Poema Gilgamesh
Poema Gilgamesh
Poema Gilgamesh
ANTIGUAS
POEMA DE GILGAMESH
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Historias antiguas
Tablilla I
Quiero dar a conocer a aquel
que lo ha visto todo,
a aquel que ha conocido lo profundo,
que ha sabido todas las cosas,
que ha examinado, en su totalidad,
todos los misterios.
Cuando volvi de su largo viaje,
fatigado, pero tranquilo,
grab en una piedra
todas sus aventuras.
l edific los muros de
Uruk la amurallada.
Contempla sus murallas
que son como el cobre!
Mira sus columnas
que no tienen rival!
Sube y pasate por la
muralla de Uruk!
Inspecciona sus cimientos, observa sus ladrillos de adobe.
Excepcional monarca, clebre, prestigioso,
hroe, hijo de Uruk, es como un toro que embiste.
Tal era Gilgamesh, perfecto, formidable!
l es quien abri pasos en las montaas,
quien excav pozos en los campos,
quien cruz el Ocano y los enormes mares,
quien explor los confines del mundo
en busca de la Vida Eterna.
Hay quien pueda compararse a l en grandeza?
As es el rey de Uruk, y sin embargo,
los habitantes de Uruk se quejan a los dioses,
pues Gilgamesh se dedica a molestar a las mujeres,
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Tablilla II
Luego la mujer lo visti y lo tom de la mano,
conducindolo hacia una cabaa de pastores.
stos se agolparon a su alrededor, ofrecindole alimentos.
Enkidu sola mamar la leche de las bestias salvajes,
y ahora le pusieron pan;
lo examin con desconfianza,
pues Enkidu no saba comer el pan;
a beber cerveza tampoco
nadie le haba enseado.
Abriendo la boca, la mujer
dijo as a Enkidu:
-Come pan, Enkidu,
es necesario para vivir!
Bebe cerveza, es la costumbre del pas!.
Enkidu comi el pan y bebi cerveza.
Ya relajado, se puso a cantar,
y su corazn estaba alegre por la cerveza.
Su rostro se ilumin.
Cuando se pusieron en marcha,
Enkidu caminaba delante
y la cortesana detrs de l,
los dos camino de la ciudad.
Cuando entraron en Uruk, la de amplias plazas,
la gente se reuni a su alrededor.
Enkidu se par en la calle,
cortando el camino a Gilgamesh.
ste lo mir con atencin.
Enkidu, que haba nacido en el desierto,
estaba totalmente enfadado.
Se enfrentaron en la gran plaza de Uruk,
se agarraron como toros,
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se acometieron fuertemente,
los muros temblaron.
Enkidu agarr a Gilgamesh
y lo inmoviliz contra el suelo,
logrando vencerle.
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y yo te cuidar.
Voy a partir pues, delante de ti,
que tu boca pueda gritarme: Avanza, no
temas!.
Si caigo, al menos habr alcanzado la fama.
Gilgamesh-dirn- luch contra el feroz
Kumbaba!.
T, que has nacido y te has criado en
el desierto,
t, a quien los leones han atacado,
t debes comprender todo esto!.
Mientras iniciaban el camino, en
la calle
la multitud se acercaba a
Gilgamesh:
-Cundo regresars a Uruk?
Los ancianos lo bendecan
y le daban consejos sobre el
viaje:
-No confes slo en tus fuerzas,
Que tus ojos estn vigilantes!
El que va delante salva a su
compaero,
el que conoce el camino protege a su
amigo.
Que Enkidu vaya, pues, delante de ti,
l conoce el camino del Bosque de Cedros,
est acostumbrado a la guerra,
es experto en el combate.
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Tabilla IV
Al cabo de 200 kilmetros comieron un poco,
al cabo de otros 300 kilmetros se prepararon para la noche;
as en un da anduvieron 500 kilmetros,
y en tres das haban llegado a su destino.
Entonces Gilgamesh rez a los dioses y les dijo:
-Enviadme un sueo con un mensaje favorable!
Los dioses complacieron a Gilgamesh,
pues so que abatan a Kumbaba.
Entonces el rostro del divino Gilgamesh se ilumin.
Cogidos ambos de la mano,
Enkidu y Gilgamesh se marcharon
y se prepararon para la noche.
A media noche, el propio dios habl,
y una voz reson desde el cielo:
-Caed sobre la bestia rpidamente, antes de que penetre en
el Bosque!
Que no se adentre en la espesura para ocultarse!
Gilgamesh y Enkidu se levantaron arremetiendo como
bfalos furiosos.
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Tablilla V
Ambos llegaron hasta el lindero del Bosque
y se quedaron inmviles.
Contemplaron maravillados la altura de los cedros,
todo el Bosque estaba lleno de perfumes,
deliciosa era su sombra,
los matorrales all se entrelazaban.
Rpidamente tomaron sus espadas
y atacaron con su duro hierro, untado con veneno.
Enkidu abri la boca y dijo:
-La fuerza de Kumbaba es muy peligrosa,
uno solo no puede afrontarlo, pero dos s;
si no se conocen dispersan las fuerzas,
si son amigos las unen,
dos leoncillos son ms fuertes que un vigoroso len.
Se deslizaron a la guarida de Kumbaba y Enkidu grit:
-Gilgamesh, mata a Kumbaba, por tus dioses!
No tengas piedad!
Gilgamesh golpe la cabeza
del monstruo con el hacha,
y luego continu golpeando con la espada.
Se produjo una gran confusin
y luego un silencio de muerte.
As mataron al poderoso guardin Kumbaba.
Hasta 20 kilmetros de distancia los cedros gimieron,
y el Bosque entero se lament.
Gilgamesh cort la cabeza de Kumbaba,
all le extrajeron los intestinos junto con los pulmones.
Una lluvia abundante
cay sobre la montaa.
Luego, los dos amigos
cortaron el Bosque de los Cedros.
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Tablilla VI
Acabada la misin,
Gilgamesh lav sus cabellos,
despus se solt su cabellera sobre su espalda,
arroj sus vestidos sucios y se puso otros limpios,
se envolvi con un manto que ci con un cinturn.
Ishtar, diosa del amor, qued fascinada por la belleza de
Gilgamesh, y le dijo:
-Ven Gilgamesh!,
s mi esposo,
te dar un carro de oro
y piedras preciosas,
entra en nuestra casa,
donde los sacerdotes
te besarn los pies,
ante ti se arrodillarn los reyes,
los nobles y prncipes,
y te aportarn como tributo los
productos de la montaa
y del pas.
Tus cabras parirn cras triples,
tus ovejas mellizos,
tus caballos tendrn
ms fuerza,
tus bueyes no tendrn rival.
Gilgamesh tom la palabra y dijo a la diosa Ishtar:
-Cmo podra yo casarme contigo?
Debera mantenerte con manjares propios de dioses?
Tendra que apagar tu sed con bebidas
propias de la divinidad?
Ah! Una brecha se abrira entre nosotros
si te tomo en matrimonio,
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Tablilla VII
Cuando amaneci, Enkidu dijo al divino Gilgamesh:
-Hermano mo, qu sueo he tenido esta noche!
Los dioses celebraban una reunin
y el padre de los dioses, Anu, deca:
-Ellos han matado tanto al monstruo Kumbaba como al Toro
Celeste. Uno de los dos debe morir.
A buen seguro que soy yo el que va a caer
en poder de la Muerte,
sin que pueda ver con mis ojos ya ms a mi querido hermano.
Gilgamesh no cesaba de escuchar sus palabras y
sus lgrimas corran.
Abriendo la boca, le dijo a Enkidu:
-Amigo, t que tienes una inteligencia brillante
y buen sentido, dices, en cambio, cosas extraas.
El sueo que has tenido es excelente,
aunque tu miedo sea tan fuerte
que haga que tus labios zumben como moscas.
Voy a rezar a los dioses por ti.
-No hay nada que hacer, amigo mo-replic Enkidu-,
los dioses no retroceden nunca ni anulan sus rdenes;
lo que han decidido una vez, no cambia.
Gilgamesh tuvo que reconocer
que el sueo era desfavorable.
Al poco tiempo, Enkidu cay enfermo.
Enkidu permaneca en cama: un primer da, un segundo da,
sin que pudiera abandonar su habitacin,
la enfermedad empeoraba.
Un tercer da, un cuarto da ocurri lo mismo,
un quinto, un sexto, un sptimo da siempre lo mismo,
un octavo, un noveno, un dcimo da siempre igual,
la enfermedad de Enkidu empeoraba an ms,
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Tablilla VIII
Gilgamesh deca:
-Escuchadme, ancianos de Uruk!
Jvenes, odme!
Soy yo quien llora por Enkidu, mi amigo.
Un maligno demonio ha surgido
para arrancarte de m.
Amigo mo, mulo vagabundo, leopardo de la estepa,
nosotros juntos habamos escalado la Montaa,
habamos matado a Kumbaba,
que viva en el Bosque de los Cedros!
Y ahora, qu sueo se ha apoderado de ti
para que no me oigas?
Que los ancianos de Uruk te lloren!
Que las elevadas cimas de las montaas te lloren!
Que por ti se lamenten los campos como lo hara tu madre!
Que los bosques de cipreses y de cedros te lloren!
Que te lloren oso, hiena, pantera,
tigre, ciervo, leopardo,len, bfalo,
gamo, cabra monts, manada de la estepa!
Que te llore el Efrates y los hombres de Uruk!
Que te llore el labrador, encorvado al arado!.
Entonces Gilgamesh cubri el rostro de su amigo
y como un guila
comenz a dar vueltas alrededor de l;
se arrancaba mechones de su cabello y los tiraba,
desgarraba sus hermosos vestidos y los arrojaba lejos.
Por la maana, a las primeras luces del alba,
Gilgamesh organiz el entierro de su amigo,
pronunciando estas palabras:
-Yo, tu amigo, tu hermano gemelo,
te he hecho reposar sobre una gran cama
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Tablilla XI
-Gilgamesh, voy a revelarte una cosa oculta,
voy a confiarte un secreto de los dioses.
Hace mucho tiempo los Grandes Dioses
decidieron mandar un diluvio sobre la tierra,
y a m se dirigieron ordenndome:
-Destruye tu casa, construye un barco,
abandona las riquezas, busca la Vida que salva,
renuncia a tus posesiones.
Embarca en el barco todas las especies vivas!
Todo lo que posea lo cargu en el barco,
hice subir en el barco a mi familia y a mis parientes,
hice subir a los animales domsticos y salvajes.
Cuando al amanecer observ el estado del tiempo,
su sola vista infunda espanto.
Durante todo un da la tempestad se desencaden,
impetuosamente se desencaden y provoc el Diluvio;
su violencia sobrevino sobre las gentes como una batalla,
a causa de la tormenta no se vean los unos a los otros;
vistas desde el cielo, las gentes no eran reconocibles.
Durante seis das y siete noches,
el viento persisti, el huracn del Diluvio arras la tierra.
Al llegar el sptimo da, el Diluvio empez a pasar,
despus de haber luchado como una mujer en un parto.
Observ el mar: el silencio reinaba.
Abr una ventana, un aire fresco cay sobre mis mejillas,
me agach, ca de rodillas, y me puse a llorar.
Entonces los dioses nos concedieron la Vida Eterna
a mi familia y nos llevaron a vivir lejos.
Pero ahora, por ti, quin reunira a los dioses
para que pudieses encontrar t tambin la Vida Eterna?.
Gilgamesh dijo a Utnapishtim:
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se prepararon para
pasar la noche.
Viendo
Gilgamesh una
fuente cuyas
aguas eran
frescas
baj a ella para
baarse.
Pero una serpiente olfate el aroma de la
planta,
se acerc silenciosamente y se la llev;
nada ms tocarla, perdi su vieja piel.
Cuando se dio cuenta de que haba perdido la
planta,
Gilgamesh permaneci todo el da acostado,
llorando,
las lgrimas corran a lo largo de sus mejillas.
Tom la mano del barquero y le dijo:
-Por quin han sufrido tanto mis brazos?
Por quin he derramado la sangre de mi
corazn?
Yo no he obtenido para m ningn bien,
Y ni siquiera puedo volver al mar a buscar la
planta!
Continuaron la marcha, y durante los
das del viaje, Gilgamesh pudo
pensar sobre sus aventuras.
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