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BIBLIOTECA DE JURISPRUDENCIA, FILOSOFA HISTORIA / J 4"4",

SENTIDO

ECONOMICO DE LA HISTORIA
POR

JAMES E. THOROLD ROGERS

Profesor de Economa poltica en la Universidad


de Oxford y de Ciencia econmica y Estadstica en el King's College de Londres,
autor de Seis siglos de trabajo y de salarios,
de la Historia de la Agricultura y de los precios en Inglaterra, etc.

MADRID
LA ESPAA MODERNA
Cuesta Sto. Domingo, 16.
Telf. 260.
Es propiedad.
Queda hecho el depsito que
marca la ley.

Alvarez, impresor, Ronde de Atocha, 15~Telfono 1894i


PRLOGO DEL AUTOR

En calidad de profesor de Economa po-


ltica, en Oxford, expliqu este curso, abierto
todos los miembros de la Universidad y se-
guido asiduamente por ellos. Consigno esta
circunstancia porque ha sido impreso tal como
fu explicado, lo cual justificad excusa las
alusiones de carcter local y las repeticiones
que ser fcil hallar en l. El primer deber de
un profesor es hacerse entender lo mejor po-
sible.
Soy el primero en admitir que hay genera-
lizaciones econmicas, de aplicacin tan uni-
versal, que tienen verdadero fundamento. Tal
es la afirmacin de que el individuo posee un
derecho inalienable disponer de su capital y
del producto de su trabajo como le parezca
conveniente, y que toda traba puesta este
derecho es un abuso de poder que nada ha

6 PROLOGO

podido ni puede justificar. En otros trminos:


la libertad del cambio debe ser absoluta. S
perfectamente que se ha tratado de excusar
las usurpaciones contra este derecho y que los
Gobiernos le infringen todos los das, pero ta-
les infracciones no son otra cosa que un ban-
dolerismo revestido de formas legales. Otros
abusos hay que seriadar todava; por ejemplo,
se dice que el Estado debe regular el comer-
cio de los instrumentos de crdito; se asegura
que ciertos servicios estn dentro de la esfera
de sus atribuciones legtimas; se aade que
tiene la misin de asegurar la interpretacin
equitativa de los contratos y de velar porque
la igualdad de las cargas sea la. nica regla
que presida la distribucin de los impuestos.
En la prctica, los Gobiernos violan los
principios econmicos y explican su proceder
con razones ms (5 menos plausibles. Y como
los atropellos de los Gobiernos tienen conse-
cuencias duraderas, es difcil, sino imposible,
resolver los problemas econmicos, sin tomar
en consideracin las circunstancias histricas
que han hecho surgir estos problemas y pres-
cindiendo de las condiciones polticas presen-
tes. En resumen, toda teora econmica que
desdefia los hechos conduce, en la prctica,
grandes errores, que resultan muy perjudi-
ciales cuando se aferran ellos personajes
PRLOGO 7

ignorantes, pero influyentes. Podra citar, por


docenas, errores de esta clase. Algunos han
sido vencidos definitivamente , otros se con-
servan an, pero van perdiendo terreno, pues
la poltica prctica se inspira cada, da ms en
el espritu econmico. Muchos de ellos tienen
gran resistencia; son aquellos que han toma-
do la forma de derechos adquiridos y ya se les
defiende en nombre de la tradicin, ya se les
adorna con afirmaciones tan terminantes como
infundadas. Poco poco van plegndose
transacciones parlamentarias y acaban por ser
abandonados y desechados. Cada ley de orden
econmico que hallamos en la Recopilacin
de los Estatutos atestigua que lo que en una
generacin es sabidura es locura en otra.
Hace mucho tiempo que he comenzado
reconocer que gran parte de la Economa po-
ltica, que circula usualmente bajo la fe de las
autoridades de la ciencia, no es ms que un
conjunto de logomaquias, sin relacin alguna
con los hechos de la vida social. La casuali-
dad y ocasiones propicias me han llevado
estudiar la vida social de nuestros antepasa-
dos y descubrir hechos cuya existencia no
se sospechaba siquiera. Comenc por reunir
datos acerca de los precios de los artculos de
primera necesidad. En seguida extend el cr-
culo de mis investigaciones todo aquello
PB4OLOGO

que poda ilustrarme sobre la condicin social


de los ingleses desde hace seiscientos arios.
Gradualmente he llegado ver cmo han vi-
vido en el transcurso de los siglos y discer-
nircosa que, tal vez, me ser imposible ex-
poner por completola continuidad de la vida
social de nuestro pas, hasta la poca en que
las condiciones de la vida moderna se han
estereotipado 6 poco menos. Este estudio me
ha enseado que muchas cosas que consideran
naturales los economistas de fama, son artifi-
ciales en alto grado; que lo que llaman leyes,
se reduce muchas veces inducciones prema-
turas, inflexivas inexactas, y que es fcil
demostrar la falsedad de lo que estiman irre-
futable. He observado que, con frecuencia,
los pensadores y autores mejor intencionados
han ocasionado los mayores males y, fuerza
de apegarse un sistema, han hecho imposible
todo sistema.
Preciso es confesarlo, la Economa poltica
est enferma; su autoridad se ve discutida,
sus conclusiones atacadas, su argumentacin
comparada las disertaciones que se entre-
gan los moradores de los limbos de Milton,
sus consejos prcticos puestos en parangn
con los de los filsofos de Laputa y una de sus
autoridades ha sido hace poco invitada desde-
osamente ir mirar lo que ocurre en el
PROLOG O

planeta Saturno. Todo esto es bien triste. Los


libros de los sabios han venido ser semejan-
tes aquellos voldmenes curiosos que los con-
versos de Efeso ofrecan en holocausto, y esta
comparacin es seguramente justa.
La desconfianza hacia la Economa poltica
corriente ha sido expresada en alta voz por
los obreros y no hay motivo para extrafiarse
de ello. La cuestin del trabajo ha sido discu-
tida por muchos economistas con un desdn
tan altanero como irritante. Verdad es que el
economista ensefia que toda riqueza tiene por
origen el trabajo, que no es ms que trabajo
almacenado bajo la forma de objetos apeteci-
bles, que el capital es el producto del ahorro
y que los esfuerzos del trabajo le acrecientan
y multiplican. Pero despus cambia de repen-
te de direccin y reprocha los obreros su im-
previsin, su temeridad, su incontinencia en
multiplicarse torpemente, y les declara, con
ms 6 menos claridad, que nos prestaran un
buen servicio emigrando por millares, cuando
la ausencia de algunos miles de nuestras per-
sonas acomodadas es lo que no nos causara
perjuicio alguno. Jams he percibido en nin-
guno de los numerosos libros escritos por la
pluma de los economistas el menor esfuerzo
para remontarse las causas histricas del
conmovedor espectculo que nos rodea, ni
PRLOGO

para descubrir si alguna iniquidad persistente


ha sido la causa dominante del pauperismo
ingls, Las tentativas de los obreros para me-
jorar su suerte han sido desfiguradas 6 pasa-
das en silencio, bien se les ha recomendado
que se preocupen con el porvenir del fondo de
los salarios, ese fantasma, esa palabra vaga y
vaca. En los Estados Unidos la cosa es peor
an. Un autor ha publicado un libro acerca del
salario, afectando ignorar deliberadamente el
efecto de la tarifa americana sobre la retribu-
cin de los trabajadores. Si conociera una sola
palabra de la materia sobre la cual escribe,
menos que lo haga para conseguir un empleo,
sabra que el aumento de ingresos de las
Aduanas sale necesariamente del gasto de los
pobres, y no hubiera necesitado que mster
Washburn, ex ministro de los Estados Unidos
en Pars, le recordara que el fraude es una
pasin que avasalla todo americano rico y
que la corrupcin de los aduaneros es el ins-
trumento de que constantemente se vale.
Dos cosas han desacreditado la Economa
poltica: su desprecio tradicional de los hechos
y su aficin inmoderada las definiciones. La
Economa poltica ha tomado su vocabulario
del lenguaje usual. A menos de tener un sen-
tido estrictamente limitado, como los nombres
'le las figuras geomtricas y de las combina-
PRLOGO 11

ciones qumicas, una palabra, su definicin,


no coincide jams exactamente con el alcance
que le da el escritor al emplearla para definir
un objeto 6 expresar un pensamiento. Sus su-
cesores, al heredar la palabra, extienden 6
varan su acepcin, sin atenerse los hechos
y obedeciendo tan slo sus sentimientos 6
impresiones.
Nada tan agradable como entregarse la
diseccin de las palabras, colocndolas sobre
el lecho de Procusto. No se necesita ciencia
para esta ocupacin, basta con tener agudeza
de ingenio.
Hay personas que sacan de su cabeza defi-
niciones por docenas y tejen con ellas una red
en que quedan prendidos los incautos. Con
todo esto, los economistas tienen la pretensin
de ser prcticos; se ocupan, segn aseguran,
en analizar al hombre social desde el punto de
vista de las funciones del gobierno y del Es-
tado y pretenden imponer sus conclusiones al
poder legislativo y la administracin. Retro-
cede uno espantado ante la idea de que sus
supuestas verdades econmicas hubieran po-
dido traducirse en leyes positivas. Basta ob-
servar cules han sido las consecuencias de
algunas de estas teoras irreflexivas que fue-
ron aceptadas como gula por nuestros hom-
bres de Estado.
;, 7'''1111191

PRLOGO

El legislador prescribe, en uso de su auto-


ridad ; el sentido que debe darse las palabras
que emplea y no consiente que se altere esta
significacin; de lo contrario, la ley vendra
ser en la prctica un caos indescifrable. Nadie
est autorizado discutir sus definiciones; bas-
ta con que la interpretacin se determine de
una vez para siempre. Pero en aquellas cues-
tiones que afectan los intereses ms hondos
de la humanidad , no puede admitirse autori-
dad alguna semejante. Estas cuestiones han
quedado abrumadas bajo un amontonamiento
de dogmas, de definiciones, de logomaquias,
hasta el punto de que todo se ha evaporado
en ellas bajo la forma de metafsica imponde-
rable. All donde no hay autoridad alguna
que pueda definir las palabras, la significa-
cin de stas ser eternamente discutida.
He aqu cmo pretendo estudiar mi objeto.
Hay cuestiones sociales y econmicas que im-
plican problemas de carcter tan serio y ur-
gente, que muchos hombres han llegado
pensar que si no se las da solucin satisfac-
toria ser necesario reconstruir la sociedad de
nuevo. Contestarles con la ley de la oferta y
de la demanda y con el cuadro de los benefi-
cios de la concurrencia ilimitada; predicarles
un sermn sobre la ley de la poblacin, de
Malthus, sobre la teora de la renta de Ricardo
PRLOGO

y sobre el margen del cultivo improductivo,


es salir del paso con juegos de palabras que
tienen el don de exasperarles, Llegarn
creer que los economistas profesan un opti-
mismo de encargo, con tanto mayor motivo
cuanto que comprenden vagamente que la
mayor parte de la miseria que reina en rede-
dor de ellos es el fruto de leyes dictadas y
mantenidas en inters de ciertas clases socia-
les. Y en general, esta apreciacin es exac-
ta, pues la mayor parte de los problemas que
atormentan la sociedad tienen ms bien un
origen histrico que una causa presente.
Vuelto esta ctedra, de la cual se me ale-
j hace veinte aos para castigarme de haber
sondeado el origen de los sufrimientos socia-
les, el fin del presente curso es estudiar y
exponer la historia social de nuestro pas.
Exceptuando las leyes concernientes las
cuestiones econmicas que no figuran ms que
en la edicin de la Recopilacin de los Esta-
tutos, publicada principios de siglo, y que
llega hasta el advenimiento de la casa de
Flannover, pues en las dems ediciones estn
omitidas dichas leyes por hallarse derogadas
6 haber cado en desuso, exceptuando esas
leyes, repito, no invoco otra autoridad que
las investigaciones que hice para mi Historia
de la Agricultura y de los precios. Espero, sin
14 PRLOGO

embargo, que hasta el ms arrogante de los


metafsicos de la Economa poltica me conce-
der que los hechos de la vida social ejercen
alguna influencia en la solucin de los proble-
mas econmicos. En otro caso le abandonara
su frenes, como el poeta de Horacio.
Observar el lector que acudo con frecuen-
cia mis recuerdos de diputado de la Cma-
ra de los Comunes. Muchos de mis oyentes
eran jvenes que no tardaran en ambicionar
un puesto en el Parlamento, y no soy yo de
los que condenan la lucha de los partidos, que,
bien entendida, representa el eterno combate
entre el bien y el mal. Mas la experiencia
parlamentaria me ha hecho ver cmo se en-
gaa al descontento ms legtimo y hasta qu
punto tiene que resignarse esperar el agra-
viado y contentarse con verdades medias
bajo el nombre de transacciones, en lugar de
verdades enteras. Adems, la esfera de la acti-
vidad poltica es tan vasta y tan compleja,
el procedimiento constitucional confiere tan
enorme poder la Administracin y sta se
enamora tanto, no de lo verdadero, sino de lo
posible, que el espectculo de las batallas
parlamentarias es la ms instructiva de las
educaciones. Para el economista histrico esta
enseanza es inapreciable; yo me he saturado
de ella hasta la mdula.
PRLOGO 13

Es, sin duda, ms fcil declararse ruidosa-


mente optimista pesimista, divagar sobre el
exceso de la poblacin y sobre la tasa de los
salarios con el uno, predecir el agotamiento
de nuestras minas de carbn con otro, 6 afi-
cionarse al margen del cultivo improductivo
con un tercero. Sin embargo, los progresos de
las clases obreras son poco satisfactorios y
han sido exagerados enormemente, mientras
que el agotamiento de la hulla y el margen
del cultivo improductivo son espantajos que
he barrido en estas pginas. Los economistas
son, por lo general, personas acomodadas, y
su simpata se mantiene honesta distancia
de los que penan por conseguir su subsisten-
cia. Tienen profunda ignorancia de las condi-
ciones sociales respecto de las cuales dogma-
tizan doctamente. Se puede discretear, hasta
perderse de vista, acerca del margen del cul-
tivo improductivo, y no saber distinguir un
campo de trigo de un campo de cebada; se
puede hablar del agotamiento de los yaci-
mientos hulleros ignorar su extensin y las
economas de combustible que se han llegado
realizar; se puede discutir sobre la condi-
cin de las clases obreras, sin sospechar que
han estado cruelmente oprimidas hasta estos
ltimos tiempos.
Me inspira el ms profundo desprecio, y
16 PROLOGO

creo que me lo inspirar siempre, esta clase de


economa poltica.
Dicho se est que la resolucin decidida de
examinar y de sealar las causas que han di-
ficultado poderosamente el progreso econ-
mico de nuestros compatriotas es impopular
entre las clases que tienen menos mritos, pero
mayor influencia en la sociedad. Los hombres
desprovistos del sentido de la justicia poltica
y social estn siempre dispuestos imputar
sus adversarios siniestros designios contra el
orden y la propiedad; hasta algunos de los
ms ardientes abogados de la reconstruccin
violenta del edificio social han sostenido que
yo era socialista sin saberlo. S demasiado
cul es el desenlace, justo inevitable, de to-
das las tentativas de reforma que tienen por
arma la violencia y que oponen los atrope-
llos de los gobiernos la propaganda de doctri-
nas anrquicas.
El comunismo debe su poder la opresin
administrativa, al mantenimiento de privile-
gios odiosos injustos y al apoyo que se da
lo que se llama derechos adquiridos; es decir,
intereses que no pueden ser justificados des-
de el punto de vista de la justicia econmica.
En las pginas que siguen he descrito la na-
turaleza de algunas de las enfermedades so-
ciales de que estamos atacados, y aunque no
PROLOGO 17

preveo que el pueblo ingls se adhiera las


teoras de los que quieren refundir la socie-
dad y apropiarse por medio de la fuerza el
capital y la tierra, es racional predecir que
los que han abusado de su posicin y de su
influencia vern negados hasta sus derechos
legtimos cuando llegue el da del desquite del
pueblo, instruido ya de su pasado. La polti-
ca, que impone al terrateniente todo el peso
de las contribuciones locales, que permite
los propietarios de parques y castillos fijar
por s mismos la cifra de sus contribuciones,
que, en nombre de la libertad de los contratos,
confisca las mejoras pagadas por el colono,
ha de traer un desquite contra los que abusan
de las circunstancias actuales. Salta la vista
que la confiscacin del capital de los colonos
ha ocasionado la ruina de la agricultura bri-
tnica y un descontento latente, y es cosa cla-
ra que la reglamentacin de los derechos de
los propietarios va hacindose inevitable, que
est casi terminada en Irlanda, que esta cues-
tin hace grandes progresos en la Gran Bre-
taa y que ha entrado en la esfera de las re-
formas posibles. Hombres respetables y escu-
chados han hecho ya el elogio de un sistema
de propiedad colectiva del suelo, en que la
parte del propietario quedara determinada
de una vez para siempre y la del colono se-
2
18 PE,LOG O

ra susceptible de aumento. La Agricultura)


Holdings Act (Acta sobre los arrendamientos
de fincas agrcolas) no es ms que un primer
paso, un ensayo, cuyo complemento no est
muy lejano. A los que reclaman el disfrute
exclusivo del aumento de valor gratuito del
suelo se les contesta exigiendo, con voz cada
vez ms amenazadora, que ese aumento de
valor sea objeto de un impuesto extraordina-
rio. Empiezan comprender los ingleses que
son ellos mismos la causa de sus altercados
domsticos, y cuando conozcan las causas re-
currirn remedios enrgicos y radicales.
La Economa poltica, bien entendida, debe
interpretar las condiciones del problema so-
cial; se la mirar fundadamente con recelo si
se erige en defensora de los abusos existen-
tes. Qued desacreditada desde el da en que
pudo sospecharse que favoreca una distribu-
cin injusta de la riqueza, pues esta cuestin
es el punto central que conducen todas las
investigaciones econmicas. No participo de
las opiniones de M. Henry George; hasta es-
toy asombrado al ver la popularidad que ha
adquirido su teora, la cual ha brotado como
consecuencia de los errores econmicos que
pasaban por verdades incuestionables. El au-
mento de valor gratuito, y, segn NI. George,
absolutamente inmerecido, de la tierra, sirve
PRLOGO 19

de piedra angular las proposiciones seducto-


ras y apasionadas de su libro Progreso y mise.
ria. Las tendencias despertadas por este libro
notable no pueden ser adormecidas con logo
maquias ni definiciones; el estudio de la histo-
ria y el anlisis exacto de las condiciones
presentes son lo nico capaz de dominarlas
en parte, pero no se conseguir este fin por
medio de las teoras de Ricardo otras seme-
jantes. La naturaleza humana se subleva con-
tra una doctrina que declara que una reduci-
da clase de propietarios percibir siempre un
impuesto creciente sobre los frutos del trabajo
y del capital, que no hay salida alguna de
esta servidumbre y que, cuanto ms activo
inteligente sea el trabajo, ms aumentar el
tributo que paga la sociedad los ociosos y
los desocupados.
Nadie tan perjudicial como el propietario
avariento que usa hasta el ltimo extremo de
las facultades que le confieren las leyes exis-
tentes. Nadie, por el contrario, es un miem-
bro tan til de la sociedad como el propieta-
rio inteligente y equitativo que respeta los
derechos del prjimo sin abandonar los suyos.
Por desgracia, los primeros abundan y los
segundos son raros. El contraste se extiende
otras profesiones y otras clases de propie-
dad distintas de la del suelo; he aqu el moti-
TA!!~",*~~~177,1'
, . -7.,'-'1,1,1'4:7":77-17101,1J1".?" --;11r
-
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7

PRLOGO

vo por el cual la doctrina del Laissez t'are


ha sido citada comparecer en juicio. El ve-
redicto de algunos de los jueces se ha pronun-
ciado ya.
ENSAYO
SOBRE EL SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA DE INGLATERRA

1
E aspecto econmico de la Historia.

Concepcin estrecha de la Historia y la Economa poltica.


Abundancia de datos.La Filosofa de la Historia.La Econo-
ma poltica especulativa. Ejemplo de la influencia de los
hechos econmicos: la lana inglesa (1272-1603) y la conquista
de Egipto por los turcos.Instituciones inglesas primitivas,
las parroquias rurales y las ciudades.El Self Government en
las aldeas.Las hambres.El trabajo y el capital, sus diver-
sas funciones y relaciones recprocas.Los salarios del traba-
jo y los productos del capital scn idnticos en principio.La
gran peste de 1349 y la sublevacin agraria de 1381.

En la mayor parte de los libros de Historia y Eco-


nomia poltica, los autores prescinden de los hechos
econmicos que esclarecen la vida social y la distri-
bucin, de la riqueza en las diferentes pocas de la
Historia de la humanidad. Esta omisin hace inexacta
al menos incompleta la Historia. La Economa pol-
tica, por su parte, se convierte en mera gimnasia del
entendimiento, y tal vez en una ilusin peligrosa. Y,
sin embargo, los mismos historiadores reconocen que
un libro que no explique el progreso de una raza la
influencia que sta ha ejercido no merece atencin. De
igual manera, el economista que, al estudiar las fuer-
zas industriales, no tiene en cuenta las circunstancias
que las han creado modificado, tendr grandes pro-
SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

habilidades, menos de que ocurra un milagro, de


engaitarse grandemente en sus razonamientos. Sin
esta interpretacin, la Historia no es ms que un Dic-
cionario imperfecto y sin orden (I), y la Economia po-
ltica una metafsica vaga y engaadora. Hasta los
manuales ms elementales sealan estos hechos, aun-
que se abstengan de analizarlos. Todos mencionan,
por ejemplo, la gran peste del siglo xv. Todos ha-
cen notar que en sus empresas contra Francia los
reyes ingleses pusieron invariable empeo en tener
los flamencos de su parte. Refieren que, fines del
siglo xiv, hubo una formidable insurreccin en Ingla-
terra, en el siglo xv una guerra civil encarnizada y
en el siglo xvi una decadencia del prestigio nacional.
Pero no se han preguntado nunca si los hechos eco-
nmicos haban no poderosamente contribuido de-
terminar tales acontecimientos. El siglo xvIr estuvo
de tal manera absorbido en sus luchas, que no nos ha
transmitido relacin alguna de carcter econmico.
Su historia poltica ha sido escrita no s cuantas ve-
ces, pero su historia econmica y social est todava
por escribir.
He consagrado los mejores aos de mi vida estu-
diar la Historia desde este punto de vista, y espero
demostraros que los ms graves acontecimientos po-
(1) Yo debe tomarse esta consideracin en el sentido, dema-
siado amplio, de que las circunstancias econmicas de un pueblo
de tunapoca encierren la clave del desarrollo de su historia.
Influyen, al parecer, en la determinacin de los sucesos histri-
cos otros factores tanto ms poderosos que la situacin econ-
mica, y hasta podra decirse que las causas del orden espiritual
(sistemas religiosos, ideas polticas, etc.), son las que predominan,
puesto que ellas se han debido los ms trascendenta les acon-
tecimientos. Siendo la Tuerza de las ideas un hecho reconocido
innegable, no afecta en nada al carcter positivo y natural de la
Historia el predominio de los factores del orden ideal, que son tan.
naturales como los del orden material en su esfera.(N. DEL T.)
J. E. THOROLD ROG-ERS 23

lticos y sociales han tenido muchas veces causas pu-


ramente econmicas.
Los documentos de que me he valido (libros de cen-
sos, cuentas de albailes y carpinteros, relaciones de
salarios pagados) reposaban en el ms profundo olvi-
do desde que fueron comprobados en su da y se les
ech un lado. Se les conservaba porque todava en
poca muy reciente poda ser impugnado defendido
un ttulo de propiedad por medio de cualquier docu-
mento que datase de hace seis siglos y medio; por
esta causa todos los papeles merecan conservarse, y
as, una ley brbara sobre la prescripcin, ha servido
para enriquecer nuestros archivos pblicos y privados.
Creed que no censuro la ligera la negligencia de
los economistas y de los historiadores. A fines del
siglo xi se hizo el catastro casi completo de Inglate-
rra, cuyo nombre popular de Domesday Boock (libro del
Juicio final) (1) conocis todos. Este verdadero tesoro
histrico y arqueolgico ha sido impreso y se le ha
hojeado, pero sin que nadie le analizara fondo. Mi
amigo M. Freeman ha escrito una historia de la con-
quista normanda, para la cual ha exhumado las infor-
(1) El pueblo le design con este nombre porque siendo muy
escrupulosas las operaciones que se hicieron para formarle, crea
que as como el da del Juicio final ningn hombre poda dejar
de acudir al llamamiento de la trompeta del Arcngel convocan-
do vivos y muertos, propiedad alguna tampoco haba dejado
de ser incluida en el catastro. Otra versin mencionada tambin
por los historiadores atribuye el nombre de Domesclay Boock
los sajones, que vieron en l la sentencia que haca irrevocable
la expropiacin de sus tierras en beneficio de los normandos. El
Doniesday Boock so form por orden de Guillermo el Conquistador.
Por espacio de seis aos (1080-86) los comisarios reales recorrie-
ron todo el territorio, recogiendo declaraciones juradas sobre
el estado de cada propiedad antes de la conquista normanda, el
cambio operado consecuencia de las donaciones de tierras
hechas por Guillermo y la situacin en que se hallaba cada finca
al tiempo de hacerse las operaciones catastrales.(N. DEL T.)
SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA

'naciones ms insignificantes y puesto contribucin


todas las fuentes nacionales y extranjeras, comentando
los datos con tal lujo de detalles, que veces nos
abruma. En cambio no ha hecho ms que mediano uso
del Domesday Boock, que encierra ms sustancia apro-
vechable que todos los dems documentos juntos.
Algunos historiadores se han circunscrito exclusi-
vamente los usos y costumbres de las comunidades
primitivas, sin conceder suficiente atencin su des-
arrollo ulterior. Sin embargo, no carecemos en Ingla-
terra de archivos de las audiencias sefloriales que nos
dan conocer minuciosamente la organizacin de la
vida rural en la Edad Media, los vestigios que sobre-
vivan del antiguo rgimen comunal y la manera de
funcionar de las jurisdicciones locales, r e emplazadas
despus por jueces de paz que se reunan en asambleas
trimestrales. He conseguido penetrar en la vida de
nuestros remotos antepasados, gracias los centena-
res de documentos que he compulsad() y extrado de
los registros de los seilorios. Hallam se limit las
fuentes impresas, y por esto tan excelente y estu-
dioso historiador confesaba que no consegua evocar
con el pensamiento una aldea inglesa de la edad media.
Si hubiera estudiado los documentos manuscritos
inditos, le hubiera sido fcil seguir la vida de un con-
temporneo de los Plantagenet desde la cuna hasta el
sepulcro.
pesar de su abundancia, los materiales para la
historia administrativa y financiera no han sido utili-
zados como deban. Inglaterra es inmensamente rica
en colecciones diplomticas que, sin valer tanto como
la de Muratori la obra monumental de Dumont, son,
sin embargo, notablemente completas. La masa de
documentos financieros es prodigiosa, pues poseemos
J. E. THOROLD ROGERS 25

la serie no interrumpida de los Pipe 'bits (cuentas de


los ejercicios econmicos) desde el advenimiento del
primer Plantagenet. Nadie las ha explorado conve-
nientemente. El examen de los archivos del Parla-
mento disipara muchos errores incrustados en nues-
tras historias ms ledas.
No niego que se ha logrado hacer algunos progre-
sos. No nos contentamos ya con relatos de guerras y ne-
gociaciones diplomticas, ni con genealogas de reyes,
ni con datos sin ilacin entre s. Nuestras antigedades
constitucionales han comenzado ser estudiadas, des-
graciadamente, con el propsito de demandar lo pa-
sado argumentos en apoyo de tesis tornadas del pre-
sente. La Historia empieza tambin prestar atencin
la jurisprudencia, pero contina ajena las condi-
ciones econmicas que han determinado el desarrollo
de los sucesos; por ltimo, slo de pasada se ha tocado
la historia social propiamente dicha, la situacin
del pueblo y las vicisitudes de la tierra y del trabajo.
Los historiadores hanse consagrado, con un ardor
que no deja de producir sus frutos, al estudio de los
caracteres y de los proyectos de los prncipes y de los
hombres de Estado. Pero cuanto ms vigoroso era su
espritu, tanto ms se han dejado llevar de la aficin
la paradoja, condenando sin apelacin, rehabili-
tando sin prudencia. El pblico ha llegado desconfiar
de la imaginacin de los autores que, con la memoria
demasiado llena de datos, trazaron cuadros de bri-
llante colorido. En el curso de las investigaciones
acerca de los orgenes del Banco de Inglaterra re-
corr un terreno que haba explorado Macaulay antes
que yo, y tuve ocasin de reconocer la prudente im-
parcialidad con que trat aquel tema. Uno de nuestros
hombres polticos no quiso nunca asociarse mi elo-
26 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA.

gio: La imaginacin, llena de color, de Macaulay


me contestabano le permita ser exacto.
Si es difcil que la Historia filosfica permanezca
siempre imparcial, es imposible que no se la acuse de
parcialidad. El volcn parece apagado, el viajero se
aventura sin temor sobre la corteza de lava fra; pero
en lo ms hondo de los crteres se descubre por mo-
mentos un resplandor rojizo y amenazador. En la
crtica de los grandes hombres del pasado se vislum-
bran alusiones al presente. Aun no nos hemos puesto
de acuerdo acerca de las virtudes y los vicios de Mara
Estuardo; Penn es discutido todava con ira; Wen-
tworth, Laud y Shaftesbury tienen defensores honra-
dos y convencidos. Si los grandes historiadores de la
escuela filosfica no estn limpios de toda culpa, sus
imitadores medianos caen invariablemente en la para-
doja trivial y en la exageracin ridcula.
El historiador que trata de seguir el camino menos
aparatoso, pero ms arduo, de la interpretacin eco-
nmica, se coloca en una posicin m s segura y menos
atacable. Si llego averiguar que el precio del trigo
subi frecuentemente, durante la primera mitad del
siglo xvii, ms de 55 chelines el quarter y que los
salarios del labrador quedaron reducidos, menos de
seis peniques diarios por las prfidas medidas del
Gobierno, no tengo por qu cuidarme de las crti-
cas que pretendan que esto no era opresin. Si llego
probar que la tierra labranta se arrendaba hace poco
un precio diez veces mayor que aquel en que era
arrendada durante la primera mitad del siglo XVII,
una legin de Ricardos no me impedir pensar que
este hombre eminente ha dado una teora incompleta
de la renta.
El economista de la generacin que sigui Ricardo
J. E. THOROLD ROGERS

no pierde de vista un instante la ley de la economa


de las fuerzas y la descubre en el fondo de todo pro-
greso industrial; pero rara vez se toma el trabajo de
comprobar sus conclusiones con el testimonio de los
hechos, y eleva la altura de una ley natural lo que,
lo sumo, no es ms que una tendencia incierta y pue-
de ser una hiptesis sin fundamento. Los obreros han
rechazado sus conclusiones y los hombres de Estado las
han desdeado, acusndole de parcial los primeros y tra-
tndole de visionario los segundos. Muchas veces con-
tradice l mismo sus propias teoras; tan pronto insiste
sobre el mrito intrnseco de la libre concurrencia como
concede las sociedades nacientes el privilegio de re-
currir la proteccin. Se ha dado el caso de escribir
sobre la ley de los rendimientos decrecientes hombres
que jams haban consagrado un momento de atencin
la agricultura prctica y que han reprochado al
obrero ingls ser imprevisor y prdigo, sin pregun-
tarse cules son las causas histricas, fciles de des-
cubrir, que han deformado su carcter. El mayor cas-
tigo de los economistas especulativos es que la defini-
cin de la poblacin, de Malthus, y la definicin de la
renta, de Ricardo, han venido , ser la piedra angular
de la teora de M. Henry George, que reclama la con-
fiscacin de la renta en nombre de los intereses de la
poblacin.
El economista puede predecir lo por venir si tiene
cuidado de aquilatar sus conclusiones y sus hiptesis
por medio del examen de los hechos. Por el estudio
de las circunstancias podr demostrar, verbigracia,
que es imposible un nuevo impulso de la renta si las
condiciones de los arrendamientos no se modifican de
arriba abajo, bien por virtud de una ley bien por
una inspiracin espontnea de la inteligencia de los
SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA_

propietarios. Cumplida su misin, comienza la del


hombre de Estado, cuyo deber es hacer intervenir la
ley si su intervencin es necesaria.. De igual manera,
cuando el lii2ienista ha demostrado que, dadas tales 6
cuales circunstancias, la enfermedad y la muerte ha-
r" estragos, el hombre de Estado sanciona la demos-
tracin de aqul promulgando leyes sanitarias.
Slo un autor moderno, M. Giffen (1), tiene la pru-
dente costumbre de basar sus conclusiones sobre el es-
tudio de los hechos. Para las cuestiones monetarias y
comerciales su mtodo nada deja que desear, y se ha-
llar una economa poltica ms slida en sus Eiisayos,
que entre las zarzas y las espinas de la Economa pol-
tica oficial. Recomiendo en particular la segunda se-
rie de sus trabajos.
Veamos ahora cmo los hechos econmicos se pres-
tan hacer ms fcil la interpretacin de la Historia.
Sabemos que los Plantagenet, y entre ellos Eduar-
do III y Enrique V en particular, se procuraron cui-
dadosamente el apoyo de los flamencos durante sus
guerras con Francia. Ejercan influencia sobre ellos,
facilitando restringiendo la exportacin de lana in-
glesa. Desde el siglo xrii al xvi, Inglaterra era la nica
nacin que produca lana en Europa. Los distintos
condados la producan de calidad diferente; y en una
peticin presentada al Parlamento en 1454 se dice que
44 clases de lana no deberan ser exportadas sino
precios que se especifican, bajando desde 260 chelines
por saco, en la lana de Hereford, 52 chelines en la
de Suffolk. Ms de un siglo antes se haba autorizado
la exportacin de una cantidad determinada precios
un poco menos elevados. Es posible que se tuviera en

(1) Entre los economistas in9:leses.(N. DEL T.)


J. E. THOROLD ROGEB,S 29

cuenta el fomento de la paera inglesa, pero es pro-


bable que se tratara de pesar sobre los flamencos, para
obligarles aliarse con nosotros, despus de nuestra
derrota y la muerte de Shrewsbury en Chtilion.
Este monopolio de produccin de la lana no era de-
bido solamente al clima y al suelo de Inglaterra, de-
penda tambin de la seguridad que imperaba en el
reino. Durante mucho tiempo, todos, desde el rey al
siervo, fueron agricultores. Cuando los propietarios te-
rritoriales abandonaron la labranza, continuaron con-
sagrndose la cra del ganado lanar, producir y
vender lana. A consecuencia de su divisin, la propie-
dad era respetada y los ingleses pudieron poseer car-
neros, el ms fcil de criar de todos nuestros animales
domsticos. En el continente, desde el siglo xiii al xvi,
nadie pensaba en criar ganado lanar, que hubiera sido
presa segura de los nobles y de sus hombres de ar-
mas. La paz del rey era, en Inglaterra, la salvaguar-
dia del propietario de ganados.
Inglaterra disfrutaba, por lo tanto, del monopolio de
la lana. Era ste tan absoluto, que el Parlamento pu-
do, sin inconveniente, imponer un derecho de salida
igual al precio del mercado interior. En otros trminos,
el derecho lo pagaba el consumidor extranjero. Se ha-
ba conseguido este fin, perseguido por todos los Go-
biernos y que constantemente se les ha escapado,
no ser en el caso excepcional de que tratamos. Para
que un derecho de exportacin quede cargo del con-
sumidor extranjero, se necesita, en efecto, el concurso
de cuatro condiciones, que muy rara vez se encuen-
tran reunidas. Primera: la mercanca gravada debe ser
un artculo de primera necesidad; segunda: ha de ha-
ber imposibilidad de sacarla de otro pas; tercera: no
ha de poder reemplazarla otra mercanca alguna, y
SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA_

cuarta: no ha de existir medio de reducir el consumo.


As fu como la lana inglesa lleg convertirse en un
resorte diplomtico.
Creo que esta apreciacin de las relaciones entre In-
glaterra y Flandes es ms instructiva que el estudio
de la genealoga de los duques de Borgofa el relato
estril de las operaciones militares en la frontera de
Francia. La lana inglesa de la mejor calidad vala en
el siglo xv 20 chelines por tod (28 libras); es decir, sa
valor equivala cuatro quarters (1) de trigo. Tres si-
glos despus haba bajado la mitad, mientras los
otros precios se haban hecho diez veces mayores.
He aqu otro ejemplo que probar cunto gana la
recta inteligencia de la Historia con el estudio de los
hechos econmicos. En los siglos mi y xlli eran mu-
chos los caminos que servan para transportar hacia el
Occidente los artculos del Indostn, vidamente bus-
cados para sazonar la alimentacin grosera y veces
indigesta de nuestras antepasados. Los principales
puertos donde afluan para su embarque esos gneros,
era Seleucia, en el Levante; Trebisonda, en el Mar
Negro y Alejandra. Los mercaderes genoveses y ve-
necianos iban buscarlos y los reexpedan por los
Alpes, hacia el. Rhin y el Alto Danubio. De ah la
prosperidad de las ciudades que, como Ratisbona, Nu-
remberga, Brujas y Amberes estaban situadas al paso
de esta corriente comercial angosta, pero fecunda.
Poco poco todas estas rutas fueron cortadas por
los brbaros que asolaban el Asia central y que toda-
va estn acampados al -\-orte de Grecia y en el Asia
Menor. El camino de Egipto fu el nico que qued

(1) Medida de capacidad para ridos y lquidos equivalente


290,781 litros. (N. DEL T.)
J. E. THOROLD ROGERS 31

abierto, pero cuando Selim I (1512-1520), sultn de los


turcos, fu ocupar aquel pas despus de haber con-
quistado la Mesopotamia y las ciudades santas de Ara-
bia, la prosperidad industrial de Alejandra qued des-
truida, y Egipto dej de ser el gran camino para el
Indostn. Result de esto un alza repentina y formi-
dable de todos los productos del Oriente, alza que me
llam la atencin y que he sido el primero en atri-
buir la conquista de Egipto. Cerrada esta fuente de
prosperidad, las ciudades italianas comenzaron de-
caer.
Los seores alemanes, que haban adquirido el dere-
cho de ciudadana en las ciudades libres, quedaron era
pobrecidos, y se indemnizaron saqueando sus vasa-
llos, los cuales se sublevaron, provocando la guerra
feroz de los aldeanos, seguida de una represin no
menos cruel, y del nacimiento de las sectas salvajes
que deshonraron la Reforma. La batalla de las Pirmi-
des, en que Selim conquist la sultana de Egipto, pro-
dujo la miseria y la ruina de millares de casas donde
su nombre jams haba sido pronunciado.
Ms adelante tendr ocasin de citar multitud de
ejemplos no menos significativos. No creo haberme de-
jado arrastrar de la aficin mis estudios hasta el pun-
to de exagerar su importancia, y estoy convencido de
que omitir descuidar los hechos econmicos equiva-
le condenar la Historia la esterilidad, quitndole
toda base slida y duradera. Otros investigadores ven-
drn completar los puntos que quizs he esclarecido
slo de una manera insuficiente y arrojar nueva luz
sobre ellos.
Algunas instituciones inglesas han tenido una exis-
tencia tenacsima. La vestry asamblea parroquial
procede directamente de la asamblea de hombres libres
32 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

de la mark teutnica. EL sistema de los grandes y pe-


queos jurados tuvo su punto de partida en el proce-
dimiento de los tribunales populares de los seoros
y en su derecho de imponer multas y veces penas
ms rigurosas. Las penas que castigan la traicin estn
copiadas de las que se impona los que violaban los
lmites sagrados de la mark. El ste9vard senescal del
seoro, ejerca, cuando administraba justicia, funcio-
nes anlogas las de nuestros jueces de lo criminal.
Otros usos parece que han sobrevivido las asambleas
del frank pledge, especie de asociacin de asistencia
mutua y de responsabilidad solidaria. Los registros de
los impuestos en la poca de los Plantagenet, con su
enumeracin de todos los propietarios de bienes mue-
bles en las parroquias, equivalen un censo de la pa-
rroquia en aquel tiempo.
La parroquia rural contaba de 30 100 habitantes,
veces ms, y abarcaba en ocasiones ms de un seo-
ro. El lord seor, ausente con frecuencia, no visita-
ba sus dominios ni viva entre sus colonos ms que
.i ntervalos irregulares. En su ausencia, y falta del se-
nescal, el rector cura era el primer dignatario y pre-
sida de derecho las asambleas del pueblo. Si los diez-
mos no haban sido apropiados por algn monasterio,
constituan una renta que aumentaban las ofrendas y
el pie de altar, y que para aquel tiempo era conside-
rable.
As era costumbre que el cura eligiera algn
joven aldeano inteligente, aunque fuese de nacimiento
servil, lo instruyese y lo enviara la Universidad
seguir la carrera eclesistica. De igual modo, y cual-
quiera que fuese su origen, un hombre joven, valiente
y ambicioso, era admitido en el ejrcito real; el pri-
mero poda llegar ser un sabio doctor como el obispo
J. E. THOIZOLD ROGERS 33

Grstete (Testagorda) (1), y el segundo capitn y


caballero como Sale; los cuales fueron ambos de naci-
miento muy humilde.
Construidas con caizos, enjabelgados de arcilla al
interior y al exterior, las moradas de los aldeanos se
agrupaban en torno de la iglesia; en las parroquias
dilatadas algunas casas estaban esparcidas por la cam-
pia. En todas partes la iglesia era la casa comunal
y la fortaleza en tiempo de peligro; ocupaba el empla-
zamiento donde los primeros colonos haban estable-
cido su reducto de empalizadas. Se almacenaban en
ella los gneros, los granos y la lana. Creo que sirvi
tambin de lugar de fiestas y de reunin hasta que
la guilda gremio local fu bastante rica para cons-
truirse una residencia propia. Las nicas moradas
cuyo techo se elevaba por encima de las otras eran la
del seor, la del cura y la del vulgar molinero, al cual
tenan que dar moler sus granos todos los habitan-
tes. Este ltimo pasaba generalmente por personaje
revoltoso y de pocos escrpulos.
La mayor parte de los aldeanos posean tierras, ya
como censatarios, mediante el pago de una reata fija,
ya como copyholders (2) enfiteutas, cuyo derecho
estaba consignado en la copia del registro del seoro
y cambio de servicios determinados de una vez para

(1) Roberto, obispo de Lincoln, famoso prelado ingls del si-


glo llamado mc,r1illo y tormento de romanos por su oposicin
las pretensiones de la curia pontificia. Fu protector del cle-
bre monje Roger Bacon y dej escritas varias obras, muy esti-
madas entre sus contemporneos.(N. DEL T.)
(2) Bajo el nombre de copyholders se comprenda los que po-
sean la tierra en enfiteusis otro derecho real anlogo consig-
nado en un documento. Literalmente eopyhold equivale posesin
tenencia por virtud de la copia de un documento, y esta era su
significacin primitiva. El copyhold ingls tiene analoga con
nuestros foros.(N. DEL T.)
3
31 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

siempre. Las tierras de labor no estaban acotadas, Fe


extendan en. fajas, separadas por riba_zos cubiertos de
csped, y se hallaban repartidas en proporciones
variables entre el seor, el cura y los terratenientes.
Despus de recogida la cosecha, las tierras servan
de pastos comunes. Junto estos campos se exten-
dan las tierras comunales de la aldea, un espacio
yermo, reservado al seor, y el bosque de ste, que
por lo general se hallaba situado al extremo del terri-
torio. Algunos aldeanos no tenan ms que un cer-
cado adjunto su cabaa; eran los labradores jor-
nal. En sus intervalos de ocio el arrendatario en pe-
queo buscaba tambin trabajo retribuido. Todos,
como he dicho, pagaban una renta en dinero, en espe-
cie en. trabajo, pero estas ltimas prestaciones fue-
ron redimidas muy pronto metlico una tasa infe-
rior al precio medio de los salarios.
Terminados sus trabajos agrcolas, los habitantes se
reunan bajo la presidencia del rector; adems se con-
vocaba oficialmente esta asamblea tres veces al ao
para la sesin de la audiencia del seor. En estas
audiencias seoriales aprendieron los aldeanos gober-
narse por si mismos; unos exponan sus agravios y
denunciaban los delitos cometidos, otros formaban un
jurado especial, en que eran la vez jueces y fiadores
de sus convecinos, bajo la fe del juramento. En los
tiempos primitivos ningn extraig o era admitido en el
concejo, y se castigaba con una multa al que infringa
esta regla. La mayor parte de las aldeas tenan su
feria anual. En las ciudades se celebraban mercados y
ferias, y Walter de Henley, nuestro agrnomo ms
antiguo, consagraba muchos das del ao visitar
estas reuniones peridicas de negocios y diversiones.
Casi en tcIas -partes haba tierras perteneciente s los
J. E. THOROLD ROG-ERS 35

gremios, que servan para socorrer los ancianos y


los indigentes, Fueron confiscadas por el protector
Somerset, bajo pretexto de que estaban afectas usos
contaminados de la supersticin romana (1).
Los alrededores de las casas eran sucios insalubres,
como ocurre con las cabaas irlandesas de nuestros
das, aunque el seor tena inters en facilitar la salida
de las aguas fecales hacia sus propias praderas, situa-
das cuesta abajo, bordeando el arroyo que atravesaba
la aldea. La existencia de un ingls de la Edad Me-
dia era quiz menos montona que la del labriego
moderno. Fuera de lo que l mismo produca, se vea
obligado procurarse lo que necesitaba en las ferias
de los alrededores , lo que le sala ms caro, en las
ciudades que se hallaban su alcance. All venda el
excedente de sus gneros. Sin salir de su casa se en-
teraba, de las noticias del exterior por conducto de los
muchos religiosos que recorran en todas direcciones
los campos. Si se inclinaba hacia Wicleff y sus pobres
sacerdotes, peda consejo los predicadores ambu-
lantes, les confiaba sus agravios y sus sufrimientos, y
concert con ellos la resistencia armada que, fines
del siglo my , conmovi hasta los cimientos Ingla-
terra.
La esencia de los contratos que conferan el derecho
de explotar el suelosi puede darse el nombre de con-
trato esta antigua forma de tenencia de tierrasera
la fijeza y la inmutabilidad de las obligaciones del co-
lono. Este principio de la fijeza de las prestaciones era
comn todas las relaciones entre el seor y el vasa-
llo y se extenda tambin :9S subsidios otorgados

. (1) Con este nombre era designado en Inglaterra el catolicis-


mo desde el Cisma y la Reforma,(N. DEL T.)
86 SENTIDO ECC , NMICO DE LA_ HISTORIA

la corona, cuya base parece que no cambi en los con-


dados desde la poca de los Plantagenet la de los
Tudor y prevaleci todava cuando se verific, en el
reinado de Guillermo III, el establecimiento de la Land
tax contribucin territorial, que permaneci inva-
riable en sus fundamentos durante cerca de dos siglos.
Estoy convencido de que en tiempos normales abun-
daban los vveres y no haba una excesiva miseria.
Una vez pagado el canon, los bienes y los productos
del colono gozaban de la misma seguridad que el do-
minio del seor. Bajo este aspecto haba un profundo
contrate citre la situacin del campesino ingls y la
del viiiano francs el Bauer alemn. Casi toda la po-
blacin se consagraba al cultivo y no tena que ali-
mentar, como ha ocurrido despus, una multitud
de consumidores ocio :os. Pero desde otros puntos de
vista su situacin era menos satisfactoria. Obligado
alimentarse de conservas saladas falta de legumbres,
durante la mitad del ao, el aldeano estaba condenado
una alimentacin malsana, as que la lepra y el es-
corbuto hacan constantes estragos. En el siglo my
las ciudades eran ms salubres sin duda que las aldeas.
En el siglo xvri se invirti esta relacin. La mortali-
dad normal en Londres era entonces el 41,5 por mil
y en periodos malos las defunciones llegaban ser
dobles que los nacimientos, mientras que en los cam-
pos la mortalidad no pasaba de 29 por 1.0GO.
Inglaterra sufri ms de una vez hambres. Las ms
formidables fueron las de 1315, 1316 y 1321, aos en
los cuales las lluvias destruyeron las cosechas y la
mortalidad fu muy considerable. Aparte de los rela-
tos de los cronistas, poseemos una prueba convincen-
te; el alza del 10 por 100 que experimentaron los sa-
larios. Despus de cada una de estas calamidades y de
J. E. THOROLD ROGERS 87

la gran peste de 1349, se registr un alza mayor


en los salarios de aquellos trabajos que antes estaban
peor retribuidos; por ejemplo, la trilla de la avena
y la mano de obra de las mujeres. Es esta una ley con-
firmada por el estudio de los hechos; despus de la es-
casez de un producto de un servicio, la elevacin de
los precios es siempre ms considerable en lo que antes
se cotizaba ms barato. As, despus de la escasez de
algodn de hace un cuarto de siglo, el Surate subi
mucho ms que el Sea Island. De igual manera, despus
de la peste que acabo de citar, !a trilla del trigo subi
un 33 por 100, la de la avena 88 por 100 y el precio del
trabajo femenino se duplic y aun triplic.
Antes de penetrar en el estudio de la Historia eco-
nmica, conviene exponer las relaciones entre el tra-
bajo y el capital. La riqueza es pasiva improductiva
activa y productora; la primera sirve de reserva de
alimentacin la segunda. Esta doble funcin explica
la rapidez con la cual, en los periodos de demanda in-
tensa, la riqueza toma la forma activa 3 aumenta las
ganancias y los salarios. M. os habr sorprendido,
sin duda, con su afirmacin. de que la demanda de, pro-
ductos no implica demanda de trabajo, afirmacin que
contradice la experiencia. E[ error de M. 15E11, que l
mismo reconoci en los ltimos aos de su vida, de-
penda de la (-_;relicia de que la riqueza activa existe
slo en cantidad limitada. En realidad, la riqueza des-
tinada asegurar la continuidad del trabajo existe
siempre en cantidad indefinida y puede experimentar
un aumento considerable y repentino, tomando la for-
ma de riqueza capaz de ser prestada arrendada.
La funcin del capital es asegurar el empleo conti-
nuo del trabajo igualar en lo posible los precios y
las ganancias. El obrero arrienda su trabajo al em-
`&-eSENTIDO ECONO3,1ICO DE LA HISTORIA

presario, quien las ms de las veces no percibe el be-


neficio hasta mucho despus de haber pagado al tra-
bajador. El ltimo presta al primero el servicio de ase-
gurarle un empleo permanente, pues medida que se
desarrolla la divisin del trabajo y que la labor hu-
mana es reemplazada y modificada por la adopcin de
mquinas costosas, el empresario sabe que toda deten-
cin del trabajo se traduce para l en. prdidas cre-
cientes. La funcin del capitalista empresario consiste
tambien en conservar el nivel medio de los precios.
Las fluctuaciones ms violentas se producen cuando
el productor se ve obligado vender discrecin del
comprador, voluntad de la demanda. Pero el produc-
tor que es capitalista no ofrece sus productos en el
mercado sino cuando tiene seguridad de obtener un
precio convencer-,te, de donde resulta que el ms pre-
visor es el ms prspero.
Entro en estos pormenores, que estn conformes con
las enseanzas de la mayor parte de los economistas,
porque en nuestros das es cosa corriente emitir los
pareceres ms irreflexivos acerca de las relaciones
entre el trabajo y el capital; se rebaja el papel de
este ltimo y se propone una concurrencia forzosa
entre los capitalistas y el Estado, puesto al servicio
de la multitud que no posee otra cosa que sus bra-
zos. Se ha hecho ya el experimento y en este cri-
terio se inspir la legislacin de Isabel sobre los pobres
que ha fracasado miserablemente y ocasionado muchos
siglos de miseria las clases inferiores. Si bien es in-
til ensalzar sin tasa al capital, nada se gana tampoco
con deprimir los servicios verdaderos que presta. El
trabajo y el capital son como las dos piezas de un par
de tijeras; separadas no sirven de nada, unidas reali-
zan perfectamente el trabajo que se las destina.
J. E. THOROLD ROGERS 39

Los economistas estn de acuerdo en declarar que


los productos se reparten entre tres elementos. En pri-
mer lugar, los intereses correspondientes al adelanto
del capital, ya lo haya adelantado el empresario de
sus propios recursos, ya lo haya pedido prestado
otras personas que, no sabiendo no pudiendo em-
plearle por si mismas, le conceden el uso de aqul me-
diante una retiibuciD. La tasa del inters es elevada
cuando el capital disponible es escaso y reducida
cuando abunda. Se la puede estipular de antemano
siempre. El riesgo que se corre es el segundo elemen-
to, y no puede determinarse previamente siendo forzo-
so contentarse con calcularlo. Vara mucho segn las
profesiones, y probablemente el agricultor es el que
corre mayores riesgos. El tercer elemento es el trabajo
de direccin y vigilancia, la molestia, las inquietudes,
la habilidad del empresario y el tiempo que tiene que
consagrar los pormenores de su empresa. Conviene,
tal vez, agregar un cuarto elemento que se confunde
con el segundo: el desgaste desmerecimiento de los
utensilios y la eventualidad de tener que reemplazar
una coleccin costosa, de herramientas y mquinas
antes de haber amortizado su valor. El empresario
capitalista es, pues, un trabajador, y su remunera-
cin depende enteramente de la eficacia de su trabajo.
Puede discutirse qu parte le corresponde en el pro-
ducto final; pero cuanto ms se esfuercen los obreros
en pasarse sin l, tanto ms indispensable harn su
intervencin y mayor ser la parte que le pertenezca
en la obra comn.
Pasemos al trabajador, al obrero que percibe un sa-
lario. Los filsofos griegos le llamaron un rgano
mecanismo vivo, y esta frase tiene ms sentido para
nosotros que para ellos, que envilecan al trabajo con
40 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

la escla-vitud. En nuestros das el obrero es un meca-


nismo que ha costado caro construir; pero mucho ms
importante que su precio es la habilidad transmitida
adquirida, que despliega el hombre civilizado en nues-
tras diferentes industrias. Conocis las maravillas del
arte de laEdad Media, las grandes catedrales de nues-
tro pas y de la Europa occidental. Son obra de ope-
rarios desconocidos en su mayor parte, de albailes
carpinteros que conocan el arte de traducir por medio
del dibujo la concepcin del edificio que levantaban
sus brazos. Familiarizado como lo estoy con el cultivo,
observo continuamente con sorpresa los variados ta-
lentos de un buen mozo de labor. Tiene ojo de artista
para trazar un surco en un campo inmenso. Da una
zanja la pendiente deseada, levanta con aplomo un
montn de heno siega con destreza. Las manos ejer-
citadas del pastor manejan hbilmente las tijeras or-
dinarias. Un buen mozo de labranza es tan hbil como
un veterinario para cuidar al ganado. Es preciso pa-
gar los intereses de esta educacin como los del capi-
tal y asegurar la educacin tcnica de los obreros del
porvenir,
El seguro del riesgo que se corre, del desgaste in-
evitable de este instrumento vivo, debe ser cubierto
por el salario, pues si no lo ser de una manera indi-
recta. El mecanismo de las leyes inglesas sobre bene-
ficencia pblica permite al propietario y al colono,
que recogen el fruto del trabajo del obrero, hacer pesar
sobre otro estos gastos de seguro. Es cierto que nues-
tros mejores obreros agrcolas se esfuerzan, con previ-
sin laudable, en proveer por s mismos este fin por
medio de asociaciones de socorros mutuos y de coope-
racin obrera; pero en la Edad Media se hallaban sos-
tenidos por sus gremios y sus corporaciones. Por des-
J. E. THOROLD ROG ERS 41

gracia, consideraban un deber de caridad hacer decir


oraciones por sus muertos, y bajo el pretexto de que
esta costumbre era supersticiosa, les fueron confisca-
dos sus bienes. De este modo les han dado lecciones de
previsin nuestros gobernantes.
Llegamos, pues, la conclusin de que la retribu-
cin del empresario y la del obrero son idnticas ge-
nricamente y no se diferencian ms que de una ma-
nera especfica. La cuestin que queda por resolver es
la de averiguar la parte que corresponde cada uno
de ellos despus de reembolsado el valor de las prime
ras materias. El problema se hace insoluble si cada
uno se proclama, juez nico del valor de su propia co-
laboracin.. En los tiempos antiguos, corno la distri-
bucin estaba regulada por la autoridad, la violencia
era el nico medio de resistencia. Poco poco se fu
comprendiendo que la cuestin poda ser discutida, y
se recurri frecuentemente al arbitraje. Confiemos en.
que las uniones de los empresarios y las asociaciones
obreras aprendern bien pronto resolver sus diferen-
cias por medio de algn mecanismo autnomo im-
parcial.
He puesto empeo en recordar estos principios eco-
nmicos elementales, porque en el curso de estas con-
ferencias tendr ms de una vez ocasin de mostrar
cmo ha sido falseada por la violencia legal la a ocia-
cin de los productores.
Hace cinco seis siglos la vida de los trabajadores
ingleses era de las ms sencillas. Las tres cuartas par-
tes eran agricultores y cultivaban sus reducidas ha-
ciendas. Cierto nmero de obreros agrcolas buscaba
trabajo en las aldeas. Durante la recoleccin todos es-
taban en los campos, salvo algunos contados ociosos,
pues el reglamento que exclua los forasteros no
~9511511.7."77":
o,.

42 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

comprenda los segadores. Los empresarios propor-


cionaban su costa los artesanos las primeras ma-
terias: el hierro, el acero, la cal, el plomo, la piedra y
las maderas de construccin, como se hace en el In-
dostn moderno. Cuando se poda se trabajaba des-
tajo. Hasta los artesanos se consagraban al cultivo
una parte del ao.
De repente, una peste espantosa invadi Europa.
Como todas las epidemias, al principio fu cuando
caus ms vctimas; pero en Inglaterra estuvo incu-
bada durante ms de tres si glos. Destruy probable-
mente la tercera parte de la poblacin. Los salarios
se duplicaron y la ruina de los grandes propietarios
pareca inminente; los beneficios de los capitales em-
pleados en la agricultura descendieron de 20 por 100
cero. Heridos en sus intereses, los seores se valieron
del Parlamento y de la Administracin para disminuir
los salarios y hacerlos bajar hasta el nivel anterior
la peste.
Al mismo tiempo los aldeanos se hallaban minados
por las enseanzas de Wicleff y de sus adeptos que pre-
dicaban que toda superioridad deba tener una base
moral y que el derecho de dominacin deba estar
fundado sobre la gracia. Se puso al trabajo por en-
cima del nacimiento y las gentes se preguntaban:

Cuando Adn cavaba


Y Eva hilaba.,
Dnde estaban los hidalgos?

El descontento popular estall en la insurreccin de


Junio de 1381, que sublev Inglaterra desde la Man-
cha al YorkEhire. La sublevacin fu aniquilada, sus
jefes ajusticiados; los ataques los monjes, que poco
antes eran aplaudidos, condenados como herticos y el
J. E. THOROLD,ROGERS

brazo secular puso el hierro y el fuego al servicio del


clero, antes afrentado y escarnecido. Sin embargo, el
botn material de la victoria permaneci durante tres
siglos en poder de los aldeanos. Esta larga lucha for-
mar el asunto del siguiente captulo.
II

Las leyes sobre el trabajo y sus unsecuencil,.s.

Efectos de la gran peste.Costumbre de fijar los precios por dis-


posicin de la autoridad.El primer Estatuto de los trabajado-
res.Estatutos sucesivos.Los trabajadores invocan la auto-
ridad del Domesclay-boock.Los sucesos de 1.381.Legislacin
bajo Enrique IV, Enrique V y Enrique VI.--Gremios de arte-
sanos. Enrique VII y Enrique VIII.Prodigalidad de ste.
Sus emisiones de moneda falsa.Situacin en tiempos de Isa-
bel.Fin del Estatuto de trabajadores establecido en su rei-
nado.Recursos indirectos de los trabajadores.Tasas efecti-
vas de los salarios.Tarifas ms amplias bajo la Repblica.

La guerra entre el trabajo y el capital ha tenido ms


duracin que todas nuestras otras guerras juntas.
Ninguna es tan obscura de estudiar, pues es preciso
buscar su historia en la Recopilacin de los Estatu-
tos, en medio de leyes desde hace mucho tiempo de-
rogadas, olvidadas cadas en desuso, que no han
sido reimpresas en las ediciones usuales. No se las
encuentra ms que en los volmenes in folio, publica-
dos in extenso por orden del Parlamento y que slo po-
seen, segn creo, nuestras grandes bibliotecas P-
blicas.
Su testimonio necesita ser corroborado por el curso
de los salarios que han sido pagados efectivamente en
las diversas pocas de nuestra historia. Por medio de
un trabajo asiduo y solitario he conseguido sacar de
entre el polvo de los siglos este ltimo testimonio.
J. E. THOROLD ROGERS 45

Confieso que este estudio no ha aumentado mi respe-


to hacia el mecanismo legal que ha engendrado la or-
ganizacin social de la Inglaterra moderna.
Tras los esfuerzos ms enrgicos del patriotismo co-
lectivo se esconde un mvil interesado, y el hombre
que estudie la historia econmica de Inglaterra tiene
que prepararse , experimentar impresiones penosas,
hasta en las edades heroicas de la historia poltica. Sin
embargo, no censuremos los hombres que individual-
mente se aprovecharon de lo que las leyes les conce-
dan; digamos en su elogio que la larga fueron y se
han mantenido ms generosos que la ley misma.
En el captulo anterior habl de los estragos de la
gran peste, que en pocas ms recientes ha sido Ha-
mada la Muerte negra. Antes de esta epidemia, todos,
desde el rey al siervo, cultivaban la tierra, por su cuen-
ta. Ningn otro estado social poda inspirar mayor res-
peto la ley y la propiedad que aquel en que la ri-
queza de cada uno consista en gneros expuestos las
rapifas de los salteadores. Estoy convencido de que
el respeto la propiedad agrcola, que distingue los
ingleses desde el siglo xiv, ha contribuido desde un
principio formar el carcter de todas las clases de la
nacin. Hasta en las pocas ms agitadasy me apo-
yo en el resultado tegativo de mis investigaciones
era raro que los productos de la labranza fuesen roba-
dos. No pretendo que fuera del radio de accin de
las justicias locales, el mercader extranjero, el cam-
bista lombardo el legado del Papa pudieran seguir
con absoluta seguridad el camino real. No afirmar
que los abades y los priores de los monasterios pu-
dieran, sin exponerse encontrar un R,obin Hood,
hacer viajar sus tesoros y sus objetos preciosos. Pero
la tasa del seguro del dinero transportado por el or-
46 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

dinario trajinero pblico era muy baja y no he


hallado mencin de un solo robo en los millares de
cuentas de colegios y monasterios que he compulsa-
do. Los ingleses estaban dispuestos defender, por
medio de la insurreccin, sus derechos imaginarios
reales, destronar los reyes dbiles malos, cam-
biar de orden de sucesin la corona, pero rara vez
violaban la paz del reino. Hasta durante las guerras
civiles de los siglos xiv y xvir hubo poco merodeo.
En 1461, cuando el ejrcito de Margarita (1) se puso
saquear, se llam bien pronto Eduardo (2) ocupar
el trono y en la guerra parlamentaria de 1642-45 los
realistas del Oeste, que mostraban poco respeto al de-
recho de propiedad, hallaron resistencia en los aldeanos
armados de garrotes.
Se haba establecido la costumbre de fijar los precios
por disposicin de la autoridad. La Assize tasa del
pan y de la cerveza se pierde en la noche de los tiem-
pos; durante siglos, la misin de regular los precios
estuvo encomendada las autoridades locales. En el
siglo xvil, el vicecanciller de Oxford determinaba el
precio mximo de la carne, las aves, el vino y hasta de
los asientos en los coches recientemente establecidos.
La ley, sin embargo, se guardaba de sealar el precio
del trigo y de la cebada; semejante intervencin hu-
biera excedido de su poder y hubiese sido perjudicial
para los intereses de los legisladores, pero s regulaba

(1) La reina Mag,arita de Anjou, que desempe papel tan


principal en la guerra de las dos rosas. (N. DEL T.)
(2) Eduardo de York, proclamado rey de Inglaterra en Lon-
dres, con el nombre de Eduardo IV, el 5 de Marzo de 1461. Los ex-
cesos que el ejrcito lancasteriano cometi despus de la batalla
de S aint-Albans, ganada por las tropas de la reina Margarita,
con tribuyeron mucho que la capital tomase partido por la casa
de York, la rosa blanca.(N. DEL T.)
J. E. THOROLD ROGERS 47

el precio del trigo y de J'a cebada, una vez transfor-


mados en pan y en cerveza. La Recopilacin de los Es-
tatutos est llena de reglamentos sobre el precio de
los gneros alimenticios y de los vestidos. No parece
que estas intervenciones causaran descontento; quiz
se crea ventajoso el que ciertos servicios indispensables
se hallasen sometidos la vigilancia de la polica local.
Gran parte de los asuntos encomendados los tribu-
nales de los seoros se compona de acusaciones for-
muladas contra el panadero, el carnicero el molinero
de mala fe de multas impuestas los mismos por
haber infringido la ssize engaado los terrate-
nientes. Los grandes propietarios territoriales no en-
traron , pues , en un sendero nuevo y desconocido,
cuando en vista de la falta de brazos, causada por la
gran peste, se agitaron con objeto de obtener la apro-
bacin del Estatuto de los trabajadores.
Eduardo III comenz por dirigir una proclama al
primado Guillermo, excitando los obreros trabajar
por los antiguos salarios. Luego fu convocado el Par-
lamento y se promulg el primer Estatuto de los tra-
bajadores (1349).
Despus de recordar en el prembulo los efectos de
la gran peste y la penuria (le los dueos de fincas,
privados de sus servidores, que no queran trabajar
sino con salarios excesivos, dispone que toda persona
de menos de sesenta anos que no ejerza un comercio
oficio, ni posea recursos personales tierras que
ocupe y que no sirva tam p oco un amo en particu-
lar, podr ser requerida para trabajar en el campo,
cualquiera que sea la persona que reclame su con-
curso, y recibir los salarios usuales durante el vig-
simo ao del reinado (los anteriores la peste). los
lores seores que tenan siervos y villanos se les
48 SENTIDO ECO1 11K DE LA HISTORIA

otorgaba un derecho de prioridad respecto de los ser-


vicios de stos, lo cual prueba que despus de satisfe-
chas las prestaciones inherentes sus feudos enfi-
teusis, los feudatarios enfiteutas haban tenido hasta
entonces la libertad de disponer de su trabajo como
les pareciese. Mediante denuncia hecha por dos perso-
nas al sheriff, ste debera encarcelar al que se mos-
trara recalcitrante. El obrero que abandonase el tra-
bajo agrcola debera ser tambin condenado prisin,
hacindose extensiva esta pena al que, despus de
haber sido puesto en libertad aqul, le diera trabajo.
En el caso de aceptar salarios mayores que los usua-
les, se impona una multa equivalente al doble de lo
pagado, y el asunto deba ventilarse ante la audiencia
del seor. Si el seor mismo era quien haba incurrido
en esta falta, deba ser citado ante la asamblea del
condado y se le castigaba con una multa triple. Los
artesanos, en su mayor parte especificados, aur que
todos estaban comprendidos desde luego en una clu-
sula general, deban contentarse con los salarios co-
rrientes en 1346. Luego viene otra clusula declarando
que las provisiones deben venderse precios razona-
bles. Esta prescripcin de la ley aparece rodeada
igualmente de sanciones penales, y su aplicacin se
encomienda los alcaldes y bailes comunales. Se pro-
hibe, bajo pena de prisin, dar limosna los mendi-
gos vlidos. La ley deba ser publicada en todas las
iglesias, dejando esto al cuidado de los arzobispos y
obispos, y se recomendaba al clero parroquial que
vigilara su cuplimiento.
El Estatuto de 1349 no produjo efectos causa del
procedimiento, que exiga una querella en regla,
seguida de un juicio ante el jurado. Para eludirla se
adopt la costumbre de inscribir en los documentos de
J. E. THOROLD 'ROGERS 49

contabilidad el importe del salario reclamado por los


obreros, tacharlo y poner encima la tasa establecida
por los Estatutos, de los cuales no se respetaba ms
que la letra.
En 1350 y 51, tambin bajo el reinado de Eduar-
do III, el Parlamento, con asentimiento de los prela-
dos, los condes, los barones y otros personajes de
nota, se quej de la mala voluntad de los trabajadores,
que no respetaban el Estatuto y se negaban trabajar
menos de percibir salarios dobles triples de los que
haban sido fijados. Se apel nuevos reglamentos.
Los salarios, calculados en metlico, de todos los obre-
ros, tanto trabajadores agrcolas como artesanos, con-
tinuaren en vigor hasta que el trigo se vendiera me-
nos de 6 chelines y 8 dineros el vcarter. Los delincuen-
tes, en lugar de seguir sometidos la jurisdiccin
sefiorial, quedaron sujetes la de los jueces de paz,
los cuales deban constituirse en tribunal para este
efecto cuatro veces al ao, pudiendo imponer cuarenta
das de prisin por la primera falta, tres meses por la
segunda y seis por la tercera. Adems se conservaron
las multa, establecidas por el primer Estatuto, dispo-
niendo que su producto ingresara en lo sucesivo en el
Tesoro pblico, Les rebeldes las disposiciones lega-
les que hubiesen huido otro condado deberan ser
detenidos. Los escritores contemporneos aseguran
que estas fugas eran frecuentes; los obreros acudan
las localidades en que haba demanda de trabajo, y
haban organizado un sistema de informacin y de pro-
teccin mutuas. Segn parece, haban formado asocia-
ciones semejantes en un todo las Traces nions mo-
dernas. Los asociados contribuan con una cuota para
socorrerse y pagar las multas que les fueran impuestas.
La segunda acta fu tan ineficaz como la anterior.
4
50 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

A juzgar las causas de su mal xito por la legislacin


posterior, debe atribuirse su impotencia que las
multas correspondan la corona. Como la falta de
obreros persista y el vaco resultante de ella no poda
llenarse con el encarcelamiento de los refractarios, los
perjudicados, sea los empresarios, no se agitaron
poco ni mucho para hacer imponer multas, de las cua-
les slo se aprovechaba el rey. Adems, los propieta-
rios no tardaron en renunciar al sistema de explota-
cin directa, manejado por sus intendentes, inaugu-
raron un nuevo sistema de arrendamiento, en el cual
el propietario arrendaba al colono, no slo la tierra,
sine. el utensilio y el ganado necesario para la explo-
tacin, Seis aos despus se dispuso que las multas
fueran percibidas por los seores, y que Londres y
todos los b2c9:9r os quedaran sometidos la ley general.
Tres aos ms tarde un nuevo Estatuto reorganiz
la institucin de los jueces de paz. Se suprimi la
multa impuesta al labrador rebelde y tambin la juris-
diccin seorial. Pero se conserv la pena de prisin y
se dispuso que no se admitiera fianza los procesados.
Los artesanos quedaron comprendidos en la nueva
legislacin. Los salarios deban fijare por das y no
por semanas, si bien era lcito estipular que se traba-
jase destajo.
Este Estatuto proporciona curiosos esclarecimientos
.sobre las asociacianes de artesanos, cuando declara
,que las alianzas, convenciones, congregaciones, ca-
ptulos, ordenanzas y juramentos de los albailes y los
carpinteros sern considerados nulos y de ningn va-
lor. Nuestros francmasones se complacen en descu-
brir en estas sociedades el germen de las Logias las
cuales estn afiliados; el economista ve princip almen -
te en ellas las Trades Uiiozs del siglo xiv. El acta dis-
E. THOROLD ROGERS 51
J.
poneque los labradores fugitivos no disfrutaran en lo
sucesivo de la proteccin de las leyes y sern marca-
dos con la letra F. Hasta entonces se les haba distin-
guido de los siervos, que eran los nicos que siempre
haban p odido ser reclamados. Se manda los maes-
tros de oficios y los bailes entregar los labradores
fugitivos bajo pena de una multa de 10 libras esterlinas
para el rey y 100 chelines para la parte perjudicada.
Hasta los capellanes domsticos fueron sometidos al
Estatuto de los trabajadores y se estim que cinco
marcos, sean tres libras, seis chelines y ocho dine-
ros eran emolumentos suficientes para ellos.
En el segundo ao del reinado de Ricardo II, el Es-
tatuto de los trabajadores fu confirmado nuevamente.
Los villanos, dice el prembulo, se sustraen los ser-
vicios acostumbrados que deben sus seores, con
ayuda y apoyo de consejeros y defensores, que les ani-
man por medio de subterfugios capciosos, sacados del
_Domesday Boock; afirman que han sido relevados de sus
obligaciones y no toleran que se les prenda, Resulta
de esto que se reunen en bandas y pretenden as resis-
tir sus seores valindose de la fuerza de sus confe-
deraciones. Los jueces deban entender en estas ten-
tativas, encarcelar los culpables y castigar sus
consejeros con multas en beneficio del rey y del seor.
Este curioso prembulo se refiere sin duda los
pobres sacerdotes instituidos por Wicleff, para que le
sirviera de intermediarios con los siervos desconten-
tos. Est demostrado que stos haban tomado consejo
de legistas, quienes les declararon que con arreglo la
antigua y venerable autoridad del Domesday Boock, el
hecho de que un villano hubiera cumplido sus obliga-
ciones legales le exima de todo otro servicio respecto de
su seor y traa consigo la nulidad de cualquier recia-
52 S'UNTIDO ECONOMICO DE LA IIISTORI2-5_

marin del ltimo, hasta en el caso de que la apoyara


en el Estatuto de los trabajadores quiera hacer valer
su derecho de prioridad al trabajo extralegal de su
siervo, pagado con arreglo la tasa de los antiguos
salarios.
Este prembulo me ha- pro p orcionado desde hace
ms de veinte aos la clave de la insurreccin de Wat
Tyler en 1381 (1). Indica que los seores trataban de
someter sus siervos nuevas exigencias y que esta-
ban apoyados por el Parlamento, favorable la idea de
aumentar las obligaciones inherentes los feudos. Re-
Jama ban las antiguas prestaciones en trabajo, las cua-
les hacia tanto tiempo que haban sido redimidas, que
nadie conservaba memoria de ellas. Aunque en el con-
dado de Kent no existan feudos villanos, Tyler, que
era oriundo de aqul, hizo causa comn con los rebel-
des; alimentaba probablemente designios ms ambi-
ciosos que el de obtener la reparacin de aquellos agra-

(1) Las predicaciones de los eclesisticos partidarios de Wicleff,


entre les cuales se sealaron John Ball y aci S prepararon
este movimiento popular, que encontr un jefe en Wat Tyier. Los
insurrectos, cuyo nmero hacen ascender 60.000 algunos histo-
riadores, cometieron grandes excesos y llegaron apoderarse de
la capital. La muerte de Wat Tyler puso trmino la subleva-
cin. Cuando ms pujante se hallaba sta se verific una entre-
vista entre el jefe de los rebeldes y el monarca ; en Srnithfield.
Sea porque Wat Tyler mostrar una actitud an-ienazadora irre-
verente con el rey, llegando hasta asir las riendas de su caballo,
sea por efecto de una traicin, el hecho es que el lord corregidor
de Londres William Waiworth, que formaba parte de la comitiva
regia, mat de una estocada al jefe insurrecto. El joven monarca,
dirigindose entonces los sublevados con una serenidad impro-
pia de sus pocos aos, exclam: "Amigos, Wat Tyler ha muerto,
desde hoy yo soy vuestro jefe.,, Consternada por la prdida del
que la haba dirigido y animado, se disolvi aquella muchedum-
bre falta de cohesin. A pesar de las palabras del rey la represin
fu muy severa y menudearon las ejecuciones capitales de los
revoltosos, corno ocurra siempre en aquella poca con todo par-
tido derrotado.(N. DEL T.)
J. E. THOROLD ROGERS 53

vios sociales. Algunos nobles y algunos individuos de


la clase media de las ciudades se inclinaban, segn pa-
rece, en el mismo sentido. El fin perseguido por la in-
surreccin era la abolicin completa de las cargas de
los villanos. En realidad, todo el edificio social y pol-
tico de Inglaterra estuvo en peligro y despus de los
sucesos de Smitlifield el joven rey pudo decir con ra-
zn su madre que aquel da habla perdido y reco-
brado la corona.
A pesar dei lenguaje amenazador que los cronistas
ponen en sus labios, despus de la derrota de los rebel-
des, es evidente que se esforz en hacer justicia las
peticiones de los siervos. Consult al Parlamento sobre
si deba conceder efectos las car1-,as de emancipacin
que haba otorgado, y cuando el Parlamento rehus
con indignacin, los juecesestoy convencido de que
cediendo instancias del reyinterpretaron los feudos
serviles en sentido favorable los siervos y prote-
gieron stos contra toda medida arbitraria. Ricardo
mismo contest con una negativa categrica la pe-
ticin del Parlamento, solicitando que los hijos de los
siervos no pudieran recibir rdenes sagradas. Desde
entonces la demarcacin entre el villanaje y la servi-
dumbre fu borrndose, aunque se descubren vesti-
gios de incapacidad personal hasta el siglo xvi. Se
hizo cosa corriente designar los feudos villanos bajo
el nombre de posesin con arreglo la copia del re-
gistro de la audiencia seorial (copyhoW), y gracias
la pasin por la tierra que imper durante el siglo xv,
desapareci el menosprecio hacia el derecho de co-
pykold, y no vacilaron en comprarle los nobles y los
caballeros.
Se otorg una amnista, primero los que haban
cometido actos ilegales en la represin de los desrde-
54 SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA

nes y en seguida los mismos insurrectos. Hubo, sin


embargo, una larga lista de excepciones que se refe-
ra casi por completo los habitantes de Londres. Los
rebeldes de Edmundsbury fueron indultados, pero se
les oblig pedir perdn y dar fianza al abad de
Bury . Adems un acta de Ricardo II resolvi que, si
siervos de uno otro sexo incoaban un pleito contra
su seor, ste podra contestar la demanda, sin que
por esto se le estimara privado de sus derechos, pues
con arreglo la costumbre antigua, el seor que con-
senta en pleitear contra su siervo reconoca ipso facto
la emancipacin de ste.
He trazado el anterior bosquejo de los sucesos
de 1381, porque la emancipacin gradual de los sier-
vos, que fu su resultado, fortific la resistencia de
todos los obreros agrcolas al Estatuto de los trabaja-
dores que se persista en imponerles. Los labradores
libres haban hecho causa comn con sus hermanos;
gozando de ciertos derechos y libertades, entendieron
que su deber era ayudarles, y su vez fueron soste-
nidos por aquellos quien haban contribuido eman-
cipar.
No debemos figurarnos que el rey y el Parlamento,
despus de haber hecho menos opresor el yugo del
seor feudal, se hallaban dispuestos ceder sin nueva
resistencia todas las reivindicaciones del trabajador.
El acta primitiva de Eduardo fu renovada, aadiendo
nuevas clusulas. No queriendo servir los criados y
labradores ms que con salarios desmedidos y excesi-
vos, fueron determinados igualmente los salarios que
deban pagarse los sirvientes quienes se alojaba y
mantena. Se estableci que los sirvientes que pasa-
ran de un lugar otro deban ir provistos de un cer-
tificado del -ltimo amo quien hubieran servido. Se
J. E. THOROLD ROGERS 55

impuso los mendigos y los peregrinos la obliga-


cin de llevar un pasaporte, so pena de exposicin en
la picota, castigndose con prisin discrecin del
juez el uso de pasaporte falso. Ningn nio que se hu-
biera consagrado la agricultura, hasta la edad de
doce aos, poda ser admitido en el aprendizaje de un
oficio, y su diploma de aprendiz era nulo de derecho.
Los artesanos quedaron obligados trabajar en el
campo en la poca de la recoleccin, y las personas
que pagaban cobraban salarios superiores los se-
alados en la tarifa legal fueron castigadas con mul-
tas cada vez ms fuertes.
Un acta de Enrique IV prescribi que los obreros
fueran ajustados por das y no por semanas; que los
das y vsperas de fiesta no les fueran pagados, y
que el trabajo hasta el medioda se pagara razn de
medio jornal. Se impuso una multa de 20 cheline,r4 al
obrero que aceptara ms de su salario legal. Observe-
mos, sin embargo, que el ao 1408, Enrique IV, en
Windsor, pag cuatro carpinteros seis dineros dia-
rios, razn de trescientos sesenta y cinco das de
trabajo en el ao. El Estatuto no era, pues, observado
ni por el rey ni por sus sbditos.
Por un acta del sptimo ao de su reinado, Enri-
que IV ratific una peticin presentada por el Parla-
mento, solicitando que slo las personas que poseye-
ran al menos 40 chelines de renta anual , en tierras
en rentas territoriales, pudieran colocar sus hijos de
aprendices. Esta suma equivala entonces una renta
de 80 libras en la actualidad. Despus de haber con-
signado que el aprendizaje haba venido agravar la
falta de brazos, el autor del acta redujo, sin embargo,
la cifra de la renta 20 chelines, pero imponiendo
nn.a multa de 100 todo el que tomara un aprendiz
56 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

fuera de estas condiciones. Todas las denuncias deban


ser examinadas. No obstante, se dej los padres
entera libertad para enviar sus hijos la escuela.
Bajo Enrique V, el Estatuto de los trabajadores fi t
confirmado de nuevo; se mand que los sheriffs le hi-
cieran publicar en todos los tribunales del condado.
Una nueva clusula permiti interrogar los maestros
y los obreros bajo la fe del juramento, y se confirie-
ron los jueces nuevos poderes para lanzar manda-
mientos de prisin contra los fugitivos. Dos aos des-
pus, las multas referentes salarios excesivos no eran
impuestas ya ms que los obreros que los hubieran
recibido.
Durante la larga minora de Enrique VI se sigui
legislando sin alcanzar mejores resultados. Se intro-
dujo una nueva clusula que deba ser funesta por sus
consecuencias; por virtud de ella los jueces de paz re-
cibieron. la potestad de regular los salarios en sus re-
uniones trimestrales. Verdad es que el acta slo deba
tener una duracin transitoria, Al ano siguiente fue-
ron prohibidas, bajo penas de mult?, y prisin, las li-
gas y asambleas anuales de los albailes.
Seis aos despus, los Estatutos de Ricardo fueron
puestos en vigor; se mantuvieron y se extendieron
ms todava las facultades de los jueces de paz. stos
en cada condado, y el alcalde en cada ciudad &irgo,
deban hacer pregonar todos los aos, por Pascuas y
por San Miguel, el salario que deba pagarse cada
clase de obreros artesanos, con alimentacin sin
ella, y estos bandos tenan fuerza de ley. Dicho Esta-
tuto deba mantenerse vigente hasta que el rey lo
derogase en el Parlamento. El Estatuto sobre el apren-
dizaje fu confirmado, pero se eximi Londres de la
clusula restrictiva referente los 20 chelines de renta
,filfrjr-'!. i

J. E. THOIWLD ECG ERS


-7-77 fi

anual, pues los habitantes de la capital se ha


-
enfurecido, considerndose vejados por ella.
En 1437 fueron atacadas las guildas gremios de
artesanos y otros obreros. Se declar que interpre-
taban sus privilegios en beneficio propio y en dao de
los dems. La nueva ley decret que, en lo porve-
nir, todas sus patentes y privilegios seran registrados
por los jueces de paz del condado y el gobernador de
cada ciudad, castigando con una multa de 10 libras
toda ordenanza que no estuviere conforme con dichos
privilegios. Los gremios deban de ser numerosos,
puesto que se les someta una inspeccin y una
legislacin especiales. El censo para ser elegible corno
juez de paz fue elevado una renta de 20 libras anua-
les en tierras.
La ley dispuso, ocho aos despus, que todo sir-
viente avisara su amo antes de despedirse, fin de
que ste pudiera buscar otro. Se public, por ltimo,
un reglamento que se acomodaba con escasas diferen-
cias la tasa corriente de los salarios. Los obreros ha-
ban obtenido la victoria.
En los reinados de Eduardo IV y Ricardo III no se
promulg disposicin legislativa alguna de esta clase;
mas en el de Enrique VII la ciudad de Norwich qued
exenta del Estatuto del aprendizaje y se public un
reglamento de salarios muy liberal, atendiendo la
baratura de las mercancas en aquella poca. Los sa-
larios ingleses, considerados como valor en cambio, no
haban sido nunca tan elevados, si bien se sealaron
doce horas de duracin la jornada de trabajo, desde
Marzo Septiembre, y desde la salida la puesta del
sol durante el resto del ao, Cincuenta aos antes la
jornada era de ocho horas.
La legislacin se ocup poco en los obreros bajo el
58 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

reinado de Enrique VIII. Eximi de toda pena los


que pagaran salarios demasiado crecidos, declar ex-
ceptuada la ciudad de Londres de la aplicacin del
Estatuto de los trabajadores y prohibi las corpora-
ciones retener los aprendices cuyo tiempo de, apren-
dizaje hubiese terminado, as como exigirles derechos
superiores los que la ley haba instituido.
No se me oculta que la enumeracin de estas anti-
guas leyes puede parecer estril y enojosa; pero es
imposible estudiar la historia de un pas prescindiendo
de sus leyes, principalmente cuando stas, como ocu-
rre en Inglaterra, han obedecido siempre un espritu
de transaccin y de concordia. Durante todo este pe-
rodo los trabajadores ingleses, considerados en con-
junto, no reclamaban ms que una remuneracin sufi-
ciente de sus servicios y prosperaron bajo la gida de
sus gremios y sus asociaciones. Poco poco los aldea-
nos fueron comprando tierras y crearon la clase de
censatarios en pequeo que cubri el territorio en la
primera mitad del siglo xvu. Los artesanos haban
llegado ser maestros en sus oficios y levantaron con
sus manos, despus de haber trazado los planos ellos
mismos, los edificios slidos y elegantes de la arqui-
tectura perpendicular. Prxima estaba, sin embargo,
la ruina que amenazaba su prosperidad. He investigado
y voy exponer sus causas.
Jams tuvo Inglaterra soberano tan locamente gas-
tador como Enrique VIII. Gracias al espritu de eco-
noma de su padre, haba heredado un caudal conside-
rable para aquella poca, y lo derroch en poco tiem-
po. Sus guerras, sus alianzas y los subsidios al em-
perador de Alemania, siempre necesitado, le costaron
grandes sumas sin producirle nada. Hasta en tiempo
de paz sus gastos eran prodigiosos. Tena veinte
J. E. THOROLD ROGERS 59

treinta palacios, que demola y restauraba sin cesar,


ocupando da y noche legiones de obreros hasta en
los domingos y en las mayores fiestas de la Iglesia.
El coste del tren de su corte era inmenso. Su descon-
fianza y su aficin la ostentacin le impulsaban
enriquecer la nobleza, la cual haba instalado en
sus numerosos palacios. La casa de su hija Mara,
hasta el da en que reneg de ella, y la de Isabel y
Eduardo, nios an, costaban mucho ms de lo que se
haba gastado en el sostenimiento de la Casa Real, en
tiempo del padre del monarca, como lo atestiguan los
registros del guardarropa. Construy pesadsimos bu-
ques, que no podan navegar, inmensos palacios, ca-
prichos momentneos que abandonaba en seguida. A
serle posible hubiera disipado todo el caudal particu-
lar de sus sbditos, y no perdon medio para conse-
guirlo. Sin embargo, fu popular, pues los prdigos lo
son siempre, hasta cuando dilapidan lo que no les
pertenece.
Confisc los bienes de los monasterios pequeas y
di fin sus riquezas rpidamente. Durante algn
tiempo respet los grandes, declarando que eran
asilos de la caridad y la religin. Luego se compro-
meti no imponer contribucienes nuevas al pueblo,
ni aun en el caso de guerras legtimas, con tal de
que le fueran adjudicados los despojos de los conven-
tos. Los grandes monasterios no tardaron en ser ab-
sorbidos. Previendo la tempestad, los frailes haban
arrendado sus tierras largo plazo, as que buena
parte del botn no la percibi el rey hasta bastante des.
pus, pero los tesoros acumulados durante siglos caye-
ron en sus manos. Una interminable fila de carros con-
dujo el oro, la plata y la pedrera que cuatro siglos
haban amontonado en torno de la urna de Becket,
60 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

en el santuario ms rico de Inglaterra, (I) y tal vez de


la cristiandad. Winchester, Westminster y otros cien
lugares consagrados eran casi tan ricos y algunos
ms antiguos; sus tesoros equivalan probablemente
toda la moneda en circulacin en aquel tiempo, y las
tierras de los monasterios ocupaban, segn se dice, la
tercera parte de la superficie del reino. Todo se des-
vaneci como la nieve en el verano, pues nada per-
maneca en manos del monarca ms que el tiempo
preciso pura lanzarlo lo lejos.
Despus de estas hazanas, parece que no se atrevi
pedir ms dinero al pueblo. Sin embargo, apel
un medio seguro de atacar los bolsillos, ponindose
acuar moneda de mala ley. En los primeros tiem-
pos la aleaciun fue poco inferior la adoptada hasta
entonces. Despus perdi todo escrpulo y acun cada
da moneda de ley ms baja. Es el nico soberano in-
gls que ha cometido este crimen tan vil y prfido,
puesto que Carlos Estuardo lo proyect tan slo. Sobre
Enrique recae tambin la responsabilidad de la adulte-
racin de la moneda que se efectu durante el reinado
de su hijo, pues aqul fu quien design los desal-
mados tutores del joven prncipe. Al final, cuando
gastado por el vicio y los desrdenes, enfermo y has-
tiado de todo, se hallaba dos pasos de la tumba, pro-
yect despojar , los trabajadores confiscando las tie-
rras de sus gremios. En el reinado de su hijo, Somer-
set consum esta obra y confisc los bienes de las
corporaciones y de los oficios.
Cuando subi al trono Isabel, la monarqua y el
pueblo se hallaban igualmente extenuados, Inglate.
(1) La abada de Cantorbery, donde se conservaban los res-
tos del arzobispo, asesinado por instigacin de Enrique II.
(N. DEL T.)
J. E. THOROLD ROGERS 61

rra no influa en Europa ms que el menor principado


de Alemania. La moneda falsificada haba reducido
la miseria al trabajador, y los codiciosos jefes de la
nueva 'aristocracia le haban robado las tierras de sus
gremios, que durante la Edad Media le socorrieron
constantemente en las horas de penuria. El coste de
la vida haba subido un 150 por 100, y los salarios
seguan invariables, pues el alza de los salarios no
acompaa la de los precios.
La primera misin que Isabel se impuso fu la de
restablecer la ley de la moneda, despus de lo cual la
reina y sus consejeros publicaron un nuevo Estatuto
de los trabajadores, que figura en la Recopilacin como
el quinto de Isabel, captulo IV. Derog totalmente la
legislacin de los dos ltimos segreg las me-
didas ms gravosas y reuni las dems en un conjunto
metdico que deba regular en lo sucesivo las relacio-
nes entre el empresario y el obrero. Ni Isabel ni sus
consejeros tenan intencin de oprimir al trabajador; y
hasta algunas de sus disposiciones tienden prote-
gerle, pero el Acta le hall abatido y aniquilado y le
entreg en manos de los jueces de paz, esto es, de sus
amos, en los momentos en que era incapaz de defen-
derse. El Gobierno, que recordaba las sub ovaciones de
Cae, de Tyler y de Ket, se resolvi emplear un ins-
trumento apto piflra dornefar la desesperacin misma y
para imponer la sumisin por medio del hambre. Como
veremos, sus esfuerzos fueron coronados por el mejor
xito.
Los que prestaban ciertos servicios deban ser ajus-
tados por afics. Toda persona de menos de treinta
arios que no estuviera casada, y no poseyera una renta
anual de 40 chelines, ni ejerciese profesin alguna,
quedaba obligada trabajar, mediante un sueldo anual,
62 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

en el oficio en que hubiera sido educada. Los autores


del Estatuto no tuvieron en cuenta que un cheln de
Isabel no vala la tercera parte de la misma moneda
en tiempo de Enrique IV; parece que confiaron en que
vol'vera-n los antiguos precios, creyendo sin duda que
bastaba llamar cheln una moneda, que no vala ms
que la tercera parte de un cheln, para darla un valor
triple del intrnseco que tena. El sirviente ajustado
por aos no poda ser despedido sin justa causa,
aprobada por dos jueces, y hasta la terminacin del
afio convenido deba avisrsele con tres meses de an-
ticipacin la despedida. Persona alguna, desde la edad
de quince arios hasta la de sesenta, menos de tener
una ocupacin hallarse en aprendizaje, poda re-
huir el trabajo agrcola. Los amos que despedan sin
motivo sus servidores incurran en una multa de
40 chelines, y los servidores que abandonaban sus
amos, sin estar autorizados competentemente para ello,
en pena de prisin. No podan (los ltimos) abandonar
la ciudad la parroquia sin un certificado, bajo pena
de encarcelamiento, aplicndose la de azotes los que
se valan de certificaciones falsas El amo que tomaba
un sirviente sin certificado, estaba castigado con una
multa de cinco libras. Como en las leyes anteriores, la
jornada de trabajo continu fijada en doce horas, por
el verano, y en el intervalo entre la salida y la puesta
del sol, durante el invierno. El trabajador perezoso in-
curra en una multa de un penique por hora. La huel-
ga se castigaba con un mes de prisin y multa de cin-
co libras, penalidad que di un golpe mortal lo que
an sobreviva de las antiguas asociaciones obreras.
Los jueces de paz deban congregarse en una re-
unin especial , que de ordinario se celebraba poco
despus de Pascuas, para regular los salarios y gajes de
J. E. THOROLD ROGERS 63

toda clase de trabajo, ya fuera por das por aos,


con alimentacin sin ella. Estos reglamentos se de-
positaban en el Tribunal de la Cancillera, una vez
obtenida la aprobacin del Consejo privado y despus
de ser pregonados por el sheriff, quien deba llamar la
atencin sobre las penas - impuestas en ellos. Los jue-
ces de paz percibiran una indemnizacin de 5 cheli-
nes diarios, incurriendo, en caso de ausencia, en una
multa de 10 libras. El que pagaba salarios superiores
los sealados en el reglamento era castigado con
una multa de cinco libras y diez das de prisin; el que
los haba cobrado, con veintin das de crcel, decla-
rndose nulo el contrato. Los obreros que amenazaban
su amo podan ser encarcelados durante un ao
ms. A los artesanos se les poda obligar trabajar en
la recoleccin.
Era permitido los obreros pasar de un condado
otro. Las mujeres solteras, desde los doce los cuaren-
ta aos, podan ser obligados trabajar por aos, por
semanas por das, eleccin del empresario. Ciertas
personas fueron autorizadas para tomar aprendices
agrcolas. En las ciudades, los cabezas de familia es-
taban autorizados para tomar aprendices por un plazo
de siete arios y en nmero de dos, si stos eran hijos
de artesanos. Todo artesano poda tomar por aprendiz
al hijo de un hombre que no poseyera tierras. El apren-
dizaje deba ajustarse por siete aos, bajo multa de
40 chelines por cada mes de menos. Los mercaderes
no podan tomar como aprendices ms que los hijos
de propietarios que poseyeran una renta de 40 cheli-
nes enciertas tierras.'
clases de comerco, como
el de los gneros de lana, se haba dispuesto que los
comerciantes mismos acreditaran la posesin de una
renta de tres libras anuales. Por cada tres aprendices
64 SFYITDO ECONMICO DE LA HISTORIA

haba un obrero, y ms all de aquel nmero, un obre-


ro por cada al)ren.ctiz. Los aprendices que se mostra-
ran rehacios y los fugitivos deban ser reducidos
prisin.
Se encomend los jueces de paz que se informa
ran peridicamente de la aplicacin del acta y que
reformaran sus reglamentos de salaries con arreglo
las fluctuaciones del precio de los vveres,. El producto
de las multas se reparta entre el denunciador y la
corona. Al cabo de treinta y tres aos el acta fu re-
formada. Los teje/dores quedaron sujetos sus pres-
cripciones y los jueces de paz autorizados para dar
reglamentos distintos para las diferentes subdivi-
siones de los condados. Los reglamentos siguieron
siendo publicados por el sheriff, pero se suprimi la
intervencin del. Tribunal de la Cancillera y del con-
sejo privado. El Gustos Rotulorunz (guarda custodio de
los registros) deba ratificarlos y darles fuerza de ley.
Siguiendo la costumbre, el acta deba tener slo una
duracin temporal, pero fu ratifie g da, con regulari-
dad. Desde Eduardo III Jacobo 1, el Parlamento vot
treinta y siete actas reglamentandu el trabajo.
Los jueces de paz desempefiaren la misin que se
les haba encomendado. Todava conservamos su pri-
mer reglamento, el de 7 de Junio de 1563, dictado
para el condado de Rutiand. Sirvi, segn presumo, de
modelo en los condados del Sur del Trent, pues otro
reglamento de 1595 se aplic los condados del Norte.
He descubierto trece de estos reglamentos, desde 1563
1725. En el siglo xvirr dejaron de ser renovados. La
ley haba conseguido su fin v reducido los salarios de
trabajadores al mnimum compatible con las necesi-
dades ms exiguas de la subsistencia.
El objeto de este Estatuto, tan clebre como funes-
J. E. THOROLD ROGERS 65

to, haba sido triple: 1., romper la coalicin de los


los trabajadores; 2., arbitrar medios para someterlos
una incesante vigilancia; 3. 0 , aumentar la oferta del
trabajo agrcola, restringiendo el derecho al aprendi-
zaje.
Cuando los jueces de paz se entibiaban, se poda con-
tar con la magistratura de los Estuardos, que, segn
confesin de los legistas ms posedos del espritu
profesional, se mostr servil implacable, fuera de
algunas excepciones. Los jueces, cuyos empleos de-
pendan del capricho del soberano, fueron advertidos
de que, si sus decisiones interpretaciones desagrada-
ban la autoridad suprema, seran destituidos.
Habis debido de sobrevivir todos los legistas
dijo un da Guillermo de Orange al anciano abogado
Maynard.S, seorcontest stey sin el adveni-
miento de V. M. hubiera sobrevivido tambin las
leyes. Los Estuardos no se atrevan derogarlas, pero
falseaban su aplicacin nombrando jueces corrompi-
dos. Hasta que los magistrados no adquirieron la pro-
piedad de su cargo no hubo jueces honrados.
Los autores del Estatuto, siguiendo el ejemplo de
Eduardo III y del Parlamento de 1495, ordenaron que
los jueces de paz tuvieran en cuenta la baratura
caresta de los vveres. No lo hicieron los jueces, y
como sus resoluciones eran inapelables, impusieron al
trabajo el salario del hambre.
Hace algunos aos publiqu un libro, titulado Seis
siglos de trabajo y de salarios, en el cual demostr que
el acta de 1495, dado el precio de las mercancas en
aquella poca, permita al artesano adquirir determi-
nada cantidad de vveres, mediante una quincena de
trabajo, y al obrero agrcola igual cantidad, mediante
tres semanas de labor. Bajo el imperio del ltimo Es-
5
66 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

tatuto, los reglamentos de los jueces de paz obligaban


al labrador, para poder comprar la misma cantidad de
vveres, un trabajo incesante de uno y veces de dos
agio. Con ser dura tambin para el artesano, la ley
oprimi en particular al campesino, y tuvo como fin
principal el de reducir el precio de la mano de obra
agrcola. A falta de mtodos perfeccionados de cultivo
era ste, con la caresta de los gneros, el nico medio
de hacer subir los arrendamientos.
Las investigaciones y descubrimientos que he hecho
despus han confirmado mi juicio. Es verdad que bajo
algunos aspectos la situacin del aldeano era entonces
mejor que hoy, puesto que al menos posea un rincn
de tierra. El acta de repartimientos, de Isabel, dispo-
ne que toda cabaa tenga una dependencia de cuatro
acres (1) de tierra y que sea ocupada por una sola fa-
milia. Esta disposicin fu derogada en la segunda
mitad del siglo xvin, porque era un obstculo para
cercar los campos, lo cual vino ser la regla general
en aquella poca.
Aparte de este disfrute exclusivo, el aldeano tenia
derechos ms menos amplios sobre las tierras comu-
nales. Si stas eran insuficientes para :proporcionarle
pastos para una vaca, poda soltar en ellas sus aves
de corral, lo cual le permita en ocasiones echar una
gallina al puchero. Cuando, en el siglo xvill, estas
tierras comunales fueron cercadas y adjudicadas los
grandes propietarios, mediante indemnizaciones irri-
sorias y rpidamente gastadas, el pueblo no pudo me -
nos comparar la pena que se impona al que robaba
un pato en las praderas con las condescendenc ias teni-

(1) Medida superficial inglesa, equivalente 4.013,71 metros


cuadrados.. (N. DEL T.)
J. F. THOROLD ROGERS 67

das con los que robaron los pastos mismos. Aunque el


cercamiento sistemtico de las tierras haya aumentado
laproduccin agrcola, la prdida de aquellos benefi-
cios indirectos ha empeorado la situacin del aldeano,
aumentando su penuria.
Hace dos siglos, la caza pululaba sobre vastas su-
perficies de terrenos yermos y pantanosos. En los tiene
pos primitivos algunos animales, como los ciervos,
los gamos, las liebres y los jabales haban sido reser-
vados para los placeres el consumo de los grandes
personajes, y luego, particularmente en el reinado de
Jacobo I, la ley fu restringiendo cada vez ms el de-
recho de caza, so pretexto de que impulsaba al labra-
dor a la ociosidad. Pero lo cierto es que estas leyes no
fueron observadas. He examinado la contabilidad do-
mstica de los grandes seores y de las corporaciones
de los siglos xvr y XVII y la cantidad de caza de pluma
y de pelo _que se compraba en invierno es asombrosa.
Se hallan nombres de aves que no figuran en nuestras
mesas, y si la caza de aves, con red tiro, hubiese
estado reservada los seores, estos artculos no figu-
raran en la contabilidad. Sin duda eran compradas
tales piezas los arrendatarios en pequeo y los
campesinos que las haban cazado y que hubieran po-
dido consumirlas ellos mismos.
En el reinado de Enrique VII estos beneficios indi-
rectos haban sido ms amplios an. Su desaparicin
gradual no se compens ms que por la garanta de
subsistencia proporcionada por la contribucin de po-
bres y reducida las necesidades indispensables la
vida. El silencio de los libros de Agronoma sobre la
tasa de los jornales me hace presumir que los jueces de
paz dejaron de regular los salarios, en el Medioda ha-
cia mediados del siglo xvir, y en el Norte hacia prin-
68 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA.

cipios del siglo xvm. Su obra funesta haba terminado,


en efecto.
Poseemos las cuentas por condados de los ingresos
y gastos de la Beneficencia pblica en tiempo de Car-
los II. En los condados situados al Sur del Trent era
donde ms importaban los gastos. No llegaban la d-
cima parte de la cifra que ascienden en nuestros
das, pero igualaban la tercera parte de las rentas
del Estado en tiempos de paz. Si esta proporcin exis-
tiera en la actualidad, gastaramos en dichas atencio-
nes 20 millones de libras esterlinas. Al final del si-
glo XVII, Gregorio King demostr, con clculos que
he podido comprobar, que la insuficiencia de los sala-
rios agrcolas era suplida invariablemente por la con-
tribucin de pobres.
Sin embargo, merecen consignarse dos circunstan-
cias. Los salarios que se pagaban realmente fueron
siempre mayores que los de la tarifa establecida por
los jueces de paz. He comparado el trmino medio de
ocho salarios oficiales, correspondientes cinco dis-
tintas clases de artesanos y tres clases de trabajo
grosero y agrcola, con el trmino medio sacado de los
salarios que se pagaban en realidad en los mismos ofi-
cios y tareas. En el perodo comprendido entre 1593
y 1684, el trmino medio de los salarios oficiales fu
cinco chelines y seis dineros por semana, y el de los
salarios efectivos seis chelines y un dinero. El empre-
sario era ms generoso que el magistrado.
Los reglamentos tuvieron una base ms liberal bajo
la Repblica que bajo la Monarqua. Los salarios efec-
tivos no excedieron de los salarios oficiales ms que
en cuatro dineros y medio en 1651, y en dos y cuar-
tillo en 1655. Despus de la restauracin, la diferencia
subi de un golpe tres chelines por semana. Es que
J. E. THOROLD ROGERS 69

los puritanos, con ser hombres tan poco amables, te-


nan algunas nociones del deber, mientras que los ca-
balleros, ms corteses que aqullos, no posean otra
virtud que su fidelidad al monarca. Si yo hubiera sido
un labriego del siglo xvii, hubiera preferido de seguro
los puritanos.
En 1825 fueron barridas todas estas leyes, gracias
los esfuerzos del difunto M. Jos Hume; pero nuestros
anales parlamentarios no han recogido el debate que
precedi su abolicin. La ley de Isabel haba consu-
mado la ruina del obrero, y aun despus de derogada y
cada en desuso, ha seguido aqul sometido nuestro
derecho comn y las prfidas interpretaciones que
han dado de l nuestros ingeniosos legistas, y que han
merecido el nombre de Conspiracin constructiva, el
instrumento ms elstico de la tirana que pudo inven-
tarse.
III
El cultivo de la tierra por los dueos y los arrendatarios.

Efectos de los progresos agrcolas.El duque de Argyll y la ren-


ta.Historia de los progresos agrcolas.Los errores de la teo-
ra.Los gneros agrcolas.Regularidad de la contabilidad
agrcola en la Edad Media.Ley de los precies de Gregorio
King. Hambres en Inglaterra. La agricultura en los si-
glos xvir y plano territorial de Gamlingay.Las tie-
rras comunales.Los pastos de aprovechamiento pblico y los
de propios.El clero regular y la agricultura.El derecho de
primogenitura.El arrendamiento de la tierra con el material
de la explotacin. Nuevas formas de tenencias de tierras,
arrendamientos trmino y vitalicios, rentas excesivas.

El progreso de la agricultura es seguro indicio de


que una nacin ha salido de la barbarie y sirve al mis-
mo tiempo de medida de la poblacin que puede ali-
mentar el territorio nacional sin recurrir la importa-
cin extranjera. Cuando la importacin es libre y
abundante, el conjunto de las naciones unidas por las
relaciones comerciales debe ser considerado como si
no formaran ms que una misma y nica colecti-
vidad.
El desarrollo de la agricultura determina tambin el
limite del desenvolvimiento de las dems industrias.
Aun en las edades primitivas, el cultivador, disponien-
do tan slo de herramientas rudimentarias, consigue
J. E. THOROLD ROGERS 71

arrancar la tierra mayor cantidad de vveres de la


que necesita para la subsistencia de su familia. Su tra-
bajo le proporciona medios de mantener los que le
protegen y de retribuir los que le proporcionan las
mercancas que l no produce por s mismo y sin
las cuales no puede pasarse. La agricultura desempe-
a de este modo un papel primordial en el Estado, y
toda ley, toda costumbre, toda prctica que entor-
pezca su progreso, es una calamidad pblica por ve-
nerable que sea su antigedad. Estos obstculos han
existido y existen todava, y los legisladores tienen
el deber de destruirlos de limitar su influencia por lo
menos.
Los progresos de la agricultura determinan la tasa
de la renta. Esta es el precio que se paga por el uso de
un medio natural indispensable la sociedad humana
y que afecta sus intereses ms ntimos. El duque de
Argyll, el gran defensor y, quiz, el defensor demasiado
crdulo, de los propietarios territoriales, ha comparado
el arrendamiento de la tierra labranta al de un ins-
trumento de msica. La comparacin es ingeniosa y
exacta, aunque tal vez el duque no comprendi todo
su alcance. Admitamos que el arrendamiento de una
parcela de tierra sea idntico al de un violn de Stra-
divarius. Puesto en manos de la mayor parte de nos-
otros, y desde luego en las mas, no valdra un alqui-
ler de cinco cntimos al ao; pero si se lo confiamos
M. Joachim, obtendr con l pinges ganancias. De
igual manera, en la tierra no puede prescindirse de la
habilidad, de la experiencia, de la educacin ni de la
inteligencia del que la explota.
La renta es, por consiguiente, el producto de dos
factores. Los economistas al uso no mencionan ms
que al primero, al que se apoya en las facultades natu-
SENTIDO ECONMICO DE LA_ HISTORIA
72

rales del suelo, que han sido llamadas en algunas oca-


siones originaria s indestructibles, sin duda porque
nadie puede decir su origen y porque no tienen de in_
destructibl e ms que aquello que no favorece cierta-
mente su fertilidad. El segundo factor, mucho ms
importante, es la habilidad adquirida del cultivador,
el talento, siguiendo el ejemplo del duque, de tocar el
violn con maestra. Desgraciadamente este talento es
destructible y ha sido destruido.
Al contrario de lo que sucede con la distribucin de
la riqueza, las leyes que gobiernan la produccin de
esta son leyes naturales. Por medio de su conocimiento
y aplicacin consigue la industria humana dar utilidad
la materia. Algunas de estas leyes son sencillas y se
comprenden primera vista, como las que conocieron
los primeros artesanos, los primeros mineros y los pri-
meros metalrgicos. Otras no han sido descubiertas
sino fuerza de largas observaciones, de profundos
estudios y de investigaciones minuciosas. En la mo-
neda del siglo my , el hierro labrado costaba 12 libras
la tonelada. Limitndonos al multiplicador general-
mente admitido de 12, cmo ha podido bajar el precio
del hierro desde 144 libras cuatro, no ser por el
descubrimiento y la aplicacin de leyes naturales, des-
conocidas en el siglo xiv?
La inteligencia humana que las ha discernido y
aplicado es progresiva ignoramos dnde se deten-
dr. Si alguien hubiera predicho hace cien aos que
se viajara con una velocidad de 60 millas por hora y
que se extraeran los colores ms delicados y los per-
fumes ms sutiles del alquitrn mineral, hubiera, sido
encerrado en un manicomio. En materia alguna han
a montonado los economistas con aplomo bien poco
afortunado, por cierto tan vanaspredicciones como
J. E. THOROLD ROGERS 73

en lo tocante la produccin, y en particular todas


las ramas de la produccin agrcola.
Cuando leemos esos libros en que el elemento espe-
culativo obscurece la parte prctica de la Economa
poltica, hallamos cada paso profecas pesimistas
acerca del margen del cultivo, de la ley de los pro-
ductos decrecientes y del agotamiento de la tierra,
todo ello proclamado por personas profundamente ig-
norantes de las realidades del cultivo. De ah que el
mundo se haya acostumbrado considerar nuestra
ciencia como una logomaquia intolerable y huera.
No voy ocuparme ahora en la historia econmica
de la renta. Sin embargo, debo decir lo siguiente. La
renta, al revs de lo que crea Adam Smith y era excu-
sable creer, es un efecto y no una causa del valor de
las cosas. Nace cuando los productos agrcolas y sus
similares obtienen en el mercado un precio superior
al coste de produccin, incluso el reembolso de los
adelantos y un beneficio moderado. Admitiendo que
cada productor trate de obtener el mximum de pro-
ductos con el menor gasto posible de energa nerviosa
y muscular, personal complementaria, el ideal para
el economista sera que los artculos necesarios para
la vida fuesen obtenidos con tal regularidad, tan llana-
mente y cambio de esfuerzos tan reducidos, es decir,
tan baratos, que no resultase renta alguna. No llego
hasta el punto de negar el derecho del propietario
territorial la renta que percibe. Creo que la teora
que quiere desposeerle de ella por disposicin de la
autoridad es odiosa injusta. Opino que hubiera sido
ruinoso para el Estado comprarla, como lo propuso
Mr. Mill cuando public su teora del aumento de valor
gratuito, y desde un principio se lo hice notar este
distinguido escritor. En cuanto la nacionalizacin de
J

74 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

la tierra y presumo que se quiere indicar con esta


palabra la expropiacin forzosa en beneficio del Esta-
dome sera preciso formarme una idea enteramente
distinta de la que profeso acerca de las virtudes admi-
nistrativas, para no ver en ello un expediente que sera
el punto de partida de una serie de chanchullos per-
petuos y funestos. La tierra estaba nacionalizada en la
Repblica romana, y bien sabemos el fin que tuvieron
una y otra.
Las vicisitudes y la historia de la agricultura inglesa
nos darn la clave de la interpretacin de los ms gra-
ves problemas sociales de lo pasado, y tal vez de las
dificultades de lo presente y de un futuro prximo.
Porque nunca se recordar ni se repetir demasiado
que somos los descendientes de una nacin antigua y
que hemos heredado las consecuencias, tanto de las
locuras como de los rasgos de prudencia, de nuestros
antepasados. Somos lo que somos por virtud de causas
nacidas en el transcurso de nuestra historia y que han
ejercido una influencia duradera. Quien analice la his-
toria, si posee una concepcin adecuada de lo presente,
no aceptar sin atenuaciones la antigua sentencia
Cessante causa, cessat effectus. En el captulo ltimo de-
mostr que los reglamentos formados en las reuniones
trimestrales de los jueces de paz ejercieron sobre las
condiciones del trabajo una influencia que subsisti
cuando ya los reglamentos haban sido abandonados y
olvidados haca mucho tiempo. Vamos ver otras
pruebas de la supervivencia de esta clase de efectos.
Ciertos acontecimientos histricos ejercieron mar-
cado influjo en la marcha de la agricultura britnica.
Tales son, para no citar ms que los principales, el
gran cambio en la manera de explotar la tierra inau-
gurado en la segunda mitad del siglo xiv. , y que ya
J. E. THOROLD ROGERS 75

hemos estudiado juntos; la notable prosperidad agrcola


del siglo siguiente, la mudanza en la propiedad que
result de la supresin de los monasterios y del incre-
mento de la cra del ganado lanar en el siglo xvi, lo
excesivo de las rentas de los arrendamientos en el
siglo xvii, el desarrollo del cercamiento de las tierras
y la introduccin del nuevo cultivo en el siglo xviii.
No s si tendr ocasin de hablaros de la notable deca-
dencia que se observa en el siglo xrx. En todo caso, el
medio ms seguro de esclarecer el camino que vamos
seguir consiste en exponer los datos que he reco-
gido sobre los diferentes rendimientos alcanzados en
las distintas pocas de nuestra historia agrcola.
Desde 1333 1336, sea durante cuatro aos, los
miembros del Colegio de Merton, en Oxford, hicieron
formar un estado de las semillas empleadas y del pro-
ducto de la trilla en diez de sus haciendas, cultivadas
por su cuenta con capitales propios y bajo la direccin
de sus intendentes. El cultivo del trigo no se repite en
cada uno de los cuatro aos, y cuando se suspenda,
las tierras quedaban sin duda en barbecho. Las me-
jores tierras se reservaban para superficies ms exten-
sas de un mismo cultivo. El producto medio en los
aos de baratura, es decir, de abundancia, es de nueve
bushels (1) de trigo y 15 de cebada por dos y cuatro de
semillas respectivamente. Este producto excede del
trmino medio general, pues nuestro agrnomo ms
antiguo, Walter de Henley, declara expresamente, y
apoyndose en pruebas, que el arrendador necesitaba
recolectar seis bush,els por acre para no perder. Los
cuatro aos citados son anteriores al gran trastorno
producido por la peste.
(1) Medida inglesa do capacidad para ridos y lquidos equiva-
lente 36,32 litros.(N. DEL T.)
76 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

La segunda cuenta que me refiero data de media-.


dos del siglo xv; se hizo en Adisham, condado de
Kent, entre Mover y Cantorbery. El cultivo se hacia
en condiciones favorables; los productos son: trigo, 12
bushels; cebada, 16; guisantes y algarrobas, 8, y ave-
na 20. El ao fu abundante y los precios inferiores al
trmino medio.
En 1655, Hartlib nos dice que la produccin de trigo
vara de 12 16 bushels por acre, pero hacia 1693 Gre-
gory King declara que el producto, en cereales de
cualquier clase, no es superior 12 bushels. Creo que
la evaluacin de King es ms exacta que la de Hartlib,
que se refera aplicaciones de nuevos mtodos. A
principios del siglo xvni el producto era seguramente
de 20 bushels, quiz algo ms elevado.
De estos hechos y de otros semejantes induzco que
la produccin media de trigo en Inglaterra y en el
pas de Gales, desde el advenimiento de Eduardo III
hasta el final del siglo xvi, no pudo pasar de 2 millo-
nes y medio de quarters, alimentando una poblacin
que se elevaba la misma cifra. El pan de trigo era el
alimento popular y universal, pues las races alimen-
ticias eran desconocidas todava. Este clculo se halla
comprobado en lo relativo la poblacin por el estado
de cobranza de un impuesto de capitacin que se re-
parti en el siglo m y y por un verdadero censo, efec-
tuado en el siglo xvi en algunos distritos del condado
de Kent.
La tierra estaba muy dividida, y los ocupantes
ms en pequeo disfrutaban de un cercado curtillaj e
unido su morada. Esta divisin la atestiguan nu-
merosos documentos de contabilidad agrcola que
c onservamos y que llegan hasta el ao 1257. Los se-
ores no cultivaban por su cuenta, de ordinario, ms
J. E. THOROLD ROGERS 77

que la mitad de las tierras del seoro; poseemos la


contabilidad de sus intendentes cobradores de ren-
tas,pero no se ha conservado la de los campesinos, si
es que la tuvieron.
Como stos tenan la vista el cultivo del seor se
aprovecharon de sus experimentos, de sus buenos xi-
tos y sus fracasos. Durante el siglo xm y la primera
mitad del xiv, los grandes propietarios fueron los
maestros de sus vecinos menos acaudalados.
No hay contabilidad ms cuidadosa y detallada que
la de los intendentes. Anotaban diariamente sus gas-
tos ingresos, y sobre estas apuntaciones provisiona-
les, algunas de las cuales han subsistido largos siglos,
basaban la cuenta definitiva, que en seguida era com-
probada y transcrita en el registro del seoro. Redac-
tada casi siempre en latn, su escritura es la de los
monjes de las rdenes mendicantes. Pero el intendente
no renda sus cuentas en un idioma desconocido para
l, pues ya fuese un terrateniente en pequeo un
siervo, entenda por lo general el latn y el ingls. En
los ingresos estn comprendidos los del Tribunal seo-
rial, todas las rentas y las cosechas recogidas. Las su-
perficies de terreno cultivadas, las semillas inverti-
das, el ganado y las herramientas de labor, todo se
halla minuciosamente especificado, sin que se omita
un huevo ni un celemn de aechaduras; las prdidas y
los pagos se expresan al por menor; luego la cuenta
era comprobada y cerrada, y el intendente comenzaba,
tan metdicamente como la anterior, la contabilidad
del ao siguiente. Cuantas veces hemos tenido la suer-
te de hallar la contabilidad de dos aos consecutivos
nos ha sido fcil calcular los rendimientos alcanzados.
El pueblo ingls viva casi exclusivamente de los
productos del suelo nacional. A veces importaba gra-
78 SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA

nos del Bltico, y esta importacin ha dado origen la


doble tonelada que se us en los condados del Este
hasta el siglo XVIII. En tiempos de escasez, las exporta-
ciones de cereales estaban prohibidas. Por esta causa,
en 1438 y 1439, nico ao de hambre del siglo xv, el
Gobierno deneg una peticin del Parlamento solici-
tando la libre circulacin de los granos por las vas
navegables interiores, temiendo que esta concesin se
interpretara como un permiso para exportar.
Conocis tal vez la ley de los precios de Gregorio
King, que es una de las generalizaciones ms impor-
tantes sacadas de la Estadstica. Aunque King no la
aplica ms que los productos agrcolas es aplicable
todos. Segn esta ley, las variaciones de los precios
no son proporcionales al dficit de las cantidades pro-
ducidas. As, con arreglo al clculo de King, un dfi-
cit de

1 dcima parte eleva los precios por encima del


trmino medio en 3 dcimas.
2 dcimas partes. 8
3 dcimas partes 16
4 dcimas partes 28
5 dcimas partes. 45

La ley se extiende lo mismo al alza que la baja, y


es aplicable todas las mercancas, si bien la baja es
ms acentuada en el caso de exceso de produccin de
cosas de uso voluntario, y el alza ms rpida en el caso
de dficit de productos de primera necesidad. Por este
motivo el fenmeno al cual se refera King, sea los
efectos de la escasez, es ms pronunciado cuando se
trata de los cereales, que son el artculo de mayor
C011S111110.
En la poca que nos referimos, los precios llega-
J. E. THOROLD ROGERS 79

ban su mayor elevacin en Mayo, es decir, cuando


las provisiones de la recoleccin anterior empezaban
agotarse, sobre todo si el aspecto de la prxima co-
secha era desfavorable. Una tarifa del mercado de
aquel tiempo nos proporciona los datos de una serie
de boletines meteorolgicos.
El hambre ms rigurosa que ha padecido Ingla-
terra fu la de los aos consecutivos 1315 y 1316,
que se distinguieron uno y otro por la abundancia de
lluvias y la falta de calor solar. Sin embargo, nuestros
antepasados segaban sus campos la altura de la es-
piga y casi siempre con hoz, lo cual les permita cor-
tar, acarrear y secar sus cosechas en todo tiempo. De
esta manera evitaban tambin que se mezclasen con
el grano los de las malas hierbas que cran los fre-
cuentes barbechos, en tierras que no estn prepara-
das para labores profundas por cultivo alguno de ra-
ces forrajeras.
Segaban el rastrojo despacio y obtenan as pajas no
desmenuzadas por la trilla, las cuales utilizaban como
forraje y para la techumbre de sus habitaciones.
En 1315, durante la recoleccin, los precios eran
elevados sin ser excesivos. En el mes de Mayo si-
guiente alcanzaron con rapidez un valor cuatro cin-
co veces mayor que el normal, y se mantuvieron
este nivel en Julio y Agosto. Al arlo siguiente no des-
cendieron menos del triple del tipo ordinario, y vol-
vieron subir al cudruplo, pero sin alcanzar el mxi-
mum de los precios del ao anterior. El efecto de la
cosecha prxima se dej sentir tarde, aunque la tem-
peratura debi de mejorar en Julio y Agosto. En
los tiempos modernos, la mayor escasez y los precios
ms elevados fueron los de Diciembre de 1800; llega-
ron al doble de los precios corrientes de la poca,
80 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

mientras que en 1315 haban alcanzado el apogeo


del alza proporcional, enunciada en el cuadro de King.
Hubo tambin serias escaseces en 1321, 1351 y en 1369,
pero slo durante aos aislados. En el siglo xv se
registr nicamente una gran escasez, la ya citada
de 1438. En el xvi los aos de caresta fueron 1527,
1550, 1554, 1555 y 1556, cuando la moneda falsifica-
da se hallaba en circulacin; los aos ms terribles
fueron los de 1595 y 1596, que llegaron ser casi tan
duros como 1315 y 1316. Todas estas escaseces fueron
ocasionadas por la falta de calor solar, como lo prueba
la coincidencia del elevado precio de la sal. Esta, fa-
bricada nicamente por el procedimiento de evapora-
cin al sol, era un artculo de primera necesidad para
la poblacin, que la mitad delalio se mantena de con-
servas saladas.
Ms difcil nos es darnos cuenta de lo que ocurri
en el siglo xvii. Los asuntos polticos absorban la
atencin pblica, y los autores contemporneos se
ocuparon poco en la miseria extremada de las clases
obreras. En poca alguna de nuestra historia hubo,
sin embargo, tantos aos de escasez continua como
en sta. Los aos comprendidos entre el 1646 y el 1651
fueron un perodo de no interrumpida penuria, siendo,
como de costumbre, el ms riguroso el ao interme-
dio de 1648. Otro perodo semejante fu el de 1658
1661, ao este ltimo el ms penoso de aquel siglo.
Por ltimo vienen los siete aos de escasez (1692 98)
que terminaron aquella centuria.
La poblacin se haba duplicado seguramente con-
secuencia de la inmigracin de los perseguidos por
causas polticas y religiosas en Flandes, Francia y
Alemania, de la prosperidad de la industria lanera y
principalmente de la colonizacin de las comarcas sep-
J. E. THOROLD ROGERS 81

tentrionales del reino, despus de la unin de las coro-


nas de Inglaterra y de Escocia y la pacificacin de
nuestra frontera del Norte. Sabemos por el producto
de la contribucin sobre los hogares que, hacia el final
del siglo, el Norte de Inglaterra estaba tan poblado
como el Medioda, aunque ms atrasado y ms pobre.
El rea cultivada se haba extendido, aunque los pro-
cedimientos eran todava muy toscos. De las opiniones
emitidas por los autores que trataron de agricultura
resulta que el colono estaba sometido al pago de arren-
damientos exorbitantes que le empobrecan, impi-
dindole mejorar el cultivo. El obrero agrcola padeca
ms an, pues como los propietarios saban perfecta-
mente que la baratura de la mano de obra les permi-
ta subir los arrendamientos, los jueces de paz, guia-
dos por esta conviccin, regulaban los salarios con
arreglo ella. Fu una fortuna el que, desde la restau-
racin de los Estuardos hasta la revolucin de 1688, el
precio del trigo permaneciera casi constantemente
muy bajo.
Exceptuando dos aos, los precios de los artculos
de primera necesidad continuaron un nivel inferior
durante la primera mitad del siglo xviu, gracias la
patritica energa de los grandes propietarios, que
inauguraron la explotacin directa y los nueves mto-
dos del cultivo intensivo, de que dieron ejemplo sus
colonos. Se pusieron cercar vastas superficies de
terreno, parte del cual se tom de las tierras comuna-
les. La existencia de las primas de exportacin tal vez
no fu ajena este movimiento. Pero despus de la
loca y larga guerra contra Amrica sublevada, y ms
todava durante las grandes guerras continentales, In-
glaterra se lanz en una era de gestin econmica
insensata, de deudas pblicas enormes, de impuestos
6
82 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA_

indirectos opresores que recaan sobre el consumo del


pobre. Los grandes propietarios dejaron de cultivar
sus fincas por s mismos. Volveremos este asunto al
trazar la historia de la renta territorial.
El sistema de cultivo de la Edad Media era inme-
morial, casi prehistrico, y no ha sido abandonado por
completo hasta tiempos muy prximos nosotros. Le
he conocido todava en uso en el condado de Warwick.
Desde remotas edades los cercados y las praderas
constituan por lo general el dominio privado del se-
or; el territorio de la parroquia, con excepcin de
estos cercados y estas praderas, se hallaba repartido
de la manera siguiente: en los campos comunales se
asignaba cada propietario ocupante cierta exten-
sin de terreno, dividida en surcos ms menos repe-
tidos. Entre cada serie de surcos haba un ribazo in-
culto de anchura de un pie que serva de lmite y que
en ciertas estaciones se utilizaba para pastos. Fitz
Herbert, en su libro publicado principios del si-
glo xvi, describe con precisin la distribucin y el
arreglo de las tierras comunales.
Puedo ofreceros algo mejor. Me refiero la copia
exacta de un plano territorial, cuyo original existe to-
dava en la parroquia de Gamlingay, condado de Cam-
bridge. Fu levantado en 1603 por un sujeto llamado
Thomas Langdon, por encargo del Colegio de Merton,
que le pag su trabajo con 12 libras, dirigindole al
propio tiempo felicitaciones merecidas. El plano origi-
nal y la copia pertenecen todava al Colegio. He visto
otros ms antiguos, pero ninguno tan exacto ni tan
elegante. Gamlingay es una extensa parroquia situada
al Este del Cambridgeshire, de una superficie de 3.755
acres, de la cual fu donada una parte al Merton Co-
llege por su fundador.
J. E. THOROLD E,OG-ERS 83

ElDowning College, de Cambridge, es tambin propie-


tario en dicha parroquia.
Merton posee dos seoros, Mertonage y Avenells
de los cuales dependen 816 acres de cercados, bosques
y praderas. Un tercer seoro, Woodberry, perteneca
la abada de Saltreye. Merton era el principal de los
propietarios, pero no el nico; entre otros se menciona
cierta familia San Jorge con la cual tuvo cuestiones
el Colegio desde 1344. Precisamente el plano fu le-
vantado y presentado en juicio con motivo de un pleito
pendiente con dicha familia.
Cada campo est dividido en hojas fajas numero-
sas (en total hay algunos millares), y se hallan mar-
cados el nombre de cada ocupante y las dimensiones
de su parcela. Treinta y cuatro casas estn sealadas
en el plano, de manera que en 1601 la poblacin deba
de variar entre 150 y 170 habitantes; hoy son 2.000.
La divisin en hojas de las tieras comunales, para la
siembra, comprenda dos cosechas de cereales y un
barbecho. Aunque el cultivo de races y plantas forra-
jeras, practicado ya en Holanda, hubiera sido conoci-
do, no se habra podido aplicarle porque despus de la
recoleccin, los carneros y todo el ganado quedaban
sueltes por el campo para que pastasen en los ribazos
y rastrojes. El propietario de pastos particulares go-
zaba, por lo tanto, de una ventaja considerable, puesto
que poda enviar su ganado los campos comunales
y reservarse los retoos de sus propios prados. Los cer-
camientcs del siglo xvm han sido causa seguramente
de muchas penalidades, pero sin ellos hubiera sido im-
posible aplicar nuevos mtodos.
Los habitantes disfrutaban adems de diversos de-
rechos de aprovechamiento comn, y hasta los tenan
sobre los bosques del seor. La existencia de aprove-
84 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA

chamientos comunes estaba universalmente difundida.


Quedaban afectas ellos las tierras menos accesible y
ms rebeldes al arado. El derecho de aprovechamiento
comn era ilimitado por lo general, pero no suceda lo
mismo con el de montanera en los bosques del seor,
pues esta facultad se hallaba sujeta restricciones. Los
terratenientes tenan que pagar un derecho que, de
ordinario, consista en medio penique por cada res
de cerda; satisfecho este arbitrio, todo terrateniente
tena derecho enviar sus cerdos bajo la vigilan-
cia del porquerizo comunal. Esto es, al menos, lo
que he credo deducir de la contabilidad seorial; he
encontrado multas por falta de pago, pero no deman-
da alguna por ataques la propiedad.
He hablado del precio carsimo del hierro; el arado
era por esta causa rudimentario. Los contemporneos
aseguran, sin embargo, que por trmino medio se la-
braba un acre diario. Presumo que no se haca ms que
araar la tierra. Hasta en el siglo xvi, el campesino no
poda costear el precio de un rastrillo de hierro y cuan-
do necesitaba rastrillar un terreno pedregoso se serva
de un rastrillo con dientes de encina, cuidadosamente
endurecidos por medio del fuego. La carreta estaba
montada sobre ruedas macizas, serradas del tronco de
un rbol. En el siglo xvi, pesar de una baja de la
mitad en el precio del hierro, todava era raro que las
ruedas estuvieran guarnecidas con llantas metlicas.
El ganado era endeble y se hallaba extenuado por
las privaciones del invierno. Ni se pensaba siquiera en
mejorar la raza. Las vacas costaban menos que los
bueyes y los toros menos an. No he hallado sino muy
raras menciones de que se pagaran altos precios por
carneros padres, y, sin embargo, los propietarios de
ganado lanar deban de sentirse inclinados perfeccio-
85
J. E. THOROLD ROGERS

nar las razas,puesto que ciertas clases de lana, como


las de Leominster, valan ocho veces ms que las lanas
de Suffolk. En 1734, cuando Inglaterra haba perdido ya
el monopolio de la produccin de la lana, lord Lovell
no obtena ms que tres peniques por cada libra de la-
na de Suffolk; pero en el siglo n y el precio nominal
era triple. La cra de ganados no poda ser cuidadosa
por falta de forrajes de invierno. Creo que desde el si-
glo xrv al xvirr no se consigui ningn mejoramiento
en nuestro ganado vacuno, y muy poca cosa en nues-
tro ganado lanar.
El clero regular ha desempeado un gran papel en
la Economa agrcola de la Edad Media. Los benedic-
tinos, clebres por su erudicin, se distinguieron tam-
bin en el cultivo, mientras los monjes de la Orden dei
Cster sobresalieron en la cra de ganado lanar y en el
comercio de lanas. El don fatal de las riquezas corrom-
pi tal vez las rdenes primitivas, como la falsa po-
breza ha corrompido los franciscanos y dominicos,
pero la civilizacin social de Inglaterra se hubiera re-
tardado mucho sin la actividad del clero regular.
Fueron aquellos monjes industriosos los que desmon-
taron millares de yu cra rl g s de tierra y transformaron
superficies yermas y estriles en ricos dominios, que
acapararon luego los favoritos y los cmplices de En-
rique VIII. Hasta su dispersin, no cesaron de ser pro-
pietarios acomodaticios y benvolos, tal vez porque
comprendan su impopularidad. Mantuvieron el arren-
damiento de tierras con el material de la explotacin
mucho tiempo despus de haberlo abandonado ya los
dems propietarios. Cuidaban de la conservacin de
los caminos, pues como sus dominios se hallaban dise-
minados, era conveniente que el acceso al monasterio
fuera fcil para la cobranza de los arrendamientos en
S6 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

especie. Despus de la supresin de las rdenes mons-


ticas los caminos quedaron abandonados, si bien no
llegaron nunca en el reinado de Isabel al estado es-
candaloso de los caminos reales del tiempo de Jor-
ge III.
Los rendimientos eran mnimos, las condiciones sa
nitarias defectuosas y la duracin media de la vida
mucho ms breve que al presente, pero no se cono-
can esos extremos de miseria y de opulencia que des-
conciertan al filntropo y excitan la indignacin del
trabajador. Si bien la regla general era una vida dura,
el pobre no mora olvidado en un rincn; cada cual
conoca y ayudaba su vecino.
Debo decir algunas palabras acerca de la influencia
de los sistemas de arrendamientos en la condicin
civil de la clase propietaria. El derecho de primoge-
nitura se hallaba consagrado desde haca mucho
tiempo por la jurisprudencia y el derecho consuetudi-
nario. En el siglo xrv, el utensilio y el ganado de una
tierra bien explotaday cada propietario cultivaba la
' suyarepresentaba el triple del valor del fundo, pues
la renta era solamente de seis peniques por acre, y se
compraban de ordinario tierras los precios corres-
pondientes tasas de capitalizacin que variaban
desde el 8 al 16 por 100. Si la tierra pasaba al hijo
primognito, el caudal mueble se reparta con igual-
dad entre todos los hijos, y poda ser objeto de dispo-
siciones testamentarias. Con un fin poltico, Guiller-
mo el Conquistador haba procurado concentrar la pro
piedad del suelo en manos de los jefes de las familias
normandas, los cuales destinaba para vigilar los
sajones vencidos y descontentos, pero tuvo cuidado
de dispersarlos y se guard muy bien de aumentar
intilmente su podero. Los bienes muebles continua-
J. E. THOROLD ROGERS 87

ron,por consiguiente, escapando la centralizacin


de los mayorazgos, y, durante siglos, el segundn de
la familia no dependi de nadie. Su parte del caudal
mueble le bastaba, y el Estatuto que aboli la suben-
feudacin tuvo por resultado, el facilitarle la adqui-
sicin de tierras y sacarle de la dependencia de su
hermano primognito. Los reyes no se opusieron
este Estatuto, que aumentaba las probabilidades de re-
versin la Corona. El sistema de las vinculaciones
no se extendi hasta despus, durante las guerras ci-
viles del siglo xv; los segundones de las familias se
convirtieron entonces en una plaga social. Los pro-
pietarios, al arrendar sus dominios, se convirtieron
en herederos nicos de los bienes familiares, y los se-
gundones tuvieron que buscar fortuna en el Ejrcito
y en la Iglesia. Verdaderos sectarios, ellos fueron los
fautores y las vctimas de la guerra (le las Dos Rosas,
en que el partido de York quera reformar el Estado y
el de Lancastre apoderarse de sus despojos.
Despus de la gran peste y la escasez de la mano
de obra que produjo, los grandes propietarios acep-
taron su vez el arrendamiento de las tierras con lo
necesario para su explotacin, sistema ya usado por
las rdenes Luonstica.s, que tornaban de este modo sus
precauciones contra exacciones eventuales, y hallaban
as una colocacin segura y beneficiosa para sus
ahorros.
Por virtud de este arrendamiento, el propietario,
renunciando cultivar la tierra por s mismo, ceda
el uso de una finca y proporcionaba las semillas, el
ganado y las herramientas de labor. Terminado el
plazo, el colono deba restituir en buen estado los
objetos inventariados reembolsar su valor, segn
una tasacin sealada al entrar en el disfrute de
SS SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA

aqullos. Esta tasacin era generalmente muy baja,


primero, con el fin de atraer los arrendatarios y
luego para cubrir un riesgo de importancia aceptado.
por los propietarios, el de asegurar los colonos con-
tra el peligro de epizootias ms all de una exencin
determinada. El ganado figura como partida muy im-
portante en estas tasaciones, que los intendentes ins-
criban en su contabilidad. He tenido ocasin de com-
probar que, salvo el caso de epizootias excepcional-
mente mortferas, los propietarios sacaban el mismo
partido , con escasa diferencia , de estos arrenda-
miento que del sistema de explotacin directa.
Esta clase de arrendamientos permaneci en uso
durante cerca de setenta aos. El Colegio de Merton
comenz arrendar sus tierras por este sistema poco
despus de la gran peste, y se mantuvo fiel al mismo
durante el primer cuarto del siglo xv. El New College
cultivaba por su cuenta, al menos en parte, y hasta
1425 no acept arrendamientos de dicho gnero. Los
monasterios fueron los nicos propietarios que persis-
tieron en este sistema hasta la poca en que quedaron
suprimidos. En el reinado de Eduardo VI, una gran
parte de sus bienes consista en material de labor y
en ganado, arrendados los colonos.
No es de creer que los dems propietarios abando-
naran espontneamente un sistema que haba sido be-
neficioso para ellos. Fueron los arrendatarios quienes
le dejaron, cuando, gracias la prosperidad del si-
glo xv, ganaron y economizaron lo suficiente para
comprar el ganado, las herramientas y aparatos, y
veces las mismas tierras. Adems, los seores que
haban tomado parte en la guerra civil tenan necesi-
dad de dinero y consintieron en ventas de utensilio,
ventajosas para sus colonos, los cuales, con arreglo
J. E. THOROLD ROGERS 89

los contratos de arrendamiento, tenan el derecho de


adquirir el material de la explotacin los tipos se-
alados en las tasaciones del inventario.
Con todo, el sistema de explotacin directa no
desapareci nunca en absoluto. Cada monasterio con-
serv para su abastecimiento una dos heredades
de las ms cercanas, y en este caso el intendente con-
signaba invariablem ente en el debe de sus seores y
en su propio halLer las entregas que les haca. Para
su propio consumo cultivaron el abad y los monjes
de Westminster, el dominio d e Covent Garden, hasta
el da en que les fu arrebatado por el primer lord
Bedford, quien lo transmiti ntegro la familia de
los Russell. Fastolfo, el conocido capitn de las gue-
rras con Francia, se consagraba al cultivo en grande
de la cebada en el condado de Suffolk y al comercio
con Flandes. Waynfleto, obispo de Winchester y fun-
dador del Magr dalene College, en Oxfcrd, fu el alba-
cea de Fastolfo y hall modo de enriquecer su cole-
gio con parte del dominio que el testador haba desti-
nado otras fundaciones caritativas.
El asunto pareci sospechoso, pues los contempo-
rneos del obispo le llaman nefarius iste episcolms, lo
cual no le ha impedido conservar buena fama ante la
posteridad.
La adopcin del arrendamiento plazo fijo consti-
tuye el segundo periodo. La situacin de los terra-
tenientes haba mejorado mucho y cultivaban nume-
rosas parcelas, cuyos arrendamientos terminaban
veces en fechas distintas. Se da caso de estar arren-
dadas doce tierras en estas condiciones un mismo
colono. Como el ganado era la nica garanta del pro-
pietario, esta multiplicidad de arrendamientos hacia
muy difciles los embargos por falta de pago, y hubo
90 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA.

necesidad de imaginar artificios procesales para casti-


gar los arrendatarios morosos.
Los arrendamientos vitalicios ttulo de usufructo
eran frecuentes. A mediados del siglo xv, el Colegio
de Oriel hered mil libras esterlinas que los miembros
de la corporacin emplearon con desinters laudable
en la adquisicin de la nuda propiedad de una finca
situada en el Berkshire y que perteneca un matri-
monio. El marido falleci pronto, pero la mujer tard
de un modo desesperante en seguirle la tumba. El
Colegio, que se consagraba al lucrativo comercio de
oficios religiosos, la prodig toda clase de ofrecimien-
tos, temporales y espirituales (1). La viuda se mostr
inexorable, y creo que sobrevivi todos los adqui-
rentes.
El ltimo perodo de los arrendamientos ha sido el
de los contratos verbales y rescindibles voluntad de
los propietarios, que no dejaron de aprovecharse de
esta facultad para sacar rentas exorbitantes.
Hasta principios del siglo xvir, por el contrario, no
haban tenido otra arma contra sus colonos que la
exaccin abusiva de de multas y otras exigencias. Esto
es lo que deja entender Fitz Herbert y lo que confiesa
Norden.
En el siglo xvir la exaccin de rentas excesivas se
hizo general y fu denunciada con indignacin por
los escritores contemporneos, como el obstculo que
dificultaba todos los progresos agrcolas. Volveremos
hablar del asunto, as como del notable adelanto de
la agricultura inglesa en el siglo xvm.
(1) Para que cediera el dominio til, que slo deba recaer en el
Colegio la muerte de los antiguos propietarios, los cuales, una
vez enajenada la nuda propiedad, le conservaron naturalmen-
te.(N. DEL T.)
IV

Influencia social de los movimientos religiosos.

Europa despus de la cada del imperio de Occidente.La Iglesia


y las rdenes monsticas, en particular los benedictinos, salva-
ron , la civilizacin.El partido oficial, el partido nacional y
el partido papista en la Iglesia de Inglaterra.Wiclef y la so-
ciedad de su tiempo.Objeto de su Suma Teolgica.--Los pobres
sacerdotes y el campesino.Requisitos para el buen xito de los
movimientos religiosos. Consejos dados por Pecok. Las
sectas de la Reforma.Los independientes y la revolucin
de 1688.Wesley y el Metodismo.Prosperidad. de Norfolk en
lo pasado.

Dicho se est que al estudiar con vosotros la influen-


cia social de los movimientos religiosos no pretendo
discutir las doctrinas. Me basta declarar que, en mi
opinin, los actores de estos dramas conmovedores
procedieron de buena fe y que muchos de los actos
que se nos ha enseado considerar como crmenes,
tales como las crueldades ordenadas por Santo Do-
mingo, las excitaciones la violencia de Hildebrando
y de Inocencio, las persecuciones de los hugonotes y
la introduccin del Cdigo penal en Irlanda, eran,
juicio de sus autores, medidas de salvacin pblica.
Esta concesin no nos impedir sealar sus funestas
consecuencias .
Aparte de algunos dbiles municipios, un solo po-
92 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

der organizado, la Iglesia, permaneci en pie en me-


dio del caos que sigui la ruina del imperio de Occi-
dente. Los invasores germnicos no reconocan auto
ridad alguna central, y el imperio de Carlomagno tuvo
tan slo una duracin efmera. La Iglesia salv la
civilizacin; las rdenes religiosas, y en particular los
benedictinos, salvaron el tesoro de las letras y de las
leyes de la antigedad, protegieron la agricultura y
abrieron refugios contra la violencia desenfrenada de
los prncipes y de los grandes. Sin concederles todos
los mritos que M. de Montalembert atribuye los
frailes de Occidente, confieso que por espacio de seis
siglos les hemos debido la conservacin del espritu
de sumisin la ley, del respeto otorgado al trabajo,
de los progresos de la educacin y de todos los cono-
cimientos histricos que poseemos acerca de aquella
poca.
La poltica constante de Guillermo el Conquistador
fu favorecer la independencia de la Iglesia de Ingla-
terra respecto de Roma y hacerla administrar por pro-
tegidos suyos. Se opuso resueltamente toda inter-
vencin extranjera, por justificados que fuesen sus
ttulos cuando emanaba del espritu reformador de
Gregorio VII.
Ms cauto que Enrique IV de Alemania, no tuvo
que dar jams paso alguno por el sendero de Canossa.
Durante el reinado de su nieto Esteban "se fundaron
numerosos monasterios.
Desde el tiempo de Enrique II y hasta la Reforma,
se dibujaron en la Iglesia de Inglaterra tres partidos
, como se deca entonces, tres escuelas. El primero,
el partido oficial, se inclinaba ante la autoridad de la
corona y nuestros reyes pudieron siempre contar con
l. En sus filas se reclutaron los altos funcionarios del
J. E. THOROLD ROGERS 93

Exchequer. En tiempo de Becket comprenda la


ma-
yor parte de los obispos, y despus vemos figurar du-
rante siglos cancilleres y tesoreros del reino, todos
eclesisticos.
Al segundo partido, al que llamar partido nacio-
nal anglicano, pertenecieron Becket, Langton y
Testagorda, fu numeroso en el siglo vr cuando hom-
bres como Gardiner se hallaban dispuestos desli-
garse con Enrique VIII, de la supremaca de Roma,
COn tal de que se respetara el dogma.
El tercero era el partido papista ultramontano, que
dominaba en los monasterios y que acab por ser ven-
cido. El Pontificado haba confirmado la existencia
de los conventos y les haba colmado de exenciones y
de privilegios. El fin constante de los monjes fu sus-
traerse la ingerencia episcopal. Mateo Paris, que
aunque era fraile se hallaba afiliado al partido anglica-
no, elogia Testagorda por su resistencia los nom-
bramientos hechos por el Papa, pero le censura porque
trat de someter la disciplina episcopal los monas-
terios de su dicesis.
A veces, corno ocurri en el siglo xv, el partido an-
glicano quedaba absorbido por el partido oficial; los
obispos, en lugar de residir en sus dicesis, seguan
la corte todas partes. En ocasiones el. clero secular
haca causa comn con el clero regular, como cuando
se unieron para conseguir de Bonifacio VIII la famosa
Bula Clericis laicos, pero si la Reforma se hubiera pro-
ducido dos siglos antes, el primero hubiera visto con
gusto la supresin de las rdenes monsticas, que se
haban enriquecido y se haban hecho codiciosas in-
solentes. En el siglo xv, el sabio y piadoso Gascoigne
no halla palabra alguna que decir en favor de las r-
denes religiosas, y aconseja su supresin, Era necesa-
94 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

ro trazar este bosquejo de la situacin eclesistica de


Inglaterra hacia mediados del siglo xiv para poder
medir la intensidad y la persistencia del notable movi-
miento de reforma religiosa, poltica y social, instiga-
do y dirigido por Wiclef. Es curioso que Oxford haya
sido la cuna de todos nuestros movimientos religiosos
desde el primero al ltimo. Por la historia de algunos
herejes, arrojados de las escuelas y muertos de hambre
en el reinado de Enrique II, tenemos noticia de que ya
exista entonces la Universidad. Parece que sta acogi
con benevolencia los primeros frailes mendicantes
protegidos por Testagorda. En el siglo siguiente las
en sefianzas de Wiclef nacieron dentro de sus muros.
Pecok, el abogado prematuro, del racionalismo, sa-
li de Oxford, y fu en Oxford tambin donde Eras-
mo, Colet y More predicaron la reforma de la discipli-
na de la Iglesia asociada al renacimiento de las letras,
Era en Oxford donde Wolsey, en los momentos de su
desgracia repentina, quera hacer la primera aplica-
cin de las reformas que proyectaba. En el reinado de
Isabel, en Oxford nacieron el movimiento puritano di-
rigido por Sampson y el movimiento literario guiado
por Laurence; de Oxford sali la reaccin de Laud. En
el siglo xvin, vemos nacer all, la vez, la propagan-
da de los hermanos Wesley y la polmica desta de To-
land y Tindal, que no pas tan inadvertida como se ha
supuesto. Por ltimo, en nuestros das ha sido Oxford
el centro del movimiento anglicano, que, pesar de to-
do, ha influido, si no en el ritual, al menos en las opi-
niones de sus ms resueltos adversarios. Y es que esta
Universidad ha gozado siempre de privilegios extra-
ordinarios. Se gobernaba s misma, y su autoridad en
materias cientficas era independiente de la del Papa y
del episcopado. La libertad, con la cual se discutan
J. E. THOROLD ROGERS 95

los asuntos ms sagrados, favoreci al lenguaje escp-


tico que caracteriza los escritos y los discursos de
sus miembros.
El Gobierno ingls se mostraba muy inclinado to-
lerar, si no proteger, los ataques contra la autoridad
pontificia. En efecto, los Papas, desde su instalacin
en Avifion, estaban bajo la influencia de los reyes de
Francia, y haban puesto su autoridad espiritual al
servicio de stos y en contra de las pretensiones de
Eduardo III y de sus descendientes, la corona de
Francia.
Las rentas ordinarias de la Sede romana haban dis-
minuido durante la cautividad de Babilonia, como se
llam su residencia en Avifion., y el Pontificado se
puso buscar nuevos recursos. Los Papas llevaron
el conocimiento de las causas, ya en primera instan-
cia, ya en apelacin, ante los tribunales pontificios,
donde los gastos judiciales eran considerables y las di-.
laciones excesivas. Crearon cargos, que vendieron en
dinero contante y sonante, dejando los nuevos dig-
natarios indemnizarse costa de su grey espiritual.
Uno de aqullos invent el sistema de las primicias,
reservndose de este modo el primer ario de renta de
todos los beneficios de la cristiandad. Pero el mayor
agravio de los ingleses era la costumbre que haban
tomado los Papas de proveer los beneficios vacantes
sin cuidarse de los derechos de los patronos eclesisti-
cos y hasta de no esperar que se produjeran las va-
cantes, confiriendo la sucesin por medio de las llama-
das Cartas de provisin. Las enormes sumas obtenidas
por estos medios eran enviadas A-vision, bajo la for-
ma de letras de cambio, proporcionadas por los mer-
eaderes flamencos, y el pueblo se indignaba al pensar
en que el Papa sacaba de Inglaterra una cantidad
96 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

igual la totalidad de las rentas de la corona. Era co_


mn repetir que los dems pueblos se rean de la lon-
ganimidad de los ingleses.
Se cree que Wiclef naci hacia 1324 en una aldea de
Yorkshire que lleva su mismo nombre. Sus parientes
por la lnea colateral residan all todava despus de
la Reforma y haban permanecido fieles la fe cat-
lica. Se sabe de cierto la fecha de su muerte, que se
verific el ltimo da del ao 1384. Hizo sus estudios
en Oxford, aunque se ignora en qu colegio. Fu se-
guramente auxiliar del de Merton y es muy probable
que fuera maestro de Balliol y muy popular en la Uni-
versidad, puesto que le di sta el ttulo de doctor
anglico.
Imitando el ejemplo de Santo Toms de Aquino y tal
vez con el propsito de suplantarle entre los estudian-
tes, Wiclef compuso una Suma Teolgica con el ttulo
de De Dominio civili. Se ha citado muchas veces su fa-
mosa mxima de que el derecho de soberana debe
estar fundado sobre la gracia, lo cual significa en mi
opinin que, en caso de indignidad personal del sobe-
rano, el sbdito queda desligado del vasallaje. Mien-
tras no se trat ms que del Papa francs residente en
Avin, semejante lenguaje no hall en Inglaterra
ms que aprobadores, pero cuando fu aplicado los
gobernantes ingleses, produjo alarma y concluy por
suscitar una hostilidad declarada.
Esta obra de Wiclef ha estado perdida durante mu-
cho tiempo. Treinta arios despus de su muerte, su
memoria fu condenada por el Concilio de Constanza,
sus huesos desenterrados y quemados y sus escritos
recogidos para destruirlos. Sin embargo, en 1453 se
vendan an sus libros en Oxford, y precios elevados,
pues abundaban all los lolardos.
E. THOROLD ROGERS 97

La obra original ha sido hallada recientemente en


Viena y publicada en parte; los estudiantes de Oxford
la debieron de introducir en Bohemia, donde los husi-
tas tenan los libros de Wiclef en grande estima. Des-
pus de la derrota de stos en la batalla de la Casa
Blanca en 1620, seran sin duda conducidos dichos
libros Viera, donde han sido encontrados.
He leido la parte publicada de este tratado. El estilo
no es fcil, abundan las repeticiones y nos descon-
cierta la indecisin aparente del autor, que no se
atreve confesar en voz alta lo que piensa en su fuero
interno. Desde un principio, Wiclef tuvo en materia
de propiedad tendencias comunistas cuya aplicacin
inmediata recomend la Iglesia y las fundaciones
monsticas que detentaban la tercera parte del terri-
torio ingls. Esto no era cosa que pudiera disgustar
Oxford, donde se aborreca los frailes y se aguzaba el
ingenio para mantenerlos alejados fuerza de incapa-
cidades acadmicas; y tampoco poda extraar mucho
los hombres de Estado, que vindose abrumados
por los gastos continuos de las guerras con Francia,
buscaban el medio de obligar la Iglesia contribuir
con maycr largueza al sostenimiento de las cargas
pblicas .
Las opiniones de Wiclef le designaron para empleos
polticos y en Julio de 1374 fu enviado con otros
eclesisticos ingleses para negociar con Gregorio XI
acerca de las Curias de provisin pontificias. Las nego-
ciaciones se verificaron en Brujas y obtuvieron buen
xito; su regreso Wiclef consigui el curato de
Lutterworth, donde permaneci hasta su muerte. Su
hostilidad hacia las pretensiones pontificias fu en
aumento, pero permaneci fiel los principios del par-
tido nacional. Guindose por ellos, alaba, especial-.

7
98 SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA.

mente en el libro que acabo de citar, Becket y Tes-


tagorda por haberse negado aceptar las constitu-
ciones de Clarendon, que prohiban la ordenacin in
sacris de los hijos de los villanos sin el consenti-
miento del seor. Wiclef se pronunci siempre contra
la desigualdad en materia civil.
Poco despus de su regreso de Brujas, deseoso de
difundir sus doctrinas antipapistas, fund ;una orden
de pobres sacerdotes, con arreglo al modelo de los frai-
les mendicantes los cuales haba tomado aversin el
partido reformista. Los pobres sacerdotes deban predi-
car las doctrinas sociales y teolgicas de Wiclef, vivir
entre los pobres y en particular entre los labriegos,
vestir de pao burdo y no tener jams residencia fija.
Su carcter religioso y su vida errante desvanecan la
desconfianza; nadie, ni el mismo Wiclef, sospecha
ba las enseanzas que iban sembrar por su camino.
Se consagraron la propagacin de la doctrina de la
igualdad civil y la difundieron grandes oleadas.
Aislados, sin depender de ningn abad ni de superior
alguno, predicaban los campesinos un Evangelio que
hubiera sobresaltado los maestros del Evangelio
ortodoxo llegar sus odos. Fueron los tesoreros del
fondo comn de los obreros y parece que usaron sig-
nos convenidos y palabras que les servan de contra-
sea. A causa de ellos, la liga de los aldeanos se exten
di bien pronto por toda Inglaterra.
Durante los primeros aos del reinado de Ricardo II
la reina Ana de Bohemia se mostr favorable Wiclef.
La guerra con Francia no se acababa nunca. El pueblo
estaba ya cansado, aunque no empobrecido, pues gra-
cias su tenacidad, los trabajadores haban logrado
asegurarse salarios elevados que hasta les permitan
ahorrar y contribuir la formacin de su fondo de
99
J. E. THOROLD ROGERS
socorros. La inmigracin flamenca haba introducido
la manufactura de gneros de lana en los condados del
Este, de los cuales pas los del Medioda y el Oeste.
Los habitantes haban abrazado con ardor las doctri-
nas de los pobres sacerdotes, que predicaban la igual-
dad religiosa y la libertad natural y se complacan en
citar los profetas del Antiguo Testamento, que obli-
garon los reyes insolentes poco cuidadosos de sus
deberes inclinarse ante ellos. Wiclef haba traducido
la Vulgata al ingls, y su versin, estimada como un
tesoro, circulaba de mano en mano.
Mientras los campesinos se empapaban en estas pre-
dicaciones, los seores esforzbanse en restablecer los
derechos redimidos desde haca mucho tiempo por los
siervos de la gleba. De repente se oy el grito de
tus tiendas, Israel!, seguido de un levantamiento ge-
neral, de la muerte del arzobispo Sudbury al pie de la
torre de Londres, de la ocupacin de la capital por los
sublevados, de la entrevista de Mire End con el rey y
de la tragedia de Smithfield.
He referido ya la represin de los desrdenes y la
emancipacin final de los siervos. Los pobres sacerdo-
tes proscriptos se ocultaron entre los tejedores de
Norfolk. Uno de aqullos, William White, de quien se
dice que fu personalmente discpulo de Wiclef, burl
sus perFeguidores hasta que lleg la ancianidad.
No fu capturado hasta 1427, y se le quem, con dos
sus compaeros, en el foso de los lolardos (1), delante
de las puertas de Norwich.
Los paFes industriales han estado siempre dispues-
tos aceptar las ideas nuevas, como se vi, por ejem-

(1) Llmabase as los partidarios de Wiclef, del nombre de


uno de los discpulos del reformador ingls, Gualterio Lolardo,
quemado en Colonia por la Inquisicin en 1322.(N, DEL T.)
100 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

plo, en Tolosa, en Flandes y en la Inglaterra oriental.


Slo Italia es una excepcin. El p ontificado ha sido
para ella una fuente de prosperidades, y sin profesar
gran respeto sus representantes, ha preferido esta
nacin vivir en paz con ellos. El lolzrdo fu el pre-
cursor del puritano, que apareci dos siglos despus;
como ste, era de genio spero, poco comunicativo,
terco y obstinado en sus opiniones. Ahorraba tauto
ms fcilmente, cuanto que no haca donativos al
sacerdote, al fraile ni al mercarder de indulgencias.
Tena especial aversin los objetos litrgicos, derri-
baba cruces, quemaba imgenes y pona apodos inju-
riosos los personajes sagrados. El lolardismo de los
condados del Este no fu suprimido ms que en apa-
riencia y jams se le extirp por completo. En el si-
glo xv abrazaron estos condados el partido de York, en
el xvi se adhirieron la Reforma y fueron vctimas de
la reaccin catlica del reinado de Mara Tudor. Se
alistaron en los regimientos de coraceros de Cromwell,
y en nuestros das an se nota all la frialdad de los
campesinos hacia los ministros de la Iglesia estable-
cida.
La historia parece demostrar que los movimientos
de reforma religiosa requieren dos condiciones para
influir en el estado social.
En primer lugar es preciso que los propagandistas
de las nuevas ideas aspiren la vez al mejoramiento
material y al mejoramiento moral de las personas
quienes se dirigen. Si se sospecha que son agentes
del Gobierno constituido, defensores del orden exis-
tente, su fracaso es seguro. Las religiones histricas
se corrompieron en la prosperidad, pero en su origen
aspiraron asegurar la felicidad de sus proslitos. Esta
es la explicacin de los triunfos de Zoroastro y de
J. E. THOROLD ROGERS 101

Budha, de los primeros cristianos y del primitivo


Islam. Se ahoyaron en el descontento popular para
predicar la libertad, el quebrantamiento de las cade-
nas, la apertura de las puertas de las crceles, la
igualdad natural de los hombres, los deberes de los
grandes y les poderosos. Bajo diversas formas afirma-
ron como Wiclef que la dominacin debe fundarse
sobre la gracia. Entre nosotros los disidentes han re-
prochado de continuo la Iglesia anglicana el ser he-
chura (le una transaccin favorable tan slo las cla-
ses directoras: Esse deca en tiempo de Seden un
instrumento creado por los dignatarios eclesisticos,
los cortesanos y el rey para servir sus propios intere-
ses. Qu ministro anglicano posee la milsima parte
de la influencia que ejerce un sacerdote irlands? Los
lolardos, los hombres de la Biblia, como se los llamaba.
ganaban sus oyentes compadecindoles en sus sufri-
mientos y ayudndoles en la lucha contra sus opre-
sores.
Por otra parte, es intil tratar de producir una re-
volucin social, si las clases las cuales se quiere
mover no gozan ya de cierto bienestar. Hablo, por
supuesto, de las tentativas de, un proselitismo nuevo
y no de agitaciones sectLai. es corno la de los catlicos
de Irlanda. Nadie hubiera escuchado los pobres sa-
cerdotes en una poca de miseria y de desnudez abso-
lutas. Las fuerzas conservadoras de la sociedad aca-
ban fcilmente con las explosiones de la desespera-
cin; de ello son testigos la Jacquera en Francia y la
guerra de los aldeanos en Alemania. Los hombres no
piensan en organizarse hasta que tienen su pan coti-
diano asegurado; as, la guerra de los campesinos de
Inglaterra estall durante un perodo de baratura y
de salarios remuneradores. La misma persuasin que
102 SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA

tena el Gobierno de la fuerza de resistencia y de


la prosperidad relativa de las clases insurreccionadas
le inclin, una vez satisfecho el primer arrebato de
su ira, tratarlas con consideracin y hacer justi-
cia tcitamente sus reivindicaciones, lo cual no le
impidi oprimir durante siglo y medio los descen-
dientes de aqullas con el yugo de una legislacin
sabiamente maquinada. Algunos no se han podido le-
vantar todava de la postracin en que cayeron con
este sistema.
El racionalismo del obispo Pecok contrasta con el
estado de los espritus en el siglo xv, siglo la vez
prspero y agitado por los feroces apetitos de los no-
bles y de los grandes. Si se prescinde de los arcas-
mos, los escritos de Pecok suenan en nuestros odos
como las apologas de la tolerancia, de moda en el
siglo XVIII: ,A qu turbar la calma que el destino nos
ha concedido? No s si tenis razn no, pero guar-
daos de ser porfiados y fanticos. Disputar con motivo
de la religin es insensato; atacar los usos estable-
cidos, impertinente. Cualquiera que sea vuestra ma-
nera de pensar, lo ms probable es que todo hombre
que cumple los deberes de su estado, cumpla, por lo
mismo, sus obligaciones para con Dios y para con el
prjimo. Singular aparicin la de este obispo, naci-
do antes de tiempo, y que vino predicar el Evange-
lio de la indiferencia al empezar una guerra civil en-
carnizada, en la cual los nobles iban despedazarse
y los dignatarios eclesisticos ponerse invariable-
mente al lado del vencedor!
Las enseanzas de Pecok fueron prohibidas por En-
rique VI, como lo haban sido las de Wiclef. El piado-
so y dbil fundador de Eton y del King's College de
Cambridge fu toda su vida incapaz de formular un
J. E. THOROLD ROGERS 103

juicio, y los Estatutos que condenaron imparcialmente


al obispo hereje y al sacerdote hereje fueron sugeridos
por algn consejero del pobre monarca. Pero qu di-
ferencia entre las dos sectas! A un lado los predicado
res en secreto, amados por los tejedores de Norwich
y los aldeanos, recomendando la vigilancia, el espri-
tu de economa, el desprecio de la altivez sacerdotal
y la vida seria consagrada la persecucin de un
ideal elevado. Y enfrente un obispo lleno de rentas
que aboga por sus hermanos no menos ricos y suplica
al lector que no altere la tranquilidad del Estado y
disfrute reposadamente de los beneficios que le han
concedido la sabidura de la Providencia y la libertad
de las leyes. Los unos deban engendrar el austero
puritanismo henchido de riquezas y de ira; el otro
preparaba el caos de la guerra civil, la ruina de la
prosperidad pblica, las dilapidaciones y atentados
de Enrique VIII y el empobrecimiento irremediable del
trabajador ingls.
El movimiento puritano naci en el seno de la clase
media, entre los comerciantes de las ciudades y los
arrendatarios de los campos. La alteracin de la mo-
neda en el reinado de Enrique VIII perjudic princi-
pnlmepte Hs propietarios que vivan de sus rentas V
los obreros que vivan de sus salarios. El arrendata-
rio en pequero padeci menos. Cultivaba su campo
su parte de las tierras comunales, mediante el pago de
una renta fija y moderada y consuma por s mismo
la mayor parte de sus cosechas. Si practicaba una in-
dustria domstica, como la del tejido de lienzos de
lanas, de igual manera que era ejercida, y de ello tene-
mos pruebas, en la morada de sus seores, los rendi-
mientos de este oficio accesorio compensaban el pre-
cio ms elevado que pagaba por el utensilio y las pri-
104 SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA.

meras materias. Esto es lo que ha ocurrido en el Uls-


ter, donde el aldeano vivi contento mientras el pro-
ducto del tejido de telas le bast para pagar el importe
de la renta. En cuanto al labrador y al artesano per-
manecieron indiferentes y no tomaron parte alguna en
la guerra que estall entre los defensores de las prerro
gativas regias y los de las libertades pblicas y que
no termin en realidad hasta la segunda revolucin,
sea la de 1688.
La revolucin de 1642 di origen sectas religiosas
nuevas, de las cuales las ms importantes fueron la de
los cukeros tembladores y la de los independientes.
Los primeros vivieron en el campo y se consagraron
la agricultura, los segundos se extendieron por las
ciudades. Aqullos, que se titulaban tambin Sociedad
de los amigos, eran pacficos, reservados, laboriosos y
llenos de parsimonia, se privaban de lo superfluo y
hasta de algunos placeres inocentes y llegaron ser
modelo de colonos, distinguindose entre los propaga-
dores de los nuevos mtodos de cultivo en el si-
glo xviir. Sus costumbres sencillas inofensivas, y tal
vez tambin su prosperidad, hicieron que fuesen res-
petados. Algunos de los mejores informes agrcolas ci-
tados por Arturo Young son obra de colonos cukeros.
Su resistencia al pago de los diezmos, de la cual han
hecho una cuestin de fe, les ha apartado desde los
primeros aos de este siglo de una confesin la
cual parecan particularmente destinados.
Los independientes desempearon un papel de ma-
yor relieve en nuestra historia econmica. Eran los re-
publicanos del siglo como los presbiterianos eran
m onrquicos moderados y los caballeros realistas furi-
bundos. El clero no se cuidaba ms que de reparar sus
prdidas y de que los trabajadores permanecieran tran
J. E. THOROLD ROGERS 105

quilos indiferentes. En consideracin los servicios


que la haban prestado, la restauracin toler los
presbiterianos y hasta les asign algunos mdicos
subsidios. En nuestros das estn representados por
las reducidas congregaciones unitarias, , diseminadas
por las aldeas apartadas y no forman un cuerpo com-
pacto y numeroso ms que en el Norte de Inglaterra.
Las grandes ciudades, y Londres en particular, per-
manecieron fieles los independientes, que fueron la
secta ms aborrecida por la monarqua y por la Igle-
sia restauradas. Su riqueza les salv de la persecucin,
y gracias la prosperidad comercial de fines del si-
glo xvII, llegaron ser los grande :e; banqueros de la
capital. Carlos los hubiera desollado con gusto, como
desoll su propio partido cuando hizo cerrar el Ex-
chequer en 1672. Pero no tena ganas, como l mismo
confesaba, de reanudar sus viajes por el extranjero (1),
cosa que no hubiera dejado de ocurrir si hubiese in-
tentado renovar las exacciones ilegales de su padre.
Despus, los independientes aseguraron la estabilidad
de la obra de segunda revolucin, prestndole sus
capitales mediante buenas ganancias mercantiles. Los
presbiterianos haban ayudado mucho la primera re-
volucin; la existencia de la Deuda pblica interes
clases numerosas en el sostenimiento de la segunda.
Los independientes fueron los principales fundado-
res del Barco de Inglaterra. Hubiera sido absurdo
que el Estado, manteniendo con ellos relaciones co-
merciales, los molestara en lo concerniente sus creen-
cias y su disciplina. La tolerancia fu la consecuen-
cia natural del nuevo sistema financiero como del

(1) Aludiendo al tiempo que habla pasado en la emigracin y


la eventualidad de un d estronomiento.(N. DEL T.)
106 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

nuevo sistema poltico. El partido de la nobleza pro-


vinciana profesaba los independientes un odio que
se agitaba en la impotencia. Una sola vez intent arrui-
nar al Banco, y el fracaso aument ms todava su es-
tril aborrecimiento.
Los rentistas de este partido, es decir, los hom-
bres que haban renegado de los Estuardos, pero que
detestaban los Whigs y los disidentes, dominaban
an en la Compaa de las Indias Orientales, fundada
por un Estatuto de Isabel, y que se hallaba entonces
al frente de un inmenso comercio. En los aos buenos
sus acciones se cotizaban cuatro cinco veces su valor
la par. Cuando el Parlamento declar que l solo
corresponda el derecho de conferir monopolios de co-
mercio, la Compaa se vi amenazada de una temible
competencia pesar de las enormes sumas que haba
gastado en sobornar los representantes del pas y
hasta al mismo presidente de la Cmara de los Comu-
nes. Desde 158, en 1692, sus acciones bajaron 38
en 1696.
Los Whigs haban resuelto fundar una nueva Com-
paia de las Indias Orientales, cuyo capital fu inme-
diatamente suscrito por los disidentes de Londres.
Bien pronto aventaj la antigua, aunque la situa-
cin de sta mejor desde que comenz repartir hon-
radamente en dividendos sus ganancias en vez de
convertirlas en precio de venalidad. En 1703, durante
el otoo y en el momento en que Inglaterra inter-
vena activamente en la guerra de Sucesin de Es-
paa, las acciones de la Compaia antigua estaban
134 y las de la moderna 219.
La revolucin de 1688 hubiera sido seguida, mi
parecer, de una reaccin, y tal vez de una nueva res-
tauracin de los Estuardos, no ser por el apoyo de la
J. E. THOROLD ROGERS 107

banca Whig, de Londres y de las grandes ciudades.


Los hombres polticos, corrompidos casi todos, esta-
ban continuamente en acecho de ganancias oficiales
sospechosas, y los dos primeros reyes de la dinasta
de Hannover no fueron ni respetados ni respetables.
Los Whigs, que se mantuvieron en el poder desde el
advenimiento de Jorge I hasta la muerte de Jorge II,
tuvieron cuidado de no privarse de sus ms slidos
apoyos, insistieron tanto menos en la aplicacin de
las leyes que imponan los disidentes incapacidades
polticas administrativas, cuanto que el clero angli-
cano no negaba su connivencia interesada los que
tenan deseo de eludir tales prohibiciones.
Las tradiciones de la revolucin y la actitud de la
City hacia los disidentes persistieron durante todo el
siglo xvrir. La City apoy \Vilkes en sus ataques
contra Jorge III, desafi al Parlamento, que quera
impedir la publicacin de sus debates, oblig reti-
rarse al primer ministro Bute y os dirigir abiertas
reconvenciones al rey, despus de haber fomentado
manifestaciones injuriosas contra la madre del sobe-
rano.
El movimiento metodista de los hermanos Wesley
tuvo origen y se propag en el seno de las clases obre-
ras. Wesley no atac, al principio, ms que la indolen-
cia de los miembros de la Iglesia anglicana. Su into-
lerancia le oblig desviarse, contra su voluntad,
de su fin primitivo. Fund una organizacin pode-
rosa, pero estoy convencido de que en el siglo xviii la
miseria del pueblo hubiera hecho abortar su apos-
tolado.
Durante la primera mitad de aquel siglo las mercan-
cas permanecieron baratas, los salarios haban subido
un tanto y la mayor parte de los trabajadores agrcolas
108 SENTIDO ECONOMICO DE LA. HISTORIA

cultivaban por su cuenta algunas parcelas de tierra.


Esta holgura relativa favoreci Wesley, cuya obra
ha sobrevivido la tremenda sacudida de las grandes
guerras de la Revolucin y del Imperio.
Los notables progresos do los trabajadores durante
los siglos xv y la primera mitad del xvi, estuvie-
ron en relacin ntima con las creencias predicadas por
Wiclef. Perseguidas por los lancasterianos victorio-
sos, no debieron de extinguirse en el fondo de les
corazones, puesto que Pecok, el defensor del orden
establecido, crey que deba tomarse el trabajo de re-
futarlas.
Es posible seguramente extirpar una religin. El
calvinismo fu desarraigado por completo en Flandes
y en Espada, casi enteramente en Francia y en men.o-
res proporciones en el Medioda de Alemania. Se aca-
b con l por medio de un sistema completo de espio-
naje y de rigor inflexible. La religin catlica romana
ha sido extirpada en Suecia por medios no menos ri-
gurosos, pero por violentas que hayan sido nuestras
leyes, no han tenido, ni podan tener, un carcter que
repugnaba nuestro instinto nacional. El Tribunal de
la Alta Comisin no fu nunca ms que un plido simu-
lacro de la Inquisicin espaola.
La opulencia de Norfolk en la poca de los lolardos
y de la extensin de la industria textil, se halla acre-
ditada por la proporcin en que contribua los im-
puestos. Como todos stos tenan el carcter de con-
tribuciones proporcionales, la riqueza relativa de cada
condado puede medirse por lo que tributaba. Cuando
se estableci la contribucin de la lana en 1341, el acre
de tierra de Norfolk, pesar de la ndole de su suelo
ligero y pantanoso, se evalu en una cifra mas ele-
-vada que el de los otros condados, excepcin del de
J. E. THOROLD ROGERS 109

Middlesex, que comprende la ciudad de Londres.


Preceda hasta al mismo de Oxford, el ms frtil de
todos, causa de la abundancia de los pastos y de lo
raro de los barbechos. En 1375, Oxford tributaba un
poco ms que Norfolk, pero ambos dejaban atrs
todos los dems condados, y sin embargo, las pestes
del siglo xrv- en parte alguna haban hecho tanta mor-
tandad como en ellos. La misma categora se les asig-
n en 1453 y en 1563.
Como el honor de esta preminencia subsiste siglo y
medio, hay que atribuirlo las costumbres de aquella
poblacin de tejedores y labradores, costumbres basa-
das en las creencias religiosas y sociales de los lolar-
dos. Muchos deban de ser de origen flamenco, pues
los hombres germnicos eran frecuentes. Conserva-
ron relaciones continuas con Flandes, aunque la lana
que obtenan era de mediana calidad, pero expor-
taban grandes cantidades de cebada, importando en
cambio el cultivo del lpulo y el arte de hacer ladri-
llos, perdido entre nosotros desde la poca de los ro-
manos.
Con gran pesar mo, no he descubierto estados de
cobranza de contribuciones correspondientes al pero-
do que inedia entre 1503 y 1636, ario en que se es-
tableci el impuesto de las naves. En el ltimo ao,
Norfolk figura en lugar vigsimoquinto, pasa sucesi-
vamente al sptitno en 1641 y en 1649; al dcimoocta-
-vo en 1660; al duodcimo en 1672 y al dcimonono
en 1695. Sin embargo, Norwich era todava en 1641 y
en 1649 la segunda de las ciudades del reino. La tras-
lacin y el renacimiento de las industrias del condado
despus de la guerra parlamentaria explican. estas
fluctuaciones . Prspero en tiempo de los lolardos,
Norfolk vi difundirse por otros condados las causas
110 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA_

morales de su prosperidad, vi sus principios acepta-


dos en sustancia por la Iglesia anglicana y Wiclef
glorificado con el nombre de estrella matutina de
la Reforma. Pero la denominacin de tejedor ha se-
guido durante mucho tiempo siendo sinnimo de
hereje.
La diplomacia y el comercio.

Abundancia de documentos diplomticos.Efectos del comercio


internacional.Errores acerca del papel de la moneda en los
cambios internacionales. Exportaciones importaciones.
Cmo puede una nacin gastar ms de lo que gana.La Liga
Ansetica.Flandes.Rutas hacia el Oriente.E1 descubri-
miento del Nuevo Mundo, el paso del Cabo de Buena Esperan-
za y la conquista de Egipto por los turcos.Errores comercia-
les de los holandeses.E1 fntercursus Mo..ju rocs.Tratados de co-
mercio: el tratado de Methuen con Portugal, el de 1786 con
Francia y el de Cobden.

A pesar de la abundancia de documentos impresos


que l se refieren, slo voy hacer un resumen del
vasto terna que forma el asunto de este capitulo. La
gran coleccin de Durnont, nos proporciona el texto de
todos los tratados polticos y comerciales convenidos
en Europa hasta mediados del siglo xvm. Los nume-
rosos vollmenes de Hymer, el historigrafo de Car-
los II, constituyen una seleccin de los documentos
que se conservan en nuestros archivos nacionales. Con
todo, en punto riqueza, son eclipsiados por Muratori,
que nos presenta en su infinita variedad el repertorio
de las relaciones que se establecieron entre las dife-
rentes ciudades italianas y nos ha conservado precio-
sos fragmentos del Derecho mercantil de la antige-
112 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

dad del tiempo en que la Roma de los reyes y de la


Repblica, comerciaba con Cartago y otras colonias
tirias.
Las ventajas econmicas del comercio internacional
son indiscutibles. Beneficia principalmente al compra-
dor y nos hace conocer naturalmente los productos de
suelos y climas extranjeros, los cuales puede apli-
carse con fruto el trabajo nacional. Nos estimula in-
vestigar los procedimientos de fabricacin econmicos
y nos hace descubrir riquezas naturales cuya existen-
cia no sospechbamos siquiera. En Inglaterra, por
ejemplo, nos ha enseriado producir el hierro y la sal,
que importbamos de otros pases.
El comercio internacional da fuerza las nociones
morales, ensendonos respetar los derechos ajenos.
Antes de l, esforzbase en vano el legislador en hacer
respetar las contratos y eran tan rigurosas las san-
ciones penales que fu necesario atenuar su severidad
por medio de las leyes acerca de la usura, que equiva-
lan en substancia nuestras modernas leyes sobre las
quiebras y las bancarrotas. El progreso de la morali-
dad internacional ha dado origen al derecho de gentes,
que es el intrprete de la conciencia pblica nacional
extranj era. Por la intemperancia de nuestras pre-
tensiones martimas, contribuimos quiz retardar su
advenimiento, pero hemos llegado al cabo adquirir
opiniones ms razonables y menos brbaras (1).
Pocas naciones estn sumidas en la barbarie hasta
el punto de desconocer la importancia del comercio.
Como tienen menos necesidad de las mercancas que

(1) La sinceridad laudable con que el autor reconoce los erro-


res nacionales de su pas contrasta con el empeo que de ordina-
rio ponemos en justificar todos nuestros pasados extravos, en
nombre de un patriotismo mal entendido.(N. DEL T.)
113
J. F. ~ROM) ROGFRS

venden que de aquellas que compran, vigilan sus ex-


portaciones con particular solicitud (1). Otra causa ha
venido consolidar esta tendencia.
La persona que se consagra al comercio no tiene in-
ters alguno en conservar en su poder la moneda que
recibe, la cual no produce nada por s misma y no
tiene otra ventaja que la de proporcionar un instru-
mento de cambio preciso y de un valor relativamente
estable. A medida que se arraiga la civilizacin, la
ventaja de esta estabilidad de valor se deja sentir cada
vez menos y resulta oneroso atesorar el numerario.
Como el mecanismo del cambio se hace mas complejo,
al mismo tiempo que ms delicado, el comerciante
propiamente dicho deja al negociante en metales pre-
ciosos el cuidado de proveer las necesidades del
mercado monetario. Nicols Oresmo, obispo de Lisieux
comprendi ya estas tendencias en el siglo xrv. En
resumen, el comerciante no toma la moneda ms que
para ponerla en circulacin.
Para los Gobiernos la cosa es diferente, y, sobre
todo, lo era en los tiempos en que escriba Oresmo.
Como el Gobierno, por necesario indispensable que
sea, no p:oduce nada no hace ms que gastar, la
y
adquisicin y conservacin de lira reserva de moneda
es para l una fuente de seguridad y de fuerza.
Luis XIV io repeta para con-;olarse de sus reveses; el
triunfo es, al cabo, del ltimo dobln.
Colocndose en este punto de vista los, Gobiernos
europeos han confundido los intereses de sus sbditos
con los suyos propios y han tratado de retener la mo-
neda en el pas que regan. Han inventado la teora

(1) Los Gobiernos, por la creencia ya anticuada, de que la sa-


lida del numerario y de ciertos productos r acionales empobrece-
ra al pais.(N. DEL T.)
114 SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA

de la balanza de comercio, que Adn Smith llam sis-


tema mercantil. En Inglaterra resolvieron que toda
operacin del comercio internacional deba liquidarse
con un saldo en metlico entregado al mercader ingls.
Con este fin, circunscribieron algunas ciudades, lla-
madas ciudades de escala, el derecho de venta de las
principales mercancas y establecieron un alto funcio-
nario, denominado King's Exchanger (cambista del rey)
que deba asegurarse por s mismo por conducto de
sus agntes, de la realidad de los pagos.
El Gobierno ingls no pudo, ni poda lgicamente
conseguir su fin. Se consigue pasar de contrabando las
mercancas que son mucho ms embarazosas que la
moneda, y adems la polica de los puertos y de las
costas era muy imperfecta en aquella poca. Si nues-
tros reyes hubieran salido adelante con sus propsitos,
hubieran provocado el alza general de los precios, que
es la consecuencia de la superabundancia de moneda,.
y no hallamos consignada alza alguna de esta espe-
cie. El cambista del rey no fu, por consig uierkte, ms
que una traba.
Sin embargo, esta sujecin, que ninguno de nues-
tros mercaderes quera para s propio, se consideraba
buena para el pas entero, y entonces, que ya haba,-
mos llegado ser la nacin mercantil por excelencia
del mundo, muchas personas se devanaban, de buena
fe, los sesos al ver que el total de las importaciones ex-
ceda del de las exportaciones, y exclamaban que In-
glaterra gastaba ms de lo que produca y caminaba
su ruina. Creo que ms de una vez se han tergiver-
sado los cuadros de nuestro comercio para tranquilizar
estos honrados soadores.
Cuando las exportaciones de un pas no bastan para
reembolsar sus importaciones, satisface la diferencia
J. E. THOROLD ROGERS 115

en ttulos de deuda pblica privada. Esto es signo de


que sus gastos superan sus ingresos y de que con-
sume ms que produce.
Si, por el contrario, una nacin no es deudora al ex-
tranjero, sus importaciones estimadas en moneda tie-
nen la tendencia constante de dejar atrs sus expor-
taciones.
Hasta aqui me he referido al comercio directo entre
dos pases, sin mediacin de un tercero. Pero supon-
gamos que un buque transporta tejidos de lana Ham-
burgo, embarca all cueros con destino Burdeos y re-
gresa cargado de vinos Inglaterra; los estados de
nuestro comercio no mencionarn ms que los tejidos
de lana y los vinos, pero como estos figuran aumenta-
dos por el importe acumulado de los tres fletes, pare-
cer que la importacin excede de la exportacin.
Nuestros antepasados del siglo xv saban apreciar me-
jor que ciertos contemporneos las ventajas de este co-
mercio martimo, y Francia, por su parte, procuraba
suscitarle obstculos. El poder de los reyes y hasta el
poder de los Parlamentos tuvo y tiene que ceder ante
la pendiente natural del comercio.
Es difcil apreciar con claridad el comercio de un
pas que, como el nuestro, posee una cantidad incalcu-
lable de valores mobil iarios e xtran;eros y coloniales. Se
me ha afirmado que 1- as . 1 de dos mil millones de libras
esterlinas por lo que toca al Stock Exchange. Los in-
tereses de este enorme caudal nos son pagados en
mercancas, lo cual hace que nuestras importaciones
parezcan estar en desproporcin incomparable con
nuestras exportaciones. Los ignorantes se alarman y
ciertas personas sagaces se prometen sacar partido de
estas alarmas. En teora, nuestros deudores deberan
pagar en moneda, pero en realidad pagan en produe-
116 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA

tos, principalmente en primeras materias baratas, con


gran beneficio del capitalista, del trabajador y del con-
sumidor ingls.
He dicho y repito que conocemos por medio de un
signo infalible que una nacin gasta ms de lo que
produce cuando exporta valores burstiles. A veces
puede ser prudente contraer deudas, verbigracia, en
el caso de una colonia que quiera construir ferrocarri-
les productivos y tomar dinero prestado al extranjero
un inters inferior del que tendra que pagar los
prestamistas nacionales. Pero sera absurdo tomar di-
nero prstamo para construir, por ejemplo, un ferro-
carril en una comarca que por mucho tiempo no ha de
hallarse en situacin de explotar sus riquezas natu-
rales. En este caso, lo mejor es abstenerse. Sucede
muchas veces, y sobre todo en los pases nuevos, que
lo que toman prestado no es metlico, sino rieles, va-
gones y otros artculos manufacturados. Si el pas que
los adquiere impone derechos de ent yada sobre estos
artculos, los paga ms caros, y si el pas que los su-
ministra grava excesivamente las primeras materias,
que recibe en cambio de dichos productos, puede po-
ner la nacin deudora en la imposibilidad de cumplir
sus compromisos.
Trastornando nuestra poltica comercial nos perju-
dicaramos nosotros mismos en cuanto fabricantes y
consumidores y nuestros capitalistas correran gran
riesgo de que sus prestatarios, y principalmente nues-
tras colonias, repudiaran sus deudas, conducindoles
as una ruina completa. Los prestatarios que recha-
zan nuestros productos nos causan, sin duda, perjui-
cios, pero se los causan todava mayores s mismos.
Aplicndoles la ley del talin y rechazand o las pri-
meras materias que nos envan en pago de sus deudas,
J. E. THOROLD ROGERS 117

nico medio que tienen de satisfacerlas, los arruina-


ramos, pero costa nuestra, y el crdito pblico ex-
perimentara una sacudida tal, que necesitara ms de
un siglo para reponerse.
Durante los primeros siglos de su historia comer-
cial, Inglaterra no tuvo relaciones ms que con el
Bltico y las ciudades anseticas, Flandes y el duca-
do de Guiena que formaba parte de las posesiones
francesas de nuestros monarcas.
La Liga ansetica era una confederacin de ciuda-
des libres del Bltico y el mar del Norte, unidas con
el fin de defender su comercio contra las tropelas de
los piratas. La Europa occidental las debe la extirpa-
cin de la piratera en los mares que la baan. Su
centro estuvo en Bergen, en Noruega, y su tescro es-
taba guardado en Wisby, en la isla de Gotland. Tu-
vieron bien pronto una sucursal establecida en Lon-
dres, con el nombre de Compailia de los aldermen y mer-
caderes de S teelyard, instalada corta distancia de la
Torre. Desgraciadamente no poseemos ninguna buena
historia de la Liga, pues las obras (le \Verdenhagen,
de Mellet, de Schlozer y Lappenberg son trabajos
muy medianos. Desde 19.35 1)67 fueron otorgados
la sucursal, en Inrlaterra, 35 patentes. En 1578 Isabel
la suprimii"), y la mayor parte de las ciudades confe-
deradas fueron ab s orbidas poco poco por las monar-
quas del Norte, (pw se engrandecieron. Al cabo Ham-
burgo, Brema y Lubeck fueron las nicas que que-
daron representando la Liga. En el siglo xv fu
cuando sta lleg su mayor florecimiento; veinti-
cinco de las patentes ya citadas datan de aquel siglo.
El comercio de la Liga con Inglaterra se designa con
el nombre de Comercio dans en el Libel of English
Policy (Libelo sobre la poltica inglesa); nos proporcionaba
118 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

pieles, pao, plumas, veces trigo y centeno, hierro,


alquitrn, vidrio y cera. Parece que hubo poca en
que los productos del extremo Oriente, despus de
haber atravesado toda el Asia, llegaban nosotros
por conducto de las ciudades anseticas; algunos res-
tos de porcelanas antiguas, que veces se descubren,
son los vestigios de este comercio, olvidado por com-
pleto.
Nuestro comercio con los flamencos naci muy
pronto y fu de gran importancia hasta el dia en que
los Paises Bajos fueron devastados por las armas y
la Inquisicin espaolas. Las ciudades flamencas se
haban enriquecido con el comercio de lienzos y teji-
dos de lana, cuyas primeras materias les eran propor-
cionadas exclusivamente por Inglaterra, y los reyes
ingleses, durante sus largas guerras con Francia, pro-
curaron congraciarse solcitamente con los flamencos
y sus jefes. De ah la amistad de Eduardo II y de Van
Artevelde, la alianza de Enrique V con el duque de
Bergofia, que haba llegado ser dueo, por herencia
y por usurpacin, de la totalidad de Flandes; la alianza
de la familia de York con Carlos el Temerario y el In-
tereursus Magnos de Enrique VII, de que hablar ms
adelante.
Los tejidos de lana, las sedas y los lienzos alimen-
taban la industria de las ciudades de Flandes. La
poblacin era tan densa que, como ocurri en Holan-
da un siglo despus, el suelo no bastaba para alimen-
tar los habitantes, importndose grandes cantida-
des de trigo y de cebada, procedentes de los condados
del Este de Inglaterra. Flandes era el mercado de los
productos de Oriente, cuyas especias y frutos, tan apre-
ciados, se compraban sobre todo en Brujas. Las ciu-
dades flamencas y Amberes eran plazas financieras de
J. E. THOROLD ROGERS 119

primer orden y nos proporcionaban las letras de cam-


bioque servan para pagar los tributos eclesisticos
que nuestros antepasados satisfacan la corte ponti-
ficia. Sin embargo, hubo ms de una disputa entre
Inglaterra y los flamencos, turbulentos por naturale-
za y orgullosos de sus privilegios comunales, y,
veces, los intereses mercantiles fueron sacrificados
las exigencias y los recelos de la poltica.
El comercio con (iuiena se haca por el puerto de
Burdeos, y consista principalmente en vinos y en sal,
que nos costaron precios moderados, mientras la co-
marca estuvo sometida nosotros. Cuando Francia
reconquist su litoral y quiso establecer su sistema
de impuestos, los gascones se sublevaron y fueron
socorridos por Talbot, derrotado y muerto con su hijo
en la batalla de Chatillon. Slo nos quedaba Calais,
pero mucho despus que nuestros soberanos renuncia-
ron todo intento de reconquistar sus antiguos do-
minios continentales, estipulaban en los tratados con
Francia la libre salida del vino y de la sal.
Hasta fines del siglo xv nuestros marinos no pasa-
ron del B;.'tWco, Flandes y las costas francesas. Es-pa-
ria venci definitivamente los moros en esta poca y
entonces aqullos recorrieron !as costas de la Penn-
sula y llegaron Sevilla. Hasta, mucho despus no se
aventuraron en el Mediterrneo y aun entonces no se
atrevieron explorar las regiones visitadas por Enri-
que de Portugal (1). El Papa Alejandro Borgia otorg,
pues, con justicia la costa occidental del Atlntico
los esparioles y la costa oriental los portugueses.
o ,
Entretanto los ingleses se dirigan hacia el Nor-

(1) El prncipe Enrique el Navegante, promovedor de las ex-


ploraciones de los portugueses en la costa occidental del a.fri-
ca.--(N. DEL T.)
120 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA,

te. Desde haca mucho tiempo, los navegantes del


Yorkshire frecuentaban las pesqueras de Islandia;
ayudados por la brjula, los mercaderes de Bristol
consiguieron llegar all atravesando las Hbridas. Un
acta de Enrique VIII regul el comercio de Inglaterra
con las regiones de Europa, con las cuales habamos
establecido relaciones mercantiles.
Nuestro porvenir comercial se presentaba bajo bue-
nos auspicios. En una disertacin entre dos reyes de
armas, escrita entre la toma de Burdeos, en 1453, y
la muerte de Carlos VII, en 1461, y publicada por una
sociedad de arqueologa francesa, el heraldo francs
reconoce que la marina mercante britnica es nume-
rosa y activa y que Inglaterra goza de buena posicin
geogrfica, pero la acusa de entregarse la piratera
expensas de los buques franceses, espaoles, dane-
ses y escoceses, y de querer acaparar el comercio del
mundo; insiste sobre la necesidad que tiene Inglaterra
de los productos de Francia, y la amenaza con riguro-
sas represalias. Este cuadro me parece mucho ms exac-
to que las historias que se contaban acerca de nuestra
decadencia martima en el siglo xv y que las burlas
que propsito de esto nos prodigaban los flamencos.
Los ingleses se esforzaron en llegar por el Norte
Rusia, que no tena en el siglo xvr puerto accesible
alguno europeo. Uno de nuestros buques penetr en
Arkngel en 1555, conduciendo una embajada, que
fu recibida por Ivan el Terrible. Pareca hacedero
establecer relaciones productivas entre Astrakn y
Arkngel, pero la muerte de Ivan y el turbulento rei-
nado del monarca que le sucedi en el trono vinieron
interrumpirlo todo.
Hasta la segunda mitad del siglo xvr no franquea
ron las naves inglesas por vez primera el estrecho de
J. E. THOROLD ROGERS 121

Gibraltar. Desgraciadamente, los progresos de los tur-


cos, destructores de toda prosperidad, hacan irregu-
lar y precario el comercio en el Mediterrneo.
Los primeros datos precisos que poseemos acerca
de las rutas seguidas por el comercio con el extremo
Oriente, se encuentran en un escrito, inserto en la com-
pilacin titulada &creta Fidelium Crucis y dirigida
en 1321 Juan XXI, uno de los Papas de Avion, por
el embajador veneciano Sanuto. Este no esperaba, sin
duda, grandes resultados directos de su apelacin al
ms egosta de los Papas, pero aprovech la ocasin
para elevar la voz y advertir al mundo mercantil del
peligro que amenazaba sus 'relaciones con el Oriente.
Segn Sanuto, el depsito de los productos de Orien-
te, es decir, de la India, era Bagdad, y su opinin
est confirmada por el testimonio (1( otros viajeros y
por los relatos de aventuras de aquella poca. Bagdad
conserv este carcter mientras estuvo regida por los
califas abatidas y fu el centro del Islam. Lo perdi
cuando las hordas procedentes del Asia central corta-
ron los caminos que seguan las caravanas. Sanuto cita
dos de estas rutas. Una se diriga al travs de las lla-
nuras de Mesopotamia y Siria, desde Ba gdad Lisia,
la antigua SebN ueia, y alimentaba el comercio de Ve-
necia, tinova, Niza y FiGrencia. Esta fu la primera
que qued interceptada. La otra, partiendo tambin
de Bagdad, remontaba el curso del Tigris hasta sus
fuentes, en Armenia, y segua despus el itinerario
inmortalizado por la retirada de los Diez Mil, para lle-
gar, como llegaron stos, al puerto de Trebisonda.
Era esta la ruta ms penosa, pero mas segura, y en
invierno se hacia impracticable. Las mercancas que
por ella se transportaban eran entregadas los esta-
blecimientos venecianos del mar Negro. Ms adelante
122 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

fu tambin ocupada por los brbaros que haban des-


cendido de la gran meseta del Asia.
Sanuto nos ensea, adems, que en la misma India,
las mercancas se embarcaban en dos puertos que
llama Mahabar y Cambeth, desde donde eran encami-
nadas hacia el golfo Prsico y el Tigris. Parte de ellas
marchaba hacia Aden y recorra Egipto. Despus de
las incursiones de los turcos, este fu el nico camino
que qued abierto. De Aden un punto situado sobre
el Nilo, que llama Chus, el viaje duraba nueve das y
quince la bajada del Nilo, desde Chus Babilonia,
como se llamaba al Cairo en la Edad Media. Las mer-
cancas continuaban su ruta por un canal desde el
Cairo Alejandra, donde eran embarcadas para Euro-
pa, despus de haber pagado un derecho de la tercera
parte de su valor, impuesto por los sultanes de Egip-
to. Su coste de importacin aumentaba considera-
blemente, y su acondicionamiento padeca con estos
transportes por mar y tierra, que ocasionaban frecuen-
tes trasbordos. Por este motivo algunos atrevidos tra-
ficantes se arriesgaban seguir las antiguas rutas
con carga reducida, y, si escapaban los peligros
que se exponan, sus beneficios eran considerables.
En Alejandra, las especias de Oriente eran cambia-
das por algunos metales de EuropaSanuto cita el
niercuriopor maderas, alquitrn, mbar y coral. El
veneciano nos da conocer los derechos que pagaban
estos artculos: 6 9/5 por 100 el oro, de 3 '/ 2 4 1/9 la
plata y del 20 al 25 por 100 los otros metales y los
dems artculos. Egipto era forzosamente tributario
del extranjero, consecuencia de la escasa variedad
de sus productos. Sanuto insiste en la proposicin de
que se reuniera una flota suficiente para bloquear aque-
llas costas imponer al sultn la rebaja de su tarifa,
J. E. THOROLD ROGERS 123

amenazndole con la reapertura de la antigua va de


Bagdad Antioqua y Licia.
Las excitaciones de Sanuto fueron vanas, pero la
baja de los precios en el siglo xv indica que los sulta-
nes de Egipto creyeron prudente no gravar con exce-
so un comercio indispensable para sus Estados. La
pimienta, el ms solicitado de los condimentos que se
sacaban del Oriente, permaneci precios reducidos,
y una filbrica instalada en Alejandra proporcionaba
azcar con tal baratura, que, principios del siglo xvr,
el precio de esta substancia haba descendido la
octava parte de lo que costaba cien aos antes.
Fuera de la expedicin de Sebastin Cabot, que
larg velas en Bristol en 1-196 y descubri Terrano-
va, Inglaterra abandon el campo de las exploracio-
nes ocenicas espaoles y portugueses. El primero
de los 'Pudor era demasiado avaro, y el segundo de-
masiado gastador, para subvencionar empresas de esta
ndole.
Los descubrimientos de los espaoles y los portu-
gueses llegaron tiempo, pues .5 principios del si-
glo xvr, Selim, uno de los rns11:11)iles sultanes turcos
y tatnbin uno de los rm its crueles, se apoder de Me-
sopotarnia y de los Santos Lugares, tom el ttulo de
califa para si y para sus sucesores y conquist
Egipto con su victoria de las Pirmides k (1516 El co-
*

mercio 1lejandria qued destruido, el trfico con


el oriente aniquilado y el valle del Nilo surni lo en la
miseria, de que no se librar hasta el (la en que el lti-
mo turco haya salido de Egipto. Los productos de
la India, que las largas travesas martimas no logra-
ban an aportar en cantidades suficientes, subieron
precios exorbitantes. Las ciudades de Italia, de Ale-
mania del Sur y del Rhin se arruinaron, y los merca-
t
t
124 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

dos de Flandes quedaron desiertos por mucho tiempo.


Entretanto, Espaa conquistaba los reinos y se apo-
deraba de los tesoros del Nuevo Mundo, reinos que
devastaba, como el turco devast el antiguo continen-
te, tesoros que iba disipar en la persecucin de pla-
nes quimricos (1). Portugal estableca factoras, se
apoderaba de algunas de las Molucas y procuraba ex-
tender su influencia sobre las dems. Inglaterra y el
Norte de Europa haban sacudido el yugo pontificio,
y por todas partes estallaban guerras religiosas que
deban tener una duracin secular. Lentamente, me-
dida que se consolidaba su independencia, las nacio-
nes del Norte comenzaban poner en tela de juicio la
validez de la bula de Alejandro Borgia.
Seamos sinceros y confesemos que Drake y sus
compaeros de aventuras fueron piratas que se con-
sagraron constante y abiertamente al pillaje del co-
mercio de un Estado, con el que tenamos, sin duda,
desavenencias, pero con el cual no nos hallbamos
siempre en estado de hostilidades declaradas oficial-
mente. Drake prest el servicio de dar impulso al es-
pritu emprendedor y de fortificar la audacia de los
ingleses, pero confirm tambin la detestable reputa-
cin que nos haban formado. Las hazaas con que se

(1) La segunda apreciacin es ms exacta que la primera. Los


historiadores extranjeros, al pintar con negros colores la con-
quista y colonizacin espaola de Amrica, olvidan, en su apa-
sionamiento, los mayores semejantes excesos que cometieron
las dems naciones coloniales. En estos mismos momentos, en
pleno siglo xIx, Inglaterra acaba de apoderarse del territorio de
los Matabeles, en frica, con ftiles pretextos, que han sido juz-
gados severamente en aquel mismo pais, y que se reducen en
substancia, : lo que parece, la codicia que inspiraban la
compaia inglesa que dirige M. Oecil Rhodes las riquezas del
territorio en quo han ido introducir los ingleses la civilizacin
con ayuda de sus caones Maxim.(N. DEL T.)
J. E. THOROLD ROGERS 12o

ilustr eran de la misma especie que aquellas por las


cuales fu ahorcado el capitn Kidd, orillas del T-
mesis, algo ms de cien aos despus de la muerte del
hroe de Plymouth Hoe.
El privilegio de la Compaa de las Indias Orienta-
les Fe firm el ltimo da del siglo xvr, el 31 de Diciem-
bre de lf. Al frente de la empresa se hallaba Ciifford,
conde de Curnberland, antiguo bucanero, que era la
manera amable de designar un pirata. El filibuste-
rismo en las posesiones espaolas del Nuevo Mundo
fu, durante mucho tiempo, la ocupacin favorita de
aquellos de nuestros antepasados quienes la natura-
leza haba dotado de demasiada energa. Paterson, el
fundador del Banco de Inglaterra, haba sido unas ve-
ces misionero y otras filibustero, en las Antillas. Black-
burn, que en el siglo xvin lleg ser arzobispo de
York, haba principiado por el oficio lucrativo y esti-
mulante de filibustero. Se deca esto en vida de l, sin
que pensara en ofenderse lo m'is mnimo el digno pre-
lado, y menos an en defenderse de dicho cargo. El
comercio con las Indias Orientales estuvo igualmente
contaminado de este vicio ori o g inal, y nuestras dificul-
%,

tades en aquellas regiones, nuestras disputas con los


holand(ws y nuestros procedimientos arbitrarios en
Ainlmin, se explican por los hbitos de licencia sin
freno que se aficionaron los primeros fundadores del
comercio y del imperio briGnico en la India.
La compf,ia neerlandesa de las Indias Orientales
fundse eu 16U3, con un capital que por lo menos era
ocho veces mayor que el de la CompaIlia. britnica.
Desde n80 1640, trato de establecerse en los pun-
tos del Indostn donde no se haban instalado los por-
tugueses. Los holandeses, antiguos sbditos de Es-
paa, ponan sus miras principalmente en las Molu-
126 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

cas, y particularmente aquellas que producan el


clavo, especia que ha hecho corrar ros de sangre. Los
buques mercantes holandeses estaban armados para la
guerra, y perseguan un doble monopolio: el de la ad-
quisicin de las especias en los puntos de origen y el
de su venta en Occidente. Esta idea pareci una obra
maestra, pero no impidi que la Compaa contrajera
cada vez ms deudas y arrastrara en su cada la gran
banca de Amsterdam, donde por espacio de siglo y
medio se haba concentrado el movimiento financiero
del mundo.
Si el fin del comerciante experto debe ser sostener
los precios de manera que le aseguren un beneficio, es
indispensable que ample sus mercados y se forme una
clientela constante y numerosa. En caso de necesidad,
sacrifica parte de las ganancias, porque sabe que una
clientela satisfecha es, por lo general, estable, y que
vale ms hacer cincuenta operaciones que den una uti-
lidad del 5 por 100, que cinco operaciones con un bene-
ficio de 10 por 100. Los resultados estn en la propor-
cin de 250 50.
Desgraciadamente para ellos, los holandeses, aluci-
nados por el afn de conseguir precios excesivos, res-
tringieron por esta causa sus mercados. Se petrifica-
ron y agotaron su crdito en tentativas encaminadas
evitar toda competencia, y fuerza de empearse
en la persecucin de grandes ganancias aisladas, lle-
garon saldar con prdida el conjunto de sus pego-
cios.
El difunto M. Mac Culloch, cuyas opiniones eco-
nmicas no gozan ya de consideracin alguna, aven-
tur, acerca de este asunto, un parecer que las esta-
dsticas que aqul reuna, y en las cuales se figuraba
ver claro, bastaran para refutar. Sostuvo que, en Ho-
J. E. THOROLD ROGERS 127

landa, el peso abrumador de los impuestos fu lo que


mantuvo un nivel muy bajo la tasa del inters. Pero
los impuestos elevados impiden la formacin de capi-
tales y determinan, por lo tanto, no la baja sino el alza
del inters. Si favorecen el desarrollo de determinadas
industrias, es desviando los capitales de las otras ra-
mas del trabajo. En pocas de grandes emprstitos, los
valores preexistentes bajan, lo que es lo mismo, se
eleva la tasa del inters. Lo que le hace bajar, por el
Contrario, es una acumulacin de ahorros ms rpida
que la creacin de colocaciones disponibles. Esto es
precisamente lo que ocurri en Holanda. Los holande-
ses eran muy dados al ahorro, y, por ignorancia de
los verdaderos principios, disminuyeron el nmero de
las colocaciones que hubieran podido sus ca-
pitales. Por esto el tipo del inters baj al por 100 en
los mismos instantes en que la Compaa de las Indias
Orientales contrataba emprstito sobre emprstito con
la banca de Amsterdam. Los mercaderes ingleses de
aquel tiempo no eran rwls clarividentes que sus com-
pafieros de Holanda, pero tuvieron la suerte de no tro-
pezar con la misma tenta.ein P n su camino.
Aunque inp eses y holandeses fueron rivales en las
Indias, no e4:ill(*) entre ellos ninguna guerra importan-
te en aquellos lugares. Pero en cambio, Inglaterra
sostuvo contri Francia Lr uerras formidables, todas la:-;
cuales, desde la 1 az de Utrectit hasta las guerras de la
Revolucin francesa, lian tenido por eb'etivo
. la con-
quista de los monopolios mercantiles. Al fimil de la
guerra de los Siete Anos, Francia haba perdido sus co-
lonias y no posea, por decirlo as, t'ea pulgada de
terreno en las Indias ni en la. Amrica del Norte.
Veinte aos despus, Inglaterra perdi su vez la ms
importante de sus colonias, prdida que demuestra
128 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTOPIA

hasta qu punto es absurdo hacer la guerra para con-


quistar el monopolio de un mercado.
El Intercursus 3Iagnus de 1496 fu el primero de
nuestros tratados de comercio en el orden de fechas.
Deseando hacer abortar las intrigas de los miembros
del partido de York, que se haban refugiado en los Pai-
ses Bajos, Enrique VII comprendi que convena inte-
resar los flamencos en la desaparicin de los com-
plots que pudieran tramarse contra l. El primer
artculo de este clebre tratado estipula la libertad de
comercio entre ambos pases, mediante una licencia
pasaporte; el segundo permite los buques mercantes
armarse en guerra, y el tercero concede los flamen-
cos el derecho de pesca en aguas que hasta entonces
se haban reservado los ingleses. Por virtud de los ar-
tculos cuarto y quinto los puertos de las dos naciones
deban ser cerrados los corsarios y permanecer cons-
tantemente abiertos para los barcos mercantes que se
hallaran en peligro. El sexto exclua del comercio las
mercancas de pases enemigos, y el sptimo suavi-
zaba las leyes acerca del salvamento de nufragos.
Los negociantes flamencos quedaban autorizados para
residir en Inglaterra y los ingleses para vivir en las
ciudades de los Pases Bajos; los derechos deban ser
percibidos de manera que no se deteriorasen las mer-
cancas sobre las cuales estaban impuestos (1). No se
podra obligar venta alguna por disposicin de la
autoridad los deudores que presentaran garantas
suficientes. La costumbre brbara de las represalias
quedaba abolida, reemplazndola por procesos ordina-
rios, sometidos los tribunales, cuyos fallos se com-

(1) Los derechos de aduanas. Esta disposicin se refera loa


re c onocimientos de gneros, etc.-(N. DEL T.)
J. F. THOROLD ROGERS 129

prometan ejecutar ambas partes. Por ltimo, se


declaraba libre el comercio de metales preciosos.
La prudencia y la amplitud de miras de este tratado,
que en muchos puntos se adelant su poca en cua-
tro siglos, nos sorprende con razn. Desgraciadamente
estas estipulaciones no fueron respetadas sino en tanto
que lo exi cr ieron los intereses de los contratantes. La
nieta de Enrique (1) y el biznieto de Maximiliano se
declararon abierta guerra, y los principios de aquel
monumento de sabidui la fueron pisoteados durante la
era de barbarie, inaugurada For las guerras religiosas.
De igual modo que las guerras, los tratados del si-
glo xvrir no tuvieron ctra mira que la adquisicin de
monopolios comerciales. Todos ellos se redactaron con
arreglo al modelo del de Methuen, firmado en 1703 en-
tre Inglaterra y Portugal. En la guerra de Sucesin de
Espaa, los aliados teman inters en asegurarse el
apoyo de Portugal, cuya dinasta, que haba subido al
trono haca sesenta aos apenas gracias una revolu-
cin afortunada contra la corona de Espaa, estaba, por
su parte, interesada tambin en obtener la garanta de
iras potencias. Este convenio protelna al mismo tiempo
las Indias portuguesas contra las agresiGnes de los
holandeFes, que tenan que defender sus propias fron-
teras. se Ileg6 un acuerdo gracias la concesin
red pruca de monopolios.
Inglaterra se comprometi rechazar los vinos fran-
ceses y admitir los de Portugal, que deba abrir sus
puertas les generns de lana ingleses. Los vinos de
Francia dejaron de figurar en los registros de entrada
de las Aduanas iLzlesas, pero los aficionados britni-
cos, que los preferan al Porto, no dejaron por esto de

(1) ELriglle VIL (N. DEL T.)

9
180 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

tenerlos en sus bodegas. No pretendo menospreciar al


patriotismo, pero hay que reconocer que no siempre
se sobrepone las tentaciones del gusto. El tratado de
Mathuen sigui siendo el tipo favorito de nuestra di-
plomacia comercial hasta el final del siglo.
Se adopt entonces otro modelo, el que estipula.
ventajas recprocas y el trato de la nacin ms favore-
cida. Tal fu el convenio, negociado en 1786 por mon-
sieur Eden, entre la Gran Bretaa y Francia, seguido
bien pronto de tratados anlogos entre Francia y Ru-
sia y entre los Estados Unidos y Prusia. Europa iba
rodearse de una red de tratados, de los que se esperaba.
que seran una garanta de paz entre los pueblos. Ocho
aos despus de las laboriosas negociaciones de mon-
sieur Eden estall la revolucin francesa, y con ella
vino la gran transformacin de los Gobiernos y de
los reyes.
El tratado de 1860 entre Francia y la Gran Bretaa
fu ajustado por mi amigo M. Cobden, sobre el mode-
lo del de 1786. Partidario convencido del librecambio
absoluto, tuvo que contentarse Cobden con realizar
una parte de sus aspiraciones, y no se dej dominar
por la desconfianza que le inspiraba el carcter de Na-
polen III. Me confes que, haber sido francs, hu-
biera figurado siempre en la oposicin al Gobierno del
emperador, pero que no hallaba motivo para negar el
concurso de su autoridad cuando se trataba de desen-
volver la prosperidad de los dos pases y de propor-
cionarles uno y otro los beneficios de las relaciones
amistosas. Algunos doctrinarios del librecambio han
protestado contra esto, que llamaron consagraci n de
verdades medias. Pero mientras los hombres no ten-
gan la prudencia necesaria para comprender el lado
defectuoso de las transacciones polticas y sociales,
J. E. THOROLD ROGERS 131

ser preciso recurrir ellas. No dir que el tratado


de 1860 sea el mejor convenio que puede imaginarse,
pero era, sin duda, el mejor para aquella poca. Nueve
aos ms tarde, cuando un huracn furioso derrib el
trono imperial, el tratado de 1860estoy convencido
de ellocontribuy aligerar el peso de las calamida-
des que descargaron sobre Francia, las cuales hubie-
ran aplastado una nacin menos elstica y hubieran
entregado desesperacin irremediable una nacin
menos animosa.
VI

Carcter de los antiguos impuestos.

Condiciones que debe llenar el impuesto, segn Turgot.La pri-


mera es la ms importante.Crtica de la frase de Adam Smith
disfrutar bajo la proteccin del Estado. El Patrimonio Real.Con-
sentimiento previo de los contribuyentes. Extensin del poder
del Parlamento.Insuficiencia de los derechos de aduana en la
Edad Media.income tax progresiva.Repartimiento registro
de cobranza de Tandridge en 1600.Frecuentes subsidios en
tiempo de guerra.Contribuciones y tallas pagadas por las ciu-
dades.La income tax en 1435 y en 1450.Rivalidad entre las
casas de York y de Lancastre.Origen del derecho de prioridad
de la Cmara de los Comunes en materias de Hacienda.Los
subsidios de 1453 y de 1503.Importancia creciente de la Cma-
ra de los Comunes.La tarifa de Cecil.La contribucin para
los buques de guerra (the ship nwney).

Cuatro son las reglas que tom Adam Smith de Tur-


got en materia de impuestos. El impuesto debe pesar
con igualdad sobre todos los contribuyentes, , en
otros trminos, debe ser proporcional. Debe percibirse
sobre bases ciertas y no arbitrarias. Debe ser exigible
en los momentos en que pueda satisfacerlo con ms
comodidad el contribuyente. Los gastos de cobranza
deben reducirse al mnimum ms estricto.
Como las tres ltimas reglas estn comprendida s de
hecho en la primera, sta es la que importa compren-
der y precisar bien. Por desgracia las expresiones de
Adam Smith, como las de Turgot, carecen de preci-
J. E. THOROLD ROGERS
183

Sin. Quiz esta falta de claridad sea inevitable causa


de la pobreza del vocabulario econmico.
He aqu lo que dice Adam Smith: Los sbditos de-
ben contribuir al sostenimiento de las cargas del Esta-
do, en proporcin sus facultades respectivas, es de-
cir, en proporcin la renta de que disfrutan bajo la
proteccin del Estado. El empleo del verbo disfrutar
no me ha satisfecho nunca. Preferira la frase pueden
ahorrar,, pues si se saca el impuesto de lo que es
indispensable al sostenimiento de cada ciudadano,
se ataca la fuente de sus facultades productivas
y se corre el peligro de obstruirla. Esta enmienda
nos conducir examinar lo concerniente nues-
tra income Ni: (1) la mitad de cuyos ingresos sirve,
como es sabido, para liberar de cargas y de gastos
nuestros propietarios territoriales. Conviene obser-
vemos de paso las inicuas exenciones de que dis-
frutan los castillos y los hoteles y las que sus mis-
mos duefios gozan respecto de los derechos sobre las
sucesiones.
En Inglaterra, el total del producto de los impues-
tos, excepcin de aquellos tienen por objeto
subvenir al pago de gmtos locales. tiene el carcter
de un subsidio otorgado la Corona. Tal es la teora
legal y tradicional desde los antilmos tiempos en que
las contribuciones no eran ms que un suplemento de
las rentas ordinarias del Patrimonio Real. Esta teora
domina en toda la historia social de nuestros antela-
saos. El que nuestros reyes no consiguieran subve-
nir las atenciones de su cargo recurriendo slo las
rentas de su patrimonio, fu causa de que el descon-
tento llegara hasta el punto de provocar la deposicin

(1) Contribucin inglesa sobre la renta. 'N. T.)


131 SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA

de algunos de aqullos. Este sentimiento sobrevivi


la revolucin, hizo poner restricciones las liberalida-
des de Guillermo III inspir Davenant su Doctrina
sobre las reversiones la Corona.
El Patrimonio Real comprenda la masa de propie-
dades territoriales, diseminadas por todo el pas y co-
nocidas con el nombre de Terra regis y de _Antiguo do-
minio (Anden demesne). En el Dornesday Boock estn
enumeradas y valuadas. Todos indistintamente, no-
bles normandos, franklins pequeos propietarios li-
bres, individuos de la clase media de las ciudades,
entendan que, en tiempo normal, este patrimonio, con
sus mltiples y numerosos rendimientos, deba bastar
para el sostenimiento del rey y de su casa, de su ejr-
cito y de sus guardias, de sus jueces, de los oficiales
del Tesoro, en una palabra, de todo el mecanismo
administrativo del reino. Adems de los productos
obtenidos en la explotacin de sus dominios, dirigida
por intendentes, como la que realizaban en los suyos
los nobles y las corporaciones, el rey tena el disfrute
de los ingresos procedentes de subsidios, de presta-
ciones de vasallaje y de bienes mostrencos y confis-
cados por crmenes. Perciba, adems, exiguos dere-
chos , la entrada y salida de las mercancas y los
tributos de las ciudades que dependan directamente
de la Corona, as como el producto de los derechos y
de las multas judiciales. El total de estas rentas deba
ponerle en situacin de asegurar la paz pblica, la
seguridad de las costas y el cumplimiento de los
dems deberes anejos su dignidad.
En circunstancias excepcionales demandaba y ob-
tena una subvencin excepcional y extraordinaria.
Aparte de la obligacin impuesta todos los hombres
libres de servir, , su costa, en la milicia, poda recia-
J. E. THOROLD ROGERS 135

mar el rey el servicio personal, por tiempo indefinido,


de todos sus caballeros feudatarios. Este servicio se
hizo muy pronto redimible metlico. Becket fu,
segn se dice, el inspirador de tal concesin, que pro-
porcion recursos para reclutar los ejrcitos mercena-
rios de los siglos xiv y xv, y que contena el germen
de los poderes del Parlamento en materia de Hacien-
da, pues si el rey hubiera podido determinar voluntad
las circunstancias en que sus feudatarios estaran obli-
gados redimir la obligacin del servicio militar, hu-
biese tenido su disposicin un medio de imponer
discrecionalmente contribuciones sus sbditos.
Esta prerrogativa de imponer contribuciones -vo-
luntad no la tuvo jams el rey, de derecho, ms que
sobre su patrimonio y respecto de las ciudades que de-
pendan directamente de l y que eran las Unicas su-
jetas la talla. Pero aun en este caso, la prudencia le
aconsejaba no someter pruebas demasiado fuertes la
paciencia de los burgueses. No hay que olvidar que es
taba en la esencia del rgimen feudal el que las obli-
gaciones fueran recprocas y las cargas determinadas.
En los ms antiguos documentos histricos vemos
todas las prestaciones, as las del siervo como las del
seor, fijadas, definidas, inscriptas en instrumentos
pblicos ( i ue tenan fuerza de ley, sin que se pudiera
aumentarlas.
El catastro (le Dome.4ay es el tipo de estos instru-
mentos, y los siervos de fines del siglo xrv sacaron de
l argumentos en favor de su emancipacin. rnica-
mente en casos de peligro nacional extremo se han
quebrantado estas restricciones. As, los cronistas del
reinado de Ricardo I estn de acuerdo en consignar
las cargas abrumadoras que se impusieron al pas para
completar el rescate del rey, cautivo en Alemania.
136 SENTIDO ECO -NO -MICO DE LA HISTORIA

Durante todo el curso de nuestra historia, ni el pueblo


ni el Parlamento han rehusado imponerse sacrificios
para defender el honor de la Corona para sostener
los derechos del monarca.
No he tenido tiempo de examinar fondo los deta-
lles y comentarios que los historiadores de nuestras
antigedades constitucionales han acumulado respec-
to las barreras que se pusieron las tentativas de
exaccin arbitraria de contribuciones de los primeros
Plantagenet. En mi opinin, el consentimiento del
contribuyente la imposicin de un subsidio extraor-
dinario fu siempre indispensable, y los autores de la
Magna Carta no establecieron ms que la consagracin
de derechos reconocidos antes de la conquista nor-
manda. Antes como despus de las Magnas Cartas de
Juan sin tierra y de Enrique TM el rey tena que pre-
sentar sus sbditos una peticin de subsidios, que
generalmente era atendida.
Esto fu lo que se hizo, como hemos de comprobar
cuando surgi el insentato proyecto de instalar en el
trono de Sicilia Edmundo, hijo de Enrique III. Los
contribuyentes intervenan por medio de sus repre-
sentantes y sus procuradores, otorgaban los subsidios
y regulaban su reparticin. La sustitucin de los ser-
vicios y la responsabilidad, ejercindose por medio de
personas intermediarias, eran cosas esenciales en la
vida social de nuestros antepasados. En sus aldeas,
los habitantes salan fiadores unos de otros, el cabeza
de familia era responsable por su husped. Basta citar
el ejemplo del jurado de compurgadores, la fianza
caucin proporcionada por la deuda de otro y la anti-
gua ley de attornment (1) colectivo. La teora de la

(1) Reconocimiento, por parte del terrateniente, de los dere-


J. E. THOROLD ROGERS 137

representacin se aplicaba diariamente en las aldeas


y, por otra parte, la institucin de los asesores re-
partidores de impuestos fu anterior las convoca-
ciones peridicas y regulares del Parlamento.
Desde 1258 , Simn de Monfort (1) procur ase-
gurarse el apoyo de la nacin, representada por sus
mandatarios electivos, y el recuerdo del Parlamento, al
que se llam Parlamento de Monfort, persisti en la
memoria de los reyes, hasta el punto de que Eduardo I
dej transcurrir un intervalo de treinta aos sin con-
vocar de nuevo al Parlamento.
Sin embargo, era demasiado prudente este monarca
para desviarse, por un sentimiento de desconfianza, de
la misin que se haba impuesto de conquistar y so-
meter el pas de Gales y Escocia, misin de la cual
slo pudo realizar la primera parte. Haba dispuesto
que se procediera la formacin de un padrn equita-
tivo y completo de todos los bienes imponibles de sus
sbditos y comprendi que el asentimiento formal del
Parlamento, acompaado de una concienzuda eleccin
de los asesores, era lo nico que poda calmar la irrita-
cin del pueblo. Los bienes de todos, libres 6 siervos,
fueron amillarados, pero sin espritu de codicia fiscal;
los archivos pblicos encierran numerosos documen-
tos relativos este padr("ni y he podido comparar sus
evaluaciones con los precios corrientes de la poca.
Los representantes del pueblo, invitados formular
libremente sus peticiones, dieron su aprobacin (. t los
proyectos de ley del monarca. E s te se cuidaba menos,
al parecer, de la aprobacin del Parlamento, 011e de su

chos seoriales del nuevo duli,) de1 suelo, en caso de transmisin


de ste.(N. DEL T.)
(1) Hijo del famoso jefe de la cruzada contra los albigenses.
(N. DEL T.)
138 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

utilidad, como instrumento para establecer y cobrar


las contribuciones.
Nada tan sorprendente como la extensin que ad-
quirieron los poderes del Parlamento, desde su convo-
cacin en 1291 al Estatuto de York, promulgado trein-
ta aos despus. Establecise la prctica de discutir
los motivos de la peticin regia cada vez que se de-
mandaba un subsidio; se formulaban reclamaciones y
quejas y se peda satisfaccin de los agravios hechos
la nacin. El Estatuto citado declara expresamente que
no ser vlida ley alguna sin el asentimiento de las
dos Cmaras. Aunque fu introducido por el rey para
obtener la anulacin de la sentencia que haba recado
contra sus favoritos los Despensers, el alcance de este
Estatuto fu universalmente apreciado y, lo que es
bien significativo, desde entonces se le seal en todos
los tratados de Derecho de la poca.
Los impuestos antiguos eran casi todos directos.
Hasta con un comercio ms considerable hubiera sido
imposible sacar recursos suficientes de los derechos de
aduana; la costa Sur de Inglaterra, que era la parte
ms rica del reino, presenta una infinidad de bahas, que
facilitaban el contrabando los buques de poco calado
de aquel tiempo. Mucho despus, con una poblacin
doble, se confesaba que era imposible obtener derechos
elevados. En materia de derechos de entrada, deca
Swift, dos y dos no suman cuatro. En el siglo xvirr,
despus del acta de Unin, los gastos de cobranza de
los derechos de aduana, excedan, en Escocia, de los
productos, y en sus novelas histricas, tan llenas de
verdad, Walter Scott ha puesto en escena escoceses
patriotas y devotos que echaban de menos los vinos de
F rancia, excluidos por el tratado de Methuen, malde-
can la Unin y protestaban contra ella favorecienh
J. E. THOROLD ROGERS

concienzudamente al fraude, cuantas veces se les pre-


sentaba ocasin para ello. Comprendo el placer que se
experimenta al cultivar juntamente el patriotismo y
el inters. Todava en poca reciente, en tiempo de las
tarifas protectoras, el contrabando se hallaba organi-
zado, tena sus capitales, sus almacenes y trabajaba
en connivencia con los colonos y los hidalgos campe-
sinos.
El impuesto directo es siempre vejatorio y menos
equitativo que el impuesto indirecto. Aqul pesa lo
mismo sobre el hombre que tiene grandes cargas que
sobre aquel que slo las tiene muy ligeras. Una per-
sona rica compra en Inglaterra un castillo por valor
de 100.000 libras esterlinas, lo rodea de un parque in-
menso y acumula all embellecimientos de todas cla-
ses; con arreglo al Acta de repartimientos de Guiller-
mo IV, ya se trate de las contribuciones locales como
ocupante, ya de la income taz como propietario, ya del
impuesto sobre alquileres, ya de los derechos de trans-
misin de bienes, no pagar ms que un cuartillo por
ciento de la renta anual verdadera que representa el
castillo. Su vecino, que slo posee una casa valuada
en 1.()()0 libras esterlinas pagar en proporcin veinte
veces ms. No se extrarien, por lo tanto. lo ricos de ver
que se extienden las ideas socialistas, ni de oir ex-
presar la opiiii(")n que e ur-ente, la reforma de las
leyes que regulan la distribucin (IP las riquezas, le-
yes que evidentemente, se dice, son de institucin
humana, puesto que no han servido ms que para en-
riquecer los ricos y para empobrecer ms an los
pobres.
Seamos justos con nuestros antepasados, recono-
ciendo que no recurrieron estas practicas mezquinas
y deshonrosas. Admitieron, hasta en la misma Cmara
140 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA.

de los Lores, que el impuesto sobre la renta deba ser


progresivo y procedieron con arreglo esta norma. En
el impuesto de capitacin. de 1377 correspondi pagar
al duque de Lancastre 520 veces lo que deba satisfa-
cer un aldeano. En 1435 y en 1450 se reparti una
incorne tax progresiva, al tipo de 2 y z por 100 para
las rentas pequeas y 10 por 100 para las considera-
bles. Siglo y medio ms tarde, el mismo principio re-
gulaba las contribuciones locales. En Marzo de 1600
hago esta cita con arreglo los manuscritos origina-.
les conservados en la Biblioteca Bodleyana (Rawlinson
Pa_pers C. 642)una comisin de habitantes de Tan-
dridge, en el condado de Surrey, procedi la forma-
cin de un estado catastral y un repartimiento en la
parroquia, con el fin de allegar recursos para sostener
los pobres y los soldados invlidos, para atender
los gastos de la crcel y del hospital del condado
y la redencin del derecho de abastecimiento (1). La
parroquia tena una superficie de 2.291 acres y la uni-
dad para el repartimiento se fij en un penique por
acre. Los magistrados decidieron que este impuesto no
sera pagado ms que una vez al ao por los habitan-
tes que posean menos de 10 acres, dos veces por los
que posean menos de 30 y que el dficit eventual sera
repartido entre los que ocupan mayores extensiones
de terreno,
Los magistrados aadieron esta clusula significa
tiva: Se sobreentiende que aquellos vecinos que son
propietarios y personas acaudaladas, aunque slo po-

(1) Este derecho de abastecimiento (purveyance), era una re-


gala de la corona, que consista en la facultad que tena el rey de
tomar los gneros necesarios para el consumo de la casa real al
precio que fijase. Anlogo, aunque ms gravoso, era el derecho
de y antar de nuestros monarcas de la Edad Media. (N. DEL T.)
111
J. E. THOROLD ROGERS

seanpocas tierras, debern contribuir siempre, nues-


tra discrecin y no obstante este arbitrio, al sosteni-
miento de los pobres.
El pueblo manifestaba gran desconfianza cuantas
veces se peda un subsidio extraordinario sin necesi-
dad evidente. Por esta causa tom gran aversin los
favoritos regios que se enriquecieron expensas de la
corona.
Nobles , burgueses y campesinos estuvieron de
acuerdo en detestar los medio hermanos de Enri-
que III, y los parientes de la reina con tanto mayor
motivo cuanto que los ltimos eran extranjeros y el
pueblo ingls ha sido siempre hostil las influen-
cias extraas, ya se introduzcan por la escalera de
honor, ya por la escalera de servicio. Aborreci igual-
mente el pueblo los Gaveston, los Despensers, que
eran, sin embargo, de raza anglonormanda, los De
Vere y los obscuros protegidos de Ricardo. El favor
excesivo otorgado los Pole y los Beaufort influy
mucho en la deposicin de la dinasta de Lancastre.
El caudal de los Seymour y los Dudley, repletos de los
despojos de las rdenes monsticas, excit contra la
Reforma religiosa hasta los mismos Lolardos. El favor
de Buckingham fu el primer acto de la tragedia que
concluy en el cadalso de Withehall. Para los contem-
porneos, el error poltico ms grave de Guillermo III
fu su apego Keppel y Bentinck, que de modesto
caballero holands se convirti en uno de los nobles
ms opulentos de Inglaterra. Cuando el tesoro real
qued agotado, la revolucin redujo la Corona una
asignacin privada modesta y resolvi que, hasta en lo
tocante su misma lista civil, el soberano estara bajo
la dependencia del Parlamento. Cuando se abandon
este principio en 1850, lord Brougham protest en
142 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

nombre de la teora constitucional, que expuso y de-


fendi con gran energa.
Eduardo I comprendi claramente que los impuestos
arbitrarios seran menos productivos que los impues-
tos legalmente otorgados. Su mxima era que todos
deban contribuir sufragar los gastos exigidos por la
defensa de los intereses comunes. Por esta causa, sus
bilis de Hacienda no omiten nadie y constituyen un
censo minucioso de la poblacin. Pero choc con la
costumbre inveterada de los ingleses de no otorgar
ms que subsidios determinados y de vigilar por s
mismos la cobranza. Un subsidio, pues de este modo se
acostumbr llamar los crditos otorgados por el
Parlamento, representaba, en su origen, una suma de
100.000 libras esterlinas. En el reinado de Isabel se
haba reducido ya 50.000 libras. La opinin pblica
admita reducciones de impuestos, pero no consenta
en que fueran ilegtimamente aumentados. Las peti-
ciones solicitando la condonacin eran enviadas una
comisin informadora llamada quod damnum, que tena
el encargo de investigar la prdida que experimenta-
ran las rentas de la Corona si la solicitud era atendi-
da. En el siglo xv se descargaba de tributos las lo-
calidades que por una causa temporal permanente
no podan pagar su cuota. De este modo se eximi
las Universidades y Colegios de Oxford y Cambridge
y las Escuelas de Winchster y de Eton, de las con-
tribuciones que pesaban sobre los edificios en que les
servan de alojamiento, pero sin extender tal conce-
sin sus dems bienes.
Salvo en los reinados de Ricardo II y Enrique VI,
las concesiones de subsidios parlamentarios fueron fre-
cuentes durante la guerra de los Cien aos. Pero cada
Tez que esto suceda, el rey tena que escuchar que-
J. E. THOROLD ROGERS 143

jas, gran nmero de las cuales figuraban en los regis-


tros del Parlamento. Creo, sin embargo, que en lo re-
ferente al siglo xiv, son incompletos estos registros,
pues no he hallado mencin alguna de muchas contri
buciones, las cuales dieron lugar pagos, que he visto
consignados en la contabilidad de los intendentes. Pre-
sumo que, de ser semejantes pagos injustificados, no
hubiesen escapado la comprobacin de aqullos.
Todos estos tributos gravaban al capital, El reparti-
miento estado de cobranza era obra de comisarios
nombrados en gran nmero, fin de que las operacio-
nes pudieran realizarse simultneamente en todo el
reino. La maquinaria agrcola y las cosechas pendien-
tes no se hallaban gravadas, pero s la lana depositada
en los edificios de la granja y el grano obtenido de la
trilla. Los arrendamientos que cobraba el propietario
estaban sujetos contribucin, as como las mercan-.
cas del tendero y el mueblaje domstico, tanto de los
ms pobres como de los ms ricos. He examinado mu-
chos de stos repartimientos, y me parece que las eva-
luaciones de la riqueza imponible eran inferiores en
un 30 en un 40 por 100 al valor corriente. Hubiera
sido tal vez peligroso tasar los objetos en todo su
-valor.
Los tributos impuestos las ciudades tenan un ca
rcter particular. Durante largo tiempo, haban sido
consideradas aqullas como propiedad del rey de al-
gn gran personaje laico eclesistico, y siguieron en
dependencia directa de uno otros. La ciudad de
Oxford, por ejemplo, dependa del rey; la de Bury, del
poderoso abad de San Edmundo. Estos personajes otor-
gaban cartas privilegios mediante una suma de di-
nero, adems del pago de un canon, llamado firma
burgi que, como todas las prestaciones, era fija inva-
11 , 1 SENTIDO ECONMICO DE L HISTORIA

riable. La concesin de un canon de esta clase por el


rey el seor era una forma de liberalidad muy usa-
da'. De este modo el canon de Oxford fu objeto de una
donacin al hospicio de San Bartolom. Eduardo II la
transfiri al Colegio de Oriel, con el hospicio y las tie-
rras que de l dependan, obligndose el Colegio pro-
veer al sostenimiento de los pobres recogidos en dicho
establecimiento. El canon de Scarborough fu donado
por Enrique III King's Hall, en Cambridge, y esta
fundacin fu luego absorbida por el Trinity College.
De igual manera, las licencias de las corporaciones
urbanas, especialmente, en Londres, eran objeto de un
pago en dinero. Los privilegios ms variados, el dere-
cho de consagrarse sus propios asuntos, de elegir sus
jueces, de administrar sus propios bienes seoriales,
estaban sujetos, por cada nueva confirmacin un
nuevo pago. Uno de nuestros colegios, el de 111-agdale-
ne, pag al advenimiento de Enrique VIII una suma
considerable por la renovacin y confirmacin de su
privilegio. En resumen, no hay derecho alguno anti-
guo que no haya sido pagado y vuelto pagar larga-
mente.
Aparte de estas prestaciones peridicas, nuestras
antiguas ciudades se hallaban sujetas lo que se lla-
maban las tallas (tallajes). No nos precipitemos dedu
cir que el soberano tena el derecho de imponer las con-
tribuciones capricho, no; pero exiga de tiempo en
tiempo sumas fijas ttulo de contribuciones extra-
ordinarias. Las ciudades gozaban de cierta libertad
para rehusarlas evadirse de ellas; esto parece des-
prenderse, indirectamente al menos, de una declara-
cin de Eduardo, prometiendo formalmente no impo-
ner tallas en lo futuro. A partir de 1332, el derecho de
otorgarlas fu reservado, por la costumbre, al Parla-
1 15
J. E. THOROLD ROGERS

mento. Diez aos antes, en 1322, se percibi el ltimo


scutage (1). En realidad el consentimiento del contri-
buyente sepresuma siempre, y algunas veces fu
solicitado expresamente. As se explica que los habi-
tantes de Londres rehusaran en 1255 someterse una
talla; obligados ceder, demostraron en Lewes (2) que
su resistencia haba sido fruto de una firme resolu-
cin.
El Acta del Parlamento en que se conceda un sub-
sidio, nombraba los comisarios encargados de re-
partirle entre los condados en las ciudades las auto-
ridades municipales se hallaban encargadas de esta
funcin. A veces, los comisarios se dejaron corrom-
per, y en el reinado de Ricardo I, Fitz Larga Bar-
ba, pretendiendo que los burgueses ms pobres ha-
ban sido injustamente recargados, los impuls
resistir. Su intervencin le cost la vida. Me siento
inclinado creer que la reparticin se hacia por lo
general honradamente, pues slo he hallado pocas
quejas sobre este punto y no muchas respecto del de-
recho de abastecimiento, que los oficiales del rey ejer-
citaban, al parecer, con moderacin.
Las largas guerras con Francia costaban caras, y la
Corona andaba siempre en busca de recursos, aparte de
los subsidios del Parlamento. El cobro de los derechos
de aduana no estaba asegurado ms que en ciertos
puntos especiales, como las ciudades de escala. Por
esto, los primeros ensayos de contribucin sobre los
productos ingleses participan ms de la naturaleza de
derechos de sisa de consumos, que de la de derechos
(1) Tributo que se pagaba para redimirse de ciertas prestacio-
nes de carcter feudal.(N. DEL T.)
(2) En la batalla de Lewes, en que la nobleza sublevada de-
rrot al ejrcito del rey Enrique III, los ciudadanos de
Londres
-combatieron favor de los barones.(N. DEL T.)
10
146 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

de aduana. Tales fueron el arbitrio de 40 chelines por


saco de lana en 1297 y la contribucin de 21.000 sacos
que el Parlamento reparti en 1341, en cuotas de cerca
de inedia libra, entre los diferentes condados; en las
haciendas donde no haba ganado lanar la contabais-
dad de los intendentes demuestra que la contribucin
se pag en dinero. De ndole anloga fueron los im-
puestos de capitacin (poli taxes) establecidos en 1377
y continuados hasta despus de la revolucin.
Cuando Calais fu declarada ciudad de escala de
depsito para la lana, los hacendistas del siglo xv ad-
virtieron que este artculo poda proporcionar al Te-
soro grandes ingresos que pesaran sobre el consumi-
dor extranjero. Acariciando la esperanza prematura
de impulsar el desarrollo de la industria lanera, impu-
sieron derechos de salida del 100 por 100 sobre las lanas
y los vellones. Los derechos no detuvieron la expor-
tacin, pues Inglaterra disfrutaba en aquella poca
del monopolio de la produccin de la lana. Por el con-
trario, los cueros y las pieles slo pudieron soportar
un derecho moderado.
En aquella misma poca se estableci la income taz
sobre las rentas permanentes. Los ingresos precarios
(de los particulares), no fueron gravados. Segn los
registros del Parlamento, la primera income taz en el
orden de fechas fu establecida en 1435, fin de pagar
las enormes deudas del rey (tena entonces catorce
altos), procedentes del descarado saqueo de la corte
durante su minora. El impuesto fu progresivo: 2 14
por 100 sobre las rentas permanentes de 5 100
libras; 3,33 por 100 sobre las de 100 400 libras y 10
por 100 sobre todas las dems que excedieran de la
ltima cifra. En 1450, raz de la prdida de nuestras
posesiones francesas, se impuso una nueva contribu-
147
J. E. THOROLD ROGERS

cin: de 2 1 /2 por 100 sobre las rentas de una 20 li-


bras, de 5por 100 sobre las de 20 200 libras y de 10
por 100 sobre las que pasaban de esta suma. En am-
bas circunstancias el excedente de la renta sobre 400
y 200 libras fu el nico imponible razn del 10 por
100. Estas crecidas contribuciones sobre las grandes
rentas no carecan de precedentes, pues en 1382 los
propietarios territoriales se impusieron un tributo es-
pecial causa de la pobreza del pas, y en 1404 los lores
temporales consintieron en una contribucin especial
de 5 por 100, pagadera por ellos mismos, sus esposas
y por los dems sbditos, poseedores de una renta su-
perior 500 marcos al ao. En el reinado de Enri-
que VIII se intent en vano gravar los honorarios pro-
fesionales. Ninguna nueva income tax fu establecida
hasta de la Pitt.
Este recurri ella en 1799, cuando la Hacienda in-
glesa se hallaba expirante. En su proyecto, la contri-
bucin era del 10 por 100 para las rentas superiores
200 libras; las rentas desde 60 200 libras estaban
sometidas cuotas progresivas. Addigton suprimi la
income tax durante la breve paz de Amiens, y la resta-
bleci en seguida, quitndole su carcter progresivo.
Abolida al terminarse la guerra, Peel la restableci
en 1842 para compensar el dficit que se tema en los
ingresos de aduanas. Estos experimentaron, por el
contrario, un aumento considerable. Cuando present
al Parlamento una proposicin sobre contribuciones
directas, que fu votada por considerable mayora el 23
de Marzo de 1886, demostr que cerca de la mitad del
producto de la income tax se emplea en liberar los pro-
pietarios territoriales de cargas antiguas y tradicio-
nales, que pesan directa indirectamente sobre sus
fincas, cuando esas cargas son las que han dado los
148 ICO DE LA HISTORIA
SENTIDO ECONM

predios su valor actual. Tanto valdra imponer al p-


blico en masa una gabela, destinada reembolsar
los propietarios de los gastos de abono y de drenaje de
sus tierras.
El argumento en que se fund Peel para justificar el
restablecimiento de esta contribucin inicua, fu que
la rebaja de los derechos de aduana que iba votarse
constitua una economa para el contribuyente, por lo
cual era equitativo exigirle un sacrificio equivalente
sobre sus rentas. No hablemos de una infinidad de de-
rechos extravagantes que nada producan; basta con
observar que la mayor parte de los que fueron dismi-
nuidos suprimidos eran derechos de consumos de
sisa, que gravaban productos de la industria nacional,
con perjuicio, sin duda, de los fabricantes y de sus
obreros, pero que afectaban muy poco la mayora de
los consumidores. Adems, los derechos sobre los art-
culos de consumo universal no fueron rebajados hasta
despus y hasta los de ciertos gneros, llamados de
lujo, fueron aumentados. El formidable aumento de los
ingresos ha quitado toda validez la excusa que ale-
g el ministro. Tal como es aplicado este impuesto (la
income taxi oprime la clase ms necesitada de la po-
blacin, de no tiene la facilidad que los comerciantes
para indemnizarse costa de su clientela.
La casa de York pidi pocos subsidios al Parlamen-
to, pesar de cuanto se ha escrito sobre este tema bajo
la dinasta de los Tudor. Los registros del Parlamento
correspondientes al reinado de Eduardo IV, estn cuaja-
dos de peticiones presentadas por nobles y caballeros
del partido de Lancastre, solicitando la anulacin de
las sentencias de attainder (proscripcin) dictadas con-
tra ellos, y todos estos memoriales fueron atendidos.
Verdad es que Eduardo invent, hablando con ms
J. E. THOROLD ROGERS 149

exactitud reclam con ms frecuencia que sus ante-


cesores una nueva gabela, las benevolencias, las cua-
les recurrieron los reyes y los ministros durante los
dos siglos siguientes. En teora, las benevolencias eran
emprstitos, pero en realidad eran donativos forzosos
arrancados los sbditos opulentos. Ricardo III no
reclam ninguna, pero Enrique VII volvi apelar
este recurso y dispuso que la simple promesa diera
accin para cobrar la cantidad prometida.
Es extraordinariamente difcil descubrir el origen
del derecho de prioridad de la Cmara baja en mate-
rias de Hacienda, derecho que ha sido reconocido en
todos los pases civilizados, hasta en aquellos en que
que la Alta Cmara es electiva. No fu definitivamen-
te establecido, sino partir del Parlamento pensionado,
en tiempo de Carlos II, y consecuencia de una bata-
lla en regla entre los Lores y los Comunes. Los prime-
ros conservaron su jurisdiccin de apelacin en mate-
ria criminal, que muchas veces ha desesperado los
legistas provocado sus burlas, pero reconocieron im-
plcitamente que los Comunes tenan el derecho exclu-
sivo de iniciativa y de enmienda en materia de leyes
de impuestos. Los Lores no conservaron ms que el de-
recho de rechazarlas en su totalidad.
La composicin de la Cmara de los Lores vari sin
cesar hasta el siglo xvu. En teora era el Consejo del
rey, y ste convocaba sus consejeros cuando le pa-
reca conveniente interpretaba tambin su capricho
la ausencia de ellos, que veces se consider como
manifestacin de hostilidad y hasta de rebelda. Enri-
que VIII, que tenia sus motivos para exigir la pre-
sencia de los Lores, quienes procuraba vigilar, in-
vent, sin embargo, el sistema de procuraciones con-
fiadas por un miembro de la Cmara ausente otro
150 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA

presente, que de esta manera sala fiador de su man.-


darte. Las cartas de convocacin eran enviadas sin
regularidad y segn los caprichos de la Corona. Bajo
los Plantagenet, la composicin de la Alta Cmara va-
riaba de reunin reunin. Los Lores temporales
laicos se felicitaban de no ser convocados una Asam-
blea, donde se hallaban envueltos por una mayora
abrumadora de Pares espirituales, que votaban su
cuota de impuestos en un local aparte y obedeciendo
otros principios. Los Pares no reclamaron sus cartas
de convocatoria como un derecho hasta el reinado de
Carlos I, y con motivo de la prisin de lord Arundel y
de lord Bristol, cuya libertad exigieron. Carlos, que
no quera malquistarse con las dos Cmaras la vez,
accedi tcitamente su reclamacin. Se presuma
que el rey se hallaba presente siempre las delibera-
ciones de los Lores, y con frecuencia asista ellas en
persona. Una Asamblea tan variable, donde las dos
terceras partes de los miembros no tenan facultades
para imponer tributos los laicos, poda discutir las
necesidades del Tesoro en presencia del rey? Y si otor-
gaba cuanto se le peda, qu mandato podra alegar
que hiciera presumir el consentimiento del contribu-
yente?
Por el contrario, los Comunes fueron convocados des-
de un principio para votar los impuestos. Sus diputa-.
dos eran los procuradores de las ciudades y de los
condados; haban recibido antes de su partida instruc-
ciones de los electores y permanecan en comunicacin
con ellos. De igual manera que representaban sus
electores, los representaba ellos su presidente
speaker. Era ste quien preparaba el presupuesto, em-
pleando una palabra moderna, y quien proclamab a la
decisin de la Cmara. El discursoque despus de su
J. E. THOROLD ROGERS 151

eleccin dirige al soberano, rogndole que no le atri-


buya intenciones ofensivas y que d una interpreta-
cin favorable sus palabras y sus actos, disuena
hoy en nuestros odos, pero hubo un tiempo en que
este ceremonial tena su significacin. Claro es que si
los Lores manifestaban la intencin de imponer su
clase una gabela especial, como hicieron en 1404, na-
die pensaba en oponerse. Me figuro que, en el caso in-
verosmil de que los lores se comprometieran satisfa-
cer una triple income taz, la Cmara de los Comunes no
interpondra su veto constitucional.
Dos contribuciones presentan especial inters hist-
rico: las de 1453 y 1503. En 1452, consecuencia de la
sublevacin de Gascua contra el rey de Francia, In-
glaterra intent recobrar lo perdido, y el anciano conde
de Shrewsbury fu enviado con un ejrcito para auxi-
liar los insurrectos. Los comunes votaron una fuerza
de 20.000 arqueros: (de los cuales la Corona no acept
ms que 13.000), que deberian ser pagados razn de
seis peniques diarios, sea el jornal completo de un
artesano, por medio de un impuesto repartido por el
Parlamento entre todos los condados. La derrota de
Shrewsbury en Chatillon puso trmino esta empresa,
mas cuando, en 1472, Eduardo proyect atacar Fran-
cia, el Parlamento restableci aquella contribucin,
destinada nicamente proveer al sostenimiento de un
ejrcito en campaa en pas extranjero, y que, en
contra de los precedentes, fu repartida sin distin-
cin entre todos los habitantes no eclesisticos del
Reino.
En 1503, Enrique VII reclam por primera vez, des-
pus de un intervalo de siglo y medio, dos antiguas
ayudas feudales, exigibles slo los que eran terra-
tenientes por virtud de un servicio de la caballera, y
152 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

con ocasin del matrimonio de la hija mayor del rey G


del hecho de armarse caballero su hijo primognito.
Margarita, la hija mayor del monarca, se haba ca-
sado algn tiempo antes con Jacobo IV de Escocia, y
Arturo, el hijo primognito, acababa de fallecer. Para.
consolarse, el padre imagin imponer todos sus sb-
ditos aquel tributo, al cual no haban estado someti-
dos ms que los caballeros feudatarios. Con la aproba-
cin del Parlamento se exigi esta gabela, no slo
los ltimos, sino los censatarios y los poseedores
con arreglo la copia del registro del seiloro (copy-
holders). Produjo 31.000 libras esterlinas, cuatro che-
lines y siete dineros, en lugar de las 30.000 prome
tidas.
Los ingresos de aduanas siguieron el desarrollo del
comercio. Aunque desde tiempo inmemorial se aplica-
ban las rentas de la Corona, el Parlamento renovaba
esta concesin cada nuevo reinado y por toda la du-
racin de la vida del monarca. A consecuencia de la ca-
resta general que se produjo en su reinado, Isabel pu-
blic una tarifa cuyos derechos se calcularon sobre los
nuevos precios. Por instigacin de Cecil (1), Jacobo 1
implant otra tarifa estableciendo nuevos derechos,
con lo cual sembr el germen de la contienda tan co-
nocida, cuyo desenlace deba ser la ejecucin de su
hijo en Withehall, aos despus.
Desde 1636 1641 la ship money dinero para la.
construccin de buques de guerra, se cobr en todos
los condados. Cualquiera que fuese su ilegalidady
creo que estn en lo cierto todos los historiadores, con-
formes en este punto el repartimiento difcilmente

(1) Roberto Cecil, gran tesorero en tiempo de Jacobo. Era hijo


del otro Cecil, Guillermo, barn de Burleigh, que ocup el mismo
cargo en el reinado de Isabel.(N. DEL T.)
J. E. THOROLD ROGERS

pudo ser equitativo. Se pretende que el Attorney


ne ral N,oyue
q sugiri la idea de este impuesto, haba
descubierto precedentes en los archivos de la Torre.
Es exacto que las ciudades y los condados martimos
contribuyeron siempre para la defensa de las costas, y
los privilegios de los Cinco Puertos fueron otorgados
en retribucin de este servicio. Los buques mercantes
estuvieron tambin sometidos la requisa en tiempo
de guerra, y Eduardo III ejercit este derecho en vs-
peras de su victoria naval de la Esclusa y la invasin
de Francia, pero se cree que dicha contribucin no fu
aplicable en su origen los condados del interior. Sin
embargo, he averiguado que algunos dominios situa-
dos tierra adentro contribuyeron en el siglo xiv pro
n'arda maris.
En los comienzos de la guerra civil de 1642, el Par-
lamento tuvo la inmensa ventaja de apoyarse en Lon-
dres, donde se hallaba reunida la mitad del caudal
de la nacin. Comparada con esta opulencia la vajilla
de plata de los Cabelleros, que los Cabezas Redondas lla-
maban por irrisin la plata de los dedales, haca un
papel poco lucido. Pero como los siete condados del
Este no perseveraron en su adhesin al Parlamento, fu
preciso buscar nuevas fuentes de ingresos y se intro-
dujo la sisa, imitando el ejemplo dado por Holanda, du-
rante su guerra de la Independencia. Era un impuesto
de consumos universal y permanente. El rey y los ca-
balleros protestaron contra esta novedad, calificndo-
la de tirnica, pero se apresuraron implantarla en las
localidades en que dominaban. Con la sisa, conserva-
da por la Restauracin, comienza el sistema rentsti-
co moderno, pero algunos de los antiguos errores si-
guieron en vigor hasta despus de la revolucin
de 1688.
154 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA.

Uno tan slo ha sido mantenido hasta nuestros


das: aquel por virtud del cual la land taz contribu-
cin territorial se percibe con arreglo una base que
tiene dos siglos de fecha. Su reforma parece inevita-
ble y cercana.
VII

La distribucin de la riqueza en Inglaterra en las diferentes pocas.

Importancia de este asunto en relacin con los progresos del pas


en poblacin y riqueza.Ojeada sobre la distribucin contem-
pornea de la riqueza.Autonoma de las aldeas. La mag-
nitud de las Iglesias inducciones derivadas de este hecho.
Los condados ricos y los condados pobres.Repartimientos por
condados en 1341, 1375, 1453 y 1503.Prosperidad de los conda-
dos de Norfolk y de Oxford.Riqueza relativa de las ciudades.
Repartimientos en el siglo xvx.Las evaluaciones de 1660 y
de 1672.La poblacin de Inglaterra y del pas de Gales.Las
casas y los hogares en 1690.Los progresos de la Inglaterra del
Norte.

No hay en la historia econmica de Inglaterra cues-


tin ms interesante que esta en que vamos ocupar-
nos, pero pocas hay tan obscuras y ninguna en que los
datos estn repartidos con tanta desigualdad. He con-
sagrado un cuarto de siglo estas investigaciones, y
aunque he conseguido esclarecer con nueva luz ciertas
pocas, quedan grandes intervalos sumidos en las ti-
nieblas, sin manuscrito ni libro impreso alguno que
pueda servirnos de gua. Por ejemplo, no he descubier-
to nada que sea preciso y autntico, respecto al largo
y agitado perodo que se extiende desde el reinado de
Enrique VIII hasta los acontecimientos que precedie-
ron inmediatamente la guerra civil de 1642, pues por
lo que toca las vagas apreciaciones sociales de los
156 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

historiadore s contemporneos, me han inspirado siem-


pre desconfianza, ya se trate de monjes, como Mateo
Paris, ya de otra clase de historiadores, como Ciaren-
don. Este, por ejemplo, ensalza la prosperidad del pas
durante los once aos que el Gobierno dej pasar sin
convocar al Parlamento. Pero del examen compara-
tivo de los salarios, de los arrendamientos y de los
precios, resulta para mi la conviccin de que fueron
aquellos aos un perodo de gran miseria para los tra-
bajadores y para los colonos.
Si poseyramos datos exactos sobre la distribucin
de la riqueza en las diferentes pocas de nuestra histo-
ria, nos daramos cuenta con la mayor exactitud del
nacimiento y desarrollo de nuestras industrias, del
partido que saban sacar nuestros padres de los produc-
tos de nuestro suelo y de nuestro clima, de la eficacia
de las medidas adoptadas por el Gobierno para mante-
ner la seguridad y la defensa nacional; comprobara-
mos los efectos de la legislacin sobre la industria y la
prosperidad pblica y podramos calcular el nmero,
la densidad y las agrupaciones de la poblacin. Esto es
lo que, con todo, voy tratar de hacer, con la esperan-
za de llegar conseguir algunos resultados duraderos.
Aun en nuestros das, envueltos como nos hallamos
en una muchedumbre de estadsticas, no es fcil deter-
minar con exactitud la distribucin de la riqueza.
Desde principios de siglo hacemos censos decenales,
pero una comarca en que la poblacin es densa, no es
siempre una regin prspera; ejemplo de ello Irlanda
y el estado miserable de la raza que la habita.
Los dos elementos de clculo que menos engallan
son los estados, analizados debidamente, de los pro-
ductos de la income tax, y las evaluaciones oficiales que
servan de base la reparticin de los impuestos. Pero
3. E. THOROLD ROGERS 157

ni unos ni otros nos libran en absoluto del error. El


legislador ha encomendado la misin de formar estas
evaluaciones, hasta para la propiedad urbana, los ma-
t)ceistrados de los condados, los cuales hacen sospe-
chosos de parcialidad las preocupaciones de clase. Bajo
pretexto de que el valor en alquiler es mnimo, sun-
tuosos hoteles han sido tasados muy bajos. En unas
partes la propiedad es evaluada con arreglo su pro-
ducto bruto, en otras con arreglo su renta lquida. A
veces, tal propiedad, cuyo poseedor disfruta de las ven-
tajas de un monopolio indirecto y percibe un suple-
mento de alquiler, queda libre de toda contribucin
por este concepto.
Sin detenernos en las anomalas de la income tax, no
sucede que tal fbrica situada en su condado enrique-
ce un industrial que reside en otra provincia? La re-
particin de los impuestos por condados no da la ima-
gen exacta de la localizacin de la industria produc-
tiva, sobre todo en ciudades como Londres, donde la
clase que gasta est mucho ms ampliamente repre-
sentada que la clase que produce. La poblacin del
Yorkshire y la del Lancashire representan indudable-
mente una produccin de riqueza ms considerable
que la de los condados de Middlesex y de Surrey, que,
sin embargo, preceden aqullos en nuestros res-
menes estadsticos.
El problema es infinitamente menos complicado en
lo relativo una parte de la Edad Media, pero no tene-
mos ms que una fuente de informacin: el catastro lla-
mado .Domesday book. Formado con el fin de que pro-
porcionara la enumeracin de todas las riquezas que
enencerraba cada comarca, consigna al pormenor los
recursos de cada seoro, de cada parroquia, de cada
feudo, el nmero de propietarios y de habitantes, as
158 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

como la relacin de sus prestaciones personales y rea-


les. Es un documento, no slo notable, sino nico, pues
no se encuentra nada semejante en los archivos de
ninguna otra nacin y ha sido el primero y ltimo
trabajo de este gnero ejecutado en Inglaterra. Sin
embargo, no ha sido analizado nunca desde el punto
de vista de la estadstica y del problema que nos ocu-
pa problema que, repito, era menos complejo cuando
la sociedad se compona de menor nmero de elemen-
tos que ahora, los cuales se hallaban todos en contacto
unos con otros.
El campesino y el ciudadano se movan, en efecto,
en un crculo muy reducido, seoro parroquia, don-
de vivan sometidos un sistema de solidaridad basado
en la costumbre. Se sentan extraos en cualquier otra
parte no ser en las Asambleas de distrito y en el
Tribunal del condado. Ms all de los confines de las
aldeas se extendan espacios de terreno, veces muy
vastos, que no pertenecan nadie y por los cuales
vagaban los hombres que no posean tierras. La tra-
dicin que nos pinta los outlaws (1), viviendo en los
bosques de la caza furtiva y de la rapia y castiga-
dos si se les coga con penas ms rigurosas que las
impuestas los habitantes de las aldeas, los cuales
no molestaban jams, est confirmada, no slo por
nuestras antiguas baladas, sino por los relatos de los
cronistas.
Tal es la historia de los ladrones de la carrete-
ra de Alton, en el Hampshire, contada por Mateo
Paris. A Enrique III le cost mucho trabajo reprimir
sus fechoras, cuyo teatro era el bosque que desde
Southampton se extiende lo largo del camino que
(1) Literalmente fuera de la ley, proscritos; por lo grfico y
conocido de la palabra se conserva el vocablo ingls.(N. DEL T.)
159
J. E. THOROLD ROGERS

seguan los mercaderes procedentes de Francia. Los ri-


bereos de los ros del Hampshire no protegan estos
salteadores, pero no se oponan tampoco sus excur-
siones.
Un estudio, siquiera fuese superficial, de los archi-
vos de los seoros en el siglo xiv durante la poca
del apogeo de la antigua jurisdiccin de la Cour Leet
audiencia de justicia seorial, con su grande y su
pequeo jurado, nos iniciara en el funcionamiento de
este mecanismo legal , equilibrado sabiamente. De
igual manera que el rey presida sus audiencias de jus-
ticia por medio de un delegado, el seor del feudo se
hacia representar por su senescal intendente. El acu-
sado deba ser conducido su presencia, y si la acusa-
cin era grave se constitua un jurado para juzgarle.
Hace algunos aos publiqu el relato de una de estas
causas criminales, as como la sentencia recada y su
ejecucin en el seoro de Holywell en 1337. Cuando
se impona una multa, el senescal cobraba el importe,
por cuenta del seor. En mi opinin, la justicia de es-
tos tribunales fu ms equitativa y ms eficaz que la
de los jueces de paz, que los reemplazaron.
A excepcin del molinero y del mensajero pblico,
todos se consagraban la agricultura. El torno de hi-
lar y el telar se hallaban en cada albergue y los aldea-
nos tejan ellos mismos las telas con que se vestan.
Esto se deduce de la invariable clasificacin de la lana
en lana comercial y locks vellones, que se vendan
baratos para los telares domsticos. El camo era
cultivado en pequea escala, y hasta tuvo que ser im-
puesto este cultivo por Enrique VII, pues hubo mo-
mento en que se temi que fuera abandonado.
Junto estas industrias domsticas, diseminadas
por todo el reino, existan algunas fbricas locales de
160 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

lienzos y de telas de lana. Estas ltimas se c o ncentra-


ron en el condado de Norfolk, gracias su situacin
geogrfica de proximidad Flandes, pues su clima
fro y seco no es propsito para la tejedura, que re-
quiere, por el contrario, una atmsfera hmeda y una
temperatura uniforme. La poblacin era muy densa y
las ciudades de Aylsham y de Cromer mucho ms po-
pulosas y extensas que en nuestros das. Se ha querido
atribuir, sin embargo, la Inglaterra de la Edad Me-
dia una poblacin superior la que tena, invocando
el nmero de las grandes iglesias construidas en esta
poca en Norfolk. No debe olvidarse que la
mejor dicho su nave central, era el saln pblico de la
parroquia, donde se reunan las gentes para discutir
los negocios comunes y donde se almacenaban veces
los gneros de precio, como la lana. La idea de que la
iglesia debe ser reservada al culto data de Laud y del
siglo xvIr. Aqu, en Oxford, hasta la poca de aquel
prelado, la iglesia de Santa Mara sirvi de paraninfo,
donde se sostenan las tesis y se conferan los diplo-
mas y donde se juntaba el claustro universitario.
Los condados del Centro y del Este y, en el Medio-
da, el de Kent, eran los ms prsperos causa de su
abundancia en praderas naturles y tierras fciles de
labrar. El Devonshire, Cornwall, los condados del
Oeste, los que confinan con el pas de Gales y los del
Norte eran los ms pobres y su penuria estaba agra-
vada todava por las continuas incursiones de los es-
coceses y de los habitantes de Gales. York figuraba
veces en segundo lugar entre las ciudades del reino,
inmediatamente despus de Londres, pero todo el resto
del pas situado al Norte del Humber se hallaba muy
atrasado, era poco seguro y su poblacin escasa. Se
vean fuertes castillos y opulentos monasterios, pero
J. E. THOROLD ROGERS 181

las ciudades eranpequeas. Manchester y Liverpool


eran entonces grandes aldeas, y la parte occidental del
Yorkshire, no era ms que una serie de arenales incul-
tos en la parte alta del terreno y de pantanos estan-
cados en los valles. Se aplicaba los salteadores un
sistema sumario de justicia y las costumbres groseras
de los habitantes hacan que fueran temidos y detesta-
dos por sus vecinos del Sur.
Nuestra principal y casi puede decirse que nues-
tra nica fuente de noticias la constituyen los re-
partimientos que se formaban cada vez que el Par-
lamento votaba una contribucin. Los impuestos ms
frecuentes, sobre todo en tiempo de guerra, fueron
las contribuciones directas llamadas dcimas y quin-
cenas. Como ya he dicho, tenan una base fija, que
siendo equitativa al principio, dejaba de serlo andan-
do el tiempo. He hallado once de estos repartimientos,
pero ninguno de ellos se refiere al final del siglo xvi,
poca particularmente interesante, en que se verifica-
ron cambios econmicos tan importantes en Inglate-
rra, y en que acaeci la supresin de los conventos,
la mudanza de las formas de tenencia de tierras y la
afluencia de metales preciosos del Nuevo Mundo. Exa-
minaremos en particular cada repartimiento y las cir-
cunstancias en que fu formado.
En 1341, poco antes de la gran peste, Eduardo III
pidi al Parlamento que le apoyara en su reivindica-
cin del trono de los Valois. Se le otorg un subsidio
evaluado en lana, repartir entre todos los condados,
excepcin de los de Durham y Chster, que tenan
una administracin especial. Cuatro ciudades tan slo
fueron objeto de un reparto separado: Londres, New-
castle, Brstol y York, clasificadas por el orden en que
las cito. El pago no deba verificarse precisamente en
11
162 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

especie, aunque no he hallado en los registros del Par-


lamento la indicacin del valor en que se estimaba el
saco de lana. Le asigno el valor medio de la lana en
aquella poca, sea 4 libras esterlinas por saco.
En 1375, despus de la gran peste y en plena pro..
paganda de Wiclef, Eduardo III, que haba perdido
sus conquistas y hasta sus posesiones hereditarias de
Guiena, acudi al Parlamento, el cual vot una con-
tribucin en dinero y repartida como de costumbre
entre los condados y cinco ciudades: Londres, Bristol,
York, Kingston y Bath.
En el captulo anterior he mencionado las votacio-
nes de impuestos en 1453, cuando ocurri la subleva-
cin de los gascones contra el rey de Francia, y
en 1473 durante el reinado de Eduardo IV. El condado
de Durham fu comprendido en el repartimiento, as
como diez ciudades: Londres, York, Noriwch, Bristol,
Coventry, Newcastle, Hull, Lincoln, Southampton y
Nottingham.
Cuando en 1503, por primera vez desde haca siglo
y medio, reclam Enrique VII al Parlamento la anti-
gua ayuda feudal que se pagaba con motivo del in-
greso del hijo primognito del rey en la caballera
del matrimonio de la hija mayor del monarca, tributo
que jams haba sido exigible ms que los feudata-
rios principales del rey, se procedi un cuarto re-
partimiento que comprenda diez y siete ciudades:
Londres, Brstol, York, Lincoln, Glocster, Norwich,
Shrewsbury, Oxford, Salisbury, Coventry, Hull, Can-
torbery, Southampton, Nottingham, Worcster, Sou-
thwark y Bath. Es probable que esta relacin com-
prendiera todas las ciudades de alguna importancia
en aquel tiempo; hasta entonces no se haba gravado
con cuotas de contribucin separadas ms que las
168
J. E. THOROLD ROGERS
ciudades
ciudadesq ue se conocan con el nombre de
i
de condado, las cuales, por tener arrabales importantes
y una circunscripcin extensa, eran asiento de las jus
ticias de lo civil y de lo criminal en sus reuniones pe-
ridicas.
Estos cuatro repartimientos abarcan un perodo de
ciento sesenta y tres aos, al cual sigui la supresin
de las rdenes monsticas y la depreciacin de los me-
tales preciosos, y nos permiten fundar nuestro juicio
acerca de la riqueza relativa de las ciudades y de los
condados, sobre el clculo de los contemporneos ms
competentes.
La cuota contributiva del condado de Middlesex,
comprendiendo la ciudad de Londres, excede de las
de los otros condados. Sin Londres, Middlesex pasara
del primer lugar al noveno, y, sin embargo, hasta me-
diados del siglo xvi, Londres no se extendi ms all
de la lnea de sus antiguas fortificaciones, y compren-
da grandes jardines y amplios espacios sin edificar.
Gran parte de las rentas actuales de la City, provienen
de terrenos, desiertos en otro tiempo, sobre los cuales
se han levantado infinidad de construcciones; el ms
extenso de estos terrenos, situado cerca de Saint Ja-
mes Street, en el West End, le fu donado para que
estableciera depsitos de agua. La poblacin no pasa-
ba de 50.000 habitantes, pero los mercaderes y los fa-
bricantes de Londres eran ya mucho ms ricos que
los de las otras ciudades del reino.
En el primer repartimiento, Norfolk ocupa el segun-
do lugar, adelantndose con mucho al condado de
Oxford; pero en las evaluaciones segunda, tercera y
cuarta, Oxford le quit aquel puesto, aunque Norfolk le
segua de cerca. La prominencia de Norfolk no era
debida su agricultura, puesto que la tierra era muy
164 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

pobre, sino las industrias florecientes implantadas


all. En las estadsticas de la income tax de 1860, y
tambin entre los treinta y siete condados que contribu-
yeroli en 1311, el de Norfolk figura el vigsimoquinto
v Oxford el dcimosptimo.
La categora elevada que se asign al condado de
Oxford se explica fcilmente. Casi todo su territorio se
hallaba cultivado y posea excelentes tierras de pan
llevar. Pero sin embargo, la causa primordial de su
prosperidad agrcola era el gran nmero de ricos pas-
tos naturales que se extienden al Norte y al Noroeste
de la ciudad de Oxford. En la Edad Media, antes de la
introduccin de las races y de los forrajes artificiales,
el arrendamiento de los pastos produca de ocho doce
veces ms que el de las tierras de labor.
Los cinco condados siguientes eran los de Bedford,
Kent, Berks, Rutland y Cambridge. A veces, el de
Kent ceda el puesto al condado de Hunts. El Lancas-
hire, Cumberland y Northumberland aparecen lo l-
timo de la lista. El acre de tierra del condado de
Oxford soportaba una cuota diez veces mayor que la del
acre situado en aquellos tres condados. A pesar de su
superficie triple, el West Riding de York slo contri-
bua con la mitad de lo que pagaba el condado de
Oxford. Ni siquiera se sospechaba la existencia de las
riquezas minerales del Staffordshire y los modernos
centros de prosperidad eran regiones yermas y desier-
tas. Nada alteraba el silencio de la ra de Mersey, el
Irsvell no era ms que un ro torrencial. Bradford y
Leeds hacan un reducido comercio de paos y Shef-
field fabricaba algunas armas ordinarias de acero. De
lo dems ramos tributarios de las provincias del Bal-
tico, de Flandes y de Espaa.
En 1341 la cuota que correspondi Londres en la
165
J. E. THOROLD ROGERS

contribucin de la lana fu la cuarta parte de la del


condado de Norfolk;pero en 1453, su contingente en la
contribucin de los arqueros fu ya superior. Londres
haba hecho grandes progresos durante la primera mi-
tad del siglo xv, como lo demuestran los archivos de
las Compaa de la City, que se salvaron del gran in-
cendio de 1665. Las clebres familias de comerciantes,
los Walworth y los Whittington en el siglo xiv, los
Chicheles y los Cannyngs en el siglo xv, se haban en-
riquecido rpidamente.
Lo que demuestra que los repartimientos se hacan
con equidad es que la cuota de Londres, triple de la
del Oxfordshire en 1453, se redujo la mitad de lo que
pagaba este condado en 1503, consecuencia de una
epidemia y de un incendio que destruy parte de la
ciudad. Bristol ocup sucesivamente los lugares ter -
cero, segundo y cuarto, y volvi figurar de nuevo en
el segundo en 1503, mientras Norwich y Glocster apa-
recan en el sexto y el quinto respectivamente. Estos
puertos del Avon y del Severn mantenan entonces un
activo comercio con Espaa y Portugal, pero no se de-
terminaron tomar parte en la expedicin de Sebas-
tin Cabot, que sali de Bristol en 1497. En los cam-
pos que rodean dichas ciudades, los aldeanos se
dedicaban la tejedura de lienzos y paos, industrias
que no se practicaban en el recinto de aquellas pobla-
ciones.
Mis investigaciones han sido infructuosas en lo re-
ferente al lapso de tiempo que media entre 1503 y 1636
y durante el cual se realizaron sucesos tan importantes
como la desaparicin de los monasterios, la decaden-
cia de las ciudades y de la agricultura, la extensin de
la cra del ganado lanar y de laindustria lanera, las alte-
raciones de la moneda, las guerras religiosas, la ruina
103 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

de Flandes y la consolidacin de la Repblica de Ho-


landa. Estos acontecimientos influiran seguramente
en la distribucin local de la riqueza. El condado de
Nerfolk, asolado por la insurreccin de Ket, habla vis-
to decaer su industria, que emigr las ciudades y
hasta lejanas aldeas; por esto, ya en el siglo xv, Fas-
tolfo compraba pao para sus soldados en Castle Com-
be en el Dorset, y al final de aquel siglo el Colegio de
Merton se surta en Norton Mandeville, en el condado
de Essex.
Cuando se impuso la contribucin para los buques de
guerra en 1636, Norfolk y los Condados de Oxford
y de Cambridge haban descendido los vigsimo-
quinto, dcimosptimo y trigsimotercero lugares res-
pectivamente; Middlesex, Herts , Bedford, Bucks,
Northhants, Berks, Leicster y Huns, eran los ocho
primeros, por efecto sin duda del elevado precio que
haba alcanzado el trigo. El Cumberland, Lancashiere,
Westmoreland, Durhan y Northumberland quedaban
la cola y la riqueza imponible por acre en el Middlesex
era 141 veces mayor que la correspondiente al Cum-
berland
Pasemos al repartimiento de 400.000 libras, que se
hizo en 1641 entre los condados y las ciudades de In-
glaterra y del pas de Gales, con el fin de sofocar la
insurreccin de Irlanda. Se observan alteraciones im-
previstas en el orden de cuotas de los condados: los de
Norfolk, de Kent, Suffolk, Essex y Surrey figuran la
cabeza, mientras que Rutland, North Hants y Leics-
ter haban descendido. Los condados cuya pobreza era
absoluta continuaron en los ltimos lugares, pero el
Lancashire pas del lugar trigsimonono al trigsimo-
quinto. No creo que el Parlamento procediera con par-
cialidad, pues algunos de los condados que le eran
J. E. TEIOROLD ROGERS 167

adictos fueron de los ms recargados. Pero este im-


puesto se vot y reparti entre el tumulto de la na-
ciente guerra civil y el trabajo de evaluacin se resien-
te algo de la premura con que fu llevado cabo.
Lo mismo ocurre con el repartimiento de 25 de Mar-
zo de 1649. Se fij la contribucin en 90.000 libras
mensuales que haban de cobrarse por espacio de me-
dio ao para atender al pago y al sostenimiento del
ejrcito. Se convino en que durante los expresados seis
meses se procedera hacer evaluaciones, escrupulosa-
mente calculadas, que pudieran servir de pauta para lo
porvenir y efectivamente se corrigieron algunos de los
defectos del repartimiento anterior. El Devonshire baj
al duodcimo lugar y Surrey al dcimo; los condados
de Essex, Cambridge y Sussex subieron al cuarto, al
sexto y al noveno lugar, por el orden citado. Respecto
de Sussex, el paso del vigsimotercero lugar al nove-
no debe atribuirse al desarrollo de sus altos hornos y de
sus fraguas que se hallaban entonces en plena activi-
dad, pero que comenzaron decaer el da en que los
bosques de la comarca quedaron consumidos.
El Parlamento promulg el 25 de Diciembre de 1649
el nuevo repartimiento que, con arreglo lo prometido,
haba sido formado con escrupuloso esmero, hasta el
punto de que sirvi de base al de 1672. El Middlesex
figura la cabeza, seguido por Suffolk, cuya cuota slo
se diferenciaba en una dcima parte de la de aqul. A
continuacin aparecen Surrey, Herts, Kent, Essex,
Bedford, Rutland, Norfolk y Cambridge. Los condados
del Este prximos Londres haban sufrido menos, al
parecer, con la guerra civil, que se hallaba ya prxi-
ma terminar; la industria lanera haba renacido en
Essex y las relaciones comerciales con el continen-
te y en particular con las Provincias Unidas, haban
168 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

tomado nuevo incremento. Sussex aparece el vigsi-


mocuarto, Entre los quince condados que siguen al de
Middlesex, la cuota correspondiente al acre de tierra
varia muy poco y los condados pobres continan en el
mismo orden relativo.
Las ciudades se hallaban clasificadas de este modo:
Londres, Norwich, Southwark (lo cual prueba que el
comercio de Londres haba franqueado el Tmesis),
Bristol, Glocster, Coventry, Chster, Southampton,
Huli, Haverfordwest, Newcastle y Poole. La guerra
civil haba causado crueles estragos en el Northum-
berland, donde la extraccin de carbn se haba inte-
rrumpido.
En 1657 se impuso Escocia un repartimiento men
sual de 6000 libras y otro de 9.000 Irlanda. Estos
dos pases, unidos Inglaterra, haban adquirido el de
recho de hacerse representar en el Parlamento de
Westminster. Las cuotas de las ciudades escocesas va-
ran desde 334 libras y 12 chelines mensuales, que fu
la que se impuso Edimburgo, 10 chelines, que era
lo que pagaba New Galloway. A una sola ciudad de
Irlanda se la impuso cuota aparte, y si la reparticin
se hubiera hecho con equidad, Dublin hubiera sido-
considerada como la segunda ciudad de las Islas Bri-
tnicas. La contribucin que se le seal era doble que
la de Edimburgo y la de sta triple que la de Dundee.
Glasgow figura en el tercer lugar.
Al verificarse la restauracin en 1660, el Parla-
mento comprendi que no era posible resucitar las
antiguas prestaciones feudales, pero se vi en gran
apuro para llenar el vaco de las 100.000 libras retira..
das por la Tesorera. En lugar de repartirlas entre sus
dominios, que eran los nicos que haban estado some-
tidos estos tributos, la aristocracia territorial encon-
J. E. THOROLD ROGERS 169

tr el medio de evadirse de ello estableciendo la Sisa


hereditaria, que grav tan slo las cerveceras insta-
ladas en las ciudades. Se haba estudiado, sin embar-
go, un proyecto con arreglo al cual aquella contribu-
cin deba repartirse indistintamente entre todos los
bienes inmuebles, segn el modelo del repartimiento
de la contribucin para los buques en 1642. Se aban-
don este proyecto, porque no pudo menos de re-
conocerse que los pequeos propietarios, que jams
haban estado sujetos estas prestaciones, no paga-
ran sin resistencia una contribucin de cuatro peni-
ques y 4 por libra esterlina, sea del 2 2 por 100. Las
circunstancias eran delicadas y el Gobierno no se sin-
ti con fuerza suficiente para disgustar los propie-
tarios, ni aun aquellos que deban su caudal las vi-
cisitudes de la guerra civil.
En el estado de cobranza que se form no se sigui
la norma del de 1636, por ms que se haba manifes-
tado la intencin de tomarle por. modelo. Suffolk,
Bedfordshire, los condados de Kent, Hertford, Essex,
Rutland y Sussex, ocupan correlativamente los luga-
res segundo, tercero, cuarto, quinto, sexto y sptimo.
La diferencia de cuota entre el primero y el ltimo
no pasa de un 20 por 100. El contingente de Middle-
sex no es tan elevado como anteriormente. Se confe-
saba, pues, de un modo implcito, que era absurdo
exigir la ciudad de Londres una fuerte contribucin
de origen feudal.
En 1672, una votacin verificada el 4 de Febrero
concedi un milln y cuarto Carlos II para los gas-
tos de la guerra que haba declarado torpemente
Holanda, sin provocacin alguna. Despus se efectu
la incautacin de los fondos depositados enpoder de
los plateros, que eran los banqueros de aquella poca.
170 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

La contribucin, siguiendo la regla establecida por la


Repblica, se exigi por cuotas mensuales, pagadas
por los condados, comprendiendo el de Durham y el
Cheshire, y por nueve ciudades. El Middlesex, sin
comprender Londres, era el que pagaba mayor cuo-
ta por acre, lo cual demuestra que la poblacin se
haba extendido ms all de los muros de la antigua
City. Esta cuota era triple que la de los condados
comarcanos. Vienen despus Suffolk, Surrey, Herts,
Kent, Bedford, Essex y Somerset. A pesar del gran
incendio y de la peste que haban asolado Londres,
el contingente de la City es considerablemente supe-
rior al de cualquier otro condado, pues el Yorkshire,
el ms extenso de todos, pagaba 1.600 libras menos.
Bristol, que se hallaba en posesin del comercio con
las colonias, figura en segundo lugar; la sigue de
cerca Norwich, ciudad tras la cual aparecen Exeter,
Worcster, Glocster, Haverfordwest, Lichfield y Poole.
En lo tocante los condados, notamos algunas fluc-
tuaciones. Surrey es el tercero, como en 1649; el des-
arrollo de la industria lanera hizo subir al Somerset
desde la dcimacuarta la octava categora; Essex,
que ocupaba el sexto lugar en 1649, no baj ms all
del sptimo, gracias la fabricacin de telas ordina-
rias de lana en Colchster; Norfolk pasa al duodcimo
puesto desde el noveno. En resumen, la posicin rela-
tiva de los condados sigui casi estacionaria, y ni-
camente el pas de Gales permaneci atrasado respec-
to de los dems. La riqueza imponible de los conda-
dos menos prsperos acusa algn aumento.
La ltima contribucin de que debo hablar fu el
impuesto territorial de 4 chelines por libra, votado
por el Parlamento despus de la revolucin de 1688,
y que deba producir cerca de dos millones, de los
J. E. THOROLD ROGERS 171

cuales corresponda la sexta parte Londres y al con-


dado de Middlesex. Los comisarios repartidores no
fueron designados por el Parlamento, que dej su
eleccin cargo de las autoridades locales, y se pre-
tende, no sin alguna apariencia de razn, que las co-
marcas favorables el nuevo rgimen se impusieron hon-
radamente las cuotas justas, mientras los partidarios
de los Estuardos fijaron su riqueza imponible en menos
del valor real de las fincas. La base de esta contribu-
cin ha permanecido invariable, y cien aos despus
la confirm el segundo Pitt y la hizo perpetua. En las
relaciones detalladas de que ha sido objeto, he obser-
vado que la cuota contributiva de la ciudad de Oxford,
muy adicta los Whigs, era considerablemente ele-
vada, pero que los colegios de la Universidad se
haban defendido cuidadosamente. Nuestra Universi-
dad, imbuda, en todas las pocas, de doctrinas reaccio-
narias y siempre dispuesta aprovecharse de los pe-
rodos de predominio de tales ideas, no se ha sacrifi-
cado jams por ellas en sus momentos de derrota. En
tanto que los Estuardos pudieron alimentar la espe-
ranza de una segunda restauracin, nuestros digna-.
tarios acadmicos y eclesisticos sostuvieron corres-
pondencia clandestina con los moradores del palacio
de Saint Germain, lo cual no les impidi aqullos
en manera alguna prestar todos los juramentos re-
clamados por los usurpadores. De esta manera satis-
facan su conciencia y conservaban la vez sus
honores y beneficios.
En este repartimiento figuran la cabeza Surrey, en
el segundo lugar y Hertford en el tercero, pero con
notable diferencia entre uno y otro. Bucks ocupa el
cuarto, Bedford, Berks y Essex el quinto, sexto y
sptimo respectivamente, Kenl el noveno, Suffolk el
172 SENTIPa ECONMICO DE LA HISTORIA

dcimo v Son/ erset el dcimotercio.' acusacin de


repartimie nto desigual parece justificada, aunque la
cuota: por acre no difiere tanto como otras veces entre
los condados del centro y los del Norte. La de Suffolk,
por ejemplo, no era ya doble que la de Shropshire, ni
triple que la de Yorkshire.
Hasta fines del siglo xvi, la poblacin de Inglaterra
y del pas de Gales no pas de dos millones y medio de
habitantes, y en algunos perodos fu bastante infe-
rior. Al final del siglo xvii vena ser de cinco millones
cinco y medio. He llegado este clculo valindome
de tres mtodos diferentes, los cuales me han condu-
cido al mismo resultado.
El rendimiento medio del trigo era de 8 bushels por
acre en la Edad Media, y la superficie de las tierras
sembradas ascenda tres millones de acres prxi-
mamente. El consumo anual, causa de la falta de
toda otra alimentacin vegetal, absorba 8 bushels por
persona. Quitando de la cosecha una sexta parte para
simiente obtengo la cifra mxima de dos millones y
medio de habitantes, cifra que debera reducirse tal
vez dos millones y cuarto, pues la deduccin de una
sexta parte para la sementera parece insuficiente.
En segundo lugar, tomo como punto de partida el
producto del impuesto de capitacin de 1377, que al-
canz milln y medio de personas. Aado un tercio
por los nios menores de catorce aos que se hallaban
exentos, agrego 162.000 habitantes ms por los ecle-
sisticos, mendigos y vagabundos, y llego de nuevo
la cifra anterior de dos millones y medio dos millo-
nes y cuarto de habitantes. En tercer trmino, he com-
parado en relacin un distrito del condado de York
un censo, hecho en el siglo xvr, con el censo del mismo
territorio, hecho en 1861. La cifra de la poblacin, con-
3. E. THOROLD ROGERS 173

signada en el primero, es precisamente la sexta parte


de la que arroja el segundo. Este distrito, enteramen-
te rural en el siglo xvi, ha continuado lo mismo en
nuestros das, y la sexta parte de la poblacin total
de Inglaterra en 1861 era exactamente dos millones y
medio.
Mis clculos han sido objeto de muchas crticas,
pero una larga experiencia me ha enseado que se
pierde el tiempo en discutir con adversarios que no
pueden alegar hechos, sino tan slo convicciones.
Otros testimonios indirectos anlogos nos permiten
determinar la poblacin que exista al final del si-
glo xvii. La superficie de las tierras sembradas de
trigo haba aumentado, pues la elevacin de los pre-
cios fomentaba el desarrollo del cultivo. El rendi-
miento haba subido 13 bushels y adems se consu-
ma centeno, cebada y avena. Deduciendo las semillas,
el suelo deba de poder alimentar cinco millones de
habitantes, con tanto mayor motivo cuanto que la ali-
mentacin de las clases trabajadoras haba empeorado.
Esta cifra se halla confirmada por el producto de la
contribucin sobre las casas y los hogares, establecida
en 1690 en los distintos condados de Inglaterra y Ga-
les. Se hizo un censo de las familias, y calculando
cuatro personas por cada una de stas llegamos una
cifra que excede poco de los cinco millones. El mismo
resultado se obtiene fijndose en el nmero de los bau-
tismos, de los matrimonios y de los entierros, apo-
yndose en los censos de las diversas sectas religiosas.
Dos puntos reclaman nuestra atencin antes de ter-
minar. El censo de los hogares, practicado en 1690, da
el nmero de casas y fuegos por condados; ciertas vi-
viendas, cuyo alquiler anual era inferior 20 chelines,
quedaron exceptuadas de la contribucin. El Westmo-
174 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

reland y el Cumberland no tenan ms que una casa


por cada 70,55 y 63,66 acres respectivamente,
tras el Middlesex y el Surrey tena una por 1,619
y 11,79 acres. En los condados de Durham y de Nor-
thumberland la poblacin era ms densa que en el Dor-
set, el Lincolnshire, el Sussex y el Hampshire, pero la
proporcin del nmero de hogares con el de habita-
ciones era mucho menos elevada y lo mismo en los
condados del Norte. En l Devon y el Dorset esta pro-
porcin es doble de la correspondiente al condado de
Durham. La vida era, por lo tanto, mucho ms dura en
las provincias septentrionales, aunque lapoblacin cre-
ci rpidamente, gracias la pacificacin de la fron-
tera escocesa y al desarrollo de las industrias textiles.
La segunda cuestin acerca de la cual he de decir
algunas palabras, aunque me propongo volver sobre
ella ms adelante, es la reparticin proporcional de la
contribucin de pobres al final del reinado de Carlos II.
El mximum corresponde al Middlesex (una libra por
cada tres acres), al que siguen Norfolk y los condados
que se libraron de los estragos de la guerra civil. Pero
las cuotas son muy bajas en el Norte y en los conda-
dos donde aqulla haba causado mayores darlos. De-
duzco de esto que parte de la poblacin haba emigra-
do hacia las regiones ms tranquilas del Medioda, y
que el resto, que permaneci en su antigua comarca,
se haba acostumbrado salarios reducidos y un re-
gimen ms frugal. Sin duda con el propsito de con-
tener esta emigracin se dict la ley domiciliando los
socorros parroquiales, ley que se dej caer en desuso
en el Norte, cuando un siglo despus el desarrollo de
la industria hizo recordar el exceso de poblacin del
Medioda.
j

VIII

Historia de las rentas agrcolas en Inglaterra.

Controversia sobre el origen de la renta.Las propiedades indes-


tructibles del suelo.Selden y el diezmo.E1 inters, los sala-
rios y la renta.Relaciones entre los propietarios agrcolas y
el trabajo.La civilizacin y el Gobierno.La agricultura pri-
mitiva en Inglaterra.La renta de las praderas naturales.Li-
bros de rentas.Obligaciones del propietario.Edificios pro-
pios del New College en Oxford, en el siglo xv.La explotacin
directa y sus resultados.Los arrendamientos en competen-
cia.Los arrendamientos excesivos y el derecho de embargo.
Los arrendamientos en el siglo Industrias domsticas
accesorias.Los propietarios en el siglo xviii.Opinin de Ar-
turo Young.Los cultivos de lord Lovell.Alza de los arrenda-
mientos.Precios de la lana y del ganado.Los Colegios de Ox-
ford y de Cambridge.

Desde los fisicratas y Adam Smith, la teora de la


renta ha sido una de las cuestiones ms discutidas en-
tre los economistas. Smith incurri en la inadverten-
cia, excusable en su poca, de incluir la renta en el
coste de produccin. Ricardo rectific el error de
Smith, y su explicacin del origen y del aumento de
valor de la renta ha sido aceptada con miras intere-
sadas (1). Aunque Mac Culloch la haya puesto en tela
de juicio, para rendir homenaje West y Ander-
son, esta teora, con sus secuelas de la ley de los
(1) Por parte de los propietarios, cuyos intereses favorece.--
(N. DEL T.)
176 SEN'T'IDO ECONMICO DE LA HISTORIA

rendimientos decrecientes, del margen del cultivo y


de la tierra que no puede pagar renta alguna, ha que-
dado consagrada y ha proporcionado asunto para innu-
merables disertaciones. A mi juicio, descansa en parte
sobre un axioma evidente y en parte sobre un error,
y el general asentimiento que ha alcanzado es uno de
los obstculos que nos impiden resolver el importante
problema que se impone nuestras meditaciones. La
agricultura ha decado; es urgente levantarla, y nada
retarda tanto su regeneracin como las falsas ideas di-
fundidas acerca de la naturaleza de la renta.
Soy el nico que ha estudiado la renta desde el pun-
to de vista histrico. He seguido, al travs de ms de
seiscientos arios, el pasado de muchos predios, cuyas
propiedades indestructibles, como las denomina Ri-
cardo, no han variado , pero cuyos arrendamientos,
comparados con los dems valores estimables en mo-
neda, han experimentado alteraciones asombrosas.
Puedo afirmar, con conocimiento de causa, que mien-
tras el precio del trigo ha subido en la proporcin
de 1 8, la renta, calculada en las mismas unidades
smbolos monetarios, se ha elevado en la proporcin
de 1 80. Las propiedades indestructibles del suelo, que,
los ojos del agricultor experimentado nada tienen de
indestructibles, justifican tanto menos esta fabulosa
elevacin de la renta de las tierras labrantas cuanto,
que la renta de las praderas naturales, que participan
mucho ms del carcter de indestructibilidad, no ha
seguido de cerca esta progresin vertiginosa.
Mr. Henry George, aceptando la doctrina de Ricar-
do, deduce de ella la confiscacin de la renta por el Es-
tado. Es muy curioso ver la teora que asigna la
renta un origen providencial, puesta al servicio de un
terico que quiere suprimirla. Por mi parte, yo, que
J. E. TrIOROLD ROGERS 177

rechazo dicha teora, apoyndome en los hechos hist-


ricos, creo que aceptar las ideas de Mr Henry George
seria cometer, no solamente una iniquidad, sino una
locura y una falta irreparable. Tal vez se me agradez-
ca algn da el haber demostrado que la renta no tiene
un origen trascendental y que es de institucin hu-
mana, como toda teora referente la distribucin de
la riqueza. De este modo continuar siendo justificable,
1
desde el punto de vista de la conveniencia general. El
clero de la poca de Jacobo I crea en el origen divino
de los diezmos. El jurisconsulto Selden demostr que
los diezmos eran de institucin humana, lo cual le vali
ser encerrado en una crcel. Pero durante los momentos
de eclipse de los derechos divinos del clero, ste se di
por muy satisfecho con poder defender la existencia de
los diezmos, invocando los prosaicos argumentos que
le haba proporcionado Selden.
Los economistas dicen con razn que el producto
total obtenido por la asociacin del capital, del trabajo
y de la tierra, se reparte entre los tres agentes aso-
ciados en la produccin, bajo las formas de intereses,
de salarios y de renta. En los salarios, como ya he ex-
plicado, es necesario incluir la retribucin del trabajo
del capitalista empresario, pues no se puede establecer,
en efecto, distincin lgica alguna entre el salario de
la direccin y el salario del trabajo manual; ambos se
revuelven en un gasto de energa muscular y nervio-
sa. El trabajo percibe su parte el primero, pues sobre
l pesan la conservacin y la retribucin del capital
por medio de los intereses, que por lo comn se deter-
minan en un contrato previo. La renta se toma de lo
que queda despus de esta doble deduccin
En poltica se dice usualmente que las leyes deben
hacerse y han sido hechas siempre por los propieta-
12
176 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

ros del suelo; esta es, en verdad, la tendencia domi.


nante. En un pas como el nuestro, donde la tradicin,,
las costumbres y las instituciones han estado someti-
das la voluntad de los propietarios, la enunciacin de
un hecho semejante ha venido ser cosa axiomtica.
Ciertos indicios denotan que esta supremaca est en
camino de debilitarse, pero ha posedo una fuerza
irresistible. Por desgracia, la naturaleza humana es
flaca y cuantas veces las instituciones han conferido
los propietarios una autoridad preponderante, otras
tantas han abusado stos, rechazando con indignacin
toda crtica de sus privilegios. Yo mismo, que profeso
opiniones muy radicales respecto de los propietarios
y los terratenientes de Irlanda, juzgara penoso poner
en armona mis intereses con mis principios si dis-
frutara de una renta de 30.000 libras esterlinas en
arrendamientos irlandeses.
En un captulo anterior mostr, al exponer el me-
canismo de los Estatutos de los trabajadores, lo que
han maquinado los propietarios para enriquecerse
costa del trabajo y para conservar una reparticin
desigual de la riqueza del pas. Ahora debo manifes-
tar de qu manera, segn confesin de los contempo-
rneos, se confabularon en perjuicio de sus colonos.
Invertira todo el tiempo de que dispongo en explicar
cmo se han descargado del peso de los gastos locales,
echndolo sobre los recursos generales del Estado,
pero probar que en el siglo xvir se condujeron de modo
que les hace acreedores una censura tan justa como
severa. Frente los capitalistas fueron menos afortu-
nados, aunque las leyes que hicieron votar contra la
usura y sobre el retracto de los bienes hipotecados
demuestran que obedecan invariablemente un m-
vil idntico.
J. E. THOROLD ROGERS 179

Los pueblos no pueden prescindir de un Gobierno


central, y, sin embargo, los Gobiernos, su accin, sus
leyes y sus Parlamentos les han hecho muchas veces
ms darlo que todos sus enemigos exteriores; los go-
bernantes han considerado sus poderes, no como un
mandato pblico, sino como un medio de aumentar
su caudal y su podero. El historiador que comprueba
que los efectos sobreviven las causas, tiene derecho
investigar las causas pasadas de los males presen-
tes, pero se expone que parezca que se indigna, de-
liberadamente y sin razn, de abusos olvidados y
que se le acuse de difundir intilmente la alarma,
cuando lo que hace es prevenir los legisladores del
peligro de legislar en defensa de sus intereses par-
ticulares.
El hecho que domina en la historia de la renta es
que el cultivo, por rudimentario que sea, produce ms
de lo preciso para la subsistencia del labrador y de su
familia. Antes, como ahora, un solo agricultor bastaba
para cultivar veinte acres de tierra. Admitamos que
su familia se componga de cinco personas, que una
tercera parte de su tierra est dedicada la produc-
cin de alimentos humanos, que los otros dos tercios
lo estn la de forrajes para el ganado y que el ren-
dimiento sea de un quar ter por acre: cosechar siete
quarters de trigo, cuando cinco personas no consumen
ms que cinco. Los dos quarters restantes proporcio-
narn la renta y las semillas; de este sobrante es de lo
que se ha apoderado el propietario, dndole el nom
bre de renta. No se equivocaba, por lo tanto, Adam
Smith al decir que la renta era un impuesto.
El estado ideal de la sociedad sera aquel en que la
tierra fuese tan abundante y tan frtil, que el valor de
su producto no pudiera cubrir ms que el pago de los
180 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA

capitales invertidos, los adelantos hechos al cultivo


y la remuneracin del trabajo. La renta habra dejado
de existir, y como no enriquece ms que al propieta-
rio, si desapareciera por causas naturales, ste sera
el nico que podra lamentar su extincin. Pero se-
mejante estado de cosas no existir jams. Mientras
la tierra sea objeto de propiedad individualy des-
graciados de nosotros el da que deje de serlola ley
inexorable que reduce los beneficios un nivel medio
general har subsistir la renta. Mientras haya hom-
bres que posean un capital y conocimientos de agri-
cultura, consentirn en pagar el uso de las ventajas
agrcolas que les aseguren ganancias superiores
este trmino medio. Hasta en el caso de que las tie-
rras labrantas se ofrecieran en cantidades ilimitadas
y con una fertilidad ilimitada tambin, unas seran
ms productivas que otras desde el punto de vista
econmico, aunque no fuese ms que por la mayor
menor distancia del mercado.
Hasta aqui tena razn Ricardo; slo que este des-
cubrimiento se remonta la poca de los reyes de
Egipto y de Babilonia. La renta no es, pues, una cosa
sagrada, pero se deriva del orden natural de las cosas.
En mecnic, el rozamiento no tiene tampoco nada de
sagrado, pero es un efecto natural inevitable, cual-
quiera que sea el mnimum que se pueda reducirle.
Si los progresos de la organizacin econmica de la
sociedad han permitido reducir el coste de la produc-
cin y del transporte del trigo, de manera que nos
hayamos aproximado un poco ms al estado ideal,
sera tan absurdo deplorarlo, como seguir valindonos
de los canales y de las carreteras, cuando tenemos el
ferrocarril nuestra disposicin. Accedo condoler-
me del hombre cuyos capitales han servido para abrir
J. E. THOROLD ROGERS 181

un canal abandonado, pero le compadezco lo mismo


que cualquier otra persona que ha sufrido reveses
de fortuna. Si insistiera en que el canal fuera decla-
rado cosa sagrada y en que se me obligara servirme
de l y asegurarle sus peajes, mi compasin se con-
vertira bien pronto en clera.
No trato de predecir que el suelo ingls no podr
soportar renta en lo futuro, ni que se ha hecho im-
posible su cultivo por la competencia de los cam-
pos de trigo de Amrica y de la India. Lo que creo es
que el antiguo sistema que ha servido de base las
relaciones entre el propietario y el colono ha cadu-
cado, y que es urgente seguir un nuevo camino.
La vuelta al proteccionismo agrcola no alterara en
nada los sufrimientos que engendra la situacin ac-
tual.
Desde la poca la cual se remontan nuestros do-
cumentos ms antiguos hasta mediados del siglo xvr,
es decir, durante tres siglos completos, la renta de la
tierra labranta vari entre 6 y 8 peniques por acre.
Este era el precio pagado por los arrendatarios y por
los censatarios (socagers); la posesin era fija y la
renta invariable para ellos, como para los siervos,
quienes pintan nuestros pedantes jurisconsultos como
si no hubieran tenido ms que una posesin precaria,
subordinada al capricho del seor. Los registros de las
audiencias seoriales prueban, por el contrario, que
la posesin era fija, aunque se hallase recargada de
prestaciones de carcter humillante. La inmoviliza-
cin de las familias en cada parroquia tuvo conse-
cuencias econmicas significativas, y explica la re-
sistencia, muchas veces secular, que opuso esta cir-
cunstancia las tendencias perjudiciales. Retard el
reinado de los arrendamientos en competencia; ense
182 SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA

los habitantes que puesto que no era conveniente


que se arraigaran los extrados en el suelo del se-
oro, los vecinos no deban explotarse unos otros,
y que el propietario deba contentarse con la renta tra-
dicional. En las poca de caresta los propietarios
se esforzaron en hacer subir la renta indirectamente,
bajo la forma de recargos suplementarios que exigan
al firmarse y al renovarse cada vez el contrato de
arrendamiento. A principios del siglo xvir procuraban
imponer frecuentes multas los censatarios, y apro-
vechaban la oportunidad de la menor infraccin, para
elevar de este modo el importe de sus rentas y aumen-
tar las prestaciones de los enfiteutas su toma de po-
sesin, ya fuera por virtud de una enajenacin, ya
por efecto de una herencia.
La renta que se sacaba de las praderas era mucho
ms elevada. He compulsado los arrendamientos pa-
gados en veinticuatro aos, comprendidos en el pero-
do que media entre 1295 y 1388 por las praderas de
Holywell, que se extienden lo largo del Cherwell,
desde el Parque de la Universidad hasta el lmite del
Magdalene College. Se arrendaban separadamente el
primer brote del heno y el retoo, designado en la
contabilidad con el nombre de relvannum. Por el pri-
mero el precio mximo fu 9 chelines por acre; por el
segundo 2 chelines y 8 peniques; tomemos como tr-
minos medios 6 chelines por el primero y un che-
ln 6 peniques por el segundo, sea 7 chelines y 6 pe-
niques por acre en todo el ao. Arrendamientos pare-
cidos se han descubierto en los siglos xv y xvr. Estas
rentas tan elevadas de los pastos naturales se expli-
can por la escasez de forrajes de invierno y por los
pocos gastos que requiere esta explotacin.
En. el siglo xvii la renta del acre de tierra labranta
183
J. E. THOBOLD ROGERS

oscila entre 3 chelines y 6 peniques y 6 chelines. Poseo


tres documentos que corroboran estas cifras. El pri-
mero es el estado de los arrendamientos percibidos en
Holkham, en las haciendas del clebre juez Coke,
desde que se retir en 1629 hasta 1706, poca en que
el inmueble perteneca uno de sus descendientes.
Durante este lapso de tiempo la renta permaneci casi
invariable, y 20 parcelas grandes se arrendaron ra-
zn de una renta media de poco menos de 6 chelines
por acre.
E

El segundo de los libros registros de rentas (ren-


tals) me ha sido facilitado por lord John Manners y
enumera las rentas del dominio de Belvoir antes y
despus de 1692. La renta media de 3 chelines y 6 pe-
niques, anterior 1692, subi despus de esta fecha
3 chelines y 10 peniques. La noble familia de los
Manners ha sido en todos tiempos liberal con sus
arrendatarios, y los arrendamientos fueron siempre
muy bajos en Belvoir pesar de la buena calidad
de la tierra.
El tercer documento es un estado de las rentas per-
cibidas por el conde de Kingston en 1689 y se halla
entre los papeles de Pepys, en la coleccin Rawlinson,
sin que me haya explicado cmo lleg manos de
Pepys. Los arrendlmientos son muy elevados en apa-
riencia, pero ms de la mitad del dominio consista en
praderas y pastos, que haban conservado un valor
relativamente subido. Slo dos pequeas parcelas, en-
teramente compuestas de tierras de labor, aparecen
arrendadas, incluyendo una habitacin en cada una
de ellas, razn de 6 chelines y 8 peniques por acre.
En resumen, considero que la renta media de una tierra
de labor de buena calidad era en el siglo xvii 4 che-
Enes y 6 peniques por acre.
184 SENTIDO ECONMICO DE L
\ A HISTORI-.4

En los tiempos primitivos, la costumbre seguida en


Inglaterra hizo que todas las mejoras permanentes y
todas las reparaciones estuvieran cargo del propie-
tario del inmueble, ya se tratase de propiedades rsti-
cas, ya de propiedades urbanas. Al propietario que ha-
ba construido su costa los edificios, le correspondi
su conservacin cuando dej de utilizarlos directa-
mente. En el siglo xv, hasta aseguraba sus colonos
contra las prdidas extraordinarias. As, por ejemplo,
New College arrendaba una granja en el Wiltshire,
asegurando al colono de toda prdida que excediese
del 10 por 100 del rebafio de ganado lanar. Este ries-
go no era insignificante, pues en dos aos consecuti-
vos, 1447 y 1448, tuvo que costear 73 y 116 carneros
un solo terrateniente. En 1500, el Magdalene College
reembols el valor de 607 carneros sus colonos. Las
cargas tradicionales del propietario no eran, pues, li-
geras, y ste no poda eludirlas. La ley llamada de Di-
lapidaciones eclesisticas es un vestigio de aquella
aneja costumbre, universal en un tiempo, y que ha
seguido regulando las obligaciones del propietario en
Inglaterra, hasta el punto de que se le ha dado el nom-
bre de sistema ingls. No hace mucho que dominaba
en Escocia un sistema enteramente opuesto, que impe-
ra todava en Irlanda, donde todos los trabajos de me-
jora y la construccin de los edificios son de cuenta
del arrendatario. Por esto hemos visto al Parlamento
establecer, con el nombre de derecho del terrateniente,
un verdadero sistema de propiedad colectiva entre el
propietario del suelo y su colono.
Algunos documentos del siglo xv arrojan mucha luz
y dan datos curiosos sobre la manera cmo se aplicaba
esta costumbre la propiedad urbana de las ciudades.
El New College posea, en 1453, casas que producan
J. E. THOROLD ROGERS 185

una renta anual de 58 libras, un cheln y un penique,


renta sobre la cual pesaban algunas cargas fijas, espe-
cialmente memorias eclesisticas, cuyo importe se ele-
vaba 12 libras, 11 chelines y siete peniques. La ren-
ta lquida parece que debi de ser 45 libras, nueve
chelines y seis peniques, pero los gastos de conserva-
cin eran enormes. Se reemplazaban por cuenta del
propietario las muestras de las tabernas, los cubos y
las cuerdas de los pozos, los picaportes y las cerradu-
ras de las puertas. Deduciendo estos gastos y la baja
de alquileres por las habitaciones desalquiladas, el
Colegio lleg no cobrar ms que tres libras y cinco
chelines en todo un ao. Qu dicen esto nuestros
propietarios actuales?
No parece que la concurrencia de los arrendatarios
haya determinado el curso de la renta en el siglo xv, ni
que en el siglo xvi siquiera haya infludo tampoco de un
modo constante. Hallamos, sin embargo, algunos tes-
timonios que indican que los propietarios se servan de
la amenaza del desahucio, y de triquiuelas legales
para obtener arrendamientos elevados. Fitz Herbert,
que escribi hacia los comienzos del reinado de Enri-
que VIII, y Latimer, en sus sermones, predicados al fir al
del mismo reinado, hablan, el uno de los peligres que la
rapacidad de los propietarios territoriales hace correr
los labradores que mejoran sus tierras, y el otro del con-
traste entre el estado floreciente de la hacienda arren-
dada por su padre y la miseria del sucesor de ste,
arruinado por las rentas excesivas. Al final del siglo
se formularon las mismas quejas acerca de la exac-
cin de una renta exorbitante sobre las mejoras in-
troducidas por el colono. El nico medio de accin de
que dispona el propietario era la amenaza del desahu-
cio, temido siempre aunque tuviese entonces con-
1S6 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

secuencias menos desastrosas que en nuestros das. El


acta de 1576, que autoriz, mejor dicho, oblig las
Universidades y los Colegios de Eton y de Winchs-
ter percibir un tercio de sus arrendamientos en es-
pecie sea en gneros valuados en dinero, tuvo sin
duda por fin proporcionarles indirectamente algunas
de las ventajas de los arrendamientos en competencia.
En su origen, y durante siglos, la renta fu un im-
puesto destinado retribuir la proteccin positiva
aparente que los seores deban sus colonos. La fije-
za de la renta lo demuestra, pues para aumentarla era
preciso recurrir la violencia declarada medios in-
directos. Las rentas que se estipulaban en los arriendos
plazo fijo no excedan de la tasa usual de las pres-
taciones habituales, y de los Registros de rentas se
deduce que el precio de los gneros no hubiera hecho
posible el pago de arrendamientos muy recargados.
Cuando el colono no pagaba la renta no era fcil
para el propietario practicar el embargo. La renta se
deba por la posesin de la tierra y ocupando el colono
un mismo tiempo parcelas diferentes, como liemos
visto en el plano territorial de Gamlingay, el dueo se
hallaba veces en la imposibilidad de embargar, sin
exponerse una accin de daos y perjuicios basada
en una especie de interdicto posesorio. En la contabi-
lidad de los intendentes del siglo xv figuran con fre-
cuencia rentas calificadas de incobrables por esta
causa. Pero los landlords consiguieron, el estableci-
miento de una ley que les puso en condiciones de ejer-
citar una accin por deuda y por incumplimiento del
contrato. La renta se convirti en deuda privilegiada
imprescriptible, en dao de los terratenien tes , que
perdieron todo crdito con los banqueros rurales.
En la prctica, los arrendamientos en competencia
J. E. THOROLD ROGERS 187

y los arrendamientos de hambre se confunden. Teri-


camente, el colono es libre de tomar no la finca y de
retirar de ella su capital como se transfiere una cuenta
corriente de un banquero otro. La mayor parte de
los economistas, inducidos error por su aficin las
abstracciones y su desprecio de la realidad, imaginan
que el capital del arrendatario puede realizarse en
cualquier tiempo. El colono parece libre en el mo-
mento en que va contratar, pero muchas veces cede
al temor de perder su medio de ganarse la vida y no
posee ms libertad que el habitante de una ciudad si-
tuada por hambre. En todo caso deja de ser libre
desde el momento en que firma el contrato, pues le es
imposible liquidar el capital invertido en una explota-
cin agrcola sin una prdida que yo haba calculado
en el 10 por 100, pero que una de las autoridades ms
competentes en la materia, sir James Caird, estima
que es, por lo menos, el 15 por 100. De esta situacin
dificil se aprovechan los propietarios codiciosos y sus
administradores desalmados, y de este modo han re-
ducido la agricultura una decadencia irremedia-
ble. El colono se somete, confiando vagamente en una
caresta de los gneros y proponindose reducir sus
gastos. Si llevara una contabilidad en regla, se con-
vencera de que su ruina es segura.
Ningn propietario equitativo inteligente exigir
el mximum de renta que puede esperar de la puja en-
tre los colonos. Sabe lo que sus tierras pueden pro-
ducir y no alegar como excusa los ofrecimientos que
le dirigen arrendatarios que no estn en su juicio.
Cuando un prestatario ofrece el 15 por 100 de inters
un banquero prudente, ste se apresura negarle
la cantidad pedida.
Los arrendamientos del siglo xvii, por modestos que
1SS SENTIDO ECON()MICO DE LA HISTORIA

nos parezcan, se convirtieron bien pronto en arrencla


mientos de hambre, es decir, en arrendamientos que no
dejaban al colono ms que lo estrictamente necesario
para no morirse de inanicin, quitndole toda posibili-
dad de ahorrar y de mejorar el cultivo. Entonces, como
ahora, los defensores de los propietarios invocaron el
derecho de stos y rechazaron desdeosamente las que-
jas de los labradores. Por el contrario, los escritores
serios predicaron el ejemplo de Holanda, donde la in-
troduccin de los nuevos mtodos haba hecho flore-
ciente al cultivo y se condolieron de la miserable
condicin del agricultor ingls, obligado por la codi-
cia de los icindiords conservar mtodos anticuados.
Esta avaricia era un obstculo insuperable para todo
progreso. A fines de aquel siglo, Gregorio King traz
un cuadro de las rentas de las diferentes clases de la
sociedad, segn el cual un obispo poda ahorrar 400
libras anuales de su sueldo oficial de 1.300, mientras
que el agricultor, que figura en lo ltimo de la es-
cala, no poda economizar ms que 25 chelines sobre
un ingreso calculado en 42 libras y 10 chelines.
Sin embargo, en algunas regiones del Este, del Nor-
te y del Oeste de Inglaterra, los colonos se consagra-
ban industrias domsticas accesorias que les permi-
tan soportar los aumentos de la renta. Tal era la fa-
bricacin domstica de tejidos de lana, y en particular
de franelas, en algunos puntos de los condados de York
y de Lancastre. Los productos eran adquiridos por co-
rredores de comercio ambulantes. De esta clase era
tambin la industria de la tejedura de lienzos en el
Ulster, de Irlanda. Los progresos de la industria en
grande' han destruido en parte estas industrias caseras
y la situacin del aldeano ha empeorado naturalmente.
Todos los pases civilizados de Europa se han visto
J. E. THOROLD ROGERS 18

en la precisin de regular las relaciones entre el pro-


pietario y el colono, protegiendo al ltimo contra la
rapacidad del primero. En Francia, esta fu la obra
invencible de la revolucin de 1789; en Alemania, la
de Hardenberg y Stein despus del desastre de Jena.
En Holanda la reforma se verific ms tarde y lo mis-
mo en Suecia y Noruega. Dinamarca, tan miserable y
turbulenta en un tiempo como Irlanda, qued paci-
ficada por las bienhechoras iniciativas del obispo
]honrad. En Rusia, el czar anterior se consagr esta
misin. La reforma no se ha efectuado en todas par-
tes con arreglo un mtodo irreprochable, pero en
todas se ha hecho imposible retardarla por ms tiempo.
A principios del siglo xviii la renta agrcola era
de 7 chelines por acre, segn Jethro Tull, uno de los
primeros defensores de los nuevos mtodos de cultivo.
Hacia 1775 Arturo Young, que acababa de recorrer la
mayor parte de Inglaterra, la calculaba en poco ms
de 10 chelines. Esta vez el alza era legtima y justi-
ficada, por los adelantos que los propietarios haban,
introducido por s mismos. Sin embargo, el precio
del trigo segua siendo muy inferior al de 41 chelines
por quarter,, que se mantuvo durante el siglo xvii.
Otros precios de productos agrcolas permanecieron
estacionarios, y algunos podan considerarse ruino-
sos. La lana, por ejemplo, no vali durante mucho
tiempo ms que 3 peniques la libra, sea un precio
nominal inferior al de los siglos xiv y xv. Esto no im-
pidi que la renta se duplicara, lo cual demuestra que
en sus variaciones influyen muy poco los cambios de
la fertilidad natural del suelo, fertilidad bien fcil de
agotar y en cambio entra por mucho la difusin de
los conocimientos agrcolas entre los cultivadores.
Me figuro que la aficin repentina y universal haci
190 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

la agricultura que se apoder en el siglo XVIII de los


nobles ingleses, no fu inspirada nicamente por el de-
seo de consagrarse la instruccin de los colonos. Tuvo
como punto de partida, segn creo, la inteligente.
apreciacin de los beneficios que podan esperar aqu_
los del cultivo perfeccionado. La envidia que desper-
taba en su corazn el espectculo de la opulencia y de
la influencia crecientes de la nueva aristocracia del di-
nero, les impuls querer rivalizar en riqueza con una
clase la cual despreciaban y aborrecan.. La aristo-
cracia de la sangre estaba tan poseda de la preocupa-
cin de su categora, que los Lores propusieron que se
estableciera por un Acta del Parlamento una escuela,
costeada con fondos pblicos, donde slo se admitiera
los hijos de los nobles. Ante la oposicin de Walpole
resolvieron prudentemente distinguirse hacindose
tiles y consagrndose la agricultura. Se han in-
tentado ms experimentosdice Youngse han he-
cho ms descubrimientos y se ha desplegado mayor
suma de buen sentido en estos diez aos que durante
el siglo que les precedi. Y aade: Si esta noble ten-
dencia se sostiene, veremos la agricultura llevada
la perfeccin y fundada sobre principios tan exactos
y cientficos como el arte de la Medicina. Young
tenia razn, pero verdaderamente honra demasiado
la Medicina de su tiempo.
Alabando el ejemplo dado por los propietarios in-
gleses del siglo xviii, sera de mal gusto insistir sobre
las ganancias que obtuvieron de este modo. Reanuda-
ron la tradicin de sus antepasados de los siglos xru
y ny , que se haban esforzado en mejorar las razas del
y
ganado lanar, comprando carneros padres escogidos,
en mejorar tambin sus tierras margndolas, opera-
predio.
ci n que requera gastos iguales al valor del
J. E. THOROLD ROGERS 191

Los colonos que los reemplazaron tuvieron que renun-


ciar estos perfeccionamientos, demasiado caros para
ellos.
Entre todos los partidarios de la nueva escuela agr-
cola, lord Lovell, cuya contabilidad ha tenido bien
facilitarme su descendiente lord Leicster, fu cierta-
mente uno de los primeros innovadores y de los de
mayor iniciativa. Cosechaba cereales, haba estable-
cido una carnicera y no se desdeaba de vender carne
sus nobles vecinos. Fu el cervecero, el ladrillero y
el fabricante de cal de la comarca. Inspeccionaba sus
granjas, comprobaba las cuentas partida por partida,
y despus de obtener el importe aproximado de la
renta, de retribuir con largueza sus operarios, de ha-
ber margado parte de sus tierras introducido otras
reformas importantes y costosas, realiz un beneficio
liquido del 36 por 100 sobre los adelantos hechos en
el primer ao de la explotacin. Es segur que las
gentes del pas chapadas la antigua moveran la ca-
beza con aire de incredulidad, preguntndose qu re-
sultados podan dar las plantaciones de nabos y de
forrajes, recientemente inventadas. En cuanto los
colonos, teniendo la vista el desarrollo de los nuevos
mtodos, los adoptaron poco poco, pero sin resol-
verse jams llevar una contabilidad ordenada, lo
cual lament Arturo Young. Las rentas subieron, pero
nadie ha merecido mejor que nuestros propietarios
del siglo xvirr la riqueza que lograron adquirir.
La nueva agricultura no se extendi sin dificultad.
No era practicable en las campias abiertas ('upen
fields), y el acotamiento de stas fu largo y difcil.
No hay que confundir este cercamiento con la apro-
piacin de las tierras comunales, dejadas en barbecho,
que han desaparecido casi por completo, aunque toda-
192 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

va he visto campos de esta clase en el condado de


Warwick. Esta ltima apropiacin fu un robo siste-
mtico. Creo que, sin embargo, existen todava terre-
nos que son de propiedad privada desde el da de la
ALunciacin al de San Miguel y de propiedad colec-
tiva durante el resto del ao.
Los arrendamientos de tres chelines y seis peniques
en 1692 llegaron 36 chelines y ocho peniques
en 1854. La agricultura haba seguido progresando
mientras que las primeras materias haban bajado con-
siderablemente, y la diferencia entre el coste de pro-
duccin y el precio de venta de los productos agr-
colas se haba hecho considerable por efecto de la
escandalosa depreciacin de los salarios.
Hay uno dos puntos sobre los cuales quisiera dete-
nerme todava un instante. El precio de la lana fu, con
frecuencia, muy elevado en la Edad Media, y, sin em-
bargo, no hay indicios de que consecuencia de su
encarecimiento resultase alza alguna en la renta. Y es
que la principal palanca del alza de los arrendamientos
de tierras de labor es el temor del desahucio y de las
prdidas que ste acarrea al colono. El que se consa-
gra la cra de ganados no tiene su capital enterrado
en el suelo, lo realiza con pocas prdidas y sin dificul-
tad. La ganadera exige con todo una perspicacia par-
ticular, y deba de ser una profesin muy arriesgada
en la Edad Media, cuando las races forrajeras eran
desconocidas y los veranos secos, seguidos de invier-
nos rigurosos, solan ser fatales para los ganados.
Los bienes de las Universidades de Oxford y de Cam-
bridge y los de los Colegios de Eton y de Winchster
no han podido proporcionarme datos sobre la tasa de
los arrendamientos en la poca de la Reform a, pesar
de mis investigaciones. Si Enrique VIII hubiera vivido
J. E. THOROLD ROGERS 193

ms tiempo, hubiese devorado tales bienes inevitable-


mente. Isabel consinti que sus ministros se fincaran
costa de las propiedades de las dicesis. Los Cecil
saquearon sin piedad la Sede episcopal de Peterbo-
rough, y la de Exeter, que era muy rica, qued empo-
brecida por el pillaje de las familias nobles de los
condados comarcanos. Bien sabida es la historia del
canciller Hatton y del obispo de Ely (1) y la carta
amenazadora de Isabel al ltimo. Al cabo, cediendo tal
vez las instancias del Parlamento, la reina consinti
en proteger los prelados.
Los Colegios universitarios tuvieron motivo ms
que suficiente para alarmarse, y si conservaron sus
bienes inmuebles, fu porque los arrendaron precios
reducidsimos los personajes ms influyentes del rei-
no. Asi fa cmo los Cecil y los Derby arrendaron
mitad de precio tierras pertenecientes al King's Colle-
ge. Estas doctas corporaciones se encontraban en una
situacin apurada consecuencia del encarecimiento
de los precios, que se haban triplicado, y de la dismi-
nucin de sus rentas. El acta de 1576 vino en su ayu-
da autorizndolas percibir en especie parte de las
rentas de que disfrutaban. Antes haban tratado de
salir de sus apuros haciendo pagar cantidades ex-
traordinarias al renovar los arriendos, pero durante
mucho tiempo sufrieron las consecuencias de los arren-
damientos onerosos que se haban visto obligados
consentir.
Desde hace cerca de tres siglos, el precio del trigo
ha subido ocho veces lo que era entonces, y la renta
de las tierras de pan llevar 80. La renta de los pas-

(1) La reina sancion la expoliacin del prelado cometida por


Hatton, y amenaz al primero si trataba de resistir al despojo.
asz. DEL T.)

13
194 SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA
tos ha subido unas diez veces su valor antiguo.
Si la renta representara la retribucin por el uso de
las propiedades indestructibles del suelo, en los pas-
tos es donde hubiera debido manifestarse principalmen
te el alza, pero su causa principal ha sido la difusin
de los conocimientos agrcolas y la pericia de los colo-
nos. Como en el siglo xvii, vctimas de prcticas fa-
miliares los propietarios, los colonos se ven de nuevo
reducidos arrendamientos de hambre. En Irlanda,
donde de diez veces nueve no son ms que obreros que
reciben su jornal en tierras, no conocen otro rgimen.
As la Nemesis vengadora ha hecho pesar su influencia
sobre nuestros dos pases. Hasta el arriendo por diez y
nueve aos, que para el duque de Argyll constituye la
quinta esencia de la sabidura humana, est hoy muy
desacreditado. Cundo se acabar de reconocer que la
renta no tiene nada de providencial ni de divino, que
es de origen humano y que es producto de la inteli-
gencia, no del propietario, sino del agricultor?
Durante el curso de nuestra historia, los propietarios
han tratado de sostener artificialmente el precio de la
renta; primero, hambreando los obreros y descar-
gando en seguida sobre la generalidad del pblico la
obligacin de proveer la subsistencia de aqullos. He
mostrado ya los efectos desastrosos de este sistema,
pero no s si los propietarios y los colonos llegarn ja-
ms comprender que salarios reducidos y baratura
del trabajo no son trminos enteramente sinnimos.
me-
Los economistas de la escuela estulta, que por lo
nos han ledo Adam Smith, han llegado este punto.
ca
Estaba reservado al genio de un a g ente de or debe
Londres el descubrir que la miseria del trabajadmbio de
de la renta;
servir de palanca para un alza continua pro-
la nobleza
corresponda los economistas y
J. E. THOROLD ROGEB,S 195

vinciana el aceptar su teora y los hechos el refu-


tarla. Sin aventurarnos en consideraciones referentes
lo porvenir, podemos afirmar que los propietarios del
siglo xvni hicieron del colono ingls el primer agri-
cultor del mundo, y que los propietarios de nuestra
centuria le han reducido la mendicidad.
IX

La circulacin monetaria.

Primitivas monedas inglesas.El marco y la libra.Cambios en


el peso del penique.Extraccin de plata en Inglaterra.El
Cambista del Rey.Las relaciones entre el valor del oro y el de
la plata; causas que influyen en estas relaciones.El bimetalis-
mo.La ley de Gresham.Pagos efectuados al peso.Pruebas
de este hecho.La adulteracin de la moneda en el reinado de
Enrique VIII. Cambios sobre el extranjero,La reacuacin
en 1696.Suspensin de los pagos en especie.El seoreaje ,
Papel que desempea la moneda en los cambios, en el interior
y en el exterior.

El conocimiento exacto de la historia de la moneda


es indispensable para llevar trmino nuestro ensa-
yo de interpretacin econmica de la historia. Ella
sola puede aquilatar el valor de los resultados obteni-
dos por las investigaciones de nuestros eruditos en el
remoto pasado de la constitucin inglesa. No desde-
emos estos materiales del edificio que nos propone-
mos construir, pues sin materiales no puede edificar
nadie, como no sea el autor de un tratado de meta-
fisica.
Las naciones germnicas que se libraron de la do-
minacin romana tenan una unidad monetari a que
llamaban marco. El Occidente, sometido la adminis-
tracin directa de Roma, tena otra unidad denomina-
J. E. THOROLD ROGERS 197

da libra. A veces, como ocurri en Inglaterra, ambos


sistemas eran empleados simultneamente, y en re-
motos tiempos los valores se expresaban indistinta-
mente en marcos libras. El marco vala dos terceras
partes de la libra, pero nunca se acuaron marcos,
que eran, por lo tanto, una moneda imaginaria.
La plata fu durante mucho tiempo el nico metal
que se acuaba. En Inglaterra la libra sajona de la
Torre tena 5.400 granos. Enrique VIII la reemplaz
en 1527 por la libra de Troy de 5.760 granos. El peni-
que era de 22 1/2 granos en la libra antigua y de 24
en la nueva.
La ley de la moneda era 11,1 de plata fina por 0,9
de aleacin, y el antiguo Dilogo del Exchequer nos
revela que los oficiales de la Tesorera estaban obli-
gados comprobar la ley de las monedas que ingre-
saban en caja.
No se sabe qu nacin invent la moneda, si fi
Grecia, Sicilia Italia, que, dicho sea de paso, comen-
z por tener moneda de cobre, por hallarse este metal
frecuentemente, como el oro, en estado nativo. Pue-
blos civilizados como los egipcios, los asirios, los ba-
bilonios y las colonias fenicias no conocieron la mone-
da, sin embargo de lo cual exista en Babilonia un
sistema de banca muy adelantado. En nuestros das,
China no acua moneda de plata y se contenta con
una circulacin muy reducida. Los duros mejicanos que
sirven para liquidar las operaciones son fundidos en
barras tan pronto como llegan manos de los comer-
ciantes chinos, y estos lingotes se marcan con el
sello del contraste. Tales seran, sin duda, los proce-
dimientos de cambio que emplearon los pueblos civi-
lizados antes de la invencin de la moneda.
No me extender en disertar sobre los motivos que
19S SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA

han impulsado los pueblos civilizados aceptar la


moneda de oro y plata. Se hallan claramente ex-
puestos en la mayor parte de los tratados de Eco-
noma poltica. En lo referente la moneda, la
banca, los principios generales de la circulacin y
cuanto ms abstrusos mejor, Ricardo, cuya teora de
la renta he combatido, es una autoridad de primer
orden, pues siendo bolsista conoca fondo el meca-
nismo de estos asuntos y gan un caudal considera-
ble en poca en que un banquero hbil necesitaba reu-
nir todas las dotes de un estratgico esclarecido.
Los pueblos relativamente atrasados comenzaron
por imitar las medidas existentes. Nada tan inge-
nioso y tan categrico como el estudio en que el
numismtico Mr. Evans hace derivarse las monedas de
oro de nuestros antepasados bretones del statero ma-
cedonio de los ltimos reyes Temenidas.
Tomando la cifra 3 como tipo primitivo del peso del
penique de plata, Eduardo II le redujo en 1299 2,871;
Eduardo III, en 1344, 2,622, en 1346 2,583 y en
1353 2,325. En 1412, reinando Enrique IV, baj
1,937; en 1464, en el reinado de Eduardo IV, 1,55.
En 1527 Enrique VIII le redujo 1,378, y en 1543
1,163. En 1560, despus de la reacuacin de la mo-
neda, verificada por Isabel, su peso era 1,033, y en
1601 la reina lo fij en la tercera parte, exactamente
de lo que haba sido trescientos tres aos antes. He
comprobado por m mismo esta serie de pesos, com-
parando monedas antiguas y no desgastadas.
Hasta la elevacin de los precios, la plata fu ex-
trada en grandes cantidades en Inglaterra de la gale-
na sulfuro de plomo argentfero. No he tropezado
con mencin alguna de importacin de plomo, mien-
tras que nosotros proporcionbamos en abundancia

J. E. THOROLD ROGERS 199

este metal, muy buscado para las techumbres de las


iglesias, Francia y una gran parte de la Europa
Occidental. Tambin les suministrbamos plata, pe-
sar de las restricciones puestas su exportacin. Se-
gn las quejas generales, algunas de las cuales proce-
dan hasta de los mismos monjes, inclinados defen-
der los Papas, gran parte de la plata iba Avifin y
Roma y el descontento originado por la salida de
ste metal precioso contribuy determinar la ruptu-
ra efectuada en el siglo xvi.
Los polticos ingleses de aquel tiempo profesaban la
opinin de que el comercio con los pases extranjeros
slo sera beneficioso para Inglaterra si cada opera-
cin se liquidaba con un pago en metlico hecho
nuestros comerciantes. Se designaron, como ya he
tenido ocasin de decir, ciudades de escala, por las
cuales deba verificarse la salida de las mercancas.
Calais fu la ms importante, especialmente para la
exportacin de la lana, que era nuestro principal pro-
ducto. Como se desconfiaba de los comerciantes, muy
capaces de preferir sus intereses personales las teoras
de la Administracin, se nombr un alto dignatario,
el cambista del rey (King's Exchanger), que deba com-
probar en persona por medio de sus delegados que
cada operacin se saldaba con un pago en metlico. De
la Pule, nombrado por Enrique III fu el primero de
estos funcionarios en el orden de fechas, y Rich, conde
de Holland el segundo. Este cargo fu suprimido por
Carlos instancia de los mercaderes de Londres,
quienes haba tomado prstamo grandes cantidades,
y los cuales, basndose en la argumentacin de Sel-
den, sostuvieron que los nombramientos para el oficio
de cambista del rey eran ilegales. sin embargo, la ex-
portacin de monedas de oro y plata continu prohibi-
200 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

da hasta 1816; pero por una curiosa anomala se ha-


llaba autorizada la exportacin del oro en barras, en
monedas extranjeras en lingotes procedentes de la
fundicin de monedas de otro pas. Era necesario de-
clarar, bajo juramento , que las barras presentadas
para la exportacin tenan tal origen. Se buscaban
testaferros que prestasen este juramento y el oro ju-
rado, que as se le llamaba, vala tres medios peniques
ms por onza. Esta era la tarifa del perjurio.
La intervencin del cambista del rey fu siempre
ilusoria, pues si hubiera sido eficaz, hubiera determi-
nado una superabundancia de moneda y una elevacin
general de los precios, y, por el contrario, en el si-
glo xv los precios bajaron continuamente. Los comer-
ciantes se rean de las ciudades de escala y del cam-
bista del rey y hallaban medios de hacer pasar de con-
trabando mercancas mucho ms difciles de ocultar
que las monedas.
Durante mucho tiempo la plata fu, como ya se ha
dicho, el nico metal aculado. Sin embargo, se ase-.
gura que en 1257 Enrique III emiti moneda de oro
sobre la base de la relacin de 1G 1, pero cediendo
las representaciones de los comerciantes de Londres
la recogi cambindola por plata mediante un des-
cuento de 2 y 2 por 100. No se ha descubierto ejem-
plar alguno de esta moneda y parece probable que se
tratara de monedas extranjeras que el rey intent po-
ner en circulacin. En 1262, Enrique compr los ti-
pos de 9 y de 10 por 1, florines y besantes de oro des-
tinados ser convertidos en vajilla. Treinta aos
despus, Eduardo I compr cantidades considerables
de oro para dorar las cruces que erigi en memoria de
la difunta reina Leonor de Castilla. Esta vez la rela-
cin fu de 12 1. En 1345 Eduardo III acu mo-
J. E. THOROLD ROGERS 201

p edas de oro con arreglo la relacin de 13 y 4 1.


En su Tratado de las monedas del reino, obra que se
afirma fu escrita por Ruding, lord Liverpool pretende
que en los siglos xv y xvr la relacin baj 10,5 y
11,8 por 1. En el siglo xviii era de 15 1. Al su-
primirse los pagos en especie se fij la relacin de 15 2
1, pero la admisin de la plata dej de ser obligato-
ria. En la actualidad la proporcin es de 22 1.
La relacin entre el oro y la plata depende, cceteris
paribus del uso de estos metales en la circulacin. Sor-
prendido por un alza repentina del oro entre 1262
y 1296, hall la explicacin en Muratori, que me di
conocer que en aquel tiempo muchas ciudades ita-
lianas adoptaron la moneda de oro y la hicieron traer
de las escalas de Oriente, donde era de uso general y con
las que mantenan relaciones mercantiles continuas
Esta demanda era lo que haba hecho que se elevara
el valor del oro. El uso de este metal se generaliz en
el siglo xiv. En Avin, residencia de los Papas, se
empleaba la moneda de oro y 12 curia haca un agio
lucrativo con el cambio de las monedas de plata que
le eran entregadas. Los testimonios directos acerca
de la baja del oro en los siglos xv y xvi son muy ra-
ros, pero las relaciones con el Levante debieron de re-
sentirse de la cada del imperio bizantino y de la clau-
sura de las rutas comerciales del Asia central.
La relacin de 15 1 se estableci por efecto de la
afluencia de metales preciosos trados de Amrica y ha
experimentado importantes fluctuaciones que no han
estudiado bien algunos bimetalistas. En 1853 M. Che-
valier crea que el descubrimiento de las minas de oro
de California y Australia iba expulsar la plata de
los mercados, y Cobden se crey en el caso de tradu-
cir al ingls el libro en que se hallaba expuesta esta
SENTIDO ECONOMICO DE LA HISTORIA

doctrina. Despus de la guerra de 1870 Alemania


adopt el tipo oro Italia sigui su ejemplo. La
baja de la plata se produjo inmediatamente, y como
los Estados de la Unin latina limitaron la acufia-
cin de monedas de plata, el descenso se ha preci-
pitado an ms. Podra ser contenido si Austria y Ru-
sia convirtieran su papel moneda y si la China adop-
tara el tipo plata para, su inmenso y populoso imperio.
Es imposible determinar hasta qu punto puede re-
gular un Gobierno la circulacin monetaria, interior
en tanto que no influya en ella la tasa del cambio so-
bre el extranjero, el cual no estima en la moneda ms
que la cantidad de metal precioso que contiene. Dice-
se que en Rusia el rublo en papel se admite por todo
su valor nominal, aunque segn el curso del cambio
extranjero no vale ms que la mitad y que el rublo de
plata sufre all mismo la depreciacin correspondiente
al metal en que est acuado. Pero las relaciones de
Rusia con el exterior se determinan en oro y en este
metal paga aquel pas sus compras y percibe los dere-
chos de importacin. Lo mismo ocurre con la India. La
rupia ha conservado su valor en cambio en la penn-
sula indostnica, pero nuestras relaciones con ella,
como acreedores, de dicha comarca se saldan en oro.
Los sueldos civiles y militares son, en verdad, paga-
deros en plata, y por este motivo experimentan una
considerable reduccin. Los intereses de su Deuda ex-
terior son pagados en oro.
En el curso de una conversacin con el jefe de la
Casa de la Moneda me inform de si la diferencia con-
siderable de 30 por 100 que existe entre el valor no-
minal expresado en oro y el valor intrnseco, de las mo-
nedas de plata no haba originado la fabricaci n frau-
dulentas de monedas de plata de la misma ley oficial.
J. E. THOROLD ROGERS 203

Me contest que la Casa de la Moneda, prevenida de


antemano, no haba descubierto indicio alguno de una
fabricacin semejante. Y se puede creer, pues la ad-
ministracin de dicho establecimiento tiene un olfato
mucho ms sutil que la Junta de Artillera, que admi-
ti las bayonetas flexibles y los sables quebradizos de
que tanto han hablado los peridicos.
Tal vez tendr ocasin de hablar ms adelante del
bimetalismo. Es un asunto que est sobre el tapete y
que merece ser examinado por la notoriedad de sus
defensores. Sin embargo, ningn especialista defiende
este sistema; para admitirle sera necesario que tuvi-
ramos informes ms completos sobre las fluctuaciones
histricas de la relacin entre los dos metales y acerca
del alcance del poder de los Gobiernos, los cuales se
aconseja que asignen un valor artificial la moneda.
Adems sera preciso que los defensores del bimetalis-
mo nos dijeran qu sancin se dara al acuerdo por
virtud del cual se comprometieran los Gobiernos li-
mitar la acuacin de la moneda depreciada. La ma-
yor parte de aqullos reconocen que es indispensable
un convenio previo.
Volvamos la disminucin gradual del peso de las
monedas desde 1297 1600. Basndose sobre la ley de
Gresham, l cual afirma que la moneda de peor cali-
dad expulsa la buena de la circulacin, se ha credo,
y Adam Smith el primero, que en el siglo xv los pre-
cios se acomodaron al valor intrnseco y reducido de
la moneda que circulaba. Smith careca de datos para
estudiar este problema, pues entonces no se posea
otro libro sobre la materia que el ehroncon Pretiosu,m,
del obispo Fleetwood. Uno de los antiguos condisc-
pulos de ste, en Eton, que haba obtenido una beca
en el Ali Sonis College, disfrutaba de rentas persona-
20' iiVrFIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

les superiores rl 5 libras al ralo, lo cual era contrario


al Estatuto del Colegio. Invitado retirarse por el
clazistro acadmico, consult Fleetwood y le pre-
gunt cul era, en tiempo de la reina Ana, el valor
equivalente 5 libras durante el reinado de Enri-
que VI. Fletwood emprendi sus investigaciones y las
public. Durante mucho tiempo se han citado en Eton
sus cuadros de los precios del pan y de la cerveza,
pero el interesado no dej por esto de perder su beca.
Detengmonos en el siglo xv. En 1412 Enrique IV
haba reducido en una sexta parte el peso del penique
de plata, comparando los de su tiempo con los emiti-
dos por Eduardo III en 1353. En 1464 Eduardo IV re-
dujo en una quinta parte el penique de Enrique IV; la
reduccin total lleg poco poco la mitad. Con todo
no se seala movimiento alguno marcado en los pre-
cios. Desde 1410 1414 inclusive, y desde 1462 1467
inclusive tambin, el precio del trigo permaneci casi
invariable, aunque el cheln haba disminuido en 2
peniques durante el primer perodo y en 2 1/2 durante
el segundo. El precio del trigo sigui uniformemente
barato y el cambio sobre el extranjero inmvil.
Estas reducciones haban sido efectuadas por Enri-
que, que era impopular, y por Eduardo, que acababa de
ocupar el trono y tena que combatir con un partido
hostil. No obstante, las rentas que pagaban los colo-
nos, el importe de las cargas con que se hallaban gra-
vados la mayor parte de los dominios, las contribu-
ciones, las dcimas y las quincenas, todo, en fin, se
evaluaba en sumas fijas invariables. La moneda an-
tigua no haba sido recogida, pues en el siglo pasado
circulaban todava monedas de los Plantagenet. Y sin
embargo, el pueblo ingls, muy desconfiado cuando
le tocan al bolsillo, no haca oir queja alguna respecto
J. F. THOROLD ROGI7RS 205

de una reduccin de 40 por 100, que parece que debi


de disminuir los ingresos de todos. No puedo expli-
carme esta contradiccin sino admitiendo que la mo-
neda era entonces pesada y no contada, como en la
actualidad; que cuando se haba estipulado, verbigra-
cia, el pago de una libra de plata, se pagaban 5.400
granos hasta el ao 1527, y 5.760 granos desde esta
fecha, y que tal sistema continu en vigor hasta la
reacuacin de la moneda ordenada por Isabel. He
aqu los argumentos en que se apoya mi hiptesis:
1. Durante doscientos ochenta aos los precios co-
rrientes permanecieron, por decirlo as, invariables y
no fueron modificados por las pestes de 1348 y 1361
ms que en lo referente aquellos artculos cuyo coste
de produccin depende principalmente de la mano de
obra. Desde 1261 1400 el trigo estuvo 5 chelines
10 3/4 peniques por quarter, y desde 1401 1540 5
chelines 11 3/4 peniques.
Los precios de los productos extranjeros tienden
ms bien la baja que al alza, aunque no hay seal
alguna de que disminuyeran los gastos de produccin
y de transporte. Lo mismo ocurre con la lana inglesa,
y, sin embargo, ningn otro pas productor haba po-
dido entrar en competencia con Inglaterra.
2. Se compraban grandes cantidades de vajilla de
plata; la compra de este artculo era una mane-
ra de atesorar, pues la hechura no costaba cara y
tales piezas se podan vender empellar fcilmente.
El precio se determinaba en peso por libras, onzas
y adarmes, y se equilibraban los pesos de la vajilla
y de la moneda en los dos platillos de la balanza.
En 1493, el Oriel College compr 33 3/4 onzas de vaji-
lla de plata, parte de ella dorada, y la pag razn
de 2 chelines y 9 4 peniques la onza, precio inadmi.
206 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

sible si la moneda hubiera sido contada, pues los 9 1/4


peniques representaban el valor del dorado y de la
hechura. Podra citar muchos ejemplos anlogos.
3. En 1462 el oro se pagaba 30 chelines la onza,
siendo la relacin entre los dos metales, segn Ruding,
de 11,2 1. Este precio concuerda con el valor de la
moneda, admitiendo que fuera pesada, pero es inad-
misible si se supone que se contaba.
4. Sabemos que toda la prdida de la moneda de
mala ley, puesta en circulacin de 1543 1553, y que
dur veinte arios, recay sobre los trabajadores que
vivan de sus salarios. El comerciante pesaba y ensa-
yaba la moneda que le daban los compradores, pero el
obrero careca de este recurso.
5. Lo que ocurri al hacerse la reaculiacin de la
moneda en el reinado de Isabel, es una prueba con-
cluyente en absoluto.
Enrique VIII y los regentes, durante la minora de
su hijo, haban puesto en circulacin 631.950 libras, en
peso, de moneda de ley inferior, cuyo valor nominal
era 638.115, pues la diferencia representaba, sin duda,
el sefioreaje los gastos de acusacin. En realidad, la
moneda no contena ms que 244.416 libras de plata
fina, lo cual acusa una adulteracin que llegaba al 60
por 100. Con esta plata fina acu Isabel 733.248 li-
bras en moneda contada, y asegur que haba experi-
mentado prdida con esta operacin que al parecer
hubiera debido de proporcionarla un beneficio de
95.133 libras. Las afirmaciones de Isabel no son ar-
ticulo de fe, pero hay que tener en cuenta que se
haba visto obligada separar la plata de la gran
cantidad de cobre que estaba unida, y que las ope-
raciones de refinadura no eran cosa fcil en el si-
glo XVI; se cuenta que el residuo escoria no pudo
J. E. THOROLD ROGERS 207

ser utilizado ms que para componer los caminos.


6. La conquista de Mjico y el descubrimiento del
Potos no fueron seguidos inmediatamente de una
afluencia considerable de plata en Inglaterra. Esto
slo se verific por medio de operaciones de cambio,
que eran raras y lentas en aquella poca. El encare-
cimiento de las mercancas en el periodo que media
entre la reforma monetaria de Isabel y la poca en
que indudablemente se modificaron los precios en
Inglaterra por la afluencia de plata del Nuevo Mun-
do, es igual la diferencia entre los antiguos pre-
cios, determinados en moneda al peso, sobre la base
de la antigua libra de la Torre y los nuevos precios,
sea 2,75 1.
Tal vez me he detenido demasiado en la investiga-
cin de las pruebas en que se funda mi tesis, que creo
absolutamente comprobada, pero debo advertir que
de ella depende la interpretacin racional de los pre-
cios y de su primera alteracin hacia 1563.
Si podemos formar una historia razonada de los
precios en nuestro pas, es porque , exceptuando una
poca tan slo, no se ha adulterado la moneda en In-
glaterra. En otras partes el despotismo no conoci li-
mites. En Inglaterra la libra se redujo nicamente al
tercio de su valor primitivo; en Francia lleg, bajo el
nombre de franco, convertirse de 1 en i-1 En Esco-
70.
cia, donde la tirana de los primeros Estuardos fu
templada por el asesinato, baj la vigsima parte.
En el curso de nuestra historia la adulteracin sis-
temtica de la moneda no ha sido perpetrada desca-
radamente ms que por Enrique VIII, el rapiador
insaciable, quien su apologista M. Froude otorga el
ttulo de rey patriota. Esta operacin, segn dice el
citado historiador, no fu, en realidad, ms q ue un
SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

emprstito. Los monederos falsos deben estar muy


agradecidos M. Fronde por esta calificacin tan
corts.
La adulteracin fu gradual. La ley normal era de
11,1 partes de metal fino y 0,9 de aleacin. Baj poco
poco diez partes de metal fino en 1543, seis
en 1545 y cuatro en 1546. En 1549, Somerset, re-
gente durante la minora de Eduardo VI, emiti mo-
neda con seis partes de metal precioso, y en .1551 con
tres solamente; esta ltima encerraba dos terceras
partes de aleacin. Fu preciso detenerse en este ca-
mino, pues el crdito nacional estaba por los suelos.
Gresham, que era el agente del rey en Amberes, lo
declar paladinamente, y entonces fu cuando formu-
l la ley conocida con su nombre. Dos nuevas emisio-
nes de moneda, una absolutamente legal y otra que
casi lo era, se hicieron en los aos 1552 y 1553, pero
este numerario no fu puesto en circulacin en el
reino, sino reservado para enviarle Amberes. Mara
Tudor hubiera querido reformar la moneda, pero consa-
gr toda su energa la restauracin de la religin ca-
tlica. Estaba reservado Isabel dicho mrito (1), y
desde su reinado no ha vuelto adulterarse la mone-
da. Pero cost trabajo, en verdad, disuadir Carlos I
de cometer este abuso; su naturaleza moral le incli-
naba engaar sus sbditos ms bien que opri-
mirlos por medio de la violencia.
Es poco frecuente que las operaciones comerciales
con el extranjero se compensen con absoluta exacti-
tud, y en lugar de pagar el saldo en mercancas, re-
sulta, por lo general, ms cmodo abonarle en letras

(1) En el epitafio de Isabel se consign, como una glora legt-


ma, en esta forma: Moneta in justum valorem reducta. (N. DEL T.)
J. E. THOROLD ROGERS 209

de cambio. Esta operacin fu conocida muy pronto


en Inglaterra, de donde exportaban nuestros antepasa-
dos dos artculos principalmente: la lana, cuyo mono-
polio tenan, y la plata.
Las letras sacadas de Inglaterra giradas sobre
este pas se negociaban en Amberes, pero este tr-
fico decay cuando se hizo oneroso traer la plata de
las minas inglesas y cuando la ruina de las ciudades
Flandes detuvo la exportacin de las lanas britni-
cas. Nuestro poder de adquisicin de mercaderas ex-
tranjeras disminuy al verificarse la subida de los pre-
cios, que no coincidi con una elevacin de los salarios,
de las ganancias en general, ni de la renta. En el rei-
nado de Isabel, el movimiento mercantil con los pases
extranjeros, y de rechazo la circulacin de la moneda,
no llegaron la quinta parte de lo que en el siglo an-
terior haban sido. Por efecto del estado de nuestra or-
ganizacin agraria, los propietarios que vivan de ren-
tas fijas se vieron reducidos la estrechez, pues las
circunstancias impedan toda puja entre los arrenda-
tarios.
Las Universidades de Oxford y de Cambridge pa-
saron grandes apuros. Redujeron la ostentacin del
culto y dejaron de comprar libros. Se bebieron cerve-
zas ligeras en lugar de vino, dejando para las grandes
ocasiones las cervezas de calidad superior. Los varia-
dos y suculentos banquetes de las generaciones ante-
riores fueron sustituidos por comidas ms modestas de
vaca, de carnero y de pescado en salazn. El tarro de
las especias slo se abra en los das sealados; se adop-
t, en resumen, un rgimen de alimentacin propio
para regocijar el corazn de un proteccionista. Los co-
legios no respiraron con libertad hasta que, en 1576,
se les autoriz para percibir la tercera parte de sus
14
210 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

i'eutas en trigo s valuado al precio ms barato del da


en que verificaba el pago.
En el siglo xvIii los precios continuaron subiendo
rpidamente y la renta agrcola los sigui, acomodn-
dose esta vez la ley de Ricardo. Ya no se pesaba la
moneda, pero hacia el final del siglo se tropez con
una nueva dificultad. La moneda de plata grosera-
mente acuada se desgastaba, y tambin era cercena-
da deliberadamente. Primero se acus de esto los
judos, los que Oliverio Cromwell, el usurpador, ha-
ba autorizado para establecerse en Inglaterra. Otros
lo imputaron los plateros, los predecesores de nues-
tros actuales banqueros, sin duda fijndose en que se
enriquecan rpidamente. En lo que se pusieron las
gentes de acuerdo fu en reconocer que el cercenar la
moneda se haba hecho una profesin, y en ahorcar
los hombres y quemar las mujeres por docenas. Nada
se consigui con esto; las medias coronas pesaban lo
que un cheln y los chelines lo que seis peniques. Por
ltimo, el Parlamento tom la resolucin de proceder
una reacuacin general.
Hubo discusiones muy acaloradas, pues entonces,
como ahora, se figuraban muchos que con dar el nom-
bre de cheln una pieza que no tuviera ms que nue-
ve peniques de metal fino, se la hara pasar por un
cheln entero y verdadero . Afortunadamente, MOD.-
tapie, el canciller de la Tesorera, encontr dos alia-
dos, Locke en Oxford y Newton en Cambridge, pues
en aquella poca nuestras Universidades estimulaban
los hombres de talento. Se acuaron monedas nue-
vas de ley y peso legtimos. Esta probidad nos cost
el importe de dos aos de los ingresos nacionales, y
es probable que si se hubiera previsto que el sacrificio
iba ser tan grande, se hubieran desodo los consejos,
J. E. THOROLD ROGERS 211

de la honradez pblica y los argumentos de Locke y de


Newton. Nunca fu ms justificado, sin embargo, gas-
to alguno, puesto que di . firmeza al crdito pblico
y sent un precedente inquebrantable.
Desde esta acuacin nuestro pas ha velado por el
mantenimiento de la legalidad de su circulacin mo-
netaria, y hasta ha asumido la carga de los gastos de
acuacin. En lo sucesivo no fu necesario ahorcar ni
quemar nadie como antes. Unicamente el Gobierno
tom algunas medidas de proteccin indirecta, limi-
tando primero 40 libras y luego 40 chelines la
cantidad de moneda de plata, cuya admisin era obli-
gatoria en los pagos. Desde 1816, la plata se ha con-
vertido, como el bronce, en moneda supletoria. Hasta
la expresada fecha no se adopt disposicin alguna
referente los pagos de consideracin en calderilla.
En dicho ario los admiradores de lord Cochrane, acu-
sado y condenado por un delito del que luego se re-
conoci que era inocente, organizaron una suscrip-
cin y pagaron en piezas de un penique el importe de
la multa de 1.000 libras, la cual haba sido conde-
nado aqul. Conducidas al Banco y cambiadas por un
billete de dicha cantidad, lord Cochrane se sirvi de l
para pagar la multa, despus de haber escrito al dorso
su defensa y algunas reflexiones acerca, del Ministerio
que gobernaba entonces. Este billete se conserva en,
el Banco como una curiosidad.
En 1797 nuestro pas se vi comprometido en una
guerra muy costosa. Pitt haba tomado sueldo los
soberanos de Europa y acaparado todas nuestras mo-
nedas de oro para pagarles subsidios. Las arcas del
Banco estaban vacas y el Gobierno hizo que se decla-
rara forzoso el curso de los billetes. El poco oro que
quedaba desapareci rpidamente. Despus de la paz,
21_2 SENTIDO EC.;01' . .)1EICO DE LA HISTORIA

Peel, que baha estudiado el precedente de 1697, pro-


puso quo e restableciera la circulacin metlica. Tuvo
que luchar con la mala voluntad de los que creen que
el peso y la ley de una moneda importan poco y que
basta darle un nombre determinado para comunicarle
un valor positivo, pero hizo enmudecer sus adversa-
rios con esta sencilla pregunta: qu es una libra ester-
lina? Nada hace callar las gentes que dicen tonteras
como el perdirles la definicin de los trminos que
emplean. Mi contestacin la pregunta menciona-
da,y creo que es la nica exacta,es que una libra
esterlina es una moneda que contiene 113 granos
y 1/625 de oro fino.
Casi todas las naciones descuentan de la moneda un
seloreaje, es decir, el importe de los gastos de fabri-
cacin. Nosotros no lo hacemos, y por este motivo no
se ve jams en Inglaterra circular moneda extranjera
de oro, mientras que para nuestros padres era cosa co-
rriente recibir doblones y coronas, moedas (1) y duca-
dos de oro. Una vez fuera de las fronteras nacionales
la moneda no tiene otro valor que el puramente in-
trnseco; por esto nuestros soberanos de oro son recibi-
dos en toda Europa, pues los extranjeros saben que no
pueden perder con dicha moneda. Nuestro sistema
puede ser discutido. Mas de la mitad de nuestros sobe-
ranos y ms de las dos terceras partes de nuestros medios
soberanos estn muy gastados, y la Tesorera tendr
que experimentar al cabo una prdida considerable, por
esta causa. Como no hay injusticia alguna en que pese
sobre la moneda el coste de la fabricacin, se deberan
aplicar este gasto los fondos procedentes de las pin-
ges ganancias que se obtienen con la acuacin de

(1) Moneda antigua portuguesa.(N. DEL T.)


J. E. THOROLD ROGERS 213

moneda supletoria de plata y bronce. Sera fcil abrir


en el Banco de Inglaterra una cuenta especial sobre
este punto.
Un eminente amigo mo, M. Gladstone, me pregun-
t una vez cul de las dos causas, si el amor la cues-
tin monetaria, ha transtornado mayor nmero de ce-
rebros humanos. Espero no haber turbado con lo dicho
vuestras inteligencias, pero aun he de mencionar de
pasada dos cuestiones importantes: la del doble objeto
de nuestra circulacin monetaria y la de la influencia
de las deudas contradas por el extranjero en nuestro
pas sobre el comercio y el curso de los cambios.
La moneda que circula en un pas debe considerarse
dividida en dos partes. La primera, que es considerable
y vara segn las condiciones de cada pueblo, es la
que sirve para el comercio interior, la que llevamos
en el bolsillo, la que emplean los comerciantes y los
industriales, la que conservan los banqueros para
atender al pago de los cheques y las necesidades de
sus clientes. Nadie conoce exactamente el total de
esta circulacin; la moneda de oro puede salir del pas,
y en cuanto la de plata no tenemos ms que noti-
cias aproximadas, por falta de datos acerca de la suma
exacta de numerario desgastado que vuelve la casa
de la moneda. Se presume, no obstante, que circulan
en el Reino Unido cien millones de libras esterlinas en
oro, treinta millones en plata y diez en bronce.
Los economistas emplean habitualmente una frase
muy grfica: la circulacin efectiva, frase que con-
viene aplicar. Por circulacin efectiva no debe enten-
derse el nmero de veces que una moneda pasa de
mano en mano, pues puede utilizarse sin cambiar de
dueo. Lo que con aquellas palabras se expresa es el
conjunto de operaciones que puede servir de base
.211 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

cierta cantidad de moneda, en un espacio de tiempo


determinado. En Inglaterra necesitamos una cantidad
de oro relativamente menor que la que necesitan otros
paises. Se calcula, por ejemplo, que en Francia, y lo
mismo en. Alemania, hay moneda en circulacin por
alor de 300 millones de libras esterlinas, sin que de
esto se deduzca que dichos pases sean ms ricos que
Inglaterra.
La otra parte de la moneda es aquella que sirve
para asegurar el equilibrio de los cambios internacio-
nales, y se sabe, soberano ms menos, la suma que
asciende en nuestro pas; est depositada en el Banco
de Inglaterra, y el balance se publica todos los vier-
nes. Forma parte de lo que Adam Smith llamaba el
numerario de la gran repblica comercial; entra y
sale en un pas segn las necesidades del momento.
Para retenerla, el Banco de Inglaterra eleva el tipo
del descuento y se hace entonces ms ventajoso en-
viarnos oro que letras de cambio. Cuando una nacin
experimenta una necesidad muy apremiante de oro,
vende valores mobiliarios, de los cuales inunda el
mercado, que entonces los rechaza.
La segunda cuestin, en la cual debo fijarme, es la
de la influencia que las deudas del extranjero ejercen
sobre nuestro comercio y sobre el curso de los cam-
bios. Somos acreedores de otras naciones en cantida-
des prodigiosas; los intereses de sus deudas, calcula-
dos y pagaderos en oro, se satisfacen de hecho en
productos. La existencia de tales deudas nos da un
poder increble sobre el curso de los cambios; es una
palanca irresistible, y creo que ni el mismo Banco se
da cuenta de la fuerza del instrumento que maneja,
ttulo de mandatario del comercio ingls. Por este
camino, estudiando los hechos econmicos, prescin-
J. E. THOROLD ROGERS 215

diendo de especulaciones metafisicas y circunscribin-


dose al anlisis de los hechos, es como se llega des-
cubrir cada paso factores ignorados y as tambin
llegamos felicitarnos de las lentitudes que nos im-
pone el mecanismo de nuestra constitucin. Por impa-
ciencia que experimentemos de corregir nuestros erro-
res econmicos, el exceso de circunspeccin es prefe-
rible al atropellamiento.
x

La circulacin fiduciaria.

Los Bancos en la antigedad.Los judos del Asia Menor.E1


Banco de Venecia.El Banco de Gnova.El Banco de Ams-
terdam.Los primeros Bancos ingleses.Principios del Banco
de Inglaterra.Relaciones entre el Banco y el Gobierno.Fa-
cultad de los Bancos en materia de emisiones.El Banco terri-
torial de 1696.Los bonos del Exchequer.Los cien primeros
aos del Banco de Inglaterra.La crisis de 1797.Acta de 1844
de sir Roberto Peel.Los Bancos provinciales de emisin.

Los signos representativos de la moneda existieron.


antes de que se inventara la acuacin. La prolonga-
da y amplia controversia que se ha sostenido acerca
de las garantas que deben ofrecer estos signos repre-
sentativos y de las funciones que ejercen, no ha podido
conducir una solucin admitida con asentimiento
unnime y se han sostenido muchas opiniones diferen-
tes acerca de los lmites dentro de los cuales se mueve
la reglamentacin de las emisiones de valores. Si el
Estado se reserva un poder de reglamentacin abso-
luto, su intervencin coarta la independencia del
comercio; si no interviene ms que para regular la
emisin de algunos de dichos signos de crdito, la va-
lidez de los argumentos que se alegan en pro de su
intervencin queda, segn se dice, desvirtuad a. En
mi opinin muchos de estos argumentos seguiran
siendo, con todo, irrefutables.
J. E. THOROLD ROGERS 217

Dije en el capitulo anterior que los babilonios se


servan de instrumentos de cambio que presentaban
todos los caracteres y desempeaban el papel de sig-
nos representativos de la moneda. Las arengas de los
grandes oradores griegos nos informan de la manera
de funcionar de los Bancos establecidos en las ciuda-
des helnicas, as como del cambio y de la negocia-
cin de las libranzas que emitan. Entonces, como
ahora, las obligaciones de hacer ciertos pagos se de-
terminaban en moneda, y tericamente el deudor se
comprometa satisfacer, al vencimiento de su con-
trato, cierta cantidad de moneda de lingotes en Ate
nas en Egina, en Corinto, en Cartago en Tiro. Pero
en la prctica, desde les tiempos ms remotos, se ha
recurrido otras formas de pago. El comprador que
tena deudores en la ciudad donde haca sus compras
y donde antes haba efectuado sus ventas, entregaba
.. su acreedor los recibos de los que l le deban. De
esto enviarlos otro centro comercial, que mantu-
viera relaciones con aquella ciudad, no haba ms que
un paso, Poco poco mediaron otras personas para re-
coger los recibos, negociarlos y compensarlos; desde
este instante qued formada la cadena y se estableci
un sistema anlogo al que prevalece en nuestros das.
De esta manera se evitaban dilaciones, riesgos y en-
torpecimientos, S sabido es que en toda operacin eco-
nmica se evitan en lo posible los gastos y los riesgos
superfluos. Podemos tener, por consiguiente, la segu-
ridad de que el uso de las letras de cambio es tan an-
tiguo como la civilizacin comercial y se remonta
ms all de los tiempos histricos. Las relaciones que
existieron entre Tiro, Cartago y Cdiz deban de regu-
larse en la forma que acabo de indicar. Se han perdido
las pruebas documentales, porque tan pronto como se
18 SWNTIDO EUONOMICO DE LA HISTORIA

termina una operacin comercial queda olvidada, y


slo nuestra jurisprudencia brbara en materia de
prescripcin ha hecho que poseamos tal abundancia de
documentos relativos las operaciones mercantiles de
nuestros antepasados. El_ economista tiene el deber de
estudiarlos, pues sus doctrinas no deben ser aceptadas
si no se acomodan la regla: quod semper,, quod ubique,
quod omnibus .
El discurso de Cicern defendiendo Flaco, acusado
de exacciones cometidas en Asia, nos proporciona al-
gunas noticias sobre el comercio de metales finos,
practicado por los banqueros judos. Parece que Flaco
haba prohibido la exportacin de dichos metales del
Asia Menor, y la acusacin versaba sobre las extra-
limitaciones legales del pretor. El defensor se abstie-
ne de relatar circunstanciadamente los hechos de su
cliente, y trata de rebatir en particular los cargos
de abuso de autoridad y de confiscacin que contra
l se formulaban. Cuando sostiene que el oro era en-
viado Jerusaln , exagera , sin duda , con el fin de
eludir una discusin eu regla, y prefiere excitar el
desprecio de los romanos hacia los cultos extranjeros.
Pero dice la verdad cuando afirma que sesenta arios
antes de nuestra era, los judos se entregaban aquel
comercio, no slo en Italia, sino en todas las provin-
cias del imperio, y que cuando se trataba de regla-
mentar este trfico, el que tal haca se creaba enemi-
gos poderosos, no solamente entre los judos, sino entre
los dems personajes interesados en dicho negocio.
Los griegos llamaban al banquero TpourECurn 7 y los
romanos rgentarius; los autores griegos y latinos le
mencionan con frecuencia. Despus de la conquista
de Egipto, los banqueros fueron muy numerosos en
Alejandra, centro de los cambios entre el Oriente y
219
J. E. THOROLD ROGERS

el Occidente. Desaparecieron cuando el imperio roma-


no fu invadido por los brbaros, para reaparecer,
como lo atestigua Muratori, en Italia, donde el co-
mercio de las ciudades meridionales de la Pennsula
sobrevivi bien mal la tormenta y pudo resistir las
incursiones de los normandos y de los sarracenos.
El Banco del Estado de Venecia, que es el ms an-
tiguo de los Bancos modernos, fu fundado en 1171
en lo ms recio de la gran contienda entre el Papa
Alejandro III y Barbarroja, y en tiempos en que ya se
haban organizado los dos partidos italianos, gelfo y
gibelino. Venecia no se cuidaba del Papa ni del Em-
perador ms que en aquello que convena sus inte-
reses. Gozaba del monopolio del comercio con Oriente,
y traficaba con cristianos infieles, sin distincin,
mientras las dems naciones europeas derramaban su
sangre en las cruzadas y establecan el reino de Jeru-
raln.
La ciudad se hizo rica y poderosa, y como pasa con
frecuencia los pueblos que llegan enriquecerse y
adquirir podero, los venecianos dejaron de preocu-
parse con escrpulos de ortodoxia y de moral. A pesar
de su mala reputacin, el mundo entero mantena re-
laciones con ellos; aceptaban todas las monedas y de
todas saban sacar partido. Os cansara si os leyera la
lista de las monedas que reciban, desde las de los
prncipes de la Bactriana de la Mauritania, cuyos
Estados han desaparecido, hasta las de los califas de
Crdoba y las del gran duque de Moscovia.
Venecia lo admita todo, lo clasificaba, lo tasaba y
lo ingresaba en caja. Se daba un recibo los merca-
deres que, no teniendo necesidad inmediata de sus
fondos, preferan dejarlos depositados para no ex o-
nerse al riesgo de conservarlos en su casa. Bien pronto
220 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA

se advirti que este recibo, en el cual se especificaban


las cantidades de moneda entregadas, era ms ma-
nuable que el mismo numerario. El recibo billete del
Banco de Venecia lleg tener prima, y vino quedar
establecido un Banco de depsito, que conceda privi-
legios los depositantes , hablando con ms exacti-
tud, impona incapacidades restrictivas los que no
formaban parte de su clientela, negndose descon-
tar sus letras, por ejemplo, rehusndoles el concurso
de sus notarios para los protestos. La reina del Adri-
tico conoca el arte de dar estabilidad sus propias
instituciones y quebrantar las del vecino.
Poseemos datos cronolgicos ms exactos acerca
del Banco de Gnova, fundado en 1407. Era aquella la.
poca en que el poder real sala vencedor, en todo el
Occidente, de su larga lucha con el Pontificado, y
hasta se vanagloriaba, aunque en vano, de haberle
reducido una sumisin completa. Las circunstan-
cias eran propicias para el establecimiento de un
Banco en la costa Occidental de Italia. Los genoveses
aprovecharon la ocasin, concedieron patente una
compaa, fundada con este fin, y la dotaron de privi-
legios que fueron aumentando con el tiempo. El Ban-
co lleg ser un Estado dentro del Estado, hizo con-
quistas y negoci por cuenta propia con las naciones
extranjeras. Ha sobrevivido hasta el siglo xvm, pero
no era ya ni su sombra.
El Banco de Gnova no era un Banco de depsito en
la acepcin estricta de la palabra. No se comprometa
devolver los depositantes las mismas monedas que
stos le haban entregado. Tomaba el dinero, daba en.
cambio un billete transmisible, por el cual se compro-
meta pagar una cantidad igual y traficaba con su
propio capital y con los depsitos de sus clientes. En.
:121
J. E. THOROLD ROGRRS

los siglos xv y xvi, el Banco de San Jorge se hallaba


en situacin floreciente. Cuando Felipe II agreg la
corona de Espaa el reino de Portugal con sus extensas
posesiones en la India, pareci que Felipe y la Inquisi-
cin iban ser los seores de Europa y dominar la
humanidad, y que sera muy lucrativo hacerse su ban-
quero. Cediendo las sugestiones de Spinola, los mer-
caderes genoveses y el Banco se disputaron el honor
de descontar el papel de aquel monarca. Me inspira
curiosidad la tasa que practicaran esta operacin.
Presumo que fu tipos exorbitantes, al menos as lo
asegur Felipe, cuando en 1596 se neg satisfacer
su deuda, arruin al Banco y los comerciantes y
dej Spinola terminar como le pareciese el sitio de
Ostende.
Felipe se empobreci y empobreci su pas en la
empresa de querer subyugar los holandeses rebela-
dos. La resistencia de Holanda fu ms importante
que la de Atenas 2.000 aos antes y el fracaso de Fe-
lipe ms completo que el de Jerjes, pues durante aque-
lla lucha infructuosa de cincuenta aos, aqul y su
hijo ensearon los holandeses cimentar su propio
podero. Hacia el final de la guerra, en 1609, resolvie-
ron stos fundar un Banco por el estilo del Banco de
depsito de Venecia, al que tomaron por modelo, pues
el precedente del de Gnova no era para animar na-
die. Hamburgo, la nica ciudad del Hansa teutnica
que haba conservado su prosperidad, no tard en se-
guir este ejemplo.
Amsterdam, engrandecindose fuerza de herosmo
junto las ruinas de Amberes, se convirti en el Ban-
co de Europa, como lo haba sido Venecia en la poca
de las Cruzadas. Me avergenzo de confesar que In-
glaterra, que tanto deba los holandeses, no ces de
222 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA

intrigar contra ellos, hasta que Holanda y el Banco de


Amsterdam quedaron arruinados, lo cual se debi en
parte, sin duda, su imprudencia. Los burgomaestres
y el Conejo de Amsterdam estaban obligados jurar
todos los aos que los depsitos se hallaban intactos, y
un pnico s que se produjo en 1672 despus de la muer-
te de los hermanos De Witt, demostr que en aquella
ocasin lo estaban en efecto. Mas en el siglo siguiente
el Banco prest su capital la Compaa Holandesa de
las Indias Orientales, que lo perdi, Cuando los france-
ses invadieron Holanda en 1795, las arcas del Banco
se encontraban vacas. Sin embargo, Adam Smith, al
escribir su _tratado sobre la riqueza de las naciones, con-
sideraba ms interesante estudiar el mecanismo del
Banco de Amsterdam que el del Banco de Inglaterra y
rog M. Hope, un holands de origen hebreo, que le
proporcionara un estudio sobre la organizacin de
aquel establecimiento.
En Inglaterra, como en otras partes, los Bancos
particulares precedieron los Bancos formados por
acciones. Los plateros, que formaban el ms rico de
los gremios de la City, hicieron prstamos Carlos 1
y se enriquecieron cada da ms bajo el protectorado
de Cromwell, Gobierno fuerte, pero de muy efmera
duracin. Durante este ltimo perodo se trat ya de
fundar un Banco tomando como modelo el de Amster-
dam. Verificada la restauracin, el proyecto fu com-
batido tenazmente por el partido de la corte, que sos-
tena que un Banco pblico era una institucin incom-
patible con la monarqua. Seguramente lo era con la
dinasta de los Estuardos: en 1628, Carlos I sustrajo
204.000 libras de la Casa de la Moneda y slo las resti-
tuy la, fuerza. En 1672, Carlos II sac 1.328.526 li-
bras de la Tesorera y ni devolvi el capital ni pag
228
J. E. THOROLD ROGFRS

ams los intereses. Jacobo II revoc las cartas de las


j
ciudades y de la City de Londres para otorgarles otras
nuevas, ms conformes con sus miras. Un Banco pbli-
co no hubiera gozado de seguridad alguna con seme-
jantes reyes y la nica probabilidad que tena de esta-,
blecerse era una revolucin como la que se efectu
en 1688.
El proyecto de establecer en Londres un Banco por
acciones reapareci tau pronto como se hubo conso-
lidado el nuevo Gobierno; sin embargo, los promove-
dores de la idea vacilaban con motivo, pues presen-
tan que iban chocar con los plateros, los cuales
haban sido hasta entonces los encargados de custo-
diar los depsitos de sus clientesen pocas en que
hormigueaban en Londres los ladronesy expedan
recibos en forma de billetes transmisibles. Los plate-
ros haban comprendido que, gracias lo notorio de
su solvencia, podan emitir billetes de esta clase por
una suma mayor que el conjunto de los depsitos re-
cibidos, y se lanzaron acometer empresas basadas
en su crdito. Este sistema era pblico y admitido,
como se ve en los folletos de la poca. Adems, reali-
zaban grandes beneficios por medio del descuento de
las letras sobre el extranjero. En el curso de los cam-
bios entre Inglaterra y Holanda surgan fluctuaciones
violentas, que en nuestros das pareceran increbles
y que no tienen comparacin con las presentes, pero
hace dos siglos se presentaban con frecuencia proba-
bilidades de cbtener ganancias excepcionales, en par-
ticular con las mercancas de procedencia remota. Los
precios se triplicaban en pocos meses, y el comercian-
te que tena capitales crdito, especulaba sobre se-
guro y consenta en pagar tasas de descuento,que
seran ruinosas para sus modernos sucesores. Por
224 SENTIDO ECONMICO DE LA. HISTORIA

ejemplo, el precio del salitre de la India se duplicaba


veces en una semana, segn las previsiones de gue-
rra 6 la llegada puerto de la flota de las Indias
orientales. Era fcil para el negociante bien informa-
do y de resoluciones rA pidas asegurarse el monopolio
de esta substancia en . el mercado. As se hicieron los
grandes caudales de la poca.
Las necesidades financieras del Gobierno proporcio-
naron la ocasin deseada por los iniciadores del Banco,
con los cuales entr en negociaciones, en 1694, el
canciller del Exchequer Montague (que tena adems
otros motivos para animar los promovedores de la
idea). Guillermo, deseando realizar una campaa por
tierra, que estuviera la altura de la victoria naval
de la Hogue, proyectaba el sitio de Namur. Los gastos
de la guerra eran. excesivos y la nobleza rural no ha-
ba tenido ms remedio que consentir en el estableci-
miento de la contribucin territorial. Montague, que
haba recaudado un milln de libras esterlinas por
medio de una lotera, concedi entonces un sindicato
de banqueros la patente del Banco, cambio de un
prstamo inmediato de 1.200.000 libras al inters del 7
por 100, que fu suscrito en pocos das. La nueva cor-
poracin admita depsitos y emita billetes, como sus
rivales los plateros; para hacer frente sus dividendos
contaba con los intereses pagados por el Gobierno,
con las ganancias de sus emisiones de billetes, con el
empleo prudencial de los depsitos de sus clientes y
con el descuento de los valores comerciales. En resu-
men, se esforz en suplantar los plateros y se atrajo,
como era de esperar, la enemistad de stos. No es
ahora ocasin oportuna para hacer detalladamente el
relato de las primeras luchas y del rpido triunfo del
Banco de Inglaterra. En un volumen, recientemente
J. E. THOROLD ROGERS 225

publicado, he referido la historia de sus nueve prime-


ros aos de existencia, basada sobre una lista de pre-
cios de sus acciones que figura en la coleccin de
Hongton, conservndose una perfecta copia en la bi-
blioteca Bodleiana. El ejemplar del British Museum
no est en tan buen estado y es incompleto, lo cual
explica el poco caso que hizo de l Macaulay.
Durante mucho tiempo la direccin del Banco per-
maneci exclusivamente en manos de los whigs y de
los disidentes. Sir John Houblon, el primer goberna-
dor del establecimiento, y dos de sus hermanos, que
formaban parte de la direccin, eran descendientes de
emigrados flamencos que se haban establecido en In-
glaterra huyendo de las persecuciones del duque de
Alba. Resulta de la correspondencia de Pepys, conser-
vada en la coleccin Rawlinson de nuestra biblioteca,
que Houblon se consagraba todos los ramos del co-
mercio, pero en particular al de las maderas de cons-
truccin, que se hallaba entonces centralizado en Ho-
landa, ror ms de que este pas no las produjera. Como
buenos comerciantes, los holandeses ms patriotas no
rehusaban vender Luis de Francia ni Felipe de Es-
paa los materiales de guerra. Comprendan que los
beneficios que realizaban con estas ventas les serviran
para subvenir los gastos de la campaa. Es lo mis-
mo que hicimcs con Napolen I en la gran guerra con-
tinental. Las medidas de Napolen no sirvieron ms
que para dificultar el abastecimiento de sus tropas y
para asegurar un beneficio ms elevado los indus-
triales y comerciantes ingleses.
Volviendo al Banco, figuran en la primera lista de
directores otros nombres de origen evidentemente fla-
menco francs. Aunque haban pasado ya los chas
de persecucin violenta, los disidentes estaban some-
225 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

tidos todava incapacidades humillantes que hacan


que se unieran todos ellos entre s. En Londres for-
maban una especie de asociacin tcita, cuyos miem-
bros se hallaban siempre dispuestos ayudarse unos
otros. Macaulay ha descrito las ventajas que propor-
cionaba este mutuo concurso los que daban los pri-
meros pasos en la carrera comercial. La persecucin,
cuando no es llevada al extremo, produce siempre
este resultado: unir aquellos quiere hiere y esti-
mularlos organizarse para la defensa comn.
Los directores del Banco fueron, sin excepcin,
whigs, y no de aquellos que, en 1710 se aliaron sus
adversarios para conservar sus plazas ni de los que,
partir de 1730, hicieron una sorda oposicin sus an-
tiguos jefes, sino whigs convencidos, que profesaban
sinceramente los principios de la revolucin de 1688.
Los impugnadores del Acta de 1694, por virtud de la.
cual se constituy el Banco de Inglaterra, consiguie-
ron afortunadamente que se dispusiera en los Estatutos
de dicho establecimiento que los adelantos extraordi-
narios otorgados por el Banco al Gobierno deberan ser
sancionados en todo caso por el Parlamento, so pena
de una multa considerable. El Banco tena, pues,
dentro de las mismas disposiciones del Acta que le
haba creado, medios para rechazar las exigencias
desmesuradas. Cuando, en 1797, Pitt estuvo punto
de arruinar al Banco y de destruir su crdito, exigien-
do adelantos sobre los recursos pblicos, creados por
acuerdos del Parlamento, pero sin hacer ratificar estos
adelantos por una autorizacin parlamentaria expresa,
viol, si no la letra, por lo menos el espritu del Acta
constitutiva del Banco.
Las relaciones polticas existentes entre ste y el
Gobierno, por virtud del segundo privilegio que le
J. E. THOROLD ROGERS 227

concedi, en realidad, el monopolio del comercio de


banca, han ejercido una influencia innegable sobre el
desenvolvimiento del rgimen parlamentario, tal como
fu regulado en 1688. Verdad es que la Cmara de los
Comunes no tena ms que apariencia de Cmara re-
presentativa, puesto que los diputados libre y legal-
mente elegidos quedaban ahogados por la muche-
dumbre de los representantes de los que se llamaron
burgos podridos. EL Banco lleg ser el agente finan-
ciero del Gobierno y fu en ocasiones el verdadero so-
berano en estas materias. Al verificarse la renovacin
de sus privilegios, ms de una vez se vi obligado
someterse condiciones onerosas, pues se exagera-
ban su poder de emisin y las ventajas de su mo-
nopolio, pero los directores del Banco saban perfec-
tamente que el Gobierno no poda, ni romper con
ellos, ni prescindir de sus servicios. La fortuna del
Banco qued indisolublemente unida la dinasta,
que fu llamada ocupar el trono por el Acta de Es-
tablecimiento del aflo 1700, y jams hubo en el Con-
sejo de Administracin emisarios de los Estuardos,
Banco ha ejercido silenciosamente una autoridad pru-
dente y secreta :, pero de las ms eficaces. Addisson,
en una de sus notables visiones (1), ha mostrado de
qu manera el Banco de Inglaterra se identific con
el crdito de pas. El Banco negoci todos los emprs-
titos del 'siglo saliendo fiador del Gobierno.
Al principio tuvo y ejercit dicho establecimiento
una facultad de emisin ilimitada. No se comprometa
devolver los depositantes las mismas monedas que
le haban confiado y que constituan la garanta de

(1) Escritos en que el citado autor apela la ficcin de descri-


bir los hechos como si se le presentaran en forma de visiones.
'JY. DEL T.)
228 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

sus billetes. No ocultando que sacaba producto de


los fondos depositados en sus cajas, se obligaba tan
slo restituirlos cuando le fueran reclamados. La
experiencia le enseri en qu proporcin poda dispo-
ner de dichos fondos y hasta qu lmite poda emplear
los adelantos, asegurados con la garanta de valores,
pblicos presentes futuros. Sus billetes, siempre de
cantidades elevadas, han sido los nicos empleados en
las operaciones de comercio, principalmente en la
transmisin de crditos, asimilndose letras de cam-
bio corto plazo.
En nuestros das nadie acumula monedas con el fin.
de atesorarlas, sino que todo el mundo procura dar al
dinero un empleo lucrativo inmediato. Lo mismo
ocurre con la moneda fiduciaria, deducindose de ahi
que la circulacin de sta se halla determinada por las
necesidades del pblico. Si, los Bancos emiten un n-
mero excesivo de billetes, stos son presentados al
canje por metlico. Si por circunspeccin por obe-
diencia las restricciones legales, emiten slo una
cantidad insuficiente, el pblico crea bien pronto otra
moneda fiduciaria que reemplace los billetes. As,
hace cincuenta aos, las libranzas expedidas por
MM. Jones Loyd y Compaa, de Manchester, sobre su
casa de Lcndres, desempeaban en el Lancashire las
funciones de una verdadera circulacin fiduciaria, con
gran lucro para la razn social, cuyo jefe fu luego
lord Overstone.
Se ha pretendido, sin razn alguna, que la circula-
cin fiduciaria ejerce sobre los precios la misma in-
fluencia que la circulacin metlica. El oro y la plata
obran sobre los precios por virtud de su valor intrn-
seco que resulta del coste de adquisicin y de fabrica-
cin. El billete de Banco no tiene un valor basado en
J. E. THOROLD ROGERS 229

su coste de adquisicin y de fabricacin, y no es ms


que un signo representativo de los metales precio-
sos, aceptado mientras dura la confianza de que es
canjeable por metlico voluntad del portador. Si
los billetes conservaron todo su valor durante los diez
primeros aos de la suspensin de los pagos en met-
lico, desde 1797, fu porque el pblico saba que con-
taba con garantas de reembolso suficientes. Cuando
la emisin es excesiva la garanta insuficiente, los
billetes experimentan una depreciacin inevitable,
que fu lo que ocurri en los otros diez aos que si-
guieron al perodo antes citado.
Suele decirse que un Banco, que disfruta del privi-
legio de emisin, en la prctica, fabrica moneda y pue-
de fomentar de este modo el abuso de las especulacio-
nes. Se confunde la moneda, sea fiduciaria met-
lica, con el crdito. Un Banco que tuviera la facultad
de acuar moneda, podra acuarla en cantidad exce-
siva, del mismo modo que puede emitir billetes con ex-
ceso. Pero el excedente de nada servira, pues la can-
tidad sobrante de moneda saldra del pas y el exceso
de billetes volvera al Banco. No pretendo sostener
ciertamente que los banqueros deban estar autoriza-
dos para lanzar la circulacin la cantidad de billetes
que les sugiera su capricho. Todo Banco, aunque fuera
un nuevo Banco de depsitos, debera estar sometido
una inspeccin independiente, que comprobara la
superioridad de su activo sobre su pasivo y la natura-
leza de los recursos, la garanta de que son los clien-
tes que negocian con el establecimiento y aceptan
sus billetes, todo lo cual habra de tener una publici-
dad clara y detallada. La quiebra del Banco Greenway
mostr la diferencia que existe entre una inspeccin
verdadera y una inspeccin aparente.
2ao SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

ms adelante dir por qu no se impuso esta inspec,..


cin los Bancos provinciales por el Acta de 1844.
Pueden facilitar los Bancos especulaciones temera-
rias concediendo crditos la ligera, pero el principal
fundamento del comercio de banca debe ser no prestar
ms que sobre garantas fcilmente realizables. Un
Banco bien administrado descontar papel, tres me-
ses fecha, que lleve firmas conocidas, pero no presta-
r con hipoteca, por mucho que sea el valor de la cosa
ofrecida en garanta, pues el plazo del reembolso es,
largo, y entretanto ningn partido puede sacar el
Banco de la hipoteca. A veces son engaados los ban-
queros y aceptan papel que no tiene valor comercial
alguno. En este caso, el crdito contribuye al alza de
los precios, pero slo porque se le atribuye una base
slida. Desde luego el perodo de alza precede por lo
general la concesin imprudente de crditos, puesto
que la esperanza de un lucro excepcional es anterior
las tentativas para conseguirlo.
Un Banco debera colocar siempre la tercera parte
de sus billetes y de los saldos favor de sus deposi-
tantes en valores lquidos, como moneda, billetes del
Banco de Inglaterra depsitos idnticos los que re-
cibe este establecimiento. Puede colocar otra tercera
parte en efectos pblicos , fciles de realizar, sobre
los cuales puede pedir prestado. El tercio restante que-
dar disponible para emplearlo en el descuento de va-
lores comerciales, los cuales son realizables tambin
en caso de necesidad, aunque de una manera menos
rpida y segura. Adems, debe poseer un capital pro-
pio y reservas. Segn las circunstancias, un banquero
inteligente acude diversas colocaciones del capital,
y en su eleccin es donde se ve principalmente la com-
petencia prctica que posee en los negocios.
J. E. THOROLD ROGERS 281

Es indudable que la cantidad de valores fiduciarios


que circula en forma de billetes de Banco, de cheques,
de letras de cambio y de otros instrumentos de crdi-
to, excede en mucho la suma existente de oro, des-
tinada cubrir y afianzar estos valores. Cuanto ms
la supera, tanto ms sensible es el poder efectivo del
numerario en un pas bien organizado. El ingls, se-
guro de poder cambiar, cuando le convenga, su billete
de cinco libras esterlinas, por cinco soberanos de oro,
se preocupa muy poco de los clculos de los especia-
listas y de la cantidad de oro que, segn ellos, debe
permanecer disponible y lquida.
Al ver cmo basta una cantidad relativamente pe-
quea de metlico para poner en movimiento un con-
junto muy vasto de negocios, no ha faltado quien se
pregunte si no habra medio de suprimir enteramente
la moneda, sustituyndola por garantas que produje-
ran inters como los fondos pblicos la tierra. Mi
respuesta es categricamente negativa; tomamos los
billetes de Banco porque sabemos que en cualquier
momento nos es dable canjearlos por numerario. Si se
nos diera, al cambiarlos, un ttulo de la Deuda pblica
6 una parcela de tierra, no sabramos qu hacer con
ellos, y para su venta necesitaramos arriesgarnos
una nueva operacin compliada y dudosa.
El privilegio del Banco de Inglaterra est fechado
en 24 de Julio de 1694, y el establecimiento empez
funcionar mediados del mes de Agosto siguiente..
Durante sus dos primeros aos de existencia, el privi-
legio, que presentaba ciertas lagunas, le hizo correr
tres serios peligros, nacidos del mal estado de la mo-
neda, del proyecto del Land Banh (banco territorial), y
de la situacin difcil que le crearon los prstamos ex-
cesivos hechos al Gobierno. El primer inconveniente
233 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

se remedi con la reacuriacin gradual de la moneda, ,


la cual se asoci de mala gana dicho establecimiento,
y el tercero, por medio de una sincera exposicin di-
rigida al Parlamento, demostrando la solvencia del
Banco y tambin gracias la adopcin de una pruden-
te lnea de conducta, que por espacio de cien aos im-
pidi que se reprodujera aqul riesgo. El 4 de Diciem-
bre de 1696 tena. el Banco una circulacin de billetes
por valor de L657.996 libras y 10 chelines, con una
existencia metlica de 35.664 libras, un cheln y 10
peniques; esta aterradora diferencia proceda de los an-
ticipos hechos al Gobierno sobre el producto futuro de
las contribuciones.
Como queda dicho, el segundo de los peligros de que
estuvo amenazado el Banco fu la rivalidad temporal
del Land Bank. La nobleza rural y los tories detestaban
los whigs y los disidentes, que no eran sus ojos
ms que puritanos hipcritas, entregados la usura
en Grocer's Hall, donde se hallaba instalado el Banco
de Inglaterra. Por esta causa, sostuvieron al Banco te-
rritorial, que acababa de fundarse. En la primavera
de 1696, que fu el momento ms angustioso de la his-
toria del Banco de Inglaterra, cuando los tories se va-
nagloriaban ya por anticipado del triunfo del Banco
territorial, Montague logr que se reconociera al Go-
bierno el derecho de emitir billetes corto plazo y con
intereses fijos. Tales fueron los llamados bonos del Te-
soro, que despus han servido para mantener el equi-
librio en el servicio de la Tesoreria y que constituyen
para los Bancos una colocacin de primer orden en
que invertir sus fondos. Desempatan estos valores el
papel de la moneda, sin hacer que se encarezcan los
precios.
Durante un siglo, continu siendo el Banco el cen--
J. E. THOROLD ROGERS 238

tro del comercio y del crdito; prest inapreciables


servicios los diversos Gobiernos que se sucedieron y
les prodig consejos prudentes que no siempre fueron
atendidos. Incurri sin duda en errores, pero esto no
le ha impedido acumular tesoros de experiencia prc-
tica.
En tanto que se mantenga fiel sus tradiciones,
nadie tendr motivo para inquietarse por las opinio-
nes polticas de sus directores. Su lugar no est por
encima de los partidos, pues la lucha de stos es el
eterno combate entre el bien y el mal, sino al lado de
los partidos y fuera de ellos. Su creacin ser siempre
un ttulo de gloria para los whigs de la Revolucin y
para los mejores entre ellos, los disidentes estableci-
dos en Londres en aquella poca.
Un siglo despus de la primera gran crisis surgi la
segunda. Me refiero los acontecimientos del 10 de
Febrero de 1797. El Gobierno de Pitt el jven, haba
contratado con el Banco emprstitos prodigiosos fin
de sostener toda costa la poltica adoptada en 1793.
Pitt tomaba adelantos sobre los ingresos de las con-
tribuciones que haba hecho votar, y el 26 de Febrero
la Deuda flotante del Gobierno con el Banco llegaba
7.586.445 libras, y la existencia en caja de dicho
establecimiento era de 1.272.000 libras. Nos hallba-
mos metidos en la empresa de pagar subsidios los
prncipes alemanes. Entonces fu cuando se di la
orden del Consejo disponiendo que el Banco sus en--
diera el cambio de sus billetes por metlico, canje que
estuvo en suspenso veintids arios. Durante este in-
tervalo la poltica del Gobierno y la del Banco siguie-
ron siendo discutidas acaloradamente. El ltimo tuvo
muchas veces deseo y posibilidad de restablecer los
pagos en dinero, pero el Gobierno crea tener con este
42141 sliNTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

estado de cosas una poderosa palanca su disposi-


cin y no consinti en desprenderse de ella.
El oro se ocult, desapareci fu exportado, y no
hubo en circulacin ms que billetes de una libra y
moneda mala de plata y cobre. Los partidarios de
la circulacin legtima pasaron naturalmente, como
ocurre ahora en los Estados Unidos, por gentes mal
intencionadas. Sin embargo, en 1810 consiguieron el
nombramiento de una comisin especial, pero Mr. Van-
sittart, el canciller de la Tesorera, se neg tomar en
consideracin las recomendaciones de dicha junta. En-
tonces fu cuando lord King exigi que sus arrendata-
rios le pagasen en oro, exigencia que formul segn
me ha manifestado su hijo Mr. Locke King, causa.
de que entre aqullos figuraba uno de los directores
del Banco. Vansittart se esforz en demostrar que los
billetes no se hallaban depreciados , sino que habla
subido el precio del oro , lo cual era el colmo de los
desatinos econmicos, y lord Stanhope pidi en su pro-
posicin de Julio de 1811 que se declarara ilcito el
dar recibir oro en otra forma que por su valor nomi-
nal, lo cual era otro colmo: el de la iniquidad.
Slo dir pocas palabras acerca de la famosa Acta
de 1844; sir Roberto Peel haba llegado adquirir la
conviccin de que los banqueros son naturalmente in-
clinados hacer emisiones excesivas de billetes, fo-
mentando as el abuso de la especulacin, eventuali-
dad que slo es de temer bajo el rgimen del curso for-
zoso, aunque tambin. en este caso disponemos de un
barmetro: la depreciacin de los billetes. Siguiendo
los consejos de Mr. Jones Loyd, que lleg ser luego
lord Overstone y que se haba enriquecido por los me-
dios que contribuy condenar, de M. Norman y del
coronel Torrens, Peel modific los estatutos del Banco
235
J. E. THOROLD ROGERS
de Ing laterra, dividindole en dos departamentos dis-
tintos. El de emisin fu organizado como un Banco
de depsito, quedando limitado el derecho de emitir
billetes, de una manera determinada automticamente
por la proporcin de los valores en cartera consisten-
tes en fondos pblicos y las existencias metlicas. Al
departamento de descuentos se le dej plena libertad.
y se autoriz al Banco para que aumentara sus emi-
siones con el importe de las de los Bancos provincia-
les que desaparecieran renunciasen dicha facultad.
Los banqueros de Londres haca tiempo que haban
prescindido de ella, sustituyndola con la invencin
de los cheques. Por ltimo, se oblig al Banco pu-
blicar semanalmente un balance de su situacin, pues
en asuntos financieros toda claridad es poca.
La regla impuesta por Peel para evitar los excesos
en la emisin de billetes no puede considerarse infali-
ble. l mismo se vi obligado autorizar su infraccin
y solicitar un bill de indemnidad que legitimara su
conducta. El caso se ha reproducido y esta suspen-
sin forzosa y peridica de una ley, inspira dudas so-
bre su eficacia, sobre todo si se tiene en cuenta la sa-
gacidad con que los hombres de negocios saben eludir
las ms apremiantes disposiciones.
Peel redujo el derecho de emisin de los Bancos pro-
vinciales la mitad del importe de los billetes que te-
nan en circulacin y limit esta facultad los Bancos
entonces existentes, privando de ella los que se es-
tablecieran en lo sucesivo. Pero no les impuso publici-
dad alguna ni inspeccin verdaderamente seria de su
activo y su pasivo. Los banqueros de provincias eran
social y polticamente los amos de los pequeos bur-
gos que elegan los diputados, y que, en tiempo de
Peel, eran los verdaderos sostenes de su Indicio.
, De-
2s ;;;; SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

safi ar estos banqueros, obligarlos presentar garan-


tas de su honradez, hubiera sido poner en peligro el
triunfo de los principios conservadores. Si Peel hubie-
ra vuelto ser ministro despus de la disolucin
del partido conservador, consecuencia del estableci-
miento del libre cambio, hubiera reformado el Acta
de 1844? Su prematura muerte en 1850 deja sin con-
testacin esta pregunta. Pero es indudable que eran
necesarias, y lo siguen siendo, nuevas reformas, las
cuales parece que no podrn aplazarse por mucho
tiempo
XI

Origen y progresos del pauperismo ingls.

Toda utilidad econmica representa un coste.Poder indefinido


de la energa humana sobre la Naturaleza.Sus lmites actua-
les y manifiestos La escasez de carbn en 1873.Rendimien-
tos posibles de la produccin agrcola.Economa de fuerzas
y su influencia en el coste de produccin.De las clases que
perciben la renta.Situacin actual de la renta y consejos
los que la perciben.Causas de la depreciacin de los sa-
larios . Reuniones trimestrales de los magistrados. Actas
que instituyeron los socorros los pobres.Defensa de las
actas Domicilio parroquial. Parroquias abiertas y cerra-
das.El siglo xviii. Opiniones de Arturo Young. El acta
de Speenhamland.Origen de la nueva ley de pobres y sus
efectos.

Nada tan estril como las disertaciones sobre el ori-


gen del capital. Todo capital es producto de un tra-
bajo anterior, encaminado la satisfaccin de necesi-
dades naturales hacer ms llevaderos los trabajos
futuros. A pesar de que el trabajo econmico es ante-
rior al capital, no es posible estudiar al primero ha-
ciendo abstraccin de la existencia del ltimo. En
toda sociedad organizada y progresiva se encuentran
uno y otro estrechamente entrelazados; hemos visto
ya de qu manera son retribuidos y cmo el ms pode-
roso de estos dos factores ha llegado veces oprimir
al ms dbil. Discutir el origen del capital primitivo
238 SYNTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

equivale entregarse una logomaquia; pretender


que el anlisis de este origen proporciona armas in_
vencibles las reivindicaciones del trabajo, es caer
=n), un sofisma que dificultar el mejoramiento de la

ondicin, de los trabajadores. Tambin se ha incurri-


do con frecuencia en el error opuesto, que consiste en
exagerar las funciones del capital.
Los lmites que las leyes naturales imponen al des-
pliegue de la energa humana, se van ampliando in-
cesantemente. Algunos economistas, sin embargo,
sostienen que se ha llegado ya al ltimo lmite, y
que ningn descubrimiento nuevo podr hacer que
traspasemos los linderos actuales. Esta tendencia del
pesimismo econmico ha llegado arrastrar por su
pendiente economistas tan eximios como M. Mill,
que se adhiri la doctrina de la disminucin de los
rendimientos con sus ms sombros corolarios. Acept
con silenciosa tristeza los resultados de la informa-
cin de M. Jevons sobre el agotamiento probable de
nuestras minas de carbn, que son la fuente de nues-
tras fuerzas motrices y calricas, y nos aconsej con
empeo que nos diramos prisa pagar nuestra deuda,
puesto que nos hallbamos expuestos quedar en
breve reducidos la pobreza. De sus investigaciones
acerca de la poblacin y de las supuestas causas de
su exceso, dedujo lo limitado de la fuerza productiva
de las comarcas que contribuyen nuestra alimen-
tacin y su inevitable y prximo agotamiento.
Admito que ser siempre imposible sacar 300 bushels
de grano de un acre de tierra, siendo la ms abun-
dante de las cosechas actuales de 48 bushels, y tam-
bin reconozco que jams viajaremos en ferrocarril
con la velocidad inicial de una bala de can. Si los
clculos de M. Jevons son exactos y si no llegamos
J. E. THOROLD ROGERS 239

descubrir una substancia que sustituya al carbn,


concedo que es posible prever el agotamiento de nues-
tros yacimientos hulleros. No niego tampoco que si
los precios de transporte hubieran seguido siendo los
mismos que en tiempo de M. Mili, su elevacin hu-
biera impedido la importacin de mercancas proce-
dentes de regiones lejanas. Pero en cada uno de estos
tres casos un obstculo que pareca eterno se ha alla-
nado, no siendo, en suma, ms que un entorpecimiento
transitorio.
Mill no previ que los trenes llegaran caminar
con toda seguridad una velocidad de setenta millas
por hora, que el coste de conservacin de la va y
el consumo de carbn se reduciran una tercera
parte, y que los rieles seran fabricados de una subs-
tancia casi indestructible. No le censuremos por no
haber adivinado estos adelantos, pero tampoco debe-
mos alabarle por haber desconocido su posibilidad.
Las predicciones de M. Jevons fueron seguidas, en
verdad, de una acentuada demanda d3 carbn, pro-
ducida por la necesidad de reparar las devastaciones
que ocasion la desastrosa guerra entre Francia y
Alemania y por el impulso que haba comunicado la
industria minera inglesa el dficit que haba que lle-
nar. Los precios subieron repentinamente, y los pro-
pietarios de terrenos hulleros se apresuraron empren-
der activar la extraccin de carbn de piedra. El
profesor Philipps calculaba en una extensin de 500
1.000 millas cuadradas la de los nuevos yacimientos
que se descubrieron; un nmero ms que doble de
minas de carbn fu puesto en actividad, hasta el pun-
to de que todava no ha podido reponerse el mercado de
las consecuencias de aquel exceso de produccin. En
una Comisin encargada de informar sobre la construc-
240 SEN TIRO' ECONMICO DE LA HISTORIA

cin de un ferrocarril en el Yorkshire, lnea que deba


atravesar parajes donde ninguna localidad se hallaba
situada ms de dos millas y media del camino de hie-
rro existente, o declarar uno de los interesados que
la economa de transporte en esa distancia mnima re-
presentara la nica ganancia de las empresas carbo-
neras.
Es posible que, como sostienen los discpulos de Ri-
cardo, el aumento del rendimiento de los cereales no
pueda obtenerse sino mediante un coste de produccin
relativamente ms elevado. Tengo, con todo, mis ra-
zones para ponerlo en duda, y nadie ha podido precisar
jams cul es el lmite de la potencia productora de
un cultivo efectuado en condiciones favorables. La
granja de Croydon ocupa una superficie de 600 acres
de tierra pobre y arenosa. Por medio de irrigaciones
de aguas fecales, cuyos elementos fertilizadores son
absorbidos por completo, produce diez cortas mensua-
les y sucesivas de grama de centeno, razn de 7 to-
neladas por acre. Al cabo de cierto tiempo se desvan
las aguas fecales de algunas parcelas, que se siembran
de avena, recolectando 100 buskels por acre. Se dir
que este es un cultivo excepcional, pero contestar
con un ejemplo tomado de entre los casos normales.
Uno de mis amigos, que posee mucho ganado, compr
una casa de campo, rodeada de 50 acres de un terreno
igualmente ligero y arenoso. Presenci en el otoo
las operaciones de preparacin de sus tierras. Mandaba
abrir zanjas de dos tres pies de profundidad, sepa-
radas por espacios de una vara, y que se llenaban de
buen estircol, nivelando luego el suelo. Por la pri-
mavera sembraba grama de centeno y algarroba&
Cuando me invit ir ver pastar sus carneros,
la vegetacin era tan vigorosa que exceda en altura
J. E. THOROLD ROGERS 211

un hombre de seis pies de talla; el acre produca


ms de 20 toneladas de forraje verde.
Podra citar ejemplos anlogos referentes la re-
duccin de los precios de transporte. A pesar de las
restricciones impuestas por los proteccionistas, el
flete, tanto por mar como por tierra, no es ms que la
quinta parte de lo que era en tiempo de Mill. Los bu-
ques cuestan menos que antes, viajan con ms rapi-
dez y mayor seguridad, gastan menos carbn, llevan
tripulacin ms reducida y emplean menos tiempo
en la carga y descarga. La baja del flete es, segn
M. David Wellsuno de los ms notables economis-
tas norteamericanosla causa principal de la reduc-
cin de precios de las mercancas pesadas, con per-
juicio, sin duda, del colono ingls, pero con indu-
dable ventaja para el consumidor y el industrial, que
ante todo deben recibir baratas las primeras materias.
Las ganancias disminuyen en apariencia si se las com-
para con el capital inmovilizado y con los beneficios
que se calculan previamente, pero los precios de los
artculos fabricados no han descendido en la misma
proporcin que las primeras materias.
Estos progresos son debidos la concurrencia, que
constantemente nos estimula procurar economas,
primero en la retribucin del trabajo y segundo en los
gastos de fabricacin.
Las mquinas permiten economizar en la mano de
obra, pero no se deduce de ah que, con el tiempo ha-
gan bajar los salarios. Por el contrario, hacindose ms
productivo el trabajo, los salarios tienen tendencia
subir, pues las ganancias estimulan la concurrencia
de los empresarios. El trabajo productivo es como
una tierra frtil, que obtiene fcilmente renta con-
siderable. Como el nmero de trabajadores hbiles no
2. 12 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

puede crecer de repente en proporciones extraor-


dinarias, la demanda de sus servicios ser cada da
ms activa, dadas las condiciones de la industria con-
tempornea.
Las invenciones modernas reducen los gastos de fa-
bricacin sin sustituir por nuevos poderes el trabajo.
En los hornos de Siemens se alcanzan resultados su-
periores con un gasto menor de combustible. Con el
procedimiento Bessemer, el acero se purifica autom-
ticamente por medio de la combustin de las substan-
cias impuras que contiene. No cabe duda de que la
introduccin de nuevas mquinas y la reduccin de
los gastos de produccin pueden disminuir moment-
neamente el empleo del trabajo. Los economistas han
hecho mal en negarlo, siguiendo su funesta costumbre
de considerar toda clase de capital tan movilizable
como lo es una suma de dinero colocada en una casa
de banca, y todos los obreros como factores, tan
aptos para prestar servicio en las oficinas de un banque-
ro como en las de un comerciante. La fabricacin
vapor ha matado la fabricacin mano y arruinado
los tejedores. Los ferrocarriles han causado gran-
des perjuicios los constructores de coches y los
dueos de canales. No es conveniente disminuir exce-
sivamente el empleo del trabajo humano. Mas para
justificar la utilidad de las invenciones y la sustitu-
cin de la mano de obra por las fuerzas naturales, bas-
ta fijarse en que el trabajo no hace ms que cambiar
de forma y de lugar, y que en seguida viene ser
objeto de una demanda ms intensa, al mismo tiempo
que los productos necesarios para la vida se hacen ms
abundantes y ms asequibles para todos. Lo que ha
dado lugar los temores sobre este punto ha sido que
en los primeros tiempos que siguieron la introduc-
J. E. THOROLD ROGERS 243

cin de las mquinas en Inglaterra, la miseria de las


clases trabajadoras, llevada al extremo, se hizo escan-
dalosa intolerable; por este motivo he procurado di-
lucidar el problema de las relaciones del trabajo y del
capital con la produccin, antes de entrar en el estu-
dio particular del pauperismo.
Los economistas estn unnimes en admitir que las
leyes que regulan la produccin son leyes naturales,
si bien las atribuyen una rigidez exagerada. Las que
determinan la distribucin de la riqueza producida,
son en todo en parte, de institucin humana. No
debe entenderse esto en el sentido de que sea distri-
buida la riqueza segn el capricho arbitrario de los
individuos, sino que en una sociedad organizada, la
distribucin se efecta en la proporcin que determi-
nan las fuerzas dominantes que dirigen la sociedad, y
la impiden disolverse, ya obren aqullas ttulo de
mandatarias, ya por virtud de una usurpacin. Sin
embargo, nunca podra llegarse excluir completa-
mente alguno de los cuatro factores que intervienen
en la produccin, pues su retraimiento condenara
los otros tres permanecer inactivos.
Las leyes humanas pueden cercenar grandemente la
parte del producto que se consagra la remuneracin
que constituye la renta. A fuer de economista desinte-
resado en el asunto, no disputo la renta su derecho
la vida, pero como ya he dicho, no veo que tenga
nada de sagrado. Es sencillamente la resultante de
ciertos fenmenos naturales, como lo son la necesidad
del trabajo, las prdidas de las fuerzas y el roza-
miento de las ruedas de una mquina. Nace de la limi-
tacin del bienestar humano, como los honorarios del
mdico tienen su origen en la limitacin de la salud.
Nada justificara la confiscacin propuestapor mis-
241 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

ter neury George, ni la compra obligatoria propues-


ta por Mr. Stuart Mill. Debo hacer notar, aparte de
esto, que el propietario que cultiva sus tierras por s
mismo, se libra en parte de la influencia de las leyes
artificiales que regulan la distribucin de la riqueza.
El alza y la baja de los precios no le afectan tanto
como los dems, pues su trabajo subviene una
parte considerable de su consumo. Los economistas no
se han fijado lo bastante en esta ventaja.
La parte del producto asignada al inters del capi-
tal tiende disminuir medida que aumenta el to-
tal de la riqueza pblica. Despus de haber ahorra-.
do con el fin de asegurarse una reserva con que proveer
las eventualidades del porvenir, se sigue ahorrando
con el fin de aumentar la renta que se disfruta. Consi-
deradas desde el punto de vista de la ciencia abstracta,
las leyes acerca de la usura y las leyes acerca de las
quiebras son igualmente violaciones de la libertad
de los contratos. Pero hay diferencia entre las pri-
meras, cuya derogacin provoc con sobrado moti-
vo Bentham, y que establecen la intervencin del Es-
tado en nombre de una teora rgida inflexible, y las
segundas, basadas en la equidad y que se adaptan
las exigencias de cada caso particular.
Los propietarios han procurado, por lo general, que
interviniera la ley en auxilio de la renta y contra el in-
ters y las ganancias. Mas se han visto obligados
respetar la parte correspondiente al inters, aunque la
condicin del deudor hipotecario, en caso de falta de
pago, sea mejor que la del deudor comn, pues no su-
fre las consecuencias :de la depreciacin de su garanta
y en nombre de lo que se ha llamado equidad de la reden-
cin, se le otorgan plazos fin de facilitarle el retracto
de los inmuebles dados en garanta de su deuda.
J. E. THOROLD ROGERS 245

Los intereses del capital del arrendatario y las ga-


nancias de ste no han tenido tan buena fortuna y se
hallan todava merced del poseedor de la renta, ha-
bindose reducido para aumentarla. Efecto de esto es
la situacin decadente de la agricultura y la depresin
de nuestro comercio.
Por lo que toca la remuneracin del trabajo ha sido
cosa fcil disminuirla, por medio de toda una serie de
leyes positivas, y alucinando los colonos, hasta el
punto de que se han hecho cmplices de la opresin
del labrador contribuyendo con todas sus fuerzas y con
todo su poder consolidar su propia servidumbre. Sin.
embargo, hace cuarenta aos, cuando el pueblo ingls
rompi las antiguas leyes restrictivas destinadas
favorecer la elevacin de la renta, pareci que los
arrendatarios haban abierto los ojosr hoy, por el con-
trario, parecen inclinados dejarse seducir de nuevo
por los sofismas que engaaron sus padres y creer
que leyes que dificultaran el abastecimiento nacional
les permitiran pagar sus obreros salarios ms cre-
cidos.
En los siglos ny y xv intentaron por primera vez los
seores y los propietarios reducir el tipo del salario
por disposicin de la autoridad. El fin que perse-
guan era mantener el nivel de los arrendamientos.
Su derrota final fu completa, pues en 1495 el poder
legislativo estableci una tarifa de salarios en que se
daba plena satisfaccin los derechos de los trabaja-
dores, que en este asunto quedaron dueos de la situa-
cin. El gremio que pertenecan los operarios era para
ellos una Trade Union y una sociedad de socorros
mutuos. Las tierras se hallaban muy divididas entre
los cultivadores: en Tandridge, aldea del condado de
Surrey, que he de citar ms de una vez, haba en 1600
tf; SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

47 propietarios y terratenientes que por trmino Me_


dio labraban 19 acres y medio. Estoy seguro de que
esta divisin de la tierra dur hasta el final del siglo.
El trabajador que se halla en posesin de la tierra
se encuentra en una excelente posicin para defender
la paga de su trabajo. Los propietarios y los colonos
lo han comprendido as y se han puesto de acuerdo
para separarle del terruo; todava hoy se esfuerzan
en mantenerle apartado del suelo que cultiva.
Con la adulteracin de la moneda comenz la ruina
de los trabaj adores; haba en circulacin una canti-
dad equivalente siete aos de monetizacin de oro y
plata en el reinado de Isabel y diez aos de acua-
cin en el de su padre. La emisin de moneda de mala
ley por los Gobiernos pesa casi por entero sobre las
ciases pobres y esto es lo que hace tan vil infame se-
mejante crimen. A la adulteracin de la moneda sigui
la confiscacin de los bienes inmuebles de las corpo-
raciones y de los fondos de las sociedades de socorros
mutuos. Uniendo la hipocresa al robo, Somerset los
confisc, declarando que se hallaban dedicados usos
supersticiosos. Despus ocurri el alza de los precios;
las provisiones subieron un 275 por 100, y el que po-
sea 16,6 chelines no fu ms rico que el que antes te-
na tan slo seis. Los salarios permanecieron inmvi-
les, pues son impotentes para defenderse contra la ca-
resta de los precios, pesar de todas las promesas y
buenas palabras que nuestros proteccionistas prodi-
gan las clases obreras. Por ltimo, vino poner re-
mate la penuria de los trabajadores el Estatuto del
quinto ao del reinado de Isabel, que confi los jue-
ces de paz, congregados en reuniones trimestrale s , la
misin de fijar la tasa de los salarios y dict penas
severas para los contraventores.
217
J. E. THOROLD ROGERS

Esta famosa Acta que consum la degradacin del


pobre, hizo inevitables el pauperismo y la miseria
universal. En realidad no era una legislacin nueva
sino la codificacin de todos los antiguos Estatutos de
los trabajadores, que vena derogar, puesto que las
atribuciones de los jueces de paz habanse establecido
ms menos ampliamente haca doscientos aos. Lo
que caracteriza esta ley es que aprovech el mo-
mento en que los obreros se hallaban dbiles inermes,
para consolidar las antiguas leyes y hacer ms rgidos
los reglamentos de aprendizaje, con el fin de condenar
al trabajo agrcola al mayor nmero posible de brazos
y cerrar toda salida al labrador que quisiera huir de la
opresin de sus seores. La recopilacin de los Esta-
tutos de Inglaterra contiene leyes atroces, precedidas
muchas de ellas de prembulos hipcritas; el Acta de
Isabel es la ms infame, porque ataca todos los dere-
chos del pobre, hasta al derecho la vida, en inters
tan slo de la renta.
He descubierto trece reglamentos de salarios y es
posible que se descubran ms en lo sucesivo. Fijan in-
variablemente jornales que aun sin los intervalos de
parada, no bastaran para dar pan al obrero y su fa-.
milia. El trabajador tena que solicitar la caridad p-
blica privada, las limosnas de las buenas almas las
contribuciones establecidas con el fin de procurarle la
subsistencia. Es consolador ver que, pesar de las
penas con que se les amenazaba, los empresarios eran
generalmente ms liberales que los jueces, tiranuelos
de los campos. He aqu los salarios oficiales medios que
resultan de siete reglamentos promulgados de 1593
1684, y que se refieren tres categoras de labrado-
res y cinco clases de artesanos: 3 chelines y 1 /2 peni-
que por semana, 3 chelines y 1 /2 penique, 4 chelines y
218 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

5/4 de penique, 5 chelines y 3 peniques, 7 chelines y


5/4 de penique, 7 chelines, 11 1/4 peniques y 5 chelines
y 3 peniques; los salarios pagados en realidad eran.
siempre ms crecidos que los oficiales, y fueron res-
pectivamente 5 chelines y 4 1/2 peniques, 5 chelines
y 2 1/4, peniques, 5 chelines y 5 1/4 peniques, 5 cheli-
nes y 9 peniques, 7 chelines y 5 peniques, 8 chelines
y 1 1/2 peniques y 8 chelines y 3 peniques. Es de notar
que las tarifas de la repblica son las ms elevadas y
que la restauracin trat de hacer bajar los salarios.
Para los trabajadores fu mejor la dominacin de los
Santos que la de los Caballeros (1).
El primer ensayo de la legislacin de pobres se re-
m9nta 1541, y no reclam ms que donativos vo-
luntarios. Entre esta fecha y el Estatuto de Isabel,
de 1601, he contado doce actas del Parlamento; todas
ellas son muy interesantes para la historia econmica
de Inglaterra, pero no se las encuentra ms que en
las ediciones de aquella poca y en la reimpresin en
folio, ordenada por el Parlamento. Las recopilaciones
usuales las omiten por estar derogadas cadas en
desuso.
Se abrig primero la esperanza de que la caridad
individual suplira el dficit de los salarios, engen-
drado por la intervencin del Gobierno, pero aun
siendo activa no basta la caridad privada para reme-
diar una calamidad nacional. Adems, cuando el jefe
del Estado es, como fu Enrique VIII, rapiador, em-
bustero, extravagante, sin escrpulos ni honradez, el
comn de los hombres se inclina ms imitar un
ejemplo que viene de tan alto que aliviar los males
(1) Santos y Caballeros eran respectivamente las denomina cio
y los par--nesda.lopuritnsadoelrpbica
ciales de la monarqua de los Estuardos.(N. DEL T.)
J. E. THOROLD ILOO-ERS 249

producidos por el que lo da. Supongamos por un mo-


mento que Enrique VIII y los tutores de su hijo cre-
yeran sinceramente que la caridad privada atendera
las necesidades de los pobres. La Peticin de los men-
digos calculaba.. en 45.333 libras el importe anual de
las limosnas recogidas por las rdenes mendicantes,
y pidieron aqullos esperar que la nacin dara vo-
luntariamente, para aliviar la miseria, lo que haba
dado para sostener los proslitos y los apstoles de
una religin proscrita y desposeda de sus bienes por el
rey. Mas la experiencia nos ensea que los hombres
contribuyen con ms largueza al sostenimiento de
una religin que creen verdadera, que al alivio de
las penalidades que tienen delante de los ojos. Quizs
no dejan de tener alguna parte de razn; es tan dificil
distinguir la verdadera miseria de la falsa!
Variaron mucho las disposiciones de los Estatutos
acerca de esta materia. Comenzaron por reclamar tan
slo donativos voluntarios, estableciendo cuestacio-
nes especiales en las iglesias, primero por el verano
y luego por Navidad. El llamamiento la caridad ge-
neral se convirti bien pronto en exhortaciones, invi-
tando directamente los ricos desprenderse de parte
de lo superfluo. Los recalcitrantes fueron denuncia-
dos luego al obispo, el cual deba exhortarlos indi-
vidualmente que socorrieran los pobres. En el
reinado de Mara Tudor, la obstinacin en escatimar
los donativos lleg considerarse presuncin de he -
reja , y daba lugar que se abriese una informa-
cin. No pas much tiempo sin que se apelara me-
didas coercitivas; el rico avariento fue reducido pri-
sin y sus bienes sometidos gabelas. Por ltimo, se
acab por exigir el pago todos los contribuyentes
indistintamente.
250 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

He tenido la buena fortuna de encontrar, y he pu_


blicado, el estado de cobranza de esta contribucin
en la parroquia de Tandridge. La unidad de cuota
fijada en un penique por acre era exigible una vez
al ao los propietarios poseedores de tierras que
no llegaban 10 acres, y dos veces los que posean
heredades de 10 30 acres de extensin, debiendo cu-
brirse el dficit eventual por los que poseyeran tierras
de mayor superficie. Se tena en cuenta el valor de
los edificios, fin de que el propietario de una her-
mosa casa, rodeada de una corta extensin de terreno,
no resultase descargado de la contribucin en perjui-
cio de los arrendatarios que labraban cuatro terrones.
Como se deduce de lo anterior, esta contribucin era
progresiva.
Algunos escritores relacionan el establecimiento de
1s leyes de pobres con la supresin de las rdenes re-
ligiosas, la cual siguieron de cerca, en efecto. Otros,
ganosos de vindicar la Reforma de la acusacin de
haber aumentado la pobreza del pueblo, han hecho
notar que antes de Enrique VIII exista ya el paupe-
rismo y se preocuparon con l los Gobiernos. Creo
que la desaparicin de los monasterios empeor el mal
en la misma proporcin que el desarrollo de la cra de
ganado lanar, el alza de los arrendamientos y la fu-
sin de las granjas pequeas para formar grandes ex-
plotaciones agrcolas. Estas cuatro causas bastan para
explicarnos la necesidad que hubo de establecer las
leyes de pobres.
El Acta de 1601, temporal al principio, fu reprodu-
cida y confirmada de legislatura en legislatura. Es
probable que por algn tiempo se alimentara la espe-
ranza de poder prescindir algn da de la beneficencia
pblica. Pero con la caresta general y el sistema de la
J. E. THOROLD ROGERS 251

tasa de los salarios, la disminucin de la miseria esta-


ba fuera del crculo de las probabilidades. Poco poco,
fu arraigndose la idea de que, puesto que el traba-
jador menesteroso era mantenido costa de la tierra,
haba derecho para separarle cada da ms de ella y
para arrebatarle sus ltimos derechos, como el de
pastos comunales. La antigua cancin que excita al
labrador desechar toda tristeza, ya que la parroquia
tiene la obligacin de mantenerle, me parece que est
inspirada en una sombra desesperacin ms bien que
en un alegre sentimiento de gratitud. Convertida en
perpetua en la poca de la Restauracin, el Acta de
Isabel sigui en vigor hasta 1835.
No s hasta qu punto puede justificarse, ante el
criterio econmico, un sistema de beneficencia obliga -
toria. El argumento de Mr. Mill, basado en el hecho
de que el individuo no es autor de su propia existen-
cia, riada prueba contra las dems personas que tam
poco son responsables de ella, y sera rechazado en un
estado social donde la beneficencia pblica llegara
constituir una carga abrumadora. Si la lucha por la
existencia no dejara absolutamente ningn respiro
los que trabajan, no se condenaran, de seguro,
morir por inanicin para salvar los que n.o pueden
no quieren trabajar. Pero mirada desde el punto de
vista moral y poltico, la defensa de aquella institu-
cin adquiere otro aspecto y otro valor muy distinto.
La ligera cuota de cada contribuyente nos evita la du-
reza de costumbres y de sentimientos en que quedara-
mos sumidos si nos acostumbrramos tener delante
de los ojos el espectculo de la miseria, abandonada sin
sombra de socorro. Es cosa saludable acostumbrar los
hombres indignarse al ver un desgraciadopere-
ciendo por falta de un mendrugo de pan. La luchay la
12:-)2 SENTIDO ECON( MICO DE LA HISTORIA

competencia de los intereses son estudiados por el eco-


nomista que consigna las fases y los resultados del
combate, pero el moralista se alegra cuando por un
momento se interrumpe la lucha y se entrega al ven-
cido una migaja del botn. La poltica, que se ingenia
para evitar todo rozamiento superfluo en las ruedas
de la mquina que administra, teme las explosiones
de la desesperacin, hasta cuando est segura de poder
reprimirlas.
Los crmenes de nuestros gobernantes han hecho de
imperiosa necesidad las leyes de pobres. Sin las cuatro
causas que he enumerado, hubiera habido sin duda
miseria, pero ms tolerable y ms fcil de socorrer.
Por esto nuestros pobres han conservado as como una
vaga impresin de que en lo pasado se les despoj de
lo que les perteneca. Es cierto que hay mucho que
reformar en el sistema de exaccin y de distribucin
de estos socorros; todas las cargas pesan sobre la po-
sesin, y todos los beneficios que resultan de este sis-
tema de seguros contra las enfermedades, la vejez y
la inhabilitacin de los trabajadores, son para aquellos
que los emplean y, que por este motivo, pueden pa-
garles menor salario. Desde un principio se haba
comprendido, sin embargo, que los cultivadores en pe-
queo que no empleaban trabajadores extraos, no
estaban obligados, en rigor de derecho, cooperar en el
mismo grado que los dems al alivio de la miseria. El
ejemplo de la contribucin gradual de Tandridge lo
demuestra. Es escandaloso que grandes castillos y par-
ques inmensos sean tasados en sumas irrisorias por sus
propietarios mismos. Esta ilegalidad flagrante ha de
tener consecuencias peligrosas para ellos el da que se
aprecie con claridad su conducta y se establezca un
r epartimiento diferencial, basado en una progresin
25R
J. E. THOROLD ROGERS

enteramente opuesta la que se ha seguido hasta


el da.
La ley del domicilio parroquial fu votada en la, po-
ca de la restauracin. Funesta en sus tendencias, fu
considerada urgente para proteger los condados ri-
cos, adonde aflua gran muchedumbre de pobres; se
estim que con tal disposicin se volva al antiguo
principio de la responsabilidad de las parroquias. Con-
secuencia de ella fu la distincin entre las parroquias
cerradas y las parroquias abiertas, clasificacin que
felizmente ha pasado la categora de recuerdo his-
trico. Las primeras eran aquellas cuya circunscrip-
cin perteneca un slo propietario, y ste no tena
ms que expulsar todos los menesterosos, para obli-
gar as los vecinos sostener sus obreros necesita-
dos, librndose l de la carga. En las segundas, el
hecho de estar repartido el territorio entre distintos
propietarios haca imposible tal proceder. Para reme-
diar semejante estado de cosas, la ley conocida con el
nombre de Gilbert's Act autoriz la unin de varias
parroquias urbanas; la nueva ley de 1835 acab defi-
nitivamente con estos abusos. Recuerdo todava la in-
dignacin de algunos propietarios cuando se vieron
obligados compartir la carga comn. Mi celo en fa-
vor de esta reforma me hizo perder la amistad de dos
tres de ellos.
En vsperas de la revolucin se form un estado, que
conserv Davenant, del importe de la contribucin de
pobres en los distintos condados. Pesaba mucho ms
este impuesto sobre los del Sur que sobre los del Norte
del Trent, aunque otro documento oficial, el informe
sobre la gabela de los hogares, demuestra que lapo-
blacin era tan densa en el Norte como en el Medioda, ,
si bien ms atrasada en aqul. La contribucin de po-
254 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

bres era igual la mitad de las rentas de la Corona


en tiempo de paz, proporcin que nunca volvi al-
calizar, ni siquiera cuando se elev ocho millones de
libras esterlinas, poco antes de la poca en que fu
modificada la ley. Despus de la revolucin, se hicie-
ron todava ms rigurosas las restricciones del domi-
cilio parroquial y el afianzamiento de nuestra Consti-
tucin no mejor en nada la condicin del obrero. En
realidad, el siglo xvir fu para el trabajador una era de
miseria no interrumpida, y al terminar dicha centuria
calculaba Gregorio Ming que el colono no contribua
casi nada al ahorro nacional, y los obreros agrcolas,
considerados en conjunto, nada absolutamente. Sin
embargo, la poblacin se haba duplicado y haba de
duplicarse otra vez en el siglo siguiente.
Arturo Young observ con visible contrariedad que,
aunque los salarios haban subido considerablemente,
la carga de la contribucin de pobres iba hacindose
cada da ms pesada, y atribuy esta desagradable
coincidencia al aumento del consumo del te. Le hubiera
costado gran trabajo reconocer que se deba la in-
troduccin del sistema de cultivo de que era parti-
dario.
No obstante, la subida de los salarios agrcolas, de 7
chelines y 6 peniques semanales, comprendiendo la
poca de la cosecha, 9 chelines, la contribucin de
pobres haba crecido, porque en todas partes habanse
cercado los campos, desapareciendo el cultivo en pe-
queo y decayendo las industrias domsticas. Estas
ltimas, unidas la moderada recaudacin con des-
tino la beneficencia pblica, eran lo que en el Norte
supla lo reducido de los salarios. En el Medioda, por
el contrario, hubo ms apresuramiento en cercar los
campos. Cada vez ms divorciados de la tierra, los
255
J. E. THOROLD ROG ERS

trabajadores vean aumentar su penuria, aunque el


precio de los artculos de primera necesidad no haba
subido excesivamente. Por ltimo, se derog la ley de
Isabel, que obligaba considerar anejos cada caba-
a cuatro acres de tierra, oponindose que las fami-
lias se amontonaran unas sobre otras. Este Estatuto
era beneficioso para los labradores, pero dificultaba la
obra del cercamiento de los campos. Todava no se
han repuesto los aldeanos de las consecuencias de la
derogacin de dicha medida.
3racias los brillantes resultados de los nuevos
mtodos de cultivo, la primera mitad del siglo xvm
fu un perodo de abundancia, de elevados rendimien-
tos agrcolas, de precios baratos y de salarios en alza.
No poseo documentos directos relativos las contri-
buciones de pobres, pero deduzco de lo que dice Ar-
turo Young que fueron moderadas y fciles de sopor-
tar hasta 1775. En el ltimo cuarto de siglo, los pre-
cios se elevaron, descendieron los salarios y los su-
frimientos de las clases menesterosas fueron tales que
llegaron llamar la atencin pblica. Sir Federico
Eden escribi su _Historia de los pobres, cuya consulta
es utilsima en todo lo referente la poca en que vi
vi el autor, pero que carece de importancia en lo to-
cante tiempos ms remotos. Le faltaban datos acerca
de stos sir Eden y parece que ni siquiera consult
la Recopilacin de los Estatutos. Los arrendamientos
suban rpidamente y los colonos se quejaban de las
decisiones de los jueces de paz, que, segn decan,
eran demasiado liberales para con los necesitados. Va-
rias Actas del Parlamento restringieron el empleo de
la cebada en las cervezas y la cernidura excesiva de
las harinas. El rey hizo servir pan moreno en su mesa,
y las princesas se asombraban de que elpueblo pu-
256 SENTIDO ECONMICO DE LA HISTORIA

diera morirse de hambre cuando era cosa tan fcil ali-


mentarse con bollos falta de pan.
Consternados por la intensidad de la crisis, y no sa-
biendo qu partido tomar, los magistrados del Berks-
hire adoptaron el sistema conocido con la denomina-
cin de Speenhamland Act, del nombre de la localidad
donde aqullos se reunan. Fundndose en una nueva
interpretacin de dos Actas del Parlamento, una del
reinado de Jorge I y otra del de Jorge III, fijaron un
salario mnimo que, segn ellos, bastaba para la sub-
sistencia de un hombre, de su mujer y un hijo. Presu-
sumiendo que, si la familia era ms numerosa, el sala-
rio no subira por esto, decidieron que para aumentarle
se tomara una cantidad suplementaria de la contribu-
cin de pobres por cada hijo ms. Esto fu lo que se
llam allowance system , sistema de las pensiones, y
fu muy combatido por los malthusianos fanticos, que
lo juzgaron como un estmulo al crecimiento de la po-
blacin y la incontinencia. Nadie se fij en la injus-
ticia manifiesta que haba en hacer pagar aquellos
contribuyentes, que no empleaban obreros extraos
la familia, una parte considerable, veces la mitad, de
los salarios, que hubieran debido pagar por entero
los que se servan de los trabaaMores. M. Whitbread
procur, sin resultado, en el Parlamento, que se diera
la sancin legislativa este sistema. Con tal ceguedad
se le aplicaba, que he conocido dos jornaleros que eco-
nomizando secretamente parte de sus pensiones, lle-
garon reunir lo suficiente para comprar una granja
pequea
La contribucin se hizo intolerable en las parroquias
abiertas, donde no era raro el caso de que absorbiera
el importe total de los arrendamientos. Los propieta-
rios llegaron verse arruinados por su propia inven-
J. E. THOROLD ROGERS 257

cin. Se ensay el sistema seguido por Mr. Nicholls y


por Mr. Lowe (1) en Bingham y en Southwell, sistema
que fu sancionado por la nueva ley de pobres, que
hicieron votar los whigs, guindose por los consejos de
los economistas de la Escuela metafsica. Hubiera sido
necesario reformar antes que esta legislacin las leyes
sobre los cereales, en lugar de dejarlo para despus,
pero los whigs no quisieron enemistarse con el partido
de los grandes propietarios territoriales.
Esta poltica egosta di origen al Cartismo, favore-
ci mucho al partido conservador en el Norte y le
presta hoy todava el servicio de presentar las refor-
mas polticas unidas un programa socialista po-
co menos. Algunos de los artculos de este programa
han ejercido una influencia beneficiosa reflejada en las
leyes sobre el trabajo en las fbricas, que se aprobaron
gracias al apoyo de los obreros que seguan Oastler
y O'Connor. Pero los conservadores tenan miras tan
limitadas, que se negaron aceptar la derogacin de
las leyes sobre los cereales, bajo pretexto de que el
libre cambio reducira la tasa de los salarios. Se ase-
gura que algunos de ellos siguen creyendo todava que
el encarecimiento artificial de los precios, determina-
ra un alza en la retribucin de los trabajadores.

(1) Con arreglo este sistema no podan reclamar socorros los


pobres que pudieran trabajar, menos de ingresar en los Hospi-
cios.(N. DEL T.)

17
Notas sobre la edicin digital

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perteneciente al fondo bibliogrfico de la Biblioteca de la Facultad de Derecho de la
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