Varios - Ser Filosofo en La Edad Media
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directora de coleccin
Silvia Magnavacca
BARENSTEIN / BORELLI
FERNNDEZ WALKER / JAKUBECKI
ndice
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Presentacin
por Silvia Magnavacca
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Pedro Abelardo
o la dialctica y sus alcances
por Natalia Jakubecki
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Filosofa gentil
Filosofa natural
La filosofa entre las artes
Filosofa artificial
Filosofa, sierva de la teologa
Filosofa divina
Conclusin
Bibliografa
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Nicols de Autrecourt
o Aristteles bajo la lupa
por Gustavo Fernndez Walker
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Presentacin
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SILVIA MAGNAVACCA
apenas los lineamientos de la pradera en sombras. Paradjicamente, el hombre moderno, envuelto en luz, se siente solo y
escudria en la oscuridad algo ms o menos inquietante.
Es una sensacin muy distinta de la que se inscribe en lo
que Lewis llama el modelo medieval: un hombre de la Edad
Media deba de tener la impresin de que la Tierra estaba fuera
de los muros de la ciudad y de que el Sol, alto en el cielo, haca
muy difcil con su resplandor que el observador pudiera mirar
dentro. Pero de todos modos los hombres de entonces trataban de
mirar el mundo e intentaban aun cuando slo raramente y por
poco tiempo, a travs de la investigacin racional o el amor del
xtasis escrutar el interior del vasto espacio cncavo pleno de
msica y de vida. Al sujeto cognoscente de esos siglos lo asista
algo que hemos perdido: una serena para nosotros, ilusoria
confianza en la posibilidad del conocimiento no slo cierto sino,
adems, no transido de precariedad ni ordenado nicamente
a la funcionalidad. De los dos trminos entre los que se da la
relacin de conocimiento, sujeto cognoscente y objeto conocido,
el primero fue concebido en todos los siglos medievales como
dotado de una facultad hecha para la verdad, aun cuando sta
fuera arduamente alcanzable; el segundo, el mundo a conocer,
fue visto siempre como dotado de un orden, una arquitectura
a descubrir que responda a una lex aeterna. La diversidad
de concepciones aparece en un segundo momento, cuando nos
adentramos en un nivel, si se quiere, de metalenguaje, es decir,
cuando nos referimos al conocimiento filosfico, o sea, a aquello
que, durante los siglos del Medioevo, se llam philosophia.
Si asumiramos esa suerte de invitacin de Lewis de seguir
ahondando en el modelo medieval, lo haramos para subrayar
algunos de sus trazos y para diluir y aun modificar otros. En
todo caso, es agrandndolo y no empequeecindolo como comprenderemos mejor ese esquema. Se torna, entonces, aconsejable
insistir en un enfoque multidisciplinario. Pero esto no debe excusarnos y hay que subrayarlo del rigor metodolgico de cada
disciplina; tanto menos de la Filosofa y su insoslayable remisin
a lo filolgico, cuando se trata de un tramo de su historia.
Hasta aqu, hemos hecho mencin de los intentos siempre
desesperados por imposibles de reconstruir la Edad Media
PRESENTACIN
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Nos aprestamos, pues a transitar por diversos mundos medievales con la debida y ardua atinencia a lo literal, con una sola
obediencia: aquella que se inclina ante la facticidad de la documentacin. El punto es: a qu documentos apelar? Naturalmente, en estos casos, la seleccin es la clave.
Para mostrar la diversidad y hasta las antinomias en las
posiciones que se dan aun respecto de un mismo tema en el arco
del milenio medieval, son muchsimos los temas que se podra
tomar, casi todos, en realidad. Acaso bastara, por ejemplo, hacer
una historia de la nocin de placer, de voluptas, cuyas distintas
acepciones van desde la ms abierta sensualidad hasta la sublimacin despojada. Pero no se trata de esa nocin sino de la de
Filosofa. Y esto nos conduce al segundo punto que requiere una
aclaracin previa de las pginas que siguen.
En general, ms por razones de comodidad que por escrupulosidad histrica, en algunas universidades se entiende por
pensamiento medieval el que resulta de la confluencia e imbricacin de las categoras fundamentales del pensamiento antiguo
con las cosmovisiones implcitas en las tres grandes religiones
del Libro: Judasmo, Cristianismo e Islam.
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SILVIA MAGNAVACCA
PRESENTACIN
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SILVIA MAGNAVACCA
As pues, la Filosofa es ya sabidura; mejor aun, es la posesin y el arduo acrecentamiento de ella. Lo dems son cuestiones
de fe, que dependen de la Gracia divina; o bien cuestiones de
Teologa, reguladas por la Facultad correspondiente en el siglo
XIII.
Este encomio se construye extremando los rasgos ms positivos e integradores de una determinada concepcin de la Filosofa. En efecto, no se ha prestado suficiente atencin al hecho
de que el texto de Aubry dedica una parte a algunas de sus
definiciones o caracterizaciones en las que remite a una pluralidad de fuentes. Tales caracterizaciones son:
1. La Filosofa es el amor a la sabidura. Recordemos que no
se habla de cualquier tipo de amor sino del que procede del
conocimiento adquirido. Las fuentes de Alberico son en esto
Isaac Israeli, Sneca e Isidoro.
2. La Filosofa es el conocimiento que tiene el hombre de s
mismo, pues, si se conociera completamente, en cierto modo
conocera todas las cosas. Lo curioso es que Aubry no asocia
esto con el conocido principio aristotlico del De an. III, 5,
430 a 12 y ss., sino con la idea de microcosmos en Platn.
3. La Filosofa es el conocimiento de las cosas divinas y humanas.
En esta caracterizacin las fuentes principales son Cicern,
Pedro Lombardo y, sobre todo, San Agustn.5
PRESENTACIN
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Cf. Malingrey, A., Philosophia. tude dun groupe de mots dans la littrature grecque, Paris, Klineksieck, 1961.
SILVIA MAGNAVACCA
Silvia Magnavacca
Buenos Aires, otoo de 2012
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Se llev a cabo en el marco del Proyecto UBACYT F052, dirigido por quien
fi rma esta presentacin.
De Libera, A., Pensar en la Edad Media, trad. J. M. Ortega y G. Mayos, Barcelona, Anthropos, 2000, p. 80.
Cf. Ph 205-229, G 38-39.
PRESENTACIN
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Pedro Abelardo
o la dialctica y sus alcances
Et quoniam philosophicis maxime rationibus nos
aggrediuntur, et nos eas praecipue prosecuti sumus
quas credo ad plenum nemo intelligere ualet nisi
qui philosophicis et maxime dialecticis studiis
inuigilauerit.
P. Abelardo, Theologia Summi Boni.1
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NATALIA JAKUBECKI
Logica ingredientibus
La Logica ingredientibus, uno de los primeros escritos abelardianos, es una extensa glosa a la Isagog de Porfirio, pensada
para principiantes. Como es de esperar, trata fundamentalmente el problema de los universales, querella lgica medieval
por excelencia.
Este texto no contiene sino unos pocos prrafos donde el
autor se encarga de ubicar la lgica dentro de las ramas del
conocimiento. Y si bien no es mucho lo que dice sobre ella, nos
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NATALIA JAKUBECKI
Invectiva
Con todo, el propsito ltimo de la epstola no es tanto el
de distinguir la sofstica de la dialctica, sino el de defender el
valor intrnseco de esta ltima, aunque para ello Abelardo deba
aclarar en qu consisten una y otra:
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NATALIA JAKUBECKI
algunos doctores de nuestro tiempo, como no pueden comprender la fuerza de las razones dialcticas, las maldicen en
tanto que consideran todos sus principios como sofismas y
engaos antes que dictmenes de la razn. [] condenan lo
que no saben, acusan lo que ignoran. [] llaman necedad todo
aquello que no entienden, consideran delirio lo que no pueden
comprender.13
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Dialectica
Otra de las obras lgicas de Abelardo, y la ltima que analizaremos aqu, es la Dialectica. Interesan particularmente los
primeros prrafos del libro IV puesto que, en cierto modo, pueden
ser ledos como una prolongacin de la Invectiva.
Con la misma vehemencia con la que en la obra precedente
haba reprochado la ceguera de los antidialcticos, el Magister
comienza aqu denunciando una serie de acusaciones que se le
ha hecho justamente por ser l un defensor y practicante de la
dialctica:
Mis adversarios inventaron ltimamente una nueva acusacin
que es una calumnia contra m, que escribo con frecuencia sobre
el arte dialctico. Afirman que no le es lcito a un cristiano tratar
de lo que no concierne a la fe. Y dicen que esta ciencia no slo
no nos dispone para la fe, sino que la destruye con los enredos
de sus argumentaciones.15
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NATALIA JAKUBECKI
A continuacin, para seguir con su defensa, propone un argumento que mantiene los lineamientos del que ya haba aparecido
en la Invectiva. Mientras que all deca que el conocimiento del
mal es bueno, aqu sostiene que todo conocimiento o scientia lo
es, en tanto proviene de Dios.
Si, por consiguiente, no es malo el saber, sino el actuar, tampoco la malicia se ha de referir a la ciencia sino al acto. A partir
de ah demostramos, pues, que es buena toda ciencia [] Por lo
que tambin conviene admitir que es bueno el estudio de toda
ciencia, gracias al cual se adquiere lo que es bueno; pero se ha
de insistir principalmente en el estudio de aquella doctrina a
partir de la cual se conoce una verdad de mayor valor.17
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En este pasaje puede observarse que Abelardo, como en toda su obra teolgica
y tica, se muestra agustiniano al sealar que el objeto de estudio dignifica
la ciencia que se ocupa de l.
Cf. Murillo, I., op.cit., p. 165.
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Dialogus
De los cuatro personajes que aparecen en el Dialogus el judo,
el cristiano, el filsofo y Abelardo mismo, oficiando de rbitro
nos detendremos nicamente en el filsofo, no slo porque su
personaje resulte el ms llamativo, sino tambin porque, como lo
hemos anticipado, es una figura clave para nuestro anlisis.
Su singularidad radica en las caractersticas de las que Abelardo lo ha dotado. Por una parte, el philosophus es un representante de la razn natural, que constantemente se vale de citas
de los textos de la Antigedad clsica para defender sus tesis.
Ello conduce inmediatamente a creer que el filsofo no es ms
que la personificacin de la sabidura pagana griega o romana.
Incluso, en un pasaje del Dialogus, el cristiano le recuerda que
Agustn form parte de los suyos antes de su conversin:
Cristiano [al Filsofo]: Por su parte, Agustn, que fue primero vuestro y luego nuestro.26
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Ibid., p. 57.
Ibid., p. 113.
Cf. Jolivet, J., Ablard et le philosophe (Occident et Islam au douzime sicle),
en Revue de lhistoire des religions, CLXIV (1963), pp. 181-189.
Aqu el problema histrico que se nos presenta es saber si Abelardo tuvo o no
acceso al Corn o, al menos, alguna noticia sobre ste. Sabemos que Pedro el
Venerable contrat a los traductores de la Collectio Toletana unos meses despus de la muerte de Abelardo, y no termin de redactar y corregir sus obras
apologticas sino mucho despus. Sin embargo, como seala Kritzek, es muy
probable que el espritu ecumnico y polmico del Abelardo haya influido sobre
el enfoque del abad quien, de todos modos, haba comenzado a preocuparse
mucho antes por esta problemtica. Cf. Kritzek, J., De linfluence de Pierre
Ablard sur Pierre le Vnrable dans ses oeuvres sur lIslam, en Ablard:
Le Dialogus. La philosophie de la logique, Actes du Colloque de Neuchtel,
Secr. de lUnivertit, Neuchtel, 1981, pp. 205-212.
Cf. a modo de ejemplo, Dialogus, ed. cit., pp. 203, 207 y 231, entre otras.
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ego del mismo Abelardo, que le sirve para sostener sus propias
tesis, puesto que antao stas se haban mostrado conflictivas
para la Iglesia. De ser vlida esta hiptesis de lectura, se comprende por qu es justamente el filsofo el que dice todo aquello
que alguien que pretende no volver a ser condenado no puede
decir.32 Es un Abelardo cansado de discutir, que ya no quiere
confrontar con nadie pero que, con todo, an pareciera considerarse el ltimo filsofo que queda en el mundo, tal como se
sinti en su juventud, testimoniado en el quinto captulo de su
Historia calamitatum mearum.
Son tres, entonces, las posibles identidades de este personaje: el philosophus es un filsofo de la Antigedad clsica, o
bien un musulmn, o bien Abelardo mismo. En cualquiera de
los tres casos, no se equipara con un mero dialctico, a menos
que se piense que la actividad intelectual de stos se reduca
simplemente a cuestiones lgicas, lo cual no es cierto. Todos ellos
fueron pensadores que trataron diversas cuestiones filosficas,
desde lgicas hasta ticas, pasando por metafsicas, antropolgicas y gnoseolgicas.33
Pero ms all de este personaje puntual, podemos observar
que, a lo largo de la obra, Abelardo hace referencia a otros filsofos, tales como Aristteles, quien en la poca del Palatino era
el lgico por antonomasia;34 Sneca, el mximo edificador de
la moral;35 o Boecio, autor identificado principalmente con sus
comentarios a la logica vetus.36 Sin embargo, a ninguno de ellos
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Invectiva
En los ltimos prrafos de la carta, Abelardo realiza un juego
lingstico que nos resulta particularmente sugestivo. Dice:
Por consiguiente, la Palabra del Padre, el Seor Jesucristo, denominado Lgos en griego, tambin se llama Sopha del Padre, y
as parece referirse a aquella ciencia que en el nombre est unida
a l, y por cierta derivacin a partir de lgos se llama lgica.
Y, como a partir de Cristo surge el nombre de cristianos, as
parece que a partir de lgos nace propiamente la palabra lgica.
Y sus amantes tanto ms verdaderamente se llaman filsofos
cuanto son ms autnticos amantes de aquella sabidura superior. Suprema sabidura del Padre supremo que, al vestirse de
nuestra naturaleza para ilustrarnos con la luz de la verdadera
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Cum ergo uerbum patris, Dominus Iesus Christus, lgos Graece dicatur, sicut
et sopha patris appellatur, plurimum ad eum pertinere uidetur ea scientia
quae nomine quoque illi sit coniuncta et per deriuationem quandam a lgos
logica sit appellata et sicut a Christo christiani, ita a lgos logica proprie
dici uideatur. Cuius etiam amatores tanto uerius appellantur philosophi
quanto ueriores sint illius sophiae superioris amatores. Quae profecto summi
patris summa sophia cum nostram indueret naturam ut nos uerae sapientiae
illustraret lumine et nos ab amore mundi in amorem conuerteret sui, profecto
nos pariter christianos et ueros effecit philosophos, Invectiva, PL., CLXXVIII,
355B.
Murillo, I., op. cit., p. 166.
gentiles fortasse natione, non fide, omnes fuerunt philosophi., Th.Chr.,
PL., CLXXVIII, 1172A; y ms adelante aade : cum nos a vera sophia,
hoc est sapientia Dei Patris, quae Christus est, Christiani dicamur, vere in
hoc dicendi philosophi, si vere Christum diligimus, ibid., 1179B.
Cf. Zerbi, op. cit., p. 34.
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Mientras que all, entonces, el lgico era el cristiano, en la Confessio estas dos figuras aparecen diametralmente opuestas.
Para resolver esta paradoja, podemos pensar, junto con Zerbi,
que para Abelardo existen dos concepciones diferentes del trmino filsofo.45 sta, que es objetada en su confesin, es la que
concibe al filsofo igual que lo conceban sus adversarios: una
persona que, con frecuencia, se muestra soberbia e inclinada a
debatir con las Sagradas Escrituras. Si esto es ser filsofo, si
ste es el destino de los discpulos de Aristteles, Abelardo prefiere rehuir de su amada lgica, aquella que, segn l, le cre
no pocos enemigos. La otra acepcin de filsofo es la de aqul
que practica la verdadera filosofa, y que mantiene al hombre
unido a Dios en su Lgos.
Esto, empero, no implica necesariamente que Abelardo adhiera
al grupo de pensadores que ve la filosofa como sapientia Dei.
Para l, la manera de hacer filosofa es mediante silogismos
y demostraciones, de eso no cabe duda. Lo que critica es la
actitud del filsofo, lo cual es muy diferente. Filsofo es quien,
mediante la disciplina que nos permite alcanzar la verdad, llega
a la Verdad o, al menos, a lo verosmil, pues ese parece ser el
lmite de la razn.46
Respecto a qu pensadores concretos son aludidos por Abelardo cuando se refiere a los philosophi, debemos admitir que
no queda del todo claro. Sin embargo, sabemos que stos deben
ser, ante todo, cristianos. Este trmino, aunque ambiguamente
utilizado, puede aplicarse a todos aquellos que han vivido tanto
conforme a la fe como a la sopha divina. As, el nombre filsofo
conviene, por una parte, a los pensadores clsicos y a los Santos
Padres por igual;47 por la otra, a Abelardo mismo, dialctico,
cuyo instrumento es una va de acceso a la verdad cristiana.
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Invectiva
Ahora bien, quizs el problema ms espinoso en el pensamiento abelardiano no consista en determinar el valor de la
dialctica en relacin con la filosofa, sino en el uso que Abelardo pretenda hacer de ambas. Una vez ms, ser la Invectiva
la que d el puntapi inicial.
A pesar de que hemos insistido desde el comienzo en el doble
valor que Abelardo le otorga a la dialctica, se puede pensar
que de ambos el ms importante, al menos en el texto que ahora
nos ocupa, es el instrumental. Pero no es as. Esta disciplina, de
hecho, no se limita en modo alguno a individuar los falsos argumentos estableciendo extrnsecamente una simple confrontacin
entre determinadas afirmaciones y la verdad de la fe. En otras
palabras, su tarea no es solamente una tarea argumentativa.
Muy por el contrario, por el hecho mismo de ensear a discernir
entre argumentos, ella misma es positiva: contribuye de manera
activa en la construccin del edificio filosfico y teolgico.48 Es
gracias a ella que se pueden discernir los sofismas de los herejes
de aquellos que sostienen la verdad de la fe, pues
no slo la diversidad de sentencias repercute en la dialctica, sino tambin la multiplicidad de errores en la fe cristiana,
puesto que los verborrgicos herejes, con las insidias de sus
afirmaciones, arrastran a mucha gente sencilla hacia diversas
sectas: al no haberse ejercitado de ningn modo en las argumentaciones, esta gente toma la semejanza por la verdad y la
falacia por la razn. Peste contra la que los mismos doctores de
la Iglesia nos animan a que nos ejercitemos en las disputas, a
fin de que lo que no entendemos en las Escrituras no slo lo se
lo pidamos al Seor orando, sino tambin, alternativamente, lo
busquemos disputando.49
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Dialectica
Abelardo comienza, como ya hemos observado, manifestando
su irritacin por el hecho de que no se le deja practicar el arte
dialctico en relacin con la lectura de las Escrituras:
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Nadie negara que el conocimiento es bueno y que la dialctica, en tanto conocimiento, es buena en s misma. Adems, y de
igual modo en que lo haba hecho en la Invectiva, afirma que no
slo el conocimiento que provee la dialctica es legtimo, sino que
es necesario.55 Pero mientras que en la Invectiva haca hincapi
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At uero mirabile est cur non mihi liceat tractare quod eis permissum sit legere
aut quid tractare sit malum quod legere sit concessum, Dialectica, ed. cit.,
IV, 1, 469.
Notemos que, para defender la dialctica frente a quienes sostenan que su
uso en los asuntos de fe era abominable, Abelardo utiliza argumentaciones
dialcticas. Fcilmente se le podra atribuir una peticin de principio. Pero de
ser esto as, sus adversarios estaran aprobando de facto el uso de la lgica, lo
que hara que cayeran, a su vez, en una contradiccin. Algo similar advierte
Abelardo en el Dialogus. Cf. Dialogus, ed. cit., p. 62.
Si uero aduersus Fidem militare artem concedant, eam procul dubio non
esse scientiam confitentur. Est enim scientia ueritatis rerum comprehensio,
cuius species est sapientia, in qua fides consistit. Haec autem est honestatis
siue utilitatis discretio; uetitas autem ueritati non est aduersa. Non enim
sicut falsum falso uel malum malo contrarium potest reperiri, ita uerum
uero uel bonum bono potest aduersari, sed omnia sibi bona consona sunt et
conuenientia. Scientia autem omnis bona est, et ea quae de malo est, quae
iusto deesse non potest, Dialectica, ed. cit., IV, 1, 469.
Cf. Ibid.
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Sic et non
Esto es lo que hace precisamente en el Sic et Non. All presenta ciento cincuenta y ocho cuestiones suscitadas a partir de
las discordancias (diversa, non adversa)59 entre las sentencias
de las autoridades de la Iglesia, principalmente de los Padres
fundadores, por ser ellos quienes tenan la ltima palabra en
la exgesis. Lo que procura demostrar con ello es que los artculos de la fe bien podan expresarse como proposiciones lgicamente consistentes, a pesar de las interpretaciones dismiles
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Dialogus
Estos requerimientos de exgesis que haba descrito en el Sic
et non siguieron mantenindose hasta el final de su vida. Tal
como afirmar aos ms tarde en el Dialogus:
Si no se hubiera de anteponer el juicio de la razn, que por
naturaleza es anterior, se deberan aceptar, indiferentemente,
las opiniones de todo lo escrito. Tambin aquellos que merecieron la autoridad, adquirieron esta estima por la cual se les
cree, porque escribieron fundndose en la razn.64
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Sed prout quisque propria ratione deliberat, singuli quas sectantur auctoritates
eligunt. Alioquin indifferenter omnium Scripturarum sententiae essent
suscipiendae, nisi ratio, quae naturaliter prior eis est, de ipsis prius haberet
judicare, Dialogus, ed. cit., p. 164.
Si enim fides ratione minime sit discutienda [] quoscunque errores praedicatio
seminet, suscipere nihil refert, quia nihil licet ratione refellere, ubi rationem non
licet adhibere. Dicat idololatria de lapide vel ligno vel qualibet creatura: Hic
est Deus verus [] quis eum valebit refellere, si de fide nihil sit discutiendum
ratione? [] Statim Christianus ex ipsa sua defensione confundetur, dicens
ejus penitus rationes in talibus audiendas non esse, ubi eas ipse penitus
induci prohibet, nec eum aliquem rationibus de fide recte impugnari minime
permittit, ibid., p. 162.
NATALIA JAKUBECKI
Conclusiones
Como hemos podido observar, respecto del doble valor de la
dialctica esto es, intrnseco e instrumental se debe notar que
muchas veces Abelardo ha privilegiado uno u otro dependiendo
de los requerimientos argumentativos del contexto de produccin. As, en los escritos lgicos principalmente, destaca el valor
intrnseco de la dialctica y su independencia e, incluso, primaca,
por sobre cualquier rama del conocimiento; en los morales o teolgicos como el Dialogus o el Sic et non, en cambio, privilegia el
valor instrumental. Por otra parte, es notable el hecho de que
en ms de una oportunidad las caractersticas que le atribuye
a la dialctica son, ciertamente, las que tradicionalmente se le
ha otorgado a la filosofa como, por ejemplo, ser la disciplina
de las disciplinas.
Si bien no caben dudas de que para Abelardo la filosofa es
una scientia y no el camino de la sabidura, no por ello es fcil
explicar en qu consiste esa ciencia y mucho menos si se la pone,
tal como el autor mismo lo ha hecho, en directa relacin con la
dialctica. En efecto, si se quisiera dar una definicin terminante,
se estara sesgando necesariamente la riqueza de su concepcin.
Para resolver el interrogante de manera satisfactoria, creemos
que lo ms acertado sera pensar en dos acepciones de dialctica. La primera, que podramos llamar dialctica en sentido
estricto, identifica a sta con la lgica, fundamentalmente como
mtodo derivativo y argumentativo, tal como se la entendi en
los siglos altomedievales anteriores a la escolstica. La otra
acepcin, en cambio, se refiere ms bien a la dialctica en un
sentido amplio, concibiendo sta como filosofa ya que, aunque
Abelardo se guarda muy bien de distinguir la dialctica (lgica)
de la filosofa, estas precisiones estn dadas principalmente a
nivel terminolgico. A nivel prctico, empero, la filosofa deviene
dialctica, porque hacer filosofa es valerse del arte disputativo
para esbozar cualquier forma de argumentacin, ya sea sta
moral, fsica o, incluso, lgica. Adems, siguiendo las huellas
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Natalia Jakubecki
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
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NATALIA JAKUBECKI
Bibliografa
Fuentes
Logica ingredientibus, ed. B. Geyer, Peter Abaelardus, Philosophische
Schriften, Beitrge zur Geschichte der Philosophie des Mittelalters, Mnster
im, Westfalia, 1919.
Dialctica, First complete edition of the Parisian manuscript. With an introduction by L.M. de Rikj, Assen, Van Gorkun, 1970.
Dialgous inter philosophum, iudaeum et christianum, Ed. bilinge, Trad.
Magnavacca, S., Buenos Aires, Losada, 2003.
Opera omnia, ed. J. P. Migne, en Patrologia Latina, vol. 178, Paris, 1885.
Theologia Summi Boni, eds. E. M. Buytaert y C. J. Mews. (Corpus Christianorum Continuatio Mediaevalis XIII), 1987.
Lecturas complementarias
Gilson, E., Logicismo y filosofa en La unidad de la experiencia filosfica,
Madrid, Rialp, 2004, 5ta edicin.
Gregory, T., Ablard et Platon, en E. M. Buytaert (ed.), Peter Abelard.
Proceedings of the International Conference Louvain, May 10-12, 1971,
LeuvenThe Hague, Leuven University Press, 1974, pp. 38-64.
Jolivet, J., Arts du langage et thologie chez Ablard, Paris, Vrin, 1981.
, Ablard et le philosophe (Occident et Islam au douzime sicle),
en Revue de lhistoire des religions CLXIV (1963), pp. 181-189.
, Doctrines et figures de philosophes chez Ablard, en R. Thomas
(ed.), Petrus Abaelardus (1079-1142). Person, Werk und Wirkung (Trierer
Theologische Studien, 38), Trier, Paulinus Verlag, 1980 (rist. en J. Jolivet,
Aspects de la pense mdivale: Ablard, Doctrines du langage [Reprise],
Paris, Vrin, 1987), pp. 103-120.
Magnavacca, S., Lxico tcnico de filosofa medieval, Buenos Aires, Mio
y Dvila editores, 1ra edicin, 2005.
Murillo, I., Actitud de Pedro Abelardo ante la dialctica en su Invectiva.
Relaciones entre dialctica, teologa y tica en Cuadernos salamantinos
de filosofa, n 22 (1995), pp. 159-174.
Santiago Otero, H., El trmino teologa en Pedro Abelardo, en Sprache
und Erkenntnis im mittelalter, II, Akten des VI internationalen Kongresses fr mittelalterliche Philosophie de la Societ internationale pour
49
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NATALIA JAKUBECKI
Ramon Llull
o los mltiples rostros de la
philosophia
Deus glorios! per vostramar, / estArt general aplicar
volem a les especials / sciencies qui son aytals
una es Theologia, / altra nes Filosofia,
Logica, Dret e Medicina, / e que Rettorica y sia
(Aplicaci dArt general, vv. 1-8)
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La Cristofana, que se repetira cinco veces, acabar por convencer al joven Ramon de tomar una decisin que habra de dar
un nuevo sentido a su hasta entonces y segn l deplorable
existencia. Dedicara su vida a Dios3 a travs del cumplimiento
de tres objetivos: primero, dar la vida por Cristo, es decir, se
esforzara constantemente por difundir el cristianismo, aun si
ello implicaba el martirio; segundo, escribir el mejor libro del
mundo para refutar racionalmente los errores de los infieles; y,
tercero, acudir al papa y a los reyes y prncipes cristianos para
incitarlos a fundar monasterios que funcionaran como studia
linguarum. stos eran concebidos como centros de estudio donde
se habra de enviar a los monjes de vocacin misionera principalmente franciscanos para aprender las lenguas de los infieles:
rabe, hebreo, griego y las variantes de los trtaros.4
Tras nueve aos de una exhaustiva preparacin, Dios le
revelar aquello que se convertir en el ncleo de su sistema:
el Ars magna.5 Se trataba de una herramienta bajo cuya gida
se volva posible el sueo de no pocos misioneros: llevar a los
infieles hacia el cristianismo exclusivamente por medio de la
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Filosofa gentil
Desde sus primeras obras Ramon toma posicin respecto
de cul es la funcin que ha de cumplir la filosofa. Ya en 1274
lo encontramos escribiendo un libro destinado a ser el mejor
del mundo contra los errores de los infieles. Encara la tarea
convencido de que el tiempo de los profetas en el que la gente
estaba apta para creer y el de los apstoles cuando el pueblo
se converta por medio de milagros haban dado lugar al tiempo
en que las personas pedan argumentos necesarios (rationes
necessariae) y convincentes.9
El texto, que recuerda al Cuzar del judo Yehud ha-Lev y
al Dilogo entre un filsofo, un judo, y un cristiano de Pedro
Abelardo, ser escrito en cataln y pasar a la posteridad bajo
el ttulo de Libro del gentil y los tres sabios (Libre del gentil e les
tres savis). En l se relata la historia de un joven gentil que, a
pesar de ser experto en filosofa, careca de conocimientos teolgicos. As pues, obedeciendo a los caminos de la argumentacin
luliana, se presenta al gentil como creyendo que no hay nada
despus de la muerte y entristecido por la conciencia de ello.
Absorto y desesperado, parte a un ignoto y lejano pas, buscando
la tranquilidad de nimo necesaria para reflexionar sobre los
asuntos que tanto le preocupan. En el andar de su peregrinaje,
junto a una fuente adornada con cinco rboles muy extraos, se
encuentra con tres sabios, uno de ellos judo, otro cristiano y, el
tercero, sarraceno. Ms tarde, llegar hasta aquella fuente una
dama muy bella llamada Inteligencia (Intel.ligncia) que los
instruir acerca de esos extraos rboles y sus flores, que simbolizan los principios o Dignidades (Dignitates) del Arte en su
primera presentacin, de 1274 (la del Arte abreviada de encontrar la verdad, escrito primero en cataln bajo el nombre de Art
abreujada d`atrobar veritat y traducido rpidamente al latn con
el de Ars compendiosa inveniendi veritatem). Estos principios
son Bondad, Grandeza, Eternidad, Poder, Sabidura, Voluntad,
Virtud, Verdad, Gloria, Perfeccin, Justicia, Generosidad, Simpleza, Nobleza, Misericordia y Dominio (Bonitas, Magnitudo,
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La eficacia del Arte no solo reside en sus fundamentos, que a juicio de Llull
son aceptados por judos, cristianos y musulmanes, sino tambin en que en
su puesta en acto, lenguaje y realidad no determinan dos planos diferentes
y autrquicos. Por el contrario, el mtodo de Llull encierra un procedimiento
lgico, gnoseolgico y ontolgico al mismo tiempo porque est fundado tanto
en exigencias del entendimiento humano, como en exigencias de la realidad.
En el plano del Arte, el modus intelligendi resulta condicionado por el modus
essendi, lo cual posibilita un nuevo modus significandi.
Cf. Libre del gentil e los tres savis, OE, v. 1, pp. 1057-1138.
Cf. Decamern, I, III.
Comprense, por ejemplo, las diferencias entre los proemios programticos
del judo, el cristiano y el sarraceno (el resaltado es mo).
[Discurso del judo]
Al comenament lo jueu fiu sa oraci, e dix: En nom del poders Dus un,
en lo qual s nostra esperanza qui.ns delliure de la cautividad en qu som.
E quan hac finida sa oraci, ell dix que.ls articles en los quals ell crea eren
vuit, o s a saber: primer article s creure un Du tan solament; segon article
s creure que Dus s creador de tot quant s; ter article s creure que Dus
don la lig a Moiss; quart article s que Dus tramer Messias qui.ns traur
de la captivitat en qu som; cinqu article s de resurrecci; sis s del dia del
jus, quan Dus jutjar bons e mals; set s creure en la celestial glria; vuit
s creure infern sser. Quan lo juez hac recontats sos articles, adonis comen
al primer article (Libre del gentil el les tres savis, OE I, II, pp. 1072, 1073).
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Es por ello que en tanto que pueda ser identificada meramente con la argumentacin racional y atendiendo a que no
se nos dice nada explcitamente acerca de ella a excepcin de
que el gentil era un filsofo14 la nocin de filosofa que presenta
[Dicurso del cristiano]
Lo cresti sajonoll e bes la terra, e lev sa pensa a Du, e sos ulls e ses
mans al cel. Denant sa fa fu lo senyal de la creu dient aquestes paraules:
En nom del Pare del Fill e del sant Esperit, un Du en trinitat, e trinitat
en unitat. Quan lo cresti hac feitareverncia a la unitat e trinitat divinal,
altra vegada fu lo senyal de la creu, e a honor de la humanitat de Jesucrist
dix aquestes paraules: Adoramos te, Christe, et benedicimus tibi, quia per
crucem team redemisti mundum.
Quan lo cresti hac feita sa oraci, ell dix que los articles de sa lei eren catorze,
dels quals sn set qui pertanyen a la natura divina, e set qui pertanyen a la
natura humana de Jesucrist aquelles que pertanyen a la natura divina, sn
aquests: Un Du, Pare, Fill, sant Esperit, creador, recreador, glorificador. Los
set articles qui pertanyen a la humanitat de Jesucrist, sn aquests: Jesucrist
concebut de san Esperit, nat de verge, crucificat e mort, davall als inferns,
resucita, puj als cels, vendr a jutjar bons e mals el dia del judici.
Enans que.l cresti comens a provar sos articles, dix questes paraules al
gentil: Spies, gentil, que los articles de nostra fe sn alts e tan difcil
a creure e a entendre, que tu no.ls pors entendre, si totes les forces de
ton enteniment e de ta nima no mets a entendre las raons per les quals
jo entn a provar los articles damunt dits. Com moltes vegades sesdev
que hom suficientement prova alcunes coses, mas car aquella qui hom fa la
provaci no ho pot entendre, apar a aquell que hom no dna provana de o
que s provable (Libre del gentil el les tres savis, OE I, III, p. 1090).
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Filosofa natural
Ms all de los auspicios positivos aunque ambiguos en referencia a la nocin luliana de philosophia, habr que esperar
nueve aos para que Llull le dedique una obra completa. En
1283 escribe el Libro de los principios de la filosofa (Liber
principiorum philosophiae), acompaado por otros dos, animados
por idntico espritu: el Libro de los principios del derecho (Liber
principiorum iuris) y el Libro de los principios de la teologa
(Liber principiorum theologiae). En estas tres obras el propsito
de Ramon es someter las disciplinas mencionadas la filosofa, el
derecho y la teologa a un compendio y sistematizacin ltimos
bajo la gida de los principios y mecanismos del Ars magna.
Las tres obras sobre los principios tienen una estructura
similar a las que versan estrictamente sobre el Arte,15 pero
en cada una de ellas a los principios universales de ste se le
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Filosofa artificial
Cuatro aos ms tarde, en 1308 y en la ciudad de Pisa, Ramon
le da los ltimos toques a una de sus obras ms conocidas: el, ya
mencionado, Ars generalis ultima, la ltima obra sobre el Arte.
Este texto nos brinda una definicin explcita de philosophia:
La filosofa es la disciplina por la que el intelecto se relaciona
con todas las artes y ciencias.26
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Este hecho, uno de los tantos puntos desconcertantes que encierra este pequeo
opsculo, quizs responda a un cambio en las estrategias argumentativas de
Ramon. Sin embargo, esta suposicin no puede ser confi rmada con la lectura
del texto.
Philosophia est subiectum, in quo intellectus se contrahit ad omnes artes
et scientias (Ars generalis ultima, ROL XIV, X, 14, 81; la traduccin es
propia).
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Contrariamente a lo que parece, la respuesta de todas las preguntas circunscritas a una cuestin determinada, en la mayora de los casos, no son tantas.
Esto es as en virtud de que las preguntas funcionan como capites, de modo
tal que todas preguntas que pueden formularse acerca de X, resultarn distribuidas y subsumidas en y bajo las diez fundamentales: Utrum, Quid, De
quo, Quare, Quantum, Quale, Quando, Ubi, Quomodo et Cum quo.
Utrum? habet tres species, videlicet dubitativam, affirmativam et negativam,
ut in principio intellectus supponat utramque partem esse possibilem, et non
liget se cum credere, quod non est suus actus, sed intelligere. Et ita accipiat
illam partem, cum qua habet maius intelligere. Nam oportet illam esse veram
(Ars brevis, ROL XII, IV).
Quapropter si aliquis quaerat philosophice, recurratur ad praedicta subiecta,
applicando id, de quo quaeritur (Ars generalis ultima, ROL XIV, X, 14, 81).
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Filosofa divina
Es evidente que en el Libro del eficiente y del efecto Ramon
se refiere al tipo de verdades que lo son tanto desde el punto de
vista de la razn especulativa como del de la teologa, a saber,
aquellas de las que se ocupa su Arte. Pero habr que esperar
hasta otro texto, concebido hacia septiembre del mismo ao de
1311 y en la misma ciudad, para que retome definitiva y explcitamente su posicin inicial. Se trata del Libro acerca del ente que
es existente y agente absolutamente por s mismo y por su propia
causa (Liber de ente quod simpliciter est per se et propter se exis-
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Quando dicitur, quod uirgo non potest parere philosophice secundum cursum
naturae: Respondendum est, quod philosophia est nomen aequiuocum, eo quia
tres species sub se habere potest. Videlicet philosophia, quae est naturalis,
quoad entia corporalia; ista philosophia est in gradu positiuo. Et est alia
philosophia, quae est de entibus spiritualibus, ut puta de anima rationali et
de angelo; | et talis philosophia est in gradu comparatiuo. Alia philosophia est
suprema in superlatiuo gradu existens; et talis philosophia est diuina; quae est
causa aliarum philosophiarum. Et ideo quoad philosophiam, quae consistit
in positiuo gradu, concedo quod uirgo non potest parere. Sed Deus, qui est in
superlatiuo gradu, potest causare, quod uirgo possit parere; et maxime, cum
sit causa optima, maxima etc. (De ente quod simpliciter est per se etc., ROL
XXXIII, IV, X, 4).
Obras como, por una parte, el Libre del gentil e les tres savis tratan directa-
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ahora recibe el epteto divina, por el cual la distancia preexistente desaparece por completo.
No slo en virtud de la gravedad de la expresin sino por la
fecha de composicin de la obra en la que sta se inscribe (que
como ya dijimos es 1311), philosophia divina debe ser considerada como la formulacin definitiva de la concepcin luliana
de philosophia. Sin embargo, sorprendentemente, Llull no nos
dice aqu en qu consiste esta philosophia divina.
Conclusin
Saltando de texto en texto con botas hegelianas y habiendo
buscado en vano una identificacin explcita de philosophia con
Ars magna, nos hemos convencido de que ese salto identificatorio
slo puede darse a partir de una lectura de conjunto de las obras
lulianas y, ms aun, de las obras artsticas y no artsticas. As
pues, a lo largo de nuestro meterico recorrido hemos partido
de un concepto ms bien tenue de philosophia, tal como se
presenta en el Libre del gentil, el cual fue delinendose poco
a poco hasta adquirir la mayor consistencia posible, es decir,
la de todo lo divino. Debemos asumir que el atributo divina,
que acompaa a una de las especies de esta disciplina hacia el
final del camino, hace referencia a un objeto de estudio propio
y superior a todos los otros objetos posibles, y que este objeto es
Dios, sus Dignitates, sus milagros (miracula), etc. As, nos vemos
llevados no solo a sospechar sino a afirmar categricamente
que con la expresin completa philosohia divina, o filosofa en
grado superlativo, Ramon est sealando su Ars magna, pese a
su renuencia a efectuar una, ya esperable, identificacin explcita entre Ars y philosophia. Ms aun, esto se confirma toda vez
que Llull con anterioridad a la redaccin de la Lectura haba
utilizado los procedimientos del Arte para demostrar algunos
mente sobre la divinidad, pero no se menciona explcitamente que este tratamiento sea filosfico sino ms bien lgico o racional. Por otra parte, obras
como el Liber principiorum philosophiae tratan de la divinidad, pero desde
el punto de vista de su impronta en tanto que sta es perceptible en la naturaleza.
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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES/
CONICET
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Bibliografa
Nota: La bibliografa consignada a continuacin no pretende ser exhaustiva. Nos limitamos a la que hemos consultado para la realizacin
de este trabajo. Respecto de los textos fuentes, hemos utilizado las
ediciones ms autorizadas. Sus signaturas son MOG, OE, ROL y
OL, en cada caso estn indicadas. Las revistas Estudios Lulianos
y Studia Lulliana corresponden a las siglas EL y SL respectivamente.
Fuentes
Llull, R., Beati Raymundi Lulli doctoris illuminati et martyris Opera, 8
vols. Maguncia, s.n., 1721-1742, Minerva verlag, 1965. (MOG)
, Obres Essencials: Libre DEvast e DAloma e de Blanquerna;
Libre de maravelles,; Libre qui s de lorde de caballera; Arbre de cincia;
Libre del gentil e los tres savis; Libre de Sancta Maria; Arbre de filosofia
DAmor; Libre de Contemplaci; Del naixement de Jess infant, edicin e
introduccin de Battlori, M., y Carreras i Artau, J., Barcelona, Selecte,
1957-60, 2 vols. (OE)
, Obras Literarias: Libro de Caballera; Blanquerna; Flix; Poesas,
edicin preparada y anotada por los padres Miguel Batllori, S. J., Miguel
Caldentey, T. O. R., introduccin biogrfica por Salvador Galms, introduccin al Blanquerna del padre Rafael Ginard Bau t. O. R., Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1958. (OL)
, Raimundi Lulli Opera Latina, ed. F. Stegmller, Palma, Maioricensis schola lulistica, 1959-67, vols. I-5; ed. F. Stegmller, A. Madre,
Turnhout-Belgium, 1975-2011, vols. VI-XXXV. (ROL)
Bibliografa secundaria
AAVV, Actes de les Jornades Internacionals Lullianes: Ramon Llull al
segle XXI, Palma, Edicions UIB, 2005.
Badia, L., La Cincia alobra de Ramon Llull, en Institut dEstudis Catalans, Barcelona-Valncia: Universitat de Valncia, 2004, pp. 403-442.
Batalla, J., Lart lulliana com a teologia filosfica, Revista de lenguas y
literaturas catalana, gallega y vasca, 15 (2010), pp. 321-344.
Bonner, A., Ramon Llull in 1308: Prison, Shipwreck, Art, and Logic,
1308. Eine Topographie historischer Gleichzeitigkeit Miscellanea Mediaevalia 35 (2010), pp. 609-628.
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Recursos virtuales
Instituo Brasileiro de Filosofia e Cincia Raimundo Llio
http://www.ramonllull.net
Base de Dades Ramon Llull- DB
Centre de documentaci Ramon Llull (Universitat de Barcelona)
http://orbita.bib.ub.es/llull/
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Nicols de Autrecourt
o Aristteles bajo la lupa
Qui credit Aristotelem fuisse deum,
ille debet credere, quod nunquam erravit.
Si autem credit ipsum esse hominem,
tunc procul dubio errare potuit sicut et nos.
Alberto Magno, Physica VIII, 1.14 1
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Esta primera observacin debe complementarse con la declaracin que, hacia el final del prlogo, sugiere que lo que debe
oponerse a esa adhesin acrtica al corpus aristotelicum no es
la verdad de la fe aun cuando se recurra, en algunos pasajes,
a la lex cristiana como aquella que debe guiar los pasos del filsofo, tema sobre el que se volver sino un tipo de duda al que,
a riesgo de caer en un anacronismo, bien podra caracterizarse
como metdica:
Por consiguiente, en contra de los as engaados, propongo que
algunas conclusiones de Aristteles acerca del intelecto [] no
constituyen de ningn modo conocimiento. En tal proceso, habr
numerosas conclusiones sobre las cuales se habr de investigar,
mas no por medio de certezas, sino de dudas.13
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trata de un tipo de motivacin que ser explcitamente cuestionado por Nicols, en la medida en que el recurso al asentimiento
que mueve a la accin puede funcionar muy bien en el mbito
forense,20 pero nada tiene que ver con la filosofa:
En cuestiones especulativas, nuestro objetivo es el conocimiento
en s mismo, de modo que la realidad se manifieste en el alma.
No es como la obediencia que se debe a la ley, en la que el objetivo
no es el conocimiento, sino la accin. All, el legislador utiliza
argumentos que pueden conseguir el asentimiento de los hombres, porque sabe que, si se da el asentimiento, sigue la accin.
Pero aqu nuestro objetivo es la demostracin, por lo cual no
resultara apropiado utilizar argumentos de esta ndole. Mejor,
intentemos buscar la verdad acerca de las cuestiones presentes
en proposiciones de suyo evidentes y en la experiencia.21
Se esconde, en estas ltimas palabras, un verdadero programa filosfico, cuyas lneas fundamentales se adelantan en
este prlogo: la verdad se debe buscar in propositionibus per se
notis et in experimentis, aun cuando, como se vio, exista tambin
un mbito reservado a lo probable en esta investigacin racional
propia de la actividad filosfica.22
Es a partir de ese programa que tiene sentido ahora preguntarse por la prctica del filsofo, que se opone a las prcticas
condenables de los meros exgetas de Aristteles.
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ductus opinioni eorum succurendum existimavi. Scit Deus non amore gloriae,
sed quia credo quod per inquisitionem ex principiis regnavit veritas in anima
et amplius non erit locus falsitati.
EO 187: Pro Deo rogo ut nullum ad malum ista moveant; nam etsi appareant
probabiliora longe, mihi videtur, positis ab Aristotele; tamen sicut multo
tempore visa sunt esse probabilia dicta Aristotelis quorum probabilitas nunc
forsan diminuetur, sic veniet unus qui tollet probabilitatem ab istis. Se
trata del pasaje en el que, segn la comisin que llev adelante el proceso
en su contra, Nicols aplic una estratagema propia de un zorro (excusatio
vulpina). En cuanto a la falibilidad de Aristteles, ella constituye una suerte
de topos presente en Alberto Magno (en el texto que oficia de epgrafe a este
captulo), e incluso en un tratado averrosta como las Quaestiones super
librum de causis atribuido a Siger de Brabante. Vase A. Marlasca, Les
Quaestiones super librum de causis de Siger de Brabant. dition critique,
Louvain-Pars, 115: Quidam enim exponunt Aristotelem sic ut faciant eum
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sapere quod intellectus est unus omnium hominum; quidam autem aliter.
Qualitercumque autem senserit, homo fuit et errare potuit. Como seala Z.
Kaluza, la particularidad de Nicols es que, a diferencia de otros autores
(Avicena en Metafsica VII, 2; Toms en Summa Theologiae I, 44, 2c) para
quienes el fi nal de ese progreso culminaba con la propia obra y la propia
poca, para Nicols el proceso contina ininterrumpidamente. Al respecto,
Z. Kaluza, Nicolas dAutrcourt et la tradition, 380, n. 33.
Al respecto, cf. EO 197-198.
EO 182: Protestor quod nec in isto tractatu nec in aliis aliquid volo dicere
quod sit contra articulos fidei vel contra determinationem ecclesiae vel contra
articulos quorum oppositi condemnati sunt Parisius etc.; sed solum volo
inquirere, circumscripta omni lege positiva, qualis certitudo possit haberi de
rebus. Para las referencias a la condena de 1277 en autores del siglo XIV,
vase E. P. Mahoney, Reverberations of the Condemnation of 1277 in Later
Medieval and Renaissance Philosophy, en Nach der Verurteilung von 1277,
ed. J. Aertsen, K. Emery, Jr. y A. Speer (Miscellanea Mediaevalia, 28), Berln,
2001, 902-930, esp. 914-923.
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Tal como es formulado, el procedimiento correcto parece consistir en una comparacin que discurre siempre por el mbito
propio de la investigacin racional, una metodologa ciertamente
familiar en la Vico Straminum de Pars: el mbito natural del
filsofo resulta el propio de la universidad.31 En efecto, el llamado a una comparacin entre dos doctrinas contrapuestas, sin
estar inclinado de antemano a resolver la cuestin a favor de una
de ellas, tiene mucho del mtodo de produccin y transmisin
de conocimiento consagrado en las universidades medievales.
Es, de hecho, una de las posibles caracterizaciones del mtodo
escolstico.
Por lo dems, en la segunda parte del primer prlogo del tratado, Nicols detalla las reglas que deben gobernar la relacin
entre los integrantes de esa comunidad universitaria. En rigor,
se trata de una regla que recibe dos formulaciones diversas. La
primera de ellas reza:
[R1] Para que se muestre la verdad, propondr una regla moral
que me parece notable y sumamente til, y es la siguiente:
Todo hombre a quien se le presenten acerca de determinadas
cuestiones todos los conceptos que se le presentan a toda una
comunidad y se le presenten espontneamente y a partir de
s mismo, y no recibindolos de otro, y sobre stos y ms all
de stos se le presenten, siempre a partir de s mismo y no recibidos de otro, otros claros como aquellos y aun ms claros, gracias a los cuales parece alcanzar las mismas cosas y en grado
ms ntimo, todo entendimiento de tal tipo puede mantener, sin
considerarse presumido, algunas conclusiones que se apartan
de las aceptadas por toda la comunidad, e incluso directamente
31
habeant rationes qui tenent conclusiones oppositas, dicant eas et faciant super
his comparationem amatores veritatis et credo quod cuilibet non magis affectato
ad unam partem quam ad aliam apparebit gradus probabilitatis excedens
in his rationibus. Para la nocin de amator veritatis, vase tambin EO
197-198.
En este sentido es que debe distinguirse la crtica de Nicols a Aristteles
de la de algunos de sus contemporneos, como Pedro Olivi: la motivacin de
la crtica no tiene, en ltima instancia, una raz teolgica, sino puramente
filosfica. Para la relacin entre Nicols y Pedro Olivi, cf. Z. Kaluza, Nicolas
dAutrcourt et la tradition, 372-373.
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La justificacin se encuentra en uno de los captulos fundamentales del Exigit ordo, dedicado a la relacin entre apariencia
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Desplegadas a lo largo de todo el tratado, este tipo de consideraciones metodolgicas ofrecen un perfil de filsofo que resulta
mucho ms complejo que la figura del enfant terrible consagrada
por las primeras descripciones de la obra de Nicols de Autrecourt,
centradas particularmente en el episodio de su condena.
A modo de conclusin, pues, se intentar resumir las principales caractersticas del perfil de filsofo que fueron emergiendo
en los pasajes analizados.
Consideraciones finales
En lneas generales, se podra decir que una lectura cuidadosa del tratado Exigit ordo de sus prlogos, desde ya, pero
tambin de otros pasajes de los captulos consagrados a la discusin de problemas especficos, como la eternidad de las cosas, o
la distincin entre apariencia y existencia sugiere que el perfil
de filsofo que Nicols parece promover es uno ms cercano al
del magister universitario para el que la filosofa consista en
una scientia. Ahora bien, esa caracterizacin se debe hacer con
algunas reservas. Las crticas a la prctica filosfica profesional
de algunos de sus contemporneos es lo suficientemente explcita
como para impedir que su nombre sea tratado como apenas uno
ms en esa tradicin, ya consagrada en las primeras dcadas del
siglo XIV. A su vez, podra discutirse en qu medida los principios que guan la prctica profesional ultricuriana principios
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EO, 234: Et circa hoc considera quod praeeminentia intellectus unius supra
intellectum alterius est secundum alterum duorum dictorum supra modorum,
vel quia plures habet apparentias circa res et magis subito sibi occurrunt,
vel quia magis reflectit supra suas apparentias, nec faciliter exit ad actum
dicendi.
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que, en tanto tales, deben por definicin caer fuera del mbito
propio de la scientia no se encuentran predeterminados por una
idea del Bien que se identifica con la lex christiana.37
Sin embargo, no resulta sencillo asociar sin ms a Nicols con
una tradicin en la que se inscribe la definicin de philosophia
ancilla theologiae. En ese sentido, Nicols de Autrecourt es un
tpico exponente de una poca en la que la filosofa conquistaba
paulatinamente su independencia y abandonaba su papel meramente propedutico. Entender ese proceso, sin embargo, como
una suerte de intento revolucionario de la filosofa por liberarse
de las cadenas de la teologa sera equivocado, por anacrnico:
las referencias a la lex christiana en los prlogos del tratado no
son meros recursos retricos para evitar la condena episcopal
de hecho, la condena no fue evitada sino afirmaciones que
ponen en relieve en qu medida la esfera de la scientia philosophia, aun siendo independiente, formaba parte de un universo
ordenado en el que el Bien era la medida de todas las cosas, la
propia scientia incluida.
Las encendidas discusiones de la correspondencia con Bernardo de Arezzo, en cualquier caso, demuestran la medida en la
que los propios filsofos de esta primera mitad del siglo XIV eran
de algn modo conscientes de la tensin existente al interior de
ese programa.38 En el caso de Nicols de Autrecourt, esa tensin
parece resolverse en una filosofa autnoma, de carcter cientfico (per inquisitionem ex principiis), pero fundamentalmente
antidogmtica (non determinando sed dubitando inquiretur).
Ese antidogmatismo parece ser la caracterstica fundamental
del filsofo segn Nicols:
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38
Cf. Z. Kaluza, La convenance et son rle dans la pense de Nicolas dAutrcourt, en C. Grellard, Mthodes et statut des sciences au moyen ge et la
renaissance, Lille, 2004, 83-126.
Al respecto, vase la interpretacin del artculo 175 de la condena de 1277
(Quod lex christiana impedit addiscere) en M. Lejbowicz, Logique, mathmatiques et contre-acculturation dans lUniversit Mdivale, en S. Caroti,
P. Souffrin (eds.), La nouvelle physique du XIVe sicle, Firenze, Olschki, 1997,
203-229.
95
As pues, la crtica a las categoras aristotlicas de pensamiento no conlleva, para Nicols de Autrecourt, una valoracin
negativa de la filosofa entendida como prctica profesional en un
marco institucional-universitario, aun cuando esa concepcin de
la filosofa como scientia aparezca como una consecuencia de la
progresiva metabolizacin del corpus aristotlico en la universidad medieval. En efecto, la nocin de philosophia que parece
desprenderse de los textos ultricurianos no opone a la exacerbacin de la cultura exegtica un retorno a una concepcin filosfica de corte agustiniano al modo de otros autores del siglo
XIV, contemporneos de Nicols, o un liso y llano desprecio del
mbito universitario como otra importante figura del Trecento
como Petrarca, sino que delinea el perfil de un filsofo dentro
del marco profesional tpico de la universidad medieval.
El dramtico episodio de la condena, por la cual Nicols fue
expulsado de ese mbito, no debera hacer perder de vista que,
independientemente del resultado de su programa, la filosofa
de Nicols de Autrecourt permanece fundamentalmente universitaria.
39
EO 197: Verus philosophus viam vulgi deserens non debet accipere aliqua
pro principiis eo quod famosa sint.
96
Bibliografa
a) Fuentes
Agustn de Hipona, Contra Academicos (en Obras filosficas, III), Madrid,
BAC, 1971.
L. M. De Rijk, Nicholas of Autrecourt, His Correspondence with Master
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Petrarca
o la filosofa fuera de la
Universidad
Povera et nuda vai, Philosophia,
dice la turba al vil guadagno intesa..
Petrarca, Canzoniere1
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Cf. Lohr, C.H., The Medieval Interpretation of Aristotle en: Kretzmann, N.,
Kenny, A., Pinborg, J., (edits.), The Cambridge History of Later Medieval Philosophy: from the rediscovery of Aristotle to the disintegration of scholasticism:
11001600, Cambridge, Cambridge University Press, 1982, pp. 80-81.
101
cimiento en un fin en s mismo. De este modo, el mtodo escolstico devino en theologia disputatrix. En segundo lugar, la
vertiente del averrosmo latino o aristotelismo extremo se fue
configurando progresivamente como una ciencia de lo natural.
sta consideraba al hombre como una parte integrante de la
naturaleza dejando relegada, de algn modo, la consideracin
de la dimensin espiritual del hombre. En tercer lugar, hacia
fines del siglo XIII y principios del XIV, surge la corriente lgicoexperimentalista, heredera de la lgica de Ockham y del experimentalismo de Bacon, que pone el acento en lo individual, lo
emprico, y suplanta la consideracin del universal inteligible
por la del particular intuible. Se distinguen en esta lnea las
escuelas Mertonense (Bacon), la de Paris (Buridan) y la italiana
de Padova y Bologna (Galileo).
En el marco de este mapa intelectual, surge el Humanismo
como un movimiento que comienza a gestarse en Italia fuera
del mbito universitario.5 En las ciudades-Estado, el avance
de nuevos grupos en el poder demand una educacin que los
pudiera convertir en ciudadanos capaces de formar parte de
la vida poltica. Tuvo lugar, entonces, el surgimiento de una
generacin de homines novi educados en un ambiente laico,
que comenzaba a tener mayor conciencia de la singularidad
cultural que la distingua de otras partes de Europa. Viajeros,
navegantes, comerciantes e intelectuales, relativamente independientes de las instituciones eclesisticas, sern los actores
que desencadenarn una vuelta de la vida hacia la antigedad.6
El nacimiento del inters por los textos clsicos traer como
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Hay autores que ven en los humanistas una extensin de los profesores de
retrica y dialctica universitarios. Tal concepcin se deriva directamente
del hecho de que el trmino humanista surge de la jerga estudiantil de las
universidades, en las cuales el profesor de humanidades es decir, quien se
dedicaba al estudio de la retrica latina termin por ser llamado umanista
por analoga a sus colegas de disciplinas ms antiguas. Cf. Kristeller, P. O.,
El pensamiento renacentista y sus fuentes, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1982, pp. 61. En esta misma lnea se inscribe Campana, cf. Campana,
A., The Origin of the Word Humanist, en Journal of the Warburg and
Courtauld Institutes, IX, 1946, pp. 60-73.
Cf. Buruca, J., Ciordia, M., El Renacimiento Italiano: una nueva incursin
en sus fuentes e ideas, Buenos Aires, Asociacin Dante Alighieri, 2004. Introduccin general.
MARCELA BORELLI
consecuencia, en cambio, el surgimiento de una nueva concepcin de la educacin y, con ello, una nueva forma de interpretar
la realidad. Los studia humanitatis la retrica, la lgica, la
gramtica, la historia y la moral surgirn como un nuevo
campo entre la educacin bsica de los gramticos y la educacin tcnica, fuertemente especializada, de las universidades.
La educacin se centrar, sobre todo, en las letras y en el arte
del discurso, y estar cargada de un fuerte acento poltico y
tico. Esta escuela responder a las exigencias de la afirmacin
de un ciudadano laico y le brindar una dimensin moral a la
vida civil, ms all de las instituciones tradicionales.7 En otros
trminos, podramos sostener que se est frente a lo que Kuhn
llama un cambio de paradigma.
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honestarum artium generosior finis est (Ep. Fam., XVII, 12); y tambin:
studia hec vere deserta hodie et vel lucri cupidine derelicta vel ingeniorum
desperata segnitie (Epystole Familiares, X, 4, 23).
Lucas II, 41-52.
Cf. Tateo, F., Lozio segreto di Petrarca, Bari, Palomar, 2005, pp. 49.
En delante: De ignorantia.
Aunque en el tratado no se menciona en ningn momento el nombre de los
cuatro jvenes, sabemos de quines se trata gracias a anotaciones marginales
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Se sabe que entre el siglo XIII y el XIV muchos otros telogos hicieron de la
denuncia de los errores de Aristteles un motivo no secundario de la estrategia orientada a remarcar las insuficiencias de toda aproximacin naturalstica y puramente racional a la comprensin de la realidad: la Collatio
in Haexmeron de Buenaventura, el De erroribus philosophorum de Egidio
Romano, el Exigit ordo de Nicols de Autrecourt, etc. Cf. Bianchi, L., Studi
sullaristotelismo del Rinascimento, Padova, Il Poligrafo, 2003, pp. 113 y ss.
Petrarca, De ignorantia IV: Isti vero, ut diximus, sic amore solius nominis
capti sunt, ut secus aliquid quam ille de re qualibet loqui sacrilegio dent.
Cf. Rico, F., El sueo del humanismo. De Petrarca a Erasmo, Barcelona, Destino, 2002, p. 41.
109
Evidentemente, las traducciones de Aristteles que circulaban en el siglo XIV, oscurecidas por el rgido latn escolstico,
no suscitaron en Petrarca demasiado inters.29 No obstante, no
duda de que haya sido un hombre agradable, rico y elegante en
el modo de expresarse,30 segn cuenta Cicern que afirmaban
sus contemporneos.
De acuerdo con este pasaje, la descripcin intelectual de las
virtudes propuesta por el Estagirita ayuda a comprender lo
que son, pero no a adquirirlas y, por tanto, a progresar en ellas
y devenir mejor. Petrarca reprocha a la tica aristotlica una
suerte de intelectualismo, merced al cual se ve imposibilitada de
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Petrarca, De ignorantia IV: Quid profuerit autem posse quid est virtus, si cognita
non ametur? Ad quid peccati notitia utilis, si cognitum non horretur?.
Cf. Fenzi, E., Petrarca, Bologna, Il Mulino, 2008, pp. 59 y ss.
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la belleza terrena todava me admiraba, pese a que de los propios filsofos paganos deba haber aprendido tiempo atrs que
nada hay digno de admiracin sino el espritu, a cuya grandeza
nada es comparable.33
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Petrarca, Epystole Familiares IV, 1: Forte autem decimus illius operis liber
oblatus est. [] Deum testor ipsumque qui aderat, quod ubi primum defixi
oculos, scriptum erat: Et eunt homines admirari alta montium et ingentes
fluctus maris et latissimos lapsus fluminum et occeani ambitum et giros
siderum, et relinquunt se ipsos. [] librum clausi, iratus michimet quod
nunc etiam terrestria mirarer, qui iampridem ab ipsis gentium philosophis
discere debuissem nichil preter animum esse mirabile, cui magno nichil est
magnum.
Cf. Petrarca, Secretum, I.
Cf. Tateo, F., Lozio segreto di Petrarca, Bari, Palomar, 2005, pp. 34 y ss.
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Cf. Rico, F., El sueo del humanismo. De Petrarca a Erasmo, Barcelona, Destino, 2002, p. 21.
Toms de Aquino, Summa Theologica I, I, 9.
Garin, E., Medioevo e Rinascimento, Roma, Laterza, 2005. pp. 47 y ss.
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La misma verdad subyace a la poesa profana que a las restantes artes. Pero sta, a diferencia de la filosofa y de la historia, la transmite embellecida y, con ello, su carcter de velo
o de fbula ficticia se ve atenuado, y toma un valor positivo en
cuanto adorno de la verdad transmitida, que slo es accesible a
los espritus ms nobles.
Finalmente, frente a la acusacin de los cuatro jvenes
aristotlicos,42 el poeta opone una concepcin propia de la ignorancia, que supone, a su vez, una concepcin de la filosofa y un
modo de entender al hombre. Es sabido que en 1277 el obispo de
Pars, tienne Tempier, conden algunas de las tesis sostenidas
por los maestros de artes. Dos de ellas merecen mencin: que no
existe un estado ms excelente que el gozar de la filosofa y La
perfeccin ltima del hombre es que se perfeccione por medio de
las ciencias especulativas, y esto es para s la felicidad ltima
y la vida perfecta.43 Si bien el aristotelismo escolstico fue un
fenmeno complejo que revisti varias aristas, se puede decir
que, a grandes rasgos, ligaba estrechamente el conocimiento y
la felicidad. Apoyados sobre la concepcin de que el hombre es
un animal racional y de que su racionalidad lo distingue de las
dems especies, sostenan que la felicidad humana resida en
el ejercicio de la racionalidad. La felicidad era, pues, especula41
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dentro de los lmites que por ahora nos son concedidos considerando la naturaleza a todos comn; [] y me refiero al metro
del saber humano que, en s mismo, es siempre limitado si se
lo relaciona al espacio restringido en el cual est comprendido
y asume grandeza slo en comparacin con otros hombres. Por
otra parte, cun msera cosa es este saber, Dios mo, que por
grande que sea, le es concedido abrazar a una mente humana;
es ms, qu nulidad es el saber de un hombre, sea quien fuere,
si se lo compara no digo con el saber de Dios sino con su ignorancia de s mismo.51
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Petrarca, De ignorantia III: Sed me interim, dum presentis exilii finis adest,
quo nostra hec imperfectio terminetur, qua ex parte nunc scimus, nature
communis extimatione consolor. [] secundum humane scientie morem
loquor que in se semper exigua, pro angustiis quibus excipitur, et collata
aliis ingens fit. Alioquin quantulum, queso, est, quantumcunque est, quod
nosse uni ingenio datum est? Imo quam nichil est scire hominis, quisquis sit,
si non dicam scientie Dei, sed sui ipsius ignorantie comparetur?.
Trottman, C., Ptrarque la fracture de la philosophie dans le De sui ipsius
et multorum ignorantia en: Ut philosophia poiesis. Questions philosophiques
dans loeuvre de Dante, Ptrarque et Boccace, (Comp.: Biard, J., y Mariani
Zini, F.), Paris, Vrin, 2008, p. 172.
Petrarca mencionar hacia el fi nal del De ingorantia los tres autores ms
caros a l: Platn, Agustn y Cicern. De entre todos los filsofos, sostendr,
Platn es el prncipe. A l le atribuye el primado porque es aqul que intuy
y se acerc ms a la verdad. Agustn ser, por su parte, el filsofo de Cristo
(Epystole Familiares, XVII, 1).
Cicern, Tusculanae Disputationes, II, 11.
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Conclusiones
Frente a la insatisfaccin de una filosofa que se revelaba
inadecuada para las exigencias de la vida y de una sociedad que
estaba cambiando, Petrarca se vuelca a la exploracin del hombre
interior, espiritual, y hacia el planteo de una nueva visin de la
historia. Hemos visto cmo en l se gesta una toma de conciencia
y una formulacin de una antropologa que dista mucho de ser
aquella del fisicismo y de los tecnicismos de la escolstica. Su
concepcin de la filosofa se opone, pues, a las disciplinas cientficas lgica y natural que, de algn modo, descuidaban los
problemas humanos de la vida ms concreta. Las respuestas a
estas inquietudes las encontr en los autores clsicos romanos
y en los Padres de la Iglesia, sobre todo en Agustn. En ellos
hall una cultura ms humana. Encontr, tambin, una vuelta
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Petrarca, Contra medicum II: Postremo, eorum qui certius probant philosophum, nichil
habes: non vitam, non animum, non mores, non ingenium, non linguam.
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Marcela Borelli
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES/
CONICET
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Cf. Garin, E., Medioevo e Rinascimento, Roma, Laterza, 2005, pp. 47 y ss.
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122
MARCELA BORELLI
123
Natalia G. Jakubecki
Es profesora y licenciada en Filosofa por la UBA.
Su tesis doctoral versa sobre el pensamiento moral
de Pedro Abelardo. Se desempea como docente en
la ctedra de Historia de la Filosofa Medieval de
la Universidad de Buenos Aires desde el ao 2008
y es becaria de UBACyT. Actualmente es miembro
investigador tambin del Proyecto El pensamiento
escolstico sobre filosofa prctica, aspectos metodolgicos y doctrinales, del Instituto de investigaciones
en Filosofa de la USal. Public varios artculos en
revistas acadmicas, tanto nacionales como internacionales, tales como Una segunda parte del Scito te
ipsum. Traduccin y comentarios del manuscrito de
Oxford, Balliol College Ms. 296, f. 79., en VersioneS,
y Peccata oris en la correspondencia de Abelardo y
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Julin Barenstein
Es profesor y doctorando en Filosofa por la Universidad de Buenos Aires, donde obtuvo tambin la
licenciatura, y becario del CONICET. Actualmente
trabaja como investigador en el rea de Filosofa
Medieval en la Fac. de Filosofa y Letras de la UBA.
Ha escrito diversos artculos y ponencias sobre su
especialidad: Ramon Llull, Pico della Mirandola y
la transicin Edad Media-Renacimiento, campo este
ltimo sobre el que ha coordinado talleres para la
Orden de San Agustn en Argentina, como Hacia
el Renacimiento en septiembre de 2010.
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Marcela Borelli
Es profesora en Filosofa por la Universidad de
Buenos Aires; actualmente, adscripta a la ctedra
de Literatura europea del Renacimiento de esa Universidad, y becaria del CONICET. Prepara su doctorado en Filosofa con la tesis Influencia del pensamiento agustiniano en Petrarca. Ha participado de
diversos congresos, entre ellos el III Summerschool:
Letter and Mind How Philosophy benefits from
Philology, European Graduate School for Ancient
and Medieval Philosophy, Santa Cesarea Terme,
(Lecce), Italia, 14-20 de Septiembre de 2009 con
la exposicin Augustinische Einflu in Petrarca
Werke, y el XIII Congreso de Filosofa Medieval,
en Vitria, convocado por la Sociedade Brasileira
de Filosofia Medieval.
127