Teorías Sobre El Sujeto Poético - Mariela Blanco
Teorías Sobre El Sujeto Poético - Mariela Blanco
Teorías Sobre El Sujeto Poético - Mariela Blanco
Mariela Blanco*
Universidad
Nacional de No es imposible (y, sin duda, es inofensivo) asimilar todos los gneros literarios a la
Mar del Plata*, novela. El cuento es un captulo virtual, cuando no un resumen; la historia es una
Consejo antigua variedad de la novela histrica; la fbula, una forma rudimental de la novela
de tesis; el poema lrico, la novela de un solo personaje, que es el poeta (...)
Nacional de
Macaulay, en alguno de sus estudios, se maravilla de que las imaginaciones de un
Investigaciones hombre lleguen a ser los ntimos recuerdos de miles de otros. Esa omnipresencia de
Cientficas y un yo, esa continua difusin de un alma en las almas, es una de las operaciones del
Tcnicas, Mar arte, acaso la esencial y la ms difcil.
del Plata,
Argentina. Jorge Luis Borges (Textos Cautivos)
RESUMEN
1
Desde la impronta biogrfica de la crtica tradicional hasta la disolucin postulada por el
posestructuralismo, el sujeto potico ha sido objeto de mltiples miradas. Sin embargo,
las diversas perspectivas se especializan en determinadas porciones o fragmentos
(Scarano, Los lugares 19), tales como su relacin con el lenguaje, su
figuracin/configuracin y hasta su relacin con lo social, algunas de las cuales
propongo recorrer en este trabajo.
Conviene no olvidar que el sujeto contra el que recaen estos golpes es el ego cartesiano
que se funda en su oposicin a la categora de objeto y en clara supremaca con respecto
a la misma. Resulta, por dems, obvio destacar aqu la influencia que este ataque a la
metafsica tradicional produce en los filsofos posestructuralistas. Esta heredada crtica
al sujeto y la primaca del lenguaje propugnada no slo por la importancia adquirida por
la filosofa del lenguaje, sino, fundamentalmente, por una no siempre reconocida
impronta heideggeriana, confluyen en la teora sobre la muerte del sujeto a la que no
pocos pensadores de esa corriente adhirieron.2 El caso ms renombrado es el de Roland
Barthes, pero no menos importancia adquiere en el marco de la teora potica el sujeto
cerolgico kristeveano o la absoluta disolucin del sujeto postulada por Blanchot. 3 Se
trata, como la propia Kristeva lo enuncia, de dejar sentada la muerte del sujeto, pero
creo que se hace necesario destacar una vez ms el blanco del ataque: el sujeto
cartesiano en el mbito metafsico y, en el caso de la problemtica que nos ocupa, del
autor en tanto autoridad en la que recae la responsabilidad de cerrar el sentido del texto.4
2
que, en este caso, la distincin entre autor y sujeto, tal como lo venimos tratando, resulta
de fundamental importancia, ya que Foucault se encarga de precisar insistentemente que
su propuesta remite a una funcin clasificatoria (19), con lo cual se le restituye
parcialmente un lugar al sujeto, pero alejado del clsico fundamento originario,
recordndole las condiciones de su regreso como mera funcin del discurso (42). Segn
Brger, este modo de concebir un sujeto no-sustancialista se aproxima bastante al
concepto sociolgico de rol (16); por eso, Scarano saluda en forma optimista esta
teora posicional, porque sirve de piedra de toque para reinstalar al sujeto en sus
propios contextos culturales (1997:24) a travs de las marcas que deja en el discurso
(2000:33-4). Sin embargo, coincido al menos con respecto al artculo sealado con
Brger en que la perspectiva que prima deja de lado un concepto demasiado caro a la
poesa, el de experiencia (17), latente en la concepcin potica borgeana que oficia de
acpite de este trabajo, por ejemplo. No es la dimensin histrica y la existencia que
dimana de ella la que prima en la mirada foucaultina, sino que se observa la primaca
de un yo sometido a prcticas discursivas y no-discursivas que posibilitan antes que
nada su hacerse sujeto (Brger 2001:15). Por otro lado, Foucault parece retomar (para
el mbito de la literatura) la primaca de lo verbal en pos del sujeto en un trabajo
posterior como El pensamiento del afuera (1993) en donde despliega una verdadera
ontologa del lenguaje al ms puro estilo heideggeriano-blanchotiano: Nos
encontramos, de repente, ante una hiancia que durante tiempo se nos haba ocultado: el
ser del lenguaje no aparece por s mismo ms que en la desaparicin del sujeto (16).
Retomando la importancia de esta nueva episteme posmoderna que, sin duda, instituy
un giro significativo con respecto a ciertos postulados de la modernidad y como bien
dice Scarano no se trata de cuestionar la ya admitida e indiscutible construccin
discursiva de la subjetividad en los textos (1997:17) coincido, tambin, con esta autora
en que ha llegado la hora de recuperar el lugar de esa enunciacin con su complejo
universo de saberes y poderes (1997:24) para poder restituir categoras tericas que no
entraen una flagrante contradiccin con el carcter exclusivamente verbal de la
subjetividad, como la de proyecto potico o el anlisis de los metatextos que tienden a
disearlo, por slo citar estos ejemplos.
Por otro lado, considero que la forma de restituir el anlisis de la dimensin social de la
subjetividad parte de retomar el postulado adorniano de que la formacin lrica es
siempre, al mismo tiempo, expresin subjetiva de un antagonismo social (1962:62). En
efecto, el sujeto escindido de Adorno encuentra refugio en la lrica en cuanto lugar en el
que puede recuperar el vnculo perdido con la naturaleza y, al mismo tiempo, por
tratarse de un gnero paradjico en cuanto en l confluyen la subjetividad individual y
la objetividad introducida por la dimensin social del lenguaje. Si bien Adorno reconoce
una preeminencia del lenguaje en la lrica, alerta sobre los peligros de que la
absolutizacin del mismo atente contra el sujeto lrico, como observbamos antes con
respecto a los herederos del pensamiento de Heidegger: La lengua no habla, sino
cuando deja de hablar como algo ajeno al sujeto y habla como voz propia de ste (61).
De este modo, advertimos que para abordar el sujeto en su totalidad, es decir,
contemplando tambin su dimensin social, esta propuesta se aleja de las tentativas de
eclipsamiento. Por el contrario, creo que es necesario tomar en cuenta las relaciones que
establece la subjetividad contenida en el poema con el mundo para poder asir un sujeto
potico en expansin no slo porque encarna el todo, como coincide en proponer
Adorno con esa continua difusin de un alma en las almas de la que nos hablara
3
Borges, sino porque su expansin tiende a abolir los lmites entre el texto y su afuera,
como veremos ms adelante.
A esta altura del trabajo cabe preguntar qu espacio pedirle que cubra a la categora de
sujeto en poesa. Sin duda, que estas peticiones atienden a reconocer la crisis de la
subjetividad moderna que se advierte desde la perspectiva filosfica, as como el
carcter eminentemente verbal de un sujeto constituido bsicamente a partir de prcticas
discursivas. Sin embargo, esta propuesta de travesa por distintas teoras tiene
indudablemente la misin de interrogar a las mismas, en pos de sus respuestas y, al
mismo tiempo, sus grietas, con el objetivo de arribar a un modelo parcial que me
permita abordar textos poticos de la posvanguardia.
En primer trmino, creo que se hace necesario retomar la teora de la enunciacin desde
sus orgenes para recuperar esa doble dimensin de la subjetividad en el discurso a
partir de su distincin entre sujeto de la enunciacin y sujeto del enunciado. En trminos
de Benveniste, la realidad a la que se refiere yo es una realidad de discurso, porque
slo vale en la instancia en la que es producido; pero, al mismo tiempo, la
forma yo no tiene existencia lingstica ms que en el acto de palabra que la profiere
(173), de tal modo que, cada vez que se enuncia yo, el discurso contiene conjugada esta
doble instancia de produccin y producto. Si bien esta teora nos permitira recuperar
parcialmente la dimensin de la enunciacin del poema, es decir, la voz del autor, no es
posible ignorar que existe una relacin de asimetra entre ambas instancias. Dirimir,
precisamente, esta escisin constituye el objetivo de Walter Mignolo en La figura del
poeta en la lrica de vanguardia (1982), donde justamente apela al concepto de
figuracin para introducir la gama de posibilidades que abre la infinidad de mscaras
que puede adoptar el sujeto en la escritura potica. En este artculo, entrar en polmica
con la tesis de Kate Hmburger respecto de la correspondencia lgica entre el yo
lrico y el yo real que profiere el enunciado le permite al crtico argentino introducir
su propuesta que distingue entre rol social y rol textual para marcar esa distancia
ante la que un grupo de la crtica permanece miope, es decir, la que separa al autor de la
figura del poeta.5
4
disolucin de este, sino su subsumicin a una categora la de voz que permite
aprehender a ambos.
Creo que slo a partir de esta polifona de la enunciacin es posible abordar los
modos de figuracin del sujeto, as como las marcas de una dimensin ideolgica que
reenva al mbito extratextual, es decir, proponer el estudio del sujeto como producto y
como productor del discurso. Tal operacin se torna evidente en proyectos poticos,
como el de Alfredo Veirav, en donde, si bien la reflexin sobre el lenguaje ocupa un
lugar protagnico, la misma no intenta desplazar al sujeto, sino que, por el contrario,
ste se configura como uno de los ejes que articula las constelaciones de sentido de su
potica. Intentar explicarme mejor a partir de estos versos de Signos en Rotacin,
pertenecientes a Puntos luminosos (1970):
Los viajes espaciales del sujeto constituyen uno de los motivos del poemario lo cual, si
bien en clave metapotica, nos obliga a reponer la figura de poeta comprometido en el
proceso no siempre realizable de alcanzar los signos. Me interesa destacar este aspecto,
porque dentro de las operaciones de dispersin y aglutinacin que funcionan como
principal motor de dinamizacin de esta potica, el sujeto se configura como un factor
aglutinante que dota de sentido a la proliferacin, ya sea de discursos ajenos o de
materiales poticos de variada procedencia (la historia, la ciencia, la sociologa), que
Calabrese denomina discursos-otros (2002:70). Por eso, Veirav, este cazador de
signos en rotacin luego de expandir sus partes por el espacio recupera
abruptamente, en el mismo poemario, las coordenadas espacio-temporales de una de sus
mscaras la del sujeto autobiogrfico que nos obliga, como crticos, a la recuperacin
del correlato autoral, como procedimiento a travs del que emerge un yo con un nombre
y/o ciertos datos biogrficos verificables, los del autor emprico:
5
es una esfera en el espacio, un planeta
ms bien pequeo
del tamao del dedo pulgar de los astronautas.
Yo no lo dudo, porque he visto las fotografas
y porque ahora estoy a casi medio planeta de
mi casa.
Lo mejor de todo esto es que en ese pulgar
tambin mi casa es una parte del universo.
Cmo no serlo si en el patio del fondo
hay un filodendro de gigantes hojas y tambin
gusanos bajo la tierra
aptos para la pesca, y ahora que me acuerdo
el olor de los helechos contra la pared
la cara de Delfina o Federico entre los rboles
y aquel canario que se nos vol de noche.
Mi casa es una parte del universo. (212)
A esta altura del trabajo se hace evidente que, por un problema de extensin, no puedo
abordar este problema de la impronta autobiogrfica, tambin presente en la potica de
Giannuzzi; pero, me interesa, al menos, mencionar la restitucin de la corporalidad del
sujeto que en este ltimo poeta se convierte en una de las marcas distintivas de su
escritura, como acertadamente lo advierte Jorge Monteleone cuando sostiene que en
Giannuzzi la conciencia se halla cada vez ms anegada en la carnalidad de un individuo
en el mundo: orgnico, cardaco, humoral, doliente7 (2004:347).
Conforme al precepto del poema anterior, en Potica que se resume en los versos
Poesa/ es lo que se est viendo Giannuzzi propone una subjetividad que entabla, as,
relaciones con los objetos del mundo, principal materia potica, relaciones que
adquirirn mltiples modulaciones en sus poemarios; pero en esas vinculaciones
6
mediadas por el complejo mundo de la percepcin, el sujeto se erige en foco existencial,
aunque atravesado por las Condiciones de la poca, ttulo de su tercer poemario
(1967) alude a otro de los aspectos que me propongo abordar. Si bien, tanto por sus
metatextos como por las caractersticas de sus respectivas poticas, no podemos
encuadrar a estos poetas dentro de la potica del compromiso que se constituy en una
de las principales vertientes del campo potico argentino de la poca, hay ciertas marcas
insoslayables que dan cuenta de la inscripcin de los poemas en determinadas
coordenadas espacio-temporales.8 Basta pensar en el elocuente ttulo Vista al mar:
1975, de Veirav, un poema de inusual referencialidad donde la aparente ausencia de
procedimientos tornan ms brutal la analoga final:
Se advierte, aqu, la distancia con respecto a esa volatilizacin del sujeto que
postulara Mignolo para el caso del sujeto potico de vanguardia o con respecto al sujeto
cerolgico que propone Kristeva. En efecto, nos enfrentamos a la operacin inversa de
restitucin de la inscripcin del sujeto en un aqu y ahora sin duda acuciante, urgente,
que irrumpe abruptamente en el espacio de la escritura y que nos obliga, como crticos,
a reponer tericamente un marco para abordar las relaciones entre sujeto y sociedad
cuando estos elementos extratextuales ajenos a una concepcin trascendentalista del
arte invaden el mbito de lo potico. Si antes califiqu a este poema de inusualmente
referencial es porque esta contundencia, esta alusin al contexto sociopoltico que se
distingue del resto del discurso por el uso de parentticas, no se repite en forma tan
directa en otros poemas. En este caso, opera slo la concentracin; las asociaciones no
son interminables, como se postula metapoticamente en Ahora las explicaciones
sensatas (El imperio milenario, 1974:65) sino que, por el contrario, remiten a un
referente preciso situado espacial y cronolgicamente en la periferia, de acuerdo al lugar
de enunciacin desde el cual el sujeto sirve como referencia en 1975 segn se
explicita en el ttulo.
7
corrosivo horada el lugar comn del poeta del interior esperando ser descubierto por los
popes de los focos de poder, o el epgrafe de Tolstoi recin mencionado espacio
consagratorio si los hay irnicamente citado de odo.
Otra modulacin adquiere esta relacin del sujeto con el espacio y el tiempo en el caso
de la potica de Joaqun Giannuzzi. Dentro del amplio espectro que plantea esta forma
de entrada, me centro solamente en una de las dicotomas que impregna su escritura. Me
refiero a la oposicin entre el mbito que recubre lo material, lo finito, lo tangible, lo
que se degrada, frente a un ms all aparentemente inaccesible, pero no por eso vedado
a las aspiraciones del sujeto-poeta que presenta, como es obvio, las caractersticas
opuestas, es decir, el mbito del absoluto, lo infinito, lo perdurable, lo no accesible a
travs de los sentidos. Escindido entre estas dos esferas, se debate el sujeto en Poeta
enroscado en la silla:
CONCLUSIONES
8
Esta propuesta de lectura se reconoce deudora de las teorizaciones en torno al gnero
formuladas por Jorge Monteleone, quien sostiene que acaso una de las preguntas sobre
la poesa lrica sea la pregunta sobre el YO (La pregunta 63). Es interesante resaltar su
postura, porque aborda la problemtica cuestin de un desvo vlido de acuerdo a la
configuracin metafsica occidental, pues traslada la pregunta al polo del objeto para all
delinear, si se quiere, la subjetividad implcita en los modos de entablar vnculos con el
mundo. Creo que esta lnea permite ampliar los lmites estrechos a que ha sido
confinada la categora de sujet, especialmente, luego que se evidenciara la imposibilidad
de diluir la dicotoma en instancias superadoras, como la de ser y lenguaje.
Para poder restituir esta categora que se ha mostrado inalienable propongo, por
ltimo, hablar de subjetividad en un sentido tan amplio que nos permita aprehender al
menos estos aspectos:
a. La instancia autobiogrfica como una impronta que se enmarca en el poema, sin dejar
de atender a la problemtica distancia entre sujeto real y ficcional (Scarano, Los
lugares 57-85).
b. La carnalidad que, aunque discursiva instituye una subjetividad que intenta trascender
el espacio del poema para instalar su cuerpo como un objeto ms del y en el mundo a
travs de operaciones de exteriorizacin.
d. Polifona, la que permite contemplar que una voz se desglosa en mltiples voces.
Desde esta perspectiva, tambin, podemos advertir que esta ampliacin del concepto de
sujeto lrico permite subvertir la univocidad del concepto, en cuanto en un corpus o en
un solo poema podemos encontrarnos con ms de una representacin o figuracin del
sujeto posible. Se retoma aqu la diferenciacin que, sagazmente, propone Mignolo
entre error social y error textual.
NOTAS
1
Basta pensar en los procesos discursivos de evaporacin que describe Mignolo para
el caso del discurso potico de la vanguardia latinoamericana en La figura del poeta en
la lrica de vanguardia (1982).
2
En La poesa como ocaso del lenguaje, Vattimo analiza las implicancias de las
consideraciones heideggerianas sobre el lenguaje en filsofos posmodernos como
Derrida, Lacan y Deleuze. El principal fundamento que permite trazar esta relacin
genealgica puede subsumirse en la identificacin entre ser y lenguaje que, para el
posestructuralismo, conlleva la desaparicin del sujeto como condicin para la
emergencia del ser del lenguaje, tal como lo enuncia Foucault en El pensamiento del
9
afuera (1993:16). Por otro lado, a partir del anlisis de Vattimo sobre la concepcin de
poesa en Heidegger, el ser es a la muerte lo que el lenguaje es al silencio, en el sentido
de decir originario. Desde esta perspectiva, pueden trazarse paralelismos entre el ocaso
del lenguaje y el ocaso de la subjetividad moderna (1992:82-3).
3
Para advertir la relacin entre el pensamiento de Heidegger y su resignificacin a
cargo de Blanchot, es interesante observar el ltimo captulo de El espacio literario,
La experiencia original (1995).
4
Tomo un fragmento de la teora kristeveana como ejemplo de lo dicho: En
ese otro espacio en que las leyes del habla son conmovidas, se disuelve el sujeto y en el
lugar del signo se instaura el choque de significantes que se anulan mutuamente. Una
operacin de negatividad generalizada, pero que no tiene nada que ver con la
negatividad que constituye el juicio (Aufhebung) ni con la negacin interna del juicio (la
lgica 0-1) (...) Un sujeto cerolgico, un no-sujeto viene a asumir ese pensamiento que
se anula (1981:89).
5
En la misma lnea que Hmburger se inscribe Risz de Rivarola en su conocido
artculo Quin habla en el poema?, donde, si bien reconoce que hay algunos casos en
que puede hablarse de ficcionalizacin del sujeto, porque la imposibilidad de
correspondencia entre sujeto del enunciado y de la enunciacin es imposible, sostiene
de manera general que slo en ciertos casos resulta ntida la presencia de un hablante
desgajado del poeta (1989:201).
6
Mignolo alude con insistencia a que la identificacin entre la imagen de poeta y la de
autor obedece a la configuracin de la institucin literaria misma (133). En la misma
lnea, Scarano insiste en varios de sus trabajos en la raz romntica de este fenmeno
que se contina en el modernismo y resulta cuestionado por los poetas de la
posmodernidad; en el mbito de la lrica espaola, esta crtica ubica el corte a partir de
los poetas sociales de posguerra, que oficiaran de bisagra entre dos formaciones
discursivas diferentes (2000:21-2). La relacin entre lrica y sociedad es de tal espesor
para Adorno, que, segn el filsofo, una de las dimensiones de ese vnculo se advierte
en que la misma concepcin que tengamos de lo potico obedece a una exigencia
social (56).
7
Para el problema de la autobiografa como gnero es insoslayable El arte del olvido,
de Nicols Rosa (1991). En lo que respecta al gnero lrico en particular, Scarano
aborda la relacin con la autobiografa en La voz diseminada. Hacia una teora del
sujeto en la poesa espaola (1994) y con mayor profundidad an en Los lugares de la
voz. Protocolos de la enunciacin literaria (2000).
8
La crtica especializada reconoce dos lneas dominantes en el campo potico a partir
de las producciones de las dcadas del sesenta y sus prolongaciones en los setenta
aunque ambas se inscribiran en una genealoga, cuya procedencia se sita en las
vanguardias histricas y que implica dos modos diferentes de leer la relacin arte/vida:
la tensin entre ambos trminos puede volcarse a la permeabilidad del discurso potico
a lo extratextual (ms concretamente, a la realidad externa al poema) o, por el
contrario, en un movimiento refractario a esta apertura, condensarse hacia el lugar de la
palabra. La primera de estas lneas surgida entre 1955, con El solicitante
descolocado de Lenidas Lamborghini y prolongada hasta los 70 conocida como la de
los sesentistas, se instaura en polmica con la ndole gratuita y estetizante del arte. La
segunda se inicia en los aos cincuenta en torno de la famosa revista Poesa Buenos
Aires, dirigida por Ral Gustavo Aguirre (Calabrese 2001).
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BIBLIOGRAFA
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