Historia de Las Feminazis en América (Spanish Edition)
Historia de Las Feminazis en América (Spanish Edition)
Historia de Las Feminazis en América (Spanish Edition)
AMRICA
SIDHARTA OCHOA
Prlogo
La barbarie de lo civilizado
terrible: que sus hijos son en realidad de padres asesinados por la dictadura
militar: origen es destino.
Quiz Sidharta Ochoa no pertenece a ningn lado, yo la ubico en una triple
frontera: la del lenguaje, la de su estilo narrativo y la multicultural. En estas
narraciones salvajes y disparatadas, hallamos una escritora cuya ferocidad no
es sino un exceso de civilizacin, una coleccionista de tiempos desdoblados, y
que al igual que Dante, clasifica a sus demonios, para colocar a cada uno en su
propio infierno.
Edgar Krauss
Mxico DF, octubre de 2013.
Este libro es para el Club del Crochet, Nitro Press, Tristana Landeros y para
mis editores porque hacen de mi escritura un gozo mayor, una fiesta constante.
correos casi crpticos donde a cuentagotas dejaba ver los detalles del
Congreso, se titulaba: Narradores del siglo XX en el ltimo Territorio Libre
de Amrica Latina. No sonaba muy prometedor todo aquello pero el tedio
californiano nos obligaba a salir aunque fuera a un congreso marginal.
Al fin, hicimos los arreglos necesarios y llegamos a la Habana un
poco cansados del vuelo. Unos jvenes mulatos, de trasero que se vea muy
firme, nos indicaron que debamos asistir a una primera lectura; el calor
insoportable puede acabar con una mujer de sesenta aos como yo. Pero lleg
un autobs por nosotros, nos llev al hotel y de ah al Caf Neruda donde beb
hasta olvidar casi todo.
En la lectura, y cuando ya estaba un tanto ebria, se acerc a m Malena
Gonzlez una poeta joven, bellsima, del spoken word de Miami, recitaba
como si estuviera preparndose para un sitcom de chicanos, tambin un poeta
ecuatoriano ganador del Casa Amricas recitaba unos versos mientras sus
amigos le tomaban fotos. Yo vea a Malena que era de ojos grandes y piel
morena. Platicaba conmigo como si me conociera mientras otro de los
participantes, un cubano, nombraba las cosas que vea, la playa, el mar, el
malecn; despus me enter que los poetas cubanos reales no asistan a
congresos, no eran invitados, vivan en la miseria pues la cuota de escritores a
difundir la determinaba un Comit Central. Me distraje por algn momento de
la enumeracin; lo que yo quera era ver carne de los presentes: hombres y
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mujeres; como cuando empezaba a escribir. Pero eso ya haba quedado atrs.
Pronto me di cuenta de que todos los cubanos que ah estaban eran demasiado
predecibles y mercantiles. Como yo ya estoy vieja deb conformarme con el
tipo ms vendido de todos, no es lo mismo que hace diez aos, cuando todava
era posible ligarme a hombres y mujeres ms jvenes.
Entre las poetas invitadas al congreso se encontraban algunas de las
mujeres que despus fueron vinculadas al Colectivo Feminazi. Eran, ahora que
lo pienso, una sntesis de resentimientos. Cuando terminaron todas las lecturas,
el poeta ecuatoriano tuvo un ataque de coraje en el malecn y rompi en mil
pedazos la guitarra de un colombiano. Era una rabia arcaica o quiz solamente
una rabia alcohlica. Cansada y con dolor de piernas, no pude seguirle la
fiesta a uno de los cubanos que pretenda sacar alguna ventaja de mi senectud.
Le dije al Vctor que nos furamos y me respondi que invitramos a varias de
las chicas al hotel. Le dije que s pero en realidad estaba cansada. El
colombiano y el ecuatoriano enfrascados en la pelea me recordaron que
siempre unos son ms iguales que otros. As pasamos la noche bebiendo en el
hotel y riendo, el ron anestesi mi dolor reumtico. Hubo noches buenas, pero
a los pocos das y despus de no tener suficiente papel para limpiarme el
trasero, empec a deprimirme. En una ocasin me dio un torzn en medio de
una lectura y no haba agua ni papel en los baos. Ya quera regresarme al
gabacho.
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integrantes del colectivo casi siempre antes de llevar a cabo una instalacin
por si un miembro caa durante la ejecucin del plan. En las reuniones, la ms
vieja preside la mesa, hay un grupo encargado de sealar a la prxima
vctima. La ejecucin debe ser cuidadosa, digna de una feminazi. Los
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no la reconozco.
Ahora toda la gente habla de ella e inventa cosas de este intolerable
basurero, lleno de fbricas oscuras y cruces blancas. Tal vez por eso la ciudad
nunca logra estar limpia, es el paso de muchas almas. Acaso esta ciudad sea
como dicen que son las crceles: aunque limpies y limpies la suciedad
siempre brota.
Cuando tena trece me tuve que separar de mis padrinos que me
ofrecieron una vida mejor pues fueron encarcelados por trfico de drogas, yo
era blanquita y por eso quisieron criarme. All, hace casi sesenta aos, y
regres a la pobreza de mis padres, aunque slo estuve un par de aos con
ellos porque posteriormente me cas.
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Una de mis hijas conduce; yo quiero verme entera, siempre hay que
verse entero aunque por dentro uno est muriendo, es una regla de la vida.
Regla que no entendieron muy bien mis sucesoras que no sacaron nada de m.
Tengo hasta tres generaciones para seguir viviendo, para perpetuarme en otros
que no sean yo misma, para que vean un poco mi rostro en el espejo cada
maana.
Antes de llegar a la despedida veo que la ciudad ha cambiado ms en
estos ltimos meses, me parece que estoy entrando ms profundo en una
pesadilla; hay cruces blancas colocadas en los cerros, muchas de ellas con
flores y ofrendas y fotos tambin de desaparecidos. La sombra seca de los
adioses repentinos.
Me empiezan a temblar las manos llegando al lugar donde les diremos
adis. Tomo un lpiz labial pero empiezo a desorientarme, una angustia
sofocante me invade el pecho, y tengo que lanzar un gemido casi silencioso.
Subo esta mantilla que me vendieron en un mercado unas espaolas,
que supuestamente usara en la boda de Siri o de Arturo, cuando viaj por
primera vez a esos lugares. Ya era vieja cuando fui al viejo continente. No
hubo tal boda ni hijos que vinieran de ellos. No hubo nada de eso, nada de
esos nios que tanto cuid. Las calles abarrotadas con cruces parecen no
terminarse. Qu tristeza tan infinita! Es ahora en el ltimo adis, cuando cargo
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este castigo que no s de dnde viene. Slo puede ser un castigo! Tal vez sea
el castigo de generaciones pasadas, como dice el cristianismo sobre el que
escup, pero no! esto tiene una explicacin perfectamente racional y se puede
rastrear. Aunque esta explicacin me lance al ms hondo de los dolores. Pues
casi lo he perdido todo!
Veo que mis hijos se encuentran alejados de m y as quiero que sea.
Es la hora en que entran dos atades a esta iglesia que no redime a nadie, esta
iglesia de esclavos.
Me quedo quieta. Mis hijos sobrevivirn. Desde ahora comienza, an,
el fin. Estruendo mudo su ausencia. Tormenta estril. No logro entender nada
de esto. No s cmo ni por qu el final de mis descendientes tuvo que ser as.
Si ellos no eran como todos los otros, no eran rostros que pudieran
desperdiciarse, ni mentes sin posibilidad. Cruces que pueblan los cerros algn
da llenos de gente, de casas improvisadas; ahora estn desiertos.
Era mejor esa vida incontenible al silencio de la muerte. Cruces que
ha dejado una guerra declarada por un gobierno. Cruces que son como ros,
como la sangre de miles. Cruces de madera que inundan la ciudad y este pas.
Y si tan solo entre esos miles de muertos no hubieran ido mis nietos!
Y luego entra el atad de Arturo, que conserva la delgadez que tuvo
toda su vida y el rostro de un joven de veintisiete aos. Porta un saco gris y
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camisa azul. Luego ella, que sigue siendo muy blanca, no han exagerado en el
maquillaje de ste su ltimo momento pblico. Eso me deja tranquila, y me
sorprende que piense en estas nimiedades en este momento. Pero es
importante.
Ha habido sucesivas tcnicas para desaparecer las palabras que a
veces en silencio, recito. Ya no hay posibilidad de paz para esta raza, para la
ma. Y sobre todo ya no habr palabras producidas por ninguno de los mos.
Que muera entonces la raza irredenta!
Pero no la de aquellos que tienen semilla.
Al menos estn aqu sus cuerpos y puedo lanzar el llanto! No hay
justicia, pienso mientras mis huesos se vuelven ms dbiles, como si
separaran de mi carne, como si mi entraa estuviera lastimada y dolida
irremediablemente.
El grito de algunos nios se escucha y solo queda un eco en este
espacio abierto, en esta iglesia de los que bajan la cabeza, en este pas de
mierda, en esta irracionalidad fatal. Entre estas cruces y flores blancas. Y esta
muerte tan ella, tan vengativa que lleg, tan absurda.
Qu esas balas que son muchas, que son gabachas y tan nuestras, que
son el mal, que son la estupidez de un hombre que gobierna y de sus cmplices
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y generales en el poder, y que son este grito que no soporto! Este grito atorado
en mi garganta, este alarido que perseguir a muchos ms durante los aos que
sigan! Esta muerte, que es, parte de mi propia desaparicin. Estas muertes que
no debieron ser.
El ritual termina pronto y mis hijos vienen a m. Trato de sostenerme
pero ya no puedo, mi cuerpo ya no lo soporta, yo misma soy la que ya no lo
soporta. Tengo que sentarme. Cantan una cancin religiosa. Quiero que se
callen! Ya es el final. Yo ya vivo en otros, pero ellos, mis hijos ya no vivirn
en nadie. Por eso s que pronto: abandonar la tierra.
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he nacido tanto
y doblemente sufrido
en la memoria de aqu y de all
Regreso a la biblioteca y siento que se ha vuelto ms fra. La mujer
que me llev las notas de plstico amablemente me sonre y toma el telfono.
El rea de hemeroteca parece estar sola.
Todo sigue en silencio. Pienso que ese es el triunfo del imperio, el
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silencio, pues es un sntoma de que ya no hay nada que decir, de que quiz
hemos logrado suprimir la memoria.
Este canto arrepentido, viga detrs de mis poemas'
este canto me desmiente, me amordaza.
Quiz Pizarnik, no entendi nada, perra, no saba vivir. Estoy harta de todo
este acting out.
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy
sola.
Hay alguien aqu que tiembla
A pesar de que he tomado caf no logro concentrarme en las lecturas,
estoy cansada pero s que si regreso a la casa de estudiantes me encontrar
con monoslabos o quiz no, quiz algo ms. Recuerdo a mi amigo chileno que
vino a vivir aqu para formarse como novelista y su escritura termin
perdiendo mucha vitalidad, empez a escribir con grandilocuencia colonizada.
Creo que escriba mejor estando en su pas o ya no s si idealizo esas tierras
donde estn mis padres, que ven la televisin juntos, todas las noches. Siento
que me pesa la garganta.
Bah.
Me hago a la idea de seguir leyendo. Un grito intenso me asusta de
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hijo. No tengo idea de cmo pas eso pero par un hijo de un hombre
irrelevante. Quedamos de vernos en un parque y las piernas me tiemblan.
Pienso que por escribir este cuento perder a una prologuista importante que
escupir sobre las hojas si llego a mostrarle esto, pero ahora eso no importa
pues quedamos de vernos en un parque.
Mi hermana me llama para decirme que mi hijo se ha dormido. Me
asusta sentir que poco me importa lo que mi hijo haga ahorita. Y slo pienso
en las posibilidades de vernos en un parque.
Quedamos de vernos en un parque y recobro la cabalidad pensando
que no se nota ninguna de las dos cosas que me agobian mis estras y mi
precariedad ontolgica, pensando y trayendo a la mente la voz de Gaby o
Elisa y de un amante ocasional; no s, son esas voces de personas que me
hacen sentir segura porque me reafirman y no se atreven a decir cosas que
lastimaran. Me siento tonta, casi como la Miss Dalloway de Las Horas, la
Miss Dalloway contempornea, aunque la prisa a m nunca me ha dejado hacer
fiestas y mucho menos tener el gusto impecable.
Pero aun as estoy nerviosa, son casi las siete y quedamos de vernos
en un parque a eso de las siete y media. Me fumo un porro de marihuana para
aguantar la tensin de lo que sospecho ser un escrutinio brutal sobre mis
costumbres nomdicas, el consumo de drogas, mi vida llena de fiestas y
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alcohol.
Quiz lo quiero ver para reafirmarme, pero tambin pienso que dije
que tal vez lo vera para tener sexo y eso casi ya no importa.
Se llega la hora en que quedamos de vernos en un parque, llevo
zapatos altos y ah est esperndome, puntual, como siempre fue.
Mi instinto es abrazarlo pero me aparta. Era de esperarse, despus de
todo.
Qu bueno que quedamos de vernos en este parque.
Vamos a cenar algo. Te parece? me dice con voz amable, pero
ajena.
Ya no queda nada pienso pero le contesto que s, que vayamos.
Y eso, qu haces por ac? Son muchos aos... no se te hace?
Dnde vives ahora? Y t hijo qu edad tiene?
Mi hermana me marca y decido contestar la llamada. Le digo que en
un momento regreso, que estoy terminando algo del trabajo. Que regresar en
un par de horas.
Nos subimos a su auto y noto que su cuerpo sigue siendo casi el
mismo.
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Te ves idntica.
T no miento.
Vamos a cenar a mi restaurante de pasta favorito, se encuentra en la
misma calle que hace tiempo. La pizza es de corteza delgada y se sirve una
sangra que emborracha a los dos tragos; es un restaurante barato. Platicamos
sobre todo de m, poco me dice de su vida y siento a veces que estoy ante
alguien que oculta algo siniestro. Su mirada es firme y eso me tranquiliza, aun
as hay algo en sus palabras, en su aliento, que no es propiamente de l, quiz
una duda o un dolor aejo.
Ofrece llevarme a mi casa pero le digo que he dejado mi auto cerca
del parque en el que quedamos de vernos. Ya no hablamos en el camino. En un
movimiento rpido y desprovisto de toda delicadeza, separa mis piernas y
acaricia mi cltoris. Siento que el corazn se me va a salir. No atino a besarlo
o a moverme. Luego para sus caricias, casi abruptamente.
Bueno, me dio mucho gusto verte me dice.
Me bajo del auto desconcertada. Eso era lo que ocultaba.
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Las notas al pie o notas al margen son otro libro fallido para quienes escriben
porque no quieren ladrar. Como nos dijeron en la agrupacin: mejor escribir
que ladrar. Mejor dejar un mensaje que no decir nada, mejor decirlo
crpticamente que decirlo todo completamente. No s, en aqul entonces iba en
la universidad y crea en ellas, en las feminazis y en los meditabundos,
recuerdo que tena un profesor que gritaba Este pensador es pirruris, priista
y chilango! refirindose a Octavio Paz y agregaba siempre he querido
decirle: aqu te cach pero nunca logr torcerlo en el error.
Y as se form un ejrcito anti-Paz que no lograba superarlo
estilsticamente pero s axiolgicamente, hablo de Paz, no de sus epgonos,
muchos de sus protegidos resultaron peores escritores que el mismo Santiago
Papasquiaro, cono de la disidencia potica. En ese grupo, primero milit la
mujer que me invit al Crculo de Literatura Feminista.
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habitan los que menos. Espero el momento adecuado para cortar cabezas,
antes de que me la corten a m.
El cosmos habla
En la discusin que tuvo Lacan con Mircea Eliade sobre el significado del
smbolo, Eliade no saba que su inferencia etnolgica de la bsqueda de lo
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poder tener una vida normal, en mi pas, con mis amigos, cerca de mis abuelos
y con comida que me gustaba como las quesadillas de chicharrn del mercado.
Hombres y mujeres de todas partes iban y venan el primer ao, como Peter,
un alemn de rostro grave que asista a las sesiones de meditacin con una
cara de seriedad y que luego, aos despus, escribi El Parque Humano; l
hablaba mucho con la amiga de mi madre, Lisa.
A los meses me alejaron de mi madre y me llevaron a Holanda,
despus de eso pocas veces hablaba con mis abuelos o con mi ta. Suspend
mis estudios y me dediqu a las enseanzas de Bhagwan Shree Rajneesh, los
libros, y LPs que me mandaba mi abuela a Oregon dejaron de llegar a la
nueva direccin en Holanda, prcticamente no saba dnde estaba, pues poco
sala al exterior y cuando preguntaba los datos de dnde nos encontrbamos
exactamente, reciba respuestas vagas.
La habitacin de la comuna era compartida con una adolescente de
quince aos cuyo nombre nuevo era Chandra, para entonces yo ya llevaba 2
aos lejos de mi casa, en esa habitacin tambin estaba Eric, un
norteamericano de 12 aos con pecas, que llevaba ms de seis aos viviendo
en ese lugar y haba visto a sus padres unas cuatro veces desde entonces.
Varios hombres y algunas mujeres de la comuna trataban de meter las
manos bajo las cobijas para tocarme pero entre nosotros hicimos un pacto de
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no dejarnos tocar por nadie, menos por los adultos, alguno de nosotros gritara
si un adulto entraba al cuarto y todos lo sacbamos o lo agarrbamos a golpes,
cosa que algunas veces funcionaba. Casi siempre trataban de meterse a
nuestros cuartos cuando tenan alguna celebracin o cuando bailaban hasta
caer la noche vestidos todos de color rojizo.
No saba dnde estaba mi madre y a veces hablbamos por telfono,
primero me dijo que segua en los Estados Unidos y luego que sera
transferida, desde mi llegada a Holanda y hasta la deportacin de Bagwan tras
el escndalo de envenenamiento, dej de ver a mi madre tres aos. Segn me
explicaban era hora de que cortara todo apego con ella pues eso no me dejaba
crecer espiritualmente. Despus supe que la haban enviado a India a hacer
algunos trabajos. Cada da me resultaba ms difcil levantarme, ya no saba
cmo protegerme de las visitas nocturnas. Risas, danzas y alegra de una fiesta
que, al menos para m, no era.
No haba tampoco artculos de uso personal.
Erick tena sarro entre los dientes, le dije que eso se le poda quitar si
los cepillaba pero no haba ni pasta dental ni cepillos a nuestro alcance, as
que empez a lavar su boca con jabn y un trapo.
Ahora soy ms grande y recuerdo cmo confront a mi madre, o cmo
habl con algunos de los miembros. Todo se resume al deseo de escapar.
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rbol muerto
Cubierto de mariposas,
el rbol muerto,
florece.
Issa Kobayashi.
Como relat anteriormente en otro libro, Vallecitos es ese el lugar
extrao donde ocurrieron algunos sucesos que dieron origen a mi pasin por la
taxonoma. Ahora que me encuentro mejor puedo seguir con mi relato
rearmando las piezas de un suceso que apenas puedo recordar. A cada
momento que lo reconstruyo cambio detalles, excepto uno: la localizacin y el
orden de desaparicin de los involucrados, quiz por eso reacomodo mi
coleccin de Hemisfera como queriendo reordenar mis recuerdos.
Ya en casa despus de que Brenda dejara objetos que me serviran
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que si me da un vaso con agua. Le digo que s. Luego le digo que no. Se me
queda viendo fijamente a la cara. No sonre, no hace ninguna expresin. Miro
a la pared y hay un cuadro japons. Olas de cmic de una playa imposible.
Una cigarra canta, como cantaba en aquella ocasin, como siempre lo hacen en
estos lugares desrticos. Tal vez por eso las colecciono porque me gusta ms
controlarlas y tenerlas muertas, porque son el smbolo de lo que ocurri all,
en aqul entonces.
Miro a todos lados y el lugar sufre una suerte de mutacin temporal.
Slo atino a decirle con voz descompuesta: no, no estoy bien, t eres aqul
hombre que iba conmigo aqul da; te reconozco.
El hombre asinti tranquilamente. Entonces empec a ver todo negro.
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Despierto y veo la cara del soplador de vidrio. Me siento
sobreviviente del mismo golpe.
Y el canto de la cigarra inunda esa sala fra. Me dan ganas de correr,
no quiero escuchar lo que va a decir, me duele el estmago pero es como si
estuviera paralizada.
Por qu no me dijiste que eras de ese grupo, de los desaparecidos
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Saludar a mi padre
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Coleccionista de faisanes
artista brillante o al menos llev a cabo con xito el engao que hace pensar a
la gente que cierta obra realizada por uno mismo es un ingenio azaroso e
incuestionable.
Coleccionaba faisanes desde haca unos veinte aos, justo cuando se
divorci por primera y ltima vez. Los amigos haban dejado de visitarlo por
el cambio frecuente de carcter y en menor medida por el hbito de acumular
pieles de animales tan terribles como los faisanes, aves en teora pues
prefieren no ejercer de su habilidad ms esencial: el vuelo. Sus cabezas
negras, prpura y verde observaban a los invitados a su taller. Tena faisanes
oscuros, hembras marrn con mantos color negro, como mosaico de texturas
de pluma, haba tambin un faisn dorado rojo, machos de espaldas azules y
cabezas negras, faisanes dorado salmn o dorado canela, y tan solo una piel de
faisn de cuello largo azul; todos los mantena en perfecto estado o al menos
en mejor estado que su dentadura desgastada.
Los faisanes, permanecen la mayor parte de su vida, pegados al suelo.
Deca que conseguira cerca de cien pieles de estos animales para
montar una de sus mejores piezas, el problema es que ya haba rebasado ese
nmero de pieles y tena tambin muchos aos en esa empresa tan absurda que
le ocupaba gran parte del estudio donde llevaba a cabo el oficio que le haca
sobrevivir.
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Ivy league
Soy la sntesis de las no pasiones. Soy una neutral liberal y
cosmopolita que ha viajado por todo el mundo. Soy el canto de la nueva era.
Soy todo lo que puedo llegar a ser. Lo s.
El hombre que me acompaa saca un Ipad para revisar si tiene algn
correo, habla poco, nunca s lo que se trae en mente. Esperamos un vuelo y me
impaciento, me muerdo las uas, hay demasiada presin por este viaje pues
conocer a sus padres, no s qu pensarn de m. Antes de partir mi madre me
dijo que me comportara, que no usara escotes tan pronunciados en la visita y
que no usara palabras altisonantes como acostumbro. l sigue revisando los
correos cuando avisan que abordemos el vuelo. Re con alguien del chat. Es
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Telescopio
Para Ana Karenina
Ella se sube las medias negras mientras suena una cancin de Bob Dylan. La
voz rasposa resuena por las paredes del departamento. La televisin se
escucha tambin en la cocina de una casa recin abandonada, por la sala hay
fotos de tres escritores amigos suyos, poetas de viaje cido, poetas del
megfono que son personas que quieren ser poetas y que en instantes lo logran.
Sube las medias y ajusta despus el vestido con un cinturn delgado color
caf. Ahora a elegir los zapatos, que son la parte importante de todo el ritual.
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que maana temprano voy a pasar por lo que resta de mis cosas. Libros y
cosas as. Y tambin te pido que por favor no ests ah a la hora de que vaya a
recogerlas. El hombre pequeo me dice que no debo verte.
Pues est bien, pasa por ellas como a las dos de la tarde, te dejar
la llave con el guardia del edificio.
Despus de esa llamada ya no se pudo concentrar en los planos aunque
ide un nombre para el conjunto de residencias: Nomadismo platnico
fronterizo. Habra reglas en el conjunto residencial, por ejemplo las familias
no podran vivir ah ms de cuatro aos sino que stas deban de cambiar de
propiedad peridicamente. Esa noche sali finalmente a la calle sexta con
algunos conocidos que siempre hablan de lo mismo una y otra vez. Estaba ah
pero estaba incmoda, era la idea de volver a ese departamento desolado la
que pareca devastadora. El olor de la alacena que se haba vuelto
monotemtico y que era casi insoportable.
Cuando el hombre pequeo haca una entrada en su vida, la realidad
se volva catastrfica.
Como todos esos aos. Habl y bebi mucho, ansiosa brinc en la
pista de baile durante tres horas, luego se fue a su casa, manejando ebria. Al
da siguiente amaneci con el dolor de la resaca, se ba rpido pues ya iba
tarde al trabajo. Se hizo un caf. El desvelo no lo sentira hasta horas despus,
mientras trabajaba.
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Ella regresa a su casa por la llamada del portero, suena, Lay Lady,
Lay, en su cabeza. Mira con resignacin. De alguna forma saba que algo as
pasara. Ya no hay forma de regresar tiempos pasados. Cambiara la chapa.
Ahora concentrara toda su energa en sus planos, a trazar la disposicin del
telescopio, a elegir las obras que imaginaba adornando el conjunto
habitacional. Es ms, buscara la forma de instalar un proyector, una imagen
que se proyectara en la reciente barda de titanio construida por el gobierno
gringo, algo como esas pinturas que ahora estaban en la pared de su casa.
que todo estaba bien pero que su hijo deba ser internado en la clnica; no
saba bien qu le dira, de hecho la seora nunca me haba visto, slo saba
por chismes quiz o por comentarios que su hijo viva conmigo.
Yo saba que ella era una seora religiosa y que al saber del
padecimiento de su hijo lo haba expulsado de la casa, o eso al menos me
haba dicho l. S, eso me dijo cuando an crea en la mitad de lo que deca.
bamos a esa casa cerca de la de mis abuelos, se vea desde afuera
que era una residencia perfectamente ordenada y de paredes blancas estilo
americano como las primeras casas que fueron construidas por esos rumbos,
no saba cmo me presentara, despus de todo su madre era una mujer
estricta, impenetrable segn me comentaban y pocas cosas querra saber, quiz
ya hasta haba olvidado al hijo que haba tenido, fueron muchos meses en los
que la madre jams habl para saludarnos, ni siquiera tuvo curiosidad de
conocerme cuando nos casamos.
Mi prima y yo salimos de la casa de los abuelos mientras l estaba en
el hospital, decan que haba pocas posibilidades de recuperacin total.
Dice Primo Lvi, cuando narra la inminencia de la muerte en los
campos de concentracin, que la felicidad perfecta no es posible; pero que hay
pocos que se detengan en la consideracin opuesta de que lo mismo ocurre con
la infelicidad perfecta. Estoy en desacuerdo, hay minutos, incluso horas de
felicidad perfecta y tambin de infelicidad absoluta. Al menos en un estado de
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Una noche so que manejaba feliz el trayecto de la calle Hidalgo, esa calle
que una la casa de mis abuelos y la casa de l, era noche, Dante iba feliz;
entonces de la nada le disparaban a mi perro, su cara estallaba y sus ojos
botaban llenos de sangre en mi regazo. Fue una pesadilla que no me permiti
volver a conciliar el sueo, estaba aterrada, me tom un tiempo volver a
tranquilizarme ante la imagen de Dante muerto, sin aviso, por una bala.
*
Iba apresurada por la expectativa de conocer a la mujer que tanto tiempo me
haba intrigado, que era como un demonio destructor. Estaba nerviosa pero
tena esperanzas de que finalmente la seora fuera a ver su hijo. Estacion el
carro frente a la casa blanca.
Mi prima tom a mi perro quedndose en el carro y yo toqu la puerta.
Una mujer sali a mi encuentro, tena los ojos ligeramente descuadrados, uno
ms arriba que el otro, era extraa y poco amable. Le dije que buscaba a tal
seora. Me dijo que para qu quera verla.
Le respond que era por el tema de su hijo.
La verdad, no nos interesa saber nada de l me dijo.
A travs de la cortina logr ver una mujer casi inerte o que al menos
pareca no moverse ni un solo milmetro, sentada en una mesa de manteles
blancos.
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Si tan slo pudiera hablar con ella creo que es importante que
hablemos le dije.
Mi madre no est en condiciones, queremos que est tranquila.
Se lo pido.
Mi madre no quiere saber nada, sus nervios estn muy alterados y
una mala noticia puede ocasionarle otra crisis.
No, creo que no es algo malo, es slo que necesita saber....
Dante ladraba desde el otro extremo de la calle. Mi prima lo haba
bajado a la acera. Ahora ella intentaba subir al perro al verlo exaltado, casi
enojado.
No quiero insistir demasiado, no quiero pelear, pero he venido con
toda la intencin de que se acerquen
Dante se aleja de mi prima y viene detrs de m. La mujer me pide que
me vaya o llamar a la polica. Mi prima le grita al perro mientras la mujer
discute conmigo, Dante quiere cruzar la acera.
La mujer se mete de vuelta a casa, cierra la puerta azotndola.
Dante logra llegar hasta m y lo tomo, cruzamos la calle y lo subo de
nuevo a la camioneta.
No he logrado nada, hay que ir de regreso al hospital. La enfermera
me dice que puedo pasar pero que su estado no es bueno. Lo veo al rostro;
parecen los ojos de Dante, en el sueo, justo antes de morir.
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Marcuse, profesor
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Marcuse mientras l daba clases en la Jolla, California, que fue brillante pero
que en algn momento haba perdido toda inteligencia debido a una severa
depresin. Haba escrito cerca de diez libros psimos de poesa, para lo nico
que no haba perdido la capacidad era para firmar a la hora exacta de entrada
y salida y cobrar con diligencia los cheques y aguinaldos. El pobre tipo era un
hazmerrer cuya nica capacidad de represalia era esa msica punzante,
demencial. A veces me daba lstima, como cuando Medina, un profesor que
haba estado en la guerrilla de los sandinistas, haca mofa de l bailando como
loco o burlndose en su cara. Benjamn ni se inmutaba.
Vi la foto de mi novia, quera cogrmela ya, el sexo era lo nico que
mataba el tedio, que volva este vaco soportable.
Me met de nuevo al saln de clases para repetir la operacin de
hablar sobre cosas que no me entendan las eternas seoras o las adolescentes
que se encaminaban a parir, a llenar de cros este planeta, a padecer
necesidades, a vegetar intelectualmente; entr al saln y todos hablaban, rean
y gritaban, ah estaba Benjamn: haba escrito una frase desconcertante, del
tamao de todo el pizarrn: el poeta ve.
Nunca supe que quiso decir con esa frase crptica.
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Esperando al burcrata
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Fitzcarraldo, mi padre
fue salir corriendo en sentido contrario; era noche y la calle estaba sola. Fue
cuando regresaron los recuerdos de su rostro y de las cosas que haca, record
que iba en primero de primaria la ltima vez que lo vi, yo llevaba una
chamarra azul bombacha y el uniforme del colegio, fue como desenterrar
recuerdos dolorosos; a diferencia de mi hermana nunca haba sentido ningn
apego particular hacia l.
Mi madre justo antes de morir me mostr una carta que le escrib a mi
padre cuando tena unos cinco aos. Ya era tiempo de conocer al fantasma,
siempre pens que nunca lo ira a ver y que eso de las reconciliaciones eran
argumentos de serie gringa; ya haban pasado demasiados aos, pero el
chantaje de mi hermana mayor surti efecto. Me embarqu en el puerto que
supuestamente me llevara al encuentro con mi padre.
Deba contactar al Dr. Leopoldo que frecuentemente visitaba Mxico,
era un hombre franco y de sonrisa amplia, amigo de mi padre, de los pocos
que haban permanecido a su lado, aun cuando el proyecto de la Revolucin
ltima de la Raza Csmica haba fracasado haca ms de veinticinco aos.
Y as fue, vol hasta Brasil, y luego abord una embarcacin de la
Naviera Amaznica acompaada de unos estudiantes de antropologa que eran
los nicos que hacan viajes hasta la parte baja del ro, donde al parecer se
encontraba mi padre.
Los barcos que nos llevaban eran cmodos, no como esa primera
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Respira me dije.
Ah estaba un hombre lleno de arrugas. Levantaba la mano,
saludndome. Camin hasta l.
Hola me dijo.
Hola contest.
Me ayud con la maleta aunque caminaba con dificultad. No saba qu
decir, ni cmo comportarme, todo haba sido demasiado rpido, senta agujas
en el cuerpo, el abdomen atravesado, mezclado con una sensacin de felicidad
y alivio. Lo primero que me pregunt es si saba de esa extraa idea de los
primeros aos del socialismo cubano que consista en mezclar la gentica de
una vaca Holstein Holandesa con la del Ceb tropical; de esta forma se
acabara la hambruna en Latinoamrica, al generar una nueva raza abundante
en carne y leche mezclando la abundancia en leche de una y la abundancia en
carne de la otra.
Algo as estamos trabajando ac, pero con el alma me dijo.
Me pareci un tanto loco.
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ndice
Lo que ms me gusta es rascarme las tetas o sta ya es una
historia de las feminazis en Amrica
Abandonar la tierra o un primer lamento
Pizarnik o la mujer devorada
Quedamos de vernos en un parque
Las notas al pie
El cosmos habla
Ahora quedamos de vernos en el caf
rbol muerto
Saludar a mi padre
Coleccionista de faisanes
Ivy league
Telescopio Para Ana Karenina
Ojos de perro muerto
Marcuse, profesor
Esperando al burcrata
Fitzcarraldo, mi padre
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