Qué Es Un Aparato Estético (JLD)
Qué Es Un Aparato Estético (JLD)
Qué Es Un Aparato Estético (JLD)
Qu es un aparato esttico?
Benjamn, Lyotard, Rancire
Este libro, publicado en e! marco del Programa de Ayuda a la Publicacin (PAP) Pablo
Neruda, Ira recibido el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, de la
Embajada de Francia en Chile y del Instituto Francs de Chile.
Se agradece el patrocinio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Andrs
Relio, en especial a la gestin de la doctora Cecilia Aguayo, y a Macarena Salas en su
apoyo en la primera correccin.
Jean-Louis Dotte
Qu es un aparato
esttico?
Benjamn, Lyotard, Rancire
Traduccin: Francisca Salas Aguayo
ediciones /
metales pesados
ndice
2. E ld j v u ...........................................................................................
35
73
89
117
135
to, a pesar de que en el francs corresponda a un adjetivo y en el espaol a un sustanlivo. El autor ha preferido una traduccin ms asequible al lenguaje corriente, antes de
inventar un adjetivo extrao a nuestra lengua,
Lessing, tan slo poco tiempo antes, introduce en su Laocoonte la nocin de esttica en el sentido que lo entendemos
actualmente, es decir, emancipando a las artes del espacio (esen
cialmente pintura y escultura) de su dependencia tradicional a
la poesa, deviniendo ella misma el paradigma de las artes del
tiempo. Lessing marca as el fin de las antiguas cosmticas3, en
la medida que introduce la distincin entre una obra destinada
al culto y otra librada al juicio esttico, por el solo hecho de su
exposicin museal. Toda la esttica alemana despus de la mitad
del siglo XVIII es, de hecho, una esttica del museo, desde Winckelmann hasta el L ecciones sobre la estticd' de Hegel, pasando por
Hlderlin, etc. Lo mismo ocurre en Francia para la crtica de arte
de Diderot o para la escritura histrica de Michelet.
En nuestro libro El museo, e l origen d e la esttica1 (1990),
intentamos dar cuenta del hecho que la pregunta por el arte no
es posible ms que por la institucin de ese aparato espacial que
llamamos museo, ya que ste suspende, y pone entre parntesis la
destinacin cultual de las obras, es decir, su capacidad cosmtica
de hacer-comunidad y de hacer-mundo. A partir de l las obras
son suspendidas (con la violencia d e la ep o ch )y pueden ser por pri
mera vez contempladas por ellas mismas, a condicin, como bien
lo seala Benjamin, que uno se mantenga a tres metros de ellas.
De ah podemos desprender la idea kantiana de un juicio esttico
necesariamente contemplativo y desinteresado, porque ya no est
en juego mi existencia en la obra (as, el arte ya no es para el hom
bre), pues mi existencia no depende de la obra, lo que habra sido
el caso si ella hubiera sido obra de culto, cosmtica, en sentido
Cosmtiques. Tal concepto retoma dos connotaciones: orden y belleza,
kosmos: armona.
1 Hegel, G.W.F., Lecciones sobre esttica, Madrid, Akal, 1989.
5 Dotre, Jean -Louis, Le Muse, l'origine de la estbtique, LHarmattan, 1990.
3
(N.T.)
10
11
12
Appareillaient.
13
(N.T.) Existe una palabra en espaol para traducir este trmino, pero no se
acerca al sentido del autor. Para resguardar el sentido original debemos recordar su
relacin con el
kosmos.
14
(N.T.) Para resguardar el sentido jurdico hemos preferido, por consejo del
15
Son los aparatos que otorgan propiedad a las artes y les impo
nen su temporalidad, su definicin de la sensibilidad comn, as
como de la singularidad cualquiera. Son ellos los que hacen poca
y no las artes. Esto implica acabar con la pretensin de establecer
un conocimiento sobre la imagen, una semiologa general de la
imagen; como si pudisemos, en efecto, comparar las pinturas de
Lascaux y los dibujos de Magritte. Lo que importa, en este senti
do, es el estudio de la imagen y del soporte, o bien de la superficie
de inscripcin (Lyotard : Discurso y f i g u r , 1971). Un icono bi
zantino, por ejemplo, obedece a un programa onto-teo-cosrntico,
que es necesariamente tcnico, no se produce un icono como se
pinta una ciudad ideal de Italia del siglo XV. De esta manera no
reducimos el arte a sus materiales (lnea, color, etc.) que tomarn
forma gracias a los aparatos que han hecho poca. Debemos hacer
la crtica al hilemorfismo aristotlico (es decir, a la metafsica tra
dicional que, oponiendo materia y forma, no concibe la materia
ms que en va de formacin), crtica que desarrolla Simondon20.
Debemos ser particularmente sensibles cuando afirmamos que las
artes siempre aparecen configuradas por los aparatos2'. Sin duda,
el arte del dibujo fue estructurado por aparatos, por la imposicin
destinal de la perspectiva a partir del siglo XV, en este punto el di
bujo devino indisociable de este aparato. Tenemos prueba de esto
en Italia, con el nacimiento de la nocin de disegno12, que por su
11 Lyotard, J.F., Discours, Figure. Pars, Klincksieck, 2 0 02. (Trad. esp. Discurso y
figura, Barcelona, G. Gil, 1979). (Tesis doctoral dirigida por Mikel Dufrenne).
A>Brthlmy, J.H ., Penser l i ndividuation: Simondon et la philosophie de la nature, Pars, LHarmattan, 2005.
21 (N.T.) Appareills.
12 Ciaravino, J., Un a rtparadoxal: la notion d e disegno en Italie (au XVetXVli),
Pars, L Harmattan, 2004.
16
bin a un objeto.
Stiegler, B.,
I,a d&orientation, Vol. III: Le temps du cinema et la question du mal tre, Pars,
Galile, 1 9 9 8 -2 0 0 1 .
17
18
19
.>(>
Appareill.
Appareillage.
33 Derrida, J.,
11 Fiedler, K.,
2002.
Appnreille.
24
Stnop.
2005.
25
26
27
2H
2 l)
51 Rancire, ).
30
corazn de la inscripcin de la huella, la posterioridad (nacbtraglichkeit), la elaboracin del segundo tpico nos deja frente al enig
ma de una temporalidad mortfera, aquella de la compulsin de
repeticin. Podramos sealar que el inconsciente ignorando el
tiempo (y por lo mismo, la contradiccin, la negacin) est fuera
del tiempo: nuestros deseos nos acompaarn hasta la muerte sin
saber nada de la usura del cuerpo, del cerebro, de la sexualidad...
Amaremos siempre lo que hemos amado y odiaremos otras. El
sistema C onsciente del primer tpico, como el Yo del segundo,
son ambos similares a los aparatos descritos anteriormente en lo
que refiere al contratiempo, a la suspensin, al retraso, a la media
cin, Queda el enigma al que Freud se enfrenta a partir de Ms
all d el prin cipio d e p la cer", enigma presentido ya antes, aquel
de una pulsin que reivindica el retorno de lo Mismo. Emerge la
figura del anti-tiemp55. De una pulsin asesina de! tiempo, de la
negacin, de la alteridad.
Podemos decir qu las tentativas actuales de renovacin de
la cura56 analtica (psicoanlisis) se agotan en los casos-lmites,
como sera el texto alucinante de Blanqui La etern id a d p o r los as
tros*1, segn el cual todo lo que tuvo lugar en un planeta ocurrir
en los dems, ineluctablemente; ests tentativas deben tomar en
consideracin que el tiempo de los relojes podra aparecer como
emancipador en comparacin a una temporalidad que es la
de nuestros aparatos digitales contemporneos (computadoras,
Oeuvres completes; Au dla du principe de plaisir, Pars, PUF,
Obras completas, Vol. 24, Buenos Aires, Am orrortu, 1976).
evidente, hemos decidido traducir cure par cura analtica, siguiendo los consejos
de Adolfo Vera.
51 Blanqui, A.,
El dj vu
37
38
2 0 0 0 . (Trad. esp.
40
67
21)07:
41
42
44
y la visin de aparato de
vdeo. Ac, la parte maldita est del lado del rum or urbano de la ciudad herida...
esp.
75 Freud, S-, Li nquiitante tranget et autres essais, Pars, Gallimard, 1988. (Trad.
Lo siniestro, Buenos Aires, Homo Sapiens, 1987).
45
1999, y
A(>
47
1998.
81 Benjamn, W. Le narrateur. Rflexions propos de loeuvre de Nicols Leskov. En
48
(N.T.) Hemos considerado que la palabra trace debe ser traducida como
huella. Porque la nocin de huella guarda una relacin ms justa, a modo de entender
del autor, con una dimensin que no denota algo puramente figurativo.
50
SI
52
Benjamin, W ., La commerelle. En
53
Vt
55
Brocchini, L,
LHarmattan, 2006.
'S)
S7
ta, 20 10).
Benjamn, W. Sur le langage en general er le langage humain en particulier.
Oeuvres I, Pars, Gallimard, 2000. (Trad. esp. Sobre el lenguaje en general y sobre
el lenguaje de los hombres. En AngelusNovus, Barcelona, Edhasa, 19 71).
101 Benjamn, W. Petite histoire de la pbotograpbie, Pars, Socit franijaise de
En
phocographie, 2 0 05.
1112 Barthes, R.,
58
104 Ibd., p. 2 1 5 .
105 Ibd., p. 216.
106 Ibd., p. 222.
1117 Ibd., p. 223108 Hoffmann, T.A.,
59
60
all del principio del placer. Psicologa de las masas y anlisis del yo, y otras obras (19201922). En
61
62
63
124 Bayard, P
Bayard, P.,
125 Cf. nuestro Julieta Hanono: retourner sur les lieux de la disparition. En
Ecrire 'extrme. La littrature et l'artface aux crirnes d e masse, Revue Europe, junio-julio
20 06.
126 Freud, S Li nterprtation du reve , Pars, PUF, 2 0 10 . (Trad. esp. La interpre
tacin d e los sueos, Madrid, Alianza, 20 01).
no aduce ninguna dificultad, pues la represin no ha sido introducida. Por otro lado, estos modelos de aparatos son descritos por
Freud como provisorios. No nos preguntaremos ac si ellos hu
bieran podido integrar la represin sin una remodelacin general,
que supondra la introduccin de la relacin a la ley (la prohibi
cin del incesto). Limitmonos a la idea de que el psicoanlisis,
como todo aparato proyectivo, fue conducido a enfrentar aquello
que refiere a lo sublime del archi-aparato proyectivo (lo irracional:
aqu bajo la forma del inconsciente y de los procesos primarios, y
por lo tanto del doble). El doble, lo hemos visto, no tiene para el
psicoanlisis la consistencia de un quod, de un acontecimiento? Si
hay un doble es porque el ego, como la humanidad, ha sido nio.
Esto, por lo dems, es una respuesta que el aparato psicoanaltico expande a toda produccin artstica, lo que vuelve incomodo
todo posible estudio del psicoanlisis aplicado.
Este no es el caso de los estudios de Benjamin, una prueba
ejemplar de esto es la Segunda tesis. En sus escritos de juventud
(Sentido nico, Infancia en Berlri)ni', Benjamin fue llevado a desa
rrollar prcticamente el mismo examen de los temas familiares
e inquietantes que Freud. Pero no existe en l un programa de
lectura, salvo que las referencias a los aparatos son numerosas.
Con El peq u eo jorob a d o11*, Benjamin quiere dar cuenta de
la importancia que tuvo en su infancia el texto Lecturas alem anas
para nios de G. Scherer. El pequeo jorobado es culpado por
todas las pequeas travesuras cometidas por el nio responsable,
un estrago reenva a una mirada directa del jorobado sobre el ego,
en el mismo momento del drama: Porque cuando te mira este
127 Benjamin, W.,
65
177-247).
13 8-13 9).
131 Benjamin, W.
66
67
(> H
Cbez-nous.
70
sea como fuere, para cada uno hay ciertas cosas que despliegan
costumbres ms duraderas que ninguna otra. Ah se forman las
capacidades que determinan luego su existencia. Y como esas co
sas, en mi caso, fueron la lectura y la escritura, de todo cuanto me
ocup en la infancia nada despierta en m mayor nostalgia de lo
que hace mi juego de lectura138.
No hace falta decir que tal experiencia no es posible ms que
si lo sensible no se distingue del artificio, y que no ser viable ms
que una vez que las imgenes analgicas o argnticas devengan
actualizaciones factuales de un programa que subsiste en estado
virtual. No es el referente que desaparece en la imagen llamada
de sntesis, ya que no hay imagen sin referente. Sera mejor,
entonces, atendiendo a su propsito, no hablar de desaparicin,
como si este tipo de imagen fuera responsable d la poltica de
desaparicin, sino sealarla como el hecho mismo de una plastL
cidad sin trabas, como el triunfo de la imaginera neosurrealista,
que no deja tras de s huellas de djct-vu desde el punto de vista
del futuro, sino ms bien un cierto dja-vu de la obsolescencia.
Si finalmente Sander tiene tanta relevancia para desvelar los
misterios del aparato fotogrfico, es porque en el fondo aflora en
algunas de sus fotografas esta temporalidad compleja. La novela
de Richard Powers Tres granjeros se van a l baile139 puede ser con
siderada como un largo viaje dentro de esta temporalidad de la
fotografa epnima de Sander.
Desde el siglo XIX, lo sensible nos es industrialmente di
rigido, porque somos esperados en el pasado por los productos
industriales, lo que implica que la categora de pasividad no basta
138
libro IV, Vol. 1: Infancia en Berln hacia el mil novecientos, trad. J. Navarro, Madrid,
Abada, 2 0 1 0 , pp. 2 0 9 -2 10 ).
1,1 Powers, R.,
Trois fcrm iers s'en vont au bal, Pars, Le cherche midi, 2 0 04,
71
Walter Benjamin,
la cuestin de la tcnica
y el cine140
75
76
Tiedemann (ed.), Hermann Schweppenhauser (trad.), Christophe Jouanlanne, JeanFran^ois Poirier, Pars, PUF, Collge intemational de philosophie, 20 01 [crits de jeitnesse].
146 Benjamn, W. Les affinits lectves de Goethe, En Oeuvres I mythe et
violonce > Pars, Denoel, 1 9 7 1 , pp. 1 6 1 -2 6 0 . (Trad. esp. Las afinidades electivas de
Goethe. En Obras completas, libro 1, Vol. I, Madrid, Abada Editores, 2006).
78
7 l)
81
H2
83
Appareillage.
85
Profesin revolucionaria
( Profession rvolutionnaire). Tema a la base de las nocas de la sexta tesis de La obra de
arte... En Los escritos franceses (Les Ecrits frunzis, ed. cit.).
nios, donde el tema de la inervacin es esencial. En A. Lacis,
87
De la diferencia entre un
desacuerdo y un diferendo
(Rancire-Lyotard) 56
156 Este texto fue publicado por primera vez en la revista Substance
en ingls (EE.UU.). Issue 103, Vol. 33, N 1, 2004, editada por E. Mechoulan, Contemporary Thinker, Jacques Rancire
91
92
94
Prise d e parole.
polis.
95
96
99
]67 Cf. Dotte, J.L., Rancire un post classique. En Actes du Colloque de Cerisy
R undir et la philosophie au prsent.
2 0 0 5 : J.
100
I04
Appareill.
IOS
y poltica de los vencedores. Los sin-parte, desde entonces, se integrarn completamente a la distribucin legtima de las partes.
Por otro lado, otra caracterizacin de los ellos: la escena
pblica no podra existir sin testigos, los actores polticos174 sern
llevados a constituir un tercer polo: aquel de la opinin pblica.
Justamente, el rol de la opinin pblica es verificar la validez de
la argumentacin puesta a su disposicin, como el rol del pblico
del arte es literalmente realzar la obra, reconociendo que se trata
de arte. Todo esto no podra existir si no existiera una sensibili
zacin al respecto. Esta sensibilizacin debe ser entendida en un
sentido fuerte. La opinin debe devenir sensible a un dao que
antes no haba sido percibido, a ciertos sin-parte particulares, a
ciertas obras an oscuras. Ya que para que una opinin tal se
constituya, como ya lo hemos sealado, es necesaria una ruptura
en el rgimen de las artes, en el modo de aparecer; es decir, en
el orden de la cultura entendida como formacin por medio de
la imaginacin. Fue necesario que la esttica en el siglo XVIII
deviniera un modo especfico del pensamiento y que adquirie
se entonces una legitimidad interna, por ejemplo por medio del
museo. Las revoluciones son culturales, ya que pertenecen al or
den de la ficcin. Pero cmo percibir este cambio radical en el
siglo XVIII? En el texto de un filsofo. La nueva legitimidad es
indisociable de la formulacin kantiana de ju icio esttico, como
juicio desinteresado; por esta razn, teniendo validez universal y
debiendo adems ser ampliado a una comunidad que no existe de
facto, segn un requerimiento de la ley. Lo que yo juzgo bello,
cualquiera debe poder encontrarlo bello. Es el reconocimiento
1''4 (N.T.)
militanre o simplemente por actor, responde a un inters especfico del autor que desea
referirse al sujeto de la accin en los espacios pblicos, que no necesariamente posee un
compremiso partidista.
Kl
matran, 2000.
171
Mauss, M., Essai sur le don: Forme et raison de l'change dans les socits archai
ques, Pars, PUF, 2 0 0 7 . (Trad. esp. Ensayo sobre el don, Buenos Aires, Karz, 2009).
177 Clastres, P, La socitcon tre l'Etat, Pars, Edition Minuit, 19 74. Reeditado en
2 0 1 1 (Trad. esp. La sociedad contra e l Estado, Santiago, I lueders, 20 10).
109
IS Rancire, J.,
19 9 2 . (Trad. esp.
Visin, 1993).
2009).
183 Rancire, J., La fa b le cinmatographique, Pars, Seuil, 2 0 0 1 . (Trad. esp. La
fbula cinematogrfica. Reflexiones sobre la ficcin en el cine, Barcelona, Paids, 2005).
El fundamento de la poltica
y el arte: la cosmtica
1)
Podemos aislar, siguiendo a! Lyotard de El diferendo, tres
normas de legitimidad inderivables una de la otra.
A) Cuando la ley (salvaje) es totalmente heternom a al sercomn y a la singularidad, la norma de la legitimidad
es la narracin, su aparato el relato y la superficie de
inscripcin privilegiada el cuerpo; es decir, el cuerpo de
los humanos (en particular, a la hora de los rituales de
pasaje a la adolescencia) o la superficie de los artefactos
(utensilios, chozas). Para C. Eefort
heternomo sig
nifica que en esta era de la ley, la sociedad no tiene nin
guna posibilidad de accin sobre la ley misma, que est
siempre por delante y ha sido entregada por los grandes
ancestros mticos. El relato en general y el mito en par
ticular provienen de esta forma de narracin que expone
las condiciones en que fue dada la ley. El ritual es su
aplicacin literal, la ley no ha de ser comentada, sino
aplicada en su literalidad estricta. Por lo tanto, podemos
caracterizar la sociedad salvaje diciendo que ella est
contra la autogestin y la democracia185.
185
Citamos nuestro artculo Pierre Clasrrcs: lanarchie sativagc eomre l'auKi
gestin, publicado en la Revista Ligues, N 16: Anarehies.
B) Cuando la ley es revelada (religiones monotestas) o indisociable de la trayectoria existencial de un sabio (Buda),
entonces ella est destinada a ser comentada indefinida
mente en los m rgenes del texto sagrado. En las religiones
monotestas, la donacin de sentido pasa por la inscrip
cin de la ley infinita en un libro finito, que por esta
razn deviene sagrado, lo que implica la necesidad de un
m ed ia d orgracias al cual lo infinito se inscribe en lo finito.
Esta figura del mediador puede entonces ser aquella del
hijo de Dios, de Dios hecho hombre. Esta figura recibe
en el cristianismo una determinacin especial, aquella de
la encarnacin y, por ende, de la incorporacin. La in
corporacin de la ley fue concebida por San Pablo como
circuncisin del corazn. No hay entonces una esfera
autnoma de lo poltico, la comunidad debe incorpo
rarse al cuerpo crstico, el que a su vez debe penetrar en
cada creyente segn el esquema teolgico-poltico de una
doble inclusin. En las religiones monotestas, la nece
sidad de un mediador trae consigo la de los testigos del
mediador, quienes relatarn sus dichos y sus grandes he
chos. Son religiones del testimonio (Los Evangelios, etc.)
y por lo mismo de la interpretacin, que en el caso de la
religin budista se centrar ms bien en los lugares de en
seanza de la ley. De ah la importancia, para la cosm
tica extremo-oriental, de los jardines en cuanto lugares
de memoria y de manera ms general del sentimiento
de la naturaleza, desconocido por las religiones mono
testas. Como la ley budista se declina inmediatamen
te de manera especulativa, adems de que su enseanza
esencial es la de la impermanencia de los seres y de las
cosas, el lugar de su desaparicin ser tambin aquel de
120
Hladik, M .,
Mardaga, 2 0 08.
I8/ Detienne, M .,
Poche, 2005.
IK! Tesis en proceso. Sobre Hobbes, de Ph. Crignon. Ver tambin: Hobbes, T., Le
citoyen, Pars, Flammarion, 2 0 1 0 . {Trad. Philippe Crignon).
191 (N.T.) f a a t.
125
(N.T.)
126
127
128
Partage du sensible,
voile,
burqa. La ley que impidi el uso A fich en los espacios pblicos data de 2004.
197 Nancy, Jean-Luc, tresingulierpluriel, Pars, Galile, 19 96.
129
130
201
Goffm an, E., Asiles; tudes sur la condition sociale des malades mentaux et autres reclus, Pars, Edition Minuit, 19 6 8 . (Trad. esp. Internados: ensayo sobre la situacin
social de los enfermos mentales , Buenos Aires, Am orrortu, 1 9 6 1 ),
131
IM
204
134
Breve glosario
a modo de eplogo
Po r A d o lfo Vera
Aparato (appareil)
En francs, appareil refiere, por una parte, al objeto tcni
co; por otra, al adorno, a lo que aparece desde ya lleno de elemen
tos ajenos a una desnudez total (no obstante, en francs existe la
expresin tre en simple appareil, que significa estar desnudo,
expresin que el propio Dotte utiliza para postular que la des
nudez absoluta no existe, pues ella siempre est en relacin con
cdigos culturales). En espaol podramos pensar en la relacin
entre aparato y aparataje o aparatoso (cuando decimos que
alguien adorna mucho un discurso o se complica demasiado en
una actitud). La relacin es de entrada puesta entre lo que apa
rece y la tcnica que permite dicho aparecer (relacin que se
encuentra igualmente en el trmino cosmtica, cf. infra).
En nuestro medio, el trmino aparato ha cobrado su for
tuna en relacin al uso a l asignado por Louis Althusser, en el
sentido de los aparatos ideolgicos de Estado. Nada ms aleja
do del uso que J.L. Dotte realiza de dicho concepto. La filiacin
es ms bien benjaminiana: en su conocido texto sobre la reproductibilidad tcnica, Benjamin utiliza el trmino apparatus
para designar cmo la sensibilidad moderna ha sido configurada
tcnicamente por los aparatos fotogrfico y cinematogrfico. Se
abrira, de tal suerte, un nuevo modo de la sensibilidad, una nue
va constitucin de la experiencia (la cuestin del shock o de la
disminucin de la experiencia consecuencia de la transformacin
1.57
\ . W
Inervacin (innervation)
142
Medio (m ilieu)
Lo que aparece dice Dotte, aparece necesariamente con
figu rad o p o r un aparato (Ce qui apparat, apparait ncessairement appareille). Esto quiere decir que son los objetos tcnicos
(Simondon), como la perspectiva o la fotografa, los que, al hacer
poca y transformarse entonces en aparatos, configuran la sen
sibilidad y la comunidad (el ser-comn). Contra la fenomeno
loga, Dotte piensa la aparicin como el producto de un obje
to tcnico, el que permite igualmente que lo que aparecera como
14. i
Trmino esencial en el pensamiento de J.L. Dotte, que reinterpreta la nocin de bloque de escritura de Lyotard (Discurso,
Figura). Para Dotte, una superficie de inscripcin es necesaria
mente tcnica y ella acoge al acontecimiento, el que no puede exis
tir sin tal superficie. Un aparato puede ser entendido como una
superficie de inscripcin particularmente poderosa. El conjunto
de las superficies de inscripcin es lo que llamamos cultura, y
sta vara de una poca a otra o de una geografa a otra justamente
pues estas superficies de inscripcin son diversas. De tal suerte,
dichas superficies de inscripcin implican la constitucin de di
versas cosmticas en el sentido de diferentes modos de ordenar,
por medio de los aparatos, la aparicin de los entes. Al mismo
tiempo, lo que llamamos memoria cultural depende fundamen
talmente de una superficie de inscripcin en particular (que, dado
que hace poca, se constituye en un aparato): el museo. Sin el
museo no existira la nocin de patrimonio (teorizada por pri
mera vez por Quatremre de Quincy). Sin embargo, la relacin
entre acontecimiento y superficie de inscripcin es paradjica:
el acontecimiento transformador, aquel que revolucionar las con
diciones de recepcin establecidas, en su advenimiento, no puede
ser acogido por la superficie de inscripcin ya instalada, pues ella,
por definicin, no puede acoger al acontecimiento revolucionario,
lo que implica que existir igualmente un sublime de la superfi
cie de inscripcin, un inm em orial. Ahora bien, esta nocin cobra
una vigencia poltica esencial en nuestra poca consecuencia de
los totalitarismos y dictaduras que han intentado borrar sistem
ticamente las huellas de sus crmenes eliminando toda superficie
de inscripcin posible, lo que genera un inmemorial que corroe,
hoy en da, cada superficie de inscripcin de huellas.