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* Pulsin e instinto
** Jean Laplanche
1. El pensamiento no se instala bien si no lo hace en el mbito de las distinciones, aun cuando luego se implementen los correspondientes pasajes. Pues bien, el tema de hoy requiere distinciones al mximo. Recojo
los trminos del artculo de Chiland (1989) publicado en el nmero
Homosexualit de la revista Adolescence: ser claro con los trminos
empleados; e igualmente en resonancia con la argumentacin de
Bergeret: distinguir homosexualidad de homoerotismo.2
Del mismo modo habra podido apelar yo al ternario gnero-sexo- sexual,
que me parece fundamental tambin en la actualidad. As lo har en otra
ocasin, cuando se trate de introducir la nocin de gnero, porque, repasan* Este captulo fue publicado en la revista Adolescensce, 18, 2, 2000, pgs. 649-668.
** Direccin: 55 Rue de Varenne, (75007), Pars, Francia.
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Viena, no lo arredr de acudir a l en busca de auxilio. Y si este camino fracasaba, tena en reserva el ms poderoso antdoto: un rpido casamiento
estaba destinado a despertar los instintos naturales de la muchacha y a ahogar sus inclinaciones antinaturales (Freud, 1920a pg. 237). La oposicin es
patente: instintos, dice (se trata claramente de Instinkt y no de Trieb). Se
trata de una joven an prxima a la pubertad. Un rpido casamiento ha de
despertar por fin el instinto natural (la complementariedad, dira Gutton) y
ha de ahogar las inclinaciones, es decir, los Triebe, antinaturales.
Se advierte cun pernicioso sera unificar ambos trminos bajo el encabezado del instinto. En Strachey, en Marie Bonaparte y, de acuerdo con
una tradicin persistente, en Francia inclusive, encontramos esta confusin general en cuanto a la lengua y en cuanto a su utilizacin por parte
de Freud.
Pero una unificacin bajo el encabezado de la pulsin no sera menos
riesgosa. As sucede en Lacan, a quien cito: Freud no escribi nunca la
palabra instinto (Lacan, 1966, pg. 837). A partir de aqu la pulsin ocupa
todo el campo, por otra parte, es interpretada adems como deriva por un
juego de palabras basado en el vocablo ingls drive; pues ahora estamos en
el todo-deriva, en el todo-pulsin. Deriva a partir de qu? Porque si la
pulsin no deriva a partir del instinto, cmo se puede decir que deriva?
En Freud hay tambin una supeditacin. Hace veinte o treinta aos que
no me canso de recalcarlo. Supeditacin de la pulsin al instinto, o a veces
una suerte de mixto: pulsin-instinto. Para seguir con el tema de esa confusin al lado de la distincin, recordar, por ejemplo, que Freud jams protest contra la traduccin de Strachey y que rara vez, y quiz nunca, mencion la oposicin. La mencin ms clara es el famoso texto del comienzo
de los Tres ensayos de teora sexual que recordar en seguida. La palabra instinto no es pronunciada, pero est all indiscutiblemente bajo el ttulo de lo
que Freud denomina visin popular de la sexualidad.
Veamos el texto de base:
La opinin popular tiene representaciones bien precisas acerca de la naturaleza
y las propiedades de esta pulsin sexual. Faltara en la infancia, advendra en la
poca de la pubertad y en conexin con el proceso de maduracin [todos los trminos son importantes], se exteriorizara en las manifestaciones de atraccin irrefrenable que un sexo ejerce sobre el otro, y su meta sera la unin sexual o, al
menos, las acciones que apuntan en esa direccin. Pero tenemos pleno fundamento para discernir en esas indicaciones un reflejo o copia muy infiel de la realidad [...]. La fbula potica [recuerdo que se trata de la famosa fbula de
Aristfanes] de la particin del ser humano en dos mitades macho y hembra
que aspiran a reunirse de nuevo en el amor se corresponde a maravilla con la
teora popular de la pulsin sexual (Freud, 1905).
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Se me dir: Laplanche est volviendo al instinto y por lo tanto al cuerpo!. Habr que repetirlo otra vez: jams abandon el cuerpo y jams opuse
lo psquico al cuerpo. Cuando opongo la pulsin al instinto, no opongo lo
psquico a lo somtico. En mi opinin, el matemtico es tan neurobiolgico cuando resuelve una integral como cuando devora un bife. La pulsin
no es ms psquica que el instinto. La diferencia no pasa entre somtico y psquico sino entre, por un lado, lo innato, atvico y endgeno y, por el otro, lo
adquirido y epigentico (aunque no por ello menos anclado en el cuerpo).
Recordar que cuando Freud abandona la teora de la seduccin, no
dice el factor psicolgico pierde su supremaca en beneficio de lo biolgico, sino el factor hereditario recupera su supremaca.
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mucho (le escrib al respecto sin obtener respuesta): prcticamente, la barrera entre las especies que suean y las que no suean es la misma que entre
los poikilotrmicos y los homeotrmicos. Ahora bien, me parece que esta
distincin es tambin la que existe entre especies con comunicacin
(cra/adulto) y las especies sin comunicacin.
Pero tal vez es el hombre el que ms necesidad tiene de interaccin. De
ah la frase de Freud que cit con anterioridad: la cra humana carece de
los instintos necesarios para su supervivencia. Lo cual es, evidentemente, tan slo una primera aproximacin, puesto que por otra parte Freud
habla de pulsin de autoconservacin. En esta frase se refiere sin duda
a lo insuficientes que resultan los instintos cuando no hay intervencin del
otro. Existen, en efecto, toda una serie de reacciones innatas que no se
encuentran en la cra humana, asunto sobre el cual se hicieron numerosas
experiencias que confirman aquella afirmacin de Freud y que giraron,
por ejemplo, en torno al miedo al vaco, a la retraccin frente a las aguas
surgentes, etctera.
La teora del apego surgi como una mquina de guerra contra el psicoanlisis, contra la sexualidad y contra el inconsciente, y sigue sindolo
todava. De ah la importancia de ahondar mucho ms en el tema.
Primeramente, para recordar que en Freud se encuentra algo que prefigura la idea de apego y que es la nocin de ternura. Cuando l opone la
relacin tierna o corriente tierna a la corriente sensual, no hace otra
cosa que plantear el apego como opuesto a la sexualidad (Freud, 1912,
pg. 130 y sigs.). Esta ternura que Freud (al menos en su primera teora
de las pulsiones) sita bajo el encabezado de la autoconservacin, corresponde al hecho de que el adulto alimenta y protege. De ah, inicialmente, algo ms amplio que un apego en el sentido simplemente literal del trmino francs attachement, es decir, algo ms amplio que el aferramiento, la necesidad de contacto, el araamiento. La corriente tierna, la
relacin tierna, incluye gran cantidad de relaciones iniciales entre
la madre y el beb y no slo justamente la bsqueda de calor: y por otra
parte no se limita en absoluto a la madre, pues incluye eventualmente a
muchos otros adultos; y sabemos que la relacin de apego puede existir
tambin en ausencia de la madre, con una niera, por ejemplo.
Existe en el hombre una relacin de autoconservacin innata? El debate se contamin cuando se opuso un beb de observacin al beb psicoanaltico. Porque aqu, sobre todo en la observacin del lactante, no se
ve en verdad sino lo que se quiere ver; pero si se lo quiere ver, tambin
hay que poder detectarlo a travs de la observacin. Pienso en Melanie
Klein, esa promotora de la prioridad del mundo interno que no omiti
escribir un artculo titulado: Observando el comportamiento de los lactantes (Klein, 1952). Sin embargo, se trata de algo muy difcil de realizar,
por lo que la observacin animal resulta en cierto modo indispensable,
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aunque sea por entero insuficiente. Indispensable sobre todo porque nos
permite ir situando, por descarte, lo que es capital en el hombre.
Diremos que lo capital en el hombre es la comunicacin? Negaremos
toda comunicacin en el animal? Seguro que no (lo indiqu hace un
momento a propsito de los homeotrmicos y de la posibilidad de que
sueen), pero est infinitamente menos desarrollada. Existen sistemas de
comunicacin animal, pero no existe un verdadero lenguaje. Insist
muchas veces en que, sin duda, la comunicacin entre el adulto y el beb
no es lingstica desde el comienzo, pero ya al principio est marcada en
su diversidad, su complejidad y sus ambigedades por el hecho de que el
hombre es un animal de lenguaje. En otros trminos, la complejidad del
lenguaje verbal ejerce una especie de contagio sobre las comunicaciones
preverbales.
El apego en el hombre repitmoslo es primariamente una relacin recproca de comunicacin y mensajes. Pero el segundo punto de descarte
en relacin con la observacin animal es mucho ms importante: se trata
de la presencia del inconsciente sexual en el adulto. Podramos hacer
desaparecer toda la teora de las pulsiones, pero haremos desaparecer el
inconsciente sexual? Sera rendir un mal servicio al anlisis hacer pasar
por aqu la diferencia entre un beb de observacin y un beb psicoanaltico, constituido slo aprs-coup.4 En efecto, si el inconsciente adulto est
presente en la relacin primordial y no se lo ve en la observacin, es porque no nos procuramos los medios para verlo. No necesariamente para
explorarlo, pero al menos para detectar sus sntomas.5
Si he hablado del animal es porque, en el hombre, tal vez no pueda
observarse nunca el apego en estado puro. Y ello por dos razones: su infiltracin por la relacin narcisista y su contaminacin y compromiso por lo
sexual adulto. Esto es lo que no se quiere ver, por ejemplo, cuando se contrapone un apego afianzado, es decir asegurado, a un apego no afianzado. Pues lo no asegurado es tan slo el otro aspecto, ciertamente extremo, de lo enigmtico. Si es patolgico, quiz se deba, ni ms ni menos, al
hecho de que lo sexual mismo es desviacin, y hablo de lo sexual pulsional.
Sin contar que el aprs-coup existe muy tempranamente en el ser humano, con seguridad a partir de los 2 aos.
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Cf. al respecto Roiphe y Galenson (1987), especialmente los captulos 13 y 14.
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la vez placer y deseo. Podramos decir que el Vorlust es el placer-deseo preliminar; no se trata de un placer pacificante, sino de un placer que aumenta la tensin. Nada permite afirmar, en efecto, que el placer-deseo infantil
corresponda a una tensin fisiolgica interna y que requiera descarga.
Hablemos por un momento del cuerpo, volvamos a la endocrinologa.
Sabemos que las hormonas sexuales e hipofisarias que existen an al producirse el nacimiento decrecen muy pronto, en los primeros meses de
vida, hasta llegar a cero; luego no vuelven a remontar hasta la pubertad o
poco antes. Se habla de latencia pero, a mi juicio, correspondera distinguir en sta dos tipos. La latencia pulsional, que es la definida clsicamente por Freud. Es la latencia vinculada a la represin y al Edipo, situada
entre los 5 o 6 aos y la pubertad. Latencia adems relativa, lo sabemos.
La latencia instintual es, en suma, la definida por aquella famosa opinin
popular de la sexualidad, es decir, la que se ejerce entre el nacimiento y
la pubertad, latencia endgena durante la cual slo la pulsin tiene libre
curso. En cuanto al instinto, silencio de radio.
Vuelvo a servirme de algunas proposiciones negativas. Nada permite
afirmar que la erogenidad de las zonas ergenas est ligada a una tensin
endgena innata. Nada permite afirmar que la Vulgata de la sucesin de
estadios corresponda a un mecanismo gentico programado.6 Me aterra ver
que siguen existiendo programas de estudios donde se ensea Freud como
se enseara el catecismo, con la sucesin ordenada de los estadios infantiles de la sexualidad. Nada permite descubrir, en el progreso siempre ms o
menos catico de la pulsin sexual, algo que se inscribira en un esquema
ms vasto orientado a una finalidad precisa y preparatorio de la pubertad
entendida como meta. Semejante reinscripcin de la pulsin en el instinto
es lo que Freud quiso efectuar finalmente al trazar, pese a todo, una suerte
de desarrollo programado donde sexualidad infantil, por un lado, y sexualidad puberal y adulta, por el otro, se hallan en continuidad.
5. Antes de arribarse al momento de la pubertad, cul es entonces la relacin entre la relacin instintiva autoconservadora, que se complejiza y
enriquece en la modalidad de la ternura, y lo sexual pulsional? En este
campo, la teora del apuntalamiento a la que me refer poco antes y que
cada vez se invoca ms, que cada vez se redescubre y reinterpreta ms,
que cada vez se integra ms en la Vulgata, puede volverse perniciosa.
Si la sexualidad infantil no tiene ningn mecanismo endgeno innato,
cmo podra surgir conjuntamente con la autoconservacin? Y si corresponde a una simple fantasmatizacin de las funciones corporales de
apego y autoconservacin, qu maniobra milagrosa permitira a esa fantasmatizacin conferir por s sola un carcter sexual a las funciones som6
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a) Los dos Edipos, uno de ellos complementario y el otro irremediablemente bisexual y al mismo tiempo ambivalente, es decir, sexual
de vida y sexual de muerte. El aspecto sexual del parricidio tomando este trmino en el sentido ms amplio, es decir, el del asesinato
del progenitor, el aspecto sexual del parricidio no podra ser borrado tan fcilmente como se nos quiere hacer creer. Gutton (1991, pg.
46) nos habla de desinvestidura ertica del rival que facilita su asesinato, pero esto equivale precisamente a olvidar que, en el Edipo
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Pero por otra parte, si la integracin de la bsqueda de excitacin pulsional en el instinto fuese total, dnde estara la creatividad humana? Si sta
no se concreta al menos parcialmente, terminamos en lo que Freud llama
fijacin de las metas sexuales preliminares, o sea, en la alternativa de la
perversin, siempre presente.
Para concluir
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Este instinto, pues, es epistemolgicamente muy difcil de definir por cuanto, en lo real y concretamente, no se muestra en estado puro sino en inciertas transacciones con lo sexual infantil que reina en lo inconsciente.
Bibliografa
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[Traduccin cast.: Tres ensayos de teora sexual, A. E., VII.]
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psychologie de la vie amoureuse, O.C., XI, Pars, PUF. [Traduccin cast.: Sobre
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(1920a): Sur la psychogense dun cas dhomosexualit fminine, O.C., XV,
Pars, PUF. [Traduccin cast.: Sobre la psicognseis de un caso de homosexualidad femenina, A. E., XVIII.]
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Gutton, P. (1991): Le pubertaire, Pars, PUF.
Klein, M. (1952): En observant le comportement des nourrissons, en
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[Traduccin cast.: Observando la conducta de bebs, en Desarrollos en psicoanlisis, O. C., III, Buenos Aires, Paids - Horm, 1974.]
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(1980): Problmatiques I. Langoisse, Pars, PUF.
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Roiphe, H. y Galenson, E. (1987): La naissance de lidentit sexuelle, Pars, PUF.