Juan Ruiz de Alarcon Letrado y Dramaturgo

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JUANRUIZ DE ALARCN,

LETRADOYDRAMATURGO
Su mundo mexicano y espaol

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El Colegio de Mxico
Willard F. King

JUAN RUIZ DE ALARCON,


LETRADO Y DRAMATURGO
Su mundo mexicano y espaol

Traduccin de
Antonio Alatorre

EL COLEGIO DE MXICO
Portada: Boceto para una serie de
pinturas sobre la historia del Hijo
Prdigo, de Murillo. Se reproduce con
autorizacin del Museo del Prado de
Madrid.

Z?.SI8

Primera edicin, 1989 uj io2lMr


D.R.E1 Colegio de Mxico
Camino al Ajusco 20
Pedregal de Sta. Teresa
10740 Mxico, D.F.
ISBN 968-12-0392-5
Impreso en Mxico/Printed in Mxico
102947

NDICE GENERAL
Prefacio .........................................................................................................................7
Frontispicio ............................................................................................................................ '3
i
I. Ant ecedent es f a mil ia r es ........................................................................ 17
II. El Mxico de Al a r cn (1580-1613)..................................................... 37
A. Ambiente fsico y poblacin .................................................................... 37
B. Gobierno y estructura social . ............................................................... 44
III. Vida de Al a r cn en l a c iuda d de M x ic o .................................... 61
A. Niez y mocedad (1580/1581-1600) ................................................... 61
B. El joven abogado en la ciudad de Mxico (1608-1613)............ 70
IV. Sa l a ma nca y el est u dio del d e r e c h o .......................... 89
A. La importancia de estudiar en Salamanca....................................... 89
B. Ayuda econmica para el estudio ........................................................ 90
C. Origen e importancia de la profesin de letrado ................... 92
D. Carcter selecto de la poblacin estudiantil .................................... 94
E. Alarcn, estudiante en Salamanca........................................................ 95
F. Salamanca en los albores del siglo XVII ............................................ 99
G. La formacin del letrado ......................................................................... 100
H. La clase de los letrados y su mentalidad ......................................... 105
I. Amistades y diversiones de Alarcn en Salamanca...................... 109
J . La cueva de Salamanca ........................................................................... 116
V. SEVILLA: COMIENZOSDELAVIDAPROFESIONALYJUEGOSPOTICOS 125
A. La Sevilla de Alarcn (1600-1636)...................................... 125
B. Lazos familiares de Alarcn en Sevilla ............................... 128
C. Amigos, quehaceres y situacin social de Alarcn en Sevilla 131
D. Juegos poticos: la fiesta de San Juan de Alfarache . . 134
E. Las comedias sevillanas.............................................................. 139
El semejante a s mismo................................................................ 140
La industria y la suerte ................................................................ 143
Ganar amigos................................................................................... 145
VI. Ma d r id : Al a r cn el d r a ma t u r g o ................................................... 155
A. Vida familiar, amigos, enemigos, y comedias (1613-1623) . . 155
B. Los aos 1623-1626: triunfos y desastres ......................................... 179

[5]
6 NDICE GENERAL
C. Las comedias madrileas ............................................................... 189
La verdad sospechosa ........................................................................... 190
El examen de maridos .......................................................................................... 194
VII. MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO PBLICO ............................................ 199
A. Nombramiento, obligaciones ygajes de Alarcn como relator (1626-
1639) ...................... '............................................................ 199
B. Muerte y testamento (1639) ............................................................ 215
C. El mrito y la fama de Alarcn .................................................... 219
VIII. Conclusin ......................................................................................................... 223
Apndice A. Representaciones de comedias de Alarcn en Espaa yel Per
durante el siglo XVII ................................................................................. 231
Apndice B. Arbol genealgico de la casade Albaladejo.................. 234/235
Apndice C. Nuevas notas sobre la ascendencia paterna de Juan Ruiz de
Alarcn: Castillos buenos yCastillosmalos .................................. 235
Apndice D. El Corcovilla deQuevedo y el PataCoja de Alarcn 247
Bibliografa ........................................................................................................... 265
Indice onomstico................................................................................................ 277
PREFACIO

En 1600, casi ochenta aos despus de la asombrosa conquista de Te-


nochtitlan y del imperio azteca por Hernn Corts (1521), un joven de
unos veinte aos, nacido y criado en la ciudad conquistaba llamada
ahora Mxico, y centro administrativo del virreinato de la Nueva
Espaa, llegaba a la vieja ciudad universitaria de Salamanca para es
tudiar derecho. Su nombre completo era Juan Ruiz de Alarcn y Men
doza. En 1621, o sea un siglo despus de la conquista, ese joven criollo
se haba afirmado en la madre patria como uno de los tres dramaturgos
ms aplaudidos de entonces, mucho menos prolfico que los otros dos,
el incomparable Lope de Vega y el ingenioso Tirso de Molina, pero es
trella en ascenso, y de brillo suficiente para excitar en sus contempor
neos una doble reaccin: elogios dados de mala gana y vituperios movi
dos por la pasin de los celos. No hay ningn fenmeno semejante en
la historia de Mxico, ni antes de emanciparse de Espaa ni mucho tiempo
despus de su independencia.
Fue una hazaa fuerte y difcil. Para los escritores coloniales no
es fcil encontrar favor en las metrpolis. La vida cultural de una metr
poli depende de siglos de tradicin y de logros que naturalmente faltan
en una colonia joven. Con razn o sin ella, los metropolitanos ven la
poesa y el teatro coloniales como productos torpes, ingenuos, fuera de
moda, en desacuerdo con las formas refinadas que ellos conocen. Con
la posible excepcin de la poetisa Anne Bradstreet, ningn escritor o in
telectual nacido y criado en la Amrica del Norte despert inters en In
glaterra hasta fines del siglo xvm, cuando un Jefferson y un Franklin,
en parte a causa de los sucesos polticos y en parte a causa de su propio
genio, se granjearon la estima de Inglaterra. Ypara hallar en Inglaterra
un caso verdaderamente anlogo al de Alarcn en Espaa el criollo
provinciano que obtiene fama y algo de fortuna en los crculos inte
lectuales y artsticos de la madre patriahabra que esperar un siglo
ms, o sea los tiempos de Henry James, cuando haca ya mucho que la
colonia se haba convertido en nacin independiente. Pero no se pue
de hacer ninguna comparacin vlida entre Alarcn y James ms all
de ese punto. La obra del norteamericano expresa directamente el pro
blema del visitante llegado del Nuevo Mundo, la reaccin del extranjero
frente a la sociedad y al paisaje del Viejo Mundo. En las comedias de
[7]
8 PREFACIO

Alarcn, por el contrario, no hay personajes, escenas, costumbres ni acon


tecimientos histricos coloniales, de tal modo que Menndez Pelayo pudo
observar, correctamente, que si no supiramos la patria de Alarcn, se
ra imposible adivinarla por medio de sus obras.1
Nosotros, sabiendo la patria de Alarcn, no podemos ocultar nues
tro asombro frente a ese olvido en que parece haber dejado a la tierra
en que naci. Habr visto que la nica posibilidad de tener xito en
Espaa era mostrarse ms espaol que los espaoles? O la diferencia
entre el ethos de un espaol nacido y criado en la pennsula y el de un
hombre de sangre espaola nacido y criado en la Nueva Espaa era tan
exigua que la falta de alusiones a Mxico no tiene por qu considerarse
una rareza?
Esta ltima pregunta ha hecho correr raudales de tinta. Varios me
xicanos y otros hispanoamericanos entre los cuales sobresalen Pedro
Henrquez Urea y Alfonso Reyeshan credo descubrir en la obra de
Alarcn actitudes morales, psicolgicas y sentimentales especficamente
mexicanas. Sus argumentos suelen ser circulares: se encuentra en los per
sonajes alarconianos alguna sinuosidad, algn resentimiento fuera de lo
comn, y se concluye que ese rasgo tiene que ser mexicano; el alma me
xicana de hacia 1600 se define casi totalmente a base de las cualidades
que ostentan esos personajes, y Alarcn mismo resulta ser peculiarmen
te mexicano segn criterios derivados de lo que dicen sus comedias.
En tiempos ms cercanos a los nuestros, otros crticos igualmente ilus
tres, sobre todo Joaqun Casalduero, han sostenido que en los escasos
sesenta aos que median entre la conquista del imperio azteca y el naci
miento de Alarcn no se haba formado un carcter mexicano distintivo,
de manera que l resulta ser tan espaol como cualquier otro.2
El debate ha tenido consecuencias desastrosas para la fama postuma
1 Marcelino Menndez Pelayo, Historia de la poesa hispanoamericana, t. 1(Obras com
pletas, t. 27), C.S.I.C., Madrid, 1948, p. 57.
2 Los dos lados de la disputa han sido exhaustivamente reseados por Antonio Ala-
torre, Para la historia de un problema: la mexicanidad de Ruiz de Alarcn, Anuario de
Letras de la U.N.A.M., Mxico, 4 (1964), 161-202. Alatorre se declara en ltima instancia contra
la tesis de la mexicanidad. La famosa declaracin de Henrquez Urea acerca del espritu
mexicano de la obra de Alarcn, enunciada en 1913 y reimpresa en varias ocasiones, pue
de verse en los Seis ensayos en busca de nuestra expresin. Obracritica, ed. Emma Susa
na Speratti Pinero, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1960. La vehemente rplica
de Joaqun Casalduero a la tesis de la mexicanidad, Sobre la nacionalidad del escritor,
puede leerse en sus Estudios sobre el teatro espaol, Gredos, Madrid, 1962, pp. 145-159. La
espaolidad de las comedias alarconianas no tiene nada de sorprendente. Joseph Silver-
man, El gracioso deJuan Ruiz de Alarcn y el concepto de la figura de donaire tradicio
nal, Hispania, 35 (1952), 64-69, observa que si Fernn Gonzlez de Eslava, espaol pe
ninsular que se traslad a la Nueva Espaa en su mocedad, pudo escribir poesas y piezas
teatrales que los crticos consideran eminentemente mexicanas, por qu haba de sor
prendernos que el inteligente Alarcn haya podido captar en sus comedias la conciencia
nacional espaola?
PREFACIO 9
de Alarcn, sobre todo en estos tiempos en que lectores y crticos ven
con malos ojos casi toda expresin de un pasado imperial o colonial cuya
vinculacin con el presente les parece indeseable. El espaol peninsular
no puede pasar por alto a Lope de Vega independientemente de que
le tenga cario o no, pero s puede pasar por alto a Alarcn, tenindo
lo quiz por mexicano; y un mexicano que, orgulloso de no tener la
zos con Espaa, vea a Alarcn como espaol, puede desentenderse
de l como representante de una era colonial ida para siempre y de nin
gn modo aorada. Ni uno ni otro se sienten obligados a tomarlo en se
rio y por lo que es en s mismo. Y si as lo han descuidado los pases
en cuya lengua escribi, cmo esperar que un extranjero se sienta mo
vido a estudiarlo? De la Fuenteovejuna de Lope y de El burlador de Sevilla
de Tirso hay muchas traducciones al ingls. De todas las comedias de
Alarcn, slo la ms clebre, La verdad sospechosa, existe en traduccin
inglesa, quiz por ser la fuente de Le Menteur de Corneille. (De ella dijo
Corneille: je nai rien vu dans cette langue [o sea en espaol] qui maye
satisfait davantage).3
El objeto central del presente libro es rescatar a Alarcn de los in
tersticios de la historia literaria y restaurarle un perfil lo ms ntido posi
ble. Tarea nada fcil, pues Alarcn no nos dej cartas, ni diarios, ni poe
mas lricos reveladores en que fundar un juicio acerca de su yo ntimo.
Tenemos slo sus comedias por lo menos las veinte totalmente
autnticas, que hablan en lugar suyo oblicuamente, tras la mscara
de sus personajes, sus argumentos, sus temas. Utilizadas con cautela,
sus comedias pueden decirnos algo. Fuera de ellas, tenemos que depen
der de la investigacin que se haga en cuatro terrenos: sus antecedentes
familiares (ninguna persona de categora social como la suya poda pres
cindir de cuestiones de linaje en la Espaa de los siglos XVI y xvn y en
sus posesiones ultramarinas); su formacin, sus maestros, sus amigos;
las acciones y decisiones deliberadas que conformaron la trayectoria de
su vida-, y los horizontes polticos, sociales y culturales de la Nueva Es
paa, que fue el ambiente de su infancia y de su primera juventud, y
de la vieja Espaa, donde encarnizadamente luch para sobrevivir y con
quistarse un sitio.
Por lo que toca al debate en torno a la mexicanidad de Alarcn,
acaba por resultar vano argir que lo mismo daba ser espaol peninsu
lar que espaol colonial, aunque para muchos coloniales no haba ma
yor aspiracin que la de ser aceptados como espaoles. No cabe duda
de que la Corona y sus representantes en la Nueva Espaa tenan a los
criollos como seres distintos de los peninsulares; ms an, casi siempre
los juzgaban inferiores; y el indiano (el individuo de sangre espaola
3 Examen de Le Menteur en la edicin de 1660, reproducido en Thtrechoisi de Cor
neille, ed. L. Petit de Julleville, 9a. ed., Hachette, Pars, 1913, p. 677.
10 PREFACIO

que regresaba de las Indias a Espaa) era, las ms de las veces, objeto
de burla y desprecio. El que los espaoles de esos dos mundos de enton
ces parezcan indistinguibles puede ser resultado de nuestro punto de vis
ta de hoy, a casi cuatro siglos de distancia.
En todo caso, para unos y otros fue sa una poca esplndida. Los
aos en que vivi Alarcn (1580/1581-1639) coinciden casi exactamente
con el perodo de mxima expansin del imperio espaol, que va desde
la anexin de Portugal, en 1580, hasta su separacin definitiva de la Co
rona espaola, en 1640; y entre esas mismas fechas se sita en la Nueva
Espaa una nueva prosperidad y una sensacin de confianza. Un lugar
comn de la historiografa espaola dice que las seales visibles de deca
dencia y debilidad de Espaa datan por lo menos de comienzos del rei
nado de Felipe III (1598). Ese lugar comn es innegable, pero la arma
zn subyacente dio muestras de resistencia: a Sevilla seguan regresando
los galeones con sus toneladas de plata para salvar a la monarqua del
desastre financiero, y Europa en general segua temiendo el podero es
paol lo bastante para no dejar escapar ninguna ocasin de hablar mal
de las empresas y de los monarcas espaoles, de apoderarse de los teso
ros de Espaa y de arrebatarle algn territorio colonial.
Alarcn vivi durante sus ltimos veintisis aos en Madrid, centro
y sede del poder imperial. Uno de los principales propsitos del presente
estudio es examinar cmo ese intruso llegado de una colonia percibi y
represent en sus comedias la tonalidad de la sociedad espaola del siglo
xvn, cuando su gloria se acercaba al ocaso. No me he propuesto estu
diar todas las comedias, sino slo aquellas que revelan significativamen
te sus reacciones al ambiente social y en que figuran ciertos temas domi
nantes y persistentes, con la firme conviccin de que la vida da luz sobre
las obras (partes significativas de la vida, y no milagrosamente cercena
das de ella), y de que las obras dan luz sobre la vida.
Todos cuantos hoy nos ocupamos de Alarcn debemos muchsimo a los
eruditos de ayer que primero reunieron noticias sobre su vida y su obra
e hicieron accesibles sus comedias para los lectores modernos, sobre todo
Luis Fernndez-Guerra y Juan Eugenio Hartzenbusch en el siglo XIX,
y Francisco Rodrguez Marn, Nicols Rangel, Alfonso Reyes y Dorothy
Schons en el XX. En tiempos ms cercanos, la inteligente valoracin de
Antonio Castro Leal, la esplndida edicin de Agustn Millares Cario
y la bibliografa de Walter Poesse (obras de Alarcn y estudios acerca
de l) han sido instrumentos indispensables. Mi libro habra sido impo
sible sin esas enormes ayudas. Pero muchos de esos estudios se escribie
ron hace ms de medio siglo. El tiempo ha demostrado que algunos de
los caminos indicados por Fernndez-Guerra, hace ms de un siglo, eran
callejones sin salida, e investigaciones posteriores han descubierto que
algunos de sus datos eran errneos. Es tiempo ahora de limpiar de es
PREFACIO 11
combros el terreno y de dirigir una nueva mirada a Juan Ruiz de Alar
cn y a su obra.
Durante los ms de veinte aos que se ha llevado la elaboracin del
presente libro, he recibido la generosa ayuda de muchos amables biblio
tecarios de archivos espaoles, como tambin la de varios prrocos de
la provincia de Cuenca. Recuerdo con especial gratitud a don Jos L
pez de Toro, ya difunto, que fue jefe de la seccin de manuscritos de
la Biblioteca Nacional de Madrid y secretario de la Real Academia de
la Historia, y a don Dimas Prez Ramrez, cannigo archivero de la di
cesis de Cuenca. Don Enrique Tierno Galvn, catedrtico de derecho
poltico en la Universidad de Salamanca y despus en la Universidad
Autnoma de Madrid, y alcalde de Madrid hasta su muerte en 1986,
mostr gran inters por la marcha del presente libro, sugiri valiosos cam
pos de investigacin y facilit mis contactos con individuos o con depsi
tos documentales que pudieran suministrarme datos pertinentes. La ex
presin de mi agradecimiento no puede ya llegarle, desdichadamente,
pero dejo constancia de ella. Le doy las gracias a Antonio Alatorre no
slo por la excelente calidad de su traduccin mrito que no soy la nica
en reconocer, sino tambin por sus cuerdas sugerencias editoriales. A
mi marido, Edmund L. King, se las doy tambin por su paciente y ex
perta ayuda en todo lo relacionado con mi libro, de manera muy espe
cial en cuanto a estilo y expresin. Finalmente, hago constar mi agrade
cimiento a laJohn Simn Guggenheim Memorial Foundation por la beca
que en 1965-1966 me permiti iniciar el presente estudio.
W il l a r d F. K in g

Bryn Mawr College,


julio de 1988.
FRONTISPICIO

La ilustracin del frontispicio se presenta, aunque con muchas reservas,


como retrato autntico dejuan Ruiz de Alarcn, retrato hecho entre 1620
y 1630 por el pintor Juan van der Hamen y Len (1596-1631).
En muchos libros sobre Alarcn figuran dibujos o grabados que se
dan por retratos del dramaturgo (generalmente se trata de un hombre
de facciones afiladas y que lleva gorguera). Pero es seguro que tales ilus
traciones no se basan sino en la fantasa. El retrato de cuerpo entero que
se muestra en la parroquia de Santa Prisca de Taxco, pintado en el siglo
xviii , carece asimismo de toda garanta de autenticidad. La del que aqu
se publica no est garantizada tampoco, pero los datos que sobre l he
reunido pareceran ser significativos. Lo publico, pues, con esperanza de
que otros investigadores encuentren bases ms slidas para la identifica
cin, o bien para el rechazo definitivo.
En primer lugar, el inventario y tasacin que se hizo de los bienes
de Van der Hamen despus de su muerte (1631) registra veinte retratos
de medio cuerpo debidos a su pincel. Los retratados son escritores e in
telectuales de la poca, entre ellos Lope de Vega, Quevedo, Gngora,
Francisco de la Cueva y Silva, Lorenzo van der Hamen, Francisco de
Rioja, Luis Pacheco de Narvez y nuestro Alarcn. De hecho, son dos
los retratos de Alarcn que figuran en el inventario: uno, seguramente
grande, tasado en 3 ducados (33 reales), y otro tasado en 16 reales. Los
dos se catalogaron de nuevo en 1639, en las capitulaciones matrimonia
les de la hija de Van der Hamen.
La coleccin de retratos qued dispersa al morir el pintor, pero va
rios de ellos han sido descubiertos e identificados, por ejemplo el de su
hermano Lorenzo van der Hamen, propiedad del Instituto de Valencia
de Donjun, que desde el punto de vista de la composicin se parece
notablemente a nuestro presunto retrato de Alarcn. Este no se conoce
ahora ms que por una fotografa que se guardaba en el archivo del Ins
tituto Diego de Velzquez (Madrid) y que hacia 1968 se perdi o qued
mal colocada. De una copia de esa fotografa procede la ilustracin del
frontispicio. En el reverso de la fotografa se deca que el retratado era
Juan Ruiz de Alarcn, y que el propietario del cuadro era un Sr.
Vives; no haba ms datos, ni siquiera sobre el tamao.
El Sr. Vives en cuestin es con toda probabilidad don Antonio
[13]
%
14 FRONTISPICIO

Vives y Escudero (1859-1925), conocido historiador y experto en numis


mtica, y director, durante un tiempo, de ese mismo Instituto de Valen
cia de Donjun que ahora posee el retrato de Lorenzo van der Hamen.
Se ha sugerido que tambin el retrato de Quevedo que posee el Institu
to, atribuido antes a Velzquez, es en realidad obra de Van der Ha
men.1El seor Prez Snchez, director del Museo del Prado, me dijo
en 1986 que Vives fue coleccionista de retratos, pero que, no habiendo
dejado familia, la coleccin se desintegr y se vendi a su muerte. En
todo caso, los datos existentes parecen establecer una relacin entre el
Instituto de Valencia de Donjun, el seor Vives y los retratos pintados
por Van der Hamen.
No hay prueba de que el retrato aqu publicado sea uno de ellos.
Sin embargo, William B. Jordn, Jr., subdirector del Kimbell Art Mu-
seum de Fort Worth, Texas que en 1967 se gradu con una tesis sobre
Juan van der Hamen y prepara ahora un libro sobre l, est persuadi
do, por razones de estilo retratstico, de que se debe al pincel de Van
der Hamen.2
Hay que observar que el personaje retratado parece tener indumen
taria eclesistica: no lleva la elegante golilla, sino el cuello que usaban
los clrigos. Cabe recordar uno de los chistes de la letrilla satrica de Que
vedo (1623): que Alarcn, con sotana, pareca empanada de ternera (vase
infra, Apndice D, p. 253, versos 113-114).
Los estudiosos interesados en Alarcn sabrn probablemente que en
un Indice de retratos espaoles publicado en 1914 se da cuenta de otro
retrato deJuan Ruiz de Alarcn, miniatura en cobre de 7 por 5 cent
metros, perteneciente a la coleccin del Marqus de Santillana.3Yo
tengo una fotografa de ese retrato, hecha a base del negativo que se con
serva en la Biblioteca Nacional; representa a un galn juvenil y vivara
cho, de ojos grandes y relucientes, de espeso bigote y barbita, y que lle
va golilla. Mis averiguaciones sobre el paradero de las miniaturas que
en 1914 posea el Marqus de Santillana no han conducido a nada: se
gn parece, el catlogo de esa coleccin se quem durante la Guerra Ci
vil, y la coleccin misma fue fragmentada y en parte vendida en 1966,
a raz de la muerte del Duque del Infantado, hijo del Marqus. Lo que
se sabe del Marqus es que coleccionaba miniaturas de las cuales se de

1 Vase Luis Astrana Marn (ed.), Epistolario completo de don Franciscode Quevedo Villegas,
Editorial Reus, Madrid, 1946, p. 109, nota 1.
Mis noticias sobre Van der Hamen proceden en buena parte de la tesis del seor
Jordn, como tambin de su libro Spanish Still Life in the Golden Age 1600-1650, Kimbell
Art Museum, Fort Worth, 1985 (la seccin VI del Catalogue est dedicada a Van der
Hamen).
Retratos depersonajes espaoles. ndice ilustrado, publicado por laJunta de Iconografa Na
cional, Imprenta Clsica Espaola, Madrid, 1914, nm. 3294.
FRONTISPICIO 15
ca que representaban a personajes de la familia Mendoza, pero que no
se meta en honduras de historia ni de autenticidad. Am, personalmen
te, me resulta muy difcil creer que el caballerito de la miniatura pueda
ser el dramaturgo Alarcn.
I. ANTECEDENTES FAMILIARES

La historia comienza con una boda, la de los padres de Alarcn, el do


mingo 9 de marzo de 1572, en la humilde catedral vieja de la ciudad
de Mxico (la actual se comenz el ao siguiente, y no se consagr hasta
1656). El cura Francisco Moreno, natural de Sevilla y llegado a Mxico
hacia 1566,' uni en matrimonio a Pedro Ruiz de Alarcn y a doa
Leonor de Mendoza ante cuatro testigos que representaban a la aristo
cracia del dinero y del rango en la Nueva Espaa: el doctor Luis de Vi-
llanueva, oidor de la Real Audiencia desde 1560; don Francisco de Ve-
lasco, miembro del cabildo de Mxico y medio hermano de don Luis de
Velasco, segundo virrey de la Nueva Espaa; don Luis de Velasco el
Mozo, hijo del virrey, sobrino de don Francisco y miembro tambin del
cabildo; y Alonso de Villaseca, que tena fama de ser el hombre ms rico
de la ciudad.
El novio, Pedro Ruiz de Alarcn, identificado en la partida de ma
trimonio como vecino de la poblacin de Albaladejo (en la provincia es
paola de Cuenca) e hijo de Garca Ruiz y Mara de Valencia, haba
llegado de la pennsula poco tiempo antes, y trababa as una alianza que
pareca ventajosa con una familia de mineros establecidos en Mxico desde
mucho antes, pues doa Leonor es identificada en la misma partida como
hija de Hernando de Mendoza (cuyo verdadero nombre era Hernn Her
nndez de Cazalla, segn se ve por documentos posteriores) y de doa
Mara de Mendoza, vecinos de Taxco, lugar donde se descubrieron (en
1532) las primeras grandes minas de plata de la Nueva Espaa.2
Cmo era ese Pedro Ruiz de Alarcn? Qu talentos, qu educa
cin, qu edad tena? No sabemos nada. Parece haber sido hijo natural
de Garca Ruiz de Alarcn, cura de Piqueras del Castillo, lugar de La
Mancha a unos veinte kilmetros al sur de la poblacin de Albaladejo,
que es de donde se declar vecino en el acta de matrimonio. Su madre,
Mara de Valencia, puede haber sido una esclava de ese nombre, a quien

1 Cartas de Indias (reimpresin de la ed. de 1897), t. 1(Biblioteca de Autores Espa


oles, t. 264), Atlas, Madrid, 1974, p. 206.
1 Quien primero public este documento (varias veces reimpreso) fue Emilio Cota-
relo y Mor, Partida de matrimonio de los padres del insigne poeta donjun Ruiz de
Alarcn y Mendoza, Revista de Archivos, Bibliotecasy Museos, 3a serie, 1 (1897), p. 464.

[17]
18 ANTECEDENTES FAMILIARES
el abuelo haba emancipado en 1545. Por sus venas, sin embargo, corra
sangre de la familia Alarcn, tan extendida en Cuenca: era primo her
mano de Luis Girn de Alarcn, seor desde 1568de las poblacio
nes de Albaladejo y Piqueras, y destinado a heredar en 1585el se
oro de Villarejo de Fuentes. Adems, los Ruiz de Alarcn tenan
vnculos familiares estrechos con dos clanes inmensamente poderosos:
el de los Pacheco y el de los Girn (encabezados, respectivamente, por
los Marqueses de Villena y los Duques de Osuna).
Todas las aristocrticas familias de Cuenca que llevaban el apellido
Alarcn o Ruiz de Alarcn se decan descendientes de Fernn Martnez
de Ceballos, que vino del Norte espaol en el siglo xn con las huestes
de la Reconquista y tom la fortaleza de Alarcn, cuyo nombre hizo suyo.
No hay por qu dudar de que Fernn Martnez y sus descendientes in
mediatos, que luego se esparcieron por toda La Mancha, fueran cristia
nos viejos. Pero a medida que pasaban los decenios, y que un nmero
cada vez mayor de los judos que se quedaron tras la Reconquista iban
abrazando el cristianismo, los Alarcn fueron emparentando con fami
lias ricas de cristianos nuevos, sobre todo a raz de las conversiones en
masa que hubo en la Cuenca del siglo xv, durante la hegemona deJuan
Pacheco, primer marqus de Villena, descendiente l mismo de conver
sos, enemigo de meterse en minucias genealgicas con tal que un hom
bre tuviera palabra y fuera buen vasallo o aliado. La casa Alarcn
de Albaladejo a la que nuestro Pedro Ruiz de Alarcn perteneca (el ape
llido bsico, Castillo, se haba suprimido largo tiempo atrs) no era ex
cepcin en este cuadro general. En ella, sin embargo, no lleg a practi
carse secretamente el judaismo. Ningn miembro del linaje en lnea
directa de Pedro, que se sepa, fue llevado nunca ante la Inquisicin por
prcticas o creencias judaizantes. Todos ellos se consideraban buenos ca
tlicos, por ms que ese catolicismo estuviera temperado, modificado o
atenuado por los lazos matrimoniales con recin conversos y por siglos
de vida ntimamente compartida en los poblachos manchegos con cris
tianos nuevos cuyo grado de aceptacin de la ortodoxia catlica no era
muy uniforme. El apellido Alarcn, que esta familia haba adquirido en
el siglo xvi por alianza matrimonial, segua siendo respetado, poderoso
y relativamente limpio excepto, quiz, en la opinin de quienes co
nocan a fondo la historia manchega.1
En Mxico, como veremos, lo Alarcn les result til a Pedro y a
sus hijos. Pero, no obstante la prominencia de los testigos de la boda,
Pedro mismo no lleg a sealarse en cosa alguna. Su nombre no figura
en las listas de pasajeros a Indias en 1560-1580, conservadas en el Archi-
! Sobre los antecedentes familiares de Pedro Ruiz de Alarcn, padre del dramatur-
go, vase mi artculo La ascendencia paterna deJuan Ruiz de Alarcn y Mendoza, Nueva
Revista de Filologa Hispnica, 19 (1970), 49-86.
ANTECEDENTES FAMILIARES 19
vo de Indias y an inditas. Es posible que antes de casarse haya estado
al servicio del obispo de Tlaxcala (o sea de Puebla de los Angeles), Her
nando de Villagmez, puesto que en el testamento del obispo, redactado
el 23 de noviembre de 1570, aparece como testigo un Pedro Ruiz de Alar
cn.4Muchos aos despus, su hijo Juan Ruiz de Alarcn escribi una
comedia, Los pechosprivilegiados, en celebracin de la familia Villagmez;
pero me abstendr de sacar conclusiones de tan pequea coincidencia.3
El nombre Pedro Ruiz de Alarcn no vuelve a figurar en las fuentes ma
nuscritas que se han investigado concretamente, las actas de cabildo
de la ciudad de Mxico y los libros parroquiales de Taxco, salvo en
el memorial presentado en 1613 al Consejo de Indias por el hijo mayor,
llamado Pedro tambin, en apoyo de su peticin de un beneficio ecle
sistico. Los testigos llamados a declarar se refieren al padre como ya
difunto, y slo uno de ellos nos da una leve idea de lo que fue su vida.
Gaspar Caldern, de cincuenta y cuatro aos, declara que una vez, en
Taxco, el padre fue encarcelado a causa de sus deudas, pero que, siendo
hidalgo reconocido, no se le someti a la ignominia de la crcel pblica,
sino que se le encerr en una casa particular. Seguramente haba muer
to ya en 1608, ao en que Juan, el dramaturgo, refirindose a sus fami
liares de Mxico, menciona slo a la madre y a los hermanos.6
En cuanto a la madre, Leonor de Mendoza, y a su familia, los Men
doza y los Hernndez de Cazalla, nuestra escasa informacin procede
casi ntegramente de ese mismo memorial presentado por Pedro al Con-
4 Coleccin de documentos inditos, relativos al descubrimiento, conquistay organizacin de las
antiguas posesiones espaolas deAmrica..., ed. Luis Torres de Mendoza, t. 11, Madrid, 1869,
pp. 102-118, sobre todo p. 116.
5 Los Villagmez eran una familia prominente as en Espaa como en Mxico. El
licenciado Hernando de Villagmez fue consejero de Indias desde 1604 hasta su muerte
en 1612; el licenciado don Pedro de Vivanco y Villagmez desempe la misma funcin
desde 1621 hasta su muerte en 1642 (Ernesto Schfer, El ConsejoRealy Supremo delas Indias,
t. 1, Carmona, Sevilla, 1935, pp. 309, 357, 358 y 367). Podra sospecharse que, al escribir
Lospechosprivilegiados, Alarcn quiso complacer a este alto personaje. En la Nueva Espaa
encontramos, entre otros, a un Juan de Villagmez, natural de Zamora e hijo de Rodrigo
de Villagmez, que pas a Mxico en 1552 (Francisco A. de Icaza, Diccionarioautobiogrfico
de conquistadoresy pobladores de Nueva Espaa, Edmundo Avia Levy, Guadalajara, 1969 [Ia
ed., Madrid, 1923], t. 1, nm. 411), y hacia 1575 hay un Juan de Villagmez dueo de
varias encomiendas (Francisco del Paso y Troncoso, Epistolario deNueva Espaa, 1505-1818,
t. 14, Porra, Mxico, 1940, p. 75). Vase infra, p. 33, nota 38, la mencin de otro Villa
gmez.
6 Dorothy Schons, Apuntesy documentos nuevos para la biografa deJuan Ruiz de Alarcn
y Mendoza, Real Academia de la Historia, Madrid, 1929, pp. 77 y 58. Los mineros se vean
a menudo en aprietos econmicos a causa de las deudas que contratan con la Corona por
la compra de azogue y de sal. Aunque la ley los exima de prisin por otras deudas, los
mineros eran implacablemente sancionados cuando deban dinero a la Corona (vase P.
J. Bakewell, SilverMining andSocietyin Colonial Mxico: Zacatecas 1546-1700, Cambridge Uni-
versity Press, Cambridge, 1971, pp. 201-202). Es probable que deudas de esa clase hayan
causado el encarcelamiento de Pedro.

\.
20 ANTECEDENTES FAMILIARES
sejo de Indias. Se afirma all que los abuelos haban pasado a Mxico
ms de setenta aos antes (hacia 1540, segn eso) y que, habiendo sido
de los primeros descubridores y pobladores de Taxco y sus minas, ha
ban contribuido grandemente al enriquecimiento de la real hacienda
(ibid., p. 60). Pedro, el hijo, obtuvo finalmente su beneficio en 1617, pero
hasta la fecha no se han encontrado huellas seguras del paso de Mara
de Mendoza y su marido a la Nueva Espaa, y su presencia no est ine
quvocamente documentada ni en Taxco ni en Mxico.
Sin embargo, pueden hacerse algunas hiptesis relativamente bien
fundadas acerca del linaje materno del dramaturgo. Hernndez es un
apellido muy comn, pero Cazalla no. Su origen est con toda seguri
dad en un lugar preciso: Cazalla de la Sierra, poblacin minera de la
Sierra Morena, al norte de Sevilla. A mediados del siglo xvi, uno de los
notarios ms populares de Sevilla misma era un Alonso de Cazalla, que
perteneca a una familia de mercaderes conversos, ligada con lazos de
sangre, matrimonio y negocios con otros clanes mercantiles prominen
tes, a menudo de conversos, como los Fernndez, los Dvila y los Ruiz.
(Fernndez y Hernndez eran formas intercambiables. En adelante pre
ferir siempre la segunda forma.)7A lo largo de la primera mitad del
siglo XVI, los expedientes notariales de Sevilla registran buen nmero de
transacciones relativas a mercancas y esclavos enviados a Indias por va
rios mercaderes de apellido Cazalla, y documentan alianzas matrimo
niales entre un Cazalla y un Ruiz, o entre un Cazalla y un Hernndez.
En fecha muy temprana, 1508, un Gonzalo Hernndez de Cazalla (preci
samente el apellido que nos interesa) proporcion 36 ducados de oro para
aprovisionar un barco mercante destinado a Santo Domingo.8En la se
gunda mitad del siglo desaparece prcticamente el apellido Cazalla, sin
duda porque los procesos inquisitoriales de varios prominentes conver
sos de ese nombre (procesos iniciados hacia 1525 y proseguidos hasta 1558)
hicieron ver que lo ms cuerdo era abandonarlo del todo.'1
Los empresarios y las familias mercantiles de Sevilla, entre ellas la
de los impresores Cronberger, encontraron muy tentadora la naciente
riqueza de las poblaciones mineras de Mxico, y no tardaron en enviar

7 Rulh Pike, Aristocrats and Traders: Sevillian Society in theSixteenth Cenlury, Cornell Uni-
versitj Press, Ithaca, N.Y., 1972, p. 97.
Vanse los Catlogos de iosfondos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, cd. Jos
Mara Ots Capdequ, Compaa Iberoamericana de Publicaciones, Madrid, 1930-1932,
tomos 1-3, y su continuacin, Documentos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, t. 4,
Tipografa de Archivos, Madrid, 1935, y t. 5, Imprenta de Gavidia, Sevilla, 1937. Los
documentos pertinentes son stos: t. 1, nms. 497 (para Gonzalo Hernndez de Cazalla),
908, 958, 1399, 1572 y 1973; t. 3, nms. 402, 403 y 704; t. 4, nms. 1478 y 1480; t. 5,
nms. 381, 1483, 1484, 1506, 1514, 1569 y 1572.
9 Vase Marcel Bataillon, Erasmoy Espaa, trad. A. Alatorre, 2a ed., Fondo de Cul
tura Econmica, Mxico, 1966, pp. 470-475 y 521-522.
ANTECEDENTES FAMILIARES 21
a algunos de sus miembros con el encargo de abastecer de herramientas
y vveres a los mineros."1Todo induce a pensar que nuestro Hernn
Hernndez de Cazalla no era sino el miembro de la familia sevillana Ca
zalla enviado a Taxco para representar los intereses familiares. Aunque
esta conclusin tiene mucho de conjetura, yo he acabado por aceptar que
tal es el origen del abuelo materno del dramaturgo. Acompaado posi
blemente de su mujer Mara de Mendoza (pues en la citada peticin de
su nieto Pedro se dice que los dos salieron de Espaa y se avecindaron
en Taxco setenta aos antes), Hernn Hernndez de Cazalla se traslad
a la Nueva Espaa, adquiri tiempo despus algunas propiedades en la
zona de Taxco y nunca ms regres a Sevilla. El apellido de la abuela,
Mendoza, ha hecho que muchos eruditos concluyan un tanto apresura
damente que perteneca a la ilustre familia de don Antonio de Mendoza,
primer virrey (1535-1549) de la Nueva Espaa. Suposicin comprensi
ble, pero bastante dudosa. El nombre Mara de Mendoza no ser tan
ordinario como el nombre Mara Hernndez, pero aparece con enorme fre
cuencia lo mismo en Espaa que en las Indias. No todos los que lo lleva
ban podan alardear de parentesco con los grandes Mendozas, Duques
del Infantado. Hay menos posibilidades de identificar a esa Mara de
Mendoza, abuela materna deJuan Ruiz de Alarcn, que a la abuela pa
terna Mara de Valencia.
Es probable que el abuelo materno haya tenido los con la primitiva
Inquisicin episcopal de Mxico, en cuyo archivo consta que en el otoo
de 1554 el vicario de las minas de plata de Zumpango (unos kilmetros
al sur de las de Taxco) someti a interrogatorio a un tal Hernando de
Cazalla, acusado de observar ritos judaicos, de negarse a entregar al vi
cario los fondos de la cofrada del Santsimo Sacramento, y de tener, en
su casa, relaciones carnales con una muchacha india. Desgraciadamente
para nosotros, la an rudimentaria Inquisicin mexicana no hizo, en
cuanto a la patria y la familia del acusado, las exhaustivas averiguacio
nes que se estilaban en Espaa, de manera que en las actas del proceso
no consta siquiera de qu parte de la pennsula vena Cazalla. Sin em
bargo, hay detalles circunstanciales que favorecen decididamente la iden
tificacin del minero de Zumpango con el Hernn Hernndez de Caza
lla, minero de Taxco, mencionado en 1613 por su nieto Pedro; es muy
improbable que dos individuos con ese apellido Cazalla, tan poco fre
cuente, hayan estado actuando en la misma regin geogrfica entre 1540
y 1554; adems, el Cazalla de Zumpango se declara pariente del conta
dor Tllez, funcionario de la Real Hacienda en Len de Nicaragua, y,
segn documentos notariales sevillanos de 1551, existan vnculos fami-
10 Vase la introduccin de Alberto Mara Carreo al escrito de Gonzalo Gmez de
Cervantes (1599) publicado con el ttulo de La vida econmicay social de Nueva Espaa, Po-
rra, Mxico, 1944, pp. 34-37.

\
22 ANTECEDENTES FAMILIARES

liares entre los Ruiz y los Cazalla y una familia Tllez residente en Len
de Nicaragua."
El breve proceso,12cuyo resultado final no se registra, nos da vis
lumbres sobre lo que era hacia 1554 la vida en el rudo pueblo de Zum-
pango, donde las minas de plata se descubrieron en 1531, un ao antes
que en Taxco. Encomienda al principio del conquistador Diego Garca
Jaramillo, Zumpango haba pasado a poder de la Corona entre 1550 y
1560, pero el hombre de ms influencia en toda la regin era el conquis
tador Martn de Ircio, encomendero de las poblaciones circunvecinas de
Huitziltepec, Muchitln, Capa y Tistla. (Posteriormente, una alianza
matrimonial hizo pasar la encomienda a manos de don Luis de Velasco
el Mozo, patrono de Alarcn.)13
Los los de Cazalla nacieron de un pleito con Juan de Briones, so
brino del encomendero Martn de Ircio, acerca de los fondos de la cofra
da del Santsimo Sacramento que estaban en manos de Cazalla. El vi
cario le reclam esos dineros, pero Cazalla se neg abiertamente, y hasta
con violencia, a entregrselos. Entonces el vicario mult al rebelde feli
grs, lo meti en la crcel y lo excomulg formalmente el 30 de octubre
de 1554, con el mayor aparato posible: se cubri el crucifijo de la iglesia
con un velo negro, y durante todo el da estuvo resonando el taido de
las campanas. El encolerizado vicario convoc despus a tres testigos y
los interrog acerca de la vida de Cazalla. Los tres dijeron que era teni
do por converso, que se cubra a la hora de la elevacin de la hostia (gra
ve muestra de irreverencia), y que en el comer segua prcticasjudaicas.
Adems, saban que estaba amancebado con una muchacha india que
viva en su casa, y de la cual haba tenido una hija (muerta ya, y ente
rrada en el atrio de la iglesia). La situacin, en este punto, se le pona
grave a Cazalla, pero l parece haber sido ms que capaz de salir ade
lante por cuenta propia, y ciertamente posea cierta fuerza en la comu
nidad. Recus enrgicamente la autoridad yjurisdiccin del vicario. Los
tres testigos, convocados de nuevo, se retractaron por completo de lo que
11 Documentos americanos, t. 4, nms. 1089, 1213 y 1480. Estos documentos notaria
les de Sevilla mencionan casi exclusivamente los embarques destinados a Nombre de Dios
(no a Veracruz) y los tratos mercantiles que se hacan con gente de la zona nicaragense.
Uno de los testigos del proceso inquisitorial de Cazalla procedajustamente de Len. Pare
ce probable que este Cazalla estuviera en el mismo caso: que pas de Espaa a Len de
Nicaragua y de all se traslad a Zumpango. Es posible que su viaje desde la pennsula
sea el registrado en Documentos americanos, t. 3, nm. 402, de fecha 20 de mayo de 1546.
De ser as, Cazalla no iba acompaado de su mujer. Puede agregarse que en fecha ante
rior, abril de 1546, un Hernando de Cazalla fue aceptado como vecino de la ciudad de
Mxico (Gua de las actas del cabildo deMxico. Siglo XVI, ed. Edmundo OGorman y Salva
dor Novo, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1970, nm. 411).
12 Archivo General de la Nacin, Mxico, Ramo de Inquisicin, vol. 30, fols. 394a-
408a, errneamente identificado en el ndice del vol. 30 como documento 13.
15 Peter Gerhard, A Guide to the Historical Geography of New Spain, Cambridge Uni-
versity Press, Cambridge, 1972, pp. 316-317.
ANTECEDENTES FAMILIARES 23
haban dicho sobre el judaismo de Cazalla. Ni siquiera volvieron a ser
interrogados acerca de la concubina india. (Este asunto nunca le pareci
a nadie tan serio como las prcticas judaizantes. Probablemente cada mi
nero del lugar tena una concubina, si no dos. Los curas estaban todo
el tiempo condenando la costumbre, pero ellos mismos, como con toda
razn argan los feligreses, tenan pblicamente esa clase de relaciones.)
No sabemos si Mara, la mujer de Cazalla, estaba presente en Zumpan
go hacia entonces. No se la menciona. Pero, hablando en sentido estric
to, Cazalla no poda ser acusado de amancebamiento si no estaba ya le
gtimamente casado.
Hacia 1572, como hemos visto, Hernn Hernndez de Cazalla (o
Hernando de Cazalla), minero de Zumpango y Taxco, de claro y tpico
linaje mercantil de conversos, haba prosperado lo suficiente para casar
a su hija Leonor (Hernndez de Cazalla) de Mendoza con un joven es
paol que llevaba el aristocrtico apellido de Ruiz de Alarcn y que te
na algn derecho a alardear de hidalgua.
Esas uniones entre hijas de prsperas familias coloniales y espaoles
recin llegados al virreinato ocurran con frecuencia, y eran fuente de
amargas quejas en el seno de la naciente sociedad criolla. Acaso losj
venes criollos eran indignos de las jvenes criollas? Pero las razones de
esa prctica saltan a la vista, como lo ilustra muy bien el matrimonio
Cazalla-Alarcn. En primer lugar, los pobladores espaoles no eran mu
chos, de modo que no era muy fcil encontrar pretendientes aceptables.
En segundo lugar, las familias coloniales se conocan demasiado entre
s, y cada una saba qu clase de manchas haba en los orgenes de
la otra. Lo que les convena era blanquear lo no muy limpio de un ape
llido, como el de Hernndez de Cazalla, trabando alianzas matrimo
niales con retoos de familias ms distinguidas, de quienes poda decirse
con alguna seguridad que tenan sangre de cristianos viejos. Este proce
so fue una rplica de lo ocurrido antes en la propia Espaa. La familia
de Pedro, el novio de las bodas de 1572, haba suprimido para siempre,
en el siglo xv, su apellido bsico, Castillo, sustituyndolo con el apelli
do Alarcn, gracias al matrimonio del fundador de la familia, Fernn
Gonzlez del Castillo, con Guiomar Ruiz de Alarcn.14De la misma
manera, cien aos despus, los hijos de Leonor (Hernndez de Cazalla)
de Mendoza y Pedro Ruiz de Alarcn tomaron unnimemente como pro
pio el apellido Alarcn o Ruiz de Alarcn. Los apellidos Hernndez y
Cazalla desaparecen en esta generacin. La despreocupada pregunta de
Romeo, Whats in a ame?, que alude a la insignificancia de tales
minucias, era para los espaoles y criollos una pregunta grave. En el co
mercio social del mundo ibrico no haba cosa que significara tanto como
el nombre. Si la rosa no se llamara as, su aroma sera el mismo; pero
14 Vase King, La ascendencia paterna, pp. 63-64.
24 ANTECEDENTES FAMILIARES

alguien apellidado Cazalla no exhalaba el mismo dulce aroma que al


guien apellidado Alarcn.
Puede presumirse que Pedro y Leonor fijaron su residencia, en el
propio ao de 1572, en la zona minera de Taxco. El hijo mayor, Pedro,
nacido hacia 1575,15declara en varios documentos oficiales haber naci
do all, y otro tanto declara el segundo hijo, Gaspar.16Pero en 1580 o
1581 la familia se haba trasladado a la capital del virreinato, pues el ter
cer hijo, el futuro dramaturgo Juan Ruiz de Alarcn, nacido a fines de
1580 o comienzos de 1581, siempre se declar, a diferencia de los dos
mayores, natural de Mxico de las Indias de Espaa.1' Los dos her
manos menores, Hernando y Garca, deben haber nacido tambin en
la ciudad de Mxico.18

15 Schons, Apuntes, p. 66, nota 5.


16 Nicols Rangel, Investigaciones bibliogrficas: Los estudios universitarios de
Juan Ruiz de Alarcn y Mendoza, Boletn de la Biblioteca Nacional de Mxico, 10 (1913),
nms. 1 y 2, p. 4.
17 Vanse, por ejemplo, los documentos de 1607 y 1608 en que solicita regresar a
Mxico, reproducidos en Schons, Apuntes, y en Francisco Rodrguez Marn, Nuevos datos
para la biografa del insigne dramaturgo don Juan Ruiz de Alarcn, Madrid, 1912, p. 9.
18 Obsrvese que el orden de nacimiento de cuatro de los cinco hijos se ha calculado
segn el ao de las respectivas matrculas en la Universidad de Mxico. Rangel, Los es
tudios universitarios, pp. 4-5, registra estas fechas: Pedro en 1592, Gaspar en 1594, Her
nando en 1597 y Garca en 1598 (por razones que luego se vern, parece que la primera
matrcula de Juan ocurri en 1596). Hasta la fecha no se ha encontrado el acta de bautizo
de ninguno de los cinco hermanos. Los libros parroquiales de Taxco comienzan hacia 1589,
y registran casi exclusivamente el nacimiento de nios indios. Rangel examin escrupulo
samente los libros de la parroquia del Sagrario de Mxico en busca de las actas de bautizo,
pero no hall nada: vanse sus Investigaciones bibliogrficas. Noticias biogrficas del dra
maturgo mexicano donjun Ruiz de Alarcn y Mendoza. Boletn de la Biblioteca Nacional
de Mxico, 11 (1915), nms. 1 y 2, p. 5. Cmo, faltando las actas de bautizo, sabemos
que esos cinco muchachos eran hermanos? En la peticin de beneficio que hizo a la Coro
na, Pedro afirma claramente que Juan es su hermano; los otros tres se matricularon en
la Universidad con el apellido familiar entero, Ruiz de Alarcn. Como no hay noticias de
que en el Mxico de entonces hubiera otras familias as apellidadas, tienen que ser hijos
de Pedro y Leonor. Con toda probabilidad hubo tambin hijas, pero de ellas no se ha en
contrado hasta hoy rastro alguno.
Hay que agregar que el certificado de matrcula universitaria del dramaturgo no est
ya en el archivo de la escuela. Lo que dicen los libros de la Universidad es que sus estudios
de derecho cannico comenzaron en 1596 (Rangel, Los estudios universitarios, p. 2).
El Juan Ruiz, natural de Mxico, cuya primera matrcula es de 1592, no es el drama
turgo? Este tena a la sazn once o doce aos, edad a la que nadie iniciaba estudios univer
sitarios. Adems, ese estudiante no se matricul con el caracterstico e importantsimo Alar
cn como parte de su apellido. Ni el dramaturgo ni sus hermanos firmaron nunca Ruiz
a secas. Tanto Rangel, Los estudios universitarios, como Julio Jimnez Rueda, Juan
Ruiz deAlarcn y su tiempo, Porra, Mxico, 1939, pp. 15-16, aceptan esa matrcula como
la del futuro dramaturgo; y Jimnez Rueda se ve as forzado a suponer que naci hacia
1575 o 1576. Pero en un testimonio dado por amigos de Alarcn en mayo de 1607 (Rodr
guez Marn, Nuevos datos, pp. 11-13) se afirma que tiene veintisis aos de edad, de lo cual
se seguira que naci a fines de 1580 o comienzos de 1581. En un testimonio de 5 de junio
ANTECEDENTES FAMILIARES 25
La causa del traslado de la familia Alarcn a Mxico fue posible
mente el decaimiento econmico de Taxco, causado por la sbita dismi
nucin de trabajadores indios despus de 1576. La prosperidad de las
comunidades dedicadas a la extraccin de la plata dependa de dos fac
tores bsicos: el suministro abundante y razonablemente barato del azo
gue con que se refinaba la plata, y la presencia tambin abundante de
mano de obra india, necesaria para la extraccin del mineral y para las
labores de refinamiento. Ahora bien, los indios de la regin de Taxco
haban sido diezmados por dos terribles brotes de cocolistle o matlaz-
huatl (probablemente una forma de tifo), uno en 1544-1545 y otro en
1576-1577.19Por otra parte, los informes de 1581 aseguran que el terri
torio estaba perdiendo su poblacin blanca lo mismo que la indgena,
no a causa de enfermedades, sino de una baja en la cantidad y calidad
de la plata sacada de las minas. En ese ao, el alcalde mayor de minas
haca saber a las autoridades que, como las mynas y metales an ydo
perdiendo la ley, se han ydo despoblando, de suerte que de presente no
ay ms de quarenta y siete myneros y como setenta personas, tratantes
y oficiales y otras personas que residen en ellas, sin los mayordomos y
otros criados de haziendas.20Quiz no haya que ver en este sombro
informe sino una seal de dificultades pasajeras. Ajuzgar por las canti
dades de azogue que se consuman, la actividad minera de Taxco conti
nu hasta bien entrado el siglo xvn, no superada sino por la actividad
desarrollada en Zacatecas.21 Adems, en ese ao de 1581, muy poco
despus de la devastadora epidemia, segn el propio informe del funcio
nario, la mano de obra no era nada desdeable: en los diez poblados de
la zona minera haba 3,698 tributarios indios con los cuales poda con
tarse para el trabajo de las minas y para la labranza.22 Cuando esta
de 1629, perteneciente a la prueba de limpieza de sangre de Diego de Villegas y SandovaJ
(Archivo Histrico Nacional, Madrid, Ordenes militares, Santiago, nm. 8970), el propio
Alarcn declara tener cuarenta y ocho aos, lo cual corrobora la mencionada fecha de
nacimiento.
19 Relacin de las minas de Tasco (1581) que hizo el alcalde mayor de minas Pe
dro de Ledesma por rdenes del virrey Martn Enrquez, publicada en Papeles de Nueva Es
paa, 2a serie, t. 6, ed. Francisco del Paso y Troncoso, Rivadeneyra, Madrid, 1905, pp.
263-282, en especial p. 265.
() Ibid., p. 267. Estas cifras se refieren slo a los jefes de familia y no cuentan a mu
jeres ni a menores de edad. Seis aos despus, en 1587, Luis Marbn, notario de Taxco.
calculaba en 250 el nmero de espaoles vecinos de Taxco (Francisco del Paso yTroncoso.
Epistolario de Nueva Espaa, 1505-1818, t. 15, Porra, Mxico, 1940, p. 51).
21 Bakewcll, Silver Mining, p. 221.
22 Relacin de las minas de Tasco, pp. 268-269. He sumado las cantidades que
en el documento se dan por separado para cada pueblo. Cabe sealar que cada uno de
esos 3,698 tributarios vala en realidad por dos personas, segn los usos coloniales espao
les: un hombre y su mujer, un viudo y una viuda, o dos solteros (ibid., p. 268). Gerhard.
A Guide, p. 253, registra el nmero de indios tributarios que haba en las minas de Taxco:
eran 4,570 en 1570, y 4,050 en 1580, disminucin relativamente pequea.
26 ANTECEDENTES FAMILIARES

mano de obra era insuficiente, se haca venir a indios de otros pueblos,


aunque estuvieran fuera de los lmites administrativos de Taxco. En 1579,
por ejemplo, la regin de Iguala, al sur de las minas de Taxco, mandaba
a Taxco, cada semana, 550 indios a cargo de un corchete.21
Una razn an ms probable del traslado a la capital sera el deseo
de vivir una vida ms cmoda y la necesidad de proporcionar educacin
adecuada a los hijos varones, deseo muy visible en esta familia que se
las arregl para que los cinco muchachos estudiaran en la Universidad
de Mxico. En los siglos xvi y xvn, a pesar de su riqueza, la ruda zona
minera de Taxco tena poco o nada que ofrecer en materia de diversio
nes, elegancia o alta cultura, y absolutamente nada en cuanto a educa
cin. De hecho, en toda la Nueva Espaa del siglo xvi, slo Mxico y
quiz Puebla podan brindar una educacin ms o menos parecida a la
que poda obtenerse en la madre patria. Entre quienes desempeaban
cargos importantes en Taxco y tenan lazos con los crculos aristocrti
cos de Mxico, no eran raros los que decidan domiciliarse en la capital
y slo de vez en cuando se daban una vuelta por Taxco para vigilar sus
intereses. Tal fue, por ejemplo, el caso del minero ms rico de la zona
de Taxco, Luis de Castilla, que lleg a Taxco en 1536, se enriqueci con
el primer gran auge minero (hasta los utensilios de su cocina eran de pla
ta)24y en 1542 era alcalde mayor de minas en Taxco.25 Pero en 1544
se haba trasladado a Mxico, donde figura como miembro del cabildo,
cargo que sigui desempeando hasta 1573 por lo menos. Con cierta fre
cuencia, a lo largo de esos aos, el cabildo le dio licencia de no asistir
a las juntas en razn de los viajes que tena que hacer para visitar y go
bernar sus propiedades de Taxco.26
Como este Luis de Castilla y tantos otros, es de presumir que la fa
milia Alarcn sigui poseyendo intereses en Taxco y haciendo frecuen
tes viajes para ocuparse de ellos. Aunque Pedro Ruiz de Alarcn y Leo
nor Hernndez de Mendoza ya no tuvieran que ver con las minas ni
conservaran propiedades en Taxco, es seguro que otros miembros de la
familia de Leonor s continuaron en la regin. Hacia 1595, segn las ac
tas conservadas en los libros de bautizos de la iglesia parroquial de Tax
co, viva all un tal Gaspar Hernndez, minero prominente, a cuya ha
cienda estaba asignada de manera estable una cuadrilla de indios. A
diferencia de Luis de Castilla, este Gaspar Hernndez y su mujer Luisa
de Morales parecen haber vivido todo el tiempo en la poblacin de Can-
21 Relacin del pueblo de Tasco y su distrito (1579), reproducida en Manuel Tous-
saint, Tasco: su historia, sus monumentos, caractersticasy posibilidades tursticas, Cultura, Mxi
co, 1931, p. 223.
24 Baltasar Dorantes de Carranza, Sumaria relacinde las cosas de la Nueva Espaa (1604),
Jess Medina, Mxico, 1970, p. 302.
Toussaint, Tasco, p. 32.
26 Gua de las actas del cabildo, nms. 1256 y 3652.
ANTECEDENTES FAMILIARES 27
tarranas,27una de las dos fundaciones totalmente espaolas que pertene
can a lajurisdiccin llamada Minas de Taxco. (Cantarranas existe y pros
pera como suburbio de Taxco, situado un poco al este de la ciudad
moderna, en tierras ligeramente menos altas.) En 1593, por ejemplo, l
y su mujer Leonor apadrinaron a un nio indio llamado Gaspar, cuyos
padres pertenecan a la cuadrilla de indios asignada a un tal Diego Mn
dez. Y en 1595 una nia de nombre Isabel, hija de criados de la hacien
da de Gaspar Hernndez, fue bautizada no en la iglesia, sino en la casa
y hacienda que Hernndez posea en Cantarranas. Todo induce a pen
sar que el minero Gaspar Hernndez era hermano de Leonor, y que a
l le haba tocado hacerse cargo de la mina explotada anteriormente por
su padre Hernn Hernndez de Cazalla. Conviene recordar que el se
gundo de los hijos de Pedro Ruiz de Alarcn se llam Gaspar, tal vez
para honrar as a la familia materna, tal como el nombre del primogni
to, Pedro, se eligi para honrar a la del padre. Cualesquiera que hayan
sido los recursos de la familia mexicana Alarcn, es seguro que depen
dan en gran medida de la buena fortuna de Gaspar Hernndez en sus
actividades mineras o agrcolas. Pedro Ruiz de Alarcn, el nuevo yerno
llegado de Albaladejo, debe haber contribuido poco en esas tareas.
Por qu, pues, no trasladarse a la ciudad de Mxico, en cuyos crculos
administrativos tena conexiones familiares que podan ayudar al medro
de la familia?28
En aos posteriores, por lo menos dos de los hermanos Alarcn re
gresaron a la regin de Taxco. Pedro, el mayor, despus de ordenarse
de sacerdote fue nombrado en 1602 vicario de Tetcpac, uno de los diez
poblados indios pertenecientes a la jurisdiccin de Taxco, y despus ob
tuvo el curato de las poblaciones de Tenango, Atzala y Teulistaca, todas
ellas en la misma jurisdiccin.29Hernando, el cuarto de los hijos, se or
den asimismo de sacerdote y fue nombrado cura de San Juan Atenan-
go del Ro, en tierras ms bajas y calientes, hacia el sur, pero no lejos
de Taxco, entre Iguala y las minas de Zumpango (vase infra, p. 33).
Bien podemos suponer que los otros dos hermanos deJuan Ruiz de Alar
cn, Gaspar y Garca, de quienes no se sabe nada posterior a la matrcu
la universitaria (el primero estudi artes y teologa, y el segundo artes
y derecho cannico),30regresaron a Taxco para colaborar en las empre-
27 Parroquia de Santa Prisca, Taxco, Io Libro de Bautismos (1589?-1600). Este li-
bro est en psimas condiciones; la foliacin es desordenada o inexistente. Las menciones
de Gaspar Hernndez son de entre 1593 y 1595.
28 En el til Libro de Bautismos de Santa Prisca, mencionado en la nota anterior,
se alude con frecuencia a cierta doa Leonor, ama de casa y seora de un grupo de
indios. Ser nuestra Leonor? Tal vez no. Es mucho ms probable que se trate de doa
Leonor de Ircio y de Mendoza: vase Edmundo OGorman, Catlogo de pobladores de
Nueva Espaa, Boletn del Archivo General de la Nacin, 13 (1942), pp. 637-638.
29 Schons, Apuntes, p. 13.
50 Rangel, Los estudios universitarios, pp. 4-5.

X.
28 ANTECEDENTES FAMILIARES

sas de la familia. El apellido Alarcn (al igual que el apellido Hernn


dez) se perpetu de alguna manera en Taxco: el primer Libro de Matri
monios (1645-1686) de la parroquia de Santa Prisca registra, con fecha
2 de marzo de 1650, el matrimonio de Juan de Alarcn, hijo legtimo de
Juan deAlarcn Cifuentes, con Sebastiana Guerrero, hija legtima de Agus
tn Guerrero.
Y, aunque Juan Ruiz de Alarcn haya nacido y se haya educado
en la ciudad de Mxico, en sus recuerdos de infancia y de primera moce
dad debe haber habido un rinconcito para las vistas y sonidos, la gen
te y la atmsfera de las Minas de Taxco, donde su to Gaspar conserva
ba propiedades. Hay que tener en cuenta que, salvo por el ambiente
geogrfico, el lugar no se pareca gran cosa al Taxco de hoy, invadido
de turistas, un Taxco cuya poca de esplendor, en la cual entra la cons
truccin de la deslumbrante iglesia de Santa Prisca, data del siglo xvm,
de los tiempos en que los hermanos Borda, inmensamente ricos, derra
maron dinero a manos llenas. (Un retrato de Alarcn, orgullosamen-
te exhibido en Santa Prisca junto con los de otros hijos lustres de Tax
co, data asimismo del siglo xvm, y no hay un solo experto que lo acepte
como autntico.)31
Taxco est a unos 170 kilmetros al sudoeste de la ciudad de Mxi
co, ms o menos a la mitad del muy transitado y difcil camino que iba
de la capital al puerto de Acapulco, y por el cual entraban en el virreina
to las mercaderas de Lima y de las Filipinas. Su clima es templado y
agradable a causa de su altura sobre el nivel del mar, pero est en el
lmite extremo de la altiplanicie central, la zona que desde los tiempos
precortesianos ha constituido el ncleo de la nacin mexicana. En tiem
pos de Alarcn, el centro ms cercano de sociedad urbana era, al norte,
a unos 115 kilmetros de distancia, la ciudad de Cuernavaca, sede ad
ministrativa del inmenso marquesado de Hernn Corts, virtualmente
independiente de la Corona. Un poco al sur de Taxco, en la ciudad in
dia de Iguala, la altura decrece abruptamente y, como es natural, la tem
peratura sube abruptamente tambin, y la vegetacin es otra. Los espa
oles residentes en la zona de las Minas de Taxco tienen que haberse
sentido a s mismos como gente de frontera, tenuemente ligada a la
civilizacin. De no haber sido por los ricos yacimientos de plata, pocos
espaoles se habran animado a vivir en una zona densamente poblada
por indios chontales y mexicas. Pero el brillo de la plata atrajo inexora
blemente a los hombres: a los mineros mismos y a los mercaderes cuya
clientela eran los mineros.
Las comunidades mineras estaban notablemente sujetas a fluctua
ciones radicales en cuanto a prosperidad aos de gran riqueza segui
dos por aos de gran decaimiento, y las pocas familias que amasaron
11 Toussaim, 'lasco, pp. 72-73.
ANTECEDENTES FAMILIARES 29
grandes fortunas a base de la plata casi siempre vieron esfumarse su es
plendor en una o dos generaciones. Sin embargo, la minera prometa
al menos compensaciones rpidas (lo mismo para el minero que para el
estado), y los mineros, en cuanto comunidad, gozaron durante muchos
aos de gran nmero de privilegios concedidos por la Corona. Interesa
da sta en la produccin del metal, los eximi de la crcel y los embargos
que hubieran sufrido a causa de sus deudas.12
Es posible trazar, aunque con las naturales limitaciones, un cuadro
de la poblacin y la estructura social de las Minas de Taxco hacia 1580-
1600. La designacin Minas de Taxco se aplicaba a tres campamen
tos mineros (donde los espaoles convivan con los indios), a saber: Te-
telcingo (probablemente el Taxco actual), Tenango (poblacin precorte-
siana, convertida en campamento minero) y Cantarranas (donde Gaspar
Hernndez tena su casa y hacienda). Se aplicaba tambin a diez pobla
ciones cien por ciento indias: Taxco el Viejo (cuyo nombre original era
Tlachco), Tlamagazapa, Atzala, Nochtpec, Pilcayan, Tetcpac, Coa-
tlan, Acuitlapan, Acamistlahuaca y Teulistaca. El alcalde mayor, prin
cipal representante del gobierno virreinal, resida en Tetelcingo, donde
estaba tambin la iglesia parroquial de la zona, dedicada a la Inmacula
da Concepcin, construccin humilde, con techo de tejamanil y una sola
modesta torre cuyas campanas fueron consagradas en 1583 por el arzo
bispo Pedro Moya de Contreras. (La dedicacin de la iglesia a Santa Pris
ca es mucho ms tarda.) Junto a la iglesia haba dos ermitas, la de la
Vera Cruz y la de San Sebastin. Llama la atencin el hecho de que,
a pesar del gran nmero de poblaciones indgenas que haba en la re
gin, ninguna orden monstica fund convento all durante la poca del
gran fervor misionero del siglo xvi. El clero regular hizo su primera apa
ricin apenas en 1592, cuando los frailes menores de San Francisco (de
la provincia de San Diego de la Nueva Espaa) fundaron en Taxco el
convento de San Bernardino de Sena, cuyo templo tard en edificarse,
pues fue consagrado apenas en 1627.33
Segn parece, Corts reclamaba ese territorio como parte de su en
comienda, pero en 1534, cuando ms tarde, todas las minas estaban en
poder de la Corona, como lo exiga el derecho espaol. Sin embargo,
los herederos de Corts conservaron intereses mineros en la zona, preci
samente en Cantarranas; en 1573 sus propiedades consistan en varias
casas, una iglesia pequea, maquinaria para moler y lavar el mineral
de plata, trece esclavos negros y once acmilas, todo ello administrado
por un tal Pedro Medinilla (ibid., p. 25). A fines del siglo xvi, varias
32 Bakewell, Silver Mining, pp. 201-202: miners were exempted by law from impri-
sonment for debt; or were any of their tools, slaves, or parts of their plant to be disirained
for debt. Only when they owed money to the Crown, were their exemptions waived
!3 Los datos de este prrafo proceden de Toussaint, Tasco.

\
30 ANTECEDENTES FAMILIARES

de las poblaciones indias del distrito seguan gobernadas an por enco


menderos: Acamistlahuaca perteneca a la encomienda de Alonso Prez
de Bocanegra; Nochtpec y Pilcayan a la de Francisco Ramrez Bravo;
Tetcpac al insaciable Luis de Velasco el Mozo.34
Entre 1589 (?) y 1600 (los aos del Io Libro de Bautismos, que
he examinado con bastante detenimiento) hay seis clrigos que firman
las actas bautismales, y dos de ellos, Garca Rodrguez y Diego de Soria,
figuran tambin como seores de indios y/o dueos de esclavos; es de
suponer que, paralelamente a sus funciones espirituales, se dedicaban
tambin un poco a actividades mineras y agrcolas.35En las actas bau
tismales figuran los nombres de unos treinta y dos terratenientes identi
ficados como dueos de esclavos y/o seores de cuadrillas de indios en
las Minas de Taxco. Luis de Castilla (cuyas minas parecen haber estado
en Tenango) es quien aparece con mayor frecuencia, lo cual no es de
sorprender, en vista de su legendaria riqueza; tambin son frecuentes
las menciones de Felipe de Palacios y de Diego Nez, y la de un doctor
Villanueva, probablemente hijo del viejo oidor Luis de Villanueva. Es
impresionante el nmero de apellidos de aspecto portugus, por ejemplo
Duarte, Diego y uo Mndez, Vicente Pereira y, posiblemente, los mu
chos Nez. (Recurdese que, en esos tiempos, portugus era para
muchos casi sinnimo de judo.)
Sin duda por haberse trasladado a la ciudad de Mxico en 1589, no
hay mencin de los mineros portugueses de Taxco de quienes habla el
clebre y trgico Luis de Carvajal el Mozo en un testimonio dado en
Mxico en ese ao de 1589 durante su proceso inquisitorial por judais
mo. Carvajal, que declaraba no haber sabido sino hasta edad adulta que
la mayor parte de los miembros de su familia eran criptojudos, testific
que l, su madre Francisca de Carvajal y muchos otros familiares, desi
lusionados por la dureza de la vida en la regin de Pnuco (Nuevo Len)
adonde haban sido llevados por su to, el gobernador Luis de Carvajal
el Viejo, se haban trasladado a la ciudad de Mxico y despus a Taxco,
donde encontraron acogida en las tierras mineras de Jorge de Almeida,
marido de la hermana de Luis, Leonor de Andrada. Otra hermana, Ca
talina, estaba casada con Antonio Daz de Cceres, minero de Tenango,
a una legua de Taxco (el viejo Tetelcingo). Todos ellos solan reunirse
en casa de Almeida para hablar, en tono de intensa expectacin, sobre
la venida inminente de Elias, encargado de preparar el camino para el

34 Gerhard, A Guide, p. 252. La grafa de los topnimos indgenas es la que pone


Toussaint; la de Gerhard vara ligeramente.
35 Frangois Chevalier, Laformacin de los latifundios en Mxico, trad. A. Alatorre, 2a.
ed., Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1976, pp. 317-318, observa que en las comu
nidades mineras sola haber clrigos que posean y administraban empresas, aunque fue
ran bereficiados, y aunque oficialmente la Iglesia reprobaba esa prctica.
ANTECEDENTES FAMILIARES 31
Mesas, y hablaban tambin del Mesas y de los bienes que con su ve
nida haban de tener. La fe de Luis el Mozo estaba fuertemente funda
da en su lectura del Viejo Testamento, sobre todo las profecas de Eze-
quiel e Isaas. Unos seis meses antes de esa declaracin, Almeida y todo
su clan se haban mudado de Taxco a la ciudad de Mxico, donde se
dice que vivan en una casa cerca del Colegio de las Nias.
Luis declar que slo durante cinco aos haba abrazado la ley de
Moiss, y que durante su encarcelamiento haba renunciado a su error
y regresado con firme conviccin al cristianismo. La Inquisicin, por lo
visto, encontr sincera esta confesin de Luis (la cosa era bien posible:
de hecho, un hermano suyo, Gaspar, era fraile en el convento dominico
de Mxico) y lo dej libre, con un castigo relativamente leve: el pago
de una fuerte multa y la obligacin de ensear latn a los muchachos in
dios del colegio de Santiago Tlatelolco. Pero en 1595, Luis y muchos de
sus familiares fueron encarcelados de nuevo y esta vez fueron quemados
en el gran auto que se celebr en la plaza, frente a la catedral de Mxico,
el 8 de diciembre de 1596.
Su cuado Jorge de Almeida, el minero de Taxco, haba huido a
Espaa en 1595, a raz del encarcelamiento de su esposa Leonor, de ma
nera que slo pudo ser quemado en efigie, aos despus, en el auto del
22 de marzo de 1609. Almeida no slo pecaba contra la ortodoxia reli
giosa, sino tambin, segn testimonio recogido en 1607, contra la Coro
na, a la cual defraudaba del quinto que todos los productores de plata
deban entregarle: el testimonio dice que l, Luis de Carvajal, Baltasar
Rodrguez y Cristbal Gmez posean en Taxco un sello falsificado con
el cual marcaban las barras de plata (el sello de las barras indicaba que
el quinto ya se haba pagado). El sello falso estaba en poder de Almeida,
tal como las sesiones judaizantes clandestinas se celebraban en su casa.36
Adems de los clrigos y los empresarios de minas y/o terratenientes
ya mencionados, haba en Taxco algunos funcionarios del gobierno y cier-

36 Vase Cyrus Adler, Trial ofJorge de Almeida by the Inquisition in Mxico,


Publications of theAmericanJewish Historical Society, 1896, nm. 4, pp. 29-79, en especial p.
53. Los procesos inquisitoriales contra la familia Carvajal son sin duda los documentos ms
famosos de la historia del Santo Oficio mexicano, a causa del nmero y prominencia de
los reos, y tambin a causa de la torturada conciencia religiosa visible en el testimonio del
gobernador Luis de Carvajal el Viejo catlico sincerolo mismo que en el de Luis de
Carvajal el Mozo, su sobrino predilecto, que pas del cristianismo al judaismo, y luego,
tal vez, de nuevo al cristianismo, para plantarse finalmente en el judaismo. Figura extra
a, atormentada, para quien la fe religiosa era el ncleo mismo de la vida, el joven Carva
jal, durante su primer encierro en la crcel de la Inquisicin, logr convertir al judaismo
a un compaero de celda. Mi resumen del caso se basa en Seymour B. Liebman, TheJews
in New Spain, University of Miami Press, Coral Gables, Fia., 1970, captulos 7 y 8, y en
Alfonso Toro, Losjudos de la Nueva Espaa, Archivo General de la Nacin, Mxico, 1932,
donde se reproduce ntegramente el proceso de Luis de Carvajal el Viejo, gobernador de
Pnuco.

102947
32 ANTECEDENTES FAMILIARES

to nmero de comerciantes, capataces, tenderos, carniceros, panaderos


yjornaleros sin indios ni esclavos, como Alonso de Almodvar y su mu
jer Mara Vanegas, identificados simplemente como vecinos de Tax
co en 1590, o como cierto Francisco Mndez que actu como testigo
en un bautizo en 1595, y de quien se dice que era portugus. Clrigos,
funcionarios del gobierno, empresarios de minas, terratenientes, comer
ciantes: tales eran los componentes de la pequea lite blanca de Taxco.
Figuran una y otra vez como padrinos en las actas bautismales, que re
gistran casi exclusivamente el bautizo de hijos de los desposedos: en al
gunos casos parece tratarse de hijos de esclavos, seguramente negros, pero
en general se trata ms bien de nios indios, hijos de padres sin apellido,
llamados Toms, Isabel, Mara, Luisa, etc., a secas, distinguidos slo
por la mencin de que pertenecen a la cuadrilla, a la casa o la ha
cienda de los Hernndez, los Castilla o los Palacios. En 1581, como
queda dicho, el alcalde mayor de Taxco contaba slo 117 mineros y mer
caderes europeos en esos recuentos nunca entran las mujeres ni los
menoresque residan efectivamente en la comunidad (es de suponer
que otros, como Luis de Castilla y el doctor Villanueva, tenan propie
dades pero no eran residentes). La poblacin indgena de la regin de
Taxco deba llegar por lo menos a 8,000 individuos (vase supra, p. 25
y nota 22).
As, pues, las visitas a Taxco que seguramente hizo Juan Ruiz de
Alarcn en su infancia y adolescencia le brindaban experiencias comple
tamente distintas de las de Mxico. La ms profunda sera tal vez una
sensacin de aislamiento, de alejamiento de la sociedad culta, entrevera
da con otra sensacin de valor positivo: la de sorpresa y curiosidad por
la tecnologa minera. Humboldt, a fines del siglo xvm, juzgaba poco
adelantadas las tcnicas mexicanas de minera e ingeniera, pero por
lo menos en el siglo xvi, en comparacin con las tcnicas de labranza
todava medievales que se usaban en las haciendas agrcolas, la minera
estaba en la vanguardia de la innovacin tcnica y del desarrollo indus
trial capitalista. Para un muchacho que vea cmo de las grises piedras
se extraa la reluciente plata mediante el complicado y difcil proceso de
la amalgama con azogue, el ingeniero de minas debe haber sido una
especie de mago, el heredero autntico de todo cuanto los alquimis
tas saban acerca de los secretos de la naturaleza. Pero la mina era tam
bin y as pudo haberla visto un nio impresionableuna sobrecoge-
dora imagen del propio infierno: un agujero profundo, negro bostezo de
la tierra, llamas embravecidas, rostros y brazos ennegrecidos, duras ta
reas e indios brutalizados realizando esas tareas, a menudo bajo el ltigo
de capataces negros.
Los indios mismos, presentes en nmero tan elevado en compara-
17 Bakcwell, Silver Mining, p. 134.
ANTECEDENTES FAMILIARES 33
cin con el puadito de seores blancos, no podan menos de atraer la
mirada de cualquier visitante. En la propia ciudad de Mxico, de cuan
do en cuando, los espaoles se sentan amenazados por la simple masa
de esas gentes conquistadas, tan difciles de entender, tan poco dispues
tas a la verdadera civilizacin y a la cristianizacin, tan aferradas a
su vieja religin idlatra. En el Taxco de fines del siglo xvi esos indios
eran figuras omnipresentes, siempre a la vista. Hacia 1629, Hernando,
hermano de Juan, que haba desarrollado muy en serio sus actividades
religiosas entre estos indios y era a la sazn cura prroco de Atenango
del Ro38(ya en tierra caliente, al sur de Taxco y un poco al norte de
Zumpango, teatro de las empresas mineras de su abuelo Hernando de
Cazalla), tena listo para la imprenta un Tratado de las supersticionesy cos
tumbres gentlicas que hoy viven entre los indios naturales de esta Nueva Espaa. "
Es una obra impresionantemente erudita y escrupulosa. Buen conoce
dor del nhuatl, Hernando haba recogido a lo largo de los aos un sin
nmero de oraciones y conjuros que los indios dirigan a demonios fami
liares dotados de poder sobre el fuego, las enfermedades, los peces, la
comida, las cosechas, el sueo, el sol y la naturaleza toda. En este Trata
do, que Coe y Whittaker llaman one of the most remarkable works ever
produced on the Indian peoples of central Mxico (p. xvii), no hay se
ales de horror ni de temor frente a esas prcticas, si bien, para irrita
cin de los etngrafos modernos, el autor las considera naturalmente cosa
del demonio. Pero lo que parece haberlo motivado a escribir es un senti
miento de autntica compasin por sus mal guiadas ovejas. En 1646, aos
despus de la muerte de Hernando, un visitador eclesistico de esa re
gin, Jacinto de la Serna, hizo un alto elogio de l: fue dijoun hom
bre noble, sabio y santo, muy dado a la oracin y a la contemplacin,
cariosamente recordado por los indios a causa de sus excelentes sermo-
iHEn 1541, la zona en que estn Zumpango del Ro y Atenango del Ro haba sido
dada en encomienda a Diego de Ordaz Villagmez, sobrino del conquistador Diego de Or
daz. Entre 1575 y 1582 ese sobrino fue sucedido por su hijo, llamado Antonio de Ordu
Villagmez (Dorantes de Carranza, Sumaria relacin, p. 171; Gerhard, A Cuide, p. 111).
i9 Publicado en tiempos modernos con ttulo ampliado: Tratado de las idolatras, su
persticiones, dioses, ritos, hechiceras y otras costumbres gentlicas de tas razas aborgenes de Mxico,
ed. Francisco del Paso y Troncoso, en los Anales del Museo Nacional [de Mxico], Ia poca,
t. 6 (1892), pp. 261-475. En los ltimos aos han aparecido dos traducciones al ingls de
esta obra, ambas profusamente anotadas: AztecSorcerers inSeventeenth CenturyMxico-, The Treatise
onSuperstitions by Hernando Ruiz deAlarcn, trad. y ed. de Michael D. Coe y Gordon Whitta
ker, Albany, N. Y., 1982 (Publications of SUNY Albany Institute for Mesoamerican Stu-
dies, No. 7), y Treatise on the Healhen Superstitions That Today Lioe among the Indians Natin
to This NewSpain, 1629, trad. y ed. de Richard Andrews y Ross Hassig, University of Ok-
lahoma Press, Norman, Okla., 1984. Resulta, as, que el antes oscuro Hernando Rui/
de Alarcn es ahora mejor conocido para muchos lectores de habla inglesa que su hermano
el dramaturgo, extrao fenmeno debido, segn Coe y Whittaker (p. 34), to the extensl-
ve treatment ofhallucinogenic plants by Ruiz de Alarcn that has drawn the attention of the
scholarly world to his Treatise, and saved it from total neglect.
34 ANTECEDENTES FAMILIARES

nes en nhuatl, y a causa tambin de los versos que compuso en esa len
gua para instruirlos acerca de la Virgen Mara (citado por Coe y Whit-
taker, p. 16). El Tratado de Hernando le revela eficazmente al lector de
hoy lo que fue ese mundo vasto y complejo, extrao, impenetrable, tan
lejano de lo occidental europeo, en que vino a insertarse la exigua colo
nia espaola de la regin de Taxco-Iguala.
El joven Juan Ruiz de Alarcn acab por dejar a sus espaldas, para
siempre, los dos mundos mgicos representados en Taxco el del mine
ro espaol y el del hechicero indgena, pero sus recuerdos de uno y
otro pueden ayudar a explicar su duradera fascinacin por la magia y
los hechiceros sabios, visible en comedias como La cueva de Salamanca, La
prueba de las promesas, La manganilla de Melilla y El Anticristo.
Qu otra cosa haba especialmente visible en Taxco (aunque, des
de luego, tambin la haba en la ciudad de Mxico)? La codicia, la ava
ricia, los embustes, el fraude, la inmoralidad y amoralidad que brotan
en los centros mineros de comunidades fronterizas, todo eso debe ha
ber abundado en Taxco. Seguramente no eraJorge de Almeida el nico
que engaaba a los recaudadores de impuestos con el sello falso de sus
barras de plata. El amancebamiento era una forma normal de vida (re
cordemos el caso de Hernando de Cazalla, abuelo deJuan, en el pueblo
minero de Zumpango del Ro). Se aseguraba, por ejemplo, que Jorge
de Almeida, adems de sus otras desviaciones de lo legal y de lo religio
so, gozaba simultneamente de dos esposas, la ya mencionada Leo
nor de Andrada y la hermana de Leonor, Mariana.40Ms hondamente
perturbadoras deben haber sido las revelaciones sobre la amplia clu
la judaizante que durante unos cinco aos estuvo activa en Taxco, en
casa de Jorge de Almeida. Abundaban en la Nueva Espaa los cristia
nos de casta de conversos. Pero el haber conocido bien, como era natu
ral en una comunidad tan peqea, a un grupo de verdaderos judos con
vencidos de que el Mesas llegara de un momento a otro en medio de
levantamientos y fermentos sociales, eso no era tan comn y corriente.
El recuerdo de este grupo y de su ferviente mesianismo tiene que ver
casi seguramente con la extraa, ambiciosa y fallida comedia El Anticris
to, cuyo argumento es la venida del Anticristo (proclamado Mesas por
el falso profeta Elias), la rpida conversin de muchos a su causa gracias
a sus promesas de riqueza, bienestar y desenfreno sexual, y la especta
cular victoria final contra las fuerzas malignas por obra de los mrtires
cristianos y del ngel vengador de Dios.
En 1588 se haba publicado un Tratado deljuiciofinal, obra del domi
nico fray Nicols Daz, que Alarcn menciona en el cuerpo mismo de
su comedia (y hasta cita muy fielmente un pasaje). Otra obra ms famo
sa, escrita en latn, el De Antichristo de fray Toms Maluenda, dominico
40 Adler, Trial of Jorge de Almeida, pp. 53-54.
ANTECEDENTES FAMILIARES 35
tambin, haba aparecido en Roma en 1604; Alarcn no la menciona,
pero debe haberla conocido. Estos libros estaban al alcance de todos
los dramaturgos de la generacin de Lope. Si slo Alarcn ejercit la mano
en esta especie de epopeya miltoniana, es razonable suponer que su
experiencia personal de las creencias mesinicas haca este tema espe
cialmente atractivo para l. Jacques Lafaye ha visto en el mesianismo
uno de los elementos significativos y constantes de la conciencia espiri
tual de la Nueva Espaa (el caso de Almeida no es sino el ejemplo ms
famoso del fenmeno), y concluye que, dadas las circunstancias sociales
e histricas peculiares del virreinato, la espera mesinica y una con
cepcin apocalptica de la historia fueron el denominador comn de
las heterogneas religiones de la colonia catolicismo, judaismo, poli
tesmo mexicano, animismo africano, aadiendo que las comunida
des indgenas en el mundo real [c], los conventos en la sociedad criolla,
el medio de los esclavos y de las castas en las ciudades [o sean las distintas
clases de mestizos], parecan haber sido los focos de aparicin de creen
cias sincrticas especficamente mexicanas, y de prcticas mgicas.4'
Taxco desplegaba un amplio abanico de creencias y fanatismos reli
giosos: haba los catlicos ortodoxos, los judos que fingan ser cristia
nos, los indios bautizados pero an aferrados a sus antiguos ritos, todos
empeados, querindolo o no, en una febril bsqueda de la riqueza me
diante la extraccin de la plata. La pequea comunidad europea de las
Minas de Taxco indudablemente sufra severas tensiones sociales que no
se registran en las pginas de los informes enviados a la Corona. Es na
tural que un padre cuerdo prefiriera criar a sus hijos en la ciudad de M
xico, que fue en efecto donde Juan pas la mayor parte de sus primeros
veinte aos de vida.

41 Jacques Lafaye, Quetzalcatly Guadalupe: Laformacin de la conciencia nacional en M-


xico, trad. I. Vitalc, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1977, p. 69. El mesianismo,
como bien lo sabe Lafaye, ha sido visto muchas veces como un aspecto importante de la
cultura espaola peninsular. El mismo nos recuerda que, si bien sus manifestaciones son
particularmente intensas en la Nueva Espaa, el fervor mcsinico est evidentemente to
mado de un cristianismo hispano-portugus saturado de judaismo a lo largo de los siglos
(p. 412).
El Anticristode Alarcn ha recibido considerable atencin crtica. Vase, por ejemplo,
Joaqun Casalduero, El gracioso de El Anticristo", en sus Estudios sobreel teatroespaol, Grcdos,
Madrid, 1962, pp. 131-144, y Alice M. Pollin, The Religious Motive in the Plays ofJuan
Ruiz de Alarcn, Hispanic Review, 29 (1961), 33-44.
II. EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

A. Ambiente fsico y poblacin


Juan Ruiz de Alarcn vivi en la capital de la Nueva Espaa desde su
nacimiento en 1580/1581 hasta la primavera de 1600, cuando se embar
c a Espaa, y despus durante otros cinco aos, entre 1608 y 1613. Es
tos aos estuvieron marcados, en conjunto, por el auge de la prosperi
dad y del optimismo y, especialmente en los inicios del nuevo siglo, por
el ritmo creciente de la construccin: se edificaron conventos, iglesias,
hospitales, casas particulares. La vieja capital azteca se converta en una
ciudad colonial espaola, orgullosa y de grato aspecto. Poco es lo que
hoy subsiste de los aos mexicanos de Alarcn: el templo de Jess Ma
ra, partes del colegio jesutico de San Pedro y San Pablo (hoy Escuela
Nacional Preparatoria), una portada aqu, unas columnas de claustro
ms all. Desastrosas inundaciones (la peor, tal vez, en 1629; en 1634
el agua no haba bajado del todo a su nivel normal, y miles de personas
abandonaron la ciudad); tumultos y trastornos civiles en cada siglo (uno
de los ms destructores fue el de 1692, cuando los amotinados incendia
ron muchas de las estructuras de la Plaza Mayor, llamada hoy el Zca
lo); terremotos; la consistencia esponjosa del subsuelo, que condenaba
a muchos edificios a hundirse alarmantemente bajo el nivel del suelo;
el consabido afn humano de derribar lo viejo y construir otra vez en
el estilo ms nuevo: todo esto contribuy a borrar el pasado casi tan ra
dicalmente como el ejrcito de Hernn Corts haba destruido a Tenoch-
titlan.
Para reconstruir en nuestra mente algo de la manera como las cosas
se le mostraban al joven Juan, necesitamos depender de la palabra escri
ta descripciones contemporneas hechas por naturales y por visitantes
y de uno que otro mapa, sobre todo el que dibujJuan Gmez de Tras
monte en 1628, quince aos despus del segundo y definitivo viaje de
Alarcn a Espaa. Este mapa, muy reproducido, presenta en perspecti
va la topografa y los edificios de la ciudad espaola de Mxico y de su
ciudad hermana Santiago Tlatelolco, donde vivan los indios.1
1 El mapa de Trasmonte, acompaado de un amplio estudio e interpretacin, pue
de verse en Manuel Toussaint, Federico Gmez de Orozco y Justino Fernndez, Planos

[37]
38 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

Todos los viajeros se hacen lenguas de la belleza de Mxico. Ponce


dice en 1585 que es la ciudad ms noble y poblada de las Indias espao
las. Situada en un valle frtil y placentero, junto al inmenso lago de Tex-
coco, la ciudad espaola ostentaba casas excelentes y calles largas y an
chas, uniformes en tamao y en aspecto; era notable por la apostura de
sus habitantes de uno y otro sexo, asi como por el bro y gallarda de
sus caballos,
y stas son las cuatro cosas que en aquella ciudad se alaban: calles, casas,
caballos y criaturas. La gente espaola de Mxico es muy cortesana, bien
hablada y no menos tratada. Hay muchos caballeros, hidalgos y gente prin
cipal, as de los venidos de Espaa como de los nacidos ac. Hay gruesos
mercaderes y tratantes y oficiales de toda suerte, y entre stos hay muchos
ricos, pero tampoco faltan los pobres, antes cada da se aumentan, y todos
guardan el dinero.2
Los grandes derroches observados por tantos comentaristas en el si
glo xvii, uno de ellos Gage (pp. 67-71) en 1625, no haban comenzado
an. En comparacin con Europa, las casas y el mobiliario eran modes
tos; la riqueza visible consista casi exclusivamente en vajillas de plata

dela ciudaddeMxico, U.N.A.M., Mxico, 1938, fig. 26 y pp. 175-192. Me referir princi
palmente a los siguientes relatos de viajeros:
a) Ponce: Relacin brevey verdadera de algunas cosas que sucedieron al padrefray Alonso
Ponce en las provincias de la Nueva Espaa... escrita por dos religiosos, tomo 57 (en 2 vols.) de
la ColeccindeDocumentos Inditos para laHistoria deEspaa, Imprenta de la Viuda de Calero,
Madrid, 1872-1873. Es un relato de los viajes que en 1584-1588 hizo el padre Ponce, comi
sario general de la orden de San Francisco, por todas las regiones en que haba conventos
franciscanos. Los dos religiosos que lo escribieron eran tambin franciscanos.
b) Carletti: Francesco Carletti, Razonamientos demi viajealrededordel mundo, ed., trad.
y notas de Francisca Perujo, U.N.A.M., Mxico, 1976. Carletti, italiano, era un comer
ciante viajero. La parte novohispana de su viaje cubre los aos 1595 y 1596.
c) Vzquez: Antonio Vzquez de Espinosa, Compendioy descripcin delas Indias occi
dentales, ed. B. Velasco Bayn, t. 251 de la Biblioteca de Autores Espaoles, Atlas, Ma
drid, 1969. Vzquez era un fraile carmelita. Describe el Mxico de 1612.
d) Gage: Thomas Gage, Travels in the New World, ed. J. Eric S. Thompson, Uni-
versity of Oklahoma Press, Norman, Oda., 1958. El autor era un dominico ingls. Des
cribe sobre todo el Mxico de 1625.
Uno de los estudios ms ilustrativos acerca de la ciudad en los siglos XVI y xvil es
el publicado en 1891 por Luis Gonzlez Obregn: Mxico viejo(pocacolonial), 9a ed., Edito
rial Patria, 1966. Otros estudios tiles, y naturalmente ms al da, son el de Francisco de
la Maza, La ciudaddeMxico en el sigloXVII, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1968,
y el de Arturo Sotomayor, De lafamosa Mxico el asiento, Fondo de Cultura Econmica,
Mxico, 1967.
2 Ponce, t. 1, pp. 174-175. Esta descripcin parece inspirada en parte en los versos
con que Juan de la Cueva haba descrito a la ciudad: Seis cosas excelentes en belleza /
hallo, escritas con C, que son notables I ... I casas, calles, caballos admirables, / carnes,
cabellos ycriaturas bellas (Poetas novohispanos, ed. A. Mndez Planearte, U.N.A.M., M
xico, 1942-1945, t. 1, pp. 13-14).
AMBIENTE FSICO Y POBLACIN 39
y en lujosas sillas de montar.3Alarcn se cri en un medio relativamente
sobrio y austero. Ponce observa, muy satisfecho, la gran devocin y la
estricta observancia que reinan en los conventos de monjas, particular
mente el de la orden de Santa Clara, que en 1586, como otras rdenes
religiosas, estaba construyendo su nuevo convento, para el cual l haba
trado un hueso de la pierna de una de las Once Mil Vrgenes (obsequio
que sin duda fue muy apreciado, aunque no fuera de las reliquias ms
raras). Cuarenta aos despus, sin embargo, el malhumorado Gage (p.
44) se mostraba escandalizado por el lujo y la laxitud de la observancia
monstica en los conventos masculinos y femeninos.
A fines del siglo xvi las grandes casas particulares comenzaban a
perder el aspecto de construcciones fortificadas con almenas y atalayas;
algunas ostentaban ya graciosas fachadas platerescas. En un dibujo de
la Plaza Mayor hecho en 1596 (Toussaint et al., Planos, fig. 2) se ve la
casa de Guerrero, uno de los vecinos principales, con sus dos elegantes
torres, su escudo tallado y una amplia ventana decorativa. Pero todava
en 1628, como se ve en el mapa de Trasmonte, las casas eran bajas, de
no ms de dos pisos, hechas as para soportar los terremotos (Ponce men
ciona temblores de bastante fuerza en 1588: t. 2, p. 516). Para ojos euro
peos, el rasgo ms sobresaliente de las grandes casas y construcciones
religiosas era su color, el rojo vivo de los muros hechos de la piedra vol
cnica llamada tezontle, contrastado con la cantera blanca o chilu-
ca que se usaba para enmarcar puertas y ventanas. Vzquez escribe
que son todas las casas [se refiere slo, evidentemente, a las de los ri
cos] de muy buena fbrica, labradas de una piedra finsima colorada y
peregrina en el mundo..., la cual es muy dcil de labrar, y tan liviana,
que una losa grande o pe[que]a nada sobre el agua sin hundirse (p.
109b). Ya Carletti haba admirado antes la iglesia nueva de losjesutas,
hecha con cierta piedra esponjosa de color rojo y muy ligera (p. 69).
El interior de los conventos e iglesias deslumbraba con el brillo de
los artesonados y retablos. Vzquez, en 1612, menciona especialmente
las esplndidas iglesias de San Agustn, hecha toda un racimo de oro
(p. 110a), y de Santo Domingo, un ascua de oro, si bien aade que
los cimientos de sta se han hundido unos cinco pies (p. 110b). Ya en
1595 haba dicho Carletti que esta iglesia de Santo Domingo, y las de
San Agustn y San Francisco, se haban hundido casi la altura de un
hombre. Escarmentando en cabeza ajena, los jesuitas encontraron el
modo de cimentar la suya sobre maderos clavados en el agua del lago,
tcnica cuya eficacia se haba descubierto poco antes (p. 69). En tiempos
de Alarcn, como se ve en el mapa de Trasmonte, los techos de las igle
sias eran puntiagudos y estaban adornados con torres; las bvedas altas
de media naranja no comenzaron a aparecer hasta mediado el siglo xvn.
3 Chevalier, Laformacin, p. 189.
40 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

Esta ciudad europea mostraba todava a los asombrados viaje


ros, y a los habitantes como Alarcn, los restos visibles de una civiliza
cin extica. Carletti vio en la Plaza Mayor una mesa de una piedra
grande y gruesa, trabajada en forma redonda, con varias figuras de me
dio relieve esculpidas dentro, con un canalillo en medio de ella, por el
cual dicen que corra la sangre de aquellos hombres que se sacrificaban
sobre ella, y aade que las reliquias de los dolos se ven todava por
la ciudad fijadas en la pared en las esquinas de las casas hechas por los
espaoles, puestas all como triunfo de sus fundaciones (p. 69). Sin em
bargo, la reaccin de horror y temor estaba siendo sustituida poco a poco
por juicios ms positivos acerca de la cultura de los naturales. Algunos
ciudadanos cuerdos, como Fernando de Alva Ixtlilxchitl (1568-1648),
reunieron una buena cantidad de testimonios del pasado prehispnico,
y el cosmgrafo Henrico Martnez, lleno de admiracin por el saber as
tronmico de los indios, se ufanaba en 1606 de poseer un precioso calen
dario azteca, de piedra redonda, con pinturas.4 Un viaje de menos de
unajornada poda llevar a los visitantes a contemplar lo que en otro tiem
po fueron las pirmides del Sol y de la Luna en Teotihuacan; ahora, dice
Ponce (t. 1, p. 216), no hay otra cosa ms de los dos cerros, uno mayor
que otro, y alrededor de ellos parecen muchos cimientos y casas derriba
das y vestigios y seales de otras, en que se ve que hubo all antiguamen
te gran poblacin.
El recuerdo de tales espectculos tiene que haber inspirado una fuerte
y original imagen puesta en boca de donjun, protagonista de la come
dia alarconiana La industria y la suerte. Pensando que su adorada doa
Blanca se ha rendido al asedio de su rival, donjun exclama enfurecido:
Dnde est la honestidad
que yo veneraba tanto,
la fingida compostura
y el liipcrito recato?
Los dolos que ador
por tierra estn derribados,
la ciudad de mis tesoros
miro en poder de un tirano. '

4 Sobre Ixtlilxchitl, vase Irving A. Leonard, La poca barroca en el Mxico colonial,


trad. A. Escurdia, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1976, pp. 121-122; sobre el ca
lendario de piedra, el libro de Henrico Martnez, Reportorio de los tiempos e historia natural
desta Nueva Espaa, ed. Francisco de la Maza, Secretara de Educacin Pblica, Mxico,
1948, p. 195.
J Obras completas deJuan Ruiz deAlarcn, ed. Agustn Millares Cario, 3 tomos, Fondo
de Cultura Econmica, Mxico, 1957, 1959 y 1968. La cita procede del t. 1, p. 194 (acto
III, escena 16). Yo he puesto en cursiva los ltimos cuatro versos. (Esta edicin se citar
en adelante con la simple sigla OC.)
i-
AMBIENTE FSICO Y POBLACIN 41
Aunque nunca escribi y sin duda nunca se propuso escribir
la terrible epopeya de la destruccin de Tenochtitlan, una imagen como
sa, tan enrgica, tan por encima de la expresin convencional del furor
de un amante, atestigua la sensibilidad de Alarcn en cuanto a ese hito
de la historia occidental. Cabe aadir que pasajes tan reveladores de su
excepcional pasado mexicano son raros en su obra.
El aspecto ms extraordinario de la ciudad era la omnipresencia del
agua. Tenochtitlan, como casi todos saben, se construy en un islote que
haba en el gran lago de Texcoco, y estaba conectada con las orillas ms
cercanas por medio de calzadas. Con el paso del tiempo fue creciendo
la superficie de la isla y decreciendo la del lago (del cual quedan hoy po
cos vestigios), pero el mapa de Trasmonte lo muestra todava extendin
dose hasta perderse de vista por el lado de oriente. En 1625 Gage calcu
laba que el lago cubra una superficie de 100 millas. Sus aguas
chapoteaban contra un albarradn o dique comenzado por los azte
cas y extendido por los espaoles como precaucin a menudo ineficaz,
desgraciadamente contra las inundaciones. Esta Venecia del Nuevo
Mundo estaba surcada por gran nmero de canales, sobre los cuales ha
ba puentes de madera o de piedra. Los canales llevaban agua por toda
la ciudad y la descargaban a travs de esclusas abiertas en el dique; uno
de ellos atravesaba la Plaza Mayor en tiempos de Alarcn. El agua pota
ble, procedente de las montaas circunvecinas, entraba en la ciudad por
dos grandes acueductos. Las calzadas aztecas tendidas sobre el lago o
sobre terreno pantanoso seguan todava en funciones. En 1625 dice Gage
que entr en Mxico desde el sur, tal como lo hizo Corts en su primera
entrada, por los ocho kilmetros de la calzada de Iztapalapa que atrave
saba el lago. En las orillas del lago, en torno a la ciudad, cont hasta
treinta caseros de indios, aunque ninguno con ms de quinientos habi
tantes.
Carletti, seglar y mercader, observador quiz ms objetivo y cierta
mente mejor dispuesto que cualquiera de los dems viajeros, encontr
templado y fresco el clima de la ciudad, precisamente a causa de la cer
cana del agua, que poda encontrarse con slo cavar la longitud de dos
brazos. Es verdad que haba problemas a la hora de enterrar un muerto,
pues haba que vaciar el agua de la fosa antes de depositar el cadver.
El lago y los canales ofrecan cmodas rutas para el abastecimiento
de la ciudad. Cada da, segn Vzquez, entraban ms de mil canoas car
gadas de bastimentos de pan, carne, pescado, caza, lea y el abundante
zacate que creca en el lago y serva de forraje para los excelentes caba
llos que todos los viajeros ponderaban (p. 109b).
Sin embargo, el lago y los canales no siempre resultaban benficos
y hermosos. Durante la temporada seca el lago ola mal (Ponce, t. 1,
p. 176), lo mismo que los canales, en los cuales echaban su basura los
vecinos. Ycuando haba lluvias fuertes, los canales se atascaban, de ma-
102947
42 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

era que fue hacindose cada vez peor la amenaza de las inundaciones.
El virrey Luis de Velasco el Mozo quiso remediar el problema mandan
do perforar en una de las montaas un canal de desage. Por varias ra
zones, esta solucin tan cuerda en apariencia no logr su propsito, y
el problema del drenaje sigui siendo un costoso dolor de cabeza para
el rgimen colonial y para los gobiernos posteriores a la Independencia.
As, pues, el agua era la gloria y la maldicin de la ciudad de Mxi
co, y Alarcn llama la atencin de su pblico espaol sobre esa paradoja
en un pasaje famoso de El semejante a s mismo, donde en sesenta y tres
versos describe con gran concisin y claridad la situacin de Mxico (la
celebrada / cabeza del indio mundo / que se nombra Nueva Espaa),6
la inundacin de 1605, y los hercleos trabajos que se llevaron a cabo
para abrir las tres leguas del canal de desage bajo la supervisin del
virrey Velasco. Es sumamente probable que Alarcn haya visitado el pun
to en que terminaba el canal: regres a Mxico el 19 de agosto de 1608,
casi exactamente un mes antes de que el agua comenzara a correr por
la galera subterrnea.7En todo caso, esos versos de Alarcn muestran
su amor a la tierra nativa y el orgullo por una hazaa de ingeniera (ma
yor maravilla que las siete de la antigedad, segn l) realizada por sus
compatriotas y por ese seor Luis de Velasco que muchos aos atrs ha
ba asistido a la boda de sus padres.
El Mxico de que vengo hablando es, por supuesto, la ciudad pla
neada como residencia para los espaoles (no para los indios) por Her
nn Corts, el cual, poco despus de consumada la conquista, le orden
a Alonso Garca Bravo reconocer y trazar una zona estrictamente sea
lada dentro de la ciudad vieja. Garca Bravo dibuj el plano de la futura
ciudad con el patrn cuadricular caracterstico de todas las ciudades es
paolas del Nuevo Mundo: calles rectas y amplias que salan del gran
cuadrado en que estaban dos de las antiguas residencias de Moctezuma
y la iglesia cristiana a medio erigir sobre la derruida pirmide del dios
Huitzilopochtli. A partir de ese cuadrado central, que pas a llamarse
Plaza Mayor, la ciudad se extendi unas seis cuadras en cada una de
las cuatro direcciones. Los lmites del plano de Garca Bravo son actual
mente las calles de Per y Apartado al norte; Leona Vicario, Santsima
y Roldn al este; San Pablo, San Jernimo y Plaza de las Vizcanas al
sur; y SanJuan de Letrn, Juan Ruiz de Alarcn (una cuadra pequea)
y Aquiles Serdn al oeste.8Los indios vivan fuera de estos lmites, en
cabaas construidas aqu y all, o bien en la muy cercana poblacin de
6 OC, t. 1, p. 298 (acto I, escena 1).
7 Antonio Castro Leal, Juan Ruiz de Alarcn: Su viday su obra, Cuadernos America
nos, Mxico, 1943, p. 30.
HSotomayor, ilDe lafamosa... , p. 11. (Entre tanto, las tres ltimas calles que Soto-
mayor menciona han sustituido sus nombres por uno solo: Avenida Lzaro Crdenas -
Eje Central.)
AMBIENTE FSICO Y POBLACIN 43
Santiago Tlatelolco. El mapa de Trasmonte hace ver que en 1628 la ciu
dad espaola se haba extendido muy poco ms all de los lmites origi
nales. Durante su primer perodo (1590-1595), el virrey Velasco el Mozo
empuj la ciudad hacia el oeste al apartar varias cuadras de terreno para
el parque pblico conocido como la Alameda; y varias iglesias im
portantes, sobre todo San Diego, la Vera Cruz y San Hiplito (el santo
patrono de la ciudad) se salen ya del lmite occidental del plano de Gar
ca Bravo. La ciudad se estaba extendiendo poco a poco en direccin del
boscoso cerro de Chapultepec, donde Moctezuma tuvo una casa de so
laz. Los espaoles siguieron su ejemplo. En el libro de Ponce, Chapulte
pec es un lugar ameno, coronado por la iglesia de San Miguel, y con
bosques abundantes en conejos (t. 1, p. 58). La ciudad propiamente di
cha tena, segn Vzquez, dos leguas de circunferencia (p. 109b), o sea
unos nueve kilmetros y medio, distancia fcil de recorrer durante un
paseo vespertino.
Si los lmites fsicos son fciles de determinar, un recuento exacto
de la poblacin que dentro de ellos viva es imposible. Ponce habla en
1585 de ms de 3,000 vecinos espaoles y de innumerables indios (t. 1,
p. 168). Pero vecino significa jefe de familia (generalmente un va
rn), de modo que hay que multiplicar la cifra al menos por tres algunos
demgrafos prefieren multiplicar por seis para llegar al total, o sea,
en este caso, unos 9,000 espaoles, entre criollos y peninsulares. No hay
duda de que la poblacin aument rpidamente en aos posteriores. Gra
cias a la anexin de Portugal a Espaa en 1580, de pronto pudieron los
portugueses pasar a las posesiones espaolas de Indias, y as lo hicieron
en gran cantidad. Como los portugueses eran a la sazn los mercaderes
de esclavos por excelencia, fue tambin en esta poca cuando entr en
las colonias espaolas de Amrica el mayor nmero de negros. Sin duda
Vzquez exagera en 1612 al contar 15,000 vecinos espaoles (criollos
y peninsulares) en la ciudad de Mxico; si multiplicamos por tres esta
cifra, resultara que los 9,000 de Ponce se haban hecho 45,000 en slo
veintisiete aos. Vzquez cuenta, adems, 50,000 negros y mulatos
(pp. 109b-l 10a) y un gran nmero indeterminado de indios, algunos se
guramente esclavos capturados en las guerras contra los chichimecas, en
la parte septentrional de la Nueva Espaa. Maza {La ciudad de Mxico,
p. 20) concluye que en 1689 los habitantes de la ciudad llegaban tal vez
a 50,000.
Frente a estas titubeantes estadsticas, lo nico que puede concluir
se es que durante los primeros aos de Alarcn la poblacin espaola
era relativamente exigua, que prcticamente todos los vecinos notables
deben haberse conocido ms o menos entre s, y que noticias y rumo
res correran rpidamente de extremo a extremo de la ciudad. Orozco
y Berra tena razones para decir que el Mxico de mediados del siglo
xvi no era sino una vasta casa de vecindad cuyos inquilinos se conocan
44 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

unos a otros, saban las tachas y flaquezas de cada uno, y rean unos
con otros por razones balades.9Pero en 1600, cuando Alarcn se fue
a Espaa, y ms an en 1608, cuando regres de all tras una ausencia
de ocho aos, parece que la casa de vecindad se haba convertido en una
ciudad hecha y derecha. Y, como lo sealan todos los comentaristas, desde
el punto de vista racial o tnico era seguramente una de las ms variadas
que el mundo haba visto:10europeos blancos (por una parte espaoles
y portugueses peninsulares, por otra parte criollos), indios puros, negros
puros, mestizos y mulatos, y no pocos asiticos orientales venidos de las
Filipinas, de China y aun del Japn, lo cual se explica por el hecho de
que fue fundamentalmente la Nueva Espaa la que llev a cabo la con
quista de las islas Filipinas, y a travs de la cual pasaba todo el trfico
comercial entre Oriente y Occidente. Variados eran asimismo los credos
religiosos, pese al catolicismo oficial y obligatorio: catlicos, algunos mu
sulmanes, judos sinceramente convertidos a la fe catlica, criptojudos,
algunos budistas o confucianos, y las masas de indios, algunos realmen
te evangelizados, otros a medio camino, practicando un sincretismo
catlico-pagano, y otros no tocados por la nueva fe y ofreciendo an sa
crificios a los dioses de Tenochtitlan. Era un mundo ms lleno de enre
dos, disfraces y cambios de identidad que el que pueda encontrarse en
el ms complicado argumento de comedia.

B. Gobierno y estructura social


Hacia 1580 la Nueva Espaa era ya una sociedad ordenada y relativa
mente tranquila, gracias en buena parte a la notable diligencia y a los
talentos de una serie de virreyes excepcionales: Antonio de Mendoza
(1535-1549), Luis de Velasco el Viejo (1550-1564) y Martn Enrquez
de Almansa (1568-1580), sobre todo los dos primeros. Tan estable y tran
quila se muestra, que muchos historiadores actuales olvidan el peligroso
y agitado medio siglo que sigui inmediatamente a la conquista. Entre
1521 y 1570 la Corona espaola lleg a temer no pocas veces, y con ra
zn, que las rebeliones de indios y de esclavos, y tambin las tendencias
separatistas de la poblacin criolla, acabaran con su soberana en los vastos
territorios del Nuevo Mundo. La ms seria de las rebeliones indgenas
ocurri en 1541 en la regin de Guadalajara; qued aplastada, pero con
mucha dificultad, y slo cuando el virrey Mendoza asumi personalmente
el mando de las fuerzas espaolas, muy inferiores en nmero.

3 Manuel Orozco y Berra, Noticia histrica de la conjuracin del Marqus del Valle: Aos
de 1565-1568, Tipografa de R. Rafael, Mxico, 1853, p. 30.
10 VaseJ. I. Israel, Race, Class andPolitics in Colonial Mxico, 1610-1670, Oxford Uni-
versity Press, London, 1975, p. 22.
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 45
En 1543 se promulgaron las Leyes Nuevas, en las cuales se decreta
ba que las encomiendas de indios otorgadas a los conquistadores queda
ran suprimidas a la muerte de los beneficiarios originales. Estas disposi
ciones nunca se obedecieron rigurosamente, pues no hubiera sido posible,
y se lleg a un acuerdo en virtud del cual la concesin de la encomienda
seguira siendo vlida hasta la tercera generacin. Pero, de todos mo
dos, los conquistadores se mostraron muy ofendidos, y protestaron amar
gamente por una medida que para ellos significaba ingratitud de la Co
rona, dados sus incomparables servicios, y tambin, en un nivel ms
material, porque vean que no les era posible sobrevivir sin el trabajo
forzado de los indios. Si Hernn Corts hubiera prestado odos en esos
aos a las quejas de los conquistadores del montn, fcil le hubiera sido
romper los lazos de la Nueva Espaa con la metrpoli; y esto lo saba
bien la Corona. Es difcil exagerar el enorme prestigio de que gozaba
el Marqus del Valle entre los criollos, y la veneracin que le tenan los
indios, para los cuales era l, y no Carlos V, el verdadero Quetzalcatl;
y, mientras los descendientes de Corts permanecieran en la Nueva Es
paa, seguiran conservando en gran medida esa aura esplndida, por
indignos que fueran de ella.
As las cosas, cuando en 1566 se conoci en Mxico una real cdula
que de nuevo decretaba la no hereditariedad de las encomiendas, hubo
una autntica conspiracin acaudillada por los hermanos Alonso y Gil
Gonzlez de Avila, sobrinos del conquistador Alonso de Avila, con el
propsito de suprimir el gobierno espaol y proclamar a Martn Corts,
hijo del conquistador, rey de una Nueva Espaa independiente. Los cons
piradores proyectaban dar muerte a los miembros de la Real Audiencia,
lo mismo que a Luis de Velasco el Mozo y a Francisco de Velasco, res
pectivamente hijo y medio hermano de Velasco el Viejo, fallecido en 1564.
Martn Corts (que slo haba vivido en la Nueva Espaa durante diez
de sus treinta y tres aos de edad) posea rentas enormes, tena unos
23,000 indios en encomienda, y ciertamente prefera el lujo y desenfre
no de su vida a los rigores de la guerra y la revolucin; parece, pues,
que vacil en sumarse a la rebelin destinada a estallar en su nombre.
La conspiracin fue denunciada a la Real Audiencia, y los cabecillas fue
ron encarcelados el 16 de julio de 1566. Tras un rpido proceso, los her
manos Avila fueron decapitados (el 3 de agosto), y Martn Corts acab
por ser despachado a la pennsula. Nunca se han averiguado a fondo los
detalles de esta conspiracin, pero es claro que la Corona la vio como
asunto sumamente serio, y de ah en adelante extrem las medidas ten
dientes a cuidar que no se metieran manos criollas en la esfera del po
der."
1' Vase, sobre esta conspiracin, Vicente Riva Palacio, Mxico a travs de los siglos,
Ballesc y Ca., Mxico, s. a., t. 2, cap. 36; Orozco y Berra, Noticia histrica; Juan Surez
46 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

El recelo de la Corona se extenda a sus propios representantes, o


sea a los virreyes. Como stos gozaban de gran poder, era de temerse
que, si echaban races en suelo mexicano, ellos y sus descendientes se
convirtieran, como los Corts, en abanderados de nuevas rebeliones. Es
un hecho que desde tiempos del primer virrey haba la tendencia a esta
blecer alianzas matrimoniales con los criollos ms ricos y poderosos. Mara
de Mendoza, media hermana del virrey Mendoza, cas con el conquis
tador Martn de Ircio. Y varios miembros de la familia de Luis de Ve-
lasco el Viejo entablaron ventajosas alianzas con gente criolla, por ejem
plo su hija Ana de Castilla, casada con Diego de Ibarra, principal
descubridor y explotador de la rica mina de San Bernab (Zacatecas).
Este matrimonio hizo brotar una copla que maliciosamente deca: Si
la de San Bernab / no diera tan buena ley, / no casara Diego de Ibarra
/ con la hija del virrey.12
Rubio Ma observa que el virrey Luis de Velasco el Viejo y su hijo,
virrey tambin a su tiempo, fueron los nicos que se vincularon ntima
mente con la sociedad mexicana.13Muy cierto, y esos vnculos ntimos
de los virreyes con la colonia eran precisamente los que la Corona que
ra impedir a toda costa. Alarmada por la reciente conspiracin de los
Avila en torno a Martn Corts, y tambin por el nuevo centro de poder
que estaban creando los Velasco, en las instrucciones dadas al tercer vi
rrey, Gastn de Peralta, marqus de Falces (1566-1568), le prohbe muy
expresamente casar hijos ni hijas ni parientes en aquella tierra sin ex
presa licencia nuestra.14Felipe II era partidario de mandar como vi
rreyes a seores viudos; al menos as los familiares de la difunta no an
daran buscando alianzas matrimoniales. La Corona lleg a temer (sin
fundamento alguno) que Antonio de Mendoza estableciera una dinasta
en las colonias,13y temores parecidos tuvo en cuanto a Velasco el Vie
jo. Pero, aunque sigui alerta, de 1580 en adelante qued duea de la
situacin, y no vacil en nombrar virrey a Velasco el Mozo en 1590, pese
a las enormes propiedades y a los muchos parientes que tena en la Nue
va Espaa. Felipe II acab por aprobar el nombramiento, pero tena sus
dudas, como claramente se ve por unos versos que Gonzlez de Eslava
puso en el poema amistoso, pero satrico, que escribi para la recepcin
de Velasco: .. .que teniendo impedimentos / de pueblos, hijos y herma

de Peralta, Tratado del descubrimiento de las Indias (1589), ed. Federico Gmez de Orozco,
Secretara de Educacin Pblica, Mxico, 1949.
12 Puesta como epgrafe en Bakewell, Silver Mining.
15 J. Ignacio Rubio Ma, Introduccin al estudio de los virreyes de Nueva Espaa, 1535-
1746, t. 1, U.N.A.M., Mxico, 1955, p. 228.
14 Los virreyes espaoles en Amrica durante elgobiernodela casadeAustria, ed. Lewis Han-
ke, 3 tomos (Biblioteca de Autores Espaoles, ts. 273-275), Atlas, Madrid, 1976 y 1977.
Este dato est en el t. 1, p. 167.
15 Rubio Ma, Introduccin, t. 1, pp. 236-237.
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 47
nos, / y otros parientes cercanos, / sus muchos merecimientos / los hicie
ron todos llanos.16
Tambin la relacin entre los dos grupos de vasallos blancos e
indioshaba adquirido ya hacia 1580 el carcter que mantendra du
rante siglos. Mendoza y Velasco el Viejo, particularmente este ltimo,
haban apoyado a los franciscanos, dominicos y agustinos que con gran
celo se empeaban en aliviar a los indios de sus mltiples cargas y en
incorporarlos poco a poco a la sociedad espaola. Velasco soaba con
la creacin de un pueblo nico y homogneo, resultado de la unin de
indios y espaoles, aunque hasta ahora reconocano se conforman
bien y es mala mezcla.17En todo caso, Velasco se afan en la defensa
de los indios, causando entre los espaoles no poco descontento (devol
vi la libertad a unos 50,000 indios esclavos, se esforz en hacer obede
cer las Leyes Nuevas y prohibi que los ganados de los espaoles pasta
ran a su antojo en las tierras de los indios). De l es esta frase notable:
Ms importa la libertad de los indios que las minas de todo el mundo,
y las rentas de la Corona no son de tal naturaleza que por ellas se hayan
de atropellar las leyes divinas y humanas (tbid., p. 167). Fue, adems,
un administrador abnegado e incorruptible. En 1554 las autoridades in
dgenas de Cholula le escriban al Emperador que Velasco era el mejor
gobernante que haban tenido, y terminaban as su carta: Suplicamos
a Vuestra Majestad no nos lo quite hasta que se muera, porque, como
hemos dicho, en todo es bueno con nosotros (ibid., p. 130). Yas suce
di: don Luis de Velasco el Viejo sigui siendo virrey de la Nueva Espa
a hasta su muerte.
Con el paso del tiempo, se fue viendo que los indios no podan o,
las ms de las veces, no queranconvertirse en buenos espaoles y bue
nos cristianos. Estos pueblos recin conquistados resultaban menos fci
les de asimilar, menos industriosos y menos controlables que los moris
cos de la pennsula, con quienes los conquistadores, en un principio, los
haban identificado mentalmente. Frailes y virreyes por igual dan mues
tras cada vez ms claras de desilusin y aun de cinismo. Imposible olvi
dar, por otra parte, la muerte de millones y millones de indios, debida
en gran parte a una serie de desastrosas epidemias. Se ha calculado que
en 1521 haba en la Nueva Espaa entre diez y veinticinco millones de
indios, de los cuales, en 1605, quedaba apenas un milln escaso.18As,
pues, la situacin de quienes dependan de esa mano de obra, o sean
los colonos y los frailes, se hizo an ms desesperada. En parte para sal
16 Fernn Gonzlez de Eslava, Coloquios espiritualesy sacramentalesy poesas sagradas, ed.
Joaqun Garca Icazbalceta, Imprenta de Francisco Daz de Len, Mxico, 1879, p. 191.
17 J. Ignacio Rubio Ma, D. Luis de Velasco, el virreypopular. Ediciones Xchitl, M
xico, 1946, p. 76.
18 Magnus Mrner, Race Mixture in the History oj Latin America, Little, Brown, Bos
ton, 1967, pp. 31-33.
48 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

var de la violencia europea a los desparramados y diezmados grupos de


indios, y en parte para controlarlos mejor y facilitar su evangelizacin,
la Corona decidi obligar a los indios a vivir en congregaciones o re
ducciones de las cuales estaban excluidos los europeos. Durante su pri
mer virreinato (1590-1595), o sea durante la niez de Alarcn, Velasco
el Mozo estaba empeado en poner en prctica tales medidas, pese a que
los indios se resistan a esos trasplantes forzosos. Una reduccin tpi
ca tena entre doscientos y quinientos habitantes, atendidos por un clri
go secular o por un grupito de frailes. Quienes llevaron a trmino la ta
rea fueron los dos siguientes virreyes, Gaspar de Ziga y Acevedo, conde
de Monterrey (1595-1603), yJuan de Mendoza y Luna, marqus de Mon-
tesclaros (1603-1607).19
As, pues, durante los aos mexicanos de Alarcn se haca cada vez
ms visible el hecho de que europeos e indgenas vivan vidas separadas
en poblaciones separadas. El grandioso y sincero experimento de asimi
lacin de la poblacin aborigen haba fracasado. En 1596, en las instruc
ciones destinadas a su sucesor, Velasco el Mozo sealaba con franqueza
(y melancola) la naturaleza del insalvable abismo que haba entre las
dos culturas:
Las dos repblicas de que este reino consiste, de espaoles e indios, tienen
entre s, en lo que es su gobierno, aumento y estabilidad, gran repugnancia
y dificultad, porque la conservacin de aqulla siempre parece que es la opre
sin y destruccin de sta. Las haciendas de espaoles, labranzas, minas,
ganados, monasterios, religiones, no s que sea posible sustentarse ni pasar
adelante sin el servicio y ayuda de los indios, cuya naturaleza y poca incli
nacin a ocuparse, trabajar y ganar es de tanto inconveniente, que ha obli
gado siempre a compelerlos a que hagan aquello que debieran hacer si tu
vieran capacidad y polica, que es conducirse a servir.211

El segundo Velasco no tena la santidad ni las cualidades visionarias


de su padre, que con toda justicia ha sido alabado e idealizado por mu
chos historiadores, Rubio Ma entre ellos. Pero siendo, en toda la era
colonial, el nico virrey que se cri en la Nueva Espaa, entendi los
problemas del virreinato mejor quiz que cualquiera de sus predeceso
res y sucesores, y de ninguna manera haba perdido el celo de su padre
por el bienestar de los indios, no slo porque tales eran las rdenes de
Su Majestad, sino tambin porque tal era la leccin aprendida de su pa
dre, y deseo acertar a ser su hijo en esto y en todo.21Con respecto
a los indios chichimecas las tribus salvajes ymerodeadorasdel norte
19 Sobre congregaciones y reducciones, vanse las partes dedicadas a estos vi
rreyes en Los virreyes espaoles, ed. Hanke, tomos 1 y 2.
2UCitado en Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 101b.
21 Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 95.
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 49
novohispano que nunca estuvieron sometidas a Tenochtitlan y que eran
una constante amenaza para los establecimientos norteos, comenzando
con Zacatecas, mantuvo en vigor las eficaces medidas tomadas por su
predecesor Manrique, a saber: trato amistoso, prohibicin de guarnicio
nes militares en su territorio, y donativos de vveres y ropa. A fines del
siglo xvi estaba pacificada toda la frontera septentrional y no haba ya
amenazas de ataques violentos por parte de los chichimecas. Cuando Ve-
lasco tom las riendas del gobierno en 1590, la Nueva Espaa sufra los
efectos de las epidemias, de la inflacin y del descenso en las actividades
mercantiles y mineras. El atendi a todos estos problemas con gran vi
gor y con no escaso xito. Convencido de que los mineros eran los vasa
llos ms valiosos del rey de Espaa (en lo cual no coincida con su pa
dre), insisti siempre en la necesidad de atender a sus necesidades de
mano de obra y de azogue barato y en abundancia. Durante su gobier
no, el azogue se venda a los mineros al contado (no fiado, para evitar
que la carga de deudas creciera hasta lo intolerable); con esos pagos al
contado se cre un fondo del cual poda sacarse dinero en tiempos de
apuro.
En recompensa de su buena actuacin en la Nueva Espaa, Velasco
fue designado virrey del Per (1595-1604) y luego por segunda vez de
la Nueva Espaa (1607-1611), cosa que nunca haba sucedido. En 1609
recibi el ttulo de Marqus de Salinas del Ro Pisuerga (villa sobre la
cual haban tenido seoro sus antepasados durante largo tiempo) y en
1611 fue nombrado presidente del Consejo de Indias, cargo que desem
pe hasta su muerte, en 1617, en Sevilla. Lewis Hanke lojuzga un hom
bre esplndido, honrado y leal por naturaleza, y observa que era, al mo
rir, el funcionario pblico ms experimentado que Espaa haba tenido
en su historia.22En este juicio coincide Hanke con Juan Ruiz de Alar
cn, que, habiendo vivido en Mxico durante los dos perodos de go
bierno virreinal de Velasco, lo llama en El semejante a si mismo smbolo
de la prudencia y evoca los aos de su gobierno como una edad de
oro.23
Tras los europeos y los indios, el tercer componente de la poblacin
novohispana eran los negros y mulatos. Un censo de la parte central del
virreinato, hecho a fines del siglo xvi, contaba 16,000 negros, mientras
que los europeos eran 12,000 y 2,500 los mestizos.24Los negros, que ad
quirieron ms rpidamente y ms a fondo que los indios las costumbres,
la religin y la lengua de los espaoles, resultaron servidores mucho ms
22 Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 88; t. 3, p. 10.
23 OC, t. 1, p. 299 (acto I, escena 1): 'En aquel siglo dorado / (dorado, pues gober
naba / el gran marqus de Salinas, / de Velasco heroica rama, / smbolo de la prudencia,
puesto que por tener tanta, / despus de tres virreinatos / vino a presidir a Espaa)...
24 Israel, Race, Class and Politics, p. 63; probablemente estas cifras representan slo
a los varones.
50 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

eficaces que los indios, fueron a menudo los encargados de supervisar


los, y, en resumidas cuentas, gozaron en la sociedad novohispana una
posicin ms privilegiada que ellos. La posesin de criados negros (ge
neralmente esclavos) era seal de distincin social; se dice que en los con
ventos ms aristocrticos eran menos las monjas residentes que las mu
chachas negras encargadas del quehacer (ibid., p. 73). En 1625, Gage
describe el diario desfile de coches en la Alameda a partir de las cuatro
de la tarde, los seoritos acompaados de criados negros elegantemente
trajeados, y las seoritas rodeadas de negras con vestidos de telas blan
cas y ligeras (Gage, p. 73).
En 1608, cuando Alarcn volvi a Mxico, la poblacin indgena,
mermada y confinada en las reducciones, haba dejado de ser amenaza
para los europeos. Pero la poblacin negra comenzaba a dar seales de
inquietud. En 1609 una gavilla de negros cimarrones, acaudillada por
Yanga, caus grandes estragos en la regin de Puebla. En 1611 los ne
gros se amotinaron en la propia ciudad de Mxico, porque una negra
haba sido muerta a azotes por su dueo. En 1612 la tensin racial lleg
al ltimo extremo: las autoridades tuvieron noticia de una conspiracin
de los esclavos negros para asesinar a sus amos. El castigo fue rudo e
inmediato: el 2 de mayo de ese ao, ante una multitud enorme, fueron
ahorcados veintinueve negros y siete negras a quienes se acus de ser
los cabecillas.2
De esos aos no tenemos noticias buenas ni malas acerca de los mes
tizos, que parecen haberse mezclado, bien con los negros y mulatos, bien
con los indios, o bien con los europeos, y llamaban muy poca atencin
en cuanto grupo aparte (obsrvese el escaso nmero de mestizos que hay
en el censo antes citado). El Colegio de SanJuan de Letrn, que en 1617
tendra como capelln a Pedro Ruiz de Alarcn,26 se fund con el fin
de dar educacin a nios indios y mestizos sin hogar; pero, segn un
informe del arzobispo Moya y Contreras redactado en 1578, su funcio
namiento dejaba mucho que desear.27No sabemos si las cosas mejora
ron durante la capellana de Pedro Ruiz de Alarcn. Juan de Mendoza
y Luna, marqus de Montesclaros, virrey de 1603 a 1607, no oculta su
desprecio por los mestizos.28Las rdenes mendicantes nunca aceptaron
novicios mestizos (fue necesaria una gran batalla para que aceptaran no
vicios criollos), y lo mismo vale para los jesutas, aunque stos se ocupa-

25 Israel, Race, Class and Politics, pp. 69-71. Mateo Rosas de Oquendo, que estuvo
en Mxico en 1611 y 1612, fue testigo ocular de esos agitados acontecimientos y dej un
minuciosos relato de ellos; vanse los pasajes que cita Alfonso Reyes, Captulos de literatura
espaola, Primera serie. La Casa de Espaa en Mxico, Mxico, 1939, pp. 63-67.
26 Schons, Apuntes, p. 29.
27 Francisco del Paso y Troncoso, Epistolario deNueva Espaa, t. 12, Robredo, Mxi
co, 1940, pp. 51-52.
28 Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 282.
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 51
ron de ellos mucho ms que los frailes. El nico sitio del orden social
que se le brindaba a un mestizo con aspiraciones era el clero secular.
Es verdad que haba tambin mestizos hijos y nietos de conquistadores,
cuyos derechos no podan desconocerse, pero a condicin de que fueran
hijos legtimos, cosa que rara vez suceda. Solrzano Pereira, hombre
tolerante en general, sostiene en su Poltica indiana (1648) que los mesti
zos estn excluidos de los cargos eclesisticos y civiles a causa precisa
mente de su ilegitimidad.29No hay un solo documento que nos diga si
Juan Ruiz de Alarcn tena opiniones ms humanas; pero no est de ms
recordar que su padre era hijo ilegtimo y que su abuela paterna bien
puede haber sido una esclava mora.30
Tal vez en esto consista la diferencia ms marcada entre Espaa y
la Nueva Espaa. Las clases bajas, o sea las destinadas a las labores cam
pestres, al trabajo de las minas y a la servidumbre domstica, estaban
constituidas por indios, negros y algunos mestizos y formaban un blo
que visiblemente distinto de las clases altas blancas, que vivan en ciu
dades y dependan de esos trabajadores predominantemente rurales para
sus necesidades ms urgentes en una tierra tan vasta. A diferencia del
campesinado de Castilla, laborioso y cumplidor, y procedente en gran
medida del mismo tronco racial que las clases gobernantes, las clases ru
rales de la Nueva Espaa eran esencialmente un grupo ajeno, indispen
sable pero no digno de confianza. Es posible que los espaoles, con su
secular experiencia de coexistencia y amalgama con pueblos de otras cul
turas, estuvieran mejor preparados que otros europeos para adaptarse
a esa nueva estructura social, pero el hecho es que si la Espaa del siglo
xv, iniciadora de la conquista del Nuevo Mundo, estaba escindida por
razones religiosas, la Nueva Espaa del XVI y del xvn estaba escindida
an ms radicalmente por razones de pigmentacin. No haba entre se
ores y siervos ningn lazo subyacente y estabilizador, ningn sentido
de experiencia y valores histricos compartidos. " Qu oscuras tensiones,
qu sensaciones en pugna (de superioridad por un lado, de inseguridad
por otro) produca esta nueva estructura social en la conciencia de la mi
nora habitadora de las ciudades, es cosa que slo se puede conjeturar,
ya que los criollos mismos se abstuvieron de analizar directamente el fe
nmeno. Podemos suponer que la notable ausencia en el teatro alarco-
niano de la exaltacin lrica de la vida campestre y del noble labrador
tema bsico, como bien sabemos, de muchas de las mejores comedias
de Lope y de Caldern se debe a la experiencia criolla de Alarcn,
experiencia del aristcrata blanco a quien la residencia ciudadana,
211Citado por Israel, Race, Class and Politics, p. 65.
30 King, La ascendencia paterna, p. 73.
31 Fernando Bentez, La vida criollaenel sigloXV/, El Colegio de Mxico, Mxico, 1953,
p. 58, llama la atencin sobre la gran distancia que mediaba, en el Nuevo Mundo, entre
amos y sirvientes.
102947
52 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

los mitos histricos y el color de la piel situaban en un lugar aparte del


que tenan los hombres de piel oscura que trabajaban las tierras y las
minas, y que trabajaban para que l viviera.
El poder estaba todo en manos de la minora, o sean los blancos na
cidos en Espaa o en el Nuevo Mundo; y la Corona cuidaba de que la
mayor parte de este poder les tocara a los peninsulares, pues era ella la
que nombraba a los virreyes, a los oidores (miembros de la Real Audien
cia), a los corregidores de un corto nmero de ciudades importantes y
a casi todos los miembros de los cabildos de las principales ciudades, co
menzando con la de Mxico. El nico campo de administracin civil en
que normalmente podan entrar los criollos era el cabildo, y ste vino
a ser su principal foco de influencia. (Los cabildos o ayuntamientos otor
gaban las codiciadas concesiones de tierra y agua, supervisaban los mer
cados, el abasto de vveres y los servicios pblicos, cobraban los impues
tos municipales, nombraban funcionarios subalternos y eran los
responsables de las fiestas de Corpus Christi y otras.) En la ciudad de
Mxico, sin embargo, pocos criollos podan aspirar a un puesto de regi
dor en el Ayuntamiento; desde los comienzos de la colonia, stas eran
sillas que se vendan; los nombramientos eran vitalicios; y ciertos regi
dores tenan el derecho de transmitirle la silla a un heredero. Los miem
bros del cabildo constituan una pequea y cerrada aristocracia munici
pal a la que slo los ricos podan pertenecer. A comienzos del siglo xvn,
para poner un ejemplo, el importante puesto de tesorero de la Casa de
Moneda, al cual iba aneja una silla en el cabildo, se vendi por la incre
ble suma de 250,000 pesos de oro comn.32 Los miembros de familias
relativamente pobres, como la de Alarcn, sin encomiendas de indios,
no tenan la menor oportunidad de entrar en el cabildo.
Qu medios se le brindaban al criollo para subir en poder e influen
cia? De las tres rutas que, segn el dicho, se abran en la vieja Espaa
iglesia, o mar, o casa real, la mayor parte de los criollos, como
sus contemporneos peninsulares, escogan la de la iglesia o la de la casa
real, no slo socialmente aceptables, sino hasta aristocrticas. Gon
zalo Gmez de Cervantes, que se ganaba la vida como minero, comen
taba en 1599, con acentos muy amargos, el hecjio de que tan pocos hijos
de criollos aprendieran la profesin de sus padres y prefirieran conver
tirse en abogados y clrigos, y atribua tan deplorable costumbre al as
cendiente y a la riqueza de losjesuitas, pues los colegios que ellos tenan
en Mxico y en Puebla eran los nicos en que se obtena la preparacin
32 Vase el t. 18 de las transcripciones de Actas del cabildo de laciudaddeMxico, 1 oct.
22 dic. 1612, Mxico, 1902, pp. 313-349. Vase tambin C. H. Haring, TheSpanish Empire
tn America, Oxford University Press, New York, 1947, que abunda en detalles sobre la
estructura administrativa de las colonias espaolas. Segn Israel, Race, Class and Politics,
p 96, entre 1604 y 1640 los puestos ordinarios del cabildo llegaban a venderse por 10,000
pesos cada uno.
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 53
necesaria para tales carreras.13Es evidente que en nuestra familia Alar
cn exista esa tendencia lamentada por Gmez de Cervantes: de los cinco
hijos, dos por lo menos emprendieron una carrera eclesistica, y el ter
cer hijo el futuro dramaturgohizo estudios de derecho. Por s sola,
la educacin superior no le garantizaba al criollo un puesto en la jerar
qua civil ni en la eclesistica, las cuales, como hemos visto, estaban muy
controladas por la administracin virreinal. Adems de educacin y, se
guramente, de algunos mritos propios, el criollo necesitaba alguna re
comendacin especial, alguna seal especial de distincin.
Un recurso muy utilizado, cuando era posible, consista en presen
tar a la Corona pruebas de que se era descendiente de un conquistador
o de un primer poblador, y pedir recompensa por los sealados servi
cios del antepasado en forma de concesiones de tierras o de cargos civiles
o eclesisticos. A fines del siglo xvi, cuando las encomiendas originales
se estaban extinguiendo, hubo, por una parte, un verdadero alud de ta
les solicitudes34y, por otra, escrupulosos censos de los descendientes le
gtimos de conquistadores y primeros pobladores, como el que en 1604
incluye Dorantes de Carranza en su Sumaria relacin de las cosas de la Nueva
Espaa, mina de datos acerca de las familias sobresalientes de la Nueva
Espaa y la relacin de unas con otras, donde llama la atencin cmo
haba mermado el nmero de descendientes de conquistadores (en con
tra de las leyes normales de multiplicacin demogrfica). En 1604, los
descendientes vivos de 1,326 conquistadores reconocidos eran slo 109
hijos, 65 yernos, 479 nietos y 85 bisnietos, o sea un total de 738 indivi
duos, mucho menos que los fundadores de esos linajes (Dorantes, p. 234).
El nombre de Hernn Hernndez de Cazalla o Hernando de Cazalla
no figura en el bien informado catlogo de primeros pobladores redacta
do por Dorantes, pero hay que recordar que en 1613 Pedro Ruiz de Alar
cn, clrigo (hermano mayor del dramaturgo), aduciendo los servicios
prestados a la Corona por sus abuelos maternos, primeros pobladores
de las minas de Taxco, present ante el Consejo de Indias una de esas
solicitudes de beneficio, la cual, a diferencia de tantas otras, recibi res
puesta favorable, sin duda porque la familia tena amigos bien situados.
La facultad de conceder puestos estaba, como hemos visto, en manos
del virrey, y en eso no podan hacer nada los criollos.

33 Gmez de Cervantes, La vida econmica, p. 184.


34 Vase OGorman, Catlogo de pobladores, donde se da cuenta de 872 docu
mentos de este tipo, presentados por descendientes de primeros pobladores (los ms anti
guos son de hacia 1574; los ms modernos, de 1607). El virrey Montesclaros (1603-1607),
a quien irritaba la lluvia de solicitudes de beneficios, confirma el anlisis de Gmez de Cer
vantes; ningn criollo diceensea un oficio a su hijo ni asegura una dote para su hija;
lo que les dejan por toda herencia es un memorial en que pormenorizadamente enumeran
los meritorios servicios que prestaron en la conquista, y as no tiene el mundo gente ms
necesitada (Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 282).
54 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

Dorantes de Carranza (pp. 12 y 306) lamenta la pobreza y la deses


peracin cada vez ms negras en que viven los primeros pobladores: las
Indias han resultado para ellos una madrastra, y los bienes que les
han quedado son hacienda de duendes. Parecidos lamentos resuenan
en Gmez de Cervantes (pp. 91-92), el cual pone el dedo en la llaga al
observar que, si bien la norma de los funcionarios de la Corona en Ma
drid ha sido siempre otorgar puestos en el Nuevo Mundo a conquistado
res, primeros pobladores y descendientes de unos y otros, la prctica que
se sigue en Mxico es muy otra: los virreyes otorgan esos puestos a los
parientes, amigos y criados que han venido como parte de su enorme
squito lo cual no tiene nada de sorprendente: extraos en una tierra
extraa, era muy natural que quisieran entenderse con funcionarios bien
conocidos.3-1Cualquiera que haya sido la lnea de conducta de la Coro
na, debe observarse que el Rey nombraba slo a cinco o seis funciona
rios novohispanos, mientras que el virrey controlaba directamente los
nombramientos para un centenar y medio de puestos.36
Adems, segn el mismo Gmez de Cervantes, los funcionarios de
la Corte espaola, que llegaban pobres al Nuevo Mundo, se casaban con
hijas de ricos comerciantes criollos y medraban a expensas de los prime
ros pobladores. Todo lo cual era cierto. La Corona obstaculizaba la crea
cin de nuevos centros criollos de poder por alianzas matrimoniales en
tre la parentela del virrey y la poblacin criolla (vase supra, p. 46), pero,
por lo visto, estas restricciones no se obedecan estrictamente en el caso
de los oidores o de los protegidos del virrey. En la Nueva Espaa se que
daron y prosperaron unos hijos del oidor doctor Luis de Villanueva, como
tambin los herederos del oidor doctor Juan de Quesada y Figueroa y
los del oidor Crcamo.37 Puede casi decirse que era regla, y no excep
cin, el que un oidor viniera, trajera consigo su familia y se quedara en
Mxico.
As, pues, el aumento de la poblacin criolla se debi en buena me
dida a estas sucesivas entradas de inmigrantes procedentes de la penn
sula. Con el tiempo, sin duda, los recin llegados y sus hijos acababan
por acriollarse del todo, pero la continua llegada de nuevos inmigrantes
(en su mayor parte, a diferencia de la generalidad de los primeros pobla
dores, ni aventureros ni miembros del populacho espaol, seres margi
nados y quiz disidentes) fortaleca tambin la bsica espaolidad de
la colonia y remachaba sus vnculos con la metrpoli. Las sucesivas ca
35 Chevalier, Laformacin, cap. 1, subraya la importancia de los grandes squitos que
venan con cada virrey, formados sobre todo de parientes, y habla de los favores que a
stos se concedan. a
36 Es lo que dice Palafox, obispo de Puebla, en un informe mandado al Rey a me
diados del siglo xvn (vase Israel, Race, Class and Politics, p. 227).
37 Vensc en Los virreyes, ed. Hanke, t. 3, p. 57, los nombramientos hechos en 1615
por el virrey Diego Fernndez de Crdoba, marqus de Guadalczar (1612-1621).
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 55
madas de pobladores nuevos desfavorecan necesariamente la creacin
de una cultura uniformemente criolla, distinta de la de la metrpoli
y contrapuesta a ella.18Los primeros pobladores, entre tanto, hechos a
un lado por las nuevas oleadas de espaoles, se quejaban de tamaa dis
criminacin.
De hecho, cabe suponer que las frecuentes quejas que los virreyes
mandaban a la Corona sobre el escaso talento administrativo demostra
do por los hijos y nietos de los conquistadores19no revelan propiamen
te la ndole verdadera de los criollos, sino ms bien el deseo de los virre
yes de justificar sus preferencias por los peninsulares.40Tambin debe
haber tenido algo que ver el simple desdn por el bajo origen social
de muchos criollos. El virrey Montesclaros escriba en 1607 que los con
quistadores fueron, como en todas las conquistas, un grupo muy hetero
gneo, y que tratarlos a todos de la misma manera, como nacidos en
la misma conquista, era ofensivo para aquellos que podan ostentar un
linaje distinguido.11
Carletti, viajero italiano sin compromisos con nadie, saba, como
Montesclaros, que muchos criollos carecan de linaje ilustre, pero a-
da: aquellos que en Espaa han sido conocidos como maleantes, se
ha observado que al llegar a las Indias han mudado totalmente de condi
cin y se han hecho all virtuosos y han tratado de vivir civilmente, como
acontece a menudo que quien muda cielo, muda, adems de la fortuna,
tambin la condicin de la naturaleza, creo yo, por la fuerza de las estre
llas (p. 39). Merece ser tenido en cuenta este juicio, ya que la opinin
general acerca de los criollos est representada ms bien por los concep
tos de Montesclaros o por los famosos versos en que Mateo Rosas de
Oquendo (espaol peninsular que visit la Nueva Espaa a comienzos
del siglo xvn) se burlaba de las pretensiones de nobleza que casi todos
tenan. En la Nueva Espaa, deca este poeta,
todos son hidalgos finos
de conocidos solares;
no viene ac Juan Muoz,

38 Vase el Prefacio, p. 8, y la nota 2, donde menciono las teoras que se han for
mulado acerca del desarrollo temprano de una psicologa y un carcter distintivamente criollos
y mexicanos.
39 Vanse, por ejemplo, las observaciones del virrey Enrquez de Almansa en Los
virreyes, ed. Hanke, t. 1, p. 212.
40 El famoso jurista Juan de Solrzano Pereira, modesto defensor de la inteligencia
y las capacidades de los criollos, sostiene que la mala fama de los criollos (degenerados,
indignos de llamarse seres racionales) tena su origen en los maliciosos y falsos informes
de los clrigos peninsulares que queran monopolizar todos los cargos eclesisticos del Nuevo
Mundo: Poltica indiana, ed. Miguel Angel Ochoa Brun, t. 1(Biblioteca de Autores Espa
oles, t 252), Compaa Iberoamericana de Publicaciones, Madrid, 1972, p. 442.
41 Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 281.
56 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)
Diego Gil, ni Pero Snchez;
no vienen hombres humildes,
ni judos, ni oficiales,
sino todos caballeros
y personas principales.42
Contra esa generalizada mala fama de los criollos y de los indianos
iba a luchar incansablemente Juan Ruiz de Alarcn al abrirse paso en
la jerarqua civil. Y en esta lucha, que lo ocup durante gran parte de
su vida, sus mejores armas seran sus conexiones familiares y sus ami
gos.
Si su hermano Pedro, como primognito, pudo obtener el beneficio
solicitado por haber aducido los servicios especiales prestados por la fa
milia de la madre, Juan utiliz hasta el mximo, en la Nueva Espaa,
las conexiones de la familia del padre, esos Ruiz de Alarcn que, como
hemos visto, no pertenecan a la nobleza de alto rango pero tampoco a
la clase de los simples artesanos llamados Juan Muoz o Pero Snchez.
Por fortuna para l, la abuela del virrey Luis de Velasco el Mozo se lla
maba Ana Ruiz deAlarcn y Berrio (natural de Palomares, cerca de Hue-
te, en La Mancha), de la familia de los seores de Valverde. La casa
manchega de Valverde, quiz la rama ms prspera y distinguida de la
familia Ruiz de Alarcn (a ella perteneca el to de Ana, el famoso seor
Hernando de Alarcn, muerto en 1540, que pele al lado del Gran Ca
pitn Gonzalo Fernndez de Crdoba y recibi el ttulo de marqus de
la Vala Siciliana), se haba vinculado por matrimonio con la familia man
chega de nuestro dramaturgo, o sea la casa de Albaladejo, desde fines
del siglo xv, cuando Pedro de Alarcn, hijo del licenciado Fernn Gon
zlez del Castillo, se cas con Catalina Barba, hija de Lope de Alarcn,
quinto seor de Valverde.43
42 Versos citados en Reyes, Captulos, p. 37.
43 El vnculo familiar entre la familia Velasco y la familia Ruiz de Alarcn ha mere
cido poca atencin, a pesar de lo mucho que sirve para explicar la vida y fortunas deJuan
Ruiz de Alarcn. Sobre los antepasados de Velasco el Mozo vase Rubio Man, D. Luis
de Velasco. (Y no hay que olvidar que el propio Luis contrajo matrimonio con Mara de
Ircio y Mendoza, sobrina de Antonio de Mendoza, el primer virrey. No es improbable
que haya habido tambin alguna relacin entre esta familia Mendoza y la Mara de Men
doza que le la abuela materna de Juan Ruiz de Alarcn.) Sobre la alianza matrimonial
entre los Ruiz de Alarcn de Valverde y la familia de Albaladejo, vase King, La ascen
dencia paterna, p. 63. Ms informacin acerca de la familia de Valverde podr encon
trarse en el Archivo Histrico Nacional de Madrid, Ordenes militares, Santiago. Vanse
en particular el nm. 7288 (Diego Ruiz de Alarcn y Zrate, natural de Valverde, 1599),
el nm. 177 (Diego de Alarcn y Alarcn, natural de Palomares, 1527-1547), el nm. 180
(Juan de Alarcn y Ayala, de Valverde, 1536; este candidato para un hbito da como bisa
buelo paterno al Lope Ruiz de Alarcn, seor de Valverde, cuya hija se cas con Pedro
Ruiz de Alarcn, natural de Albaladejo) y el nm. 189 (Hernando de Alarcn y Llanes,
que recibi el hbito militar en 1526; se trata del famoso general a quien siempre se llama
grandiosamente "el seor de Alarcn).
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 57
En vista de estos lazos sanguneos, la presencia de los poderosos Fran
cisco de Velasco y Luis de Velasco como testigos, en el Mxico de 1572,
de la boda del oscuro Pedro Ruiz de Alarcn, recin llegado de Espaa,
deja de ser sorprendente. Si los lazos de sangre son, como sabemos, es
pecialmente fuertes en la pennsula ibrica y en todo el Mediterrneo,
lo eran ms an en el Nuevo Mundo, ya que la familia, entendida en
el sentido ms lato, era la primera defensa y la primera fuente de fuerza
en una tierra nueva y desconocida. Chevalier nos dice que los encomen
deros poderosos aceptahan sin chistar la obligacin de proteger a los miem
bros ms dbiles de la familia, manteniendo constantemente p'ira ellos
una especie de casa abierta; en esta forma era posible que no pocos indi
viduos relativamente destituidos de fortuna, protegidos por los jefes de
familias ms ricas y poderosas, vivieran como hidalgos (pp. 57-63). Tal
fue, a todas luces, el caso de nuestra familia Alarcn. No cabe duda de
que Juan Ruiz de Alarcn esperaba ayuda de Luis de Velasco el Mozo,
y la obtuvo, si bien no se han hallado pruebas documentales que apoyen
esta conviccin.
El doctor Luis de Villanueva, oidor, testigo tambin en las bodas,
estaba casado con Beatriz de Zapata, hija de cierta Mara de Alarcn-,44
su hijo Luis se firmaba a veces Villanueva Alarcn: es razonable supo
ner la existencia de un vnculo familiar. Pero el viejo oidor muri en 1583,
Francisco de Velasco en 1574, y otro de los testigos, Villaseca, en
1580.45De los testigos de boda, el nico que segua vivo, y con posibi
lidad de ayudar al joven Juan Ruiz de Alarcn, era Luis de Velasco el
Mozo. Tambin, sin duda, era importante el patrocinio de los hijos de
Villanueva: Agustn, Alonso y el ya mencionado Luis.41 Muchos aos
despus, el 5 de junio de 1629, Juan Ruiz de Alarcn y Mendoza, rela
tor a la sazn del Consejo de Indias, pag algo de sus deudas al testificar
en Madrid en favor de un bisnieto del viejo oidor, Diego Villegas y San-
doval, durante la prueba de nobleza y linaje que precedi a su admisin
en la orden de Santiago.47
Es hora de considerar qu cosa significaban, en cuanto grupo, los
cuatro testigos de la boda (los dos Velasco, Villaseca y el oidor Villanue
va). Para el populacho mexicano de 1572, tenso an por la abortada cons
piracin contra la Corona, esos hombres eran los sbditos ms firmes
de la monarqua castellana. Vale, pues, la pena ver cmo se form el
cuarteto.

44 Poetas novohispanos, ed. Mndez Planearte, t. 2, p. li.


45 Cartas de Indias, t. 1, pp. Ib y 2b.
46 La demostracin de que tambin Agustn y Alonso eran hijos del doctor Villanueva
se encuentra en OGorman, Catlogo de pobladores, nms. 475 y 770 (en el t. 13).
47 Archivo Histrico Nacional, Madrid, Ordenes militares, Santiago, nm. 8970, fol.
2r-v.
58 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

En los ltimos aos de su gobierno, antes de morir en 1564, el vi


rrey Luis de Velasco el Viejo haba sido objeto de constantes crticas y
ataques por parte de los miembros de la Real Audiencia, que desapro
baban las medidas emanadas del rey y del virrey en cuanto a las enco
miendas y el modo de tratar a los indios. (De hecho, ningn virrey cont
con la colaboracin plena de la Audiencia.) El doctor Luis de Villanue-
va fue uno de los pocos oidores que apoyaron a Velasco, razn por la
cual, en 1563, sus colegas consiguieron que fuera destituido y despacha
do a Espaa;48 pero Velasco no olvid al amigo ausente, y lo nombr
albacea en su testamento. La conspiracin de los Avila en torno a Mar
tn Corts, empresa confusa e inepta si las hay, comenz a tomar forma
en 1565. El 5 de abril de 1566, Luis de Velasco, hijo del virrey difunto
y miembro del cabildo (como lo eran tambin Agustn y Alonso de Vi-
llanueva, hijos del conquistador Alonso de Villanueva, no del oidor), de
nunci por escrito la conspiracin ante la Real Audiencia, la cual, no
habiendo an nuevo virrey, era en esos das la ms alta autoridad del
virreinato.
No se sabe qu relacin haba (si es que la haba) entre esta familia
Villanueva y la del oidor Villanueva, pero s se sabe que los jvenes Vi
llanueva, lo mismo que su cuado, el conspirador arrepentido Baltasar
de Aguilar (que, una vez entregada la denuncia escrita, rindi ante la
Real Audiencia un devastador testimonio oral sobre el asunto), eran so
brinos de doa Beatriz de Andrada, esposa de Francisco de Velasco, el
medio hermano del virrey difunto. Segn testimonio presentado duran
te el juicio de los conspiradores, Aguilar fue compelido, forzado y apre
miado por su ta Beatriz a denunciar a los Avila.49Como tantas veces
ha sucedido recordemos la sublevacin de las Comunidades en la Es
paa de Carlos V, los odios y recelos entre clanes poderosos tuvieron
mucho que ver con la frustracin del golpe.
Enterada de la gravedad de la situacin, la Real Audiencia nombr
a Francisco de Velasco, hombre de cincuenta y un aos, capitn general
de las milicias del Rey, y convoc a los encomenderos para que defendie
ran con armas y caballos a la Corona. Las relaciones que se escribieron
cuando todo haba pasado dan la impresin de que los encomenderos
obedecieron sin dilacin, pero hay razones para creer que el grito de la
Audiencia cay en odos sordos, puesto que en su mayor parte ellos eran
simpatizantes de los conspiradores, o bien tenan miedo de las consecuen-
48 Rubio Man, D. Luis de Velasco, p. 159.
49 Orozco y Berra, Noticia histrica, p. 105. Detalle curioso: por los aos 1630-1640
el poeta criollo Luis de Sandoval y Zapata, descendiente del oidor doctor Luis de Villanue
va, compuso un largo romance lamentando el ajusticiamiento de los inocentes" herma
nos Avila (vase Poetas novohispanos, ed. Mndez Planearte, t. 2, pp. 105-108). Es evidente
que los rebeldes hermanos Avila conservaron entre los criollos, y durante muchos aos,
su fama de hroes.
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 59
cas que podra acarrear el tomar partido en una situacin que distaba
mucho de la estabilidad. As las cosas, Alonso de Villaseca, el hombre
ms rico de Mxico, se present repentinamente en la Plaza Mayor, frente
al palacio virreinal, encabezando un escuadrn formado por familiares
y criados suyos doscientos hombres, todos a caballo, todos bien
armados y se ofreci a s mismo, entonces y siempre, al servicio de
Su Majestad el Rey.50 Despus de sofocada la conspiracin, el doctor
Luis de Villanueva volvi a ser nombrado oidor, y en 1568 se reuni
en Mxico con su familia.
Los criollos de entonces se dividan muy tajantemente en un grupo
mayoritario que deseaba rienda floja de parte de la Corona y hasta soa
ba con separarse de ella, y un grupo minoritario que estaba en favor de
la rienda tirante y que tena por principio bsico la lealtad a la Corona.
Los jefes de este segundo grupo, los ms poderosos y ostentosos enemi
gos de la conspiracin de 1566, eran los cuatro hombres que acompaa
ron a Pedro Ruiz de Alarcn el da de su boda con Leonor de Mendoza,
en marzo de 1572. Es probable que los cuatro se hayan granjeado el bi
lioso rencor de buena parte de la poblacin criolla, y que su aparicin
en ocasiones pblicas como esa boda haya sido ante todo un llamativo
gesto de solidaridad. Nos preguntamos si en los documentos de Mxico
no habr constancia de otras apariciones colectivas como sa; nos pre
guntamos tambin si, al patrocinar al joven llegado de Castilla, no ha
brn estado reclutando partidarios. En todo caso, Pedro Ruiz de Alar
cn se haba colocado claramente del lado de los realistas congregados
ese da de marzo en una celebracin de mutuo apoyo.
Su hijoJuan hara de esa lealtad bsica un sostn principal del mar
co ideolgico de sus obras teatrales. Tal vez en ninguna de ellas se ex
presa esa idea con mayor elocuencia que en No hay mal que por bien no
venga o Don Domingo de Don Blas, obra tarda51 cuyo protagonista es un
individuo adinerado, descontentadizo y un tanto poltrn, que se niega
a conformarse a los usos sociales de su tiempo; pero, a pesar de su amor
a las comodidades y de su desdn por las obligaciones sociales ordina
rias, el da que su rey se ve en peligro, Don Domingo entra al punto
en accin y defiende eficazmente con las armas a su soberano. No es nada
irracional suponer que uno de los principales modelos histricos del ex
cntrico Don Domingo de Don Blas fue Alonso de Villaseca. Nacido en
J Joaqun Garca Icazbalceta, Obras, l. 2: Opsculos varios, II, Mxico, 1896, p. 457
(cito por la reimpresin fotogrfica: Burt Franklin, NewYork, 1968). Orozco y Berra, No
ticia, publica extractos del proceso de los principales conspiradores.
11 Como esta comedia no fue publicada por el propio Alarcn, hay una leve posibi
lidad de que no sea suya. Sin embargo, se atribuye a Alarcn en la primera edicin, impre
sa en 1653, y nunca se ha dudado seriamente de su autenticidad. Puede haberse compues
to en fecha tarda (en 1631 o 1632; ciertamente no antes de 1623). Sobre la fecha y la
atribucin vase Walter Poesse, Juan Ruiz deAlarcn, Twayne, NewYork, 1972, pp. 95-99.
60 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)

la provincia de Toledo, Villaseca ya estaba en Mxico en 1538; aqu ech


los cimientos de una inmensa fortuna como modesto vendedor de cacao
en un puesto del mercado pblico;52se cas con mujer rica, y no tard
en adquirir fama de irascible; parece haber detestado el modo de vida
de los crculos distinguidos, y viva reposadamente fuera de la ciudad,
en su hacienda de Ixmiquilpa,53pero no vacil en salir en defensa de su
rey contra una conspiracin deshonrosa. Villaseca muri en 1580, de ma
nera que Alarcn no lo conoci personalmente, pero las leyendas acerca
de ese pintoresco seor, que haba sido patrono de su familia, no podan
habrsele olvidado.
Sera cnico, injusto y errneo especular con la idea de que los Villa-
nueva y los Velasco actuaron en defensa del Rey por motivos interesa
dos, pero es verdad que la Corona les qued muy agradecida y los re
compens con largueza, en parte, seguramente, con propiedades
confiscadas a los hermanos vila, cabecillas de la conspiracin. En 1570
se le haba dado al doctor Luis de Villanueva, en Cuyoctepec (Coyote-
pee), una propiedad que l vendi despus en 10,000 ducados.54 En
cuanto a Luis de Velasco el Mozo, se declara en 1598 (despus de su
primer virreinato) que posee un total de 8,970 indios tributarios en vein
tids poblaciones, que se trata de encomiendas recientemente concedi
das, y que la concesin es vlida para tres generaciones.55No cabe duda
de que los servicios prestados por l y por su padre, virreyes ambos, ex
plican bastante bien la generosidad de la Corona, pero un documento
fechado elocuentemente en 1567 (pasado apenas el episodio de la cons
piracin, y mucho antes de su primer nombramiento como virrey) hace
constar de manera expresa que ciertos favores se le concedieron en re
conocimiento de sus diligencias y servicios acerca de la alteracin que
se intentaba por algunos de la ciudad.56Y aqu tenemos otra leccin
que Alarcn asimilara: la lealtad a la Corona poda producir recompen
sas tangibles.

52 Surez de Peralta, Tratado, p. 97.


51 Garca Icazbalceta, Opsculos, II, p. 436.
54 Chevalier, Laformacin, p. 164.
55 Francisco del Paso y Troncoso, Epistolario de Nueva Espaa, t. 13, 1597-1818, M
xico, 1940, pp. 34-36.
:'6 Los virreyes, ed. Hanke, t. 3, p. 34.
III. VIDADEALARCNENLACIUDADDE MXICO

A. Niez y mocedad (1580/1581-1600)


Nacido a fines de 1580 o a comienzos de 1581, cuando haca poco que
su familia se haba trasladado de Taxco a Mxico, tercero de los hijos
varones, Juan Ruiz de Alarcn estuvo brutalmente marcado, tal vez de
nacimiento, por una abultada joroba, una gran protuberancia tanto en
la espalda como en el pecho, que lo convertira, durante toda la vida,
en blanco de burlas y risas. Era pelirrojo y de baja estatura, aunque no
tan baja que pareciera enano.1Si hemos de dar fe a quienes lo conocie
ron, ya adulto, en Sevilla y en Madrid, tena un temperamento extro
vertido y vivaracho y era amigo de las fiestas. Sin embargo, la tortura
psquica causada por el estigma fsico era profunda, y encontr expre
sin y a la vez alivio en Las paredes oyen, una de sus comedias ms memo
rables, cuyo hroe, Donjun de Mendoza, aunque feo y de mal ta
lle, conquista el amor de una mujer inteligente y hermosa.
Nada se sabe de la niez y adolescencia de Juan, salvo que entre
junio de 1596 y abril de 1600 hizo satisfactoriamente, en la Universidad
de Mxico, los cinco cursos de derecho cannico que se exigan para el
grado de bachiller en cnones, como tambin algunos cursos de derecho
civil.2Mariano Cuevas afirma perentoriamente, sin decir cmo lo sabe,
que la familia Alarcn viva en el barrio de Tomatln, muy cerca del
Colegio de San Pedro y San Pablo, cuyo gran protector era Alonso de
Villaseca protector tambin de los Alarcn desde 1572, y dice que
Juan debe haberse educado en esa escuela preparatoria fundada por
1 En 1607, cuando Alarcn solicita licencia para regresar de Sevilla a las Indias, los
dos testigos que declaran en su favor lo describen como barbitaheo; uno dice que es
de mediano cuerpo; otro dice que es de pequeo cuerpo y menciona, como una sea
ms de identidad, la cicatriz que tiene en el pulgar de la mano derecha. Ninguno de los
dos comete la indelicadeza de mencionar lo que ms saltaba a la vista, esa joroba que en
1625 fue la nica razn que dio el Consejo de Indias para rechazar la solicitud de un cargo
oficial en alguna de las reales audiencias del Nuevo Mundo: todo estaba bien, salvo el
defeto corporal que tiene, el qual es grande para la autoridad que menester representar
en cosa semejante (documento transcrito en Luis Fernndez-Guerra y Orbe, Juan Ruiz
deAlarcny Mendoza, Rivadeneyra, Madrid, 1871, p. 523). Para el testimonio de 1607 va
se Rodrguez Marn, Nuevos dalos, pp. 12-13.
2 Documentacin en Rangel, Los estudios universitarios, p .7. ^ ^ ^ ^

[61]
62 VIDA DE ALARCN EN MXICO

los jesutas en 1573, y la mejor y ms prestigiosa de la Nueva Espaa,


antes de matricularse en la Universidad.1En el archivo de San Pedro
y San Pablo no consta la asistencia de ningn Alarcn, pero no parece
haber razn para dudar de queJuan, despus de aprender ciertos rudi
mentos de latn en alguna escuela de gramtica, fue puesto en las hbiles
manos de los jesutas, cuyos estudios eran rigurosos y, afortunadamen
te, no suponan desembolso para los alumnos externos. Segn muchos
(y no slo segn los jesutas), San Pedro y San Pablo daba mejor ins
truccin que la Universidad, cuyos catedrticos estaban mal pagados y,
en consecuencia, a veces dejaban que desear. Con los padres de la Com
paa deJess estudiJuan gramtica latina, dialctica y filosofa esco
lstica y moral; a ellos debi su primera iniciacin en el teatro, pues des
de el principio insistieron en que sus alumnos participaran en concursos
poticos y en representaciones dramticas, as en espaol como en latn.
Ya en 1578, cuando los jesuitas de Mxico recibieron del Papa un dona
tivo de dieciocho reliquias de santos, entre ellas un hueso de San Hipli
to, representaron los estudiantes una solemne tragedia sobre la Iglesia
perseguida en tiempos de Diocleciano, seguida de un drama triunfal so
bre la Iglesia triunfante en tiempos de Constantino.4
Los jesuitas haban llegado a la Nueva Espaa en 1572. Todos los
historiadores sociales sealan su profunda influencia sobre las costum
bres, la moral y las actitudes de los habitantes de la ciudad de Mxico.
Hacia 1595 estaban ya firmemente establecidos y, desde el punto de vis
ta de otras rdenes y de algunos seglares, eran repugnantemente prspe
ros. Escandalizado por la ignorancia ybaja calidad de muchos de los cl
rigos de Mxico y por las rudas maneras y la laxitud religiosa de los
seglares, el virrey Falces se haba dirigido en 1567 a la Corona pidiendo
el envo de algunos jesuitas para elevar el nivel de unos y otros.5 En
1571 autoriz Felipe II una misin de jesuitas, y en 1572 llegaron a la
ciudad de Mxico quince miembros de la Compaa. La Corona se ha
ba limitado a cubrir los gastos de viaje, pero Villaseca los ayud desde
los comienzos, primero con parquedad, y luego, en 1576, con un enor
me donativo de 40,000 pesos de oro comn destinados al Colegio de San
Pedro y San Pablo. Sumando las cantidades de dinero que dio para el
Colegio durante el resto de su vida y en su testamento (1580) se llega
a la cifra de 140,000 pesos ensayados (66 millones de maraveds). Para
asegurar la prosperidad continua de sus instituciones, losjesuitas, aseso
rados por Villaseca, compraron propiedades mal atendidas y las convir
tieron en las haciendas ms florecientes y mejor administradas de la Nueva

! Mariano Cuevas, S.J., Historia de la Iglesia en Mxico, t. 2, Imprenta del Asilo Pa-
tricio Sanz, Mxico, 1922, p. 424, nota 10.
4 Cuevas, Historia, t. 2, p. 342.
5 Los virreyes, ed. Hanke, t. 1, p. 176b.
NIEZ Y MOCEDAD 63

Espaa. En 1576 adquirieron el rancho ganadero de Santa Luca con


dinero dado por Villaseca, y en 1604 el de Santa Ins con otra gran can
tidad que les dio Pedro Ruiz de Ahumada, pariente remoto de Santa
Teresa. Las rentas de Santa Ins serviran para el sostenimiento de la
esplndida casa que los jesutas construyeron en Tepotzotln.
Adiferencia de las rdenes mendicantes, que desde la conquista ha
ban desempeado su ministerio sobre todo entre los indios de la parte
central de la Nueva Espaa, los jesutas se dedicaron a empresas misio
neras entre los indios chichimecas del norte, desde Zacatecas y San Luis
Potos hasta Nuevo Mxico, y tambin, con especial intensidad, a la edu
cacin de la juventud criolla de clase alta. Su Colegio, esplndidamente
subvencionado, provisto de buenos profesores y cariosamente patroci
nado por los criollos, revolucion la educacin en unos cuantos aos. Los
jesutas reformaron asimismo la observancia religiosa, si no la moral. Ma
riano Cuevas, historiador de la Iglesia, les atribuye el haber restaurado
el carcter sagrado de la familia, el haber extirpado la blasfemia y el ha
ber fomentado la asistencia a misa y la prctica de la confesin y comu
nin frecuentes.6Cuevas era jesuta, pero muchos no jesutas decan lo
mismo en esos aos. Algunos sin embargo, como Gmez de Cervantes
(vase supra, p. 53), comenzaron a refunfuar, diciendo que las funda
ciones pas en favor de los jesutas estaban empobreciendo a la pobla
cin civil.
Los frailes de las rdenes mendicantes, que dependan de los indios
para la construccin y el mantenimiento de sus conventos, les disputa
ron a los seglares el control sobre los indgenas, lo cual iba en desmedro
de los criollos; los jesutas, en cambio, se ganaron desde el principio al
estamento criollo, y apoyaron sus reivindicaciones ante la Corona y ante
los virreyes. Es verdad que en 1618 un padre Gmez, jesuta, haba ofen
dido desde el pulpito a los criollos, diciendo que eran incapaces de go
bernar un gallinero;7pero la violenta reaccin de los ofendidos hizo que
la Compaa regresara inmediatamente a sus habituales maneras diplo
mticas. Gran nmero de criollos importantes, ricos e inteligentes vis
tieron la sotana de San Ignacio, entre ellos un nieto de Villaseca, Alonso
Guerrero de Villaseca (1576-1635), que profes en 1611. Su vida cubre
casi exactamente los mismos aos que la de Alarcn; bien pueden haber
sido compaeros de banca. Cabe preguntar por qu ninguno de los cin
co hermanos Alarcn dio ese paso, ya que probablemente todos ellos es
tudiaron con los jesutas. No eran lo bastante ricos? No eran lo bas
6 Cuevas, Historia, t. 2, pp. 363-365. Sobre la llegada de los jesutas a Mxico, la
fundacin de San Pedro y San Pablo, los donativos de Villaseca y de Pedro Ruiz de Ahu
mada y las inversiones en haciendas, vase el prlogo de las Crnicas de la Compaa deJess
enlaNuevaEspaa, ed. Francisco Gonzlez de Cosso, U.N. A.M., Mxico, 1957, pp. x-xi;
Garca Icazbalceta, Opsculos, II, pp. 435-451, y Chevalier, Laformacin, pp. 294-296.
7 Israel, Race, Class and Politics, p. 85.
64 VIDA DE ALARCN EN MXICO

tante distinguidos? No eran lo bastante inteligentes? O simplemente


les falt vocacin?
Terminados sus estudios preparatorios en San Pedro y San Pablo, Juan
emprendi el estudio del derecho cannico en la Universidad de Mxico,
alojada en esos aos en un hermoso edificio (ahora destruido) del lado
oriental de la Plaza Mayor, al sur del Palacio de los Virreyes, con una
fachada que daba a otra amplia plaza, la del Volador.8Tal vez pensa
ba hacer una carrera eclesistica. El caso es que no se gradu en Mxi
co, sino que, aprovechando un acuerdo vigente desde haca mucho, en
virtud del cual las universidades de Salamanca y de Mxico se revalida
ban mutuamente los cursos aprobados en ellas, sali de la Nueva Espa
a y se embarc rumbo a la pennsula, a fines de la primavera de 1600,
en la flota comandada porJuan Gutirrez de Garibay, con el preciso ob
jeto de trasladar sus estudios a la universidad ms antigua de Espaa,
en cuyas aulas haba estudiado Luis de Velasco el Mozo,9y recibir all
su grado de bachiller en cnones, como ocurri, en efecto, en octubre
de ese mismo ao de 1600.10
La ciudad de Mxico le dio, pues, la misma clase de educacin la
tinizante, ortodoxa y legalista por su calidad y su contenido que se
reciba en Espaa. Pero Mxico tambin brindaba a sus habitantes una
buena cantidad de diversiones y espectculos pblicos. El 13 de agosto,
fiesta de San Hiplito, patrono de la ciudad, y en los das subsiguientes,
el cabildo dispona festejos bastante costosos (en 1611 se gastaron 4,000
pesos): convocaba a los jinetes para que lucieran en la Plaza Mayor sus
habilidades en el juego de sortijas y en las corridas de toros, reparta pre
mios entre quienes se sealaban por sus proezas, y para coronar las fies
tas del da se quemaban toros de carrizo y petate enmantados de cohe
tes y fuegos.11 El virrey Luis de Velasco el Viejo haba organizado
corridas los sbados en los prados de Chapultepec, y carreras de caballos
los domingos.12Ms visiblemente an que en Espaa, haba una cul
tura del caballo. Los incapaces de montar como un gentilhombre deben
haber sufrido mucho. Hasta losjorobados podan aprender el arte, y as,
montados en el caballo, olvidar su deformidad durante un rato.
Ese da de San Hiplito, patrono de la ciudad porque la cada de
Tenochtitlan ocurri un 13 de agosto (de 1521), el cabildo confera a uno
de sus miembros ms distinguidos el honor (y la carga) de encabezar la
procesin dejinetes que iba de la Plaza Mayor al templo del santo, junto
a la Alameda, llevando el histrico pendn bajo el cual se consum la
8 Vase en M. Toussaint et al., Planos, fig. 2, el dibujo de la Plaza Mayor hecho
en 1596.
9 Paso y Troncoso, Epistolario, t. 15, pp. 9-11.
10 Documentacin en Fernndez-Guerra, Alarcn, p. 513.
11 Datos sobre las fiestas de 1611 en Actas del cabildo, t. 18, p. 144.
12 Bentez, La vida criolla, pp. 54-55.
NIEZ Y MOCEDAD 65
Conquista. Sola invitar a Velasco el Mozo y a su to Francisco, cuando
estaban en Mxico, si bien ellos no aceptaban de buena gana. En 1568
se quejaba Francisco de que, estando impedido de montar a causa de
la gota, el cabildo lo hubiera designado para sacar el pendn.13Era
costumbre que el personaje designado para sacar el pendn diera de co
mer y beber ese da al gento que acuda a la fiesta, lo cual ayuda bastan
te a entender el poco entusiasmo de los Velasco.
Tambin corran por cuenta del cabildo los gastos de la fiesta de Cor
pus Christi, cuya culminacin era, igual que en Espaa, un espectculo
teatral: en carretas o en tablados fijos se representaban autos sacramen
tales (piezas histricas, religiosas, alegricas, siempre en celebracin de
la Eucarista). Casi todos los autos compuestos para esta fiesta se han
perdido. Se conocen algunos ttulos, que dan alguna idea de lo que pue
de haber sido el auto, por ejemplo Las profecas de Daniel y Nuestra Seora
del Rosario, auto representado en Corpus y en la octava de Corpus de
1597 por Andrs Laris de Durango, que quiz era el autor de la obra
a la vez que el empresario.14
Pero las representaciones teatrales no se limitaban a la temporada
de Corpus. Los frailes se valan de piececitas alegricas para instruir a
los indios en el cristianismo; en ocasiones especiales se montaban obras
en los conventos de frailes y monjas, lo mismo que en palacio; la llegada
de cada nuevo virrey era celebrada con una o varias comedias, y ya he
mos visto que losjesutas fomentaban el teatro en sus colegios. En Lima,
en 1599, presentaron los jesuitas un ambicioso drama intitulado Historia
alegrica del Anticristo y el Juicio Final, donde haba escenas que dejaron
aterrados a los espectadores.15Nadie ha escrito acerca de la historia del
teatro en la Nueva Espaa una obra bien documentada, que ofrezca la
clase de informacin que da Lohmann Villena para Lima. Sin embargo,
no hay duda de que las tendencias y modas eran las mismas en los dos
virreinatos. Unos mismos actores solan trabajar en ambas capitales. En
Mxico, como en Lima, el pueblo se apasionaba por el teatro en todas
sus formas y en todas las ocasiones.16Juan Ruiz de Alarcn no tuvo que
esperar su viaje a Espaa para desarrollar un sentido del teatro y de sus
posibilidades. Como casi todo lo que se escribi de teatro en el Mxico
del siglo xvt se ha perdido,17nunca sabremos qu reminiscencias de ese

13 Guia de las actas del cabildo, nm. 3260 (16 de julio de 1568).
14 Jos Rojas Garcidueas, Piezas teatrales y representaciones en Nueva Espaa
en el siglo XVI , Revista de Literatura Mexicana, 1 (1940), 148-154.
15 Segn Guillermo Lohmann Villena, El arte dramtico en Lima durante el virreinato,
Estades, Madrid, 1945, pp. 73-74.
16 Octavio Paz, SorJuana Ins de la Cruz o Las trampas de laJe, Fondo de Cultura Eco
nmica, Mxico, 1982, pp. 193-211 (especialmente p. 198), subraya el notable carcter
pantommico y teatral de la complicada ceremonia con que se reciba a cada nuevo virrey.
17 Una excepcin notable son los diecisis coloquios de Fernn Gonzles de Eslava
66 VIDA DE ALARCN EN MXICO

teatro hay en las comedias de Alarcn, incomparablemente ms perfec


tas, sin duda, y lo nico que nos queda es especular sobre la posible rela
cin entre el auto del Corpus de 1597 sobre las profecas de Daniel, o
el Anticristojesutico de 1599, probablemente conocido en Mxico como
en Lima, y una extraa comedia suya, El Anticristo,
En todo caso, Alarcn tuvo como modelo principal a Lope de Vega,
aunque muy verosmilmente no vio comedias suyas en Mxico antes de
1600, si podemos extender a Mxico lo que se sabe de Lima, donde la
primera compaa de actores peninsulares apareci despus del cierre
de los teatros madrileos en 1598 llevando en su repertorio algunas obras
de Lope, y en el Corpus de 1599 represent, por primera vez en el Per,
una comedia suya, Ursn el pecadory Valentn eljusto.18Antes de estas fe
chas, las principales influencias en el teatro deben haber sido Teren-
cio, Sneca y autores peninsulares como Lope de Rueda y Juan de la
Cueva, cuyas piezas se imprimieron y figuran con cierta frecuencia en
las listas de libros despachados a Lima y a la Nueva Espaa.19A partir
de los primeros aos del siglo x v ii , Lope goz en ambos virreinatos de
enorme popularidad, y durante la celebracin del Corpus los viejos autos
alegricos solan ceder su lugar a comedias de santos escritas por l. A
su regreso a Mxico en 1608, Alarcn debe haber encontrado en Mxico
un teatro apegado a las ltimas modas de Espaa.
No todo era teatro religioso, ni siquiera en la temporada de Corpus,
pues entre acto y acto de un drama devoto los actores representaban en
tremeses breves, satricos y hasta subidos de color. Ya en 1575 el arzo
bispo Moya de Contreras relataba, en su habitual estilo vivaz e ingenio
so, la furiosa reaccin del virrey ante un entrems recitado por un actor
negro que satirizaba las desagradables tcticas del alcabalero (el funcio
nario que recoga los impuestos de ventas).20
En 1597 tuvo Mxico su primer teatro, que no era un edificio espe
cialmente construido para ello, sino un espacio adecuado en casa de Fran
cisco de Len, junto al Hospital de Nuestra Seora,21 donde se repre
sentaban comedias profanas y a veces algo atrevidas. Lohmann Villena
dice (p. 125) que las actrices que representaban, por ejemplo, el papel
de Venus, aparecan en Lima desnudas o cubiertas apenas con un velo

(1534-1601?), publicados en Mxico en 1610; estas piezas breves, casi todas alegricas,
ingeniosas, gustosas y llenas de ideas originales, recuerdan por su forma el teatro de la
generacin de Gil Vicente.
18 Lohmann Villena, El arte, p. 74; uno de los actores de esta compaa era Diego
Daz de Castro, marido de la amante de Lope, Micaela de Lujn.
l Lohmann Villena, El arte, p. 61; Irving A. Leonard, Los libros del conquistador, Fon
do de Cultura Econmica, Mxico, 1953, pp. 111, 174 y 213. Hay que observar que Juan
de la Cueva estuvo en Mxico entre 1574 y 1577.
20 Cartas de Indias, t. 1, pp. 177-181.
21 Gonzlez Obregn, Mxico viejo, p. 335.
NIEZ Y MOCEDAD 67
transparente. En Espaa y en sus colonias, las representaciones de co
medias permitan un relajamiento de costumbres y de moral que nunca
dej de atraer la condena de los moralistas. El virrey Gaspar de Ziga
y Acevedo, conde de Monterrey, parece replicar a esa clase de crticas
en un informe de 1604 en que explica por qu no ha prohibido las repre
sentaciones: ya antes de sus tiempos las comedias se haban hecho in
mensamente populares, y, como en Castilla estaban permitidas, l no
vea razn para vedarlas en la colonia. Sin embargo, haba exigido ma
yor modestia en los trajes y haba ordenado que las representaciones tu
vieran lugar nicamente en el Hospital de los Indios (en la calle de San
Juan de Letrn). Del dinero recaudado se tomaban cada ao 2,500 pe
sos para el sostenimiento de esa institucin de beneficencia.22(Probable
mente seguan representndose comedias tambin en casa de Francisco
de Len; lo que el conde de Monterrey se propona evitar era la repre
sentacin de comedias mundanas y de dudosa moralidad en iglesias y
conventos).
Entre los recuerdos agradables o divertidos de su tierra que Alarcn
llev consigo a Espaa en 1600 se pueden contar los siguientes: sus estu
dios; el teatro; las celebraciones por la recepcin de reliquias de santos;
las fiestas del da de San Hiplito; las lujosas entradas de nuevos virre
yes (Alarcn puede haber presenciado cuatro antes de 1600 y una ms
en 1611, tras su regreso a Mxico); los paseos en la Alameda, a caballo
o en coche (haba gran cantidad de coches; Gage, siempre exagerado,
contaba 2,000 en 1625; Felipe II los haba prohibido en 1579,23pero en
vano: en Mxico, como en las ciudades espaolas, las calles estaban tan
llenas de lodo e inmundicias, que el uso del coche se haca una verdade
ra necesidad); juegos de naipes, no slo entre hombres, sino hasta con
mujeres en casa de ellas (Gage, p. 68); recepciones y festejos en el pala
cio virreinal; certmenes poticos y mascaradas; compras en los bien sur
tidos puestos de la Plaza Mayor; meriendas de espeso chocolate en com
paa de amigos;24 chismes sobre el ltimo pleito entre el arzobispo y
el virrey (casi inevitablemente rean; los arzobispos apoyaban a los crio
llos y al clero secular y defendan la supremaca de la Iglesia contra los
frailes y contra la poltica de la Corona); jugosos rumores sobre las in
discreciones de la virreina (especialmente la marquesa de Villamanrique,
que en 1585-1590, durante el virreinato de su marido, era la comidilla
de todos: Ponce, t. 1, p. 501, refiere que ella y su marido pasaron
en el convento franciscano de Xochimilco una semana durante la cual
varios indios que les servan de diversin fueron muertos con armas de
' n Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 194.
23 Gua de las actas del cabildo, nm. 4151.
24 En su amena Cuestin moral si el chocolate quebranta el ayuno eclesistico, de 1636, An
tonio de Len Pinelo dice que los mexicanos suelen tomar chocolate tres veces al da, y
hasta seis veces ms en ocasiones festivas.
68 VIDA DE ALARCN EN MXICO

fuego y hubo mujeres que invadieron las celdas de los frailes, convirtien
do el convento en burdel; y se dio el caso de que un fraile nadara en
un estanque, probablemente desnudo, ante la mirada de la marquesa);
visita a los santuarios de las muchas Vrgenes veneradas en Mxico: la
de Guadalupe, la de los Remedios, Nuestra Seora de los Angeles, etc
tera.
Entre los recuerdos desagradables, pero espectaculares, se contaban,
desde luego, los autos de fe. La Inquisicin, establecida en Mxico en
1571, un ao antes de la llegada de losjesuitas y de la boda de los padres
de Alarcn, puede haber contribuido tanto como los jesuitas para crear
un nuevo sentido de decoro en la sociedad criolla y reafirmar las normas
peninsulares. Entre 1571 y 1600 la Inquisicin entabl procesos contra
902 personas, pero slo trece fueron quemadas en la hoguera durante
ese tiempo (la primitiva Inquisicin episcopal, antes de 1571, haba que
mado a otros cuatro).20Alarcn pudo haber presenciado nicamente el
importantsimo e inslito auto de fe celebrado el 8 de diciembre de 1596,
en que nueve judaizantes (entre ellos Luis de Carvajal el Mozo) perecie
ron en la hoguera, y otro ms, el de 1609, tras su regreso de Espaa,
en el que Jorge de Almeida fue quemado en efigie (vase suprap. 31).
En el famoso auto de 1596 hubo 60 penitenciados, 45 de ellos por prcti
cas judaicas.26Las sentencias se lean a gritos en la Plaza Mayor, pero
las ejecuciones solan hacerse en la Alameda, frente a la iglesia de San
Diego.
Es evidente que la primera tarea que la Inquisicin se propuso en
1571 fue la extirpacin del judaismo, considerado como uno de los pro
blemas graves de la Nueva Espaa. En slo ocho aos (1589-1596) apa
recen en las actas inquisitoriales unas doscientas personas acusadas de
ese crimen. Para pasar a las Indias se requera, tericamente, una prue
ba de limpieza de sangre, pero muchos judos y conversos encontra
ron la manera de llegar a la Nueva Espaa, huyendo de un posible pro
ceso inquisitorial en la metrpoli. Uno de los primeros conquistadores,
Hernando Alonso, fue quemado en la hoguera en 1528 por judaizante
(Liebman, p. 113). En la Nueva Espaa, sin embargo, casi siempre era
posible sepultar el pasado y aparecer con nueva vida, no slo en lugares
alejados de la capital, como Yucatn o Guadalajara, o las regiones mi
neras, sino tambin en la propia ciudad de Mxico.
A mediados del siglo xvi, segn testimonio virreinal citado por
Liebman (p. 42), se calculaba que los vecinos de ascendenciajudaica eran
la cuarta parte de la poblacin de la ciudad de Mxico y sus alrededores.
La autoridad de este informe es dudosa, y la proporcin dejudos parece
muy exagerada; pero no hay duda de que esta poblacin creci bastan
2S Cuevas, Historia, t. 2, p. 273.
2f> Liebman, Thtjews, p. 181.
NIEZ Y MOCEDAD 69

te, en nmeros absolutos, con la ola de inmigrantes portugueses que hubo


a partir de 1580. Y entre los portugueses de ascendencia juda parecen
haber sido raros los que haban abrazado sinceramente el cristianismo.
Hay que tener en cuenta que muchos de ellos descendan de aquellos
judos espaoles que, huyendo de la conversin forzada, se haban tras
ladado a Portugal en 1492. En tiempos de Alarcn y en la poca
posteriorhubo, entre estos cristianos nuevos, varios prominentes hom
bres de negocios que se dedicaron al comercio entre la ciudad de Mxico
y centros mineros como Pachuca y Taxco, y hasta llegaron a tener rela
ciones mercantiles con la remota China, pero hubo tambin gente ms
humilde, y hasta algunos actores, como un tal Alonso Lpez, que tuvo
problemas con la Inquisicin en 1601 (ibid, pp. 151 y 157-158).
Ms an que los cristianos viejos preocupados en ocultar orgenes
plebeyos o criminales, los cristianos nuevos erigieron una barrera defen
siva mediante el cambio de apellido o el empleo de nombres dobles. Los
judos practicantes usaban un nombre en pblico, o sea en la sociedad
cristiana, y otro en privado, o sea entre sus correligionarios. Alguien que
se llama Fernando de Medina para los cristianos, entre los judos se lla
ma Alberto Moiss Gmez; un licenciado Manuel de Morales se llama
Abrahamen la seguridad de la sinagoga clandestina (ibid., pp. 24-25). Cabe
recordar, a este propsito, el significativo hecho de que el abuelo mater
no de Alarcn haya desechado el apellido Cazalla en favor del apellido
Mendoza.
El caso de Luis de Carvajal el Mozo pone de relieve el fervor mesi-
nico de muchos judos novohispanos, el sentimiento de estar viviendo
en vsperas del da en que Jehov reivindicara a su pueblo. Muchos ju
dos estaban persuadidos de que el Mesas iba a mostrarse en 1648, y
los de la Nueva Espaa crean que nacera entre ellos {ibid., p. 217). Ms
an: algunos crean que haba llegado ya en la persona de Gaspar de
Bez, hijo del rico mercader y banquero portugus Simn Bez. Pese
a la pasin, el fervor y las esplendorosas esperanzas de estos criptoju-
dos, su religin sola estar contaminada por la dominante cultura cris
tiana que los rodeaba. Pattico testimonio de este fenmeno es un mo
mento del proceso inquisitorial (1648) deJuana Enrquez, mujer de Simn
Bez, que grit mientras era torturada: Soyjuda, Jess sea conmigo!
Ay, ay! (ibid., p. 232).
La Inquisicin novohispana podr haber sido muy diligente, pero
la poblacin criolla, en conjunto, parece haber sido relativamente ms
tolerante de la disidencia religiosa que la Espaa de entonces. Los crio
llos rara vez denunciaban a sus conocidos ante la Inquisicin, y en algn
caso ayudaron ajudaizantes a librarse de sus garras (ibid., pp. 60 y 68).
En un grupo humano que haba pasado al Nuevo Mundo para comen
zar de nuevo, eran muchsimos los que saban qu cosas vergonzosas ha
ban dejado a su espalda, qu esqueletos tenan enterrados; y parece como
70 VIDA DE ALARCN EN MXICO

si hubieran decidido perdonarse unos a otros cualesquier manchas de li


naje, religin u orgenes sociales. Los pobladores blancos, fueran judos,
conversos o cristianos viejos, sentan evidentemente una comunidad de
valores vitales que los reuna en un grupo fraternal contra las masas de
indios y negros. Con lo cual tocamos de nuevo, desde otro ngulo, una
de las diferencias cruciales entre la sociedad metropolitana y la colonial:
la divisin por razones de religin en la metrpoli la divisin por razo
nes de color de piel en la colonia.
Pero no hay que exagerar el grado de comprensin y tolerancia. La
limpieza de sangre no habr sido cosa tan importante como en la penn
sula muchos vecinos prominentes no tenan sangre limpia, pero
el cristianismo y el judaismo no eran religiones iguales. El Mesas ve
nidero de los judos era, para los cristianos, el Anticristo (ibid., p. 88).
Y un agnosticismo cnico (que debe haber existido en sordina, produ
cido precisamente por los severos conflictos y el flujo calidoscpico entre
credos antagnicos) jams hubiera podido manifestarse en pblico. Quie
nes deseaban seguir practicando el judaismo se vean obligados a vivir
dos vidas, a cuidarse todo el tiempo en el trato con criados o con vecinos
cristianos, a cambiar frecuentemente de lugar de residencia, a mudar
apellido, a desarrollar identidades mltiples (lo mismo ocurra en Espa
a, desde luego; pero el fenmeno era an ms comn en las Indias).
Cabe suponer que esas actitudes y esos fermentos presentes en el n
cleo de la sociedad colonial, y puestos de manifiesto en los autos de fe
de 1596 y 1609 que Alarcn pudo presenciar, dejaron alguna huella en
el teatro de ste. La huella puede seguirse en varias direcciones: la repe
tida condena de los rumores maliciosos sobre orgenes tnicos (La verdad
sospechosa, La cueva deSalamanca, etc.); el intento de un drama pico sobre
el conflicto de credos religiosos que es El Anticristo', la figura extraamen
te sinttica del santn musulmn (?) o cristiano (?) en La manganilla de
Melilla; y las identidades escindidas, mltiples o confusas, simbolizadas
por la adopcin de nuevos nombres, como ocurre con tantos personajes
(por ejemplo en El semejante a s mismo, ttulo muy significativo, o en El
tejedor de Segovia). Cierto que los enredos dramticos causados por identi
dades confusas y equivocadas han sido uno de los grandes recursos de
la comedia desde los tiempos de Plauto, pero el recurso tradicional llega
a adquirir en Alarcn un sentido ms profundo.

B. El joven abogado en la ciudad de Mxico (1608-1613)


Cuando Alarcn volvi a Mxico en 1608 despus de estudiar en Sala
manca y de ejercer la abogaca en Sevilla, deben haberle impresiona
do con nueva fuerza las cualidades especiales de su sociedad criolla. De
ah en adelante, a decir verdad, estaba condenado a ver y a juzgar a la
ELJOVEN ABOGADO 71

Nueva Espaa segn las normas de la metrpoli, y a la vieja Espaa se


gn las del Nuevo Mundo. Sali de Cdiz, acompaado de un criado
y secretario de nombre Lorenzo de Morales, natural de Ceclavn en
Extremadura,27el 12 de junio de 1608, en el barco mercante Diego Gar
es, que formaba parte de una gran flota de sesenta y dos naves al mando
del general Lope Diez de Aux y Armendriz, y lleg a Veracruz el 19
de agosto. En El semejante a s mismo evoca Alarcn el bullicio y la emo
cin del embarque, los caonazos que anuncian la inminente partida,
las velas que se hinchan y las proas que hacen hondos surcos en las aguas
azules, y aade un sincero elogio de la habilidad del heroico comandan
te, digno que en cargos ms graves / nuestro santo rey le ocupe, / pues
tantas veces del mar / sujet las inquietudes, / y ha hecho que flotas lle
nas / de plata a Espaa tribute.28
Igual que en el caso de Luis de Velasco el Mozo, el juicio de Alar
cn en cuanto al carcter del personaje estaba bien fundado. Lope Diez
de Aux, nacido en Quito cuando su padre desempeaba all un puesto
administrativo, de modo que tcnicamente era criollo, recibi despus
el ttulo de marqus de Cadereyta y, a la edad de sesenta aos, fue el
dcimoquinto virrey de la Nueva Espaa (1635-1640). Result un exce
lente servidor de la Corona pese a su edad y a los agitados tiempos en
que le toc gobernar. El hecho de que Velasco y Diez de Aux tuvieran
fuertes lazos con el Nuevo Mundo predispuso sin duda a Alarcn a ver
sus hazaas con especial orgullo. Hay que recordar, por otra parte (cosa
que no se ha hecho hasta ahora), que Lope Diez de Aux, a pesar de sus
apellidos navarros, se cri en Sevilla. Juana de Saavedra, la madre, era
natural de Sevilla como toda su parentela; y el padre, llamado tambin
Lope Diez de Aux y Armendriz, haba sido alcalde de Sevilla. Es de
todo punto posible que Juan Ruiz de Alarcn haya tratado en Sevilla
al comandante de la flota antes de que sta zarpara en junio de 1608.29
Alarcn planeaba regresar a la Nueva Espaa en 1607; en mayo de

27 Rodrguez Marn, Nuevos datos, p. 16.


28 OC, t. 1, pp. 324-325 (acto II, escena 1, vs. 959-1018, en especial 999-1010). Un
excelente cuadro de las dificultades, la suciedad, la incomodidad y el tedio de esas largas tra
vesas, de la recepcin de la flota de 1608 en Veracruz y de lo que era el viaje de Veracruz
a Mxico, puede verse en Leonard, La poca barroca, pp. 17-24. El mismo Leonard, Los
libros, pp. 127-141, habla del sistema de convoyes navales que se cre en 1545, y ofrece
un cmulo de detalles sobre la vida a bordo.
29 Sobre la genealoga de Lope Diez, vase la averiguacin de su linaje hecha por
la orden de Santiago antes de otorgarle el hbito en 1606 (Archivo Histrico Nacional,
Madrid, Ordenes militares, Santiago, nm. 2481). Las averiguaciones hechas en Navarra
y en Sevilla tardaron apenas un mes; no hubo el menor susurro escandaloso en cuanto a
orgenes impuros de una familia que tena slidas races en el norte de Espaa, en mar
cado contraste con las penosas indagaciones que sufran los naturales de La Mancha que
solicitaban hbito, por ejemploJuan Ruiz de Alarcn y Andrada (vase King, La ascen
dencia paterna, p. 60).
72 VIDA DE ALARCN EN MXICO

este ao haba presentado a la Casa de Contratacin de Sevilla toda la


informacin que se peda a quienes solicitaban licencia de pasar a las
Indias, y, para ahorrarse el pago del pasaje, en junio haba conseguido
un puesto de criado en el squito de fray Pedro Godnez Maldonado,
que esperaba viajar en la flota de 1607 para ir a ocupar su nueva sede
episcopal de Nueva Cceres, en las Filipinas. Es probable que la noticia
del nombramiento de Luis de Velasco el Mozo como virrey de la Nueva
Espaa, en ese ao de 1607, haya tenido algo que ver con la decisin
de Alarcn de regresar. El ms poderoso de sus protectores estaba de
nuevo en posicin de ayudar en su carrera al joven abogado. Pero el 9
de junio se cancel por real orden el viaje de la flota de 1607, porque
los barcos equipados con artillera se necesitaban para formar parte de
una armada destinada a localizar y destruir las naves de piratas holan
deses que amenazaban las costas levantinas de Espaa.30
Se vio, pues, obligado a presentar de nueva cuenta, el 12 de abril
de 1608, la informacin necesaria para que se le permitiera viajar en la
flota de ese ao. Hay una diferencia notable entre la informacin de 1607
y la de 1608: en la primera dice Alarcn que sus padres viven en M
xico, y en la segunda se refiere slo a su madre y hermanos.31 Evi
dentemente, Pedro Ruiz de Alarcn acababa de morir, y hasta es posi
ble que la noticia de su mala salud haya tenido que ver con la decisin
de Juan de regresar en 1607, pero en los documentos presentados no se
dice nada de ese problema personal, que bien hubiera podido mencio
narse si Juan saba de la enfermedad del padre. En todo caso, aunque
afligido sin duda por esa prdida, Alarcn emprendi el camino de re
greso con optimismo y grandes esperanzas. En la ya citada descripcin
de la flota de 1608 resuena la alegra y expectacin de esos momentos.
Parecan abrrsele nuevos horizontes.
En la flota de 1608 viajaron dos personajes importantes, aunque no
en el mismo barco que Juan: el sabio y elocuente fray Garca Guerra,
recin nombrado arzobispo de Mxico, y Mateo Alemn, que llevaba
libros para leer durante el viaje, uno de ellos el Quijote; por cierto que
su ejemplar le fue confiscado por los inspectores de la Inquisicin (en
cargados de impedir que pasaran a las Indias obras herticas y literatura
frvola como los libros de caballeras), pero le fue devuelto a instancias
del arzobispo.32
Durante estos aos que vivi Alarcn en Mxico, el arzobispo fray
Garca Guerra, que adems fue nombrado virrey en 1611, al salir Luis
de Velasco a Espaa, fue una figura prominente y poderosa hasta su

30 Rodrguez Marn, Nuevos datos, pp. 7-16, transcribe la informacin presentada por
Alarcn en 1607.
11 Schons, Apuntes, pp. 58-59, publica la informacin de 1608.
Leonard, Los libros, p. 220.
EL. (OVEN ABOGADO 73
muerte (por envenenamiento de la sangre, al parecer) a comienzos de
1612. En 1609Juan Ruiz de Alarcn y su hermano Pedro le dedicaron
a l sus tesis de licenciatura, la de Pedro en teologa, la deJuan en dere
cho. Y no fueron los nicos: por lo menos otro graduando, Martn de
Rosales, honr en la misma forma a Garca Guerra. En aos anteriores,
los honrados con esta clase de dedicatorias haban sido el arzobispo fray
Garca de Mendoza y Ziga o el virrey Montesclaros.33
A causa seguramente de que Juan se dirige humildemente al arzo
bispo con las palabras Maecenati, Patrono ac Domino Meo, Dorothy
Schons conjetura que Garca Guerra pag las sumas necesarias para la
obtencin de grado, y que, de manera general, fue uno de los fieles pro
tectores de Alarcn en Mxico.34Tal vez. Tal vez no. Otra de las ex
presiones de la breve dedicatoria (Qui tuus est totus... si tibi quidquid
est) sugiere dudas en cuanto al inters del prelado por l. El arzobispo
era rico y puede haberle ayudado, pero Alarcn nunca vuelve a referirse
a l. Ni para bien ni para mal menciona en aos posteriores a ningn
miembro de la sociedad novohispana, con las nicas excepciones de los
ya citados elogios a Diez de Aux y a Velasco el Mozo. En un mundo
en que la ruidosa adulacin a los poderosos era el camino ms seguro
del xito, Alarcn nunca rindi homenaje a quienes no lo merecan. Sus
silencios son tan reveladores como sus alabanzas. Yen este caso concre
to, si su hroe mayor era el virrey Velasco, habra desentonado un elo
gio de su rival el arzobispo de Mxico, cuyo deseo de sustituir a Velasco
en el pinculo del gobierno civil era evidente para todos.33Es probable
que Garca Guerra no haya correspondido en absoluto a la dedicatoria
de la tesis, con lo cual se habr ganado la antipata de Alarcn en vez
de su gratitud. Ms probable an es simplemente que a Alarcn le caye
ra mal ese hombre inteligente, pero mundano y presumido.
Mateo Alemn, que fue favorecido por el arzobispo, public en
1613 un homenaje a su mecenas difunto, intitulado Sucesos de donJray Garca
Guerra, arzobispo de Mxico-, pero tras el esplendor y magnificencia de las
apariciones pblicas y de las actividades registradas en ese libro, cual
quiera que haya sido la intencin de Mateo Alemn, se trasluce un esp
ritu agitado y patolgicamente ambicioso. Las calamidades personales
y pblicas que casi desde su llegada llovieron sobre Garca Guerra les
parecieron a algunos (a Alarcn quiz entre ellos) avisos celestiales, age
ros que apuntaban a la persona de ese hombre ilustre: dos serios acci
dentes cuando l iba en su carroza; el derrumbe del tablado construido
33 Para la dedicatoria de la tesis de Pedro, vase el nm. 58 del apndice bibliogr
fico de Francisco Gonzlez de Cosso al Reportorio de los tiempos de Henrico Martnez. Para
la de la tesis de Juan, vase Fernndez-Guerra, Alarcn, Apndice, p. 516. Gonzlez
de Cosso publica tambin las otras dedicatorias mencionadas en el texto.
34 Schons, Apuntes, p. 48.
15 Leonard, La poca barroca, pp. 30-33.
74 VIDA DE ALARCN EN MXICO

para su recibimiento como arzobispo, que caus la muerte de un indio;


la muerte de otro indio que, durante las fiestas de su recibimiento como
virrey en 1611, se solt de la cuerda en el juego del volador, justa
mente al tiempo que Su Excelencia pas en su carroza..., y se hizo pe
dazos. Olvidado del decoro y la modestia sacerdotales, dispuso, en ce
lebracin de su nombramiento como virrey, que durante su primer ao
de gobierno hubiera corridas de toros cada viernes (era tan aficionado
a las corridas, que se mand hacer un coso privado dentro del palacio vi
rreinal); pues bien, la corrida del segundo viernes fue interrumpida por
un terremoto que ech abajo la tribuna y varias casas, matando a algu
nos. Y no fueron stos los nicos desastres naturales: en verano hubo
un aterrador eclipse total de sol a medioda, y en agosto ms de cuarenta
temblores en el espacio de treinta horas, y el da de Navidad el cielo del
Valle de Mxico se puso negro rojizo a causa de una lluvia de cenizas
a la que sigui un diluvio de agua.16
Para el autor del Guzmn deAlfarache, novela escrita en gran medida
con el propsito de poner al desnudo las falacias y trampas de la honra
y del xito mundano, la muerte repentina de un arzobispo en la cumbre
de su gloria confirmaba esplndidamente su leccin de desengao:
Garca Guerra, un prncipe tan gran letrado, rico, poderoso, y ade
ms en el medio de sus das, al morir qued reducido a nada; como
el cuerpo se iba helando, hacan lo mismo las ms fervorosas lisonjas de
los que le adulaban, que aqusos mismos, con el mal olor de la corrup
cin del cuerpo, huyeron de l, y apenas estaba en el sepulcro cuando
lo cubrieron de olvido; entonces l, Mateo Alemn, se sinti en la obli
gacin de desenterrarlo y ponerlo a los ojos del mundo, para que con
sideren todos en l, desde [la] ms levantada cabeza hasta los ms hu
mildes pies de sirvientes, que toda humana confianza es vana; por eso
ha escrito los Sucesos.En verdad, el regreso de Alarcn a Mxico coin
cidi con aos de sucesos inslitos, espectaculares y vagamente amena
zadores.
Habr frecuentado el joven abogado los crculos en que se mova
el ya famoso Mateo Alemn? No lo sabemos. Ninguno de los dos men
ciona al otro. Pero es difcil que no se conocieran. Quiz esto ocurri
ya en Sevilla, donde Alemn estuvo viviendo de 1602 a 1608; por cierto
16 Leonard, La poca barroca, pp. 21-42, ofrece una semblanza moral de Garca Gue
rra, una noticia de los dos suntuosos recibimientos, como arzobispo en 1608 y como virrey
en 1611, y una relacin detallada de las varias cosas extraas que sucedieron en la ciudad
de Mxico durante su gobierno eclesistico y civil y en los das que siguieron a su falleci
miento. En la histeria criolla de 1612 por los levantamientos de esclavos negros (vase -
pra, p. 50) deben haber influido, en parte al menos, los desastres y portentos de los aos
inmediatamente anteriores, uno de ellos la muerte prematura del arzobispo-virrey, que dej
vacante el puesto central de mando en una y otra esfera.
Mateo Alemn, Sucesos de donfray Garca Guerray Oracinfnebre, ed. e introd. de
Jos Rojas Garcidueas, Academia Mexicana, Mxico, 1983, p. 29.

Vu\Olc\L1^
F.LJOVEN ABOGADO 75
que l tambin haba planeado pasar a la Nueva Espaa en la flota de
1607.38Hasta es posible que Alarcn haya asistido en la Universidad de
Mxico a cursos dados por el doctor Alonso Alemn (quiz pariente de
Mateo), pues ese sabio y opulento jurista desempeaba varias ctedras
en la Universidad, de las cuales se retir en 1597, aunque sigui, hasta
su muerte (en 1605), administrando los dineros de la institucin.39
A esta probable vinculacin entre los dos hombres puede agregarse
el hecho de que un futuro colaborador dramtico de Alarcn, el poeta
sevillano Luis de Belmonte Bermdez, entabl en Mxico, en 1609, una
relacin estrecha con Mateo Alemn, como se ve por la calurosa intro
duccin que ste escribi para la Vida deSan Ignacio deLoyola, de Belmon
te. Aos despus, cuando Alarcn y Belmonte estaban ya de vuelta en
Espaa, colaboraron los dos con otros siete ingenios en la composicin
de una comedia intitulada Algunas hazaas de las muchas de don Garca Hur
tado de Mendoza, marqus de Caete (y las porciones escritas por Alarcn
y Belmonte estn contiguas). Esta comedia, publicada en 1622, trata de
las guerras del siglo xvi entre los indios araucanos y las tropas espao
las capitaneadas por Garca Hurtado de Mendoza, hijo de la casa ms
ilustre de la provincia de Cuenca, la de los Marqueses de Caete (rama
segundona de los Mendoza que llevaban el sonoro ttulo de Duques del
Infantado).
Aunque no existe prueba incontestable de que Belmonte y Alarcn
se hayan conocido estando todava en Mxico, las leyes de probabilidad
nos hacen pensar que haba habido trato entre ellos y se respetaban mu
tuamente; las actitudes que se expresan en las escenas compuestas por
estos dos ingenios se parecen mucho, y seguramente no por casualidad.
En vista de que Belmonte escribi no slo el prlogo al lector y la dedica
toria a don Juan Andrs Hurtado de Mendoza (hijo del general cuyas
hazaas se celebran en la obra), sino tambin casi dos tercios del acto
I, y asimismo la escena final y decisiva del acto III, de manera que l
hizo mucho ms que cualquiera de los otros ocho ingenios, no cabe duda
de que fue l quien, empujado por el hijo del marqus, concibi la idea
de la comedia e invit a Alarcn a colaborar en su hechura. Yes natural
que Alarcn haya aceptado: el hroe era un Mendoza de Cuenca, la pro
vincia natal de su padre (y, cosa curiosa, al igual que Velasco el Mozo,
el amigo de Alarcn, uno de los poqusimos hijos de virreyes del Nuevo
Mundo que posteriormente ocuparon el mismo puesto que el padre).
Adems, Belmonte se propuso presentar la relacin entre espaoles e in
dios, que l y Alarcn conocan mejor que cualquiera de los otros inge

38 Francisco Rodrguez Marn, Documentos hasta ahora inditos referentes a Ma


teo Alemn y a sus deudos ms cercanos (1546-1607), Boletn dela Real Academia Espaola,
20 (1933), pp. 201 ss.
19 Leonard, La poca barroca, pp. 93-94.
76 VIDA DE ALARCN EN MXICO

nios, de una manera ejemplar y que hubiera sido del agrado de los dos
Velasco, el Viejo y el Mozo, a quienes Alarcn vea como modelos de
estadistas. En la parte que escribi Alarcn, el Marqus predica perdn
y no venganza,40y en la escena final, escrita por Belmonte, el Marqus
ofrece amistad y no spero dominio a los indios vencidos.
En esos aos de Mxico tambin puede haber conocido Alarcn a
Mateo Rosas de Oquendo, ingenioso y sarcstico poeta espaol que, des
pus de algunos aos de residencia en Lima, lleg a la capital de la Nue
va Espaa en 1598 y aqu se qued hasta su muerte en 1613. Pero es
de dudar que haya surgido alguna simpata entre Alarcn y ese punzan
te crtico de la sociedad criolla. En cambio, podemos dar por seguro que
Alarcn conoci y admir al matemtico e intelectual Heinrich Martin,
alemn de familia protestante nacido en Hamburgo entre 1554 y 1560,
que fue a Espaa en su juventud, se hizo catlico e hispaniz su nom
bre, llamndose Henrico Martnez; en 1589 pas a la Nueva Espaa con
el nombramiento de cosmgrafo real, cargo que exiga conocimientos de
astronoma, cartografa y matemticas; como saba varias lenguas, tam
bin prest servicios de intrprete en la Inquisicin mexicana.
En 1599 compr Henrico Martnez un taller en el cual imprimi li
bros suyos y de sus amigos. (La tesis con que Pedro Ruiz de Alarcn
se gradu de licenciado en teologa en 1610 fue impresa por l en
1609.)41 En 1606 imprimi en su taller el Reportorio de los tiempos e histo
ria natural desta Nueva Espaa, su obra ms importante, cuya cuarta sec
cin se ocupa de astronoma (la astronoma de sus tiempos corresponde
ms bien a lo que llamamos astrologa). Escribi tambin, pero no pu
blic, una Fisonoma de rostros cuyo propsito era mostrar cmo la fisono
ma y los actos de un nio revelan su complexin bsica, para confor
me a ello elegirle ejercicio en que se ocupe (Reportorio, p. 271). El
Reportorio es una interesante miscelnea de geografa, historia y divulga
cin de las ideas cientficas de la poca, si bien el autor no llega al extre
mo de abrazar el heliocentrismo, condenado por Roma. Aficionado al
saber oculto de la astrologa y persuadido de que la naturaleza humana
est conformada en muy gran medida por la oculta influencia celeste
(ibid., p. 19), es sin embargo firme sostenedor de la doctrina del libre
albedro. Hombre excelente, ms cercano que cualquier habitante de M
xico a la prctica de lo que hoy llamaramos ciencia experimental, fue
l el arquitecto del famoso canal de desage tan altamente elogiado por
Alarcn en El semejante a s mismo (supra, p. 42). Por desgracia, esta cos
tosa hazaa de ingeniera result ineficaz para evitar o disminuir las inun
daciones; estall entonces el resentimiento pblico contra el intelectual

40 OC, t. 3, p. 581 (acto II, vs. 1516-1520).


41 Francisco Gonzlez de Cosso, Apndice bibliogrfico a Henrico Martnez, Re-
portorio, nm. 58.
ELJOVEN ABOGADO 77
extranjero, y Henrico Martnez fue a dar a la crcel. Muri en 1632,
derrotado y desilusionado.42
Se ha dicho y repetido que Henrico Martnez fue el modelo del bon
dadoso mago Enrico, experto en necromancia, matemticas y astrolo-
ga, que aparece en La cueva de Salamanca, una de las primeras comedias
de Alarcn. Puede ser as, pero el parecido no va ms all del nombre
Enrico y de la familiaridad con la astrologa. El Enrico de Alarcn no
es alemn, sino francs, y no slo cree en la magia y la ensea, sino que
lleva a cabo actos de magia, cosa que Henrico Martnez nunca hizo. El
alemn novohispano se hubiera sentido ofendido por ese retrato suyo,
si en realidad lo es, por ms que lo que en la comedia se dice sobre los
poderes y virtudes de piedras, plantas, metales y nmeros pueda estar
a veces cerca de sus conocimientos cientficos. Entre Alarcn y l hay,
sin embargo, ciertas notables semejanzas; sus ideas sobre la personali
dad humana son parecidas, y los dos subrayan la relacin de causa y
efecto que rige lo mismo las operaciones del universo que la conducta
de los hombres.
Apesar de estas y otras amistades literarias e intelectuales que Alar
cn haya podido tener entre 1608 y 1613, es claro que se vea a s mismo
(y seguramente se sigui viendo toda la vida) ante todo y sobre todo como
un hombre de leyes, un letrado; su familia y sus circunstancias eco
nmicas lo forzaban a ejercer sus conocimientos jurdicos en algn cargo
gubernamental o universitario, el ms lucrativo que pudiera encontrar
se. Cerca de los treinta aos de edad, con una madre viuda a quien sos
tener, y con un virrey amigo de quien dependan muchos nombramien
tos, inmediatamente se dedic a exhibir sus credenciales para conseguir
un trabajo. La historia de sus logros y de sus fracasos en este terreno
ha quedado escrita en documentos universitarios y notariales fechados
entre 1609 y 1613.43
De hecho, aunque haba aprobado todos los cursos requeridos, Alar
cn no haba recibido en Salamanca su grado de licenciado en derecho,
seguramente porque los gastos de la ceremonia de graduacin estaban
por encima de sus posibilidades econmicas. En Mxico, cuya universi
dad, como hemos visto, revalidaba todo lo hecho en Salamanca, la cere
monia puede haber sido menos costosa y, en todo caso, el candidato te
na amigos capaces de ayudarle con los gastos o de concederle algunas
dispensas. As, pues, el 5 de febrero de 1609, despus de inscribirse como
pasante en la facultad de derecho, present Alarcn el certificado de

4- Vase Leonard, La poca barroca, pp. 107*109.


41 Castro Leal da noticias de los documentos ms importantes en orden cronolgico
(nms. 31-48), con indicacin del lugar de publicacin, en el apndice de suJuan Ruiz de
Alarcn (Documentos relativos a Alarcn); ello me dispensa de multiplicar las referen
cias bibliogrficas en las pginas que siguen.
78 VIDA DE ALARCN EN MXICO

sus estudios salmantinos y solicit examen para la licenciatura. El 8 de


febrero expuso por espacio de una hora su tesis (sobre la emancipa
cin temporal de esclavos y sobre los efectos legales de ciertas clusulas
testamentarias) y contest a las rplicas que le hicieron un doctor y dos
bachilleres en derecho. Entre los asistentes al acto estaban fray Garca
Guerra (a quien, como se recordar, dedic Alarcn el breve texto im
preso de la tesis),44el rector de la Universidad, doctor Alonso de Villa-
nueva Alarcn (hijo del oidor Luis de Villanueva, viejo amigo de la fa
milia), el decano de la facultad de derecho y el doctor Juan de Salcedo,
maestrescuela de la Universidad. Ocho doctores en derecho integraban
el tribunal. El virrey no estuvo presente, y la asistencia del arzobispo
no indica probablemente ningn favor especial concedido al graduando,
sino ms bien el fuerte lazo que haba entre la esfera eclesistica y la uni
versitaria. El asunto de la tesis podr parecemos rido, y muy escolsti
co su desarrollo, pero los problemas en ella tratados eran de vivo inters
para la sociedad criolla.
Habiendo salido bien de esta primera prueba, el 18 de febrero pre
sent Alarcn un testimonio sobre su prctica de abogado en Sevilla en
forma de declaraciones juradas de dos amigos suyos, el sevillano Her
nando de Castro Espinosa y un compaero de estudios de Salamanca,
Bricin Diez Crzate, los cuales haban pasado a Mxico, como Alar
cn, en la flota de 1608. El 19 de febrero se le asignaron los textos que
deba comentar en su segundo examen, uno del Digesto viejo y otro del
Cdigo. El examen tuvo lugar el 20 de febrero, a las seis de la tarde,
en la catedral. La exposicin del graduando dej satisfechos a los vein
tin sinodales (entre ellos el rector doctor Alonso de Villanueva Alarcn
y su hermano Luis de Villanueva Zapata), y por unanimidad de votos
se le otorg el grado. La serie de actos iniciada el 5 de febrero culmin
el sbado 21 en la catedral, frente a la sacrista mayor, donde el maes
trescuela cre a Alarcn licenciado in utroque iure ante un grupo de
personajes distinguidos, en especial el alguacil mayor de corte Juan Ro
drguez de Figueroa, el general don Pedro de Armendriz, que muy pro
bablemente ser ms bien el general Lope Diez de Aux y Armendriz,
comandante de la flota en que Alarcn regres a la Nueva Espaa (po
dr tratarse de un simple error de transcripcin) y, una vez ms, los her
manos Villanueva.45
Un licenciado en derecho tena la opcin de recibir el doctorado des
pus de sufrir un nuevo examen oral y pblico. El 12 de marzo de 1609

44 La tesis fue impresa en 1609 por Diego Lpez Dvalos; vase Schons, Apuntes, p.
48, nota 1.
45 Fernndez-Guerra, Alarcn, Apndice II, pp. 514-522, transcribe todos los docu
mentos relativos al grado. Ms informes sobre esta clase de exmenes podrn verse en Ji
mnez Rueda, Alarcn, pp. 80-84.
ELJOVEN ABOGADO 79
Alarcn solicit y obtuvo permiso del claustro en pleno para doctorarse
en derecho cannico y civil sin pompa (o sea sin el costoso ceremo
nial de costumbre) por ser tiempo de Cuaresma, y adems a causa de
su pobreza. Pero nunca recibi el grado de doctor, a pesar de que sigui
viviendo en Mxico durante otros cuatro aos. Esta abstencin, cuyas
causas se ignoran, es bastante extraa, pues lo que quedaba por hacer
era realmente muy poco; el problema de los gastos estaba resuelto; el
doctorado le hubiera ayudado a obtener la ctedra universitaria que co
menz a solicitar en ese mismo ao de 1609, y, desde luego, hubiera aa
dido lustre a su curriculum vitae.
Alarcn haba concluido la larga serie de cursos requeridos para los
abogados, un plan de estudios que, en cuanto al modo de enseanza y
en cuanto a los textos que se comentaban, haba cambiado muy poco
desde la Edad Media: era latinizante, escolstico, abstracto, y apenas
tocado por el humanismo del Renacimiento (de l se hablar con ms
detalle en el siguiente captulo). Es imposible saber con qu entusiasmo
hizo Alarcn estos estudios. Para l, como para tantos otros que vivie
ron en la legalista sociedad del siglo xvii , la carrera era una necesidad.
Pero vindolo bien, fue en ms de un sentido una preparacin peculiar
mente adecuada para el futuro autor teatral. Muchos siglos antes de los
tiempos de Alarcn, un breve tratado griego sobre la estructura de la
comedia en contraste con la de la tragedia (el Tractatus Coislinianus)
haba definido el gnero comedia como una forma de proceso judicial
en que se van presentando alegatos en pro y en contra de una tesis o
de un personaje, hasta que el peso de las sucesivas pruebasjurdicas des
truye la falsa opinin y establece la inocencia o la culpa, la verdad o la
falsedad.16
Si esta analoga no nos sirve gran cosa para leer A Midsummer Night s
Dream o La dama boba (aunque, segn Northrop Frye, funciona incluso
en la comedia de Shakespeare), resulta iluminadora al estudiar varias
de las mejores piezas teatrales de Alarcn, sobre todo, tal vez, Las paredes
oyen, donde la herona Doa Ana va perdiendo poco a poco su repug
nancia inicial por el no guapo Donjun, su pretendiente, gracias a una
serie de pruebas ms y ms convincentes de la informalidad de Don Men-
do, el pretendiente a quien ella favoreca antes. Para el lector o especta
dor, una de las principales gracias de la comedia es la sutil pero slida
cadena de pruebas que se va formando y que, por la va racional, lleva
a un desenlace muy humano y eminentemente satisfactorio. No hay duda
de que en la firme estructura, en la compleja, sentenciosa y bien matiza
da argumentacin, en la equilibrada racionalidad del teatro de Alarcn,
ha influido bastante su educacin jurdica. Es posible que estas cualida
46 Northrop Frye, Anatomy of Criticism, Princeton University Press, Princeton, 1973
(reimpresin de la ed. de 1957), p. 166.
80 VIDA DE ALARCN EN MXICO

des de tono y de modo de construccin, evidentes tambin en La verdad


sospechosa, expliquen el extraordinario atractivo que esta comedia tuvo
para Pierre Corneille, otro abogado-dramaturgo, otro aficionado a la ar
gumentacin y a la demostracin jurdica en obras como Cinna.
Pero, en el Mxico de 1609, Alarcn no se dedicaba a escribir come
dias, sino a ejercer su profesin en los tribunales; consta que trabaj como
abogado hasta 1613 con vigor e intensidad, y con cierto xito monetario.
Ya a comienzos de 1611 un documento notarial lo identifica como abo
gado en esta Real Audiencia; se haba acudido a l en este caso para
un peritaje acerca de la administracin de los bienes de Mara de Espina
por su tutor Francisco de Torres Santarn, miembro del cabildo.47
Hagamos una breve pausa para ver qu significaba ser abogado. Des
de el tiempo de los Reyes Catlicos, los abogados que actuaban en los
tribunales de la Corona necesitaban tener por lo menos ttulo de bachi
ller otorgado por una universidad reconocida, y en tiempos de Alarcn
era prcticamente obligatorio el de licenciado. Antes de ser aceptados
para actuar en esos tribunales superiores, deban, adems, ser examina
dos acerca de sus conocimientos por los jueces del tribunal respectivo.
Los abogados de ms prestigio amasaban grandes fortunas gracias a los
anticipos que reciban, por ejemplo, de personajes de la nobleza o de ayun
tamientos metidos en algn prolongado pleito ante los tribunales; pero
los ingresos de la mayora de ellos, como Alarcn, procedan de honora
rios pagados por cada servicio profesional, y estos honorarios estaban
reglamentados por el gobierno: tantos maraveds por cada pgina de do
cumentos o por cada sumario que redactara el abogado, o por cada ac
tuacin en el tribunal. No sabemos cunta demanda tenan los servicios
de un abogado como Alarcn; pero l perteneca al escaln ms alto de
los abogados activos, por encima del procurador, para el cual no se
exiga grado universitario, y por encima del solicitador, que tampoco
necesitaba grado y cumpla ms bien funciones de simple gestor. La res
ponsabilidad del abogado consista, por supuesto, en suministrar bases
jurdicas para lo que el cliente quera conseguir; por lo general, el resul
tado de un pleito dependa de la claridad y solidez de su representacin
escrita; los magistrados de los tribunales solan basar su decisin en los
argumentos que el abogado presentaba en ese escrito o en su defensa oral.
Entre quienes prestaban servicio en los tribunales, el abogado era el ni
co a quien le estaba permitido presentarse cubierto (con el sombrero
puesto) ante los augustos magistrados, y el nico capacitado para susti
tuir a un juez ausente o enfermo.48
47 Francisco Prez Salazar, Dos nuevos documentos sobre donjun Ruiz de Alar
cn, Revista de Literatura Mexicana, 1 (1940), 154-165.
48 Esta descripcin de las obligaciones y prerrogativas del abogado procede de Ri
chard Kagan, Lawsuits andLitigants in Castile 1500-1700, University of North Carolina Press,
Chapel Hill, N.C., 1981, pp. 62-69.
ELJOVEN ABOGADO 81
En 1611 y en 1612 Garci Lpez de Espinar, corregidor de la ciudad
de Mxico de 1606 a 1613, nombr a Alarcn su asesor legal, o sea
su ayudante y lugarteniente. Fue un nombramiento importante: Alar
cn menciona con orgullo este cargo en un memorial presentado al Con
sejo de Indias en 1635, pero evita cuidadosamente llamarse teniente
de corregidor, a pesar de que as lo designaba en 1625 una recomenda
cin del propio Consejo de Indias. Lpez de Espinar se haba dirigido
en 1607 a la Corona para que no se le obligara a nombrar un verdadero
teniente de corregidor, pues habra tenido que pagarle ms de 1,000
pesos (450,000 maraveds) tomndolos de su propio salario, que no era
muy alto; y, en efecto, no consta que haya habido tal nombramiento en
estos aos. El cargo de Alarcn significaba una responsabilidad conside
rable, pero un campo de accin restringido y salario ms bajo.
Las funciones del corregidor eran en gran parte indagativas y judi
ciales: l determinaba si se estaban obedeciendo las leyes del reino y en
tablaba pleito contra los transgresores; l tambin, por regla general, su
pervisaba la administracin de la ciudad presidiendo todas las juntas del
cabildo. Si Alarcn hubiera sido teniente de corregidor, habra sustitui
do a Lpez de Espinar en esa llamativa funcin del 12 al 25 de mayo,
por ausencia del titular (Lpez de Espinar haba acompaado hasta Ve-
racruz al virrey saliente, Luis de Velasco); pero las actas del cabildo nos
dicen que fue uno de los miembros ms antiguos quien ocup el asiento
del corregidor en esos das.49Lpez de Espinar deleg en Alarcn algu
nas de sus obligaciones judiciales, en especial la indagacin y persecu
cin de las ventas ilegales de pulque a los indios (ventas prohibidas por
la Corona con el fin de refrenar la conocida propensin de los indios a
la embriaguez); por este trabajo le pagaba un salario de 400 escudos
(167,000 maraveds), algo ms del doble del salario medio de los cate
drticos de la Universidad, notoriamente mal pagados.50
En 1612, como sabemos por el citado documento que Alarcn pre
sent al Consejo de Indias en 1635, el tribunal de Mxico lo nombr,
adems, juez pesquisidor en un espectacular caso de asesinato. Un
notario de Veracruz haba matado a pualadas a su mujer, Isabel Zubi-
ri, y el padre de sta haba entablado juicio contra su yerno. Alarcn
hizo viaje a Veracruz, oy a los testigos, emiti su veredicto y remiti
el asunto al tribunal virreinal.
49 Rangel, Noticias biogrficas, pp. 58 y 61. En noviembre de 1613, durante la
investigacin oficial de los servicios de Lpez de Espinar al dejar el cargo de corregidor,
se recogieron tambin informes acerca de la honradez y eficacia de algunos de sus subordi
nados, entre ellosJuan Ruiz de Alarcn, que haba sido el funcionario encargado de con
trolar la venta del pulque. El dictamen declara que su actuacin fue buena, eficaz y acorde
con la ley (vase Dmaso Alonso, Dos espaoles del Siglo de Oro, Gredos, Madrid, 1960, pp.
124-128).
50 Cuevas, Historia, t. 2, p. 295.
82 VIDA DE ALARCN EN MXICO

En una capital plagada de abogados muertos de hambre, las comi


siones encargadas al licenciado Alarcn indican no slo su competencia
profesional, sino tambin la ayuda que recibi de amigos influyentes:
probablemente el corregidor Garci Lpez de Espinar (aunque nada se
sabe sobre l ni sobre los lazos que pueda haber tenido con la familia
Alarcn), y con toda seguridad el virrey Velasco el Mozo, los Villanue
va y el doctor Luis de Cifuentes, abogado y catedrtico de derecho en
la Universidad de Mxico, que en 1613 testific favorablemente sobre
los mritos de Pedro Ruiz de Alarcn.
Pedro, ms tenaz que su hermano en la bsqueda de una posicin,
tambin estaba prosperando. En marzo de 1602 haba sido nombrado
vicario del pueblo de Tetcpac, en la jurisdiccin de Taxco (vase supra,
p. 27); en 1603 el virrey Juan de Mendoza y Luna le concedi el benefi
cio de los pueblos de Tenango (cerca de Tetcpac), Atzala y Teulistaca;
Pedro qued, adems, encargado aqu de la venta de las bulas de la San
ta Cruzada, de la cual perciba una comisin. En 1613, despus de que
l y Juan hicieron examinar los documentos oficiales para probar que
sus abuelos maternos nunca haban sido recompensados por sus servi
cios a la Corona en cuanto primeros pobladores, Pedro, primognito de
esta familia de pioneros, empeado en conseguir beneficios eclesisticos
ms jugosos, lleg a solicitar una canonja en el cabildo de la catedral
de Mxico o de la de Puebla; el 21 de febrero de ese ao dio poder a
su hermano Juan para que continuara por l las negociaciones ante el
Consejo de Indias. Los esfuerzos de Juan parecen haber tenido algn
fruto, pues el 2 de septiembre de 1617 Pedro fue nombrado capelln del
Colegio de SanJuan de Letrn en la ciudad de Mxico. Despus fue nom
brado adems rector de esta institucin, y su doble salario llegaba a la
apetecible suma de unos 1,000 pesos anuales (450,000 maraveds). El
nombramiento de capelln se le dio durante el gobierno del virrey Gua-
dalczar, pero bien puede haberse debido a una amistosa presin del pre
sidente del Consejo de Indias, Luis de Velasco. Tras la muerte de Velas
co, en ese mismo ao de 1617, Pedro no avanz ms en su carrera; se
qued en San Juan de Letrn, quejndose peridicamente de lo poco
que ganaba y solicitando nuevos favores, hasta que forzosamente tuvo
que retirarse (aunque conservando su salario de rector) hacia 1656; te
na entonces ms de ochenta aos y estaba casi ciego.51 En 1657 el vi
rrey Alburquerque, irritado por tener que seguir pagando el salario de
ese anciano, escribi a Su Majestad diciendo que durante toda su vida
Pedro haba sido un hombre belicoso, insatisfecho, importuno, calum

51 Schons, Apuntes, publica una transcripcin del memorial presentado por Alarcn
en 1635, as como de otros documentos relativos a sus actividades profesionales durante
estos aos pasados en Mxico; transcribe tambin los documentos relacionados con la ca
rrera eclesistica de Pedro.
ELJOVEN ABOGADO 83
niador, dado a presentar falsos testimonios y a lanzar acusaciones contra
todos y contra todo.52
Por su parte, Juan trat cuatro veces de obtener una ctedra en la
Universidad. En el verano de 1609 se present a oposiciones para la c
tedra de Institua junto con otros cinco solicitantes, uno de ellos su ami
go Bricin Diez Crzate. En estas oposiciones cada candidato tena que
exponer y comentar determinados pasajes de los textos jurdicos vigen
tes ante todos los alumnos de la facultad de derecho. Acto seguido, los
alumnos con ocho o ms aos de estudios votaban por el candidato que
mejor les pareca. No sabemos cuntos votaron por Alarcn; el hecho
es que ni l ni Diez Crzate ganaron la ctedra. Los dos hicieron de nuevo
la lucha, y de nuevo infructuosamente, en las oposiciones de noviembre
de 1609 para un nombramiento de sustituto en la ctedra de Decreto.
Esta vez Alarcn qued en ltimo lugar, pero recibi nueve votos, he
cho que l no deja de registrar en su memorial de servicios de 1635.
Entre 1609 y 1613 no se presentaron vacantes. Pero ocurri que Diez
Crzate, cuyo grado de bachiller en derecho era de Huesca y no de Sala
manca,53recibi su doctorado en Mxico el 13 de noviembre de 1611;
y en esa gran ocasin su amigo Alarcn ley el obligado vejamen (pieza
literaria en que se haca una burla benvola del recin graduado), cuyo
manuscrito quiz exista todava (ibid., p. 62).
En abril de 1613 el licenciado Ruiz de Alarcn y el ahora doctor Diez
Crzate se presentaron a oposiciones para la ctedra temporal de Cdi
go, y fracasaron los dos. Pero volvieron a la carga, junto con otros dos
candidatos, Cristbal de Hierro Guerrero y Agustn Sedao, esta vez para
competir por la ctedra temporal de Institua. Alarcn dio su leccin el
lunes 13 de mayo de 1613, a las cuatro de la tarde. El doctor Diez Cr
zate obtuvo treinta votos y finalmente qued en posesin de la ctedra
el sbado 18.54
En torno a esas elecciones para ctedras universitarias, en Mxico
lo mismo que en Salamanca o que en la Sorbona, haba toda clase de
manipulaciones y corruptelas: los competidores sobornaban con dinero,
banquetes y favores a cuantos votantes podan, y amenazaban a otros
con represalias si no votaban por ellos.55Pero estas ltimas oposiciones
en que Alarcn intervino parecen haber llegado a alturas antes descono

52 Schons, Apuntes, p. 92.


53 Segn Rangcl, Noticias biogrficas, p. 22.
4 Slo en las primeras oposiciones compiti Alarcn por una ctedra permanente.
La ctedra temporal supona un nombramiento vlido para cuatro o cinco aos; haba asi
mismo la ctedra de sustitucin, que se abra a oposiciones cuando el propietario estaba
enfermo o ausente, y que tena una extensin temporal indefinida. Vase Richard L. Ka-
gan, Students andSociety in Early Modem Spain, Johns Hopkins University Press, Baltimore,
1974, p. 164.
J Kagan, Students, pp. 166 y 210.
84 VIDA DE ALARCN EN MXICO

cidas en cuanto a fraudes y supercheras, y hubo una verdadera batalla


de quejas y contraquejas entre todos los competidores.
Segn los perdidosos, haban votado varias personas que no tenan
derecho a hacerlo. Alarcn dijo que muchos de los votantes actuaron bajo
amenaza, y pidi que se observara estrictamente el secreto en la vota
cin. Es verdad que algunas de las papeletas eran tcnicamente nulas,
pero no se procedi a nueva votacin. Los solicitantes se acusaron unos
a otros de haber comprado votos (de esto, cosa notable, nadie acus a
Alarcn: su pobreza le impeda hacerlo) o de haber violado la regla que
prohiba toda comunicacin con los estudiantes votantes antes de que
se recogieran las papeletas (Diez Crzate acus a Hierro, miembro de
la rica familia Guerrero, de haber conversado en su casa con los estu
diantes votantes Miguel de Yribe y Luis de Velasco, hijo del presidente
del Consejo de Indias).
El 17 de mayo dirigi Alarcn a las autoridades universitarias una
queja que tiene todo el acento de la sinceridad y que parece muy bien
razonada. En ella peda que todos los dems competidores quedaran des
calificados y que la ctedra se le diera a l, pues slo l permaneca como
candidato (esta peticin autgrafa se conserva todava en el archivo de
la Universidad de Mxico).56
Como sabemos que en la primavera de ese ao, 1613, Alarcn esta
ba planeando su viaje a Espaa y, de hecho, sali de Mxico a Vera-
cruz el 21 de mayo (ibid., p. 50), muchos de sus bigrafos se sorpren
den de que haya participado en las oposiciones de mayo y, adems, se
haya puesto a impugnar el carcter y la conducta de los otros candida
tos. En resumidas cuentas, si l haba salido perdiendo, el triunfador vi
sible era un gran amigo suyo, Bricin Diez Crzate. Algunos bigrafos
no se quedan all, y suponen que Alarcn, ese Alarcn que en su teatro
exalta siempre como suprema virtud la lealtad entre amigos (vase, por
ejemplo, la comedia llamada justamente Ganar amigos), esta vez traicio
n en la vida real sus altos ideales al traicionar a un amigo.
En primer lugar, no hay que pedir que un moralista como Alarcn
practique siempre lo que predica. Y en segundo lugar, una lectura cui
dadosa de los documentos sugiere ms bien lo contrario: que su partici
pacin en las oposiciones de mayo y todos los pasos que dio tras la vota
cin se debieron al deseo de ayudar a su amigo y fueron cosas que ellos
dos haban planeado antes de las oposiciones (varias veces haban estado
juntos en eso, y saban demasiado bien todo el tejemaneje del asunto).
En su defensa contra los cargos que le hacan Hierro y Sedao, afirma
Diez Crzate que estos dos estaban coligados para que el ganador fuera
Hierro (favoreciendo el dicho don Agustn de Sedao la causa del di
cho Dr. Hierro, ibid., p. 55; y en efecto, Sedao no obtuvo ningn voto,
56 Reproducida en Rangel, Noticias biogrficas, p. 47.
ELJOVEN ABOGADO 85
tomo tampoco Alarcn); las acusaciones de fraude que se le hacan a Diez
Crzate eran, pues, estpidas. Entre la nube de acusaciones y rplicas
se perfila muy ntidamente la idea de que los nicos verdaderos candida
tos eran dos, Hierro y Diez Crzate, cada uno de ellos secundado por
un candidato con pocas o nulas posibilidades de triunfo (Sedao en fa
vor de Hierro, Alarcn en favor de Diez Crzate), cuya intervencin te
na por objeto arrebatarle por lo menos algunos votos al rival del amigo.
Al ser disputada la legitimidad de la eleccin por Hierro y Sedao, que
dando en duda el resultado favorable a Diez Crzate, Alarcn, atareado
en los preparativos de su viaje, escribi de prisa ese documento del 17
de mayo en que impugna a todos los otros candidatos; se trataba eviden
temente de una estratagema, aunque no est excluido que cupiera en
l alguna esperanza de ser declarado vencedor por fallas de los otros tres.
Al conferrsele la ctedra a Diez Crzate el da 18, Alarcn no intervino
ms. Quienes entablaron pleito contra el ganador ante el tribunal del
virreinato fueron Hierro y Sedao; y Alarcn, en cuanto participante
en el lo, fue convocado para testificar. Acept la convocatoria, pero, no
pudiendo presentarse en persona el 20 de mayo (su ltimo da en la ciu
dad), dio poder a dos abogados para que lo representaran y se lav las
manos, dejando a su amigo, al salir de Mxico, en posesin de la cte
dra. El que durante esos ltimos y atareados das haya intervenido en
las oposiciones, sin esperanza de triunfo, significa un acto de amistad
y de sacrificio personal.57
Ya en febrero de 1613, segn parece, Alarcn tena decidido regre
sar a Espaa, pues el 21 de ese mes su hermano Pedro le dio poder para
hacer todas las gestiones jurdicas necesarias ante el Rey y el Consejo
de Indias (en Madrid) en favor de su solicitud de un beneficio eclesisti
co. En aos posteriores, Pedro le mandara a Juan dinero para vivir en
Espaa y para pagar los gastos de los trmites; en abril de 1614 le man
d la muy respetable suma de 2,000 pesos (900,000 maraveds).58(Juan
parece haberse entendido especialmente bien con su hermano mayor; en
todo caso, no existe ningn documento que se refiera a su relacin con
los otros tres hermanos, Hernando, Gaspar y Garca.)
Por qu resolviJuan abandonar su casa, sus amigos y una carrera
modestamente redituable, y tentar fortuna de nuevo en la metrpoli? Esto
es materia de conjetura. Tal vez la sociedad provinciana le pareci me
nos interesante que la que l recordaba cuando estuvo en Espaa. Su
madre Leonor, viuda desde 1607 o 1608, en 1613 parece haber sido ya
difunta (en los papeles presentados este ao por Pedro en prueba de que

57 Rangel, Noticias biogrficas, publica los documentos relativos a las cuatro opo
siciones a ctedra universitaria en que se present Alarcn; en las pp. 41-55 pasa revista
a toda la batalla de papel en torno a la eleccin de Diez Crzate.
58 Prez Salazar, Dos nuevos documentos, pp. 160-162.
86 VIDA DE ALARCN EN MXICO

descenda de primeros pobladores, los testigos se refieren a ella en tiem


po pasado, no en tiempo presente), de manera que l estaba liberado
de la obligacin de acompaarla y velar por ella. No es imposible que
su madre le haya dejado en herencia una pequea propiedad que origi
nalmente haba pertenecido al padre, Pedro, en La Mancha. Por otra
parte, Garci Lpez de Espinar, el corregidor, termin su perodo en
1613, yJuan no saba si el nuevo que nombraran lo seguira empleando
como asesor legal. Si l o Pedro (hombres maduros ambos, de 33 y 41
aos respectivamente) iban a medrar en la vida, eran necesarios los ami
gos poderosos, y el ms poderoso, Luis de Velasco, resida ahora en Ma
drid como presidente del Consejo de Indias. Luis de Padilla, pariente
lejano de Alarcn, era miembro del Consejo de Castilla desde 1609, y
en 1613 varios otros parientes contendan por el ttulo de Conde de Ci-
fuentes y por la propiedad territorial respectiva (en el verano de ese ao
hered el ttulo un primo segundo, Pedro Girn de Alarcn).59En re
sumen, Juan debe haber sentido que el momento era propicio para
tentar fortuna en Madrid, en el centro del poder real, cerca de la vivifi
cante presencia de Su Majestad. El famoso jurista Solrzano Pereira,
que pas a Lima comojuez de la Real Audiencia en 1609, y que en 1623
segua en Lima, sintindose un desterrado, reflexionaba amargamente
que los mritos y los largos aos de servicio a la Corona, cuando se ha
can en regiones del mundo alejadas de la Corte, se quedaban sin re
compensa: nos tienen por vasallos de otro Rey..., [y] venimos a hallar
nos ms olvidados, atrasados y desfavorecidos.60
As, pues, por tercera (y ltima) vez, este criollo pequeo, jorobado
y animoso, que no estaba ya en la flor de la edad, hizo el penoso viaje
transatlntico; sali de SanJuan de Ula en el verano de 1613, dejando
atrs hermanos y amigos, los rostros y las costumbres de los indios, la
universidad que le fue querida, las calles que recorri, los productos t
picos de la tierra (maz y chile, cacao y frutas tropicales), el alto valle
de Anhuac, el mgico mundo fronterizo de Taxco y la esplndida ciu
dad de Mxico-Tenochtitlan en que haba nacido. En 1635, cuando el
fin de su vida se acercaba, solicit ante el Consejo de Indias un puesto
en el Nuevo Mundo; no obtuvo respuesta alguna, y muri en Espaa.
Ninguno de los sucesos ocurridos en los cinco aos que pas en M
xico el uxoricidio de Veracruz, los juicios contra los vendedores de pul
que, las relaciones con la Real Audiencia, las oposiciones a ctedras uni
versitarias, los desastres que llovieron sobre el arzobispo y virrey Garca
Guerra, la amenaza de rebelin de negros en 1612, el auto de fe de 1609
tiene el menor eco en su teatro. Quiz lo que ms hondamente se le que-

39 King, La ascendencia paterna, p. 69.


60 Carta al Conde Duque de Olivares, de 26 de junio de 1623, en el manuscrito 9373
de la Biblioteca Nacional de Madrid, fol. 198r-v.
ELJOVEN ABOGADO 87
(i grabado de esa temporada fue una leccin que los aos madrileos
subsiguientes se encargaran de acentuar con mayor crueldad an: que
a quien carece de dinero y de amigos poderosos le es prcticamente im
posible mejorar en la vida. Y ste s que es un tema constante, basado
en dolorosas experiencias personales, en el teatro deJuan Ruiz de Alar
cn.
IV. SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

A. La importancia de estudiar en Salamanca


Literal y psicolgicamente, el paso ms decisivo que dio Alarcn en su
vida tuvo lugar en 1600, cuando en un barco de la flota de Juan Guti
rrez de Garibay (vese supra, p. 64) sali rumbo a Espaa desde SanJuan
de Ula, probablemente a fines de mayo o comienzos dejunio, para ma
tricularse en la facultad de derecho de Salamanca. Lleg a Sevilla quiz
a mediados de septiembre, y el 18 de octubre se matricul en Salaman
ca, identificndose como natural de la ciudad de Mxico.1
El salir a estudiar fuera del lugar nativo ha sido siempre una expe
riencia inquietante y enriquecedora, y, en el caso de Alarcn, ese fue
ra quedaba en verdad muy lejos. Juan abandon una capital provin
ciana y una universidad que slo atraa a estudiantes de la Nueva Espaa,
para estudiar en una facultad de derecho que era de las ms clebres de.
Europa; cambi la proteccin y disciplina del hogar y de la familia por
la vida independiente y sin duda un tanto alocada de la comunidad estu
diantil de Salamanca, formada por unos 5,000 estudiantes procedentes
de todas las regiones de la pennsula ibrica, as como de Italia, Cerdea
y los territorios de Indias.2En todo caso, haba tomado la decisin que
un sabio jurista del siglo x v ii le aconsejaba tomar al aspirante a letra
1 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 309, Libro de Matrculas,
1599-1600, fol. 65. En cuanto a las fechas de salida y llegada de la flota de la Nueva Espa
a, tenemos que limitarnos a conjeturas. Aunque parezca increble, no hay registros ofi
ciales que indiquen qu da zarpaban las flotas rumbo a las Indias, y mucho menos qu
da regresaban a la metrpoli. Slo por accidente sabemos la fecha exacta de salida de algu
nas flotas. Pierre Chaunu, en el vol. VIII 2,2 de su monumental Svilleel lAtlantique(1504-
1650), cole Pratique des Bautes Etudes, Paris, 1959, p. 1077, dice que la flota de Guti
rrez de Garibay debe haber llegado a Espaa alrededor del 15 de octubre; pero Juan
Ruiz de Alarcn no puede haber hecho el viaje de Sevilla a Salamanca en slo tres das,
para matricularse el 18.
2 Sobre el total de matrculas, vase Kagan, Students, Apndice A, tabla VI; sobre
los orgenes diocesanos de los estudiantes inscritos en la facultad de derecho (con datos de
cinco aos distintos), ibid , tabla IV. Otras muchas noticias sobre la Universidad de Sala
manca en los aos de Alarcn (aunque, extraamente, con pocos datos en cuanto al n
mero de estudiantes) podrn encontrarse en Luis Enrique Rodrguez-San Pedro Bezares,
La Universidad. Salmantina del Barroco, perodo 1598-1625, 3 tomos, Universidad de Salaman
ca, Salamanca, 1986.

[89]
90 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

do, o sea salir del terruo y estudiar lejos de l: Ha de ser la Univer


sidad lejos de la patria, copiosa de estudiantes y maestros, porque en la
abundancia dellos hay buenos y mejores que elegir, y estudiantes de flo
ridos ingenios por cuya comunicacin se abren los ojos del entendimien
to al conocimiento de varias ciencias.3
El joven provinciano criado en las Indias espaolas, y metido aho-
ra en el centro de la vida intelectual de Espaa, necesariamente posea
una visin ms amplia de la inmensidad y heterogeneidad del conjunto
del imperio que la que podan tener sus compaeros de clase, naturales
de la pennsula en su gran mayora (aunque esto rara vez les pasara por
el pensamiento a los nacidos en Len y en las dos Castillas, que predo
minaban en la poblacin estudiantil). Niceto Alcal Zamora siente que
esta visin no centrada en los lmites tradicionales, sino abarcadora de
la totalidad ibrica, explica la opinin marcadamente favorable que acerca
de los portugueses se expresa en varias de las comedias de Alarcn, por
ejemplo en La culpa busca la pena y en No hay mal que por bien no venga.*
En su reciente estudio sobre los letrados durante el reinado de Felipe
III, Jean-Marc Pelorson concluye que donde podan encontrarse mentes
abiertas era entre quienes haban viajado fuera de Castilla y explorado
el imperio.5Y, lo que es ms importante, la insercin en una sociedad
nueva y un tanto ajena estimul sin duda las facultades de observacin
del futuro dramaturgo, como tambin su consciencia de la complejidad
del carcter humano y de la variedad de usos y costumbres.
En vista de la deformidad de Alarcn, y de las dificultades que a
causa de ella debe haber tenido siempre para lograr aceptacin plena
en un grupo social, es de sorprender que su familia haya permitido, y
aun querido, que fuera l y no alguno de los otros hermanos, dueos
tambin de preparacin universitaria, quien diera el paso decisivo de ma
tricularse en Salamanca. Tal vezJuan, con su desgraciado fsico, era sim
plemente el ms inteligente y el ms determinado.

B. Ayuda econmica para el estudio


La educacin en la ciudad de Mxico, lo mismo en el colegio de los je
sutas que en la Universidad, le haba costado poco o nada a Alarcn,
puesto que viva en casa; en Salamanca los derechos de matrcula le cos-
3 Francisco Bermdez de Pedraza, Arte legalpara estudiar lajurisprudencia, con la Parati-
tla, y Exposicin alos ttulos delos quatrolibros de las Instituciones deJustiniano, Salamanca (Anto
nia Rodrguez), 1612, p. 15.
4 Niceto Alcal Zamora, El derecho y sus colindancias en el teatro de donjun Ruiz
de Alarcn, Boletn de la Real Academia Espaola, 21 (1934), p. 779.
5 Jean-Marc Pelorson, Les Letrados:juristes castillans sous Philippe III, Universit de
Poitiers, Poitiers, 1980, p. 355.
AYUDA ECONMICA 91

(aban unos cuantos maraveds, pero tena que pagar alojamiento, comi
da, libros, ropa, etc. Los estudiantes ricos por ejemplo Gaspar de Guz-
mn, el futuro Conde-Duque de Olivares, que estuvo en Salamanca de
1601 a 1604, o sea en los tiempos en que estuvo Alarcnsolan alqui
lar casas atendidas por buen nmero de criados (ms de veinte en el caso
de Gaspar de Guzmn). Un estudiante de familia acomodada, aunque
no opulenta, el italiano Girolamo da Sommaia, que estuvo en Salaman
ca de 1599 a 1607, viva en casa alquilada, tena a su servicio una ama
de llaves, una cocinera, un mayordomo y un criado, y reciba de su casa
330 reales (11,220 maraveds) mensuales para el total de sus gastos (aloja
miento, comida, sirvientes, ropa, libros, diversiones, incluyendo aqu el
precio de las prostitutas y el pago de las deudas de juego).6Otros alqui
laban cuartos en casas particulares; muchos, quiz la mayora, y cierta
mente los ms pobres, como Alarcn, vivan en pupilajes o pensiones
en compaa de otros diez o quince estudiantes que en 1600 pagaban
probablemente unos 70 ducados (26,250 maraveds) anuales por perso
na; esa cantidad cubra techo, comida y algunas otras cosas, como can
delas para leer y alguna leccin particular de repaso.7
Afortunadamente, Alarcn disfrutaba de cierta ayuda econmica gra
cias a un legado de 1,650 reales (56,100 maraveds) anuales instituido
por el rico Gaspar Ruiz de Montoya, veinticuatro de Sevilla, para pagar
los estudios universitarios de un pariente. Alarcn solicit y recibi esa
autntica beca, y pudo as contar cada mes con unos 137 reales (4,658
maraveds), apenas algo ms de un tercio de la cantidad que a Girolamo
da Sommaia le mandaban de su casa, pero, con toda probabilidad, sufi
ciente para mantenerlo a l solo, sin ningn criado, en un modesto nivel
de comodidad, bien en un pupilaje, bien en un cuarto alquilado en casa
particular.8
No se ha descubierto el testamento de Ruiz de Montoya, de manera
que no se sabe cuntos aos cubra. Los estudios para un grado de ba
chiller en derecho cannico o civil solan durar cinco aos, y con un ao
ms poda obtenerse un segundo bachillerato. Es probable que los lega
dos benficos de este tipo cubrieran seis aos de estudios universitarios.
Eugenia Bocngel, una viuda rica y sin hijos (su marido haba sidoJos
6 Vase el Diario de un estudiante deSalamanca, ed. George Haley, Universidad de Sa
lamanca, Salamanca, 1977, pp. 43-44.
1 Las cifras son aproximadas. En Salamanca, en 1561, los reglamentos oficiales ha
ban fijado en 40 ducados el precio de un pupilaje. Kagan, Students, pp. 190-191, da los
costos del pupilaje en Alcal en 1567 y 1577.
8 Tenemos noticia del legado de Ruiz de Montoya gracias a un documento notarial
de Sevilla publicado por Rodrguez Marn, Nuevos datos, pp. 5-6, en el cual reconoce Alar
cn haber recibido, el 3de septiembre de 1602, la cantidad de 1,129 reales (38,386 marave
ds) que le fue pagada por el albacea de ese legado, Melchor de Len Garabito, miembro
de una conocida familia sevillana de conversos (Pike, Aristocrats and Traders, pp. 42-43 y
46).
92 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

Prez de Soto, del Consejo de Castilla), al hacer testamento en 1699,


legaba 100 ducados anuales (37,500 maraveds), durante un lapso que
no excediera de seis aos, para pagar los estudios universitarios de un
pariente pobre; pero ese tiempo poda ampliarse en caso de que el estu
diante fuera admitido en un Colegio Mayor o Menor, o estuviera prepa
rando oposiciones para una ctedra universitaria.9 Gaspar Ruiz de
Montoya, tambin sin hijos, formul seguramente su legado, un siglo
antes, en trminos muy parecidos, si bien l se mostr ms generoso,
puesto que la suma asignada fue de 150 ducados anuales. De ser as, Juan
Ruiz de Alarcn tuvo todas las razones del mundo para prolongar sus
estudios hasta 1606.
Parece, pues, seguro que Alarcn estudi derecho en Salamanca de
1600 a 1606, y aun 1607 quiz; en todo caso, curs todas las asignaturas
requeridas, puesto que en 1609, como hemos visto, pudo graduarse en
Mxico de licenciado in ulroque iure y presentarse a oposiciones para cte
dras en la facultad de derecho. La eleccin de carrera, para Alarcn, no
fue de ningn modo cosa ociosa o sin sentido.

C. Origen e importancia de la profesin de letrado


Debido en gran parte al hecho de que en 1480 los Reyes Catlicos decre
taron que todos los miembros del Consejo de Castilla y prcticamente
todos los dems magistrados nombrados por la Corona fueran letra
dos (o sea abogados salidos de una universidad; en 1493 se aadi que
los letrados deban haber cursado diez aos de estudios, lo cual sola sig
nificar la licenciatura en derecho), de repente el estudio del derecho abri
puertas y posibilidades de medro por medio de las letras, a un grado que
antes no haba existido. De entonces en adelante puede hablarse, en sen
tido un tanto limitado, de eso que en Francia se llam la noblesse de
robe.10
9 Vase Trevor J. Dadson, The Genoese in Spain: Gabriel Bocngely Unzueta (1603-1658),
A Biography, Tmesis, London, 1983, p. 82.
10 He aqu los categricos trminos del decreto de 1493: Mandamos que ningn le
trado pueda haber ni haya oficio ni cargo dejusticia ni pesquisidor ni relator en el nuestro
Consejo, ni en las nuestras Audiencias ni Chancilleras ni en ninguna otra ciudad, villa
o lugar de nuestros reinos si no constare, por fe de los notarios de los Estudios, haber estu
diado en los estudios de cualquier universidad de estos nuestros reinos o de fuera de ellos
y residido en ellos estudiando derecho cannico o civil a lo menos por el espacio de diez
aos... (documento publicado en la Nueva Recopilacin de tas leyes de Espaa, y citado por
Kagan, Studenls, p. 71). El requisito de los diez aos de estudios nunca se obedeci de ma
nera estricta, aunque Alarcn mismo s lleg a satisfacer esa antigua exigencia. Francisco
Mrquez Villanueva, Letrados, consejeros yjusticias (artculo-resea sobre el libro de.
Pelorson), Hispanic Review, 53 (1985), 201-227, sobre todo pp. 203-209, sostiene enftica
mente que en Espaa no se constituy nunca una noblesse de robe burguesa, puesto que la
nica nobleza espaola era la derivada de las pruebas de limpieza de sangre.
LA PROFESIN DE LETRADO' 93
Naturalmente, los inicios de esta clase pueden retrotraerse por lo me
nos al reinado de Juan II, cuyo Consejo Real estaba ya bien provisto
de letrados, y hasta podemos recordar que un antepasado de Alarcn,
el doctor Pedro Gonzlez del Castillo,11vive en las pginas de la Crni
ca de donJuan II por su extraordinaria pericia como letrado. Pero duran
te el tormentoso reinado de Enrique IV, su sucesor, quienes hacan las
leyes del pas eran los grandes seores, verdaderos grandes bandidos,
y no los letrados; stos no volvieron a hacerse prominentes sino bajo Isa
bel y Fernando.
Al ampliarse el imperio castellano e intrincarse los problemas de ad
ministracin, Carlos V y Felipe II fueron reforzando los decretos de los
Reyes Catlicos, pues crean que una administracin judicial bien infor
mada era la base esencial de la tranquilidad y prosperidad del reino, y
no poda dejarse en manos de la nobleza territorial, a menudo arrogante
e ineficaz. Tambin en los tribunales inquisitoriales y en la Iglesia haba
una creciente demanda de letrados. Desde luego, no todo letrado alcan
zaba uno de los relucientes premios que haba en la punta de la escalera
profesional, o sea los 400 o 500 puestos conferidos por nombramiento
de la Corona,1-' pero los nuevos incentivos eran vigorosos, y el siglo xvi
presenci un aumento enorme en el nmero de abogados (y tambin
en el nmero de procesos judiciales, aunque tal vez no deba suponerse,
cnicamente, que la existencia de ms abogados explica por s sola la mul
tiplicacin de los pleitos).13Figura casi siempre insignificante y margi
nal en siglos anteriores, el letrado pas de pronto a ser un personaje.
Para la gente del pueblo, para la nobleza menor y aun para los hijos
sin tierras de la aristocracia, el derecho era el camino a la riqueza, a la
influencia y al prestigio social.14
Una pequea pero reveladora seal del cambio tan rpidamente pro
ducido nos lo da el testimonio que se recogi en 1535 en la villa de Alba-
ladejo del Cuende (seoro que fue, por cierto, del bisabuelo de Alarcn,
llamado en el documento el muy magnfico seor Garca Ruiz de Alar
cn) a propsito de cierto Alonso de Pinarejo, que haca las gestiones
necesarias para que se le reconociera su calidad de hidalgo. Un testigo
favorable dice haber tratado al abuelo de ese Pinarejo, Pedro de Pe
ralta, llamado el Bachiller Peralta por todo el mundo porque sa
ba mucho de los pleitos, y abogaba en ellos, grande abogado porque
11 King, La ascendencia paterna", p. 6.
12 Kagan, Students, p. 84.
13 En 1610 el famoso jurista Cerdn de Tallada comentaba graciosamente, pero no
sin cierta irritacin, que as como los perros rabiosos solan aparecer slo donde haba sa
ludadores para curar sus mordeduras, pues estos doctores hacan rabiosos a los perros
para tener- males que curar, as tambin no haba pleitos sino all donde haba letrados (ci
tado por Pelorson, Les Letrados , p. 175).
14 Kagan, Students, p. xxii.
94 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

en aquel tiempo no haba tantos letrados como agora hay. Otro testigo aade
que Peralta fue de los grandes escribanos de todas letras que haba en
el reino en aquel tiempo, y que estando en el estudio ganaba largamente
de comer, [lo mismo que] a escribir libros, porque no se usaban moldes
ni los haba.15Vale la pena observar, de paso, que aqu el solo saber
se ofrece como base de la hidalgua y, al parecer, as se acept, cosa
que ciertamente no era habitual.11

D. Carcter selecto de la poblacin estudiantil


Pese a la nueva popularidad de los estudios universitarios, lo m\smo los
de derecho que los de humanidades, las universidades no acogan sino
a una minora selecta. Se calcula que la gente capaz de leer y escribir,
aunque slo fuera en lengua vulgar, no llegaba en la Espaa del siglo
xvi sino al 10 o 15% de la poblacin;17y para estudiar en cualquiera
de las universidades haca falta demostrar suficiente conocimiento del la
tn, pues toda la educacin se imparta en esta lengua. Segn los minu
ciosos estatutos de la Universidad de Salamanca puestos en vigor en 1561,
estaban sujetos a multas los catedrticos de derecho que en cualquier mo
mento de sus lecciones usaran el espaol, a no ser que se tratara de una
ley castellana concreta.18En el ltimo cuarto del siglo xvi, cuando la
matrcula universitaria lleg al mximo, haba quiz unos 20,000 jve
nes estudiando en universidades en un ao determinado, o sea algo como
el 3.2% de la poblacin masculina entre los 15 y los 24 aos de edad.
Estos estudiantes pertenecan en su gran mayora a la clase de los hidal
gos, que constituan el 10% de la poblacin; entre un tercio y un cuarto
de losjvenes hidalgos de Castilla reciban algn tipo de educacin uni
versitaria (incluyendo a los varios miles que reciban formacin de nivel
universitario en los colegios de artes y de gramtica latina de la Compa
a deJess). El resultado es que Castilla poda compararse muy favora
blemente con Inglaterra y estaba por encima del resto de Europa en cuanto
al nmero de jvenes bien educados, pese al alto ndice de analfabetis
mo en la poblacin general. Slo as pudo Espaa mantener una buro
cracia eficaz en sus extensas posesiones.19

L) Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 9373, Diferentes materias histricas


y de nobleza, fols. 64v y 65r. Las cursivas son mas.
16 Pelorson, Les Letrados, pp. 229-234, menciona otros pocos casos.
17 Kagan, Studenls, p. 23.
111 Enrique Esperab Arteaga, Historia pragmtica de la Universidad de Salamanca, t. 1,
Imp. y Lib. de Francisco Nez Izquierdo, Salamanca, 1914, p, 266. Los estatutos revisa
dos de 1595 repitieron ese requisito (Pelorson, Les Letrados , p. 37).
19 Vase Kagan, Studenls, pp. 199-200.
ALARCN. ESTUDIANTE 95

E. Alarcn, estudiante en Salamanca


l'.n este selecto grupo juvenil, el caso de Alarcn resultaba excepcional
desde el punto de vista estadstico por varias razones, sobre todo por
su origen colonial, que, entre otras cosas, automticamente lo incapaci
taba para ser becado en uno de los cuatro grandes Colegios Mayores de
Salamanca. Estos estudiantes, bien sostenidos econmicamente a lo lar
go de los cursos a expensas de su Colegio, gozaban tambin de lecciones
especiales y podan hacer uso de su biblioteca.20Entre los 1,892 matri
culados en 1570 en la facultad de derecho cannico (donde Alarcn estu
vo inscrito durante un corto tiempo en 1600) no haba un solo estudiante
nacido en las Indias; entre los 2,953 matriculados en 1620, los proceden
tes de las colonias eran slo diecisiete.21Una ojeada rpida a la lista de
estudiantes matriculados en la facultad de derecho civil en 1599-1600 (lista
mucho ms corta: eran apenas 289 en 1599)22nos revela slo tres estu
diantes nacidos en las Indias: Alonso de Len, natural del Per, don Je
rnimo de la Ra y Villamizar, natural de Mxico, y nuestro Ruiz de
Alarcn (nunca, que se sepa, y aunque parezca raro, tuvo Alarcn el
menor contacto con ese compatriota).2' Alarcn tena a la sazn 19 o 20
aos, lo cual lo pone un poco por debajo del trmino medio de entonces,
calculado en 21.64 para los estudiantes de primer ao de derecho can
nico en 1610,24pero l era ms serio y estaba ms empeado en el avan
ce profesional que muchos de los estudiantes, pues una vasta mayora
de ellos, por ejemplo el futuro Conde-Duque de Olivares, pasaban slo
uno o dos aos en la universidad y nunca terminaban sus estudios.2'
En 1599, cuando los matriculados en la facultad de derecho civil eran
289, slo 66 (un 23%) recibieron su grado de bachiller, y slo unos cuantos
recibieron grados ms avanzados. En los diez aos que van de 1605 a
1615 no hubo sino 38 licenciaturas en derecho civil y 12 en derecho ca
nnico, y los doctorados llegaron apenas a 3 y 5, respectivamente.211El
bajsimo nmero de licenciaturas y doctorados se debe sin duda, en muy
buena medida, al costo exorbitante de estos grados. Haba estudiantes
20 Sobre los privilegios especiales de los estudiantes de un Colegio Mayor y sus pers
pectivas de medro en la carrera, vase Janine Fayard, Los miembros del Consejo de Castilla
(1621-1746), Siglo XXI, Madrid, 1982, pp. 41-57, y tambin Kagan, Students, cap. 7.
21 Kagan, Students, Apndice A, tabla IV.
22 Kagan, Students, Apndice A, tabla IX.
2,1 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito309, Libro de Matrculas
1599-1600, fols. lOlv (Len), 105v (la Ra) y 106v (Alarcn). El nombre del segundo es
el nico precedido del don. Puede sealarse, como curiosidad, que donjun Gonzlez de
Acevedo, graduado de bachiller en derecho cannico en 1604, protest de que le hubieran
encasquetado el don (ibid., manuscrito 743, fol. 13Ir).
24 Kagan, Students, p. 174, tabla 14 (datos para Alcal).
25 Vase Kagan, Students, p. 178, fig. 5 (datos para Santiago).
26 Pelorson, Les Letrados, p. 106, nota 10; p. 107, nota 14.
96 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

(Alarcn entre ellos) que hacan sus estudios en Salamanca pero iban luego
a licenciarse o doctorarse en otras universidades ms baratas. En 1597
Baltasar de Cspedes, catedrtico de Prima de gramtica en Salamanca,
solicit de la universidad un prstamo de 400 ducados (150,000 marave
ds) para cubrir el costo de su licenciatura y de su doctorado.27A fines
del siglo x v ii don Andrs Garca de Samaniego desembolsar 2,000
reales (68,000 maraveds) para la licenciatura de un hijo suyo en Sa
lamanca, y despus otros 10,000 reales (340,000 maraveds) para su
doctorado.28
En qu se iba todo ese dinero? Los estatutos salmantinos de 1561
nos dan una idea de los gastos mnimos: pago por el adorno del aula del
examen con las tapiceras de la universidad; pago a los msicos (por lo
menos seis trompetas y tres tambores); 2 ducados (750 maraveds) para
cada uno de los catedrticos examinadores; una antorcha de cera; una
caja de frutas confitadas; una libra de dulces; seis gallinas; una comida
en toda forma para los asistentes al acto y para los amigos que quisieran
llevar; otras cuatro gallinas para los bedeles... Los doctorandos tenan
que ofrecer dos banquetes y, segn parece, tambin una corrida de toros
u otra buena diversin para el pblico.29
As, pues, la entrada en el privilegiado gremio de los letrados exiga
el pago de una fuertsima cuota de iniciacin. No es de sorprender que
Alarcn, cuyos recursos llegaban apenas a 56,100 maraveds anuales,
haya renunciado a la gloria de ser licenciado por Salamanca. De todos
modos, qued en orgullosa posesin de dos autnticos bachilleratos otor
gados por Salamanca, y, segn los estatutos oficiales de la universidad,
aprobados por la Corona, tanto los licenciados como los bachilleres sali
dos de sus aulas deban ser preferidos a los graduados en otras universi
dades (ibid., p. 279). Adems, en la Espaa de Felipe III eran apenas
entre mil y dos mil quienes haban ganado, en cualquiera de las univer
sidades, un ttulo de licenciado o de doctor,30y Alarcn era uno de ellos,
puesto que se gradu de licenciado en derecho en la Universidad de M
xico.
En los archivos salmantinos hay cuatro documentos relacionados con
Juan Ruiz de Alarcn: 1) Su matrcula enquinto ao de derecho can
nico, el 18 de octubre de 1600.312) Unanuevamatrcula en la facultad
de derecho civil el 21 de octubre de 1600, probablemente por haber ya
completado en Mxico los cursos paca el grado en derecho cannico y
haber hecho gestiones para recibir el grado en esa facultad unos pocos
27 Kagan, Studenls, p. 165, nota 23.
"!i Fayard, Los miembros del Consejo, p. 445.
29 Esperab Arteaga, Historia, t. 1, pp. 281-287.
10 Segn clculos de Pelorson, Les Letrados, p. 108.
31 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 309, Libro de Matrculas
1599-1600, fol. 65.
ALARCN, ESTUDIANTE 97
das despus.323) Su recepcin del grado de bachiller en derecho can
nico el 25 de octubre de 1600 (o sea cuatro das despus), a las 9 de la
maana. Este grado requera un breve examen del candidato por el ca
tedrtico de Prima de Cnones, en este caso el doctor Diego de Espino
le Cceres, que, despus de aprobar al candidato, dio y concedi el
grado de bachilleramiento. El estudiante pag una suma pequea al
tesoro de la universidad y sendas propinas al bedel de la universidad y
,il secretario. Sus testigos fueron ese bedel, llamado Diego Hurtado, el
notario y secretario Bartolom Snchez y tres compaeros de estudios,
el licenciado Alonso Sotillo de Mesa, Alonso Dvila yJuan Prez de Men-
ilila, a quienes probablemente tuvo que invitar a comer. En 1606, el
grado de bachiller le cost 3,046 maraveds (unos 90 reales) a Girolamo
da Sommaia.34 4) Su recepcin del grado de bachiller en derecho civil
el 3 de diciembre de 1602, a las 2 de la tarde. Quien examin al estu
diante y le otorg oficialmente el grado fue esta vez donjun de Len,
doctor en leyes y catedrtico de prima de cnones; fueron testigos un
rstudiante llamado Gregorio Hernndez de Toledo, los bedeles Diego
Hurtado y Gregorio de Robles y el secretario Bartolom Snchez.35
Es evidente que Alarcn sigui en Salamanca despus de 1602, pre
parndose para el examen de licenciatura, que era mucho ms severo;
pero hasta la fecha no se han hallado pruebas documentales. Los libros
de matrculas de mediados de noviembre de 1600 a mediados de noviem
bre de 1604 han estado perdidos durante siglos. En los de 1604-1605,
que s se conservan, no aparece su nombre. En 1871 Fernndez-Guerra
tena un informe del secretario de la Universidad de Salamanca, segn
el cual cierto Juan Ruiz de Alarcn, bachiller canonista y legista, se
matricul el 4 de octubre de 1604 en la facultad de derecho;36pero ese
nombre no aparece en absoluto entre los estudiantes de derecho de la
matrcula de 1604-1605.37De hecho, no hay una sola matrcula anterior
al 12 de noviembre de 1604.
Como cada ao haba muchos estudiantes que se matriculaban tar
de o que simplemente no se matriculaban,38la ausencia del nombre de
Alarcn no prueba nada. Lo que yo supongo es que sigui en Salaman
ca por lo menos hasta el verano de 1606 (cuando no hasta 1607), y que
luego pas a Sevilla, donde fij su residencia. Para entonces tendra prc
ticamente terminados los cuatro aos de estudios posteriores al bachille-
Archivo de la Universidad de Salamanca, loe. cit., fol. 106v.
15 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 73, Grados de bachillera-
mientos en todas facultades desde 22 abril 1598-1604 aos, fol. 68.
i4 Diario de un estudiante, ed. Haley, p. 17.
1' Archivo d< la Universidad de Salamanca, manuscrito 73, fol. 164r.
16 Fernndez-Guerra, Alarcn, p. 22.
17 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 310, fols. 100-106v.
38 Kagan, Students, p. 166.
98 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO
rato que, segn los estatutos salmantinos de 1595, se les exigan a los
candidatos a la licenciatura.39El 29 de julio de 1606 Alarcn solicit y
recibi de Salamanca un certificado oficial de sus dos grados de bachi
ller, que probablemente necesitara para ejercer la profesin en Sevilla,
y que despus, en 1609, entregara a la Universidad de Mxico al gestio
nar su licenciatura.40Otra prueba de que continu en Salamanca des
pus de 1602 nos la da el testimonio de Pedro Brabo de Laguna, escrito
en 1607 en Sevilla, donde se declara bajojuramento que, desde su llega
da a Espaa, Alarcn haba vivido siempre en Salamanca. " Diez Cr
zate, al rendir testimonio en Mxico, en febrero de 1609, sobre el buen
carcter y los mritos de Alarcn, declaraba haberlo conocido en Sala
manca unos cinco aos antes (o sea en 1604), que haba seguido tratn
dolo en los aos siguientes y que le constaba que ha sido continuo pa
sante, estudioso, cuidadoso, diligente e inteligente.42
Entre 1602 y 1606, adems de continuar sus estudios y sus lecturas,
Alarcn debe haberse ocupado en dar clases particulares a estudiantes
de bachillerato, lo cual significara un pequeo ingreso. Muchos pasan
tes engrosaban sus expedientes dando lecciones sobre textosjurdicos ante
un pblico y sustentando tesis llamadas conclusionesen debates
pblicos con otros estudiantes.43Seguramente Alarcn no hizo nada de
esto, pues no lo mencion en su curriculum vitae a la hora de solicitar un
puesto burocrtico. Debe haber sido diligente y estudioso, pero su de
formidad fsica no lo haca apto para despertar entusiasmo y recibir aplau
sos en actuaciones pblicas; baste recordar sus fracasos en las oposicio
nes a ctedra de la Universidad de Mxico. Es muy probable que, en
vez de preparar conclusiones, Alarcn se haya ocupado ya en escribir
comedias. El sentido comn nos inclina a creer, con Castro Leal, que
por lo menos el ncleo primitivo de La cueva de Salamanca, tan llena de
juvenil vigor, con su pintura tan fresca y tan ntima de la vida estudian
til, data de esta poca, aunque Alarcn la haya perfeccionado cuando
regres a Espaa en 1613 y emprendi su carrera de dramaturgo.44

39 Pelorson, Les Letrados, p. 39.


40 Documento reproducido por Fernndez-Gucrra, Alarcn, p. 515.
41 Documento reproducido por Rodrguez Marn, Nuevos datos, p. 11.
42 Documento reproducido por Fernndez-Guerra, Alarcn, p. 519. Sobre la palabra
pasante, muy usada en los siglos XVI y XVII, vase lo que dice Sebastin de Covarrubias
en su Tesorodela lenguacastellana oespaola (1611): 1Passar, el que se ha graduado de bachi
ller, es recorrer lo oydo [o sea repasar los estudios hechos], y lo que puede alcanzar para
graduarse de licenciado; y a ste llamamos passante.
43 Vase Fayard, Los miembros del Consejo, pp. 36-38, donde se analiza uno de esos
expedientes repletos de lecciones y conclusiones.
44 Castro Leal, Alarcn, p. 93; el texto, tal como nos ha llegado, parece aludir a un
acontecimiento de 1613, y Courtney Bruerton fecha la obra en 1617?-1620?; sobre las dis
tintas opiniones en cuanto al ao de composicin vase la Noticia de Millares Cario
en OC, t. 1, pp. 384-385.
SALAMANCA EN EL SIGLO XVII 99

F. Salamanca en los albores del siglo xvn


Los aos salmantinos de Alarcn, 1600-1606, coincidieron con la ltima
gran poca de prosperidad y popularidad de la Universidad de Salamanca.
Segn las estadsticas de Kagan, el ao de mayor matrcula haba sido
1588-1589 (con 6,555 estudiantes). La peste que hubo a fines del siglo
motiv un brusco descenso, pero muy pronto el nmero de estudiantes
volvi a aumentar (en 1605-1606 eran 4,983), hasta llegar en 1620-1621
a un mximo de 6,212. Despus el nmero disminuy de manera acele
rada y continua.45La facultad de derecho cannico se llevaba la parte
del len (un 60% de los estudiantes), pero tambin prosperaban las otras
cuatro, o sean la de derecho civil, la de medicina, la de teologa y la de
artes, as como la escuela de gramtica.
En las dos facultades de derecho enseaban juristas distinguidos,
muchos de los cuales desempearon despus cargos administrativos im
portantes. Alarcn pudo haber asistido a los cursos de hombres como
el doctor Juan de Len (Vspera de Leyes, 1586-1602), Antonio Pichardo
Vinuesa (Cdigo, 1596-1602), Gabriel Paniagua (Instituta, 1602-1603),
Diego de Corral Arellano (Vspera de Cnones, 1606-1608; nombrado
consejero de Castilla en 1618) y el ms eminente de todos, Juan Solrza-
no Pereira (Cdigo, 1605-1607; nombrado fiscal del Consejo de Indias
en 1626). Un estudiante de derecho aficionado a las letras, como Alar
cn, poda tambin or las lecciones del poeta Baltasar de Cspedes (Pri
ma de Gramtica, 1596-1615) o las exposiciones de filosofa moral que
hacan dos frailes conocidos por sus opiniones encontradas acerca de la
gracia divina y su papel en la salvacin del hombre, a saber, el mercedario
Francisco de Zumel (Filosofa moral, 1580-1607) y el dominico Domin
go Bez (Prima de Teologa, 1581-1604).46El jesuta Martn Antonio
del Ro, famoso por su exposicin razonada de la doctrina catlica sobre
las artes mgicas (Disquisitionum magicarum libri sex, 1599-1600), tambin
estuvo dando ctedra en 1604-1605.47 Haba tres ctedras de griego y
una de hebreo, para la cual propuso Felipe III, en 1602, a un tal Rodri
go de Vivero, de nacin hebrea. Haba asimismo una ctedra de as-
trologa, que era la nica asignatura del plan de estudios en que los estu
diantes podan asomarse a las matemticas, la cosmografa y la geometra.
Entre 1598 y 1612 esta ctedra estuvo ocupada por el mdico Antonio
Nez de Zamora, que en 1604-1605 tena slo seis estudiantes.48 Ha
cia 1645 no haba ya ni estudiantes ni catedrticos de tales materias.

41 Kagan, Students, Apndice A, tabla II.


4,1 Sobre los catedrticos hasta aqu mencionados, y sobre las varias ctedras que de
sempearon, vase Esperab Artcaga, Historia, t. 2, cap. 5 y 6.
47 Diario de un estudiante, pp. 204 y 317.
Sobre Vivero, vase Esperab Arteaga, Historia, t. 1, p. 650; sobre Nez de Za-
100 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

Durante la residencia de Alarcn en Salamanca segua habiendo entre


la poblacin estudiantil una saludable salpicadura de hijos de familias
nobles, a uno de los cuales, cada ao, nombraban rector los estudiantes.
Gaspar de Guzmn, hijo del Conde de Olivares, se matricul en 1601,
a la edad de 14 aos, en derecho cannico, y en 1603 fue elegido rector.
El rector de 1604 fue Fernando de Crdoba y Cardona, hijo del Duque
de Sessa, y el de 1605 Francisco Pimentel, hijo del Conde de Benavente
(tres hijos de la familia Pimentel se matricularon en 1604;4'1a lo largo
de los aos, esta noble casa parece haber sido la que con mayor constan
cia mand hijos suyos a la universidad). Kagan cuenta un total de cin
cuenta y cuatro estudiantes nobles matriculados en los cuatro aos del
decenio 1600-1609 para los cuales existe documentacin. Estos esclare
cidos mozos, que vivan con esplendidez y vestan con elegancia, rara
vez se graduaban de algo, pero algo les quedaba de su contacto con los
compaeros y con los libros. El Conde-Duque de Olivares conserv has
ta el fin de sus das un gran cario a Salamanca; refieren sus mdicos
que en julio de 1645, tras su cada del poder, moribundo y delirante,
repeta una y otra vez: Cuando yo era rector!, cuando yo era rec
tor... I30Aos antes, cuando Juan Ruiz de Alarcn andaba en busca
de un cargo administrativo y el Conde-Duque era omnipotente, no debe
haberle sido difcil tener acceso a don Gaspar de Guzmn, pues compar
tan recuerdos de los dorados aos de Salamanca a comienzos del siglo,
precisamente cuando don Gaspar era rector.

G. La formacin del letrado


El plan de estudios seguido por todos los estudiantes de derecho es bien
conocido, pero slo en su aspecto general: para el grado de bachiller en
derecho cannico cuyos estudios solan terminarse en cinco aos, y ya
haban sido hechos en Mxico por Alarcn, primero, el Decreto,
compilacin de decisiones de los concilios eclesisticos y de decretos
papales, hecha en el siglo XII por Graciano, catedrtico de derecho en
Bolonia; segundo, las Decretales, compilacin de decretos ms tar
dos, hecha en el siglo xm por San Raimundo de Barcelona, en obedien
cia a la orden del papa Gregorio IX; tercero, el Sexto de Decretales,
mora, ibid., p. 657; sobre la matrcula de 1604-1605, el manuscrito 310 del Archivo de
la Universidad de Salamanca, fol. 184.
4 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 310, fol. 4r.
50 Sobre las matrculas de los nobles vase el citado manuscrito 310 (ao escolar 1604-
1605), fol. 43r-v, y Kagan, Students, tabla 16; sobre los rectores, vase Esperab Arteaga,
Historia, t. 2, cap. 5 y 6; sobre el grito de Olivares en su lecho de muerte, Gregorio Mara-
n. El Conde-DuquedeOlivares, Espasa-Calpe, Madrid, 1972 (reimpresin de la ed. de 1936),
p. 27.
FORMACIN DEL LETRADO 101

compilado durante el papado de Bonifacio VIII y as llamado porque


era un sexto libro aadido a los cinco de que constaban las Decreta
les; cuarto, las Clementinas, compilacin del mismo tipo, hecha bajo
el papa Clemente V, y las llamadas Extravagantes, serie reunida por
el papa Juan XXII. Cada uno de estos textos esenciales tena sus co
mentaristas famosos, cuya divergencia de opiniones en cuanto a los ttu
los bsicos ocupaba buena parte de la leccin del catedrtico. Prctica
mente todas las materias cubiertas por el derecho civil matrimonio,
testamentos, contratos, etc. aparecen tambin en los textos de dere
cho cannico; las reglamentaciones eclesisticas solan contradecir a las
del derecho civil, produciendo as una serie de famosas antinomias para
cuya solucin deban ejercitar su ingenio los estudiantes. Un buen juris
ta tena que conocer el derecho cannico lo mismo que el civil, pues, como
deca Bermdez de Pedraza el cual sostena que todas las antinomias
acababan por tener solucin, son como un par de guantes, que el
uno sin el otro es de poco provecho.51
El corpus de derecho civil contena sobre todo los tres textos capitales
de derecho romano compilados en el siglo vi durante el imperio de Jus-
tiniano: l)e 1Digesto (subdividido en Digesto viejo, Digesto nue
vo y esforzado), coleccin, en cincuenta libros, de leyes y comenta
rios legales; 2) el Cdigo, nombre abreviado de una coleccin de leyes,
dividida en nueve libros y dedicada a cuestiones de derecho privado; se
le aadan tres libros de derecho pblico reunidos en un volumen, y lla
mados abreviadamente Volumen; y 3) la Instituta, manual de in
troduccin, dividido en cuatro libros, a todo el corpus iuris civilis (Justi-
niano mismo orden la composicin de este texto). Los estudiantes de
derecho civil tenan que seguir el curso de Instituta durante su primer
ao en la Universidad, y Alarcn ya haba cumplido el requisito en M
xico.52 Bermdez de Pedraza menciona tambin un texto llamado
Autnticos, dividido en nueve collaciones o libros, y otro llamado
el libro de los feudos o las diez collaciones . Las leyes compiladas
en todos estos textos eran unas 13,000.53Los textos de derecho civil te
nan tambin sus comentaristas, especialmente ni falta hace decirlo
Brtolo y Baldo, juristas boloeses del siglo xm.
En el siglo x v i i , la facultad de derecho civil de Salamanca tena dos
catedrticos de Prima de Leyes (que daban sus lecciones de Digesto y
Cdigo a la hora de prima, de 8 a 9 de la maana en verano, cinco das
a la semana), dos de Vsperas de Leyes (que daban sus lecciones a la
hora de vsperas) y profesores de Instituta, Cdigo, Volumen y Digesto
viejo, que no eran titulares de ctedra. Desde 1561 los catedrticos de

Jl Bermdez de Pedraza, Arle legal, p. 59.


52 Rangel, Los estudios universitarios, p. 8.
Bermdez de Pedraza, Arte legal, pp. 87-88.
102 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

Salamanca tenan que obedecer estrictamente los reglamentos sobre los


puntos que deban tocar durante el ao; estos reglamentos indicaban con
toda precisin qu ttulos de cada asignatura deban comentarse du
rante los cinco perodos en que se divida el ao escolar: de San Lucas
(18 de octubre) a Navidad; enero y febrero; marzo y abril; mayo y ju
nio; julio y agosto (la mayor parte de los estudiantes no asistan a clases
todo ese tiempo). Como es natural, cada profesor desarrollaba de mane
ra distinta sus argumentos en torno a los temas prescritos; a la variedad
del sustento intelectual contribuan tambin las lecciones especiales da
das en los diferentes Colegios seglares y religiosos y a las cuales solan
asistir los estudiantes, tal como solan asistir, y con entusiasmo, a las doce
conclusiones o debates pblicos que se llevaban a cabo cada mes a
partir de la 1de la tarde en las facultades de derecho cannico y de dere
cho civil, ocho de ellas a cargo de profesores y las otras cuatro a cargo
de pasantes.
Algunos de los cursos eran parte obligatoria de la carrera, pero los
estatutos son vagos y no se sabe bien cules eran (quiz los de Institua,
Cdigo y Digesto); los estudiantes que los seguan se sometan a un exa
men a finales del ao.54Tampoco se sabe cmo era el examen; al pare
cer, lo nico que se peda era un certificado de asistencia y cierto domi
nio de la materia del curso, segn testificacin hecha por los compaeros
de estudio.5 Pelorson piensa que los exmenes servan para eliminar a
los rematadamente torpes o frvolos, lo cual explicara la altsima pro
porcin de estudiantes que no vuelven a matricularse despus del prime
ro o los dos primeros aos de estudio.56Una vez aprobados en los ex
menes anuales, todos o casi todos los estudiantes se sometan al examen
final para el grado de bachiller.
Por regla general, los jvenes completaban sus estudios para el ba
chillerato en derecho cannico en cinco aos acadmicos de ocho meses
cada uno, pero podan aadir cada ao dos meses de estudio durante
el verano y terminar en menos, como evidentemente hizo Alarcn, puesto
que inici sus estudios en 1596 en Mxico y los concluy en Salamanca
en 1600. En cambio, aunque despus del bachillerato en derecho can
nico no se requera en Salamanca sino un ao ms para conseguir el ba
chillerato en derecho civil,57Alarcn tard dos aos (de 1600 a 1602) en
preparar su segundo bachillerato; y eso que ya en Mxico haba comen
zado a estudiar el curso obligatorio de Institua. Tal vez la formacin
que llevaba de Mxico era insuficiente; tal vez durante varios perodos
Esperab Arteaga, Historia, t. 1, p. 268. En las pp. 217-356 reproduce este autor
todos los estatutos y reglamentos universitarios aprobados en 1561.
Vase el Diario de un estudiante, pp. 15-17, donde Girolamo da Sommaia anota sus
exmenes de cursos.
)b Pelorson, Les Letrados, p. 37.
7 Pelorson, loe. cit.
FORMACIN DEL LETRADO 103
cstuvo ausente, en Sevilla, en Madrid o en La Mancha. El lapso de cua
tro aos (1602-1606) durante el cual se qued en Salamanca como pa
sante, preparndose para la licenciatura, se ajusta al esquema normal;
probablemente continu el repaso de sus materias en Sevilla y en Mxi-
co antes de recibir ese grado en 1609. El sistema universitario, rgido
en sus temas y en sus requisitos bsicos, le dejaba sin embargo mucha
libertad al estudiante en cuanto a la distribucin de su tiempo. Girola
mo da Sommaia pas siete aos (1599-1606) en Salamanca antes de re
cibir su bachillerato en derecho civil, pero slo necesit un ao ms para
obtener el segundo bachillerato, en derecho cannico.58
Para un jurista serio, los aos de pasante, durante los cuales po
da hacer estudios serios y elegidos por l mismo, eran de capital impor
tancia no slo para el perfeccionamiento del saber jurdico, sino tambin
para el desarrollo del estilo literario y de una cultura amplia. Diego de
Espino de Cceres, el catedrtico de Prima de Cnones que le otorg
a Alarcn su primer bachillerato, haba publicado un folleto intitulado
Instrucciny reglas para passar59(hoy diramos Gua del pasante); y Ber
mdez de Pedraza, en el captulo 52 (Del modo de pasar) de su Arte
legal, cubre con especial esmero esta parte de la formacin del estudian
te. Bermdez recomienda seis horas diarias de estudio, y aconseja dedicar
dos en la maana a los Digestos, dos en la tarde al Cdigo y dos en la
noche (antes de la cena) a las Decretales y al Sexto. El estudiante deba
pasar (repasar) sus notas de clase de los aos anteriores, y, al ocupar
se de cada ley romana, adems de acudir a los comentaristas, como Br-
tolo, Alciato, etc., deba compararla con las leyes de Castilla las Parti
das, las Leyes de Toro, la Nueva Recopilacinsirvindose tambin de los
comentarios famosos que sobre ellas existan yobservando discrepancias
y semejanzas. En las restantes horas del da poda reflexionar sobre los
textos recin estudiados, aprender de memoria las leyes ms singulares
(pues siempre luca quien poda citar textualmente una ley), estudiar a
Cicern y a otros maestros de la elocuencia, y, finalmente, leer libros
de historia, que es ms agradable y dulce, y no de pequeo ornato para
laJurisprudencia.60Poda tambin conversar con sus camaradas, o leer
poesa (en la p. 43, Bermdez le ha recomendado al principiante la lec
tura de Virgilio, Ovidio, Marcial, Lucano, Ariosto, Tasso, Garcilaso,
Ercilla, Gregorio Silvestre, Diego Hurtado de Mendoza, Francisco de
Aldana, la Celestina, el Lazarillo, la Diana y la Floresta espaola), o bien es
cribir poesa, tal vez poniendo en verso algunas leyes como haba hecho
justamente Alciato, o celebrando las hazaas de un hroe o la grande-

8 Diario de un estudiante, pp. 15-17.


59 Impreso en Salamanca, 1588; he consultado en la Biblioteca Nacional de Madrid
(R4103) una reedicin de Salamanca, 1605, intitulada Modo de passar.
1,0 Bermdez de Pedraza, Arte legal, p. 163.
104 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

za de alguna virtud. Si Alarcn comenz a escribir comedias en Sala


manca como es probable, bien poda decir que esa tarea estaba
especialmente recomendada para la formacin del jurista perfecto por
las mejores autoridades.
Por otr parte, en el programa as esbozado se observa uno de los
rasgos ms caractersticos de la carrerajurdica (en Salamanca y en toda
Europa): los estudiantes oan explicaciones en latn sobre textos de dere
cho civil romano y de derecho cannico escritos en latn, sin ms que algu
na referencia ocasional a las leyes vigentes del reino, escritas todas en
espaol. Desde luego, de vez en cuando poda haber, fuera del progra
ma regular, alguna leccin dedicada al derecho espaol: un licenciado
Lpez dio en 1607, en uno de los colegios de Salamanca (el Colegio Ma
yor de Oviedo), unas lecciones sobre las Leyes de Toro, segn lo revelan
las notas latinas que tom uno de los asistentes, Antonio Vidal y Men
doza, estudiante de derecho.61
Sin embargo, en los tribunales civiles, una vez que los graduados
de Salamanca entraban en el mundo de la prctica, las decisiones se ba
saban en el derecho espaol, como expresamente lo advierte Bermdez
de Pedraza, de acuerdo con estajerarqua: 1) la Nueva Recopilacin de Fe
lipe II, elevada en 1577 al rango de ley dominante; 2) los fueros o
leyes particulares de una ciudad o una provincia; 3) las Partidas de Al
fonso el Sabio. Si ninguno de estos tres cdigos era bastante para llegar
a determinada solucin, se acuda a las normas del derecho cannico.
El derecho romano no poda aducirse sino en ltima instancia; es ver
dad que no tena reconocimiento jurdico oficial en Espaa, pero repre
sentaba principios fundados en razn. En los tribunales eclesisticos
se aplicaban las normas del derecho cannico; en casos de duda podan
aducirse textos bblicos.62Como podr verse, buena parte del tiempo del
pasante estaba dedicada a remediar las deficiencias del plan oficial de
estudios.
Esta situacin verdaderamente anmala haba provocado crticas de
humanistas yjuristas como Pedro Simn Abril y Diego de Saavedra Fa-
61 Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 6465, Materias de leyes y cnones
que yo Antonio Vidal [y Mendoza] escrib en Salamanca mi primero y segundo curso que
comenc por el mes de octubre de 1607 y escriblas en el fin del ao de 1607 y en el de
1609 hasta Pascua.... Como tantos estudiantes, yde acuerdo con el consejo de Bermdez
de Pedraza (Arle legal, p. 43), Vidal se haba comprado un libro en blanco, donde transcri
ba con mano cuidadosa, probablemente al final de cada da, las notas latinas tomadas de
prisa durante lecciones especialmente notables o tiles. Parece haber compartido el libro
con sus amigos Francisco Salgado Maldonado yJuan Quilez (o Quflez?); hay enrgicos
subrayados en los pasajes que los estudiantes, durante el repaso, consideraban ms impor
tantes. Aqu y all la seriedad del deber acadmico se quiebra con notitas, escabrosas a
veces, sobre los amoros de los muchachos (vanse, por ejemplo, los fols. 141v y 312r).
Las lecciones sobre derecho espaol no se mencionan sino una sola vez.
62 Bermdez de Pedraza, Arte legal, p. 72.
LA CLASE DE LOS LETRADOS 105
jardo, pero los soberanos espaoles se negaron hasta comienzos del siglo
xviii a cambiar el sistema e instituir en las universidades la enseanza
del derecho espaol. La explicacin principal estaba en el hecho de que
la poltica y la diplomacia internacionales se manejaban en latn; y ade
ms, el Estado espaol tena que ocuparse constantemente de la Iglesia
y de las normas del derecho cannico latino. En todo caso, esa situacin
produjo un resultado importante: el derecho qued envuelto en el man
to de una lengua esotrica, desconocida para las masas, y el letrado,
experto en letras latinas, qued rodeado de una especie de aureola, como
intrprete de textos sagrados.63

H. La clase de los letrados y su mentalidad


La cultura latinizante era slo uno de los muchos factores que durante
el siglo x v ii estaban haciendo del grupo de los letrados un cuarto esta
do dentro de la sociedad, distinto de los tres estamentos tradicionales que
venan de la Edad Media: guerreros, clrigos y pueblo comn.64Quiz
no sea muy aventurado considerarlos como una burguesa intelectual,
poseedora de una cultura y una ideologa distintivas.65Diego Hurtado
de Mendoza, recordando muy probablemente la preferencia que en la
Poltica de Aristteles se expresa por los msoi (los medianos, los que no
estn ni muy arriba ni muy abajo) como administradores y magistrados
del estado, define de esta manera las caractersticas y cualidades de la nue
va clase de los letrados (que l no vea con muy buenos ojos):
Pusieron los Reyes Catlicos el gobierno de la justicia y cosas pblicas en
manos de letrados, gente media entre los grandesy los pequeos, sin ofensa de los
unos ni de los otros; cuya profesin eran letras legales, comedimiento, secreto,
verdad, vida llana y sin corrupcin de costumbres; no visitar, no recibir do
nes, no profesar estrecheza de amistades, no vestir ni gastar suntuosamen
te; blanduray humanidad en su trato, juntarse a horas sealadas para or cau
sas o para determinarlas, y tratar del bien pblico...66
No es difcil ver en la comedia alarconiana de costumbres una de
fensa o una simple presentacin de los atributos enumerados por Hurta

63 Un inteligente examen de esta situacin podr encontrarse en Pelorson, Les Le


trados, pp. 325-331.
64 Montaigne, Essais, libro I, cap. 22, designa expresamente como quatrime tat
a los magistrados (citado por Pelorson, p. 164).
65 Pelorson, p. 317: ...un esprit de corps inhrent une formation et une culture
communes.
66 Diego Hurtado de Mendoza, Guerra de Granada, ed. Bernardo Blanco-Gonzlez,
Castalia, Madrid, 1970, p. 105.
106 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

do de Mendoza: sabidura, cortesa, secreto, verdad, blandura y huma


nidad en el trato social.
Los letrados se situaban aparte hasta por su vestimenta: los estu
diantes de derecho deban vestir de riguroso negro, aunque no siempre
lo hacan, y tenan prohibido portar espada, aunque a menudo violaban
esa regla;1'7los magistrados y abogados deban andar en mua, no en ca
ballo, y tenan que usar el negro ropaje talar llamado garnacha , pero
tampoco ellos obedecan siempre esas disposiciones: muchos preferan
un brioso caballo y el llamativo traje del caballero de capa y espada,
o sea del noble.68 Los una a todos una prolongada educacin universi
taria que segua un plan rigurosamente prescrito y enseaba prirnordial-
mente el modo silogstico de argumentacin,69 y esta formacin no po
da sino desarrollar una mentalidad comn.
Hay que recordar tambin, como nuevo elemento de enlace relacio
nado con la educacin y la profesin, que aunque la Ley proclama tener
como objetivo final (y grandioso) la consecucin de la paz en el reino,
el hombre de leyes, lo mismo en el Imperio romano que en la Espaa
del Siglo de Oro o en nuestros das, se dedica primordialmente, en la
realidad de cada da, a asuntos muy prcticos, mundanos, necesarios pero
rutinarios, nada gloriosos a veces. El derecho civil espaol, como el ro
mano, consagra atencin especialsima a los contratos (orales o escritos),
legados y testamentos, contratos de matrimonio, disputas sobre conser
vacin o prdida de propiedades (de los cuatro libros en que se dividen
los Institutos de Justiniano, o sea la Instituta, dos, el II y el III, se de
dican prcticamente por entero a esa clase de asuntos). Kagan nos hace
saber que, de todos los casos llevados hasta sentencia final en el tribunal
de Valladolid entre 1540 y 1700, la mayor porcin (ms o menos 22%)
se refiere a contratos, y la siguen inmediatamente las disputas por cues
tiones testamentarias (entre el 15% y el 18%).70 El telogo y el sacer
dote pueden clavar la mirada en el cielo con esperanza de salvar hasta
el alma del ms vil pecador; la tarea fundamental del mdico es salvar
la vida corporal; pero el abogado, con sus pies firmemente plantados en
el suelo, se dedica ante todo y sobre todo a salvar el dinero y los bienes
de un hombre. Sus preocupaciones son del todo prcticas; y, teniendo
trato tan asiduo con gente movida por la codicia, la mezquindad y los
celos, est familiarizado con las flaquezas humanas y no es propenso a
formarse una idea exaltada o exigente acerca del carcter humano.
En general, pese a su especializacin en derecho cannico, la orien
tacin de los letrados era seglar. Si escriban libros, no eran tratados so-

67 Esperab Arteaga, Historia, t. 1, pp. 347-348.


68 Pelorson, Les "Letrados, p. 147.
69 Bermdez de Pedraza, Arte legal, p. 108.
711 Kagan, Lawsuits and Litigarts, tabla 5 (pp. 10-11).
LA CLASE DE LOS LETRADOS 107
bre los nombres de Cristo ni sobre teora literaria neo-aristotlica, sino
obras sustanciales, concretas y prcticas como la Poltica para corregidores
de Jernimo Castillo de Bobadilla (1597), o la Curia philppica de Juan
Kvia Bolaos (1603), o bien tratados de teora poltica como el Memorial
de la poltica necessariay til restauracin a la repblica de Espaa de Martn
Gonzlez de Cellorigo (1600).
Los letrados se proponan medrar en la vida como magistrados o
como abogados, no como comerciantes o capitanes de ejrcitos. Y, final
mente, en esa Espaa del Siglo de Oro en que la honra era el valor por
excelencia, a ellos les preocupaba la ndole exacta de la honra y nobleza
que su profesin les confera.71
Desde luego, algunos de los letrados eran caballeros, o sea de linaje
noble. Entre los estudiantes salmantinos que se graduaron de bachiller
en derecho cannico o civil en los aos 1598-1604, hay un 8% de nom
bres precedidos del don honorfico.72 El de Alarcn, en los documentos
universitarios que se conocen, no lo lleva. Pero qu nobleza y honra
poda pretender u obtener mediante el ejercicio de la profesin letrada
por excelencia, o sea el derecho, si no perteneca a una familia de la no
bleza? La respuesta es, en ltima instancia, que ninguna o casi ninguna.
A mediados del siglo xvii , en su De iure acadmico, Andrs Mendo halla
ms bien lo contrario, y lo deplora: el noble por linaje pierde estimacin
y honra a los ojos del mundo si acta en cuanto letrado, salvo si ocupa
un puesto otorgado por el Rey.73
Cmo poda pensar un letrado que la suya era una profesin hon
rosa? Poda aducir la autoridad de las Partidas, donde con toda clari
dad se deca que la nobleza (y la honra consiguiente) se obtena por
linaje o por sabidura o por buenas costumbres (libro II, ttulo 21, apar
tado 2). Cmo no iban los letrados a sentirse ennoblecidos por las le
tras, de la misma manera que el caballero ganaba su nobleza mediante
el ejercicio de las armas en servicio del estado? (Aqu, por supuesto, el
argumento se enreda con el interminable debate de las Armas y las Le
tras.) O poda tambin, como el gran jurista Solrzano Pereira, citar la
Sagrada Escritura, pues el libro de Daniel (12:3) exalta el entendimiento
y el saber a la esfera de los astros,74o a autores clsicos y aun a Padres
de la Iglesia como San Juan Crisstomo, segn el cual el verdadero
71 De hecho, Jos Antonio Maravall, Estudios de historia del pensamiento espaol, Edi-
ciones de Cultura Hispnica, Madrid, 1972, pp. 388-389, afirma que el sentido de la hon
ra es, para el grupo de los letrados, un elemento de cohesin y conformacin en grado mu
cho ms alto que para cualquier otro segmento de la sociedad.
72 Pelorson, Les Letrados", p. 218.
75 Texto citado ibid., p. 224.
74 Juan de Solrzano Pereira, Memorial o discurso informativo, jurdico, histrico,
poltico de los derechos, honores... que se debendar... a los consejeros honorarios yjubila
dos (1642), publicado en sus Obraspostumas, Zaragoza (Herederos de Diego Dormer), 1676,
pp. 211-350 (la cita de Daniel est en la p. 238).
108 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

honor no es otra cosa que la virtud del nimo o nima, y ste ni le dan
los Csares, ni se adquiere con la adulacin, ni se compra con el dinero
(ibid., p. 262). Adems, si una de las seales de nobleza era la exencin
del pecho o tributo personal, all estaban las leyes del reino que exi
man de pechos a todos los doctores, maestros y licenciados graduados
en Salamanca, Alcal, Valladolid y Bolonia (por desgracia, la licencia
tura de Alarcn era de Mxico).
Sin embargo, tales argumentos no tenan mucho peso dentro de la
realidad de la sociedad espaola. El propio Solrzano Pereira (pp. 242-
243) afirma que toda honra dimana del Rey, y los grados universitarios
no eran otorgados por l. Los soberanos recompensan los mritos y re
conocen y confirman la nobleza y la honra del caballero otorgndole el
hbito de una de las rdenes militares; de manera anloga, dice Solrza
no, recompensa el Rey la ciencia, la virtud y los mritos del letrado al
concederle graciosamente un cargo oficial. Estos cargos conferidos por
la munificencia real conferan en muy buena medida una honra que la
prctica del derecho no daba por s sola (vese el comentario de Andrs
Mendo, citado antes). Maravall observa que el grupo de los letrados est
siempre adherido al Rey y apoya inquebrantablemente a la monarqua
porque, en cuanto a favores y mercedes, depende por completo del mo
narca.75El trmino nobleza de toga, hasta donde es aplicable en Es
paa, se refiere a quienes han sido nombrados por el Rey para un pues
to en los Consejos del gobierno o en los tribunales del estado; al igual
que los doctores y licenciados de Salamanca, estos personajes estaban
exentos de pechos. La grandeza y autoridad de sus cargos les hace
nobles, ilustres y clarsimos, aun cuando ellos no lo sean por su naci
miento.76Sin embargo, aun en el mejor de los casos, sta era una no
bleza personal que no poda transmitirse a los herederos, a diferencia
de la nobleza de sangre, que necesariamente se transmita (y la diferen
cia era capital). Lo ms que poda esperarse era que el Rey accediera
a convertir esa nobleza personal y no heredable en la nobleza hereda
ble de quienes detentaban un ttulo. El rey confiri una buena porcin
de nobleza a Solrzano Pereira al concederle, en 1642, el hbito de San
tiago. Pero, a decir verdad, el gran jurista sac poco provecho de la real
merced; su ambicin y su empeo estaban ya en la nobleza inherente
a las letras.
Juan Pablo Mrtir Rizo resume todo esto ntidamente en su Historia
de Cuenca (1629): el linaje antiguo es la base de toda nobleza (y esto, cosa
curiosa, no por el mayor tiempo de servicio al estado, ni por la mayor
acumulacin de heroicas hazaas, sino porque los nobles han gozado siem
pre de la mejor comida y de las mayores comodidades, y as, a lo largo
75 Maravall, Estudios, pp. 378-379.
76 Solrzano Pereira, Memorial, p. 319.
AMISTADES Y DIVERSIONES 109
de los siglos, han ido produciendo retoos cada vez ms inteligentes, do
tados de un fsico admirable y de humores muy sutiles); la virtud por
s sola no es nobleza, aunque a veces la nobleza es virtud; los hombres
que sirven a su patria con acciones eminentes pero que no son nobles
de linaje claro y antigua descendencia y sangre limpia, aunque tengan vir
tud, no tendrn nobleza ni podrn tenerla mientras el Prncipe no se
la confiera.77
No hay que sorprenderse, pues, de que cuando mucho tiempo des
pus, en 1688, el nieto de Alarcn, Juan Girn de Buedo y Ruiz de Alar
cn, es sometido a la investigacin de ascendencia familiar exigida para
la admisin en la orden militar de Montesa, nadie aduzca los estudios
universitarios del abuelo, su grado de licenciado, ni siquiera su cargo
de relator en el Consejo de Indias, y mucho menos el hecho de que escri
bi comedias. Lo nico que cuenta para la nobleza del candidato es la
relacin sangunea de ese abuelo con los seores feudales de Albaladejo
y Piqueras y con los Condes de Cifuentes.78Esta desatencin a la no
bleza de las letras provoc sin duda, en muchos letrados conscientes,
una reaccin de clera y resentimiento. A estas races se ha atribuido
la notable mordacidad que respiran los escritos de Cristbal Surez de
Figueroa, doctor in utroque iure por la Universidad de Pava.79Algo del
suave tono de decepcin y desengao que domina en el teatro de Alar
cn puede brotar de la misma clase de mentalidad de letrado, como tam
bin la repetida exaltacin de la lealtad al legtimo monarca como el prin
cipio bsico de las acciones virtuosas (vase supra, pp. 59-60).

I. Amistades y diversiones de Alarcn en Salamanca


La Universidad de Salamanca no era un convento en que estuvieran en
cerrados los futuros sacerdotes del derecho. El diario de Girolamo da Som
maia nos dice todo lo contrario. Las amistades que Alarcn hizo en Sa
lamanca y las diversiones y pasatiempos a que todos se entregaban dejaron
en su memoria una huella perdurable.
De los amigos cercanos de Alarcn en la poca de Salamanca, slo
uno se conoce con seguridad: Bricin Diez Crzate, cuyo papel en la
vida del dramaturgo ya se ha visto {supra, pp. 83-85 y 98). Alarcn debe
haber tratado, aunque fuera superficialmente, a alguno de los estudian
tes de nombre ilustre que asistan a clases de derecho mientras l resida
en Salamanca, por ejemplo Gaspar de Guzmn o Lorenzo Ramrez de

/7 Juan Pablo Mrtir Rizo, Historia dela muy noble y leal ciudad de Cuenca, Madrid (He
rederos de la Viuda de Madrigal), 1629, pp. 208-212 (la cita, en la p. 212).
78 Archivo Histrico Nacional, Madrid, Ordenes militares, Montesa, nm. 234.
79 Pelorson, Les "Letrados", pp. 424-429.
110 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO
Prado. No es disparatado pensar que entre sus mejores amigos estaba
Gutierre Marqus de Careaga, autor de un volumen de ensayos sobre
filosofa moral intitulado Desengao defortuna (terminado en Salamanca
en 1607, aunque no publicado hasta 1611).80Y pudo asimismo conocer
a los amigos de Marqus de Careaga que compusieron las poesas lauda
torias que preceden al texto, a saber:
un jernimo del monasterio de La Victoria en Salamanca;
don Martn Urtiz de Careaga, hermano del autor;
Diego Saavedra y Fajardo, de Murcia (dos composiciones, una de
ellas en latn);
Pedro Paulo Andosila (poema en latn);
Jernimo de Castroverde, de Guadix (poema en latn);
el licenciado Bartolom Prez Montero, de Gibraltar (dos poesas);
el licenciado Martn Lpez de Val de Elvira, de Alcaraz;
Gil de Silva y Tenoco, de Jerez de los Caballeros;
fray Rodrigo de Llerena, jernimo del monasterio de Nuestra Seo
ra de Guadalupe;
Pedro de Vergara y Arzole, de Tenerife;
Gaspar de Mesa;
el licenciado don Francisco Antonio de Alarcn, de Madrid;
el licenciado Juan Ruiz Piernas, de Moratalla;
don Pedro Arias Verstegui, de Segovia;
Juan del Villar Cuadrado, de Zamora;
el licenciado Juan Cataln Ocn, de Molina de Aragn;
el licenciado Juan Ruiz de Alarcn y Mendoza, de Mxico;
Luis Prez de Vargas, de Andjar.
Bien podemos suponer que en su gran mayora, incluyendo al autor,
fueron compaeros de estudios entre 1599 y 1607; tal vez formaban una
pequea capilla literaria y haban ledo, criticado y comentado el libro
de Marqus de Careaga. Muchos de ellos firman orgullosamente con sus
ttulos y con sus apellidos completos (es la primera vez que Alarcn hace
constar el apellido materno), y, como ninguno se ha sealado ante los
ojos del mundo, casi todos se identifican por su lugar de nacimiento. Si
Alarcn, como parece muy verosmil, escribi su dcima de elogio en
1606 o 1607 y la firm llamndose licenciado, hay que recordar que
tcnicamente no lo era, puesto que no haba recibido an el grado. Pero
esta pequea falsificacin no tiene gran importancia. Quiz suceda lo
li(1 Millares Cario vio la primera edicin del Desengao, publicada en Barcelona en
1611; la dedicatoria a Rodrigo Caldern aparece all fechada en Salamanca el 15 de mayo
de 1607 (OC, t. 3, pp. 386-387). En 1612 se hizo segunda edicin en Madrid, con altera
ciones en el lugar y la lecha de la dedicatoria (Madrid, 4 de febrero de 1612) y con adicin
de otras dos aprobaciones, una por fray Pedro de Ledesma, maestro de teologa en el con
vento de San Esteban de Salamanca (8 de septiembre de 1607) y otra por el maestro Mu-
nuera, mercedario (Madrid, Io de enero de 1609). Yo cito por la edicin madrilea.
AMISTADES Y DIVERSIONES 111
mismo con los otros licenciados de la lista; la verdad es que las reglas
de uso de este ttulo eran muy flojas: se lo apropiaban muchos que ha
ban estudiado en Salamanca pero nunca se haban graduado, y no lo
usaban algunos que s se haban graduado.81
Los nombres de tres de estos jvenes (adems del de Alarcn) apa
recen en los registros de matrcula y de graduacin de Salamanca entre
1598 y 1605: el licenciado Juan Ruiz Piernas era, en 1604, estudiante
le segundo ao de derecho civil; Martn Lpez de Val de Elvira, bachi
ller en derecho cannico el 8 de agosto de 1601; don Pedro Arias Vers-
tegui, bachiller en lo mismo el 30 de junio de 1604.82 En cuanto a don
Francisco Antonio de Alarcn, es seguro que estudi en Salamanca como
becario del Colegio del Arzobispo, y tuvo una carrera de letrado excep
cionalmente brillante. De 1624 a 1628 fue miembro del Consejo de In
dias, y en 1628 pas al Consejo de Castilla.83El otro famoso letrado de
la lista es Diego Saavedra Fajardo, que estudi derecho cannico y dere
cho civil en Salamanca entre 1600 y 1606, se gradu de bachiller en de
recho civil, y en 1612 tena terminado su sueo quevedesco sobre la
vida literaria e intelectual, intitulado La repblica literaria. Es prcticamente
imposible que Saavedra Fajardo y Alarcn hayan mantenido algn con
tacto despus de sus das estudiantiles, pues el primero de ellos se fue
a Roma en 1607 y pas casi todo el resto de su vida fuera de Espaa,
en el servicio diplomtico de Castilla.84
En 1611 y 1612 el doctor Gutierre Marqus de Careaga ocupaba
el puesto de teniente de corregidor en Madrid.85 Sin duda con la espe
ranza de medrar en su carrera de letrado, decidi dedicar su librito (con
un lenguaje altamente adulador) a don Rodrigo Caldern, ese sealado
ejemplo de ascenso desde la oscuridad al esplendor que vio la Espaa
de Felipe III y tambin, irnicamente (aunque ni don Rodrigo ni Mar
qus de Careaga eran zahores), ejemplo an ms vivido de cada de la
fortuna cuando, en 1619, fue privado de todas sus honras y muerto en
el cadalso.
Quiz no haya un solo pensamiento original en el Desengao,86obrita
81 Fayard, Los miembros del Consejo, p. 38.
82 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 310, Libro de Matrculas
1604-1605, fol. 101v, y manuscrito 743, Grados de bachilleramientos... 1598-1604, fols.
85r y 129r, respectivamente. Mi examen de estos registros fue rpido, de manera que pue
den habrseme escapado algunos nombres. Adems, debe recordarse que muchos estudiantes,
sobre todo si eran pasantes, no se matriculaban. Puede observarse, de paso, que una pri
ma segunda de Alarcn, Magdalena de Silva y Girn, estuvo casada con un Pedro de Ve-
rstegui, seor de Alpera, que bien pudiera ser el don Pedro Arias Verstegui de la lista
de Marqus de Careaga.
83 Fayard, Los miembros del Consejo, pp. 59 y 508.
84 Vase la introduccin de Jos M. Alejandro a su edicin de las Locuras de Europa
de Saavedra Fajardo, Anaya, Salamanca, 1973.
85 Pelorson, Les Letrados'\ p. 127.
8fi Pelorson, Les Letrados, p. 260, seala un plagio pequeo, pero descarado: el pa-
112 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

que se sita en la corriente que podra llamarse de estoicismo cristiano,


derivada del De remediis utriusquefortunae de Petrarca, pero Marqus de
Careaga, que organiza sus argumentos en tomo a la idea de que es la
Providencia de Dios y no la Fortuna pagana quien rige la suerte y la ad
versidad de la vida humana, tiene un estilo ameno. Al final de su librito
pone una larga lista (cinco folios) de autores citados, lo cual hace pensar
que, a semejanza de Girolamo da Sommaia, dedic en Salamanca gran
parte de su tiempo a la lectura de libros ajenos al derecho; entre esos
autores estn Marsilio Ficino, Luciano, Juan Luis Vives, Alciato, Eras-
mo (slo los Adagios, por supuesto), Huarte de SanJuan y Santa Teresa.
Como queda anotado, es muy posible que todos los estudiantes que
escribieron versos en elogio del Desengao lo hayan ledo antes; y, en ge
neral, seguramente estaban de acuerdo con sus conclusiones (quin no
hubiera estado dispuesto a suscribirlas en la Espaa del siglo x v ii ?).
Pero, a diferencia, por ejemplo, del teatro de Caldern, el de Alarcn
se ocupa de la evolucin de la vida y el carcter de la humanidad en un
nivel menos exaltado, en el cual el curso de una vida est conformado
por sucesos que ocurren casualmente o por la simple flaqueza humana,
como se ve aun en los ttulos de dos comedias, Todo es ventura y La indus
triay la suerte. Sin embargo, en algo coinciden l y Marqus de Careaga,
y es en la condena del maldiciente. En el prlogo al lector dedica Mar
qus toda una pgina a los daos causados por las lenguas maliciosas:
la lengua de un maldiciente tiene poder para desenterrar muertos y en
terrar vivos, y ni el hombre ms bueno o ms inteligente puede salvar
se de esos rumores perversos, que en este caso, como en tantos otros,
se entiende que son sobre todo difamatorios en cuanto a la limpieza de
sangre de los antepasados de la vctima. Por su parte, Alarcn comenz
sus ataques contra los maldicientes en La cueva de Salamanca,87 que es qui
z la primera de sus comedias.
La dcima que escribi Alarcn en elogio de Marqus de Careaga
es lo primero de su pluma que apareci en letra de molde, y vale la pena
copiarla aqu:
Sois, don Gutierre, ms fuerte
que los que al mundo vencieron,
pues a la que se rindieron
habis vos dado la muerte.
Sois quien ser de mejor suerte
que armas las letras mostris,

saje relativo a la observacin de Scrates, que es lstima que la Naturaleza no haya puesto
una ventana en el pecho del hombre, para que las motivaciones de su corazn y su con
ciencia puedan ser vistas por todo el mundo, est tomado del prefacio de un libro del juris
ta Joan Costa, Gobierno del ciudadano.
87 OC, t. 1, p. 423, vs. 1197-1220.
AMISTADES Y DIVERSIONES 113
pues con tal pluma volis,
que no habiendo fuerza alguna,
puesto el clavo a la Fortuna,
con sus puntos la clavis.
Lo que primero llama la atencin en este elogio rutinario es, por su
puesto, el tema de la superioridad de las letras sobre las armas, preocu
pacin nada sorprendente en un letrado. Aunque la idea es clara, y la
expresin limpia y concisa en general, hay cosas torpes: cuesta cierto es
fuerzo descubrir que el pronombre la del verso 3 no puede referirse sino
a la Fortuna, y que los puntos del ltimo verso no son de la Fortuna, sino
de la pluma; el verso 8 es ripioso; y el pensamiento central, T demues
tras que las letras son mejores que las armas, sufre violencia por el hi
prbaton de los versos 5 y 6. Pero el joven poeta debe haber quedado
satisfecho de su juego de ingenio con los sentidos de la palabra pluma,
y con el clavo y el clavis que sirve de elegante remate a la dcima.
Al lado de sus amigos, sobre todo quiz los del grupo de Marqus
de Careaga, Alarcn experiment el revuelo de las frecuentes oposicio
nes a ctedra, pues los estudiantes elegan no slo a su rector, sino tambin
a sus catedrticos. Como las ctedras de derecho daban gran prestigio
a su titular, y, lo que es ms importante, como ser catedrtico de dere
cho de Salamanca, Valladolid y Alcal significaba una de las mejores
puertas para entrar en la esfera de los altos cargos civiles y eclesisticos,
la competencia era feroz y corrupta. Se compraban votos con dinero,
con invitaciones a comer, con promesas de buena nota en los exmenes;
se cohechaba a los funcionarios para que contaran votos de estudiantes
ausentes y aun difuntos, o de algn otro modo incapacitados para votar.
Los estudiantes de los Colegios Mayores, o los naturales de determinada
provincia, solan formar bloques en apoyo de sus candidatos preferi
dos.88En 1612, de los cuatro opositores a la ctedra de Sexto en Valla
dolid, dos gastaron unos 1,000 ducados (375,000 maraveds) y otro 1,500
ducados (562,500 maraveds) en cohechos de diversa ndole.89Toda esta
manipulacin ocurra tras los telones de los actos pblicos en que cada
candidato lea su interpretacin de un texto jurdico y luego la defenda
contra sus opositores. Alarcn pudo haber votado en las oposiciones
relativamente tranquilas para la ctedra de Volumen, ganadas en 1604
por Marcos Daz, as como en las de 1605, cuando Solrzano Pereira
gan la ctedra de Digesto viejo.90En 1604 tuvo lugar la enconada lucha
entre el agustino Agustn Antolnez y el dominico Pedro de Herrera por
la ctedra de Escritura; al salir ganador Antolnez, los estudiantes que
88 Kagan, Students, pp. 165-168.
89 Vase Pelorson, Les Letrados, pp. 201-203, donde se encontrarn ms detalles
sobre este caso particular, no muy distinto de las ltimas oposiciones a que se present
Alarcn, en 1613, para una ctedra de la Universidad de Mxico.
90 Diario de un estudiante, p. 439.
114 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

apoyaban a Herrera atacaron fsicamente a los partidarios de Antolnez;


hubo varios heridos, y Herrera entabl pleito ante la Chancillera de
Valladolid por las irregularidades que haba habido en la votacin (ibid.,
pp. 69 y 439). En 1636, las oposiciones para la ctedra de Digesto viejo
en Salamanca dejaron un saldo de dos estudiantes muertos.91 La elec
cin de catedrticos por los estudiantes originaba tales problemas, que
a comienzos del siglo x v ii el Consejo de Castilla le pidi al doctor
Pichardo, catedrtico de Vsperas de derecho civil, que estudiara la
situacin y sugiriera reformas. Pichardo propuso suprimir el voto de los
estudiantes; al saberse esto en Salamanca, en 1604, muchos estudiantes
se amotinaron y le arrojaron libros e insultos a Pichardo cuando aban
donaba el aula en que haba ledo sus argumentos como opositor a la
ctedra de Prima de Leyes, y un estudiante se lanz sobre l cuchillo
en mano. El voto estudiantil no se suprimi hasta 1636 (ibid., p. 241).
Durante la residencia de Alarcn en Salamanca hubo cada ao cuatro
o cinco oposiciones, que, junto con las conclusiones pblicas ya men
cionadas, proporcionaban a los estudiantes una buena cantidad de fuegos
de artificio con que entretenerse.
Libros y manuscritos de toda laya no slo comentarios jurdicos
pasaban de mano en mano, vorazmente ledos por los estudiantes, pres
tados a amigos, copiados a veces. Entre otros muchos autores, Girolamo
da Sommaia ley a Plutarco y Tcito, la Storia dItalia de su to abuelo
Guicciardini, el padre Mariana, Argote de Molina, el manuscrito de la
Guerra de Granada de Diego Hurtado de Mendoza, el De remediis de Pe
trarca, Ovidio, Marcial, Lucrecio, Horacio, Sneca, Ercilla, el Quijote,
el Guzmn de Alfarache, Gngora, Quevedo, Dante, fray Luis de Len,
comedias de Lope de Vega, y, contraviniendo la censura eclesistica, es
critos de Bodino y de Maquiavelo (el 10 de noviembre se confes con
fray Lamberto y puso entre sus pecados la lectura de estos dos autores,
junto con besuqueos, juegos de naipes y veintiuna fornicaciones).92Para
l, como para Alarcn, las bibliotecas y los libreros de Salamanca ofre
can un tesoro intelectual deslumbrante por su variedad; a veces podan
adquirirse obras que ponan en tela de juicio las ideas aceptadas. Los
estudiantes tambin compilaban y copiaban antologas de versos y orga
nizaban certmenes poticos (ibid., pp. 56, 57 y 74).
Es claro que no todas las actividades estudiantiles servan para me
jorar el intelecto. En ese sentido la Salamanca de 1600 no se distingua
de la mayor parte de las universidades modernas, salvo que el estudian
te salmantino de 1600 vea esas actividades como pecados, y como tales
las confesaba. El juego era una pasin general y avasalladora, y las visi
tas a prostitutas eran frecuentes (ibid., pp. 42 y 46). De los amores con
91 Fayard, Los miembros del Consejo, p. 51.
92 Diario de un estudiante, pp. 49-62 y 568.
AMISTADES Y DIVERSIONES 115
muchachas de familias salmantinas respetables resultaba a veces el naci
miento de criaturas ilegtimas.93El cuento que con tanto detalle le cuen
ta Don Garca a su padre en La verdadsospechosa su matrimonio secreto
en Salamanca con Doa Sancha de Herrera, la cual est a punto de
parirse inspira de seguro en hechos realmente ocurridos entre los ami
gos de Alarcn. Abundan las noticias sobre borracheras, sobre ruidosas
excursiones nocturnas por las calles, que aterrorizaban a los vecinos, so
bre pleitos entre los estudiantes mismos con motivo de las oposiciones
a ctedra o por razones de regionalismo (extremeos contra vizcanos,
castellanos contra portugueses, etc.) y sobre choques violentos con los
alguaciles que intervenan en sus peleas. Heridas graves, asesinatos, muer
tes violentas ennegrecen las pginas de las crnicas estudiantiles. "
Los debates acadmicos, el juego, los pleitos y la visita al prostbulo
ya haban sido parte de la experiencia de Alarcn en Mxico; pero en
Mxico haba otros grupos humanos que servan de contrapeso a la uni
versidad, y aun la eclipsaban, mientras que en Salamanca la vida toda
giraba en torno a la universidad, y los estudiantes se sentan dueos del
ancho mundo. Y algo que Mxico no ofreca y Salamanca s, era el
estmulo constante de las comedias, representadas por varias de las mejores
compaas teatrales, algunas de las cuales tenan obras de Lope en su
repertorio.
El diario de Girolamo da Sommaia registra el paso por Salamanca
de nueve diferentes compaas entre 1603 y 1607 y menciona 188 come
dias representadas entre 1604 y 1607, entre ellas quince de Lope,9Suna
comedia de Cervantes?intitulada La batalla naval (p. 179), dos co
medias sin nombre de autor llamadas El trato de Salamanca (p. 439) y El
cortesano estudiante (p. 574; representada en 1606), y una comedia hoy per
dida de Gonzalo de Monroy, La cueva de San Cebnn (p. 565; tambin
en 1606).
Los estudiantes se apiaban para ver la comedia, desperdician
do, como decan los moralistas y los catedrticos, el tiempo que deban
dedicar a sus lecciones y conclusiones. Bermdez de Pedraza habla ir
nicamente del estudiante que lleg el primer da de clases, gast un mes
en encontrar alojamiento y en comprar libros, otro mes en despedirse
de sus amigos antes de acabar el ao escolar y, en cuatro meses que
le quedaron tiles, vio ms comedias que oy liciones.96
Como quiera que Alarcn haya administrado su tiempo, es claro que
vio muchas comedias, y que en la forma de Lope reconoci inmediata
mente un camino el camino para expresar sus experiencias y sus

91 Fayard, Los miembros del Consejo, p. 290.


94 Vcase el Diario de un estudiante, pp. 75 y 85
9j Diario de un estudiante, introduccin de Haley, pp. 46-47.
96 Bermdez de Pedraza, Arte legal, p. 16.
116 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

agudas y fuertes ideas sobre la sociedad espaola contempornea, comen


zando con la sociedad estudiantil de Salamanca. Su primera comedia
parece ser precisamente La cueva de Salamanca, quiz inspirada en La
cueva de San Cebrin, comedia de Monroy sobre el mismo asunto, repre
sentada en Salamanca el 31 de octubre de 1606 y cuyo texto se descono
ce. (En tal caso, como haba pasado el verano de ese ao en Sevilla, debe
haber regresado a Salamanca para estudiar durante unos meses ms.)

J. La cueva de Salamanca97

Adiferencia de todo lo dems que escribi Alarcn, La cueva de Salamanca


es entretenimiento puro, casi farsa; en vez de complicaciones de trama
o de caracterizacin, lo que ofrece es diversin y trucos de magia. Pero
tambin tiene rasgos que anuncian lo que ser su obra posterior: la in
sistencia en el valor del saber (aunque se trate de ciencias ocultas) y en
la importancia de la lealtad para con amigos y parientes; la franqueza
con que se trata la relacin entre hombres y mujeres; el cuidado que se
pone en explicar lgicamente lo que puede parecer sobrenatural; la agu-
97 Si la versin primitiva de La cueva data en efecto de los ltimos das salmantinos
de Alarcn, la versin final, publicada en la Primeraparte de sus comedias (1628), fue am
pliamente revisada y puesta al da para el pblico madrileo quiz entre 1617 y 1620, que
son las fechas que propone Bruerton (Prlogo, OC, t. 1, p. xxix). Los versos que dicen
que el Rey es amable y santo, que posee santidad y prudencia (OC, t. 1, p. 469,
vs. 2703 y 2710), tienen que referirse a Felipe III, pues nadie hubiera podido decirlo de
Felipe IV, de manera que la corpedia se termin antes de morir Felipe III, o sea antes
de 1621. Las menciones de gentes y cosas de Madrid estn todas aglomeradas en las dos
escenas iniciales del acto II, donde Zamudio, en el momento de regresar de Madrid a Sala
manca, cuenta noticias de la corte: comedias, damas de virtud quebradiza, maliciosas mur
muraciones, especialmente las de un letrado tan ducho en hablar mal de todo el mundo,
que su maledicencia sirve para confirmar el mrito de los calumniados (vs. 1226-1236),
clara alusin al doctor Cristbal Surez de Figueroa, letrado famoso, que en su Pasajero
(1617) lanza pullas contra los hombres de estatura enana y mal conformados, y declara
que los criollos son unos ineptos en todas las esferas de la actividad humana. El texto que
hoy se conoce de La cueva de Salamanca parecera reflejar cierta familiaridad con la obra de
Cervantes: la escena (II, 10) en que Don Diego entra en casa de su amante metido en un
cajn recuerda momentos de los entremeses cervantinos La cuevadeSalamanca y El viejocelo-
so (publicados ambos en 1615); la escena subsiguiente (II, 12-13), de la estatua con cabeza
de metal que responde a lo que se le pregunta, recuerda el episodio de la cabeza encantada
en el Quijote, parte II (1615), captulo 62; y la escena (III, 5) en que Don Diego interroga
y deja libres a tres presos recuerda el episodio de la liberacin de los galeotes en el Quijote
de 1605, captulo 22.
La cueva de Salamanca de Alarcn fue representada en Palacio, el 9 de julio de 1623,
por la compaa de Domingo Balbn: N. D. Shergold yJ. E. Varey, Some Palace Perfor
mances of Seventeenth-Century Plays, Bulletin oj Hispanic Studies, 40 (1963), p. 222.
El texto de la comedia est en OC, t. 1, pp. 388-470. En lo sucesivo indicare slo
el nmero de los versos.
1.ACUEVA DE SALAMANCA 117

ilc/.a con que se revelan las actitudes sociales (en este caso, lo que toca
iil inundo estudiantil); el lenguaje a menudo aforstico, rara vez lrico.
La comedia se inicia brillantemente con un choque de opiniones en-
tir el protagonista Don Diego de Guzmn y Ziga, estudiante mozo,
iiolondrado y arrogante, pobre pero noble, y su amigoJuan de Mendo-
i, recin casado y mucho ms prudente, sobre cmo entretenerse du-
i.inte la noche.98Don Diego quiere ver mujeres, o reir, o hacer trave
suras. Incitado y persuadido por otro estudiante llamado Don Garca
irn, tan frvolo como l Moje el agua, queme el fuego, / y haga
1 1mancebo locuras, dice este Don Garca (vs. 115-116), tiende un cor-
ilrl de acera a acera en la calle oscura, con la idea de que los alguaciles
tropiecen en l y se rompan las narices al acudir atrados por el ruido
ilc una ria fingida. Pero la primera vctima de la broma es el gracioso
/..iinudio, estudiante pobre, amigo y criado de Don Diego, que tropieza
ii el cordel al huir de la clera de unos vecinos a quienes les ha robado
*1tostador." Sobreviene entonces una batalla campal; los representan-
irs de lajusticia, altos y bajos, luchan contra los estudiantes, que en gran
nmero, y armados con espadas (a pesar de que un decreto real les pro
hiba su uso), han acudido para ayudar a sus camaradas; el alguacil ma-
vor resulta muerto, varios corchetes y escribanos quedan heridos, lo mis
mo que el corregidor; Don Garca es apresado, y Donjun y Don Diego
huyen, amparados por las tinieblas.100Esta cruel broma estudiantil, en
i|iic se exhibe tal desprecio por los vecinos y por los funcionarios de la
ley, sirve de punto de arranque a lo que hay de argumento. El resto de
l.i comedia se dedica a los esfuerzos por rescatar de la crcel a Don Gar-
i a y conseguir perdn para todos los estudiantes. Qu error judicial
que el noble Don Garca est encerrado como preso comn en la crcel
pblica! (vs. 837-842).
Don Diego y Zamudio, entre tanto, se refugian en una casa conoci-
18 Es tentadora la idea de que este joven, apaciguado por las responsabilidades de
Uvida matrimonial, representa al autor de la comedia, gue en 1616, estando en Madrid,
li |cis ya de la vida estudiantil, viva en concubinato con Angela de Cervantes (vase King,
'1.a ascendencia, p. 55). Otro Donjun de Mendoza, evidente alter ego de Alarcn, es
1 1protagonista de Las paredes oyen. Alarcn parecido en esto a Alfred Hitchcockgusta-
Imde meterse, con un disfraz u otro, prominente o secundario, en sus comedias.
19 Zamudio, nombre perfecto para un gracioso, no es invento de Alarcn. Actual-
ilente es un apellido que parece bastante ms comn en Mxico que en Espaa. En los
lios de estudiante de Alarcn haba en Salamanca un Zamudio, encuadernador (Diario
Ir un estudiante, pp. 505, 513, 531 el passim), y dos Zamudios matriculados en 1600 en la
Limitad de derecho cannico (Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 309,
luis. 59v y 64r).
100 No eran raros tales enfrentamientos, que ocurran cuando los alguaciles intenta-
Imn meter en cintura a estudiantes revoltosos, pues stos contaban con la ayuda de sus
i uaradas. En enero de 1607 una turba de estudiantes se lanz contra la crcel real para
liberar a varios estudiantes presos; hubo bastantes heridos, y el obispo tuvo que intervenir
|i.tia serenar los nimos (Diario de un estudiante, pp. 588-589).
118 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

da en Salamanca como la cueva de San Cebrin, y se salvan de los


alguaciles con ayuda de su ocupante, el sabio Enrico, francs (hijo de
padres humildes pero respetables), cuyo profundo conocimiento de los
secretos de la naturaleza le permite hacer invisible a la gente, cambiar
el aspecto de las cosas y predecir el futuro (ya se ha visto supra, pp. 76-
77, un posible modelo de este personaje). Sus variados talentos se van
manifestando en momentos cruciales durante la comedia, cuyas minu
ciosas acotaciones escnicas explican cmo producir la ilusin mgica.
La cueva era muy famosa entre los estudiantes de Salamanca.
Ya en el siglo xiv corra la leyenda de que un sacristn, o un estudian
te, o quiz el diablo en persona, daba lecciones de astrologa y magia
en una cueva que haba bajo la iglesia de San Cebrin, o sea San Cipria
no (leyenda que puede haber surgido por el hecho de que, antes de con
vertirse al cristianismo en el siglo iv, San Cipriano se haba dedicado
a la necromancia). Se deca, adems, que all haba estudiado don Enri
que de Villena, el poeta y erudito del siglo xv. Hacia 1584 la iglesia fue
derribada, pero se conserv la puerta de acceso a la sacrista, que estaba
en un nivel ms bajo que la iglesia y, con su aspecto de entrada a una
cueva, evocaba la vieja leyenda.101 En marzo de 1604, Girolamo da
Sommaia acompa a unos visitantes a ver la cueva (p. 258).
En la pieza de Alarcn hay, adems de Enrico, otro personaje lla
mado Enrique, marqus de Villena (no el sabio del siglo XV, sino un des
cendiente deJuan Pacheco, maestre de Santiago, o sea miembro del clan
Girn-Pacheco). Este Enrique ha venido a Salamanca para estudiar en
la cueva mgica y acrecentar sus ya formidables conocimientos de astro
loga, quiromancia, fisiognmica, matemticas, cosmografa y magia, y
se encuentra con Don Diego, el cual elogia al noble personaje que ha
trocado las fiestas y gustos de la corte por el trabajo de las letras (vs.
761-772; y cf. vs. 213-236). El Marqus ha odo la leyenda de la cueva,
que entre otras cosas menciona una cabeza de bronce que por arte de ma
gia habla y dice maravillas; pero Don Diego le da la explicacin verda
dera, desnuda de cuentos. La tal cueva no es sino una obscura casa
chica (en otras palabras, una sacrista) recargada contra la cuesta en
que se levanta la iglesia mayor, de manera que no recibe la luz del cielo
sino por una nica puerta que da a la calle; la cabeza de bronce es
el prodigiosamente sa,bio Enrico, que ensea su ciencia a los pocos estu
diantes de veras deseosos de entregarse a tan arduo estudio (vs. 775-812).
En la ltima escena de la comedia, el propio Marqus explica en forma
anloga la verdad de los hechos que se ocultan tras la leyenda del otro
Enrique de Villena, el del siglo xv: se deca que este gran mago enga
101 Vase el esplndido artculo de M. Garca Blanco, El tema de la cueva de Sa
lamanca y el entrems cervantino de este ttulo, Anales Cervantinos, 1(1951), 71-109, que
es una minuciosa historia de la cueva.
LA CUEVA DE SALAMANCA 119

al demonio, pues el demonio crea haber atrapado a Enrique en una re


doma, pero l slo se haba dejado atrapar su sombra; la verdad de las
cosas es que Enrique de Villena muri tan santamente, que su alma se
salv de las garras de Satans, y as lo enga;-y en cuanto a la redoma,
es simplemente el sepulcro breve que guarda su cuerpo. Lo que cam
pea en esta comedia, a pesar de su complacencia en la ilusin de los tru
cos mgicos, es lo positivo y probable, no lo sobrenatural y fantstico.
Son, pues, tres los Enriques de la comedia; los tres son maestros de
la ciencia ms ardua, y los tres reciben desmesurados elogios como re
presentantes de los triunfos sealados que podr conseguir quien se en
tregue a las letras. El letrado Alarcn proclama a voz en cuello el credo
yla vala de su profesin. Los sabios doctores y catedrticos de Salamanca,
dice Donjun de Mendoza hacia el final del drama (vs. 2392-2393), son
luz del mundo, honor de Espaa.
Sin embargo, la comedia termina con lo que parece ser una conde
na de la magia. Hay un magnfico debate acadmico que hace pensar,
por supuesto, en todas aquellas conclusiones y oposiciones a ctedra
entre Enrico, el francs, que lleva en su birrete la borla azul de la Filoso
fa, y un Dominico que lleva la borla blanca de la Teologa. Enrico inicia
su argumentacin con un silogismo que demuestra que la magia es cien
cia natural y por ende buena, pues obra con instrumentos naturales: pa
labras, hierbas, caracteres, figuras, nmeros, nombres y piedras. Dios
les revel a Adn y a Salomn la correspondencia y la consonancia esen
ciales entre esas cosas y la naturaleza toda; quien penetra tales secretos
mediante un laborioso estudio puede, con medios naturales, mover ver
daderamente las montaas. En prueba de la virtud de las palabras se
aduce, astutamente, el milagro de los sacramentos de la Iglesia. Los nom
bres que puso Adn a las cosas poseen una correspondencia natural con
ellas. La argumentacin de Enrico, que en seguida va a quedar medio des
truida por el Dominico, expone concisamente algunas de las ideas ms
importantes del hermetismo neoplatnico (brotado de la Cbala y tam
bin del Corpus hermeticum), filosofa que se difundi en Europa gracias
a los escritos de Marsilio Ficino y de Pico della Mirandola y cautiv a
algunos de los ms brillantes pensadores del Renacimiento, entre ellos
Giordano Bruno y Tommaso Campanella. Su inters en la astronoma
(o astrologa), en la fsica y en la capacidad de la razn humana para
descifrar el vasto jeroglfico del universo allan en buena medida el ca
mino de la ciencia moderna.102
102 Francs A. Yates, Giordano Bruno and the Hermetic Tradition, University of Chica
go Press, Chicago, 1964, analiza los componentes de esta filosofa y hace observaciones
sobre su penetracin en Espaa (vase tambin Paz, SorJuana, pp. 220-228). Los lectores
interesados en un estudio de todas las comedias alarconianas en que figuran doctrinas o fe
nmenos de magia pueden consultar el libro de Augusta Espantoso Foley, Occult Arts and
Doctrine in the Theater o/Juan Ruiz deAlarcn, Librairie Droz, Genve, 1972. La autora afir-
120 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

Lo que Enrico propone es la nueva magia, culta y aristocrtica,


no la magia popular de curanderos ignorantes que venden viles filtros
de amor y practican la adivinacin con habas y con gotas de vela de cera
mientras murmuran ensalmos. En Salamanca haba sin duda muchos
jvenes intelectuales que se preciaban de conocer esa filosofa avanzada
y levemente peligrosa. Con su conocimiento especial de las tcnicas cien
tficas de refinar la plata, que verdaderamente convertan las grises pie
dras en metal resplandeciente, con alguna nocin de la magia de los
indios mexicanos, que el jesuta Athanasius Kircher crea derivada de la
tradicin hermtica,103Alarcn bien pudo sentirse atrado por esa filoso
fa cientfica que era, en sus das, la ltima conquista de las letras.
Pero la Espaa de comienzos del siglo xvn no era tierra en que pu
dieran arraigar las no ortodoxas doctrinas de Pico della Mirandola, y,
dado el molde intelectual del propio Alarcn, es probable que su esote-
rismo le fuera un tanto antiptico. En todo caso, el Dominico, en su r
plica a Enrico, no admite sino dos magias lcitas: la natural, que
obra / con las naturales fuerzas / y virtudes de las plantas, / de animales
y de piedras, y la artificiosa, que consiste / en la industria o ligere
za / del ingenio o de las manos, capaz de crear la ilusin de lo milagro
so'. Pero si caracteres, figuras, / lneas, seales y letras sirven para
alterar la naturaleza, eso slo puede deberse a influjo diablico, lo cual
supone pacto con el demonio, pues las cosas mismas, por s, carecen de
poder natural. Los oyentes y el Pesquisidor que preside el debate (obsr
vese cmo el Derecho tiene la ltima palabra en la disputa entre la Filo
sofa y la Teologa) declaran que la sensata argumentacin del Dominico
tomada muy probablemente de las famosas Disquisitiones magicae de Mar
tn Antonio del Ro, que se ocupa de la magia en forma muy juiciosa
es irrefutable: Concluyle; no hay respuesta. El propio Enrico reco
noce humildemente que la magia es arte mala y perversa, y as la co
media termina eliminando la amenaza que para el orden establecido en
ma perentoriamente que Alarcn, en su condena de la magia renacentista, se coloca por
completo en la posicin catlica ortodoxa. Yo no creo que la cosa sea tan sencilla. Vase
mi resea de ese libro en Modern Philology, 73 (1976), 415-419.
El estudio de las artes mgicas era, para los cortesanos de tiempos de Alarcn, una
empresa intelectual lcita, como se ve por el programa de estudios de la ambiciosa Acade
mia Peregrina, redactado hacia 1621 por Sebastin Francisco de Medrano. El plan de
esta academia literaria nunca se puso en prctica, pero iba a estar patrocinada por tres
seores de la nobleza, el Duque de Hjar, el Conde de Oate y el Conde de Sstago, e
iba a dedicar una hora de cada da de la semana al estudio de una de las artes liberales.
Un da de cada mes estaba destinado al estudio de la magia, la necromancia y la quiro
mancia (vase Willard F. King, Prosa novelsticay academias literarias enel sigloXVII, Real Aca
demia Espaola, Madrid, 1963, pp. 55-56). Cabe recordar asimismo que Urbano VIII, eleva
do al trono papal en 1623, era ferviente admirador de Tommaso Campanella, autor de
la Citt del Sol y expositor de las enseanzas hermticas atribuidas a Hermes Trismegisto,
y particip en ritos mgicos al lado de Campenella (Yates, Giordano Bruno, p. 375).
103 Paz, SorJuana, p. 225.
LA CUEVA DE SALAMANCA 121

traaba la ciencia nueva. Pero no acude ningn funcionario de la


Inquisicin para arrastrar al mago a la crcel. Enrico no ha tenido trato
con el demonio, y a lo largo de la comedia se ha mostrado como el ms
generoso y virtuoso de los hombres. Y hay que tener en cuenta que un
erudito hechicero muy parecido a Enrico es el hroe de una de las mejo
res obras de Alarcn, La prueba de las promesas. Para Alarcn, la ciencia
era prcticamente sinnimo de virtud, y el mago del Renacimiento un
ser en ltima instancia benigno (de la misma manera que para el Sha
kespeare de The Tempest).
Como era de esperarse en una comedia que adopta el arte nuevo de
Lope, hay una intriga amorosa flojamente entrelazada con la exposicin
del tema de las letras. Don Diego de Guzmn se siente muy atrado por
los encantos de Doa Clara Maldonado, hija de uno de los principales
vecinos de Salamanca, pero de ninguna manera est dispuesto a casar
se: se declara demasiado pobre para eso. El acto I y el acto II terminan
con violentas rias entre ellos, pues el impulsivo Don Diego trata de se
ducir a Doa Clara en los trminos ms llanos que puedan encontrarse
en una comedia del siglo x v ii , desnudos aun de la retrica lrica que Ca-
listo emple para derribar la castidad de Melibea. Pero, a diferencia de
Melibea, ella no cede. En el acto I, Don Diego grita que slo ha querido
poner a prueba el amor que ella dice tenerle, y ha encontrado que para
ella vale ms su honor; su amor es egosta, o sea que no es amor (que
no es amor, amor interesado, v. 965); y termina su parlamento con
una fra prueba silogstica, muy de estudiante de derecho: ... y pues
prob tu falsedad, concluyo / con que de aqu adelante / ni quiero ser tu
esposo ni tu amante (vs. 971-973). No se nos dice que Don Diego estu
die derecho, pero Doa Clara se siente lastimada por ese lenguaje lega
lista. Es l quien no est enamorado, puesto que se sirve de tantos argu
mentos, de tanta razn de estado, para defenderse de la posibilidad
de matrimonio; y es ella quien da fin al acto con una afilada parodia del
silogismo de Don Diego: Qudate, falso, t, que pues arguyo / tu enga
o de tu prueba cautelosa, / no quiero ser tu amante ni tu esposa (vs.
974-976).
La escena final del acto II repite el conflicto en trminos an ms
exacerbados: aadiendo la violencia fsica a la verbal, Don Diego se abraza
con Doa Clara para forzalla, y le advierte que si da voces slo con
seguir publicar su deshonor, mientras l, protegido por las artes mgi
cas que ha aprendido, est a salvo de dao. Pero ella sigue firme: De
la vitoria confo, / que sobre el libre albedro / no tiene fuerza el encan
to (vs. 1862-1864). Con esta declaracin impecablemente ortodoxa
que Alarcn repite en muchas ocasiones104la intriga amorosa se une
104 Vase en OC, t. 1, pp. 909-910, la nota de Miliares Cario sobre un pasaje de Las
paredes oyen.
122 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO

momentneamente a la intriga mgica. Tras una batalla que ha durado


toda la noche, la victoria es de ella, en efecto, lo cual mueve al gracioso
Zamudio a observar que es imposible violar a una mujer sin su consenti
miento, y a demostrarlo con una ancdota bastante obscena (vs. 2049-
2064) que recuerda el juicio de Sancho Panza en el caso de la mujer que
deca haber sido forzada (Quijote, II, 45).
Como muchos de los protagonistas de Alarcn, Don Diego no es ni
admirable ni muy simptico. Su manera de tratar a las mujeres y a los
vecinos de Salamanca es brutal; es un muchacho impetuoso, lascivo y
mimado, un pariente prximo de Don Garca, el ex-estudiante de Sala
manca de La verdadsospechosa. Pero hay cosas que lo redimen o lo discul
pan en parte: su juventud, su energa, su valor, su respeto por la cien
cia, su agradecimiento al sabio Enrico, su aborrecimiento de la
maledicencia (vs. 1225 y 2145-2146) y, sobre todo, su lealtad inquebran
table para con su amigo Don Garca, a quien rescata de la crcel arries
gndose mucho.
Adems, a diferencia de Don Garca (el de La verdadsospechosa), Don
Diego da seales de madurez al final de la obra. Algo ha aprendido de
la resistencia de Doa Clara. Ella le ha dicho (vs. 2015-2016) que quien
persigue buen fin no busca malos medios leccin que Don Garca nunca
aprende, y entonces l ve ... que es mujer tan buena / buena para
mi mujer (vs. 2071-2072). Al final de la comedia recibe Don Diego la
noticia de que su to el Marqus de Ayamonte ha muerto dejndolo como
heredero; resuelto as el inconveniente de la pobreza (y tal vez sea ade
cuado que el abogado-dramaturgo consiga el desenlace mediante el sim
ple pero milagroso poder de las leyes testamentarias), le da felizmente
su mano a la valerosa Doa Clara. Se da a entender que los das estu
diantiles de bromas atolondradas han quedado atrs, y que est por ini
ciarse la vida de responsabilidad y sobriedad que al principio de la co
media aconsejaba el recin casado Don Juan de Mendoza.
La cueva de Salamanca es la ms desenfadada de las obras de Alarcn,
sin duda por haber brotado del recuerdo de los das ms felices de su
mocedad. Sus mejores comedias son siempre las que convierten en re
presentacin dramtica una parte de su experiencia de la sociedad, ex
periencia profundamente vivida y sentida, trtese de la vida universita
ria de Salamanca, o de la agitacin y prosperidad de Sevilla, o de las
intrigas, celos y maledicencias de la corte de Madrid. Donde ms cmo
do y mejor aceptado se sinti Alarcn fue en la sociedad estudiantil de
Salamanca, ese mundo en que imperaba una meritocracia relativa
mente democrtica. Aqu, donde nobles, hidalgos pobres y jvenes de
origen oscuro y aun no limpio vivan y estudiaban juntos, poda con
cederse y a menudo se conceda honra y prestigio a quien se distingua
por sus proezas intelectuales, sin que contaran la cuna, la situacin eco
nmica ni el origen geogrfico. El sabio Enrico, francs, de familia po
LA CUEVA DE SALAMANCA 123
bre y humilde, afirma que la virtud no es cualidad que se herede, sino
algo que cada cual conquista durante su vida con actos positivos (vs. 358-
362). Dedicarse a las artes y a las ciencias lo cual, evidentemente, no
es cualidad heredada, sino fruto de arduo esfuerzo personal, eso es ser
virtuoso. La comunidad estudiantil de Salamanca siente por este Enrico
igual o mayor respeto que por Enrique, el Marqus sabio; y cuando el
Corregidor encarcela a Enrico por haber ayudado a la ruptura de la pri
sin de Don Garca, los estudiantes se amotinan y acuden a liberarlo a
mano armada (vs. 2219-2222 y 2239-2240). Mejor que en ningn otro
lugar, en este mundo de letras le era posible a Alarcn ser aceptado por
lo que era, y no rechazado por ser criollo, por ser pobre, por carecer de
origen verdaderamente ilustre,105o por ser jorobado.

105 Naturalmente, y con toda razn, sac a relucir Alarcn los vnculos que tena con
el poderoso clan de los Girn-Pacheco. Varios pasajes de La cueva de Salamanca, como he
sealado en otro lugar (King, La ascendencia, pp. 83-85), exaltan la gloria de esos
nobles. En general, un aspecto notable del teatro de Alarcn es que sus personajes, en vez
de llamarse simplemente Donjun o Doa Luisa pinsese, por ejemplo, en El caballero
de Olmedo, donde slo el protagonista recibe apellido (Manrique), y eso casi al final de la
obrasuelen ostentar apellidos que seguramente aluden de alguna manera oblicua a per
sonajes conocidos para buena parte de los espectadores. Ya he dicho algo sobre los apelli
dos Girn y Zamudio. El apellido de la herona y de su padre Maldonadoera el de
una de las familias ms prominentes de Salamanca. La hermosa Casa de las Conchas fue
levantada por un doctor Talavera Maldonado, miembro del Consejo Real de los Reyes
Catlicos; dos Maldonados de Salamanca fueron cabecillas de los comuneros en 1519, yeje
cutados despus de la batalla de Villalar junto con el jefe de la rebelin, Juan de Padilla;
y en la Universidad, en los das de Alarcn, estaban matriculados varios jvenes de ese
apellido (vase, por ejemplo, el manuscrito 309 del Archivo de la Universidad, fol. 65).
Los Marqueses de-Villena existan, por supuesto, en la vida real de comienzos del siglo
XVII. Dos de ellos se distinguieron por su actividad entre 1613 y 1621, aunque ninguno
se llamaba Enrique ni estudi en Salamanca: Juan Fernndez Pacheco, hbil virrey de Si
cilia, muerto en 1615, y su hijo Diego Roque Lpez de Pacheco, que llegara a virrey de
la Nueva Espaa; otro Marqus de Villena, Felipe Fernndez Pacheco, hermano mayor
del anterior, murijoven (vase Francisco Pinel y MonFoy, Retrato deun buen vasallocopiado
de la viday hechos de don Andrs de Cabrera, primero marqus de Moya, Madrid, 1677, pp. 417-
420). Finalmente, el protagonista Don Diego, cuyo nombre va acompaado de dos apelli
dos Guzmn y Ziga, tiene su correspondiente real en la persona de Francisco Sil
vestre de Guzmny Ziga, marqus de Ayamonte a partir de 1606, que en 1641 ser aliado
de su primo el Duque de Medinasidonia en una conspiracin muy mal planeada contra
Felipe IV. Ambos eran parientes de don Gaspar de Guzmn, conde-duque de Olivares
(vase Alberto y Arturo Garca Carraffa, Enciclopediaherldicay genealgicadeapellidosespao
lesy americanos, t. 42, Salamanca, 1931, pp. 183-191).
En ninguna otra comedia de Alarcn es tan impresionante el empleo de apellidos co
nocidos y famosos. Es claro que los sucesos de que est hecha la accin dramtica no son
histricos, sino inventados. Ser que Alarcn esperaba suscitar mayor inters del pblico,
o halagar a posibles mecenas, al dar un alterego ficticio a personajes prominentes? Oquiz
lo nico que en esta prctica se revela es su aguda consciencia de la importancia que en
la sociedad espaola tenan la familia y el linaje?
V. SEVILLA: COMIENZOS DE LA VIDA
PROFESIONAL YJUEGOS POTICOS
A. La Sevilla de Alarcn (1600-1636)
Para Alarcn, como para todos los viajeros llegados de Indias, Sevilla
serva obligatoriamante de introduccin a la metrpoli. All se detuvo
a comienzos del otoo de 1600, antes de trasladarse a Salamanca, y all
volvi muchas veces, probablemente durante todas sus vacaciones vera
niegas. Sabemos que all estuvo en septiembre de 1602 para recoger el
dinero de su pensin (vase supra, p. 91, nota 8); y all, en el verano de
1606, intervino en unas fiestas, mitad justa potica y mitad torneo bur
lesco, todo en un ambiente de juguetn compaerismo, al lado de otros
participantes, lo cual es seal de un contacto social prolongado.1Unos
documentos legales de 1607 y 1608 lo describen como vecino de la ciu
dad y abogado con licencia para ejercer la profesin ante la Real Audien
cia.2 En 1613, al regresar de Mxico a Espaa, tuvo tiempo otra vez
para visitar a sus amigos de Sevilla; y en aos posteriores segua tenien
do contactos de negocios con algunos sevillanos, en especial el medio
racionero Lorenzo Hamon,3del cual recibi dinero en enero y noviem
bre de 1615, y a quien en marzo de 1619 dio poder para cobrar cierta
suma que se le deba.4
1 Vase Aureliano Fernndez-Guerra y Orbe, Noticia de un precioso cdice de la
Biblioteca Colombina, en Bartolom Jos Gallardo, Ensayo de una biblioteca de libros raros
y curiosos, t. 1, Rivadeneyra, Madrid, 1865, cois. 1245-1302.
2 Rodrguez Marn, Nuevos datos, pp. 7-8 y 15.
1 No Aun, como transcribi Cristbal Prez Pastor y copi Castro Leal, Alarcn,
p. 241: en las pruebas de limpieza del Archivo de la Catedral de Sevilla (legajo L, nm.
12), iniciadas el 17 de agosto de 1609, el medio racionero se apellida Hamon; sus padres
procedan de familias inglesas catlicas que, como los antepasados de Jos Mara Blanco
White, emigraron a Andaluca en el siglo XVI. El apellido ingls original era sin duda Ham-
mond. Lorenzo mismo naci enJerez de la Frontera. A pesar de ser clrigo, se dedicaba,
por lo visto, a los negocios (su padre era comerciante). Era lo que hacan muchos clrigos
de la catedral, segn Pike, Aristocrats and Traders, p. 71.
4 Archivo Histrico Nacional, Madrid, nms. 4617 (escribano Andrs Calvo Escu
dero, fol. 1297r-v, 6 de noviembre de 1615), 4355 (escribano Diego de San Martn, fol.
no numerado, 26 de enero de 1615) y 5297 (escribano Francisco de Barrio, fol. 391r-v,
5 de marzo de 1619). Castro Leal, Alarcn, p. 241, llama equivocadamente Andrs Calvo
al escribano del tercer documento; los protocolos de Calvo, que comienzan en marzo de
1619 (legajo 4628), no contienen ningn documento firmado por Alarcn.

[125]
126 SEVILLA

La primera vez que Alarcn estuvo en Sevilla (1600), la ciudad su


fra los brutales efectos de la gran peste que entr por los Pirineos en
Espaa en 1597 y el ao siguiente lleg a Sevilla. La peste fue menos
severa en el sur que en el norte en Santander, por ejemplo, los muertos
llegaron a una cifra igual a dos tercios o tres cuartos de la poblacin,5
pero la exuberancia normal de Sevilla qued sofocada.6Con todo, aun
en los negros aos 1598-1601 era Sevilla la ciudad ms populosa de Es
paa (con unos 120,000 habitantes),7 el principal centro manufacturero
y, con mucho, el centro metropolitano ms rico.8 En la segunda mitad
del siglo xvii sufri Sevilla una tremenda decadencia: los bancos que
braban, las manufacturas antiguas se extinguan, y las exacciones fisca
les tenan a la ciudad prcticamente en bancarrota; pero los primeros
decenios del siglo fueron dorados. En 1677 Diego Ortiz de Ziga evo
caba nostlgicamente esos aos del reinado de Felipe III (1598-1621) que
fueron para Sevilla los ms faustos que ha gozado desde su conquista,
excepto los tres primeros en que la afligi pestilencia: el comercio en toda
su opulencia fomentaba la riqueza, sta el descanso...9Tales fueron los
aos que vivi Alarcn en Sevilla.
Muchas cosas de la ciudad andaluza deben haberle recordado a M
xico: la heterogeneidad de la poblacin (gran nmero de conversos, acep
tados por lo general, como en Mxico, con poca hostilidad; y muchos
extranjeros: flamencos, alemanes, ingleses, franceses y genoveses, atra
dos todos por las fortunas que se hacan, y se perdan, y volvan a hacer
se, en el comercio, la banca y las manufacturas); las frecuentes inunda
ciones, tan desastrosas a veces como las de Mxico; la importancia capital
del trfico atlntico; los ires y venires de las flotas cargadas de plata; los
lazos de sangre entre tantas familias sevillanas y mexicanas hecho este
que le daba a Alarcn un confortante sentido de apoyo, imposible de en
contrar en Madrid.
Pero otras muchas cosas eran enormemente distintas, comenzando
con la arquitectura, verdadera fiesta de los ojos, signo de una riqueza
econmica e histrica desconocida en Mxico: la inmensa catedral gti
ca, el esplndido ayuntamiento plateresco, la recin construida Lonja,
5 Bartolom Bennassar, L Homme espagnol. Altitudes et mentalits du x v f au XIX' siecle,
Hachettc, Pars, 1975, p. 59.
6 Antonio Domnguez Ortiz, La sociedadespaola en el siglo XVII, t. 1, C.S.I.C., Ma
drid, 1963, p. 141.
7 Vanse los clculos demogrficos de Francisco Morales Padrn, La ciudaddel Qui
nientos, t. 3 de la Historia de Sevilla, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1977, p. 65.
s Pierre Vilar, La Catalogne dans l'Espagne modeme, 1962, t. 1, p. 571, citado por An
tonio Domnguez Ortiz y Francisco Aguilar Pial, El Barrocoy laIlustracin, t. 4 de la citada
Historia de Sevilla, 1976, p. 72.
Diego Ortiz de Ziga, Anales eclesisticosy seculares de la muy noble y muy leal ciudad
de Sevilla... desde el ao de 1246... hasta el de 1671, 2a. ed., t. 4, Imprenta Real, Madrid,
1796, p. 285.
LA SEVILLA DE ALARCN 127

de severa fachada herreriana, los palacios de los grandes nobles, como


la Casa de Pilatos de los Marqueses de Tarifa o la Casa de las Dueas
de los Duques del Infantado, y sobre todo, quiz, las maravillas que que
daban de la Sevilla musulmana, como la muralla, muy bien conservada,
que rodeaba la ciudad, o la graciosa torre de la Giralda, o el Alczar
y sus frondosos jardines. Aunque amplia y variada, la poblacin careca
del elemento que en Mxico predominaba, o sean los indios, pero, hasta
1609-1610, cuando varios edictos ordenaron su salida de todas las regio
nes espaolas, cont con un numeroso contingente de moriscos,10que
en la Nueva Espaa eran muy raros. No sabemos si Alarcn sinti el
parecido entre esos dos grupos segregados, encargados en las respectivas
sociedades de unas mismas funciones (el servicio urbano y domstico,
las artesanas). Era difcil que el parecido se le escapara a un buen obser
vador, y Alarcn lo era. Dos de sus comedias, La manganilla de Melilla
y Quien mal anda en mal acaba, se asoman con cierta originalidad al ele
mento moro/morisco de la madre patria. La excitacin, el bullicio y el
exotismo de cada llegada de barcos, no slo de las Indias, sino tambin
del norte de Africa y de toda Europa, que convertan el Guadalquivir
en una selva de velas," eran cosas que en ningn lugar del Nuevo Mun
do se conocan.
Por ltimo, la amplitud e intensidad de las manufacturas, muchas
de ellas destinadas primordialmente al mercado colonial jabn, seda,
municiones, barcos, loza, espadas, libros, artculos de cuero, etc. {ibid.,
pp. 13-28), de la banca, y de las inversiones en el comercio ultramari
no, era tremendamente superior a cuanto poda verse en la Nueva Espa
a, la cual, como colonia que era, no poda producir artculos manufac
turados, sino que tena que recibirlos de la metrpoli. El ganar dinero
con operaciones bancarias y comerciales no confera nobleza, ni en Sevi
lla ni en ningn lugar de Espaa, pero a eso se dedicaban todos cuantos
podan: clrigos como Lorenzo Hamon, nobles como los Marqueses de
Tarifa (que manejaban el monopolio del jabn), hidalgos, letrados y los
conversos y extranjeros que podan hallarse en esos diversos grupos. Com
pras, ventas y prstamos eran la razn de ser de Sevilla, y hasta fines
del siglo xvi las utilidades monetarias solan ser fabulosas. Igual que en
otras partes, la riqueza serva para borrar orgenes no limpios. En
su estudio de esta sociedad sevillana observa Ruth Pike que a mediados
del siglo XVI
...la mayora de la nobleza sevillana constaba de familias recin ennobleci
das, de orgenes sociales y raciales mixtos, cuya orientacin y actividad co
10 En 1609 eran 7,503, segn Pike, Aristocrats and Traders, p. 163.
11 Antonio Domnguez Ortiz, Ortoy ocaso de Sevilla, Imprenta de la Diputacin Pro
vincial, Sevilla, 1946, pp. 30-32.
128 SEVILLA

mercial reflejaba sus antecedentes mercantiles. En colaboracin con un grupo


de emprendedores comerciantes de origen tambin converso, con el cual so
lan tener vnculos de sangre ode matrimonio, esas familias constituan una
poderosa lite que hacia 1550 dominaba el trfico transatlntico. Controla
ban tambin la esfera eclesistica, monopolizaban el gobierno municipal y
proporcionaban el mayor nmero de profesionales titulados. Con la man
cha de sus orgenes cuidadosamente escondida bajo falsas genealogas, y sus
vidas e ideas conformadas segn los moldes de la doctrina oficial en cuanto
a ortodoxia religiosa y limpieza de sangre, estos aristcratas y mercaderes
dirigan los destinos de su ciudad, y a ellos les debe Sevilla su perodo de
grandeza y prosperidad en el siglo XVI.12
Desde luego, no todo era reluciente en Sevilla, como bien saben los
lectores de Rinconetey Cortadillo o del Guzmn deAlfarache. Las calles esta
ban llenas de lodo y porqueras; junto a los magnficos palacios y ricos
conventos haba casas miserables y medio cadas, hechas de prisa y con
materiales baratos para atender a las necesidades de la masa de inmi
grantes; el nico puente que cruzaba el Guadalquivir era, cosa increble,
una hilera de barcas. Y, precisamente a causa de su riqueza, la ciudad
hormigueaba de mendigos, vagabundos, picaros, prostitutas, rufianes,
ladrones y asesinos.13Seductora, jactanciosa, opulenta y encantadora,
pero tambin andrajosa, sucia e inquietante, Sevilla ofreca la experien
cia metropolitana ms rica de toda Espaa durante los aos que all vi
vi Alarcn.

B. Lazos familiares de Alarcn en Sevilla


Para abrirse paso en esta ciudad peligrosa y excitante, Alarcn, afortu
nadamente, poda contar con una conexin familiar: los Ruiz Montoya.
Gracias a un legado de Gaspar Ruiz de Montoya (vase supra, p. 91)
pudo Alarcn estudiar en Salamanca. No se ha averiguado exactamente
qu relacin haba entre Juan Ruiz de Alarcn y ese prominente y gene
roso Gaspar Ruiz de Montoya. Pero una cosa es clara: que el parentesco
no vena por el lado del hidalgo manchego Pedro Ruiz de Alarcn, sino
por el lado del cristiano nuevo Hernn Hernndez de Cazalla, minero
de Taxco.14

I Pike, Aristocrats and Traders, pp. 213-214.


II Domnguez Ortiz, Ortoy ocaso, pp. 67-71; Morales Padrn, La ciudad del Quinien
tos, pp. 34-38 y 117-129.
14 La villa de San Clemente, en La Mancha, otro baluarte del Marqus de Villena,
tena un amplio contingente de Montoyas. En una lista de alrededor de sesenta individuos
reconocidos como hidalgos en 1575 hay doce de apellido Montoya, siete de apellido Pache
co y seis de apellido Alarcn (Diego Torrente Prez, Documentos para la historia de San CU-
LAZOS FAMILIARES 129
Gaspar Ruiz de Montoya amas su fortuna, como tantos sevillanos,
gracias al trato comercial con las Indias, y lleg a tener el dinero sufi
ciente para comprar un cargo de veinticuatro, que era muy honorfico.
Al igual que los del cabildo de Mxico, estos cargos se vendan, pero,
desde tiempos de Juana la Loca, los compradores tenan que demostrar
su calidad de hidalgos, y automticamente se les otorgaba el don y el tra
tamiento de Ilustrsimo Seor. Don Gaspar fue veinticuatro a partir
por lo menos de 1580; parece haber muerto en 1589, pues no se le men
ciona en las actas del cabildo con posterioridad al 28 de febrero de ese
ao.15Es posible que el Rey lo haya nombrado veinticuatro en recono
cimiento de servicios meritorios, pero lo ms frecuente era que el Rey
recibiera cierta suma por la venta de esos puestos, que llegaban a costar
hasta 8,000 o 10,000 ducados. Tambin los certificados de hidalgua po
dan comprarse, y a menudo se compraban.16
Diego Ortiz de Ziga, que tambin fue veinticuatro, nos informa
en su historia de Sevilla que la viuda de don Gaspar, doa Leonor de
Virus, muerta en 1593, dej asimismo una gran suma para obras pas,
y una propiedad cerca de Cruz del Campo que permiti a los agustinos
fundar un colegio. Melchor de Len Garabito, pariente de Gaspar y de
Leonor, fue nombrado albacea o administrador de todas las fundaciones
creadas por esa caritativa pareja. Era l quien le entregaba a Alarcn,
que obviamente tena algn parentesco tambin con Len Garabito, sus
1,650 reales anuales (vase supra, p. 91 y nota 8). En la mencionada
historia de Sevilla, cuya primera edicin apareci en 1677, dice Ortiz
de Ziga que la opulenta fortuna de esa pareja, evidentemente sin hi
jos, se aplic casi del todo a capellanas y organizaciones religiosas, pero
que las vicisitudes del tiempo la han mermado mucho, de modo que una
de las mayores dotaciones de Sevilla ha pasado a ser una de las ms
olvidadas.17
La conexin entre Gaspar Ruiz de Montoya y Hernn Hernndez
de Cazalla puede venir del lado de Leonor de Virus, mujer de Gaspar.

mente, t. 1, Ayuntamiento de San Clemente, Madrid, 1975, p. 70). Los Montoya de Sevilla
y San Clemente y los Alarcn de Albaladejo y San Clemente bien pueden haber tenido
races que se entrelazaban. Sobre la vinculacin directa de la familia del dramaturgo con
los Pacheco de San Clemente en el siglo XVI, vase injra, Apndice C, p. 244; y sobre las
dificultades que tuvieron con la Inquisicin estas familias de origen converso ms o menos
remoto, ibid., pp. 243-245.
15 Vase el ndice de la Seccin Terceradel Archivo Municipal deSevilla. Expedientes, memo
rialesy documentos, t. 3, Sevilla 1860, nm. 9 (Arquillo). En 1580 los registros notariales
de Sevilla lo identifican ya como veinticuatro, y dicen que se dedica al trfico comercial
en gran escala; vase, por ejemplo, Catlogos de losfondos americanos, t. 2, nm. 1705, y
t. 3, nms. 1117 y 1118.
16 Domnguez Ortiz, Ortoy ocaso, p. 55.
17 Ortiz de Ziga, Anales, t. 4, pp. 155-156.
130 SEVILLA

En los registros notariales de mediados del siglo xvi consta que la mujer
del rico comerciante Gaspar de Cazalla se llamaba Beatriz de Virus,
hermana quiz de Leonor. Lo que salta a la vista es que, en esta socie
dad notablemente endgama, haba en el siglo xvi varias familias de ori
gen predominantemente converso que una y otra vez estrechaban alian
zas matrimoniales, de manera que muchos maridos y mujeres estaban
emparentados por la sangre; es lo que ocurra con los Tllez, los Her
nndez, los Cazalla, los Ruiz y los Montoya.18
El apellido Cazalla se da en miembros del clero sevillano hasta me
diados del siglo xvi: a finales del xv haba un clrigo llamado Juan Ca
zalla, y entre 1491 y 1507 un Alonso Daz de Cazalla era medio racione
ro de la catedral;19pero a partir de 1515, cuando los descendientes de
judaizantes procesados por la Inquisicin quedaron excluidos del cabil
do catedralicio, deja de sonar all el apellido Cazalla. En cambio, varios
clrigos que ocupan puestos importantes en la catedral durante el si
glo xvi llevan el apellido Montoya; el ms famoso fue Juan Bautista de
Montoya, cannigo en 1559 y arcediano de Niebla en 1574, ntimo ami
go de Mateo Vzquez, el secretario de Felipe II.20
Juan Bautista de Montoya muri en 1587, poco antes de la muerte
de Gaspar Ruiz de Montoya, con quien quiz tena relacin familiar.
Pero cuando Alarcn lleg en 1600, uno de losjesutas ms sabios y aplau
didos de Sevilla era el padre Diego Ruiz de Montoya, pariente lejano
suyo (era, con toda seguridad, pariente de Gaspar, sobrino quiz). Na
cido en 1562, enseaba teologa en el colegiojesutico de San Hermene
gildo y public en Lyon tres comentarios sobre Santo Toms: De Trinita-
te (1625), De volntate Dei et propriis actibus eius (1630) y De Providentia
praedifiniente acpraebentepraedestinationis exordium(1631). Un aplaudidor con
temporneo deca de l que era tenido por el orculo de Sevilla: era tan
respetado por su vida ejemplar y su buen juicio, que nada se haca sin
consultar su parecer; el pueblo estaba persuadido de que Dios hablaba
por su boca.21
Cristbal Ruiz de Montoya, pariente cercano del jesuta, emigr a
Lima en el ltimo cuarto del siglo, cas con una criolla y tuvo un hijo,
Antonio Ruiz de Montoya, que en 1608 profes en la Compaa de Je
ss y durante un cuarto de siglo ejerci su ministerio entre los guaranes
de las misionesjesuticas del Paraguay,'para los cuales compuso un cate-
18 Catlogos de losfondos americanos, t. 1, nm. 497; t. 4, nms. 1480 y 1483 (Beatriz
de Virus y Gaspar de Cazalla).
19 Joaqun Hazaas y La Ra, Maese Rodrigo, 1444-1509, Izquierdo y Compaa,
Sevilla, 1909, pp. 31, 65, 240 y 256.
20 Joaqun Hazaas y La Ra, Vzquez de Leca, 1573-1649, Sobrinos de Izquierdo,
Sevilla, 1918, p. 20. (Sobre la mala fama del apellido Cazalla vase supra, p. 20.)
21 Francisco X&rque, Vida prodigiosa... del venerablepadre Antonio Ruiz de Montoya......
Zaragoza, 1662, p. 13.
AMIGOS, QUEHACERES Y SITUACIN 131

rismo en su lengua. Hacia 1632 el padre Antonio hizo viaje a Madrid


para quejarse, ante el Consejo de Indias, del mal trato que los espaoles
y otros europeos daban a los indios (stos eran prcticamente esclavos).
Su queja fue tomada muy en serio: entre 1639 y 1643 firm el Rey va-
iios decretos que prohiban el trabajo forzado de los indios y eximan
i stos de tributo durante veinte aos a partir de su conversin al cristia
nismo.22El jesuita regres a Lima en 1643. Es bien posible que Juan
Ruiz de Alarcn, como relator que fue del Consejo de Indias desde 1626
hasta su muerte en 1639, haya asistido a las juntas en que los consejeros
escuchaban los argumentos de ese jesuta, criollo como l y lejano pa
riente suyo. En 1639 el padre Antonio public en Madrid su Conquista
espiritual hecha por los religiosos de la Compaa deJess en las provincias del
Paraguay, Paran, Uruguayy Tape, que refiere la fundacin de trece mi
siones en que los indios vivan al amparo de losjesutas. El autor expli
ca de qu manera se sinti llamado a ejercer su ministerio entre los in
dios: primero, por los impulsos naturales de la caridad cristiana, en vista
del total desamparo d los indios, y segundo, por el ejemplo de sus ante
pasados, que, segn dice con ambigedad seguramente no intencional,
conquistaron a los indios de esas regiones y dejaron ejemplos raros que
imitar.21
As, pues, al llegar a Sevilla en el otoo de 1600, encontr parientes
entre las familias de mercaderes y en el clero por ejemplo Melchor de
Len Garabito y Diego Ruiz de Montoya, a quienes poda pedir algu
na ayuda. Era exactamente el tipo de familias descrito por Ruth Pike
(vase supra, p. 128), de origen converso, prominentes en el comercio
transatlntico, en la Iglesia y en el gobierno municipal.

C. Amigos, quehaceres y situacin social de Alarcn en Sevilla


Lo curioso es que ni Ruiz de Montoya ni Len Garabito constan docu
mentalmente entre los amigos y conocidos de Alarcn en sus aos sevi
llanos. En 1600 vivi Alarcn unos das en casa de Pedro Brabo de La
guna; era una casa de la calle de Catalanes, en la colacin o parroquia
de la Magdalena,24densamente poblada de mercaderes y marineros.25
En 1602, cuando fue a cobrar el dinero de su pensin, los testigos que
certificaron su identidad fueron cierto Francisco Prez y cierto Antonio
de Ribera, vecinos de la parroquia de San Miguel.26En 1607 y 1608,
22 Xarque, Vida prodigiosa..., pp. 13, 4-99-514, 522, el passim.
23 Antonio Ruiz de Montoya, Conquista espiritual, Madrid, 1639, fol. lr-v.
24 Documento reproducido por Rodrguez Marn, Nuevos datos, pp. 11-12: el dicho
Juan Ruiz de Alarcn quando se desembarc en el Ro desta ciudad uino a posar a casa
deste testigo, o sea Brabo de Laguna.
25 Morales Padrn, La ciudad del Quinientos, p. 62.
26 Rodrguez Marn, Nuevos datos, p. 6.
132 SEVILLA

cuando se trataba de dar la informacin requerida para el permiso de


pasar a las Indias su carcter, su familia, su estado civil, su
ocupacin, Alarcn adujo seis testigos: Pedro Brabo de Laguna, qui
z su amigo sevillano ms antiguo; Juan de la Torre Ayala, vecino de
la parroquia catedralicia de Santa Mara la Mayor, la ms holgada, rica
y elegante de todas, quien declar conocer a Alarcn desde haca tres
aos; un doctor Francisco Durn, vecino de la Puebla de los Angeles,
en la Nueva Espaa, que estaba de paso en Sevilla; el licenciado Toms
de Valverde, vecino de la parroquia de San Vicente (cerca del Arenal,
barrio habitado principalmente por jornaleros y artesanos humildes, pero
tambin por nobles opulentos),27el cual declar que Alarcn y l haban
estudiado y vivido juntos en Salamanca; Lorenzo de la Pea Escalante,
vecino de la parroquia de San Romn y sargento mayor de la Carrera
de las Indias, que haba acompaado a Alarcn en su viaje de 1600 a
Espaa; y Hernando de Castro Espinosa, vecino de San Bartolom,28
una de las parroquias del viejo barrio judo, y quiz miembro de la fa
mosa familia Espinosa, banqueros conversos con intereses en todos los
aspectos del comercio transatlntico.29En 1609 este Castro Espinosa an
daba en Mxico y de nuevo testific en favor de Alarcn a propsito del
certificado de estudios para la licenciatura (vase supra, p. 78).
Fuera de lo que queda dicho, nada se sabe sobre estos hombres. Hay
que observar que, si bien ninguno aparece con el don honorfico tampoco
Alarcn lo tena en esos tiempos, hay entre ellos un licenciado y un
doctor, varios residen en las mejores parroquias, y uno ocupa un puesto
importante en la Carrera de las Indias, que era la flota guardiana de la
ruta comercial del Nuevo Mundo. Sera raro que estos hombres fueran
ajenos al trfico con las Indias; quiz hasta tenan parientes en la Nueva
Espaa.
En 1608 Alarcn mismo estuvo viviendo en la parroquia de San Sal
vador, que, despus de Santa Mara la Mayor, era el barrio residencial
y comercial ms prestigioso; en ese mismo ao su amigo Valverde lo lla
ma hombre principal, con casa honrada y criados, quiz los tres que
en abril de 1608 solicit llevar consigo a la Nueva Espaa; y si al final
se llev a uno solo, Lorenzo de Morales,30eso no da pie para suponer,
como hace Rodrguez Marn, que Alarcn viva pobremente en Sevilla
y no poda permitirse ms de un solo criado. La pequea informacin
-7 Pike, Aristocrals and Traders, pp. 9-10.
28 Estos documentos pueden leerse en Rodrguez Marn, Nuevos dalos, pp. 11-13, y
en Schons, Apuntes, pp. 56-59.
29 Pike, Aristocrals and Traders, pp. 10 (parroquia de San Bartolom) y 122-123 (los
Espinosa).
50 Rodrguez Marn, Nuevos datos, p. 15, y Pike, Arislocrats and Traders, p. 9 (parro
quia de San Salvador); Schons, Apuntes, p. 58 (testimonio de Valverde); Rodrguez Marn,
Nuevos datos, pp. 15-16 (Morales).
AMIGOS, QUEHACERES YSITUACIN 133
que tenemos sobre sus actividades y su modo de vida en Sevilla indica
una modesta holgura econmica. En 1607, adems de los ingresos pro
venientes del ejercicio de su profesin de abogado, acababa de cobrar,
segn parece, un legado de 400 reales (13,600 maraveds) que le haba
dejado al morir Alvaro Rodrguez de Figueroa, vecino deJerez de la Fron
tera, para pagar su viaje de regreso, y haba hecho arreglos para evitar
el pago de pasaje en la flota de 1607 figurando como criado de don fray
Pedro Godnez Maldonado, nombrado obispo de Nueva Cceres en las
Filipinas (al final, como en 1607 no hubo flota, Alarcn perdi ese pasa
je gratis y regres a Mxico en la de 1608, acompaado de Lorenzo de
Morales).31Tal vez conservaba los 400 reales del legado de Rodrguez
de Figueroa, cuyo gesto de generosidad constituye un pequeo enigma.
Cabe sospechar, una vez ms, lazos familiares o comerciales en las In
dias: un Gonzalo Rodrguez de Figueroa, deJerez, haba pasado al Per
en 1552,32y un Alonso Rodrguez de Figueroa era, en el siglo xvi, ve
cino distinguido de Mxico y amigo de Gmez de Cervantes.33
El ejercicio de la profesin le dejaba seguramente algn dinero. En
mayo de 1607, el mes en que firm poder para que un abogado cobrara
su dinero a los herederos de Rodrguez de Figueroa, Alarcn haba sido
aceptado en el nmero, bastante limitado, de los abogados con licencia
para litigar en la Real Audiencia. Los abogados con grado universitario
como en esos casos lo requera la leyno abundaban en Espaa (va
se supra, p. 96). Un censo de los vecinos de Sevilla, hecho en 1561,
mostraba slo 149 individuos con ttulo de bachiller u otro ms alto,
en su mayor parte letrados, pero tambin algunos mdicos;34 en 1607
puede haberse duplicado esa cifra, pero los profesionales titulados seguan
siendo un grupo reducido, y por lo tanto privilegiado. En teora, segn
queda explicado (supra, p. 80), se exiga la licenciatura para poder litigar
en las audiencias, y, como hemos visto, los papeles de Salamanca que
Alarcn present a las autoridades sevillanas no hacan constar sino su
grado de bachiller. Quiz se le aceptaron sus aos de pasante como prueba
suficiente de su preparacin; pero vale la pena observar que en ese ao
de 1607, por vez primera, el joven abogado firm orgullosamente docu
mentos legales con todo el abanico de sus apellidos y con el an no reci
bido grado universitario: El licenciadoJuan Ruiz de Alarcn y Mendo
za, cosa que puede haber provocado crticas, pues en 1608, cuando so
licit nueva licencia para pasar a las Indias, se llam slo, como era

31 Rodrguez Marn, Nuevos datos, pp. 7-9.


32 Guillermo Lohmann Villena, Los americanos en las rdenes nobiliarias (1529-1900),
C.S.I.C., Madrid, 1947, t. 2, p. 69.
33 Alberto Mara Carreo, introduccin a Gmez de Cervantes, La vida econmica,
pp. 13-14.
34 Pike, Aristocrats and Traders, p. 73.
134 SEVILLA

debido, el bachillerJuan Ruiz de Alarcn y Mendoza.30En todo caso,


de ninguna manera era Alarcn el nico que inflaba as sus credencia
les. Una informacin enviada en 1623 a la Corona acerca de la corrup
cin de lajusticia en Sevilla fenmeno nada nuevo: el laberinto de ju
risdicciones que se invadan unas a otras, y la gran riqueza, productora
de gran venalidad, le haban ganado al sistemajudicial de Sevilla, desde
muchos aos atrs, una psima reputacinsealaba con especial alar
ma el nmero de abogados que litigaban en la Real Audiencia declarn
dose licenciados, cuando en verdad no eran sino bachilleres.36

D. Juegos poticos: la fiesta de San Juan de Alfarache


La prctica del derecho en Sevilla no le quitaba todo su tiempo a Alar
cn; quiz le quitaba muy poco. Tena ocio para divertirse y participar
en juegos literarios en una ciudad famosa por su amor a las diversiones
y a la poesa, y en que caballeros cultos se preciaban de su habilidad para
componer versos pasaderos. El inteligente aristcrataJuan de Mendoza
y Luna, marqus de Montesclaros y asistente o principal magistrado
de Sevilla en 1601-1603 (virrey de la Nueva Espaa en 1603-1607), ha
ca versos por encima del nivel mediano y fue elogiado por Cervantes
en el Viaje del Parnaso y por Lope en La hermosura de Anglica. Gaspar de
Guzmn, compaero de estudios de Alarcn en Salamanca, conde de
Olivares ahora, vivi en Sevilla entre 1607 y 1615 de manera casi conti
nua; su residencia era el Alczar, del cual era alcaide (honor hereditario
en su familia), y all reuna a poetas y sabios, tratndolos siempre con
estima y con generosa largueza, no slo por ser l tambin poeta (medio
cre sin duda; se dice que en 1616 quem, cuerdamente, todos sus ver
sos),sino porque saba muy bien qu frutos polticos poda tener el apo
yo de los escritores mejores y ms populares.37 Tambin el cannigo
Francisco Pacheco, el Duque de Alcal y especialmente el veinticuatro
Juan de Arguijo favorecan y reciban en sus casas a poetas y artistas.38
Como no hay prcticamente ninguna relacin de las tertulias patro
cinadas por Olivares o por los otros seores aficionados a las letras, no
sabemos si Alarcn tuvo algn contacto con ellos. Sera raro que no, pues
to que en 1606 tom parte en dos justas que requeran ingenio e inven
cin potica, una el 26 de abril, fiesta conmemorativa de la traslacin
del cuerpo de Santa Leocadia (de Flandes a Sevilla), y otra el 4 dejulio,
fiesta de San Laureano. Slo nos ha llegado la relacin de la segunda
35 Rodrguez Marn, Nuevos datos, pp. 7-9 (Licenciado); Schons, Apuntes, p. 58
(Bachiller).
*6 Kagan, Lawsuits ande Litigants, pp. 67 (nota 165) y 34-35.
*7 Maran, El Conde-Duque, p. 30.
58 King, Prosa novelstica, p. 27.
LA FIESTA DE SANJIJAN DE ALFARACHE 135
de estas fiestas, en forma de una carta escrita por el annimo Secretario
a su amigo Diego de Astudillo.39No slo nos ofrece una deliciosa visin
costumbrista de cmo se diverta en los calurosos das de verano un gru
po de jvenes poetas y estudiantes (as define el Secretario la composi
cin del grupo), sino que nos da nuestro primer retrato de Juan Ruiz
de Alarcn, el criollo jorobado, a la sazn de veinticinco o veintisis
aos de edad, bachiller in utroque iure. Slo por esa razn merece conside
racin detallada el festejo potico.
El estilo del Secretario busca, al igual que el acontecimiento que re
lata, efectos burlescos exagerados. La descripcin objetiva no es lo que
ms le preocupa, y mucho de lo que dice tiene que tomarse como chiste
puro. Sin embargo, una vez hecho esto, nos queda una imagen bastante
clara del futuro dramaturgo. Ese Alarcn que participa con los dems
en la fiesta es un joven vivaracho, nada cohibido, plenamente entregado
a todas las locuras planeadas para la ocasin. No se menciona directa
mente lajoroba, pero hay un comentario que deja traslucir mucho. Des
pus de copiar unos versos ridculos y relatar la sentencia ridicula que
sobre ellos se dio, prosigue el Secretario: Dio esto bastante materia de
risa; y por aumentarla ms prosiguiendo ridculos sujetos, mostr su per
sona Alarcn (col. 1280). El lector sospecha que, en una sociedad que
se burlaba despiadadamente de los enanos, jorobados y dems seres de
formes, Alarcn no haba tardado en aprender que, si el destino haba
dado una forma ridicula a su cuerpo, lo mejor era aceptar el papel que
se le asignaba y hacer el payaso. Por lo menos es lo que hizo ese 4 de
julio de 1606. Pero no cabe duda de que en aos posteriores el papel aca
b por ser fatigoso.
39 Fernndez-Guerra, Noticia, fecha la carta con toda exactitud. Ruth Lee Ken
nedy, Contemporary Satire against Juan Ruiz de Alarcn as Lover, Hispanic Review,
13 (1945), 145-165 (en especial p. 164, nota 51), basndose evidentemente en los extrac
tos de la carta que public Hartzenbusch en el tomo 20 de la Biblioteca de Autores Espao
les, sugiere que la carta se compuso en fecha mucho ms tarda y que es una stira sobre
cosas ocurridas en la corte de Madrid, escrita en el estilo de los vejmenes acadmicos que
hacia 1620-1640 solan ridiculizar a los participantes en justas poticas, retratndolos como
lunticos de manicomio o como engendros monstruosos de un sueo. Una lectura del texto
completo descarta definitivamente semejante interpretacin.
Fernndez-Guerra puso enorme empeo en demostrar que el estilo de la relacin re
velaba irrefutablemente que su autor era Cervantes, pero ningn crtico moderno acepta
tal atribucin. Podra pensarse en Luis Vlez de Guevara, que, despus de militar en los
regimientos espaoles de Italia, haba regresado en 1604 a Sevilla. El Secretario, que es
uno de los poetas, parece haber cometido algn plagio en los versos que present (segn
se ver luego); pues bien, puede haber una alusin oculta pero concreta al apellido de
ese poeta en el comentario que hace el Fiscal sobre sus versos: son, dice, un romance hur
tado (y no de Mendoza), y su autor ladrn (y no de Guevara)"; cierto que tales juegos de
palabras con apellidos ilustres se usaban hasta el fastidio en el siglo XVII. Las pistas positi
vas sobre la identidad del Secretario se reducen a esto: que l, yJuan Antonio de Ulloa
(buen espadachn), y Diego de Astudillo (el destinatario de la carta), formaban un tro de
excelentes amigos (vanse las cois. 1293-1294).
136 SEVILLA

El patrocinador y presidente de la fiesta fue Diego de Colindres, hom


bre bastante adinerado, veinticuatro de Sevilla (como Gaspar Ruiz de
Montoya). Lo acompaaban catorce personas a quienes l haba invita
do para que se divirtieran con las locuras que iban a hacer los poetas
(una parte de la funcin del poeta, como del enano o del jorobado, era
proporcionar diversin a padrinos pudientes). Los justadores, algunos
de los cuales traan ya escritos los versos sobre el tema que por sorteo
se les haba asignado el da anterior, se reunieron en la madrugada de
ese martes a la orilla del Guadalquivir para tomar los barcos que los lle
varon ro abajo, un poco al sur y al oeste de Sevilla, a la aldehuela de
SanJuan de Alfarache, sitio predilecto de los sevillanos para sus das de
campo. El lugar donde iban a desarrollarse las actividades estaba ya pre
parado. Alonso de Camino, repostero de la fiesta, andaba preocupa
do porque la comida que llev corra riesgo de que la picase el calor,
hasta que por fin consigui una caldera en que hacer la olla podrida.
Don Francisco de Calatayud, natural de Sevilla, soldado, erudito y poe
ta a quien Olivares confiara importantes comisiones,40escribi un so
neto de bienvenida a los justadores y a los mirones.
Poco despus de las diez, tras unos bocadillos de jamn, el Secreta
rio comenz a leer los versos de losjustadores, algunos bastante buenos,
otros francamente malos, aunque los juicios del Fiscal son desfavorables
por parejo. Este Fiscal esJuan Ruiz de Alarcn, que todo el tiempojue
ga a ser crtico exigente: todos los versos son malos, y sus autores unos
menguados de ingenio. Alarcn acepta su papel de abogadojoven y sue
le formular sus sentencias en el lenguaje de los leguleyos. El primer jus
tador, Juan Antonio de Ulloa, a quien haba cabido en suerte alabar a
los que hablan mucho y mal (uno de esos temas paradjicos, como el
elogio de la pulga, tan socorridos en los certmenes poticos), tena
tan poca confianza en sus dotes poticas que, por lo visto, le pidi a un
amigo que hiciera los versos en su lugar; en todo caso, las quintillas que
presenta como suyas no cumplen el encargo, pues lo que hacen es elo
giar a quienes tienen la cordura de quedarse callados. El Fiscal conden
a Juan Antonio a que toda su vida imitase lo que no haba alabado.
Juan Antonio apel de semejante sentencia, y entonces replic el Fis
cal que esta sentencia misma, dada en otro tribunal, ha muchos das que
la consinti el dicho reo, y que as en l est pasada en cosa juzgada,
y no se le debe admitir apelacin (col. 1271).
Otros once poetas oyeron cmo se lean y se sentenciaban sus ver
sos: Juan Bautista de Espinosa; Lorenzo de Medina; don Diego Jim
nez de Enciso, cuya cancin real sobre el invierno y la primavera es ex-
4,1John H. Elliott yJos F. de la Pea, Memorialesy cartas del Conde-Duque de Olivares,
Alfaguara, Madrid, 1981, t. 1, p. 99, nota 54; t. 2, p. 67. En 1637 fue uno de los jueces
de la famosa academia celebrada en el Buen Retiro (King, Prosa novelstica, p. 90).
LA FIESl'A DE SANJUAN DE ALFARACHE 137

celente,41 y que aos despus frecuentar, junto con Alarcn, la academia


de Sebastin Francisco de Medrano, en Madrid;42el licenciado Gayoso,
identificado como clrigo por Fernndez-Guerra; don Diego Arias de la
Hoz, quiz miembro de la familia del conde de Puonrostro, asistente
de Sevilla en los ltimos aos del siglo XVI (col. 1263, nota); don An
drs de la Plaza; Juan de Ochoa Ibez;43 Roque de Herrera; el pro
pio Alarcn (se le ha asignado un tema muy tonto: consolar a una dama
que est triste porque le sudan mucho las manos; sus cuatro dcimas
son bastante buenas, pero tambin l sufre condena: atento que consta
haber sudado en hacerlas ms que la seora que con su sudor dio el suje
to para ellas, la dicha seora sea obligada a sudar con su autor lo que
pareciere ir de ms a ms del uno al otro, y si el poeta sale debiendo,
sude el alcance por quince das continuos en el hospital de San Cosme
y San Damin, llamado tambin de las Bubas, o sea de la sfilis); Her
nando de Castro Espinosa, el amigo de Alarcn en Salamanca; y final
mente el Secretario mismo, que ley otras coplas paradjicas en alaban
za de las almorranas, en cuyos ltimos versos pide que las prosiga el
Fiscal, / pues es tan pblico ser / cofrade de su hermandad.44Fingin
dose picado por semejante acusacin (en realidad, es evidente que el
Fiscal y el Secratario, de tan prominente papel ambos, se han puesto de
acuerdo sobre varios de los comentarios, juicios y chistes insultantes que
se relatan en la carta), Alarcn acusa de plagio al Secretario: sus concep
tos han sido robados de un romance del doctor Juan de Salinas, y por
lo tanto se le condena a restituir el hurto, y a seis aos de almorranas.
Con esta animada disputa termin la lectura de los versos. Eran ya
las dos de la tarde, y la comida estaba lista; se tendieron los manteles
en el suelo, y las treinta y tres personas se pusieron a comer, adems
de la olla podrida, un guisado de conejos, platos de arroz y fideos, una
bebida con especias, muy picante, y postres de ciruelas, uvas, manzanas
y peras. La confusin al servir era tanta, y tan larga la espera entre manjar
y manjar, que varios concurrentes se entretuvieron con ejercicios fsicos:
41 En 1606Jimnez de Enciso tena veintin aos; hijo de un regidor, en 1617 era
a su vez veinticuatro, y en 1625 recibi el hbito de Santiago.
42 King, Prosa novelstica, p. 51.
43 Poeta, amigo de Cervantes; fue padrino de varias tertulias poticas entre 1598 y
1602, segnJos Snchez, Academias literarias del SiglodeOroespaol, Gredos, Madrid, 1961,
pp. 201-203.
44 Los poetas ms cultos y otros asistentes al acto pueden haber recordado el epigra
ma en que Marcial acusa a Zoilo y a toda su familia de tener almorranas, no por razones
naturales y ordinarias, sino a causa de la licencia y la promiscuidad sexuales (se deca que
las almorranas eran castigo de tales actividades: vase el Tesorode Covarrubias, ed. Martn
de Riquer, p. 73, lnea 50). Si esto es lo que quiere sugerir el Secretario, se trata segura
mente de un insulto gratuito (y chistoso); no se est revelando ninguna perversin extraa
de Alarcn. Ms probablemente, lo que se sugiere es que Alarcn es un zoilo, un crtico
punzante.
138 SEVILLA

Ibez Ochoa se puso a hacer esgrima, y Alarcn a dar volteretas en


el aire, espectculo sin duda muy divertido.
A las tres llegaron muchos barcos de damas para ver representar
la farsa de Perseoy Andrmeda, quiz escrita para la ocasin por esosjve
nes; en el momento en que el Secretario escriba su relacin, el texto de
esa farsa ya haba sido enviado a don Diego de Astudillo, destinatario
de la carta (col. 1287). Todos los papeles femeninos fueron interpreta
dos por los jvenes, con el atuendo ms ridculo posible: la falda de An
drmeda era una frazada, Perseo sac por alas dos muy sucios aventa
dores y por escudo un tapadero de tinaja, etctera.
Alas cinco y media, cuando el calor ya no era tanto, empez la par
te ms elaborada y mejor preparada de la fiesta, o sea un torneo caballe
resco de burlas, iniciado, como era de rigor, con la lectura de un cartel
de desafo. El mantenedor fueJimnez de Enciso, bajo el nombre de el
Caballero del Buen Gusto; lo que defenda en el cartel era que de cuan
tas mujeres hay, tomadas una por una, la que l sirve es ms probada
en firmeza y la ms aventajada en hermosura. Era condicin que las
lanzas y espadas no fueran de metal, ni los ropajes de tela, y que cada
caballero presentara dos letras, una grave y otra picara, para expo
ner su situacin amorosa. En total fueron ocho los caballeros que pelea
ron bajo nombres de guerra altisonantes y casi siempre chuscos, y osten
taron letras y motes alusivos a su identidad real y fingida; uno a uno
fueron desfilando por el patio, maravillosamente vestidos con armadu
ras de cartn uno de los justadores tuvo la buena ocurrencia de decir
lo que haba gastado en su atuendo: 127 maraveds (col. 1298), y pro
baron su suerte en las armas, peleando contra el Mantenedor. Aqu, a
diferencia de lo ocurrido en lajusta potica, todos los caballeros reciben
elogios por lo lucido de su traje y su gran estilo de pelear. El torneo se
anima varias veces con interrupciones dispuestas adrede, como cuando
entra de pronto un Caballero del Naufragio , seguido de una maga
protectora suya, llamada la Sabia Maguncia (resuenan en todo el tor
neo los ecos del Quijote). Ese caballero es Don Tal, prncipe de Para-
cual la Baja, en la realidad Hernando de Castro Espinosa, amigo de
Alarcn. El ritmo del espectculo se rompe de nuevo con la entrada de
un correo que, haciendo sonar un pito estridente, anuncia la llegada de
un embozado de menos que mediana estatura; uno y otro, montados
en caballitos de palo, dan una vuelta presurosa al patio y desaparecen.
El embozado pequen es naturalmente Alarcn, que as hace su prime
ra entrada en el torneo.
Poco despus regresa haciendo piernas (o sea contonendose), ya
sin embozo, y con el nombre de Don Floripando Talludo, Prncipe de
la Chunga.45Viste unas calzas de papel amarillo con cuchilladas de pa-
41 Sobre las posibles asociaciones lingsticas de este nombre vase la nota de
LAS COMEDIAS SEVILLANAS 139
pe colorado y lleva unas armas de cartn, color de hierro, recamadas
de oro; lo acompaa un hombre vestido de perro, con un rtulo debajo
de la cola que dice: As es mi dicha. Despus de entregarle ajimnez
de Enciso esta letra escatolgica: Yo tom la rabia al perro; / vos para
ayuda tomaldo, / Mantenedor, o besaldo, pelea briosamente con l y
recibe en premio un par de guantes, que acto seguido pone en manos
de una dama tapada. El simbolismo y el vocabulario de esta escenita ex
presan un fuerte sentimiento de dolor y de rabia ante la inexorable carga
de lajoroba; el mecanismo defensivo de la despiadada autocaricatura atrae
la atencin sobre la deformidad en vez de tratar de ocultarla.
El torneo termina con una folla, o batalla campal entre dos gru
pos de caballeros, seguida de la distribucin de premios. Todos resultan
premiados, uno por ser el mejor hombre de armas, otro por ser el de
mejores letras, etc., y Don Floripando por ser el ms extremado en la
folla. Quin hubiera dicho que en todos los actos del festejo iba l a
ser el prncipe de la Chunga, agudo y chispeante Fiscal en lajusta poti
ca, volatinero durante el banquete campestre, parodiador de s mismo
en el torneo? Pero lo que consigui con esta tctica vala la pena: gracias
a su ingenio, sus chistes y su disposicin a divertir a la gente, Alarcn
fue aceptado en esta cofrada (los poetas se llaman cofrades, y quiz
constituan una especie de academia informal) de jvenes de la clase me
dia, estudiantes, poetas, soldados, que se entretenan y entretenan a los
dems con ingeniosidades y stiras de tipo estudiantil en la Sevilla de 1606.

E. Las comedias sevillanas


Tambin Sevilla, como Salamanca, dej en la imaginacin de Alarcn
su huella distintiva. Salamanca haba significado la alegra y la honra
del saber y la libertad de la vida estudiantil. Tambin Sevilla tena su
universidad, la del arcediano Rodrigo Fernndez de Santaella, cuyos or
genes se remontaban a 1502, adems del famoso colegiojesutico de San
Hermenegildo (donde enseaba Ruiz de Montoya, ilustre pariente de
Alarcn) y de otros colegios religiosos ms o menos distinguidos; pero
el prestigio de estas instituciones distaba ciertamente del de Salamanca,
y Alarcn no alude a ellas en sus comedias, como tampoco a la vida de
estudiantes y poetas que se trasluce en esa fiesta de San Juan de Alfara-
che en que l tuvo parte tan activa./La Sevilla cuya imagen dibuja l
con inolvidable precisin es la ciudad comercial donde el poder y el pres
tigio no van con el saber ni con la nobleza de sangre, sino con la riqueza
creada por l trfico mercantil, ciudad de bullicio y confusin, punto de
__________i
Fernndez-Guerra en la col. 1298. Adems de significar burla, Chunga sugiere un exti
co topnimo mexicano.
140 SEVILLA

salida y llegada de las flotas, adonde llegan frescas las noticias de naufra
gios y de fortunas arruinadas, agitada por el ir y venir de los viajeros,
y notable por la rapidez y facilidad con que en ella iba fundindose el
linaje de los mercaderes burgueses con el de los nobles de vieja alcurnia.
Esta ciudad forma parte integrante y necesaria de dos comedias alarco-
nianas, El semejante a s mismo y La industriay la suerte. Alarcn tena tam
bin en la cabeza otra Sevilla muy diferente, la del siglo xiv, la de Pe
dro elJusticiero cuya corte estaba en el fabuloso Alczar mudjar donde
a comienzos del x v ii viva el Conde de Olivares, la ciudad en que la
nobleza y generosidad de espritu, la lealtad con los amigos y el valor
en la lucha contra los moros tenan su debido reconocimiento. sta es
la Sevilla que sirve de escenario a la comedia Ganar amigos.

1. El semejante a s mismo (1610?-16l6)v>


El semejante a s mismo, primera de las comedias sevillanas y segura
mente una de las ms antiguas de Alarcn, se inicia con una exclama
cin de asombro ante la belleza de la primavera en Sevilla: Hermosa
vista! Un abril / goza en sus puertas Sevilla; pero casi inmediatamen
te vienen unos agrios comentarios acerca de la sociedad sevillana. S, la
ciudad est llena de maravillas: es maravilla / un caballero en Sevilla
/ sin ramo de mercader, y tambin lo es un mercader / sin achaques
de logrero, o sea de prestamista (vs. 18-20 y 33-34). El comercio con
las Indias, los lazos familiares con las Indias, los peligros de los viajes
a las Indias y desde las Indias, vienen una y otra vez a entretejerse con
la experiencia cotidiana de los personajes. El protagonista, Donjun de
Castro, tiene que embarcarse a Lima para recoger all una herencia y,
con su equipaje ya listo, ha apartado lugar en un galen; se va a Cdiz,
se embarca, y desde el galen se despide de amigos y parientes; pero,
cuando lo han perdido de vista, salta del galen, es recogido por un bar
co que l ha contratado y regresa en secreto a Sevilla, no sin haberle en
cargado a su amigo Leonardo que vaya a Lima en su lugar y recoja la
herencia; Sancho, criado de Donjun, relata con todo detalle la emo-
46 Se public en la Primeraparte (1628). El elogio de Luis de Velasco, que muri en
1616, establece con toda seguridad el terminas adquemde la fecha de composicin. El segun
do galn, Don Diego, declara haber estado doce aos al servicio del archiduque Alberto
(acto II, escena 13), y Alberto fue gobernador de los Pases Bajos a partir de 1598. Podra
concluirse que, si Alarcn contaba esos doce aos desde 1598 hasta el ao en que escriba,
comenz a escribir la comedia en 1610, cuando estaba viviendo en Mxico y las experien
cias sevillanas de 1606 a 1608 seguan frescas en su recuerdo. El homenaje al Marqus
de Salinas y otros muchos retoques pueden haberse aadido en fecha posterior. Bruerton
(OC, t. 1, p. xxix) da 1614?-1616 como fecha de composicin. El semejante a s mismo
est en OC, t. 1, pp. 297-382. Mis citas remiten, en general, simplemente al nmero de
los versos.
LAS COMEDIAS SEVILLANAS 141

donante partida de la flota (acto II, escena 1; vase supra, p. 71); Leo
nardo, a su vez, cuenta con la misma minucia cmo se cay del galen
a medio ocano, y ya crea que se ahogaba cuando hizo Dios que pasara
una fragata que lo recogi y lo trajo a Espaa (vs. 2683-2730).
Constantemente se oye el lenguaje comercial y se habla de transac
ciones. El dinero va de mano en mano y es contado con exactitud. Por
fortuna Donjun es rico, y le es fcil realizar sus planes (con el dinero
/ dos mil dificultades acomodo, vs. 340-341); a su primo Don Diego,
que reside en Madrid, le ha mandado una letra de cambio por la canti
dad de 100 doblones; a Leonardo le da 2,000 escudos para los gastos
de su viaje a Lima. Rico como es dice, por qu no gastar liberal
mente un dinero que le asegura la consecucin de sus deseos? En el mo
mento de traicionar a su amo por un puado de doblones, un criado hace
esta reflexin: Aquin no dobla un dobln? / Qu fuerza hay contra
el dinero? / Qu escudo contra un escudo? / Har el oro hablar a un
mudo, / har callar a un barbero (vs. 1298-1302). Es natural que en
semejante atmsfera las perfecciones de una mujer se comparen con las
riquezas de las Indias. Pues qu ms Indias que Ins?, dice Sancho;
si un pintor la retrata, ser el cabello el metal / rubio, y el blanco la
frente, / una perla cada diente / y cada labio un coral (vs. 1094 y 1099-
1102).
En el centro de este escenario sevillano pone Alarcn al obseso Don
Juan, que no puede estar tranquilo mientras no averige si su prima Doa
Ana va a seguir sindole fiel durante su viaje, y ha concebido la loca idea
de fingir ese viaje y regresar a Sevilla hacindose pasar por su primo Don
Diego Lujn (ya ha tenido el cuidado de convencer a su familia de que
Don Diego y l son extraordinariamente parecidos). Si Doa Ana resul
ta ser infiel, l se sentir triste, pero no deshonrado. Tal es el plan que
le expone a Leonardo, aadiendo que el buen resultado depende de que
sea l quien vaya a Lima. Leonardo, modelo de amigos, accede sin pen
sarlo dos veces, pese a que corre el riesgo de perder a su queridsima
Julia. La amistad es lo primero: No quiera Dios que en m venza / el
amor a la amistad (vs. 885-886). La amistad es el valor espiritual im
plcitamente contrastado con el valor material del dinero en el hermoso
soneto que dice Don Juan (vs. 436-449): la santa amistad, dice, es
aumento de la prspera fortuna / y alivio en la infeliz, virtud divina,
ancla segura de la incierta nave / de la vida mortal. Anunciado inci
sivamente en esta comedia juvenil, el tema de la amistad es uno de los
ms importantes del teatro de Alarcn, y ofrece un tranquilizador con
trapeso a las otras preocupaciones constantes: la quemante angustia del
amor y los celos, y los peligros espantosos del engao. Qu confusio
nes, qu daos / acarrean los engaos!, dice en cierto momento Don
Juan (vs. 1559-1560). Los amigos son ms seguros que los parientes, ob
serva Don Diego con amargura; no hay que esperar fineza de un pa
142 SEVILLA

riente, pero de amigos la fama / mil ejemplos nos ha dado (vs. 1729-
1734). Por boca de Don Diego habla sin duda su creador, Ruiz de Alar
cn, pariente pobre y no muy favorecido por las varias familias podero
sas a las cuales, valido de los vnculos de sangre, se acerc en Sevilla
y en Madrid.
El semejante a s mismo es una versin sumamente original de la vieja
leyenda de los dos amigos, que se remonta por lo menos a la Disciplina
clericalis de Pedro Alfonso (comienzos del siglo xn). La fuente inmedia
ta es, por supuesto, el cuento cervantino del Curioso impertinente, retocado
por el dramaturgo para contestar a la objecin del Cura: que el cuento
sera ms verosmil si en lugar de tratarse de un marido y su mujer se
tratara de un galn y su dama (Don Quijote, I, 35). Donjun, a quien
su prima llama celoso impertinente con intencionada alusin al cuen
to del Quijote al igual que La cueva de Salamanca, tambin esta otra co
media juvenil da seales de una atenta y entusiasta lectura de
Cervantes, no quiere correr riesgos, y es l mismo quien enamora a
su dama hacindose pasar por otro. La escisin ntima de Donjun, ce
loso de s mismo a causa de su doble identidad, suministra la mejor par
te de la energa pasional de la obra, y da lugar para agudas observacio
nes sobre cmo la gente tiende a comportarse con el otro a partir de los
accidentes de un nombre y un estado que ste ha declarado tener,
y no a partir de su esencia. En las brillantes escenas 2 y 3 del acto
II, Donjun, convertido en Don Diego, vuelve a casa, fingiendo
al principio ser Donjun, y explicando que su galen naufrag y l pudo
llegar a Lisboa, desde donde regres por tierra. Su padre, su prima Doa
Ana y su criado Sancho lo reconocen naturalmente como Donjun, hasta
que l descubre su verdadera identidad la de Don Diego, y en
ese momento Sancho afirma haber notado, desde el primer momento,
dos mil diferencias entre su amo y el recin llegado: ste tiene los pies
ms grandes, es un poco ms delgado, es agobiado (o sea cargado
de espaldas, algojorobado), y adems tiene cara dejudo (vs. 1169-1182).
Tras los telones el autor parece guiar el ojo y ponderar lo bueno que
sera perder la carga de la joroba con slo cambiar de nombre.46bl
Lo sorprendente es que Don Diego le resulte a Doa Ana ms
atractivo que Donjun, aunque cuando ste, habiendo revelado su iden
tidad, estalla en violentos insultos, acusndola de traidora en un lengua
je duro, tpicamente alarconiano (vs. 1917-1926), ella replica, no sin ra
zn, que siempre ha estado amando a la misma persona, pues la mudanza
accidental de nombres no afecta a la esencia: Ese cuerpo y alma ha

46bs Jaime Concha, Ruiz de Alarcn y El semejanteasi mismo, Nuevo Texto Crtico,
1(1988), 55-77, encuentra, en esta y en otras comedias de Alarcn, imgenes recurrentes
que revelan, segn l, preocupacin obsesiva y odio por el cuerpo. Curiosamente, los sig
nificativos versos aqu citados no reciben comentario alguno.
LAS COMEDIAS SEVILLANAS 143

sido / el que quiero, y el que am (vs. 1957-1958). S, pero antes, en


un aparte, se ha confesado a s misma que Don Diego ocupa en su pecho
el lugar que antes ha sido de Donjun. Al final, aunque el engao urdi
do por Don Juan ha estado a punto de culminar en tragedia, Doa Ana
y el verdadero Don Diego salvan la situacin con una mentirilla que los
dems aceptan como la verdad ltima: los dos testifican que Doa Ana
supo, desde el principio, que su nuevo pretendiente Don Diego era
en realidad su pretendiente de antes, Donjun.47 Este se salva de las
consecuencias de su loco enredo dicindole a su padre: Yerros son que
amor disculpa (v. 2883) excusa que no valdr en la ms famosa
de las comedias de Alarcn, La verdad sospechosa.
En su estructura bsica, El semejante a s mismo es una comedia de
enredo, cuyo argumento avanza entre las confusiones creadas por la equi
vocacin de identidades; es la frmula secular de comedia que arranca
al menos de Los Meneemos (o Los mellizos) de Plauto. Al final, cuando Don
Diego explica la intencin de Don J uan y el padre reprende al hijo por
los enredos que caus, Sancho comenta que todo ha sido tan fantsti
co que parece, por Dios, comedia (v. 2880). Es un comentario tpica
mente alarconiano: el autor subraya la teatralidad del fruto de su ima
ginacin y se revela bien consciente del tipo de comedia que ha construido.
Pero ese protagonista, ese Donjun gemelo de s mismo, estorbo y rival
de s mismo, es un retrato psicolgico original, que pone a esta comedia
primeriza muy por encima del nivel general de las que en esos aos se
escriban.
2. La industria y la suerte (1620-1621)^
La otra pieza que tiene por escenario la Sevilla de tiempos de Alarcn
es La industria y la suerte. Aunque escrita probablemente despus de El
semejante a s mismo, es una comedia de enredo ms convencional, inteli
gentemente concebida y estructurada sobre la oposicin polar entre los
dos pretendientes de Doa Blanca: Arnesto, mercader listo y astuto, y
Donjun de Luna, personaje un tanto desmaado e ingenuo, noble pero

47 Hay que leer esta escena final en la edicin de Hartzenbusch; en la de Miliares


Cario est incompleta.
48 Esta es la fecha de composicin que propone Bruerton (OC, t. 1, p. xxix). Otros,
como Castro Leal, creen que la comedia es muy anterior, ms o menos contempornea
de El semejante a si mismo. Yo me inclino ms por la fecha que da Bruerton. La industria
y lasuerteno presenta esos toques autobiogrficos que tan fcilmente se descubren en obras
primerizas como La cueva de Salamanca y El semejante a s mismo. El autor se ha situado en
una posicin ms distante, desde donde observa y comenta, pero sin meterse directamente
en el dilogo, sin aludir a sus cuitas ni a sus experiencias. Adems, la construccin de la
trama es ms apretada y est mejor llevada que en esas dos comedias primerizas. El texto
de La industriay la suerte est en OC, t. 1, pp. 111-199.
144 SEVILLA

pobre (su pobreza se debe, irnicamente, a que el barco que le traa de


las Indias una fuerte suma que haba heredado se hundi en un naufra
gio). La trayectoria de estas dos vidas demuestra ntidamente que toda
la industria de un hombre es vana si no est con l la suerte. La
casualidad convierte a los dos intrigantes, Arnesto y Doa Sol, en vcti
mas de sus maosas intrigas, y todo acaba en un magnfico triunfo de
la justicia potica. El esquema argumental bsico de la comedia, segn
el anlisis de Frye,49 resplandece claramente de principio a fin. Don
Juan y Doa Blanca, que son la pareja central, se ven impedidos y frus
trados por los valores de una sociedad falsa representada por Don Bel-
trn, padre de la herona, y por el propio Arnesto, que pone el dinero
por encima de la desnuda nobleza. Gracias a la suerte, al azar, a la for
tuna, desaparecen los obstculos para la unin de los protagonistas, y
Arnesto, el estorbo, se resigna a casarse con una dama pobre pero noble
(Doa Sol), reconociendo que ha estado en el error: ...pues yo he visto
cun en vano / la suerte quise vencer / con industria y con engao. /
Yo soy vuestro (vs. 2908-2911).
Cuando, al final de la comedia, Doa Blanca da gracias al cielo por
haber mostrado que no fue ella quien dispuso una cita nocturna con Ar
nesto, se nos recuerda de paso que, como haba sostenido Marqus de
Careaga en su Desengao defortuna, la divina providencia gobierna todos
los sucesos aparentemente casuales, sin exceptuar, por lo visto, el mun
do de esta comedia; pero, en verdad, lo que en ella sucede no estimula
tan serias reflexiones filosficas. Lo nico que se ve es que hay gente con
suerte y gente sin suerte, o que, como dice el ttulo de otra comedia alar-
coniana, Todo es ventura.
Los dos galanes rivales, el mercader y el noble pobre, actan en el
seno de una sociedad sevillana tajantemente delineada cuya fuerza mo
triz es el comercio, simbolizado por la Lonja que sirve de fondo a las
dos escenas iniciales. Arnesto, en cuya opinin lo que hace un preten
diente es comprar y lo que hace la dama es vender (vs. 142-144), se niega
a batirse en duelo con su rival, con el sensato argumento de que l tiene
mucho que perder, mientras que Donjun no arriesga ms que el pelle
jo y puede darse el lujo de un lance temerario. (En una obra mucho ms
tarda, No hay mal que por bien no venga, tambin Don Domingo de Don
Blas, hroe del anticonformismo, se niega a caer en la estupidez de un
duelo; Arnesto es condenado aqu, pero no por haberse negado a sacar
la espada, sino por haberla sacado cuando otros se acercaban, para ha
cerles creer que ha estado peleando como un len.)
Don Beltrn, padre de Doa Blanca, reprende bondadosamente a
Donjun por su precipitacin, recordndole que en Sevilla es el linaje
del rico / el que a todos deja atrs (vs. 253-254); que si en Madrid hay
49 Frye, Analomy oj Criticism, pp. 163-165.
LAS COMEDIAS SEVILLANAS 145
grandes seores que protegen a los nobles, en Sevilla lo que cuenta es
tratar y buscar dinero (vs. 272). Ms adelante, este padre inteligente
y amoroso, que adems de noble es rico, le explica a su hija por qu de
sea verla inclinada a Arnesto: en primer lugar, muchas casas nobles del
pasado y del presente deben su ser al dinero (vs. 1896-1901); y en segun
do lugar, si se casa con un noble de apenas mediana hacienda y del ma
trimonio resultan muchos hijos, la fortuna se perder, en desmedro del
rango de la familia: no sera cuerdo acrecentar el nombre de Arnes
to casndose con l, a la vez que l, con su fortuna, acrecienta la casa
de ella? (vs. 1908-1919) notable discurso, en que claramente se reve
lan los procesos mentales de esos dos sectores de la sociedad sevillana
de entonces, la burguesa mercantil y la aristocracia. Quiz ningn otro
dramaturgo de la poca pudo haberlo escrito. Al final de la comedia, cuan
do Arnesto, el Midas de Andaluca (v. 2712), se casa con Doa Sol,
aristcrata empobrecida, se lleva a cabo la mezcla de dinero y linaje que
Don Beltrn aconsejaba, si bien la accin se centra en una unin ms
romntica (y menos productiva desde el punto de vista social): la de Don
Juan, aristcrata empobrecido, y Doa Blanca, aristcrata rica.
En momentos menos cruciales de la obra inserta Alarcn detallitos
costumbristas que completan el cuadro de la vida y usos de las clases
adineradas de Sevilla: en las tardes se pasean en coche por la Alameda
(la ancha plaza que el Conde de Barajas plant de lamos, naranjos y
cipreses en 1574); en las noches hacen lo mismo en el Arenal (la extensa
zona del puerto, entre la Torre del Oro y la Puerta de Triana); van a
ver la comedia; si es invierno y claro el da, salen de la ciudad para
entretenerse en los llanos de Tablada, donde haba vacas sueltas entre
la verde hierba (vs. 1636-1641); los galanes festejan a las damas desfi
lando a caballo bajo su ventana (vs. 847-850). La herona posee escla
vos, escribe bien y es orgullosa propietaria de tres libros, uno de ellos
por fray Luis de Granada, pero el viejo escudero que la sirve no sabe
leer (acto I, escenas 12 a 14). La aficin de Alarcn al toque novelsti
co del detalle concreto aficin orientada al simple placer, sin ningu
na necesidad dramticapuede verse ya en El semejante a s mismo, don
de a un viajero cansado y sucio se le ofrece el agua para los pies, / con
romero y rosa en ella (vs. 1436-1437).

3. Ganar amigos (1620-1622^


En otra comedia, esplndida en verdad, Ganar amigos, volvi Alarcn al
ambiente sevillano, pero no el contemporneo, sino el de tiempos ms
50 Es, de nuevo, la fecha que propone Bruerton (OC, t. 1, p. xxix). Fue representa
da esta comedia en el Palacio Real de Madrid, ante la reina, en octubre de 1622, por la
compaa de Alonso de Olmedo (Shergold y Varey, Some Palace Performances, p. 226).
146 SEVILLA

antiguos y, en opinin suya, ms heroicos; y ahora escuchamos por pri


mera vez un elogio decidido, aunque fugaz, de la prodigiosa belleza de
la ciudad, esta excepcin de los tiempos, / envidia de las ciudades;
las soberbias torres de sus altos edificios se recortan contra el cielo y, por
encima de todas, la estatua de la Fe en la punta de la torre morisca (la
Giralda) gira todo el tiempo al impulso de los variables vientos (vs. 517-
530). Las encantadoras pinceladas costumbristas de las comedias situa
das en la Sevilla de sus tiempos faltan aqu, como es natural, pero no
deja de recordrsenos la especial importancia histrica de Sevilla: mu
chas de las escenas se desarrollan en el palacio del rey Don Pedro I, el
famoso Alczar mudjar.
Ganar amigos es, a ojos vistas, una pieza teatral concebida para aplau
dir el espritu y las intenciones de reforma que hubo en los aos iniciales
del reinado de Felipe IV. Su privado, Gaspar de Guzmn, conde de Oli
vares, pas en 1622 a formar parte del Consejo de Estado y, desde este
momento hasta su cada en 1643, fue de hecho la magistral fuerza guia
dora de los destinos de Espaa. Olivares se propuso restaurar los altos
niveles de equidad yjusticia del reinado de Felipe II, cuando la Corona
era respetada y su autoridad obedecida. Esta restauracin haba de lo
grarse tanto por el ejemplo personal como por la exhortacin pblica,
convenientemente reforzada por el rigor de la ley.51Con ningn pro
grama poltico poda congeniar mejor el letrado Alarcn, que en Ganar
amigos crea una corte imaginaria donde la conducta virtuosa de los go
bernantes inspira virtud en los gobernados y la ley del monarca castiga
los abusos del poderoso y protege al dbil.
La accin tiene lugar en el siglo xiv, pero no est construida en tor
no a ningn suceso histrico conocido o poco conocido, ni se le da al es
pectador la impresin de estar contemplando la vida en una corte me
dieval. Alarcn no tena odo para la poesa del pasado (como s lo tenan
Shakespeare y, en menor medida, Lope de Vega), y dej que se colaran
los ms flagrantes anacronismos: se dice que el enemigo es el Imperio
Otomano (v. 978); la estatua de la Fe, en la punta de la torre de la cate
dral, se puso en 1568; y en el ltimo acto (v. 2393) el general del ejrcito
le anuncia orgullosamente al Rey la cada de Granada. Cualquier cris
tiano espaol que leyera crnicas u oyera cantar romances saba que la
toma de Granada estaba vinculada con los Reyes Catlicos. Tambin
Desde Fernndez-Guerra, en su Alarcn, hasta Rosita Subirats, en su artculo Contribu-
tion ltablissemcnt du rpertoire thtral la cour de Philippe IV et de Charles II,
Bulletin Hispanique, 79 (1977), 401-479, suele darse como fecha de la representacin el ao
1621. Pero N. D. Shergold yJ. E. Varey, Fuentes para la historia del teatro en Espaa, Tme-
sis, Londres, 1975-1982, t. 1, p. 15, nota 2, explican por qu el ao tiene que ser 1622.
El texto de Ganar amigos se encuentra en OC, t. 2, pp. 277-362.
)! Jonathan Brown yJ. H. Elliott, A Palacefor a King, Yale University Press, New
Haven, Conn., 1980, p. 17.
LAS COMEDIAS SEVILLANAS 147
Alarcn deba saberlo. Esta extraa desatencin al acontecimiento cen
tral de la historia peninsular reciente, viniendo del criollo Alarcn, pare
ce casi un voluntario desentenderse del pasado pico de la metrpoli.52
51 la obra se sita en el pasado, parecera ser slo por lo atractivo
de la figura del rey Pedro I (1334-1369), a quien la leyenda haba confe
rido el epteto de el Justiciero. Tambin, y con ms frecuencia, es
llamado Pedro el Cruel a causa de su conducta caprichosa y a menudo
feroz. Pero, para los propsitos de Alarcn, Pedro tena que ser presen
tado en el aspecto favorable de defensor de la ley; ...mi corona / fundo
en tener la malicia / refrenada. En mi justicia / no hay excepcin de per
sona (vs. 2117-2120).53Ese monarca tena, adems, la ventaja de su

52 Pedro I, en 1361-1362, emprendi con buen xito una campaa en Granada para
restaurar en el trono del reino a su amigo Mohamed V, pero nadie poda confundir esto
con la Reconquista cristiana. Otra flagrante muestra de desdn por la precisin histrica
se ve en el nombre de los cortesanos que rodean al Rey. Casi todos ostentan apellido, como
para invitarnos a considerarlos personajes reales del siglo XIV. Nada ms lejos de la ver
dad. El Marqus Don Fadrique no es de ninguna manera el Infante Fadrique, medio her
mano de Pedro, a quien ste dio muerte por sospechas de traicin; en la corte de Pedro
no hubo ningn Godoy, ningn Luna; el apellido Padilla, llevado por Don Diego en la
comedia, hace pensar en la famosa amante de Pedro, doa Mara de Padilla, pero Alarcn
no hace el menor intento de relacionar a su Don Diego con esa dama. En la escena 15
del acto II se presta considerable atencin a la muerte de cierto Miguel Carabeo, general
valiente del Rey, y se habla de su sucesor, que puede ser el seor de Bailn, o bien
don Sancho Marmolejo, o don Francisco de Estrada, o don Fernando Manrique. Los do
cumentos del reinado de Pedro (vase el Indice del libro de Luis Vicente Daz Martn,
Itinerario de PedroI de Castilla. Estudioy regesta, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1975)
no registran tales nombres. Si el haberlos escogido no es cosa puramente caprichosa, casi
parecera que Alarcn est aludiendo a abogados amigos o conocidos que tenan alguna
prominencia en sus tiempos: un licenciado Pedro Antonio de Caraveo era alcalde mayor
de Bolaos en 1616; el licenciado don Pedro de Marmolejo, sevillano pudiente, fue conseje
ro de Indias de 1611 a 1616; un doctor Francisco deEstrada, que viva en Roma, se dirigi
en 1617 a la Cmara de Castilla para que se le devolviera su ciudadana castellana; un
licenciado Alonso Manrique era corregidor de Aranda de Duero en 1615: datos de Pelorson,
Les Letrados, pp. 77, 215, 190 (nota 5) y 123, respectivamente. El proceder de Alarcn
es aqu enigmtico. Si no quiso emplear apellidos que sonaran a siglo XIV, puesto que de
hecho la accin de Ganar amigos es completamente inventada, sin nada de histrico, poi
qu no bautiz a sus personajes simplemente con nombres cristianos vlidos para cualquier
poca en vez de darles esos apellidos fciles de reconocer para algunos de los espectadores?
Tirso de Molina, de manera semejante, aunque en menor medida, sola dar apellidos
nobles contemporneos a sus personajes, prctica que ha sido muy estudiada: vase, por
ejemplo, Gerald E. Wade, Character ames in Some of Tirsos Comedies, Hispanic
Review, 36 (1968), 1-34.
53 La visin de Pedro I como paladn de la ley y la justicia no carece de base histri
ca. A comienzos de su reinado (1351) el rey convoc a Cortes en Valladolid, y, despus
de or las peticiones de los diversos estamentos, dio sus respuestas (cuyos borradores, bas
tante detallados, se conservan an), hacindolas preceder de un exordio en que deca: ...los
rreys e los prncipes biuen e rregnan por lajustigia..., e la deuen cunplir e guardar senna-
ladamiente entre todas las otras cosas que les Dios encomend por el estado e lugar que
dEl han en la tierra (Cortes de los antiguos reinos deLeny deCastilla, Rivadeneyra, Madrid,
148 SEVILLA

relacin estrecha con Sevilla, ciudad conocida y amada de Alarcn, y


con su Alczar, ocupado a comienzos del siglo xvn, como queda dicho,
por el Conde de Olivares.
La rehabilitacin de la fama de Pedro I haba comenzado ya duran
te el reinado de Isabel y Fernando. Es verosmil que Olivares y sus gen
tes hayan fomentado una revaloracin del carcter y las hazaas de ese
monarca viendo en l, con razn o sin ella, un favorecedor de la burgue
sa mercantil de las ciudades y un restaurador de la economa del reino,
que por ello se atrajo el odio de la gran nobleza terrateniente. Las inten
ciones de Olivares no eran muy distintas de las de Pedro I: esperaba res
taurar la salud econmica del reino invitando a regresar a los judos se
fardes desterrados, y sus relaciones con los grandes, por quienes senta
antipata y desconfianza, fueron siempre malas. Es significativo que uno
de los tratados favorables a Pedro I que se escribieron en el siglo xvn,
El rey don Pedro defendido (Madrid, 1647), se deba a la pluma deJuan An
tonio de Vera y Ziga, que probablemente era hijo del Conde de la
Roca, bigrafo de Olivares, aunque tambin es posible que el autor sea
el propio Conde de la Roca.54Alarcn, con esta comedia, se coloca en
el mismo terreno.
Sin embargo, no es Pedro I el protagonista, sino su privado, el Mar
qus Don Fadrique, el ms bizarro ejemplo de noble espaol que cre
Alarcn. El primer acto se dedica casi todo a ir delineando su carcter.
Llega ante l Don Fernando de Godoy y le pide ayuda para huir de la
justicia que lo viene siguiendo porque ha muerto a alguien en duelo, y
el Marqus, tras cerciorarse de que no fue Don Fernando quiefi provoc
el pleito ni pele de manera ventajosa, le promete proteccin; ms an:
lo sigue protegiendo a pesar de que poco despus averigua que quien mu
ri en el duelo fue un hermano suyo muy querido. Para que un caballe1
ro espaol cumpla su palabra, basta que la haya dado (vs. 390-404). Ms
tarde, y por otra razn, reta l mismo a duelo a Don Fernando, y lo ven
ce, pero no le da muerte: sera una venganza ciega y estpida; ms an,
la conducta de Don Fernando lo ha llenado de admiracin: pudiendo
salvar el pellejo con slo decir qu clase de relacin hay entre l y cierta
dama, no lo hace, por no romper la palabra que dio a la dama; segn
su cdigo tico, es inviolable sacramento / el secreto de la dama (vs.
847-850). Al final del acto Don Fadrique ofrece su amistad a Don Fer
nando, y ste jura guardarle eterna lealtad a su salvador. En lugar del
hermano perdido, el Marqus ha ganado un amigo.
Si Corneille ley esta comedia, seguramente se sinti tan cautivado

1863, t. 2, pp. 1-2). Si Alarcn no se document acerca de Pedro I, pudo al menos toparse
con esta*? palabras a la hora de estudiar las leyes de Castilla.
Easc, como se ver in/ra, p. 210, nota 33, cierta confusin en cuanto a los apelli
dos del padre y del hijo.
[.AS COMEDIAS SEVILLANAS 149
por ella como por La verdadsospechosa. La victoria estoica sobre uno mis
mo, el fino equilibrio de opuestas exigencias morales que forma el tejido
de dramas como Cinna, todo eso est en la comedia de Alarcn. Pero
Don Fadrique es una figura mucho ms humana y simptica que el h
roe corneliano tpico. Hasta tiene una tacha, revelada ya en el acto I,
donde lo vemos haciendo planes para gozar a Doa Flor sin ofrecerle
matrimonio. Su criado Ricardo considera indigna de un privado del rey
esa intencin deshonrosa, y aconseja matrimonio. En fin de cuentas no
llega a tener lugar la cita con Doa Flor, y al final, empujado suavemen
te por el Rey, Don Fadrique se casa con ella.
Si Don Fadrique y Don Fernando representan los ideales supremos de
la conducta caballeresca, los otros dos nobles, Don Diego de Padilla y Don
Pedro de Luna resentido el uno, pues ha sido desdeado por Doa Ana,
la cual, segn cree l, ama al Marqus; envidioso el otro de la posicin
privilegiada que el Marqus tiene ante el Rey, estn hechos de otra pas
ta, y planean una intriga para acabar con Don Fadrique. Don Diego fuer
za a Doa Ana fingiendo ser el Marqus, y va luego a acusarlo ante el Rey
de esa fechora. El Rey, que no puede desviarse del recto sendero de la
justicia, encarcela y condena a muerte al ms valioso de sus consejeros.
Para evitar este radical error de lajusticia, los amigos de Don Fadri
que van ahora a pagarle lo que le deben. Don Fernando, el primero que
l gan, se dirige al propio acusador, Don Diego, apela a su noble pe
cho y lo convence de presentarse ante el Rey confesndose culpable de
la violacin de Doa Ana (acto III, escena 15). En seguida l mismo se
confiesa matador del hermano de Don Fadrique, borrando as la sospe
cha de que Don Fadrique fuera autor de ese crimen. Don Pedro de Luna,
entre tanto, conmovido por la revelacin de que el Marqus a quien tan
mal ha tratado lo salv una vez de la muerte interviniendo ante el Rey,
se ofrece a ocupar en la crcel el lugar de Don Fadrique, oferta que ste
rechaza noblemente. La corte queda as limpia de intrigas turbias y de
celos mezquinos gracias al noble ejemplo del Marqus y en menor me
dida de Don Fernando, que ha reavivado en los tres cortesanos la con
ciencia de las obligaciones de la nobleza, entre las cuales, y muy en pri
mer lugar, se cuenta el guardarle la palabra a un amigo.
Lo nico que falta es que el Rey, austero y vigoroso paladn de la
ley, pronuncie el perdn de los cortesanos (incluso el matador y el viola
dor), pero no como un acto gratuito de misericordia que abrira fisu
ras peligrosas en la ley, sino atenindose a una ley escrita segn la cual
quien es nico en un arte y til para la nacin tiene, por una vez,
derecho a ser perdonado de cualquier delito, que el derecho, preveni
do, / ms conveniente juzg / conservar el bien de muchos / que castigar
un error (vs. 2829-2832). Nada puede ser ms ventajoso para el reino
que el valor probado de esos cuatro hombres, y as el Rey les concede
la libertad por derecho, / y por justicia el perdn (vs. 2843-2844).
150 SEVILLA

No importa que esa ley castellana sea puramente imaginaria. La fic


cin le permite a Alarcn evitar los consabidos perdones extralegales con
que terminan comedias como Fuenteovejuna y Peribez, y subrayar as su
punto de vista: lajusticia real debe basarse en el respeto inquebrantable
a la ley; esto acabar con las venganzas privadas y personales, a la vez
que proteger a los dbiles y a los inocentes.
La delicada relacin entre la ley y el rey es uno de los principales
hilos que dan coherencia a esta comedia; a veces nos hace pensar en la
annima Estrella de Sevilla, cuyo acto final se dedica casi por completo
a este problema tan importante para la administracin de un estado ab
solutista. En Ganar amigos, el gracioso Encinas le dice a su amo Don Die
go que en los reyes la palabra es ley; No hay ley, / Encinas, que obli
gue al rey, / porque es autor de las leyes, replica Don Diego; pero
Encinas contesta que cuando un decreto se anuncia por pregn (como
es el caso), el rey ha empeado su autoridad y no puede desdecirse p
blicamente de su palabra (acto III, escena 8). En la comedia no vuelve
a hablarse ms de este tema, pero es claro que tal era el punto de vista
de Alarcn.
Ahora bien, si la Ley es lo primero, hay tambin las leyes que a ve
ces pugnan entre s (de tales pugnas y antinomias estn hechos los pro
cesos, como bien lo saba el letrado Alarcn), y no es cuerdo poner siem
pre en ejecucin la ley ms severa posible. El papel del privado en esta
comedia consiste, en parte, en ensearle precisamente eso a Pedro elJus
ticiero. As, cuando el Rey le ordena a Don Fadrique dar muerte a Don
Pedro de Luna en secreto porque, llevado de sus ilcitos amores con una
dama de la corte, protegida por l, ha cometido el crimen de violar el
recinto del palacio, el Marqus, no sin reconocer su obligacin de ejecu
tar la real orden, deplora lo excesivo de la pena y logra convencer al Rey
de que la prdida del gran general Don Pedro de Luna redundar en
dao del reino. El rigor de la ley debe ceder a un principio ms alto,
que es la razn de estado. El Rey acepta ese argumento, y resuelve con
servar siempre a Don Fadrique a su lado (vs. 1963-1968):
que pues el mundo me ha dado
renombre de Justiciero,
por merecerle mejor,
sin que el exceso me dae,
es bien que en todo acompae
vuestra piedad mi rigor.
De acuerdo justamente con este principio, recordando el consejo de
su privado, al final de la obra el Rey encuentra y aplica la ley que perdo
na en vez de castigar, y Don Fadrique acaba beneficiado por el benvolo
consejo que antes dio.
En este modelo de cortes y de reinos, hasta los criados y las mujeres
LAS COMEDIAS SEVILLANAS 151
actan con honra, y se ganan el respeto de los dems, y reciben protec
cin. El criado Encinas, aunque se llama gracioso en la lista de per
sonajes, se porta con la misma nobleza que Don Fadrique al rechazar
los 2,000 ducados que se le ofrecen por traicionar a su amo (recurdese
cmo en El semejante a s mismo, que transcurre en la Sevilla moderna,
el gracioso Sancho traiciona al suyo cada vez que hay doblones de por
medio), y pronuncia una elocuente apologa de la honra y virtud de los
criados, que si tienen opinin de interesados, / de poco peso y valor
es por culpa de las comedias (vs. 2241-2264):
Pese a quien lo piensa! Andamos
de cabeza los sirvientes?
Tienen almas diferentes
en especie nuestros amos?
Muchos criados no han sido
tan nobles como sus dueos?
El ser grandes o pequeos,
el servir o sef servido,
en ms o menos riqueza
consiste sin duda alguna,
y es distancia de fortuna,
que no de naturaleza [...].
Y por Dios que ha visto Encinas
en ms de cuatro ocasiones
muchos criados leones
y muchos amos gallinas.

En varias comedias de Alarcn hay mujeres deshonradas por haber


se entregado aturdidamente a un amante mentiroso o por haber sido forza
das (esta fuerza contra la mujer es un motivo caratersticamente alarco-
niano; aparece ya en La cueva de Salamanca, y en los trminos ms
explcitos, las dos veces que Don Diego intenta violar a Doa Clara).
En ningn caso y la distancia que en esto hay entre el teatro de Alarcn
y el de Lope y Caldern es enormese ve que los parientes hagan otra
cosa que amenazar con limpiar la deshonra familiar dando muerte a la
culpable; el Don Diego de Ganar amigos, sabedor de la relacin de su her
mana Doa Flor con Don Fadrique, relacin que da lugar a que la gente
murmure, condena su proceder pero no saca la espada contra ella, por
que no digan que empiezo / por la mujer a vengarme (vs. 689-690).
Ms significativa an es la manera como ve Alarcn la situacin de Doa
Ana, violada por Don Diego (que ha fingido ser Don Fadrique), no sin
resistir ella con todas sus fuerzas. Doa Ana tiene a quien acudir, pues
en este reino el soberano es Pedro el Justiciero, que abre los odos y
las puertas a todos.los agraviados (vs. 1986-1988), y en un largo dis
curso (vs. 1989-2108) le relata el crimen con todo detalle, pues su nica
152 SEVILLA

esperanza es la justicia del Rey. Su defensa, naturalmente, no cae en


odos sordos, y Don Diego obedece al Rey, que le ordena casarse con ella.
Dos temas se traban en esta comedia bellamente construida: el de
la amistad, que da su razn de ser a la vida privada del individuo, y el
de la ley y la justicia, que da estructura y estabilidad al conjunto de la
sociedad y que finalmente se escucha como el acorde dominante. Se ha
llevado a cabo, as, un cambio sutil pero sustancial en la intriga conven
cional de la comedia, cambio motivado por el conflicto entre el tema lri
co (personal) del amor y el tema social de la honra (pinsese, por ejem
plo, en Las mocedades del Cid). Todos los personajes principales el rey, el
privado, tres cortesanos, dos mujeres, el criado Encinascontribuyen
significativamente al desarrollo de ambos temas y se renen en la escena
final para cantar la victoria de la ley y lajusticia. Pocas comedias de Alar
cn integran tan afortunadamente pensamiento, tema y carcter; y nin
guna ilustra mejor el punto de vista de un letrado del siglo xvn en cuan
to a la posibilidad de una sociedad buena, donde se logre lajusticia gracias
a la aplicacin estricta, pero compasiva en ltima instancia, de la ley.35
Olivares no poda menos de ver en Ganar amigos una obra idealmente ade
cuada para la educacin de Felipe IV y para la exaltacin de s mismo
como privado.56
Cinco de las veinte comedias que Alarcn public o sea una bue
na proporcinse ocupan de la relacin entre el rey y el privado. La
primera es esta que acabamos de considerar, y las otras son Losfavores
55 Alcal Zamora, El derecho, pp. viii y 761, hace algunos iluminadores comen
tarios sobre los aspectos legales de Ganar amigos.
56 No sabemos si Olivares estaba presente cuando Ganar amigos se represent ante
la joven y hermosa reina Isabel de Borbn, en octubre de 1622. Pero, siendo l quien a
menudo se ocupaba de elegir diversiones para Sus Majestades, hasta podemos conjeturar
que fue l quien eligi el drama de Alarcn en esa oportunidad. Shirley B. Whitaker, The
First Performance of Calderns El sitiodeBred", Renaissance Quarterly, 31 (1978), 515-531,
ha demostrado convincentemente que de Olivares procede en muy buena medida el conte
nido de El sitio de Bredde Caldern, donde se celebra la victoria de Spnola contra los ho
landeses el 5 de junio de 1625, y que a su cuenta corrieron los gastos de su representacin
en el Saln Dorado, ante Sus Majestades, como parte de los esparcimientos que ese ao
les ofreci. The palace festivities on Bred attest to Olivares keen sense of the political
uses of the theater, both to exalt the monarchy and to strengthen his own position (p.
531).
Parece ms que probable que Alarcn haya hecho explcito el paralelo entre Pedro
I y su privado y Felipe IV y el suyo mencionando en la comedia favores recibidos por el
Marqus que se parecen mucho a los favores que en la realidad concedi Felipe IV a
Olivares: en abril de 1621 lo haba elevado al rango de grande de Espaa y lo haba nom
brado sumiller de corps; el 20 de octubre de 1622 lo nombr alcaide perpetuo de los Alc
zares de Sevilla (Elliott y Pea, Memoriales, t. 1, p. 147, nota 16; t. 2, p. 303). En la come
dia recompensa Pedro a su privado con el cargo de caballerizo mayor (vs. 985-986), le cede
las alcabalas de Crdoba (996-997) y lo nombra su mayordomo mayor (1959-1960). Si nues
tras conjeturas valen, la comedia se representara a finales de octubre, despus de que Oli
vares recibi la alcaida de los Alczares.
LAS COMEDIAS SEVILLANAS 153
del mundo, El dueo de las estrellas, La amistadcastigada y Los pechosprivilegia
dos. Ninguna de estas cuatro logra la admirable integracin de caracteri
zacin y trama que hace de Ganar amigos un drama tan vigoroso; pero,
tomadas en conjunto, revelan la constante preocupacin de Alarcn por
los problemas de la ley y del gobierno en los aos de mentalidad refor
mista que van de fines del reinado de Felipe III a comienzos del de Feli
pe IV.57
Como el monarca de Ganar amigos es el perennemente fascinador Pe
dro I de Castilla, esta comedia ha merecido no pocos comentarios, y el
rey Pedro de Alarcn, como el de Caldern en El mdico de su honra, ha
sido visto como hombre caprichoso y violento, o bien esencialmente jus
to, Sin embargo, a pesar de su total falta de episodios histricos, nadie
ha tenido la idea de relacionar esta comedia con los problemas polticos
de la Espaa de Felipe IV.
John W. Gilmour, en el estudio que dedic hace unos aos a la rela
cin rey-privado en Ganar amigos, hace observaciones perspicaces, pero
varias veces tropieza con aspectos raros de esta comedia, histrica slo
en apariencia, sin sacar de ello las conclusiones que se imponen. Dice,
por ejemplo, que Ganar amigos es, de las muchas comedias en que inter
viene el rey Pedro, la nica que presenta a ste casi exclusivamente en
estrecha relacin con un privado, para observar, pginas despus, que,
habiendo pocos indicios de quines pudieron ser en la realidad los pri
vados del rey Pedro..., es difcil decir con alguna seguridad si Ruiz de
Alarcn fue o no fiel a la historia. Y, en un curioso comentario final,
se pregunta si Alarcn, que tal hincapi hace en el privado, no habr
tenido en la cabeza algn favorito de la vida real, contemporneo
suyo.58A cualquiera se le impone la respuesta: por supuesto que es Oli
vares, el ms famoso de los privados del siglo xvn (y a quien, dicho sea
de paso, elogia claramente Alarcn en la escena inicial de El dueo de las
estrellas (vs. 1-80), metaforizndoio en la oliva, smbolo de la paz lograda
mediante la justicia). A los crticos de las comedias histricas del siglo
de Oro se les pueden ir los pies cuando no toman en cuenta la manera
El riguroso trato a que Pedro somete a delincuentes nobles y poderosos alude a dos
acciones recientes de Felipe IV: el castigo del Duque de Lerma, privado de su padre, y
la ejecucin (el 21 de octubre de 1621) de Rodrigo Caldern, marqus de Sieteiglesias.
Como ste se port tan noblemente en el cadalso, se gan las simpatas de la gente y su
ejecucin result impopular. La comedia de Alarcn aprueba implcitamente lajusticia in
discriminada, pero evita la tragedia al templar la justicia con la misericordia.
'' Mary Austin Cauvin, The Comedia de Privanza in theSeventeenlh Ceniury, tesis in
dita de la Universidad de Pennsylvania, 1957, estudia las muchsimas comedias del siglo
XVII que se escribieron en tomo a la figura del privado; dedica a las de Alarcn las pp.
231-275 y 430-441.
58 John W. Gilmour, Ruiz de Alarcn's Treatment of the King Peter Theme, Ro-
manistischesJahrbuch, 24 (1973), 294-302; las frases aqu traducidas se encuentran en las pp.
294, 298 y 301 (nota 11).
154 SEVILLA

como los dramaturgos suelen manipular la historia pasada para decir algo
sobre figuras notables o sobre sucesos y problemas de sus das. Ejemplo
sobresaliente de este fenmeno es la comedia Ganar amigos.
VI. MADRID: ALARCN EL DRAMATURGO

A. Vida familiar, amigos, enemigos, y comedias (1613-1623)


En el verano de 1613 cruz Alarcn por ltima vez el Atlntico. La Se
villa en que desembarc acababa de perder de nuevo, como en 1600,
una parte importante de su poblacin, esta vez no a causa de la peste,
sino del decreto que expuls de all a unos 7,500 moriscos.1Desembar
c a fines de septiembre o comienzos de octubre,2y, a lo que parece,
se traslad inmediatamente a Madrid. Las pruebas documentales no lo
sitan en esta ciudad hasta el 24 de abril de 1614, fecha en que su her
mano Pedro, al mandarle una letra por 2,000 pesos (900,000 marave
ds), lo declara residente en la corte.3El 26 de enero de 1615 firm en
Madrid un recibo por la bonita suma de 12,000 reales (408,000 marave
ds) que le mand su hermano Pedro por conducto del medio racionero
sevillano Lorenzo Hamon.4
Si el objeto de este regreso a Espaa era obtener un puesto en la
burocracia del reino, seguramente Alarcn se estableci sin prdida de
tiempo en la corte, donde poda esperar una acogida amistosa de Luis
de Velasco, testigo de boda de sus padres, ms de cuarenta aos antes,
y presidente ahora del Consejo de Indias. Tambin vivan en la corte
varios compaeros de los das de Salamanca, algunos de ellos abogados
que ejercan la profesin y haban encontrado sitio en alguno de los Rea
les Consejos o funcionaban como magistrados, por ejemplo el doctor Gu
tierre Marqus de Careaga, autor del Desengao defortuna (vase supra,
p. 110), que en 1612 era teniente de corregidor de Madrid.
Pese a esas conexiones tan bien situadas, Alarcn no recibi ningn
nombramiento oficial hasta 1626, trece largos aos despus de su llega
da, trece aos que deben haberle enseado muchsimo acerca de los

1 Domnguez Ortiz, La sociedad, t. 1, p. 141.


2 La noticia del arribo de la flota lleg a Madrid apenas el 20 de octubrc (Luis Ca
brera de Crdoba, Relaciones de las cosas sucedidas en la cortede Espaa desde 1599 hasta 1614,
Alegra, Madrid, 1857, p. 535).
3 Prez Salazar, Dos nuevos documentos, p. 160.
4 Archivo Histrico de Protocolos, Madrid, escribano Diego de San Martn, legajo
4355, fols. sin numerar.

[155]
156 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

desengaos de fortuna, no en el sentido abstracto y filosfico que su


amigo daba a la expresin, sino en un sentido perfectamente limitado
y concreto.
Su tarea era especialmente difcil en esos aos centrales del reinado
de Felipe III, marcados por una cada general de las normas de legali
dad y responsabilidad en el gobierno y por la venta de cargos al mejor
postor, cuando no su concesin desvergonzada a solicitantes ineptos, pero
que gozaban del favor de un Duque de Lerma o un Marqus de Sieteigle-
sias. Muchos juristas de mrito tuvieron que esperar un cambio en el
rgimen para que el gobierno se acordara por fin de ellos. Solrzano Pe
reira pas diecisiete aos en lo que l consideraba su destierro lime
o, hasta que fue llamado a Madrid en 1627 y nombrado fiscal del Con
sejo de Hacienda en 1628.5El brillante letrado Antonio de Len Pinelo,
gran amigo de Alarcn en aos futuros, tuvo que esperar hasta 1629 para
recibir la promesa de una relatora en el Consejo de Indias,6pese a ha
ber estado litigando con no pequea fortuna ante los Reales Consejos
desde su llegada a la corte en 1622.
Alarcn tuvo tiempo, mucho tiempo, para observar los modales y
costumbres del populacho de nobles, cortesanos, escritores y pretendientes
que pululaba en Madrid desde que fue designada definitivamente como
capital del reino en 1606. Si Madrid tena en 1597 quiz 65,000 habitan
tes, en 1617 se haba extendido al doble y su poblacin era igual por lo
menos a la de Sevilla: unos 130,000 residentes fijos, ms una poblacin
de paso de otros 20,000.7El anrquico y desaforado crecimiento de la
capital.en el lapso de veinte aos se ha descrito con mucha frecuencia;
frecuentes son tambin los muy justos comentarios sobre la deprimente
falta de gracia, belleza o elegancia de su arquitectura (tena, sin embar
go, bellos jardines y gran nmero de fuentes, lo cual bien poda hacer
el clima de la ciudad ms grato que lo que es hoy). No haba catedral
en Madrid, y ni las moradas de los grandes seores (Lerma, Olivares,
Lemos) ni las iglesias y los conventos, salvo unas pocas excepciones no
tables (como el palacio del Duque de Uceda), podan compararse con
la arquitectura de Salamanca y Sevilla. Mesonero Romanos pinta este
desdeoso cuadro del Madrid de entonces:

1 Vase la introduccin de Miguel ngel Ochoa Brun a su edicin de la Poltica in


diana de Solrzano, t. 1 (t. 252 de la Biblioteca de Autores Espaoles), Iberoamericana,
Madrid, 1972.
6 Vase la introduccin de Guillermo Lohmann Villena a su edicin de El gran can
ciller de las Indias de Len Pinelo, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, 1953.
7 Domnguez Ortiz, La sociedad, t. 1, pp. 131-134. Vase tambin David R Ringrose,
MadridandtheSpanish Economy, 1560-1850, University of California Press, Berkeley, 1983,
que dice en la p. 313: The population of the capital exploded from 65,000 to 175,000
between 1606 and 1630, giving mpetus to a building boom.
AMIGOS, ENEMIGOS Y COMEDIAS 157
La construccin del casero era en general impropia y mezquina. La gran
deza del reino, agrupada en derredor del trono yviniendo a formar la parte
principal de la poblacin de Madrid, se content con levantar enormes ca
serones que slo se diferenciaban de los dems por su inmensa extensin...
[Haba] pocos, muy contados edificios civiles de alguna importancia; multi
tud de conventos de ambos sexos, ms notables en general por su extensin
que por su mrito artstico, y un general casero comparable por su mez-
quindez al de una pobre aldea; escasos y mal dispuestos establecimientos
de beneficencia, de instruccin y de industria, y dos mseros corrales para
representar los inmortales dramas de Lope y Caldern. Bajo el punto de
vista de la comodidad y de la polica urbana, todava aparece ms deplora
ble aquel cuadro: las calles, tortuosas, desiguales, costaneras, y en el ms
completo abandono; sin empedrar, sin alumbrar de noche y sirviendo de
albaal perpetuo y barranco abierto a todas las inmundicias. La salubridad,
la comodidad de! vecindario y el ornato de la poblacin [eran] desconocidos
absolutamente.8
Sin embargo, inmediatamente aade Mesonero que en cuanto a lu
cimiento, espectculos y vida cultural, nunca haba visto la ciudad ma
yor esplendor: torneos y corridas de toros, bodas reales y ducales, proce
siones de Corpus, recepciones de embajadores y de prncipes extranjeros,
y la concentracin de todos los mejores ingenios, poetas, comedigrafos y
artistas, venidos a Madrid para divertir a nobles ociosos con poemas y come
dias y tratar de conseguir su mecenazgo.
Sin perder el contacto con juristas y funcionarios del gobierno, Alar
cn luch por un lugar en los crculos literarios, y lo obtuvo. No lo men
ciona Cervantes en su Viaje del Parnaso, que es de 1614, pero ya en 1617
hubo un escritor que acudi a l para pedirle unos versos laudatorios que
se imprimieron en su libro, y desde este ao hasta el de 1623 fue Alarcn
una figura literaria ms y ms prominente, hasta el grado, por cierto,
de convertirse a menudo en blanco de bromas crueles y de stiras. Si
aceptamos las razonables fechas de composicin de sus comedias que cau
telosamente sugiere Courtney Bruerton (OC, t. 1, p. xxix), las veinte pu
blicadas por Alarcn en 1628 y 1634 se compusieron todas entre 1613
y 1625.9Los aos madrileos, antes de que Alarcn fuera nombrado en
8 Ramn de Mesonero Romanos, El antiguo Madrid (1861), edicin facsimilar de
Agustn Criado, Madrid, 1981, pp. xxxix y xli-xlii.
9 Las conclusiones de Bruerton (que yo acepto por regla general, y que adopto casi
metdicamente en todos mis anlisis) se basan en las fechas de representacin que en algu
nos casos se conocen, y tambin en alusiones que a ellas hacen otros autores, y en mencio
nes de sucesos contemporneos dentro de la obra. Castro Leal, que clasifica y fecha las co
medias segn la pericia tcnica y el desarrollo de cierta serie de temas, opina que seis comedias
se escribieron en el perodo 1601-1612, y acepta que 1625 es el ao de las ltimas (Alarcn,
pp. 73-75). En resumidas cuentas, Castro Leal y Bruerton acaban por estar virtualmente
de acuerdo, puesto que el primero admite que el grupo primerizo fue revisado por Alarcn
despus de establecerse en Madrid. Por mi parte, ya he dicho (supra, p. 140, nota 46) por
qu pienso que la redaccin primera de El semejanteas mismo data posiblemente de 1610.
158 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

1626 relator interino del Consejo de Indias, fueron para l una poca
de sostenida y continua creacin literaria. Adems, si hemos de creer
las declaraciones que hace en los dos volmenes de sus obras, el de 1628
y el de 1634 y no hay por qu no creerlas, todas esas comedias se
haban representado en los escenarios de Madrid.10
Ya en 1616 el actor Juan de Grajales le compr una o varias come
dias, segn parece, por la suma de 100 ducados (37,500 maraveds); en
junio de 1619 Grajales le adeudaba an 500 reales (17,000 maraveds),
como se ve por un poder que Alarcn dio a Diego de Castroverde, veci
no de Granada, para cobrar la deuda." Verdad es que no se aclara si
esa cantidad se refiere a la compra de las comedias, pero es justo supo
nerlo. En 1614 Grajales y su mujer eran los actores mejor pagados de
la compaa de Andrs de Claramonte, en la cual, cosa curiosa, haba
tres actores apellidados Alarcn.12Cabe preguntarse si no habrn sido
estos actores los que pusieron a Alarcn en contacto con Grajales, que
andaba comprando comedias para echar a andar su propia compaa,
como tantos otros actores haban hecho.
Alarcn no hubiera podido vivir del dinero que le dejaba su produc
cin dramtica. Nadie poda hacerlo, excepto Lope. Sin embargo, no
parece haber ejercido su profesin de letrado para ganar algo, y cierta
mente no solicit ser aceptado como abogado ante los Reales Consejos,
como haba hecho en Mxico y como hizo Len Pinelo al llegar a Ma
drid en 1622. Tal vez huy de la participacin activa en procesos porque
esta actividad no significaba nada en cuanto a honra ni mejoraba las po
sibilidades de un nombramiento oficial (de hecho, suceda ms bien lo
contrario). En parte por el gran nmero de conversos que haba en la
profesin legal (algo ms limpia que la profesin mdica, pero de to
dos modos sospechosa), y principalmente por la irritacin pblica ante
las enormes y seguramente innecesarias complicaciones y dilaciones de
los procesos, los abogados solan ser despreciados y aborrecidos, y blan
co de stiras feroces (como la famosa tirada de Quevedo contra ellos en
El sueo de la Muerte). Lope, constantemente metido en litigios, expres
en un divertido soneto lo que senta de los abogados y de los procesos:
Pleitos, a vuestros dioses procesales / confieso humilde la ignorancia
ma. / Cundo ser de vuestro fin el da?..., para concluir con esta
reflexin: OhJusticia, oh Verdad, oh virgen bella! / Cmo entre tantas
manos y opiniones / puedes llegar al tlamo doncella?13En suma, un
10 Los dos prlogos pueden leerse en OC, t. 1, pp. 4-6.
11 Archivo Histrico de Protocolos, Madrid, escribano Francisco de Barrio, legajo
5297, fol. 1034 (5 dejunio de 1619); texto transcrito en Castro Leal, Alarcn, pp. 227-228.
12 Vase Cristbal Prez-Pastor, Nuevos datos acerca del histrionismo espaol en los siglos
xviy xvii, Revista Espaola, Madrid, 1901, pp. 141 y 144.
13 Lope de Vega, Rimas de Tom de Burguillos, en sus Obras poticas, ed. Jos Manuel
Blecua, t. 1, Planeta, Barcelona, 1969, p. 1350.
AMIGOS, ENEMIGOS Y COMEDIAS 159
hombre como Alarcn, aspirante a un puesto honroso como el de magis
trado en Espaa o en las Indias, lo mejor que poda hacer era separarse
de los sucios negocios del mundo abogadil. El clebre abogado napolita
no Francesco dAndrea (1625) observaba que en Espaa rarsima vez
se daba el caso de que un abogado ascendiera a un puesto en los tribuna
les de la Corona.14
Siendo as, con qu recursos se sostuvo Alarcn durante estos aos?
Pudo, como sagazmente sugiri Alcal Zamora, ganar algn dinero co
laborando en silencio con algn relator amigo suyo, necesitado de ayuda
para resumir las montaas de documentos que llegaban a cualquiera de
los Reales Consejos.15Acabamos de recordar que en 1614 y 1615 reci
bi dinero de su hermano Pedro; posiblemente le llegaron, de la misma
fuente, otras sumas en aos subsiguientes. Puede haber heredado algu
nas modestas propiedades, ya en Mxico, ya en Piqueras del Castillo (pro
vincia de Cuenca), de su padre Pedro, muerto en 1608. Parece, en todo
caso, que consigui mantenerse como un caballero dueo de una renta
personal y que ni siquiera se sinti nunca forzado a servir de secretario
a un noble, como Lope sirvi al Duque de Sessa.
No se sabe dnde estuvo viviendo en estos aos, pero s que en 1616
viva en compaa de una mujer, ngela de Cervantes, nacida en 1576
en la parroquia madrilea de San Nicols, de la cual tuvo una hija, bau
tizada con el nombre de Lorenza en la villa de Piqueras del Castillo el
6 de enero de 1617.16Esta unin nunca fue legitimada, quiz por no
pertenecer Angela a la clase social de Alarcn, quiz tambin porque ste
quera mantener el celibato para ordenarse de clrigo si acaso se presen
taba la posibilidad de un puesto en los tribunales eclesisticos. Si nos ate
nemos a los testimonios recogidos en 1688 durante las averiguaciones
de limpieza de sangre de Juan Girn de Buedo y Ruiz de Alarcn, nieto
del dramaturgo (ciertamente nada garantiza su exactitud, dado el tiem
po corrido entre el ao de nacimiento de Lorenza y el de 1688, adems
de que los testimonios de esta ndole no suelen ser fidedignos), Juan y
Angela hicieron vida comn durante muchos aos, quiz hasta la muer
te de ella. Angela era mayor que Juan, y seguramente no viva ya en
1639, cuando l hizo su testamento. Uno de los testigos de 1688, don
Felipe de Ayala, sargento mayor, de 68 aos, declara haber vivido va
rios aos en Madrid en la misma casa que Juan y ngela (ibid.., p. 56),
y otro, Pablo Piqueras, de 70 aos, dice que los vio juntos a los dos en
Piqueras, adonde solan venir a cuidar de su hacienda (una pequea
heredad dejada por el padre de Juan?) y donde vivieron un tiempo, y
que tambin los trat en Madrid, donde vivan lo ms del tiempo a cau-

14 Citado por Kagan, Lawsuils and Litigants, p. 76.


15 Alcal Zamora, El^derecho, p. v.
16 King, La ascendencia, pp. 54-55.
160 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

sa del cargo que Juan tena en el Consejo de Indias (ibid., pp. 56-57).
As, pues, la unin dur por lo menos hasta 1626, que fue cuando Juan
obtuvo ese cargo (aunque conviene recordar que Pablo Piqueras tena
apenas unos 8 aos en 1626, y hay derecho a dudar de sus recuerdos).
En todo caso, vale la pena reflexionar sobre la relacin entre el drama
turgo y su hija Lorenza: aunque sta era ilegtima, l asumi plena res
ponsabilidad por ella, le dio su apellido Alarcn, atendi siquiera un poco
a su educacin (en 1640, en Barchn, ella firm con mano torpe ciertos
documentos legales,17pero al menos no era analfabeta como Isabel, la
hija natural de Cervantes), y-en vez de acudir al cmodo expediente de
meterla en un convento, se ocup de encontrarle marido en una familia
de Barchn del Hoyo, los Buedo, que eran hidalgos; adems, a ella le
dej en su testamento la mayor parte de sus bienes (ibid., p. 56).
As, pues, de 1617 en adelante tuvo Alarcn una vida privada y una
familia a la que parece haber resguardado de la mirada pblica y a la
que no hace alusin clara en sus comedias, excepto tal vez al crear el
personaje de Donjun de Mendoza en La cueva de Salamanca, ese joven
recin casado y que ya ha sentado cabeza. Por fortuna, el grueso de su
tiempo, de su vida, no se desperdici en la batalla de ingenios y de len
guas con poetas quisquillosos y celosos, ni en la humillante solicitacin
de favores de los nobles o de los altos funcionarios.
Otro dato interesante del testimonio de Pablo Piqueras (1688) es que
Juan sola interrumpir su estancia en Madrid y pasar temporadas en la
tierra manchega de su padre. El que su hija haya sido bautizada en Pi
queras confirma el lazo ntimo de Alarcn con esas tierras y con la fa
milia paterna. El clrigo Garca Ruiz de Alarcn, abuelo del dramatur
go, haba heredado de sus padres, seores de Albaladejo y Piqueras, una
casa en la segunda de esta poblaciones, y aqu fue enterrado, en una ca
pilla fundada por l mismo (la de la Inmaculada Concepcin de Nuestra
Seora) dentro de la iglesia misma en que fue bautizada Lorenza {ibid.,
pp. 66 y 71). Si Juan Ruiz de Alarcn era en Madrid un individuo insig
nificante al lado de los grandes, en esos poblados de La Mancha Pi
queras, Albaladejo, Barchn del Hoyo reciba de inmediato la con
sideracin y el respeto que merecan los descendientes de una de las prin
cipales familias de la regin, seores de Albaladejo, de Piqueras y de
Villarejo de Fuentes, y miembros dominantes del cabildo municipal
de Barchn.
En 1613, cuando Alarcn lleg a Madrid, el seoro de todas esas
poblaciones salvo Barchn estaba en manos de doaJuana Pacheco, pri
ma segunda suya. Doa Juana cas en segundas nupcias con un parien
te lejano suyo (y de Alarcn), llamado Juan Ruiz de Alarcn y Andra-
17 Archivo Histrico de Protocolos, Cuenca, Barchn del Hoyo, escribano Lorente
de Rueda (Io de marzo de 1640), fols. sin numerar.
AMIGOS, ENEMIGOS Y COMEDIAS 161
da, seor de Buenache, tambin en La Mancha, el cual lleg a recibir
el hbito de Alcntara en 1626 es verdad que slo tras una dificultosa
prueba de limpieza de sangre, que se arrastraba desde 1609, seguramente
uno de los casos ms prolongados en esta clase de gestiones (ibid., p. 60).
Yen 1613, para gran sorpresa de todo Madrid, como lo refiere Luis Ca
brera de Crdoba en sus Relaciones de las cosas sucedidas en la corte, cierto
Pedro Girn de Alarcn, to del dramaturgo, hered el antiguo ttulo
de Conde de Cifuentes (ibid., p. 68). Alarcn trab lazos amistosos
y duraderos con la familia de este to, pues en su testamento (1639) nom
br a Magdalena de Silva y Girn, hija del Conde, como uno de sus al-
baceas, y le dej un Santo Cristo de bronce..., con su caja de bano,
en seal de buena voluntad y mucho amor y voluntad que la tengo y
debo (ibid., p. 69). Pero no puede negarse que, cuando Alarcn iba
a La Mancha, los parientes que lo reciban con ms cario y entre quie
nes se senta ms a gusto eran sus primos Cristbal y Rufina Girn, que,
como l, no pertenecan al tronco principal de la familia de Albaladejo
pero se haban asentado cmodamente en Barchn y gozaban de consi
deracin. Cuando Lorenza de Alarcn fue bautizada en Piqueras en 1617,
la madrina fue Rufina, y los testigos fueron su hermano Cristbal y su
marido Garca de Buedo; aos despus, Lorenza se casara con un hijo
de Rufina, Fernando Girn de Buedo (ibid., p. 55).
La Mancha le dio a Alarcn un asilo de respeto, prestigio y cario
que debe haberlo confortado una y otra vez durante sus agitados aos
de Madrid. Algo del calor y bienestar que le daba se puede sentir en su
comedia Los favores del mundo, que ya estaba escrita el 3 de febrero de
161818y que es la primera de las ocho que public en 1628; quiz lo que
movi a Alarcn a darle el primer lugar fue el haber expresado en ella
sus arraigados sentimientos en cuanto a los azares y peligros de la lucha
por medrar en el veleidoso mundo de la corte. El protagonista se llama
Garci Ruiz de Alarcn, y el criado subraya la importancia de ese nom
bre: .. .Tan mal / os informa su apellido? / La Mancha no lo ha tenido /
ms antiguo y principal.19Recin llegado a Madrid, y naturalmente
deslumbrado por su belleza y magnificencia, el hroe descubre, sin em
bargo, que le es imposible confiar en los favores del prncipe Enrique
(que sera luego Enrique IV) ni en los favores del mundo en general,
y se siente fuertemente tentado a regresar a su rincn (vs. 1899-1902):
...y, al fin, en ausentarme me resuelvo,
y, el cuerpo huyendo al peligroso estado
y a la inquietud de la ambicin sedienta,
vivir con mis vasallos y mi renta.

18 Vase la Noticia de Millares Cario, OC, t. 1, p. 9.


19 OC, t. 1, p. 24, vs. 377-380.
162 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

Es justamente lo que hace al final: se retira a sus tierras despus dr


casarse con Anarda.20Claro que nuestro Ruiz de Alarcn no tena va
salios, y su heredad (si la tena) era muy chica, y ngela de Cervantes
no era noble como Anarda; pero debe haber meditado a menudo, como
su hroe dramtico, en la posibilidad de retirarse con ngela a la paz
campestre de La Mancha.
No lo hizo as, como bien sabemos, y no tard en ser figura familiar
entre los poetas de la corte. Perteneci, junto con Lope, Gngora, Tir
so, Quevedo y otros muchos, a la academia literaria que dirigi Sebas
tin Francisco de Medrano desde 1617 (aproximadamente) hasta 1622.21
Probablemente los dos romances que comienzan Quien ama correspon
dido, uno de Quevedo y otro de Alarcn, representan sus contribucio
nes a un certamen acadmico del cual no han quedado ms huellas. El
romance de Quevedo desarrolla la idea de que el mejor amante es el que
persevera sin encontrar correspondencia, mientras que Alarcn sostiene
que es superior aquel que sigue amando despus de gozar del objeto de
su deseo.22
Muy pronto comenz tambin a escribir versos de elogio para libros
de sus amigos. En 1617 compuso dos redondillas para Los msfieles amantes,
Leucipey Clitofonte, de Diego Agreda y Vargas (traduccin, con algunas
ampliaciones originales, de la versin italiana de la famosa novela bi
zantina escrita por Aquiles Tacio). greda, hijo de don Alonso Agreda
(del Consejo y Cmara de Castilla), dedic su libro al ilustre funcionario
donjun de Luna y Mendoza, marqus de Montesclaros, que, tras ser
asistente de Sevilla y virrey de la Nueva Espaa y luego del Per, fue
nombrado en 1623 presidente del Consejo de Hacienda. De los dems
elogiadores, slo uno, Gonzalo de Cspedes y Meneses, es escritor cono
cido. El autor, la mayora de sus amigos, y el presunto padrino, Montes-
claros (uno de los poetas lo llama el Marqus Protector), pertenecan
al mundo de burcratas cultos con el que Alarcn mantuvo conexio
nes asiduamente y en el que se senta cmodo. Adems, entre los elogia
dores hay dos damas, doa Clara de Bobadilla y Alarcn y doa Beatriz
de Ziga y Alarcn, a quienes nadie ha identificado, y que pueden ha
ber sido parientas lejanas suyas. Doa Clara perteneca tal vez a la fami
lia de los Marqueses de Moya y Condes de Chinchn, cuyos apellidos

20 En Losfavores del mundo abundan las menciones, muy elogiosas siempre, de apelli
dos llevados por antepasados del dramaturgo: Alarcn, Girn y Pacheco. Vase King, La
ascendencia, pp. 81-83.
21 Sobre los miembros de esta academia y la ndole de sus actividades certmenes
poticos, comedias burlescas representadas de improviso (como el ridculo Perseoy Andrme
da representado en SanJuan de Alfarache el da de San Laureano de 1606), etc., vase
King, Prosa novelstica, pp. 49-54.
22 El texto de los dos romances puede verse en las Obras completas de Quevedo, II,
Verso, ed. Luis Astrana Marn, Aguilar, Madrid, 1943, pp. 39-40 y 965, respectivamente.
AMIGOS, ENEMIGOS YCOMEDIAS 163
eran Bobadilla y Cabrera. Los Ziga ms ilustres eran los Condes de
Miranda, vinculados matrimonialmente con los Guzmn. Cabe obser
var que Alarcn firma su contribucin con su nombre completo: el li
cenciado don Juan Ruiz de Alarcn y Mendoza, con el don y el bien
ganado ttulo de licenciado. Es lo que har, por regla general, en los aos
subsiguientes. En los documentos de 1615 no usaba an el don.
Tambin hay versos de Alarcn en los preliminares de la Segundaparte
del espaol Gerardoy desengao del amor lascivo, novela de Gonzalo de Cspe
des y Meneses publicada en 161723y dedicada a don Gmez Surez de
Figueroa y Crdoba, duque de Feria. Los elogiadores de este libro son
en parte los mismos que elogiaron el de Agreda, cosa no sorprendente
en vista del hecho de que Cspedes haba llamado a Agreda su mayor
amigo; ahora es Agreda quien elogia a Cspedes; otros dos que reapare
cen, si bien como elogiadores de la Primera parte de la novela, son doa
Beatriz de Ziga y Alarcn y el toledano Gonzalo de Ayala. Cspedes
fue, como Alarcn, una especie de marginado en la Espaa de Felipe
III, y, por razones desconocidas, estuvo preso dos veces, la primera en
Sevilla de 1609 a 1614, la segunda en Madrid en 1619. En 1631 public
en Lisboa la primera parte de su Historia de don Felipe el Cuarto, que es
sin duda una de las mejores historias contemporneas de la poca. Cs
pedes no es un simple recopilador de ancdotas, fechas de bodas reales
ycosas semejantes, al estilo de Cabrera de Crdoba o de Antonio de Len
Pinelo, sino un agudo intrprete de los acontecimientos y un melancli
co observador de la decadencia del reino.
Alarcn escribi otros versos en 1618, en elogio de los Proverbios mo
rales de Cristbal Prez de Herrera (1556-1620), natural de Salamanca,
en cuya Universidad se gradu de bachiller en medicina en 1577; haba
tenido el cargo de protomdico de las galeras de Su Majestad y final
mente haba sido nombrado (1592) mdico del propio Rey. Se deca des
cendiente de cristianos viejos originarios de Burgos, pero sus reticencias
en cuanto a sus padres, y el tono y la ndole de sus escritos, nos dan am
plias razones para creer^ue era cristiano nuevo, tal como lo haba sido
el clebre doctor Juan Huarte de San Juan.
Reformador incansable de la prctica y la administracin mdicas,
Prez de Herrera luch sin cesar por mejorar la suerte de los pobres y
fund para ellos el Hospital General y Real, en parte con dineros de su
bolsa. Es indudablemente, junto con Saavedra Fajardo, lamos de Ba-
rrientos y Sancho de Moneada, una de las principales voces que se alza
2i No se conoce ningn ejemplar de la edicin madrilea de 1617; se reimprimi tres
vecesjunto con la Primeraparte: Barcelona, 1618; Madrid y Cuenca, 1621. Yves-Ren Fon-
querne, en su edicin de las Historias peregrinasy ejemplares de Cspedes, Castalia, Madrid,
1970, p. 33, pone en duda la existencia de una edicin de la Segundaparte sola, de manera
que la primera edicin sera la de Barcelona, 1618 (a continuacin de la Primeraparle). Yo
he manejado la de Madrid (Luis Snchez), 1621.
164 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

ron para pedir la revitalizacin del reino y propusieron dar estmulos al


comercio, la agricultura y la industria, dignificar el trabajo manual, apo
yar a la burguesa comercial y profesional, y atraer inmigrantes para ocu
par y volver productivas las tierras y poblados rurales que haban sufri
do un alarmante descenso demogrfico.24 A tales planes respondieron
Felipe III y Lerma con el silencio y la inaccin, pero los optimistas espe
raban de Felipe IV otra conducta. Con ocasin de las Cortes que se reu
nieron en 1617-1618, Prez de Herrera redact catorce propuestas para
racionalizar y elevar la economa y la moral del reino, y para pedir que
se nombrara unaJunta de Reformacin encargada de estudiar esas y otras
reformas. Dirigi este escrito primero a las Cortes, en febrero de 1617,
y luego a Lerma, en marzo del mismo ao. Las Cortes aprobaron en
1618 la creacin de la Junta, y algunas de las recomendaciones del m
dico fueron puestas en prctica por Olivares, tras el cambio de rgimen.
Los Proverbios morales van precedidos de elogios de gran nmero de
amigos que evidentemente aprueban su celo reformista, y varios de los
cuales, cosa notable, tambin haban escrito versos para Agreda o para
Cspedes (o para los dos), a saber: los dos acabados de mencionar, un
hermano de Cspedes, llamado Sebastin de Cspedes y Meneses (alcal
de mayor de las Alpujarras en Granada), el toledano Gonzalo de Ayala,
Francisco de valos y Orozco (veinticuatro de Ubeda) y nuestro Alar
cn. Los nicos verdaderos escritores son Alonso de Salas Barbadillo,
Jos de Valdivielso, Alarcn y Cspedes. Lope, Tirso, Vlez de Gueva
ra y otras figuras brillan por su ausencia.25
El libro, artificiosamente organizado y de contenido variado, se ini
cia con 759 dsticos que contienen pepitas de filosofa moral. Por ejem
plo, los dos primeros (fol. 2a):
Todo es mudable en el mundo,
y variedad sin cimiento
Y no es cumplido contento
tener en l mucha sobra.
Unas anotaciones marginales nos revelan las fuentes del pensamiento
del autor: hay mucho de la Biblia, y bastante de los Apotegmas de Eras-
mo. A continuacin de los 759 proverbios hay 311 enigmas (todos en
quintillas, cada uno seguido de su comentario en prosa), de los cuales
se dipe, en el prlogo, que son imitacin del famoso jurista Andrs Al-
La larga introduccin de Michel Cavillac a su edicin del Amparo depobres (1598)
de Prez de Herrera, Clsicos Castellanos, Madrid, 1975, constituye un exhaustivo estu
dio de la obra de este autor.
25 La lista completa de los elogiadores, y la identificacin de algunos, puede verse
en la introduccin de Cavillac a la ed. cit., pp. lxxi-lxxii. La Ia ed. de los Proverbios morales
es de Madrid (Luis Snchez), 1618.
AMIGOS, ENEMIGOS Y COMEDIAS 165
ciato, autor de unos popularsimos Emblemas. Intercalados en los prover
bios y en los enigmas hay, en efecto, buen nmero de emblemas. La de
dicatoria, al prncipe Felipe, dice que los proverbios se proponen ayudar
al futuro Rey en su alta tarea, y los enigmas ejercitar su ingenio cada
vez que se ponga a descifrar su brevedad, oscuridad y agudeza. En
unas hojas aadidas al final hizo imprimir Prez de Herrera una circuns
tanciada informacin de sus servicios a la Corona, y por ltimo el texto
de las catorce propuestas presentadas a las Cortes en 1617, con la espe
ranza de que el prncipe Felipe lo encuentre til. Las propuestas deno
tan mucha sensatez. Quiz la ms notable (por atestiguar el comn pre
juicio contra el comerciante) es la que pide, en trminos vigorosos, que
se fomenten las actividades mercantiles quitndoles su secular estigma:
Y proponerse han medios con que se inclinen [los vasallos de Su Ma
jestad] a tratar por mayor, suplicando a Su Majestad se d orden cmo
no se pierda por esto la nobleza, antes con la riqueza y sobra de hacien
da luzca ms y se conserve, como lo hacen muchas naciones que, con
tener tierra corta y estril, con la industria sola de tratar, viven ricos,
honrados y descansados (fol. 210r). Vale la pena sealar la semejanza
entre estas ideas y los argumentos de Don Beltrn, personaje de La in
dustriay la suerte, segn el cual la manera de conservar la nobleza era una
juiciosa alianza con la riqueza mercantil (vese supra, p. 145).
En verdad, hay en el libro de Prez de Herrera muchos aspectos que
hacen pensar en Alarcn: la doctrina moral estoica (pinsese en Losfavo
res del mundo)', el juicio de los vicios humanos (por ejemplo el proverbio
90: Ni [hay] ms triste confusin / que ser hallado en mentira, idea
frecuente en Alarcn, y tema central de La verdad sospechosa)-, el conciso
estilo aforstico, caracterstica predominante de la expresin alarconia-
na; y el celo reformador que se ve en Ganar amigos y sobre todo en El
dueo de las estrellas, cuyo protagonista, el letrado Licurgo, privado del
Rey de Creta, propone para el buen gobierno del reino unas leyes nue
vas que, aunque no copiadas de Prez de Herrera, insisten en los peligros
de la ociosidad y en la necesidad de aprender un oficio til, y estn ob
viamente destinadas a llamar la atencin de algn alto funcionario, o
en todo caso a contribuir al movimiento reformador de 1617-1623. Con
entusiasmo y conviccin, pues, el licenciado donjun Ruiz de Alar
cn y Mendoza firm sus dos quintillas laudatorias; la primera es un
elogio de los proverbios y los enigmas, tan provechosos como un reme
dio (o eptima, como se deca); la segunda se dirige al autor:

Y vos, mdico excelente,


que esta eptima habis hecho,
a vuestra patria doliente
confeccionis sabiamente
la dulzura y el provecho.
166 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

Ala vez que en esos aos se rodeaba de una red de amigos, Alarcn
comenzaba a ser aplaudido como autor teatral. Dos por lo menos de sus
mejores comedias, Losfavores del mundo y Las paredes oyen, haban sido re
presentadas en 1618 por la compaa del clebre actor-director Baltasar
de Pinedo, una de las ocho que gozaban de real licencia para representar
en Madrid y en otras ciudades importantes del reino. Estas primeras re
presentaciones registradas en los documentos conocidos (lo cual de nin
guna manera quiere decir que no se hubieran representado antes) tuvie
ron lugar, las dos, el sbado 3 de febrero de 1618. Lasparedes oyen se ejecut
por.la tarde en la capilla principal de la iglesia anexa al enorme convento
que en la Puerta del Sol tena la orden de San Francisco de Paula. Los
favores del mundo se ejecut por la noche en la iglesia anexa al convento
de San Norberto, de los premonstratenses, cerca de la actual Plaza de
Tirso de Molina (ninguna de estas iglesias subsiste). Aunque no eran
raras las representaciones en iglesias, la jerarqua eclesistica reaccion
esta vez y puso pleito contra Pinedo por sus escandalosas representacio
nes de comedias profanas ante el altar. Las actas del proceso nos hacen
saber que hubo rias entre la multitud agolpada para entrar en el recin
to, no slo podemos suponerporque eran representaciones gratui
tas, sino tambin porque habra corrido la voz sobre la excelencia de las
comedias.26
En cuanto comenz a tener fama, se desat la lluvia de ataques en
vidiosos y sarcsticos contra el astro que suba. El primer atacante fue
el bilioso Cristbal Surez de Figueroa, letrado como Alarcn (se docto
r en leyes en Pava), escritor, moralista, y pretendiente a un puesto
en el gobierno. En su Pasajero (Madrid, 1617), especie de novela dialoga
da en que cuatro viajeros intercambian opiniones sobre cuanto hay bajo
el sol, las Indias y la prole de las Indias (los criollos) reciben la ms ta
jante de las condenas:
Las Indias, para m no s qu tienen de malo, que hasta su nombre aborrez
co. Notables sabandijas cran los lmites antrticos y occidentales!... Es
posible no haya producido en ms de un siglo aquella tierra algn sujeto
heroico en armas, insigne en letras, o singular por cualquier camino?27
Mucho debi haber lastimado a Alarcn este ataque expresin
excepcionalmente descarada de una opinin muy difundida, pero mu
cho ms an otro que viene despus, en un pasaje (pp.206-207) en que
el autor da consejos al Rey:

26 Vase Emilio Cotarelo, Las comedias en los conventos de Madrid en el siglo


xvn, Revista de la Biblioteca, Archivoy Museo, 2 (1925), 461-470.
27 Cristbal Surez de Figueroa, El Pasajero, ed. Francisco Rodrguez Marn, Biblio
teca Renacimiento, Madrid, 1914, p. 147.
AMIGOS, ENEMIGOS Y COMEDIAS 167
[Importa] excluir de pblicos oficios sujetos menores de marca, hombreci
llos pequeos, sin que obste el brocardico del Filsofo: La virtud unida
es ms fuerte que la dilatada..., puesto que es bien agudo el ratn, y pere
ce al primer rasguo del gato. Sguese de lo apuntado que si el chico, aun
que bien formado y capaz, debe hallar repulsa en lo que desea, si ha de re
presentar autoridad con la persona, mucho mayor esjusto la halle el jimio
en figura de hombre, el corcovado imprudente, el contrahecho"ridculo que,
dejado de la mano de Dios, pretendiere alguna plaza o puesto pblico... Es
de rer verlos polidetes y ataviados como muecas, hechos matantes de las
ms hermosas, aunque algunas los aborrecen sumamente, y no pocas casa
das tienen asco de su compaa.
Ms an: una de esas mujeres, casada con un hombrecillo pulgui-
11a en lo saltador, ardilla en lo bullicioso, atribua lo quebrado de su
salud al tener que dormir cada noche junto a esa calamidad de marido.
No se menciona a Alarcn, pero ningn frecuentador de los crculos lite
rarios de Madrid poda ignorar a quin apuntaba todo eso. Las frases
de Surez de Figueroa van a reconocerse en los ataques que en los aos
sucesivos lanzarn contra Alarcn otros crticos. Yvale la pena observar
que lo que ms saca de quicio al autor del Pasajero no son las corcovas
y la talla simiesca, sino la conducta hiperactiva, ruidosa y agresiva del
tipejo, latoso mosquito que zumba en las orejas de los adultos serios. Si
aceptamos la caricatura como bsicamente exacta, en 1617 se conduca
Alarcn en Madrid ms o menos como se haba conducido en 1606 en
la fiesta de San Juan de Alfarache.
Lope de Vega, Quevedo y todos los miembros del gallinero literario
de Madrid leyeron el libro de Surez de Figueroa, y con gran regocijo
comentaban los desenfadados retratos de tales o cuales personajes cono
cidos; de eso hablaban en la academia literaria de Medrano, o en la am
plia galera que daba a la Calle Mayor frente a la entrada de la iglesia
de San Felipe el Real (ahora destruida), adonde iba la gente a hacer com
pras y a contar y or chismes. La vida de los escritores en una capital
tan chica, donde todo el mundo conoca a todo el mundo, era una red
de enemistades y rivalidades. Gngora y Lope se atacaban uno a otro
por cualquier motivo; en ese mismo ao de 1617 se public la Spongia,
violento ataque contra Lope, escrito por Pedro de Torres Rmila con ayuda
de otros; aos despus apareci el Tribunal de lajusta venganza, diatriba
de Luis Pacheco de Narvez contra Quevedo. Un platillo que no faltaba
en las tertulias literarias era el vejamen, que, bajo la capa del grace
jo, pona sarcsticamente al descubierto las tachas carcter moral, apa
riencia fsica, costumbres sexuales de todos los ingenios que haban
participado en algn concurso potico.28En todas partes y en toda poca
el artfice de la palabra ha sido crtico despiadado de los de su oficio,
Vase, por ejemplo, Kenneth Brown, Anastasio Pantalen de Ribera (1600-1629), Po-
168 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

pero los poetas de la corte de Felipe III y Felipe IV, buenos conocedores
de la stira romana Juvenal y Marcial sobre todo, mojaron su plu
ma en vitriolo y dejaron atrs a sus antepasados clsicos en materia de
insultos personales.29
Alarcn, deforme como era, inevitablemente fue blanco de muchos
tiros. Los comentarios despectivos, los epigramas crueles, lo acompaa
ron hasta que se retir de los crculos literarios hacia 1626. No voy a
detenerme en cada uno de esos incidentes, pues el asunto ha sido tratado
con suficiente amplitud por Alfonso Reyes, Julio Jimnez Rueda y Ruth
Lee Kennedy.30 Muchas supuestas alusiones a Alarcn recogidas por
Fernndez-Guerra en su Alarcn, algunas de ellas aceptadas como bue
nas por Reyes y por la profesora Kennedy, son quimeras desprovistas
de sustancia. Alarcn no era en la corte el nico poeta de corta estatura,
ni siquiera el nico jorobado, ni, desde luego, el nico ciudadano que
se desviva por ganarse el favor de las damas. Fernndez-Guerra inven
t unos romnticos amores entre Alarcn y Clara de Bobadilla y Alar
cn, sin otra base que el haber colaborado los dos con versos de elogio
en un mismo libro (vase supra, p. 162).31
Con una sola excepcin, que despus se ver (infra, p. 186), Alarcn
no contest a los insultos con insultos; se limit a rplicas mesuradas,
sin mencin de nombres, entreveradas en los dilogos de sus comedias:
los conocedores entenderan y celebraran esas alusiones. A Surez de
Figueroa le replic con los once versos de La cueva de Salamanca que za
hieren a un letrado de lengua venenosa (vase supra, p. 116, nota 97).
rra Turanzas, Madrid, 1980, que publica algunos vejmenes ledos por Pantalen en la
academia de Francisco de Mendoza (y cf. King, Prosa novelstica, pp. 57-63).
29 Para mantener la perspectiva, convendr recordar enemistades literarias de otras
culturas y de otras pocas: Mary McCarthy vs. Lillian Hellman, el Dr. Johnson vs. Lord
Chesterfield, Horace Walpole vs. el Dr. Johnson (deca Walpole que el Dr. Johnson era
un babbling od man, y que prejudice and bigotry, and pride and presumption, and
arrogance and pedantry are the hags that brew his ink): vase Walter Goodman, Art
ol Invective Isnt What It Used to Be, International Herald Tribune, 12 de julio de 1983,
p. 6.
10 Reyes, prlogo a su edicin del Teatrode Alarcn (1913), pp. xi-xxxi; Jimnez Rue
da, Alarcn, passim; de Ruth Lee Kennedy mencionar en especial su artculo Contempo-
rary Satire against Juan Ruiz de Alarcn as Lover, Hispanic Review, 13 (1945), 145-165.
Vanse tambin sus Studies in Tirso, t. 1, University of North Carolina Press, Chapel Hill,
1974, pp. 297-326.
31 En las Obras de Anastasio Pantalen de Ribera publicadas en 1634 por Pellicer hay
un vejamen que lanza pullas contra muchos poetas, uno de ellos mexicano y monazo
(gran macaco). Gracias a Kenneth Brown, Anastasio Pantalen, pp. 200, 269 y 312, sabemos
por fin que nose trata de una caricatura de Alarcn. Para evitar resquemores, Pellicer alte
r los nombres que haba puesto su ya difunto amigo, y as en vez de mi Juan Mexa,
como se lee en el manuscrito (Meja era miembro de la academia de Francisco de Mendo
za, y en 1637 intervino en la justa literaria del Buen Retiro), lo que se lee en la versin
censurada es mi mexicano. En las pp. 30-36 analiza Brown las espinosas relaciones en
tre Pantalen y Alarcn.
AMIGOS, ENEMIGOS YCOMEDIAS 169
Muchos calumniadores haba, por supuesto, pero no eran letrados como
Surez de Figueroa. La alusin era difana. Yes una desdicha que estos
dos hombres no se hayan llevado bien. Su preparacin jurdica, su vi
sin un tanto amarga de la vida, su comn admiracin por Cristbal P
rez de Herrera, las dificultades que tuvieron para demostrarles a los con
temporneos su calidad de hidalgos (Surez de Figueroa ms an que
Alarcn), hubieran debido crear algn lazo entre ellos, pero es evidente
que los prejuicios no le permitieron al espaol peninsular apreciar los
mritos del criollo.32
Alarcn, en cambio, ley lnea a lnea ese Pasajero, y casi siempre
con aprobacin. En el noveno alivio, muy poco antes de soltar otro
comentario insultante sobre la ralea de los jorobados, Surez de Figue
roa se detiene en dos aborrecibles vicios de los caballeros, la mentira y la
hipocresa. La descripcin de los mentirosos (pp. 298-299) se parece de
tal modo a la caracterizacin de Don Garca en La verdadsospechosa, que
puede sospecharse que de all procede el germen mismo de la comedia
alarconiana:
Desean autorizarse... con afirmar de s muchas cosas, tan nuevas como las
del Hipocentauro o Fnix, jams vistos. Juzgan por punto de grande estima
cin se crea de ellos lo que suele ser propio de los ms ilustres por sangre,
sea o no accin virtuosa la que se aplican. Jctanse de haber jugado y perdi
do mucho, sin haber jamas naipe en la mano. Que dieron a damas grandes
almuerzos, meriendas o cenas, siendo todas fantsticas... Me resuelvo en
avisaros huyis de la mentira como del demonio, padre suyo. Ya sabis que,
fuera de ir contra Nuestro Seor, verdad perfetsima, la ms clara y evi
dente en vuestra boca vendr a carecer de crdito, justo castigo del mentiroso.
El contraataque ms perdurable de Alarcn a Surez de Figueroa,
aunque no tan fcil de reconocer, est en su comedia Las paredes oyen,
representada a comienzos de 1618 y escrita, verosmilmente, a raz de
la lectura del Pasajero. En los primeros versos Donjun de Mendoza se
describe a s mismo como hombre feo, pobre y de mal talle. Est deses
perado. Cmo podr ganar el amor de Doa Ana de Contreras, corte
jada por Don Mendo, que es bello y rico y mancebo? La empresa
de Donjun es ardua, pero al final de la comedia Doa Ana lo prefiere a
Don Mendo, precisamente porque Don Mendo ha hablado mal de ella.
El bello y maldiciente sale perdiendo, y el feo y caballeroso queda vence
dor: excelente rplica imaginativa a la acusacin de que las mujeres en
cuentran repulsivos a los hombres de pequea estatura y a los joroba
dos o contrahechos.

32 Vase Pelorson, Les Letrados, pp. 391-443, donde se estudia inteligentemente


a Surez de Figueroa como portavoz de la clase de los letrados, importante segmento de
la pequea pero insegura burguesa de la Espaa de entonces.
170 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

Si la respuesta a Surez de Figueroa result discreta y eficaz, un di


vertido pero indiscreto pasaje de Las paredes oyen le gan a Alarcn la im
perecedera enemistad de un rival ms poderoso, Lope de Vega. En una
comedia de Lope, Los donaires de Matico, la Infanta Juana de Len, que es
la protagonista, se disfraza de rstico (Matico) para poder seguir por to
das partes a su amante, hijo del Rey de Navarra. En Las paredes oyen (vs.
2363-2368), una criada trae a cuento la conducta liviana (y, como se da
a entender, absolutamente inverosmil) de las infantas de Len en las
comedias, que
...con tal condicin
o con tal desdicha nacen,
que en viendo un hombre, al momento
le ruegan, y mudan traje,
y, sirvindole de paje,
van con las piernas al viento.
Lope, que no aguantaba crticas, replic sin prdida de tiempo, apro
vechando para ello la dedicatoria (a Cristbal Ferreira de Sampayo) de
su comedia Los espaoles en Flandes, incluida en su Parte XIII (la licencia
de imprimir es de 1619, aunque el volumen apareci en 1620). Vase
un resumen de esa dedicatoria,33y obsrvese el implacable crescendo de
la diatriba:
Cunto nos debamos guardar de los que seal la Naturaleza, nos mues
tran varios ejemplos y la experiencia. La envidiay los dems vicios se sealan
en el rostro. Generalmente, los hombres de buena proporcin fsica tienen
tambin buena complexin natural y buenjuicio, pero losque notienen debida
proporcin... tienen [complexin] perversay mala; por esodeca Platn que cualquiera
semejanza deanimal que haba enlos hombres, tales eran las costumbres que imitaban.
Ahora bien, hay poetas ranas en lafiguray el estrpito [en la figura, se entiende,
por el bulto que llevan entre pecho y espaldas], y Aristteles dice que son
las ranas enemigas mortales de las abejas, smbolo de los buenos poetas. Ade
ms, alosgibosospinta el mismofilsofocon mal aliento, porque se les desacomo
da el lugar del pulmn; pues mal alientoclaroestqueha deinficionarcuantotocare
hablando: es cosa ordinaria en tales hombres, si hombres se han de llamar, la soberbia
y el desprecio. Desde mis tiernos aos he sido atacado, y he tolerado con algu
na prudencia los ataques, pero ya es hora de decirle a quien me injuria: As
fueras t seor de tu lengua como yo de mis odos! Guardaba un cristiano
viejoel monumento un Jueves Santo, y acercndose a l un hombre que te
nafama dejudo, diole un golpe con la alabarda; el golpeado se quej con
el cura y el cura ri al golpeador, pero ste respondi: Seor Licenciado,
o guardamos o no guardamos; as me toca ahora responder: O sentimos
o no sentimos, o somos o no somos. Tengan por cierto los envidiosos que
31 Lope de Vega, Obras, t. 26 (t. 224 de la Biblioteca de Autores Espaoles), Atlas,
Madrid, 1969, pp. 281-282. El resumen que sigue est hecho, en gran parte, de citas lite
rales; las expresiones ms importantes van en cursiva.
AMIGOS, ENEMIGOS YCOMEDIAS 171
han de tener su golpe de cuando en cuando, y ms si tienen'por qu no llegar
al monumento.
Las expresiones en cursiva son lo peor del ataque: figura de rana,
estrepitoso, envidioso, mal carcter, talento potico nulo. Y no habr
alguna segunda intencin en la ancdota del cristiano viejo y el que te
na fama dejudo? El monumento deJueves Santo representa obviamente
el tesoro de la buena poesa, guardado por Lope del aliento inficionador
del poeta-rana, pero es muy posible que Lope aluda, como de paso, a
los orgenes conversos de Alarcn. Sera interesante si as fuera, pues
en una socidad que se regodeaba con la denigracin del linaje ajeno, nin
gn otro de los detractores de Alarcn lleg a echarle eso en cara. Es como
si, de tanto devanarse los sesos para hallar nuevos chistes sobre las cor
covas, no les hubiera quedado tiempo para explorar esa otra riqusima
veta de insultos.
Entre 1618 y 1620 un amigo de Lope meti lea en el fuego con una
(irada de zahirientes seguidillas dedicadas a Donjun Ruiz Corcova,
que no tienen sino dos temas: la fealdad de su figura y el triste papel
que hacen sus comedias en comparacin con las de Lope, que de los poe
tas / es el maestro;Juan de Alarcn, cara de bho, de rana el cuer
po (el annimo poeta recuerda la comparacin de Lope), admite que
Las paredes oyen y Por mejora otro ttulo de Mudarse por mejorarsese le
atribuyan, por malas, a l; le promete a Lope nunca ms escribir co
medias ni versos; confiesa ser un buitre que todo el tiempo digiere los
insultos que le acarrea la mala calidad de sus versos, y termina con esta
humilde plegaria: Venga Lope de Vega, / dme su ingenio!34 La
mencin de Las paredes oyen, el recuerdo de la imagen Alarcn-rana que
Lope haba usado, el ataque a Alarcn por haber tenido la temeridad
de criticar a Lope en Las paredes oyen, todo esto sugiere que las seguidillas
se compusieron por los das en que se represent esta comedia, o sea en
1618. Adems, cabe suponer que Mudarse por mejorarse estaba tambin
en las tablas, aparte de La paredes oyen y Los favores del mundo.
Mientras ocurran estos deliciosos piques entre los poetas, otros
acontecimientos de mayor envergadura sacudan y transformaban, en
tre 1618 y 1621, la estructura del gobierno. Soplaban vientos de cambio;
los antes poderosos caan en desgracia y salan de la escena, y otros ve
nan a ocupar su sitio. Unos diez aos despus, meditando con una piz
ca de cinismo en esos acontecimientos, Cspedes y Meneses resuma as
la inestabilidad y los trastornos anejos al cambio de guardia:
Siempre en la entrada del reinar... todo se muda o se renueva, leyes, ami
gos, enemigos, disinios, ligas, esperanzas, trajes y aun modos de vivir, o
4 Las seguidillas pueden verse en el prlogo de Hartzenbusch a su edicin de Alar
cn, p. xxxiv.
172 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
porque importe a los vasallos, o porque haya qu decir y se hable de ellos
en el mundo; las cosas todo se trastornan y se remueven de sus quicios.3'
El omnipotente y venal ministro de Felipe III, Francisco de Sando-
val y Rojas, duque de Lerma, recin nombrado cardenal, fue desterrado
de Madrid en octubre de 1618 y sustituido por su hijo, Cristbal de San
doval y Rojas, duque de Uceda, cuyos aos de gloria fueron breves, ya
que l tambin acab desterrado en abril de 1621, poco despus de la
muerte de Felipe III, su protector (31 de marzo). Otro grande, don Pe
dro Girn, duque de Osuna, virrey de Npoles, sospechoso de conspirar
contra el estado de Venecia, fue encarcelado en el mismo mes de abril
de 1621 (y en la crcel morira en 1624). Antes, en 1619, don Rodrigo
Caldern, marqus de Sieteiglesias, hechura e instrumento del Duque
de Lerma, convertido en chivo expiatorio de todo un rgimen corrupto
e ineficaz, fue encarcelado, torturado, procesado, sentenciado a muerte
(no a destierro: no era un grande de Espaa, como Lerma) y ejecutado
en la Plaza Mayor, recin terminada, el 21 de octubre de 1621. El nuevo
monarca, Felipe IV, que no tena sino diecisis aos al subir al trono,
deposit toda su confianza en don Gaspar de Guzmn, conde de Oliva
res, el cual no cay del poder hasta 1643, cuatro aos despus de la muerte
de Alarcn, su humilde ex-compaero en las aulas de la Universidad de
Salamanca.
En 1620 Espaa se vio arrastrada a la Guerra de Treinta Aos, de
la cual nunca pudo zafarse; para colmo de mala suerte, en 1621 lleg
a su fin la Tregua de los Doce Aos, firmada en 1609 con los Pases Ba
jos. Pero en 1621 nadie prevea el desastre que culminara en 1648. Con
el nuevo rey, tan joven, y el nuevo ministro, tan vital y enrgico, las
esperanzas de reforma y regeneracin subieron hasta las nubes. Los aos
de 1621 a 1627 fueron sin duda
los ms interesantes del reinado de Felipe IV en lo que a la poltica refor
mista de Olivares se refiere, porque son aquellos en los que se va buscando
soluciones a los problemas que haban conmovido y preocupado a los arbi
tristas y a los crculos reformistas castellanos en las dos dcadas preceden
tes. Es una poca de efervescencia poltica e intelectual en la corte que difie
re notablemente tanto de la relativa abulia de la etapa de Lerma como de
los aos siguientes de gobierno de Olivares en que todo quedar postpuestu
y supeditado a las prioridades de la guerra.36
Esos mismos aos son y no por mera coincidencialos ms afor
tunados de la carrera profesional y literaria de Alarcn. Su bsqueda

35 Gonzalo de Cspedes y Meneses, Primeraparte de la historia de don Felipe el lili, rey


de las Espaas, Lisboa (Pedro Craesbeck), 1631, p. 74.
36 Elliott y Pea, Memoriales, t. I, p. lviii.
AMIGOS, ENEMIGOS YCOMEDIAS 173
de una situacin buena no tuvo ningn fruto durante el rgimen de
Lerma-Uceda: l comparta los ideales reformistas de los nuevos gober
nantes; tena la experiencia y la preparacin jurdica que Olivares exi
ga de los funcionarios pblicos; conoca muy bien el estado de cosas de
las Indias. En 1625, por fin, fue recomendado para un puesto adminis
trativo, y en 1626 nombrado relator interino del Consejo de Indias.37En
comedias como Ganar amigos y El dueo de las estrellas haba elaborado Alar
cn argumentos dramticos capaces de interesar y halagar a los refor
madores que ahora tenan las riendas del poder en las manos, y no pocas
de sus piezas fueron elegidas para las representaciones palaciegas, sobre
todo entre 1622 y 1627: en 1622 Ganar amigos', en 1623 La cueva de Sala
manca y La verdad sospechosa; en 1625 Los pechos priviligiados (con el ttulo
Nunca mucho costpoco) y Las paredes oyen; en 1627 de nuevo Los pechos pri
vilegiados y El examen de maridos. Despus de 1627, las noticias de repre
sentaciones en Palacio son escasas: Las paredes oyen volvi a representarse
en 1636, y, muchos aos despus, cuando Felipe IV, Olivares y Alarcn
mismo eran ya polvo, se represent El tejedor de Segovia en 1684.
Mientras tanto, la vida de Madrid fiestas de Corpus, recepciones
de embajadores, corridas en la Plaza Mayor, nacimientos, bodas y de
funciones de prncipes, sequas para cuyo remedio sala a las calles, en
procesin, la milagrosa Virgen de Atochasegua su curso ordinario,
minuciosamente descrito por Len Pinelo, amigo de Alarcn, en sus^4na/
de Madrid, '9 donde figuran asimismo acontecimientos especiales y fuera
de serie, como las dos justas poticas celebradas en honor de San Isidro,
patrn de la ciudad. El papel de Lope en ambas justas no pudo haber
sido ms prominente: fue uno de los jueces de la primera justa, la de
la beatificacin (19 de mayo de 1620), y secretario de la segunda, la de
la canonizacin (28 dejunio), que fue especialmente concurrida (slo para
una de las secciones del certamen hubo 132 poetas concursantes), y pu
blic adems una relacin acerca de las dos. Una y otra le ofrecieron
la mejor oportunidad posible para lucir sus enormes talentos, para con
firmar su popularidad, para asegurar definitivamente sus gloriosos ttu
los de Fnix de los Ingenios y Monstruo de la Naturaleza, y tam
bin para humillar y derrotar a sus enemigos, en particular a Gngora
y sus secuaces. Es natural que Gngora no haya concursado, y no es sor
prendente que tampoco lo haya hecho Alarcn, ya porque la figura del
santo labrador no le interesara mayormente (otro que se abstuvo de ho
menajes poticos a San Isidro fue Quevedo), ya porque saba que no po-

7 Vanse los documentos del Archivo de Indias reproducidos por Fernndez-Guerra


en su Alarcn, pp. 522-524.
38 Shergold y Varey, Some Palace Performances, pp. 222, 225, 226, 230, 232 y
233; Subirats, Contribution, p. 474.
39 Ed. Pedro Fernndez Martn, C.S.I.C., Madrid, 1971.
174 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

da esperar trato justo de un tribunal en que Lope de Vega llevaba la


voz cantante.411
A decir verdad, aun conjueces limpios de prejuicios es poco proba
ble que Alarcn hubiera obtenido algn premio. La poesa de circuns
tancias nunca fue su fuerte, como se ve en los elogios de los libros de
sus amigos y en los dos sonetos que hizo con ocasin de lo ocurrido en
1621 en Prete, ciudad del Palatinado Inferior, donde un Santo Cristo
quitado de la cruz y hecho pedazos por los calvinistas fue gloriosa
mente restaurado por los catlicos.41Evidentemente, esos sonetos repre
sentan la actitud de Alarcn en el momento de la entrada de Espaa en
la Guerra de Treinta Aos contra los protestantes. El ltimo terceto de
uno de ellos da idea del tono general: Pues vulvaos a la Cruz la afec
cin pa / del catlico celo; y, por ms gloria, / os repita en su altar el
sacrificio.
En 1621 y 1622 se sum Alarcn a otros muchsimos poetas en la
conmemoracin de dos muertes una ejecucin y un asesinatoque
por razones distintas impresionaron hondamente al pueblo de Madrid.
El marqus de Sieteiglesias, Rodrigo Caldern, fue ejecutado en la Pla
za Mayor el 21 de octubre de 1621. Acusado de 244 delitos del orden civil
y del orden criminal al lado de los cargos de corrupcin est el haber
envenenado a la reina Margarita de Austria y el haber hechizado al
Rey, fue encarcelado en 1619 y torturado de tal modo, que un brazo
le qued lisiado. No se le hall culpable ms que de uno solo de los cr
menes (la muerte de Francisco de Xuara),42pero fue privado de sus ho
nores y ttulos y de su vasta fortuna, y condenado a muerte. A partir de
ese momento, Caldern se prepar para la muerte ayunando, discipli
nndose, leyendo obras piadosas, sobre todo Santa Teresa, y confesn
dose con sinceridad ejemplar. Las multitudes lloraban de conmiseracin
al verlo cabalgar por las calles rumbo a la muerte, sereno, digno, la ca-
40 Sobre estas dos justas vase Amrico Castro y Hugo A. Rennert, Vida de Lope de
Vega, 2a ed., Anaya, Madrid, 1968, pp. 249-251 y 264-266, y Joaqun de Entrambasa-
guas, Lasjustas poticas en honor de San Isidro y su relacin con Lope de Vega, Anales
del Instituto deEstudios Madrileos, 4 (1969), 27-133. Al final de este artculo da Entrambasa-
guas una lista de todos los que compitieron en alguna de las justas, o en las dos.
4 Los sonetos estn en OC, t. 3, pp. 392-393. El manuscrito que los contiene no est
ya (como dice Millares Cario) en la Biblioteca de Palacio, sino en el Archivo de la Univer
sidad de Salamanca, manuscrito 2005. El verso 8 del segundo soneto (Nunca visto rigor,
violenta mano...) debe decir el que barbarie ostenta de Tirano, y no el que brbaro
ostenta el de tirano.
42 El ejecutor material de este asesinato fue el sargentoJuan de Guzmn. Segn los
acusadores, Caldern consigui maosamente que el Rey firmara un papel en que se orde
naba la muerte de Xuara, y le dio esc papel al sargento. Aunque los detalles del caso distan
de ser claros, la semejanza estructural con el asunto Felipe II-Antonio Prez-Escobedo im
presion a muchos. La Estrella de Sevilla y Ganar amigos, que tienen como parte esencial de
su argumento una real orden para dar muerte secreta (sin proceso judicial) a un ciudada
no, seguramente deben su inspiracin original al caso de don Rodrigo Caldern.
AMIGOS, ENEMIGOS YCOMEDIAS 175
bellera y la barba crecidas, los ojos clavados en un crucifijo. Una y otra
vez se cont la historia de su buena muerte, su dominio de s mismo,
su valenta, su resignacin cristiana al subir al cadalso en que lo espera
ba el verdugo para decapitarlo.43Manuel Ponce, autor de una oracin
fnebre por don Rodrigo, escribi adems una Consolatoria dirigida
a su hijo Francisco Caldern y, para mejor ponderar la cristiandad y
valor con que muri ese hombre, consigui que los poetas ms conoci
dos de la corte contribuyeran con su homenaje. La mayor parte de los
versos desarrollan inevitablemente el tema de la cada de fortuna. El Con
de de Villamediana inicia el desfile; le siguen Gngora, Lope, Juregui
y otros muchos, entre ellos Alarcn, cuyo soneto es sin duda uno de los
mejores, hecho con esmero, con buen manejo de la anttesis, y gongori-
no en su efecto total, como lo muestran los tercetos:
Privando, infestos rayos, y cayendo,
despidi grata luz; y resplandece
ms en la privacin que en la privanza.
Oh ejemplo de perder! Al trance horrendo
con tan feliz semblante el cuello ofrece,
que cambia su temor en esperanza.44
La muerte deJuan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana, mor
daz y temido satirizador de escritores y de ministros del gobierno (don
Rodrigo Caldern entre otros), suscit reacciones ambiguas de parte de
los poetas de la corte, como se ve por los versos que sobre esa muerte
escribieron Gngora, Lope, Quevedo, Juregui, Luis Vlez de Gueva
ra, Mira de Amescua y otros ingenios. Uno de ellos fue Alarcn. Apu
alado por mano desconocida segn algunos, a causa de rias entre
homosexualesla noche del domingo 21 de agosto de 1622, Villame
diana no llev una vida ejemplar ni tuvo una buena muerte. Haba sido,
sin embargo, un poeta excelente, miembro destacado de la repblica li
teraria, y los sonetos y dcimas inspirados por el acontecimiento, que
en general condenan su vida, suelen elogiar la calidad de su poesa.
Alarcn, que milagrosamente haba sido perdonado por la veneno
sa pluma de Villamediana, le dedic dos dcimas. La nica que hasta
43 Su amigo don Jernimo Gascn de Torquemada escribi una larga relacin inti-
tulada Nacimiento, vida, prisin y muerte de don Rodrigo Caldern, que se conserva
en la Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 19321, fols. l-25v. En este texto se basa
mi resumen del caso.
44 La Consolatoria de Ponce y los poemas de homenaje estn en el manuscrito
9348 de la Biblioteca Nacional de Madrid; el soneto de Alarcn se halla en el fol. 30. Milla
res Cario imprime el soneto y describe el manuscrito en OC, t. 3, pp. 391-392; da los nom
bres de veinticuatro poetas, pero omite a tres: Juan Bautista Vlez, Juan de Juregui y
fray Domingo Vlez (adems, en lugar de Pedririn hay que leer Pedrin). El soneto
de Alarcn figura en otros tres manuscritos de la misma Biblioteca: 1818, fol. 106; 3991,
fol. 57; 19321, fol. sin numerar.
176 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
hoy se ha impreso es casi por completo negativa: desarrolla el tema bsi
co de la maledicencia y de los chismes, cosas siempre odiosas para Alar
con, y a las cuales era tan aficionado el Conde. Esa dcima dice as en
el texto publicado por Millares Cario (OC, t. 3, p. 393):
Aqu yace un maldiciente
que hasta de s dijo mal,
cuya ceniza mortal
sepulcro ocupa decente.
Memoria dej a la gente
del bien y del mal vivir;
con hierro vino a morir,
dando a todos a entender
cmo pudo un mal-hacer
acabar su mal-decir.
La otra dcima no publicada hasta hoyexpresa admiracin pol
las dotes poticas del Conde de Villamediana y deplora su brusco enmude-
cimiento:
Fatigado peregrino,
nido breve, urna funesta
es la que contemplas sta,
decretada del destino.
Yace aqu un Cisne divino;
llega y lastimado advierte,
en tan desastrada suerte,
que, con la violencia herida,
como cant tanto en vida
no pudo cantar en muerte.

45 Hago constar mi agradecimiento a la Hispanic Society of America por haberme


permitido publicar esta dcima, que se encuentra en su manuscrito B2461 (Obras satri
cas. Poesas varias del Conde de Villamediana no impresas), fol. 164v. He modernizado
las grafas y la puntuacin. La otra dcima de Alarcn Aqu yace un maldiciente...,
al igual que las composiciones sobre Villamediana de los dems poetas, se encuentra en
el ms. 4144 de la Biblioteca Nacional de Madrid (Villamediana satrico), fol. 83v. Su
texto est plagado de errores; la versin publicada por Millares Cario ha sido inteligente
mente enmendada. El manuscrito B2461 de la Hispanic Society contiene asimismo, fols.
158-166v, una serie de composiciones conmemorativas de la muerte de Villamediana, coin
cidentes en gran parte con las del manuscrito madrileo, entre ellas la dcima Aqu yace
un maldiciente... (fol. 164v) que, por cierto, aqu nose atribuye expresamente a Alarcn.
Emilio Cotarelo y Mori, que reproduce esta dcima en El Conde de Villamediana, Sucesores
de Rivadeneyra, Madrid, 1886, pp. 145-146, dice que a veces se atribuye al Conde de Sali
nas. En el manuscrito 99 de la Biblioteca Menndez Pelayo de Santander (Poesas del
Conde de Villamediana), fol. 162v, figuran'las dos dcimas, Fatigado peregrino y Aqu
yace un maldiciente, sin nombre de autor; adems, en dos lugares del mismo manuscri
to, fols. 95r y 158v, hay una cancin a la muerte del Conde, atribuida a Alarcn, que
AMIGOS, ENEMIGOS Y COMEDIAS 177
Con dos de los poetas que haban dedicado versos a la muerte de
Villamediana Luis Vlez de Guevara y Mira de Amescua y otros
seis Luis de Belmonte Bermdez, Francisco de Tapia y Leyva (conde
del Basto),46 Fernando de Ludea, Jacinto de Herrera, Diego de Ville
gas y Guilln de Castrocolabor Alarcn en la composicin de la co
media intitulada Algunas hazaas de las muchas de don Garca Hurtado deMen
doza,, virrey del Per de 1590 a 1596 y conquistador de los araucanos.
Esta obra se imprimi en 1622 con dedicatoria a Juan Andrs Hurtado
de Mendoza, quinto marqus de Caete, hijo del hazaoso virrey. La
idea de una pieza teatral compuesta al alimn nos resulta hoy muy cho
cante, pero en el Siglo de Oro no eran raras las comedias escritas por
dos o tres ingenios, y hay por lo menos una, La mayor luna africana, com
puesta asimismo por nueve ingenios, uno de ellos Belmonte Bermdez.
El invento de este mtodo de trabajo en equipo, que permita terminar
rpidamente una pieza, se lo atribuye Mira de Amescua a s mismo en
una stira que despus escribi contra Alarcn (...porque soy el que
ha inventado / el componer de consuno);47y, en verdad, la comedia
de las Hazaasysi no muy inspirada, es bastante decorosa. Alarcn, que
tambin poda ostentar lazos de parentesco con los Mendoza de Caete
(l y Francisco de Tapia y Leyva tuvieron antepasados comunes, dos si

comienza El oficio a quien traidor (Miguel Artigas, Catlogodelos manuscritos delaBiblio


tecaMenndezy Pelayo, Talleres Tipogrficos Martnez, Santander, s.a.). Yo no he visto esej
manuscrito de Santander. Por lo que toca a la dcima Fatigado peregrino, que en loa
manuscritos suele figurar ai lado de Aqu yace un maldiciente, no veo razones para no
atribursela a Alarcn: la seriedad del tono y la cuidadosa anttesis de los dos versos finales
son muy de l.
46 En el texto impreso (que en seguida se mencionar) no figura el nombre de este
poeta, sino que slo se dice: Del conde del Basto, hijo del marqus de Belmonte. Nadie,
hasta ahora, lo haba identificado plenamente. La porcin escrita por l (vs. 261-404) cuenta
la historia de la tamilia Mendoza y de los Marqueses de Caete. El Marqus de Belmonte
de quien era hijo este Conde del Basto se llamaba Carlos de Tapia, presidente que fue del
Consejo de Italia. Los dos, padre e hijo, haban nacido en Italia. Por el lado materno, Fran
cisco era bisnieto del prncipe de Ascoli, y l y el quinto marqus de Caete, Juan Andrs
Hurtado de Mendoza, hijo del virrey Garca Hurtado de Mendoza, descendan en lnea
directa de los primeros marqueses de Moya, Andrs de Cabrera y Beatriz de Bobadilla,
amigos y protectores de Isabel la Catlica antes de su ascenso al trono. Era, pues, muy
adecuado que Francisco de Tapia y Leyva (como se llamaba el hijo de Carlos de Tapia)
fuera el encargado de versificar la historia de los Mendoza, puesto que perteneca colate
ralmente al clan. Los Cabrera, originarios de Castillo de Garci-Muoz, lugar de La Man
cha, eran con toda seguridad conversos; entre los antepasados de Beatriz de Bobadilla se
contaban los famosos Maldonados de Salamanca (vase Pinel y Monroy, Retrato del buen
vasallo, pp. 18-20, 91, 324, 345 y 397, y un documento del Archivo Histrico Nacional
de Madrid, Ordenes militares, Santiago, nm. 7982, prueba de Francisco de Tapia y Ley-
va). Ya en 1620 haba aparecido Francisco en la escena literaria de Madrid, pues particip
en la justa potica para la beatificacin de San Isidro. No hay que confundirlo con otro
conde de Basto, Diego de Castro, co-gobernador de Portugal de 1627 a 1633.
47 Vase el prlogo de Hartzenbusch a su edicin de Alarcn, p. xxxiii.
178 MADRID; ALARCN, DRAMATURGO

glos antes, en Castillo de Garci-Muoz), escribi varias escenas muy ani


madas. La comedia se compuso por encargo del quinto marqus de Ca
ete, que seguramente no haba quedado satisfecho de la manera como
Cristbal Surez de Figueroa trata a su padre en el libro que le dedic
en 1614, Hechos de don Garca, cuarto marqus de Caete. Por lo dems, Su
rez de Figueroa haba lastimado al quinto marqus en el Pasajero (1617),
donde lo acusa de ser un mecenas muy tacao.4fi Y es de dudar que los
nueve autores de la comedia hayan sido mejor recompensados que Su
rez de Figueroa. La comedia se represent en Palacio, ante la Reina,
entre el 5 de octubre de 1622 y el 8 de febrero de 1623.49
Es posible que Alarcn haya colaborado con otros poetas en ms co
medias durante estos aos. Mucho se ha mencionado, en este sentido,
Cautela contra cautela y Siempre ayuda la verdad, impresas ambas por prime
ra vez en 1635 en la extraa Segunda parte de las comedias de Tirso de
Molina, que tiene un prlogo en que el propio Tirso declara, misteriosa
mente, no ser suyas sino cuatro de las doce comedias del volumen. Me-
nndez Pelayo vea esas dos comedias como fruto de la colaboracin en
tre Alarcn y Tirso, mientras que Fernndez-Guerra, sin aducir prueba
alguna, opinaba que Siempre ayuda la verdadera obra de Alarcn y Belmonte
Bermdez (colaboradores ambos de Algunas hazaas).50No hay manera
de saber inequvocamente si hubo tal colaboracin Millares Cario, por
ejemplo, acepta que Alarcn tuvo parte en Siempre ayuda la verdad, y no
encuentra nada alarconiano en Cautela contra cautela, pero parece muy
verosmil que Alarcn haya trabajado de cuando en cuando al lado de
un amigo, y tanto Tirso como Belmonte son colaboradores muy proba
bles. Aunque no eran criollos, los dos haban vivido en el Nuevo Mun
do, y los dos especialmente Tirsoestaban abrindose paso para lle
gar a un lugar destacado en el mundo teatral, dominado casi
completamente hasta entonces por Lope de Vega, en esos aos finales
de Felipe III e iniciales de Felipe IV. Cautela contra cautela y Siempre ayuda
la verdad, comedias animadas e interesantes las dos, pertenecan, res
pectivamente, al repertorio de Cristbal de Avendao y al de Juan Bau
tista Valenciano, y se representaron en Palacio en la primera mitad
de 1623.51

48 Vase Pelorson, Les Letrados, p. +21.


49 Shergold y Varey, Somc Palace Performances , p. 240.
so Menndez Pelayo, Estudios y discursos de critica histricay literaria, t. 3 (t. 8 de sus
Obras completas), C.S.I.C., Madrid, 1941, p. 73; Fernndez-Guerra, Alarcn, pp. 369-370. El
prlogo de Millares Cario al tomo 3 de OCconstituye un bien informado estudio de todas
las comedias que, sin figurar en ninguna de las dos Partes publicadas por Alarcn, se han
atribuido a l, o a l en colaboracin con otros.
51 Shergold y Varey, Some Palace Performances, pp. 220y 238.
TRIUNFOS Y DESASTRES 179

B. Los aos 1623-1626: triunfos y desastres


El ao 1623 se inici bajo buenos auspicios. El Cardenal-Infante, her
mano de Felipe IV, secundado por los gentileshombres de la cmara real,
organiz para el martes 28 de febrero (a comienzos de la Cuaresma) una
fiesta nocturna dedicada a Sus Majestades. Entre los participantes esta
ban algunos de los grandes nobles de Espaa, como el Duque de Pastra-
na (director de la fiesta), el Almirante de Castilla, el Duque de Maque-
da y el Duque de Cea. Al lado de ellos haba slo dos figuras literarias:
Alarcn y Luis Vlez de Guevara. Entre otros varios entretenimientos,
la fiesta ofreci a los asistentes una serie de bailes y cantos ejecutados
por grupos flamencos, vascos y portugueses, unas bodas burlescas cuyos
papeles estaban todos a cargo de actores varones, cuatro entremeses re
presentados por las cuatro compaas que en esos tiempos trabajaban
en Madrid, cuyos miembros ejecutaron asimismo algunos bailes de moda
el villano, el canario y la gallarday una comedia improvisada y bur
lesca, obra de los excelentes ingenios de la corte. Los actores de esta
comedia fueron tambin todos varones (las dos dueas del elenco deben
haber logrado una buena cosecha de carcajadas), y entre ellos, junto a
algunos nobles, estaban Alarcn yVlez de Guevara, que fueron sin duda
los excelentes ingenios que prepararon este nmero de la fiesta, y que
sin duda se sintieron halagados por haber sido elegidos para figurar en
esta largusima Velada, que no termin hasta las dos de la maana.1,2No
habamos visto a Alarcn metido en semejantes jolgorios desde el festejo
potico de SanJuan de Alfarache, en la Sevilla de 1606; y esta vez poda
gloriarse de formar parte del crculo ms ntimo de la corte.
En 1623 tena Alarcn listas dos ambiciosas comedias, La manganilla
de Melilla y El Anticristo (exclusivamente suyas las dos), que representan
una fuerte innovacin respecto del teatro de costumbres contemporneas
con que hasta entonces se haba lucido. El tema de las dos gira en torno
a la motivacin y a la psicologa de la conversin religiosa en una socie
dad hecha de moros, judos y cristianos; terminan, inevitablemente, con
la conversin al cristianismo de todos los personajes dignos, pero en el
curso de la accin se percibe la fluidez del paso del judaismo al mahome
tismo y al cristianismo y viceversa (cosa que se consigue con no mayor
trabajo que el de cambiar de sombrero o de traje) y, en consecuencia, la
enorme dificultad de determinar la realidad ntima de lo que un alma
cree. Quiz ningn otro dramaturgo de la poca sugiere con mayor efi
cacia la diversidad de actitudes religiosas que vivan bajo la unidad su
perficial de la catlica Espaa. Las dos comedias prestan atencin a
52 La descripcin annima de esta velada palaciega est en el manuscrito 2354 (Su-
cesosdel ao 1623) de la Biblioteca Nacional de Madrid, fols. 311r-312v. El copista escri
be Luis de Alarcn, error evidente.
180 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

los aparentes trastornos del orden natural de las cosas en virtud de mi


lagros, y exigen mucha tramoya para lograr que un ser humano se con
vierta en rbol y que aparezcan ngeles y demonios volando por el aire
Las dos tienen escenas esplndidas (los dilogos amorosos entre el gene
ral cristiano Vanegas y la mora Alima, en La manganilla, son de lo ms
tierno y lmpido que escribi Alarcn), pero ninguna de las dos es, en
conjunto, tan satisfactoria como las comedias alarconianas de costum
bres contemporneas.
La manganilla se represent, evidentemente con aplauso, a comien
zos de 1623.53El Anticristo se estren en diciembre del mismo ao, y la
cosa acab en desastre. Para impedir el buen xito de la representacin,
alguien haba enterrado en el patio del teatro una redoma llena de un
lquido de olor tan infernal, que desmay a muchos de los que no pu
dieron salirse tan aprisa. Con todo, la representacin continu, pero
Vallejo, el actor principal, que haca el papel del Anticristo, se asust
en la escena final y no pudo o no quiso volar rumbo al cielo. La actriz.
Luisa de Robles, que haca el papel de la mrtir cristiana Sofa, inspira
da tal vez por el valor del personaje que acababa de representar, salv
la situacin: se reboz rpidamente con el manto del Anticristo, se asi
de la cuerda y se ech a volar. Las autoridades sospecharon, con buenas
razones, que lo de la redoma pestilente haba sido cosa de Lope de Vega
y Mira de Amescua, y hasta los prendieron, para soltarlos poco despus
al averiguarse que el autor del sabotaje eraJuan Pablo Mrtir Rizo, his
toriador de Cuenca, enemigo de Alarcn,54 aliado de Quevedo y cojo
como l. No sera sorprendente que el inspirador de la pesada broma
resultara ser el propio Quevedo.55
Pese a todo, el ao 1623 fue bueno para Alarcn desde el punto de
vista del xito teatral. Sus comedias eran compradas y representadas cada
vez ms por lo menos dos en Palacio (vase supra, p. 173), y otras dos,
La manganilla y El Anticristo, en el teatro pblico. En las paredes de Ma
drid se pintaban con almagre los anuncios de las representaciones. Al
guien, irritado por la prominencia que as se daba a Alarcn y al merce-
dario Tirso de Molina, ech a rodar esta redondilla: Vtor donjun
de Alarcn / y el fraile de la Merced! / por ensuciar la pared, / y no
por otra razn (cit. por Kennedy, Studies, p. 267). El ver as su nombre

5 Se alude a ella en un documento de fines de 1623 o comienzos de 1624: vase OC,


t. 3, p. 409, nota b.
54 En su Historia... de Cuenca, p. 267, Mrtir Rizo se expresa muy desfavorablemen
te de los Alarcn de Albaladejo.
55 La fuente de nuestros informes sobre este incidente es una carta de Gngora de
19 de diciembre de 1623, y tambin un soneto atribuido a l. Vase el prlogo de Reyes
al Teatrode Alarcn, p. xxvi. En su edicin de Quevedo, Obras completas, t. 1, Planeta, Bar
celona, 1963, p. xlix, nota 1, ofrece Jos Manuel Blecua algunos datos sobre la relacin
de Quevedo con Juan Pablo Mrtir Rizo.
TRIUNFOS YDESASTRES 181

en las calles debi haber sido grato para Alarcn; el dulce aroma del xi
to compensaba tantos pinchazos y tantas burlas. Pero raras veces pudo
gozar de un triunfo exento de sinsabores. El gran sinsabor de 1623 fue
su desafortunada participacin en las fiestas organizadas para el prnci
pe Carlos de Inglaterra, que estuvo en Madrid del 26 de marzo al 9 de
septiembre con el fin de ultimar los arreglos para sus bodas con la infan
ta Mara, hija de Felipe III, bodas proyectadas desde 1616.
Acompaado de ocho criados y de su amigo el Duque de Bucking-
ham, el joven Carlos, que tena entonces 22 aos, haba venido desde
Londres, disfrazado; pero el romntico viaje termin en fracaso. El ma
trimonio era visto con buenos ojos lo mismo por Felipe III que porJaco-
bo I de Inglaterra, pues era polticamente aconsejable crear entre la po
tencia catlica y la protestante una alianza que robusteciera a las dos en
el momento en que decidieran mediar en los conflictos entre catlicos
y protestantes de Alemania. Pero el pueblo de las dos naciones encontr
repugnante la idea,56y, por lo dems, parece que la infanta no fue del
agrado del prncipe. Con todo, durante los seis meses que la extraa mi
sin inglesa perrjnaneci en Madrid, la corte se excedi en procesiones,
banquetes, corridas de toros, representaciones teatrales y toda suerte de
lujosos festejos para divertir al distinguido visitante. Se invalidaron du
rante este tiempo las recientes premticas que exigan ahorro y auste
ridad, y los grandes seores compitieron unos con otros en la esplendi
dez de sus fiestas.37
El 21 de agosto de 1623, para celebrar la firma del pacto matrimo
nial (que Carlos rompi en cuanto puso los pies en Inglaterra), Felipe
IV apadrin nuevos festejos en honor de los novios. El traje de la infanta
era blanco con guarniciones de negro y oro, que eran los colores del prn
cipe. La multitud apiada en la Plaza Mayor vio primero la consabida
corrida de toros, pero el principal acontecimiento de la jornada fue un
espectculo de gran lujo, que dur una hora. Fueron entrando en la an
cha plaza, una tras otra, diez cuadrillas de caballeros, cada una con su
acompaamiento de lacayos, que luego tomaran parte en una justa. El
propio Rey encabezaba una de las cuadrillas, con un squito de doscien
tos lacayos cuyas libreas eran de raso nacarado, con guarniciones de pla
ta y negro. Los capitanes de las otras nueve eran grandes seores, como
don Pedro de Toledo, marqus de Villafranca, don Luis Fernndez de
Crdoba, duque de Sessa, y don Francisco de Sandoval y Rojas, conde
55 El famoso drama de Thomas Middleton, A Game al Chess, escupe veneno contra
los diplomticos espaoles, contra los jesutas y contra los catlicos en general; tal era la
actitud del pueblo ingls en cuanto a esas bodas.
)7 Hay dos principales fuentes de datos sobre las fiestas: Antonio de Len Pinelo,
Anales, pp. 245-256, y Cspedes y Meneses, Historia de Felipe IV, pp. 283-318; el segundo
es no slo ms minucioso que el primero, sino tambin ms agudo al analizar las razones
de las bodas y el porqu del fracaso.
182 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
de Ampudia, duque de Cea y adelantado mayor de Castilla. Los treinli
jinetes de la cuadrilla de este ltimo llevaban libreas de raso verde con
guarniciones de plata, oro y azul.
A media tarde de ese despejado y caluroso da de agosto, el Rey y
el Conde de Olivares iniciaron el juego de caas con una gallarda carro
ra alrededor de la plaza; tras eso, cinco cuadrillas de jinetes, capitanea
da una de ellas por el Rey, otra por el Duque de Cea, combatieron entre
s, deleitando a la multitud con su dominio del caballo, su destreza en
las armas y sus riqusimos atuendos.
El Duque de Cea era hijo del Duque de Uceda y nieto del de Ler
ma. Despus de perder uno tras otro su posicin de privado, Uceda y
Lerma vivan desterrados de la corte, pero Cea viva en Madrid, ocupa
ba un sitio muy destacado en la corte de Felipe IV y mantena el nombre
y la honra de la familia gastando grandes sumas y concediendo su mece
nazgo a escritores. Como ese 21 de agosto iba a ser un gran da para
l, le dio a Juan Ruiz de Alarcn, el poeta teatral cuyo nombre sonaba
ms en esos momentos, el encargo de escribir una descripcin potica
de las fiestas en el estilo ms elevado posible. Y Alarcn acept el encar
go; pero hay buenas razones para creer que no escribi sino unos cuan
tos versos del poema que le fue encargado.
Eran, como hemos visto, tiempos en que los autores de comedias
solan trabajar en equipo, y Alarcn pidi ayuda a doce conocidos suyos
(sobre todp quiz miembros de la academia de Francisco de Mendoza),
cinco de los cuales ya haban colaborado un ao antes, como l, en la
composicin de las Hazaas del Marqus de Caete, a saber: Fernando de
Ludea, Diego de Villegas, Mira de Amescua, Luis de Belmonte Ber
mdez y Luis Vlez de Guevara. Los nuevos colaboradores fueron Pe
dro de la Barreda, Anastasio Pantalen de Ribera, Juan Pablo Mrtir
Rizo (el mismsimo que cuatro meses despus hara la broma de la redo
ma pestilente en la representacin de El Anticristo), Antonio Lpez de
Vega, Manuel Ponce (el elogiador de Rodrigo Caldern), Diego Vlez
de Guevara y Francisco de Francia y Acosta. Segn mi opinin perso
nal, fue Belmonte Bermdez, principal realizador de la aventura de las
Hazaas, quien organiz realmente las tareas del equipo (l escribi ms
octavas que ninguno de los otros), y Alarcn nunca supo de antemano
que haba tanta gente metida en el asunto. El resultado fueron 73 octa
vas reales compuestas en el ms pomposo e hinchado lenguaje gongori-
no, ninguna de las cuales sali enteramente de la pluma de Alarcn. l
slo parece haberlas retocado un poco, tal vez en el momento de ensam
blarlas unas con otras, si bien el relato de Len Pinelo58da la impresin
de que todo el poema era suyo: Aestas fiestas sac a luz setenta y siete
[sic] octavas el licenciado donjun de Alarcn y Mendoza, como de su
58 Len Pinelo, Anales, p. 253.
TRIUNFOS Y DESASTRES 183
grande ingenio. Con el ttulo de Elogio descriptivo a lasfiestas que Su Ma-
gestad... etc., etc., las octavas se imprimieron bajo el nombre de Alarcn
y dedicadas a Cea.59
Los malignos poetas de la corte se lanzaron sobre semejante presa
con gritos de regocijo y la hicieron pedazos (y al autor), algunos, evi
dentemente, movidos slo por los celos. Por qu Alarcn, y no uno de
ellos, haba sido elegido para componer el Elogio? No era irritante e in
tolerable que las comedias de este advenedizo, este criollo, este hombre
cillo contrahecho, estuvieran representndose en Palacio, y que su nom
bre anduviera pintado en las paredes de Madrid? Es claro que el motor
de los persistentes ataques de Lope fueron los celos. Hay pruebas muy
serias de que hacia 1623, en respuesta al gusto de la gente, los empresa
rios teatrales estaban comprando comedias de autores nuevos como
Tirso y Alarcn con preferencia a las de Lope. En su estudio sobre el
teatro en Valencia durante estos aos observa Mrime que las come
dias del repertorio de las compaas que all actuaban no eran muy pre
dominantemente de Lope de Vega. On idoltrait Lope de Vega, on
le portait aux nups, mais Alarcn, proportionnellement au nombre de
ses ceuvres, tait plus largement reprsent dans le rpertoire de [Juan]
Acacio.60Lope como Juan Ramn Jimnez en el siglo xxnunca
pudo soportar el surgimiento de un astro rival, y Alarcn le resultaba
especialmente antiptico porque su estilo estaba dando seas de un gus
to decidido por la poesa de Gngora.
Sabemos quines estuvieron en el equipo del Elogio descriptivo gracias
a un Comento en prosa, annimo, que de l se hizo, dirigido a don
Manuel de Acevedo y Ziga, conde de Monterrey.61El autor, consu
mado crtico de estilo y feroz enemigo de Gngora hay quienes pien
san que es Quevedo, se pone a cazar con impecable puntera un gaza
po tras otro, por ejemplo los versos inflados, altisonantes y huecos: Veloz
caballo, vegetado monte, Trmino fue una noche a muchos das,
etc. Es uno de los ms ingeniosos escritos de crtica literaria de que pue
de ufanarse el siglo XVII. Al toparse con el verso Rpido rucio es rayo
arrebatado, el crtico estalla: Barrabs te arrebate!, que despus que
hizo este verso, no se halla una r por un ojo de la cara. Pero gasta ms
tinta en denuestos del autor, hecho en forma de huevo, o de parntesis,
corcovado, sabandija, tortuga y, en suma, samblea de burujones.

59 El texto puede verse en OC, t. 3, pp. 393-407.


6t Henri Mrime, Spectacles el comdiens a Valencia(1580-1630), Librairie douard Pri-
vat, Toulouse, 1913, p. 180.
61 El texto fue publicado por Juan Eugenio Hartzenbusch en su edicin de Come
dias escogidas de Lope de Vega, t. 4 (t. 52 de la Biblioteca de Autores Espaoles), Sucesores
de Hernando, Madrid, 1910, pp. 588-592, segn un manuscrito del cual era propietario.
Puede verse en OC, t. 3, pp. 407-418, y tambin (atribuido a Quevedo) en Quevedo, Obras,
Prosa, ed. Luis Astrana Marn, Aguilar, Madrid, 1932, pp. 645-651.
184 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
A continuacin hay una especie de post-scriptum: Habiendo dado
fin a esta censura, me dijeron por cosa cierta que estas stancias no eran
del seor donjun [Ruiz de Alarcn], sino que l las pidi a diferentes
personas, cuya lista copia a continuacin el crtico, indicando cuntas
octavas compuso cada poeta. Al se le haca difcil creer el cuento, por
ser las octavas tan malas y los autores dellas de tanta opinin, y enton
ces habl con ellos, y ellos le dijeron que las haban compuesto por ha
cer burla de donjun, porque l se las pidi precisamente en estilo
gongorino. Por ltimo, el crtico copia la dcima que Gngora dedic
al asunto, donde se dice que Alarcn, galpago de gmina concha,
no ha sido el poeta, sino el sastre de las fiestas, pues se limit a zurcir
los retazos. Es muy posible que el crtico haya escrito su Comento
para leerlo en la academia de Francisco de Mendoza; ste era secretario
del Conde de Monterrey (a quien est dedicado el escrito), y el Conde
de Monterrey era cuado del Conde de Olivares, que no tena la menor
simpata por el Duque de Lerma ni por su nieto, el Duque de Cea.
Se conocen diecisiete dcimas satricas sobre el asunto del Elogio des
criptivo (la de Gngora es una de ellas).62As como los poetas haban uni
do sus voces en 1621 y 1622 para comentar las muertes del Marqus de
Sieteiglesias y del Conde de Villamediana, as ahora, en 1623, las unie
ron para desollar vivo al corcovado criollo, y todos concluyeron que su
Elogio descriptivo estaba tan mal hecho como su persona. Quevedo es uno
de ellos, naturalmente, pero lo sorprendente es que dos de los colabora
dores del Elogio, Luis Vlez de Guevara y Mira de Amescua (dramatur
gos rivales, s), hayan tenido el descaro de colaborar en la paliza. Lope
de Vega dice que no tiene caso que le pidan su opinin sobre el asunto,
porque a m todo me agrada, / si no es donjun de Alarcn, aunque
tiene la sensatez de aadir que parece exceso echarle la culpa a Alarcn,
cuando tantos metieron mano en el detestable poema. Una de las dci
mas se atribuy a Tirso, lo cual dio motivo a suponer resquemores entre
l y Alarcn.63 La verdad es que la atribucin es sumamente dudosa,
y que no hay ninguna prueba positiva de enemistad entre ellos.
62 Trece de las dcimas se imprimieron en la recopilacin de Jos Alfay, Poesas va
rias degrandes ingenios espaoles(Zaragoza, 1654); otra serie de trece, en que se omiten cuatro
de las de la serie de Alfay pero se aaden otras cuatro nuevas, apareci en un manuscrito
que era propiedad de Hartzenbusch, el cual public las versiones de Alfay en su edicin
de Comedias de Alarcn, pp. xxxii-xxxiv, y las versiones del manuscrito en su edicin (pos
terior) de Comedias escogidas de Lope, pp. 587-588. Los textos manuscritos parecen superio
res, pues una de las dcimas se atribuye correctamente a don Alonso de Pusmarn y no,
como en Alfay, a un inexistente Alonso Prez Marino. Pusmarn haba compuesto un so
neto a la muerte de don Rodrigo Caldern (Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito
1818, fol. 106). Yhay otra importante diferencia: la dcima que Alfay atribuye a fray Ga
briel Tllez (o sea Tirso de Molina) se atribuye en el manuscrito a un Luis Tllez, del cual,
por cierto, no he podido averiguar nada.
63 Es lo que hace Ruth Lee Kennedy (vase supra, p. 168, nota 30).
TRIUNFOS Y DESASTRES 185

Ms feroz que todas las dcimas juntas es una annima letrilla que
comienza Quin es poetajuanetes...?, hecha en forma de preguntas
cuya respuesta es siempre Corcovilla. Evidentemente se compuso en
el mismo malhadado ao de 1623 y se puede dar por seguro que se debe
a la pluma de Quevedo.64Slo l y Gngora eran capaces de escribir s
tiras tan venenosas, tan atinadas en su ritmo, sus rimas y sus imgenes.
El poeta satirizado es un licenciado orejoncito que nunca estudi de
recho, una mueca de andrajos, una cosita que si dos dedos creciera /
pudiera llegar a rana (tambin Lope lo compara con una rana), ms
ruidoso que los cohetes, un mono pelado, una cabeza de ajos, una ardi
lla bulliciosa (imagen que haba usado Surez de Figueroa), mosca y
zalamero, y otra vez, como en el Comento annimo, samblea de
burujones.
Los retratos psicolgicos de Alarcn dibujados por estudiosos mo
dernos se basan primordialmente en esa letrilla: aqu tenemos al Alar
cn ruidoso, untuoso, zalamero, hablador y entrometido. Pero no hay
que olvidar que el satrico hace una caricatura, no un retrato realista y
muy distinto del idealizado autorretrato que es el Don Juan de Las pa
redes oyen, feo pero con dignidad, aunque en la caricatura pueda reco
nocerse, un poco, la conducta desplegada por Alarcn, aos antes, en
las justas de San Juan de Alfarache. En todo caso, la letrilla confirma
que las comedias de Alarcn se anunciaban en todo Madrid (Quin
tiene toda almagrada / como ovejita la villa?), y esto era insoportable,
pues ensuciaba las calles con su persona y con los rtulos que anuncia
ban la representacin de sus comedias.
Tras la espantosa andanada que le llovi en 1623, parecera que Alar
cn se apart de los crculos poticos y academias literarias, quiz por
que, habiendo penetrado en la esfera de la corte, el tiempo era propicio
para volver a presentar su solicitud de un nombramiento oficial, y quiz
tambin porque el ataque general y concertado de tantos escritores no
Surez de Figueroa o Lope de Vega solos, sino todo un pelotnlo con
venci de que era vana cualquier esperanza de encontrar comprensin
y camaradera entre ellos. En 1625, cuando Pantalen de Ribera escri
ba sus vejmenes para la academia de Francisco de Mendoza, Alarcn
ya no parece haber sido miembro de ella. Pero s continu escribiendo
comedias; tres de las mejores, Las paredes oyen, Los pechos privilegiados y
El examen de mandos, no tardaron en representarse en Palacio (Los pechos
y Las paredes en 1625, El examen y otra vez Los pechos en 1627).65Es po-
64 El texto completo se hallar infra, Apndice D, pp. 250-254; est tambin en la
edicin de Alarcn por Hartzenbusch, pp. xxxi-xxxii, y en Quevedo, Obras, Verso, ed. As-
trana Marn, pp. 153-154.
65 Shergold y Varey, Some Palace Performances, pp. 225-226, 232 y 233. En los
documentos de Palacio no aparece el ttulo Los pechos privilegiados, pero s el ttulo Nunca
mucho cuestapoco. Ahora bien, hay dos comedias muy distintas que se titulan Nunca mucho
186 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

sible que Alarcn haya tomado muy en cuenta la crtica de los excesos
gongorinos del Elogio descriptivo, pues en sus ltimas comedias, como El
examen de maridos, hay muchsimos menos pasajes de lucimiento al estilo
de Gngora que en comedias anteriores a 1623, como El Anticristo.
En Los pechos privilegiados pone Alarcn en boca del gracioso, que es
cobarde, una tirada contra los hipcritas, en la cual inserta retratos de
sus dos peores enemigos, Lope y Quevedo (sin nombrarlos, naturalmente,
pero las alusiones son inequvocas). Lope, que se haba ordenado de sa
cerdote en 1614, es aqu un viejo avellanado, / tan verde, que al mis
mo tiempo / que est aforrado de martas, / anda haciendo madalenos,
o sea un lujurioso tras una mscara de arrepentido (todo el mundo saba
que el sacerdote Lope de Vega era, desde 1616, amante de una hermosa
casada, Marta de Nevares Santoyo); y Quevedo tiene que ser ese otro
que, de su alma / olvidando los defetos, / graceja con apodar / los que
otro tiene en el cuerpo. Despus de or el discurso del gracioso, su amo
se admira de que hombre tan ingenioso sea un cobarde, a lo que el gra
cioso replica que la divina providencia sabe repartir muy bien sus do
nes; por ejemplo y aqu mete Alarcn una concisa autodefensa, al
que le plugo de dar / mal cuerpo, dio sufrimiento / para llevar cuerda
mente / los apodos de los necios, como corcovilla, ranilla y los
dems.66
De esa manera tranquila se qued Alarcn con la ltima palabra.
Varios aos despus volvi al ataque, de manera ms minuciosa y sobre
todo ms explcita, en la letrilla intitulada Stira contra don Francisco
de Quevedo (escrita ca. 1630-1632) que comienza: Oh Musa! Dime,
quin es / la infamia de cuanto vive? / Quin contra todos escribe, /
escribiendo con los pies?..., y sigue, y sigue: quin es ese traidor de

costpoco: una es justamente Los pechos privilegiados (muchas comedias se conocan con dos
y hasta tres ttulos) y la otra, en un todo distinta, suele atribuirse a Lope de Vega. No
se sabe, pues, cul fue la que se represent, pero yo estoy convencida de que fue la de Alar
cn: el empresario que puso en escena las tres comedias fue Andrs de la Vega; ste le
haba comprado a Alarcn El examen de maridos y Las paredes oyen, y haba tenido ganancias
con ellas; es evidente que hacia el mismo tiempo le compr tambin Lospechosprivilegiados,
que siempre fue ms popular que la comedia atribuida a Lope, como lo demuestra el hecho
de que existan de ella por lo menos dos ediciones sueltas (intituladas ambas Nunca mucho
costpocoy Los pechos privilegiados). Vase Walter Poesse, Ensayo de una bibliografa deJuan
Ruiz de Alarcn y Mendoza, Castalia, Valencia, 1964, p. 27, y la noticia de Millares Cario
en OC, t. 2, p. 659.
(,() OC, t. 2, pp. 722-724 (acto III, escena 3); y vase la nota de la p. 1129. Dentro
de este mismo pasaje puede haber, como indica Millares Cario, una alusin a Surez de
Figueroa en los versos envidioso universal / de los aplausos ajenos, y una segunda alu
sin a Quevedo en los versos Culpa a un bravo bigotudo..., etc. Yo me inclino a pensar
que este pasaje, y aun quiz toda la comedia, se escribi en 1623 o 1624, despus de la
andanada de dcimas y despus del Corcovilla, y que, como los insultos ms hirientes
le haban venido de Lope y Quevedo, el envidioso universal no es aqu Surez de Fi
gueroa, sino Lope de Vega. La caracterizacin le viene como anillo al dedo.
TRIUNFOS Y DESASTRES 187
sus amigos, ese tacao, ese borracho, ese cobarde, esejudo, ese buja
rrn (sodomita), etc.; y a cada pregunta contesta el estribillo: Pata
Coja. Esta letrilla, expresamente enderezada contra Quevedo, imita
punto por punto la estructura de aquella annima cuyo estribillo es Cor-
covilla (vase supra, p. 185), lo cual viene a confirmar que el feroz ata
que contra Alarcn fue obra de Quevedo y, al mismo tiempo, induce
a dar por seguro que el contraataque Pata-Cojano puede deber
se sino a Alarcn. De hecho, se le atribuye explcitamente en un manus
crito del cual se hablar en el Apndice D. sta resulta ser la nica rpli
ca que hizo Alarcn a sus detractores, fuera de las que meti en sus
comedias. Qu sucesos de 1630-1632 lo movieron a un acto tan poco
caracterstico de l?67La explicacin debe estar en la especial intensidad
de los pleitos literarios durante esos aos.
Entre 1630 y 1635 comenz Quevedo a padecer los resultados de sus
desaforados ataques contra enemigos y (ex)amigos. En 1630, Luis Pa
checo de Narvez denunci ante la Inquisicin la Poltica de Dios, el Bus
cn y otros escritos suyos, afirmando que contenan herejas. Pacheco,
eminente maestro de armas y profesor de esgrima y de matemticas de
Felipe IV, haba sido ferozmente satirizado por Quevedo en el Buscn,
los Sueos y otros escritos por sus teoras matemticas acerca de la tcni
ca de la esgrima, y no buscaba sino.la venganza. Alarcn, vctima como
l, parece haber sido amigo suyo: en 1630 escribi dos dcimas en elogio
de una novela de Pacheco, Historia ejemplar de las dos constantes mujeres espa
olas, que no se imprimi hasta 1635 (vase infra, p. 213).
En 1632 escribi Quevedo la Perinola, brillante censura del Para to
dos, libro de Juan Prez de Montalbn, que era amigo suyo.68No se co
noce el motivo de este ataque, pero la facundia, el ingenio y la mortal
puntera de la crtica que hace pensar en el Comento de 1623 al
Elogio descriptivo de Alarcncolocaron definitivamente a Montalbn en
el campo de los enemigos de Quevedo, junto conJuregui, Pellicer, fray
Diego Niseno y Toms Tamayo de Vargas, a quienes se prodigan palos
en la Perinola (no impresa hasta 1788, pero divulgada en copias manus
critas). Los enemigos, capitaneados, como es razonable suponer, por Pa
checo de Narvez, Prez de Montalbn y fray Diego Niseno, atizaron
67 Vase infra el Apndice D, dedicado a las dos letrillas. El nico que ha publicado
en su integridad la de Alarcn es Luis Astrana Marn en su edicin de Quevedo, Obras
completas, Verso, pp. 1045-1046. Dice Astrana (ibid., p. 792, nota) que, aunque conocida
de eruditos como Menndez Pelayo y Fernndez-Guerra, nunca se haba publicado entera
esta stira por lo que pudiera ofender a don Francisco. En todo caso, es un hecho que
nadie, despus de Astrana, ha vuelto a editarla (Millares Cario, OC, t. 3, p. 421, no repro
duce sino la primera copla). Alatorre, Para la historia, p. 185, nota 73, deca a propsi
to de ella: publicada por m en la Nueva Revista deFilologa Hispnica, XVII (1963), pero
esa publicacin nunca tuvo lugar.
68 La primera edicin del Para todos parece haberse impreso en 1632, aunque la ms
antigua que hoy se conoce es la de 1633.
188 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
la hoguera polmica en 1635 con una diatriba impresa en Valencia bajo
el seudnimo de el Licenciado Arnaldo Franco-Furt e intitulada Tri
bunal de lajusta venganza erigido contra los escritos de don Francisco de Quevedo,
maestro de errores, doctor en desvergenzas, licenciado en bufoneras, bachiller en
suciedades, catedrtico de vicios y protodiablo entre los hombres,69
Por su extensin misma, y por la seriedad medio beaturrona de su
tono, el Tribunal de lajusta venganza es mucho menos persuasivo y eficaz
que la breve y punzante letrilla de Alarcn, pero varias de las acusacio
nes de sta reaparecen en el Tribunal: Quevedo traicion al Duque de
Osuna, Quevedo es mezquino y tacao, borracho y licencioso; y la tara
fsica de Quevedo le ha ganado los motes de Diablo cojuelo y Pata
coja.
En suma, el ataque concertado que en estos aos lanzaron contra
Quevedo tantas vctimas suyas debe haber movido a Alarcn, tan mode
rado de ordinario, a decir tambin lo suyo. (Amigo de Pacheco de Nar-
vez, quiz lo era tambin por entonces de Montalbn. El padre de ste,
Alonso Prez, librero, parece haber pagado los costos de la Parteprimera
de las comedias de Alarcn, en cuya portada consta que se imprimi a
costa de Alonso Prez.) Quien tanto sufri por los insultos de Quevedo
corcovado, rana, samblea de burujonesse daba por fin el gusto
de decirle al mundo que Quevedo sufra no slo de una deformidad fsi
ca, sino tambin de corrupcin del alma. La letrilla de Alarcn es de
las que calan hondo. La de Quevedo, en resumidas cuentas, apenas pasa
de ser una ristra algo machacona de insultos cuya gracia consiste por
lo general en el hallazgo de ms y ms metforas de cosas encorvadas
o protuberantes para ridiculizar la conformacin fsica de Alarcn. La
rplica de ste, en cambio, aunque imita el ritmo de Quien es poeta
juanetes...?, concentra su atencin en episodios de la vida de Queve
do, desde sus das de estudiante hasta 1630, que, al menos en opinin
de sus enemigos, lo mostraban como un embustero, un desfalcador, un
cobarde, un tramposo y un traidor de sus amigos. No hay acusacin de
hereja, pero s de graves faltas de carcter y de conducta.
Desde 1622, fecha de la licencia y de la breve aprobacin de los cen
sores (Vicente Espinel y Mira de Amescua), tena Alarcn listo para la
imprenta un volumen que incluye ocho de sus comedias, y que no se
imprimi hasta 1628, probablemente por falta de dinero. Estas come
dias fueron retocadas con mucho cuidado, como se ve en el texto de Mu
darsepor mejorarse, que presenta cambios muy abundantes y que invaria
blemente mejoran el texto primitivo;70Alarcn parece haber sido muy

69 Esta diatriba puede verse en Quevedo, Obras, Verso, ed. Astrana Marn, pp. 1091-
1159.
70 Vanse en OC, t. 1, pp. 964-977, las variantes que aparecen en una edicin de
fines del siglo XVII, y los sensatos argumentos de Millares Cario, que demuestran que es-
l a s c o me d ia s ma d r il e a s 189

consciente de que, al dar su libro al pblico lector, estaba poniendo a


prueba su fama duradera. Es verdad que en un breve mensaje al pblico
(en el prlogo del volumen) lo llama vulgo y bestia fiera, y le dice
que si las comedias le parecen midas, l se holgar de saber que son
buenas; pero, tras arrojar el guante de manera tan altiva, por lo menos
en dos comedias del volumen le hace un guio al discreto lector.71Nin
gn otro dramaturgo espaol del siglo xvn se tom tanto trabajo en co
rregir y pulir el texto impreso de sus obras. stas son prcticamente lo
nico que nos dej de s mismo, y l saba, en el fondo, que su fama
futura dependa del juicio de generaciones de discretos lectores cuya
visin no estuviera distorsionada por cosas como la joroba y el origen
criollo.

C. Las comedias madrileas


No es de sorprender que Madrid sea el escenario de ms comedias alar-
conianas que ninguna otra ciudad. Losfavores del mundo, Las paredes oyen,
Mudarse por mejorarse, Todo es ventura, Los empeos de un engao, La verdad
sospechosa, La prueba de las promesas y La culpa busca lapena (sta, de atribu
cin no segura) se desarrollan total o parcialmente en la villa y corte.
En la lista estn una de sus primeras comedias (Los favores del mundo)
y tambin una de las ltimas (El examen de maridos), lo mismo que casi
todas las mejores y ms conocidas. Salvo Losfavores del mundo y La prueba
de las promesas, todas son comedias de costumbres contemporneas (y aun
esas dos, que se presentan como dramas histricos, pintan de hecho la
sociedad del siglo xvn). La mayor parte de las escenas tiene lugar en
iglesias, conventos, calles yjardines expresamente mencionados, y en el
dilogo entran comentarios sobre la mana de los coches, la inmundicia
de las calles y las ltimas modas de vestimenta.72
Pero ms acabado y ms interesante que eso es el retrato psicolgico
y social de Madrid, ciudad tan distinta de Salamanca, reino de la alegra
estudiantil, y de Sevilla, reino del trfico, el comercio y la ambicin de
dinero, dotadas las dos de esplndidos edificios e impregnadas de recuer
dos del pasado. Estos encantos estticos palidecen en comparacin de
Madrid; no ser Madrid una ciudad muy hermosa, no habr sido muy
favorecida por la naturaleza, pero es el centro del poder imperial y, por
lo tanto, la cabeza y el corazn de Espaa, como dice Garci-Ruiz de Alar-
tas variantes corresponden a una redaccin manuscrita, anterior a la impresin de la Parte
primera.
71 La industria y la suerte, v. 1687; El semejante a s mismo, v. 524.
72 Vase Alva V. Ebersole, Jr., El ambiente espaol vistoporJuan Ruiz deAlarcn, Cas
talia, Madrid, 1959, cap. 2, donde se recogen todos los pasajes que se refieren expresa
mente a Madrid.
190 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

cn en la escena inicial de Losfavores del mundo: de todos los lugares de


Espaa, Madrid es el mejor; / todos, con l, son aldeas / ... / Es cortr
del rey de Espaa, / que es decillo de una vez.
Como la miel a las moscas, as la esperanza de medrar a los rayos
de ese sol glorioso que era el Rey atraa a nobles, eclesisticos, poetas,
pretendientes, caballeros que soportaban las pruebas de admisin en una
orden militar, y muchos otros que se apiaban en Madrid movindose
a empujones y codazos, presumiendo, pavonendose, y a menudo min
tiendo sobre su pasado, su linaje y sus hazaas. Antonio Lin y Verdu
go (seudnimo del mercedario fray Alonso Remn, natural de La Man
cha como la parentela paterna de Alarcn) describi el panorama moral
con estas palabras, muy citadas:
En esta Babilonia de la confusin de la vida de la corte, de cuatro cosas qm
se ven no se han de creer las dos. Qu de galas sin poder traerse! Que
de gastos sin poder sustentarse! Qu de ostentaciones de casa y criados,
sin que se sepa dnde se cra ni a qu rbol se desfruta aquello que all se
consume! Qu de opinin de hombres ricos, ms por opinin que por ren
ta! Qu de rentas sin opinin y qu de opiniones sin probabilidad! Todas
son apariencias fabulosas, maravillas soadas, tesoros de duendes, figuras
de representantes en comedia, y otros eptetos y ttulos pudiera darles ms
lastimosos y ridculos.7
Dos comedias de Alarcn, una de las primeras que compuso y otra
de las ltimas, ilustrarn el mtodo que sigui para retratar a esta Babi
lonia.
1. La verdad sospechosa (1619-1620)7i
Es evidente que lo que ms impresion y ms punzantemente lasti
m a Alarcn fue la propensin a mentir en cuanto a los mritos propios
y ajenos, y que fue esto lo que lo movi, ya en 1619, a crear en La verdad
sospechosa su inolvidable retrato del mentiroso compulsivo. Es posible,
como ya he observado (supra, p. 169), que las lneas que Surez de Fi
gueroa dedica a los mentirosos hayan estimulado a Alarcn a mostrar
en forma dramtica los desastrosos efectos sociales y personales de la con
ducta del mentiroso. Al hacerlo as, la comedia de enredo gana en hon
dura y se convierte en una comedia irnica sobre la moral y las costum
bres, cuya estructura se acerca mucho a la de las comedias maduras de
Moliere, en las cuales el inters tico se centra en un solo personaje
que estorba a los dems: un padre pesado, un avaro, un misntropo,
7i Antonio Lin y Verdugo, Guay avisos deforasteros en la Corte, Real Academia Es
paola, Madrid, 1923, p. 78.
74 El texto est en OC, t. 2, pp. 380-470.
LAS COMEDIAS MADRILEAS 191
un hipcrita o un hipocondraco.75A semejanza del manaco Donjun
de Castro de El semejante a s mismo, el protagonista Don Garca no Don
Beltrn, su padre, ni Don Juan de Sosa, su rival en amoreses, con
su obsesiva conducta, el estorbo de s mismo, que impide el cumplimiento
de su ms profundo anhelo, que es obtener la mano de Jacinta.75blsTene
mos todo derecho a considerar estas dos piezas como comedias de carc
ter, puesto que es el carcter de los respectivos protagonistas, y no slo
los sucesos fortuitos, como en La industria y la suerte, lo que conforma la
trama.
Muchos detalles de La verdad sospechosa parecen brotados directa y
muy inmediatamente de la experiencia del autor. El joven Don Garca
acaba de llegar a Madrid desde Salamanca, donde ha estado estudian
do, para ocupar el lugar de su difunto hermano mayor en la vida de la
corte,
como es cosa acostumbrada
entre ilustres caballeros
en Espaa; porque es bien
que las nobles casas den
a su rey sus herederos (vs. 84-88).
El viejo Letrado que en Salamanca ha sido tutor y consejero de Don
Garca le confiesa al padre de ste, Don Beltrn, que el encantador mu
chacho tiene una falta no ms, que es no decir siempre verdad,
pero piensa que es un vicio juvenil, fomentado por la sociedad libre e
indisciplinada de Salamanca. Seguramente lo curarn la gravedad y el
superior nivel moral de Madrid. No, todo lo contrario, replica (vs. 181-
188) el horrorizado Don Beltrn:
Casi me mueve a rer
ver cun ignorante est
de la corte. Luego ac
no hay quien le ensee a mentir?
En la corte, aunque haya sido
un extremo Don Garca,
hay quien le d cada da
mil mentiras de partido.76
75 Frye, Anatomy of Criticism, p. 167.
75bls Charles E. Perry, Comedy and Common Sense in Alarcns El semejante as
mismo", Romance Notes, 16 (1975), 734-741, a propsito del carcter irracional e ilgico de
Don Juan en El semejante a s mismo, llama ms de una vez la atencin (particularmente
en las pp. 740-741) sobre la semejanza de tono y de estructura entre las comedias de Alar
cn y las de Moliere.
76 A continuacin de estos versos hay un pasaje que puede interpretarse como cen
sura de Rodrigo Caldern: deplora Don Beltrn las mentiras de alguien que est en un
puesto levantado y debiera ser espejo de la sociedad. Como el privado no cay del poder
hasta 1619, los crticos suelen fechar La verdad sospechosa en este ao.
192 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

Puestos sobre aviso en cuanto al carcter de Don Garca, los espec


tadores vern en seguida cmo, a lo largo de tres actos, urde las ms
estupendas mentiras: dice que es un indiano rico; que ha festejado con
una maravillosa merienda a unas damas amigas; que ha dado muerte
en un duelo a Donjun de Sosa; que ha contrado matrimonio secreto
en Salamanca y est a punto de ser padre; que habla diez lenguas y do
mina las artes mgicas, etc., etc. Al final, Don Garca se disculpar di
ciendo que si ha mentido es slo por no casarse sino con la mujer que
es el alma de su vida, o sea con Jacinta (de quien l, por desgracia, cree
que se llama Lucrecia), y que yerros causados de amor, / quien es cuerdo
los perdona (vs. 3061-3062). En cualquier comedia de Lope una dis
culpa como sta le basta a quien la da para obtener el perdn y la mano
de su amada, y as sucede tambin en comedias de Alarcn como El se
mejante a s mismo. Pero aqu la doctrina jesutica de que el fin justifica
los medios (aducida por Don Garca en los vs. 814 ss.) queda implcita
mente rechazada, quiz porque este mentiroso se ha hallado una y otra
vez al borde del desastre, una y otra vez le han advertido su padre, su
criado yJacinta que la verdad misma resulta sospechosa en boca del men
tiroso, y l jams ha hecho caso de las advertencias ni logrado conocerse
a s mismo. Los personajes alarconianos, y en particular los femeninos,
generalmente acaban por conseguir la felicidad despus de ver, gracias
a una sucesin de pruebas, que estaban equivocados en su interpreta
cin de la realidad: as Ana en Las paredes oyen, as Blanca en La prueba
de las promesas. Don Garca es condenado por no haber seguido esta tra
^ectoria, por no haber aceptado una serie de pruebas que saltaban a ln
vista y al odo, por no haber atendido al llamado de la gracia, por haber
se empedernido en el vicio. Al final pierde aJacinta, y lo casan con Lu
crecia.
Don Garca, por lo visto, tiene una inclinacin irresistible a men
tir; pero hay esperanzas de que los buenos ejemplos, un cambio de vidli
o la fuerza apaciguadora del matrimonio lo salven de esa inclinacin (vs
1285-1292, 2200-2203). La condicin o inclinacin natural de un honi
bre, como escribi Henrico Martnez, amigo de Alarcn, suele... mu
darse en algo, segn la gente con quien se cra..., porque si el que poi
naturaleza es perezoso se cra y conversa con personas diligentes, vien<
a ser diligente, aunque con dificultad, porque fuerza a su natural indi
nacin; ms si ste se junta con otros perezosos, lo ser mucho y con
mucha facilidad, por conformar entonces la costumbre con su natuml
apetito.77Dada la importancia que el ambiente y el comercio hunui

'7 Martnez, Reportorio, p. 19. Vase E. C. Riley, Alarcns mentiroso in the Lighl
of the Contemporary Theory of Character, Hispanic Studies in Honour of 1. Gonzlez Lluln
ra, ed. Frank Pierce, Oxford, 1959, pp. 287-297, que ofrece un valioso marco de referen
cias para entender el concepto del carcter humano que hay en esta y otras comedias I
I-AS COMEDIAS MADRILEAS 193
no tienen en la formacin del carcter, es claro que Madrid resulta la
peor atmsfera posible para Don Garca. Su primer contacto con la ciu
dad lo tiene en las deslumbrantes tiendas de las Plateras, donde su cria
do Tristn le explica cmo los cortesanos encubren y enmiendan sus de
fectos fsicos usando pomposos cuellos acanalados, y cmo las lindas
damas de la corte no se dejan ganar sino con regalos y con dinero. Es
fatal, por decirlo as, que Don Garca suelte su primera mentira casi in
mediatamente despus de esa charla con Tristn: se presenta como un
indiano riqusimo para impresionar a Jacinta, y unos minutos despus
inventa la esplndida merienda a orillas del Manzanares para impresio
nar a Donjun de Sosa. Cuando Tristn le pregunta qu fin lleva con
semejante sarta de mentiras, su respuesta (vs. 838-868) expresa el enga
oso y arriesgado credo de ostentacin y de pretensin implcitamente
aceptado por tantos cortesanos que se apiaban en el Madrid de Felipe III:
Finglo, porque me pesa
que piense nadie que hay cosa
que mover mi pecho pueda
a invidia o admiracin,
pasiones que a! hombre afrentan;
que admirarse es ignorancia,
como invidiar es bajeza [...].
Quien vive sin ser sentido,
quien slo el nmero aumenta
y hace lo que todos hacen,
en qu difiere de bestia?
Ser famosos es gran cosa,
el medio cual fuere sea [...],
y, al fin, es ste mi gusto,
que es la razn de ms fuerza.
Nunca cre Alarcn un personaje ms memorable que Don Garca
ni una comedia ms punzante que La verdad sospechosa, alimentada sin
duda por su propia experiencia de los engaos de la corte y por su con
viccin de que el credo de Don Garca, por seductor que sea el galn,
era anuncio de perdicin para la sociedad que lo rodeaba. Susan Staves
ha observado lcidamente que, para Alarcn, el nico medio de reme
diar la decadencia de la vida en el reinado de Felipe III es aceptar la
realidad en toda su dureza, y que vivir en la ilusin es negar la reali
dad, o sea el fundamento mismo de la existencia.78
Alarcn. Se comprende que Riley no cite a ese propsito el Reportario de Henrico Mart
nez, pero, en verdad, el sexto captulo de esta obra nos da la gua ms clara posible en
t uanto a la teora alarconiana del carcter.
78 Susan Staves, Liars and Lying in Alarcn, Corneille, and Steele, Revue de Lit-
Ifralure Compare, 46 (1972), 514-527; las frases que cito estn en las pp. 526 y 527.
194 MADRID; ALARCN, DRAMATURGO

2. El examen de maridos (1623-1625)79


En su ltima comedia situada en Madrid, El examen de maridos, no hi\
referencias precisas a edificios, iglesias ni calles, pero s una visin atn
plia de la sociedad cortesana, observada con mayor tolerancia que an
tes. El argumento, que es sencillo y se desarrolla elegantemente, es otrn
vez fruto de la experiencia de la vida cortesana, ahora, en particular,
de las tribulaciones de los pretendientes a un puesto en la burocracia gu
bernamental y de lasjustas de ingenio en las academias literarias de Mu
drid. Siguen presentes los grandes temas alarconianos: los peligros del
engao, la necesidad de prudencia, secreto y cautela, la contienda entri
armas y letras y el valor de la amistad, nico terreno slido que hay bajo
las movedizas rivalidades de la sociedad cortesana.
Como en otras comedias de Alarcn (El semejante a s mismo, La ver
dad sospechosa), la circunstancia que pone en marcha la intriga es fruto
de unas disposiciones testamentarias. El padre de Doa Ins, en su tes
tamento, la ha exhortado a examinar con todo cuidado a sus pretendien
tes antes de casarse; y, por otra parte, el Marqus Don Fadrique no puede
casarse con Doa Blanca, a quien corteja desde hace dos aos, porqm
uno de los requisitos impuestos a los titulares del mayorazgo de que l
goza es casarse con mujeres de su mismo linaje; Doa Blanca no lo es,
pero Doa Ins s. Para cumplir con el deseo paterno, Doa Ins decid
escoger marido entre sus pretendientes despus de examinar sus mri
tos, que ellos debern presentarle en un memorial escrito (as Alarcn
y otros mil pretendientes presentaban los suyos ante la Corona corno
primer paso en el camino a un posible cargo). Ni las ms apasionadas
declaraciones de amor la doblegarn si no van acompaadas de reali/.;i
ciones y garantas slidas.0Vemos a varios atildados pretendientes en
el momento de entregar sus memoriales, y luego vemos cmo Doa Ins,
frente a la mesa en que se amontonan los memoriales, escucha al viejo
Beltrn, su secretario y consejero, que le lee la consulta o juicio su
mario que ha extrado de cada documento, junto con algunos otros da
tos que ha averiguado, tras lo cual ella emite su veredicto sobre cada uno
de los casos. Doa Ins est haciendo aqu, por supuesto, el papel d(
Felipe IV, y Beltrn el del Conde-Duque de Olivar-'s o el de algn otro
alto ministro, y la escena toda es una amena yjuguetona parodia de cmo
llega el gobierno a sus decisiones en tales casos. Podemos sospechar qm
se escribi despus del Io de julio de 1625, fecha en que el Rey dio su
veredicto favorable al nombramiento de Alarcn para un puesto guber
namental, atendiendo a la recomendacin del Consejo de Indias.
El texto est en OC. t. 2, pp. 920-1004.
Corta hazaa es por amor / conquistar una mujer; / ilustre victoria es ser / pin
mritos vencedor, le dice Doa Ins (vs. 849-852) a Don Carlos, pretendiente muy n
suelto, que la ha amado en secreto durante aos.
LAS COMEDIAS MADRILEAS 195

Siete de los candidatos cubren una amplia gama de tipos cortesa


nos: Donjun de Vivero, joven gallego, noble y rico, rechazado por ju
gador; Don Juan de Guzmn, rechazado a causa de su hinchada prosa
gongorina; Don Gmez de Toledo, caballero de Calatrava, grave perso
naje ministerial, rechazado por su demasiada edad; un seor apellidado
Hurtado de Mendoza, pobre, con esperanzas de heredar una gran for
tuna y pretendiente a un virreinato, rechazado a causa de su tempera
mento colrico;1Don Alonso [Pacheco], rechazado porque, si bien ya
le han hecho merced de un hbito, la prueba de limpieza de sangre no
lo ha favorecido, y el hbito no ha salido an;82 Don Guilln de Ara
gn, aficionado al canto y a la poesa, cuyo caso queda pendiente por
que el pobrecillo trae pleito sobre la sucesin a un condado; Don Marcos
de Herrera, rechazado al parecer porque Don Marcos y Don Pablo, /
Don Pascual y Don Tadeo, / Don Simn, Don Gil, Don Lucas, sue
nan a nombres judos; el Conde Don Juan, rico andaluz que, como el
Arnesto de La industriay la suerte, se ocupa en negocios mercantiles, re
chazado por ser viudo, y no por ser impuntual y mal pagador (todos los
grandes seores son impuntuales, todos los caballeros son malos paga
dores, contesta Doa Ins, con leve pero evidente sarcasmo).
Los dos candidatos que quedan son el Conde Carlos, que tiene el
inconveniente de no ser amado por Doa Ins, y el Marqus Don Fadri
que, a quien ella ama pero que tiene en su contra los rumores que sobre
l se cuentan: se dice que tiene espantosos defectos secretos, el peor de
los cuales, para Doa Ins, es la propensin a mentir. Por fortuna el Con
de, al fingirse enamorado de Doa Blanca para vengarse de Doa Ins,
ha encontrado que su ficcin se le converta en verdad, de manera que
81 Con respecto a los deseos de este seor de desempear un alto cargo de gobierno,
observa Beltrn que tiene, para merecello, / innumerables servicios, a lo cual replica
Doa Ins que ella trocara todo eso por maraveds contantes y sonantes, pues mritos
no premiados / son litigiosos derechos (vs. 1852-1856). Es de dudar que Alarcn se haya
referido a cortesanos de carne y hueso en esta desfavorable serie de vietas. Pero a qu
dar a sus personajes nombres tan precisos? Los Hurtado de Mendoza eran una de las pri-
mersimas familias nobles de Espaa. Las Hazaas del Marqus de Caetese haban dedicado
en 1622 aJuan Andrs Hurtado de Mendoza, marqus de Caete; y en esos aos Antonio
Hurtado de Mendoza, secretario del Rey, era una figura prominente en todos los festejos
reales. Qu ventajas poda reportarle a Alarcn el arriesgado empleo de tan ilustre apelli
do?
El apellido Pacheco, que figuraba en la primera edicin de El examen de maridos (pu
blicada en la Parte XXIV de las comedias de Lope de Vega), se elimin en la segunda
edicin, o sea la Parte segunda de las comedias de Alarcn. Es razonable suponer que con
eso lo mismo que con la Figura de Donjun de Sosa en La verdadsospechosa, que sufre
igualmente de esa retencin de un hbito ya concedidoalude Alarcn al famoso caso
de su primo lejanoJuan Ruiz de Alarcn y Andrada (en cuya familia haba habido alianza
matrimonial con los Pacheco); el hbito de este primo, concedido originalmente en 1609,
no le fue conferido sino en 1626 (vase King, La ascendencia paterna , p. 60). En la
comedia. Doa Ins observa compasivamente que quien aspira a un hbito pretende ms
dar muestra de que es bienquisto, / que no de que es caballero" (vs. 1880-1884).
196 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO

puede ayudarle a su gran amigo Don Fadrique a ganar la mano de Doa


Ins. Carlos desafa a todos los pretendientes a probar sus mritos en
dos justas, una de armas (un juego de caas y un juego de sortijas) y
otra de letras. El Conde y el Marqus han quedado parejos en la justa
de armas, y la prueba final y decisiva va a ser la justa de ingenios, que
resulta ser versin de unos de aquellos debates en torno a problemas de
psicologa amorosa que fueron ejercicios intelectuales predilectos del Re
nacimiento (la Egloga I de Garcilaso nos da un buen ejemplo) y que en
los primeros decenios del siglo xvn se cultivaron a menudo en las ac
demias literarias.33 Por cierto que la prueba intelectual es ms impor
tante para Doa Ins que la otra; para juzgar el alma de un hombre,
cuenta muchsimo ms el ingenio que las proezas de armas (vs. 211!1
2124).
El tema que Doa Ins pone a debate es a cul de los dos debe ele
gir: aquel a quien ama, pero de quien sabe que tiene graves defectos,
o aquel que no tiene defecto alguno, pero a quien ella no ama. As como
la flor y nata de la sociedad cortesana asista a las sesiones de la acade
mia de Medrano, a la que Alarcn perteneca,84as en la comedia mu
chos cortesanos, entre ellos los pretendientes rechazados, acuden a lajusu
de ingenios del Marqus y del Conde, esos generosos caballeros / en
cuyas nobles personas / piden iguales coronas / las letras y los aceros
como dice Doa Ins (vs. 2626-2631). Ingeniosamente, los rivales dc<i
den defender cada uno la causa del otro, y as el Marqus sostiene qur
el pretendiente perfecto pero no amado har un marido mejor, mienti.i
que el Conde, con citas de autores y ejemplos clsicos, sostiene que el
amor est por encima de los argumentos racionales (su locura es su n
zn, v. 2792), y que el peor defecto en un pretendiente es no habel
sabido encender el amor en el pecho de su amada.
Hay que observar, ante todo, que los prolijos argumentos expuesto,
aqu en modo silogstico, con un lenguaje legalista que habla de causa'
efectos y pruebas, a nada se parecen tanto como al debate universitario
sobre la magia que sirve de final a La cueva de Salamanca, comedia prime
riza. La cultura jurdica de Alarcn brilla a travs de su discurso con
la misma claridad al comienzo y al final de su carrera dramtica. Tain
bin hay que observar que si la tesis de Carlos o sea: es justo ced i
a la irracionalidad del amorno parece corresponder mucho a lo qut
Alarcn opinaba, es tambin la que se sostiene con mayor profusin di
razonamientos. En la justa de ingenios sale vencedor el Conde y n i
la pobre Doa Ins se siente obligada a elegirlo, pero l le recuerda qm
su argumentacin victoriosa ha sido en beneficio de su rival (cuyos ten i
81 Por ejemplo, el par de romances uno de Alarcn y otro de QuevedosiiIn
cul es el mejor amante (vase supra, p. 162).
84 King, Prosa novelstica, p. 54.
LAS COMEDIAS MADRILEAS 197

bles defectos, por lo dems, no son reales sino inventados).85El examen


termina felizmente: Doa Ins da su mano al hombre a quien ama, aun
que lo ha elegido con argumentos racionales. A este feliz desenlace se
ha llegado gracias a la generosa amistad que une al Marqus y al Con
de, hecho que se subraya una y otra vez a lo largo de la obra y que cobra
especial intensidad en la ltima escena. Por lealtad a su amigo, el Mar
qus no revela nunca que la fuente de los rumores injuriosos sobre sus
defectos es la vengativa Doa Blanca, amada del Conde; ste, por su
parte, pone en accin toda la fuerza de su ingenio para hacer que Doa
Ins prefiera a Don Fadrique, lo cual hace exclamar a ste: No hay
ms tesoro en el mundo / que un amigo verdadero (vs. 2964-2965).
Con El examen de maridos, comedia que el Conde de la Roca conside
raba con toda razn unajoya del teatro espaol (vase infra, p. 211), Alar
cn se despidi de la representacin dramtica de esa sociedad madrile
a en que estuvo inmerso. Por algo ser que esta comedia es la ltima
de las que Alarcn public en su Parte segunda. Aunque en ella sigue ha
biendo pasajes de afilada crtica, el efecto que produce es en general ri
sueo, en contraste con los tonos sombros de Losfavores del mundo, obra
situada asimismo en Madrid y que es la primera de las de la Parte prime
ra. El ingenio, la amistad y el amor triunfan en la sociedad ideal sobre
la malicia y la maledicencia; podemos suponer que as tambin Alarcn,
en la vida real, alcanz finalmente la estabilidad y el xito por la fuerza
de su ingenio y la ayuda de sus amigos.

8j En el Para todos de Prez de Montalbn (1632), Fnix, herona de la novela El


palacio encantado, hace que su eleccin de marido dependa del ingenio que sus preten
dientes desplieguen en la composicin de poesas y de un discurso acadmico. Ya en las
postrimeras del siglo, Joseph de la Vega incluy en sus Rumbos peligrosos (Amberes, 1683)
una novela intitulada precisamente Luchas del ingenio y desafos de amor, donde una
princesa, Aurora de Tracia, hace que sus cuatro pretendientes se sometan a tres justas de
ingenio, una de las cuales consiste en componer un discurso acadmico sobre el color ms
adecuado que un amante debe vestir para expresar la fineza de su amor. El pretendiente
victorioso se viste de blanco, como haba hecho el Conde Carlos en El examen de maridos,
para expresar su amor a Doa Blanca. Por esta y otras razones la novela en cuestin pare-
(r inspirarse muy directamente en la comedia de Alarcn, aunque es mucho menos anima
da y divertida. En todo caso, esos despliegues de ingenio, tan favorecidos en las acade
mias, vinieron poco a poco en el siglo XVII a ser un requisito prominente del cortesano
perfecto.
VII. MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO PBLICO

A. Nombramiento, obligaciones y gajes de Alarcn como relator


(1626-1639)
Tras los disgustos de 1623, Alarcn volvi a solicitar un puesto en algu
na de las reales audiencias de Indias. Lerma se haba portado especial
mente mal con el Consejo de Indias: aparte de meter en l a favoritos
suyos, sin que contaran para nada los mritos, haba dejado vacantes
varios puestos para embolsarse l los respectivos salarios;' pero ahora,
en 1623, nadie menos que don Gaspar de Guzmn, conde de Olivares,
haba sido nombrado Gran Canciller de las Indias, cargo que trans
mitira en 1627 a su yerno Ramiro Felipe de Guzmn, duque de Medi
na de las Torres, teniendo ste apenas catorce o quince aos.2
Por fin, el 19 dejunio de 1625, esa solicitud en que donjun peda
que Vuestra Majestad le haga merced segn sus servicios otorgndo
le algn puesto en las Indias, pues deseaba un empleo digno de sus estu
dios y de su profesin, fue transmitida por Su Majestad a los seores
del Consejo de Indias. El Consejo que desde 1624 tena en su seno
a Francisco Antonio de Alarcn, elogiador aos atrs, como donjun,
del Desengao defortuna de Marqus de Careaga, y ahora bajo las rdenes
de don Gaspar de Guzmnexamin el memorial de servicios de Alar
cn, modesto curriculum honoris en el que entraban sus estudios de dere
cho, el grado de licenciado, las oposiciones a ctedra mediante debates
sobre cuestiones legales, el nombramiento de asesor legal de corregidor
de Mxico, la licencia de litigar ante la Real Audiencia de Mxico y el
nombramiento que sta le haba dado para ciertas comisiones especia
les, y finalmente los mritos de los abuelos maternos, primeros poblado
res de Taxco. Unos das despus, el Io de julio, los seores del Consejo
1 Schafer, El Consejo Real, t. 1, pp. 188-191.
2 Schafer, ibid., p. 358, observa que no hay prueba documental de que Felipe IV
haya confirmado la recomendacin de Olivares en favor de su yerno, pero es un hecho
que todos los contemporneos daban a Ramiro el ttulo de Gran Canciller. Vase R. A.
Stradling, A Spanish Statesman of Appeasement: Medina de las Torres and Spanish Po-
licy, 1639-1670, The HistoricalJournal, 19 (1976), 1-31, estudio del papel que desempe
este inteligente y competente poltico durante algunos de los ms difciles aos del Imperio
espaol.
[199]
200 MADRID: ALARCN. FUNCIONARIO

enviaron su parecer al monarca, declarando que siempre les haba satis


fecho el saber del solicitante y siempre haban reconocido su talento; cier
tamente mereca un nombramiento en alguna de las audiencias menores
(como la de Guatemala o la de Santo Domingo), pero ellos no se anima
ban a hacer semejante recomendacin por el defecto corporal que tic
ne, el cual es grande para la autoridad que ha menester representar en
cosa semejante (que era lo que ya en 1617 haba advertido Surez de
Figueroa). Observaban, en cambio, que era apto para una prebenda ecle
sistica en las Indias (siendo soltero, poda ser ordenado y recibir, por
ejemplo, una canonja), en caso de que el solicitante estuviera de acuer
do, o bien poda confirsele el cargo de relator en alguno de los Reales
Consejos de la corte. Su capacidad y sus conocimientos eran garanta
de que sus servicios en uno de esos puestos seran satisfactorios. (Ningu
no de los posibles cargos requera, afortunadamente para Alarcn y des
afortunadamente para nosotros, una investigacin sobre linaje familiar
y sobre limpieza de sangre.) Guiado seguramente por Olivares, como
es lcito suponer, el Rey se dirigi al presidente del Consejo de Indias
diciendo que le diera a Alarcn un puesto de relator cuando hubiera va
cante.3
La frmula de cajn que se emplea en la solicitud que Vuestra
Majestad le haga merced segn sus servicios encierra una contradic
cin, pues la merced real, ese don gratuito y benvolo, se ve al mis
mo tiempo como recompensa de los servicios prestados a la Corona. En
un pasaje de La crueldad por el honor (vs. 2094-2099) Alarcn, por boca
del gracioso, llama la atencin sobre esa anomala: al rey reformista se
le recomienda, entre otras varias cosas,
...que a los que premias con oficios,
no aleguen el gozallos por servicios,
pues al pedirlos, por merced los piden,
y no te han de obligar, pues se los diste,
con la misma merced que les hiciste.
La primera de esas recomendaciones, ledas por el gracioso (vs. 2039-
2047), contiene una queja muy personal de Alarcn en cuanto a la pro
fesin de letrado:
Primeramente, porque son los pleitos
peste de la quietud y las haciendas,
pague todas las costas el letrado
del que fuere en el pleito condenado;
3 El informe del Consejo, que se conserva en el Archivo de Indias, fue publicado |xn
Fernndez-Guerra, Alarcn, pp. 522-523; no se ha encontrado el memorial de Alarcn, pao
su contenido se deduce claramente del resumen hecho por el Consejo.
OBLIGACIONES Y GAJES 201

pues, temiendo con esto el propio dao,


dar al principio el justo desengao;
y las partes, con esto, no teniendo
quien en causas injustas las defienda,
menos pleitos tendrn, y ms hacienda.
Alarcn tuvo que esperar casi exactamente un ao para que le llega
ra la merced. Esto ocurri el 17 de junio de 1626. El presidente del
Consejo era don Garca de Avellaneda y Haro (ex-estudiante de Sala
manca y hermano menor del Marqus de Carpi, cuado de Olivares),
y uno de los consejeros era Ramiro Felipe de Guzmn, yerno de Oliva
res. La ley ordenaba que los relatores del Consejo fueran tres, pero, por
una u otra razn, eran frecuentes los nombramientos de relatores interi
nos. Tal fue el que el Rey firm en 1626: se nombraba a Alarcn relator
supernumerario, con derecho a ocupar el primer puesto definitivo que
hubiera vacante. Mientras tanto, quedaba facultado para tomar asiento
en el banco de los relatores, para hacer relaciones cuando lo deseara y,
en caso de enfermedad o ausencia de uno de los relatores oficiales, para
sustituirlo en todas sus funciones. Finalmente, deba presentarse ante el
Consejo y declarar bajojuramento su voluntad de cumplir las funciones
de su oficio con todo rigor, cosa que hizo Alarcn el 19 de junio.4
Por lo general, el relator interino reciba el mismo sueldo que el re
lator titular, pero no las ayudas de costa, que eran notablemente altas.
Sin embargo, un documento de 7 de enero de 1633 nos revela que, aun
que todava no tena el puesto definitivo, Alarcn haba venido recibien
do tambin esos gajes desde 1628.5Y, finalmente, cuando Alarcn te
na 52 o 53 aos, el 13 de junio de 1633, orden el Rey que se le diera
el nombramiento de relator oficial y que ocupara el asiento del licencia
do Francisco de la Barreda, recin nombrado Fiscal de la Audiencia de
Mxico. La carta de nombramiento declara que Alarcn tendr un sala
rio de 120,000 maraveds (320 ducados), ms las consabidas ayudas de
costa, y recuerda expresamente la obligacin de la media anata, o sea
el medio ao de sueldo que todos los nuevos funcionarios deban entre
gar a la real hacienda durante su primer ao de funciones (ibid., pp. 524-
525).
Las ayudas de costa duplicaban prcticamente el salario bsico de
todos los funcionarios de los Reales Consejos. He aqu las ms impor
tantes: primero, dinero para pagar alojamiento (en 1613 los relatores re
ciban en este rengln 200 ducados anuales, o sean 75,000 maraveds);
segundo, las propinas que reciban en las fiestas de San Isidro, de San
Juan y de Santa Ana (1,000 reales cada vez, o sean 34,000 maraveds);
4 Documentos reproducidos por Fernndez-Guerra, pp. 523-524. El ritual y el jura
mento de los consejeros se describen en Fayard, Los miembros del Consejo, p. 98.
J Fernndez-Guerra, Alarcn, p. 525.
202 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

tercero, la propina especial de Navidad (550 reales, o sean 18,700 mara


veds); cuarto, dinero para comprar las luminarias de costosa cera ama
rilla en las tres fiestas mencionadas y tambin en la Candelaria (eran gran
des velones destinados a la iluminacin de las calles). Adems, en la corte
sola haber cada ao celebraciones especiales que requeran el otorga
miento de otras sumas.6As, pues, contando el dinero destinado a vi
vienda, pero no el destinado a las luminarias, el salario de Juan Ruiz
de Alarcn era de 247,700 maraveds (660 ducados) anuales.7Haba to
dava otros ingresos, pues el relator reciba una cuota fija por cada docu
mento que redactaba.8 Es imposible calcular cunto de estos gajes se
aada al salario anual de Alarcn. Lo cierto es que en 1633 gozaba de
una situacin econmica muy confortable: sus ingresos estaban lejos de
los de los augustos consejeros, cuyo salario anual llegaba a los 839,540
maraveds (unos 2,240 ducados) y lejsimos de la fantstica renta de los
grandes nobles, que poda ser desde 8,000 hasta 160,000 ducados,9pero
estaban ciertamente muy por encima del trmino medio. Para tener
un punto de comparacin, baste saber que en 1633 el salario anual de un
mayordomo era apenas de 8,160 maraveds (que equivalan aproxima
damente a 22 ducados).10
Desgraciadamente, como la hacienda del reino sufra cada vez ms
apuros a causa de las campaas blicas que se desarrollaban en Flandes,
Alemania, Francia, Suiza, Italia y los Pirineos, los funcionarios del go
bierno no slo padecan penosas dilaciones en el pago del salario y de
la subvencin para alojamiento, sino que una y otra vez se vean obliga
dos a prestarle dinero a la Corona o a invertir su salario en 1juros (bo
nos del gobierno), que fue lo que en 1631 tuvo que hacer el personal de
todos los Reales Consejos.11El 15 de enero de 1636 se quejaba el Con
sejo de Indias de que sus salarios tenan un enorme retraso porque el
dinero asignado para ello se empleaba en cubrir necesidades militares
En 1639 el Consejo se vio obligado a hacer un donativo de 24,000 duca
dos; el presidente desembols 2,000, y hasta el humilde portero tuvo que
sacrificar 20 ducados.12El testamento de Alarcn, redactado en agosto
6 Schfer, El Consejo Real, t. 1, pp. 252-259, estudia detalladamente estos honor
rios oficiales.
7 En su estudio sobre Len Pinelo, relator del Consejo de Indias durante muclu
aos, dice Lohmann Villena (Elgran canciller, p. xcii), sin indicar la uente de su inform.i
cin, que el salario bsico para ese puesto era de 634 ducados, pero en la carta de nomlmi
miento de Alarcn se mencionan expresamente 320 ducados.
8 Lohmann Villena, loe. cit., dice que el relator ganaba un cuarto por cada pgina
escrita.
9 Fayard, Los miembros del Consejo, pp. 99-100 y 402.
10 Segn datos de Earl J. Hamilton, El tesoro americanoy la revolucin de los precios ri
Espaa, 1501-1650, trad. de ngel Abad, Ariel, Barcelona, 1975, tabla C.
11 Fayard, Los miembros del Consejo, p. 102.
12 Schfer, El Consejo Real, t. 1, pp. 261-262.
OBLIGACIONES YGAJES 203

de 1639, da fe de todas estas obligaciones: cierta Juana Bautista Daz


le haba prestado al dramaturgo 100 ducados para pagar un donativo
al Rey, y haba que devolvrselos; en cambio, a Bartolom Espinla, fac
tor general de Su Majestad (o sea su principal agente de negocios), ha
ba que cobrarle los 81 ducados que le haba adelantado al Rey, y al te
sorero del Consejo (a la sazn Diego de Vergara Gaviria) haba que
cobrarle la fuerte suma de 700 ducados (262,500 maraveds) que se le
deba por salarios y beneficios.13
Aunque hubiera recibido puntualmente sus gajes, bien habra podi
do quejarse Alarcn de estar mal pagado, pues los relatores eran quienes
cargaban con lo grueso del trabajo en los Reales Consejos. Sus obliga
ciones, como observa Schafer, eran pesadas: necesitaban tener slidos
conocimientos de derecho, buen ojo para distinguir los puntos salientes
de un caso, y dominio de una expresin literaria eficaz y sucinta. Las
masas de cartas y documentos procedentes de las Indias llegaban prime
ro a sus escritorios (de hecho, no deban salir de su oficina), y tenan
que ser resumidas rpidamente para ser presentadas ante el cuerpo deli
berativo. Al abrirse un nuevo caso, los relatores deban certificar que
todos los papeles presentados por los litigantes estaban en orden, y eran
ellos quienes redactaban la relacin o resumen final del caso para que
los seores del Consejo lo firmaran. Como todo era secreto, ninguna de
estas tareas se delegaba en escribanos, sino que el relator las haca de
su puo y letra. As, pues, aunque su situacin fuera inferior a la de los
consejeros, los secretarios y el fiscal, su papel era de primordial impor
tancia, pues los consejeros rara vez se asomaban a los documentos origi
nales y, a la hora de hacer sus decisiones, dependan totalmente de los
informes redactados por el relator. Y los prejuicios o errores del relator
podan tener serias consecuencias. Como dice Lohmann Villena, el rela
tor era la mano y cabeza de los Consejeros, de tal manera que a stos
no les restase otro trabajo que el de la deliberacin y la rbrica. Un
letrado del siglo x v i i conclua que para ser relator haca falta claridad
de pensamiento, letras y retrica..., secreto, confianza, piedad y ver
dad.14Los lectores de las comedias de Alarcn convendrn en que l
estaba extraordinariamente bien preparado para la tarea. No se ha con
servado ninguna de las relaciones redactadas por l (por lo menos no exis
ten entre los papeles del Consejo que he examinado en el Archivo de Si
mancas); segn parece, el relator se llevaba a casa sus papeles una vez
que el caso se daba por concluido, de manera que pocos son los que se
conservan en los archivos.15
13'Vcase el testamento en el Teatro de Alarcn, ed. Reyes, pp. 252-253.
14 Citado por Kagan, Lawsuils and Litigants, p. 40, nota 70.
15 Es lo que dice Schafer, El Consejo Real, t. 1, p. 118. Otros datos sobre las tareas
tlel relator podrn verse en Lohmann Villena, introduccin a su ed. de El gran canciller,
pp. Ixxxix-xcii.
204 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

Hacia 1635 eran unos 30 los miembros del Consejo. Su ncleo esta
ba constituido por el presidente, los consejeros (que eran entre 8 y 12)
y el fiscal, o sea el letrado encargado de defender los intereses del reino
en los casos que se examinaban. El resto del personal estaba formado
por dos secretarios, dos notarios, tres relatores, dos agentes legales en
cargados de defender la causa de los pobres, cuatro contadores, un re
ceptor o tesorero que recoga los honorarios pagados al Consejo, dos fis
cales suplentes y varios corchetes y porteros. El Consejo era el organismo
supervisor de la administracin y de los tribunales de justicia de Indias;
redactaba las leyes y ordenanzas de esos territorios, propona nombra
mientos para los distintos puestos, funga como tribunal de apelacin para
todas las sentencias pronunciadas en las colonias, enviaba a las colonias
visitadores que examinaban la maquinaria administrativa, censuraba los
libros destinados a las Indias y presentaba relaciones sobre la equidad
y eficacia de la administracin de cada virrey.16
Una de las tareas del Consejo, en los tiempos de Alarcn, segua
siendo el examen de los memoriales de quienes solicitaban puestos en
la burocracia de las Indias; slo en 1636, el Consejo decidi 4,619 casos
de nombramientos para esa clase de puestos.17 En centenares de ellos
debi haber estampado Alarcn su firma, en calidad de testigo. As lo
hizo el 10 de marzo de 1628, cuando atestigu los mritos de un solici
tante, quiz pariente lejano suyo, el doctor Sebastin de Alarcn Alco
cer, catedrtico de Decreto en Lima.18Pero haba asuntos ms serios o
ms interesantes, por ejemplo la batalla legal de 1629 entre Juan de So
lrzano Pereira, recin nombrado fiscal del Consejo, y el brillante letra
do criollo Antonio de Len Pinelo, sobre la cuestin de las mercancas
que entraban de contrabando en Buenos Aires. Aos antes, el padre de
Len Pinelo haba sido acusado de llevar esclavos y mercancas al Ro
de la Plata sin la debida licencia, y el hijo, que se traslad a Madrid en
1622, emple sus talentosjurdicos en defender a los comerciantes de Bue
nos Aires y en abogar, en resumidas cuentas sin xito, por la libertad
de contratacin entre Europa, frica y el Nuevo Mundo.19
Haba asimismo un flujo constante de informes de los virreyes, y de
quejas contra ellos. De esta fuente reciba Alarcn, sin duda con gran
satisfaccin, muchas noticias frescas de la Nueva Espaa, la patria que
dej tantos aos antes. Nombres, lugares y problemas que para los miem
bros no criollos del Consejo no significaban mucho, para l eran inme
diatamente familiares. Durante estos aos, el Consejo se ocup de tres
virreyes de la Nueva Espaa. El primero, Diego Carrillo de Mendoza
16 Jos Mara Ots, Advertencia preliminar a Schfer, El Consejo Real, t. 1.
17 Segn Lohmann Villena, introduccin a El gran canciller, p. lxxviii.
18 Antonio Rodrguez Moino (ed.), Catlogo de memoriales presentados al Real Consejo
de Indias (1626-1630), Editorial Maestre, Madrid, 1953, p. 28.
19 Lohmann Villena, introduccin a El gran canciller, pp. xxxviii-xl.
OBLIGACIONES YGAJES 205
y Pimentel, marqus de Gelves, fue nombrado en 1621 por Olivares, con
el encargo de reformar la administracin colonial, y derrocado en 1624
esto es, fsicamente expulsado del palacio virreinalpor una insurrec
cin debida en ltima instancia a las enconadas querellas que hubo en
tre l y el arzobispo Juan Prez de la Serna. Su virreinato termin en
1624, pero los cargos aducidos contra l durante la visita de inspeccin,
y la defensa y las contraacusaciones presentadas por Gelves, tuvieron ocu
pado al Consejo hasta 1648, cuando finalmente se pronunci una sen
tencia que en buena parte lo dej limpio de culpa. Nunca, desde la cons
piracin de Martn Corts, haba sentido la Corona tan amenazado en
la Nueva Espaa su dominio por la disidencia criolla (si bien, esta vez,
el primero de los criollos nobles, don Pedro Corts, hijo de Martn, aun
que entrado en aos y muy enfermo de gota, hizo el papel que en 1566
haba hecho Alonso de Villaseca y se present en la Plaza Mayor, a
la cabeza de un grupo de gente a caballo, para dar su apoyo al represen
tante del Rey y aplacar as el motn). El sucesor de Gelves, Rodrigo Pa
checo y Osorio, marqus de Cerralbo (1624-1635), manej la diploma
cia mejor que l, pero estaba mucho menos interesado en las reformas
y se meti personalmente en transacciones comerciales ilegtimas. Du
rante su gobierno sufri Mxico, en 1629, una catastrfica inundacin,
quiz la peor de su historia. En el otoo de ese mismo ao, el Consejo
recomendaba su regreso a Espaa, como tambin el del arzobispo Man
so, con el cual tena el virrey pleitos continuos (se acusaba a uno y otro,
con razn, de trficos comerciales ilegtimos). A su regreso a la corte es
tuvo a punto de ser procesado, pero se salv gracias al cohecho y a la
politiquera. En 1635, finalmente, la Corona nombr como dcimoquinto
virrey a don Lope Diez de Aux y Armendriz, marqus de Cadereyta
(el mismo personaje que en 1608 comandaba la flota en que Alarcn se
embarc a la Nueva Espaa); fue un administrador eficaz y honrado,
pero se atrajo el resentimiento de los criollos, obligados a desembolsar
fuertes sumas para sostener una nueva flota destinada a proteger de los
ataques holandeses el comercio espaol de la zona del Caribe.20
En 1635, siendo ya virrey Cadereyta, y quiz no por pura coinci
dencia, Alarcn present ante el Consejo una solicitud de nombramien
to para una de las audiencias de Indias, adjuntando seguramente la mis
ma lista de servicios que hizo en su solicitud de 1625. Esperaba tal vez
que su viejo conocido Diez de Aux lo protegiera en su carrera, tal como
lo haba hecho aos antes el virrey Luis de Velasco. El Consejo estudi
la solicitud en abril, y as se lo hizo saber a Alarcn, pero no se lleg
a decisin alguna.21La joroba, el obstculo que haba impedido su nom-
20 Sobre la administracin de estos tres virreyes vase Israel, Race, Class and Pohtics,
y Los virreyes, ed. Hanke, t. 3.
21 Schons, Apuntes, pp. 84-85.
206 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

bramiento diez aos antes, no haba desaparecido, y el Conde-Duque,


literalmente sitiado por todas partes, no tena tiempo para ocuparse de
esta clase de asuntos como hubiera podido hacerlo en 1625. As, pues,
Alarcn se qued en Madrid como relator.
Los funcionarios del Consejo trabajaban muy cerca unos de otros
y aparecan juntos en las muchas ocasiones ceremoniales y religiosas que
ocurran durante el ao. Las sesiones de trabajo ocupaban tres horas de
la maana y algunas de las de la tarde, pero slo los lunes, mircoles
y viernes; las juntas, desde 1612, se llevaban a cabo en el anexo oriental
del Alczar (Palacio Real), donde actualmente est la Plaza de Oriente.
(Por lo menos cuando asistan a esas juntas, los relatores se ponan la
misma amplia toga que usaban los consejeros; los notarios y los emplea
dos menores no llevaban toga. Esta vestimenta judicial no slo honraba
al portador, sino que, en el caso de Alarcn, disimulaba felizmente su
deformidad, aunque fuera un poco.) Con frecuencia asistanjuntos a misa
en el convento franciscano de Santa Clara, pero durante la Cuaresma
iban a Santa Mara la Real de Almudena. Como los dems Reales Con
sejos, el de Indias tena su propia fiesta religiosa. En 1636 adopt como
tal la de la Presentacin de Nuestra Seora (21 de noviembre); ese da
se congregaban en la iglesia de Atocha y oan misa, sermn y msica;
la funcin estaba destinada a pedir la proteccin de la Virgen para las
Indias y para las flotas. En 1636 el Consejo le hizo saber al Rey, muy
necesitado a la sazn de buenas noticias, que el Nuevo Mundo y las fio
tas gozaban de toda prosperidad desde que se haba instituido la fiesta.
Los miembros de todos los Reales Consejos desfilaban por las calles en
la procesin de Corpus y asistan a la representacin de autos sacramen
tales en la Plazuela de la Villa. Tambin asistan juntos, en la Plaza Ma
yor, a los autos de fe. Uno de stos se celebr el 4 de julio de 1632, con
seis personas condenadas a la hoguera, aparte de otros treinta y tres pe
nitenciados; el auto propiamente dicho termin a las 3 de la tarde, pero
las hogueras no se encendieron hasta las 11 de la noche; dos das despus
fue derribada la casa en que haban cometido sus delitos dos de los reos
judaizantes.22
Como los dems Reales Consejos, el de Indias haca acto de presen
cia en todas las grandes fiestas de la corte, celebradas con corridas de
toros o conjuegos de caas en la Plaza Mayor. En estas ocasiones el Con
sejo alquilaba balcones que se adornaban con sus colgaduras oficiales
en algunos de los edificios circundantes: los balcones de la planta baja
eran para los consejeros, los del segundo piso para los secretarios y los
del tercero para los dems miembros. Durante toda la fiesta se servan
grandes cantidades de dulces y refrescos, comprados naturalmente con

22 Len Pinelo, Anales, pp. 291-292.


OBLIGACIONES YGAJES 207

fondos del Consejo.23 Se conserva, en forma de soneto burlesco, una


descripcin manuscrita de la entrada de un Consejo en cierta fiesta; hay
un dilogo entre el guardin de la puerta y un sujeto de figura miserable
que trata de entrar alegando que es relator y, por lo tanto, miembro del
Consejo; el soneto bien puede aludir a Alarcn.24
Desde 1626 hasta su muerte en 1639 los segundos trece aos de
su residencia en Madrid, los pesados quehaceres de Alarcn en el Con
sejo lo apartaron mucho del trato con sus antiguos conocidos en el crcu
lo de los poetas, y consta que en los ltimos aos de su vida sus amigos
ms cercanos eran gente del Consejo. Varios de los consejeros, como el
ilustre Solrzano Pereira (consejero de 1629 a 1644), el humanista Lo
renzo Ramrez de Prado (1626-1628) y el ya mencionado Francisco An
tonio de Alarcn (1624-1628), haban coincidido con Alarcn en Sala
manca. El brillante y empeoso Juan de Palafox y Mendoza, tambin
antiguo estudiante de Salamanca, sustituy como fiscal a Solrzano Pe
reira en 1629 y continu en el Consejo hasta despus de muerto Alarcn
(para luego ser obispo de la Puebla de los ngeles). Un tercer Alarcn,
don Gabriel de Ocaa y Alarcn, entr como secretario en el Consejo
y mantuvo el puesto hasta 1641. No hay nada que indique una amistad
especial entre Alarcn y estos hombres bien visto, los consejeros per
tenecan a una esfera mucho ms elevada que los relatores, pero for
zosamente trabajaban juntos casi todos los das, y tenan en comn su
educacin jurdica y sus recuerdos de la vida estudiantil en Salamanca.
El testamento de Alarcn revela una relacin de confianza y cordia
lidad con dos funcionarios menores del Consejo (y deja en silencio a las
figuras literarias de la poca): Antonio de Len Pinelo, nombrado rela
tor interino en 1629 y relator definitivo en 1636 (puesto que conserv
hasta 1655), y Gaspar de Aybar, identificado en el testamento como
agente del Consejo. Son ellos los albaceas nombrados por Alarcn.
En 1626, cuando Alarcn mismo fue nombrado relator interino, los dos
relatores oficiales eran el licenciado Francisco de Barreda, que se trasla
d a Mxico en 1633, y el licenciado Duarte Navarro, cuyo nombramiento
databa de 1604 y era seguramente el hombre con mayor experiencia en
las cosas del Consejo. Bien podemos suponer una relacin estrecha entre
el recin nombrado y el viejo relator Navarro.25
23 Schafer, El Consejo Real, t. 1, pp. 140 y 285-298, estudia lo relativo a la rutina del
trabajo y a las diversiones.
24 Vase el soneto y su comentario en Reyes, Captulos, pp. 223-225.
25 Es tentador suponer que las Navarro tan prominentemente mencionadas en el tes
tamento de Alarcn esto es, Juana Bautista Daz, viuda de Fulano Navarro, que le
haba prestado 100 ducados, y sus dos hijas, Mara y Gregoria, a quienes leg la bonita
suma de 1,000 ducados (375,000 maraveds, ms de un ao de salario), 800 a Mara sola
por las muchas obligaciones que confieso tener para ella (vase la transcripcin del tes
tamento en Teatro, ed. Reyes, pp. 252-253)son la mujer y las hijas de Duarte Navarro.
Sin embargo, ms bien deben haber sido parientes colaterales, pues el nombre de Fula-
208 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

Tan importante como el decente salario que reciba el relator era


el prestigio que le daba el ser funcionario de un Real Consejo; esos car
gos, conferidos por el Rey en persona, ciertamente daban honra, segn
lo dijo una y otra vez Solrzano Pereira (vase supra, p. 108). Como sim
pleJuan Ruiz de Alarcn, poeta y autor de comedias, Alarcn no hubie
ra sido llamado por Diego de Villegas y Sandoval para rendir testimonio
(el 5 de junio de 1629) durante las averiguaciones que la orden de San
tiago haca sobre su linaje y su limpieza de sangre. Villegas, nacido
en la Nueva Espaa, era nada menos que bisnieto de Luis de Villanue
va, el viejo oidor de Mxico, testigo que fue de la boda de los padres
de Alarcn, y de su mujer Beatriz Zapata. (La abuela materna del can
didato, hija de Villanueva y de su mujer, recibe durante la averiguacin
el nombre de Mara de Sandoval y Alarcn, lo cual da pie para suponer
que algn lazo familiar exista entre Alarcn y la familia Villanueva que
le haba dado ayuda en Mxico.) Sobre la calidad irreprochable de la
familia de Sandoval atestigu en la ciudad de Mxico todo un ejrcito
de notabilidades, como Pedro Corts, marqus del Valle, y don Fernan
do Altamirano y Velasco, conde de Santiago de Calimaya y nieto del
virrey Luis de Velasco el Mozo. En Madrid hicieron otro tanto unos vein
ticinco testigos, todos ellos criollos, o dueos de larga experiencia en la
Nueva Espaa. Si tomamos en cuenta lo que este documento dice, es
evidente que Alarcn poda, con poca dificultad, encontrar en la capital
del Imperio una regular colonia mexicana que le daba ocasin de ha
cer recuerdos de las cosas del terruo. Alarcn, que declara ser de 48
aos de edad, da un testimonio breve, conciso y favorable; contra lo que
pudiera esperarse, no dice nada de los Villanueva, y, cosa curiosa, firma
su nombre con el don pero sin el ttulo de licenciado.26
Despus del agitado y amargo ao de 1623 Alarcn desapareci prc
ticamente de los crculos literarios. La nica y notableexcepcin es
su stira contra Quevedo, de hacia 1630-1632, que no se public, sino
que corri en copias manuscritas (vase supra, pp. 186-188).27Es claro,
sin embargo, que les sigui teniendo cario a sus comedias, y que man
no Navarro no eraDuarte, sino Martn, como nos lo dice una carta-poder suscrita el
8 de septiembre de 1639 por Lorenza, la hija de Alarcn (Archivo Histrico de Protocolos,
Cuenca, escribano Martn Gabaldn). Sea como fuere, quienes recibieron la mayor tajada
de la herencia de Alarcn, descontando a su hija Lorenza, fueron esas dos seoritas Nava
rro. Si las disposiciones monetarias son significativas, tenemos que concluir que los Nava
rro fueron la familia de Alarcn durante sus ltimos aos de vida.
26 Archivo Histrico Nacional, Madrid, Ordenes militares, Santiago, nm. 8770,
Lohmann Villena registra este documento en Los americanos en las rdenes nobiliarias, t. 1,
pp. 456-457, pero omite el nombre de varios testigos.
27 Entre 1623 y 1632 no escribi ms que una dcima en elogio de las Novelas amoro
sas (Madrid, 1624) del italiano Jos Camerino. Como la licencia y la aprobacin de este
libro estn fechadas en 1623, lo probable es que Alarcn haya escrito su dcima en est
ao (puede verse en OC, t. 3, p. 419); no volvi a escribir nada hasta 1632.
OBLIGACIONES YGAJES 209

tuvo hasta el fin su amor a la poesa. Durante la prueba de limpieza


de sangre del nieto de Alarcn, hecha en 1688, uno de los testigos, don
Manuel de Perea, dibuja esta conmovedora estampa: Don Alonso de
Perea [padre del testigo]... fue muy amigo del dicho donjun Ruiz de
Alarcn, as por ser vecinos como ser muy parecidos en el cuerpo, sien
do ambos corcovados y poetas y estar continuamente juntos.28Ya en
1622, como sabemos, tena listas para su publicacin ocho comedias, y
finalmente esta Parteprimera se imprimi en Madrid, en 1628, a expen
sas del librero Alonso Prez, padre de Juan Prez de Montalbn (por
lo menos en la portada se declara que se imprimen a costa de Alonso
Prez). El volumen est dedicado al joven (de 15 o 16 aos) Ramiro
Felipe de Guzmn, duque de Medina de las Torres y gran canciller del
Consejo de Indias. Es de suponer que Alarcn saba que su nombramiento
de relator se deba en buena medida al yerno de Olivares (a quien llama
mi mecenas); y, desde la seguridad de este puesto, considera las co
medias que da a la imprenta como virtuosos efetos de la necesidad
en que lo tuyo puesto la dilacin de sus pretensiones. En 1634 public
en Barcelona, probablemente a su costa, la Parte segunda, con otras doce
comedias, dedicada asimismo al Duque de Medina de las Torres, tan
gran Mecenas.29Una cosa notable en una y otra Parte es la ausencia
de las consabidas poesas en elogio del autor, como las que el propio Alar
cn haba escrito a lo largo de los aos. Seguramente hubiera consegui
do esas alabanzas poticas en caso de haberlas solicitado, pero, a seme
janza de Cervantes (prlogo de la primera parte del Quijote) y de su
enemigo Surez de Figueroa, parece haber sentido ridicula esta prcti
ca. Vale la pena citar las observaciones de Surez de Figueroa:
Si la obra es mala, millones de sonetos en su alabanza no la hacen buena;
yal contrario, si est bien escrita, no ha menester, para adquirir el aplauso,
ajenos puntales. Bestial estratagema, ridicula presuncin querer el material,
el idiota, el incapaz, conseguir nombre de discreto, de docto, con un cente
nar de bernardinas que pega en el frontispicio de alguna obrilla del todo
indocta, insulsa y lega.30
Desde luego, entre 1620 y 1640 las comedias eran todava no preci
samente libros de lectura, sino partes del repertorio de los teatros pbli
cos. Sabemos que La verdad sospechosa, Todo es ventura, Las paredes oyen y
28 King, La ascendencia paterna, p. 55.
29 Olivares haba fundado para su yerno un mayorazgo dotado con una renta de
40,000 ducados (vase Elliott y Pea, Memoriales, t. 2, p. 248, nota 4). Medina de las To
rres parece haber ayudado, sin hacer ruido, a no pocos artistas y escritores, en especial
los relacionados con el Consejo de Indias. Al, en 1629, le dedic Len Pinelo su Epitome
(bibliografa de escritores del Nuevo Mundo). Los prlogos de las dos Partes pueden leerse
en OC, t. 3, pp. 3-6. Hay que observar que en la dedicatoria de la Parte primera Alarcn
tambin se muestra agradecido con Olivares.
30 Surez de Figueroa, El Pasajero, ed. Rodrguez Marn, p. 65.
210 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

El examen de maridos estaban en posesin de compaas de representan!!


en Valencia en 1624, 1627 y 1628.31El examen de maridos parece habersi
representado en Daganzo de Arriba en 1633. La culpa busca la pena, no
impresa por Alarcn en ninguna de sus Partes, pero atribuida a l en las
ediciones sueltas, fue representada en Palacio, en 1634, por la compaa
de Antonio del Prado, y Las paredes oyen, en 1636, por la de Toms Fn
nndez. Nunca mucho costpoco (o sea Los pechos privilegiados) se represent
en Colmenar Viejo en 1636, y de nueva cuenta en 1638.32
Finalmente, en esos aos comenz Alarcn a recibir elogios no
exuberantes, pero s suficientes para mitigar el dolor de viejas heridas^
de parte de otros escritores. El primero en el tiempo, aunque segura
mente no fue muy notado, es la mencin de donjun de Alarcn, qur
es el crdito de Mxico, en el Panegrico por la poesa escrito hacia 1620
y publicado en Montilla en 1627 por Fernando de Vera y Mendoza, hijo
del Conde de la Roca, bigrafo de Olivares (el librito est dedicado al
Conde-Duque).33Mucho ms importantes son los versos que Lope dr
dic a Alarcn en su Laurel deApolo (1630), obra que contiene juicios so
bre los logros poticos de sus contemporneos, y en la cual no hay qur
olvidarlo se haba propuesto amar los enemigos:
En Mxico la fama,
que, como el sol, descubre cuanto mira,
a don Juan de Alarcn hall, que aspira
con dulce ingenio a la divina rama,
la mxima cumplida
de lo que puede la virtud unida.34
Se escucha aqu por ltima vez el eco y la refutacindel ataque
de Surez de Figueroa (1617) contra Alarcn, en quien no se realizaba
la mxima de Aristteles acerca de la virtud unida o compacta de las
cosas pequeas. De todos modos, lo que Lope destaca en sus versos es
el origen criollo y la baja estatura de Alarcn. Ciertamente pudo haber
hallado palabras de elogio un poco menos adulteradas.
Su discpulo Juan Prez de Montalbn fue ms generoso: al final
de su Para todos, publicado en 1632, hay una Memoria de los que escri
ben comedias en Castilla solamente, donde dice que Alarcn las dis
31 Mrime, Spectacles et comdiens, pp. 170, 171 y 179.
32 Estos datos se encuentran en Shergold y Varey, Some Palace Performances,
salvo los dos ltimos, que estn en Prez Pastor, Nuevos datos, pp. 256 y 294-295.
33 Hay edicin facsimilar (Antonio Prez Gmez, Cieza, 1968), con introduccin de
Homero Sers, el cual identifica con su nombre a dos de los hijos del Conde de la Roca.
La confusin de apellidos empleados por padre e hijos sigue causando los bibliogrficos
e incertidumbres en cuanto a la atribucin de ciertas obras.
Coleccin escogida de obras no dramticas d Lope de Vega, ed. Cayetano Rosell ((. 38
de la Biblioteca de Autores Espaoles), Rivadeneyra, Madrid, 1856, p. 192.
OBLIGACIONES YGAJES 211

pone con tal novedad, ingenio y extraeza, que no hay comedia suya que
no tenga mucho que admirar y nada que reprender. La palabra extrae
za ha suscitado disputa. Los partidarios de la idea de que Alarcn repre
senta una peculiar psicologa mexicana, vista como cosa extraa
por los espaoles peninsulares, aducen triunfalmente el texto de Mon-
talbn como prueba de su teora. Otros, en cambio, por ejemplo Joa
qun Casalduero, sostienen que en extraeza no hay la connotacin de ex-
tranjeridad o mexicanidad, e insisten en la esencial espaolidad
del dramaturgo.35Si dejamos de lado esta preocupacin por la psicolo
ga nacional, bien se puede admitir que Montalbn, que ciertamente est
elogiando a Alarcn, de alguna manera ve en la comedia alarconiana
algo que se aparta del molde teatral pico-lrico establecido por Lope.
Todos los crticos posteriores han tratado de definir con alguna exacti
tud en qu consiste la singularidad del teatro de Alarcn.
Finalmente, en 1636, en las Essequie poetiche escritas en buena medi
da por Juan Antonio de Vera y Figueroa (conde de la Roca, bigrafo
y protegido de Olivares) como homenaje potico al recin fallecido Lope,
el autor recuerda a Alarcn, ese otro gran dramaturgo retirado ahora
de las tablas: se dirige al dios de la poesa pidindole que mande buscar
lo y, una vez encontrado, le ordene no cambiar el Parnaso por Amrica
ni la ambrosa por el chocolate, sino que escriba muchas comedias como
La verdad sospechosa y El examen de maridos, pues nadie ver teatro mejor
que el suyo, sobre todo si termina sus segundos actos de manera ms
aguda.36Este nico reparo es bastante caprichoso, pues ms bien ocu
rre lo contrario: los finales de acto son en Alarcn ms tajantes y dram
ticamente eficaces que en la mayora de sus contemporneos.
Pero Apolo no consigui atraer de nuevo a Alarcn al teatro ni a
las academias literarias y sus peleas. Su vida posterior a 1626 est, en
este sentido, marcada por una serie de negaciones y omisiones. No estu
vo, por ejemplo, entre los 153 escritores que colaboraron en la Fama pos
tuma de Lope de Vega, coleccin de elogios publicada por Montalbn
35 La presentacin ms completa de la controversia est en Alatorre, ' Para la histo
ria, especialmente pp. 168-170 y nota 25. A su observacin de que extrao era un ponde
rativo genrico, con el significado de grande, notable, admirable, etc., se puede con
testar que significaba tambin singular o raro; y este significado, de ninguna manera
despectivo, va muy de acuerdo con la otra cualidad que Montalbn ve en las comedias
de Alarcn: su novedad.
36 El Conde de la Roca public las Essequie poetiche en Venecia bajo el pseudnimo
de Fabio Franchi (vase Castro y Rennert, Vida de Lope, p. 550). El texto que resumo
se encuentra en la Coleccin de las obras sueltas de Lope de Vega, t. 21, Sancha, Madrid, 1779,
p. 67: E preghiamo V.M. [Apollo] che ordini a mezza docena de suoi luminari che cer-
chino minutamente Don Giovanni de Alarcn e gli comandino che non per 1America si
dimentichi del Parnasso, n per il ciocolato dellambrosia, ma che scriva molte commedie
come quella del Mentiroso e quella tie\YEsame demariti, nella quale rest esaminato di doc-
tissimo artifice, che nessuno vedr il Theatro migliore, come faccia che alcuni de suoi se-
condi atti non finiscano la carriera sopra le bracci...
212 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

en 1636. (Hay que aadir que otros que tampoco colaboraron, como Que
vedo y Caldern, eran poetas de ms nombre que la mayora de los re
presentados en la Fama.) Tampoco tom parte en la notable justa poli
ca burlesca celebrada en el nuevo Palacio del Retiro el viernes 20 d<
febrero de 1637, que fue uno de los actos que celebraron la eleccin de
un Habsburgo, Fernando III, como Sacro Emperador Romano. Tain
poco sigui el ejemplo de tantos escritores, por ejemplo Cervantes, Lope,
Salas Barbadillo y Quevedo, que entraron en la piadosa cofrada de In
Orden Tercera de San Francisco o en la Congregacin de la Calle del
Olivar. Tras observar la frecuencia con que los literatos se hacan mieni
bros de estas cofradas, Morel-Fatio sugera verlas como una especie de
sociedades mutualistas, cuyos afiliados gozaban de un sentido de solida
ridad y de apoyo.37Seguramente Alarcn tendra sus razones para des
confiar de la ayuda que podran darle sus cofrades literarios.
Prescindiendo de la publicacin de las dos Partes de sus comedias,
no rompi su voluntario silencio sino tres veces antesde su muerte. En
1631 escribi un soneto destinado a un libro en quese recogieron los
versos de todos o casi todos los poetas de la corte en celebracin de una
hazaa prodigiosa de Felipe IV. En efecto, el 13 de octubre de ese ao
haba dispuesto Olivares, para festejar el segundo cumpleaos del prn
cipe Baltasar Carlos, una lucha entre varias fieras un len, un tigre,
un oso, un caballo, un toro, etc. , espectculo en verdad inslito. El
toro venci a las dems fieras, y Felipe, convencidode que tan noble
animal no poda quedar con vida para morir otro daen una vulgar co
rrida, tom su arcabuz y lo mat de un perfecto disparo entre ojo y ojo.
La multitud aplaudi frenticamente, y los escritores que saban en dn
de calentaba el sol se apresuraron a celebrar en verso la hazaa del Rey,
A instancias del doctor Juan de Solrzano Pereira, del Consejo de In
dias, el cronista Jos Pellicer de Tovar reuni los poemas y los public
en un pequeo volumen intitulado Anfiteatro de Felipe el Grande, Rey Cat
lico de las Espaas (Jos Gonzlez, Madrid, 1632). Como Olivares apa
drin el espectculo, y Solrzano Pereira intervino en la publicacin del
libro, y Antonio de Len Pinelo se sum al desfile de panegiristas, segu
ramente Alarcn se sinti de alguna manera obligado a demostrar su ta
lento y su buena voluntad. Su soneto38est escrito en el mismo estilo
gongorino en que se compusieron las octavas del desventurado Elogio des
criptivo de 1623.
Con motivo de una terrible erupcin del Vesubio el 6 de diciembre
de 1631, veinte poetas entre ellos Alarcn, Lope y Pellicerescribie
ron versos sobre el fenmeno, reunidos y publicados porJuan de Quio
nes, alcalde de Casa y Corte, al final de su sensata disquisicin en prosa
37 Citado por Castro y Rennert, Vida de Lope, p. 189, nota 22.
38 Reproducido en OC, t. 3, p. 420.
OBLIGACIONES YGAJES 213

sobre los volcanes y las causas y significacin de sus erupciones. Para


Quiones, ni los terremotos ni las erupciones volcnicas son ageros so
brenaturales de desastres venideros; sin embargo, casi todos los poetas
encuentran en eso una leccin moral. El soneto de Alarcn,39gongori-
no otra vez, considera la erupcin como aviso de los horrores del fuego
infernal que aguarda a los empedernidos en el pecado.
La ltima composicin de este tipo que escribi Alarcn aparece en
tre los elogios poticos del libro de Luis Pacheco de Narvez, Historia
ejemplar de las dos constantes mujeres espaolas (Imprenta del Reyno, Madrid,
1635). Como todas las licencias y aprobaciones de esta novela morali
zante estn fechadas en 1630, es lgico suponer que tambin los versos
laudatorios se escribieron en ese ao. Entre los elogiadores, adems de
Alarcn, estn Lope, Caldern y el omnipresente Pellicer. Es curioso ver
cmo las dos endebles dcimas que Alarcn dedic a Pacheco, su com
paero de sinsabores, desarrollan el mismo tema de las armas y las le
tras que haba aparecido en 1612 en los primeros versos de elogio que
compuso. Pacheco, observa Alarcn, ensea constancia cuando escribe,
y ensea tcnica cientfica cuando pelea; y as entiendo / que peleis
escribiendo / y que escribs peleando.40
Es evidente que, a raz de su ingreso en el Consejo de Indias en 1626,
la vida de Alarcn fue ms estable, serena y decorosa,41adems de eco
nmicamente segura. Ya no tena que hacer papeles de bufn, ni adular
a todo posible influyente. Angela de Cervantes, y Lorenza, la hija que
de ella tuvo, probablemente vivieron con l hasta que muri ngela. Al
gunas veces fueron juntos a Piqueras para visitar parientes y echar una
mirada a los bienes que all tena el dramaturgo.42Hay todas las razo
nes para creer que estaba ahora en posibilidad de adoptar el cuerdo pro
grama de vida que sigue su personaje Don Domingo de Don Blas en la
comedia tarda No hay mal que por bien no venga, donde se repudia la tira
na de las huecas ceremonias sociales y el afn de plegarse a efmeras
modas de vestuario. Tena, por otra parte, fuera de los crculos litera
rios, buen nmero de amigos con quienes poda contar: en primer lu
gar, las personas a quienes nombr albaceas en su testamento, que son
Antonio de Len Pinelo, Gaspar de Aybar (agente del Consejo), su
prima Magdalena de Silva y Girn, hija del Conde de Cifuentes, y el
capitn Bartolom Gmez de Reynoso;43la seora Navarro y sus dos hi

39 Reproducido en OC, t. 3, pp. 419-420.


40 Estas dcimas se reproducen en OC, t. 3, p. 422.
41 Fayard, Los miembros del Consejo, p. 446, a propsito de los letrados adscritos a los
Reales Consejos, observa que la gravedad de sus obligaciones los forzaba a llevar una vida
ordenada y casi severa.
4~ King, La ascendencia paterna, p. 55.
4' En la partida de defuncin del dramaturgo (reproducida por Hartzenbusch en su
edicin de las Obras, p. xxx, y procedente del Libro 8o de Difuntos de la iglesia parroquial
214 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

jas; don Alfonso de Perea, vecino de Alarcn y jorobado como l (vase


supra, p. 209; los Perea eran una familia prominente de Barchn del Hoyo,
como lo indican unos protocolos de Barchn de hacia 1630-1640, y segu
ramente la amistad con Alarcn se deba a los comunes orgenes man
chegos), y, finalmente, varios otros cuyo nombre nunca conoceremos con
certeza, entre ellos quiz algunos poetas y dramaturgos (pienso, por ejem
plo, en Luis de Belmonte Bermdez, con quien l haba colaborado va
rias veces, y tambin en el andaluz Luis Vlez de Guevara).
En 1639 viva Alarcn en la calle de Las Urosas (que hoy, irnica
mente, lleva el nombre de Luis Vlez de Guevara, porque ste muri
en la misma calle), muy cerca de la iglesia de San Sebastin, donde los
actores tenan su capilla. De las trece parroquias que haba en Madrid
en 1620, la cuarta en extensin era San Sebastin. Sus vecinos eran un
mundillo heterogneo e interesante: algunos personajes de la nobleza,
algunos miembros de Reales Consejos y buen nmero de actores y de
escritores.44 En 1630 Len Pinelo viva en la calle de Atocha, pero al
morir se haba mudado a la calle de la Magdalena, en la parroquia de
San Sebastin (sitios, los dos, cercanos a donde viva Alarcn).45Desde
su casa, en Las Urosas, Alarcn no tena que caminar sino unos veinte
minutos para trasladarse a Atocha y, pasando por la Plaza Mayor, a las
oficinas del Consejo en el Alczar; cinco minutos le bastaban para Ilegal
al hoy desaparecido convento de la Merced, donde viva Tirso; y, en la
otra direccin, una breve caminata lo poda llevar a los dos teatros, el
del Prncipe y el de la Cruz, o a casa de Lope de Vega en la calle de
Francos (hoy de Cervantes).
Por lo menos de 1637 en adelante tena coche (tirado probablemen
te por dos o cuatro muas; los caballos eran ms baratos, pero se deca
que no eran buenos como animales de tiro),46 confirmando as su res
petable situacin burguesa, y tena un cochero llamado Gregorio Sn
chez, y estaba pagando 20 reales mensuales (680 maraveds) por el al
quiler de un local que serva de cochera. Tiempo atrs, en La industria
y la suerte, compuesta antes de 1622, Alarcn se haba explayado (vs. 164.r>
1692) al hablar de los placeres de un propietario de coche: podr habei
cosa mejor que

de San Sebastin) se dice que Gmez de Reynoso vive en la calle de Magdalena, a la vuelta
de la esquina de donde tuvo Alarcn su ltima vivienda, en la calle de Las Urosas. Julio
Caro Baroja, Losjudos en la Espaa modernay contempornea, Arin, Madrid, 1961, t. 3, p
329, habla de un Bartolom Gmez que viva en la calle de Las Urosas en 1634 y era sos
pechoso dejudaismo. No es seguro, pero s verosmil, que se trate de una misma persona
44 Vase Fayard, Los miembros del Consejo, pp. 409-414.
45 Vase la introduccin de Lohmann Villena a El gran canciller, p. xliii.
46 Vase Fayard, Los miembros del Consejo, pp. 430-431.
MUERTE YTESTAMENTO 215

las maanas del verano


dar, con el fresco temprano,
vuelta a la calle Mayor?
Las tardes, que esto es muy justo,
a Atocha, y volverse al Prado,
si es posible, acompaado
de un amigo de buen gusto [...].
Ni hay ms gusto, ni al vivir
llamo yo vivir sin ello,
y si nunca he de tenello,
luego me quiero morir.

Adems del cochero, tena por lo menos otros dos criados fijos, una
mujer llamada Mara Benita y un hombre llamado Mateo Daz.47An
tonio de Len Pinelo viva algo mejor (desde luego tena ms criados:
siete, contando al cochero),48pero ninguno de estos dos relatores poda
permitirse el nivel de lujo y el nmero de servidores de la mayora de
los reales consejeros, ninguno de los cuales tena menos de seis criados,
y muchos de los cuales tenan hasta quince. Las casas de la nobleza bien
pueden haber tenido en Madrid unos setenta y cinco criados, no obstan
te que una premtica suntuaria de 1623 haba dispuesto que no pasa
ran de dieciocho.49

B. Muerte y testamento (1639)


En La industria y l suerte, un personaje muy. cuerdo reflexiona as (vs.
2361-2370):
...cun limitada es la vida
en este tiempo [...]!
Antiguamente viva
un hombre quinientos aos:
si en pretensiones y engaos
quince o veinte consuma,
no era mucho; mas agora,
que sesenta es larga edad,
hace muy gran necedad
quien ms de un mes enamora.

47 Informacin procedente del testamento de Alarcn, transcrito en Teatro, ed. Re


yes, pp. 250-255.
Guillermo Lohmann Villena, El testamento de don Antonio de Len Pinelo,
Revista de Indias, 1945, nm. 19, p. 42.
411 Fayard, Los miembros del Consejo, pp. 438-439.
216 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

Es una reflexin impresionantemente auto-proftica: trece aos (1613-


1626) se le fueron en pretender un cargo oficial (y quiz en enamorar
a ms de una mujer?), y en 1638, a los cincuenta y siete o cincuenta y
ocho de edad, su salud comenz a flaquear seriamente. En las actas del
Consejo de Indias se ve que durante los siete primeros meses de 1639
sus tareas de relator hubieron de ser realizadas por un relator interino,
don Antonio de Castro.50 El Io de agosto de ese ao, en la casa de la
calle de Las Urosas, donde viva solo (Angela haba muerto, Lorenza
se haba casado y viva en Barchn), Alarcn dict su testamento ante
el notario Lucas del Pozo, en presenci de cinco testigos. Tres das des
pus, el 4 de agosto de 1639, dej de vivir. Tena entonces cincuenta
y ocho o cincuenta y nueve aos.
El testamento es notable por la relativa brevedad de los prrafos pia
dosos con que siempre empezaban estos documentos: hay una profesin
de fe catlica, la habitual invocacin a la Virgen como intercesora del
pecador, y la frmula en que se encomendaba el alma a Dios y el cuerpo
a la tierra, pero no hay invocacin de ningn santo, ni peticin de ser
sepultado con el hbito de San Francisco (recordemos que no era cofra
de de la Tercera Orden; Len Pinelo s lo era, como tambin de otra
media docena de cofradas, y l s pidi ser sepultado con el hbito fran
ciscano).51Alarcn pidi que lo enterraran en la iglesia de San Sebatin,
que en la procesin fnebre acompaaran su cadver todos los clrigos
de la parroquia, que la misa de difuntos fuera cantada, y que luego hu
biera un novenario de misas rezadas. Por ltimo, encarg a los albaceas
que hicieran celebrar otras quinientas misas por l, por sus padres y por
otras personas con quienes se senta obligado.
La parte principal del testamento detalla con gran precisin las deu
das de Alarcn; a los criados, por ejemplo, se les debe algo de sus sala
rios, y tambin a Alonso Sacristn por el local que le alquila para guar
dar el coche. Detalla asimismo las cantidades que se le deben (pequeas
sumas prestadas a amigos, y sobre todo los 700 ducados de salarios atra
sados que le deba el Consejo) y los legados que deja: 1,000 ducados
(375,000 maraveds) a las hermanas Navarro; a Garca de Buedo, hijo
de Rufina Girn, a quien llama sobrino, 20 ducados (7,500 marave
ds) y un traje de luto; a su criado Mateo Daz, 25 ducados (9,375 mara
veds) y un traje de luto; a su criada Mara Benita, 100 reales (3,400
maraveds); y a la hija del Conde de Cifuentes, Magdalena de Silva, su
sobrina, por quien evidentemente senta mucho afecto, una hechu
ra de un Santo Cristo de bronce, que tengo en su caja de bano, en seal
de buena voluntad y mucho amor y voluntad que la tengo y debo.52
50 Fernndez-Guerra, Alarcn, p. 453.
51 Lohmann Villena, El testamento, p. 39.
52 El testamento se halla en el Archivo Histrico de Madrid, legajo 6060, escribano
Lucas del Pozo, aos 1627-1653, fols. sin numerar. La transcripcin de Reyes, en su ed.
MUERTE YTESTAMENTO 217
El total de sus deudas (sin contar lo que se deba a los criados) llega
ba a unos 135 ducados (50,760 maraveds), mientras que las cantidades
que se le deban a l llegaban a la cifra de 1,316 ducados (493,541 mara
veds); adems, en casa tena 800 reales (27,200 maraveds).53Como el
precio ordinario de una misa era tres reales,54 el costo de las 510 que
dej encargadas llegaba a unos 141 ducados (52,020 maraveds). Dej
el grueso de la herencia a su hija doa Lorenza de Alarcn, mujer de
don Fernando Girn de Buedo, con la bendicin de Dios y la ma.
El balance favorable de crditos y deudas indica un prudente manejo de
los dineros. Habiendo cumplido sus deberes en este mundo, con letra
clara aunque algo temblona puso su nombre y Firma: Licenciado Don
Juan de Alarcn.
Muy poco despus Lorenza dio a luz un nio a quien, en recuerdo
de su padre, puso por nombre Juan. EsteJuan Girn de Buedo, nacido
en Barchn del Hoyo, fue bautizado all el 28 de noviembre de 1639. Alar
cn, tan solo en Madrid en sus ltimos tiempos, debe haberse consolado
un poco il pensar en sus familiares de La Mancha y en el nieto que no
tardara en nacer.
La sencillez del testamento de Alarcn en lo relativo a mandas pas
puede apreciarse por comparacin con los testamentos de varios conse
jeros reales de entonces55y con el de Len Pinelo, relator del Consejo
de Indias como l.56El promedio de misas que mandaban decir los con
sejeros de Felipe IV era 4,000. Len Pinelo dej encargadas 2,000 misas
y leg cantidades de dinero a docenas de iglesias, conventos y cofradas.
Durante varios aos, tras la muerte de Alarcn, sus albaceas y su
heredera Lorenza se ocuparon en cobrar deudas y liquidar la sucesin.
Unas anotaciones del escribano Lucas del Pozo al margen del testamen
to muestran que ya el da 2 de agosto los albaceas encargaron una copia;
Fernando, el marido de Lorenza, mand hacer otra el 23 del mismo mes,
y otra ms el 13 de febrero de 1647. Fernando se traslad a Madrid en
el mes en que muri su suegro, y el 30 de agosto de 1639 firm (ante
el notario Agustn Prez de Lariz) una carta-poder en que otorgaba a
su esposa la facultad de otorgarle a l el poder de actuar por ella en el
del Teatro, pp. 250-255, contiene, adems de varias erratas pequeas, tres lecturas equivo
cadas de apellidos: no es Gaspar de Deybar , sino Gaspar de Aybar; ni Gaspar de To
rre, sino Gaspar de la Torre (sin duda el capelln de Su Majestad adscrito al Consejo
de Indias: vase, en el Archivo de Protocolos de Madrid, el legajo 4897, escribano Andrs
Calvo Escudero, carta de pago del 4 de octubre de 1639); peor suerte ha tenido Luis Blz-
quez Mayoralgo, convertido en Luis Velzquez Mayorazgo.
53 Las cifras de deudas y crditos son slo aproximadas, pues no se ha tomado en
cuenta la diferencia de valor entre la moneda de velln (aleacin de cobre y plata) y la
de plata pura, y una y otra se especifican en el testamento.
54 Segn Fayard, Los miembros del Consejo, p. 485.
55 Vase Fayard, pp. 478-493.
56 Vase Lohmann Villena, El testamento, passim.
218 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

manejo de la herencia. Declar en esa ocasin que necesitaba dinero para


pagar la deuda de Juana Bautista Daz y los legados de sus dos hijas.
Esta carta-poder se copia en otra carta-poder firmada por Lorenza, en
Barchn, el 8 de septiembre de 1639, en que otorga al marido el derecho
de representarla en todos los asuntos relacionados con la herencia37y de
clara que ha aceptado sta con beneficio de inventario. El inventario
no ha podido localizarse hasta hoy.58 El 19 de enero de 1640, gracias a
la ayuda de Len Pinelo, Lorenza recibi del Consejo de Indias 364 rea
les (12,376 maraveds) que se le deban a Alarcn por el trabajo realiza
do con los papeles del juicio de residencia de don Jernimo de Quero,
gobernador que haba sido de Yucatn.59Por ltimo, en el Archivo de
Indias hay un documento que certifica que en 1639 se pagaron otros
80.000 maraveds (2,353 reales) a los herederos de Alarcn.60
Eso es todo lo que nos dan los archivos. No sabemos siquiera si Lo
renza lleg a cobrar los 700 ducados que el Consejo deba, ni tampoco
el monto neto de la herencia, una vez que se vendieron en pblica su
basta los muebles, el coche, las muas, etc. Puede conjeturarse que no
pas de 4,000 ducados (1.500,000 maraveds), puesto que Alarcn leg
1.000 ducados a las hermanas Navarro y sin duda destin una cantidad
mayor para su hija.61En la herencia se incluan probablemente algunos
bienes que Alarcn posea en La Mancha. Suponemos que Lorenza he
red tambin algunas cosas sin valor monetario, por ejemplo manuscri
tos de las comedias y las dos Partes impresas, que para ella y su marido,
habitantes de un poblachn manchego, no tendran gran inters. Mu
chos aos despus, en 1688, cuandoJuan Girn de Buedo, nieto del dra
maturgo, sufra la averiguacin de linaje con motivo de su solicitud del
hbito de Montesa, el argumento central del solicitante es la estrecha re-
7 Archivo Histrico de Protocolos, Cuenca, escribano Martn Gabaldn, ao 1639,
fols. 142-143v. Hay aqu una prueba de que Alarcn nunca se cas con Angela de Cervan
tes: al identificar a Lorenza, el escribano haba puesto hija legtima de..., y luego tach
la palabra legtima.
111 No est en el legajo 6060 (aos 1627-1653) de Lucas del Pozo, el notario del tes
tamento. Tampoco est en los legajos 4697 y 4698 (mayo-agosto y septiembre-diciembre
de 1639), de Andrs Calvo Escudero, notario de cuyos servicios sola valerse Alarcn. Tarn
poco en el nm. 6119 (aos 1638-1640), de Francisco de Medina, notario a quien muchas
veces acudi Len Pinelo. Quien hizo el inventario fue muy probablemente Agustn Prez
de Lariz, pues ste es el notario a quien acudi Fernando Girn en Madrid; por desgracia,
en los legajos de Prez de Lariz faltan los aos 1630-1645, que son los que nos importan
,(| Archivo Histrico de Protocolos, Cuenca, legajos de I.rente de Rueda, fols. no
numerados. Quero fue gobernador de Yucatn desde noviembre de 1632 hasta su muerte
en 1635 (Schafer, El Consejo Real, t. 2, p. 563).
Segn noticia de Fernndez-Guerra, Alarcn, pp. 456-457.
61 Vanse, para comparacin, los datos que trae Fayard, Los miembros del Consejo, pp.
388-406 (sobre todo 399-401), sobre el monto de las herencias de algunos altos funciona
rios de la poca. Los ms pobres tenan probablemente el doble de la fortuna que tenii
Alarcn.
MRITO YFAMA DE ALARCN 219

lacin de parentesco que con los seores de Albaladejo y Piqueras y con


los Condes de Cifuentes tuvo su abuelo, donjun Ruiz de Alarcn. Su
nombre se menciona casi en cada pgina del expediente; lo ms que lle
ga a aadirse, de vez en cuando, es su carcter de funcionario de la Co
rona, como relator que fue del Consejo de Indias cargo que confera,
en efecto, cierta aura de honra, pero ninguno de los testigos se refiere
una sola vez a su actividad creadora como dramaturgo. Eso no daba
honra.62

C. El mrito y la fama de Alarcn


En 1639 la nica noticia de la defuncin del dramaturgo fue la que apa
reci en los Avisos histricos deJos de Pellicer y Tovar, donde se lee, bajo
el 9 de agosto: Muri donjun de Alarcn, poeta famoso as por sus
comedias como por sus corcovas, y relator del Consejo de Indias.63Y
es todo. Ni siquiera Len Pinelo, albacea de Alarcn, registra la muerte
de su amigo en sus Anales de Madrid.
No debe sorprendernos este silencio. No indica nada sobre el mrito
o reputacin de Alarcn en cuanto autor teatral, sino slo que durante
unos trece aos desde 1626estuvo viviendo lejos de la mirada p
blica y no escribi nada para satisfacer el hambre insaciable que el p
blico tena de comedias nuevas. La gente acuda al teatro ante todo y so
bre todo para ver qu nuevo episodio les ofreca la larga saga de la comedia
espaola; el episodio de la semana pasada, por bueno que fuera, ya no
les interesaba. Lo que el pblico exiga era novedad, y eso era lo que
se le daba.64
El mito de la falta de xito o popularidad del teatro de Alarcn en
el siglo x v i i se ha ido robusteciendo en el transcurso de los aos. As,
en 1953 Guido Mancini-Giancarlo pinta a un Alarcn que escribe co
medias che non hanno sucesso, y en 1982 observa Margit Frenk, sin
ms explicacin, que en vida de Alarcn no se representaron sino cuatro
comedias suyas, y cada una de ellas slo una vez.65Esas apreciaciones
62 Vcase King, La ascendencia paterna, p. 54.
61 Citado por Castro Leal, Alarcn, pp. 52-53.
64 La exigencia de novedad era incesante. Vase, por ejemplo, el documento que re
produce Cristbal Prez Pastor, Nuevos datos acerca del histrionismo espaol en los si
glos XVI y xvn (segunda serie), Bulletin Hispanique, 15 (1913), p. 305: un individuo lla
mado Francisco de Villanueva se compromete el 12 de enero de 1652 a pagar diez ducados
anuales a los arrendatarios de los dos teatros, el de la Cruz y el del Prncipe, para ver...
las comedias nuevas jams vistas ni representadas.
61 Guido Mancini-Giancarlo, Motivi e personaggi del teatro alarconiano, en II
teatrodiJuan Ruiz deAlarcn, Facolt di Magistero dellUniversit di Roma (Studi di Lette-
ratura Spagnola, quaderno 1), p. 11; Margit Frenk (ed.), Comedias deJuan Ruiz deAlarcn,
Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1982, p. xxvi.
220 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO

errneas parecen fundarse en una lectura demasiado literal de los comen


tarios sarcsticos que los contemporneos de Alarcn hicieron sobre su
obra, y en el famoso intento de sabotear la representacin de El Anticris
to, en 1623, con la redoma pestilente que se puso en el patio. Pero la
crtica adversa y el escndalo de El Anticristo fueron obra de literatos hos
tiles y no del pblico propiamente dicho, el cual, en los aos en que Alar
cn escriba para l (de 1616 a 1626), por regla general recibi muy bien
sus comedias (vase supra, pp. 166, 173 y 180, e infra, Apndice A).
Por otra parte, eran tiempos demasiado agitados para prestar mu
cha atencin a las comedias, ese producto irreal, y a sus autores. Podra
decirse que Alarcn eligi un buen momento para dejar este mundo, pues
en 1639 estaba llegando a su fin toda una poca, la poca de brillante
vida cortesana y de grandes espectculos dramticos, contra un teln de
intentos de reforma, de desastres econmicos y de guerras europeas, en
que sobresala desde 1621 la figura del Conde-Duque de Olivares.
Alarcn fue el dramaturgo por excelencia de esos aos, el que capt
con fidelidad las realidades de una frentica sociedad urbana as como
sus aspiraciones de reforma (todas las cuales, en ltima instancia, se que
daron en el aire). Las rebeliones de Portugal y Catalua, en 1640, sea
laron la ruina de cuanto Olivares haba emprendido. El favorito, cado
en 1643, muri en 1645. La mayor parte de los astros literarios de tiem
pos del Conde-Duque haban sido cubiertos por las tinieblas de la muer
te en ese ao de 1645; tras Lope de Vega y Salas Barbadillo, muertos
ambos en 1635, murieron Prez de Montalbn en 1638, Alarcn en 1639,
Juregui en 1641, Mira de Amescua, Luis Vlez de Guevara y Antonio
Hurtado de Mendoza en 1644, Quevedo en 1645. Los trastornos inicia
dos en 1640 empaaron la memoria de su obra, y el escenario qued
despejado para una nueva generacin, que vena con nuevas voces y nue
vos estilos.66
66 Despus de la muerte de Alarcn no hay mencin de representaciones de sus co
medias hasta 1684: el 29 de agosto y el 3 de septiembre de ese ao se representaron en
Palacio la primera y la segunda parte, respectivamente, de El tejedor de Segovia (Shergold
y Varey, Fuentes, t. 1, p. 158). La primera parte de esa comedia, compuesta despus de
la segunda, no es obra de Alarcn. Las dos partes volvieron a representarse en el teatro
de la Cruz entre el 28 de enero y el 3 de febrero de 1784, y la segunda parte sola el Io
y el 2 de julio de 1786 (Ada M. Coe, Catlogo bibliogrfico, citado por Millares Cario en
OC, t. 2, p. 561). En 1696 compaa de Andrea de Salazar, viuda del empresario Da
min Polope, puso en escena El mentiroso en la corte tres veces en el mes de enero: los das
28 y 29 en el teatro del Prncipe, y el da 30 en el de la Cruz. Esta ltima representacin
tuvo pblico escaso: no produjo sino 84 reales para el arrendatario del teatro y 88 para
la compaa; nadie sali perdiendo, pero la ganancia fue muy magra. En cambio seal
de los tiempos, una comedia de Martnez de Meneses, Los Esforcias deMiln, representa
da por la misma compaa en el mismo teatro el da siguiente (31 de enero), produjo 433
reales para el arrendatario y 253 para Andrea de Salazar. Como no consta en los papeles
el nombre del autor de El mentiroso en la corte, no hay prueba incontrovertible de que se
trate de La verdad sospechosa, pero es muy verosmil que esta vieja favorita del pblico
MRITO Y FAMA DE ALARCN 221

probablemente en la versin de Diego yJos de Figueroa y Crdoba, publicada en Sevi


lla en 1656 (?)haya revivido en 1696, tal como el Peribez representado el 3 y el 4 de
diciembre de 1695 en el teatro del Prncipe no puede ser sino el de Lope, y la Dama duende
puesta por Andrea de Salazar los das 13, 14 y 15 de enero de 1696 en el mismo teatro
no puede ser sino la de Caldern (vase N.D. Shergold yJ E. Varey,. Teatrosy comedias
en Madrid: 1687-1699, Tmesis, London, 1979, pp. 196, 198, 199, 303 y 304).
Hay menos certeza en cuanto al autor de la comedia burlesca Don Domingo deDon
Blas representada, en Palacio al parecer, el 11 de febrero de 1687, por la compaa de Ma
nuel de Mosquera; Don Domingo de Don Blas es el ttulo alternativo de No hay mal que por
bien no venga, pero no se puede saber si alguien elabor una versin burlesca de esa obra
o si se trata de la comedia misma de Alarcn, cuyo excntrico hroe epnimo puede haber
dado pie para que se la calificara de burlesca (vase Shergold y Varey, Teatrosy comedias
en Madrid: 1666-1687, Tmesis, London, 1975, p. 190).
En el Nuevo Mundo hay de cuando en cuando alguna noticia de representaciones
alarconianas. Lohmann Villena rene en El arte dramtico los siguientes datos en cuanto
al virreinato del Per: en 1623 la compaa de Antonio de Morales tena en su repertorio
Darconlamismaflor, ttulo alternativo de Quin engaams aquin, refundicin de El desdicha
do enfingir de Alarcn (p. 174); en 1630, una de las comedias que se representaron para
festejar el nacimiento del prncipe Baltasar Carlos fu^Loifavores del mundo (p. 209); a co
mienzos del siglo XVIII volvi a representarse Quin engaa ms a quin, y poco despus de
1730 hace su primera aparicin Nunca muchocostpoco, ttulo alternativo de Los pechosprivi
legiados (pp. 327-333 y 387-390).
No hay para la historia del teatro en el virreinato de la Nueva Espaa un libro que
pueda compararse con el de Lohmann Villena. Faltan investigaciones. Por increble que
parezca, la primera representacin alarconiana que se ha registrado es la de El tejedor de
Segovia (segunda parte), en el Coliseo, el ao de 1792. Dos aos despus se pidi licencia
para representar las dos partes de El tejedor de Segovia, pero el corregidor de la ciudad de
Mxico le aconsej al virrey no conceder la licencia, diciendo que esas dos partes no con
ducen a otra cosa que a infundir en el nimo de los menos cultos ideas agenas del buen
orden (OC, t. 2, pp. 561-562).
Adecir verdad, no fue sino en el siglo XIX cuando Alarcn, Tirso y Lope regresaron
de nuevo con alguna frecuencia a los escenarios del mundo de habla espaola.
VIII. CONCLUSIN

Despus de seguir el curso de la vida personal de Alarcn y despus de


leer y estudiar sus comedias, sobresalen ciertos aspectos que merecen aten
cin especialsima. Lo primero que se impone es un tributo, aunque sea
breve, al hombre mismo. En su manera de vivir demostr Alarcn un
notable sentido de responsabilidad y una especie de sereno herosmo. Mar
cado con una deformidad fsica que pudo haber producido en l la mor
dacidad de un Alexander Pope, que tambin erajorobado, Alarcn apren
di a rerse de su mal talle (como lo demuestra su actuacin en losjuegos
poticos sevillanos de 1606) y acometi valientemente los negocios de la
vida. Nacido lejos de la Pennsula ibrica y del centro del Imperio y
expuesto por ello a los duros ataques que solan sufrir los criollos (vase
supra, pp. 55-56 y 166), dueo de escasos recursos materiales, a fuerza
de trabajo duro y disciplinado obtuvo grados en la Universidad de Sala
manca, donde los criollos eran una porcin infinitesimal de la poblacin
estudiantil, y no descans hasta obtener el ttulo de licenciado in utroque
iure, distincin que no comparta sino un puado de sus contemporneos
(vase supra, p. 96). Asumi su responsabilidad por Lorenza, su hija na
tural, la educ decentemente y la cas bien. Tras ver rechazada su soli
citud de un puesto en una de las reales audiencias del Nuevo Mundo,
recibi en recompensa de sus mritos el puesto de relator y desempe
sus obligaciones con eficacia y honra. Al morir, en 1639, estaba en plena
posesin de sus facultades y dej todos sus asuntos en orden.
Sabedor de la fundamental importancia que el linaje familiar tena
en la sociedad espaola y valindose, cuando le era posible, de sus la
zos sanguneos con personajes poderosos como Luis de Velasco el Mozo
(vase supra, p. 56), tambin saba que en su familia, como en tantas
otras, haba habido mercaderes y conversos lo mismo que algunos hidal
gos no ilustres, pero s ms respetables. Y como saba que los chismes
maliciosos sobre orgenes familiares podan arruinar a hombres honora
bles y virtuosos, l nunca dio pie a ello, y repudi a los maldicientes en
casi todas sus comedias. En resumidas cuentas, l, como Solrzano Pe-
reira (vase supra, pp. 107-108), equipar ciencia y virtud, y donde se
sinti mejor fue en la sociedad universitaria de Salamanca, donde se hon
raba a quienes se distinguan intelectualmente.
[223]
224 CONCLUSIN

En definitiva, los lazos de la amistad fueron para l ms que los de


la familia. Sus amigos fueron sobre todo letrados profesionales y cultos
dedicados a la administracin pblica, como Diez Crzate en Sevilla y
en Mxico, Marqus de Careaga en Salamanca y Len Pinelo en Ma
drid. Tambin hizo amistad con reformadores como el mdico Cristbal
Prez de Herrera, y con intelectuales de mente abierta como Henrico
Martnez. No hay duda de que Alarcn haba meditado a fondo sobre
los problemas del Imperio espaol, y perteneci al grupo reformista en
la Espaa de Olivares.
Reserv sus ms altos elogios para tres figuras pblicas autntica
mente distinguidas y capaces: Luis de Velasco el Mozo, marqus de Sa
linas y tres veces virrey en el Nuevo Mundo, Lope Diez de Aux y Ar
mendriz, almirante de la flota real y virrey de la Nueva Espaa, y
Ramiro Felipe de Guzmn, duque de Medina de las Torres, gran canci
11er del Consejo de Indias y virrey de Npoles (y puede advertirse que
estos tres seores tuvieron que ver con asuntos del Nuevo Mundo). Cier
tamente pudo haber esperado de estos hombres influyentes alguna re
compensa; el caso es que nunca alab a personajes igualmente podero
sos, pero de menos visin y de menos valor, como Rodrigo Caldern
o el arzobispo Garca Guerra. En Luis de Velasco, por ejemplo, vea un
smbolo de prudencia, y esta cualidad, de ninguna manera caracte
rstica de Caldern ni de Garca Guerra, era para l de primersima im
portancia.
Estas prendas, creencias y preferencias personales aparecen una y
otra vez, explcitas o implcitas, en las comedias de Alarcn. Otros te
mas y preocupaciones peculiares de su obra pueden atribuirse con cierta
seguridad a sus orgenes criollos, a aspectos de la sociedad novohispana
que diferan, en cuanto a importancia y validez, de la configuracin so
cial de la vieja Espaa, aunque, en un terreno como ste, no hay prue
bas irrefutables. Yo pienso que su formacin en la Nueva Espaa expli
ca su falta de sentido instintivo de comunicacin con la experiencia
histrica peninsular: ni las hazaas picas de los caudillos de la Recon
quista ni el herosmo e integridad del labrador cristiano (piedras funda
mentales del edificio teatral de Lope) parecen haber despertado ecos en
su corazn. Sus fuentes nunca son los romances del Cid o de don Alvaro
de Luna, sino historiadores como Mariana. En sus comedias histricas
falta toda apreciacin del sentido y configuracin del pasado espaol; en
su teatro son raros los campesinos (los que hay son caricaturas o figuras
de cartn). Bien visto, los nicos labradores que l conoci fueron los
indios mexicanos, que no tenan cabida en la sociedad espaola que l
retrat en su obra.
Por otra parte, su notable inters por la magia, el mesianismo, el
fenmeno de la conversin religiosa y el ocultamiento de la identidad re
ligiosa parece deberse a la mezcla especialmente heterognea de creen-
CONCLUSIN 225
cas y prcticas religiosas y al mundo de magia india que haba en la
Nueva Espaa de entonces (vase supra, pp. 32, 34-35 y 69-70).
Es posible que tambin su exaltacin de la lealtad al Rey como el
valor supremo de todos se deba, inesperadamente, a su experiencia crio
lla. Lo nico que mantena unidos a todos los reinos dispersos de la mo
narqua espaola era en ltima instancia el Rey; y los colonos del Nuevo
Mundo, apndices remotos del Imperio, mal incorporados a l, sin ape
go innato a la tierra de Castilla o de Aragn, tenan en la Corona su
principal lazo afectivo con la metrpoli. Asimismo, la tradicin familiar
vincul a los Alarcn, en Mxico, con los defensores ms eficaces de la
Corona durante la conspiracin de Martn Corts (1566), a saber, Fran
cisco y Luis de Velasco, el oidor Luis de Villanueva y el opulento
mercader-terrateniente Alonso de Villaseca, testigos los cuatro en la boda
de los padres de Alarcn, en 1572 (vase supra, pp. 56-59).
Por ltimo y es esto lo ms importante, no puede negarse que,
justamente por no haberse criado en el seno de la sociedad peninsular,
Alarcn era capaz de percibir su conformacin y sus peculiaridades de
manera ms aguda que los nacidos en ella. Tal es, en parte, la razn
del buen xito de sus comedias de costumbres contemporneas. Aqu est
en su elemento el Alarcn moralista moralista en el sentido de ob
servador de la conducta, que es una de las connotaciones del trmino.
Y no es un critico sombro, austero y amargado; esas comedias rebosan
alegra, imaginacin e ingenio.
Sin embargo, el factor que ms decisivamente conform el teatro de
Alarcn fue probablemente su larga preparacin de letrado y su tenaz
bsqueda de una carrera laica. La mayor parte de los dramaturgos de
entonces estaban relacionados con la Iglesia. Tirso, Lope y Caldern,
entre otros, eran sacerdotes; Mira de Amescua era doctor en teologa.
Guilln de Castro y Luis Vlez de Guevara haban sido soldados. Que-
vedo estudi artes. No hubo entre ellos ningn otro abogado. Alarcn
fue el representante nico de la burguesa profesional (en la medida, na
turalmente, en que pueda hablarse de semejante clase en la Espaa del
siglo x v i i ), de esa mediana imbuida en el ideal de una vida racio
nal, ordenada y prudente, bien ajustada a la ley, no dada a vuelos de
la fantasa, habituada a la disciplina regular del trabajo, y que se conce
ba a s misma como la mediadora natural entre el pueblo y el soberano
(a quien, como fuente de la ley, le era debida toda lealtad). Esta menta
lidad general baa las comedias de Alarcn y explica su tono, que no
es lrico, exaltado ni mstico, sino racional, verdico y ordenado, aqu
y all al borde de lo casustico por la finura de las distinciones dentro
de un argumento, pero claro en la presentacin de las pruebas. Yo sien
to que, si no supiramos nada de la vida de Alarcn, la sola lectura de
su obra nos hara sospechar que el autor tena educacin jurdica; mu
chos rasgos lo delataran: el vocabulario, la estructura, la constante exal
226 CONCLUSIN

tacin del derecho, los debates legalistas que a veces se desarrollan ni


toda forma (particularmente en La cueva de Salamanca y en El examen ih
maridos).
Es precisamente esta estructura mental del teatro de Alarcn el
inters en hallar solucin prctica a los problemas cotidianos y concreto'
de la vida en sociedad, la insistencia con que aconseja ser prudentes, di
cir siempre la verdad y conquistar las pasiones mediante la raznIn
que ha llevado a los crticos a clasificarlo como moralista (en el sent
do de predicador de una moral) y a definir a menudo como burgus
el cdigo moral por l representado.1ste fue el punto de vista predi i
minante en el siglo xix. Comentadores tan diversos como Philarcti
Chasles, Alberto Lista, Hartzenbusch y Menndez Pelayo vieron en es.i
actitud moralista el rasgo caracterstico del dramaturgo. Ahora bien, rl
siglo XX ha venido a desdear toda literatura que se presente con inten
ciones moralistas o con ideales burgueses, de manera que el crtico qm
se acerca a Alarcn sabiendo de antemano cmo lo han categorizado su ,
predecesores, tiende a menospreciar sus comedias sin molestarse mucho
en estudiarlas por lo que son.
De este desdn no puede hallarse mejor ejemplo que la diatriba lan
zada contra Alarcn por Jos Bergamn en su libro Mangas y capirotes.
La tesis de este ensayista es que la comedia espaola, tal como la invent
Lope y como la prolongaron Tirso y Caldern, plasma milagrosamentr
el movimiento y la esencia de la historia espaola que es la expresin
ms pura de la fe catlica por la va de la imaginacin, la fantasa,
la pasin y la poesa sublime. Este teatro, forma supremamente popo
lar, le deca al pueblo quin era, y daba alimento a sus sueos. Es claro
que el teatro de Alarcn no cabe en esos moldes, y Bergamn proced
a expulsar de la tradicin espaola castiza y autntica a ese traidor a la
causa comn; Alarcn no fue sino un intruso venido de Mxico, un
disruptor de la fe espaola, repudiado con toda razn por sus contempo
rneos. La retrica de Bergamn es molesta de tan vehemente, pero algo
de ella hay que citar, pues sus ecos se oyen todava de vez en cuando
en lo que se dice sobre Alarcn.
En las comedias alarconianas Bergamn descubre, horrorizado, el
descenso temeroso de la prudencia (p. 197). El teatro, tanjustamente
1 Charles-Vincent Aubrun, en La Comedie espagnole(1600-1680), Presses Universitaires
de France, Paris, 1966, por ejemplo, llama a Alarcn ce bourgeois sermonneur (p. 61).
Vale la pena observar que Aubrun proclama, sin matizacin alguna, que la sagesse rflc
chie, troite, doucereusement paternelle de Alarcn na rien despagnol (p. 63).
Mussia Sackheim, Die Lebensphilosophiedes DichlersDonJuan Ruiz deAlarcny Mendoza,
Triltsch, Berlin, 1936, logra identificar bastante bien el contenido filosfico bsico del tea
tro de Alarcn como estoicismo senequista.
2 Jos Bergamn, Mangasy capirotes. Espaa ensu laberinto teatral del XVII. Plutarco, Ma
drid, 1933. Todas las cursivas sern mas.
CONCLUSIN 227

vituperado por sus contemporneos, del intruso Ruiz de Alarcn, se nos


ofrece ya tocado... del horror a lo milagroso (p. 198). Y, demostrando
que se ha deleitado en la lectura de aquellas caricaturas contemporneas
en que Alarcn era una ardilla bulliciosa, una rana, un mono, el ensa
yista prosigue: El intruso Ruiz de Alarcn se hizo como el mono de imita
cin del teatro lopista: el horroroso mono, y as lo vieron en su siglo tanjusta
mente: como deformadory deforme: desformado, desfigurado (p. 204). Por
falta de imaginacin suicidaba al teatro lopista, aquel orangutanesco afn
sedicente moralizador que le inoculaba sufalsificador mejicano (pp. 201-202).
Aparte de echarle la culpa de todo lo malo que le sucedi al teatro espa
ol despus de Lope y Caldern, Bergamn no olvida de ninguna mane
ra las corcovas de Alarcn ni su origen criollo. Con qu fruicin se aga
rra de la mejicanidad para explicar la sacrilega desviacin de la ruta
espiritual marcada para siempre por el teatro de Lope! Se pregunta uno
cmo habra tratado el asunto de no haber sabido la patria de Alarcn,
o de haber pensado que haba nacido en Valladolid.
El contraste que hace Bergamn entre el teatro de Lope y el de Alar
cn es falso por rgido. Tambin Lope moraliza cuando la ocasin
se presenta, tambin Lope recompensa a sus personajes virtuosos y cas
tiga a los perversos. Fcil sera atribuir a Alarcn comedias de Lope como
El sembrar en buena tierra, del mismo modo que en el siglo xvii fue fcil
atribuirle a Lope El examen de maridos y La verdad sospechosa. Pero, cuales
quiera que sean las fallas del anlisis de Bergamn, su caracterizacin
general del teatro pico-lrico de Lope no carece de validez. A los crti
cos enamorados de Lope, como Guido Mancini-Giancarlo y Carmelo Sa-
mon,les cuesta trabajo entender a fondo el teatro de Alarcn; les pare
ce montono y superficial, y sus moralizaciones les resultan convencionales
(o sea burguesas).3En otras palabras, aunque no llamen expresamente
a Alarcn el intruso mexicano, como hizo Bergamn, tras lo que di
cen hay una apreciacin de su teatro muy parecida a la que encontramos
en Mangas y capirotes.
Es reconfortante escuchar la autorizada voz de Rosario Castellanos,
que inteligentemente se aparta de esa crtica cargada de prejuicios. En
uno de los ensayos de su libro Mujer que sabe latn nos dice qu libros que
rra tener consigo en caso de ser arrojada a una isla desierta. En la lista
est el Popol Vuh, estn las obras de Sor Juana Ins de la Cruz, y
1 Vase II teatrodiJuan Ruiz deAlarcn, pp. 9-34 y 35-67. La introduccin de Margit
Frenk a su edicin de varias Comedias de Alarcn muestra una actitud prcticamente idn
tica, y depende mucho de los estudios de esos dos hispanistas italianos. Por su parte, Angel
Valbuena Prat, Historia del teatroespaol, Noguer, Barcelona, 1956, aunque ve con mejores
ojos a Alarcn, atribuye el tono moral de sus comedias a un complejo de inferioridad, a
su resentimiento de criollo y de jorobado y a sus celos por la fecundidad de la pluma de
Lope. En cambio, Ellen Claydon,Juan Ruiz de Alarcn: Baroque Dramatist, Castalia, Valen
cia, 1970, no encuentra ninguna diferencia entre Alarcn y Lope (o Caldern, o Tirso) en
cuanto a temas morales, estructura dramtica y actitud religiosa.
228 CONCLUSIN

...por supuesto, Juan Ruiz de Alarcn. Que a la furia espaola opone la


prudencia de quienes no estn muy seguros de que poseen una justificacin para
ocupar un lugar en el espacio... Ruiz de Alarcn, que descubre, no slo de na
era retrica sino en situaciones concretas, que en el duelo entre el dinero y el
honor saldra perdidoso el honor. Ruiz de Alarcn, tan moderno, tan mesurado, tan
burgus, cuandoestapalabra notenael sentidopeyorativoque hoy tienesino quesignificaba,
frente a la ideologafeudal, el progreso de la humanidad,4
Desde los das mismos de Alarcn, sus comedias han suscitado con
troversias, cosa que no ocurre con las de otros dramaturgos contempo
rneos, como Tirso o Luis Vlez de Guevara. La gran tienda de la co
media que Lope levant era lo bastante amplia y alta para dar cabida
a gran variedad de estilos y de realizadores, y entre stos Alarcn es cier
tamente uno de los ms brillantes (de haber sido un insulso, un medio
cre, nadie se habra molestado en atacarlo ni en defenderlo); pero sus
contemporneos y las generaciones subsiguientes parecen haber percibi
do en su obra un acento distintivo, un sabor especial, que ha suscitado
comentarios diversos, de irritacin unas veces, de admiracin otras.
El presente estudio se ha propuesto definir la ndole de ese acento
distintivo y sugerir qu experiencias y circunstancias vitales contribuye
ron a la formacin de esa peculiar visin del mundo. De ninguna mane
ra pretende haber resuelto todos los problemas; muchas zonas de su vida
nos estn cerradas para siempre; y, aunque pudieran abrrsenos, el mis
terio del proceso artstico, el paso de la vida a la creacin esttica nunca
entrega su secreto final. Sin embargo, la obra creada es parte de la vida
del escritor y no un compartimiento estanco, desconectado de ella. Cuanto
ms conozcamos la una, tanto mejor entenderemos la otra. De manera
obvia o de manera sutil, Cervantes entreteji sus experiencias de cauti
vo en Argel en la trama del Quijote; sera perjudicial para nuestra com
prensin plena del Quijote si decidiramos no tomarlas en cuenta a la ho
ra de leer.
El propsito de este libro es hacer la lectura o la visinde las
comedias de Alarcn lo ms luminosa y, por lo tanto, lo ms placente
ra posible. Debiramos ser capaces de entrar con placer y simpata en
el mundo dramtico de Alarcn y de Lope^i de Caldern, cada uno de
los cuales ofrece su propio deleite. El lector o espectador que ms inten
samente siente el apasionado drama de Racine no por ello necesita re
chazar a Corneille o a Moliere. El discreto lector a quien Alarcn confi
su fama tantos aos hace (vase supra, pp. 188-189) encontrar en su obra
4 Rosario Castellanos, La angustia de elegir, en Mujer que sabe latn, SepSetentas,
Mxico, 1973; el texto citado est en la p. 212 (la cursiva de las ltimas lneas la he puesto
yo). F,l conocimiento que Rosario Castellanos tena de Alarcn no era superficial ni de se
gunda mano, sino muy serio, como lo demuestra su ensayo Juan Ruiz de Alarcn: una
mentalidad moderna, Anuario de Letras de la U.N.A.M., 8 (1970), 147-172.
CONCLUSIN 229
imgenes notablemente fieles y memorables de las complicaciones, fra
casos, fortunas, locuras y aspiraciones de la sociedad espaola urbana
en la Espaa de Olivares, imgenes que ni falta hace decirlo son
aplicables de muchas maneras al mundo de los profesionales y burcra
tas jvenes en el Washington, el Pars, el Madrid, el Mxico o el New
York de nuestros das.
APNDICE A
Representaciones de comedias de Alarcn en Espaa
y el Per durante el siglo xvn

Veinte son las comedias que public Alarcn en las dos Partes. Segn
los documentos que hasta hoy se conocen, trece de ellas se representaron
entre 1618 y 1696 en teatros pblicos, en conventos y en palacios. Siete
de las trece lo fueron en la corte. Los aos 1618-1627 son los de mayor
nmero de representaciones, y el ao culminante es 1623, en el cual se
llevaron a las tablas cinco comedias. No hay constancia documental de
representaciones entre 1638 (el ao anterior a su muerte) y 1684. Sin
embargo, debe tomarse en cuenta que, una vez que determinada come
dia pasaba a formar parte del repertorio de una compaa, segua repre
sentndose seguramente muchas veces y en muchos lugares, si bien de
esto no hay constancia. Las comedias ms populares cada una se men
ciona cuatro vecesparecen haber sido Las paredes oyen, La verdad sospe
chosa y Los pechosprivilegiados (presentada las ms de las veces con el ttulo
Nunca mucho cost poco).

Comedias de la Parte primera (impresa en 1628, licencia de 1622)


1. Losfavores del mundo. (1) En posesin del empresario Baltasar de Pi
nedo y representada por su compaa la noche del 3 de febrero de
1618 en la iglesia de los premonstratenses de Madrid (Pinedo era
a la sazn uno de los principales empresarios, o autores de come
dias, como se deca; su compaa fue una de las favorecidas con
real licencia en 1603; represent autos sacramentales en Madrid en
el Corpus de 1618). (2) Representada en Lima, en 1630, como par
te de los festejos que se hicieron por el nacimiento del prncipe Bal
tasar Carlos.
2. La industria y la suerte. No hay informacin.
3. Las paredes oyen. (1) Tambin en posesin de Pinedo, y representada
la tarde del 3 de febrero de 1618 en la iglesia de los frailes de la Vic
toria, que estaba en la Puerta del Sol. (2) Representada en Palacio
por la compaa de Andrs de la Vega; el pago se hizo el 23 dejunio
[231]
232 APNDICES

de 1625 (tambin Andrs de la Vega era jefe de una compaa im


portante, encargada de representar en Madrid dos autos en el Coi
pus de 1630). (3) El 11 de marzo de 1627 estabaen posesin del em
presario Juan Acacio, en Valencia. (4) Representada enPalacio <1
5 de julio de 1636 por la compaa de Toms Fernndez.
4. El semejante a s mismo. No hay informacin.
5. La cueva de Salamanca. Representada en Palacio por la compaa de
Domingo de Balbn el 9 de julio de 1623 (Balbn era autor de co
medias desde comienzos del siglo; en 1609 puso en escena dos auto.s
de Corpus en Madrid).
6. Mudarse por mejorarse (llamada tambin Por mejora). Se haba reprr
sentado hacia 618-1620 (segn una stira de esos aos, publicada
por Hartzenbusch en su edicin de las Comedias de Alarcn, p. xxxiv),
7. Todo es ventura. El 13 de marzo de 1627 estaba en posesin del em
presario Juan Acacio, en Valencia.
8. El desdichado enfingir (por otro nombre Dar con la mismaflor, refund
cin; llamada tambin a veces Quin engaa ms a quin). En el reper
torio del empresario Antonio de Morales, en Lima, 1623.

Comedias de la Parte segunda (impresa en 1634, licencia de 1633)


1. Los empeos de un engao. No hay informacin.
2. El dueo de las estrellas. No hay informacin.
3. La amistad castigada. No hay informacin.
4. La manganilla deMelilla. Representada en 1623 o antes (segn un es
crito en prosa contra Alarcn: vase Millares Cario, ed. de OC, t.
3, p. 409, nota b).
5. Ganar amigos (llamada tambin Amor, pleitoy desafo y Lo que mucho vale,
mucho cuesta, en ganar amigos). Representada en octubre de 1622 en
Palacio, ante la Reina.
6. La verdad sospechosa (por otro nombre El mentiroso). (1) Representada
en Palacio, el Io de octubre de 1623, por la compaa de Fernn
Snchez de Vargas (ste viva en la calle de Huertas, donde posea
casas; estuvo activo muchos aos, pero muri en la crcel, por deu
das, en 1644). (2) El Io de marzo de 1624 estaba en posesin de Ro
que de Figueroa, en Valencia. (3) Representada por la compaa
de Andrea de Salazar, viuda de Damin Polope, en el corral del Prn
cipe, el 28 y el 29 de enero de 1696. (4) Representada por la misma
compaa en el corral de la Cruz el 30 de enero de 1696 (lo que se
represent en estas dos ltimas ocasiones puede haber sido la refun
dicin que de la comedia alarconiana haban hecho Diego yJos de
Figueroa y Crdoba).
7 . El Anticristo. Representada en diciembre de 1623 por la compaa
REPRESENTACIONES 233

de Diego de Vallejo (datos proporcionados por un epigrama y una


carta de Gngora: vase el prlogo de Reyes a su ed. de Teatro, p.
xxvi).
8. El tejedor de Segovia (segunda parte). Representada en Palacio el 3
de septiembre de 1684 por la'compaa de Eufrasia Mara de Reina.
9. Lospechosprivilegiados (llamada ms a menudo Nunca mucho costpoco).
(1) Representada en Palacio por la compaa de Andrs de la Vega
el 28 de octubre de 1625. (2) Representada por la misma compaa
en el Palacio de Madrid, o en el del Pardo; el pago se hizo el 31
de marzo de 1627. (3) La compaa de Juan Pealosa se compro
meti a representarla en Colmenar Viejo el da de la Asuncin de
1636. (4) La compaa de Gabriel de Espinosa se comprometi a
representarla en 1638, tambin en la fiesta de la Asuncin.
10. La prueba de las promesas. No hay informacin.
11. La crueldad por el honor. No hay informacin.
12. El examen de maridos (llamada tambin Antes que te cases, mira lo que
haces). (1) Representada por Andrs de la Vega en el Palacio de Ma
drid o en el del Pardo; el pago se recibi el 31 de marzo de 1627.
(2) En posesin de Jernimo Amella, en Valencia, junio de 1628.
(3) En posesin de Mara de Crdoba (mujer de Andrs de la Vega)
en 1632: en un contrato de este ao se compromete a representar
dos comedias de una lista de ocho (y una de las ocho es El examen
de maridos), en Daganzo de Arriba, en la fiesta de la Candelaria de
1633.
Salvo indicacin en contrario, estas noticias proceden de las siguientes
fuentes: Cotarelo, Las comedias en los conventos; Lohmann, El arte
dramtico', Mrime, Spectacles el comdiens; Prez Pastor, Nuevos datos; Sher
gold y Varey, Some Palace Performances y Fuentes, ts. 1 y 6; Subi-
rats, Contribution. (Vanse los datos completos en la Bibliografa).
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rbol gcnmlrigli o lt u

(1) Isabel Portocarrero l- (2) Dr. Pedro II

( 4) I,
(in

(6) Pedro de Alarcn (sr. de - p- (7) Cata!


Albaladejo) Alarc<

(8) Alonso Ruiz de Alarcn (sr. de


Albaladejo)
(10) Garca Ru
All

(13) Juana (14) Alonso Ruiz Girn de Alarcn (15) Juana Pacheco de Silva (h. de (16) Mara de Valencia
(sr. de Albaladejo y Piqueras) Luis de Silva Pacheco, sr. de
Villarejo de Fuentes)

Ruiz (26) Luis Girn de (27) Juana Portocarrero (28) Alonso (29) Pedro Girn de (30) Juana de Alarcn (31) Ana (32) Pedro Verdugo, (33) Pedr.
urcn Alarcn (sr. de Albaladejo, Osorio (h. del (muri joven) Alarcn (9o (h. de los sres. de Sisante) proveedor de las de Alai
Piqueras y Villarejo) Conde de Medelln) Conde de Cifuentes) armadas en Mlaga,
cab. de Santiago, 1568

r Padilla y (43) Juana Pacheco (44) Juan Ruiz de Alarcn (45) Magdalena de: I. (46) Pedro de Verstegui (sr. de (47) Pedro Ruiz
,cab. de y Andrada, cab. de Silva y Girn Alpera) de Alarcn
IMgO Alcntara, 1626
'?V3) Fernando Jacinto de Padilla (54)Juana de
Imeses Pacheco Girn de Alarcn Pacheco
y Silva, cab. de Santiago, 1613
(11 Conde de Cifuentes)
(61) Catalina :
Gueria

(67) Matee
Gurnu, cal
EB
isa de Albaladejo

del Castillo (3)?

) Lic. Fernn Gonzlez del: (5) Guiomar de Alarcn (h. de


'astillo (sr. de Albaladejo) Garca Ruiz de Alarcn, sr. de
Buenache)

ualia Barba (h. de Lope de


ircn, 5o sr. de Valverde)

de ' (9) Mara Carrillo (h. de los sres.


de Cervera)
Ruiz de Alarcn (sr. de : (11) Guiomar Girn de Valencia
Albaladejo) (h. de Juan de Valencia, sr. de Piqueras)

(17) Garca Ruiz : (18) Mara Gil (19) Hernando (20) Beatriz de ; z (21) Hernando (22) Mara (23) Ana de - (24) Diego Pacheco (alcaide de
de Alarcn de Valencia Alarcn del Castillo Carrillo Alarcn Belmonte)
(sr. de Altarejos)

idro Ruiz *(34) Leonor (35) Femando Girn - (36) Mara Alfaro Carrin (37) Pedro Girn- (38) ngela (39) Luis
n(40) Juan
i
(41) Justa
Jarrn de Mendoza y Alarcn y Alarcn Pacheco

(48) JUAN RUIZ 1(49) ngela de (50) Cristbal (51) Rufina ; ^(52) Garca
DE ALARCN Cervantes Girn Girn de Buedo
Y MENDOZA
(55) Lorenza
de Alarcn
(56) Femando Girn
de Buedo
(57) Garca (58) Bernardo l
(59) Diego (60) Juana

a ---- - (62) Juan Jos Girn He Ruedo y


i
(63) Pedro Antonio
i
(64) Cristbal
i
(65) Fernando
i
(66) Bernardo
Ruiz de Alarcn, cab. de
Montesa, 1688
Uro Girn de Buedo y
cab. de Montesa, 1688
APNDICE C
Nuevas notas sobre la ascendencia paterna de Juan Ruiz
de Alarcn: Castillos buenos y Castillos malos

En mi artculo sobre el linaje paterno de Alarcn, publicado en la Nueva


Revista de Filologa Hispnica, 19 (1970), 49-86, sugera, con base en ru
mores insistentemente recogidos en varias pruebas de limpieza de san
gre de comienzos del siglo x v ii referentes a la familia Alarcn, que el
licenciado Fernn Gonzlez del Castillo, primer seor de Albaladejo (an
tepasado directo del dramaturgo unas cinco generaciones atrs), era fru
to de la unin extramatrimonial entre el doctor Pedro Gonzlez del Cas
tillo (miembro del Real Consejo de Juan II) y cierta Violante Gonzlez,
cuyos huesos fueron desenterrados y quemados en 1491 tras un proceso
inquisitorial en que se demostr que haba sido judaizante. En 1970 era
imposible ver la copia del proceso de Violante, conservada en el archivo
de la Inquisicin de Cuenca Pero desde 1971, ao en que don Dimas
.1

Prez Ramrez fue nombrado cannigo archivero de la dicesis de Cuen


ca, el archivo ha estado abierto a los estudiosos. Con gran placer hago
constar aqu mi agradecimiento a monseor Prez Ramrez por su entu
siasta y eficaz ayuda.
Tras examinar el proceso de Violante, puedo concluir que los ru
mores eran infundados. Puede haber habido relacin entre Violante y
el doctor Pedro Gonzlez del Castillo, pero su hijo no fue ese Fernn Gon
zlez del Castillo, que muri hacia 1480 y fue miembro del Real Conse
jo de los Reyes Catlicos, sino un Hernando del Castillo msjoven, alcai
de de Alarcn y seor de Altarejos, Perona y La Losa, cuyo testamento
es de 1501. Los homnimos han sido la trampa sempiterna de los genea-
logistas .2

1 Legajo 5, nm. 118. Los papeles aqu contenidos son en gran parte copias que en
1555 se hicieron de las actas originales, y testimonios que en 1555 dieron algunos descen
dientes de Violante. Hay asimismo algunas adiciones fechadas entre 1612 y 1615.
2 Para evitar confusiones de nombres y de generaciones, ser bueno que el lector ten
ga a la vista el rbol genealgico de la casa de Albaladejo (Apndice B), reproducido con
autorizacin de la Nueva Revista deFilologa Hispnica, y en el cual he hecho algunas correc
ciones a base de los nuevos documentos. En el nm. 3 he suprimido el nombre de Violante
Gonzlez. Tambin he eliminado los nombres de Mara del Castillo y Diego Pacheco (an-

[235]
236 APNDICES

Sin embargo, nos quedamos sin saber quin fue la madre del licen
ciado. Ignoramos si perteneca, como Violante, a una familia de conver
sos. Es posible que Violante Gonzlez, que vivi notoriamente aferrada
a prcticas judaicas, fuera hermana ilegtima del tambin ilegtimo li
cenciado Fernn Gonzlez, de manera que ste era asimismo, por lo me
nos, mitadjudo, aunque su conducta permaneci, evidentemente, den
tiguos nms. 8 y 9). En los documentos de la prueba de limpieza realizada por la orden
de Alcntara entre 1609 y 1626 (Archivo Histrico Nacional de Madrid, Ordenes milita
res. Alcntara, nm. 1354) con respecto aJuan Ruiz de Alarcn y Andrada, este solicitan
te del hbito y muchos de los testigos convocados en 1626 afirman que su tatarabuelo Pe
dro Ruiz de Alarcn estuvo casado con Catalina Pacheco, hija de Diego Pacheco, alcaide
de Belmonte, y de Mara del Castillo, hija a su vez del licenciado Fernn Gonzlez del
Castillo, lo cual, por s solo, pareca una admisin peligrosa, pues el licenciado era hijo
natural y, adems, se rumoraba que su madre era Violante Gonzlez. Por eso inclu en
la primera versin del rbol los dos nombres mencionados. Fue un error, pues en realidad
los testimonios de 1626 son falsos, amaados y encubridores.
La Mara del Castillo que cas con Diego Pacheco, alcaide de Belmonte, era en reali
dad hija de Hernando del Castillo y de Juana de Toledo y, ella s, nieta de la judaizante
Violante Gonzlez, como resulta de los testimonios conservados en los expedientes inquisi
toriales de Violante, de su hijo Hernando y de su nieto Diego. (Vase injra, nota 5, el deta
lie de la documentacin.) En 1609, el candidato Alarcn y Andrada y sus amigos y parien
tes, aprovechando la frecuente confusin entre Fernn Gonzlez del Castillo (el licenciado)
y Hernando del Castillo (el alcaide de Alarcn), lograron colar una tatarabuela Catalina rns
respetable, pues poda demostrarse que descenda en ltima instancia del doctor Pedro Gon
zlez del Castillo. El licenciado Fernn Gonzlez del Castillo, en cambio, no menciona
a ninguna hija Mara en el instrumento de fundacin del mayorazgo de Albaladejo que
hizo redactar en 1474, aunque indica minuciosamente a todos los posibles poseedores dl
ttulo (manuscrito M-90 de la coleccin de Luis de Salazar y Castro, en la Academia (li
la Historia de Madrid, fols. 232-239).
Adems, el nombre del seor de Altarejos que estuvo casado con Beatriz de Alarcn
(nm. 22 en el rbol de 1970, nm. 20 ahora) no es Diego, sino Hernandodel Castillo, como
ahora se lee (Archivo Diocesano de Cuenca, Inquisicin, legajo 238, nm. 3087: proceso
de Diego del Castillo, seor de Altarejos, 1566). El nombre errneo, Diego, proceda l
Luis de Salazar y Castro, Historiagenealgica de la casa deSilva, Madrid, 1685, t. 1, p. 411
Me siento perpleja en cuanto a la presencia del primer Alonso Ruiz de Alarcn (nm
8) en el rbol. La Historia... de la casa deSilva de Salazar y Castro, autor casi siempre fule
digno, lo mismo que Antonio Surez de Alarcn en sus Relaciones genealgicas de la casa <U
los Marqueses de Trocifal, Condes de Torresvedras, su varona, Ceballos deAlarcn... (Madrid, 165(>)
y Luis Alarcn y Beaumont en su Relacin... de la... familia de Alarcn (Pamplona, 1654)
confirman por igual esa presencia y coinciden en decir que estuvo casado con Mara Can i
lio y que tuvo de ella dos hijos, Pedro y Garca. Ahora bien, en un documento de 1497
(manuscrito M-90 de la coleccin Salazar y(lastro, fol. 257a) este Garca, seor de Albal.i
dejo, declara que su padre fue Pedro de Alarcn; pero, como el testamento de este PeeIn
s desconocido, resulta difcil llevarles la contra a los tres genealogistas citados. Si Alonsn
no es un colgajo fantasma en el rbol, el misterio que lo rodea suscita la sospecha de qur
los documentos con l relacionados se suprimieron por ser un estorbo para el clan Castillo
Alarcn del siglo XVI, tal vez porque su mujer perteneca a una familia de cristiano*
nuevos, los Alvarez de Toledo que eran los seores de Cervera en el siglo XV. Su muja
bien puede haber sido otra descendiente de Violante Gonzlez, pues se sabe (Do< ( |
que dos de sus nieto? se casaron con miembros de la familia Alvarez de Toledo a fines di l
siglo XV.
ASCENDENCIA PATERNA 237
tro de los linderos de la ortodoxia catlica. Otra posibilidad es que
Violante fuera hija natural de un hermano del doctor Pedro Gonzlez,
llamado Fernn Gonzlez del Castillo El hecho de que Violante haya lla
.3

mado Hernando a su hijo y lo haya apellidado del Castillo da un leve


apoyo a esta segunda hiptesis. En todo caso, la futura estrechez de rela
ciones entre los descendientes de Violante y los del licenciado hace razo
nable conjeturar que ya en esa generacin exista un lazo familiar, aun
que no pueda probarse.
Juan Ruiz de Alarcn podr no haber sido descendiente en lnea di
recta de la desdichada judaizante, pero es un hecho que las alianzas ma
trimoniales entre las dos casas Castillo (esto es, la del licenciado Fernn
Gonzlez del Castillo y la de Hernando del Castillo, alcaide de Alarcn)
produjeron en el siglo xvi una especie de relacin de primos que re
sulta altamente ilustrativa de la confusin que hubo en La Mancha en
tre familias de origen judo y familias de cristianos. A causa del notorio
judaismo de Violante, sus descendientes tuvieron, a lo largo de los siglos
xvi y xvn, problemas con la Inquisicin y apuros en las pruebas de lim
pieza de sangre realizadas por las rdenes militares; y, a causa de las
relaciones matrimoniales de nuestra familia Alarcn con esos descendien
tes de Violante, la casa de Albaladejo, aunque no molestada por la In
quisicin, se vio forzada, a la hora de las pruebas de limpieza, a escon
der lo mejor posible a tan estorbosos tos abuelos. A fines del siglo xvi,
cuando Luis Girn de Alarcn, seor de Piqueras y Albaladejo (y primo
del dramaturgo), contrat los servicios del renombrado genealogista Pe
dro Jernimo de Aponte para que preparara una genealoga oficial, ya
era lugar comn la distincin que Aponte hace entre Castillos buenos
(los descendientes del licenciado) y Castillos malos o manchados (los
descendientes de Violante Pero la obvia verdad es y era que no sejus
) . 4

tificaba esa tajante distincin.


Gracias a las frecuentes apariciones de los descendientes de Violan
te ante varios tribunales, la historia de esta familia de cristianos nuevos
est bien documentada y ejemplifica abundantemente los problemas con
que se topaban los descendientes de conversos, como tambin los me
dios con que, en parte al menos, se salvaban esas dificultades, hasta que
finalmente se mezclaban con la poblacin catlica y se hacan indistin
guibles de ella. Despus de Violante, en todo caso, ningn miembro de
la familia fue quemado en la hoguera, ni en carne viva, ni en efigie, ni
5 Sobre los miembros de la familia Gonzlez del Castillo vase el manuscrito M-90
de la coleccin Salazar y Castro, fols. 220-221v. Fernn (o Hernn) Gonzlez del Casti
llo. que era lugarteniente de donjun Pacheco, marqus de Villena, es identificado en
un documento de 1445 como vecino de San Clemente (en La Mancha) y miembro de la
guardia de Su Majestad. En 1442 haba sido corregidor de Avila (vase Torrente Prez.
Documentos, t. I. p. 73). Segn parece, no hubo prole en su matrimonio.
4 Coleccin Salazar y Castro, manuscrito D-42 (ahora nm. 9/316).
238 APNDICES

como montoncito de huesos. Por su valor ejemplar, y tambin por su


posible conexin con la visin del mundo deJuan'Ruiz de Alarcn, ofrez
co aqu algunas noticias sobre dos aspectos: a) algunas escaramuzas d<
la lucha entre los descendientes de Violante y varios representantes ofi
ciales de la Iglesia y de la nobleza, y b) algunos matrimonios contrados
entre las dos familias .5

La historia se inicia en el siglo xv en una regin de La Mancha (un


poco al este del Toboso de Dulcinea) que formaba un trapezoide cuyos
ngulos eran Huete al noroeste, Cuenca al noreste, San Clemente al sud
este y Belmonte al sudoeste. Prcticamente todo este territorio era pro
piedad particular de donjun Pacheco, primer marqus de Villena; y
al sur, un pequeo tringulo casi equiltero, de unos 37 kilmetros poi
lado, y cuyos ngulos eran Belmonte, San Clemente y Castillo de Garc i
Muoz, estaba poblado casi exclusivamente por sus principales servido
res y aliados. En Garci-Muoz vivan el doctor Pedro Gonzlez, el li
cenciado Fernando Gonzlez del Castillo, hijo natural suyo, y Violante
Gonzlez. En San Clemente vivan los antepasados inmediatos del do<
tor Pedro Gonzlez el primero de la familia que se estableci en San
Clemente fue Clemente Prez del Castillo, bisabuelo del doctor,
6

como tambin su hermano Fernn Gonzlez del Castillo y muchos de


sus descendientes. Otros miembros de la familia haban emigrado a Bel
monte.
Violante Gonzlez muri en 1466; y el proceso a que fue sometida
se inici en 1490. Fue mujer bastante rica y se cas dos veces; el prima
marido, segn creen recordar algunos testigos, fue un judo de apellido
1 En las pginas que siguen se combina y sintetiza la informacin proporcionada poi
los siguientes documentos:
Doc. A: Archivo Diocesano de Cuenca, Inquisicin, legajo 5, nm. 118 (proceso d<
Violante Gonzlez, 1491);
Doc. B: Ibid., legajo 28, nm. 480 (proceso de Hernando del Castillo, alcaide de Alar
cn, 1498);
Doc. C: Ibid., legajo 77, nm. 1117 (proceso de Diego del Castillo, 1519);
Doc. D: Ibid., legajo 238, nm. 3087 (proceso de Diego del Castillo, seor de Altan-
jos, 1566);
Doc. E: Ibid., legajo 6, nm. 122 (proceso de Ins de Alc'araz, mujer de Alonso di
Iniesta, 1492);
Doc. F: Archivo Histrico Nacional, Madrid, Ordenes militares, Alcntara, nm
1128 (prueba de limpieza de Juan Pacheco de Guzmn y Pacheco, 1635);
Doc. G: Ibid., Santiago, nm. 3935 (prueba de limpieza deJuan de Hinestrosa, 1639)
Para simplificar las cosas, no me esforzar en precisar de qu documento procede cada
informacin. Cuando parezca deseable, citar los documentos por la letra que acabo de
asignarles, pero sin mencin de folio. Por lo dems, la foliacin de muchos de estos legajos
es confusa, o tiene lagunas, o falta del todo. Adems, todos ellos contienen materiales co
piados de otros procesos, anteriores o posteriores. Los Docs. A, By C apenas se entienden
si se leen solos.
(>Sobre este detalle vase Enrique Fernndez-Prieto Domnguez y Losada, Nobleza
de Zamora, C.S.I.C., Madrid, 1953, p. 664.
ASCENDENCIA PATERNA 239
Arpallate, que resultara ser el padre de Hernando; el segundo fue un
cristiano, Alonso de Luz (Doc. F). Se da a entender que su familia se
convirti al cristianismo en la primera mitad del siglo xv, a raz de las
predicaciones de San Vicente Ferrer. Muchos testigos, en 1490, la acu
san de prcticas judaicas en cuanto a la comida y los ritos de sepultura,
dicen que encenda candelas los viernes, etc., todo con gran detalle. Se
gn cierto testigo, una vez ella le pregunt a un vendedor ambulante
de tocas, judo, qu da era la fiesta de las Cabauelas (o sea la de los
Tabernculos), y l contest: Ay, buena mujer, buena mujer! Agora
sabis vos cundo es la pascua de las Cabauelas! (Doc. A). Cierta mu
jer que haba sido criada de Violante recuerda que una vez que pasaba
por all el bachiller Fernando del Castillo, funcionario de la Inquisicin,
la llam el hijo de Violante, Hernando del Castillo (no es ste el nico
caso de homonimia que hay en el proceso) y le pregunt qu saba de
las costumbres de su madre; al saber lo de las prcticas judaizantes, el
hijo se asust y crey oportuno que la criada saliera de Garci-Muoz
antes de que fuera interrogada por el Santo Oficio. Este Hernando del
Castillo, alcaide de Alarcn, contrat a un letrado para que defendiera
a su difunta madre (el testamento de Violante, intercalado en el legajo,
tiene fecha 18 de julio de 1466, y en l lo menciona repetidas veces lla
mndolo hijo suyo): segn l, Violante iba a misa, daba limosnas y se
confes en su lecho de muerte, y quienes la acusaban dejudaismo lo ha
can por ser enemigos del propio Hernando.
Un testigo de la defensa, Fernando del Castillo del Arzobispo (otro
homnimo), hace declaraciones favorables a Violante y a Hernando el
alcaide, primo suyo. Explica que, muchos aos atrs, Juan de Valencia,
seor de Piqueras (el padre de Guiomar Girn de Valencia, nm. 11
del rbol genealgico), haba jurado solemnemente casarse con Ins, hija
del alcaide, y luego haba roto su palabra. Toda la regin haba quedado
dividida: unos estaban con Juan, otros con Hernando. La actual cam
paa contra Violante no es, segn l, sino el ltimo de una serie de insi
diosos ataques lanzados porJuan contra Hernando. Juan Pacheco, mar
qus de Villena, haba tratado de hacer las paces, puesJuan de Valencia
era un pariente cercano, y Hernando del Castillo el ms capaz de sus
lugartenientes, pero no consigui nada. Cada cual robaba las vacas y
aterrorizaba a los vasallos del otro, con la apasionada y primitiva bruta
lidad tan caracterstica de la conducta caballeresca del siglo xv. La
presencia del nombre deJuan de Valencia en el proceso nos pone de nuevo
en contacto con la familia de Alarcn, pues la hija nica de ese persona
je, Guiomar Girn de Valencia, fue mujer de Garca Ruiz de Alarcn,
bisabuelo del dramaturgo. Vale la pena observar cmo Juan de Valen
cia lleg a pensar seriamente en una alianza matrimonial con los Casti
llos malos, sabedor de que eran cristianos nuevos. (Otra cosa es que
luego se haya arrepentido.)
240 APNDICES

La sentencia result adversa: Violante fue condenadapost mortempor


judaizante; sus huesos fueron desenterrados y quemados; su hijo y sus
nietos fueron declarados inhbiles para desempear cargos honrosos
en lo eclesistico y en lo civil, y se les prohibi estrictamente recibir o
conservar propiedad alguna procedente de su herencia.
Hernando del Castillo, que era hombre poderoso, no solt ninguna
de sus posiciones alcaide de Alarcn, seor de Perona, seor de Alta-
rejos (poblacin situada a unos 16 kilmetros al noroeste de Albalade
jo)ni a las propiedades heredadas de su madre. Pero tambin l fue
encarcelado y procesado por la Inquisicin en 1498, acusado de prcti
cas religiosas no ortodoxas, aunque lo que ms pesaba era el judaismo
de la madre. La sentencia se pronunci el ao siguiente; fue condenado
a pagar maraveds por las costas del proceso y a abjurar de levi,
1 0 0 , 0 0 0

especialmente por sus prcticas judaizantes (Doc. B).


Aqu entra un hecho muy revelador. Pese a que en los procesos de
1490 y de 1498 qued claro que Hernando era hijo de Violante, l mis
mo declara en su testamento, fechado a de agosto de 1501, ser hijo
2 1

de Pero Sanz del Castillo (natural de la Montaa de Santander) y de


doa Juana de Toledo. Slo que el testamento que se conoce no es el
original, sino una copia presentada en 1635 por Juan Pacheco, uno de
sus descendientes, durante su prueba de limpieza (Doc. F). Explica ese
documento que, siendo nio de corta edad, Hernando se traslad a Cas
tillo de Garci-Muoz y fue acogido por Violante Gonzlez y su marido
Alonso de Luz, los cuales se encariaron tanto con l, que lo nombraron
su heredero. Es de todo punto inverosmil que Hernando, apenas dos
aos despus de ser sentenciado y habiendo testigos que conocan per
fectamente su linaje, haya metido en su testamento una falsificacin tan
flagrante. Es claro que el testamento fue amaado por Juan Pacheco:
la mejor manera de probar su limpieza de sangre fue eliminar del rbol
a Violante Gonzlez e injertar en su lugar a Pero Sanz del Castillo (que
parece haber sido uno de los antepasados remotsimos de nuestro doctor
Pedro Gonzlez del Castillo), sin preocuparse de la imposibilidad crono
lgica, pues ese Pero Sanz del Castillo, cristiano viejo por los cuatro cos
tados, vivi, cuando muy tarde, en el siglo xn.
Pero ya en 1519, Diego del Castillo, hijo mayor de Hernando, tam
bin alcaide de Alarcn y seor de Altarejos, durante el proceso inquisi
torial a que fue sometido por incredulidad, haba tratado de desdibujar
la historia de su linaje. Declara, en efecto, que su abuelo (o sea el padre
de Hernando) fue nada menos que hermano del gran maestre de la or
den de Calatrava y que ese abuelo se llamaba Diego del Castillo, como
l; pero al mismo tiempo no se muestra muy seguro de ello, y, por lo
que toca a la abuela materna (o sea Violante), declara sencillamente que
no recuerda quin fue. Su tctica es la vaguedad. Y, en resumidas cuen
tas, le sirvi, pues aunque los testigos afirman que dijo que las Escritu
ASCENDENCIA PATERNA 241
ras mienten y que Dios miente, y que una vez blasfem contra la cruz
en que muri Cristo (Doc. C), slo fue sentenciado a abjurar de levi por
tan peligrosas opiniones, y a pagar maraveds por las costas del
2 0 , 0 0 0

juicio.7

Milagrosamente, el hijo mayor de Diego, seor tambin de Altare-


jos, llamado Hernando del Castillo como su abuelo, parece haberse sal
vado del escrutinio inquisitorial. Tal vez para entonces los miembros de
esta familia de cristianos nuevos se haban instalado ms cmodamente
en los modos de pensar de los cristianos viejos. Tal vez le sirvi a este
Hernando el haberse casado con una mujer de la familia Alarcn, que
gozaba de algn mayor prestigio, pues fue l y no Diego del Castillo,
como se lee en Salazar y Castroquien se cas con Beatriz de Alarcn
(nm. del rbol genealgico), tendiendo uno de los primeros lazos
2 0

innegables y abiertos que hasta hoy se han averiguado entre los descen
dientes de Violante y los de Fernn Gonzlez del Castillo. A comienzos
del siglo xvi, la casa de Albaladejo no tena escrpulos en casar a una
de sus hijas con el descendiente de una familia cuyas creenciasjudaizan
tes eran conocidas de todos, pero que era seor de pueblos.
El hijo de Hernando del Castillo y Beatriz de Alarcn, llamado Die
go del Castillo (como su abuelo), hered de su padre el seoro de Alta-
rejos y, por lo visto, hered tambin las opiniones y la lengua suelta del
abuelo, pues fue procesado intermitentemente por la Inquisicin entre
1566 y 1571 el caso qued en suspensopor declaraciones herticas
y costumbres escandalosas (Doc. D). Entre otras cosas, se afirma que
una vez observ que ciertos papas canonizaron a otros papas sin exigir
ningn milagro en prueba de su santidad; se afirma tambin que no crea
en Dios y que haba tenido relaciones carnales con su ta, la hija natural
de su abuelo Garca Ruiz de Alarcn (Diego no neg las relaciones, sino
slo el lazo sanguneo). Cualquiera que sea la verdad de lo que se le acha
caba, Diego no era muy querido en su familia: entre quienes atestigua
ron contra l estn su madre doa Beatriz, su hijo Francisco, sus herma
nas Luisa y Guiomar y su primo y cuado don Bernardino Castillo de
Guzmn.
Este Diego del Castillo (primo, por parte de su madre Beatriz de
Alarcn, del Pedro Ruiz de Alarcn que se march a Mxico, se cas
all en 1572 y fue padre de Juan Ruiz de Alarcn) estuvo casado con
Juana de Sandoval, de la casa de los seores de Ventosa, la cual, por
cierto, no atestigu contra el marido. Juana de Sandoval era nieta de
una ta abuela de Diego, llamada Violante (y esta Violante era hija del
primer Hernando del Castillo, o sea nieta de Violante Gonzlez). Una

7 Pueden verse ms detalles de los procesos de Violante. Hernando y Diego en el


artculo de Dimas Pcrez Ramrez, D. Diego del Castillo, alcaide de Alarcn. caballero
a la espaola, Cuenca, 1977, nm. 11.
242 APNDICES

de las hermanas de Diego, Guiomar de Alarcn, contrajo matrimonio


con Juan de Sandoval, hermano de la mencionada Juana de Sandoval.
Luisa, la otra hermana, se haba casado con un primo suyo, don Ber-
nardino del Castillo, hijo de su to Alonso del Castillo y de su mujer Ana
Clara del Castillo, hija del tercer seor de Santa Mara del Campo, don
Bernardo del Castillo, nieto legtimo del doctor Pedro Gonzlez del Cas
tillo, primer seor de Santa Mara del Campo (localidad situada a unos
16 kilmetros al este de Belmonte) y, por unin extramatrimonial, pa
dre del licenciado Fernn Gonzlez del Castillo, fundador de la casa alar-
coniana de Albaladejo. As, pues, hacia los aos de 1550, cuando Lui
sa Girn de Alarcn, hermana de Diego e hija de doa Beatriz, contrajo
matrimonio con don Bernardino del Castillo, las dos lneas de descen
dencia del doctor Pedro Gonzlez del Castillo, la legtima y la ilegtima,
estaban entrelazadas con la descendencia de Violante Gonzlez. Todos
los Castillo, los buenos y los malos, eran una sola familia, y tal
vez lo haban sido desde el principio Vale la pena aadir que don Ber
.8

nardino del Castillo, marido de Luisa, tambin fue procesado por la In


quisicin en 1568.9
Ahora que hemos seguido durante un siglo las fortunas de la rama
principal de descendencia de Hernando del Castillo, o sea la heredera
del seoro de Altarejos, es tiempo de regresar a los otros hijos y a su
progenie. A semejanza de su amo Juan Pacheco, marqus de Villena,
el viejo Hernando era hombre astuto, rico e inteligente. (En 1635, segn
se ve en el Doc. F, o sea ms de un siglo despus de su muerte, lo rodea
ba todava un halo satnico de prestigio y autoridad. La gente haba aa
dido a su nombre el epteto el Sabio. Se deca que los judos de su
regin, al ser expulsados en 1492, le dieron poder para encargarse de
la venta de sus propiedades.) De los nueve hijos que tuvo de su mujer
legtima, Juana de Toledo (o de Luna, como a veces es llamada; hija
tal vez de un doctor Diego Gonzlez de Toledo, segn el linaje que se
da en el Doc. F), todos, excepto Ins, aquella con quien iba a casarse
Juan de Valencia y luego fue rechazada por l, contrajeron matrimonios
decorosos en la regin. Diego, el mayor (el procesado en 1519), se cas
con Mayor de Guzmn, hija de Juan lvarez de Toledo, seor de Cer-
vera; Alonso, el segundo, se cas con Mara de Hinestrosa, hija de Ins
de Alcaraz y de Alonso de Iniesta, seor de Valera de Abajo; en cuanto
a las hijas, Violante se cas con Egas de Sandoval, seor de La Ventosa;
11 La relacin de estas alianzas puede verse con toda claridad en la genealoga pre-
sentada en 1612 por Juan Pacheco de Guzmn, incluida ahora en el Doc. C, o sea el proce
so de Diego del Castillo (1519). Sobre la descendencia legtima del doctor Pedro Gonzlez
del Castillo hay que ver el manuscrito D-33 de la coleccin Salazar y Castro, fol. 23r.
(| No se menciona el proceso de Bernardino en Sebastin Cirac Estopan, Registro
delosdocumentos del Santo OficiodeCuencay Sigenza, Cuenca-Barcelona, 1963, pero las decla
raciones del Doc. I) no dejan duda en cuanto al hecho.
ASCENDENCIA PATERNA 243

Teresa se cas con Luis Pacheco, de una familia prominente de Mlaga;


Mara se cas con Diego Pacheco, alcaide de Belmonte y pariente cerca
no de los seores de Minaya; Guiomar se cas con Alonso Alvarez de
Toledo, hermano de Guiomar de Guzmn (la mujer del primognito)
y ms tarde seor de Cervera; Leonor se cas con Fernando de Guz
mn; Juana, finalmente, se cas con Francisco del Castillo, alcaide de
Garci-Muoz (Doc. C).
Es probable que todos los cnyuges elegidos pertenecieran a fami
lias de cristianos nuevos, pero no hay tiempo ni necesidad de rastrear
y presentar pruebas para cada uno de estos casos. Baste un ejemplo cla
ro. Los suegros de Alonso, el hijo segundo, eran Ins de Alcaraz y Alon
so de Iniesta, comendador de Santiago y seor de Valera de Abajo. Los
dos haban sufrido proceso inquisitorial por judaizantes. En el proceso
de Ins (Doc. E), incoado en 1492, los testigos la declaran hija de Alonso
Snchez de Alcaraz el Rico, convertido al cristianismo en el siglo xv.
Sentenciada en 1493 a abjurar de levi, fue procesada de nuevo en 1513,,
tras la muerte del marido, por seguir aferrada a prcticasjudaicas. Alonso
de Iniesta, el marido, fue procesado en 1492 por hereja, apostasa yju
daismo Pese a este ltimo cargo, en los fragmentos testimoniales que
. 10

se conservan no se dice que fuera de origen converso; pero su padre Gon


zalo Snchez de Iniesta tena un puesto desempeado tpicamente por
conversos, el de contador mayor del rey Enrique IV, y Alonso mismo
vea con muy buenos ojos a los judos, pues deca que algunos dellos
casara con sus hijas si pudiera. Este comentario parece autntico, puesto
que acept que el hijo de Hernando del Castillo se casara con su hija
Mara de Hiniesta (o de Hinestrosa). Alonso, comendador de la orden
de Santiago, ejerca ms poder an que Hernando (quiz por eso no fue
acusado abiertamente de ser judo), y sali bastante bien librado: se le
permiti abjurar en privado de sus opiniones herticas, y la multa que
pag fue slo de 2,000 reales de plata. Sus propiedades no fueron confis
cadas. Sin embargo, poco despus de ese asunto, el sospechoso apellido
Iniesta (o Hiniesta, por la aldea de ese nombre, situada a unos 20 kil
metros al este de Alarcn) se metamorfosea hbilmente en Hinestrosa,
nombre de una aldea del pas vasco que, segn declaracin hecha en el
siglo xvi por un descendiente de Alonso, fue la cuna de toda la fami
lia Cabe recordar que tambin los descendientes de Hernando del
. 11

Castillo se inventaron un origen cristiano viejo seguro en el Norte ib


rico.
Curiosamente, la Inquisicin no parece haberse metido con Alonso
del Castillo, segundo hijo de Hernando el Sabio, ni con su mujer Ma-
1(1 Cirac Estopan, Registro, tampoco da cuenta de este proceso, pero hay porcio
nes de l copiadas e insertadas en la prueba de limpieza de Juan de Hinestrosa, llevada
a cabo por la orden de Santiago (Doc. G).
11 Vase, en el Doc. G, el material relacionado con el licenciado Juan de Morales.
244 APNDICES

ra, hija de Ins de Alcaraz y Alonso de Iniesta, ni con los hijos de esta
pareja, Francisco del Castillo, Alonso del Castillo y Hernando del Casti
llo, a pesar de su linaje cristiano nuevo, tan no diluido. Pero una de las
hijas, llamadaJuana de Toledo como su abuela paterna, se cas con Alon
so de Pacheco, de la familia de los seores de Minaya; y los descendien
tes de esta pareja y sus parientes fueron llevados con montona regulari
dad ante los tribunales de la Inquisicin: Francisco de Pacheco, seor
de Minaya, penitenciado por incredulidad e impiedad en 1562 (se le acu
saba de errores lindantes con el luteranismo); Rodrigo Pacheco, peni
tenciado tambin en 1562 por blasfemia; Alonso Pacheco de Guzmn,
penitenciado ese mismo ao por blasfemia y por ciertos actos contra la
fe catlica . 12

Con esta familia Pacheco, la de los seores de Minaya y sus parien


tes (vecinos de Belmonte y de San Clemente) fue con la que intimaron
especialmente los descendientes de la casa de Albaladejo. En los ltimos
aos del siglo xv, Pedro Ruiz de Alarcn, hermano de Garca Ruiz de
Alarcn (nm. 10 del rbol genealgico), contrajo matrimonio con Leo
nor de Mendoza, hija de Rodrigo Pacheco y de Menca de Mendoza L
pez del Castillo, que eran los seores de Minaya. Un hijo de Pedro, lla
mado asimismo Pedro Ruiz de Alarcn, seor de Sisante, se cas con
Teresa Briceo Verdugo (descendiente con toda probabilidad de la Te
resa Castillo, hija de Hernando del Castillo, que fue mujer de Luis Pa
checo, de Mlaga, miembro del clan Minaya, en el siglo xv) y tuvo con
ella una hija, Ana (o Juana) de Alarcn, que fue la primera mujer de
Pedro Girn de Alarcn (nm. 29 del rbol; noveno conde de Cifuentes
despus de 1613). Por su parte, Pedro Verdugo, hermano de Teresa,
se haba casado con Ana de Alarcn (nm. 31 del rbol Una ta de ) . 13

Ana, llamada asimismo Ana de Alarcn (nm. 23), se haba casado con
Diego Pacheco, alcaide de Belmonte, que tambin perteneca a un ra
mal de la familia Minaya y era tataranieto de Violante Gonzlez . 14

Qu conclusin segura se puede sacar de la historia de estas dos


familias, de estos Castillos buenos y malos, a lo largo de unos dos
cientos aos? Lo primero que salta a la vista es quiz la importancia cru-
Cirac Estopann, Registro, legajo 222, nm. 2738 (en este proceso figuran otros
miembros de la familia igualmente procesados por el Santo Oficio); legajo 225, nm. 2784;
legajo 226, nm. 2832. El Doc. C menciona las sentencias contra Alonso y Francisco.
1 Un documento del Archivo Histrico de Madrid, rdenes militares, Santiago,
nm. 1616, da testimonio del cario que existi entre los dos hermanos. El resto de la in
formacin procede de Salazar y Castro, Historia... de la casa de Silva, p. 413.
14 Sobre esta relacin en particular hay que ver el manuscrito T-71, nm. 71.593.
de la coleccin Salazar y Castro (tomo 45 del Indice de a Coleccin de don Luis de Salazar y
Castro, publicado por Baltasar Cuartera y Huerta y otros). Esc manuscrito da alguna idea
de las complicadas ramificaciones de la casa de Minaya. Se trata de la relacin de un juicio
de 1699 sobre la posesin del mayorazgo de Santiago de la Torre, poblacin que en el siglo
xv haba pertenecido al doctor Pedro Gonzlez del Castillo.
ASCENDENCIA PATERNA 245

cial que tuvo el siglo xv en la conformacin vital de muchas familias es


paolas. Como todos sabemos, el siglo xv fue la gran poca de
conversin multitudinaria de los judos espaoles al cristianismo, a raz
de las saudas matanzas de 1391, de la Disputacin de Tortosa, celebra
da en 1415, y de los fogosos ataques contra el judaismo por San Vicente
Ferrer en los aos iniciales del siglo. El decreto de expulsin, de 1492,
no comprenda sino a los judos que no se haban convertido. En aque
llas regiones de la pennsula en que haban vivido grandes cantidades
dejudos y La Mancha era, desde luego, una de ellas, hubo de pronto
grandes masas de cristianos nuevos, algunos sinceros en su nueva fe, pero
otros cnicos, no convencidos, bautizados a su pesar, y a menudo resen
tidos y colricos. No cabe duda de que muchas personas de este segundo
grupo optaron por establecer alianzas matrimoniales mutuas y salvaguar
dar hasta donde fuera posible su identidad y sus costumbres judas. Ins
de Alcaraz y Alonso de Iniesta, Violante Gonzlez y Hernando del Cas
tillo, su hijo, representan evidentemente esa categora de cristianos nue
vos incmodos y desafiantes que a mediados del siglo xv, despus de su
conversin, seguan practicando demasiado abiertamente las costumbres
de su antigua religin (que es lo que harn los moriscos hasta su expul
sin final en 1609). Tal es, por lo menos, la imagen que nos presentan
los documentos inquisitoriales. Sin embargo, la enorme presin del ca
tolicismo, que rodeaba por todas partes a esos inconformes y dominaba
todas la esferas de la vida, hizo que los conversos de la segunda o tercera
generacin sucumbieran a menudo y optaran por la religin de la mayo
ra. Un individuo de esta nueva clase estaba, no ya resignado, sino ver
daderamente dispuesto a abrazar de manera autntica la fe dominante
y a incorporarse lo antes posible, mediante el matrimonio, a las que se
consideraban familias de cristianos viejos, las cuales, por su parte, en
casi toda La Mancha, no hicieron ascos a tales alianzas matrimoniales,
siempre y cuando el cristiano nuevo en cuestin fuera rico y poderoso.
A fines de este siglo hubiera sido difcil encontrar en La Mancha una
sola familia importante sin su vena de sangre de cristianos nuevos. En
el siglo xvi, a medida que la Inquisicin, las rdenes militares, los cole
gios ms prestigiosos de Salamanca, los cabildos catedralicios, etc., van
insistiendo ms y ms en la pureza de fe y en la pureza de sangre
(criterios que siempre se confundan), comenzamos a ver, aqu y all,
frenticos intentos de borrar o disfrazar la historia de familias enteras:
testamentos alterados para eliminar antepasados estorbosos, cuadros ge
nealgicos que omiten generaciones, apellidos desprestigiados que se sus
tituyen por otros ms decentes (Iniesta o Hiniesta se convierte en Hines
trosa; los Castillo dejan el suyo para siempre y reaparecen como Alarcn
en virtud de un solo matrimonio con un miembro de la familia Alarcn;
y cabe recordar cmo los descendientes del abuelo materno de Alarcn
desecharon el apellido Cazalla y adoptaron el de Mendoza). El engao,
246 APNDICES

el subterfugio, la negacin de las propias races, vinieron a ser, por


necesidad, una manera de vivir.
Pero en las pequeas poblaciones de La Mancha pocos se llamaban
a engao, e imperaba el cinismo. Quien consulta las genealogas impre
sas en los siglos xvi y xvn se asombra de la manera algo misteriosa como
han desaparecido tantos datos del xv; pero la vergenza de este si
glo sigui viviendo en los corazones durante los dos subsiguientes. Mu
chas ollas acusaron a muchas sartenes de estar tiznadas. As, por ejem
plo, el principal denunciante del origen no limpio de Juan Pacheco de
Guzmn y Pacheco, vecino de San Clemente, candidato al hbito de Al
cntara en 1635 y descendiente no slo de Hernando del Castillo, sino
tambin de Alonso de Iniesta, parece haber sido (vase el Doc. F) un
pariente lejano suyo, Juan de Hinestrosa, vecino de Belmonte, aspiran
te al hbito de Santiago (Doc. G), descendiente asimismo de Alonso de
Iniesta, cuyo nombramiento databa de 1601, pero que, por razones ob
vias, no recibi el deseado hbito hasta 1639.
Frente a esas denuncias de su linaje, generalmente verdicas (en parte
al menos), hombres como Juan de Hinestrosa y Juan Pacheco de Guz
mn se defendan diciendo que los miembros de su familia siempre se
haban casado bien. Si furamos venan a decirde casta de cris
tianos nuevos, esas buenas familias nunca habran aceptado entrar en
alianzas matrimoniales con nosotros. Un Castillo bueno nunca se ha
bra casado con un Castillo malo. La irona es patente, pues en el
siglo xv, y aun despus, es eso exactamente lo que hicieron.
Y, desde luego, lo que a la larga cont fue el buen matrimonio.
El tiempo ech un velo sobre los aspectos vergonzosos del siglo xv.
La riqueza, el poder, las fortunas que se iban amasando mediante alian
zas matrimoniales debidamente planeadas con las familias de seores
de pueblos (cristianos viejos o nuevos, lo mismo daba), eso era lo dura
dero. Los Castillos buenos y los malos acabaron por ser indistin
guibles. He aqu unos pocos ejemplos. Juan de Hinestrosa acab por re
cibir el hbito de Santiago (tras una espera de treinta y ocho aos), y
sus acusaciones contraJuan Pacheco de Guzmn no impidieron que ste
recibiera el hbito de Alcntara en 1635; Juan Ruiz de Alarcn y An-
drada, seor de Buenache (dcimo nieto de Violante Gonzlez), recibi
tambin el hbito de Alcntara en 1626; un hijo de este Alarcn y An-
15

drada, Pedro de Alarcn y Ledesma, lleg a ser segundo marqus de.


Palacios y Juan Francisco del Castillo Inestrosa Pacheco obsrvese
; 16

toda la ristra de apellidos manchadosrecibi en 1699 el ttulo de mar


qus de Valera. Lo que contaba era el dinero y no la sangre,comoamar
gamente dijeron tantos moralistas del siglo xvn.
^ Archivo Histrico Nacional. Madrid, rdenes militares. Alcntara, nm. 1354.
If> Salazar y Castro. Historia... de la casa de Silva. p. 418.
APNDICE D
El Corcovilla de Quevedo y el Pata Coja
de Alarcn
El manuscrito B2492 de la Hispanic Society of America es un pequeo
volumen de 99 hojas intitulado Poesas de Fermn de Sarasa y Arce,
de letra de la segunda mitad del siglo x v i i , probablemente autgrafo.
Contiene algunas piezas en prosa, pero casi todo est en verso y todo
es obra de Sarasa, salvo las dos letrillas satricas que en este Apndice
se reproducen. Estn una tras otra, y escritas por la misma mano, en
los fols. 95-96; las precede una composicin potica escrita en 1668 y
las sigue otra fechada en 1663. La intromisin de estos nicos materiales
ajenos es tan sorprendente, que invita a buscarle alguna explicacin ra
zonable en la vida y circunstancias de Fermn de Sarasa y Arce.
Segn se deduce de los comentarios de Sarasa, sus composiciones
se escribieron en Sevilla, Madrid, Cosenza, Npoles y Roma a lo largo
de unos veinticinco aos (ms o menos de 1653 a 1680). En 1659 se lla
maba a s mismo gobernador por Su Majestad en la ciudad de Cosen-
tina [Cosenza] y sus casales en este reino de Npoles (fol. 7v); pero
muy poco despus entr al servicio de la casa ducal de Medinaceli, en
particular de don Juan Toms de la Cerda Enrquez Afn de Ribera y
Portocarrero (1637-1691), o Duque de Medinaceli a raz de la muerte
8

(1671) de su padre Antoniojuan Luis de la Cerda, 7oDuque. El oDu 8

que fue el primero entre los grandes de Espaa bajo Carlos II, el cual
lo hizo virrey de Npoles, presidente del Consejo de Indias y, en los aos
1680-1685, privado y primer ministro. No pocas de las composiciones
de Sarasa celebran nacimientos, bodas, ascensos y otros acontecimien
tos especiales de la casa ducal.
El 7o Duque, Antoniojuan Luis de la Cerda (1607-1671), tuvo no
poca fama de hombre culto, biblifilo y protector de escritores e intelec
tuales. Se le recuerda especialmente por haber sido amigo constante y
generoso mecenas de Quevedo desde 1630 hasta la muerte del poeta.
Despus del Duque de Osuna, fue el de Medinaceli el hombre a quien
ms debi Quevedo, dice con toda razn Luis Astrana Marn, el cual
aade: A su muerte, dej una magnfica biblioteca, donde seguardaban
muchos papeles de [Quevedo] (Obras completas de... Quevedo, t. 1, Aguilar,
Madrid, 1932, p. 1490, nota 3: la cursiva es ma).
[247]
248 APNDICES
Es razonable conjeturar que Sarasa vio por lo menos algunos de esos
papeles durante los aos que estuvo al servicio de los Medinaceli. Por
razones que desconocemos tal vez simplemente a causa del inslito
atractivo del virulento intercambio de insultos entre Quevedo y
Alarcn, decidi incluir copia de estas letrillas entre sus composi
ciones propias. Tambin es de suponer, en vista de su proveniencia, que
los textos copiados gozan de razonable autoridad.
Quien inici la costumbre de los ataques ad hominem de este tipo fue
el Conde de Villamediana; un buen ejemplo nos lo da la letrilla Vita
bona! Vita bona!, feroz ataque contra muchos de los personajes ms
prominentes de la corte de Felipe III, mencionados por su nombre (va
se Cotarelo y Mori, El Conde de Villamediana, pp. 255-264). Gngora y
Quevedo haban aadido lea al fuego, y los vejmenes de las acade
mias no tardaron en salpicarse generosamente de insultos personales. Pero
no hay duda de que Corcovilla y Pata Coja se cuentan entre los
supremos modelos de su especie, y llaman especialmente la atencin por
que Alarcn, tan mesurado y circunspecto de ordinario, se nos muestra
aqu como un antagonista mucho ms calculador que Quevedo, y mu
cho ms variado en sus ataques. Quevedo casi no toca otra cuerda que
la de la deformidad fsica de Alarcn, mientras que ste, sin olvidar la
pata coja de su enemigo, le echa en cara toda una serie de acciones
y defectos de carcter, y de la manera ms virulenta y demoledora. Las
acusaciones no son invento de Alarcn (para muchas de ellas hay prue
bas documentales): el dramaturgo se limita a presentar, con gran fuerza
y con bastante minucia, las cosas que decan varios enemigos de Queve
do desde comienzos del siglo.
El Corcovilla de Quevedo ha sido muy citado, pero no as la r
plica de Alarcn, en parte porque slo una vez se ha publicado en su
integridad, y esto no en algn estudio sobre Alarcn, sino, irnicamen
te, en la edicin de las poesas de Quevedo por Astrana Marn. Por cier
to, Astrana, que reproduce casi con admiracin muchos de los ataques
de Gngora contra Quevedo en los cuales aparecen no pocas de las
acusaciones de Alarcn, trata desdeosamente la stira alarconiana,
llamndola falsa por dems, no habr que advertirlo (Obras comple
tas... de Quevedo, t. 2, p. 1045a, nota 1). Francisco Ayala, uno de los po
cos crticos que han ledo en serio el Pata Coja, califica tambin de
absurdas las cosas que all se dicen, y, por otra parte, elogia la calma
razonable y razonadora con que Alarcn responde a sus crticos, dan
do muestra de una serenidad que contrasta en todo caso con la fiereza
enconada de Quevedo... (Hacia una semblanza de Quevedo, La To
rre, 1967, nm. 15, pp. 107 y 108).
Habra que preguntarse por qu los estudiosos de Alarcn aceptan
generalmente como ms o menos bien fundadas las crticas de Quevedo
o de Lopea la personalidad de Alarcn, mientras que los bigrafos
EL CORCOVILLA Y EL "PATA COJA' 249

y estudiosos de Quevedo descartan generalmente los ataques de Alarcn


o de Gngoracontra l, tachndolos de mentirosos y maliciosos. Los
mismos admiradores de Lope aceptan sus flaquezas su vanagloria, sus
envidias, su escandalosa conducta ertica, etc., pero son pocos los que-
vedistas que prestan atencin a la presencia de esos vicios, y otros ms
serios, en Quevedo. Los grandes escritores no son candidatos a la santi
dad: el contradictorio y complejo Quevedo distaba mucho de serlo. Pero
como (a diferencia de Lope o Gngora) Quevedo predic el estoicismo,
la moralidad, la austeridad y la virtud, el admitir que ni fue estoico ni
muy virtuoso equivaldra, para el quevedista, a acusarlo de hipocresa.
Quevedo mismo reconoce en algn momento el abismo que media entre
sus obras y sus palabras. Muy revelador es el comentario que hace en
la dedicatoria de su libro La cunay la sepultura (1634) a donjun de Cha
ves y Mendoza: Yo, seor, por desquitar la culpa que tiene quien es
cribe lo que no obra, lo dedico a vueseora, que lo obra y no lo escribe
(Obras..., ed. Astrana, t. 1, pp. 899-900). No hace mucho, Jos Mara
Balcells llamaba la atencin sobre ciertos aspectos nada agradables de
la vida de Quevedo, agudamente observados por sus contemporneos;
pero no cita la letrilla Pata Coja (Quevedo desde sus ngulos de con
tradiccin, Cuadernos Hispanoamericanos, 1980, nms. 361/362, pp. 71-
84). Tambin habr contado algo la consideracin de que no puede con
cederse mucha credibilidad a crticas hechas por un intruso llegado de
las Indias contra el espaolsimo Quevedo, que parece haber conside
rado un error la empresa de Espaa en el Nuevo Mundo. Un ejemplo
de esto puede verse en la Epstola de 1624, donde Quevedo evoca los
tiempos de una Espaa ms fuerte y autntica, separada an por el an
cho ocano de las ricas minas, / que volaron la paz del pecho humano
(Obras..., ed. cit., t. 2, p. 133b). Por lo dems, las alusiones a las Indias
que hay en Corcovilla no son ciertamente halageas.
Las ediciones anteriores de estas letrillas se han basado en otros ma
nuscritos. El primer editor de la de Quevedo fue Hartzenbusch (Alarcn,
pp. xxxi-xxxii); lo siguieron Astrana Marn (Obras..., t. 2, p. 153-154)
y Blecua (Obras..., t. 1, pp. 1211-1215). El nico editor del texto com
pleto de la letrilla de Alarcn ha sido Astrana Marn (Obras..., t. 2, pp.
1045-1046).
Indico al pie de pgina las variantes que ofrecen las ediciones ante
riores de una y otra letrilla. Los textos que aqu imprimo, junto con las
variantes, ofrecen las versiones ms completas que hasta ahora se han
publicado de ambas composiciones. No he aadido comentarios a la le
trilla de Quevedo, anotada ya de manera pertinente, aunque no comple
ta, por Blecua (algunos versos siguen siendo oscuros, sobre todo por ra
zones de vocabulario). Las notas de Astrana a la letrilla de Alarcn no
sirven de mucho. Yo le dedico comentarios detallados, apoyndome a
menudo, por cierto, en documentos publicados por Astrana en los dos
250 APNDICES
tomos de su edicin de Quevedo. He modernizado la ortografa y la pun
tuacin, salvo algn caso en que el cambio ortogrfico afectara al es
quema de las rimas.
Agradezco a la Hispanic Society of America el permiso que me dio
de publicar ambas letrillas.
De D. Francisco de Quevedo contra D. Juan de Alarcn*

Quin es poeta juanetes,


siendo, por lo desigual,
pia de cirio pascual,
hormilla para bonetes?
Quin ensea a los cohetes 5
a buscar ruido en la villa?
Corcovilla.

Quin tiene cara de endecha


y presume de aleluya?
Quin, porque parezca suya, jq
no hace cosa bien hecha?
Quin tiene por pierna mecha
y'torcida por costilla?
Corcovilla.

Quin es don Tal Tolondrones, jg


de parntesis formado,
un hombre en quien se ha juntado
semblea de burujones?
Quin tiene con lamparones
pecho, lado y espaldilla? 20
Corcovilla.

Quin fuera plaga de Egito


si alcanzara a Faran?

* El texto que publica Blecua, a base de dos manuscritos de bibliotecas espaolas,


presenta las variantes que aqu se sealan en nota.
v. 14: despus de este verso imprime Blecua, entre corchetes, una copla que slo figu
ra en la. ed. de Astrana, procedente de un manuscrito no identificado, y que dice:
Quin parece garabato
por lo torcido, con puntas?
Quin con las corcovas juntas
forma una cola de gato?
Quin es el propio retrato
de Y griega," que es una horquilla?
Corcovilla.
v. 18: semblea] samblea
EL CORCOVILLA Y EL PATA COJA

Quin tentara a San Antn,


licenciado orejoncito?
Quin naci Contracorito,
con arzones como silla?
Corcovilla.
Quin tiene espalda con moo
de pibas, y, bien mirado,
tiene el pecho levantado
como falso testimoo?
Quin, para el propio demonio,
es Coco, con su carilla?
Corcovilla.
Y quin tiene aqu y all,
con cara de Berceb,
siendo mapa del Per,
de pintor muy balad,
al cerro de Potos
dibujado en su ropilla?
Corcovilla.
Quin es mueca de andrajos,
y tiene, en forma de zote,
las pechugas con cogote,
las costillas con zancajos?
Quin, siendo cabeza de ajos,
tiene bullicio de ardilla?
Corcovilla.
Quin tiene talle de abrojo,
o de rodaja de espuela?
Quin, a poder de chinela,
se mide con un gorgojo?
Quin pretende para piojo,
emboscado en coronilla?
Corcovilla.
Quin para Indias carg
espaldas, no mercancas,
y de all trujo-almofas
que por jubn se visti,

29: espalda] espaldas


30: pibas] jibas (pibas debe de ser lo mismo que pebetes, v. 124).
32: testimoo] testimonio (Sarasa conserva la rima con moo).
33: propio] primer
. 36-42: faltan en la ed. de Astrana y en la de Blecua.
252 APNDICES

que cangrejo navego


para volverse ranilla?
Corcovilla.
Su padre fue picador,
segn dicen los poetas,
pues en l hizo corvetas ^
y no hizo un arador.
Quin es mirarle dolor?
Quin es mirarle mancilla?
Corcovilla.
70
Quin anda engaando bobas,
siendo erizo de la mar?
Y quin es en el lugar
nonada entre dos corcovas?
Quin tiene el alma en alcobas, 7 5

y consigo propio trilla?


Corcovilla.
Quin del derecho aprendi
a prrafo y no a letrado?
Quin, en coma consultado, 80
de tilde se gradu?
Quin como lego estudi
la doctrina y la cartilla?
Corcovilla.
Es hijo de un saban 85
barbado; mas es quimera,
que su lnea es de Corbera
y sus lneas corvas son.
Quin es gmbaro con don
y cohete con varilla? 90
Corcovilla.
Quin es letrado codillo
fabricado en una sesma?
Quin, por lo corvo y cuaresma,
es el mircoles Corvillo? [Corcovillo en el ms.] 9 5

Quin es, vestido, rastrillo,


y desnudo es una astilla?
Corcovilla.

v. 72: erizo] rico


v. 75: tiene] trae
v. 82: estudi] aprendi
v. 93: fabricado] graduado
El. CORCOVILLA" Y EL PATA COJA' 253

Quin tiene corcova infusa


y burujn gratis dato? 1 0 0

Quin no tiene miembro chato,


como se acostumbra y usa?
Quin da a todos garatusa
si suelta la tarabilla?
Corcovilla. 105
Quin a las chinches enfada?
Quin es en este lugar
corcovado de guardar,
con su letra colorada?
Quin tiene toda almagrada 110
como ovejita la villa?
Corcovilla.
Quin parece con sotana
empanada de ternera?
Quin, si dos dedos creciera, 115
pudiera llegar a rana?
Quin puede ser almorrana
de la peor rabadilla?
Corcovilla.
Quin parece entre juguetes, 120
por lo esquinado y lo lombo,
hombrecito de biombo
o legajo de juanetes?
Quin anda con dos pebetes
y huele contra pastilla? 125
Corcovilla.
Quin es mosca y zalamero?
Y quin, por lo extraordinario,
se viste un escapulario
de bacas de barbero? 130
Quin es cinco y vale cero,
pechugas con pantorrilla?
Corcovilla.
Quin es uno y vale tres,
y incluye forma de chita? 135
Quin, siendo esquiln de ermita,
un costal de huesos es?
Quin por el haz y el envs

v. 134: uno] una


254 APNDICES

parece una zancadilla?


Corcovilla. 140

Quin es ms mal inclinado


de los hombros que de talle?
Quin ensucia toda calle
en persona o rotulado?
Quin es un mono pelado, 145
burujones en gavilla?
Corcovilla.

(Hispanic SocietyofAmerica, Nueva York, manuscrito B2492, Poesas de Fer


mn de Sarasa y Arce, fol. 95r-v).

Respuesta de D. Juan de Alarcn contra D. Francisco de Quevedo*


Oh, Musa Dime quin es
!1

la infamia de cuanto vive,


quin contra todos escribe,
escribiendo con los pies,
y aquel que ofende, cual es, 5
a todo viviente, en suma,
con infame lengua y pluma,
a quien nunca el agua moja?
Pata Coja.
Quin en el Infierno ha estado 10
adonde hall lo que ha escrito,
y, con cara de precito,
de demonio ha profesado?
Quin es tan desvergonzado
que el rey del oscuro centro 15
aun no le sufri all dentro
por librarse de congoja ? 2

Pata Coja.

v. 144: en persona] de persona


(El texto editado por Astrana Marn ofrece slo dos lecciones preferibles: en el v. 61,
Quin cangrejo naveg..., y en los vs. 141-142, Quin es ms mal inclinado / de
costumbres que de talle?).
* El texto que publica Astrana Marn, a base de un manuscrito que ahora se halla
en la Biblioteca Menndez Pelayo, presenta las variantes que aqu se sealan en nota. Los
nmeros remiten a las Anotaciones que van a continuacin.
v. 12: y con cara] Quin con cara
F.L CORCOVILLA Y EL "PATA COJA 255
Quin era picaro ayer,
y ahora se ha puesto don, 20
y quin por slo bufn
la cruz lleg a merecer?
Quin estuvo para ser
en Alcal sagitario,
por ladrn y por falsario, 25
y ahora nobleza arroja?3
Pata Coja.
Quin es aquel que al de Osuna,
despus de hurtarle la hacienda
y alcanzarle una encomienda, 30
como vil, dej a la luna?
Quin sin vergenza alguna
se opuso contra el de Uceda,
sabiendo que la moneda
se la debe a quien enoja?4 35
Pata Coja.
Y quin es aquel bergante
que, heredero de alquiceles,
los transform en brocateles
y se los dio a su informante?5 4 0

Y quin es un ignorante,
cuya estatua all en Venecia
por una frialdad necia
chamuscaron con seroja?6
Pata Coja. 4 5

Quin es aquel que al honrado,


tan infame como l,
.tiene por amigo fiel,
Juan Pablo Mrtir venado ? 7

Quin es aquel que ha sacado 50


tan sin ingenio y sin vista,
con la pluma de atesta,
Gobierno de Barbarroja?8
Pata Coja.
Y quin es el que en su estudio, 5 5

de vino aejo y no aguado,


V. 32: Quin sin vergenza] Y quin sin vergenza
v. 33: se opuso] depuso
v. 35: la] le
v. 43: frialdad necia] frialdad muy necia
v. 44: chamuscaron] calentaron
v. 55: el que] quien
256 APNDICES

tiene un pellejo guardado,


dando a los libros repudio?
Y quin es a quien Zamudio
asent dos bofetones,
porrazos y torniscones,
y dej la cara roja ? 9

Pata Coja.
Quin es el que con denuedo,
de cualquier bellaquera,
desvergenza y picarda
se alaba y precia sin miedo?
Quin, Musa (decidlo quedo),
es un escolar gallina,
que, si a huir se determina,
no correr a la coscoja ? 10

Pata Coja.
Quin, siendo Gmez antao,
Villegas se llama hoy,
sin mirar que dando voy
alcances a aqueste engao ? 11

Y quin es aquel tacao,


que en una estera dorma,
y hoy, con vana fantasa,
que es prncipe se le antoja?
Pata Coja.
Quin es a quien la Ledesma
encuerna con Villeguillas,
porque no le da virillas
ni de listn una sesma?
Quin es aquel que ella mesma
dice que es tan desdichado
que jams un real le ha dado,
ni aun cuarto para aloja ? 12

Pata Coja.

v. 60: bofetones] bofetadas


v. 61: porrazos y torniscones] y a porrazos, torniscadas
v. 62: y dej] le dej
v. 66: desvergenza] de venganza
v. 68: decidlo] decildo
v. 75: dando voy] adonde voy
v. T: alcances] alcanzan
v. 80: que es prncipe] ser prncipe
v. 84: le da] le dan
v. 86: aquel que] de quien
v. 89: aun cuarto] aun un cuarto
EL CORCOVILLA Y EL 'PATA COJA 257

Quin al de vergenza poca


le ayud para El Chitnl
Y quin compuso el Buscn
con tarabilla tan loca ? 13

Y quin tanto se desboca 95


en fiducia de privado,
y quin falsamente ha dado
a entender que es de la hoja ? 14

Pata Coja.

Quin quiso ser licenciado, 100


siendo un vinagre legn,
y quin con mucha razn
la valona se ha encajado ? 15

Quin a la hebrea se ha dado,


que, por natura, deba 105
saber como algaraba,
mas sin fruto, aunque con hoja?
Pata Coja . 16

Quin es un viviente enredo?


Quin el que aqu significo? 110
Quin ms borracho que un mico?
Quin ms cobarde que el miedo?
Quin ms hediondo que pedo?
Quin con cruz ver su cara
o el culo con que repara 115
tanto el culo que remoja ? 17

Pata Coja.
Y quin es el que vendi
a su maestro y su amigo
y, siendo falso testigo, 1 2 0

en dura prisin le ech?


Su inocencia le vali,
y su verdad conocida.

v. 95: tanto] siempre


v. 96: fiducia de] la furia del
v. 97: y quin] a quien
v. 102: y quin] y ya
v. 106: natura] nativa
v. 113: que pedo] que un pedo
v. 116: tanto el culo que remoja] tantoputo que le moja
v. 119: maestro y su amigo] ms estrechoamigo
v. 123: y su verdad] y es ya verdad
258 APNDICES

Avisadle que en su vida


a su amistad no recoja.18 125
Pata Coja. *

(Hispanic Society of America, Nueva York, manuscrito B2492, Poesas de Fer-


mn de Sarasa y Arce , fols. 95v-96v).

ANOTACIONES
1. Miguel Musa era pseudnimo usado por Quevedo. Las dcimas
de Gngora que empiezan Musa que sopla y no inspira..., escritas
contra Quevedo en la misma vena satrica que la letrilla de Alarcn, son
de 1603 (vase Astrana, Obras..., t. 2, pp. 963-964).
2. Esta copla alude evidentemente al Sueo del Infierno (la. ed., 1627)
y al Discurso de todos los diablos, o Infierno emendado (la. ed., 1628).
3. Aunque la palabra picaro del v. 19 puede aludir al Buscn, es
crito en 1606 y bien conocido antes de ser publicado en 1626, esta copla
se refiere fundamentalmente a los picarescos los que tuvo Quevedo con
la justicia siendo estudiante en Alcal, entre 1596 y 1600. En sus dci
mas de 1603, Gngora lo llama ladrn y dice que mil veces ha tenido

v. 124: Avisadle] Avisalde


v. 125: no recoja] se recoja
v. 126: despus de este verso, el texto de Astrana Marn aade la siguiente copla:

Quin el que de bujarrn


profes en Sicilia y Roma?
Quin de barbaje [lase bardaje] en Sodoma
pudiera ganar racin?
Quin es este gran varn?
El seor de Joan-Abad,
en quien toda suciedad,
como en su centro, se aloja.
Pata-coja.

* Astrana Marn declara que su texto se basa en el manuscrito 142 de la Biblioteca


Menndez Pelayo, de Santander, Algunos escritos de Quevedo y otros, fol. 34r. Pero
a juzgar por sus lecturas, es seguro que no se bas directamente en l, sino en una copia
hecha por Gallardo (vase lo que dice Astrana en Obras..., t. 2, p. 1045, nota 1). Antonio
Alatorre, que ha-visto el manuscrito de Santander, me hace saber que las variantes seala
das para los versos 35, 60, 61, 75, 76, 84 y 113 son ajenas al manuscrito. Se trata de erratas
de imprenta, o de malas lecturas, o de cambios hechos adrede ya sea por Gallardo, ya por
Astrana. En el tercer verso de esta ltima copla, el manuscrito de Santander dice barda-
je y no barbaje. Le agradezco al profesor Alatorre estos informes.
EL CORCOVILLA Y EL PATA COJA 259
que acogerse a sagrado para huir de los alguaciles. En los vs. 23-26 re
cuerda Alarcn la vez que Quevedo estuvo a punto de ser expuesto a
la vergenza pblica, llevado por las calles entre azotes mientras se pre
gonaban sus crmenes de fraude y latrocinio (sagitario, en la jerga
del hampa, era el sometido a ese castigo). No obstante tan innoble pasa
do, Quevedo recibi en 1618 su confirmacin como caballero de Santia
go, ttulo que ostentaba orgullosamente en las portadas de sus libros. En
el v. 26 (donde el manuscrito de Nueva York dice aorra en vez de
ahora) menciona Alarcn esas insistentes pretensiones de nobleza, y
en los vs. 21-22 sugiere que el hbito de Santiago se le dio slo por sus
dotes de bufn.
4. Quevedo estuvo estrechamente vinculado con el gran Duque de
Osuna, Pedro Tllez-Girn, ms o menos desde 1613 hasta 1618, en N-
poles y Sicilia, durante el virreinato del Duque. Varias veces, en estos
aos, recibi Quevedo de su patrn sumas considerables de dinero, des
tinadas a diversos usos. No fait quien dijera que buena parte de esas
sumas se qued en manos de Quevedo, el cual, por lo visto, o no llevaba
cuenta de estas transacciones o la llevaba muy mal. Existen documentos
que ayudan a entender por qu los contemporneos de Quevedo lo te
nan jpor persona poco de fiar en asuntos de dinero.
stos son tambin los aos en que, segn los rumores, el Duque de
Osuna, el de Uceda y otros personajes, Quevedo entre ellos, conspira
ron para derribar la repblica de Venecia y tomar en sus manos el go
bierno. Se trata de la clebre Conjuracin de Venecia, que sigue siendo
un episodio tan oscuro como lo fue en sus propios das. En 1621, poco
despus de la subida al trono de Felipe IV, el Duque de Osuna fue lla
mado de Npoles, encarcelado y procesado por traicin. El de Uceda,
privado de Felipe III en los ltimos aos de su reinado, fue tambin so
metido a proceso por diversas causas. Varias veces, durante el juicio,
se llam a Quevedo para que diera cuenta, sobre todo, del destino de
las sumas que le haba confiado el Duque de Osuna. En una carta de
1621 a Osuna, Quevedo declara tener en depsito 8,400 reales recibidos
de l algn tiempo antes {Obras..., ed. Astrana, t. 1, p. 1411), cantidad
que fue incapaz de devolver cuando en 1623 se lo ordenaron las autori
dades (Obras..., t. 2, p. 852). Bien podemos suponer que sta es parte
al menos de la cantidad que Quevedo hurt de la hacienda de Osuna
(v. 29). El v. 30 alude al hecho de que Osuna recomend vigorosamente
ante la Corona a su protegido, para que se le concedieran honras y re
compensas por sus servicios, recomendacin a la cual respondi el rey
dndole a Quevedo el hbito de Santiago (ibid.., p. 806). Muerto el Du
que, Quevedo escribi un famoso soneto para enaltecer sus virtudes, pero
en 1621-1624, cuando Osuna estuvo preso, no hizo nada para defender
a su antiguo patrn, sino que emple sus energas en ganarse el favor
de Olivares, uno de los ms encarnizados enemigos del Duque. En abril
260 APNDICES
de 1621, estando ya preso Osuna, Quevedo envi el manuscrito de su
Poltica de Dios a Olivares para ganarse la voluntad de ste (Luis As
trana Marn, La vida turbulenta de Quevedo, 2a. ed., Editorial Gran Capi
tn, Madrid, 1945, p. 304).
En cuanto a Uceda, Quevedo declar en 1621 haberle dado en 1615
la cantidad de 4,000 ducados, dinero destinado a asegurar el apoyo de
Uceda a los planes de Osuna. Uceda, naturalmente, neg haber recibi
do esa suma (Obras..., t. 1, pp. 1370-1375). Los vs. 32-35 de la letrilla
se refieren con toda verosimilitud a ese testimonio de Quevedo, tan des
favorable para Uceda.
5. Los vs. 37-40 vuelven a atacar a Quevedo por sus pretensiones
de lustre familiar: los burdos paos (alquiceles) que en realidad deco
raban su casa paterna quedaron transformados en elegantes colgaduras
de damasco (brocateles) para impresionar en 1616 a los examinado
res de su situacin social durante las averiguaciones previas a su nom
bramiento de caballero de Santiago.
6 . Los vs. 41-44 regresan a las actividades italianas de Quevedo du
rante la supuesta conjuracin. Aunque lo haya negado, todo el mun
do saba que l era el autor de los Avisos del Parnaso, diatriba contra Ve-
necia publicada en 1618; por esta frialdad necia, segn el Tribunal de
lajusta venganza (1635), la Repblica de Venecia mand por decreto que
lo quemasen en estatua (vase el texto del Tribunal en la ed. de Astra
na, Obras..., t. 2, p. 1100).
7. Desde 1623, por lo menos, Alarcn tena motivo para aborrecer
a Juan Pablo Mrtir Rizo, pues fue l, instigado con toda probabilidad
por Quevedo, quien coloc en el teatro la redoma pestilente que inte
rrumpi la representacin de El Anticristo (vase supra, p. 180). La estre
cha relacin entre ambos enemigos se reafirm en 1628, cuando Mrtir
Rizo public su Defensa de la verdad en apoyo del furioso ataque lanzado
por Quevedo (Memorial por el patronato de Santiago, 1628) contra la pro
puesta de nombrar a Santa Teresa patraa de Espaa. La palabra ve
nado (v. 49), en lugar de Rizo, puede significar tonto, como en
la expresin hacerse el venado (hacerse uno el tonto, el que no en
tiende). En 1629, en su Historia de Cuenca, Mrtir Rizo haba cometido
el desastroso error de incluir a Crdoba y a Sevilla entre las ciudades
que participaron en la rebelin de los comuneros; el ayuntamiento de
Sevilla lo someti ajuicio por esta calumnia, y gan el pleito. Bien
puede ser que en esa ocasin haya adquirido fama de tonto. Natural
mente, tambin es posible y quiz ms probableque venado se
emplee aqu en el sentido de cornudo. Parece que antes de 1622, cuan
do era clrigo de rdenes menores, Mrtir Rizo estuvo casado de mane
ra infeliz durante corto tiempo; desde luego, pudo haberse casado se
gunda vez antes de ordenarse de sacerdote en 1636, si bien, en vista de
su muy declarada misoginia, parece improbable un segundo matrimo
EL CORCOVILLA" Y EL PATA COJA 261
nio (vase la introduccin de Jos Antonio Maravall al Norte de principes
y Vida de Rmulo de Mrtir Rizo, Instituto de Estudios Polticos, Madrid,
1945, pp. xvii y xxxvi-xxxvii, sobre el matrimonio y sobre el proceso de
Sevilla). La interpretacin de venado como cornudo queda robuste
cida por lo que dice de Mrtir Rizo un maligno soneto de hacia 1634:
tiene un pie de calzador y otro de cuerno (soneto reproducido en la
ed. citada de Quevedo por Blecua, t. 1, p. xlix, nota 70).
8 . Gobierno de Barbarroja alude a otro libro de Quevedo, Polti
ca de Dios, gobierno de Cristo, tirana de Satans (la. ed., 1626), uno de los
denunciados a la Inquisicin como herticos por Pacheco de Narvez en
1630. Pero Alarcn no se extiende sobre la acusacin de hereja implci
ta en la expresin pluma de atesta.
9. Es imposible identificar al Zamudio del v. 59. Astrana lo supone
hijo del Dr. Andrs Zamudio de Alfaro, conocido como amigo de escri
tores y de actores (Obras..., t. 2, p. 1045b, nota 2). Bien podra ser el
mismo Zamudio que dio su nombre al gracioso de La cueva de Salamanca
de Alarcn (vase supra, pg. 117, nota 99). (En esta copla, el v. 57 dice
pello en nuestro manuscrito, pero hay entre lneas unos rasgos de pluma
para corregirlo en pellejo, que es como se lee en la edicin de Blecua.)
10. Esta copla insiste en la cobarda de Quevedo. Parece aludir a
un oscuro episodio (recordado por Gngora en sus dcimas de 1603) de
los tiempos estudiantiles de Quevedo en Valladolid: en 1601, tal vez por
miedo, Quevedo traicion a su amigo Antonio de Villegas y lo puso en
manos de la justicia. Villegas, quiz pariente suyo, parece haber sido
capitn de la guardia del embajador de Francia. En una ocasin, a con
secuencia de un pleito vulgar, varios criados de la embajada dieron muerte
a cinco espaoles, y Villegas, que no parece haber tomado parte en los
asesinatos, pero que de alguna manera estaba implicado, se refugi en
casa del embajador. Aunque faltan pruebas, se ha supuesto que, por r
denes del rey, Quevedo convenci a su amigo de entregarse a las autori
dades espaolas, asegurndole que el asunto no tardara en aclararse.
De hecho, todos los acusados fueron condenados a muerte, si bien la sen
tencia no tard en ser conmutada por la deportacin a Francia de la ma
yora de los criados. Villegas fue despachado a Roma para que se expli
cara ante el Papa, y no hay ms noticias sobre l (el relato ms completo
de este episodio se encuentra en Astrana Marn, La vida turbulenta...,
pp. 76-80).
11. Quevedo, hijo de Pedro Gmez de Quevedo y de Mara de San-
tibez, abandon el Gmez y nunca us el apellido materno. A partir
de 1613 aparece casi siempre en las portadas de sus libros el apellido Vi
llegas, perteneciente a su abuela materna Mara Senz de Villegas. Cre
yendo seguramente que la posesin de este apellido daba apoyo a sus
pretensiones de linaje distinguido, hasta escribi un tratadillo genealgi
co intitulado Linaje de Villegas (Obras..., ed. Astrana, t. 1, pp. 1317-
262 APNDICES
1319), que comienza en tiempos de Alfonso el Sabio y termina con el
ilustre linaje de los seores de Piqueras, segn testimonio del famoso
genealogista Jernimo Gudiel (Compendio de algunas historias eleEspaa, Al
cal, 1577); aqu Quevedo copia mal las Tablas 11 y 12 de Gudiel, omi
tiendo una generacin entera y llamando seor de Altarejos, en vez
de Albaladejo, al Garca Ruiz de Alarcn que cas con Guiomar Girn
de Valencia y Villegas. Estos dos personajes, nms. 10 y 11 del rbol ge
nealgico de la Casa de Albaladejo que figura como Apndice B en el
presente libro, eran los bisabuelos de Alarcn. No hay conexin alguna
entre ellos y la familia de Quevedo, y nadie mejor que Alarcn poda
dar un ments a las pretensiones de su rival. Lo hizo sin duda con tanto
mayor placer, cuanto que tiempo antes se haba escrito contra l una dia
triba en la que se deca que sus apellidos se multiplicaban como hongos:
nacidoJuan Ruiz, se haba aadido fraudulentamente los aristocrticos
apellidos Alarcn y Mendoza; y esa diatriba parece haber sido obra de
Quevedo (vase Hartzenbusch en su edicin de las Comedias escogidas de
Lope, pp. 588b-589a). El dramaturgo jams firm slo Juan Ruiz.
12. En 1624 eran tan pblicas las relaciones de Quevedo con una
mujer liviana llamada la Ledesma, que el hecho fue comentado con
desaprobacin por la Junta de Reformacin creada ese ao (vase Ble
cua, ed. cit., t. 1, p. xl). Pero no es esa indecencia el blanco de la stira,
sino la increble tacaera del amante. No se sabe quin es Villegui-
llas; puede tratarse, como Astrana sugiere, del actor Antonio de Ville
gas (el hijo, no el padre, pues se llamaban igual: vase Astrana, La vida...,
p. 417).
13. La primera edicin del Buscn es de 1626. El chitn de las tarabi
llas, escrito en defensa de las medidas econmicas de Olivares y publica
do como obra de El Licenciado Todo se Sabe, parece haberse basado
en informes proporcionados por el jesuta Hernando de Salazar (el de
vergenza poca del v. 91), confesor de Olivares y uno de sus ms asi
duos consejeros, particularmente en asuntos financieros (vase J.H.
Elliott, The Count-Duke of Olivares, Yale University Press, New Haven,
Conn., 1986, pp. 115, 268-269 y 419). El chitn se public en 1630, lo
cual nos da un posible terminus a quo para la letrilla de Alarcn, aunque
puede haberse terminado despus, quiz a raz de la spera crtica de
Quevedo contra el Para todos de Montalbn (1632). Alarcn apoy con
entusiasmo a Olivares y aplaudi sus reformas en los primeros tiempos
de su privanza (vase supra, p. 153); pero la crtica implcita en estos versos
parece indicar que haba perdido la fe en el gobierno del Conde Duque,
o al menos en algunos de sus consejeros. Puede haberle irritado el que
un eclesistico como Salazar tuviera tan prominente papel en la direc
cin de los asuntos polticos. Lope de Vega tena El chitn por lo ms
satrico y venenoso que se ha visto en el mundo, y deca que quien
lo escribi quiso lisonjear alguna pretensin suya (citado por Blecua,
ed. cit., t. , p. xlvi).
1
EL - CORCOVILLA" Y EL 'PATA COJA' 263
14. Los vs. 95-96 regresan a la poca en que Quevedo, en Npoles,
se ufanaba de ser quiz el ms estrecho consejero del Duque de Osuna.
El Tribunal de lajusta venganza (1635) dice que Npoles aborreca a Que
vedo por haberse fingido privado del virrey Duque de Osuna, cuan
do en realidad slo haba sido entre familiar y mozo de entretenimien
to, y por haber vendido las cosas que su Excelencia conceda de gracia,
con que empobreci a muchos y l vino cargado de dinero, que misera
ble y avarientamente guarda... {Obras..., ed. Astrana, t. 2, p. 1100).
Los vs. 97-98 mencionan, y refutan, la pretensin de Quevedo de
ser gran espadachn, de tcnica superior a la del maestro de esgrima de
Su Majestad, Luis Pacheco de Narvez, satirizado a menudo por l. Una
conocida ancdota cuenta cmo, despus de una discusin acadmica so
bre esgrima, Pacheco fue humillado por la superior destreza de Queve
do. Cierta o no, la ancdota fue recogida triunfalmente por el primer
bigrafo de Quevedo, Pablo Antonio de Tarsia (Vida reproducida por
Astrana, Obras..., t. 2, pp. 744-799; la ancdota se halla en la p. 755).
15. Quevedo se gradu en Alcal de licenciado en Artes en 1600,
un ao apenas despus de terminados sus estudios de bachiller. Se ma
tricul ese mismo ao en la facultad de Teologa de Alcal, y despus
en la de Valladolid. En ninguno de los dos lugares hay constancia de
que haya obtenido un grado en Teologa, pero l as lo afirmaba, y As
trana se lo acepta (La vida turbulenta, pp. 58, 62 y 127). Alarcn parece
decir que Quevedo no tena la instruccin suficiente para ser eclesistico
o letrado y usar la ropa talar de estos profesionales. Siendo un simple
cortesano, hizo bien en encajarse la valona. Es posible que aqu Alarcn
est replicando a dos pullas de Quevedo contra l: en los vs. 78-84 de
Corcovilla se mencionan con desdn los estudios de Alarcn, y en los
vs. 113-114 se pondera la ridicula figura que haca Alarcn vestido de
sotana. La sotana era prenda clerical, pero muchos estudiantes universi
tarios la usaban. Es posible que Alarcn haya seguido usando sotana des
pus de su graduacin. Tambin puede ser que Quevedo emplee la pa
labra sotana despectivamente en alusin a la severa toga o ropa tillar
usada por clrigos lo mismo que por letrados, y que los distingua de los
seores de la corte, que usaban vestimenta ms llamativa.
16. Quevedo blason siempre de su conocimiento de lenguas: no slo
italiano, portugus y francs, sino tambin latn, griego y hebreo. Ble
cua (ed. cit., t. 1, p. xviii y nota 14) reconoce que presuma ms de lo
que saba, que es lo que dicen estos versos a propsito del hebreo. Pero
aqu se aade una acusacin especialmente irritante y sorprendente: Que
vedo, tan violento zaheridor de los cristianos nuevos, resulta ser, segn
Alarcn, descendiente de judos.
17. A punto de terminar la letrilla, que ha pasado en revista varios
episodios deshonrosos de la vida de Quevedo desde sus das de estudian
te hasta el ao 1630, esta copla enumera rpidamente sus defectos per
264 APNDICES

sonales ms repulsivos: borrachera, suciedad y sodoma. En verdad, no


es Alarcn el nico que hace tales acusaciones. Es memorable el soneto
en que Gngora pinta a Quevedo, orgulloso caballero de Santiago,
como un romero borracho que se dirige a San-Trago (soneto repro
ducido por Astrana, La vida..., p. 294). Cuando se cas Quevedo en 1634,
corri por la corte un cruel soneto, dirigido a su mujer, en el cual se le
pinta como viejo de pelo teido, con cara de ahorcado y, en fin, mugre
inmortal y semicapro eterno (soneto reproducido por Blecua, ed. cit.,
t. 1, p. xlix, nota 73). Otro soneto annimo, de la misma poca, insiste
en la borrachera de Quevedo y dice que su aposento es paraso infame
de Sodoma (soneto reproducido por Astrana, Obras..., t. 2, p. 1046). Hay
que observar tambin que, en la versin de la letrilla de Alarcn publi
cada por Astrana, la copla final (que falta en el manuscrito de la Hispa-
nic Society) remacha las acusaciones de sodoma y suciedad. Podra su
ponerse que Sarasa, hombre al servicio de la familia Medinaceli protectora
de Quevedo, suprimi esta copla por razones de respeto y decoro, aun
que, bien visto, no aade nada a las acusaciones que preceden, salvo la
mencin directa del Seor de Joan-Abad, otro de los ttulos de que
Quevedo estaba orgulloso.
18. La letrilla, en esta versin, termina con aquello que para Alar
cn era evidentemente el peor de los pecados: la traicin de un amigo.
Pero es imposible saber de qu episodio se trata aqu: en la vida de Que
vedo abundan los amigos traicionados (mucho tiempo antes, en su sone
to de 1603, Gngora lo haba llamado Judas dos veces). La vctima
de la traicin puede ser el Antonio de Villegas mencionado supra, anota
cin 10. Pero bien podra tratarse, una vez ms, del Duque de Osuna,
traicionado por el falso testimonio del amigo a quien generosamente ha
ba patrocinado y ayudado, y que haba ido a dar a la crcel. En tal caso,
esta copla debe haberse escrito en 1623, a raz de la insultante andanada
que en ese ao solt Quevedo contra el dramaturgo, pues Osuna, aun
que absuelto de los cargos de traicin, muri estando an en la crcel
en 1624, y mal poda renovar su amistad con Quevedo despus de este
ao.
Resumo mis conjeturas en cuanto a la fecha de composicin de la
letrilla de Alarcn. Es posible que se haya empezado en 1623 y luego
se haya quedado guardada; pero la mayor parte no puede haberse escri
to hasta 1630, fecha de publicacin de El chitn de las tarabillas. Tambin
es posible que la versin final se haya hecho en 1632, a raz de los ata
ques que lanz Quevedo en la Perinola contra tantos amigos de Alarcn
(vase supra, p. 187). Era el mejor momento para zaherir al enemigo de
sus amigos y para dar a Pata Coja su forma definitiva.
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cn); Santiago, nms. 177(Diego de Alarcn yAlarcn), 180(Juan de
Alarcn yAyala), 189(Hernando de Alarcn y Llanes), 1616 (Alonso de
Padilla y Chacn), 2481 (Lope Diez de Aux y Armendriz), 3935 (Juan
de Hinestrosa), 7288 (Diego Ruiz de Alarcn y Zrate), 7982 (Francisco
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AcevedoyZiga, Manuel de, VI con Alciato, 103, 112, 163, 164
de de Monterrey, 183, 184 Aldana, Francisco de, 103
Adler, Cyrus, 31n, 34n Alejandro, Jos M., 111n
Afn de Ribera Enrquez, Fernando, Alemn, Dr. Alonso, 75
duque de Alcal, 134 Alemn, Mateo, 72-75, 114, 128
Agreda, Alonso, 162 Alfay, Jos de, 184r
Agreda y Vargas, Diego, 162-164 Alfonso X, 104, 262
Aguilar, Baltasar de, 58 Alfonso, Pedro, 142
Aguilar Pial, Francisco, 126n Almeida, Jorge de, 30, 31, 34, 35, 68
Alamos de Barrientos, Baltasar, 163 Almirante deCastilla, vaseEnrquezde
Alarcn, Ana de (mujer de PedroVer Cabrera
dugo), apndice B, 244 Almodvar, Alonso de, 32
Alarcn, Beatriz de, apndice B, 236n, Alonso, Dmaso, 81n
241, 242 Alonso, Hernando, 68
Alarcn, Lic. Francisco Antonio de, AltamiranoyVelasco, Fernando, con
110, 111, 199, 207 de de Santiago de Calimaya, 208
Alarcn, Lorenza de(hija deJuan Ruiz Alva Ixtlilxchitl, Fernando de, 40 y n
de Alarcn), 159-161, 208n, 212, Amella, Jernimo, 233
213, 216-218, 223, apndice B Andosila, Pedro Paulo, 110
Alarcn, Mara de, 57, 208 Andrada, Beatriz de, 58
Alarcn y Alarcn, Diego de, 56n Andrews, J. Richard, 33n
Alarcn Alcocer, Dr. Sebastin de, 204 Antolnez, Agustn, 113, 114
Alarcn y Ayala, Juan de, 56 Aponte, PedroJernimo de, 237
Alarcn y Beaumont, Luis de, 236n Argote de Molina, Gonzalo, 114
Alarcn [Cifuentes], Juan de, 28 Arguijo, Juan de, 134
Alarcn y Ledesma, Pedro de, II mar Arias de la Hoz, Diego, 137
qus de Palacios, 246 Arias Verstegui, Pedro, 110, 111 y n
Alarcn y Llanes, Hernando de, mar Ariosto, 103
qus de la Vala Siciliana, 56 y n Aristteles, 105, 210
Alatorre, Antonio, 8n, 11, 20n, 30n, Armendriz, Pedro de, 78
187n, 21ln, 258 Artigas, Miguel, 176, 177n
Alberto, archiduque de Austria, 140n Ascoli, Prncipe de, 177n
Alburquerque, Duque de, vaseFernn Astrana Marn, Luis, 14n, 162n, 183n,
dez de la Cueva 185n, 187n, 188n , 247-254, 258-
Alcal, Duque de, vaseAfn de Ribera 264
Alcal Zamora, Niceto, 90 y n, 152n, Astudillo, Diego de, 135 y n, 138
159 y n Aubrun, Charles-Vincent, 199/7
[277]
278 NDICE ONOMSTICO

Avellaneda y Haro, Garca de, 201 Bruno, Giordano, 119 y n


Avendao, Cristbal, 178 Buckingham, Duque de, vaseVilliers,
Ayala, Felipe de, 159 George
Ayala, Francisco, 248 Buedo, Garca de, 161, 216, apndi
Ayala, Gonzalo de, 163, 164 ce B
Ayamonte, Marqus de, vaseGuzmn Bushee, Alice H., 74n
y Ziga Cabrera, Andrs de, 177n
Aybar, Gaspar de, 207, 213, 216n Cabrera de Crdoba, Luis, 161, 163
Bez, Simn y Gaspar de, 69 Cadereyta, Marqus de, vase Diez de
Bakewell, P. J., 19n, 25n, 29, 32n, 46n Aux
Balbn, Domingo, 116, 232 Calatayud, Francisco de, 136
Balcells, Jos Mara, 249 Caldern, Gaspar, 19
Baltasar Carlos (prncipe), 212, 221n, Caldern, Rodrigo, marqus de Sietei-
231 glesias, llOrc, 111, 152n, 153n, 156,
Bez, Domingo, 99 172, 174yn, 175yfm, 184yn, 191n
Barba, Catalina, 56, apndice B Caldern de la Barca, Pedro, 112, 151,
Barreda, Francisco de la, 201, 207 153, 157, 212, 213, 225-227
Barreda, Pedro de la, 182 Calvo Escudero, Andrs, 125n, 216,
Barrio, Francisco de, 125n, 158n 218n
Basto, Conde de, vaseCastro, Diegode Camerino, Jos de, 208n
Basto, Conde del, vaseTapia y Leyva Camino, Alonso de, 136
Bataillon, Marcel, 20n Campanella, Tomasso, 119, 120n
Belmonte, Marqus de, vase Tapia, Caete, Marqus de, vase Hurtado de
Carlos de Mendoza, Garca y Juan Andrs
Belmonte Bermdez, Luis de, 75-76, Caraveo, Lic. Pedro Antoniode, 147n
177, 178, 182, 214 Crcamo (oidor), 54
Benavente, Conde de, 100 Crdenas y Manrique de Lara, Jorge
Bentez, Fernando, 5ln, 64n de, duque de Maqueda, 179
Bennassar, Bartolom, 126 Carletti, Francesco, 38n, 39-41, 55
Bergamn, Jos, 226-227 Carlos II, 146n, 247
Bermdez de Pedraza, Francisco, 90n, Carlos V, 45, 47, 58, 93
101 ynn, 103 yn, 104ynn, 115yn Carlos, prncipe de Gales, 181
Blanco White, Jos Mara, 125n Caro Baroja, Julio, 213n
Blzquez Mayoralgo, Luis, 216n Carreo, Alberto Mara, 21n, 133n
Blecua, Jos Manuel, 158rc, 180rc, 249- Carrillo de Mendoza y Pimentel, Die
251, 254, 261-264 go, marqus de Gelves, virreyde la
Bobadilla, Beatriz de, 177n Nueva Espaa(1621-1624), 204-205
BobadillayAlarcn, Clarade, 162, 168 Carvajal, familia, 30-31, 31n
Bocngel, Eugenia, 91-92 Carvajal, Luis de (el Mozo), 30-31, 31n
Bocngel y Unzueta, Gabriel, 92 Casalduero, Joaqun, 8 y n, 35n, 211
Bodino, Juan, 114 Castellanos, Rosario, 227-228, 228n
Brabo de Laguna, Pedro, 98, 131, 132 Castilla, Ana de, 46
Bradstreet, Anne, 7 Castilla, Luis de, 26, 30, 32
Briones, Juan de, 22 Castillo, familia, 23, apndices BjiC
Brown, Jonathan, 146n Castillo, Diego del, seor de Altarejos,
Brown, Kenneth, 167?m, 168n 241 y n, 242
Bruerton, Courtney, 98n, 140, 143n, Castillo, Hernandodel, alcaidedeAlar
145, 157 y n cn, 235 y n, 237-246
NDICE ONOMSTICO 279

Castillo, Hernando del, seor de Alta- Cicern, 103


rejos, apndice B, 235n, 241 Cifuentes, Conde de, vase Girn de
Castillo de Bobadilla, Jernimo, 107 Alarcn, Pedro
Castillo Inestrosa Pacheco, Juan Fran Cifuentes, Dr. Luis de, 82
cisco de, marqus de Valera, 246 Cirac-Estopan, Sebastin, 242-244nn
Castro, Amrico, 174rc, 21In, 212n Claramonte, Andrs de, 158
Castro, Antonio de, 216 Claydon, Ellen, 227
Castro, Diegode, condede Basto, \lln Coe, Ada M., 220n
Castro, Guilln de, 152, 177, 225 Coe, Michael D., 33 y n, 34
Castro Espinosa, Hernando de, 78, Colindres, Diego de, 136
132, 137, 138 Concha, Jaime, 142n
Castro Leal, Antonio, 10, 42n, 77n, 98 Constantino, 62
y n, 125n, 143n, 157n, 158n, 219n Crdoba, Mara de, 233
Castroverde, Diego de, 158 Crdoba yCardona, Fernandode (hijo
Castroverde, Jernimo de, 110 del Duque de Sessa), 100
Cataln Ocn, Lic. Juan, 110 Corneille, 9 y n, 80, 148, 228
Cauvin, Mary Austin, 153n Corral Arellano, Diego de, 99
Cavillac, Michel, 164nn Corts, Hernn, I marqus del Valle,
Cazalla, familia, 20-23, 130 7, 28, 29, 37, 41, 42, 44n, 45-46
Cazalla, Alonso de, 20 Corts, Martn, II marqus del Valle,
Cazalla, Gaspar de, 130 y n 45, 46, 58, 205, 225
Cazalla, Juan, 130 Corts, Pedro, III marqus del Valle,
Cea, Duque de, vase Sandoval y Ro 205
jas, Francisco Costa, Joan, 112n
Cerda, AntonioJuan Luis de la, VII Cotarelo y Mor, Emilio, 17n, 166n,
duque de Medinaceli, 247 176n, 233, 248
Cerda Enrquez Afn de Ribera yPor Covarrubias, Sebastin de, 137n
tocarrero, Juan Toms de la, VIII Cronberger, familia, 20-21
duque de Medinaceli, 247, 264 Cueva, Juan de la, 38/, 66 y n
Cerdn de Tallada, Toms, 93n Cueva y Silva, Francisco de la, 13
Cerralbo, Marqus de, vasePachecoy Cuevas, Mariano, 61, 62nn, 63yn, 81n
Osorio Dadson, Trevor J., 92n
Cervantes, Angela de, Win, 159, 162, DAndrea, Francesco, 159
213, 216, 218n, apndice B Dante, 114
Cervantes, Isabel, 160 Dvila, Alonso, 97
Cervantes, Miguel de, 72, 114, 115, Daz, Juana Bautista, viuda de Nava
116n, 128, 134, 135, 137, 138, rro, 203, 207n, 218
142, 157, 209, 212, 228 Daz, Mateo, 215, 216
Cspedes, Baltasar de, 96, 99 Daz, Nicols, 34
Cspedes yMeneses, Gonzalo de, 162- Daz Martn, Luis Vicente, 147n
164, 171, 172n, 181n Daz de Vivar, Rodrigo (el Cid), 224
Cspedes yMeneses, Sebastinde, 164 Diez, Marcos, 113
Chasles, Philarte, 226 DiezdeAuxyArmendriz, Lope, mar
Chaunu, Pierre, 89 qus de Cadereyta, virrey de la
Chaves y Mendoza, Juan de, 249 Nueva Espaa (1635-1640), 71 yn,
Chesterfield (Lord), 168n 73, 78, 205, 224
Chevalier, Frangois, 30, 39, 54n, 57, Diez Crzate, Bricin, 78, 83-85, 98,
60n, 63n 109, 224
280 NDICE ONOMSTICO

Diocleciano, 62 Fernndez de Castro y Andrade, Pe


Domnguez Ortiz, Antonio, 126-129nn, dro, conde de Lemos, 156
155, 156n Fernndez de Crdoba, Diego, mar
Dorantes de Carranza, Baltasar, 26, qus de Guadalczar, virrey de la
33n, 52, 54 Nueva Espaa (1612-1621), 54n, 82
Durn, Dr. Francisco, 132 Fernndez de Crdoba, Gonzalo (el
Ebersole, Alva V., Jr., 189n Gran Capitn), 56
Elliott, John H., 136n, 146n, 152n, Fernndez de Crdoba Cardona yAra
172n, 209, 262 gn, Luis, duque de Sessa, 100, 181
Enrique IV, 93, 243 Fernndez de laCueva, Francisco, du
Enrquez, Juana, 69 que de Alburquerque, virrey de la
Enrquez de Almansa, Martn, virrey Nueva Espaa (1653-1660), 82
de la Nueva Espaa (1568-1580), Fernndez-Guerra yOrbe, Aureliano,
25n, 44, 55 125n, 135n, 139n
Enrquez deCabrera, Juan Alfonso, al Fernndez-Guerra y Orbe, Luis, 10,
mirante de Castilla, 179 61>z, 64n, 73n, 97 y n, 98nn, 135n,
Entrambasaguas, Joaqun de, 174n 137, 139n, 146n, 168, 173n, 187n,
Erasmo, 112, 164 200n, 201nn, 216n, 218n
Ercilla, Alonso de, 103, 114 Fernndez Martn, Pedro, 173n, 178n
Espantoso Foley, Augusta, 119n Fernndez-Prieto Domnguez y Losa
Esperab Arteaga, Enrique, 94r, 96n, da, Enrique, 238n
99nn, lOOn, 102, 106n Fernndez de Santaella, Rodrigo, 138
Espina, Mara de, 80 Fernando, Cardenal-Infante, 179
Espinel, Vicente, 188 FernandoeIsabel, 80, 92, 93, 105, 123,
Espino de Cceres, Dr. Diego de, 97, 146, 148, 177n
103 Ferrer, Vicente (San), 239, 245
Espinla, Bartolom, 203 Ficino, Marsilio, 112, 118
Espinosa, Juan Bautista de, 136 Figueroa, Roque de, 232
Estrada, Francisco de, 142n Figueroa y Crdoba, Diego yJos de,
Evia Bolaos, Juan, 107 220n, 232
Falces, Marqus de, vasePeralta, Gas Fonquerne, Yves-Ren, 163n
tn de Franchi, Fabio, 21ln
Fayard, Janine, 95-96nn, 98n, lllrm, Francia, Francisco de, 182
114n, 115, 202nn, 213-215nn, 217- Franco-Furt, Arnaldo, 188
218n Franklin, Benjamn, 7
Felipe II, 46, 48, 59, 62, 67, 93, 129, Frenk, Margit, 219 y n, 227n
130, 174n Frye, Northrop, 79 y n, 144 y n, 191n
Felipe III, 10, 86, 90, 96, 111, 116n, Gabaldn, Martn, 207n, 218n
126, 153, 156, 163, 164, 168, 178, Gage, Thomas, 38 y n, 39, 41, 50, 67
181, 193, 248, 259 Gallardo, Bartolom Jos, 125n, 258
Felipe IV, 82, 116n, 131, 146 y n, 152 Garca Blanco, M., 118n
y n, 153, 164, 165, 168, 172, 173, Garca Bravo, Alonso, 42, 43
178, 179, 181, 187, 194, 199n, 200, Garca Carraffa, Alberto y Arturo,
202, 212, 259 123n
Feria, Duque de, vaseSurez de Figue Garca Icazbalceta, Joaqun, 47n, 59n,
roa y Crdoba 60
Fernndez, Justino, 37 Garca Jaramillo, Diego, 22
Fernndez, Toms, 210, 232 Garca de Samaniego, Andrs, 96
INDICE ONOMSTICO 281

Garcilaso de la Vega, 103, 196 Gonzlez del Castillo, Dr. Pedro, 93,
Gascn de Torquemada, Jernimo, apndice B, 235 yn, 237n, 238, 242
175n y n, 244n
Gayoso (Licenciado), 137 Gonzlez de Cellorigo, Martn, 107
Gelves, Marqus de, vase Carrillo de Gonzlez de Cosso, Francisco, 63n,
Mendoza 73n, 76n
Gerhard, Peter, 22n, 25n, 30n, 33 Gonzlezde Eslava, Fernn, 8n, 46-47,
Gilmour, John W., 153 y n 65n
Girn, Cristbal, 161, apndice B Gonzlez Obregn, Luis, 38n, 66n
Girn, Rufina, 161, 216, apndice B Goodman, Walter, 168n
Girn de Alarcn, Luis, 18, apn Grajales, Juan de, 158
dice B Granada, fray Luis de, 145
Girn de Alarcn, Pedro, condede Ci Gregorio IX, 100
fuentes, 86, 109, 161, 244, apndi Guadalczar, Marqus de, vase Fer
ce B nndez de Crdoba, Diego
Girn de Buedo, Fernando, 161, 217, Gudiel, Jernimo, 262
218 y n, apndice B Guerra, Catalina, apndice B
Girn de Buedo y Ruiz de Alarcn, Guerra, frayGarca, arzobispo de M
Juan (nieto de Juan Ruiz de Alar xico, virrey de la Nueva Espaa
cn), 109, 159, 217, 218, apn (1611-1612), 72-74, 74n, 78, 86, 224
dice B Guerrero, familia, 28, 39
Girn de Valencia y Villegas, Guio- Guerrero, Sebastiana, 28
mar, apndice B, 239, 262 Guerrero de Villaseca, Alonso, 63
Godnez Maldonado, fray Pedro, 72, Guicciardini, Francesco, 114
133 Gutirrez de Garibay, Juan, 64, 89 yn
Gmez (jesuita), 63 Guzmn, Gaspar de, conde-duque de
Gmez, Bartolom, 214n Olivares, 86, 91,95, 100yn, 109,
Gmez de Cervantes, Gonzalo, 21n, 123n, 134, 136, 146, 148, 152 y n,
32, 53 y n, 54, 63, 133 153, 156, 164, 172, 173, 184, 194,
Gmez de Orozco, Federico, 37n, 46n 199yn, 200, 205, 206, 209yn, 210,
Gmez de Reynoso, Bartolom, 213 yn 212, 220, 224, 229, 259-260, 262
Gmez de Sandoval y Rojas, Francis Guzmn el Bueno, Juan Manuel Do
co, duque de Lerma, 153n, 156, mingode, duque de Medinasidonia,
164, 172, 184, 199 123n
Gmez de Silva, Ruy, duque de Pas- Guzmn yZiga, Francisco Silvestre
trana, 179 de, marqus de Ayamonte, 123n
Gmez deTrasmonte, Juan, 37yn, 39, Haley, George, 91, 97 y n, 115n
41, 43 Hamilton, EarlJ., 202n
Gngora, Luis de, 13, 114, 162, 167, Hamon, Lorenzo, 125 y n, 127, 155
173, 175, 180, 184-186, 248, 249, Hanke, Lewis, 46n, 48-50nn, 53-55m,
258, 261, 264 60n, 62n, 67n, 205n
Gonzlez, Violante, 235-242 ynn, 244, Haring, C.H., 52n
245 Hartzenbusch, Juan Eugenio, 10, 143,
Gonzlez de Acevedo, Juan, 95 171n, 177n, 184n, 185n, 213n, 226,
Gonzlez de vila, Alonso y Gil, 45, 232, 262
58 y n, 60 Hassig, Ross, 33
Gonzlez del Castillo, Lic. Fernn, 23, Hazaas y La Ra, Joaqun, 130n
56, apndice B, 235-238, 241, 242 Hellman, Lillian, 168n
282 NDICE ONOMSTICO

Henrquez Urea, Pedro, 8 y n Johnson, Samuel, 168


Hernndez, Gaspar, 26, 27n, 28, 29 Jordn, William B., Jr., 4 y n
Hernndez de Cazalla, Gonzalo, 20 Juan II, 93, 235
Hernndez de Cazalla, Hernando (lla Juan Crisstomo (San), 107
mado tambin Hernando de Men Juana Ins de laCruz, 119n, 120n, 227
doza), 17, 20-22, 34, 53, 128, 129, Juana la Loca, 129
246 Justiniano, 106
Hernndez de Toledo, Gregorio, 97 Juvenal, 168
Herrera, Jacinto de, 177 Kagan, Richard, 80n, 83nn, 89n, 91-
Herrera, Pedro de, 113, 114 97nn, 99yn, 100yn, 106yn, 113n,
Herrera, Roque de, 137 134n, 159, 203n
Hevia Bolaos, Juan, 107 Kennedy, Ruth Lee, 135n, 168 y n,
Hierro Guerrero, Cristbal de, 83-85 180, 184n
Hjar, Duque de, 120 King, Edmund L., 11
Hinestrosa, Juan de, 238n, 243n, 246 King, Willard F., 18n, 23n, 51n, 56n,
Horacio, 114 71n, 86n, 93n, 117n, 120n, 134h,
Huarte de SanJuan, Juan, 112, 163 136rc, 137, 159h, 162nn, 168n,
Humboldt, Alexander von, 32 195*, 196n, 209n, 213, 219n, 235
Hurtado, Diego, 97 Kircher, Athanasius, 120
Hurtado de Mendoza, Antonio, 195, Lafaye, Jacques, 35 y n
220 Laris de Durango, Andrs, 65
Hurtado de Mendoza, Diego, 103, 105 Ledesma, la, 262
y Ledesma, Pedro de, 25
Hurtadode Mendoza, Garca, marqus Ledesma, fray Pedro de, llOw
de Caete, virrey del Per (1589- Lemos, Conde de, vase Fernndez de
1596), 75, 177n Castro y Andrade
Hurtado de Mendoza, Juan Andrs, Len, Alonso de, 95
marqus de Caete, 75, 177 y n, Len, Francisco de, 66, 67
178, 195n Len, Dr. Juan de, 97, 99
Ibarra, Diego de, 46 Len, fray Luis de, 114
Icaza, Francisco A. de, 19n Len Garabito, Melchor de, 91n, 129,
Infantado, Duque del, 14 131
Iniesta, Alonso de, 238n, 242-246 Len Pinelo, Antoniode, 67n, 156yn,
Ircio, Martn de, 22, 46 158, 163, 173, 181, 204, 205n, 207,
Ircio y Mendoza, Leonor de, 27n 209n, 212-216, 218 y n, 219, 224
IrcioyMendoza, Marade (sobrinade Leonard, Irving A., 40n, 71-73nn, 75n,
Antonio de Mendoza), 56n 77n
Isabel de Borbn, 145n, 232 Lerma, Duque de, vaseGmez de San
Isabel laCatlica, vaseFemando e Isa doval
bel Liebman, Seymour B., 31n, 68 y n
Israel, J.I., 44n, 49-51n, 54, 63, Lin y Verdugo, Antonio, vase
205n Remn
Jacobo I de Inglaterra, 181 Lista, Alberto, 226
James, Henry, 7 Llerena, fray Rodrigo de, 110
Juregui, Juan de, 175, 187, 220 Lohmann Villena, Guillermo, 65-66 y
Jefferson, Thomas, 7 nn, 133t, 156n, 202-204, 208,
Jimnez de Enciso, Diego, 136-139 214-217nn, 220n, 233
Jimnez Rueda, Julio, 24n, 78n, 168 Lpez (Licenciado), 104
NDICE ONOMSTICO 283
Lpez, Antonio, 69 Medinaceli, Duque de, vase Cerda y
Lpez Dvalos, Diego, 7fin Cerda Enrquez
Lpez de Espinar, Garci, 81, 82, 86 Medinasidonia, Duque de, vase Guz
Lpez de Toro, Jos, 11 mn el Bueno
Lpez de Val de Elvira, Lic. Martn, Medinilla, Pedro, 29
110 , 111 Medrano, Sebastin Franciscode, 120,
Lpez de Vega, Antonio, 182 137, 162, 167, 196
Lucano, 103 Meja, Juan, 168n
Luciano, 112 Mndez, Diego, Duarte y uo, 30
Lucrecio, 114 Mndez, Francisco, 32
Ludea, Fernando de, 177 Mndez Planearte, Alfonso, 38n, 57n,
Luna, Alvaro de, 224 58n
Maldonado, familia, 123n, 177n Mendo, Andrs, 107, 108
Maluenda, Toms de, 34 Mendoza, Antonio de, virrey de la
Mancini-Giancarlo, Guido, 219 y n, Nueva Espaa (1535-1549), 19, 44,
227 46, 47, 56n
Manrique, Lic. Alonso, 147n Mendoza, Francisco de, 168n, 184,
Manrique de Ziga, Alonso, marqus 185
de Villamanrique, virrey de la Nue Mendoza, Hernandode, vaseHernn
va Espaa (1585-1590), 49, 67 dez de Cazalla, Hernando
Maqueda, Duque de, vase Crdenas Mendoza, Leonor de (Leonor Hernn
y Manrique de Lara dez de Cazalla y Mendoza, madre
Maquiavelo, 114 deJuan Ruiz de Alarcn), 17, 19,
Maran, Gregorio, 1OOn, 134n 23, 27, 51, 85, apndice B
Maravall, Jos Antonio, 107n, 108yn, Mendoza, Mara de (abuela materna
261 deJuan Ruiz de Alarcn), 17, 20,
Marbn, Luis, 25n 21, 23, 56n, 69
Marcial, 103, 114, 137n, 168 Mendoza, Mara de (media hermana
Mara (Infanta), 181 del virrey Antoniode Mendoza), 46
Mara Benita, 215, 216 Mendozay Luna, Juan de, marqus de
Mariana, Juan de, 114 Montesclaros, virrey de la Nueva
Marmolejo, Lic. Pedro de, 147n Espaa (1603-1607), 48, 50, 53n,
Marqus de Careaga, Dr. Gutierre, 54, 73, 134, 162
110-113, 144, 155, 199, 224 Mendoza yZiga, frayGarca de, 73
Mrquez-Villanueva, Francisco, 92n Menndez Pelayo, Marcelino, 8 y n,
Martnez, Henrico, 40yn, Tin, 76-77, 178 y n, 187n, 227
191, 192n, 224 Mrime, Henri, 183, 210n, 233
Martnez de Ceballos, Fernn, 18 Mesa, Gaspar, 110
Mrtir Rizo, Juan Pablo, 108, 109i, Mesonero Romanos, Ramn de, 156,
180 y nn, 260-261 157 y n
Maza, Francisco de la, 38n, 40n, 43 Middleton, Thomas, 181n
McCarthy, Mary, 168n Millares Cario, Agustn, 10, 40n, 98,
Medina, Fernando de (llamado tam llOn, 121n, 161n, 174-178nn, 186-
bin Alberto Moiss Gmez), 69 188nn, 220n, 232
Medina, Francisco de, 218n Mira de Amescua, Antonio, 175, 177,
Medina, Lorenzo de, 136 180, 184, 188, 220
Medina de las Torres, Duque de, vase Moctezuma, 42, 43
Prez de Guzmn Moliere, 190 y n, 228
286 NDICE ONOMSTICO

Ruiz, Juan, 24n casamiento y familia, 117n, 159-160


Ruiz de Ahumada, Pedro, 63 y n dificultades, 56, 61, 90, 98, 135, 189,
Ruiz de Alarcn, Alonso, apndice B, 200, 223
235n ejerciciode su profesin, 70, 77, 80-82,
Ruiz de Alarcn, Garca, seor de Al 125, 133-134
baladejo del Cuende (bisabuelo de elogios que de l se hicieron, 210-211
Juan RuizdeAlarcn), 93, apndice estudios conlosjesutas, 61, 62, 64, 79
B, 239, 241, 244, 262 estudios dederecho: en Mxico, 61, 64;
Ruiz de Alarcn, Garca (abuelo pater en Salamanca, 95-123
no de Juan Ruiz de Alarcn), 17, familia de la madre, 20-24, 56n, 128-
160, apndice B 131; del padre, 17-20, 51, 56 y n,
Ruiz de Alarcn, Garca yGastn (her 57, 208, apndice B, apndice C,
manos deJuan Ruizde Alarcn), 24 262
y n, 27, 85 firma, 24n, 84, 110, 133, 163, 217, 262
Ruiz de Alarcn, Guiomar, 23, apn inscripcin en la Universidad de M
dice B xico, 24n
Ruiz de Alarcn, Hernando (hermano inscripcin, estudios y grados en Sala
deJuan Ruiz de Alarcn), 24 y n, manca, 96-98, 102, 104-105
27, 32, 33 y n, 85 lecturas en Salamanca, 103, 112, 114
Ruiz de Alarcn, Lope, 56 y n licenciatura, 73, 77-79, 96, 155
Ruiz de Alarcn, Pedro (hijo de Fer mecenas yprotectores, 57, 73, 82, 100,
nn Gonzlez del Castillo), 56 y n, 209, 223, 224
128, apndice B mentalidad (sentido de honor del abo
Ruiz de Alarcn, Pedro(padre deJuan gado, armas yletras), 106-109, 113,
Ruiz de Alarcn), 17-20, 23, 24 y 120-121, 146, 150-151, 152, 158-
n, 51, 59, 72, 86, 128, 159, 241, 159, 196, 200-201, 213, 225
apndice B muerte, 215-216
Ruiz de Alarcn, Pedro (hermano de nacimiento, 24 y n, 61
Juan Ruiz de Alarcn), 19-21, 24y niez, 26-35, 39, 43, 61-70
n, 27, 50, 53, 56, 76, 82-83, 85, 155, oposicin a ctedras, 83-85
159, apndice B personalidad, 135-139, 167, 185, 213,
Ruiz de AlarcnyAndrada, Juan, 71n, 223
160, 195n, apndice B, 235n, 246 poesas no dramticas, 112-113, 137,
Ruiz de Alarcn y Berrio, Ana, 56 139, 162, 163, 165, 174-176 y nn,
183-184, 186-187, 208n, 212-213,
RUIZ DE ALARCN apndice D
Y MENDOZA, JUAN relator, 131, 173, 199-208, 216, 219,
223
Bio g r a f a situacineconmica, 79, 81, 85, 91, 96,
125, 133, 158-159, 201-203, 214-
amigos: en Madrid, 162-165, 208-209, 215, 217-218
213-214; en Mxico, 75-77, 83, 85; testamento e inventario de sus bienes,
en Salamanca, 109-111; en Sevilla, 216-219
135-139 valrese ideologa, 49, 51, 59, 60, 71,
aspecto fsico, 13-15, 28, 61-62, 135, 73, 75, 84-85, 90, 112, 119-123,
138-139, 142 y n, 200, 223 141-142, 144, 145, 148, 150-152,
ataques contra l, y su respuesta, 166- 162, 165, 190, 192, 193, 223-225,
171, 180, 183-187, apndice D 260
NDICE ONOMSTICO 287

viajes: entre Mxico y Espaa, 7, 37, Lospechosprivilegiados, 19yn, 153, 173,


44, 64, 70-72, 86, 89yn, 125, 132, 185-186 y n, 210, 220n, 231, 233
133, 155; a La Mancha, 159-161 La prueba de las promesas, 34, 121, 189,
vida en Madrid, 163-165, 213-215; en 192, 233
Mxico, 37-38, 42, 43, 48-51, 53, Quien mal anda, en mal acaba, 127
56, 61-87; en Sevilla, 125-128, 132- El semejante a s mismo, 42, 49 y n, 70,
139; en Taxco, 24-35 71, 76, 140-143, 145, 151, 157n,
vistopor la historia literaria, 7-10, 210- 189n, 191, 192, 194, 232
211, 219-220, 226-229 Siempre ayuda la verdad, 178
y la Inquisicin en Mxico, 68, 70 El tejedordeSegovia, 70, 173, 220n, 233
y el teatro en Mxico, 65-68 Todoes ventura, 112, 144, 189, 209, 231
La verdadsospechosa, 9y n, 70, 80, 115,
Co m e d i a s 122, 143, 149, 169, 173, 189-194,
195n, 209, 211, 220n, 227, 231, 232
Algunas hazaas delas muchas dedon Gar autores, apndice A
da HurtadodeMendoza, marqusdeCa escritas en colaboracin, 177-178
ete, 75-76, 172, 178, 195n estructura, lenguaje, temas, 79-80, 116,
La amistad castigada, 153, 232 119, 120-123, 140-145, 151-153,
El Anticristo, 34, 35n, 66, 70, 179-180, 165, 190-192, 194, 197, 224-226
186, 220, 232 fechas de composicin, 157n, 166, 171
Cautela contra cautela, 178 publicacin de las Partes, 188-189, 197,
La crueldadpor el honor, 200-201, 233 209-210
La cueva de Salamanca, 34, 70, 77, 98, representaciones y aceptacin, 158,
112, 116-123, 143n, 151, 160, 168, 166, 173, 178, 180, 183, 185 y n,
173, 196, 226, 232, 261 219-229, apndice A
La culpa busca la pena, 90, 189, 210
El desdichado enfingir, 220n, 232
El dueo de las estrellas, 153, 165, 173, Ruiz de Alarcn yZrate, Diego, 56n
232 Ruiz de Montoya, Antonio, 130-131 yn
Los empeos de un engao, 189, 232 Ruiz de Montoya, Cristbal, 130
Examen de maridos, 173, 185, 186 y n, Ruizde Montoya, Diego, 130, 131, 139
189, 194-197, 210, 211, 226, 227, Ruiz de Montoya, Gaspar, 91 y n, 92,
233 128-131, 136, 139
Losfavoresdel mundo, 153, 161, 166, 171, Ruiz Piernas, Lic. Juan, 110, 111
189, 190, 197, 220, 231 Saavedra, Juana de, 71
Ganar amigos, 84, 140, 145-154, 165, SaavedraFajardo, Diego, 104, 110, 111
173, 174n, 232 y n, 163
La industriay lasuerte, 40-41, 112, 140, Sackheim, Mussia, 226
143-145, 165, 189n, 191, 214, 215, Sacristn, Alonso, 216
231 Senz de Villegas, Mara, 261
La manganilla de Melilla, 34, 70, 127, Salas Barbadillo, Alonso de, 164, 212,
179-180, 232 220
Mudarse por mejorarse, 171, 189, 231 Salazar, Andrea de, 220r, 232
No hay mal quepor bien no venga, 59 y n, Salazar, Hernando de, 262
90, 144, 213, 220n Salazar yCastro, Luis de, 235n, 237,
Lasparedesoyen, 61, 79, 117n, 121n, 166, 242n, 244nn, 246n
170, 171, 173, 185, 186n, 189, 192, Salcedo, Dr. Juan de, 78
204, 210, 231 Salgado Maldonado, Francisco, 104n
288 NDICE ONOMSTICO

Salinas, Conde de, vase Silva y Men Solrzano Pereira, Juan de, 51, 55n,
doza 86, 99, 107 y n, 108 y n, 113, 204,
Salinas, Dr. Juan de, 137 207, 212, 223
Salinas, Marqus de, vase Velasco II Sommaia, Girolamo da, 91 y n, 97,
Samon, Carmelo, 227 99r, 102n, 103 y n, 109, 112, 113-
San Martn, Diego de, 125n, 155n 115 y nn
Snchez, Bartolom, 97 Soria, Diego de, 30
Snchez, Gregorio, 214 Sotillo de Mesa, Alonso, 97
Snchez, Jos, 137n Sotomayor, Arturo, 38n, 42n
Snchez de Vargas, Fernn, 232 Speratti Piero, Emma Susana, 8n
Sandoval y Alarcn, Mara de, 208 Staves, Susan, 193 y n
Sandoval y Rojas, Cristbal de, duque Stradling, R.A., 199n
de Uceda, 172, 259, 260 Surez de Alarcn, Antonio, 235n
Sandoval yRojas, Franciscode, duque Surez de Figueroa, Cristbal, 109,
de Cea, 179, 181-182, 184 116n, 166-170, 178, 185, 186n, 190,
Sandoval y Zapata, Luis de, 58n 200, 209 y n, 210
Santiago de Calimaya, Conde de, va SurezdeFigueroa yCrdoba, Gmez,
se Altamirano y Velasco duque de Feria, 163
Santibez, Mara de, 261 Surez de Peralta, Juan, 46, 60n
Santillana, Marqus de, 14 Subirats, Rosita, 146n, 173n, 233
Sarasa y Arce, Fermn de, 247-248, Tcito, 114
251, 254, 258, 264 Tamayo de Vargas, Toms, 187
Sstago, Conde de, 120n Tapia, Carlos de, marqus de Belmon
Schfer, Ernesto, I9n, 199n, 202rm, 203 te, 177n
y n, 207n, 218n Tapia y Leyva, Franciscode, conde del
Schons, Dorothy, 10, 19, 24nn, Tin, Basto, 177 y n
50n, 72n, 73 y n, 78n, 82n, 83, Tarifa, Marqueses de, 127
132nn, 205n Tarsia, Pablo Antonio de, 263
Sedao, Agustn de, 83-85 Tassis y Peralta, Juan de, conde de Vi
Sneca, 66, 114 llamediana, 175-177, 184, 248
Sers, Homero, 210n Tasso, Torquato, 103
Serna, Jacinto de la, 33 Tllez, familia, 21-22
Sessa, Duque de, vase Fernndez de Tllez, Luis, 184n
Crdoba Cardona y Aragn Tllez-Girn, Pedro, duque deOsuna,
Shakespeare, 79, 121, 146 182, 187, 188, 247, 259, 263, 264
Shergold, N.D., 116n, 145n, 173n, Terencio, 66
178nn, 185-186n, 210n, 220r, 233 Teresa de Jess (Santa), 63, 66, 112,
Sieteiglesias, Marqus de, vaseCalde 260
rn, Rodrigo Thompson, J. Eric S., 38n
Silva y Girn, Magdalena de, llln, Tierno Galvn, Enrique, 11
161, 213, 216, apndice B Tirso de Molina (fray Gabriel Tllez),
Silva y Mendoza, Diego de, conde de 7, 9, 147n, 162, 164, 178, 180, 184
Salinas, 176n y n, 214, 220n, 225-228
Silva y Tenoco, Gil de, 110 Toledo, Pedro, marqus de Villafran-
Silverman, Joseph, 8n ca, 181
Silvestre, Gregorio, 103 Toms de Aquino (Santo), 130
Simn Abril, Pedro, 104 Toro, Alfonso, 31n
Scrates, 112n Torre, Gaspar de la, 216n
NDICE ONOMSTICO 289

Torre Ayala, Juan de la, 132 (1590-1595), 17, 22, 30, 42, 43, 45-
Torrente Prez, Diego, 128n, 237n 49, 56yn, 57, 60, 64, 65, 71-73, 75,
Torres de Mendoza, Luis 19n 76, 81, 82, 86, 140 y n, 155, 205,
Torres Rmila, Pedro de, 167 224
Torres Santarn, Francisco de, 80 Velasco, Luis de (Hijo de Luis de Ve-
Toussaint, Manuel, 26nn, 28-30nn, lasco II), 84
37n, 39, 64* Velasco Bayn, B., 38n
Trasmonte, Juan, vaseGmezdeTras Velzquez, Diego de, 14
monte Vlez de Guevara, Diego, 182
Uceda, Duque de, vaseSandoval yRo Vlez de Guevara, Luis, 135, 164,
jas, Cristbal de 175, 177, 179, 184, 214, 220, 225,
Ulloa, Juan Antonio de, 135n, 136 228
Urbano VIII, 120 Vera y Figueroa, Juan Antonio de,
Urtiz de Careaga, Martn, 110 conde de la Roca, 148, 197, 210 y
Vala Siciliana, Marqus de la, vase n, 211 y n
Alarcn y Llanes Vera yMendoza, Fernandode, 210yn
Valbuena Prat, ngel, 227n Vera y Ziga, Juan Antonio de, 148
Valdivielso, Jos de, 164 yn
Valencia, Juan de, apndice B, 239, Vergara y Arzole, Pedro de, 110
242 Vergara Gaviria, Diego de, 203
Valencia, Marade, 17, 21, apndice B Vicente, Gil, 66n
Valenciano, Juan Bautista, 178 Vidal y Mendoza, Antonio, 104 y n
Valle, Marqueses del, vase Corts Vilar, Pierre, 126n
Vallejo, Diego de, 233 Villafranca, Marqus de, vaseToledo
Valverde, Lic. Toms de, 132, 162 Villagmez, familia, 19n, 33*
Van der Hamen y Len, Juan, 13-14 Villagmez, Hernando de, obispo de
Van der Hamen y Len, Lorenzo, 13, Tlaxcala, 19
14 Villamanrique, Marqus de, vase
Vanegas, Mara, 32 Manrique de Ziga
Varey,J.E., 116ra, 145n, 173n, 178m, Villamanrique, Marquesa de, 67, 68
185-186*, 210n, 220n, 233 Villamediana, Conde de, vaseTassis y
Vzquez, Mateo, 130 Peralta
Vzquez de Espinosa, Antonio, 38n, Villanueva, familia, 58, 82
39, 41, 43 Villanueva, Agustn, 57 y n
Vega, Andrs de la, 186n, 231-233 Villanueva, Alonso de (conquistador),
Vega, Joseph de la, 197n y sus hijos Agustn y Alonso, 58
Vega, Lope de, 7, 9, 13, 66, 114, 115, Villanueva, Francisco de, 219n
123, 134, 146, 150-151, 157-159, Villanueva, Dr. Luis de (oidor), 17, 30,
162, 164, 167, 170 y 8, 171, 173, 54, 57-60, 208, |25
174, 180, 185, 186yn, 210-214, 220 Villanueva Alarcn, Dr. Alonsode, 57
y n, 224-228, 248, 249, 262 y n, 78, 82
Velasco, Francisco de, 17, 45, 57, 58, Villanueva Zapata, Dr. Luis de (hijo
65, 225 del oidor Luis de Villanueva), 30,
Velasco I, Luis de, virrey de la Nueva 32, 57, 78, 82
Espaa (1550-1564), 44-47, 57, 58 Villar Cuadrado, Juan del, 110
y n, 60, 64, 76, 225 Villaseca, Alonso de, 17, 57, 59-63,
Velasco II, Luis de, marqus de Sali 205, 225
nas, virrey de la Nueva Espaa Villegas, familia, 261-262
290 NDICE ONOMSTICO

Villegas, Antonio de, 261, 264 Wade, Gerald E., 147n


Villegas, Diego de, 177 Walpole, Horace, 168n
Villegas ySandoval, Diegode, 25n, 57, Whitaker, Shirley B., 152n
208 Whittaker, Gordon, 33 y n, 34
Villeguillas, 262 Xarque, Francisco, 130n, 131 y n
Villena, Enrique de, 118 Yanga, 50
Villena, Marqus de, vase Pacheco, Yates, Francs A., 119n
Juan Yribe, Miguel de, 84
Villena, Marqueses de, 123n Zamudio, 117n, 123n, 261
Villiers, George, duque de Bucking- Zamudio de Alfaro, Dr. Andrs, 261
ham, 181 Zapata, Beatriz de, 57, 208
Virgilio, 103 Zubiri, Isabel, 81
Virus, Beatriz de, 130 y n Zumel, Francisco de, 99
Virus, Leonor de, 129 Ziga yAcevedo, Gaspar de, Vcon
Vivero, Rodrigo de, 99 y n de de Monterrey, virrey de la Nue
Vives, Juan Luis, 112 va Espaa (1595-1605), 48, 67
Vives y Escudero, Antonio, 13-14 Ziga yAlarcn, Beatriz de, 162, 163
Juan Ruiz de Alarcn, letrado y dramaturgo
se acab de imprimir en junio de 1989
en los talleres de
Programas Educativos, S.A. de C.V.,
Chabacano 65-A, 06850 Mxico, D.F.
Se imprimieron 1000 ejemplares
ms sobrantes para reposicin.
Dise la portada Mnica Dez-Martnez.
La edicin estuvo al cuidado de
Antonio Alatorre.
Centro de Estudios
Lingsticos y Literarios

J uan Prez de Montalbn, discpulo de Lope de Vega, dice en su


miscelnea Para todos (1632) que el teatro de Juan Ruiz de Alarcn
est hecho con tal novedad, ingenio y extraeza, que no hay come
dia suya que no tenga mucho que admirar y nada que reprender. Y,
como para dar relieve al elogio, observa en seguida que, despus de
haberse escrito tanto, lahazaa de Alarcn es muestra de su caudal
frtilsimo, prueba de una inventiva dramtica excepcional. Innume
rables comedias, en efecto, se haban escrito yrepresentado desde fines
del siglo XVI hasta 1632; slo las de Lope eran centenares; y los secua
ces de Lope a quienes ritualmente y con patritico orgullo est elo
giando Montalbn en ese pasaje del Para todosse contaban por doce
nas. Pues bien, el teatro de Alarcn no es adocenado: lo que lo
distingue es su originalidad. Pero la palabra originalidad no perteneca
al lxico del Siglo de Oro espaol: en vez de ella Montalbn dice nove
dad, ingenio, extraeza.
La palabra extraeza es algo ambigua. El lexicgrafo Covarrubias,
contemporneo de Montalbn, de Alarcn y de Lope, dice que extra
o es lo singular yextraordinario, yque algunas vecos se toma por
el forastero, el no conocido, el de otro reino. Habr querido insi
nuar Montalbn que aAlarcn seletena en Madrid por forastero, por
cuerpo extrao o mente extraa?En la famosa y muy discutida
teora de Pedro Henrquez Urea (1913), laoriginalidad o peculiaridad
de Alarcn es lo mismo que su mexicanidad. Una admirable hispa2
nista norteamericana, Dorothy Schons, quiso pasar de la teora a los
hechos e intent (1941) destacar el Mexican backpfround de Alarcn.
Fue slo un intento: los documentos de que elladispona eran escasos.
Otra admirable hispanista norteamericana, Willard F. King, tras largos
aos de minuciosa yamorosa investigacin, hace resaltar ahora, magis
tral yexhaustivamente, laimportancia que tuvo para el dramaturgo su
formacin mexicana. Yno se limita a eso: el presente libro abarca el
mundo todo de Alarcn, su historia familiar, sus corcovas, sus estu
dios, sus luchas, su lugar en la Espaa de 1600-1639, su vida profesio
nal, y, naturalmente, sus comedias. Todo lo pone en su lugar. Es, en
verdad, un libro que haca falta.

E
m
El Colegio de Mxico

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