Oraciones de Arrupe
Oraciones de Arrupe
Oraciones de Arrupe
Arrupe
MILAGROS ................................................................................................................................. 2
PRINCIPIO INTEGRADOR ............................................................................................................... 3
POBRE COMO T........................................................................................................................... 4
NADA ES MS PRCTICO............................................................................................................... 5
TAN CERCA DE NOSOTROS ............................................................................................................ 6
A DONDE DIOS LA LLEVE ............................................................................................................... 7
A LOS JVENES .............................................................................................................................. 8
SI PIENSAS HACERTE JESUITA ..................................................................................................... 9
ENTREGA INCONDICIONAL .......................................................................................................... 10
QUIERO VIVIR EN TU CASA .......................................................................................................... 11
A TUS PIES, SEOR ...................................................................................................................... 12
PONME CON TU HIJO .................................................................................................................. 13
EN TU CORAZN.......................................................................................................................... 14
OTRO LOCO COMO T ............................................................................................................. 15
AQUELLA MISA EN LA FAVELA..................................................................................................... 16
EN LAS MANOS DE DIOS .............................................................................................................. 17
SEAN BUENOS ............................................................................................................................. 18
SENTIRSE AMADO POR DIOS ....................................................................................................... 19
DEL DOLOR Y LA ALEGRA............................................................................................................ 20
LLAMADOS A SER COMPAEROS DE JESS ................................................................................ 21
DESEAR ORAR .............................................................................................................................. 22
TESTIGOS DE ESPERANZA ............................................................................................................ 23
LA MAYOR GLORIA DE DIOS ........................................................................................................ 24
LA ESPERANZA CRISTIANA........................................................................................................... 25
SEAN SANTOS .............................................................................................................................. 26
VALENTA ..................................................................................................................................... 27
LA ORACIN ................................................................................................................................ 28
MILAGROS
Sent a Dios tan cerca
en sus milagros
que me arrastr violentamente detrs de s.
Y lo vi tan cerca de los que sufren,
de los que lloran,
de los que naufragan en esta vida de desamparo,
que se encendi en m el deseo ardiente de imitarle
en esta voluntaria proximidad
a los desechos del mundo,
que la sociedad desprecia,
porque ni siquiera sospecha que hay un alma
vibrando bajo tanto dolor.
(De su paso por Lourdes, antes de entrar en la Compaa, donde fue testigo de tres
curaciones milagrosas).
PRINCIPIO INTEGRADOR
Mantengamos intacto el principio:
El que se abre a s mismo hacia el exterior
debe no menos abrirse hacia el interior, esto es,
hacia Cristo.
El que tiene que ir ms lejos para socorrer
necesidades humanas, dialogue ms ntimamente
con Cristo.
El que tiene que llegar a ser contemplativo en
la accin procure encontrar en la intensificacin
de esta accin la urgencia para una ms profunda
contemplacin.
Si queremos estar abiertos al mundo, debemos
hacerlo como Cristo, de tal manera que
nuestro testimonio brote, como el suyo, de su
vida de su doctrina.
No temamos llegar a ser, como l, seal de
contradiccin y escndalo Por lo dems, ni
siquiera l fue comprendido por muchos.
De su libro
En l solo la esperanza.
POBRE COMO T
Siempre que me he acercado a ti
y he visto que no tuviste
donde reclinar la cabeza
y que tuviste por lecho de muerte una cruz,
me siento traidor
al ver que tengo cada da ms,
que me siento vctima
de una sociedad de consumo
y que necesito cada da ms cosas.
Y sin embargo, slo una cosa es necesaria.
Me parece que comienzo a intuir
lo que es ser pobre como T.
S que la condicin de seguirte
es dejarlo todo.
El que no deje todo lo que posee,
no puede ser mi discpulo.
Siento que me dices
que me despoje de todo y que confe en Ti.
Me pides que me lance a tu Providencia
con los ojos cerrados
y que todo lo dems
se me dar por aadidura,
incluso la verdadera eficacia
de nuestro apostolado.
Que t eres la gran seguridad,
el gran seguro del inseguro.
Ese salto en el vaco oscuro de la fe
es muy difcil
y supone confianza ciega.
Coloquio sobre la pobreza,
Mxico D. F., noviembre, 1972.
NADA ES MS PRCTICO
Nada es ms prctico
que encontrar a Dios;
que amarlo de un modo absoluto,
y hasta el final.
Aquello de lo que ests enamorado,
y arrebate tu imaginacin,
lo afectar todo.
Determinar
lo que te haga levantar por la maana
y lo que hagas con tus atardeceres;
cmo pases los fines de semana,
lo que leas
y a quien conozcas;
lo que te rompa el corazn
y lo que te llene de asombro
con alegra y agradecimiento.
Enamrate, permanece enamorado,
y eso lo decidir todo.
En EE. UU.
Fecha y lugar desconocidos.
A LOS JVENES
Yo os dira
que todo se puede resumir
en ser amigos de Cristo,
pero amigos verdaderos.
l ya nos ha elegido por amigos:
Vosotros sois mis amigos.
Ahora es necesario
que nosotros le elijamos a l
como amigo nuestro,
pero amigo de verdad,
como nuestro mejor amigo.
Para convertirnos a l,
para unirnos ms ntimamente a l,
para identificarnos con l,
no hay camino ms recto
que el que pasa por la Eucarista.
Fraccin de:
A los jvenes en Ass,
06 de septiembre de 1979.
ENTREGA INCONDICIONAL
Jess, mi Dios, mi Redentor,
mi Amigo, mi ntimo Amigo,
mi corazn, mi cario.
Aqu vengo, Seor, para decirte
desde lo ms profundo de mi corazn
y con la mayor sinceridad y cario
de que soy capaz,
que no hay nada en el mundo, que me atraiga,
sino T slo, Jess mo.
No quiero las cosas del mundo.
No quiero consolarme con las criaturas.
Slo quiero vaciarme de todo de m mismo,
para amarte slo a Ti.
Para Ti, Seor, todo mi corazn,
todos sus afectos, todos sus carios,
todas sus delicadezas
Oh Seor!, no me canso de repetirte:
Nada quiero sino tu amor y tu confianza.
Te prometo, te juro, Seor,
escuchar siempre tus inspiraciones,
vivir tu misma vida.
Hblame muy frecuentemente
en el fondo del alma
y exgeme mucho,
que te juro por tu Corazn
hacer siempre lo que t deseas,
por mnimo o costoso que sea.
Cmo voy a poder negarte algo,
si el nico consuelo de mi corazn
es esperar que caiga una palabra de tus labios,
para satisfacer tus gustos?
Seor, mira mi miseria, mi dureza,
mi debilidad
Mtame antes de que te niegue algo
que T quieras de m.
Seor, por tu Madre! Seor, por tus almas!,
dame esa gracia
Siete aos despus,
ya en Japn, el padre Arrupe
re-elabora la anterior oracin:
Splica a Jesucristo
EN TU CORAZN
Seor, encirrame
en lo ms profundo de tu Corazn.
Y, cuando me tengas ah,
qumame, purifcame,
inflmame, sublmame,
hasta la satisfaccin perfecta
de tus gustos,
hasta la ms completa aniquilacin de m mismo.
Orar con el Padre Arrupe.
Jos Garca, S. J.
04 de mayo de 1974.
SEAN BUENOS
No puedo, no debo omitir una ltima palabra.
San Ignacio, hablando del General de la Compaa de Jess, dice que son muchas
las cualidades necesarias para dicho cargo. Pero, aun cuando faltaren todas las
dems, una no debe faltar: la bondad.
Por tanto, les digo: Sean buenos.
Sean buenos. Buenos en su rostro, que deber ser distendido, sereno y sonriente;
buenos en su mirada, una mirada que primero sorprende y luego atrae. Buena,
divinamente buena, fue siempre la mirada de Jess. Lo recuerdan? Cuando Pedro
fue alcanzado y traspasado por aquella mirada divina y humana, llor
amargamente.
Sean buenos en su forma de escuchar. De este modo experimentarn, una y otra
vez, la paciencia, el amor, la atencin y la aceptacin de eventuales llamadas.
Sean buenos -y tambin esto ha sido sabiamente sugerido- en sus manos. Manos
que dan, que ayudan, que enjugan las lgrimas, que estrechan la mano del pobre y
del enfermo para infundir valor, que abrazan al adversario y le inducen al acuerdo,
que escriben una hermosa carta a quien sufre, sobre todo si sufre por nuestra
culpa; manos que saben pedir con humildad para uno mismo y para quienes lo
necesitan, que saben servir a los enfermos, que saben hacer los trabajos ms
humildes.
Sean buenos en el hablar y en el juzgar; sean buenos, si son jvenes, con los
ancianos; y, si son ancianos, sean buenos con los jvenes
Mirando a Jess -para ser imagen de l- sean, en este mundo y en esta Iglesia,
contemplativos en la accin; transformen su actividad en un medio de unin con
Dios; estn siempre abiertos y atentos a cualquier gesto de Dios Padre y de todos
sus hijos, que son hermanos nuestros.
De un retiro a sacerdotes dado por el P. Pedro Arrupe
en Cagliari Italia, el 11 de marzo de 1976.
DESEAR ORAR
Con el deseo se ensancha el corazn, cuanto ms ancho se hace ms capaz de
recibir la gracia.
San Agustn
[1] Por favor, sean valientes! Les dir una cosa. No la olviden. Oren, oren mucho!
Estos problemas no se resuelven con esfuerzo humano. Estoy dicindoles cosas que
quiero recalcar, un mensaje, quizs mi canto de cisne para la Compaa. Tenemos
tantas reuniones y encuentros pero no oramos bastante.
[2] Un nuevo nacimiento, una vida nueva, vida de hijos de Dios. Este es el milagro
del Esprituesto presupone una delicada atencin a las voces del Espritu, una
interior docilidad a sus sugerencias y por lo mismo, ms todava, una plena
disponibilidad que slo una sincera libertad de todos y de todo hace posible y
eficaz. "El viento sopla donde quiere, y oye su voz, pero no sabes de dnde viene ni
a dnde va. As es todo el que nace del Espritu" Me viene a la mente la
comparacin con el planeador de arrastre cuya fuerza y capacidad de velocidad, la
tiene toda y solamente del dejarse llevar dcilmente sin ninguna resistencia, del
aeroplano que lo conduce.
[3] Vivir hoy, en todo momento y en toda misin el ser "contemplativo en la
accin", supone un don y una pedagoga de oracin que nos capacite para una
renovada "lectura" de la realidad -de toda la realidad- desde el Evangelio y para
una constante confrontacin de esa realidad con el Evangelio.
[4] Les pido una nueva exigencia: la de buscar, si es necesario, otros modos,
ritmos y formas de oracin ms adecuados a sus circunstanciasy que garanticen
plenamente esta experiencia personal de Dios que se revel en Jess.
[5] Hoy, ms quizs que en un cercano pasado, se nos ha hecho claro que la fe no
es algo adquirido de una vez para siempre, sino que puede debilitarse y hasta
perderse, y necesita ser renovada, alimentada y fortalecida constantemente. De ah
que vivir nuestra fe y nuestra esperanza a la intemperie "expuestos a la prueba de
la increencia y de la injusticia", requiera de nosotros ms que nunca la oracin que
pide esa fe, que tiene que sernos dada en cada momento. La oracin nos da a
nosotros nuestra propia medida, destierra seguridades puramente humanas y
dogmatismos polarizantes y nos prepara as, en humildad y sencillez, a que nos sea
comunicada la revelacin que se hace nicamente a los pequeos.
[6] As, cuando invito a los Jesuitas y a nuestros laicos a profundizar en su vida de
fe en Dios, y a alimentar esa vida por medio de la oracin y de un compromiso
activo, lo hago porque s que no hay otro modo de producir las obras capaces de
transformar nuestra maltrecha humanidad. El Seor habla de "sal de la tierra" y
"luz del mundo" para describir a sus discpulos. Se saborea y se estima la sal, se
disfruta de la luz y se la estima. Pero no la sal inspida ni la luz mortecina.
Notas del P. Pedro Arrupe SJ
TESTIGOS DE ESPERANZA
La esperanza de que somos portadores se basa en la humilde conviccin de la
radical limitacin, en nuestra falta de esperanza en medios meramente humanos y
naturales, para poder ofrecer una solucin global y duradera a los problemas de
hoy. Esto no significa, sin embargo, que rechacemos sencillamente o condenemos
en bloque los valores naturales y humanos, la cultura y el progreso como intiles;
sino ms bien, que somos profundamente conscientes de su importancia limitada y
relativa, de la necesidad de integrarlos en el plan redentor de Dios de manera que
iluminados, vivificados y elevados por el Espritu, puedan convertirse para el
hombre en autnticos signos y motivos de cristiana esperanza.
Los hombres hoy buscan la verdad en que poder cimentar su esperanza, no en
huecas palabras o razonamientos abstractos, sino en la vida de alguien como ellos:
gente que encarna y personaliza las autnticas verdades en que dicen creer. Hoy se
necesita un testimonio cristiano, no slo de individuos aislados, sino tambin de
grupos y de comunidades, que, a travs de sus vidas, puedan marcar a la
humanidad el rumbo que deben seguir para recuperar sus esperanzas y encontrar
su salvacin. Como los primeros cristianos de los que deca Philon su fraternidad
supera toda descripcin, o hacan exclamar a Flavio Josefo tienen un espritu
maravilloso de comunidad. No seremos portadores de esperanza ms que cuando
poseamos la verdad que salva y adems, como Cristo, nuestras vidas sean tales
que muestren el camino hacia la verdad e induzcan a los otros a seguirlo.
Esa es la meta hacia la que debemos avanzar. Estoy convencido de una cosa: sin
una conversin personal profunda no seremos capaces de hacer frente al reto que
tenemos planteado hoy. Pero si logramos derribar las barreras dentro de nosotros
mismos, tendremos la nueva experiencia de que Dios irrumpe en nosotros y
conoceremos qu significa ser cristiano hoy. Por qu no hemos de lograrlo?
Si podemos hacer frente a este desafo, los signos de desesperacin se
transformarn pronto en seales de esperanza y diremos con san Pablo:
Precisamente nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulacin
engendra la paciencia, la paciencia virtud probada, esperanza, y la esperanza no
falle.
(La Iglesia portadora de esperanza para los hombres 25/08/77)
Pedro Arrupe SJ
LA ESPERANZA CRISTIANA
La autntica esperanza cristiana, esa que esperamos hoy en la Iglesia, ni pierde su
confianza ante la inutilidad de las cosas ni coloca esa confianza en s misma.
Enraizada slo en Dios, apuntala, gua y va ms all que cualquier otra solucin,
sea ideolgica, poltica, social o econmica. Este es nuestro gran mensaje al mundo
de hoy: si no basamos en la cruz nuestra esperanza, si no buscamos un mundo
nuevo y una vida nueva a travs de los sufrimientos y la muerte de Cristo no hay
esperanza posible. Carecer de cimientos, ser una esperanza falsa y
decepcionante, que aboca necesariamente en la des-esperacin.
Nada puede destruir una esperanza que brota de la cruz de Cristo. Por muy negro
que est el horizonte, por muy grandes que sean los problemas o los sufrimientos,
los cristianos que tienen esta esperanza estn capacitados para gritar con Pablo:
Agobiados desde todo punto de vista, no nos han aniquilado: llevamos siempre en
el cuerpo la muerte de Jess, para que la vida de Jess pueda manifestarse en
nuestros cuerpos (2 Cor 4,8-10).
El cristiano, frente al mundo y sus problemas, lejos de ser pesimista, es
esencialmente optimista. Por amor de Dios y de sus semejantes, trabaja, se
esfuerza y, si es necesario, muere, esperando contra toda esperanza (Ro 8,14),
sabiendo que mientras su trabajo, su esfuerzo y su vida son necesarias para la
transformacin del mundo y la liberacin del hombre, stas se realizan en definitiva
y por completo nicamente por la gracia de Dios: No yo, sino la gracia de Dios
conmigo.
La esperanza es la decisin de vivir la fe radicalmente. En las dificultades
insuperables radica nuestro optimismo esperanzador. Cuando parece que
debiramos desesperar porque no se ve ninguna solucin, es cuando omos: Una
esperanza que se ve, no es esperanza. Comprendemos as las palabras de Pablo
VI: La esperanza del cristiano procede ante todo de estar persuadido que el Seor
trabaja con nosotros en el mundo, continuando en su cuerpo que es la Iglesia -y
por la Iglesia en toda la humanidad- la redencin que realiz en la cruz y que
floreci en una victoria esplendorosa en la maana de la Resurreccin.
Tendremos el coraje y abnegacin para ello y la generosidad de hacer a otros
partcipes de ella? Si podemos decir s, entonces la Iglesia ser portadora de las
esperanzas de los hombres hoy y ms que nunca porque esperamos lo que no
vemos (Rom 8,25).
Pedro Arrupe SJ
SEAN SANTOS
El santo encuentra mil formas, aun revolucionarias,
para llegar a tiempo all donde la necesidad es urgente;
el santo es audaz, ingenioso y moderno;
el santo no espera a que vengan de lo alto las
disposiciones y las innovaciones; el santo supera los obstculos y, si es necesario,
quema las viejas estructuras superndolas;
pero siempre con el amor de Dios y en absoluta fidelidad
a la Iglesia a la que servimos humildemente porque la amamos apasionadamente.
(Sacerdotes para la Iglesia y para los hombres - 11.03.76)
VALENTA
No tengo miedo al nuevo mundo que surge.
Temo ms bien que los jesuitas
tengan poco o nada que ofrecer a ese mundo,
poco o nada que decir o hacer,
que pueda justificar nuestra existencia como jesuitas.
Me espanta que podamos dar respuestas de ayer
a los problemas de maana.
No pretendemos defender nuestras equivocaciones,
pero tampoco queremos cometer la mayor de todas:
la de esperar con los brazos cruzados
y no hacer nada por miedo a equivocarnos.
Padre Pedro Arrupe, sj
New York Times, 25-11-66
LA ORACIN
Por favor, sean valientes! Les dir una cosa. No la olviden. Oren, oren mucho!
Estos problemas no se resuelven con esfuerzo humano. Estoy dicindoles cosas que
quiero recalcar, un mensaje, quizs mi canto de cisne para la Compaa. Tenemos
tantas reuniones y encuentros pero no oramos bastante.
Un nuevo nacimiento, una vida nueva, vida de hijos de Dios. Este es el milagro del
Esprituesto presupone una delicada atencin a las voces del Espritu, una interior
docilidad a sus sugerencias y por lo mismo, ms todava, una plena disponibilidad
que slo una sincera libertad de todos y de todo hace posible y eficaz. El viento
sopla donde quiere, y oye su voz, pero no sabes de dnde viene ni a dnde va. As
es todo el que nace del Espritu.
Vivir hoy, en todo momento y en toda misin el ser contemplativo en la accin,
supone un don y una pedagoga de oracin que nos capacite para una renovada
lectura de la realidad -de toda la realidad- desde el Evangelio y para una
constante confrontacin de esa realidad con el Evangelio.
Les pido una nueva exigencia: la de buscar, si es necesario, otros modos, ritmos y
formas de oracin ms adecuados a sus circunstancias y que garanticen
plenamente esta experiencia personal de Dios que se revel en Jess.
Hoy, ms quiz que en un cercano pasado, se nos ha hecho claro que la fe no es
algo adquirido de una vez para siempre, sino que puede debilitarse y hasta
perderse, y necesita ser renovada, alimentada y fortalecida constantemente. De ah
que vivir nuestra fe y nuestra esperanza a la intemperie expuestos a la prueba de
la increencia y de la injusticia, requiera de nosotros ms que nunca la oracin que
pide esa fe, que tiene que sernos dada en cada momento. La oracin nos da a
nosotros nuestra propia medida, destierra seguridades puramente humanas y
dogmatismos polarizantes y nos prepara as, en humildad y sencillez, a que nos sea
comunicada la revelacin que se hace nicamente a los pequeos.
As, cuando invito a los Jesuitas y a nuestros laicos a profundizar en su vida de fe
en Dios, y a alimentar esa vida por medio de la oracin y de un compromiso activo,
lo hago porque s que no hay otro modo de producir las obras capaces de
transformar nuestra maltrecha humanidad. El Seor habla de sal de la tierra y
luz del mundo para describir a sus discpulos. Se saborea y se estima la sal, se
disfruta de la luz y se la estima. Pero no la sal inspida ni la luz mortecina.
P. Pedro Arrupe, SJ.