Los Cuarto Ingrediente para Tu Milagro
Los Cuarto Ingrediente para Tu Milagro
Los Cuarto Ingrediente para Tu Milagro
Historia:
Para Jess ya no estaba lejos el final de Su camino. Jeric estaba slo a unos
25 kilmetros de Jerusaln. Tratemos de visualizar la escena. La carretera
principal pasaba por todo Jeric. Jess iba de camino para la Pascua. Cuando
un rabino o maestro distinguido haca un viaje as, era costumbre que fuera
rodeado de mucha gente, discpulos e interesados y curiosos, que
escuchaban su enseanza mientras andaba. Esa era una de las maneras
ms corrientes de ensear en el mundo antiguo.
La ley deca que todo judo varn de doce aos en adelante que viviera en
un radio de 25 kilmetros de Jerusaln tena que asistir a la Pascua. Est
claro que era imposible que se pudiera cumplir tal ley, y que todos pudieran
ir. Los que no tenan posibilidad de ir tenan la costumbre de ponerse en fila
al borde de las calles de los pueblos y las aldeas por los que pasaban los
peregrinos para desearles un buen viaje. As que las calles de Jeric estaran
bordeadas de personas; y ms an de lo corriente, porque habra muchos
ansiosos y curiosos por ver por s mismos a aquel intrpido maestro
ambulante Jess de Nazaret Que Se haba atrevido a desafiar a todo el poder
de la ortodoxia.
En un lado del camino estaban sentaba dos mendigos ciegos que se llamaba
Bartimeo -que quiere decir hijo de Timeo, como explica Marcos.
Oy el restregar de muchos pies en la carretera, y pregunt qu pasaba. Se
le dijo que era que pasaba Jess de Nazaret, y all y entonces se puso a
gritar para atraer Su atencin.
(iii) Bartimeo saba exactamente lo que quera -la vista. Muchas veces
nuestra admiracin a Jess es una vaga atraccin. Cuando vamos al mdico,
queremos que nos resuelva alguna dolencia determinada. Cuando vamos al
dentista, no le pedimos que nos saque cualquier diente, sino el que nos
duele. As deberamos hacer con Jess. Y eso implica la nica cosa que pocos
estn dispuestos a encarar: un examen de uno mismo. Cuando vamos a
Jess, si somos tan desesperadamente claros como Bartimeo, sucedern
cosas.
(iv) Bartimeo tena una idea inadecuada de Jess. Hijo de David! insista
en llamarle. Ahora bien, aquello era un ttulo mesinico, pero conllevaba
todo la idea de un Mesas conquistador, un rey de la dinasta de David, que
condujera a Israel a la conquista del mundo. Esa era una idea impropia
acerca de Jess; pero, a pesar de todo, Bartimeo tena fe, y la fe
compensaba cien veces una teologa deficiente. No se nos exige que
comprendamos totalmente a Jess; a eso, de todas todas, no podemos
llegar. Se nos demanda, fe. Un sabio escritor ha dicho: Debemos pedirle a
la gente que piense; pero no debemos esperar que sean telogos antes de
ser cristianos. El Cristianismo empieza con una reaccin personal a Jess,
una reaccin de amor, con la conviccin de que l es la nica Persona que
puede solventar nuestra necesidad. Aunque no seamos nunca capaces de
pensar las cosas teolgicamente, esa respuesta del corazn humano es
suficiente.
(v) Al final nos encontramos un detalle precioso. Bartimeo puede que
hubiera sido un mendigo ciego al borde de la carretera, pero era capaz de
ser agradecido, y de bien nacido es ser agradecido. Cuando recibi la
vista, sigui a Jess. No se fue por su camino egostamente una vez que
resolvi su necesidad. Empez teniendo una necesidad; sigui sintiendo
gratitud, y acab por mostrar lealtad. Y esto es un perfecto resumen de las
etapas del discipulado.
Leemos en estos versculos el relato de uno de los milagros de nuestro Seor. Vemos
en l, segn vamos leyendo, un vivido emblema, de las cosas espirituales. No
estudiamos una historia que, como las hazaas de Csar y de Alejandro, no nos
conduzca personalmente. Tenemos ante nosotros un cuadro en que debe interesarse
mucho el alma de todo cristiano.
Tenemos aqu, en primer lugar, un ejemplo de una fe profunda. Se nos dice que al salir
Jess de Jeric, un hombre ciego llamado. Bartimeo "estaba sentado la orilla del
camino mendigando cuando oy que era Jess Nazareno, empez clamar, y decir.
"Jess, hijo de David, ten misericordia de m..
Bartimeo era ciego de cuerpo, pero no de alma: tena abiertos los ojos de la
inteligencia. Vea cosas que Annas y Caifas, y otros sabios escribas y fariseos, nunca
vieron ni remotamente. Vio que Jess el Nazareno, apodo despreciativo que se le daba
nuestro Seor, que Jess, que haba vivido durante treinta aos en una aldea oscura
de la Galilea, que ese mismo Jess era el Hijo de David, el Mesas que los profetas
hacia tanto tiempo haban anunciado. No haba presenciado ninguno de los milagros
extraordinarios de nuestro Seor, no haba tenido oportunidad da ver los muertos
resucitar con una palabra, y los leprosos quedar curados con el contacto de su mano.
Pero haba odo la narracin de los hechos portentosos de nuestro Seor, y haba
credo con odos. Estaba satisfecho tan solo por odas, que Aquel de quien tales,
portentos se narraban deba ser el Salvador prometido, y deba ser capaz de curarlo. Y
as es que cuando nuestro Seor se le acerc, exclam, "Jess, hijo de David, ten
piedad de m..
Pidamos Dios fe semejante esa y esforcmonos en obtenerla. . nosotros no nos
es concedido tampoco ver Jess con los ojos del cuerpo; pero hemos odo hablar de
su poder, de su gracia, y de su deseo de salvar, en el Evangelio tenemos promesas
inmensas de sus propios labios, consignadas por escrito para nuestro estmulo;
tengamos confianza implcita en esas promesas, y sin dudar entreguemos nuestras
almas Cristo. No temamos dar crdito absoluto sus palabras llenas de gracia, y
creer que cumplir lo que ha prometido hacer por los pecadores. Cual es el principio
de la fe salvadora, sino aventurar el alma en manos de Cristo? Cual es la vida de la
fe que salva, sino apoyarse de continuo en la palabra de un Salvador invisible? Cual
es el primer paso del cristiano, sino gritar, como Bartimeo, "Jess, ten misericordia de
m"? Cual es la conducta diaria de todo cristiano, sino conservar el mismo espritu de
fe? "En el cual creyendo, aunque al presente no lo veis, os alegris con gozo inefable
y lleno de gloria." 1 Pedro 1.8.
Tenemos, en segundo lugar, en estos versculos, un ejemplo de determinacin y
perseverancia en medio de dificultades. Se nos dice que cuando Bartimeo empez
gritar, "Jess, Hijo de David, ten piedad de m," encontr poco apoyo en los que
estaban cerca de l al contrario, "muchos le ordenaban que guardara silencio." Pero
no era hombre de callarse. Si los dems no saban lo desgraciado que es ser ciego, l
lo saba. Si los dems no crean que mereca la pena tomarse tanto afn, l pensaba
de otra manera. No se ocup de los reproches de los que estaban en torno suyo, ni
hizo caso del ridculo que su importunidad probablemente le acarreara. "Grit cada
vez ms," y con sus clamores obtuvo su deseo, y recobr la vista.
Que todos los que desean salvarse marquen bien la conducta de Bartimeo, y sigan
diligentemente sus huellas. Como l, no debemos cuidarnos de lo que los dems
dicen y piensan de nosotros, cuando buscamos la cura de nuestras almas. No faltarn
nunca personas que nos digan que es "muy temprano," "muy tarde;" que vamos "
muy aprisa," " muy lejos;" quo no necesitamos ni orar tanto, ni leer tan de continuo la
Biblia, ni manifestar tanta ansiedad por salvarnos.
Como Bartimeo debemos por lo mismo exclamar ms alto, "Jess, ten misericordia de
m..
Por qu razn son los hombres tan tibios en buscar Jess? Por qu tan pronto se
desvan del camino que nos acerca Dios, se detienen en l desalentados? Sencilla
y corta es la respuesta: no estn bien convencidos de sus pecados, de la enfermedad
de sus almas, de la lepra de sus corazones. Cuando el hombre llega tener la
conviccin de sus culpas, tales como son, no puede descansar hasta no obtener paz y
perdn en Cristo. Entonces, como Bartimeo, contempla lo deplorable de la condicin
en que se encuentra y persevera, coma Bartimeo, y al fin queda curado.
Finalmente tenemos en estos versculos un ejemplo de la influencia apremiante que
debe tener sobre nuestras almas la gratitud hacia Cristo. Bartimeo no volvi su casa
as que recobr la vista; no quiso dejar Aquel de quien haba recibido tan sealada
merced. Consagr las nuevas facilidades que su cura le daba, al servicio del Hijo de
David que lo haba curado. Su historia concluye con esta tierna manifestacin: " Sigui
Jess en su camino..
Veamos en estas sencillas palabras el vivido emblema de los efectos que la gracia de
Cristo debera producir en todo el que la experimenta. Debera convertirlo en un
sectario de Cristo, introducirlo con firmeza y estabilidad en la senda de la santidad.
Gratuitamente perdonado, debera entregarse voluntaria y absolutamente al servicio
de Cristo. Comprado por un precio tan valioso como lo es la sangre de Cristo, debera
consagrarse de corazn al que lo redimi. Si la gracia se siente realmente, debera
hacer exclamar al que la experimenta, " Qu dar al Seor en cambio de todos sus
beneficios?" As aconteci con el apstol Pablo cuando dice, "el amor de Cristo nos
apremia." 2 Cor. 5.14. As tambin debera acontecer hoy todos los verdaderos
cristianos. La persona que se jacta de interesarse por Cristo, y no sigue Cristo en su
vida, se engaa s mismo miserablemente, y destruye su alma. "Porque todos los que
son guiados por el Espritu de Dios, los tales," y solo ellos, "son hijos de Dios." Rom.
8.14.
Hemos abierto nuestros ojos para contemplar el Espritu de Dios? Hemos sido ya
enseados ver bajo su verdadera luz el pecado, Cristo, la santidad, y el cielo?
Podemos decir, "Una cosa s, que antes estaba ciego, y ahora veo?" Si as es,
sabremos por experiencia propia lo que hemos estado leyendo; si no, aun marchamos
por la senda ancha que gua la destruccin, y tenemos que aprenderlo todo.
Historia:
Para Jess ya no estaba lejos el final de Su camino. Jeric estaba slo a unos
25 kilmetros de Jerusaln. Tratemos de visualizar la escena. La carretera
principal pasaba por todo Jeric. Jess iba de camino para la Pascua. Cuando
un rabino o maestro distinguido haca un viaje as, era costumbre que fuera
rodeado de mucha gente, discpulos e interesados y curiosos, que
escuchaban su enseanza mientras andaba. Esa era una de las maneras
ms corrientes de ensear en el mundo antiguo.
La ley deca que todo judo varn de doce aos en adelante que viviera en
un radio de 25 kilmetros de Jerusaln tena que asistir a la Pascua. Est
claro que era imposible que se pudiera cumplir tal ley, y que todos pudieran
ir. Los que no tenan posibilidad de ir tenan la costumbre de ponerse en fila
al borde de las calles de los pueblos y las aldeas por los que pasaban los
peregrinos para desearles un buen viaje. As que las calles de Jeric estaran
bordeadas de personas; y ms an de lo corriente, porque habra muchos
ansiosos y curiosos por ver por s mismos a aquel intrpido maestro
ambulante Jess de Nazaret Que Se haba atrevido a desafiar a todo el poder
de la ortodoxia.
Hay 4 ingredientes necesarios que tienen que estar en nuestras vidas para
recibir un milagro, y podemos encontrarlo en Marcos 10:46-52, en la historia
de Bartimeo.: