Juan Ruiz de Alarcon Letrado y Dramaturgo
Juan Ruiz de Alarcon Letrado y Dramaturgo
Juan Ruiz de Alarcon Letrado y Dramaturgo
LETRADOYDRAMATURGO
Su mundo mexicano y espaol
ZW
;t .-;
El Colegio de Mxico
Willard F. King
Traduccin de
Antonio Alatorre
EL COLEGIO DE MXICO
Portada: Boceto para una serie de
pinturas sobre la historia del Hijo
Prdigo, de Murillo. Se reproduce con
autorizacin del Museo del Prado de
Madrid.
Z?.SI8
NDICE GENERAL
Prefacio .........................................................................................................................7
Frontispicio ............................................................................................................................ '3
i
I. Ant ecedent es f a mil ia r es ........................................................................ 17
II. El Mxico de Al a r cn (1580-1613)..................................................... 37
A. Ambiente fsico y poblacin .................................................................... 37
B. Gobierno y estructura social . ............................................................... 44
III. Vida de Al a r cn en l a c iuda d de M x ic o .................................... 61
A. Niez y mocedad (1580/1581-1600) ................................................... 61
B. El joven abogado en la ciudad de Mxico (1608-1613)............ 70
IV. Sa l a ma nca y el est u dio del d e r e c h o .......................... 89
A. La importancia de estudiar en Salamanca....................................... 89
B. Ayuda econmica para el estudio ........................................................ 90
C. Origen e importancia de la profesin de letrado ................... 92
D. Carcter selecto de la poblacin estudiantil .................................... 94
E. Alarcn, estudiante en Salamanca........................................................ 95
F. Salamanca en los albores del siglo XVII ............................................ 99
G. La formacin del letrado ......................................................................... 100
H. La clase de los letrados y su mentalidad ......................................... 105
I. Amistades y diversiones de Alarcn en Salamanca...................... 109
J . La cueva de Salamanca ........................................................................... 116
V. SEVILLA: COMIENZOSDELAVIDAPROFESIONALYJUEGOSPOTICOS 125
A. La Sevilla de Alarcn (1600-1636)...................................... 125
B. Lazos familiares de Alarcn en Sevilla ............................... 128
C. Amigos, quehaceres y situacin social de Alarcn en Sevilla 131
D. Juegos poticos: la fiesta de San Juan de Alfarache . . 134
E. Las comedias sevillanas.............................................................. 139
El semejante a s mismo................................................................ 140
La industria y la suerte ................................................................ 143
Ganar amigos................................................................................... 145
VI. Ma d r id : Al a r cn el d r a ma t u r g o ................................................... 155
A. Vida familiar, amigos, enemigos, y comedias (1613-1623) . . 155
B. Los aos 1623-1626: triunfos y desastres ......................................... 179
[5]
6 NDICE GENERAL
C. Las comedias madrileas ............................................................... 189
La verdad sospechosa ........................................................................... 190
El examen de maridos .......................................................................................... 194
VII. MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO PBLICO ............................................ 199
A. Nombramiento, obligaciones ygajes de Alarcn como relator (1626-
1639) ...................... '............................................................ 199
B. Muerte y testamento (1639) ............................................................ 215
C. El mrito y la fama de Alarcn .................................................... 219
VIII. Conclusin ......................................................................................................... 223
Apndice A. Representaciones de comedias de Alarcn en Espaa yel Per
durante el siglo XVII ................................................................................. 231
Apndice B. Arbol genealgico de la casade Albaladejo.................. 234/235
Apndice C. Nuevas notas sobre la ascendencia paterna de Juan Ruiz de
Alarcn: Castillos buenos yCastillosmalos .................................. 235
Apndice D. El Corcovilla deQuevedo y el PataCoja de Alarcn 247
Bibliografa ........................................................................................................... 265
Indice onomstico................................................................................................ 277
PREFACIO
que regresaba de las Indias a Espaa) era, las ms de las veces, objeto
de burla y desprecio. El que los espaoles de esos dos mundos de enton
ces parezcan indistinguibles puede ser resultado de nuestro punto de vis
ta de hoy, a casi cuatro siglos de distancia.
En todo caso, para unos y otros fue sa una poca esplndida. Los
aos en que vivi Alarcn (1580/1581-1639) coinciden casi exactamente
con el perodo de mxima expansin del imperio espaol, que va desde
la anexin de Portugal, en 1580, hasta su separacin definitiva de la Co
rona espaola, en 1640; y entre esas mismas fechas se sita en la Nueva
Espaa una nueva prosperidad y una sensacin de confianza. Un lugar
comn de la historiografa espaola dice que las seales visibles de deca
dencia y debilidad de Espaa datan por lo menos de comienzos del rei
nado de Felipe III (1598). Ese lugar comn es innegable, pero la arma
zn subyacente dio muestras de resistencia: a Sevilla seguan regresando
los galeones con sus toneladas de plata para salvar a la monarqua del
desastre financiero, y Europa en general segua temiendo el podero es
paol lo bastante para no dejar escapar ninguna ocasin de hablar mal
de las empresas y de los monarcas espaoles, de apoderarse de los teso
ros de Espaa y de arrebatarle algn territorio colonial.
Alarcn vivi durante sus ltimos veintisis aos en Madrid, centro
y sede del poder imperial. Uno de los principales propsitos del presente
estudio es examinar cmo ese intruso llegado de una colonia percibi y
represent en sus comedias la tonalidad de la sociedad espaola del siglo
xvn, cuando su gloria se acercaba al ocaso. No me he propuesto estu
diar todas las comedias, sino slo aquellas que revelan significativamen
te sus reacciones al ambiente social y en que figuran ciertos temas domi
nantes y persistentes, con la firme conviccin de que la vida da luz sobre
las obras (partes significativas de la vida, y no milagrosamente cercena
das de ella), y de que las obras dan luz sobre la vida.
Todos cuantos hoy nos ocupamos de Alarcn debemos muchsimo a los
eruditos de ayer que primero reunieron noticias sobre su vida y su obra
e hicieron accesibles sus comedias para los lectores modernos, sobre todo
Luis Fernndez-Guerra y Juan Eugenio Hartzenbusch en el siglo XIX,
y Francisco Rodrguez Marn, Nicols Rangel, Alfonso Reyes y Dorothy
Schons en el XX. En tiempos ms cercanos, la inteligente valoracin de
Antonio Castro Leal, la esplndida edicin de Agustn Millares Cario
y la bibliografa de Walter Poesse (obras de Alarcn y estudios acerca
de l) han sido instrumentos indispensables. Mi libro habra sido impo
sible sin esas enormes ayudas. Pero muchos de esos estudios se escribie
ron hace ms de medio siglo. El tiempo ha demostrado que algunos de
los caminos indicados por Fernndez-Guerra, hace ms de un siglo, eran
callejones sin salida, e investigaciones posteriores han descubierto que
algunos de sus datos eran errneos. Es tiempo ahora de limpiar de es
PREFACIO 11
combros el terreno y de dirigir una nueva mirada a Juan Ruiz de Alar
cn y a su obra.
Durante los ms de veinte aos que se ha llevado la elaboracin del
presente libro, he recibido la generosa ayuda de muchos amables biblio
tecarios de archivos espaoles, como tambin la de varios prrocos de
la provincia de Cuenca. Recuerdo con especial gratitud a don Jos L
pez de Toro, ya difunto, que fue jefe de la seccin de manuscritos de
la Biblioteca Nacional de Madrid y secretario de la Real Academia de
la Historia, y a don Dimas Prez Ramrez, cannigo archivero de la di
cesis de Cuenca. Don Enrique Tierno Galvn, catedrtico de derecho
poltico en la Universidad de Salamanca y despus en la Universidad
Autnoma de Madrid, y alcalde de Madrid hasta su muerte en 1986,
mostr gran inters por la marcha del presente libro, sugiri valiosos cam
pos de investigacin y facilit mis contactos con individuos o con depsi
tos documentales que pudieran suministrarme datos pertinentes. La ex
presin de mi agradecimiento no puede ya llegarle, desdichadamente,
pero dejo constancia de ella. Le doy las gracias a Antonio Alatorre no
slo por la excelente calidad de su traduccin mrito que no soy la nica
en reconocer, sino tambin por sus cuerdas sugerencias editoriales. A
mi marido, Edmund L. King, se las doy tambin por su paciente y ex
perta ayuda en todo lo relacionado con mi libro, de manera muy espe
cial en cuanto a estilo y expresin. Finalmente, hago constar mi agrade
cimiento a laJohn Simn Guggenheim Memorial Foundation por la beca
que en 1965-1966 me permiti iniciar el presente estudio.
W il l a r d F. K in g
1 Vase Luis Astrana Marn (ed.), Epistolario completo de don Franciscode Quevedo Villegas,
Editorial Reus, Madrid, 1946, p. 109, nota 1.
Mis noticias sobre Van der Hamen proceden en buena parte de la tesis del seor
Jordn, como tambin de su libro Spanish Still Life in the Golden Age 1600-1650, Kimbell
Art Museum, Fort Worth, 1985 (la seccin VI del Catalogue est dedicada a Van der
Hamen).
Retratos depersonajes espaoles. ndice ilustrado, publicado por laJunta de Iconografa Na
cional, Imprenta Clsica Espaola, Madrid, 1914, nm. 3294.
FRONTISPICIO 15
ca que representaban a personajes de la familia Mendoza, pero que no
se meta en honduras de historia ni de autenticidad. Am, personalmen
te, me resulta muy difcil creer que el caballerito de la miniatura pueda
ser el dramaturgo Alarcn.
I. ANTECEDENTES FAMILIARES
[17]
18 ANTECEDENTES FAMILIARES
el abuelo haba emancipado en 1545. Por sus venas, sin embargo, corra
sangre de la familia Alarcn, tan extendida en Cuenca: era primo her
mano de Luis Girn de Alarcn, seor desde 1568de las poblacio
nes de Albaladejo y Piqueras, y destinado a heredar en 1585el se
oro de Villarejo de Fuentes. Adems, los Ruiz de Alarcn tenan
vnculos familiares estrechos con dos clanes inmensamente poderosos:
el de los Pacheco y el de los Girn (encabezados, respectivamente, por
los Marqueses de Villena y los Duques de Osuna).
Todas las aristocrticas familias de Cuenca que llevaban el apellido
Alarcn o Ruiz de Alarcn se decan descendientes de Fernn Martnez
de Ceballos, que vino del Norte espaol en el siglo xn con las huestes
de la Reconquista y tom la fortaleza de Alarcn, cuyo nombre hizo suyo.
No hay por qu dudar de que Fernn Martnez y sus descendientes in
mediatos, que luego se esparcieron por toda La Mancha, fueran cristia
nos viejos. Pero a medida que pasaban los decenios, y que un nmero
cada vez mayor de los judos que se quedaron tras la Reconquista iban
abrazando el cristianismo, los Alarcn fueron emparentando con fami
lias ricas de cristianos nuevos, sobre todo a raz de las conversiones en
masa que hubo en la Cuenca del siglo xv, durante la hegemona deJuan
Pacheco, primer marqus de Villena, descendiente l mismo de conver
sos, enemigo de meterse en minucias genealgicas con tal que un hom
bre tuviera palabra y fuera buen vasallo o aliado. La casa Alarcn
de Albaladejo a la que nuestro Pedro Ruiz de Alarcn perteneca (el ape
llido bsico, Castillo, se haba suprimido largo tiempo atrs) no era ex
cepcin en este cuadro general. En ella, sin embargo, no lleg a practi
carse secretamente el judaismo. Ningn miembro del linaje en lnea
directa de Pedro, que se sepa, fue llevado nunca ante la Inquisicin por
prcticas o creencias judaizantes. Todos ellos se consideraban buenos ca
tlicos, por ms que ese catolicismo estuviera temperado, modificado o
atenuado por los lazos matrimoniales con recin conversos y por siglos
de vida ntimamente compartida en los poblachos manchegos con cris
tianos nuevos cuyo grado de aceptacin de la ortodoxia catlica no era
muy uniforme. El apellido Alarcn, que esta familia haba adquirido en
el siglo xvi por alianza matrimonial, segua siendo respetado, poderoso
y relativamente limpio excepto, quiz, en la opinin de quienes co
nocan a fondo la historia manchega.1
En Mxico, como veremos, lo Alarcn les result til a Pedro y a
sus hijos. Pero, no obstante la prominencia de los testigos de la boda,
Pedro mismo no lleg a sealarse en cosa alguna. Su nombre no figura
en las listas de pasajeros a Indias en 1560-1580, conservadas en el Archi-
! Sobre los antecedentes familiares de Pedro Ruiz de Alarcn, padre del dramatur-
go, vase mi artculo La ascendencia paterna deJuan Ruiz de Alarcn y Mendoza, Nueva
Revista de Filologa Hispnica, 19 (1970), 49-86.
ANTECEDENTES FAMILIARES 19
vo de Indias y an inditas. Es posible que antes de casarse haya estado
al servicio del obispo de Tlaxcala (o sea de Puebla de los Angeles), Her
nando de Villagmez, puesto que en el testamento del obispo, redactado
el 23 de noviembre de 1570, aparece como testigo un Pedro Ruiz de Alar
cn.4Muchos aos despus, su hijo Juan Ruiz de Alarcn escribi una
comedia, Los pechosprivilegiados, en celebracin de la familia Villagmez;
pero me abstendr de sacar conclusiones de tan pequea coincidencia.3
El nombre Pedro Ruiz de Alarcn no vuelve a figurar en las fuentes ma
nuscritas que se han investigado concretamente, las actas de cabildo
de la ciudad de Mxico y los libros parroquiales de Taxco, salvo en
el memorial presentado en 1613 al Consejo de Indias por el hijo mayor,
llamado Pedro tambin, en apoyo de su peticin de un beneficio ecle
sistico. Los testigos llamados a declarar se refieren al padre como ya
difunto, y slo uno de ellos nos da una leve idea de lo que fue su vida.
Gaspar Caldern, de cincuenta y cuatro aos, declara que una vez, en
Taxco, el padre fue encarcelado a causa de sus deudas, pero que, siendo
hidalgo reconocido, no se le someti a la ignominia de la crcel pblica,
sino que se le encerr en una casa particular. Seguramente haba muer
to ya en 1608, ao en que Juan, el dramaturgo, refirindose a sus fami
liares de Mxico, menciona slo a la madre y a los hermanos.6
En cuanto a la madre, Leonor de Mendoza, y a su familia, los Men
doza y los Hernndez de Cazalla, nuestra escasa informacin procede
casi ntegramente de ese mismo memorial presentado por Pedro al Con-
4 Coleccin de documentos inditos, relativos al descubrimiento, conquistay organizacin de las
antiguas posesiones espaolas deAmrica..., ed. Luis Torres de Mendoza, t. 11, Madrid, 1869,
pp. 102-118, sobre todo p. 116.
5 Los Villagmez eran una familia prominente as en Espaa como en Mxico. El
licenciado Hernando de Villagmez fue consejero de Indias desde 1604 hasta su muerte
en 1612; el licenciado don Pedro de Vivanco y Villagmez desempe la misma funcin
desde 1621 hasta su muerte en 1642 (Ernesto Schfer, El ConsejoRealy Supremo delas Indias,
t. 1, Carmona, Sevilla, 1935, pp. 309, 357, 358 y 367). Podra sospecharse que, al escribir
Lospechosprivilegiados, Alarcn quiso complacer a este alto personaje. En la Nueva Espaa
encontramos, entre otros, a un Juan de Villagmez, natural de Zamora e hijo de Rodrigo
de Villagmez, que pas a Mxico en 1552 (Francisco A. de Icaza, Diccionarioautobiogrfico
de conquistadoresy pobladores de Nueva Espaa, Edmundo Avia Levy, Guadalajara, 1969 [Ia
ed., Madrid, 1923], t. 1, nm. 411), y hacia 1575 hay un Juan de Villagmez dueo de
varias encomiendas (Francisco del Paso y Troncoso, Epistolario deNueva Espaa, 1505-1818,
t. 14, Porra, Mxico, 1940, p. 75). Vase infra, p. 33, nota 38, la mencin de otro Villa
gmez.
6 Dorothy Schons, Apuntesy documentos nuevos para la biografa deJuan Ruiz de Alarcn
y Mendoza, Real Academia de la Historia, Madrid, 1929, pp. 77 y 58. Los mineros se vean
a menudo en aprietos econmicos a causa de las deudas que contratan con la Corona por
la compra de azogue y de sal. Aunque la ley los exima de prisin por otras deudas, los
mineros eran implacablemente sancionados cuando deban dinero a la Corona (vase P.
J. Bakewell, SilverMining andSocietyin Colonial Mxico: Zacatecas 1546-1700, Cambridge Uni-
versity Press, Cambridge, 1971, pp. 201-202). Es probable que deudas de esa clase hayan
causado el encarcelamiento de Pedro.
\.
20 ANTECEDENTES FAMILIARES
sejo de Indias. Se afirma all que los abuelos haban pasado a Mxico
ms de setenta aos antes (hacia 1540, segn eso) y que, habiendo sido
de los primeros descubridores y pobladores de Taxco y sus minas, ha
ban contribuido grandemente al enriquecimiento de la real hacienda
(ibid., p. 60). Pedro, el hijo, obtuvo finalmente su beneficio en 1617, pero
hasta la fecha no se han encontrado huellas seguras del paso de Mara
de Mendoza y su marido a la Nueva Espaa, y su presencia no est ine
quvocamente documentada ni en Taxco ni en Mxico.
Sin embargo, pueden hacerse algunas hiptesis relativamente bien
fundadas acerca del linaje materno del dramaturgo. Hernndez es un
apellido muy comn, pero Cazalla no. Su origen est con toda seguri
dad en un lugar preciso: Cazalla de la Sierra, poblacin minera de la
Sierra Morena, al norte de Sevilla. A mediados del siglo xvi, uno de los
notarios ms populares de Sevilla misma era un Alonso de Cazalla, que
perteneca a una familia de mercaderes conversos, ligada con lazos de
sangre, matrimonio y negocios con otros clanes mercantiles prominen
tes, a menudo de conversos, como los Fernndez, los Dvila y los Ruiz.
(Fernndez y Hernndez eran formas intercambiables. En adelante pre
ferir siempre la segunda forma.)7A lo largo de la primera mitad del
siglo XVI, los expedientes notariales de Sevilla registran buen nmero de
transacciones relativas a mercancas y esclavos enviados a Indias por va
rios mercaderes de apellido Cazalla, y documentan alianzas matrimo
niales entre un Cazalla y un Ruiz, o entre un Cazalla y un Hernndez.
En fecha muy temprana, 1508, un Gonzalo Hernndez de Cazalla (preci
samente el apellido que nos interesa) proporcion 36 ducados de oro para
aprovisionar un barco mercante destinado a Santo Domingo.8En la se
gunda mitad del siglo desaparece prcticamente el apellido Cazalla, sin
duda porque los procesos inquisitoriales de varios prominentes conver
sos de ese nombre (procesos iniciados hacia 1525 y proseguidos hasta 1558)
hicieron ver que lo ms cuerdo era abandonarlo del todo.'1
Los empresarios y las familias mercantiles de Sevilla, entre ellas la
de los impresores Cronberger, encontraron muy tentadora la naciente
riqueza de las poblaciones mineras de Mxico, y no tardaron en enviar
7 Rulh Pike, Aristocrats and Traders: Sevillian Society in theSixteenth Cenlury, Cornell Uni-
versitj Press, Ithaca, N.Y., 1972, p. 97.
Vanse los Catlogos de iosfondos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, cd. Jos
Mara Ots Capdequ, Compaa Iberoamericana de Publicaciones, Madrid, 1930-1932,
tomos 1-3, y su continuacin, Documentos americanos del Archivo de Protocolos de Sevilla, t. 4,
Tipografa de Archivos, Madrid, 1935, y t. 5, Imprenta de Gavidia, Sevilla, 1937. Los
documentos pertinentes son stos: t. 1, nms. 497 (para Gonzalo Hernndez de Cazalla),
908, 958, 1399, 1572 y 1973; t. 3, nms. 402, 403 y 704; t. 4, nms. 1478 y 1480; t. 5,
nms. 381, 1483, 1484, 1506, 1514, 1569 y 1572.
9 Vase Marcel Bataillon, Erasmoy Espaa, trad. A. Alatorre, 2a ed., Fondo de Cul
tura Econmica, Mxico, 1966, pp. 470-475 y 521-522.
ANTECEDENTES FAMILIARES 21
a algunos de sus miembros con el encargo de abastecer de herramientas
y vveres a los mineros."1Todo induce a pensar que nuestro Hernn
Hernndez de Cazalla no era sino el miembro de la familia sevillana Ca
zalla enviado a Taxco para representar los intereses familiares. Aunque
esta conclusin tiene mucho de conjetura, yo he acabado por aceptar que
tal es el origen del abuelo materno del dramaturgo. Acompaado posi
blemente de su mujer Mara de Mendoza (pues en la citada peticin de
su nieto Pedro se dice que los dos salieron de Espaa y se avecindaron
en Taxco setenta aos antes), Hernn Hernndez de Cazalla se traslad
a la Nueva Espaa, adquiri tiempo despus algunas propiedades en la
zona de Taxco y nunca ms regres a Sevilla. El apellido de la abuela,
Mendoza, ha hecho que muchos eruditos concluyan un tanto apresura
damente que perteneca a la ilustre familia de don Antonio de Mendoza,
primer virrey (1535-1549) de la Nueva Espaa. Suposicin comprensi
ble, pero bastante dudosa. El nombre Mara de Mendoza no ser tan
ordinario como el nombre Mara Hernndez, pero aparece con enorme fre
cuencia lo mismo en Espaa que en las Indias. No todos los que lo lleva
ban podan alardear de parentesco con los grandes Mendozas, Duques
del Infantado. Hay menos posibilidades de identificar a esa Mara de
Mendoza, abuela materna deJuan Ruiz de Alarcn, que a la abuela pa
terna Mara de Valencia.
Es probable que el abuelo materno haya tenido los con la primitiva
Inquisicin episcopal de Mxico, en cuyo archivo consta que en el otoo
de 1554 el vicario de las minas de plata de Zumpango (unos kilmetros
al sur de las de Taxco) someti a interrogatorio a un tal Hernando de
Cazalla, acusado de observar ritos judaicos, de negarse a entregar al vi
cario los fondos de la cofrada del Santsimo Sacramento, y de tener, en
su casa, relaciones carnales con una muchacha india. Desgraciadamente
para nosotros, la an rudimentaria Inquisicin mexicana no hizo, en
cuanto a la patria y la familia del acusado, las exhaustivas averiguacio
nes que se estilaban en Espaa, de manera que en las actas del proceso
no consta siquiera de qu parte de la pennsula vena Cazalla. Sin em
bargo, hay detalles circunstanciales que favorecen decididamente la iden
tificacin del minero de Zumpango con el Hernn Hernndez de Caza
lla, minero de Taxco, mencionado en 1613 por su nieto Pedro; es muy
improbable que dos individuos con ese apellido Cazalla, tan poco fre
cuente, hayan estado actuando en la misma regin geogrfica entre 1540
y 1554; adems, el Cazalla de Zumpango se declara pariente del conta
dor Tllez, funcionario de la Real Hacienda en Len de Nicaragua, y,
segn documentos notariales sevillanos de 1551, existan vnculos fami-
10 Vase la introduccin de Alberto Mara Carreo al escrito de Gonzalo Gmez de
Cervantes (1599) publicado con el ttulo de La vida econmicay social de Nueva Espaa, Po-
rra, Mxico, 1944, pp. 34-37.
\
22 ANTECEDENTES FAMILIARES
liares entre los Ruiz y los Cazalla y una familia Tllez residente en Len
de Nicaragua."
El breve proceso,12cuyo resultado final no se registra, nos da vis
lumbres sobre lo que era hacia 1554 la vida en el rudo pueblo de Zum-
pango, donde las minas de plata se descubrieron en 1531, un ao antes
que en Taxco. Encomienda al principio del conquistador Diego Garca
Jaramillo, Zumpango haba pasado a poder de la Corona entre 1550 y
1560, pero el hombre de ms influencia en toda la regin era el conquis
tador Martn de Ircio, encomendero de las poblaciones circunvecinas de
Huitziltepec, Muchitln, Capa y Tistla. (Posteriormente, una alianza
matrimonial hizo pasar la encomienda a manos de don Luis de Velasco
el Mozo, patrono de Alarcn.)13
Los los de Cazalla nacieron de un pleito con Juan de Briones, so
brino del encomendero Martn de Ircio, acerca de los fondos de la cofra
da del Santsimo Sacramento que estaban en manos de Cazalla. El vi
cario le reclam esos dineros, pero Cazalla se neg abiertamente, y hasta
con violencia, a entregrselos. Entonces el vicario mult al rebelde feli
grs, lo meti en la crcel y lo excomulg formalmente el 30 de octubre
de 1554, con el mayor aparato posible: se cubri el crucifijo de la iglesia
con un velo negro, y durante todo el da estuvo resonando el taido de
las campanas. El encolerizado vicario convoc despus a tres testigos y
los interrog acerca de la vida de Cazalla. Los tres dijeron que era teni
do por converso, que se cubra a la hora de la elevacin de la hostia (gra
ve muestra de irreverencia), y que en el comer segua prcticasjudaicas.
Adems, saban que estaba amancebado con una muchacha india que
viva en su casa, y de la cual haba tenido una hija (muerta ya, y ente
rrada en el atrio de la iglesia). La situacin, en este punto, se le pona
grave a Cazalla, pero l parece haber sido ms que capaz de salir ade
lante por cuenta propia, y ciertamente posea cierta fuerza en la comu
nidad. Recus enrgicamente la autoridad yjurisdiccin del vicario. Los
tres testigos, convocados de nuevo, se retractaron por completo de lo que
11 Documentos americanos, t. 4, nms. 1089, 1213 y 1480. Estos documentos notaria
les de Sevilla mencionan casi exclusivamente los embarques destinados a Nombre de Dios
(no a Veracruz) y los tratos mercantiles que se hacan con gente de la zona nicaragense.
Uno de los testigos del proceso inquisitorial de Cazalla procedajustamente de Len. Pare
ce probable que este Cazalla estuviera en el mismo caso: que pas de Espaa a Len de
Nicaragua y de all se traslad a Zumpango. Es posible que su viaje desde la pennsula
sea el registrado en Documentos americanos, t. 3, nm. 402, de fecha 20 de mayo de 1546.
De ser as, Cazalla no iba acompaado de su mujer. Puede agregarse que en fecha ante
rior, abril de 1546, un Hernando de Cazalla fue aceptado como vecino de la ciudad de
Mxico (Gua de las actas del cabildo deMxico. Siglo XVI, ed. Edmundo OGorman y Salva
dor Novo, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1970, nm. 411).
12 Archivo General de la Nacin, Mxico, Ramo de Inquisicin, vol. 30, fols. 394a-
408a, errneamente identificado en el ndice del vol. 30 como documento 13.
15 Peter Gerhard, A Guide to the Historical Geography of New Spain, Cambridge Uni-
versity Press, Cambridge, 1972, pp. 316-317.
ANTECEDENTES FAMILIARES 23
haban dicho sobre el judaismo de Cazalla. Ni siquiera volvieron a ser
interrogados acerca de la concubina india. (Este asunto nunca le pareci
a nadie tan serio como las prcticas judaizantes. Probablemente cada mi
nero del lugar tena una concubina, si no dos. Los curas estaban todo
el tiempo condenando la costumbre, pero ellos mismos, como con toda
razn argan los feligreses, tenan pblicamente esa clase de relaciones.)
No sabemos si Mara, la mujer de Cazalla, estaba presente en Zumpan
go hacia entonces. No se la menciona. Pero, hablando en sentido estric
to, Cazalla no poda ser acusado de amancebamiento si no estaba ya le
gtimamente casado.
Hacia 1572, como hemos visto, Hernn Hernndez de Cazalla (o
Hernando de Cazalla), minero de Zumpango y Taxco, de claro y tpico
linaje mercantil de conversos, haba prosperado lo suficiente para casar
a su hija Leonor (Hernndez de Cazalla) de Mendoza con un joven es
paol que llevaba el aristocrtico apellido de Ruiz de Alarcn y que te
na algn derecho a alardear de hidalgua.
Esas uniones entre hijas de prsperas familias coloniales y espaoles
recin llegados al virreinato ocurran con frecuencia, y eran fuente de
amargas quejas en el seno de la naciente sociedad criolla. Acaso losj
venes criollos eran indignos de las jvenes criollas? Pero las razones de
esa prctica saltan a la vista, como lo ilustra muy bien el matrimonio
Cazalla-Alarcn. En primer lugar, los pobladores espaoles no eran mu
chos, de modo que no era muy fcil encontrar pretendientes aceptables.
En segundo lugar, las familias coloniales se conocan demasiado entre
s, y cada una saba qu clase de manchas haba en los orgenes de
la otra. Lo que les convena era blanquear lo no muy limpio de un ape
llido, como el de Hernndez de Cazalla, trabando alianzas matrimo
niales con retoos de familias ms distinguidas, de quienes poda decirse
con alguna seguridad que tenan sangre de cristianos viejos. Este proce
so fue una rplica de lo ocurrido antes en la propia Espaa. La familia
de Pedro, el novio de las bodas de 1572, haba suprimido para siempre,
en el siglo xv, su apellido bsico, Castillo, sustituyndolo con el apelli
do Alarcn, gracias al matrimonio del fundador de la familia, Fernn
Gonzlez del Castillo, con Guiomar Ruiz de Alarcn.14De la misma
manera, cien aos despus, los hijos de Leonor (Hernndez de Cazalla)
de Mendoza y Pedro Ruiz de Alarcn tomaron unnimemente como pro
pio el apellido Alarcn o Ruiz de Alarcn. Los apellidos Hernndez y
Cazalla desaparecen en esta generacin. La despreocupada pregunta de
Romeo, Whats in a ame?, que alude a la insignificancia de tales
minucias, era para los espaoles y criollos una pregunta grave. En el co
mercio social del mundo ibrico no haba cosa que significara tanto como
el nombre. Si la rosa no se llamara as, su aroma sera el mismo; pero
14 Vase King, La ascendencia paterna, pp. 63-64.
24 ANTECEDENTES FAMILIARES
X.
28 ANTECEDENTES FAMILIARES
\
30 ANTECEDENTES FAMILIARES
102947
32 ANTECEDENTES FAMILIARES
nes en nhuatl, y a causa tambin de los versos que compuso en esa len
gua para instruirlos acerca de la Virgen Mara (citado por Coe y Whit-
taker, p. 16). El Tratado de Hernando le revela eficazmente al lector de
hoy lo que fue ese mundo vasto y complejo, extrao, impenetrable, tan
lejano de lo occidental europeo, en que vino a insertarse la exigua colo
nia espaola de la regin de Taxco-Iguala.
El joven Juan Ruiz de Alarcn acab por dejar a sus espaldas, para
siempre, los dos mundos mgicos representados en Taxco el del mine
ro espaol y el del hechicero indgena, pero sus recuerdos de uno y
otro pueden ayudar a explicar su duradera fascinacin por la magia y
los hechiceros sabios, visible en comedias como La cueva de Salamanca, La
prueba de las promesas, La manganilla de Melilla y El Anticristo.
Qu otra cosa haba especialmente visible en Taxco (aunque, des
de luego, tambin la haba en la ciudad de Mxico)? La codicia, la ava
ricia, los embustes, el fraude, la inmoralidad y amoralidad que brotan
en los centros mineros de comunidades fronterizas, todo eso debe ha
ber abundado en Taxco. Seguramente no eraJorge de Almeida el nico
que engaaba a los recaudadores de impuestos con el sello falso de sus
barras de plata. El amancebamiento era una forma normal de vida (re
cordemos el caso de Hernando de Cazalla, abuelo deJuan, en el pueblo
minero de Zumpango del Ro). Se aseguraba, por ejemplo, que Jorge
de Almeida, adems de sus otras desviaciones de lo legal y de lo religio
so, gozaba simultneamente de dos esposas, la ya mencionada Leo
nor de Andrada y la hermana de Leonor, Mariana.40Ms hondamente
perturbadoras deben haber sido las revelaciones sobre la amplia clu
la judaizante que durante unos cinco aos estuvo activa en Taxco, en
casa de Jorge de Almeida. Abundaban en la Nueva Espaa los cristia
nos de casta de conversos. Pero el haber conocido bien, como era natu
ral en una comunidad tan peqea, a un grupo de verdaderos judos con
vencidos de que el Mesas llegara de un momento a otro en medio de
levantamientos y fermentos sociales, eso no era tan comn y corriente.
El recuerdo de este grupo y de su ferviente mesianismo tiene que ver
casi seguramente con la extraa, ambiciosa y fallida comedia El Anticris
to, cuyo argumento es la venida del Anticristo (proclamado Mesas por
el falso profeta Elias), la rpida conversin de muchos a su causa gracias
a sus promesas de riqueza, bienestar y desenfreno sexual, y la especta
cular victoria final contra las fuerzas malignas por obra de los mrtires
cristianos y del ngel vengador de Dios.
En 1588 se haba publicado un Tratado deljuiciofinal, obra del domi
nico fray Nicols Daz, que Alarcn menciona en el cuerpo mismo de
su comedia (y hasta cita muy fielmente un pasaje). Otra obra ms famo
sa, escrita en latn, el De Antichristo de fray Toms Maluenda, dominico
40 Adler, Trial of Jorge de Almeida, pp. 53-54.
ANTECEDENTES FAMILIARES 35
tambin, haba aparecido en Roma en 1604; Alarcn no la menciona,
pero debe haberla conocido. Estos libros estaban al alcance de todos
los dramaturgos de la generacin de Lope. Si slo Alarcn ejercit la mano
en esta especie de epopeya miltoniana, es razonable suponer que su
experiencia personal de las creencias mesinicas haca este tema espe
cialmente atractivo para l. Jacques Lafaye ha visto en el mesianismo
uno de los elementos significativos y constantes de la conciencia espiri
tual de la Nueva Espaa (el caso de Almeida no es sino el ejemplo ms
famoso del fenmeno), y concluye que, dadas las circunstancias sociales
e histricas peculiares del virreinato, la espera mesinica y una con
cepcin apocalptica de la historia fueron el denominador comn de
las heterogneas religiones de la colonia catolicismo, judaismo, poli
tesmo mexicano, animismo africano, aadiendo que las comunida
des indgenas en el mundo real [c], los conventos en la sociedad criolla,
el medio de los esclavos y de las castas en las ciudades [o sean las distintas
clases de mestizos], parecan haber sido los focos de aparicin de creen
cias sincrticas especficamente mexicanas, y de prcticas mgicas.4'
Taxco desplegaba un amplio abanico de creencias y fanatismos reli
giosos: haba los catlicos ortodoxos, los judos que fingan ser cristia
nos, los indios bautizados pero an aferrados a sus antiguos ritos, todos
empeados, querindolo o no, en una febril bsqueda de la riqueza me
diante la extraccin de la plata. La pequea comunidad europea de las
Minas de Taxco indudablemente sufra severas tensiones sociales que no
se registran en las pginas de los informes enviados a la Corona. Es na
tural que un padre cuerdo prefiriera criar a sus hijos en la ciudad de M
xico, que fue en efecto donde Juan pas la mayor parte de sus primeros
veinte aos de vida.
[37]
38 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)
dela ciudaddeMxico, U.N.A.M., Mxico, 1938, fig. 26 y pp. 175-192. Me referir princi
palmente a los siguientes relatos de viajeros:
a) Ponce: Relacin brevey verdadera de algunas cosas que sucedieron al padrefray Alonso
Ponce en las provincias de la Nueva Espaa... escrita por dos religiosos, tomo 57 (en 2 vols.) de
la ColeccindeDocumentos Inditos para laHistoria deEspaa, Imprenta de la Viuda de Calero,
Madrid, 1872-1873. Es un relato de los viajes que en 1584-1588 hizo el padre Ponce, comi
sario general de la orden de San Francisco, por todas las regiones en que haba conventos
franciscanos. Los dos religiosos que lo escribieron eran tambin franciscanos.
b) Carletti: Francesco Carletti, Razonamientos demi viajealrededordel mundo, ed., trad.
y notas de Francisca Perujo, U.N.A.M., Mxico, 1976. Carletti, italiano, era un comer
ciante viajero. La parte novohispana de su viaje cubre los aos 1595 y 1596.
c) Vzquez: Antonio Vzquez de Espinosa, Compendioy descripcin delas Indias occi
dentales, ed. B. Velasco Bayn, t. 251 de la Biblioteca de Autores Espaoles, Atlas, Ma
drid, 1969. Vzquez era un fraile carmelita. Describe el Mxico de 1612.
d) Gage: Thomas Gage, Travels in the New World, ed. J. Eric S. Thompson, Uni-
versity of Oklahoma Press, Norman, Oda., 1958. El autor era un dominico ingls. Des
cribe sobre todo el Mxico de 1625.
Uno de los estudios ms ilustrativos acerca de la ciudad en los siglos XVI y xvil es
el publicado en 1891 por Luis Gonzlez Obregn: Mxico viejo(pocacolonial), 9a ed., Edito
rial Patria, 1966. Otros estudios tiles, y naturalmente ms al da, son el de Francisco de
la Maza, La ciudaddeMxico en el sigloXVII, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1968,
y el de Arturo Sotomayor, De lafamosa Mxico el asiento, Fondo de Cultura Econmica,
Mxico, 1967.
2 Ponce, t. 1, pp. 174-175. Esta descripcin parece inspirada en parte en los versos
con que Juan de la Cueva haba descrito a la ciudad: Seis cosas excelentes en belleza /
hallo, escritas con C, que son notables I ... I casas, calles, caballos admirables, / carnes,
cabellos ycriaturas bellas (Poetas novohispanos, ed. A. Mndez Planearte, U.N.A.M., M
xico, 1942-1945, t. 1, pp. 13-14).
AMBIENTE FSICO Y POBLACIN 39
y en lujosas sillas de montar.3Alarcn se cri en un medio relativamente
sobrio y austero. Ponce observa, muy satisfecho, la gran devocin y la
estricta observancia que reinan en los conventos de monjas, particular
mente el de la orden de Santa Clara, que en 1586, como otras rdenes
religiosas, estaba construyendo su nuevo convento, para el cual l haba
trado un hueso de la pierna de una de las Once Mil Vrgenes (obsequio
que sin duda fue muy apreciado, aunque no fuera de las reliquias ms
raras). Cuarenta aos despus, sin embargo, el malhumorado Gage (p.
44) se mostraba escandalizado por el lujo y la laxitud de la observancia
monstica en los conventos masculinos y femeninos.
A fines del siglo xvi las grandes casas particulares comenzaban a
perder el aspecto de construcciones fortificadas con almenas y atalayas;
algunas ostentaban ya graciosas fachadas platerescas. En un dibujo de
la Plaza Mayor hecho en 1596 (Toussaint et al., Planos, fig. 2) se ve la
casa de Guerrero, uno de los vecinos principales, con sus dos elegantes
torres, su escudo tallado y una amplia ventana decorativa. Pero todava
en 1628, como se ve en el mapa de Trasmonte, las casas eran bajas, de
no ms de dos pisos, hechas as para soportar los terremotos (Ponce men
ciona temblores de bastante fuerza en 1588: t. 2, p. 516). Para ojos euro
peos, el rasgo ms sobresaliente de las grandes casas y construcciones
religiosas era su color, el rojo vivo de los muros hechos de la piedra vol
cnica llamada tezontle, contrastado con la cantera blanca o chilu-
ca que se usaba para enmarcar puertas y ventanas. Vzquez escribe
que son todas las casas [se refiere slo, evidentemente, a las de los ri
cos] de muy buena fbrica, labradas de una piedra finsima colorada y
peregrina en el mundo..., la cual es muy dcil de labrar, y tan liviana,
que una losa grande o pe[que]a nada sobre el agua sin hundirse (p.
109b). Ya Carletti haba admirado antes la iglesia nueva de losjesutas,
hecha con cierta piedra esponjosa de color rojo y muy ligera (p. 69).
El interior de los conventos e iglesias deslumbraba con el brillo de
los artesonados y retablos. Vzquez, en 1612, menciona especialmente
las esplndidas iglesias de San Agustn, hecha toda un racimo de oro
(p. 110a), y de Santo Domingo, un ascua de oro, si bien aade que
los cimientos de sta se han hundido unos cinco pies (p. 110b). Ya en
1595 haba dicho Carletti que esta iglesia de Santo Domingo, y las de
San Agustn y San Francisco, se haban hundido casi la altura de un
hombre. Escarmentando en cabeza ajena, los jesuitas encontraron el
modo de cimentar la suya sobre maderos clavados en el agua del lago,
tcnica cuya eficacia se haba descubierto poco antes (p. 69). En tiempos
de Alarcn, como se ve en el mapa de Trasmonte, los techos de las igle
sias eran puntiagudos y estaban adornados con torres; las bvedas altas
de media naranja no comenzaron a aparecer hasta mediado el siglo xvn.
3 Chevalier, Laformacin, p. 189.
40 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)
era que fue hacindose cada vez peor la amenaza de las inundaciones.
El virrey Luis de Velasco el Mozo quiso remediar el problema mandan
do perforar en una de las montaas un canal de desage. Por varias ra
zones, esta solucin tan cuerda en apariencia no logr su propsito, y
el problema del drenaje sigui siendo un costoso dolor de cabeza para
el rgimen colonial y para los gobiernos posteriores a la Independencia.
As, pues, el agua era la gloria y la maldicin de la ciudad de Mxi
co, y Alarcn llama la atencin de su pblico espaol sobre esa paradoja
en un pasaje famoso de El semejante a s mismo, donde en sesenta y tres
versos describe con gran concisin y claridad la situacin de Mxico (la
celebrada / cabeza del indio mundo / que se nombra Nueva Espaa),6
la inundacin de 1605, y los hercleos trabajos que se llevaron a cabo
para abrir las tres leguas del canal de desage bajo la supervisin del
virrey Velasco. Es sumamente probable que Alarcn haya visitado el pun
to en que terminaba el canal: regres a Mxico el 19 de agosto de 1608,
casi exactamente un mes antes de que el agua comenzara a correr por
la galera subterrnea.7En todo caso, esos versos de Alarcn muestran
su amor a la tierra nativa y el orgullo por una hazaa de ingeniera (ma
yor maravilla que las siete de la antigedad, segn l) realizada por sus
compatriotas y por ese seor Luis de Velasco que muchos aos atrs ha
ba asistido a la boda de sus padres.
El Mxico de que vengo hablando es, por supuesto, la ciudad pla
neada como residencia para los espaoles (no para los indios) por Her
nn Corts, el cual, poco despus de consumada la conquista, le orden
a Alonso Garca Bravo reconocer y trazar una zona estrictamente sea
lada dentro de la ciudad vieja. Garca Bravo dibuj el plano de la futura
ciudad con el patrn cuadricular caracterstico de todas las ciudades es
paolas del Nuevo Mundo: calles rectas y amplias que salan del gran
cuadrado en que estaban dos de las antiguas residencias de Moctezuma
y la iglesia cristiana a medio erigir sobre la derruida pirmide del dios
Huitzilopochtli. A partir de ese cuadrado central, que pas a llamarse
Plaza Mayor, la ciudad se extendi unas seis cuadras en cada una de
las cuatro direcciones. Los lmites del plano de Garca Bravo son actual
mente las calles de Per y Apartado al norte; Leona Vicario, Santsima
y Roldn al este; San Pablo, San Jernimo y Plaza de las Vizcanas al
sur; y SanJuan de Letrn, Juan Ruiz de Alarcn (una cuadra pequea)
y Aquiles Serdn al oeste.8Los indios vivan fuera de estos lmites, en
cabaas construidas aqu y all, o bien en la muy cercana poblacin de
6 OC, t. 1, p. 298 (acto I, escena 1).
7 Antonio Castro Leal, Juan Ruiz de Alarcn: Su viday su obra, Cuadernos America
nos, Mxico, 1943, p. 30.
HSotomayor, ilDe lafamosa... , p. 11. (Entre tanto, las tres ltimas calles que Soto-
mayor menciona han sustituido sus nombres por uno solo: Avenida Lzaro Crdenas -
Eje Central.)
AMBIENTE FSICO Y POBLACIN 43
Santiago Tlatelolco. El mapa de Trasmonte hace ver que en 1628 la ciu
dad espaola se haba extendido muy poco ms all de los lmites origi
nales. Durante su primer perodo (1590-1595), el virrey Velasco el Mozo
empuj la ciudad hacia el oeste al apartar varias cuadras de terreno para
el parque pblico conocido como la Alameda; y varias iglesias im
portantes, sobre todo San Diego, la Vera Cruz y San Hiplito (el santo
patrono de la ciudad) se salen ya del lmite occidental del plano de Gar
ca Bravo. La ciudad se estaba extendiendo poco a poco en direccin del
boscoso cerro de Chapultepec, donde Moctezuma tuvo una casa de so
laz. Los espaoles siguieron su ejemplo. En el libro de Ponce, Chapulte
pec es un lugar ameno, coronado por la iglesia de San Miguel, y con
bosques abundantes en conejos (t. 1, p. 58). La ciudad propiamente di
cha tena, segn Vzquez, dos leguas de circunferencia (p. 109b), o sea
unos nueve kilmetros y medio, distancia fcil de recorrer durante un
paseo vespertino.
Si los lmites fsicos son fciles de determinar, un recuento exacto
de la poblacin que dentro de ellos viva es imposible. Ponce habla en
1585 de ms de 3,000 vecinos espaoles y de innumerables indios (t. 1,
p. 168). Pero vecino significa jefe de familia (generalmente un va
rn), de modo que hay que multiplicar la cifra al menos por tres algunos
demgrafos prefieren multiplicar por seis para llegar al total, o sea,
en este caso, unos 9,000 espaoles, entre criollos y peninsulares. No hay
duda de que la poblacin aument rpidamente en aos posteriores. Gra
cias a la anexin de Portugal a Espaa en 1580, de pronto pudieron los
portugueses pasar a las posesiones espaolas de Indias, y as lo hicieron
en gran cantidad. Como los portugueses eran a la sazn los mercaderes
de esclavos por excelencia, fue tambin en esta poca cuando entr en
las colonias espaolas de Amrica el mayor nmero de negros. Sin duda
Vzquez exagera en 1612 al contar 15,000 vecinos espaoles (criollos
y peninsulares) en la ciudad de Mxico; si multiplicamos por tres esta
cifra, resultara que los 9,000 de Ponce se haban hecho 45,000 en slo
veintisiete aos. Vzquez cuenta, adems, 50,000 negros y mulatos
(pp. 109b-l 10a) y un gran nmero indeterminado de indios, algunos se
guramente esclavos capturados en las guerras contra los chichimecas, en
la parte septentrional de la Nueva Espaa. Maza {La ciudad de Mxico,
p. 20) concluye que en 1689 los habitantes de la ciudad llegaban tal vez
a 50,000.
Frente a estas titubeantes estadsticas, lo nico que puede concluir
se es que durante los primeros aos de Alarcn la poblacin espaola
era relativamente exigua, que prcticamente todos los vecinos notables
deben haberse conocido ms o menos entre s, y que noticias y rumo
res correran rpidamente de extremo a extremo de la ciudad. Orozco
y Berra tena razones para decir que el Mxico de mediados del siglo
xvi no era sino una vasta casa de vecindad cuyos inquilinos se conocan
44 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)
unos a otros, saban las tachas y flaquezas de cada uno, y rean unos
con otros por razones balades.9Pero en 1600, cuando Alarcn se fue
a Espaa, y ms an en 1608, cuando regres de all tras una ausencia
de ocho aos, parece que la casa de vecindad se haba convertido en una
ciudad hecha y derecha. Y, como lo sealan todos los comentaristas, desde
el punto de vista racial o tnico era seguramente una de las ms variadas
que el mundo haba visto:10europeos blancos (por una parte espaoles
y portugueses peninsulares, por otra parte criollos), indios puros, negros
puros, mestizos y mulatos, y no pocos asiticos orientales venidos de las
Filipinas, de China y aun del Japn, lo cual se explica por el hecho de
que fue fundamentalmente la Nueva Espaa la que llev a cabo la con
quista de las islas Filipinas, y a travs de la cual pasaba todo el trfico
comercial entre Oriente y Occidente. Variados eran asimismo los credos
religiosos, pese al catolicismo oficial y obligatorio: catlicos, algunos mu
sulmanes, judos sinceramente convertidos a la fe catlica, criptojudos,
algunos budistas o confucianos, y las masas de indios, algunos realmen
te evangelizados, otros a medio camino, practicando un sincretismo
catlico-pagano, y otros no tocados por la nueva fe y ofreciendo an sa
crificios a los dioses de Tenochtitlan. Era un mundo ms lleno de enre
dos, disfraces y cambios de identidad que el que pueda encontrarse en
el ms complicado argumento de comedia.
3 Manuel Orozco y Berra, Noticia histrica de la conjuracin del Marqus del Valle: Aos
de 1565-1568, Tipografa de R. Rafael, Mxico, 1853, p. 30.
10 VaseJ. I. Israel, Race, Class andPolitics in Colonial Mxico, 1610-1670, Oxford Uni-
versity Press, London, 1975, p. 22.
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 45
En 1543 se promulgaron las Leyes Nuevas, en las cuales se decreta
ba que las encomiendas de indios otorgadas a los conquistadores queda
ran suprimidas a la muerte de los beneficiarios originales. Estas disposi
ciones nunca se obedecieron rigurosamente, pues no hubiera sido posible,
y se lleg a un acuerdo en virtud del cual la concesin de la encomienda
seguira siendo vlida hasta la tercera generacin. Pero, de todos mo
dos, los conquistadores se mostraron muy ofendidos, y protestaron amar
gamente por una medida que para ellos significaba ingratitud de la Co
rona, dados sus incomparables servicios, y tambin, en un nivel ms
material, porque vean que no les era posible sobrevivir sin el trabajo
forzado de los indios. Si Hernn Corts hubiera prestado odos en esos
aos a las quejas de los conquistadores del montn, fcil le hubiera sido
romper los lazos de la Nueva Espaa con la metrpoli; y esto lo saba
bien la Corona. Es difcil exagerar el enorme prestigio de que gozaba
el Marqus del Valle entre los criollos, y la veneracin que le tenan los
indios, para los cuales era l, y no Carlos V, el verdadero Quetzalcatl;
y, mientras los descendientes de Corts permanecieran en la Nueva Es
paa, seguiran conservando en gran medida esa aura esplndida, por
indignos que fueran de ella.
As las cosas, cuando en 1566 se conoci en Mxico una real cdula
que de nuevo decretaba la no hereditariedad de las encomiendas, hubo
una autntica conspiracin acaudillada por los hermanos Alonso y Gil
Gonzlez de Avila, sobrinos del conquistador Alonso de Avila, con el
propsito de suprimir el gobierno espaol y proclamar a Martn Corts,
hijo del conquistador, rey de una Nueva Espaa independiente. Los cons
piradores proyectaban dar muerte a los miembros de la Real Audiencia,
lo mismo que a Luis de Velasco el Mozo y a Francisco de Velasco, res
pectivamente hijo y medio hermano de Velasco el Viejo, fallecido en 1564.
Martn Corts (que slo haba vivido en la Nueva Espaa durante diez
de sus treinta y tres aos de edad) posea rentas enormes, tena unos
23,000 indios en encomienda, y ciertamente prefera el lujo y desenfre
no de su vida a los rigores de la guerra y la revolucin; parece, pues,
que vacil en sumarse a la rebelin destinada a estallar en su nombre.
La conspiracin fue denunciada a la Real Audiencia, y los cabecillas fue
ron encarcelados el 16 de julio de 1566. Tras un rpido proceso, los her
manos Avila fueron decapitados (el 3 de agosto), y Martn Corts acab
por ser despachado a la pennsula. Nunca se han averiguado a fondo los
detalles de esta conspiracin, pero es claro que la Corona la vio como
asunto sumamente serio, y de ah en adelante extrem las medidas ten
dientes a cuidar que no se metieran manos criollas en la esfera del po
der."
1' Vase, sobre esta conspiracin, Vicente Riva Palacio, Mxico a travs de los siglos,
Ballesc y Ca., Mxico, s. a., t. 2, cap. 36; Orozco y Berra, Noticia histrica; Juan Surez
46 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)
de Peralta, Tratado del descubrimiento de las Indias (1589), ed. Federico Gmez de Orozco,
Secretara de Educacin Pblica, Mxico, 1949.
12 Puesta como epgrafe en Bakewell, Silver Mining.
15 J. Ignacio Rubio Ma, Introduccin al estudio de los virreyes de Nueva Espaa, 1535-
1746, t. 1, U.N.A.M., Mxico, 1955, p. 228.
14 Los virreyes espaoles en Amrica durante elgobiernodela casadeAustria, ed. Lewis Han-
ke, 3 tomos (Biblioteca de Autores Espaoles, ts. 273-275), Atlas, Madrid, 1976 y 1977.
Este dato est en el t. 1, p. 167.
15 Rubio Ma, Introduccin, t. 1, pp. 236-237.
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 47
nos, / y otros parientes cercanos, / sus muchos merecimientos / los hicie
ron todos llanos.16
Tambin la relacin entre los dos grupos de vasallos blancos e
indioshaba adquirido ya hacia 1580 el carcter que mantendra du
rante siglos. Mendoza y Velasco el Viejo, particularmente este ltimo,
haban apoyado a los franciscanos, dominicos y agustinos que con gran
celo se empeaban en aliviar a los indios de sus mltiples cargas y en
incorporarlos poco a poco a la sociedad espaola. Velasco soaba con
la creacin de un pueblo nico y homogneo, resultado de la unin de
indios y espaoles, aunque hasta ahora reconocano se conforman
bien y es mala mezcla.17En todo caso, Velasco se afan en la defensa
de los indios, causando entre los espaoles no poco descontento (devol
vi la libertad a unos 50,000 indios esclavos, se esforz en hacer obede
cer las Leyes Nuevas y prohibi que los ganados de los espaoles pasta
ran a su antojo en las tierras de los indios). De l es esta frase notable:
Ms importa la libertad de los indios que las minas de todo el mundo,
y las rentas de la Corona no son de tal naturaleza que por ellas se hayan
de atropellar las leyes divinas y humanas (tbid., p. 167). Fue, adems,
un administrador abnegado e incorruptible. En 1554 las autoridades in
dgenas de Cholula le escriban al Emperador que Velasco era el mejor
gobernante que haban tenido, y terminaban as su carta: Suplicamos
a Vuestra Majestad no nos lo quite hasta que se muera, porque, como
hemos dicho, en todo es bueno con nosotros (ibid., p. 130). Yas suce
di: don Luis de Velasco el Viejo sigui siendo virrey de la Nueva Espa
a hasta su muerte.
Con el paso del tiempo, se fue viendo que los indios no podan o,
las ms de las veces, no queranconvertirse en buenos espaoles y bue
nos cristianos. Estos pueblos recin conquistados resultaban menos fci
les de asimilar, menos industriosos y menos controlables que los moris
cos de la pennsula, con quienes los conquistadores, en un principio, los
haban identificado mentalmente. Frailes y virreyes por igual dan mues
tras cada vez ms claras de desilusin y aun de cinismo. Imposible olvi
dar, por otra parte, la muerte de millones y millones de indios, debida
en gran parte a una serie de desastrosas epidemias. Se ha calculado que
en 1521 haba en la Nueva Espaa entre diez y veinticinco millones de
indios, de los cuales, en 1605, quedaba apenas un milln escaso.18As,
pues, la situacin de quienes dependan de esa mano de obra, o sean
los colonos y los frailes, se hizo an ms desesperada. En parte para sal
16 Fernn Gonzlez de Eslava, Coloquios espiritualesy sacramentalesy poesas sagradas, ed.
Joaqun Garca Icazbalceta, Imprenta de Francisco Daz de Len, Mxico, 1879, p. 191.
17 J. Ignacio Rubio Ma, D. Luis de Velasco, el virreypopular. Ediciones Xchitl, M
xico, 1946, p. 76.
18 Magnus Mrner, Race Mixture in the History oj Latin America, Little, Brown, Bos
ton, 1967, pp. 31-33.
48 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)
25 Israel, Race, Class and Politics, pp. 69-71. Mateo Rosas de Oquendo, que estuvo
en Mxico en 1611 y 1612, fue testigo ocular de esos agitados acontecimientos y dej un
minuciosos relato de ellos; vanse los pasajes que cita Alfonso Reyes, Captulos de literatura
espaola, Primera serie. La Casa de Espaa en Mxico, Mxico, 1939, pp. 63-67.
26 Schons, Apuntes, p. 29.
27 Francisco del Paso y Troncoso, Epistolario deNueva Espaa, t. 12, Robredo, Mxi
co, 1940, pp. 51-52.
28 Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 282.
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 51
ron de ellos mucho ms que los frailes. El nico sitio del orden social
que se le brindaba a un mestizo con aspiraciones era el clero secular.
Es verdad que haba tambin mestizos hijos y nietos de conquistadores,
cuyos derechos no podan desconocerse, pero a condicin de que fueran
hijos legtimos, cosa que rara vez suceda. Solrzano Pereira, hombre
tolerante en general, sostiene en su Poltica indiana (1648) que los mesti
zos estn excluidos de los cargos eclesisticos y civiles a causa precisa
mente de su ilegitimidad.29No hay un solo documento que nos diga si
Juan Ruiz de Alarcn tena opiniones ms humanas; pero no est de ms
recordar que su padre era hijo ilegtimo y que su abuela paterna bien
puede haber sido una esclava mora.30
Tal vez en esto consista la diferencia ms marcada entre Espaa y
la Nueva Espaa. Las clases bajas, o sea las destinadas a las labores cam
pestres, al trabajo de las minas y a la servidumbre domstica, estaban
constituidas por indios, negros y algunos mestizos y formaban un blo
que visiblemente distinto de las clases altas blancas, que vivan en ciu
dades y dependan de esos trabajadores predominantemente rurales para
sus necesidades ms urgentes en una tierra tan vasta. A diferencia del
campesinado de Castilla, laborioso y cumplidor, y procedente en gran
medida del mismo tronco racial que las clases gobernantes, las clases ru
rales de la Nueva Espaa eran esencialmente un grupo ajeno, indispen
sable pero no digno de confianza. Es posible que los espaoles, con su
secular experiencia de coexistencia y amalgama con pueblos de otras cul
turas, estuvieran mejor preparados que otros europeos para adaptarse
a esa nueva estructura social, pero el hecho es que si la Espaa del siglo
xv, iniciadora de la conquista del Nuevo Mundo, estaba escindida por
razones religiosas, la Nueva Espaa del XVI y del xvn estaba escindida
an ms radicalmente por razones de pigmentacin. No haba entre se
ores y siervos ningn lazo subyacente y estabilizador, ningn sentido
de experiencia y valores histricos compartidos. " Qu oscuras tensiones,
qu sensaciones en pugna (de superioridad por un lado, de inseguridad
por otro) produca esta nueva estructura social en la conciencia de la mi
nora habitadora de las ciudades, es cosa que slo se puede conjeturar,
ya que los criollos mismos se abstuvieron de analizar directamente el fe
nmeno. Podemos suponer que la notable ausencia en el teatro alarco-
niano de la exaltacin lrica de la vida campestre y del noble labrador
tema bsico, como bien sabemos, de muchas de las mejores comedias
de Lope y de Caldern se debe a la experiencia criolla de Alarcn,
experiencia del aristcrata blanco a quien la residencia ciudadana,
211Citado por Israel, Race, Class and Politics, p. 65.
30 King, La ascendencia paterna, p. 73.
31 Fernando Bentez, La vida criollaenel sigloXV/, El Colegio de Mxico, Mxico, 1953,
p. 58, llama la atencin sobre la gran distancia que mediaba, en el Nuevo Mundo, entre
amos y sirvientes.
102947
52 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)
38 Vase el Prefacio, p. 8, y la nota 2, donde menciono las teoras que se han for
mulado acerca del desarrollo temprano de una psicologa y un carcter distintivamente criollos
y mexicanos.
39 Vanse, por ejemplo, las observaciones del virrey Enrquez de Almansa en Los
virreyes, ed. Hanke, t. 1, p. 212.
40 El famoso jurista Juan de Solrzano Pereira, modesto defensor de la inteligencia
y las capacidades de los criollos, sostiene que la mala fama de los criollos (degenerados,
indignos de llamarse seres racionales) tena su origen en los maliciosos y falsos informes
de los clrigos peninsulares que queran monopolizar todos los cargos eclesisticos del Nuevo
Mundo: Poltica indiana, ed. Miguel Angel Ochoa Brun, t. 1(Biblioteca de Autores Espa
oles, t 252), Compaa Iberoamericana de Publicaciones, Madrid, 1972, p. 442.
41 Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 281.
56 EL MXICO DE ALARCN (1580-1613)
Diego Gil, ni Pero Snchez;
no vienen hombres humildes,
ni judos, ni oficiales,
sino todos caballeros
y personas principales.42
Contra esa generalizada mala fama de los criollos y de los indianos
iba a luchar incansablemente Juan Ruiz de Alarcn al abrirse paso en
la jerarqua civil. Y en esta lucha, que lo ocup durante gran parte de
su vida, sus mejores armas seran sus conexiones familiares y sus ami
gos.
Si su hermano Pedro, como primognito, pudo obtener el beneficio
solicitado por haber aducido los servicios especiales prestados por la fa
milia de la madre, Juan utiliz hasta el mximo, en la Nueva Espaa,
las conexiones de la familia del padre, esos Ruiz de Alarcn que, como
hemos visto, no pertenecan a la nobleza de alto rango pero tampoco a
la clase de los simples artesanos llamados Juan Muoz o Pero Snchez.
Por fortuna para l, la abuela del virrey Luis de Velasco el Mozo se lla
maba Ana Ruiz deAlarcn y Berrio (natural de Palomares, cerca de Hue-
te, en La Mancha), de la familia de los seores de Valverde. La casa
manchega de Valverde, quiz la rama ms prspera y distinguida de la
familia Ruiz de Alarcn (a ella perteneca el to de Ana, el famoso seor
Hernando de Alarcn, muerto en 1540, que pele al lado del Gran Ca
pitn Gonzalo Fernndez de Crdoba y recibi el ttulo de marqus de
la Vala Siciliana), se haba vinculado por matrimonio con la familia man
chega de nuestro dramaturgo, o sea la casa de Albaladejo, desde fines
del siglo xv, cuando Pedro de Alarcn, hijo del licenciado Fernn Gon
zlez del Castillo, se cas con Catalina Barba, hija de Lope de Alarcn,
quinto seor de Valverde.43
42 Versos citados en Reyes, Captulos, p. 37.
43 El vnculo familiar entre la familia Velasco y la familia Ruiz de Alarcn ha mere
cido poca atencin, a pesar de lo mucho que sirve para explicar la vida y fortunas deJuan
Ruiz de Alarcn. Sobre los antepasados de Velasco el Mozo vase Rubio Man, D. Luis
de Velasco. (Y no hay que olvidar que el propio Luis contrajo matrimonio con Mara de
Ircio y Mendoza, sobrina de Antonio de Mendoza, el primer virrey. No es improbable
que haya habido tambin alguna relacin entre esta familia Mendoza y la Mara de Men
doza que le la abuela materna de Juan Ruiz de Alarcn.) Sobre la alianza matrimonial
entre los Ruiz de Alarcn de Valverde y la familia de Albaladejo, vase King, La ascen
dencia paterna, p. 63. Ms informacin acerca de la familia de Valverde podr encon
trarse en el Archivo Histrico Nacional de Madrid, Ordenes militares, Santiago. Vanse
en particular el nm. 7288 (Diego Ruiz de Alarcn y Zrate, natural de Valverde, 1599),
el nm. 177 (Diego de Alarcn y Alarcn, natural de Palomares, 1527-1547), el nm. 180
(Juan de Alarcn y Ayala, de Valverde, 1536; este candidato para un hbito da como bisa
buelo paterno al Lope Ruiz de Alarcn, seor de Valverde, cuya hija se cas con Pedro
Ruiz de Alarcn, natural de Albaladejo) y el nm. 189 (Hernando de Alarcn y Llanes,
que recibi el hbito militar en 1526; se trata del famoso general a quien siempre se llama
grandiosamente "el seor de Alarcn).
GOBIERNO Y ESTRUCTURA SOCIAL 57
En vista de estos lazos sanguneos, la presencia de los poderosos Fran
cisco de Velasco y Luis de Velasco como testigos, en el Mxico de 1572,
de la boda del oscuro Pedro Ruiz de Alarcn, recin llegado de Espaa,
deja de ser sorprendente. Si los lazos de sangre son, como sabemos, es
pecialmente fuertes en la pennsula ibrica y en todo el Mediterrneo,
lo eran ms an en el Nuevo Mundo, ya que la familia, entendida en
el sentido ms lato, era la primera defensa y la primera fuente de fuerza
en una tierra nueva y desconocida. Chevalier nos dice que los encomen
deros poderosos aceptahan sin chistar la obligacin de proteger a los miem
bros ms dbiles de la familia, manteniendo constantemente p'ira ellos
una especie de casa abierta; en esta forma era posible que no pocos indi
viduos relativamente destituidos de fortuna, protegidos por los jefes de
familias ms ricas y poderosas, vivieran como hidalgos (pp. 57-63). Tal
fue, a todas luces, el caso de nuestra familia Alarcn. No cabe duda de
que Juan Ruiz de Alarcn esperaba ayuda de Luis de Velasco el Mozo,
y la obtuvo, si bien no se han hallado pruebas documentales que apoyen
esta conviccin.
El doctor Luis de Villanueva, oidor, testigo tambin en las bodas,
estaba casado con Beatriz de Zapata, hija de cierta Mara de Alarcn-,44
su hijo Luis se firmaba a veces Villanueva Alarcn: es razonable supo
ner la existencia de un vnculo familiar. Pero el viejo oidor muri en 1583,
Francisco de Velasco en 1574, y otro de los testigos, Villaseca, en
1580.45De los testigos de boda, el nico que segua vivo, y con posibi
lidad de ayudar al joven Juan Ruiz de Alarcn, era Luis de Velasco el
Mozo. Tambin, sin duda, era importante el patrocinio de los hijos de
Villanueva: Agustn, Alonso y el ya mencionado Luis.41 Muchos aos
despus, el 5 de junio de 1629, Juan Ruiz de Alarcn y Mendoza, rela
tor a la sazn del Consejo de Indias, pag algo de sus deudas al testificar
en Madrid en favor de un bisnieto del viejo oidor, Diego Villegas y San-
doval, durante la prueba de nobleza y linaje que precedi a su admisin
en la orden de Santiago.47
Es hora de considerar qu cosa significaban, en cuanto grupo, los
cuatro testigos de la boda (los dos Velasco, Villaseca y el oidor Villanue
va). Para el populacho mexicano de 1572, tenso an por la abortada cons
piracin contra la Corona, esos hombres eran los sbditos ms firmes
de la monarqua castellana. Vale, pues, la pena ver cmo se form el
cuarteto.
[61]
62 VIDA DE ALARCN EN MXICO
! Mariano Cuevas, S.J., Historia de la Iglesia en Mxico, t. 2, Imprenta del Asilo Pa-
tricio Sanz, Mxico, 1922, p. 424, nota 10.
4 Cuevas, Historia, t. 2, p. 342.
5 Los virreyes, ed. Hanke, t. 1, p. 176b.
NIEZ Y MOCEDAD 63
13 Guia de las actas del cabildo, nm. 3260 (16 de julio de 1568).
14 Jos Rojas Garcidueas, Piezas teatrales y representaciones en Nueva Espaa
en el siglo XVI , Revista de Literatura Mexicana, 1 (1940), 148-154.
15 Segn Guillermo Lohmann Villena, El arte dramtico en Lima durante el virreinato,
Estades, Madrid, 1945, pp. 73-74.
16 Octavio Paz, SorJuana Ins de la Cruz o Las trampas de laJe, Fondo de Cultura Eco
nmica, Mxico, 1982, pp. 193-211 (especialmente p. 198), subraya el notable carcter
pantommico y teatral de la complicada ceremonia con que se reciba a cada nuevo virrey.
17 Una excepcin notable son los diecisis coloquios de Fernn Gonzles de Eslava
66 VIDA DE ALARCN EN MXICO
(1534-1601?), publicados en Mxico en 1610; estas piezas breves, casi todas alegricas,
ingeniosas, gustosas y llenas de ideas originales, recuerdan por su forma el teatro de la
generacin de Gil Vicente.
18 Lohmann Villena, El arte, p. 74; uno de los actores de esta compaa era Diego
Daz de Castro, marido de la amante de Lope, Micaela de Lujn.
l Lohmann Villena, El arte, p. 61; Irving A. Leonard, Los libros del conquistador, Fon
do de Cultura Econmica, Mxico, 1953, pp. 111, 174 y 213. Hay que observar que Juan
de la Cueva estuvo en Mxico entre 1574 y 1577.
20 Cartas de Indias, t. 1, pp. 177-181.
21 Gonzlez Obregn, Mxico viejo, p. 335.
NIEZ Y MOCEDAD 67
transparente. En Espaa y en sus colonias, las representaciones de co
medias permitan un relajamiento de costumbres y de moral que nunca
dej de atraer la condena de los moralistas. El virrey Gaspar de Ziga
y Acevedo, conde de Monterrey, parece replicar a esa clase de crticas
en un informe de 1604 en que explica por qu no ha prohibido las repre
sentaciones: ya antes de sus tiempos las comedias se haban hecho in
mensamente populares, y, como en Castilla estaban permitidas, l no
vea razn para vedarlas en la colonia. Sin embargo, haba exigido ma
yor modestia en los trajes y haba ordenado que las representaciones tu
vieran lugar nicamente en el Hospital de los Indios (en la calle de San
Juan de Letrn). Del dinero recaudado se tomaban cada ao 2,500 pe
sos para el sostenimiento de esa institucin de beneficencia.22(Probable
mente seguan representndose comedias tambin en casa de Francisco
de Len; lo que el conde de Monterrey se propona evitar era la repre
sentacin de comedias mundanas y de dudosa moralidad en iglesias y
conventos).
Entre los recuerdos agradables o divertidos de su tierra que Alarcn
llev consigo a Espaa en 1600 se pueden contar los siguientes: sus estu
dios; el teatro; las celebraciones por la recepcin de reliquias de santos;
las fiestas del da de San Hiplito; las lujosas entradas de nuevos virre
yes (Alarcn puede haber presenciado cuatro antes de 1600 y una ms
en 1611, tras su regreso a Mxico); los paseos en la Alameda, a caballo
o en coche (haba gran cantidad de coches; Gage, siempre exagerado,
contaba 2,000 en 1625; Felipe II los haba prohibido en 1579,23pero en
vano: en Mxico, como en las ciudades espaolas, las calles estaban tan
llenas de lodo e inmundicias, que el uso del coche se haca una verdade
ra necesidad); juegos de naipes, no slo entre hombres, sino hasta con
mujeres en casa de ellas (Gage, p. 68); recepciones y festejos en el pala
cio virreinal; certmenes poticos y mascaradas; compras en los bien sur
tidos puestos de la Plaza Mayor; meriendas de espeso chocolate en com
paa de amigos;24 chismes sobre el ltimo pleito entre el arzobispo y
el virrey (casi inevitablemente rean; los arzobispos apoyaban a los crio
llos y al clero secular y defendan la supremaca de la Iglesia contra los
frailes y contra la poltica de la Corona); jugosos rumores sobre las in
discreciones de la virreina (especialmente la marquesa de Villamanrique,
que en 1585-1590, durante el virreinato de su marido, era la comidilla
de todos: Ponce, t. 1, p. 501, refiere que ella y su marido pasaron
en el convento franciscano de Xochimilco una semana durante la cual
varios indios que les servan de diversin fueron muertos con armas de
' n Los virreyes, ed. Hanke, t. 2, p. 194.
23 Gua de las actas del cabildo, nm. 4151.
24 En su amena Cuestin moral si el chocolate quebranta el ayuno eclesistico, de 1636, An
tonio de Len Pinelo dice que los mexicanos suelen tomar chocolate tres veces al da, y
hasta seis veces ms en ocasiones festivas.
68 VIDA DE ALARCN EN MXICO
fuego y hubo mujeres que invadieron las celdas de los frailes, convirtien
do el convento en burdel; y se dio el caso de que un fraile nadara en
un estanque, probablemente desnudo, ante la mirada de la marquesa);
visita a los santuarios de las muchas Vrgenes veneradas en Mxico: la
de Guadalupe, la de los Remedios, Nuestra Seora de los Angeles, etc
tera.
Entre los recuerdos desagradables, pero espectaculares, se contaban,
desde luego, los autos de fe. La Inquisicin, establecida en Mxico en
1571, un ao antes de la llegada de losjesuitas y de la boda de los padres
de Alarcn, puede haber contribuido tanto como los jesuitas para crear
un nuevo sentido de decoro en la sociedad criolla y reafirmar las normas
peninsulares. Entre 1571 y 1600 la Inquisicin entabl procesos contra
902 personas, pero slo trece fueron quemadas en la hoguera durante
ese tiempo (la primitiva Inquisicin episcopal, antes de 1571, haba que
mado a otros cuatro).20Alarcn pudo haber presenciado nicamente el
importantsimo e inslito auto de fe celebrado el 8 de diciembre de 1596,
en que nueve judaizantes (entre ellos Luis de Carvajal el Mozo) perecie
ron en la hoguera, y otro ms, el de 1609, tras su regreso de Espaa,
en el que Jorge de Almeida fue quemado en efigie (vase suprap. 31).
En el famoso auto de 1596 hubo 60 penitenciados, 45 de ellos por prcti
cas judaicas.26Las sentencias se lean a gritos en la Plaza Mayor, pero
las ejecuciones solan hacerse en la Alameda, frente a la iglesia de San
Diego.
Es evidente que la primera tarea que la Inquisicin se propuso en
1571 fue la extirpacin del judaismo, considerado como uno de los pro
blemas graves de la Nueva Espaa. En slo ocho aos (1589-1596) apa
recen en las actas inquisitoriales unas doscientas personas acusadas de
ese crimen. Para pasar a las Indias se requera, tericamente, una prue
ba de limpieza de sangre, pero muchos judos y conversos encontra
ron la manera de llegar a la Nueva Espaa, huyendo de un posible pro
ceso inquisitorial en la metrpoli. Uno de los primeros conquistadores,
Hernando Alonso, fue quemado en la hoguera en 1528 por judaizante
(Liebman, p. 113). En la Nueva Espaa, sin embargo, casi siempre era
posible sepultar el pasado y aparecer con nueva vida, no slo en lugares
alejados de la capital, como Yucatn o Guadalajara, o las regiones mi
neras, sino tambin en la propia ciudad de Mxico.
A mediados del siglo xvi, segn testimonio virreinal citado por
Liebman (p. 42), se calculaba que los vecinos de ascendenciajudaica eran
la cuarta parte de la poblacin de la ciudad de Mxico y sus alrededores.
La autoridad de este informe es dudosa, y la proporcin dejudos parece
muy exagerada; pero no hay duda de que esta poblacin creci bastan
2S Cuevas, Historia, t. 2, p. 273.
2f> Liebman, Thtjews, p. 181.
NIEZ Y MOCEDAD 69
30 Rodrguez Marn, Nuevos datos, pp. 7-16, transcribe la informacin presentada por
Alarcn en 1607.
11 Schons, Apuntes, pp. 58-59, publica la informacin de 1608.
Leonard, Los libros, p. 220.
EL. (OVEN ABOGADO 73
muerte (por envenenamiento de la sangre, al parecer) a comienzos de
1612. En 1609Juan Ruiz de Alarcn y su hermano Pedro le dedicaron
a l sus tesis de licenciatura, la de Pedro en teologa, la deJuan en dere
cho. Y no fueron los nicos: por lo menos otro graduando, Martn de
Rosales, honr en la misma forma a Garca Guerra. En aos anteriores,
los honrados con esta clase de dedicatorias haban sido el arzobispo fray
Garca de Mendoza y Ziga o el virrey Montesclaros.33
A causa seguramente de que Juan se dirige humildemente al arzo
bispo con las palabras Maecenati, Patrono ac Domino Meo, Dorothy
Schons conjetura que Garca Guerra pag las sumas necesarias para la
obtencin de grado, y que, de manera general, fue uno de los fieles pro
tectores de Alarcn en Mxico.34Tal vez. Tal vez no. Otra de las ex
presiones de la breve dedicatoria (Qui tuus est totus... si tibi quidquid
est) sugiere dudas en cuanto al inters del prelado por l. El arzobispo
era rico y puede haberle ayudado, pero Alarcn nunca vuelve a referirse
a l. Ni para bien ni para mal menciona en aos posteriores a ningn
miembro de la sociedad novohispana, con las nicas excepciones de los
ya citados elogios a Diez de Aux y a Velasco el Mozo. En un mundo
en que la ruidosa adulacin a los poderosos era el camino ms seguro
del xito, Alarcn nunca rindi homenaje a quienes no lo merecan. Sus
silencios son tan reveladores como sus alabanzas. Yen este caso concre
to, si su hroe mayor era el virrey Velasco, habra desentonado un elo
gio de su rival el arzobispo de Mxico, cuyo deseo de sustituir a Velasco
en el pinculo del gobierno civil era evidente para todos.33Es probable
que Garca Guerra no haya correspondido en absoluto a la dedicatoria
de la tesis, con lo cual se habr ganado la antipata de Alarcn en vez
de su gratitud. Ms probable an es simplemente que a Alarcn le caye
ra mal ese hombre inteligente, pero mundano y presumido.
Mateo Alemn, que fue favorecido por el arzobispo, public en
1613 un homenaje a su mecenas difunto, intitulado Sucesos de donJray Garca
Guerra, arzobispo de Mxico-, pero tras el esplendor y magnificencia de las
apariciones pblicas y de las actividades registradas en ese libro, cual
quiera que haya sido la intencin de Mateo Alemn, se trasluce un esp
ritu agitado y patolgicamente ambicioso. Las calamidades personales
y pblicas que casi desde su llegada llovieron sobre Garca Guerra les
parecieron a algunos (a Alarcn quiz entre ellos) avisos celestiales, age
ros que apuntaban a la persona de ese hombre ilustre: dos serios acci
dentes cuando l iba en su carroza; el derrumbe del tablado construido
33 Para la dedicatoria de la tesis de Pedro, vase el nm. 58 del apndice bibliogr
fico de Francisco Gonzlez de Cosso al Reportorio de los tiempos de Henrico Martnez. Para
la de la tesis de Juan, vase Fernndez-Guerra, Alarcn, Apndice, p. 516. Gonzlez
de Cosso publica tambin las otras dedicatorias mencionadas en el texto.
34 Schons, Apuntes, p. 48.
15 Leonard, La poca barroca, pp. 30-33.
74 VIDA DE ALARCN EN MXICO
Vu\Olc\L1^
F.LJOVEN ABOGADO 75
que l tambin haba planeado pasar a la Nueva Espaa en la flota de
1607.38Hasta es posible que Alarcn haya asistido en la Universidad de
Mxico a cursos dados por el doctor Alonso Alemn (quiz pariente de
Mateo), pues ese sabio y opulento jurista desempeaba varias ctedras
en la Universidad, de las cuales se retir en 1597, aunque sigui, hasta
su muerte (en 1605), administrando los dineros de la institucin.39
A esta probable vinculacin entre los dos hombres puede agregarse
el hecho de que un futuro colaborador dramtico de Alarcn, el poeta
sevillano Luis de Belmonte Bermdez, entabl en Mxico, en 1609, una
relacin estrecha con Mateo Alemn, como se ve por la calurosa intro
duccin que ste escribi para la Vida deSan Ignacio deLoyola, de Belmon
te. Aos despus, cuando Alarcn y Belmonte estaban ya de vuelta en
Espaa, colaboraron los dos con otros siete ingenios en la composicin
de una comedia intitulada Algunas hazaas de las muchas de don Garca Hur
tado de Mendoza, marqus de Caete (y las porciones escritas por Alarcn
y Belmonte estn contiguas). Esta comedia, publicada en 1622, trata de
las guerras del siglo xvi entre los indios araucanos y las tropas espao
las capitaneadas por Garca Hurtado de Mendoza, hijo de la casa ms
ilustre de la provincia de Cuenca, la de los Marqueses de Caete (rama
segundona de los Mendoza que llevaban el sonoro ttulo de Duques del
Infantado).
Aunque no existe prueba incontestable de que Belmonte y Alarcn
se hayan conocido estando todava en Mxico, las leyes de probabilidad
nos hacen pensar que haba habido trato entre ellos y se respetaban mu
tuamente; las actitudes que se expresan en las escenas compuestas por
estos dos ingenios se parecen mucho, y seguramente no por casualidad.
En vista de que Belmonte escribi no slo el prlogo al lector y la dedica
toria a don Juan Andrs Hurtado de Mendoza (hijo del general cuyas
hazaas se celebran en la obra), sino tambin casi dos tercios del acto
I, y asimismo la escena final y decisiva del acto III, de manera que l
hizo mucho ms que cualquiera de los otros ocho ingenios, no cabe duda
de que fue l quien, empujado por el hijo del marqus, concibi la idea
de la comedia e invit a Alarcn a colaborar en su hechura. Yes natural
que Alarcn haya aceptado: el hroe era un Mendoza de Cuenca, la pro
vincia natal de su padre (y, cosa curiosa, al igual que Velasco el Mozo,
el amigo de Alarcn, uno de los poqusimos hijos de virreyes del Nuevo
Mundo que posteriormente ocuparon el mismo puesto que el padre).
Adems, Belmonte se propuso presentar la relacin entre espaoles e in
dios, que l y Alarcn conocan mejor que cualquiera de los otros inge
nios, de una manera ejemplar y que hubiera sido del agrado de los dos
Velasco, el Viejo y el Mozo, a quienes Alarcn vea como modelos de
estadistas. En la parte que escribi Alarcn, el Marqus predica perdn
y no venganza,40y en la escena final, escrita por Belmonte, el Marqus
ofrece amistad y no spero dominio a los indios vencidos.
En esos aos de Mxico tambin puede haber conocido Alarcn a
Mateo Rosas de Oquendo, ingenioso y sarcstico poeta espaol que, des
pus de algunos aos de residencia en Lima, lleg a la capital de la Nue
va Espaa en 1598 y aqu se qued hasta su muerte en 1613. Pero es
de dudar que haya surgido alguna simpata entre Alarcn y ese punzan
te crtico de la sociedad criolla. En cambio, podemos dar por seguro que
Alarcn conoci y admir al matemtico e intelectual Heinrich Martin,
alemn de familia protestante nacido en Hamburgo entre 1554 y 1560,
que fue a Espaa en su juventud, se hizo catlico e hispaniz su nom
bre, llamndose Henrico Martnez; en 1589 pas a la Nueva Espaa con
el nombramiento de cosmgrafo real, cargo que exiga conocimientos de
astronoma, cartografa y matemticas; como saba varias lenguas, tam
bin prest servicios de intrprete en la Inquisicin mexicana.
En 1599 compr Henrico Martnez un taller en el cual imprimi li
bros suyos y de sus amigos. (La tesis con que Pedro Ruiz de Alarcn
se gradu de licenciado en teologa en 1610 fue impresa por l en
1609.)41 En 1606 imprimi en su taller el Reportorio de los tiempos e histo
ria natural desta Nueva Espaa, su obra ms importante, cuya cuarta sec
cin se ocupa de astronoma (la astronoma de sus tiempos corresponde
ms bien a lo que llamamos astrologa). Escribi tambin, pero no pu
blic, una Fisonoma de rostros cuyo propsito era mostrar cmo la fisono
ma y los actos de un nio revelan su complexin bsica, para confor
me a ello elegirle ejercicio en que se ocupe (Reportorio, p. 271). El
Reportorio es una interesante miscelnea de geografa, historia y divulga
cin de las ideas cientficas de la poca, si bien el autor no llega al extre
mo de abrazar el heliocentrismo, condenado por Roma. Aficionado al
saber oculto de la astrologa y persuadido de que la naturaleza humana
est conformada en muy gran medida por la oculta influencia celeste
(ibid., p. 19), es sin embargo firme sostenedor de la doctrina del libre
albedro. Hombre excelente, ms cercano que cualquier habitante de M
xico a la prctica de lo que hoy llamaramos ciencia experimental, fue
l el arquitecto del famoso canal de desage tan altamente elogiado por
Alarcn en El semejante a s mismo (supra, p. 42). Por desgracia, esta cos
tosa hazaa de ingeniera result ineficaz para evitar o disminuir las inun
daciones; estall entonces el resentimiento pblico contra el intelectual
44 La tesis fue impresa en 1609 por Diego Lpez Dvalos; vase Schons, Apuntes, p.
48, nota 1.
45 Fernndez-Guerra, Alarcn, Apndice II, pp. 514-522, transcribe todos los docu
mentos relativos al grado. Ms informes sobre esta clase de exmenes podrn verse en Ji
mnez Rueda, Alarcn, pp. 80-84.
ELJOVEN ABOGADO 79
Alarcn solicit y obtuvo permiso del claustro en pleno para doctorarse
en derecho cannico y civil sin pompa (o sea sin el costoso ceremo
nial de costumbre) por ser tiempo de Cuaresma, y adems a causa de
su pobreza. Pero nunca recibi el grado de doctor, a pesar de que sigui
viviendo en Mxico durante otros cuatro aos. Esta abstencin, cuyas
causas se ignoran, es bastante extraa, pues lo que quedaba por hacer
era realmente muy poco; el problema de los gastos estaba resuelto; el
doctorado le hubiera ayudado a obtener la ctedra universitaria que co
menz a solicitar en ese mismo ao de 1609, y, desde luego, hubiera aa
dido lustre a su curriculum vitae.
Alarcn haba concluido la larga serie de cursos requeridos para los
abogados, un plan de estudios que, en cuanto al modo de enseanza y
en cuanto a los textos que se comentaban, haba cambiado muy poco
desde la Edad Media: era latinizante, escolstico, abstracto, y apenas
tocado por el humanismo del Renacimiento (de l se hablar con ms
detalle en el siguiente captulo). Es imposible saber con qu entusiasmo
hizo Alarcn estos estudios. Para l, como para tantos otros que vivie
ron en la legalista sociedad del siglo xvii , la carrera era una necesidad.
Pero vindolo bien, fue en ms de un sentido una preparacin peculiar
mente adecuada para el futuro autor teatral. Muchos siglos antes de los
tiempos de Alarcn, un breve tratado griego sobre la estructura de la
comedia en contraste con la de la tragedia (el Tractatus Coislinianus)
haba definido el gnero comedia como una forma de proceso judicial
en que se van presentando alegatos en pro y en contra de una tesis o
de un personaje, hasta que el peso de las sucesivas pruebasjurdicas des
truye la falsa opinin y establece la inocencia o la culpa, la verdad o la
falsedad.16
Si esta analoga no nos sirve gran cosa para leer A Midsummer Night s
Dream o La dama boba (aunque, segn Northrop Frye, funciona incluso
en la comedia de Shakespeare), resulta iluminadora al estudiar varias
de las mejores piezas teatrales de Alarcn, sobre todo, tal vez, Las paredes
oyen, donde la herona Doa Ana va perdiendo poco a poco su repug
nancia inicial por el no guapo Donjun, su pretendiente, gracias a una
serie de pruebas ms y ms convincentes de la informalidad de Don Men-
do, el pretendiente a quien ella favoreca antes. Para el lector o especta
dor, una de las principales gracias de la comedia es la sutil pero slida
cadena de pruebas que se va formando y que, por la va racional, lleva
a un desenlace muy humano y eminentemente satisfactorio. No hay duda
de que en la firme estructura, en la compleja, sentenciosa y bien matiza
da argumentacin, en la equilibrada racionalidad del teatro de Alarcn,
ha influido bastante su educacin jurdica. Es posible que estas cualida
46 Northrop Frye, Anatomy of Criticism, Princeton University Press, Princeton, 1973
(reimpresin de la ed. de 1957), p. 166.
80 VIDA DE ALARCN EN MXICO
51 Schons, Apuntes, publica una transcripcin del memorial presentado por Alarcn
en 1635, as como de otros documentos relativos a sus actividades profesionales durante
estos aos pasados en Mxico; transcribe tambin los documentos relacionados con la ca
rrera eclesistica de Pedro.
ELJOVEN ABOGADO 83
niador, dado a presentar falsos testimonios y a lanzar acusaciones contra
todos y contra todo.52
Por su parte, Juan trat cuatro veces de obtener una ctedra en la
Universidad. En el verano de 1609 se present a oposiciones para la c
tedra de Institua junto con otros cinco solicitantes, uno de ellos su ami
go Bricin Diez Crzate. En estas oposiciones cada candidato tena que
exponer y comentar determinados pasajes de los textos jurdicos vigen
tes ante todos los alumnos de la facultad de derecho. Acto seguido, los
alumnos con ocho o ms aos de estudios votaban por el candidato que
mejor les pareca. No sabemos cuntos votaron por Alarcn; el hecho
es que ni l ni Diez Crzate ganaron la ctedra. Los dos hicieron de nuevo
la lucha, y de nuevo infructuosamente, en las oposiciones de noviembre
de 1609 para un nombramiento de sustituto en la ctedra de Decreto.
Esta vez Alarcn qued en ltimo lugar, pero recibi nueve votos, he
cho que l no deja de registrar en su memorial de servicios de 1635.
Entre 1609 y 1613 no se presentaron vacantes. Pero ocurri que Diez
Crzate, cuyo grado de bachiller en derecho era de Huesca y no de Sala
manca,53recibi su doctorado en Mxico el 13 de noviembre de 1611;
y en esa gran ocasin su amigo Alarcn ley el obligado vejamen (pieza
literaria en que se haca una burla benvola del recin graduado), cuyo
manuscrito quiz exista todava (ibid., p. 62).
En abril de 1613 el licenciado Ruiz de Alarcn y el ahora doctor Diez
Crzate se presentaron a oposiciones para la ctedra temporal de Cdi
go, y fracasaron los dos. Pero volvieron a la carga, junto con otros dos
candidatos, Cristbal de Hierro Guerrero y Agustn Sedao, esta vez para
competir por la ctedra temporal de Institua. Alarcn dio su leccin el
lunes 13 de mayo de 1613, a las cuatro de la tarde. El doctor Diez Cr
zate obtuvo treinta votos y finalmente qued en posesin de la ctedra
el sbado 18.54
En torno a esas elecciones para ctedras universitarias, en Mxico
lo mismo que en Salamanca o que en la Sorbona, haba toda clase de
manipulaciones y corruptelas: los competidores sobornaban con dinero,
banquetes y favores a cuantos votantes podan, y amenazaban a otros
con represalias si no votaban por ellos.55Pero estas ltimas oposiciones
en que Alarcn intervino parecen haber llegado a alturas antes descono
57 Rangel, Noticias biogrficas, publica los documentos relativos a las cuatro opo
siciones a ctedra universitaria en que se present Alarcn; en las pp. 41-55 pasa revista
a toda la batalla de papel en torno a la eleccin de Diez Crzate.
58 Prez Salazar, Dos nuevos documentos, pp. 160-162.
86 VIDA DE ALARCN EN MXICO
[89]
90 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO
(aban unos cuantos maraveds, pero tena que pagar alojamiento, comi
da, libros, ropa, etc. Los estudiantes ricos por ejemplo Gaspar de Guz-
mn, el futuro Conde-Duque de Olivares, que estuvo en Salamanca de
1601 a 1604, o sea en los tiempos en que estuvo Alarcnsolan alqui
lar casas atendidas por buen nmero de criados (ms de veinte en el caso
de Gaspar de Guzmn). Un estudiante de familia acomodada, aunque
no opulenta, el italiano Girolamo da Sommaia, que estuvo en Salaman
ca de 1599 a 1607, viva en casa alquilada, tena a su servicio una ama
de llaves, una cocinera, un mayordomo y un criado, y reciba de su casa
330 reales (11,220 maraveds) mensuales para el total de sus gastos (aloja
miento, comida, sirvientes, ropa, libros, diversiones, incluyendo aqu el
precio de las prostitutas y el pago de las deudas de juego).6Otros alqui
laban cuartos en casas particulares; muchos, quiz la mayora, y cierta
mente los ms pobres, como Alarcn, vivan en pupilajes o pensiones
en compaa de otros diez o quince estudiantes que en 1600 pagaban
probablemente unos 70 ducados (26,250 maraveds) anuales por perso
na; esa cantidad cubra techo, comida y algunas otras cosas, como can
delas para leer y alguna leccin particular de repaso.7
Afortunadamente, Alarcn disfrutaba de cierta ayuda econmica gra
cias a un legado de 1,650 reales (56,100 maraveds) anuales instituido
por el rico Gaspar Ruiz de Montoya, veinticuatro de Sevilla, para pagar
los estudios universitarios de un pariente. Alarcn solicit y recibi esa
autntica beca, y pudo as contar cada mes con unos 137 reales (4,658
maraveds), apenas algo ms de un tercio de la cantidad que a Girolamo
da Sommaia le mandaban de su casa, pero, con toda probabilidad, sufi
ciente para mantenerlo a l solo, sin ningn criado, en un modesto nivel
de comodidad, bien en un pupilaje, bien en un cuarto alquilado en casa
particular.8
No se ha descubierto el testamento de Ruiz de Montoya, de manera
que no se sabe cuntos aos cubra. Los estudios para un grado de ba
chiller en derecho cannico o civil solan durar cinco aos, y con un ao
ms poda obtenerse un segundo bachillerato. Es probable que los lega
dos benficos de este tipo cubrieran seis aos de estudios universitarios.
Eugenia Bocngel, una viuda rica y sin hijos (su marido haba sidoJos
6 Vase el Diario de un estudiante deSalamanca, ed. George Haley, Universidad de Sa
lamanca, Salamanca, 1977, pp. 43-44.
1 Las cifras son aproximadas. En Salamanca, en 1561, los reglamentos oficiales ha
ban fijado en 40 ducados el precio de un pupilaje. Kagan, Students, pp. 190-191, da los
costos del pupilaje en Alcal en 1567 y 1577.
8 Tenemos noticia del legado de Ruiz de Montoya gracias a un documento notarial
de Sevilla publicado por Rodrguez Marn, Nuevos datos, pp. 5-6, en el cual reconoce Alar
cn haber recibido, el 3de septiembre de 1602, la cantidad de 1,129 reales (38,386 marave
ds) que le fue pagada por el albacea de ese legado, Melchor de Len Garabito, miembro
de una conocida familia sevillana de conversos (Pike, Aristocrats and Traders, pp. 42-43 y
46).
92 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO
en aquel tiempo no haba tantos letrados como agora hay. Otro testigo aade
que Peralta fue de los grandes escribanos de todas letras que haba en
el reino en aquel tiempo, y que estando en el estudio ganaba largamente
de comer, [lo mismo que] a escribir libros, porque no se usaban moldes
ni los haba.15Vale la pena observar, de paso, que aqu el solo saber
se ofrece como base de la hidalgua y, al parecer, as se acept, cosa
que ciertamente no era habitual.11
(Alarcn entre ellos) que hacan sus estudios en Salamanca pero iban luego
a licenciarse o doctorarse en otras universidades ms baratas. En 1597
Baltasar de Cspedes, catedrtico de Prima de gramtica en Salamanca,
solicit de la universidad un prstamo de 400 ducados (150,000 marave
ds) para cubrir el costo de su licenciatura y de su doctorado.27A fines
del siglo x v ii don Andrs Garca de Samaniego desembolsar 2,000
reales (68,000 maraveds) para la licenciatura de un hijo suyo en Sa
lamanca, y despus otros 10,000 reales (340,000 maraveds) para su
doctorado.28
En qu se iba todo ese dinero? Los estatutos salmantinos de 1561
nos dan una idea de los gastos mnimos: pago por el adorno del aula del
examen con las tapiceras de la universidad; pago a los msicos (por lo
menos seis trompetas y tres tambores); 2 ducados (750 maraveds) para
cada uno de los catedrticos examinadores; una antorcha de cera; una
caja de frutas confitadas; una libra de dulces; seis gallinas; una comida
en toda forma para los asistentes al acto y para los amigos que quisieran
llevar; otras cuatro gallinas para los bedeles... Los doctorandos tenan
que ofrecer dos banquetes y, segn parece, tambin una corrida de toros
u otra buena diversin para el pblico.29
As, pues, la entrada en el privilegiado gremio de los letrados exiga
el pago de una fuertsima cuota de iniciacin. No es de sorprender que
Alarcn, cuyos recursos llegaban apenas a 56,100 maraveds anuales,
haya renunciado a la gloria de ser licenciado por Salamanca. De todos
modos, qued en orgullosa posesin de dos autnticos bachilleratos otor
gados por Salamanca, y, segn los estatutos oficiales de la universidad,
aprobados por la Corona, tanto los licenciados como los bachilleres sali
dos de sus aulas deban ser preferidos a los graduados en otras universi
dades (ibid., p. 279). Adems, en la Espaa de Felipe III eran apenas
entre mil y dos mil quienes haban ganado, en cualquiera de las univer
sidades, un ttulo de licenciado o de doctor,30y Alarcn era uno de ellos,
puesto que se gradu de licenciado en derecho en la Universidad de M
xico.
En los archivos salmantinos hay cuatro documentos relacionados con
Juan Ruiz de Alarcn: 1) Su matrcula enquinto ao de derecho can
nico, el 18 de octubre de 1600.312) Unanuevamatrcula en la facultad
de derecho civil el 21 de octubre de 1600, probablemente por haber ya
completado en Mxico los cursos paca el grado en derecho cannico y
haber hecho gestiones para recibir el grado en esa facultad unos pocos
27 Kagan, Studenls, p. 165, nota 23.
"!i Fayard, Los miembros del Consejo, p. 445.
29 Esperab Arteaga, Historia, t. 1, pp. 281-287.
10 Segn clculos de Pelorson, Les Letrados, p. 108.
31 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 309, Libro de Matrculas
1599-1600, fol. 65.
ALARCN, ESTUDIANTE 97
das despus.323) Su recepcin del grado de bachiller en derecho can
nico el 25 de octubre de 1600 (o sea cuatro das despus), a las 9 de la
maana. Este grado requera un breve examen del candidato por el ca
tedrtico de Prima de Cnones, en este caso el doctor Diego de Espino
le Cceres, que, despus de aprobar al candidato, dio y concedi el
grado de bachilleramiento. El estudiante pag una suma pequea al
tesoro de la universidad y sendas propinas al bedel de la universidad y
,il secretario. Sus testigos fueron ese bedel, llamado Diego Hurtado, el
notario y secretario Bartolom Snchez y tres compaeros de estudios,
el licenciado Alonso Sotillo de Mesa, Alonso Dvila yJuan Prez de Men-
ilila, a quienes probablemente tuvo que invitar a comer. En 1606, el
grado de bachiller le cost 3,046 maraveds (unos 90 reales) a Girolamo
da Sommaia.34 4) Su recepcin del grado de bachiller en derecho civil
el 3 de diciembre de 1602, a las 2 de la tarde. Quien examin al estu
diante y le otorg oficialmente el grado fue esta vez donjun de Len,
doctor en leyes y catedrtico de prima de cnones; fueron testigos un
rstudiante llamado Gregorio Hernndez de Toledo, los bedeles Diego
Hurtado y Gregorio de Robles y el secretario Bartolom Snchez.35
Es evidente que Alarcn sigui en Salamanca despus de 1602, pre
parndose para el examen de licenciatura, que era mucho ms severo;
pero hasta la fecha no se han hallado pruebas documentales. Los libros
de matrculas de mediados de noviembre de 1600 a mediados de noviem
bre de 1604 han estado perdidos durante siglos. En los de 1604-1605,
que s se conservan, no aparece su nombre. En 1871 Fernndez-Guerra
tena un informe del secretario de la Universidad de Salamanca, segn
el cual cierto Juan Ruiz de Alarcn, bachiller canonista y legista, se
matricul el 4 de octubre de 1604 en la facultad de derecho;36pero ese
nombre no aparece en absoluto entre los estudiantes de derecho de la
matrcula de 1604-1605.37De hecho, no hay una sola matrcula anterior
al 12 de noviembre de 1604.
Como cada ao haba muchos estudiantes que se matriculaban tar
de o que simplemente no se matriculaban,38la ausencia del nombre de
Alarcn no prueba nada. Lo que yo supongo es que sigui en Salaman
ca por lo menos hasta el verano de 1606 (cuando no hasta 1607), y que
luego pas a Sevilla, donde fij su residencia. Para entonces tendra prc
ticamente terminados los cuatro aos de estudios posteriores al bachille-
Archivo de la Universidad de Salamanca, loe. cit., fol. 106v.
15 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 73, Grados de bachillera-
mientos en todas facultades desde 22 abril 1598-1604 aos, fol. 68.
i4 Diario de un estudiante, ed. Haley, p. 17.
1' Archivo d< la Universidad de Salamanca, manuscrito 73, fol. 164r.
16 Fernndez-Guerra, Alarcn, p. 22.
17 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 310, fols. 100-106v.
38 Kagan, Students, p. 166.
98 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO
rato que, segn los estatutos salmantinos de 1595, se les exigan a los
candidatos a la licenciatura.39El 29 de julio de 1606 Alarcn solicit y
recibi de Salamanca un certificado oficial de sus dos grados de bachi
ller, que probablemente necesitara para ejercer la profesin en Sevilla,
y que despus, en 1609, entregara a la Universidad de Mxico al gestio
nar su licenciatura.40Otra prueba de que continu en Salamanca des
pus de 1602 nos la da el testimonio de Pedro Brabo de Laguna, escrito
en 1607 en Sevilla, donde se declara bajojuramento que, desde su llega
da a Espaa, Alarcn haba vivido siempre en Salamanca. " Diez Cr
zate, al rendir testimonio en Mxico, en febrero de 1609, sobre el buen
carcter y los mritos de Alarcn, declaraba haberlo conocido en Sala
manca unos cinco aos antes (o sea en 1604), que haba seguido tratn
dolo en los aos siguientes y que le constaba que ha sido continuo pa
sante, estudioso, cuidadoso, diligente e inteligente.42
Entre 1602 y 1606, adems de continuar sus estudios y sus lecturas,
Alarcn debe haberse ocupado en dar clases particulares a estudiantes
de bachillerato, lo cual significara un pequeo ingreso. Muchos pasan
tes engrosaban sus expedientes dando lecciones sobre textosjurdicos ante
un pblico y sustentando tesis llamadas conclusionesen debates
pblicos con otros estudiantes.43Seguramente Alarcn no hizo nada de
esto, pues no lo mencion en su curriculum vitae a la hora de solicitar un
puesto burocrtico. Debe haber sido diligente y estudioso, pero su de
formidad fsica no lo haca apto para despertar entusiasmo y recibir aplau
sos en actuaciones pblicas; baste recordar sus fracasos en las oposicio
nes a ctedra de la Universidad de Mxico. Es muy probable que, en
vez de preparar conclusiones, Alarcn se haya ocupado ya en escribir
comedias. El sentido comn nos inclina a creer, con Castro Leal, que
por lo menos el ncleo primitivo de La cueva de Salamanca, tan llena de
juvenil vigor, con su pintura tan fresca y tan ntima de la vida estudian
til, data de esta poca, aunque Alarcn la haya perfeccionado cuando
regres a Espaa en 1613 y emprendi su carrera de dramaturgo.44
honor no es otra cosa que la virtud del nimo o nima, y ste ni le dan
los Csares, ni se adquiere con la adulacin, ni se compra con el dinero
(ibid., p. 262). Adems, si una de las seales de nobleza era la exencin
del pecho o tributo personal, all estaban las leyes del reino que exi
man de pechos a todos los doctores, maestros y licenciados graduados
en Salamanca, Alcal, Valladolid y Bolonia (por desgracia, la licencia
tura de Alarcn era de Mxico).
Sin embargo, tales argumentos no tenan mucho peso dentro de la
realidad de la sociedad espaola. El propio Solrzano Pereira (pp. 242-
243) afirma que toda honra dimana del Rey, y los grados universitarios
no eran otorgados por l. Los soberanos recompensan los mritos y re
conocen y confirman la nobleza y la honra del caballero otorgndole el
hbito de una de las rdenes militares; de manera anloga, dice Solrza
no, recompensa el Rey la ciencia, la virtud y los mritos del letrado al
concederle graciosamente un cargo oficial. Estos cargos conferidos por
la munificencia real conferan en muy buena medida una honra que la
prctica del derecho no daba por s sola (vese el comentario de Andrs
Mendo, citado antes). Maravall observa que el grupo de los letrados est
siempre adherido al Rey y apoya inquebrantablemente a la monarqua
porque, en cuanto a favores y mercedes, depende por completo del mo
narca.75El trmino nobleza de toga, hasta donde es aplicable en Es
paa, se refiere a quienes han sido nombrados por el Rey para un pues
to en los Consejos del gobierno o en los tribunales del estado; al igual
que los doctores y licenciados de Salamanca, estos personajes estaban
exentos de pechos. La grandeza y autoridad de sus cargos les hace
nobles, ilustres y clarsimos, aun cuando ellos no lo sean por su naci
miento.76Sin embargo, aun en el mejor de los casos, sta era una no
bleza personal que no poda transmitirse a los herederos, a diferencia
de la nobleza de sangre, que necesariamente se transmita (y la diferen
cia era capital). Lo ms que poda esperarse era que el Rey accediera
a convertir esa nobleza personal y no heredable en la nobleza hereda
ble de quienes detentaban un ttulo. El rey confiri una buena porcin
de nobleza a Solrzano Pereira al concederle, en 1642, el hbito de San
tiago. Pero, a decir verdad, el gran jurista sac poco provecho de la real
merced; su ambicin y su empeo estaban ya en la nobleza inherente
a las letras.
Juan Pablo Mrtir Rizo resume todo esto ntidamente en su Historia
de Cuenca (1629): el linaje antiguo es la base de toda nobleza (y esto, cosa
curiosa, no por el mayor tiempo de servicio al estado, ni por la mayor
acumulacin de heroicas hazaas, sino porque los nobles han gozado siem
pre de la mejor comida y de las mayores comodidades, y as, a lo largo
75 Maravall, Estudios, pp. 378-379.
76 Solrzano Pereira, Memorial, p. 319.
AMISTADES Y DIVERSIONES 109
de los siglos, han ido produciendo retoos cada vez ms inteligentes, do
tados de un fsico admirable y de humores muy sutiles); la virtud por
s sola no es nobleza, aunque a veces la nobleza es virtud; los hombres
que sirven a su patria con acciones eminentes pero que no son nobles
de linaje claro y antigua descendencia y sangre limpia, aunque tengan vir
tud, no tendrn nobleza ni podrn tenerla mientras el Prncipe no se
la confiera.77
No hay que sorprenderse, pues, de que cuando mucho tiempo des
pus, en 1688, el nieto de Alarcn, Juan Girn de Buedo y Ruiz de Alar
cn, es sometido a la investigacin de ascendencia familiar exigida para
la admisin en la orden militar de Montesa, nadie aduzca los estudios
universitarios del abuelo, su grado de licenciado, ni siquiera su cargo
de relator en el Consejo de Indias, y mucho menos el hecho de que escri
bi comedias. Lo nico que cuenta para la nobleza del candidato es la
relacin sangunea de ese abuelo con los seores feudales de Albaladejo
y Piqueras y con los Condes de Cifuentes.78Esta desatencin a la no
bleza de las letras provoc sin duda, en muchos letrados conscientes,
una reaccin de clera y resentimiento. A estas races se ha atribuido
la notable mordacidad que respiran los escritos de Cristbal Surez de
Figueroa, doctor in utroque iure por la Universidad de Pava.79Algo del
suave tono de decepcin y desengao que domina en el teatro de Alar
cn puede brotar de la misma clase de mentalidad de letrado, como tam
bin la repetida exaltacin de la lealtad al legtimo monarca como el prin
cipio bsico de las acciones virtuosas (vase supra, pp. 59-60).
/7 Juan Pablo Mrtir Rizo, Historia dela muy noble y leal ciudad de Cuenca, Madrid (He
rederos de la Viuda de Madrigal), 1629, pp. 208-212 (la cita, en la p. 212).
78 Archivo Histrico Nacional, Madrid, Ordenes militares, Montesa, nm. 234.
79 Pelorson, Les "Letrados", pp. 424-429.
110 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO
Prado. No es disparatado pensar que entre sus mejores amigos estaba
Gutierre Marqus de Careaga, autor de un volumen de ensayos sobre
filosofa moral intitulado Desengao defortuna (terminado en Salamanca
en 1607, aunque no publicado hasta 1611).80Y pudo asimismo conocer
a los amigos de Marqus de Careaga que compusieron las poesas lauda
torias que preceden al texto, a saber:
un jernimo del monasterio de La Victoria en Salamanca;
don Martn Urtiz de Careaga, hermano del autor;
Diego Saavedra y Fajardo, de Murcia (dos composiciones, una de
ellas en latn);
Pedro Paulo Andosila (poema en latn);
Jernimo de Castroverde, de Guadix (poema en latn);
el licenciado Bartolom Prez Montero, de Gibraltar (dos poesas);
el licenciado Martn Lpez de Val de Elvira, de Alcaraz;
Gil de Silva y Tenoco, de Jerez de los Caballeros;
fray Rodrigo de Llerena, jernimo del monasterio de Nuestra Seo
ra de Guadalupe;
Pedro de Vergara y Arzole, de Tenerife;
Gaspar de Mesa;
el licenciado don Francisco Antonio de Alarcn, de Madrid;
el licenciado Juan Ruiz Piernas, de Moratalla;
don Pedro Arias Verstegui, de Segovia;
Juan del Villar Cuadrado, de Zamora;
el licenciado Juan Cataln Ocn, de Molina de Aragn;
el licenciado Juan Ruiz de Alarcn y Mendoza, de Mxico;
Luis Prez de Vargas, de Andjar.
Bien podemos suponer que en su gran mayora, incluyendo al autor,
fueron compaeros de estudios entre 1599 y 1607; tal vez formaban una
pequea capilla literaria y haban ledo, criticado y comentado el libro
de Marqus de Careaga. Muchos de ellos firman orgullosamente con sus
ttulos y con sus apellidos completos (es la primera vez que Alarcn hace
constar el apellido materno), y, como ninguno se ha sealado ante los
ojos del mundo, casi todos se identifican por su lugar de nacimiento. Si
Alarcn, como parece muy verosmil, escribi su dcima de elogio en
1606 o 1607 y la firm llamndose licenciado, hay que recordar que
tcnicamente no lo era, puesto que no haba recibido an el grado. Pero
esta pequea falsificacin no tiene gran importancia. Quiz suceda lo
li(1 Millares Cario vio la primera edicin del Desengao, publicada en Barcelona en
1611; la dedicatoria a Rodrigo Caldern aparece all fechada en Salamanca el 15 de mayo
de 1607 (OC, t. 3, pp. 386-387). En 1612 se hizo segunda edicin en Madrid, con altera
ciones en el lugar y la lecha de la dedicatoria (Madrid, 4 de febrero de 1612) y con adicin
de otras dos aprobaciones, una por fray Pedro de Ledesma, maestro de teologa en el con
vento de San Esteban de Salamanca (8 de septiembre de 1607) y otra por el maestro Mu-
nuera, mercedario (Madrid, Io de enero de 1609). Yo cito por la edicin madrilea.
AMISTADES Y DIVERSIONES 111
mismo con los otros licenciados de la lista; la verdad es que las reglas
de uso de este ttulo eran muy flojas: se lo apropiaban muchos que ha
ban estudiado en Salamanca pero nunca se haban graduado, y no lo
usaban algunos que s se haban graduado.81
Los nombres de tres de estos jvenes (adems del de Alarcn) apa
recen en los registros de matrcula y de graduacin de Salamanca entre
1598 y 1605: el licenciado Juan Ruiz Piernas era, en 1604, estudiante
le segundo ao de derecho civil; Martn Lpez de Val de Elvira, bachi
ller en derecho cannico el 8 de agosto de 1601; don Pedro Arias Vers-
tegui, bachiller en lo mismo el 30 de junio de 1604.82 En cuanto a don
Francisco Antonio de Alarcn, es seguro que estudi en Salamanca como
becario del Colegio del Arzobispo, y tuvo una carrera de letrado excep
cionalmente brillante. De 1624 a 1628 fue miembro del Consejo de In
dias, y en 1628 pas al Consejo de Castilla.83El otro famoso letrado de
la lista es Diego Saavedra Fajardo, que estudi derecho cannico y dere
cho civil en Salamanca entre 1600 y 1606, se gradu de bachiller en de
recho civil, y en 1612 tena terminado su sueo quevedesco sobre la
vida literaria e intelectual, intitulado La repblica literaria. Es prcticamente
imposible que Saavedra Fajardo y Alarcn hayan mantenido algn con
tacto despus de sus das estudiantiles, pues el primero de ellos se fue
a Roma en 1607 y pas casi todo el resto de su vida fuera de Espaa,
en el servicio diplomtico de Castilla.84
En 1611 y 1612 el doctor Gutierre Marqus de Careaga ocupaba
el puesto de teniente de corregidor en Madrid.85 Sin duda con la espe
ranza de medrar en su carrera de letrado, decidi dedicar su librito (con
un lenguaje altamente adulador) a don Rodrigo Caldern, ese sealado
ejemplo de ascenso desde la oscuridad al esplendor que vio la Espaa
de Felipe III y tambin, irnicamente (aunque ni don Rodrigo ni Mar
qus de Careaga eran zahores), ejemplo an ms vivido de cada de la
fortuna cuando, en 1619, fue privado de todas sus honras y muerto en
el cadalso.
Quiz no haya un solo pensamiento original en el Desengao,86obrita
81 Fayard, Los miembros del Consejo, p. 38.
82 Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 310, Libro de Matrculas
1604-1605, fol. 101v, y manuscrito 743, Grados de bachilleramientos... 1598-1604, fols.
85r y 129r, respectivamente. Mi examen de estos registros fue rpido, de manera que pue
den habrseme escapado algunos nombres. Adems, debe recordarse que muchos estudiantes,
sobre todo si eran pasantes, no se matriculaban. Puede observarse, de paso, que una pri
ma segunda de Alarcn, Magdalena de Silva y Girn, estuvo casada con un Pedro de Ve-
rstegui, seor de Alpera, que bien pudiera ser el don Pedro Arias Verstegui de la lista
de Marqus de Careaga.
83 Fayard, Los miembros del Consejo, pp. 59 y 508.
84 Vase la introduccin de Jos M. Alejandro a su edicin de las Locuras de Europa
de Saavedra Fajardo, Anaya, Salamanca, 1973.
85 Pelorson, Les Letrados'\ p. 127.
8fi Pelorson, Les Letrados, p. 260, seala un plagio pequeo, pero descarado: el pa-
112 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO
saje relativo a la observacin de Scrates, que es lstima que la Naturaleza no haya puesto
una ventana en el pecho del hombre, para que las motivaciones de su corazn y su con
ciencia puedan ser vistas por todo el mundo, est tomado del prefacio de un libro del juris
ta Joan Costa, Gobierno del ciudadano.
87 OC, t. 1, p. 423, vs. 1197-1220.
AMISTADES Y DIVERSIONES 113
pues con tal pluma volis,
que no habiendo fuerza alguna,
puesto el clavo a la Fortuna,
con sus puntos la clavis.
Lo que primero llama la atencin en este elogio rutinario es, por su
puesto, el tema de la superioridad de las letras sobre las armas, preocu
pacin nada sorprendente en un letrado. Aunque la idea es clara, y la
expresin limpia y concisa en general, hay cosas torpes: cuesta cierto es
fuerzo descubrir que el pronombre la del verso 3 no puede referirse sino
a la Fortuna, y que los puntos del ltimo verso no son de la Fortuna, sino
de la pluma; el verso 8 es ripioso; y el pensamiento central, T demues
tras que las letras son mejores que las armas, sufre violencia por el hi
prbaton de los versos 5 y 6. Pero el joven poeta debe haber quedado
satisfecho de su juego de ingenio con los sentidos de la palabra pluma,
y con el clavo y el clavis que sirve de elegante remate a la dcima.
Al lado de sus amigos, sobre todo quiz los del grupo de Marqus
de Careaga, Alarcn experiment el revuelo de las frecuentes oposicio
nes a ctedra, pues los estudiantes elegan no slo a su rector, sino tambin
a sus catedrticos. Como las ctedras de derecho daban gran prestigio
a su titular, y, lo que es ms importante, como ser catedrtico de dere
cho de Salamanca, Valladolid y Alcal significaba una de las mejores
puertas para entrar en la esfera de los altos cargos civiles y eclesisticos,
la competencia era feroz y corrupta. Se compraban votos con dinero,
con invitaciones a comer, con promesas de buena nota en los exmenes;
se cohechaba a los funcionarios para que contaran votos de estudiantes
ausentes y aun difuntos, o de algn otro modo incapacitados para votar.
Los estudiantes de los Colegios Mayores, o los naturales de determinada
provincia, solan formar bloques en apoyo de sus candidatos preferi
dos.88En 1612, de los cuatro opositores a la ctedra de Sexto en Valla
dolid, dos gastaron unos 1,000 ducados (375,000 maraveds) y otro 1,500
ducados (562,500 maraveds) en cohechos de diversa ndole.89Toda esta
manipulacin ocurra tras los telones de los actos pblicos en que cada
candidato lea su interpretacin de un texto jurdico y luego la defenda
contra sus opositores. Alarcn pudo haber votado en las oposiciones
relativamente tranquilas para la ctedra de Volumen, ganadas en 1604
por Marcos Daz, as como en las de 1605, cuando Solrzano Pereira
gan la ctedra de Digesto viejo.90En 1604 tuvo lugar la enconada lucha
entre el agustino Agustn Antolnez y el dominico Pedro de Herrera por
la ctedra de Escritura; al salir ganador Antolnez, los estudiantes que
88 Kagan, Students, pp. 165-168.
89 Vase Pelorson, Les Letrados, pp. 201-203, donde se encontrarn ms detalles
sobre este caso particular, no muy distinto de las ltimas oposiciones a que se present
Alarcn, en 1613, para una ctedra de la Universidad de Mxico.
90 Diario de un estudiante, p. 439.
114 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO
J. La cueva de Salamanca97
ilc/.a con que se revelan las actitudes sociales (en este caso, lo que toca
iil inundo estudiantil); el lenguaje a menudo aforstico, rara vez lrico.
La comedia se inicia brillantemente con un choque de opiniones en-
tir el protagonista Don Diego de Guzmn y Ziga, estudiante mozo,
iiolondrado y arrogante, pobre pero noble, y su amigoJuan de Mendo-
i, recin casado y mucho ms prudente, sobre cmo entretenerse du-
i.inte la noche.98Don Diego quiere ver mujeres, o reir, o hacer trave
suras. Incitado y persuadido por otro estudiante llamado Don Garca
irn, tan frvolo como l Moje el agua, queme el fuego, / y haga
1 1mancebo locuras, dice este Don Garca (vs. 115-116), tiende un cor-
ilrl de acera a acera en la calle oscura, con la idea de que los alguaciles
tropiecen en l y se rompan las narices al acudir atrados por el ruido
ilc una ria fingida. Pero la primera vctima de la broma es el gracioso
/..iinudio, estudiante pobre, amigo y criado de Don Diego, que tropieza
ii el cordel al huir de la clera de unos vecinos a quienes les ha robado
*1tostador." Sobreviene entonces una batalla campal; los representan-
irs de lajusticia, altos y bajos, luchan contra los estudiantes, que en gran
nmero, y armados con espadas (a pesar de que un decreto real les pro
hiba su uso), han acudido para ayudar a sus camaradas; el alguacil ma-
vor resulta muerto, varios corchetes y escribanos quedan heridos, lo mis
mo que el corregidor; Don Garca es apresado, y Donjun y Don Diego
huyen, amparados por las tinieblas.100Esta cruel broma estudiantil, en
i|iic se exhibe tal desprecio por los vecinos y por los funcionarios de la
ley, sirve de punto de arranque a lo que hay de argumento. El resto de
l.i comedia se dedica a los esfuerzos por rescatar de la crcel a Don Gar-
i a y conseguir perdn para todos los estudiantes. Qu error judicial
que el noble Don Garca est encerrado como preso comn en la crcel
pblica! (vs. 837-842).
Don Diego y Zamudio, entre tanto, se refugian en una casa conoci-
18 Es tentadora la idea de que este joven, apaciguado por las responsabilidades de
Uvida matrimonial, representa al autor de la comedia, gue en 1616, estando en Madrid,
li |cis ya de la vida estudiantil, viva en concubinato con Angela de Cervantes (vase King,
'1.a ascendencia, p. 55). Otro Donjun de Mendoza, evidente alter ego de Alarcn, es
1 1protagonista de Las paredes oyen. Alarcn parecido en esto a Alfred Hitchcockgusta-
Imde meterse, con un disfraz u otro, prominente o secundario, en sus comedias.
19 Zamudio, nombre perfecto para un gracioso, no es invento de Alarcn. Actual-
ilente es un apellido que parece bastante ms comn en Mxico que en Espaa. En los
lios de estudiante de Alarcn haba en Salamanca un Zamudio, encuadernador (Diario
Ir un estudiante, pp. 505, 513, 531 el passim), y dos Zamudios matriculados en 1600 en la
Limitad de derecho cannico (Archivo de la Universidad de Salamanca, manuscrito 309,
luis. 59v y 64r).
100 No eran raros tales enfrentamientos, que ocurran cuando los alguaciles intenta-
Imn meter en cintura a estudiantes revoltosos, pues stos contaban con la ayuda de sus
i uaradas. En enero de 1607 una turba de estudiantes se lanz contra la crcel real para
liberar a varios estudiantes presos; hubo bastantes heridos, y el obispo tuvo que intervenir
|i.tia serenar los nimos (Diario de un estudiante, pp. 588-589).
118 SALAMANCA Y EL ESTUDIO DEL DERECHO
105 Naturalmente, y con toda razn, sac a relucir Alarcn los vnculos que tena con
el poderoso clan de los Girn-Pacheco. Varios pasajes de La cueva de Salamanca, como he
sealado en otro lugar (King, La ascendencia, pp. 83-85), exaltan la gloria de esos
nobles. En general, un aspecto notable del teatro de Alarcn es que sus personajes, en vez
de llamarse simplemente Donjun o Doa Luisa pinsese, por ejemplo, en El caballero
de Olmedo, donde slo el protagonista recibe apellido (Manrique), y eso casi al final de la
obrasuelen ostentar apellidos que seguramente aluden de alguna manera oblicua a per
sonajes conocidos para buena parte de los espectadores. Ya he dicho algo sobre los apelli
dos Girn y Zamudio. El apellido de la herona y de su padre Maldonadoera el de
una de las familias ms prominentes de Salamanca. La hermosa Casa de las Conchas fue
levantada por un doctor Talavera Maldonado, miembro del Consejo Real de los Reyes
Catlicos; dos Maldonados de Salamanca fueron cabecillas de los comuneros en 1519, yeje
cutados despus de la batalla de Villalar junto con el jefe de la rebelin, Juan de Padilla;
y en la Universidad, en los das de Alarcn, estaban matriculados varios jvenes de ese
apellido (vase, por ejemplo, el manuscrito 309 del Archivo de la Universidad, fol. 65).
Los Marqueses de-Villena existan, por supuesto, en la vida real de comienzos del siglo
XVII. Dos de ellos se distinguieron por su actividad entre 1613 y 1621, aunque ninguno
se llamaba Enrique ni estudi en Salamanca: Juan Fernndez Pacheco, hbil virrey de Si
cilia, muerto en 1615, y su hijo Diego Roque Lpez de Pacheco, que llegara a virrey de
la Nueva Espaa; otro Marqus de Villena, Felipe Fernndez Pacheco, hermano mayor
del anterior, murijoven (vase Francisco Pinel y MonFoy, Retrato deun buen vasallocopiado
de la viday hechos de don Andrs de Cabrera, primero marqus de Moya, Madrid, 1677, pp. 417-
420). Finalmente, el protagonista Don Diego, cuyo nombre va acompaado de dos apelli
dos Guzmn y Ziga, tiene su correspondiente real en la persona de Francisco Sil
vestre de Guzmny Ziga, marqus de Ayamonte a partir de 1606, que en 1641 ser aliado
de su primo el Duque de Medinasidonia en una conspiracin muy mal planeada contra
Felipe IV. Ambos eran parientes de don Gaspar de Guzmn, conde-duque de Olivares
(vase Alberto y Arturo Garca Carraffa, Enciclopediaherldicay genealgicadeapellidosespao
lesy americanos, t. 42, Salamanca, 1931, pp. 183-191).
En ninguna otra comedia de Alarcn es tan impresionante el empleo de apellidos co
nocidos y famosos. Es claro que los sucesos de que est hecha la accin dramtica no son
histricos, sino inventados. Ser que Alarcn esperaba suscitar mayor inters del pblico,
o halagar a posibles mecenas, al dar un alterego ficticio a personajes prominentes? Oquiz
lo nico que en esta prctica se revela es su aguda consciencia de la importancia que en
la sociedad espaola tenan la familia y el linaje?
V. SEVILLA: COMIENZOS DE LA VIDA
PROFESIONAL YJUEGOS POTICOS
A. La Sevilla de Alarcn (1600-1636)
Para Alarcn, como para todos los viajeros llegados de Indias, Sevilla
serva obligatoriamante de introduccin a la metrpoli. All se detuvo
a comienzos del otoo de 1600, antes de trasladarse a Salamanca, y all
volvi muchas veces, probablemente durante todas sus vacaciones vera
niegas. Sabemos que all estuvo en septiembre de 1602 para recoger el
dinero de su pensin (vase supra, p. 91, nota 8); y all, en el verano de
1606, intervino en unas fiestas, mitad justa potica y mitad torneo bur
lesco, todo en un ambiente de juguetn compaerismo, al lado de otros
participantes, lo cual es seal de un contacto social prolongado.1Unos
documentos legales de 1607 y 1608 lo describen como vecino de la ciu
dad y abogado con licencia para ejercer la profesin ante la Real Audien
cia.2 En 1613, al regresar de Mxico a Espaa, tuvo tiempo otra vez
para visitar a sus amigos de Sevilla; y en aos posteriores segua tenien
do contactos de negocios con algunos sevillanos, en especial el medio
racionero Lorenzo Hamon,3del cual recibi dinero en enero y noviem
bre de 1615, y a quien en marzo de 1619 dio poder para cobrar cierta
suma que se le deba.4
1 Vase Aureliano Fernndez-Guerra y Orbe, Noticia de un precioso cdice de la
Biblioteca Colombina, en Bartolom Jos Gallardo, Ensayo de una biblioteca de libros raros
y curiosos, t. 1, Rivadeneyra, Madrid, 1865, cois. 1245-1302.
2 Rodrguez Marn, Nuevos datos, pp. 7-8 y 15.
1 No Aun, como transcribi Cristbal Prez Pastor y copi Castro Leal, Alarcn,
p. 241: en las pruebas de limpieza del Archivo de la Catedral de Sevilla (legajo L, nm.
12), iniciadas el 17 de agosto de 1609, el medio racionero se apellida Hamon; sus padres
procedan de familias inglesas catlicas que, como los antepasados de Jos Mara Blanco
White, emigraron a Andaluca en el siglo XVI. El apellido ingls original era sin duda Ham-
mond. Lorenzo mismo naci enJerez de la Frontera. A pesar de ser clrigo, se dedicaba,
por lo visto, a los negocios (su padre era comerciante). Era lo que hacan muchos clrigos
de la catedral, segn Pike, Aristocrats and Traders, p. 71.
4 Archivo Histrico Nacional, Madrid, nms. 4617 (escribano Andrs Calvo Escu
dero, fol. 1297r-v, 6 de noviembre de 1615), 4355 (escribano Diego de San Martn, fol.
no numerado, 26 de enero de 1615) y 5297 (escribano Francisco de Barrio, fol. 391r-v,
5 de marzo de 1619). Castro Leal, Alarcn, p. 241, llama equivocadamente Andrs Calvo
al escribano del tercer documento; los protocolos de Calvo, que comienzan en marzo de
1619 (legajo 4628), no contienen ningn documento firmado por Alarcn.
[125]
126 SEVILLA
mente, t. 1, Ayuntamiento de San Clemente, Madrid, 1975, p. 70). Los Montoya de Sevilla
y San Clemente y los Alarcn de Albaladejo y San Clemente bien pueden haber tenido
races que se entrelazaban. Sobre la vinculacin directa de la familia del dramaturgo con
los Pacheco de San Clemente en el siglo XVI, vase injra, Apndice C, p. 244; y sobre las
dificultades que tuvieron con la Inquisicin estas familias de origen converso ms o menos
remoto, ibid., pp. 243-245.
15 Vase el ndice de la Seccin Terceradel Archivo Municipal deSevilla. Expedientes, memo
rialesy documentos, t. 3, Sevilla 1860, nm. 9 (Arquillo). En 1580 los registros notariales
de Sevilla lo identifican ya como veinticuatro, y dicen que se dedica al trfico comercial
en gran escala; vase, por ejemplo, Catlogos de losfondos americanos, t. 2, nm. 1705, y
t. 3, nms. 1117 y 1118.
16 Domnguez Ortiz, Ortoy ocaso, p. 55.
17 Ortiz de Ziga, Anales, t. 4, pp. 155-156.
130 SEVILLA
En los registros notariales de mediados del siglo xvi consta que la mujer
del rico comerciante Gaspar de Cazalla se llamaba Beatriz de Virus,
hermana quiz de Leonor. Lo que salta a la vista es que, en esta socie
dad notablemente endgama, haba en el siglo xvi varias familias de ori
gen predominantemente converso que una y otra vez estrechaban alian
zas matrimoniales, de manera que muchos maridos y mujeres estaban
emparentados por la sangre; es lo que ocurra con los Tllez, los Her
nndez, los Cazalla, los Ruiz y los Montoya.18
El apellido Cazalla se da en miembros del clero sevillano hasta me
diados del siglo xvi: a finales del xv haba un clrigo llamado Juan Ca
zalla, y entre 1491 y 1507 un Alonso Daz de Cazalla era medio racione
ro de la catedral;19pero a partir de 1515, cuando los descendientes de
judaizantes procesados por la Inquisicin quedaron excluidos del cabil
do catedralicio, deja de sonar all el apellido Cazalla. En cambio, varios
clrigos que ocupan puestos importantes en la catedral durante el si
glo xvi llevan el apellido Montoya; el ms famoso fue Juan Bautista de
Montoya, cannigo en 1559 y arcediano de Niebla en 1574, ntimo ami
go de Mateo Vzquez, el secretario de Felipe II.20
Juan Bautista de Montoya muri en 1587, poco antes de la muerte
de Gaspar Ruiz de Montoya, con quien quiz tena relacin familiar.
Pero cuando Alarcn lleg en 1600, uno de losjesutas ms sabios y aplau
didos de Sevilla era el padre Diego Ruiz de Montoya, pariente lejano
suyo (era, con toda seguridad, pariente de Gaspar, sobrino quiz). Na
cido en 1562, enseaba teologa en el colegiojesutico de San Hermene
gildo y public en Lyon tres comentarios sobre Santo Toms: De Trinita-
te (1625), De volntate Dei et propriis actibus eius (1630) y De Providentia
praedifiniente acpraebentepraedestinationis exordium(1631). Un aplaudidor con
temporneo deca de l que era tenido por el orculo de Sevilla: era tan
respetado por su vida ejemplar y su buen juicio, que nada se haca sin
consultar su parecer; el pueblo estaba persuadido de que Dios hablaba
por su boca.21
Cristbal Ruiz de Montoya, pariente cercano del jesuta, emigr a
Lima en el ltimo cuarto del siglo, cas con una criolla y tuvo un hijo,
Antonio Ruiz de Montoya, que en 1608 profes en la Compaa de Je
ss y durante un cuarto de siglo ejerci su ministerio entre los guaranes
de las misionesjesuticas del Paraguay,'para los cuales compuso un cate-
18 Catlogos de losfondos americanos, t. 1, nm. 497; t. 4, nms. 1480 y 1483 (Beatriz
de Virus y Gaspar de Cazalla).
19 Joaqun Hazaas y La Ra, Maese Rodrigo, 1444-1509, Izquierdo y Compaa,
Sevilla, 1909, pp. 31, 65, 240 y 256.
20 Joaqun Hazaas y La Ra, Vzquez de Leca, 1573-1649, Sobrinos de Izquierdo,
Sevilla, 1918, p. 20. (Sobre la mala fama del apellido Cazalla vase supra, p. 20.)
21 Francisco X&rque, Vida prodigiosa... del venerablepadre Antonio Ruiz de Montoya......
Zaragoza, 1662, p. 13.
AMIGOS, QUEHACERES Y SITUACIN 131
salida y llegada de las flotas, adonde llegan frescas las noticias de naufra
gios y de fortunas arruinadas, agitada por el ir y venir de los viajeros,
y notable por la rapidez y facilidad con que en ella iba fundindose el
linaje de los mercaderes burgueses con el de los nobles de vieja alcurnia.
Esta ciudad forma parte integrante y necesaria de dos comedias alarco-
nianas, El semejante a s mismo y La industriay la suerte. Alarcn tena tam
bin en la cabeza otra Sevilla muy diferente, la del siglo xiv, la de Pe
dro elJusticiero cuya corte estaba en el fabuloso Alczar mudjar donde
a comienzos del x v ii viva el Conde de Olivares, la ciudad en que la
nobleza y generosidad de espritu, la lealtad con los amigos y el valor
en la lucha contra los moros tenan su debido reconocimiento. sta es
la Sevilla que sirve de escenario a la comedia Ganar amigos.
donante partida de la flota (acto II, escena 1; vase supra, p. 71); Leo
nardo, a su vez, cuenta con la misma minucia cmo se cay del galen
a medio ocano, y ya crea que se ahogaba cuando hizo Dios que pasara
una fragata que lo recogi y lo trajo a Espaa (vs. 2683-2730).
Constantemente se oye el lenguaje comercial y se habla de transac
ciones. El dinero va de mano en mano y es contado con exactitud. Por
fortuna Donjun es rico, y le es fcil realizar sus planes (con el dinero
/ dos mil dificultades acomodo, vs. 340-341); a su primo Don Diego,
que reside en Madrid, le ha mandado una letra de cambio por la canti
dad de 100 doblones; a Leonardo le da 2,000 escudos para los gastos
de su viaje a Lima. Rico como es dice, por qu no gastar liberal
mente un dinero que le asegura la consecucin de sus deseos? En el mo
mento de traicionar a su amo por un puado de doblones, un criado hace
esta reflexin: Aquin no dobla un dobln? / Qu fuerza hay contra
el dinero? / Qu escudo contra un escudo? / Har el oro hablar a un
mudo, / har callar a un barbero (vs. 1298-1302). Es natural que en
semejante atmsfera las perfecciones de una mujer se comparen con las
riquezas de las Indias. Pues qu ms Indias que Ins?, dice Sancho;
si un pintor la retrata, ser el cabello el metal / rubio, y el blanco la
frente, / una perla cada diente / y cada labio un coral (vs. 1094 y 1099-
1102).
En el centro de este escenario sevillano pone Alarcn al obseso Don
Juan, que no puede estar tranquilo mientras no averige si su prima Doa
Ana va a seguir sindole fiel durante su viaje, y ha concebido la loca idea
de fingir ese viaje y regresar a Sevilla hacindose pasar por su primo Don
Diego Lujn (ya ha tenido el cuidado de convencer a su familia de que
Don Diego y l son extraordinariamente parecidos). Si Doa Ana resul
ta ser infiel, l se sentir triste, pero no deshonrado. Tal es el plan que
le expone a Leonardo, aadiendo que el buen resultado depende de que
sea l quien vaya a Lima. Leonardo, modelo de amigos, accede sin pen
sarlo dos veces, pese a que corre el riesgo de perder a su queridsima
Julia. La amistad es lo primero: No quiera Dios que en m venza / el
amor a la amistad (vs. 885-886). La amistad es el valor espiritual im
plcitamente contrastado con el valor material del dinero en el hermoso
soneto que dice Don Juan (vs. 436-449): la santa amistad, dice, es
aumento de la prspera fortuna / y alivio en la infeliz, virtud divina,
ancla segura de la incierta nave / de la vida mortal. Anunciado inci
sivamente en esta comedia juvenil, el tema de la amistad es uno de los
ms importantes del teatro de Alarcn, y ofrece un tranquilizador con
trapeso a las otras preocupaciones constantes: la quemante angustia del
amor y los celos, y los peligros espantosos del engao. Qu confusio
nes, qu daos / acarrean los engaos!, dice en cierto momento Don
Juan (vs. 1559-1560). Los amigos son ms seguros que los parientes, ob
serva Don Diego con amargura; no hay que esperar fineza de un pa
142 SEVILLA
riente, pero de amigos la fama / mil ejemplos nos ha dado (vs. 1729-
1734). Por boca de Don Diego habla sin duda su creador, Ruiz de Alar
cn, pariente pobre y no muy favorecido por las varias familias podero
sas a las cuales, valido de los vnculos de sangre, se acerc en Sevilla
y en Madrid.
El semejante a s mismo es una versin sumamente original de la vieja
leyenda de los dos amigos, que se remonta por lo menos a la Disciplina
clericalis de Pedro Alfonso (comienzos del siglo xn). La fuente inmedia
ta es, por supuesto, el cuento cervantino del Curioso impertinente, retocado
por el dramaturgo para contestar a la objecin del Cura: que el cuento
sera ms verosmil si en lugar de tratarse de un marido y su mujer se
tratara de un galn y su dama (Don Quijote, I, 35). Donjun, a quien
su prima llama celoso impertinente con intencionada alusin al cuen
to del Quijote al igual que La cueva de Salamanca, tambin esta otra co
media juvenil da seales de una atenta y entusiasta lectura de
Cervantes, no quiere correr riesgos, y es l mismo quien enamora a
su dama hacindose pasar por otro. La escisin ntima de Donjun, ce
loso de s mismo a causa de su doble identidad, suministra la mejor par
te de la energa pasional de la obra, y da lugar para agudas observacio
nes sobre cmo la gente tiende a comportarse con el otro a partir de los
accidentes de un nombre y un estado que ste ha declarado tener,
y no a partir de su esencia. En las brillantes escenas 2 y 3 del acto
II, Donjun, convertido en Don Diego, vuelve a casa, fingiendo
al principio ser Donjun, y explicando que su galen naufrag y l pudo
llegar a Lisboa, desde donde regres por tierra. Su padre, su prima Doa
Ana y su criado Sancho lo reconocen naturalmente como Donjun, hasta
que l descubre su verdadera identidad la de Don Diego, y en
ese momento Sancho afirma haber notado, desde el primer momento,
dos mil diferencias entre su amo y el recin llegado: ste tiene los pies
ms grandes, es un poco ms delgado, es agobiado (o sea cargado
de espaldas, algojorobado), y adems tiene cara dejudo (vs. 1169-1182).
Tras los telones el autor parece guiar el ojo y ponderar lo bueno que
sera perder la carga de la joroba con slo cambiar de nombre.46bl
Lo sorprendente es que Don Diego le resulte a Doa Ana ms
atractivo que Donjun, aunque cuando ste, habiendo revelado su iden
tidad, estalla en violentos insultos, acusndola de traidora en un lengua
je duro, tpicamente alarconiano (vs. 1917-1926), ella replica, no sin ra
zn, que siempre ha estado amando a la misma persona, pues la mudanza
accidental de nombres no afecta a la esencia: Ese cuerpo y alma ha
46bs Jaime Concha, Ruiz de Alarcn y El semejanteasi mismo, Nuevo Texto Crtico,
1(1988), 55-77, encuentra, en esta y en otras comedias de Alarcn, imgenes recurrentes
que revelan, segn l, preocupacin obsesiva y odio por el cuerpo. Curiosamente, los sig
nificativos versos aqu citados no reciben comentario alguno.
LAS COMEDIAS SEVILLANAS 143
52 Pedro I, en 1361-1362, emprendi con buen xito una campaa en Granada para
restaurar en el trono del reino a su amigo Mohamed V, pero nadie poda confundir esto
con la Reconquista cristiana. Otra flagrante muestra de desdn por la precisin histrica
se ve en el nombre de los cortesanos que rodean al Rey. Casi todos ostentan apellido, como
para invitarnos a considerarlos personajes reales del siglo XIV. Nada ms lejos de la ver
dad. El Marqus Don Fadrique no es de ninguna manera el Infante Fadrique, medio her
mano de Pedro, a quien ste dio muerte por sospechas de traicin; en la corte de Pedro
no hubo ningn Godoy, ningn Luna; el apellido Padilla, llevado por Don Diego en la
comedia, hace pensar en la famosa amante de Pedro, doa Mara de Padilla, pero Alarcn
no hace el menor intento de relacionar a su Don Diego con esa dama. En la escena 15
del acto II se presta considerable atencin a la muerte de cierto Miguel Carabeo, general
valiente del Rey, y se habla de su sucesor, que puede ser el seor de Bailn, o bien
don Sancho Marmolejo, o don Francisco de Estrada, o don Fernando Manrique. Los do
cumentos del reinado de Pedro (vase el Indice del libro de Luis Vicente Daz Martn,
Itinerario de PedroI de Castilla. Estudioy regesta, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1975)
no registran tales nombres. Si el haberlos escogido no es cosa puramente caprichosa, casi
parecera que Alarcn est aludiendo a abogados amigos o conocidos que tenan alguna
prominencia en sus tiempos: un licenciado Pedro Antonio de Caraveo era alcalde mayor
de Bolaos en 1616; el licenciado don Pedro de Marmolejo, sevillano pudiente, fue conseje
ro de Indias de 1611 a 1616; un doctor Francisco deEstrada, que viva en Roma, se dirigi
en 1617 a la Cmara de Castilla para que se le devolviera su ciudadana castellana; un
licenciado Alonso Manrique era corregidor de Aranda de Duero en 1615: datos de Pelorson,
Les Letrados, pp. 77, 215, 190 (nota 5) y 123, respectivamente. El proceder de Alarcn
es aqu enigmtico. Si no quiso emplear apellidos que sonaran a siglo XIV, puesto que de
hecho la accin de Ganar amigos es completamente inventada, sin nada de histrico, poi
qu no bautiz a sus personajes simplemente con nombres cristianos vlidos para cualquier
poca en vez de darles esos apellidos fciles de reconocer para algunos de los espectadores?
Tirso de Molina, de manera semejante, aunque en menor medida, sola dar apellidos
nobles contemporneos a sus personajes, prctica que ha sido muy estudiada: vase, por
ejemplo, Gerald E. Wade, Character ames in Some of Tirsos Comedies, Hispanic
Review, 36 (1968), 1-34.
53 La visin de Pedro I como paladn de la ley y la justicia no carece de base histri
ca. A comienzos de su reinado (1351) el rey convoc a Cortes en Valladolid, y, despus
de or las peticiones de los diversos estamentos, dio sus respuestas (cuyos borradores, bas
tante detallados, se conservan an), hacindolas preceder de un exordio en que deca: ...los
rreys e los prncipes biuen e rregnan por lajustigia..., e la deuen cunplir e guardar senna-
ladamiente entre todas las otras cosas que les Dios encomend por el estado e lugar que
dEl han en la tierra (Cortes de los antiguos reinos deLeny deCastilla, Rivadeneyra, Madrid,
148 SEVILLA
1863, t. 2, pp. 1-2). Si Alarcn no se document acerca de Pedro I, pudo al menos toparse
con esta*? palabras a la hora de estudiar las leyes de Castilla.
Easc, como se ver in/ra, p. 210, nota 33, cierta confusin en cuanto a los apelli
dos del padre y del hijo.
[.AS COMEDIAS SEVILLANAS 149
por ella como por La verdadsospechosa. La victoria estoica sobre uno mis
mo, el fino equilibrio de opuestas exigencias morales que forma el tejido
de dramas como Cinna, todo eso est en la comedia de Alarcn. Pero
Don Fadrique es una figura mucho ms humana y simptica que el h
roe corneliano tpico. Hasta tiene una tacha, revelada ya en el acto I,
donde lo vemos haciendo planes para gozar a Doa Flor sin ofrecerle
matrimonio. Su criado Ricardo considera indigna de un privado del rey
esa intencin deshonrosa, y aconseja matrimonio. En fin de cuentas no
llega a tener lugar la cita con Doa Flor, y al final, empujado suavemen
te por el Rey, Don Fadrique se casa con ella.
Si Don Fadrique y Don Fernando representan los ideales supremos de
la conducta caballeresca, los otros dos nobles, Don Diego de Padilla y Don
Pedro de Luna resentido el uno, pues ha sido desdeado por Doa Ana,
la cual, segn cree l, ama al Marqus; envidioso el otro de la posicin
privilegiada que el Marqus tiene ante el Rey, estn hechos de otra pas
ta, y planean una intriga para acabar con Don Fadrique. Don Diego fuer
za a Doa Ana fingiendo ser el Marqus, y va luego a acusarlo ante el Rey
de esa fechora. El Rey, que no puede desviarse del recto sendero de la
justicia, encarcela y condena a muerte al ms valioso de sus consejeros.
Para evitar este radical error de lajusticia, los amigos de Don Fadri
que van ahora a pagarle lo que le deben. Don Fernando, el primero que
l gan, se dirige al propio acusador, Don Diego, apela a su noble pe
cho y lo convence de presentarse ante el Rey confesndose culpable de
la violacin de Doa Ana (acto III, escena 15). En seguida l mismo se
confiesa matador del hermano de Don Fadrique, borrando as la sospe
cha de que Don Fadrique fuera autor de ese crimen. Don Pedro de Luna,
entre tanto, conmovido por la revelacin de que el Marqus a quien tan
mal ha tratado lo salv una vez de la muerte interviniendo ante el Rey,
se ofrece a ocupar en la crcel el lugar de Don Fadrique, oferta que ste
rechaza noblemente. La corte queda as limpia de intrigas turbias y de
celos mezquinos gracias al noble ejemplo del Marqus y en menor me
dida de Don Fernando, que ha reavivado en los tres cortesanos la con
ciencia de las obligaciones de la nobleza, entre las cuales, y muy en pri
mer lugar, se cuenta el guardarle la palabra a un amigo.
Lo nico que falta es que el Rey, austero y vigoroso paladn de la
ley, pronuncie el perdn de los cortesanos (incluso el matador y el viola
dor), pero no como un acto gratuito de misericordia que abrira fisu
ras peligrosas en la ley, sino atenindose a una ley escrita segn la cual
quien es nico en un arte y til para la nacin tiene, por una vez,
derecho a ser perdonado de cualquier delito, que el derecho, preveni
do, / ms conveniente juzg / conservar el bien de muchos / que castigar
un error (vs. 2829-2832). Nada puede ser ms ventajoso para el reino
que el valor probado de esos cuatro hombres, y as el Rey les concede
la libertad por derecho, / y por justicia el perdn (vs. 2843-2844).
150 SEVILLA
como los dramaturgos suelen manipular la historia pasada para decir algo
sobre figuras notables o sobre sucesos y problemas de sus das. Ejemplo
sobresaliente de este fenmeno es la comedia Ganar amigos.
VI. MADRID: ALARCN EL DRAMATURGO
[155]
156 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
1626 relator interino del Consejo de Indias, fueron para l una poca
de sostenida y continua creacin literaria. Adems, si hemos de creer
las declaraciones que hace en los dos volmenes de sus obras, el de 1628
y el de 1634 y no hay por qu no creerlas, todas esas comedias se
haban representado en los escenarios de Madrid.10
Ya en 1616 el actor Juan de Grajales le compr una o varias come
dias, segn parece, por la suma de 100 ducados (37,500 maraveds); en
junio de 1619 Grajales le adeudaba an 500 reales (17,000 maraveds),
como se ve por un poder que Alarcn dio a Diego de Castroverde, veci
no de Granada, para cobrar la deuda." Verdad es que no se aclara si
esa cantidad se refiere a la compra de las comedias, pero es justo supo
nerlo. En 1614 Grajales y su mujer eran los actores mejor pagados de
la compaa de Andrs de Claramonte, en la cual, cosa curiosa, haba
tres actores apellidados Alarcn.12Cabe preguntarse si no habrn sido
estos actores los que pusieron a Alarcn en contacto con Grajales, que
andaba comprando comedias para echar a andar su propia compaa,
como tantos otros actores haban hecho.
Alarcn no hubiera podido vivir del dinero que le dejaba su produc
cin dramtica. Nadie poda hacerlo, excepto Lope. Sin embargo, no
parece haber ejercido su profesin de letrado para ganar algo, y cierta
mente no solicit ser aceptado como abogado ante los Reales Consejos,
como haba hecho en Mxico y como hizo Len Pinelo al llegar a Ma
drid en 1622. Tal vez huy de la participacin activa en procesos porque
esta actividad no significaba nada en cuanto a honra ni mejoraba las po
sibilidades de un nombramiento oficial (de hecho, suceda ms bien lo
contrario). En parte por el gran nmero de conversos que haba en la
profesin legal (algo ms limpia que la profesin mdica, pero de to
dos modos sospechosa), y principalmente por la irritacin pblica ante
las enormes y seguramente innecesarias complicaciones y dilaciones de
los procesos, los abogados solan ser despreciados y aborrecidos, y blan
co de stiras feroces (como la famosa tirada de Quevedo contra ellos en
El sueo de la Muerte). Lope, constantemente metido en litigios, expres
en un divertido soneto lo que senta de los abogados y de los procesos:
Pleitos, a vuestros dioses procesales / confieso humilde la ignorancia
ma. / Cundo ser de vuestro fin el da?..., para concluir con esta
reflexin: OhJusticia, oh Verdad, oh virgen bella! / Cmo entre tantas
manos y opiniones / puedes llegar al tlamo doncella?13En suma, un
10 Los dos prlogos pueden leerse en OC, t. 1, pp. 4-6.
11 Archivo Histrico de Protocolos, Madrid, escribano Francisco de Barrio, legajo
5297, fol. 1034 (5 dejunio de 1619); texto transcrito en Castro Leal, Alarcn, pp. 227-228.
12 Vase Cristbal Prez-Pastor, Nuevos datos acerca del histrionismo espaol en los siglos
xviy xvii, Revista Espaola, Madrid, 1901, pp. 141 y 144.
13 Lope de Vega, Rimas de Tom de Burguillos, en sus Obras poticas, ed. Jos Manuel
Blecua, t. 1, Planeta, Barcelona, 1969, p. 1350.
AMIGOS, ENEMIGOS Y COMEDIAS 159
hombre como Alarcn, aspirante a un puesto honroso como el de magis
trado en Espaa o en las Indias, lo mejor que poda hacer era separarse
de los sucios negocios del mundo abogadil. El clebre abogado napolita
no Francesco dAndrea (1625) observaba que en Espaa rarsima vez
se daba el caso de que un abogado ascendiera a un puesto en los tribuna
les de la Corona.14
Siendo as, con qu recursos se sostuvo Alarcn durante estos aos?
Pudo, como sagazmente sugiri Alcal Zamora, ganar algn dinero co
laborando en silencio con algn relator amigo suyo, necesitado de ayuda
para resumir las montaas de documentos que llegaban a cualquiera de
los Reales Consejos.15Acabamos de recordar que en 1614 y 1615 reci
bi dinero de su hermano Pedro; posiblemente le llegaron, de la misma
fuente, otras sumas en aos subsiguientes. Puede haber heredado algu
nas modestas propiedades, ya en Mxico, ya en Piqueras del Castillo (pro
vincia de Cuenca), de su padre Pedro, muerto en 1608. Parece, en todo
caso, que consigui mantenerse como un caballero dueo de una renta
personal y que ni siquiera se sinti nunca forzado a servir de secretario
a un noble, como Lope sirvi al Duque de Sessa.
No se sabe dnde estuvo viviendo en estos aos, pero s que en 1616
viva en compaa de una mujer, ngela de Cervantes, nacida en 1576
en la parroquia madrilea de San Nicols, de la cual tuvo una hija, bau
tizada con el nombre de Lorenza en la villa de Piqueras del Castillo el
6 de enero de 1617.16Esta unin nunca fue legitimada, quiz por no
pertenecer Angela a la clase social de Alarcn, quiz tambin porque ste
quera mantener el celibato para ordenarse de clrigo si acaso se presen
taba la posibilidad de un puesto en los tribunales eclesisticos. Si nos ate
nemos a los testimonios recogidos en 1688 durante las averiguaciones
de limpieza de sangre de Juan Girn de Buedo y Ruiz de Alarcn, nieto
del dramaturgo (ciertamente nada garantiza su exactitud, dado el tiem
po corrido entre el ao de nacimiento de Lorenza y el de 1688, adems
de que los testimonios de esta ndole no suelen ser fidedignos), Juan y
Angela hicieron vida comn durante muchos aos, quiz hasta la muer
te de ella. Angela era mayor que Juan, y seguramente no viva ya en
1639, cuando l hizo su testamento. Uno de los testigos de 1688, don
Felipe de Ayala, sargento mayor, de 68 aos, declara haber vivido va
rios aos en Madrid en la misma casa que Juan y ngela (ibid.., p. 56),
y otro, Pablo Piqueras, de 70 aos, dice que los vio juntos a los dos en
Piqueras, adonde solan venir a cuidar de su hacienda (una pequea
heredad dejada por el padre de Juan?) y donde vivieron un tiempo, y
que tambin los trat en Madrid, donde vivan lo ms del tiempo a cau-
sa del cargo que Juan tena en el Consejo de Indias (ibid., pp. 56-57).
As, pues, la unin dur por lo menos hasta 1626, que fue cuando Juan
obtuvo ese cargo (aunque conviene recordar que Pablo Piqueras tena
apenas unos 8 aos en 1626, y hay derecho a dudar de sus recuerdos).
En todo caso, vale la pena reflexionar sobre la relacin entre el drama
turgo y su hija Lorenza: aunque sta era ilegtima, l asumi plena res
ponsabilidad por ella, le dio su apellido Alarcn, atendi siquiera un poco
a su educacin (en 1640, en Barchn, ella firm con mano torpe ciertos
documentos legales,17pero al menos no era analfabeta como Isabel, la
hija natural de Cervantes), y-en vez de acudir al cmodo expediente de
meterla en un convento, se ocup de encontrarle marido en una familia
de Barchn del Hoyo, los Buedo, que eran hidalgos; adems, a ella le
dej en su testamento la mayor parte de sus bienes (ibid., p. 56).
As, pues, de 1617 en adelante tuvo Alarcn una vida privada y una
familia a la que parece haber resguardado de la mirada pblica y a la
que no hace alusin clara en sus comedias, excepto tal vez al crear el
personaje de Donjun de Mendoza en La cueva de Salamanca, ese joven
recin casado y que ya ha sentado cabeza. Por fortuna, el grueso de su
tiempo, de su vida, no se desperdici en la batalla de ingenios y de len
guas con poetas quisquillosos y celosos, ni en la humillante solicitacin
de favores de los nobles o de los altos funcionarios.
Otro dato interesante del testimonio de Pablo Piqueras (1688) es que
Juan sola interrumpir su estancia en Madrid y pasar temporadas en la
tierra manchega de su padre. El que su hija haya sido bautizada en Pi
queras confirma el lazo ntimo de Alarcn con esas tierras y con la fa
milia paterna. El clrigo Garca Ruiz de Alarcn, abuelo del dramatur
go, haba heredado de sus padres, seores de Albaladejo y Piqueras, una
casa en la segunda de esta poblaciones, y aqu fue enterrado, en una ca
pilla fundada por l mismo (la de la Inmaculada Concepcin de Nuestra
Seora) dentro de la iglesia misma en que fue bautizada Lorenza {ibid.,
pp. 66 y 71). Si Juan Ruiz de Alarcn era en Madrid un individuo insig
nificante al lado de los grandes, en esos poblados de La Mancha Pi
queras, Albaladejo, Barchn del Hoyo reciba de inmediato la con
sideracin y el respeto que merecan los descendientes de una de las prin
cipales familias de la regin, seores de Albaladejo, de Piqueras y de
Villarejo de Fuentes, y miembros dominantes del cabildo municipal
de Barchn.
En 1613, cuando Alarcn lleg a Madrid, el seoro de todas esas
poblaciones salvo Barchn estaba en manos de doaJuana Pacheco, pri
ma segunda suya. Doa Juana cas en segundas nupcias con un parien
te lejano suyo (y de Alarcn), llamado Juan Ruiz de Alarcn y Andra-
17 Archivo Histrico de Protocolos, Cuenca, Barchn del Hoyo, escribano Lorente
de Rueda (Io de marzo de 1640), fols. sin numerar.
AMIGOS, ENEMIGOS Y COMEDIAS 161
da, seor de Buenache, tambin en La Mancha, el cual lleg a recibir
el hbito de Alcntara en 1626 es verdad que slo tras una dificultosa
prueba de limpieza de sangre, que se arrastraba desde 1609, seguramente
uno de los casos ms prolongados en esta clase de gestiones (ibid., p. 60).
Yen 1613, para gran sorpresa de todo Madrid, como lo refiere Luis Ca
brera de Crdoba en sus Relaciones de las cosas sucedidas en la corte, cierto
Pedro Girn de Alarcn, to del dramaturgo, hered el antiguo ttulo
de Conde de Cifuentes (ibid., p. 68). Alarcn trab lazos amistosos
y duraderos con la familia de este to, pues en su testamento (1639) nom
br a Magdalena de Silva y Girn, hija del Conde, como uno de sus al-
baceas, y le dej un Santo Cristo de bronce..., con su caja de bano,
en seal de buena voluntad y mucho amor y voluntad que la tengo y
debo (ibid., p. 69). Pero no puede negarse que, cuando Alarcn iba
a La Mancha, los parientes que lo reciban con ms cario y entre quie
nes se senta ms a gusto eran sus primos Cristbal y Rufina Girn, que,
como l, no pertenecan al tronco principal de la familia de Albaladejo
pero se haban asentado cmodamente en Barchn y gozaban de consi
deracin. Cuando Lorenza de Alarcn fue bautizada en Piqueras en 1617,
la madrina fue Rufina, y los testigos fueron su hermano Cristbal y su
marido Garca de Buedo; aos despus, Lorenza se casara con un hijo
de Rufina, Fernando Girn de Buedo (ibid., p. 55).
La Mancha le dio a Alarcn un asilo de respeto, prestigio y cario
que debe haberlo confortado una y otra vez durante sus agitados aos
de Madrid. Algo del calor y bienestar que le daba se puede sentir en su
comedia Los favores del mundo, que ya estaba escrita el 3 de febrero de
161818y que es la primera de las ocho que public en 1628; quiz lo que
movi a Alarcn a darle el primer lugar fue el haber expresado en ella
sus arraigados sentimientos en cuanto a los azares y peligros de la lucha
por medrar en el veleidoso mundo de la corte. El protagonista se llama
Garci Ruiz de Alarcn, y el criado subraya la importancia de ese nom
bre: .. .Tan mal / os informa su apellido? / La Mancha no lo ha tenido /
ms antiguo y principal.19Recin llegado a Madrid, y naturalmente
deslumbrado por su belleza y magnificencia, el hroe descubre, sin em
bargo, que le es imposible confiar en los favores del prncipe Enrique
(que sera luego Enrique IV) ni en los favores del mundo en general,
y se siente fuertemente tentado a regresar a su rincn (vs. 1899-1902):
...y, al fin, en ausentarme me resuelvo,
y, el cuerpo huyendo al peligroso estado
y a la inquietud de la ambicin sedienta,
vivir con mis vasallos y mi renta.
20 En Losfavores del mundo abundan las menciones, muy elogiosas siempre, de apelli
dos llevados por antepasados del dramaturgo: Alarcn, Girn y Pacheco. Vase King, La
ascendencia, pp. 81-83.
21 Sobre los miembros de esta academia y la ndole de sus actividades certmenes
poticos, comedias burlescas representadas de improviso (como el ridculo Perseoy Andrme
da representado en SanJuan de Alfarache el da de San Laureano de 1606), etc., vase
King, Prosa novelstica, pp. 49-54.
22 El texto de los dos romances puede verse en las Obras completas de Quevedo, II,
Verso, ed. Luis Astrana Marn, Aguilar, Madrid, 1943, pp. 39-40 y 965, respectivamente.
AMIGOS, ENEMIGOS YCOMEDIAS 163
eran Bobadilla y Cabrera. Los Ziga ms ilustres eran los Condes de
Miranda, vinculados matrimonialmente con los Guzmn. Cabe obser
var que Alarcn firma su contribucin con su nombre completo: el li
cenciado don Juan Ruiz de Alarcn y Mendoza, con el don y el bien
ganado ttulo de licenciado. Es lo que har, por regla general, en los aos
subsiguientes. En los documentos de 1615 no usaba an el don.
Tambin hay versos de Alarcn en los preliminares de la Segundaparte
del espaol Gerardoy desengao del amor lascivo, novela de Gonzalo de Cspe
des y Meneses publicada en 161723y dedicada a don Gmez Surez de
Figueroa y Crdoba, duque de Feria. Los elogiadores de este libro son
en parte los mismos que elogiaron el de Agreda, cosa no sorprendente
en vista del hecho de que Cspedes haba llamado a Agreda su mayor
amigo; ahora es Agreda quien elogia a Cspedes; otros dos que reapare
cen, si bien como elogiadores de la Primera parte de la novela, son doa
Beatriz de Ziga y Alarcn y el toledano Gonzalo de Ayala. Cspedes
fue, como Alarcn, una especie de marginado en la Espaa de Felipe
III, y, por razones desconocidas, estuvo preso dos veces, la primera en
Sevilla de 1609 a 1614, la segunda en Madrid en 1619. En 1631 public
en Lisboa la primera parte de su Historia de don Felipe el Cuarto, que es
sin duda una de las mejores historias contemporneas de la poca. Cs
pedes no es un simple recopilador de ancdotas, fechas de bodas reales
ycosas semejantes, al estilo de Cabrera de Crdoba o de Antonio de Len
Pinelo, sino un agudo intrprete de los acontecimientos y un melancli
co observador de la decadencia del reino.
Alarcn escribi otros versos en 1618, en elogio de los Proverbios mo
rales de Cristbal Prez de Herrera (1556-1620), natural de Salamanca,
en cuya Universidad se gradu de bachiller en medicina en 1577; haba
tenido el cargo de protomdico de las galeras de Su Majestad y final
mente haba sido nombrado (1592) mdico del propio Rey. Se deca des
cendiente de cristianos viejos originarios de Burgos, pero sus reticencias
en cuanto a sus padres, y el tono y la ndole de sus escritos, nos dan am
plias razones para creer^ue era cristiano nuevo, tal como lo haba sido
el clebre doctor Juan Huarte de San Juan.
Reformador incansable de la prctica y la administracin mdicas,
Prez de Herrera luch sin cesar por mejorar la suerte de los pobres y
fund para ellos el Hospital General y Real, en parte con dineros de su
bolsa. Es indudablemente, junto con Saavedra Fajardo, lamos de Ba-
rrientos y Sancho de Moneada, una de las principales voces que se alza
2i No se conoce ningn ejemplar de la edicin madrilea de 1617; se reimprimi tres
vecesjunto con la Primeraparte: Barcelona, 1618; Madrid y Cuenca, 1621. Yves-Ren Fon-
querne, en su edicin de las Historias peregrinasy ejemplares de Cspedes, Castalia, Madrid,
1970, p. 33, pone en duda la existencia de una edicin de la Segundaparte sola, de manera
que la primera edicin sera la de Barcelona, 1618 (a continuacin de la Primeraparle). Yo
he manejado la de Madrid (Luis Snchez), 1621.
164 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
Ala vez que en esos aos se rodeaba de una red de amigos, Alarcn
comenzaba a ser aplaudido como autor teatral. Dos por lo menos de sus
mejores comedias, Losfavores del mundo y Las paredes oyen, haban sido re
presentadas en 1618 por la compaa del clebre actor-director Baltasar
de Pinedo, una de las ocho que gozaban de real licencia para representar
en Madrid y en otras ciudades importantes del reino. Estas primeras re
presentaciones registradas en los documentos conocidos (lo cual de nin
guna manera quiere decir que no se hubieran representado antes) tuvie
ron lugar, las dos, el sbado 3 de febrero de 1618. Lasparedes oyen se ejecut
por.la tarde en la capilla principal de la iglesia anexa al enorme convento
que en la Puerta del Sol tena la orden de San Francisco de Paula. Los
favores del mundo se ejecut por la noche en la iglesia anexa al convento
de San Norberto, de los premonstratenses, cerca de la actual Plaza de
Tirso de Molina (ninguna de estas iglesias subsiste). Aunque no eran
raras las representaciones en iglesias, la jerarqua eclesistica reaccion
esta vez y puso pleito contra Pinedo por sus escandalosas representacio
nes de comedias profanas ante el altar. Las actas del proceso nos hacen
saber que hubo rias entre la multitud agolpada para entrar en el recin
to, no slo podemos suponerporque eran representaciones gratui
tas, sino tambin porque habra corrido la voz sobre la excelencia de las
comedias.26
En cuanto comenz a tener fama, se desat la lluvia de ataques en
vidiosos y sarcsticos contra el astro que suba. El primer atacante fue
el bilioso Cristbal Surez de Figueroa, letrado como Alarcn (se docto
r en leyes en Pava), escritor, moralista, y pretendiente a un puesto
en el gobierno. En su Pasajero (Madrid, 1617), especie de novela dialoga
da en que cuatro viajeros intercambian opiniones sobre cuanto hay bajo
el sol, las Indias y la prole de las Indias (los criollos) reciben la ms ta
jante de las condenas:
Las Indias, para m no s qu tienen de malo, que hasta su nombre aborrez
co. Notables sabandijas cran los lmites antrticos y occidentales!... Es
posible no haya producido en ms de un siglo aquella tierra algn sujeto
heroico en armas, insigne en letras, o singular por cualquier camino?27
Mucho debi haber lastimado a Alarcn este ataque expresin
excepcionalmente descarada de una opinin muy difundida, pero mu
cho ms an otro que viene despus, en un pasaje (pp.206-207) en que
el autor da consejos al Rey:
pero los poetas de la corte de Felipe III y Felipe IV, buenos conocedores
de la stira romana Juvenal y Marcial sobre todo, mojaron su plu
ma en vitriolo y dejaron atrs a sus antepasados clsicos en materia de
insultos personales.29
Alarcn, deforme como era, inevitablemente fue blanco de muchos
tiros. Los comentarios despectivos, los epigramas crueles, lo acompaa
ron hasta que se retir de los crculos literarios hacia 1626. No voy a
detenerme en cada uno de esos incidentes, pues el asunto ha sido tratado
con suficiente amplitud por Alfonso Reyes, Julio Jimnez Rueda y Ruth
Lee Kennedy.30 Muchas supuestas alusiones a Alarcn recogidas por
Fernndez-Guerra en su Alarcn, algunas de ellas aceptadas como bue
nas por Reyes y por la profesora Kennedy, son quimeras desprovistas
de sustancia. Alarcn no era en la corte el nico poeta de corta estatura,
ni siquiera el nico jorobado, ni, desde luego, el nico ciudadano que
se desviva por ganarse el favor de las damas. Fernndez-Guerra inven
t unos romnticos amores entre Alarcn y Clara de Bobadilla y Alar
cn, sin otra base que el haber colaborado los dos con versos de elogio
en un mismo libro (vase supra, p. 162).31
Con una sola excepcin, que despus se ver (infra, p. 186), Alarcn
no contest a los insultos con insultos; se limit a rplicas mesuradas,
sin mencin de nombres, entreveradas en los dilogos de sus comedias:
los conocedores entenderan y celebraran esas alusiones. A Surez de
Figueroa le replic con los once versos de La cueva de Salamanca que za
hieren a un letrado de lengua venenosa (vase supra, p. 116, nota 97).
rra Turanzas, Madrid, 1980, que publica algunos vejmenes ledos por Pantalen en la
academia de Francisco de Mendoza (y cf. King, Prosa novelstica, pp. 57-63).
29 Para mantener la perspectiva, convendr recordar enemistades literarias de otras
culturas y de otras pocas: Mary McCarthy vs. Lillian Hellman, el Dr. Johnson vs. Lord
Chesterfield, Horace Walpole vs. el Dr. Johnson (deca Walpole que el Dr. Johnson era
un babbling od man, y que prejudice and bigotry, and pride and presumption, and
arrogance and pedantry are the hags that brew his ink): vase Walter Goodman, Art
ol Invective Isnt What It Used to Be, International Herald Tribune, 12 de julio de 1983,
p. 6.
10 Reyes, prlogo a su edicin del Teatrode Alarcn (1913), pp. xi-xxxi; Jimnez Rue
da, Alarcn, passim; de Ruth Lee Kennedy mencionar en especial su artculo Contempo-
rary Satire against Juan Ruiz de Alarcn as Lover, Hispanic Review, 13 (1945), 145-165.
Vanse tambin sus Studies in Tirso, t. 1, University of North Carolina Press, Chapel Hill,
1974, pp. 297-326.
31 En las Obras de Anastasio Pantalen de Ribera publicadas en 1634 por Pellicer hay
un vejamen que lanza pullas contra muchos poetas, uno de ellos mexicano y monazo
(gran macaco). Gracias a Kenneth Brown, Anastasio Pantalen, pp. 200, 269 y 312, sabemos
por fin que nose trata de una caricatura de Alarcn. Para evitar resquemores, Pellicer alte
r los nombres que haba puesto su ya difunto amigo, y as en vez de mi Juan Mexa,
como se lee en el manuscrito (Meja era miembro de la academia de Francisco de Mendo
za, y en 1637 intervino en la justa literaria del Buen Retiro), lo que se lee en la versin
censurada es mi mexicano. En las pp. 30-36 analiza Brown las espinosas relaciones en
tre Pantalen y Alarcn.
AMIGOS, ENEMIGOS YCOMEDIAS 169
Muchos calumniadores haba, por supuesto, pero no eran letrados como
Surez de Figueroa. La alusin era difana. Yes una desdicha que estos
dos hombres no se hayan llevado bien. Su preparacin jurdica, su vi
sin un tanto amarga de la vida, su comn admiracin por Cristbal P
rez de Herrera, las dificultades que tuvieron para demostrarles a los con
temporneos su calidad de hidalgos (Surez de Figueroa ms an que
Alarcn), hubieran debido crear algn lazo entre ellos, pero es evidente
que los prejuicios no le permitieron al espaol peninsular apreciar los
mritos del criollo.32
Alarcn, en cambio, ley lnea a lnea ese Pasajero, y casi siempre
con aprobacin. En el noveno alivio, muy poco antes de soltar otro
comentario insultante sobre la ralea de los jorobados, Surez de Figue
roa se detiene en dos aborrecibles vicios de los caballeros, la mentira y la
hipocresa. La descripcin de los mentirosos (pp. 298-299) se parece de
tal modo a la caracterizacin de Don Garca en La verdadsospechosa, que
puede sospecharse que de all procede el germen mismo de la comedia
alarconiana:
Desean autorizarse... con afirmar de s muchas cosas, tan nuevas como las
del Hipocentauro o Fnix, jams vistos. Juzgan por punto de grande estima
cin se crea de ellos lo que suele ser propio de los ms ilustres por sangre,
sea o no accin virtuosa la que se aplican. Jctanse de haber jugado y perdi
do mucho, sin haber jamas naipe en la mano. Que dieron a damas grandes
almuerzos, meriendas o cenas, siendo todas fantsticas... Me resuelvo en
avisaros huyis de la mentira como del demonio, padre suyo. Ya sabis que,
fuera de ir contra Nuestro Seor, verdad perfetsima, la ms clara y evi
dente en vuestra boca vendr a carecer de crdito, justo castigo del mentiroso.
El contraataque ms perdurable de Alarcn a Surez de Figueroa,
aunque no tan fcil de reconocer, est en su comedia Las paredes oyen,
representada a comienzos de 1618 y escrita, verosmilmente, a raz de
la lectura del Pasajero. En los primeros versos Donjun de Mendoza se
describe a s mismo como hombre feo, pobre y de mal talle. Est deses
perado. Cmo podr ganar el amor de Doa Ana de Contreras, corte
jada por Don Mendo, que es bello y rico y mancebo? La empresa
de Donjun es ardua, pero al final de la comedia Doa Ana lo prefiere a
Don Mendo, precisamente porque Don Mendo ha hablado mal de ella.
El bello y maldiciente sale perdiendo, y el feo y caballeroso queda vence
dor: excelente rplica imaginativa a la acusacin de que las mujeres en
cuentran repulsivos a los hombres de pequea estatura y a los joroba
dos o contrahechos.
en las calles debi haber sido grato para Alarcn; el dulce aroma del xi
to compensaba tantos pinchazos y tantas burlas. Pero raras veces pudo
gozar de un triunfo exento de sinsabores. El gran sinsabor de 1623 fue
su desafortunada participacin en las fiestas organizadas para el prnci
pe Carlos de Inglaterra, que estuvo en Madrid del 26 de marzo al 9 de
septiembre con el fin de ultimar los arreglos para sus bodas con la infan
ta Mara, hija de Felipe III, bodas proyectadas desde 1616.
Acompaado de ocho criados y de su amigo el Duque de Bucking-
ham, el joven Carlos, que tena entonces 22 aos, haba venido desde
Londres, disfrazado; pero el romntico viaje termin en fracaso. El ma
trimonio era visto con buenos ojos lo mismo por Felipe III que porJaco-
bo I de Inglaterra, pues era polticamente aconsejable crear entre la po
tencia catlica y la protestante una alianza que robusteciera a las dos en
el momento en que decidieran mediar en los conflictos entre catlicos
y protestantes de Alemania. Pero el pueblo de las dos naciones encontr
repugnante la idea,56y, por lo dems, parece que la infanta no fue del
agrado del prncipe. Con todo, durante los seis meses que la extraa mi
sin inglesa perrjnaneci en Madrid, la corte se excedi en procesiones,
banquetes, corridas de toros, representaciones teatrales y toda suerte de
lujosos festejos para divertir al distinguido visitante. Se invalidaron du
rante este tiempo las recientes premticas que exigan ahorro y auste
ridad, y los grandes seores compitieron unos con otros en la esplendi
dez de sus fiestas.37
El 21 de agosto de 1623, para celebrar la firma del pacto matrimo
nial (que Carlos rompi en cuanto puso los pies en Inglaterra), Felipe
IV apadrin nuevos festejos en honor de los novios. El traje de la infanta
era blanco con guarniciones de negro y oro, que eran los colores del prn
cipe. La multitud apiada en la Plaza Mayor vio primero la consabida
corrida de toros, pero el principal acontecimiento de la jornada fue un
espectculo de gran lujo, que dur una hora. Fueron entrando en la an
cha plaza, una tras otra, diez cuadrillas de caballeros, cada una con su
acompaamiento de lacayos, que luego tomaran parte en una justa. El
propio Rey encabezaba una de las cuadrillas, con un squito de doscien
tos lacayos cuyas libreas eran de raso nacarado, con guarniciones de pla
ta y negro. Los capitanes de las otras nueve eran grandes seores, como
don Pedro de Toledo, marqus de Villafranca, don Luis Fernndez de
Crdoba, duque de Sessa, y don Francisco de Sandoval y Rojas, conde
55 El famoso drama de Thomas Middleton, A Game al Chess, escupe veneno contra
los diplomticos espaoles, contra los jesutas y contra los catlicos en general; tal era la
actitud del pueblo ingls en cuanto a esas bodas.
)7 Hay dos principales fuentes de datos sobre las fiestas: Antonio de Len Pinelo,
Anales, pp. 245-256, y Cspedes y Meneses, Historia de Felipe IV, pp. 283-318; el segundo
es no slo ms minucioso que el primero, sino tambin ms agudo al analizar las razones
de las bodas y el porqu del fracaso.
182 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
de Ampudia, duque de Cea y adelantado mayor de Castilla. Los treinli
jinetes de la cuadrilla de este ltimo llevaban libreas de raso verde con
guarniciones de plata, oro y azul.
A media tarde de ese despejado y caluroso da de agosto, el Rey y
el Conde de Olivares iniciaron el juego de caas con una gallarda carro
ra alrededor de la plaza; tras eso, cinco cuadrillas de jinetes, capitanea
da una de ellas por el Rey, otra por el Duque de Cea, combatieron entre
s, deleitando a la multitud con su dominio del caballo, su destreza en
las armas y sus riqusimos atuendos.
El Duque de Cea era hijo del Duque de Uceda y nieto del de Ler
ma. Despus de perder uno tras otro su posicin de privado, Uceda y
Lerma vivan desterrados de la corte, pero Cea viva en Madrid, ocupa
ba un sitio muy destacado en la corte de Felipe IV y mantena el nombre
y la honra de la familia gastando grandes sumas y concediendo su mece
nazgo a escritores. Como ese 21 de agosto iba a ser un gran da para
l, le dio a Juan Ruiz de Alarcn, el poeta teatral cuyo nombre sonaba
ms en esos momentos, el encargo de escribir una descripcin potica
de las fiestas en el estilo ms elevado posible. Y Alarcn acept el encar
go; pero hay buenas razones para creer que no escribi sino unos cuan
tos versos del poema que le fue encargado.
Eran, como hemos visto, tiempos en que los autores de comedias
solan trabajar en equipo, y Alarcn pidi ayuda a doce conocidos suyos
(sobre todp quiz miembros de la academia de Francisco de Mendoza),
cinco de los cuales ya haban colaborado un ao antes, como l, en la
composicin de las Hazaas del Marqus de Caete, a saber: Fernando de
Ludea, Diego de Villegas, Mira de Amescua, Luis de Belmonte Ber
mdez y Luis Vlez de Guevara. Los nuevos colaboradores fueron Pe
dro de la Barreda, Anastasio Pantalen de Ribera, Juan Pablo Mrtir
Rizo (el mismsimo que cuatro meses despus hara la broma de la redo
ma pestilente en la representacin de El Anticristo), Antonio Lpez de
Vega, Manuel Ponce (el elogiador de Rodrigo Caldern), Diego Vlez
de Guevara y Francisco de Francia y Acosta. Segn mi opinin perso
nal, fue Belmonte Bermdez, principal realizador de la aventura de las
Hazaas, quien organiz realmente las tareas del equipo (l escribi ms
octavas que ninguno de los otros), y Alarcn nunca supo de antemano
que haba tanta gente metida en el asunto. El resultado fueron 73 octa
vas reales compuestas en el ms pomposo e hinchado lenguaje gongori-
no, ninguna de las cuales sali enteramente de la pluma de Alarcn. l
slo parece haberlas retocado un poco, tal vez en el momento de ensam
blarlas unas con otras, si bien el relato de Len Pinelo58da la impresin
de que todo el poema era suyo: Aestas fiestas sac a luz setenta y siete
[sic] octavas el licenciado donjun de Alarcn y Mendoza, como de su
58 Len Pinelo, Anales, p. 253.
TRIUNFOS Y DESASTRES 183
grande ingenio. Con el ttulo de Elogio descriptivo a lasfiestas que Su Ma-
gestad... etc., etc., las octavas se imprimieron bajo el nombre de Alarcn
y dedicadas a Cea.59
Los malignos poetas de la corte se lanzaron sobre semejante presa
con gritos de regocijo y la hicieron pedazos (y al autor), algunos, evi
dentemente, movidos slo por los celos. Por qu Alarcn, y no uno de
ellos, haba sido elegido para componer el Elogio? No era irritante e in
tolerable que las comedias de este advenedizo, este criollo, este hombre
cillo contrahecho, estuvieran representndose en Palacio, y que su nom
bre anduviera pintado en las paredes de Madrid? Es claro que el motor
de los persistentes ataques de Lope fueron los celos. Hay pruebas muy
serias de que hacia 1623, en respuesta al gusto de la gente, los empresa
rios teatrales estaban comprando comedias de autores nuevos como
Tirso y Alarcn con preferencia a las de Lope. En su estudio sobre el
teatro en Valencia durante estos aos observa Mrime que las come
dias del repertorio de las compaas que all actuaban no eran muy pre
dominantemente de Lope de Vega. On idoltrait Lope de Vega, on
le portait aux nups, mais Alarcn, proportionnellement au nombre de
ses ceuvres, tait plus largement reprsent dans le rpertoire de [Juan]
Acacio.60Lope como Juan Ramn Jimnez en el siglo xxnunca
pudo soportar el surgimiento de un astro rival, y Alarcn le resultaba
especialmente antiptico porque su estilo estaba dando seas de un gus
to decidido por la poesa de Gngora.
Sabemos quines estuvieron en el equipo del Elogio descriptivo gracias
a un Comento en prosa, annimo, que de l se hizo, dirigido a don
Manuel de Acevedo y Ziga, conde de Monterrey.61El autor, consu
mado crtico de estilo y feroz enemigo de Gngora hay quienes pien
san que es Quevedo, se pone a cazar con impecable puntera un gaza
po tras otro, por ejemplo los versos inflados, altisonantes y huecos: Veloz
caballo, vegetado monte, Trmino fue una noche a muchos das,
etc. Es uno de los ms ingeniosos escritos de crtica literaria de que pue
de ufanarse el siglo XVII. Al toparse con el verso Rpido rucio es rayo
arrebatado, el crtico estalla: Barrabs te arrebate!, que despus que
hizo este verso, no se halla una r por un ojo de la cara. Pero gasta ms
tinta en denuestos del autor, hecho en forma de huevo, o de parntesis,
corcovado, sabandija, tortuga y, en suma, samblea de burujones.
Ms feroz que todas las dcimas juntas es una annima letrilla que
comienza Quin es poetajuanetes...?, hecha en forma de preguntas
cuya respuesta es siempre Corcovilla. Evidentemente se compuso en
el mismo malhadado ao de 1623 y se puede dar por seguro que se debe
a la pluma de Quevedo.64Slo l y Gngora eran capaces de escribir s
tiras tan venenosas, tan atinadas en su ritmo, sus rimas y sus imgenes.
El poeta satirizado es un licenciado orejoncito que nunca estudi de
recho, una mueca de andrajos, una cosita que si dos dedos creciera /
pudiera llegar a rana (tambin Lope lo compara con una rana), ms
ruidoso que los cohetes, un mono pelado, una cabeza de ajos, una ardi
lla bulliciosa (imagen que haba usado Surez de Figueroa), mosca y
zalamero, y otra vez, como en el Comento annimo, samblea de
burujones.
Los retratos psicolgicos de Alarcn dibujados por estudiosos mo
dernos se basan primordialmente en esa letrilla: aqu tenemos al Alar
cn ruidoso, untuoso, zalamero, hablador y entrometido. Pero no hay
que olvidar que el satrico hace una caricatura, no un retrato realista y
muy distinto del idealizado autorretrato que es el Don Juan de Las pa
redes oyen, feo pero con dignidad, aunque en la caricatura pueda reco
nocerse, un poco, la conducta desplegada por Alarcn, aos antes, en
las justas de San Juan de Alfarache. En todo caso, la letrilla confirma
que las comedias de Alarcn se anunciaban en todo Madrid (Quin
tiene toda almagrada / como ovejita la villa?), y esto era insoportable,
pues ensuciaba las calles con su persona y con los rtulos que anuncia
ban la representacin de sus comedias.
Tras la espantosa andanada que le llovi en 1623, parecera que Alar
cn se apart de los crculos poticos y academias literarias, quiz por
que, habiendo penetrado en la esfera de la corte, el tiempo era propicio
para volver a presentar su solicitud de un nombramiento oficial, y quiz
tambin porque el ataque general y concertado de tantos escritores no
Surez de Figueroa o Lope de Vega solos, sino todo un pelotnlo con
venci de que era vana cualquier esperanza de encontrar comprensin
y camaradera entre ellos. En 1625, cuando Pantalen de Ribera escri
ba sus vejmenes para la academia de Francisco de Mendoza, Alarcn
ya no parece haber sido miembro de ella. Pero s continu escribiendo
comedias; tres de las mejores, Las paredes oyen, Los pechos privilegiados y
El examen de mandos, no tardaron en representarse en Palacio (Los pechos
y Las paredes en 1625, El examen y otra vez Los pechos en 1627).65Es po-
64 El texto completo se hallar infra, Apndice D, pp. 250-254; est tambin en la
edicin de Alarcn por Hartzenbusch, pp. xxxi-xxxii, y en Quevedo, Obras, Verso, ed. As-
trana Marn, pp. 153-154.
65 Shergold y Varey, Some Palace Performances, pp. 225-226, 232 y 233. En los
documentos de Palacio no aparece el ttulo Los pechos privilegiados, pero s el ttulo Nunca
mucho cuestapoco. Ahora bien, hay dos comedias muy distintas que se titulan Nunca mucho
186 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
sible que Alarcn haya tomado muy en cuenta la crtica de los excesos
gongorinos del Elogio descriptivo, pues en sus ltimas comedias, como El
examen de maridos, hay muchsimos menos pasajes de lucimiento al estilo
de Gngora que en comedias anteriores a 1623, como El Anticristo.
En Los pechos privilegiados pone Alarcn en boca del gracioso, que es
cobarde, una tirada contra los hipcritas, en la cual inserta retratos de
sus dos peores enemigos, Lope y Quevedo (sin nombrarlos, naturalmente,
pero las alusiones son inequvocas). Lope, que se haba ordenado de sa
cerdote en 1614, es aqu un viejo avellanado, / tan verde, que al mis
mo tiempo / que est aforrado de martas, / anda haciendo madalenos,
o sea un lujurioso tras una mscara de arrepentido (todo el mundo saba
que el sacerdote Lope de Vega era, desde 1616, amante de una hermosa
casada, Marta de Nevares Santoyo); y Quevedo tiene que ser ese otro
que, de su alma / olvidando los defetos, / graceja con apodar / los que
otro tiene en el cuerpo. Despus de or el discurso del gracioso, su amo
se admira de que hombre tan ingenioso sea un cobarde, a lo que el gra
cioso replica que la divina providencia sabe repartir muy bien sus do
nes; por ejemplo y aqu mete Alarcn una concisa autodefensa, al
que le plugo de dar / mal cuerpo, dio sufrimiento / para llevar cuerda
mente / los apodos de los necios, como corcovilla, ranilla y los
dems.66
De esa manera tranquila se qued Alarcn con la ltima palabra.
Varios aos despus volvi al ataque, de manera ms minuciosa y sobre
todo ms explcita, en la letrilla intitulada Stira contra don Francisco
de Quevedo (escrita ca. 1630-1632) que comienza: Oh Musa! Dime,
quin es / la infamia de cuanto vive? / Quin contra todos escribe, /
escribiendo con los pies?..., y sigue, y sigue: quin es ese traidor de
costpoco: una es justamente Los pechos privilegiados (muchas comedias se conocan con dos
y hasta tres ttulos) y la otra, en un todo distinta, suele atribuirse a Lope de Vega. No
se sabe, pues, cul fue la que se represent, pero yo estoy convencida de que fue la de Alar
cn: el empresario que puso en escena las tres comedias fue Andrs de la Vega; ste le
haba comprado a Alarcn El examen de maridos y Las paredes oyen, y haba tenido ganancias
con ellas; es evidente que hacia el mismo tiempo le compr tambin Lospechosprivilegiados,
que siempre fue ms popular que la comedia atribuida a Lope, como lo demuestra el hecho
de que existan de ella por lo menos dos ediciones sueltas (intituladas ambas Nunca mucho
costpocoy Los pechos privilegiados). Vase Walter Poesse, Ensayo de una bibliografa deJuan
Ruiz de Alarcn y Mendoza, Castalia, Valencia, 1964, p. 27, y la noticia de Millares Cario
en OC, t. 2, p. 659.
(,() OC, t. 2, pp. 722-724 (acto III, escena 3); y vase la nota de la p. 1129. Dentro
de este mismo pasaje puede haber, como indica Millares Cario, una alusin a Surez de
Figueroa en los versos envidioso universal / de los aplausos ajenos, y una segunda alu
sin a Quevedo en los versos Culpa a un bravo bigotudo..., etc. Yo me inclino a pensar
que este pasaje, y aun quiz toda la comedia, se escribi en 1623 o 1624, despus de la
andanada de dcimas y despus del Corcovilla, y que, como los insultos ms hirientes
le haban venido de Lope y Quevedo, el envidioso universal no es aqu Surez de Fi
gueroa, sino Lope de Vega. La caracterizacin le viene como anillo al dedo.
TRIUNFOS Y DESASTRES 187
sus amigos, ese tacao, ese borracho, ese cobarde, esejudo, ese buja
rrn (sodomita), etc.; y a cada pregunta contesta el estribillo: Pata
Coja. Esta letrilla, expresamente enderezada contra Quevedo, imita
punto por punto la estructura de aquella annima cuyo estribillo es Cor-
covilla (vase supra, p. 185), lo cual viene a confirmar que el feroz ata
que contra Alarcn fue obra de Quevedo y, al mismo tiempo, induce
a dar por seguro que el contraataque Pata-Cojano puede deber
se sino a Alarcn. De hecho, se le atribuye explcitamente en un manus
crito del cual se hablar en el Apndice D. sta resulta ser la nica rpli
ca que hizo Alarcn a sus detractores, fuera de las que meti en sus
comedias. Qu sucesos de 1630-1632 lo movieron a un acto tan poco
caracterstico de l?67La explicacin debe estar en la especial intensidad
de los pleitos literarios durante esos aos.
Entre 1630 y 1635 comenz Quevedo a padecer los resultados de sus
desaforados ataques contra enemigos y (ex)amigos. En 1630, Luis Pa
checo de Narvez denunci ante la Inquisicin la Poltica de Dios, el Bus
cn y otros escritos suyos, afirmando que contenan herejas. Pacheco,
eminente maestro de armas y profesor de esgrima y de matemticas de
Felipe IV, haba sido ferozmente satirizado por Quevedo en el Buscn,
los Sueos y otros escritos por sus teoras matemticas acerca de la tcni
ca de la esgrima, y no buscaba sino.la venganza. Alarcn, vctima como
l, parece haber sido amigo suyo: en 1630 escribi dos dcimas en elogio
de una novela de Pacheco, Historia ejemplar de las dos constantes mujeres espa
olas, que no se imprimi hasta 1635 (vase infra, p. 213).
En 1632 escribi Quevedo la Perinola, brillante censura del Para to
dos, libro de Juan Prez de Montalbn, que era amigo suyo.68No se co
noce el motivo de este ataque, pero la facundia, el ingenio y la mortal
puntera de la crtica que hace pensar en el Comento de 1623 al
Elogio descriptivo de Alarcncolocaron definitivamente a Montalbn en
el campo de los enemigos de Quevedo, junto conJuregui, Pellicer, fray
Diego Niseno y Toms Tamayo de Vargas, a quienes se prodigan palos
en la Perinola (no impresa hasta 1788, pero divulgada en copias manus
critas). Los enemigos, capitaneados, como es razonable suponer, por Pa
checo de Narvez, Prez de Montalbn y fray Diego Niseno, atizaron
67 Vase infra el Apndice D, dedicado a las dos letrillas. El nico que ha publicado
en su integridad la de Alarcn es Luis Astrana Marn en su edicin de Quevedo, Obras
completas, Verso, pp. 1045-1046. Dice Astrana (ibid., p. 792, nota) que, aunque conocida
de eruditos como Menndez Pelayo y Fernndez-Guerra, nunca se haba publicado entera
esta stira por lo que pudiera ofender a don Francisco. En todo caso, es un hecho que
nadie, despus de Astrana, ha vuelto a editarla (Millares Cario, OC, t. 3, p. 421, no repro
duce sino la primera copla). Alatorre, Para la historia, p. 185, nota 73, deca a propsi
to de ella: publicada por m en la Nueva Revista deFilologa Hispnica, XVII (1963), pero
esa publicacin nunca tuvo lugar.
68 La primera edicin del Para todos parece haberse impreso en 1632, aunque la ms
antigua que hoy se conoce es la de 1633.
188 MADRID: ALARCN, DRAMATURGO
la hoguera polmica en 1635 con una diatriba impresa en Valencia bajo
el seudnimo de el Licenciado Arnaldo Franco-Furt e intitulada Tri
bunal de lajusta venganza erigido contra los escritos de don Francisco de Quevedo,
maestro de errores, doctor en desvergenzas, licenciado en bufoneras, bachiller en
suciedades, catedrtico de vicios y protodiablo entre los hombres,69
Por su extensin misma, y por la seriedad medio beaturrona de su
tono, el Tribunal de lajusta venganza es mucho menos persuasivo y eficaz
que la breve y punzante letrilla de Alarcn, pero varias de las acusacio
nes de sta reaparecen en el Tribunal: Quevedo traicion al Duque de
Osuna, Quevedo es mezquino y tacao, borracho y licencioso; y la tara
fsica de Quevedo le ha ganado los motes de Diablo cojuelo y Pata
coja.
En suma, el ataque concertado que en estos aos lanzaron contra
Quevedo tantas vctimas suyas debe haber movido a Alarcn, tan mode
rado de ordinario, a decir tambin lo suyo. (Amigo de Pacheco de Nar-
vez, quiz lo era tambin por entonces de Montalbn. El padre de ste,
Alonso Prez, librero, parece haber pagado los costos de la Parteprimera
de las comedias de Alarcn, en cuya portada consta que se imprimi a
costa de Alonso Prez.) Quien tanto sufri por los insultos de Quevedo
corcovado, rana, samblea de burujonesse daba por fin el gusto
de decirle al mundo que Quevedo sufra no slo de una deformidad fsi
ca, sino tambin de corrupcin del alma. La letrilla de Alarcn es de
las que calan hondo. La de Quevedo, en resumidas cuentas, apenas pasa
de ser una ristra algo machacona de insultos cuya gracia consiste por
lo general en el hallazgo de ms y ms metforas de cosas encorvadas
o protuberantes para ridiculizar la conformacin fsica de Alarcn. La
rplica de ste, en cambio, aunque imita el ritmo de Quien es poeta
juanetes...?, concentra su atencin en episodios de la vida de Queve
do, desde sus das de estudiante hasta 1630, que, al menos en opinin
de sus enemigos, lo mostraban como un embustero, un desfalcador, un
cobarde, un tramposo y un traidor de sus amigos. No hay acusacin de
hereja, pero s de graves faltas de carcter y de conducta.
Desde 1622, fecha de la licencia y de la breve aprobacin de los cen
sores (Vicente Espinel y Mira de Amescua), tena Alarcn listo para la
imprenta un volumen que incluye ocho de sus comedias, y que no se
imprimi hasta 1628, probablemente por falta de dinero. Estas come
dias fueron retocadas con mucho cuidado, como se ve en el texto de Mu
darsepor mejorarse, que presenta cambios muy abundantes y que invaria
blemente mejoran el texto primitivo;70Alarcn parece haber sido muy
69 Esta diatriba puede verse en Quevedo, Obras, Verso, ed. Astrana Marn, pp. 1091-
1159.
70 Vanse en OC, t. 1, pp. 964-977, las variantes que aparecen en una edicin de
fines del siglo XVII, y los sensatos argumentos de Millares Cario, que demuestran que es-
l a s c o me d ia s ma d r il e a s 189
'7 Martnez, Reportorio, p. 19. Vase E. C. Riley, Alarcns mentiroso in the Lighl
of the Contemporary Theory of Character, Hispanic Studies in Honour of 1. Gonzlez Lluln
ra, ed. Frank Pierce, Oxford, 1959, pp. 287-297, que ofrece un valioso marco de referen
cias para entender el concepto del carcter humano que hay en esta y otras comedias I
I-AS COMEDIAS MADRILEAS 193
no tienen en la formacin del carcter, es claro que Madrid resulta la
peor atmsfera posible para Don Garca. Su primer contacto con la ciu
dad lo tiene en las deslumbrantes tiendas de las Plateras, donde su cria
do Tristn le explica cmo los cortesanos encubren y enmiendan sus de
fectos fsicos usando pomposos cuellos acanalados, y cmo las lindas
damas de la corte no se dejan ganar sino con regalos y con dinero. Es
fatal, por decirlo as, que Don Garca suelte su primera mentira casi in
mediatamente despus de esa charla con Tristn: se presenta como un
indiano riqusimo para impresionar a Jacinta, y unos minutos despus
inventa la esplndida merienda a orillas del Manzanares para impresio
nar a Donjun de Sosa. Cuando Tristn le pregunta qu fin lleva con
semejante sarta de mentiras, su respuesta (vs. 838-868) expresa el enga
oso y arriesgado credo de ostentacin y de pretensin implcitamente
aceptado por tantos cortesanos que se apiaban en el Madrid de Felipe III:
Finglo, porque me pesa
que piense nadie que hay cosa
que mover mi pecho pueda
a invidia o admiracin,
pasiones que a! hombre afrentan;
que admirarse es ignorancia,
como invidiar es bajeza [...].
Quien vive sin ser sentido,
quien slo el nmero aumenta
y hace lo que todos hacen,
en qu difiere de bestia?
Ser famosos es gran cosa,
el medio cual fuere sea [...],
y, al fin, es ste mi gusto,
que es la razn de ms fuerza.
Nunca cre Alarcn un personaje ms memorable que Don Garca
ni una comedia ms punzante que La verdad sospechosa, alimentada sin
duda por su propia experiencia de los engaos de la corte y por su con
viccin de que el credo de Don Garca, por seductor que sea el galn,
era anuncio de perdicin para la sociedad que lo rodeaba. Susan Staves
ha observado lcidamente que, para Alarcn, el nico medio de reme
diar la decadencia de la vida en el reinado de Felipe III es aceptar la
realidad en toda su dureza, y que vivir en la ilusin es negar la reali
dad, o sea el fundamento mismo de la existencia.78
Alarcn. Se comprende que Riley no cite a ese propsito el Reportario de Henrico Mart
nez, pero, en verdad, el sexto captulo de esta obra nos da la gua ms clara posible en
t uanto a la teora alarconiana del carcter.
78 Susan Staves, Liars and Lying in Alarcn, Corneille, and Steele, Revue de Lit-
Ifralure Compare, 46 (1972), 514-527; las frases que cito estn en las pp. 526 y 527.
194 MADRID; ALARCN, DRAMATURGO
Hacia 1635 eran unos 30 los miembros del Consejo. Su ncleo esta
ba constituido por el presidente, los consejeros (que eran entre 8 y 12)
y el fiscal, o sea el letrado encargado de defender los intereses del reino
en los casos que se examinaban. El resto del personal estaba formado
por dos secretarios, dos notarios, tres relatores, dos agentes legales en
cargados de defender la causa de los pobres, cuatro contadores, un re
ceptor o tesorero que recoga los honorarios pagados al Consejo, dos fis
cales suplentes y varios corchetes y porteros. El Consejo era el organismo
supervisor de la administracin y de los tribunales de justicia de Indias;
redactaba las leyes y ordenanzas de esos territorios, propona nombra
mientos para los distintos puestos, funga como tribunal de apelacin para
todas las sentencias pronunciadas en las colonias, enviaba a las colonias
visitadores que examinaban la maquinaria administrativa, censuraba los
libros destinados a las Indias y presentaba relaciones sobre la equidad
y eficacia de la administracin de cada virrey.16
Una de las tareas del Consejo, en los tiempos de Alarcn, segua
siendo el examen de los memoriales de quienes solicitaban puestos en
la burocracia de las Indias; slo en 1636, el Consejo decidi 4,619 casos
de nombramientos para esa clase de puestos.17 En centenares de ellos
debi haber estampado Alarcn su firma, en calidad de testigo. As lo
hizo el 10 de marzo de 1628, cuando atestigu los mritos de un solici
tante, quiz pariente lejano suyo, el doctor Sebastin de Alarcn Alco
cer, catedrtico de Decreto en Lima.18Pero haba asuntos ms serios o
ms interesantes, por ejemplo la batalla legal de 1629 entre Juan de So
lrzano Pereira, recin nombrado fiscal del Consejo, y el brillante letra
do criollo Antonio de Len Pinelo, sobre la cuestin de las mercancas
que entraban de contrabando en Buenos Aires. Aos antes, el padre de
Len Pinelo haba sido acusado de llevar esclavos y mercancas al Ro
de la Plata sin la debida licencia, y el hijo, que se traslad a Madrid en
1622, emple sus talentosjurdicos en defender a los comerciantes de Bue
nos Aires y en abogar, en resumidas cuentas sin xito, por la libertad
de contratacin entre Europa, frica y el Nuevo Mundo.19
Haba asimismo un flujo constante de informes de los virreyes, y de
quejas contra ellos. De esta fuente reciba Alarcn, sin duda con gran
satisfaccin, muchas noticias frescas de la Nueva Espaa, la patria que
dej tantos aos antes. Nombres, lugares y problemas que para los miem
bros no criollos del Consejo no significaban mucho, para l eran inme
diatamente familiares. Durante estos aos, el Consejo se ocup de tres
virreyes de la Nueva Espaa. El primero, Diego Carrillo de Mendoza
16 Jos Mara Ots, Advertencia preliminar a Schfer, El Consejo Real, t. 1.
17 Segn Lohmann Villena, introduccin a El gran canciller, p. lxxviii.
18 Antonio Rodrguez Moino (ed.), Catlogo de memoriales presentados al Real Consejo
de Indias (1626-1630), Editorial Maestre, Madrid, 1953, p. 28.
19 Lohmann Villena, introduccin a El gran canciller, pp. xxxviii-xl.
OBLIGACIONES YGAJES 205
y Pimentel, marqus de Gelves, fue nombrado en 1621 por Olivares, con
el encargo de reformar la administracin colonial, y derrocado en 1624
esto es, fsicamente expulsado del palacio virreinalpor una insurrec
cin debida en ltima instancia a las enconadas querellas que hubo en
tre l y el arzobispo Juan Prez de la Serna. Su virreinato termin en
1624, pero los cargos aducidos contra l durante la visita de inspeccin,
y la defensa y las contraacusaciones presentadas por Gelves, tuvieron ocu
pado al Consejo hasta 1648, cuando finalmente se pronunci una sen
tencia que en buena parte lo dej limpio de culpa. Nunca, desde la cons
piracin de Martn Corts, haba sentido la Corona tan amenazado en
la Nueva Espaa su dominio por la disidencia criolla (si bien, esta vez,
el primero de los criollos nobles, don Pedro Corts, hijo de Martn, aun
que entrado en aos y muy enfermo de gota, hizo el papel que en 1566
haba hecho Alonso de Villaseca y se present en la Plaza Mayor, a
la cabeza de un grupo de gente a caballo, para dar su apoyo al represen
tante del Rey y aplacar as el motn). El sucesor de Gelves, Rodrigo Pa
checo y Osorio, marqus de Cerralbo (1624-1635), manej la diploma
cia mejor que l, pero estaba mucho menos interesado en las reformas
y se meti personalmente en transacciones comerciales ilegtimas. Du
rante su gobierno sufri Mxico, en 1629, una catastrfica inundacin,
quiz la peor de su historia. En el otoo de ese mismo ao, el Consejo
recomendaba su regreso a Espaa, como tambin el del arzobispo Man
so, con el cual tena el virrey pleitos continuos (se acusaba a uno y otro,
con razn, de trficos comerciales ilegtimos). A su regreso a la corte es
tuvo a punto de ser procesado, pero se salv gracias al cohecho y a la
politiquera. En 1635, finalmente, la Corona nombr como dcimoquinto
virrey a don Lope Diez de Aux y Armendriz, marqus de Cadereyta
(el mismo personaje que en 1608 comandaba la flota en que Alarcn se
embarc a la Nueva Espaa); fue un administrador eficaz y honrado,
pero se atrajo el resentimiento de los criollos, obligados a desembolsar
fuertes sumas para sostener una nueva flota destinada a proteger de los
ataques holandeses el comercio espaol de la zona del Caribe.20
En 1635, siendo ya virrey Cadereyta, y quiz no por pura coinci
dencia, Alarcn present ante el Consejo una solicitud de nombramien
to para una de las audiencias de Indias, adjuntando seguramente la mis
ma lista de servicios que hizo en su solicitud de 1625. Esperaba tal vez
que su viejo conocido Diez de Aux lo protegiera en su carrera, tal como
lo haba hecho aos antes el virrey Luis de Velasco. El Consejo estudi
la solicitud en abril, y as se lo hizo saber a Alarcn, pero no se lleg
a decisin alguna.21La joroba, el obstculo que haba impedido su nom-
20 Sobre la administracin de estos tres virreyes vase Israel, Race, Class and Pohtics,
y Los virreyes, ed. Hanke, t. 3.
21 Schons, Apuntes, pp. 84-85.
206 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO
pone con tal novedad, ingenio y extraeza, que no hay comedia suya que
no tenga mucho que admirar y nada que reprender. La palabra extrae
za ha suscitado disputa. Los partidarios de la idea de que Alarcn repre
senta una peculiar psicologa mexicana, vista como cosa extraa
por los espaoles peninsulares, aducen triunfalmente el texto de Mon-
talbn como prueba de su teora. Otros, en cambio, por ejemplo Joa
qun Casalduero, sostienen que en extraeza no hay la connotacin de ex-
tranjeridad o mexicanidad, e insisten en la esencial espaolidad
del dramaturgo.35Si dejamos de lado esta preocupacin por la psicolo
ga nacional, bien se puede admitir que Montalbn, que ciertamente est
elogiando a Alarcn, de alguna manera ve en la comedia alarconiana
algo que se aparta del molde teatral pico-lrico establecido por Lope.
Todos los crticos posteriores han tratado de definir con alguna exacti
tud en qu consiste la singularidad del teatro de Alarcn.
Finalmente, en 1636, en las Essequie poetiche escritas en buena medi
da por Juan Antonio de Vera y Figueroa (conde de la Roca, bigrafo
y protegido de Olivares) como homenaje potico al recin fallecido Lope,
el autor recuerda a Alarcn, ese otro gran dramaturgo retirado ahora
de las tablas: se dirige al dios de la poesa pidindole que mande buscar
lo y, una vez encontrado, le ordene no cambiar el Parnaso por Amrica
ni la ambrosa por el chocolate, sino que escriba muchas comedias como
La verdad sospechosa y El examen de maridos, pues nadie ver teatro mejor
que el suyo, sobre todo si termina sus segundos actos de manera ms
aguda.36Este nico reparo es bastante caprichoso, pues ms bien ocu
rre lo contrario: los finales de acto son en Alarcn ms tajantes y dram
ticamente eficaces que en la mayora de sus contemporneos.
Pero Apolo no consigui atraer de nuevo a Alarcn al teatro ni a
las academias literarias y sus peleas. Su vida posterior a 1626 est, en
este sentido, marcada por una serie de negaciones y omisiones. No estu
vo, por ejemplo, entre los 153 escritores que colaboraron en la Fama pos
tuma de Lope de Vega, coleccin de elogios publicada por Montalbn
35 La presentacin ms completa de la controversia est en Alatorre, ' Para la histo
ria, especialmente pp. 168-170 y nota 25. A su observacin de que extrao era un ponde
rativo genrico, con el significado de grande, notable, admirable, etc., se puede con
testar que significaba tambin singular o raro; y este significado, de ninguna manera
despectivo, va muy de acuerdo con la otra cualidad que Montalbn ve en las comedias
de Alarcn: su novedad.
36 El Conde de la Roca public las Essequie poetiche en Venecia bajo el pseudnimo
de Fabio Franchi (vase Castro y Rennert, Vida de Lope, p. 550). El texto que resumo
se encuentra en la Coleccin de las obras sueltas de Lope de Vega, t. 21, Sancha, Madrid, 1779,
p. 67: E preghiamo V.M. [Apollo] che ordini a mezza docena de suoi luminari che cer-
chino minutamente Don Giovanni de Alarcn e gli comandino che non per 1America si
dimentichi del Parnasso, n per il ciocolato dellambrosia, ma che scriva molte commedie
come quella del Mentiroso e quella tie\YEsame demariti, nella quale rest esaminato di doc-
tissimo artifice, che nessuno vedr il Theatro migliore, come faccia che alcuni de suoi se-
condi atti non finiscano la carriera sopra le bracci...
212 MADRID: ALARCN, FUNCIONARIO
en 1636. (Hay que aadir que otros que tampoco colaboraron, como Que
vedo y Caldern, eran poetas de ms nombre que la mayora de los re
presentados en la Fama.) Tampoco tom parte en la notable justa poli
ca burlesca celebrada en el nuevo Palacio del Retiro el viernes 20 d<
febrero de 1637, que fue uno de los actos que celebraron la eleccin de
un Habsburgo, Fernando III, como Sacro Emperador Romano. Tain
poco sigui el ejemplo de tantos escritores, por ejemplo Cervantes, Lope,
Salas Barbadillo y Quevedo, que entraron en la piadosa cofrada de In
Orden Tercera de San Francisco o en la Congregacin de la Calle del
Olivar. Tras observar la frecuencia con que los literatos se hacan mieni
bros de estas cofradas, Morel-Fatio sugera verlas como una especie de
sociedades mutualistas, cuyos afiliados gozaban de un sentido de solida
ridad y de apoyo.37Seguramente Alarcn tendra sus razones para des
confiar de la ayuda que podran darle sus cofrades literarios.
Prescindiendo de la publicacin de las dos Partes de sus comedias,
no rompi su voluntario silencio sino tres veces antesde su muerte. En
1631 escribi un soneto destinado a un libro en quese recogieron los
versos de todos o casi todos los poetas de la corte en celebracin de una
hazaa prodigiosa de Felipe IV. En efecto, el 13 de octubre de ese ao
haba dispuesto Olivares, para festejar el segundo cumpleaos del prn
cipe Baltasar Carlos, una lucha entre varias fieras un len, un tigre,
un oso, un caballo, un toro, etc. , espectculo en verdad inslito. El
toro venci a las dems fieras, y Felipe, convencidode que tan noble
animal no poda quedar con vida para morir otro daen una vulgar co
rrida, tom su arcabuz y lo mat de un perfecto disparo entre ojo y ojo.
La multitud aplaudi frenticamente, y los escritores que saban en dn
de calentaba el sol se apresuraron a celebrar en verso la hazaa del Rey,
A instancias del doctor Juan de Solrzano Pereira, del Consejo de In
dias, el cronista Jos Pellicer de Tovar reuni los poemas y los public
en un pequeo volumen intitulado Anfiteatro de Felipe el Grande, Rey Cat
lico de las Espaas (Jos Gonzlez, Madrid, 1632). Como Olivares apa
drin el espectculo, y Solrzano Pereira intervino en la publicacin del
libro, y Antonio de Len Pinelo se sum al desfile de panegiristas, segu
ramente Alarcn se sinti de alguna manera obligado a demostrar su ta
lento y su buena voluntad. Su soneto38est escrito en el mismo estilo
gongorino en que se compusieron las octavas del desventurado Elogio des
criptivo de 1623.
Con motivo de una terrible erupcin del Vesubio el 6 de diciembre
de 1631, veinte poetas entre ellos Alarcn, Lope y Pellicerescribie
ron versos sobre el fenmeno, reunidos y publicados porJuan de Quio
nes, alcalde de Casa y Corte, al final de su sensata disquisicin en prosa
37 Citado por Castro y Rennert, Vida de Lope, p. 189, nota 22.
38 Reproducido en OC, t. 3, p. 420.
OBLIGACIONES YGAJES 213
de San Sebastin) se dice que Gmez de Reynoso vive en la calle de Magdalena, a la vuelta
de la esquina de donde tuvo Alarcn su ltima vivienda, en la calle de Las Urosas. Julio
Caro Baroja, Losjudos en la Espaa modernay contempornea, Arin, Madrid, 1961, t. 3, p
329, habla de un Bartolom Gmez que viva en la calle de Las Urosas en 1634 y era sos
pechoso dejudaismo. No es seguro, pero s verosmil, que se trate de una misma persona
44 Vase Fayard, Los miembros del Consejo, pp. 409-414.
45 Vase la introduccin de Lohmann Villena a El gran canciller, p. xliii.
46 Vase Fayard, Los miembros del Consejo, pp. 430-431.
MUERTE YTESTAMENTO 215
Adems del cochero, tena por lo menos otros dos criados fijos, una
mujer llamada Mara Benita y un hombre llamado Mateo Daz.47An
tonio de Len Pinelo viva algo mejor (desde luego tena ms criados:
siete, contando al cochero),48pero ninguno de estos dos relatores poda
permitirse el nivel de lujo y el nmero de servidores de la mayora de
los reales consejeros, ninguno de los cuales tena menos de seis criados,
y muchos de los cuales tenan hasta quince. Las casas de la nobleza bien
pueden haber tenido en Madrid unos setenta y cinco criados, no obstan
te que una premtica suntuaria de 1623 haba dispuesto que no pasa
ran de dieciocho.49
Veinte son las comedias que public Alarcn en las dos Partes. Segn
los documentos que hasta hoy se conocen, trece de ellas se representaron
entre 1618 y 1696 en teatros pblicos, en conventos y en palacios. Siete
de las trece lo fueron en la corte. Los aos 1618-1627 son los de mayor
nmero de representaciones, y el ao culminante es 1623, en el cual se
llevaron a las tablas cinco comedias. No hay constancia documental de
representaciones entre 1638 (el ao anterior a su muerte) y 1684. Sin
embargo, debe tomarse en cuenta que, una vez que determinada come
dia pasaba a formar parte del repertorio de una compaa, segua repre
sentndose seguramente muchas veces y en muchos lugares, si bien de
esto no hay constancia. Las comedias ms populares cada una se men
ciona cuatro vecesparecen haber sido Las paredes oyen, La verdad sospe
chosa y Los pechosprivilegiados (presentada las ms de las veces con el ttulo
Nunca mucho cost poco).
( 4) I,
(in
(13) Juana (14) Alonso Ruiz Girn de Alarcn (15) Juana Pacheco de Silva (h. de (16) Mara de Valencia
(sr. de Albaladejo y Piqueras) Luis de Silva Pacheco, sr. de
Villarejo de Fuentes)
Ruiz (26) Luis Girn de (27) Juana Portocarrero (28) Alonso (29) Pedro Girn de (30) Juana de Alarcn (31) Ana (32) Pedro Verdugo, (33) Pedr.
urcn Alarcn (sr. de Albaladejo, Osorio (h. del (muri joven) Alarcn (9o (h. de los sres. de Sisante) proveedor de las de Alai
Piqueras y Villarejo) Conde de Medelln) Conde de Cifuentes) armadas en Mlaga,
cab. de Santiago, 1568
r Padilla y (43) Juana Pacheco (44) Juan Ruiz de Alarcn (45) Magdalena de: I. (46) Pedro de Verstegui (sr. de (47) Pedro Ruiz
,cab. de y Andrada, cab. de Silva y Girn Alpera) de Alarcn
IMgO Alcntara, 1626
'?V3) Fernando Jacinto de Padilla (54)Juana de
Imeses Pacheco Girn de Alarcn Pacheco
y Silva, cab. de Santiago, 1613
(11 Conde de Cifuentes)
(61) Catalina :
Gueria
(67) Matee
Gurnu, cal
EB
isa de Albaladejo
(17) Garca Ruiz : (18) Mara Gil (19) Hernando (20) Beatriz de ; z (21) Hernando (22) Mara (23) Ana de - (24) Diego Pacheco (alcaide de
de Alarcn de Valencia Alarcn del Castillo Carrillo Alarcn Belmonte)
(sr. de Altarejos)
idro Ruiz *(34) Leonor (35) Femando Girn - (36) Mara Alfaro Carrin (37) Pedro Girn- (38) ngela (39) Luis
n(40) Juan
i
(41) Justa
Jarrn de Mendoza y Alarcn y Alarcn Pacheco
(48) JUAN RUIZ 1(49) ngela de (50) Cristbal (51) Rufina ; ^(52) Garca
DE ALARCN Cervantes Girn Girn de Buedo
Y MENDOZA
(55) Lorenza
de Alarcn
(56) Femando Girn
de Buedo
(57) Garca (58) Bernardo l
(59) Diego (60) Juana
1 Legajo 5, nm. 118. Los papeles aqu contenidos son en gran parte copias que en
1555 se hicieron de las actas originales, y testimonios que en 1555 dieron algunos descen
dientes de Violante. Hay asimismo algunas adiciones fechadas entre 1612 y 1615.
2 Para evitar confusiones de nombres y de generaciones, ser bueno que el lector ten
ga a la vista el rbol genealgico de la casa de Albaladejo (Apndice B), reproducido con
autorizacin de la Nueva Revista deFilologa Hispnica, y en el cual he hecho algunas correc
ciones a base de los nuevos documentos. En el nm. 3 he suprimido el nombre de Violante
Gonzlez. Tambin he eliminado los nombres de Mara del Castillo y Diego Pacheco (an-
[235]
236 APNDICES
Sin embargo, nos quedamos sin saber quin fue la madre del licen
ciado. Ignoramos si perteneca, como Violante, a una familia de conver
sos. Es posible que Violante Gonzlez, que vivi notoriamente aferrada
a prcticas judaicas, fuera hermana ilegtima del tambin ilegtimo li
cenciado Fernn Gonzlez, de manera que ste era asimismo, por lo me
nos, mitadjudo, aunque su conducta permaneci, evidentemente, den
tiguos nms. 8 y 9). En los documentos de la prueba de limpieza realizada por la orden
de Alcntara entre 1609 y 1626 (Archivo Histrico Nacional de Madrid, Ordenes milita
res. Alcntara, nm. 1354) con respecto aJuan Ruiz de Alarcn y Andrada, este solicitan
te del hbito y muchos de los testigos convocados en 1626 afirman que su tatarabuelo Pe
dro Ruiz de Alarcn estuvo casado con Catalina Pacheco, hija de Diego Pacheco, alcaide
de Belmonte, y de Mara del Castillo, hija a su vez del licenciado Fernn Gonzlez del
Castillo, lo cual, por s solo, pareca una admisin peligrosa, pues el licenciado era hijo
natural y, adems, se rumoraba que su madre era Violante Gonzlez. Por eso inclu en
la primera versin del rbol los dos nombres mencionados. Fue un error, pues en realidad
los testimonios de 1626 son falsos, amaados y encubridores.
La Mara del Castillo que cas con Diego Pacheco, alcaide de Belmonte, era en reali
dad hija de Hernando del Castillo y de Juana de Toledo y, ella s, nieta de la judaizante
Violante Gonzlez, como resulta de los testimonios conservados en los expedientes inquisi
toriales de Violante, de su hijo Hernando y de su nieto Diego. (Vase injra, nota 5, el deta
lie de la documentacin.) En 1609, el candidato Alarcn y Andrada y sus amigos y parien
tes, aprovechando la frecuente confusin entre Fernn Gonzlez del Castillo (el licenciado)
y Hernando del Castillo (el alcaide de Alarcn), lograron colar una tatarabuela Catalina rns
respetable, pues poda demostrarse que descenda en ltima instancia del doctor Pedro Gon
zlez del Castillo. El licenciado Fernn Gonzlez del Castillo, en cambio, no menciona
a ninguna hija Mara en el instrumento de fundacin del mayorazgo de Albaladejo que
hizo redactar en 1474, aunque indica minuciosamente a todos los posibles poseedores dl
ttulo (manuscrito M-90 de la coleccin de Luis de Salazar y Castro, en la Academia (li
la Historia de Madrid, fols. 232-239).
Adems, el nombre del seor de Altarejos que estuvo casado con Beatriz de Alarcn
(nm. 22 en el rbol de 1970, nm. 20 ahora) no es Diego, sino Hernandodel Castillo, como
ahora se lee (Archivo Diocesano de Cuenca, Inquisicin, legajo 238, nm. 3087: proceso
de Diego del Castillo, seor de Altarejos, 1566). El nombre errneo, Diego, proceda l
Luis de Salazar y Castro, Historiagenealgica de la casa deSilva, Madrid, 1685, t. 1, p. 411
Me siento perpleja en cuanto a la presencia del primer Alonso Ruiz de Alarcn (nm
8) en el rbol. La Historia... de la casa deSilva de Salazar y Castro, autor casi siempre fule
digno, lo mismo que Antonio Surez de Alarcn en sus Relaciones genealgicas de la casa <U
los Marqueses de Trocifal, Condes de Torresvedras, su varona, Ceballos deAlarcn... (Madrid, 165(>)
y Luis Alarcn y Beaumont en su Relacin... de la... familia de Alarcn (Pamplona, 1654)
confirman por igual esa presencia y coinciden en decir que estuvo casado con Mara Can i
lio y que tuvo de ella dos hijos, Pedro y Garca. Ahora bien, en un documento de 1497
(manuscrito M-90 de la coleccin Salazar y(lastro, fol. 257a) este Garca, seor de Albal.i
dejo, declara que su padre fue Pedro de Alarcn; pero, como el testamento de este PeeIn
s desconocido, resulta difcil llevarles la contra a los tres genealogistas citados. Si Alonsn
no es un colgajo fantasma en el rbol, el misterio que lo rodea suscita la sospecha de qur
los documentos con l relacionados se suprimieron por ser un estorbo para el clan Castillo
Alarcn del siglo XVI, tal vez porque su mujer perteneca a una familia de cristiano*
nuevos, los Alvarez de Toledo que eran los seores de Cervera en el siglo XV. Su muja
bien puede haber sido otra descendiente de Violante Gonzlez, pues se sabe (Do< ( |
que dos de sus nieto? se casaron con miembros de la familia Alvarez de Toledo a fines di l
siglo XV.
ASCENDENCIA PATERNA 237
tro de los linderos de la ortodoxia catlica. Otra posibilidad es que
Violante fuera hija natural de un hermano del doctor Pedro Gonzlez,
llamado Fernn Gonzlez del Castillo El hecho de que Violante haya lla
.3
juicio.7
innegables y abiertos que hasta hoy se han averiguado entre los descen
dientes de Violante y los de Fernn Gonzlez del Castillo. A comienzos
del siglo xvi, la casa de Albaladejo no tena escrpulos en casar a una
de sus hijas con el descendiente de una familia cuyas creenciasjudaizan
tes eran conocidas de todos, pero que era seor de pueblos.
El hijo de Hernando del Castillo y Beatriz de Alarcn, llamado Die
go del Castillo (como su abuelo), hered de su padre el seoro de Alta-
rejos y, por lo visto, hered tambin las opiniones y la lengua suelta del
abuelo, pues fue procesado intermitentemente por la Inquisicin entre
1566 y 1571 el caso qued en suspensopor declaraciones herticas
y costumbres escandalosas (Doc. D). Entre otras cosas, se afirma que
una vez observ que ciertos papas canonizaron a otros papas sin exigir
ningn milagro en prueba de su santidad; se afirma tambin que no crea
en Dios y que haba tenido relaciones carnales con su ta, la hija natural
de su abuelo Garca Ruiz de Alarcn (Diego no neg las relaciones, sino
slo el lazo sanguneo). Cualquiera que sea la verdad de lo que se le acha
caba, Diego no era muy querido en su familia: entre quienes atestigua
ron contra l estn su madre doa Beatriz, su hijo Francisco, sus herma
nas Luisa y Guiomar y su primo y cuado don Bernardino Castillo de
Guzmn.
Este Diego del Castillo (primo, por parte de su madre Beatriz de
Alarcn, del Pedro Ruiz de Alarcn que se march a Mxico, se cas
all en 1572 y fue padre de Juan Ruiz de Alarcn) estuvo casado con
Juana de Sandoval, de la casa de los seores de Ventosa, la cual, por
cierto, no atestigu contra el marido. Juana de Sandoval era nieta de
una ta abuela de Diego, llamada Violante (y esta Violante era hija del
primer Hernando del Castillo, o sea nieta de Violante Gonzlez). Una
ra, hija de Ins de Alcaraz y Alonso de Iniesta, ni con los hijos de esta
pareja, Francisco del Castillo, Alonso del Castillo y Hernando del Casti
llo, a pesar de su linaje cristiano nuevo, tan no diluido. Pero una de las
hijas, llamadaJuana de Toledo como su abuela paterna, se cas con Alon
so de Pacheco, de la familia de los seores de Minaya; y los descendien
tes de esta pareja y sus parientes fueron llevados con montona regulari
dad ante los tribunales de la Inquisicin: Francisco de Pacheco, seor
de Minaya, penitenciado por incredulidad e impiedad en 1562 (se le acu
saba de errores lindantes con el luteranismo); Rodrigo Pacheco, peni
tenciado tambin en 1562 por blasfemia; Alonso Pacheco de Guzmn,
penitenciado ese mismo ao por blasfemia y por ciertos actos contra la
fe catlica . 12
Ana, llamada asimismo Ana de Alarcn (nm. 23), se haba casado con
Diego Pacheco, alcaide de Belmonte, que tambin perteneca a un ra
mal de la familia Minaya y era tataranieto de Violante Gonzlez . 14
que fue el primero entre los grandes de Espaa bajo Carlos II, el cual
lo hizo virrey de Npoles, presidente del Consejo de Indias y, en los aos
1680-1685, privado y primer ministro. No pocas de las composiciones
de Sarasa celebran nacimientos, bodas, ascensos y otros acontecimien
tos especiales de la casa ducal.
El 7o Duque, Antoniojuan Luis de la Cerda (1607-1671), tuvo no
poca fama de hombre culto, biblifilo y protector de escritores e intelec
tuales. Se le recuerda especialmente por haber sido amigo constante y
generoso mecenas de Quevedo desde 1630 hasta la muerte del poeta.
Despus del Duque de Osuna, fue el de Medinaceli el hombre a quien
ms debi Quevedo, dice con toda razn Luis Astrana Marn, el cual
aade: A su muerte, dej una magnfica biblioteca, donde seguardaban
muchos papeles de [Quevedo] (Obras completas de... Quevedo, t. 1, Aguilar,
Madrid, 1932, p. 1490, nota 3: la cursiva es ma).
[247]
248 APNDICES
Es razonable conjeturar que Sarasa vio por lo menos algunos de esos
papeles durante los aos que estuvo al servicio de los Medinaceli. Por
razones que desconocemos tal vez simplemente a causa del inslito
atractivo del virulento intercambio de insultos entre Quevedo y
Alarcn, decidi incluir copia de estas letrillas entre sus composi
ciones propias. Tambin es de suponer, en vista de su proveniencia, que
los textos copiados gozan de razonable autoridad.
Quien inici la costumbre de los ataques ad hominem de este tipo fue
el Conde de Villamediana; un buen ejemplo nos lo da la letrilla Vita
bona! Vita bona!, feroz ataque contra muchos de los personajes ms
prominentes de la corte de Felipe III, mencionados por su nombre (va
se Cotarelo y Mori, El Conde de Villamediana, pp. 255-264). Gngora y
Quevedo haban aadido lea al fuego, y los vejmenes de las acade
mias no tardaron en salpicarse generosamente de insultos personales. Pero
no hay duda de que Corcovilla y Pata Coja se cuentan entre los
supremos modelos de su especie, y llaman especialmente la atencin por
que Alarcn, tan mesurado y circunspecto de ordinario, se nos muestra
aqu como un antagonista mucho ms calculador que Quevedo, y mu
cho ms variado en sus ataques. Quevedo casi no toca otra cuerda que
la de la deformidad fsica de Alarcn, mientras que ste, sin olvidar la
pata coja de su enemigo, le echa en cara toda una serie de acciones
y defectos de carcter, y de la manera ms virulenta y demoledora. Las
acusaciones no son invento de Alarcn (para muchas de ellas hay prue
bas documentales): el dramaturgo se limita a presentar, con gran fuerza
y con bastante minucia, las cosas que decan varios enemigos de Queve
do desde comienzos del siglo.
El Corcovilla de Quevedo ha sido muy citado, pero no as la r
plica de Alarcn, en parte porque slo una vez se ha publicado en su
integridad, y esto no en algn estudio sobre Alarcn, sino, irnicamen
te, en la edicin de las poesas de Quevedo por Astrana Marn. Por cier
to, Astrana, que reproduce casi con admiracin muchos de los ataques
de Gngora contra Quevedo en los cuales aparecen no pocas de las
acusaciones de Alarcn, trata desdeosamente la stira alarconiana,
llamndola falsa por dems, no habr que advertirlo (Obras comple
tas... de Quevedo, t. 2, p. 1045a, nota 1). Francisco Ayala, uno de los po
cos crticos que han ledo en serio el Pata Coja, califica tambin de
absurdas las cosas que all se dicen, y, por otra parte, elogia la calma
razonable y razonadora con que Alarcn responde a sus crticos, dan
do muestra de una serenidad que contrasta en todo caso con la fiereza
enconada de Quevedo... (Hacia una semblanza de Quevedo, La To
rre, 1967, nm. 15, pp. 107 y 108).
Habra que preguntarse por qu los estudiosos de Alarcn aceptan
generalmente como ms o menos bien fundadas las crticas de Quevedo
o de Lopea la personalidad de Alarcn, mientras que los bigrafos
EL CORCOVILLA Y EL "PATA COJA' 249
Pata Coja.
Y quin es un ignorante,
cuya estatua all en Venecia
por una frialdad necia
chamuscaron con seroja?6
Pata Coja. 4 5
Pata Coja.
Quin es el que con denuedo,
de cualquier bellaquera,
desvergenza y picarda
se alaba y precia sin miedo?
Quin, Musa (decidlo quedo),
es un escolar gallina,
que, si a huir se determina,
no correr a la coscoja ? 10
Pata Coja.
Quin, siendo Gmez antao,
Villegas se llama hoy,
sin mirar que dando voy
alcances a aqueste engao ? 11
Pata Coja.
Pata Coja.
Pata Coja.
Y quin es el que vendi
a su maestro y su amigo
y, siendo falso testigo, 1 2 0
ANOTACIONES
1. Miguel Musa era pseudnimo usado por Quevedo. Las dcimas
de Gngora que empiezan Musa que sopla y no inspira..., escritas
contra Quevedo en la misma vena satrica que la letrilla de Alarcn, son
de 1603 (vase Astrana, Obras..., t. 2, pp. 963-964).
2. Esta copla alude evidentemente al Sueo del Infierno (la. ed., 1627)
y al Discurso de todos los diablos, o Infierno emendado (la. ed., 1628).
3. Aunque la palabra picaro del v. 19 puede aludir al Buscn, es
crito en 1606 y bien conocido antes de ser publicado en 1626, esta copla
se refiere fundamentalmente a los picarescos los que tuvo Quevedo con
la justicia siendo estudiante en Alcal, entre 1596 y 1600. En sus dci
mas de 1603, Gngora lo llama ladrn y dice que mil veces ha tenido
Castillo, alcaide de Alarcn); leg. 77, nm. 1117 (Diego del Castillo); leg.
238, nm. 3087 (Diego del Castillo, seor de Altarejos).
Cuenca: Archivo Histrico de Protocolos, Barchn del Hoyo, escribanos Martn
Gabaldn (ao 1639) y Lorente de Rueda (ao 1640).
Madrid: Archivo Histrico Nacional, Ordenes militares, Alcntara, nms. 1128
(Juan Pacheco de Guzmn y Pacheco) y 1354 (Juan Ruiz de Alarcn y
Andrada); Montesa, nm. 234 (Juan Girn de Buedo y Ruiz de Alar
cn); Santiago, nms. 177(Diego de Alarcn yAlarcn), 180(Juan de
Alarcn yAyala), 189(Hernando de Alarcn y Llanes), 1616 (Alonso de
Padilla y Chacn), 2481 (Lope Diez de Aux y Armendriz), 3935 (Juan
de Hinestrosa), 7288 (Diego Ruiz de Alarcn y Zrate), 7982 (Francisco
de Tapia y Leyva) y 8970 (Diego de Villegas y Sandoval).
Madrid: Archivo Histrico de Protocolos, legajos 4268 (escribano Andrs Cal
vo), 4355 (escribano Diego de San Martn), 4617 (escribano Andrs Cal
vo Escudero), 4697-4698(escribano Andrs Calvo Escudero), 5297 (escri
bano Francisco de Barrio), 6060 (escribano Lucas del Pozo) y 6119
(escribano Francisco de Medina).
Madrid: Biblioteca Nacional, manuscritos 1818(Sucesos de Npoles yDuque de
Osuna), 2354 (Sucesos del ao 1623), 3991 (Papeles varios), 4144 (Villa-
mediana satrico), 6465 (Materias de leyes ycnones que yo Antonio Vi
dal [y Mendoza] escrib en Salamanca mi primero y segundo curso...),
9348 (Varios epitafios yelogios escritos en alabanza de [don Rodrigo Cal
dern]), 9373 (Diferentes materias histricas y de nobleza), 13092 (Ge
nealoga de los Pacheco, seores de Minaya) y 19321 (Papeles varios).
Madrid: Red Academia de la Historia, Coleccin de Luis de Salazar yCastro,
manuscritos D-33, D-42, M-90 y T-71.
[265]
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Garcilaso de la Vega, 103, 196 Gonzlez del Castillo, Dr. Pedro, 93,
Gascn de Torquemada, Jernimo, apndice B, 235 yn, 237n, 238, 242
175n y n, 244n
Gayoso (Licenciado), 137 Gonzlez de Cellorigo, Martn, 107
Gelves, Marqus de, vase Carrillo de Gonzlez de Cosso, Francisco, 63n,
Mendoza 73n, 76n
Gerhard, Peter, 22n, 25n, 30n, 33 Gonzlezde Eslava, Fernn, 8n, 46-47,
Gilmour, John W., 153 y n 65n
Girn, Cristbal, 161, apndice B Gonzlez Obregn, Luis, 38n, 66n
Girn, Rufina, 161, 216, apndice B Goodman, Walter, 168n
Girn de Alarcn, Luis, 18, apn Grajales, Juan de, 158
dice B Granada, fray Luis de, 145
Girn de Alarcn, Pedro, condede Ci Gregorio IX, 100
fuentes, 86, 109, 161, 244, apndi Guadalczar, Marqus de, vase Fer
ce B nndez de Crdoba, Diego
Girn de Buedo, Fernando, 161, 217, Gudiel, Jernimo, 262
218 y n, apndice B Guerra, Catalina, apndice B
Girn de Buedo y Ruiz de Alarcn, Guerra, frayGarca, arzobispo de M
Juan (nieto de Juan Ruiz de Alar xico, virrey de la Nueva Espaa
cn), 109, 159, 217, 218, apn (1611-1612), 72-74, 74n, 78, 86, 224
dice B Guerrero, familia, 28, 39
Girn de Valencia y Villegas, Guio- Guerrero, Sebastiana, 28
mar, apndice B, 239, 262 Guerrero de Villaseca, Alonso, 63
Godnez Maldonado, fray Pedro, 72, Guicciardini, Francesco, 114
133 Gutirrez de Garibay, Juan, 64, 89 yn
Gmez (jesuita), 63 Guzmn, Gaspar de, conde-duque de
Gmez, Bartolom, 214n Olivares, 86, 91,95, 100yn, 109,
Gmez de Cervantes, Gonzalo, 21n, 123n, 134, 136, 146, 148, 152 y n,
32, 53 y n, 54, 63, 133 153, 156, 164, 172, 173, 184, 194,
Gmez de Orozco, Federico, 37n, 46n 199yn, 200, 205, 206, 209yn, 210,
Gmez de Reynoso, Bartolom, 213 yn 212, 220, 224, 229, 259-260, 262
Gmez de Sandoval y Rojas, Francis Guzmn el Bueno, Juan Manuel Do
co, duque de Lerma, 153n, 156, mingode, duque de Medinasidonia,
164, 172, 184, 199 123n
Gmez de Silva, Ruy, duque de Pas- Guzmn yZiga, Francisco Silvestre
trana, 179 de, marqus de Ayamonte, 123n
Gmez deTrasmonte, Juan, 37yn, 39, Haley, George, 91, 97 y n, 115n
41, 43 Hamilton, EarlJ., 202n
Gngora, Luis de, 13, 114, 162, 167, Hamon, Lorenzo, 125 y n, 127, 155
173, 175, 180, 184-186, 248, 249, Hanke, Lewis, 46n, 48-50nn, 53-55m,
258, 261, 264 60n, 62n, 67n, 205n
Gonzlez, Violante, 235-242 ynn, 244, Haring, C.H., 52n
245 Hartzenbusch, Juan Eugenio, 10, 143,
Gonzlez de Acevedo, Juan, 95 171n, 177n, 184n, 185n, 213n, 226,
Gonzlez de vila, Alonso y Gil, 45, 232, 262
58 y n, 60 Hassig, Ross, 33
Gonzlez del Castillo, Lic. Fernn, 23, Hazaas y La Ra, Joaqun, 130n
56, apndice B, 235-238, 241, 242 Hellman, Lillian, 168n
282 NDICE ONOMSTICO
Salinas, Conde de, vase Silva y Men Solrzano Pereira, Juan de, 51, 55n,
doza 86, 99, 107 y n, 108 y n, 113, 204,
Salinas, Dr. Juan de, 137 207, 212, 223
Salinas, Marqus de, vase Velasco II Sommaia, Girolamo da, 91 y n, 97,
Samon, Carmelo, 227 99r, 102n, 103 y n, 109, 112, 113-
San Martn, Diego de, 125n, 155n 115 y nn
Snchez, Bartolom, 97 Soria, Diego de, 30
Snchez, Gregorio, 214 Sotillo de Mesa, Alonso, 97
Snchez, Jos, 137n Sotomayor, Arturo, 38n, 42n
Snchez de Vargas, Fernn, 232 Speratti Piero, Emma Susana, 8n
Sandoval y Alarcn, Mara de, 208 Staves, Susan, 193 y n
Sandoval y Rojas, Cristbal de, duque Stradling, R.A., 199n
de Uceda, 172, 259, 260 Surez de Alarcn, Antonio, 235n
Sandoval yRojas, Franciscode, duque Surez de Figueroa, Cristbal, 109,
de Cea, 179, 181-182, 184 116n, 166-170, 178, 185, 186n, 190,
Sandoval y Zapata, Luis de, 58n 200, 209 y n, 210
Santiago de Calimaya, Conde de, va SurezdeFigueroa yCrdoba, Gmez,
se Altamirano y Velasco duque de Feria, 163
Santibez, Mara de, 261 Surez de Peralta, Juan, 46, 60n
Santillana, Marqus de, 14 Subirats, Rosita, 146n, 173n, 233
Sarasa y Arce, Fermn de, 247-248, Tcito, 114
251, 254, 258, 264 Tamayo de Vargas, Toms, 187
Sstago, Conde de, 120n Tapia, Carlos de, marqus de Belmon
Schfer, Ernesto, I9n, 199n, 202rm, 203 te, 177n
y n, 207n, 218n Tapia y Leyva, Franciscode, conde del
Schons, Dorothy, 10, 19, 24nn, Tin, Basto, 177 y n
50n, 72n, 73 y n, 78n, 82n, 83, Tarifa, Marqueses de, 127
132nn, 205n Tarsia, Pablo Antonio de, 263
Sedao, Agustn de, 83-85 Tassis y Peralta, Juan de, conde de Vi
Sneca, 66, 114 llamediana, 175-177, 184, 248
Sers, Homero, 210n Tasso, Torquato, 103
Serna, Jacinto de la, 33 Tllez, familia, 21-22
Sessa, Duque de, vase Fernndez de Tllez, Luis, 184n
Crdoba Cardona y Aragn Tllez-Girn, Pedro, duque deOsuna,
Shakespeare, 79, 121, 146 182, 187, 188, 247, 259, 263, 264
Shergold, N.D., 116n, 145n, 173n, Terencio, 66
178nn, 185-186n, 210n, 220r, 233 Teresa de Jess (Santa), 63, 66, 112,
Sieteiglesias, Marqus de, vaseCalde 260
rn, Rodrigo Thompson, J. Eric S., 38n
Silva y Girn, Magdalena de, llln, Tierno Galvn, Enrique, 11
161, 213, 216, apndice B Tirso de Molina (fray Gabriel Tllez),
Silva y Mendoza, Diego de, conde de 7, 9, 147n, 162, 164, 178, 180, 184
Salinas, 176n y n, 214, 220n, 225-228
Silva y Tenoco, Gil de, 110 Toledo, Pedro, marqus de Villafran-
Silverman, Joseph, 8n ca, 181
Silvestre, Gregorio, 103 Toms de Aquino (Santo), 130
Simn Abril, Pedro, 104 Toro, Alfonso, 31n
Scrates, 112n Torre, Gaspar de la, 216n
NDICE ONOMSTICO 289
Torre Ayala, Juan de la, 132 (1590-1595), 17, 22, 30, 42, 43, 45-
Torrente Prez, Diego, 128n, 237n 49, 56yn, 57, 60, 64, 65, 71-73, 75,
Torres de Mendoza, Luis 19n 76, 81, 82, 86, 140 y n, 155, 205,
Torres Rmila, Pedro de, 167 224
Torres Santarn, Francisco de, 80 Velasco, Luis de (Hijo de Luis de Ve-
Toussaint, Manuel, 26nn, 28-30nn, lasco II), 84
37n, 39, 64* Velasco Bayn, B., 38n
Trasmonte, Juan, vaseGmezdeTras Velzquez, Diego de, 14
monte Vlez de Guevara, Diego, 182
Uceda, Duque de, vaseSandoval yRo Vlez de Guevara, Luis, 135, 164,
jas, Cristbal de 175, 177, 179, 184, 214, 220, 225,
Ulloa, Juan Antonio de, 135n, 136 228
Urbano VIII, 120 Vera y Figueroa, Juan Antonio de,
Urtiz de Careaga, Martn, 110 conde de la Roca, 148, 197, 210 y
Vala Siciliana, Marqus de la, vase n, 211 y n
Alarcn y Llanes Vera yMendoza, Fernandode, 210yn
Valbuena Prat, ngel, 227n Vera y Ziga, Juan Antonio de, 148
Valdivielso, Jos de, 164 yn
Valencia, Juan de, apndice B, 239, Vergara y Arzole, Pedro de, 110
242 Vergara Gaviria, Diego de, 203
Valencia, Marade, 17, 21, apndice B Vicente, Gil, 66n
Valenciano, Juan Bautista, 178 Vidal y Mendoza, Antonio, 104 y n
Valle, Marqueses del, vase Corts Vilar, Pierre, 126n
Vallejo, Diego de, 233 Villafranca, Marqus de, vaseToledo
Valverde, Lic. Toms de, 132, 162 Villagmez, familia, 19n, 33*
Van der Hamen y Len, Juan, 13-14 Villagmez, Hernando de, obispo de
Van der Hamen y Len, Lorenzo, 13, Tlaxcala, 19
14 Villamanrique, Marqus de, vase
Vanegas, Mara, 32 Manrique de Ziga
Varey,J.E., 116ra, 145n, 173n, 178m, Villamanrique, Marquesa de, 67, 68
185-186*, 210n, 220n, 233 Villamediana, Conde de, vaseTassis y
Vzquez, Mateo, 130 Peralta
Vzquez de Espinosa, Antonio, 38n, Villanueva, familia, 58, 82
39, 41, 43 Villanueva, Agustn, 57 y n
Vega, Andrs de la, 186n, 231-233 Villanueva, Alonso de (conquistador),
Vega, Joseph de la, 197n y sus hijos Agustn y Alonso, 58
Vega, Lope de, 7, 9, 13, 66, 114, 115, Villanueva, Francisco de, 219n
123, 134, 146, 150-151, 157-159, Villanueva, Dr. Luis de (oidor), 17, 30,
162, 164, 167, 170 y 8, 171, 173, 54, 57-60, 208, |25
174, 180, 185, 186yn, 210-214, 220 Villanueva Alarcn, Dr. Alonsode, 57
y n, 224-228, 248, 249, 262 y n, 78, 82
Velasco, Francisco de, 17, 45, 57, 58, Villanueva Zapata, Dr. Luis de (hijo
65, 225 del oidor Luis de Villanueva), 30,
Velasco I, Luis de, virrey de la Nueva 32, 57, 78, 82
Espaa (1550-1564), 44-47, 57, 58 Villar Cuadrado, Juan del, 110
y n, 60, 64, 76, 225 Villaseca, Alonso de, 17, 57, 59-63,
Velasco II, Luis de, marqus de Sali 205, 225
nas, virrey de la Nueva Espaa Villegas, familia, 261-262
290 NDICE ONOMSTICO
E
m
El Colegio de Mxico