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Hierocles

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ISSN: 0213-3563

HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

Hierocles and the genesis of self-awareness

Deyvis Deniz MACHN


Universidad Simn Bolvar

BIBLID [(0213-356)14,2012,145-164]

Fecha de recepcin: 28 de junio de 2011


Fecha de aceptacin: 22 de noviembre de 2011

RESUMEN

A travs del concepto de apropiacin de s (oijkeivwsi~) el estoicismo atisb


la elaboracin de un concepto de conciencia de s (suneivdhsi~sunaivsqhsi~)
indito hasta entonces en la tradicin clsica. Ambos conceptos hallan sus basa-
mentos en consideraciones onto-epistmicas que tienen en la percepcin
(ai[sqhsi~) o, ms precisamente, en la facultad aisthtica (aijsqhtikh; duvnami~),
su gnesis as como su permanente y recproca articulacin. En tal sentido, en la
obra Elementa Moralia (PBer. Inv. 9780v) del filsofo estoico Hierocles se expo-
ne detalladamente cmo, en qu momento y bajo qu circunstancias todo animal
posee continua e ininterrumpida conciencia sensible de s desde el mismo momen-
to en que nace. Por ello, y para poder plasmar una nocin de conciencia gestada,
articulada y anclada en la percepcin, Hierocles recurri al trmino sunaivsqhsi~
en lugar de emplear el tradicional trmino suneivdhsi~. Su planteamiento, en
consecuencia, se centra en sealar que el sujeto percipiente al percibir algo simul-
tneamente se co-percibe con el objeto perceptible y a partir de ah establece los
lmites corpreo-espaciales de su constitucin.

Palabras clave: facultad aisthtica (aijsqhtikh; duvnami~), percepcin (ai[sqhsi~),


conciencia de s (suneivdhsi~/sunaivsqhsi~) y apropiacin (oijkeivwsi~).

Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 14, 2012, pp. 145-164
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HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

ABSTRACT

Through the appropriation concept (oijkeivwsi~) stoicism achieved to work


out a notion of consciousness or self-awareness (suneivdhsi~sunaivsqhsi~) cer-
tainly not yet present at the classic period. Both concepts have their roots in
onto-epistemic considerations, which have in the perception (ai[sqhsi~) or,
exactly speaking, in the aisthetic faculty (aijsqhtikh; duvnami~), its genesis as well
as its permanent and reciprocal articulation. In this regard, Hierocles, stoic phi-
losopher who probably lived in the second century a. D., in his work Elementa
Moralia (PBer. Inv. 9780v) with all sorts of details sets forth how, beginning from
which moment, and under which circumstances all animals, as soon as they are
born, have continual and uninterrupted self-awareness or at least a sense of
themselves. Consequently, in order to shape a notion of self-awareness which
has its genesis and its articulation by virtue of the aisthetic faculty, in other
words, its development depends on it, Hierocles made use of sunaivsqhsi~
rather than the traditional term suneivdhsi~. His concern, therefore, is to high-
light that the percipient as soon as it perceives something, simultaneously co-per-
ceives itself along with the perceptible object and from here on by itself
establishes the corporeal-spatial boundaries of its own constitution.

Key words: Aisthetic faculty (aijsqhtikh; duvnami~), perception (ai[sqhsi~),


self-consciousness or self-awareness (suneivdhsi~/sunaivsqhsi~), appropriation
(oijkeivwsi~).

Ciertamente, a travs del concepto de apropiacin de s (oijkeivwsi~) el


estoicismo atisb la elaboracin de un concepto de conciencia personal o con-
ciencia sensible de s (suneivdhsi~/sunaivsqhsi~) indito hasta entonces en la
tradicin clsica1. No se pierda de vista, sin embargo, que ambos conceptos
hallaron sus basamentos en consideraciones onto-epistmicas que tienen en la
percepcin (ai[sqhsi~) o, ms precisamente, en la facultad aisthtica (aijsqhtikh;
duvnami~) tanto su gnesis como su permanente y recproca articulacin2. En tal

1. Cfr. MARTIN, W., Stoic Self-Consciousness. Self-Comprehension and Orienta-


tion in the Stoic Theory of Oikeiosis (manuscrito), en: <http://privatewww.essex.ac.uk/
~wmartin/SSC.pdf>, 2006, pp. 1-24.
2. Los testimonios y fragmentos sobre la filosofa estoica fueron recopilados por
ARNIM, H. v., Stoicorum Veterum Fragmenta, 4 vols., Leipzig, Teubner, 1903-05, 1924.
En adelante esta obra se la abreviar con las siglas SVF, indicando en nmeros roma-
nos el volumen y en nmeros arbigos el fragmento. En este sentido, cfr. SVF I 197 [1]:
Porphyrius, de abstin. III 19: kai; ga;r oijkeiwvsew~ pavsh~ kai; ajllotriwvsew~ ajrch; to;
aijsqavnesqai. th;n de; oijkeivwsin ajrch;n tivqentai dikaiosuvnh~ oiJ ajpo; Zhvnwno~. Toda
apropiacin y enajenacin tiene su principio en la percepcin; y los discpulos de

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sentido, y aun cuando no pueda detenerme sobre ello, se debe tener presente
que tanto la impresin (antasiva) como la figuracin (avntasma) son los ni-
cos modificadores psquicos a partir de los cuales todo animal construye pro-
gresiva e ininterrumpidamente su propia y particular representacin del mundo3.
As, y aunque ontolgicamente ambos modificadores poseen el mismo estatus, ya
que caen bajo la categora de el algo (tov ti), epistemolgicamente divergen,
pues solo la impresin (antasiva) llegara a poseer claridad (travnh~) y distin-
cin (e[ktupo~) al ser causada por un objeto real existente (to; uJpavrcon) y al
estar en concordancia plena con se4.

Zenn colocan la apropiacin como principio de la justicia. SVF I 197 [2]: Plutarchus,
de stoic. repugn. cap. 12, p. 1038c: hJ ga;r oijkeivwsi~ ai[sqhsi~ e[oike tou oijkeivou kai;
ajntivlhyi~ eEvnai. La apropiacin, en efecto, parece ser percepcin y captacin de lo
apropiado. SVF II 88: S. E. adv. math. VIII 56: pa sa ga;r novhsi~ ajpo; aijsqhvsew~
givnetai h] ouj cwri;~ aijsqhvsew~. Toda inteleccin, en efecto, se genera a partir de una
percepcin o no se genera sin una percepcin. SVF II 319: Plotinus ennead. VI lib. I
28 (Vol. II, p. 259, 33 M): Ai[tion de hJ ai[sqhsi~ aujtoi ~ hJgemw;n genomevnh kai; pisth;
eij~ ajrcwn kai; twn a[llwn qevs in. Para ellos [sc. los estoicos] la percepcin es causa
que, devenida rectora, es asimismo prueba para los principios y restantes tesis. Todas
las traducciones empleadas en este trabajo son propias, en caso contrario ser indicado.
3. Cfr. SVF II 52: D. L. VII 49: Arevskei toi ~ Stwikoi ~ to;n peri; antasiva~ kai;
aijsqhvsew~ protavttein lovgon, kaqovti to; krithvrion, w| / hJ ajlhvqeia twn pragmavtwn
ginwvsketai, kata; gevno~ antasiva ejstiv, kai; kaqovti oJ peri; sugkataqevsew~ kai; oJ peri;
katalhvyew~ kai; nohvsew~ lovgo~, proavgwn tw n a[llwn, oujk a[neu antasiva~ sunivstatai.
prohgei tai ga;r hJ antasiva, eEvq hJ diavnoia ejklalhtikh; uJpavrcousa, o} pavscei uJpo; th ~
antasiva~, tou to ejkevrei lovgw/. Les satisface a los estoicos colocar por delante
la doctrina de la impresin y de la percepcin, en tanto que el criterio con el cual se llega
a conocer la verdad de los hechos es, en trminos genricos, la impresin, en virtud de
que, asimismo, la doctrina del asentimiento, la aprehensin y la inteleccin, antecedien-
do a las dems, no se constituye sin la impresin. En efecto, la impresin [es lo que]
precede, dndose acto seguido el pensamiento enunciativo, pues lo que se padece a
causa de una impresin, eso se da a conocer con el lenguaje [articulado]. Para un estu-
dio que muestra a profundidad la relacin entre impresin (antasiva) y lenguaje,
vase BARNOUW, J., Propotitional Perception. Phantasia, Predication and Sign in Plato,
Aristotle and The Stoics, USA, University Press of America, 2002.
4. Cfr. SVF II 53: D.L. VII 46: th ~ de;antasiva~ th;n mn katalhptikhvn, th;n d
ajkatavlhpton: katalhptikh;n mevn, h}n krithvrion eEvnai tw n pragmavtwn asiv, th;n gino-
mevnhn ajpo; uJpavrconto~ kat aujto; to; uJpavrcon ejnapesragismevnhn kai; ejnapomemag-
mevnhn: ajkatavlhpton d h] th;n mh; ajpo; uJpavrconto~, h] ajpo; uJpavrconto~ mevn, mh; kat aujto;
d to; uJpavrcon: th;n mh; tranhmhd e[ktupon. [En relacin con] la impresin, la hay
aprehensora e inaprehensible; aprehensora, aquella que es, dicen, criterio de [verdad] de
los hechos, es la que surge a partir de un cuerpo existente y queda sellada e impresa en
conformidad con el cuerpo existente mismo; inaprehensible, por el contrario, bien la

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Hierocles, quien habra sido un filsofo estoico del siglo II d. C.5, asumi
esta sutil distincin de la primera estoa y se preocup por exponer a travs del
concepto de sunaivsqhsi~ cmo, en qu momento y bajo qu circunstancias
todo animal, sea ste racional (logikov~) o no (ajlogikov~), posee continua e
ininterrumpida conciencia sensible de s. Sus reflexiones en los Elementa Mora-
lia6 no estn orientadas, sin embargo, a ofrecer un simple cambio lexicogrfico

que no surge a partir de un cuerpo existente o bien, surgiendo a partir de un cuerpo


existente, no queda sellada e impresa en conformidad con el cuerpo existente mismo:
no posee claridad y tampoco distincin. Para un estudio sobre la impresin aprehen-
sora (katalhptikh; antasiva) puede verse el trabajo de SANDBACH, F. H., Phantasia
kataleptike, en: LONG, A. (ed.), Problems in Stoicism, Great Britain, The Athlone
Press, 1996, pp. 9-22.
5. Desafortunadamente son pocos los datos biogrficos que pudieran facilitar la
datacin de Hierocles. Hasta el da de hoy solo contamos con tres testimonios en los
que se hace mencin a un Hierocles que quiz pudiera ser identificado con Hierocles,
el estoico. En primer lugar, Las noches ticas de Aulo Gelio; en segundo lugar, el gra-
mtico y gegrafo Estfano bizantino en su obra Ethnica y, en tercer lugar, el lxico
Su(i)da. Aulo Gelio menciona (IX, 5, 8) a un Hierocles que, adherido a la escuela estoi-
ca (Hieroclis Stoici), busca refutar la posicin epicrea relativa al placer (de genere ac
natura voluptatis). l se refiere a Hierocles estoico (Hieroclis Stoici) en trminos de
hombre augusto e insigne (viri sancti et gravis). Estfano bizantino (647, 17-19), por
su parte, nos informa de un hombre oriundo de un pueblecito de Caria que se apart
del quehacer del atleta para encaminarse hacia la filosofa. Finalmente, en el lxico
Su(i)da, las entradas ejmpodwvn y levsch, nos hablan de un Hierocles autor de una obra
filosfica intitulada ilosoouvmena, traducible quiz por investigaciones o meditaciones
filosficas, redactada en dos libros; la primera entrada nos refiere al libro b mientras que
la segunda al a. Uniendo estos tres testimonios se podra decir que Hierocles, el estoi-
co, habra sido un filsofo adherido a la escuela estoica, autor de una obra filosfica en
dos libros, quiz los Elementa Moralia y los excerpta reportados por J. Estobeo respec-
tivamente, sera oriundo de una pequea poblacin del Asia menor, Hyllarima, y asi-
mismo habra tenido su floruit en el siglo II d. C., durante el gobierno del emperador
Adriano. Sin embargo, y hasta que no poseamos ms testimonios que apunten en esta
direccin, desafortunadamente esto no es ms que una hiptesis de trabajo o, ms bien,
una mera conjetura biogrfica.
6. En 1906 H. v. Arnim (ARNIM, H. V., Hierocles. Ethische Elementarlehre [Papy-
rus 9780]. Nebst den bei Stobus Erhaltenen Ethischen Exzerpten aus Hierocles, Berlin,
Weidmannshe Buchhandlung, 1906), edit por vez primera el papiro Elementa Mora-
lia de Hierocles (PBerol inv. 9780 v). Von Arnim incluy en su edicin los excerpta
recopilados por J. Estobeo que, antes del trabajo de K. Praechter (Hierocles der
Stoiker, Leipzig, Dietrich, 1901), eran atribuidos a un homnimo pitagrico, comenta-
dor de los Versos Areos. Hoy contamos con una nueva edicin del papiro de Hiero-
cles (PBerol inv. 9780v) a cargo de BASTIANINI, G.; LONG, A., Hierocles. Elementa

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sino, ms bien, persiguen poner en evidencia la indisoluble imbricacin existen-


te entre percepcin, conciencia y apropiacin de s. En consecuencia, sus tres tesis
capitales son las siguientes: i) todo animal tan pronto como nace tiene percepcin
de s7, ii) todo animal tiene continua e ininterrumpida conciencia sensible de
s8 y iii) tomando su primera percepcin de s, inmediatamente queda apro-
piado de s y de su propia constitucin9.
Al abordar el problema de la gnesis de la conciencia en estos trminos,
Hierocles consider necesario emplear el trmino sunaivsqhsi~ en lugar del
tradicional suneivdhsi~10, pues aunque este ltimo trmino fue empleado por la

Moralia, en: Corpus dei Papiri Filosofici Greci e Latini, (Firenze), Parte 1, vol. 1**, Leo
S. Olschki, (1992), pp. 268-461. En adelante ser abreviado B-L1 (eds.), op. cit. y cita-
remos los pasajes de Hierocles a partir de esta edicin, indicando columna y lnea. Para
poder establecer una versin del papiro, digamos, actualizada mas no definitiva es
imprescindible tomar en consideracin los aportes de V. Delle Donne plasmados en
sendos artculos as como las rplicas ofrecidas por Bastianini & Longa a esos artculos.
Vase, entonces, DELLE DONNE, V., Per una nuova edizione dei Principi di etica di
Ierocle Stoico, en: Annali dellIstituto Italianodi Studi Storici, vol. X (1987/1988), pp.
113-144, a partir de ahora abreviado mediante las siglas VDD1; DELLE DONNE, V.,
Sulla nuova edizione della Hqikh; stoiceivwsi~ di Ierocle Stoico, en: Studi italiani di
filologa classica, XIII (1995), pp. 29-99, en adelante abreviado con las siglas VDD2;
BASTIANINI, G.; LONG, A., Dopo la nuova edizione degli Elementi di tica di Ierocle
Stoico (PBerol 9780v), en: Studi su Codice e Papiro Filosofici. Platone, Aristotele, Iero-
cle, (Firenze), Studi CXXIX (1993), Leo. S. Olschki, pp. 241-249, abreviado mediante
las siglas B-L2 (eds.).
7. HIEROCLES, E. M., Col. VI 24-25, B-L1 (eds.), op. cit.
8. HIEROCLES, E. M., Col. III 55-56, B-L1 (eds.), op. cit.
9. HIEROCLES, E. M., Col. VI 51-53, B-L1 (eds.), op. cit. Vase igualmente Col.
VII 48-50: to; zw /on a{ma th kai; oijkeiou
/ genevsei aijsqavnesqaiv te auJtou sqai eJautw
/
kai; th sustavsei. El animal tan pronto como nace se percibe a s mismo y se
/ eJautou
apropia de s mismo y de su propia constitucin.
10. Determinar con precisin cul habra sido el concepto de conciencia gestado
por los antiguos griegos es una empresa compleja y excede los lmites del presente tra-
bajo. Sin embargo, ha de tenerse presente que en la antigedad se emplearon diversas
voces y expresiones lingsticas que vislumbraron la gestacin de una nocin de con-
ciencia o al menos hicieron referencia a aspectos de ella; vale hacer mencin de sustan-
tivos tales como rhvn, qumov~, yuchv, nou ~, diavnoia, proaivresi~; adjetivos tales como
aujtov~, eJkouvs io~, ajekouvs io~, ivlo~, aijdwv~, as como el empleo de los pronombres
reflexivos ejmautovn, saujtovn, eJautovn. Cada una de estas voces contribuy a apuntalar la
descripcin de la ntima realidad psicolgica, propia de cada individuo, reflejando, si se
quiere, incipientemente, de qu manera el sujeto cognoscente introyecta y configura el
estado de cosas circundantes, posicionndose ante ellas con autonoma deliberativa. Las
locuciones lingsticas suvn+verbum sciendi, es decir, las contentivas de la preposicin

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tradicin clsica para dar cuenta de la configuracin del conocimiento ntimo y


privilegiado que posee cada individuo de s mismo y de su realidad circundan-
te, no obstante, ese trmino no alcanza a destacar el rol fundador que desempe-
a la percepcin en la gnesis y desarrollo de tal configuracin11. En tal sentido,
y tomando en consideracin su articulacin expositiva, la precisin en el lengua-
je12 y su refinamiento conceptual, la obra de Hierocles representa un hito para
la psicologa de la antigedad grecolatina; no solo porque persigui dar con las
races onto-epistmicas que sustentan el contenido de conceptos tales como
individuo, yo o persona, sino porque tras dar cuenta de que todo animal
al percibirse se apropia, sensiblemente consciente, de s mismo, busc, y ya en
el caso especfico del hombre, la elaboracin de un planteamiento tico que en
lugar de encerrarse en la realidad del yo o del individuo, en tanto fenme-
no psicolgico hallado, plante, digamos, su apertura al defender que a la ini-
cial, connatural e inmediata apropiacin de s, ha de seguir la del entorno ms

griega suvn, modificando el alcance semntico de algunos verbos de conocimiento, son


las locuciones que ms se aproximaron a perfilar un concepto de conciencia fruto del
con-saber-se. Entre ellas hay que destacar el verbo suvnoida y sus temas asociados. Cfr.,
al respecto, CANCRINI, A., SYNEIDESIS. Il tema semantico della con-scientia nella
Grecia antica, Roma, Edizioni dellAteneo, 1970. Suvnoida, tema de perfecto del verbo
suneidevnai, expresa en sus significaciones primarias ideas tales como: ser confidente
o cmplice, ser testigo, saber con otro, y a partir de stas acab significando tener
conciencia o ser consciente de algo. Su empleo, significando conciencia, lo encon-
traramos quiz tan temprano como en el siglo VII a. C. con la poetisa Safo (Fr. 26 en
LOBEL, E.; PAGE, D., Poetarum lesbiorum fragmenta, United Kingdom, Oxford Claren-
don Press, 1968, p. 23). A partir de all fue empleado profusamente tanto por poetas,
historiadores as como por filsofos para transmitir un con-saber propio, ntimo y res-
tringido para otros.
11. A Hierocles, el alcance semntico del verbo suneidevnai le debi de resultar
extremadamente reducido como para poder recoger todas las aristas que el fenmeno
de la conciencia sensible de s encierra. Hablar de la conciencia de la propia consti-
tucin implica, al menos en la propuesta epistemolgica hierocleana, una conciencia
gestada, articulada y anclada ininterrumpidamente en la facultad aisthtica que no des-
cribe nicamente el volcarse sobre s del sujeto cognoscente, en tanto conocimiento de
s mismo, sino, ms bien, la reflexividad de la percepcin, en tanto que el sujeto perci-
piente al percibir algo se co-percibe simultneamente con el objeto perceptible.
12. Es importante sealar que Hierocles se aleja de la ortodoxa terminologa
estoica un par de ocasiones. El uso del trmino hJgemonivan en la Col. IV 50, B-L1 (eds.),
op. cit. en lugar de emplear el tradicional trmino hJgemonikovn al momento de hacer
referencia a la parte rectora del alma. La otra divergencia importante es la confusin de
los trminos di o{lwn paravqesi~ y mixi~ en la Col. IV 10, B-L1 (eds.), op. cit. al momen-
to de hablar de la mezcla entre alma y cuerpo.

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cercano, luego la de los dems familiares y amigos, as hasta sucesivamente


alcanzar la apropiacin del gnero humano. Esta tesis es descrita detalladamen-
te en la exposicin de los llamados crculos concntricos, recogida en los
excerpta que J. Estobeo13 nos leg bajo el nombre de Hierocles y que an a
principios del siglo pasado eran atribuidos a un pitagrico homnimo, comen-
tador de los Versos Areos14. En la exposicin de los crculos concntricos
Hierocles muestra el alcance expansivo de la doctrina de la apropiacin de s,
hacindose eco, evidentemente, del cosmopolitanismo estoico15. Dichos ex-
cerpta y los Elementa Moralia constituyen a da de hoy la obra de Hierocles16,

13. STABAEUS, I., Anthologii, ed. de B. C. Wachsmuth y O. Hense, Berln, Weid-


mannos, 1884-1922.
14. PRAECHTER, K., op. cit., demostr a travs de un detalladsimo anlisis filol-
gico y filosfico de los excerpta legados por J. Estobeo que lo expuesto por Hierocles
estaba en plena sintona con las tesis defendidas por la tradicin filosfica estoica y
que, en consecuencia, no deberan ser atribuidos al homnimo comentador de los Ver-
sos Areos.
15. Cfr. SVF III 323: Philo de Joseph vol. II Mang., p. 46. prosqhvkh gavr ejsti th ~
ro~ aJpavntwn ajnhmmevnh~ uvsew~ hJ kata; dhvmou~ politeiva. hJ mn ga;r megalovpoli~
to; ku
o{de oJ kovsmo~ ejsti; kai; mia tai politeiva/ kai; novmw/ eJniv: lovgo~ dev ejsti uvsew~ pros-
/ crh
taktiko;~ mn w| n praktevon, ajpagoreutiko;~ d w| n ouj poihtevon. La constitucin de
cada uno de los pueblos es, sin duda, una extensin de la naturaleza, encendida con la
autoridad sobre todas las cosas. En efecto, este cosmos es una megapolis y se sirve de
una constitucin y una nica ley. El logos de la naturaleza que ordena qu cosas han
de hacerse y prohbe qu cosas no deben hacerse. Al respecto, vase VOGHT, K. M.,
Law, Reason, and Cosmic City. Political Philosohy in the Early Stoa, New York, Oxford
University Press, 2008.
16. Como se seal en n. 5, el lxico Su(i)da en dos de las cinco entradas en las
que se menciona el nombre de Hierocles, lo hace autor de una obra intitulada iloso-
ouvmena, que bien podra traducirse como investigaciones o meditaciones filosficas o,
simplemente, tratado filosfico. Dicha obra constara de dos libros. Mucho se ha discu-
tido sobre la posibilidad de que ambos libros pudieran ser identificados con los Ele-
menta Moralia, por una parte, y con los excerpta reportados por Estobeo, por otra. Una
sntesis de la discusin la encontramos en BADALAMENTI, G., Ierocle stoico e il con-
cetto di sunaivsqhsi~, en: Annali del Dipartimento di Filosofia, III, Firenze, 1987,
pp. 53-97. Especialmente vanse pp. 54-56. Guiados por este testimonio de la Su(i)da
se podra afirmar, entonces, que Hierocles sera autor de un nico tratado filosfico:
investigaciones o meditaciones filosficas (ilosoouvmena), articulado en dos seccio-
nes. Independientemente de que as fuera, lo cierto es que ambas obras comparten una
armona doctrinaria, aun cuando la exposicin tcnico-filosfica de los Elementa Mora-
lia sea, indiscutiblemente, mucho ms refinada y especializada que la que desarrolla en
los excerpta. Ahora bien, a pesar de estas diferencias expositivas, se puede afirmar, no
obstante, que en ambas obras la armona doctrinaria gira en torno a la exposicin de la

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el estoico, un filsofo revivido como ya apuntara acertadamente Nicola


Festa17.
Hierocles concibi una nocin de conciencia resultante de procesos que
hoy llamaramos neurofisiolgicos y su gnesis la hall en el mismo momento
en que el animal nace, en virtud de que justamente en ese preciso instante el
pneuma (pneu ma) o hlito vital queda templado (stomwqei sa)18 por el aire
del medio ambiente exterior; de forma tal que, el tenor inicial de alma vegeta-
tiva que solo dota al embrin de nutricin y crecimiento, al contacto con el aire
se torna psquico (yucikov~) para dotar al ser vivo de facultad aisthtica y, en el
caso especfico del hombre, tambin de lenguaje articulado y razn19. Estas

doctrina de la oijkeivwsi~. En efecto, y si bien es cierto que en los Elementa Moralia


el desarrollo expositivo se asemeja mucho ms a una obra de carcter esotrico, es
decir, una obra de escuela que le exige al lector un conocimiento basto del planteamien-
to estoico en su conjunto y, ciertamente, muy al contrario, la exposicin de los excerpta
parece ser de carcter exotrico, destinada a vulgarizar en un lenguaje ms o menos
simple parte de la doctrina, no obstante, ambas obras comparten un propsito comn:
dar a conocer la doctrina estoica de la oijkeivwsi~. As, entonces, por una parte, los
excerpta la exponen en forma de catlogo, teniendo presente la temtica estoica de
los actos apropiados (tw n kaqhkovntwn) y, en consecuencia, respondiendo siempre a la
interrogante de qu manera es preciso relacionarse o, si se quiere, cul es el trato pre-
ciso para con (tivna trovpon/pw ~ crhstevon) los dioses, la patria, los padres, los herma-
nos, as hasta concluir la exposicin de la doctrina de la oijkeivwsi~ con la metfora de
los crculos concntricos que persigue mostrar cul es el adecuado trato de cada indi-
viduo para con su entorno humano. Por su parte, la preocupacin de Hierocles en los
Elementa Moralia es ofrecer al alumno versado en la filosofa estoica, la fundamenta-
cin onto-epistemolgica del planteamiento tico y, muy especficamente, dejar en claro
la estrecha y necesaria vinculacin entre teora de la percepcin y doctrina de la apro-
piacin, en la conviccin de que la primera es principio y fundamento de la segunda.
17. FESTA, N., Ierocle. Un filosofo redivivo, en: Atene e Roma, anno IX, n. 96
(1906), pp. 354-367.
18. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. I 21, B-L1 (ed.), op. cit.
19. Cfr. SVF II 716: [Galenus] introductio sive. medicus 9 ed. Bas. IV 375. K. XIV
697: pneuvmata de;kata; tou;~ palaiou;~ duvo ejsti;, tov te yuciko;n kai; to; usikovn. oiJ d
sin e{ xin. eJktiko;n mn ou\
Stwikoi; kai; trivton eijsavgousi to; eJktiko;n, o} kalou n ejsti
pneuma, to; sunevcon tou;~ livqou~. usiko;n de;to; trevon ta; zw
a kai; ta; utav. yuciko;n
de;to; ejpi; tw n ta; zw
n ejmyuvcwn aijsqhtikav te poiou a kai; kinouvmena pa san kivnhsin.
Segn los antiguos hay dos pneumas, uno psquico y otro fsico. Los estoicos, sin
embargo, introdujeron tambin un tercer pneuma, el cohesionador, al que denomina-
ron tenor. Cohesionador, en consecuencia, es el pneuma que da cohesin a las piedras.
Fsico, en cambio, el que nutre a los animales y plantas. Psquico, por su parte, el que
otorga a los animales la facultad aisthtica, y les otorga la capacidad de moverse en cual-
quier direccin. El pneuma penetra el cosmos y todo cuanto en l existe para crear,

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DEYVIS DENIZ MACHN 153
HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

consideraciones Hierocles las ofrece como prembulo, de corte ciertamente


embriolgico, en la conviccin de que, antes de exponer la doctrina de lo que es
primariamente propio (prw on) al animal, es conveniente iniciar desde
ton oijkei
ms atrs (ajnwqevn), esto es, estableciendo cul es la gnesis de los embriones y
cules son los primeros accidentes que le sobrevienen20. Dicho prembulo21 es
realmente relevante. En primer lugar, porque deja en claro el instante en el cual
todo animal est en capacidad de percibir; y, en segundo lugar, porque establece
que la percepcin le es dada a todo animal tanto para la captacin (ajntivlhyi~)
de lo externo como para la captacin de lo interno o, ms precisamente, para
la captacin de s. Ambas tesis testimonian el vvido debate surgido entre las
distintas escuelas helensticas en torno al valor epistemolgico de la percep-
cin y son las contestaciones de Hierocles a filsofos rivales, quiz escpticos,
acadmicos o peripatticos, quienes le objetaran o bien que la percepcin
le fuera dada al animal para la propia captacin de s o bien que sta se inicie
tan pronto como ste nace. Hierocles, entonces, entiende la percepcin como
actividad continua de la facultad aisthtica, esto es, del sujeto percipiente, que

mantener y transformar la materia, pero no toda materia est dotada de vida, de alma
(yuchv). As, entonces, la gradacin pneumtica estoica comienza por el cohesionador,
mero tenor (e{ xi~) que mantiene cohesionado a todo cuerpo, incluyendo el cosmos; el
fsico o nutritivo, en segundo lugar, propio de los seres vivos necesitados de nutricin;
y por ltimo, el psquico, que otorga a los seres vivos que lo poseen la facultad aisthti-
ca. Atendiendo a esta clasificacin, se puede aadir, no obstante, que el pneuma es,
stricto sensu, fuerza cohesiva de la materia, pero que en virtud de la especificidad que
otorga a cada cuerpo penetrado, dicha fuerza cohesiva se hace cada vez ms compleja,
toda vez que en los seres humanos, por ejemplo, esa fuerza cohesiva imprime cohe-
sin, no en virtud de un mero tenor, sino que dicha cohesin requiere de la nutricin
y de la facultad aisthtica, pues baste que una de stas no opere, para con ello observar
la merma en las funciones propias de ese cuerpo que se define como ser humano. En
virtud de esto, el hombre, al igual que los dems animales es 1) un compuesto material
de alma y cuerpo, pero el hombre, 2) aun compartiendo niveles de pneuma con los res-
tantes animales, ser el nico animal racional y tico (cfr. SVF III 372.), dado que 1.1)
hay partes del alma, tal como sostuvo Crisipo de Solis, tercer escolarca de la escuela
estoica, a travs de las cuales se constituye la razn, esto es, 2.2) de las impresiones y
los impulsos. Un posible antecedente a la distincin estoica se halle quiz en ARIST-
TELES, EN, 1097b33-1098a5: tiv ou\ n dh; tout a]n ei]h pote; to; e n ga;r zhn koino;n
eEnv ai aivnetai kai; toi
~ utoi
~, zhtei tai de to; i[dion. ajoristevon a[ra thvn te qreptikh;n
kai; th;n aujxhtikh;n zwhvn. eJpomevnh de aijsqhtikhv ti~ a]n ei[h, aivnetai de kai; aujth;
lovgon e[conto~:
koinh; kai; i}ppw/ kai; boi?ikai; panti; zwv/w/. leivpetai dh; praktikhv ti~ tou
touvtou de to; men wJ~ ejpipeiqe~ lovgw/, to; d wJ~ e[con kai; dianoouvmenon.
20. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. I 1-5, B-L1 (ed.), op. cit.
21. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. I 1-37, B-L1 (ed.), op. cit.

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154 DEYVIS DENIZ MACHN
HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

consecuentemente halla su instante inicial tan pronto como ste se constituye


tal. En este sentido, percibir no es una actividad puntual o aislada, sino una
actividad diacrnica en permanente reactualizacin, biolgica y psicolgicamen-
te determinada. No se debe perder de vista, sin embargo, que ya el primer estoi-
cismo haba logrado poner en evidencia este hecho, en tanto que el conocimiento
estable (ejpisthvmh) fue entendido como hbito (e{ xi~) en la admisin de impre-
siones, fruto de un tipo firme y slido de captacin o aprehensin (ajntivlhyi~
h] katavlhyi~) que, por ende, no puede ser cambiable por razonamiento alguno
(ajmetavptwton uJpo; lovgou)22.
En el Teeteto y en el Sofista se inici a problematizar la arista diacrnica del
fenmeno al entender que la percepcin es, en tanto antasiva, trascendente a
la afeccin causada; por ende, se la defina como una afeccin acompaada
de opinin23. Tambin Aristteles avanz en esta direccin pero, mostrndose
mucho ms agudo en Metafsica y especialmente en De anima, seal que se tra-
tara del opinar en relacin con lo que precisamente es percibido, pero no de
forma accidental (mh; kata; sumbebhkov~)24. No cabe duda, pues, de que ambos

22. Cfr. SVF I 68 [5]: D.L. VII 47. aujthvn te th;n ejpisthvmhn asi;n h] katavlhyin
ajsalh , h] e{ xin ejn antasiw n prosdevxei ajmetavptwton uJpo; lovgou. Dicen que en
sentido propio la ciencia es o aprehensin firme o hbito en la admisin de impresio-
nes, no cambiable por razonamiento alguno.
23. Cfr. PLATN, Tht. [ed. J. Burnet, Platonis opera, vol. 1, Oxford, Clarendon
Press, repr. 1967] 152c1-4: SW. Fantasiva a[ra kai; ai[sqhsi~ taujto;n e[n te qermoi ~
kai; pa ~ toiouvtoi~. oi|
s i toi a ga;r aijsqavnetai e{ kasto~, toiau ta eJkavstw/ kai; kinduneuvei
eEvnai. QEAI. Eoiken. PLATN, Sph. [ed. J. Burnet, Platonis opera, vol. 1, Oxford,
Clarendon Press, repr. 1967] 263d6-264a6: XE. Tiv de; dhv diavnoiav te kai; dovxa kai;
antasiva, mw n oujk h[dh dhlon o{ti tau tav ge yeudhte kai; ajlhqhpavnq hJmw ~
n ejn tai
yucai ~ ejggivgnetai QEAI. Pw ~ XE. Wd ei[sh/ rJa /on, a]n prw ton lavbh/~ aujta; tiv pot
e[stin kai; tiv diaevrousin e{ kasta ajllhvlwn. QEAI. Divdou movnon. XE. Oujkou n diavnoia
mn kai; lovgo~ taujtovn: plh;n oJ mn ejnto;~ th ~ yuch ~ pro;~ auJth;n diavlogo~ a[neu wnh ~
gignovmeno~ tou t auJto; hJmn
i ejpwnomavsqh, diavnoia QEAI. Pavnu mn ou\ n. XE. To; dev g
ajp ejkeivnh~ :rJe uma dia; tou stovmato~ io;n meta; qovggou kevklhtai lovgo~ QEAI.
Alhqh . XE. Kai; mh;n ejn lovgoi~ ge au\i[smen ejno;n- QEAI. To; poi on XE. Favs in te kai;
ajpovasin. QEAI. Ismen. XE. Otan ou\ n tou to ejn yuch / kata; diavnoian ejggivgnhtai
meta; sigh ~, plh;n dovxh~ e[cei~ o{ti proseivph/~ aujtov QEAI. Kai; pw ~ XE. Tiv d o{tan mh;
kaq auJto; ajlla; di aijsqhvsew~ parh ton au\pavqo~ a\
/ tini, to; toiou r oi|
ovn te ojrqw ~ eij-
n e{ terovn ti plh;n antasivan QEAI. Oujdh;n [] 264b2: suvmmeixi~ aijsqhvsew~ kai;
pei
dovxh~.
24. ARISTTELES, Metaph. [ed. W. D. Ross, Aristotles metaphysics, 2 vols.,
Oxford, Clarendon Press, repr. 1970] 1010b: peri; d th ~ ajlhqeiva~, wJ~ ouj pan to; ai-
novmenon ajlhqev~, prw ton mn o{ti oujd <eij> hJ ai[sqhsi~ <mh;> yeudh;~ tou ge ijdivou ejs-
tivn, ajll hJ antasiva ouj taujto;n th / aijsqhvsei. Cfr. ARISTTELES, De An. [ed. W. D.
Ross, Aristotle. De anima, Oxford, Clarendon Press, repr. 1967] 427b14-15: antasiva

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DEYVIS DENIZ MACHN 155
HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

filsofos allanaron el camino a filsofos posteriores pero mucho menos cabe res-
pecto al hecho de que el estoicismo fue el movimiento filosfico que ms avanz
en la direccin de otorgar rango epistemolgico a la percepcin, pues compren-
di que, en el caso especfico del hombre, cada percepcin posee un contenido
semntico referencial que le permite escapar a un planteamiento subjetivista,
por ejemplo, de corte cirenaico, en el entendido de que todo lo que es percibi-
do se expresa a travs del lenguaje articulado, es comunicable y queda, en con-
secuencia, sujeto a veracidad y falsedad25. Percibir, entonces, es dar cuenta de las
propias afecciones de un modo semntico referencial y ante otros pares. Con la
categora lo decible (to; lektovn), en consecuencia, el estoicismo trascendi
la inclinacin subjetivista y contribuy decisivamente a destacar el momento
lgico-proposicional de la percepcin26. Por ello, el conocimiento slido, estable
y fidedigno, esto es, la ejpisthvmh, fue entendida como un constructo paulatino

ga;r e{ teron kai; aijsqhvsew~ kai; dianoiva~, au{th te ouj givgnetai a[neu aijsqhvsew~;
428a24-26: anero;n toivnun o{ti oujde;dovxa met aijsqhvsew~, oujde; di aijsqhvsew~,
oujde; sumplokh; dovxh~ kai; aijsqhvsew~, antasiva a]n ei[h; y 428b1-2: to; ou\
n aivnesqai
e[stai to; doxavzein o{per aijsqavnetai, mh; kata; sumbebhkov~. Lo que hace al De anima
realmente punto de referencia para las consideraciones que posteriormente harn los
filsofos estoicos es i) all donde hay percepcin, hay tambin antasiva y o{rexi~ (cfr.
ARISTTELES, De An. 413b22-24.), pues en trminos generales el animal (to; zw /on)
posee capacidad volitiva-desiderativa (ojrektiko;n) por la cual es capaz de moverse aut-
nomamente (auJtou kinhtikovn) y dicha capacidad volitiva-desiderativa no se da sin
antasiva (cfr. De An. 433b27-28.); ii) toda antasiva deviene en un cierto avntasmav
ti, esto es, en una cierta imagen/representacin mental (cfr. De An. 428a1-5.), la cual
posibilita el despliegue de la actividad intelectiva, pues el alma (yuchv) jams inteligue
(oujdevpote noei) sin el concurso de dicha imagen/representacin mental (cfr. De An.
431a16-17.), y iii) la antasiva se subdivide en aisthtica (aijsqhtikhv) y racional (cfr. De
An. 433b29-30.), admitiendo que, en trminos genricos, la antasiva pueda ser falsa
(cfr. De An. 428a18.).
25. Vase n. 3.
26. Cfr. BARNOUW, J., op. cit., p. 153: Already Zeno articulated the Stoic idea of
phantasia and qualified certain perceptions as cognitive, and Cleanthes spoke of predi-
cates as lekta. But it was Chrysippus, responding to polemic pressure, who presented
phantasia as analogous to the sign and itself a sign process and who developed the logi-
cal conception of the sign, thereby linking the account of perception through that of
proposition to proof. The connection of perception and sign is not based on analogy,
since it is fundamentally the revealing and propositional character of phantasia (its
being predicative both in linking action to agent or quality to subject and in asserting
the reality of the linkage) that underlies the continuity of perception with the thought
processes of sign and proof, a continuity of what Peirce calls logical energy, which is the
axis of Stoic logic.

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156 DEYVIS DENIZ MACHN
HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

y progresivo de percepciones en plural; como un sistema de impresiones apre-


hensoras (katalhptikaiv), esas que por estar en concordancia plena con el
objeto existente que las ha causado poseen tal claridad y distincin que su valor
de veracidad resultar incontrovertible27. As, entonces, y aun cuando la prime-
ra impresin que de s tiene el recin nacido sea indeterminada (ajoristwvdh~),
confusa (suvgcusi~), no habituada (ajtribhv~) y no ejercitada (ajguvmnasto~), en
resumen, poco clara (ajsahv~) y muy confusa (e[ti kai; sugkecuvmeno~), a partir
de ella28, sin embargo, todo sujeto percipiente barrunta tosca y primariamente,
pero con escasos equvocos, sus lmites corpreo-espaciales y, en consecuen-
cia, capta inmediatamente aquello que son sus partes y aquello otro que no lo
son29. Por ello, y sin que resultare contradictorio, la primera impresin que de s
tiene el recin nacido es aprehensora. Ahora bien, sera una aprehensora de
tipo no tcnica (a[tecno~), esto es, un tipo de impresin cuyo valor de veracidad
es incontrovertible a pesar de que, en efecto, su contenido semntico referen-
cial sea an privado, limitado e inconexo30. Y si nos apoyamos en el testimo-
nio de Sexto Emprico, diramos, entonces, que esa primera impresin caera
dentro de las impresiones denominadas convincentes (piqanaiv) y verdaderas
~), esto es, aquellas que fuerzan de manera inmediata el asentimiento
(ajlhqei
(sugkatavqesi~), pues, y en el caso que nos ocupa, el recin nacido no puede ms
que asentir a la experiencia primera de ser un algo (cuerpo) existente que se
percibe distinto de otro u otros existentes31. Desde la primera captacin, enton-
ces, todo animal comienza a estar sensiblemente consciente de que su corporei-
dad est dotada de partes, que stas tienen funciones especficas y asimismo
que algunas son dbiles, otras fuertes y algunas otras invulnerables32. Hierocles
resalta a travs de una serie de ejemplos la importancia que entraa este
hecho y seala que as como los animales voladores captan la disponibilidad
e idoneidad de sus alas para volar y entre los animales terrestres cada uno capta
sus propias partes, que las tienen y la utilidad para lo cul las tienen, as tam-
bin nosotros mismos captamos [nuestros] ojos, odos y las restantes partes del
cuerpo33.
En estos primeros instantes esta conciencia sensible parece reducirse a una
suerte de propiocepcin en la cual el animal, siendo el sujeto y al mismo tiem-
po el objeto de la percepcin, paulatina y progresivamente se informa de su

27. Vase n. 4.
28. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. VIII 1-12, B-L1 (eds.), op. cit.
29. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. I 47-55; II 18-20, B-L1 (eds.), op. cit.
30. Cfr. SVF II 61: D.L. VII 51.
31. Cfr. SVF II 65: S.E. adv. math. VII 242-6.
32. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. II 18-20, B-L1 (eds.), op. cit.
33. HIEROCLES, E. M., Col. I 50-56, B-L1 (eds.), op. cit.

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HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

propia constitucin. El mundo exterior no pareciera tener relevancia. No obs-


tante, y si bien Hierocles apunta que toda facultad hegemnica, y la aisthtica es
hegemnica, comienza desde s misma, en absoluto su nocin de conciencia se
la puede entender en clave cartesiana, pues su planteamiento es materialista en
dos sentidos. Primeramente, porque el animal para ser tal necesita del mundo;
lo necesita, en efecto, para poder configurarse biolgica y psicolgicamente; y,
en segundo lugar, porque el sujeto percipiente requiere y en ningn momento
prescinde del propio cuerpo, de su propia constitucin, para poder co-percibir-
se en continuo, ininterrumpido y recproco feedback con el mundo34. Hierocles,
dicho de otro modo, tras dar con la res cogitans, no estableci escisin con la
res extensa, pues al estar anclado su planteamiento epistemolgico a una doc-
trina fisionaturalista material, la res extensa es tambin res cogitans, ya que el
alma, sostiene Hierocles, de ninguna manera est encerrada en el cuerpo,
como si se tratase de un recipiente, tal y como sucede con los lquidos conteni-
dos en pequeos barriles35. Y as como el alma, desde un punto de vista bio-
lgico, requiere del aire, esto es, de circunstancias externas para constituirse, as
tambin la percepcin36, pues en Hierocles es patente que toda auto-referencia

34. Tomo la nocin de feedback del buen trabajo de BERMDEZ, J. L., The Para-
dox of Self-Consciousness, Cambridge, Massachusetts, MIT Press Paperback edition,
2000. Esta nocin, sin duda, nos ayuda a poner en claro cmo Hierocles entiende el
fenmeno de la percepcin y ms precisamente qu quiere significar cuando nos
habla de captacin (ajntivlhyi~) y conciencia sensible de s (sunaivsqhsi~), en virtud
de que toda percepcin de s, incluida la de las propias partes, inexorablemente se
origina por contacto con algo otro que no son las propias partes; pues toda autorefe-
rencia requiere, al menos en el planteamiento hierocleano, una heteroreferencia (cfr.
HIEROCLES, E. M., Col. IV 38-54, B-L1 [eds.], op. cit.). En tal sentido, BERMDEZ, op.
cit., p. 164, afirma: The boundaries of the self emerge in somatic propioception both
as the limits of the will and as the limits of the felt feedback about the disposition and
movement of body parts. Crucial to this emergence is the sense of touch, which,
because it is simultaneously propioceptive and exteroceptive, provides an interface
between the self and the nonself. As we also pointed out in the previous chapter,
registering the distinction between self and nonself is a very primitive form of self-
awareness []. But once the minimal degree of self-awareness is in place, the rich-
ness of the self-awareness that accompanies the capacity to distinguish the self from
the environment from which the self is being distinguished. Ther is, of course, very
little such richness in somatic propioception, which, although it has an exteroception
dimension, provides relatively little information about the organization and structu-
re of the world. The world that manifests itself in somatic propioception is a world
of surfaces, textures, and resistances.
35. HIEROCLES, E. M., Col. IV 4 y ss., B-L1 (eds.), op. cit.
36. Al respecto, el testimonio de Sexto nos habla de cinco factores que garanti-
zan la percepcin; bien podramos denominarlos factores internos y externos, cfr. SVF

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158 DEYVIS DENIZ MACHN
HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

encierra, a su vez, una hetero-referencia, en virtud de que la nocin de concien-


cia sensible que nos propone se articula, fruto de un recproco feedback que
describe un movimiento de dos direcciones: hacia lo interno y hacia lo externo;
as que, por ejemplo, cuando captamos un objeto externo blanco o dulce, nos
percibimos blanquendonos o endulzndonos37, ya que, en efecto, la cap-
tacin (ajntivlhyi~) de los objetos externos no se completa sin la percepcin de
s mismo38. Hierocles, pues, deja en claro su perspectiva cuando sostiene:

Puesto que, habiendo nacido, el animal inmediatamente percibe algo, y pues-


to que a la percepcin de algo distinto va unida por naturaleza la de s mismo,
es evidente que los animales se percibiran a s mismos desde un primer
momento39.

Mostrado, entonces, el momento en que el animal comienza a percibir as


como que la percepcin viene dada no solo para la captacin de realidades
externas sino tambin para la captacin de s, Hierocles hace referencia a que
todo animal no permanece inconsciente (ajnaisqhvtw~) del equipamiento dado
para su defensa40. Tcitamente, este elemento hace referencia a la doctrina de
la apropiacin de s (oijkeivwsi~) en un sentido ms tcnico del trmino que la
sola captacin de los lmites corpreos-espaciales de la propia constitucin,
dado que la doctrina estoica de la apropiacin de s est orientada, en trminos
mnimos, al reconocimiento y bsqueda de aquello que contribuye a la preser-
vacin de la propia constitucin y, asimismo, al reconocimiento y evasin de
aquello que pudiera ponerla en peligro. Todo animal es consciente, entonces,
de su existencia y adems de que sta pudiera, en ocasiones, verse amenazada
por otros pares. Todo animal, pues, al aprehender los lmites corpreo-espacia-
les de su propia constitucin tambin capta de forma ms especfica cules de

II 68: S. E. adv. Math. VII 405. Ina ge mh;n aijsqhtikh; gevnhtai antasiva kat aujtouv~,
oi|
on oJratikhv, dei pevnte sundramein, tov te aijsqhthvrion kai; to; aijsqhto;n kai; to;n tovpon
kai; to; w~ kai; th;n diavnoian, wJ~ ejh;n tw
n a[llwn parovntwn e}n movnon ajph /, kaqavper
diavnoia para; uvs in e[cousa, ouj swqhvsetai, asivn, hJ ajntivlhyi~. Segn ellos (sc.
los estoicos), para que llegue a darse una impresin sensorial, por ejemplo, una visual,
es necesario que concurran cinco factores: el rgano de los sentidos, el objeto percep-
tible, el lugar, las condiciones y la mente, de suerte que si algunos estuvieran presentes,
y uno solo estuviere ausente, pngase por caso, una mente dispuesta contra natura, no
se cumplir, dicen, la captacin.
37. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. VI 3 y ss., B-L1 (eds.), op. cit.
38. HIEROCLES, E. M., Col. VI 1-5 y ss., B-L1 (ed.), op. cit.
39. HIEROCLES, E. M., Col. VI 6-10, B-L1 (eds.), op. cit. El subrayado es nuestro.
40. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. II 3-5, B-L1 (eds.), op. cit.

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HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

sus partes son dbiles, cules fuertes y cules invulnerables. La configuracin,


por tanto, de su propia identidad no se da en abstracto o fuera del mundo, sino
que el mundo configurado ofrece los insumos que posibilitan tal configuracin,
en virtud de que todo cuerpo existe, tal y como sostuvieron los estoicos, de un
modo relativo o en relacin con (prov~ tiv pw~ e[conta), es decir, existe en
recproca relacin de actuante/paciente en y con el mundo configurado. Todo
animal al percibir su propia constitucin, por tanto, capta que alguna de las
partes que la constituyen pudiera ser empleada, en caso de verse amenazado,
como una propia y connatural arma (to; oijkei on kai; sumu~ o{plon)41 que
garantizara su propia preservacin; as, por ejemplo, los toros anteponen para
la defensa sus cuernos, otros animales las garras, los dientes, sus aguijones o
incluso algunos inyectan veneno42. A travs de una serie de ejemplos, entre los
que se citan al oso, la tortuga, el castor, etc., Hierocles busca destacar este
aspecto, pues a la par que describe en qu trminos todo animal articula paula-
tina, progresiva y sensiblemente consciente su propia identidad al co-percibirse
en recproca relacin con otros tantos existentes, a su vez destaca el hecho de
que la doctrina de la apropiacin de s imperativamente se orienta en una pri-
mera fase, la cual podemos denominar ego-cntrica o ego-focalizada43, a la pre-
servacin de la propia constitucin y, en este sentido, el no permanecer
inconsciente respecto de la propia constitucin resulta ser la ms propia y con-
natural arma que cada animal tiene para su propia defensa ante cualquier ame-
naza que se hiciera presente. El trmino sunaivsqhsi~, por tanto, hace
referencia no solo a la conciencia sensible de s en sentido, digamos, subjetivo,
para mostrar cmo y en qu momento el animal es consciente de sus partes (tw n
merw n), de sus funciones (tw n e[rgwn) y para qu le han sido dadas (uJpe;r w|n
ejdovqh ta; mevrh), en tanto resultado inmediato del feedback interno alma-cuer-
po44; sino que el trmino se lo emplea tambin en un sentido, digamos, objeti-
vo, para mostrar cmo y bajo qu circunstancias el animal es consciente de que
el equipamiento dado por la naturaleza le proporciona, en caso de necesitarlo,
capacidad de defensa; en virtud de lo cual, no solo es consciente, entonces, de
la debilidad, fortaleza e invulnerabilidad de su constitucin sino que, a su vez,
capta y es consciente de las debilidades y fortalezas en los otros animales45. As,

41. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. II 8, B-L1 (eds.), op. cit.


42. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. II 4-18, B-L1 (eds.), op. cit.
43. Cfr. MCCABE, M., Extend or Identify: Two Stoic Accounts of Altruism, en:
SALLES, R. (ed.), Metaphysics, Soul, and Ethics in Ancient Thought. Themes from the
work of Richard Sorabji, Clarendon Press Oxford, 2005, pp. 413-443.
44. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. III 56-IV 53, B-L1 (eds.), op. cit.
45. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. III 19-45, B-L1 (eds.), op. cit.

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160 DEYVIS DENIZ MACHN
HIEROCLES Y LA GNESIS DE LA CONCIENCIA

es capaz, afirma Hierocles, de pactar tregua y acuerdo indisoluble con algu-


nos (suvmbasi~ ajdiavluto~)46.
La consciencia sensible (sunaivsqhsi~) que de s articula el sujeto percipien-
te tiene su gnesis desde el mismo momento del nacimiento y es el resultado
de la co-percepcin que el sujeto adquiere al captar-se de forma ininterrum-
pida en recproca relacin de actuante/paciente en y con el mundo, y si
hubiera un instante en el que se podra aseverar que el sujeto percipiente
est desprovisto de percepcin, ese sera durante el sueo (ejvn tw / u{pnou)47.
Los hechos, sin embargo, afirma Hierocles, son prueba muy fidedigna de
que ello no ocurre, pues incluso durante el sueo nos ocupamos de nuestra
constitucin como si estuviramos despiertos con la atencin propia de la
vigilia48. Con una serie de ejemplos, que van desde quien cubre sus partes
halando la sbana para protegerse del fro, quien cubre sus heridas si que-
dan expuestas, quien se levanta en la madrugada luego de haber acordado
con algunos hacerlo as, hasta los casos ms simpticos del avaro que no suel-
ta la bolsa y del borracho que hace lo propio con la botella, Hierocles prue-
ba que la percepcin no tiene huecos en trminos de instantes de tiempo, es
decir, se da de forma permanente e ininterrumpida desde el mismo momen-
to en que el animal nace. Negando, entonces, la posibilidad de que el animal
pudiera estar privado de percepcin de s (ajnepaivsqhton) en algn instan-
te, pues incluso durante el sueo la percepcin de s no cesa49, Hierocles
retoma a modo de corolario la pregunta por el momento en el cual comienza
a percibir-se el animal y dice: que alguno de quienes se oponen me respon-
da en qu instante del tiempo el animal comienza a tener captacin de s?50.
El instante, como hemos visto, no puede estar, ni desde un punto de vista
lgico-abstracto ni desde un punto de vista emprico, desligado del primer
instante que es, al menos en el planteamiento embriolgico de Hierocles, el
nacimiento del animal. En consecuencia, todo animal tan pronto como nace
es un cuerpo percipiente y desde ese instante tiene continua e ininterrumpi-
da percepcin de s, pues con el nacimiento queda capacitado para percibir
y, salvo que le sobrevenga la muerte o alguna degeneracin de la propia

46. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. III 50-51, B-L1 (eds.), op. cit.: oujk a]n eij mh; kai;
twn ejn eJth;roi~ proterhmavtwn ajntilhptikw ~ eEvce ta; zw /a touvtou ou{tw~ genomh;nou.
No llegara a suceder de este modo, a no ser que el animal tambin permaneciera aler-
ta de las superioridades [existentes] en los otros.
47. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. IV 55, B-L1 (eds.), op. cit.
48. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. V 4, B-L1 (eds.), op. cit.
49. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. IV 58, B-L1 (eds.), op. cit.
50. HIEROCLES, E. M., Col. V 45-47, B-L1 (eds.), op. cit.: kaiv moi tw n ajntilegovntwn
ti~ ajpokrinavsqw, ejn tivni tw
n crovnwn a[rcetai to; zw
o/ n th
~ eJautou ajntilhvyew~.

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constitucin, en ningn instante de tiempo se hallar desprovisto de facultad


aisthtica.
Luego de haber demostrado que el animal, desde el mismo momento en
que nace, tiene continua e ininterrumpida percepcin de s, Hierocles reorien-
ta su exposicin hacia aquello que considera el mejor principio de la funda-
mentacin tica, esto es, mostrar qu es aquello que le es primariamente propio
(prw on) al animal. Apegado a los lineamientos de la primera estoa
ton oijkei
y, especialmente, a la exposicin crispea testimoniada por Digenes Laercio51,
Hierocles muestra cmo, en qu momento y bajo qu circunstancias, la con-
ciencia (suneivdhsi~/sunaivsqhsi~) de la propia constitucin es no solo lo pri-
mariamente propio a cada animal, sino la prueba, al tiempo que condicin sine
qua non, de que el animal tan pronto como nace tenga como primer impulso
(prwvth ojrmhv) la apropiacin de s mismo (oijkeiw sai/oijkeivwsi~ pro;~ eJautov),
pues la conciencia no solo garantiza el fenmeno de la apropiacin (oijkeivwsi~)
sino que permite mostrarlo en su desarrollo, en tanto que la apropiacin de s
no es, tal y como tampoco la percepcin, un evento puntual sino, ms bien, un
evento progresivo o diacrnico que continuamente se reactualiza. En la epsto-
la 121, Sneca tambin hizo hincapi en el aspecto diacrnico de la doctrina,
dejando en claro que en cada poca de la vida el sujeto percipiente se reactuali-
za, al tomar conciencia sensible (sensus sui) de los accidentes que le sobrevienen
a la propia constitucin52. Sus consideraciones, pues, oportunamente dan en el

51. Cfr. D. L. VII 85.


52. Cfr. SNECA, ep. [ed. M. N. Bouillet, L. A. Seneca. Opera omnia: Philosophi-
ca, declamatoria et tragic, vol. IV, Paris, 1829] 121, 15-16. Unicuique aetati sua consti-
tutio est, alia infanti, alia puero, alia seni: omnes ei constitutioni conciliantur in qua
sunt. Infans sine dentibus est: huic constitutioni suae conciliatur. Enati sunt dentes:
huic constitutioni conciliatur [] Alia est aetas infantis, pueri, adulescentis, senis; ego
tamen idem sum qui et infans fui et puer et adulescens. Sic, quamvis alia atque alia cui-
que constitutio sit, conciliatio constitutionis suae eadem est. Non enim puerum mihi aut
iuvenem aut senem, sed me natura commendat. Ergo infans ei constitutioni suae con-
ciliatur quae tunc infanti est, non quae futura iuveni est; neque enim si aliquid illi maius
in quod transeat restat, non hoc quoque in quo nascitur secundum naturam est. Para
cada edad existe una propia constitucin, una para el nio, otra para el muchacho,
otra para el anciano: todos se apropian de su propia constitucin mientras existen. El
nio [cuando] est sin dientes: se apropia de esta su constitucin. Una vez que le han
salido los dientes: se apropia de esta constitucin [] Diversa es la edad del nio, del
muchacho, del joven, del anciano; yo, no obstante, soy el mismo en cualquier [edad] y
he sido nio, muchacho y joven. De forma tal que, aun cuando a diversa edad y para cada
uno existe una diversa constitucin, la apropiacin de la propia constitucin es la misma.
En efecto, la Naturaleza no me encomienda a un nio, a un joven o a un anciano, sino
a m. En consecuencia, un nio se apropia de su propia constitucin en tanto en ese

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blanco, toda vez que alcanzan a mostrar la recurrencia y permanencia tempo-


ral del fenmeno; ya que si bien es cierto que cada constitucin (la del nio, la
del joven y la del viejo) tiene su especfica y particular apropiacin, no obstan-
te, en tanto fenmeno, la apropiacin de la propia constitucin es la misma, en
virtud de que la conciencia sensible que de s tiene el sujeto percipiente en cada
etapa de su vida permite encuadrar y asumir, histrica y evolutivamente, cada par-
ticular apropiacin; as, por ejemplo, en tanto hombre, sabindose nio, joven
o anciano, cada cual es capaz de reconocer constante, progresiva e ininterrum-
pidamente los accidentes que su nica y propia constitucin experimenta en su
desarrollo. En este sentido, la apropiacin de s en la fase que hemos denomi-
nado ego-cntrica o ego-focalizada, da cuenta del instante en que el animal
adquiere conciencia sensible de existir, de la espacialidad de su corporeidad y
de que sta est dotada de partes, funciones as como de que, en ocasiones,
stas le valen como arma connatural para hacer frente a alguna amenaza; el ani-
mal, pues, toma como mxima y nica preocupacin el cuidado de s. En la ex-
posicin de los denominados crculos concntricos, encontramos a Hierocles
dedicado a mostrar que la doctrina de la apropiacin posee, adems, una fase
que podemos denominar ego-exteriorizada o ego-articulada53, en la cual el ani-
mal racional, a medida que paulatina y progresivamente va articulando su racio-
nalidad, toma conciencia y se apropia tambin del entorno humano. En esta fase
el mximo inters lo ocupar no solo el cuidado de la propia constitucin sino el
cuidado de ese entorno humano que lo rodea, pues ste tambin es garanta de
supervivencia, en la conviccin de que el ser humano, al ser un animal gregario54,

momento es nio, y no [se apropia de una constitucin] futura en tanto que ser joven;
pues, si bien es cierto que ha de transitar hacia otra [constitucin] ms elevada, no
menos cierto es que en esa [constitucin inicial] con la cual nace se halla de conformi-
dad con la Naturaleza. El subrayado es nuestro.
53. Cfr. GILL, C., Personality in Greek Epic, Tragedy, and Philosophy. The self in
Diaologue, Clarendon Paperbacks, New Cork, 1996.
54. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. XI 13-19, B-L1 (eds.), op. cit.: prw ton mn ejn-
qumhtevon ejsmn zw /on, ajlla; sunagelastiko;n kai; deovmenon eJtevrou: dia; tou to kai;
kata; povlei~ oijkou men: oujdei;~ ga;r a[nqrwpo~ o}~ oujci; povlewv~ ejsti mevro~: e[peita kai;
rJaidivw~ suntiqevmeqa iliva~: ejk ga;r tou sunestiaqh nai h] tou sugkaqivsai ejn qeavtrw/
h] eij~ to; auJto; katasthnai aiJ ilivai givgnontai:. Hay que recordar, primeramente,
que somos un animal, pero gregario y necesitado de otro; por ello tambin vivimos en
ciudades: pues no hay hombre que no sea parte de una ciudad. En seguida y fcilmen-
te establecemos amistades; en efecto, por el hecho de haber sido invitados a un ban-
quete o por sentarnos juntos en el teatro o por encontrarnos en la misma situacin,
surgen las amistades. Esta visin del hombre como individuo cosmopolita el estoicismo
la tom directamente de Digenes de Snope. Para un anlisis de la visin cosmopolita

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necesita de la convivencia con otros para poder vivir en armona con su pro-
pia naturaleza y de conformidad con la Naturaleza55.
La consciencia sensible de s y la apropiacin de s pueden ser vistas como
las dos caras de una misma moneda, digamos, biolgico-psquica, por una parte,
y tica-poltica, por otra; sin embargo, he considerado mucho ms enriquece-
dor intentar mostrar que la primera es condicin de posibilidad de la segunda.
Por ello, he orientado mis esfuerzos a destacar este aspecto, tratando de plasmar
el recorrido onto-epistemolgico trazado por Hierocles en los Elementa Mora-
lia, puesto que para alcanzar a exponer una fundamentacin de la tica (th ~
hjqikh~ stoiceiwvsew~) es conveniente iniciar las reflexiones desde ms atrs,
a saber: reflexionando (ejnqumhqh nai) sobre i) de qu tenor es la gnesis de
los seres vivos dotados de alma (oJpoiva ti~ hJ gevnesi~ tw n ejmyuvcwn) y ii)
cules son los primeros accidentes que le sobrevienen al animal (tivna ta; prw ta
sumbaivnonta tw / )/ . As, mostrar en qu trminos se da la primera apropiacin
/ zwvw

de la estoa vase VOGHT, K. M., op. cit.; para una aproximacn en relacin con la doc-
trina de la oijkeivwsi~ cfr. MARTIN, W., op. cit., pp. 7-11. Ahora bien, ya Aristteles en
Pol. 1253a13 y ss., valindose de un pasaje homrico, reivindic la ciudad y al hombre,
visto como animal poltico: ejk touvtwn ou\ n anero;n o{t i tw n uvsei hJ povli~ ejstiv, kai;
o{t i oJ a[nqrwpo~ uvsei politiko;n zw /on, kai; oJ a[poli~ dia; uvs in kai; ouj dia; tuvchn
h[toi au lov~ ejstin, h] kreivttwn h] a[nqrwpo~: w{sper kai; oJ uJ Omhvrou loidorhqei;~
ajrhvtwr ajqevmisto~ ajnevstio~:. A partir de estas cosas, en consecuencia, es eviden-
te que la ciudad est entre las cosas que son por naturaleza, as tambin que el hombre
es por naturaleza un animal poltico, y el hombre que por naturaleza y no por fortuna
se halle al margen de una ciudad, o bien es un necio o bien es ms poderoso que el
hombre; precisamente es el caso del hombre (sc. Agamenn) que es reprochado por
Homero: sin clan, sin ley, sin hogar. En contexto estoico cotjese SVF III 323: Philo
de Joseph, vol. II Mang., p. 46. prosqhvkh gavr ejsti th ro~ aJpavntwn ajnhmmevnh~
~ to; ku
uvsew~ hJ kata; dhvmou~ politeiva. hJ mn ga;r megalovpoli~ o{de oJ kovsmo~ ejsti; kai; mia /
crh tai politeiva/ kai; novmw/ eJniv: lovgo~ dev ejsti uvsew~ prostaktiko;~ mn w| n praktevon,
ajpagoreutiko;~ d w| n oujpoihtevvon. La constitucin de cada uno de los pueblos es, sin
duda, un extensin de la naturaleza, encendida con la autoridad sobre todas las cosas.
En efecto, este cosmos es una megapolis y se sirve de una constitucin y una nica ley. El
logos de la naturaleza que ordena qu cosas han de hacerse y prohbe qu cosas no
deben hacerse.
55. El fin tico (th;lo~) propugnado por la estoa se resume en la mxima vivir de
conformidad con la naturales. Cfr. SVF I 179: D.L. VII 87. Diovper prw to~ oJ Zhvnwn
ejn tw / Peri; ajnqrwvpou uvsew~ tevlo~ eEvpe to; oJmologoumevnw~ th / uvsei zhn, o{per ejsti;
kat ajreth;n zh n: a[gei ga;r pro;~ tauvthn hJma ~ hJ uvs i~. Por eso, precisamente, Zenn
en Sobre la naturaleza del hombre fue el primero en sostener que el fin consiste en vivir
conforme a naturaleza, que ciertamente es vivir conforme a virtud; pues la naturaleza
nos conduce hacia sa. Vase adicionalmente, por ejemplo, SVF I 552, 555.

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prwvtou oijkeivou tw
en el animal (tou / zwv/w/) es mostrar cmo, en qu trminos y
bajo cules circunstancias el animal se percibe a s mismo. Para finalizar, me
gustara citar un pasaje de los Elementa Moralia que pone en evidencia esta
orientacin. Dice Hierocles:

Cualquiera podra acusar incluso a la Naturaleza de haber trabajado vanamente


en las cosas anteriores al momento del nacimiento, si el animal, tan pronto como
nace, no estuviere destinado a complacerse consigo mismo. En virtud de estas
cosas, me parece, ninguno, ni aun siendo Margites, dira que el animal, habien-
do nacido, se desagrada consigo mismo y con la impresin que [aprehende] de
s mismo; y mucho menos que permanece sin inclinacin, ya que mucho ms
que el desagrado de s mismo, el no complacerse consigo mismo conduce tanto
a la destruccin del animal as como a la condena de la Naturaleza. De aqu que
este razonamiento obliga a convenir que el animal, en el momento en que apre-
hende la primera impresin de s, inmediatamente queda apropiado de s y de su
propia constitucin56.

56. Cfr. HIEROCLES, E. M., Col. VI 40-53, B-L1 (eds.), op. cit.: e[coi d a]n th;n aij-
tivan kai; h; uvs i~, wJ~ mavthn ta; toiau`ta kamou`sa pro; genevsew~, eij mh; mevllei to; zw`/on
eujq u; genovmenon ajrevsein eJautw`/. dia; tau ta oujk a[n moi dokei ti~, oujd Margeivth~ w[n,
n w{~ te gennhqn to; zw
eijpei /on eJautw / antasivv th
/ te kai; th dusarestei
/ eJautou : kai;
mh;n oujd ajrrepw ~ i[scei: oujc h| tton gh;r th
~ dusaresthvsew~ kai; aujto; to; mh; eujares-
tei`n prov~ te o[leqron tou` zwv/ou kai; pro;~ katavgnwsin evrei th`~ uvsew~: o{qen oJ sun-
logismo;~ ou| to~ ajnagkavzei oJmologei n o{ti to; zw`/on, th;n prwvthn ai[sqhsin eJautou`
labovn, eujq u;~ wj/keiwvqh pro;~ eJauto; kai; th;n eJautou` suvstasin. La cursiva es nuestra.

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