Los 10 Grados de La Escala Mística para Acceder A Dios
Los 10 Grados de La Escala Mística para Acceder A Dios
Los 10 Grados de La Escala Mística para Acceder A Dios
Para que se produzca una conversin a la Fe Catlica, que nos conduzca a la Vida
Eterna, se necesita un proceso de involucin de una persona, es decir abandonar la
mentalidad del "hombre viejo", y volver a renacer como "Hombre Nuevo", como lo dijo
Jess a Nicodemo.
Pero para poder producirse ese proceso, es necesario que intervenga una Luz especial
que solo puede provenir del Espritu de Pureza de Dios, que est simbolizado en el Gnesis
por el primer da de la Creacin:
Que exista la Luz. Y la Luz existi Vio Dios que la Luz era buena y la separ de las tinieblas.
A la Luz la llam da y a las tinieblas noche:
Dice S. Pablo:
"Os digo pues y os recomiendo encarecidamente en el nombre del Seor, que no vivis
como viven los no creyentes: vacos de pensamiento, entenebrecida la mente y alejados de
la vista de Dios a causa de su ignorancia y su obstinacin. Perdido el sentido moral, se han
entregado al vicio y se dedican a todo gnero de impureza y de codicia. No es eso lo que
vosotros habis aprendido sobre Cristo! Porque supongo que habris odo hablar de l y
que, en conformidad con la autntica doctrina de Jess, se os ense como Cristianos a
renunciar a vuestra conducta anterior y al hombre viejo, corrompido por apetencias
engaosas. De este modo os renovis espiritualmente y os revests del hombre nuevo
creado a imagen de Dios, para llevar una vida verdaderamente recta y santa" (Ef 4-17,24).
A este efecto, describiendo en la Noche pasiva del espritu, la escala mstica de Amor
divino, compuesta de 10 grados, que es el camino que conduce a Dios, San Juan de la Cruz
describe lo que ocurre cuando el alma sube el primer peldao, que es mudar el apetito de
todas las cosas humanas y ponerlas en Dios Creador, cumpliendo as el primer
mandamiento de la Ley de Dios que es amar a Dios sobre todas las cosas:
El primer grado de la escala mstica
El enamoramiento del alma con el Hijo de Dios
"Decimos pues que los grados de esta escala por donde el alma va subiendo a Dios de
uno al otro, son diez. El primer grado de Amor hace enfermar al alma provechosamente. En
este grado de Amor habla la Esposa en el Cantar de los Cantares cuando dice: Os conjuro,
hijas de Jerusaln que, si encontris a mi Amado, le digis que estoy enferma de Amores
(Cant 5,8).
Pero esta enfermedad no es para muerte, sino para Gloria de Dios (Io 11,44), porque en
esta enfermedad desfallece el alma al pecado y a todas las cosas que no son de Dios por el
mismo Dios, como David testifica diciendo: "Desfalleci mi alma, esto es, acerca de todas
las cosas a tu salud" (Ps 142,7); porque as como el enfermo pierde el apetito y el gusto en
todos los manjares, y muda el color primero, as tambin en este grado de amor pierde el
alma el gusto y el apetito en todas las cosas, y muda, como amante, el color y accidente de
la vida pasada.
Y de la misma manera que el enamorado de su pareja est atrado por su belleza tanto
fsica como por su manera de ser , el alma se enamora de Cristo por su manera de ser, por
su ejemplo, por su Virtud, porque existe una similitud entre todo lo material y lo espiritual,
ya que el mundo est hecho a la imagen de Dios que es Espritu.
El alma que conoce la fealdad del pecado, el horror de sus consecuencias, que son
desasosiego, odio y maldad, sabe por eso apreciar la belleza de la Virtud, y la maravilla de
sus consecuencias, que son paz, amor y bondad, puede entonces enamorarse de Jess,
que es la fuente de todas las virtudes.
No favorece para nada la predicacin "descafeinada" actual del tipo: "Dios te quiere
como eres", que solo conduce al inmovilismo, o al "quietismo" y a la parlisis espiritual del
alma, ya que si Dios me quiere como soy, Para qu voy a cambiar?
Y ese es el gran triunfo de Satans, que afirma que ya nada es pecado, y que Dios
quiere por igual a todas las personas, cuando en realidad segn el Santo Doctor. Dios
quiere a cada cual segn su grado de Virtud, es decir desde el primer grado que hemos
ledo ms arriba, hasta el dcimo grado en donde el alma muere por Amor, que es lo que le
ocurri a la Gran Santa Teresa de Jess, que tena el corazn traspasado por el dardo del
Serafn, cuando ocurri el fenmeno mstico de la Transverberacin, lo que se comprob
una vez muerta, cuando se vio la llaga en su corazn.
En realidad entre el pecado y la Virtud existe una diferencia abismal, ya que el primero
es una alabanza y sumisin a Satans, y en el segundo caso es tambin una alabanza y
sumisin a Dios.
El segundo grado hace al alma buscar sin cesar. De donde cuando la esposa dice
que buscndole de noche en su lecho (cuando segn el primer grado de amor estaba
desfallecida) y no le hall dijo: Levantarme he y buscar al que ama mi alma (Cant 3,2). Lo
cual, como decimos el alma hace sin cesar, como lo aconseja David diciendo: Buscad
siempre la cara de Dios (Ps 104,4) y, buscndola en todas las cosas, en ninguna reparar
hasta hallarla; como la Esposa, que, preguntndole por l a las guardas, luego pas y las
dej (Cant 3,4). Mara Magdalena ni an en los ngeles del sepulcro repar. (Jn 20,14).
Aqu en este estado, tan solcita anda el alma, que en todas las cosas busca al Amado;
en todo cuanto piensa, luego piensa en el Amado; en cuanto habla, en cuantos negocios se
ofrecen, luego es hablar y tratar del Amado, cuando como, cuando duerme, cuando vela,
cuando hace cualquier cosa, todo su cuidado es en el Amado, segn arriba queda dicho en
las ansias de Amor. Aqu, como va el alma convaleciendo y cobrando fuerzas en el amor de
este segundo grado, luego comienza a subir al tercero por medio de algn grado de nueva
purgacin en la noche, despus diremos lo que hace en el alma los ejercicios siguientes.
Y de la misma manera que ese amor humano, antes de estallar en una pareja, comienza
siempre por una luz que ilumina a la persona, y que tambin le "hace enfermar" a todas las
otras compaas y ver solo en su enamorado la criatura perfecta en todos sus aspectos,
viendo solo cualidades y siendo incapaz de ver defecto alguno en esa persona.
Dios as lo ha hecho, pero este aspecto de perfeccin que solo es verdad en cuanto se
refiere a Dios, es incierto en lo que se refiere en las personas, despus aparecen las
imperfecciones, por eso hay tantos divorcios y tantas separaciones, en las personas que no
aceptan el sacrificio que Dios exige para el bien de las almas, ya que como lo dice tan bien
San Juan de la Cruz, Dios manda a cada persona las pruebas y los sufrimientos
proporcionalmente a su grado de imperfeccin, y tambin al grado de Gloria a la cual l la
quiere llevar, como l tambin lo dice, en los conventos y en la vida matrimonial, se cumple
esa necesidad: el alma tiene que dejarse entallar, modelar, sufrir y debe soportar todo para
poder as transformarse en criatura capaz de alcanzar la Vida Eterna.
Ncele aqu otro efecto admirable y es que se tiene ms mala averiguadamente para
con sigo que todas las otras almas, lo uno porque le va enseando el Amor lo que merece
Dios, y lo otro porque como las obras que hace aqu por Dios son muchas todas las conoce
por faltas e imperfectas, de todas saca confusin y pena, conociendo tan baja manera de
obrar por un tan alto Seor. En este tercer grado muy lejos va el alma de tener vanaglorias y
presuncin y de condenar a los otros.
Estos solcitos afectos causa en el alma- y otros muchos de este talle - este tercer grado,
y por eso en l cobra nimo y fuerzas para subir hasta el cuarto, que es el que se sigue.
Me permito aqu aadir que en este tercer grado de la escala mstica, el alma empieza
a padecer el sufrimiento de las almas del Purgatorio, porqu an que no haya visto a Dios
en su Majestad y Gloria, como lo han visto las almas ya muertas y que vieron
el esplendor de Dios en el Juicio particular.
El cuarto grado de esta escala de Amor es en el cual se causa en el alma, por razn del
Amado, un ordinario sufrir sin fatigarse; porque, como lo dice San Agustn, ninguna de las
cosas grandes, graves y pesadas, casi ninguna las hace el Amor. (Salvo, naturalmente el
tremendo Sacrificio de Jess en la Cruz) En este grado hablaba la esposa, cuando
desendose ya verse en el ltimo, dijo al Esposo: "Ponme como seal en tu brazo, porque la
dileccin (esto es, el acto y obra de Amor) es fuerte como la muerte y dura emulacin y
porfa como el infierno" (Cant 8,6).
El espritu tiene aqu tanta fuerza y tiene tan sujeta a la carne y la tiene tan en poco como
un rbol a una de sus hojas (El Santo cura de Ars llamaba a su cuerpo mi cadver, que por
cierto sigue incorrupto en la Baslica de Ars).
En ninguna manera el alma busca aqu su consuelo y gusto ni en Dios, ni en otra cosa,
ni anda deseando ni pretendiendo pedir mercedes a Dios, porque ve claro que hartas las
tiene hechas, y queda todo su cuidado en cmo podr dar algn gusto a Dios y servirle algo
por lo que l merece y de l tiene recibido, aunque fuese muy a su costa. Dice en su
corazn y espritu:
Ay, Dios y Seor mo, cuantos hay que andan en buscar en Ti consuelo y gusto y a que
les concedas mercedes y dones; ms los que a Ti pretenden dar gusto y darte algo a su
costa, pospuesto su particular, son pocos! Porque no est la falta Dios mo, en no nos
querer T hacer mercedes de nuevo, sino en no emplear nosotros las recibidas slo en tu
servicio, para obligarte a que nos las hagas de continuo.
Harto levantado es este estado de Amor, porque como aqu el alma con tan verdadero
Amor se anda tras Dios con espritu de padecer por l, dale su Majestad muchas veces y
muy de ordinario el gozar, visitndole en espritu sabrosa y deleitadamente; porqu el
inmenso Amor del Verbo Cristo no puede sufrir penas de su amante sin acudirle.
Y aqu es cuando el alma se da cuenta del don ms grande que Dios le ha podido
hacer: El don de la fe, y dndose perfectamente cuenta, aunque sea de una manera infusa,
porque se lo ha comunicado el Espritu Santo, de la importancia de ese don, encontrado en
este mundo, que es el campo donde el hombre encuentra el tesoro, de la parbola, vende
entonces todo lo que tiene para comprar el terreno y as ser entonces dueo del tesoro, es
exactamente lo que ocurre en la Vida espiritual: el alma se da entonces cuenta de que hay
que renunciar a todo lo que tiene para alcanzar la Vida Eterna.
Padecen aqu hambre como canes y rodean la Ciudad de Dios (Ps 58,7). En este
hambriento grado se ceba el alma en amor, porque segn el hambre es la hartura, de manera
que de aqu puede subir al sexto grado que hace los efectos que se siguen.
Y an que este escrito mstico fue escrito por San Juan de la Cruz para las almas de
Vida Contemplativa, alejados del mundo, tambin sin duda alguna hay muchas almas que
viven en el mundo ocultando como pueden este deseo ardiente de ver a Dios, son los que
ven a Dios en todas las cosas, en la naturaleza y en todo lo que les rodea, admirando la obra
de Dios, y tambin sufriendo por el reverso de la medalla que es ver como hay gente que
peca abiertamente, vanaglorindose de ello, porque al conocer la belleza de Dios y poder
apreciarla, es cuando entonces conoce la fealdad del pecado y la monstruosidad del Padre
de todos los pecados: Satans y sus tenebrosos ministros, que se hallan inmersos y
mezclados en el mundo como el trigo con la cizaa ya maduros.
Y es que adems ese conocimiento del Bien y del mal, les hace merecedores del don de
discernimiento de los espritus, y de la misma manera que la ausencia de Dios les pena y
desespera, la presencia del mal les causa dao y dolor.
Y lo contrario, es lo que les ocurre a los que no tienen presencia de Dios: que no ven
diferencia alguna entre el pecado y la virtud: Son los relativistas, que no solo estn entre los
ateos y los laicos, pero desgraciadamente en muchos consagrados y cierta Jerarqua, lo
que es una gran desgracia, porque cierran la puerta a las almas que tienen sed de Dios, y
les impide el paso a la verdadera Santidad.
Estos ltimos grados de la escala mstica, ya que mstica quiere decir Amor, son de
solo unos pocos: Los que han renunciado al mundo, y solo viven por y para Dios, el cual los
dirige por la accin infusa del Espritu Santo, que les instruye al contemplar y seguir los
pasos de Cristo, es lo que dijo el Sublime Redentor: Os conviene que Yo me vaya, porque
entonces vendr el Espritu que os ensear la Verdad completa, y cuando al que le
preguntaba que haba que hacer para alcanzar la Vida Eterna, le dijo: "Si quieres ser
perfecto, vende todo lo que tienes, y sgueme".
Estos, hace tiempo que ya lo han vendido todo, y a ellos se les aplica la
Bienaventuranza de Cristo en su discurso de las bienaventuranzas:
El sexto grado, hace correr ligeramente el alma a Dios y dar toques en l, y sin
desfallecer corre por la esperanza, que aqu el amor que la ha fortalecido le hace volar
ligero. En el cual grado tambin Isaas dice aquello: Las almas que esperan en Dios
mudarn su fortaleza, tomarn alas como de guila y volarn y no desfallecern (40, 31),
como hacan en el grado quinto.
A este grado pertenece tambin aquello del Salmo: As como el ciervo desea las
aguas, mi alma desea a Ti, Dios (41, 2). Porque el ciervo en la sed con gran ligereza corre a
las aguas. La causa de esta ligereza en Amor que tiene el alma en este grado es por estar ya
muy dilatada la caridad en ella, por estar el alma poco menos que purificada del todo, como
se dice en el Salmo, es a saber Sine iniquitate cucurr (58, 5), y en otro salmo: El camino de
tus mandamientos corr cuando dilataste mi corazn (118, 32), y aqu desde este sexto grado
se pone luego en el sptimo que es el que se sigue.
Y aqu el alma recibe constantemente toques de Dios, que consiste en ver a Dios en
todo lo que ve: el alma se extasa, viendo a Dios en todo lo creado, lo que a un alma normal
le deja completamente indiferente, aqu el alma ve y aprecia a Dios en todo lo que ve: en un
animal, en una flor, en un paisaje, y Dios se comunica con ella viendo maravillas de
perfeccin y belleza en donde los otros no ven nada, porque estn cegados por las
tinieblas, que inundan su alma, ya que como lo dijo San Juan en su Evangelio: Dios ha
mandado su luz a este mundo, que es su Divino Hijo, pero el mundo ha preferido las
tinieblas, para que no sean manifiestas sus malas obras.
Y aqu abro un inciso personal, para desmontar a la mentalidad actual que dice que Dios
ama a todos por igual, cuando en realidad el Amor de Dios es proporcional al grado de
purificacin del alma, es decir a su grado de Virtud, y tambin a los abanderados de la
predicacin del "Dios te quiere como eres", el dios que se han inventado desde su
mediocridad.
Y Dios, que ante una alma imperfecta y enviciada, estando engolfada en sus apetitos
terrenos que son los dolos que le apartaban de Dios, viendo el alma preparada y purificada,
ya que fue probada adecuadamente y hallada digna, porque est hermanada en el Amor con
Cristo Jess, no solo no se indigna por esta accin atrevida, pero adems se complace en
esta osada.
El sptimo grado hace al alma atrever al alma con vehemencia. Aqu el Amor ni se
aprovecha el juicio para esperar, ni usa de consejo para retirarse, ni con vergenza se puede
refrenar, porque el favor que ya hace Dios aqu al alma, le hace atrever con vehemencia. De
donde se dice lo que dice el Apstol, y es que la caridad todo lo cree, todo lo espera y todo
lo puede (1 Cor 13, 7).
Desde este grado habl Moiss a Dios cuando le dijo a Dios que perdonase al Pueblo, y
si no, que le borrase a l del libro de la Vida en que le haba escrito (Ex 32, 31-32). Estos
alcanzan de Dios lo que con gusto le piden; de donde dice David: Delitate en Dios, y te
dar las peticiones de tu corazn (Ps 36,4).
En este grado se atrevi la Esposa en los cantares y dijo: Osculetur me osculo oris
sui (Cant 1,1). A este grado no le es lcito al alma atreverse, si no sintiese el favor interior del
cetro del Rey inclinado hacia ella (Esth 8,4), porque por ventura no caiga a los dems grados
que hasta all ha subido, en los cuales siempre se ha de conservar en humildad. De esta
osada y mano que Dios le da al alma en este sptimo grado para atreverse a Dios con
vehemencia de Amor, se sigue al octavo, que es hacer ella presa en el Amado y unirse con
l segn se sigue.
Este entrenamiento del alma que ahora posee y luego deja de poseer, le causa al alma
un deseo irrefrenable que le hace comprender que pasara mil horribles tormentos y
agonas para volver a poseer a Dios aunque sea por un momento.
El octavo grado de amor hace al alma asir y apretar sin soltar segn la Esposa dice de
esta manera: Hall el que ama mi corazn y nima y tvele y no lo soltar (Cant 3,4). En este
grado de unin satisface el Alma su deseo; ms no de continuo, porque algunos llegan a
poner el pie y luego lo vuelven a quitar, porque si durase sera cierta Gloria en este mundo;
y as, muy pocos espacios pausa el alma en l.
Al Profeta Daniel, por ser varn de deseos, se le mand por parte de Dios, que
permaneciese en ese grado, dicindole: "Daniel, estate sobre tu grado, porque eres varn
de deseos" (10,11). De este grado se sigue al noveno, que es ya el de los perfectos, como
diremos despus que es el que se sigue.
El noveno grado de Amor
Por fin despus de un largo tiempo de purgacin y de sufrimientos, ya que Dios da una
vida entera para prepararse a la entrada en la Vida Eterna, el alma preparada y fortalecida
por la accin de los sufrimientos y de la lucha victoriosa que fue continua y cada vez ms
acrrima contra Satans, aliado con los otros dos enemigos del Alma: El Mundo y la Carne,
y despus de haber sorteado todos los tropiezos y las pruebas, el alma tiene ya a su
alcance lo que ms anhelaba: La posesin del Amado, el Tesoro tan deseado que haba
entrevisto.
Aqu el alma obtiene todo lo que quiere de Dios, ya que su deseo no es ya un deseo
humano, pero es un deseo divino. Los milagros estn a su alcance, pero la humildad es
inmensa porque sabe que es solo un instrumento de Dios, que le hace ver de una manera
meridiana la realidad de las cosas, aqu el Demonio ya ni se atreve a tentar, porqu como lo
dice San Juan de la Cruz, el demonio que ve el estado en que se encuentra el Alma, la teme
como al mismo Dios.
En este noveno grado, el alma ha recobrado otra vez la inocencia perdida en el Jardn
del Edn, y as como "El ladrn cree que todos son de su condicin", como dice el
proverbio castellano, el alma cree que todo el mundo es bueno, y al ver con sus ojos
cometer un crimen, no vera en ella maldad alguna, se ha cumplido pues otra vez muy
penosamente no solo el perdn por el pecado Original de Adn y Eva, que se obtuvo por el
Bautismo, pero se han desarraigado todas las races de ese pecado que han quedado en el
alma, purificada por los querubines que guardan la entrada del Edn con espadas de fuego.
El noveno grado de Amor hace arder el Alma con suavidad. Este grado es el de los
perfectos, los cuales arden ya en Dios suavemente, porque este Amor suave y deleitoso les
causa el Espritu Santo por razn de la unin que tienen con Dios. Por eso dice San
Gregorio de los Apstoles que, cuando el Espritu Santo vino visiblemente sobre ellos, que
interiormente ardieron de Amor suavemente.
De los bienes y riquezas de Dios que el alma goza en este grado, no se puede hablar, porque
si se escribieran muchos libros, quedara lo ms por decir, del cual por esto y porque
despus diremos alguna cosa, aqu no digo ms, sino que de este se sigue al dcimo y
ltimo grado de esta escala de Amor, que ya no es de esta vida.
El dcimo y ltimo grado de Amor
La fusin del Alma con Dios
El dcimo y ltimo grado de Amor de esta escala secreta de Amor hace al alma
asimilarse totalmente a Dios, por razn de la clara visin de Dios, que luego posee
inmediatamente el alma que, habiendo llegado en esta vida al noveno grado, sale de la
carne. Porque estos (pocos que son), por cuanto ya por el Amor estn pegadsimos, no
entran en el Purgatorio.
De donde San Mateo dice: Beati mundo corde, quoniam ipsi Deum videbunt (5,8). Y ,
como decimos esta visin es la causa de la similitud total del Alma con Dios, porque as lo
dice San Juan, diciendo: Sabemos que seremos semejante a l (1 Jn 3,2), no porque el alma
se har tan capaz como Dios, porque eso es imposible, sino porque todo lo que ella es se
har semejante a Dios, por lo cual se llamar y ser Dios por participacin.
Esta es la escala secreta que aqu dice el alma; porque ya en estos grados de arriba no
es muy secreta para el alma, porque mucho se le descubre el Amor por los grandes efectos
que en ello hace. Mas, en este grado de clara visin, que es el ltimo de la escala donde
estriba Dios, como ya dijimos, ya no hay cosa para el alma encubierta, por razn de la total
asimilacin.
De donde nuestro Salvador dice: En aquel da ninguna cosa me preguntaris, etc. (Jn
16, 23); pero hasta este da, todava, aunque el alma ms alta vaya, le queda algo encubierto
y tanto cuanto le falta para la asimilacin total con la Divina Sabidura.
De esta manera por esta Teologa mstica y Amor secreto, se va el alma saliendo de
todas las cosas y de s misma y subiendo a Dios; porque el Amor es similar al fuego, que
siempre sube hacia arriba, con deseo de engolfarse en el centro de su esfera.