Tema 1. - El Servicio Desde La Comunión Parroquial
Tema 1. - El Servicio Desde La Comunión Parroquial
Tema 1. - El Servicio Desde La Comunión Parroquial
Como toda disciplina espiritual, el servicio es un camino que Dios nos da para el
crecimiento personal. En realidad, la vida cristiana es una vida de servicio.
El sentido del servicio se encuentra en las palabras del apstol Pablo a los Glatas:
Aydense unos a otros a llevar sus cargas, y as cumplirn la ley de Cristo. Est
hablando sobre la ley del amor. El servicio es la mejor forma de amar.
El evangelio segn Marcos narra una situacin vivida por Jess y sus discpulos en torno
al querer ser ms que los dems. Est en Marcos 10. 35-45.
Todo comienza con la peticin de dos hermanos, Juan y Jacobo, hecha a Jess: Queran
sitios de privilegio en el reino. Los otros diez discpulos, al or la conversacin, se
indignaron contra Jacobo y Juan (vr.41).
Jess los reuni y les habl de la forma en que la gente comn piensa y acta con
respecto al poder. Destac Jess dos hechos:
Las relaciones opresivas con que los jefes tratan a sus sbditos.
El abuso de autoridad que suelen tener los altos oficiales.
Despus de dar estas dos caractersticas, Jess agreg: Pero entre ustedes no debe ser
as (vr.43). Entre nosotros, los seguidores de Jess, la cosa es diferente a los patrones
tradicionales.
Es conocido que la iglesia en Corinto, al momento en que el apstol Pablo les escribi sus
dos cartas, era una congregacin caracterizada por contiendas y discordias (1
Corintios 1.11; 3.2). Se levantaba, sobre todo, una tendencia interna a poner en
competencia el liderazgo de Pablo con el de Apolos y con el de Pedro. En el fondo, un
buen sector cuestionaba el liderazgo de Pablo. Ellos cuestionaban la autoridad de Pablo
como verdadero apstol de Cristo.
Cuando Pablo analiza con los Corintios su liderazgo personal, lo califica con las siguientes
palabras: Despus de todo, qu es Apolos? Y qu es Pablo? Nada ms que servidores
por medio de los
cuales ustedes llegaron a creer, segn lo que el Seor le asign a cada uno (1 Cor. 3.5).
Y en el 4.1 agrega: Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de
administrar los misterios de Dios.
Sobre cada cristiano pesan, al menos, dos llamados de Jesucristo: El llamado a seguirle,
y el llamado a servirle. Quienes ejercen el ministerio, en cualquiera de las formas
posibles, deben considerarse servidores de los dems, como de Dios mismo.
El servicio farisaico
El servicio cristiano, por el contrario a todo ello, es una oportunidad que no debemos
desaprovechar para acercarnos al otro, con la disposicin de ser usados por Dios para
Su gloria.
Se caracteriza por su humildad. Eso contrastaba con los trances extticos de los
profetas, que manejaban determinados estados emocionales para causar impresin en la
gente (Mateo 11,29)
Ayudar mucho el hacer nuestro el consejo bblico: No hagan nada por egosmo o
vanidad; ms bien, con humildad consideren a los dems como superiores a ustedes
mismos (Filipenses 2,3).
Hay una alegra del ser sano y la de ser justo, pero hay,
sobre todo, la hermosa, la inmensa alegra de servir.
Que triste sera el mundo si todo estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.
La transmisin de la fe, en cuanto es una accin fundamental de la Iglesia, estructura el rostro y las acciones
de las comunidades cristianas (41). Para anunciar y difundir el Evangelio es necesario que la Iglesia promueva
imgenes de comunidades cristianas capaces de articular con fuerza las obras fundamentales de la vida de fe:
caridad, testimonio, anuncio, celebracin, escucha y coparticipacin. Es necesario concebir la evangelizacin
como el proceso a travs del cual la Iglesia, movida por el Espritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el
mundo, siguiendo la lgica, que la reflexin del Magisterio ha sintetizado as: impulsada por la caridad,
impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas; da testimonio entre
los pueblos de la nueva manera de ser y de vivir que caracteriza a los cristianos; y proclama
explcitamente el Evangelio, mediante el primer anuncio, llamando a la conversin; inicia en la fe y vida
cristiana, mediante la catequesis y los sacramentos de iniciacin a los que se convierten a Jesucristo, o
a los que reemprenden el camino de su seguimiento, incorporando a unos y reconduciendo a otros a la
comunidad cristiana; alimenta constantemente el don de la comunin en los fieles mediante la educacin
permanente de la fe (homila, otras formas del ministerio de la Palabra), los sacramentos y el ejercicio de
la caridad; y suscita continuamente la misin, al enviar a todos los discpulos de Cristo a anunciar el
Evangelio, con palabras y obras, por todo el mundo. (42)
[41] Cf. Congregacin para el Clero, Directorio General para la Catequesis (15 de agosto de 1997), 47: El
decreto conciliar Ad gentes ha clarificado bien la dinmica del proceso evangelizador: testimonio cristiano,
dilogo y presencia de la caridad (nn. 11-12), anuncio del Evangelio y llamada a la conversin (n. 13),
catecumenado e iniciacin cristiana (n. 14), formacin de la comunidad cristiana, por medio de los sacramentos,
con sus ministerios (nn. 15-18). Este es el dinamismo de la implantacin y edificacin de la Iglesia
[42] Ibid. 48. El texto del Directorio construye una descripcin lcida y precisa de estos elementos,
componiendo en una sntesis original los textos del Decreto conciliar Ad gentes, de la Exhortacin Apostlica
Evangelii nuntiandi di Paolo VI y de la Carta Encclica Redemptoris missio de Juan Pablo II.
92. La transmisin de la fe, como accin fundamental de la Iglesia, lleva a las comunidades cristianas a articular
en modo concreto las obras fundamentales de la vida de fe: caridad, testimonio, anuncio, celebracin, escucha,
participacin compartida. Es necesario concebir la evangelizacin como un proceso a travs del cual la Iglesia,
movida por el Espritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo; impulsada por la caridad, impregna y
transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas. Proclama explcitamente el Evangelio,
llamando a la conversin. Mediante la catequesis y los sacramentos de iniciacin, acompaa aquellos que se
convierten a Jesucristo, o aquellos que retoman el camino de su seguimiento, incorporando los unos y
reconduciendo los otros a la comunidad cristiana. Alimenta constantemente el don de la comunin en los fieles
mediante la doctrina de la fe, los sacramentos y el ejercicio de la caridad. Suscita continuamente la misin,
enviando todos los discpulos de Cristo a anunciar el Evangelio, con palabras y obras en todo el mundo. En su
obra de discernimiento, necesario en la nueva evangelizacin, la Iglesia descubre que en muchas comunidades
cristianas la transmisin de la fe tiene necesidad de un renacimiento.
El proceso de la evangelizacin
47. La Iglesia, aun conteniendo en s permanentemente la plenitud de los medios de salvacin, obra de modo
gradual.(112) El decreto conciliar Ad Gentes ha clarificado bien la dinmica del proceso evangelizador:
testimonio cristiano, dilogo y presencia de la caridad (nn. 11-12), anuncio del Evangelio y llamada a la
conversin (n. 13), catecumenado e iniciacin cristiana (n. 14), formacin de la comunidad cristiana, por medio
de los sacramentos, con sus ministerios (nn. 15-18). 113 Este es el dinamismo de la implantacin y edificacin
de la Iglesia.
48. Segn esto, hemos de concebir la evangelizacin como el proceso, por el que la Iglesia, movida por el
Espritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo, de tal modo que ella:
Impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas;
(114)
da testimonio (115) entre los pueblos de la nueva manera de ser y de vivir que caracteriza a los cristianos;
y proclama explcitamente el Evangelio, mediante el primer anuncio , (116) llamando a la conversin.(117)
Inicia en la fe y vida cristiana, mediante la catequesis (118) y los sacramentos de iniciacin , (119) a
los que se convierten a Jesucristo, o a los que reemprenden el camino de su seguimiento, incorporando a unos y
reconduciendo a otros a la comunidad cristiana.(120)
Alimenta constantemente el don de la comunin (121) en los fieles mediante la educacin permanente de la fe
(homila, otras formas del ministerio de la Palabra), los sacramentos y el ejercicio de la caridad;
y suscita continuamente la misin, (122) al enviar a todos los discpulos de Cristo a anunciar el Evangelio, con
palabras y obras, por todo el mundo.
49. El proceso evangelizador, (123) por consiguiente, est estructurado en etapas o momentos esenciales :
(124) la accin misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la accin
catequtico-iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su
iniciacin; y la accin pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana. (125)
Estos momentos, sin embargo, no son etapas cerradas: se reiteran siempre que sea necesario, ya que tratan de
dar el alimento evanglico ms adecuado al crecimiento espiritual de cada persona o de la misma comunidad.
- En las acciones ministeriales de la Parroquia, donde se tiene una Direccin parroquial, una
coordinacin y ejecucin sectorial de las acciones correspondientes.
Despus de distribuir las personas como visitadores en el Sector, el Jefe de Sector va repartiendo
a las personas en Ministerios, en proporcin del nmero de evangelizados, y llenando los
ministerios ms urgentes.
+ Evangelizacin: Podra haber retiros a nivel sector o zona (que abarca sectores con
situaciones similares). Si los retiros son a nivel toda la parroquia, es el Consejo es el que decide
sobre ellos y cundo se realizaran.
El Responsable de comunidades tiene la funcin de cuidar que cada responsable de sector cuide
a sus comunidades y de unificar la forma en que se les cuida. Se reune con animadores o
supervisores a nivel parroquia y organiza los encuentros generales de comunidades.
As como el responsable del sector cuida las comunidades, son ellos quienes cuidan la estructura
de discipulado y el curso de Pastoral de seguimiento, eligiendo entre ellos quien coordina o
realiza las actividades.
Si hay catequistas que vayan a cada comunidad, el sector los buscar y coordinar. El ministerio
a nivel parroquial en todo caso preparar catequistas de cada nivel, entre los candidatos que les
presenten en el sector.
+ En la Escuela de fe, cada sector trata de organizar que existan en su sector grupos de todos
los niveles, buscar candidatos y los enviar a preparar en los cursos que para ello organice el
ministerio parroquial.
+ En la Liturgia es posible distribuir las misas dominicales entre los sectores, buscando
candidatos a lectores, aclitos, ujieres, etc., entre las personas del sector. Esta bsqueda se
realiza en el Sector y la preparacin a nivel parroquia.
+ En la Accin Social puede haber proyectos a nivel parroquial o sectorial. En todo caso la
deteccin de necesidades se realiza a travs de la estructura sectorial (visitadores, promotores
de manzana o de acera), as como la distribucin de material asistencial (despensas, etc).
Pueden realizarse talleres de promocin a nivel general o sectorial. El sector motiva a los
asistentes y a travs del contacto de lo social organiza las actividades para el sector.
El Ministerio de Accin Social prepara materiales de formacin en la Doctrina Social de la Iglesia
y programa cursos sobre la misma y se pone de acuerdo con el sector para la formacin en las
reuniones sectoriales.
Destinatarios especiales:
+ Familia, Jvenes, Salud y Rehabilitacin deben como ministerios trabajar unidos puesto
que los problemas materia de estos ministerios siempre estn interrelacionados.
El Sector es el que organiza y coordina que quienes hacen un visiteo integral permanente
atiendan lo relativo a la familia, a los jvenes, enfermos y rehabilitacin. El Ministerio a nivel
parroquial a travs de la estructura parroquial, podr organizar misiones parroquiales de
matrimonios visitando a matrimonios, o jvenes a jvenes, o misiones de rescate y
rehabilitacin, as como cursos sobre diversas materias en apoyo al objetivo de cada Ministerio
+ El Ministerio de rehabilitacin podra tener para toda la parroquia alguna casa o casas para
atencin de personas con drogadiccin, pandillerismo, etc.
+ Pastoral de la Salud. El Sector organiza y coordina la atencin a los enfermos, pero a nivel
parroquia se les prepara para esa atencin, incluyendo situaciones especiales.
1. Testimonio cristiano: provocar admiracin y simpata (AG 11; EN 21, 41; RMi 42-
43; P356; DGC 56):
Se logra mediante la presencia en los momentos difciles de las personas, con sentido
cristiano de caridad, como enfermedad, muerte, crisis psicolgicas, quiebra,
manifestacin, crcel, andar fuera del hogar, despojo, conflicto vecinal, etc.
El buen trato, respetuoso y atento, en las oficinas parroquiales, la sacrista, los centros
de informacin, las personas que trabajan en la parroquia. La celebracin digna y
evangelizadora de los sacramentos y los sacramentales. El ejemplo de los santos y los
beatos, y otros testigos de la fe cercanos al pueblo.
Y ciertos momentos en los cuales las personas puedan ofrecer un testimonio de lo que el
Seor hace en sus vidas. Marchas, congresos, conciertos de evangelizacin, vigilias de
oracin, acciones de solidaridad, retiros masivos, Misiones populares tradicionales.
2. Llamado: convocar a los que simpatizan (DGC 51; RMi 46; EN 23; RICA 11):
Sobre todo el visiteo de las casas para censo y kerigma. Se visita casa por casa,
atendiendo a cada familia y persona. Se trata de salir organizadamente a buscar a los
alejados, sin descuidar a los cercanos ir a todos, caminar con los pies el territorio
parroquial para alcanzar a todos.
3. Kerigma explcito y completo: experiencia cristiana (EN 24; CT 18; RMi 44; DGC
51,55; P 357-358; RICA 6; A 278-ab):
Es preciso lograr una vivencia todas sus metas: conversin, adhesin a Jess como
salvador y nico Seor, efusin del Espritu Santo para una vida nueva personal y en
comunidad. No intenta slo producir personas con buenos propsitos, sino creaturas
nuevas, mediante una renovacin consciente y comprometida de cada uno de los
Sacramentos de la Iniciacin Cristiana.
Hay varios sistemas posibles, que conviene ir ofreciendo simultneamente, para que las
personas elijan el que mejor se adapte a su situacin: tema semanal, encierro de fin de
semana,combinado. El criterio es elegir el que logre mejores resultados de
transformacin profunda, de perseverancia y crecimiento consistente.
Sus promotores y quienes los han vivido lo consideran lo mximo, porque en ellos han
hallado una experiencia de encuentro con Cristo y el sentido de su vida. Habr que
ubicarlos en el contexto eclesial, y asegurar la renovacin consciente de los sacramentos
de iniciacin en un contexto catecumenal.
Estos son los principales mtodos catecumenales que existen en nuestro ambiente:
- Crculos bblicos y Lectio divina: estudian la Biblia, preparan la Palabra dominical, pero
rara vez parten de hechos de la vida actual, si acaso lo familiar y slo desde el punto de
vista moral.
6. Integracin a comunidades
Las reuniones informales para orar, hacer retiro, integrarse, convivir entre las familias,
son medios que van afianzando la vida comunitaria.
La meta es formar una comunidad. Una comunidad es una agrupacin estable, orgnica
y fraternal de personas evangelizadas, centrada en el Seor Jess y animada por su
Espritu, en la cual se responsabilizan unos de otros en todo, se aman, se sirven
mutuamente, comparten lo que son, lo que saben, lo que tienen y lo que pueden, se
edifican espiritualmente, se apoyan solidariamente en sus necesidades materiales y
sociales, y as presentan una nueva alternativa de vida corporativa o sociedad.
Los mueve el ideal de ir constituyendo poco a poco y entre crisis una pequea
comunidad eclesial, en la cual juntos orar, expresar y celebrar su fe, estudiar la Palabra,
edificarse espiritualmente, enfrentar sus necesidades materiales y sociales en fraterna
solidaridad, como una clula de su parroquia. Es un proceso creciente de comunin, que
nunca termina. Se vinculan vitalmente en la dimensin comunional de la parroquia en
las comunidades, y tratan de ir realizando el ideal de Hch 2,38-42.
Lo social es parte integral de la vida cristiana; el Evangelio tiene una dimensin social
innegable.
As que los distintos momentos de la formacin cristiana deben tener en cuenta una
conciencia y accin social progresiva.
Se requiere crear nuevas organizaciones, pues las actuales son parte del sistema, o
meramente formales, o buscan slo su propio beneficio, o no luchan por el cambio en
bien de todos sino slo por el poder poltico o econmico.
Se van proveyendo los cuadros ministeriales, para un visiteo permanente que vaya
iniciando y continuando el proceso en cada sector incesantemente. El consejo pastoral
coordina, articula e integra todo.
5.- CARACTERSTICAS DEL SERVICIO
HUMILDAD DE MARIA, HUMILDAD EN EL SERVICIO
Humildad de Mara
La humildad, dice san Bernardo, es el fundamento y guardin de todas las virtudes. Y
con razn, porque sin humildad no es posible ninguna virtud en el alma. Todas las
virtudes se esfuman si desaparece la humildad. Por el contrario, deca san Francisco de
Sales, como refiere santa Juana de Chantal, Dios es tan amigo de la humildad que acude
enseguida all donde la ve. En el mundo era desconocida tan hermosa y necesaria virtud,
pero vino el mismo Hijo de Dios a la tierra para ensearla con su ejemplo y quiso que
especialmente le imitramos en esa virtud: "Aprended de m que soy manso y humilde
de corazn" (Mt 11,29). Mara, siendo la primera y ms perfecta discpula de Jesucristo
en todas las virtudes, tambin lo fue en esta virtud de la humildad, gracias a la cual
mereci ser exaltada sobre todas las criaturas. Se le revel a santa Matilde que la
primera virtud en que se ejercit de modo particular la bienaventurada Madre de Dios,
desde el principio, fue la humildad.
El humilde desva las alabanzas que se le hacen y las refiere todas a Dios. Mara se
turba al or las alabanzas de san Gabriel. Y cuando Isabel le dice: "Bendita t entre las
mujeres... Y de dnde a m que la Madre de mi Seor venga a visitarme? Feliz la que ha
credo que se cumpliran todas las cosas que le fueron dichas de parte de Dios" (Lc 1,42-
45). Mara, atribuyndolo todo a Dios, le responde con el humilde cntico: "Mi alma
engrandece al Seor". Como si dijera: Isabel, t me alabas porque he credo, y yo alabo a
mi Dios porque ha querido exaltarme del fondo de mi nada, "porque mir la humildad de
su esclava". Dijo Mara a santa Brgida: Por qu me humill tanto y merec tanta gracia
sino porque supe que no era nada y nada tena como propio? Por eso no quise mi
alabanza sino la de mi bienhechor y mi creador. Hablando de la humildad de Mara dice
san Agustn: De veras bienaventurada humildad que dio a luz a Dios hecho hombre, nos
abri el paraso y libr a las almas de los infiernos.
Humildad en el servicio
Es propio de los humildes el servicio. Mara se fue a servir a Isabel durante tres meses;
a lo que comenta san Bernardo: Se admir Isabel de que llegara Mara a visitarla, pero
mucho ms se admirara al ver que no lleg para ser servida, sino para servirla.
Los humildes viven retirados y se esconden en el sitio peor; por eso Mara, reflexiona
san Bernardo, cuando el Hijo estaba predicando en aquella casa, como refiere san Mateo
en el captulo 12, y ella quera hablarle, no quiso entrar sin ms. Se qued fuera,
comenta san Bernardo, y no interrumpi el sermn con su autoridad de madre ni entr
en la casa donde hablaba el Hijo. Por eso tambin, estando ella con los discpulos en el
Cenculo se puso en el ltimo lugar, que despus de los dems la nombra san Lucas
cuando escribe: "Perseveraban todos unnimes en la oracin, con las mujeres y la Madre
de Jess" (Hch 1,14). No es que san Lucas desconociera los mritos de la Madre de Dios
conforme a los cuales debiera haberla nombrado en primer lugar, sino porque ella se
haba puesto despus de los apstoles y las dems mujeres, y as los nombra san Lucas
conforme estaban colocados en aquel lugar. Por lo que escribe san Bernardo: Con razn
la ltima llega a ocupar el primer lugar, porque siendo Mara la primera de todas, se
haba colocado la ltima.
Los humildes, en fin, no se ofenden al ser menospreciados. Por eso no se lee que Mara
estuviera al lado de su Hijo en Jerusaln cuando entr con tantos honores y entre palmas
y vtores; pero, por el contrario, cuando su Hijo mora, estuvo presente en el Calvario a la
vista de todos, sin importarle la deshonra, ante la plebe, de darse a conocer como la
madre del condenado que mora como criminal con muerte infamante. Le dijo a santa
Brgida: Qu cosa ms humillante que ser llamada loca, hallarse falta de todo y verse
tratada como lo ms despreciable? Esta fue mi humildad, ste mi gozo, ste todo mi
deseo, porque no pensaba ms que en agradar al Hijo mo.
Le fue dado a entender a sor Paula de Foligno lo grande que fue la humildad de la
santsima Virgen; y queriendo explicarlo al confesor, no saba decir ms que esto, llena
de estupor: La humildad de nuestra Seora! Oh Padre, la humildad de nuestra Seora!
No hay en el mundo ni un grado de humildad si se compara con la humildad de Mara. El
Seor hizo ver a santa Brgida dos seoras. La una era todo fausto y vanidad: Esta, le
dijo, es la soberbia; y sta otra que ves con la cabeza inclinada, obsequiosa con todos y
slo pensando en Dios y estimndose en nada, sta es la humildad, y se llama Mara.
Con esto quiso Dios manifestar que su santa Madre es tan humilde que es la misma
humildad.
No hay duda, como dice san Gregorio Niseno, de que para nuestra naturaleza
cada no hay virtud que tal vez le resulte ms difcil de practicar que la de la humildad.
Pero la nica manera de ser verdaderos hijos de Mara es siendo humildes. Dice san
Bernardo: Si no puedes imitar la virginidad de la humilde, imita la humildad de la virgen.
Ella siente aversin a los soberbios y llama hacia s a los humildes. "El que sea pequeo
que venga a m" (Pr 9,4). Dice Ricardo de San Lorenzo: Mara nos protege bajo el manto
de su humildad. La Virgen le dijo a santa Brgida: Hija ma, ven y escndete bajo mi
manto; este manto es mi humildad. Y le explic que la consideracin de su humildad es
como un manto que da calor; y como el manto no da calor si no se lleva puesto, as se
ha de llevar este manto, no slo con el pensamiento, sino con las obras. De manera que
mi humildad no aprovecha sino al que trata de imitarla. Por eso, hija ma, vstete con
esta humildad. Cun queridas son para Mara las almas humildes. Escribe san Bernardo:
La Virgen conoce y ama a los que la aman, y est cerca de los que la invocan; sobre todo
a los que ve semejantes a ella en la castidad y en la humildad. Por lo cual el santo
exhorta a los que aman a Mara a que sean humildes: Esforzaos por practicar esta virtud
si amis a Mara. El P. Martn Alberto, jesuita, por amor a la Virgen sola barrer la casa y
recoger la basura. Y como refiere el P. Nieremberg, se le apareci la Virgen y,
agradecindole, le dijo: Cmo me agrada esta obra realizada por amor mo.
Reina ma, no podr ser tu verdadero hijo si no soy humilde. No ves que mis
pecados, al hacerme ingrato a mi Seor me han hecho a la vez soberbio? Remdialo t,
Madre ma. Por los mritos de tu humildad alcnzame la gracia de ser humilde para que
as pueda ser hijo tuyo verdadero.
Humildad radical
1. Seor Dios, ante ti y tus cosas, somos pequeos, frgiles, torpes, sucios:
Ingratos e infieles! Y, adems, engredos y orgullosos...
2. Pero, siendo as como somos, t nos comprendes, nos llamas, nos quieres, nos
limpias, nos haces crecer, nos fortaleces y nos embelleces (Ez 16,9-14); nos adoptas
como hijos legtimos, a semejanza del Hijo, y nos haces tus herederos (Rm 8,15-17),
constructores de tu Reino.
3. Aydanos a aceptar estas dos realidades tan terriblemente dispares, sin negar
ni la una ni la otra. Como Mara, quiero reconocer mi pequeez, pero sin dejar de
aceptar, agradecido, las maravillas que realizas en m (Lc 1,49).
4. Ciertamente soy pobre, ciego y desnudo (Ap 3,17). Reconozco mi miseria, la
siento y me humillo delante de ti, Seor, sabiendo que slo t me puedes levantar (Sant
4,9s).
5. Me reconozco pecador perdonado, como Pedro en la barca (Lc 5,8), como el
capitn romano (Lc 7,6s), como el publicano en el templo (Lc 18,13)...
6. Siento que mi carne no se conforma a tu querer, Seor (Rm 8,7). Para que no
me ponga orgulloso, su aguijn me abofetea de continuo (2Cor 12,7). Pero s que me
basta tu gracia (2Cor 12,9).
7. Llevo tu tesoro en vasija de barro, para que todos reconozcan tu fuerza
soberana, y no parezca cosa ma (2Cor 4,7). Ensame, pues, a alegrarme cuando me
tocan enfermedades, persecuciones y angustias, pues cuando me siento dbil, entonces
es cuando puedo ser fuerte en ti (2Cor 12,10).
8. Quisiera no alabarme sino de mis debilidades (2Cor 12,5). Tu fuerza se pone de
manifiesto en lo que es dbil (2Cor 12,9). Por eso slo debera presumir de lo que
descubre mi debilidad (2Cor 11,30). Pues t sabes compadecerte de nuestras
debilidades (Heb 4,15). Ms an, has tomado sobre ti nuestras propias debilidades (Mt
8,17) para comprendernos, as, mejor y podernos ayudar ms de cerca (Heb 2,18).
9. Ante ti no sirven para nada mi sabidura ni mis prudencias (Mt 11,25). Los
necios segn el mundo me superan en valor a tus ojos. T eliges a la gente comn y
despreciada, a lo que es nada, para rebajar a lo que es (1Cor 1,28s). Por eso, si
desprecio, aunque sea en lo ntimo del corazn, a uno solo de mis hermanos, no estoy en
tu gracia (Lc 18,14).
10. No soy capaz de confesarte como Seor, si no es guiado por el Espritu Santo
(1Cor 12,3). No puedo ni siquiera acercarme a ti, si es que no me arrastra el Padre (Jn
6,44).
11. Ni lo que planto, ni lo que riego sirve para nada, si t no obras el crecimiento
(1Cor 3,7). T eres el que elige y el que hace crecer. El camino, y la vida para caminar (Jn
14,6).
12. Reconozco y acepto, pues, con sinceridad de corazn, que todo lo bueno que
tengo lo he recibido de ti, sin mrito alguno por mi parte (1Cor 4,7). No tengo derecho a
vanagloriarme de mis buenas obras, pues no soy yo el que sostiene la raz, sino la raz es
la que me sostiene a m (Rm 11,18). Tu Reino no depende de los mritos de nadie! (Rm
9,12).
13. La salvacin no proviene de m. T la concedes como un regalo y no como
premio de las buenas obras. No puedo, por consiguiente, alabarme en nada. Lo que soy
es obra tuya, Seor, que me has creado en Jess para que haga buenas obras (Ef 2,8-
10).
14. Haga lo que haga, aunque sea el apostolado ms eficaz, siempre he de
afirmar: Slo soy un servidor, que no haca falta; slo hice lo que deba hacer (Lc
17,10).
15. Slo por tu gracia, Seor, soy lo que soy (1Cor 15,10). Por eso mi orgullosa
vanidad es tan absurda.
16. Slo de ti podemos estar orgullosos (1Cor 1,31). Slo en ti podemos gloriarnos
(2Cor 10,17). Slo en tu nombre podemos echar las redes con esperanza (Lc 5,5).
17. Ensame, Jess, a cargar tu yugo, de forma que aprenda a ser, como t,
sencillo y humilde de corazn (Mt 11,29). Aydame a vivir esa actitud fundamental de
tus seguidores que son las bienaventuranzas (Mt 5,3). Concdeme un corazn con los
mismos sentimientos que los tuyos (Flp 2,5).
18. Introdceme en la caravana de los anawin, que confan slo en ti, sin
apoyarse nunca en s mismos ni en nada creado (Sof 3,12). Concdeme la capacidad de
recepcin que tienen los nios, consciente de que quien no recibe el Reino de Dios como
un nio, no puede entrar en l (Mc 10,15).
19. Y aljame de la levadura de los fariseos (Mt 16,6), que se creen art fices de su
propia salvacin. Nadie puede construir por s mismo su santidad personal (Lc 18, 9).