Resumen Durand - La Imaginación Simbólica
Resumen Durand - La Imaginación Simbólica
Resumen Durand - La Imaginación Simbólica
fuente de ideas, entre otras cosas. Pues lo que caracteriza al smbolo es ser centrpeto,
adems del carcter centrfugo de la figura alegrica con relacin a la sensacin. El
smbolo, como la alegora, conduce lo sensible de lo representado a lo significado, pero,
adems, por la naturaleza misma del significado inaccesible, es epifana, es decir,
aparicin de lo inefable por el significante y en l.
Entonces el dominio predilecto del simbolismo es el de lo no-sensible en todas sus
formas; inconsciente, metafsico, sobrenatural y surreal. Estas cosas imposibles de
percibir sern los temas privilegiados de la metafsica, el arte, la religin, la magia.
Pero existe una paradoja en esta misma definicin del smbolo. El smbolo, est mucho
menos limitado a lo arbitrario, a la convencin, que el emblema. Ya que la representacin simblica, nunca puede confirmarse mediante la presentacin pura y simple
de lo que significa; el smbolo, en ltima instancia, slo vale por s mismo. Al no poder
representar la irrepresentable trascendencia, la imagen simblica es transfiguracin de
una representacin concreta con un sentido totalmente abstracto. El smbolo es, pues,
una representacin que hace aparecer un sentido secreto. La parte visible del smbolo, el
significante, siempre estar cargada del mximo de concretez, y como dijo Paul
Ricoeur, todo smbolo autntico posee tres dimensiones concretas: es al mismo tiempo
csmico (es decir, extrae de lleno su representacin del mundo bien visible que nos
rodea), onrico (es decir, se arraiga en los recuerdos, los gestos, que aparecen en
nuestros sueos y que constituyen, como demostr Freud, la materia muy concreta de
nuestra biografa ms ntima) y por ltimo potico, o sea que tambin recurre al
lenguaje, y lenguaje ms ntimo, por lo tanto el ms concreto. Pero la otra parte del
smbolo, esa parte de lo invisible e inefable que construye un mundo con
representaciones indirectas de signos alegricos siempre inadecuados, constituye
igualmente una especie lgica muy particular. Mientras que en un signo simple el
significado es limitado y el significante, por su misma arbitrariedad, infinito; mientras que
la simple alegora traduce un significado finito por medio de un significante no menos
delimitado; los dos trminos del smbolo son infinitamente abiertos. En el smbolo, el
trmino significante, el nico conocido concretamente, remite por extensin, a todo
tipo de cualidades no representables, hasta llegar a la antinomia.
Pero, el trmino significado en el smbolo, se difunde por todo el universo concreto:
mineral, vegetal, astral, humano, csmico, onrico, o potico. Este doble
imperialismo del significante y del significado en la imaginacin simblica caracteriza
especficamente al signo simblico y constituye la flexibilidad del smbolo. El
imperialismo del significante y el imperialismo del significado poseen en comn el carcter
de la redundancia. Mediante este poder de repetir, el smbolo satisface de manera
indefinida su inadecuacin fundamental. En cada repeticin circunscribe ms su enfoque,
su centro. No es que un solo smbolo no sea tan significativo como todos los dems, sino
que el conjunto de todos los smbolos relativos a un tema los esclarece entre s, les
agrega una potencia simblica suplementaria. Adems, a partir de esta propiedad
especfica de redundancia perfeccionante, se puede esbozar una clasificacin somera del
universo simblico, segn los smbolos apunten a una redundancia de gestos, de
relaciones lingsticas o de imgenes materializadas por medio de un arte. La
redundancia significante de los gestos constituye la clase de los smbolos rituales. La
redundancia de las relaciones lingsticas es significativa del mito y sus derivados. El mito
es una repeticin de ciertas relaciones, lgicas y lingsticas, entre ideas o imgenes
expresadas verbalmente. Por ltimo, la redundancia de imgenes materializadas por
medio de un arte constituye la clase de los smbolos iconogrficos.
En resumen, el autor est entiendo: el smbolo como signo que remite a un significado
inefable e invisible, y por eso debe encarnar concretamente esta adecuacin que se le
evade, y hacerlo mediante el juego de las redundancias mticas, rituales, iconogrficas,
que corrigen y completan inagotablemente la inadecuacin (p.21).
Se advierte desde un primer momento que un modo tal de conocimiento [el smbolo] ver
planteadas en su contra, en el curso de la historia muchas opciones religiosas o
filosficas. Este conflicto es el que el autor describir en el primer captulo. Despus de
constatar que, a pesar de la ofensiva de toda una civilizacin, el smbolo se mantiene, y
que el mismo desarrollo del pensamiento occidental contemporneo debe encarar
metdicamente el hecho simblico, estudiar en los captulos siguientes La realidad
simblica y los mtodos de la simbologa. Por ltimo, una vez mostrada la manera de
conciliar el conflicto entre Razn e Imagen, va a poder examinar con serenidad, teniendo
en cuenta los resultados aportados por los mtodos de la hermenutica, una ciencia y una
sabidura nuevas, basadas en la simbologa, y estudiar las funciones filosficas del
simbolismo.
significante todo lo que era sentido figurado, toda reconduccin hacia la profundidad vital
del llamado ontolgico.
Las repercusiones en la imagen artstica: el papel cultural de la imagen pintada es
minimizado al extremo en un universo donde se impone todos los das la potencia
pragmtica del signo. El artista, como el icono, ya no tiene lugar en una sociedad que
poco a poco ha eliminado la funcin esencial de la imagen simblica. El icono ya no
procura evocar, se lo reduce a la funcin de decorado.
Unos siglos antes del cartesianismo, hay una corriente ms profunda de iconoclastia
repudiada por el cartesianismo. Est transmitida desde el s. XIII al XIX por el
conceptualismo aristotlico, por su desviacin ockhamista y averrosta. (el autor volver a
hablar de esto ms adelante, primero hablar del platonismo que surge antes del
conceptualismo aristotlico en la Edad media tambin).
En la Edad Media se reanuda la vieja disputa filosfica de la poca clsica. Juan Escoto
Erigena en la Edad Media sostiene una doctrina parecida al Platonismo. Pero para
entender esto hay que entender primero qu es el platonismo:
-Platonismo: una filosofa de la clave de la trascendencia, o sea implica una simblica. El
gran problema platnico era el de conducir los objetos sensibles al mundo de las ideas; el
problema de la reminiscencia, que es una imaginacin epifnica.
En la doctrina de Juan Escoto Erigena, Cristo se transforma en el principio de esta
reversio por medio de la cual se efectuar la divinizacin (deificatio) de todas las cosas.
Pero la solucin al problema platnico la da la gnosis valentiniana. Proponen la
angelologa. Una doctrina sobre los angeles intermediarios, los eones. Los eones son
modelos eternos del mundo imperfecto. Estos ngeles son el criterio propio de una
ontologa simblica. Son smbolos de la funcin simblica misma que es como ellos
mediadora entre la trascendencia del significado y el mundo de los signos concretos,
encamados, que por medio de ella se transforman en smbolos. Entonces, la angelologa
constituye una doctrina del sentido trascendente comunicado mediante el smbolo, y es
consecuencia del platonismo. Esta doctrina ser rechazada con la crisis que inaugura el
conceptualismo aristotlico. (aqu vuelve a hablar de esto). El conceptualismo aristotlico
defiende el pensamiento directo. El mundo de la percepcin, de lo sensible ya no es
ms un mundo de la intercesin ontolgica, es un mundo material. Para el conceptualismo
la idea posee una realidad en la cosa sensible donde va a tomarla el intelecto, pero solo
conduce a un concepto, a una definicin literal que quiere ser sentido propio. Y no
conduce como la idea platnica al sentido trascendente supremo situado ms all
del ser.
Este conceptualismo se disolver en el nominalismo de Ockham. Las historiai
(investigaciones) aristotlicas que se asemejan a la entidad histrica del positivismo
moderno se contraponen a los mirabilia (acontecimientos raros y maravillosos) o a los
idiotes (acontecimientos singulares) de todas las tradiciones hermticas. Estas tradiciones
actuan mediante relaciones simpticas, mediante homologas simblicas.
Entonces se da un deslizamiento hacia el mundo del realismo perceptivo, donde el
expresionismo reemplaza a la evocacin simblica. Ejemplo de esto se ve en la transicin
del arte romnico al gtico. El arte romnico es indirecto, de evocacin simblica,
mientras que el arte gtico es directo. El arte romntico conserva un arte del icono
basado en el principio de una angelologa. El arte gtico por otra parte es el prototipo de
la iconoclastia por exceso: acenta el significante a tal punto que se desliza del icono a
una imagen muy naturalista, que pierde su sentido sagrado y se convierte en simple
ornamento realista, en simple objeto artstico.
*Parntesis para aclarar/repetir lo que ha dicho el autor: El pensamiento Indirecto se
opone a imaginacin simblica y los modos de pensamiento indirectos. La prevalencia de
este pensamiento se da en el siglo XIII, cuando se hace del aristotelismo la filosofa oficial
de la cristiandad.
A partir del siglo XIII entonces, las artes y la conciencia ya no ambicionan conducir a un
sentido, sino copiar la naturaleza. El conceptualismo gtico quiere ser un calco realista
de las cosas tal como son. Si el cartesianismo y el cientificismo que de l derivan eran
iconoclastas por omisin, la iconoclastia peripattica (o el conceptualismo aristotlico) es
prototipo de iconoclastia por exceso: descuida el significado del smbolo para adherirse
solamente a la epidermis del sentido, al significante.
El racionalismo, aristotlico o cartesiano, posee la ventaja de pretenderse universal por la
distribucin individual del sentido comn. No ocurre lo mismo con las imgenes que
estn sometidas a un acontecimiento, a una situacin histrica o existencial que las
caracteriza. Es por eso que una imagen simblica necesita ser revivida sin cesar. Y el
smbolo, amenazado, como toda imagen, por el regionalismo de la significacin, corre
peligro de transformarse a cada momento en un sistema, es decir, en una imagen que
tiene ante todo una funcin de reconocimiento social, una segregacin convencional;
podra decirse que se trata de un smbolo reducido a su potencia sociolgica. Al
convertirse en sistema se funcionaliza, se burocratiza. Al encarnarse en una cultura y en
un lenguaje cultural, la imagen simblica puede convertirse en dogma y sintaxis. Se
pierde la virtud esencial del smbolo, que es asegurar la presencia de la trascendencia en
el seno del misterio personal. En otras palabras, en el proceso simblico puro, el
Mediador, Angel o Espritu Santo, es personal, emana en cierto modo del libre examen, o
ms bien de la libre exultacin, y por eso escapa a toda formulacin dogmtica impuesta
desde afuera. Como en el platonismo, bajo la cubierta de la angelologa, hay una relacin
personal con el Angel del Conocimiento y de la Revelacin.
Por lo tanto, todo simbolismo es una especie de gnosis, o sea un procedimiento de
mediacin a travs de un conocimiento concreto y experimental. Como gnosis, el smbolo
es un conocimiento beatificante, un conocimiento salvador, que, ante todo, no
necesita un intermediario social, es decir, sacramental y eclesistico. Pero esta gnosis,
por ser concreta y experimental, siempre tender a incluir al ngel entre los mediadores
personales en segundo grado: profetas, mesas, y sobre todo la mujer.
La actitud dogmtica implica un rechazo categrico del icono como apertura espiritual por
medio de una sensibilidad, una epifana de comunin individual. Y este es el factor ms
importante de la iconoclastia occidental. Esto en oposicin al culto de los iconos, que
utiliza plenamente el doble poder de conduccin y de epifana sobrenatural del smbolo. El
papel profundo del smbolo es la confirmacin de un sentido a una libertad personal.
Por eso el smbolo no puede explicitarse: en ltima instancia, la transfiguracin simblica
solo puede efectuarse en el crisol de una libertad. Y la potencia potica del smbolo define
la libertad humana mejor que ninguna especulacin filosfica: esta ltima se obstina en
considerar la libertad como una eleccin objetiva, mientras que en la experiencia del
smbolo comprobamos que la libertad es creadora de un sentido: es potica de una
trascendencia en el interior del sujeto ms objetivo, ms comprometido con el
acontecimiento concreto.
junto con el simbolismo propiamente romano, en una entidad funcional que engloba
a los dos, que nada tiene que ver con la difusin de smbolos indoeuropeos en una
poblacin extranjera, ya que, como lo demuestra la filologa, tanto los smbolos
sabinos como los romanos coexisten en el conjunto de las sociedades del grupo
lingstico indoeuropeo.
Para el funcionalismo de Dumzil, un mito, un ritual, un smbolo, es directamente
inteligible desde el momento en que se conoce su etimologa. El simbolismo es una
seccin de la semntica lingstica. Sin embargo, el anlisis ha demostrado que
conviene desconfiar de una lectura directa: la trama de smbolo no se teje en el
nivel de la conciencia clara. El smbolo necesita ser descifrado, precisamente
por estar cifrado, por ser un criptograma indirecto, enmascarado. Por otra
parte, los principales conjuntos simblicos, los mitos, poseen la extraa
propiedad de escapar a la contingencia lingstica: el mito se opone a un
compromiso lingstico como el de la poesa, fijado en el propio material de
la lengua.
El mito no se reduce directamente a un sentido funcional por medio de la
contingencia de una lengua, como la palabra incluida en el lxico. Constituye
un lenguaje, s, pero un lenguaje allende el nivel habitual de la expresin lingstica.
Esto constituye la diferencia fundamental entre la reduccin semntica directa del
funcionalismo de Dumzil y la reduccin translingstica del estructuralismo de LviStrauss. Este ltimo no basa en absoluto su antropologa, y en especial su
hermenutica, en una lingstica positivista, en el nivel del lxico y de la
semntica, sino en la fonologa estructural, y su ambicin es lograr que la
sociologa, en especial la hermenutica sociolgica, lleve a cabo un progreso
anlogo en cunto a la forma (si no en cuanto al contenido) al que introdujo la
fonologa.
La hermenutica sociolgica, en perfecta concordancia tanto con el psicoanlisis
como con la fonologa, pasa del estudio de los fenmenos conscientes al de
su infraestructura inconsciente. (el rgano de la estructuracin simblica). Es decir
que el vnculo reductivo ya no ser buscado de manera directa, sino indirecta y muy
alejada del semantismo de los trminos. La fonologa, rehsa tratar los trminos
como entidades independientes, tomando, por el contrario, como base de su
anlisis, las relaciones entre los trminos. Cmo hacer que estas relaciones no
sean arbitrarias? EL SIMBOLO JAMAS SE ANALIZA SEPARADO DE SU CONTEXTO.
Habla de los mitemas que son como las partes del mito que se relacionan en un contexto
mayor (es como hablar de los fonemas en fonologa).
Tanto el estructuralismo como el funcionalismo reducen el smbolo a su estricto
contexto social, semntico o sintctico, segn sea el mtodo utilizado. Para el
socilogo, por el contrario al psicoanalista, el inconsciente est siempre vaco,
tiene tan poca relacin con las imgenes como el estmago con los alimentos que
pasan por l, se limita a imponer las leyes estructurales, y la estructuracin
que, de manera extraa, es la misma facultad que la inteligencia, una especie de
inteligencia no consciente integra en sus formas simples a las imgenes, a los
semantemas transportados por lo social. Pero tanto para el psicoanlisis como
para la sociologa de lo imaginario, el smbolo slo remite, en ltimo anlisis,
a un episodio regional. Siempre se niega la trascendencia de lo simbolizado,
en beneficiode una reduccin al simbolizante explcito. Por ltimo el psicoanlisis o
Luego de ver la teora crtica quiere discutir otras lneas que permitan ampliar el panorama
de lo simblico. As llega a la teora de Jung sobre el papel de las imgenes
sealando que su terminologa relativa al smbolo es de las ms confusas y
fluctuantes (confundindose los conceptos de arquetipos, smbolos y complejos. Sin
embargo, Jung parte de una diferencia muy firme y neta entre signo-sntoma y
smbolo-arquetipo para criticar el psicoanlisis freudiano. Para Jung el smbolo es
multivoco, por lo cual no puede ser asimilado a un efecto al que se reducira a una
causa nica. El smbolo remite a algo, pero no se reduce a una sola cosa. De este
modo el contenido imaginario de la pulsin puede interpretarse ya sea en forma
reductiva, es decir, semiticmente como la representacin misma de la pulsin, o
simblicamente como sentido espiritual del instinto natural. Jung denomina arquetipo a
este sentido espiritual, a esta infraestructura ambigua de la propia ' ambigedad
simblica, siendo este, un sistema de virtualidades, un centro de fuerza invisible, un
ncleo dinmico, e incluso los elementos de estructura numinosa de la psiquis. el
arquetipo es una forma dinmica, una estructura que organiza imgenes, pero que
siempre sobrepasa las concreciones individuales, biogrficas, regionales y
sociales, de la formacin de imgenes. De esta manera, el efecto-signo freudiano se
halla integrado y sobrepasado a la vez por el arquetipo psquico del que est impregnado.
Jung descubre y expone muy profundamente el papel mediador del arquetiposmbolo. Pues por la facultad simblica el hombre no solo pertenece al mundo
superficial de la linealidad de los signos, al mundo de la causalidad fsica, sino
tambin al mundo de la emergencia simblica, de la creacin simblica continua
por medio de la incesante metamorfosis de la libido. Por tanto, la funcin simblica
es en el hombre el lugar de pasaje, de reunin de los contrarios: en su esencia, y casi
en su etimologa (Sinnbild en alemn), el smbolo unifica pares de opuestos.En efecto,
este simbolismo es constitutivo del proceso de individuacin mediante el cual se conquista
el yo por equilibracin, por sntesis de los dos trminos del Sinn-bild: la conciencia
clara, que es en parte colectiva, formada por las costumbres, hbitos, mtodos, idiomas
inculcados por medio de la educacin a la psiquis y el inconsciente colectivo, que no es
otra cosa que la libido, esta energa y sus categoras arquetpicas. Pero este proceso de
individuacin recurre a elementos arquetpicos (inconsciente colectivo) que difieren, por
supuesto, segn el sexo que informa a la libido: de este modo, en el hombre, la gran
imagen mediadora que contrabalancea la conciencia clara es la del Anima, la Mujer
etrea, lfica, mientras que en la mujer es la imagen del Animus, del galn joven, hroe
de mltiples aventuras, que equilibra la conciencia colectiva.
Tanto en Jung como en Cassirer la enfermedad mental, la neurosis, proviene de una
deficiencia de la funcin simblica, que crea un desequilibrio al anular el principio de
individuacin de dos maneras posibles: (1) por predominio de las pulsiones instintivas
que ya no llegan a simbolizar conscientemente la energa que las anima, y entonces el
individuo, lejos de personalizarse, se asla del mundo real (autismo) y toma una actitud asocial, impulsiva y compulsiva (casos estudiados por el psicoanlisis); o 2. Cuando se
rompe el equilibrio en favor de la conciencia clara (y entonces se asiste a un doble
proceso de liquidacin, muy frecuente e incluso endmico en nuestras sociedades
hiperracionalistas: liquidacin del smbolo, que se reduce a signo, liquidacin de la
persona y su energa constitutiva, metamorfoseada en un robot mecnico solo animado
por las razones de la conciencia social en vigencia.
La disociacin a-simblica, tal como lo seal Cassirer, constituye la enfermedad mental:
en este caso, el smbolo se reduce a un simple sntoma, el sntoma de una anttesis
rechazada. La materia prima-imagen, contenido del inconsciente, carece del poder que
de lo imaginario es, en Bachelard, una escuela de ingenuidad que nos permite, por
encima de los obstculos de la inscripcin biogrfica del autor o del lector, captar el
smbolo en carne y hueso, pues no se lee poesa pensando en otra cosa. La
fenomenologa dinmica y amplificadora de Bachelard difiere en todo de la
fenomenologa esttica y nihilista de un Sartre, por ejemplo. Bachelard, ms cerca de
Hegel, quien defini la fenomenologa como ciencia de la experiencia de la conciencia,
lo concibe pleno de imgenes: entonces lo imaginario se confunde con el dinamismo
creador, la amplificacin potica de cada imagen concreta.
La cosmologa simblica preocup a Bachelard durante muchos aos, tal como lo
testimonian las cinco obras consagradas a la reconduccin simblica de los cuatro
elementos. Agua, tierra, fuego y aire, con todos sus derivados poticos, no son sino el
lugar ms comn del imperio en que lo imaginario se une directamente con la sensacin.
La cosmologa no pertenece al dominio de la ciencia, sino ms bien al de la potica
filosfica; no es visin del mundo, sino expresin del hombre, del sujeto humano
en el mundo. Pese a las apariencias, no se trata de un conceptualismo aristotlico que
parte de cuatro elementos construidos mediante la combinacin de lo caliente, lo fro, lo
seco y lo hmedo, sino de una ensoacin que parte de los elementos, se amplifica no
solo por medio de las cuatro sensaciones, sino de todas las sensaciones y las relaciones
de sensaciones posibles: lo alto, lo bajo, lo claro, lo denso, lo pe- jasado, lo ligero, lo
voltil, etc. A su vez, la fenomenologa se apodera de estas imgenes y reconstruye
un mundo que abarca todas las actitudes del hombre, un mundo de felicidad por el
acuerdo. En este trayecto de felicidad se desarrollan muchos cosmos intermedios, por
ejemplo, los que describe Espace Potique, y en especial ese microcosmos privilegiado,
ese cosmos humanizado por el trabajo y el sueo humanos. Todas las imgenes, las
metforas sustancialistas delos poetas, conducen, en definitiva, a esta morada del
mundo de la que mi casa es el smbolo ltimo. Por lo tanto, el smbolo nos devela un
mundo, y la simblica fenomenolgica explcita este mundo. La cosmologa simblica
de Bachelard nos dicta que la ciencia sin potica, inteligencia pura sin captacin
simblica de los fines humanos, conocimiento objetivo sin expresin del sujeto
humano, objeto sin felicidad de apropiacin, no es ms que alienacin del hombre.
Bachelard, no cartesiano en el plano de la ciencia, vuelve a ser no cartesiano en el plano
del cogito y podra hacer suya la afirmacin de otro simbolologista. Los smbolos del
mundo conducan al microcosmos, el cogito ncleo del microcosmos humano remite
al anima, Smbolo Madre de todos los smbolos portadores de ensoaciones. El anima del
soador no es otra cosa que este Otro Angel que anima e interpela a su alma. Pero,
sobre todo, esta fenomenologa descubre la cuadripolaridad del soador y del ser
soado : Estoy slo, por lo tanto somos cuatro,y Bachelard esbozaba la especie de
ertica de los cuatro seres en dos personas, o ms bien de los cuatro seres en un
soador y una ensoacin Es que el soador, al ser doble por naturaleza
psicoanaltica, Nuestro doble (soado) es el doble de nuestro ser doble. En el plano
csmico, el smbolo llevaba a reconocer una consustancialidad fraternal y feliz
entre macrocosmos y microcosmos; el espritu sensorial de uno abrevaba en la
materialidad del otro, y la materialidad del primero tomaba sentido en la ensoacin
tcnica del segundo. En el plano antropolgico, el smbolo conduce a una naturaleza
comn de este hombre y esta mujer ntimos que en la ensoacin hablan para
confesarse sus deseos, para comulgar por el juego de sus cuatro polos unidos de a dos,
en la tranquilidad de una doble naturaleza que concuerda.
Por lo tanto, en un primer movimiento, la fenomenologa nos mostraba en el smbolo,
ncleo de la ensoacin poetizante, una reconciliacin con el universo por medio
de una conduccin metafsica; es decir, ms all de la fsica, de la ciencia. En un
segundo movimiento, el que nunca estemos solos revela la ambigedad misma del
smbolo y del pensamiento que proyecta significantes. La dialctica interior de la
ensoacin dialogada vuelve a equilibrar sin cesar su humanidad y, por una especie de
pilotaje automtico, conduce sin cesar el conocimiento a la problemtica de la condicin
humana.
La Infancia aparece en Bachelard, y ms ontolgicamente que el Anima misma, como el
smbolo de los smbolos: Verdadero arquetipo, el arquetipo de la felicidad simple. Y
sobre todo y esto arraiga la infancia en el smbolo arquetipo comunicable. Hay
mucha distancia desde esta conciencia clara de la clara infancia, hasta la perversidad
polimorfa que el psicoanlisis pretende ocultar en el seno del inconsciente del nio.
Siendo los olores el significante de este arquetipo de la Infancia. Dios es el Nio que est
en nosotros, y la epifana de esta infancia es un perfume de infancia al que nos lleva el
olor de una flor seca. El sabor del bollito y el perfume de la infusin solo producan en
Proust una pena biogrfica; para Bachelard, el perfume es gua espiritual hacia una
teofania de la Infancia. Las flores secas, el pachul de los viejos armarios, exhalan ms
que un olor de santidad, perfuman de manera teosfica!
De esta manera, la fenomenologa de los smbolos poticos de la ensoacin
conduce, ms all de una cosmologa de reconciliacin con el mundo, allende una
sociedad ntima del corazn donde vela el ngel de la compensacin sentimental,
hasta una teofana en la que la anamnesis ya no es iluminada por un Soberano Bien
abstracto, sino por el clido sol de la infancia, que huele a cocina tentadora. Esta
Infancia es el Verbo, y el verbo en su ms alta expresin de jbilo.: La infancia, suma de
insignificancias del ser humano, tiene una significacin fenomenolgica propia, una
significacin fenomenolgica pura, ya que est bajo el signo de la maravilla. Por obra del
poeta nos hemos convertido en el puro y simple sujeto del verbo maravillarse. El genio de
Bachelard reside en haber comprendido que esta superacin de la iconoclastia solo poda
efectuarse por medio de la meditacin y la superacin de la crtica cientfica, as como a
travs de la superacin del simple y confuso sumirse en lo onrico. El optimismo de
Bachelard, ms circunspecto que el de Jung, se justifica por la misma precisin de su
campo de aplicacin: la ingenuidad del lenguaje potico.
Creo que del captulo 3 lo ms importante es comprender la teora de cada autor, y
las crticas que se les plantean y pq.
Captulo 4: Los niveles del sentido y la convergencia de las hermenuticas.
Para generalizar la antropologa de la imaginacin haba que, paradjicamente, aplicar un
psicoanlisis objetivo a lo imaginario mismo a fin de expurgarlo de todas las
supervivencias culturales y juicios de valor que los pensadores citados heredaron
(inconscientemente) por medio de la triple iconoclastia occidental. Se deba repudiar los
mtodos puramente reductivos, que apuntan a la epidermis semiolgica del smbolo;
luego se deba aislar las supervivencias del privilegio racionalista que se trasluce en la
simblica de Cassirer cuando sobrestima la ciencia con relacin al mito. Tambin haba
que descubrir, ms all de la meditacin bachelardiana, el punto privilegiado en el que los
ejes de la ciencia y la poesa se incluyen y complementan en su dinamismo contradictorio,
reabsorbindose en una misma funcin de esperanza. Era necesario evitar caer en el
optimismo paradjico de Jung, que solo ve en el smbolo una sntesis mental, con lo cual
vuelve incomprensible el simbolismo de la enfermedad mental y del automatismo
clerestico.
limitacin niega esta misma limitacin. La verdadera dialctica es una tensin presente
de contradictorios.
Captulo 5. Conclusin: Las funciones de la imaginacin simblica.
Cuando se abordan los problemas del smbolo, del simbolismo y su desciframiento se
presenta una ambigedad fundamental. Smbolo no solo posee un doble sentido: uno
concreto, propio, y otro alusivo, figurado, sino que la clasificacin de los smbolos revela
los regmenes antagnicos bajo los cuales se ordenan las imgenes. Ms an: el smbolo
no solo es un doble, ya que se clasifica en dos grandes categoras, sino que incluso las
hermenuticas son dobles: unas reductivas, arqueolgicas, otras instauradoras,
amplificadoras y escatolgicas. Es que () la imaginacin simblica es negacin
vital de manera dinmica, negacin de la nada de la muerte y del tiempo (p. 124):
esencia dialctica del smbolo, que se manifiesta en muchos planos. Pensamiento
simblico, restaurador del equilibrio, hace sentir sus beneficios en al menos 4 planos.
En primer lugar, en su hecho inmediato, en su espontaneidad, el smbolo aparece
reestableciendo el equilibrio vital comprometido por la comprensin de la muerte
(ms tarde es utilizado pedaggicamente para restablecer el equilibrio psicosocial). Si se
examina al smbolo a travs de la coherencia de las hermenuticas, el problema de la
simblica en general, se advierte que esta establece un equilibrio antropolgico que
constituye el humanismo o ecumenismo del alma humana (esto al negar la asimilacin
racista de la especie humana a una pura animalidad). Despus de haber instaurado la
vida frente a la muerte y frente al desorden psicosocial, el buen sentido del equilibrio,
despus de haber comprobado la universalidad de los mitos y poemas y haber instaurado
al hombre como homo symbolicus, el smbolo (frente a la entropa positiva del universo)
erige el dominio del valor supremo y equilibra el universo que transcurre con un Ser que
no transcurre, al cual pertenece la Infancia eterna, y desemboca en una teofana.
Bergson: establece el rol biolgico de la imaginacin, que denomina funcin fabuladora.
Fabulacin es una reaccin de la naturaleza contra el poder disolvente de la inteligencia.
La imaginacin se define, entonces, como una reaccin defensiva de la naturaleza contra
la representacin, por parte de la inteligencia, de la inevitabilidad de la muerte. En el
universo bergsoniano de distintos matices de dualismo, la fabulacin se sita del lado del
instinto, de la adaptabilidad vital frente a la inteligencia esttica de los hechos y, por ende,
de la muerte. Lacroze: confirma el rol biolgico de la imaginacin: el reino de las
imgenes se le present como una posicin de repliegue en caso de imposibilidad fsica o
de prohibicin moral, como evasin de la dura realidad. Finalmente, el autor,
apoyndose en la antropologa, lleg a establecer que la funcin de la imaginacin
es una funcin de eufemizacin, como un dinamismo prospectivo que, a travs de
todas las estructuras del proyecto imaginario, procura mejorar la situacin del hombre en
el mundo (y no como un mero opio negativo o una mscara con la que la conciencia
oculta la muerte). Todo el arte es ante todo una empresa eufmica para rebelarse contra
la corrupcin de la muerte.
Esta misma eufemizacin se somete al antagonismo de los regmenes de lo imaginario. El
eufemismo se diversifica en anttesis declarada cuando funciona segn el rgimen diurno,