Muratorio Blanca - Los Viajeros de La Selva - Rucuyaya
Muratorio Blanca - Los Viajeros de La Selva - Rucuyaya
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12 de Octubre 14-36.
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CAPITULO 1
LOS VIAJEROS DE LA SELVA
27
En el siglo XIX y principios del XX haba dos rutas para entrar al Nor
Oriente: la de Quito-Papallacta y Baeza hasta Archidona y, la considerada ms fcil
por Ambato y Baos hacia Puyo.
. Nos ocuparemos aqu de algunos de aquellos viajeros que osaron tomar la
primera ruta. De estos, seis son Britnicos -Stevenson, Jameson, Simson, Rice,
Holloway y Loch-, Wiener es Francs, Osculati Italiano, y Orton y Sinclair
Norteamericanos. A travs de algunas citas de sus relatos, el lector podr juzgar las
peculiaridades de sus respectivos orgenes tnicos, Villavicencio, un conocido
gegrafo Ecuatoriano, que fue autoridad y residi6 largo tiempo en el Oriente, ser
nuestra referencia etnogrca para esa poca respecto a los viajes y a los viajeros,
tanto extranjeros como indgenas. Comenzamos as nuestro relato con una reflexin
de este EcuatOOano:
Para hacer incursiones por aquellas soledades se necesitan dos
elementos indispensables; vveres y gente que los conduzcan:
supongo que el viajero pudiera proporcionarse los primeros; lo
segundo no 10conseguira ni por la fuerza ni por ddivas: los indios
no viajan sino por donde han viajado sus abuelos, por el camino
abierto, y el inters tiene tan poco imperio en su corazn, que la
mayoc oferta no mueve su codicia. Por otra parte, supongo que se
brindarn a acompaar al viajero en estas expediciones como 10
hacan con nosotros cul seria el temerario que solo confiado en
ellos se arrojara en esas espesuras desiertas, sin que al amanecer del
da menos pensado, se viera solo en medio de los bosques sin
auxilio ni socorro? Nosotros conseguimos hacer varias incursiones
tanto porque estuvimos investidos de autoridad, cuanto por el
conocimiento con perfecci6n de su idioma, conocimiento de sus
costumbres y relaciones de parentesco espirituales. Todas estas
cosas no se pueden reunir en un explorador (1984: 407).
A pesar de carecer de todas estas condiciones favorables, varios de esos
"temerarios" se internaron por ese camino de Quito a Archidona, frecuentemente en
ruta hacia el Maran y el Amazonas. Buscaban oro, raras especies de plantas y
animales, nuevos mercados para productos de sus respectivos pases o, ya en este
siglo, petrleo. Todos posean el tenaz espritu explorador -entre romntico y
cientfico- tan tpico del siglo XIX. Relataremos aqu s610el primero y ms difcil
trayecto de nuestros viajeros, de Quito a Archidona, acompatiados y, ocasionalmente
abandonados por los indgenas.
28
100 lbs
27 lbs
30 lbs
47 lbs
100 lbs
50 lbs
Azcar
90 lbs
25 lbs
Carne seca
47 lbs
Sal
10 lbs
Manteca
10 lbs
Crema Trtara 11/2 lbs
Chocolate
Soda
1 lb
T
2 lbs
Jamn
10 lbs
Tamarindos 9 lbs
Huevos
170
Anisado.
5 pts
29
30
3.
Paso de un vad del ro Cosanga (Napo).
DIbujo de Alexander de Bar, segn una fotografa y un croquis
de Wiener (Banco Central 1981).
31
pantaln corto y una cushma liviana por toda vestimenta, sufriendo as los
intensos fros, a veces slo por llevar media docena de cartas del correo oficial
(Orton 1876: 180). De este palO nos dice Rucuyaya Alonso:
Pasbamos el Huaman lleno de hielo as, con pie desnudo; la
camisa no era como las de ahora sino de lienzo cogido por ambos
lados. Si uno se dorma, ah mismo se poda quedar muerto. Por eso
tenfan miedo de eseceao (1917).
Mienttas 10& indgena CI'UZIbIIl el Hllaman haciendo estas reflexiones, uno
de los viaj~ocupaba varias pjginas de su diario de viaje en un prolongado y
barroco elogio de la "exquisita" mula que le penniti6 sortear los peligros del
ascenso: "esta pequea bestia, con un casco tan fino como el taco de una bota
Parisina" (Wiener 1883: 228-229).
Ya bajandodel Huaman se divisabala hermosalaguna de Papallacta antes de
llegar, atravesando pantanos y caminando sobre resbaladizas rocas, al pueblo del
mismo nombre. Este contaba con unas pocas chozas, pero el viajero poda
hospedarse en casa del Gobernador indgena, y descansar mienttasse preparabapara
el resto del camino que le tocara hacer a pe. All tambin deba regatear con el
Gobernador el servicio de los carguerosde Papallactaque 10llevaran hasta Baeza,
adonde posiblemente los relevaban los Arcbidonaso los pocos indgenas Yumbos
que habitaban en esa antigua ciudad. El nmero de indios cargueros a llevar,
dependa de la cantidadde equipajedel viajeroporque cada indio cargaba 3 arrobas (75
lbs.) e insista en que se le pagaran sus 5 Sucres en moneda, ya que "tenan un
desprecio absoluto por el dinero de papel" (Rice 1903: 404). A veces para
conseguirlos, el viajeronecesitabaensayar un mtodo de seduccinque consista en
desatar la lengua del Gobernador y su comitiva con un poquito de aguardiente,
despus de 10 cual, uno por uno y como por encanto, los indgenas comenzaban a
salir de sus chozas (Wiener 1883: 2JO..231).
De Papallacta al ro Maspa el camino segua subiendo y bajando las
estribaciones de la Cordillera Oriental, angosto y resbaladizo de lodo, cortado por
rpidos torrentestodo lo cual haca que el viajero frecuentemente se hundiera hasta
las rodillas en el fango. "Cmo quisiera -dce uno de los Norteamericanos- que el
Congreso Ecuatoriano fuera obligado a transitar este horrible camino una vez al
ao!" (Orton 1876: 186). Mientras, el Ingls Jameson se lamentaba de que,
sumndose a sus penurias, varios de los indioscargueros se haban hudo llevndose
todas las provisiones frescas que haba compradoen PapaUacta (1858: 338). En este
lugar tambin tenemos la primerarepentina aparicin de los Archidonas:
32
REGION
NOR - ORIENTAL
ECU ATORIAN A
,
77
75"00'
I
76
COLOMBIA
00
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Ca be c e ra Parroqu ial
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Carretero
afirmado
DEKpASTAZA
O
7 8 30 '
o r oy
CONVENCIONALES
Ca pitol de la Repblico
1::1
30
4::1
60
L m ite
Internacional
Lim ite
Provincial
76
78
MAPA 11
Campo.
petrolero.
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7 '500'
33
34
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e~Ue 50:) la p se IIJO e 5e U a~! p U I 5eJn ~ sns rod opeuopusqe Ile rn:::>So
."
5.
Ind gena c a r gado r l le vando un viaj ero en su sil l a
( Deta ll e de l a p i nt ura anni m a de l a portada ).
Amaznicos- los dos luceros son los hijos mellizos de la relacin incestuosa de la
luna masculina y adulta (pucusbcaquilla) con su hermana, quien al no poder
acompaarle en su viaje hacia el cielo, se convirti en un pjaro llamado "jilco" que
canta en las noches de luna nueva. Los bebs mellizos, llamados CuiUor y Duceru,
fueron criados por la abuela de los tigres (puma apamama) y, en un mes, se
convirtieron en jvenes- luceros. Antes de irse al cielo, actuaron en el mundo
35
36
37
Las opiniones que los viajeros expresan sobre el carcter y la psicologa de los
indgenas estn obviamente infludas por las concepciones europeas del siglo XIX
acerca de "los salvajes"; pero tambin reflejan las peculiaridades del "carcter
nacional" de cada uno de ellos, as como las distintas experiencias personales que
tuvieron con los indgenas, sobre todo en los viajes.
38
(O~81
7.
Puerto N apoen 1984 (O scu la t i 185 0) .
Orton reconoce que los Napos no son "salvajes", pero cree que esto se debe
ms a la ausenciade malas cualidadesque a la presenciade virtudes. Los encuentra
"apticos" y "faltos de imaginacin" porque no se entusiasmancon las maravillas
cientficas que l les muestra, excepto manifestando su sorpresa con un breve
chasquidode la lengua.Esta ltimacaracterstica interesaOrton porquecoincidecon
"hallazgos etnogrficos" semejantes hechos por Darwin entre los Fueguinos y por
Bates entre losMundurucus (1867: 210). Respondiendo a una pregunta sobre este
mismo particular,Rucuyaya Alonsocoment sonriendo que ste es precisamente el
ruido que hacen algunos espritus en el monte para burlarse del cazador que no
encuentrasu presa por incompetente, o porque est ""baboso", o sea ritualmente
sucio. El lector puede sacar sus propias conclusiones sobre estas dos
interpretaciones etnogrficas.
Comentando haber ledo la opinin de Orton sobre los Napo Runas, Rice
asegura que toda la impresin de que stos eran apticos o lacnicos se disip
cuando presenci una "guerra verbal" entre ellos y el Gobernador blanco, que
describeas:
Cualquier duda que hubierapodido tener acercade si estos indiosson
capacesde pronunciarlargasfrases, fuerontotalmente disipadas, y se
mostraron capaces de producirargumentos poderosos y enrgicos, en
una entonacinrecia, tartamudeante y gutural.(Rice 1903: 410).
Ya en este siglo, Holloway coincide con Rice acerca de la vivacidad de los
Napo Runas y afirma, con cierto sentido comn, que stos estn bien dispuestos a
conversarlibrementecon cualquierpersona que puedaentenderel idiomaquichua, y
.
que estallan en una risa ruidosa a la menor provocacin (1932: 411).
En parte, el choque culmral.ms personal sufrido por los viajeros, sobre todo
por los Britnicos y Norteamericanos estaba ocasionado por tener que enfrentar
concepciones de "privacidad" diferentes; problemas que tambin deben enfrentar con
igual estocdad, algunosantroplogos. La gran curiosidadde los indgenas resultaba
intolerablepara los viajeros,como nos explica Rice:
Ellos (los indgenas) exhibana veces gran curiosidad, y una cmara
fotogrfica, un reloj, o un rifle, excitaban su intenso inters. Todo
el mundo en Archidona es curioso. Los blancos nunca me dejaban
vesfume solo y a diario revolvan mis mochilas y efectos
personales, muy bien secundados por los Indios. Cualquier intento
de escribir algo era intil (1903: 409-410).
39
Por otra parte, si podemos CleCI" a Rice su opinin de segunda mano, los Napo
Runas tambinhabran tenido sus razones para sufrir un cierto choque cultural ante
la presencia de los rubios nrdicos. Rice fuma que los Jesuitas. ya ausentes de
Archidonaen 1901.haban enseado a los indgenasque "el tpico malvado hombre
blanco", era el "Ingls de ojos azules", y que por esta razn, los Napo Runas
tomando literalmente esta idea, miraban con sospecha y disgusto y mostraban una
tremenda curiosidad por cualquier individuo que tuviese ojos azules; opinin que
Rice cree confirmada por su propiaexperiencia(1903: 416).
Despus de la desventura que ya nos ha relatado, la opinin negativa de
Osculatirespectoa los Napo Runas no debe de extraftamos:
Estos indiosson brutos en su modo y costumbres: demandancuanto
quieren de la mano del viajero sin siquiera dar las gracias; que as
pretenden que sea obligacin de todo el que los visita ofrececregalos
en compensacin por haberlos tolerado: ni se excusan, ni muestran
recelo alguno aunque sean sorprendidos robando y abriendo las
mismas cajas que les fueron confiadas para transportar (18S4:
102-103).
An los extranjerosque tuvieronlas peores experiencias con los indgenas en
sus viajes, reconocan por lo menos la gran agilidad y destreza de estos ltimos. El
mismo Villavicencio hace resaltar la reputacin de los indgenas de la Gobernacin
de Quijoscomo buenos cargueros. y su agilidad y ligereza ya que, sin carga, podan
realizarel viaje de Quito a Archidonaen un perodo de dos y medio a tres das. Pero
tambin previene al posible viajero que estos indios son ms desobedientes y
rebeldes que los Papallactas (1984:394).
Estas cualidades de independencia y rebelda de los Napo Runas fue
experimentada por todos los viajeros que se aventuraronpor esa ruta hacia el Napo.
No hay uno solo que no se queje -como ya vimos- de la dificultad de conseguir
cargueroso de haber sido abandonado en el medio de la selva, o en las playas de un
ro crecido. Villavicencio anota que no es de extraarse q~ acten as con
particulares, porque algunas veces tambinhacen lo mismo "con los Gobernadores y
los curas, personas a las cuales temen y respetan" (1984: 389).
Es evidente que, a pesar del opresivo sistema de dominacin imperante y de
las aspiraciones de poder de los pequeos Pizarros del siglo XIX. los Napo Runas
cargueros tenan la capacidad de imponer muchas de las condiciones de los viajes que
les tocabarealizar.Cuando no queran hacerlos, pretendanestar enfermos (Osculati
1854: 103).o aducan "problemasfamiliares", tal como lo explica Loch:
40
41
42
1 anzuelo pequeo
1 anzuelo pequeo
1 anzuelograndeo 1 vara de lienzo
2 pequeosovillos de hilo de coser
8 huevos
l medio pecar
1 tapir
] ashanga (canasta parecida
a la Suiza "boue") de yuca
(1886: 118).
43
44