde
pertenecan, separando fantasa de realidad poco a poco a la vez.
Cunto tiempo estuve fuera? Se pregunt, manteniendo sus ojos cerrados y su
respiracin calmada para no revelar que se haba despertado. Se siente como si hubieran
sido das.
Estaba en su propia habitacin, de eso estaba seguro. Reconoci el olor de su
almohada perfumada, la suave sensacin de las sbanas de seda contra su piel, la
comodidad lujosa de su colchn de plumas. Todo lo dems an era un borrn.
Vamos, Set. Averigmoslo.
Con cuidado de evitar los horrores de sus pesadillas recientes, Set tir hacia atrs de
sus recuerdos, tratando de reunir exactamente lo que le haba pasado.
La mujer rubia.
Ella haba estado esperando en su mansin cuando volvi a casa de la fiesta. No era la
primera vez que eso haba ocurrido aunque esta era la primera vez que su invitada no
invitada haba tratado de matarle.
Probablemente no estaba tratando de matarte realmente, se record a s mismo.
Viendo que an ests vivo.
Haban luchado. Eso lo recordaba claramente. Haban luchado y ella le haba
derrotado.
Aunque sus ojos an estaban cerrados, Set estaba empezando a reunir una imagen
detallada de su alrededor extendindose con la Fuerza. Estaba en su propia cama, en su
propia habitacin. Pero no estaba solo. Alguien ms estaba ah. La mujer.
Clamaba que era una Sith.
Todava no tena ni idea de por qu se haba colado en su casa. No poda siquiera
imaginar por qu le haba dejado con vida. Pero estaba determinado a hacer que se
arrepintiera de ello.
Empujando suavemente con su mente, escane la habitacin en busca de su sable
lser. Estaba descansando en su tocador al otro lado de la habitacin. La mujer estaba
sentada en una silla a los pies de la cama, pacientemente esperando a que l se despertara.
Sera capaz de utilizar la Fuerza para tirar del sable lser por la habitacin hacia su mano
antes de que ella pudiera reaccionar?
Y entonces qu? Ella ya te ha derrotado una vez.
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Quizs esta vez pudiera sorprenderla. Cogerla con la guardia baja. Cuidadosamente
empez a reunir su poder.
Pens que eras ms listo que eso, dijo la mujer.
Set se qued helado. Vas a tener que salir de esta hablando. Hora de encender el
encanto.
l abri sus ojos y dio una risa fcil.
No puedes culpar a un to por intentarlo, dijo l encogindose de hombros,
sentndose en la cama.
An estaba vestido con las mismas ropas que haba llevado a la fiesta.
Fue una entrada bastante buena la que hiciste anoche, dijo l.
Hace tres noches, le corrigi ella, devolvindole a su sonrisa una mirada sin
humor. Estaba empezando a preguntarme su estaras atrapado en tus pesadillas para
siempre.
Sus palabras hicieron que su mente momentneamente volvieran a los terrores que
an estaba luchando por suprimir, y tembl involuntariamente.
Consegu encontrar una salida, respondi l, su voz ms funesta de lo que
pretenda. Qu me hiciste? Algn tipo de droga?
Si eso es lo que realmente piensas, dijo ella, su labio curvndose hacia arriba con
desdn, entonces estoy perdiendo el tiempo aqu.
Haba una amenaza implcita en sus palabras, y los instintos de supervivencia de Set
patearon en movimiento.
Ponte las pilas, Set. No quieres hacer enfadar a esta mujer.
Brujera, dijo tras un segundo de deliberacin. Dijiste que eras una Sith.
Atacaste mi mente con algn tipo de hechizo.
Ella asinti, y Set vio que sus hombros se relajaban. As que haba estado al borde de
asesinarle por su ignorancia.
Eres la asesina que mat a Medd Tandar? pregunt l, todava tratando de
reunirlo todo.
La mujer agit su cabeza, los bucles rubios balancendose ligeramente.
Ella es bastante atractiva si dejas a un lado toda la cosa de la brujera Sith.
Me seguiste aqu desde Doan, supuso Set, desesperadamente buscando algn
fragmento de informacin que pudiera utilizar. Si averiguaba tras lo que estaba ella,
entonces tendra algo con lo que luchar. Quieres los talismanes.
Tienes razn a medias, respondi ella. Te segu desde Doan, pero no estoy
interesada en los talismanes.
Set no estaba acostumbrado a estar en desventaja. Si no la tena, normalmente era lo
suficientemente listo para encontrar una forma de obtenerla. Aqu, sin embargo, estaba
completamente perdido en cuanto a los motivos y metas de la mujer. Y por lo tanto no
tena recursos salvo caer en la nica cosa que odiaba ms que todo: la total honestidad.
No tengo ni idea en absoluto de lo que quieres de m.
Me llamo Darth Zannah, explic ella, y estoy buscando a un aprendiz.
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En cierto nivel, Set estaba incluso ms confuso que antes. Pero parte de su mente la
parte que le haba mantenido a un paso por delante de los Jedi durante los ltimos diez
aos se aferr a sus palabras. Ahora sabes lo que quiere. Averigua una forma de
utilizarlo.
Por qu ests buscando a un aprendiz? pregunt cuidadosamente, alerta de
airarla con su falta de entendimiento.
Los Jedi creen que los Sith estn extintos, empez ella. Pero puedes ver
claramente por mi presencia que los Jedi se equivocan. Los Sith an existen, pero ahora
slo somos dos: un Maestro, y un aprendiz. Uno para encarnar el poder del lado oscuro,
el otro para ansiarlo.
As que queris aumentar vuestros nmeros, razon Set. Estis buscando
reclutas para unirse a vuestra causa y reconstruir los ejrcitos Sith.
Ese es el camino hacia el fracaso, respondi Zannah. La historia de los Sith ha
demostrado que en los mayores nmeros, los Sith siempre vuelven su odio el uno contra
el otro. Es inevitable, es el camino del lado oscuro.
La nica forma de que podamos sobrevivir es siguiendo la Regla de Dos. Nuestros
nmeros nunca pueden crecer ms all de esto. El Maestro entrenar a su aprendiz en los
caminos de los Sith, hasta que un da ella le desafe. Si ella demuestra ser indigna, el
Maestro la destruir y escoger un nuevo aprendiz. Si ella demuestra ser la ms fuerte, el
Maestro caer y ella se convertir en la nueva Lord Oscura de los Sith, y escoger a un
aprendiz para s misma.
Set sinti que las cosas se estaban aclarando ahora.
T eres la aprendiz. Crees que es hora de desafiar a tu Maestro. Y quieres que te
ayude a derrotarle.
No! Solt ella, haciendo que Set se revolviera en su cama. Ese es el camino
antiguo. Los seguidores inferiores unan sus habilidades inferiores para hacer caer a un
lder fuerte, debilitando la Orden. Eso va contra todo lo que proclama la Regla de Dos.
Si me voy a convertir en Lord Oscura de los Sith, debo probarme a m misma
enfrentando a mi Maestro sola. Si soy indigna, entonces caer pero la Orden
permanecer fuerte bajo su liderazgo.
Lo entiendes?
Set lo entenda todo demasiado bien.
La Regla de Dos garantiza que cada Maestro ser ms poderoso que el que iba
antes. Sacrifica a los dbiles. Bueno para los Sith en general, pero no tan bueno si eres
t al que van a sacrificar.
Zannah poda haber estado dispuesta a sacrificarse por el bien mayor de la Orden
Sith, pero Set no estaba preparado para hacer lo mismo. Por supuesto, era lo
suficientemente listo como para no decirlo en voz alta.
En su lugar, pregunt:
Qu te hizo escogerme?
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Zannah poda percibir la reluctancia de Set Harth a convertirse en su aprendiz. Careca
del odio ardiente hacia los Jedi y lo que representaban; tena poco inters en abrazar al
gran destino de los Sith. Pero tambin era obvio que estaba tentado por sus promesas de
poder individual.
Set slo se preocupaba de s mismo. Aceptara su oferta slo porque la vea como un
medio para un fin, una forma de hacerse ms fuerte. Zannah lo saba, y estaba preparada
para aceptarlo. Habra preferido encontrar a un aprendiz ansioso por aprender las
filosofas Sith que Bane le haba imbuido a ella, pero a falta de una opcin mejor estaba
dispuesta a trabajar con lo que tena.
Ella entenda los riesgos, pero nada de importancia se haba logrado nunca sin
riesgos. Durante los primeros aos de su entrenamiento, mantendra un ojo sobre Set.
Estara alerta por la traicin y el engao mientras poco a poco le expondra a las mayores
verdades que Bane le haba enseado. Utilizara su deseo por poder personal como el
cebo para atraerle ms y ms profundamente hacia los caminos de los Sith.
En su momento, Set aceptara las enseanzas y filosofas como ella lo haba hecho.
Conforme su entendimiento del lado oscuro evolucionara, ganara la visin de ver ms
all de sus propias querencias y deseos insignificantes. Reconocera su necesidad de
destruir a los Jedi y abrazara el destino definitivo de los Sith.
Y si no lo haca, entonces ella le destruira y encontrara a otro para servirle.
Todo esto estaba corriendo por su mente mientras observaba al Jedi de pelo plateado
frotndose el mentn, contemplando la posibilidad de convertirse en su aprendiz.
Acepto, dijo l al final. Me siento honrado de que me hayas escogido.
No, no lo haces, dijo ella. Pero algn da lo hars.
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Deberamos tener picas de fuerza para este trabajo, gru el Capitn Jedder.
Tienen dos veces el jugo de estos kriffidos rifles aturdidores.
Las picas de fuerza pueden matar si no tienes cuidado, le record la Cazadora,
aunque slo estaba prestando atencin a medias a la conversacin. La princesa quiere
que lo llevemos vivo. Adems, nunca te acercars lo suficiente como para utilizarlas.
Estaban dentro de la mansin de Sepp Omek, aunque la Cazadora dudaba que ese
fuera el nombre real del hombre. No es que importara. Ella no necesitaba un nombre para
rastrearlo aqu, al estado en Ciutric IV. El Lord Sith haba cubierto su rastro bien,
ocultando su autntica identidad bajo capas de seres medios e intermediarios y haciendo
virtualmente imposible para cualquiera conectarle a los eventos en Ambria a travs de
mtodos normales. Pero todas sus preparaciones cuidadosas no podan protegerle contra
los poderes nicos de la iktotchi. Guiada por las imgenes en sus sueos y sus instintos
infalibles, la Cazadora haba encontrado a su presa, como siempre lo haca.
Cunto falta para que llegue aqu? quiso saber el Capitn Jedder.
Pronto, respondi ella. Dile a tu equipo que se ponga en posicin.
Sus visiones le haban mostrado que la casa estara vaca cuando ellos llegaran, al
igual que le haban mostrado que el dueo volvera esa misma noche.
Puedes ser ms especfica? Pregunt Jedder. Veinte minutos? Una hora?
Dos?
No funciona as, murmur ella ausente, sus ojos captando localizaciones para
que ellos prepararan su trampa.
Ella ya haba explorado el estado al detalle, adaptando cada habitacin a su memoria
mientras iba a travs y deshabilitaba cada alarma y sistema anti-intrusos en el terreno.
Haba incluso conseguido piratear el panel de seguridad en el pequeo edificio en la parte
trasera de los terrenos. Al principio, haba pensado que sera algn tipo de arsenal o
bnker de armas, pero una vez que consigui abrir la puerta se dio cuenta de que era una
biblioteca. En lugar de paneles de datos u holodiscos, sin embargo, las estanteras crujan
bajo el peso de libros antiguos encuadernados en cuero y pergaminos amarillentos.
Sin embargo, haba algo ms dentro del edificio que le haba hecho detenerse.
Descansando en un pedestal cerca de la parte trasera de la biblioteca haba una pequea
pirmide de cristal de cuatro caras. La Cazadora no tena necesidad de robar de sus
vctimas; haba ignorado las invaluables obras de arte y otros objetos de valor dispersos
por la mansin. Pero haba algo extraamente atrayente en esta pieza. Insegura de lo que
pudiera ser, se haba sentido de algn modo atrada a ella, y se la haba deslizado en uno
de los bolsillos de debajo de su tnica antes de continuar su investigacin de los terrenos.
Una vez que acab, seal a Jedder y a los otros que era seguro entrar y empezar sus
preparativos.
Algo va mal? pregunt el capitn.
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No, respondi ella, molesta consigo misma por distraerse. Slo buscaba sitios
para situar a tu equipo.
Este trabajo era distinto a ninguno que la Cazadora hubiera tomado antes. No era
simplemente por los mercenarios con los que estaba trabajando, o el hecho de que se
supona que tuviera que tomar a su vctima con vida. Desde que visitara el pequeo
campamento de Ambria, el hombre alto, calvo y la mujer rubia haban embrujado sus
sueo. Algo de lo que haba visto le haba ayudado a llevarla aqu a Ciutric, pero haba
otras imgenes tambin: visiones desconcertantes, perturbadoras que haba sido incapaz
de descifrar.
Haba sido testigo de docenas de batallas entre el par. Haba observado al hombre
matar a la mujer, an as, tambin haba visto a la mujer matar al hombre. Entenda que
eran visiones del futuro, cada una una posible realidad que poda o no llegar a pasar.
Normalmente cuando captaba vistazos del futuro, sin embargo, haba un propsito o
significado tras ellas. Las visiones le ayudaran y guiaran sus acciones. An as, este
collage de imgenes aparentemente aleatorio no haca nada salvo confundirle, y por lo
tanto haba hecho lo que poda para ignorarlas y concentrarse en el trabajo para el que
haba sido contratada.
La princesa le haba ofrecido veinte mercenarios bien entrenados para el trabajo, y
haba sido fiel a su palabra: doce hombres y ocho mujeres, todos con experiencia militar
previa, haban acompaado a la Cazadora al mundo.
Ella tambin haba mandado al Capitn Jedder, un miembro snior de la Guardia Real
de Doan. Las casas nobles de Doan tenan una larga historia de complementar sus
nmeros con soldados contratados para misiones particularmente peligrosas, y Jedder
haba escogido a este equipo en particular de los equipos con los que haba trabajado en
el pasado.
Tcnicamente, los mercenarios respondan ante Jedder, aunque l, a su vez, responda
a la Cazadora. Eso estaba bien para ella. Los mercenarios eran famosos por cortar y
correr si las cosas salan mal en un trabajo, pero si haban trabajado con el capitn en el
pasado era ms probable que se cieran al plan de batalla hasta el final.
La entrada delantera a la mansin era abierta y espaciosa. La puerta se abri en un
gran vestbulo, que flua hacia una sala de estar descomunal amueblada con dos sofs y
una gran mesa de cristal. Una escalera en espiral estaba en un lateral, curvndose hasta un
balcn que sobrevolaba la sala de estar.
Deberamos tratar de cogerle aqu, cuando entre en un principio, dijo ella.
Percibir que algo va mal al instante, as que necesitamos golpearle rpido.
Preparad un par de detonadores snicos a cada lado de la puerta, dijo Jedder por
su radio. Al instante dos de los soldados corrieron para cumplir sus rdenes.
Luch contra los Sith, ya sabes, le dijo Jedder mientras la Cazadora se giraba
lentamente en el lugar, explorando el resto de la habitacin. Hace veinte aos. Durante
la guerra. Era poco ms que un cro.
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Cuando Bane volvi a Ciutric, se sorprendi de encontrar que la nave de Zannah an
estaba fuera, pero agradeci que no estuviera esperndole de vuelta en la mansin. No
estaba en forma para luchar con ella ahora; estaba incluso demasiado cansado como para
saltar con una mentira para explicar su ausencia sin levantar sospechas. An as, mientras
su speeder areo se aproximaba a su mansin en el horizonte, l saba que incluso si
Zannah hubiera estado esperndole, su viaje an habra merecido la pena. El
conocimiento de Andeddu era suyo ahora; durante los ltimos das su cerebro haba
procesado la informacin cruda que haba robado hasta el punto de la total comprensin.
Entenda por completo el ritual de la transferencia de esencias; haba aprendido las
tcnicas que le permitiran mover su consciencia de su propio cuerpo flaqueante a otro.
Simplemente necesitaba seleccionar a una vctima apropiada.
Encontrar un nuevo cuerpo que habitar era la parte ms difcil del ritual. Necesitaba a
alguien lo suficientemente fuerte fsicamente para soportar las enormes cantidades de
energa del lado oscuro a las que pudiera recurrir durante los siguientes aos, pero al
mismo tiempo necesitaba a alguien lo suficientemente vulnerable mentalmente como para
que l se sobrepusiera a su voluntad. El mejor candidato sera un cuerpo clon de
ingeniera, un cascarn vaco sin pensamiento ni identidad propias. Pero crear un clon
apropiado llevara aos, y Bane no estaba convencido de que tuviera tanto tiempo.
Tendra que tratar de poseer el cuerpo de una vctima con vida un curso de accin
muy peligroso. Slo tendra una oportunidad: sin importar el resultado, su propio cuerpo
sera destruido en el proceso. Y si su objetivo posea una voluntad lo suficientemente
fuerte como para resistir su asalto, el intento fracasara, desvaneciendo su espritu en el
vaco para toda la eternidad.
Llev su speeder areo para aterrizar y trep desde el vehculo, detenindose slo
para agarrar su pack de viaje, una simple mochila de lona con el Holocrn amarrado de
forma segura en el interior. Con pasos lentos, pesados, se aproxim a la puerta delantera
de la mansin.
Tiene que ser alguien joven. Por debajo de los treinta.
Abri la puerta y camin al interior, dejando que se balanceara hasta cerrarse tras l.
Ingenuo y sin experiencia. Quizs
l se qued helado. Haba alguien ms en la mansin. Poda percibir a los intrusos
por todas partes: escondidos tras las esquinas en los pasillos, agachados en las escaleras,
ocultos tras los muebles, subidos al balcn de arriba.
Todo esto resplandeci por la mente de Bane en menos de una dcima de segundo,
justo el tiempo suficiente para registrarlo antes de que los detonadores snicos a cada
lado de l explotaran.
El chirrido rompedor de odos hizo tambalearse a Bane, haciendo que se tambaleara
hacia delante en la habitacin y se alejara de la puerta y su posible escape. Sus manos
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lser. Fue solo entonces cuando se percat de las granadas cegadoras que estaban en los
cuerpos muertos a sus pies
Explotaron con una explosin de luz intensa y humo qumico que ceg a Bane.
Desorientado, cay hacia atrs contra la barandilla del balcn. Un instante ms tarde
sinti la suela de las botas de la iktotchi golpearle con fuerza en el pecho, mandndole
tambalendose hacia atrs sobre el pasamanos del suelo de mrmol cuatro metros ms
abajo.
Golpe el suelo lo suficientemente fuerte como para hacerle perder el aliento,
dejndole jadeando por aire. El impacto lanz su sable lser fuera de su agarre,
mandndolo patinando por el suelo. Un instante ms tarde su forma bocabajo estaba
envuelta por la red de las pistolas enredadoras, anclndolo al suelo.
Ciego e inmovilizado, la furia de Darth Bane le salv. Aos de entrenamiento le
permitieron concentrar todo su dolor e ira en un nico instante, atrayndola de forma que
pudiera liberar todo el poder del lado oscuro. Una vez ms, sinti la barrera de la iktotchi
oponindose a sus esfuerzos, pero esta vez l la atraves como si ni siquiera estuviera ah.
Por un momento era como si el mundo a su alrededor se hubiera quedado helado.
Aunque sus ojos an estaban sufriendo los efectos de la granada cegadora, la Fuerza
corriendo por su cuerpo le dio una consciencia sobrenatural de sus alrededores, la escena
fue grabada en su cerebro con un exquisito detalle.
Los soldados estaban dispersos por el vestbulo, arrastrndose para tomar nuevas
posiciones en preparacin para la siguiente fase de la batalla. Estaban bien entrenados,
pero l poda an percibir su miedo: saban que la lucha estaba lejos de acabar. La
iktotchi haba saltado por la barandilla en su persecucin. Colg posada en el aire sobre
l, sus espadas gemelas sostenidas a cada lado mientras se preparaba para aterrizar. Bane
incluso poda verse a s mismo tumbado en el suelo, enterrado bajo una sbana densa y
hmeda de adhesivo qumico rpidamente secndose.
El cuadro congelado dur slo una fraccin de instante, pero le dijo al Lord Oscuro
todo lo que necesitaba saber. Y entonces el instante pas, y todo se convirti en un borrn
de movimiento de nuevo.
La iktotchi aterriz justo mientras Bane liberaba una oleada de electricidad crepitante
que abras la red de las pistolas enredadoras. Ella cay sobre una rodilla y trat de
apualar sus cuchillos en l mientras estaba tumbado en el suelo, pero a travs de la
Fuerza Bane la vio venir. Consigui rodar a un lado, escapando con slo un corte largo,
profundo en uno de sus antebrazos mientras reptaba de vuelta en pie.
En respuesta a su llamada, su sable lser vol desde el suelo hacia su mano
esperando, pero la iktotchi ya estaba retirndose. Ahora que ya no estaba indefenso,
estaba ansiosa por volver atrs y dejar que los otros entraran.
Varias granadas cegadoras ms explotaron a su alrededor, pero Bane no estaba
afectado; ya no estaba confiando en su vista fsica para guiarle. Arroyos frescos de redes
se arqueaban por la habitacin hacia l, pero esta vez los inciner mientras estaban an en
el aire. Media docena de granadas de conmocin fueron arrojadas desde cada lado y
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La Cazadora no poda decir cunto haba pasado desde que haba marcado con su hoja
baada en senflax la carne del antebrazo del Lord Sith, pero la neurotoxina tena que
hacer efecto pronto.
Jedder estaba muerto, aplastado contra la pared por un trozo de mueble que haba
salido volando. Al menos otros cinco soldados haban cado ya, tambin. El Lord Sith
estaba centrando sus esfuerzos en ella.
La iktotchi saba que no poda derrotarle. Era demasiado fuerte. Los trucos que haba
utilizado contra el Jedi le haban ralentizado al principio, pero ahora no tenan ningn
efecto en absoluto. El senflax era su nica esperanza de sobrevivir.
Ella vio al Sith saltando desde el balcn, yendo hacia ella. Golpe el suelo, se gir
hacia ella, y colaps. El hombre grande yaca sobre su lateral, los ojos abiertos y
pareciendo mirar directamente hacia ella. Las pupilas estaban inyectadas en sangre por
los qumicos de las granadas cegadoras.
La Cazadora esper hasta que parpade. Entonces, al no ver otra seal de
movimiento, alz su mano y grit:
Cesad el fuego! Cesad el fuego!
Ella pens brevemente que su parlisis poda ser un truco, entonces descart el
pensamiento. El Sith no necesitaba el subterfugio para ganar la batalla; era obvio que les
tena superados. La nica explicacin era que la droga de Serra haba finalmente hecho su
magia. De acuerdo a las instrucciones que le haban dado, tenan cuatro horas antes de
que necesitaran administrarle la siguiente dosis.
Con Jedder muerto, los soldados contratados estaban mirndola, esperando sus
siguientes rdenes. La Cazadora cerr sus ojos y se extendi con su mente, buscando
gua. Alguien ms estaba viniendo: la mujer rubia del campamento de Ambria.
Vosotros tres id a traer los speeders areos al frente de la casa, ladr la
Cazadora. El resto de vosotros reunid los cuerpos. No dejis nada atrs que pueda
vincular esto con la princesa.
Los supervivientes se apuraron en seguir sus rdenes.
Ella no se molest en decirles que se dieran prisa; ellos ya estaban movindose tan
rpido como podan, ansiosos por salir de este lugar donde tantos de sus camaradas
haban cado.
En un impulso, ella se dobl y recuper el sable lser ahora apagado de donde yaca
en el suelo junto al Sith cado. Ella gir la empuadura curvada, inspeccionndola con
cuidado.
Ella encendi el arma y se sorprendi por su ligereza.
Qu hay de esto? pregunt uno de los soldados, sosteniendo la mochila de lona
que el Sith haba soltado en los primeros segundos del ataque.
Llevadlo con nosotros, dijo ella ausente, sin molestarse en mirar. Ddselo a la
princesa.
Obsesionada con su nuevo juguete, hizo un par de balanceos lentos, experimentales
con el arma poco familiar antes de apagarla y ocultarla en uno de los bolsillos de dentro
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de su tnica, justo como haba hecho con la extraa pirmide de cristal de la biblioteca
antes.
Cinco minutos despus, tenan al prisionero y a sus bajas en la parte trasera de los
speeders, y estaban dirigindose a la lanzadera que deba llevarles de vuelta a Doan.
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Mientras Zannah llevaba el Victoria a tocar tierra en su hangar designado en el puerto
estelar de Ciutric IV, sinti una sensacin repentina de intranquilidad.
Algo va mal? pregunt Set desde el asiento de pasajeros, captando su
incomodidad.
Estoy a punto de desafiar a mi Maestro en una batalla a muerte, y an no estoy
segura de si comet un error al escogerte como mi aprendiz.
No es nada.
Set se encogi de hombros. Estaba sentado en su silla reclinada, sus piernas estiradas,
y sus pies descansando en el borde. Si estaba sintiendo ansiedad, estaba bien
enmascarada.
Con la nave en tierra, Zannah apag los motores. No poda quitarse la sensacin de
que algo estaba yendo muy mal, pero haba llegado demasiado lejos como para dar la
vuelta ahora.
Esto es una premonicin de mi propia muerte? Acabar Bane con mi vida esta
noche?
Ahora qu? pregunt Set, sentndose y balanceando sus piernas hacia el suelo.
Cuando l haba aceptado por primera vez la oferta de Zannah, ella haba percibido
una clara reluctancia en l. Durante el curso del viaje a Ciutric, sin embargo, pareca
haberle cogido gusto a la idea. Ahora pareca casi ansioso aunque Zannah estaba al
tanto de que todo esto poda ser una actuacin.
Cuando lleguemos al estado necesitas quedarte fuera, dijo ella en voz alta. A
mi Maestro no le gustan las visitas indeseadas.
Me ocultar en los arbustos como un pequeo cachorrito de Kath asustado,
prometi l.
Esto no es un juego, le advirti ella.
Todo es un juego, respondi l. Este simplemente es uno que no puedes
permitirte perder.
Si pierdo, podras acabar muerto, tambin.
O podra acabar como el nuevo aprendiz de tu Maestro, contraatac con una
sonrisa taimada.
No lo encontrars ni de cerca tan tolerante a tu impertinencia.
Entonces de verdad espero que ganes. Eso es todo, Maestra?
Cuando Zannah asinti, Set se levant de su asiento y ejecut una profunda
reverencia, su cabeza hundindose tan bajo que su pelo se volc hacia delante para colgar
como una cortina plateada cubriendo su cabeza y cara.
Lidera y yo seguir, ofreci l, aunque haba algo casi burln en su tono.
Ella no pudo evitar preguntarse qu habra hecho Bane en respuesta al
comportamiento irreverente de Set. Las consecuencias sin duda habran sido duras.
Zannah, sin embargo, se conformaba con dejar que el Jedi Oscuro se divirtiera. Ella haba
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Dijiste que tocaron tierra al este? Nuestro estado est al borde este de la
ciudad.
S. Se mostraron en los sensores un par de horas antes de que su hermano
regresara.
Mi hermano?
Oh, dijo Chet, ligeramente sorprendido. Supuse que lo saba. Sali el da
despus que usted. Acaba de volver esta noche.
Alguna idea de adnde fue?
El oficial de aduanas agit su cabeza.
Lo siento.
La mente de Zannah estaba dando vueltas con miles de posibilidades mientras el
aparcacoches llegaba con su speeder. Bane casi nunca abandonaba Ciutric. Si tena
negocios, la gente iba a l o mandaba a Zannah. Algo tena que haber ocurrido que era
demasiado importante como para esperar a que ella volviera. O eso, o tena asuntos que
quera tratar en persona. Y si ese era el caso, era posible que la hubiera mandado a Doan
para librarse de ella temporalmente?
Ella slo poda pensar en un motivo por el que Bane habra querido mantener en
secreto su viaje: estaba buscando a alguien para reemplazarla!
Problemas? pregunt Set, caminando para ver qu estaba pasando.
Est bien, respondi Zannah, sin querer revelar su aprensin a ninguno de los
hombres.
Ella subi al speeder y seal con la cabeza a Set para que hiciera lo mismo.
Gracias por ponerme al da, Chet.
Mientras el speeder ruga al encenderse y tomaba el aire, ella empez a considerar sus
opciones. Si Bane estaba solo, le desafiara como tena planeado. Sin embargo, si Bane
haba encontrado a alguien ms para que se convirtiera en su heredero las cosas seran
ms complicadas.
Si Bane la haba hecho a un lado, la Regla de Dos an se aplicaba a ella? O Bane y
su nuevo aprendiz combinaran sus fuerzas para derrotarla como a un enemigo de los
Sith? Si eso ocurra, no sera capaz de sobrevivir sola.
Si las cosas iban mal, ella realmente no saba si el Jedi Oscuro sentado a su lado ira
en su ayuda, pero no tena ninguna otra opcin real. Ella haba decidido enfrentarse a
Bane esta noche, y no iba a dar media vuelta ahora. Haba esperado demasiado este
momento, lo haba aplazado demasiadas veces antes.
Ponte en guardia cuando aterricemos, advirti a Set.
Siempre estoy en guardia, le asegur l.
La aprensin de Zannah continu amontonndose mientras se aproximaba al estado,
pero mientras se acercaba ms se dio cuenta de que no poda percibir la presencia de su
Maestro. Confusa, ella llev el speeder a aterrizar y vio que la puerta frontal estaba
abierta ampliamente.
Espera aqu, orden a Set.
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Con una mano en la empuadura de su sable lser, se aproxim a la puerta abierta con
cuidado y mir dentro. A un primer vistazo el dao era casi ms del que poda
comprender. El yeso en las paredes estaba agrietado y quemado en al menos una docena
de sitios; los suelos de mrmol estaban araados y calcinados. Hebras pegajosas de redes
sintticas y copos de ceniza por todas partes.
Cada trozo de mueble que poda ver estaba o aplastado o volcado. Cuidadosamente,
se abri paso escaleras arriba, todava alerta pese a no percibir a nadie ms en el edificio.
Una inspeccin rpida de las diversas habitaciones le asegur que no haba ningn
peligro inmediato, y ella envain su sable lser. Pareca como si la mayor parte del dao
hubiera sido confinado en el vestbulo y en la sala de estar justo a la entrada de la
mansin. Si haba respuestas que encontrar, lo ms probable era que las encontrara all.
Cuando volvi a la parte frontal de la mansin, no se sorprendi de ver que Set haba
desobedecido sus rdenes. Estaba sentado en una silla que haba sobrevivido
relativamente ilesa, sus piernas cruzadas y un vaso de vino en su mano, esperando
casualmente a que ella llegara. Una botella recin abierta estaba ante l en el suelo.
Tu Maestro tiene un gusto excelente, dijo l, levantando el vaso y haciendo un
brindis hacia el husped ausente.
Estaba claro por las evidencias que alguien haba atacado a Bane en la mansin, y
slo era lgico suponer que deban haber estado en la nave. Quienes eran y por qu
haban venido, sin embargo, eran an misterios que ella no poda resolver.
Te dije que esperaras en el speeder, dijo ella, bajando las escaleras y cerrando la
puerta de la mansin.
Estaba aburrido, respondi encogindose de hombros, tomando otro sorbo de
vino antes de cambiar de tema. Parece que ese enfrentamiento que esperabas no va a
ocurrir despus de todo. Supongo que eres la nueva Maestra Sith por defecto.
No funciona as, murmur Zannah. Adems, Darth Bane an est vivo. Si
estuviera muerto lo habra sentido.
De algn modo tem que diras eso, dijo l, doblndose hacia delante para
agarrar la botella de vino y rellenar su vaso vaco. Alguna idea de quin podra haber
hecho esto?
Ninguno de nuestros enemigos siquiera saben que los Sith an existen, le
record Zannah.
Tengo el presentimiento de que hay algo que no me ests contando, seal Set.
Un segundo despus aadi, Maestra.
Bane acaba de llegar a Ciutric esta noche. No vio ningn motivo para no
contarle lo que haba averiguado. Y Chet me dijo que una nave no identificada toc
tierra cerca del estado poco tiempo antes de que llegara.
Crees que los dos estn relacionados?
No creo en las coincidencias, respondi ella. Tras un momento decidi ser clara
con Set. Creo que Bane me podra haber mandado a Doan slo para mantenerme fuera
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del camino un tiempo. Creo que realmente estaba interesado en algo completamente no
relacionado con eso.
No ests tan segura, respondi Set, alzando lo que pareca ser un pequeo botn
azul.
Dnde encontraste eso?
Incrustado entre los restos de lo que sola ser un sof por all en la esquina,
respondi l, lanzndoselo a ella.
Ella extendi una mano, fcilmente atrapndolo en el aire. Una salpicadura de sangre
seca estaba marcada por la superficie, parcialmente obscureciendo la insignia dorada.
Ese es el smbolo de la Casa Real de Doan, le dijo Set mientras estudiaba el
botn.
Doan? Zannah estaba ms confusa que nunca. Por qu alguien de Doan
vendra aqu? Cmo nos encontraran siquiera?
Set se encogi de hombros.
T eres la Maestra. Dmelo t.
Zannah no respondi de inmediato. Mordindose el labio inferior, analiz la situacin
cuidadosamente, examinndola desde cada ngulo. An haban demasiadas incgnitas
para que ella trazara un plan perfecto, pero saba lo que tena que hacerse.
Necesitamos ir a Doan.
Aguarda un segundo, protest Set, alzando las manos. Ests segura de que
quieres hacer eso? Quiero decir, incluso si tu Maestro an est vivo a m me parece que
probablemente es un prisionero.
S un prisionero en Doan.
Entonces, qu? Vamos a rescatarle para que puedas tratar de matarle t misma?
Eso estara de acuerdo a la Regla de Dos, pens Zannah. Pero haba otros motivos,
ms prcticos, para ir.
Mi Maestro es listo, poderoso, y astuto. Es demasiado peligroso como para
ignorarlo. Si estn mantenindolo prisionero, podra encontrar una forma de escapar. Si
lo hace, vendr detrs de m pero ser en un momento y lugar de su eleccin, no ma.
Incluso si nunca escapa, es probable que quien sea que le tiene le interrogue por
informacin. Podra revelar algo que exponga mi existencia a los Jedi o a algn otro
enemigo. No estoy dispuesta a correr ese riesgo.
Adems, quiero saber quin le atac, y por qu. Y si le capturaron, quiero saber cmo
lo hicieron. Qu tcticas utilizaron para hacer caer a tal formidable oponente, y cmo
asegurarme de que nunca me ocurre a m?
As que todo esto es por atar cabos sueltos?
Ella escuch reluctancia en su voz, la misma reluctancia que haba percibido cuando
en primer lugar le ofreci tomarle como su aprendiz. Set haba pasado mucha parte de su
vida huyendo de los problemas en lugar de solucionarlos. Ella saba que era ms probable
que evitara a sus enemigos a que buscara una forma de destruirlos. En su tiempo, ella le
curara de esto. Como su Maestra, le enseara los caminos de los Sith.
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Cuando Zannah volvi a la mansin tras reunirse con Argel Tenn, estaba ligeramente
sorprendida de encontrar a Set ah esperndola. Medio haba esperado que l no se
mostrara. La misin a la que le haba mandado era importante, pero tambin era una
prueba de su obediencia. Si estaba teniendo segundos pensamientos sobre convertirse en
su aprendiz, mandarle lejos le habra dado la oportunidad perfecta para tratar de
desaparecer. El hecho de que hubiera vuelto era una seal de que quizs era una eleccin
vlida despus de todo.
Ella estaba aliviada de ver que las cosas parecan estar mejorando con Set, porque su
reunin con Argel Tenn no haba ido bien. Al principio l se haba negado a discutir sus
negocios con Bane, clamando que la discrecin era la piedra angular de su negocio.
Zannah hizo lo que pudo para persuadirle de hacer una excepcin a travs de medios no
violentos; ella saba que Argel tena acceso a manuscritos Sith extraos, y no quera
desechar un recurso potencialmente valioso.
Sin embargo, muy para su consternacin, haba demostrado una sorprendente
integridad cuando se trataba de proteger la confidencialidad de sus clientes. Al final haba
tenido que cambiar a mtodos menos placenteros para hacerle hablar. Por supuesto, al
pasar a la interrogacin brutal se haba revelado como algo ms que slo una
coleccionista interesada, y despus de eso no poda dejarle con vida.
El riesgo de que Argel le contara a alguien sobre ella era demasiado grande; la
informacin poda llegar hasta los Jedi y hacer que investigaran. Sobre todo lo dems era
crtico que los Sith permanecieran ocultos, as que Zannah no tena otra eleccin salvo
eliminar a Argel.
La verdadera tragedia era que nunca consigui sacar nada ms que un nico nombre
de l: Darth Andeddu. Argel no saba por qu Bane estaba interesado en este Lord Sith en
particular, y sin nada ms para continuar Zannah estaba atascada.
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Serra se sent sola en la oficina pequea, sin ventanas, tratando de reunir su coraje. Los
nicos muebles eran un escritorio simple y la silla que ocupaba actualmente. Las paredes
sin decorar eran una sombra deprimente de marrn, su superficie de piedra spera y sin
acabar. Una pequea caja fuerte se haba construido en la pared de roca, y una nica
puerta llevaba fuera hacia el pasillo del otro lado.
La princesa no era una inocente. Entenda que la habitacin reflejaba la opinin que
la mayora de gente de fuera del mundo tena de Doan; lo vean como un pozo feo,
mugriento. Ella saba que aquellos que vivan en las pistas de minas en la superficie del
planeta sentan lo mismo. Pero ella haba visto la verdadera belleza del planeta.
Construidas en las mesetas sobre las columnas de roca que se alzaban altas sobre las
nubes asfixiantes de polvo y contaminacin, las ciudades de la nobleza estaban
bendecidas con cielos azules brillantes casi cada da del ao. Cada maana, el sol
naciente se reflejaba en las agujas pulidas de los castillos construidos en las mesetas a
cientos de kilmetros al este, iluminndolas como velas en el gris de la madrugada. A la
tarde las tormentas de arena que rodaban por el desierto parecan bailar en el horizonte,
vivas con las explosiones parpadeantes de color mientras el sol poniente resplandeca los
trozos de cuarzo atrapados en su abrazo arremolinado.
Incluso despus de todos esos aos, an le quitaba el aliento al igual que la primera
vez que vino a Doan. Tras dejar el campamento de su padre en Ambria haba viajado por
los mundos del Borde Exterior, utilizando lo que l le haba enseado para ayudar a los
menos afortunados y establecer su reputacin como una sanadora habilidosa. Cuando el
prncipe de la corona contrajo una misteriosa enfermedad, el rey la haba contratado para
atender a su hijo.
Ella haba reconocido al instante los sntomas de la fiebre idoliana, una infeccin
mortal pero tratable. Durante tres meses ella le cuid lentamente hasta que estuvo sano, y
para cuando Gerran se recuper los dos estaban enamorados.
Salvaste su vida entonces. Pero no tenas el poder para salvarle de los terroristas. Si
hubieras sido ms fuerte, an podra estar vivo.
Serra agit su cabeza en una confusin momentnea. El pensamiento haba sido con
su propia voz, pero de algn modo pareca ajeno como si alguien ms estuviera
hablando dentro de su cabeza.
Excepto por ella misma, la oficina estaba claramente vaca. La puerta estaba cerrada,
y con los escasos muebles no haba lugar para que nadie se escondiera. Ella dio una
mirada alerta a la pequea pirmide, de cuatro caras sentada en el borde del escritorio.
Haba sido guardada casi sin cuidado en una pequea mochila de lona que los
mercenarios le haban llevado. La conexin con la Fuerza de Serra era lo suficientemente
fuerte como para que sintiera el poder del interior del artefacto, atrapado bajo la
superficie, justo esperando para ser liberado.
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Por qu la iktotchi no reclam esto para s misma? Ella deba haber percibido su
poder, tambin, incluso oculta dentro de la mochila. Algo ms debi haber atrado su
atencin.
Cogiendo la pirmide y sostenindola a la longitud de su brazo, cruz la habitacin
hasta la caja fuerte de la pared. Introduciendo la combinacin, la abri y puso la pirmide
dentro y entonces cerr la puerta, sellndola de forma segura. El hombre en las
mazmorras era un Lord Sith; cualquier cosa que poseyera era un instrumento del lado
oscuro. Serra no estaba interesada en explorar su poder; ella slo estaba interesada en l.
l haba llegado haca tres das, an as, ella no haba ido a hablar con l. A sus
rdenes, haba sido mantenido drogado e indefenso todo el tiempo. Ahora ella saba que
no poda retrasarlo ms tiempo; era hora de ir a enfrentarse a sus demonios. Su cara fija
en una determinacin funesta, abandon la oficina y march a travs de los retorcidos
pasillos de la infame Prisin de Piedra de Doan, dirigindose hacia las celdas de
interrogacin.
Cuando supo por primera vez sobre el vasto complejo de mazmorras construido en la
roca varios kilmetros bajo el castillo, Serra haba estado horrorizada. Histricamente, la
nobleza haba usado la Prisin de Piedra para hacer desvanecer a los oponentes polticos.
Atrapados en el corazn de una columna de roca de varios kilmetros de alto y cientos de
metros de dimetro, cualquier prisionero en su interior estara escudado de la deteccin
por parte de los escneres. Una persona poda desaparecer para siempre en el laberinto
subterrneo, pasando el resto de sus vidas con los grilletes, torturado por informacin o
por simple placer sdico sin esperanza de salvacin.
En el caso de que se intentara un rescate de algn modo, todo el complejo estaba
equipado para colapsar con una serie de explosiones que mataran no slo a los
prisioneros sino a sus posibles salvadores tambin. Las cargas de detonacin
cuidadosamente diseadas se activaran en una secuencia precisamente sincronizada,
destruyendo la mazmorra habitacin por habitacin mientras permita a los guardias
escapar. La Mansin Real y los otros edificios en la superficie a miles de metros por
encima slo sufriran un par de temblores leves pero inconfundibles mientras todo el
complejo de debajo era reducido a escombros.
Gerran an estaba vivo cuando Serra supo de todo esto. l haba explicado que la
Prisin de Piedra no haba sido utilizada durante cuarenta aos; era una reliquia de una
era ms brutal y represiva. En respuesta a la presin pblica llevada a cabo por el Senado,
haba sido cerrada. No tena siquiera personal ya. An as, ante la urgencia de su
prometida, l jur que una vez que fuera rey hara que sellaran permanentemente la
infame mazmorra: un gesto para simbolizar la nueva relacin que deseaba forjar entre los
nobles y los mineros.
Pero Gerran estaba muerto ahora, al igual que su padre. Y ella era la que haba
contratado mercenarios para capturar a su enemigo y enterrarlo para siempre dentro de
las celdas fras de la Prisin de Piedra. No poda evitar preguntarse qu pensaran de lo
que haba hecho. Qu diran si estuvieran aqu ahora mismo?
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prisionero drogado todo el rato para evitar que escapara. Las otras roja, negra, y
amarilla estaban llenas de varios compuestos que necesitara durante su interrogatorio.
Desde el rabillo del ojo vio a Lucia abrirse paso desde la pared hacia ella. Una vez a
su lado, su amiga habl en un susurro lo suficientemente suave como para que slo
pudiera ser escuchado por ella.
T no eres as. Por qu ests haciendo esto?
No lo entenderas, respondi igual de silenciosamente.
Contratar a una asesina era una cosa, continu Lucia, su voz alzndose slo
ligeramente conteniendo a raya las emociones. Pero contratar mercenarios para
reabrir en secreto la Prisin de Piedra? Y si el rey lo averigua?
No lo har, le asegur Serra. Esto no tiene nada que ver con Gerran, o con
Doan.
La mujer de piel oscura se negaba a dejarlo estar.
Retener a alguien para torturarle e interrogarle? No est bien. Lo sabes.
l es un Sith. No un soldado como eras t. Un Lord Oscuro. No merece tu lstima.
O la ma.
Lucia agit su cabeza y se gir, pero no antes de que Serra viera claramente la
frustracin y la decepcin en su cara.
Abrid la puerta, grit la princesa a los guardias. Quiero hablar con el
prisionero. A solas.
A su palabra, la Cazadora salt sobre sus pies, haciendo que Lucia diera un paso
hacia delante protectoramente.
Quiero ir contigo, explic la iktotchi.
Por qu? exigi Serra, de repente sospechosa.
Quin ms podra haberle capturado para ti? Respondi ella, evitando la
pregunta. No me he ganado el derecho?
Si ella va, yo voy, tambin, insisti Lucia, cruzando sus brazos.
Serra poda habrselo negado. Pero dentro profundamente an no quera enfrentarse
al monstruo de su pasado sola. Y qu dao hara ahora si supieran sus secretos? Ella
haba ocultado su autntica identidad todos estos aos slo porque su padre tema las
represalias de este hombre. Con l como su prisionero, ella ya no tena motivos para
ocultarse.
Las tres, entonces, concedi ella, agarrando la pequea mesa y hacindola rodar
en posicin para llevarla dentro con ellas. Cerrad la puerta tras nosotras, orden a los
guardias.
***
Lucia estaba preocupada por la princesa. Desde su visita al Templo Jedi haba percibido
algo diferente en ella, pero nunca haba sospechado que fuera capaz de llegar a tales
extremos. Ella no haba sabido que haba contratado mercenarios para reabrir la Prisin
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de Piedra; si lo hubiera hecho, habra tratado de hablar con Serra de ese plan tan estpido
y peligroso. La princesa deba haber sabido que ella objetara y por lo tanto no le haba
dicho a Lucia qu estaba ocurriendo hasta que el prisionero estuvo asegurado en su celda.
Ella saba de las mazmorras, por supuesto. Como parte del equipo de seguridad
oficial de la princesa, necesitaba memorizar cada entrada y salida posible del castillo.
Hasta haca tres das, sin embargo, ella slo haba visto los planos. Estar cara a cara con
la Prisin de Piedra era una experiencia completamente diferente.
Tan pronto como sali del largo viaje en turboascensor desde la superficie, haba
percibido el mal de este lugar. El aire estancado tena un hedor subyacente a muerte.
Demasiadas cosas oscuras e indecibles haban ocurrido aqu con los siglos.
Desde entonces Lucia haba mantenido un ojo vigilante sobre su amiga. Poda ver
algo carcomindola, y tema que la penumbra profana de la Prisin de Piedra slo
empeorara las cosas. La princesa estaba obsesionada con el hombre en la mazmorra, an
as al mismo tiempo era incapaz de enfrentarse a l. Lucia saba que tena algo que ver
con su pasado, pero cuando haba tratado de abordar el tema la princesa se haba negado
a discutirlo.
Sin ms opciones, haba sido forzada a esperar a que Serra hiciera el siguiente
movimiento. Ahora que iba a enfrentarse al prisionero por primera vez, Lucia estaba
determinada a estar a su lado. Poda no entender por lo que estaba pasando su amiga, y
poda no estar de acuerdo con lo que estaba haciendo, pero an iba a estar all en caso de
que la princesa la necesitara.
Mientras las tres mujeres entraron en la celda, Lucia se sorprendi de cunto ms
pequea era que la habitacin al otro lado de la puerta: slo de tres metros cuadrados. La
celda estaba tenuemente iluminada, la nica iluminacin vena de una nica luz
parpadeante sobre sus cabezas. El prisionero estaba atado contra la pared del otro
extremo. Sus brazos estaban extendidos a cada lado por encima, sus manos atadas por
cadenas que colgaban de anillas de hierro puestas en el techo. Sus piernas estaban
desplegadas de forma similar, sus tobillos atados a la pared tras l.
Debido a la droga era incapaz de permanecer erguido; su peso tiraba hacia delante,
tirando de las cadenas que le apoyaban fuertemente y haciendo un esfuerzo increble
contra sus puos y hombros. El dolor en sus articulaciones deba haber sido torturador, si
no fuera por los efectos aturdidores del senflax que flua por su sistema. Su cabeza estaba
inclinada hacia abajo, sus msculos paralizados hacindole imposible mirar hacia arriba
mientras entraban.
Serra seleccion una aguja con una etiqueta roja de la mesa y la inyect directamente
en la arteria cartida que iba por el lateral de su grueso cuello. Un instante ms tarde su
cabeza golpe hacia arriba y hacia atrs en reaccin al poderoso estimulante.
Al ver su cara, Lucia jade en sorpresa. Las otras dos la miraron momentneamente,
pero cuando ella agit su cabeza, ellas rechazaron su reaccin como algo sin importancia
y volvieron su atencin al hombre encadenado.
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Haban pasado ms de veinte aos, pero Lucia lo haba reconocido al instante. Des
haba sido su oficial al mando, su lder, su hroe. Sin l ninguno de los Caminantes de la
Penumbra habra sobrevivido a la guerra. Haba salvado sus vidas en Kashyyyk. Les
haba salvado de nuevo en Trandosha. Vez tras vez les haba llevado a travs de
situaciones imposibles contra las probabilidades abrumadoras, justo hasta su misin final
juntos en Phaseera. Y entonces el Teniente Ulabore haba ordenado a los sicarios la
polica militar Sith que le arrestaran.
Ella nunca haba vuelto a or de Des; como el resto de la unidad haba supuesto que
haba sido ejecutado por desobedecer rdenes y golpear a un oficial superior. Y an
aunque le haba credo muerto, haba jurado que nunca olvidara la cara del hombre que
una vez lo haba significado todo para ella.
Cuando ella le vio colgando de las cadenas en la celda, no haba sido capaz de
contener su jadeo de sorpresa. Afortunadamente ni la princesa ni la Cazadora se haban
dado cuenta de por qu haba jadeado, y Lucia se recuper lo suficiente como para evitar
otro arrebato. Pero aunque consigui evitar que sus emociones se mostraran en la
superficie, en su interior el mundo haba explotado.
Dudaba si Des la haba reconocido. Estaba drogado, para empezar. Y ella slo era una
cara entre muchas en la unidad. l era el lder al que todos admiraban; l era al que
idolatraban. En los Caminantes de la Penumbra, ella slo era una francotiradora de bajo
rango, una de una docena de soldados junior en el escuadrn. Realmente esperaba que l
la recordara despus de todo este tiempo?
No es que le importara; no se atreva a decir nada con Serra y la Cazadora estando
justo ah. La princesa estaba obsesionada con el prisionero; estaba enferma por alguna
locura que le haba llevado a actos previamente impensables. Si ella descubra que Lucia
y Des se conocan, no haba forma de decir qu hara. O qu ordenara hacer a la iktotchi.
Y por lo tanto Lucia fue forzada a simplemente quedarse ah, indefensa de hacer nada
por ayudar a Des. Al igual que el da que los sicarios se lo haban llevado a rastras.
***
Serra instantneamente reconoci la cara de sus pesadillas. Era ms viejo, pero sus rasgos
eran inconfundibles: la cabeza calva, el ceo grueso, pesado; la posicin cruel de sus ojos
y mandbula.
Junto a ella, Lucia jade con fuerza mientras el prisionero fijaba a las tres mujeres
con su mirada fra, despiadada. Serra mir y vio una extraa expresin en la cara de la
ex-soldado; algo le haba perturbado obviamente.
Lucia era la persona ms valiente que haba conocido nunca la princesa, an as
estaba claramente turbada. Era posible que tuviera realmente miedo de este hombre,
incluso aunque estaba encadenado? O senta simpata por l? Ella saba que Lucia
desaprobaba lo que estaba haciendo. Pensaba su amiga que ella era un monstruo ahora?
O era otra cosa?
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Si hubiera sido ms fuerte no habra sido capturado, contraatac l, una feroz luz
ardiendo en sus ojos. Si no soy lo suficientemente fuerte como para escapar, continuar
sufriendo hasta que muera. Pero si soy lo suficientemente fuerte como para escapar
Serra golpe con la aguja negra y agarr una de las verdes, inyectndole otra dosis de
senflax.
Nunca dejars esta mazmorra con vida, prometi ella mientras su vctima se
deslizaba de vuelta bajo la influencia de la droga, sus ojos ponindose vidriosos mientras
su cabeza se inclinaba hacia delante de nuevo.
Incluso drogado y encadenado, an es lo suficientemente astuto como para ser
peligroso.
Atrapada en la discusin con l, casi no se haba dado cuenta de las seales del
senflax desvanecindose. Haba pensado que pasaran horas antes de que necesitara otra
inyeccin, pero haba subestimado los efectos de las otras drogas que haba estado
bombeando en su sistema. Tendra que tener ms cuidado en el futuro.
Ahora mismo soy dbil, murmur el hombre, son su cabeza mirando abajo al
suelo, negndose a abandonar. Sin poder. T me infliges sufrimiento porque eres lo
suficientemente fuerte para hacerlo. Tus acciones demuestran la verdad de aquello en lo
que creo.
Serra agit su cabeza enfadada.
No. Mi padre me ense a ayudar a aquellos en necesidad. Los fuertes deberan
levantar a los dbiles, no atraparlos abajo. l crea en eso, y as lo hago yo!
De alguna forma el prisionero consigui levantar su cabeza, fijndola con su mirada
de ojos somnolientos.
Las creencias de tu padre le mataron.
La princesa levant la mano para abofetearle de nuevo, entonces se qued helada,
luchando por controlar la avalancha de dolor e ira que amenazaba con abrumarla.
No ests pensando con claridad, dijo Lucia suavemente, poniendo una mano en
su hombro. Necesitas calmarte.
Su amiga tena razn. l estaba dentro de su cabeza. Necesitaba salir de la habitacin
y recomponerse. La ltima inyeccin que le haba dado debera mantenerle indefenso
durante al menos otra hora. Tiempo suficiente para que ella recompusiera sus
pensamientos antes de enfrentarse a l de nuevo.
Bajando su mano, ella le dio la espalda sin decir una palabra, dejando a la Cazadora y
a Lucia solas con l en la celda.
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Mientras la princesa irrumpa fuera de la celda, Lucia resisti la urgencia de ir tras ella.
Saba que las palabras de Des heran; normalmente habra ido a reconfortar a su amiga.
Pero todo haba cambiado cuando haba caminado hacia la celda y reconocido al hombre
encadenado a la pared.
La Cazadora estaba mirndola, sonriendo. La iktotchi era malvada. Retorcida. Haba
disfrutado al ver a Serra torturar a la vctima; se haba deleitado en su sufrimiento. Lucia
sospechaba que obtena placer del tormento emocional de Serra tambin.
Ella devolvi la mirada a la asesina pero se neg a hablar. Por un momento sus ojos
se encontraron, y entonces la iktotchi se gir con un aire de indiferencia, como si Lucia
estuviera ms all de su percepcin. La guardaespaldas continu mirando a su espalda
mientras la Cazadora sigui a la princesa, dejndola sola con el prisionero.
Al principio una parte de ella realmente se preguntaba si Des mereca lo que se le
estaba haciendo. Despus de todo, l era un Lord Sith ahora. Haba luchado del lado de
los Sith durante la guerra, pero slo era un soldado. Como la propia Lucia, la mayora de
sus camaradas se haba alistado porque no vean otra forma de escapar del sufrimiento y
la desesperanza de sus vidas. Se haban vuelto contra la Repblica por desesperacin,
pero an eran hombres y mujeres decentes.
Los Lord Sith, sin embargo, eran monstruos. Implacables y crueles, no se
preocupaban para nada de los soldados que les seguan. A veces pareca que disfrutaran
de la muerte y sufrimiento infligidos en el personal alistado bajo su mando. Su mera
presencia inspiraba terror en las filas, y a la noche las tropas compartiran historias de los
horrores que infligan sobre sus enemigos o sus aliados que les haban fallado.
Lucia nunca pens que pudiera sentir lstima por un Lord Sith. Pero tampoco haba
imaginado nunca que Des se convertira en uno de ellos.
Si Des realmente haba asesinado a Caleb, razon Lucia, entonces se lo haba buscado
l mismo. Pero cuando se le interrog, insisti en que l no haba sido el que haba
matado al sanador, y Lucia estaba convencida de que estaba diciendo la verdad. Incluso
la asesina iktotchi haba parecido creerle. Pero pese a toda la evidencia los registros de
los Jedi, la mencin de la Cazadora de una misteriosa mujer rubia en la escena, y las
negaciones del propio Des Serra no se haba desviado de su curso. La princesa se haba
negado a escuchar a los hechos o a la razn. Su odio la cegaba a todo lo dems.
Ella haba irrumpido fuera enfadada, pero Lucia saba que slo era cuestin de tiempo
hasta que volviera para someter a Des a otra ronda de tortura. Haba visto la locura en los
ojos de Serra. La princesa ansiaba venganza.
Lucia reconoca esa mirada; la haba visto en los ojos de sus compaeros soldados
cuando los sicarios haban arrastrado a Des esposado. Si era culpable del crimen no
importaba: Serra iba a hacer sufrir a su prisionero por la muerte de su padre. Y no haba
nada que nadie pudiera decir o hacer para hacerle cambiar de opinin.
E incluso si no mat a Caleb, an es un monstruo. Probablemente merece morir.
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Durante el interrogatorio, ella haba escuchado con un horror creciente las palabras
que llegaban de la boca del prisionero. Estaba claro que Des haba abrazado las
enseanzas del lado oscuro de formas que ella nunca podra haber imaginado. No era el
hombre que ella recordaba; la camaradera de los Caminantes de la Penumbra no
significaba nada para la criatura en la que se haba convertido.
Pero significa algo para m.
Lucia an crea en los ideales de los Caminantes de la Penumbra. Miraban el uno por
el otro; contaban los unos con los otros para sobrevivir. Haba honor en su cdigo de
unidad, simbolizado por el saludo secreto reservado slo para los otros miembros de la
unidad: un puo cerrado firmemente sobre el esternn, justo por encima del corazn.
Fuera lo que fuera Des ahora, an le deba su vida. La haba salvado a toda su
unidad demasiadas veces para contarlas. An as, cuando los sicarios se lo haban
llevado ella haba estado impotente para ayudarle. Ahora el destino le estaba dando otra
oportunidad para pagar su deuda.
Un pequeo charco de sangre se estaba formando en el suelo, goteando de donde
Serra haba abierto su mejilla.
No solo lo ests haciendo por Des, se dijo Lucia a s misma, girando su atencin a las
agujas con cdigos de color que descansaban en el carro.
El odio de Serra slo se enconara y crecera. Se convertira en ms y ms retorcido
cada vez que ella volviera para infligir dolor en su vctima indefensa. La prdida de su
marido la haba empujado al borde de la locura, y esto la llevara ms all del lmite.
Haba observado mientras la princesa haba administrado las diversas drogas,
bombendolas directamente en el sistema de Des a travs de la gruesa arteria en su
cuello. No entenda del todo qu eran los compuestos o qu hacan, pero haba visto lo
suficiente como para obtener algn entendimiento de los efectos de cada una.
La aguja negra induca los espasmos que Serra haba utilizado para torturar a su
vctima; la amarilla haca que las convulsiones terminaran. La verde pareca forzar a Des
de vuelta a su estupor. Pero la aguja roja la que su seora le haba dado al comienzo
del interrogatorio pareca haberlo despertado. Tena que ser algn tipo de estimulante o
antdoto, algo que compensara las drogas que le mantenan indefenso y sin respuestas.
Mirando por encima de su hombro para asegurarse de que nadie en la habitacin de
guardia justo afuera estaba observando, cogi una de las hipodrmicas rojas.
Haba demasiados mercenarios para que ella luchara al salir, tratar de ganarle a Des
su libertad as slo hara que les mataran a ambos. Pero no tena que sacar a Des para
salvarle. l siempre haba sido capaz de cuidar de s mismo, incluso antes de que ganara
los poderes msticos de un Lord Sith. Ella saba que era ms que capaz de escapar por s
mismo si ella simplemente le daba un poco de ayuda.
Ella suavemente presion con la punta de la aguja en su muslo, esperando que las
drogas entraran en su sistema de forma ms lenta y menos violenta que cuando Serra las
haba inyectado en su cuello. Saba que era posible que accidentalmente le diera una
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sobredosis, pero incluso si Des mora era mejor que dejarle con vida para ser torturado
una y otra vez.
Poniendo la aguja de vuelta en el carro, se gir rpidamente y abandon la habitacin.
No tena tiempo de esperar y observar los efectos. Necesitaba encontrar a la princesa. Si
la droga funcionaba como sospechaba, rpidamente recuperara sus facultades. Y una vez
fuera capaz de llamar al terrible poder del lado oscuro, ninguna celda de la galaxia sera
capaz de contenerle.
Ella se abri paso de vuelta a la habitacin de guardia. Los mercenarios haban vuelto
a su juego de cartas, ignorantes de lo que haba hecho. Serra y la Cazadora no estaban a la
vista.
Adnde fue la princesa? exigi ella.
Hubo un largo silencio antes de que uno de los mercenarios a regaadientes mirara
arriba de su mano y respondiera.
No lo dijo. Simplemente se fue.
Y la dejasteis irse sola? exigi enfadada Lucia.
Esa iktotchi estaba con ella as que nosotros simplemente respondi el
hombre, su voz retrocediendo bajo su mirada fulminante.
Ella se dio cuenta de que eran meras armas contratadas. No les importaba nada salvo
los crditos que les haban prometido.
Cierra la puerta de la celda, escupi Lucia. Si algo va mal, golpea la alarma.
Eso me debera dar una advertencia suficiente como para sacar a la princesa de aqu a
tiempo.
Dos de los soldados reluctantes se levantaron y se movieron para obedecer sus
rdenes mientras Lucia suba las escaleras hacia el pasillo de arriba.
A ella no le importaba que cuando Des se liberara masacrara a los guardias. Estos
hombres y mujeres no eran sus amigos o compaeros. Ella saba que la mataran sin
pensrselo dos veces si el precio era bueno. Eran mercenarios, sus vidas no significaban
nada para ella.
Pero an se preocupaba por Serra. Pese a lo que haba hecho, an era leal a su seora.
An juraba proteger su vida. Cuando Des se liberara, ella saba, ira a buscar a la
princesa. Cuando las alarmas sonaran advirtiendo del escape del prisionero, Lucia quera
estar ah para ayudar a Serra a salir a salvo.
Y si nos coge antes de que nos vayamos, trat de reconfortarse a s misma en silencio,
quizs me recuerde. Quizs pueda convencerle de dejar a Serra con vida. Primero, sin
embargo, tena que encontrarla.
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El terreno marcado y feo de Doan rodaba bajo ellos mientras el Victoria aminoraba por
la superficie del planeta.
En la cabina de mandos Zannah se prepar mientras los sensores captaban una feroz
tormenta de arena a cientos de kilmetros de distancia. Junto a ella, Set estaba sentado en
su posicin habitual: la silla inclinada hacia atrs, los pies sobre el borde.
Haciendo un ligero cambio en su vector de aproximacin le llev a una ruta de
colisin con la tormenta. No se molest en darle ninguna advertencia a Set mientras el
Victoria era atrapado por el vrtice arremolinado.
Los estabilizadores evitaron que la nave sufriera ningn dao real, pero la cabina se
agit violentamente mientras el navo era abofeteado por los vientos ululantes. Set fue
arrojado de su silla, pero consigui rodar con el impulso mientras golpeaba el suelo y
lleg a ponerse de pie.
Lo hiciste a propsito, le acus ella, utilizando la parte trasera de su silla para
equilibrarse en la turbulencia.
Necesitas estar alerta y al tanto de tus alrededores en todo momento, le instruy
ella. Estar siempre en guardia.
Cre que la informacin que te di me habra ganado un descanso de ninguna leccin
ms hoy, gru mientras se volva a sentar en la silla del copiloto y se abrochaba el
cinturn.
Te equivocabas.
Pese a sus palabras, Set haba demostrado ser bastante valioso. Adems de contarle
sobre Darth Andeddu y su Holocrn, realmente haba hallado el lugar ms probable
donde Bane estaba siendo retenido.
Ellos probablemente se llevaron a tu Maestro a la Prisin de Piedra, haba
declarado cortamente despus de que comenzaran su viaje.
La Prisin de Piedra?
Una mazmorra construida hace siglos por la nobleza en Doan para albergar a
prisioneros polticos, explic l. Encontr todo tipo de referencias a ella en los
archivos histricos.
Qu tipo de defensas tienen? pregunt ella.
Bastante estndar. Caones antiareos. Guardias armadas dentro. Y pueden
programar una serie de explosiones para destruir todo el lugar como ltimo recurso.
Zannah frunci el ceo.
Tendremos que evitar ser detectados cuando entremos.
Eso podra ser ms fcil de lo que crees, respondi Set con una sonrisa. La
Prisin de Piedra no ha sido utilizada desde hace casi dos generaciones.
Todo tena sentido para Zannah. Un pequeo equipo de guardias de lite o
mercenarios poda mantener a un nico prisionero asegurado en la instalacin
abandonada sin atraer atencin indeseada. Toda la infraestructura que necesitaban
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El Victoria estaba a menos de cien metros del pilar cuando Zannah inclin el morro
de forma aguda hacia arriba. La nave reaccion al instante, arquendose en un ascenso
empinado, la fuerza g anclando a los dos pasajeros en sus asientos. La lanzadera se
estabiliz en un ascenso perfectamente vertical a menos de diez metros de la pared de
roca, corriendo en paralelo a su contorno mientras Zannah buscaba un lugar donde
aterrizar.
Estaba demasiado oscuro para una visual, pero los sensores de la nave le proveyeron
una topografa digital de la superficie del pilar que corra por debajo del casco. Lo que
desde la distancia haba parecido liso y simple era, de hecho, burdo e irregular. El viento
y la erosin haban esculpido muescas y canales en la roca, y la cara estaba marcada con
miles de pequeas aperturas, de forma irregular. La mayora eran recovecos o fisuras que
iban a menos de diez metros de profundidad. Otras eran realmente tneles que se
extendan ms profundo en la roca. Slo un puado eran lo suficientemente grandes como
para acomodar a una lanzadera.
Aguarda, advirti Zannah un instante antes de tirar hacia atrs con fuerza de la
palanca.
El Victoria se separ de la columna en un bucle hacia atrs. Al mismo tiempo Zannah
les lanz en un ruedo de forma que terminaron rectos, hacia arriba, con el morro del
navo apuntando hacia la apertura que haba escogido. Los propulsores de aterrizaje
dispararon a toda potencia mientras el impulso de la lanzadera les mand disparados
hacia la boca de la caverna, frenando con fuerza antes de acomodarse en un perfecto
aterrizaje sobre tres puntos.
Set no dijo nada, pero Zannah lo vio alzar una ceja en apreciacin. Ella poda haber
escogido una maniobra menos dramtica para alcanzar su destino, pero ella saba que su
posible aprendiz prefera hacer las cosas con una cierta clase estilstica. Impresionarle
con sus habilidades de pilotaje era slo una pequea forma de asegurarse su respeto y
lealtad.
A travs de la ventana de la cabina de mandos, Zannah slo poda ver oscuridad.
Encendi las luces externas del Victoria, iluminando la caverna. Las paredes de roca que
les rodeaban eran afiladas y dentadas, pero el suelo era liso y regular. Un nico pasadizo
sala a un lateral, el tnel demasiado perfectamente recto para haber sido moldeado por la
naturaleza.
Probablemente hay cerca de una docena de otros puertos de aterrizaje como este,
le inform Set mientras salan de la lanzadera. Cada uno con un pasadizo que lleva a
los niveles inferiores del complejo.
Qu mal que no fueras capaz de encontrar ningn holomapa del plano, coment
ella, sin querer que se volviera muy orgulloso.
Quizs deberamos dividirnos, sugiri Set. Con nosotros dos buscando
tendremos una mejor probabilidad de encontrarle.
Voy a ir sola, le inform Zannah. T vas a quedarte aqu y proteger la nave.
Proteger la nave? De quin?
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Quien fuera que se llevara a Bane debe tener a alguien patrullando las entradas. Si
encuentran nuestra nave indefensa pueden deshabilitarla, cortando nuestro nico mtodo
de escape.
Est bien, respondi Set bruscamente tras un momento de consideracin. Me
sentar aqu y observar la lanzadera como tu perro de batalla cyborreano personal.
Supongo que sers capaz de manejar a cualquiera que se tropiece con este puerto
de aterrizaje sin demasiados problemas.
Con todos excepto con tu Maestro, le asegur l.
Ni siquiera yo estoy segura de poder manejarle.
Satisfecha con la respuesta de Set, Zannah parti un bastn de luz. Guiada por su
plida iluminacin, se abri paso bajo el tnel y dentro de la Prisin de Piedra.
***
Set observ la espalda de su nueva Maestra, siguiendo su progreso hasta que gir una
esquina y desapareci, dejndole solo en el pequeo puerto de aterrizaje.
l se inclin casualmente contra el casco del Victoria, recordando su llegada. Se
consideraba a s mismo un piloto bastante bueno, pero nunca habra intentado un
movimiento como el ruedo hacia atrs que Zannah haba utilizado para llevarles a
aterrizar. Saba que estaba simplemente lucindose para su beneficio. An as, haba sido
impresionante.
Tras un par de minutos empez a caminar sin descanso hacia atrs y hacia delante,
pateando a las pequeas piedras del suelo. A Set no le gustaba recibir rdenes, y no le
gustaba quedarse sentado sin hacer nada.
No hagas nada estpido ahora. Ella estaba hablando antes de lo importante que es la
paciencia. Esto probablemente sea otra prueba.
Obba, su Maestro antes de que abandonara a los Jedi, a menudo alentaba a los
estudiantes a meditar cuando no tenan otras tareas o deberes. Clamaba que centraba la
mente y el espritu. Pero Set nunca haba sido fan de la meditacin. Prefera estar
haciendo algo cualquier cosa a sentarse en un trance perdido en sus propios
pensamientos.
l se sent en cuclillas y rebusc en el suelo hasta que recogi cinco piedras del
tamao del puo. Frot el polvo lo mejor que pudo, inspeccionndolas por bordes
afilados que pudieran cortar sus palmas o dedos. Entonces, satisfecho con su hallazgo,
empez a hacer malabares, esperando que le ayudara a pasar el tiempo.
Empez con lanzamientos simples, tomando consciencia del peso y equilibrio de cada
piedra. Entonces cambi a una cascada, las rocas bailando en un patrn circular, saltando
mientras brincaban de mano a mano. Luego aadi recogidas tras su espalda, alternando
cada lanzamiento de delante a atrs sin siquiera romper su ritmo.
Mirando por la caverna, avist otra roca de un tamao apropiado en el suelo a un par
de metros de distancia. An haciendo malabares, se movi hacia ella con pasos
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arrastrando los pies hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para deslizar el
pulgar de su bota bajo el borde de la piedra. Un rpido golpe del pie la mand al aire,
donde se uni a las otras en su patrn.
Repiti este truco varias veces ms, movindose alrededor de la caverna en busca de
ms rocas, aadiendo tanto nmeros como complejidad al truco hasta que, al alcanzar los
diez objetos en malabarismos simultneamente, los dej caer todos al suelo en disgusto.
No has venido aqu a jugar.
Zannah se haba ido haca menos de diez minutos, y ya estaba insoportablemente
aburrido.
Podra haberse ido por horas. No vas a lograrlo.
Cerrando sus ojos para ayudarle a concentrarse, Set se extendi con la Fuerza,
sondeando el rea a su alrededor. Al principio no percibi nada; Zannah haba
desaparecido en las profundidades del complejo.
Concentrndose intensamente, empuj su consciencia an ms lejos. Perlas de sudor
empezaron a formarse en su frente, pero tras casi un minuto empez a detectar leves
signos de vida. Todos los seres vivos estaban en sintona con la Fuerza en algn nivel, y
los Jedi le haban entrenado para percibir su presencia a travs de ella. La gente normal
apenas era perceptible, tan fcil de pasar por alto como una tenue luz en una tarde
soleada. Aquellos con poder hombres y mujeres como Zannah u otros Jedi ardan
con una intensidad mucho mayor.
Para su sorpresa, Set sinti varios brillos Fuertes, distintos, mientras extenda su
consciencia. Haba esperado percibir a Zannah y a su Maestro, pero no estaban solos. Era
difcil decir exactamente cuntos otros haba, o su posicin precisa; percibir a otros a
travs de la Fuerza era una ciencia bastante inexacta. Pero definitivamente estaban ah.
Y no son Jedi.
Aquellos que servan al lado luminoso tenan cierta aura inconfundible alrededor de
ellos como lo hacan aquellos que utilizaban el lado oscuro.
Quizs Bane ya se encontr otro aprendiz. Zannah podra toparse con una pequea
sorpresa.
En circunstancias normales, Zannah con seguridad habra percibido las otras
presencias como l lo haba hecho, pero Set saba que estaba centrada en una cosa:
encontrar a Bane. Con su mente concentrndose tan intensamente en localizar la posicin
exacta de su Maestro, era posible que no se percatara de nadie ms. No hasta que
virtualmente estuviera justo sobre ellos.
Set vacil, inseguro de lo que deba hacer. Necesitaba Zannah su ayuda? Si lo haca,
se molestara l?
Si quieres pirarte, esta es tu mejor ocasin. Simplemente salta a esa lanzadera y
vuela fuera de aqu.
Si se iba y Zannah mora, era improbable que nadie ms supiera siquiera que haba
estado aqu. No tendra que preocuparse por su Maestro yendo tras l; poda pretender
que nada de esto haba ocurrido nunca. Si Zannah sobreviva, sin embargo, no tena duda
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de que vendra buscando venganza. Y desde que l no estara ah para ver el resultado
final de su enfrentamiento con Bane, tendra que pasar el resto de sus das mirando por
encima de sus hombros slo por si acaso.
No es muy distinto de lo que haces ahora. Has conseguido permanecer a un paso por
delante de los Jedi todos estos aos; cunto ms difcil puede ser permanecer a un paso
por delante de los Sith al mismo tiempo?
Pero haba otras consideraciones. Si se iba, estaba perdiendo la oportunidad de
aprender de Zannah. Ella era ms fuerte de lo que l era, mucho ms fuerte. Ella poda
ensearle cosas que nunca aprendera de nadie ms. No era fcil dar la espalda a ese tipo
de poder.
Dividido entre las dos opciones, Set trat de extender su consciencia an ms
esperando aprender ms. Ya estaba aproximndose a los lmites de sus habilidades, pero
saba que esta era la decisin ms importante de su vida. No poda permitirse tomarla
mal.
Un dolor agudo se estaba formando en su frente; se senta como si alguien estuviera
clavando una larga aguja en su crneo justo entre sus ojos. No estaba acostumbrado a este
tipo de esfuerzo prolongado; cuando llamaba a la Fuerza era para rpidas explosiones de
accin. Pero ignor el dolor, apret sus dientes, e hizo un ltimo empujn.
Y entonces lo sinti. Las criaturas con vida no eran las nicas cosas con afinidad por
la Fuerza. La mayora de la vida adulta de Set la haba pasado buscando objetos imbuidos
con su poder: inicialmente en nombre del Consejo del Primer Conocimiento, luego para
s mismo. Se haba convertido en un alto adepto en reconocer las firmas de energa nicas
proyectadas por los talismanes del lado oscuro; le llamaban con ms fuerza de lo que lo
hacan a la mayora de los otros.
Eso fue por lo que, pese al hecho de que estaba en los mismos lmites de su
consciencia, fue capaz de percibirlo. Era como nada que hubiera percibido antes; algo tan
fuerte y poderoso que le haca jadear con deseo.
El Holocrn de Andeddu. Tiene que serlo.
Zannah haba dicho que su Maestro haba ido a Prakith a encontrarlo. Quienes fuera
que hubieran capturado a Bane deban haber tomado el Holocrn para ellos mismos.
Set abri sus ojos y agit su cabeza, colapsando su consciencia de vuelta a sus
alrededores inmediatos. Su dolor de cabeza creciente se haba ido, reemplazado por un
deseo doloroso de reclamar el Holocrn para l mismo.
Tena slo una vaga idea de dnde encontrarlo. Una vez estuviera dentro de la Prisin
de Piedra, an as, confiaba en que sera capaz de dirigir su atencin hacia l
rpidamente. Para l, rastrear un Holocrn era mucho ms fcil que localizar a una
persona.
Zannah le haba ordenado proteger la nave, pero l no estaba preocupado porque
nadie la descubriera accidentalmente. No haba percibido a nadie ni remotamente cerca
del puerto de aterrizaje.
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La cuestin es, puedes coger el Holocrn y volver aqu antes de que Zannah termine
con Bane?
Era arriesgado. Si ella volva para descubrir que se haba ido, podra decidir terminar
con su aprendizaje y con su vida. Incluso si no lo haca, podra simplemente tomar el
Holocrn para ella misma, y Set saba que l no sera lo suficientemente fuerte como para
detenerla.
Pero si encuentras el Holocrn, quin dice que tengas que traerlo de vuelta aqu?
Quien fuera que hubiera llevado a Bane a la Prisin de Piedra tena que estar
utilizando uno de los otros puertos de aterrizaje para sus propios navos. Qu difcil
poda ser robar uno de esos en su lugar?
El secreto de la vida eterna versus el odio eterno de un Lord Sith. No merece la
pena?
Esa era una pregunta que Set no tena problemas en contestar. Tomando una lmpara
de brillo, entr en la Prisin de Piedra a travs del mismo pasadizo por el que Zannah
haba bajado haca menos de quince minutos antes.
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Bane poda sentir el duro hierro de sus cadenas cortndole las muecas, y una sombra
sonrisa surgi en sus labios. El dolor indicaba que el sedante estaba perdiendo sus
efectos. La niebla gris que nublaba sus pensamientos se estaba aclarando, dejando su
mente aguda y centrada.
Una vez ms poda sentir el poder del lado oscuro. Era fuerte en este lugar; la miseria
y el sufrimiento de siglos colgaban en el aire aqu. Bane casi poda escuchar los gritos de
las innumerables vctimas an haciendo eco en las paredes.
Los recuerdos de la ltima hora eran borrosos y confusos, pero saba lo suficiente. Su
captura haba sido orquestada por la hija de Caleb y la misteriosa iktotchi que haba
estado a su lado durante el interrogatorio. Y deba su liberacin a su otra compaera.
No saba por qu la mujer de piel oscura le haba inyectado despus de que las otras
se fueran. Pese a su estado drogado en el momento, estaba seguro de que no fue un
accidente o error. Ella saba lo que estaba haciendo. Quin era y por qu lo haba hecho,
sin embargo, estaba ms all de su comprensin.
No es que su identidad o sus motivos importaran en el futuro inmediato. Haba dado a
Bane toda la ayuda que necesitaba, y pronto estara preparado para hacer su movimiento.
El dolor se haba esparcido ms all de sus muecas. Sus hombros se sentan como si
se fueran a salir de sus cuencas de cargar con su peso. Las heridas profundas en su mejilla
ardan, y poda sentir los pequeos riachuelos de sangre bajando por su cara y por la lnea
de su mandbula antes de caer al suelo.
Es la hora.
Alz su cabeza para asegurarse de que la puerta de su celda an estuviera cerrada;
quera coger a sus captores por sorpresa. Entonces empez a reunir el poder de la Fuerza.
Un instante ms tarde las cadenas de sus muecas y tobillos se destrozaron, explotando
en un milln de partes ante un mero pensamiento de Bane.
Cay al suelo, sus msculos cansados sin estar preparados para soportar su peso. Le
llev un momento recomponerse, y entonces un arrebato de adrenalina surgi a travs de
su cuerpo y estuvo de nuevo en pie.
Bane se senta desnudo sin su sable lser, pero no estaba exactamente indefenso sin
l. Haba multitud de otras formas de despachar a sus enemigos.
Tres pasos rpidos le llevaron a la puerta de duracero de su celda. Extendi el brazo y
puso su mano izquierda en plano contra la superficie, entonces us la Fuerza para hacerla
explotar hacia afuera. Vol por la habitacin, golpeando y matando a uno de los guardias
sentados en una mesa jugando a las cartas.
Los cinco guardias restantes se pusieron en pie, agarrando sus armas. Bane golpe
con la Fuerza. La furia de su ataque fue amortiguado por los efectos que perduraban de
las drogas en su sistema, pero an era lo suficientemente fuerte como para golpearlos al
suelo y mandar la mesa volando contra la pared, donde se parti en dos.
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Bane cay sobre los guardias como un animal rabioso, movindose tan rpidamente
que no era ms que un borrn. Llev abajo su bota sobre la garganta de su oponente ms
cercano, aplastando su trquea. Envolvi su antebrazo musculado alrededor del cuello del
siguiente hombre desde detrs en un agarre asfixiante, puso su otra mano contra su
mentn, y dobl su cabeza a un lado, rompindole el cuello.
Los ltimos tres oponentes estaban de vuelta en pie, con los blsters desenfundados.
Bane sac una corta vibroespada del cinturn del hombre con el cuello roto y la clav en
la barriga de una mujer antes de que pudiera poner a funcionar su pistola. Ella se dobl
del golpe fatal, liberando el agarre sobre su arma.
Bane cay al suelo y la cogi antes de que golpeara el suelo, agachndose bajo los
rayos disparaos por los dos enemigos restantes mientras rodaba sobre su espalda y
disparaba un par de tiros perfectamente situados. Ambos guardias cayeron hacia atrs, sus
caras borradas por el impacto de un rayo blster a quemarropa.
Otra puerta sellada de duracero bloqueaba la nica salida. Bane lanz el blster a un
lado y sac la puerta de sus bornes. Arriba, alguien activ la alarma, y un claxon difano
empez a sonar.
Ms all de la puerta haba una escalera angosta, similarmente barricada en la parte
superior. El Lord Oscuro carg hacia arriba de las escaleras y se lanz de hombros hacia
la puerta de arriba. Se abri por el impacto, mandndole tambalendose en la habitacin
de ms all.
Los cuatro guardias de aqu arriba fueron alertados por los disparos blster disparados
desde abajo; al contrario de la primera oleada no fueron pillados con la guardia baja por
su entrada violenta. Con las armas ya desenfundadas, abrieron fuego.
Pero el asalto visceral, primario sobre el escuadrn en la habitacin de abajo haba
alimentado el ciclo de emocin creciente y poder del lado oscuro amontonndose.
Encontr su asalto con una explosin de energa chispeante que hizo surgir una oleada
violeta de su cuerpo en el centro.
Los rayos entrantes fueron absorbidos sin hacer daos en la tormenta inica, los
propios blsters fundidos en las manos de sus dueos. El hedor de la carne quemada
mezclado con sus gritos de agona y la incansable cancin, martilleante, de las alarmas,
alimentando an ms el poder de Bane.
Agachado sobre una rodilla, apret ambos puos y lanz sus brazos hacia fuera a
cada lado, con los dedos desplegados ampliamente. La oleada de Fuerza resultante
vapule a los guardias, mandndoles volando hacia atrs de forma que rebotaron en las
paredes con suficiente fuerza como para dejar grietas en la piedra.
Bane se alz en pie en el centro de la matanza. Media docena de cuerpos
permanecieron desperdigados a su alrededor, huesos destrozados, rganos internos
aplastados en pulpa. Uno se ahogaba con un espray rosa, espumoso, con su ltimo
aliento; todos los otros estaban quietos.
Para su desesperacin, no vio ni a la hija de Caleb ni a la iktotchi entre los muertos.
Haba percibido a un par de guardias huyendo de la habitacin mientras cargaba hacia
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arriba de las escaleras, pero no haba sentido a ninguna de las dos mujeres entre ellos.
Tampoco reconoci ninguno de los cuerpos como el de la mujer de piel oscura que le
haba salvado, aunque estaba de momento menos interesado en ella.
Haba encontrado a Serra antes. Durante su primer encuentro con Caleb, el sanador
haba tratado de engaarle con una simple ilusin de ocultar a su hija. Pero Bane haba
percibido a la pequea chica cubrindose tras la fachada: haba saboreado su miedo. An
as era ms que eso. Como su padre, la chica tena poder que poda ser percibido a travs
de la Fuerza.
No puedes esconderte de m. Te encontrar.
Llamando a los recuerdos hace tiempo enterrados, se extendi con su mente,
concentrndose en captar su inconfundible presencia.
An est aqu: Todava en las instalaciones. Pero no est sola.
Su consciencia se haba esparcido a travs de los pasillos de la mazmorra, susurrando
sobre las mentes de todos los que caminaban por los pasillos. Haba percibido a Serra,
junto con varios otros poderosos individuos. An as haba uno en particular que le haba
llamado la atencin.
Zannah. Qu est haciendo aqu?
Estaba su aprendiz de algn modo involucrada en su captura? Haba venido aqu
para rescatarle? O quizs para evitar que escapara?
Fuera cual fuera la explicacin, Bane saba una cosa con seguridad: no quera
enfrentarse a Zannah ahora mismo. No mientras an estuviera recuperndose de las
toxinas que Serra haba utilizado para dejarle indefenso, y ciertamente no sin su sable
lser.
Ella estaba buscndole; poda percibirla extendindose, acercndose an ms. An
as, haba formas de contrarrestar sus esfuerzos: sutiles manipulaciones de la Fuerza
podan confundirla y guiarla mal.
Engaar a Zannah mientras rastreaba a la hija de Caleb al mismo tiempo era posible
en teora, aunque pocos individuos tenan la disciplina para mantener el equilibrio entre
dos tareas tan intensas mentalmente. Pero la voluntad de Bane era tan fuerte como su
cuerpo.
Si era rpido, astuto, y cuidadoso tendra ocasin de encontrar a su presa mientras an
sala de la prisin con vida.
***
Lgrimas de rabia, vergenza, y frustracin estaban surcando por la cara de la princesa.
Las haba mantenido a raya mientras pasaba por los guardias, pero sin nadie alrededor
para verlas finalmente las haba dejado ir.
Su plan para vengar la muerte de su padre y liberarse de los recuerdos traumticos de
su infancia haba fracasado miserablemente. Ella quera que el Lord Sith admitiera que se
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haba equivocado. Quera que se disculpara y pidiera perdn por la muerte de Caleb.
Quera que rogara piedad.
Se haba convencido a s misma que si esto ocurra le ayudara a tratar con la muerte
sin sentido no slo de su padre, sino tambin de su marido. Haba pensado que le
ayudara a restaurar algn tipo de significado a un universo cruel y aleatorio. Haba
esperado que le trajera paz.
Pero nada haba ido como haba planeado. El prisionero haba sido completamente
impenitente. Haba retorcido todo lo que haba hecho y dicho en alguna justificacin
perversa en lo que l crea. Casi lo haca parecer que la muerte de Caleb estaba bien.
Y volvi a tu mejor amiga en tu contra.
Por mucho que las palabras del Sith la perturbaran, las acciones de Lucia le haban
molestado an ms. La guardaespaldas haba sido la que haba contratado a la Cazadora
para vengar la muerte de Gerran. Pero ahora pareca determinada a oponerse a la misin
de Serra de vengar a Caleb.
No tena ningn sentido para la princesa. Haba esperado que Lucia estuviera a su
lado durante el enfrentamiento, para apoyarla mientras se enfrentaba al demonio de su
pasado. Para compartir su fuerza para que pudiera conquistar sus miedos y triunfar sobre
su mal. En su lugar ella le haba defendido.
Cmo pudiste darme la espalda as? Cuando yo ms te necesitaba?
Serra haba huido de la celda de interrogatorios para escapar de la locura, sin siquiera
prestar atencin a dnde estaba yendo. Movindose con pasos largos, rpidos, haba
corrido descuidadamente bajo el laberinto de pasillos sin ningn propsito o direccin.
No saba adnde iba o lo que estaba tratando de hacer. Simplemente necesitaba
pensar. Para tratar de encontrarle sentido a todo. Para estar sola.
Solo que no estaba sola.
El cansancio fsico le haba ayudado a llevar sus emociones arremolinadas de nuevo
bajo control, y tras varios minutos empez a recuperar alguna similitud de compostura.
Las lgrimas se detuvieron y su paso se ralentiz. Slo fue entonces cuando escuch los
pasos de alguien siguindola a un par de metros tras ella.
Ella se detuvo en corto, alzando una mano para limpiarse los ojos antes de girarse.
Esperaba ver a Lucia. En su lugar, se encontr cara a cara con la asesina iktotchi.
Por qu ests escabullndote detrs de m? exigi ella.
Si estuviera escabullndome, no me habras escuchado, respondi la Cazadora
con su calma implacable. Estaba siguindote, pero no hice ningn esfuerzo por
enmascarar mi presencia.
Entonces por qu me estabas siguiendo?
Quera ver lo que haras. Tengo curiosidad por saber cmo reaccionars a tu
fracaso.
El labio de Serra se retorci, pero consigui mantener el resto de su cara inexpresiva,
igualando el comportamiento sin emociones de la otra mujer.
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No tena sentido negar lo que haba ocurrido; la iktotchi haba sido testigo de todo el
intercambio. Pero la princesa no estaba dispuesta a admitir la derrota.
Me recuperar del fracaso y lo intentar de nuevo, declar ella. La prxima
vez que hable con l estar preparada para sus trucos.
No habr una prxima vez, respondi la Cazadora. Lo tuviste en tu poder. Su
misma vida estuvo en tus manos. Pero escogiste dejarle vivir, y ahora es demasiado tarde.
Su destino y su futuro se han escapado de tu agarre. Ests impotente una vez ms.
Las palabras fueron dichas sin resentimiento o malicia, lo que las haca an ms
dolorosas. Serra se dio cuenta de que haba algo maligno en esta mujer. No era slo una
asesina contratada. Utilizaba su habilidad para percibir el futuro para esparcir el
sufrimiento y la muerte.
Ya no te quiero aqu, le dijo Serra, su voz firme. Tu trabajo ha terminado y ya
se te ha pagado. As que vete.
El futuro est turbio ahora mismo, admiti la iktotchi. Los eventos bailan al
filo de la navaja, y no puedo prever por qu camino caern. Quiero quedarme y ver qu
ocurre cuando el prisionero se libere.
Nunca se liberar! Solt Serra. No dejar que eso ocurra!
No puedes detenerlo. Ya es demasiado tarde, respondi la Cazadora. Lucia te
ha traicionado. Lo vi en sus ojos cuando te fuiste. Ella quiere salvar al hombre que t
quieres destruir.
Serra agit su cabeza, pero aunque quera negarlo no poda decir las palabras.
Ella estaba defendindole durante el interrogatorio. Tratando de protegerle.
Por qu no dijiste algo antes? pregunt ella, perpleja. Por qu no me
advertiste?
Como dijiste, ya se me ha pagado. Mi trabajo era entregrtelo. Nada ms.
Entonces por qu me lo ests diciendo ahora?
La iktotchi no tena una respuesta, pero la primera sombra de emocin pas por su
cara mientras las esquinas de sus labios se curvaron hacia arriba en la sombra de una
sonrisa cruel.
Se alimenta de la miseria de los otros.
Serra empez a decir, Lucia nunca me traicionara, pero sus palabras fueron cortadas
por el sonido repentino de las alarmas de la Prisin de Piedra.
En ese instante supo que todo lo que la Cazadora le haba dicho era cierto. El
prisionero se haba liberado, y Lucia le haba ayudado.
No! Grit Serra, agarrando su cabeza entre sus manos mientras por segunda vez
hoy su mundo la aplastaba. No!
La iktotchi se estaba riendo entre dientes ahora, transformando los tatuajes de su labio
inferior en colmillos.
No! grit de nuevo la princesa, su voz elevndose sobre las alarmas.
No puede escapar. Ahora no. No despus de que eso ocurriera.
No!
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Serra se gir y huy por uno de los pasillos cercanos, un ltimo plan, desesperado
formndose en su mente.
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Tan pronto como Lucia estuvo fuera de la vista de los guardias que vigilaban a Des,
rompi en un brusco trote. Saba que no tena mucho tiempo antes de que l escapara, y
necesitaba encontrar a la princesa antes de que eso ocurriera. Pero averiguar dnde haba
ido Serra no era un asunto fcil.
Docenas de pasadizos se ramificaban desde el pasillo principal a cada lado, llevando a
otros bloques de celdas en el ala, o a reas completamente nuevas del complejo de
mazmorras. Afortunadamente slo una pequea seccin de la Prisin de Piedra haba sido
reabierta. La mayora de los pasillos por los que pas Lucia an estaban oscuros y
desiertos: no pensaba que la princesa hubiera ido bajo ninguno de ellos.
Incluso as, haba un montn de rea por cubrir. Haba empezado por la oficina
administrativa del ala de mxima seguridad, slo para encontrarla vaca. Despus de eso
haba retrocedido, movindose rpidamente arriba y debajo de los pasillos que estaban
iluminados, ocasionalmente gritando el nombre de Serra en lo que ella esperaba que
llegara como una voz calmada, normal.
Necesitaba encontrarla, pero tampoco quera parecer sospechosa. Lucia no tena
intencin de revelar lo que haba hecho. Haba ayudado a Des porque senta que era lo
correcto, pero dudaba que Serra lo entendiera.
Su esperanza era que estuviera al lado de la princesa en el papel de una amiga
apoyndola cuando las alarmas sonaran. Como su guardaespaldas, tendra perfecto
sentido que se llevara a Serra a salvo en ese momento, y su amiga nunca tendra que
saber la verdad sobre cmo escap Des.
Desafortunadamente, la primera parte de su plan se desmoron cuando escuch las
alarmas sonar un par de minutos despus.
Ella maldijo bajo su aliento y rompi a correr por completo. Su plan an poda
funcionar: si encontraba a Serra an poda convencerla de marcharse sin exponer su
traicin. Pero ahora estaba en una carrera contra Des para ver cul de ellos poda
encontrar antes a la princesa.
Dnde poda estar?
El sonido de las alarmas le haca difcil pensar. Luca haba derrapado para detenerse,
tomndose un momento para reunir sus pensamientos.
Desde el pasillo a su derecha escuch a la princesa gritar No! su voz llegando
incluso por encima de la cacofona de las alarmas.
Tena que estar cerca! Girndose, Lucia corri por el pasillo en direccin al sonido.
Lleg a otra interseccin: el pasillo se ramificaba a derecha, izquierda, y continuaba
recto. Detenindose, escuch por otra pista, pero no escuch nada.
Recordando los planes que haba memorizado cuando se uni por primera vez a la
Guardia Real, record que el pasillo a la izquierda llevaba ms profundo hacia la
mazmorra, hacia un rea que an estaba cerrada. Eso le dejaba slo dos opciones.
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Continu recto, sabiendo que el pasillo continuaba durante cerca de veinte metros
antes de girar abruptamente y terminar en unas antiguas barracas de guardias. La
habitacin estaba en el mismo cuadrante de energa que el ala de mxima seguridad, as
que estara iluminada. Pero no estaba siendo utilizada: los mercenarios contratados
haban estado alojados al otro lado del ala.
Lucia supona que la princesa haba ido all para encontrar algo de privacidad
mientras luchaba para tratar con sus emociones. Se equivoc. Al encontrar las barracas
vacas, fue forzada a doblar hacia atrs y tomar la otra ramificacin, sabiendo los
preciosos segundos que haba perdido.
Corriendo con toda el alma, se apresur bajo el pasillo y alrededor de la esquina, casi
rodando sobre la Cazadora. La iktotchi camin rpidamente a un lado para evitar la
colisin. Al mismo tiempo Lucia se fren en corto, lanzndola fuera de equilibrio de
forma que tropez y cay. Su rodilla golpe con fuerza contra el suelo y se rasp contra
la dura piedra, rasgando un agujero en sus pantalones y raspando una capa de piel.
Has visto a la princesa? pregunt mientras volva a ponerse en pie, ignorando la
clida sangre que ya sala de los araazos profundos de su rodilla herida.
Ella sabe lo que hiciste, dijo la asesina. Sabe que la traicionaste.
La acusacin inesperada cogi a Lucia con la guardia baja; ni siquiera trat de
negarlo.
Cmo?
Yo se lo dije.
Lucia estaba sorprendida, incapaz de comprender cmo haba sido expuesto su
secreto. Y record los rumores que clamaban que los iktotchi podan ver el futuro y leer
mentes. Ella estaba al borde de preguntar por qu la Cazadora dej que ocurriera slo
para decirle a Serra de su traicin despus de los hechos, pero entonces record con quin
estaba tratando.
Lo hizo para herirla. Es tan monstruo como cualquier Sith.
Durante un momento pens en ir a por su blster. Quera matar a la Cazadora. Habra
hecho un favor a la galaxia. Pero pese a su arrebato, saba que no tena ninguna
oportunidad de matar a la asesina. Atacarla slo resultara en la propia muerte de Lucia, y
eso no hara nada por ayudar a la princesa.
An puedes encontrar a Serra. Incluso aunque sepa lo que hiciste, quizs an puedas
convencerla de que se marche antes de que Des la encuentre. An puedes salvarla.
Por dnde fue? pregunt ella, preguntndose si la iktotchi siquiera se molestara
en decrselo.
Ella corri por ah, respondi la asesina, inclinando su cabeza con cuernos para
indicar la direccin. La mente de Lucia retrocedi hasta los planos del complejo, y ella
supo adnde se diriga Serra. La princesa an estaba determinada a matar a Bane. Iba a la
sala de control para detonar la secuencia de autodestruccin de la Prisin de Piedra.
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Sin molestarse en gastar otro segundo con la Cazadora se gir y corri por el pasillo
en su persecucin, sus andares torpes e irregulares debido a su rodilla sangrienta y
rpidamente inflamndose.
***
La Cazadora observ a la guardaespaldas de la princesa apresurarse por el pasillo. Saba
lo que haba al final; en sus visiones haba visto las paredes de esta prisin aplastndose
en una serie de explosiones.
Por un instante tuvo el pensamiento de que la guardaespaldas iba a tratar de matarla.
Estuvo de algn modo decepcionada cuando no ocurri. An as, saba que el final de
Lucia era inevitable: lo haba visto.
Se gir y se abri paso con pasos llenos de propsito en la otra direccin,
dirigindose hacia el muelle de hangar principal: una gran caverna donde ella y los
mercenarios haban aterrizado sus lanzaderas. No tena sentido quedarse alrededor, no
cuando saba que la secuencia de autodestruccin iba a ser activada en un par de minutos.
An cuando alcanz el hangar, vacil.
La escapada del prisionero no le haba sorprendido. Saba que l no estaba destinado
a morir encadenado como un animal. Ella lo haba visto demasiadas veces en sus sueos,
enfrentado en batalla con la mujer rubia de sus visiones en Ambria. Su mente
subconsciente estaba obsesionada con ellos, y la Cazadora sospechaba que finalmente
saba por qu.
Su vida se haba vuelto estancada, vaca. Se mova de trabajo en trabajo, pero no tena
un propsito real, ninguna meta mayor. Pese a su habilidad para ver visiones del futuro,
nunca haba buscado darle forma. Siempre haba sentido que un mayor destino le
esperaba, an as, no haba hecho ningn esfuerzo por perseguirlo.
De su bolsillo, sac la empuadura del sable lser y la pequea pirmide que haba
cogido en Ciutric. Estos eran instrumentos de poder; poda sentir la importancia de ellos.
Tenan significancia y significado. Tenan propsito.
Saba que los Jedi clamaban que el lado luminoso haba triunfado sobre el oscuro.
Clamaban que los Sith estaban extintos. An as, la Cazadora tambin saba que era
mentira. Los Sith an vivan; haba saboreado su poder. Y lo haba encontrado
intoxicante.
Asegurando el sable lser y la pirmide de vuelta bajo su tnica, se abri paso para
inclinarse contra la barandilla del gran balcn de metal que sobrevolaba las plataformas
de aterrizaje. Desde su punto de vista poda mirar sobre las partes superiores de los cuatro
navos aparcados abajo, dndole una clara vista del cielo nocturno de Doan a travs de la
amplia entrada al otro extremo de la caverna.
Dos de las naves eran ordinarias: lanzaderas propiedad de los mercenarios que la
princesa haba contratado para la estacin. La tercera era el navo personal de la princesa:
ms nuevo que los otros, llevaba el smbolo azul y amarillo de la Casa Doan a cada lado.
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***
Zannah saba que se estaba acercando. La parte de su viaje a travs del laberinto de la
Prisin de Piedra de habitaciones y pasillos haba sido llevado a cabo en casi total
oscuridad. Slo la plida luz verde de su bastn de brillo le haba guiado eso, y la
Fuerza.
Poda percibir la presencia de su Maestro en la profundidad del complejo, atrayndola
hacia delante. An as, hizo varios giros mal y lleg a un nmero de callejones sin salida
mientras se mova en silencio a travs de la oscuridad. El trazado de la mazmorra era
confuso intencionadamente para aplacar cualquier esfuerzo de rescatar a aquellos
mantenidos cautivos entre sus paredes.
An as Zannah haba perseverado, nunca cediendo a la frustracin o a la rabia
incluso cuando era forzada a dar media vuelta y volver por donde haba venido.
Finalmente, saba ella, alcanzara su destino.
Delante vio un leve brillo de luz dispersndose desde una esquina, y supo que su
paciencia haba sido recompensada. Movindose hacia delante, se encontr viajando a
travs de un pasillo iluminado. Haba alcanzado la seccin de la instalacin que haba
sido reabierta; Bane tena que estar cerca.
Lanzando su lmpara de brillo a un lado, procedi hacia delante cuidadosamente,
manteniendo su consciencia abierta para advertirle antes de que cayera sobre algn
guardia incluso mientras continuaba localizando la celda donde tenan retenido a su
Maestro.
Haba ido a menos de cien metros cuando sinti una perturbacin en la Fuerza. Un
instante ms tarde las alarmas sonaron, y Zannah supo lo que haba ocurrido Bane
haba escapado!
Su sable lser se encendi con un zumbido, y aceler el paso. Ya no estaba tratando
de percibir ningn guardia que pudiera estar adelante: con Bane suelto necesitaba
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Bane haba estado desarmado cuando se enfrent a estos enemigos. Era posible que
hubiera encontrado y reclamado su sable lser desde entonces. Pero si no lo haba hecho
si estaba vagando por los pasillos de la prisin sin l era vulnerable. Tan poderoso
como era Bane, Zannah crea que era su igual. Y sin su sable lser virtualmente no tena
esperanzas de derrotarla.
Cerrando sus ojos y bloqueando el sonido rompedor de odos de las alarmas, se
extendi con la Fuerza una vez ms. Esta vez ignor la poderosa huella del lado oscuro
que Bane haba dejado en la habitacin de los guardias. Slo le llev un par de segundos
captar su rastro de nuevo. Como sospechaba, an estaba dentro de la prisin.
Ya llego, Maestro. Y slo uno de nosotros se ir de aqu con vida.
***
Set saba que estaba cerca. Haba dejado la oscuridad de los tneles sin iluminar atrs
mientras haba ido ms y ms profundo en la Prisin de Piedra, atrado hacia delante por
la llamada del Holocrn de Darth Andeddu.
La seccin del complejo en el que estaba ahora estaba iluminada, aunque an pareca
desierta. Haba esperado toparse con alguien: una patrulla, un guardia vagando por los
pasillos. Cualquiera que hubiera tomado al Maestro de Zannah deba haberlo hecho con
un equipo pequeo: veinte, quizs treinta personas como mucho.
Pese a esto, se estaba preparando para un encuentro pronto. Haba alcanzado un largo
pasillo con una puerta cerrada de madera al final. Estaba seguro de que el Holocrn
estaba dentro de la habitacin del otro lado, y del todo esperaba que estuviera protegida
por al menos media docena de soldados armados.
Recomponindose, sac su sable lser y corri por el pasillo, saltando hacia la puerta.
La golpe de lleno con ambos pies, golpeando la puerta hasta abrirla mientras volaba
dentro de la habitacin.
Muy para la sorpresa de Set, no haba guardias esperndole. Los nicos testigos de su
gran entrada fueron un escritorio viejo de madera y una silla. Sinti un segundo de pnico
cuando no vio el Holocrn en ninguna parte en la pequea oficina; entonces se percat de
la caja fuerte construida en la pared.
Haba un panel de combinacin, pero Set lo ignor. Utilizando su sable lser,
simplemente cort varios surcos horizontales y verticales en la puerta. La espada brillante
excav a travs del denso metal con facilidad, reduciendo la parte frontal de la caja fuerte
a varios trozos pesados que cayeron al suelo.
El Holocrn era la nica cosa dentro. Set extendi el brazo lentamente, temblando
ligeramente mientras envolva sus dedos alrededor de la pirmide de obsidiana. La agarr
reverentemente de la caja fuerte, acunndola con ambas manos.
Casi dej caer su premio cuando las alarmas empezaron a sonar por toda la prisin.
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***
Las alarmas haciendo eco cazaban a Serra mientras corra bajo el largo pasillo hacia la
sala de control de emergencias de la Prisin de Piedra. Introdujo el cdigo en el panel de
acceso, sus dedos apualando frenticamente las claves mientras segua mirando por
encima de su hombro, temiendo que su enemigo apareciera en el pasillo tras ella en
cualquier segundo.
El panel bipe agudamente, y un mensaje de ACCESO DENEGADO sali en la
pantalla.
No, susurr para s misma. No.
Cuando se haba casado con Gerran, l haba compartido su cdigo de acceso
personal con ella. Como el prncipe de la corona, su cdigo se supona que deba superar
cualquier sistema de seguridad electrnico en el estado de la familia real.
Quizs el rey no confiaba en ti. Quizs lo deshabilit cuando Gerran muri.
No, eso no era posible. El cdigo haba funcionado en todos los otros cierres aqu en
la Prisin de Piedra. Sin l, nunca habra sido capaz de reactivar los generadores que
alimentaban esta seccin del complejo.
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Set siempre se haba sentido orgulloso de ser capaz de librarse de virtualmente cualquier
apuro. Tena un truco para librarse de las ataduras, y un talento natural para encontrar la
salida de cualquier situacin. As que no se sorprendi cuando, despus de menos de diez
minutos, consigui llegar al muelle de aterrizaje principal de la prisin.
Era mucho ms grande que la entrada secundaria por la que haban llegado Zannah y
l. Las alarmas que haban sido difanas dentro de los estrechos pasillos eran meramente
estruendosos aqu en la enorme cmara.
Set estaba sobre un gran balcn de metal sobrevolando la habitacin. Abajo poda ver
cuatro navos, espaciados a diez metros. Todos ellos parecan estar desprotegidos.
Complacido consigo mismo, toquete el Holocrn que haba metido en el bolsillo de su
chaleco mientras estudiaba sus opciones.
Igual que un bufet: multitud de donde escoger.
Dos de las naves eran estndar, lanzaderas de pasajeros comunes y corrientes, sus
cascos curtidos y dentados. Rpidamente los rechaz como indignos de robar. La tercera
era la ms grande del grupo, y pareca estar en impecables condiciones. Tambin estaba
marcada con el blasn de la familia real.
Set sonri. Haba algo incitador sobre la idea de escapar de Doan en una lanzadera
propiedad del gobernante del planeta. Definitivamente tena cierto encanto. Y entonces
vio el cuarto navo.
Tenemos un ganador.
La ms pequea del lote, la nave era elegante y con estilo, con embellecedores rojos y
un casco negro. El vehculo perfecto para un hombre del gusto discriminatorio de Set.
Ansioso por escapar, el Jedi Oscuro se abri paso bajo las escaleras y por el hangar,
su sable lser amarrado a su mano derecha. Cuando alcanz su lanzadera elegida, dej
salir un silbido bajo de aprecio y extendi el brazo hacia arriba para acariciar el suave
casco, oscuro.
Se mira pero no se toca, una voz suave de mujer susurr en su oreja.
Set quit su mano de repente y se gir, su sable lser saltando a la vida mientras
cortaba el aire vaco tras l.
Justo fuera del alcance de su ataque estaba una iktotchi en una capa negra. Su
capucha estaba hacia atrs para revelar los cuernos largos curvados hacia abajo junto a su
cuello y bajo su barbilla. Tatuajes negros marcaban su labio inferior, y sus dientes
pequeos, puntiagudos, estaban desnudos en una sonrisa ansiosa.
Set no era alguien que normalmente evitara una pelea, no si pensaba que poda ganar.
Pero haba algo inquietante en su oponente de piel roja. Era prcticamente imposible
ocultarse de un Jedi, an as Set no haba percibido su presencia hasta que habl.
Cuidado. Ese probablemente no es el nico truco que guarda bajo la manga.
Bonita nave, dijo l, extinguiendo su sable lser y dejando que su mano cayera
casualmente a su lado. Cuntos crditos te ha costado?
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Tan pronto como las palabras salieron de su boca se abalanz sobre ella, su sable
lser reencendido grabando un patrn mortal con forma de ocho para destripar a su
enemigo insospechado incluso mientras responda a su pregunta.
La iktotchi no fue engaada. En lugar de responder a su pregunta, dio un paso rpido
hacia atrs y a un lado, gilmente evitando su ataque.
Demasiado lento, le amonest ella.
Los dos adversarios se giraron para enfrentarse el uno al otro de nuevo, y Set se
detuvo para considerar la situacin. Tena el Holocrn de Andeddu; todo lo que
necesitaba ahora era una nave y estara libre en casa. Pero entre l y el escape haba una
oponente desconocida, aunque obviamente habilidosa. No pareca estar armada, pero ella
poda fcilmente tener espadas, blsters, o cualquier nmero de otras armas ocultas en los
pliegues de su capa. Decidi que sera una buena idea tratar de hablar para salir de la
situacin.
Me llamo Medd Tandar, minti l, tratando de proyectar un aire de noble
importancia en su voz. Estoy aqu en nombre del Consejo del Primer Conocimiento.
Hazte a un lado en nombre de la Orden Jedi.
T no eres un Jedi, respondi ella.
Ya no, confes Set. Pero sola serlo.
l cort el aire media docena de veces con su sable lser. Gir, la espada zumbando
bailando y girando, antes de acabar la demostracin con una voltereta hacia atrs.
La iktotchi obviamente no estaba impresionada por su despliegue de proezas
marciales, y Set se dio cuenta de que no iba a intimidarla a retroceder.
Los Jedi te ensearon algn truco til?
Un par, respondi Set, empujando con la Fuerza.
Una oleada de energa cruda sali hacia su enemiga, pero Set supo al instante que
algo iba muy mal. En lugar del exhilarante subidn de poder que senta normalmente,
hubo un dolor de calambre en la boca de su estmago que le hizo doblarse.
La oleada conmocionadora que deba haber mandado a la iktotchi volando a veinte
metros fue reducido a poco ms que un empujn fuerte. La golpe de pleno en el pecho,
pero ella simplemente absorbi el impacto cayendo en un ruedo hacia atrs que termin
con ella an en pie.
Un par de vibroespadas cortas apareci en sus manos mientras Set se tambaleaba
hacia atrs, agarrndose el estmago y tratando de no vomitar.
Con horror, se dio cuenta que estaba interrumpiendo su habilidad de atraer la Fuerza.
Haba visto este talento mencionado en un nmero de textos antiguos, pero nunca se lo
haba encontrado l mismo y no saba cmo contrarrestarlo. Su nica opcin era tratar
de luchar a travs de l.
Apretando sus dientes, se levant. Alimentndose del dolor y su rabia acumulndose,
trat una vez ms de invocar el poder del lado oscuro. Sinti un pequeo arrebato en
respuesta a sus esfuerzos, pero era un tintineo fino ms que la inundacin que haba
estado esperando. An as, era mejor que nada.
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La iktotchi se lanz con sus espadas gemelas, y Set se tambale de forma extraa
fuera del camino, apenas evitando su ataque. Ella se mova ms rpido que cualquier
oponente al que se hubiera enfrentado. O quizs su habilidad de interferir con la Fuerza
simplemente estaba hacindole ms lento de lo que nunca haba sido. En cualquier caso
el resultado era el mismo y no era bueno para Set.
Agach su cabeza y corri bajo el morro de la lanzadera negra y roja del otro
extremo, sabiendo que su mejor oportunidad de sobrevivir sera mantener diez toneladas
de metal entre ambos.
Ya no poda verla, pero al concentrarse era apenas capaz de percibir su posicin. El
esfuerzo hizo girar su cabeza; era como tratar de ver con barro en los ojos.
Ella estaba acechndole lentamente, cuidadosamente trepando alrededor de la cola de
la nave. Y en ese momento Set se dio cuenta de que su oponente no tena ningn
entrenamiento formal en los caminos de la Fuerza. Estaba operando por instinto. Nunca
le haban enseado las habilidades ms bsicas como, cmo percibir la posicin de los
oponentes incluso cuando estaban fuera de la vista.
Set se gir y corri hacia uno de los otros navos, alcanzando su nuevo escondite
justo antes de que ella surgiera desde detrs de los propulsores de la lanzadera negra.
Agachndose para echar un vistazo tras la tripa de la nave que estaba utilizando de
cobertura, poda verla girando su cabeza de lado a lado, tratando de averiguar adnde
haba ido.
Amo una buena caza, grit ella, sus labios curvndose en una sonrisa feral. Es
por lo que me llaman la Cazadora.
Esto no va a terminar bien.
***
Bane an poda sentir los efectos que perduraban de las drogas en su sistema. Haba
hecho lo que poda para consumirlas con el fuego del lado oscuro, pero los Sith no eran
tan adeptos como los Jedi en limpiar sus sistemas de impurezas. Los ltimos vestigios de
los qumicos simplemente tendran que desaparecer de forma natural con el tiempo.
Hasta entonces estara a menos de su fuerza completa. Una fraccin ms lento en
pensamientos y acciones, menos adepto en utilizar el poder de la Fuerza. Y an estaba sin
su sable lser.
Pese a todo esto, estaba seguro de que la victoria estaba a solo unos minutos. Las
alarmas an estaban sonando a travs de la mazmorra, pero saba que no habra guardias
corriendo en respuesta a su llamada. Los pocos mercenarios que haban sobrevivido a su
ataque estaban en retirada, dejando a la hija de Caleb indefensa.
A veces la venganza necesitaba ser fra y calculadora. Haba veces en las que era
mejor ser cuidadoso, paciente. Pero a veces la retribucin no poda ser retrasada. A veces
la accin necesitaba ser alimentada por la rabia y el odio; necesitaba arder con el calor de
la emocin animal.
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La paz es una mentira; solo existe la pasin. Con pasin obtengo fuerza. Con fuerza
obtengo poder.
Poda percibir que se estaba acercando a la posicin de Serra. Sus pasos se aceleraron
mientras marchaba lleno de propsito bajando por el pasillo vaco hacia su venganza.
Con poder obtengo la victoria. Con victoria mis cadenas se rompen.
Haba sido descuidado, dbil. Haba permitido ser capturado. Se haba dejado
convertir en una vctima. Por eso haba sufrido. Pero ahora era fuerte de nuevo. Ahora era
el turno de que alguien ms sufriera.
Des! grit una voz tras l por encima de las alarmas.
La mencin del nombre que haba dejado atrs haca veinte aos hizo que el Lord
Sith se detuviera muerto a su paso. Se gir lentamente, y se encontr a s mismo cara a
cara con la mujer de piel oscura que le haba ayudado a escapar.
Ella estaba respirando con fuerza, como si hubiera estado corriendo. Sus pantalones
estaban rasgados sobre la rodilla izquierda; los bordes del roto estaban sangrientos. Su
cara era una mezcla de emociones en conflicto: miedo, desesperacin, y esperanza.
Me recuerdas, Des? Soy Lucia.
Durante un segundo, Bane simplemente mir en confusin a la mujer que estaba ante
l. Entonces empez a recordar su juventud. Un tiempo en el que no era Darth Bane,
Lord de los Sith, sino Des, un simple minero de Apatros.
Los recuerdos estaban enterrados profundamente, pero an estaban ah. Las palizas
semanales de Hurst, su padre. Jornadas largas y agotadoras excavando cortosis de la roca
hasta ahogarse con las nubes de polvo levantadas por su martillo hidrulico. Su escapada
de la miseria de Apatros, y su asignacin a los Caminantes de la Penumbra.
Era como tratar de recordar un sueo tras despertarse. Eran escenas de la vida de otra
persona; no se sentan reales para l. Pero mientras llevaba atrs su mente, otros
recuerdos empezaron a llegar a la superficie: largas noches sentado de vigilancia en
Trandosha, marchas forzadas a travs de los bosques de Kashyyyk.
Levantar a los fantasmas del pasado le llev de vuelta la cara de Ulabore, el oficial de
mando cruel e incompetente que inadvertidamente haba dado a Des a los Sith y le haba
colocado en el camino de su verdadero destino. Pero haba otras caras, tambin: los
hombres y mujeres de su unidad, sus hermanos y hermanas de armas. Recordaba los ojos
azules y la sonrisa prepotente de Adanar, su mejor amigo. Y recordaba a una soldado
junior de ojos grandes, una joven francotiradora llamada Lucia.
Bane tena inteligencia y visin de futuro. Tuvo la sabidura y visin para redefinir la
Orden Sith para que pudiera comenzar su largo ascenso, lento al dominio galctico.
Haba programado y planeado casi cualquier situacin concebible en la que pudiera
encontrarse algn da. An as, nunca se haba preparado para esto.
Saba que muchos de los antiguos soldados que servan en los ejrcitos de Kaan se
haban convertido en mercenarios y guardaespaldas, pero nunca haba considerado la
posibilidad de toparse jams con alguien que hubiera conocido antes de su
transformacin a travs del lado oscuro. Tras unirse a los Sith, no se haba permitido
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Serra se qued como si estuviera paralizada, su dedo flotando justo por encima del botn
que confirmara la secuencia de autodestruccin de la Prisin de Piedra e iniciara la
destruccin de la instalacin y de todos en su interior. Haba estado en esa posicin
exacta durante varios segundos, incapaz de presionar el botn.
Hazlo! A quin le importa Lucia? Ella te traicion! Hazlo!
La princesa tom aliento profundamente, entonces dej caer su mano. Pero en lugar
de golpear CONFIRMAR, presion la tecla marcada CANCELAR. Hubo un suave bip, y
el teclado brillante se volvi oscuro mientras se apagaba.
No poda hacerlo. Tanto como no quera que el prisionero escapara, simplemente no
poda atreverse a condenar a Lucia a muerte. La mujer mayor haba sido ms que su
guardaespaldas; haba sido la confidente de Serra y su ms cercana amiga. Hiciera lo que
hiciera, deba haber un motivo. Y ella le deba a su amiga averiguar qu motivo era.
Dejando los pequeos confines de la sala de control de emergencias tras ella, Serra se
dirigi de vuelta al pasillo. Con las alarmas sonando, no haba necesidad de preocuparse
por el sonido de sus pasos anunciando su posicin. Se lanz en un brusco trote,
abrindose paso de vuelta al largo pasillo hacia las celdas donde el prisionero haba
estado retenido en busca de su amiga.
l est buscndote, y no necesitar escuchar tus pasos para darte caza. De verdad
crees que puedes encontrar a Lucia antes de que l te encuentre?
La princesa entenda el riesgo. Pero ya haba perdido a su marido y a su padre; no iba
a perder a su mejor amiga tambin. Incluso si eso significaba enfrentarse al monstruo de
sus pesadillas una vez ms.
Corriendo por los pasillos del complejo, se dirigi de vuelta hacia donde la iktotchi le
haba contado de la traicin de Lucia. Antes de que llegara, sin embargo, vio un cuerpo
yaciendo delante, aplastado contra la pared donde el pasadizo se doblaba tras una esquina
aguda.
No, susurr ella bajo su aliento mientras rompa a correr. No!
Reconoci el cuerpo de Lucia mucho antes de que se agachara ante ella. Sus brazos y
piernas torcidos en ngulos bizarros, los huesos atravesndolos. Estas heridas no eran
nada comparado con el trauma que haba sido infligido sobre su cara y crneo.
Conforme Serra se arrodill sobre el cuerpo de su amiga no llor ni una lgrima sin
embargo. En lugar de pena, slo sinti un extrao vaco en su mente.
Esto es por tu culpa. Si no hubieras estado tan empeada en buscar venganza, no
habras trado aqu al prisionero, nada de esto habra ocurrido. Lucia an estara viva.
La voz de dentro de su cabeza deca la verdad, pero Serra an no senta nada. Era
como si sus emociones, tan daadas por las muertes de Gerran y Caleb, finalmente se
hubieran apagado por completo.
Entonces fue consciente de un zumbido extrao de alta frecuencia bajo el sonido de
las alarmas, no el sonido de ningn sable lser que hubiera odo nunca, y no un sonido
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que sus odos encontraran cmodo. Se levant y camin ms adelante bajo el pasillo
hacia la fuente del ruido, dejando el cuerpo roto de Lucia tras ella.
Mientras se acercaba, empez a escuchar otros sonidos: gruidos de cansancio, cortas
exclamaciones de rabia y dolor, el golpe pesado de pies en el suelo de piedra. Ella los
reconoci como los sonidos de batalla.
Sin blsters, an as.
Alcanzando la interseccin de otro pasillo, vio un parpadeo de movimiento desde el
rabillo del ojo. Girndose a la izquierda vio dos figuras al otro extremo del pasadizo, a
menos de veinte metros de donde estaba. Reconoci al prisionero al instante. A la
segunda figura nunca la haba visto antes, an as, saba quin era.
La mujer rubia de la que habl la Cazadora.
Estaban enfrentndose el uno al otro, claramente atrapados en una lucha intensa. El
prisionero era casi dos veces el tamao de su oponente, pero ella claramente era la
agresora. La mujer estaba armada con un sable lser de doble hoja, pero el prisionero no
tena ningn arma por lo que poda decir Serra. Estaba retrocediendo alerta, sus ojos fijos
en la mujer mientras se aproximaba. Estaba acercndose a l lentamente, tratando de
arrinconarle y cortarle la retirada.
Justo antes de que le tuviera clavado, sin embargo, un rayo de relmpagos violeta se
dispar hacia delante de su palma. La mujer contraatac atrapando el rayo con una de las
hojas de su sable lser. Absorbi la energa, emitiendo el zumbido extrao, de alta
frecuencia que Serra haba escuchado antes.
Los dos combatientes estaban tan concentrados el uno en el otro que ninguno se haba
percatado de Serra. Habra estado aterrorizada. Deba haberse dado la vuelta y huir,
corriendo de vuelta por donde haba venido. An as, slo sinti la calma vaca que se
haba acomodado en ella al descubrir el cuerpo de Lucia.
Sin ninguna sensacin real de urgencia, se gir y camin de vuelta bajo el pasillo
hacia donde su amiga yaca en el suelo. Agachndose, agarr a la mujer musculada por
las muecas y empez a arrastrarla bajo el pasillo, gruendo bajo el esfuerzo mientras
caminaba hacia atrs.
Cargada con el peso, se abri paso lentamente de vuelta a la sala de control. Los
msculos en su cuello, hombros, y lumbares empezaron a palpitar casi al instante, pero
Serra no se detuvo. La sensacin estaba amortiguada, tan vaca y distante como sus
sentimientos de pena.
Finalmente alcanz la sala de control, pero no se detuvo en la consola de
autodestruccin. En su lugar, arrastr a Lucia a travs de la puerta en la parte trasera y,
con alguna dificultad, la amarr en la pequea lanzadera de escape. Entonces volvi al
teclado e introdujo el cdigo de autodestruccin. Esta vez no hubo dudas antes de que
presionara el botn de CONFIRMAR.
El sonido de las alarmas cambi. En lugar del incansable clang-clang-clang de
advertencia de un prisionero escapando, se convirti en una sirena larga, aullando.
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Serra saba que slo tena un par de minutos antes de que la primera serie de
explosiones comenzara, pero no poda atreverse a marcharse. No an.
El tiempo pareci detenerse mientras estaba junto a la consola, esperando expectante.
Parecieron pasar horas, aunque en verdad slo fue cuestin de minutos. Y entonces sinti
un pequeo temblor bajo sus pies la onda de choque de la primera detonacin en el
nivel ms profundo de la instalacin. Un par de segundos ms tarde fue seguida de otro
temblor, y entonces otro tras ese.
Satisfecha, se gir y se dirigi hacia la lanzadera de escape. La destruccin de la
Prisin de Piedra haba comenzado.
***
La Cazadora nunca se haba enfrentado a un oponente tan frustrante. Pese al sable lser
en su mano, el hombre se neg a pararse y luchar. Se agachaba y corra atrs y adelante
entre los cascos de las naves, movindose de un escondite a otro, siempre un paso por
delante de ella.
Ella poda haber guardado sus vibroespadas y desenfundado los blsters gemelos
anclados dentro de los pliegues de su capa, pero saba que no le hara ningn bien. Su
adversario era demasiado rpido como para que ella tuviera un tiro limpio, e incluso si lo
haca, l probablemente lo apartara con su sable lser.
Ella capt un vistazo de l corriendo por el pasillo entre su lanzadera y la que estaba
aparcada junto a ella. No le dio caza, an as: se gir y corri tras su propia lanzadera,
tomando un camino paralelo al suyo esperando cortrselo.
Mascando el terreno con largos pasos, sin esfuerzo corri alrededor del lateral de la
nave, esperando flanquear a su oponente sin sospechas. En su lugar, lleg a un centmetro
de ser decapitada mientras su sable lser llegaba volando a travs del aire hacia ella.
Se dej caer al suelo, cayendo de forma extraa hacia atrs y a un lado mientras sus
piernas se disparaban de debajo de ella. La maniobra era torpe, pero le salv la vida. La
hoja mortal de energa silb junto a su odo, cortando un trozo del tamao del pulgar de
uno de sus cuernos antes de retroceder rodando en un corto arco y volver a la mano de su
oponente.
Ignorando el dolor punzante, gate para volver a ponerse en pie, con las vibroespadas
preparadas. Pero su oponente no presion en su ventaja; desapareci de nuevo,
desvanecindose alrededor del morro de la nave.
Su herida no era seria; los cuernos iktotchi no contenan ningn rgano vital ni
arterias principales. Incluso si se seccionaban por completo la herida no amenazara su
vida, aunque sera agonizantemente doloroso. Con el tiempo el trozo que le faltaba
incluso volvera a crecer, sin dejar ninguna evidencia de lo cerca que haba estado de
morir en el hangar.
Pero casi haba muerto. Se dio cuenta de que su oponente era astuto; haba querido
que ella le viera, sabiendo que doblara para tratar de cortarle.
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***
Set se agach tras una de las naves, jadeando por aliento. Hasta cierto punto haba sido
capaz de resistir la extraa habilidad de la iktotchi. Fue capaz de luchar a travs de su
habilidad de atraer la Fuerza, pero el esfuerzo le haba dejado exhausto.
Y an te enreda lo suficiente como para ser capaz de esquivar tu sable lser.
El Jedi Oscuro frunci el ceo ante el recuerdo de lo cerca que haba estado de
terminar con esta batalla, incluso mientras se forzaba a levantarse y a empezar a moverse
de nuevo. No poda quedarse en un sitio por ms que un par de segundos, no a no ser que
quisiera acabar muerto. Saba que ella sera ms cuidadosa ahora; haba perdido su mejor
oportunidad.
La iktotchi era demasiado rpida para que l la derrotara en una lucha directa no
con ella perturbando su conexin con la Fuerza y ralentizndole. Hasta el momento haba
conseguido evitar una confrontacin directa, pero no poda seguir corriendo mucho ms.
Tena una punzada de dolor en su lateral, y sus pulmones se sentan como si estuvieran
cerca de explotar. A no ser que algo ocurriera que cambiara la situacin, el resultado era
inevitable.
Como en respuesta a sus plegarias, hubo un cambio repentino en el sonido de las
alarmas. Le llev a Set slo un momento averiguar lo que haba ocurrido, y un nuevo
plan de escape empez a tomar forma en su mente.
***
La Cazadora escuch el cambio en el sonido de las alarmas, y supo que tenan quizs
cinco minutos antes de que las detonaciones empezaran, y quizs diez antes de que todo
el complejo fuera reducido a escombros.
Su oponente se haba percatado del cambio tambin.
Oyes eso? Grit l desde alguna parte al otro lado del hangar. Todo este sitio
va a venirse abajo sobre nuestras cabezas. Por qu no saltamos cada uno en una de estas
lanzaderas y salimos de aqu antes de que eso ocurra?
An tengo tiempo suficiente para encontrarte, grit ella, lentamente dirigindose
en la direccin de su voz. Sonaba como si estuviera cerca de una de las lanzaderas al otro
extremo de la habitacin. Te ests cansando, desgastndote. No durars mucho ms.
Tema que dijeras eso, respondi mientras sala de detrs de una de las naves,
dndole una clara visin del hombre que haba estado cazando.
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Estaba inclinado casualmente contra el lateral de una de las lanzaderas, cerca de los
propulsores en la parte trasera. Mir hacia ella pero no hizo ningn intento de esconderse.
En su lugar simplemente se qued ah, sosteniendo su sable lser casualmente a su lado.
Alerta de caer en otra trampa, la Cazadora empez una aproximacin cautelosa.
Mientras daba su primer paso, el hombre de pelo plateado ech atrs su brazo y baj su
sable lser con fuerza contra el casco de la lanzadera. Hubo una lluvia de chispas, y la
espada mordi un centmetro completo en la placa reforzada exterior de la nave.
El hombre llev atrs su brazo y golpe de nuevo, golpeando con precisin el mismo
punto, la hoja brillante clavndose incluso ms profundo esta vez. Fue slo en el tercer
golpe cuando la Cazadora se dio cuenta de lo que estaba haciendo.
El tercer golpe llev el sable lser suficientemente profundo como para seccionar una
de las lneas de combustible de la lanzadera. Su oponente se lanz hacia atrs y ella se
lanz al suelo mientras una chispa encenda el lquido inflamable. Cientos de fragmentos
diminutos de metal que una vez haban sido una clula de combustible fueron lanzados
volando por el aire. La lanzadera se inclin una vez, su cola saltando todo un metro sobre
el suelo por la fuerza de la explosin. Una densa nube de humo negro grasiento se curv
arriba desde la grieta que el sable lser haba dejado en el casco.
Armas asombrosas, no te parece? Seal el hombre mientras ella se levantaba
del suelo. Lo cortan casi todo.
Su cara estaba cortada y araada por los escombros que volaban, pero de algn modo
probablemente escudndose con la Fuerza haba conseguido evitar lo peor de la
explosin. Antes de que pudiera responder, se haba agachado alrededor de la esquina de
la lanzadera, desapareciendo de vista una vez ms.
Un par de segundos ms tarde escuch el inconfundible sonido del sable lser
cortando a travs del metal de nuevo desde el otro lado del hangar.
Ella rompi a correr, dirigindose en direccin al ruido. Estaba solo a medio camino
cuando otra explosin la golpe al suelo. Cuando volvi a ponerse en pie vio que una
segunda lanzadera haba sido deshabilitada.
Conociendo su siguiente objetivo, se gir y corri hacia el Acechador. Ella se detuvo
en corto cuando lleg alrededor de una esquina y vio a su oponente entre su lanzadera, su
mano movindose suavemente junto al casco.
Qu ests haciendo? grit la Cazadora.
Todo lo que quiero es salir de aqu con vida, explic l. Pero por algn motivo
pareces interesada en matarme.
T diste el primer golpe, le record ella. Cuando te pill a punto de robar mi
nave.
Un simple malentendido, dijo l, moviendo su mano para rechazar sus
acusaciones. Quedan dos lanzaderas. T te llevas la tuya y dejas la otra para m, y
nunca tendremos que vernos el uno al otro de nuevo.
Y si digo que no?
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Zannah no estaba acostumbrada a ser la agresora. En todas las veces que ella y Bane
haban luchado l haba sido el que estaba presionando la accin. Su estilo de sable lser
estaba construido a base de bloqueos y contragolpes, ocultndola tras su virtualmente
impenetrable defensa mientras esperaba que su oponente cometiera un error.
Este enfrentamiento era completamente diferente. An as, aunque Bane no tena
sable lser, no significaba que estuviera indefenso. Zannah saba que no poda
simplemente lanzarse: pese a su masa, Bane era increblemente rpido y gil. Tambin
haba aprendido tcticas de combate a corto alcance durante sus das como minero y
soldado. Ella haba tratado de estar alerta de dejarle acercarse lo suficiente como para
agarrarla; no poda dejarle la oportunidad de utilizar su tamao y fuerza contra ella.
Tambin estaba su increble comando de la Fuerza para enfrentarse a l. Las tcticas
simples como empujar a un oponente por la habitacin eran poco prcticas contra
cualquier enemigo con un entrenamiento apropiado. Tanto ella como Bane saba cmo
rodearse con un campo invisible de energa que absorba o repela los trucos ms bsicos
enseados a cualquier Jedi o Sith. Pero Bane poda desatar rayos devastadores de
relmpagos del lado oscuro de su mano casi a voluntad.
Mientras tuviera cuidado, sera capaz de evitarlos o interceptarlos con su sable lser.
Esta precaucin, sin embargo, permita a su Maestro mantenerla fuera de equilibrio lo
suficiente como para mantenerse con vida.
El par estaba enredado en una intricada danza. Ella barri por lo bajo, girando y
torciendo su sable lser. l salt alto, plantando sus pies en la pared a su lado y
empujando con fuerza, mandndose en un ruedo justo ms all del alcance del arco de su
espada.
De nuevo en pie, salt hacia atrs mientras Zannah apualaba con su espada
directamente hacia delante, mantenindose justo fuera del alcance. Ella le persigui bajo
la longitud del pasillo, punzando y lanzando su arma y haciendo que el Lord Oscuro fuera
en una completa retirada. Bane contraatacaba con explosiones cortas, concentradas, de
relmpagos, apuntando a sus botas para interrumpir su paso y mantenerla fuera de
equilibrio.
Zannah dio rpidos pasos titubeantes para evitar el ataque y evitar que ganara un
indulto. Bane fingi como si fuera a caer a la derecha, entonces se lanz hacia delante,
dando una voltereta sobre su cabeza y extendiendo el brazo hacia abajo con una enorme
mano para agarrarle la mueca.
Ella se agach fuera del camino, cortando con una patada mientras l aterrizaba tras
ella. Bane gir, agarr su tobillo, y lanz la bota al lateral, tratando de romper el hueso.
Zannah rod con un movimiento violento, todo su cuerpo girando en un plano horizontal.
Al mismo tiempo ella llev su sable lser de vuelta arriba por encima de su hombro para
cortar el brazo de Bane a la altura del codo, pero cogiendo solo aire mientras liberaba su
agarre y caa atrs una vez ms.
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Ella le tena arrinconado contra la pared sin ningn sitio al que ir. Mientras se mova
para apagar otra explosin de rayos que llegaba hacia ella. La atrap con su sable lser,
pero el impacto la lanz un paso hacia atrs, dndole a Bane el sitio suficiente como para
agacharse bajo su golpe de gracia y arrastrarse fuera de la pared. Haban intercambiado
posiciones, cada uno enfrentndose de la forma opuesta a la que haban empezado el
baile de nuevo. El flujo y reflujo de su batalla cay en un ritmo de fintas y contraataques,
su danza al tiempo de las alarmas sonando mientras ella le forzaba de vuelta arriba del
pasillo por el que le haba dado caza slo unos momentos antes.
Zannah sospechaba que si sus posiciones se hubieran invertido, Bane podra haber
acabado ya con el enfrentamiento. An as, saba que su victoria era inevitable. Su
Maestro estaba en una situacin imposible. Necesitaba hacerlo todo exactamente bien
slo para mantenerla a raya otro pase. No tena margen de error, e incluso el Lord Oscuro
de los Sith no poda sustentar la perfeccin por siempre. La nica forma en que ella poda
perder era cometiendo un error descuidado.
Lo mejor que poda esperar Bane era tratar de frustrarla con sus evasivas. Pero
Zannah comprenda la paciencia. Haba esperado veinte aos a este momento, y se
conformaba con jugar su batalla tanto como fuera necesario.
Alcanzaron el final del pasillo, y Zannah pens que tena a Bane atrapado. Esta vez
utiliz su sable lser para golpear a un lado los rayos violetas de relmpagos ms que
tratar de absorberlos y tambalearse. Bane an tena un truco ms bajo la manga sin
embargo.
Ella estaba a menos de un metro de distancia, su hoja ya cortando para el golpe
mortal, cuando sinti todo el pelo de su nuca erizarse. Un capullo brillante morado de
energa del lado oscuro envolvi a Bane, un caparazn frgil conteniendo una tormenta
de puro poder.
Ella trat de retroceder pero era demasiado tarde. Mientras su espada morda el
capullo la energa fue liberada en una explosin repentina que mand a ambos volando de
espaldas. Bane golpe con fuerza contra la pared con su espalda y cay al suelo. Zannah
fue lanzada diez metros ms lejos, aterrizando con fuerza sobre el suelo de piedra.
Se levantaron en pie a la misma vez, ninguno seriamente herido. Pero an as, Bane
haba conseguido frustrar su ataque y salir de una esquina.
Zannah meramente se encogi de hombros y empez otro avance lento, sin descanso.
Ella se detuvo un momento cuando el sonido de las alarmas cambi.
Supo casi al instante lo que haba ocurrido. Slo tenan un par de minutos para
escapar antes de que las explosiones les enterraran vivos.
Haba dos opciones: romper la batalla y huir hacia la nave, o aprovechar el viento
favorable y hacer una ltima carga implacable hacia su Maestro. Ella no poda dejar que
Bane se fuera. Tena que acabar con esto ahora!
Mientras se recompona para cargar, Bane dispar otro rayo de relmpagos. Ella se
agach a un lado y sise junto a su odo, golpeando la pared y mandando una lluvia de
polvo y trozos de piedra.
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Pese a fallar la primera vez, Bane sigui con otra explosin de la misma trayectoria
exacta. Girando su cabeza para seguir la ruta de su rayo desviado, Zannah vio dnde el
primero haba golpeado la pared. La piedra se haba desintegrado en un agujero del
tamao de un puo, revelando algo que pareca plstico brillante bajo ella.
La reconoci como la carcasa de una carga de demolicin justo a tiempo de lanzarse
hacia atrs, utilizando la Fuerza para escudarse de la peor parte de la explosin. Fue
lanzada lejos mientras toda la pared volaba por los aires, mandando trozo enormes de
piedra dispersndose por el pasadizo. El techo estaba agrietado, lanzando enormes
bloques sueltos que cayeron al suelo.
Atragantndose con la nube de polvo y humo, Zannah se levant. El pasadizo de
enfrente de ella estaba completamente bloqueado por escombros y restos de la explosin.
Poda percibir a Bane al otro lado de las rocas; haba sobrevivido a la explosin, al igual
que ella. Pero ahora estaban separados por toneladas de piedra impasables.
Ella camin lentamente hacia la seccin colapsada del pasillo y puso una mano en el
borde de una de las enormes piedras que bloqueaban su camino. Incluso utilizando la
Fuerza le llevara horas despejar un camino. No haba forma de negar la verdad: le haba
tenido, y le haba dejado escapar.
Las vibraciones de otra explosin, esta lejos en alguna cmara profunda de la
mazmorra, vibraron a travs del suelo, recordndole que se quedaba sin tiempo.
Maldiciendo su oportunidad perdida, se gir y corri de vuelta por el camino por el que
haba venido, corriendo a por su nave.
Por encima, las alarmas de evacuacin continuaban sonando.
***
Bane esperaba que su aprendiz hubiera sido cogida con la guardia baja por su tctica
inesperada. Haba una pequea probabilidad de que realmente fuera asesinada por la
explosin, enterrada bajo la roca colapsando. Pero mientras se levantaba tras la lucha,
pudo percibir que an estaba viva. Pese al hecho de que haba estado tratando de matarle,
el conocimiento le dio una pequea medida de satisfaccin. La haba entrenado bien.
El objetivo principal de la explosin no era matarla, en cualquier caso. El plan
desesperado era realmente la ltima oportunidad de Bane de escapar de una batalla que
saba que no poda ganar. En eso haba tenido xito aunque si quera sobrevivir an
tena que encontrar una salida de la prisin antes de que todo el lugar cayera aplastndole.
No tena una nocin real de dnde estaba en la mazmorra laberntica. Antes de que
Zannah le encontrara, haba estado siguiendo a la hija de Caleb, dejando que la Fuerza le
guiara sin ningn pensamiento consciente real salvo el camino que estaba tomando.
Extendindose con su mente, percibi que la princesa se haba ido ahora. Pero Bane
haba masacrado a ms de una docena de guardias durante su escape; tenan que tener
lanzaderas en alguna parte de la instalacin. E incluso si no saba dnde encontrarlas,
saba que poda confiar en la Fuerza.
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***
Zannah estaba retrocediendo sus pasos, siguiendo la larga ruta de vuelta a travs de la
mazmorra y arriba hacia el pequeo hangar donde esperaba que Set y su lanzadera
estuvieran an esperndola. Todo su cuerpo estaba imbuido con la Fuerza, sus piernas
impulsndola tan rpido que el viento haca que su pelo flotara tras ella.
Mientras corra poda sentir los temblores alzndose desde las profundidades de la
mazmorra, cada explosin un poco ms cerca que la de antes. La explosin que Bane
haba provocado haba sido una nica carga activada por su chispeante rayo de
relmpagos. Estas explosiones eran de lejos ms poderosas: ocho o diez cargas en
proximidad todas detonando a la vez, colapsando no un pequeo sector de un pasillo sino
toda una seccin de la instalacin.
Para cuando cruz desde los pasillos iluminados de las reas reabiertas de la
mazmorra hacia los pasadizos oscurecidos del ala sin utilizar donde haba ido por primera
vez, las explosiones estaban lo suficientemente cerca como para escucharlas as como
sentir las vibraciones a travs del suelo. Estaban llegando con ms frecuencia ahora
tambin. En vez de cada diez segundos, irrumpan en un ritmo regular.
Ella se meti en la negrura, sin molestarse siquiera con un bastn de luz. Su aliento
estaba ajado y era irregular, pero su paso nunca flaque. Cada msculo y nervio en su
cuerpo estaba tintineando con el poder de la Fuerza, sus sentidos aumentados a niveles
sobrenaturales. Ella no necesitaba ver para encontrar su camino: como un murcilago
poda escuchar las alarmas haciendo eco en las paredes, suelo, y techo, pintando una
imagen sonar de sus alrededores. El vibrante bum-bum-bum de las cargas son en
contrapunto con el alarido de las alarmas.
Cuando irrumpi en el hangar donde su lanzadera esperaba, fue sorprendida por dos
cosas. La primera era lo brillantes que las luces de su lanzadera parecan tras la total
oscuridad de los pasadizos subterrneos por los que haba estado corriendo. La segunda
fue que Set Harth haba desaparecido.
Ella siempre haba sospechado que cortara y correra, pero no poda pensar en un
motivo por el que Set desaparecera dejando an as su lanzadera atrs. Sin embargo, no
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tena tiempo de preocuparse por eso ahora. Escuch el rugido de otra explosin, sta tan
cercana que realmente hizo que las paredes del hangar se agitaran.
Saltando dentro de la lanzadera, la encendi mientras otra detonacin hizo que todo el
navo se lanzara hacia atrs y hacia delante en sus riostras. Luchando por no ser lanzada
de la silla del piloto, Zannah tir hacia atrs de la palanca y la nave se elev de la tierra.
Inclinndose de forma aguda, ella la gir hacia la entrada y golpe con su puo los
propulsores.
El Victoria salt hacia delante, precipitndose a travs de la boca de la caverna
mientras la ltima explosin detonaba las cargas construidas en las paredes del hangar,
colapsando toda la estructura tras ella.
A salvo lejos, Zannah introdujo una trayectoria y activ el piloto automtico, dejando
que la nave sobrevolara por la superficie de Doan mientras trataba de recuperar el aliento.
La carrera loca hacia la libertad le haba dejado tanto mental como fsicamente exhausta.
Su cuerpo estaba cubierto de sudor, y los msculos de sus muslos y pantorrillas estaban
temblando mientras colapsaba en su asiento, amenazando con tener un tirn en cualquier
segundo.
Haba sobrevivido, pero difcilmente poda llamar a la misin un xito. Haba dejado
que Bane se le deslizara entre los dedos, y no tena dudas de que su Maestro encontrara
una forma de escapar de la destruccin de la Prisin de Piedra al igual que ella lo haba
hecho. Adems de eso, haba perdido a su aprendiz.
Ella no saba si Set haba escapado o si haba perecido en la explosin, y no tena
ninguna forma fcil de averiguarlo. La conexin que haba forjado con Bane durante
veinte aos era lo suficientemente fuerte como para extenderse a lo largo de la amplitud
de la galaxia: percibira su muerte sin importar dnde o cundo ocurriera. Set slo haba
sido su aprendiz durante un par de das. Ella le percibira si estuviera cerca, como lo hara
ella con cualquier individuo que poseyera una poderosa afinidad con la Fuerza, pero no
haba ningn vnculo especial entre ellos.
Pero Set era el ltimo de sus problemas. Bane an estaba ah fuera, y tan pronto como
encontrara otro sable lser ira a buscarla a no ser que ella le encontrara primero.
El problema era, que Zannah no tena ni idea de por dnde empezar su bsqueda.
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La lanzadera de escape de la Prisin de Piedra era pequea en tamao y careca de los
lujos de la nave personal de la princesa, pero haba sido acomodada con un hipermotor de
Clase Cinco y estaba bien provisionada para el viaje interestelar. En teora si hubiera
alguna necesidad de activar la secuencia de autodestruccin de la mazmorra, tambin
haba una fuerte posibilidad de que los miembros clave de la familia real o su personal
pudieran ser forzados a abandonar Doan.
En el caso de Serra esto era realmente cierto. Slo poda imaginar los efectos
polticos colaterales que haba provocado. El padre del rey haba desmantelado la Prisin
de Piedra; oficialmente an estaba inactiva. Su destruccin llevara a una horda de
preguntas como qu estaba pasando realmente en el complejo bajo el estado de la familia
real. Cualquier investigacin no encontrara nada, por supuesto: las cargas de demolicin
haban sido cuidadosamente diseadas para infligir un mximo dao estructural.
Cualquier operacin de recuperacin propuesta demostrara ser demasiado cara y poco
prctica. Cuales fuera los secretos que contena la Prisin de Piedra quedaran enterrados
para siempre.
Eso no detendra los rumores y la especulacin an as. Los mineros ya desconfiaban
de la nobleza; descubrir que las infames mazmorras haban sido reabiertas incluso
temporalmente hara mala sangre y reabrira viejas heridas. La simpata y el
reclutamiento para los rebeldes aumentaran.
Su propia desaparicin aadira a la confusin, pero en la larga carrera sera mejor si
ella simplemente desapareca. Haba jurado lealtad a la Casa Doan y les haba
traicionado, llevando problemas y desgracia a la estirpe de Gerran. Si el rey y todos los
dems crean que estaba muerta, sellada para siempre bajo diez mil toneladas de roca,
sera ms fcil para ellos limpiar el desastre que haba dejado atrs.
Incapaz de volver a su hogar en Doan, haba trazado una ruta hacia el nico otro lugar
en la galaxia donde haba conocido la felicidad. Sin embargo, mientras llevaba la
lanzadera a aterrizar al borde del campamento de su padre en Ambria, no fue alegra lo
que estaba sintiendo.
En el espacio de solo un par de cortos meses pareca como si lo hubiera perdido todo.
Sola, confundida, y cargada de culpa, haba venido aqu esperando encontrar paz para
s misma, y para su amiga.
Era por la noche temprano; la ltima luz del da estaba justo desvanecindose sobre el
horizonte mientras descargaba el cuerpo de Lucia. Dejando a su amiga suavemente en el
suelo, volvi a la lanzadera y encontr una pequea pala almacenada en los suministros
de la parte trasera.
El suelo arenoso era suave, haciendo su tarea mucho ms fcil de lo que lo habra
sido en la mayora de otros mundos. Incluso as, le llev ms de una hora de cavar
rtmicamente antes de que la tumba estuviera completa. Tan bien como pudo, baj el
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cuerpo de Lucia en el agujero que haba cavado, entonces cogi la pala y enterr a su
amiga.
El calor del desierto se haba desvanecido rpidamente con la puesta de sol, y una vez
que sus tareas se haban acabado, el fro hizo temblar a Serra. Pero la actividad fsica
haba sido catrtica. El vaco que haba nublado sus pensamientos y emociones se haba
desvanecido.
Una ligera brisa la golpe, y ella tembl. En lugar de ir a la lanzadera, sin embargo,
cruz el campamento y busc refugio en la cabaa vieja y abandonada de su padre.
Dentro, se agach en una esquina y cerr sus ojos. Poda an sentir la presencia de su
padre aqu. Incluso aunque se hubiera ido, estar en este lugar le haca fcil recordar
recuerdos: su cara, su voz. Fue capaz de encontrar consuelo en ellos, como si la fuerza y
sabidura silenciosas de su padre estuvieran de algn modo pasando desde el lugar en el
que haba vivido toda su vida adulta hacia ella.
Fue solo ahora que se dio cuenta lo equivocada que haba estado. Caleb siempre le
haba advertido sobre el mal del lado oscuro, an as, cuando lleg el momento haba
ignorado sus palabras. Y todo lo que haba ido mal toda la sangre que ahora manchaba
sus manos poda ser rastreada de vuelta a su propio odio y deseo de venganza.
Haba empezado con la muerte de Gerran. En lugar de lamentarse y seguir adelante,
se haba aferrado a su pena hasta transformarla en una rabia amarga que consuma en sus
momentos de vigilia. En desesperacin, Lucia haba contratado a una asesina para buscar
venganza en su nombre esperando que pudiera de algn modo salvar a su amiga de la
oscuridad que la haba envuelto. En su lugar, inconscientemente haba puesto en
movimiento los engranajes de la cada de Serra.
La Cazadora haba matado al Jedi Medd Tandar. Esto llev a la involucracin del
Consejo y del rey. Cuando Lucia confes sus acciones a Serra, deba haber estado
horrorizada. Su padre lo habra estado. Ella debera haberle contado al rey sobre la
asesina, dejando fuera el nombre de Lucia para proteger a su amiga. Ella poda haber
evitado todo el sufrimiento que estaba por llegar con un simple acto de honestidad. En su
lugar, escogi engaarle, guardndose el secreto y deleitndose en el terrible crimen
cometido en su nombre.
Esa mentira haba resultado en su viaje a Coruscant, donde haba sabido del destino
de su padre. Mirando atrs no tena ninguna duda de que Caleb habra dado su vida antes
que someterse a la voluntad del lado oscuro. Pero en lugar de honrar su recuerdo y seguir
su ejemplo, dej que su pena se retorciera y pervirtiera su sentido de justicia. Una vez
ms dej que la rabia y el odio dominaran sus acciones, y Lucia fue mandada para
contratar a la Cazadora para un segundo trabajo.
Cuando el hombre oscuro de sus sueos fue capturado, a Serra se le dio una
oportunidad ms de alejarse del abismo. Poda haberle entregado a las autoridades. En su
lugar escogi aprisionarle y torturarle.
Para ese punto se haba hundido tanto hasta el fondo de la oscuridad que incluso
Lucia haba percibido su corrupcin. Su amiga haba tratado de advertirle. Haba
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reconocido en lo que se estaba convirtiendo Serra. Pero ahora Lucia estaba muerta
tambin.
Rabia, venganza, engao, crueldad, odio esos eran los caminos del lado oscuro.
Desde la muerte de Gerran, Serra les haba permitido dominar su vida, atrayndola ms y
ms lejos por el camino. Y slo fue ahora, cubrindose sola en la esquina de una cabaa
en mitad del desierto, que entendi el autntico precio.
El lado oscuro destruye. No puede traer paz ni consuelo; slo trae miseria y muerte.
Caleb haba entendido esto. Haba tratado de enserselo. Pero ella le haba fallado, y
le haba costado todo.
Lo siento, Padre, susurr ella, extendiendo el brazo para limpiarse una lgrima
del ojo. Ahora lo entiendo.
Lo que estaba hecho no poda deshacerse. Tendra que vivir con la carga de sus
crmenes. Pero de ah en adelante no se permitira ser seducida por el lado oscuro de
nuevo. Fuera cual fuera el destino que le aguardara, cual fuera la consecuencia o el
castigo que cayera sobre ella, lo aceptara con una calma estoica y una fuerza silenciosa.
An soy la hija de mi padre.
***
Bane estaba bien al tanto de lo cerca que haba estado de morir a manos de Zannah en la
Prisin de Piedra. An as, todava estaba vivo, prueba de su resistente fuerza y poder.
Haba acabado prisionero, pero haba emergido ms poderoso que cuando haba entrado.
El Holocrn de Andeddu poda haberse perdido, lo ms probable enterrado para siempre
en el colapso de la mazmorra, pero ya haba reclamado sus preciados conocimientos: el
secreto de la transferencia de esencias. Y aunque su aprendiz an estaba viva, l poda
acabar de encontrar su reemplazo.
Estudi a la iktotchi cuidadosamente mientras haca funcionar los controles de la
lanzadera, haciendo sutiles ajustes para mantenerlos en ruta mientras dejaban el calmado
vaco del espacio y descendan a la turbulencia de la atmsfera de Ambria.
Ella le haba dicho que su nombre era la Cazadora, y que haba pasado los ltimos
cinco aos como una asesina contratada, perfeccionando su habilidad de identificar y
explotar las debilidades en sus objetivos. Era difcil discutir los resultados; en sus breves
encuentros con Bane ya haba demostrado tanto una destacable ambicin como un
increble potencial. Sus logros eran an ms impresionantes cuando uno consideraba que
nunca se le haba dado ningn entrenamiento formal en los caminos de la Fuerza. Todo lo
que haca le llegaba de la habilidad natural. Puro instinto. Poder crudo.
Su habilidad para perturbar la Fuerza en los otros slo daba mayor testimonio de su
fuerza. Nunca haba sido entrenada en esta tcnica rara y difcil; ella simplemente la
desataba contra sus enemigos a travs de la pura fuerza de voluntad: crudo pero efectivo.
Sin embargo, era su otro talento lo que de verdad intrigaba al Lord Oscuro.
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mis manos le habra dejado con vida en caso de que necesitara alguna vez sus servicios
una tercera vez.
Nunca te habra ayudado por voluntad propia, contraatac Serra. No haba rabia
en su voz, aunque sus palabras tenan el sonido acerado de la verdad.
Pero me ayud, le record Bane. Fue til. Podra darte una utilidad a ti
tambin, si compartes su talento.
Mi padre me ense todo lo que saba, admiti ella. Pero, como l, nunca
ayudar a un monstruo como t.
Ella se gir para dirigirse a la iktotchi que estaba en silencio al lado de Bane.
Si sigues a este hombre te destruir, advirti ella. He visto las recompensas
que se les da a aquellos que caminan por el camino del lado oscuro.
El lado oscuro me dar poder, respondi la Cazadora confiada. Me guiar a mi
destino.
Slo un imbcil cree eso, respondi la princesa. Mrame. Me entregu al odio.
Dej que me consumiera. Mi deseo de venganza me cost todo y a todos los que me
importaban.
El lado oscuro devorar a aquellos que carezcan del poder para controlarlo,
estuvo de acuerdo Bane. Es una feroz tormenta de emocin que aniquila todo a su
camino. Lleva al desgaste a los dbiles y a los indignos.
Pero aquellos que son fuertes, aadi l, pueden cabalgar los vientos de la
tormenta hasta alturas incomprensibles. Pueden desbloquear su autntico potencial;
pueden cortar las cadenas que les atan; pueden dominar el mundo a su alrededor. Slo
aquellos con el poder de controlar el lado oscuro pueden de verdad ser libres.
No, respondi Serra, suavemente agitando su cabeza. No lo creo. El lado
oscuro es malvado. T eres malvado. Y nunca te servir.
Haba un desafo silencioso en sus palabras, y Bane no percibi nada que pudiera
decir o hacer para persuadirla. Por un breve momento consider intentar el ritual de la
transferencia de esencias, entonces rpidamente rechaz la idea. El ritual consumira su
forma fsica, y si fracasaba al poseer su cuerpo su espritu quedara atrapado para siempre
en el vaco. Su voluntad era tan fuerte como la de su padre, y l no saba si era lo
suficientemente poderoso como para sobreponerse a ella.
No necesitaba hacer esto ahora. An tena varios aos antes de que su cuerpo actual
fallara por completo. Era mejor esperar y tratar de encontrar a un tcnico que creara un
cuerpo clnico. Eso, o encontrar a alguien ms joven e inocente.
Ella no nos es de utilidad, Maestro, seal la iktotchi, un brillo ansioso en sus
ojos. Puedo matarla para usted?
l asinti, y la Cazadora camin hacia delante, avanzando lentamente sobre la otra
mujer. Bane percibi que a la asesina le gustaba saborear la matanza, deleitndose en el
miedo y el dolor de sus vctimas. Pero Serra no hizo ningn movimiento para defenderse.
No trat de correr, o de rogar piedad. En su lugar, se qued perfectamente tranquila,
dispuesta a encontrar su destino con una aceptacin muda.
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para que pudiera alcanzar su completo potencial. Pero no se dio cuenta de lo lejos que
haba llegado.
Adems de los tomos que su Maestro le haba dado, Zannah haba buscado sus
propias fuentes de conocimiento Sith oculto con los aos. Practicando en secreto, haba
progresado mucho ms all de las expectativas de Bane, aprendiendo nuevos hechizos
para desatar el lado oscuro de formas que l nunca habra siquiera imaginado.
La prxima vez que nos encontremos, Maestro, te mostrar lo poderosa que me he
vuelto.
Tuvo la sensacin de que ese encuentro sera pronto. Bane estaba ah fuera, en alguna
parte. Planeando y planificando su prximo encuentro. Si no le encontraba pronto, saba
Zannah, entonces l la encontrara a ella.
***
La noche estaba cayendo para cuando la Cazadora volvi al campamento. Bane le haba
ordenado enterrar el cuerpo de Serra, no por un sentimiento de respeto u honor, sino
simplemente para mantener alejados a los carroeros y eliminar el cuerpo antes de que
empezara a descomponerse. Para su crdito, la iktotchi no haba protestado o cuestionado
su orden: o entenda la necesidad o confiaba en su juicio.
Mientras ella estaba fuera, Bane haba coleccionado lea de una pequea pila de
madera en la parte trasera de la cabaa y encendi un fuego para protegerse del fro. La
iktotchi estaba ahora ante l, el brillo de las llamas transformando su piel roja en un
naranja brillante, siniestro.
Dijiste que queras que te enseara, seal l, agachndose para atizar el fuego
con un palo. Lo sostuvo con su mano izquierda, su agarre fuerte para evitar que el
temblor volviera.
Quiero aprender los caminos de los Sith.
Si vas a convertirte en mi aprendiz, debes dejar a un lado las cadenas de tu vieja
vida. Debes cortar todos los vnculos con la familia y amigos.
No tengo ninguno.
No sers capaz de volver a tu hogar; debes estar dispuesta a dejar atrs todas tus
posesiones mundanas.
La riqueza y los bienes materiales no significan nada para m, respondi ella.
Slo anso poder y propsito. Con poder, cualquier cosa que quieras o necesites puede ser
tomado. Con propsito, tu vida tiene significado.
Bane asinti aprobndolo, atizando el fuego una vez ms antes de continuar.
Si te conviertes en mi aprendiz, quien eras cesar de existir. Debes renacer en los
caminos del lado oscuro.
Estoy preparada, mi lord. No haba error en la ansiedad de su voz.
Entonces escoge un nuevo nombre para ti misma, como smbolo de tu nueva y
mayor existencia.
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Zannah haba cado en un sueo sin descanso, slo para ser despertada por un lento,
regular bip de su consola de control. Examinando la fuente, vio que era una llamada de
emergencia de largo alcance. En lugar de ser anunciada a lo largo de mltiples anchos de
banda, sin embargo, esta estaba llegando por el canal privado del Victoria. Slo una
persona aparte de ella conoca esa frecuencia.
Curiosa, descodific el mensaje. Slo contena cinco palabras: Ambria. El
campamento del sanador.
Su primer pensamiento fue que Bane le estaba preparando una trampa, tratando de
atraerla. Pero cuando ms pensaba en ello, menos probable pareca. Era obvio de quin
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era el mensaje. Si estuviera preparando una trampa, por qu revelarse as cuando slo le
pondra en guardia?
Quizs slo quera que esto terminara. Antes de caer dormida, Zannah haba estado
pensando en lo que l le haba dicho antes de su enfrentamiento en los pasillos de la
Prisin de Piedra.
Slo el ms fuerte tiene el derecho de gobernar a los Sith! El ttulo de Lord Oscuro
debe ser agarrado, arrancado del agarre todopoderoso del Maestro!
Si Bane an crea en la Regla de Dos si an crea que era la clave para la
supervivencia y la dominacin final de los Sith entonces este mensaje era un desafo,
una invitacin para que su aprendiz fuera a Ambria y terminara con lo que haban
empezado en la Prisin de Piedra.
Tena que admitirlo, era mejor que malgastar aos cazndose el uno al otro por la
galaxia, preparando trampas y planeando la destruccin del otro. Bane haba reinventado
a los Sith para que sus recursos y esfuerzos se centraran contra sus enemigos ms que en
los unos contra los otros. Cuando el aprendiz desafiaba al Maestro se supona que deba
decidirse en una nica confrontacin: rpida, limpia, y final.
Ahora, sin embargo, la Orden se haba fracturado. Ya no eran Maestro y aprendiz,
sino rivales compitiendo por el manto de Lord Sith. Efectivamente estaban en guerra, y
mientras ambos vivieran, los Sith estaran divididos. Era tan difcil creer que, por el bien
de la Orden, Bane quisiera acabar con un duelo en Ambria? Si Bane an honraba la Regla
que haba creado, entonces el mensaje poda ser tomado como cierto.
Pero qu hay del Holocrn de Andeddu?
Ella haba pensado en un principio que estaba buscando la vida eterna para poder
desafiar a la Regla de Dos al vivir para siempre. Ahora no estaba tan segura. La
inmortalidad de verdad sera una violacin de los principios subyacentes de la Regla? Los
secretos dentro del Holocrn podan evitar que Bane envejeciera, pero no crea que
pudieran protegerle de caer en batalla. Si era lo suficientemente fuerte como para
derrotarle, ella an ganara su lugar como Maestra, al igual que Bane haba pretendido
cuando la encontr por primera vez como una joven chica en Ruusan. Ahora se
preguntaba si el Holocrn slo era una salvaguardia para mantener a la Orden fuerte.
Quizs Bane lo vea como una forma de protegerse contra una candidata indigna que
ascendiera al trono Sith simplemente porque el Maestro se volviera dbil y enfermizo con
la edad.
Zannah se inclin hacia delante y traz una ruta a Ambria, preguntndose qu haba
hecho a Bane escoger el campamento del sanador como localizacin para su encuentro
final.
El mundo estaba impregnado de energas del lado oscuro; durante la primera dcada
de su aprendizaje Bane y Zannah haban morado all cerca de las costas del Lago Natth.
Pero no estaba llamndola de vuelta a su campamento; estaba esperndola en el de Caleb.
Dos veces el Lord Oscuro casi haba muerto all. Tena eso algo que ver con su
eleccin de la localizacin? O haba otra explicacin?
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Era an posible que fuera a ir hacia una trampa. Ambria era un mundo escasamente
habitado. Sera fcil hacer los preparativos all sin atraer atencin indeseada.
An as, sus instintos le decan que no era lo que Bane estaba planeando. Y si sus
instintos se equivocaban en algo tan importante como esto, entonces mereca lo que fuera
que le esperara.
De todas formas, razon ella mientras la nave haca el salto hacia el hiperespacio,
esto acabar pronto.
***
La noche haba pasado en Ambria, dando paso al calor abrasador del da. Con la salida
del sol, Bane y Cognus se haban retirado dentro del refugio de la cabaa. Ah el Lord
Oscuro se haba sentado de piernas cruzadas en el suelo, meditando y reuniendo su fuerza
en preparacin para la llegada de Zannah.
Ella probablemente aparezca con un ejrcito a sus talones, advirti la iktotchi.
Bane agit su cabeza.
Sabe que debe enfrentarse a m sola.
No lo entiendo.
Los Sith solan ser tan numerosos como los Jedi. Al contrario que los Jedi, sin
embargo, aquellos que servan buscaban desbancar a sus lderes. Su ambicin era natural;
ese es el camino del lado oscuro. Es lo que nos dirige, nos da fuerza. An as tambin
puede destruirnos si no se controla apropiadamente.
Bajo los caminos antiguos, un poderoso lder poda caer por la fuerza combinada de
muchos Sith inferiores trabajando juntos. Era inevitable, un ciclo que se repeta una y otra
vez. Y cada vez, la Orden se debilitaba.
Los ms fuertes eran asesinados, y los dbiles desgarraban a los Sith con sus
insignificantes guerras de sucesin. Mientras tanto, los Jedi permanecieron unidos,
confiando en saber que sus enemigos estaban demasiado ocupados luchando los unos
contra los otros para derrotarles.
Descubri una forma de romper este ciclo, dijo Cognus.
Ahora todo lo que hacemos se gua por la Regla de Dos, explic Bane. Un
Maestro, un aprendiz. Esto asegura que el Maestro slo caer ante un sucesor digno.
Zannah sabe que si va a gobernar en mi lugar, debe demostrar que es ms poderosa
derrotndome ella misma.
Cognus asinti.
Lo entiendo, Maestro. No interferir cuando ella llegue.
Como dndole pie, el sonido de los motores de una lanzadera rugi por el
campamento. Los dos se levantaron en pie y caminaron fuera al calor del desierto justo
mientras la nave de Zannah tocaba tierra.
Ella sali un par de segundos ms tarde. Como Bane haba predicho, estaba sola.
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Zannah esperaba que Bane fuera a ella de forma agresiva, pero incluso as fue cogida
con la guardia baja por la ferocidad de su ataque.
Abri con una serie de golpes altos a dos manos, utilizando su gran altura para llevar
su espada cortando hacia ella desde arriba. Ella fcilmente bloque cada golpe, pero el
impulso del impacto aplastante hizo que se tambaleara hacia atrs, lanzndola fuera de
equilibrio.
Sin embargo, ella se recuper fcilmente girando fuera del camino cuando l sigui
con un barrido bajo y oscilante para cortarle por las rodillas. Ella contraatac con un
pinchazo con la punta de una de sus espadas hacia la cara de Bane, pero l agach su
cabeza a un lado y volvi con un amplio corte arqueado, con una mano a la altura del
pecho.
Zannah intercept su espada con la suya propia, inclinando su arma de forma que el
impulso del ataque de Bane fuera redirigido hacia abajo, mandando la punta de su sable
lser al suelo. Esto le debera haber expuesto a un contragolpe, pero l ya estaba
reaccionando a su movimiento, llevando todo su cuerpo hacia delante hacia Zannah antes
de que ella pudiera alzar su arma.
Su peso la golpe, llevndola hacia atrs mientras Bane lanzaba su cuello hacia
delante. Zannah lanz su cabeza atrs justo a tiempo, y el cabezazo que le habra
aplastado la cara le dio en la barbilla en su lugar.
Luchando por mantenerse en pie, Zannah alz su arma de nuevo, girando la
empuadura de forma que las espadas giratorias formaran una pared defensiva que
repeliera la siguiente media docena de golpes de Bane.
Durante sus aos bajo Bane, haban luchado cientos de veces. Durante esas sesiones,
ella siempre haba sabido que se estaba reservando algo para el da que inevitablemente
lucharan de verdad. Slo ahora se dio cuenta de cunto haba estado contenindose.
Era ms rpido de lo que ella poda siquiera imaginar, y estaba utilizando nuevas
secuencias y movimientos poco familiares que nunca haba revelado durante sus sesiones
prcticas. Pero de algn modo ella haba sobrevivido al vapuleo inicial, y ahora saba qu
esperar.
El siguiente intercambio tuvo un sentimiento ms familiar. Bane presion a la accin
con una combinacin devastadora y compleja de ataques, pero Zannah fue capaz de
interceptar, bloquear, o reflejar cada uno. Su estilo defensivo era simple, pero realizado
de forma correcta era casi impenetrable.
Reconociendo esto, Bane retrocedi y cambi de tctica. En lugar de una presin
salvaje, incansable para abrumarle, cay en un patrn de fintas y golpes rpidos,
sondeando y pinchando sus defensas en busca de una debilidad mientras los dos se
acomodaban en una larga batalla de desgaste.
Zannah haba luchado contra l una vez antes, cuando an estaba metido en su
armadura de orbaliskos. Ella lo recordaba como luchar contra una fuerza de la naturaleza:
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los parsitos quitinosos cubriendo todo su cuerpo eran insensibles a los ataques de sable
lser, permitindole atacar con pura ira animal. Haba sobrevivido a ese encuentro slo
por convencer a Bane de que no le haba traicionado, y al final l la haba dejado vivir.
Su estilo entonces haba sido bruto y simple, aunque innegablemente efectivo. Ahora,
sin embargo, su tcnica era ms avanzada. Incapaz de simplemente cargar
descuidadamente hacia delante, haba desarrollado un estilo impredecible, aparentemente
aleatorio. Cada vez que pensaba que poda anticipar de dnde vendra el siguiente ataque,
l cambiaba de tctica, perturbando el ritmo de la batalla y hacindole ceder terreno.
Ella estaba siendo llevada atrs en una lenta retirada, y se dio cuenta que l la estaba
llevando hacia las lanzaderas, esperando clavarla contra el casco de metal sin lugar al que
ir. Zannah se conform con seguirle el juego, dando rpidos pasos, cuidadosos hacia atrs
sobre el terreno suave, arenoso, mientras empezaba a reunir su poder.
La clave era la sutileza. No poda dejar a Bane percibir lo que estaba haciendo o se
lanzara a otro vapuleo salvaje de ataques, forzndola a concentrar toda su energa en
mantenerle a raya. Ella tena que darle la ilusin de que l estaba controlando la accin,
cuando de hecho ella slo estaba a un par de segundos de desatar una explosin de
brujera del lado oscuro que desgarrara su mente.
Bane rode ampliamente tratando de llegar sobre su flanco izquierdo. Zannah
simplemente alter el ngulo de su retirada, dando varios pasos ms hacia atrs para
mantenerle a una distancia simple mientras ella bateaba un par de cortes y golpes
simblicos.
Con su atencin dividida entre el enemigo enfrente de ella y el hechizo Sith que
estaba preparando para lanzar, Zannah no se dio cuenta de lo cerca que estaba de las
tumbas recin cavadas. Su taln se top con el terreno irregular mientras retroceda,
lanzndola fuera de equilibrio mientras caa de forma extraa al suelo y aterrizaba sobre
su espalda.
Bane estuvo sobre ella en un instante, su sable lser cortando violentamente, sus
pesadas botas pateando y pisando a su cuerpo bocabajo. Zannah se agit y gir en el
suelo, su sable lser oscilndose desesperadamente para bloquear la espada de Bane.
Sinti un crujido agudo mientras la punta de su bota la atrap por las costillas, pero ella
rod con el impacto y consigui acabar de nuevo en pie.
Su visin estaba borrosa con estrellas, el dolor disparndose por su lado izquierdo con
cada jadeo mientras trataba de recuperar el aliento. Bane no abandon, llegando a ella
con un asalto frentico. El siguiente par de segundos fueron un borrn mientras Zannah
confiaba puramente en los instintos entrenados durante veinte aos para bloquear la
oleada de golpes, milagrosamente evitando que aterrizara un golpe letal.
Zannah se lanz a una voltereta hacia atrs, lanzando la cabeza sobre los tobillos tres
veces en una rpida sucesin slo para poner algo de espacio entre ella y Bane. Antes del
cuarto ella de repente se detuvo y se agach, lanzndose hacia delante con su sable lser
como una lanza para empalar a su oponente mientras cargaba contra ella en
persecucin slo que Bane no estaba ah.
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Bane percibi el ataque, preparndose.
Haba alentado el entrenamiento de Zannah en la brujera Sith, sabiendo que podra
serle de buena utilidad contra l algn da. Si resultaba que no era lo suficientemente
fuerte como para sobrevivir, entonces no era digno de ser el Lord Oscuro de los Sith.
Eso no significaba que no estuviera preparado, sin embargo. La brujera del lado
oscuro era compleja; atacaba la psique de formas que eran difciles de explicar y an ms
difcil defenderse de ellas. Bane no tena talento para ello, an as haba hecho lo que
poda para estudiar las tcnicas. Lo que haba aprendido era que el nico contraataque
real era la fuerza de voluntad de la vctima.
El asalto de Zannah empez como un dolor agudo en su crneo, como un cuchillo
caliente apualando directamente en su cerebro antes de hundirse para cortar los dos
hemisferios por la mitad. Entonces el cuchillo explot, mandando un milln de
fragmentos ardiendo en cada direccin. Cada uno se hundi en su subconsciente,
buscando miedos y pesadillas enterrados slo para liberarlos y sacarlos a la superficie.
Bane dej salir un grito y cay de rodillas. Cuando se levant el cielo estaba denso
con un enjambre de horrores voladores. Sus alas estaban desgarradas y radas, capas de
cuero de piel colgando de los huesos expuestos. Sus cuerpos eran pequeos y deformes,
sus piernas retorcidas terminando en garras largas, afiladas. Su carne era de un amarillo
enfermizo: el mismo color de las caras de los mineros que haban muerto en Apatros tras
ser atrapados en una cmara llena de gas.
Sus rasgos eran inhumanos, pero sus ojos ardientes eran inconfundibles: cada criatura
le estaba mirando con la mirada llena de odio de su padre abusn. Como uno, volaron
abajo hacia l, sus bocas chirriando un grito que sonaba como el nombre de su padre:
Hurst, Hurst, Hurst!
Balanceando su sable lser salvajemente a la manada de demonios, Bane se agach al
suelo, su mano libre alzndose para cubrir su cara y protegerse de las garras agarrndose
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a sus ojos. Mientras el enjambre le envolva, capt un vistazo de Zannah en pie a un par
de metros, su cara congelada en una mscara de intensa concentracin.
Bane saba que era un truco; las bestias no eran reales. Slo eran ficciones de su
imaginacin nacidas de los recuerdos reprimidos de su infancia, sus mayores miedos
manifestados en forma fsica. Pero haba conquistado esos miedos haca tiempo. Haba
convertido su miedo a su padre abusn, en rabia y odio, las herramientas que le haban
dado la fuerza para resistir y finalmente escapar de su vida en Apatros.
Saba cmo derrotar a estos demonios, y golpe atrs. Desatando un grito primitivo,
canaliz su terror en pura ira y cort con el lado oscuro. Destroz el enjambre en una
explosin de luz violeta desgarradora, totalmente obliterndolos.
***
Zannah observ mientras Bane se agachaba contra el suelo, su sable lser oscilando
salvajemente contra fantasmas invisibles, pero no dej que su concentracin flaqueara.
La mente de Bane era fuerte; si abandonaba aunque fuera un instante podra liberarse del
hechizo.
Durante un segundo pens que haba ganado mientras Bane dejaba salir un grito, pero
la explosin de energa que sigui la mand retrocediendo hacia atrs.
Recuperando su equilibrio vio que Bane estaba en pie de nuevo, y saba que haba
resistido el hechizo. Pero an tena una sorpresa ms para su Maestro.
De nuevo se abri al lado oscuro. Esta vez, sin embargo, no atac a Bane
directamente. En su lugar, lo dej fluir a travs de ella, atrayndolo del suelo y la piedra
de la misma Ambria. Ella llam al poder enterrado durante siglos, invocndolo a la
superficie en zarcillos afilados de humo oscuro serpenteando de la arena.
Los finos zarcillos reptaron por el suelo, alcanzndose los unos a los otros,
entretejindose en tentculos retorcindose de varios metros de largo.
Entonces, en respuesta a su orden silenciosa, los tentculos se alzaron y se lanzaron a
su enemigo.
***
Bane vio la extraa niebla negra reptando por el suelo y supo que no era una ilusin. De
algn modo Zannah le haba dado sustancia y corporeidad al lado oscuro,
transformndolo en media docena de esbirros sombros, como serpientes alzndose del
suelo.
De repente los zarcillos volaron hacia l. l cort con su sable lser para cortar al ms
cercano por la mitad, pero la espada simplemente pas a travs de la niebla negra sin
efectos. Bane se lanz a un lado, pero la punta del tentculo an se frotaba contra su
hombro izquierdo.
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El material de sus ropas se funda como si hubiera sido salpicado de cido. Un trozo
de carne de debajo simplemente se disolvi, y Bane grit de agona.
Una vez, los orbaliskos se haban fusionado a su cuerpo con un compuesto qumico
abrasador tan intenso que casi le haba vuelto loco. Haca diez aos se los haban
eliminado cuando la carne de Bane haba sido literalmente cocida por una explosin
concentrada de sus propios relmpagos violetas. Durante su interrogatorio, Serra le haba
bombeado una droga que se senta como si le estuviera comiendo vivo desde el interior.
Pero el dolor torturador que sinti por el mero toque del zarcillo del lado oscuro era
distinto a cualquier cosa que Bane hubiera experimentado antes.
El dao estaba lejos de amenazar su vida, pero casi hace que Bane cayera en shock.
Cay con fuerza al suelo, su mandbula suelta y sus ojos en blanco. Su mente estaba
retrocediendo ante el breve contacto. El dolor radiaba a travs de cada nervio de su
cuerpo, pero lo que sinti iba ms all de cualquier sensacin fsica. No era el calor crudo
del lado oscuro sino el vaco fro de la propia nada esparcindose a travs de l. Tocaba
cada sinapsis en su mente, se agarraba al ncleo de su espritu. En ese instante sabore la
completa aniquilacin, y sinti el verdadero horror de la nada absoluta.
De algn modo consigui permanecer consciente, y cuando el siguiente tentculo se
enroll fue capaz de luchar por ponerse en pie y rodar fuera del camino.
Su hombro herido an estaba palpitando, pero la oscuridad vaca que haba
amenazado con abrumarle se haba desvanecido, permitindole ignorar el dolor.
Los zarcillos se estaban amasando para otro asalto, movindose ms rpido mientras
Zannah los alimentaba con un flujo regular de poder. Bane desat relmpagos violetas de
sus dedos, pero cuando los rayos golpearon a las formas negras fibrosas fueron
absorbidos sin ningn efecto aparente. Estaban hechos de pura energa del lado oscuro, y
no haba forma en que pudiera daarlos.
Eso le dejaba con slo una opcin: matar a Zannah antes de que los tentculos le
mataran a l.
Liber otra explosin de relmpagos hacia su aprendiz. Ella capt los rayos con su
sable lser, hacindolos intiles. Pero su reaccin fue una fraccin ms lenta de lo
normal, y Bane supo que era ms que slo las costillas heridas. El esfuerzo por mantener
los zarcillos animados estaba presionando la habilidad de Zannah de atraer la Fuerza
hacia sus lmites, dejndola vulnerable en otras reas.
Con el sable lser en mano, Bane carg hacia ella. Los zarcillos volaron para
interceptarle, pero Bane se agach, salt, y esquiv, abrindose paso bajo, sobre y
alrededor de ellos mientras caa sobre Zannah.
Ella levant su sable lser para defenderse contra su ataque, pero sin todo el poder de
la Fuerza tras ellos, sus movimientos eran raros y torpes. Ella bloque el golpe, pero no
reaccion lo suficientemente rpido mientras Bane caa y golpeaba sus pies de debajo de
ella con un barrido de su pierna. Mientras caa l torci la empuadura de su sable lser
de forma que su espada capt una de las suyas, haciendo escapar la empuadura de su
agarre y mandando su arma volando por el campamento.
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Con su enemiga desarmada e indefensa a sus pies Bane baj su brazo para dar el
golpe de gracia, slo para que fuera interceptado a medio barrido por uno de los zarcillos
del lado oscuro. Se envolvi alrededor del codo. Piel, msculo, nervios y hueso disueltos
instantneamente, cortando la extremidad.
Su antebrazo sin cuerpo y su puo se tambalearon sin hacer daos al suelo, su sable
lser apagndose mientras la empuadura se deslizaba de sus dedos repentinamente sin
enervar. El Lord Oscuro no grit esta vez; el dolor era tan intenso que le dej mudo
mientras colapsaba en el suelo.
Todo se volvi negro. Ciego y solo, sinti el vaco acercndose. En desesperacin
extendi el brazo con su mano izquierda, agarrando la mueca de Zannah mientras ella
yaca en el suelo junto a l. Con su ltima accin, invoc todo su poder restante e invoc
el ritual de transferencia de esencias.
Trabajando a la velocidad del pensamiento, su mente toquete las corrientes de la
Fuerza, agarrndose al poder del lado oscuro, girando, dando forma, y retorcindose en
los patrones intricados que haba desgarrado del Holocrn de Andeddu.
La fra oscuridad tragndoselo se desvaneci, reemplazada por una explosin
abrasadora de luz carmes mientras el poder del ritual era liberado. Bane estaba al tanto
de que su carne estaba siendo totalmente consumida por el inimaginable calor, reducida a
cenizas en milsimas de segundo. Pero ya no era una parte de su propio cuerpo. Su
espritu lo haba descartado como un viejo cascarn a favor de uno nuevo.
Bane estuvo de repente totalmente consciente de sus alrededores fsicos. Poda ver
con los ojos de Zannah, poda escuchar con sus odos. Poda sentir el intenso calor del
brillo carmes del ritual a travs de su piel. Pero Zannah an estaba ah tambin. Ella
percibi su asalto; poda sentir su terror y confusin como si fuera el suyo propio. Y
cuando grit de horror l grit con ella.
Los zarcillos negros se desvanecieron mientras su concentracin se haca pedazos,
desapareciendo como humo al viento. Instintivamente, ella luch para repeler al invasor.
Bane poda percibirla empujndole, rechazndole, tratando de sacarle fuera incluso
mientras l incansablemente trataba de forzar su camino hacia el interior y desvanecerla
de la existencia.
Se convirti en una batalla de voluntades, sus dos identidades atrapadas juntas dentro
de la mente de Zannah, agarrndose por la posesin de su cuerpo. Se tambaleaban en el
precipicio del vaco, Bane buscando obliterar todo rastro de su identidad mientras que
ella buscaba llevarle abajo a la negrura.
Por un momento parecieron estar igualados, sin ninguno ganando ni cediendo terreno.
Y entonces de repente se acab.
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Desde una distancia segura la iktotchi haba observado a las dos figuras de sus sueos
combatir. Era una observadora imparcial, sin tener preferencias de cul emergera
victoriosa. Ella slo quera servir a quien demostrara ser ms fuerte.
El conflicto haba sido breve pero intenso: se haba maravillado ante la velocidad de
sus espadas, sus movimientos tan rpidos que apenas poda seguir la accin. Haba
percibido el increble poder de la Fuerza desatado a travs de explosiones de relmpagos
y los siniestros zarcillos que reptaban desde el suelo. Tembl en anticipacin con el
conocimiento de que ella tambin, algn da, aprendera a cargar con tal poder.
Haba visto a Bane tirar a la mujer al suelo y golpear lejos su arma, slo para que su
brazo fuera cortado por el toque de uno de los tentculos negros. Y entonces hubo un
flash tan brillante que haba sido forzada a cerrar sus ojos y apartar la mirada.
Cuando volvi a mirar, Bane no estaba, su cuerpo reducido a una pila de cenizas. La
mujer rubia an yaca en el suelo, mareada pero viva. Los zarcillos mortales no estaban a
la vista.
Cuidadosamente se aproxim a la escena. El brazo cortado de Bane yaca en el suelo,
pero el resto de su cuerpo haba sido consumido por el brillo carmes. En el instante antes
de que apartara la mirada, sin embargo, haba sentido algo.
Incluso desde una distancia, haba percibido una increble explosin de poder, el
mismo poder que haba percibido en el propio Bane. No saba cmo era posible, pero casi
pareca como si la energa vital del Lord Oscuro se hubiera liberado de su forma fsica en
un instante glorioso, liberndose del mundo material. Entonces, tan repentinamente como
haba percibido la presencia, se haba ido, desvanecindose como un animal ocultndose
bajo tierra.
Loco como poda parecer, slo haba un lugar donde poda imaginar que poda haber
ido.
La mujer en el suelo se alz, sus ojos abrindose mientras se levantaba lentamente en
pie. Se movi de forma extraa y no pareca erguirse recta, como si estuviera poco
familiarizada con cmo funcionaban sus propias extremidades y msculos aunque
simplemente poda ser el resultado del cansancio de la batalla.
Ella agit su cabeza rubia de lado a lado, y el movimiento pareci restaurar algn
sentido de su equilibrio. Ponindose recta y alta, se gir y fij a la iktotchi con una fra
mirada.
Sabiendo lo dementes que sonaran sus palabras, Cognus vacil antes de preguntar.
Lord Bane?
Bane ya no est, respondi la mujer, su voz confiada y fuerte. Soy Darth
Zannah, Lord Oscura de los Sith y tu nueva Maestra.
La iktotchi cay sobre una rodilla, doblando sus manos en splica e inclinando su
cabeza.
Perdneme, Maestra.
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EPLOGO
Set Harth era demasiado
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SOBRE EL AUTOR
DREW KARPYSHYN es el autor de best sellers del New York Times de Star Wars:
Darth Bane: Camino de Destruccin y su secuela, Star Wars: Darth Bane: Regla de Dos.
Tambin escribi la serie de novelas aclamada de Mass Effect, y es un escritor/diseador
de videojuegos ganador de premios para BioWare. Tras pasar la mayor parte de su vida
en Canad finalmente se cans de los inviernos largos, fros y se dirigi al sur en busca
de un clima ms apropiado para jugar al golf todo el ao. Ahora vive en Texas con su
mujer, Jennifer, y su gato.
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Notas
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