Lucha Por La Independencia
Lucha Por La Independencia
Lucha Por La Independencia
P L U T A R C O N A R A N J O
Coordinación editorial:
Alfonso Ortiz Crespo
Cuidado de la edición y corrección del texto:
Elvira Durango Gomezjurado
986.6
Foto portada y contraportada: N218
Medalla del Centenario del 10 de Agosto.
Cristoph Hirtz Naranjo, Plutarco
La lucha por la independencia: del primer grito a la primera
Constitución / Plutarco Naranjo.-- Quito: FONSAL, 2009
162 p. ilus.
Primera edición, diciembre 2009 ISBN: 978-9978-366-30-1
Incluye bibliografía
Diseño e impresión:
1. ECUADOR – HISTORIA – INDEPENDENCIA.
Noción Imprenta 2. PRECURSORES DE LA INDEPENDENCIA
Quito - Ecuador
Telfs.: (593 2) 334-2205
Impreso en Ecuador
ISBN: 978-9978-366-30-1
INTRODUCCIÓN
TRANSCRIPCIONES ....................................................................................................... 97
Autorretrato de Espejo
Carta de Espejo al rey de España
Carta al ministro de Colonias
Carta del conde Ruiz de Castilla al Obispo de Quito
Acta de la Sesión del Cabildo de Pasto
Carta del marqués de Selva Alegre al conde Ruiz de Castilla
Oficio del virrey de Santa Fe al gobernador de Popayán
Manifiesto de la Junta Suprema de Quito al público
Manifiesto de la Junta Suprema de Quito a América
Oficio del gobernador de Guayaquil al marqués de Selva Alegre
Oficio del conde Ruiz de Castilla al gobernador de Guayaquil
Proclama de virrey de Lima a Quito
Demostración legal y política que hace el Cabildo de Quito a los de
Popayán y Pasto sobre los procedimientos de la Corte de Quito
Oficio del virrey de Lima al gobernador de Guayaquil
Oficio del virrey de Lima al marqués de Selva Alegre
Segunda proclama del virrey de Lima al pueblo de Quito
Oficio reservado del capitán Juan Salinas al conde Ruiz de Castilla
Oficio del conde Ruiz de Castilla a la Junta Central Gubernativa de la
monarquía española
Oficio del conde Ruiz de Castilla al virrey de Santa Fe
Oficio del conde de Selva Florida, D. Juan José Guerrero, presidente
de la Junta Suprema de Quito, al conde Ruiz de Castilla
Cartas que escribe Pedro Pérez Muñoz sobre los acontecimientos de
Quito ( números 16 y 17)
Texto de la Constitución de 1812
1. Los hijos de españoles residentes en las colonias eran conocidos como “criollos”. En las Cortes de Cádiz se los
llamó “españoles americanos”.
Espejo
Philip Astuto, quien estudió detenidamente las tres primeras obras de
Espejo, le califica en su libro como: “Reformador ecuatoriano de la ilustración”.
En efecto, en esas tempranas obras, el quiteño aparece como el agudo refor-
mador. Quizá fue la indignación del hombre culto que llevó a Espejo a escribir
su obra “El Nuevo Luciano de Quito o Despertador de los ingenios Quiteños. En
nueve conversaciones eruditas para el estímulo de la literatura”, escrito por el
Dr. Don Javier de Cía. Apéstegui y Perochena, procurador y abogado de Causas
Desesperadas, 1779. El seudónimo implica cierta ironía. Por muchas razones,
el reformador no podía aparecer con nombres propios. Por boca de uno de los
personajes de las “conversaciones”, hace una larga y profunda crítica de la edu-
cación, en especial de la impartida por los jesuitas, quienes se consideraban
como los mejores educadores.
tos o como paradigmas de oradores. Cuánta repugnancia debió sentir por ellos
y por la pobreza cultural. El orador más famoso fue el cura de Zámbiza, Sancho
Escobar. Como en años anteriores fue invitado a ofrecer en la Catedral de Quito
el sermón de las tres horas, que mereció los concebidos y zalameros elogios.
Fue la gota que rebasó el vaso y movió a Espejo a lanzarse a la dura lucha.
2. El título original completo es “Reflexiones sobre la virtud, importancia y conveniencias que propone Don Francis-
co Gil, cirujano del Real Monasterio de San Lorenzo y su sitio, e individuo de la Real Academia Médica de Madrid,
en su disertación Físico-Médica, acerca de un método seguro para preservar á los pueblos de las viruelas”.
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Aunque la obra es de carácter médico, hay que insistir en que sus re-
flexiones van de la mano de otros campos como el de la filosofía y la economía
política; en su espíritu creciente en rebeldía se proyecta ya la inconformidad
con el régimen colonial.
¿Cómo plantear los graves problemas que surgieron del estado de de-
pendencia y algunas posibles soluciones ante las autoridades, no tanto locales
cuanto de la metrópoli, ante la lejana posibilidad de que el escrito llegue hasta
ese inalcanzable nivel?
La libertad de pensar
Resulta poco común que en su libro sobre las viruelas, publicado du-
rante el régimen absolutista de los borbones, con el temor de que la Santa In-
quisición lo condenara, Espejo comenzara discurriendo sobre el delicado tema
que ya había tratado en uno de sus escritos anteriores, el de la libertad de
pensar (concomitantemente se entiende, de escribir). Dice:
3. El subrayado es mío.
En éste como en otros párrafos, Espejo hace uso del lenguaje oficial
para hablar de “populacho”, de la plebe, etc. Hay que apreciar con qué tino
jerarquiza a los personajes a quienes debe escuchar el populacho: primero a
los talentosos y no a los nobles por nacimiento o a los empleados. Continúa:
“En segundo lugar; haciéndole comprender las resultas ventajosas que sobre-
vienen al uso de esta orden superior”.
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dir las más humildes, porque nos trajo al mundo bajo el feliz gobierno
de un Rey Patriota, a quien no solamente Dios por su misericordia nos
obliga a obedecer, pero aún nos ha dado previos y dulcísimos senti-
mientos para amarlo”.
Hay que admirar con qué perspicacia introduce a dos filósofos griegos:
Sócrates, quien afirmaba que el bien no era un objeto moral sino el fruto del
raciocinio y la cualidad volitiva. Sócrates, que predicó una moral caracterizada
por la virtud, la verdad, el bien y el raciocinio. Sócrates, que murió en la defensa
de la justicia y Platón, el devoto discípulo de Sócrates, quien en su obra “La
República” propuso una democracia, y que sostuvo que el único Estado justo
sería el gobernado por los filósofos y no por reyes o príncipes. Para el buen en-
tendedor, Espejo reclama un “rey patriota” bajo los principios filosóficos, nada
menos que de Sócrates y Platón. Pero, ¿qué autoridades de esa época, en la
Audiencia de Quito, eran capaces de interpretar el atrevido pensamiento de
Espejo?
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Hecho público el texto “Reflexiones sobre las viruelas” por parte del
Cabildo de Quito, de inmediato hubo protestas y querellas de los frailes Betle-
hemitas y varios médicos, quienes condenaron la obra por lo que consideraron
calumnias proferidas en su contra, por el autor del “papel”. Casi al final de su
obra se refiere a los malos médicos que, según su criterio, son peores que las
epidemias.
6. El texto estuvo en los archivos del Municipio de Quito, éste, en 1911, resolvió encargar al Arzobispo de Quito -y
ya respetado historiador- Federico González Suárez, el estudio de la mencionada obra, así como de los demás
escritos para su publicación. Las obras encontradas se publicaron en 1912. Posteriormente se publicaron otros
textos inéditos y nuevas ediciones.
7. Ver Sección Transcripciones.
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Retrato de Juan Pío Montúfar, II marqués de Selva Alegre. Óleo de Manuel Salas de finales del siglo XIX, Salón de los Próce-
res, Ministerio de Relaciones Exteriores. Foto: CH.
Juan Pío Montúfar, hijo del que tiempo atrás fuera uno de los mejores
presidentes de la Real Audiencia de Quito, a corta edad quedó huérfano de
padre y madre y al cuidado de una tía. Es del todo probable que Espejo, siendo
el médico más prestigioso, haya sido llamado en varias ocasiones a casa de
los Montúfar Larrea a atender pacientes, quizá al mismo Juan Pío. La verdad
es que surgió una gran amistad entre Juan Pío y el galeno, pese a la diferen-
cia de edad. Espejo era mayor con 12 años. La consulta médica que, en ese
tiempo, se hacía en el propio domicilio del paciente y consistía no sólo en un
acto médico cuanto en una visita social, comenzaba y se prologaba con alguna
interesante tertulia. Juan Pío se convirtió en el discípulo del erudito Espejo y fue
asimilando ideas políticas y sociales. Su admiración por el maestro se manifies-
ta claramente en la carta dirigida a su primo en Madrid junto con el texto de las
viruelas, en la que dice:
Amadísimo Primo:
Juan Montúfar.8
8. El texto de las viruelas fue acompañado de sendas cartas al rey y al ministro. Constan en la Sección Transcripcio-
nes.
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9. Tomado de VILLALBA, J.: Las prisiones del Dr. Eugenio Espejo 1783- 1787 – 1795. Pontificia Univ. Católica.
Quito, 1992.
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Para Espejo no era una novedad la explotación que sufrían los indios de
parte de hacendados, encomenderos y aun ciertos curas, por lo mismo su es-
crito de defensa es, en primer lugar, de los indios y en lo que era cierto, también
de los curas. Pero “La Defensa” aborda importantes aspectos del retraso de la
colonia, de la falta de visión de las autoridades para fomentar la educación y la
cultura.
10. Ver Ibíd. El extenso documento tiene como título: “Representación de los curas del distrito de Riobamba” hecha
a la Real Audiencia de Quito para impedir la fe que se había dado a un informe que contra ellos produjo Don
Ignacio Barrero.
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Según Espejo, el tal informe de Barreto ni siquiera fue escrito por él, ya
que no tenía la capacidad para hacerlo, sino por otra autoridad, José M. Vallejo.
De este modo, son dos y no uno sus nuevos detractores.
En efecto, dice:
Ambientación de la última prisión de Eugenio Espejo, en la muestra permanente de Quito al Ecuador. En el Centro Cultural
Metropolitano. Foto: CH.
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Espejo encarcelado
Conocidos en Quito los textos de “La Defensa” y las “Cartas Riobam-
benses”, el presidente ordenó a las autoridades capturar de inmediato a Es-
pejo y llevarlo desde Riobamba, como a un vulgar reo, para encarcelarlo. Con
el beneplácito de tantos detractores y enemigos, fue enjuiciado penalmente
por graves calumnias, sospechas de actividades subversivas y, adicionalmente,
como “reo de Estado”.
Pasaron unos meses sin que el juicio siga el curso normal. Espejo escri-
bió sucesivas cartas al presidente de la Audiencia reclamando por el trámite del
proceso, sin que dicha autoridad se diera por notificada. Más tarde se conoció
cuál era la razón.
Excmo. Señor
Señor:
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Excmo. Señor
Su muy humilde y rendido servidor
Q. B. S. M
La carta es muy sobria en cuanto al reclamo pero, sin duda, hubo quien expli-
que al ministro en qué consistía la injusticia y el atropello.
(Mutis)
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Acusación que pone muy en claro que el cerebro que dirige el movi-
miento subversivo, no es otro que Espejo, es decir, que él es el líder y que hay
otros personajes importantes que son sus correligionarios. Comprueba, ade-
más, que Espejo estaba ya en el plan revolucionario.
el marqués de Selva Alegre, de inmediato, ofreció correr con los gastos y sobre
todo, con algo mucho más difícil como era conseguir la autorización de par-
te de las autoridades virreinales, para la correspondiente publicación. Espejo
como anécdota relata lo siguiente:
“Este joven, más ilustre por sus virtudes patrióticas que por el
esplendor de su cuna, honró desde su niñez con su amistad al expresa-
do autor, y desde luego, queriendo hacer meritoria su peregrinación, le
estimuló á escribir y le determinó á dar á luz el referido discurso, ofre-
ciendo poner todos los medios necesarios para obtener la licencia de
su impresión, y costearla con liberalidad. El objeto, que entre tanto ocu-
pó más la atención de estos dos socios, y que los trajo empleados en
largas consideraciones, fue hallar el medio de que el proyecto fuese no
sólo de deseo y de esperanza, sino de práctica y ventajas conocidas.
Miraban los dos socios la constitución económica de Quito al borde de
su última ruina”.
El “Discurso”
Espejo preparó el documento titulado “Discurso”. Dirigido “á la muy
ilustre y muy leal ciudad de Quito, representada por su Ilustrísimo Cabildo, Jus-
ticia y Regimiento, y á todos los señores socios provistos á la erección de una
Sociedad Patriótica, sobre la necesidad de establecerla luego con el título de
“Escuela de la Concordia”. Se lo conoce con el título abreviado de “El Discurso”,
publicado en Bogotá, en la imprenta de Antonio Espinosa de los Monteros.
Conviene anotar, para resaltar lo difícil y grave que era publicar escritos o libros
objetados por las autoridades, que en la misma imprenta de Espinosa de los
Monteros se publicó poco después la “Declaración de los derechos del hom-
bre” traducida del francés por Nariño. Hecho que fue sancionado con persecu-
ción al traductor y al impresor, cárcel, confiscación y destierro.
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Muy a la pasada, Carondelet recuerda que hubo una época muy flore-
ciente en la cual los artistas de la llamada “Escuela Quiteña” exportaban sus
obras no sólo al Perú, sino también a Bogotá y a otros lugares. Mientras que,
en la actualidad, la gente sufre los graves estragos de la situación económica
deplorable. Dice:
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La Sociedad Patriótica
En ese ambiente, lleno de temores del gobierno español y que trascen-
día a América, se produjo “El Discurso” de Espejo.
Los dos quiteños discutieron los detalles de cómo y con quiénes orga-
nizar la sociedad. A fin de no despertar sospechas entre las autoridades de la
Audiencia de Quito, el marqués de Selva Alegre, propuso que todos los condes
y marqueses de Quito, sean miembros y que en los puestos directivos se pu-
siera a las más altas autoridades. En efecto, en la lista inicial que prepararon
figuran como “Protectores”: el virrey, el presidente de la Audiencia y el obispo
Pérez Calama, recién llegado a Quito. Como presidente: el conde de Casa Ji-
jón; director, el conde de Selva Florida; Secretario, Eugenio Espejo; censor, el
Dr. Ramón de Yépez; socios en número de 28. Dos condes, seis marqueses,
nueve religiosos y 59 superarios, así como tres de los colombianos; Nariño,
Zea y Lozano. A fin de mantener las relaciones con ellos, Espejo y Selva Alegre
adelantaron un borrador de los estatutos.
Declarado Espejo libre y sin cargos para volver a Quito, la tarea inme-
diata junto con el marqués, fue organizar la Sociedad. De la lista inicial muchos
se excusaron y además, en buena hora, llegó a Quito Luis Muñoz Guzmán
como presidente de la Audiencia.
Carátulas de los números iniciales del primer periódico quiteño dirigido por Eugenio Espejo. Foto: CH.
El primer periódico
El paso siguiente de la estrategia prevista fue publicar un periódico. Se
encargó de tan difícil tarea a Espejo. Con el respaldo del obispo Pérez Calama,
el 5 de enero de 1792 apareció “Primicias de la Cultura de Quito”, con el
que Espejo inicia su peligrosa carrera como primer periodista de la Audiencia.
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Con mucha sutileza, comienza a tratar sobre temas como el bajo nivel
de la educación primaria y la necesidad de impulsar la buena formación de los
propios maestros, luego la apropiada educación de los niños. Discurre en forma
tal para que sus palabras no despierten sospechas. El suplemento está dirigido
hacia los maestros y a los niños. Entre los consejos a los maestros dice: “Usted
anuncia al niño las delicias de la liberabilidad, el placer virtuoso de socorrer
al necesitado, la satisfacción y consuelo de perdonar las injurias. Usted, si bien
observa y tiene paciencia, podrá enseñarle a hacer uso de su razón, esto es
acostumbrarle a que piense y haga sus verdaderos raciocinios”.
En otro párrafo expresa: “Mis deseos son ambiciosos, y así querría que
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Quito , para venir á dar al lleno de su cultura y civilización, juzgase que estaba
en el último ápice de la rudeza primitiva, donde no puede hallarse ni un
átomo de luz; y que desde este estado tenebroso quiere hacer los debidos
esfuerzos para dejarle”.
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La lucha clandestina
Con la orden de disolución de la Sociedad de Amigos del País, y la con-
secuente prohibición de la publicación del periódico, aunque las causas fun-
damentales se debían a acontecimientos externos, el propósito de la Corona
era detener posibles movimientos revolucionarios, como los de Francia. Por las
mismas razones, Espejo, el marqués y más patriotas se vieron en la necesidad
de encubrir al máximo sus futuras acciones.
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Antes de seguir adelante en el relato del vía crucis que le espera a Es-
pejo, hay que abrir un paréntesis histórico.
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El plan revolucionario
Los amigos más cercanos, en particular el marqués, eran conocedores
del plan revolucionario de Espejo y luego discutieron sobre él con los patriotas
colombianos. Era un plan debidamente meditado y estructurado. También lo
conocieron varios de los miembros de la Sociedad de Amigos del País.
Insiste en la estrategia:
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Martirio y muerte
El viernes 30 de enero de 1795, el propio presidente Muñoz de Guz-
mán, acompañado del escribano, de varios funcionarios y cinco soldados tomó
prisionero, en su residencia, a Eugenio Espejo y después ordenó se le encar-
celara en una pequeña celda, obscura, húmeda, con grillos y con vigía perma-
nente. Además, se ordenó su total incomunicación y que no disponga ni de
papel, para escribir libro alguno. Muñoz de Guzmán tenía la experiencia de
que durante el anterior encarcelamiento, Espejo pudo dirigir cartas al ministro
de las Colonias y al propio rey de España, que le valieron para que se ordene
el traslado del juicio a conocimiento del virrey y que éste, en último término,
ordene su libertad.
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Invasión napoleónica a España. Tomado de “La Guerra de la Independencia. Atlas Histórico español”, de Gonzalo Menéndez
Pidal, Editora Nacional, Barcelona, 1941.
ESPAÑA INVADIDA POR NAPOLEÓN
“El que sea cogido con armas en las manos será fusilado, al
igual que los que oculten en sus casas a personas armadas. Toda re-
unión de más de ocho personas será disuelta a tiros; todo lugar donde
sea muerto un francés será quemado. El que haga y distribuya escritos
provocando a la sedición será fusilado. Los amos serán responsables
de sus criados, los comerciantes y los dueños de talleres de sus ope-
rarios, los padres de sus hijos y los superiores de conventos de sus
religiosos”.
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El presidente Carondelet
Con la muerte de Espejo se apagó la llama luminosa de la lucha, pero
sus ideas siguieron frescas en las mentes de sus amigos y discípulos. En razón
de la estrecha vigilancia a la que estaban sometidos por varios años, hubo una
disimulada paz. Por el secretismo en el que realizaron eventuales reuniones no
quedaron documentos escritos, pero el marqués de Selva Alegre seguía pro-
moviendo secretas reuniones. De todos modos, los patriotas quiteños entraron
en un periodo de silencio y de inactividad.
Carondelet fue recibido en Quito, con los honores de estilo, pero tam-
bién con general beneplácito. Comprendió, que si bien por una parte hubo mu-
chos motivos de descontento de la nobleza y del pueblo contra el régimen es-
pañol, no había que menospreciar la actitud rebelde del pueblo quiteño. Autor
de varios levantamientos, el más reciente el de 1765, además con documentos
de las propias autoridades, confirmó la situación de crisis por la que atravesaba
Quito.
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El primer intento había fracasado. Esto obligó a los patriotas a ser más
discretos y reservados. Por lo demás, la voluntad de proclamar la independen-
cia era más fuerte y perentoria.
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Sala Capitular del convento de San Agustín J.D. Laso-Quito. Tomado de: Monografía Ilustrada de la Provincia de Pichincha, 24 de mayo de 1922.
HACIA EL PRIMER GRITO,
10 DE AGOSTO DE 1809
La noche del nueve, víspera del día de San Lorenzo y que por costum-
bre, se lo festejaba con mucho movimiento y fanfarria, fue la escogida para la
reunión, en la casa habitada por Manuela Cañizares. Asistieron alrededor de
40 patriotas. En un momento oportuno, doña Manuela, por si hubiese algunos
indecisos, los exhortó con ardor patriótico a luchar por la libertad.
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Hay que anotar que el marqués de Selva Alegre era del criterio de no
precipitar el golpe y esperar el momento de la derrota de los defensores de
España. Pero, notificado del paso dado ya y que sus correligionarios le habían
elegido como presidente de la Junta, se trasladó, de inmediato, a Quito y asu-
mió las duras responsabilidades correspondientes. Stevenson resume la misión
de otros dos de los patriotas, dice:
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La contrarrevolución
Con exceso de ingenuidad y falta de experiencia, Ruiz de Castilla fue
autorizado a trasladarse a vivir en una propiedad campestre en las afueras de
Quito. El ex presidente gozó de la necesaria libertad para iniciar la contrarre-
volución. Dirigió sendas comunicaciones a los gobernadores de Guayaquil,
Cuenca y Popayán y a los virreyes de Nueva Granada y Perú, informando, a su
manera, los acontecimientos de Quito y pidiendo su ayuda y protección para re-
cuperar el poder. Los gobernadores de Cuenca y Guayaquil respaldaron a Ruiz
de Castilla. Ambos tomaron medidas preventivas para evitar la propagación del
movimiento revolucionario. El gobernador de Cuenca ordenó la prisión de los
sospechosos y los deportó hacia Guayaquil. En esta ciudad Vicente Rocafuerte
fue puesto bajo vigilancia. El gobernador de Guayaquil, Barón de Cucalón, res-
pondió condenando la “traición” de los quiteños y al virrey del Perú le expresó
entre otras consideraciones: “Quito no es posible que se conserve en tan per-
verso estado, y si se me destina para su castigo, haré todo cuanto convenga, y
puede ser que logre a poca diligencia: es lugar que debe ser arrasado, y dejar
de existir la mala raza de sus hijos”.
Abascal, virrey del Perú, reaccionó violentamente. Fue mucho más le-
jos en las medidas que adoptó, entre ellas, la anexión a su territorio de la provin-
cia de Guayaquil. Envió, como presidente de la Audiencia de Quito, a Joaquín
de Molina.
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Se clausuró la sesión.
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Detalle de la escena de la muerte de los patriotas quiteños el 2 de Agosto de 1810. Óleo de Luis Cadena 1875. Foto: CH.
LA REVOLUCIÓN DECAPITADA,
LA MASACRE DEL 2 DE AGOSTO DE 1810
“Las voces de que don Simón Sáenz y don José Vergara Ga-
viria, con otros europeos, estaban pagando a los mozos de los barrios
para que acometieran al cuartel con el fin de que fueran asesinados
los presos, estaban ya muy válidas. Los oficiales hablaban de un asalto
preparado contra el cuartel y se prevenían. Arechaga ofrecía el brazo
izquierdo porque se verificara, para ver degollados a los presos y sem-
bradas las calles de cadáveres”.
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Pocos días después regresó de Bogotá, el Dr. San Miguel, quien volvió
con noticias inesperadas. El 23 de julio se había proclamado ya la independen-
cia de Colombia. La insurrección, bien organizada, logró destituir a las autori-
dades virreinales y tomar posesión del control, del parque de la artillería y las
bodegas del gobierno.
El famoso proceso fue entregado por San Miguel a las nuevas autorida-
des. Tal documento fue enviado a la hoguera. Solo parte de él había escapado
del fuego.
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que el referido Excelentísimo Señor tenga a bien disponer, y que por lo mismo
el Comisionado detenga su viaje hasta la resolución de Abascal al respecto”.
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Epílogo
Quito logró organizar un ejército con tropas regulares y un crecido nú-
mero de jóvenes patriotas. Salió el ejército rumbo al sur el primero de abril de
1812 y tuvo un importante triunfo inicial sobre las tropas realistas.
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voluntad Soberana, se declaran reos de lesa majestad (…) (Art. 8º) Los
que hubiesen gritado muera el rey son reos de alta traición y como ta-
les sujetos a la pena de muerte (…) (Art.9º) Los masones, comuneros y
otros sectarios, atendiendo a que deben considerarse como enemigos
del Altar y los Tronos, quedan sujetos a la pena de muerte… como reos
de lesa majestad divina y humana (…) (Art. 10º) Todo español, queda
sujeto… bajo el juicio de las Comisiones Militares ejecutivas, en confor-
midad con el Real Decreto de 11 de setiembre de 1814, por el que S.
M. tuvo a bien, en las causas de infidencia o ideas subversivas, privar
del fuero que por su carácter, destino o carrera les estaba declarado
(…) (Art. 11º) Los que usen las voces alarmantes y subversivas de vida
Riego, viva la constitución, mueran los serviles, mueran los tiranos, viva
la libertad, deben estar sujetos a la pena de muerte, en conformidad
del Real Decreto de 4 de mayo de 1814, por ser expresiones tentativas
al orden y convocatorias a reuniones dirigidas a deprimir la sagrada
persona de S. M. y sus respetables atribuciones”.
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Acta de constitución de la primera Junta de Gobierno que depuso el 10 de Agosto de 1809 al presidente Ruiz de Castilla.
Foto: Patricio López/GK.
TRANSCRIPCIONES
AUTORRETRATO DE ESPEJO19
“Pero si se quiere aquí un medio retrato suyo, para que del todo se pier-
da la esperanza de conocerlo, véase luego en estas pocas palabras: su estatura
es regular y nada tiene de defectuosa. Su rostro, siendo serio, no es deforme,
y en su fisonomía se reconoce que no es rudo; pero no manifiesta toda la vi-
veza que interiormente le anima, y aun que le pone en una continua acción,
que siempre le tiene inquieto. En sus ojos puede cualquiera engañarse; porque
pareciendo estar marcados con el sello de la modestia, suelen ponerse dema-
siado caídos, o luego vivaces y movibles con ímpetu, según el humor que le
domina. Cuando se presenta a cualquiera, impone (sin querer), con gravedad
natural; pero tratado con franqueza, se ve que es mucho lo que ríe a vista de
todos, pero muchísimo más es lo que a sus solas se ríe; porque en casi en todos
los hombres halla con facilidad ese lado por el cual son más hombres, esto es,
vestidos de más o menos ridiculeces; y sobre las suyas propias que han podido
conocer, el mismo no se perdona, se burla el mismo, y procura corregirse. Des-
de bien muchacho frecuentó, sin que supiesen su nombre, a algunas personas
de crédito de la Provincia casi entera y, oyendo sus proposiciones llenas las más
veces de ignorancia y de satisfacción orgullosa, nunca los desestimó, y mucho
menos descubrió a otros el defecto que padecían. Antes, de tales ejemplos
sacaba motivos para ser exactísimo en su modo de pensar, y aun más en la
19. El manuscrito “El Nuevo Luciano de Quito”, por las críticas que contenía originó mucha polémica y la curiosidad
de quién era el autor, para posibles enjuiciamientos por calumnias. Por estas razones en el nuevo manuscrito
describe su fisonomía y, sobre todo, afirma que es como un espíritu fantasma a quien nadie lo agarrará.
Se compara con el búho, (chushig, en quichua) por ser ave nocturna, y se auto califica de “Duende”.Algunos
autores han supuesto que Chushig, era el verdadero apellido de Espejo.
La descripción que hace sobre sus estudios, su actitud ante la vida y la sociedad, sus escritos, sus odios, afectos
y sus principios morales, son muy interesantes. Vale la pena ser leída con atención.
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expresión y en las citas. Como ha sido éste su porte, ha logrado que todos los
satisfechos y presumidos de doctos, le tengan por estúpido, y que aun le hayan
comunicado especies muy mentirosas y muy surtidas de vanidad, pero no ha
sido de un carácter maligno que haya, con nuevas preguntas, obligado a estos
doctos a que profiriesen más desatinos. Han quedado, si, en semejantes oca-
siones, muy abochornados, como si él fuese el que había incurrido en aquellas
culpas del amor propio. Habla poco, regularmente sin vivacidad, sin alegría, sin
cultura, y a veces tartamudeando. Con todo, cuando quiere decir, toma la tara-
billa, y es su conversación esparcida, festiva y con su poquillo de sal. Es mucho
lo que reflexiona y piensa, por lo que las más veces acierta en sus juicios y con-
jeturas; de suerte que, en los negocios no favorables, teme el meditar, por no
anticiparse la noticia y el dolor de un suceso poco ventajoso o del todo adverso.
Sus compañeros son: su Biblia, su Cicerón, su Virgilio y su Horacio, y con ellos
pasa gustoso por donde le place. Su memoria es firme unas veces, otras veces
ingrata, y aún tiene sus alternativas de muy feliz y de muy fácil, según las mate-
rias y objetos. Debía llamarse monstruosa, porque tanto tiene de buena como
de mala, aunque en los lances de honor ha sido fidelísima a su dueño, como
se puede conjeturar por los lugares citados en el NUEVO LUCIANO en cuya
formación casi no abrió un libro, y de muchas obras que había leído y citaba,
no las tenía a mano ni podía probablemente conseguirlas. Concibe luego las
ideas de cualquier objeto que se propone, y las coloca sin la menor confusión
en su entendimiento, para sacarlas cuando le gusta sobre el papel. Así su modo
de estudiar ha sido escribiendo siempre, y ha divertido su pluma en muchas
disertaciones latinas y castellanas, en algunas oraciones panegíricas que escri-
be con la mayor facilidad del mundo, y en el espacio de muy pocas horas. Con
la misma ha compuesto algunas piezas en verso, y tiene aptitud para formar lo
que en el lenguaje de los doctos se llama sátira y han sido del gusto del público.
Su imaginativa también es variable, y a veces es lánguida y poco limpia, por lo
que, en esas ocasiones está con ella de riña el entendimiento. Pero ha conoci-
do por experiencia, que no se puede saber si no se estudia con la pluma en la
mano y ha hecho apuntamientos de buenas especies desde que en su menor
edad leyó el consejo de Verulamio acerca de los libros en blanco. Para poder
apuntar ha estudiado algunos meses, cuando tuvo diez y seis años, hasta doce
horas por día, diversas facultades; y haciendo memoria en la noche, de sus es-
pecies, hallaba distintamente conocidos y en su lugar los objetos. Más, no duró
mucho este género de estudio, porque es de naturaleza muy sensible, débil
y delicada. Pero siempre su lectura es rapidísima, y en breves horas acaba de
leer cualquier volumen. Su pasión dominante es la lectura, y parece inurbano
siempre que halla oportunamente algún libro porque a él se tira. Ha leído los
ajenos, y los suyos son escogidos en toda literatura.
Si se le ha visto por parte del espíritu, míresele ahora por el retrato del
corazón. No deja de tener buenas cualidades de franqueza, de desinterés, del
deseo de hacer bien, y, sobre todo, del amor al bien común. Por eso, con el ma-
yor disimulo, cuando ha hallado oportunidad, ha sugerido a muchos jóvenes
el deseo de un mejorado estudio, el de la sabiduría; y les ha dado a conocer
el uso y elección de las buenas obras. No encubre lo que es conducente al
adelantamiento literario de alguno, con tal de que conozca la sinceridad y apli-
cación. Aborrece el orgullo, y, mucho más, se ofende, de que el necio le quiera
persuadir que es hábil, y el ignorante que es el docto. Tiene muy pocos amigos
que ha escogido y hace por donde conservarlos con la fidelidad, gratitud y
una estima verdaderamente cordial. Ni con ellos, ni con los demás quiere ser
estimado por ingenioso ni por instruido, sino por un hombre de rectitud y de
verdad, capaz sólo de no ser indigno de la sociedad. Desprecia el fausto y la
gloria vana, y, aunque desea las alabanzas, quiere las de las gentes hábiles, de
probidad y sinceras, que no tengan con él alguna conexión ni interés. A la edad
de quince años deseó ardientemente ser conocido por bello espíritu, y aunque
logró las celebridades de los jesuitas, el vulgo le despreció, por lo que, tomando
opuestos dictámenes, se ocultó lo más que pudo, y así ha conseguido el arte
de esconderse, de tal suerte, que ha logrado ventajosísimamente que se piense
muy mal de sus alcances, conocimientos y literatura. No envidia ni sabe hasta
ahora cuál es la molestia que causa el escozor de pasión tan villana, y cuando
de buenos talentos no sólo los estima, sino que se apasiona por ellos con de-
masiada vehemencia y los acaricia, aun cuando en la conducta moral sean o
díscolos o viciosos. Está contento con su fortuna, que siendo escasa no le aflige
ni solicita, especialmente por caminos torcidos y de bajeza. Obra mejor, respeta
a los superiores, pero si se ofrece hablar con ellos, les habla con modesto des-
embarazo, hasta aquello que no quieren ni gustan oír. Hace mejor el negocio
de los otros, que el suyo propio. Nadie lo trata, que no lo quiera, y a nadie co-
munica a quien no desee obligar a servir; tiene un solo lazarillo, perspicaz, vivo,
inteligente, popular, amistoso y de trato común, que bebe en buenas fuentes y
muy puras, la verdad de los hechos, y se los comunica fidelisísimamente, y este
es, señores, el duende que, así dicen, está pintado con los colores de la vanidad
y el amor propio; pueden echarle todo el ocre de un mentís encima y toda la
tinta de la misma envidia, para que no aparezca ni su retrato. Pero él es duende
a quien nadie le cogerá”.
P L U T A R C O N A R A N J O
– 100 –
Señor:
A los Reales pies de V.M.
Excmo. Señor:
Excmo. Señor,
De su humilde y muy obediente Servidor.
Q. B. S. M.
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– 102 –
Ilustrísimo Señor:
P L U T A R C O N A R A N J O
– 104 –
Estimado Dueño:
P L U T A R C O N A R A N J O
– 106 –
Antonio Amar.
P L U T A R C O N A R A N J O
– 108 –
P L U T A R C O N A R A N J O
– 110 –
Pueblos de la América:
¿Quién será tan vil y tan infame que no exhale el último aliento
de su vida; derrame toda la sangre, que corre en sus venas y muera
cubierto de gloria por tan preciosos, inestimables objetos?
Septiembre 4 de 1809.
P L U T A R C O N A R A N J O
– 112 –
Excmo. Señor:
P L U T A R C O N A R A N J O
– 114 –
P L U T A R C O N A R A N J O
– 116 –
terior, tomando las medidas más prudentes que exigen estas estre-
chas circunstancias, de las que informará a V.S. con más extensión
mi Ayudante D. José María Cucalón, que como persona de mi esti-
mación, se halla instruido de todo.
P L U T A R C O N A R A N J O
– 118 –
Abascal.
P L U T A R C O N A R A N J O
– 120 –
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– 122 –
Pero aún hay más: esta misma Junta Central desconfía y recela de
sí misma. Previene que no se crean ni se ejecuten sus órdenes, sino
con tales y tales distinciones y contraseñas. ¿Qué quiere decir esto?
Que hay división entre sus individuos, que pueden suplantarse sus
preceptos; que puede ser oprimida y mandar lo que dictare el opre-
P L U T A R C O N A R A N J O
– 124 –
falsas que tenéis de nosotros preparan las cadenas para todos. Dios
fortalece nuestros brazos, y vosotros trabajáis contra sus altos de-
signios. No perita su divina misericordia que aprovechado de la di-
sensión intestina, el enemigo establezca su odioso imperio sobre
los cadáveres americanos, y regando la tierra con nuestra sangre,
consiga aniquilar la Fe, destruir el nombre de Fernando y llenar de
tristes ruinas la Patria. Vosotros, convecinos que os armáis injusta y
temerariamente contra nosotros, responderéis a Dios y al Universo
de los desastres y las consecuencias que sigan.
P L U T A R C O N A R A N J O
– 126 –
José Abascal.
José Abascal.
P L U T A R C O N A R A N J O
– 128 –
José Abascal.
Excelentísimo Señor:
P L U T A R C O N A R A N J O
– 130 –
Juan Salinas.
P L U T A R C O N A R A N J O
– 132 –
Excmo. Señor:
P L U T A R C O N A R A N J O
– 134 –
P L U T A R C O N A R A N J O
– 136 –
Excmo. Señor:
P L U T A R C O N A R A N J O
– 138 –
IV. Que el Sr. Presidente, de acuerdo con la Junta, haga las mo-
dificaciones que se estimen oportunas y convenientes en
el Real Senado de Justicia, contándose desde luego con el
Sr. D. Felipe Fuertes y el Señor D. Tomás Arrechaga, que no
han perdido la estimación y confianza del público en ningún
evento.
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– 140 –
CARTA 16
CARTA 17
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– 142 –
SECCCIÓN PRIMERA
Art. 1.- Las ocho Provincias libres representadas en este Congreso, y unidas in-
disolublemente desde ahora más que nunca, formarán para siempre el Estado
de Quito como sus partes integrantes, sin que por ningún motivo ni pretexto
puedan separarse de él, ni agregarse a otros Estados, quedando garantes de
esta unión unas Provincias, respecto de otras; debiéndose entender lo mismo
respecto de las demás Provincias vinculadas políticamente a este Cuerpo luego
que hayan recobrado la libertad civil de que se hallan privadas al presente por
la opresión y la violencia, las cuales deberán ratificar estos artículos sanciona-
dos para su beneficio y utilidad común.
P L U T A R C O N A R A N J O
– 144 –
Art. 2.- Este Estado de Quito es, y será independiente de otro Estado y Gobier-
no en cuanto a su administración y economía interior reservándola a la disposi-
ción y acuerdo del Congreso General todo lo que tiene trascendencia al interés
público de toda la América, o de los Estados de ella que quieran confederarse.
Art. 3.- La forma de Gobierno del Estado de Quito será siempre popular y re-
presentativa.
Art. 4.- La Religión Católica como la han profesado nuestros padres, y como
la profesa, y enseña la Santa Iglesia Católica, Apostólica Romana, será la única
Religión del Estado de Quito, y de cada uno de sus habitantes, sin tolerarse otra
ni permitirse la vecindad del que no profese la Católica Romana.
Art. 6.- Las Leyes Patrias que hasta el presente han gobernado y que no se
opongan a la libertad, y derechos de este Pueblo y su Constitución quedarán
en toda su fuerza y vigor por ahora y mientras se reforman por la Legislatura,
tanto el Código Civil, como el Criminal y se forman los Reglamentos convenien-
tes para todos los ramos de administración política y civil.
Art. 8.- Esta no se podrá ejercitar jamás por un mismo cuerpo ni unas mismas
personas en los diferentes Ramos de su administración, debiendo ser siempre
separados y distintos el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Art. 9.- El primero se ejercitará por un Presidente del Estado, tres asistentes,
y dos Secretarios con voto informativo que nombrará el Congreso. El Legisla-
tivo se ejercitará por un Consejo o Senado compuesto de tantos miembros,
cuantas son las Provincias Constituyentes por ahora, y mientras calculada su
población resultan los que corresponden a cada cincuenta mil habitantes, los
cuales miembros de la Legislatura se elegirán por el Supremo Congreso. El
Art. 11.-El Supremo Congreso se renovará cada dos años nombrándose los Di-
putados Representantes que lo componen según se forma de esta constitución
y se formará en Cuerpo al principio del bienio para nombrar el Presidente del
Estado, y demás funcionarios de la Representación Nacional, al abrir el juicio
de residencia contra los que acaban hasta terminarlo, y corregir los abusos, e
infracciones de la Constitución, y librar las providencias que interesen a la salud
y utilidad común del Estado: se formará también al fin de los dos años , por el
mes de noviembre, para anunciar a las Provincias el término de sus funciones,
señalar el día de las elecciones parroquiales, el de la elección de Diputados que
deberá ser uniforme en todo el Estado, y el de su comparendo en la Capital que
deberá ser siempre antes del primero de enero. Y se formará en fin siempre,
y cuando exigiéndolo la necesidad pública lo manden convocar el Presidente
del Estado, o el Poder Legislativo en sus casos con arreglo a esta Constitución.
Art. 12.- Cada Provincia no podrá elegir para el Congreso más de un Diputado,
excepto la de Quito a quien le corresponde por esta Constitución el derecho
de designar dos en atención a su población casi dupla de las demás Provincias
en particular; pero podrán si quieren nombrar a más del Diputado un suplente
para los casos de enfermedad o muerte de aquel.
Art. 14.- La Ley Julia Abitus del derecho de los Romanos tendrá por esta Cons-
titución toda su fuerza y vigor en el Estado de Quito contra los que por sí o por
medio de otros pretendiesen ser elegidos, para tener parte en el Congreso, o
en la Representación Nacional, o algún otro empleo de judicatura en que tenga
parte el voto y representación del pueblo. Y todo aquel que por medio de sus
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– 146 –
Art. 15.- Para el ejercicio de un mismo Poder, y dentro de una misma Sala
nunca podrán ser elegidos los parientes dentro del cuarto grado de consan-
guinidad, o segundo de afinidad, ni los comensales ni paniaguados de una
misma casa: y los Diputados Representantes de las Provincias que se hallaren
ligados con estos vínculos respecto de los funcionarios que acaban, no podrán
concurrir con los demás en el juicio de residencia y en su lugar, procederán los
suplentes nombrados por las Provincias, o que se nombrarán por el Presidente
del Estado.
Art. 17.- Los Diputados Representantes, los suplentes en su caso y los demás
miembros de la Representación Nacional, antes de entrar en posesión de sus
destinos prestarán el juramento de esta Constitución, el mismo que se prestó
en la instalación de este Congreso, y el que rehusare a verificarlo categórica-
mente en todos sus artículos, quedará excluido de su lugar para siempre.
Art. 18.- Ningún individuo del Congreso, y los demás Cuerpos de la Represen-
tación Nacional durante el tiempo de sus funciones podrá ser destinado a otro
empleo lucrativo, ni comisionado fuera de la Provincia en que reside el Congre-
so, sino para alguna negociación para otro Estado previo el consentimiento del
Congreso General, o para ser Diputado representante en él.
Art. 20.- El Gobierno del Estado se obliga a todos los habitantes de él, y les
asegura que serán inviolables sus derechos, su religión, y civil: y en su conse-
cuencia declara que todo vecino y habitante en él de cualquier estado, condi-
ción, y calidad que sea, puede libre y francamente exponer sus sentimientos, y
sus dictámenes por escrito, o de palabra, no siendo en materia de Religión, o
contra las buenas costumbres, y levantar sus quejas y representaciones al Go-
bierno guardando sólo la moderación que es necesaria, para la conservación
del buen orden.
SECCIÓN SEGUNDA
Art. 23.- Toca también al Poder Ejecutivo el desempeño del Gobierno eco-
nómico en todos los Ramos de la Administración Pública y de Hacienda y de
Guerra que hasta el día han estado a cargo de los Presidentes igualmente que
la protección de todos los Ramos de Industria, Educación y prosperidad públi-
ca, y de todos los establecimientos dirigidos a este fin.
Art. 25.- Al Poder Ejecutivo corresponde velar sobre la recaudación de los cau-
dales públicos, custodia y adelantamiento del Tesoro Nacional y su inversión:
de todo lo que presentará al público todos los años una razón impresa que
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– 148 –
circulará por todas las Provincias, comprensiva del ingreso, existencia, motivos
de un inversión y gastos, y en cada bienio el cotejo del estado antecedente de
las rentas públicas con el que tuvieren en aquella fecha.
Art. 27.- El Presidente del Estado tendrá los honores de Capitán General de
la Provincia, y será él sólo el Comandante General de toda la fuerza armada;
pero no podrá hacer leva de Gente, reunir Tropas, ni trasladar de un lugar a otro
los Destacamentos, o las Milicias sin consentimientos del Poder Legislativo y
Ejecutivo.
Art. 28.- En todos los casos de discordia de los cuatro miembros del Poder
Ejecutivo se decidirá por el Presidente en turno del Poder Legislativo, salvando
sólo su responsabilidad en el Libro secreto que habrá para el efecto en cada
una de las Salas de los tres Poderes.
Art. 29.- El Presidente del Estado puede convocar y presidir sin voto en sesio-
nes extraordinarias, la Sala o Salas de la Representación Nacional cuando lo
estime necesario para la utilidad común, y aunque no puede mezclarse en lo
Legislativo y Judicial velará sobre cada uno de los Poderes a fin de que cum-
plan y desempeñen todo el encargo de su representación imponiendo si fuese
necesario, alguna pena pecuniaria a los negligentes.
Art. 32.- Las ausencias y enfermedades del Presidente del Estado, se suplirán
por los demás miembros del Poder Ejecutivo en el ejercicio de las facultades
asignadas por esta Constitución, y en caso de muerte la Presidencia del Estado
turnará entre los tres Asistentes del Poder Ejecutivo por un mes en cada uno
hasta la nueva elección.
Art. 33.- El Presidente del Estado durante el tiempo de su ejercicio gozará cua-
tro mil pesos, los Asistentes del Poder Ejecutivo mil quinientos pesos y los dos
Secretarios mil pesos en cada año, que se les contribuirán del Erario o fondo
público. (Hay una rúbrica de dicho, Sr. Presidente).
SECCIÓN TERCERA
Art. 35.- Es peculiar y privativo de este Poder el arreglar toda especie de tasas,
contribuciones y derechos que deban exigirse, tanto en la cantidad como en el
monto de su recaudación y Ramos o personas que deban exhibir con atención
a las necesidades del Estado y a la posibilidad de los Contribuyentes. Sin el
consentimiento y permiso de la Legislatura, ningún particular, ni corporación
podrán en lo sucesivo imponer o exigir contribución alguna.
Art. 36.- Al Poder Legislativo toca también señalar las pensiones y sueldos
que deben gozar los empleados y funcionarios públicos, y aumentar o dismi-
nuir los que por esta Constitución se señalan con proporción al trabajo de los
empleados y utilidad que de él resulte al Estado ciñéndose al objeto indicado
en el Art. 21 y sin consideración alguna a la calidad de la persona, sino al bien
común del Estado.
Art. 37.- En todos los casos en que requiriendo al Poder Ejecutivo para que
convoque al Congreso de Representantes no lo quisiere verificar; el Poder Le-
gislativo tiene derecho de hacerlo a la mayor brevedad; y podrá sino viniesen
en el tiempo designado con cinco Representantes que residan en la Capital, o
estén más inmediatos proceder a tomar las providencias que sean necesarias,
y que se hayan frustrado por la omisión, o malicia del Ejecutivo, cuya omisión
en esta parte será el principal artículo de residencia contra los miembros que
lo ejercitan.
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– 150 –
Art. 39.- Las discusiones serán públicas, y si esta cualidad cualquiera sanción
será nula. Al efecto se anunciará la discusión mandándose fijar en público una
copia del proyecto, o proyectos, y reformas propuestas que se han de discutir
al cabo de tres días por lo menos para que todos los que quieran presentar sus
memorias u observaciones, y reflexiones lo hagan por medio del Secretario.
Art. 40.- Se comunicará asimismo por la Legislatura igual copia de las repre-
sentaciones de las Provincias a fin de que expongan su dictamen, y cuando
todos hayan contestado, se hará segunda discusión, previniendo de antemano
al público para que cada uno pueda si quiere representar lo que estime justo y
conveniente.
Art. 42.- Sancionada que sea una Ley, y mandada publicar no se podrá dero-
gar, ni enmendar por la misma Legislatura y sólo se podrá suspender su ejecu-
ción de acuerdo con todos los tres Cuerpos hasta que se revea en la Legislatura
siguiente, siempre que los inconvenientes que ocurran sean mayores que la
utilidad de la Ley, y que no se hayan notado o existido cuando ella se sancionó.
Art. 43.- El Poder Legislativo tendrá sus sesiones ordinarias tres días en cada
semana, de tres horas, y se juntarán en sesión extraordinaria siempre y cuando
el Presidente del Estado lo mande concurriendo utilidad pública; sea a petición
del Poder Judicial, de las Municipalidades, o de propio mutuo.
SECCIÓN CUARTA
Art. 46.- Los demás Tribunales inferiores de primera instancia, los de los Co-
rregidores, Alcaldes ordinarios, Jueces de Policía, y los Pedóneos no son parte
de la Representación Nacional, ni tampoco las Municipalidades que al presente
existen, o en adelante se establezcan.
Art. 47.- Siendo los tres Poderes diversos, ejerciendo solamente de una misma
autoridad soberana, ellos son iguales entre sí, y unas mismas las prerrogativas
de los Cuerpos que lo ejercitan sin perjuicio de los recursos extraordinarios que
se pueden elevar de la Corte de Justicia al Poder Legislativo, y Ejecutivo juntos,
como de una parte al todo. En cuyo caso el Presidente del Estado nombrará
cuatro miembros de la Legislatura que asociados al Poder que se halle expedi-
to, conozcan y resuelvan por pluralidad de los votos concurrentes.
Art. 48.- Cada uno de los tres Cuerpos tiene derechos de nombrar los oficiales
y subalternos que estime necesarios para el despacho de los asuntos relativos
a cada uno de los Poderes; su sueldo lo señalará la Legislatura, y lo mandará
pagar el Poder Ejecutivo.
Art. 49.- En caso de muerte de cualquier funcionario de los tres Cuerpos, cada
uno tiene derecho de nombrar con asistencia del Presidente del Estado un su-
plente, u honorario que los reemplace hasta la elección siguiente, y si falleciese
algún Diputado representante nombrará el Presidente del Estado un suplente
dando parte a su respectiva Provincia si ésta no lo tuviere nombrado según el
Art. 12º.
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– 152 –
Art. 51.- Ningún miembro de la Representación Nacional podrá ser preso du-
rante el tiempo de sus funciones, ni perseguido después por las opiniones y
dictámenes que se haya expuesto en el tiempo de su representación.
Art. 52.- En todo los casos en que se junte el Congreso y los demás Cuerpos
de la Representación Nacional, al Presidente del Estado seguirán los Diputados
de las Provincias, después los Asistentes del Poder Ejecutivo, luego los Miem-
bros de la Legislatura, y finalmente los de la Corte de Justicia. En estos casos
actuará el Secretario del Congreso que será uno de los Diputados nombrados
para el efecto; y en los demás en que sólo concurran dos Salas de la Represen-
tación Nacional actuará el Secretario de la Legislatura.
Art. 54.- En este estado y conviniendo a la salud pública que los Pueblos que-
den impuestos del Reglamento Provisional que el Supremo Congreso ha san-
cionado para el ejercicio de los tres Poderes, acordaron los señores que sus-
criben se publique por Bando, en inteligencia que para las restantes sesiones
se procederá, o por el mismo Supremo Congreso o por el Poder Legislativo,
reformándose si lo exigiesen las circunstancias los artículos que parezcan in-
adaptables, o contrarios al carácter y necesidades de la Nación.
DADO en el Palacio del Reino de Quito, en quince de febrero de mil ochocien-
tos doce año.
20. La Constitución está firmada sólo por parte de los miembros del Congreso Constituyente. En el Acta de la sesión
que aprobó la Constitución constan las firmas de los demás.
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P L U T A R C O N A R A N J O
– 161 –
ÍNDICE ONOMÁSTICO
P L U T A R C O N A R A N J O
– 162 –
Espejo, Pablo: 38, 48, 49. Nariño, Antonio: 36, 37, 41, 42.
Espinosa de los Monteros, Antonio:
37. P
Pasteur: 18.
F Peña, Nicolás: 62, 92.
Fernando VII: 55, 56, 58, 62, 65, Platón: 20, 21.
66, 67, 68, 94,102, 108,110, Polo, Andrés: 62.
112, 117, 123, 127, 137.
Fuentes González, José: 73, 135, R
138. Ricaurte, José A.: 36.
Riofrío, José: 62, 82.
G Rocafuerte, Vicente: 57, 70, 93.
Godoy, Manuel: 55. Roca Ramón, Vicente: 93.
González Suárez: 16, 23, 46, 48, 50. Rousseau: 20, 41.
Guerrero, Juan José (Conde de Selva
Florida): 76, 124, 133, 139. S
Sáenz, Simón: 81, 135, 138.
J Sánchez de Orellana, Joaquín (mar-
Jijón, Miguel: 59. qués de Villa Orellana): 90, 124.
José I: 56, 65. Salinas, Juan: 61, 66, 129, 130, 133,
Juan, Jorge: 22. 134, 137.
Sócrates: 20, 21.
M
Marqués de Selva Alegre: 11, 15, 23, V
24, 26, 36, 37, 42, 48, 50, 58, Vallejo, José M.: 30.
60, 61, 62, 67 - 69, 76, 87, 88, Vergara Gaviria, José: 81, 135, 138.
92, 104, 112, 127, 128, 133,
152. Z
Mejía Lequerica, José: 57, 74, 93. Zea, Antonio Francisco: 36, 42.
Miranda, Calixto: 90, 152.
Mires, José: 93.
Morales, Juan de Dios: 49, 50, 61,
62, 65, 66, 69.
Montúfar, Carlos: 78, 84, 87, 90, 92,
141.
Montúfar, Juan Pío: 11, 15, 23, 24,
26, 69.
Montúfar, Pedro: 124.
Muñoz de Guzmán, Luis: 42, 49, 52.
Mutis, Celestino José: 26, 27, 34 –
36, 40, 42.
N
A raíz de los sismos de marzo de 1987, el Congreso Nacional creó por ley el Fondo de Salvamento
del Patrimonio Cultural de Quito (FONSAL) destinado a la restauración, conservación y protección
de sus bienes históricos, artísticos, religiosos y culturales. El Fondo tiene su ámbito de acción en
el Distrito Metropolitano de Quito, en donde se cuenta con vestigios arqueológicos prehispánicos,
monumentos arquitectónicos, obras de arte, memoria escrita, memoria oral, música, producción
popular, etc.
Entre los bienes inmateriales o intangibles de una sociedad se encuentran el lenguaje hablado y
escrito, la producción académica y especializada, las investigaciones, los análisis y recopilaciones
que con su corpus científico ayudan a repensar y reflexionar sobre la ciudad y los elementos que
la conforman.
Como parte del rescate del patrimonio intangible del Distrito Metropolitano de Quito, el Fondo
de Salvamento creó su programa editorial con el fin de fomentar la investigación sobre temas
patrimoniales, apoyar la publicación de obras que se destacan por su elevada calidad científica,
literaria y gráfica, y ponerlas en manos de los lectores que a través de estos títulos descubren el
patrimonio vivo de Quito.
▪ IMÁGENES DE IDENTIDAD, Acuarelas quiteñas del siglo XIX. Evelia Peralta, 2005.
▪ JOSÉ MEJÍA LEQUERICA 1775-1813, Las ideas políticas de un quiteño en España.
Jorge Núñez Sánchez, 2007.
▪ TULIPE Y LA CULTURA YUMBO, Arqueología comprensiva del subtrópico quiteño.
Olga Fernández Valdez y Sofía Luzuriaga Jaramillo, 2007.
(27) ARTE QUITEÑO MÁS ALLÁ DE QUITO. Memoria del seminario internacional de
agosto de 2007. Alfonso Ortiz, Alexandra Kennedy, Marta Fajardo, Fernando Guzmán,
Ricardo Morales, Darko Sustersic, Suzanne Stratton-Pruitt, María del Pilar López, Ola-
ya Sanfuentes, Jaime Mariazza, Jesús Paniagua, Carmen Fernández-Salvador, Gusta-
vo Vives, Pedro Querejazu, Gloria Cortés, Francisca del Valle, Adriana Pacheco, Rodolfo
Vallín, Jeaneth Rodríguez, María Isabel González, Patricio Guerra, Laura Vargas y Án-
gel Justo Estebaranz.
(32) CALLES, CASAS Y GENTE DEL CENTRO HISTÓRICO DE QUITO. Tomo VIII. Pro-
tagonistas y calles en sentido sur-norte, de 1534 a 1950, de la calle Flores a la calle Los
Ríos. Fernando Jurado Noboa.
(33) CALLES, CASAS Y GENTE DEL CENTRO HISTÓRICO DE QUITO. Tomo IX. Plazas
y plazoletas. Fernando Jurado Noboa.
(34) HISTORIA DEL ANTIGUO HOSPITAL SAN JUAN DE DIOS (en colaboración con el
Museo de la Ciudad). Nancy Morán, Jorge Moreno, Silvia Benítez y Cecilia Ortiz
1. RINCONES QUE CANTAN. Una geografía musical de Quito. Fernando Jurado No-
boa, 2006.
2. GONZALO BENÍTEZ. Tras una cortina de años. Adrián de la Torre y Pablo Guerre-
ro Gutiérrez, 2007.
3. EL CANTO DEL RUISEÑOR. José María Trueba, artífice del canto lírico en Quito,
siglo XX. Alfonso Campos Romero, 2009.
PUBLICACIONES PERIÓDICAS
MUSEO DE LA CIUDAD
▪ EL RETRATO ILUMINADO. FOTOGRAFÍA Y REPÚBLICA EN EL SIGLO XIX. Lucía
Chiriboga y Silvana Caparrini, 2005.
EDICIONES ARCHIPIÉLAGO
▪ EN LA TIERRA, QUITO… LA CIUDAD, LA PINTURA. Lenin Oña (prólogo y se-
lección), Jorge Enrique Adoum (textos), 2004.
▪ … Y EN EL CIELO UN HUEQUITO PARA MIRAR A QUITO. LA CIUDAD, LA
POESÍA. Jorge Enrique Adoum (selección), 2004.
LA PALABRA EDITORES
▪ LOS QUITEÑOS. Francisco Tobar García (1981), 2005.
▪ QUITO. SUEÑO Y LABERINTO EN LA NARRATIVA. Peter Thomas, 2005.
▪ JOSÉ ENRIQUE GUERRERO. El pintor de Quito. Patricio Herrera Crespo y Ed-
wing Guerrero Blum, 2006.
▪ COLECCIÓN ESCRITORES DE QUITO
T. 1: La Voz Cordial. Correspondencia entre César Arroyo y Benjamín Carrión
(1926-1932), 2007.
T. 2: Sonata para Valle Inclán y otros ensayos (1914-1936), César E. Arroyo, 2007.
T. 3: Textos escogidos. Gonzalo Zaldumbide, 2007.
T. 4: Antonio ha sido una hipérbole. Jorge Fernández, 2007.
T. 5: Poesía. Julio Zaldumbide, 2007.
T. 6: Galería de Místicos e insurgentes. La vida intelectual del Ecuador durante
cuatro siglos (1555 – 1955). Jorge Carrera Andrade, 2008.
T. 7: Seis veces la muerte (cuentos). Jorge Icaza, 2008.
T. 8: Obra selecta. Augusto Arias, 2008.
TRAMA EDICIONES
▪ LA LINARES. (Edición bilingüe). Iván Égüez, 2005.
▪ QUITO. HISTORIA Y DESTINO. Gonzalo Ortiz Crespo, 2006.
▪ CONTRIBUCIONES A LA HISTORIA DEL ARTE EN EL ECUADOR. José Gabriel
Navarro (1921-1952), tomo 1, 2007.
▪ CONTRIBUCIONES A LA HISTORIA DEL ARTE EN EL ECUADOR. José Gabriel
Navarro (1921-1952), tomo 2, 2007.
▪ CONTRIBUCIONES A LA HISTORIA DEL ARTE EN EL ECUADOR. José Gabriel
Navarro (1921-1952), tomo 3, 2007.
▪ CONTRIBUCIONES A LA HISTORIA DEL ARTE EN EL ECUADOR. José Gabriel
Navarro (1921-1952), tomo 4, 2007.
▪ GUÍA ARQUITECTÓNICA DE QUITO. Evelia Peralta y Rolando Moya Tasquer,
2007.
FLACSO
▪ DE MEMORIAS. Imágenes públicas de las mujeres ecuatorianas de comienzos y
fines del siglo veinte. Ana María Goetschel, Gioconda Herrera, Andrea Pequeño y
Mercedes Prieto, 2007.
▪ LA CIUDAD Y LOS OTROS. Higienismo, ornato y policía. Quito 1860-1940, Eduar-
do Kingman Garcés, 2008.
EDITORIAL EL CONEJO
▪ TESTIMONIOS DEL RADIOTEATRO EN QUITO. Margarita Guerra Gándara,
2008.
CITYMARKET
▪ 200 AÑOS DE HUMOR QUITEÑO. Xavier Michelena, 2007.
▪ 200 AÑOS DE PINTURA QUITEÑA. Xavier Michelena, 2007.
▪ 200 AÑOS DE ESCULTURA QUITEÑA. Esteban Michelena, 2007.
▪ 200 AÑOS DE PERSONAJES QUITEÑOS. Vladimir Serrano Pérez, 2009.
▪ 200 AÑOS DE DEPORTES Y ANÉCDOTAS, Jorge Ribadeneira, 2009.