Historia Del Espiritu Griego Nestle
Historia Del Espiritu Griego Nestle
Historia Del Espiritu Griego Nestle
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U.N.C.
J.^. *
HISTORIA
DEL
ESPIRITU GRIEGO
DESDE HOMERO HASTA LUCIANO
Traduccin castellana de
MANUEL SACRISTN
voL.
m n m ^ nao. 0 a w m m t
E D I T O R I A L A R I E L
BARCELONA-CARACAS-MXICO
Ui. /6-/;
Impreso en Espaa
Ttulo original:
ORIBCHISCHH GBISTESGESCHICHTE
(Vvn fomtr bis Lucan)
WlLHELM NESTLE
Este lihro del profesor W. Nestle que ofrecemos a los lectores de habla
espaola constituye un serio intento por captar la esencia del alma helnica
desde una -perspectiva singular. No se trata de estudiar la historia de la lite-
ratura ni siquiera del pensamiento de la Grecia clsica. Es ms bien una
visin sinttica del paulatino proceso del espritu que hace su aparicin con
Homero y culmina en el siglo u de nuestra Era. Es sintomtico que su autor
haya puesto punto final en Luciano. Cualquier persona algo, familiarizada
con Grecia sabe muy bien que lo que llamamos la Grecia antigua no fina-
liza con la muerte del sofista y escritor de Samsata. Los manuales cierran
sus exposiciones del mundo heleno en el siglo vi, para dar pas al mundo
bizantino. \
Pero precisamente porque el Prof. Nestle no quiere ofrecer una historia
corriente del pensamiento helnico ha podido establecer este lmite termi-
nal sin caer en una arbitrariedad. Con Luciano finaliza, de hecho, el
mundo griego como algo vivo, palpitante, como creacin original. Es ms:
ya en este autor la cultura griega es algo aprehendido a travs de recetas
retricas. Y, por otra parte, toda la obra de Luciano es un golpe de gracia
al ya moribundo espritu helnico.
Hemos dicho que este libro se sita en una perspectiva especial. Es pre-
ciso no perder de vista esta afirmacin porque, de hacerlo, corremos el
riesgo de no entender la visin que nos ofrece su autor. Toda perspectiva
es un situar diversos elementos de la realidad en determinada direccin,
sin que ello quiera decir que la situacin que damos a los componentes
de esta realidad sea algo absoluto. Con ello queremos poner en .guardia
al lector contra la idea de que, realmente, la esencia de - lo helnico sea un
movimiento constante e ininterrumpido hacia la conquista de la Razn. .Si
la "perspectiva es como ha dicho Ortegauno de los componentes de
la realidadla realidad Grecia ofrecer distintos ngulos de visin, diversas
10 WILHELM NESTLE
Catedrtico de la Universidad
de Barcelona
Barcelona, septiembre, 1961.
INDICE
*
Prlogo 7
Prlogo a la edicin espaola 9
Introduccin 17
EL SIGLO IV
EL HELENISMO
pueblos, esa unidad desaparece en los perodos modernos, porque los nuevos
conocimientos no son ya propios de la masa del pueblo, sino slo de una mino-
ra especialmente abierta en lo espiritual; en el lugar de las diferencias esta-
mentales determinadas por el origen aristocrtico o plebeyo aparece entonces la
distincin entre los cultos y los incultos y puede hablarse justificadamente de
una ruptura de la cultura nacional. Pero este desarrollo es tan inevitable como
en la vida del individuo el desarrollo desde la infancia y la adolescencia hasta
la madurez y la vejez.
Los griegos son, como queda dicho, un caso tpico de ese desarrollo espiri-
tual, pues ningn otro pueblo manifiesta tal equilibrio de la fantasa y el enten-
dimiento, de la capacidad de formacin plstica con la capacidad de abstraccin
ms elevada; gracias a la feliz proporcin en que posey esas cualidades, el
pueblo helnico poda dominar todas las exageraciones y someterlas a mesura,
librndose tanto de un intelectualismo seco y estril cuanto de una degeneracin
de la fantasa en monstruosidad o de un desencadenamiento de la confusa vida
sensitiva a costa de la clara percepcin. Tampoco _nngn otro pueblo se ha
situado con tal libertad de prejuicios como el griego a pesar de su gran con-
ciencia de s mismo ante su propia tradicin, sus propias creaciones e institu-
ciones religiosas, artsticas, polticas en una palabra, ante sus costumbres en
general. Con infantil admiracin contempl el pueblo griego las culturas de
pueblos extraos ms antiguos, como los egipcios y los babilonios, y, ansioso
como era de aprender, y favorecido por la situacin de su pas, junto al ancho
mar siempre tentando a la mirada, se encontr permanentemente dispuesto a
asimilar estmulos ajenos, pero no para limitarse meramente a imitar caracteres
de otros, sino para reelaborar lo ajeno, hacerlo propio y convertirlo en fecundo
elemento de la construccin del propio organismo.
La concepcin helnica de la naturaleza es de la mayor importancia para la
comprensin de la religin y del pensamiento de los griegos. No hay en sus
concepciones ninguna contradiccin entre la naturaleza y lo divino contra-
diccin que existe en el monotesmo judeo-cristiano, sino que la naturaleza
misma es divina. No hay Creacin desde la nada, idea imposible para un grie-
go, ni por tanto tampoco sentimiento de criatura en el hombre. El griego no
conoce ms que una transicin a partir del caos, estado an desordenado ele los
elementos, hacia un orden universal, el cosmos. Tambin los dioses son intra-
mundanales y pertenecen a ese mundo ordenado dividido en los tres pisos del
Hades, la Tierra y el Cielo. Por ello, y pese a la superior sabidura y al superior
poder de los dioses, a su imperecibilidad y a su eterna juventud, no existe entre
ellos y los hombres ningn abismo insuperable, sino que unos y otros son, segn
la expresin de Pndaro, hijos de una misma madre (Nem,, 6. 1). Lo que une
a ambos y les diferencia del animal es el espritu, el pensamiento y su fuerza, la
chispa prometeca por la cual participan los hombres de lo divino.2 Por ello
2, Platn, Protgoras, 322 A.
22 WILHELM NESTLE
HOMERO
En el umbral de Zeus hay dos umas llenas de bienes y males. El que recibe
del dios una mezcla de ambos puede darse por satisfecho; pero hay hombres que
son literalmente perseguidos por la desgracia. La tercera y terica posibi-
lidad es que hubiera hombres que no recibieran ms que bienes; y esa tercera
posibilidad no se considera nunca. Pues como dice el poeta alemn, pensando
muy griega y muy homricamente:
Sonidos pesimistas; pero el hombre griego no rinde las armas ante los males
de la vida, sino que se siente con la fuerza suficiente para hacerles frente repi-
tiendo el valeroso "resiste!" que Aquiles endereza al desgraciado rey de Troya
(V, 549). Pero de dnde vienen los males y aquello que los griegos designan
con la misma palabra (kakn), lo malo? El heleno, que no conoce ningn Sa-
tans, no tiene ms solucin que atribuir en ltima instancia ambas cosas, el
bien y el mal, a los dioses. As enva Zeus a Agamenn un "daino" sueo que
le mueve a tomar una medida equivocada (II., 2, 5 ss.), y no es por tanto mera
disculpa la del rey en su reconciliacin con Aquiles, cuando explica su com-
portamiento para con ste, que es el centro de toda la accin de la Ilada, per
la accin de Zeus, la Erinis y Ate. Ate, la cegadora, la "ms vieja hija de Zeus",
"vuela con blancos pies por encima de las cabezas de los hombres para inferirles
daos" (II., 19, 86 ss.). Pero mientras esta doctrina no resulta escandalosa para
el poeta de la Ilada, el de la Odisea tiene ya vacilaciones y hace que su Zeus
diga en descargo de los dioses (1, 32 ss.):
La creencia en Jos dioses no hace la vida ms fcil, pues la accin de los di-
versos dioses est plenamente determinada por sus simpatas o antipatas res-
pecto de hombres particulares, ciudades o naciones. En este sentido, el gobierno
de los olmpicos se presenta como un dominio arbitrario, y el propio Zeus, que
aspira a ser neutral, tiene sus dificultades para dar a su gobierno universal una
aproximacin al menos del equilibrio y la justicia. Permite que Atenea lleve a
cabo con Hctor, consagrado a la muerte, un juego vil y engaoso, y lo que
ms condena a esos dioses es que el propio Hctor no queda siquiera asombrado
cuando lo descubre (II., 22, 224 ss.). Tampoco impide Zeus la brbara viola-
cin del cadver de Hctor, explcitamente elogiado por su piedad, por la indo-
mable locura vengativa de Aquiles (II., 22, 295 ss.; 23, 24 s.). No puede, pues,
asombrar que los hombres se enfrenten a esos dioses con desconfianza y que ya
en el mismo epos empiece una critica de los dioses que se expresa en palabras
acusadoras de los olmpicos mismos los unos respecto de los otros y en palabras de
los hombres contra los dioses. Aparte de las escenas de litigios, que se desarro-
llan ante todo entre Zeus y Hera, la misma Atenea dirige a su padre los ms
graves reproches, le llama "cruel, criminal y furioso en su nimo terrible"
(II., 8, 360 s.); Ares tiene que soportar de Zeus la ms dura correccin, cosa
muy notable en una atmsfera tan guerrera como es la del poema (5, 890 ss.), y
no slo la ninfa Calipso llama a los dioses en general crueles, dainos y desfa-
vorables (Od., 5, 118 ss.), sino que tambin Apolo acusa a los dioses de cruel-
dad, falta de compasin e injusticia por la violacin del cadver de Hctor por
Aquiles (II., 24, 33 ss.). Pero tambin los hombres llaman "dainos" a los ms
altos dioses, como Zeus y Apolo, y se quejan de que Zeus se complace en con-
fundirlos con signos equvocos, y de que los trata sin compasin (II., 3, 365;
22, 15; 12, 164 ss.; Od., 20, 201 ss.). Por ms que se desee interpretar esas
manifestaciones como explosiones del sentimiento que vayan a ser corregidas,
al menos en parte, por el ulterior curso de la accin, no por ello dejan de ser
testimonios de la ausencia de un espritu unitario entre los dioses mismos y de
una escassima veneracin de los mismos por parte de los hombres, que se sien-
ten vctimas de su superior poder e inteligencia. Tambin la forma ms im-
portante de revelacin religiosa, la mntica, se desarrolla sin merecer especial
respeto. Hasta un hroe tan temeroso de los dioses como Hctor se muestra indi-
ferente ante los signos trazados por los pjaros cuando se trata de la defensa
de la ciudad de sus padres (II., 12, 243). Telmaco tiene mala experiencia de las
predicciones del vidente que ha llamado Penlop (Od., 1, 415 s.), y los pre-
tendientes cierto que se les describe como frivolos acogen con el mayor
desprecio a los adivinos Haliterses y Teoclmeno (2, 178 ss.; 20, 360).
El epos da an un paso ms. Aunque no pocas veces muestra a los dioses
por su aspecto ms sublime, como en el clebre paso (II., 1, 528 ss.) que ms
tarde inspir a Fidias su tambin clebre estatua del Zeus olmpico el dios
"sacude el gran Olimpo" al inclinar la cabeza, asintiendo a la peticin de
Tetis, tampoco teme llevar a los dioses hasta el ridculo y entablar con ellos
3. ESPRITU GRIEGO
34 WILHELM NESTLE
un juego irnico, de tal modo que puede hablarse de un burlesco de los dioses
ya incipiente en Homero. En este contexto hay que recordar las pugnas entre
Zeus y Hera, que llegan a vas de hecho y rebajan la relacin de la suprema
pareja divina al nivel de un mal matrimonio humano. Y seguramente no puede
desconocerse la intencin cmica del hecho de que el poeta promueva la recon-
ciliacin de las dos divinidades tras uno de esos litigios por medio precisamente
del deforme y cojo Hefesto, claramente caracterizado como indeseado intruso
en el Olimpo, cmico copero del subsiguiente festn de los dioses, y que, en
calidad de tal, provoca las "interminables risas" de los olmpicos. Tambin por
debajo de la dignidad de unas divinidades serias se encuentra el tratamiento
de Ares por Atenea, con los peores insultos, en una reunin de los dioses
(II., 15, 123 ss.). Pero la pieza ms dura de este tipo es el canto de Demdoco
acerca del amor adltero de Ares y Afrodita, canto entonado en el prtico de los
feacios (Od., 8, 266 ss.) y que ya un comentarista antiguo calific de cancin
burlesca. El descubrimiento del hecho y la curiosa venganza del engaado He-
festo no provocan tampoco en este caso ms que las "interminables carca-
jadas" de los dioses llevados como testigos, sin que se perciba el menor tono de
indignacin moral. Pero la culminacin de la comicidad y la frivolidad es el
"engao de Zeus" por Hera en el canto decimocuarto de la Ilada, en cuya
narracin, ciertamente, el poeta sabe esconder la irona parodstica bajo su
grande y magnfico arte descriptivo. Ya la mera idea de un engao puesto al
dios supremo es, sin ms, una gran audacia; pero el refinado modo de su eje-
cucin lleva esa audacia hasta la blasfemia. El poeta no se limita a modificar
aqu un antiguo mito, sino que pone en ridculo uno de los actos cultuales ms
sublimes, la sagrada boda de la suprema pareja divina, celebrada en muchos
lugares como gran fiesta religiosa. El violento comportamiento de Zeus al des-
pertar y descubrir el engao muestra que la intencin es realmente ridiculiza-
dora. Accidentalmente se aprovecha la ocasin para que el dios exponga gracio-
samente una seleccin de la larga serie de sus amoros (14, 317 ss.), Ya en la
Antigedad se sinti como "improcedente" la batalla de los dioses en el canto
vigsimo de la Ilada, porque en ella, pese a la innegable grandeza de la narra-
cin, se lleva al extremo la divisin de los olmpicos, pese a que el poeta observa
por boca de Apolo que es propiamente necio que los dioses inmortales se com-
batan a causa de los hombres perecederos (II., 21, 461 ss.). De esas escenas de
frivolidad que afectan al interno ncleo de los seres divinos y que ms tarde
se intent eludir medante interpretaciones alegricas hay que distinguir
otras escenas presididas por un humor amistoso y sin trascendencia, como, por
ejemplo, la de la visita de Tetis a Hefesto, el "monstruo sudoroso" cojo y
tiznado (II., 18, 369 ss.), o la de la protesta de Helios ante Zeus porque los com-
paeros de Ulises han degollado sus reses, amenazando con sumirse en el Hades
y con iluminar a los muertos, hasta que Zeus la consuela (Od., 12, 374 ss.). Las
pieles de las reses de Helios que se arrastran por el suelo, y los trozos de su
carne, que mugen en el asador (v. 395 s.) penetran ya en el terreno del cuento,
HISTORIA DiL ESPRITU GRIEGO 35
as como los curiosos "ancianos -del mar", Nereo y Proteo, con las metamorfosis
del ltimo (Od., 4, 384 ss.).
En su conjunto, las citadas escenas tienen muchos elementos que rebasan
las inocentes "burlas divinas" que pueden admitirse en el mejor de los casos en
una fase religiosa anterior, como segn se ha indicado en el Edda primi-
tivo y hasta en algunos rasgos cmicos de los "misterios" cristianos, o teatro de
Navidad y de Pascua de la edad media. En realidad, lo muy humano de los
dioses homricos tena que poner en peligro la seriedad de una autntica reli-
gin. La intencin de disfrazar el mito es inconfundible en ms de un punto,
y el pblico que gozaba de ello no slo careca del respeto inseparable de toda
autntica piedad, sino que tena que haber progresado ya hasta un grado bas-
tante alto de libertad de espritu. La verdad de esta interpretacin parece con-
firmada por el desarrollo literario, que, partiendo de esas escenas divinas de la
Ilada y de la Odisea, discurre en lnea recta, pasando por los himnos homricos
y por Estescoro, hasta la burla de los dioses en la comedia drica y las piezas
satricas.
La tendencia al intelectualismo propia del espritu helnico, tendencia que
se manifiesta en el juicio despreocupado de los dioses, se muestra tambin espe-
cialmente en el terreno de la tica. Lo que llamamos nimo o sentimiento moral
es para el hombre homrico un saber: el hombre homrico "sabe" lo prudente
o lo necio, lo justo o lo injusto, lo honesto o lo deshonesto, lo suave o lo rgido,
lo jurdico o lo sin ley, lo salvaje y daino o lo debido y bueno. 3 Cuando Uli-
ses, abandonado en la batalla, reflexiona acerca de si debe huir, dada la superio-
ridad de los enemigos, "sabe" sencillamnte que, como rey y como hroe, no
puede huir, cualquiera que sea el resultado de la lucha. 4 El comportamiento
correcto, concorde con la costumbre, es prudencia, y el contrario, el malo, es
locura o necedad.5 Esta fundamental concepcin de la idea de la dependencia
del comportamiento humano respecto del conocimiento, del "saber", es ya aqu
la misma que en la doctrina socrtico-platnica segn la cual aquel que "sabe"
el bien, esto es, que lo ha reconocido en su esencia, lo hace adems. No hay
an en general una distincin entre costumbre y moralidad. La excelencia
{arete) del hombre consiste principalmente en el valor guerrero; pero entre la
Ilada y la Odisea se produce un cambio del ideal del hroe, pues en el centro
de esos poemas se encuentran respectivamente el valeroso Aquiles y el prudente
y resistente Ulises, capaz de salir adelante en todas las situaciones de la vida.
Piadoso y justo es en general aquel que observa la costumbre dominante. No
puede tampoco pasarse por alto en este punto la tendencia a la mundanizacin
o secularizacin de la vida: el juicio de dios, que an conoce, por ejemplo, S-
3. Por ejemplo; II., 5, 326. 761; 21, 440; 24, 41. Od.: 2, 188; 3, 20. 328; 4, 696.
711; 5, 5. 9; 9, 189. 281. 428; 12, 188; 13, 405, passim.
4. II., 11, 404 ss.
5. Od., 17, 233.
36 WILHELM NESTLE
focles, como antiguo uso popular (Antgona, 264,. ss.), desaparece en Homero.
Los reyes son los que pronuncian el derecho; y hasta encontramos ya un proceso
en sentido estricto ante un rbitro nombrado para resolver el litigio (II., 18,
497 ss.). As se abre camino poco a poco el desarrollo del derecho y de la ley;
donde stos faltan, reina una situacin de barbarie, como, por ejemplo entre los
cclopes (Od., 9, 112). El objetivo de la educacin de la juventud, la formacin
del hombre excelente "en hablar y en hacer", es ya en Homero la misma que
en los siglos y rv antes de Jesucristo (II., 9, 443), y como mvil principal para el
joven se utiliza la ambicin de gloria, que imprime su sello a toda la institucin
de los juegos entre los griegos (II., 6, 208; 11, 784).
En la -poltica domina an en Homero la monarqua de la era heroica, pero
la escena de Tersite en la Ilada (2, 211 ss.) y el comportamiento de los preten-
dientes en Itaca muestran que la monarqua se estaba ya tambaleando, y la sen-
tencia de Ulises "no es bueno el mando de muchos, sea uno el ordenador, el
rey" (II., 2, 204) se encuentra como una ltima exhortacin en los comienzos
de la historia griega.
Homero tiene tambin los ojos abiertos para los procesos de la naturaleza.
Cierto que la palabra "isis" la cual aparece por vez primera en la Odi-
sea (10, 303) no significa an all la totalidad de la naturaleza, sino el aspecto,
la estructura y 3a accin de una determinada planta, la planta mgica moli, que
Hermes da a Ulises como medio para volver a figura humana a sus compaeros
encantados por Circe. Por lo dems, "fisis" conservar tambin ms tarde este
sentido de ente natural individual y determinado, junto a su otro sentido gene-
ral. Los adjetivos que la poesa homrica aplica a determinados animales y a re-
giones dan testimonio de una fina observacin de la naturaleza. A propsito del
hombre, no slo se manifiestan algunos conocimientos anatmicos evidentemen-
te conseguidos por heridas y por la inspeccin de rganos anlogos de animales
sacrificados, sino tambin la reflexin acerca de la relacin entre el aspecto
externo y el carcter interno del individuo: en Tersites coinciden ambos, la
fealdad fsica y la vulgaridad anmica; pero tambin se presenta el caso contrario:
un aspecto hermoso emparejado con bajos sentimientos, o excelencias espiri-
tuales en un cuerpo insignificante (II., 2, 212 ss., 248; Od., 8, 166 ss.). Tales
observaciones llevaron ms tarde a la investigacin fisiognmica. Tambin da
testimonio de reflexin psicolgica una observacin sobre la relacin entre padres
e hijos, sobre si las generaciones cobran o pierden valor (Od., 2, 276 s,). Muy
llamativo es que el demonio mdico tesalio Asclepio (Esculapio), cuya forma
de manifestacin, la serpiente, alude a la fuerza sanadora procedente de la
tierra, se haya transformado en Homero en un hombre, un mdico excelente
que ejerce su arte con sus hijos Macan y Podalirio (II., 4, 193 ss.; 11, 833),
y tambin el hecho de que el mdico sea tan estimado que pesa tanto como
muchos otros guerreros (11, 514). Las numerosas descripciones de paisajes de la
Odisea prueban un fino sentimiento de lo caracterstico de la belleza paisajstica.
En el pasado siglo, Friedrich prellr prest sus pinceles a aquellas descripciones.
\
HISTORIA DiL ESPRITU GRIEGO 37
griego. Pero para la posteridad no slo ha sido el ms grande poeta, sino tam-
bin el prncipe del reino de la sabidura griega, y el mismo Platn, que le
expulsa de su estado y no en ltimo trmino por su escandaloso dibujo de la
esencia y la vida de los dioses, no puede negarse a confesar que Homero ha
sido "el educador de Grecia" (Polit,, X, 7). En vista de la suma autoridad que
Homero tuvo entre las generaciones posteriores incluso en asuntos cientficos,
algunos modernos han llamado a su obra, no sin razn, la biblia griega. La com-
paracin es correcta no slo porque en ambos casos se trata de libros admirados
por la sabidura vital que contienen, y valorados y utilizados por ella, sino tam-
bin porque ambos, a pesar de que las concepciones de Homero, no se retrotra-
yeran a una determinada revelacin divina ni recibieran nunca una formulacin
dogmtica que exigiera un acto de fe, y a pesar tambin de su permanente valor,
han constituido con el tiempo un obstculo opuesto al progreso del conocimien-
to. As se encendi a propsito de Homero, como a propsito de la Biblia, una
verdadera lucha; y fueron hijos de la misma patria jonia de Homero los que
inauguraron la batalla y la llevaron a la tierra madre helnica.
HESODO
Hesodo quiere anunciar ante todo la verdad acerca del linaje de los dioses
bienaventurados y del modo cmo gobiernan el mundo encabezados por Zeus;
y tambin la verdad acerca del ser de los hombres, de su obrar y de sus conse-
cuencias, y especialmente acerca de la maldicin que el mal arrastra consigo.
La tendencia a la sistematicidad se manifiesta en el intento de poner orden
en la pltora de seres divinos que gozan de veneracin por el pueblo y de los
que habla el mito. Para ello no bastaba el estado de los dioses homricos; pero
tambin Hesodo elige para sus fines un modelo humano: el rbol genealgico.
As construye una genealoga de los dioses que, por un lado, rebasa ampliamente
HISTORIA DiL ESPRITU GRIEGO 39
a los olmpicos y, por otro, pasando por los hroes y heronas, desciende casi
hasta el umbral de la historia humana. Con ello se convierte Hesodo en el pri-
mer telogo de los griegos. Pero del mismo modo que carece de todo rasgo entu-
sistico, renuncia tambin para su proclamacin a toda pretensin de texto
revelado, y la o f r e c e , simplemente como resultado de su meditacin. Ya en la
respuesta a la primera pregunta que tena que plantearse cul fue el comien-
zo? se desliza el poeta sin observarlo de la teogonia a la cosmogona. Pues al
principio fue el Caos, el abierto espacio vaco del que proceden la Tierra y las
potencias de las tinieblas, las cuales a su vez engendran a las potencias de la
luz, punto en el cual Urano y Gea inauguran |a teogonia^ esto es, la generacin
de los dioses. El principio activo en ella es Eros, el cual no es propiamente para
el poeta un dios personal, sino la fuerza de atraccin recproca de los sexos, la
cual alienta en el pecho de los dioses y de los hombres, pero no como placer
desenfrenado, sino como impulso disciplinado por la razn y por la voluntad
y cuya tarea consiste en posibilitar el apareamiento de los seres divinos primi-
genios y de los dems dioses y de los hombres. Al modo como Eros se encuentra '
en el lmite entre lo conceptual y lo personal, as tambin Eris, la discordia,
est escindida por el poeta en dos esencias: la mala, que produce lucha y gue-;
rra, y la buena, que promueve el trabajo y el bienestar por la pacfica_compe-:
tencia. En Eros y Eris, amor y discordia, estn ya preformados los dos principios ; |
d los que algunos siglos ms tarde se servir Empdocles para explicar la for-1
macin del mundo a partir de los elementos. i 1
Los dioses, aunque son por sus nombres los mismos de Homero, presentan
en Hesodo un carcter muy diverso. Mientras que la divina aristocracia hom-
rica que gobierna el mundo con mayor o menpr arbitrariedad se nos presenta
siempre en movimiento, lo divino hesidico se nos presenta, aunque diferencia-
do en miles de conformaciones, como algo fijo y permanente en el mundo llegado
a su estado actual. Los dioses son poderes csmicos y ticos de los que el poeta
se sabe dependiente y ante los que se inclina con el ms profundo respeto. Por
eso pasan a ltimo trmino sus rasgos humanos. El poeta pone adems mucho
mayor confianza en el divino gobierno del mundo, y ante todo en la justicia de
Zeus, de la que est inconmoviblemente seguro a pesar de toda la miseria del
mundo. Toda la personalidad que, en comparacin con Homero, pierden en
Hesodo los dems olmpicos, se aade en cierto sentido al dios supremo. Sus
esposas son Metis, la prudencia, y Temis, la ley, y las hijas de sta se llaman
Eunoma, Dik y Eirene Orden, Derecho y Paz, con lo que queda carac-
terizado el ser de Zeus y su regimiento del mundo. Esta caracterstica sobresa-
liente de Zeus, la justicia, destaca mucho ms que en la Teogonia en los Traba-
jos y los Das. La mirada de Zeus lo vigila todo y no se le escapa nada. Si Zeus
no ayudara a los justos a triunfar, no valdra la pena seguir viviendo. Cuando los
individuos y los estados respetan el derecho, Zeus les imparte bendiciones y pa-
cfico bienestar, mientras manda a los injustos lo contrario: guerra, hambre y
enfermedad. En la vida familiar castiga Zeus especialmente la conducta sin pie-
40 WILHELM NESTLE
dad para con los padres. Todas las decisiones jurdicas "rectas" vienen de Zeus.
ste venga la hibris, la soberbia, despiadadamente, servido por su hija Dik, y
a veces mediante el exterminio de una entera generacin de hombres.
Esto resuelto, destacar los valores morales que son escala de la conducta de
los dioses y de los hombres, y que as llegan a tener la importancia de factores
dominadores del mundo, es la tercera caracterstica de la poesa hesidica. El
poeta tiene firme fe en un orden moral del mundo que parte de Zeus y tiene
que realizarse entre los hombres. El hombre se diferencia del animal por el sen-
timiento de la justicia (dik), ntimamente emparentado con el sentimiento mo-
ral (aids). Por eso no debe dominar entre los hombres el derecho del ms fuer-
te, ilustrado por el poeta mediante la fbula del azor y el ruiseor (Erg., 202 ss.)
y que es en realidad injusticia, sino el derecho y la ley (Erg., 276 ss.):
Evitar la violencia tiene que ser, por tanto, el supremo principio de la vida.
Cada cual debe buscar el bienestar mediante honrado trabajo, y no oprimiendo
a los dbiles, como hacen los "reyes devoradores de tributos", es decir, la noble-
za dominante. As el cantor de la clase campesina beocia, oprimida por una dura
nobleza, se convierte en el heraldo del trabajo (Erg., 311):
Los que no trabajan son como los znganos en la colmena. El trabajo aporta
bendiciones, porque despierta en el hombre la fuerza que le lleva a excelencia
y competencia [arete), mientras que el ocio conduce por la va del vicio y de la
desgracia. As lo ha visto el poeta en su mal aconsejado hermano Perses, al que
por ello exhorta del modo siguiente (Erg., 287 ss.):
Aqu encontramos por vez primera la metfora de los dos caminos que lue-
go, pasando por el clebre mito de Prdico que nos presenta a Hrcules en la
encrucijada y por la Y pitagrica, smbolo de ello, ha llegado a la literatura
universal y ha penetrado tambin en el mundo ideolgico cristiano. Notable es
HISTORIA DiL ESPRITU GRIEGO 41
tambin la idea final de que hacer el bien es cosa que, luego de superar las
iniciales resistencias internas, va hacindose ms fcil por la repeticin. La idea
vuelve a salimos al encuentro como pieza esencial de la tica aristotlica, segn
]a cual la bondad como propiedad permanente es una consecuencia de la con-
ducta moral, y no a la inversa (Ethic. Nicomaq., III, 7).
La tica que Hesodo desarrolla, convencido de que es realizable, es una
tica sencilla, sana y sobria, libre de toda exigencia excesiva y, consiguientemen-
te, racional. Por eso no faltan al final del poema (826 s.) la alabanza y las pro-
mesas de bienaventuranza para el que la obedezca:
Feliz y bienaventurado, aquel que sabe todo esto y obra segn ello.
Inocente ser entonces -para los inmortales.
Todo aquel, pues, que con Nietzsche, quiera hablar de la "rebelin de los
esclavos en la moral" debe fecharla ya aqu, en Hesodo, el cantor de los pobres
campesinos beocios, y no en Scrates o en el Cristianismo.
Pero pese a su fe en un orden moral del mundo, Hesodo no se convierte
en modo alguno en un superficial optimista. Y cmo habra podido pasar por
alto la miseria y el trabajo penoso que le rodeaban? No; el estadio de la vida en
el que no haba sufrimientos ni esfuerzos, ni privaciones ni enfermedades per-
tenece a una edad pasada hace mucho tiempo y en la que, segn parece, la hu-
manidad se compona slo de varones y era mejor y ms feliz. Pues por media-
cin de la mujer, de Pandora, ha permitido Zeus que los males penetren en el
mundo, porque Prometeo le haba burlado en beneficio de los hombres (Erg.,
42-105). Los males se encuentran pues, aqu, como una muestra del poder de
Zeus para la humillacin de los hombres, que sin aquella prueba de poder ha-
bran llegado a ser demasiado soberbios. Pero el poeta conoce tambin otra
historia (lgos) explicativa del actual estado del mundo: es el clebre mito de
las cinco edades del mundo (Erg., 106 ss.). Este mito muestra an claramente
los restos de una antigua revelacin oriental acerca del ciclo de las edades
del mundo. Suprimida la idea del ciclo o retorno, que an se transparenta en
el deseo del poeta de haber nacido en otra poca anterior o posterior, surge
una especie primitiva de filosofa de la historia basada en la idea pesimista
de degeneracin de la humanidad a partir de la edad de oro, por las edades
de plata y bronce, hasta la de hierro, degeneracin slo interrumpida por la
generacin de los hroes, que Hesodo introduce en la serie. En la ltima
edad, "moralidad y derecho", abandonando a los hombres, se vuelven con
los dioses. Segn esta concepcin, los males son, pues, una consecuencia de
la maldad de los hombres de la edad de hierro a la que pertenece el presente.
No obstante, el poeta se consuela pensando que el "bien est mezclado tam-
bin con lo malo" y que Zeus tiene poder para hacer fuerte al dbil y dbil
al fuerte, para levantar al insignificante y para derrocar al soberbio. l pesi-
mismo de Hesodo no llega pues a confundirlo en su fe religiosa. Hasta su
42 WILHELM NESTLE
ligera duda ante la mntca, o, por lo menos, ante las profecas de los adivinos
humanos, se reviste de la humilde confesin de que ningn ser terreno conoce
los sentidos de Zeus (frag. 197).
Hesodo declara en una ocasin que quiere tambin cantar el origen del
linaje humano (Teog., 50), y parece que se imaginaba a los hombres y a los
dioses conviviendo juntos en el estado originario (Erg., 108, frag. 216) hasta
que se separaron tras el sacrificio de Mecone (Teog., 535). Tal vez constitu-
yeran la transicin las uniones de dioses con heronas, narradas en el catlogo
de las mujeres. Este epos parece haber contenido tambin noticias histrico-
culturales, como por ejemplo la invencin de las naves eginetas, el ms anti-
guo caso de hurema que conocemos (frag. 100).
Tambin Hesodo, como Homero, conoce el sentido de "sabidura" (sofa)
exclusivamente como ser entendido o competente en un arte, ya sea el del
marino (Erg., 649) o el del cantor (frag. 212); y el saber mismo aparece perso-
nificado en el nombre de una ocenida, Idia, madre de Medea (Teog., 960
y s.). Pero tambin Prometeo "sabe" consejo acerca de todo (559), y Zeus
"sabe consejos imperecederos" (545 ss.). Tambin esta expresin lingstica
caracteriza el rasgo racional del carcter de Hesodo, al que corresponden su
piedad sobria y libre de todo entusiasmo y su tica del sano sentido comn.
Los antiguos situaron pronto a Hesodo al mismo nivel que Homero, y
un poema tardo, la llamada "Disputa entre Homero y Hesodo", otorga incluso
el premio de la sabidura y del arte al cantor del trabajo pacfico (Agn, 200 ss.).
As triunfa aqu la reflexin sobre el arte, el entendimiento sobre la fantasa,
la seriedad de la vida sobre la alegra vital, la personalidad sobre el tipismo de
escuela, el ciudadano y el campesino sobre el caballero y el guerrero. Se levanta
una nueva poca grvida de duras luchas poltico-sociales y espirituales, poca
en la que el epos heroico tiende hacia su fin y es relevado por la lrica y por
el poema didctico.
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CAPTULO II
El perodo comprendido entre la mitad del siglo VII y la mitad del vi antes
de Jesucristo fue una poca de grandes transformaciones. Hacia afuera, .los
"helenos" nombre ahora del pueblo griego en todas sus ramas se expan-
den, a consecuencia de un gran aumento de poblacin y tambin de convulsio-
nes polticas internas, por numerosas colonias fundadas en las costas del mar
Negro, Egipto y norte de frica, especialmente Sicilia y el sur de Italia, y hasta
la costa meridional de Francia (Marsella) y la del nordeste de Espaa (Ampu-
rias). En el interior de los pueblos griegos se produjo, en medio de terribles
luchas, la cada de la monarqua y de la aristocracia, proceso que, con la corrien-
te transicin de una tirana temporal, llev a la formacin de la polis, en el que
se fundieron el elemento aristocrtico y el elemento medio urbano en una
constitucin de tonos unas veces ms bien aristocrticos y otras ms bien
democrticos. Este acceso de la "burguesa" al poder se vio impulsado por la
progresiva transformacin de la economa natural en economa dineraa, de la
propiedad territorial en capital mvil, y por el intenso desarrollo del comercio
martimo con los dems pueblos de las costas mediterrneas. La nueva situacin
econmica en la que entran los griegos queda caracterizada por el refrn:
"el dinero hace al hombre". La compleja transformacin de, las clases sociales
y de su situacin respectiva dio lugar a enconadas luchas de partidos (las lla-
madas stseis), mitigadas frecuentemente mediante compromisos realizados por
personalidades destacadas de tendencia moderada, como Soln en Atenas o
Pitaco en Mitilene. Tampoco faltaron durante el perodo guerras internaciona-
les, como las invasiones de los cimerios, que se desencadenan sobre el Asia
Menor, ni luchas entre diversas ramas helnicas, como la pugna de Esparta
con Mesenia. Especial importancia tuvo la consolidacin del imperio de los
lidios, y ms tarde el establecimiento de la gran potencia persa, vencedora
de los lidios, a espaldas de los estados griegos del Asia Menor; el estado persa
signific para esos estados griegos no slo dependencia poltica, sino tambin
44 WILHELM NESTLE
una serie de intensos estmulos culturales, del mismo modo que el comercio
pacfico facilitaba, adems del intercambio de mercancas, un vivo trfico espi-
ritual.
Sobre la tierra as removida de un mundo que tomaba nueva forma, rom-
piendo por todas partes con el orden existente y con las viejas costumbres
surgieron enrgicas personalidades endurecidas y hecbas conscientes por la
lucha. Esas personalidades se presentan como jefes de partidos que en algunos
casos llegn a convertirse en tiranos, esto es, gobernantes por la fuerza, o bien
son voces pacificadoras o incitantes que resuenan poderosamente en la poesa
poltica de la poca. [El sentimiento vital de los hombres.experimenta una gigan-
tesca intensificacin'por el despertar de las pasiones polticas y por. la. necesidad
en que el individuo se encuentra de imponerse en la lucha por la existencia;
esa intensificacin del sentimiento vital individual consigue una expresin ade-
cuada en una nueva forma potica, la lrica. As se abre camino a una espiri-
tualizacin de la vida que se expresa, por ejemplo, en el hecho de que en las
fiestas panhelnicas (con excepcin de las de Olimpia) se aaden juegos msi-
cos (de "musa"), concursos poticos, a los juegos gimnsticos e hpicos, y lo
mismo ocurre en muchas fiestas locales!] Tambin la vida religiosa muestra la
influencia de aquella intensificacin del sentimiento personal: aparece una
mayor conciencia de la responsabilidad por la propia conducta, conciencia que
el hombre homrico no ha conocido en esa medida, y, junto con ella, un
opresivo sentimiento de culpa probablemente suscitado por las violencias de la
poca y pide purificacin; a ello se suma un nuevo temor provocado por
la inseguridad de la situacin material y que busca un asidero firme en esta
vida o, por lo menos, en otra. Pero en medio de esa tormenta de sentimientos,
propia de una poca en fermentacin, se afirma victoriosa la claridad del esp-
ritu griego, cuyo pensamiento creador lucha por un nuevo conocimiento del
mundo y de la vida.
En ese mundo en transformacin se encuentran an, no obstante, las lti-
mas manifestaciones de la poesa y del pensamiento homrico, los epos cclicos
y los himnos homricos. Los poemas cclicos nos han llegado en un estado
demasiado fragmentario para poder reconocer en ellos las concepciones bsicas
de los poetas. No obstante, vale la pena recordar que en los Ciprios atribuidos
a Estasino (frag. 1) se expresa la idea de que Zeus ha provocado la guerra de
Tebas y la de Troya para aligerar un tanto la tierra de una humanidad que
creca en nmero y en maldad. Aqu encontramos, pues, una primera medita-
cin metafsica acerca de las causas de la guerra, un fragmento de filosofa de
la historia. El poeta se encuentra en el proceso de superpoblacin que ya en
su poca intenta abrirse camino mediante el establecimiento de colonias, y por
otra parte en un ambiente moral caracterizado por la general desaparicin de
la piedad y que habra movido a Zeus a exterminar a la humanidad por medio
del rayo o de diluvios: la concepcin recuerda la de la degeneracin de los
hombres de la edad del hierro en la pica de Hesodo.
HISTORIA DiL ESPRITU GRIEGO 45
1, BAUMEISTHR, Denkm. d. kl. Alt., III, TFL. LXXIV, repr. 1883 a pg. 1799.
46 WILHELM NESTLE
para mejorar su posicin econmica venida a menos, se estn uniendo con los
nuevos ricos y estropeando as raza y linaje. El poeta quiere ensear a su joven
amigo Cirno los principios de la vida aristocrtica que l mismo recibi en
su juventud de los nobles (agatho), y le exhorta a no tener trato con los
malos (kako), es decir, con los plebeyos. El poeta respira profundo desprecio
de los hombres. Aunque se recorriera el mundo entero buscndolos tal es
el juicio pesimista del poeta apenas se llegara a llenar un barco con gentes
decentes (83 ss.). Para poder salir adelante en este mundo degenerado y puest
del revs hace falta algo as como la prudencia de la serpiente, y por eso acon-
seja Teognis a su joven amigo, como ltima palabra de la sabidura, que
adopte el cambiante carcter del plipo, el cual, para defenderse, toma diversos
colores segn el medio en que se encuentra (215 ss.). Tambin su actitud reli-
giosa es resignada y casi pesimista. Est sin duda convencido del poder de los
dioses y de la ceguera de los hombres, pero carece de toda confianza en lo
razonable por no hablar ya de justicia y bondad de la voluntad y de
la accin divinas, Los dioses lo decretan todo, no slo la felicidad y la des-
gracia externas, sino que hasta mandan la hibris a los hombres cuando no
quieren ya concederles un lugar en la tierra (161 ss., 151 s.). Lo nico que
puede hacerse es, pues, implorar de los dioses un destino favorable (129 s.).
El libro de Teognis ha sufrido muchas ampliaciones. No es, por tanto, seguro
que los versos siguientes, en los que se somete a juicio a Zeus por su gobierno
del mundo con una confianza impertinente y que roza la frivolidad, puedan
atribuirse al poeta mismo; pero, de todos modos, nos dan una idea de lo debili-
tada que estaba la fe en los dioses a fines del siglo vi (373 ss,):
Hay que observar que la ltima expresin, la cual dice redondo que con
la muerte se termina todo (cfr. 567 ss., 877 s., 1069 s.), da un sentido nuevo
a un pensamiento que procede de un mundo ideolgico completamente di-
verso.2
A esta lnea de la poesa didctica fundada por Hesodo y a la que perte-
necen Soln y Teognis, a la llamada poesa gnmica, pertenece tambin
FocLIDES, cuyos dsticos aforismticos incitan a la excelencia y a la mesura
y que, como las "exhortaciones deificas", que se han conservado en inscrip-
ciones, deben colocarse junto a las sentencias de los llamados siete sabios.
La fbula es un tipo especial de esta poesa didctica, y se propone mejorar
el carcter y la inteligencia de los hombres por la comprensin, mediante gr-
ficas narraciones que manejan generalmente la vida de los animales utilizada
como smbolo. Uniendo en s seriedad y humor, la fbula comunica sabidura
vital popular mediante ejemplos tpicos y graciosos. La encontramos por vez
primera con ropaje potico en Hesodo y en Arquloco (frag. 48, 81, 83, 89,
103), y luego en prosa en Estescoro. A partir del siglo vi la prosa parece
dominar en el gnero. Los griegos atribuyen sus fbulas en prosa a E S O P O ,
del que se dice que ha vivido en esta poca como esclavo en Samos. Esopo es
una etiqueta colectiva para todo el tesoro fabulstico griego. El hecho de que
la representacin habitual de este maestro de la sabidura popular fuera la
de un hombre feo y mal desarrollado significa una ruptura con el viejo ideal
aristocrtico de la virilidad, ideal que incluye la belleza con la excelencia.
Ha pasado ya la poca de la pura cultura, aristocrtica; de las bajas clases
populares surgen ahora nuevas fuerzas que penetran en la esfera de la vida
espiritual
En la poesa de este perodo vemos, pues, an, la influencia del librepen-
samiento homrico unas veces y de la seriedad vital hesidica otras, La dureza
de aquella vida combativa da, adems, lugar de vez en cuando a un pesimismo
casi desesperado. La religin cultual y oficial, que se interpenetraba orgnica-
mente en la polis con el estado para formar un todo nico e indivisible con
diversos tonos y colores en las diversas ciudades segn las respectivas divini-
dades predominantes, no bastaba ya evidentemente para satisfacer las necesi-
dades religiosas e ideolgicas, ms profundas en amplios crculos de la. pobla-
cin. Pues la calma y la resignacin con la que el hombre.griego acepta en
Homero y hasta en Hesodo la pura cismundaneidad de la vida y la seguridad
con que aquel hombre se enfrentaba con sus dioses ceden su lugar a otro
estado de alma. Un nuevo mundo sentimental amanece.... en aquellos siglos
subsiguientes a Homero y Hesodo. Como sentimiento fundamental del mis-
mo hay que identificar un temor a la impureza de naturaleza religiosa que es
completamente desconocido por el helenismo antiguo. Cuando se cree haber
incurrido, en esa impureza, se despierta "un" sentimiento de culpa en el que
4. ESPRITU CaiEGO
50 WILHELM NESTLE
Una vez vivan los hombres devorndose los unos a los otros,
y el hombre ms fuerte devoraba como -presa a los ms dbiles.
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CAPTULO III
del Sol, y de que el arco iris se debe a la incidencia de rayos del Sol en capas
uc'rras densas que no pueden atravesar. Anaximenes piensa que la homrica
embajadora de los dioses, Iris, no es ms que ese fenmeno atmosfrico. Tam-
bin ha observado el pensador los halos lunares y las fosforescencias marinas.
No es seguro, pero s posible, que explicara el alma como porcin de aire
(frag. 2). Parece haber identificado a la divinidad con ese aire que abraza
<1 mundo entero.
Los siguientes filsofos jonios proceden de otras ciudades. El primero de
ellos es JENFANES de Colofn, el cual tras la destruccin del imperio lidio
por Ciro (546 a. J. C.), abandon la ciudad de sus padres como Pitgoras
unos diez aos ms tarde y all una nueva patria en Elea, en la Italia
meridional. Tal vez en ningn otro pensador se presente tan perceptiblemente
como en l la ruptra con la tradicin de su pueblo. Jenfanes no vacila en
sacudir incluso las ms sagradas costumbres de los griegos. Sin ninguna con-
sideracin ataca la sobreestimacin del atletismo y de las carreras de carros en
las fiestas panhelnicas, as como los exagerados honores tributados a los ven-
cedores de esos juegos, y defiende orgullosamente la preeminencia de la edu-
cacin espiritual en la nueva poca (frag. 2):
pensador de Colofn (Heracles, 1315 ss., 1341 ss.). Pero el objeto del ataque
de Jenfanes no es slo esa serie de crmenes o inmoralidades de los dioses,
sino el antropomorfismo en general (frag. 14):
Con este triple ataque tico, esttico y etnolgico a los dioses antro-
pomrficos, Jenfanes se convirti en el "refutador de la mentira de Homero",
segn el calificativo que ms tarde le dio el escptico Timn de Fliunte (frag-
mento 60, 1). De esa refutacin obtuvo tambin las consecuencias para la
forma de la veneracin de los dioses, o culto. l, que no crea en dioses nacien-
tes ni, por tanto, murientes, encontraba tan absurdo el lamento egipcio por la
muerte de Osiris como el luto eletico por Leucotea. O bien, deca, se trata de
dioses, y entonces no hay por qu llorarlos, o bien eran hombres, y entonces
no hay por qu ofrecerles sacrificios.1 Jenfanes es el nico de todos los fil-
sofos que han condenado sin restricciones la mntica (Cic. de div., I, 3, 5),
as como el juramento, por ser slo til a los que no tienen conciencia (Arist.
Ret., I, 15). A pesar de esa crtica radical de la religin popular, Jenfanes
est lejos de toda frivolidad, y pide (frag. 1, 18 ss.) que se alabe a "dios" con
1. Aristot. Ret. II, 23, 26. Plut., Is. et Os. 70; de superst. 13.
60 WILHELM NESTLE
cantos de buen sonar y con puras palabras, y que "en la oracin se le pidan
fuerzas para obrar con justicia".
Sin admitir nada de mstica piedad, como la doctrina rfico-pitagrica de la
transmigracin de las almas (frag. 7), ni el culto orgistico (frag, 17) ni las pu-
rificaciones al modo de Epimndes%rag. 20), contrapone seriamente a la reli-
gin popular su dios nico (frags. 23. 24. 26. 25):
tra a la plebe, sin saber que la mayora de los hombres es mala, y que slo pocos
son buenos" (frag. 104). An ms clara y duramente leemos en otro lugar
(frag. 42): "Homero debera ser expulsado de los juegos a latigazos, y lo mismo
Arquloco", pues Homero no conoce siquiera el principio bsico del mundo, la
lucha (es decir, la diferenciacin), sino que precisamente la condena por boca
de Aquiles (II., 18, 107) (Arist. Et. Eud., VII, 1), y Hesodo, "el maestro
de la mayora", no se ha dado siquiera cuenta de que la noche y el da son lo
mismo (frag. 57), esto es, no ha llegado, como Herclito, al reconocimiento de
de la mera apariencia de la contradiccin. Con toda seguridad el viejo arist-
crata Herclito odiaba en Arquloco el que ste, segn su propia declaracin
(frag. 6), no sintiera haber perdido su escudo. Pero el distinguido caballero
tiene, adems, otra cosa que reprochar a Hesodo y a otras grandes figuras: "El
mucho saber no da espritu (logos); pues en otro caso lo habra procurado a
Hesodo y a Pitgoras, y a Jenfanes y a Hecateo" (frag. 40). Por "logos" entien-
de aqu Herclito agudeza del pensamiento, la cual lleva al conocimiento ver-
dadero, a diferencia de los conocimientos de detalle, como los gigantescos de
Hesodo en la mitologa, los de Pitgoras en la astronoma y la matemtica (frag-
mento 129) y los de Jenfanes en la cosmologa, la geologa y la etnologa. Ha-
blando as piensa Herclito en todos los conocimientos empricos que el hele-
nismo de la poca resuma en la palabra "historie" (es decir, informacin
reunida, a diferencia del pensamiento lgico-especulativo con el que intentaba
penetrar en la esencia, en la naturaleza f i s i s de las cosas (frag. 1).
Ya lo visto muestra que Herclito se siente con su concepcin del mundo
en contraposicin con el mundo mtico de la poesa pica; pero tampoco faltan
indicios de una crtica de la religin popular, trtese del culto oficial a los dioses
de la polis, la catrtica o del culto de los misterios. Con el sagrado celo de un
poeta condena esas ceremonias religiosas: "En vano intentan purificarse man-
chndose de sangre, como uno que, cado en la suciedad, quisiera lavarse con
suciedad. Ms bien se tomara por loco a un tal hombre vindole hacer eso. Y
a esas imgenes oran, como uno que charlara con casas, sin saber lo que son
los dioses y lo que son los hroes" (frag. 5). A la primera parte de ese frag-
mento corresponde otra formulacin an ms dura: "Los puercos se revuelcan
en la suciedad, las aves de corral en el polvo y la ceniza" (frag. 37). Con esas
palabras el filsofo se opone a la costumbre, entonces muy difundida, de la pu-
rificacin ritual segn el principio de "sangre por sangre", tal como la realiza-
ban Epimnides y otros sacerdotes. Y a propsito de la veneracin de estatuas,
Herclito ha comprendido seguramente que la muchedumbre las identifica
pura y simplemente con los dioses representados, es decir, que no tiene idea al-
guna del real ser espiritual de una divinidad. Esta concepcin de las imgenes
no ha podido destruirse nunca hasta ahora en las masas fieles, ni siquiera
cuando los cultos no vean ya en las imgenes ms que figuras recordatorias de
la divinidad; as lo prueba la disputa de las imgenes siglos ms tarde. No es
imposible que Herclito, cuya ciudad natal, Efeso, perteneci decenios enteros
64 WILHELM NESTLE
el papel que vio sin duda desempear al fuego en el culto de los persas, en los
que era considerado el "santsimo espritu" de Ahura Mazda.2 Efeso, la ciudad
de Herclito, fue una encrucijada en la que se encontraron la cultura helnica
y la oriental, y la Artemis (Diana de Efeso) venerada en su famossimo san-
tuario se pareca ms a la "gran Madre" adorada en la Frigia y en otros pases
del Asia Menor que a la diosa griega de aquel nombre. Herclito espiritualiza
la naturaleza. Esta no es para l el mundo externo de los fenmenos, sino su
ncleo ms ntimo, la fuerza creadora presente en todas las cosas, la cual no se
sorprende sino cuando "se escucha atentamente" a stas (frag. 112); pues "la
naturaleza gusta de ocultarse" (frag. 123). Por eso no puede aferrarse con la
percepcin sensible (frag. 107), sino slo con el pensamiento (frags. 17. 112,
113, 116). El pensamiento es la propiedad principal del alma, la cual est in-
trincada plenamente en el proceso csmico. Pues las almas "se exhalan de lo
hmedo" (frag. 12), es muerte para ellas el agua (frag. 36), y "el alma seca
es la ms sabia y la mejor" (frag. 118). El alma contiene en s la razn (frag-
mento 45). No puede hablarse en Herclito de inmortalidad. personal, a pesar
de algunas manifestaciones oscuras y errneamente comprendidas en las que
se ha querido ver esa doctrina. La muerte no tiene ninguna importancia (frag-
mento 96).
La concepcin de Herclito es un pantesmo cerrado y consecuente, el
cual, comparado con la doctrina de Jenfanes, emparentada con la suya,
tiene la especial excelencia de precisar con claridad el parentesco, incluso la
identidad cualitativa de la razn humana con la csmica, del espritu humano y
el espritu divino inmanente al mundo. Esto se manifiesta con especial claridad
en la filosofa de la cidtura heraclitea. Segn su teora del lenguaje tema
que l ha sido el primero en suscitar, las denominaciones de las cosas, las
palabras, no son arbitrarias, sino que estn naturalmente dadas. "La palabra es
una imitacin de la cosa" a la que denota (Plat. Crat. 430 A), esto es, la esencia
de la cosa se expresa en su denominacin, en la palabra. As por ejemplo, el
nombre de Zeus significa "el Viviente", y con eso se expresa la esencia de la
divinidad.
Herclito no se detiene ante razonamientos artificiosos para probar su
teora. La doctrina de los contrarios le sirve, por ejemplo, para documentar de
nuevo la teora basndose en la palabra griega que significa arco, bis. "El
nombre del arco es vida (bos), y muerte su obra" (frag. 48). La muerte y la
vida no son ms que contrarios aparentes, idnticos en realidad. Todo el resto
de la cultura, todas las leyes, costumbres e instituciones, todo lo que el griego
llama nomos, se desprende de la ley csmica: "Todas las leyes (nmoi) huma-
nas se alimentan de la ley divina. sta, en efecto, impera cuanto quiere y basta
para todo y lo tiene todo en su poder" (frag. 114). As se explica tambin que
Herclito se esfuerce tanto por ver un sentido en las representaciones y las ins-
5. ESPRITU GRIEGO
66 WILHELM NESTLE
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CAPTULO IV
el nmero es la esencia de todas las cosas. Por raro que esto suene, resulta com-
prensible cuando se aade que los pitagricos llegaron a esa doctrina movidos
por la observacin de que la diversa altura de los sonidos depende de la longitud
de las cuerdas del' instrumento musical, y que, por tanto, los intervalos musica-
les pueden expresarse por determinadas proporciones matemticas. As pasaron
de la msica a la matemtica, en la que se hicieron famosos por el teorema
llamado de Pitgoras sobre el tringulo rectngulo, el cual, por lo dems, era
ya conocido de los babilonios y de los indios. Los pitagricos consideraban que
las formas matemticas ms perfectas son, entre las superficies, el crculo, y
entre los cuerpos la esfera. As llegaron a la idea de que los cuerpos celestes
son esfricos, tanto la Tierra cuanto los astros, y a la idea de que los planetas
se mueven en rbitas circulares; as crearon los fundamentos de la astronoma,
ulteriormente desarrollada por las generaciones pitagricas siguientes (Filolac,
Arquitas). Todo ello les movi a ver en el mundo un cosmos, un orden nor-
mativo fundado en el nmero y la medida.
Comparado con la filosofa jnica del Oriente, el pitagorismo abre caminos
completamente nuevos. Con la promocin del nmero, lo ms abstracto que
puede pensarse, a la dignidad de principio del universo, el pitagorismo hall una
idea que, siendo ella misma incorprea, determinaba sin embargo, el ser del
mundo de los cuerpos y pareca indisolublemente ligada con ste. La doctrina
permita adems que el mundo se manifestara como orden, como armona, lo
cual llevaba a la tica y la poltica, en las que se sentaba la exigencia de un
orden armnico de la vida individual y social. El mayor contrario de ella era
la "anarqua", considerada consiguientemente como el mayor de los males que
deban ser evitados en ambas. El individualismo jnico, con su resistencia a
todo sometimiento y su inclinacin a un ilimitado disfrute de la vida, se haba
acercado peligrosamente a la anarqua. El pitagorismo significa as un cons-
ciente apartamiento de ese reblandecimiento jnico y una inclinacin hacia el
espritu drico, amigo de la dureza y de la disciplina y que haba tomado pie
en numerosas colonias de la Magna Grecia. Esa tendencia al endurecimiento
y al autodominio se concertaba perfectamente con el dominio de los instintos,
exigido por la doctrina de la transmigracin de las almas, con su alusin a un
juicio que deba esperarse en el ms all despus de la muerte. De ese juicio
dependeran las ulteriores consecuencias en la cadena de las transmigraciones o
metempscosis. Dadas las grandes exigencias que pona la comunidad pitag-
rica, el ingreso en la misma dependa de severos criterios de seleccin. Esta se
apoyaba en un examen de las capacidades fsicas y espirituales del candidato, el
cual tena que superar luego un cierto perodo de silencio y duras pruebas
diarias.
Con ello se tenda a serena concentracin y contemplacin, las cuales, em-
pero, no eran fines en s mismas, sino que slo deban constituir la preparacin
para una vida activa. Los miembros de la comunidad, as educados, estaban
unidos por una estrecha amistad que no slo procuraba ayuda material en malos
70 "wilhelm nestle
momentos segn el principio "la propiedad de los amigos es comn", sino que
llegaba adems hasta el sacrificio de la vida por el amigo, el ms conocido ejem-
plo de lo cual es la historia de Damn y Fintias, celebrada por Schiller. Desde
el punto de vista poltico la comunidad mantuvo su sello aristocrtico, pues no
vea la justicia en la igualdad democrtica, en la "igualdad aritmtica", sino en
una distribucin de los derechos segn el rendimiento de cada cual, lo que se
llamaba "igualdad geomtrica" (Plat. Gorg., 508 A, Politeia, VIII, 558 C). La
comunidad pitagrica, deseosa de implantar una reforma moral de la vida, con-
sigui efectivamente el poder poltico en una serie de ciudades de la Magna
Grecia, hasta que en la segunda mitad del siglo un movimiento democrtico
barri el poder de aquellas comunidades aristocrticas (sindria) mediante re-
voluciones violentas.
No est completamente clara la actitud del pitagorismo respecto de la reli-
gin. El propio Pitgoras parece haber sido opuesto a los sacrificios cruentos, y
no ofreci al Apolo Delio ms que trigo, cebada y panes. Apolo, dios espe-
cialmente venerado por los dorios, parece haber sido tambin el dios preferido
de los pitagricos. Adems, consideraron probablemente divinos a los astros,
doctrina que an tiene sus ecos en la teora platnica de los "dioses visibles"
(Tim., 40 D). A pesar de todo parecen haber asumido una actitud crtica ante
los antiguos mitos. Por lo menos, un tardo "Viaje de Pitgoras por el Hades"
contaba que el filsofo se haba encontrado en el Hades con el alma de Heso-
do, trinando y atada a una columna de bronce, mientras la de Homero estaba
colgada de un rbol y rodeada de serpientes. Y ello "como castigo por lo que
haban dicho acerca de los dioses" (Dg., L., VIII, 21). Tanto esto como la
prohibicin del juramento, que est bien documentada, aluden a intentos de
dignificacin de la religin popular en el crculo pitagrico.
Adems de la msica, la matemtica y la astronoma, la vredicvna tiene que
haber gozado de temprano cultivo en.los crculos pitagricos. Herdoto (III, 125,
129 ss.) cuenta los asombrosos destinos del mdico Democedes de Crotona,
cuyo padre haba sido sacerdote de Asclepio en Cnido y l mismo mdico de
xito en Egina, Atenas, la corte de Polcrates en Samos y la de Daro en Susa.
An ms importante es Alcmen de Crotona, que merece el honroso nombre de
primer fisilogo griego. Basndose en la diseccin de animales, localiz en el
cerebro el rgano central de la vida anmica, lo que le movi a abandonar la
doctrina de la metempscosis, aun manteniendo la creencia en la inmortalidad.
Pues crea que la causa de la inmortalidad del alma era su automovimiento, que
es propiedad en comn con los,, astros. Consideraba el organismo como una
armona de las fuerzas que obran en l: la salud se basa en el equilibrio de esas
fuerzas, y la enfermedad consiste en el predominio de una de ellas sobre las
dems, por ejemplo, del fro sobre el calor. En la ciruja, Alcmen os por vez
primera extirpar un ojo. Es caracterstico de este personaje el paso de la espe-
culacin filosfica a segundo trmino y la dedicacin a un sano empirismo que
h i s t o r i a dil e s p r i t u griego 71
vivos y de las plantas. En el hombre, la percepcin sensible tiene que ser com-
plementada y rectificada por el pensamiento. Empdocles seala el corazn
como sede del pensamiento, por ser el punto de partida de la red sangunea;
esto significa un retroceso frente al descubrimiento de Alcmen de la importan-
cia central del cerebro. Empdocles parece haber pensado que la conciencia se
encuentra en diversos grados en todos los gneros de seres vivos. Dedujo las
diferencias de temperamentos y talentos partiendo de las diversas mezclas de los
elementos en los individuos particulares. Explic el sueo y la muerte por el
enfriamiento de la sangre, y reduca tambin los sueos y las enfermedades ps-
quicas a causas naturales. En relacin con la importancia que conceda a la ob-
servacin de la naturaleza est su utilizacin del razonamiento analgico para
explicar un fenmeno natural poco comprensible intuitivamente medante su
comparacin analgica con otro de fcil captacin sensible. En este contexto
hay que citar tambin la importancia que daba al experimento. Con sus descu-
brimientos de interconexiones psicofsicas infiri un golpe considerable a la
creencia en los demonios, y con todas sus investigaciones naturales allan el
camino a la medicina, entonces en la cuna.
Pero ni siquiera el conocimiento de la naturaleza para llegar al cual hace
falta un "sentido puro" (frag. 110, 2; cfr. 3, 2) y cuya posesin levanta por enci-
ma de los dems hombres basta para liberar de las ataduras de la corporalidad;
esta liberacin exige adems una correcta comprensin de la esencia de la divi-
nidad; y la proclamacin de sta llev a Empdocles al terreno de la reforma
religiosa. Esta reforma deba permitir a los hombres "desembriagarse de la mi-
seria" (frag. 114), segn una expresin de profundo pesimismo acerca de la vida
terrena y que est estrechamente emparentada con las ideas rficas, pues la raz
de todos los males est en las errneas representaciones de los dioses, y por ello
canta Empdocles al hombre feliz que se ha liberado de las mismas (frag. 132);
el "espritu santo", el cual recorre el mundo entero con sus rpidos pensamien-
tos y al que parece haber llamado Apolo (frag. 134). Cualquiera que sea la
relacin de esta suprema o total divinidad con los demonios que son las almas,
lo que est fuera de duda es que el Olimpo homrico ha desaparecido aqu com-
pletamente, y que sus dioses quedan transformados en seres y fuerzas natu-
rales. Empdocles cuenta incluso en una reinterpretacin del mito de la
edad de oro que al principio de la humanidad hubo una fase en la que no
se saba nada de Ares, Zeus, Cronos y Posidn, sino que dominaba sola la
"reina Cipris" (Afrodita), la cual, empero, no era venerada con sacrificios san-
grientos, sino slo con piadosas ofrendas de mirra, incienso, miel y cuadros de
animales (frag. 128). Con esto llega Empdocles al centro de sus concepciones
religiosas. La "oscura locura" consiste en la exigencia de sacrificios cruentos,
propia de la religin dominante, pues en esos sacrificios no es seguro que bajo el
hacha sacrificial no est gimiendo el alma de un pariente (frag. 137).
Por esa misma razn el comer carne parece al filsofo un tipo de canibalismo
(frags. 136, 139). Tambin le escandalizaba la tala violenta de rboles (frag-
mento 140); pero, al igual que los pitagricos, tuvo que limitar la reduccin
de la consumicin de plantas a las habas (frag. 141). El ideal sera una pacfica
comunidad de todos los seres vivos. Si realmente quera realizar una reforma re-
ligiosa en ese sentido, contentndose con la veneracin de Afrodita y la de
Apolo dios, por lo dems, muy venerado por los dorios como smbolos del
amor y de la pureza, y evidentemente con supresin de todos los sacrificios
cruentos, Empdocles tena necesariamente que hacerse con el poder poltico,
dada la intrincacin tan ntima de la religin y el estado. No puede dudarse
de que Empdocles desarroll una intensa actividad poltica. Pero es poco ve-
rosmil que, como dice la tradicin, lo hiciera en las filas del partido democr-
tico, tras renunciar a la corona real que se le ofreci; en este caso habra debido
luchar contra la aristocracia, apoyndose en el demos. En todo caso, su activi-
dad poltica le cost por ltimo el destierro, y parece que muri en el Pelo-
poneso. En sus intervenciones polticas era un orador de mucho empuje, hasta
el punto de que Aristteles lo cita como fundador de la retrica (Sof. El., 33).
El sofista Gorgias fue discpulo de Empdocles en este arte.
La influencia de Empdocles ha sido muy intensa. Su doctrina de los cuatro
elementos ha dominado la fsica durante dos milenios, y su explicacin pura-
mente mecanicista de la naturaleza entusiasm an al poeta romano Lucrecio.
Sus estudios sobre las plantas han sido fecundos para la botnica incluso en la
poca de Teofrasto. A travs de sus discpulos Pausanias y Acron, Empdocles
ha sido el fundador de la escuela mdica siciliana, y los escritos hipocrticos to-
man doctrinas de las como combaten otras. Aunque mstico en la proble-
mtica de los fundamentos ltimos de la existencia, Empdocles ha cultivado
del modo ms intenso el conocimiento racional, y aunque fracasara prctica-
mente su intento de reforma religiosa, sigue en pie su ruptura con la religin
del mito, en cuyo lugar coloc el conocimiento racional del mundo.
76 "wilhelm nestle
El poeta EPICARMO, al que nada menos que Platn (Teet, 152 E) ha colo-
cado junto a Homero, creador de la "tragedia" (es decir, de la poesa seria),
como creador de la comedia, es testimonio importante de que el espritu filos-
fico llevado al Oeste por Pitgoras y Jenfanes arraig en la agtadsima y muy
despierta poblacin siciliana, y de que en Sicilia se lea incluso el libro del
"oscuro" Herclito. Es cierto que Epicarmo no presenta ningn sistema filos-
fico y que no puede sitursele en ninguna tendencia filosfica determinada
aunque ya en la Antigedad hacan de l un pitagrico , pero es un aficio-
nado filosfico de mucha cultura y, como suele ocurrir en estos casos, un eclc-
tico. Pero en su poesa sabe aprovechar con virtuosismo, en serio o en broma,
las ideas filosficas de que tiene noticia o que l mismo ha asimilado. La si-
guiente sentencia fue clebre en todo el mundo antiguo (frag. 250):
bienes ms que al precio del esfuerzo" (frag. 287). El mejor "avo para la vida"
es una piedad basada en ese fundamento tico (frag. 261).
Pero el poeta aade a esa seria concepcin de la vida un Humor hirviente
y una mordiente irona. Siente gran aficin por burlarse de la malfamada glo-
tonera de sus compatriotas. Pero es notable que como representantes de stos
no ponga en escena a los sicilianos mismos aunque ha creado mscaras o ca-
racteres como el "campesino zafio", el "sabihondo" y el parsito picaresco,
sino que busca sus ejemplos en el mundo de los hroes y hasta de los dioses cl-
sicos. As se agrupan algunas de sus parodias mitolgicas en torno a la figura de
Ulises, al que las sirenas tientan, segn el poeta, con una apetitosa comida; otro
grupo en torno de Hrcules, que en l, como en Estescoro, se nos presenta como
insaciable comedor y bebedor. El "Matrimonio de Hebe" con el hroe da ya
paso a la burlesca religiosa propiamente dicha (frag. 41 ss.). En el Olimpo tiene
lugar un gran banquete de fiesta para el cual Posidn manda delicados pes-
cados en buques mercantes fenicios. Aparecen las Musas como pescaderas y
elogian su mercanca, de la cual Zeus sabe escoger para s y para Hera las piezas
mejores. Los discuros ejecutan una danza de las armas para alegrar a los co-
mensales, y Atenea toca la flauta. An ms sin prejuicios se presenta el poeta
en la pieza "Los invitados, o Hefesto" (frag. 84 ss.). Probablemente narraba la
pieza, segn un himno homrico ya comentado, la liberacin de Hera de las
cadenas que le ha puesto Hefesto; Dioniso ha emborrachado a este dios y lo
vuelve al Olimpo, del que tan injuriosamente haba sido expulsado, con un
grupo de alegres compaeros. Como se ve, una lnea recta lleva desde las cmi-
cas escenas de dioses de la Ilada y la Odisea, pasando por los himnos homricos
y por Estescoro, hasta estas burlas religiosas de Epicarmo. Aadamos adems la
burla de las imgenes divinas en los "Troyanos" (frag. 131):
Con todo ello nos veremos obligados a reconocer, aun teniendo en cuenta
la mayor libertad de la comedia, que la veneracin por los dioses populares y
por las formas de su culto no ha debido ser muy grande en el alma de Epicar-
mo; por lo que hace a la mntica, la describe pura y simplemente como un
procedimiento para robar el dinero a la gente (frag. 9, 10).
Al igual que Aristfanes, se burla Epicarmo de los dioses populares grie-
gos; pero mientras que Aristfanes persigue tambin a la filosofa con su odio,
Epicarmo se encuentra en una relacin positiva con ella, y esa relacin es pre
cisamente lo que le da su ntima superioridad sobre la religin tradicional. El
juicio de Platn acerca del privilegiado lugar que corresponde a Epicarmo entre
los poetas griegos no se refiere seguramente slo al poeta, sino tambin al educa-
dor; y su compatriota Tecrito de Siracusa, posterior a l en dos siglos, no slo
78 "wilhelm nestle
BIBLIOGRAFA
LA HISTORIE JNICA
jeres helnicas por navegantes fenicios y colocadas en una misma lnea con los
raptos de Medea y Helena, se deban a la influencia de Hecateo, si se piensa
adems que la Odisea (15, 415 ss.) da un modelo para esas interpretaciones con
la narracin de Eumeo.
En la segunda obra de Hecateo, la Perigesis, que abarcaba Europa y Asia
con Egipto y Libia, la crtica de los mitos pasa a segundo plano, detrs de la
informacin (historie) de curiosidades geogrficas y etnolgicas. Herdoto ha
utilizado ese libro especialmente en sus libros II y IV, para las noticias acerca
de Egipto, Libia y Escitia. Cuando el demonio marino homrico Proteo (Od.,
4, 385 ss.) se convierte en Herdoto (II, 112) en un antiguo rey egipcio, y cuan-
do el otculo de Amn en el clebre oasis prximo a Egipto y el de Zeus en
Dodona resultan fundados por sacerdotisas egipcias, en vez de por palomas
parlantes (Herd., II, 54 ss.), podemos estar tambin en presencia de rastros de la
influencia racionalista de Hecateo. Pero Herdoto parece haber tomado de
Hecateo tambin muchas noticias histrico-culturales. De Hecateo debe proce-
der la calificacin de "regalo o don del ro" aplicada a Egipto (II, 5). Hecateo
debe haber prestado atenta atencin a las costumbres de los pueblos extranjeros.
Herdoto debe en gran parte al loggrafo milesio lo que refiere acerca de los
usos de los egipcios, de las tribus libias, de los tracios y de los escitas nmadas;
tambin parece haber dado noticias Hecateo de la ciudad de Tartesos, situada
en la desembocadura del Guadalquivir, ms all, pues, de las columnas de Hr-
cules, que ya haba sido visitada antes por los navegantes fenicios. Cuando el
viajero se encuentra ante instituciones anlogas en varios lugares se plantea la
cuestin de la prioridad, que intenta resolver identificando un "inventor", ya
sea un individuo, ya sea un pueblo. As, por ejemplo, el cultivo de la vid no
ha sido introducido por Dioniso, sino en Etolia y por dos hombres que tenan
los significativos nombres de Eneo y Fitios (frag. 15), y el alfabeto fue llevado
por Dnao a Grecia desde Egipto (frag. 20). Con la comparacin de usos ex-
tranjeros (nmoi) y la explicacin del progreso cultural por las invenciones, He-
cateo resulta un temprano antecesor de posteriores teoras sofsticas de la cul-
tura. Toda una serie de loggrafos sigui las huellas de Hecateo, y cada vez con
ms atencin y sensibilidad para con la historia real. El ms tardo de ellos, el
HELNICO de Mitlene citado por Tucddes (I, 97), hizo muchos mritos en
la tarea de establecer una firme cronologa histrica, con su lista de los vencedo-
res de los juegos espartanos y su catlogo de las sacerdotisas de Hera en Argos.
Tambin redact un escrito acerca de las "Costumbres de los pueblos extra-
os" y la ms antigua historia del Atica.
La continuacin directa de la crtica racionalista de los mitos llevada a cabo
por los loggrafos se encuentra en las obras de HEBODORO de Heraclea, ciudad
junto al mar Negro, ante todo en su historia de Hrcules, el mtico fundador
de su ciudad, escrita en prosa en 17 libros. Herodoro aprovech en ella conoci-
mientos geogrficos, cientfico-naturales y filosficos, y as cre un extrao pro-
ducto mixto de pseudohistoria en el que la historia no era fin en s misma, sino
84 "wilhelm nestle
BIBLIOGRAFA
(frag. 10). No hay ningn hombre sin tacha (frags. 14, 19 ss.) y sin la ayuda
de los dioses ni el individuo ni el estado pueden conseguir nada de provecho
(frag. 37). Con su predisposicin inmanentista llega as Simnides a una con-
cepcin resignada de la vida en la que le ayudan su ingenuo egosmo y su
oportunismo sin escrpulos. Por eso este hombre, al que se atribuye tambin
la invencin de la mnemotecnia (Ce. de nat., deor., II, 86, 353 s.) y al que
Lessing calific de "Voltaire griego" por la ingeniosa y aguda formulacin de
sus ideas, resulta ser un preparador de la sofstica, cuyos planteamientos anticipa
ya en parte.
El sobrino de Simnides, BAQULIDES, que pertenece a la generacin si-
guiente, tiene un apreciable talento formal, pero carece de profundidad en
cuanto a concepcin del mundo. Incluso cuando cita el "Lo mejor es no haber
nacido" (5, 60) suena a hueco y carente de experiencia, a lugar comn. Baqu-
lides manifiesta cierto rasgo quietista, condena las muchas ocupaciones (frag. 12)
y elogia la tranquilidad (frag. 4). En comparacin con los elementos eternos,
el hombre es perecedero, y lo nico que queda de l es la gloria de su exis-
tencia (arete). La sabidura razonable consiste en estar dispuesto a la muerte
y tener valor para la vida, sobre la base de la piedad (3,78 ss.). Baqulides
est relacionado con la sofstica por sus concepciones de la sabidura (sofa)
y la excelencia (aret). Ni una ni otra son innatas, como enseaba la vieja
tica aristocrtica, sino que se aprenden (frags. 5, 1). As, a pesar de los
epinicios en los que glorifica a sus aristocrticos favorecedores, entona abierta-
mente el tono de la nueva cultura "burguesa" o de las clases medias.
PNDARO de Tebas, el ltimo entusiasta cantor de la vieja tica de los no-
bles, discurre segn una lnea espiritual completamente diversa de la de los
dos poetas de Ceos, a los que consideraba rivales y advenedizos. Pndaro no
quiere "coger el inmaduro fruto de la sabidura" (frag. 209); para l la verda-
dera sabidura y la verdadera excelencia son innatas, infund das por dios al
hombre de noble cuna (Pit., 8, 44 s.); por eso se niega el poeta a admitir la
posibilidad de un arte aprendido (01., 2, 86, s,). Toda su poesa y todo su
esfuerzo se basan en la religin de sus padres, que l profesa con convencida
piedad.
Los dioses son "sagrados" y el mito no es slo un adorno de su poesa,
aunque tambin en ella tenga lugar importante, sino objeto de seria y pro-
funda meditacin. Pero precisamente porque, como Empdocles, no quiere
decir ms que cosas buenas de los dioses, le es imposible recoger intactos todos
los mitos, y tiene que examinarlos desde el punto de vista de su admisibilidad,
de si dan o no una representacin pura y elevada de los dioses. Pues "a veces
engaaron la fe de los hombres fbulas narradas en artificiosa y polcroma
invencin, las cuales estn en contradiccin con las verdaderas ideas" (01., 1,
20 s.). Para poner de acuerdo fbulas y verdaderas representaciones de los dio-
ses no se sirve, empero, Pndaro, de la interpretacin alegrica de los mitos ni
de lo racionalista, sino que o bien rechaza mitos enteros 'como por ejemplo
historia dil e s p r i t u griego 89
todos los que narran luchas entre los dioses, los cuales son "odiosa sabidura"
(OI., 9, 3 8 ) o bien pasa por alto o cambia determinados detalles o motivos
que le resultan piedra de escndalo. As convirti, "pese a los antiguos", la
cruel historia del despedazamiento de Plope por Tntalo, para poner a prueba
la omnisciencia de los dioses, en un rapto del joven por Posidn, anlogo al
de Ganimedes por Zeus. Pues "me es imposible pintar hambriento a uno de los
bienaventurados; no quiero saber nada de ello" (01., 1, 37 ss,, 52). Pndaro
rechaza toda representacin demasiado humana de los dioses. La omnisciencia
de Apolo no necesita mediacin terrena: por eso elimina Pndaro, a diferen-
cia de Hesodo (frag. 148), el cuervo de la leyenda apolnea, que da al dios noticia
de la infidelidad de su amante Coronis: "Pues ni un mortal ni un dios puede
engaar a Apolo con hechos o pensamientos" (Pit., 3, 27 ss.). Tambin con los
hroes tiene cuidado el poeta de liberarlos en lo posible de acciones culposas. Lo
hace a veces mediante consciente silencio acerca de algunos detalles de la
saga: "Pues no toda verdad no engaosa que muestra su faz es fecunda, y fre-
cuentemente es para el hombre lo ms prudente pasar cosas en silencio" (Nem.
5, 14 ss.). La leyenda de Heracles da, pues, mucho trabajo a Pndaro; el hroe
le resulta demasiado violento. Intenta celosamente mitigar esa cualidad suya.
Mientras que segn la tradicin rob pura y simplemente los olivos que
necesitaba para plantarlos en el sagrado recinto de Olimpia, Pndaro hace
que se los den los hiperbreos por amistosa negociacin (OI., 3, 16 ss.). En cam-
bio, en la historia de Gerin era imposible quitar de en medio la violenta apro-
piacin de las reses del gigante por Heracles. Por eso en uno de sus ditirambos
(frag. 80) Pndaro elogia a Gerin porque se defendi, aunque luego aade
que quiere "silenciar lo que no es grato a Zeus". En otra poesa se refugia en
la ley, situada por encima de los dioses y de los hombres y que realiza tambin
lo ms violento justificndolo con su mano sublime". Es evidente que Pndaro
ve la justificacin en el principio aristocrtico segn el cual, por el orden del
mundo, el ms noble debe triunfar sobre el inferior, es decir, el hijo de Zeus,
Heracles, sobre el gigante Gerin. La sofstica ha citado gustosamente esta
estrofa de Pndaro (Plat. Gorg., 484 B) para dar autoridad a su doctrina del
derecho del ms fuerte, y Platn no quedaba del todo tranquilo con la solucin
dada por el poeta (Ley. III 690 BC), Es inequvoca la antipata de Pndaro por
Homero, y especialmente por el homrico Ulises, al que el antiguo poeta ha
dado fama injustificada con su arte (Nem. 7, 20 ss., 8; 20 ss.). A veces Pndaro
se sirve de los mitos como de ejemplos y advertencias: las historias de Ixin,
Belerofonte, Ticio y Tntalo ensean que la soberbia humana fracasa ante el
poder de los dioses, ante los cuales no permanece oculto ni sin castigo crimen
alguno.
El inters de Pndaro es en todo momento descubrir el sentido verda-
dero y profundo de los mitos, llevando as a un conocimiento del bien que slo
es posible a un "sentido puro" (01., 4, 16 ss.). La verdad as entendida es "el
principio de toda excelencia" (frag. 205), y es la "hija de Zeus" (OI., 10, 4).
85
85" w i l h e l mn e s t l e
Con este modo de pensar se aproxima Pndaro a las concepciones de los crculos
rfico-pitagricos que probablemente habr conocido en Sicilia. Esta aproxi-
macin se manifiesta an ms claramente en su descripcin de la supervivencia
en el ms all, descripcin que revela adhesin a los misterios de Eleusis (frag-
mento 137) y conocimiento de la doctrina de la metempscosis y de la creencia
en la salvacin final que permite salir del ciclo de las generaciones y volver a la
bienaventurada existencia divina (01., 2, 61 ss.; frags. 129. 130. 133). Con esa
creencia se consuela seguramente el poeta de la miseria y la caducidad de la
vida terrena, a la que contempla con profundo pesiviismo. El mal pesa dos
veces ms que el bien en la vida (Pit., 3, 81). Los mortales son, como ya los
llamara Empdocles, "criaturas de un da"; "el hombre es el sueo de una
sombra" (Pit. 8, 95 s.). Una muerte temprana, como la de Trofonio y Aga-
medes, es una gracia de los dioses (frag. 3).
Como Pndaro atribuye a todos los dioses su purificada concepcin, y a
cada uno omnipotencia, omnisciencia, pureza moral y santidad, las diversas di-
vinidades pierden determinacin individual, y tanta ms cuanto ms ilimitada-
mente se contemplan en su actividad. Pero todo lo que van perdiendo los dems
se aade a Zeus, de modo que al final los dems olmpicos no parecen sino
instrumentos de su voluntad o formas de manifestacin de su actividad. En
realidad, Pndaro coloca a Zeus en la posicin casi de dios nico, o, al menos,
de dios dominador del todo. Zeus es "seor sobre todas las cosas" (Istm., 5, 53),
artista supremo, como arquitecto del universo (frag. 57), salvador (01., 5, 17),
soberano y juez al que no escapa nada de lo que hacen los hombres (01., 1, 64).
Como ocurre entre los rfieos, tambin en Pndaro hay algunos conceptos per-
sonificados que casi asumen el rango de divinidades; entre ellos destacan Dik,
el derecho (01-, 7, 17; 13, 7), y Nomos, la ley csmica, "rey de todos, de los
mortales y de los inmortales" (frag. 169). Pero la ms notable de esas perso-
nificaciones es Ta (Istm., 5, 1), la luz divina que da brillo y glora a todo
lo que es grande en la tierra, entre los hombres y entre las cosas. Por ltimo,
tambin para Pndaro van juntas las dos cualidades ms importantes que es
capaz de poseer el hombre: la sabidura (sofa) y la excelencia (arete). Ni una
ni otra pueden conseguirse por aprendizaje o ejercicio, sino que son innatas
en el hombre aristocrtico, como don de la divinidad (01., 9, 28; Pit., 1, 41 s.; 8,
44 s.). La aret consiste para Pndaro en la kalokagathia, que conlleva la piedad
y es la nobleza del hombre, que se manifiesta en la belleza, la fuerza y el do-
minio de s mismo. Sofa es para l tanto el arte potico y la msica como el
arte y la sabidura de la vida, cuyo elemento fundamental es la conciencia de la
grandeza de la divinidad y de la pequeez y limitacin del hombre mortal
(Istm., 5, 13 ss.).
Con esas ideas intent espiritualizar la vieja tica aristocrtica que no que-
ra abandonar, profundizarla y dar al mismo tiempo nueva vida a la religin
helnica. Sus poesas han dado as nueva luz de crepsculo glorioso a un ideal
vital que caminaba hacia su agotamiento. Sus das, en efecto, estaban con-
h i s t o r i a dil e s p r i t u griego 91
tados. Hacia mediados del siglo la aristocracia griega deja de protagonizar los
juegos panhelnicos y cede su lugar en los estadios a los atletas profesionales.
Con ello muere la lrica tradicin almen te destinada a la glorificacin de la no-
bleza cuando era la casta dominante, y al mismo tiempo perece el epos heroico,
que cede su lugar al histrico. El herosmo de la "burguesa" griega en la lucha
por la independencia contra los persas, lucha en la cual, cosa digna de notarse,
la aristocrtica Tebas, patria de Pndaro, se haba inhibido sin pena ni gloria,
haba abierto camino a una nueva potencia en ascenso, la democrtica Atenas,
cuyos mritos para con la Hlade reconoce el mismo Pndaro con la sinceridad
y la seriedad que le son propias (frags. 75-78). El nuevo espritu jnico-tico
acab por conseguir la victoria sobre la unlateralidad del espritu drico. Aquel
espritu se cre nuevas formas poticas, empezando por la tragedia, la cual al-
canz su perfeccin artstica por obra de un poeta contemporneo de Pndaro
y espritu almen te emparentado con ste, a pesar de todas las diferencias: Es-
quilo.
La tragedia se origin del cuit a Dioniso favorecido por Psstrato, o, ms
exactamente, del canto litrgico o ditirambo que era corriente en aquel culto
y que sola describir las aventuras del dios, especialmente su pasin, para ir
luego recogiendo poco a poco tambin temtica heroica. La tragedia sustituy
la pasin divina de Dioniso por el sufrimiento de hombres; empez por des-
cribir slo "el peligroso decurso de un heroico destino", pero no ya en narracin
pica, sino en representacin dramtica, en la escena, con los personajes de la
accin y de los sufrimientos puestos de carne y hueso ante los ojos del espec-
tador.
El coro que antes cantaba el ditirambo, se mantuvo junto al dilogo de
los actores, y sirvi sobre todo al poeta para indicar el punto de vista desde el
cual deba considerarse la accin. Como los temas eran de antiguo conocidos
para todos y objeto de muchos poemas picos, poda dar la impresin de que
la tragedia no era ms que una nueva forma de la leyenda heroica. Pero la
concentracin temtica del poeta trgico sobre el hombre que sufre y que se
ha acarreado l mismo su sufrimiento por sus actos desencaden nuevas lneas
de pensamiento: nuevas; pues, aunque las encontremos de vez en cuando insi-
nuadas en gneros poticos ms antiguos, slo en la tragedia se imponen con
energa y resultan tema capital. En esa temtica se plantean necesariamente
preguntas como las siguientes: Qu ocurre con el hombre y su destino? En
qu relacin est la accin del hombre con el gobierno de los dioses sobre el
universo? Acta el hombre libremente y por propia responsabilidad o no obra
ms que como instrumento de potencias superiores a las que se encuentra en-
tregado sin voluntad ni resistencia posibles? En qu relacin estn destino y
culpa? Castiga la divinidad el mal o permite tambin que triunfe el malo?
De dnde vienen el mal y los males, y por qu los toleran los dioses? Son
los dioses una especie de gigantescos tiranos, o son potencias morales que con-
figuran tambin la vida del hombre en un cosmos? Tiene realmente sentido la
92 "wilhelm nestle
riores, los stiros, los silenos, las ninfas y los demonios marinos, junto con las
caricaturescas figuras de las viejas leyendas y de los cuentos antiguos, para
conseguir la risa del espectador y llevar as a ste, en unin con el serio contra-
polo de la tragedia, a la verdadera superioridad sobre la vida.
ESQUILO comparte con Pndaro la conviccin de la sublimidad moral de los
dioses y se esfuerza por ello, como aqul, en eliminar todos los rasgos impuros
de las divinidades. As por ejemplo (Eurn., 687 ss.) limpia a Ares de la mancha
de haber muerto al hijo de Posidn, Halirrocio (Eur. El., 1258 ss.), y cuando
hace que las Erinias reprochen a Zeus que ste encadenara a su padre Cronos
(Eum., 640 ss.) o Apolo que embriagara a las Moiras (Eum.., 723 s.) quiere
con ello indicar que esas leyendas pertenecen a un mundo desaparecido para
l. As subraya tambin que el orculo de Apolo en Delfos no ha sido despre-
ciado por nadie "sin violencia" (Eum., 1 ss.). Tambin se aleja de la corriente
creencia en las envidias entre los dioses, que an desempean un importante
papel en Herdoto, con la declaracin: "Aparte de los dems tengo yo mi pro-
pia opinin" (Ag, 757). Y su opinin es que el gobierno divino del mundo se
caracteriza por la justicia. El poeta pertenece a la generacin de los combatientes
de Maratn. Como soldado en las decisivas batallas de Maratn, Salamina y
Platea ha vivido el triunfo de la pequea Grecia en la desigual lucha con la
potencia mundial persa, y aquella experiencia de sus aos de guerrero ha de-
terminado su pensamiento religioso para toda la vida: all vio con sus propios
ojos cmo Zeus humillaba al soberbio y derrocaba por el polvo al orgulloso ene-
migo seguro de la superioridad de sus fuerzas. Por eso es toda la poesa de
Esquilo un himno a la justicia de la divinidad. Esa cualidad compete ante todo
al dios supremo Zeus, detrs del cual palidecen tanto los dems dioses que se
ha podido hablar fundadamente de una "tendencia al monotesmo" presente
en Esquilo. Zeus rene en s el poder, la sabidura, y la justicia, y aunque su
ser no puede nunca conocerse completamente, su nombre significa lo ms alto
que puede pensarse (Ag., 160 ss.):
Para Esquilo, pues, Dios no se confunde con el universo, como para Jen-
fanes y para Herclito, sino que, a la inversa, el universo descansa en Dios, que
le rebasa. Piecientemente se ha dado a esta concepcin el nombre de "panentes-
mo" distinguindola del pantesmo.
Pero si la divinidad produce todo lo que ocurre en el mundo, cul es su
relacin con el mal y con los males? El griego no tiene la posibilidad de cargar
el mal a un Satans, que no existe para l. Tiene pues que ponerlo de un
modo u otro en relacin con la divinidad. Esta necesidad no asusta a Esquilo.
En ciertos casos, la divinidad se sirve para con los hombres de un "justo enga-
o" (frags. 301, 302), o bien "pone" en el hombre "una culpa cuando quiere ani-
quilar una casa" (Niobe, frag. 156); por estas ideas ha criticado Platn (Poli-
teia II 380 A) al poeta. Esquilo recoge incluso en sus tragedias el profundo
smbolo del demon alstor, el espritu de la maldicin, que obra generacin tras
generacin en un linaje, como el de los pelpidas o el de los labdcidas, a conse-
cuencia de algn hecho malvado, y provoca sucesivos crmenes hasta que queda
satisfecha su necesidad de venganza (Sept., 960). Es "cmplice" de las malas
acciones del hombre (Ag., 1501, 1507), y una vez que un hombre se encuentra
en el camino de la maldad, la misma divinidad le hace adelantar por l sin de-
jarlo descargarse de la culpa. Esta idea se traslada incluso, y no sin violencia,
desde el mito heroico a una personalidad histrica como Jerjes (Pers., 742. 354.
472), Por regla general los portadores del espritu de la maldicin son personajes
de dudoso carcter, como Clitemestra; pero cuando la divinidad permite que
un inocente, como Orestes, incurra en culpa, slo ella misma puede encontrar
una salida del irresoluble conflicto (Eum., 734 s.). As son los hombres "sombras
de un humo" (frag. 399), obra de la divinidad en su ser y en su obrar. La divi-
nidad puede hacerlos malos y culpables, pero tambin puede mantenerlos libres
de culpa. De aqu la profunda sentencia (Ag., 927 s.).
Pero la divinidad tiene en sus manos todos los hilos, los del bien igual que
los del mal. Incluso el espanto que reina en el linaje de los atridas ha sido
enviado por Zeus (Ag., 1486 s.), cuya sabidura, a pesar de ello, gobierna el
mundo y la vida segn el principio de que "lo bueno debe triunfar" (Ag., 121.
139 159). As constituye en ltima instancia todo el acaecer universal un orden
general en el que halla tambin su lugar previsto la perturbacin transitoria
del mismo producida por el mal: es la "armona de Zeus" (Prom., 553).
La mejor denominacin que puede darse a esta concepcin de Esquilo es
probablemente la de determinismo religioso. Y como en el marco de esa concep-
cin el mal no aparece como una potencia de igual rango que el bien, sino como
historia dil e s p r i t u griego 95
BIBLIOGRAFIA
7, E S r i R I T U GRIEGO
98 "wilhelm nestle
a todas las cosas partiendo del caos. El nous, "lo ms sutil y puro" que existe,
es la fuerza que causa el acaecer fsico y fisiolgico, as como el psquico, y no
arbitrariamente, sino segn la rigurosa ley de la causa y el efecto (frag. 12).
Aristteles (Met., I, 3) ha considerado a Anaxgoras, precisamente por la afir-
macin del principio espiritual, como el nico razonable de sus predecesores
presocrticos, pero tambin le ha reprochado (Met., I, 4) igual que Platn
(Fed., 97 B) que no utilizara el espritu ms que para la formacin del mun-
do, y no para una explicacin teleolgica detallada de la naturaleza. Efectiva-
mente, Anaxgoras, que identifica el espritu con la divinidad, mantiene un
puro desmo, y, a pesar del nous, el mundo es para l un gigantesco mecanismo
en el que queda inserto el individuo; sin duda hay que reconocer como meto-
dolgicamente correcto el que Anaxgoras se esfuerce por dar la mayor ampli-
tud posible a la consideracin causal de la naturaleza, prefirindola a la teleol-
gica. Con ello, como es natural, su concepcin de la divinidad carece de la idea
de providencia (prnoia), que es tan imprescindible para el tesmo como para
el politesmo y la creencia en la cual es siempre el corazn de toda piedad
popular.
La concepcin anaxagrica del mundo no deja lugar al mito. Aunque iden-
tificara a Zeus con su nous o a Atenea con la capacidad artstica, aunque viera
ideas ticas en los poemas homricos, el hecho es que en un pensamiento que
declara a Helios y Selene cuerpos anlogos a la Tierra y que busca explicacio-
nes causales en el sentido de movimientos mecnicos para todos los procesos
naturales y condenaba, consiguientemente, la mntica (Plut. Per., 6), no que-
daba ya sitio para los dioses, desprovistos de toda funcin en el mundo. Por eso
no puede sorprender que Anaxgoras incurriera en la sospecha de atesmo.
Cuando a comienzos de la guerra del Peloponeso se manifest la tendencia
a derrocar a Pericles, se tram un proceso religioso contra Anaxgoras y contra
otros cortesanos del gobernante. Anaxgoras escap al proceso trasladndose
a Lmpsaco, donde muri dos aos ms tarde rodeado de todos los honores.
Eurpides, emparentado espiritualmente con l, le ha construido un monumento
imperecedero en los versos que expresan el efecto moral de una investigacin
alentada por el verdadero sentido de la verdad (frag. 910):
BIBLIOGRAFA
EL A T O M I S M O Y LOS C O M I E N Z O S D E LA M E D I C I N A CIENTFICA
CIENCIA Y FILOSOFIA
cin de obedecer a las leyes (frags. 47. 248), cuya significacin es la limitacin de
la arbitrariedad del individuo, limitacin imprescindible para la vida social
(frag, 245); tambin recomienda que se evite la guerra civil (frag. 249) y que
se proceda sin reservas ni consideraciones contra el individuo socialmente da-
ino (frag. 259). Otros textos pertenecen probablemente al crculo de la litera-
tura de la homonoia, y se encuentra por error bajo el rtulo de la "Erica" de
Demcrito.
En las listas de escritos de Demcrito llama la atencin el gran nmero de
investigaciones que llevan el ttulo "Causas" (aitai): causas de los fenmenos
celestes, de los fenmenos atmosfricos, del fuego y de sus efectos, de las se-
millas, de las plantas y de los frutos, de la vida animal, de los sonidos, "Causas
diversas". Estas investigaciones de Demcrito constituyen un gigantesco tra-
bajo de preparacin de la posterior literatura peripattica de los "Problemas".
Pero Demcrito escribi tambin acerca de la naturaleza del hombre, al que
llam "microcosmos", es decir, mundo pequeo (frag. 34), acerca de cuestio-
nes matemticas y mdicas y acerca de temas de la teora de la cultura: sobre
el ritmo y la armona, sobre el canto y la poesa, sobre Homero y Pitgoras, En
resolucin, sus obras tienen que haber sido una verdadera enciclopedia del
saber sistemticamente estructurada.
Platn no ha tenido la calidad moral suficiente para dar el nombre de su
gran antpoda, sino que lo silencia, a l solo, entre todos los pensadores preso-
crtcos, aunque en una ocasin (Fileb., 29 A) parece aludir a l, y en otra
(Timeo) parece tener en cuenta el atomismo. Tanto ms numerosas son en
cambio las pistas que llevan desde Demcrito a Aristteles, pensador que tam-
bin valoraba mucho el saber emprico. Epicuro ha tomado su fsica de De-
mcrito; pero tena escaso inters por la investigacin detallada, y puso el
acento de su filosofa en la tica, en cuyo objetivo, por lo dems, la tranqui-
lidad del nimo, coincide con Demcrito. Los discpulos de Demcrito ela-
boraron la teora del conocimiento del maestro en un sentido escptico, y posi-
bilitaron por ese camino la aparicin de la escuela de Pirro, que negaba toda
posibilidad de conocer.
El lazo filosfico an mantiene en Demcrito, con gran esfuerzo, la unin de
las investigaciones en todos los diversos terrenos que abarc aquel genio uni-
versal. Pero ya en l, y a pesar de que de muchas de sus obras no nos quedan
ms que los ttulos, vemos como las ciencias particulares, la matemtica, la
astronoma, la geografa, la botnica, la zoologa, la antropologa, la tica, la po-
tica, la lingstica, etc., aspiran a independizarse y se disponen a romper el
anillo cerrado en torno de ellas por la filosofa especulativa. Y en el seno mismo
de las ciencias particulares, la investigacin especial, las "etiologas" con sus
particulares objetivos, el descubrimiento de causas de fenmenos concretos,
empieza a cobrar su lugar y su importancia en el cuadro de conjunto de la
investigacin cientfica y en un sentido desconocido hasta entonces.
La medicina fue la primera en establecerse sobre bases propias. Ya en los
106 "wilhelm nestle
divino al intentar someterlo. Frente a esa fe, el mdico muestra que tambin
estas enfermedades son plenamente naturales. Muchas veces son hereditarias
e innatas. En todo caso, su causa es una enfermedad del cerebro que puede ha-
ber sido provocada por un exceso de aire y, sobre todo, por mucosidades. Luego
pasa a enumerar con exactitud los sntomas de la epilepsia: convulsiones, es-
puma en la boca, agitacin de piernas y brazos, dientes apretados, ojos vueltos,
fallo de la voz, sensacin de ahogo, desmayo. Todo ello, y especialmente el
exceso y el defecto de movimiento, tiene su causa en una enfermedad del
rgano central en la que intervienen tambin los fenmenos atmosfricos, "el
aumento y la disminucin del fro y del calor solar y el cambio de las co-
rrientes areas nunca en reposo". "Esto es lo divino. No puede, pues, sepa-
rarse esta enfermedad de las dems y considerarla ms divina que ellas, pues
todas las enfermedades son divinas y todas son humanas. Cada una de ellas
tiene en s su naturaleza y su fuerza, y ante ninguna de ellas se carece total-
mente d consejo y de medios". El mdico tiene que "saber establecer en el
hombre, mediante la dieta, lo seco y lo hmedo, lo clido y lo fro, y tiene que
reconocer el momento correcto para hacer lo til". As esas enfermedades pue-
den curarse tambin por vas naturales, "sin ceremonias de purificacin y ma-
gia", Por una alusin a un lugar de la "Antgona" de Sfocles (358 ss.), el
escrito tiene que ser en todo caso posterior al 442 antes de Jesucristo. Habr
sido escrito entre el 440 y el 430, y puede ser por tanto considerado como
la primera obra de Hipcrates.
Al decenio siguiente pertenece el escrito "Acerca del aire, el agua y la
situacin", o, por lo menos, su segunda parte, como lo prueba la cita que con-
tiene de un fragmento del "Hiplito" de Eurpides, representado en el
ao 428. En la primera parte del escrito se expone que el mdico viajero,
antes de empezar su actividad en una ciudad, tiene que orientarse acerca de su
clima, su atmsfera y la naturaleza de sus aguas, pues todos esos hechos tienen
gran influencia en la constitucin fsica y psquica de los hombres. Es en efecto
un error creer que la meteorologa no tiene nada que ver con la medicina. El
hombre queda as plenamente inordinado en la conexin csmica, y esto
mueve al autor a estudiar en la segunda parte de su obra la relacin entre na-
turaleza y cultura en los diversos pueblos por l conocidos. Pero las dos partes
constituyen una unidad espiritual e intelectual y son sin duda fruto del mismo
autor, Hipcrates, cuyo anterior escrito "Acerca del morbo sagrado" est pre-
supuesto en esta obra. En general, el clima moderado, la feliz "mezcla de
las estaciones", se considera la ms favorable condicin de la salud y el ren-
dimiento fsico, as como del temperamento y de las capacidades anmico-inte-
lectuales de los habitantes de un pas. En la comparacin entre Asia y Euro-
pa se da la preferencia a sta precisamente porque su clima es ms moderado,
a pesar de la mayor fertilidad del Asia: en Asia la poblacin se debilita y se
hace poco guerrera; en Europa, a causa del duro trabajo que exige el cultivo
del suelo, la poblacin se hace fuerte y se educa para ser resistente, razn por la
historia dil e s p r i t u griego 109
Adems, el mdico jura que lo ordenar todo, segn su mejor saber y enten-
der, al bien del enfermo, y le evitar todo lo que pueda daarle, que no abusar
nunca de los pacientes ni les suministrar ni a peticin de ellos un me-
dio para destruir su propia vida o para aniquilar vida en germen. El mdico
estar a disposicin de todo el mundo, tanto de los libres como de los esclavos.
Mantendr como riguroso secreto todo lo que vea u oiga en el ejercicio de su
profesin. Este juramento es documento elocuente del ms noble humanismo, y
da testimonio del elevado thos del mdico griego, que consideraba como deber
de dignidad tratar- gratuitamente a los pobres.
La separacin de la medicina de la filosofa es el primer ejemplo impor-
tante de la independizacin de las ciencias particulares, independizacin que
ser enrgicamente favorecida por la sofstica. Pero por otra parte las ciencias
particulares deben a la filosofa el espritu filosfico que va ms all de la mera
descripcin de la naturaleza y de la mera comprobacin de hechos; ese espritu
ha animado siempre a las ciencias entre los griegos, y les ha posibilitado sentar
los fundamentos permanentes de toda futura investigacin.
BIBLIOGRAFA
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CAPTULO IX
LA SOFISTICA
8. E S P R I T U GRIEGO
114 "wilhelm nestle
ran con ellos, sustrayndolos as a sus familias para ponerlos totalmente bajo su
influencia personal. Por otra parte, era inevitable en el curso de la educa-
cin rebasar los elementos tradicionales, completando los conocimientos y las
costumbres que ya tuvieran los discpulos no slo con un saber ms amplio,
sino tambin con nuevas concepciones y puntos de vista que en determinadas
ocasiones tenan que suplantar a las ideas antiguas; de aqu poda resultar en
la prctica una contradiccin con el espritu dominante en las familias de los
jvenes, contradiccin que an poda agudizarse por la inclinacin de la juven-
tud a la crtica y a la petulancia. Los sofistas tenan plena conciencia de esa
delicada situacin y de las dificultades resultantes (Plat. Prot., 316 CD), y la
comedia hizo cuanto pudo por radicalizar la contraposicin entre la educacin
antigua y la nueva por medio de una verdadera distorsin de imgenes (Aris-
tfanes, Nubes, 961 ss.).
Por otra parte,, los sofistas no se limitaron a la educacin de la juventud. Se
dirigieron tambin a los adultos con discursos (epideixeis) sobre temas de todo
tipo: ticos, polticos y cientficos, mdicos, por ejemplo, y supieron reunir en
torno suyo un pblico amplio. Ante ste pronunciaban conferencias cuidado-
samente preparadas y pulidas incluso en la forma lingstica hasta el ltimo
detalle; o bien se ofrecan, por el contraro, a improvisar un discurso acerca de
cualquier tema propuesto por los oyentes, y a contestar a cualquier pregunta
que se les hiciera. De este modo intentaron difundir la nueva educacin por los
ms amplios ambientes posibles. Elemento de esta nueva educacin era tam-
bin el tratamiento divulgador de las cuestiones filosficas. En lneas genera-
les puede decirse que con la filosofa y la sofstica se produjo, en comparacin
con tiempos anteriores, un doble desplazamiento de valores: un desplazamien-
to, primero, de lo fsico a lo espiritual, y luego, dentro ya de lo espiritual, un
desplazamiento de lo religioso y artstico a lo intelectual y racional. Pero entre
la filosofa y la sofstica haba una diferencia de mtodo, pues aquella proceda
especulativa y deductivamente, esto es, deduca lo individual de lo universal,
mientras Ja sofstica adopta una actitud escptica frente a toda metafsica y
parte de la experiencia, o sea prefiere un mtodo inductivo, aunque sin preten-
der llegar a resultados universalmente vlidos. Tiene por ello la sofstica una
inclinacin al subjetivismo y al individualismo que no dej de tener sus conse-
cuencias en la relacin del individuo respecto a la comunidad de 3a polis.
Los sofistas se hacan pagar honorarios por sus enseanzas, como hacan
tambin los lricos corales por sus poesas y los mdicos por el tratamiento de los
pacientes. La cuanta del honorario se meda por las posibilidades del alumno
y por el aprecio a ste (Plat. Prot., 328 B). Cuando conseguan discpulos de
casas ricas, los sofistas podan llegar a tener una fortuna considerable. En las
conferencias pblicas que daban en locales alquilados cobraban derechos de
entrada menores. Los sofistas disfrutaban de mucho aprecio por parte de sus
discpulos, como testifica Platn (Politeia, X, 600 CD), y como lo confirma indi-
rectamente la comedia, con su repetida protesta de que las palestras estn vacas
116 "wilhelm nestle
mientras las aulas de los sofistas se llenan (Aristf. Nubes, 1054). La debili-
tacin de las antiguas autoridades por los sofistas les acarre el reproche de
corruptores de la juventud y dio lugar en algn momento a intervenciones con-
tra ellos o prohibiciones de sus enseanzas.
La tercera forma de difusin de las ideas de la sofstica es la actividad lite-
raria. Desgraciadamente nos quedan muy pocos restos de los escritos de los
sofistas. No obstante, un importante papiro tardamente hallado enriquece con-
siderablemente nuestro conocimiento de la literatura sofstica. La considerare-
mos a propsito de cada sofista en particular.
PROTGORAS
Sfocles (Antg., 332 s.) toma en consideracin las ideas del gran sofista. Su
ltima visita a Atenas debi de tener lugar poco antes de la expedicin a Sicilia.
Probablemente en el ao 415, muy agitado por la mutilacin de los Hermes, un
aristcrata conservador llamado Pitodoro, que fue ms tarde (en 411) miembro
del breve dominio de los Treinta Tiranos aristocrticos, acus a Protgoras de
blasfemia, basndose probablemente en una lectura del escrito protagrico
"Acerca de los dioses", que tendra lugar en alguna casa particular o pblica-
mente en el Liceo. El anciano pensador evit la condena huyendo a Sicilia,
pero encontr la muerte en su camino, pues la nave naufrag. El trgico Eur-
pides ha dejado un lamento muy sentido y cargado de reproches por la muerte
del amigo (Palam., frag. 588).
Adems de su actividad pedaggica oral, Protgoras desarroll una impor-
tante actividad literaria de la que destacaremos aqu lo ms importante.
El escrito principal de Protgoras tena por ttulo "Verdad" y un agresivo
subttulo tomado de las escuelas de lucha atltica: "o discursos derribadores".
(En vez de discursos puede tratarse de razones o motivos: lgoi.) En ese escrito
declaraba Protgoras la guerra tanto al ser inmutable de Parmnides cuando al
realismo ingenuo del lego en filosofa. Con esta obra da el sofista un importante
paso hacia adelante por el camino de la teora del conocimiento. La primera
frase del escrito, nica que se nos ha conservado en su tenor literal, suele tra-
ducirse del modo siguiente (frag. 1): "El hombre es la medida de todas las cosas
(chrmata), de las que son en cuanto son, de las que no son en cuanto que
no son". Cmo debe entenderse esa proposicin? Qu significan en ella las
palabras "cosas" y "el hombre"? Platn (Tet., 165 E-167 D) nos ofrece una
explicacin directamente basada en el escrito de Protgoras. En todo el texto
platnico no se indica, como relatum de la frase de Protgoras, ni una sola
cosa concreta, sino slo cualidades, como lo dulce y lo amargo, lo bueno y lo
malo, lo injusto y lo justo, lo hermoso. Como es evidente, sera absurdo decir que
el hombre es el criterio segn el cual existen piedras, plantas, astros, etc. No se
puede hablar de una "medida" ms que cuando se trata de medir y valorar,
de dar expresin a impresiones agradables o desagradables. Dicho brevemente;
el tema de la proposicin de Protgoras no son los juicios existenciales, sino los
de valor. El hombre no es la medida de la existencia de la miel, sino de que
sta le sepa dulce, es decir, de que la miel provoque la impresin "dulce"; tam-
poco es el hombre la medida de la existencia de la poligamia o del matrimonio
entre hermanos, sino de su valoracin como honestos (haln) o deshonestos (ais-
chrn); y tampoco es la medida de la existencia de la igualdad poltica, sino de
que sea sentida como justa o injusta, racional o irracional, til o daina. Todas
las valoraciones, tanto las estticas como las ticas, se encuentran para Protgo-
ras en el mismo plano desde el punto de vista crtico-gnoseolgico; todas son
"impresiones" (aisthseis). Estas impresiones son todas, segn Protgoras, igual-
mente "verdaderas", pero no de idntico valor. Cuando un enfermo de fiebres
encuentra en la miel un sabor amargo, la miel es amarga para l, y es absurdo
118 "wilhelm nestle
se dice, con una expresin favorita de Protgoras (eubula), que "la comprensin
y la reflexin son las mejores profetisas", hay que ver por fuerza una alusin
al sofista. Tambin las representaciones de la mancha o culpa religiosa, cuya
recusacin encontramos ya en Hipcrates, son ocasionalmente objeto de condena
en la tragedia (Sf. Ant., 1043; Eurp. Herc., 1232), cosa que puede deberse
tambin a Protgoras, el cual, segn se dice, discuti este tema con Pericles
(Plut. Per., 36, 2; cfr. Antifn Tetr., 2). Aqu tambin hay que incluir la
impurificacin de santuarios por muerte o nacimiento, violentamente criticada
por Eurpides (frag. 266). Lo mismo puede decirse del abusivo derecho de asilo
(Eur. Ion, 1312 ss. frag. 1049), de la oracin y el sacrificio (Platn, Leyes, X,
905 D), o de la radical negacin del milagro tal como aparece en "La sabia
Melanipa" de Eurpides. El escrito de Protgoras contendra acaso tambin
un intento de explicacin de cmo llegaron los hombres a la creencia en los
dioses.
Posiblemente era una idea protagrica la que utiliz Pericles en el epita-
fio samio (441 a. J. C.) al decir de los cados (Plut. Per., 8): "Estos muertos
se han hecho inmortales como los dioses. Pues tampoco a stos los vemos, sino
que slo inferimos que hay seres inmortales a causa de la veneracin de que
disfrutan y de los bienes que nos otorgan". As, pues, la creencia en los dioses
es una consecuencia de la veneracin de los mismos, difundida por todos los
pueblos, y no una causa de sta. Platn debe estar pensando en Protgoras
entre otros cuando en su lucha contra el moderno atesmo hace decir
al ateniense en su obra de vejrez-(Leyes, X, 889 E): "Los dioses, afirman esas
gentes, son construcciones artificiosas; no existen en la naturaleza y por ella,
sino slo a causa de ciertas leyes y costumbres, y son diversos en cada pas,
segn las leyes y costumbres que los pueblos decidieron adoptar".
Estas concepciones sobre la religin reflejan con exactitud la teora del
conocimiento y la tica de Protgoras. En todos los terrenos se niega la validez
absoluta de cualquier representacin. Como la ley y el uso (nomos), la religin
tiene una importancia relativa en el marco de la nacin en que domina. Es un
producto cultural humano, como la lengua, el arte y el estado. Como stos son
tambin diversas las religiones de los pueblos, y ninguna es "ms verdadera"
que otra. Todas las representaciones de lo divino son inadecuadas. Y la cues-
tin de si detrs de esas representaciones hay o no una realidad no es resoluble
porque es ininvestigable.
Conocemos por la referencia de Platn (Prot., 320 C ss.) el contenido del
escrito "Acerca del estado primitivo". Se trata de una teora del origen de la
cultura conscientemente revestida de lenguaje mitolgico. Una vez se elimina
ese mtico ropaje, con las figuras de Prometeo y Epimeteo, resulta el siguiente
discurso: los animales, nacidos de una mezcla de los elementos, fueron dotados
por la naturaleza de las ms diversas capacidades, y especialmente con protec-
cin contra la inclemencia del tiempo y con medios defensivos contra los seres
que les son hostiles. Ello tuvo lugar desde el punto de vista de la conservacin
122 "wilhelm nestle
rlc la especie. Ninguna especie deba desaparecer, y tampoco deba asumir nin-
guna posicin desproporcionadamente fuerte y dominante. Por eso la natura-
leza dio a los animales de presa, que se alimentan de otros animales, una capa-
cidad de reproduccin reducida, y a aquellos que sirven de alimento una ca-
pncidad de reproduccin mayor. En general, los animales fueron tan generosa-
mente dotados por la naturaleza que resultaban fsicamente superiores al hom-
bre, nacido despus que ellos. Pero esta superioridad fsica de los animales que-
da contrapesada por la superioridad intelectual del hombre, basada en su capa-
cidad racional. La razn es "la porcin divina del hombre" (theia moira), sim-
bolizada en el mito por el robo del fuego por Prometeo. La razn capacita
al hombre no slo para "inventar" el vestido, la preparacin de alimentos, la
construccin de habitacin y armas, sino tambin para producir la cultura
superior en el lenguaje, la religin y el estado. Esta cultura superior se desarro-
lla, por lo dems, paulatinamente. Pues los hombres vivan al principio disper-
sos y no podan defenderse sino a duras penas de su exterminio por obra de
los animales salvajes. Por ello decidieron unirse en la lucha contra stos y fun-
dar centros comunes de habitacin. Pero el intento fracas, pues no posean
an el arte del estado (politik tchne), y as se produjo, por falta de orden
social, una lucha de todos contra todos, con lo que se volvieron a dispersar
y volvieron a estar expuestos al peligro de exterminio. Slo cuando apareci
en ellos el sentimiento de la moralidad y del derecho (aids y dik), que segn
el mito les fue enviado por Zeus a travs de Hermes y distribuido de tal modo
que todos los hombres participaron de l, se hizo posible una verdadera fun-
dacin estatal, una vida social ordenada por las leyes. Por eso si existe un
hombre que carece de ese sentimiento del decoro y la justicia, debe expulsarse
de la comunidad "como una enfermedad del estado".
En opinin de Protgoras, la cultura humana es, pues, la ms alta mani-
festacin de la finalidad inmanente de la naturaleza, visible ya en la vida
animal. Con esto enlaza Protgoras con la filosofa de Herclito, segn la
cual el ncleo ms interno de la naturaleza es el logos divino; el enlace queda
probado por el conocimiento de Epicarmo por Protgoras, y el conocimiento
de la idea heraclitea por aqul, como tambin por Hipcrates. Pero el logos
divino no llega a desarrollarse plenamente sino en el hombre. Ya el lenguaje
articulado, la formacin de las representaciones religiosas y las invenciones tc-
nicas son efectos del logos, pero slo el desarrollo de la capacidad moral del
hombre, la comprensin de que no est determinado para vivir una vida tan
independiente como solitaria, sino una vida social que promueve la autolimi-
tacin del individuo, vida a la que no puede llegar sino despus de amargas
experiencias con el prjimo, slo ello capacita al hombre para dar de s lo ms
alto que puede dar, la fundacin de la polis, del estado con fundamento tico-
jurdico. Esta teora rompe claramente con la idea tradicional de una edad de
oro situada al comienzo y a la que luego sigue una creciente degeneracin del
hombre; en lugar de esa representacin mtica coloca Protgoras la idea de un
h i s t o r i a dil e s p r i t u griego 123
lento ascenso del hombre desde un estado sin leyes muy prximo de la rudeza
del animal y dominado por el brutal instinto de la conservacin. La evolucin
se produce espontneamente bajo la presin de la necesidad y por el peso
de la propia experiencia. No hacen falta para nada las tradicionales divinidades
promotoras de la cultura; como ya ocurra en Jenfanes, aparecen en el lugar
de ellas las propias invenciones de los hombres. La evolucin es plenamente
natural. Pero tambin es naturaleza la capacidad racional, anmico-espiritual
del hombre, la chispa prometeica en su ser, la cual le levanta por encima de la
animalidad y le capacita para una convivencia tico-jurdica con sus seme-
jantes. La ley y el uso (nomos) no estn pues en contradiccin con la natura-
leza (fisis), sino que son apndices de sta, aunque sin duda requieren elabo-
racin por personalidades creadoras (Prot., 326 D). As pues, aunque germinal-
mente arraigan en las predisposiciones naturales y comunes de los hombres, el
lenguaje, la religin y el orden estatal se elaboran en detalle por los diversos
pueblos y tribus, de modos diversos y convencionales. No hay una lengua que
sea la nica correcta, ni ninguna religin que sea la nica verdadera, ni existe
"el mejor estado" adaptable a todos los hombres; sino que todas esas regula-
ciones, aunque surgen de unos talentos comunes a todos los hombres, se dife-
rencian segn las diversas caractersticas de las razas, los pueblos, las tribus,
determinadas tambin especialmente en su configuracin por la accin de
personalidades intelectualmente superiores de las pocas prehistrica e histrica.
Las concepciones de este escrito estn pues en plena armona con las ideas de
los escritos "Verdad" y "Acerca de los dioses".
El arma que los sofistas suministraban a sus discpulos para imponerse en
la vida prctica y alcanzar, caso de ser posible, una posicin poltica destacada,
era la oratoria. La oratoria se explicaba teorticamente en los cursos y se ejer-
citaba prcticamente. Varios sofistas escribieron adems manuales de retrica
(tchne), a los que aadan algunos trozos escogidos como ejemplos. Protgoras
dio a su manual el ttulo de Antilogias, esto es, "discursos contrapuestos".
Pues el libro se basaba en el principio de que "sobre cada cosa (pragma) hay
dos discursos (lgoi, es decir, concepciones) que se contraponen" (Diog., L, IX,
51), tesis que Eurpides se hace propia (Antiop., frag. 189) y siguiendo la cual
ha introducido en sus tragedias numerosas "competiciones oratorias". El libro
enseaba pues el "disputare in utramque partem", es decir, a considerar y
exponer una misma cosa desde dos puntos de vista contrapuestos. Este arte
poda ser de utilidad en la vida pblica, ante los tribunales y en la asamblea
popular. Ante los tribunales, las dos tesis "el acusado es culpable" y "el acu-
sado no es culpable" daban los tipos del discurso de acusacin (kategora) y el
de defensa (apologa). Se reproch a Protgoras el haber enseado a "hacer
de la causa ms dbil la ms fuerte". Y el reproche tendr seguramente justi-
ficacin; pero lo que no la tiene es identificar por principio, como hace Aris-
tfanes (Nubes, 889 ss.), la causa ms dbil con "la ms mala e injusta".
Pues puede perfectamente ocurrir que un acusado sea meramente un calum-
124 "wilhelm nestle
niado y que por pruebas aparentes llega a verse en una situacin peligrosa,
como prueba el ejemplo de Palamedes en el gran discurso de Gorgias. En este
caso vala efectivamente la pena hacer de "la causa ms dbil" del efectiva-
mente inocente, mediante el arte de la defensa, "la causa ms fuerte" conven-
ciendo al juez de la verdad. Cierto que la retrica poda utilizarse abusivamente
tambin para negar con xito una culpa efectiva sirvindose de fundamentes
artificiosos. El peligro real de todo el mtodo consista en sustancia en el hecho
de que no estaba basado en la investigacin de la verdad objetiva, sino en el
efecto subjetivo, en la influencia sobre la conviccin de los jueces. Frente
a esa artificiosidad insincera y de doble lengua puso con razn Eurpides su
sentencia (Fen. 469):
PRDICO
3. Cfr. U. WILCKEN, "Die griechischen Denkmler vom Dromos des Serapeums von
Memphis", in Jahrbuch des deutschen arahaelogischen Institus, 32 (1917), pp. 149 ss,
historia dil e s p r i t u griego 127
HIPIAS
9. ESPRITU ORIEGO
1<)()
1<)() w i l h e l m nestle
GoRGIAS Y SU ESCUELA
entre los hombres, en muchos estados y linajes vemos que as es, que se recono-
ce como justo que el ms fuerte domine al ms dbil y tenga ms beneficios
que ste. Pues qu derecho podra reivindicar Jerjes cuando entr en cam-
paa contra los griegos, o su padre cuando hizo la guerra a los escitas? o... pero
podran darse miles de ejemplos. Verdaderamente creo que esos hombres obra-
ron as segn la naturaleza de la justicia; cierto que no segn la ley que
nosotros inventamos, rebajando ya desde jvenes a las personas ms fuertes
y excelentes y atndolas como leones, hipnotizndolas y sugestionndolas con
que tiene que haber igualdad y que la igualdad es buena y justa. Pero cuando
surge un hombre que tiene la suficiente fuerza natural para ello, sacude todo
eso, desgarra las ataduras y escapa de ellas, y entonces toda nuestra palabrera,
nuestra sugestin y nuestra hipnosis y todas las dems leyes y costumbres con-
trarias a la naturaleza caen al suelo pisoteadas por ste, nuestro anterior esclavo
se yergue de repente ante nosotros como seor nuestro, y el derecho natural
alumbra con todo su brillo".
Se trata, pues, de una completa inversin de los valores morales, como la
que documenta Tucdides al hablar de la perversin de la moral como con-
secuencia de la apasionada lucha de partidos (III, 82 s.), y como la demostrada
por la poltica exterior de Atenas frente a la pequea isla de Melos, que no
pretenda ms que mantenerse neutral en la lucha entre Atenas y Esparta
(V, 84 ss.). La soberbia de los propugnadores de la doctrina lleg a calificar de
"estupidez" y "falta de virilidad" la obediencia a las costumbres cvicas tradi-
cionales. Esas invectivas se encuentran constantemente en la literatura de la
poca.
Como brutal partidario de la -doctrina nos presenta Platn en la Politeia
( I , 3 3 8 C) al sofista TRASMACO de Calcedonia, que defina la justicia como
"el beneficio del ms fuerte". El inmoralismo de Nietzsche enlaza consciente-
mente con esta doctrina sofstica.
ANTIFONTE
CRITIAS
Ms importantes fueron en todo caso sus escritos en prosa acerca de las consti-
tuciones espartana, tesalia ateniense. Con ello es Critias un precursor de la
gran coleccin de constituciones de Aristteles. Pero nos quedan desgraciada-
mente pocos restos de la obra de Critias (frag. 31 ss.); pues es imposible iden-
tificar el escrito "Acerca del estado de los atenienses", conservado entre las
obras de Jenofonte, con el escrito perdido de Critias, aunque ambos autores
tienen en comn la tendencia antidemocrtica. En las "Homilas" laxas con-
versaciones acerca de problemas filosficos, como por ejemplo, las de la teora del
conocimiento (frag. 4 0 ) podemos ver tal vez un paso previo a los dilogos
socrticos. Tambin los "Aforismos" (frag. 39) y el escrito "Acerca del amor
o acerca de las virtudes" (frag. 42) parecen haber sido de contenido filosfico.
Muy penetrada de espritu filosfico se presenta tambin su tetraloga trgica:
Tennes, Radamante, Pirito y Ssifo (frag. 10 ss), que cay ms tarde entre
las obras de Eurpides. La stira "Ssifo" contena la siguiente exposicin del
origen de la religin (frag. 25):
L A SOFSTICA ANNIMA
rieles, acerca del efecto moralizador o desmoralizador de los diversos tonos musi-
cales, y probablemente tambin las innovaciones de msicos como Timoteo de
Mileto y otros, violentamente satirizadas por la comedia.
Tambin estas discusiones muestran el papel dominante que ba desempe-
ado la sofstica en la vida espiritual de Grecia durante la segunda mitad del
siglo v. La sofstica fue un poderoso movimiento que removi profundamente
la vida y el pensamiento enteros y que anunci el comienzo de una nueva
poca. Aunque el ulterior desarrollo filosfico le ha impuesto la limitacin y la
rectificacin necesarias, de todos modos debe recordarse que la sofstica ha
contribuido esencialmente, junto con la filosofa, al desarrollo de las ciencias
particulares, y que ha dejado profundas huellas con sus discusiones epistemo-
lgicas de la filosofa misma.
BIBLIOGRAFA
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UNTERSTEINER, Mario: I sofisti, Turn, Einaudi. 1949
10. E S P R I T U GXIEGO
CAPTULO
CORRIENTES DE REACCIN
SFOCLES
acerca de ]a esencia de los dioses cuyo dominio y poder estn por encima de
toda duda. La religin es para l la autoridad absoluta, incluso cuando su
revelacin y sus mandamientos se sumen en conflicto con el derecho y la moral,
como ocurre en el caso de Tiestes, al cual un orculo lleva a desposarse con
su propia hija (frag. 226):
jando que se devore a s misma, de tal modo que se amenaza a Zeus con una
acusacin por alta traicin (Paz, 104 ss.). Todo el gobierno de los dioses se
basa en el egosmo y la avaricia con la cual exigen a los hombres sacrificios y
ofrendas dejndose sobornar por stas (Asamb., 773 ss.). Numerosas son las
parodias de oraciones solemnes y de la liturgia asociada con ellas. Las im-
genes populares del Hades, junto con su reina Persfone, as como el Olimpo,
sucumben a la burla del poeta (Ranas, 180 ss., 503 ss.). Dioniso, el mismo
dios de la tragedia, aparece^en las "Ranas" en las situaciones ms indignas y
como un individuo miserable y cobarde. Para probar su divinidad tiene que
permitir que le den una tanda de azotes: si no siente nada, es que es un dios
(605 ss.). El culto de Asclepio, introducido en Atenas unos treinta aos antes,
y la prctica milagrera de la incubacin en el templo cerca de las serpientes
sagradas, el engao de los pacientes a manos de los sacerdotes y la final cura-
cin milagrosa son tambin objeto de deliciosa representacin por Aristfanes,
que lleva todo ello hasta el ridculo. As el burln Aristfanes se nos muestra
como la contrapartida precisa de la piadosa fe de un Sfocles.
Y este mismo Aristfanes se presenta al mismo tiempo como defensor de la
religin y realiza una apasionada lucha contra la filosofa y la sofstica, contra
todo lo que signifique ilustracin y contra la "nueva educacin" entera (Nub.,
936 s.). Ya se haba enfrentado con ella en los "Convidados", lanzando all sus
dardos contra Trasmaco (frag. 198). Poco despus sigue en las "Acameas" el
primer golpe contra Eurpides como heraldo de la nueva educacin en el teatro.
Pero la ofensiva general contra la nueva orientacin espiritual se produce en
las "Nubes" (representada en 423), pieza que parece exclusivamente dedicada
a este objetivo. Toda la culpa que segn Aristteles llevan sobre s la filo-
sofa natural y la sofstica, se coloca sobre la cabeza de Scrates. Aparte de una
incidental alusin a Prdico (361) no aparece ningn otro nombre. Scrates,,
pues, tiene que cargar con la fsica de Digenes de Apolonia, con el atesmo de
Digoras de Melos (830) y con las supuestas violaciones del derecho por Prot-
goras. Pues Aristfanes transforma sencillamente la causa "ms fuerte" y la
causa "ms dbil", en la causa "justa" y la causa "injusta" (lgot), y presenta en
escena a esos dos lgoi como personajes (889 ss.}: el logos "justo" es el abo-
gado de los tiempos pasados y el logos "injusto" es su violento opresor y repre-
sentante de la nueva educacin individualista, impa y enemiga del estado.
Rasgo capital de sta es el atesmo (247 s.). Zeus no existe; en su lugar aparecen
el aire, el ter (247 s.) y los torbellinos de la atmsfera (379 ss. 828. 1471). "S-
crates", esto es, el nuevo pensamiento filosfico-natural, "ha desterrado a los
dioses" (1477). El poeta explica el peligro poltico de sus enemigos con la
afirmacin de que "Scrates" ensea a sus discpulos "a ponerse por encima de
las leyes existentes" (1400). Al final amenaza abiertamente con la denuncia ju-
dicial (1481 s.), pero como esta solucin es de poca monta para el espectculo
de la comedia, se impone la otra propuesta, incendiar la habitacin de los
meditabundos (1484 ss.). Como "Scrates" es en toda la pieza un nombre co-
h i s t o r i a de.", e s p i r i t u griego 153
BIBLIOGRAFA
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RHEINHARDT, KarI: Sophocles. Franckfurt del Main, 1948 3
WELNSTOCK, H.: Sophocles, Wupertal, 1948 s
CAPTULO XI
importante est constituido por los escritos 'polticos, cuyo origen debe expli-
carse a la vez por la difcil situacin poltica en las duras luchas de partidos
y por la exigencia teortica de una regulacin justa y til de la vida civil. Como
el mismo Platn dice de s mismo (Cartas, VII, 324 ss.), todo el mundo des-
esperaba de las posibilidades del estado existente, y por eso aparecieron ahora,"
al lado de los estadistas, polticos legos que crean poder fundar la vida social
sobre un fundamento nuevo y mejor. En estos intentos aparece la idea del estado
como orden armnico de diversos elementos, segn el modelo del organismo vivo;
es el ideal que siglos ms tarde encontraremos en la fbula de Menenio Agripa,
mundialmente conocida por obra de Livio (II, 32). No puede, pues, conside-
rarse como arbitrario utopismo la construccin de estados ideales que empieza
en la poca.
Estas construcciones se deben a una necesidad prctica y se ponen al
servicio de objetivos tambin prcticos. Sus inventores, expresin sin duda
permisible, cuentan con la posibilidad de su realizacin, ya sea en la fundacin
de alguna colonia, ya sea a travs de un monarca o de un dirigente popular
investido de poderes extraordinarios: en esto puso su esperanza el propio Platn.
Y probablemente no es ninguna casualidad el que el primero de estos tericos
del estado, HIPDAMO DE M I L E T O , estuviera relacionado con los crculos pita-
gricos, los cuales se ocuparon prcticamente de cuestiones polticas. Hip-
damo era arquitecto de profesin, haba dirigido bajo Pericles la reconstruccin
del Preo, haba intervenido en la colonizacin de Turios y haba planeado luego
la ciudad nueva de Rodas. Sus planes urbansticos muestran siempre el mismo
esquema: el gora en el centro, con las calles irradiando de ella. Su proyecto
poltico est dominado por el principio de la trada, especialmente sagrado para
los pitagricos. Los ciudadanos se articulan en tres clases: campesinos, artesanos
y guerreros. La tierra se divide tambin en tres partes: bienes de los templos,
para pagar el culto, dominios del estado, para sostener a los guerreros, y pro-
piedad privada, para los campesinos. La jurisdiccin criminal se ocupa de tres
clases de delitos: ofensa, lesin y muerte. Existe una instancia en apelacin,
compuesta por los gerontes. Todos los funcionarios son elegidos por el pueblo.
Los hombres especialmente meritorios reciben condecoraciones. El estado des-
cansa, en resolucin, sobre una base agraria; pero la limitacin de la propiedad
privada de la tierra a una tercera parte del territorio supone una reforma social
agraria muy amplia y una sensible intervencin de la soberana del estado en
la propiedad y en 3a libertad de movimientos de los individuos. Mejoras de la or-
ganizacin democrtica son la sustitucin del sorteo de funcionarios por la
eleccin, la prevencin o proteccin ante posibles errores o excesos del tribunal
popular mediante una instancia superior alcanzable en apelacin, y la conce-
sin de premios y condecoraciones a hombres de mritos polticos, en vez de
a los atletas. Mucho ms radical era el proyecto de FLEAS DE CALCEDONIA
(hacia el 400). Fleas ve la causa de todas las revoluciones en la desigualdad
de la propiedad, y las causas principales del crimen en la pobreza, el hambre
11. E S P R I T U GRIEGO
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L A TRAGEDIA. EURPIDES
primera gran biblioteca privada de Atenas, conoce bien esas obras, y ha pro-
fundizado en su espritu hasta asimilarlo. El es quien ha llamado la atencin
de Scrates sobre el profundo libro del oscuro Herclito (Dig. L., II, 22),
Aparte de Herclito, los que ms han influido en l han sido Digenes de
Apolonia y el sofista Protgoras. Con respecto a Scrates, Eurpides se encuen-
tra hasta cierto punto en contraposicin, en la medida en que el "ms trgico"
de todos los trgicos, como lo ha calificado Aristteles (Poet., 13), no comparte
la optimista creencia del filsofo en la capacidad humana de dominar las pasio-
nes mediante la razn, sino que est ms bien convencido de que la clara
comprensin no consigue imponerse a las potencias irracionales de la emoti-
vidad anmica (Hip., 375 ss.; Med., 1078 ss.). Comparte en cambio con Scra-
tes la creencia en el carcter absoluto del bien moral, que coloca siempre en el
fondo de su crtica de la religin tradicional. Pues el elemento verdaderamente
trgico de la vida y la obra del propio Eurpides consiste precisamente en que
el poeta, forzado a la temtica mtica, ha roto internamente con el mundo del
mito. Quiere representar la vida real, y a pesar de ello tiene que servirse nece-
sariamente del revestimiento mtico: esta es la razn por la que sus hroes tr-
gicos no hacen muchas veces buena figura. As transforma al mtico conquis-
tador del cielo, Belerofonte, en un moderno conquistador del cielo, esto es,
en un moderno ateo, o a la hechicera Medea, aun sin privarla de sus artes
mgicas, en una mujer emancipada que reflexiona acerca del destino de la
mujer y se ve hostilizada por su propia cultura. A veces busca una temtica
que le permita discutir en escena algn problema determinado: en la "An-
tope", por ejemplo, la cuestin del valor de los dos tipos de vida, el del prctico
poltico y el del pensador contemplativo, titulares de los cuales hace al desigual
par de mticos gemelos Zetos y Anfin; en la "Sabia Melanipa" se trata del
problema de la fe en los milagros; en el "Eolo" y el "Protesilao" se trata
del problema del matrimonio; en el "Alejandro" (Paris) el problema de la
esclavitud. Pero la mayora de las veces presenta consideraciones crticas de un
modo ocasional, subrayando explcitamente lo "nuevo" (Troad., 889), aunque
complicando a veces el pro y el contra de una cuestin hasta alcanzar abierta-
mente la forma de los concursos oratorios.
Siguiendo a Jenfanes ha roto Eurpides inapelablemente con el politesmo
antropomrfico de la religin tradicional. Como en Jenfanes, lo que principal-
mente provoca la duda acerca de la existencia de los dioses es su falta de pure-
za moral. Pues "si los dioses hacen el mal, no son dioses" (Bel., frag. 292, 7).
La actitud se manifiesta del modo ms tajante en el "Heracles", pieza en la
que la propia experiencia del hroe le lleva a concluir el completo absurdo de
tales dioses como Zeus y Hera en el mito. Carecen igualmente de sabidura,
justicia y bondad. Son incluso peores que los hombres. Cmo puede orarse
a dioses tales? (339 ss., 1305 ss., 1340 ss.). En el "Belerofonte" se llega a la
ltima consecuencia al respecto (frag. 286):
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obra rectamente (Troad., 888; Mel. desm., frag. 506). En este sentido debe
entenderse probablemente tambin la teodicea (Hk., 196 ss.) dirigida contra
el pesimismo y presentada bajo el ropaje de la fe tradicional. Pues Eurpides
no se ha convertido nunca a la vieja religin, ni siquiera en las "Bacantes",
tragedia psicolgico-religiosa en la que se presenta con un arte insuperable
el fanatismo de una locura religiosa con todas sus terribles consecuencias.
No tiene Eurpides un concepto muy elevado del hombre. Lo ve muy
a menudo desgarrado por los demonios de sus propias pasiones, y precipitado
por ellos en la perdicin. No obstante, el hombre es tambin capaz del bien,
igual que del mal, y Eurpides es uno de los ms tempranos testimonios de un
importante concepto de la tica, Ja conciencia moral (Hip., 317. 426 ss.;
Or., 396). El poeta cree capaz al hombre de grandes acciones como el sacrificio
de la vida por su prjimo, y en sus hroes y heronas nos presenta numerosos
ejemplos de tales sacrificios, especialmente de mujeres: Meneceo en las "Feni-
cias", Macara en los "Herclidas", Alcestis e Ifigenia. Pues el ms joven de
los tres grandes trgicos coincide con sus grandes predecesores en la concepcin
heroica de la vida, que no se inclina ni ante los ms contrarios destinos (Hera-
cles, 1351). Pero Eurpides se diferencia de ellos por el hecho de que adems
de la actividad poltica del ciudadano y de la gimnstica, demasiado apreciada
por el pueblo, con su degeneracin en el atletismo profesional (Autol., frag.
282), conoce una tercera forma superior de actividad humana, que tiene su
valor en s misma y su finalidad: la bsqueda de la verdad medante la inves-
tigacin y el pensamiento, que es tambin un servicio a las Musas (Heracles,
673 ss.). Este nuevo tipo de "vida teortica" se present por vez primera al
filsofo en la persona de Anaxgoras, y Eurpides le ha dedicado un elogio
imperecedero (frag. 910) que an resuena siglos ms tarde en Virgilio (Georg.,
II, 490). El propio Eurpides ha fundido ese nuevo ideal de vida con su poesa
y, aunque sigui con intensa participacin los destinos polticos de su patria,
no asumi nunca, a diferencia de Sfocles, un cargo pblico, sino que vivi
silencioso y retirado, dedicado a su arte y a sus estudios.
Con Eurpides termina la gran poca de la tragedia. Con la modernizacin
de sus hroes ha abierto camino a la comedia nueva. En la poca del helenismo
Eurpides fue considerado el trgico por esencia, constantemente representado
e introducido incluso en Roma. La problemtica de sus escritos arrastraba a
los hombres de una poca que se entregaban cada vez ms a la reflexin, y as
el poeta, escasa e injustamente estimado en Atenas durante su vida, fue ya
muerto para la posteridad el verdadero filsofo de la vida.
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LA HISTORIOGRAFA
HERDOTO
quilo en los "Persas" (VII, 18; Pers., 742). La clebre "envidia de los dioses"
quiere decir simplemente que la divinidad derriba con su rayo todo lo que
sobresale, y no permite a nadie "aspirar a ms arriba de s mismo" (VII, 10 e).
Con esa doctrina se aproxima este amigo de Sfocles a la fe religiosa del tr-
gico, ms joven que l: lo que el historiador cree contemplar no es tanto la
justicia cuanto el poder y la sabidura de la divinidad, y la contemplacin
suscita en l un sentimiento de misterio y temor que lo mueve a formular este
resignado principio: "1 hombre es todo l obra del destino" (I, 32). Al igual
que el trgico en sus coros, Herdoto formula sus propias ideas en los discursos
puestos en boca de los personajes histricos, y as da al lector explcitamente los
puntos de vista desde los cuales quiere que se contemple el curso de la his-
toria.
Pero tampoco Herdoto est exento de influencia filosfica y sofstica. Cierto
que su crtica del mito es an en lo esencial del mismo tipo que la del racio-
nalismo primitivo que encontramos ya en Hecateo. La persecucin de lo por
Hera, el rapto de Europa por Zeus, se convierten segn el modelo de la
Odisea (15, 415 ss.) en historias de piratas cuyos protagonistas son fenicios
o cretenses (I, 2 ss.). El nio Ciro no ha sido criado por una perra, sino por
una pastora llamada "Perra" (Kino) (II, 110. 122). Heracles o es hijo de
Zeus, sino de Anfitrin (II, 44, 146L Helena fue hija de Tindareos (II, 112),
y el homrico viejo del mar, Proteo, fue un antiguo rey egipcio (II, 112 ss.).
Herdoto sonre con superioridad ante la ingenuidad de Pisstrato, que se dej
llevar de nuevo a Atenas por una muchacha disfrazada de diosa Atenea (I, 60).
La verdad es que su escepticismo ante el mito le deja un poco de miedo en el
cuerpo, y pide a los dioses perdn de su incredulidad (II, 45). Esta debe de ser
tambin la razn por la cual no expone directamente su crtica del culto hel-
nico, sino que la pone en boca de otros pueblos: son as los persas los que
consideran "locura" la representacin antropomrfica griega de los dioses y,
especialmente, la veneracin de imgenes (I, 131), y los escitas ponen en duda
que un dios pueda embriagar a los hombres, como segn los griegos hace
Dioniso (IV, 79).
Herdoto da como historiador noticia de los filsofos griegos, pero sin
adherirse l mismo a ningn sistema filosfico. No da ms nombres que Tales
y Pitgoras: de Tales cuenta (1, 74) la previsin del eclipse de Sol de 28 de
mayo de 585 antes de Jesucristo, fenmeno que cita exclusivamente porque
impidi la batalla entre lidios y medos y tuvo como consecuencia la conclu-
sin de una paz. Celebra a Pitgoras como destacado "sofista" (IV, 95) y afirma
errneamente que tanto l como Empdocles al que no nombra, pero alude
claramente han tomado de Egipto la doctrina de la transmigracin de las
almas. Evidentemente, cuando habla de la recepcin del gnomon por los
griegos, tomado de Babilonia, piensa en Anaximandro (II, 109); y tambin
el mapa de la tierra mostrado por Aristgoras a Clemenes (V, 49) deba proce-
der d los milesios. Su afirmacin de que el Bajo Egipto fue antes un gran
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TUCDIDES
nea, interroga del modo ms concienzudo a testigos de vista, o que han odo
inmediatamente a stos despus de los hechos. Pues est convencido de que
una exposicin de la historia que sea fiel a la realidad no slo ensea cosas
acerca del pasado, sino tambin acerca del futuro, porque, dada la constancia
del ser humano, se repetirn situaciones histricas anlogas, aunque en forma
modificada. Por eso su obra debe ser para el futuro "eterno tesoro" (I, 22).
Su consideracin de las cosas es, pues, plenamente racional; no cuenta
ms que con el acaecer natural y excluye toda influencia divina. La religin
no existe para l sino como hecho histrico, cuyo efecto psicolgico, especial-
mente sobre las masas, debe tener en cuenta el estadista. Y el historiador debe
por su parte valorar ese efecto. Pero cuando se da una seria dificultad, los me-
dios de la religin resultm intiles, y la mntica incluso peligrosa y daina,
como prueban el fiasco de la profeca de los adivinos cuando la expedicin
siciliana, que fracas (', 1), y el comportamiento de Nicias en Siracusa
(VII, 50). As se comprende que los antiguos pensaran de Tucdides que era
"ateo en su corazn" (Marc., 22). Pero tambin l sabe que la "legalidad natu-
ral" (V, 105) del decurso del mundo no es totalmente penetrable: queda un
resto irracional, el azar, al que da el nombre de tych, la fortuna. Hay que
intentar defenderse de l mediante el clculo (gnome), pero puede ocurrir que
el curso de los acontecimientos sea tan "imprevisible como el pensamiento de
los hombres" (I, 140). Tales incidentes imprevisibles son lo "demnico", que
hay que soportar con aceptacin de la necesidad (II, 64).
Sus concepciones se reconocen del modo ms claro en la descripcin de la
peste que estall en Atenas durante el segundo ao de la guerra del Peloponeso
(430-429) y que caus una mortalidad espantosa en la poblacin tica amonto-
nada en las barracas situadas entre las murallas largas (II, 47 ss.). La creencia
popular atribua esas enfermedades epidmicas a Apolo, el cual manifestaba
as su clera por algn-crimen de los hombres en su mbito religioso. As se
expresaba Homero (II. I, 8, ss.), y as lo expona Sfocles al principio del "Edipo
rey", escrito an, evidentemente, bajo la impresin de la terrible catstrofe.
Tucdides no pierde ni una slaba en discutir esa explicacin religiosa de la epi-
demia. Antes al contrario: lo que subraya cuidadosamente es que todos los pro-
cedimientos religiosos imaginables que se pusieron en juego para conseguir de
los dioses el fin de la epidemia, procesiones rogatorias y preguntas a los orculos,
no sirvieron para nada. Esos medios religiosos correspondan naturalmente a la
creencia acerca de su origen religioso. Hombres piadosos y hombres impos,
justos y soberbios moran igualmente. Tucdides se limita a decir que la epi-
demia empez en Etiopa, penetr en Egipto y en Libia, y lleg de all a Atenas
con los barcos que entraban en el Preo. Luego describe con el detalle de un
mdico l mismo sufri la enfermedad los sntomas de la epidemia, su
origen en el vientre, su progresiva difusin por todo el cuerpo, la fiebre que
provoca una sed inaplacable, su duracin y el momento de crisis, lo poco fre-
cuentes que eran las recadas, los efectos de la enfermedad en los animales, es-
historia de.", espiritu griego 171
BIBLIOGRAFIA
SCRATES
plenamente para Scrates el mal moral y el mal fsico, el obrar bien con el estar
o encontrarse bien, el obrar mal con el estar mal. Pero qu es lo bueno? S-
crates ba planteado estas preguntas de tipo definitorio: qu es lo justo, lo pia-
doso, lo valeroso, etc.? No parece, empero, haber establecido una clara defini-
cin conceptual de lo bueno. Es muy probable que lo bueno coincidiera para
l con lo til, en el sentido de aquello que verdadera y duraderamente favorece
al hombre y lo promueve. Para reconocer esto y saber distinguir al mismo tiem-
po los bienes verdaderos de los falsos hace falta poseer un conocimiento espe-
cial que se logra por medio del pensamiento. Los bienes falsos son los bienes
externos, ms o menos materiales; los verdaderos, en cambio, son los valores
anmico-espirituales. Entre los primeros hay que incluir la riqueza y los hono-
res; entre los segundos, la verdad y la prudencia (., 29 D E). Aquel que ha
aprendido esta distincin es "el hombre que sabe" (Prot,, 357 C). La conducta
humana depende pues del conocimiento, cierto que no en el sentido de un
saber aprendido, sino en el de la propia visin y comprensin de la esencia del
bien como lo nico que puede ser favorable al hombre; esa comprensin se
consigue mediante una meditacin seria. El que finalmente la obtiene, no
puede desear daarse a s mismo. Daarse, empero, es cosa que slo puede
realmente hacerse cometiendo injusticia, y por ello es mejor sufrir la injusticia
que hacerla (Gorg., 469 C). Ni el triunfo del soberbio ni los sufrimientos
del justo pueden hacerle abandonar esa doctrina. Por ello obra l mismo segn
lo que prescribe su doctrina, y por eso tampoco puede intervenir en la poltica
en el sentido vulgar de la misma , precisamente porque "en realidad lucha
por la justicia" (., 32 A). Esta conviccin no es slo conocimiento, sino, ade-
ms, una fuerza: el hombre bueno es ms,fuerte que el malo, razn por la
cual ste no puede inferirle perjuicios reales; pues el perjuicio en bienes exter-
nos incluida la vida no es uno de esos perjuicios reales (., 29 D). Esta
tica socrtica descansa en dos columnas fundamenatles: la autonoma y la
autarqua. Es una tica autnoma, pues no brota de la costumbre ni de la ley
de la polis, sino de la personal interioridad de Scrates, de la fuerza de su pre-
disposicin tico-espiritual, de su razn. Por eso permite a todo hombre que la
examine con su pensamiento racional para comprobar su verdad; el propio S-
crates considera inconmovible esa verdad. Pero su tica descansa tambin en la
autarqua; no, cierto, en el sentido externo de un Hipias, esto es, como la
capacidad de procurarse todo lo necesario independientemente de los dems;
sino en el sentido de la personalidad firme y basada en s misma y cuya robus-
tez no procede de la comunidad, sino de su propio y ms ntimo ser. Esta tica,
pues, como la de los sofistas, exige una personalidad fuerte, pero no la del hom-
bre dominador, ansioso de poder y de goces, sino la del hombre moralmente
superior, firme en sus principios, situado por encima del trmino medio. El pen-
samiento y la accin, el nimo y la obra, la vida y la muerte de este hombre
coinciden en armona (cfr, Gorg., 482 C). Y as esa tica socrtica, a pesar
de su tenso idealismo moral, es totalmente cismundana, inmanente. Vale con
1 2 . ESPBITV GEIEGO
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Por ello le declarado enemigo del pueblo. El mismo reconoci que el con-
flicto era inevitable y consider "natural" su muerte por voluntad de la divini-
dad (., 39 ). Con su muerte sell la veracidad y la unidad de su pensamien-
to y de su vida, y se convirti en un modelo para todos los tiempos.
Poco despus se hunda la polis; pero en la nueva edad la semilla sembrada
por Scrates produjo centuplicado fruto. Scrates ha hecho al hombre dueo
espiritual de su existencia, ensendole la ley que alienta en su pecho, el
logos, la razn, como norte de su pensamiento y de su conducta. Y as ha
dado orientacin no slo a las escuelas que se originan directamente de l, las
escuelas "socrticas", sino tambin a la filosofa helenstica, y especialmente a
la stoa, para la cual la tica ocupa el foco del inters.
BIBLIOGRAFA
CARACTERIZACIN GENERAL
El siglo iv llev todo el desarrollo que haba empezado durante el siglo an-
terior en el terreno poltico e intelectual hasta una provisoria conclusin detrs
de la cual se podan adivinar ya los puntos de partida de nuevas formaciones
culturales. La polis, con su dualismo interno y externo, las luchas de partidos
entre oligrquicos y demcratas, la contraposicin entre Esparta y Atenas, eran
motivos histricos que se acercaban a su extincin. Ni la breve hegemona con-
quistada por Epaminondas para Tebas, ni el intento de Agesilao, en su lucha
contra la hegemona tebana, de volver a situar a Esparta en cabeza de Grecia, ni
la lucha de Atenas contra Filipo de Macedonia, desencadenada por el ardiente
patriotismo de Demstenes, consiguieron evitar el hundimiento de la polis. La
derrota de Queronea (338 a. J. C.) signific el final de la ciudad-estado griega, de
cuya supervivencia haban desesperado ya filsofos y polticos. Tambin en el
Oeste, en Sicilia, la polis haba tenido que inclinarse, empezando por Siracusa,
ante la monarqua militar de los dos Dionisios, para posibilitar la defensa del
helenismo en la isla contra los cartagineses; y el restablecimiento de la libertad
por Timolen slo la supresin de una constitucin poltica determinada, sino el
final de una forma de estado que, en toda tierra en la que se desarrollara
el helenismo, haba constituido hasta entonces el firme marco de toda la vida
social, el marco dentro del cual se produca no slo la poltica, sino tambin
la actividad religiosa, artstica y literaria del ciudadano griego. Roto este marco,
se disolva la comunidad misma, y empez lo que ya haban preparado Ta"<Tmo-
cracia ylF'sHsfc,' saber: la emancipacin del individuoLa personalidad indi-
vidual, entregada a si misma, tuvo que buscar el modo de instalarse en .
La nueva educacin y formacin del hombre fundada por la filosofa y Ta
sofstica se cre entonces, con independencia del estado, formas y rganos pro-
pios para su actividad, la cual se desarroll desde entonces ininterrumpida-
mente generacin tras generacin. El progresivo retroceso de la poesa ante la
prosa en la literatura est-en conexin con. la-instruccin sistemtica en la filo-
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sofa y la retrica, esto es, con el predominio del ejercicio del entendimiento
sobre el ejercicio de la fantasa. La filosofa de viejo estilo sigui viva entre los
neopitagricos del Oeste, en la Italia meridional, no sin conseguir frutos en la
persona de Platn y en toda la tradicin socrtica a travs de aqul. La tradi-
cin socrtica busca por su parte una nueva forma de comunidad humana ba-
sada en principios morales: por ese camino llega ya la escuela cnica a los
conceptos de cosmopolitismo y de estado universal, aun antes de que los xitos
militares de Alejandro Magno coloquen esa idea de estado universal en el
campo de lo posible. Con sus esfuerzos de renovacin poltica, llega Platn
poco a poco a una reconstruccin de toda la filosofa, y Aristteles, con su in-
comparable universalismo, intenta organizar en su sistema filosfico todo el
saber de la poca, dando culminacin a la investigacin de la realidad.
La religin haba vivido en tal intrincacin con la polis que necesariamente
qued afectada por el hundimiento de sta, Su culto sigui aparentemente sin
conflictos en las antiguas ciudades, que eran ya meras administraciones locales.
Pero precisamente por el hecho de aceptar su responsabilidad ante la polis y
de someterse a su sentencia, Scrates haba vencido a las leyes de la ciudad-
estado, haba probado con los hechos que el pensamiento libre no est atado a
ningn orden estatal ni a ninguna religin oficial. El pensamiento libre sigui
su camino sin curarse de la religin establecida, pasando tcitamente por encima
de ella o atacndola abiertamente; en algn momento entr tambin en arti-
ficiosos compromisos con ella. Las artes plsticas siguieron reproduciendo los
tipos de hroes y dioses, pero es ya perceptible un ligero desplazamiento desde
lo divino hacia lo humano, una especie de laicizacin del tema religioso; cierto
que siguen producindose obras de consumada belleza, pero en la concepcin
de las divinidades representadas la gracia sustituye a la profundidad, la elegan-
cia a la dignidad y lo pattico a lo tico.
Entre las ciencias particulares, la historiografa se lanza por nuevos caminos.
La retrica la somete a una influencia nociva que tiende a privarla de la sencilla
objetividad de lenguaje; por otra parte, bajo la impresin de las grandes trans-
formaciones sufridas, la historiografa atiende a la importancia de las grandes
personalidades en el proceso histrico, lo que, a su vez, suscita el inters por la
individualidad y provoca la aparicin de la biografa en la literatura y la del
retrato en la escultura y la pintura.
El siglo rv, a pesar de que en muchos terrenos como la filosofa y la elo-
cuencia alcanza verdaderas cimas, tiene el carcter de un perodo de transi-
cin hacia una poca nueva. Alejandro Magno determin con la sumisin del
Oriente el horizonte cosmopolita de la nueva poca.
BIBLIOGRAFA
BHCKHARDT;, J.: Historia de la Cultura griega (trad, cast.). Barcelona, Iberia, 1954, vol. V,
p. 9 y ss,
W E B S T E R , . B- L: Creek Art and Literature in fourth Century Athens. Londres, 1956
CAPTULO XIV
LA FILOSOFIA
PITAGRICOS POSTERIORES
(Gorg., 493 A), concebido como alegora del alma y de la insaciabilidad de los
tlescos que alientan en ella.
Filolao constituye en esencia una transicin entre el pitagorismo antiguo y
Ja nueva comunidad pitagrica reunida en torno a ARQUITAS de Tarento y a la
que Aristteles da el nombre de "los llamados pitagricos". Arquitas vivi en
Tarento en la primera mitad del siglo iv, gobern durante mucho tiempo la
ciudad y fue siete veces estratega de ella; consigui cierta estabilidad en la agi-
tada situacin poltica del estado implantando por algn tiempo un rgimen de
equilibrio social basado en contribuciones de los ricos en favor de los pobres,
con pblico rendimiento de cuentas de la gestin gubernamental, pero sin lle-
gar a adoptar forma democrtica plena. Su sistema consista, por una parte, en
mantener la riqueza dentro de ciertos lmites, y, por otra, en no dejar que la
pobreza llegara a ser miseria; segn un principio de igualdad proporcional
(Plat. Gorg., 508 A), se graduaban los derechos polticos por el rendimiento in-
dividual, con objeto de mantener la armona del estado (frag. 3). Arquitas pro-
puso tambin un trato humano para los esclavos, y dio buen ejemplo l mismo
comiendo junto con los suyos y tratando tambin a sus hijos. Su pleno autodo-
minio, hasta la ltima de sus palabras, y su plena superioridad sobre todo placer
de los sentidos han sido objeto de antigua admiracin. Pero al margen de su
actividad poltica prctica, Arquitas se dedic tambin a la filosofa y a la
ciencia, especialmente a la matemtica, la mecnica, la acstica y la astronoma;
expuso los resultados de sus investigaciones en numerosos escritos. Segn l
la sustancia de las cosas consiste en la concreta unidad de la forma (eidos) y la
materia. La fuerza originaria que todo lo mueve, y a la que da el nombre de
energa, constituye en cuerpos a la materia de los elementos. Del mismo modo
que su concepcin pona la materia en eterno movimiento y cambio perma-
nente, tambin en la matemtica ha introducido la geometra del movimiento,
concibiendo la lnea matemtica como la trayectoria de un punto que se mueve.
El movimiento era, pues, para l, la esencia de la realidad. Es posible que proce-
dan de sus doctrinas la definicin platnica del alma como aquello que est
dotado de movimiento propio (Fed., 245 C D) y la concepcin del carcter
animado de los astros, causa de su movimiento.
Pueden en todo caso atribuirse a Arquitas y a su crculo los progresos mani-
fiestos en el desarrollo de la imagen astronmica del mundo en la escuela pitag-
rica. Entre esos progresos hay que contar los primeros intentos de explicarse los
fenmenos celestes por el movimiento de la Tierra en torno de su eje, y no por
la revolucin de la bveda celeste; estos intentos se atribuyen a los pitagricos
HICETAS y ECFANTOS de Siracusa. An daba un paso ms el sistema astron-
mico atribuido con evidente error a Filolao en los ltimos tiempos de la Anti-
gedad y que Aristteles (De coelo, II, 13) haba atribuido simplemente a "los
llamados pitagricos"; segn ese sistema diez "esferas" giran en torno de un
"fuego central"; esas esferas giratorias son el Sol, la Luna, la Tierra, los cinco
planetas, la esfera de las estrellas fijas y la. de la "An ti tierra",, evidentemente
h i s t o r i a de.", e s p i r i t u griego 187
inventada para completar la decena sagrada, y que nos resulta invisible porque
vivimos en la parte de la esfera terrestre contrapuesta a ella. La audaz innova-
cin de esta teora consiste en la eliminacin de la idea tradicional an ad-
mitida por Platn en el "Fedn" de que la Tierra se encuentra inmvil en el
centro del universo; la nueva concepcin le atribuye en cambio un movi-
miento circular, con todos los dems astros, en torno de un centro del universo
que nos es invisible. Como el "Fedn" de Platn est escrito hacia el 380 y
este filsofo no parece tener una vaga alusin a la posible falsedad de las
concepciones tradicionales hasta la poca de las "Leyes" (VII, 822 A), escritas
poco antes de su muerte (347), puede suponerse que la nueva teora ha surgido
despus del ao 380 y no mucho antes de la mitad del siglo, El sentido del os-
curo texto de las "Leyes" al que aludimos queda aclarado por la explicacin de
Plutarco (Numa, 11; Quaest. Plat., 8, 1) segn la cual el viejo Platn no colo-
caba ya a la Tierra en el cerutro'del universo.
El mrito principal de estos "llamados pitagricos" se encuentra pues en el
terreno de la astronoma. Han dado as impulso al ulterior tratamiento de los
problemas astronmicos por Platn sus discpulos, as como por otros investi-
gadores de los que hablaremos ms adelante. Platn estuvo en contacto personal
con Arqutas durante sus viajes a Sicilia (Carta VII, 338 C). Aquella fusin de
filsofo y estadista en la misma persona tena que ser para Platn el prototipo
ptimo. Todava tres siglos ms tarde, Horacio (Carm., I, 28) ha levantado un
monumento potico al gran tarentno.
Segn su propia confesin (Carta VII, 324 ss.), Platn, de acuerdo con las
esperanzas de su aristocrtica familia, dispuesta a allanarle el camino en
este sentido, quiso primero hacer carrera poltica; una observacin de la "Rep-
blica" (Politeia, VI, 494) nos permite an adivinar lo profunda que fue la lucha
interna y externa que sostuvo antes de abandonar aquel proyecto. Dos expe-
riencias muy radicales le movieron de todos modos a hacerlo. La primera fue
el encuentro con Scrates, al que conoci cuando tena veinte aos y por el que
sacrific tambin sus intentos poticos, quemando sus tragedias en vez de pre-
sentarlas al arconte para su representacin. Scrates debi de abrirle tambin los
ojos sobre los peligros morales de la actividad poltica; decenios despus ha de-
jado Platn en el discurso de Alcibades en el "Banquete" (Simp., 215 ss.)
un testimonio conmovedor de la impresin inmensa que le hizo aquel hombre
asombroso. La experiencia confirm las advertencias de Scrates: ni la tirana
de los treinta oligarcas que intentaron terminar con la democracia decadente ni
la restauracin del rgimen democrtico consiguieron sanar al estado enfermo. La
restaurada democracia se mostr impotente para ello precisamente al manchar-
se con la muerte de Scrates. Y esta fue la segunda experiencia decisiva para la
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radas como hasta entonces (., 32 A), sino que trabajar para el estado y reali-
zar la justicia deban ser una y la misma cosa. En este nuevo sentido de la pol-
tica haba sido Scrates el nico poltico verdadero (Gorg., 521 D). Pero para
conseguir polticos as lo primero que haba que hacer era educarlos, y educar
al pueblo a someterse voluntariamente a ellos. Para ello haca falta, segn el
principio socrtico, especialistas, y el problema especial que deban dominar los
gobernantes del pueblo era nada menos que el de la verdad y la justicia.
Por ello su eleccin requiere la ms rigurosa seleccin, y la preparacin para su
misin de dirigentes requiere la instruccin y la formacin ms slidas.
Segn tarda expresin suya (Sofista, 246 A), Platn llevaba a cabo en su
filosofa una "gigantomaquia en torno al ser". Intentaba resolver la contradic-
cin entre el eterno devenir y perecer de Herclito y el ser inmutable de Par-
mnides atribuyendo aqul al mundo de la materia y ste al mundo de las
ideas. Platn lleg a la doctrina de las ideas siguiendo a Scrates, buscando ante
todo en el terreno moral un absoluto que fuera a la vez inmutable objeto del
conocimiento y firme norma de la conducta. Lo hall en las ideas de lo bueno,
lo justo, lo piadoso, lo verdadero, lo hermoso, etc. Las primeras manifestaciones
fundamentales de esta doctrina se encuentran en el "Gorgias" (497 E, 503 E,
506 D E). Esta intuicin conseguida en el mbito de lo anmico-espiritual se
ampla luego hasta constituir una contemplacin general del mundo entero: al
igual que el hombre individual no es bueno sino por y en la medida en que
alienta en l la idea del bien, o su conducta no es buena sino porque "partici-
pa" de la idea del bien, o un objeto particular de la naturaleza o del arte, una
flor, un animal, un hombre, una construccin, una estatua o una pintura no
son hermosos ms que en la medida en que participan de la idea de lo bello,
as todos los seres individuales en general no reciben su ser sino de las ideas
correspondientes: el hombre de la idea de lo humano, el animal de la idea de lo
animal, etc. Dicho brevemente: Platn ha encontrado lo que buscaba Scrates:
lo general, el concepto. Pero lo caracterstico es que Platn no atribuye realidad,
ser verdadero, ms que a esos conceptos que "abstraemos", esto es, "sacamos"
de las cosas. Como grficamente expone la alegora de la caverna al comienzo
del libro VII de la "Repblica", el mundo que conocen los sentidos no es ms
que una turbia sombra del mundo eterno de las puras ideas, aprehensible slo
con el pensamiento. La consideracin de Platn atiende slo a este mundo, y en
l ve reinar, en la cima de la pirmide de las ideas, a la idea del Bien, fuente
de todo ser y de todo pensamiento, que es el absoluto, la divinidad y, como tal,
se encuentra incluso "ms all del ser" (Politeia, VI, 509 B). La investigacin
del perceptible mundo terreno, la ciencia de la naturaleza y la historia, son
siempre para Platn ocupaciones marginales, y slo en su vejez se decide a dar
en el "Timeo" un conspecto de fsica, movido probablemente por el gran
xito del atomismo despus de la formulacin que le dio Demcrito, el verda-
dero antpoda de Platn. Es, por lo dems, caracterstico que el filsofo ponga
la exposicin de la fsica del "Timeo" en boca de un pitagrico. Platn subraya
1<)() wilhelm nestle
al hacerlo, de un modo explcito, que esa teora fsica es para l slo una hip-
tesis, una "doctrina probable" (Tirn., 29 C D). Pues en el fondo considera que
la naturaleza es ininvestigable, como ya pensaba Scrates, y rechaza por prin-
cipio el mtodo emprico, y an ms el experimento (Tm., 68 D). La escasa
valoracin del mundo fsico por Platn, debida a que la materia es para l "el
no ente", esto es, lo no duradero, sino afectado siempre por el continuo cambio
del devenir y el perecer, se expresa tambin en su concepcin del hombre.
Tampoco en ste importa ms que el alma invisible: ella es lo nico eterno en
el hombre; existi antes del nacimiento y subsistir despus de la muerte. Pla-
tn recoge plenamente en este terreno el dualismo rfico-pitagrco en la forma
de la doctrina de la metempsicosis. Por ello, para los filsofos verdaderos y jus-
tos la vida terrena no es ms que una ejercitacn en la separacin del alma del
cuerpo, que luego se producir plenamente en la muerte: una "preparacin para
Ja muerte" (Fed., 67 D E). La importancia que en la "Repblica" da Platn a la
gimnasia no debe engaar acerca de la seriedad de aquella doctrina, pues el ob-
jetivo de la gimnasia no es para Platn el cuidado y el endurecimiento del
cuerpo como tal, sino la disciplina de ste, no para robustecer sus aspiraciones,
sino para limitarlas en provecho del alma y de sus tareas espirituales y morales
(Politeia, 403 C ss.).
Pero hay dos ciencias que merecen profundizacin y hasta son imprescin-
dibles como introduccin a los conocimientos supremos y ltimos: la matemtica
y la astronoma. Pues la matemtica se ocupa de representaciones abstractas, no
sensibles. El nmero, en el que los pitagricos creyeron reconocer la esencia de
todas las cosas, es lo ms abstracto que puede pensarse; y los principios de la
geometra no se refieren a los puntos, lneas y superficies perceptibles por los
sentidos, sino slo a las "formas" (eide) exclusivamente aprehensibles por el
pensamiento. La astronoma, por su parte, no se ocupa de cuerpos terrestres,
sino de seres celestes. Pues los astros, segn debe inferirse por su automovi-
miento, estn animados, son "los dioses visibles", y la regularidad de su movi-
miento y la posibilidad del clculo previo de ste no es prueba de una mec-
nica del mundo de los astros, sino del hecho de que, como en todas partes, tam-
bin en el cielo la esencia de las cosas es la idea. Hay que instruir a los futuros
gobernantes en estas dos ciencias, introductorias a la doctrina de las ideas o
dialctica, as como tambin en la msica, igualmente basada en ritmos y ar-
monas matemticamente calculables. Con esa educacin aprendern a recono-
cer la esencia de las cosas.
Dada la estrecha intrincacin de religin y estado en la polis griega, no
puede soslayarse la cuestin de la importancia de la religin en el estado. Platn
la trata detalladamente. Su actitud ante la religin no es inequvoca, ni ha sido la
misma durante toda su vida. Est empero fuera de toda duda que la religin
popular, tal como la exponan los poetas en sus mitos desde los tiempos de Ho-
mero y Hesodo, no le satisfaca. Ya en el "Eutfronte", que discute la esencia
de la piedad, rechaza Platn algunos mitos como indignos de los dioses; por
historia de.", espiritu griego 191
tan citada frase de un Tey alemn del siglo xix: "Hay que mantener al pue-
blo en la religin". Ningn legislador prudente, nos dice ahora el viejo
Platn, modificar en lo ms mnimo los usos religiosos existentes, sobre todo si
stos han encontrado aprobacin de los orculos de Delfos, Dodona o Zeus
Amn en Egipto (V, 738 C). Platn se aplica entonces a formular un sentido
razonable para la veneracin de las imgenes: "Creemos que los dioses vivos
nos agradecern con su benevolencia y su gracia que veneremos sus imgenes
inanimadas" (XI, 931, A). El culto entero, con sus oraciones, sahumerios, ofren-
das y sacrificios, no es slo admisible, sino imprescindible para una vida feliz,
pues es una veneracin del bien. Cierto que todo ello tiene que proceder de un
corazn puro y piadoso (IV, 715, D E), La oracin, especialmente, no debe
pedir nada injusto (VII, 801 B); pues los dioses son inaccesibles al mal e inso-
bornables (X, 905 D E). Tambin se recomiendan las tradicionales fiestas reli-
giosas, con sus danzas y canciones (II, 664 C). Pues "por su naturaleza es el
dios digno de todo tipo de alegre celo" (VII, 803 C). Si ya en la "Repblica"
haba reconocido a algunos mitos un cierto contenido verdadero, y haba acepta-
do su utilizacin para la educacin cuando tenan un contenido til, en las
"Leyes" insiste en esa doctrina (VII, 811, C ss.) y alude incluso insistente-
mente al mito (Politea, III, 414 ss.) del diverso contenido de las almas de
los hombres (cfr. tambin VIII, 546 s.), mito que declara verdadero (Leyes, I,
645 A B).
Visto esto no sorprende que en el "Timeo" (40 D E) conceda incluso
a Jos dioses homrico-hesidicos con todas'sus "genealogas" una cierta "vero-
similitud", con la curiosa fundamentacin de que los hombres de la poca he-
roica, que eran descendientes de los dioses, tienen que haber conocido a sus
progenitores y antepasados, y, por tanto, merecen confianza. En las "Leyes"
pasa, pues, Platn, a una versin depurada de la religin tradicional y popular,
la cual debe sostenerse como autoridad ilimitada para la masa, aunque el sabio
estadista conozca claramente su carcter meramente simblico. Se trata, en el
fondo, de la misma actitud asumida en tiempos ms recientes por Hegel res-
pecto de la religin: para el pueblo, la concepcin mtico-imaginativa; para el
filsofo, la realidad aferrada en el concepto; para ambos la misma verdad. Y
tanto en el caso de Platn como en el de Hegel, lo que est debajo de la teora
es la doctrina del "po fraude" de Gorgias y Critias. Sobre esa base pasa Platn
a una lucha teortica violenta contra el atesmo (Leyes, X, 898 ss.), y, ade-
ms, a la lucha concreta y material contra el mismo en el estado, lucha que con-
sidera imprescindible para el mantenimiento de la integridad de ste, y para la
realizacin de la cual establece determinadas medidas (Leyes, X, 907 D ss.). Los
"sin dios" sern por de pronto encarcelados por los guardianes de las leyes y
castigados con pena de prisin. Si se prolonga su contumacia, la pena ser la de
muerte. La investigacin y la sentencia son competencias de un "tribunal noc-
turno" establecido exclusivamente para la persecucin de los "sin dios". As
vemos al pensador que en su juventud contempl con melancola la ejecucin
13. E S P E IT V GRIEGO
194 WILHELM NESTLE
3. En Ateneo, II, 59 D ss.; Com. Att, Frag. ed. Kock II, p. 287,
4. Cfr. mis Sokratiker (1922), pp. 51, 195.
historia d e l . espiritu griego 195
cin con las originarias concepciones griegas, reconoce el ser verdadero slo en
las ideas invisibles, mientras condena el mundo visible a la condicin de in-
consistente juego de sombras. De aqu su apartamiento de la naturaleza, mundo
inconstante de la caducidad, conocer el cual no es posible ni vale la pena; slo
los astros eternos, que en realidad son seres divinos y cuya forma de existencia
es aprehensible por el pensamiento matemtico, constituyen un objeto digno
de la investigacin. Como Schiller, Platn ve en la belleza el punto de contacto
de lo suprasensible con lo sensible (Simposion) en la belleza del mundo
como organismo vivo movido por el alma csmica, y en la belleza externa e in-
terna del hombre, esto es, en la forma fsica y anmica (Politeia, III, 402 D).
Platn encuentra el absoluto en la tica, pero no cree poder imponerlo sin un
profundo desprecio de todos los seres y valores terrenos. Pues en el mundo y
en el hombre el alma se ha unido con la materia, con el "no ente", y ha per-
dido as su perfeccin. Para explicar la presencia del mal en el mundo recurre,
por ltimo, Platn a introducir un alma del mundo mala (Leyes, X, 896 E;
898 C); y por lo que hace al ser del hombre acepta una interpretacin de la
mstica rfico-pitagrica del alma, segn la cual la vida terrestre es un castigo,
y el cuerpo no es el instrumento del alma, sino su "cadena", su "prisin", in-
cluso su "sepulcro", del cual no se libera sino con la muerte. Y as es el filoso-
far una preparacin de la muerte (Fedn). Platn quiere fundar el estado en la
justicia. Pero tambin aqu se le desplaza el centro de gravedad como en
todo lo que hace referencia al ser del hombre desde lo temporal a lo eterno,
del ms ac al ms all. Propiamente "las cosas de los hombres no valen mucho
la pena, pero no hay ms remedio que preocuparse de ellas" (Leyes, VII,
803 B). Gobernar es siempre un sacrificio. La poltica en sentido corriente est
manchada por lo terreno; la obra de los grandes estadistas de Atenas Milca-
des, Temstocles, Cimn y Pericles es para Platn mera fruslera (Gorgias,
519 A). Su estado, del que queda desterrada la gran poesa, tiene que educar a
los ciudadanos, como se desprende de los mitos finales del "Gorgias" y de la
"Repblica", de tal modo que pueden sostenerse ante el tribunal del ms all, y
se convierte as casi en una iglesia. As en Platn "la gota extranjera en la
sangre griega",6 la inclinacin a la mstica, atraviesa en todo momento el pen-
samiento racional, lo penetra y lo aparta del camino de la investigacin emp-
rica para llevarlo a la especulacin que se complace en alturas supraterrenas.
Mientras que el pensamiento genuinamente griego es absolutamente monista,
Platn se queda, como Empdocles, en la dualidad de Dios y mundo, espritu y
materia, alma y cuerpo, cismundaneidad y ms all; as preso, entra Platn en
conflicto con los valores supremos de la cultura griega. El elemento mstico de
su filosofa sigue obrando en sus primeros sucesores y se convertir siglos ms
tarde, en el neoplatonismo, en la fuerza que lo domina todo. La segunda Aca-
demia, y an ms la tercera, se ocupan casi exclusivamente de cuestiones epis-
TEOFRASTO
so, rigurosamente regido por leyes, su concepcin de la divinidad est sin nin-
guna duda mucho ms cerca del desmo de la Ilustracin cjue del tesmo cristia-
no. Y como adems tiene sumo inters en mantener fuera del concepto de dios
todas las propiedades humanas con exclusin de la capacidad de pensamiento,
llevada en Dios al absoluto, y concretamente tambin la personalidad, la
relacin de su dios con el mundo no puede ser descrita sino como un energetis-
mo. Dios es espritu, el espritu es vida y la vida es energa: tal es la frmula
fundamental de la filosofa aristotlica, vlida tambin para su teologa.
De acuerdo con este teologa, la tensin entre el conocimiento filosfico y la
fe tradicional es en Aristteles mucho ms intensa que en Platn. Cierto que
tambin Aristteles reconoce la legitimacin de la religin y habla de un "pre-
sentimiento de Dios" en el hombre. Ms precisamente, Aristteles deriva la
religin de dos fuentes: la experiencia anmica interior, es decir, la capacidad que
tiene el alma de apartarse del mundo exterior y concentrarse sobre s misma
y conseguir en ese estado de aislamiento en el onrico, por ejemplo, durante
el sueo o en el entusiasmo, acaso tambin en la separacin de alma y cuerpo
con la muerte una visin supranormal; y la admiracin de la naturaleza,
especialmente el cielo estrellado, motivo del cual deriva tambin en otro lugar
la filosofa misma. Aristteles ve pues acertadamente que la religin nace de
una vivencia y no es cosa que pueda aprenderse teorticamente; compara ade-
ms esa vivencia con la de los fieles de los misterios en el acto de su iniciacin,
en el que tampoco se trata de aprender, sino de tener cierta experiencia y dejar-
se sumir en un determinado estado de nimo.4 Segn Aristteles, la admiracin
del hombre primitivo por el cielo estrellado explica tambin el origen de los
mitos que haban de dioses parecidos al hombre o a los animales, mitos adecua-
dos para conseguir la fe del pueblo y para mantenerlo obediente a las leyes
del estado, Si se arrebata a esas mticas historias tal recubrimiento, queda en
ellas como ncleo de verdad el correcto pensamiento de que las entidades ms
originarias son de naturaleza divina; es sta una verdad que hay que redescubrir
constantemente y puede considerarse un conocimiento primigenio, pues el mito
no es ms que un intento primitivo de liberarse de la ignorancia.5 Aquellos
dioses parecidos a los hombres fueron luego dotados de vida y comportamiento
completamente anlogos a los de los hombres. Y as, por ejemplo, como en las
sociedades humanas haba reyes, se imagin que tambin los dioses tenan que
poseer un rey. Hasta se les atribuy cualidades inferiorees, como la envidia, la
cual no tiene cabida en la esencia de lo divino. No vale propiamente la pena
discutir seriamente esas representaciones de "hombres imperecederos".6 Arist-
teles no se limita pues, como Platn, a seguir a Jenfanes en la recusacin de los
4. De coelo, II, 1, 284 b 3; De Phil., frag. 10; Metaf., I, 2, 982 b 11 s.; De phil-,
frag., 15.
5. Metaf., XI, 8, 1074 b 1 ss.; I, 2, 982 b 17 ss.
6. Pol. I, 2, 1252 b 24 ss.; Metaf. I, 2 b 32 ss.; II, 4, 1000 a 18 ss.
200<)() wilhelm nestle
dioses tradicionales, sino que lia rebasado tanto estas representaciones que ni
siquiera les concede ya una discusin sera. Hn l resuena la idea de Critias
segn la cual los mitos son creaciones de personalidades destacadas de tiempos
arcaicos para conseguir que la masa fuera dcil a su ley; la nica novedad es que
Aristteles admite a pesar de ello que los mitos contienen un ncleo verdadero.
En todo caso, Aristteles no ha credo en la existencia de los dioses griegos; pues
aparte de los hombres no conoce ningn otro gnero de seres racionales.7 Ello
no obstante, est convencido de que el estado no puede mantenerse sin el
servicio religioso, y el sentido de ste es manifestar a la divinidad veneracin
y agradecimiento, aunque, en realidad sea tan imposible devolver a sta lo que
se le debe como que los hijos paguen totalmente a los padres. Aristteles per-
mite estudiar detalladamente .la progresiva desaparicin ele la creencia en uno
"ce los elementos ms importantes de la religin antigua, la mntica. En un es-
crito juvenil, el dilogo "Eudemo" (por el nombre del chipriota as llamado,
cado ante Siracusa el 354), estudia el tema del alma y se mantiene an fiel a las
revelaciones en sueos; tambin en la "Etica" llamada Eudemia, por el nombre
Eudemo de su discpulo de Rodas, valora la mntica como inspiracin
divinaren cambio, en su posterior escrito "De los sueos" explica stos de un.
modo .natural, fisiolgicamente. En_.su escrito "Del .alma" considera el xtasis
dejg.s.sibilas,y bacantes como un estado psicoptico debido a enfermedad o a una
mezcla especial de los humores somticos, a un grado...anormalmente alto de
"melancola" o bilis .negra9 Es muy poco verosmil que Aristteles mismo se
haya servido de la mntica, de los orculos en especial. Su relacin con Delfos
era en todo caso bastante ms fra que la de Platn. De entre todas las sentencias
dlficas declara que "la ms divina" es el "concete a ti mismo", profundamente
xeinterpretado por Scrates. Aristteles dedic en Delfos una estatua a su amigo
Hermias de Atarneo, asesinado por. Artajerjes XIX; puso a la estatua una inscrip-
cin de contenido puramente objetivo, no slo para honrar al muerto, sino tam-
bin, evidentemente, para atacar al asesino ante todos los griegos. Su redaccin
de una lista de pitinicas para Delfos fue un trabajo de naturaleza estrictamen-
te histrica; y cuando Delfos anul los honores que le haba tributado por aquel
trabajo pues Aristteles haba incurrido entre tanto en sospecha de macedo-
niofilia llev el ataque con gran tranquilidad.10
La progresiva aclaracin de las ideas de Aristteles acerca de la mntica se
encuentra en estrecha conexin con el desarrollo de su psicologa. No se encuen-
tran en l en absoluto las comunes concepciones del Hades segn el modelo
11. Eud., frag. 41, 44 (Plut' Cons. ad ., 27); Protr., frags. 58. 60 (Jamb., Protr.
8, 9).
12. De anima, I, B, 407 b 22; II, 1, 412 b; 5, 413 a 1 ss.; I, 1, 403 a 16 ss.; II, 1,
413 a 4.
13. Gen, anim., II, 3, 736 b 27 s.; De anima I, 4, 408 b 18 s.; II, 3, 414 b 15 ss.;
III, 4, 429 a 15 ss.
14. Et. Nic X, 7, 1177 b 30 ss,; Gcethe, Zahme Xenien JA, IV, 37, 206, 23 ss.
202<)() wilhelm nestle
convencido de que hay hombres que han nacido para servir a los otros y reali-
zar el trabajo fsico ahorrndolo a aqullos esos hombres condenados al tra-
bajo son aquellos cuya capacidad de rendimiento fsico es superior a la inte-
lectual, sabe tambin que "hay hombres que no son esclavos ni tienen
que hacer servicios de esclavos ms que por fuerza de la ley y del uso. Pero
la ley y el uso son una especie de convencin por la cual todo lo que es derro-
tado en guerra se convierte en propiedad del vencedor". Esto quiere decir
que Aristteles da peso a la opinin de Alcidamas y otros acerca del carcter
innatural de la esclavitud; pero no llega a admitir toda la razn de esa tesis.
Pues "una recproca relacin de amistad entre el seor y el esclavo no puede
subsistir ms que si la situacin de ambos les es adecuada por naturaleza"; si,
en cambio, la situacin, se basa en la ley y la fuerza, aquella relacin es impo-
sible.22
Aristteles discute las tres formas fundamentales de constitucin ya cono-
cidas por la sofstica: la monarqua, la aristocracia y la democracia; a ellas
contrapone tres tipos degenerados correspondientes: la tirana, la oligarqua
y la oclocracia. La cuestin capital es siempre la de quin decide en el es-
tado y promueve ms eficazmente su realizacin. Pues el estado no tiene
como finalidad nica la proteccin de los ciudadanos, ni es tampoco mero
estado de derecho, sino que es una comunidad tica de vida, y el objetivo de
la legislacin tiene que ser la consecucin del sumo bien poltico, la justicia
como fundamento del bien comn. Pese a muchas vacilaciones ante el princi-
pio de la mayora, Aristteles acaba por decidirse en su favor. Piensa, sin em-
bargo, que sera admisible y hasta deseable el gobierno de un "hombre real"
como el descrito por Platn en el "Poltico" (294 A), la superioridad del cual
sera reconocida voluntariamente por la masa, Pero esos hombres excepcionales,
s es que realmente existen, se hacen cada vez ms escasos, y la desconfianza
contra lo "animal" en el hombre y contra su tentacin de abusar del poder
hace que Aristteles d finalmente la preferencia al estado legal, aun sin des-
conocer la mayor elasticidad de un rgimen personalista en comparacin con
la rigidez de la ley escrita. Lo mejor ser, pues, fundar la constitucin en una
clase media muy fuerte que sea capaz de mantener el equilibrio del estado
contra los pobres y contra los demasiado ricos; la idea se encontraba ya en
Foclides (frag. 12), fue realizada por Soln y se presenta especialmente en
Eurpides, que probablemente se basaba en alguna teora poltica difundida
en su poca.23 En los dos ltimos libros de su "Poltica" traza Aristteles una
estampa de su estado ideal; la estampa no es empero completa. Se trata de
una aristrocacia culta anloga a la del estado platnico, pero sin comunidad
de bienes y con mantenimiento de la familia. Tambin la educacin desempea
un gran papel en el estado. Se ha manifestado frecuentemente asombro. por el
25. Poet., 6, 1449 b 24 ss.; Gorg., Hel, 9; Poet., 9, 1451 b 1 ss., pasaje que recuerda
a Gorg., Hell. 9.
26. Ath. IX, 398 E; Plin. Nat. Hist., VIII, 16, 44.
27. Pol. II, 5, 1264 a 3; Cic. Tuse. 1, 23, 69.
historia del. espiritu griego 209
36. Hist. plant., II, 6, 6; 8, 4; IV, 2, 11; 7, 8; 4, 1; 7, 4 ss. - Cr. HUGO BRETZL,
Botaniscke Forsckungen des Alexanderzugs, 1903.
historia del. espiritu griego 213
entre helenos y brbaros y declara que "todos los hombres estn emparentados
entre s", 3 7
Durante los treinta y cinco aos que estuvo en cabeza del Perpato tuvo
Teofrasto dos mil discpulos, entre ellos el cmico Menandro; el dato prueba
que la formacin filosfica se abra camino en crculos cada vez ms amplios.38
Disfrut de tal prestigio en Atenas que la acusacin por impiedad presentada
por Hagnonides contra Teofrasto fracas totalmente. En los diez aos (317-
3 0 7 ) que D E M E T R I O DE FALERON peripattico l mismo gobern Atenas
por delegacin de Casandro, los filsofos gozaron de plena libertad. El posterior
intento de Sfocles de Sunio de prohibir a los filsofos su actividad docente
a menos que consiguieran expresa autorizacin del consejo -y de la asamblea
fracas tambin por la popularidad y la influencia de Teofrasto.30 Con este
fiasco, los procesos por asebeia o impiedad, discutible gloria de la ciudad de
Atenas, terminaron para siempre; esto prueba que en la vida espiritual de
Grecia se estaba produciendo una transformacin: se haba impuesto la inves-
tigacin libre y la nueva educacin basada en ella haba conseguido ya tantos
partidarios que la reaccin, tenazmente aferrada a la religin de los padres,
no consegua ya imponrseles.
C N I C O S Y CIRENAICOS ANTIGUOS
37. Ath. XIV 624 A.-Cic. Tuse. V, 9, 24.-Plut. Arist. 25. -Porf. de ahst. 1, 25.
38. Dig. L. V 37.
39. Dig. L. V 38.
214<)() wilhelm nestle
abejas, dado por Jenofonte en la "Ciropedia" (V, 1, 24) como ejemplo del
sometimiento voluntario del pueblo al gobernante superior; contra esta com-
paracin polemiz Aristteles. En todo caso, en este estado el poder tendra
que estar en manos de un filsofo o de un grupo de filsofos. No se ve cmo
en ese estado poda preservarse el bien supremo del cnico, su libertad; y acaso
se refiera Platn a la insolubilidad de ese problema del estado cnico cuando
habla duramente del "estado de los puercos".0 Lo que en todo caso est prc-
ticamente fuera de duda es que ya Antstenes se senta pacifista y ciudadano
del mundo.
La recusacin de los fundamentos de la vida social el estado y la reli-
gin por Antstenes en beneficio de la autarqua del individuo, se extiende
igualmente a la valoracin tradicional de los bienes externos, ante todo de la
riqueza. Tambin esa estimacin se basa en una locura que hay que sustituir
por el conocimiento correcto. El poder y las honras pblicas quedan excluidas
al excluirse la actividad poltica de la vida del cnico; pero tampoco la riqueza
es ms que un bien imaginario. Aunque es verdad segn dice Antstenes
en el Banquete de Jenofonte (Simp., 4, 34 ss.) que la pobreza lleva a veces
al crimen, lo mismo hace la codicia alimentada precisamente por la riqueza.
Puede incluso decirse: "Los hombres que se ponen como objetivo la sencillez
sern mucho ms justos que los que desean riqueza y dinero; pues el que est
satisfecho con lo que tiene es el menos deseoso del bien de los dems". La ver-
dadera riqueza es la riqueza del espritu, como la posee Scrates, que la reparte
tan prdigamente; de esa riqueza hay que alimentarse. Y al igual que con
la riqueza y con la codicia ocurre con el -placer en general, especialmente con el
de los sentidos. El que sucumbe a l se encuentra como los compaeros de
LJlises junto a Circe: sta los toca ligeramente con su varita y los mete en la
porqueriza y los encierra all: el que cede al placer se convierte en su prisio-
nero, en su esclavo.10 Por eso la lucha contra el placer es lo ms importante:
"mejor que el placer es incluso la locura" y "no debe moverse ni un dedo por
conseguir placer". El placer ms recusable es el ertico. Por eso se dice en
el libro de Antstenes sobre el amor: "Lo mejor sera matar a Afrodita, pues
ha pervertido a muchas mujeres excelentes y hermosas de entre nosotros. El
amor es una podredumbre de la naturaleza; y los desgraciados que sucumben
a l dan encima a su enfermedad el nombre de un dios".11 Frente a esos peli-
gros, Antstenes contrapone el esfuerzo (pnos), el trabajo y la lucha. Smbolo
mtico de esa vida de trabajo y lucha es Hrcules, al que Antstenes dedic
su libro ms clebre y que fue siempre desde entonces el ideal, el santo patrn,
por as decirlo, de los cnicos. En el libro haba una conversacin entre Pro-
meteo y Hrcules, en la que el titn deca al joven hroe: "Muy despreciable
12. Conservado slo en siraco; traducido por Gildemeister, Rhein. Mus. 27 (1872)
pp. 450 s. Impreso en D. Dittmar, Aischines von Sphettos (Philolog. Unters. 21, 1912),
pg. 304.
13. Dig. L. VI 70 (ascesis doble en Digenes). No es seguro que Antstenes baya
formulado ya el ideal cnico de la ausencia de necesidades. En favor de la hiptesis ha-
blan Jen. Mem. I 6, 10, y Platn, Gorg. 492 E. Tambin Iscrates 10, 8 y Platn Fileb
44 C apuntan a Antstenes.
14. Dig. L. VI 7, 13, 14; Epict. Diatr. III 24, 67.
218<)() wilhelm nestle
15. Casi todo lo que se sabe de l, especialmente las numerosas ancdotas, se en-
cuentran en Dig. L. VI 20 ss.
16. Stob: Flor. 13, 27.
historia del. espiritu griego 219
piran por cosas dulces, aceites finos y cosas parecidas." "Los hombres se pro-
curan lo que necesitan para vivir, pero no lo que necesitan para vivir bien."
Y por eso se sienten desgraciados, porque no entienden. Pero pueden ser feli-
ces "si dan la preferencia a las aspiraciones naturales" y se ejercitan en "el
desprecio del placer". En la desgracia hay que decir: "Est bien, destino. Me
has conducido como se conduce a un hombre". Medante una vida dura como
la de Hrcules, que ha puesto "el sello" a la suya, Digenes llega a la ver-
dadera libertad, de tal modo que sabra "dominar a los dems" aunque fuera
de origen esclavo. Pero la doctrina y la vida tienen que estar de acuerdo, y la
vida cnica es una protesta permanente contra toda cultura. Pues la cultura
ha tenido como consecuencia una progresiva degeneracin, y es la causa de
que en parte alguna se encuentren hoy hombres naturales, sino slo hombres
artificiales por todas partes. Podra seriamente dudarse de que el hombre sea
el animal ms inteligente. "Contemplando a los marinos, los mdicos y los
filsofos, tal podra creerse; pero si se para mientes en los intrpretes de sueos,
adivinos, gentes que creen en ellos, as como en las gentes hinchadas por la
vanidad y la riqueza, ms bien se pensara que no hay nada ms necio que
el hombre." La ciencia, por lo dems, en el sentido de la erudicin y saber
cosas, es absolutamente intil; lo necesario es la formacin del carcter segn
las exigencias de la razn. La filosofa est constituida exclusivamente por el
pensamiento sin prejucios y por la libertad que infiere de l las consecuencias
prcticas. Digenes busca con aficin en el mundo animal los modelos de la
vida segn la naturaleza. Del ratn aprende a vivir sin preocupaciones. En
otros animales grullas y cigeas observa cmo cambian ordenadamente
de residencia segn las estaciones, mientras que entre los hombres domina una
constante y excitada presin, choques recprocos, recproco deseo de daarse.
El modo de vida de los animales es natural y sano, mientras los hombres se
debilitan y enferman con sus alimentos artificiales, sus vestidos y sus casas.
Por eso tuvo Zeus razn al castigar a Prometeo por haber dado a los hombres
el fuego; pues no fue ningn beneficio para los hombres. Los animales no
conocen la propiedad, y viven mucho ms serenamente que los hombres con
su ansia de dinero.
21. Del discurso (en siraco) del neoplatnico Temistio "De la virtud", traducido
por Gildemeister, Rhein. Mus. 27 (1872), pp. 459 s,
22. Plut. Symp. II, I, 6.
23. Stob. Flor. 5. 63.
24. Jul. or. VI 199 C; los fragmentos poticos en H. Diels, Poet. pbilos. Fragmenta,
1901, pp. 218 ss. Para lo dems: Diog, L. VI 85 ss.
222<)() wilhelm nestle
ambos. Parece haber dicho en Atenas que Atenea no era hija de Zeus, sino de
Fidias. E n el curso del proceso ante el arepago, que era en aquel momento
competente en crmenes religiosos, se sostuvo muy bien con su excelente dia-
lctica. 2 8 Los procesos de Estilpn y Teodoro parecen haber sido los ltimos
procesos por impiedad o atesmo en Atenas. Era imposible seguir manteniendo
en la ciudad aquel gran retraso respecto de las corrientes contemporneas que
reclamaban la libertad de pensamiento.
BIBLIOGRAFA
LA CIENCIA Y LA LITERATURA
Ningn arte fue cultivado y desarrollado por la sofstica de un modo tan sis-
temtico como la oratoria, en la que vea un instrumento para el dominio de
los hombres. Gracias a la sofstica y a su retrica los discursos pblicos se hicie-
ron literarios, pues se empez a ver en ellos obras de artes dignas de conser-
vacin escrita. A partir de aquel momento la educacin oratoria result impres-
cindible para la carrera de estadista; pero la retrica incluy en su mbito de
influencia toda la prosa, y, especialmente, la historiogrfica. As se comprende
que en el siglo iv la posicin rectora en la literatura correspondiera a la prosa
y no a la poesa.
Es de la naturaleza de la cosa el que los oradores se muevan al nivel de la
creencia popular cuyo fiel espejo son, y que slo excepcionalmente ofrezcan
puntos de apoyo para destruirla. Pero' una cosa puede comprobarse con segu-
ridad en ms de un texto de los oradores del siglo iv, a saber: que, a pesar de
los misterios de Eleusis, la creencia en la supervivencia a la muerte vacilaba ya
definitivamente. As lo prueba la forma hipottica en que se alude a la inmor-
talidad incluso en oraciones fnebres oficiales. As, por ejemplo, se lee en el
"epitafio" de HIPRIDES a los atenienses cados en la guerra lamia ( 3 2 2 a. J . C . ) :
"Si el estar muerto es lo mismo que el no haber nacido, estn entonces libres de
enfermedad y amargura y de todas las dems contrariedades de la vida humana.
Y si, como sospechamos, existe an en el Hades una conciencia y una Provi-
dencia de la divinidad, entonces es probable que ellos, que lucharon por el,
honor de los dioses, disfruten all de la mayor providencia y atencin de ellos".1
Anlogamente se expresa LICURGO: "Creo que su difunto padre [del acusado
Lecrates], si es que all se tiene alguna noticia de lo que ocurre aqu, sera el
2. Lic. contra Leocr. 136; Demst. contra Leptines (20) 87. Un eco tardo de esa
formulacin hipottica de la fe en la inmortalidad se encuentra en Tcito, Agr. 46.
3. Fedro, 278 E, 279 A. '
4. Hel. 4; Antid. 268, 270 s.t 285.
por ejemplo toma de Jenfanes la idea del progreso cultural sobre la base de la
disposicin natural de los hombres, sin ayuda de los dioses; o la polmica contra
la sobreestimacin de los ejercicios gimnsticos, idea que toma precisamente
como arranque de su panegrico de Atenas, a la que alaba porque no slo ce-
lebra concursos en los que se premian la fuerza y la habilidad fsica, sino tam-
bin las obras artsticas y del espritu; tambin puede venirle de Jenfanes su
violenta crtica de la representacin antropomrfica de los dioses por los poe-
tas. D No obstante, todo esto poda venirle tambin de la tragedia, concreta-
mente de Eurpides.
Mucho ms cerca est, en todo caso, de la sofstica. De su maestro Gorgias
ha recibido la idea panhelnica, a la que ser fiel toda su vida, aunque en di-
versas formulaciones. Al principio piensa en una colaboracin de Atenas y Es-
parta en el sentido de la vieja poltica de Cimn, para conseguir la fusin del
mayor poder terrestre y el mayor poder martimo de Grecia; ms tarde, cuando
el curso de los acontecimientos mostr la imposibilidad de ese programa, crey
hallar la solucin en una jefatura monrquica basada en un ejrcito fuerte. As
se present, igual que su maestro y aludiendo explcitamente a ste, como
"propugnador de la armona",c y finalmente se orient hacia el hombre ms
poderoso de su tiempo, el rey Filipo de Macedonia, considerndolo llamado a
realizar la gran obra de la unificacin poltica de Grecia. En un mensaje pol-
tico dice al rey: "Creo que habrs observado cmo dirigen los dioses las cosas de
los hombres: pues los dioses no envan de su propia mano a los hombres lo
bueno y lo malo que ocurre a stos, sino que inspiran en cada caso a los indivi-
duos distintas ideas y as todo ocurre por varios. As tal vez nos han puesto
ahora a nosotros como tarea el hablar, y te han encargado a ti de obrar, porque
creen que en el campo de la accin t lo hars del mejor modo, mientras que
a m me ser posible con el discurso importunar lo menos posible a los oyen-
tes". 7 Iscrates es, pues, el descubridor de la idea hstrico-filosfica de que
son los grandes hombres los que hacen la historia, con una misin que los
convierte en instrumentos de la voluntad divina. Con ello ha descubierto la im-
portancia de la personalidad en la historia, o, por lo menos, la ha formulado por
vez primera de un modo consciente. El historiador Teopompo, que procede de
su escuela, ha aplicado el principio a la exposicin de la historia de la poca.
En relacin con ese inters por la personalidad est el hecho de que Iscra-
tes convirtiera en su "Evgoras" el gnero literario del panegrico en un cuadro
de la vida y la obra de este prncipe chipriota, creando as la biografa histrica.
Menos perceptible es en Iscrates la influencia de Prdico; pero de este so-
fista es sin duda la idea de que lo que nos beneficia o perjudica no es la "natu-
raleza de las cosas", sino ms bien el uso que hacemos de ellas, o sea, que nues-
tra propia conducta es la causa de lo que nos ocurre (Panat., 223). El retrico
aduce explcitamente el precedente de Prdico.
Tambin Protgoras ha influido en Iscrates desde diversos puntos de vista.
El retor le debe su ideal pedaggico, igual que debe a Gorgias el poltico. Pre-
supuesto de toda educacin y formacin es una cierta capacidad personal, lo
que hay que hacer es desarrollarla, ejercitarla y darle un objetivo, el cual es,
exactamente igual que en el abderita, la adquisicin de la capacidad de admi-
nistrar la propia casa y el estado. 8 Tambin el modo cmo Iscrates imagina
el origen de la cultura humana recuerda el clebre mito de Protgoras. Cierto
que en el "Panegrico" se atiene a la leyenda local tica segn la cual Demter
puso el fundamento de la cultura con la fundacin de la agricultura y de los
misterios (28 ss.). Pero explcitamente califica de "mtica" a esa leyenda, y est
convencido de que el hombre se ha levantado por sus propias fuerzas en el
curso de los tiempos desde la vida animal de la primera edad hasta los estadios
superiores de la cultura. Iscrates da un ligero matiz a la narracin protag-
rca al presentar al "Logos" creador de cultura como "Discurso". Este posibilita
a los hombres la comprensin y comunicacin recproca, les otorga la superiori-
dad sobre los animales, los cuales seran sin el discurso superiores al hombre
por su fuerza y por su habilidad, y los lleva a agruparse en comunidades locales,
a la invencin de las artes y, por ltimo, a la constitucin de estados legales. 9
Tambin la discusin de las tres formas fundamentales de estado que termi-
na colocando a la monarqua en primer trmino se mueve segn ideas sin
duda inspiradas por la sofstica y especialmente por Protgoras.10
Menos clara es la influencia de Hipias, con cuya hija Platane cas Is-
crates ya en edad avanzada. De todos modos, es posible que en el discurso a
Nicocles as como en los discursos puestos en boca de este prncipe y en los
que, como el propio Iscrates advierte, utiliza muchas ideas de otros, en parte
documentables en Eurpides, haya material ideolgico de Hipias, pues en los
dos casos se trata de una especie de "espejo de prncipes".
Por lo que hace, por ltimo, a la actitud de Iscrates ante la religin, puede
decirse con verosimilitud que, al igual que Gorgias, habr respetado en la prc-
tica la costumbre tradicional. De todos modos, la crtica religiosa del siglo no
parece haber pasado por l sin dejar huella. Por lo menos Iscrates reprocha al
sofista Polcrates que en su "defensa de Busiris" aceptara sin ms las blasfe-
mias de los poetas contra los dioses y los hroes. El, por su parte, considera a los
dioses moralmente perfectos, y no puede por eso mismo creer que sus hijos
puedan ser ateos e injustos, pues en otro caso se estara ante la peligrosa alter-
nativa de tener que aceptar o bien que los dioses son moralmente peores que los
hombres, pues stos intentan educar a la juventud en el bien, o que los dioses,
11. Bus. 38 ss.; Eurip. Heracles 347. En el verso griego la expresin es bastante ms
fuerte que en la versin de Wilamowitz, que es la recogida arriba: "O bien eres un dios
estpido, o bien eres injusto por naturaleza".
12. Cic. Brutus 8, 32; de orat, 23, 94.
historia del. espiritu griego 229
educacin se impondra en el futuro. Ella ensanch an, por una parte, el abis-
mo que separaba a los cultos de los incultos, abismo que haba empezado a
abrirse en el siglo v, e introdujo as una cua en la unidad de los cuerpos so-
ciales de los diversos estados griegos. Por otra parte, los portadores de la nueva
educacin o cultura sintieron cierta unidad de casta, y como tambin muchos
no griegos del Asia Menor, Siria, Egipto y otros pases se trasladaban a Grecia
y especialmente a Atenas para asimilar aquella formacin helnica, la dis-
tincin, antes tan radical, entre helenos y "brbaros" fue suavizndose y se hizo
al final tan imprecisa y fluida que el propio Iscrates pudo decir que los grie-
gos, como portadores de la cultura, se haban hecho maestros de los dems pue-
blos, y que el nombre de "heleno" designaba ya no tanto la ascendencia cuanto
el modo de pensar: "Helenos se llaman hoy ms los hombres que participan de
nuestra educacin que aquellos que tienen en comn con nosotros la descen-
dencia natural". 13 Con esas ideas que rozan ya el cosmopolitismo son conse-
cuente elaboracin de las tesis de Hipias del parentesco de todos los hombres
cultos y del parentesco de todos los hombres en general proclamado por Anti-
fonte, Iscrates es un adelantado del helenismo.
La HISTORIOGRAFIA.
La MEDICINA
L A COMEDIA MEDIA
Ante el poderoso desarrollo de la prosa tica en el siglo rv, la poesa fue pa-
sando a la sombra. El epos haba muerto ya en el siglo v, y la tragedia iba ago-
nizando ahora poco a poco. Epos y tragedia, igual que el solemne nomos cita-
rdico, una especie de oratorio, haban apelado al final a la temtica histrica.
El hecho tena sus razones: el pblico estaba harto del mito, cuyos motivos
siempre repetidos haban perdido todo atractivo potico.1 La comedia tica
antigua, alimentada de la temtica poltica, muri naturalmente con la muerte
poltica de Atenas. Su sucesora, la llamada comedia media, pierde con el coro
y la parbasis los medios de ataque ms eficaces y se limita en lo poltico a t-
midas alusiones cada vez ms escasas. A cambio de ello introduce en el horizonte
de su burla a los filsofos y a la filosofa de la poca; la vctima ms comn son
los llamados "pitagoristas", es decir, aquella corriente de los pitagricos que se
haba mantenido fiel a la abstencin de alimento animal y al respeto de las
regas arcaicas originadas en primitivos tabes llamadas acsmata, con la
doctrina de la metempscosis que fundamenta la primera.2 Pero tambin Pla-
tn y su Academia son frecuente objeto de observaciones burlonas, y el frag-
mento grande de Epcrates, ya varias veces citado, se burla de todo el aparato
cientfico de la Academia. El intento platnico de definicin del bien cuya
oscuridad es ya criticada por Aristteles se convierte para la comedia en pro-
totipo de asunto oscuro e incomprensible. 3 Se encuentra adems citado en Ta
comedia Aristipo, y alguna alusin a Metrodoro de Quos, el maestro de Ana-
xarco, El Liceo slo aparece citado dos veces, y Aristteles nunca. 4 Una cele-
bridad como Iscrates recibe una vez un ligero alfilerazo, y el mdico Men-
crates de Siracusa, hombre megalmano que se tomaba por Zeus, se rodeaba de
un squito de dioses y hroes, realizaba supuestos milagros, exiga honores divi-
nos y escribi cartas con tales exigencias a Jos reyes Filipo de Macedonia y Age-
5. O. Weinreich, Menekrates, Zeus und Salmoneus; Tb. Beitr. z. AW, 18, 1933,
p. 3 ss.
6. Ath. IX, 407 BC.
7. Alk. Frag. 19; Fileteros frag. 4; Eubulos frag., 71-73; 36, 16; Amfis frag. 2, 27;
Filiscos apud Koch II, 463; Sofilos, ibid., 463; Alexis, frag. 135.
8. Arquipo frag. 1-7; "tragicomedia", Plauto, Anf. 59, 63; H. Haas, Bilderatlas zur
Religionsgeschichte (1928), reproduccin nmero 66; Baumeister, Denkmler des klass.
Alt. I, p. 49, III (Tabla-suplemento) frente a p. 2.142, reproduccin nmero 7,
9. Escolio a Aristfanes, la Paz, 741.
10. Arquip. frag. 25; ,-uitf. frag. 147, 154, 159, 8; Anaxandr. frag. 39; Tmocl.
frag. 1.
11. Arquip. "frag. 15, 17.
historia del. espiritu griego 235
le han cortado las alas por haber sembrado entre ellos la divisin y la confusin,
y lo han desterrado a la Tierra. 12 La confianza en los dioses y la fe en la sabi-
dura y la justicia de su gobierno del cosmos han disminuido palmariamente.
Tique, el Azar, es la que verdaderamente reina, y un demonio tiene en sus
manos el timn del destino de los hombres. La Providencia es "cosa ciega e in-
determinada". Los destinos de los hombres carecen de sentido y no se sabe en
absoluto qu es "lo divino". Los ateos se salvan a menudo sin castigo, y cuando
los felices no se muestran agradecidos a los dioses, stos les retiran sus dones.
Con sus imprevisibles cambios parece la vida un juego de dados.13 A veces hay
tambin en la comedia media rasgos de interpretacin racionalista del mito: as
por ejemplo aparece Nereo como "inventor" de sabrosos platos de pescado, o
Zeus Filios como inventor de la vida parsita, mientras que los hombres han in-
ventado las dems "artes". 14 La vida de las personas que aparecen en la come-
da nueva est exclusivamente orientada a la cismundaneidad. Los muertos son
"aquellos que no son". Una sola vez aparece una idea muy oscura de la inmor-
talidad "platnica", y se trata en realidad de la doctrina de Digenes de Apo-
lonia. La comedia intenta explicarse la muerte por el sueo, al que uno de estos
poetas llama "el pequeo misterio de la muerte". Pero lo nico inmortal es la
muerte.15 Burlonamente, aludiendo acaso a la comunin de los misterios, Ant-
fanes llama al hambre "la medicina de la inmortalidad". En realidad, todos los
hombres recorren el mismo camino hacia la misma casa: los muertos han llegado
a ella antes que los vivos.16
A este apartamiento tan resuelto de la religin no corresponde empero una
orientacin otro tanto favorable a la filosofa, sino que, como queda ya dicho,
sta es tambin frecuente objeto de la burla cmica, pero hay algunas excepcio-
nes, Anaxndridas (frag." 54) dice una vez que "es un placer descubrir una
nueva idea universalmente valedera. Pero el que se guarda su sabidura para s y
rehye la crtica se expone l mismo a la mayor hostilidad. Por eso todas las
nuevas ideas deben difundirse en la muchedumbre". Como crea tambin Aris-
tteles, la investigacin del mundo est prcticamente terminada,17 dice un
personaje de Alexis (frag. 30): "Todo lo que se busca puede encontrarse, si no
se tiene miedo del esfuerzo; pues a pesar de la gTan distancia, los hombres han
descubierto las causas de los fenmenos celestes, del orto y de la puesta de los
astros, de los solsticios y de los eclipses. Cmo, entonces, podra escaprseles a
los hombres en la Tierra algo de lo que les es comn o es est emparenta
12. Aristofn, frag. 11; Eubulos, frag. 41; Alexis, frag. 20, 245; Timot., frag, 2.
13. Anaxandr., frag. 4, 21; Nicostr. frag. 19; Alexis, frag. 287, 265, 34; Timocl.
frag. 1.
14. Anaxandr., frag. 30; Diodoro, frag. 2.
15. Dioniso, frag. 7; Alexis, frag. 158, 240; Mnesmaco, frag. 11; Amfis., frag. 8.
16. Antf., frag. 53, 86.
17. Aristt. Polit. II, 5, 1264" 3; Cic. Tuse. 28, 69,
236<)() wilhelm nestle
18. Kock , 309, cita a este respecto la imitacin latina: NiMl tam difficile est, quin
investigan non possit.
19. Ambis, frag. 3; cfr. Scbiller, Die Idale, estrofa final.
20. Timocls, frag. 6; cfr. Gorgias Hel 8 s.; Aristt. Poet. 23, 1459* 21.
21. Aximnicos, frag. 3; cfr. Filemn, frag. 130.
22. Alexis, frag. 271; cfr. Filetairos, frag. 7; Amfis frags. 8. 21; Tefilo, frag. 12.
23. Alexis frag. 295; Anaxndr. frag. 60.
24. Alexis frag. 45.
25. Antfanes, frags. 289. 228. 264; Alexis, frags. 281. 340. 343; cfr. Soln: Vor-
sokx. 5.* ed., I, 63 4.
historia del. espiritu griego 237
BIBLIOGRAFA
LA POCA HELENISTICA
que ya en Grecia pueden hallarse puntos de partida en ese sentido, por ejem-
plo, la facilidad con que se heroizaba a hombres destacados, no puede dudarse
de que en el origen de esa costumbre ha desempeado un papel decisivo la
monarqua oriental "por la gracia de Dios"; el propio Alejandro haba seguido
en efecto el ejemplo de los reyes persas, exigiendo para s la prosknesis o re-
verencia. El culto al emperador corresponda en Roma al culto helenstico al
prncipe. El hecho es importante para la historia de la cultura, porque la pro-
mocin de hombres vivos a la dignidad de dioses dio lugar a una difundida
teora acerca del origen de la religin. La filosofa griega de la poca, especial-
mente la stoa, puede considerarse al mismo tiempo como fundamento y como
consumacin de la idea del estado mundial y de la hermandad de los hom-
bres, mientras que el epicureismo representa al individuo autrquico que se
aparta del estado. Es notable tambin que el -proceso de separacin de las cien-
cias particulares de la filosofa, empezado ya por la sofstica, llega ahora a su
consumacin: la ciencia literaria o filologa, la historia, la geografa, la matem-
tica, la mecnica, la astronoma y la medicina discurren ahora como ciencias
especializadas por sus propos caminos, impulsadas por especialistas experi-
mentados.
Centros de la vida espiritual son ahora las grandes ciudades que son al mis-
mo tiempo residencias de los prncipes y en las que las riquezas de stos se
ponen tambin al servicio de la ciencia del modo ms generoso. Tal puede de-
cirse ante todo de Alejandra, con su Museo y su Biblioteca, especie de academia
de las ciencias; pero tambin es se el caso de Antioqua, en Siria, y de Prgamo,
en la costa occidental del Asia Menor. Atenas se convirti en cambio en una
tranquila ciudad; pero hasta el final de la Antigedad sigui siendo la sede
principal de la filosofa, aunque no de Jas ciencias especializadas. Otras ciuda-
des importantes en el perodo son feso, Mileto, Tarso de Cilicia, Cirene, Si-
racusa y, especialmente, Rodas, que, tras la destruccin de Corinto por los ro-
manos, se convirti en un centro del comercio mundial y en un foco de vida
espiritual, pues toda la cultura helenstica es una cultura d,e grandes ciudades
que no consigui cobrar profundidad a medida que se difunda, y fue as su-
cumbiendo al peligro que la amenazaba desde el principio: ser mera civilizacin.
Por eso no deja de presentarse en el perodo el hasto por los excesos culturales,
y la reaccin se manifiesta visiblemente en la predicacin de la escuela cnica,
cada vez ms intensa en la poca helenstica, en favor de la vuelta a la natu-
raleza; en el mismo sentido hay que concebir los idilios literarios con su alabanza
de la vida rural y la dedicacin de las artes plsticas a las obras de gnero. La
vida y la agitacin, el sentimiento y el pensamiento de la poblacin urbana, se
reflejan del modo ms fiel en la comedia nueva.
Puede discutirse la cuestin del final de la era helenstica: podra conside-
rrsela terminada con la disolucin de los estados helensticos en el imperio
romano, a mediados del siglo n antes de Jesucristo; o tambin con el comienzo
del imperio. Pero, en realidad, los dos importantes acontecimientos son casi
historia del. espiritu griego 245
BIBLIOGRAFA
LA FILOSOFA
EL EPICUREISMO
intervencin suya en el curso del mundo y en los hechos de los hombres; los dio-
ses se desentienden de todo ejercicio de poder y de providencia, razn por la cual
la mntica tiene que considerarse una insensatez. 3 Pues.todo eso seria una per-
turbacin de la felicidad de los dioses. Los dioses, que habitan los llamados
intermundos, esto es, los espacios situados entre los cuerpos csmicos, estn pues
literalmente en descanso segn Epicuro; y aunque el epicreo participa en el
culto para manifestar cierta veneracin a los dioses y para evitarse la acusa-
cin de atesmo, esta filosofa es de hecho un atesmo prctico y fue considerada
como tal, segn prueba la defensa de Epicuro contra la acusacin correspon-
diente.
En paralelo con esa plena eliminacin de los dioses aumenta la impor-
tancia de los hombres. Muy mal tratado por la naturaleza desde el punto de
vista fsico, si se le compara con los animales, el hombre es sin embargo superior
a stos por el lenguaje y por su capacidad intelectual, la cual lo capacita para
invenciones de toda clase y lo conduce hasta una cultura que difiere segn los
pueblos, su naturaleza y sus condiciones geogrficas. Pero lo que ms distingue
al hombre de los animales, sometidos a la necesidad natural, es su libertad. No
se trata de una libertad absoluta, pues tambin el hombre es un ser natural.
Pero el sabio se re del destino, al que tantos hombres consideran dueo, y
"declara que slo algunas cosas ocurren con necesidad natural, y otras por ca-
sualidad, y que est en nuestra mano no someternos a ningn seor". As pro-
testa Epicuro contra el fatalismo: "No hay ninguna constriccin de vivir bajo
constriccin". 4
Esta doctrina de la libertad de la voluntad constituye el fundamento de la
tica de Epicuro. La libertad, en efecto, posibilita al hombre la consecucin
del bien supremo, "la paz del alma", mediante la lucha contra las pasiones. La
paz del alma es, por lo dems, inseparable de un sentimiento de placer, y en
este sentido pertenece tambin el placer al bien sumo; pues todo ser vivo, tam-
bin el hombre, aspira por naturaleza al placer y rehye consciente o incons-
cientemente el displacer y el dolor; en este sentido una vida placentera es una
vida segn naturaleza. As es la tica, como la de Aristipo, un arte de la vida
que intenta conseguir un mximo de placer y un mnimo de dolor. Pero Epicu-
ro rebasa ampliamente el grosero hedonismo de Aristipo y se encuentra mucho
ms cerca de la doctrina democritea que hace de la paz del alma el objetivo
prctico de la vida. Para evitar falsas interpretaciones el filsofo lo expone ex-
plcitamente: "Cuando decimos que el placer es el fin, no significamos con ello
el placer de los glotones, ni, en general, el placer que se basa en el disfrute ma-
terial, como dicen muchos ignorantes, enemigos o malvolos, sino la libertad
respecto del dolor fsico y la paz del alma". La norma de vida epicrea no ex-
cluye en modo alguno la sencillez y la limitacin de los deseos. Al contrario,
3. Dig. L. X, 137.
4. Dig. L. X, 133; Gnomol. Vat. 9.
historia del. espiritu griego 249
Epicuro recomienda expresamente ambas cosas: "El pan y el agua dan el mayor
placer si se toman por necesidad. Acostumbrarse a un modo de vida sencillo y
sin lujo es bueno para la salud, hace al hombre resistente a las constantes exi-
gencias de la vida y nos otorga un estado de nimo superior en los momentos
excepcionales en que disfrutemos de cosas ms costosas".c La vida de Epicuro
correspondi a su teora: durante el cerco de Atenas por Demetrio Poliorcetes
(294 a, J. C.) Epicuro consuma con sus amigos unos platos de habas tan escasos
que al servrselas se las contaba. Tampoco debe olvidarse que Epicuro colocaba
el placer espiritual, el bienestar anmico, por encima del placer externo y sen-
sual: "Felicidad y bienaventuranza no son fruto del dinero ni de la gran in-
fluencia ni de los honores o el poder, sino de la ausencia de sufrimiento, de la
moderacin de las pasiones y de un nimo que contempla los lmites del fin
natural de la vida". 6
La tica epicrea est cortada a la medida del individuo. El sabio es el soli-
tario contrapuesto a la muchedumbre. Por eso el epicureismo no llega a elaborar
ninguna doctrina de la sociedad. Es individualista, aconseja desentenderse de
la poltica y proclama la mxima: "jVive en lo oculto!" 7 La amistad es, para
los epicreos, el sustitutivo de la participacin en la vida pblica. La amistad
procura la alegra mayor y aporta la contribucin ms importante para una vida
feliz. 8 Por eso esta virtud fue muy intensa y extensamente cultivada en la filo-
sofa del "Jardn", como se llamaba tambin a la escuela epicrea, por la pro-
piedad comprada por su fundador y cedida a la escuela en Atenas. Epicuro
mantuvo tambin trato epistolar con miembros extranjeros de la escuela y con
comunidades epicreas de otras ciudades; y su ltima carta, la epstola a Ido-
meneo escrita el da de su muerte, estaba motivada por su preocupacin por los
hurfanos de un amigo muerto. 9
Epicuro se interesaba por la difusin y la divulgacin de su doctrina. Con
este objeto redact un catecismo de sus "doctrinas principales" (kyriai dxai)
en breves sentencias, y hasta un resumidsimo credo de las "Cuatro medicinas":
"No hay que temer a Dios. Muerte significa ausencia de sensaciones. Es fcil
procurarse el bien. Es fcil soportar el mal". 10
La impresin personal que haca Epicuro en sus discpulos debi de ser
muy grande. "Obra siempre como si te estuviera mirando Epicuro" fue siempre
el principio de todo autntico epicreo.11 La doctrina epicrea fue difundida
en el siglo siguiente por muchos escritos, pero sin que por ello experimentara
modificaciones de importancia. T . LUCRECIO CARO la present a los romanos en
5. Dig. L. X, 34, 13 s.
6. Plut. Demetr. 34; De aud. poet. 14, 37 A.
7. Plut. de lat. viv. 4.
8. Cic. de fin. I, 20, 65.
9. Dig. L. X, 22.
10. Dig. L. X, 138 ss.; Vol. Hrcul. 2, I, 148.
11. Sn. Epist. 25, 5.
250<)() wilhelm nestle
su gran poema didctico acerca "De la naturaleza de las cosas", editado por
Cicern a la muerte del autor; de ese poema ha recogido la posteridad su cono-
cimiento del epicureismo. El poeta celebra a Epicuro como salvador de la hu-
manidad, que ha liberado a sta de la temerosa insensatez de la religin, insen-
satez que tantos males ha causado (I, 101). Lo canta como vencedor de ese po-
der tenebroso, por obra de la investigacin de la verdadera naturaleza de las
cosas (I 78 s.):
6. Cens. dies nat. 4, 10; Dig. L. VII, 157; Hor. Sat. II, 2, 79; Tert. de an. 5; Epf.
adv. haer. 3, 2.
7. Dig, L. VII, 87; VI, 15; Hor. Epist. I, 1. 106 ss.
8. Estob. Eclog., , 7 s.
historia del. espiritu griego 253
Con esos versos, Schiller afirma la capacidad natural del hombre para hacer
el bien, que le haba reconocido la stoa y negado el cristianismo. Como ltima
consecuencia de la vida segn naturaleza y de la superioridad del sabio a todos
los golpes del destino, la filosofa estoica deja abierta la posibilidad de la muerte
libre, del suicidio, pero slo para el caso de que el hombre haya perdido todas
sus fuerzas y capacidad de resistencia y se haya convertido en una carga para
s mismo y para los dems. Si no es en ese supuesto, el hombre est obligado a
demostrar su fuerza moral aceptando precisamente el duro destino. Las opinio-
nes de los diversos estoicos acerca de este punto discrepaban en el detalle, y la
decisin quedaba al arbitrio de cada individuo.
La insistencia que pona la stoa en la educacin y formacin de una perso-
nalidad autosuficiente, segura de s misma, independiente, tiene su compensa-
cin en el reconocimiento de que el hombre es un ser orientado por naturaleza
a la vida en comunidad social, idea emitida ya antes por Protgoras y por Aris-
tteles. Esta idea da a la stoa su rasgo cosmopolita y social. En cambio, la stoa
al menos la stoa antigua no tiene apenas relacin positiva con el estado
tradicional e histrico. En el escrito de Zenn acerca "Del estado" libro del
que se deca que estaba escrito "en la cola del perro", o sea, influido por ideas
cnicas se encontraban las siguientes palabras: "No deberamos vivir en esta-
dos o poblaciones divididas y cada uno con su derecho, sino creer que todos los
hombres son nuestros compatriotas y conciudadanos; no debera haber ms que
una forma de vida y un orden estatal, del mismo modo que un rebao comn
se cra segn una sola ley". Con esto establece la stoa un nuevo princi-pio social:
lo decisivo para la constitucin de un estado no es la polis, el pas o el pueblo
en el que por azar se nace; ni siquiera la familia, basada en la comunidad de
la sangre, garantiza la verdadera connaturalidad de los hombres; "sino que slo
los justos son entre s conciudadanos y amigos, parientes y libres." 10 Ni la na-
apud Platn, Protg. 337 CD; Demcrito frag. 107 y, en el mbito cristiano Luc. 14, 26;
Mat. 12, 46 ss.
11. Clem. Al. Strom. V, 11, 76; Dig. L. VII, 33, 131; Plut. Lic. 31.
12, Filemn frag. 98 (Kock); Dig., L. VII, 27 ss.
historia del. espiritu griego 255
La falta de lgica salta a la vista: por una parte, el orden racional del cosmos
consiste en la contraposicin y fusin del bien y el mal; por otra parte, el mal
es una desviacin respecto del orden racional del mundo. Con esa disposicin
de nimo, Oleantes no pudo tolerar el genial descubrimiento de Aristarco de
Sanios, el primer cientfico que ha teorizado el movimiento de la Tierra alrededor
del Sol, y depuso denuncia por atesmo contra el gran astrnomo, "pues ha pues-
to en movimiento el hogar del cosmos".17 En Oleantes pueden adivinarse ya las
lneas maestras de las demostraciones de la existencia de Dios de las que se ha
servido la teologa posteriormente hasta Kant: la prueba teleolgica y la prueba
cosmolgica. Entre los motivos para creer en Dios, Oleantes cita, en efecto, la
finalidad de la naturaleza y el movimiento regular y normado de los astros.
Tambin la prueba ontolgica est aludida en sus escritos.18 Los siguientes ver-
sos del filsofo son, por ltimo, un hermoso testimonio de la fe estoica en el
destino:
idea que se hizo tan popular en esa formulacin que se presenta hasta en el
Nuevo Testamento (., 17, 28).
Como fruto de la mentalidad social despertada por la stoa puede considerar-
se la reforma social del rey Clemenes de Esparta, que procedi a una redistri-
bucin de las tierras de mucha envergadura: Clemenes era en efecto discpulo
del estoico Esfero de Borstenes, la posterior Olba, en la desembocadura del
Dnieper.21
Frente a las numerosas discrepancias que amenazaban con llevar a la dis-
gregacin de la escuela, C R I S I P O de Solos (Clicia), volvi a exponer en una serie
de escritos las doctrinas estoicas con tal eficacia que la posteridad dijo que sin
Crisipo no habra habido stoa (siglo M); hasta mediados del siglo II Crisipo fue
en su escrito acerca "De ios dioses" la bondad de la divinidad para con los
hombres, est dominada la idea de que el individuo se encuentra obligado
a servir a sus compatriotas y a la sociedad humana. En relacin con esto est
su escrito acerca "Del matrimonio", en el que combata la hostilidad al vnculo
matrimonial que se' difunda por toda Grecia de una manera alarmante para
el futuro de la poblacin; Antpatro presenta la formacin de una familia como
exigencia de la naturaleza y deber para con la patria. Discpulo suyo fue el
romano C. Blosio de Cumas, amigo de Tiberio Graco; Blosio influy en la
poltica de ste y difundi doctrinas sociales seguramente influidas a su vez
por Antpatro.25
Ya antes, en el ao 156-155 antes de Jesucristo, Atenas haba enviado a
Roma, por asuntos polticos, una embajada caractersticamente compuesta por
tres filsofos: el acadmico Carnades, el peripattico Critolao y el estoico
Digenes de Babilonia o de Seleucia, maestro de Antpatro. Estos tres hombres
aprovecharon tambin su estancia en Roma para dar conferencias filosficas;
as dieron por primera vez a conocer directamente a los romanos el pensamiento
helnico y prepararon el terreno para una profunda influenciacin del ambiente
por la filosofa griega. Los dos mediadores ms importantes de sta fueron ulte-
riormente los dos representantes capitales de la llamada stoa media: Paneco
y su discpulo Posdonio.
PANECO de Rodas haba sido discpulo de Digenes ! y de Antpatro en
Atenas y lleg a Roma haca el 150 antes de Jesucristo, en un momento, pues,
en que la repblica romana haba sometido ya a los reinos helensticos y se
dispona a completar su pleno dominio del Mediterrneo mediante la destruc-
cin de Cartago. En la literatura haba empezado ya el proceso que el poeta
romano caracteriz diciendo que "la vencida Grecia super al brbaro vencedor
y llev la cultura al Lacio rural"; 2ft ahora se sum la filosofa a ese proceso.
Escipin Emiliano, el hijo del vencedor de Pidna (168 a. J. C.), que pronto
ganara el sobrenombre de "Africano" por la destruccin de Cartago, reuni
en torno suyo un crculo de amigos de la cultura helnica, como Lelio, Q. Mu-
do Scvola, etc., crculo al que perteneca tambin el historiador griego Polibio.
En este ambiente se acogi tambin a Panecio, el cual pudo as conocer el
imperio mundial romano cuya consumacin poda considerarse en todo caso
como un paso gigante hacia el estado mundial estoico no slo desde el pun-
to de vista de su poder, sino tambin desde el de sus necesidades espirituales.
A la vista de esa realidad, un hombre verdaderamente amante de la verdad
tena que abandonar muchos elementos del soado ideal estoico, pues era impo-
sible hacerse cargo de las exigencias de la vida real sin aceptar algn compro
miso con ellas. Este rasgo caracteriza al estoicismo medio. El estadista de ver-
25. Plut. Stoic. rep. 38; Cic. de off., III, 11, 52; Estob. Flor. 67, 25; cfr. Polybr.
XXXVII 9, 3 ss.; Plut. Ti. Gracchus 8, 17, 20.
26. Hor. Epist. II, 1, 156.
historia del. espiritu griego 259
dad resultaba muy distinto del sabio estoico, tericamente capaz de todo de
actividad de estadista tambin, por lo tanto. Panecio aprendi a admirar a los
estadistas reales del pasado y del presente, y se dio cuenta al mismo tiempo
de que no haban podido cumplir sus grandes tareas sin la contribucin de
numerosos colaboradores.27 Toda su filosofa se acerc a la realidad por la
influencia de esos conocimientos directos y empricos. As abandon el exage-
rado objetivo moral de la stoa, la apata, y lo sustituy apoyndose en De-
mcrito por la eutimia, la calma del nimo, con lo que se acerc conside-
rablemente al epicureismo, Al mismo tiempo desarroll coherentemente la
teora de los deberes, a la que dedic un libro especial que es la base de los dos
primeros libros de Cicern sobre este tema. 28 Y del mismo modo que en su
tica empez a tomar en cuenta la diversidad de las individualidades, tambin
en el marco ms amplo de la humanidad supo apreciar las diferencias entre
los hindes y los persas, los etopes y los sirios, etc., diferencias provocadas por
las circunstancias de la tierra y del clima. Teorticamente se mantuvo fiel al
estado mundial estoico y rechaz la ciudadana ateniense que le ofrecieron;
pero al mismo tiempo se ocup del problema de la mejor constitucin y la hall,
igual que Polibio y Dicearco, en una mezcla de las tres formas fundamentales,
forma que se crea ver encarnada en el estado espartano y, especialmente, en
la repblica romana. 29 A travs de Cicern, esa idea ha influido tal vez en el
proyecto de la monarqua constitucional de Montesquieu. En su teologa, Pa-
necio rechaz la interpretacin alegrica de los mitos y abandon la doctrina
de la Providencia y su consecuencia, la justificacin de la mntica, incluyendo
la de la astrologa entera. Panecio distingue tres clases de religin: la de los
poetas, la de los filsofos y la de los estadistas. La primera es "necia; pues
los dioses quedan tan desfigurados por los poetas que ni siquiera pueden compa-
rarse con hombres honestos; ya que los poetas atribuyen a un dios robo, al otro
adulterio, a otros hechos y palabras necias y perversas". La religin filosfica,
que es la que reconoce el verdadero ser de la divinidad, es ciertamente verda-
dera, pero no vale para el pueblo; pues sera daino que la masa supiera cul
es la verdad acerca de los dioses que adora y acerca de sus imgenes. Por eso
tiene que existir adems la religin impuesta por el estado, la cual prescribe
las formas de veneracin de los dioses, el culto oficial.30 Se trata de una solucin
prctica y superficial del problema religioso que atiende poco a sus dificultades.
De acuerdo con la conviccin de Panecio que comparta con los hipocrti-
cos de la estrecha conexin entre la naturaleza y la vida espiritual de los
pueblos y de los individuos, el filsofo rechaza consecuentemente la doctrina
idea fue comunicada 1500 aos ms tarde por el astrnomo Toscanelli a Cris-
tbal Coln y motiv as el inesperado descubrimiento del continente americano,
primeramente confundido con la India. Todo lo que existe en la Tierra
constituye una escala o jerarqua que a travs de numerosas transiciones pasa
desde las formas inorgnicas, por las plantas y los animales, hasta el hombre.
Todo ese diferenciado mundo de la vida contiene en s, en grados diversos,
aquel elemento clido que condiciona su existencia. En su consideracin de
la naturaleza, que es muy detallada, Posidonio unifica el punto de vista causal
y el teolgico. Como ejemplo puede ofrecerse la siguiente observacin: "El
molusco de conchas establece un pacto con un pez para su alimentacin; cuan-
do los pececillos pequeos se encuentran entre las valvas, el pez muerde al
molusco, ste cierra las valvas, y as se conciertan para obtener su alimento
animales muy diversos por naturaleza... Pues la naturaleza ha infundido en
los seres vivos esa tendencia a la propia conservacin".30 De este modo modifica
Posidonio el dogma estoico de la Providencia, el ms atacado por los escpticos.
Tambin reconoce la razn csmica estoica, el Lgos; pero "la Providencia
no tiene en cuenta ms que lo ms importante para la conservacin del orden
del mundo, como hacen los reyes y los estrategas, los cuales no pueden preocu-
parse de lo inmediato e rrelevante y de los individuos sin importancia". Las
consecuencias que tienen para el hombre los fenmenos naturales destructores,
como las tormentas, los terremotos, las epidemias, etc., no son ms que conse-
cuencias accidentales y adjetivas de movimientos elementales sin los cuales el
mundo no podra subsistir. En su accin sobre la naturaleza, Dios contempla
siempre el todo, y en la existencia del hombre y de los dems seres vivos atien-
de a la conservacin de la especie, no a la de los individuos. Con estas conside-
raciones que eliminan al hombre como centro del mundo, Posidonio llega a una
teodicea que le permite afirmar:."Dios no es culpable de ningn mal". Los rep-
tiles venenosos y otros fenmenos naturales parecidos "no son obra intencio-
nada de la Providencia, sino producto del decurso de la naturaleza". Pues "es
propio de la perfeccin del todo que nacieran seres de todas las especies".40
Pero aunque el hombre individual no tiene derecho a pretender providen-
cia especial para l en el todo del mundo y en el proceso legal y total de la na-
turaleza, no obstante, el hombre como especie ocupa un lugar especial en la
concepcin del mundo de Posidonio. Con su unin de cuerpo y espritu, terre-
no y eterno, el hombre constituye la pieza de enlace, el "lazo" (desms) como
dice Posidonio con una expresin del "Timeo" platnico (31 C), que man-
tiene juntos los dos mundos, el celeste y el terreno. En el hombre coinciden
los dos mundos. 41 En este punto Posidonio abre una brecha en el consecuente
monismo de la escuela estoica, al distinguir radicalmente entre el cuerpo del
39. Nemes de nat. hom. 12, 13; Ce. de nat. deor. II, 48, 123 s.; 12, 33.
40. Euseb. Praep. ev. VIII 14, 43 ss.
41. Nemes, de nat. hom. II s.
historia del. espiritu griego 263
ideas, el primero, tiene "un carcter voluntario": es el que procede de los poe-
tas; el otro, en cambio, que se debe a legisladores, es de carcter "constrictivo
y autoritario". Pero ninguno de los dos tipos de ideas religiosas adquiridas
podra tener una influencia eficaz si no fuera porque la idea innata y primera
le sirve de fundamento; gracias a la preexistencia de sta pueden aqullas diri-
gir sus mandamientos y prohibiciones a una voluntad ya predispuesta y a una
conciencia preparada. Las enseanzas de los poetas y de los legisladores son
en parte correctas y estn en armona con la verdad y con aquellas otras ideas
innatas; en parte son tambin errneas. En esta filosofa de la religin, que
nos ha transmitido Din de Prusa,47 contemplamos la mayor profundidad que
la Antigedad ha conseguido en este terreno. La suposicin de una idea de
lo divino comn al gnero humano como tal, idea que se apoya en Aristteles,
es, por cierto, el nervio de la prueba de la existencia de Dios "e consensu gen-
tium", y como tal lo defiende la dogmtica cristiana; tambin coincide con lo
que en el perodo ilustrado de los siglos xvii y xvin se llam "religin natu-
ral" 48 por contraposicin con las diversas religiones positivas. Esta doctrina
ilustrada se basa directamente en la estoica de las "razones comunes" de la
humanidad, entre las que se cuenta el concepto de la divinidad; y la "religin
natural" es una hiptesis coherente en cuanto se la entiende, a la manera
de Posidonio, como una disposicin espiritual del hombre y no como una defi-
nida combinacin de representaciones religiosas. La religin se pone as al nivel
del lenguaje y del arte, los cuales tambin son propios del hombre como pre-
disposiciones espirituales, pero tienen diversa elaboracin y diverso desarrollo
en los distintos pueblos, segn la altura y el tipo de sus cualidades espirituales.
Posidonio ha promovido as, enriquecido y resumido el saber de su tiempo,
ha flexibilizado la rigidez del sistema estoico y ha establecido una fecunda
unin de ciencia y filosofa. Pero la brecha que practic en la muralla del
sistema estoico, la inclinacin al platonismo que le era propia como oriental
helenizado, trajo consigo no slo el dualismo platnico-pitagrico, sino tambin
una buena suma de lamentable supersticin, mntica, astrologa, fe en los
demonios, miedo a los fantasmas; todas esas locuras encontraban en Posidonio
una aparente justificacin filosfica que amenazaba con borrar las fronteras
entre el saber y el creer y entre la religin y la supersticin. La influencia
de Posidonio en estos dos sentidos se extiende por los siglos siguientes. El "Sue-
o de Escipin", en el libro VI de la "Repblica" de Cicern, las inteligentes
observaciones introductorias de tipo filosfico-cultural puestas por Salustio a sus
obras histricas, el notable canto VI de la Eneida de Virgilio, con su tesis de la
preexistencia de las almas, la teora senequista del origen de la cultura y el
1. Teles apud Estob.Tlor. 97, 31; Menipp. apud Atben. XIV, 664 E.
2. Metrod. de sens. 15; Eratstenes, segn Dig. L. IV, 52 y Estrab. I, 2, 2.
3. Hor. Sat. I, 1, 24; cfr. Epist. II, 2, 60 (Bionei sermones).
266<)() wilhelm nestle
8. Dig. L. VI, 101, 29; Ath. XIV, 664 E; Luc. Bis acc. 33.
9. Ath. XII, 530 E; Pap. Heidelterg. 310; Anth. Pal. IX, 359; VII 67, 472; Dig.
L. VI, 76; Estob. Flor. 4, 42; Oxyrh. Papyr. VIII nmero 1082, 1. Cfr. mis Sokratiker,
pp. 147 y ss.
historia del. espiritu griego 269
LOS PERIPATTICOS
y con su muerte que "la filosofa abarca la vida en todo su curso, en toda su
extensin, con todas sus experiencias y toda su actividad".2 Al ser para l
la filosofa ante todo filosofa de la vida, Dicearco se acerc a la poltica, que
no concibe ya como retrica hbil y aplicada, sino como accin al servicio del
bien comn. En su "Tripolitiks" considera como constitucin ptima la mez-
cla de las tres formas fundamentales: Panecio y Polibio tomaron de l esta
idea. Su obra principal era una historia de la cultura griega. En ella interpre-
taba de forma racionalista el mito de la edad de oro. En los tiempos primitivos
todo creca y daba frutos por s mismo porque los hombres no saban plantar
ni cultivar; y esa poca parece feliz simplemente porque en ausencia de toda
cultura se desconocan tambin los males que la cultura aporta consigo, espe
cialmente la lucha por la propiedad. Esta lucha, y la guerra con ella, se presen-
t en la segunda fase de la evolucin, la fase de los cazadores nmadas, en el
que ya exista la propiedad y vala la pena para cada cual intentar arrebatrsela
violentamente a los dems. La tercera fase es la de la agricultura, que dio lugar
a la vida sedentaria y, con ella, al desarrollo de una cultura en sentido es-
tricto. 3 Dicearco se ha interesado tambin por la geografa fsica, y en este
terreno es uno de los principales precursores de Eratstenes. Practic medicio-
nes de alturas montaosas y explic que incluso las montaas ms altas son
demasiado bajas para alterar la forma esferoidal de la Tierra. 4
Con ESTRATN de Lmpsaco, el sucesor de Teofrasto en la jefatura del
Liceo, la filosofa especulativa y la tica pasan tan evidentemente a ltimo
plano, detrs de la investigacin cientfico-natural de especialista (sobre todo
la fsica), que ya los contemporneos le llamaron "el fsico", Del mismo modo
que Demcrito haba mecanizado el sistema de Anaxgoras mediante la elimi-
nacin del nos, as convirti Estratn el sistema de Aristteles en un monismo
puro al insertar en la naturaleza misma el primer motor divino: "No necesito
la ayuda de ningn dios para explicar la estructura del mundo. Todo lo que
existe es obra de la naturaleza. Toda la fuerza divina est en la naturaleza, la
cual lleva en s las causas de la gnesis, deh aumento y de la disminucin, pero
carece de toda conciencia de toda forma personal. El mundo no es un orga-
nismo vivo, pero, como es independiente, da el primer impulso, a partir del
cual se produce todo otro proceso natural". 5 Como en otro tiempo Aristteles
insertara en la naturaleza las ideas trascendentes de Platn, dndoles el papel
de fuerzas dadoras de forma, as tambin la doctrina bsica de Estratn incluye
a su vez en la naturaleza el primer motor trascendente de Aristteles, El mundo
entero es de naturaleza movida y que se mueve, y obra inconscientemente.
2. Dig. L. I, 40; A seni ger. resp. 26. Sobre esto W. Jseger, Uber Ursprung und
Kreislauf des pbilophischen Lebensdeals. Sitzunsberichte der Berliner Alcademie der Wis-
senschaften, Philosophis-historsche Klasse, 2928, XXV.
3. Pbot. Blb. cod. 37, p. 8 a.; Porf, de abst. IV, 1, 2.
4. Plin. Hst. nat. II, 64, 162. .
5. Cic. Ac, pr.: II, 38, 121; de nat. deor. I, 13, 35; Plut. adv. Col. 14, 3.
historia d e l . espiritu griego 271
6. Estob. Ecl I, 10; Epxf. adv. haer. 3, 33; Plut, phil. V 4, 3; Sen. Quast. nat. 6, 13;
Estob. Ecl. I, 18; Hern, Pneum. prooim.; Sobre el movimiento, cfr. SimpI, 168a, 191*,
225.
7. Plut. sol, an. 3, 6; plac, phil. 4, 23; de an. 1, 4; Sext. adv, math. VII, 350; Plut.
plac, phil. 4, 5.
8. Olimpidoro a Plat. Fed., p. 150, 186, 191.
9. Hern, Pneum, prooim.; cfr. Diels, Uber das physikalische System des Straton.
(S-B der Berliner Ak. 1893, IX, pp. 99 ss.); Diels (p. 113), cita a E. Du Bois-Reymond.
Qua apud veteres de piscibus electricis extant argumenta, tesi doct. Berln, 1843.
272<)() wilhelm nestle
1. Sext. adv. math. IX, 60; Cic. de nat. deor. I, 23, 62 s.; tambin la ciencia de las
religiones distingue hoy entre pueblos que creen slo en seres suprasensibles (espritus, de-
monios, etc.), y pueblos que creen en dioses. Cfr. W. Wundt, Elemente der Vlkerpsy-
chologe, 1913, p. 348.
historia del. espiritu griego 273
vboras y serpientes de todo gnero y por qu ha vertido tanto mal sobre tie-
rras y mares. Vosotros negis que todo eso haya podido hacerse tan perfecta
y cumplidamente sin una capacidad divina, y as rebajis la perfeccin de
Dios a la de las abejas y las hormigas, de modo que entre los dioses tiene que
haber habido algn Mirmcides, algn fabricante de miniaturas".2 Y si se
alude a la razn humana como sumo don de la divinidad, hay que decir que
tambin con ella se crea mucho mal; pues tambin el criminal se sirve de la
razn. Suele decirse que "la culpa es del hombre; pero la divinidad habra
tenido que dar al hombre una razn que excluyera el error y la culpa". 3
Carnades ataca tambin las contradicciones que yacen en el concepto tra-
dicional de la divinidad. Dios, segn parece, tiene que ser un ser sensible y al
mismo tiempo inmutable e imperecedero. Pero una y otra propiedad se exclu-
yen recprocamente. Pues percepcin es alteracin, y lo que se altera es pere-
cedero. Ahora bien, un dios perecedero es un contrasentido. Por otra parte,
la divinidad tiene que ser corprea o incorprea. Pero no puede ser incorprea
si tiene forma, percibe y habla. Mas si es corprea es compuesta, y por tanto
tambin perecedera por esa razn. Adems: si hay una divinidad, estar en
posesin de la moralidad o no lo estar. Si no lo est, la divinidad es mala y
perversa, cosa absurda. Si obra segn moralidad, hay entonces algo ms alto
que Dios. Pues del mismo modo que la moralidad del hombre est ms alta que
el que la posee y obedece, as tambin la moralidad de Dios tiene que estar
ms alta que l mismo. Por ltimo, la divinidad tiene que ser limitada o infi-
nita. Si Dios es infinito, tiene que ser tambin inmvil y carecer de alma;
pues el alma presupone movimiento. Pero tampoco puede Dios ser finito; pues
en ese caso sera una parte del infinito y no sera por tanto el ser supremo.
Pero si no puede ser ni finito ni infinito, dado que no puede pensarse una
tercera posibilidad, hay que concluir que Dios no existe.4 Todos esos argu-
mentos son definitivos aplicados a un dios personal, pues personalidad implica
necesariamente limitacin. Por eso carcter absoluto y carcter personal se ex-
cluyen recprocamente, razn por la cual el propio Schleiermacher prefera
hablar de Dios "vivo" que de Dios personal. De hecho, la estructura y for-
macin del mundo puede pensarse sin Dios, como ya haba mostrado el peri-
pattico Estratn. Todos los fenmenos regulares de la naturaleza, como las
mareas, como las fiebres tercianas, etc., se explican por la legalidad interna
de la naturaleza, para dar cuenta de la cual no hay que "refugiarse en Dios
como quien se refugia en un altar". De ningn modo ha creado Dios la ma-
teria, la cual tiene ms bien sus propias fuerzas y su naturaleza. "Si se admite
que al principio se formaron grmenes en todas las cosas al autofecundarse
2. Cic. Ac. pr. II, 38, 120. Mirmcides fue un clebre tallista. Varrn, Ling. Lat.
VII, 1, IX, 108.
3. Cic. de nat, deor. III, 27, 69 s.
4. Sext. adv. math, IX 142 ss., 180 s., 176., 148 ss.
18. K S P R I T U GRIEGO
268<)() w i l h e l m nestle
ki naturaleza, para que hace falta un Dios creador? Si se admite que todas
1 us partes del mundo se han combinado creciendo por enlaces casuales y han
cobrado as orden y forma, para qu hace falta un Dios ordenador?... El hom-
bre y todo ser vivo que nace recibe vida y crecimiento a consecuencia de la
casual combinacin de los elementos en los que luego se descompone todo
hombre y todo animal al disolverse y desaparecer. As vuelven los elementos
sus fuentes, y todo a s mismo vuelve sin necesidad de un artista, juez o
creador... El rayo cae aqu o all: unas veces en la montaa, otras sobre los
rboles, hiriendo sin distincin lugares sagrados y lugares profanos, matando
unas veces a un hombre culpable, otras a un hombre piadoso... Si el mundo
estuviera gobernado por una Providencia divina, no tendran tronos Teales
IVilaris y Dioniso... O bien nos ocultan o disimulan la oscura verdad o bien,
cusa ms verosmil, reina el acaso, libre de toda ley, en el cambiante y vacilante
juego". 5 Es claro que cuando Carnades habla de "azar" y "acaso" no lo
hace por contraposicin a la ley natural, sino en oposicin al obrar consciente
y finalstico de un ser divino sobrenatural. Es natural que los dioses tradicio-
nales quedaran eliminados para un pensador que as atacaba en sus races
:t Ja creencia en Dios: "Si Zeus es dios, entonces lo ser tambin su hermano
Posidn; y si lo es Posidn, tambin Jo ser Aqueloo, y tambin el Nilo,
y todos los ros; y si lo son stos, tambin lo sern los arroyos y los saltos
tic agua; ahora bien, los arroyos no son dioses; luego tampoco lo es Zeus".
Carnades declara imposible la mntica. En este contexto apela al verso de
Eurpides:
El clculo justo es la mejor -profeca,
5. Cic. de nat. deor. II, 10, 24 s.; Cic, apud Lact. Inst. div. II, 8, 10; Mnucio Flix,
Oct. 5, 7 ss.
historia del. espiritu griego 275
por azar". Pues el azar es aquello que ocurre de tal modo que tambin habra
podido ocurrir de otra manera. 6
Partiendo de sus principios escpticos Carnades no poda tampoco estable-
cer consecuentemente una finalidad tica determinada. Por eso recurri a la
frase de Protgoras segn la cual cada cosa es susceptible de dos modos de
consideracin (lgoi). Cuando en el curso de la embajada ateniense a Roma
de la que antes se habl sufri un accidente en la ciudad y tuvo que prolongar
su estancia en ella, pronunci una serie de conferencias filosficas ante los
romanos. En dos das sucesivos trat el concepto de justicia en sentidos con-
trapuestos. El primer da prob a su pblico que para obrar bien tenan que
abandonar todas las conquistas que haban hecho por el Mediterrneo y devol-
verlas a sus anteriores propietarios. Al da siguiente argy con la misma rigu-
rosa lgica que los romanos segn la doctrina del derecho del ms fuerte
posean con todo derecho su imperio. Hombres serios de pensamiento romano
a la antigua, como Catn, se indignaron como es natural con estas exhibiciones
de acrobacia lgico-retrica;7 pero desde el punto de vista del escptico, la doble
argumentacin era consecuente.
Este escepticismo no era en efecto mero juego lgico, sino que tena pro-
fundas y serias races. Por ms que Carnades asegurara que no estaba ata-
cando la fe en los dioses, sino slo la insuficiencia de las pruebas de la exis-
tencia de Dios, su pblico oa en sus conferencias exclusivamente el "no"
categrico, y l mismo se engaaba por lo menos si crea que su duda se limi-
taba a la robustez lgica de los argumentos destruidos. No es casual, en todo
caso, que su discpulo Clitmaco escribiera un tratado acerca "Del atesmo",
cuyo contenido, desgraciadamente, no conocemos.8 Carnades no esperaba
tampoco una supervivencia despus de la muerte, como prueba su sentencia:
"La naturaleza que ha edificado este cuerpo lo disolver". 9 Su escepticismo
rebasa de hecho ampliamente la "abstencin" de principio de su escuela, y
pone en tela de juicio no slo las formas tradicionales de la religin y de la
moral, sino sus ltimos fundamentos. Notable desarrollo ste que, precisamente
en la escuela cuyo fundador llev a culminacin y a tensin suma la contem-
placin idealista del mundo, precisamente en la Academia platnica, suscit,
con ecos en todo el mundo helenstico, la pregunta de Pilato: "Qu es la
verdad?".
6. Sext. adv,, matb. IX 183 $.; Cic, de div. II, 5, 12; 6, 15 ss.; Eurp. Frag. 973; cfr.
Hel. 757 y Antifonte A 9 (Diels).
7. Cic, de xepubl. III, 6, 9.
8. Tefilo de Antioqua, ad Autolycum, III, p. 121, apud N. Bach, Critiae tyranm
quae supersunt, 1827, p. 66.
9. Dig. L. IV, 64.
276<)() wilhelm nestle
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CAPTULO XVIII
GEOGRAFA Y ASTRONOMA
4. Estrab. I, 2, 3, p. 15.
5. Estrab. I, 2, 5, p. 24.
282<)() wilhelm nestle
- MATEMTICA Y MECNICA
Aqu no podremos tratar sino superficialmente estas dos ciencias que, entre
los griegos helensticos, tienen relevancia slo secundaria desde el punto de
vista ideolgico, de la concepcin del mundo, aunque se beneficien de extra-
ordinarios desarrollos. La matemtica haba estado ntimamente enlazada con
la filosofa entre los pitagricos y en la primera Academia platnica; pero a me-
dida que progres fue convirtindose cada vez ms en ciencia de especialistas, y,
como tal, acab discurriendo por sus propios caminos. La mecnica, relacionada
con la filosofa slo a travs de la fsica general en sentido griego, consigui xi-
tos considerables en la Antigedad, pero sin lograr una influencia cultural re-
volucionaria y transformadora del mundo, como la tcnica en los siglos xix y xx.
Sus descubrimientos e invenciones no pasaron de ser juegos espirituales y curio-
sidades que en el Renacimiento volvieron a encontrar admiradores e imitadores;
pero los fecundos principios cientficos de la mecnica antigua no fueron pro-
fundizados ni fecundaron la vida econmica, dado que la presencia masiva de
historia del. espiritu griego 285
L A MEDICINA
LA HISTORIOGRAFA
4. Eur. Bac. 288 ss. Ya en este paso se encuentra el juego de palabras entre "m-
ros" (parte) y "mers" (muslo),
5. Diodoro II, 38, 39; ms detalles en Mller, FHG II, 397 ss.
6. Diodoro III, 56 s., 60 s.
das de Frixos y Helle, de lo, de Medea y los pelladas, todas las leyendas de meta-
morfosis divinas, y tambin el mito de Hesodo acerca de las cinco edades del
mundo y todas las leyendas divinas en resolucin: el nacimiento de Atenea de
la cabeza de Zeus, el de Dioniso del muslo del mismo dios, la historia de Leda
y el cisne, el giro de Helios en el banquete de Tiestes, el encadenamiento de
Hera, la expulsin de Hefesto de los cielos, todos los crmenes atribuidos a los
dioses, los adulterios, y robos, etc. "El que cuenta tales historias maravillosas
est lejos de la verdad, y no se le debe reconocer el derecho a contarlas a otros."
Los poetas, s; Homero y Hesodo, Esquilo y Eurpides tienen derecho a contar
esas cosas porque "todo poeta se propone ms influir en el nimo que decir la
verdad". Tambin en su obra histrica narraba Agatrquides con visible satis-
faccin que los judos tuvieron que pagar su riguroso respeto del sbado in-
cluso en tiempos de guerra con la prdida de Jerusaln a manos de Ptolo-
meo I, y que el rey Ergmenes de Etiopa, que haba disfrutado de una educa-
cin griega, termin con la vieja costumbre segn la cual el prncipe de su pas
tena que aceptar en ciertos casos la muerte por orden de los sacerdotes. Aga-
trquides debe su sana actitud crtica, siempre enriquecida por valiosas noti-
cias acerca de los diversos pueblos y pases, a la influencia de la filosofa peripa-
ttica. 7
Pero el historiador ms importante del helenismo y el nico del que hemos
conservado gran parte de su obra es POLIBIO de Megalpolis (hacia 201-120
a. j . C.). Tras la batalla de Pidna (168 a. J. C.) Polibio cay entre los 1000 rehe-
nes aqueos que los romanos se llevaron a Roma; en esta ciudad tuvo acceso a
la casa del vencedor Paulo Emilio y fue pedagogo de 'sus hijos. Especialmente
con el segundo de los hijos de Paulo Emilio acab por unirle la ms ntima
amistad personal: era el joven Escipin, as llamado porque fue adoptado por
un miembro de la familia de los Escipiones (gens Cornelia); el discpulo admir
apasionadamente al pedagogo. 8 ste le acompa en la tercera guerra pnica,
estuvo con l en las ruinas de Cartago (146) y luego en las de Numancia, tras
la toma de esta ciudad (133). Educado desde nio en un ambiente poltico,
como hijo que era del estratega aqueo Licortas, Polibio escribe, como Tucdides,
como estadista y para estadistas, y pone en consciente contraposicin a la histo-
riografa retrica del helenismo su propia historia "pragmtica", rigurosamente
construida sobre hechos y orientada siempre a la bsqueda de la conexin cau-
sal poltica.9 Sin ser propiamente un filsofo, Polibio tiene sus ideas acerca del
curso del mundo y de la historia, y tiene en esto sus puntos de contacto con el
estoico Panecio, al que conoci precisamente en el crculo de Escipin.
La impresin que el decurso histrico hizo en Polibio no fue siempre la mis-
7. Focio cod. 250 p. 443 ss, (Bekker); Agatrarq. fra. 19 (III p. 196 apud Mller);
Diodoro III, 6; Estrab. XIV p. 656.
8. Polib. XXXII 9 s.
9. Polib. IX 2, 4 ss.
historia del. espiritu griego 291
ma. Es comprensible sin dificultad que, dada la confusin y dados los duros
destinos de su patria, al principio la fortuna, Tique, le pareciera duea de la
historia, tesis con la cual se apoya en el peripattico Demetrio de Flero, Pero
a medida que fue conociendo en Roma ciudad a la que lleg como enemigo
vencido, el carcter y la poltica de la ciudad, el concepto de acaso o fortuna
fue pasando a una zona perifrica de su concepcin de la historia, a la zona de
aquel resto de irracionalidad que, como consecuencia de importantes aconteci-
mientos naturales, quedan fuera de la previsin humana; Polibio termina de-
clarando explcitamente que el historiador no puede descargarse de sus obliga-
ciones mediante la cmoda apelacin a la fortuna, sino que tiene que buscar
siempre las causas del proceso histrico.10 Progresivamente descubra en efecto
que el dominio de Roma sobre el mundo no se deba en absoluto al azar, sino que
er? consecuencia necesaria de la superioridad de sus ciudadanos en el te-
rreno militar y en el poltico. Polibio percibi as tal vez bajo la influencia de
Paneco la regularidad que impera en los fenmenos histricos. Su pragma-
tismo se convierte en este momento en una especie de fisiologa y patologa
de la vida social humana. Del mismo modo que el mdico tiene que conocer
las causas de la enfermedad para poder curar al enfermo, as tambin tiene
que descubrir el historiador la naturaleza, las causas y las tendencias de todo
acaecer poltico,11 Y debe hacerlo sin prejuicios ni teora previa, Por todo eso
Polibio compara metodolgicamente la historiografa con la medicina: al igual
que en esta ltima se enfrentan el mdico "dogmtico" influido por ciertas teo-
ras metafsicas y el mdico "emprico" que se atiene a la observacin y la expe-
riencia, as tambin en la historia se contrapone a la historiografa especulativa
o tendenciosa de los aficionados polticos el pragmatismo del historiador pol-
tico verdaderamente entendido, basado en la investigacin de los hechos.12 En-
tre los prejuicios que hay que rechazar se encuentran tambin las formas tradi-
cionales de la religin. No debe permitirse la "introduccin de dioses o hijos de
dioses en la historia pragmtica", explicando por ejemplo la extraordinaria ha-
zaa de Anbal en los Alpes diciendo que un dios o un hroe le mostr el ca-
mino. Y es demasiado cmodo atribuir a los dioses la preocupante disminucin
de poblacin en Grecia, que no es una consecuencia de la guerra, y pregun-
tarles por los medios para superarla, en vez de reconocer su verdadera causa en
la frivolidad de los hombres, su aversin al matrimonio y su antipata a los de-
beres de la educacin de los nios, y actuar entonces en consecuencia.13 Lo
que interesa a Polibio es siempre desenmascarar las verdaderas causas naturales
y los motivos y las finalidades de los hombres en la conexin histrica, eli-
minando del cuadro todas las presuntas fuerzas sobrenaturales de la historia.
14. Polib. III, 31, 12; XII, 25 b, 2. Paralelos exactos de estos textos en Tucdides,
1, 22, 4; III, 82, 2.
15. Polib. VI, 3-1.0; Menandro frag. 540 (Kock); VI, 1, 9.
historia del. espiritu griego 293
pas, conexin causal que ya haba descubierto Hipcrates. As, por ejemplo,
explica Polibio la rudeza de carcter de los arcadios por lo ingrato y fro de su
ambiente, pues "adaptarse al ambiente es ley natural para todos los hombres.
Esta y no otra es la causa de las diferencias ms importantes entre los pueblos,
las diferencias por las cuales nos distinguimos unos de otros en carcter, figura,
color y en la mayora de nuestras actividades".16
Pero a pesar de toda esa determinacin regular, Polibio no desconoce la im-
portancia de las grandes personalidades en la historia. Con aplauso cita la pa-
labra de Eurpides segn la cual "un acertado consejo vence a cien brazos".
La historia ofrece ejemplos suficientes de este hecho. As, por ejemplo, Arqu-
medes fue en Siracusa el alma de la resistencia contra los romanos, y Anbal el
soporte verdaderamente personal de la lucha de Cartago con Roma. "Y por eso
es realmente cosa grande y admirable lo que ocurre en torno de un hombre y de
una personalidad que por originario destino se encuentra suficientemente dis-
puesto para realizar todo lo que emprende", es decir, el genio.17 Este texto
sin olvidar, por lo dems, que procede de un hombre de corte, del squito de
un gran personaje con importante carrera poltica muestra que en la con-
cepcin de Polibio la aparicin del genio est prevista desde el principio, por as
decirlo, por la Providencia, e inserta en el decurso de la historia humana.
En este sentido, Polibio cree reconocer una finalidad, en la historia: la cons-
titucin de un imperio mundial que una en s todas las conquistas de la cultura
y en el que se fundan todos los pueblos de Europa, de Asia y de Africa; con ello
se alcanzara un objetivo unitario de la historia de todos los pueblos. Este obje-
tivo no es otro que el imperio romano, con lo que la teora se convierte en apo-
loga del poder al que sirve Polibio. Pues "los romanos han sometido no slo
partes dispersas, sino la tierra entera, toda la Ecmene; victoria con la que no
pueden compararse las hazaas del futuro; tan poderoso es el imperio que han
legado". 18
As el Polibio maduro no ve ya en la historia un juego del ciego azar, sino
que, sobre la base de su propia investigacin y de su experiencia personal sin
duda dolorosa para un griego, descubre en la historia plan y sentido, coinci-
diendo asi con la doctrina estoica del logos que rige al mundo. Pero entonces la
verdad tiene que triunfar tambin en la tradicin histrica. Y tal es la convic-
cin del historiador al decir: "La naturaleza, segn me parece, ha mostrado que
la verdad es la diosa ms grande en el mundo, y le ha dado la fuerza mayor.
Pues aunque a veces todo lo que hay en el mundo parece derrotarla, y la men-
tira se coloca junto a todo lo digno de crdito, la verdad penetra de todos modos
por sus propias fuerzas en las almas de los hombres y les revela entonces su
poder, llega a dominar luego de larga lucha con la tiniebla y se impone a la
gin antigua empez entonces paso a paso en todo el mundo, y no estaba lejano
el momento en que se consumara tambin en la pennsula itlica. A esa diso-
lucin ha contribuido, adems de la filosofa y la ciencia, la literatura de los
griegos, tanto la de las pocas antiguas cuanto la de la poca helenstica; su imi-
tacin por los romanos permiti que echara races en Italia la ilustracin hel-
nica, especialmente por lo que hace a los sectores populares ms amplios
medante el teatro.
BIBLIOGRAFA
LA LITERATURA
1. La obra trataba de la llegada de Teseo a casa de una pobre viejecita cuyo nom-
bre da ttulo a la pieza; Teseo est en camino para ir a combatir con el toro de Maratn.
historia del. espiritu griego 297
LRICA
Di, Caricias, cmo es all abajo? Del todo oscuro, Y el camino de vuelta?
Mentira! Y Plutn copio es? Fbula! Estamos perdidos!2
EPICA
pritu pequeo-burgus. As, por ejemplo, cuando Hera visita a Afrodita para
pedirle la colaboracin de su hijo con objeto de despertar en Medea el amor a
fasn, la encuentra ocupada en su tocado; Eros es un chiquillo mal educado
que desobedece a la madre. Esta encuentra al travieso muchacho en el jardn de
Zeus, donde acaba de terminar victoriosamente una partida de tabas con Gani-
inales. Ganimedes lo ha perdido todo, y la madre del vencedor sospecha que
no habr sido por procedimientos muy honestos. Apenas puede coger Eros con
las dos manos los astrgalos que ha ganado, y los lleva apretados al pecho, exac-
tamente igual que lo muestra una estatua helenstica, inspirada seguramente,
como el mismo texto de Apolonio que comentamos (III, 119 s.), por alguna es-
cena de la vida cotidiana.1 La madre tiene que prometer a Eros una pelota
maravillosa para que ste se avenga a obedecer. Es evidente que el poeta con-
templa ya a Eros en su forma helenstica, como muchachito, y la figura del dios
se multiplica incluso en una pluralidad de "Erotes" (III, 937), como los amor-
cillos de las pinturas murales pompeyanas, los -putti que pasarn al arte renacen-
tista. El dios Eros es un mero ornamento en Apolonio, como se comprueba por
el hecho de que Eros mismo y su flechazo al corazn de Medea son totalmente
superfinos, pues el despertar del amor de Medea por Jasn se describe con ex-
celente psicologa natural (III, 287 ss.). El mismo carcter burgus-helenstico
tiene la conversacin entre Hera y Tetis, en el que aqulla intenta ganarse a
sta para el plan de una futura boda de Medea con Aquiles en las islas de los
bienaventurados (IV, 782). Por ltimo, la pareja real del legendario pas de los
icarios, Alcinoo y Aret, tiene que soportar su traduccin a lo realista y coti-
diano, urbano y en este sentido "burgus" de la civilizacin helenstica: en el
lecho, la reina consigue el acuerdo del rey para su astuto plan contra la exigen-
cia de los de Clquida, que quieren la entrega de Medea (IV, 1068 s.). La
erudicin del poeta brilla en los excursos geogrficos incluidos en el regreso de
los Argonautas (IV, 256 ss., 640 ss.) y que contienen una oscura noticia de los
pases del Norte esto es, de Centroeuropa con sus bosques, sus lagos y sus
grandes ros.
que tuvo adems relaciones personales con Epicuro, que era aproximadamente
de su misma edad. Es posible que en los versos siguientes baya que ver una
confesin de la concepcin contemplativa y resignada de la vida propia de
Epicuro:
Considero ms feliz
a aquel que, libre de dolores, ha contemplado el alto Todo;
el Sol, las estrellas, el agua, las nubes, el fuego,
y vuelve luego all de donde viene.
Aunque vivas cien aos vers siempre
lo mismo ante ti, y si son pocos tus aos de vida,
nunca vers nada ms alto que ahora.1
Pero Tique es una fuerza "ciega y terrible". Vuelve a tomarse todo lo que
da: riqueza mujer, hijos. Si la naturaleza crea algo sublime, Tique lo echa por
tierra a continuacin. Por eso no queda ms remedio que "soportar virilmente la
ceguera de Tique". 7 A veces se escribe en vez de Tique "Automaton", esto
es, lo que ocurre por s mismo, cosa de idntica significacin en el fondo; pero
con el cambio de denominacin se tiende a eliminar totalmente el ltimo rasgo
de personificacin >de lo divino:
Para valorar esos versos hay que recordar que Tique dispona de altares y
culto en muchas ciudades. Hemos conservado la imagen de la Tique de Antio-
qua por Eutiquides, un discpulo de Lisipo: lleva en la cabeza como corona
una muralla, y un haz de espigas en la mano; es la diosa de la ciudad, que otor-
ga la riqueza.9 Y del mismo modo que Tique "se escinde en diosa local de di-
versas ciudades, as tambin surge la idea de una tych personal de los in-
dividuos:
5. Adesp. frag. 545. Sobre la idea del registro de los pecados cfr. Eurpides, Medea,
frag. 506 (y mi Eurpides, p. 452, 12). Adesp. frag. 1.223.
6. Filem. frag. 118; Men. frag. 187.
7. Men. frag. 483, 417 b, 598, 356, 812.
8. Filem. frag. 137.
9. Baumgarten-Poland-Wagner, Die bellenistisch-romische Kultur, 1913, p. 80, re-
produccin 45.
historia del. espiritu griego 301
Ser hombre, leemos en otro lugar, es ya motivo suficiente para ser desgra-
ciado. El hombre es "un ser tres veces desgraciado y condenado al esfuerzo por
la naturaleza; y la vida est llena de preocupaciones". "La vida y el dolor son
parientes". Por cada bien de la vida no hay que contar con dos, como deca
Pndaro, sino con tres, ensea Dfilo. 21 Tambin la idea cnica de que el des-
tino del hombre es peor que el de las bestias se presenta frecuentemente. Ya la
alimentacin, dice Filemn, la da la naturaleza gratuitamente al animal, y con
toda abundancia, mientras que el hombre tiene que carecer de ella y tiene
que pagarla con su esfuerzo. Adems, la vida es difcil porque los hombres tie-
nen caracteres individuales, mientras que los anmales tienen un carcter espe-
cfico. Para los animales, la ley vital est dada con su naturaleza, razn por la
cual no les procura males. El hombre, en cambio, es esclavo de opiniones, tra-
diciones, leyes y preocupaciones por su familia, de tal modo que su vida no vale
la pena de ser vivida. Adems tiene en su naturaleza la inclinacin al mal; si
no fuera por ella no haran falta las leyes. Lo nico que lo diferencia positva-
22. Filem. frags. 88. 89. 93. 2. 3; Men. frag, 223 (cfr. pp. 54, 209).
23. Dif. frag. 28; Posidip. frag. 18; Men. frag. 125,
24. Vasos de Boscoreale apud Baumgarten-Poland-Wagner, Die hellenistische ICul-
tur, 1913, p. 571, reproducciones 409 y s.; Herd. II, 78; Plut. Is et Os. 17, 357 F Pe-
tron. 34; P s . Virg. Copa 35 ss.; cfr. tambin 1.' Corintios 15, 32.
historia del. espiritu griego 305
Para el "sabio", esto es, para el instruido y cultivado, todas las tareas son
fciles.25 Y tambin en ingratas circunstancias de la vida, cuando el sufri-
miento lo acosa, baila su consuelo no en las lgrimas que le brotan involuntaria-
mente como el fruto del rbol,20 sino que:
Frente al papel rector que aqu se atribuye en todo punto al espritu, al en-
tendimiento, a la reflexin, no significa mucho la burla ocasional contra los
filsofos, a la que no escapa ninguna escuela. 29 Es adems uha burla mucho
ms suave e inofensiva que el odio fantico con el que la comedia tica perse-
gua a filsofos y sofistas, incluyendo a Scrates.
No se esperar de la comedia ningn profundo pensamiento tico, ni menos
principios basados en un sistema determinado. En cambio, "nada humano le es
ajeno", 30 y as nos permite contemplar el estado de alma de los ms diversos
hombres en las situaciones ms diversas. En este punto se comprueba que la
filosofa no ha desarrollado en vano sus ideas ticas, que stas han arraigado
tambin en los legos y que ahora, gracias a la cultura de los poetas, la comedia
las difunde por crculos an ms amplios. Aqu tenemos por de pronto la idea
fundamental de la falibilidad del hombre como tal:
32. Men. frag. 586; Filem. frag. 229 (=Df. frag. 92); cfr. Eur. Hip. 317, 426 ss.;
Or. 395 ss.; Demcr. frag. 84, 244, 264, 297.
33. Filem. frag. 94; Men. frag. 541; cfr. Plat. Gorg. 526 A.
34. Men. frag. 540, 557, 284, 568, 775.
35. Filem. frags. 57. 72, 23, 184-5; Men, frags. 715. 716. 805; Dif. frag. 93.
36. Filem. frag, 92.
37. Men. frag. 463; Adesp. frag. 352.
historia del espiritu griego 307
necesidad del hombre de no estar solo, sino en convivencia con sus iguales, Por
eso queda limitado el egosmo:
lenstica. Esta cultura no es. en realidad, para esa reaccin, sino engaosa apa-
riencia, No el lujo y la competencia de los hombres de la gran ciudad, entre
los que tanto abundan los malos caracteres, sino la soledad y el trabajo de los
campos ofrecen una ganancia suficiente y merecida por el trabajo. La tierra
devuelve lo que se le confa y asegura as al campesino una vida modesta, pero
satisfecha. 42 Este estado de nimo, llevado hasta un resuelto pacifismo en inte-
rs de una vida tranquila y rica en satisfacciones, se encuentra en Apolodoro de
Caristo:
Vosotros, todos, hombres, por qu renunciis
a una vida complacida os dedicis
a daaros los unos a los otros
con la guerra?
Para Tique, que gobierna el mundo sigue diciendo el poeta , una vida
alegre y satisfecha de los hombres sera espectculo ms agradable que las san-
grientas batallas. Con esta recusacin de la guerra coincide el desprecio de la
soldadesca y del estado militar en general; la comedia no ve en el soldado ms
que una bestia de matadero, sacrificada en el momento oportuno.43 Esta acti-
tud, obviamente, no era posible sino en una sociedad en la que el ejrcito de los
ciudadanos que luchan por su patria haba sido tiempo atrs sustituido por los
ejrcitos de mercenarios.
El estilo mental del hombre helenstico tal como se nos presenta en la poesa
contempornea, y especialmente en la comedia, es una resignada aceptacin de
la vida y de sus sufrimientos soportados pasivamente; un epicureismo intelectual-
mente rebajado que intenta simplemente conseguir la mayor cantidad de ale-
gra y placer posible en la breve existencia. La religin es ya cosa de pura cos-
tumbre rutinaria. Tique, el azar o la fortuna, gobierna el mundo. Ha desapare-
cido la fe viva en los dioses, en el bien como en el mal. Con la muerte termina
todo. Ha desaparecido tambin totalmente la concepcin trgico-heroica de la
vida. No hay hroes. El intento de dar nueva vida a dioses y hroes en el epos
es un rotundo fracaso: hroes y dioses se deslizan imperceptiblemente hacia
abajo, hasta la esfera de la cotidianeidad "burguesa", ciudadana, En lugar de lo
grande y de lo heroico aparece lo romntico fantasioso. Tambin la actitud
tica del hombre helenstico resulta completamente desligada de la religin.
Casi en ningn caso se reconocen mandamientos divinos como decisivos para
la conducta humana. 48 Ms bien nos encontramos ante una tica puramente
42. Filem. frags. 71. 105; Men. frags. 466. 96. 97.
43. Apolod, de Car, frag. 5 (III 281 Kock apud Aten. VII 280 DE); Filem. frag. 155.
44. Cuando en un caso de fragmento cmico (Adesp. frag, 405 Kock) se lee que es
mejor cargar con la burla de los hombres que con la clera de los dioses, quedamos des-
orientados por el carcter excepcional de la afirmacin, y no podemos decidir si se refiere
al culto o a la descripcin de algn tipo "beato" o si realmente es una consideracin acer-
ca de la conducta humana en general.
historia del espiritu griego 309
BIBLIOGRAFA
ALSINA, J.: La obra de Menandro (Helmantica, Salamanca, 1960, 103 y ss.)
CAHEN, E.: Callimaque et son ceuvre potique. Pars, 1929
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WEBSTER, . B. L.: Studies in Menander. Manchester, Univ. Press 1950
ZIECLER, K.: Das hellenistkke Epos. Leipzig, 1934
LA E RA I M P E R I A L R O M A N A
CARACTERIZACIN GENERAL
LA FILOSOFA
En los primeros siglos de la era cristiana, la filosofa, que entre los griegos no
haba sido nunca mero asunto de eruditos, estaba ya tan difundida que en la
clase alta y cultivada era muy a menudo un sustitutivo de la religin. Numero-
sos filsofos vivan en las cortes de los reyes helensticos y la filosofa populari-
zada lleg a travs de las "diatribas" hasta los ltimos rincones y las ciudades
medas y pequeas. Como prueban las epstolas de Epicuro, haba en muchsi-
mas ciudades comunidades epicreas que, naturalmente, sobrevivieron al maes-
tro. La emperatriz Po tina, esposa de Trajano, estaba en trato epistolar con
epicreos, y en una pequea ciudad de la Licia, Enoanda, una gran inscrip-
cin da testimonio de la difusin de la doctrina epicrea. An ms general era
la del estoicismo, que imper, por ejemplo, mucho tiempo en Tarso; y el cinismo
recorri el mundo en boca de sus predicadores nmadas. Los propios filsofos
recomendaban la ocupacin filosfica de los legos, escribiendo gneros literarios
como los llamados ""Protreptiko" (Exhortaciones), o sea, recomendaciones e in-
troducciones al filosofar; tambin facilitaron su estudio con la redaccin de epto-
mes de las doctrinas principales de cada escuela en libros cuyo ttulo clsico
es el de "Enquiriion" (Manual); por ltimo, realizaron tambin una espe-
cie de cura de almas, presentando sus "Consolaciones" a las personas afec-
tadas por lutos y desgracias. Los discursos de Din de Prusa nos ofre-
cen la estampa ms grfica de esa actividad filosfica dirigida a la masa. La
filosofa griega haba penetrado en Roma y en Italia ya a mediados del siglo
antes de Jesucristo, y desde el siglo i se present a los romanos en su propia len-
gua: LUCRECIO se haba convertido en heraldo del epicureismo con un poema di-
dctico, "De la naturaleza de las cosas", poema en el que alienta un verdadero
entusiasmo; CICERN, que sp consideraba dentro de la Academia nueva, pero
era en realidad un eclctico que por eso mismo nos ofrece materia para rellenar
los huecos de muchos escritos perdidos, se ocup de la totalidad de los problemas
4. S e n . Cons. a M a r c. 4 ss.
311<)() w i l h e l m nestle
nfale muestra que tambin los hombres ms fuertes tienen que someterse
al lgos y hacer lo que ste prescribe, El lgos est aqu representado femeni-
namente, como "voz" (omf), "porque la voz, segn la teora y la investigacin
lgica, tiene algo de femenino". Con estas artificiosidades que recogi de la
antigua tradicin de la escuela, la stoa tarda apart del camino la maleza de
las representaciones mticas y lo abri para su propio pensamiento.
De los cuatro representantes principales del estoicismo tardo slo uno es
griego Epcteto , mientras que los otros tres Sneca, Musonio y Marco
Aurelio son romanos; pero de todos ellos slo Sneca escribe en latn. En
todo caso, la cuestin del lenguaje no da ya lugar a ninguna diferencia de im-
portancia: hasta este punto haba llegado ya la fusin de la educacin griega
y romana en una unidad.
El carcter enrgico y la sensibilidad poltica del romano se manifiestan bien
en L. ANNEO SNECA. La filosofa no le impidi asumir la regencia en nombre
de su discpulo, an menor, Nern. Sneca ha gobernado efectivamente el
imperio romano durante cinco aos, en colaboracin con el prefecto de la
guardia, B>rro,5 y el emperador Trajano dijo ms tarde que aquellos cinco
aos fueron los ms afortunados de la monarqua. Se ha perdido, desgraciada-
mente, el libro de Sneca acerca "De la supersticin"; pero los restos del mismo
conservados por escritores cristianos prueban lo por encima de la religin tra-
dicional y popular que est el filsofo y lo violento de los ataques que le dirige.
As se enfrenta con las imgenes sagradas: "Se consagran imgenes de los
inmortales hechas de materia pobre y sin vida y se les da apariencia de hom-
bres, animales y peces; algunos se representan incluso como andrginos, y hasta
compuestos de cuerpos diversos, Y luego llaman divinidades a esas imgenes a
las que habra que llamar en realidad monstruos si por desgracia cobraran vida
y nos salieran al encuentro". En ese texto, sin duda, Sneca est pensando en
monstruosas divinidades orientales; pero no es ms suave con divinidades nacio-
nales romanas, como Salacia, Bellona, Populonia, Fulgura, Rumina, a las que
hace objeto de su burla y sobre cuyo culto observa: "Queris imaginaros un
dios grande y lleno de gracia"?,...Entonces no tenis que honrarle con sacrificios
sangrientos y qu placer iba a tener de la muerte de seres inocentes?,
sino con corazones puros, con buenos principios de honestidad. No es necesario
construirle templos de altas murallas de piedra, sino que cada cual debe con-
sagrarle su corazn".6 Sneca renuncia pues a toda renterpretacin de los
dioses tradicionales y acepta una ruptura completa con la religin del pasado.
La idea de la divinidad que tiene el filsofo es, pues, completamente diversa.
Sneca libera a la divinidad de todos los rasgos antropomrficos, especialmente
en concreto de toda pasin y de toda intencin de daar al hombre con pro-
cesos naturales como la tempestad, los terremotos, las grandes lluvias, el fro,
las epidemias, etc.7 La divinidad es ms bien la fuerza activa que se contra-
pone a la pasiva materia. "El universo consta de materia y Dios. Dios gobierna
el mundo, el cual rodea a su gobernante y obedece a su direccin. Pero lo ms
poderoso y valioso es el principio activo, Dios, ms poderoso y valioso que la
materia, siempre pasiva frente a l. La misma posicin de Dios en el mundo
tiene en el ser del hombre el alma". Con este Dios inmanente al cosmos es
imposible tratar segn las frmulas corrientes del culto: "No necesitamos alzar
las manos hacia el cielo, ni pedir al servidor del templo que nos d acceso
al odo de la imagen sagrada, como si as nos fuera a or mejor. Dios est ms
cerca de ti, est en torno de ti, est en ti... Vive en nosotros un espritu santo
que observa y vigila todo ,1o bueno en nosotros... Nadie puede ser bueno sin
Dios".8 Sneca, de todos modos, no es siempre fiel a este su concepto pantes-
tico de la divinidad, sino que a veces parece acercarse al tesmo, cosa que se
expresa en la frecuente denominacin de Dios como "padre". Tampoco en su
psicologa es un pan testa consecuente, sino que toma su prstamo del dualismo
platnico al llamar al cuerpo o "la carne" crcel del alma, y al da de la
muerte "nacimiento para la eternidad".9
En su tica social se presenta Sneca como destacado portador del huma-
nismo antiguo. Como lema de la tica social de Sneca podra colocarse la her-
mosa palabra de la carta 95. a a Lucilio: "El hombre debera ser algo santo para
el hombre", frase que luego interpreta del modo siguiente: "Este todo que ves,
que abarca el mundo divino y el humano, constituye una unidad; somos miem-
bros de un gran cuerpo. La naturaleza nos ha engendrado como deudos, pues
nos ha hecho de la misma materia y para los mismos fines. Lo ha dispuesto
todo segn justicia y equidad. Segn su ley, es peor hacer dao que sufrirlo.
Por su mandato tienen que estar nuestras manos prontas a prestar ayuda. En el
corazn y en la boca tenemos que llevar aquel verso: 'Hombre soy, nada huma-
no me es ajeno'. De aqu se sigue el nimo del amor a los hombres: la natu-
raleza 'nos ha infundido el amor recproco y nos ha dotado de espritu so-
cial'". 10
En el escrito acerca de la Beneficencia esas ideas experimentan un ulterior
desarrollo. Del mismo modo que Dios hace salir el sol sobre buenos y malos,
as tambin el hombre tiene que mostrarse amistoso y bondadoso con sus seme-
jantes sin esperar premio por ello, y no debe devolver mal por mal, sino inten-
tar dominar el mal pagndole tenazmente con el bien. Esto es "vivir segn
naturaleza". Pues el hombre ha nacido para vivir en sociedad.. Ni siquiera
est excluido el esclavo de esta moral. "Hay esclavos? No. Hay hombres,
Hay esclavos? No: compaeros. Hay esclavos? No: amigos de una clase ms
baja. Son esclavos? S lo son, tan esclavos como nosotros,, si piensas que el
destino usa con ambos el mismo derecho5'. Con esta interpretacin del con-
cepto estoico de "vivir segn naturaleza" queda plenamente anticipado, por su
versin altruista, la expresin de Tertuliano acerca del "alma cristiana por
naturaleza".11
Del mismo modo que la compensacin de las diferencias sociales, tambin
el nimo cosmopolita es consecuencia de la doctrina estoica de la hermandad
de los hombres. Y esta consecuencia no es ajena a Sneca; no obstante, Sneca
es demasiado romano y est, como estadista activo en el palacio imperial, dema-
siado cerca de la realidad para entregarse a la ilusin de que el imperio romano
coincide con el estado universal de la doctrina estoica. Sneca distingue entre
el estado histricamente determinado y limitado en que se vive y el estado
mundial, que no abarca slo la tierra, sino el cosmos entero. Se sirve a este
ltimo del mejor modo mediante una vida pacfica, pero en cualquier circuns-
tancia se pertenece a l: "Yo s que mi patria es el mundo y que sus gober-
nantes son los dioses, y que stos velan sobre m y en torno mo, y mis pala-
bras y actos. Y cuando la naturaleza vuelva a quitarme el aliento que me dio,
0 cuando la reflexin racional me ordene hacerlo a m mismo, me separar
de la vida confesando que am la conciencia limpia y los buenos esfuerzos
y que nunca se limit por m la libertad de otro, empezando por la ma".12
Es notable la pesimista valoracin del ser moral del hombre por Sneca.
El mal ha dominado siempre y en todas partes, aunque en el curso de la his-
toria se produzcan ligeras variaciones y los tiempos actuales muestren acaso
un cierto aumento de errores morales. Pero, en general, la situacin es siempre
la misma: "Siempre tendremos que confesar que somos malos, que hemos
sido malos y que a disgusto lo aado seguiremos siendo malos". Y Sneca
localiza el mal en "la carne". Tambin personalmente tiene plena conciencia
de la distancia que existe entre su propia vida y su idea moral; pero cree que,
en comparacin con otros, an puede soportar el examen. No obstante, tam-
bin el mal a diferencia del "pecado" cristiano es para Sneca un aparta-
miento de la naturaleza; consiguientemente, la muerte no es el castigo del
pecado, segn la palabra cristiana, sino un hecho natural inevitable al que hay
que tener el valor de mirar cara a cara: "El que no tiene la voluntad de morir
no tiene tampoco la voluntad de vivir; pues la vida no se nos ha dado sino bajo
la condicin de la muerte. La vida se mueve hacia la muerte. Por eso es insen-
satez temer la muerte. Pues las cosas ciertas se esperan; slo las inciertas se
temen".13
11. De benef. IV 26, 1; 28, 1; VII 11, 1; IV 25, 1 s.; 18, I s.; 20, 1 s.; epist. 47,
1 ss.; Tert. Apol. 17 y "De testimonia animae naturaliter christianae".
12. De otio 4, 1 s.; de vita beata 20, 4.
13. De ben. I, 10, 1 ss.; 17, 1 ss.; epist. 30, 3 ss.; cfr. Romanos 6, 23.
314
historia del espiritu griego
Sneca roza a veces ideas cristianas, razn por la cual se crey en un tiem-
po que estuvo en relaciones con el cristianismo. Ya los antiguos cristianos falsi-
ficaron un supuesto epistolario entre Sneca y el apstol San Pablo. Pero las
analogas entre Sneca y el cristianismo son meras consecuencias de presupues-
tos anlogos; as, por ejemplo, la actitud moral respecto del prjimo es una
consecuencia de la idea de la hermandad de los hombres, comn a la escuela
estoica y a la religin cristiana. Por lo dems, ni siquiera la conviccin sene-
quista de la inclinacin del hombre al mal tiene nada que ver con la doctrina
cristiana del pecado: por eso no necesita Sneca ningn Salvador, ni una
doctrina de la gracia y de la redencin. Pues Sneca tiene la conciencia limpia.
Seguramente habr odo hablar del cristianismo, igual que Tcito y que Plinio
el Joven. Pero San Agustn da testimonio de que, en todo caso, Sneca no ha
citado nunca a los cristianos en sus escritos, as como de que despreciaba a los
judos y se lamentaba de la difusin de su religin. Sneca es siempre un
estoico; como estoico abandon la vida, de acuerdo con la filosofa de la escuela,
cuando su complicacin en la conspiracin de Pisn (65 d. J. C.) le hizo imposi-
ble seguir viviendo.14
El caballero romano C. M U S ONIO R U F O no es tan agudo ni tan elegante
formalmente como Sneca, pero es dignO de respeto por la robustez y la con-
secuencia de su carcter y por la armona entre su doctrina y su vida. Junto
con Barea Sorano y Trasea Peto, Musonio perteneca a la oposicin contra el
rgimen de terror neroniano, y pag su oposicin con el destierro. Estoico tam-
bin, no escribi nada personalmente, pero sus diatribas fueron recogidas y es-
critas por un cierto Lucio, y sus restos se han conservado por obra de varios
escritores de lengua griega. Musonio no da mucho valor a las argumentaciones
teorticas, sino que lo que realmente le importa es la conducta prctica en la
vida. "La virtud no consiste slo en un saber teortico, sino que es tambin
ejercicio prctico, como la medicina o la msica". El filsofo ensea a los
hombres "la vida segn naturaleza". sta consiste en el ejercicio de las vir-
tudes, las cuales culminan en el amor a los hombres (filantropa). Como todos
los estoicos Musonio est convencido de la capacidad del hombre para el bien
y ve en la realizacin de ste el desarrollo supremo del ser humano: "El hombre
es, de todos los seres terrenos, la nica semejanza de Dios, y tiene cualidades
morales como las de ste; pues tampoco entre los dioses podemos imaginar nada
ms alto que la razn y la justicia, la virilidad y el dominio de s mismo".15
Musonio defiende con mucha energa la equiparacin de la mujer al hombre
y las instituciones del matrimonio y de la vida familiar, pero sin exageracin
doctrinaria que le hiciera pasar por alto las naturales diferencias entre los dos
sexos. A cada uno de ellos compete tareas diversas, pero ambos pueden ser
14. Jern. de vir. ill. 12; San Ag. ep. 153; Tac. ann. XV. 44; Plin. Ep. X 96 s.; San
Ag. de civ. Dei VII, 11; Tac. ann. XV 60 ss.
15. Estob. Flor. III 29, 78; 6?, 20; 117, 8; Mus. diatr. 14 p. 73, 6 (Hense).
16. Estob. Flor. II 31, 123, 126; 17, 42; 1, 209; 94, 23.
17. Estob. III 40, 9; 48, 67; cfr. Platn, Poltico, 295 ss.; Jenofonte, Cirop. VIII
1, 22; Tac. bist. III 81.
historia del espiritu griego 323
Donde est el ser de Dios tiene que estar tambin necesariamente el bien. "Es
errneo pensar que se pueda influir en los dioses mediante la ereccin de tem-
plos o estatuas, o mediante la ofrenda de sacrificios, y tambin lo es atribuirles
efectos nocivos," Se les pueden hacer sacrificios, pero no de cualquier modo,
sino con corazn puro y sin boato. Lo principal es tener de los dioses ideas
rectas: que gobiernan el mundo bien y justamente y que hay que obedecerles
y someterse a ellos, porque todo lo que ocurre procede de su sabidura. Epic-
teto no reconoce mucho valor a la mntica, tan apreciada en cambio por la
mayora de los estoicos: lo esencial es hacer buen uso de todo lo que sobre-
venga.18
Epicteto se siente enviado de Dios, llamado a dirigir a los hombres hacia
la verdad y el bien con su,,conocimiento: "El cnico tiene que saber que Zeus
le ha enviado a los hombres como embajador suyo, para ensearles lo que es
bueno y lo que es malo para ellos. Pues los hombres yerran y buscan la esencia
del bien y del mal donde no est; y donde est, no la ven". Epicteto es, pues,
el portavoz de la divinidad, y su filosofa es una especie de revelacin que se
propone descubrir a los hombres los verdaderos valores de la vida. La felicidad
del hombre no consiste en los bienes externos, sino en su libertad interior.
"En nuestro poder est nuestra opinin y nuestra voluntad, lo que hacemos
y lo que evitamos, en una palabra, toda nuestra conducta. En cambio, no est
en nuestro poder nuestro cuerpo, ni nuestra propiedad, ni nuestro prestigio,
ni nuestros cargos, en una palabra, nada de lo que no es nuestra conducta". 19
Son las falsas ideas de las cosas las que llevan al hombre a la conducta falsa.
Inmoralidad es error, como ya ense Scrates. Con ayuda de las ideas rectas
el hombre es capaz de conseguir la felicidad, pues tiene capacidad para el bien,
y de lo que se trata es de que la desarrolle. Entre las ideas y representaciones
rectas se encuentra la de que toda la propiedad externa, incluso los miembros
de la propia familia y la vida misma, se consideren como bienes prestados por
un determinado tiempo por Dios; ste puede reclamarlos en cualquier momento,
sirvindose incluso de hombres criminales. "Qu te importa a ti quin sea
aquel por el cual Dios te reclama lo que te dio? Mientras lo deja en tus manos,
utilzalo como bien extrao, como el viajero se sirve de la hostera." La vida es
como un banquete en el cual uno toma tranquilamente su modesta parte de las
fuentes que van circulando. "As sers un digno compaero de mesa de los
dioses. Pero si llegas a renunciar incluso a las porciones que se te ofrecen,
entonces sers no slo un compaero de mesa de los dioses, sino digno de go-
bernar con ellos. As lo hicieron Demcrito, Herclito y sus semejantes, y por
ello fueron y se les llama divinos". En este punto se manifiesta la gota de
cinismo asctico en la tica de Epicuro: "Abstente y renuncia".20 En relacin
18. Epkt. diatr. II 14, 11; 8, 1; III 24, 10 s.; I 22, 16; Man. 31, 32; cfr. diar. III
20, 12,
19. Diatr. III 22, 23; 1, 36; Enq. (Manual) 1.
20. Manual I I , 15; Gell. XVII 19, 6.
324<)() wilhelm nestle
21. Diatr. III 7, 21; 22, 67 ss.; II 18, 15; cfr. 1/ Corint. 7, 7 s.
22. Manual 17; diatr. IV 7, 20; III 26, 27 ss.; 5, 10 s.
23. Diatr. IV 7, 15; M. Aur. IV 41.
24. Diatr. III 22, 54; cfr. .S. Mat. 5, 39; 1. Tesal. 5, 15; 1.' S. Pedro 3, 9.
historia del espiritu griego 325
hombre y su obediencia a los dioses" (III 9). Slo la filosofa puede ayudar a
imperar la problematcidad de la vida y de la naturaleza humana: "La duracin
de la vida humana es un momento, su ser es un arroyo, la sensacin es confu-
sa, el cuerpo est condenado a pudrirse, el alma es una peonza, el destino es
un enigma, y hablar de l es inseguro. En definitiva, el cuerpo y todo lo que
le corresponde es como un ro, y lo que corresponde al alma es como sueo y
locura. La vida es una lucha y una peregrinacin por lo desconocido, y la gloria
futura es el olvido. Quin podr guiarnos? Slo y exclusivamente la filosofa,
sta consiste en preservar de violencia y lesin al genio que hay dentro de
nosotros, de modo que se mantenga dueo del placer y del dolor, no haga nada
irreflexivamente, no se sirva nunca de la mentira ni de la hipocresa, se haga
independiente de la accin y la omisin de otras gentes, acepte todo lo que
nos ocurre y se nos destina como procedente del mismo origen suyo y, sobre
lodo, espere la muerte con el nimo alegre, puesto que no es ms que la sepa-
racin de los elementos de que consta todo ser vivo... La muerte ocurre segn
el curso de la naturaleza, y nada segn naturaleza es un mal" (III 17). Marco
Aurelio no se engaa tampoco acerca de la importancia de la accin de per-
sonas que, como l, se encuentran en lo ms alto de la humanidad: "La fuerza
originaria del Todo es una corriente avasalladora. Todo se precipita en ella.
Y qu insignificantes son esos hombrecillos que creen hacer poltica segn
los principios de la filosofa! Tienen la cabeza llena de pjaros. Qu pretendes
hacer? Haz lo que la naturaleza exige de ti en este momento. No esperes el
futuro estado platnico, sino date por satisfecho con slo que se mejore un
un poco, y no des poca importancia a la realizacin de uno de esos pequeos
progresos" (IX 29). El emperador sabe lo pequea que es la accin de cada
individuo, temporal y espacialmente, en comparacin con la naturaleza, el
gran estado mundial al que todos pertenecemos, en el que no significa diferen-
cia alguna haber vivido ms o menos tiempo, y cuya esencia concuerda con el
bien: "Hombre, has sido ciudadano de ese gran estado; qu importa s lo
has sido durante tres aos o cinco aos? Todo el mundo est igualmente some-
tido a sus leyes. Y qu tiene de malo el que quien te expulse de ese estado
no sea un tirano ni un juez injusto, sino la naturaleza misma que te introdujo
en l? Es como cuando un director de escena despide a un actor que l mismo
ha contratado: 'Pero si todava no he representado mis cinco actos, sino
slo tres!'. *S, pero en la vida tres actos pueden bastar para el drama entero.
Pues el final est decidido por aquel que caus en otro tiempo tu nacimiento
y hoy causa tu muerte. Despdete, pues, amistosamente. Pues tambin es amis-
toso aquel que te despide" (XII 36).
Estas consideraciones nos muestran toda la carencia de ilusiones de Marco
Aurelio frente al mundo y a la vida. Nada tiene para l un nimbo engaoso.
El filsofo penetra con su mirada hasta el ser mismo, a travs de todos los velos
que lo ocultan. Pero supera al mismo tiempo el pesimismo con la fuerza de su
fe en la razn que alienta en el mundo y en su propia vocacin a la accin.
historia del espiritu griego 327
El libro de Marco Aurelio fue muy admirado, por ejemplo, por Federico
el Grande de rusia, que comparta con el antiguo emperador la firmeza de
carcter, la conciencia del deber y la actitud de servicio al estado. Marco Aure-
lio es el ltimo representante de la filosofa estoica, cuvo ideal humanstico
cosmopolita debilita el egosmo del hombre antiguo y cuya exigencia del deber
colocaba al individuo al servicio de la comunidad. Fundada totalmente en la
razn humana, la filosofa estoica daba al esclavo paraltico y al emperador
dueo del mundo la fuerza suficiente para llevar adelante la lucha de la vida
y para representar bien el papel que les haba atribuido la divinidad.
Bajo parcial influencia estoica de Posidonio concretamente se encuen-
tra el escrito acerca "Del mundo" trasmitido entre las obras de Aristteles. Ese
escrito, especialmente en su teologa, adopta una posicin intermedia entre la
stoa y el Perpato, pues hace por una parte derivar el mundo de Dios, pero
transforma esa inmanecia de Dios al mundo en una nueva trascendencia, para
descargar a la divinidad de toda responsabilidad por el mal y los males e ima-
ginar su relacin con el mundo como la de un gran rey respecto de su imperio.
Apelando retrospectivamente a Herclito y rindiendo homenaje a Platn, la
obra termina proclamando un resuelto monotesmo: "Lo que en el barco el
piloto, lo que en el coche el cochero, lo que en el coro el corifeo, lo que en
el estado la ley y en el campamento el estratega, eso es Dios en el mundo"
(c. 6). Estas comparaciones caracterizan el estilo popular y de divulgacin de
este librto, probablemente escrito en el siglo i de nuestra era. As probable-
mente debi de ser la fe de muchos hombres de cultura media en la poca, y la
idea de Dios como rey sentado en su trono del cielo y gobernando el mundo
desde l pas efectivamente al cristianismo.
Tambin el epicureismo se mantuvo hasta fines del siglo n. En la poca de
transicin de la repblica a la monarqua se difundi mucho gracias a los escri-
tos numerosos de FILODEMO de Gadara, restos de los cuales se han conservado
en los llamados rollos de Herculano. En su escrito "De la piedad" Filodemo
someta a dura crtica los rasgos muy humanos de los dioses de Homero y de los
trgicos, pero reprochando tambin a los estoicos el haber eliminado en reali-
dad a los dioses para no dejar en pie ms que un nico dios identificado con
el cosmos; al final arguye que slo Epicuro ha tenido una idea correcta de los
dioses.29 No se encuentran en Filodemo ideas nuevas, como, por lo dems, la
doctrina epicrea se ha mantenido ya sin cambios hasta el final. EL joven VIR-
GILIO profesaba el epicureismo (Georg., II, 490 ss.):
30. Dig., Oin- Fragmenta ord. et expl. J. William, 1907, pp. 39 ss.
31. Sen. de ben. VII 11; de vit. fceat. 18, 3; ep. 20, 9; 82, 3; 67, 14; 91, 19;
Tac. ann. XVI 34 s.; hist. IV 40; Suet. Vesp. 13.
32. Luc. Dem. 57.
33. Gell. VII 3; XII 11; Luc. Peregr. 35 s.
330<)() wilhelm nestle
Comentario de Enomao: "Y las ciudades traen sacrificios no slo para po-
nerlos ante cabezas de Dioniso, leosas, sino tambin de piedra, de hierro
o de oro, y no slo cabezas, sino a los diversos y enteros Dioniso y a muchos
otros dioses hesidicos. Pues, en verdad, treinta mil son los dspotas del hom-
bre, y, aunque no inmortales, s al menos de piedra y de madera".35 "Si estos
dolos tuvieran ojos para ver los crmenes y para contemplar el orden legal entre
los hombres, no se habra llegado a ese cmico espectculo... y ningn olmpi-
co habra aceptado el absurdo de declarar dios a un tronco de olivo." 36 En ese
tono poda ya por entonces hablarse contra la mntica y contra el politesmo.
No porque faltara, sin embargo, contraofensiva. Un papiro nos describe un
asalto de los flegios al orculo de Delfos. La escena se sita en tiempos remotos,
pero el tema es actual: el jefe de los flegios, Daulis, se propone "liberar a todos
ios hombres de esta estafa del orculo engaoso" y que "Dios deje de hacer
profecas a los hombres por dinero, como un brujo mendicante y hambriento".
El apurado profeta dlfico llama al dios, y su oracin acarrea el castigo del
blasfemo. En las palabras de Daulis se oye claramente la polmica cnica contra
37. Papiro de Berln nmero 11.517; cfr. W. Schubart, in Hermes, numero 55,
1920, pp. 188 ss.; y S. Eitrem, Daulis in Delphi und Apollons Strafe, in Dragma en honor
de . P. Nilsson, 1939, pp. 170 ss.
38. Euseb. Praep., ev. VI, 7.
39. Plut. de suprest. 169 F-170 D. '
323<)() w i l h e l m nestle
logia a todos los seres divinos, y especialmente los demonios, muy relacionados
con el negocio de los orculos, A lo que, naturalmente, est menos dispuesto es
a abandonar la mntica, cuyo importante retroceso reconoce sin duda, pero
intentando explicarlo, del modo ms artificial que quepa imaginar, en su
escrito "De 3a disminucin de los orculos". Junto con otras causas de esa
disminucin por ejemplo, la de la poblacin griega, designa como motivo
principal el carcter intermitente de la fuerza mntica o "pneuma entusistico",
merza comunicada por los demonios y que considera como elemento transmisor
de la sabidura proftica desde los dioses hasta los seres humanos que la publl
can. A pesar del hecho evidente de que incluso los orculos ms clebres ame-
nazaban con agostarse, Plutarco no es capaz de reconocer que la verdadera
causa es una disminucin de la fe en ellos, ni de reconocer su consecuencia,
la disminucin de la clientela piadosa. Ni Delfos es excepcin: las sentencias
profticas dejan en esta poca de darse en hexmetros. La artificial restauracin
del negocio de los orculos por emperadores helenfilos como Nern, Trajano
y Adriano no consigue infundir nueva vida a estas instituciones muertas. Y as
llega Plutarco en la cuestin de la mntica a una dbil teora mediadora, como
se manifiesta, por ejemplo, en una informacin histrica acerca de un signo
dado a Pericles.40
Otra cuestin' ya planteada en el perodo helenstico propiamente dicho
y vivamente discutida en el perodo imperial romano era la de la veneracin
de as imgenes sagradas. Las opiniones estaban divididas. Junto a la grosera
concepcin de la muchedumbre, que identifica la imagen con el dios y atribuye
a aqulla movimientos y otras manifestaciones en especial milagros mdi-
cos, se encuentra otra ms espiritualizada que distingue rotundamente entre
el dios y su imagen, sin ver en sta ms que un smbolo o hasta rechazando
totalmente su veneracin. Por superioridad y probablemente tambin por
prudencia el epicureismo no tena inconveniente en permitir el culto tradi-
cional de las imgenes. El epicureismo, como ya dijo Cicern, dej en pie a
los dioses segn la letra de su doctrina, eliminndolos en realidad.41 La stoa,
cuyo fundador haba recusado por principio todo el culto del templo, busc
ms tarde toda clase de posiciones intermedias. Unas veces se dice que las
imgenes tienen que ayudar a la imaginacin de la masa no formada filosfica-
mente, y que su premeditada identificacin con los dioses tiene que servir
para que la muchedumbre respete la ley; otras veces se ensea que en la
representacin de los dioses se ha elegido la forma humana porque es la ms
hermosa producida por la naturaleza.42 Y mientras los cnicos se lanzan con
la mayor energa contra el servicio religioso tributado a las imgenes, los pla-
tnicos intentan darle sentido. PLUTARCO subraya sin duda en su ya citado
43. Plut. de superst. 6, 167 D " cfr. 8 y de tranq, an. 20, 477, CD; Is. et Os. 75-77.
44. Dion. Cris. XII 59.
45. Max, Tir. Filosof. dil. II (Hobein), pp, 18 ss. (VII Dbner).
46. Min. Fel. Oct. 20, 5 s. (con 21,1); Lact. Inst. I 15, 2 s.\ Sap. Sal. 14, 11-20.
334<)() wilhelm nestle
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CAPTULO XXII
1. Inscripcin de Rodas (siglo ni). Revue des tudes grecques XVII, 1904, p. 204
apud W; Schmid, Geschichte der griechischen Literatur, 6/ ed., 1920, pp. 285, 2.
historia del espiritu griego 337
2. Ulrich von Wikmowitz, Griechisches Lesebuch, 1902, II, pp. 252 ss.; H. Diels,
Antike Technilc, 2.a ed., 1920, pp. 57 ss.
3. Ael. Arist. or. 47-52 (Keil).
velludos desde los pies hasta la cadera. En definitiva, la religin es para Dio-
doro mitologa pura, y su origen se explica exactamente igual que en Evmero.
No existen pues, para l, los dioses del politesmo, y como es la investigacin
histrica la que descubre el verdadero ser de los dioses, puede llamarse a la his-
toria "predicadora de la verdad" y "madre de toda filosofa". 6
El punto culminante del mtodo de Evmero se encuentra en la "Historia
fenicia" de FILN de Biblos, que vivi en tiempos de Adriano. Segn el autor,
sus datos proceden del viejo Sanchuniaton. Siguiendo paso a paso a Evmero,
descubre la verdad del origen de los dioses y de los hombres en una inscripcin
que se encuentra en el interior del santuario de Amn en Egipto y que los
sacerdotes han mantenido secreta. Segn esa inscripcin, los mitos griegos no
estn en lo cierto; ni siquiera lo est la interpretacin alegrica de los mismos,
sino que la verdad es que hay que distinguir entre dos clases de dioses: mortales
e inmortales. Los inmortales son el Sol, la Luna y los planetas. Pero la mayo-
ra de los dioses fueron hombres mortales, prncipes, inventores y otros bene-
factores de la humanidad, venerados como divinos despus de su muerte por
agradecimiento de los hombres. Siguiendo una cosmogona y una zoogona en
la que pueden reconocerse an elementos rficos, Filn construye un audaz
rbol genealgico de prncipes divinizados con un arsenal de dioses griegos, ba-
bilonios, egipcios y sirios entre los que aparecen el Dagn de los filisteos y
el El o Elom de los hebreos; esos prncipes habran sido todos reyes de Fe-
nicia, habran introducido la cultura mediante toda suerte de invenciones y
habran fundado las primeras ciudades. En la descripcin se reconocen el viejo
culto sirio de las rocas, la llamada baitilia, y el sacrificio de vctimas humanas,
destinado a salvar de especiales dificultades. Hesodo y los dems poetas griegos
han escondido con sus teogonias ese verdadero origen de la religin, hasta que,
del modo dicho, ha podido ser de nuevo declarado. 7
Todava hay dos representantes tardos de la interpretacin racionalista del
mito a la manera de Palefato; es difcil precisar su cronologa; el primero se
llamaba HERCLITO, y no hay que confundirlo con el alegorista del mismo
nombre; trata con un pragmatismo historicsta las leyendas de los dioses y de los
hroes; lo mismo hace el segundo, el annimo autor de las "Historias invero-
smiles", cuyos restos se nos han conservado en un manuscrito vaticano. Segn
estas narraciones, Scila y las harpas eran hetairas que devoraban las riquezas de
sus amantes, y los centauros un pueblo de jinetes bandidos. La leyenda de que
Perseo tena unas sandalias aladas que le regal Hernies se debe a que Perseo
era de pies muy veloces, con los que "volaba". Cerbero era un perro del rey
Edoneo, robado y escondido por unos ladrones; Hrcules lo encontr y lo llev
BIBLIOGRAFA
GIL, Luis: Censura en el mundo antiguo. Madrid, Rev. de Occ., 1961, 275 ss.
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SAUTON, G.: Galen of ergamn. University of Kansas Press, 1954.
CAPTULO XXIII
LA LITERATURA
LUCIANO
En los dos primeros siglos de la era cristiana la poesa griega pasa definitiva-
mente a ltimo trmino detrs de la prosa, no slo porque queda oscurecida por
el florecimiento de la poesa latina, sino tambin porque en esta poca la lla-
mada segunda sofstica da a la prosa griega nueva vitalidad con su atencin a
los viejos modelos, ya clsicos, de Tucdides, Jenofonte, Iscrates, Demstenes y
Platn; el entusiasmo por estos maestros de la prosa griega llega tan lejos que se
abandona la moda asitica antes dominante y hasta la lengua griega mundial,
la koin, en cuyo lugar vuelve a imponerse el dialecto tico de los clsicos; y en
vez de la ampulosidad y el adorno se prefiere de nuevo la sencillez y la claridad
ticas. Del mismo modo que en la antigua sofstica Gorgias no haba concedido
a la poesa ms que el lugar de una parte de la retrica, tambin ahora el orador
ambulante sofista recluye a la poesa en cursos especiales y con muy poco p-
blico, segn nos cuenta Plnio el Joven (Ep., I. 13), El sofista ambulante, cuyo
tipo se nos presenta con diversos matices en hombres como Din de Prusa, su
discpulo Favorino, Elio Arstides y la dinasta lmnica de los cuatro Filstratos,
especialmente el segundo de ese nombre, da conferencias pblicas sobre los
temas ms diversos.
Como no poda ser de otro modo, en muchas de esas conferencias se trata-
ban tambin temas religiosos y filosficos. As vimos ya que Din de Prusa dis-
cuta la esencia de la religin en trminos muy dependientes de Posidonio, y
que MXIMO de Tiro se ocup de la cuestin de las imgenes. De FAVORINO
cuenta Gelio que pronunci en Roma y en griego una conferencia contra la
astrologa de los llamados caldeos y que prob la imposibilidad de aquella su-
persticin que presenta a "los hombres racionales como juguetes y ridculos
muecos de los astros que todo lo dirigen y dominan" con concluyen tes pruebas
tomadas de Carnades y de la filosofa cnica.1
1. Ge!. XIV, 1.
historia del espiritu griego 343
4. Alex. 25, 17, 38, 43, 47, 61; Jup. trag, 16 ss.; Jup. conf. 6 (los "malditos so-
fistas"), 7 (teora del sacrificio), 9 (recusacin de la Providencia).
5. Somn. sive Gallus 1 ss.; Crates apud. Plut. de vt. aer. al. 7 p. 830 C.
6. Bis acc. 33; Piscat. 25 ss., Prora, in veri. 1, 6, 7.
historia del espiritu griego 345
puertas del cielo, e, interrogado por Zeus acerca del objeto de su llegada, dice
que quiere averiguar la verdad sobre los cuerpos celestes, pues est harto de
las contradictorias opiniones de los filsofos en este punto. Zeus quiere enton-
ces saber qu opinin de l tienen los hombres. Menipo contesta que le consi-
deran rey de los dioses. Zeus no lo quiere creer, pues antes, sin duda, valan los
versos:
Zeus deja pasar al cielo por una abertura las peticiones justificadas, y las
coloca a su derecha, y sopla hacia abajo las injustificadas, para que no lleguen al
cielo. Por la segunda abertura escucha entonces Zeus los juramentos, y por la
tercera los orculos; por la cuarta, que da paso al humo, suben los sacrificios.
A continuacin Zeus da a los Vientos y a las Horas las rdenes correspondien-
tes: hoy llover en Escitia, habr tormenta en Libia, nevar en Grecia y grani-
zar en Capadocia. El viento norte soplar en Libia, y el sudoeste agitar el
Adritico. Una vez resueltos estos problemas se van a comer, y Menipo se
sienta junto con Pan, Atis y Sabacio, metecos muy dudosos entre los oses.
Estos disfrutan, adems del nctar y la ambrosa, el vapor de los sacrificios.
Apolo toca la lira, las Musas recitan un trozo de la Teogonia de Hesodo y
una oda de Pndaro y Sileno baila un crdax.9 Luego descansan. Pero Menipo
no puede dormir y se pregunta por qu no le habr crecido la barba a Apolo
al cabo de tanto tiempo, y cmo es que puede ser de noche en el dlo si est
pueden hacer nada que no est determinado por el destino, y, por tanto, todo
su aparente poder pende del delgado hilo de Cloto. 13 Con esto el culto entero
se hace absurdo, pues es imposible en estas circunstancias influir en los dioses
mediante oraciones .y sacrificios (5). Adems, con la fe en el destino se suprime
la libre voluntad del hombre, y con sta su responsabilidad moral, y ni exhorta-
ciones ni amenazas servirn para nada, mientras que los castigos y premios en
la otra vida resultan no ya slo injustos, sino absurdos (9, 18). Por ltimo, tam-
bin la mntica pierde todo valor; pues es imposible guardarse de lo inevita-
ble (12). De este modo consigue Luciano una reduccin al absurdo de la religin
de la poca. Y aunque lo que el "cnico" destruye aqu consciente y explcita-
mente es la teologa estoica, con su contradictoria fusin de fe en el destino y
fe en los dioses, la polmica afecta indirectamente tambin a la religin tradi-
cional, pues el compromiso concertado por los estoicos con ella era propiamente
el ltimo refugio de sta. Expulsada de ese refugio, le esperaba ya el final.
"La asamblea de los dioses", en la que, segn los procedimientos de la asam-
blea popular ateniense, se delibera acerca de la justificacin de la existencia de
los "extranjeros y metecos" 14 entre los dioses y se decide acerca de ello, es un
reflejo de la invasin del mundo griego por las divinidades extranjeras. Lleva la
palabra Momo. 15 Este indica que el nmero de metecos entre los dioses me-
tecos que, para acabarlo de arreglar, no pagan el tradicional impuesto per
capita est aumentando de modo intolerable. Ya Dioniso ha trado consigo
toda la caterva de stiros, silenos y panes, dioses asombrosos y ridculos con colas
y cuernos. Tambin Zeus ha llenado el cielo con sus muchos bastardos de mor-
tales mujeres (Zeus declara entonces que no permitir que se aluda as a Hr-
cules, el cual se ha ganado la inmortalidad por sus muchas hazaas). Pero
incluso diosas como Afrodita, Eo, Selene y Demter han seguido el lamentable
ejemplo. A todo eso hay que aadir los dioses de los brbaros: Atis, Sabacio,
Mitra, que ni siquiera sabe griego, por lo que no entiende los brindis que se
le dirigen, y especialmente los de los egipcios, Anubis y consortes, los de formas
animales, protegidos por Zeus a causa de sus misterios (11). Por ltimo habla
de los hroes (Hctor, Protesilao, etc.), y de las personificaciones, como Tique,
etctera, "nombres vacos" de cabo a rabo. El cielo est tan lleno que el nctar y
el ambrosa van ya escasos, y el precio del cotilo ha llegado ya a una mina.1R
Para terminar, Momo presenta una "decisin de la asamblea popular", cuyo
texto trae escrito a la reunin: hay que elegir una comisin de siete dioses ple-
nos o de pleno derecho que examinen los derechos de ciudadana de los dems
13. Cloto (Jup. conf. 6, s.) es la hiladora, una de las tres diosas del destino. Cfr.
Jup. trag. 25, 32.
14. "Metecos" (los que se asientan junto a, o sea, junto a los ciudadanos) se llama-
ban en Atenas los extranjeros residentes, obligados a tributar per cpita.
15. Momos es el dios de la acusacin y el reproche.
16. 1 cotilo era aproximadamente 1/4 de litro; y una mrna eran 100 dracmas, una
unidad monetaria alta como "el billete de mil pesetas",
348 "wilhelm nestle
dioses. Las estatuas y los sacrificios de aquellos dioses cuya documentacin re-
sulte insuficiente sern derruidas y suprimidos, y las primeras sustituidas por
imgenes de Zeus, Hera, Apolo o cualquier otro dios de pleno derecho. Los
dioses destituidos sern enterrados a costa de la ciudad, en vez de que sta les
erija un altar. Zeus considera peligroso pasar a la votacin, pues teme que la
mayora no se preste a la accin. Por ello dispone simplemente que se proceda
segn la mocin de Momo.
En un escrito especial "De los sacrificios" arguye Luciano el absurdo de los
mismos, y en otro "Del luto" el absurdo del culto de los muertos. Pues el mundo
infernal cae bajo su crtica exactamente igual que el olmpico. En "Menipo o la
conjuracin de los muertos" el cnico baja al Hades para saber por Teresias que
lo mejor es la vida del inculto (20). Y segn esto en el "Viaje a los infiernos" el
zapatero Micilo 17 resulta a su muerte ms feliz que el rico y poderoso tirano
Megapentes, que en castigo de sus pecados no puede beber agua del Leteo,
mientras que Micilo y Ciniscos pueden ir a las islas de los bienaventurados por
sentencia del tribunal de los muertos (24). "Los pobres remos y los ricos gi-
men" (15). Tambin en el libro segundo de sus "Historias verdaderas" parodia
de las fbulas de viajes contemporneas, da una descripcin fantstica de los mag-
nficos edificios y la excelencia del clima de las islas de los bienaventurados, en
las que stos, sin cuerpos, pero revestidos de cierto parecido con los que tuvie-
ron, viven sin envejecer nunca, en una eterna primavera, y celebran sus ban-
quetes en los campos elseos (5 ss.). Ya la presentacin de ese cuadro en una
serie de viajes falsos prueba la intencin de Luciano de despojar de toda reali-
dad a los mitos del ms all.
Las citadas descripciones infernales nos llevan al segundo grupo, al de las
stiras tico-pesimistas, Entre stas hay que incluir el dilogo "Caronte, o los
contempladores del mundo". El barquero de los muertos se ha tomado un per-
miso de un da para ver el mundo guiado por Hermes, ya que, segn su expe-
riencia, los muertos se separan tan a disgusto de ese mundo y sienten tanta
nostalgia de l en el Hades. Pero ese mundo no corresponde en nada a lo que l
esperaba por su experiencia con los muertos. Cierto que los hombres viven en
l como si no fueran a morir nunca, pero todos ellos, los clebres y los descono-
cidos, los ricos y los pobres, los grandes y los pequeos, parecen burbujas en
la superficie de una fuente. Hasta las grandes ciudades que tantas guerras han
costado son mortales: todo es vanidad. Ese mismo es el tono de los "Dilogos de
los muertos". Tambin ellos treinta en nmero fustigan la locura humana,
ya se trate de los grandes de la historia, como Alejandro, Anbal y Escipin, que
comparan sus hazaas con ridicula vanidad, ya se trate de un viejo mendigo de
noventa aos que llega al Hades y se comporta como si an no hubiera vivido
bastante (12, 27). Rico o pobre, joven o viejo, fuerte o dbil, hermoso o feo,
todo es aqu abajo polvo y huesos. Tal es la igualdad del mundo subterrneo,
Por eso es tan necio en el mundo de arriba envanecerse de la propia riqueza, los
propios talentos o las propias hazaas como lamentarse de la pobreza y humil-
dad de su estado. Lo uno es tan ridculo como lo otro. Lo mismo puede decirse
de los filsofos, que se creen tan importantes al discutir la esencia del mundo y
plantear toda serie de problemas irresolubles (1). Puede llamarse pesimistas a
estos escritos porque con cuidadosa unilateralidad destacan las desgracias y las
injusticias de la vida terrena en la que Tique, el azar, ha impuesto su domi-
nio, as como la nulidad y caducidad del hombre, del que al final no quedan
ms que desnudos esqueletos.18
Este pesimismo cobra una nota peculiar por el hecho de que Luciano, des-
pus de comprobar la nulidad de la religin dominante, considera en su ma-
durez y su vejez que tambin la filosofa, en la que an muchos hombres en-
cuentran un apoyo y asidero, es no slo problemtica, sino, por lo menos en la
mayora de sus representantes, una chchara vaca. Lo ms duro que ha escrito
en este sentido es "La subasta de los filsofos", en la que los jefes de las diversas
escuelas se ofrecen en venta pblica, como en el mercado de esclavos, caracteri-
zados como tales y vendidos a precios irrisorios. Contra los ataques que le vali
aquella burla de la filosofa se defiende Luciano en una obra que es acaso la
ms aguda y rica de las suyas:" El pescador, o los resucitados". Luciano, que se
introduce en el texto bajo el nombre de "Parresades" (o sea, "el de nimo li-
bre") (19) es amenazado por los filsofos vueltos del mundo infernal con S-
crates en cabeza, los cuales pretenden lapidarlo, pero consigue que lo dejen
defenderse ante el tribunal de la Filosofa, la cual aparece seguida de las vir-
tudes y de la verdad, apenas visible (16). Digenes, como el ms ofendido,18
pronuncia la acusacin en nombre de todos los filsofos (25 ss.) y presenta a
Luciano como nuevo Aristfanes que ofende frivolamente a los filsofo? y, a
travs de ellos, a la filosofa, que es lo ms sublime que existe, y excita contra
ellos a 3a multitud, la cual aplaude al burln. Luciano se defiende diciendo que
no ha atacado a los autnticos filsofos, sino slo a sus hipcritas imitadores.
La Verdad depone en favor de Luciano, y la Filosofa le absuelve. Al final se
cita a los falsos filsofos ante el tribunal de la virtud, y el propio Luciano asume
el papel de acusador (39). Para que acudan esos falsos filsofos, Luciano les
echa como pescador un anzuelo cuyo cebo es dinero, y todos muerden. En
conjunto, Luciano ha descrito aqu matzadamente su actitud ante la filosofa:
siente respeto por los autnticos filsofos, pero persigue despiadadamente a los
falsos con su burla. De hecho, ha descrito por ejemplo en el' "Demonax" a un
digno representante de la escuela cnica, mientras que en el "Peregrino Proteo"
ha descubierto la vanidad del asceta y la enfermiza tensin del principio -
8. Nekyom. 16; cfr. supra, p, 348; 20, donde se presenta la decisin tomada por la
mayora de los muertos contra los ricos; la mocin es presentada por "Calavera, hijo del
Huesudo, natural de Muertpolis, de la tribu de la Charca"; cfr, los vasos con esqueletos
de Boscoreale, citados supra, p. 304.
19. Vit. auct, 8 ss.
350 "wilhelm nestle
sfico de los mismos, redactando sobre esa base una caricatura del personaje,
sin duda llevada al extremo por un verdadero y enconado odio. Pero la asom-
brosa muerte de aquel curioso santo filosfico, que se quem en Olimpia el
ao 165 de nuestra era, da la razn a la actitud de Luciano segn la cual en
aquel hombre la filosofa, por la exacerbada vanidad del asceta, se haba conver-
tido en su contraria, la locura.
No es difcil comprender que un hombre como Luciano, que no dudaba en
atacar a la religin ni en poner de manifiesto las debilidades de los filsofos,
tena tambin que emprenderla contra la esfera ms baja de la religin, la su-
persticin. En este terreno se trata ante todo de la mntica y de la mstica, o
religin de los misterios. Ambas son objeto de burlas en su "Alejandro, o el pro-
feta embaucador". Alejandro de Abonuticos (Paflagona) es un personaje hist-
rico que fund en su propia ciudad natal unos misterios y un orculo de un
dios inventado por l mismo, Glicn, de forma de serpiente, y tuvo con esa
lundacin tal xito que venci a los antiguos orculos del Asia Menor. Lu-
ciano crea en l la caricatura del tipo de "hombre de dios" tan frecuente en la
poca, cuyo prototipo es Apolonio de Tiana, pronto elevado a la categora de
hombre milagroso y profeta filsofo neopitagrico y predicador ambulante
en realidad , una biografa del cual fue poco despus compuesta por Filstrato
por orden de la emperatriz Julia Domna, esposa de Septimio Severo, en un ex-
tenso libro que describa principalmente sus hazaas. Objeto del ataque de
Luciano no es slo el embaucador mismo, sino tambin la credulidad del p-
blico, engaado y explotado por los trucos de aqul. En la misma direccin se
mueve "El amigo de la mentira", que es una burla de todas las formas de supers-
ticin: los fantasmas, los milagros espectaculares, la hechicera, etc. De esta
obra se inspir Goethe en el "Aprendiz de brujo".
Testimonio de la ideologa cosmopolita de Luciano son algunos dilogos que
tratan de la amistad entre griegos y brbaros. Tal, por ejemplo, "El escita, o el
buen husped", en el que se recomienda la hospitalidad para con los brbaros.
En el "Anacarsis", este viejo sabio escita, ya conocido por Herdoto (IV, 46,
76 s)., conversa con Soln acerca del valor de los ejercicios gimnsticos, y en el
"Toxaris", que se basa en la amistad de Plades y Orestes, el hroe tambin escita
que da ttulo al dilogo concierta amistad con su compaero de dilogo, el griego
Mnesipo, luego de contarle varias historias de amistades entre griegos y br-
baros. La amistad se presenta as como la fuerza espiritual que supera el viejo
abismo entre los helenos y los brbaros.
El juicio sobre Luciano ha oscilado en el curso de la historia: unas veces se
lo ha considerado como un profundo filsofo, otras veces se le ha dado de lado
como perverso periodista, No era ni una cosa ni otra, sino un genio de la s-
tira; y en la medida en que su chiste se orienta contra la religin y la filosofa,
Luciano es el final de una lnea importante que puede trazarse as: burlesca re-
ligiosa homrica Epicarmo Aristfanes Menipo. Al final, Luciano, no
puede ser ms ms brillante. Es difcil de resolver la cuestin de su inspiracin
historia d e l espiritu griego 351
cnica los cnicos son "burlones de la msera vida cotidiana de los hom-
bres"; 20 pero la cuestin no es relevante ms que para la historia de la litera-
tura. 3i no hubiera existido una congenialidad profunda entre los cnicos casi
olvidados y casi perdidos para nosotros, y que si no lo estn completamente es
porque el propio Luciano los ha sacado de la tumba, y el gran satrico, ste no
habra podido insuflarles nueva vitalidad. Es posible que las stiras de Menipo
tuvieran una orientacin ms seria que las de Luciano; lo esencial, la burla
de la religin antropomrfica y de la insensatez de la vida humana cotidiana,
con la consecuencia de la valoracin de la vida sencilla y satisfecha, con una
transmutacin de los valores, se tiene tambin en Luciano, y con una frescura
de colores, con un humor alegre, con un chiste sarcstico de tal eficacia que no
pueden ser en absoluto cosa de imitacin o prstamo, sino que tienen que de-
berse a un profundo parentesco anmico con sus modelos. Tambin la concep-
cin del mundo propia de Luciano se transparenta ms de una vez a travs de
su exposicin. Es un compromiso entre epicureismo y cinismo, los cuales, aunque
parecen ser corrientes antipdicas, se tocan en muchos puntos. El epicureismo
autntico, con su divisa de "vivir en lo oculto" y su exhortacin al dominio de
las pasiones y los deseos en favor de la tranquilidad del nimo o paz del alma,
comparte con el cinismo el escaso aprecio de los bienes externos y reconoce con
l el valor de una vida sencilla, y ambos combaten resueltamente por la libertad
de la accin humana. Ambos combaten tambin las representaciones tradicio-
nales de los dioses, aunque se diferencien en que el cinismo mantiene el mono-
tesmo mientras que el epicureismo es un atesmo prctico.
El propio Luciano, como enemigo de toda filosofa dogmtica, es en el fondo
un escptico. Como tal adopta una actitud de recusacin tanto de la religin
popular tradicional como de los cultos de los misterios y de la filosofa misma.
Precisamente por eso es Luciano con sus escritos un sntoma de su tiempo. La
vieja religin helnica est muriendo. Una religin que es posible convertir
tan pblicamente en objeto de burlas que tienen como pblico una gran masa
urbana en todas las ciudades en las que el sofista ambulante present sus obri-
tas, era una religin ya sin fuerzas, muerta para los hombres. Pero tambin las
religiones de los misterios orientales, en las que se refugiaron muchos, aunque
consiguieron prolongar por algn tiempo el dominio del politesmo, fueron inca-
paces de renovarle para largos perodos. La filosofa, por ltimo, tiene en esta
poca sin duda algunos representantes respetables que an se alimentan de la
tradicin socrtica de la autarqua; pero al mismo tiempo presenta algunos rasgos
de senectud y fatiga, no slo en la infinita chchara acerca de las virtudes, sino
tambin en la actitud escptica cada vez ms difundida y que renucia a todo ver-
dadero conocimiento. Aqu se encuentra el mrito capital de Luciano: haber
puesto despiadadamente de manifiesto el triste compromiso de la filosofa con
la religin, compromiso del que el hombre helnico viva desde haca ya sete-
cientos aos, desde los tiempos de Jenfanes y Herclito, Tegenes y los dems
intrpretes alegricos; Luciano ha expuesto y puesto en la picota ese turbio com-
promiso, y ha demostrado que es una solucin imposible del problema religioso.
El compromiso consista en fingir que en la religin no haba pasado nada;
y eso se finga mientras un hombre como Eliano, de tendencias incluso beatas,
vea precisamente la diferencia entre el griego y el brbaro en el hecho de que
entre los brbaros no hay ateos como Digenes e Hipn, Digoras, Epicuro y
Evmero, y confiesa abiertamente que la fe en los dioses y en su providencia y
la revelacin de sta en la mntica se ha refugiado entre los brbaros, y slo
vive entre ellos.21 As refleja Luciano la falta de verdad interna de su poca, la
inveracidad por la que tena que morir la religin antigua.
BIBLIOGRAFA
22. Cic. Tuse. III, 16, 34; humana humane ferenda segn'Plut. Cons. ad Ap. 118;
Sen, de prov. 2.
356 "wilhelm nestle
la idea del Dios nico estaba en el aire, esa lucha hizo aparecer al cristianismo,
igual que al judaismo en generaciones anteriores, como una especie de religin
filosfica, A ello hay que aadir que su tica altrustica y su consecuente ten-
dencia caritativa, reconocida por sus enemigos, ejerca mucho atractivo sobre
los oprimidos y miserables.23 A pesar de ello, difcilmente habra triunfado el
cristianismo tan rpidamente si no hubiera sido estatalmente reconocido por
Constantino y antepuesto por l a las dems religiones, A fines del siglo rv todas
las dems religiones fueron prohibidas, y el cristianismo se convirti en la
nica religin oficial del imperio. El poder que as consigui fue muy peligroso
para su ulterior desarrollo.
Este ilimitado dominio espiritual de la Iglesia dur tambin un milenio apro-
ximadamente. Cierto que tambin la llamada edad media muestra intentos de
sacudir ese yugo. Pero ni siquiera la reforma se lo sacudi del todo, pues no
slo conserv la llamada confesin de la fe, sino que, por su parte, subray el
carcter de autoridad absoluta de la Biblia, como si sta no fuera slo una colec-
cin de escritos religiosos procedentes de muy diversos siglos, sino, adems, un
tratado histrico y cientfico-natural: la nueva imagen copernicana del mundo
fue tan rotundamente rechazada por Lutero, apelando a la Biblia, como por la
Iglesia catlica. En la Biblia se basaron las dos confesiones para justificar su
creencia en los demonios y su creencia en las brujas, que no termin sino por
obra de la tan vilipendiada Ilustracin en el siglo xvni.
Ya antes, el redescubrimiento de la Antigedad en el Renacimiento haba
despertado de nuevo el sentido de una consideracin del mundo con los ojos
limpios y para una reconstruccin de la filosofa y de la ciencia sobre los funda-
mentos ya puestos por los pensadores y cientficos de la Antigedad. Al prin-
cipio, sin embargo, y sobre todo en Alemania, el humanismo se puso predomi-
nantemente al servicio de la Iglesia, y las luchas religiosas hicieron que precisa-
mente en Centroeuropa los frutos del humanismo fueran de muy lenta madu-
racin. Slo en el siglo xvm, tras la superacin de las terribles consecuencias
de los treinta aos de guerra religiosa, pudieron los grandes poetas, pensadores
e investigadores alemanes recoger la herencia del helenismo y dedicarse a des-
arrollar la idea humanstica en sus aspectos tico-religioso, esttico-artstico y
cien tfico-filosfico.
El nuevo humanismo se apart del cristianismo y se inclin hacia la Anti-
gedad, en la que esperaba encontrar al hombre libre y fuerte y, por tanto,
"bello". Tambin la filosofa del idealismo alemn fue fecundada por el nuevo
humanismo, y aunque sus pensadores se esforzaron por mantener sus especula-
ciones en armona con el cristianismo y creyeron poseer en ellas el cristia-
nismo bien entendido, esto result ser un autoengao de ellos parecido al de
los antiguos estoicos cuando se crean en armona con la religin popular me-
diante sus interpretaciones alegricas del mito. Por eso los decenios siguientes
Escritores griegos
Escritores latinos
Hecateo de Mileto, 57, 63, 81-83, 85, 166, hidrosttica, principio de la, 285
167 Hierocles, 325
Hecateo de Abdera, 276, 339 Hiern I de Siracusa, 86, 87, 132
Hctor, 33, 80 Hiern II, 285
hedonismo, 139, 222 hilozosmo, 55, 247
Heget, 193 Hmera, 45
Hegemn de Tasos, 234 Hiparco, el astrnomo, 283, 336
Hegesias, 268, 269 Hiparco, hijo de Pisstrato, 23, 88
Hefesto, 19, 34, 45, 61, 74, 77, 79, 128, Hiparquia, 221
191, 251, 276, 290 Hiprides, 224
Hlade, 82, 86, 116, 151 Hiperin, 251
Helnico, 83 Hipias, 116, 129-131, 135, 138, 140, 144,
Helena, 46, 80, 135, 167 168 177 227 229
helenismo, 229, 241-245 Hipcrates,' 106-110, 111, 116, 122, 132,
Helesponto, 84, 280 168, 231, 287, 293, 338
heliocentrismo, 195, 203, 281, 282, 336 hipcicrticos, escritos, 338
Helios, 19, 34, 52, 79, 99, 153, 178, 268, Hipdamo de Mileto, 161, 162
276, 290, 346 Hipn, 100, 151, 352 '
Helle, 84, 290 Hiponacte, 46
Hera, 33, 34, 45, 53, 71, 74, 77, 83, 163, historia, 63, 81, 83, 130, 169-174, 226
191, 230, 251, 290, 298, 348 finalidad de la, 293
Herclides del Ponto, 195, 282 legalidad de la, 292-293
Heraclea, 83 pragmtica, 290-291
Herclito, el alegorista, 317 randes personalidades de la, 293
Herclito, el filsofo, 3, 61-65, 71, 72, 76, f echos histricos, 170
80, 81, 94, 101, 111, 113, 120, 122, historiografa, 82, 159, 160, 166-169 276,
130, 163, 164, 178, 184, 214, 250, 184, 329-331, 339-340, 387-395
251, 301, 328, 352 Holbach, 143
Herclito, el mitlogo racionalista, 340-341 hombre, 113, 117 y ss., 248
Heracles, 19, 82, 84, 85, 89, 127, 128, esencia del, 203
151, 167, 234, 276 como especie, 262
Hrcules, 19, 40, 66, 77, 83, 127, 216, parentesco con Dios, 256
219, 230, 234, 255, 289, 317, 329, 340, -Homero, 29-38, 46, 47, 50, 52, 58, 62,
347, vase tambin Heracles. 63, 64, 70, 79, 80, 89, 100, 105, 114,
Herin, 289, 126, 160, 170, 188, 192, 208, 214, 251,
Hermes, 36, 45, 58, 117, 122, 155, 158, 255, 280, 281, 289, 290, 296, 297, 317,
234, 255, 277, 284, 340, 346, 348 335
hermandad de los hombres, 325 -himnos homricos, 44, 45, 92
Hermipo, 151 Horacio, 197, 252
Hermias de Atarneo, 200 horscopo, 284
hermocpidas, 155 "horror vacui", 286
Hermodoro, 66 humanismo, 260, 309, 319, 355-356
Herdico de Selimbria, 106 humanitas, 242-243
Herdico, mdico siciliano, 132 humores, los cuatro, 111
Herodoro, 83-84
Herdoto, 29, 60, 64, 83, 93, 116, 119, Imbulo, 276
124, 126, 128, 130, 147, 166-169, 230, Iaxartes, 241
276, 350 Icaro, 344
Herfilo de Calcedonia, 286, 287 ideas (eidos), 197, 202
Hern, el mdico, 286, 336-337 idea platnica, 189
Hesodo, 29, 38-42, 44, 46, 47, 49, 52, Idia, 42
58, 61 y ss., 70, 71, 82, 87, 89, 127, idilio pastoril, 296
175, 190, 191, 251, 290, 340, 345 Idomeneo, 249
Hesprides, 84 Ifigenia, 165
Hestia, 277 Iglesia catlica, 356
Hades, 37 ignorancia socrtica, 176
hibris, 40, 47, 48 .Ilada, 23, 30, 32, 34, 50, 77
Hicetas, 186, 211, 282 ilotas, 137
historia del espiritu griego 373
ilusin artstica, 134 Kant, 17, 19, 22, 71, 175, 252, 253, 256,
ilusiones, carencia de, 326-327 272
Ilustracin, 85, 143, 175, 264, 356 Kepler, 336
imgenes sagradas, . estatuas koin, 243, 313, 342
imperio mundial, 293 kreios, 251
impiedad, 154, 155
imprudencia, concepto penal de, 140 laberinto, 30, 288
incendio csmico, 250 Lmpsaco, 80, 99, 100, 155
incineracin, 31 Laomedonte, 84
inconsciente, filosofa de lo, 271 Larisa, 106, 107
indefinido (peiron), 57 Lavater, 160
India, 81, 261, 262, 276, 277, 289 Leibnitz, G. W., 209, 285
individualismo, 131, 242, 309 Lelio, 258
Indo, 81, 212, 241, 281, 289 lenguaje, 65, 103-104
inductivo, mtodo, 115 Lecrates, 224
Inglaterra, 285 Leonardo da Vinci, 60
..inhumacin, 31, 265, 266 Lenidas de Tarento, 268
inmanencia de la divinidad, 60, 251, 319 Lernos, 85
- inmortalidad, 65, 70, 201, 224, 271, 302- Lessing, 18, 87, 88, 208
303 Leucipo, 101
impresiones, 11 Leucotea, 59
falsas, 118 lexicografa, 130
lo, 82, 167, 230, 290 ley (nomos), 65, 66, 119, 120, 123, 130,
Iris, 58, 60 131
Irlanda, 335 natural, 139
irona socrtica, 176 libertad, 138, 248
Isis, 276, 314 Libia, 81, 83, 109, 170
Iscrates, 125, 130, 135, 225-229, 230, Liceo, 117, 208, 246, 269
242, 243 Lisias, 315
Itaca, 36 Licofrn, 135, 138, 140
Italia, 43, 58, 80, 116, 166, 184, 185 Licn, 155
Ixin, 89, 234 Licortas, 290
Licurgo, 47, 126, 224, 299
Jamblico, 143 Lidia, 56
Janto, 60 Lenceo, 85
Japeto, 251 lingstica, 126
Jasn, 84, 298 lrica, 46
Jauja, 231 Lisandro, 141, 230, 277
Java, 335 Lisipo, 300
Jencrates, 195 Lisis, 185
Jenfanes, 37, 58-61, 63, 64, 71, 76, 79, Livio, 80
86, 94, 98, 113, 119, 120, 123, 128, lgica, 104
139, 163, 168, 191, 199, 214, 226, 228, aristotlica, 203-204
230, 352 "loggrafos", prosistas, 81
Jenofonte, 87, 127, 131, 136, 139, 142, logos, 61, 63, 122, 262
158, 216, 217, 229-230, 231, 288, 343 Lucano, 316
Jeijes, 94, 137, 166 Luciano de Samosata, 267, 268, 329,
Jerusaln, 290 343-352, 353
Jonia, 88 Lucio, 321
judiciales, casos, 140 Lucrecio, 75, 249, 315
jueces, 139 Lutero, 356
juegos Olmpicos, 130, 133, . tambin
fiestas panhelnicas Macedonia, 106, 172, 231
ulia Domna, 310 macrocfalos, 109
uliano el Apstata, 331 magia, 24, 30, 107
justicia, 40, 93, 177 Magna Grecia, 79, 185
ustiniano, 194 mal, el, 32, 41,'91, 94, 251, 255, 262, 320
uvenal, 316 Malta, 60
374 "wilhelm nestle
mntica, 33, 42, 45, 50, 56, 59, 64, 77, matafsica, 115, 250
99, 120, 140, 141, 164, 170, 179, 200, metfora de los dos caminos, 40, 41,
248, 251, 257, 259, 269, 274, 302, 332 127
Mantnea, batalla de, 138 metempscosis, v. transmigracin de las
Maquiavelo, 143, almas
mar, el, 247 Metimna, 330
Maratn, 93 Metis, 39
Marcelo, 285 Metrodoro, el alegorista. 80, 84, 100, 287,
Marco Aurelio, 318, 324, 325-328 343
Mardonios, 168 mtodo, 115
mareas, 261 Metn, 153
Marsella, 43, 81, 281 Metrocles, 221
Marte, 37 Mxico, 109
Massalia, v. Marsella Micilo, 344, 348
MassiHa, 243, 260 -miedo religioso, 247
matemtica, 69, 125, 126, 129, 190, 194, Milcades, 196, 215
284-286, 336 Mileto, 55, 81, 244
materialismo, 247 Mimnermo, 46
dinmico, 251 'Minotauro, 288
de Demcrito, 104 Mirmcides, 273
matrimonio, 258, 324, 325 Mirsilo, 47
entre hermanos, 117, 118, 119 mstica, 261
Mximo de Tiro, 333, 342 platnica, 196
mecmica, 284-286, 336-337 Mitilene, 47
-Medea, 42, 83, 84, 85, 163, 290, 298 ..mito, 18 y ss., 34, 38, 46, 57, 61, 63, 70,
Media, 56, 168 82, 92, 95, 100, 121, 122, 127, 146, 163,
medicina, 36, 70, 74, 100, 105-112, 147, 199, 200, 353, 354-357
168, 185, 231-233, 286-287, 337-339 de las cinco edades, 41
escuela de Cos, 286-287 . crtica de los, 230
escuela dogmtica, 287 interpretacin alegrica de los, 185,
escuela emprica, 287, 337-338 186, cap. V passim, 191, 209, 255,
juramento de los mdicos, 111-112 259, 317-318
escuela siciliana, 75 interpretacin racional de los, cap. V
metdica, 337 passim, 191, 209, 277, 288-290, 340
meteorolgica, 107, 110 parodia de los, 234-235
religiosa, 337 en Platn, 190-193
de los templos, 106 purificacin del, cap. VI passim
Megapentes, 348 reinterpretacin de los, 64, 75
Megara, 267 -mitologa, 297
Megstenes, 289 Mitra, 314, 347 ....
Melancomas, 66 mnemotecnia, 88, 144
Melancro, 47 Mnesipo, 350
Melanipa, 163 Moira, 30, 93
Meleto, 155 Moliere, 234
Melibia, 106 Momo, 347, 348
Meliso, 72, 269 monarqua, 36, 43, 206, 207
Melos, 137, 172 divina, 277, 278
Menandro, 213, 296, 298-301, 303, 304, constitucional, 259
305 moneda, acuacin, 61
Meneceo, 165 monismo, 55, 270
Mencrates de Siracusa, 233
Menenio Agripa, 80, 162 monotesmo, 90, 93, 94, 95, 198, 214, 328
Menfis, 126 Montesquieu, 259
Menipo, 344, y ss. moral, 148, 175, 176, 320, v. tambin
Menn, 135, 136, 229 tica
Menipo de Gadara, 267, 268 morbo sacro, 164, v. tambin epilepsia
Meroe, 280 Mosqun, 126, 304
Mesenia, 43, 138 motor, primer, 198
historia del espiritu griego 375
Sileno, 1-ey de Midas, 52, 201, 231, 345 Tebas, 44, 82, 91, 183, 185, 220, 221, 277
silos, canciones burlescas, 58 Teclmeno, 33
Simias, 185 tcnica, 336-337
Simnides de Ceos, 46, 86, 127, 130 Teeteto, 194, 285
simpata del todo, 257 tesmo, 99, 271, 319
Simplicio, 195 Telmaco, 33
.sinonimia, 126, 127 teleologa, 99
Siracusa, 60, 116, 154, 170, 183, 188, 222, aristotlica, 202
244, 283, 285 Temis, 18, 39, 277, 354
Siria, 166, 229, 241, 244, 277 Temstoces, 124, 171, 196, 215
Sirio, estrella, 37 templos, 254
Scrates, 17, 41, 55, 66, 100, 126, 130, Tnaro, 82
139, 141, 150, 151, 152, 153, 155, 156, Tecrito. de Siracusa, 77, 296
160, 162, 163, 175-180, 184, 185, 187 Teodoro de Cirene, 222, 223, 265, 272,
y ss., 194, 213, 214, 216, 221, 222, 228, 278"
230, 266, 269, 305, 323, 349 Teodosio, 335
socrticos, 130 Teofrasto, 75, 202, 204, 209-213, 265,
sofa V. sabidura 269, 270, 279, 287, 298
sofistas, cap. IX passim teogonia, 29, 39, 59
ambulantes, 342 Teognis, 47, 48, 49, 52
sofstica, 23, 61, 66, 72, 88, 100, 111, 113- -teologa, 39, 52
145, 146, 150 y ss., 157, 159, 162, 166, de Demcrito, 251, 252
168, 174 y ss., 179, 183, 188, 197, 225, estoica, 102, 103
226, 255, 276, 279 Teopompo, 217, 226, 230-231, 276
Sfocles, 36, 45, 72, 100, 108, 117, 126, teora, 114, 159, 160
147-150, 152 y ss., 160, 165, 167, 170, Teos, 56, 101, 116
213, 277, 304 Termenes, 129, 141, 164
sol, 98, 261 Terencio, 296
Soln, 23, 43, 47, 49, 141, 175, 188, 206, Teresias, 348
236, 288, 350 Tern de Agrigento, 53, 86
sonidos, 69 Tersite, 36, 50
Sorano, mdico, 338 terremotos, 98
Sosias, 234 Tesalia, 106, 107, 132, 141
stoa, 66, 80, 195 Tsalo, 106
antigua, 250-258 Teseo, 125, 149
media, 258-265 Tetis, 31, 33, 34, 191, 298
nueva, 318-328 Ta, 90
sueo, 31, 74 Tber, 337
sufrimiento, 91, 92, 195, 266 Tiberio Graco, 258
herosmo del, 324 Tiberio, 102
suicidio, 46, 253, 269 Ticio, 89
Sumatra, 335 Tierra, 21
superhombre, 144- circunferencia, 261
supersticin, 343 movimiento, 256
Susa, 168 rotacin, 211
Tiestes, 84, 148, 290
Tcito, 265, 321, 329 Tifn, 45
Tales de Mileto, 23, 37, 55-57, 151, 166, Tigranes, 229
167, 185, 197, 267 Timeo, 168
tangente, 125, 126 Timocls, 236, 346
Tntalo, 89 Timolen, 183
Tapso, 316 Timn de Fliunte, 59
Tarento, 186, 188 Timoteo de Mileto, 145
Tarso, 244, 315 Tindareo, 167
Tartesos, 83 Tique (diosa), 235, 300-301, 347, 349
Tasos, 106 tique, . azar
Tauro, 85 tirana, 46, 141
Tegenes de Regio, 79-81, 191, 352 popular, 66
historia del espiritu griego 379
3. Literatura latina
por Jean Bayet
5. ABC de la grafologa
por J . Crpieux-Jamin
8. La investigacin cientfica
por Mario Bunge
9. Historia de la filosofa
por Frederick Copleston