Historia de Valparaiso Tomo 1 PDF

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VOLUMEN I11

RIA DE VALPARAIS(

TOMO I
OBRAS COMPLETAS DE

BENJAMIN VICUNA MACKENNA


P U B L I C A D A S P O R LA

UNIVERSIDAD D E CHILE
V O L U M E N T E R C E R O
- 7 .

EJEMPLAR N.O1c

DIRECCIN GENERAL DE PRISIOMES - IMP. - 1936


OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

VOLUMEN rrr

HISTORIA DE VALPARAISO

TOMO i

UNIVERSIDAD DE CHILE
HISTORIA DE VALPARAISO
Noticia Preliminar

Cuando Vicua Mackenna concibi la idea de escribir la


HISTORIA
DE SANTIAGO,
que sera una de sus obras maestras,
tena ya el propsito de iiacer, gemelamente, una HISTORIA
EE VALPARASO.Cumplira as un voto de predileccin espi-
ritual por su ciudad nativa y por el primer puerto de la
Repblica, al que dedicara tantas perdurables pb- amas.
E n 1869, en efecto, editados en la Imprenta del Mercurio,
de Recaredo S. Tornero, aparecieron los dos volmenes de
la HISTORIA DE SANTIAGO, y en el curso del mismo ao, que
fuera de los ms fecundos en s u produccin historiogrfica,
vi la luz el primer tomo de la HISTORIA DE VALPAR~SO.
E n la Imprenta Albin, de Cox y Taylor, fu trabajado ese
volumen, en hermasa edicin, adornada oon varias ilustracio-
nes y un retrato del autor por C . Gontiere, grabado en Pa-
rs en la Imprenta de Ch. Chardon ain. La obra llevaba
como subttulo el de Crnica politica, comercial y pintoresca
de su ciudud y de s u puerto desde sic descubrimiento hasta nues-
tros dim, 1536-1868 (1).
La continuacin de la obra o, por lo menos, la correccin
e impresin del searrundo tomo qued interrumpida por la ne-

(1) Historia/De/ValpuruLlso./ G ' T ~ L ~Politics,


CC Comercial I Pintoresca/
De Su Ciudad I De Su Puerto,! desde su Descubrimiento hasta nuestros
ha,/ 1556-1868./ [Pleca] / p o r B. Vicitiia Mackenna.! [Plecal V a l -
paraso:/ Imprenta Albion de Cox I Tailor. / 26 I 25, Calle de S a n
Agustin./ [Plccs] /1869
Un volumen de 404 m8s VI11 pfiginas, con un retrato del autor
y cinco 1Smina.s.
10 OBR.4S COMPLETAS D E V I C U S A M.4CKEXS.4

cesidad en que el autor se encontr de emprender un viaje


a Europa, en busca de climas para la quebrantada salud de
su compaera, doa Victoria Subercaseaux.
Ese viaje, que sirvi de parntesis en el trabajo que noti-
ciamos, di ocasin a una de las ms sorprendentes labores
literarias del maestro: sus correspondencias de paz y de gue-
rra, enviadas desde Europa en los aos de 1870 y 71 y dadas
a luz en las columnas de E l Mercurio de Valparaso, que
pag por ellas un sa1aTio de rey. Las correspondencias
aludidas despertaron apasionado inters de un extremo a otro
del pas y del continente, y fueron reproducidas en casi toda
la prensa sud americana de la poca (1).Y es curioso anotar
que para escribirlas Vicua Mackenna adopt el pseudnimo
de San-Val, abreviatura de los nombres de Santiago y Val-
paraso, con lo que entenda ratificar su amor por las dos
grandes ciudades chilenas que tan fieles le fueran.
De retorno a Chile, Vicua asumi la Intendencia de San-
tiago, iniciando de inmediato la transformacin de la capi-
tal. Esa ciclpea labor le absorbi casi todo su tiempo,
no obstante lo cual hall modo de dar a la prensa el segundo
volumen de la historia del puerto.
Este apareci en 1872, editado en la Imprenta del Mercu-
rio (2) .
Desgraciadamente la obra no se extendi hasta el ao de
1868, fijado primitivamente como trmino por el autor, quien
pens escribir un tercer volumen que comprendera los seis
lwtros corridos de la etapa republicana de Chile. La Campn-
a Presidencial de 1875-76 y las agobiadoras actividades de
su accin durante la Guerra del Pacfico se lo impidieron.
E l segundo tomo estaba ilustrado con un retrato del Ca-
pitn General y Presidente de Chile don Ambrosio OHig-
gins.

(1) Vanse dichas Correspondencias en el volumen respectivo de estas


Obras Completas.
(2) Historia / D e /Valparaso/ Crnica Politica, Comercial I Pint@
Taca / D e / Su Ciudud Y De Su Puerto/ Desde/ Su Descubrimiento Hasta
\ Nuestros Das, 1536-1868./Por/ B. V i c u a M m k e n n a l [Pleca] /To-
mo I I . [Pleca] /Valparniso /Imprenta del Mercurio/ De Tornero Y Le
te1ier.l [Pequea pleca] 11878.
Un volumen de 367 pginas con una lmina.
HISTORIA DE VALPARAfSO 11

E n las pginas d e la HISTORIA DE VALPARA~SO campean


muchas de las ms brillantes cualidades de Vicua Macken-
na, y el relato, pleno de animacin y colorido, va exhibien-
do a los ojos del lector, en vigoroso relieve, el panorama de
la vida y del lento desenvolvimiento del puerto a travs de
los aos obscuros del coloniaje, el paso por sus aguas y sus
playas de los corsarios, de los aventureros del mar, y las
visicitudes diversas que experimentara hasta 1810. El ao ini-
cial de la Revolucin pone trmino al ltimo de sus cap-
.
rtulos
La Universidad de Chile ha resuelto publicarla de prefe-
rencia en la edicin oficial de las OBRASCOMPLETAS del maes-
tro, con ocasih de las fiestas conmemorativas del Cuarto
Centenario del Descubrimiento de Valparaho.
DEDICATORIA.

AL SEQR DON JOSUE WADDINGTON

Antes que conducida por el genio de la Independencia lle-


gase a estas playas la inmigracin de los obreros del progreso
por el trabajo nivelador, por la libertad fecunda, por la to-
lerancia en las creencias, que reconcilia a todos los hombres
y a todas las naciones sobre un solo altar, Valparaso, como
pueblo, n o era sino una aldea de mseros pescadores, al paso
que, como puerto de mar, apenas albergaba un grupo de gal-
pones de madera en que los monopolistas de Lima acopiaban
cada verano la escasa mies de la indolencia colonial.
En medio siglo, empero, aquella aldea se ha convertido en
la ciudad ms bella del Mar del Sur.
E n un cuarto de siglo aquel grupo de bodegas se ha trocado
en el emporio de los mercadas de Occidente.
Tal hs sido la obra de la fraternizacin en el trabajo, en
la libertad y en la tolerancia, de las diversas generaciones que
se han sucedido desde que la Repblica abri de par en par
sus puertas seculares a los hombres, a las ideas, a las mu-
danzas que de allende el mar nos enviaba, como la salutacin
de bien venida, el Orbe entero.
A usted, seor, como a uno de los ms antiguos y ms bo-
norables entre los iniciadores de esta transformacin verda-
deramente sublime, a la que asistimos todava y de la que
da prolija cuenta este libro contemporneo, le est el ltimo
de derecho consagrado.
Tiene tambin esta inscripcin un motivo ntimo que 11s-
14 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

ted me permitir dejar consignado en esta pgina, porque es


el pago de una deuda, nunca echada en olvido, pues era deu-
da de gratitud.
Cuando en la almohada de una afectuosa hospitalidad exha-
l en este propio suelo su ltimo aliento un hombre cuya vida
fu un perfume de virtud, y cuyo resplandor ilumin mi cuna
como una vislumbre del cielo, usted hizo erigir en el sitio, as
consagrado por una santa agona, una columna espiatoria que
recordara a los fieles un amado pmtor (1).
Este libro es, pues, junto con un voto pblico por los bene-
ficios de que le es deudora esta gran ciudad, una humilde re-
tribucin de esa columna.

B. VICUNAMACKENNA.

Valparaso, Agosto 1.9 de 1869.

--
(1) Habiendo expirado en la quinta del seor Waddington el primer Ar-
zobispo de Santiago, don Manuel Vicua, el 3 de Marzo de 1843, hizo aqul
colocar una columna de mrmol en el sitio que ocup su lecho mortuorio,
la que (demolida ms tarde la casa primitiva que la cubra) se conserv6
en su jardn hasta que ste fu entregado al pblico hace cinco o seis aios,
(1869).
ADVERTENCIA

Entregamos este libro al criterio de las gentes, sin comenta-


rio alguno.
Y si ponemos esta advertencia) donde otros dibujan con el
nombre de prefacios, la portada de su anhelosa vanidad de au-
torcs, es nicamente porque en obsequio de la buena inteli-
gencia del lector, tenemos que anticiparle dos avisos, a la par
que dejar, por nuestra parte, cumplido un grato deber de cor-
tesa.
Es el primero, el que todas las citas en que solo se m n -
ciona el nombre del autor se refieren a las obras apuntadas en
el catlogo que precede a la H i s t o r b de Santiago, gemelo in-
separable de la presente, segn en varios de sus pasajes lo
anunciamos (1).
Es el segundo, el que las obras y archivos nuevamente ex-
plorados sern citados oportunamente con las especificacio-
nes a que hubiere lugar en cada caso, limitndonos ahora a re-
cordarlos de una manera general.
E n cuanto al deber de cortesa que dejamos aludido, cbe-
nos la satisfaccin de ofrecer nuestras ms sinceras gracias a
todas las personas que bondadosamente han contribudo con
su cooperacin a dar autoridad a esta crnica tan compro-
bada como minuciosa, sea suministrndonos papeles propios o
d'e familia, o una preciosa informacin oral.
Respecto de aqullos, y fuera de algunas muy importantes

(1) Vanse los volmenes respectivos de estas Obrm C m p l e t u s destina-


dos a la Historia de Santiago.-(N. de los R.).
16 OBRAS COMPLETAS DE V I C C S A MACKENNA

que pertenecieron al General don Juan Mackenna, primer go-


bernador de lalparaso despus de la Independmencia, debemos
los ms notables a la bondad de nuestro respetable amigo don
Francisco Javier Errzuriz, que hered los de sus ilustres
deudos, ricos negociantes en la colonia, prceres durante la
Repblica.
Hemos tenido tambin a la vista unos cuantos cuadernos de
Apuntes redactados en 1858 por el malogrado cuanto inteli-
gente y laborioso joven don Francisco L. Riob (muerto en
ese ao antes de cumplir los veinte de su edad) y que, aunque
de uii carcter general, relativo a la historia de la colonia,
contienen dc cuando en cuando alguna curiosa mericin de
Valparaso, cuya historia meditaba escribir su autor, arrebata-
do a las letras nacionales en hora tan temprana.
No han contribudo menos a dar un gnero especial de no-
vedad a este libro los archivos que con una generosa e ilimi-
tada liberalidad han tenido a bien confiarnos todos los supe-
riores de las rdenes religiosas aun existentes y que tan po-
derosos fueron en esta ciudad hoy esencialmente anti-mona-
cal.
Los padres Fray Lorenzo Morales, comendador de la Merced,
Fray Francisco de Borja Prez y Fray Santiago Corales,
prior y sub-prior de S a n Agustin, y Fray Bernardino Rojas,
gwardin de S a n Bt-ancisco, han empeado nuestro agradeci-
miento, no menos que nuestro digno amigo don Mariano Ca-
sanova, el ilustrado prroco de la Matriz.
Los archivos de la Municipalidad, de la Intendencia, de la
Comandancia General de Marina, del Cuerpo de Bomberos,
de la Bolsa Comercial, del Gremio de Jornaleros, de la Polica
misma de TTalparaso, han sido escrupulosamente escudriados,
as como los de la antigua Real Audiencia de Santiago, los de
la Curiu Eclesistica, los del Congreso, de los Ministerios CEe
Estado y de la Contaduria Mayor, el de la iltima especialmen-
te para datos de hacienda, aduana y comercio, tanto durante
la Cdoriia como en la Rephlica, cuyas revelaciones ofrecen el
mayor inters y son una materia enteramente virgen para la
pluma de los historiadores. Anlogo fruto hemos sacado de
todas las publicaciones peridicas hechas en Valparaso desde
los das del Telgrafo y el T7iga, que en cluartillas de papel
HISTORIA D E VALPARAfSO 17

iniciaron la vida de los colosales diarios que ms tarde se han


publicado en esta activa plaza mercantil.
No hemos desdeado ni las oficinas de los juzgados para
trazar crmenes tan clebres y tan horribles como el de Gmez
y Mancilla o el del desgraciado Flix Toro, que en s mismo
es un pequeo drama; ni los archivos de los escribanos en que
hemos encontrado curiosos protocolos, especialmente sobre loa
famosos corsarios de la Independencia, que desde esta baha
llevaron el terror de la bandera de Chile a todas las costas
del Pacfico, o procesos tan notables como el del tristemente
clebre capitn Paddock, el cual existe autntico y completo
en la oficina del notario seor Martnez.
Respecto de la informacin puramente oral, debemos agra-
decer su complacencia y buena voluntad a los seores don
Alejandro Miller, don Juan Searle, don Roberto Budge y otros
caballeros que se cuentan entre los ms antiguos residentes
ingleses, as como al seor don Agustn Lamotte du Portail,
fundador del comercio francs en Valparaso, y uno de los
testigos de honor en el melanclico cuanto romntico duelo
D 'Espinville-Sayard, cuyos lgubres detalles constan tambin
de documentos oficiales existentes en el archivo del Ministe-
rio de Relaciones Exteriores.
Por ltimo, nos haramos reos de una omisin inexcusable
si no dejramos constancia en esta nmina de buenos oficios
intcrnnciondes (si es posible as decirlo en esta ciudad casi
anseritica) de los que hemos recibido de nuestros inteligentes
editores, los seores Cox y Taylor, empeados en dar a teste
libro, no slo por medio de su imprenta, sino a virtud de
desinteresados esfuerzos personales, todo el realce posible.
Prolija es la lista de nuestras inscripciones de nombres pr+
pios, pero aun no est completa.
Don Eugenio Santos, uno de los infantiles testigos del he-
roico comhate de la Essex y de la Phoebe, bajo los caones del
Barn ; don Jos Squella, nico sobreviviente ( a ms del bene-
mrito Xr. Wheelwright) de las vctimas de la horrible tra-
gedia de Paddock; el seor presbtero Ambroci, patriarca en-
tre los vecinos nacionales de Valparaso, y ms que todo, el
digno anciano don Manuel Blanco Briones, ya casi nonoge-
nario, pero cuya feliz memoria conserva toda la lozana de la
Historia de Valparaso 2
18 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

juventud, han enriquecido nuestro repertorio vivo con precio-


sos pormenores.
E n cuanto a testigos de fuera, que tambin hemos de per-
mitirnos traer a cuentas, viajeros, navegantes, mercaderes,
simples aves de pasaje, farsantes de risa constituidos en auto-
res graves, cmicos, clrigos, artistas, mdicos, etc., tendra-
mos que llenar algunas pginas si hubiramos de apuntar to-
dos sus nombres. Mientras llega a cada cual su turno, mencio-
naremos nicamente aquellos ms prominentes, desde el viejo
cronista ingls que escribi las hazaas del Drake en estos
mares, a los de Stievenson y Earp que contaron las de Lord
Cochrane ; desde el sincero Ringrose, el historiador de los for-
bantes y bucaneros del Pacfico, de quienes fu camarada, has-
ta Haigh y Allen, que nos dejaron tan animadas pinturas de
los atrevidos voluntarios del mar en la guerra de la lndepen-
dencia; desde el locuaz La Barbinais le Gentil, al charlatn
Arago; desde el grave monje La Feuille al embustero Du-
mas (padre) ; desde el capelln del Centurion, que nos leg
tan admirable relacin de los infortunios de la expedicin de
Lord Anson, hasta el clebre fotgrafo de la Expedicin cien-
tifica que tantos desatinos escribi de este puerto y de sus
pobladores; desde el sesudo Vancouver, en fin, hasta el in-
sustancial teniente Walpole, aficionado a contar sus amores
como aquel sus sabios descubrimientos. Y aqu no enumera-
mos las enjambres de turistas, que, a la manera de bandadas
de gaviotas, han cruzado el cielo de nuestra baha dejando
or un graznido o una mentira (entre los que figuran en pri-
mera lnea los Mellet, los Maynard, los Gerstiicker, los Vial, los
Duplessis, los Lafond y veinte otros que a su hora irn salien-
do a luz), ni tampoco las viajeras bas-bleus que en diversas
pocas nos han contado el pormenor de sus impresiones, desde
la fea y huesuda Ida Pfeiffer a la indiscreta damisela limeo-
bordelesa Flora Tristn, que bajo el ttulo de Aventuras de
u n a paria hizo fardo de todos los Cancanes (as dice ella) del
Almendral y del Puerto, y desde la filosfica, dolorida, poli-
tiquera, cuasi-sectaria, y por tanto, antiptica Mara Graham,
hasta aquella aturdida miss neoyorquina que con un encanta-
dor aplomo nos ha contado que vivi en 1863 en la calle del
Cabo de Hornos, as como afirma el hecho de que cuando co-
HISTORIA DE V.4LPAnA4fS0 19

mulgaban las chilenas, pagaban un duro por cada hostia, sien-


do la cdula que les pasaba el sacristn, el recibo oficial de
aquella erogacin catlica-romana ...
En cuanto a los viajes puramente cientficos o de descubri-
miento, como los de Frezier, la Perouse, el barn de Mackau,
Bougainville, Dumont D 'Urville, D 'Orbigny, Gay, Du Petit
Thouars, Vendelhlylt entre los franceses ; los de Hawkins, Ba-
sil Hall, Darwin, Fitz Roy, King, Forbes y otros clebres na-
vegantes o naturalistas ingleses, o los de simples negociantes,
como los de Caldcleugh, Schmidtmeyer, Andrews, Head y el
desvergonzado Miers, todos mineros o industriales de aquella
--_ - Pee-
nacin; los de los alemanes como Haencke, Noydenflicht,
pi;, Meyen, el barn Bibra y los expedicionarios de la Nova-
TU; los de los americanos como Wilkes, Wise y Gillis; por 1-
timo, los de los espaoles mismos, desde Ulloa y Jorge J u a n a
Malaspina, desde Pedro Sarmiento al brigadier Quezada, des-
de el botanista Pabon al notorio Paz-Menviela, que tambin
la daba de sabio en la botnica, de todos, en fin, y hasta de
Mr. Polka, que fu el cantor de la Expedicin cientifica, y
digno de ella, diremos lo que convenga a la localidad y a la
crnica en el lugar ms adecuado.
Ahora, con relacin a los episodios puramente locales, como
los naufragios clebres del Oriflama, de la Hemzta (que di
su nombre y su cruz a la que todava se llama de Reyes) y el
de la Arethusa; o las desastres de otro gnero que han afligido
a esta ciudad, mecida entre temblores, inundaciones e incen-
dios ; o los acontecimientos puramente polticos y nacionales,
como las dos expediciones libertadoras del Per, el gobierno
y la muerte desastrosa de Portales, las revoluciones del 28 de
Octubre de 1851 y 28 de Febrero de 1859, as como del triste
episodio del 18 de Septiembre del mismo ao, y la famosa ha-
zaa de los espaoles, el 31 de Marzo de 1866, creemos poseer
datos enteramente nuevos y curiosos que le darn su colorido
propio en la tela de tan variado panorama.
Las pocas, las personas y la fisonoma de los gobiernos 1~
cales (de cuyos diversos funcionarios en el largo trascurso de
tres siglos hemos logrado, a fuerza de paciencia, formar una
nmina tan completa como es posible, desde J u a n Bautista
Pastene a don Ramn Lira, su digno actual intendente), ha
20 OBRAS COMPLETAS Di3 V I C U g A MACKENNA

sido tambin otro de los estudios a que con ms ahnco de


investigacin nos hemos consagrado.
Por ltimo, a mayor abundamiento de comprobacin, nos
ser permitido anotar aqu que a mayor parte de las obras
impresas que en adelante citaremos se encuentran en la pre-
ciosa biblioteca americana que posee en esta ciudad el res-
petable caballero don Gregorio Beeche, cnsul general de la
Repblica Argentina, y cuyo bondadoso amigo, uniendo el m-
rito de la modestia a una erudicin poco comn, nos lis auxi-
liado poderosamente con ella para facilitar nuestra; investi-
gaciones. E n isual hentido debemos favor al digno cnsul ge-
neral de S. M . B . , nuestro honorable amigo don Enrique
Rouse, que figura entre los huspedes ms antiguos de Val-
paraso.
Parecera, con todo lo que llevamos dicho, agotado el rol
de tmtigos, vivos difuntos, que hemos llamado a juicio para
dar la necesaria validez a este relato, nica manera de escri-
bir la historia (que a despecho del vulgo vanal) nos es posible
concebir. Pero es lo cierto que relegamos todava muchas va-
liosas revelaciones para poca ms oportuna. Esto en su lu-
gar ha de verse.
Y a los que extraen o critiquen este lujo de nombres pro-
pios a la cabeza de u n libro que no envuelve otra pretensin
que la de la verdad, les diremos, para concluir, que siendo
esta ciudad de ayer, as como al escribir la historia de la vieja
Santiago slo anduvimos entre tumbas y viejos mamritretos de
siglos que pasaron, en la de Valparaso, es fuerza que, sin des-
dear aquellos, fiqiren, hablen y respondan los vivos por ellos,
y por los muertos.

EL AUTOR.
CAPITULO I

JUAN DE SAAVEDRA

Cuando Diego de Alniagro, rota su atrevida hueste por la


nieve en las gargantas andinas de Atacama, durante lo ms
crudo del invierno del ao de 1536, desanimados sus capita-
nes por la intemperie y los hambres, enflaquecidos sus caba-
llos, hudos o muertos en nmero de ms de dicz mil sus auxi-
liares indgenas, pero entero todava su valeroso corazn, s0
adelantaba lentamente, descubriendo y conqriistaiido los valles
septentrionales de Chile, por el spero camino que faldeaba
los Andes, presentaele, en las dereceras de Choapa. un hom-
bre espaol que vena con rumbo opuesto al de los descubrido-
res.
Era aquel mensajero de gratas nuevas que trajeron la espe-
ranza y sus bros al abatido campo.

I1

El descubridor de Chile, al tiempo de su partida del Cuzco,


haca ya diez meses, haba en efecto dejado rdenes a sus ca-
pitanes de mar a fin de que, navegando al Sur, lo siguieran,
llevndole nuevos reclutas, armas de repuesto y especialmente
vveres, que haba de menester ms que el acero en un pas
agrio e ignoto. Eran aquellos secuaces tres en nmero y dis-
22 OGRAS COMPLETAS D E VICURA MACKENNA

ponan Qe otras tantas naves de poca cuenta, fabricadas en


Panam o en las costas de Guatemala. Pero Almagrci lo espe-
raba todo de su atrevimiento, dndoles el suyo propio por ejem-
plo, sin contar con que eran los ms afamados pilotos del l i a r
del Sur en esos aos. Llamhase el ms notorio de aquellos
J u a n Fernhidez, y es el mismo clebre navegante qitc inmor-
taliz su nomlm dhndolo a un pelin de la leyenda ; era el otro
Alonso de Quintero, que tambin dej su memoria, sino muy
limpia, imperecedera tarnhin, a una de las radas ms her-
mosas de nuestro litoral, el puerto de Quintero. E n cuanto al
tercero, no lo nombran los cronistas, contentndose con apun-
tar el nonibre de su barco.
Sin embargo, como estaba decretado por lo Alto que todo
en el primer descubrimiento de Chile fuese desdichas, ni Fer-
nndez ni Quintero pudieron emprender su viaje.
Detenido el primero en el Callao por litigios u otros incon-
venientes, no f n dueo de darse a la vela en un esforzado
galen que Almagro destinaba en sus ensueos para una fan-
tstica proeza del ocano: la de llevar a Castilla la nueva de
sus conquistas, forzando, el primero desde el poniente, el paso
del temeroso estrecho que haca slo quince aos (1520) ha-
ba encontrado, viniendo del levante, Fernando Magallanes .
Alonso de Quintero, por su parte, nutico osado pero inex-
perto, que entenda mejor las cartas del naipe que las de ma-
rear, maltrat su buque, llamado el Santiago, en las bonanci-
bles aguas de Chincha, frente a Pisco. y hubo de reyresar al
puerto de partida para Feparar averas (1).

I11

Slo el tcrcero y mAs sutil barco de la expedicin marti-


ma, llamado por SII poco valer algo mBs tarde el SaritiaguiZio
(er oposicin al m6s considerablc de Quintero) lleg salvo,
annqiie estropeado, a una rada q c i e entonces no tena nombre
pero que los priinitiros historiadorey dicen yaca en nn piinto
_ _ ~
(1) nYo le conoc hien, dirr, de este piloto el iluqtre Ovirdo, v l wa ma-
rinero riic-tro v n o ricl quadrante sino l s s arbitrario a las dcrrot?s r salitr
comiin, c m4c: aficionario que otro a un2 haraxa dc npiFec;, pero CT) cl wtro-
labio inorante.. (Historin aenernl 11 naiirral de las Indios, por Gonzalo Fer-
d n d e z de Oviedo; t. 4.O, pig 276).
HISTORIA DE VALPARAfSO 23

veinte leguas adelante de la cabecera de Chile, cuya era


entonces el casero indgena de Cancanicagua, ms tarde San
Felipe el Real.
Traa aquel barquichuelo un cargamento de vveres, vesti-
menta de soldados, hierro en bruto, y lo que era m6s precio-
SO que todo esto, seiscientos juegos de herrajes para los caba-
llos, que en la conquista de Amrica represent.aion el elemento
que hoy desempea el vapor. Haban costado al descubridor
estas ltimas preseas diez mil pesos de oro, que era como si
fuesen labradas de este precioso metal.
El mensajero que haba llegado al real de Almagro el da
de la Ascensin de Mara, era, pues, uno de los tripulantes
de esta nave que la proteccin divina de la Virgen, tan ama-
da de los conquistadores del Nuevo Mundo, pareca haberles
enviado en su cruel penuria (1).
E n el acto mismo llam Almagro a su favorito capjtn, que
entre todos los valerosos caballeros que le acompaaban, mu-
chos de los que pasaron a Amrica con el gran Heriin Cor-
ts, lo era el animoso Juan de Saavedra (quien desdi el Cuz-
co haba trado la vanguardia), y le orden que con treinta
caballos ligeros fuese a reconocer el sitio a que haba llegado
la nave bien venida. Dile por gua al propio conductor de la
noticia, y l mismo se apront a continuar sus fatigosas jorna-
das hacia el asiento de Cancanicagua.

(1) 16 aqii romu c: c:ionis;a O;.;xlo, co;iier;iporineo y amigo ntimo de


Almagro (ni piinto de q i i ~su propio hijo w n a tlc zIcei!or r n el rj6rrito del
ltimo). y qiit. n ms. v i r r a las cartas o r i r i d e s del ronniiistador al rev. h6
aqu decamoq. corno cuenta estc curioso episodio r!rl d~sci:l,riinii.;ito. (T.
4.0. p5g. 299):
U E prnsiRiii(; s u camino hnsta un piicldo que dicen dc la Rnn~rrdn,donde
hall que estaban en sus t?.sas 1:is jmtcs. I cstanrlo all el da (le la Asrcn-
qin (sci:tl:id:imcn+~)hinn tl--cnfindo ? dns-iiidado d e los nzvios o:iel ;de
lantndo trra en el dcqxibrirnicntr, (le In mar (por srr la naTqnci6n d~ aque-
llas costa.: peor e 1n:.G riyor.mn qiie cuantas hasta cl presena tiempo se sa-
ben n SP h m nn-tegado en cstns In(!ias a causa <IC las yrandes corrientes e
contrarios :-inritns, que por a!ki s:>n continuos. e impitlen tgnto la naveza-
cin. q u r nraese hallarcc afr5s r!e !o qrir hnn derrotado o trabasado, n a v e
gando rinco m e v s srwnta leguas de costa). lleg iin espaiol al dicho pur-
blo, qiie vena de u n navo, con cnrtas e relacin que wtaba siirto un navo
sotil de Ins del adclantudo, que se dcra 6Cnnctingo. en un puerto veinte le-
guas adelante (le la cabecera de Chilr, e qiiP vena mal acondicionado e
haca mucha agua, e no trafa ya estopa ni pez para se poder calafatear,
por la mucha broma que el navo traa..
24 OBRAS COMPLETAS DE V I C U ~ AMACKENNA

Iv

Juan de Saavedra era castellano como Almagro y haba na-


cido en un pueblo corto llamado Valparaso, a inmediaciones
de la ciudad de Cuenca. Aunque joven todava, tena conquis-
tade una reputacin de valor que en aquellos aos no se con-
fera por una simple cuchillada dada o recibida, y de tal ma-
nera, que Diego de Almagro, tan bravo como el que ms, le
eligi para mandar su descubierta.
F i e l a la orden recibida, el diligente capitn descendi a
la costa; y serpeiitsando por entre los montes y los riscos de
sus playas, lleg al fin a un valle estrecho y sombro, poblado
en su fondo y laderas de hermosos rboles que daban hori-
zonte a una baha xmansa como un lago.
El aspecto de aquel sitio agreste, rodeado por do quiera de
elevadas colinas, trajo al conquistador castellano la memoria
del patrio cortijo, en que las selvas, los arroyos y los cerros
formaban anlogo panorama; y como u n voto y un recuerdo,
dile su nombre.
Tal es el sencillo origen de la denominacin histrica de esta
ciudad que por tantos aos ha mistifieado el criterio de escri-
tores sensatos y hecho decir tan curiosos desvaros al mayor
nmero de los navegantes y viajeros (1).

(I) st\ la cual (dice Marino d~ Lovera, p 4 g . 43, hablando de la ensenadaen


que anr! el ACuntiqpillo) haba llegado u,/i!ci el cspithn Juan de Raavedra,
natural de Vn!paraso, que era de los capitanes de don D i e q Almagro. Y
por ser tanta la fertilidad. hermosura y abiindanria de arroyos de zt?, le
puso por nomhre Valparaso, el cual se le ha quedad3 hasta hoy y es el m6s
hermoso de todos..
.Est situado en el hondo de u n valle, apunta, por su parte (a propsito
del Valparaso d r Espafia que ( h a su nombre al de Chile) don Pascua1 de
Madoz en su Diccionario geogrfico, estndisiico e histrico d e Espnfin, t.
15, pbg. 491, en terreno llano y cercado ste de ccrros, ofreciendo un aspec-
t o agradable d- infinidad d? Arboles qire liav a sus inmedinrionesz.
Este lugarejo yace en Castilla la Nueva, a 18 leguas espaiolas de Madrid
y 7 de la riiidad de Cuenca. E n 1849 tena un modesto casero de ciento
veinte habitaciones, y es una localidad puramente agrcola.
E1 nombre de Valparaso es, por lo demba, muy comn en Espaa, y
Madoz menciona con l no menos de cinco o seis sitios y entrc otros un cor-
tijo cerca de San Juzn de AsnaUarache, en la provincia de Sevilla. Otro hay
despoblado cerca de Cfkercs, en rl camino de Badajoz a Madrid. Llevan
igual nombre un arroyo en la provincia de Jaen y hasta una dehesa cerca
de Toledo.
HISTOEIA D E VALPARAfSO 25

El descubridor castellano debi descender a la playa de Val-


paraso en los primeros das del mes de Septiembre de 1536,
cuando sus colinas y SUS bosques, vrgenes todava del hacha
de la civilizacin, se ostentaban en todo el esplendor de una
temprana primavera, y el mismo Almagro no tard en llegar,
por la va de Quillota y Marga-Marga, distritos entonces fa-
mosos por sus lavaderos de oro, en los ltimos das de aquel
mes.
Desbalijado el buque de todos sus avos, socorrida su gente,
calzados sus caballos, el descubridor hizo, se puede decir, de
aquella caleta su cuartel general, como Pedro de Valdivia lo
estableciera cinco aos ms tarde a orillas del Mapocho, y des-
de all despach a su segundo Gmez de Alvarado, para que
fuese a descubrir hasta el fin del mundo, avanzando por
tierra hacia el Medioda, mientras que el Santiaguillo se alis-
taba para seguirle por el litoral ( 1 ) .
Pero ni Alvarado se atrevi a vadear el Maule, detenido por
las .inacaizas de los belicosos Promancaes, ni el sutil barco, ha-
bilitado a la ligera, pudo alejarse de la vista de las colinas a
cuyo pie hsha echado SLIS anclas, contrariado su pobre apare-
j o por los recios vientos que del Sur, con la aproximscin del
esto, comenzaban a soplar. Dicen los cronistas que en veinte
das slo naveg seis leguas.

Ford vn YII adniirabl? 1inn.l book jor ,C . p5g. 302, hnhla tambin de
otro prqiiciio vallc, tan sombro como rl iienca, en el camino de Sala-
manca a Zanora (Castilia la Tlcja) en qu,: existen las ruinas del conrrnto
en quc naci Snn F:rnando, y cu:.-o ( ita pi.dii:e liiy cxcn!rn:c? vinos.
(1) Almagro, por un error de sus pi1 , juzg encontrarse en c l grado 47
d e latitud sud, por manera que esta el Estrccho de hlagallares en el
n p i i t a d o stos de a 20 leguas geogrfficas, perish estar nica-
ax4 i!;.;tante de aquel punto que rntonces s? juzgaha .el fin
de In rristiarirlnd),, y asi lo cscrii>i u1 rey. Oviedo, q u e era no menos distin-
guido como cosmgrafo c l u e como historincior, refuta estos aixurdos que
atrihuia a la imperiric. d- dlor~soQuintero.
E n cuanto a la circunstanria de haber estndo Almagro personaiminte
en la rada dc Valparaso y habcr ejercido en ella actos de autoridad (que es
lo que coristituia propianiente el mier(to dc un punto geogrxfiio nuevamcn-
t e descubierto), Ins sigiiiefites palatiras de su amieo y confidente no dejan
la menor duda: SI-primeramente (dice Oriedo, pSg. 373) vido la costa, de
la mar, e mand rrr,zrar e calafatrar cl navo ya dichu con ropas de Indios
y ordenle que pasase hasta el Estrecho e que fuese costeando la tierra e
saliendo a los puertos>.
26 OBRAS COMPLETAS D E VICUNA 3iACKENNA

Tantas calamidadts y la escasez del oro, pues la mejor batea


lavada en Marga-Marga no di, al decir de Almagro, doce
granos, junto con todos los infortunios ya pasados, postraron
al ijn la indomable energa del Adelantado, y en consejo de
capitanes acordse regresar al Cuzco sin prdida de minu-
tos, temerosos de un recio invierno en este suelo, juzgado por
los primeros descubridores como el ms inclemente de las In-
dias.

VI

Ila hueste de Alrriagro di la vuelta por Atacama, y el pe-


queo barco que sirvi al primitivo descubrimiento de Valpa-
raso, volvi a serle de indecihle auxilio en la cruel travesa
del drsierto.
Las desventnras del rudo pero magnnimo descubridor de
Chile, no haban, empero, tocado a su trmino.
Despus de meses y de aos lleg en efecto el desbaratado
caiidillo con su tropp al piinto de partida para perecer en ga-
rrote vil, puesta si1 cabeza dentro de una jaula en la plaza
principal, al decir de alginos, por la mano de sus propios aso-
ciados, mientras que Juan de Saavedra erz ahorcado algo ms
tarde de la rama de un rbol por el cruel Carvajal (1).
La desdicha del descubrimiento haba sido completa !
Y acaso poda considerarse como su nico fruto el romn-
tico bautizo de esta playa, famosa hoy en el mundo, y que, a
semejanza de su orgullosa capital, tuvo por padrino nn ilirs-

(1) El siiplicio de Almarrrn PS demasiadn conocido para que lo rccordpmos


en cste lugar. Pero respwo d(1l dr %averIra, h aqu como lo cuenta el fa-
moso cuanto poco conocido historiador da las revucltas civiles del Prr,
Dirgo Fernindez, cupn crc;nica. prohibi6F;-or F.lipe 11. consultamos en la
bibliotcca dcl British il17tseu7ii. cn Londres.
,Tiinn d r Paawdra. dqmis de 1 1 riiinn de .I!mEcro, se haba rctirado a
Lima. Y como no qiiisicra tomar partido con sus &mulos, ciiando Gonzalo
Pisai-;n alz6 la Imndcra (le !.t reh~lii,:i contra f $ 0 ((!ice aqucl r w -
nistn). Francicro d e Csravaial snc6 d - Irr r,rccl cuatro .Ir IC- nrcsns v cn rcn-
das acmhs los Ilev6 fuera de la ciudad, v en tres cuartos de hora ahorc
leis trrs, qiie fueron .Juan de Sagavtdra. Pedro d,-l Barco p hlartn de Flo-
rcncxia. czdx {inn de si1 rama de un 6rbol que estahn cn cl camino por donde
haba de pusar Gonzalo Pizarro. lo qual hizo dicindoles donaires v gracias..
-(Primern ?J s c p i r n d ~parte dc In IIintorlrr dcl Per. por Diego Ferribiidcz.
Madrid, 1571).-Fernndez es conocido generalmente por el nombre del
Palentino, y fu testigo de vista de casi todo lo que escribe.
HISTORIA DE VALPARAfSO 27

tre soldado. J u a n de Saavedra fu, a la verdad, el primer


descidwidor de Valparaso, y su jefe consinti en que le diera
nombre a su albedro. Pero si bien esto bastaba en un sentido
puramente geogrfico, considerando la toma de posesin del
territorio conforme a las leyes del descubrimiento y la con-
quista de la Amrica, no puede ocultarse que su verdadero
fundador i'u don DIEGODE ALNAGRO.
CAPITULO II

EL VALLE DE QUINTIL

I
La vasta ensenada en que yaca el surgidero que los descu-
bridores llamaron Valparaso, no era un desierto, como la W-
t e d i d a d de sus contornos pudiera permitirlo. HabitLbala esa
raza especial de aborgenes que conserva todava su tipo, su
nombre y hasta su humilde ejercicio de la mar: los antiguos
changos.
Participaban estos indgenas de la labranza y de la pesca
para sus mantenirnicntos y la ltima les proporcionaba algu-
nos artculos de cambio, como se nota todava entre los chan-
gos del Paposo y los naarisqueros de Chilo. Servaiise para
esta industria de ciieras de lobo inflados, que unan en pares
por medio de fuertes costuras y tablillas rudas de madera; cu-
yos botes primitivos son los mismos que observ Bcauchene-
Gouin, navegando centenares de leguas en las costas del Per
(1700)) y que poco ms tarde reprodujo en lminas el prolijo
Frezier (1713) copindolos de los usados en el Huasco. Ms
de un siglo despus (1630) encontrlos todava en ejercicio
el clebre viajero DOrbigny entre los pescadores de Cobija,
y a la verdad que solo el vapor ha hecho desaparecer la balsa
en las aguas del Pacfico, desde hace pocos aos. Pero el vapor
no ha podido e x t i n q i r los changos, y apenas si los ha trans-
formado en jornaleros.
30 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Algunos viajeros modernos, especialmente el ltimo nombra-


do y el anticuario Bollaert, han sastenido que los changos
eran una raza especial y migratoria, especie de gitanos del
mar, que hablaban un dialecto propio y tenan una vida apar-
te (1) . Pero los vestigios vivos que aun existen de aquellas
familias demuestran su homogeneidad con las otras castas abo-
rgenes, de las que solo las apartaba su peculiar industria. El
nombre de changos aplicado hasta hoy a los habitantes origi-
narios de la costa de Aacama y de Coquimbo, que se repro-
duce despus bajo la denominacin de Chanco en diversas co-
marcas al Sur del M a d e y del Imperial, comprueban esta
creencia (2) .
En cuanto a los recursos que proporcionaba a su subsisten-
cia la labranza de las quebradas en que se abrigaban sus cho-
zas, dependan exclusivamente de la irrigacin de que sm
derlives fueran capaces o del fruto espontneo de los rbo-
les, como al hablar de la agricultura indgena en otras ocasio-
nes, lo hemos detallado con ms prolija cuenta ( 3 ) .

11

La comarca que rodea la vasta ensenada que se extiende


entre la punta de Concn y la que, sustmentando hoy el faro,
la cierra a una legua area de distancia (la punta antes lla-
mada de Valparaso) era conocida por sus primitivos pobla-
dores con el nombre de Aibiurnapa (4),o ms propiamente A h

(1) Antiquarian researches in New Granada, Per, Chi, etc., by W.


Bollaert; London 1860. Mr. Bollaert fu en 1825 un inteligente dependien-
t e de una casa de comercio en Valparaso, y algunos aos ms tarde (1854)
volvi a esta ciudad como aficionado gelogo, en cuyo carcter hizo una ex-
ploracin cienttjica y concholgica a lo largo del ferrocarril de Santiago,
entonces en va de ejecucin.
(2) Llmase en efecto Chanco la extensa costa de Cauquenes donde sa
fabrica el famoso queso de ese nombre. La playa vecina al Toltn en que
naufrag el bergantn Joven Daniel en 1850 llmase tambin Chanco. En el
diario del explorador LADRILLEROS, publicado por Gay, se habla tambin
del cabo Chanqui al Sur de Valdivia.
(3) Historia de Santiago, tomo 1.0, pg. 19.
(4) E n un donoso libro de excursiones y recuerdos IntimoeAZ G a l o p t
publicado en lm postrimeras de su vida, se encuentra el relato de una vi-
sita a la comarca de Aliarnapa. Vase el volumen respectivo de estas Obras
Completas.-(N, de los R.).
HISTORIA DE VALPARAfSO 31

m a p , que en lengua de indios quiere decir pas quemado ( 1 ) .


Pero lo que constitua propiamente el asiento de la futura
poblacin y cuya playa sera el surgidero de las naves, era un
solitario y estrecho valle sobre 'el que desembocaban las tres
quebradas que se llamaron ms tarde de Juan Gmez, San
Francisco y San dgustn. Tal era estrictamente el puerto. Y
a !a reunin de esas laderas, cubiertas entonces de espesos
pero no corpulentos bosques, Ilambanlas los indgenas el va-
lle de Quintd.
E n cuanto a la playa arenosa que se denomin ms tarde
impropiamente ei Almendral (segn en su lugar hemw de
probarlo), era un territorio distinto y casi inaccesible, porque
en esos remotos das el atrevido farelln que se apellida to-
dava el Cabo sepultaba adentro del mar y bajo de las olas
su frente de basalto. Una cicatriz de esa frente hecha ms
tarde por el estallido de la plvora fu lo que el vulgo llam
la cueva del chivato, nombre imperecedero como la memoria
y la supersticin de la muchedumbre.

I11

Nada, entre tanto, poda ser ni ms agreste ni ms romn-


tico que el aspecto de aquellos sitios, apenas turbada su ma-
jestuosa soledad por la presencia de la civilizacin, esta eter-
na madrastra de todo lo que sali bello e intacto de los eter-
nos moldes de la creacin. El mar, no contenido por toscos
pretiles, penetraba con las mareas hasta besar el pie de los
quillayes y los boldos, rboles que todava predominan a lo
largo de nuestro litoral desde el Maip al Norte, mientras
que en las desnudas y rojizas colinas, como un ejrcito de gi-
gantes puestos en atalaya, mecan las palmas reales sus esbel-
tas copas, agitadas por el viento, emblemas legtimos de un rli-
ma sin igual. E n el fondo de aquellas selvticas laderas bro-
taban por entre las grietas del granito fuentes vivss de esa
agua perenne todava y que no han agotado en tres siglos to-
dos los errores y todas las desidias humanas asociadas, alcan-

(1) De alin, quemado, y de mnpu, pas. Vase el significado de estas pala-


bras en el Diccionario Espaiiol-Araucano del padre Febres. Lovera, sin em-
bargo, la llama Aliarnapa.
32 OBRAS COMPLZTAS DE VICUA MACKENNA

zando slo a fabricar cloacas donde antes aquella regara ver-


geles. Los hmedos canelos, los elegantes maitenes y algn aro-
mtico culn (hoy regalo de jardines) hacan bveda a los ma-
nantiales que bajaban a la arena, mientras que los bellotos y
los peumos y algn malfico litre revestan con su sombro fo-
llaje sus declives (1).
Empero, en u n claro de aquellas boscosas caadas exista un
puehlo de indios, que este propio nombre le da una provisin
oficial de Pedro de Valdivia ( a ) , si bien el mayor nmero
(1) Con pocas escepciones, los rboles nombrados eran talvez los nicos
que poblaban nuestras quebradas y se nutran de sus humedades. Son aqu-
llos, en efecto, los ms notables que t,odava se encuentran en las hondona-
das del terreno que caen al mar en las haciendas vecinas, como la Quebrada
Verde, Quintero, Catapilco y Pullally. La tradicin de los ms ancianos
vecinos de Valparaso est tambin acorde en esa nomenclatura, por lo
que ellos mismos vieron a fines del ltimo siglo u oyeron a sus mayores.
Algunos, sin embargo, por la propensin natural a exagerar lo antiguo que
es comn a la familia humana, aseguran que hubo bosques impenetrables
y de rboles tan corpulentos que con sus maderas se edific la gran bodega
llamada todava el Estanco viejo? a pocas varas de la plaza municipal, cuyo
edificio, por lo antiguo y aquella suposicin, equivale al fabuloso palacio
de Pedro Valdivia en la capital.
Basta, en efecto, mirar las enormes vigas que unen aquellos viejos muros
(ocupada hoy por la fbrica de licores de Maupas y Sovaro), para persua-
dirse de que esas maderas, as como t,odas las que emplearon nuestros abue-
los en esta ciudad, fueron tradas del Maule o de Valdivia.
Una prueba ms convincente de lo que decimos es que Pedro de Valdivia,
a pesar de haber explorado el puerto y sus contornos, dispuso que el ber-
gantn destinado a pedir los primeros socorros al Per se construyese en
la boca de Concn, donde, por la mayor elevacin y fragosidad de las co-
linas (como la sierra de MQUCO en la hacienda iinitrofe de Colmo) p0da.n
encontrarse brbo1e.s mhcl robustos. DOEF&!OS miis tarde (1714), un croitiln
franc69 que neceit labra- una emharcacin en la rada de Vdpara'so. s610
pudcr tncontrar maderas para darle una ouills de veinte pies, que es aprosi-
mativampnte el largo de un lanchn. E n cambio. el marqus de la Pica
construy en el Papudo un hermoPo bergantn a fines del ltimo siglo con
maderns sacadas d e sus bosques de Piillally. E n cuanto a las palmas reales
(la jubco-espcctobilis de los botniccs) los vestigios que de ellas se coneer-
van en todas las colinas adyacentes a Va!paraso, son una prueba de su abun-
dancia en la 4poca de que nos ociipamos. Un siglo despus del descubri-
miento todava esistan algunas en la playa misma de lo que hoy es el puer-
fo,como puede verse en el tosco diseo de ste que public en Roma el
padrc Ovalle en 1647, y el cual, aunque algo fantstiro, es el plano impreso
ms antiguo que existe de nuestra baha. E n un archivo de Espaa hemos
encontrado otro que parece de fecha anterior pero indito. De ambos vol-
veremos a hablar cn otra ocasin
S o roncluiremos esta nota sin preguntar por qu cierto hombre de Es-
tado. afirinnado a escudos y tdaeones, excluy del de la Repblica la palma
r e d . que es SLI producrin indgena ms genuina, para substituirla por un t-
mido cuadrpedo y una ave de rapia.
(2) Respuesta de Valdivia a las peticiones del procurador de ciudad Fran-
cisco RIiez, del 9 de Koviernbre de 1552, citados en la Historia de Sanfin-
90, t. 1.0, pig. 55.
HXSTOP.I.4 DI> V.4LPAitAfSO 33

de sus habitadores tenan sus cabaas esparcidas en los declives


o en el iondo de aquellas estrechas gargantas para aprovechar
el beneficio de los riegos en sus escasos sembrados de maz,
planta que en el Nuevo Mundo tena la misma importancia
que en el viejo el irigo.

Vivan de esa suerte felices y olvidados aquellos riberanos,


sin las fe:idos ni las guerras de sus vecinos de los grandes
valles cultivados, por manera que cuando llegaron 3 sus tie-
rras aquellos hombres barbudos, de blanca tez, de pechos de
hierro, y cabalgando e11 monstruos nuiiea vistos, no pudirror,
menos de sobrecogerse de pnico y sorpresa. Debi ser, a la
verdad, m a escena llena de inters y novedad la que presen-
taron aquellos salvajes sencillos y desnudos cuando desde la
playa contemplaron por la primera vez en silenciosa admira-
cin las velas del Santiago henchidas por el viento adelantn-
dose desde el lejano horizonte, y en seguida sintiendo apearse
de sus caballos a las puertas de sus rucas a los invasores que
llegahan por los Andes ...
La corta permanencia de la cuadrilla que condujo Almagro
y lo incierto de sw operaciones no di lugar, con todo, para
que aquellas gentes recibiesen del acero y de la criiz el pri-
mer bautismo de la conquista. Acaso la blanda contribucin de
lavar unas pocas bateas del metal de sus aurferas quebradas
o en las vecinas de Marga-Marga. fu todo el tributo que rin-
dieron a lo5 descubridores los changos de Quintil y de Alia-
mapa.
No veran, no obstante, los ltimos sin cierto regocijo ale-
jarse desazonados de esta tierra, que desde entonces quedara
mal infamada porque el oro no reluca en sus arenar.
aquellos huhpedes de funesto augurio. Y como pasaran lar-
gos das sin saberse sus noticias, x a s o se persuadieron de que
lm huinccis ya no valveran a aparecer en sus colinaa.
V
Alas, cierto da y antcs que el conquistador de Chile clue
vino a continuar la empresa abandonada por los descubrido-
Historia de Valparafeo 3
34 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

res, llegara a la comarca, una nueva aparicin turb a los ri-


beranos del valle de Quintil en su mal segura quietud.
Era esta vez una vela que llegaba por un rumbo ignoto y
opuesto al que haba trado la quilla de los descubridores. &De
dnde podra venir!
Los tripulantes del barco recin llegado por la derrota del
Medioda descendieron a tierra llevando en sus rostros las
seales de terribles padecimientos y se instalaron al derredor
de las chozas o a la sombra de los rboles para restaurar sus
cuerpos demacrados. Lo que ms en ellos deba maravillar
a los indios era de que hablando la misma lengua de sus pre-
decesores, no tuviesen la ms leve noticia de los hombres blan-
cos que, haca a la sazn cuat,ro aos, les haban visitado.
1Quines podran ser los recin venidos?

VI

Era, entonces el tlsto de 1540. Y cuando Pedro de Valdi-


via llegaba al valle de la Ligua por la va de 13, costa, opuesta
tambin a la que Almagro trajera por los speros declives de
las cordilleras, alcanzle all el rumor de aquel barco extra-
o; por lo que, con el aviso, maravillse tanto, como los indios
con su vista. Valdivia, menos cauto o ms pobre que su pre-
decesor, no haba drjado secuaces que le siguiesen con naves
y auxilios por la mar.
Tan receloso por esto de la novedad, como Almagro fuera
contcnto de la que a su tiempo le haba encontrado en Choa-
pa, orden Valdivia a Francisco de Aguirre, uno de sus ms
diligentes capitanes, que con veinte caballos fuese a la ligera
a tomar lenguas.
El misterio no se descifr por esto. Los soldados de Agui-
rre encontraron slo los fogones aun encendidw de los des-
conocidos navegantes. Pero el buque misterioso se haba he-
cho a la vela con su proa puesta al Norte.
Caus este contratiempo, temprana peripecia de m a con-
quista que deba tenerlas tan varias y terribles, un vivo do-
lor a Valdivia, que ya se senta necesitado de recursos y auxi-
liares. En consecuencia, despus de visitar el sitio y de tomar
alguna medida provisoria sobre su manejo, continu su mar-
HISTORIA DE VALPARAfSO 35

cha hacia el Mapocho, donde pocos das ms tarde deline con


un cordel la planta de la capital de Chile.

VII

Entre tanto, del buque cuya aparicin indescifrable traa


preocupada el alma de los colonos, slo mucho tiempo ms tar-
de spose que 'era el nico escapado a la clebre expedicin
que el obispo de Plasencia, Gutirrez de Vargas, seducido por
el descubrimiento de Magallanes en 1520, haba enviado, va
del estrecho de este nombre, al mando de Alonso de Camargo,
y en busca de las islas de las Especias, que entonces denomi-
naban las Molucas.
Llambase Rui-Daz el piloto que haba escapado d las bo-
- rrascas del Estrecho. Fu su primer refugio la baha que to-
dava se titula del Carnero (por uno que le dieron los indios
de Lebu) ; y despus de su estada en el valle de Quintil, lleg
recobrado a contar sus iniortunios y sus admirables aventu-
ras a los castellanos del Per. Tanto inters y piedad alcan-
zaron aquella en el nimo supersticioso de los conquistadores,
que llevaron stos a Lima el mstil de la esforzada caravela
y lo conservaron muchos aos como una preciosa reliquia de la
primera quilla que en demanda de aquellas costas surcara dos
ocanos ( 1 ) .

(1) El jesuta Acosta, que vino a Lima poco despus de aquellos aos,
refiere en su Historia moral y ?in+irrnlde Ins Indios. que el mmtelero se con-
servaba en el Palacio de Lima, aunque no dice haberlo visto personalmente.
Burney, equivocando nombres, romo sucede frecuentemente a escritores
extranjeros, dice que el palo lo llevaron a Arequipa, donde lo conservaban
dentro de una iglesia, lo que de suyo, por la distancia del mar a la ciudad,
parece algo inverosmil.
De los otros dos buques que componan la expedicin de Camargo, uno
volvi a Espaa y el otro, que era la capitana, desapareci con su jefe en
un huracn en los mares del Estrecho.
CAPITULO

EL ALMIRANTE PASTENE

Cuando Pedro de Valdivia fund a Santiago, no tuvo en


cuenta nicamente la amenidad de su sitio y sus reparos mi-
litares, pues es fuerza atendiera a su fcil acceso a la costa
del mar. Ya queda dicho que anticipadamente haba e x p b
rado (el asiento martimo de Valparaso y reconocido durante
su marcha, a travs de las lomas de Marga-Marga y de Iba-
cache, la llaneza de la senda entre ambas localidades.
Santiago iha a ser para el conquistador extremeo el dep-
sito de los acopios de su temeraria empresa. Pero haba dis-
puesto con su previsin habitual que Valparaso fuera la puer-
ta por donde forzosamente aquellos haban de venirle.
No obstante, durante dos largos y penosos aos aguard en
vano que fieles amigos o codiciosos aventureros viniesen a gol-
pear a aquella. Haba dejado Almagro demasiado mal vista
la tierra para que mercaderes vulgares osasen venir donde slo
alcanzaba el bro de indomables capitanes.
As fu que slo cuando Alonso de Monroy se present en
Arequipa y en Lima luciendo sus estribos labrados con el oro
aquilatado de Chile, consigui que algunos especuladores fue-
sen a socorrer el hambre y la desnudez de sus infelices cama-
radas, los sufridos pobladores del Mapocho.
38 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

I1

El primero en dejarse seducir por los cuentos encantados del


astuto emisario de Valdivia fu un antiguo amigo de ste y
ms que amigo, acreedor, por fuertes anticipos que le hiciera
para el avo de su expedicin a Chile. Llambase este per-
sonaje, primer banquero que abri crditos en este pas de bue-
nos pagadores, Francisco Martnez, y aseguran los antiguos
cronistas que su acreencia sobre Valdivia pasaba de veinte mil
pesos, suma enorme a la sazn, con ms enormes intereses, por-
que la usura, aunque importada, por lo antigua parece planta
indgena de este hermoso suelo.
Flet anheloso el prestamista en el Callao un buque, pro-
piedad de cierto marino siciliano llamado Juan Alberto, y con
un rico cargamento de ropa, armas y provisiones lo despach
en los primeros das de 1543. El capitn del barco Ilambase
Diego Garca Villalobos, y Martnez vino con l.
Lleg ste a Valparaso en Septiembre de aquel ao, des-
pus de los seis meses habituales de navegacin a lo largo de
la costa, y tan a tiempo vino su socorro a los conquistadores,
que stos celebraron en Santiago la nueva de su arribada con
un suntuoso Te Deum. Tal haba sido su penuria que haca
cuatro meses no se deca misa por falta de vino; y como ste
llegara ahora en abundancia, fcil es de presumir que no se
bebera aquel da nicamente en las santas vinajeras. . .
El empeoso Martnez vendi sus mercaderas a precios
excesivw, segn han dejado escrito algunos de los que se
las compraron. Mas no tuvo, al parecer, igual fortuna con la
deuda de Valdivia. Era ste prdigo de lo suyo y dwbaratador
de lo ajeno, a usanza de buen conquistador, y por tanto el
mercader de Lima hubo de contentarse con recibir una enco-
mienda de indias en el valle de Colina, por todo finiquito.

I11

E n pos de este primer negociante del Mar del Sur Fino otro
de su mismo nombre llamado Lucas Martnez de Vegazo, ha-
cendado de Arequipa, hombre de buenas prendas y amigo
de Valdivia, que consinti en equipar una nave por aficin
HISTORIA DE VALPARAfSO 39

a ste y la persuasiva empeosa de Monroy. Aunque el suelo


era pobre de oro, no tuvo el rico encomendero causa por qu
quedar descontento de su primera especulacin, pues ya en otro
lugar dijimos cules eran los precios fabulosos que alcanzaban
por esos aos los artculos ms usuales entre los moradores de
Santiago (1). El viaje de Martnez Vegazo debi ocurrir en
el esto de 1543 o en el otoo del ao siguiente.

IV

La tercera expedicin que se recuerda no tuvo tan prspe-


ras vientos. Desencuadernada la nave que la conduca, por
impericia del piloto, en las dereceras de Copiap, fu a estre-
llarse contra las bravezas de la costa de Topocalma, donde los
pocos nufragos que ganaron la tierra, y entre ellos un infeliz
negro, fueron inhumanamente asesinados por los indios. Los
colonos de Santiago tuvieron noticia de este desastre nica-
mente cuando vieron a los brbaros vestidos con los despojos
de sus vctimas, y ocurrieron a vengarlos matando ciento por
uno, segn era la ley del talin en tales casos ( 2 ) .

Mas, entre todos aquellos vulgares trocadores de oro que


recorran la -4mrica con la balanza en las manos recogiendo
(1) Histoii? d~ Santiago, t. l . O , Cap. VI. (Vasc el volumen respectivo
de esta.: Obras Completas).
(2) KO dicen los cronistlis qup este naufragio ocurriera precisamente en
Topocalma, pero sealan un peraje .veinte y dos legnas al sud de Santiago.,
que corresponde a aquella costa famosa por lo crudo de su mar.
Haremos notar aqu que Antonio de Herrcra se equivoca diciendo que
Valparaso est c? In drwmbocedura del ro Topocalma, (que vendra a ser
el Rapel), como se eyiiivacaron m53 tarde gegrafos tan eminentes cual
io fueron Jorge Juan y Antonio de Ulloa, poniendo en su mapa de la baha
de Valparaso (1744) el nombre del ro Chile al estero de Marga-Marga
que drsemboca en la Viiia del Mar.
El ilustre cronista de Indias arriba citado, confundi tambin al Map*
cho con el Rapel, porque dice, hablando de Santiago: CSrvese esta ciudad
del puerto de Valparaso, a la boca del ro Topocalma que pasa por junto
de ella.. (Ceczda I.*. pfig. 49).
Nosotros tenemos a nuestro turno un humilde error, o ms propiamente.
una presuncin que rectificar en esta parte, pues en la Historia de Santiqo
supusimos que el naufragio de que hemos hablado haba ocurrido (por el
negro de que en l se trata) en la quebrada llamada del Negro, cerca del
puerto de los Vilos.
40 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

los tesoros que otros descubran con su sangre, cupo en suerte


que viniera a Chile, a los comienzos de su ardua conquista,
un capitn de elevado carcter, desinteresado, superior en sue
miras, igual de Valdivia en su carrera, acaso ms levantado
en mritos morales, si bien lo fuera de seguro en cuna, y a
la par el hombre que ms necesitaba la ocupacin de la tie-
rra en aquella coyuntura.
Tal fu el almirante don Juan Bautista Pastene, noble ge-
novs, de quien uno de sus nietos (el historiador Ovalle) dice
tuvo en sus armas tlasones regios, ponderacin excusada por-
que si careciera de ellos, su alma vala la de un prncipe.
Arrastrado por la fascinacin que despobl la Europa despus
de los descubrimientos del Per, la California antigua, vino
Pastene en calidad de marino a sus costas, y all fu desde tem-
prano amigo y camarada del conquistador de Chile: y como
fuera uno de los ms antiguos, prob ser a la vez el ms leal.
Lleg Pastene a Valparaso en el mes de Agosto de 1544,
pero vena, no como mercader ni soldado mercenario, sino en
on barco de su propiedad llamado el San Pedro, con gente
enganchada a sus expensas o bajo sus responsabilidades, por-
tador a ms, por cuenta de Valdivia, de valiosos auxilios mi-
litares. Cobr con esto, bros la soldadezca, dice un cronista
simptico a su nombre, y se alentaron todos a proseguir la em-
presa comenzada (1).
Pero nadie experiment jbilo ms vivo que el impetuoso
Valdivia porque conoca todo el precio del socorro y de la per-
sona de su husped. De esto ha dejado claras demostraciones
en sus famosas cartas a Carlos V, y confirm10 de hecho vi-
niendo por la segunda vez a Valparaso desde su asiento del
Mapocho, o lo que es talvez ms probable, desde los lavaderos
de Marga-Marga, donde, ansioso de oro para comprar secua-
ces, sola pasar largas ausencias.

VI

La segunda visita del primer gobernador de Chile a la ca-


leta del valle de Quintil tuvo una simificacin importante

(I) El padre Alonso de Ovalle. Historitr, pg. 173.


HISTORIA DE VALPARASO 41

para la ciudad que ms tarde se sentira sofocada entre su


playa y sus colinas, porque desde entonces data propiamente
SU existencia legal como una de las comunidades civiles de la
colonia .
Verific Valdivia en aquella ocasin, en efecto, el primer
acto de autoridad de que haya quedado constancia en los ar-
c h - ~dcclarando
~ , oficialnwntc a Talparaso el puerto de San-
tiago y expidiendo en aquel sitio el nombramiento de su lugar
teniente del mar en la persona del ilustre marino genovs. "En
el puerto de T7alparaso (dice aquel curioso dociim:ato, ver-
dadera acta de fundacin de esta ciudad) que es en este valle
de Quintil, trminos y jurisdiccin de la ciudad de Santiago
a tres das del mes de Septiembre de 1544: ahora de nuevo
nomhro y sealo este puerto de Valparaso para el trato de
esta tierra y ciudad de Santiago", siguiendo despuf, el nom-
bramiento de Pastene y las clusulas de la comisiii que al
propio tiempo le confiara para csplorar por el ocano la. ex-
tensin acordada a sus dominios. ( 1 ) .
El tres de Xeptienibre, pues, es en la mmologa de Valparai-
so lo que el doce de Febrero ha sido en la de Santiago, con !a.
notable particularidad, adems, de que la acta de fundacin
firmada e n el primero de aquellos das constituye al almi-
rante .Juan Bautista Pastene en el mas antiguo fnocionarjo
pblico del valle de Quintil. Como lugarteniente de Pedro de
Valdivia en e1 mar que baaba el litoral de Chile, fu a la
verdad Pastenz $11 primer crlniirnnfp, o (como. titcndiendo a
sus peculiares funciones, se le domina hoy da) su primer co-
maiidantc yenera1 de marina.

-4 ttulo de los poderes que por delegacin del rey, o ms


propiamente de Francisco Pizarro, le otorgaba el gcbernador

( 1 ) El senor Gay registra ntegrsmcnte este notable documento en su


Histoiin--~Dociinientost. I.". pg. 35. r,s frasr rle ) ! u e w que usa Valdivis
en cl c:icalx-xa~nientode 61 est15 dcmostrsndo qiie ya haba conferido el
ttulo lcgal de puerto rie Santi:ig;o a Valparaso (probablemente en la pora
que lo visit ron -!iguii.re), ;.ci crts misma circunstancia descubre que la
primera asignacin linbn sido informa! o provisoria, cuando hilbo de reno-
varla ante escribanos J testigos.
42 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

de Chile, el capitn Pastene se alist para emprender por mar


y hacia el Medioda, el reconocimento geogrfico y la toma de
posesin actual y de hecho que, segn las prcticas de la con-
quista, hacase indispensable desde que todo un mundo haba
sido entregado en prenda de botn a los pendones de los reyes
de otro mundo. Confi, pues, Valivia a Pastene el de Cas-
tilla, junto con el blasn de su propia alcurnia, y al dejar en
sus manos aquellos emblemas, djole con voz solemne estas pa-
labras que iodos los circunstantes oyeron descubiertos :- Ca-
pitn! Yo os entrego este estandarte para que bajo In sombra
y amparo d1 sirvais a Dios y a su Majestad y deEendais y
sustenteis su honra y la ma en su nombre, e me deis cuenta
d1 cada e cuando os la pidiese ; y as haced juramento y pleito
homenaje de l o cumplir.
(Y Juan Bautista de Pastene, aade el acta, dijc que lo
haca con toda fidelidad y buena conciencia e jur.

VI11

AI da siguiente, martes 4 de Septiembre de 1544, con una


fresca ventolina del norte y a la una de l a maana solt Pas-
tene e\ velamen de su barco con la proa al Sur, llevando en
consorcio el Santiaguillo (el antiguo Santiago de Almagro,
bautizado por su pequeez con aquel nombre y no con el de
Santiaguino apuntado por Gay), que iba dirigido solo hasta
la boca del Maule, donde deba prestar socorros a una colum-
na que se encaminaba a Penco.
Acompaaban al piloto genovs algunos de los ms consi-
derables capitanes de Valdivia, y entre otros Jernimo de Al-
derete y Rodrigo de Quiroga, que precisamente seran sus su-
cesores en el alto poder que aquel se haba conquistado. Ac-
tuaba como escribano mayor de la expedicin, para dar razn
autntica de sus operaciones, Juan de Crdenas, y era, por 1-
timo, uno de los tripulantes de ms cuenta (aunque la crni-
ca no dice la categora de su puesto) un espaol llamado J u a n
Elas, que debera ser uno de los fundadores de este vecinda-
rio, segn lo manifiesta todava la quebrada que lleva su nom-
bre. Firma tambin como testigo en el pliego de instrucciones
dadas a Pastene aquel terrible alguacil, famoso en la crnica
HISTORIA DE VALPARAfSO 43

de Santiago, llamado Juan Gmez de Almagro, cuya memoria


recuerda, a la par con su crueldad, una honda grieta de las
colinas que aos ms tarde (1549) reg su saa con sangre de
gentiles.
Las quebradas de Elas y Juan Gmez, en aquellos aos y
durante ms de dos siglos estuvieron de esta suerte marcando,
como dos barreras invencibles, los lmites extremos de la vieja
villa colonial, hoy desbordada por todos los rumbos del com-
ps.

IX

Como marino experto, y ya conocedor del mar Pacfico, el


piloto liguriano naveg desde su salida del puerto, por la
vuelta afuera, segn 5e llama todava la expresin del arte,
dejando cargar los vientos frescos de primavera, que descien-
den por lo comn del Norte, sin oponerles otra resistencia que
el timn y la vela que entonces se denominaba el papa-higo
de trinquete.
Con mar alborotada y una densa cerrazn, el San Pedro
hizo rumbo al Sur alejndose de la tierra durante una semana,
hasta que aclarando una maana, en el octavo da. Pastene
tom la altura, y encontrndose ms all del grado cuarenta
y uno, juzg que haba tocado al ltimo confn de las doscien-
tas leguas asignadas por el rey a la gobernacin de la Nueva
Extremadura, que ese y no ms era el ttulo de los dominios de
Valdivia .
. Enderez en consecuencia Pastene el rumbo de su nave a la
costa, y en breve avist una abra de mar que llam de San
Pedro, acaso en honor de aquella; y ese nombre lleva todava
en las mejores mapas, sealando el punto preciso de la ex-
ploracin un poco al Sur de Valdivia, y en la vecindad de los
depsitos carbonferos de Parga, no ha mucho descubiertos.
Torciendo desde all de firme al Norte, vnose el atrevido
explorador, que as se arriesgaba en mares bravos por nadie
antes surcados, y detenindose a la entrada de cada caleta,
a la embocadura de cada ro, bautizando con nombres ms o
menos perecederos pero siempre cristianos, de santos y san-
tas, cada cabo y cada rada; tomando por fin, posesin de cada
44 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

colina y cada bosque segn el ritual extrao pero caractersti-


co de aquella edad de frmulas, que consagraron ms tarde en
su majestad las leyes de Indias, lleg al puerto de salida con
un buen nmero de indgenas cautivos, el 30 de Septiembre
del ao recordado. Sabido es que los ltimos eran la parte
esencial de la toma de posesin desde que Coln para probar
que haba descubierto un mundo llev a Fernando e Isabel
los isleos desnudos de Cuba y Huanahani. La feliz excursin
de Pastene haba durado un mes escaso (del 4 al 30 de Sep-
tiembre), prueba evidente de cuan diligente y conocedor era
el primer almirante de Chile de las cosas de su arte.
Tal fu el primer ensayo de navegacin emprendido desde
esta rada, que con el trascurso de los siglos haba de ser el pun-
t o de cita de las naves de Occidente, y por consiguiente la fu-
tura dominadora de sus naves!
CAPITULO IV

UNA PESCA DE ORO EN VALPARAISO

I
La exploracin del medioda de la Nueva Extremadura no
fu el nico servicio que prest a la colonia desde la ensenada
de Valparaso el almirante del Mar del Sur. Cabal un ao
mts tarde (el 4 de Septiembre de 1544), y despus de haber
aderezado su buque en la playa de Coquimbo, las excelencias
de cuyo puerto se hicieron visibles desde los primeros das de
la conquista, .fuan Bautista Pastene di6 a la vela para el Per
con importantes comisiones de Valdivia, y llevando a su bordo
n l g u ? m mercaderes, dicen los cronistas, lo que prueba que,
aunque lento y precario, coinenzaha ya a crearse algiii trfico
en el naciente reino.
Iba tambin entie los pasajeros del San Pedro aqiiel saqaz
Aloiiso de Aoiiroy, a quien T-aldivia am como un I~crniaiio,
encargado de reclutar ms hombres, porque no obstante los
ardides del conquistador y de sus emisarios, la reviielta y eo-
diciosa gente del Per no quera convencerse de qiie haba
ms oro al pie del Hueln que en el Cuzco. E n contra de to-
dos los esfuerzos, insistan aquellos en mostrar mayor aficin
a las lminas macizas del templo del sol que por los platos
de oro en que Monroy les invitaba a comer la cena de la opu-
lencia ms all de los desiertos y del mar. TTaldivia, por esto,
enviaba ahora ms oro en lminas y en polvo, y se confiaba
de la noble amistad de sus dos amigos y segundos.
46 OBRAS COMPLETAS D E VICUA hlACKENNA

I1

Vana esperanza! Pasaron los das, los meses, largos aos


y no llegaba la ms leve nueva de sus ltimos emisarios al
consternado gobernador de Chile. Encerrado en las paredes
de Santiago y reducido, por falta de soldados que adelantasen
su empresa, a una verdadera impotencia, el impetuoso capi-
tn extremeo morda la empuadura de su espada de clera
y de impaciencia.
Por fin, a los dos aos y tres meses de la partida de Paste-
ne y de Monroy, unos hombres desemejados y barbudos que
se presentaron en la casa del gobernador cabalgando en sendas
yeguas cerriles, dijronle que Pastene volva y que era por-
tador de desastrosas novedades.
Corri Valdivia por la tercera vez a Valparaso, y el 1 . 9 de
Diciembre de 1547 abraz a su fiel amigo con los transportes
de una alegra que todava transpira en las memorias que de
l nos han quedado.

I11

Despus del natural alborozo de un encuentro largamente


deseado, encerrronse en la cmara del buque los dos caudi-
llos y all supo Valdivia todo lo que de extrao, de fantstico
y terrible estaba pasando en el Per, drama de osada, de
desacato y de muertes que ms tarde diera argumento y colo-
rido al ilustre Prescott para historias tan patticas como las
que han corrido del Inca Garcilaso. Gonzalo Pizarro, en efec-
to, estaba alzado en el Cuzco con el pendn del rey. Blasco
Nez Vela, representante legtimo del ltimo, haba hudo a
lm planicies de Quito. Caravajal, convertido en un demonio de
venganzas, ahorcaba a los hombres fieles en las ramas de los
rboles, como a Juan de Saavedra, y a las mujeres hablado-
ras en los barrotes de sus ventanas, cual lo puso en ejecu-
cin con una de sus comadrs. Haban ya librado batalla los
leales y los alzados en el Ejido de Aaquito, y uno de los 151-
timos, en el vrtigo del triunfo, cort con sacrlega mano la
barba cana dmel virrey vencido, cuyo cadver mutilara en
venganza del poderoso emperador de quien decase delegado
HISTORIA DE VALPARASO 47

y ejecutor de voluntades. Por ltimo, corrase el rumor de


que vena a aplacar todas aquellas furias, un humilde ecle-
cistico sin ms armas que su sotana y su genio. Llambase
ste el licenciado La Gasca, y traa consigo en un papel toda
la omnipotencia de Carlos V .

IV

Valdivia, que era pronto en concebir, y tan rpido en el pen-


samiento como en ponerlo en obra, comprendi en el instante
su crtica situacin y las ventajas que de sus embarazos mismos
poda, con maa, derivar.
Era un amigo antiguo y un agraciado reciente de los Pi-
zarros. A ellos deba s u investidura de gobernador, mientras
el rey tardaba en confirmarla. El agente que haba enviado
a Espaa para pedir esa merced ( y que tambin fuera al Per
con Pastene) se le volvi traidor, al punto de pedir para s
propio, con viles calumnias, aquel codiciado honor. Refuerzos
no poda ya esperar mientras la tierra que los procuraba no
se aquietase, y aquellos pocos jinetes que en malas bestias ha-
ban llegado hasta el Mapocho eran ms un embarazo que un
auxilio. Negras sospechas deban rodear su nombre, oscure-
cido por rivales, por los que desertaban de s u bandera, por el
enojo mismo de los sublevadas que le haban escrito pidin-
dole su espada, que vala un buen escuadrn de lanzas, y su
consejo, que como el de un capitn de guerra, no tena precio.
Su situacin era extrema.
El astuto conquistador resolvi por esto y eii el instante,
adentro de su cavilosa mente y en su corazn disimulado, irse
al Per. Y all, fuera probando lealtad al rey, fuera tomando
partido con los que junto con domar el nuevo mundo alzaban
en su centro el primer grito de su independencia, labrar la
suya y perpetuarse en el reino que ya se haba acostumbrado
a mirar como propio.
Confi si1 pensamiento solo a Pastene; invit con ardid a
diez de sus ms apuestos capitanes, hizo alistar de nuevo el
buque recin llegado y se encamin otra vez al puerto desde
la orilla del Mapocho, a donde haba regresado despus de su
entrevista con el almirante.
48 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Pero Valdivia no quera llegar a la Corte del Per como u n


necesitado, vaco si1 cofre, con su cota de malla deslustrada,
ajados por el uso sus antiguos hbitos de gala y sin otro pres-
tigio que su vieja espada. Pensaba en que la ley de la con-
quista era el oro, y que sin ste, la fortuna de las armas PO-
da ser solo una gloriosa sombra.
Pidi prestado, pues, en nombre del rey, todo su oro a los
colonos del Mapocho, y stos rotundamente lo negaron. El
emprstito y el fisco eran para los riberanos de aquel ro e+
mo las dos vigas de la horca, y preferan que les colgaran en
ella antes que entregar un adarme de su hacienda. Herosmo
histrico y contemporneo sobre el que hemos de volver algu-
nas veces porque es caracterstico y genuino.
Yero Pedro de Valdivia, que no entenda de subterfugios
ni de negativas, resolvi quitar a sus sbditos lo que de buen
grado no le daban. El capitn extremeo sola volverse len
en las batallas, pero saba tambin vestir la piel del zorro en
las ciudades.
Fingi, en consecuencia, resignarse a aquella negativa y pu-
blic por pregones una licencia franca para que todos los que
estuviesen descontentos o quisiesen volver a sus hogares con
su oro, lo hiciesen en plena libertad, embarcando aquel en el
propio buque en que l mismo iba hasta el Per y a cuyo bor-
do les ofreca un cmodo pasaje.
Los mezquinos cayeron en aquella bien urdida trampa y lle-
garon con sus cofres, seguidos del conquistador. Para mejor
engaarlos hzoles el ltimo preparar una copiosa cena, a cuyo
bullicioso mantel se despediran de aquella tierra que los ms
crean no volver a pisar.
El prfido conquistador haca los honores de aquel festn
de Baltasar, disfrazando su secreta alegra de ver logrado su
plan con la fingTda lstima de que le fueran a dejar en los
comienzos de su gloriosa tarea los amigos de las primeras prue-
bas. ( ( Y a todo esto, cuenta un contemporneo que acaso es-
tuvo a punto de ser vctima de aquel convite, el gobernador
iba derramando muchas lgrimas cual otro Ulises a la orilla
del mar Sigeo, porque procedan de motivo diferente del que
HISTORIA DE VALPARA~SO 49

exteriormente mostraba. Porque no poda dejar de sentir n-


timamente la mala obra que haca a tantos hombres desventu-
rados, dejndoles destrudos al cabo de tantas calamidades,
yas haba lgrimas de ambas partes, movindose a ellas los
miserables creyendo que las de su capitn procedan del amor
que les significaba (1).

VI

El desenlace del ardid no tard con todo en llegar. Mien-


tras los crdulos convidados beban su ltima copa en seal
de adis a los collados y a los bosques que daban sombra a
su alegra, el San Pedro cortaba furtivamente su cable y a una
seal de Valdivia, que con un pretexto se haba dirigido a su
bordo seguido de sus confidentes, solt todas sus velas, dejan-
do a los que quedaban en la playa estupefactos de sorpresa.
NO se pueden encarecer (aade el mismo cronista antes
citado) las lamentaciones con palabras algunas, que aquellos
miserables hacan llorando su desventura ; pues haba entre
ellos hombre, que no haba querido comprar una camisa de
las que trajo el navo por guardar dos pesos ms que llevar a
su tierra; y as levantaban alaridos al cielo, pidiendo justicia
de tal robo y maleficio. Estaba entre estos infelices hombres
un trompeta llamado Alonso de Torres; ste, viendo ir a la
vela el navo comenz a tocar con la trompeta, cual otro Mi-
seno, que se puso a tocar su clarn a la lengua del agua; y
toc en son lastimoso una cancin que deca:

Cata el lobo do va, Juanica,


Cata el lobo do v a :

y luego di con la trompeta en las peas hacindola peda-


zos, por no quedar con aquella que era su ltimo caudal. A
este tono decan otros hombres diversos dichos lastimosos, y
lloraban su infelicidad. Porque muchos de ellos tenan en Es-
paa padres y hermanos pobres; y otros hijas, mujeres, a
quien iban a remediar con lo que haban ganado. Y vino 18

(1) Mario de Lovera, p6g. 93.


Historia de Valparaso 4

c
50 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

pesada burla a tener tales efectos, que un pobre hombre lla-


mado Espinel, natural de Granada, donde tena unas hijaa
que iba a casar con seis mil pesos de oro que valen nueve mil
ducados, viendo su dura suerte, haca excesivos extremos de
dolor tanto, que mova a todos grande compasin: y pudo
tanto en l la fuerza del dolor que perdi el juicio y tras l
la vida, porque se vino l mismo a ahorcar miserablemente.
Tal era la usanz3 de levantar emprstitos para empresas de
guerra que tuvieron los conquistadores. No se fijaban ellos
ni el cinco por &ento, ni en la renta, ni en el capital, ni en
la amortizacin, sino que cogan en hombros las gavetas y se
marchaban con ellas a buen viaje. Lo mas que permitan a los
contribuyentes era que tocasen la corneta como Alonso de To-
rres, o se ahorcaran, despus de enloquecerse, segn aconteci
al desgraciado padre de Granada.. .

VI1

Un vengador tuvieron, no obstante, algo ms tarde aquellas


vctimas de una ilustre rapacidad, y fu precisamente en otro
banquete que en honor de las bodas de una hermana de su
mujer, di Valdivia en Concepcin, poco antes de su fin, a
muchos de los que con l perdieron la vida en una celada de
diversa ndole. Y por no deslucir el colorido antiguo que he-
mos venido dando a estas escenas, dejmosla contar al mismo
ingenuo soldado del que trascribimos los pasajes anteriores
y que fu de este lance un testigo presencial.
Por ser comn de la ciudad (dice Lovera, del contento
de las nupcias en la casa del gobernador) y para que ms
se festejase, encargaron un sermn ridculo, como se suele ha-
cer en fiestas semejantes a un hombre llamado Francisco Ca-
macho, que era gran decidor y tena especial gracia y donaire
en todo cuanto hablaba. Comenz este buen hombre su ser-
mn y dijo tantas agudezas que provocaba a todos risa, y en-
tre otros chistee lque dijo, fue a o el menor solemnizado ste:
Al seor general don Pedro de Valdivia le compete por dos
razones y ttulos este nombre de Pedro: lo primero por habr-
sele impuesto en el baptismo: lo segundo porque ha hecho el
oficio de San Pedro. tQuirenlo ver claramente?, pues acur-

E
HISTOI~IA D E VALPARASO 51

dense que San Pedro tendi la red en el mar, y de un lance


la sac tan llena de peces que se le rompa con haber estado
toda la noche sin haber tomado uno solo: pues esto mesmo le
aconteci al seor gobernador, que con no haber podido su
seora acaudalar 10 que deseaba en muchos aos, ech una
vez un lance en el puerto de Valparaso, y cogi ms peces
que San Pedro, y no de diferentes especies, sino todas de una,
porque lo que pesc fueron ochenta mil dorados ( i ) ,sin nin-
gn trabajo suyo ni de sus compaeros, aunque no con peque-
o de los desventurados que haban andado toda su vida me-
tidos en el agua para cogerlos. Este fu especificando ms en
particular con tanto donaire y sal que no haba hombre que
no di,ese carcajadas de risa, excepto el gobernador que no le
supieron bien los peces con tanta sal, pues ya no estaban fres-
cos, ni siquiera que le acordaran cosa de agua, porque esto
era aguarle la fiesta. Pero, a ms no poder, lo hubo de echar
a risa. Y de all sali como proverbio los ochenta mil dorados
de Valdivia.
De esta suerte y con la chanza de un bufn, dej Pedro de
Valdivia cancelado el primer emprstito que los europeos le-
vantaron en este suelo, que al fin ha aprendido a suscribir-
los con una magnanimidad que en nada puede compararse a
la de Espinel y Alonso Torres.. .

VI11

La pesca de los ochenta mil dorados en las arenas de Val-


paraso no fn tampoco un mal irremediable para todos, por-
que en breve devolvironlos con aumento las aurferas de Mar-
ga-Marga y de Quillota . Asegura un contemporneo, muchas
veces ya citado en esta relacin, que por esos propios aos
comenzaba a ser tan abundante el fruto de los lavaderos, in-
grato slo para Almagro, que cuando algn soldado quera
jugar doscientos pesos de oro no tena para ello ms trabajo
que el i r a lavarlos a las pebradas. Conforme a esto, aade
el cronista, como para dar :estimoni0 de aquella ponderacin,
era la grosedad de estos minerales tan abundante, que venan

(1) Nombre de un pescado.


52 OBRAS COMPLETAS DE VICUA M A C K B ~ N A

hombres con sus mujeres e hijos tan pobres, que para los fle-
tes no tenan, y se remediaban luego con la grosedad de la tie-
rra (1).
Y esa grosedad dura todava, porque en el da en que escri-
bimos no se anuncia otra cosa por las hojas pblicas que la
compra y la venta de barras de minas de oro en todas las
quebradas que ruedan sus guijarros por los mbitos del anti-
guo territorio de Aliarnapa. . .
La nica diferencia en la grosedad de los tiempos est en
que la ltima poco aprovecha a los vecinos, porque nadie tie-
ne ya bajo su mano una (encomienda de indios a quienes man-
dar, bajo pena de la vida y sin ms remuneracin que el 1-
tigo, le laven en los cerros doscientos pesos de oro cada da
(que los hay si hubiera gentes sin salario), para ponerlos por
la noche sobre el lomo de una carta.

(1) Mariorde Lovera, pg. 90.


CAPITULO V

SOLEDAD

Ao y medio dur la ausencia de Valdivia (del 8 de Di-


ciembre de 1547 al 20 de Junio de 1549).
Corri el gobernador con alta fama pero varia suerte en la
vorgine de la rebelin, cual aconteca de continuo en aquellos
extraordinarios tiempos. Di a la Gasca la victoria que resti-
tuy a Carlos V el mejor de sus imperios de ultra-mar, y
aquel mismo mandatario le hizo volver reo a su presencia,
por dar odos a las denuncias de gentes agraviadas, que de
stas encontraba siempre en su camino el poco escrupuloso
conquistador de Chile.
Pero, al fin, volva a su gobierno, confirmado por un delegado
del emperador, con recursos de material de guerra y de sol-
dados en tan gran nmero, que caban apenas en cuatro bar-
cos, tres de los cuales deban seguir al suyo. Vena tambin
en este el bizarro y fiel Pestene, su brazo derecho en la con-
auista .
La tardanza de las velas que aguardaba del Per forz a
Valdivia ,z detenerse en Valparaso durante dor meses; y fu
probablemente en este tiempo cuando, por ocupar en algo su
activo y creador espritu, hizo labrar al pie de las colinas y en
la vecindad del mar un terreno que se llam por muchos aos
la estancia del gobernador, y que, si hemos de atenernos a
54 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

una vaga tradicin y mas especialmente a una lgica infe-


rencia de ciertos documentos que en breve citaremos, abarc
todo el espacio llano denominado hoy da el Almendral.
Fuera de esta medida. de su personal beneficio, el fundador
de Santiago no hizo nada por su puerto. El alma, el corazn,
la ambicin, la gloria de Valdivia estaba toda en el Sur, allen-
de el Bo-Bo, allende d Imperial, allende el Calle-Calle, y por
tanto todo lo que no fuera las comarcas donde haba medido
con ojos insaciables su marquesado de Arauco, era para l in-
diferente o enojoso.

I1

Sometido en todo a estas miras, Valdivia orden que los bu-


ques donde venan sus resfuerzos pasasen, si era posible, sin
avistar siquiera las cumbres de Valparaso, con rumbo a la an-
tigua Concepcin (hoy el abatido Penco viejo), que haba fun-
dado en su primera correra por el Sur. A su segundo mis-
mo en el mar, ordenle se trasladase a aquel fuerte con suma
diligencia. Comenz desde ese da y data de estas providen-
cias el esplendor de aquella ciudad del Medioda, y como con-
secuencia qued consagrada la estagnacin forzosa e irreme-
diable de la que nos proponemos contar su sbita y casi mila-
grosa mudanza.
Dur aquella prepotencia comercial y poltica por ms de
dos siglos, por manera que mientras Penco era la corte y el
emporio comercial de la colonia, Valparaso no sala de su
condicin servil, reducido a un simple depsito veraniego de
las productos de la tierra, oscuro suburbio de Santiago, o ms
propiamente de Quillota, bajo la dependencia de cuyo tenien-
te de corregidor se mantuvo durante ms de ciento cincuenta
aos. Fueron precisos dos grandes terremotos, seguidos de
asoladores cataclismos en el mar, para que Valparaso recon-
quistara su cetro usurpado, a la vez, por las dos capitales del
reino; bien que aun ms que aqullos, lo que di consistencia
a su engrandecimiento fu el cataclismo moral de la revolu-
cin. Valparaso es la hija legtima de la Independencia. La
colonia haba sido slo su madrastra.
El puerto de Santiago, en efecto, nunca debi nada a la Es-
HISTORIA DE VALPARAfSO 55

prta ni a los espaoles, desde los ochenta mil dorados de Val-


&via hasta la hazaa de Topet,c y Mndez Nez. Lo ms que
haba hecho su fundador legal haba sido construir en su pla-
ya, a la lengua del agua, dice un cronista, una ramada de re-
toos de rbol, que fu la que cobij su mala arte y el engao
de sus convidados al festn ya recordado (1).

I11

P e r iban trmscurridos diez aos desde la fundacin de


Santiago, y todava no haba en su playa una sola habitacin
cristiana, un solo poblador europeo. Los indgenas mismos ha-
ban desaparecido, fuera que se les arrastrase a los vecinos
minerales, fuera que huyesen hacia el Sur en sus balsas de lo-
bos, fuera que perecieran los pocos que aun as permanecieran,
bajo el ltigo y la pira del cruel Juan Gmez. El ao de
1549 haba recibido este ltimo, en efecto, autorizacin de s u
camaradas del cabildo de Santiago para quemar indios en to.
das las comarcas limtrofes, por va de apremio, a fin de es-
clarecer las sospechas de un alzamiento general ( 2 ) .
Mas, de cualquier modo que Juan Gmez llenase su comi-
sin, ello es lo cierto, pues hay constancia autntica de que un
asiento de indios que exista en el tiempo del descubrimiento,

(1) .Hizo el gobernador construir una ramada a una lengua del agua,
y all hizo guisar muy bien (!e comer.. (Mariiio de Lovera, pg. 129).
(2) rlronteci csto bajo el gobierno del inhumano Francisco de Villagra,
cuando Valdivia se hallaba ausente en el Per. E n consecuencia, de los ru-
mores de una rebelin que se atribua a los indios del Norte de Santiago, el
cabildo autoriz a su alguacil mayor, que hemos dicho era Juan Gmez,
.para que pudiese tomar cualquier indio de cualquier repartimiento, sea
de paz o de guerra, y Io atormcntar y quemar para saber lo que conviene.
(Acirerrlo tlrl cnbilrlo de ,Cnn:irrp. drl 13 de Mrrrzo de 16,&9).
Existe una tradicin local segin la que Juan Gmez, en cumplimiento
de su terrilile comisih. hizo una matanza en la quebrada que lleva todava
su nomhrr. romo en recueitlo de ella. Pero nos inclinamos a creer que ms
bien se le hicicra merced de aqiiella localidad, como al piloto .Juan de Elas,
(cerrando as las dos extremidades del valle de Qiiintil) cuando ambos vi-
nieron a la expedicin de Pastene hacia el Sur, en Septiembre de 1544.
Existi mits tarde en Valparaso otro vecino llamado Juan Gmez, nacido
en el Callao, e hijo de un portugus de Coimbra, llamado Francisco Gmez;
pero llevaha aqul, a d e m h , el apellido de Rodrgiiez y por consiguient,e no
puede confundirse eon el Juan Gmes de Almagro, primer propietario de
aquel distrito. .Juan Gmez Rodrguez estaba avecindado en Valparafso
por el ado d e 1686 en cuyo principio (23 de Febrero) casse con una dama
de Is, Ligua llamada doa -4na Ruiz de Len. (Archivo de la Matriz).
56 OBRAS COMPLETAS D E VICUA MACKENNA

dentro del recinto del puerto, es decir, en el valk de Quinta,


haba desaparecido en 1552. Doce aos de civilizacin espa-
ola bastaban, por su propia virtud, para extinguir una co-
munidad entera de hombres !

IV
H a quedado de esto ltimo evidencia en un documento cu-
rioso, bajo cuyas frases se traslucen adems seales claras de
la poca aficin que como colonizador y caudillo mostraba Pe-
dro de Valdivia por el puerto de Santiago. Y ste propia-
mente, era su nombre casero y domstico (como entre gente
antigua se usa todava en la capital y en las provincias), sien-
do el moderno de T7alparaiso una especie de resurreccin ope-
rada por los navegantes extranjeros que ms tarde vinieron
a estos mares, y gustaron de su simptica asonancia.
Dolido en efecto del desamparo de aquel paraje, en cuyo re-
cinto no se encontraba otro abrigo que el del aparejo de las
naves que de ao en ao surgan en su rada, un procurador
de ciudad del cabildo de Santiago, llamado Francisco Miez,
solicit, en nombre de aquella corporacin, que se pusiese al-
gn reparo. Mas el arisco gobernador contest con terquedad
(9 de Noviembre de 15521 que no estaba dispuesto a hacer
ninguna concesin ni perscnal ni pblica a la solitaria y ya
desdeada baha.
Es notable la pieza histrica en que se pone en transparen-
cia esta mala voluntad de! caudillo extremeo, que todo lo
quera para el favorito Penco, y por esto vamos a reproducirla
ntegra en seguida. Dice as:
Otro s : pido a mesa seora, pues claramente se ve los
escesivos trabajos y gastos que los vecinos de esta ciudad han
tenido, y tienen y tendrn; porque cada ao vendrn por la
mar muchos navos con gente, y no hallando en el puerto de
Valparaso ninguna comida, ni quien se la venda para su ma-
talotaje para subir arriba, ( a Penco) se vendrn a esta ciu-
dad, y como son cristianos y de nuestro natural, no podemos
dejar de favorecerlos, y habiendo recaudo en el puerto, como
lo hay en todas las partes de las Indias, proseguirn su viaje
a Arauco; y conviene que mesa seora provea y mande, que
HISTORIA DE VALPARAfSO 57

est en el puerto un hombre para que tenga recaudo de man-


tenimientos, y con haoerle vuesa seora alguna merced, en
especial dndole un pedazo de tierras en la estancia de vuesa
seora, para que siembre por trmino de siete a ocho aos,
habr persona que se quiera encargar de residir en el dicho
puerto para proveer los navos y pues esto tanto conviene a
vuesa seora, suplico se conceda esta merced.
A este captulo responde su seora que en el puerto de
Valparaso hay aguas y tierras donde sola estar poblado un
pueblo de indios, y ahora est despoblado ; que all puede sem-
brar el cristiano que estuviere en aquel puerto. Y que en la
estancia de su seora no ha lugar, porque l la abri e des-
mont, y quiere gozar de ella.

Tal cual describe al primitivo Valparaso la pgina que aca-


ba de leerse, as arrastr su existencia durante todo el siglo
XVI. Y habremos de entrar muy adelante en el que le suce-
di para tener el derecho de llamarle todava una mediocre
aldea.
Apenas, en efecto, se encuentra una huella de su nombre
en las viejas crnicas, como cuando el licenciado Las Peas
di su sentencia en el feudo de los Villagra y los Aguirre, des-
pus de la muerte de Valdivia (1554), o cuando desembarc
en su playa Jernimo de Costilla con doscientos soldados, di-
rigido a apaciguar las revueltas del segundo Villagra y del vir-
tuoso Rodrigo de Quiroga (Mayo de 1565). E n cuanto a don
Garca de Mendoza, jams divis sus aguas, porque, cuando
vino, hizo su derrota de Coquimbo a Penco (y ste iba a ser
el itinerario ms usual de los navos) ; y cuando, a los cuatro
aos, hubo de regresarse, lo verific de incgnito en un buque
surto en el Papudo; tan poco valimento tena entonces el puer-
to de Santiago!
Esto no obstante, por e! ao de 1559 aparece que estuvo
de paso en la solitaria caleta de Quintil, el primer cura fo-
rneo de Santiago, el notorio Rodrigo Marmolejo, insigne cria-
dor de potros, seqn rezan los libros de cabildo, y que ya se
titulaba obispo electo. Iba sin duda de camino a consagrarse
58 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

en Lima, y crese que l ech los cimientos, o por lo menos,


di la autorizacin suficieiite para fundar una capilla paji-
za y miserable en el mismo sitio que hoy ocupa la Matriz ( 1 ) .
Dieciocho aos ms tarde 1578) haba ya un grupo de nue-
ve o diez habitaciones en derredor de esta capilla, y all se
abrigaban permanentemente otras tantas familias pobres y
criollas. Antes de esa poca, como lo hemos visto en las pe-
ticiones del procurador Miez, el sitio mantenase desierto,
por manera que cuando llegaba algn barco en el verano, su
capitn despachaba. un mensajero a Santiago o a Quillota, y
con 1 pcrmiso del gobernador del reino o del corregidor del
iiltimo partido, se llevaban las mercaderas, generalmente, a
hombros de indios, para ser vendidas al menudeo por los enor-
mes :irariceles de dos o tres monopolistas.
Concluda esta faena, el sitio volva a ser desamparado.
Tal era todo el sistema de resguardo y de aduana, de con-
signacin y venta, que estuvo en uso durante el primer siglo
del descubrimiento.
Acontecimientos de un orden inesperado y llenos de un dra-
mtico inters iban, empero, a alterar de sbito la inopia de
aquella existencia, y de ellos deberemos dar tan minuciosa cuen-
ta como nos sea posible en los prximos captulos.
Valparaso iba a dejar de existir como una caleta desierta y
obscura, para comenzar a ser un puerto del mundo.

(1) La permanencia del obispo Marmolejo en Valparaso, consta de la


fundacin que all hizo, con fecha 16 de Diciembre de 1559, d e la capilla
de Monserrat en Santiago, cuyo documento publicamos ntegro en la Zlis-
torin. de Santiago, t. 2.", pg. 319. Es una pieza doblemente curiosa por su
estilo, y porque talvez esclarece suficientemente la duda histrira sobre
que han refido algunos autores, sosteniendo unos que Marmolejo SP consa-
gr antes de morir en 1564, y otros quc muri sin recibir la imposicin Pa-
recera pues, por la fecha recordada del documento en cuestin. que en 1559
estara el obispo en Valparaso, de paso para Lima o el Cuzco, donde se con-
savara, volviendo a Chile a morir ya muy anciano.
No pretendemos, empero, resolver con esto ese grave negocio, ni menos
el de si los dos conos que marcan a los marinos la punta de Carauma y Ca-
raumilla, a la entrada del puerto, que llaman el obispo y el obispilo, reci-
bieron estos nombres por alguna circunstancia ligada al obispo Marmolejo
o de alguno de sus sucesores.
CAPITULO VI
LOS INGLESES EN EL MAR DEL SUR

EL DRAKE

Vivan los pocos pobladores que contaba Valparaso, en el


ltimo tercio del siglo XVI, en una paz profunda. Ni los afa-
nes del comercio, aun siendo el puerto de la capital, t u r b a b a b
su reposo, porque al propio tiempo que el Per se bastaba a s
mismo, en cuanto a sus consumos, nuestro feraz suelo, satis-
fechas ms all de la hartura las propias necesidades, obliga-
ba, a virtud de la admirable profusin de sus cosechas, a arro-
j a r a los ros ociosos sobrantes. Por otra parte, en medio del
estruendo de las porfiadas guerras que entonces se hacan a
manera de pasatiempo enjambres de lejanos reyes, y sin cui-
darse siquiera de las revueltas de imperios limtrofes, los chi-
lenos yacan olvidados en una patriarcal quietud, dentro del
corazh de sus montaas o a lo largo de sus costas, por nadie
visitadas.
Verdad es que el genio y la audacia de un navegante portu-
gus, surcando con su quilla olas ignotas y terribles, haba
roto una puerta cerca del polo, de un ocano al otro ocano.
Pero sacrificado Magallanes en una isla de salvajes, vctima
en seguida su ilustre piloto en una segunda tentativa; fraca-
sadas las empresas al mismo fin dirigidas, cual era el de llegar
60 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

por el Estrecho a las Molucas, que emprendieron, uno en


pos de otro, el comendador Loaiza, Simn de Alcozova y Alon-
so de Camargo, cuyo triste desenlace ya contamos, juzgbase,
por todo esto, que el paso de ambos mares era una empresa
propia slo de gigantes o hechiceros.

I1

No haban tenido xito ms propicio las tentativas que de


esta parte haban hecho los conquistadores para penetrar en
el Atlntico por las bocas del poniente, que vacian a aquel en
el Pacfico. Persuadido Almagro, como Valdivia, y como el re-
flexivo y taciturno don Garca, y cometiendo todos un mismo
error geogrfico, sobre que el Estrecho se hallaba mucho ms
cercano al asiento de su gobierno, aprontaron sucesivamente
diversas exploraciones hacia el Sur, pero con xito menos qu
mediocre. Mas osado, don Garca despach desde Valdivia al
piloto Juan de Ladrilleros con dos naves el 17 de Noviembre
de 1557. Pero el esforzado navegante, despus de infortunios
horribles de contar, volvi un ao ms tarde (Octubre 1.9 de
1555) refiriendo que aunque llegara por el Estrecho hasta
cerca de su salida en el Atlntico, le obligaron a volver las
olas furiosas y los mares hechos todos espumas de braveza
que venan desde el Norte al encuentro de su proa (1).

I11

Por el ao a que hemos llegado en esta relacin, ha-


base formado a lo largo de las costas del Pacfico la autmi-
(1) As lo dice Acosta, quien vi en Lima el DLasro original de la rel-
cin de Ladrilleros. Este diario no se ha publicado jayss, y el que como tal
ha dado a luz el seior Gay en el volumen segundo de sus Documentos (pg.
55) no es, el de Ladrillero, sino el de su segundo, Francisco Corts de
Ojea, y quc redact su cscrihano Miguel de Goiziieia, como purrie ver:- en
el final de la puhlicacin de Gay, y lo corrobora Fernndez Navarrete en
s u Riblzoteca Marilima bajo el nombre de Goiziieta. Ojea se s ~ p a r de La-
drillrros un mes despus de haber salido en conservu (S de Diciembre de
1557) y no volvieron va a reunirse.
Pcgn el mismo sefior Gay, (t. 1.0, pg. 130), Ledrillcros recal a Val-
paraso. no trnvcndo mbs tripclarin que un marinero y un negro. Todos
los dems haban muerto.
Ojea, volvi a Valdivia con tres hombres. habiendo perecido sesenta.
<No se descubri PI Estrecho exclama y no eon perfecta juQticia el citado
hiqtoriador, ni rindi fruto alguno 1, tal expedicin,.
HISTORIA DE VALPARAfSO 61

zada creencia de que el paso del Estrecho se haba cerrado, o


por lo menos, como lo observa Burney, considerbanlo un
abismo lgubre y fatal aun los ms atrevidos navegantes.
Fu al menos aquella la impresin pblica que caus en
Chile el desastre de Ladrilleros, y de ello nos ha dejado com-
tancia en un libro inmortal uno de sus ilustres compaeros.

Por falta de piloto o encubierta


Causa, quiz importante y no sabida
Esta secreta senda descubierta
Qued para nosotros escondida:
Ora sea yerro de la altura cierta
Ora que alguna isleta removida
Del tempestuoso mar y viento airado
Encallando en la boca lo ha cerrado (1).

El Mar del Sur no em, pues, rn ocano para los poblado-


r e de Chile: era m lago.

E n estas condiciones de seguridad y de comercio, no caba


otras ocupaciones a las nueve o diez familias que tenan sus
pajizas habitaciones en el declive de la colina, y en derredor
de la humilde capilla de Marmolejo, que los de la pesca para
surtir el trianguez de Santiago, y la carga y descarga de uno
o dos buques que por pascua de Navidad o por Cuaresma so-
lan llegar del Callao con mercaderas europeas tradas al Pa-
cfico, va Panam.
E l nico retorno de la colonia consista en las menestras de
las chcaras y huertos del Mapocho, porque el gran cultivo y
sus sobrantes no exista todava como ramo de comercio entre
nosotros, en algunas tablas del Sur que se enviaban a Lima y
especialmente en cancos o botijas de vino. Porque aquellos co-

(1) Aruucana, Parte I, Canto 1. Esta misma estrofa la atribuye por un


error de cita el malogrado escritor boliviano don J. R. Mufioz al jesufta
Acosta, que tambin cit B Ercil1a.-Vase sobre las preocupaciones que
reinaban respecto al Magallanes en aquella poca lo que dice Burney:
A chraologicul historg of the discweriea in the South Sea, by James Burney.-
Londres, 1803.
62 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

lonos que haca treinta aos no celebraban misa por falta de


aquel advenimiento, lo exportaban ahora por millares de va-
sijas, seal evidente de la poderosa ley geogrfica que empu-
jaba este pas a ese gnero de industria, tan prspero otra vez
hoy da. Embarcbase tambin por este tiempo algunas libras
de oro en polvo del riqusimo en quilates que entonces comen-
zaban a rendir las minas de Villarrica y de Ponzuelos, origen
de la opulencia de Osorno y de Valdivia que eclips la de Pen-
co y de Santiago en el siglo XVI.

V
Haba sido el ms constante acarreador de los colonos, du-
rante el perodo que dejamas recordado, aquel piloto Juan Fer-
nndez, que debi venir junto con Almagro en 1535. Y en uno
de estos viajes, ya muy anciano y llevado de la observacin
constante sobre la influencia de los vientos, alarg su rumbo
al Oeste y di vista (1573) a las romnticas islas que llevan
su nombre (1).Fu en este preciso viaje cuando vindole llegar
a Lima portador de cartas de Valparaso, que daban testi-
monio de su descubrimiento y de la rapidez maravillosa de su
viaje, los inquisidores le llamaron a juicio, acusndole de hechi-
cera. Slo por la autenticidad de su diario de derrotas, esca-
p el sagaz piloto de ser quemado vivo.

VI

Cinco aos ms tarde haba tocado su turno a un piloto del


Mar del Sur llamado Hernando Gallegos Lamero, el mismo que
titulndose almirante, leg treinta aos ms tarde la hoy famosa
hacienda de Longotoma a los padres de San Agustn, cam-
biando as un rico valle por una burda mortaja.
Estaba el buque de Lamero sobre sus anclas en el solitario
eurgidero, completando su carga de regreso, en los primeros
das de Diciembre de 1578, cuando en la maana del da 4,
sus tripulantes, que eran siete espaoles y tres negros afri-

(1) Alcedo en su Diccionario geogrdfico de Amrica asegura que estas is-


las haban sido divisadas desde 1563, pero no dice por quien.
HISTORIA DE VALPARAfSO 63

canos (1)) divisaron venir por el mmbo del Norte una vela
desconocida y no esperada. Regocijronse, empero, en ver Ile-
gar un barco amigo, y pusironse a hacer aprestos de bien ve-
nida tanto en tierra como a bordo.
E l buque extrao segua, entre tanto, avanzando por la tran-
quila baha en una maana veraniega, hasta que llegando
al costado del que estaba la ancla, ech su batel ( e l bote )al
agua, tripulado con muchedumbre de gente de mar y solda-
desca. Los de la nave de Lamero les saludaron con gritos de
alborozo, tocaron la caja en seal de honor y bien venida, de-
saferraron la escala, y con mil demostraciones de amistad les
ayudaron a subir, brindndoles en toscos cubos el apetitoso
vino rojo del pas. Era aquella una escena llena de pintores-
ca naturalidad, y tal cual deba renovarse con frecuencia al
encuentro de dos tripulaciones en estos apartados mares.
Pero, de improviso, el que acaudillaba a los recin veni-
das hizo una seal, y dando en ingls el grito de Abajo p e
rros!, se lanz contra los desapercibidos espaoles.
El que esto haca era el terrible Draque, espanto de la Am-
rica en todos sus mares y en todas sus comarcas.
No fu una empresa de dificultad ni de derramamiento de
sangre el apoderamiento de aquella presa indefensa y cogida
de sorpresa. Pero uno de los marineros espaoles, al recono-
cer a los ingleses, se santigu lleno de horror, y arrojndose
al mar gan la ribera, corri a la aldea, y trasmiti su es-
panto a los pobladores, q u i e m huyeran s los cerros, como
en el da de Mndez Nez, sin salvar Siquiws de los aborre-
cidos herejes los paos de BU altar.

VI1

eCmo haba sucedido esto? tQuin era el Draque? &De


dnde vena? cmo llegaba del Norte? gPor dnde haba pa-
sado a estos mares un pirata cuyo nombre se oyera haca poco
en los mares de las Antillas y en el golfo de Mxico? Eran
problemas stos que ninguno de los habitantes de Chile ni

(1) Tres muros dice Charton en su Coleccin Moderna de Viajes, pero es


un error nacido de que los espaoles llamaban muros generalmente, como
lo practicamos todava nosotros, a los que no haban recibido el bautismo.
64 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

su ya octogenario gobernador Rodrigo de Quiroga, a la sazn


en Arauco, acertara a resolver.
La historia nos ha conservado, empero, intacta y minuciosa
la relacin de aquel viaje y de aquel hombre extraordinario.

VI11

Sir Francis Drake (segn se llam cuando di a BU patria


esplndidas victorias desbaratando la InvencibZe Armada) era,
como Nelson, hijo de un cura, y haba nacido en 1540 en el
valle del Medway. Divisando acaso el ocano desde la torre
de la parroquia paterna, corri desde nio por sus olas, y
cuando tena solo 27 aos (1567) era uno de los ms audaces
capitanes de forbantes, que de su cuenta atacaron, sin fruto
pero con prodigios de valor, los baluartes de San Juan de
Ulua, acaudillados por el bravo y temerario Sir Juan Haw-
kins.
Deseoso de vengar aquel desastre, y despus de acreditar
m valor en otras empresas atrevidas, Drake obtuvo altos pr+
tectores en la Corte de su patria, ganse por su intermedio
la connivencia o, por lo menos, la secreta tolerancia de su rei-
na (Isabel la virgen) ; y con el empeeo y el aplauso de un
pueblo que nunca otorg a la Espaa el derecho de mirar el
nuevo mundo como su propiedad exclusiva, equip una pode-
rosa flotilla, con la cual, siguiendo la huella de Magallanes,
pensaba el atrevido corsario poner a rescate los ms ricos im-
perios de la cristiandad. Desde lo alto de un rbol en las
selvas de Portobelo haba el forbante contemplado un da el
lejano Mar del Sur, y desde esa hora su alma inflamada en
mil pasiones slo anhelaba apagarlas en sus ondm.. . Segn
Surez de F i g u e m , acompaaba tambin a Drake multitud
de jvenes de noble alcurnia, atrados por la ambicin del oro
y de la gloria, a ms de cien hombres escogidos que formaban
su tripulacin ( 1 ) .
Montaba Drake el Pellicano (llamado despus por l el
Golden Hind, en honor de uno de sus nobles armadores), ca-
rabela de solo cien toneladas, que hoy se considerara dbil

(1) V i d a y hechos de da Garca Hurtado de Mendoza, pg. 132.


HISTORIA DE VALPARAfSO 85

para navegar de un puerto a otro en nuestros mares, y con la


cual aquel hombre clebi.e, el primero entre los de su nacin,
di en tres aos la vuelta completa del mundo ( 1 ) . Los otriw
buques de su flotilla, aun menores en porte, llambanse el
Isabel, de ochenta toneladas, capitn Juan Winter ; el Swan
(el Cisne) de cincuenta toneladas, capitn Juan Chester; el
Marigold, de treinta toneladas, capitn Juan Thomas; y el
S a n Cristbal; barquichuelo de quince toneladas, cuyo piloto
llambase Toms Moore,

Ix
El 15 de Noviembre de 1577 di a la vela del puerto militar
de Plymouth la aventurera escuadrilla, seguida de los votos
de toda la Inglaterra, que aunque en paz a la sazn con Es-
paa, y cometiendo por este medio un atentado inexcusable
entre las naciones, ansiaba, no obstante, llegar a un rompi-
miento con los que se decan dueos del oro y del sol de todo
el universo.

X
Csmo todas sus predecesoras en la va del Pacfico, tuvo la
flotilla de Drake una infeliz suerte. Despus de haber aquel
decapitado a su segundo (el capitn Doughty) en la baha de
San Julin, afirman unos que por celos, otros que por infun-
dir respeto, perdise la Marigold en los terribles mares del
Sur Atlntico; desaparecieron misterimamente en ellos el
S w a n y el S a n Cristobal, y aun la ms fuerte de las caravelas
(la Isabel), hubo de regresar a Europa desde la boca occiden-
tal del Estrecho. Por esto el capitn Winter, que mandaba
esta ltima, fu el primero de los navegantes (por ms que
duela creerlo al espaol) que pas desde el Pacfico al mar
antiguo. El segundo fu Pedro de Sarmiento, cuando sali
en persecucin del mismo Drake.
(1) El famoso Dart, en que tantos pelicanos fueron a libertar a Pwet en
1864, era un coloso por su tamao, comparado con el de Drake, y por esto
podr juzgarse de su temeridad.
Historia de Valparafeo 5
66 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

XI
Este ltimo, entre tanto,solo, deshecho, alejado du las tor-
mentas de sus compaeros, haba llegado, por fin, el 29 de
Noviembre de 1578, un ao cabal desde su partida, a la isla
de la Mocha, donde los indios, en cambio de algunas baratijas,
le regalaron con papas, carneros y un flechazo que, a traicin
y matando a dos de los suyos, le asestaron aquellos en un
ojo (1).
Refrescada un tanto su gente, continu el capitn ingls su
rumbo al norte, aventurando en las costas sin saber a punto
fijo donde iba, porque los espaoles guardaban este mar como
un secreto de Estado, y sus enemigos tenan solo sospechas
o imperfectas noticias de sus posesiones.

XI1
Navegando, pues, al acaso, e ignorante sin duda de que exis-
ta un puerto llamado en las costas espaolas Valparaso, DriG

(1) Burney cuenta este episodio y fija la fecha en que el Pelcano lleg6
a la Mocha el 25 de Noviembre. Hackluyt, en su clebre Coleccih de viajes
antiguos, confirma tambin la circunstancia de la herida que Drake reci-
bi6 en la Mocha, refirindose al testimonio de un Nuo Silva, recogido des-
pus en las islas del Cabo Verde.
E n cuanto a la fecha de la sorpresa de Valparaso, el mayo nmero de
los cronistas ha designado el 5 de Diciembre, pero en una carta que escribi
el Virrey del Per al gobernador del Ro de la Plata, y que publica Argenso-
la en su Historia de la Conquista de las Molucas, dice que fu el 4 de Diciem-
bre, y por esto hemos adoptado esta ltima fecha. H aqu sus palabras:-
.Por el Estrecho de Magailanes pas6 a este mar del sur un navo de ingle-
ses corsarios, y lleg a los puertos de Chile y Puerto de Santiago a los cuatro
dias de Diciembre del ao pasado de setenta y ocho, y rob un navo con can-
tidad de oro que haba en aquel puerto>.
E n esta misma carta el Virrey se queja amargamente de que el goberna-
dor de Chile, por desidia o por hallarse entre los indios, y los oficiales reales
de Santiago, por una mal entendida parsimonia, no le hubiesen mandado
aviso de lo que suceda, como si esto hubiera sido cosa tan sencilla estando
Drake de por medio.
Otra aclaracin tenemos que hacer aqu, y es que la circunstancia de atri-
buir el mando del buque saqueado en Valparaso al almirante Lamero, es
slo una suposicin racional, basada en documentos de que se dar cuenta
ms adelante. Los cronistas del Drake apuntan s610 su propio nombre, que
era el de Gran almirante del M a r del S u r e islas de Salombn, pero no dice quien
lo mandaba. Hablan, empero, de un tal M o ~ i a l l ,como parte del nombre
del buque, pero quiz fu por algn Mwales que intervena en l.-No es
ciertamente la ortografa el arte en que descollaban los forbantes, y as
Drake llama a Copiap Cypo (que en ingls debera leerse Sayapo), y en
otro pasaje vemos que aquel mismo nombre est inglesado as: Koppeerpo.
E l francs Enault lo llama Capulco.. .
HISTORIA D E VALPARASO 67

ke pas a su vista sin reconocerle. Mas al enfrentar a Quin-


tero, divis en el mar un chango, que en su balsa de lobos se
ejercitaba en pescar, y recogi10 a bordo. Interroglo, y con
alguna maa y regalos logr romper su taciturna reserva. Con-
tle entonces el indio cmo haba a seis leguas de aquel sitio
una poblacin de cristianos, cmo estaba cargando un buque
vino, tablas y oro de Valdivia, llegando l mismo, por ltimo,
hasta a ofrecerse, en odio de los huincas, para servirle de pilo-
to. Felipe llambase este indgena, nombre aciago entre los prc-
ticos de las espaoles, porque as llamse el que vendi a Ata-
hualpa, el que alborot la tierra contra Almagro cuando vino
a Chile, y tal fu el apellido de bautismo de aquel inmortal
mancebo, palafrenero de Valdivia, que traidor como criado,
sublime como patriota, rehizo la batalla en que sucumbiera su
propio amo, junto con todos los suyos.

XI11
Tal haba sido la explicacin de la sorpresa que el 4 de Di-
ciembre de 1578 diera sobre Valparaso, el ms famoso de los
filibusteros ingleses antes de ser un clebre almirante. Excu-
sado es que digamos que puesto a saco el buque y el casero
de la playa, Drake no perdon ni las vinajeras del altar de
la capilla. Menos, por tanto, habra de respetar las botijas que
de generoso mosto existan en una o dos bodegas en la vecin-
dad del agua.
ns esta suerte, y sin oposicin alguna, los tripulantes del
PeZicano se entregaron a alegres saraos al pie mismo de la co-
lina que hoy corona d Maintop, arena de deleite en que
sus compatriotas continan todava la alegre zambra por
aquellos comenzada. A la verdad, gozaron los ingleses en ese
da por todas sus pasadas privaciones, porque, como dice uno
de los que cont su itinerario al derredor del mundo, ellos se
festejaron a s propios con una indecible alegra.-They fell to
and feasted right merrz7y.

XIV

Con todo, fuera del vino del que Drake apres cerca de dos
mil botijas, su botn fu muy escaso, como lo requera la po-
68 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

breza de la tierra. Del oro que buscaba solo hall, asimismo,


unos sesenta mil pesos procedentes de Valdivia, y en cuanto
a plata no tuvo sino la de las vinajeras y el cliz de la igle-
sia (1) . Los dems, como el organo, el ans, las nueces de
las arboledas de Santiago, y las tablas de alerce de Vqldivia
(2), eran artculos viles para hombres que beban en copas dc
oro, pues tal era la manera como Drake se haca servir en
su capitana, a cuyo bordo se daba hasta el placer de la msi-
ca,trayendo consigo, al decir de algunos, una escogida ban-
da de instrumentalistas.

(1) Respecto del monto del oro apresado por Drake, hay discordantes
opiniones. La mayor parte de los cronistas lo hacen subir a sesenta mil
pesos; pero Kerr, en su recopilacin de viajes ( A general histmy and collec-
tion of voyages and traoels, by R. Kev-Edinburgh, 1824) dice que s610 fue-
ron veinte y cinco mil pesos. Otro testigo, cometiendo en su provecho una
ponderacin enorme, sostuvo y prob que l solo haba perdido en aquella
presa ochocientos mil pesos. Fu ste el piloto Lamero Gallegos, el mismo
que hemos inferido mandaba el buque surto en la baha, o tena alguna in-
gerencia directa en l.
Rindi Lamero falsa prueba de este hecho ante el Gobernador de Chile,
don Alonso de Sotomayor en 1591, y por esta causa y por sus dilatados ser-
vicios en la Mar del Sur, de la que era a la sazn almirante, hzole aqul mer-
ced de la hacienda de Longotoma segn un auto que original tenemos a la
vista, fechado en Arauco el 18 de Marzo de aquel ao.
Alegaba Lamero en su probanza que haca treinta aos serva al rey en
el Pacfico; que cuando la captura de Valparaso por Drake haba 1 llevado
la oportuna noticia al virrey de Lima, don Francisco de Toledo (lo que tam-
bin era falso); que ste, en consecuencia, le haba despachado en persecu-
ci6n del pirata, junto con Sarmiento, gastando en aprestar esta expedicin
cuatro mil pesos de su peculio, etc.
Diez aos despus (1589) haba venido a Valparaso desde el Callao, tra-
yendo un galen con resfuerzos, y desde entonces premaneca en la colonia
con el cargo de almirante.
Con este mismo ttulo se hallaba en el Cuzco en 1606, y en ese ao, con
fecha 10 de Agosto, hizo donacin de su hacienda de Longotoma a los frai-
les agustinos de Chile, segn dijimos; en consorcio con su mujer doa Ana
de Prado Canales, sin ms retribucin que el derecho perpetuo de sepul-
tura para s y sus sucesores, pues dice en la escritura de donacin que tenfa
otros bienes de que vivir.
Consta todo esto de un protocolo que existe en la Biblioteca Nacional
(Manuscritos, t. 2.0 in fo.) y que versa sobre un litigio entre los mineros de
Petorca y los frailes agustinos, que como dueos del valle de Longotoma
se oponan a los privilegios de aqullos en el ao de 1777. Fernndez Nava-
rrete hace alguna mencin de este marino en su Biblioteca, y tambin se
encuentra citado, a propsito del viaje de Sarmiento, en la Historia de la
Marina real espaola, t. 2.O, pg. 314.
(2) Madera de cedar, dice el traductor espaol de Charton, quien a su
vez copi literalmente el vocablo ingls. Por su semejanza con el cedro los
ingleses han dado siempre aquel nombre al alerce.
HISTORIA D E VALPARAfSO 69

xv
Mas,continuando con su proa al Norte, y despus de habe*
dado libertad a todos sus prisioneros, excepto a un pilato na-
tural de Grecia, y que llamaban por esto J u a n Griego, el Dra-
ke se indemniz de su primer desengao con el acopio de ri-
quezas fabulosas. E n la playa de Arica captur por sorpresa,
y sin que le sintiese el guardin dormido que las custodiaba,
cincuenta y siete barras de plata, de veinte libras de peso cada
una. Desbalij en seguida de sus cofres doce buques mercan-
tes que encontr anclados en la rada del Callao, y siguiendo
hacia Panam en persecucin del galen que llevaba los quin-
tos reales, apreslo al fin sin mucha resistencia en las costas
del Ecuador con veintisLis toneladas de plata, y cerca de un
quintal de oro. Llambase este barco (usando por pulcritud
el mismo nombre que emplean los cronistas ingleses, y que por
si es bastante inteligible a nuestros lectores criollos) el Caca-
fuego. Mas cuando los apresadores iban vaciando en la bodega
de su buque las toneladas de pesos fuertes que el otro contena,
en medio de una estrepitosa carcajada que ni el mismo Drake
fu dueo de disimular, dijo uno de sus pajes que deba lla-
mrsele el Caca-pZata ( 1 ) .

XVI

Drake asol en seguida las costas occidentales de Mxico,


para vengar as antiguos agravios recibidos en el opuesto mar,
y a la postre, pasando con mil aventuras por los mares de la
China, lleg al puerto de partida, que se recordar era Ply-
mouth, el 26 de Septiembre de 1580, despus de una ausen-
cia de tres aos.
Celebraron el regreso de Drake los ingleses con el entusias-
mo de una ovacin nacional. Su buque fu puesto al abrigo
de un ro en Deptford, como una reliquia, y all la orgullosa
Isabel encaminse a visitarle, armndole caballero con su pro-
pia espada, despus de haber comido en la cmara del pro-

(1) Segn Barney este tesoro importebn 360 mil pesos, probablemente
de oro, lo que har:a mucho ms de dos millones de nuestra actual moneda
( 1869)
70 OBRAS COMPLETAS DE VICUfSA MACKENNA

pi0 barco que el pescador Felipe trajera a nuestras aguas.


Ponderse, por otra parte, de tal suerte el xito de sus rapi-
as que muchos pidieron se exceptuase el reino de contribu-
ciones por espacio de siete aos. Slo los espaoles maldije-
ron su estrella, y estando al sentir de viejos escritores, el em-
bajador de Espaa en Londres, don Bernardino de Blendoza,
reclamando por la devolucin de su botn le llam el primer
ladrn del mundo-no conocido (1).

XVII

Tena el Draque, que este era el nombre con que le co-


nocan los espaoles en Amrica y en Espaa, cerca de ma-
renta aos cuando se dej ver en Valparaso, y su fisonoma
tan ruda como expresiva estaba lejos de representar el tipo
de un pirata adocenado ( 2 ) . Fu ms tarde, a la verdad, ui1

(1) T h e master thief of the unknown world.-Kerr.-Coleccin citada.


Argensola, en su Historia de la conquista de las islas Molucas, ya citada,
(edicin de Mp.drid, 1609) infama tambin a Drzke, con relacin al recibi-
miento de SUS compatriotas pero fr.!tando en ello a la verdad. .A Drake,
dice (pg. 136), no le enriquecieron sus robos ni le aadieron sus hazaas e s
timacin antes fu despreciado en Inglaterra..
E n Espaa, sin embargo, sus aventuras inspiraron a Lope de Vega su
celebre Dragonfeu, poema en que el pirata ingls figura en la forma de un
dragn, y del cual nos ocuparemos mls adelante, pues no se refiere sino
muy sumariamente a las operaciones de Drake en el Pacifico.
El historiador de pacotilla Csar Famn, en la Historia de Chile que pu-
blic en el Pniverso Pintoresco (pg. 39), asegura, no sabemos bajo cual
autoridad, que Isabel indemniz a los chilenos y peruanos que sufrieron
por las depredaciones de Drake, pero que Felipe I1 se qued con el dinero.
Por ltimo deberemos aadir que los ingleses conservan con tanta v e
neracin todo lo relativo a las correras de Drake en el Pacfico, que en la
Universidad de Oxford guardan todava como un asiento de honor una her-
mosa poltrona hecha con los restos del Pelicano.
(2) Tenemos a la vista una coleccin de retratos de Drake, que le repre-
sentan con aspecto ms o menos modificado, pero con una fisonoma siem-
pre abierta, varonil y simptica, ostentando grandes ojos, cabeza poblada,
nariz tosca y boca abultada, somhreada por ms que medianos bigotes y
barbiquejo. Difieren bastante los publicados por Johns en sus Naval and
military heroes of Greal Britain (London, 1860); por Harris, en su clebre
Coleccin de Viajes, que le representa ya entrado en aiios. y con el traje de
un gran seor; y por ltimo, el que se ha publicado en el libro titulado Book
of the battles (Londres, 1867). Harris dice, sin embargo, que el suyo es copia-
do del original que exista en poder de un Mr. Sydenham.
El mejor retrato de este clebre marino, y que le representa ms o menos
con el traje y la edad que debi tener en su excursin por Chile, es el que
public Charton en su Coleccin de viajes, modernos, y que despus ha re-
producido Allen en sus Battles of the British Navy (Londres, 1864).
HISTORIA DE VALPARAfSO 71

gran marino. Rota la guerra a que l con sus depredaciones


diera pbulo, llev delante de Cdiz cien navos (1587) ; dps-
pedaz, despus, junto con los vientos, la gran armada que
Felipe 11 lanz contra su patria, y arrastrado por su varia
suerte vino a morir en lo ms robusto de su edad, triste y des-
pechado, en uno de aquellos puertos de la Amrica, que haca
ms de treinta aos haba cado bajo su pual de forbante (1 ) .
Tal fu la carrera y el fin del hombre que desde el episodio
de Valparaso en 1578, abri ancho camino a cien aventureros,
que en pos de su estela y de su fama, vinieron a apuntar sus
caones a esta playa tantas veces insultada por balas de pi-
ratas y por asaltos imprevistos de ladrones o incendiarios.

E n cuanto a la bibliografa de este hombre extraordinario, la public muy


completa el mismo erudito Charton. Sin embargo, algo ms aade Navarre
t e en su Biblioteca Maritima, y por nuestra parte nos permitimos agregar
las siguientes piezas inditas, que tuvimos ocasin de hojear en la Biblio-
teca Real de Madrid, apuntndolas con sus respectivos folios y marcas.
Drake.-Noticias y papeles pertenecientes a sus viajes y corso (pg. 133)
Cc. 42.
Relacin de su jornada, ao de 1795, pg. 222. P. 33.
Noticias de Drake y sus cosas, 1586.
Delgadillo y Avellaneda (D. Bernardino): Relacin de la escuadra quo
llev a las Indim contra Francisco Draque, ao 1596, pg. 257.-P. 33.
(1) Drake muri en Portobelo de una fiebre causada por el clima y los
diagwtos, el 28 de Febrero de 1595.
CAPITULO VI1

EL ESTRECHO DE MAGALLANES

La aparicin de Drake en el Pacfico fu, no obstante la


desolacin y el terror de sus costas, el primer anuncio de un
futuro bien para la triste ranchera que se llamara a fines del
siglo XVI, el puerto de Valparaiso. Su sbita entrada por las
Bocas del Estrecho, que se crean para siempre cerradas, hizo
volver all los ojos, antes descuidados, de todos los gobier-
nos, no d o en las Indias sino en la lejana Metrpoli. Y como
era Valparaso la primera y forzosa etapa (segn lo es toda-
va para fortuna suya) de aquella gran jornada a travs de
dos ocanos, era preciso poner en su baha algn reparo.
Barato precio fu por esto el que pag el puerto de Santiago
con sus vinajeras y botijas por la visita del forbante ingls
Desde ese da tena derecho a un nombre y a un pequeo punto
negro en las cartas geogrficas del mundo. Antes de ese da
haba sido slo un aduar ignorado de infelices maruqueros,
y de peones de temporada que trabajaban por tributo como
esclavos.
I1

Psose en efecto con la sorpresa de Valparaso y su saqueo


en arma toda la costa, desde la Mocha a Panam. Rodrigo
de Quiroga vino de las fronteras al puerto, y como mejor pudo
74 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

alist un buque que fuera en persecucin del ingls. Confi


su mando a un soldado y piloto llamado Francisco de Barrera,
y metindose voluntarios a su bordo la mayor parte de los
eapitanes mozos de Santiago (criollos los ms de su suelo eo-
mo los Cuevas y los Parraguez), dirigironse en su busca.
hasta Coquimbo. Qued en seguida la misma nave a la espera
de las otras velas del pirata, porque a nadie era dable ima-
ginarse que Drake se hubiese entrado solo en estos mares. Por
la pblica fama, dice un documento de aquel tiempo, y temor
de los navos ingleses, compaeros de Francisco Draquez que
quedaban atrs en la costa de Chile y Arica, de que por ho-
ras haba alarmas en los puertos de esta costa, que no saban
las gentes qu hacerse, cesaban las contrataciones por estar
los mercaderes temerosos de aventurar sus haciendas y los na-
vegantes de navegar .
El grito de El Draque! fu desde entonces la voz consagrada
de alarma en todas las costas de la Amrica (1).

I11

Irritado hasta el frenes, a su turno, el sombro don Fran-


cisco de Toledo, virrey del Per por ese tiempo, a virtud del
insulto impune que el Draque le infiriera, poniendo a saco SUS
buques con menosprecio de la bandera de paz que tremola-
ban, y de cuyo agravio culpaba, segn vimos, a la incuria de
las autoridades de Chile, dispuso que a toda prisa saliese ha-
cia estas ltimas costas una escuadrilla veloz, con la orden de
atajar a aqul en el Estrecho a su regreso.
Eligi el virrey para esta empresa a un marino natural de
Galicia llamado Pedro Sarmiento de Gamboa, que se hallaba
a la sazn en el Callao, p quien persiguiera al PeZicano, sin

(1) Muchas veces hemos pensado que el significado dc la frase mitad es-
paola, mitad india: el tata de los costinnos, poda ser derivada de la visita
de Drake o de otros piratas; pero los huasos de la costa la atribuyen hoy
da a los payadores y grandes embusteros.-En Papudo conocimos en 1868
un lata de los costinos que no deca palabra de verdad. Por esto tambin ser
que cuando se habla de un hombre ponderativo o hablador, se dice: S i
01 el tata!.. . Y cuntos tatas hay hoy da!
HISTORIA D E VALPARAfSO 75

darle a.lcance, cuando de ese puerto sigui al norte (1).Dos


eran los buques designados para aquel servicio, y llambanse
Nuestra Se6ora de la Esperanza, que era la capitana, y en la
que Sarmiento enarbol su insignia, y el S a n Francisco. Mari-
daba este ltimo con el ittulo de almirante Juan de Villalo-
bos, y era piloto general de la escuadrilla aquel Hernando La
mero, de quien tenemos dada larga cuenta ( 2 ) .

IV

No tena el capitn gallego otra misin que la de desbaratar


el Draque donde le encontrase, cualquiera que fuese el sitio y
el albur de la batalla. Si encontrredes o tuviredes noticia,
le deca el virrey en sus instrucciones autnticas, del na-
vo en que va Francisco Draquez, corsario Ingls, que ha en-
trado en esta mar y costa del sur y hecho los daos y robos
que sabis, procuraris de lo prender, matar o desbaratar pe-
leando con l, aunque se arriesgue cualquier cosa en ello ( 3 ) .
Encargbasele tambin por aquel pliego reconocer el temi-
do Estrecho, nuevamente abierto delante de los codiciosos mer-
caderes y aventureros de la Europa, y que pasase a Espaiia
a llevar noticia minuciosa de sus operaciones, a fin de que el
rey pusiese urgente remedio.
B
Conocida de todos es, por la preciosa relacin impresa de
sus viajes, la triste suerte de la expedicin de Sarmiento a
(1) Argensola, en su Historia de las Molxcas, asegura falsamente que Sar-
miento se haha batido dos veces eon Drake, y echdolz a pique uno de sus
buques cuando asalt el Callao. Otros escritores inglescs ponderan, al con-
trario, las hazaas de su compatriota, contando un fabuloso desembarro y
batalla ron los espafioles que aquel ejecutara en esa ocasidn delante de Lima.
(2) Ser preciso advertir aqu, para evitar confusiones, quc los espaoles
llamaban capitana al navo que llcvaba la insignia del jefe, y almirunta;
a la quc montaba, por io general, rl Pegundo en el mando o 01 piloto ms-
yor, precisamente lo contrario de lo que se estila hoy da
13) L a frase cualquier cosa est claramente usada aqu cnmo sinnimo
de todo.-Vii.anse las Instrucciones de don Francisco de Toledo a Sarmiento,
fechadas en Lima el 9 de Octubre de 1579. que es el mismo documento de
que transcribimos el prrafo anterior relativo a la alarma que reinaba en
las costas de Chile despus de la visita de Drake. Se registran aqullas n-
tegras en la clebre obra titulada: V i a j e al Estrecho de Magallanes pnr el
capitn Pedro Sarmiento de Gamboa, en los aos de 1579 y 1580-Madrid,
1768.
76 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Magallanes. Dada la vela del Callao el Domingo 11 de Octubre


de 1579, despus de recibida por todus la eucarista, segn era
de precepto en esos aos, naveg el gallego con mares duras
hasta la boca del Estrecho, sin encontrar a Drake, que en la
coyuntura recorra los mares de Levante con la proa siempre
al Este. Pero, a semejanza de Ladrilleros y de Corts Hojea,
haca ya veinte aos, separse a la entrada de los canales de
la nave de Villalobos, que vientos furiosos arrebataron hacia
el polo.
Logr no obstante Sarmiento, porfiado como su raza, pasar
al otro mar con la Esperanza; forz el Atlntico, y lleg por
fin a Espaa contando al rey, si hemos de creer a Mariana,
que era tan fcil oerrar en cierto punto el paso del Estrecho
con dos castillos artillados como si se le pusieran sobre goz-
nes de granito dos puertas de bronce.
Felipe 11, que hubiera deseado meter el orbe entero dentro
de una cuba para soplar en l las furias de su ambicin sin
lmites ni freno, acept vido la extraa quimera; y despa-
ch con Sarmiento una flota de veintitrs velas, con tres mil
quientos tripulantes entre colonos, marinos y soldados, espe-
cie de ensayo de la invencible armada, y que encontr suerte
parecida. Todo lo que ha quedado de aquel arrojo inconsulto
y temerario es un sitio desierto y miserable llamado hoy da
Puerto de Hambre, porque de ella murieron cuatrocientos in-
felices que quedaron para colonizar la que se llam la ciudad
del rey Felipe ( 1 ) .
Despus de tres aos de miserias sin cuento, volvi a salir
Sarmiento en busca de mcorros, y cuando ya los traa con in-
mensos trabajos conseguidos, encontrando los elementos he-
chos ovillos, segn su propia pintoresca y enrgica expresin
de marinero, hubo de abandonar a los colonos a su infeliz d a -
tino. Slo uno de estos ltimos logr salvar su vida por un
acaso milagroso, y de l hemos de hacer larga mencin en este
libro.

(1) Pmt Famine en las cartas inglesas, donde se fund en 1842 la nueva
colonia chilena, trasladada despus, un poco ms al Este, al sitio que hoy
ocupa.
HISTORIA DE VALPARAfSO 77

VI

E n cuanto a Villalobos y Lamero, volvieron a Valparaso,


refiriendo prodigios de sus penalidades en la travesa del mar,
pero inquietos con la singular sospecha de que por el rumbo
del Oeste haban encontrado el fin del continente de la Am-
rica. De esta suerte quedaba anticipado por ms de medio
siglo el gran descubrimiento de Guillermo Schouten, bien que
antes que aquellos, sospechara igualmente el cabo de Hornm,
haca ya otro medio siglo, iull navegante oscuro (1).

VI1

Llegaron tambin a bordo del San Francisco a la rada de


Valparaso ciento y ms infelices indias, que su capitn y pi-
loto haban venido robando, por medio de furtivos desembar-
cos a lo largo de la costa, y que destinaban a las fierros del es-
clavo, fuera emplendolos en las faenas del puerto, fuera en
las de labranza, o lo que era ms comn y lucrativo, vendin-

(1) Es de tanto inters en el dfa para Chile, y especialmente para el puer-


to cuya historia escribimos, no por mero solaz sino llevados del propsito
de su utilidad, todo lo que concierne a la navegacin austral y especialmen-
te al Estrecho y al Cabo, que vamos a consignar aqu algunas noticias tan-
t o ms curiosas cuanto que, a nuestro saber, nadie se ha ocupado hasta hoy
de ellas, al menos en el sentido y bajo el punto de vista en que nosotros va-
mos a colocarlas.
Puede, segn esto, asegurarse que el primero que sospech el paso del
Cabo de Hornos fu uno de los capitanes de la clebre expedicin del comen-
dador Loaiza que sigui a la de Magallanes con s610 seis aos de diferencia
(1526), porque habindose apartado de la boca occidental del Estrecho dos
de sus caravelas mandadas por Jorge Manrique y Francisco de Hoces, em-
pujados hacia el Sur por un h u r a c h . cuando volvieron a Espaa contaron
<que les parera que all era acabamienin de tierra.. Esto, por lo que toca
al Atlntico, lo consigna Crdova en su Relacin del ltimo oiaje al Estre
4 0 da Magallanei en. In f1agntn dc sx Majestad Santa Marta de la CabeTa
en los aos de 1756 a 1788, cuyo vipie por parte de Espaa fu emprendido
con anlogo objeto al que ltimzmente se ha prarticado por la corbeta Nas-
sau, segn ijrdcnes del Almirmtazgo de Inglaterra.
En cuanto a las presunciones de Lamero y Villalobos por el lado del Pa-
cfico, h aqu como las refiere un testigo intachable y casi presencial. Des-
pus de contw el jesuta Acosta, que a la sazn se hallaba en Lima, como el
San Francisco haba corrido hasta el grado 56. sin encontrar vestigio de tie-
rra, a pesar de navegar con un viento furioso del Oeste, que naturalemnte
lo empujaba sobre la Tierra de! Fuego, dice: CYviendo que no haba tierra
quedaron admirados: de donde infirieron (como Hernando Lamero, piloto
de dicha nave me lo cont) que la tierra que est a la otra parte del Estre-
cho (la tierra del Fuego), como vamos por el mar del sur, no corra por el
78 OBIZAS COMPLETAS DE VICURA MACKENKA

dolos como piezas (este era su nombre) en el mercado africa-


no de Lima.
Daban los captores por pretexto de este latrocinio cl de que,
juzgndolos ingleses, los isleos de Santa Mara y de la Mo-
cha les haban escrito una carta en solicitud de alianza, y di-
rigida de esta suerte:-A los muy magnificos seores los lu-
teranos, e n el Mar del Sur.
Impostura manifiesta de aquellos piratas de hombres, ms
crueles que el Drake, que no robaba sino oro, porque m s;b-
bid0 que los indgenas de Chile apenas conocan el mecanismo
de los quipos, o madejas de hilos de colores que introdujeron los
Incas en m s misivas; y harto menos sabran de escribir car-
tas a los seores luteranos. Apadrina con todo este ardid Leo-
nardo de Argensola, que es quien lo refiei.e, dndolo por cierto :
bien que aquel fuera mejor poeta que cronista.

VI11

Un resultado evidente, y si bien tardo en sus consecuen-


cias, de incalculables beneficios para las regiones situadas a
la entrada del Pacfico, haba producido, entre tanto, la audaz

mismo rumbo que hasta el Estrecho, sino que dara vuelta hacia levante,
pues de otra suerte no sera posible dejar de abordar en ella con la fraiiesia
(huracn del Oeste) que corri tanto tiempo, pero no pasaron de all ms
adelante ni supieron si se acababa all la tierra como algunos quieren de-
cir que es isla lo que hay pasado el Estrecho y que se juntan all los dos ma-
res de norte y sur. (Historia nafural de las Indias por el padre Jos Acos-
ta-Madrid, 1792. Tomo 1.q pg. 140). Acosta se hallaba en Lima desde
1571, en que vino de provincial a la Compaa.
Pero ms notable que esto es que el mismo Drake, con la sagacidad pro-
pia de los espritus superiores, sospech, ahn sin ir ms al Sur del Estrecho.
que la Tierra del Fuego era una isla, y que por tanto haba un paso ms
hacia el polo entre los dos ocanos. Los espaoles de Amrica, sin embargo,
por nada lo crean. .El virrey don hlartn de Enrquez, cuenta el propio
Acosta, me dijo a mi que tena por invencin del corsario ingls la f a m que
se haba echado de que el estrecho haca luego isla, y se juntaban ambas ma-
resu. Enrquez, que cuando Drake aport a Mjico era all virrey, se fundaba
para sostener esto, en que haba examinado a un piloto portugus, que aqul
dej en la costa, y ste haba asegurado que era tierra firme de ambas par-
tes.
Cuando Acosta public la primera edicin de su famosa historia en 1590,
todava estaba lejos de hallarse resuelto el problema, porque algunos so+
tenan que la banda sur del Estrecho haca parte de un continente austral
que entonces se llamaba Tierra de vista, y del que hoy da est averiguado,
despus de las exploraciones del Erebus y el TeTror (1840),forman parte
las desoladas y hrridas regiones que el capitn de aquella nave (J. C. Ross)
HISTORIA DE VALPARAfSO 79

correra de Drake y la desventurada persecucin que se le hi-


ciera.
El Estrecho no solo no estaba cerrado, sino que era impo-
sible cerrarlo, ni por caprichos de tiranos ni por moles colosa-
les derrumbadas. El destino manifiesto de este rincn del
mundo, desdeiado tres siglos por sus amos, auguraba en el ho-
rizonte desde ese da, y no tardara en comenzar a cumplir-
se, si bien lentamente y a travs de prolongadas y dolorosas
pruebas.
Temas sern stos de nuestros prximos captulos.

bautiz con el nombre de su reina. .La verdad de esto no est averiguada


hoy da, exclamaba el ilustre cronista con su admirable buen sentido, ni
se halla quien halla rodeado aquella t,ierra.. Sin embargo desde esa poca
slo transcurra iin espacio de veinte aos para que la rodease el primero
el holands Guillermo Schouten (1616).
Y aqu surge la cterna cuestin de las preferencias por que rilien todas
las naciones y todos los autores, cada cual forccjeando para establecer la
precedencia del descubrimiento. Ms porque Hoces y Lamero sospechaban
que la Tierra del Fuego se acababa fueron los esparloles descubridores del
paso del Cabo de Hornos?-Porque Drake esparci igual creencia, fueron
los ingleses? Por ltimo ,poda quitarse por aquellos antecedentes a la Ho-
landa la gloria de que un hijo suyo fuera el descubridor? Ftiles cuestiones
que slo prueban la manera cmo la humanidad se encamina a su destino
por el concurso lento y progresivo de todos los hombres, no existiendo un
solo gran acontecimiento de la historia, incluso el mismo descubrimiento
del nuevo mundo, que no tuviera sus premisas anteriores y sus vaticinios,
por que como dice el ilustre Humboldt, hasta los errores de un genio sirven
para los desarrollos de otros, como sucedi a Coln respecto a las ideas geo-
grficas de Ptolomeo, sobre la falsa prolongacin de las Indias orientales
hacia el Este, que fu la causa determinativa del primer viaje explorador
de aquel gran navegante.
CAPITULO Vlll

LOS INGLESES EN EL M A R DEL SUR

Las fAci!es hazaaas de Drake en las aguas del Pacfico y su


esplndido botn, produjeron en Inqlaterra una emocin in-
nipnsa. %do- queran seyvir la estela de aquella nave, que,
dnrifio una vurlta al mundo, haba llegado al puerto de par-
tida sumergida por el peso de su oro. La temeridad de la
empresa seduca, por otra parte, los nimos, y daba a aquel
gnero dc feliz piratera cierto barniz de audacia y de ro-
mance. Porque es preciso confesar que no todo ES hierro y car-
bn de piedra en Inglaterra. Banla tambin densas nieblas
que predisponen el espritu a lo melanclico y a 10 grande;
azotari los arrecifes de sus costas huracanes sublimes; nacen
en sus ciudades qenios que el aura popular hace colosos, y de
sus pastoriles valles corren a la mar, con el curso de los ros,
y la llenan de sus proezas y fatizas hombres de corazn osa-
do, de miscnlos de titanes, de voluntad de granito. Uno de
esos hombres se llam Drake; otro ms tarde se llam Nelson.
iristoria d r Valparaso 6
82 OBRAS C O M P L ~ T A SDE VICUA MACKENNA

I1

Fu principalmente en la juventud donde ms viva pren-


di la llama de las lejanas aventuras que haba encendido el
primer ilustre saqueador de Valparaso y sealse por su
voluntad en seguirlo un caballero, natural de Trimley, lla-
mado Toms Cavendish, cortesano brillante y disipado, cuya
fortuna haba desaparecido en devaneos, y que, junto con ella,
vea disminuirse su prestigio. Para recobrar uno y otro de un
solo golpe, se dispuso a hacer una correra por el rumbo que
haba llevado Drake.
E n un viaje hecho a la tierra de Virginia, Cavendish ha-
ba conocido a uno de los conipaeros de Drake; y a ejemplo
de ste, cuando divisara desde lo alto de un rbol cl mar de
Balboa, entusiasmse aquel con su prodigiosa leyenda de oro,
y desde ese momento no pens sino en su empresa.
Poniendo a contribucin los restos de su quebrantado pecu-
lio. y tomando caudales a rdito de esperanzas, el cortesano
ingls reclut un puado de hombres, algunos de los que ha-
ban pertenecido a la carabana del Pelcano, y equip con
ellos tres pequeos barcos. Eran stos el Desire, de ciento cua-
renta toneladas; el Content, de sesenta; y el Hugh Gallant.
Montaba este ltimo, como capitana, el mismo Cavendish, y
tena bajo sus inmediatas rdenes una tripulacin de ciento
veinte y tres aventureros, entre marinos y soldados..

I11

El 21 de Julio de 1586, cinco aos despus del regreso de


Drake, hzose su secuaz a la mar desde el puerto de Plymouth,
y el 6 de Enero del ao siguiente, con una navegacin com-
parativamente acelerada, se encontraba en medio del Estre-
cho, frente a la ciudad del rey Felipe, que los espaoles ha-
ban fundado para cerrar aqul, suprimindole del globo.
Los pilotos de Cavendish divisaron, sin embargo, al pasar
a la vista de aquellos campos desolados, un grupo de hombres
moribundos, que desde u n pen les llamaban con seales.
Eran aqullos los iltimos restos de los pobladores que traje-
ra a esos inclementes pramos el iluso Sarmiento, y uno de
HISTORIA D E VALPARAfSO 83

ellos, segn antes dijimos, llambase Tom Hernndez. A este


solo di asilo en su buque el egosta navegante ingls, para
aproveclisr su ingenio como prctico, porque era talvez el ni-
co de sus compaeros que conoca el &llar del Sur, &:jando a
los dems abandonados a una horrible muerte con una inhu-
manidad ms horrible todava. Cavendish, aunque valiente,
no tena el alma templada en herosmo del capitn cuyo ea-
mino iba siguiendo. El pobre refugiado vengara, sin embar-
go, bien que con un engao ingrato, a sus desventurados com-
paeros.

IV

Pocos das despus, el Hugh. Gallant penetraba en el Pacfico


(Febrero 24 de 1587), y en seguida daba fondo en la isla de
Santa Mara, que fu para los corsaiios de Inglaterra y de
la Holanda, en el siglo XVI, lo que Juan Fernndez para los
bucaneros de todas las naciones en el siguiente. De los
otros buques no se hace preciso consignar recuerdo, y por esto
seguiremos solo a la capitaiia, cual lo hicimos respecto del Pe-
ZicaTio de Drake, en su atrevido crucero por las costas del Pa-
cfico.
No traa seguramente Cavendish, como su antecesor, un
plan determinado, ni saba por dnde haba de comenzar sus
depredaciones. Era natural que sospechase le aquardaban con
ms cuidado y mejores defensas que las que encontrara Drake,
y esta circunstancia abona su notable atrevimiento, porque el
ltimo cont con la sorpresa y su sombra protectora, que es
el pnico. Una idea fija, un solo plan traa e1 aventurero, la
de hacerse dueo del &en de Panam cargado con los teso-
ros del Per, o en su defecto, del galen de Iifanila que Ile-
palm anualmente a Acapiilco con ricos cargamentos de espece-
ras y s.:da y algunos cofres de oro, propiedad de mercaderes
o del rey. Los galeones eran las antimas chinchns de las ex-
pediciones antiquas. Los codiciosos del oro o del humo son
las mismos desde Isabel de Inglaterra a la segunda de Espa-
a, desde Drake a Pinzn.
Fuera, pues, que Cavendish desdease por pobre a Val-
paraso, fuera que temiese una resistencia sin compensacio-
84 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

nes, pas a su vista sin detenerse, y fu a echar sus anclas en


la hermosa baha descubierta por Alonso de Quintero ( 1 ) .
Tena esto lugar el 30 de Marzo de 1587.

E l corsario ingls haba hudo, empero, de un combate fraii-


co para caer cn una celada, a la vuelta de los bosques, en que
correra por la primera vez la sangre de invasores y de he-
rejes.
Gobernaba a la sazn el reino el ilustre extremeo doli Aloii-
so dc Sotomayor, uno de los caballeros de ms iiombi-e y de
mayores prendas militares que viniera de los palacios dc Es-
paia (pues fii paje de Felipe II) y de las plazas fncrtes dc
Flaiides, donde hiciera temprano sus primeras armas. 1 y~o ,
por desgracia, halltihase ausente dr Santiago. segciii era su
costumbre, batallando eternaiiieiite con los hrhnros.
E n si1 ausencia, sin embargo, tomaron sobre s la defensa de
las costas dos caldlcros esforzados. Fueron stos cl animoso
Ramiriaez Bravo de Saravia, hijo del Presidente de su iiom-
bre, y el corregidor dc la ciudad. don Pedro Molina Parra-
gucz ( a ) , acompaados de una hrillantc leqihn de jvcnes ca-
balleros. hijos de riidos coiiyuisiadorcs. que >-a ilmi a defeii-
der su propia patria, y se hallaban ansiosos por c o l ~ mven-
ganza del insulto del Drake, impune todava, y de esta nue-
r a afrciita.
A1 primer aniiiicio de haberse avistado la vela sos~~eehosa,
prol)ahlemeiitc por cl vigilante atalaya de Valparaso, corrie-
ron las fuerzas de Santiago, Quillota y Valparaso a la ensc-
nada eii qiie Cavendish haba buscado asilo, y en la que se

(1) Hiirnry linma a rsta baha Frrrrners Boy, trnducirnc!o rqiiivocada-

Olivarrs esrrihcra s u er~iiea.aparece q u c fii: llnmiriaez. Proiiablcmente


viriicwn ririlios, aiinqi:c c: ltimo COLIIOsiipcrior.
HISTORIA DI-: VALPARASO 85

propona hacer aguada no menos que procurarse algunas pro-


visiones. Acaso el corsario ingls contaba con la hospitalidad
de aquel indio Felipe que sirvi de piloto a Drake, y que har-
to feliz debi contarse si los espaoles no le quemaron vivo
p o r traidor. Las wgaosas promesas de su liusped, Tom
IIeriindez, fiieron sin duda parte principal tambin en su
mal consejo.

VI

Entre los jvenes capitanes que acaudillaron la hueste de


Rnmiriaez distinguase sobre todos uno de los hijos de los
fundadores de Santijgo, natural de esta ciudad, y chileizo por
tanto, como el ilustre Pedro Corts, famoso en la historia. Era
su iionibre don Luis de las Cuevas, y aunque hasta aqu des-
conocido, dbese slo a la negligencia o poca suerte de pre-
vios investigadores. Casi nio, don Luis haba tomado las
armas (1577) y acompaado a Rodriqo de Quiroga y a su
Liicesor llartn Euiz de Gariiboa cii sus sangrientas campaas
d t i ultra JIaiilc. Cuando los indios queinaroii al primitivo
CIiilIh. 1 ayiid :I rcpohlarlo a fuerzu de lanziida~, dice
la iiifoimicin de sus \ervicios. Su jiivcntiid, su valor, el lus-
tre dc sii familia, que ( l a t a h dcsde 13 acta de fundacin de
la ciildad, no cautivaron menos la atencin del qobernador
Sotomayor, y por esto tena don Luis un distinciiiclo puesto
rn toda empresa atrevida.

Entrctaiito. llevado de su niala inspiracin y de la ron-


fiaiizn qiic I C iriq>iral)n iin pas completanierite salvaje y des-
p:)hlado, (armdish haba cphado en ticrra una partida dc
cuarenta o cincuenta exploradores. Guiados por el astu-
to Hernndcz, que aunque libertado de la miierte, se consi-
d e r a h triste nrisioiiero de 7i c q j r s , adelantliroiise stos hacia
el interior, y a lo largo de la corta, por cl espacio de tres le-
gias, hasta divisar iin valle ameno y anchuroso, cuyas pra-
deras poi)l:ihan riiu:ci?tcs ~ ~ a i i a d o as . qiic i,rocurnhan dar caza
con sus arcahiiccs. Pero huan aqiicllos a su ayiecto hacia los
86 OBRAS COMPLETAS DE V I C U 3 A hL4CKENNA

montes, mientras qm innumerables ares agitaban el aire con


bullicioso clamor al derredor de sus vegas y lagunas. As des-
cribe aquel paisaje el mismo caudillo de la expedicin, y no
poda ser el ltimo, sino el que ofrece el ro de Qiiillota cerca
d e su embocadnra, entre Concn y Colmo.

VI11

Los aventureros no haban divisado, entre tanto, sino algn


fnyitiro vaquero que les acechaba desde lejos; pero a la vuel-
ta de un bosque, se acercaron tres jinetes lo suficiente para
que Tom Hernhndez entrase en pltim con ellos. Rogles en-
tonces con disimulo el Gltimo se le allegasen para salvarle de
su cautividad, y ejecutndolo aquellos, salt el espaol a la
grupa de un caballo y perdise en el monte a la vista dc los
ingleses.
Burlados stos y sin gua, resolvieron retroteder. Pero ya
vena sobre ellos la columna de Ramiriaez, y u n sangriento
conlicto no tard en tener lugar. El hroe de ese encuentro
fu el valeroso crioilo que antes hemos dicho distinguase en-
tre todos los briosos mancebos de Santiago. Don Luis de las
Cuevas (dice una mformacin contempornea en la que de-
clara u n testigo presencial) embisti con el capitn de los di-
chos ingleses que saltaron en tierra y lo mat, el cual se lla-
maba Mousavas, y se mataron en esta ocasin veinte ingleses
y se cogieron siete vivos, y se embarcaron otros mal heri-
dos (1).

(1) Declaracin dada por el dean don Lope Landa Butron, el 20 de Fe-
brero de 1634, en una informacin de servicios hecha en ese ao por Toms
de Cuevas, ltimo hijo de don Luis, ante el oidor don Jcomo de Adaro.
Don Lope es el mismo personaje que figur en las contiencln? dc1 cabildo
er!esibstiro de Santiago y la Inquisicin (1640) y era hijo de otro de los fun-
dadores de Santiago, que firma en su acta Lope Landa Butron.
Es tan antigua y ofrece tan notables peculiaridades de geanologa la fa-
milia de Cuevas, que vamos a condensar a qu algunas de sus interesantes
circunstancias, puesto que se trata de los ms remotos conquistadores y
se refieren aquellas a papeles de familia enteramente desconocidos.
El fundador de la estirpe en AmErica fu el capitn Andrs de Jimnez,
natural de la villa de Edcalla de la Sierra, que vino a Chile con Pizarro, se
hall en la famosa jornada de Cajamarca, en Ir, ocupacin del Cuzco, y
por ltimo, en la batalla de Xaxijaguana, donde pereci heroicamente pe-
leando por el rey contra los Pizarros.
Antes de esta poca, la reina Juana le haba ennoblecido por real cdula
HISTORIA D E VALPARAfSO 87

Los ingleses se batan desde el primer momento con el a c w


tumbrado denuedo de sus aventureros, esforzndose por ganar
el amparo de su buque y sus caones. Y aunque al fin lo con-
siguieron, mediante un auxilio de quince arcabuceros que Ca-
vendish despach d sentir el fragor de la pelea, si no fuera
por la ligereza con que se acogieron a un ppol, metido en el
agua donde no llegahan los nuestros, por los muchos tiros que
disparaban sus navos no quedara hombre con vida ( 1 ) .

expedida en Valladolid el 6 dc Julio de 1535, cuya merced alcanz a su hijo


Juan de Cuevas, que vino con Valdivia a la conquista de Chile.
Este ltimo casse en Santiago con dofia Catalina de hlendoza (su ma-
dre Ilambase dora Catalina hionteagudo), y de este matrimonio naci
don Luis, el adalid del romhate de Quintero. Don Luis casse a su vez con
dona Mariana de Escobar, hija del general Alonso de Escobar Villarroel,
que sac una honrosa cicatriz de la batal!a cn q:ie pereciera Andr6s de Ji-
mnez.
De esta suerte se unieron en una sola aquellas dos valerosas razas, que
aros ms tarde (1614) vimos oponerse, espada en mano, a la casa de los
Lisperguer eii la plaza de Santiago. Don Luis tena a la sazn siete hijos
hombres, tcdos apuestos caballeros, y son los mismo que dice el padre Ova-
Ile (quien los conoci personalmente) present su padre armados de punta
en blanco para la guerra. Sus nombres eran los siguientes por el orden de
su nacimiento: Luis de las Cuevas, el mozo (capitn); Juan de Cuevas (ca-
pitn) ; Cristbal de Escobar (presbtero) ; Alonso de Escobar Villarroel
(general); Andrs de Mendoza (capitn); Kicols de las Cuevas; y Toms
de las Cuevas.
De stos slo el ltimo y el general Alonao de Escobar sobrevivieron a su
padre, y del primognito Luis de las Cuevas Escobar, llamado el mozo, se
han sucedido hasta hoy, contando con su padre y su abuelo Juan de Cuevas,
diez generaciones en trescientos aios, con la particularidad de que cs la
nica estirpe de varn a varn que ha llegado hasta nosotros desde los fun-
dadores de Santiago. La ltima generacin est6 representada por don
Eduardo Cuevas, actual superintendente de bomberos y administrador de
correos de Valparaso, de quien Juan de Cuevas es el sptimo abuelo por
lnea directa transmitida de padre a hijo. Segn este ejemplo que concuer-
da con el cmputo general establecido, pueden atribuirse a cada siglo tres
generaciones completas, naciendo y desapareciendo en cada uno el abuelo,
el hijo y el nieto. No sera por esto un mal ciciiio asegurar que los nietos
estn llamndos R morir rn Chile en un 7.c r 1 ~ l+lo AtC ai:!:!ogo a
aquel en que nacieron los abuelos.
Respecto de la peculiaridad de la alteracin de apellidos en una sola fa-
milia, llevando cada hijo uno distinto, ya explicamos esto lo suficiente en
la Historia de Santiago. Sin embargo, por no atender constantemente a
esta circunstancia tan prolija padecimos el error de llamar primos a los dos
Mendoza (Andrs y Juan) de los dos Cuevas, y a stos de Alonso de Esco-
bar, siendo todos hermanos, como lo eran don Luis de Cuevas y el doctor
Andrs Jimnez de Mendoza, de quien hemos de hablar ms adelante.
(1) Marino de Lovera, pg. 157, La palabra peol est sin duda emplea-
da por pe76n. El padre Ovallc refiere este hecho de armas con innumera-
bles errores, absurdos y consejas, como la de que Cavendish despach a
Hernndrz desde Quintero, para que fuera a pedir provisiones a Valpa-
rafso, haciendo ver a los espaoles cunto les convenfa ponerse bien con los
ingleses en los momentos en que la Francia agitaba una guerra continental
88 OBRAS COMPLZTAS D E V I C I J S A MACKENXA

Segin es costumbre (tan antigua sta como la ferocidad y


el orgullo de los hombres), ambos combatientes reclamaron la
victoria. Todos los escritores ingleses ponderan el nmero de
los cadveres enemigos que dejaron en el campo, y en prueba
del triunfo de los suyos aseguran que Cavendish quedse en
el puerto durante cinco das (hasta el 5 de Abril) llenando
tranquilamente sus estanques. Ya hemos visto cmo refieren el
hecho los cronistas nacionale, por su parte, zadiendo para
no dejar sombra de duda sobre la jornada, que los siete pri-
sioneros fueron ahorcados en la plaza de Santiago. Melanc-
lico empeo de la frhgil criatura, obstinada en medir su falaz
grandeza por el horror de sus obras!
Estando a la verdad a ambas versiones, los muertos del da
pasan de sesenta, y esto constitua por s solo una gran batalla
en esos tiempos.

IS

Sea como fuere, irritado Cavendish por aquella celada


(abril 6 de 1587), hzose al mar con direccin al norte, y des-
pus de haber reorganizado su equipaje en una isla que yace
en la baha, entregse a una vida tan cruel como rapaz a lo
largo y a lo ancho del Pacfico. Por fin el 4 de Noviembre de

contra la Espaa. Con el aviso de Hernndez se frieron a atacarlos y cogie-


ron catorce prisioneros de los que ano con poca dicha suya2 (as dice. pg.
228) ahorcaron doce, convertidos a la fe. E n cuanto a los mozns y capitanes
de Santiago que se distinguieron, h aqu como los menciona el capitn-poe-
ta Fernando Alvarez de Toledo, que se hall alt present?:

*El capitn Gaspar de la Barrera,


Don Gonzalo, el de Cuevas, y dfolinn,
Campo fro, Pasl?~,y el de Herrera
Angulo, Pedro Gmez. y Medina,
Juan Venegas. Valor en gran manera
Descubre cada cual en la marina
Derribando cabezas enemigas
Cual diestro segador cortando espigas..

Se echar de ver que muchos de los nombres anteriores, comn los de Ba-
rrera, Molina, Cuevas, Pastn, figuran ya en nuestra historia naval.
No parwe que el verso citado por Ovallr de Alvarcz de Toledo, perte-
nezca a1 poema de Purn Zntlmzto del mismo autor, que e1 seor Barros
Arana imprimi en Pars en 1862. Ovalle dire nile el liliro de don(!? lo sac,
se titulaba La Arnucnrin, y talvez era una continiiacicn de la (!e Frcilla y
Ossorio. VCase sobre Fernando Alvarez, la Zlistoriu de Santiago.
HISTORIA DE VALPAKASO 89

1587 captur el galen de Acapulco, eii las costas de la Cali-


fornia, y aunque su presa result inferior en mucho a la de
Drake (l), entr un ao ms tarde (Septiembre E) de 1588)
al puerto de Plymouth con sus cofres llenos de oro, reempla-
zado el tosco lienzo de sus velas con exquisitos damascos de
seda color verde, vestidos sus marineros con traje exquisitos,
y jactndwe (como lo escribi a su padre Lord Hunsdon) de
haber quemado diecinueve buques, y de n o haber dejado pie-
dra sobre piedra en todos los piicrtos de inar en que tocara.
Hasta a un clrigo aue encoiitr a bordo del Saiitn . i ? ~ nle hizo
ahorcar, talvez porque era clrigo, y esto cuenta 1111 historiador
coiitempurneo ( 2 ) .
i3mpero. la retribucin de estos escebos n o tnrdi> en \enir, J-
el cruel corsario del Pacfico pereci de despecho en u r i segundo
viaje que intent con nueva gente (1591), antes de haber
penetrado en estos ixares.
K n cuanto a Tom Hernandez, solo sabenios clue herido en
cl coinbate de Quintero, perdi una pieriia y vivi pobre y ol-
vidado. Seis aos 1115s tarde (l594), vi6le otro capitn in-
gls en Talparaso sostenido por una muleta, viejo y envile-
cido, como si llevara, dice aqul, la carga de su traicin sobre
la frente.
Del heroico don Luis de Cuevas ya dijimos lo bastante en
este libro y en la Historia. de Xmatiago. Ser suficiente el an-
dir que despus de cuarenta y tres aos de esclarecidos servi-
cios pblicos, muri en la capital (1629) en el ms alto pues-
to que dejaba vacante la jerarqua colonial en pos de la pre-
sidencia del reino ( 3 ) .

(1) El galen apresado por Cavendish se llarnalm el Santa Ann. y con-


tena en plata y oro un valor de 122,000 onzas -Vase sobre la distribucin
de las presas de Cavendish la Colecczn tie i i n j e i d e IImris, t 1 pi<s. 79;
O,

( 3 ) Trcs aims tlepiis de este lance (2-1 de Enero de 1591). Sotomayor


nornhr n don Luis cRpitAn de caballos lioeros, en premio (dice su despacho)
de 1 4 sfios de s c r v i k s , lo que prueba que comenz su carrera iniiitar an-
tes de los 20 de edad. probablemente en 1.577.
E n aquel mismo ao. yendo con un refuerzo de treinta y cuatro caballe-
ros, al mando del general Pedro Vizcarra (despus gobernador de Chile),
por haberse enfrrmado Cstc en i\lolloa (le ufiehre y piedras., confi la cua-
drilla al joven Cuevas. quien la llev n las fronteras. Entre aquellos capita-
nes iba el llamado Diego de Ulloa, de quien volveremos a hablar en esta
90 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKEXNA

Tal fu, con suma brevedad contada, la segunda tentativa


que hicieron los ingleses por hacer sentir su ambicin y su
encono con Espaa en estas indefensas posesiones. Debe. no
obstante, tenerse en cuenta en la distribucin de la justicia
que si Drake fu ms feliz y ms humano, tena sobre l su
succsor la ventaja de la legalidad, porque estando rota la paz
con Espaa, vena provisto de patentes reales para hacer la
guerra. Drake f u slo un heroico pirata. Cavendish no pas
de ser un corsario vulgar.

Un paso ms adelant la naregacin y el desarrollo futuro


del comercio europeo que debera ms tarde afluir a nuestras
costas y especialmente a Valparaso, con el viaje de circun-
valacin de Cavendish. Fu ste, puede decirse, el primer ex-
plorador cientfico del Estrecho, y e1 que dej demostrada con
una notable perspicacia las principales nociones de la navega-
cin en esos mares, antes tan temidos.
Cavendish acort tambin de una manera extraordinaria el
perodo empleado por sus predecesores en el viaje al derredor
del mundo. Magallanes, en efecto, o ms propiamente, su pi-
loto Sebastin del Cano, haba empleado tres am y u n mes.

Historia, y Diego Flores de Len, quinto abuelo del ilustre general don Ma-
nuel Blanco Encalada, y en cuya compaa sirvi la monja-alfrez.
Cuando los indios mataron al presidente Loyola, Vizcarra nombr a Cue-
vas su Sargento mayor (1598) y el 16 de Junio del ao subsiguiente era ele-
gido alfrez real en Concepcin. E n este mismo ao volvemos a encontrar
le en Valparaso, donde haba venido para embarcarse por rdenes de Viz-
caria en un buque enviado por el viricy del Per, dcn h i s <!e Velaxo, y
cuyo capitn era Diego Saens de Loaiza. E n el captulo siguiente hablare
mos de otro servicio importante prestado por Cuevas a esta localidad.
Por ltimo, y despus de los sucesos de 1614 (contados minuciosamente
en la Ifistorin de Santiago), encontrndose yrt anciano, le nombr corregi-
dor de Santiago el prefiidente Fernndez de Crdova, en cuyo ijercicio mu-
ri a los tres aos (1629) y probablemente a los setenta de su edad
Su testamento, otorgado ante Manuel de Toro Mazote el 6 de Julio de
1629, existe en el archivo de la Cvrza de Suntiago, y de l aparece que no dej
ms hienes de fortuna que una casa en Santiago y dos encomiendas de in-
dios, la una en VichuquCn y la otra en Longomilla. Su mujer. doa Maria-
na de Escobar, haba muerto en 1610 y dejado por herencia slo dos sitios
en Santiago (que stos y un negro haba sido su nico dote) y algunos du-
dosos bienes en las islas Canarias.
HISTORIA DE VALPARAfSO 91

(1).Drake prolong ese trmino a cerca de cuatro aos. Ca-


vendish slo tard dos aos y dos meses.
P de esta suerte, segin dijimos antes, cada paso iba pre-
parando en el misterio y en la diiracin de 1 s aos p de los
siglos, el advenimiento de los das de prosperidad y de ventu-
ra que estaban asi-ados a esta ciudad en la pran lotera de los
pueblos.

--
(I) Segn-el abate Prevost (Coleccin general de viajes, vol. X). Magalla-
nes s6Io tard 39 das en atravesar el Estrecho, desde el 21 de Octubre al
28 de,Noviembre de 1520.
CAPITULO IX
LOS INGLESES EN EL M A R DEL SUR

(111)

E ICHART E
T

La tercera J- ltima empresa de los ingleses contra las po-


sesionas espaolas en el JIar del Sur tuvo mviles ms nobles
que la srdida codicia de su oro, y fu tambin la menos
venturosa. -1cometila un joven de corazn, hijo de aquel
atrevido aveiiturcro Sir Jiiaii Hawlrins, q u e junto con Drake
y antes que sti. viiiie~aa SII criiwro en el Pnr.fico (segiii
en su lugar dijimos). Haba perdido aqul su fortuna delante
del castillo de San Juan de Ulua y su hijo se propona ahora
recuperarla y vengarle.

hijo que J u a n Achines tena


Uii
Mozo de treinta y tres arios, gallardo,
Tiendo que se quejaba noche y da
Como robado tigre o herido pardo
Su viejo padre del agravio hecho
A la justa venganza puso el pecho. (1)
(1) Lope de Veg:i.-La Dragonten, canto 11. Los espafolts llamaron
skmprc a Han hins Ricrrrdo Aqiiino, o Aqtriiies Tambin le dicen Richar-
te, liacienlo de su nombre Xzclitrrd u n apellido espaolizado.
94 OBRAS COMPLETAS DE VICUGA MACKENNA

I1

Equip en consecuencia el entusiasta mancebo un hermoso


buque de trescientas toneladas, y con setenta y cinco hom-
bres escogidos hizo rumbo al Pacfico el 12 de Junio de 1593.
Llambase el nuevo corsario la Dainty, que los espaoles de-
nominaron la Linda, porque tena a su proa una figura de
negro con una corona de oro en la cabeza. La suegra del cau-
dillo, que era una dama considerable de la Corte de Isabel,
opuesta como su hija a aquella peligrosa correra, le haba
puesto la Repentance. Pero ni este nombre de triste vaticinio,
ni las lgrimas de la beldad a quien estaba recientemente uni-
do el joven aventurero, fueron parte a sujetarlo.

La mujer lo detiene, dama de la reina


Asida al cuello la llorosa dama
Del atrevido mozo en dulce enrredo. (1)

I11

Trajo Hawkins hasta la Mocha el mismo itinerario que SUS


dos antecesores, y despus de refrescada all su gente, puso la
proa al Callao, donde meditaba dar de sbito y tomarlo por
asalto, prueba evidente de que su nimo era ms pelear con
honor que robar a mansalva pueblos indefensos.
Pero al pasar delante de las altas cumbres que dominan
a Valparaso, los aventureros que le acompaaban pidironle
a gritas que les condujese a su baha, donde estaban segaros
de hallar amontonados los tesoros.
Condescendi el capitn de mal talante a aquella demanda,
y en una tarde de Abril (1594) entrse al puerto, donde hizo
fcil presa. de tres navos que eiicontrb desprevenidos. Al avis-
tarle se haban ido a la playa las tripulaciones.

IV

Hallrbsse a la cabeza de una guarnicin militar puesta en


Valparaso para custodia de su comercio veraniqo, y como

(1) Lope de Vega. Ibid.


HISTORIA DE VALPARA~SO 95

segundo cabo del gobernador don Alonso de Sotomayor, un


capitn que llevaba el ms ilustre de los apellidos entre los con-
quistadores, despus de el de los Corts y los Pizarras, pues
llambase Alonso de Alvarado; y esta es toda la noticia que
de l nos ha sido transmitida. Acompabale tambin aquel don
Luis de Cuevas que haba adquirido el prestigio de un hroe
en el ataque contra Cavendish. Pero, no contento con esto,
el propio gobernador vino en persona, al saber la aparicin
de Hawkins, trayendo consigo todas las fuerzas de guerra de
Santia go J- los partidos inmediatos.
N o os por esto hacer un desembarco con su escasa gente el
capitn ingls, y como no encontrara en los buques apresados
sino objetos de poco ralor, entr en plticas de paz y de res-
cate con los de tierra (1).Llev la voz en estos preliminares

(1) Todo lo que Hawkins encontr en los buques apresados fu unas qui-
nientas botijas de'vino (bofozios, dice l en su relacin), menestras de las ch8-
caras d e Slintilipd, romo las que desG!efi6 DrPkp, unos c,!ant,,.s cajones d e
mctnzbnn- frrsc2.s (los i f m s de Chile. famoms t d i v i i cn Lima J que se com-
pran all como ac las rhirimL.i.zs) y in c:!ic era miis peculiar que esto, dos
mil p l l i u m . T.il c.ra el comercio d e Valp.trano i' fines del siglo XVIl
9:n embargo. de un hoque que entr5 de Valdivin, ignorando su presen-
cia OE la baha, sac6 algunos millarcs tie ~~n:telianosde oro. La rupidez d e
sus cnmpaicros era tan ardiente que qui1ra.i quebrar 12s liasijas de vino
;:or las partlulas met:ilicac qiie brillabsn en su supcrfirie. Tgiial cha.sco
recibieron al abrir los cajones de mmzanss. que. lire Hawkins, ha!)i:t juz-
gad>, era u n inmenso tesoro. .We had t,hought to 1x2 some grcat massc of
wedt he.
1,opo de Veqa, sin em!,srqo, a guisa de poeta, !>on:lera de esta sucrte cl
botn d e los inglercs:

.En Chile surgen dando a Chile espanto,


Chile de Erciilx cclebrndo tsnto.
.... < . . < _ . . . . . . . . . . _ . . . . . . . . . _ . . . . . . _ < < . .
All quem6 gran s u m a d c navos
Por vengar z los tres Ricardo airn:lo
Rolmndo haciends que otro seis vacos
Pudiera si Ilrvlira haber cargado.
Con t:il fiiror qiic aveiitaj6 10s !)ros
De IR irirncra vez qiie fii. rolixio
D e aqiirl Torn58 Candir, Thom:s que ha sicl,)
Ilicrtlulo, mfis nunca nrrcpmtido.

(Dragontea, rnnto 111).

Por estas ritas y eymialmrnte por el l t h o retriirano entre Santo


T o m h v Cavendish se echar6 de ver cun aliajo qued Lope d e Vega d e
su fama en aaiirl poem?, tan rrlebrado empero de lor espaoles.
Hankins, por sil pbrte, eqcril)i una preriosa relarin de su viaje, que se
hallnba en prensa cuando El muri en 1623. Su tctiilo es el siguientc: The
96 OBRAS COMPLETAS DE VICUSA MACKEIiNA

un capitn llamado Juan de Contreras, que era a la sazn


dueo y cncomendero de la isla de Santa Mara, y cuya espo-
sa, doa Teresa de Castro, iba a embarcarse para Lima, en
calidad de dama de honor de la virreina, mujer de don Garcia
Hurtado de Mendoza, que ya tena en el Per tan alto ttulo.
Haba encontrado Hawkins a bordo de una de las naves surtas
en el puerto el equipaje de aquella noble seora, y como era
m6s calxdlero que pirata, enrilo al capitn Contreras, cuya
era la nave en que aqulla iba a verificar su viaje.
Pasahan entretanto los das en el ajuste del rescate y no se
llegaba a trmino, por l o que IIawkins, receloso de una ace-
chanza, qiieni los lmques )- continu su viaje hacia el Callao,
despus de una demora de ocho das. Su previsin no le ha-
ba esta vez engaado. Don Alonso de Sotomayor est ab:^
haciendo construir con toda diligencia en una de las que.
bradas del puerto. 3- fuera del alcance de su vista, unas cuan-
tas fuertes linlsns <IC madera ?- totora. eii qiie meter, aprove-
chando de una noche oscura, hasta trescientos hombres, y dar
con ellos un asalto a aquel primer d u c i i o d e la bnliia, tres si-
d o s antes que la declarase suya doii .Juan Xanucl Pareja ( 1 ) .
El corsario ingls se despidi de Chile. sin embaryo. de una
manera harto miis afectuosa que la de su iltiino invasor ( 2 ) .
La tardanza de Ilawkiiis en Talparaso, fiile con todo fu-
nesta como a l espaol del Covatloiiga. Avis3do por tierra el
corregidor de Coquimho. que 10 ern en e5a coyuntura don Rn-
drs .liiiinez de Biendoza. el de las cuchilladas (le Santiaqo,
despach una embarcacin al virrey don Crarca con la nueva
d r cuanto aconteca ( 3 ) .

obxai)o!ions of S i r Richnrd ZIalc~kirisin his f:o?laqe i:,o ii:r ~ ~ ' o ~Sici nh 112. tlir
yecr 15'39.
Aii?qiic wta ohra famosa h a pawdo por varias ec!icio:iw. cl astor c1.c la
d c la li.q(nri/c de In J l n r i , i n re-! r i y 5 o l n (t. 2.c, pg. 350) ascxiire q i i c aiinqiie
Iiawliiiir In pramrtiii, nii!lrz vi6 lu l i ~ zpijlira. IIa ltimu edicin fu6 hccha
en 1857 por la A'ncictlrtrl d e Hnck~iZ7/f.dc h n i l r r s , y cs 13 qiiv hcmos tcnido
a la visi:i.
(1) Esto mismo ront5 miis tr-rdc cl propio Cn!omayor a Io\vl<insen 1,ims.
as?ndicndo qiir rl mismo da en qiir saii6 tlrl p i i r r t o rr: tirstinaclo pnra cl
salto.
( 2 ) *And. lenft thc IiinFdomcs of Chily onc of t h c I v c t c<imries that
t,he s m n e shineth on; for 't, is of a temperatc clymntc, :in(;. almiindinp in
all thingsn. Ohseri.nfioiis, phq. 152.
(3) E1 doctor don Anc!rs Jiiunrz (Ir Xlcndozn rra hrrmano tlc don Tduis
de (hevas segn antes dijimos, >- como se 176. lleraba el noixhrc de SU n l ~ u e
HISTORIA DE VALPARAfSO 97

Refiere el bigrafo de Hurtado de Mendoza que hallbase


ste enfermo en cama cuando le entregaron los despachos de
Coquimbo, y sin cuidarse de sus aos (pues ya iban pasados
cerca de cuarenta desde que, mancebo, viniera a gobernar a
Chile), trasladse en el acto al Callao para tomar medidas ( 1 ) .
No obstante lo miserable del material que entonces llam-
base la Armadn del X a r del Sur (a),el virrey logr tripular
dos navos, y con d l o s envi6 a su propio cusado, el bizarro
don Beltrn de Castro (que otros dicen tambin de la Cueva,
porque ambo.; apellidos llevaba su familia) a castigar la te-
meridad y la incaiitcla del iiiyls.
Desgraciado en u n primer encuentro, volvi la flotilla al
Callao a recibir denuestos humillantes hasta de las mujeres,

lo, el hroe inmolado en Jaxijaguana. Aunque nacido en Santiago, donde


contamos se cae6 su padre, hizo sus estudios legales en Lima, mientras su
hermano aprenda cl duro ejercicio de las armas entre los brbaros. Pas6
su juventud en !as Charcas (hoy Bolivia) donde fu teniente de corregidor
y asesor del gobernador Pedro de Lucidea. Despus de haber desempe-
ado e! corregimiento de Coquimbo en la Epoca a que nos referimos, pas6
de fiscal a la Audiencia de Santiago, y f i i C durante un aiio corregidor de
Santiago, cuyo empleo di6 lugar a la terrible ria de su familia con la de
Lisperguer que contamos en la Historia de Santiago (1614).
Su destierro al Sur, a consecuencia de aquel delito, se convirti en la con
cesin del empleo de auditor de guerra dcl ejrcito de las fronteras, que ejer-
ci6 desde 1615 a 1631, poca en que probablemente muri, dos aiios despus
de la muerte de don Luis. (Informacin citada de Tonzs de Cueoas e n 1634).
(1) Sufirez de Figueroa, pg. 134.
( 2 ) Para que se juzgue del estado de la marina espaliola en Chile y el Per
a fines del siglo XVI, h aqu como la describe el autor citado de la Vida
y hechos de don Garca Hurtado de fiendoza. (pg. 91): ((Haba cuatro ga-
leones de S.M. que no podan ser de fruto ofrecindose necesidad. porque
la cnpitnnn. en habiendo un poco de mar, meta la proa debajo del agua y
era tormentosa, y a causa de esto, no era posible jugar la artillera. La aG
n ~ i r a n t aera navo de mala manera, traza y proporcin, y que haca mucha
agua, muy zorrero y desacomodado. Otro, quo llamaban de Toro, por el con-
siguiente, no era de provecho para armada. Otro que se deca Snn J u a n ,
era tan pequeo, que ni se poda meter en l artillera ni la sufra.
.Dos galeras en que se gastaban cada ao m5s de cincuenta mil ducados.
La capitana sin chusma, le faltaban ms de cien remeros. de suerte que para
ningn efecto poda salir del puerto. La Ptrlrona era de madera de higuera,
y estaba tan podrida y hecha esponja, que aun para tener gente en eUa,
en el puerto, no poda servir,.
Y si esto suceda con la marina de guerra, cuyos buques eran de palos
de higuera, ;,cul sciia la condicin de los barcos de comercio?
El buque de Hawkins. ai contrario, estaba tan perfectamente provisto,
que segn l mismo refiere, traa hasta un aparato para destilar agua dulce,
abordo, tan antigua es esta invencin que parecera de ayer.
Historia de Valparaso 7
08 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

por lo que, irritados los peruanos, atacaron con tanto denuedo


al corsario hereje en las aguas del Ecuador, que ultimada
casi su tripulacin, cubierto el pundonoroso Hawkins de heri-
das recibidas cuerpo a cuerpo, rindi al fin su espada al feliz
caballero castellano (1).
Interesantes en e-tremo son las pginas en que el vencido
nos ha dejado memoria de este combate, as como de su larga
cautividad en el Pcr y en Espaa, y aunque no pertenecen
al cuerpo de esta relacin, podra, empero, deducirse de ellas
que Hawkins, aunque luterano, tuvo por vencedores a hidal-
gos dignos de l. Slo la Inquisicin solicit le entregasen a
los ingleses para juzgarlos, no como prisioneros sino como a
herejes, lo que Hurtado de Mendoza, si bien fantico y cat-
lico como el que ms, no quiso consentir porque era hidalgo.
E n cuanto a Beltrii de Castro, slo pidi a Halvkins, en pren-
da de rescate, su amistad y dos galgos ingleses que aqul le
habra dc mandar cuando volviese a ver las playas de su pa-
tria.

VI

No dej, a pesar de todo, el corsario ingls, bien puesto su


nombre en la colonia de Chile, porque contaron de l (proba-
blemente a ttulo de chisme) que habiendo encontrado en lino
de los buques que captur en Valparaso u n %ran Cristo de
madera, destinado a los altares de Santiago, se complaci en
destrozarlo con una hacha y arrojar sus fra,mentos con es-
carnio en la baha.
No menciona por cierto el gallardo Hawkins tan hrntal cpi-
sodio en su noble libro, y por todas razones le tenemos por
apcrifo. Empero, no lo juzg as don Garca, ni los santia-
guiiios, porque hizo aqul un voto cle reparacin al wnto Cris-
to de Burgos 37 los ltimos celehraroii con gran pompa a aque-

( I ) E1 jrsiitn Escobar. que cornid6 13 Xistoria d e blnrifio Imvcrn. v qiie


rrsit1l:t r n Limz al tiempo del c o m h t r (le H~v;l~ins. r:.fiere con ?ran frrs.
cur3 en s u tlcdicatoria a1 virrey don Garcn. q l ; ~Ric-lisrtr prr li, r n rl Es-
trecho <losn o i , i o s , qiicm:ndosele uno, y el otro YCntloce a piqiie =in podc,rio
fincorrcr. aiinqiie lo v c h . (PAZ. 11). Y &ste era u n escritor conternporineo.
Verdad es que tamhin era jesuta.. .
HISTORIA D E V.4LP.4R.4fSO 99

lla milagrosa imagen una procesin de desagravios en el mis-


mo ao en que el impo Richarte fu hecho prisionero.
No ha sido, pues, tan fuera de origen y de camino, como
cree el ignorante vulgo, la porfiada resistencia que opusieron
los chilenos a consentir en que los ingleses erigieran capillas
a sus cultos en esta tierra, por ellos de aquella suerte profa-
da. . . Siquiera se les hubiese exigido, por va de reparacin,
erigiesen un altar al clebre Santo Cristo ya nombrado, en cada
uno de sus mal vistos taberncnlos !

La expedicin de Hawkins marc6 en el itinerario de Valpa-


raso otra etapa hacia el progreso, y precisamente aquella quo
en aos posteriores deba ser por una triste e imprescindible
exigencia de los negocios de esta tierra, la de su ms vit:il
urgencia : tal era su defensa.
Cupo en consecuencia al ilustre don Alonso Sotomayor el
honor de haber puesto la primera piedra de las fortificacio-
nes de Valparaso, puesto que por sus cuidados se levant6 en
una punta saliente del puerto, y que dominaba completamen-
te el estrecho sursidero de las naves, una batera a flor de
agua y en forma de herradura, que sc llam6 de Sun Anfo-
nio (1).

Tales fueron, el U r u p c , C(inc1io y Eichnrte, los tres pri-


meros gringos qiie vinieron a esta solitaria arena a llevarse
lo que la pobre indust ria de nuestros abuelos acuniulalm con
srdido te4ii. Hicieron miiclins feclioras y causaroii grandes
dalios dc nl;ii.mn )- de prdidas privadas. Pero las gcneracio-
nci de 110)- se inclinan y n perdonarles su anticuada culpa,
sea en presencia de las abominaciones cometidas por piratas
mhs modernos J- de raza diferente, sea como una compensa-
_-~
.

(1) RioI16. A!ii/ii'cs citados.


100 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

cin de lo que en aos posteriores otros gringos, compatriotas


de ellos, nos han trado y nos han dejado.. . (1).
(1) La palabra gringo, que ha dado lugar a tantas falsas interpretaciones,
como la de Valparaiso, se deriva sencillamente de un proverbio espafiol,
o m8s bien, de la degeneracin de una palabra de ste. Hablar en gringo,
decan los antiguos espaoles por aquello que no entendan, y despus vul-
garmente corra por lo mismo, hablar e n gringo. De esto vino que cuando en
Amrica comenzaron a ver por la primera vez ingleses, y a no entender su
lengua, decan que hablaban e n gringo, y de aqu es todava que el vulgo
llama gringos, en Chile como en Venezuela, en Buenos Alirescomo en &IC-
xico, a todos los eutran;eros, aunque scan nacidos en Lcipsig o cn Conpcn-
hague.
Entre el comn de la gente de Valpxaso (tanto griega cmio iiulicn)
prevalece. sin embargo, una ingeniosa teora sobre el origen de la palabra
gringo. Ilcesela derivar de la pronunciacin de una frase de la siguiente
canzoneta popular de Escocia, q u e en otros tiempos soia descender, como
una vibracin de armona y dc brandy, desde lo m2s alto del Jnin t o p
sobre las colinas del antiguo Puerto:
GreoL gro:c the rasbes, O!
Green groiu thc rashes, O!
The sweetest hours that eer I spent
Were spent among the lasses, O!
La derivacin, como se notar, es verdadcrameite ingeniosa, porque los
dos estribillos Green grorc, se pronunciari, en esperial centndolos, corno si
se dijera materialmente qriitgos. Peic: ia cosa no para tic. uua feliz inven-
cin local, pues ya hemos dicho que ci apodo es geiirico al lia!ila castel1xn:i.
Por lo dems, Ir. cuarteta citada es slo un verso humorstico, como una
tonada de nuestros campos, que podra traducirse llanamente dc este modo:
Verdes crecen las caiias, ay!
Verdes crecen las cafias, ay!
Las ms felices horas de mi vida
Pasaron entre muchachas, al-!
Estos mismos versos tradjolos al latn el c6lebre humorista irlands
Maginn, bajo el titulo dc T h e Reliqites of Fu:iier Prout, obra quc goza de
gran voga en Inglaterra. Vease la edicin de 1. G. Bohi?: Loiiclon, 1860,
p5g. 392.
Un escrit,or yankee (que es tambin palabra de apodo nacional), cl tc-
niente \I.ise, en su conocida obra humorstica Los Gringos, llevado a su vez,
del falso principio de las etimologas, o ms propiamente, de los sonidos,
atribuye el origen de esa palahra a la pronunciacin del calificativo iiiglks
qren horns, aplicado generalmente a los marineros bisoiios, por sus camar:t-
das. Vase: Los Griiiqos, or a n inside vieto of Mexico, Chili,&o., b y Lieut.
W i s e ; Kew Tork. le,!$.
Segn Sduchez de la Cadena, en su Diccionario Espaol-Ingls, la pala-
bra qrirrgo es usada en Espaa como sinnimo de ininteligible; y en esta
misma asercin la toman casi todos los hatilistas. Chao, sin embargo. en
su Diccioiinrio de la lengua espaola, y Salv en el suyo, afirman que en la
Amrica cspaiiola se da cl nonibre de gringos < a todos los extranjeros, y
especic:lirieiite (I los itolittnos..
Ahora slo nos falta pedir perdn a nuestros amables huspedes (both
Ladies t i r i d pentlevien j r o m the other side of liie Irater) por esta autopsia filol-
gica de su tratamiento popular entrenosotros, mucho mds cuando en su
benevolencia, y en su aversin congnita a ios cobrenombres. se han conten-
tado siempre con llamarnos nicamente y de una manera genrica the
? d u e s , o los iicdigeiias! Verdad es que tambin algunos nos llaman elos in-.
gleses (es decir, los griiLgos) del Pacficop.
CAPITULO X

LOS HOLANDESES EN VALPARAISO

I
Iba ya corrido medio siglo d c i d e la fmidacin de Talpara-
so como "puerto de Sailtiago", y s ~ prasperidad,
i lejos de ca-
niiiiar cn creces conlo la de esta ciudad, decaa con el trascur-
so del tiempo, vctima cnoticliaiia de piratas, hasta convertirse
otra vez cn un pramo. Auii aquclla infeliL pero tranquila
aldea ayrnpada al derredor de la herniita de Marmolejo, ha-
ba desaparecido, sin que esi\tiese otro uesigio de que all ha-
bitasen hoinbres, q i i ~el estrcc.lio r e d w t o dc San Antonio, cus-
todiado por iiiios pocos soldado\, y una I d e m provisioiial, edi-
ficada bajo sus friego>, ttl (lepsito de los frutos del pas.
Tal era Talpardso en los i'iltirnos das del siglo XTI, a cuya
poca, hasta es;L fecha corrida destlc. el dciciibrimiento (pe-
rodo d e sesenta y ciintro aos), liemos consaqrndn los anterio-
res captulos de este libro.

I1
r
Pero las calamidades que desde lejos haban venido suce-
dindose con una cruel regularidad sobre el desdichado puer-
102 OBRAS COMPLETAS DI: VICUA MACKENNA

to, halljbanse lejos de su fjn. El viento de la desgracia so-


plara todava inclemente sobre su playa, aunque ya no fueran
naves de arentureros tan valientes como codiciosos, tan astu-
tos conlo caballeros, las que, a s u influjo, surcasen sus aguas.
Huspedes ms terribles qiie el Drake y que Richarte, iban
ahora a presentarse en su baha. Y estos no enarbolaran ban-
dera de rescatc, sino que, la espada o la tea en la mano, lo
pondran todo a mrrced de su rcnFaiiza.

I11

Durante seis arios, despus de la visita de Hawkins, que se


recordar tuvo lugar en Abril d c 1594. haba a l a verdad so-
brevenido una era de quietud y dc confianza para la deso-
lada caleta del r a l l n de Quintil. Crease, por el curso pacfico
que tomaban la., eternas qierras continentales y dinsticas de
Europa, qur a1 menos la Tndaterra no dejara ver tan pronto
su bandera en esta lejana y pobre posesin de una riral que
en todas partes haba vencido.
Bajo esta impresin, los pocos chnnqos y soldados que resi-
dan permanentemente en Valparaso (pues los mercaderes
descendan de Santiago solo por temporadas, a la llegada o
salida de los carqamentos) divisaron con sorpresa una maana
cierta embarcacin sospechosa, que ganaba con dificultad el
fondeadero. A la simple vista pareca desarbolada y rota, al
paso que la lentitud de sus maniobras demostraba en s u apa-
rejo, o un serio descalabro, o un ardid de qierra de sumo di-
simulo. Mayor fui? la sorpresa de la gente que acechaba desde
la costa, puestas las armas a guisa de combate, al ver que el
barro distrado echaba un bote al aqua, se embarcaha en l un
oficial ron unos cuantos remeros. y Omaha la n l a y . batiendo
los filtimm m a bandera blanca en seal de parlamento.
Mal enseados los espaoles, empero, con les sorpresas que
en tantas ocasiones les dieran los inyleses, jnzqaron qiie todo
aquello era una maniobra de estrategia, y as, tan inconsi-
derados como crueles, rompieron el fue30 sobre el bote, hi-
riendo gravemente en una pierna al capitn forastero, a los
primeros disparos de arcabuz. Slo cuando lo vieron descen-
der a la playa en hombros de los suyos, se persuadieron los
HISTORIA DE VALPARA~SO 103

de tierra que los recin llegados desembarcaban como amigos,


o ms propiamente, como nufragos, implorando la clemencia
de los mismos a qnicnes Tenan a destruir.

Spose entonces una luctuosa historia de hambres, hura-


canes y desgracias infinitas que inspiraban piedad aun a los
corazones ms ciic~uelecidospor la venganza o ])or el miedo.
Llambase aquella nave as aparecida el Cerf Volant, y su
infeliz capitn, tan inhumanamente recibido, llevaba el nom-
bre de Dirick Gerritz, que acusaba su evidente estirpe holan-
desa (1).
Era ahora en efecto la terrihlc Flandes la que tomaba su
turno de castigos en el Mar del Sur.

El C e y f V d m t perteneca, en efecto, a la primera expedi-


cin que los Estados de Flandes enviaron contra la Amrica
espaola, persuadidos al fin de que en el oro que ella daba
a Felipe I1 exista el nervio y el secreto de aquella guerra de
cuarenta aos emprendida sin descanso ni misericordia por
aquel prncipe obstinado en volverlos a su yugo.
La contienda de la independencia de los Pases Bajos (que
despus de todo y delante de la filosofa de la historia fu
solo un sntoma y un presacio, como la de Gonzalo Pizarro,
de !a que nosotros ms tarde emprendimos contra Espaa),
haba llegado por esos aos (1598) al ms alto perodo de re-
criidwirnimto :-d c feroeidlid. G d o Gnillermo el Silencioso,
SLI promotor y su mrtir, bajo la bala asesina de Baltasar Ge-
rard (Julio 10 de 1584), su sucesor no menos ilustre, Mauricio

(1) Jernimo de Quiroga, en su Crnica de Chiic, dice que este buque se


llamaba el Filiote, pero es s610 una ignorancia de conquistador, porque
ete f i l t h 0 nombre era genrico y se aplicaba a cierta clase de buques de
muy poco cdado que se usaban en el siglo XVI, en los mares del norte de
Europa. Vase sobre esto a Vieites: Norte de la Contraiacibn, libro 2 . O , cap.
6 . O , prrafo 22.
Algunos escritores, como el presidente de Brosses en su Recud de voyages
aux terres austrdes, llaman tambin ai buque holands equivocadamente
el PZyZq hart, frase que no tiene ni un vulgar sentido.
104 OBRAS COMPLETAS DE V J C U s A MACKENNA

de Nassau, haba recogido la herencia sangrienta de su pa-


dre, cuya cabeza el rey de Espaa tuvo puesta a pregn p-
blico, como de todos as sabido. Continu la lucha con un
voraz encarnizamiento y con la suerte desigual que es propia
de todas las grandes contiendas populares, desde su primer
sayn, el feroz de Alba, al caballeroso Farnesio.
Pero, fuerte la Holanda dentro de sus diques y pantanos,
duea de una parte de las Indias orientales, seores exclusi-
vos sus hijos de las Molucas, que haban quitado a los portu-
gueses, ricos en su comercio, superiores en su marina aun a
las naciones de ms alto rango, ansiosos especialmente de
abreviar su camino a aquellas posesiones, y ardiendo, por otra
parte, en el deseo de castigar a sus tiranos, aun amos de la
mayor parte de la antigua Flandes (hoy Blgica), se resol-
vieron a estimular entre sus capitalistas y armadores, la or-
Zanizacin de expediciones, equipadas en corso por cuenta de
particulares, pero sostenidas con todo su poder por el
stadtholder o supremo funcionario de la nacin.

VI

La nave refugiada en Valparaso en los ltimos das del es-


to de 1599 haca parte, pues, de la primera de aquellas em-
presas :-la conocida bajo el nombre de Pedro de Verhavcn por
el de su principal instigador, un rico negociante de Rotter-
dam.
Haba salido aquella de este ltimo puerto el 27 de Junio
de 1598, y se compona de cinco buques cuya capacidad va-
riaba de ciento cincuenta a quinientas toneladas, mientras que
el total de sus tripulantes ascenda a quinientos cuarenta y sie-
t e hombres, o sea algo ms de cien por barco.
Nunca habase hecho a la mar una expedicin, tan lejana
y aventurada como aqulla, acompaada por ms ardientes
votos de triunfo y de fortuna. Sus caones iban a hacer re-
sonar en los puertos y ciudades de una nacin aborrecida las
primeras salvas de una venganza satisfecha. Sabido es que si
los holandeses no fueron originalmente crueles (cuestin de
duda para muchos), los espaoles les ensearon a serlo, y en
HISTORIA DE VALPARAfSO 105

tal grado que al fin sobrepujaron a sus maestros, y en este


aserto no hay vacilacin posible.
Pero, al mismo tiempo, nunca mayor suma de peligros sa-
li al paso de una empresa concebida bajo el ala de tan se-
ductoras esperanzas.

Todo fu terrible e inesperado desde la primera hora para


aquella cruzada. El almirante de la escuadra, Jacobo de Mahu
(llamado Machis por los espaoles) sucumbi a una dolencia
antes de embocar por el Estrecho. Simn de Cordes, que le su-
cedi en el mando, vise obligado a inverriar en la baha que
llev su nombre, y visitado en ella por el hanihe, la teriipes-
tad y las epidemias, vi sucumhir 10 mejor de su ?ente. Dos
de las naves, llaniadas. una la Fe, cuyo capitn era una Gerard
Van Beeuiiigutn, y la otra, L a Fdicidd. mandada por el fa-
moso Sewald de T e r i , volvieron a Holaiida sin poder penetrar
en el Pacfico, aunque la ltima esturo cerca de un ao lu.
chaiido heroicaniente por vencer las corrientes del Estrecho.
Por ltimo, el Cerf Volant, perdido su capitn Jurien Van
Bokolt, fu llevado por un vendahal desencadenado liasta cer-
ca del polo antrtico (ms alla del grado 64Qde lat. sud), y
con tales averas y destrozos que al entrar desarbolada en Val-
paraso, salvado por va de milaqro, sh tena ii su bordo nue-
ve hombres capaces de hacer la maniobra.
No haba sido, empero, la suerte de esta nave, que al fin
hallara iin refugio, la que haha de contarse como ms dura.
E1 almirante de la escuadra, Simn de Cordes, engaado
por los araiicanos, hizo en efecto un desembarco en la costa
del Lavapi, que yace en la ensenada de Araiico; y aquellos
brbaros, traidores a toda raza humana sin exceptuar la suya
propia, juzgndolos espaoles, mataron en una celada vein-
titrs de sus soldados. Busc en consecuencia el marino holan-
ds el rumbo abierto aunque lejano del Japcn; pero desde
el da en que se separ de la quinta nave de su escuadra
(Marzo 23 de 1599), que era mandada por su propio herma-
no Baltasar de Cordes, no se tuvo ms noticia de su suerte. . .
VI11

Pero la parte ms interesante, nis extraa y ms pattica


de esta serie de horribles arenturas, perteneca, sin disputa, al
capitin ltimo nombrado.
Peidido en los canalcs de Chilo y luchando con sus tcrri-
bles marejadas, sus almtidos isleos, y especialmente los de la
pennsula de Lacuy, en cuya costa andaba, pues est a la en-
trada septentrional del archipiSlnqo, le ofrecieron llevarlo a iin
puerto de espaoles: por manera que, precedido de una es-
cuadrilla dc pirawas indqenas, se present en Castro inti-
mando rendicin.
Hicieron los pobladores un amago de resistencia en el pri-
mer momento, pereciendo en ella cinco de su nmero, pero
aunque hubo entre ellos una mujer llamada la herona doa
Ins de Baztn que, con un arcahriz en las manos. supo como
varonil seora, entre los dems soldados, defender la entrada
al enemigo a la ciudad, rindi al fin sta al holands su pu-
silnime alcalde Juan Ruiz del Pliego.
Tom Cordes desde ese instante posesin de la isla en nom-
bre de su patria, foriific la ciudad, puso en ella guarnicin
y reuni tal n?mero de indios, que pasaban sus auxiliares de
setecientos, armados de corseletes de cuero y de picas. Al de-
cir de algunos, lleg hasta hacerse proclamar rey de todo el
Archipilago (1).

Pero aquella gloria no sera duradera. Habase salido del


pueblo, cuando lo entreg Pliego, el d i e n t e capitn Luis P-
rez de Vargas, a quien Jernimo de Quiroga compara con ra-
zn a Guzmn el Bueno, porque dej en poder del corsario
sus hijos y mujer, y mand a decirle que los degollara, si el
precio de su vida haba de ser una traicin. Retirado a u n
sitio vecino, que se divisa todava desde el campanario de Cas-
tro y conserva su nombre de Llollao, alleg all u n puado
de secuaces, con los que una noche fu a golpear a la puerta
-
(I) Relarin citada de Kerr.
HISTORIA DE VALPARASO I07

de los invasores, griindoles :-Abrid, perros, que teizgo de en-


trar!
las, aunque lo sintieron, los caones del fuerte no dieron
fuego aqnella noche porque doa Ins de Bazan, que estaba
entre los prisioneros, moj la cuerda-mecha, confabulada con
un soldado espaol llamado Torres, que simuladamente se ha-
ba pa.;ado desde Llollao al enemigo. Cordes ahorc al solda-
do, y cuando cstdhci doa Ins al pie del cadalso, con la soga
al cucllo, eoinpadeci6se de ella el corsario, eontentiidose con
espul~arlndtil recinto, deqpus de haberla hecho aplicar crue-
lsinios azotes (1).

En pos de las arriesmdas escarnmiisas nocturnas de Vargas,


amaneci al fin el da. de un asalto decisivo. Trjole desde
Osorno el terrible coronel Francisco del Campo, que viniera
a Chile d e d e Flandes con don dlonso de Sotomayor, cuyo
alfrez f n e r n rii esa guerra; y sabiendo por un indio lo que
pasaba en Chilo, cruz desde Carelmapu con una columna de
jinetes -\-eteranos, y en una maana frgida de Junio, cayendo
al rompcr cl alha sobre el reducto, mat a lanzadas trescientos
indios y veintisis holandeses, perdiendo l solo diez de sus
soldados ( 2 ) .

(1) Todo este episodio relativo a doa Ins d e BazAn, es completamente


desconocido y por tanto indito. Consta de una informacin autntica ren-
dida en 1603 por su hijo p.iltiro Raltasar del Agiiila en la misma ciudad
d e Castro, en la cual muchos testigos presenciales, y entre ellos el mismo
Luis P6rw r!e Targes, declaran al tenor dc los hechos que dejarnos referidos,
aadiendo el ltimo que 41 z:i las rriielrs huellas c!e! flaprlo en la infeliz se-
ora. Estn misma informaci6n fu ampliada y corrolmrada mAs tarde por
su pro+ hijo Juan de Oyarzn y Baz:n en 1631, ante testigos que dccla-
rarcin en Santiago, y ciivos Tiapeles existieron en poder del historiador P6-
ree Garcn, aunque l en si1 cr6nica no los mencionz.
Doa I n k (que est(, nom?>rrtenan todas 13s heronas de Chile como la
JuiLrcz la Ags.1ilera y otras) rra nacida en Osorno, y all se lishfa casado con
el capitn Juan d e Oyarzln (natural del pu&lo d e este nombre en Guipuz-
coa), que vino con don Garca Hurtado de Mendozn y muri en accin d e
guerra, dejando a dona Ins viur!a y con tres hijos, ron los cuales pas6 la
ltima II rrsidir en Castro.
(2) C a m p , w a uri !innibre tan vderoso como sni:guin&i:o, alem4s de que
DU iinimo se hallr.ha encruelecido por PI cautiverio de ,<u fmdia en Osorno.
As fu que despu6i de su victoria Co13re Cordes, se entreg6 a las qrueidttdes
ms espantosas contra los pobres isleos que haban auxiliado a aqul,
eflpecialmente contra !OP d e Lacuy, yue l jungaba los mits culpables. < Y
108 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

El capitn holands logr, no obstante la sorpresa y la fu-


ria del ataque, ganar su buque. Y seguido de unos pocos, con
peligros inauditos, lleg al fin a la isla de Tidor, pasando del
archipilago de Chilo al de las Molucas. Pero aqu los portu-
?yeses le despojaron de su nave a tanta costa salvada, mandn-
dole en seguida cargado de cadenas a los calabozos de lalaca,
como el gobernador de Chile enviara al capitn del Cerf Volant
a las mazmorras de Lima.
Una coiidigna reparacin tendran, con todo, y para au-
mento de desdichas, aquellos horrores de la piratera y de la
guerra.

XI

No haban ])asado a n seis meses desde que los soldados


del reducto de San Antonio dispararan sobre la handera lilan-
ca del desgraciado Gerritz, cnaiido en la maana del 25 de
Marzo de 1600, cl centinela colocado en el sitio donde hoy
existe el clsin de irrlcs (y q u e entonces : i C l l a n i a h la Cuiti-
ne7a Alta, por cayo nombre IC conocen todava los antiguos)
avis que se descubra un 1)nqiie podwoso navezando a toda
~ 1 a ~l a vuelt,a
1 de Caroiimilla,.
Era el del rlebre Olivciro de Soort, duro J- aniinoso iiiari-

el d a que comenz. tscribn P i mismo id goliernac!or de Chilr, a pasar la


haya grande (ri canal de Chacao entr v t n de IJaciiy 1- la d e Carelmapii),
juni todos los caciques, que fueron rho, 7 1n: met en u:i ii1:yc.c) (tlelie
decir hujio o ranrho) y los quem. rlndo!es o c*itciirlcr que los q:icrnaha por-
que habim metido al inglbs..
(*'htoda aquclla provincia no rq~~xk5 cnrjqiic T-ivo (aade in.% nddacte),
que otros siete II ocho que haba. io:: ni:,t:cion ia iiixfiaiia qi:e dimos en el
fucrte de 19s ingiese-.
.i>e all, niimie por ltimo p n r s t v c!-snnclio cxlehrc. cvi.i!> n l capit4n
Liiis Perez de Vargas una r w x rn r:iir ; P rn3ndatn q u e nhcirrasc hitrta
t r : h t a caciqiies y algunos indios !7!iiy ciiipados, lo iwal ha lierlio n z ~ ghien
y iiic ha rnviado trstimonio de r l l o ~ .
ICs0 era io que los espaiioles Ilarnnliaii la pacificaci,i. ,C6mo sera :a
conqzti,~fn~
Lii vista de tanto horror casi es un consuelo saber que t i Ixrbaro inmols-
dor, digno disrpulo del duque de Alba, fu inmolado n su turno.
Xo deja t a m h i h de ser curioso que Campo, aunque milit e r Flandes,
estuvo siempre persuadido de que los marinos d r Cordes eran in:;:esrs. VCase
su inJorn1.e citado en Gay, Documentos, volumen 2.0. p4.g. 225, pieza suma-
mente interesante. bien que los redactores que escribieron sobre ellos en 1s
Historia, hayan hecho la ms confusa y lamentable algaraba d e todas e s
tss expediciones de los holandeses.
HISTORIA DE VALPARAfSO 109

no, natural de Utrecht, que aunque joven todava, fu elegido


por una compaa organizada en los puertos holandeses, al
mismo tiempo que !a de Pedro Verhaven, para atacar las In-
dias occidentales.
Haba salido la flotilla de Noort del puerto inglrs de Ply-
mouth ( p u e s la Inglaterra era a la sazn aliada y protectora
dc los holandeses) el 24 de Septiemhre tlc 1398. est es, solo tres
mcses dcspu\ de ?i:~liu,iina de c n i x j n;i~.chs(la (le Sewad de
\Vert) encontrara en el Estrecho cuando volva deshecha a Eu-
ropa. pero sin toniiii. cuenta de ella. Nontaba Noort el Mau-
ricio (nonilre del ~ t a d t h o l d f rd e Holanda) 3- su gemelo el
N c n u y FrcrJeric L or I m ~ i i i d , i c i n 1)or u n tal .Fames Clasi, coni-
p a k h t h l e s ademq dos yate\ h m a d o s In E s p e r n m n y la con-
cordin ( 3 ) lia tripulacin Ileyaba en todo a doscientos cua-
renta y ocho hombres.

XI1

,luric~uo nis J I M , tuvo esta flotilla suerte muy superior


a la que le haba precedido, porque desde qnc Noort penetr
en el Pacfico apres en la isla de la Mocha m nuiso que all
tenan zipostado a prevencin los espaoles, y cuyo barco, de
solo sesenta toneladas, llamado el Bzce.1~t7esiis, mandaba el ea-
p i t h Francisco Iharra.
hoticioso por sii prisionero de lo quc liaba acontecido a Cor-
des y a Ckrritz en Castro y Valparaso, y enfurecido por ello
cl holands, lanzcse sobre la iltiina haha eii PI 3fnui.icio. Y
Cste cra e1 hiiqnp q i ~ cel riqa de In; c i i r n i m i qiic dominaban
el puerio, anunci una maana vena en su demanda a velas
desplegadas.

Tres eran los barcos que amarrados a sus anclas yacan en


aquel momento en Valparaso, y uno de ellos, llamado Los
Picos, de ciento sesenta toneladas, y tripulado por treinta mi-

( 1 ) Los 7 p t e s espaioles eran propiamente las embarcaciones menores


que hov se llaman qiieches.
serables indios, hallbase con su carga completa en vsperas
de salir para el Callao. Componase aquella, como siempre,
de frutas y legumbres secas, que eran el producto del valle
irrigado del Mapocho, y de algunas cecinas (sebo y charqui)
extradas de las estancias de la costa.
Consiguieron los espaoles con la celeridad del peligro lle-
var a tierra lo ms valioso riue tenan embarcado, y ann logr-
ron embancar sobre la playa uno de los buques. No cuidaron
as de los treinta indios y de un negro que dejaron a bordo
de Los Picos, a la merced del corsario.

XIV

Apenas, a las pocas horas, entr Noort en la baha, desatra-


c una chalupa de su bordo, y despus de haber pasado a cuchi-
llo las rendidas tripulaciones con una ferocidad digna del ca-
pitn espaol que expuls de Castro a Baltasar de Cordes,
quem aqul las n n x s , desdeando, dice i mismo, descender
a tierra por lo miserable del lugar. No se divisaba desde la
mura del Mauricio, a la veriiad, sino un pobre galpn (une
i o g e ) sobre la desierta playa. E n cuanto al reducto de San
Antonio, deba hallarse en el mismo estado que lo encontra-
ron otros incendiarios doscientos sesenta y seis aos ms tar-
de, en u n mes anlogo, porque sus bocas de fueqo se mantuvie-
ron igualmente silenciosas.

Una hora de cruel arrepentiniiento tuvo empcro el renco-


r o w flamenco por aquella dcstrnccin precipitada de los bu-
q77m que capturara en Talparavo. Porque al:o m s tarde. un
neoro qiie salv de ellos, hzole creer que en el fondo de sus
cascos estaban acondicionadas no menos de diez mil y dcs
cicntas libras de oro, que importaban dos inillones de ducados,
CUJ-RS riqnczns habanse extrado, al decir del nerro, de minas
descubiertas tres alios haca en la isla de Santa Mara. Cont
esto el africano a uno de los oficiales de Noort llamado Nico-
ls Pctcrson, y lo corrobor por apremio uno de los pilotos pri-
HISTORIA DE VALPilRAfSO 111

'sionem (al pweceT Juan de Sandovd) (1) quien precis6


hecho, asegurando que el oro &aha contenido en cincuenta
dog cajas, cada una de las que contena cuatro arrobas de 01
.a n s de quinientas barras del mismo metal que pesaban I

ocho a diez Iibras cada uno.


. _ .. con todo nor fabulosa esta montaa de oxo as eIU-
Tenemos c

meirgida en el fangu de nuestro surgjdero, porque Io que dijo


el negro debi aer cosa de su raza, y la ratificacin del espaol
fu tal vez fruto ad miedo (2).

(1) Suint dwal, dice la relacin de Noort, publicada CR el R K U Ede~ v+


~
yagm des Hollandaa m i o u r did wzun.de, b u e n 1725, volumen 3.". Eata r e
lacidn es bagtmte curioas por Jasnoticins que da drl pa&, y especialmente
de 1a gran h s u r r e c d n de loa Araucanos, que tenla, lrrmr en e8os momentos,
despuks del fbsesinako del gobernador Loyola eri Guadaba. Supo csta Woort
por wm carta que encontr a bardo, lo que rmtturalmente debi6 rcgocijsrle
por el $ao de RUB enemigos, PIES la c a m de loa indios era la misma rte loa
flamencos. Dice tnmbifn Noort qua en \'alpadso recibid una carta esr.ri+
ta por su paisano Gerritz desde si1 priai6n en Lima, dindole cuenta d e sus
padecimientos, pero no cornprendemorr c6mo pudo aquel papel llegar fi
BW manoa, ni BI tampoco Io refiera.
A su llegada E m p a . pubiicb el capithi holandks un curioso mapa de
Chile, en gur n La.Serena ae da el nombre de La A%rrizm,a C h U n el de
Sal&, y m Ins demds, pnrque c e materia de prnnumkin y artograffs
hay mucho qire re@ F I ~los libma extranjeros.
(2) Consta &o do Ia r~laci6ndel viaje de Noort pubIirada en 18 coleccih
i n g l w de &IT, que antea hemos citado. Por consimiente, a i al& wplors-
doy de bshisa no es de niicstra opini6n Robre loa dos millones arrojados al
agua3 el 28 de Mmzo de 1800, puede echarse a buscttrlos, que nosotros no
tenilremos el dwecho de exiEirIe nueetra cuota como descubridores.
/, Por lo &em&, n d % es r n h oheuro ni, al m h o tiemy, m& difCcil de
esdmceT que las pxpediciones extranjeras en el M x del Sur durante el
siqlo XVI y el XVII. DbeRe esto principdmente a la confusi6n e iEnomn-
cia de c m i todos (si ne todos] los cronistas espaolss que hen escrito sobre
el pa-t,icdar.
Ya dijimos, por ejemplo, lo que contaba Argensoh de la recepcin de
Drake cn Inglaterra, y lo que refera el jesuita Ewobw de los dos buques que
perdi Hfivrkins en e! E:strccha. Pero rntkcho mhs lejos guc &tns fu8 81 c 4
lebrc don Dionisio Almdci, pi-e~dcntede Quito, en u Awiso It?3#ricco, im-
preso en Maririd en 1740.Dice. all (prig. 52) que a Drake <lo pari6 su medre
B bordo de una nave en In merr, y dr Cavendkh cuenta que 8Glo hizo una
expedir& cienftjica por Chile. Equivoca e1 nombre de Tom6 Hernandez,
IiamAtndolo h n n n d o Cmm, 3' comete inmwables eppwefl da crodoga
que iremos anotando.
Rpspecta de la mima rrrpedic,i6n de los hnlandww que wahmms de ppc
ferir. hay equivocarionea dc primera m x n i t u d eritrr 108 crcinistaq chilenoa.
A d , por ejemplo, Olivares (pAg. 314) confundo a Simcin de Corde# con su
hermano Baltasar, y dice de nquel que -con rabia hrretieab degollG n los
epniioTes que apea6 en Cbllo6, y que Campo s610 mat6 cuatro bohndesre.
Slrtqmne tmbi6n cjup ei desembarcu de Corrlea en Lmnpih (cornpitin de
U n p n $ ) en Irt costa de Arauco, tuvo lugar en Ira isla de Santa Maria, y
por ltimo, que dwpuh de haber perdido dos buques, los otros trea 8e Eu-
112 OBRAS COMPLETAS Dl3 VICUA MACKENNA

Despuk de m s c,meldadea y de ms visiones, Noort conti-


nu6 EIU rumbo por el Pacfico sin especiales accidentes, y lleg6
a Rotterdam el 26 de Agmto de 1801, habendo tardado tres
aos menm dieciocho dias en dar la vuelta al mundo.

XVII

Tal fu el primer ensayo de los halandeaes en las aguas de


este mar, que ni la naturaleza ni Ia historia ha consentido de
buen grado cn bautizar con d nombre de Pacfico. Mucho ms
sangrientos y destructores que las visitas mitad caballerescas,
mitad pirticas, de 10s ingleses, t e r h n lw ltimos sobre stcis

nieron en la costa del Pen5 y EO dirigieron a laa Filipinas, donde llegaron


aeon poco fruto de B U costoaa expedicin,.
Aun el mimo Burney, que ea e1 guIa mds certero en este laberinto, nada
habla de laa operaciones de Baltasar de Cordes, que noeiotma hemoB escri-
ta nicamente sobre documento8 chilenos, y aun parece indicar que Sim6n
de Cordes perecib en el desembarco de Lavapi, as como Von Beunigen
(que hacia de vice-almrente, despus del fdeejmiento de Riiahii) sucumbid
ea una celada a n 6 l o g ~n la de Cordes en la isla de Ia Mnrha, con muerte d e
veintitrs de 10s suyos, cirmnstancia que no menciona d Re&l dc vajce
de los holandeses que varias veces hemoa citado, y que en esta parte noB
parece aun mhs fidedigno que el resumen de Burney. Sin embarfl, pma m e
jor precksr 108 hechos y en seguida los nombres de esta, famosa expecLi&n,
w m m a apuntar el d e loa buques, el d e BUS capitanea y el destino qiie tuvie-
ron, segn cate ltimo escritor, y tal cual la escuadrilla quedd organizada
deapub de la mucrtc de M A d . La EspeePnma, de 500 tondadria y 130 hom-
brcs, almirante S h n de Codea, se dirigi6 al Japbn deepu6s del desembar-
ca de Lamp%. La Carid&, de 300 toneladas y 110 hombres, vice-almiran-
t e Von Rwiuigeen, 8 8 fue al Jsp6n deapues d e la celada de la Mocha. La, Fe,
de 32U toneladas y 109 hombres, capitdn Sewald de Wert, regres6 a E m -
pa. La Fidelidad, capitn Von Bockholt, aunque no lo dies Burney, pareca
que volvi6 t a m b i h rt Europa. El Cerf V o b n t , que Burney llama E2 Buenas
NoticeCSs, em de 150 toneIadaa y 56 hombrea y reed6 B Vdparafm, cuya 61-
tima ckcunstaneiai tampoco menciona nurney, y la m i m a eobre que han
& & d o hasta, aquf a tientas el padre Ovalle, JerGnho de Quiroga y Oli-
~ Chile (a pesar de 8 e r 108 primeros casi contempm&npos),y De Bra*
v a r en
~e cn lhroprt.
Por nuwtra parte, EitI pretender la infalibilidad, ~ P ~ dejar O Rcomproba-
das suficientemente mtaa y hs venidera8 afiereiones hast,a b c e r h s dignas
de fe histrica. E n cuanto a 106 antiguos, era natural incurrieran en frecuen-
t e ~errores porque no tenan otra fuente que la engfiosa de la tradicidn o
ma propio^ recuerdos, adernan de quo no podan hacerse cargo Bino de una
8018 faz de aquellas expediciones. LOSeacritores modernoa tienen Is venta-
ja de consultar lae relaciones de W a s cn su9 pmpioa autores, y a d ne ob-
tiene el total de la verdad y de la comprobacin.
HISTORIA DE VALPARA~SO 113

la disculpa de que venan a pelear en estas aguas por la liber-


tad de su patria cautiva de extranjeros. Y era esto lo que pro-
vocaba BU furor de muertes y la aplicacin constante de la tea.
No menos de mil habitantes de la costa, en su mayor nme-
ro indgenas, perecieron en estas dos primeras correras, mu-
chos de ellos por el fuego, en castigo de la alianza que a
aqullos ofrecieron. Enormidad terrible, si se recuerda que
los ingleses acostumbraban dar suelta a sus prisioneros, y po-
ner sus propiedades a remate antes de entregarlas a las lla-
mas.
Nuevas empresas, haran con todo, palidecer aquellas 1-
gubrea cuadros, segn en seguida ha de verse.

Historia de Valparaso 8
CAPITULO XI

LOS HOLANDESES EN VALPARAISO

SPILBERGEN

Cuando el navo en que Oliveiro de Noort cometiera tan


crueles depredaciones en las costas del Mar del Sur, avist a
su regreso las playas de la Holanda, la guerra devoradora
que consuma a aquel pas desde haca medio siglo, tocaba a
su decadencia. Felipe 11, su rencoroso atizador, haba muer-
to. S u hijo, impotente para ser tan obstinado como sus dos
antecesores, haba colgado la espada de Pava y San Quintn
al muro del Escorial, donde nicamente se placa vivir como
su abuelo el anacoreta de San Tuste. Felipe 111, no obstante,
era u n monacillo, eii presencia del mon je-emperador.
El nuevo rey quera, pues, la paz a todo trance. Celebrla
definitiva con Inglaterra en 1604, y no pudiendo otorgarla
incondicional a los rebeldes de Flandes, ajust al fin con ellos
la memorable tregua de doce aos, que comenz en 1609.

I1

Fu aquel un armisticio con el arma al brazo; los ejrcitos


a la vista, las ciudades b,ajo las bateras, la cuerda mecha de
los arcabuces encendida. No deban respetarla por consiguien-
116 OBRA& COMPLETAS DE VICUNA MACRENNA

te sino a su merced y ventaja ambos combatientes, aprove-


chando todas las ocasiones de debilitar a su adversario.
Uno de los episodios ms notables de esa asechanza recpro-
ca es el argumento que vamos a contar en esta pgina, porque
fu su teatro la playa misma cuyos remotos anales vamos des-
cubriendo.

I11

Los holandeses, en efecto, en condicin de oprimidos, es-


forzbanse por engrandecerse en sus lejanas posesiones de las
Indias del Oriente, y como se hallaran en el camino de stas
las Indias que enriquecan y daban bros a sus opresores, era
su poltica constante aniquilar los establecimientos de los 1-
timos, a fin de alcanzar la prosperidad de los propios suyos.
Equip con este propsito la clebre Compaia de las In-
dias Orientales, cuyo asiento exista en Amsterdam, emporio
de la Europa en esa poca, una fuerte escuadra compuesta
de seis velas, y confilas a un experimentado y valiente mari-
no llamado Jorge Spilbergen (1). Venan aquellas ostensi-
blemente destinadas a una empresa mercantil, como lo reque-
ra la tregua y el carcter de sus armadores ; pero, como traan
valiosas mercaderas, eran gruesos y bien templados sus ca-
ones.
Despachada para las Molucas, va del Estrecho de Maga-
llanes, la expedicin sali de la boca del Texel, que es la ra
de Amsterdam, el S de Agosto de 1614, y por Abril del ao
siguiente penetraba en el Pacfico. Las islas de la Mocha y
de Santa Mara fueron luego visitadas, y sus infelices habi-
tantes pagaron, como de costumbre, su tributo de despojos
a los corsarios extranjeros. No menos de cien carneros nece-
sit Spilbergen para su vitualla en la primera de aquellas
islas, y quinientos en la ltima, quitados stos a viva fuerza.
Arrancado el pobre botn de los isleos, el almirante ho-
lands se lanz contra los pueblos del litoral con u n encono
superior al que haban usado sus predecesores durante lo ms

(1) Algunos libros holandeseslo llaman Joris y no Jorge. Nosotros, por lo


comn, seguimos la ortograffa de Burney, que nos parece la ms exacta
y mejor comprobada.
HISTORIA DE VALPARASO 117

crudo de la guerra. De paso asol a Concepcin, que ya era


una ciudad mediocre, y el 12 de Junio de 1615, a la hora del
medio da, fonde con todos sus buques en la rada de Val-
paraso.

IV

E n esta vez los espaoles no haban sido tomados de sor-


presa. Saban la aproximacin de aquel formidable equipo
por cartas venidas desde Ro Janeiro, va Los Andes, y se e ~ -
peraba por horas que el viga apostado en el Centinela Alto
hiciese la seal de descubrir sus naves en el horizonte.
IIabase, pues, concentrado todas las fuerzas disponibles en
los partidos que abrazaba la jurisdiccin de la ciudad de San-
tiago, entre el Blaule y el Choapa, a fin de evitar un desem-
barco en el puerto principal del reino. Por lo dems, era ya
invierno. Las mercaderas de Castilla, segn se llamaban to-
dos los artefactos europeos, haban sido conducidas a lugar
seguro a orillas del Mapocho, al paso que las cosechas que ste
rezara, encontrbanse guardadas en las trojes del Callao.
Cuando Spilbergen ech sus anclas an nuestra baha, ha-
llbase sta desierta y la playa era un campamento. Ape-
nas si yaca en el silencioso surgidero un barco cuyo nombre
no se ha conservado, aunque Jernimo de Quiroga dice per-
teneca a un mercsder llamado Juan Prez Urusamendi.
Por su parte, el corsario holands se avanzaba con cautela,
porque en la previa noche el capitn de un3 de sus buques,
que las crnicas denominan La Estrella, habale dado parte
de que a lo largo de la costa se divisaban luces sospechosas,
cscuchndose de interna10 en intervalo el sonido lejano de un
cuerno. Eran sin duda las seales de alarma, distanciadas de
trecho en trecho pur todo el litoral.
Tena el puesto de camandante en jefe de la guarnicin
militar de Valparaso, a l a vez que el cargo de gobmador
civil, un soldado guizpucamo, ya entrado en aos, llamado don
Pedro de Recalde, a quien el presidente Jara Quemada haba
conferido en 1611 (segn ms prolijamente diremos) el puesto
de corregidor de Valparaso, primero que llev este ttulo.
118 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

Era hombre solo, viejo, sin hijos y por tanto tena crdito
desahogado de valiente (1).

Una vez dentro del puerto, Spilbergen rompi sus fuegos


sobre la poblacin. Consista sta en solo tres edificios que el
cronista de sus campaas no sabe decir si fueran bodegas O
habitaciones, pero cuyas frgiles fbricas redujeron a cenizas
los de tierra a los primeros disparos del corsario.
Igual suerte corri la nave de Prez Urusamendi? a la que,
cortando el cable, encallaron entre las rocas qiie entonces exis-
tan a lo largo de la playa en que hoy se vacia el cauce de San
Juan de Dios.
Observando estos aprestos, que revelaban una resolucin
extrema, el almirante holands orden un desembarco general
despus de haber intentado en vano salvar el buque de las
llamas, porque los espaoles, ocultos tras las peas, hacan un
vivo fuego sobre las chalupas de abordaje ( 2 ) .
Una vez puestos en tierra doscientos hombres, Spilbergen
psose a su caheza, y en orden de batalla march sobre el ene-
migo que se ostentaba en igual nmero. Pero a medida que
aquellos avanzaban retirbanse los ltimos, protegidos por una
densa niebla, comun en la estacin.
El combate estaba trabado, empero, porque la escuadra no
cesaba de hacer fuego sobre las colinas, y los arcabuceros de
una y otra parte mantenan un vivo tiroteo. Seran a esa hora
las cuatro de la tarde.
Mas, fuera que los nublados se acrecentasen en las alturas,

(I) No tenemos uEa constancia tan pocitiva como lo requiere el ajustado


criterio histrico, para afirmar que Recalde fuera el verdadero comandante
militar de Valparaso. Gay habla en esta ocasin del corregidor de Santia-
go, Florin de Girn, que vino con tropas a la costa. dejando al conocido
Pedro Lisperguer al reparo de la ciudad. Pero hay en esto evidentemente
algn error o confusin.
Entre tanto, Recalde haba sido nombrado corregidor de Valparaso haca
cuatro o cinco aos, tena alif sus intereses, y despus se perpetu en el
lugar su ilustre familia. El seor Riob, en sus Apuntes citados, seala tam-
bin a Recalde, atribuyndole la gloria de haber defendido a Valparaso,
pero desgraciadamente no apunta la fuente autntica de donde deriva esta
noticia.
(2) Cdeccidn citada de los viajes de los holandeses, t. 8.,0 pg. 49.
HISTORIA DE VALPARAfSO 119

como suele suceder, fuera que llegase la noche, o que, como afir-
ma Jernimo de Quiroga, autoridad dudosa en tales casos, con-
cibiese recelo el holands de la muchedumbre de gente que co-
ronaba los cerros, tuvo a bien replegarse y ganar el abrigo
de 8u9 embarcaciones (1).

VI

Todo esto haba sucedido el 12 de Junio de 1615.


Al da siguiente la flota de Spilbergen echaba sus anclas
en la baha de Quintero. Y una vez en aquel abrigado surgi-
dero, descendiendo inmediatamente a tierra, las tripulaciones
construyeron un reducto en forma de media luna, que el na-
rrador de la expedicin llama de Creve-coeur.
La circunstancia de haber ganado los holandeses aquel asi-
lo y de fortificar la costa en que ponan pie, es una prueba
evidente de que la jornada de Valparaso haba sido digna de
respeto. # ... -Y
La gente de Spilbergen se solazaba en el puerto cuya abun-
dancia de peces ha marcado su almirante, llamndole en una
inscripcin puesta a su mapa Portus hic nulius fecundus; y
tuvironle por suyo durante una semana. Pero el 17 de Junio
cay sobre ellos un grueso de caballera al mando del valeroso
Pedro de Recalde, y como es probable que en esa coyuntura
hubiese hecho ya su combustible y aguada, que era el princi-
pal objeto de su estada, al propio tiempo que repardose del
combate de Valparaiso, hzose el almirante holands ese mismo
da mar afuera.

VI1

No volvi entonces a o m hablar de los corsarios sino cuan-


do lleg la nueva del sealado triunfo que haban obtenido

(1) Hace dos o tres aos, el inteligente director de obras pblicas de Val-
paraso, don Fidel Vlez, haciendo un trabajo de su profesin en la quebra-
da de San Agustn, encontr y muy arriba del cerro, varias balas antiqu-
simas de can, del calibre que por lo comn usaba en eaos aos la artillera
de marina. Juzgamos pues muy probable que esos proyectiles fueran reli-
quias de aquel encuentro o acaso de alguno posterior. El seor Vlez lo com-
prendi as desde el primer momento, y puso su hallazgo en manos del in-
tendente de la provincia.
120 OBRAS COMPLETAS DE VJCUA MACKENNA

casi a la vista del Callao sobre una flota de siete navos man-
dada por un deudo del virrey Montes Claros, llamado don Re
drigo de Mendoza. Pele ste como bravo en su capitana el Je-
ss Muda, de 24 caones, con el que causaba grave dao al me
migo. Pero el ltimo, ms pujante, ech a pique a la almiranta
llamada el Santa A m , que montaba el bravo Pedro Alvarez de
Pulgar (1)) pereciendo ste con trescientos de los suyos, ade-
ms del San Prancisco y otro barco que tuvieron la suerte del
Sanfa Ana. El Jess Mara, que habfa costado ciento cincuen-
ta mil ducados, volvi al puerto lleno de averas, proclamando
la victoria de los invasores, y el terror de Lima y su comarca.
Tan grande fu a la verdad el espanto de aquel desastre, que
el marqus de Montes Claros asegur a su sucesor, el prncipe
de Esquilache, que si el holands hubiese verificado aquel da
un desembarco tan solo con quinientos soldados, habria sa-
queado la ciudad de los Reyes con toda impunidad, porque a
pesar de bandos que infamaban a las armas de la Espaa,
proclamando a los cobardes, no encontr cien secuaces que
se atrevieeen a morir con l (2) .

(1) Pirguen, dice la relaci6n holandeaa, encomendando su heroico valor.


(2) Memoria de Esquilache, pg. 110. Coleccin de los virreyes. Segn
I s M e 4 de BU antecesor el conde de Montes Claros (don Juan de Mendo-
%ay Luna), se improvis una defensa reapetable en el Callao en poco men08
de veinticuatro horas, y asegura que estos preparativos infundieron tal re*
peto a Spilbergen, que ste, a pesar de su victoria de Caete, se sali del
puerto sin intentar destruir los buques mercantes en l asilados. Pero esto
ea en cuanto esas Memorias de los virreyes tenan el carcter d e boletn of&
&al, pues ya hemos visto cul fu la aseveracin que privadamente hizo
Montes Claros al de Esquilache. Y no poda ser de otra suerte despus de
la completa derrota de la armada.
Se comprender ms fcilmente la victoria de los holandeses, desde que
ae sepa que lo que se llamaba por aquellos aos la A r d a del Mar del Sur,
deapu& de lo que vimos era en tiempo de Hurtado de Mendoza, se compo-
na, por ordenanza, de tres buques ms o menos grandes construidos en GUIL-
yaquil, y de los cuales llambase el mayor la Capitana, el segundo en porte
la Almiranta, y el ltimo, que era un simple barquichuelo, el Patache, ea-
pecie de goleta o aviso.
E n cuanto a artillera, y aunque el virrey Montes Claros asegurase
que dejaba montados en dos plataformas o en los buques hasta 108 piezas,
y que habfa contratado dos mil quintales de cobre en Chile para fundir
otras, afirma su sucesor que no existan en tierra. a au ingreso (Diciembre
de 1615), sino un cad6n resforzado, doa pequeos de f i m o colado, y uno
recin fundido que se revent6 en I s prueba.
La marinera era peor que loa caones, y se componfs de toda IS chuami,
de 108 presidios.
Los buques de armada que Montes Claros entreg a su sucesor, eran el
San Jos (capitana), el Jur Marfa (almiranta), el NuGIpa Seora de Mer-
HISTORIA DE VALPARAfSO 121

Los holandesas, pues, pudieron ser durante un da dueos


del imperio que miis acariciaban su9 opresores en esta parte
del mundo; o por lo menos, haban sido mucho ms felices
delante del Callao que en la playa del inerme Valparaso.
Ufano con sus hazaas, sigui, empero, el almirante ho-
lands al pas de su destino, que era, segn dijimos, las Mo-
l n w , donde le cumpla presentarse simplemente como un
opulento mercader.

VI11

Tal h el ms famoso, el ms feliz y el ms terrihle de los


armamentos que los holandeses, como una repercusin de su
justa venganza, trajeron a estos mares. Puede decirse, en

cedes, y el Nuestra Seora de la Visitacin, o la Iglesia, que era la antigua


y coqueta Dainty en que el infeliz Hawkins rindiera su espada. Pero de ellos
s610 el Jeszis Maria. mal librado como estaba del combate de Caete, era
de alguna cuenta, porque el San Jos estaba podrido, el Mercedes hacfa
tanta agua por la proa, que se fu a pique, y en cuanto a la cautiva Dainty,
serva nicamente para navegar a la bolina.
Montes Claros, empero, dejaba vivamente recomendado a su sucesor
aumentar el material de marina *Pues los enemigos saben (le decla en su
Memoria, pg. 67), y apetecen esta navegacin por el Estrecho, bien es cre-
cer el nmero de nuestros bujekeles y fundir ms artillerap.-Papeles, dice
el texto. miserablemente impreso bajo doradas tapas, de las Memorias de
bs viwqes. por no decir bajebs, como en otra parte dice pique$ por p'ca,
y por vveres, Virreyes, fuera de que en materia de nmeros centuplica las
m& veces las cantidades por una inconcebible ignorancia de los signos que
usaban los espaoles en su contabilidad. Y por este libro pag6 el Per oein-
ie mil pesos!
En cuanto a la veracidad de los cronistas espaoles sobre la expedicin
de Spilbergen, corre parejas con la correcci6n ortogrfica de las Memorias
de los virreyes.-Montes Claros no menciona siquiera el combate de Caete,
y al contrario afirma que rechaz al holands del Callao. Los dems asegu-
ran que el tdtimo fu vencido! y Alcedo va an ms lejos, porque dice que
en llegando Spilbergen a Filipinas lo acabd de derrotar y echd a pique ( A ~ i s o
citado, pg. 130) el general don Antonio Ronquillo. Alcedo dice tambin
que Spilbergen era ingls.
El padre Ovalle, que no sabia sino a medias todo lo que no fuera mila-
pros, cuenta la correra de Spilbergen en los trminos siguientes (Hisloria,
pg. 39): .No pudo desembarcar en los puertos de Chile porque los hall6
armados de la milicia que estaba prevenida nguardndolo, y aunque llegan-
do a Valparaso comenz a echar en tierra alguna gente, pero hallndola
sobre aviso, porque la raballera de Santiago haba llegado ya a defender
la entrada, la recogi luego a las naves p haciendo vela a media noche, pas6
al puerto dicho de Quintero, donde para hacer agua y lea les hizo escoltar
el almirante con muchos soldados, y hicieron una trinchera como medir
luna para asegurarse en la retirada y defenderse de los eepaoles, que iban
ya asomando por las lomas y colinas a gran prisa, pero no dieron lugar 8
122 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

efecto, que desde esa fecha data el primer bombardeo de


Valparaso, bien que antes lo hubiesen arrasado ya tres ve-
ces Drake, Bawkins y Noort.
Dbese tambin a esta remota expedicin la vista ms an-
tigua que nosot.ros hayamos conocido de la baha y playa de
este puerto, publicada en Amsterdam en 1621 y que por tan-
t o es veinticinco aos anterior a la que di a la luz en Roma
el jesuta Ovalle en 1646. Por eso, y aunque tenga aqulla
mucho de fantstico, la reproducimos con especial preferen-
cia en este libro ( 1 ) .

que les acometiesen, porque se pusieron con tiempo en cobro y se fueron


de a1HD.
Sin embargo, volvemos a repetir que no deben extraarse ni estas ponde-
raciones (porque los espaoles jams han sido vencidos, segn sus historia-
dores) ni los errores, por las causas que hemos apuntado antes. No deja,
con todo, de ser notable el que comete un escritor moderno tan concienzudo
y estudioso como don Jacobo de la Pezuela, en su Historia de la Isla de Cuba
(Madrid, 1868), pues en ella afirma (t. 2 . O , pSg. 56) que L i m a fu saqueada
por los piratas holandeses en esta ocasin.
E l nico que confes la verdad de la derrota de Caete fu el prncipe de
Esquilache sucesor de Montes Claros, y csto por los agravios que se susci-
taron entre ambos.-UBien consta, dice el ltimo, en la pg. 111 de su Me-.
moria, cuan grande es S U osada. pues se atrevieron a romper nuestra i\r-
mada, y surgir en el puert,o del Callao, donde saban que haba solamente
un can, entrando su Patache entre las S a o s marchantes, y habindolas
podido quemar si quisiera..
(1) E l Fac-smil que acompaa al texto ha sido tomado de una obra pre-
ciosa que adquirimos en Holanda en 1855 y de la cual existe un ejemplar
en la Biblioteca Nacional con el ttulo de Miroir Oost et West Indical. Ams-
terdam, 1621.
Consiste este libro, sumamente raro, en una especie de album artstico
(como los que se han ejecut)ado despus, por ejemp!o, para las guerras de Cri-
mea, de Italia y de Estados Unidos) y consta de 20 Mminas por el estilo de
la que reproducimos. Por esta razn lleva el ttulo de Miroir. pues se quera
pintar la campaa de Spilbergen como en un espejo. Los principales graba-
dos relativos a Chile son iin plano del Estrecho y las vistas de la Mocha,
Santa Mara, Conceprin, Valparaso y Quint.ero.
Como en esta obra se acompaa el diario minucioso de Spilbergen, pue-
den consultarsc detalles llenos de inters y novedad, especialmente sobre el
famoso combate naval de Caete, que no sabemos haya tenido otro supe-
rior en el Pacffico, a no ser el del Dos de M a y o de 1866; y sobre los motivos
porque no atac al Callao, lo que ms propiamente pertenece a la historia
del Per.
Nos contentaremos, en consecuencia, con apuntar los nombres de los seis
buques de Spilbergen, tal cual los menciona en su diario. E l Gran Sol, que
era el almirante, la Gran Luna, el Cazador, la Moveta, de Amsterdam, el
Eolo, de Zelandia, y la Estrella Matinal, de Rotterdam. E l capitn de la
ltima se llamaba Martin Pierre, y fu el que di6 la seal de alarma que de-
jamos recordada.
E l diario cont,iene tambin la minuciosa e interesante orden del dta clue
Spilbergen expidi en la isla de Santa Mara para entrar en son de guerra
a los puertos de Chile y del Per, y a fin de abordar los galeones en su via-
HISTORIA DE VALPARASO 123

IX
A poco de estos sucesos, que tenan ciertamente mucho de
vandlicos, porque violaban abiertamente un pacto nacional,
concluy el perodo de la tregua acordada con la Espaa,
y se renov la antigua guerra con el encarnizamiento de un
conflicto continental.
M w los holanldeses, envalentonados con la cooperacin ar-
mada de la Francia protestante, y con el oro de los ingleses,
que, tan herejes como ellos, llegaron a facultarles para en-
ganchar en sus puertos seis mil reclutas, levantaron ahora sus
niras y su ambicin hasta quitar a Espaa de un solo golpe
sus Amricas.

X
Fu este el origen de la famosa expedicin llamada de
Nassau, por el prncipe que la lanzara al nuevo mundo (Mau-
ricio de Nassau) y la misma que estuvo a punto de revolu-
cionar nuestros destinos, hacindonos colonia de un pas que
en breve dejara de serlo de una madrastra comn.
No cabe al propsito de este libro la relacin de los he-
chos y fortunas de aquel armamento gigantesco. Basta decir
que la escuadra enviada al Brasil, bajo el mando de Jacobo
Willekens y de Pedro IIeine, tnvo un xito tan completo co-
mo fu desventurada la flota del Pacfico, puesta a cargo
del famoso Jacobo L 'Heremite.
Componase la ltima de once velas, que cargaban 294 m-
ones y no menos de 1,637 hombres, de los que 600 rrn
soldados veteranas destinados a obrar e n tierra firme. La
capitana, por s sola, era tan fuerte como las escuadras an-
teriores, pues nicda ms de ochocientas toneladas, montaba
cuarenta y dos caones, y vena tripulada por 237 marinos.

je del Callao a Panam&. Tom6 especialmente estas medidas desde que supo
en la Mocha que la armada del Per haba estado cruzando a la altura de
Valdivia durante tres meses, a virtud del aviso transmitido de Rfo Janeiro.
El idioma usado en el diario es un francs sumamente anticuado, y a los
chilenos s6Io los designa con el nombre de chinois, es decir, chinos.
E n este curioso libro se halla tambin la primera relacin autbntica del
viaje de Le Maire y Horn, que trajo por resultado el descubrimiento del Ca-
bo de Hornos. La descripcin de este descubrimiento se encuentra en la
pgina 131.
124 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

El Pelicano de Drake habra parecido un simple bote de baha


delante de ate coloso del mar. Llambase el Amsterdam.

XI
Sali LHeremite del puerto de Gorea el 29 de Abril de
1623, y un ao ms tarde (el 4 de Abril de 1624) avistaba
a Juan Fernndez, siendo el primero de los corsarios europeos
qur sbandonara por ste el antiguo derrotero de la Mocha
y Santa Mara.
Refrescado su equipaje, que equivala a un ejrcito, el ge-
neral flamenco sigui su rumbo al Callao, porque el vasto
plan de aquella expedicin haba sido apoderarse simultnea-
mente de las posesiones de la Amrica del Sur en ambos ma-
res, y convertirla en dependencia de la Holanda por un solo
y atrevido golpe. La suerte abandon, empero, a LHeremi-
te junto con la vida en el dintel de su empresa. Muerto de
enfermedad natural o de contrariedades, a la vista del Ca-
llao, su sucesor, un mozo cruel y aturdido, llamado Hugo
Schapenhan, slo acert, en efecto, a quemar las naves mer-
cantes surtas en el puerto hasta el nmero de cuarenta (Ma-
yo 12 de 1624), y en seguida dirigise desconcertado a las
posesiones holandesas de Batavia, donde, a su turno, miiri6
en el Ro subsiguiente.
XI1

No haba tenido aquella empresa punto alguno de contacto


con la suerte de Chile y de su principal puerto, porque aun
parece que se ignor hasta su existencia en estos mares, an-
tes de presentame en las costas del Per. Slo un infeliz
mulato, vaquero de una estancia en la vecindad de San An-
tonio, haba divisado, para su desdicha, en una difana ma-
ana del otoo, la flota holandesa cuando haca rumbo a
Juan Fernndez, y tan certera fu su vista, que cont en
el horizonte, una a una, las velas enemigas. Corri el humo
a dar menta de su descubrimiento, y aunque afirm con 1-
grimas y juramentos la verdad de lo que contaba, los espa-
oles le ahorcaron en Santiago, por a7,urniista, dice Jerni-
mo do Quiroga. Triste pero singular episodio que caracteri-
HISTORIA DE VALPARASO 125

ZB toda una poca! Los chilenos haban cobrado tal terror


por esos aos a las naves de la Europa, que el anunciar su
aparicin era un servicio que se castigaba con la muerte.

XI11

Otra relacin de afinidad que pudo tener para Chile esta


tercera cruzada de los holandeses, fu el proyecto formal y
decidido que abrig el sucesor de LHeremite de venir sobre
rms costas, despus del ataque del Callao, a fin de expulsar
a los espaoles alindose con los indios araucanos, de cuya
reciente rebelin tena minuciosas noticias. Son curiosos en
extremo los pormenorm de los preparativos que en este sen-
tido hizo el vicealmirante holands, y los datos que apunta en
m relacin sobre las facilidades de la empresa. Pero no tor-
ma ese intento parte apropiada de este libro, y lo abando-
namos a la historia general, contentndonos con hacer pre-
sente cLue Schapenhan consideraba con razn a Chile en wos
aos como la presa ms fcil de arrancar al yugo de la Es-
pafa, y aquella por cuya prdida se sentira la ltima ms
fcilmente consolada. Si se quiere saber, dice en efecto el
narrador de su expedicin, la razn porque el rey de Espa-
a no abandona totalmente el reino de Chile es porque teme
que los chilenos (les chilob) no contentos con recobrar su
propia libertad, emprendan apoderarse del Per ( 1 ) .
La expedicin futura de Hendrick Brouwer, y su ocupacin
de Valdivia, columbrbase ya en el horizonte.
Si el golpe contra el Per, dice por su parte el erudito
Burney, hablando de las dos divisiones de la escuadra de
Nassau, hubiese sido dirigido con el mismo valor y habilidad
que el del Brasil, la Amrica del Sur habra sido probable-
mente sometida en esa poca al dominio de la Holanda (2).

(1) Coleccin citada de los Viajes de 20s holandeses, vol. 9.0, prig. 79. Hs-
blando de lo despreciable que era el ejrcito que defendfa a Chile, el autor
de la misma relacin se expresa con estas textuales palabras, que no eran
sino muy verdaderas: CCette milice est compose de tous les malfaiteurs
qui se trouvent avoir t mis en prison a u Prou, a cause de leur crimes..
(2) Burney. Obra citada, vol. 3.0,pg. 2.
126 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XIV

Cuando se tuvo en Chile noticia cienta de lo que pasaba


en el Callao, se tomaron algunas medidas de defensa en Val-
paraso, despus de haber sacrificado a una insensata cegue-
dad al desdichado vaquero que diera el primer aviso del pe.
Ligro. El gobernador del reino, don Francisco de Alava No-
ruea, camision a un personaje importante de Santiago pa-
ra que fortificase su puerto, y envi, segn parece, algunas
milicias para su reparo (1).Era dicho perito un oidor de
Santiago, aquel togado turbulento y poderoso don Hernando
de Machado, que tanto suena en sus contiendas de garnacha
y de manteo, y cuya eleccin, los hijos de los espaoles no
tienen derecho de reprochar a sus abuelos, mientras estn
nombrando comandantes generales de marina por el esca-
lafn de la matrcula de los abogados de Santiago, que son
los oidores modernos ( 2 ) .
Machado levant, no obstante, una pequea batera, a es-
paldas y en la altura del castillejo de San Antonio, constru-
do por Sotomayor despus del asalto de Hawkins. Un siglo
ms tarde (1744) exista todava ese reducto, y segn el via-
jero Ulloa serva entonces de wigia,lo que dejaba entender que
estaba edificado en considerable elevacin, dominando la pla-
nicie de Playa Ancha y el vecino mar.

XV

Tales fueron las tres empresas de destruccin y de odio


que los holandeses trajeron a este suelo durante el primer
cuarto del siglo XVII, en cuyo perodo histrico hemos en-
trado ya de lleno.

(1) Parcenos que estas fuevas vinieron a cargo del corregidor de San-
tiago Floridn de Girn, y si es as, queda aclarada la duda que antes mani-
festamos contra este personaje y Recalde. Segn Alcedo (Aviso citado) el
sucesor de lHeremite, a quien llam Ghen Huigen se dirigi al Brasil y se
apoder de Baha, confundiendo as esta desastrosa expedicin con la feliz
de Pitt Kein, su gemela.
(2) Alusin a los frecuentes nombramientos para cargos de rarcter tcnico
que por razones de influencias politicas recaan en personas no idneas.
Ese mal antiguo, que tanto se hizo notar en la poca de Vicua Mac-
kenna, parece defecto peculiar a todas las repblicas hispanoamericanas.
- ( N . de 10s R . ) .
HISTORIA DE VALPARAfSO 127

Pero lo^ malea que aquellos causaron por el tiempo que


corre trajeron aparejada una esplndida compensacin para
das venideros. Tal fu el inmortal descubrimiento que dos
marinos de aquella misma nacin, llamados Schouten y Le
Maire, (que haban salido del puertecillo de Horn, casi al
mismo tiempa que el voraz Spilbexgen, en 1615), hicieron e:
30 de Enero de 1616, doblando una punta que separaba los
dos mayores ocanos del globo terrestre, y a la que pusieron
el nombre del puerto de BU procedencia: el Cabo de Hor-
nos ( 1 ) .
La llave misteriosa de los grandes destinos d e Valparaso,
como emporio mercantil, haba sido encontrada en un peEn
desierto, por la mano del Destino.

(1) E l descubrimiento definitivo del Cabo de Hornos (sobre cuyos pre-


sagios y preliminares ya dimos extensa cuenta en el cap. VII) debise al
monopolio que obtuvo I s Compaa de las Indias Orientales de Holanda,
segn el cual slo sus buques podan (como lo tenemos visto) atravesar el
Estrecho de Magallanes y el Cabo de Buena Esperanza. Disgustados con
esta tirana comercial los dos marinos que hemos nombrado, celebraron una
sociedad (La Compaa Austral, que obtuvo privilegio para hacer seis via-
jes) con el fin de buscar un paso, ms al Sur del Estrecho, guiados, sin duda,
por las presunciones lgicas que en otro lugar apuntamos.
Guillermo Schouten, natural de Horn (puertecito que est a la vista de
Amsterdam), e Isaac Le Maire salieron en aquella demanda a mediados de
Junio de 1615 en dos buques, llamados U n i t y (en holands Gendracht) de
360 toneladas, 9 caones y 65 tripulantes, y Horn de 110 toneladas, 8
caones y 22 hombres. Y despus de haber doblado el Cabo, el da que di-
jimos, arribaron a Juan Fernndez el 27 de Febrero de 1616. Schouten no
regres a Amsterdam sino ao y medio ms tarde, esto es, el 1 . O de Julio de
1617.
Su nombre qued inmortalizado por aquel descubrimiento, como el de
su compaero en el Estrecho, que lleva tambin el suyo, entre la Tierra del
Fuego y la isla de los Estados, que tambin aqullos bautizaron con este
nombre, como lo haba hecho Valdivia con el Estado de Arauco, por los
Estados de Flnndes.
Los espaoles, sin embargo, llamaban generalmente Cabo de S a n V i c a -
te al descubierto por los holandeses.
Entre las laminas de este libro se encontrarir un retrato autntico de
Schouten, como el descubridor del paso al Pacfico que ha tenido una in-
fluencia ms vasta y ms directa en el progreso mercantil de Chile y especial-
mente de Valparaso. Le hacen compaa los de Drake, Cavendish, Noort
y Spilbergen, los cuatro captores de Valparaso, y todos tienen el raro me-
rito de ser contemporneos. Los tomamos de una lmina publicada en Dok-
kum (Holanda) en 1648. la que se encuentra cn un libro precioso escrito
en holands y que trajimos de aquel pas en 1855. Su ttulo es el siguiente:
Journael ooste Beschzyviny wande wonderlijche voyage ghedmn door Willem
C . Schouten van Honr. O sea: Diario del admirable viaje hecho a la M a r del
Sur por G . C . Schouten, de Horn. En la misma lmina se encontrar tambin
un facsmile del buque en que Schouten hizo su descubrimiento.
128 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Faltaba slo que el Tiempo la transportase en sus das,pa-


ra que llegaran a cumplirse.
De cmo se aproximaba ya visiblemente esa hora, vamm
a ocuparnos en el prximo captulo destinado a la vida civil
de Valparaso.
CAPITULO XI

LOS CLAUSTROS EN VALPARAISO

Por los das a que hemos llegado en asta historia, contaba


ya Valparaso un siglo de vida.
Ese siglo haba sido una leyenda de dolor.
Ajusticiados sus dos descubridores; inmolado su fundador;
saqueada una vez su naciente aldea; quemadas otras sus na-
ves en el surgidero; pasadas sus tripulaciones a cuchillo en
diversos casos, y PO? ltimo, bombardeadas sus alturas por
el hierro de tenaces enemigos, todo lo que puede contarse de
los primeros cien aos de la vida civil de Valparaso, ase-
mjase a esas lgubres tradiciones del desierto, recogidas por
los afanosos viajeros que cruzan su arena escuchando ?lo
los episodios lastimeros de los que les precedieron en la tor-
mentosa ruta.
I1

Despus del desembarco de Drake, a la verdad, Valpara-


so -io volvi a existir como pueblo. Cuando veintids aos
ms tarde aport a su rada Oliver0 de Noort, no divis des-
de !a torda de su barco sino u n galpn, o ms prohblemen-
te una ramada, construda tal vez por el beneficio de su som-
bra, para la ocasin de la llegada o salida de un navo acarrea-
dor de frutos del pais, a lo largo de la costa.
Historia de Vdparafso 12 9
130 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

El 26 de Agosto del ao de 1600, a poco de la visita de


Noort, desembarc en el sitio el presidente Carca Ramn,
y nueve am ms tarde (1609), un alcalde de Santiago lia-
mado Alonso de Crdova y el regidor Diego Godoy, fueron
despachados desde la capital para ofrecer la bienvenida a
los primera oidores que, exigiendo acatamientos, llegaron a
este suelo. No ha quedado, empero, huella alguna de que el
paso del primer presidente de Chile (cual lo fu Garca Ra-
mn) ni la solemne recepcin de los oidores dejara algn
bien mtable a la desamparada caleta.
Muy al contrario, cuando el segundo presidente, don Juan
de Jara-Quemada, vino del Per en 1611, qued maravilla-
do y entristecido de la miseria de aquel lugarejo, de todas,
menos de piratas, mal mirado. Le hall yermo, dice en una
carta a l rey, fechada en Santiago el 29 de Enero de 1611,
con slo una iglesia pajiza que me caus admiracin.

I11

Aplicse por esto el nuevo funcionario a arbitrar algn


remedio a aquella incurable desolacin, porque es preciso te-
ner presente que, cano en tiempo de Valdivia, no exista de
firme un slo habitante al pie de las colinas. Estoy resuel-
to, deca en consecuencia el presidente recin llegado, en el
documento que acabamos de citar, de encargar este puesto
al capitn Pedro de Recalde, persona de satisfaccin y ser.
vicios, y que dems de esto es hombre hacendado y sin obli-
gaciones de hijo, y darle ttulo de corregidor de Valparaso,
y la jurisdiccin del de Quillota, que est a seis leguas del
puerto, donde se ha ofrecido hacer asas y bodegas para 2ue
descaDguen la ropa las mercaderes, que ser de consideracin
para el comercio, que por esta falta est muy cado, y el si-
tio es muy a propsito para mayor vecindad por las muchas
sierras y agua que diene para sustentarse, dems de lo cual
ser importante all la asistencia del corregidor para la vi-
sita de los navos que entran y salen, porque de no haber
este cuidado, se siguen inconvenientes muy considerables, y no
es menos lo que se defrauda la hacienda de vuestra m a j a -
HISTORIA DE VALPARAfSO 131

tad, pues en el interim que van los oficiales reales de e&a


ciudad, se puede descargar el navo (1).

IV

31lo que haba adquirido el antiguo territorio de A h


mapa alguna substancia era en su desarrollo rural, porque
su comarca habase distribudo entre los conquistadores, en
lotes ms o menos considerables para usos de labranza. Ya he-
mos visto cmo obtuvieron merced de algunas de sus quebra-
das y terrenos anexos el piloto Juan Elas y el alguacil Juan
Gmez. Contamos tambin cmo el mismo Valdivia hizo des-
montar una tstuacia, para su beneficio personal. Casi coet
nea con sta, lizose una merced de tierras de mayor consi-
deraeln al conocido y rico alemn Bartolom Flores, bajo
el nombre del Arbol copado, que as se llamaba un arbusto
de poco cuerpo que creca en aquellos aos en la vecindad del
mar. Los antiguos sealan todava la precisa local!zacion de
esta heredad, al paso que del examen de viejos ttulos col-
gese que yaca aqulla en el terreno intermedio entre la gran
quebrada de las Zorras y el valle de la Via del Mar. Ha-
ba deslindado estas tierras el famoso Jins de Lillo, y es
muy probable que l mismo se reservara alguna estancia,
porque por aquel preciso rumbo existe hasta hoy un t e r r a 0
que el vulgo llama Rodelillo, pero cuya verdadera denomi-
nacin era la de Rodeo de Ldllo ( 2 ) . La concesin del Arbol
copudo era casi contempornea con la fundacin de Santiago,
piies databa desde 1546 ( 3 ) .

El mismo Jins de Lillo fij los lmites de otraposesin


que deba llevar u n nombre ms famoso que los obscuros ya
citados. Fu aquella un cortijo concedido a cierto soldado

(1) Gay. Documentos, vol. 2.O, pg. 249.


(2) Sobre las mensuras de Lillo y las propiedades de Flores, vase la Hir-
toria de Sanliago. Este ltimo muri en 1585, porque su testamento est da-
tado el 11 de Noviembre de ese ao, .en su chcara y via de San Ignacio.,
vecina a Santiago.
(3) Archivo del convento de la Merced.
132 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

llamado Martn Garca, en una quiebra de terreno que hoy


lleva el nombre de la Cabriteria. Por el abrigo que ofrecan
a aquella hondonada las altas colinas que en su derredor for-
man anfiteatro, juzgla w primer propietario a propsito
para una plantacin de almendros, cuya fruta tena una sin-
gular estimacin en el vecino reino del Per, y con diligen-
cia llev la ltima a cabo. Tal fu el origen del AZmendraZ,
nombre que se aplic ms tarde al camino que a l conduca
desde el surgidero o puerto, como antes dijimos, y es el mis-
mo i y c ha llevado hasta aqu, a pesar de que nadie haga
memoria de haber visto crecer un slo almendro en sus agrias
arenas (1).
Los soldados, y especialmente los que conquistaron la Aa-
rica, hacan apenas mediocres labradores; y as fu que a
la muerte de Martn Garca, m hijo Baltasar Garca de la
Nia enredse en deudas, y hubo de comprar sus almendros
y su via un caballero llamado don Gaspar de Reyes, por
el valor de sus censos, que era de 730 pesos al cinco por
ciento.
(1) De que el verdadero y primitivo Almendral es el que nosotros dcsig-
namos, no puede haber la menor duda en vista de los ttulos antiguos, y
especialmente de los que existen en el archivo de la Merced. Dcese ali,
hablando de la playa que est de esta parte del estero llamado hoy de las
Delicias, que por su centro atravesaba el camino que va al Almendral. pa-
sando el estero y e n seguida el morro que hay a la otra parte, y sobre el cual,
desmontndolo, se construy mls tarde la fortaleza de! Barn &Icostum-
brbase llamar el camino del Almendral a aquella playa entonces mucho
ms estrecha y estril. Ms tarde, cuando con el curso del tiempo o la tala
de alguna cabrera destruy6se el verdadero huerto de este nombre, here-
d610 aqul con legtimo derecho, y de esta manera ha venido perpetundose.
Dicen los antiguos papeles que el primitivo Almendral de Martn Garca,
contena tambin una via y una cas'
Por lo d e m h , es sabido que el almendro es un rbol que s610 crece en te-
rreno clido y abrigado, como que es originario de la Berberia. Por esto se
cultivaban tambin algunos pocos en la quebrada que hcy se llama todava
del Almendro, donde muchos que aun viven descansaron de las fatiqas del
puerto a su grata sombra. Tambin crecen hasta hoy algunos de aqiitllos
rboles, que el abandono ha convertido en agrios, en el declive de la quehra-
da llamada de la Palma, tras de la antigua quinta dc Portales. recieriteinen-
te dcstin'ida a hospicio. Pero en el tcrreno que propiamente forma la plani-
cie del Almendral no hemos encontrado ninguna noticia ni tradicin de
que existiesen almendros. y s, bosques de olivos, como la naturaleza del te-
rrazgo lo permite, y cuyo iiltimo rbol es el que domina en todns 1 v pers-
pectivas del Almendral, desde cualquiera de los cerros rircunve-inos que se
le mire. Algunos, por esto, han dicho que esa parte de 18 poblacibn dcXa
llamarse con m,?s propiedad el Olivar, y por lo menos hay una cnllr de este
nombre, en la veeindad de la iglesia de la Merced, que era donde mris abun-
d a h n los olivos hasta hace poco.
HISTORIA D E VALPARAfSO 133

VI

Por el ao de 1612 el presidente Alonso de Rivera hizo


tambin una generosa concesin al capitn Diego de Ulloa
(que en otro lugar dijimos haba sido compaero de don
Luis de las Cuevas en la campaa de 1591), dndole a ele-
gir, donde mejor le acomodara, hasta trescientas cuadras de
tierra. en un solo cuerpo o en diversas suertes.
Apart en consecuencia el agraciado diversos lotes en los
mejores terrenos vacos del Estado, y entre stos cupironle
los que hoy constituyen gran pmte del Alnaendral, compren-
diendo la vuelta llamada hasta hoy la Rinconada, y la an-
gosta planicie que se extenda entre el h r r a n c o oriental del
Estero J' los vccinos cerros (1).De aquella, empero, vendi

(I) La transmisin de una parte de esta propiedad (la que hoy ocupan
las quintas Edwards, Brown, Waddington, Portales, el antiguo Polanco
y la estacin del ferrocarril) puede trazarse casi con perfecta claridad en
vista de diversas escrituras desde el tiempo de Ulloa hasta nuestros das,
porque en 23 de Marzo de 1627 la hered un yerno de aquel capitn, llamado
Nicols Octavio (de quien volveremos a hablar) y ste vendila a don Gas-
par de Reyes, el mismo que haba comprado el antiguo Almendral. De ste
la hered su hijo Blas de Reyes, y en 1712 pas por la venta al contado,
Martn de U q s en 600 pesos, que en razn de su oficio los pag al contador
comprendiendo todo el terreno desde el estero a las cumbres. Del contador
Ugas vino a poder de cierto capitn Alonso Pastor, y de ste al poder
de una doiia Magdalena Veas, de cuyos herederos (que llevaron y llevan to-
dava el apellido de Frites) han comprado sus quintas la mayor parte de
los propietarios modernos arriba mencionados.
La localizacin de esta hijuela est perfectamente determinada en su8
ttulos ms antixuos. .Cuyas tierras, dicen aquellos, corren desde el pie de
la cuesta, donde baja el camino real, que vienc de Santiago hasta el mar,
y de ancho todo el hueco qiic hace entre un estero que baja de una quebra-
da y que sale junto de la dicha cuesta y el cerro,.
En u n juicio que sigui en su tiempo don Blas de Reyes (cuyo es el nom-
bre de la C'ritz de Relics, como mUs adelante hemos de ver) dice que regaba
esos terrenos ron una canoa de agua que sacaba del estero de las Zorras, que
hoy llaman de las Delirias. /
Para mayor comprobacin de todo lo que llevamos dicho sobre distribu-
cin de tierras en el Almendral. copiamos los siguientes fragmentos de los
ttulos del capitn U l o a expedidos por Alonso de Rivera, el 2 de Mayo de
1612: .Atendiendo (dicen stos) a los muchos y buenos servicios que ha
hecho (Ulloa) a S.M. desde muchos alios a esta parte, y a la calidad de su
persona, le hago merced de trescientas cuadras de tierra, en todas las que
hubiere vacas, divididas o apartadas, a su escogeiicia del dicho capitn Die-
go Ulloa, con los mojones y linderos que el dicho capitn Diego de Ulloa
seialare, los cuales doy con todas sus entradas, salidas, usos y costumbres,
valles, lomas IJ vertientes a las dichas tierras, con tal que no sea en perjuicio
de los naturales ni de otra persona, ni de las que el capitn Jins de Lillo
reparti a los dichos indios, y que no sea en los trminos de Colina y SU ju-
risdiccin~.
134 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

el capitn Ulloa algo ms tarde (1618) una buena parte a un


individuo llamado Snchez Obregn, por la wma de cuaren-
ta patacones. Puso al comprador en p&n de sus lindwos
el teniente de corregidor de Quillota, capitn Francisco Ma-
tas del Garro, segn auto del escribano Diego de Irarrza-
bal del 27 de Septiembre de 1618.
Tal era la planta de las suburbics del puerto de Valpara-
so en la poca en que ste propiamente no exista sino como
una playa dasierta, desprovista hasta de las chozas aborge-
nas que en ella encontraron 10s descubridores. Singular sfec-
to de las mudanzas que imprime a las cosas el correr de los
tiempw! Valparraso, antes de ser una plaza fuerte, fu una
dilatriila y alegre estancia de arboladcs. Antes de un grupo
de sombras bodegas fu un vergel. Y de aqu vendra bien
deducir, que, edad por edad, el Almendral es ms viejo que
el Puerto, por ms que aqul a t creciendo y el ltimo bo-
rr&ndn>se con las airenas y las casas... .

VI1

Esto no obstante, en el Puerto ,mismo comenzaba a notarse


cierto piurgreso en la poca a que tocamos. D d e que par las

En consecuencia, el capitn Jernimo Hernndez, que investfa a la e a d n


alguna facultad civil en el lugar, di6 posesin de las tierras de labor de que
entonces aproximadamente constaba el Almendral (sin hacer cuenta de
las arenas y tierras muertas) el 12 de Octubre de 1613, las cuales tierras co-
rran desde la bajada del camino de Santiago <hasta el morro (reza textual-
mente el ttulo) por donde sube el camino para bajar a tierra de Martin
Garcia que dicen el Almendral, entre la playa y laderas entrando en las di-
chas seis cuadras una quebrada por donde corre un estero de agua que en-
tra en la mar, que est por el propio camino que va al Almendral..
No parecer6 fuera del caso aadir que Pn un litigio fallado hace poco
entre el convento de la Merced y los actualcs poseedores del barrio del Ba-
r6n, la justicia declar que ste no haba pertenecido a los padres, y s! a
la estancia de la Via del Mar, pues de los tftulos de sta consta que deslin-
daba por esa parte wn el Almendral. As era la verdad, porque el Almendral
era la quebrada de la Cabritera, y el Barn quedaba por consiguiente den-
tro de la estancia del A r b 1 copado y otras que pertenecieron a aquella orden
religiosa, cuando fu duea de casi todo Valparaso. Y por esto se echar
de ver que no es t a n mal oficio el de historiador, porque si los padres se con-
sultan con alguno de la especie, habran ahorrado unos cien mil patacones
que valdr hoy el Barn y su comarca, y a ms el pinge honorario que de-
bieron pagar al abogado que les perdi el pleito sin apelacin, que es como
se paga hoy ms caro, porque se cobran juntos los emolumentos de las dos
instancias.
HISTORIA DE VALPARAfSO 135

grava alarmas que inspirara a los chilenos la poderoea es-


euadra de LHeremite, destinada nada menos que a su total
conquista, Hernando de Machado vino desde Santiago, como
lugar teniente del gobernador Alava y Noruea, a fortifi-
OBT aquella casta (1625) con la concurrencia de obreros y
soldados, que tal medida hizo necesaria, fuase formando un
ncleo considerable de pobladores, al abrigo de los reductos
o en torno de la antigua hermita tantas veces arruinada, o
por la mayor seguridad, en el fondo de las quebradas.

VI11

Casi al mismo tiempo un vecino de alguna consideracin,


propietaio y mercader en el Puerto, su mujer y un tercero
que era aquel Nicols Octavio, yerno y heredero, segn diji-
mos, del capitn Diego de Ulloa, llevados de la muy gran-
de devocin al glorioso bienaventurado San Agustn, dona-
ron, a ttulo de una capellana de misas para sus almas, un
pedazo de tierra que habernos y tenemos (as dice la escri-
tura original) en este puerto, a modo de isla ( 1 ) .
Tal ha sido el origen de la iglesia y claustro de San A p -
tn, que as como en Santiago fu la ms lenta en llegar y la
menos feliz en instalarse, tuvo a orillas del mar singular
fortuna, porque ya hemos dicho que u n almirante del Mar
del Sur les regal un valle de Chile, y ahora otros capitanes
les ofkecan una k l a para fabricar sus celdas y su templo.

(1) drchiuo de San Agustin. Los donantes (adems del capitn Octavio
que resida en Santiago y arrendaba una tienda en su plaza en 1636) eran
el capitn Juan Rodrigo de Guzmn con su esposa Ana Hernndez, y otor-
garon la escritura de cesin ante el escribano Domingo Garca Corvaln
el 27 de Enero de 1627. Tena la escritura por clusula que la fundacin de-
ba dedicarse a Nuestra Seora de la Regla y a San Nicols de Tolentino,
cuyo santo es todavfa el patrn principal de la iglesia. La fundacin, ademb,
deba hacerse en el trmino de un ao desde la fecha de la escritura, y si
no se llevaba a cabo, o era abandonada ms tarde, debera el terreno volver
a los herederos de los donantes.
La concesin comprenda un espacio considerable tanto en el fondo de
la quebrada como en los cerros, deslindando con las cumbres, por cuya ra-
z6n (segn ms adelante veremos) los padres agustinos sostuvieron un plei-
to por la propiedad del Cerro Akgre, cuyos terrenos indisputablemente les
pertenecan, como el Barn a los mercedarios. El llamar isla, la parte en
que debi hacerse la fundacin d e la iglesia, nos parece sera en razn de
que dividindose el cauce de la quebrada por el pie de las laderas de ambos
lados, dejaran en el centro un espacio vacio, que por esto dijeron era isla.
136 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Todava algo ms tarde (el 16 de Octubre de 1663) el t e w


rero Jernimo Hurtado de Mendoza legles su propia c.asa-
habitacin, a espaldas del claustro que ya tenan edificado,
a condicin de que despus de difunto le dijesen los rega-
lados monjes una misa rezada cada Sbado.-Barato precio
por un predio que hoy valdra una misa mayor cada maa-
na! (1). Asomos hay con todo de que el astro bienhechor
que alumbr al podero de los primeros frailes agustinos to-
ca a su ocaso, en las paredes de un sombro callejn, que tal
suele ser el destino de estas y ms grandes cosas!
Tena pues Valparaso en la justa mitad del siglo XVII
dos pobres iglesias y unas cuantas casas, ms pobres todava.
Y es &a la razn porque en el plano y perspectiva del puer-
to que public el padre Ovalle en 1646 ( y del que damos
un facsmile) se destacan entre sus fantsticos arabescos dos
cpulas o campanarios. El ms lejano es el de la parroquia.
El ms vecino a la playa el de San Agustn.

IX

No hay constancia cierta de cundo fu erigida la iglesia


parroquia1 de Valparaso, que acabamos de nombrar, porque
los libros de su archivo slo comienzan en 1686. Pero de los
legajos de la curia de Santiago aparece que desde 1640, ms
o menos, asista a funciones del ministerio parroquia1 un cu-
ra de la doctrina de Casa Blanca, que se designa en aquilos
nicamente con el nombre del docfcr Chaparro. Cada vez que
llegaba al puerto algn navo, y especialmente en cuaresma
(que era el tiempo ordinario del embarque de cosechas), ve-
na aquel prroco al puerto, mediante el extipendio de veinte
pesos, que cada maestre de la m a t h a estaba obligado a con-
tribuirle en remuneracin de su asistencia espiritual.
Esto no obstante, el ao de 1658 estaba ya fundada per-
manentemente la parroquia, y fu su primer cura don Juan

(1) Escritura de donacin otorgada por Hurtado ante Antonio Morales,


primer escribano que tuvo Valparaso, y cuyo archivo se conserva en la ofi-
cina del Notario Navamete.-En 1664 sucedi a Morales Antonio de Ar-
teaga, y a ste en 1688 Cristbal de Armandel. Los protocolos originales
de stos y de la mayor parte de los escribanos posteriores d e Valparafso se
custodian en la notara referida, con un orden suficiente.
HISTORIA DE VALPARAfSO 137

de OlivaTes, cannigo ms tarde de la catedral de Santiago,


y que ejerci con general astimacin durank veinte aos su
noble ainisterio. No le vali esto2 empero, para no ser en-
vuelto aos ms tarde en un bochornoso proceso sobre abuso
de confianza, que result ser an chisme d2 dos frailes mal
contentos.

Era entonces la casa del cura, el palacio y el hotel de Val-


paraso, nico albergue de caminantes de cuenta y espcial-
mente de eclesisticos de toda j3rsrqua. Los andariegos je-
5utas por lo comn ocurran ms asiduos, y tan prendados
vivan de la hospitalidad del prroco, que en cierta ocasin
propicia uno de los visitadores de la orden le confiri por
un papel que tenemos a la vista el ttulo de bienhechor de ella.
Arbitrio ingenioso y propio de los discpulos de Laynez, que
as cancelaban sus cuentas de hospedaje con una cortesa (1).
Con la afluencia repentina de viajeros en las pocas en
que sala barco para Lima, y como hoy a la vispera deZ vapor
no cabe la gente en los hoteles, aconteca de continuo que la
casa del cura, las celdas del claustro de San Agustn y has-
ta las chozas de los pescadores, venan estrechos a los foras-

(1) H aqu, copiado textualmente del archivo de la curia de Santiago,


el ttulo de bienhechor del cura Olivares, conferido en 1665 por el Visitador
Andrs de Rada. Se encuentra a fs. 15 del expediente nm. 8, legajo C., 5:,
y esth escrito con una preciosa letra espaola:
<Elpadre Andrs de Rada de la Compaia de .Jess, Visitador de esta vice-
provincia de Chile, IJ Provincial de la provincia del Paraguag. A todos los que
la preseTLte vieren: salud en el Sefior!
Por cuanto el seor Maestro Juan de Olivares, cura y vicario del puerto
de Valparaso, ha mostrado mucho afecto a nuestra Compaa, y en parti-
cular hospedando con todas muestras de caridad y liberalidad cristiana a
cuantos de los nuestros han llegado y cada da llegan a dicho puerto. Acu-
diendo la Compaa, como es justo, con el debido agradecimiento a los be-
neficios que de su mano ha recibido y espera recibir en adelante; en nombre
de dicha Compaa, por las veces que tengo de Nuestro Padre General, le
admito y recibo en el nmero de nuestros bienhechores; y que como tal sea
participante de todos los sufragios, ovaciones, penitencias y buenas obras
que Dios Nuestro Seor se digna obrar por esta mnima Compaa suya.
Y encargo a los Superiores le tengan por tal bienhechor nuestro y le hagan
encomendar a nuestro Seor, como lo acostumbra hacer la Compaa a SUB
bienhechores. Dada en este colegio de San Miguel de Santiago de Chile,
en veintisiete das del mes de mayo de mil seiscientos sesenta y cinco.-
Andrs de Rada..
138 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

teros; por lo que no era raro que stos, y especialmente las


frailes, fabricasen BUS ramadas provisorim en las laderas o ar-
masen sus realee al aire libre. En .idas pocas fu Valparaso
masen sus reales al aire lib3re. En todas pocas fu Valparaha
dores y aun ms avaro del de sus tmmseuntes, debido a la e s
trechez de BU recinto.

XI

Movido a compasin por las penurias qae en BUS cantinuas


correras, por capitulas perdida o ganados, solan emprender
l a frailes de San Fiancisco al extranjero, concediles per-
miso el obispo Humanzoro, tan clebre por m polmicas an-
toritaria, para que construyesen un hospicio en ciert:, sitio
que en el fondo de la quebrada de San Antonio de Puerto
Chro (que el ltimo era el nombre catlico del asiento de
Valparaso) ( l ) ,les habia concedido por el ao de 1658 un
rico hacendado de Santiago llamado el general don Juan c6
mez Rivadeneira Villagra. La autorizacin del diocesano tie-
ne la fecha del 2' 6 de Octubre de 1663, pero la ereccin de
la iglesia y convento debi hacerse algo ms tarde, porque
en el ao siguiente (Julio 12 de 1664) el mismo prelado
diocesano confera licencia al vicario del hospicio, Francisco
de Urvina, a fin de que pudiese colectar limosnas entre la
gente de mar, y llevar a cabo aquella piadosa fundacin (2).
(1) La denominacin religiosa de Valparaso fu la de N w s t r a Seora de
la Merced de Puerto Claro, como la de Fbncagua fu Santa Cruz de Triana,
la de Copiap San Fancisw de la Selva, etc.; pero no hay constancia exac-
ta de 'a fecha en que se le impuso. Acaso fu al tiempo de instituirse la pa-
rroquia, porque en un documento de esta poca aparece por la primera ves
nombrada. E l documento autntico ms antiguo en que se hace mencin
de esta invocacin es la Memoria del virrey conde de Caetellar en 1681,
cuando dice (p&. 241) que mand poner en el castillo de Niebla, en Val-
&via, una imagen *de la mdagroslsima de Porto-claro. ; pero nos parece
sera una devocin local, talvee de Lima,porque Mados no indica ningn
lugar de aquel nombre en BU prolijo Dimionario geogrfico de Espaa. Mi
Seora de Mercedes, es pues la legitima patrona de Valparaso, y el haberle
conferido este tftulo por votacin popular al Salvador el ao ltimo, ha sido
una verdadera destitucin, a no ser que se diga, por obra de componenda,
que Is madre ha abdicado en el hijo.
( 2 ) Archivo del Convento de San Francisw. La donacin inter vivos de Ri-
vadeneira tiene fecha de 23 de Febrero de 1658, y comprende todos los te-
rrenos que forman la quebrada actual de San Francisco hasta el sitio en que
&ta se divide en dos ramas, *cuya punta de lomas est hoy da tan marca-
da como en esos aos. E l donante falleci en Santiago el 7 de Marzo de
HISTORIA DE VALPARAfSO 139

XI1

Son curicsas las palabras de la licencia de ereccin, y por


m t o ellas dascriben lo que era Valparaso como ciudad en
eae tiempo, vamos a itranscribir algunas de ellas en seguida:
Concedo esta licencia, dice en EN rescripto el obispo Hu-
manzoro, por las grandes incomodidades e indescencias que
se pasan en el puerto de Valparniso, por vivir lw que vienen
y van, no 3610 a Espaa, Lima y otras partes de dicho rei-
no, en las casas de los seglares de dicho puerto, que por cor-
tas y pobres y por OCUIT~T tal vez muchos religiosos, no lo
pueden sustentar, por dilatarse muchas v m el despacho de
ellos y ocasin que muchas veces sucede de estar llenas las
pocas casas de muchos pasajeros seglares y serle fuerza a
dichos religiosos habitar en el cainpo e inclemencias del cielo,
as en el verano como en el invierno.

XI11

No es menos notable que la precedente, In ceremonia de


posesin que otorg a los frailes el albacea del fundador, el
general don Melchor de Carvajal, hermano de su esposa, con-

1663, y s610 despus de su muerte, segn se ve, obtuvieron los frailes el per-
miso necesario para fundar su hospicio.
El general Rivadeneira (que aquel nombre tena todo el que haba sido
corregidor de algn partido) era hijo de don Juan de Rivadeneira Campo
Fro y Saravia, natural del puerto de Pasajes en Guipuzcoa, y se habfa ca-
sado con doa Maria Caravajal y Saravia, probablemente su pariente, a
quien di6 una dote de tres mil pesos. El general era hombre que tena cin-
cuenta mil patacones de caudal, equivalente en el da a un grueso milln
(1869).
Por la primera donacin citada, Rivadeneira ceda a los padres su que-
brada s6lo a trueque de diez misas rezadas y dos cantadas, que deba dedi-
crsele, la una el da de San Antonio de Padua y la otra el de San Francis-
co. Pero, fuese que aquel terreno adquiriese mayor valor o que el alma del
fundador se aficionase en la vejez con ms viveza a los sufragios, es lo cier-
to que por su testamento otorgado poco antes de morir (el 20 de Febrero
de 1663) aument el nmero de misas hasta noventa y ocho. Forma este
nmero casi la mitad del total que grava actualmente ai claustro francis-
cano de Valparaso, cuyo monto segn sus libros, es de 172, de las que die-
cisis cantadas, representando imposiciones por el valor de 5,000 pesos a
censo: verdadera migaja respecto de las riquezas fabulosas heredadas por
los conventos de Santiago.
Haremos notar aqui, antes de concluir esta nota, que el fundador de San
Francisco llevaba tambin el nombre de J m n G67ne2,y es el tercero de este
apellido que hubo en el primer siglo de Valparaso.
140 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

curriendo, en representacin de aqulla, su sndico el ca-


pitn don Francisco D a Agustn, corregidor de Quiilota.
Y con los testigos de suso (dice aquella diligencia) fu a
la dicha quebrada nombrada de San Antonio de Puerto Clz-
rol y estando en el alto de ella, donde al presente est puesta
una cruz, coj al capitn Daz Agustn, como tal sndico de la
dicha religin, y en nombre de ella y de dicho hospicio, de
la mano y lo pac por la dicha quebrada y le di posesin
ella y en seal de tal posesin arranc yerbas y dijo a los
que vivan en dicha quebrada se saliesen de ella, con qua
le di la dicha posesin y la tom real, actual, vel quasi, sin
contradiccin alguna (1).

XIV
Pero no porque fuesen tan pobres y tan de reciente estaLle-
cimiento, dejaban de haber nacido ya por entre las rendijas
de aquellos callados claustros las malas yerbas de la discor-
dia de partido, eterno cncer de las rdenes monsticas en
Chile. De uno de estos episodios ha quedado cierta meme
ria en los archivos, y aunque di lugar a procesos y escomu-
niones, vino a quedar (segn antes insinuamos) en que era
invencin de dos frailes abmstinos llamados Alipio Caldern
y Lorenzo Guerrero, presos en el claustro de Valparaso por
orden del visitador Fray Antonio de la Encina, y dirigida
nicamente a hacer sombra a su poder.
Por parecer cosa fantstica en esta ciudad en que los ir.ai-
les son hoy da una especie de leyenda, vamos a recordar
brevemente aquella culpa, a la vista de su proceso y de su
absolucin.
El 18 de Mayo de 1678 haban llegado con una hora de
diferencia a la baha de Valparaso. y con procedencia del Ca-
llao, dos barcos, llamado el uno Nuestra SeGora de Pucrto
Claro, y el otro Santo Tonas d e Villanueva, cuyo maestre, el
capitn Miguel de Ugas (y esAc apellido ya tenrnoslo re-
cordado entre los vecinos del Almendral) se jactaba de haber
salido once das despus que el otro buque, y ddole alcance
a la entrada de la baha.

(1) Archivo de la curia de Santiago.


HISTORIA DE VALPARAfSO 141

Haba trado este ltimo un paquete de correspondencia


dirigida a 'a Compaa de Jess, que meda seis dedcs de
alto, y como de costumbre, entreg10 su capitn al antiguo
cura Olivares, declarado bienhechor de los jesutas, y que
aunque ya anciano y cannigo de Santiago, se encontraba a
la sazn residiendo e3 su parroquia.
Fuese casualidad, fuese propsito, el connigo dirigiGse al
claustro de San Agustn, a cuyas gradas mora entonces la
ola del mar, llevando consigo los pliegos, y entrse a abrir-
los a la celda del provincial, que lo era entonces Frav An-
drs de Figueroa.
Atisbando este concilibulo y rodendolo de sospechas, los
dos frailes confinados, que all vivan, levantaron un inge-
nioso pero falso testimonio, dando por autor de l al capitn
del Santo Toms de Vilanueva y corroborndolo ellos mis-
mos, a su decir, por su propia vista.
Contaba aqul que en Lima se corra a su salida, que en-
tre las comunicaciones conducidas por la Nuestra Seora d e
Puerto Claro vena una orden superior revocando los poderes
del visitador Encina, por cuya autoridad estaban sufriendo
los dos frailes de la cabala. Y como stos notaron el encierro
del provincial y del cannigo, y la revocatoria no llegara a
Santiago, levantaron que los ltims se haban robado el plie-
go, extrayndolo de la cubierta dc los jesutas.
Irs, sipise proceso sobre el denuncio, hubo larga prokanza,
y si bien el czpitn Ugas erroj algunas verosmiles sospechas
sobre dquella ocultaciin, el cannigc fu absuelto de culpa y
pena. No debi, empero, parecer pequea a aquel varn la
de encontrarse perseguido con ingrato olvido por aquellos
mismos huspedes de su mantel y casa parroquia1 que quince
aos haca le declararon bienhechor (1).

(I) Efectivamente, a peticin del provincial de la Compaiia, Fray Fran-


cisco ,Javier, el cabildo cclasidstico en Sede vacante, por muerte del obispo
HumanToro, mand6 formar causa al cannigo Olivares. y decret excomu-
niones, segin consta del siguiente documento, que copiamos del archivo de
la curia d e Santiago (a fs. 2 , del t\xpediente nm. 8 en el legajo C., 5.8, ya
citad o).
.Nos, el Dean y Cabildo, Sede vacante d e esta Santa Iglesia, catedral
de Santiago de Chile, por muerte del ilustrqimo y reverendsimo seor don
Fray Diego de Humanzoro, de buena memoria, etc.-A vos los fieles cris-
tianos, vecinos y moradores, cstantes 17 habitnctes en esta ciudad y su obis-
- 142 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

xv
No habr dejado de -?atarse, en vista de este breve mce,
que no faltaron a Valparaso los rayos del cielo en los das
mismos que los piratas arrojaban sus balas sobre las colina::
No impriman los ltimos, empero, huellas tan profundas co-
mo en la timorata Santiago, porque las propensiones her-
ticas de esta playa nacieron casi con su Hombre. Tal haba
sido quiz el contagio del Drake y el de aquel tremendo sa-
__-
pado, de cualquier estado y calidad que seis:-salud en nuestro Senor Je-
sucristol Sabed de que por parte del M. R. Padre Francisco Javier de la
Compaa de Jess, y provincial de esta vice-provincia de este reino, se
present una peticin de el tenor siguiente:-El padre Francisco Javier de
la Compafa de Jess, provincial de esta provincia de Chile digo: que en
ambos navos que llegaron al puerto de Valparaso, llamados de Nuestra
Seora del Puerto Claro y Santo Toms, vinieron pliegos para la dicha pro-
vincia remitidos por el padre Jos Mara Adamo, procurador general de
dicha provincia, que reside en el colegio de San Pablo de Lima, y en dichos
pliegos venan despachos tocante al gobierno de esta dicha provincia, y co-
sas secretas debajo de la formalidad que acostumbra la Compaia de Jess,
y otros despachos, cartas y negocios; y con poco temor de Dios y de sus
conciencias, algunas personas cogieron los dichos pliegos, y los abrieron y
sacaron las cartas y despachos que en ellos venan, hacindose dueos de
los secretos y disposiciones que se confiaran en los dichos pliegos, en perjui-
cio de las partes interesadas y de esta provincia de la Compaa de Jess,
contraviniendo a la especial prohibicin que el caso contiene, con encargo
en las censuras y penas impuestas por derecho cannico y Real; y porque en
la retencin de las cartas y despachos que contenan los dichos pliegos, se
hace injuria grave a las partes y estn las personas que los ocultan en mal
estado de sus conciencias, para que salgan de l y el apremio de la censura
eclesistica, les sirva de medicina saludable, no teniendo otro recurso por
ahora, en subsidio me he querido valer de las censuras generales, latae sen-
tentia, como en materia de tanta gravedad para que todos y cualesquieras
personas que supieren o tuvieren entendido quien recogi, abri los dichos
pliegos, y dnde paran las cartas y despachos que de ellos se sacaron, y todo
lo dems que en esta razn hubiesen entendido, nos vengan manifestando
dentro de un breve trmino, mediante lo cual a US. pido y suplico mande
despacharme sus cartas de censuras generales hasta el de anatema para el
efecto que de uso pido y que se publiquen en la Catedral en esta ciudad y en
la parroquia del puerto de Valparaso en la forma acostumbrada. Pido jus-
ticia y costas en lo necesario, etc.-Francisco Javier.-Y por Nos, Visto
mandamos dar y dimos las dichas censuras generales en la forma y manera
siguiente.
<Por cuanto en tener y encubrir lo ajeno contra la voluntad de su dueo
es muy grave pecado mortal, del cual no puede ser absuelto hasta lo resti-
tuye, por tanto os mandamos en virtud de Santa obediencia y so pena de
excomunin mayor, trina, cannica monitione en jure premissa, que dentro
de seis das de como esta nuestra carta fuese leda y publicada en cualquiera
Iglesia de esta Ciudad y su partido y Obispado, so como de ella supieses en
cualquiera manera, los que tenis o encubris, sabis que tenga o encubra
lo susodicho, o parte de ello, lo vengis diciendo o restituyendo a la parte
o al cura donde esta carta fuese publicada, o declarando lo que sabis ante
HISTORIA DE VALPARAfSO 143

crilegio que ee inculp haber cometido en am aguas id lutera-


no Hawkins.
Pero es ya tiempo de que, aprovechando esta primera oca-
sin en que entramos a contar la vida propia de esta gran
metrpoli, salgamos de la lobreguez estril de los claustros
para narrar sus comienzos y sus creces, como d gran mercado
en paales de las castas del Pacfico.

el notario infrascrito, por manera que la parte haya y cobre lo que es suyo,
y Vos las dichas personas salgis del pecado mortal en que estis; en otra
manera, pa.sado el dicho trmino, no lo cumpliendo, habidas aqu por repe-
tidas las dichas cannicas moniciones, os excomulgamos en estos escritos
y por ellos. Dada en Santiago de Chile en doce de Mayo de mil seiscientos
y setenta y ocho aos, firmada de nuestras manos y nombres, selladas con
nuestro sello y refrendadas de mi infrascrito secretario de Cmara y Cs-
bildo Doctor Don Francisco Javier de Le&.-Doctor B. J . Snchez de Abar-
ca.-Doctor Don Pedro Pizarra.-Don Francisco Moyano Cornejo.-Por
mandado de los Seores Dean y Cabildo.-Sede vacante Don Juan dc
Herrera, notario..
El cannigo Olivares fu absuelto definitivamente. despus de haber ren-
dido una voluminosa prueba sobre su inocencia, el20 de Septiembre de 1678.
CAPITULO Xlil

EL C i i . M d S B I 3 QE VALPARAIS8 EN EL SIGLO XVII

No es llegado todava el propio momento de dar a conocer


a Valparaso como plaza mercantil porque el pobre trfico
de los frutos que salan y de los tejidos que en retorno en-
traban, no poda llamarse con acierto un comercio estableci-
do. Era su playa en el verano un rudo bazar de cosechas,
y en el invierno era un pramo. Bajaban (as se deca) por
la poca en que los barcos venan del Callao los mercaderes
de Santiago y algunos pocos de Cuyo a emplear y hacer sus
cambios con los negociantes ultramarinos, y cada cual regre-
saba despus a sus expendios hasta el ao venidero. De aqu
vena que Valparaso tena el agradable aspecto de una feria
de esto, que duraba de Diciembre a Abril, seguida en pos
por la desolacin y el silencio de un desierto. Y de esta al-
ternativa de temporadas entre la capital y el puerto habr
surgido tal vez, con la costumbre de los aos, la que todava
prevalece en moda de ir a las arenas de las costas cuando
nuestros valles mediterrneos se trcecan en vergeles, mi come
se huye de aquellas en sus das primaverales, en que al abri-
go de la templanza de su zona, lejana de las nieves, brotan
con anticipacin los rboles y las yerbas en tibios y olorosos
perfuma.
Historia de Valparaso 10
146 OBRAS COMPLETAS DE VICUSAUACKENNA

I1

Y aunque contaba ya la colonia por esos aos ms de


cien de existencia, no se alteraba el sistema que en sta y
otras ocasiones hemos apunta.do en bosquejo, porque si bien
la produccin era susceptible de un vasto desarrollo, los con-
sumos se mantenan limitadsimos, y de aqu la postracin
del comercio, compuesto slo de la necesidad y de sus satis-
facciones. La tierra de por s era proverbialmente fecunda
y admirable. Cuenta un escritar contemporneo que las ee-
pas de la. vid tenan el gmeso del cuerpo de un hombre,
que uno slo de sus racimos sola bastar para la plenitud de
una comunidad de religiosas, y por ltimc, que era tal la
abundancia de sus generosos vinos que las clases inferiores
de la colonia, los negros y los iAios con ms especialidad,
vivan en una perpetua embriaguez, ms o menos como hoy
da. De las fnitas europeas daban las arboledas, que como Te-
galo tenan en sus cortijos hasta los ms pobres, tan nume-
raso acopio, que sus ociosos sobrantes, desdeados hasta por
las bestias, obstruan las acequias de regado, y no se haca
cam de las ms lozanas (1).
Otro tanto aconteca con los ganados destinados al =so de
los pueblos, porque segn el testimonio citado, una vaca vala
en Santiago en 1640 apenas nueve reales, una ternera tres

(1) Todos estos primores cuenta el padre Ova!le en su Historia iniprrsa


eri Roma en 1646. Del racimo de uves dice qiie apenas caba en uiin buena
cesta. y que as se lo contaron el caballero que lo rcgal6, y los frriles frur,cig-
(anos que lo comieron. <.Dan tantas las manzanas. niiade habhntlo de esta
fruta, de cuyo rbol esisten todava ilosques inri:ensos r n el su(!, y tanta?
las que caen en el suelo, que en muchas partes no hay donde pcncr el !>ir.
y se llenan las acequias de tanta abundanrin de esta fruta qur n o puc!icndv
pasar, el agiia rebalsa por las caller., amoritonndola en l i s pasos n:As cotw-
chox y tlcjndola sembrada por donde pa
Itcspecto <Ir los vinos, aiade qiie era t ii raordinnria su a!>untinncia
(romo podfan atestiguarlo los soldados de I>ialce y Hawkins) que use podn
dccir co7ncz nocet porque ni hap salida para t a n t o s como se cog?, y a los in-
(lies los ha muerto tanto como hay, porqiic. lo licben sin medidat..
cuenta tam!iin este sencil!o, y por 1 0 tanto siempre agradable nar
qur Ins giiiiitlas, siendo hoy las primeras frutas que entre roscis y cl
solemos ver t: la cntrada de verano, fueron h s iltimas en vcnir tl:xl vicjo
mundo. Acu6rdonie que no haba guindas aorn treinta 2E(J!j, rli!.e WI
efecto v! jcsuira, refirindose al d e 1616, en que se introdujeron en icls jnr-
dine;, y pass6 un arholiro de Espafia: pero a poco tiempo se multiplirarcjii tie
manera qiie fii6 neswsario dcsterrario de entre las flores y erhnrloe al c3m-
po~.-Ovalle? Historia, pdg. 7 , 8 y 9.
HISTOHIA DI.; V A L P A I t A h O 147

reales, y un carnero '11 oveja un medio recil, o a lo sumo tres


cuartillos. cuando era de pio escogido para arriar ultra cor-
dillena a las w.taiicias: del Tucumn, que es de donde ahora
nos vienen los rebaos. Respecto de los caballos, asegura el
jeauta Ovalle que l los vi vender muy buenos a dos pe-
sos para la remonta del ejrrito de las Fronteras, poca por
cierto de sumo decrecimiento para la estimacin comercial
de aquellas nobles bestias que los conquistadores no vendan
por orgullo de jinet'es, sino en cambio de una hacienda, pre-
firiendo dejarlos en heredad de fortuna y honor a sus des-
,eiic!ientes (1).

( 1 ) Los que hay-:: Irclo l : ~f / i s f o r i ( i O c ,


I ino. rrwiduriii, csn ? f W t . < J ,
la rifa autorizada c'u tres inil pesos qiic de I ba11o y uno o ti113 ai:i:dcs
hizo por tres mil p c s o ~r l partir para E s p i : i <,I cal'itlii: CL:~I:\~I J i w , ~ ( i a r -
cilazo cuenta que 1iat)iendo visto i i n rai;sll;.ro i x i s n r por s i i :-riitAiia iii: (*a-
bailo de un simple soh!ado Ilcvado del tlicsti. i)or un nc'pi, ofreciile aqi:i
por la bestia, con iicgro, jqiiirna y todo clicz mil p ~ x lo, qiic -l ~ ~ ~ k l a t i i )
rehus. E n varias ocasiones hemos dejado cloiii*)rtr q i i P PI <%t;:ll!o l1P In
conquista vala al menos dos v w r s u n tionibrt. c..]' i , y c,i,tr? o <!iiscirritos
iiidios.
Algo ms tartlt los famosos bric1oi:c.s tic bi.tr:o vol4erciri a rewibrar $11 p i -
mera importancia. porque apii:i:a O!iva.:.cs en la part(: nun indita cit. s i i
c ~ n i r a(que es la relativa a historia natural) los a i t ~ I)i:scios i~ CII ciiie sc
vendan a mediados del siglo S V I I .
(<Losmejores lo son en tanto grstio. dice el jesuta, que llegan a vciidersc
en 400 pcsos, y algunos cn 1,090, que' es mucho precio en pas en ~ I I Pahiin-
da tanto rsia especie de Ilrutos, )- aun se han conducido a la 1hrirpa. para
regalarlos a los prncipes, haciridolcs caminar por tierras criitenari,s (le Ic-
g ~ a ry, muchas ni:ls por innr; a t a n aiio prcciu ~ u b erl j u s t o aprrcio 11:. S I I
dcl tr:iimjo y rol)ustrz dc. r s t o s :iriiixalcs
o se piied(,.cwribir sin vi rccelo dc' no hallar
fe <anlos lcctoies. Ea>-( qiic' con el jieso de un jinete robusto y de una
h:);as cinriientu legiins~~.
Coil relacin a la a1iui:tinncia p r c l i ~ i t ~ de s a g a r i d o en esa misma I:poc.r
he aqu corno se cnpresa ri l i h o citatlo, dcl que rrprodiij
mentos cn una pubiicaciGn asrcola l,:~cr diez aiios. ( M e
c l d l ! / r ( / ,t . 11. ptg. W).
.En la abiintlancin d e t r d x <'species(!e ganados y de los individuos (le
catla cq)ecic no F<: qii' haya regitin dgiina que enreda a
exret!c F. la mts comn y pr6vida madre de todas Ink: esprrirs tloct rinales
que (xi6 la mudati de 1h.i para mostrar sus cariiios con r1 hom1)re. E n In
solicitud (ir sus miiidi(!wles :t toc les protliirc y Ins m:tntirr!r, con ndrni-
rahlc fccuntlitlarl (ic stis cntraias. s ofrecen a la vista wpectculos agra-
dablrs miich;rs c!c lm iIz:!ur:is, 1) iics, Yrgas, rnoiites 1' colinns pol)lados
dr re1::riios de varx c.r.li:illos, a m o ? . r ~ i i l : ~ovcjns.~ , ra1)ra.i. lechonrs y axi-
mnles silvcst-es ('011 I venadoj, sin falta:. lici,res. (,orxjos J- otros muchos do
agrrdablc s n h r >. lirrmosns ;Tielcs. n o Ficn(1o necrmrio para los m a x o s y
domsticos cstaO!os ni tccahos ni Irs (1c.Eensas que invent en otros pases
la indmtria hunisnn contra la iricleniexcia tic los tiempos. eii especial e!
Eanado de ianr,, q u e en otrw pnsrs ns tl:,!icacio y siirlr morir mucho. rn la
rgida estaciGn tic1 invierno I.
145 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKEXNA

I11

As, dejando hablar al escritor que nos ha conservado es-


tos recuerdos autnticos, t d a la ii dustria, el comercio y la
agronoma del pas a que daba salida casi exclusivamente
Valparaso, eran por esos das solo cuatro m%culm entonces
capitales y que apenas forman hoy un punto invisible en
nuestras estadsticas. Lo que logra en aquel pas la industria
humana, dice en efecto el buen autor que acabamos de citar,
consiste principalmente en la ora de ganados de que hacen
uso las matanzas, que apunt arriba, y el sebo, badanas y
cordobanes que navegan a Lima, de donde, quedando esta
ciudad con lo que ha de menester, que son veinte mil quin-
tales de sebo cada ao, y a esta proporcin los cordobanes. se
reparte todo lo dems por el Per y los cordobanes suben a
Potos y todas aquellas minas y ciudades de la tierra adentro
donde no se gasta otra ropa que la de Chile, y baja tambin P
Panam, Cartajena y a todos aquellos lugares de tierra firme,
tambin se saca alguna de esta ropa para Tucumn y Buenos
Aires y de aqu al Brasil.
El segundo gnero es la jarcia, de que se proveen todos
!os navos: del mar del sur, y la cuerda para las armas de
fuego que se lleva de Chile a todos los ejrcitos y presidios
de aquellas costas del Per y tierra firme, porque el ca-
mo de que se labra esta provisih no se da en otra ticrra
que la de Chile. Sacan tambin e1 hilo, que llaman de ma-
rreto y otros gneros de cordeles que sirven para varios
efectos.
El tercero gnero son las mulas que llevan a Potos, 201-
el despoblado de Atacama.
El cuarto gnero son los cocos, que m fruta de las palmas,
las cuales no se plantan n i cultivan sino que nacen en los
montes y crecen con tanta abundancia que los cubren, y yo
he visto muchas leguas de esta 5certe (1).
Los cordobmes y el sebo, el ciiIiamo y los cocos, he aqu
los cuatro grandes ramos del comercio nacional en pleno si-
glo XVII!

(I) Ovalle, Historia, 1646:pg. 10.


HISTORIA DE VALPARAfSO 149

IV

La edrd del trigo aun tardara ea llegar, en pas: de 11terre-


moto, m b de medio siglo; 18, edad del cobre vendra t d a v a si-
glo y medio ms atrs, en squito del ltimo.-Verdad es qus
se daba el primero sin tw en to& las campias, pero como
los valles del Per rindiesen el que necesitaban sus habitan-
tes, quedaba aquel estancado en Ius graneros y se podra
una cosecha en pos de otra. De aqu vena que a veces se
descuidaba por vil este cultivo y se padecan hambres de in-
curia, tenindose tambin a mengua el ser simple labrador
del terrazgo, porque slo los estancieros o criadores de gana-
do alcanzaban un mediocre si bien seguro beneficio (1).
Aconteca tambin por esta causa que jams encontraban un
slo grano de ese cereal l a comarios hambrientos de pan
que llegaban al saqueo de nuestros desapercibidos puertos,
segn lo hemas visto en cada caso.
Con relacin a las estancias refiere Olivares que hmta me-
diados del siglo XVIII, en que di cima a su Historia, se
hacan las matanzas slo por las lenguas, los sebos y el cue-
ro de los animales, quomnclose twh lo dems por no iiifesbr ei
aire o echndose a la corriente de los ros.

E n cuanto al cobre, cuya es la base perdurable en que


estriba la grandeza de esta nacin improvisada, tenanle en
tan poca estima por aquellos tiempos, que ya dijimos se le
labraba slo cuando lo exiga una necesidad pblica, como
los dos mil quintales que en 1615 mand beneficiar el virrey
Montes Claros para fundir artillera y proyectiles. Las pailas
y tachos, que se fabricaban a fuerza de martillo en las fra-
guas de La Serena, constituan por entonces el tipo y el em-
porio de esta gigantesca riqueza de nuestros modernos tiem-

(1) La proporcin con que se renda el trigo en tiempo del padre Ovalle,
que como se habr visto, es un tanto ponderativo cuando se trata de alabar
a su pas (aunque no tanto como Molina), era de treinta por uno, siendo el L
producto del maz del cuatrocientos por uno. Respecto del primero, .raro
es el ao, dice, en que se siente alguna falta en estos gneros, y lo ordinario
es valer muy barato..
150 OBRAS COMPLETAS D E V1CUA?A M A C K E N N A

pw, cuyo precio era entonces (1689), segn la memoria de


un viirrey, de cuatro pesos en la ,boca de la mina, y de
diecisis en Lima. La plata era casi desconocida como in-
dustria, y vena toda del Per.
Verdad es que haba sido el pas tan excesivamente rico
en la produccin del oro en las mgiones del Sur, especialmen-
te en Osorno y Villarrica, que en la primera de aquellas ciu-
dades un clrigo, con slo dos barras de oro que tena, fun-
d el coiiveiito de Clarisas, que todava existe en Santiago.
Pero habase debido esto, como lo observamos al hablar del
mineral de Marga-Marga, a la abundancia de operarios sin
jornales que enriquecan por su nmero en una sola semana
a sus crueles amos. Esa riqueza ficticia haba ido por tanto
desapareciendo junto con la raza aborigen que el ltigo y 1%
pestes extinguan hora por hora. La gran rebelin de ltimos
del siglo XVI acab de agotar aquellas ven%, y con la rui-
na del Aledioda sobrevino el aletargaiiiiento de la fortuna
pblica y privada. Vino entonces el situndo, es decir, la li-
mosna extranjera, a Ilenar el dficit eterno e incurable. La
gran riqueza que han sacado los espaoles de estas ininas,
dice un cronista contemporiieo, desaliado pero verdico, es
tanta, que o decir a mis mayores que en los banquetes y bo-
das ponan tal vez en los saleros en lugar de sal, oro en
polvo, p que cuando barran las casas, hallaban los muchacno;
pepitas de oro en la Oasura, lavx~lolaen la acequia. porque
como traan los indios a sus encomenderos el que sacaban,
fcilmente se derramaba alguno (1).
-__
(1) Ovalle, Historia, pg. 10. E l padre Fray Gregorio dc Len, en su mapa
de Chile deca que este pas deba llamarse .una plancha o lmina de oro);
pero ms cierto es que esa abundancia exista, como debe existir todava,
en los rec6nditos valles de la Araurana, wperinlmente en Villarrica (que
II esto tlebi6 su nomlxe) y en el perdido mineral de Ponzuelos, al sudoeste
tic Omrno, cuya locnlizaci6n nadie ha podido determinar, a pesar de varias
exploraciones recientes, como la del capitn don M. -4.Jimnez en 1862 o
63.
De aquellos veneros vena principalmente el famoso oro de Valdivia (lla-
mado as porque se extraa s61o por ese puerto) que se consideraba inferior
en quilates s61o al de Carabaya, en el Per.
>4 mediados del siglo XVII la industria minera estaba completamente
decada por la causa mencionada (la carencia del trabajo gratuito), y esta
otra que apunta discretamente el escritor que por coetneo hemos citado
copiosamente en esta parte. .La segunda causa, dice, en la pgina 16 de su
Historia, que hallo de que no se gocen estas riquezas, es la mucha abundan-
cia que hay en toda la tierra de io necesario para pasar la vida, con que fal-
HISTORIA D E VALPARAfSO 151

VI
No deja de ser tambin curioso en nuestra historia indus-
trial que ya en tiempos tan antiguos se preconizaba la intro-
diiccin de beneficios que hoy se consideran como una verda-
dera novedad: tales como la seda y la apicultura. Es tan
acomodada la tierra, diae a este respecto el padre Ovalle
(que la, conda bien, pues que era oriundo de ella), para
criar los gusanos de la seda, que si llevasen all la semilla
tcngo por cierto se dara c o n mucha abundancia, p ya tene-
nos los morales tan crecidos y hermosos como en Espaa.
Tambin se lleva de Europa la cera, aunque en Chilo la
hay y miel de abejas ( 1 ) .

VI1

Otro tanto, y con ms felices rmultados, poda drcirse de


camo y del lino, de cuya preciosa planta, hoy lastimosa-
inente echada en comparativo olvido, se hacan en el siglo
YVII considerables sementeras en el valle de Aconcagua y
de Quillota. Este ltimo (como sucede todava hoy da) y
tando la hambre, que es solicitadora de la codicia, no hay quien se arriesgue,
ni quiera perder la comodidad de su casa por andarse por la aspereza de
los montes en busca de minas,.
La ociosidad era, en efecto, resultado de las antiguas minas, y causa pos-
terior de que no se descubrieran otras.
-4 fin de que se juzgue io que constitua propiamente en esos aos la po-
breza de un individuo, he aqu como se expresa Olivares en una poca harto
ms avanzada todava (1760). limitndonos a observar nicamente que no
seran hoy pocos los que querran ser los pobres del siglo XVII: .Por lo me-
nos en Chile n o sale de la esfera de pobre. el que en mil ciradrus de tierras,
propias, mantiene cosa de doscientas vacas, mil ovejas, y algunos bueyes,
rahallos y mulas. Ser la razn principal de esto, entre otras, que la ahun-
dancia del pals y la mal introducida costumbre de gastar sobre sus fuer-
zas, no permite que los de cortos haberes se reduzcan a la estrechez, de 10s
de igual posible, en otras tierras, y as el que con un moderado principio
pudiera aumentarse, con la economa, se arruina con la profusin y des-
perdicio. Ser sin duda cosa de admiracin para los de otros pases, que
en las matanzas de carneros y chibatos se eche B los perros y a las aves gran
parte de la carne; pero es cosa cierta, y reprensible prodigalidad de 10s
hombres, o efecto miserable de la brutal decidia que infunde el pals, pero
rara liberalidad de la tierra, que favorece a sus dueos, pasando de los 1-
mites de la necesidad, hasta los extremos de la profusin..
(1) Ovalle debe referirse a alguna cera silvestre, porque en Chile ~610
Be conoca la de Castilla, que vala hasta 400 pesos el quintal, y la del TU-
cumcbn, llamada criolla, que costaba mucho menos. Ambas solan venderse
mezcladas, y entonces He denominaba con propiedad mestia.
152 OBRAS COMPLETAS D E VICUA U C K E N N A

el de La LPgJz eran los centros favoritos del cultivo del c


amo que se exportaba especialmente por el Papudo (1).

VI11

P cosa singular y digna de la ms seria comideracin! En


vista de esta misma modesta pero copiosa suma de produc-
ciones que constituan la hartura y saciedad de un pueblo
sencillo, se anticipaba ya, como un vaticinio de nuestro dcsti-
no de nacin en esta parte del mundo, el puesto de prestigo
y de estabt7W (esta es la palabra proftica) que hasta hoy
hemos alcanzado. En esto se fundan, dice el ingenuo pa-
dre Ovalle (que no era tan desavisado como sus consejas,
apariciones y milagros pudieran hacerlo creer, de vez en
cuando), en esto se fundan las que dicen que no hal/ pais
en ZO Amricu de quien se puedu esperar ms ESTABILIDAD
que de este de Chile, assi porque al passo que fuere crecien-
do el Per, ha tambin de crecer l por aumentarse los gas-
tadores de sus cmedm, como porque dentro del mino hay
todo lo necessavio para la vida humana; pan, vino, -me,
aceite, sal, frutas, legumbres, lana, lino, cordobanes, suelas,
sebo, gammas, vadanas, ctueros de ante, jarcia, maderas, me-
dicinas, pez y pecas de varios gneros, mbar, bronce, plomo,
azogue, plata y oro.
IX

Otro de los m o s del comercio de Chile y que fu durante


das siglos una especialidad de Valparaso, consista en el a m
rreo y venta de esclavos. No haba comenzado todava a eo-
rrer lo que se l l m 6 el asiento de negros, que era el trisk e
inmoral contrato segn el cual, unas veces el Portugal, por
la va de la colonia del Sacramento, otras, la Inglaterra por
la de Buenos Aires, o ya la casa llamada de Chova, por el
Istmo de Panam, se obligaban a suministrar mediante pre-
cios determinad- los nepos bozales, robados en las costas de
(1) .Es celebrado el puerto del Papudo, que es una pequea baha y en-
renada muy rew@da (?) donde llegan los navos del Per a cargar el sebo
y cordobanes de Chuapa y la Ligua y la jarcia para los navos que se labra
en este valle, que es absolutamente la mejor y ma blanca de todo Chile por
ia cualidad de las buenas aguas con que se beneficia.. Ovalle, p6g. 39.
HISTORIA DE VALPARAfSO 153

Africa, que necesitaban los cultivos especiales del Per. Pe-


ro a falta de aquellas manadas horribles de cautivos dema-
c r a d a por el ltigo, el hambre y la puna de los Andes, acos-
tumbrbase venderlas por piezas, recurriendo principalmente
a este arbitrio las familias pudientes de Santiago con los so-
brantes de las recmaras de su servidumbre esclava o para
salir de al& apuro. Muy frecuente es por esto encontrar
entre los protocolos de los antiguos escribanos de este puerto
contratos de ese gnero celebrados entre mercaderes y via-
jeros de Santiago con los muestres de los buques que venan
del Callao. El 24 de Julio de 1660 (que es la precisa fecha
ms antigua de que se conservan contratos protocolidas en
las oficinas de Valparaso) compr el maestre del Rosario,
don Francisco Barahona, un mulatillo de 17 aos que haba
mandado vender a cierto Alonso Snchez Daz una seora
de Santiago Ilamada doa Juana Sarfate, viuda de Pedro
Daz de Suasola. Urn ao ms tarde (Mayo 16 de 1661) el
sargento mayor don Francisco Tello Guzmn (que es un
personaje histrico) venda en 450 pesos un negrito que le
haba confiado su suegro don Antonio Escobar Guzmn con
aquel objeto.
Vendanse igualmente indios de trabajo en la baha, y por
menos precio que los africanos, destinadas aqullos ms ge-
neralmente, como las mulas, al l~boreode las minas de Po-
tos, mientras los ltimos eran empleadas de preferencia en
las valles de las costas, tan mortferos como aquellos pramos.
E n 1663 el capitn Pedro de Torres Figuwoa vendi, por PO-
der recibido desde Concepcin, un indio araucano llamado
Gapoln, por la suma de trescientos pesos, al capitn del
barco Nuestra Seora de Atocha, al tiempo de hacerse a la
vela para Lima.

x
Contribda por su parte la ensenada de Aliamapa a la ex-
portacin del puerto con algunos pobres productos de su pro-
pio suelti, como el luche, el wchnyuyo, los locos, p l a erizos
que cogindolas en la crecientg #le la luna (dicen los viejos
cronistas), tienen las lenguas muy gordas, y eBpecialmen-
154 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA YACKENNA

te con la pescada, que era entonces y ha sido hasta hace po-


co la industria de los changos de la Caleta, como la pesca
de lobos lo era al otro extremo del Almendral, en el recinto
en que hoy se ostenta entre mrmoles: y palacios la plaza de
la Viotoria. Llamibase en efecto La Lobeha 'todo el sitio com-
prendido en e ~ &parte entre el cerro y la playa, y que hoy
forma el barrio de San Juran de Dios. Las almendras de las
arboledas que crecan a espaldas del morro del Barn debie-
ron tambin ser un valioso contingente (ad como los cocos
de sus quebradas) de aquellas facturas singulares en que has-
ta a ltimos del pasado siglo figuraban en no pequea escala
las ayuyas y las milagrosas piedras besonres ( 1 ) .

91

No obstante cuanto llevamos dicho, y a pesar de !a humil-


dad de aquel trfico que ms pareca propio de una aldea
que del principal puerto de un reino, renda a la larga, y
a virtud del monopolio que Io dejaba reducido a escasas ma-
nos, pinges utilidades, que iban a parar a los cofres de los
memaderes y de los estancieros. Segn el padre Ovalle y me-
diante aquel arbitrio, un capital de cuarenta mil pesos em-

(1) Sobre las ayuyas, como artculo de exportacin, hablaremos en el lu-


gar oportuno. Respecto de las famosas piedras besoares (casi tan solicitadas
en Espaa como los ojos de diamante del mitolgico bnsilisco) eran simpla-
mente clculos que se formaban en las entraas de los huanacos cuya mag-
ritud llegaba a veces hasta dos libras (como la que dice llev el jesuita Ova-
lie de muestra, o para su uso, a Europa), y que se aplicaban para mil curacio-
nes supersticiosas, fuera echndolas en el tiesto en que se calentaba el
agua que iba a beberse (como las piedras milagrosas de Pedro Urdemales),
fuera sorbiendo la raspadura, segn aconsejaban otros.
<Crian estos animales (dice aquel autor, pg. 53) en un seno que tienen
dentro del vientre las piedras besoares, que son de tanta estima contra ve-
neno y calenturas malignas, para alegrar el corazn, y otros admirables efer-
tos que se experimentan. La materia de que se engendran son yerbas de gran
virtud, que comen estos animales por instinto de la naturaleza para curar-
se de s u s achaques, y preservarse de otros, y para atajar que no suba al co-
r a d n la ponzoa de alguna serpiente o araa que los pica, o algn mal hu-
mor que se ocasiona de comer otras yerbas, y de otros varios accidentes..
Recomienda eficazmente este mismo extrao mdico para curar la afi-
cin desmedida a i vino, o bien la decoccin del sudor de caballo mezclado
con el lquido, o bien el polvo molido de las estrellas, que tanto abundan
entre los riscos de la playa de Aliamapa. Y aunque pondere el ltimo como
un remedio infalible usado por los negros, aade con celestial candor que
ruando vuelve la aficin, no hay sino tomar otra vez el mismo remedio para
volver a perderla, y as sucesivamente.. .
HKBTORIA DE VA4LrAHAfS0 155

pleado en a e giro produca por lo comn de diez a doce mil


de renta anual, mientras que en documentos de esa misma
poca, que en un libro gemelo hemm publicado (1),asw-
rbase que el rendimiento del capital invertido en el trfico
del Pw, proporcionaba durante los dos viajes quc se em-
prendan cada ao, contando envo y retorno, quince por
ciento en cada vez, esto es, algo ccmo el doble del mayor di-
divendo que se reparte hoy da. La diferencia no es tan colo-
sal, empero, como pudiera creerse, porque si las utilidades
de los ltimos provienen de papeles, las de aqullos tenan
por origen los caminos, las nueces, y las gallinas, que el ape-
titoso jesuita a quien debemos estos coloridos peculiares de
su tiempo, vea con asombro (segn cuenta) vender en Lima
por un precio ties veces superior al que tenan a su salida
de Chile, pues todas estas menestras ganan (dice, pg. 11
de su Historia) de ciento, doscientos y trescientos por ciento
con slo la navegacin de quince a veinte das en llegar de
Chile a Lima.

XI1

Para ntciidci- a las esjgeiicias y a los provechos de aquel


trhfico, y iin vez desvanecido el pnico de los corsarios, ;r
contar desde el desembarco de Spilkergen en 1615, fuese
poco a poco formando en el sitio que hoy ocupa la plaza mu-
nicipal y en s u s al derredores, hacia el que entonces tena
la parroquia, un ncleo de espaciosos si bien twcos edificios
construdos de adobes y cubiertos de tejas, que desde tem-
prano comenzaron a ser conocidos coil el nombre de bodegas,
y sus dueos o administradores con el de bodcgitcros, de que
SP hizo ms tarde un respetable gremio.
La ms antigua de aquellas fbricas parece haber sido la
del fundador de San Agustn, el capitn ya nombrado ion
Rodrigo de Guzmn, >- la que a su inmediacin tuvo en se-
guida el capitn don Jos Vsquez. Vendi6 la suxa el ilti-
mo el 27 de Octubre de 1660 a su primo don Gaspar de los
Reyes, (que segn dijimos di6 nombre al crucero que aun
156 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

lo lleva) tan slo por la suma de 600 pesos ( 1 ) . Arrend


algo ms tarde la de don Rodrigo Guzmn a sus herederos
el general don Pedro Prado (Abril 28 de 1663) dosrcienitoB
pesos cada ao.
Tenan tambin ~ N Bbodegas por este mismo tiempo y en
aquel sitio, que antes dijimos era el remate sobre el mar de
la quebrada de San Antonio de Puerto Claro, un merca-der
guizpucano, natural del puerto de Pasajes, llamado don Pe-
dro CasBao, que muri en 1662, dejando encargadas muchas
ani~aspara su alma y muchas cobranzas por los craitos que
le dekan ( 2 ) . Era su inmediato vecino el recordado general
Rivadeneira, que don al hbito de San Francisco toda la
parte superior de la quebrada. Los herederos del antiguo co-

(1) H aqu por va de ilustracin la sustancia de la escritura de esta ven-


ta, conservada en el archivo del escribano Navarrete. Dice as:
<En el puerto de Valparaso, en el Reino de Chile, en veintisiete das del
mes de Octubre de mil seiscientos sesenta aos. Ante m, el Capitn Fran-
cisco Daz Agustn, Teniente de Corregidor y Justicia mayor del vaiie de
San Martin de Quillota, este dicho puerto y su jurisdiccin, y Capitn de
guerra de l por su Majestad, y de los testigos de que uso, a falta de Escri-
bano pblico ni real que no lo hay a l presente en este dicho puerto, pareci
el Capitn Jos Vzquez, vecino morador en l, y dijo: que vende en venta
real para ahora y para siempre jams al Alfrez Gaspar de los Reyes, su cu-
ado, vecino morador mismo de este puerto, que est presente, para si y
para sus herederos y sucesores, y para quien de l o de ellos hubiere causa
y titulo, un aposento que tiene y posee en este puerto, de adobes enmade-
rado con vigas y tijeras y cubierto con teja, que linda, por a una parte, con
bodega del dicho alfrez Gaspar de los Reyes, caile por medio, y por la otra
con un mojinete de otra bodega de Pedro Cassao, vecino de este dicho puer-
to, y un aposento del Capitn Don Pedro de Recalde Arandolaza, vecino
de la ciudad de Santiago de este Reino, callejn pequeo en medio, y con
61 un mojinete linda con el cerro que cae a las espaldas de dicho aposento,
y bodegas referidas, y con el otro mojinete linda con el estero que baja
de la quebrada de Don Juan Rivadeneira Villagra, vecino de la ciudad de
Santiago, para la mar, el cual dicho aposento tiene dos puertas, la una que
cae al dicho estero, y la otra al callejn que hay entre el dicho aposento y
bodega del dicho alfrez Gaspar de los Reyes; el cual dicho aposento refe-
rido y el sitio de tierra donde est fabricado le vende con todas sus entra-
das y salidas, usos y costumbres, pertenencias y servidumbres, cuantas
ha y haber debe y le pertenecen y puede pertenecer as de hecho como de
derecho, libre de censo y de otra hipoteca, ni Seoro, ni venta, ni enaje-
nacin, ni empeo, ni obligacin especial, ni general, por precio, y cuan-
ta de seiscientos pesos de a ocho reales..
(2) Vase su testamento en el archivo citado. El bodeguero Cassao te-
nia un hijo nico de su mismo nombre, nacido al parecer en Valparaiso, y
cuya madre se llamaba doa Mara de Astorga, fallecida en 1663. LOSRe-
yes era tambin Astorga por la lnea materna, as como los Vzquez. Por
lo dems el apellido de Astorga se halla vinculado a las bodqus de Valpara-
so como el de Lisperguer a las bolinus de Santiago, y hasta 1810 vemoi
que algunos de sus miembros tenan participacin en ellas.
HISTORIA D E VALPARAfSO 157

rregidor vizcano don Pedro de Recalde posean tambin ha-


bitaciones o bodegas en aquella localidad.

XI11

Afectaban por aquellos aos al ramo de bodegas los mis-


mos accidentes que clc continuo se presentan en la poca mo-
derna, porque aunque no liiihicse seguros, solan aqukllos que-
marse; aunque no hubiese crdito, solan los bodeguero3 ha-
cer quiebras; aunque n o hubiesen leti-as de c a n ~ b i o ,jo!aii
los ltimos protestar sus propios 7:ae.s.

Aconteci el primer caso de incendio de comercio cuya no-


ticia fidedigna haya llegado hasta nosotros, en el me5 dc
Noviembre de 1683, en que qued reducida a pabczs, junto
con sus depsitos, la bodega de 1111 dlonso Ortiz de Azara
Pero los hacendados y mercaderes de Santiago no entendan
de lo que hoy acostumbrase llamar simplemente un siniestro.
y en el acto de llegar la nueva a la ltima ciiidad, -3resenta-
ron aqu6llos al Cabildo una peticin a fin de que se formase
proceso al incendiado. Despach e n el instante la celos?, cor
poracin, en cuyos bancos tenan asiento no pocos de los pe-
ticionarios, a su propio procurador, que lo era a la sazcn el
sargento mayor don Lorenzo de abaita, y le arm al pro-
pio tiempo de los suficienter poderes para proceder por em-
l m r r o y prisin contra los que resultasen drlincuentes (1).

xv
La primera quiebra que se recuerda en los anales de 7al-
paraso, sino ha de tenerse en la memoria la que hicieron los
compaeros de Valdivia, cuando ste les rob en su playa sus
(1) 14ciierdo del Cabildo de Santiago del 10 de Noviembre de 1683. El
7 de Diciembre estaba de vuelta Abaitua, y por resolucin de ese mismo
da se mand pasar en vista el expediente que trajo de Valparttso, al abo-
gado don Fernando de la Llana, dndose las gracias al procurador por su
diligencia. Pero no consta el resultado definitivo del proceso. (Archivo del
Cabildo de Suniiago).
1% OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

escudos, fu la de un tal Francisco Machado, segun se di


menta en el mbildo de Santiago el da 11 de Febrero de
1689. Felizmente quien reciba la fuerza del golpe era U D
archimillonario de la poca, el conocido escribano ,hdrs de
Toro Mazote que all tena sus cereales ya cosechadm de Pii-
taendo, sus cecinas de Catapilco y sua camos de Panque-
hue, pues era dueo de toda la provincia de Aconcagua, de.;-
de el mar hasta Mendoza (1).
La cosa, empero, pareci al desconfiado ayuntamiento de
Santiago tan grave o ms que el negocio del incendio, porque,
con la fecha que dejamos recordada, diput a su propio jefe.
el corregidor don Pedro Prado y Lorca, para que se trasla-
dase al puerto y pusiese remedio a aquel escndalo. Debe
aadirse a esto que el servicio del corregidor no era del
todo desinteresado, pues una semana antes (el 4 de Febrero)
haba anunciado a sus colegas que eon motivo de estar de
viaje para las haciendas que llevan todava su nombre en
el antiguo camino de Valparaso, se acercara a ste, y por
tanto peda se le sealase salario a l y al escribano que deba
acompaarle en aquella y otras diligencias ( 2 ) .

E n cuanto a la protesto de cales por depsitos en bodegas,


de que tambin llevamos hecha relacin, tombasele en aque-
llos tiempos por asunto mucho ms trascendental que un in-
cendio o una quiebra individual. Era, al contrario, un nego-
cio de tanta magnitud como si hoy cesasen sus pagos en un
solo da todos los b a n m que circulan vales, que en vez de
sebo o perejil, son al portador. Esa epidemia que coagula
la sangre de los negocios, como el tifus espesa y detiene la
del cuerpo, el pnico, es pues tan antiguo en Chile como el
charqui y como el oro. . .
Por los mismos aos a que vamos consagrando estos recuer-
dos, csto es el 6 de Diciembre de 1687, circul en Santiago
la funesta voz de que un bodeguero del puerto (que ste era

(1) .I cerca de la fortuna de los Toro Mazote, vase la Historia de San-


1zagr>.
( 2 ) .Icxrrdri.s tic.1 4 y i i tie Fe1rei.o del Cabildo de Santiago.
HISTORIA DE VALPAIU~SO 159

un barrio mercantil de aquella plaza) llamado Luis de Cr-


denas haba protestado cientos vales por zurrones de sebo,
que deca no existir en su bodega. La alarma fu tan pro-
funda y general que en el acto son la campana del Cabildc
y a revienta cinchas se enviaron a Valparaso dos diligen-
tes emisarios. Eran el capitn Antonio Romo y don J u a n
Bautista Barnachea, el ltimo en calidad de depositario, y
llevando ambos la orden de aprehender a Crdenas, lo que
a su llegada ya encontraron puesto en obra. Dise, al mis-
mo tiempo, pregn en la ciudad y en su puerto para que to-
dos los que tuviesen vales de sebo, organo, membrillos, ceci-
nas o lo que fum, los priesentaran en el trmino de veinticua-
tro horas, so las penas del caso para los misos.
Suceda esto a principios de Diciembre de 1687, y un mes
ms tarde (Enero 16 de 1688) el cabildo nombraba una diputa-
cin de su seno para que, unida a los vecinos de ms alto
nomhre, conferenciase eon el Presidente. que lo era entonces
el general de cahallera don Juan Henrquez, y todos jun-
tos tomasen acuerdo en un asunto de tanta magnitud. Figu-
raban entre los comisionados del pueblo el marqus de la Pi-
ca, don Francisco Andia Irarrzabal, su deudo don Fernan-
do Irarrzabal, cuyo hijo fu despus virrey de Navarra, el
capitn don Francisco Bardeci, hermano del siervo de Dios.
los generales (lon Jos C'ollart y don Nelchor Caravajal; el
famoso capitn de guerra Juan Rodulfo Lisperguer y, por
ltimo, el licenciado don Juan de la Cerda, que era en ems
das asesor inevitable en todos los negocios del Estado (1).
Por w t o s nombres y 5u importancia liisirica en la colonia,
podr valorizarse la influencia social de aquel desastre. Pe-
ro desgraciadamente no han alcanzado nuestras investigacio-
nes hasta descubrir las arbitrios quc se eliqieroii a fin de re-
mediarlo. 3ast;i :I iiiici?i*() prol6sito nicamente trazar la fi-
liacin legtima dr estas tres grandes plagas de la ciudad
euuya vida mercantil narramos, J- que por lo visto son tan
antiguos como si1 ciina. as (>onlo serii tan duraderas como
su nombre, a saber: el fuego, la bancarrota y el fraude.
-~

(1) Archivo del Cabildo de Santiago


160 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

XVII

Por mdicos que fuesen los gravmenes con que los bode-
gueros, de Valparaso cargaban los frutos del pas, tan abati-
dos de suyo, no se traan stos a la ribera del mar sin costo
de alguna consideracin.
En los primeros aos, la bestia de carguo empleada por
los conquistadores n o pudo ser sino el indgena, al cual, cuan-
do haca este servicio, le denominaban tanzen, existiendo en
el Per tribus especiales para esta fatiga, como los chasques
o correos de a pie, los changos o pescadores, y otros. Pero es
posible que por la aspereza de las sendas primitivas y la
desaparicin del indio se emplearan despus las arrias de
mulas.
Algo ms tarde, descubierto Potos, alcanz el ltimo ani-
mal tan elevado precio que los gobernadores de Chile hu-
bieron de quejarse al rey, porque los hacendados descuidaban
a tal punto la cra de caballos, a fin de alcanzar las ventajas
de la nueva industria, que hacase preciso ir a buscar las
remontas del ejrcito a las llanuras del Tncumn, como su-
cede hoy da (1).
De esta circunstancia y del nfimo precio de los bueyes,
result que desde antes del siglo XVII ya poseyese Valpara-
so un camino carretero, que por la va de Melipilla le pona
en contacto con Santiago.

XVIII

El antiguo camino de carretas, cuyas huellas estn visi-


bles todava en todas las colinas, parta desde el sitio en que
hcmos dicho se hallaban diseminadas las bodegas, por la fal-
da de la loma que se llama todava Cerro de Carretas, y ha-

(1) No ha mucho ha comprado en San Felipe treinta caballos cuyanos


el capitn Guzmn para la remonta del cuerpo de polica de Valparaso.
El 14'de.Noviembre de 1687 representaba al Cabildo de Santiago su procu-
rador el capitn don Gaspar de Covarrubias, que en todas las estancias
del partido de Santiago no haba ningunas cras de caballos con que guardar
el Reino; en cuya concurrencia, el ayuntamiento acord en ese mismo da
que todos los que tuviesen crianzas de mulas mantuviesen dos manadas de
caballos. (Archivo del Cabildo de Santiago).
. HISTORIA DE VALPARAfSO 161

ciendo una violenta curva en direccin a Playa Ancha, vena


a encontrar un primer descanso en una meseta que entonces
como hoy se llama la Mesilla, y que, entonces como hoy, de-
bi tener el aspecto de un alojamiento de carretas. Desde all,
con una gradiente poderosa, ganaba la senda la cumbre de
las colinas, despus de haber atravesado, como sobre una cal-
zada natural, las quebradas de San Francisco y de los L-
cumos, las cuales en un sitio dado se juntan de tal manera
que apenas dan fcil paso a dos vehculos de mediana dimen-
sin (1).Desde la cima giraba el camino hacia el Este en de-
manda del llano de P e h e l a s , contorneando a treinta pasos
de distancia hacia la parte opuesta del cordn el pintoresco
cerro en que se ostenta hoy el palo de seales y que antes se
llamaba, segn tenemos dicho, la Centinela Alta. Despus
de recorrer las suares ondulaciones de la planicie cuyo nom-
bre hemos apuntado ( y el cual llevaba por los varios y ca-
prichosos grupos de riscos granticos que asoman a lo largo
de la senda), penetraba la va en el valle de Casa Blanca.
Y hasta aqu haba recorrido una distancia de 45 kilmetros
en direccin al Sudeste.
No era entonces aquel sitio sino lo que su nombre deca,
una casa blanca, habitada probablemente por el cura que po-
co antes del tiempo de que nos ocupamos iba a confesar ma-
rineros a Valparaso, si por cuaresma aconteca hallarse all
alguna embarcacin que no fuera de heresiarcas. Casa Blan-
ca slo fn rill0 iin siglo ms tarde (1753) en honor dc la
reina doa Brbara, que llor tan brbaramente el rey viudo,
muriendo al fin consumido por sus lgrimas.
Pasaba de all el camino a Melipilla, donde, desde el tiempo
de Garca Ramn, haba un obruje de telares indgenas para
labrar el pao de la tropa, y atravesaba la cuesta de lbaca-
che. cuyo nombre no es aborigen, piies vino del maestre de

(1) En un da dc AFosio de1 presente afio hemos recorrido expresamente


estas lCJCali(!a<:F, :*compafiados de un expert o soldado de polica, qiic nos
haba propc,rcionarlo el estimable comandante Kifio, jefc de ese ciierpo en
Valparaw, v dc 61 tqmumos las desigcacioncs de nonilires que dejamos
apuntados. El camino e s t i bastante deteriorado, pero en 1866 se arregl
un tanto para trasladar la p6lvora a la quebrada d e las Zorras, y actiial-
mente le estn refaccionando seriamente los dueos de la hacienda de la
Quebrada Verde, que colinda en las cumbres d e Valparaso, y de otros fun-
dos inmediatos (1869).
Histcria de Valparaho 11
162 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

campo don Pedro de Ibacache, alabado de valiente en el Pu-


rn Indmito.
Hasta aqu la distancia recorrida era de 105 kilmetros,
y se enteraban 172, o sea como 43 leguas antiguas, hasta San-
tiago. La ms amena parte del camino era la selva de San
Francisco que se llam por esta razn del monte, y los cam-
pos irrigados de Talagante, en cuyo valle, desde antes de la
conquista, tenan los Incas una colonia agrcola y militar.
Peaflor no posea otra belleza que su nombre, pues sus cam-
pos se hallaban todava eriazos y estriles.
Tal era el itinerario del antiguo cantino de carretas que
sirvi de arteria principal a la vitalidad de la colonia hasta
que a fines del pasado siglo el ilustre Presidente OHiggins
convirti el llamado de las cuestas, que serva a las arrias
de mulas, en una magnfica carretera. Tena ste su punto
de partida a la otra extremidad del valle de Quintil por la
boca de la quebrada de las Zorras. Hacase el camino de ca-
ballo hasta en tres das, segn cuenta Frezier, a pesar de
sus zarzales. E l de Melipilla exiga semanas o meses segn
las estaciones, bien que los vehculos que entonces se llamaban
carretas eran ms pequeas que las enormes de hoy da, y
ms semejantes a las que hasta ahora se conservan e n la., co-
marcas de ultra Maule.

XIX

Respecto de la va martima que serva al comercio de la


colonia hasta el Callao, no es tiempo de hablar todava, por-
que dependa este trfico ms especialmente de los armado-
res de Lima, cuyo era el mayor nmero de los buques emplea-
dos en esa carrera.
Por el ao de 1664 encontramos, sin embargo, que a 29 de
Febrero dos bodegueros de Valparaso, que lo eran don Gaspar
de los Reyes y don Pedro Cassao, el mozo, ambos primos her-
manos, celebraron un contrato de sociedad, a virtud del cual
ira el primero a comprar un buen barco al Callao, poniendo
ambos una suma de dinero. La cuota de Cassao fu6 de siete
mil pesos en metlico, dos negros de Angola, diez quintales
de jarcia y un cable. La de Reyes no se especifica.
HISTORIA DE VALPARASO 163

xx
Reepecto de aquellos datos y noticias que podran proyectar
alguna luz, siquiera fuera escasa sobre las otras faces de la
vida social y civil de Valparaso hacia la mitad del siglo que
reaorremos, apenas se distingue entre los rodos papeles de los
antiguos algiina remota visliimbrc .
Una circunstancia, empero, llama la atencin desde tem-
prano, cual es el precio comparativamente crecido d e lo.; si-
tios en el recinto propio del puerto, y la suma esigedad dc
los salarios en el servicio domstico.
Apenas tornaron, en efecto. los padres de San Francisco
posesin dc su ciiiebrada, comenzaron a vender sitios a censo
del cinco por cimio, pero 11or sumas escrsivamente levanta-
das. De los nrchiLos custodiadas todava en SII claustro, re-
sulta qiic en 1673 (Dicicmlm 17) enajenaron un lolc de die-
cinueve varas dc largo y ocho de ancho en 320 pesos a iina
mujer llamad^ liara Magdalena dc l l i i g a , y pwos d a s mq
tmdr (Enero 1 ( 1 ~1674) otr'L suerte ms considcialilc de
treinta y tres valras de largo y ocho de ancho, a un Nicols
Len, en 800 pesos, precio snhidsimo si se atiende ;I qnr slo
catorcc a i m antes (1660) se liabn vendido iin cwc:.po con
sidernble tic liodcga.; en doicientoi pesos menoi qiir la GI-
tima.

Respecto del servicio domestico, lic aqii algunos jcniplos


derivados clr antiquo.; protocolos de escribanos, porque ha de
tenerse presente que en aquellos aos el asiento de UTI qirvien-
te, como se deca, se haca por escritura pblica y general-
mente por el trmino de un ao. E n Febrero dc 1663 tom
a si1 servicio el capitn ya nombrado don Jos VLquez al
indio libre Agustn, natural de Pueblo Nuevo, destinado a
pescar en la baha, a razn de treinta pesos al ao, dndole
a ms u n casonnl o red nueva. E n Mayo del mismc ao el
alfrez Juan Bautista Espndola asienta un indio de enco-
mienda, es decir, dependiente de iin amo a quien pagaba tri-
buto, por igual suma, debiendo adems abonar la cuota per-
sonal, que era de seis u ocho pesos, y sacarle bulcc. E n cuan-
to a las mujeres, una doa Ins de hlonsibay concert en
1666 una india ladina, o que hablaba el espaol, en veinte
pesos al ao, obligndose a darle una pollera para todo el
tiempo. Deba tambin sacarle bula, porque de los pecados
contra el cura, no liaba ninguno mayor en el lugar, de rehu-
sar la contribucin de veinte pesos de que tenemos dado no-
ticia, y que ms tarde produjo excomuniones.

XXII

Exista t a m b i h p o r esos remotos tiempos un ssirc cuyo


nombre era Felipe Vsquez, y tena por aprendiz a un man-
cebo de Concepcin, llamado Xicols Rodrguez I'acheco, a
quien, como sastre, no pagaba sino e n ropa. Consista el in-
ventario de sta, segn el contrato pblico que al efecto cele-
braron, en calzn, ropilla y j u b n de pao, dos camisas, un
sombrero, un par de medias, zapatos y la bula.. . .

XXIII

El zapatero de los porteos en ese mismo ao era un mu-


lbto llamado Francisco Snipuero, y por haber sido testigo,
acaso involuntario, como hombre de cuchillo, en iin lance
de pualadas que ocurri en Talparaso, primero en la se-
rie de tantos otros dc mayor dolor y escndalo c p e tocan a
este preciso da en que escribimos. ~ n i o sa coiitarlo iigera-
mente aqu.
Estaba Ampuero conversando en la playa una maiiana (ei
1 . 9 de 3larzo de 1661) eon cierto P d r o Flores, nia;-orclonio
dc las carretas del Fenera1 don Diego GonzAlez Jion!cro (que
al ao siguiente sera presidente de Chile), cuando de ini-
proviso carg sobre el Itimo, pual en mano, un m x i n c r o
del navo Saz Felipe, surto cn la baha, llamado E'rancisco
Miranda. Sin darse cuenta de aquella alevosa, Florcs spesc
con presteza del caballo y desenvain su espada, pues d o
jinete, sin exceptuar los capataces, entonces la llevaban, y
psose en defensa; pero a traicin enterrle el marinero la
daga en el cmtado y huy. La herida era mortal. El des-
HlSTORTA DE VALP.4RAfSO 165

graciado hizo all mismo su testamento en que declar ser


casado haca slo un ao con una joven llamada Ecatriz de
Cspedes. El asesino, que as cort aquella dicha apenas co-
menzada, huy a la mar, y probablemente le puso a salvo
la inmunidad de su barco y la ausencia de toda autoridad.

El aspccto de la poblaciii dt~1)Iii.ser. i: pcsnr !a lrniiiia


l(3

un tanto pretensiosa del jesuita Ovalle (que no contento con


escribir? sola tlibiljar c;c memoria), basfaiitc m
qiw :iun 1111 sic.10 ms ! i i ~ : I e ti:iiilc este cn!i5c:it-\-cJ ,os vikije-
ros. Siis casas d e nioi.acla eran todas de palm ; i s l ) t c d t o >- e s .
pni.ci(lns n l 1)larc~i-(l(1 ~ a : l 11119.
~ En manto ;I su niiiiiero,
Oralle presenta diecisis, progresin escasa de la rwnindn
dc Valdivi::: dc! U C ~ ~ C , ~ de
( J S o o i , t y dc las t i c s / ! / J ( ! f p S de
Spil11crg.cm. P e r o en la C.poca ii que estrndcmos est(> relato
(167.!), bajo el aspecto purament.e d i l , la poblacin deba
haberse aumentado considerablemente, pues slo en ese ao
los fmiiciseaiii,?; voiidieron diez siiios a diferentes vecinos.
Respecto de la poblacin y de su estado civil, poco m:is
adelanlc, resulta d e los lihros de la pnrroqiiia qur eii 1686
se coiitrajeroii ciiiincc matrimonios, slo doce en e1 ao si-
g-uiuieiitc y veintisis en cl de 1688, cuya mayor parte era de
indios, negros y mestizos, ocupad- por lo comn en la p a c a
y el carguo de las naves. Slo el 10 de Agosto de 1687 se
asent una partida que rcvelaba un enlace semi-aristocrtico,
pues en ese da casse un Jos Alemn, hijo natural de un
capitn del mismo nombre.

Durante el siglo XVI, o ms bien, entre los piratas que


abrieron su era y los que la cerraron, segn en seguida va-
mos a verlo, Valparaso haba adelantado unos cuanm leves
pasos en su desarrollo. Este puerto, exclamaba, ufano, el
autor que tantas veces hemos citado por ser testligo presen-
cial de lo que menta, se va cada da poblando de muchas
casas y se va labrando en l un convento de San .%gustn,
166 OBRAS COMPLETAS D E VICCRA MACKENNA

que es de gran fruto y provecho de las almas, no slo de los


Que all residen, sino de los que frecuentemente entran y sa-
len, que son muchos, por ser este puerto el de mayor comer-
cio con el Per, y dista de Santiago 24 leguas de tierra lla-
na, por donde se trajina en carretas toda la ropa que se lle-
va y trae del uno al otro reino.
Tambin se abastecan en su baha y en sus bodegas los
mercaderes de Cuyo y Tucumn, especialmente cl.iando el
rey de Espaa, Felipe 111, en odio de los portugueses, man-
d cerrar el puerto de Buenos Aires, como su padre haba
decretado la clausura del Estrecho. E l comercio de lransito
es pues ya muy viejo para que pueda morirse de agotamien-
t o o de la enfermedad moderna que se llama fisculia.
Tal era Valparaso como aldea.
Ya en los primeros captulos de este libro vimos lo que
fu eomo caleta.
Rstanos ahora trazar su breve pero intwesante historia
como plaza de guerra.
Los das de la metrpoli y del emporio estaban todava per-
didos en la niebla de los siglos por venir.
CAPITULO XIV

ENXIQUE BRUNO EN VALDIVLA

Muy desdichado es quien carece de enemigos, porque la


envidia nace y se cra al pie de la felicidad. Los mucaos ene-
migos y envidiosos que ha tenido la Amrica son clara prue-
ba de que el autor de la naturaleza la mejor en el tei.cio y
quinto de sus bienes y tesoros. Estos son los que hail irrita-
do la rabiosa sed de oro y plata de los enemigos de la igle-
sia y de Espaa; y por estos tiempos las Provincias L*nidas
de Holanda, suponiendo estar el reino de Chile dezpnblado
de espaoles J- poblado de enemigos acrrimos, acorda;.or. con-
federarse con stos y establecerse en el reino, echando de 61
a sus antiguos poseedores. Tan vastos son los proyeclos de
lir ambicin !
As exclamaba, a mediadas del siglo pasado, el conocido
historiador chileno Miguel de Olivares, natural de Chilln,
al pasar revista a las crueles pirateras de los holmdwh que
haban tenido lugar en el promedio del anterior, y cuya subs-
tancia dejamos recordada en el Captulo XI de ~ s t nhis-
toria.
1 el buen jesuita no careca de razn ni perspicacia, pues
ya en los das a cuyos dinteles tocamos la conquista de la
Amrica del Sur por los holandeses era un gran plap tie Es-
tado, una idea fija de su gobierno, una ambicin popular.
168 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKEXNA

La viril Holanda quera cerrar su cuenta de sangre con Es-


paa arrebatndole de las manos y para siempre a.qaellas
codiciadas Indias, cuyo oro haba servido a la ltima para
sostener una guerra de opresin durante u n siglo.

I1

Ya quedan narradas brevemente las hostilidades que desde


el primer ao del siclo S V I l liahan emprendido los holan-
deses contra las poscsioncs del Mar del Sur, la desastrosa es-
pedicin de Mahi y de Siinn de Cordes en 1509; las nias
felices, pero efmeras, de Koort en 1600 y de Spilbergen en
1615, y por ltimo, la :igaiitesc, si bien torpemente dirigida
campaa de L Heremite y Schapenhan. contra el virreinato
del Per.
Despus de la postrera, los nimos de los republicanos de
Flandes, como acontcce de continuo a los pueblos sobrios, enr-
gicos y agraviados, se lerantaron con el desastre, y la empresa,
de suyo osada, de aduearse de la Amrica Espaola, cobr
nuevos alientos. Uno de los prncipes de la familia libertado-
r a de los Pases Bajos, nada menos, J u a n Mauricio de Nassau,
hombre digno de fundar un imperio permanente, dice un
famoso historiador ingls ( l ) ,haba pasado al Brasil, con una
poderosa escuadra (1637) y desde all amenazaba alternativa-
mente y a todas juntas, las costas de Tierra Firme, de las An-
tillas y de Mxico, por medio de las escuadras y corsarios de
su terrible almirante Cornelio Jols, llamado por los espaoles
Pit: de Palo, especie de Drake del mar oceano.
Al propio tiempo, el caudillo holands acariciaba desde su
colonia americana, en la que tena echado asiento de firme, la
idea favorita de propiciarse otro centro de operaciones en el
mar opuesto, y as,de un golpe, tener dos puntos de iniciativa
para la conquista de las Indias occidentales, y dos etapas pro-
pias y seguras en el ms recto camino de las de Oriente, que
a la sazn y en su mejor parte eran suyas.
Como en el Atlntico, Mauricio de Nassau haba fijado sus
ojos en el puerto de Baha para aquellos fines, psolos en el

(1) Southey: Historu of Brazil, London, 1810;t. 1.O, pg. 528.


HISTORIA DE VALPARA~SO 169

de Valdivia, por la parte del Pacfico, su ilustre deudo, geme-


lo suyo en nombre y en gloria.

I11

Ya dijimoy en el captulo XI q u e el sucesor del desgraciado


LHermite, despus de sus rereces c iinpotencia delante del
Callao, haba meditado seriamente, 1- aun comenzado a poner
en obr:i, la ocupacin dc Chile, introducindose con su escua-
dra p o r la ra de Val(Ii~i:i,cu?-a co: :arca se saba, desde la
correra de Xoort, se liall,~baen armas contra los espaoles.
E\ta idea apenas iiiiviacla, tom imperio entre 103 conquista-
dores del Brasil >- se resolvi ejecutarla sin tardanza.

IV

T h n con eso prc>pcsitotl conde de Nassau n un e s p imeri-


tad0 director de la Compnfia de las Tizdirrs Oriewtales, que
haba scrvido en lac; factoras del Japn durante muchos aos
y sido gobernador de Batavia por un perodo de cuatro (1632-
1636). Llamabase Hendrick Brouwer, nombre que los espa-
oles cambiaron, hacindolo catlico, en el de Enrique Bru-
no (1).
V

Vino eii consecuencia el experimentado administrador ho-


lands a Pernambuco con tres navos de Amsterdam, a fin de
ponerse de acuerdo ron el prncipe que gobernaba en la co-
lonia del Brasil. Y concertado all el plan de campaa, sali
a la mar.
El 6 de Noviembre de 1642 haba Brouwer levado anclas
en la boca del Texel, y el 30 de Abril del ao siguiente avis-
taba las del Maulln frente a Carelmapn, tan rpida cra la na-
vegacin que comenzaba ya a hacerse por aquella carrera del
Estrecho, antes tan dificultosa, tan lenta y tan temida.
(I) Ya hemos apuntado algunas de las transfiguraciones que los espao-
les hacan experimentar a los nombres de los capitanes extranjeros que vi-
sitaban el Mar drl Sur; h qui otras ms curiosas. A Spilhergen lo llaman
Filgerio; a Schouten, Escorten; a LHeremite, Jawbo Jermn; a Noort, Noro;
y hasta a Duguet-Trouin lo llamaron despus el Duque.
170 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Componase la escuadra expedicionaria de cinco buques, de


los cuales montaba Brouwer el mayor, llamado, como la ca-
pitana del LHeremite, el Amsterdam, y era acaso la misma
nave. Los otros se denominaban la Concordia, el Ulissingen,
el Naraiijo (en holands Orangie-Boom) y un patache, que
los espaoles decan tambin la urcu, con el nombre de el Del-
fi7t ( 1 ) . Como segundos del general en jefe venan embarca-
dos dos consejeros de paz y guerra, llamados Elas Harcks-
mans, el ms principal, y Elberto Crispyusen el otro.
Adems de las tripulaciones, que eran numerosas y ague-
rridas, se haba embarcado tropas de tierra hasta el nmero
de cuatrocientos veteranos, y al propio tiempo se cuid de
traer en abundancia vveres, artculos de cambio con los na-
turales, dinero, herramientas propias para la labranza y las
construcciones civiles, y hasta cal y mortero para erigir for-
talezas.
El plan de aquel armamento formidable no era, pues, como
el de los corsarios que le precedieron, de mero botn o repre-
salias, sino de ocupacin permanente. Se trataba de fundar
una colonia en los mismos parajes en que hoy existen prspe-
ras y pacficas las mismas razas que entonces no era posible
recibir sino en la punta de las lanzas. La Holanda, a la ver-
dad, slo haba cambiado en esta ocasin de punto de mira
en sus aspiraciones antiguas y ambiciosas. No era Lima, como
en el concierto de LHeremite, el centro propuesto de sus ope-
raciones y de su imperio occidental: era Valdivia.

VI

Pero esta vez, como en el temerario intento de Simn de


Cordes, se haba procedido bajo la falacia de dos errores cn-
pitales. Era el primero la alianza de los araucanos, que to-
_-
(1) 7,z iirc(I ~e distin,tpa principalmente del ~ ! ~ r c l i een
, -;is est(. vi-% iin
harqiiichiiclo !gem, destinado a servir de auxi1b.r y dr aviw t.ntr!, los di-
versos I)uc!ues <!e una esciizdra, mientras yue 13 primera clrn un gCnero de
c~rrilxircu~iones chntas, furrtm, usadas esperialmentc por los holendcscs.
y qiiv s-rvinn pnra nave~:eren pasos de poro fondos. Lns rsriindrus de Bo-
y i-prcialmente la del fsnioso Pie dt P n h . ss componaIi tlc iirms,
y estas sc ?)ntinncon los m5s podcrosos galeones de Espa,:~. V h ~ Ine obra
citada de Victes: Norte de Za Contratzcin, lib. 2 . O , cap. 44.
172 OSEAS COXPLETAS DJ; V I C U ~ A XACICENNA

arduo de su intento. Divisbanse en las colinas grandes hu-


maredas, y por los claros de los bosques rease jinetes eii ace-
cho. Pero ni una piragua amiga se acercaba a darles voz y
pr5cticn de guas; ni una flecha se a<guzaba cn las cabaas
de los isleos para abrirles paso n la c~oiiquista.A todo, empc-
ro, puso pecho varonil el soldado coloiiizadoi., y guiado por
una mujer anciana llamada Luisa Pizarro, que hicieron cau-
tiva en un descmbrrco por los bosques, resolrise a abrir hos-
tilidades coiitm los pcei.tc,s esl)asoie., a Sin de persuadir a 109
iiictgrerias, en ainl~asIiandn, dL31 T-;:~;O estrccho de Ciiacao. de
que vena a !ibertarlos.

1-111

Llevado dc este proysito <,tac I3;loumr u11 niisei.bie fuer-


te que los espaolei liaban iiitado contra l c i i iiicioi eir (a-
relmapu, y con solo la p6rdida de seis 1ieiido.j tom dos ca-
ones y diecisis caballos que dentro l i a l h La guariiiciltii
huy a los montes ciecimdo un prisionero.
Emprendi en secuida e! holands contra Castro, llevando el
rumbo que los indios ensefiaran a Baltasar de Cordes en 1599,
cuya ciudad de pajizas cahaas era el nico asiento que los
espaoles tenan eii el arcliipi6lqo, y e1-d la capital civil de
ste. Calbuco, como Carelmapi:, consista apenas en un fuerte
de estacada, rodeado de unas ciiantps chozas, para imponer res-
peto a los indgenas.
Menos feliz todavia que Cordes, el gerie,al holands no tn-
contr en Castro sino un hacinamiento de escombros, porque
sus habitantes huyeron en masa al interior, poniendo fuego a
sus casas y a sus iglesias despus de haberlas despojado de
sus altares y hasta de su techumbre, pues estaban sobre aviso.
No son por esta causa del todo justas las calurosas maldiciones
que por sus sacrileqios dirige a los invasores el jesuita Ovalle,
cuando denuncia los grandes estragos (as dice l) propios
de su impiedad y obstinacin, como fu derribar las cruces,
alanzear las santas imgenes y quemarnos las iglesias que con
El invierno, entre tanto, creca en sus borrasoas, y fuera
que 10 crudo del tiempo quebrara la robusta eonstitucih del
capitan de Holanda, fuera quc camo L LHeremite trabajasen
su espritu esas hondas contrariedades que a la manera de sor-
das grietas abre eu las almas el cuidado de la responsabilidad,
cay Brouwer gravemente enfermo, y ai 108 pocos das hubo
de refugiame en la enscnada que se Ilam6 desde entonces
Puerto Ingls, hoy de Rncikd, y alli muri el infeliz caudillo
el 7 de Agosto de 1643. Era u11 hombm distinguido, dice
Southey, probo, ajustado en sus procedimientos? paro Be haca
aborrecer de log qne mandaba, porque era de suyo duro, p

-
aunque no carecla de discernimiento, en la aplicacin de lrw:
Hid.m-io,
(1) p k . 26. E l padrc, C G ~ Oera natural, contcrnplaba B los ho-
bndWE con rnueho mayor terror por m r hcrejea que por Rer conqubtndo-
m ~ y,en esto interpretaba fielmente el scritimiento g~nerraltie la colonia.
*Dios no pemitiri, exdarnaba con espanto a eele propdsito, que en aque-
IIoa paises limpion y sin la cormpcibn de la. hereja, rstas hidriaa del injiier-
no, apesten aqiicl aire con su venenoso anhclito, ni infieionen la pureza de
nuestra fee, qur se va plantrando tan sincera y pura e11 108 cornzone8 de aque-
llos niicvog cristianos..
Qu nntecdentes para ia libertad dc cultos!
Begfin Gay, que ha w g i d u en csts parte b r e l a c h dr Warden, eli su
-Zrte de verijifirr las fechas. los serino de Cmtrn opiisieton resiotrncis, gc-
reeiendli miichos en lit refriepta y entre eTIos cl comandanle dr la plaza, An-
dr6s hfwloa dc IIerrcra. Es con todo extrao quc no mencionen v.sta cir-
cunstancia los cronistas Iiobnticcm, que cnn menuda cuents del ataque
insignificante dc Cwdmapu y de otras esmrnmusas.
,x relaci6n original dcl viajc de Brouwes BC enciierilrz en un precioso li-
brito que compramos en Amstcdnm :J qw: hoy existc e:i la Riblioieca Nn-
cional, con el ftiiln dt J u u r r i d u m der R a p e &aen h y tioteri de strnet b
N a i r e uer de CuskiL van CJdi o n h Hcmhick Brouuvr i n d ~ ndnrt: lW.
Airistrdam, 1 M F . Contienr esta c d l c i h un curioiolsimo mepa hidrogr-
fico de Talrlivw, p o i xiipuestti sumamente n r x d n . y una &mina que re-
prcser,is a 108 halnndeara tratnndw con Icia kkos le venta de unn llama o
carnero de Ea hcrra. FI rfIehre coleccionista inK1.s ChurehiIi public6 en BU
Coleccfn de oirxjes (vol. r) In traduc&5n d e otra r d a k h de aquel viaje pu-
hlicada en Francfort tres afioa m5s tardc (!1349). Rnrden en su Art de ve-
r;f;.r la dakv, Paris 182s (vol. 311, h a sypidu, scgn parece, le r e l a f , h d~
Amsterdam, y Gay, a su v w , ndopt la dc Warden, que como trasunto es
bastanir! fiel. seria, sin eIdXWgQ, una empresa cligiia de inter& el qiic al-
y i c n EP aficionase en este pda (al que ae han hecho venir nfzciirlmente pro-
fesores de griego y hasta de hebreo y de wscripto) a tradu& laa relacio-
nes en hohnd6s que existen en nueatre Biblioteca y que, a no dudarlo,
ofreceran documentoe preciomrr para nuestra Idtoria.
174 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

castigos, como el resto de sus compatriotas no conoca la mi-


sericordia (1).

El Srchipilago no tena, pues, nada que ofrecer a los inva-


sores. Su condicin no poda ser ms miserable. Segn su pr+
pia relacin, una cruel epidemia, la cual no pudo ser sino la
viruela, que en otra ocasin hemos llamado el clera morbus
de la Amrica aborixen, haba arrasado haca diez aos (1633)
con sus habitantes. Y a tal punto haba llegado la magnitud
del estrago, que a la sazn no existan sino cien encomende-
ros cuyo reparto de indios no pasaba de treinta en los ms
rico$ siendo en algunos d e slo seis ( 2 ) .
Hicieron, en vista de este estado de cosas, junta de guerra
los oficiales holandeses, y Harcksmans, qae haba tomado el
mando superior, resolvi pasarse definitivamente a Valdivia
con unos cuatrocientos insulares que con engao y promesas
logr allegar en clase de auxiliares. Comandaban stos dos ca-
ciques de Carelmapu, llamados por los holandeses don Antonio
y don Felipe, que se presentaron a los ltimos, ofrecindoles
la cabeza de un espaol en prenda de lealtad.

XI

Valdivia, como Castro, era un desierto. Y sobre las ruinas de


su antigua y populosa ciudad, que al decir de los compaeros
de Brouwer tuvo hasta cuatrocientos y cincuenta casas, crecan
ya rboles corpulentos, a cuya sombra los hijos de sus demo-
lcdores celebraban de continuo el festn casi centenario de su
venganza satisfecha.
Recibieron los ltimos a los huincas recin llegados con su
natural desconfianza; pero, por si lograban algo de sds pro-
mmas, fingieron alegra y aun celebraron (Agosto 29 de 1643)

(1) Soiithey, obra citada, t. 2.0, p6g. 25. Segn Warden (vol. citado) lcs
espalioles fortificaron el Puerto Ingls en 1767, cambiando su nombre en el
de San Carlos que hoy tiene. Su poblacin en 1774 era de 420 habitantes y
en 1791 de 1,100.
(2) Relacin citada de Burney, t. 3 . O , pg. 195.
HISTORIA DE VALPARAfSO 175

u n bullicioso parlamento con asistencia de mil y doscientas


caciques y su plebe armada, en u n sitio despejado de rboles,
a orillas del delicioso y remanso Calle-Calle. Entre los gritos
de sus bacanales ofrecieron all los brbaros de Osorno y del
Toltn eterna alianza a la repblica de Holanda, como ms
tarde la ha ofrecido con igual falacia a la de Chile. Alguna
consistencia, empero, daba a su fidelidad, en aquella vez, la
ooticia, que circul por todas las comarcas del continente, de
haber ahorcado las autoridades de Chilo ( a ejemplo del te-
rrible del Campo con los auxiliares de Cordes) a todos los is-
leos que ofrecieron acogida de amigos a los nuevos invaso-
res.
Harckmans, en serial de posesin, dispar caones, pronun-
ci a r e n q s , hizo ceremonias, enterr a su jefe con pompa mi-
litar bajo un hosynecillo de laureles, y por ltimo comenz
a levantar un rednrto en el mismo sitio en que hoy se divisa
un torren desmantelado ( 2 ) . Alas los hurbaros gentiles, que
en viendo murallas no son dueos de disimulo ni de espera,
descubrieron su odio y resistencia porque a1 exigirles los v-
veres que tenan ofrecidos por de pronto en el parlamento re-
cordado, pusieron en ejecucin su eterno sistema de aplaza-
mientoss,que (por lo que se ve) no es sistema exclusivo de en-
gao entre los hombres blancos, llamados vulgarmente cris-
tianos.
Comprendi entonces Harckmans que todo lo tena contra
s, y que de apoderarse del pas, era preciso comenzar por con-
quistar los propios aliados cuya causa haban venido, como
gente cicqa, a defender desde tan lejos. Mas, como era holan-
ds, era obstinado; J; resolvi por tanto mandar a su lugar
teniente Cryspyusen en el mejor de sus navos (el Amster-
dam) a pedir un refuerzo de ochocientos hombres con los que
se comprometa a hacerse fuerte de una manera permanente
en el pas. Quedse l con cuatro buques y 470 hombres de los

(2) El virrey conde de Castellar dice en su Memoria que el fuerte de los


holandeses estuvo a menos de tiro d e niospmfe del zctigiio pueblo de Val-
divia, y dominaba la margen del ro y el llano que corre por junto a ste,
que es hoy el paseo rstico y delicioso que los valdivianos llaman de los
CaTielos.
176 OBRAS COMPLETAS D E VICUA MACKENNA

que 180 eran marinos, y 290 soldados, divididos en tres com-


paas.

XI1

No obstante aquellos planes, que descubran ms orgullo que


confianza, en breve el hambre y los actos de encubierto enco-
no de los indios, y hasta la desercin de los propios suyos, obli-
g al fin al caudillo flamenco a tomar en consejo la resolucin
definitiva de abandonar el pas ( 1 ) .
Firmse con este fin el 18 de Octubre un acta solemne en
que se expona los motivos que forzaban a aquellos desconten-
tos capitanes al abandono de una tentativa tan acariciada por
sus esperanzas. Y una semana ms tarde salieron al mar con la
proa hacia el Estrecho.

XI11

E n uno de los brazos del Calle-Calle, al desembocar en la


vasta ensenada del Corral, perdieron los holandeses al regreso
su patache el D e i f h , encallado en la arena. Desde entonces
lleva aquel ro el nombre de Tor?aagaleones, y el casco del Ear-
co perdido, que lo originara, vease aparente sobre el agua
siglo y medio ms tarde. Hoy mismo puede todava marcarse
con la sonda el sitio en que se halla sumergido ( 2 ) .
No tuvo el caudillo holands otra novedad de consideracin
al dar su vuelta. Pero sus camaradas del Brasil le recibieron
con desabrimiento ; y como era hombre pundonoroso, sucum-
bi al dolor de su fracaso. F i n comn en aquellos rudos na-
vegantes cnyos cuerpos resistan a todas las intemperies, no

(I) E n Septiembre se desertaron en iin solo tln cuatro soldados. Ovalle


dice qiie Harcksrnans se vi6 obligado, para contener la. tropa, a mantmer-
la cncrrrada en la isla de Constantino, hoy Manccra.
(2) Don Pedro Martinez de Bcrnav, capitdn del Fijo de Valdivia en 1782,
en sus dcsaliiados apuntes sobre la historia de Valdivia, qiip con el ttulo
dc la Vercicd en cainpafia se conservan en la Biblioteca Sac.ional, dice que
por aquel tiempo, es decir, 140 aos despus de la expedicin de Brouwer,
se vea todava el casco del patache en el Tornagaleones. Varias personas
nos aseguraron en Valdivia en 1866, que los lancheros del ro conocan per-
fectamente el sitio de su naufragio por el poco fondo que transmita la sonda.
HISTORIA D E VALPARAfSO 177

as sus almas frgiles a los vaivenes de un primer desengao


o de un reproche. As haba sucedido a Drake, a Cavendish,
a LHeremite, a Brouwer, todos muertos en la mar. As debfa
acontecer todava en las aguas del Pacfico a Price delante de
Petro-Polowski, y a Pareja en la rada de Valparaso. Singu-
lares afinidades de la vida del ocano!
Hareksmans, no obstante, era ms que un marino, u n viajero
y un sabio, entendido en muchos ramos del conocimiento hu-
mano, incluso la poesa, a la que era adicto. No es por eso
de extraarse que su muerte fuera mas lamentada y que de-
jara mejor memoria entre los suyos (segn un historiador que
con frecuencia hemos citado en esta parte) que la de su adus-
to y no mencs infeliz predecesor.

XIV

Tal fu la famosa expedicin destinada a convertir a Chile


en una nueva Batavia, como el imperio de los Aztecas era ya
una nueva Espaa. Algunos escritores que no conocan ni la
raza, ni el pas, ni el clima, ni los tiempos, han atribudo su
fracaso a causas ftiles, como la insistencia imprudente de los
holandeses en averiguar de los indios donde tenan su oro, por-
fa ansiosa que despert sus sopechas y fu causa de la ruptu-
ra de la alianza. Pero la verdad del contratiempo estaba en el
fondo mismo de las cosas, y era por ello inevitable.

qu haba sucedido, entre tanto, en el continente, en los


puertos del litoral desde Concepcin a Lima?
Un animoso jesuta, misionero en Chilo, llamado Domingo
Lzaro, metise en m a piragua indgena al primer anuncio de
la aparicin de los lierejes, y trajo a Concepcin la aterrante
nueva. Acogila aqu con buen nimo el maestre de campo de
las fronteras, Alfonso de Villanueva Soberal, y despus de dar
por la va de tierra aviso al presidente de Chile, que lo era
el esforzado marqus de Baides, sigui con el fraile en un bar-
quichuelo para Lima, donde gobernaba el virrey don Pedro de
Historia de Valparaso 12
178 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Toledo y Leiva, marqus de Mancera, a fin de pedirle auxi-


lios (1) .

XVI

E l espanto fu universal. Se atribuy a la empresa propor-


ciones en que la exageracin, como de costumbre, era parte
principal, a lo que se aada lo inesperado y lo sbito, causas
inevitables de ese miedo atmosfrico e invisible como la electri-
cidad que se llama el pnico.
No haba, por otra parte, con qu resistir en Chile a un
armamento tan poderoso y tan sigilosamente concertado, mien-
tras que el Per estaba muy lejos y no menas exhausto de sol-
dados y de naves. Tom el virrey, pues, el partido de los es-
pedientes y de las exploraciones, despachando emisarios que,
a la cabeza de cortos destacamentos, fuesen, ya por la mar,
ya por el camino de tierra, a tomar lenguas de lo que pasaba.
Fueron los principales de estos emisarios dos capitanes Ilama-
dos Acevedo y Quezada, que volvieron a Lima, uno en pos de
otro, sin poder decir nada de positivo sobre las operaciones
de los holandeses. Y de ah el cantar satrico de las limeas,
segn el sardnico Jernimo de Quiroga :

~ Q u 6trajo Acevdo?
Miedo.
A qu fu Quezada?
A comer gallina asada,
Y n o trajo nada.
Un tercer explorador, llamado Mujica, se apareci al fin
con cinco desertores holandeses, que ya tenan aprendida hasta
la lengua de la tierra, tanto iba corrido el tiempo desde que
su general haba vuelto las espaldas al reino, dejando envuel-
tos a sus habitantes en la niebla de su miedo y de sus incerti-
dumbres. De esa impresin de terror y de sus dudas ha veni-
do el que por la generalidad se haya credo que la ocupacin
(1) Segn el antiguo escritor latino Barlieus, citado por Sonthey, el go-
bierno de Chile y el del Per tenan aviso anticipado de la expedicin de
Brouwer, el que les haba sido trasmitido por un espa o un traidor de entre
los mismos holandeses. Pero este PS un error manifipsto y que por tanto
no admite discusin. Lo confunde probablemente con el caso de Spilbergen.
HISTORIA DE VALPARAfSO 179

de los holandeses no dur semanas sino aos. Hasta tres de


stos, dice el capitn de Bernav en su obra citada, y tal es la
vaga tradicin que aun se conserva en los lugares.

XVII

Cuanto llevamos dicho sobre esta famosa expedicin, a por-


fa adulterada por la tradicin y por la crnica, hllase ajus-
tado a documentos rigurosamente comprobados. Un grave es-
critor, empero, y si bien casi contemporneo, porque ya an-
ciano di a luz su libro en 1738, afirma desatinado que los
holandeses fueron heroicamente rcclizados, porque su desem-
barco no lo permiti (as dice textualmente) el fervoroso
esfuerzo militar del gobernador de la plaza, que con una tro-
pa de soldados del presidio, de su mayor satisfaccin, y otro
nmero de indios confederados, animados del valor del go-
bernador, los desalojaron a cuchilladas, obligndolos a aban-
donar la empresa (1).
Y as se escriba, casi al alcance del ruido de los hechas, la
crnica de la Amrica que hoy hcese preciso rehacer a trozos
y con investigaciones infinitas para quien pretenda el honroso
ttulo de historiador !

(1) E l Presidente de Quito, Alcedo, en su obra citada, pg. 149. All Ila-
ma aBrouwPr. Enrique b e a u t , y supone que vino a Chile en 1633, como
afirma que Valdivia tena gobernador espaiol y era un presidio, cuando era
un desierto ocupado por los brbaros.
Ovalle, que a la sazn se hallaba en Roma, dice por su parte que veinte
valientes soldados se comidieron a ir, en un barquichuelo a Valrtivia para
traer noticias de los holandeses, y al mando de stos fu probablemente el
capitn Mujica. que llev los desertores holandeses.
El franciscano Ageros en su Dmcripnn historial de la prouincia de Chi-
los, impresa en Madrid en 1791, lleva hasta el ltimo lmite del absurdo
sus errores sobre la campaa de Brouwer. Segn l (pg. 199), Enrique
Brum vino a Chilo con el general prncipe de Nassau con diez navos y a
ms una urca Y un patache con 92 caones, de los que 90 coloc6 en la isla
de Mancera. El gobernador de Chilo le mat varios hombres en una em-
boscada de seis esnaoles y diez indios, por lo que irritado Aramans (que
es ahora el general) ataca a Carelmapii, quema la iglesia y un navo que
all habfa, y muere de rabia. Pero antes Aramans haba abierto en Ancud
un pliego de Mauricio (que ahora result haberse quedado no se sabe d6n-
de) en que IP prometa venir a su socorro con siete mil hombres.. E n el
naufragio de la urca se perdi la plvora, los picos. azadones y cuatrocien-
tas carretillas de mano que traan para los edificios, etc., etc.
Lo ms original de todo esto es quc Ageros cita a Ovalle y que escribe
sobre la tradiciiiri (IC 13. iivnitl.q,i.s Y as es su criterio para contar las de-
m& expediciones, especialmente la de Baltsssr de Cordes.
180 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XVIII

Mientras tanto, la ocupacin del territorio de Chile por los


holandeses iba a tener una influencia considerable en los len-
tos destinos de la ciudad y puerto cuya mltiple vida conta-
mos. Y a la verdad, as como en los primeros aos de la con-
quista el puerto de Concepcin se haba levantado rival mer-
cantil de Valparaso, en la mitad del siglo XVI, ahora Tal-
divia iba a presentarse mula en importancia militar y mar-
tima, con su rada poderosamente guarnecida, con un rico si-
tuado en numerario, con millares de operarios, y con sus altu-
ras coronadas de caones, al paso que aquella sera desde-
ada todava en su transicin de simple puerto de comercio,
sin rentas ni autoridades, ni poblacin, al de plaza de guerra,
siquiera fuese sta de nfimo orden.

XIX

El virrey del Per, cediendo a la alarma general y al cla


mor de todos los traficantes del Pacfico, que pedan se cerra-
se su entrada por el rumbo de Valdivia, como Felipe I1 lo ha-
ba pretendido en el Estrecho, y sin dar demoras a la ansie-
dad pblica, despach una poderosa armada, la ms conside-
rable y mejor equipada que hasta entonces surcara las aguas
del Mar del Sur llevando izada la bandera de Castilla. Cons-
taba de diez naves con inil doscientos soldados, dirigidos a re-
poblar a Valdivia y comenzar sus fortificaciones y presidio
militar, trayendo una caja provista de setecientos mil diica-
dos. Iban por cabos de esta empresa don Antonio de Toledo,
hijo del virrey, a quien su padre enviara a ganar mritos, co-
mo el de Caete lo hiciera un siglo antes con Hurtado de Men-
doza, y el maestre de campo ya citado Alfonso de Villanueva,
que fu el primer gobernador de aquella plaza. El marqus
de Mancera (escriba el historiador Rosales a su colega en RO-
ma, el jesuita Ovalle, a fines de 1645), con valiente reiolu-
cin, pobl a Valdivia. Est all el maestre de campo Alfonso
de Villanueva por poblador. Van haciendo tres fuertes para
HISTORIA DE VALPARAfSO 181

defender con buena artillera la entrada al Olands, que estuvo


all aora dos aos (1).

.l

E l lote de Valparaso haba sido otra vez dejado en el fondo


de la nfora del Destino, y la llave del Pacfico, que de dere-
cho le perteneca, y hoy posee sin rivales, haba sido transfe-
rida absurdamente a una posicin martima que careca de im-
portancia, porque la rodeaba una comarca brbara, inaccesi-
ble, casi segregada del reino, y que especialmente se hallaba
defendida por s sola, su clima, sus bosques, y su penuria,
como se experiment en el caso mismo que di causa a esta
medida. Atribuysele desde la primera hora, empero, un rol
supremo que nunca lleg, hasta que un ingeniero irlands
predijo su inutilidad, y un marino heroico confirm el juicio
del perito dominndola con un buque podrido y un puiado
de reclutas ( 2 ) .
Lo que yo puedo decir (escriba en el entre tanto desde
Roma el historiador Ovalle, durante los das en que se echa-
ban los cimientos de la grandeza martima de Valdivia, en
1646), de lo que he odo platicar siempre a personas prcti-
cas y entendidas en las cosas de las Indias, es, que si otros
descubrieron a aquellos reinos del Per y Chile, y los con-
quistaron a su majestad; este scor y gran virrey (el de Man-

(I) Ovalle. Hisforia, p!g. 321. Por 1:. misma poca, el provincial de la
Compaa de Jess en Lima, Pctlio ti. Oate, contaba a Ovalle, con fecha
17 de Junio de 1645, la salida dc Is flota en estos trminos que tambin pu-
blica el ltimo: UFu la armad: de diez naos bien artilladas con mucha y
linda artillera, grande, de bionre, donde iban mil y doscientos soldados
embiados por su Excelencia el Seor Virrey a fortificsr el puerto de Va!-
divia y poblar y fortificar la mesma ciudad. General el S. D. Antonio hijo
del virrey. Lleg fclismente en 46 das. No hall all al Olands, que haba
ya desamparado el puerto por medio de esta armada. Fortific la isla de
Constantino, en el dicho puerto, con que queda inespugnable. Tambin
lo quedar la ciudad de Valdivia, que sin duda se poblar y fort.ificar6
este verano que viene, con que espero en nuestro seor que estos reinos y
costas de ellos quedarn seguros de enemigos, a lo menos de que no puedan
hacer pie en ellos para siempre; principalmente, que el muro del Callao
est ya casi acabado y los dos galeones nuevos como dos grandes castillos
roqueros defienden con los dems la mar i aterran los enemigos..
Toledo sali del Callao el 31 de Diciembre de 1644 y lleg6 a Valdivia
el 6 de Febrero de 1645, lo que hace los 46 das del correspond jesuita.
(2) Mackenna en 1811, Cochrane en 1820.
182 OBRAS COMPLETAS DE VICUA U C K E N N A

cera) les ha echado la llave, y encerrado el gran thesoro, que


en ellos goza y asegurndoles de los golosos, que han preten-
I
dido tener parte en l, porque asegurandose bien este puerto
de Valdivia, como se ha hecho y se har en adelante, fomen-
tando su comercio con los otros puertos y ciudades de Chile y
del Per, no hay mas que temer ( 1 ) .

(1) Historia, pg. 321. Contra la regla general, Ovalle cuenta con algu-
I
nos detalles interesantes y verdicos alguna parte de la repoblacin de Val-
divia, porque se fi, segn hemos visto, de lo que le escriban contempor-
neamente de Chile y del Per. Pero en lo que dice de los holandeses, padece
los mismos errores que son comunes a todos los cronistas que escribieron
en lengua espaola la relacin de aquellos sucesos, incluso el mismo Gay,
talvez porque se vali para ello de espaoles. Y esto, rogrnoslo, sea tenido
siempre presente, por la lealtad que aun en nuestras crticas debemos a
aquel antiguo y noble amigo.
Habla tambin el padre Ovalle, en esta parte, de otra expedicin de ho-
landeses que no hemos visto mencionada en ningn escritor, y cuya poca
l no la fija, aunque sobre ella cita el testimonio de la famosa coleccin
latino-alemana de viajes, impresa por Juan y Teodoro de Bry. Segn l
(pg. 26) llambase el jefe de esta expedicin Antonio Sivastro, .el cual
dice,, pag otro atrevimiento como ste (el de Brouwer), en la mesma isla,
cautivndole a muchos de su armada, y ahorcando a treinta de ellos por los
pika, y muriendo asaetados,.
Sin embargo, nos parece muy extrao que esta expedicin no est mencio-
nada en ninguno de los prolijos autores que despus de los Bry se han ocu-
pado en diversos siglos de las exploraciones del Mar del Sur.
Verdad a,debemos aadir, que el jesuita Oiivares menciona tambin
una expedicin holandesa, que, segn l, vino a Chile durante el gobierno
de Lazo de la Vega (que corri desde 1629 a 1639); pero suponemos que,
en vez de referirse a la de Sivastro, sea 5610 una confusin de recuerdos con
la de Mahu en 1599, porque dice (pg. 394) que uno de los cuatro buques
de que aquella se compona, toc en la Mocha, donde le mataron alguna
gente, otro hizo un desembarco en Lavapi (como el recordado de Cordes),
otro fu aventado a Valparaso, y no pudo ser sino el Cerf V o h t , y otro,
por ltimo, y en este es el nico en que hay discrepancia, toc en la Qui-
riquina, donde hizo tres prisioneros.
NOSparece tambin del caso recordar aqu otras tres expediciones por el
Estrecho, de que no habla ningn escritor europeo que hayamos consul-
tado.
La primera es la de un Pedro Seijas de Albera, que menciona el poco
digno de f e Alcedo en su Aviso citado, la que, segn l, tuvo lugar en 1535,
y que para nosotros no es sino la de Camargo, que ocurri en ese mismo
ao, de la cual (la de Seijas), dice aquel autor, se tuvo noticia por una bo-
tella que en el hueco de un rbol encontr Tom Hernndez, el compaero
de Cavendish en 1587.
La segunda es la de cierto ingls Fzten que el mismo Alcedo dice andu-
vo registrando las costas de Chile y del Per en 1616, pero sin cometer hos-
tilidad-.
La tercera fu la del desgraciado general don E g o de Ayala (a quien
Ovalle pinta tuerto en una de sus lminas) y el cual despus de haber resi-
dido y militado en Chile, pas6 a Espaa, y al volver con una flota, naufra-
g6 en la boca oriental del Estrecho, con dos de las naves, en 1626, volviendo
la tercera a Buenos Aires. Ovalle dice que conoci a muchos de los que tri-
pulaban la ltima, y &tos atribuan la desgracia a la temeridad de don
Inigo.
HISTORIA DE VALPARAfSO 183

XXI

Algn pequeo bien directo alcanz con todo y a la postre


Valparaso como puerto de mar, durante aquellas asarozas no-
tedades, porque se reforz su guarnicin con tropas de San-
tiago; concentrronce todas las naves de la costa en su baha;
arm algunas de stas el marqus de Baides para ir a la re-
conquista de Valdivia, alistando hasta diez de ellas, al decir
de Ovalle, con aquel intento, y por ltimo, recibi de los so-
brantes de Valdivia un buen nmero de caones ( 1 ) . Hizo
colocarlos en sus colinas el mismo hijo del virrey Mancera,
quien, a su regreso, se detuvo en el puerto con aquel em-
peo (2) .

XXII

La era en que Valparaso sera mirado, a su turno, como


una plaza martima de mediano valer en las posesiones es.

(1) Segn Gay (Hisloria, t. 3.", cap. 8.") existan en esa poca en Val-
paraso caones de bronce fundidos en Lima en 1640, y algunos de estos
fueron remitidos a Valdivia.
(2) Don Antonio Martn de Toledo, que despus de don Alonso Sotoma-
yor y del oidor Machado parece haber sido el ms antiguo promotor de la
fortificacin de Valparaso, fu despus, segn Alcedo, presidente del Con-
sejo de Italia y hombre de altos puestos.
Su padre, el marqu6s de Xancera, se hizo notable en Europa por su ex-
traordinaria longevidad, pues vivi hasta ciento once aos, estando a lo
que afirma el duque de San Sim6n en sus Memorias, con la peculiaridad
de que no poda comer ningn alimento que contuviese harina de trigo.
Segn Pezuela, que cita este hecho en su Historia de Cuba, t. 2 . O , pg. 150,
el marqus era virrey de Mxico en 1662, y despus desempefi loa primeros
empleos del Estado en la Pennsula, siendo grande de Espaa y teniente
general en los ejrcitos de Felipe V, a cuya causa se adhiri tenazmente,
a punto de no querer reconocer al archiduque que se lo exiga con empeo.
Pezuela comete, no obstante su evidente escrupulosidad, dos errores de
detalle sobre este personaje, pues le llama Antonio Sebastin de Toledo,
siendo que su verdadero nombre era Pedro de Toledo y Leiva, conforme
le apuntan Alcedo y Fuentes en su nomenclatura de los virreyes, cuya 1-
tima se halla publicada en la Estadistica de Lima. Gay, a su vez, lo llama
Don Francisco (Historia,t. 3.", pg. 67).
El otro error consiste en asegurar que despus de 1662 fu Mancera virrey
del Per, y que lo que hay de cierto es que tom6 posesin de este virreinato
el 18 de Diciembre de 1639 y lo desempe hasta 1648. No sabemos, pues,
184 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

paolas, no estaba, a pesar de cuanto llevamos referido, de-


masiado apartada en la cadena de los tiempos. Y de la extra-
a y peculiar manera como esto aconteci debemos dar razn
en los prximos capitulas de este libro.

-
cmo poda hallarse de virrey en Mxico en 1662. cuando, como era la cos-
tumbre (y as aconteci con la mayor parte de los virreyes del Per en el
siglo XVII), eran &tos ascendidos al ltimo virreinato de el de Mxico. En
esto hay un evidente error de fechas en el distinguido histori6grafo espaf~ol.
CAPITULO X V

LOS BUCANEROS EN EL PACIFICO

Pocos episodios, si alguno, en la vria y prodigiosa historia


de la Amrica, ofrecen un inters ms palpitante y ms te-
rrible que el de las depredaciones que cometieron en sus ma-
res y en sus costas aquellos bandidos del ocano que se Ilama-
ron los bucancros. Y as como esos hechos fueron extraordina-
rios, as se mantienen hasta hoy desconocidos (1).

(1) La relacin de los acontecimientos que van a leerse en seguida, forma


a la verdad uno de los estudios mds laboriosos de este libro. Y para justi-
ficar este aserto, y al propio tiempo comprobar m6s adelante cada uno de
los hechos de que damos cuenta, vamos a apuntar en seguida, y por el or-
den de su antigedad, las principales fuentes de que derivamos nuestras
noticias, a saber:
1.o Jos Esquemeling (holand6s). Historie der boecaniers, o vrybuyfers
van America. Amsterdam, 1700;
2.0 Basil Ringrose (ingls) T h e dangerous voyage and bold adventure of
captain Sharp and others in the South Sea. London, 1810.
3.0 Raveneau de Lussan (francs). Journal dun L ouage fait duns la Mer-
d u sud. (Traducci6n inglesa). Londres, 1810;
4 0 Lionel Waffer (ingls). Voyages. (Traduccin francesa de Molinat).
Perfs, 1700;
5.0 Jacobo de la Pezuela (espaol). Historia de la isla de Cuba. Madrid,
1668;
6.0 Olivier Exemeling (francs). Histoire des Auenturiers Filibbusiiers qui
se sont signals duns les Indes, 2 . O (Pars, 1699);
7.0 J. V. Archenholts. Historia de los bucaneros. (1804).
8 . O Memorias de los virreyes Castellar, Lifian y Duque de la Palata:
9.0 Archivo del cabildo de Santiago; y
10.0 Papeles varios.
186 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACRENNA

I1

Por el valor temerario, por lo extrao y singular de las cos-


tumbres, por sus proezas verdaderamente imponderables, y por
una ferocidad que asombra tanto como sus rasgos de magnni-
ma justicia y de abnegacin de camaradas, la historia de aque-
llos hombres merece ser de alguna manera revelada.
Su origen, sus hechos y las ruinas de que sembraron todos
los pases del nuevo mundo hacen recordar lo que en el antiguo
fu la leyenda de los vndalos. Y a la verdad que no eran en
el mar sino los hijos de aquellos. Los bucaneros, o como se les
ha llamado tambin, los filibusteros, los forbantes, los
hermanos de la costa, y los demonios del mar, son las mis-
mas hordas de los primitivos brbaros desencadenadas sobre

De todos los documentos arriba citados, los ms interesantes son los tres
primeros, y existen felizmente en nuestra Biblioteca Nacional, traducidos
al ingls y en una edicin econmica de 1810, muy fcil de consultar. La
relacin de Esquemeling, que es la ms importante de todas para trazar
el origen de los bucaneros, se encuentra tambin original en idioma holan-
ds en la BibIioteca.
No sucede desgraciadamente otro tanto con la relacin francesa de Ex-
emeling (que es preciso no confundir con Esquemeling), ni con la de Ar-
chenholts, bien que sta sea nicamente una traduccin de la anterior.
Con la excepcin pues de estas dos ltimas obras (que hemos apuntado
8610 para completar nuestra resea bibliogrgica) todas las otras pueden
consultarse con fruto por los que se interesen en los detalles de aquellas ex-
traordinarias aventuras.
Entre muchas obras de ficcin a que las ltimas han dado lugar, debemos
tambin mencionar la novela histrica de Paul Duplesvis que con el ttulo
de Los Forbantes de las Antillas corre traducida al espaol y publicada en
Madrid en 1855. En Inglaterra ha sido tambin muy leda y se han hecho
varias ediciones de la novela titulada T h e buccaneer S i r Henry Morgan, by
he author of Jack Ashore (1858).
E l seor Pezuela cita adems, entre otras obras generales, como histo-
rias de Inglatetra o de las Antillas, la Hisbire des pirais et corsaires de Vocean,
por P. Christian (Pars, 1853).
E n una de sus iteresrtntes notas asegura tambin aquel autor (vol. 11,
pg. 154) que las obras de casi todos los escritores europeos que han trata-
do sobre los bucaneros apenas merecen crdito, desconfianza que puede ser
muy justa, pero que es esencialmente espaola. No abrigamos por nuestra
parte este temor respecto de las obras de Esquemeling, Ringrose y Waffer,
quienes, a pesar de haber sido bucaneros, se manifiestan hasta hostiles
(talvez por remordimiento o voto de expiacin) a sus antiguos camaradas.
No podemos decir otro tanto del jactancioso y sanguinario Raveneau de
Lussan que ni para escribir dej de ser fdibustero.
Es digno de consignarse aqu, en comprobacin de lo que decimos, que
las relaciones de Ringrose y Waffer, que se refieren especialmente a los su-
cesos de los bucaneros en el Pacfico, guardan una extraordinaria analoga
de verdad con los datos que consignaron los virreyes del Per sobre esos mis-
m o ~sucesos en sus Memorias.
HISTORIA DE VALPARA~SO 187

la naciente civilizacin de los pases recientemente descubier-


tos en esta parte del Atlntico. La antigua y opulenta Pa-
nam fu la Roma de sus depredaciones y de sus crmenes ( 1 ) .
A fin de conducir aquellos rapaces aventureros hasta las
puertas de nuestro propio suelo, vamos, pues, a recordar bre-
vemente su procedeiicia, su rpido crecirnicnto, y las atrevidas
invasiones que les fueron empujando hasta nuestros tranqui-
los hogares.

(1) Los diversos nombres atribuidos a los piratas que durante una larga
porcin del siglo XVII (desde 1625 a 1690) asolaron las posesiones espao-
las en el Mar de las Antillas y en el Pacfico han dado origen a muchas dis-
putas escolsticas o filolgicas. Pero cada una tiene una sencilla explicacin
segn vamos a verlo.
La ms general de todas sus denominaciones, la de bucaneros, proviene
de la palabra francesa bouc (cabro) y ms propiamente de la expresin bou-
caner, que segn el diccionario de la lengua quiere decir secar carne, o ha-
Mando ms domsticamente hacer charqui. Como el primer ejercicio de los
piratas antes de echarse al mar haba sido, en las islas de donde traen su
origen, el de cazadores de toros alzados, de cuya carne as preparada vivan,
se comenz a darles el nombre de boucai~niero gente que viva del bouun
o carne seca. Bucanero es pues propiamente la denominacin francesa de
aquellos piratas.
El nombre de jorbantes, que tambin se usa mucho en espaol, tiene ori-
gen as mismo en aquel idioma, porque desde la Edad Media se aplicaba a
aquellos mercenarios que seguan cometiendo depredaciones aun despus
de publicado el bando de paz que los llamaba a quietud. Decase por esto
que quedaban hors band, y de aqu vino la corrupcin de forbuntes.
En cuanto al nombre de filibusteros, que las modernas expediciones pi-
rLticas de los americanos del Norte han vuelto a revivir, proviene sencilla-
mente de la palabra inglesa freebooters, o gente de pillaje libre, que descom-
puesta por la pronunciacin francesa, se cambi en jlibusliers. No anda
por esto acertado don Jacobo de la Pczuela (segn lo deja demostrado el
erudito Burney) cuando afirma que el ltimo calificativo procede del vo-
cablo holands fly-boot que representa el nombre de una embarcacin pre-
cisamente inadecuada para la carrera que aquellos hacan. Ms errado to-
dava, pero no sin cierto gracejo, anda en sus etimologas el famoso poeta
y pedante peruano don Pedro Pcralta y Barnuevo, cuando dice en su Li-
m u fundada, canto VI, que el vocablo jilibuslieres viene de la frase latina
jinibusterrae, por entenderse gente desterrada de Francia, como el fin del
mundo..
Segn el mismo autor, para ser filibustero era preciso haber servido tres
aos de esclavo en el presidio del Petit Goave, en Santo Domingo.
E n cuanto al ttulo de hermanos de la costa, y con el que corre una novela
espaola, se lo daban entre s aquellos desalmados, a virtud de una especie
de masonera fundada en el odio comn de los bucaneros de toda naciona-
lidad contra los espaoles. E l de demonios del mar, que les atribuye el ge-
neral Bardin, parcenos ms un ttulo de fantasfa que de tradicin. LOS
holandeses les llaman en sus libros zee-rovers, que quiere decir alternativa-
mente ladrones o simplemente aventureros del mar.
188 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

I11

Fu el ms antiguo fundador de los bucaneros un francs


llamado Diel D Enambuc, natural de Dieppe, hombre de bue-
na cuna y mala vida, que vino a buscar fortuna en las islas
de las Antillas por el ao de 1625.
Establecise desde su llegada en un islote de siete leguas de
largo y dos de ancho que se conoce todava con el nombre de
San Cristobal, en medio de los grupos de aquel universo en
fragmentos bautizado desde los primeros navegantes con el de
las Islas de Sotavento, por entre cuyos canales pasan hoy da
los viajeros en el itinerario d,e Panam a los puertos de In-
glaterra. Y all su apellido, su audacia, su fortuna y ms que
todo su nacionalidad, le atrajeron tal nmero de secuaces, no
obstante la abierta oposicin de las autoridades espaolas es-
parcidas en aquellas latitudes, que en el breve espacio de cin-
co aos contaba su nuevo seoro con cerca de tres mil pobla-
dores.

Haba prevalecido constantemente en Europa desde el des-


cubrimiento de la Amrica, la peregrina si bien no infundada
teora de que ni Dios ni Alejandro VI, que decase por una
clebre bula su delegado, pudieron regalar entero el nuevo
mundo a los espaoles; y por esto, reservando a los ltimos
los grandes continentes, no consentan los hombres sueltos de
los dems Estados en que se les disputara el derecho de es-
tablecerse donde mejor les acomodase entre las islas. Las An-
tillas eran verdaderamente las astillas de un mundo roto por
un formidable golpe subterrneo, y como flotaran stas en las
aguas del Ocano, atribuanse todos el derecho de hacerlas su-
yas. De esos principios arrancaba propiamente el origen m+
ral de aquellas bandas de malhechores, cuya vida, por lo que
concierne a nuestras costas, vamos a narrar. Y de su aplica-
cin prctica procede tambin el xito extrao de Diel
DEnambuc en su colonia. No de otra suerte se presentaron
aquellos bucaneros modernos llamados los galgos de Califor-
nia, que 11,egaron rifle en mano, por el mar y las montaas,
HISTORIA DE VALPARAfSO 189

a pedir su parte de conquista y de botn en El Dorado nueva-


mente descubierto. De aquel sentimiento comn a todas las
razas que no fuera la espaola y cuyo punto de contacto era
el odio contra la ultima, naci, asimismo, el ttulo de Hermn-
nos de la Costa, con que a s propios se bautizaron, como para
elegir un nombre y un emblema de masonera.
Los compaeros de DEnambuc haban fortificado la isla
como suya, y aun mantenan una flota para sus negociaciones
de comercio y pesquera.

No obstante su vida comparativamente pacfica y ordenada,


los celas de Espaa no dejaron gozar por largo tiempo impu-
nemente de su usurpacin a los Hermanos de la Costa. El con-
de duque de Olivares aconsenj a su amo Felipe I V enviar iina
flota contra los pobladores de San Cristbal, normandos en s ~ i
mayor nmero, como su jefe. T aunque se di al almirante doli
Fadrique de Toledo por toda orden un pliego cerrado al salir de
Cdiz, ne que se le deca que echase a los franceses de 7m is-
Ins, (cosas de Espaa!) el marino espaol, al abrir sus ins-
trucciones en la mar, juzg que no poda tratarse sino del gru-
po de las de Sotavento. y dirigise con una poderosa escua-
dra a expulsar a los intrusos.
E n una breve y feliz campaa de veinte das, y con prdida
de cien de sus soldados, consigui el almirante castellano su
propsito por entero, durante el mes de Septiembre de 1630.
TAX normandos opusieron fiera resistencia, pero hubieron de
ceder al nmero. Y dejando en poder del vencedor siete de SUS
mTcs y haata ciento y setenta y tres caones montados en sus
fuertes o en sus buques, se dispersaron en nmero de ms de
doq mil entre las islas inmediatas o lejanas.
Don Fadrique de Toledo sigui desde all su rumbo al Bra-
sil para echar fuera a los holandeses, como lo consigui en
aquella r e z priinera. Pero tras de sus velas que se alejaban
hacia el sud, volaron otra v?z los normandos, cual pjaros del
ocano, a su antiguo asilo.
190 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

VI

Con todo, sino el mayor nmero, los ms atrevidos de los


aventureros expulsados buscaron en aquella ocasin otro re-
fugio. Encontrronlo en una isla inhabitada, excepto por ma-
nadas de ganados salvajes, levantada sobre el nivel del mar
a manera de fortaleza inexpugnable, y que por su forma de
un colosal cetceo, eon una concha de veinte leguas de cir-
cunferencia, mereci de los espaoles el nombre de la Tor-
tuga. Es esta la misma que se avanza todava como un cen-
tinela destacado del grupo de las Antillas menores hacia Cuba,
al paso que un angosto canal la separa de la cabeza septentrio-
nal de la antigua y famosa Espaola, hoy Hait.
Aquella fu propiamente la cuna de los bucaneros ( 1 ) .

VI1

Entregados al rudo ejercicio de cazar toros bravos en los


bosques para vender sus pieles a las naves que iban a mercar-
las en Europa, viviendo nicamente de sus boucan o charqui
seco, tiendo sus toscos vestidos con la sangre de sus caceras,
fuertes, osados, sin Dios, sin familia, sin rns amor que el de

(1) .Deseando los franceses tener un punto de retirada, y temiendo la ve-


cindad de los espaoles, se apoderaron de la Tortuga, reducido islote que
no tena ms de ocho leguas de largo por unas dos de ancho, pero donde
se vean frtiles llanuras, montaas cubiertas de preciosos rboles y una mag-
nfica baha, donde embarcaban los cueros y en donde emprendan sus
aventureras excursiones. La excelente posicin de la Tortuga atrajo a la
misma una poblacin bastante numerosa. Parte de ella se dedicaba al cul-
tivo del tabaco, otra parte a la caza de toros que vagaban en las selvas, v
el resto montaba sus corsarias naves, v se lanzaba a las inmensidades del
Atlntico en busca de una presa que diera cumplida satisfaccin a su sed
de oro y de riquezas. He ah la vida que llevaba aquella gente nmade y
casi salvaje. Las colonias fundadas por ellos se hallaban tcitamente pro-
tegidas por la aquiescencia de sus metrpolis, que vieron sin disgusto la
manera con que se repartan las islas pertenecientes exclusivamente a la
Espaa. Las costumbres de aquellos hombres rasi salvajes fundaron m6s
tarde la hermossima colonia de Hait o Santo DomingoB. (El mundo pin-
toresco, por don Jos Comas; Barcelona, 1868; pg. 56). Es esta una obra
superficial y de sensaci6n, como lo son aeneralmente los libros impresos en
la industriosa y anti-literaria capital de Catalua; pero su misma falta de
solidez hace amena su lectura, y ofrece una regular informacin sobre to-
das las Antillas grandes y menores. Comas ha copiado casi todo lo bueno
que contiene, de Humboldt, La Saara y Pezuela.
I El hucanero Esquemeling ronsagra el captulo I1 de su libro citado a
una minuciosa e interemnte descripcin de la Tortuga.
HISTORIA DE VALPARAfSO 191

las aventuras arriesgadas, ni ms propiedad bajo del cielo que


su fusil y su cuchillo de monte, aquellos hombres no tarda-
ron en sentir el cansancio de su vida solitaria en un pen
y en suspirar por la libertad y el esplndido pillaje del anchu-
roso mar. IJOS galeones de los odiados espaoles pasaban to-
dos los das a su vista repletos con el oro de las Indias, y su
codicia y su venganza herban dentro de sus pechos por el an-
sia del castigo y del botn. Adems, los espaoles haban lle-
gado por dos veces a incomodarles en sus breas, y en una de
stas el almirante Carlos Ibarra (1638) se hizo temporalmente
dueo de la isla por la fuerza de las armas. Veinte aos ms
tarde, recobrla como una posesin permanente del rey de
Francia, ganada a su corona por sus sibditos, un capitn Ila-
mado DLI Ransset, el primer gobernador legal de aquella de-
pendencia.

VI11

El ms antiguo, cntre tanto, de los bucaneros propiamente


de este nombre de que se tiene cabal noticia en la perpleja
historia de sus hordas, llambase Pedro Le Grand, natural de
Dieppe, y por tanto normando como su primitivo jefe DEnam-
buc. No fija ninguno de los narradores de sus hechos teme-
rarios la fecha en que comenzara w s depredaciones, pero h-
llanse todos de acuerdo en el punto de que habiendo salido
de la Tortuga en un bote abierto con unos pocos secuaces, abor-
d un galen espaol, echando antes a pique su frgil embar-
cacin para vencer o morir. Por esto los forbantes de las An-
tillas se placan en llamarle Pedro ei grande ( 1 ) .

IX

Sigui a Lc Grand en famz y aventuras el terrible Francis-


co Nau, ms conocido por el Olons, a causa de haber nacido
en la vecindad del puerto de Olone, en el Poitou.

(1) Esquemeling; obra citada, p5g. 53. Refiere este cronista que Le Grand
di6 la orden de echar su embarcacia a pique a un cirujano que le acompa-
aba, y que cuando abord el buque, encontr al capitn jugando a los nai-
pez en la cmara, por ciiya razn no ha116 mucha resistencia. Le Grand
se fu con zu presa a Francia y de all no volvi ms a Amrica.
192 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Cuntase de l que vino en condicin de domstico a las


Antillas, pero entregado a1 oficio de pirata despleg tal as-
tucia y una ferocidad tan rencorosa que Ilega ser el terror
de todas las posesiones espaolas. E n una ocasin (1667),
puesto al acecho de la Habana, apres una goleta enviada pa-
r a prenderle, y por haberle dicho un negro prisionero que el
gobernador de Cuba haba dado orden de que le ahorcasen,
mat con su propia mano a treinta de sus cautivos, enterrn-
doles su daga en el corazn. E n seguida despach al africano
a contar lo que haba hecho ( 1 ) . Los indios oanbales de Ni-
caragua, a su turno, libertaron el mar de aquel odioso mons-
truo, pues lo quemaron vivo a la postre de una de sus excur-
siones en que saliera mal librado.

Al Olons sucedi Montbars, llamado el Exterminador, espe-


cie de hroe y demonio que as ejecutaba una proeza digna
de los caballeros de la edad de oro, como se manchaba con
los crmenes ms viles. Cuentan que cuando abordaba. una nave
inerme, acostumbraba gritar a sus tripulantes : Defendeos para
tener el derecho de mntwos! ( 2 ) .

XI

No obstante estas aventuras, que no tenan plan ni concier-


to, y que ejecutaban a la vez muchos desalmados independien-
tes, y aun desconocidos los unos de los otros, puede decirse

(I) Pezuela. Hisforia de la Isla de Cuba, vol. 11, cap. V.


(2) Montbars es el hroe de la novela histrica (!) de Duplessis que antes
hcmos citado, y en ella lo llama a cada paso un grande hombre, a ejemplo
de Raynal, que le denomin el Exterminador. Diiplcssis asegura en su pre-
facio que muchos de los hechos que refiere constaban de los pa1:cles de su
ahiiclo cl marqus Cadusch, ltimo gobernador francs de Santo Domingo
y de su to el almirante Eruix; pero no sabemos si ste pertenece a la nove-
In o a la historia dr su argumento.. , Lo ms curioso es que el traductor es-
paiol, el seor U. AI., protesta contra todas las alusiones que liace el autor
a la crueldad de sus paisanos y contra aquellos hechos que le parecen ms
que novelescos, como el ataque de Granada por dos hombres y una mujer.
la herona Flor de los bosques, que les cargaba los fusiles. Granada, segn el
novelista-historiador, estaba defendida por una guarnicin de doce mil
soldados...
HISTOBIA DE VALPARAfSO 193 -

que solo despus de la captura de la Jamaica, ejecutada por los


ingleses en 1660, con el auxilio de aquellos salteadores, y me-
diante la reconquista d e la Tortuga, que tuvo lugar en aquel
mismo ao, tom el ejercicio de los bucaneros un carcter fijo,
colectivo y casi internacional. Cuatro aos despus del logro de
aquellas empresas, se organizaba en los puertos de la Jamaica
una formidable escuadra contra los dominios espaoles de la
Amrica central. Componase de quince buques y de quinien-
tos hombres; y eran sus jefes un famoso pirata holands lla-
mado Mansvelt y el no menos clebre Enrique Morgan, el rey
de los bucaneros.

XI1

Haba nacido el filtimo de una familia mediocre, en el pas


de Gales, y llevado de sus propensiones turbulentas abandon
en busca de aventuras la casa paterna desde su temprana
edad. Valiente, generoso con sus parciales, cruel con sus ene-
migos, implacable para los espaoles, como era de rigor entre
los Hermanos de la Costa, Morgan se granje un inmenso
prestigio en medio de los piratas de todas las nacionalidades.
Y habiendo sucedida a Mansvelt, que muri a poco, pudo dar
consistencia, plan y disciplina a aquellos enjambres de turbu-
lentos foragidos.
Fruto de su tctica y de su audacia fu en el ao de 1668 su
increble ocupacin, y saqueo de Maracaibo, en Venezuela, de
Puerto Prncipe en el interior de Cuba, y de Portobelo, la en-
senada en que la Espaa recoga todo el oro de la Amrica,
en el istmo de Darien, golpes de mano verdaderamente incre-
bles por su audacia, y que empero eran consumados en toda
la redondez del vasto Mar de las Antillas, desde el cabo San
Roque en Venezuela al de Catache en Yucatn, en el espacio
de unos pocos meses. A medida, dice el ilustrado historiador
de Cuba, que en varios pasajes de esta historia dejamos ya
citado, a medida que la marina de guerra espaola desapareca,
sin cesar se les iban 5filiando turbas de ingleses, holandeses
y franceses atrados por la soltura, la independencia y el pi-
llaje. Para adquirir ms fortaleza, comprendieron la necesi-
dad de concertarse y de adherirse unos a otros, creciendo SU
Hktoria de Valparaiso 13
194 OBRAS COMPLFTAS DE VICUA MACKENNA

poder con sus necesidades y sus aspiraciones. Exigieron en-


tonces a la tierra, y no solo en las islas, sino en el litoral del
mismo continente, el botn que ya en el mar no les bastaba:
Campeche, Tabasco, Honduras, Nicaragua, Nueva Granada,
Costa Rica, Santa Catalina, Santa Marta, la Guayra, Caman,
y toda la costa de Cartagena, adems de las Antillas espaolas,
sirvieron por ese tiempo de sangrienta escena a hazaas cal-
culadas siempre sobre pueblos desarmados, desapercibidos o im-
potentes (1).

XI11

Pero no contento con esto, y codiciando, como Drake, las


riquezas del Mar del Sur que la fbula converta en prodigios,
Morgan, dueo ya de una orilla del Continente, resolvi pa-
sar a la opuesta, y psolo por obra atravesando el Istmo con
dos mil secuaces, desbaratando a su aturdido gobernador Juan
Prez de Guzmn, qiie desperdici las ocasiones de batirlo en
los desfiladeros del Chagre, y poniendo a saco el emporio de
las Indias, cual era :t la sazn (Enero de 1670) la antigua Pa-
nam. Despus de despojarla hasta de los atavos de sus im-
genes y de sus mujeres, pues de los hombres apenas quedaron
con vida las fugitivos, arrimle fuego. Desde entonces slo
existe en pie una anticuada torre que al sur de la ciudad mo-
derna suelen ir a visitar los viajeros aficionados a lo antiguo
y B lo triste.

XIV

La gran era de los bucaneros del Sur, asunto principal de


esta parte de la historia, iba a comenzar. Habales abierto Mor-
gan con su pual aquella vedada puerta del Istmo, que se
crea inaccesible a todas las naciones, as como el genio de
Drake, un siglo antes, habfa forzado la otra barrera del Es-
trecho.
La Amrica del Sur quedab,a otra vez asediada en toda su re-
dondez, y los puertos de sus pasesiones del Pacfico iban a vi-

(I) Peauels, vol. 11, pg. 154.


. .

HISTORIA D& VALPARA~SO 195

vir durante sesenta aos con el arnia al brazo, esperando de


hora en hora la aparicin del invasor por todos los horizon-
tes del ocano.
De esta situacin extraordinaria surgi por consiguiente
otro de los cambios seculares de Valparaso. De un simple
aduar de comercio iba a conrertirse en una de las plazas de
guerra niris importantes del Mar del Sur, coino ir apareciendo
de la relacin de los progresos que en estas costas hicieron, unas
en pos de otras, innumerables cuadrillas de osados bucaneros.

XV

Trazado, en efecto, el camino del mar Pacfico por el atre-


vido Morgan y su hueste, dironse cita en los primeros das
de Enero de 1680, en un lugar llamado la Boca del Toro, sieie
capitanes de forbaiites, despus de haber saqueado por la se-
giinda vez a Portohelo.
Hallbase aquel sitio en el golfo de Darien, un poco al sur
de la va empedrada de Portobelo a Panam, y corresponda
en (11 Pncficn con un pueblo y fncrte de espaoles llamado
de Santn Alara, en la margen de un ro de ese nombre, nave-
gable desde el interior por canoas indgenas. Hallbanse stos
alzados contra los espaoles y eran tan fieros, tan indomables
y traidores como los araucanos del Sur. Por manera que ape-
nas llegaba a sus costas en el Atlntico algn barco con ban-
dera hostil a los aborrecidos huincas, ofrecan a sus tripulan-
tes paso libre por sus tierras o se brindaban para servirles de
gua y para pelear a su lado en clase de auxiliares ( 1 ) .

XVI

E n esta ocasin los indios del Darien tenan, adems, un m&


tivo reciente y sangriento de enojo con los blancos, porque
un mozo natural de Chile y que los piratas denominan solo

(1) Lionel Waffer, Basilio Ringrose y Raveneau de Lussan, bucaneros


que atravesaron en diversas direcciones aquel territorio del Darien, no8
han dejado curiosos pormenores sobrelas costumbres de aquellos ealvajes.
El ltimo dice que a los espaoles llambanlos Wunkets, palabra que, ha-
ciendo la salvedad de la ortograffa de un bucanero, ofrece una singular am-
logia con la de Huirica usada por los indios de Chile.
196 OBRAS COMPLETAS DE <ICUA MACKENNA .

Jos Gabriel, habase robado la hija de su rey y llevdola ms


como cautiva que como esposa a Panam. No faltara pues SU
Elena a esta guerra de hroes-bandidos. Menos feliz, empero,
que el de Troya, el Pars chileno pereci de all a poco ata-
cado de una maligna fiebre en la isla de Gorgona, segn me-
nudainente refiere el diario de Ringrose, quien pondera su
fidelidad y su ingenio, habiendo pasado de la condicin de
prisionero a la de prctico.

Entre el grupo de bucaneros cuyos buques se hallaban an-


clados en la baha del Toro cl 23 de Marzo de 1680, solresalan
por su fama o su poder los capitanes Juan Coxon, Pedro Ha-
rris, Ricardo Sawkins y Bartolom Sharp, que comandaban
en sus respectivos buques hasta trescientos ochenta hombres,
siendo Harris y Coxeri los ms fuertes, pues su? tripiilaciones
I
respectivas ascendan a doscientos bucaneros. Sawkins contaba
slo treinta y cinco plazas y Sharp cuarenta. Hallbase el 151-
timo, adems, gravemente enfermo de una venenosa fiebre tro-
pical de la que apenas entraba en convalescencia.
Con el auxilio de los otros tres capitanes, entre los siete ya
recordados (cuyos vombres eran Eduardo Cook, con cuarenta
y tres secuaces, Roberto Alleston con veinticuatro y Macket con
slo veinte), resolvieron aquellos bandoleros del mar caer de
nuevo sobre la rica presa de Panam. inerme todava en su
nuevo asiento, recientemente trazado.

XVIII

Guiados por dos caciques del Darien que profesaban a los


espaoles un odio felino y que se llamaban Antonio y Andrs,
emprendieron los forbantes su cruzada de un mar a otro en
nimero de 327, el da 5 de Abril de 16S0, dejando en el Atlan-
tico a los capitanes Alleston y Macket para custodiar sus bu-
quss .
Vena al mando de la aventurera hueste el capitn Coxon,
a quien por ms experimentado, no menos que por ganar su
nimo poco adicto a la empresa, cedieron aquel puesto sus

I
I, :
I. .
IiIST0I:IA D C VALPAFASO 197

compaeros de armas; y marchaban stos divididos en siete


compaas, cada una a las rdenes de sus respectivos coman-
dantes y bajo una bandera particular, cuyo color rojo en todo
caso era siempre el cmblema de la guerra a cuchillo declarada
a los conquistadores del nuevo mundo, por los que se llamaban
a vengadores y a desposedos. liarchaba a la cabeza de la pri-
mera compaa, segn el bucanero Ringrose (cuyo minucioso
diario tenemos a la vista), el capitn Sharp, y \u bandera di.,-
tinguase de las de sus compaeros por un penacho de cintas
blancas 1- v e d e s . SI.gSnan Salilcins J los suyos con una insignia
roj 1 ljstada de amarillo, en afrenta talvez de la Espaa que
tenia esos colores. Iiarris mandaba su propia cuadrilla divi-
dida en dos mitades, pues era 1 ms numerosa, constando de
ciento sirte hombres, y ambas trnan un pendn verde. El de
Coson era rojo y t r d a tambin su tripulacin repartida en dos
cuadrillas. La ltima era la del capitin Cos, cuya insignia era
una mano empuando una espada en campo rojo.

XIX

Conforme a este sistema, la organizacin de aquella gente,


aunque individuslmente libre y desaforada, era estrictamente
militar. Elegan ellos mismos a sus jefes por mayora de su-
fragios y juraban obedecer y morir bajo sus rdenes. Pero al
propio tiempo daban y quitaban esos puestos segn la fortuna
del botn, segtn el valor desplegado en la batalla. Tena ade-
ms cada bucanero un compaero jurado a cuyo lado deba
siempre pelear, estando obligado a darle sepultura y recoger
su parte de pillaje, cuando caa en la refriega, pues era con-
dicin indispensable en aquella terrible fraternidad el here-
darse recprocamente los que celebraban el pacto de la vida
y de la muerte.
En toda cosa que no fuera la ltima y sus despojos, la co-
munidad era completa, y llegaba al grado de que sus cajas
de equipaje o de botn no tenan por lo comn ni llave ni ce-
rradura. En la reparticin de las presas guardbase tambin
la equidad ms asombrosa, reservndose mayor suma al jefe
y capitanes, y distribuyndose el oro o la plata sellada en
iguales porciones a todos los dems. Las objetos que no fueran
i9S OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

oro o vveres del consumo general, se les pona en remate p-


blico entre los mismos captores, a fin de no dejar a ninguno
descontento. E n lo nico que se juzgaba lcito cierto exclusi-
vismo era en la calidad de las armas, ambicionando cada uno
las mejores. Consistan stas casi nicamente en un fusil,
pistolas, pual al cinto y una caramaola para el agua y la
plvora, suspendida de los hombros. Toda su racin para ati-8-
vesar el Istmo de una margen a otra haba consistido en cua-
tro panes que los biLcanerosllamaban alegremente muchachm (

de masa ( d o u g h - b v y s ) (1).
Ni aun carecan aquellos extraos bandoleros de ciertos ritos
religiosos con que solemnizaban hasta s u actos ms feroces.
Cuenta Rinjrose las piadosas ceremonias que se practicaban
con los que moran en In mar aI tiempo de darles sepultura,
y el ripor puritano con que el viejo pirata Snwvkiiis prohiba
todo qiicro d e paiatiempos a lmdo de su buque en los das
de festividad. Respecto de los catlicos, asegura uno de su n-
mero (Itavencaii de Lnssan) que la principal causa de sus
continuos rompimientos con los piratas de otras naciones de
culto Riferente eran las impiedades que aquellos cometan en
las iglesias de las ciiidades que tomaban, derribando a balazos
las imgenes de los altares y cortando los brazos de los cruci-
fijos con la espada. Su primer acto despus de asaltada una
plaza, era correr a su catedral y cantar con solemne recogi-
miento un Te Deunz de gracias al Hacedor de todo bien, que
as, en su brutal pero mstico concepto, ofreca phbulo al fu-
ror de sus pasiones. ( ( N Obien descubran alqn buque, dice
un autor que ha escrito algunas toscas pinceladas sobre sus
costumbres, preparaban sus armas y garfios, y despus que
los franceses haban entonado el Nagnificat y el Miserere, y
los ingleses ledo un captulo de la Biblia, y cantando los sal-
mos, diriganse a toda vela sobre sus adversarios ( 2 ) .
(No conocan jueces, aade por su parte un historiador de
fama universal, ni sacerdotes, y si eran insultados, el agravia-

(1) Dejaban por lo comn, al enrolarrie bajo juramento en la hermandad


de la Costa, que tena cierto carcter de masonera, su nombre de baiitis-
mo y de familia; pucs muchos eran bien nacidos y hasta de noble estirpe.
De aqu los nombres de guerra del Olons, el Exterminador, y otros ya recor-
dados.
(2) Comas, obra citada, pg. 61.
HISTORIA DE VALPARAfSO 199

do mataba al agresor y daba inmediatamente cuenta a sus com-


paeros que examinaban los hechos, y si se haba hecho justi-
cia lealmente, se daba sepultura al muerto; en el caso contra-
rio ataban al matador a un rbol y cada uno le disparaba
un tiro (1).

Con la disposicin y atavos que dejamos recordados, lle-


garon los bucaneros al fuerte de Santa Mara, en la vecindad
del mar Pacfico, despus de una esforzada marcha de diez o
doce das a travSs de las montaas; tomaron a viva fuerza
el reducto, que era de simple estacada para mantener a los in-
dios en respeto, y metidos en seguida en treinta y cinco fr-
giles canoas, hicieron osadamente rumbo a Panam, atrave-
sando en direccin al Norte su extensa y magnfica baha.

XXI

Los espaoles, avisados por los fugitivos de Santa Mara, es-


taban por su parte prevenidos. Y apenas avistaron la pig-
mea flotilla de los bucaneros, al amanecer del 19 de Abril de
1680, hicieron vela sobre ella tres barcos armados de mosque-
tera y de caones, con rdenes de echar a pique sus misera-
bles cascas y de no dar cuartel a nufragos ni a rendidos.
Mandaba el buque de ms poder un caballero vizcano lla-
mado don Jacinto de Barahona y le acompaaban (segn Rin-
grose que se hall all presente) ochenta y seis de sus compa-
triotas, todos voluntarios. El segundo barco tena por capi-
tn a don Francisco de Peralta, valiente andaluz que capita-
neaba ochenta negros escogidos, y el ltimo, cuya tripulacin
consista en una chusma de mulatos, criollos y esclavos de Ber-
beria, llamados moros por los espaoles, vena a las rdenes
de un soldado del nombre de Carvajal. Las fuerzas eran casi
iguales, tomando en cuenta las armas y las embarcaciones,
trescientos veintisiete forbantes contra doscientos veintisiete
espaoles.

(1) Cantu, Hisloria Universal.


200 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XXII

Comprometi la accin don Diego de Carvajal, queriendo


atropellar las canoas en que venan el capitn Sawkins y Rin-
grose, pero apartndose stos delante de su proa, dejaron pa-
sar desembarazado el buque enemigo, cuya cubierta barrieron
con sus balas siempre certeras. Sigui el bravo Barahona en
el ataque, pero un disparo certero mat al timonel sobre la rue-
da, perdi el buque su rumbo, y envuelto por la bolina del
viento ofrecise sin reparo a1 abordaje de los terribles saltea-
dores. E n vano fu que su esforzado jefe opusiera una heroica
resistencia, porque cada hombre que corra al timn era de-
rribado, hasta que al fin el mismo cay atravesado de una
bala sobre el puente, en los momentos en que con un pauelo
haca seas al buque de Carvajal, empeado en vano en ga-
nar el barlovento, a fin de que viniese a su socorro.
Sawkins se bata, entre tanto, cuerpo a cuerpo con el bu-
que del bravo andaluz, y ya haba ste rechazado tres asaltos
sucesivos, cuando, volndose un barril de plvora en el entre-
puente, fu arrojado a las olas el mismo capitn Ptralta eon
la mayor parte de su gente. Y aunque gan otra vez a nado
la cubierta, una segunda explosin abri brecha al abordaje
y el buque fu presa de los corsarios despus de una desespe-
rada contienda de tres horas. Jams he visto, dice Ringrose,
que estaba entre los que abordaron, un espectculo de mayor
horror, porque los que no quedaron muertos yacan mutilados
por las balas u horrihlemente desollados por la plvora. Ha-
ciendo cabal justicia a nuestros enemigos, aade, no s qu
hombres hubiesen peleado jams con ms valor que estos es-
paoles (1).

XXIII

La victoria de los bucaneros fu completa. Perdieron slo


veinte de los suyos, mientras que de los ochenta y seis vizca-

(1) .No men in the world did ever act more bravely than these Spa-
niards, .-Ringrose, pg. 259. El prrsidente Alcedo, embustero como siem-
pre, afirma que los bucaneros no hicieron en esta ocasin otra hazaa que
sorprender en 01 fondeadero de perico dos navos que estaban all ancla-
dos y con la mayor parte de BU gente en tierra.
HISTORIA D E VALPARAfSO 20 1

nos de la nave capitana quedaron apenas veinticinco vivos, y


de stos slo ocho capaces de manejar sus armas. La nica
desgracia que cupo a los primeros, fu la muerte del capitn
Harris, que, al abordar con Coson el barco del denodado Ba-
rahona, fu bandeado en las dos piernas por una bala y muri
a los pocos das.
Entre tanto, los hroes proclamados en el terrible encuen-
tro haban sido Sawkins entre los bucaneros y Peralta de par-
te de la escuadrilla panamea. En cuanto a Coxon, se le
atribua cierta flojTdad en la accin; y de Sharp decase que
no se hall presente, tal vez por el estado de su salud, c
porque, como dice e! cirujano Waffer, no tena, ni valor ni
inteligencia (1) .

XXIV

110s vencedores se dirigieron antes de caer la noche del da


en que triunfaron sobre la rada de Panam, y all tomaron
cinco buques de comercio, el mayor de los cuales, llamado el
Santsima Trinidad, apropironselo para sus futuras correras
hacia el Sud.
Despus de haberse instalado a su satisfaccin con los abun-
dantes vveres que a bordo de aquellos encontraron (los que
consistan en vino, harina, charqui de Chile, cacao de Gua-
yaquil, tejidos y otros efectos del situado, inclusos 50,000 pe-
sos de ste) pusieron bloqueo al puerto durante el mes de
Mayo, esperando, sin duda, hacer presa los galeones de oro
que se aguardaban del Per. Mas, como tardasen stos en Ile-
gar, resolvieron ir en su busca hasta sus propios puertos o sa-
lirles al encuentro en la travesa.

xxv
Con este fin armaron con su gente tres de los buques apre-
sados y dieron su mando en jefe al bravo Sawkins, porque
Coxon, indignado de que le arusaran de cobarde, fuese a m
buque, a travs del Istmo, y llevndose consigo setenta de SUS

(1) Waffer, Viajes, pg. 205.


202 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACHENNA

hombres que participaban su enojo. Acomparonle tambin


los dos caciques Andrs y Antonio que haban peleado como leo-
nes contra la armada de sus opresores; porque era un rasgo
singular de la invasin de aquellos piratas sin ley alguna
humana ni divina, el que reclama hacer legtima guerra con-
tra Espaa, llamcdose auxiliares y soldados del rey despo-
sedo del Darien. Cosa, a la verdad, que no parecer tan ex-
traa hoy da a los que recuerden al clebre protectorado del
rey de Mosquitia, que la nacin culta y poderosa, cuya era la
patria de aquellos foragidos, forj dos siglos ms tarde en una
empresa de indisculpable iisurpacin en esos mismos terri-
torios.

XXVI

Resuelto el plan de campaa y de botn hacia el Medioda,


el bravo capitn Sawlcins despleg las velas de su flotilla ha-
cia la costa de la Nueva Granada, donde meditaba dar un
golpe de mano apoderndose de una rica posesin de minas
de oro llamada Pueblo Nuevo.
Pero aqu abandon la fortuna al viejo bucanero, y en el
asalto de una palizada pereci digno de su fama, pues, como
dice uno de los suyos ((no hubo hombre que se le igualara en
el denuedo (1).

XXVII

Un nuevo cisma ocurri aqu, porque los soldados de Saws-


kins anunciaron su intensin de regresar al Atlntico y en
nmero de sesenta p tres volvironse en uno de los buques por
la misma senda que llevara haca un mes el capitn Coxon.

XXVIII

E n reemplazo del lamentado Sawkins, los bucaneros nom-


braron por su sucesor a uno de sus ms oscuros capitanes, que
ni tena siquiera e prestigio del primer fuego en el nuevo
-
(1) Ringrose, pg. 269.
HISTORIA D E VALPARAfSO 203

teatro de sus glorias. E r a ste el ingls Bartolom Sharp, bu-


canero vulgar, pero que haba sabido dar creces y esperanzas
a la codicia de su gente. Prometindoles que el botn de cada
uno llegara a no menos de mil libras esterlinas a la postre de
los ataques que meditaba, ganse algunos votos, y con esta
intriga, si bien por una escasa mayora, fu electo comandan-
te. No cicrtamente, segn l lo hizo decir al cronista de sus
hechos, porque fuera, despus de Sawkins, ((el ms amado de
los capitanes de forbantes ( 2 ) .
Una vez nombrado jefe, hizo Sharp quemar uno de los bu-
ques para aprovechar su fierro, y dando a uno de sus antiguos
camaradas, nn yankee llamado Cox, otro que le quedaha de
las presas, dirigise hacia el Sur en demanda de la isla (le
Croreonn, y eii vqiiida de la iamosa de Drake (llamada ms
tarde de la Plafrc, porque all contaron su hotn los hiicane-
ros), con el objeto de carmar sus dos barcos y lanzarse sobre
los puertos del Peri.
Su plan era atacar desde luego a Guayaquil, en seguida a
Arica, y alguno otro ms al Sur, doblando por iltimo el Es-
trecho, cargado de los tesores que l y los suyos venan a bus-
car.
Sharp hzose a la vela desde Pueblo Nuevo el 6 de Junio
de 1680, y el 13 de Agosto echaba sus anclas en la isla de la
Plata, despus de haber explorado la de la Gorgona y la del
Gallo, tan clebre por la raya de herosmo que Francisco Pi-
zarro traz en su arena con la espada.

XXIX

&Quhaba acontecido, entre tanto, en las costas del vasto


virreinato del Per a la noticia de aquellos sucesos tan ines-
peradm como presdos de alarmas y desastres ?
Para la buena fortuna de los bucaneros, gobernaba en el
Per un eclesistico, el ilustrsimo don Melchor Lian y Cis-
___
(1) As dice, en efecto, Ringrose (p:g. 209); pero el erudito Burney, es-
tudiando el manuscrito de su obra en el A!u,wo B~ifnico,descubri en 1804
que esta frase haba sido intercalada en la relacin por el mismo Sharp,
aprovechndose de que cuando se hizo Is primera edicin de aquel diario
se hallaba su autor ausente de Inglaterra.-(Vase a Burney, obra citada,
vol. 4.O, pg. 104).
204 OBRAS COMPLETAS Di? VICUNA MACEENNA

neros, arzobispo de Lima. Y no sera por tanto la mitra de


un anciano el baluarte que protejera aquellas vastas posesio-
nes de una manera tan repentina amenazadas.
No faltaban, en verdad, los recursos militares. Ya desde ha-
ca cincuenta aos y despus de la derrota que di a la flota
de Montes Claros en el mar de Caete el almirante Spilber-
gen, su discreto sucesor, prncipe de Esquilache, haba puesto
en pie de guerra cinco galeones y dos lanchas con ciento cin-
cuenta J- cinco caones, adems de trece que se hallaban mon-
tados en dos bateras a harbeta para la defensa del Callao ( 1 ) .
Pero con el curso del tiempo, la seguridad que fu ofrecien-
do la ausencia de los enemigos que haban doblado el Es-
trecho, y ms que todo la incuria espaola, polilla sorda e in-
visible que el historiador encuentra en todos los negocios con-
eernientes a la Amrica, dieron lugar a que aquella saluda-
ble vigilancia originada en la correra de Drake y sus suce-
sores, cayera en descostumbre.
La captura de Panam por el filibustero Morgan en 1670,
empero, vino a abrir lw ojos al peligro hacia un nuevo rum-
bo, al paso que por el Sur se anunciaba la aparicin y estable-
cimiento de ;in considerable cuerpo de enemigos, de cuya f-
bula singular hemos de decir algo ms adelante.
Slarmada entretanto la Corte por uno y otro motivo, des-
pach desde Espaa dos aos despus al clebre conde de Cas-
tellar, don Baltasar de la Cueva, a fin de poner en armas todas
las costas occidentales de la Amrica de1 S u r .

xxx
Tom posesin de su destino el nuevo virrey el 15 de Agosto
de 1674 y se aplic desde luego a organizar la defensa del rei-

(1) Los buques que Esquilache entreg a su sucesor e1 conde dc Giiadal-


cazar en 1625 y con los que ste defendi el Callao contra la poderosa es-
cuadra de LHeremite, eran: el galen Loreto, de 44 caioncs v cien hombres
de tripulacin, y ste era la capitana; e! San Jos de 32 piezas (almiranta);
el Jess M a r i a de 30 caones, (uno de los que haba batido Spilbergen
en 1615); el S a n Felipe y Sunfiago de 16; los pataches San RartoZomP v San
Francisco, de 8 piezas cada uno, y dos lanchas con dos raones cada una.
Las bateras del Callao estaban servidas por un presidio de cinco compa-
as veteranas de a cien hombres cada una, y montaban aquellas, la una sie-
te caones y seis la otra.
HISTORIA DE VALPARAfSO 205

no. Di carena a los tres buques de que por ordenanza cons-


taba a la sazn la Armada del Mar deZ Sur (capitana, alrtu-
ranta y patache), y a trueque de un corregimiento, compr
un galen mercante que estaba construyndose en el astillero
de Guayaquil por cuenta de un mercader. Fundi al propio
tiempo con cobre de Chile veintisiete piezas de bronce y dm
culebrinas reales, las de mayor porte hasta entonces conoci-
das, dotndolas coil cerca de dos mil balas de aquel metal.
E n cuanto a las armas menores, durante los cuatro aos que
tuvo el poder, dej el conde en las salas de armas del Callao
8,618 bocas de fuego, no habiendo encontrado a su ingreso
sino 467 mosquetes antiriiados (1).
Respecto de tropas voliintarias, alcanz el diligente virrey
a reunir en un campamento q u e estableci a las puertas de
Lima en Dicicmbre de 1675 hasta 8,433 soldados, de los que
el mayor niinero era gente de a cahallo
Mas. separado Castellar del virreinato en 1678 y acusado
de carqos (le ipnominin para su probidad, hubo de tomar atro-
pelladamente las riendas de la administracin el arzobispo ya
nombrado, insigne disputador de preeminencias eclesisticas,
pero que as saba de armas como los compaeros de Sharp
de sus episcopalcs misas y homilas.

Slo el 26 de Junio de 1680 haba llegado entre tanto a


Lima, va de Guayaquil, la fatal noticia del desastre que ha-
ba ociirrido en Panam5 tres meses haca, y caus asombro y
espanto general. "Era corto el nimero de enemigos, escriba,
en efecto, un ao ms tarde el virrey-arzobispo a su sucesor;
pero venan ron los alientos d e vencedores y con la temeraria

(1) Las armas quc: clsiarian en Lima y el Callao a la salida de Castellar


en .Julio de 167s consistan en 1.848 mosquetes, 4,590 arcahiices, 2,180 ca-
rabinas y 1,819 chuzos o actas de lanza. Los arcahuce eran de hierro de Viz-
caya y fabricados en aqiiel pas. Se hal!aban adems provistos de frascos,
fraquillos y tahais de baqueta de Moscooia, que no sera probablemente
como el moderno cuero de Rusia. Por real orden de 16 de Noviembre de
1676 se habfa dispuesto tambin que se le remitiesen de Espaa doce mil
bocas de fuego para la defensa del Per. Vase la Memoria de Castellar, fe-
chada en Lima el 4 de Agosto de 1681.-iMemorias de los uirreyes, vol. 1.0,
articulo Guerra.
206 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

desesperacin de necesitados, gente endurecida en el volunta-


ric! trabajo de su ocupacin, diestra en la nutica, en que ni-
camente entienden y no menos pronta y expedita en el ma-
nejo de sus escopetas y pistolas, que son las armas de que
se valen por la prontitud de su golpe y chispa, aunque de
inferior alcance a nuestros mosquetes (1).

XXXII

Felizmente la plaza del Callao se mantena bien artillada


y la armada real, contra lo ordinario, liallbase milagrosamen-
te en condicin de salir al mar ( 2 ) . Consultados en conse-
cuencia y de carrera los militares, el comercio y por supuesto
los clrigos, los frailes y los inquisidores, acordse hacer salir
aqiilla en el acto y directamente a Panam con el objeto prin-
cipal de cerrar el paso del Darien a los corsarios. Aquellos
consejeros insensatos crean todava, como haba supuesto don
Francisco de Toledo cuando Drake penetr por el Estrecho,
que los inyasores no podan volver sino por donde haban en-
trado, y por eso se empeaban en obstruirles aquella preciqa
va.
El 8 de Julio, una semana despus de recibido el aviso, h-
zose a la vela la gran armada del Mar del Sur, provocada por
un puado de audaces salteadores que sabran burlar todo su
poder.
Componase aqueila del galen Nuestra Seora de Guadalu-
pe, de 32 caones, que montaba el general en jefe don San-
tiago Pontejos Salmor, caballero de la orden de Calatrava; del
Ran Jos, tambin de 32 piezas, en que iba la insignia del al-
mirante don Pedro de Sarrilla, caballero de Alcntara; de
una nave armada en guerra, que mandaba el capitn de fra-
gata don duan Ramrez de Miranda, y de un chinchorro, o

(1) Memoria del virrey Lian del 6 dc Diciembre de 1681.


(2) Segn el documento arriba citado. existan al tiempo de la invasin
de Ins bucaneros ocho fuertes en el Callao. Eran: el Santiago de 8 caones;
el S a n Ignacio de 7; el San Pedro de Mancera, que dominaba la plaza del
presidio, ton otros 7; el San Lorenzo el real con 8; el S a n L u i s , que miraba
a la mar brava, con 7; el Santa Marfa, que estaba a la lengua del agua, con
2; el San Miguel con 3 culebrinas, y por ltimo otro castillo llamado tambin
el Santiago, con 6 de estas iltimas. La guarnicin se compona de 1,088 ph-
zas y haba a m8s un tren volante en Lima compuesto de 10 piezas.
HISTORIA DE VALPARAfSO 207

embarcacin menor a remos, que iba al cuidado de un don


Francisco de Ayala. Por manera que salieron a campaa cua-
tro buques de guerra con ms de sesenta caones y 727 ani-
mosos tripulantes. ( Embarcse en la armada, dice el virrey,
mucha juventud noble, no solo consolados, sino gustosos de te-
ner servicio en este mar y de velar, y a su imitacin corri
con buen nimo la gente de inferior clase.
El patache San Lorenzo, que cargaba veinte caones, que-
daba anclado en el Callao para atender a las contingencias
de la guerra.

XXXIII

Al propio tiempo despach el virrey cuatrocientos arcabu-


ces a Guayaquil, donde mandaba como corregidor u n viejo
soldado llamado Dcmingo Iturre Gastelo, y cuya plaza haba
recientemente fortificado, con una batera de seis piezas y otra
opuesta de cuatro, el ingeniero y sargento mayor general de
batalla Luis Venegas Osorio. La guarnicin de esta ciudad
constaba de 830 plazas colecticias ( 1 ) .
8 1 corregidor de Piura envi tambin el arzobispo ciento
cincuenta bocas de fuego para la defensa de Paita.
En Lima quedaban sobre las armas ocho mil hombres divi-
didos en reintiocho compaas, de las que seis de infantera y
el resto de jinetes; tropa toda bisoa y reclutada, siendo casi
su mitad indios, y tina parte no pequea negros y mulatos ( 2 ) .
El tren de artillera volante destinada a la defensa de Lima
contaba adems de dieciseis piezas, y haba en el Callao un
repuesto de otras treinta con 25,000 balas de mosquete, 50
botijas de plvora y 50 quintales cuerda mecha, pues la chis-
pa de pedernal era aun desconocida, y mucho ms lo era el
fulminante.
Tal se mostraba en conjunto la formidable resistencia desti-
nada a los temerarios piratas que venan a robar tres reinos
sin mas armas que una vela rota y un fusil!

(I) Ringrose, p8g. 292.


(2) Segn la memoria Lian, los indios eran 3,500,los negro8 380 y los
mulatos 450.
208 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XXXIV

Mientras tena todo esto lugar en Lima, los forbantes se


dirigan tranquilamente de la isla de la Plata, en las costas
del Ecuador, a la rada de Arica, donde imaginaban iban a en-
contrar tirados en la playa, como en el tiempo de Drake, las
barras de Potos que se enviaban a Lima por aquella va.
A poco de venir navegando echaron a pique, frente a Man-
ta, el buque que hemos dicho mandaba el americano Cox, a fin
de hallarse ms expeditos en un mar desconocido, y despus
de haber apresado Srente a Guayaquil (Agosto 25) un buque
que el corregidor de aquella plaza mandaba a su descubierta,
se acercaran a la costa de Trujillo, donde echaron a tierra el
mayor nmero de los prisioneros que desde el combate de Pa-
nam mantenan trabajosamente a su bordo. Reservronse
nicamente al bravo capitn Peralta, al comandante del nue-
vo buque apresado, que era un don Francisco Barahona, her-
mano del almirante muerto en Panam, y quien con solo trein-
t a y cinco hombres les opuso una valerosa resistencia, digna de
su nombre.
Navegaron en seguida los bucaneros, ya en pleno Mar del
Sur, sin otro accidente que un eclipse de sol observado el 13
de Septiembre; pero con tan prolija marcha que slo el 26
de Octubre, es decir, despus de una navegacin de ms de
dos meses, llegaron ii la vista del morro de la codiciada Arica.
Intent Sharp desde all hacer u n desembarco, pero obser-
vando las colinas cubiertas de jinetes y acoderados seis buques
contra una isla, en ademn de resistencia, amedrentse, y de-
sisti de su empresa.
Devorados por la sed, empero, pues pagbase a bordo una
botella de agua en treinta pesos, resolvieron los piratas des-
cender en el valle vecino de Hilo, donde los pobladores, por
va. de sebo y con el propsito de exterminarlos con el nfi-
mero, les dejaron proveerse de aqua, aceite, azcar y otras es-
casas provisiones. El reparto del ltimo artculo nombrado
ascendi a siete libras por cabeza.
El mircoles 3 de Noviembre de 1680, levaron otra vez ancla
los piratas, y llevando siempre en vista la vuelta del Estrecho,
hicieron rumbo a las costas de Chile.
HISTORIA DE VALPARAfSO 209

xxxv
La armada del Mar del Sur, durante el largo intervalo co-
rrido desde Junio, habase mantenido del todo ociosa en la
baha de Panam, celebrando irrisorios parlamentos con los
indios del Darien para que obstruyesen el paso a los corsarios,
pues sta era la gran idea que dominaba en la campaa. Por
manera que slo cuando Sharp sala de Hilo, volva aquella
de regreso a Paita, donde entr el 29 de Noviembre.
E n cuanto al patache San Lorenzo, emprendi tambin un
crucero hasta Arica, al mando del gobernador del Callao don
Manuel Pantoja, con 150 hombres escogidos, pero, a su arribo,
ya Sharp y los suyos se haban alejado, burlando en todas
partes a sus tardos perseguidores. A todo esto el almirante-
arzobispo contentbase con exclamar cristianamente y confor-
me a su misin en este mundo: No se encontr al enemigo
por la voluntad de Dios Nuestro Seor! ( 1 ) .

XXXVI

Toda la compensacin d e aquellos costosos sacrificios, toda


la hazaa de aquella larga campaa de errores, de esperan-
zas y de pater nosters, haba sido nicamente una acechanza,
porque habiendo hecho un desembarco en la costa de Barba-
coa, la tripulacin de cierta canoa extraviada despus del asal-
to malogrado de Pueblo NZCCVO, vino a su encuentro el corre-
gidor de Tumaco, Juan de Godoy y Prado, y poniendo sus
fusiles al abrigo de unos rboles, mat de una descarga siete
de los ocho aventureros, incluso a Eduardo Dolman, dice el
virrey Lian que vena por su cabo, hombre de valor, pues
ofrecindole cuartel por aprovechar de l, por todos los me-
dios de la guerra, noticia de los desiynos contrarios, quiso pri-
mero morir, acompaando con el uso de las armas la vida,
hasta que la perdi6 de los repetidos golpes de las balas. Era
persona que se entendi hacer falta a los piratas, as por su

(1) Memoria citada, pg. 330.

Historia de Valparaso 14
210 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

espritu belicoso, como por las noticias que tena de estos rei-
nos, respecto de haber estado en Lima" ( 1 ) .

XXXVII

Tal fu el origeii y crecimiento de aquella horda terrible,


precursora de muchas otras ms formidables todava, cuyo cla-
rn de guerra iba a escucharse durante cerca de diez aos
hasta en las ms humildes i s h y caletas de nuestro vasto li-
toral !
Y como preliminar forzoso de la inanera en que vinieron, de
los estragos que a su paso sembraron, 1- por ltimo, de los me-
dios cmo al fin tornaron a volverse y se extinguieron, hemos
trazado esta rpida a la par que indispensable resea de la cuna
y crecimiento de los bucaneros en el Mar del S u r .

--
(1) Memoria citada, pg. 331. Alcedo, con su acostumbrada e incorregi-
ble falsedad, dice que Bolman traa cuarenta bucaneros, y que de stos p e
recieron siete, quedando heridos los dems. De aquel cuenta que le atac
Godoy en persona, won espada y daga, y tenindole cuasi rendido, le daba
cuartel; pero prefiriendo l morir peleando, antes que rendirse, le acab6
de matar a cuchiiiadaw.
CAPITULO X V I

SHARP EN COQUIMBO

-41 terminar el captulo precedente dejhamos a los bucane-


ros navegando al Sur, despus de su mal xito de Arica, en
demanda de algin puerto de Chile que poner a u c o de vitua-
llas y riquezas paya dar en seguida la ruelta del Ebtrtlcho a
su punto de partida, que era el Mar de las Antillas.
IIcese preciso, pues, a fin de comprender con acierto sas
operaciones y los aprestos con q u e eran agnardndo~ a lo lar-
go de iiurstro litord martimo, retrogradar algSin tanto en
Asta relacin, que ha& aqu ha sido slo el indispensable pre-
liminar de nuestra crnica propia, J- por as decirlo, doins-
tica.

I1

La captura de Panam por Morgan en 1670, acontecimiento


verdaderamente anicricano, y que para los colonias espaolas
del Mar del Sur tuvo idntico significado a la expedicin de
Drake por el Estrecho en el siglo precedente, coincidi feliz-
mente en Chile COR la promocin a su capitana general de
un hombre superior, de quien en otro libro hemos dicho fu
en nuestro pas durante el siglo XVII lo que en el siguiente
el esclarecido OHiggins. Tal era el general de caballera don
212 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

J u a n Henrquez, natural de Lima, hombre de armas, de leyes


y aun de letras, poique era tan buen togado como capitn, y
no menos distinguido como persona de general entendimiento.
Posesionado apenas del mando el 30 de Octubre dc 1670,
el nuevo gobernador hizo inmediatamente alarde de armas,
y siendo el reino tan escaso de pobladores y hallndobe tan
diezmado de gente de guerra por la lucha devoradora y eter-
zia con los araucanos, no menos que por las epidenirs, al-
canz a enganchar hasta setecientos voluntarios de todas con-
diciones, en su mayor nmero vecinos de Santiago y su co-
marca. No tuvo, empero, igual fortuna en la procisin de
armas porque slo se hallaron en los cuarteles de :a capital
5; en sus domicilios tres mosquetes, 129 arcabuces, 124 escope-
tas, diecisis pares de pistolas y 163 astas de lanza.
Para suplir de alguna manera una eficiencia que apenxs
parecer verosmil a quienes no hayan conocido a orido la
vida de las colonias de Espaa, envi el virrey dei Per a
Valparaso ocho caones de bronce de ms que mediano ca-
libre, con orden de que los montasen en una nueva batera.
Fu este el origen del castillo de la Concepcin, c7:yas rui-
pas se vean en pie no hace muchos aos en el cerro de su
nombre, habindose edificado hoy en todo su circuito u n ba-
riio de alegres e inofensivas mansiones.

Mas, calmado el sobresalto del primer peligr6, y Tueltos


los Inimos a su habitual iiicuria, quedaron los caones tira-
dos en la playa, y los soldados, voluntarios de una +.Sra, dis-
gersronse en las chcaras y estancias. Slo Henriqucz po-
na alguna vigilancia, si bien habra de estrellarse sicmpre
con la pereza comn y con algo que ha sido an :,cor que
el ocio, por que es su eterna nodriza y camarada-la pobre-
za. No haba a la verdad por esos aos en las areas IC Chile
el precio del jornal de un albail que echase los ciinientos
de un bastin en nuestro puerto principal, y ya en otra his-
toria vimos que aun para trabajar la concha de ladrillos de
la pila de bronce colocada en la plaza mayor de SantiagJ
HISTORIA DE VALPARA~SO 213

hubo de recurrir el Presidente a uno de sus propias escla.vos,


que entenda aquel oficio ( 1 ) .

IV

Con la misin especial de guerra que trajo a Amrica en


1674 el virrey conde de Castellar, de la que ya hemos hechn
recuerdo, adelantse con todo en alguna manera la defensa
de nuestras costas bajo la presin de sus frecumtrs y pe-
rentorias rdenes. Siendo (dice el mismo potentado en su
Me~noria,escrita ms para su vindicacin que por va d t con-
sejo a su sucesor) la principal y de mayor importancia a la
monarqua, la seguridad y defensa de este rcino, tan ape-
tecido y envidiado de todas las naciones extranjeras, luego
quc fu recibido eii su gobierno, apliqu todos los medios
concernientes, reconociendo en persona los parajes martimos
cle la cercana del Callao y Lima, donde el eiiemigo pudiese
a l t a r en tierra y hacerle opsito, y dando para todcs los de-
ms del Per, Valdivia y Chile, las rdenes convenientes, en-
vlando las armas, municiones y pertrechos necesarios, encar-
gando a todos los corregidores y gobernadores, la disciplina
militar de toda la gente de sus partidos y que la tuviesen
pronta para acudir con ella a la parte que fuesen avisados

( 1 ) A fin d e qiie los que no hayan leido nuestra IisioricL de Srmtiugo no


nos tiitlen de exageracin. rcprotliicinios ntegro eri srgiiida un ncvierdo
contemporbneo y caracterstico del Cnhildo de la ?spital, con la prevencin
especial de que q u e l l a corporacin se reuni expresamente en aquel da,
en claustro plrno. para tratar tiel ncgocio a q i i c se refirrr la acta que va II
leerse, y que a esto slo se limit la deliberacin de rse da. .4qiielIa dice
as: CEn la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de Chile. en 17 das
del mes (ir Enero de 1681 aios. Los Seores del cabildo, justicia y regimien-
t o se juntaron en 811 Iiigar acostumbrado para tratar y conferir el bien y
htil dc la repblica. Este da acordaron qiie por la falta que ase la campana
del cabildo, ass liara llamar a los capitulares los das acostumbrados como
para combocar los ministros cnlas orasionrs dc las fugas tic las c:rceles
y aser la srial de la queda, para que a las nueve se rcrnan las personas que
lo deben &sera &a hora, se llame a Xicolis I.pes, inacjtro c m m , que paga
senso a los propios de rstr cahildo y se le ob1i;iir a que, p ~ cuenta
~ r de los
rditos, aga se ponga la lengiieta a la dicha campana drntro de diexisis
das y se comete esta cliiigencia al S. Licenciado d.on Jos GonxSlez Man-
rrique, abogad de esta Real Audiencia y alcalde ordinario de esta ciudad
y con esto se cerr este cabildo.-D. Jos Gonzlez Manrrique.-D. Pedro Re-
calde Briseo.-D. Jernimo de Vi1laln.-D. Diego del Aguila-D. Juan
Antonio Bara.-Antonio Ponce de Len.-Matins de Uga, escribano p-
blico y de ciudad..
224 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

G instase ms la necesidad; y para prevenirla con anticipa-


cin, sin que el descuido ocasionase malos sucesos, les orde-
n tambin, que en todas las costas martimas y cerros ms
eminentes hubiese continuas centinelas y que stas con las
candelas y alum bradas manifestasen las velas que reconocie-
sen en la mar, con las dems precauciones convenientes en
5emejantes casos (1) .
Y en seguida, concretando ms sus ideas y medidas con re-
lacin a Chile, se expresaba de esta suerte en el propio do-
cumento ya citado:
Habiendo tenido noticia que las ocho piezas de artillera
que reniti el sefior virrey y conde de Lemos, para el -fuerte
que se fabricaba en Valparaso, estaban todavx sin enca-
balgarse, ni hacerse las cureas, le advert la omisin al se-
or Presidente, gobernador y capitn general de aquel rei-
no, y remitindole cincuenta botijas de plvora fina con 2,976
libras, 100 balas razas de bronce vitola de a 14 libras y 24
jurguescas o moldes de hacer balas de mosquetes, arcabuces
y carabinas, como parece de la certificacin del T-eedor ge-
neral y contador del sueldo, le orden se hiciesen h e g o las
cureas y encabalgase las piezas como lo ejecut sin ms di-
lacin, de que Su Majestad se sirvi d a m e gracias en cdu-
la de 17 de Julio de 676 y as mismo dispuse se acahase la
fortificacin de aquel puerto, cuya planta se remiti a Su
Majestad ( 2 ) .

Tratbase, pues, segn se deja ver en las autorizadas pala-


bras anteriores, de fortificar a Valparaso de una manera
cientfica, y se haka llegado hasta levantar los planos o, eo-
mo decase, la planta de sus reductos y murallas.
lins en los asuntos pblicos de esta parte del mundo nada
haba ms distante que la idea y su ejecucin, como palma-
riamente lo estamos observando cada da hasta en les meno-
res sucesos de nuestra existencia domstica y nacional. Y des-
de luego la defensa de Valparaso se hallaba colocada entre
___
( I ) hfcmoriss de los virreyes, t . l.O, p6g. 233.
(2) Memoria citada, pg. 236.
HISTORIA DE VALPARAfSO 215

dos imposibles: la consulta al rey por una parte, segn lo in-


sinuaba Castellar, y la absoluta penuria del erario, confor-
me todos los das era representado por el empeoso Hen-
rquez.
Inutilmente haba solicitado ste de los tesoreros del rey
en Chile y de su representante directo en Lima que le
permitiesen techar mano, siquiera por un ao, de las rentas
de la aduana (los almojarifazgos, segn era la palabra tc-
nica del tiempo) de aquel puerto, salvaguardia de la qaietud
y prosperidad de toda la colonia. Mas como se lo negaron,
haciendo verdaderos milagros de ahorros y de arbitrios pu-
do el Presidente, mediante su asistencia personal, moii.!ar en
sus cureas los caones del conde de Lemos y presentar algn
reparo a las bodegas y pobres domicilios que en otro lugar
dijimos iban agrupndme en torno de la antigua ensenada
de Quintil. E l puerto de Valparaso, deca a este propsito
el virrey Castellar, es el ms principal y de donde pende el
trjfico y comercio con el Per. Pero al propio tiempo que-
ra, como los chilenos de ogao, que se defendiese a toda cos-
ta, menos la del oro.
Al fin, por una real cdula de 4 de Febrero de 1678, fruto
sin duda del incansable reclamo del Presidente Henrquez,
concedi la corte de Espaa la aplicacin de los almojarifaz-
gos al ramo de fortificaciones en el puerto de Valparaso, si
bien su monto en esa poca era algo equivalente durante un
ao a lo que hoy da producen en cada hora de servicio ac-
tivo sus diversas oficinas. Doce mil pesos, que a ms de esca-
sos, constituan un odioso monopolio pagado al rey por los
alcabaleros del asiento.

VI

Con este auxilio y la buena diligencia del capitn general


de Chile, poda Valparaso ostentar algunas bocas de fuego
sobre sus murallas cuando los bucaneros de Sharp hacan
rumbo a sus playas. Y nicamente a esta previsin debase
que aqullos no viniesen a insultarle impunemeiiie c9mo lo
haban hecho todos los corsarios que les haban precedido.
Por esta misma causa los forbantes pusieron sus ojos y
216 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

su codicia en la ciudad de La Serena, que era a la sazn,


despus de Santiago y de Penco, la tercera poblacin del
reino.

VI1

Ignrase a punto cierto cul era el nombre del capitn de


guerra que en aquel conflicto desempeara el correginiiento
de Coquimbo. Pero hay razones positivas para sui)oner no
lo sera el conocido general don Francisco de Aguirre, des-
cendiente del ilustre conquistador, pues aunque a q a d fuera
vecino y encomendero de La Serena, sbese con certidumbre
que a la aparicin de los bucaneros en el Norte, iial!base
en la capital. Como cosa segura, nicamente consta que Hen-
rquez, preocupado siempre en la defensa del litoral con cor-
tsimos recursos, haba nombrado el 7 de Diciembre dc, 1680,
esto es, una semena justa antes que Sharp apareciera en el
mar de Coquimbo, teniente de corregidor del partido de Co-
piap y capitn de guerra a un oficial llamado Juan de
Arrano, que haba servido de alfrez en Arauco por espacio
de diez aos (1).

VI11

Entre tanto, el buque pirata vena adelantando lentamente


desde Hilo, contrariado por los vientos reinantes del Sur y
de tal suerte que habiendo dejado aquella rada el 3 de No-
viembre, segn vimos, presentse delante dsel puerto de Co-
quimbo slo en la media noche que precedi al memorable
13 d e Noviembre de 1680 (2).

(1) Despacho del capitn Arrano inserto en la acta del Cabildo de San-
tiago del 7 de Diciembre de 1680, fecha en que se registr, segn era cos-
tumbre para dar valimiento y ejecutoria a todo tftulo militar. E n ese des-
pacho el Presidente dice que le nombraba con motivo de los peligros de mar
que ofrecan los enemigos, y en consecuencia, le autorizaba para enrolar
gente de a caballo, disciplinarla y conducirla a la costa, cuya vigilancia le
encargaba especialmente. (Archivo del Cabildo de Santiago).
(2) Ringrose, generalmente tan exacto, comete en esta parte de su dia-
rio un error de fecha de ms de diez dfas, porque fija el Viernes 3 de Di-
ciembre como el de la ocupacin de La Serena. Su equivocacin est, no
obstante, demostrada en varios documentos contemporneos y por el al-
manaque mismo de aquel ao, pues el 3 de Diciembre de 1680 no fu da
HISTORIA DE VALPARASO 217

Sharp haba dejado su barco a medio esconder entre los


vapores de la alta noche y la sombra dc los farellones de la
costa, de suerte que sin ser visto de cerca, ech en tierra, an-
tes de romper el alba, una cuadrilla de treinta y cinco ar-
cabuceros en la vecindad de un granero que all haba. Juz-
gaba el corsario que iba a dar una sorpresa irremediable, y
que aquel puado de hombres bastara para el intento de apo-
derarse de una ciudad indefensa y dormida.

S e engaaba esta vez el osado caudillo bucanero, como


en todos los casos anteriores, porque la alarma de su pari-
cin haba cundido con la celeridad del pnico desde Pana-
m a Calbuco, despus del terrible desastre de aquella baha
en Abril del ao que iba a fenecer. Mediante el plan de hu-
maredas y fogatas que el conde de Castellar haba dejado
establecido desde 1676 (primer telgrafo que tuvieron los
chilenos desde Copiap a la Concepcin), habase en efecto
sabido en La Serena el 9 de Diciembre que los piratas nave-
gaban a la altura del Huasco. Y con este aviso toda la pobla-
cin psose en cobro, huyendo cada cual con sus tesoros y
enterrando l o que no podan salvar, ni ms ni menos como
en las famosas (vsperas del Bonabardeo, que durnron esta
vez, como aqullas, cuatro das. Toda la gente de pelea tom
las armas y mont a caballo, hasta el nmero de doscientos
y cincuenta, dice con alguna exageracin, el bucanero Rill-

Vicrnes sino Martes. E l virrey Lian fija ron toda seguridad el Tiernrs 13 de
Diciembre y en la propia cartula del libro de actas del cabildo de Santia-
go que comienza el 1.0 de Enero de 1681, se lee como una fecha digna de
eterna memoria la inscripcin siguiente:-cY a fines del ario pasado de
16S0, Viernes 13 de Diciembre al amanecer, saque6 el enemigo de Europa
a la ciudad de La Serena de este dicho reino de Chile..
E l error de Ringrose, en que naturalmente han incurrido todos los escri-
tores europeos que han narrado estos sucesos, queda todava ms defini-
tivamente comprobado por la fecha que asigna al ataque posterior de Ari-
ca, en el que sufre tambin una equivocacin de diez das, pues lo sea-
la en su diario el 30 de Enero de 1681, habiendo ocurrido el 9 de Febrero
siguiente.
218 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

grose, que, no obstante, los avist en las colinas y pudo con-


tarlos (1) .
Cuando la descubierta de las bucaneros iba avanzando si-
lenciosamente por la arena en demanda de la deliciosa Vega,
que orla el anfiteatro de La Serena como una franja de es-
meralda, al paso que la protege con sus zanjas y cetos de
rboles, presentse a su vista la columna de jinetes que los
aguardaban, desplegando en batalla y en ademn de conte-
nerlos. Mas, no obstante su sorpresa y su profunda cons-
ternacin al verse as descubiertos (pues esto malograba el
fruto del botn), aquellos (demonios del mar, como eran
conocidos por la fama, cayeron con tanta furia sobre la gen-
t e colecticia, que matndoles tres de sus ms valientes sol-
dadas, dice Ringrose, e hiriendo otros cuatro, los pusieron en
completa confusin. Con todo, como iban montados, si,guie-
ron los de La Serena escaramuseando a fin de atraerlos al
llano que hoy se llama de Peuelas, y en el que dos siglos
ms tarde, en u n da no menos memorable (13 de Octubre
de 1851), otros tucancros de tierra, vestidos de salvajc chi-
rip, recibiran el condigno castigo debido por los bravos a
viles mercenarios.
No tuvieron tan generosos pechos ni tan probada fortuna
los defensores de La Serena en el aprieto que contamos, por-
que (tmidos o inexpertos, dice de ellas el virrey Lian, se
retiraron a la primera carqa que recibieron de los corsarios
en la marina.
Comprendiendo, entre tanto, Sharp y sus secuaces, cuyo
nmero apenas llegaba a noventa y dos, que la caballera
coqujmbana se esforzaba por empujarlos a u n terreno desven-
tajoso, metironse en la hmeda V e g a , y al abrigo de sus cau-
ces, que estorbaban eficazmente la accin de los caballos, ga-

(1) bTohacemos gran cuenta d e la euactituc! de! I,fimpro en est:is relacio-


nes, pues casi siempre se doblan d e una v otra p i t e ; isero n o s parece que
k i F r o s e conjete aqu dos errores graves drhic!cs ,o in, iTI1-rrfrrI n informa-
ci6n qiir e era dado reroger en lo? Ii1rrart.s. piips yr; i!na liarte a5ewra
qiie lo.: cociiiimbanos haban recibido iin r r f i i ~ ~ de
r~o40 honiliies d e Aiica,
circunstancia que no menciona ningn dririipclnto ronteninorheo, ni el
biicariero dice como pudo venir antes que ellos F 1 otro hecho es e! d e w e
los hahitantes d e La Serena haban miierto a la mayor parte de sus indios
d e encomienda, a fin d e que no se alzasen e hiciesen causa comn con 10s
piratas.
HISTORIA DE VALPARAfSO 219

naron la desierta ciudad en los momentos en que el sol aso-


maba por el valle entre los altos picos de Brillador y Cerro
Grande.

XI

El piloto espaol que conduca la nave de los bucaneros,


cuyo nombre era Nicolas Moreno, habales dicho que la civi-
dud de La Serena, como la llama Ringrose, no pasaba de
ser una aldea de poca consideracin. Grande fu pues la sor-
presa de los advenedizos al encontrarse en un pueblo tan
prspero como !iermoso, con calles espaciosas, cada una de
sus casas rodeada de jardines, y destacndose, sotre los pin-
toresco., anfiteatros en que se hallaba edificado, los campa-
narios de sus siete iglesias, pues tena de stas tantas como
antes pecrdos capitales, al decir de los primitivos cronistas
que por ese nomhre la llamaron-una iglesia por cala peca-
do. "1i:ncontramos en ella, dice Ringrose (py. 349), n o rnc-
nos de siete iglesias y una capilla. Cuatro de aqdl!ns perte-
necan a conventos de frailes, y todas ellas tenan rganos
para las solemnidades del culto. Cada casa poseia 7 n h i m -
t o p un jardn, '- se hallaba tan limpia y bien amueblada
como las propias de Inglaterra. E n las arboledas ciicontra-
mos fresns tan grandes como nueces y muy deliciosa:; al gus-
to. E n una palabra, todo en la ciudad de La Serena era esce-
lente y delicado (pxcellent and delicate) y muy suprrior a lo
que podamos esperar en una comarca tan lejana". Tal era
el.fruto primitivo de la industria que ms ha engrandecido
a Chile en aos posteriores, y cuyos toscos talleres divisaban
por la noche los corsarios. iluminados por la llama anifrada
sus chimeneas.

XI1

La ciudad se hallaba completamente desamparada, entre


tanto. Pero en su tenaz rebusque de tesoros escondidos, los
forbantes encontraron al fin un monje que por algn moti-
vo se haba quedado en el fondo de su claustro, puesto que
aqu haba de cumplirse el hecho peculiar de que, as como en
220 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

todas las casas del mundo no ha de faltar jams una mujer,


as en las de Amrica y especialmente en las de Chile nun-
ca ha de faltar un fraile.
Por ste y por un negro esclavo que se vino aquella ma-
ana fugado del campo de los espaoles, supo Sharp que los
fugitivos se hallaban en el valle. Y all envi a mei!ia noche
una columna de cuarenta hombres a cargo de su contra-
maestre.
XI11

Aquella expedicin result infructuosa, porque los buca-


neros regresaron sin ms presa que una india vieja y dos chi-
cuelos. Pero en la maana siguiente, bajo bandera de parla-
mento, presentse en los suburbios del pueblo el corregi-
dor derrotado, y ajust con Sharp un pacto de rewate, se-
gn el cual La Serena sera devuelta inclume a sus morado-
res, mediante la suma de noventa y cinco mil pesos que en
dinero sellado deba contarse en la maana del da 15, a una
hora sealada.

XIV

Fuera ardid, fuera impotencia, el dinero, empero, no vino,


y al contrario, por la noche, soltaron los habitantes expulsa-
dos una represa de agua sobre las calles del piisblo con el
fin de incomodarlo y ofender a los piratas, segn &tos su-
pusieron. Nas el hecho no pudo ser sino casual o a lo m&
dirigido, como lo cree Ringrose, a amortiguar el efecto de
las llamas a que consideraban irremisibleincntc condenada la
infeliz ciudad.
Ocurri tambin aquella noche, hacia la hora de las nueve,
un recio temblor de tierra que infundi cierto pavor a los
forbnntes. Recondaron entonces el eclipse de sol y el cometa
misterioso que al alba de una maana (la del 19 de No-
viembre) haban observado en su itinerario por el Mar del
Sur, y debi ganar sus rudas almas un supersticioso recelo.
Eran aquellos signos, tristes presagios para un purlblo que
vivi todo un siglo de martirios, y que en esas propias horas
6e senta consumido por una hedionda epidemia.
HISTORIA DE VALPARAfSO 221

En vista de todo esto, los bucaneros resolvieron pcner fue-


go a la ciudad, y el Lunes 16 de Diciembre, en la hora en
que de costumbre penetraban los fieles en sus templos para
adorar a Dios, los demonios del mar arrimaban su sacrlega
tea a los altares. Quemamos, dice framente Ringrose, tan
completamente como nos fu posible cada una de las casas
de toda la ciudad, habiendo despachado antes a bordo cuan-
to pudimos saquear en ella.
XV
Aquel infame e intil crimen casi haba tenido m a com-
pensacin heroica y terrible. Uno de los changos del puerto,
cuyo nombre desgraciadamente no ha sido conservado, cual
lo mereca, cabalgando en m a de sus balsas de cuero de lobo
se acerc por la noche silenciosamente a la Santisima Tri-
nidad (cuyo era el nombre del barco pirata, segn ha de
recordarse) y arrimando azufre y pez a su popa, le prendi
fuego. E l humo traicion, sin embargo, su atrevido intento,
y los de abordo previnieron en tiempo aquel fracaso, que de
cumplirse, de una manera u otra, habra entregado ct la lan-
za de los coquimbanos o a la soga del verdugo a iodos los
bucaneros.
Cuando Sharp, una vez quemada la ciudad, se retiraba a
su buque, encontrse en efecto con iina emboscada que pro-
bablemente haba sido dirigida all ]ara cortar su retirada,
y luego, al llegar a la playa, divis la balsa del chango con
la mecha prendida todava.

XVI
]>e algo, no obstante, sirvi esta ltima estratagema, por-
que atemorizados lo bucaneros con el peligro de un nuevo in-
cendio, dejaron en tierra a sus prisioneros, y entre stos el bra-
vo capitn Peralta que en varias ocasiones haba dado sn-
tomas de enajenacin mental, tan dilra haba sido su larga
cautividad !
XVII
De Coquimbo, los bucaneros dirigironse a Juan Fernn-
dez, a cuyo puerto septentrional, sggn el errneo cmputo
de Ringrose, llegaron el da de Pascca de Natividad de 1680.
Y por este santo motivo, aquellos singulares bandoleros que
venan de reducir a cenizas siete templos, saludaron el nata-
licio del Redentor con tres descargas cerradas. . . . (1).

XVIII

E n alas del viento haba llegado entre tanto a Santiago


la noticia del desembarco de los piratas en Coq:iinil;o, y en
el instante el presidente Henrquez cdrri al puerto janto con
el corregidor propietario de La Serena don Fraiicisco de
Aguirre, arrastrando a su paso con sl grito de alarma Sharp
en Coquimbo! (de donde vino el decir vulgar ya lleg
charqui a Coquimbo) ( 2 ) todas las milicias de los partidos
inmediatos.

XIX

Tena el gobernador prevenida en Valparaso, y bajo los


caones de sus fueites, una escuadrilla armada en guerra,
compuesta de un patache de pequeo porte y de dos antiguas
naves de comercio, que se dmominaban la una el Santo Cristo
de Lezo, y el San Francisco la otra. Fcil fu, en ccnsecuen-
cia, apenas lleg el presidente al wrgidero, que aqulla se
hiciese a la vela en direccin al Norte.
Ignrase quin la comandaba. Inclinaramos .t creer fue-
ra el corregidor Aopiirre, si Gay no refiriera que e1 ltimo
march por tierra a Coquimbo, donde reasumi su autoridad.
Acaso el verdadero general de la escuadrilla fu dcn Pedro

( I ) Ringrose, pg. 326.


(2) E n la Historia de Santiago atribuimos una versin distinta a este 1-
timo adagio. Pero indudablemente. si bien aquella no carece de alguna au-
torichd, su verdadero origen es el que dejamos apuntado y cuyo significa-
do se generaliz en el pas a consecuenria de las invasiones posteriores que
los bucaneros hicieron en aquella costa. Y a lZeq6 Shorp a Coquimbo se deca
en el siglo XVII v siguiente por la aparicin repentina de toda persona bu-
lliciosa y alborotadora, as como en el anterior la voz de alarma era el Dra-
que! el Drnque! Despus, la gente de este pas, que ms gusta del charqui
que de idiomas, cambi el nombre del caudillo bucanero en esta expresin
anziloga; en cuyo trueque, despus de todo, no andaban los huasos tan des-
caminados porque el charqui de Chile, segn vimos, no era sino el boucan
de las Antillas.
IIISTORI.4 DE VALPARAfSO 223

de Amasa, corregidor a la sazn de Santiago, hombre de edad


madura, rico, y con fama de valiente, al que vemos apelli-
dado por esta misma poca con el ttulo de almirante en lad
actas del Cabildo de Santiago (1).Poco ms tarde fu go-
bernador militar de Valparaso.

(1) Acta de ,Julio 18 de 1681.-Para mayores datos sohrc <!on Pedro de


Amasa, hijo tiel geiieral don Bernardo de "imam y primo heriiiario del pri-
mer Carrera que vino a C'hilf,, 1!:;0 los ausiiicios tic> aqu.!, vbaiise el cap-
tulo siguiciie J- la IIidoriri tle S'riiiiicigo.
Por ausencia del presidente y dci corregidor de la capital, don Pedro de
Amasa, c!ue anuuvo (lira Incscs embarcado, reasumi el mando superior
de la ciuc:ad el p ~ m don l Pedro I'rado y Lorca.
Parece tambin que el gcitercl Juan Ilodulio Lispergiier tom6 parte en
alguna d e estts expetlicioncs, pues coiista que estuvo en Valparaso y en la
marina.
El n : s importante de los p:monnjes que tomaron parte, en los aprestos
contra Siiarp, sin embargo, fu cl caballero don Gaspar de 10s Itcyes. rico
naviero >- vecino tic Vniparaso, c i : ~ - onombre y estirpe tenemos recorda-
dos en - . x i a s ocasioiiw.
Era don Gaspar, u n csiiallero poriuguhs, natural d e San C h n z d o de Ama-
rantos. <:.incie haija cjrrcido el oficio (!e escribano mayor de ruinas, cuyo
empleo le proporcioii los niedios de comprar un buquc llamado el San Jos,
en el c u ~ dpas6 a Cosia F i r n c , a niediaclos del siglo XTII. I o debih ser es-
casa s u f'c;tiina en esa <:poca ni s u i-alimento, puf's vino al niando (le la guar-
niciii rmi piiesra en el Iiiiqiie ?- con el grado de alf.rez de infantera.
Pas6 a r all al Callno en el servicio militar; y en seguida al presidio (guar-
nicin) tit Valpnraso, asrciidido ya a capitn.
Con s u industria dc navirro y el aumtnto de su capital, el capitn Reyes
colocse al poco tiempo cn r1 primer puesto tit In 1oc:alidad. Y habindose
casado ron la hija (lo uno clr los primitivos rriconitndcros del valle de Quin-
til, doiia hIara \':isciuez, hzose luego de u n a gran parte (le los tc.rre:ics del
purrto. La Cruz de k?eyrr, t>nel centro tie este, lo cst probarido to(1avia.
Reyes era tan industrioso c o r o pnt riota, y , zunqiie portiigi:s, qued fiel
a la ccrona y IC pr&O csprciaies servicios con motivo de la invasin de
Sharp. Fui. uno de estos mantener a s u rosfa cinco soldados de la guarni-
cin de Valparaso y franqaear sin retribucin alguna s u ria-$.o, el S o d o
Cristo de Lezo, ya nombrado. para la expedicin a .Juan Fernndez y, en
seguida, para llevar el situado a Valdivia.
Despiia dr esta Epom subi a mds altos puestos, pues fu alcaide de San-
tiago y corregidor de Colchagua, en cuyo empleo parece lo encontr la ex-
pedicin posterior de Davis en 1687. E n esta u otra ocasin hizo al rey un
donativo de 20,500 pesos, que es como si hoy se dijeran cien mil, tan rico
era.
S u hiio 5 c 0 , don Blas de los Reyes, de quien hemos hablado a prop6-
sito de la rompaa de armador que hizo con s11 primo y cuado don Pedro
Casso, ro mozo, viva en 1717, cuando segn cuenta la Historia de Santia-
go gast cuatro mil pesos de su peculio en la recepcin del presidente Cano.
Muri tres aos despus, pues su testamento se halla otorgado con fecha
de Septiembre 7 de 1720. Una de sus diez hijas, doa Petronila, que falle-
ci el 13 de Julio de 1739, casse con don Melchor del Aguila y M m e z de
Silva, que figur m6s tarde en Valparaso, segn hemos de ver en el prxi-
mo captulo. (Hemos sacado estas noticias de ciertos papeles de familia
que existen en poder del seor prebendado de la catedral de Santiago don
Francisco de Paula Martnez, descendiente directo, por la lnea materna,
de don Gaspar de 10s Reyes. La lnea masculina parece se extingui en don
Blas) .
1.

224 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

No encontr la escuadrilla al pirata, 8iempre invisible cuan-


do se trataba de pelear, en la rads de Coquimbo, pero si-
guilo a las islas, que desde antiguo eran un asilo conocido
de corsarios, y all lo avist en la maana del 12 de Enero
de 1681.
Mas, no bien los forbantes haban columbrado en el hori-
zonte las velas sospechosas, cortaron su cable y s8 hicieron
a la mar, esforzndme por gacar el barlovento, como a poco
tardar lo consiguieron. Jctanse &tos de que presentaron
repetidas veces batalla al enemigo en aquel da y er. la ma-
ana siguiente, y aiaden que como cobarde (cowardly) la re-
hus el ltimo, a pesar de su triple nmero. El presidente
Henrquez, por su parte, escribi al virrey que la escasez
del viento y la cortedad del da no di lugar a q:ie Im suyos
los .abordaran aquella, tarde (1).Siempre la misma y anti-
cuada excusa de la pusilanimidad ingnita del hombre! E n
tierra la plvora y las municiones, y en el mar el viento y
las olas, he aqu la eterna explicaciin de todas las derrotas.
Lo ms cierto es, segn confiesa el sincero Ringrose, que uno
y otro se tuvieron miedo.

XXI

Durante la residrncia de dos senianas que los 1ixaneros


hicieran en Juan Fernndez, precioso tiempo que stos em-
plearon en cazar cabras y en carenar su buque, haba ocurrido
entre ellos una novedad de mucho bulto, porque disgustados
con Sharp por el escaso botn que les proporcionara en La Se-
rena, no obstante sus promesas, destituyronlo de su puesto,
eligiendo en su reemplazo a un viejo corsario, Diadoso pero
brutal, que ordenab:t guardar el Doiningo con rigor inusita-
do, al paso que haca atar a un palo a u n indio anciano que
cogi en Iquique, y porque dijo la .verdad, dispuso ie mata-
sen a balazos.
Sucedi este ltimo y miserable lance cuando los bucane-

(1) Memoria citada del virrey Liiian.


HISTORIA DE VALPARAfSO 225

ros en su huda de Juan Fernndez (donde por la prisa y


el temor olvidaron :u1 indio de Centro Amrica llamado Qui-
llermo que les haba seguido) (1) se dirigan otra vez a a t a c a
a Arica, alucinados siempre con la esperanza de encontrar
all los tesoros que haban hecho del Per y de Potosi dos pro-
verbios de inteligencia universal. Y sucedi que por aquella
muerte alevosa y brbara, Sharp, que era otra vez un simple
capitn, cogi un jarro de agua y lavndose las manos dijo
a los que le rodeatan: ((Caballeros, os pronostico que por
esta injusta muerte, de la que soy inocente, vamos a tener
un dia de calor cuando ataquemos a Arica ( 2 ) .
As sucedi, en efecto, el 9 de Febrero de 1681, perdiendo
all la vida el temerario Watling con veinte de los suyos, des-
pus de pelear todo el da contra fuerzas cinco veces superio-
res, que mandaba el corregidor Gaspar de Oviedo atrinchera-
do en las calles. Slo a las diez de la noche pudo Sharp, a
quien los bucaneros nombraron de nuevo su caudillo en el
calor de la refriega, ganar el amparo de su buque, llevando
todava dieciocho de sus compaeros mortalmente heridos.
En las trincheras de Arica quedaron los cadveres de vein-
titrs espaoles y el nmero de heridos fu mucho mayor ( 3 ) .
La profeca del pirata quedaba cdmplida, y el infeliz in-
dio de Iquique ampliamente vengado !

XXII

No del todo desalentados, los bucaneros hicieron otra vez rum-


bo a la costa de (Chile, proponindose acercarse al Estrecho.

(1) Este es el clebre indio Mosquito que se ha credo ofreci a De Foe


el tipo del compaero de Robinson, y que fu libertado cinco aos ms tar-
de por el corsario Davis. El piloto de Sharp cont tambin a Engrose que
haca mucho tiempo habfa vivido all un nufrago solitario durante cinco
aos.
(2) Engrose, pg. 338.
(3) Segn Alcedo (Aviso citudo), el combate dur desde las ocho de la
maana hasta las cinco de la tarde, y adems de Juan Guarlen (nombre
que los espaoles dan a Watling) y de su portaestandarte, quedaron muer-
tos 23 ingleses. Peralta, en su poema citado, afirma que el valiente Oviedo
recibi tres heridas de arcabuz y que el fuerte en que se estrell Watling,
y a cuyo pie cay muerto, estaba defendido por diez o doce mulatos, quie-
n-, dice, refindose a la muerte del caudillo bucanero: .Fatal ie har el
asalto tan valiente, que vengar en un pueblo un continente,.
Historia de Valparaso 16
226 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA
b
Mas, despus de habm provisto de doscientas cabras y ove-
jas en un desembarco que ejecutaron el Huasco, donde
tambin tomaron doscientas fanegas de harina de un molino,.
torcieron al Norte y fueron a carenarse por la tercera vez al
golfo de Nicoya, en la moderna Nicaragua.

XXIII

Ocho meses ms tarde volvan a pasar por el ocano hacia


las dereceras de Valparaiso (28 de Septiembre de 1681) los
temidos piratas, ricos ahora con el botn recogido bajo la
lnea equinoccial en tres buques diferentes (1). Y doblando
en seguida el Cabo de Hornos (sin llegar a apercibirse de
este paso, en su ruda ignorancia, pues lo llaman simplemente
un mar desconocido), fueron a ezhar sus anclas el 30 de

(1) Los bucaneros en su viaje al Estrecho, desde el golfo de Nicoya, to-


maron bajo el Ecuador varios buques que se haban aventurado a salir
al mar, en la inteligencia de que aquellos se haban ido a travs del Conti-
nente, suposicin que naca del viaje de una partida de forbantes que tom
aquel rumbo.
El 10 de Julio apresaron el Sun Pedro, cargado con plvora, vino, y trein-
ta y siete mil pesos del situado de Panam, a cuyo puerto se diriga desde
el de Trujillo.
Cinco das ms tarde (Julio 15 de 1681) hicieron presa cl chinchorro de
la flota del Callao que haba ido a Lima en Abril con los millones de Poto-
s para ser empleados en la feria de Portobelo o seguir a las cajas reales de
Espaa. Vena a bordo un personaje llamado don Rafael de Ascona con su
esposa, familia y un fraile que consigui huir a Paita en un bote en que
se meti con cinco negros; pero a las 24 horas Sharp, por ahorrar vveres,
di6 a todos soltura, no hallando nada de valor sobre sus personas. Segn
el virrey Lian, que refiere este suceso en completa conformidad con Rin-
grose, por &te y otros accidentes se mand encausar al almirante Pontejoa,
bien que la ltima flota haba ido a Panam bajo la conducta del acreditado
general don Jos de Alzamora.
Por dtimo, despu de una corta resistencia, el 29 de Julio tomaron un
buque de gran porte llamado el Rosario, que iba del Callao a Panam al
mando de un don Diego Lpez y con cuarenta hombres de tripulacin. El
botn en dinero alcanz a 94 pesos por bucanero, fuera de mucha plata la-
brada que se apropiaron; pero ms tarde, segn refiere Burney, (aunque
Ringrose lo silencia) supieron que iban a bordo 700 barras de plata, cada
una de las cuales por lo menos vala mil pesos. Creyndolas de estao, los
bucaneros la desdearon, excepto una que sacaron para fundir balas. Y por
un fragmento de sta que qued abandonado, obtuvo en Londres cierto
platero de la Antigua, a quien lo vendi por el precio del plomo uno de le
compaa, 75 libras esterlinas.
Aunque este incidente nos parece un tanto aventurado, pues es difril
creer que hubiesen embarcado tan gran tesoro fuera de la flota, no puede,
en general, negarse que los bucaneros tuvieron mucho mejor suerte en su
segundo crucero por el Sur-Pacfico.
HISTORIA DE VALPARAfSO 2 27

Enero de 1682, en la colonia inglesa de Antigua, u t a de laa


islas Barbadas, cuyo gobernador r e h d recibirles como a
- sbditos.
Sharp dirigise en consecuencia a Jamaica, donde fu juz-
gado con la misericordia de jueces que ms parecan cm-
plices, J tan.slo por ofrecer una sombra de satisfaccin a la
ofendida Espaa, que se hallaba por ese tiempo en paz con
los ingleses. Ringrose, el fiel cronista de sus hechos, embar-
cse tambin en la Antigua el 11 de Febrero de 1682 y lleg
a Dartmouth con trece de sus compaeros el 26 d e Marzo
prximo, para escribir un libro enemtador por su sencillez
ingenua y para arrojar en festines y en saz-aos lus tesoros
que l y sus camaradas haban acumulado en las desoladas
costas del Pacfico (1).

XXIV

Tal haba ido sido la primera coriwa de los bucaneros de


las Antillas en el Mar del Sur, camsaa de ladrones en que
el valor era ms parte de la avaricia que del herosmo, y cu-
yos hechos, si bien se prestan al pincel sombro del romance,
delante de la historia no alcanzan sino la condenacin debida
a la maldad.

XXV

Deriv no obstante Valparaso de la ruina de Coquimbo


(cuya ciudad no gan Sino un proverbio aadido a los muchos
de su propio repertorio) una ventaja de gran consideracin,
pues, c o n fecha de 16 de Septiembre de 1682, el presidente
Henrquez declar su recinto plaza de guerra, segregndolo

K (1) Antes de separarse, los forbantes de Sharp regalaron su buque a aque-


llos que por haber perdido su parte de b o t h al juego no tenan de que vivir,
y remataron hasta las ltimas bagatelas. Sharp compr un perro faldero
que haban tomado en Iquique en 40 pesos, y se destinaron &tos para un
banquete de adis. Tales eran los singulares hbitos de fraternidad de aque-
llos desalmados que eolian batirse entre s, y de hombre a hombre, como BU-
cedi6 a Engrose con uno de los oficiales del buque en el golfo de Nicoya,
pero que no por eso dejaban de ser siempre y en todo lugar 20s ~ T W D
de la wsia.
228 OBRAS COUPLETAS DE VICURA MACKENNA

del corregimiento de Quillota, al qur haba pertenecido desde


la conquista, por espacio de siglo y medio.
F u ste un acontecimiento local de notable trascendencia,
porque al abrigo de los caones de la nueva plaza. militar
encontraban los buqiies del Sur Pacfico en su bahia la se-
guridad que antes les ofrecieran sh las fortalezas de Valdi-
via, al paso que su guarnicin, que ascendi desde las pri-
meras noticias de los piratas a trescientos hombres, propor-
cionaba a sus moradores algn lucro para sus domsiims in-
dustrias (l),
Fu el primer gc,bernador militar de la plaza di: Valpa-
raso, cuyo puesto expir con corta diferencia en las manos
del ilustre Portales, siglo y medio ms tarde, un capitn
llamado don Francisco de la Carreia, hijo sin duda o her-
mano del famoso don Ignacio, tan conocido en los &?ales mi-
litares de la colonia (2).

(1) E l 17 de Junio de 1681 se celebr en Santiago una junta general de


vecinos en casa del gobernador. Era su exclusivo objeto acordar lo conve-
niente respecto de una carta que en ese da se haba recibido del virrey Li-
flan, recomendando la minoracin de los gastos que de cuenta de la real
hacienda estaban haciendo la guarnicin y obreros en los castillos de Val-
paraso. Y como el pueblo no tuviese nada que dar sino sus cosechas dete-
nidas en las trojes, se resolvi que el alcalde de primer voto, que era un li-
cenciado don Jos Gmez Manrique, recibiese en el prtico de la crcel
los donativos de harina encostalada, charqui y otras cecinas, y que ai mismo
tiempo los estancieros entregasen a los corregidores las vacas que quisiesen
donar a fin de que aqullos las encaminasen a Valparaso. A esta junta asis-
ti6 tambin el obispo.-(Archivo del Cabildo de Santiago).
Mas,como era de ley que los santiaguinos de aquellos aos cuando da-
ban algo haban de pedir algo tambin, se reuni el cabildo dos das des-
pus (Junio 19 de 1681) y orden que se contestase la carta mencionada
del virrey, de modo que se le hiciese presente (para los respectivos mritos)
las erogaciones y servicios de la gente noble as como los trabajos .de las
personas inferiores de esta ciudad en las compaas de ella y fbrica del
castillo de dicho puerto, con mucha disminuci6n de sus caudales, sobre las
calamidades que ha padecido y padece este reinoD.-(Acta del 19 de J u n i o
de 1681).
Eran alcaides del Cabildo de Santiago en 1681 don Jos Morales, que lo
era de vecinos, y don Jos Gonzlez Manrique de moradores. E l secretario
se llamaba Matias de Ugas.
(2) Parcenos oportuno consignar en este lugar un ligero apunte de las
autoridades locales que bajo diversas denominaciones haban ido sucedin-
dose desde el descubrimiento hasta la poca en que Valparaso fu erigido
en un gobierno regular. Estas son las siguientes, por los datos que hemos
podido reunir y que constan de esta crnica:
Juan de Saavedra, descubridos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (1535)
Juan Bautista Pastene, almiranle del Mar del Sur. . . . . . . . . . . . . . (1544)
Alonso Alvarado, encargado de la defensa del puerto. . . . . . . . . . . . . . (1594)
Desde aqu data por consiguiente una nueva era para la
vida pmpia de Valparaso, y el curso de sta es el que apare-
cer trazado en los aco:oriitecimieLtos ms o menos anlogw,
pero llenos de palpitantes atractivos que en seguida vamos a
narrar.

Pedro de Recalde, delegado del presidente.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (1612)


Jernimo Hernndez, teniente corregidor de Quillofa. . . . . . . . . . . . . . (1613)
Francisco Martin del Garro, id. id. . . . . . . . . . . . . . . (1618)
Juan Rodriguez Castro, id. id. . . . . . . . . . . . . . . (1650)
Francisco Das Agustn, . id. id. y capitn de
guerra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (1660)
Manuel Morales, id. i d . y capitn de
guerra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (1664)
Antonio Caldera, id. i d . y cap'in de
guerra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (1669)

Es posible que fuera de estos diez, existiesen autoridades transitorias


en la ensenada de Quintil, pero no seran muchos ms, pues ha de recordar-
se que sta se mantuvo durante un siglo casi completamente desierta. A
la llegada de los buques, poda decirse que se constituan en autoridad 10s
tesoreros (oficiales reales) que iban a despacharlo desde Santiago.
CAPITULO XVii

EL PODEB DE UN CHISME EN LA AaIzEBICA


ESPASOLA

. Haba sido durante los luctuosos siglos de que hacemos me-


moria en esta crnica, extraa y adversa suerte de la ciuda.!
cuya es aquella, el que su rada fuese el punto cntrico, si
bien no equidistante, de todo el rnorkniento militar y mer-
cantil del Mar del Sur; porque as como los navegantes y
corsarios que avistaban sus aguas por el Cabo o el Sstrecho
haban de recalar forzosamente 3 ellas, as los que suban
de Pmam, consideraban aqul como el trmino austral de
su9 expediciones .
Eicesenos preciso, por tanto, interrumpir en esta parte
la hilacin de las empresas de los bucaneros que h:tFan pe-
netrado por el Istmo, para dar alguric? cuenta de los que con
un breve intervalo de descanso nos trajeron por el Sur el
azote de sus robos y sorpresas.

I1

Despus del malogrado intento de los holandeses en el mar


de Valdivia en 1643, el sur de nuestro litoral se haba man-
tenido comparativamente tranquilo. (Juenta un antiguo colec-
tor ingls, empero, qae cierto espa:l llamado Simn de Caf-
fers (probablementc: Cdceres) propuso a Cromwell, cuando
232 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

ejerca el supremo protectorado de Inglaterra (1655), cori-


quistar las colonias espaolas del Pacfico, mediante un plan
anlogo al que con ian mal xito haba intentado la Holan-
da doce aos haca. Segn este nuevc intento, cuatrr buques
de guerra deban transportar mil hombres de desembarco a
travs del Magallanes, y despus dr refrescar en la Mocha,
y ajustar una alianza eficaz con las tribus de Valdivia, em-
prender contra los puertos y especialmente contra los galeones,
que eran eternamente el sueo de oro de los ingleses t!e aquel
tiempo. Mas el ojo penetrante del dictador britnico acaso
vi en ese proyecto slo una mala copia de tantos de igual
jaez ya perdidos, y volvi la espalda a la propuesta (1).

I11

No obstante aquel desenlace, y comc los humores cie la co-


dicia m d u v i w n siempre revueltos en el pecho de los ene-
migos de la Espaa, apenas haba ascendido al t r m o de In-
glaterra Carlos 11, su hermano, el licencioso duque de York,
primer lord del Almirantazgo, prwt6 odos a otro espaol
renegado, y en 1669 otorg una licencia real al caballero Juan
de Narborough para. que con un buque de guerra y una pi-
nuza (especie de goleta angosta de remos) se dirigiera al
Mar Pacifico.
La expedicin era ms de paz, de comercio y de explora-
cin que de hostilidad desembozada. Pero no obstante la real
patente del almirantazgo era una empresa ilegtima.
Mandbala, como hemos dicho, un oficial de la marina real
inglesa, y es el mismo ilustre Narborough que habiendo en-
trado a la vida del mar como grumete, menciona h o n r o -
te el ms ilustre de los historiadores de su raza ( 1 ) .
Llambase su buque el Sweepstakes, nombre que se da ge-
neralmente en Inglaterra a los caballos de veloz correr, y
aunque t m porte era slo de trescientas toneladas, montaba
treinta y seis caones, y lo equipaban ochenta hombres. La

(1) Thurlow. State Papers, t. 4.0, pg. 62 y 63, citado por Warden, vol.
34, pg. 72 de su Art de venfier les dates.
(2) Lord Macaulay: The History of England. Filadelfia, 1866; vol. 1.O,
p4g. 237.
HISTORIA DE VALPARASO 233

pinaza Bachelor traa slo veinte brazos, y vena cargada de


artculos y baratijas de comercio para abrir un mercado per-
manente a la industria ya creciente de la nacin que debe
a sus alfileres y tachuelas ser hoy la scora del mundo. La
primera, como era una nave completa de guerra, traa por
segundo a un teniente llamado Toms Arminger, natural de
Norfolk, y un lengista o intrprete que nacido en Berberia
haba residido largo tiempo en Cdiz y conoca el espaol.
Era su nombre Toms Highway.
En cuanto a la parte mercantil de la empresa, venan en
calidad de apoderados de los armadores de Londres un ca-
ballero natural de Kent, del nombre de Fortescue, y prin-
cipalmente el aventurero espaol que segn presumimos ha-
ba dado origen y consejo a esta empresa. Llambase este
ltimo Carlos Henrquez, y como tuviera por su empleo a
bordo u otro motivo el nombre de Clerk (dependiente), los
espaoles le llaman generalmente Carlos Clerk; y no conten-
tos con anglomanizar su nombre de esta suerte, le presentan
como el jefe de aquella expedicin. El diario de Narborough
lo llama slo Don Carolus, sin decir quin era.

Con estos aprestos y trayendo en bujera propias para ob-


sequiar a los salvajes no menos de mil quinientos pesos, pre-
sentse Narborough a la entrada de Valdivia el 14 de Diciem-
bre de 1670, despus de una prolija navegacin de explora-
ciones y sondajes, pues se haba dado a la vela desde las
Dunas (the Downs) el 26 de Septiembre del ao prece-
dente.
Habs, mucho ms de ciencia y de candor en aquellos na-
vegantes que apetito de rapias, segn dijimos. As se acer-
caron sin recelo hasta ponerse dentro del puerto y no lejos
del alcance de las bateras. El espaol Henrquez, ms con-
fiado todava, vestido con su traje de gala y provisto de una
bandola en que acomod mil objetos de cambalache y de pre-
sentes, descendi a tierra, y f u h e en busca de su9 paisanos
y de los indgenas.
234 OBRAS COMPLETA8 DE VICUA YACKENNA

E r a a la sazn gobernador de Valdivia un oficial que pur


rara coincidencia, siendo el primero que nos cabe mencionar,
tenia precisamente el nombre del ltimo de su serie que ad-
ministr aquel pueblo bajo la bandera de Espaa hasta 1820,
pues llambase don Pedro de Montoya (1). Y sospechando
ste que el buque de Narborough formase parte de una ex-
pedicih considerable de piratas, despach expresos al presi-
dente Henrquez clamando por refuerzos, y al propio tiempo
ocupse de armar una celada a los incautos traficantes.
Abrieron stos, en consecuencia, una lucrativa feria a la
entrada de la ra, vendiendo escopetas que les costaban en el
mercado ingls tan slo cinco pesos por diecisis, cortaplumas
del precio de tres chelines en una libra esterlina, y guantes
de cuero, que apenas valan en las fbricas un duro, por diez
tantos este precio.
Para cebarles mejor, dieron los de tierra un opparo ban-
quete a los recin llegados, sirvindose todos los guisos, segn
menudamente cuenta el navegante ingls, la sopa, el pescado,
los oZeos o substancias sazonadas con aceite, el vino y los dul-
ces de almbar, en una rica v s j i l h de plata. l- como los sen-
cillos marinos se admiraran de aquel lujo, dijronles los ofi-
ciales de uno de los fuertes (2), en cuyo recinto esto pasaba,
a la sombra de frondosos rboles que mitigaban el fuego del
esto: -Mucho o r o in terra: plata non valla nada. Y aun
del agua que beban, decanles que era de una fuente llama-
da agua del oro, porque sus numerosas pellas rodaban envuel-
tas con las espumas.
Concludo el banquete, empero, los que se haban sentado
a la mesa como huspedes eran, a los postres, afligidos pri-
sioneros. Y su jefe, puesto en la necesidad de un combate
desventajoso, para el cual acaso careca de rdenes precisas,
solt sus amarras y fuse dando la vuelta al ocano, en cum-

( I ) El gobernador de Valdivia cuando Lord Cochrane captur su plaza


en 1820 Ilemh!)ase don Manuel de Montoya.
(2) El czstillo de Santiago (hoy San Carlos) a la entrada meridional de
la baha.
HISTORIA DE VALPARASO 235

p h i e n t o de sus instrucciones, por el propio rumbo que tm-


jera en la venida.
Todo lo que el capitn ingls intent en favor de los cau-
tivos, fu escribir una carta en su favor 3 las aleva auto-
ridades que los haban burlado, y hacer en su diario un fer-
viente voto porque conservaran BU salud, que a la sazn, se-
gn BU testimonio, era robusta.

VI

Quedaron de esta suerte en manos del gobernador Monto-


ya, el espaol Henrquez, el intrprete Highway, el teniente
Arminger, el sobrecargo Fortescue, y un trompeta llamado
Hugo Coe. Por manera que cuando el presidente Henrquez
despachaba a Valdivia un refuezo de doscientos hombres a
cargo del capitn Jorge Olivar, reciba de Montoya aquellos
rehenes, y a su turno remitilos a Lima (I).
All vejetaron en las crceles por ms de doce aos aque-
llos infelices, hasta que llegando el severo virrey don Melchor
de Rocaful, revivi ste los procesos e hizo ahorcar por trai-
dor (pues decase que se le haba sorprendido en comunica-
ciones con los enemigos de Jamaica) al infeliz Henrquez
(Diciembre de 1682), perdonando tal vez a los otros cuando
eran ya ancianos, con excepcin del intrprete moro que mu-
ri ant.es de su entrada a Lima ( 2 ) . En cuanto a Arminger,
como era hombre instrudo, empleronle por algunos aos en

(1) El virrey Iiian I!ama a estos extranjeros ron los curiosos nornlixx de
Carlos Derpte (Carlos Henrquez Clerk), Tom<C,s i n g l s (Arminger), l'oma
de Is iglesici, por la pronunciacin del nomire de IJiqhwri?:: .!um Fortis-
quer (Fortcscue); y J,,iiis clarinrro, por el tronipcta TTngo. Por su parte,
Narhorough, que en materia de ortografa espafiola. segn se ha visto, no
ceda en nada a l arzoGispo, llama simplemente a hontoya don Pedro Mon-
tajz.
Nosotros, a nuestra vez, eiipusimcs cliirante algn ticmpo qiie la familia
de i l n n i j o (antigua rr! Chilc 3- (!e la qiie existan r n Santiago en 1810 dos
respetables seoras, 1 ;eeey)torns de prinierssletras) poda deber sii origen
al dcsgrariado tenicr ni:,ger qiie se cas6 en Valdivia donde vivi6 du-
rante 16 aos. Pero ( esiincin ha quci!atio drsvanecida desde que en-
contrarnos en el archivo del Cabildo dc Santiago i n despacho de c a p i t h
de cahallos ligeros otorgado por el presidente Honrlqiiez en 1681 - a favor de
un encomendatlero de hlnlioa llamado Jiian .<trmijo.
( 2 ) El rey haba inandatlo por It. C. c!e 25 de '\Toviemhrc ,le lGT3 que no
s e enviasen raiitivos n Espaiia, sino que ee les juzgnse como a pirata?, y
conforme a las sumarias prescripciones de una fragm6tica promulgada con-
-hw\L , , L &+ ah S@O
./- .
236 OBRAS COMPLETAS DE V I C U 3 A MBCRENNA

las fortificaciones de Valdivia, hasta que despus de dieci-


sis o veinte aos, ocurrikeles irimbin acusarle de traicin,
y le ahorcaron como a Henrquez (1).

VI1

Tal fu la verdica relacin de aquella visita inesperada y


casi incomprensible para los habitantes de un pas que slo
haban visto llegar a los europeos, no espaoles, la espada o
la tea en las manos. Y fu esto causa porque jams se per-
suadieron sino de que aquella era una exploracin destinada
a abrir cauteloso paso a un armamento tan poderoso como
los anteriores. La alarma fu por consiguiente general en to-
das nuestras costas, y mucho ms cuanto que este hecho coin-
cida con la captura de Panam por los bucaneros del Mar
de las Antillas. Entre tanto, Narborough, segn decan bur-

tra los bucaneros de Amrica el 25 de Noviembre de 1672, despus de la


toma de Panam por Morgan. Csstellar tramit6 en consecuencia el proce-
80, y aunque en tiempo de Lian se hallaba en los estrados de la Audiencia
410vino a ponerle fin el diligente Rocaful.
(1) Henrquez, para salvar su vida, ocurri6 a una singular estratagema,
*porque Carlos Clerque (dice el duque de la Palata en sus Memorias, p6g.
343), estando en la capilla, sali con la invencin de que era fraile francis-
co, pero sin otra prueba que la que quisso fingir su travesura que fu de arto
perjuicio, sss 8e despreci y pag con la muerte su pecado..
Contando este mismo lance el hiperblico y altisonante Peralta, con-
cluye de esta suerte una de sus octavas reales.

.Por ms que agudo el trBgico camino


Fuerza al pavo de astutos devaneos,
Har que una justiria merecida
Nueva llave eche al mar en una vida..

(Lima f7cndada, canto VI).

Refiriendo, por su parte, la visita de Narborough, el presidente Alcedo,


siempre errado y jactancioso, da una solucih parecida a la que atrihiiya
a la de Brouwer. .El gobernador de Valdivia, dice, hombre vivo, de cjeici-
tad0 espfritu y diestra resoluci6n, pas6 de la obligacin de resistirlo, al em-
peo de castigarlo, y habiendo desbaratado y muerto a la mavor parte de SU
gente, aprision al mismo caud2lo y lo remiti a Lima.. (Avino citado, $0.
184).
Y esta es casi siempre la exactitud y el criterio de casi todos los escrito-
res espaoles, cuando narran los suce8os del Mar del Sur durante el
coloniaje!
HISTORIA DE VALPARA~SO 23 7

lescamente sus paisanos, slo haba venido a dejar cuatro pa-


sajeros de Londres a Valdivia, y regresdose tan luego como
aqullos fueron dejados en tierra (1).

VI11

No fu menos singular que esta inquietud el estrepitoso e


imponderable alboroto que algunos aos ms tarde levant el
simple chisme de un isleo del archipXlago de los Chonos;
pues habiendo ido ste a decir al gobernador de Chilo que
una gruesa armada de ingleses estaba poblando a la boca del
Estrecho, remiti10 el ltimo al presidente de Chile y ste
al virrey Castellar en los primeros das del ao 1675.
Con la mentira del indio, inquietse desatinadamente el vi-
rrey, d comercio, la marina, todo el mundo. P en consecuen-
eia de este inconcebible aturdimiento, la Amrica enters des-
de Valdivia a Mxico fu un taller de aprestos y una oficina
de crueles conjeturas. Ordense que todos los buques del Pa-
cfico se recogiesen al abrigo de los caones de Valparaso, de
Guayaquil y del Callao; reclutse en Lima gente espaola
de pelea, y se envi dinero a Mxico para enganchar artille-
ros. E n Guayaquil se hizo embargo no slo de las maderaq
cortadas sino hasta de los rboles en pie qne podan ofrecer-
la, y otro tanto se practic en Coquimbo con el cobre, para
fundir caones, y en los valles de Quillota y de La Ligi:a
con el camo que serva a la fabricacin de jarcias. Por
ltimo, colectse un donativo voluntario que ascendi a 87,000
pesos, y aun pensse formalmente, en una junta de guerra
que celebraron todas las corporaciones de Lima el 25 de Abrii
del ao recordado, suspender la remesa de la f l o t a de ese ao
que iba a llevar a Panam los caudales del rey y del comer-
cio, a fin de destinar sus n a v a a la expulsin de aquellos
imaginarios Csares.
Prevaleci con todo en aquel consejo el dictamen del virrey,
que aconsejaba un trmino medio entre todos los extremos

(1) El teniente Pekett, que sucedi a Arminger y continu el diario de


Narborough despus de la retirada de Valdivia, echa la culpa del fracaso
de la expedicin a la cobarda del capitn de la pinasa que se volvi del Es-
trecho a Inglaterra, diciendo que su buque consorte 8e haba ido a pique
en un huracn.
238 OBRAS COMPLETAS DE VICUA iACKENN.4

en conflicto, y fu aquel el envo de un equipo armado que se


costeara con el donativo recogido. Hzose as; y bajo el man-
do del acreditado marino don Antonio de Vea sali un buque
bien pertrechado en demanda de la boca del Estrecho el 21
de Septiembre de 1675.

Ajustado a sus instrucciones, tan luego como hubo llegado


a los Chonos, el almirante espaol tom por tierra la costa
hacia la pennsula de Tres Montes, porque el isleo novele-
r o afirmaba que la poblacin inglesa echaba asiento entre los
pasajes llamados Auyanta y Callanao. Su segundo en el man-
do, que lo era un viejo marino llamado Pascua1 de Iriarte, si.
gui hasta Magallanes, dando la vuelta, segn Burney, desd,.:
el grupo extrao de peones llamados los Evangelistas, que
estn a su entrada por el Occidente. All naufrag con die-
cisis oficiales reformados un joven voluntario, hijo del pro-
pio Iriarte, quien, por acreditar su raza, le enviara en un
bote abierto por aquellos mares procelosos a poner una lmi-
na que recordara el trmino y el resultado de su viaje.
Este naufragio lastimero y el probar una de las cosas ms
probadas de la Amrica, es decir, la mentira de un indgena,
haba sido el logro de aqullos, y en esto se gastaron 84,152
pesos 4 reales, adems de los ingentes perjuicios causados al
comercio.
Como Narborough vino de Londres a dejar en Valdivia
cuatro prisioneros, as Vea haba ido de Lima a Magallanes
para ahogar diecisis marinos. El resultado era idntico en
ambos casos.

Tan grave y alarmante haba sido entre tanto la situacin


creada por aquel chisme inverosmil, que hubo en Valparaso
y en Santiago regocijos pblicos cuando lleg Vea de regre-
so a aquel puerto anunciando la impostura. E n seguida el
virrey Castellar, por va de albricias, regal el rico correpi-
miento de Llaulloa a u n o de los expedicionarios llamado don
.
HISTORIA DE VALPARAfSO 239

Dionisio de Ureta, que fu el primero en volver a Lima con


la tranquilizadora nueva (1).
En cuanto al indio autor de aquella farsa, escap apenas
con cadena a perpetuidad en la isla de San Lorenzo y una
vuelta de doscientos azotes que se le aplicaron en el rollo.
Bien que si la pena fu comparativamente blanda, mejor
merecida tvola el crdulo virrey y todos los de su consejo
que as haban revuelto un mundo por la patraa de un
payndor indgena, o si se quiere, por un chismoso de los Cho-
nos, verdadero tata de los costinos, si es que los tatas son,
como en otro lugar dijimos, los ms qrandes embusteros de la
costa, sin exceptuar por cierto al tata de los tatas Rlr. Falb.

XI

Otro de los efectos del embuste del indio de Guaitecas fu


el impulso que recibieron las obras de Valdivia, de cuya pu-
jante iniciativa dimos cuenta al narrar la liima expedicin
de los holandeses en 1643.
Castellar, en efecto, en 1674, despus de Montoya, nombrG
nm. el cargo de gobernador a un viejo soldado de las gue-
rras de Catalufia llamado don Francisco Delso, que haba
sido sargento mayor del presidio del Callao, y poco ms tar-
de al maestre de campo don Diego de Martos, antiguo corregi-
dor de Chuquito.
Construy ste el fuerte de Amargos con una cortina de
treinta y dos pies de largo y pica y media de alto, capaz de
doce caones y dwcientos hombres; y tan inexpugnable y

(1) Memoria citada del virrey Castellar. .Volvieron, dice ste (pg. 244),
participando las noticias del desengao en Valdivia y los puertos de Chile,
con gran consuelo de los habitadores; como tambin sucedi6 en esta ciu-
dad y todo el Per, pues en todas partes estaban pendientes de estas dili-
gencias, las consignaciones favorables o contrarias que ofreca negocio
tan grave..
Segn March y Labores (Historia de la marina real espaola, t. 2.0, p 4 g
680),Vea sali de Chilo el 28 de Octubre en dos barcas chatas y nueve pi-
raguas para su exploracin de los Chonos y IIcg6 el 22 de Diciembre a la
laguna de la Candelaria, regresando al puerto de Chao (Chacao) el 9 de Ene-
r o de 1696 (76). A Valparaso entr el 30 de Mmrzo de este ltimo ao y a
Callao el 19 de Abril. El historiador espaol, con la inexactitud y super-
ficialidad que le son propias, inserta varios errores como el que los dos bu-
ques de Vea, el Rosario y Trinidad,doblaron el Estrecho.
240 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

artificiosa, dice el virrey citado, que pudiera competir con los


ms celebrados de Europa.
Envi adems el virrey, para prevenir sorpresas, cinco pie-
zas de artillera de las recientemente fundidas con el cobre
de Coqumbo, 150 mosquetes, 200 arcabuces, 1,000 fanegas
de cal y 1,000 hombres inquietos y delincuentes, recogidos
entre la hez de las crceles del virreinato.
Con stos y otros auxilios se reconstruy la embarcacin
que en Valdivia serva de mensajera a los fuertes bajo el nom-
bre de barco del rey, se fabricaron siete piraguas y tres ata-
rasanas, se abri una escuela, se fabric una capilla en Nie-
bla y un convento de franciscanos (cuyas ruinas aun estn
visibles) en la isla de Mancera. Y en aquella phose, segn
en otro lugar d i m o s , la imagen de la milagrosa vrgen de
Puerto Claro, que no sabemos qu milagro hiciera para llevar
aquel nombre y la invocacin de patrona de Valparaso. Con
esto, exclamaba el virrey ante estos progresos, se halla tan
poblada y llena de lo necesario aquella plaza que ms parece
ciudad popular que presidio cerrado (1).
Tres aos ms tarde (1681) Valdivia tena ya montad.=
en sus diversas bateras cuarenta y dos bocas de fuego (2)
y una guarnicin, entre tropas y empleados, de 700 plazas,
con un situado en dinero y en vveres que ascenda a 137,000
pesos anuales, figurando como principal artculo entre los l-

(1) Memoria citada, pAg. 240.-En la poca de la expedicin de Narbo-


rough, los indios se hallaban en abierta guerra con los espaoles de Valdi-
via, y precisamente el da antes de la entrada al puerto del navegante
ingls, aqullos haban asesinado a un oficial que se paseaba en la vecindad
del puerto y llevMose su cabeza clavada en una pica. Las fortificaciones
de Valdivia tenan pues el doble propsito de resistir a los bitrbaros de tie-
rra y a los corsarios del mar.
Seis aios despus de la vista de Narborough (1676) los indios celebraron,
sin embargo, una paz nominal (como todas las paces araucanas), y Caste-
llar dice, con evidente exageracin (que esto es tambin indispensable en
todo asunto de indios), que diez y seis mil de stos haban rendido pleito
homenaje al rey en aquella ocasin.
(2) Segn el virrey Lian. esa artillera se hallaba distribuida de la mane-
ra siguiente en los diversos fuertes:-En el de Concepcin (hoy CorraZ?) 14
piezas-en el de San Pedro (hoy Mancera) 10-en el de Niebla 8- y en el
de San Francisco (Chorocamayo?) 2. E n los fortines que defendan la ciu-
dad haba ocho caones, y cinco en el puerto de San Luis de Cruces, en
Is margen septentrional del Calle-Calle, que todava se comerva.
Segn el mismo Lian, en 1679 envi a Valdivia cien hombres de leva
para reemplazar a 190 enfermos y 180 cumplidos de condena.
HISTORIA DE VALPARAfSO 24 1

timos el charqui, padre legtimo del sabroso valdiviano, que


era el alimento favorito del soldado en el presidio ( 1 ) .

XI1

Tales fueron los ms notables incidentes que ocurrieron por


la parte del sur de nuestro Continente, como precursores de
una nueva y formidable irrupcin pirtica destinada a nues-
tras costas, despus de la fuga de Sharp y los suyos.
Y lo que hay de notable en todos estos episodios, no es
ciertamente su mutuo encadenamiento, sino que precisameri te
y a pesar de su lejana geogrfica o de otro gnero, tenan
siempre, conforme se ha visto en cada caso, una influencia po-
sitiva sobre la ciudad cuyos anales dispersos por el vasto oca-
no compaginamos esta vez primera. Y este fenmeno aconteca
porque es preciso no olvidar que Valparaso haba sido el cen-
tro inevitable de aquellas siete invasiones que haban visitado
el Mar del Sur en el transcurso de un siglo, bajo Drake, Ca-
vendish, Hawkins, Noort, Spilbergen, Brouwer y Sharp, sin
hacer cuenta de las infinitas tentativas que fueron sucedin-
dose desde Simn de Cordes a LHeremite, desde Sivastro a
Narborough.
Y tan singular como esto ea que aquellas calamidades, si
bien introducan una daosa perturbacin en los negocios
del Pacfico, Valparaso, que mercantilmente hablando no era

Poco antes de esta poca (1662), el gobierno de Valdivia se habla agre-


gado al de Chilc, como era lgico y natural, reservdndose el rey la provi-
sin de gobernador (R. C. de 9 de Abril de 1662); pero por la tenaz oposi-
cin que hicieron a esta medida el conde de Castellar y el duque de la
Palata (fundados principalmente en el atractivo del situado, de que eran
rbitros los virreyes), qued anulada aquella resolucin.
(1) E n 1687 daba cuenta Palata a su sucesor de estar concluidas las for-
tificaciones de Valdivia, pero con tanta desconfianza decfa esto que se ex-
presa con estas palabras (pg. 405 de su Memoria): <Estas noticias las ha-
liar V. E. tan variadas en los informes de los gobernadores, que habr me-
nester suspender el juicio hasta que enve persona inteligente en fortifi-
caciones que las reconozca, porque cada gobernador se hace grande inge-
niero] y uno reprueba lo que dice otro, y tira ifneas por su capricho como
si fuera un EuclidesB.
Y aquf viene recordar aquella pregunta tan repetida del rey de Espaa
que se ha aplicado alternativamente a los costos de las fortificaciones de
Cartagena, Panam, el Callao y Valdivia (sin que tal vez a ninguno se di-
rigiera) y segn la cual habra deseado S. M. saber si los muros de aquella
plaza (la de Valdivia) eran de plata, por io mucho que se gastaba en ellos
Historia de Valparaso 16 .
242 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

sino una msera factora de la capital, se beneficiaba en ello,


pues si el comercio sufra, eran los mercaderes de Santiago o
los de Lima los nicos pacientes. Pero el puerto, al contrario,
reanimbase en esas ocasiones, cobrando adelantas, y desarro-
llo con la acumulacin de biiques detenidos p o r el pnico, con
la afluenvia de tratantes, forzados a mantener all su domi-
cilio, y ms especialmente con los obreros, soldados y mari-
neros que a la primera seal de alarma ocurran a su plaza,
desde todas las comarcas, a fin de repartirse la vigilia y las
migajas del situado.
La paz era para Valparaso una especie de sepulcro. Ln
guerra era una resurreccin.
E l ocano era su vida.

XI11

Por esto podra decirse de una manera tan exacta como


caracterstica que la historia de Valparaso es la epopeya del
mar, as cam0 la crnica de Santiago es la leyenda de los
claustros.
El captulo que en seguida va a leerse es u n o de los episo-
dios ms singulares y desconocidos de esa oscura epopeya.
Vamos a contar la audacia, el apogeo y la desaparicin de
los bucaneros del Pacifico, cuyo origen y primeros hechos
dejamos en el lugar oportuno referidos.
CAPITULO XVlll

LAS ISLAS DEL REY


T

Dispersos los compaeros de Bartolom Sharp por los vier:-


tos del capricho y la fortuna en todos los mares del orbe,
despus de su ltima excursin por nuestras costas, una rfa-
ga de aquel vendaba1 que sopl por ms de medio siglo las
velas piratas, congreg otra vez a los principales de aquellos
en los puertos de la antigua Virginia, colonia entonces de
Inglaterra.
Hallronse all los capitanes filibusteros Juan Cook y Gui-
llermo Dampier, famoso el ltimo por sus posteriores explo-
raciones; Lionel Waffer, cirujano ingls que haba venido a
ejercer su profesin en la Jamaica en 1667, y que como aque-
llos dejara el servicio de Sharp en el Pacfico acusndole de
inepto y de cobarde, y Eduardo Davis, el rnh importan-
te de todos, a quien es propio llamar el ltimo de los buca-
neros del Pacfico ,

Ignrase a ciencia cierta cul fuera la nacionalidad de este


pirata, tan famoso en nueatroe mares como Morgan. Todos las
sscritores espaolw, y el a v e n h w o francs Raveneau de
Lussan, le llaman flamenco, pero en al- de las historias
244 OBIL4S COUPLETAS DE VICUhtA MACKENNA

extranjeras le consideran ingls, sin sealar positivamente su


procedencia. Lo ms seguro, como suceda a todos los hombres
de su profesin, es que 1 misma no conociera otra patria que
el ocano.
Asociado con Cook despus de su regreso a las Antillas, Po-
bse por sorpresa en 1682 cierto buque de unos filibusteros
franceses en el Petit Goave (el Petiguu de los espaoles),
que, despus de la Tortuga, haba pasado a ser el cuartel ge-
neral de los bucaneros en la costa occidental de Santo Domin-
go. As se despojaban los unos a los otros del botn comn
aquellas gentes sueltas y desalmadas que andaban, al decir
de entonces, a la briba, que es de donde proceden los bribones.

I11

Concertados aquellos cuatro aventureros, que conocan ya


personalmente el itinerario del Pacfico, salieron de la boca
del Chesapeake el 23 de Agosto de 1683, vspera del da en
que segn la leyenda catlica se desatan por la tierra las
legiones de Satn, y el 19 de Marzo del ao siguiente echaba
8us anclas en Juan Fernndez, pen solitario donde los ga-
vilanes del mar venan a posar sus alas fatigadas por los hu-
racanes para caer en seguida, mo en p o de ~ otro, sobre su9
inermes presas.

IV

Vena como jefe Juan Cook, Davis como su segundo, Dam-


pier en clase de piloto, y Waffer de cirujano. Su buque, que
era hermoso y velero, tambin robado a unos dinamarqueses,
vena armado de treinta y seis caones. Llmbase Las De-
licks &el Soltero, apropiado nombre para aquellos seres ex-
traordinarios que vivan desde la niez desposados con las
olas.

No sin un natural sobresalto, al llegar a Juan Fernndez,


los nuevos piratas avistaron en su rada un barco que no poda
- HISTOXIA D E VALPAEAfSO 2+,5
-
8er sino de enemigos puestos en acecho. Mas, al acercarse,
reconocieron con alegra que era un hermano, el cual en se-
guida sera un cmplice. ''

Llambase esa nave el San Nicols, capitn J u a n Eaton.


Y casi al propio tiempo en que los bucaneros salan de las
costas de E s t a d a Unidos, haba dejado el ltimo las del Tme-
sis, en consorcio de otro buque, destinados ambos por diferentes
armadores a una empresa semejante a la que dejamos refe-
rida del caballero Narborough, trece aos haca. El barco con-
sorte Ilambase el Cygnet, capitn Swan, que es como si 90
dijera en espaol el Cisne y su polluelo, pues es ste el signi-
ficado natural de aquellas voces. Los ingleses han tenido siem-
pre una agradable naturalidad para tomar los nombres de
mar de sus navos o de la Naturaleza o del Olimpo. Los espa-
oles los escogan todos en el calendario de los santos, mien-
tras los portugueses se encaramaban para los suym hasta sobre
el trono de los cielos. Narborough encontr en las costas del
Brasil un navo de los ltimos que se llamaba el Padre Eterno,
nombre que con justicia pareci al severo Burney (siendo
ingls hereje y los portugueses m s que catlicos) una rid-
cula blasfemia.
Habanse separado el San Nicolk y el Cygnet en el Estre-
ah0 de JIagallanes. Y mientras aqul segua a la costa de
Mxico en busca de mercados, el capitn del ltimo ajustaba
un pacto pirtico con el del Bachelor, por el que se comprome-
ta a correr su misma suerte.

VI

E n obedecimienio de esta alianza, hicieron los dos corsa-


rios rumbo a las islas Galpagos, y en seguida a la costa de
Mxico, donde muri el caudillo Cook.
Eduardo Davis le sucedi desde ese momento en el mando
superior, y desde entonces fu el verdadero soberano del Pa-
cfico.
246 OBRAS COMPLETAS D E VICURA MACKENNA

VI1

A poco de esta mudanza, disgustronse los hombres del


San Nicols por la. apreciacin en el reparto de las futuras
presas, pues la codicia es tan irritable que hasta de sus en-
sueos hace asunto de discordia. Desde la baha de Amapala,
conforme a su primer intento, &ose en consecuencia a la
vela el capitn Eaton, hacia las Indias Orientales (Septiem-
bre 2 de 1684) ( 1 ) .
Un mes justo despus, sin embargo, el Cygnet vena a
reemplazar la ausencia del fugitivo. Vagaba ste por aquella
misma costa en busca de tratantes para sus contrabanda?,
cuando cierto da vise convertido a su pesar de contrabandis-
ta en pirata. Un bucanero llamado Pedro Harris (sobrino
del capitn del mismo nombre que muriera peleando en Pa-
nam haca ya cuatro aas) recorra en efecto aquellas mis-
mas latitudes en una goleta de mediano porte, y encontrandc.
al Cygnet, abordlo con veinte desalmados, que eran su h i -
ca tripulacin, y psolo bajo las rdenes de Davis, cuando a
BU vez top con l.
El Cygnet haba tocado de paso en Valdivia, que no era
propiamente una plaza fuerte sino una emboscada. E l capitn
%win haba cado en ella como Narborough, y escap bien
de los caones del ro con varios hombres heridos y dos
muertos.

VI11

Envalentonado con este refuerzo el caudillo bucanero arro-


jse a acometer terribles depredaciones. El 3 de Noviembre
saquea a Paita y el 15 del mismo mes se dirige a velas des-
plegadas sobre las bateras de Guayaquil. Pero all la indeci-
Wn del capitn Swan, pirata a pesar suyo, y la cobarda de

(1) Raveneaii de Lussan cuenta en su Diario (pg. 450) que Eaton al


despedirse, y contando con la mayor celeridad de su buque se acerc al
de Davis para sa!udarle .segn lo acostumbran los ingleses., y le descar-
g6 una andanada a quema ropa, huyendo en seguida. De esta alevosa o
bufonada result, segn aquel autor, la muerte de Cook y de veinte man-
neros, pero esto es evidentemente una fbula. Cook, al decir de Burney
falleci de muerte natural.
HISTORJA C E VALPARA~SO 247

un subalterno malograron el atrevido golpe. Davis content-


se, en consecuencia, con el botn del ro, en el que figuraba
un buque cargado con mil negros.
Di6 a stm suelta, reservndose unos doce para su servi-
cio, y fuese en seguida a espelar los galeones de la fZota del
Callao en Panam, donde, a usanza de prncipe, canje cua-
renta espaoles por dos filibusteros.
En esto haba comenz?do el mes de Abril de 1685 y los ga-
leona del oro no llegaban todava.

IX

A falta de los ltimos, empero, vinieron al pirata oportunos


y terribles refuerzos. Agotado por el pillaje el Mar de las
Antillas, comenzaban a pasar al del Pacfico todos los ladro-
nes que el pnico de los espaoles tena reducidos al ocio y
a su desesperacin. Los mas numerosos a la sazn y los ms
impacientes eran los franceses de Santo Domingo, cobrando
6u desenfreno nuevo estmulo con la guerra que por ese tiem-
po corra entre Espaa y Luis XIV.
Bajo la direocin de dos viejos bucaneros, llamados Grog-
niet y L'Escuyer, llegaron en consecuencia a la rada de Pana-
m doscientos franceses en la mediana de Marzo y en breve
pas otra cuadrilla de doscientos sesenta y cuatro desalma-
dos de igual nacionalidad, mandados stos por tres capita-
nes piratas, llamadoe Rose, Des Marais, y el viejo bucanero
Le Picard, que habia hecho sus primeras armas bajo el terri-
ble OlonEs.

Vena tambin en esa ltima expedicin el joven y atolon-


drado Raveneau de Lussan, que deba ser en las empresas de
mis compatriotas los que Lionel Waffer para las de Davis
o Basilio Ringrose en las de Sharp, y el hombre de pluma y
pensamiento entre aquella canalla de pual.
Nacido en Pars, aturdido, con instintos irresistibles de
aventura y despilfarro, Raveneau de Lussan, asegura sin em-
bargo que se hizo bucanero para pagar sus deudas, propsi-
248 Oi3itAS COMPLETAS D E VICUSA MACKICNN-4

to que cumpli, y si ello es cierto, fue en su honra. Pero ftil,


licencioso y burlonamente cruel, carece su relacin del atrac-
tivo de candor e ingenuidad que reboza en el instructivo Diario
de Ringrose y en el tratado mitad cientfico y mitad roma-
nezco del cirujano Waffer. El mismo cuenta, entre otras ES-
cenas que causan dao en el corazn, que cuando atraves el
Itsmo se entretena en tirar balazos a los monm para divertir-
8e vindoles recoger sus propias tripas en su roto abdmen
o limpiarse la sangre del hoaico en las hojas de los rboles.

X1

A los quinientos franceses se agregaron en seguida ciento


ochenta aventureros de divems naciones que otro pirata lla-
mada Tomley condujo a la baha de Panam.
El reflujo del filibusterismo del Mar Caribe habia perfo-
rado el Istmo. Y el Mar del Sur herva en aquellos momen-
tos con la chusma sangrienta de todos los rezagos que aque-
lla haba arrojado a la playa. Los bucaneros que obedecan
a Davis, cuyo buque era necesariamente el almirante merced
a sus caones, eran ya muy cercanos a mil.
Mas como los galeones tardasen en llegar, y no era posible
renovar en Panam la hazaa de Morgan y de Coxon, resol-
vi6 Davis ir a emboscarse en 1:s Islas de las Perlas, llamadas
tambin del Rey, al occidente de aquella dilatada baha, por-
que aquel era el forzoso derroiero de la flota y all espera-
ban los ladrones del mar darle batalla y saquearla.
Siiceda esto en los primero; das de Abril de 1685. Pre-
parjbase la gran crisis del fi!ibusterismo, que haca a la sa-
zn quince aos luchaba con un tesn creciente por el ab-
soluto daminio del Pacfico. k'altaba nicamente a SUS cau-
dillos, a fin de conseguirlo, poner un pie de firme en la an-
cha &rea del ltimo, como le Yenan en el otro mar los ingle-
ses en Jamaica, los holandms en Curazao, y especialmente
los franceses en Santo Domingo, cuya mitad septentrional
se hallaba poblada exclusivamente de bucaneros. ' ' Siempre
habr5 piratas en la mar, exclamaba en esta propia ocasin
el virrey del Per, porque desde que por desgracia de las
Indias, se perdieron Jamaica y Curazao, y se han poblado
HISTORIA DE VALPAIZAfSO 249

otras islas de barlovento de enemigos de la Corona, se han


hecho todas receptculos de ladrones, porque de su permisin
sacan conveniencia los gobernadores (1).
Tan cierto era a la verdad esto ltimo, que Grogniet, el
generalsimo de los franceses en el Mar del Sur, no slo ve-
na provisto de una patente de corso expedida por el gober.
nador del Petit Goave, sino que traa consigo varias en blan-
ca, una de las cuales ofreci a Davis para su resguardo.

Mientras esto suceda al Norte de la lnea equinoccial, lle-


g6 a Lima desde Chile el cer!ero aviso de que tres bJqum
piratas haban penetrado en el Pacfico por el Sur, cuales
eran el Bachelor, el San N k ~ Z sy el Cygnet. La caria del
presidente Carro, que tal anunciaba, tena fecha de 18 de
Febrero de 1684, esto es, antes que Davis tocase en Juan
Fernndez, por io que debi w- divisado, como los otras, des-
de los arrecifes avanzados de nuestros cabos en el mar. El
rtvis:, del Cygnet pudo t a m b i h ser comunicado desde Val-
&via .
De esta suerte, la pavorosa noticia circulaba en L i r a en
los propios d:as (Marzo 22) ca que el caudillo de los buca-
nercs refrescaba su tripulacicn en las islas que enfrentan
con corta difxencia de latituil la rada de Valparaso, a cien
leguas de distancia.

Nada exista en el ponderado virreinato del Per para re-


sistir aquella se,gunda i r r u p c i k , excepto la abundann,<a de
PotUs y la sagacidad y energa del duque de la Palata, que
hahh tomado posesin de su destino en los mismos das en
que Sharp doblaba el Cabo de Hornos, abandonando estos

(1) ilfemoria del duque de la Palata, don Mdchor Navarra y Rocaful,


uno de los virreyes ms ilustres del Per. La resea de su gobierno llena to-
do el segundo volumen de la coleccibn de las Memorias de los virreyes im-
presas por Fuentrs, y aunque adoloce de errores gramaticales casi invero-
smiles, es sin disputa el documento ms interesante y completo de aquella
preciosa recopilacin.
250 OBRAS COMPLETAS D E VICUhTA MACEENNA

m a r a (3iciembrcl de 1681). Los tres bajeles de la flofa es-


taban fatigados de (los cruceros y deshechos; e! comercio a h -
tido con las prdidas; el pas grabado con contribuciones y
especialmente coz el costo de las muralias de Lima que por
ese tiempo el pueblo reclamaba a voz herida para defender-
las del insulto de osados invasores, semejante al que acababa
de abatir a Veracruz ( 1 ) .
Por otra parte, a la postre de un gobierno de mitra y agua
bendita, no existan ni caones ni plvora, ni soldadas ni
maTinos. Porque, como deca el nuevo mandatario, no pue-
de haber ejercicio que habilite donde no hay guerra; y cuan-
do alguna vez hacen tocar las cajas los piratas, se reduce
todo el ejercicio a ponerse en cuerpo, entrar guardias en pa-
lacio, y alguna vez t. vuadronar en campaa: todo esto bue-
no para hacerse al ruido del mosquete y al humo de la pl-

(1) Desde el tiempo del arzobispo Lian, y aun antes, se haba pensado
fortificar a Lima, empresa tan absurda, como la del castillo de Santa Luca
en Santiago y propia slo del pnico. Pero entonces no se llev a cabo por-
que era preciso destruir algunos huertos de conventos y menoscabar otros
sitios que pagaban censos eclesidsticos, y stos, por tanto, no haba de dis-
minuirlos en un pice un srzobispo.
Pero cuando ocurri la toma de Veracruz por el holandls Lorenzo de
Graff en 1683, hecho que coincida con la aparicin de Davis. los habitantes
de Lima levantaron el grito ai cielo, temerosos de correr anloga suerte,
y, no contentos con las innumerables bateras del Callao, exigieron que se
rodease la ciudad de murallas. Verdad es que para ese fin ofrecieron un do-
nativo voluntario que alcanz a 1,630,348,lo que prueba que el miedo
corra parejas con el oro. E n consecuencia, el duque de la Palata orden6
hacer las murallas que todava circuudan a Lima, afeando su perspecti-
va en todas direcciones, y cuya inutilidad dejaron perfectamente demos-
trada las bayonetas chilenas en la memorable batalla de la portada de Gua,
que es una de sus entradas por el occidente. La muralla tena 14,000 varas
de circuito, con treinta y cuatro baluartes y cinco puertas. Fueron sus eje-
cutores los ingenieros Luis de Venegas, ya nombrado en las correras de
Sharp, y Juan Ramn. Su costo no pas de $400,000, aunque el presupues-
to llegaba a 700,000, gracias a la diligencia y orden que en todo puso el
duque-virrey.-rEste lastimoso suceso (dice el ltimo en su Memoria, pg.
366, refirindose a la captura de Veracruz) dispert en todos los estados
de esta ciudad, aquellas antiguas ansias de asegurarse con la defensa de las
murallas, y sin reparar en el costo ni en io graboso de los medios que se pu-
diesen aplicar para la obra, se hablaba en ella por todo gnero de personas,
y subi al plpito la instancia con tanto esfuerzo, que en todos los sermo-
nes a que asist por aquel tiempo, no habla atjunto que no se rodease para
parar en fortalezas, torres y muros con lugares de la escriptura. Y como
si yo no desease lo mismo, que daba a entender resista para ensaarloa
ms, me predicaban y se esforzaban a convertirme con tan pblicas y sa-
gradas exhortaciones.. El presidente Alcedo, por su parte, mostrhndose
por la primera vez racional, dice que aquellas fortificaciones se hicieron
*ms para adorno que para defensa.. (Aviso citado, pg. 213).
HISTORIA DE VALPARAfSO 25 1

vora: pero no pueden hacerse a la vigilia de las centinelas,


al quebranto de las fuerzas en las marchas, al sufrimiento
de reprehensin o castigo de los cabos, con que no se apren-
de la obediencia, que en los ejrcitos es ms puntual y ren-
dida que aun entre los religiosos en sus claustros (1).
A los embarazos de esta situacin aadanse los de los pa-
receres en las juntas, porque stas, que se han juzgado una
novedad revolucionaria de 1810, eran uno de los males en-
dmicos y maJ antiguos de la colonia. Reconoc (dice el
virrey, quejndose con justicia del embrollo que de tales re-
uniones sola resultar) reconoc la libertad con que todos que-
ran gobernar y que las materias de la guerra se hacan po-
pulares, por que habiendo tantos consejeros se haca con-
versacin en las casas y por 1 s calles de lo que se trat en
la junta, y, lo que cada u n o bot, esforzanao que si hubiera
seguido su parecer? se hubiera conseguido lo lue se deseaba,
como lo referan de los sucesos pasados, y hubo quien tena
forrnudo un cuaderno de todas las juntas en que se haba ha-
llado y lo que habla botado, y lo andaba enseando a to-
dos ( 2 ) .
Y aqu viene bien preguntar hen qu se diferenciaban aqus
110s tiempos y aquellas guerras, de los tiempos y de las guerras
de hoy da en nuestras tierras?

(1) Memoria del duque de la Palata, p4g. 267.


(2) Aadanse a esto los disparates interessdos, como el que entonces
se sostuvo de crear cuerpos de caballera contra los corsarios del mar. <Fa-
vorecfan esta opinin, deca en efecto el virrey (pg. 278), algunos que en
los ejrcitos de Europa y en los de Chile haban militado en la caballera,
y todos los Caballeros mozos de esta ciudad que en la formacin de ocho com-
paas pensaba cada lino haber de ser ocupado, y sin tener estado esta ma-
teria ni pensar en su ejecucin se adelantaron en las pretensiones, que es
el fundamento y razn ;)or donde se discurren y califican muchas ideas en el
Per,.
Por remate de todo y para que la semejanza fuese completa con lo q u e
suele pasar en nuestros das, seguan las censuras de los almirantes de Is
Sierra y de los artilleros de la Universidad de San Marcos, sobre cuyos pa-
receres se explica el virrey con estas bien diseadas palabras: .Esta confu-
sin y sus malos efectos los experiment con las hostilidades que hicieron
los piratas en estas costas indefensas, porque a cualquier pueblo de indios
que entrasen y robasen, saltaba en Lima la queja y el dolor, y aun el susto,
parecindole a cada uno que no estaba seguro en su casa y qce era menester
poner en defensa la ciudad, que no bastaban 4,000 hombres que estaban
acuartelsdos con las armas en las manos,.
XIV

Tratse, sin embargo, y no cbstante aquella zalagarda ms


propia de los moros que introdujeron stas en Espaa, de
equipar la escuadra; y psose mano a la obra diez das
despus del anuncio del peligro. Mas era tal la escasez de
elementos de guerra, fruto de las homilas del arzobispo-vi-
rrey, que su Sucesor vise obligado a embargar la madera
de un monasterio de Carmelitas que se hallaba en constrixc-
cin, a fin de emplearla en el reparo de los buques. Y
aun as stos no se hallaron listos sino en el trascurso de
medio ao, esto es, el 23 de Septiembre de 1684.
Y todava, cuando la flota estuvo pronta para salir al mar.
vino la variedad de las opiniones como en el tiempo del chis-
me de los chonos. Los unos queran que no saliese. Otros
que fuese a batir a los piratas. Otros qur se acoderasen los
buques, como en los das de Montes Claros y de Guadalc-
zar, reforzndoles con caballera, segn vimos. . . Otros, en
fin, estaban porque se dirigiese la escuadra directamente a
Panam extraviando su derrotero acostumbrado, y despus
de dejar las millones de que era portadora en lugar seguro,
volviese al encuentro de los bucaneros, que se saba aguar-
daban apostados en las Islas del Roy. Fu tenaz en esta
manera de pensar el sensato virrey, y m criterio al fin pre-
valeci.
Obedeca adems aquel funcionario a una alta responsabi-
bilidad al aconsejar aquel partido, porque el rey Carlos 11,
o ms propiamente sus confesores y hechiceros, le haban
anunciado que los galeones de mercaderas que venan de
dos en dos aos a la fei.ia de Portobelo, se hallaran sin fal-
ta alguna en el puerto de Cartajena a fines de 1684, y le
encargaba no Tetardarlos por ningn m o h o . E l oro del re-
torno se necesitaba cada da por la hambrienta y libertina
corte como la substancia de la vida.
Pero sobrevino aqu otro incidente ms difcil de vencer
que 1of3 muros de granito: el pnico. Nadie quera arriesgar
sus caudalos en la flota, y aunque una mujer animosa, ins-
tigada por el duque, hizo registrar hasta cincuenta mil pe-
HISTORIA D E V A L P A I ~ A ~ S ~ 253

BUS para dar ejemplo, nadie se atrevi a seguirlo, tanto wa


el temor de 106 forbantes !

Con dm o tres millones del rey nicamente, lev pues SUB


anclas la real Armada del Mar del Sur en los ltimos dins
de 1685 en direccin a Panam, bajo la direccin superior
de un cuado del virrey llamado don Toms Palavicino, que
haba sido gobernador en una fortaleza de Europa largos
aos. Dironsele como consejeros, por no ser prctico en el
mar, a los experimentadw capitanes Pontejos y Ves, ya va-
rias veces citados.
Componase la flota, segn costumbre, de la Capitana, -45
miranta y Patache, aqullas con cuarenia caones cada una,
con veintisis el ltimo, y a ms dos fragatas armadas, cua-
tro buques menores, un chinchorro y dos brulotes de fuego;
doce c~lseoscon 1,043 plazas de general 2. paje, confesando
todos en el Per (dice un testigo de vista al verlos salir ufa-
nos de su surgidero), que no se ha visto otra tan bien pre-
venida, y que en el Norte no pudiera expedirse otra de ma-
yor fuerza, y c m o si fuera posible, quieren que saliendo ea-
ta armada en busca del enemigo, lo Cestrocen y echen a
pique y apresen todas las seis embarcaciones como si estu-
vieran dentro de una red (1). L9s capitanes, aada l
mismo, se han elegido todos de los que han servido en el Nor-
te (en el Atlntico) y han visto la cara al enemigo, y toda
la gente ea muy buena y b muy contenta, porque b bien
~ocorrida,y por lo que me dicen los m&s antigum, puedo
asegurar a V . M., que no ba navegando en esta mar ar-
d a , tan bien aprestada, ms fuerte, ni con mejores cabos
y gente, que es lo que me ha tocado prevenir, dexando a la
providencia de Dios las sucessos, de cuya misericordia dehe-
mos esperarlos muy felices.

(1) El duque de la Pnhta. Despechos del rey insertoe en su Mesnona.


pig. 304.
254 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Los planes del virrey Palata y sus cristianos deseos, se :le-


naron con increble ventura. La flota del Callao pas casi
a la vista de !os bucanerm, extraviando el rumbo mar a fue-
ra, y apenas hubo desembarcado sus toneladas de oro y pla-
ta en Panam, a cuyo puerto lleg por el Norte, enderez sus
proas hacia las Islas del Rey, donde le aguardaban los pi-
ratas, apercibidos ya tristemente de su llegada y de la salva-
oin del botn que acechaban con febril inquietud.

XVII

Eran las once de la maana del memorable 28 de Mayo


de 1686, cuando con una fresca ventolina del Sur present-
se a la vista de los bucaneros la escuadra del Per, trayendo
en su ventaja el barlovento y el mar.
Consista la principal fuerza de las naves espaol- en
su poderwa artillera, que los bucaneros hacen subir en sus
relaciones a ciento y setenta piezas, distribuidas en uo menos
de doce embarcaciones ( 1 ) . Los piratas, al contrario, conta-
ban nicamente con la audacia y el pufial de cada uno pa-
ra el abordaje, y el pulso tranquilo de los arcabuceros para ba-
rrer los puentes enemigos con sus armas. Slo tenan caiio-
nes el RachcZor J- rl C y g n e t , sirndo la tripulacin del pri-
mero de 156 hombres y 140 la del segundo, en su totalidad
ingleses. Grogniet montaba una gran fragata de comercio
con 308 desalmadcs de su raza, y la deas chusma se halla-
ba repartida en otras siete presas de ms dbil construc-
cin, bajo el mando de Townley, que tena a sus rdenes
dos buques, de Pedro Harris, de un ingls llamado Brandy,

(I) Segn las narraciones que extracta Burney, los bucaneros valoriza-
ban las fuerzas de la escuadra espafola de la manera siguiente: Capitana,
48 caones; Almiranta, 40; vice-Almirnnta, 36. Tres buques ms ron 24,
18 y 8 caones, respectivamente. Los dems traan 8610 mosquetera y ar-
cabuces. E n todo esto haba una evidente exageracin, p probablemente
duplicaban el nmero de piezas, como lo hacan respecto de las tripulacio-
nes, pues constando stas apenas de mil individuos, las hacan subir a 2,500,
mitad espaoles y criollos y mitad negros y mulatos. Del total, 450 compo-
nan la dotacin de la Capitana.
HISTORIA DE VALPARA~SO 255

tal vez por apodo, y de otros caudillejcs allegados. Diez basos


y mil hombres en conjunto.
Davis comandaba en jefe y estaban a su lado el experto
Dampier y su cirujano Waffer. Raveneau de Lussm mon-
taba una de las embarcaciones =enores confundido entre la
muchedumbre.

Cuando la real armada desplegaba su lnea de batalla a


impubos del viento matinal que favoreca admirablemente !US
maniobras, los bucaneros se hallaban, no sin cierto desorden,
esparcidos entre los islotes que forman el grupo de las Per-
las. Grogniet se mantena a considerable distancia con su
gente escogida de abordaje, y Slo estaban en actitud de to-
mar instantneamente parte en el combate Davis y Swan,
cuyo ltimo tena el puesto de segundo. AI tope del maste-
lero mayor del oaudillo bucanero flotaba el pabelln de San
Jorge, cubriendo el trapo blanco de los Borbones que se
mostraba ms abajo, como la insignia de legalidad en la ha-
talla que iba a librarse.
Xo obstante las evidentes desventajas con que iniciaba la
jornada, el valeroso Davis resolvi el ataque. Comprenda que
el plan de los espaoles no poda ser sino caonearlo a la dis-
tancia, aprovechando tanto la superioridad de su calibre como
la aue le brindaba el barlovento; y al propio tiempo meda
sus recursos de victoria que cifraba slo en el pecho y en los
brazos de los que le obedecan. E l entusiasmo de los bucaneros,
o como es ms propio decirlo, la fiebre de su codicia, haba lle-
gado en el primer momento hasta el delirio. Las esperanzas
que habamos perdido, exclama uno de ellos, volvieron a rena-
cer con la vuelta de la escuadra enemiga de Panam, y el d e
seo de enriquecerse que animaba a los bucaneros, les exalt
a tal grado que el mayor nmero de ellos arrojaban al mar SUB
sombreros, como si ya tuviesen a los espaoles en sus ma-
nos (1).
A las tres de la tarde, el jefe hucanero di en consecueri-

(1) Raveneau de Lusssn, pg. 458.


256 O~?I:AS COMPLETAS D Z v~cu,l:aMACKZSRA

cia la seal del abordaje, ordenando al capitn Swan en-


vistiera a la Almiranta enemiga y avanzando con su propio
buque a velas desplegadas contra la Capitana de Palavicino.
Grogniet, que deba orzar ms de una milla para ganar la
Enea de combate y tomar su puesto, atacara al vice-almiran-
te, y cada uno de los otros dara cuenta con sus dagas y gan-
chos de arpeo de los dems buques castellanos.

XIX

Fu aquel un supremo momento para la Amrica espaola.


Iba a decidirse quines seran al fin los dueos del Pacfico
y los explotadores de sus riquezas, ponderadas por la leyenda
y por la fbula. El episodio de las Chinchas dos siglos mi%
tarde, sera una sombra delante de aquella jornada en que se
rifaba un mundo entre un salteador del mar y el rey que no
vea ocultarse el 901 en sus dominios. F u aquella una eo-
yuntura extraordinaria, dice el concienzudo Burney, minucio-
so narrador de esta epopeya singular. Si la victoria favore-
ca a los bucaneros, ella les habra dado el dominio del Mar
del Sur, y tal nada menos era la ambicin de su atrevido jefe.
Pero fu mal secundado, aade, y el da malogrse por
entero ( 2 ) .
Cuando el barco de Davis, en efecto, se diriga a todo trapo
sobre la escuadra real, Grogniet acort sus velas y di seal de
evitar la pelea. Al mismo tiempo, Swan, siempre desabrido eii
los ataques, arriaba su insignia, dando a entender que pm-
fera se aplazase el combate para hora ms oportuna.
Delante de esta doble cobarda y desobediencia, Davis hubo
de ceder y replegarse a su lnea.
Los espaoles, a su vez, dueos siempre del viento, cargaron
sobre aquella, si bien sin exponerse a sus tiros, hasta que
acosando a los barcos ms dbiles que se hallaban enteramente
desordenados, excepto para el abordaje, tomaron stos un ea-
nal, favorecidos en el momento ms crtico por un cambio
repentino de la brisa. Davis y Swan cubrieron con sus bate-
ras aquella retirada, y el primero fu el ltimo en dejar el

(1) James Burney.-Obra citada, vol. 3.0, pAg. 178.


HISTORIA DE VALPARAfSO 257

teatro de un encuentro que pudo ser el combate naval ms


sangriento y decisivo de la Amrica, y que sin emba%o ape-
nas fu una escaramuza.

XXI

Davis, que sobrellevara todo el combate de la lucha, tuvo


apenas un muerto, seis heridos y una avera en el timn.
Swan sac a su piloto muerto y tres heridos, y en esta pro-
porcin los dems; sin embargo, de que algunas, como la bar-
ca que montaba Pedro Harris, y en la que se hallaba Lussan,
recibi hasta 120 balazos en su casco. Esto no obstante, el
poeta de Lima cant la esplndida victoria de los suyos con
homricaa estrofa, en que lo altisonante de la forma hace
apenas inteligible la inspiracin del nebuloso numen.

Contra la playa de esta all vecina


Los cercan los peruanos y tan fuerte
E l pavoroso bronce los fulmina
Que a cada tomo temen una muerte.
Jarcias destroza. Mstiles arruina
Y en fin el enemigo tal se advierte
Que cuando la vil fuga apenas halla
Cada onda parcele ya risco en que encalla (1)

XXII

Tal fu el encuentro naval de las Islas del Rey, contado


sin galas de poesa (excepto la ltima prestada), y nica-
--
(1) Pera1ta.-Lima fundada, canto 5.0-Para nosotros y con el debido
acatamiento a los respetos de la tradicicin y a sus dolos, el ponderado don
Pedro Peralta y Barnuevo, la gran lumbrera peruana en el siglo XVIII,
como Solorzano lo haba sido en el precedente y el ilustre Unnue lo fu
en el presente, no pas6 de un poetastro que, por la fama y pretensiones de
su poema, se nos permitir6 colocar entre Ercilla y nuestro moderno Ba-
rainca (*), pues si escribi en octavas reales las glorias de Francisco Piza-
ir0 y de sus castellanos en imitacin del primero, no era por esto menoe
matemtico y astrnomo que el ltimo.
E n disculpa de nuestro atrevimiento para juzgarlo de esta suerte, y no
obstante la represalia que aguardamos del vate del Tajamar, nos limitamos
a reproducir la siguiente octava del canto 6 . O en que el del Rimac explica
el eclipse de sol que tuvo lugar el 15 de Agosto de 1719, previniendo que si
Historia de Valparaso 17
258 OBRAS COMPLETAB DE VICURA MACKENNA

mente bajo el aepecto de un Bimple acantecimiento histrico.


Como eiempre, loe bucaneros culparon de au mal xito al
viento, y como siempre, los marinos espaiolea dieron por d e s
cargo de su flojedad el viento tambin (1).
Pero es lo cierto que aquellos demayaron en su habitual
intrepidez desde que saban que dentro de los barcos enexni-
gix no venan los rimeros de oro que eran la causa deter-
minativa y nica de todas sus empresas. Lm espaoles, por
su parte, obraron con excesiva cautela y desconfianza del te-

alguien entiende lo que dice (y no obstante la ms amplia salvedad otor-


gada al gongorismo) estamos dispuestos a borrar el ltimo trmino de la
comparacin, es decir, a Barainca:

*De terrible desmayo el fatal velo


Correr a Phebo la Lunr Penumbra,
Que, puesta al claro corazn del Cielo
Syncope amaga a ser de quanto alumbra:
Cede de sus Yungales el anhelo;
Casi trabuca, mientras ms se encumbra
Phaeton de s mismo; y las Estrellas
Casi son de su Tmulo Centellas,.
(*) Barainca, pintoresco *poeta* santiaguino que alcanz cierta nombra-
dfa jocosa a mediados del siglo XIX, era autor de un drama titulado Viva
Chile o Patria y Amor. - ( N . de los R.).
(1) Al menos de esta opinin fue el piloto de Davis, Dampier, quien ase-
gura en sus Viajes, que a haber tenido a su favor el viento, el da habra
sido suyo. E n cuanto a los espaoles, h aqu cmo se expresa el virrey (Me-
n o r i a , pg. 316): *No tenan los piratas en las Islas del Rey, donde les fu
preciso hacer alto, ni el mar ni el viento favorable para la fuga, hasta que
Dios lo mud todo y en un instante se hallaron mejorados los enemigos de
puesto y derrota para navegar por donde nuestras naves no pudieran se-
guirlos sin riesgo inevitables de perderse, y aunque la artillera de la arma-
da los maltrat mucho y se consigui el sucesso de deshacer el cuerpo de
esta armada de piratas, pues desde aquel da se dewnieron y trataron de
buscar la srtlida para el norte (el Atlntico) y se pudo conseguir el acabar
con ellos como se dir adelante..
Gay. por su parte, o ms propiamente los emhadurnadores de su histo-
ria que malograron sus preciosos datos, con tanta paciencia recogidos, des-
cribe como sigue los sucesos que dejamos narrados: <Muy luego, corsarios
ingleses y franceses volviernn a ejercitar su actividad. Una escuadra com-
binada de diez navos de dichas dos naciones, mandada por el pirata afa-
mado Eduardo David, surcaba las aguas del Per y amenazaba incesante-
mente las costas. E l virrey, duque de la Palata, envi contra ellos una, com-
puesta de siete guarda costas que les dieron caza hwta cerca de Panam,
en donde les batieron en un sangriento comba&; pero lejos de aprovecharse
de la victoria, los espaoles les hicieron puente de plata y los dejaron irse
y dispersarse. De suerte que despus de haber sido derrotados, hacan ms
dao que antes, puesto que as dispersos inquietaban el comercio de Lima,
y aun hicieron varias capturas y saquearon algunos lugares de la costar.
HISTORIA DE VALPARAfSO 259

rrible poder de aquellas bandoleros que, una vez echado el


ganuho a la enemiga borda, moran todos o vencan.

XXIII

En consecuencia de aquella mutua condicin de los nimos,


pasiSe el siguiente da (Mayo 29 de 1686) en intiles escara-
muzas oiendo cada cual el viento y su temor, hasta que en
la maana del 30 dieron vuelta sus proas lus marinos de EE-
paa y furonse a poner de una manera vergonzosa, dice
el no siempre desapasionado Burney, bajo la proteccin de
las murallas de Panam.
Menos severo que el autor que acabamos de citar, el piadoso
virrey del Per atribua todos los sucesos de aquel da a la
Divina Providencia, en lo que, por cierto, haba mucho me-
nor peligro de engaarse. NO puede dejar de parecer miste-
rioso, dice en efecto aquel hombre de Estado, y no obstante
de ser uno de los espritus mejor dotados de su poca, que
una armada tan bien prevenida y tan superior con exceso a
la fuerza de los piratas que los cogieron en tan buen paraje
para destyozarlos enteramente, no pudiesse lograr esta ocasin,
que parece se la puso la fortuna en las manos y se la quit
Dios con un soplo, porque les di lugar para la fuga sin po-
der seguir su alcance sin riesgo notorio de perderse los nues-
tros, disponiendo la ejecucin de su justicia con aquellos ins-
trumentos, que pudieron ser de su venganza.
Para conocer si est Dios con sus enemigos, aade en
seguida el cristiano virrey, no se han de considerar los bue-
nos sucessos que tienen sino los socorros qiie reciben de las
cosas naturales inanimadas, como viento, fuego, tempestades
y otras que como instrumentos de Dios le sjrben y obedecen.
Quien observare los sucesos del Per desde el ao de 1684
asta el de 1687 en que se arruin esta ciudad con los espantosos
terremotos de el da 20 de Octubre, hallar seas infalibles
de la mano de Dios y conocer la confederacin que hicieron
todos los elementos con los piratas, a quien Dios encomen-
d el castigo de nuestras culpas.
Pero cosa ms extraa todava ( y slo digna de aquellos
tiempos y de aquellos hombres), era la de que los filibusteroa
260 OBRAS COMPLETAS DE VICUA M A C K W N A

invocasen, asimismo, la voluntad divina para explicar sus in-


fortunios, porque, dice u n o de aquellos, si hubiramos ata-
cado la flota espaola antes de reforzarse en Panam, o si
nicamente hubisemos tenido en favor el viento, no pongo
en duda que el resultado habra sido diferente, y que nos
hubiramos apoderado de sus buques para volver por el Es-
trecho con caudal suficiente para vivir con comodidad y evi-
tarnos as las fatigas y ansiedades de tres aos posteriores de
campaas, pero la Divina Providencia lo tenia dispuesto de
otra suerte (1).
Y semejante a ste fu el desenlace de todos los sucesos de
la Amrica espaola durante del gobierno de la Espaa, es-
pecialmente bajo el cetro del Hechizado, en cuyo largo reino
los bucaneros asolaron nuestras costas. Porque es piadoso
creer que si Dios haba consentido en que el diablo se aposen-
tara en las entraas del monarca, su misma Providuncia ha-
bra de tolerar que los demonios del mar se enseoreasen
a mansalva de los miembros ms apartados de su vasta mo-
narqua.

(1) Raveneau de Lussan, pg. 462.


CAPITULO XIX

EL CASTILLO DE SAN JOSE

Despus del infructuoso caoneo de las Islas del Rey, el


tedio y el descontento se apoderaron del nimo de los buca-
neros. Rota la ligadura de oro que daba cohesin a aquella
abigarrada muchedumbre, sus viles pasiones tomaron predo-
minio sobre la fidelidad y obediencia, y las rompieron. Re-
tirados a una isla inmediata llamada Quivo, comenzaron las
murmuraciones y las enemistades de raza acusando los de
Davis a los de Grogniet de la cobarda de ste cuando no
diera cumplimiento a la orden de irse al abordaje, mientras
que los ltimos hacan recaer la responsabilidad del da sobre
la incorregible flojedad de Swan, el segundo del almirante
bucanero.
No dej de ser tambin causa singular de aquel encono de
parte de los catlicos franceses la irreverencia brutal con
que sus camaradas protestantes trataban las cosas de su cul-
to, entrando a balazos a sus iglesias y cometiendo en los santos
altares todo gnero de profanaciones. As al menos lo na de-
jado consignado uno dme los agraviados, eterna prueba de que
lo ltimo que desaparece en el hombre es la oreencia sublime
que bebi en la leche de su madre, ila creencia de un
Dios! ( 1 ) .
-
(1) .Una de las principales cansas (dice Ravencaii de Liissan, pg. 463)
que nos hizo separarnos de los ingleses y flamencos, fueron sus impiedades
con nuestra religin, porque cuando entraban a las iglesias no teman cor-
tar los brazos de un crucifijo con sus sables o fusilarlos con sus arcabuces
y pistolas, despedazando de la misma manera las imgenes, sin respeto el
menor a la adoracin que nosotros los franceses les tributbamos..
262 OBRAS COMPLETAS DE VICURA YACKIWNA

De todas estas causas vino un primer rompimiento y la dis-


persin consiguiente de fuerzas que iba a desarmar a los fili-
busteros.

I1

Davis, en consecuencia de aquella enemistad, fuese con 640


bucaneros, la mayor parte ingleses y flamencos, al puerto de
Ria-Lexa (Realejo), y Grogniet con 456 de los suyos al golf6
de Nicoya. E l divorcio de nacionalidades no era sin embargo
completo, porque a Davis sigui el francs Rose con catorce
de los suyos y a Grogniet se incorpor Townley con 115 in-
gleses y otros forasteros. Un pirata llamado Eduardo King,
que lleg a Panam con 115 ingleses despus del combate de
Mayo, engros tambin con su gente la de Davis.

, I11

Por una singular y terrible coincidencia, los dos caxdillos


piratas eligieron ahora dos ciudades centrales de la que es
hoy Repblica de Nicaragua para vctimas de su codicia.
El litoral estaba ya agotado. Era preciso ir a buscar el oro
y aun la vitualla a los pueblos del continente, por ms que
la empresa pareciese temeraria. De esta suerte la hermosa ciu-
dad de Granada cay en manos del sanguinario Grogniet
(Abril 11 de 1686) y la vecina de Len en las de Davis el
14 de Julio del ao precedente.
Cumplise as el triste destino de aquellas dos ciudades,
porque la tragedia era siempre la misma. Primero la sor-
presa; en seguida el Te Deum; en pos el saqueo, y por lti-
mo, el incendio. Idntico desenlace del drama de la Serena
en 1680, porque aquellas amilanadas gentes, dominadas por
una especie de terror supersticioso de los vndalos, no saban
rescatar sus hogares ni con su sangre, ni siquiera con su oro.
Los bucaneros modernos que con iguales sino mayores atro-
cidades llev a aquellos mismos pueblos el cruel forbante Gui-
llermo Walker (1855), no fueron recibidos ciertamente de
una manera perecida.
HISTORJA DE VALPARAfSO 263

IV

Despus de la destruccin de Granada, Grogniet, siempre


feroz, dirigise con sus turbas embriagadas ya por la sangre
y el despecho a pedir al gobernador de Panam el rescate
de cinco de sus camaradas que aquel guardaba en una maz-
morra, amenazndole con enviarle cien cabezas espaolas sino
acceda perentoriamente a su demanda.
Indignado el mandatario del Istmo con lo horrendo de
aquel reto no le prest odos. Pero a la maana siguiente,
los centinelas de la playa encontraron en el fondo de una
canoa varada y sin remeras, veinte cabezas recientemente de-
golladas. . . Era aquella una simple notificacin de que los
bandidos del mar saban cumplir su palabra. Lussan llama
esta atrocidad sin nombre un paso un peu violent, si bien se
esfuerza en explicarlo por la clera que les causaba ver morir
a sus compaeros envenenados, segn afirma, por :aa b a l a
de los espaoles, confundiendo as, a nuestro entender, el
clima con el plomo.
Aterrados el gobernador y el obispo de Panam, despacha-
ron aquel mismo da (28 de Agosto de 1686) los cinco fora-
gidm a cuyos fierros se haba consagrado inmolacin tan in-
humana. Y entonces los piratas, aadiendo la felona a la
barbarie, dejaron ir a tierra slo doce de sus prisioneros, y
con ellas enviaron a decir que degollaran Ice que aun que-
daban a su bordo si no se compraban sus vidas al precio de
veinte mil duros. Pagronse stos, sin demora, porque debie-
ron reservar alguna gente de caudal. En seguida los saltea-
dores hicieron rumbo a Guayaquil.
Su itinerario hasta aquel puerto pudo trazarse en el mar
por la huella de la sangre y en las costas por el humo de
BUS incendios.
Consuela casi contar, en vista de tanto horror, que antes
de dejar a Panam muri de sus heridas el pirata Townley,
segundo de Grogniet, reemplazndole en el mando de su buque
otro pirata ingls llamado Hutt. Haba recibido aquellas el
primero en un combate que les ofreci el gobernador de Pa-
nam con tres buques en la isla de Taboga, tripuladcs por
una turba de mercenarios que lcw filibusteras llamaban los
264 OBRAS COMPLETAS DE VICURA YACKENNA

griegos. Equivocaban sin duda el apodo de los gringos, que a


ellos como a los dems daban los espaoles, en razn de ha-
blar lengua diferente.

gCul era, entre tanto, la suerte y paradero de Davis, el


ltimo de los bucaneros?
Abandonado despuk del saqueo de Len por el indeciso
Swan y por Dampier (que se fueron a pirat,ear en los mares
de la India hasta que podrido su buque lo abandonaron por
otro en la isla de Madagascar) sigui hacia el Sur en busca
de sus depsitos de vveres que a prevencin haba acumulado
en las islas de Galpagos. Iban con l los capitanes Knight,
bucanero de refresco, que se haba unido, segn acabamos de
decir, despus del combate de las Islas del Rei, y el veterano
Harris. Pero ste le abandon a su turno, descontento, siguien-
do la estela de Dampier. Por manera que el caudillo quedse
con dos buques y un solo compaero.
All y en la isla de los Cocos refresc su gente atacada de
fiebres ponzoosas. Y una vez llenada su bodega de vveres
suficientes para un largo crucero, lanzse otra vez sobre las
costas del Per y en seguida sobre las de Chile. Tena esto
lugar en los itimos das de 1685.
La tercera y ltima faz del filibusterismo, as como la ms
interesante para nosotros, pues ella por s sola forma un ar-
gumento domstico, va a desarrollarse en el panorama del mar.

VI

Davis emprendi el vuelo desde los islotes de Galpagos, y


cay como como un buitre hambriento sobre la infeliz costa
peruana. Saa, Santa, Huaura, Guarmey caen sucesivamente
bajo su ma.no, y perecen. De la primera nombrada slo queda
un puado de cenizas; en Santa, mata al cura porque no con-
fesaba el sitio en qiie haba escondido sus tesoros; en Huara,
apresa al alcalde de la Santa Hermandad don Blas de la
Carrera, y poniendo BU soltura en una crecida talla, parque
HISTORIA DE VALPARAfSO 265

no la condujo tan brevemente le cort la cabeza a bordo (1).


A Quarmey, que el cronista de la expedicin llama slo la
ciudad de Wormia, se content con saquearla ( 2 ) .
Y sin embargo de tanta atrocidad, 103 propios cronistas y
mulos del caudillo Davis no le acusan de cruel sino antes
bien de moderador, calificativo que hara vacilar el criterio
de la historia sobre el carcter de aquel hombre singular, sino
fuera que su ttulo de flamenco ofrece una explicacin sufi-
ciente de sus extremos con los espaoles.
De all pas Davis a Pisco, y tambin lo puso a tributo
despus de una corta y desgraciada resistencia el 11 de Julio
de 1686. Y continuando todava su devastador crucero hacia
el Medioda, como una bola de fuego que corriera a vuelcos
por el mar, presentse delante de la plaza de la Serena el
Sbado 14 de Septiembre de 1686.
All, empero, todas las victimas de tan aciaga cruzada en-
contraran un vengador.
P a fin de no arrebatar a aquel lance ni su peculiar colo-
rido ni su preciosa autenticidad, vamos a reproducir el parte
oficial de la jornada, que el Cabildo de Santiago mand asen-
tar en sus libros para que conste en todo tiempo, dice el
acuerdo, cuyo noble voto somos los primeros en dejar cum-
plido.
__-
(1) Alcedo.-Aoiso citado, ~ a g 209.
.
(2) Daniel Waffer, que segn hemos dicho andaba con Davis en esta
expedicin, no refiere ninguna de estas atrocidades. S u libro, al contrario,
parece la obra de un arrepentido o de un fil6sof0, pues se ocupa dc prefe-
rencia de aquellos incidentes ajenos a la piratera y que son ms propios
de la ciencia y de la imaginacin. A est.e propsito refiere que en Guarmey
encontr, en un mdano de arena, innumerable cantidad de cadaveres de
indgenas, vestidos y teniendo a su lado sus utensilios domsticos; y aa-
de que las gentes del lugar le dijeron que aquellos eran los restos de milla-
res de indgenas que al tiempo de la conquista haban ido a aquel sitio
a morir en muda y t,ranquila desesperacin, antes de entregarse al yugo ex-
tranjero. Aquello, sin embargo, no poda ser sino un panten de momias,
como los que suelen encontrarse con frecuencia en otros sitios de la costa
del Per. Aade que l intent llevarse uno de aquellos cadaveres tan ad-
mirablemente preservados, pero se lo impidi Davis por la preocupacin
que sobre este punto reina entre los hombres de mar.
Cuenta tambin el cirujano ingls, que habiendo observado tres buques
varados y ya en sumo deterioro a una considerable altura sobre el nivel
de la costa de Santa, le dijeron el cura y otros vecinos que aquellos estaban
all desde haca nueve aos, a consecuencia de un terremoto que haba des-
bordado el mar y causado aquel singular naufragio.
266 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

l b t e voto el despacho oficial del corregidor de la Serena


dan Francisco de Aguirre al presidente de Chile don Jos
Gamo, que dice textualmente as:

VI1

SEOR PRESIDENTE :

Ayer domingo, 15 del corriente, desde este puerto donde


acavo de llegar traindome por delante a ma$ de 200 ingleses,
digo doscientos i cincuenta i en 48 oras, peleando con ellos
con quatro hombres, psro cada uno un leon, i atribuyeiido en
principio, ser mas obra milagrosa y disposicin divina que
mia, pues aviendo amanesido savado i reconocido quatro
lanchas i un barcon grande como avis a US. en la anteceden-
te, el mesmo dia que las reconoc i teniendo guarnecido el
surjidero i otras dos partes donde con mas facilidad podian
saltar en tierra, con los soldados que se hallaban con las po-
cas bocas de fuego que abian, i toda la noche rechasandolos
tres veces que lo intentaron con todo valor i esfuerzo i ellos
desde las lanchas con notable osadia a querer saltar en Tierra.
Amanesi, i asi que reconocieron la baia a donde por qual-
quiera parte podan saltar en la plaia, embistieron i luego al
punto dispusse traer la jente que tenia en el puerto i ponian-
dolos a la parte a tras i la caballeria que se hallava a la
vista, rebolvieron con toda prestesa aganar el surjidero. Acu-
di con toda vijilancia i llegu quando ia los mas avian sal-
tado de sus lanchas, hice todo lo posible hasta que visto mi
jente descuadernada i dos heridos los retir i reconoc-endo
las fuerzas del enemigo i tan grandes soldados i los mios cor-
tos, los vine a esperar a una trinchera que tena disnuesta
fuera de las mdanos para que ayudado de ella y de los bos-
ques donde poner la caballera i darles una carga i serrase
la caballeria por un costado i otro, se fueron por un alto
i reconociendo la jente dispuesta estraviarori camino i esper
en otra trinchera a la entrada de la ciudad i alli les d1. dos
cargas i se mat uno.
AI fin nos rechazaron i entraron a la ciudad i yo i mi
jente con ellos dndoles cargas i no quise salir de ella en
HISTORIA D E VALPARAfSO 267

todo un dia i noche hasta echarlos de ella pues vieron tan


acosados que ganaron a Santo Domingo i por ratos salian i
les iba tan mal que siempre quedaban uno o dos muertos,
pues alli quedaron oinco i con el de las trincheras seis.
Por ltimo loe desaloj i salieron con arta priesa porqiie
por todm lados les hice serrar, quitandoles el sustento. Fui-
mos tras ellos hasta el puerto, derribandoles otros d a que
por todos fueron muertas ocho i sin mmhw eridos que lle-
vaban cargados i muchos que tambien llevaban en las barcas,
i fuiles dando cargas con un pedrero (I) i 18 mosqueieros
i algunos arcabiices i escopetas i a haber tenido siquiera mos-
quetes i alguna jente de acaballo, no me queda ingles i quis
los navios hubiesen quedado en la demanda: en fin lm llev
hasta el mismo puerto con mis pocos soldados que sin poderlos
ordenar se metieron por las balas entrandose con ellos que
tuvieron a mejor resistencia presurar el paso.
Doi infinitas gracias a nuestro Seor i a US. pues en tiem-
po de su gobierno no a avido mal suceso, librandonos Dios

(1) Acaso este pedrero es uno de los antiqusimos caones que se conser-
vaban en La Serena, en casa de una seora Badiola, y que, obsequiados
al gobierno por el antiguo intendente de aquella provincia don Ramn Lira,
se conservan en el cuartel de artillera de Santiago. Aqu les hemos visto
expresamente, y son dos bombardas del siglo XVI, de un metro de largo y
de hierro fundido, con diez anillos sobrepuestos, de los cuales, al menos dos
han sido remachados despus de la fundicin, pues tienen stos abrasade-
ras para el montaje y como en reemplazo de los muones. S u obra es suma-
mente ruda, y debieron ser de los primeros que se fundieron en Amrica.
Pero no creemos por esto que pertenecieran a don Francisco de Aguirre
el fundador, sino a su bisnieto don Francisco de Agiiirre y Hurtado de Men-
doza que por esta poca deba ser ya un hombre maduro.
Los que hayan ledo la Historia de Santiago, recordarn que don Fran-
cisco de Aguirre era natural de Talavera en Castilla, y que por haber sal-
vado un monasterio en el saco dc Roma cuando la tom6 el condestable de
Borbn, en cuyo ejrcito era alfrez, le dispens e1 Papa el impedimento
de consanguinidad, para casarse ron su prima doa Constanza Meneses.
Su hijo Hernando, que tambin figur desde temprano en Chile, a s s e
con la hija de un oidor de Charcas llamada doa Isabel Matienzo, y de st8
era bisnieto el vencedor de Davis.
Es lstima, y no pequea, que no se conserven otros detalles sobre los
antecedentes de este csforzado chileno, que di6 a la colonia uno de sus esca-
sos das de gloria. Por papeles de familia qiic tenemos a 12 vista, sClbese ni-
camente que por su lnea materna (la de su abuela doa Ins de Aguirre,
y Matienzo) era su tercer abuelo Francisco de Aguirre, el conquistador,
como por su ascendencia paterna, que era la de los ilustres Riveros, era tam-
bin su tercera abuela una hermana poltica de Pedro de Valdivia, doa
Catalina Ortiz de Gaete, cuyas bodas con t.1 capitn Loren70 Surez de Fi-
F e r o a , clebres por el famoso brindis de Camacho, rerordado en otra oca-
sin, hemos contado en la Hisloria de Santiago.
268 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACBENNA

de tan conocido riesgo, pues influyendanos BU nuevo valor,


nm alentamos a no temer las peligros. Yo, por imitar su
valor, hice reputacin de no salir de la plaza ni comer en
48 oras hasta desalojarlos de ella i sin haber recivido la me-
nor lecion soldado, sino fue en cosa poca dos en el puerto, i
no me hubiera por bum hidalgo ni ministro de US. sino fuera
cumpliendo con mi obligacin. Dieron fuego a la iglesia i
seldas del Seor Santo Domingo, i sin embargo de irk5 si-
guiendo, dispuse con la jente que avia sin armas reparar el
fuego i dos seldillas se quemaron. Quedan todavia los dos
navios sin aserse a la vela (1). No se pudo reconocer si
traen artilleria. Tengo un ingles vivo aunque mal erido con
esperanzas que vibir. Olgareme infinito dar compaero al
otro i remitirselo a US. para que se lo envie al seor virei.

Una hija de aquel matrimonio, doia Teresa Surez de Figueron, casse,


en efecto, con cl conquistador Francisco Riveros, llamado el viejo: y el hijo
de ste, Francisco Riveros, el mozo, casundose con dofia Ins de Aguirre,
restableci este apellido que de otra suerte se habra extinguido, pues di-
lo a SU primognito don Hernando de Aguirre, que muri en 1650. De ste
y de una dama del apellido Hurtado de Mendoza (cuyos deudos sirvieron
tambin activamente en las camparias contra Davis, segn luego hemos
de ver) naci el vencedor de los piratas.
Debemos estas escasas noticias a algunos testamentos de familias que
existen en poder del prolijo e inteligente anticuario don Santiago Tagle,
quien bondadosamente nos lo ha proporcionado. Mas, como las familias
Aguirre y Riveros (no las que los pone-nombres coquimbanos llaman Agui-
we-Chipipes) se perpetuaron en La Screna, hemos encargado ciertas inves-
tigaciones en esa ciudad que acaso podrdn conducirnos a establecer el m-
rito del clebre corregidor del siglo S V I I , no por su prosapia doblemente
ilustre, sino por sus servicios personales.
La casa solariega de los Aguirres en La Sercna, qur es hoy la de la seio-
ra doa Juana Badiola, halldbase situada en la calle de la Catedral, cuadra
y cuarto de la plaza hacia el oriente, donde los mencionados caones estu-
vieron sirviendo por muchos aios y en los Angiilos de un patio, a usos muy
pocos militares, y menos todava cultos.. . .
Debemos aiadir aqu que por muchos alios se crey que el pirata que
haba atacado La Serena era Sharp, y de aqu el refrn:-Ya lleg charqui
(Sharp) a Coquimbo.
(1) Los dos navos eran el B a c l d o r ' s Delight de Davis, que los espafioles
llamaban nicamente la Urca, y el Aranzesu, presa que montaba el capitn
Knight; s6lo el primero tena artillera. Los buqucs de los franceses, segn
el virrey Palata, se denominaban la Santa Rosa d e Viterbo, el San Jacinto
y el Tordo, todos de la carrera del Mar del Sur.
HISTORIA D E VALPARAfSO 269

Hago propio a su Exa. i doy aviso de lo susodicho i sepa


donde para este pirata.
Guarde Dios a US. como deseo.
Serena, setiembre 16 de 1686.
B. S. M. de US. su servidor

Don Prancisco de Aguvre.

Acaba un hombre de llegar i dice que el un navio trae


artilleria .

VI11

Lo que nos queda por referir de la vida de los bucaneros,


despus de su glorioso rechazo en la Serena, es slo el e2logo
de su historia.
Davis, seguido siempre de Knight, dirigise desazonado a
J u a n Fernndez con el propsito de ganar el Estrecho; pero
los naipes y la frrea voluntad de aquel hombre, mitad ban-
dido-mitad hroe, decidieron de otra suerte. Porque habien-
do perdido all algunos de los bucaneros su parte de botn
al juego, los ganadores se fueron al Altntico con Knight,
y los perdidosos, hasta el nmero de 60, se obstinaron en pedir
a su caudillo les condujese a nuevas avrnturas y despojos.
E n consecuencia, tom el pirata el rumbo de la Mocha
para recoger vveres frescos, los que, como de costumbre, ha-
ll en abundancia entre los isleos ( 1 ) . Y en seguida, no
osando acercarse a nuestros puertos, despus del escarmiento
recibido, hizo un desembarco en los mdanos de Copiap en
demanda de agua, que no haba de encontrar por ms que se

(1) Con motivo de esta visita de Davis a la Mocha, el presidente Garro


despobl aquella isla, llevando a sus infelices moradores a vivir en el valle
que se llam, por esto, San Jos de la Mocha, que es donde est edificada
la actual ciudad de Concepcin.
no OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

internara hacia los valles (1). Pondera en tal grado el ciruja-


no de Davis su penuria en aquel lance, que hubo de recurrir
a extremos imposibles de contar.. . excepto por un cirujano.
Ms feliz, con todo, que Sharp en Aria, hizo en este puerto
rico acopio de vituallae y especialmente de vino, aaqueando

(1) E l seor Gay, ignoramos con qu fundamentos, afirma en su His-


loria de Chile, t. 3 . O , que un pirata desconocido, pero que se supone fuera
Davis, intent una sorpresa en Valparaso, y aade que rechazado aqu
por el bravo don Pedro de Recalde Arandolasa, fuse al Papudo, donde otra
vez volvi6 a desalojarle el ltimo. Pero en esto hay evidentemente error,
porque Waffer, que menciona todos los puntos en que toc Davis, inclusa
La Serena, (de la cual dice, le pareci una ciudad considerable, con nueve
iglesias, y con un ro tan rico en oro que las partculas de ste se pegaban
en la suela del zapato de los bucaneros que desembarcaron), no menciona
para nada el nombre de Valparaso ni el del Papudo.
Adems, no hemos encontrado en ningn documento de la poca el nom-
bre de Recalde Arandolasa, porque el primer Recalde que figur en el ata-
que de Spilbergen en 1615 no tena hijos, y el personaje del mismo apeili-
do que viva en tiempo de Davis era Recalde y Briseo y as se firma en
los libros del Cabildo de Santiago.
Segn antes dijimos, el desembarco de Spilbergen ha sido probablemen-
t e confundido con el de Davis, aunque de todas maneras el hecho se pres-
ta a mayores investigaciones y esclarecimientos, como precisamente ha de
verificarse.
Con mucha mayor certidumbre que los Recalde, figura en los anales mi-
litares de Valparaso el general don Cristbal Hurtado de Mendoza, el
cual, dice una informacin impresa que tenemos a la vista, ase hall de te-
niente general de caballera en la defensa del puerto de Valparaso y sus cos-
tas en tiempo que el corsario Eduardo Davis, flamenco, infestaba aquellos
mares,. (Informacin de don Jernimo Hurtado de Mendoza, impresa en
Madrid, Junio 23 de 1763).
Este don Cristbal Hurtado (del que proviene la numerosa familia de
este nombre) era bisnieto de don Rodrigo Hurtado de Mendoza, hermano
de don Garca e hijo del cruelsimo marqus de Cacte. Haba nacido en
Santiago en 1660, por manera quc deba ser muy joven en la poca de la
excursin de Davis. Haba sido tambin capititn en las fronteras y alcalde
durante nueve aios en Santiago. Debi morir de poca edad, pues su testa-
mento aparece otorgado ante Juan de Moralcs el 4 de Rlarzo de 1696, lia-
biendo sobrevivido slo cinco aos a su padre, don Gonzalo Hurtado, que
falleci en 1691, de 66 aiios de edad.
De regreso de su campaa de Valparniso, don Cristbal cassc con doa
Rosa Hurtado fie Mendoza, descendiente de los tesoreros de este mismo ape-
llido y que por cerca de un siglo figuran en nuestra historia con el eterno
nombre de Jernimos, causa de inevitable confusin. pues existieron no
menos de cinco con aqucl nombre, y al menos tres de r!los fueron tesore-
ros reales. El primero de stos que vino a Chile, era natural de Tarazona,
y un hijo suyo llamado tambin Jernimo, que falleci en 1682, fii e1 que
en 1663 don su casa de Valparaso a los padres agustinos, segn dijimos.
Doa Rosa, a quien cupo uair las dos ramas de los Hurtado en una sola,
era nieta de este ltimo e hija de otro Jernimo.
Se distingui tambin en la defensa de las costas contra el corsario David
(que es como le conocieron los chileno?), un bisnieto de aquel Alonso Campo
Fro que mereci ser contado como hroe en el combate de Quintero contra
Cavendish, un siglo haca. Llambase ste Antonio Caravajal y Campo
Hit4TORIA DE VALPARAfSO 271

en seguida a Pisco (1) y por segunda vez a Paita, donde hs-


poco haba volado con cuatrocientas vidas la capitana
de los espaoles. Slo un hijo del almirante Pontejoe, que
apareci nadando en una tabla, escap de aquella horrible
mffitrofe.

LX

Para colmo de infortunios, Grogniet haba tomado a Gua-


yaquil casi por sorpresa, al amanecer dei 20 de Abril de
1687, y hecho prisionera su poblacin toda, la cual llev6 mu-
tiva a la Pun, exigiendo por su rescate un milln de pesce
y cuatrocientos sacos de harina, so pena de cortar una cabeza
por cada millar de duros que se omitiese, o por lo menos una
vida por un saco.
El gobernador de la plaza vencida esforzbase en ganar
tiempo esperando refuerzos del Callao, y por tanto, a fines
de Mayo, los cautivos slo tuvieron entregados a cuenta del
rescate cuarenta y dos mil pesos y ochenta sacos de harina.
Aquella traza y sus esperanzas dieron al fin su fruto, porque
el 20 de Mayo de 1687 se presentaron dos buques con pode-
rosa artillera a la boca del ro de que eran absolutos due-
os los piratas.
Los bucaneros franceses se hallaron desde ese momento en
__-
Fro, quien condujo a Valparaso las milicias de caballera de la hitasa Col-
chagua (hiiasa ya desde entonces), donde ejerca el cargo de corregidor.
Es de notar qiie este personaje fuera por su abuela doa Mara Riveros
(hermana de Francisco Rivero, el moro) primo del corregidor de La Cere-
na. Los Campo Fro provenan del pueblo de Alcntara en Eutremadura,
y el conquistador que vino a Chilc era hijo de un Alonso de Campo Fro,
llamado el jtlterle.
Los Riveros vinieron del pueblo de Torreiii de Vclasco, donde el Dadre
de Francisco Riveros el viejo (que all naci). llamado Alonso de RiGeros,
era alcalde de la fortaleza de Moralata. (Papeles d e fanzilia).
(1) De una Znformcicin de servicios de la familia peruana de Torre-Ta-
gle, que tena sus propiedades en el valle de Pisco. hccha a fines del siglo
pasado y que tencmos a la vista, aparece que e1 amlto e incendio de Pisco
tuvo lugar el 14 de Mago de 1687, y que el h6roe de la jornada fu un cl-
rigo anciano, quien, apeleando. dice aqiiella, dcsdc iin fuerte, con algunos
vecinos, impelido del amor a la religin contra el enrmigo, muri all, y
habindose prendido fuego la plvora. que hizo volar un artillero y dos
soldados, los piratax rompieron las puertas y se hicieron dueos de la plaza..
-Informacin del teniente-coronel de dragones don Manuel Tagle Isasaga,
padre del ltimo y famoso marqus de Torre-Tagle, cuya familia, as como
la de Chile, provena de las montaas de Santander).
272 OBRAS COMPLETAS D E VICUA MACKENNA

una situacin critica. No tenan caones que oponer a los del


enemigo, y adems haba muerto de una herida recibida en
el asalto, como Tomley en Panam, el feroz Grogniet.
Pero Davis lleg del segundo saqueo de la vecina Paita en
el oportuno instante para salvarles, cubrindolos con las bate-
ras de su infatigable y viejo Bachelor. Habiendo recibido a
su bordo 80 hombres de refresco hizo frente a los dos barcos
espaoles durante siete das consecutivos a la vista del Amor-
tajado (del 28 de Mayo al 3 de Junio), dejando al fin la
empresa los ltimos, despus de haber enhado sobre la costa
uno de sus buques llamado el Catalina, que tomado aparte
por los corsarios, y muerto su capitn en la refriega, no tuvo
otro medio de escapar (1).

(1) Los dos buques que se presentaron a la entrada del ro de Guayaquil


eran mandados por el gobernador del Callao don Dionisio de Artunduaga,
y haban sido equipados, as como el Catalina, por una compaa de parti-
culares de Lima que se estableci expresamente bajo el nombre de Nuestra
Seora de la Guia, y cuyos principales miembros eran, segn el virrey Pa-
lata, Don Christbal de Llano Xoraba, de el orden de Santiago; Don Agus-
tin Cauquequi y Salinas; el sargento mayor D. Francisco de Orage, de el
orden de Santiago; el Dr. Don Francisco Zabala; el capitn D. Juan de
Gamy Olez, de el orden de Alcntara; el sargento mayor Juan Fernndez
Dbilas, el capitn D. Fernando Gurmendi y el capitn D. Francisco de
Paredes.
El capitn del Catalina, que a consecuencia de haberse apartado de su8
compaeros fu atacado separadamente por los bucaneros, se llamaba don
Gaspar Bernav de Mansilla, y despus de haber perdido honrosamente
la vida peleando durante cinco horas, su segundo, el alfrez don Jos de
Mendieta encay el buque. Davis atribua el logro de esta maniobra del
enemigo a la embriaguez de su gente.
Por su parte, el virrey duque de la Palata continuaba atribuyendo esta
serie de desgracias y de coincidencias a Dios y al viento.
.El mismo viento, deca en su Memoria, traxo de Coquimbo el navo
Aranzasu de los enemigos en socorro de sus compaeros, quando estaban
en Pisco con arto peligro para su retirada. Los franceses que apresaron
a Guayaquil, recibieron el mismo socorro que les di6 el viento, llevando la
urca de los ingleses sin saber unos de otros, y juntndolos el acaso cuando
la necesidad los llamaba. El fuego se declar tambin a favor de los piratas
en Pisco, quemndose la plvora en el fuerte en donde se huhieran defen-
dido. E n Paita se quem la capitana con p6rdida de la mejor gente y la
mejor artillera. Faltaba que la tierra se derlarasse tamhin por instrumen-
to de la ira divina: y en 20 de Octubre de 1687 hizo tan espantnsos movi-
mientos, que nos arroj a todos de las casas, y qued esta ciudad arruinada,.
Entrc tanto, el que desee conocer los interesantes y horribles episodios
de la captura de Guayaquil por los franceses puede consultar a su cronis-
t a Raveneau de Lussan, quien s610 denomina aquella ciudad con el nombre
de Queaquilla, segn la ortografa de los bucaneros.
HISTORIA DE VALPARAfSO 273

Desde Guayaquil, y despus de celebrar u:i consejo de gue-


rra en el que se resolvi por un corto nimero de voos dejar
con vida los setecirntos prisioneros que ayiinrdabn (in la
Pun, los bucanerm de Davis, que eran slo 60, y los de
Grogniet, reemplazado ahora por el viejo Le Picard, se fue-
ron a la isla de la Plata, que bien mcrecd este nonibre porque
era la carpeta en que los ladrones del mar iban a repartir si1
botn.
/
Practicse este repartimiento el 12 de Junio de 1687, ca-
biendo a cada pirata hasta 400 pesos, jornal escaso de tantos
aos de crmenes i miserias. Lo que no era numerario, ven-
dise en pblica almoneda, y tan de buena cuenta andaba
all el oro que una onza sellada se venda en ochenta pataco-
nes, pues como ya se trataba de la fuga todos queran hacer
liviano su equipaje.

XI

Los franceses, en efecto, dirigironse a repasar por Centro


Amrica al otro mar y llegaron a Jamaica cuyas crceles se
abrieron, por forma, para sus procesos.
Davis, por su parte, hizo por la tercera vez rumbo a las
islas de Galpagos y de all a Juan Fernndez, a cuyo puerto
lleg por la tercera vez tambin en su largo crucero de cin-
co aos.

XI1

Hzose notable aquel ltimo crucero para la ciencia y la


geografa, porque en su curso experimeiit el buque de los
bucaneros, a la altura del grado 30, 30 de latitud meridio-
nal, el espantoso terremoto que asol a Lima el 20 de Octu-
bre de 1687, desarrollando los ms extraos fenmenos en el
mar, y porque se cree que en esa propia ocasin, y algo ms
tarde, cuando se hallaba a la altura de Copiap, descubri
la isla de Pascua, que hoy reclamamos como nuestra, y que
Historia de Valparaho 18
274 OBRAS COMPLETAS DE VJCXJRA MACKENNA

lleva alternativamente el nombre de Davis por el de su des-


cubridor y el ya expresado por el da de su primera vista
(25 de Diciembre de 1687) ( 1 ) .

XI11

E n Juan Fernndez detvose el ltimo de los bucaneros


unos pocos das; y dejando all cinco de sus compaeros que
por pobres y dmesperados prefirieron un pen para roer
su despecho sin testigos, dirigise a su aimacn de la Mocha,
que por esta vez ;y por el motivo ya apuntado, encontr
yerma y solitaria ( 2 ) .
Y aqu es oportuno recordar que aquella cadena de islas
que corren desde Valdivia a Panam, sembradas como puntos
invisibles en el anchuroso mar, la Mocha, Santa Mara, Juan
Fernndez, las islas Galpagos, la de la Plata y las del Rey,
haban sido los puntos estratgicos, admirablemente distribn-
dos, desde los cuales los salteador- del mar corran de una
empresa a otra empresa, de un reparto de botn a otro mayor.
Davis, ya en el otro okano, tuvo entretanto una prspera
navegacin hasta el Mar de las Antillas, a cuyas islas ingle-
sas lleg en la primavera de 1688, acogindose al indulto
que a todos los bucaneros sin distincin de banderas ni de
crmenes ofreci por ese entonces la Inglaterra y que confir-

(1) Los piratas experimentaron el terremoto a la misma hora en que se


sinti en Lima, esto es, a las cuatro de la maana. El mar se puso color de
leche, hirviendo a borbotones; los caones cayeron de sus cureas; Davis,
que dorma apoyado en uno de stos, fu derribado, y por ltimo el agua
que se us6 aquel da en el buque, se encontr mezclada de arena. Como el
descubrimiento de las islas de Pascua ha sido disputado a Davis, especial-
mente por el almirante holands Rogewine (que no las encontr en la la-
titud fijada por aqul), no sera del todo improbable que la isla avistada
por el caudillo pirata y que describe muy superficialmente s u cirujano, fuese
slo una erupcin volcnica, que volvi a desaparecer como consecuencia
del terremoto, o talvez una visin ptica como la clebre del capitn Capu-
rro en 1863.
(2) El gobernador Artunduaga persigui a los bucaneros durante cerca
de dos aos sin poder darles alcance, pero obligndoles a s u dispersin y
a ausentarse para siempre del Pacfico.
CY con este buen suceso, dice el duque-virrey, bolbi el governador Dio-

nisio de Artunduaga al puerto del Callao, despus de 21 meses que se cum-


plieron de su salida, y con siete embarcaciones que quit al enemiga y con
la gloria de averle arrojado de este mar..
Debemos slo agregar que esas siete embarcaciones eran slo botes, o
las que los piratas haban abandonado al pasar al otro mar.
HISTORIA DE VALPARA~SO 275

m de una manera definitiva la paz general de Ryswick,


ajustada por todas las potencias que haban alentado o com-
batido el filibusterismo, el 11 de Septiembre de 1697.
El clebre corsario no fu recibido empero como un reo
ni un pirata vulgar en su nuevo asilo. Al contrario, dice el
historiador March y Labores, puesto en esto de acuerdo con
el ingls Buriiey, constantemente f u tratado por sus anti-
guos compaeros con el respeto que les era merecedor por la
generosidad de su carcter y sus talentos como marino.

XIV

Tal fu aquella campaa de diez y ocho aos sostenida a


lo largo de las costas de la Amrica en una extensin de
10,470 leguas, y que respecto de las de Chile se halla distin-
ta y marcadamente personificada en el ingls Bartolom
Sharp y en el flamenco Eduardo Davis.
Con relacin a Valparaso, su influencia fu poderosa en
uno y otro caso. De la primera invasin arranc su ttulo real
de plaza de guerra. E n la segunda convirtise ese mandato en
hecho, y a datar de entonces las colinas del antiguo y silencio-
60 valle de Quintil brillaron permanentemente con el bronce
de los caones y el hierro de las bayonetas.

Recibido, en efecto, del mando supremo de la colonia el


coronel don Jos Garro, llamado el santo por su paciencia con-
tra las adversidades y contra las calumnias, dedicse a poner
en pronta ejecucin la Real Orden que dispona la construe-
cin cientfica de las diversas obras de defensa, cuyo plan,
digimos antes, haba sido aprobado por Carlos 11, despus
de minuciosas consultas y dilaciones.
Fu director de aquellas obras el ingeniero don Juan
Herrera, joven distinguido, hijo del gobernador que entonces
rega a Buenos Aires, a cuya ciudad pas aqul despus de
276 OBR.4S CO3IPLCTAS D E V I C U N A RIACKENNA

cumplida su comisin en esta parte del Pacfico, en donde


ms tarde se asentara su familia (1).
Pero propiamente el alma de aquellos adelantos haba sido
el gobernador de Valparaso don Pedro de Amasa, que aban-
don6 el corrcgiiiiiciito de Santiago, coiisidcrado como el se-
gundo ;mesto pblico de la colonia, poi aquel, de meiios lionra
y ventja, pero de mayores pruebas y responsabiliciad ( 2 ) .
El mi2mo prcsidente Gamo estimulaba con su prescncia los
trabajns, y cuando le lleg aviso de la aparicin de savis en
Coquimbo, trosladse al puerto a toda prisa permaneciendo
en l desde Septiembre de 1 6 S i hasta Abril del ao siguiente

( I ) K o se han conservado noticias biogrificas de este primer defensor


cientfico de Valparaso; pero de papcles de familia que existen en Santia-
go, consta que su padre (de qiiieii habla tamhin sririntmc,nte Angclis
en su Serie de gobcrxatiores (id Ro de I. Pltit(c, inserta en s u conocida Co-
leccin) era un soltlado ilustre de las guerras de Flandw y de Espaa, y
quien, despus de haber comenzado su carrera de simple ((solilado entre-
tenido., lleg a ser, en el curso de cuarenta y d o s alios de servicios, gober-
nador de Peiiscola en el reino de Valencia, c a p i t h general del Plata y bri-
gadier de artillera, rango en el cual muri, siendo muy anciano, en San
Lucar de Barrameda, de cuya plaza fuC tambin gobernador.
La familia de Herrera que hoy posee el mayorazgo de la del Aguila, (y
cuya ltima fu tan antigua como la conquista) procede pues de aquel
tronco, porque un nieto suyo nacido en Buenos Aires, llamado don Jos
Cipriano, se radic en Amrica,, muriendo de presidente de las Charcas en
1736. Un hijo de ste (don Jernimo), nacido tambin en Buenos Aires, pas6
a Santiago a mediados del siglo pasado, pues era Alcalde en 1765, y d c l
provienen las diversas ramas de aquel apellido que todava se conservan.
(2) Don Pedro de Amasa y Pastene era hijo del general don Bernardo de
Amasa, caballero guizpueoano natural de Rentera y que vino a Chile a
principios del siglo XVII y falleci en Santiago en tZgosto de 1648.
Casado con una hija o nieta del almirante Pastenc (dolia Luisa) el gene-
ral Amasa fu el tronco de las mbs notahles familias de Chile. Por lo Itur-
goyen (pues su padre se llamaba Juan de Iturgoycn y su madre, cuyo ape-
llido tom, Bartola Amasa, era su sobrino don Ignario de la Carrera Iturgo-
yen, tronco de esta familia (los Carrera) en Chile. De una de sus hijas, lla-
mada dofia Catalina, proceden Los Jara Quemada, y de otra doa Mara)
los Leearos y los Echeverra. En cuanto a don Pedro, su nico hijo homlire,
casse con doa Catalina Lisprrguer e Irarrhzahal (hija del famoso .Juan
Rodulfo Lisperguer) y de aqu otros poderosos entronraniientos. como el
de los Aza Iturgoyen, uno de los cuales fu fundador de nuestra Universi-
dad y otro arzobispo de Bogot:.
El lector se habrti fijado que esta genealoga, coino la anterior de los .%giii-
rre y la de los Hurtado de Mendoza, no es del todo oriocn ni puramente
nohiliarla, pues de ella resulta que un siglo despus de haber sido Juan Bau-
tista Pastene almirante del Mar del Sur, un bisnieto suyo desempeaba
igual destino. Adrmris el don Francisco de la Carrera que segn Carvallo
fu el primer gobernador militar de Valparaso (inmediatamrnte antcs de
Amasa) nos parece no ha podido ser sino don Ignacio de la Carrcra, pues
ni la gcneaioga ni la historia mencionan otros Carrera en esa poca. Don
Pedro de Amasa y don Ignacio de la Carrera eran, adems, primos hermanos.
HJSTORIA DE VALPARAfSO 277

All fu donde recibi el parte oficial de la jornada de la


Serena y mand conmemorarla con un solemne Te Deurn en
Santiago (1).

XVI

Tal fu el origen del aniguo 1- famoso castillo de San, Jos,


cuya coiistrucciri tard los diez aos ,jiis;oc qtie d u r la labo-
riosa a13iriiiiistr;iciii cic don JosC (iarro (16S%l6%), y quicn
acaso le piisu a c l i i c ~ ! I ! < , I ~ I ~ ) I i~2( ~: t rv i suyo.
N o PS k s t a u n i i obra dc t a l naturalrsza que se preste a la
discusin cieiit f i c t i e ayuel1;i fortaleza. cuyas condiciones de
guerra jams llegaron a poiierse en prueba, porque junto con
levantarse sus almeiias (lesaparecieron los enemigos de Espa-
a del Pacfico ( 2 ) . Los hombres de ciencia que la estudia-
ron en una poca coetnea a su ereccin, como Frezier en
1713, y Mackenna u n siglo ms tardc (lSO9), la condenaron
empero como inadecuada por su situacin, y porque siendo
fcil un desembarco a lo largo de la costa inmediata, poda
ser flanqueada desde las alturas de su retaguardia y an
__-
(1) Hi. aqu la carta del Presiclcnte Garro en que comiinicah desdo Val-
paraso su llegada a est(: piicxrto y jiintamrntc la rici:icia cicl triiinfo de Agui-
me:
Ilustres seiiores:

CConscgu mi viaje ron felicidad, llegando a este piicrto ayer Mircoles


despus de la orarii>n, y a las once de la noche me 1lt.gb correo de Coquimbo
con la noticia que V. 8. ver por la adjunta. Escribo al cabildo cclesistico
se diga una misa en hacimiento de gracias y estimar que V. S.la asista.-
Guarde Dios a U. SS. muchos aios.-\ralparaso, Septiembre 19 de 1686.-
Besa la mano de V. S. s i l servidor.-Don .Jos (le Gorro..
Segn la ferha de esta carta, la noticia de Is aparicihn de Davis en La
Serena lleg6 a Santiago en dos das, esto es. el 14 tie Septiembre, y al si-
guiente d i 6 Garro para Valparaso.

(2) El ltimo ingls qiic penrtr en el Pacfico durante el siglo XVII fu


el capitn Strong, quien, con un buque llamado el Wcllfare, de 240 tone-
ladas y 90 homtirrs de tripulacin, vino a Valdivia en 1690, como haba ve-
nido Narborough en 1640 y Swan en 1683, y con s u mismo ixito. Su carga-
mento se compona de paiios y hierro. cuyo ltimo artculo alcanzaba en-
tonces en las costas del Pacfico precios tan fabulosos que los armadores
del Wellfare en Londres se prometan una utilidad de 16 por 1.
Habiendo salido Strong del Tmesis el 12 de Octubre de 1689, toc en
Junio en la desierta Mocha, y despus de navegar hasta la costa del Ecua-
dor, recal el 11 de Octubre de 1690 en Juan FernBndez, donde rescat
a los cinco bucaneros que all haba abandonado el buque de Davis haca
278 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

privrsele de vveres y del agua de las quebradas de San


Francisco y San Agustn, que le servan de foso natural (1;.
Para el propsito de este libro bastar decir que la expla-
nada baja en que se colocaron los caones, llambase tcni-
camente la Planchada, y de aqu el barrio de este nombre,
que fu ms tarde un importante centro mercantil. La bate-
ra, en s misma independiente de su explanada, llambase el
Castillo Blanco, porque se le haba dado este color, como un
punto de marca a las naves que llegaban al surgidero y que
por ordenanza deban anclarse bajo sus fuegos. Llambase
todava el Blanco, un barrio del cerro de la Cordillera, en

tres aios, y a quienes los espafioles nunca pudieron dar caza, a pesar de las
ms vivas diligencias. Pas en seguida a Coquimbo donde pidi socorro de
vveres, invocando el tratado llamado de Amrica, ajustado en 1670 entre
Inglaterra y la Espaiia para suprimir cl filibusterismo. T como haba su-
cedido que la abrogacin de la Real Cdula en que se comunicaba l a rati-
ficacin de aquel tratado no hubiese sido remitida a Chile (por un efecto
natural del caos que se llamaba administracin de Indias), en un tribunal
de consulta que se reuni en Santiago se acord que el corregidor de Co-
quimbo suministrase los auxilios que se pedan. De tal manera desagrad6
este paso a la Corte, empero, que no pudiendo castigar a nadie y culpando
6610 a la Real Cdula citada, orden el rey que se segregase ste de los ar-
chivos de la capitana general y se remitiese a Isspafia bajo partida de re-
gistro.
Entre tanto, Strong intent abrir algunos tratos para sus mercaderas
en la vecindad de Penco, y slo obtuvo que sus fingidos compradores le
apresaran diecinueve hombres de su tripulacin (Noviembre 11 de 1690).
Cuando se present en ialdivia, supo la muerte del infeliz Arminger que
haca poco tiempo haba sido ajusticiado.
Despus de estos descngaxios, volvi Strong a Inglaterra en Junio de 1691
con otro mayor todava, pues la ganancia de diecisis por urio que se prome-
tieron sus patrones se convirti en una prdida cfcctiva de 60,000 pwos.
(1) E n los Apunfes del joven Riob, de que en otra ocasin dimos cuenta,
encontramos la siguiente descripcin del castillo de San Jos, que aunque
tomada casi exclusivamente de Frczier, ofrece el inters de ciertas referen-
cias de lugar que alcanzan hasta el tieiiipo en que aqucl malogrado escri-
tor hizo su ensayo (1858). La copiamos fielmente de aquellos, y dice como
sigue:
.La fortaleza de San Jos, ciij-os cimientos se echaron en 1681, se halla-
ba en aquella poca (1692) enteramente concluda siendo su aspecto, a pri-
mera vista, formidable. Situada en una eminencia de mediana altura, que
se eleva insensiblemente, a medida que se aleja del mar. s u plano ocupaba
toda la meseta; estando flanqueada por ambos lados S.E. y S.O.. por las
qurbradas de San .4gustn y de San Francisco, que forriia:isii d o s fosos na-
turales de veinticinco t.oesss de profundidad y defentlido p n r cl lado de la
montaiia por otro foso que iba de una quebrada a la otra. Todo e1 circuito
de la mcscta edaba coronado de murallas de diferrnirs altiiras. En medio
dcl paco qiie daba frente ai villorrio, es decir, al O. E. haba un peqiicfio
fortri de siete toesas con su garita (esta garita esiste todava) y del lado
opiicsto de San A g s t n , precisamente donde existe la casa del se:?or Muoat,
haba un medio bastin que formaba un ngulo. Haca una entrada en sc-
HISTORIA D E VALPARAfSO 279

cuya extremidad occidental yaca el castillo, y crese que se


le diera aquella denominacin porque all estaba el campo
de instruccin y tiro de la guarnicin de San Jos. La casa
del gobernador, la capilla militar, la crcel, los cuarteles,
todo estaba agrupado en aquel vasto recinto, como ha de
notarse en los facsmiles respectivos que ms adelante y en
el lugar oportuno nos proponemos reproducir. Valparaso, a
fines del siglo XVII, era nicamente el Castillo de San Jos
y su vasto recinto.
~-
guida la muralla y volva a salir prolongndose hacia el interior de la que-
brada. El lado de la montaa estaba defendido por una cortina de muralla
de veintisis toesas de largo y por doP y medio bastiones de 20 toesas de
frente y once de flanco, de suerte que la lnea de defensa presentaba una
extensin de 45 toesas.
%Todaesta parte estaba construda de ladrillo de 25 pies de alto, sobre
un foso de diez pies de ancho, que slo estaba separado de la muralla por
una rampa de 4 pies. Los extremos de este foso estaban a un lado y otro
profundamente ahondados para hacerlo inaccesible por las quebradas.
Todo el resto del contorno de la fortaleza era de sillera bastante slido te-
niendo los parapetos casi medio pie de espesor.
.Al pie del fuerte grande sobre un terrapln de 13 pies de alto haba una
batera de igual elevacin. desde donde se podan dirigir los fuegos a flor
de agua. Esta batera, que formaba ngulo, estaba situada precisamente
en el lugar que ocupa la casa de los seores Gallo en la parte que hace es-
quina con la calle de la Planchada y la Plaza de Armas, en cuyas dos dire-
ciones tenan abocados sus caones. Esta baterfa llevaba el nombre del
castillo Blanco porque estaba blanqueado para que se viese desde lejos.
*El mar llegaba hasta los pies del castillo. Toda la artillera consista
en nueve caones de 12 a 18 libras en el castillo Blanco, y cinco de 6 a 12
libras y dos obuses en la fortaleza alta. Detrs de la batera inferior se vea
una enorme portada que se divisaba desde el mar, y abra la comunicacin
del castillo Blanco con la rampa o escala de caracol que conduca desde
el pueblo a la fortaleza alta y cuya entrada superior estaba en medio de la
cortina de muralla que daba frente a la baha; este camino estaba protegi-
do por un parapeto de igual extensin.
.Como hemos dicho, la montaa sobre que estaba situado el castillo 8e
va elevando insensiblemente y pasada la muralla, una hermosa arboleda
cubra toda la extensin que alcanzaba la vista a divisar. Por la puerta del
campo que quedaba de este lado, entraba un canal de agua de la quebrada
de San Agustn, con la cual, despositada en diferentes cisternas, se abas-
teca el castillo. E n el interior de ste estaban los diferentes departamentos
para los cuerpos de guardia, cuarteles y almacenes, excepto el palacio del
gobernador. cuya situacin era entre el castillo Blanco y la Port>ada.
*El conjunto del castillo presentaba un aspecto imponente; pero e n rea-
lidad 811 fuerza no era tcmible. Los espaoles, siguiendo en su construccin
el mismo mPtodo que en las fortificaciones de Valdivia, parece hubieran
credo que una fortaleza slo se poda atacar de frente. Desembarcando
en el Almendral y posesionado el enemigo de los cerros Alegre y A r r a y h .
hubiera podido ficilmente fusilar a toda la guarnicin del fuerte alto y
mucho mejor a los artilleros de la batera inferior; el agua de que se surta
el castillo poda fhcilmcnte cortarse. impidiendo tambin que se proveyese
la guarnicin del cercano arroyo de San Francisco,.
280 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

XVII

Pensse tambin, por ese mismo tiempo, plantear en Val-


paraso una maestracza y fundicin de caones, progreso in-
dispensable de nuestra carrera de nacin, y que ha tardado
no menos de doscientos aos en cumplirse. F u aquella una
idea feliz del virrey Palata y la propuso al gobernador Amasa,
por la satisfaccin, dice, que tengo de su celo, puntualidad
y aplicacin en el servicio de S. 31.
Vari despus el plan por aprovechar la baratura del cobre
en Coquimbo, y se dispuso a mandar all un maestro mayor
de fundicin a fin de establecerla, porque todos los ensayos de
Lima, ejecutados generalmente por coiitrata, haban salido
desgraciados. La empresa no pas de lo que eran casi todas Iw
empresas espaolas en esos aos:-de papeles.

XVIII

E n cuanto a Santiago, sus nclitos hijos, que nunca perdie-


ron la ms leve oportunidad de llorar miserias y pedir alivio
de contribuciones, se reunieron en cabildo, y poniendo por
razn las defensas de su puerto, que a muchos haba dado
pinges provechos, pues se construyeron con las dineros del
rey, acordaron despachar a Espaa un diputado, que puesto
a los pies del soberano interesara su piedad en ahorrarles el
gasto de las alcabalas, como hoy, si hubieran sido todava
sbditos de un rey, le habran enviado tal vez otro embajador
para pedirle les ahorrara el gasto de las acequias. . . ( 1 ) .

(I) H aqu este caracterstico acuerdo, celebrado el 31 de Octubre de


1687.
cEste da propuso e! seor capitn Juan de Lecaros que sera combenien-
t e que se remitiese procurador general a 13 corte, para que en ella represen-
t e a S. M. (que Dios guarde) el t,rabajo en que se halla esta ciudad por
la peste general que ha sucedido y acaecido a este reino, y por la asistencia
continua que sus vecinos y avitadores han tenido y tienen en el socorro de
Valparaso muy a costa de s u caudal, ocasin de verse tan afligidos por los
cortos medios con que se hallan y con la pensin de la alcabala, y que el
dicho procurador que se embiase baia a costa de esta ciudad y pida los
alibios que se le encargaren y en especial el que S.M . bea se pueda suspen-
der el alcabala que esta ciudad paga y continuar el derecho de balanza,
sealhdole para los propios de esta ciudad, pues sus vecinos y avitadores
e s t h incesantemente haciendo donativos a S.M. con caballos, vacas para
el sustento de los soldados que existen en dicho puerto de Valparaso. Y
HISTORIA DE VALPARAfSO 28 1

Cuestin que parecera de villas (porque Santiago y Val-


paraso no eran a la sazn otra cosa) pero que en redidad
es de nacionalidades, pues los habitadores de una y otra,
filosficamente hablando, forman dos razas diferentes. A la
verdad, si Santiago ha sido llamada la (Roma de las Indias,
Valparaso ha sido su Cartago.
Y en materia de pesos fuertes, Santiago ha sido y es la
moderna Roma y la antigua Cartago reunidas.

--
entendida la dicha propuesta la aprobaron dichos seores y acordaron que
sera combeniente para llevar adelante la dicha propuesta que se solicite
las personas de la ciudad y se les represente estas razones para que recono-
cidas sus voluntades se aga cabildo abierto,. y para la noticia se encarg al
S.capitn Juan de Lecaros y D. Juan Bautista Barnechea para que lo con-
fieran con el comercio y al seor alcalde se le encomend el que ablase a
los vecinos encomenderos y dems personas de la ciudad>.
Parece que el nombramiento de apoderado del Reino en la Corle recay
esta vez en un caballero llamado Fernndez Amezaga, porque de una acta
del Cabildo, cinco aos posterior a aquel acuerdo (10 de Febrero de 1693),
resulta que habindose ofrecido pasar a Espaa, a su costa, por la va de
Buenos Aires, un seor Toms de Alcocer y Crdenas, <.personamuy p i n -
cipalr, y habiendo brindado sus servicios al Cabildo, aceptlos ste en el
acuerdo de aquel da, y le encarg pidiera a Fernndez cuenta de quiden-
tos pesos que se le haban remesado para sus gestiones.-(Archivo del CU-
bildo de Santiago).
F;

CAPITULO XX

EXPEDICIONES FRANCESAS AL PACIFICO EN EL


SIGLO XVII

(DON BALTASAR PARDO DE FIGUEROA)

La historia colonial de la Amrica espaola, con relacin al


viejo mundo, es sumamente peculiar y peregrina. Propiamente
no tiene el nuevo historia internacional, porque careca de
pTopia vida. Pero esta verdad no obstante. desde el descu-
brimiento del ltimo no hay cuestin europea de trascenden-
cia, no hay declaratoria de guerra, no hay tratado de paz,
en que la Amrica deje de figurar con todo el peso de su oro.
Dirasela una beldad cautiva de odioso tirano que todos que-
rran ver libre para desposarla. Y por lo mismo, no sera una
figura de lenguaje aadir que al encontrarla delante de su
proa, Cristbal Coln la haba arrojado en medio de las oca-
nos del orbe, como la manzana de oro de la mitologa, a fin
de encender entre todas las naciones las eternas guerras de
la codicia y de la envidia.

I1

Hemos ya visto, a la verdad, cuntas tentativas him la


Inglaterra desde Isabel a Cromwell para arrancar siquiera
un ji,rn a aquel manto de sol con que se vesta perpetua-
284 OBRAS COMPLETAS DE VJCKJA MACKENNA

mente la monarqua espaola; hemos asistido a los innumera-


bles esfuerzos que, fuera represalia, fuera venganza, empren-
di la tenaz Holanda en odas nuestras costas. Hemos pre-
senciado, por ltimo, ese drama de medio siqZ10 eii que la
Amrica entera, considerada por la hez de todas las nacio-
nalidades europeas como una especicl do hicn mostrc.nc C ,
pbulo al pillaje de millares de aventureros sin patria ni nom-
bre, excepto el de su ejercicio de bandido del mar.
Faltaba en esta zona del Pacfico, empero, la inilaeacia
o l a ambicin de una potencia que cometimba a ciiqrntide-
cerse entre las dems, y que ms tarde alcanzara ambas.
vastas e ilimitadas, por la irradiacin desiunibradora e irre-
sistible de su genio.
Hemos nombrado a la Francia. Y precisamente a contar
como comenz a hacer sentir su poder en esta parte del mun-
do, es a lo que est destinado el presente captulo.

La Francia no haba sido una nacin martima hasta el


tiempo de los dos ilustres Colbert, padre e hijo, ministros
ambos de la marina en el reinado de Luis XIV. Y respecto
de lo que hizo el primero en este solo ramo, sin contar sus
prodigios en la hacienda pblica, baste saber que de cincuen-
ta malos buques que existan en los puertos franceses a su
ingreso al mando, aumentse su nmero a ciento noventa y
ocho en pocos aos. Su hijo, que muri en 1690, antes de cum-
plir cuarenta aos, haba levantado el arte p el poder naval
d e su patria a su mayor altura, y conducido l mismo una
expedicin martima contra la repblica de C renova.
Este creciente si bien tardo drsarrollo, operado slo cn la
segunda mitad del siglo XVII, explica suficientemenle la
ausencia de las empresas martimas de Francia en el Mar del
Sur, que durante u n siglo completo dejara franco a sus riva-
les ms temibles en el ocano, cuales eran la Gran Bretaa
y la Holanda.
Ms, no porque careciera d e los grandes medios de accin
de que aquellas disponan, haban faltado a la Francia est-
mulos secretos y poderosos. El mismo Colbert los haba reci-
IIISSOILIA D E VALPAllAfSO 285

bid0 en el fondo de su gabinete. Y para que la leyenda de la


opulencia de la Amrica, tuviese t a m b i h un punto de simi-
litud con la tradicin bblica de las montafias de oro, nu fal-
taba a los semidioses de la humanidad algn Satn tentador.
E l de Colbert lo haba sido un personaje singular, miste-
rioso, casi indefinible, cuya vida y licchos vunios a contar
segn s u propia versin autntica, sin anticipar ningn g-
nero de comentarios.

IV

E r a el nombre de aquel extrao personaje don Baltasar


Pardo de Figueroa, y deease descendiente de algunas de
las familias ms nobles y antiguas del Per y de Alemania.
S u madre, en efecto, haba nacido en Francia y casdose en
Cdiz con un caballero que llevaba el propio nombre de aquel,
y que f u maestre de campo y coronel de u n regimiento en
Lombarda. E l rey Felipe IV. por regalo de bodas, hzole viz-
conde del Portillo y gobernador de Puerto Rico. Su aEue!o
materno llambase Enrique de Wurtemberg y era natural
de Viena, como su esposa Ana Clerque.
Por razn del empleo de su padre, el hroe de este curioso
romance naci criollo americano, dndole a luz su madre en
b rada de San Juan de Puerto Rico el 25 de Marzo de 1625,
en el momento en que echaba anclas el navo que conduca a
su familia a aquel destino.
Creci all y en Santo Domingo, Guatemala y el Callao,
donde su padre fn alternativamente gobernador, presidente
y jefe del apostadero, con ttulo de almirante del Mar del Sur,
que desde entonces se hizo hereditario en su apellido.
Al fin miiri el viejo don Baltasar en 1643, ao memora-
ble por la cntrada de los holandeses en Valdivia, y sucedile
en si1 cniplco si1 hijo, qiiicn refiere estos prolijos pormenores.
Mas como fuera entonces extremadamente joven, pues nn
haba llegado a n a los 20 aos, obtuvo el ltimo del virrey
Mancera permiso para pasar a Xuropa, en 1644.
Sirvi all durante seis aos el segundo don Baltasar como
capitn de galeras, y ~ i a j extensamente por el Continente,
hasta que en 1650 hubo de pasar a Mxico, como capitn de
286 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

la guardia del virrey don Luis Enrquez de Guzmn, conde


de Alba de Liste. Cinco aos m9 tarde, cuando fu el ltimo
ascendido al virreinato del Per (Febrero 24 de 1655), si-
gui en su comitiva y reasumi otra vez su antiguo puesto
de almirante del afar del Sur.
Don Baltclsar Pardo de Figueroa tena entonces, por su
propia cuenta, treinta aos de edad.

Todo cuanto llevamos narrado de esta extraa vida, no


sale hasta aqu de los lmites de lo verosmil, y aun resiste
ileso a la comprobacin y al criterio histricos, en cuanto
pueden stos adelantarse en la vida de un hombre, perdida
entre las sombras de otras vidas.
No podramos afirmar, por tanto, que lo que queda referido
de su existencia fuera una impostura.
Pero desde aqu la niebla de la duda comienza a entoldar
densamente el itinerario por cuyas sinuosidades l mismo nos
conduce.
Enamorado el almirante del Mar del Sur de una princesa
del Cuzco, descendiente legtima de los Incas, doa Jlara
Bernaida de Loasa, opsose al enlace el virrey, su protector.
Y porque le llev a cabo contra su voluntad, desterrle a
Panam.
Suceda esto en 1658.
Despus de una proscripcin de dos aos en el Istmo, al
pasar a su destino el virrey que reemplaz a Alba de Liste,
don Diego de Benavides, conde de Santiestevan, gan el des-
terrado su favor, y con tal eficacia, que le llev consigo, le-
vantando su condena. Poco ms tarde, le envi desde el c a -
llao a las fronteras de Chile con el ttulo de maestre de campo
y al mando de 500 hombres.
Las fechas son todava exactas. Pero la ibula de los suce-
ao6, de los nombres y hasta de los pases, comienza a aparecer
desde este punto en la tela de la existencia cuya trama miste-
riosa vamos diseando.
HISTORIA DE VALPARAfSO 287

VI

Llegado a Chile, don Baltasar recibe embajadores de sus


habitantes y de los del Paraguay, en que le ofrecen, como
marido de la hija de los Incas, la corona de ambos pases,
poniendo a sus rdenes un ejrcito de treinta mil soldadm de
infantera e igual nmero de aguerridos jinetes (1).
Pero l rechaza, sin embargo, o ms propiamente, aplaza
la aceptacin de aquel esplndido don. Su idea de constiturse
rey de toda la Amrica, arrebatndola de un solo golpe a
la Espaa, no est todava madura. Necesita antes pasar a
Mxico y visitar por la segunda vez la Europa. Y esto contes-
ta a los embajadores.
Contina, pues, el maestre de campo-almirante al servicio
del virrej- Santiestevan y por su orden hace una campaa
de catorce meses, explorando el Afar del Sur hasta el Estre-
cho de hfagallanes, dejando en las costas planchas de metal
con seales de su derrotero.
Este episodio, empero, es una fbula.
Y la ltima sube hasta lo maravilloso en los siguientes.

De regreso de su espedicin al hfagallanes en 1664, en-


cuntrase el rey aventurero con estupendas novedades. San-
tiago de Chile se halla sublevado contra la tirana del presi-
dente Meneses, y 24 mil soldados defienden sus murallas,
que levantan dieciocho pies de slida mampostera sobre la
llanura. Los santiaguinos no queran ser gobernados por
la gente de bonetes cuadrados, y preferan nn soberano
de su eleccin, y por esto gritaban ;Miiera el rey! Muera
Meneses! Por tanto, el almirante del Mar del Sur y maestre
de campo de las fronteras sera otra vez el rey proclamado.
E n esta segunda instancia acept el impostor secretamen-
te, a condicin de ganar tiempo.
---
(1) .Les originaires mtis et multres des deux pays (dice Pardo de Fi-
gueroa en la Memoria cuyo ttulo se leer m adelante) me Cent prier
daccepter la couronne quils moffraient, si je voulais les gouverner et les
comander comme prince et comme capitsine..
288 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

Pero el impaciente Meneses no daba tregua, y cada da


estrechaba el sitio de la ciudad rebelde. Hizo venir, en couse-
cuencia, artillera del castillo del rey (1) que distaba de aque-
lla slo diecisiete leguas, y con un refuerzo de 3,500 soldados
que trajo el maestre de campo don Santiago Tesillo, ohliga,
al fin, a capitular a los sublevados.
E l rey rebelde, que se haba mantenido en el ejrcito si-
tiador (pues sus cabalas de reyeca eran secretas), no pud9
avenirse con Tesillo. J- creciendo en ira las disputas, psole
&te preso y envilc desde Concepcin a Lima, para ser all
juzgado por traidor. E n ese viaje, el almirante, convertido
en duende, emple a su decir slo cinco dzas.
S u persecucin no se detuvo, por esto, en la Ciudad de los
Reyes, y aun le complicaron en la rebelin que en el Tucu-
mn maquinaba Bohorques, llamado el tirano.
Por esto y sus anteriores devaneos, desterrle Santiestevan,
su antiguo protector, a la Habana, donde a la sazn goberna-
ba don Juan de Salamanca.

VI11

Pero sus padecimientos y los trmites de su causa, siempre


abierta, no concluiran all.
Spose, en efecto, a los pocos meses de su llegada, que su
suegro, el padre de la princesa Bernarda, haba alzado la
bandera de la libertad incarial en el Cuzco, retirndose con
sus huestes a la comarca de Larecaja, mientras los indios
oprimidos de la Paz y del Alto Per corran a alistarse bajo
sus insignias. Por la tercera vez don Baltasar Pardo de Fi-
gueroa hallbase en peligro de ser rey.
Prendile con este motivo el gobernador de la Habana, y
le enviaba bajo custodia al juez de Indias, que resida en
Tenerife, cuando logr fugarse.
Suceda esto en 1667.
Dirigise entonces el prfugo a Pars, bajo nombre supues-
to, y con una Memoria redactada por l mismo (de 13 que to-
mamod todos los incidentes que dejamos recordados) present-

(1) Le Chateau du Roy, dice la relacin francesa.


HISTORIA DE VALPARAfSO 289

~e a Colbert en aquel ao, solkitando auxilio para ir a m e -


batar la Amrica a los espaoles y ceir w diadema de oro
a Luis XIV (1).

IX

Y ahora solamente llega la oportunidad de preguntar:


&Quin es ese hombre? &Aceptasu personalidad la historia ?
eLa rechaza?
Ni lo uno ni lo otro, nos apresuramos a decir, porque, ante
todo, este hombre es un misterio, y la historia, que no es una
sibila emprica, se calla cuando no puede descifrar.
Dudar de su existencia es imposible, porque el documento
histrico que acabamos de citar y que figuraba, en el archivo
del primer ministro de Francia, quedara sin personalidad,
sin origen, ni propsito.
Reconocerla en lo absoluto, parecera tambin una preten-
sin fuera de medida, porque no alcanza el discernimiento
por s solo a apartar l o verdadero y lo engaoso, la fbula y
la biografa en el relato, empero autntico, que acabamos de
extractar.
Por otra parte, muchas de los nombres y no pocas de las
fechas que recuerda son exact= con corta diferencia. Las

(1) Esta clebre Memoria fu encontrada entre los papeles de Colbert


y se public6 por el conocido anticuario Terneaux Compans en el vol. I1 de
sus Archioes de Vo'oyages, con el siguiente ttulo: Memoire present Louis
X I V por don Balthusar Pardo de Figuerou pour l'engagw a entreprendre la
conquete du Perou (Tir des manuscrits de Colbert).
En esta Memoria, Pardo de Figueroa se daba adems de los ttulos ya
mencionados, los de regidor perpetuo del Cuzco, seor de Umbamba, go-
bernador de Huancavelica, protector de los indios de Chile, etc. etc.
Los Pardo de Figueroa figuran entre los primeros conquistadores del
P e d , y en el Mercurio Peruano de 1795 se habla de un famoso Pardo de Fi-
gueroa, conde de Vallehumbroso, como de una persona entendida en cien-
cias y que haba descubierto en el Cuzco algunos fOsiles muy interesantes.
En otra nota volveremos sobre este asunto.
Hemos hecho alguna diligencia para comprobar estos antecedentes en
la familia de Pardo, a que pertenecen los distinguidos literatos y diplom-
ticos peruanos de este nombre, y aunque su padre, don Manuel Pardo, fu
oidor del Cuzco a principios de este siglo, resulta que no tienen ambas fa-
milias parentesco entre s.
Robertson en su Hisstoria de A d r i c a (Introduccin) habia de una colec-
cin de Memorias del tiempo de Felipe I11 y de Felipe IV, que pertenecan
a la biblioteca de Colbert, de la que paearon a la del d e b r e coleccionista
ingls Dairymple, en cuyo poder aquel ilustre historiador las consult.
Historia de Valparaso 19
290 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

pocas de gobierno de Alba de Liste en Mxico, y Santieste-


van en el Per, de Menses en Chile, y hasta de Salamanca
en la Habana, son precisos con leve discrepancia.
Su nombre, fuera de esto, es el de una familia histrica y
antigua en el Per, donde ms tarde llev el ttulo del conda-
d o de Vallehumbroso, que hoy disfrutan por su lnea ma-
terna (la de Pardo de Figueroa) los Zabala. Es tambin un
hecho cierto que el puesto de almirantes del Mar del Sur era
una prerrogativa de la familia de los Pardo, y de tal manera
que hoy lo lleva todava uno de sus ms ilustres deudos, bien
que lo debi a su espada y no a los pergaminos. El almirante
Blanco es un Pardo de Fig&roa por la lnea de Encala-
da (1).
X

Pero, volviendo la vida y el criterio s 10,s dominios exclu-


sivos de la fbula, aquel ejrcito de sesenta mil hombres que
le proclamaba rey, aquel asedio formidable de la monacal
Santiago, aquel fantstico viaje al Magallanes, aquella ima-
ginaria rebelin en masa de los indios del Per, icmo pueden
conciliarse con la serena austeridad de la historia?
Imposible !
Y de aqu viene que, al paso que no es dado negar ni la

(1) Doa Isabel Pardo de Figueroa, hija del ltimo conde de Vallehum-
broso del apellido de los Pardo (don Bernardo) (pues extinguida en l la
lnea masculina pas6 el ttulo a los Zahsla) era bisabuela materna del ilus-
tre marino americano, y seora de notables dotes de carcter y de inteh-
gencia, segn podemos notarlo en una preciosa coleccin de cartas de fa-
milia que tenemos a la vista.
Cas6se doa Isabel en 1725 con el oidor don Martn de Recabarren, y
de su hija doa Margarita, seora notable tambin por su instrucci6n y
su piedad, naci la madre del general Blanco (doa Mercedes Encalada,
esposa del oidor don Lorenzo Blanco Cicern), pues aquella fu casada con
el conde de Villa Palma, don Jos Manuel Encalada.
De las otras ramas de los Recabarren y Pardo de Figueroa descienden
los Marin de La Serena, por haberse casado all uno de los hijos del oidor
(don Francisco de Paula) en la familia de los Aguirre. De don Jose Reca-
barren provienen, a su vez, las familias que aun llevan este apellido, y por
la lnea materna los Echeverra. Uno de ellos, don Martin, fu jesuta, y
otro el famoso y galante rector de la Universidad de San Felipe y cura de
la catedral don Estanislao, que muri de dean, y aunque dean, no dej SU
perdida su estirpe. Extinguise sta en el banquillo de los rebeldes de Qui-
Ilota, medio siglo despus de su muerte, segn tradiciones que se pierden
en el misterio de la crnica y de la iglesia.
HISTORIA DE VALPARAfSO 291

personalidad ni la accin del agente americano ante el minis-


tro de Luis XIV, la historia no tiene derecho sino para acep-
tarle como un visionario o como un impostor.
De unm y de otros, ciertamente, no han faltado ejemplos
en nuestros anales. Y no ms lejos que el presente siglo,
(1805) padeci el martirio de la horca en la ciudad del Cuzco,
donde Pardo de Figueroa fuera alcalde, otro visionario lla-
mado Aguilar (tronco, a su vez, de la familia Pardo Aliaga),
que en alas de su fantasa haba corrido el viejo mundo,
buscando libertadores para el nuevo ( 1 ) .

XI

Por lo dems, lo que el agente-rey solicitaba de Francia


era nicamente la ejecucin de un plan que acusaba ms in-
sensatez que intriga. Consista aquel en el envo de una for-
midable escuadra de doce buques de guerra, de los cuales tres
seran fragatas de 24 caones, tres de 18 y seis corbetas
(pingices), de doscientas toneladas estas ltimas.

(I) Una de las impostiiras mAs osatlas de que se con.wrva memoria, con
relacin al Pacfico y en cierta manera a Chile, es la de Bartolom Fuentcs,
principe de Chile: y sta es prccisamcnte contempornea de la de Pardo de
Figueroa y de una ndole parecida.
Resulta de ella que Fuentes descubri el paso del noroeste de la Amrica
cerca tlc doscientos aios antes que el clebre capitSn Mc. Clure, y por el
mismo rumbo que Este. Sali en efecto aqul del Callao en Abril de 1640,
con cuatro buques, cuyos nombres y capitanes eran los siguientes:- El
Espiritz~ Santo, montado por el mismo Fuentes; el Santa Lztcirc, capit,n
Perialosa; el Rosario, capitin Bernardo, y el Rey Felipe, capitn Ronquillo.
Despus de recorrer algunos puertos del Ecuador, Centro Amrica y M-
xico, que describe con mediana exactkud, el imaginario descubridor lleg
a un gran lago que denomin de Ronquilb, por uno de sus capitanes. Y es-
tando all, vi6 llegar por cl naciente el da 17 de Julio de 1640 un biiquc que
vena por los mares del polo desde Boston, despachado a hacer el comer-
cio de pielcs por el mayor general de dfntechusets y mandado por un capi-
t8n Shapely. .
Llcvaba Fuentes orden (no dice de quin) de prendcr a todos los cxtran-
jeros que encontrase en su excursin; pero lejos de usar de este rigor con
el capitn Shapely (quien vendra a ser e1 verdadero descubridor del paso
del noroeste), le regal un anillo de valor de mil doscientos pesos. y adems
le obsequi mil pesos por las cartas y papeles que traa del Atlntico y que
Shapely le obsequi. El esplndido almirante espaol regal tambin un
cuarto de esquisito vino del Per a un oficial de Shapely llamado Gibbon
y veinte pesos fuertes a cada uno de sus marineros.
Lo ms singular de este tejido de embustes es que lo acogieron por autn-
tic0 dos distinguidos gegrafos franceses (M. M. Lille y Buache) publican-
do su relacin en 1752 con el ttulo de Viajes de Barlokm6 Jonie o Fontes
almirante de Nueua Espaa y despus prncipe de Chile.
292 OBRAS COXPLETAS DE VICURA MACKENNA

Esta flota, llevando a su bordo mil quinientos hombres de


todas armas, arribara a Baha en el Brasil, y regresando
desde aqu a Francia la mitad de los bajeles, sin saber por
qu, continuara el resto al Magallanes. Ah se cerrara sus
dos bocas, poniendo fuertes guarniciones en dos islas que te-
na aquel por cada entrada; y una vez dominado este punto
estratgico, los expedicionarios iran a dar el grito de mde-
pendencia en el Per, atacando simult&iieariiente el Callao, y
la flota de galeoncs en las Islas de las Perlas.

XI1

Y aqu se ofJece otro problema. &Qu impresin ejerci


en la poltica de Luis XIV aquella empresa revestida de tan-
tos deslumbradores embustes? e Qu influjo alcanz su autor
en el nimo del sagaz ministro, con quien (consta as dc sus
papelas) celebr conferencias secretas y cuya Memoria, por
61 canservada, escribi aquel a peticin suya?
Imposible es por ahora afirmarlo ni aun decirlo como con-
jetura.
No debera, sin embargo, considerarse extrao que el sesu-
do Colbert mirara aquellos proyectos como el parto de una
cabeza escadecente, maquiavelismo tal vez de un loco de mala
indole, como el de aquel otro rey de Arauco que no ha niucho
reclamaba su corona ante el parlamento del propio pas, cuya
espada peda el antiguo para reivindicar la suya.
Por lo menos, lo que apenas podra mantenerse en duda
es que la idea en s misma no pudo parecer propicia al gran

Parece que esta misma relacin se ley en la rlcademia de Ciencias del


Instituto de Francia por M. Buache (probablemente hijo del anterior) en
1790, y con este motivo public su refutacibn el canciller Laborde en su
Historie abrege de la Mer d u Sud, que escribi para uso del desgraciado
Delfn, hijo de Luis XVI, y public en Pars en aquel mismo ao en tres
gruesos volmenes. La refutacin se encuentra en un apndice especial del
primer volumen, y de ella se colige que el principal argumento de Buache
para creer autntica la relacin de Fuentes consista en aplicar a la baha
llamada todava del Rejugio todo lo que el impostor deca del lago Roiiqui-
IZO. E l mismo Laborde comete, sin embargo, el error de colocar en 1740
la expedicin de Fuentes. Por lo dems, estos viajes y relaciones de impos-
tores son muy comunes, como la del famoso de Ferrer Maldonado a los ma-
res del Norte en 1588, o la agradable ficci6n publicada ltimamente en Pa-
rs con el nombre de Don Juan de Vargas.
HISTORIA DE VALPARASO 29 3

ministro, eterno anatematizador de toda guerra, hasta qie el


astuto Luvois le trajo al suelo (1670) y empuj a su rey en
el abismo de que aquel antes le salvara.

XIII

La simiente, o como es acaso ms acertado decir, el aime-


lo de las tentaciones al genio aventurero y belicoso de la
Francia, quedaba, con todo, desde ese da prendido en la are-
na de su playa. Y en seguida vamos a observar como en dos
ocasiones mordieron en l su pueblo 3- su monarca.

XIV

No iban transcurridos, en efecto, muchos aas desde que


Pardo de Figiieroa sugiriera a Luis XIV la idea de apoderar-
se de la Amrica espaola por un golpe de mano, cuando oqui-
paba aquel una escuadra tan formidable como ningiina de las
que antes haban atravesado el Estrecho. Componasc de seis
buques con 123 caones y 720 hombres ( 1 ) .

XV

Habase dado el mando de este armamento a un marino


entusiasta, el capitn de navo de Gennes, gobernador de la
ya nombrada isla de San Cristobal, cupo nimo turbulento
haban encendido en ambicin de gloria y de botn, las rela-
ciones que oa a los bucaneros llegados del Pacfico, despus
de las campaas de Sharp y de Davis (2).

(1) El detalle de esta escuadra ?staim distrib,ido romo sigur:


Fragats Foitcov .lnglais (cspitena), !G radoncs y 250 hombres.

Cor1;eta PeZic,iiC, 8 rnfionrs, 40 Iionihrcs.


Transporte ( f l u t e ) Ln Gk~ictonnc.i ! r 10 cnfioncs y 30 honibres.
Transporte ( f Z ~ : t c )Ln Fwon,!c. tlc 4 r!ifioncs y 20 hombres.
Para mds dptalie? vzLse 1s Ilisioire I,lmi/irne de Ia France, por L. Guerin,
t. 4.0, pdg. 80.
( 2 ) El Prcsitlente dc Brosses (dc cuya coleccin d e viajes ya citada to-
mamos la mavor partc de estos detnlies) dice (vol. 2.0, plig. i i i ) que el prin-
cipnl instigador de M. de Gcnncs fuE un hucanero llamado Macnli, pero
294 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Exaltado con aqueuas ponderaciones y embebido en el con-


tagio de sus ensueos, el capitn Gennes abandon su gobier-
no, y mediante su propia fe, comprometi la del rey en sus
quimeras, y con tal vehemencia que se le permiti elegir las:
buques y tripulaciones a su albedro, entre todos los de la ma
rina real.

XVI

Hzose, en consecuencia, a la vela la escuadra conquistado-


ra desde el puerto de la Rochela el 3 de Junio de 1695, y
despus de haber perdido considerable tiempo en las costas
de la Senegambia haciendo intil guerra a negros salvajes,
lleg al fin con toda felicidad a la boca oriental del Estrecho
el 7 de Febrero del ao siguiente.

XVII

Aquella tardanza de ocho meses haba malogrado, empero,


la empresa, atendido lo avanzado de la estacin y el genio
de la raza que la emprendiera.
Apenas el caballero de Gennes dobl el cabo en que estuvo
situado Puerto de Hambre, el 5 de Marzo de 1696, cuando a
los cuatro das desatse un furioso vendaba1 del Oeste qua
sopl por once das consecutivos.
Un comandante ingls habra puesto a la capa su buque
en aquella emergencia y aguardado pacientemente el cam-
bio. Un holands habra luchado tenaz e impertrrito contra
el huracn, como lo ejecutara (haca ya un siglo cabal por
esos dm) el obstinado Sewald de Wert, que all porfi un ao
entero por pasar. Pero un francs crea haberlo hecho todo
con resistir dos semanas al viento y las corrientes. ( ( Yaunque
no hubiese, dice el fogoso y juvenil Froger, al narrar aquel

Burney (t. 4.0,p5g. 339) y Guerin (t. 4 . O pLg. 80) lo Ilnman con ms propie-
dad Macerty.
La relacin del viaje de Gennes (de la que B r o w s hiz s6lo un extrac.
t o ) fu escrita por un joven ingeniero que vino bajo sus rdenes, llamado
Froyer, quien la public en 1608.
El ahate Prevost la ha extractado tambin copiosamente en el vol. 11
de su enorme Coleccin de viajes, varias veces citada.
HISTORIA DE VALPARAfSO 295

paso pusilnime, aunque no hubiese un solo marinero que no


hubiese preferido morir de hambre antes que retroceder,
M. de Gennes di la orden de torcer el rumbo hacia el
Atlntico.
El 7 de Abril ya estaba fuera del Cabo de las Vrgenes,
que es la entrada del naciente, y el ide Agosto llegaba a los
puertos de la Guayana francesa.

XVIII

Tal haba sido el origen y el fracaso de una expedicin des-


tinada a producir en nuestras costas una mudanza semejan-
te a la que haca poco cupiera al Canad en el mar Atlntico.
Pero de la manera como fu llevada a cabo, slo se co1ig.j que
no son las empresas del entusiasmo las que dan mejores logros,
o que hay ciertas razas y naciontx aptas para hacer conquis-
tas en los continentes, como hay otras cuyo elemento y cuya
gloria es slo el mar.
Por lo menos, no parecer ni injusto ni aventurado el opi-
nar que el caballero de Gennes condujo su escuadra de tal
mmera, que ms haba hecho pensar en 1 farsa de Pardo
de Figueroa que en las briosas y enrgicas tentativas de
Drake y de Spilbergen.

XIX

Mucho ms interesante que la anterior, si bien hija suya


y gemela en la pobreza de los resultados, fu la segunda y
ltima expedicin que en las costas del Pacfico intentaron
los franceses a fines del siglo XVII.
No tuvo, en verdad, esta ltima un carcter esencialmen-
te militar y de conquista como la de Gennes, pero aunque
destinada a tratos de comercio, ocurrieron en ella episodios
de guerra que le prestan un colorido singular y casi nove-
lesco.
296 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

xx
Haba comenzado ya en Europa, antes de concluir el si-
glo por excelencia de las grandes guerras continentales, a ma-
nifestarse el principio ms vayto y ms fecundo que ha revo-
lucionado la suerte del linaje humano, haciendo de la paz
una fuerza y del comercio una potencia igual y aun superior
a la de los reyes: - al principio !!e la asociacin, por midio de
oompazas annimas.
Las llamadas Orientales, de la Holanda y de la Inglaterra,
existan desde algn tiempo; pero hallbanse puestas bajo la
tutela de los gobiernas y casi como u n o de los ramos de ad-
ministracin que de stos dependan. JIas en 1698 estable-
cise por particulares la Compaia de Escocia, que corLcibi
el delirio de poblar con las razas del Norte los mortferos pan-
tanos del Darin.
A su ejemplo, organizse otra cn Francia en aquel mismo
ao con el nombre de Compagnie Royal de la mer Pacifique,
y, con el propsito de establecer fuertes militares y factoras
de comercio en aquellos parajes del continente americano que
no estuviesen todava ocupadm por los espaoles, alleg fuer-
tes capitales.

XXI

Organizse en esguida una gran expedicin en el paerto


de la Rochela, y confise SLI organizacin 3- mando al mismo
capitn de Gennes, que tan mala cuenta diera de la prime-
r a . Suceda esto porque no se echaba la culpa del fracaso
ni a su incapacidad ni a su inconstancia, sino, como sieinpre.
al viento.

XXII

La emprosa gan desde la primera iniciativa gran nmero


de secuaces y capitalistas, cual acontece de continuo con I odas
las casas de novedad en la novedosa Francia. Pero se di a
los preparativos subsiguientes tal esa jcrada magnitud, que
HISTORIA DE VALPARAfSO 297

el caudal suscrito agotse por entero antea de haber tomado


el proyecto camino de realizacin. Faltaron en consecuencia
los dividendos ; hubo arrepentidos ; se hicieron inconsiderados
adelantas; renunci M. de Gennes su misin; fu necesario
vender parte de los buques adquiridos para equipar los otros,
y, por ltimo, los desengaados intentaron amotinarse cuan-
do se les despidi por innecesarios, con sus hermosos uni-
formes bordados de oro, dice un historiador de la marina
francesz, y sus sombreros empenachados de plumas ( 1 ) .

XXIII

Cambise entonces de plan y de personal Se di ttulo de


jefe a un acreditado capitn d v la marina mercsnte, mtii-
ral de San Mal, llamado Reauchcsne-Goun, y psose bajo
sus rdenes al teniente de la marina real A I . de Treville.
Montaba el primero el navo Phelipeaux, de 44 caones y
150 hombres de equipaje, y el wgundo, el Maurepas, de 133
tripulantes y 50 caones. Ambas salieron en conserva de la
Rochela el 17 de Diciembre de 1698, poca del ano sumamen-
te inadecuada para ir a encontrar por el Oriente la boca del
Estrecho.
EIzose tambin a la vela en su compaa la corbeta Bonne
Nouuelle, de 8 caones y 24 hombres, al mando de un capi-
tn de la marina de comercio, llamado Perrei. Mas por na-
berse extraviado a poco de su salida, y regresado a la Ro-
chela con tan peregrina nueva, no hacemm cuenta de ella.

XXIV

Slo el 24 de Julio de 1699, esto m, en el corazn del he-


lado invierno de los polos, llegaron los dos capitanes france-
ses a la mediana del Estrecho, si tal, nuticamente hablan-
do, puede considerarse el punto en que estuvo situado Puer-
to de Hambre. Otros seis meses tardaran en doblar el Cabo
Pilar, y sentir bajo sus quillas el poderoso vaivn de las
olas del Pacfico (Enero 21 de 1700).
Tomaron ese da los franceses con grandes solemnidades
posesin de 1ic:ho del Mar del Sur (pues por ceremonia la
(1, GiitmTi, ~ ~ s k r ritatl,
zn t I b , pig. \L!.
298 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

haban fingido antes en el Estrecho), en nombre de su gran


rey Luis XIV, y cantaron un Te Deum de gratitud al cielo
por estar ya a camino de su empresa.
UD temporal furioso hizo, empero, eco a sus alabanzas, y
ambas naves se vieron separadas.
El Maurepas aport entonces a Valdivia, y all le aconte-
ci la extraa aventura que vamos a narrar.

XXV

Como siempre que se habla del rol histrico y militar de


Valdivia ha de tratarse de una celada, no hay pard qu re-
cordar la de Narborough, la de Swan, y la de Strong y
otros posteriores, hasta que, al fin, en otra celada de astucia
y de herosmo cay ella misma para siempre con sus fuer-
tes (1820).
E l 13 de Febrero de 1700 presentse el buque francs a la
entrada de la baha, en demanda de vveres, e invocando pa-
ra conseguirlos s u penosa navegacin de ms de un ao, y ;a
paz y amistad que comenzaktan a reinar entre la Francia y
la Espaa.
Pero Valdivia estaba demasiado lejos de Versailles y del
Escorial para or aquellos ecos de las alcobas reales; y SUS
autoridades, por tanto, acordaron recibir a sus aliados en
la boca de sus caones.
Para llevar a cabo su propsito, acogieron a los franceses
con buen semblante, les ofrecieron cincuenta vacas para su
rancho, les invitaron a ponerse al abrigo de sus bateras, y
por ltimo, enviaron a bordo dos frailes, uno agustino y otyo
jesuita, a darles el sculo de paz. El ltimo llev el ardor
de su perfidia hasta asegurar bajo el secreto de la confesin
a su colega, el capelln del Jfaurepns, que su empresa sera
perfectamente acogida en el Pacfico, y en especial en Lima.
Y como era secreto de confesin el capelln contlo luego pa-
ra robustecer la confianza vacilante de los suyos, o porque
en el mar aquella clase de secretos no tiene valimiento. . . (1).
(1) <On t o k e les ruses de la guerre (dice a este propsito el cronista del
viaje del Maurepas); mais le sacrilge ne se pardonne point; et surtout, a
un homme revetu du sacerdoce, quand il s'en mle, il se rend odieiix a Dieu
et aux hommes..
HISTORIA DE VALPARAfSO 299

Pasaron as los franceses la noche del 13 de Febrero bajo


los fuegos del castillo de Niebla, preparndose para bajar a
tierra a la siguiente madrugada. Ms, apenas asom &a su
primera luz, cuando Llna granizada de balas y metralla cay
de sbito sobre la cubierta del buque sorprendido.
No se turb, empero, el capitn Treville, y aunque herido
de los primeros por los traidores proyectiles, logr zafar su
bajel de las amarras y ganar el largo, haciendo jugar sus
caones como mejor poda.

XXVI

Cuatro franceses perecieron eo aquella cobarde asecnanza


en que ni el sacrilegio se excus para su xito, fuera de innu-
merabls heridos que quedaron en el puente, barrido por le
metralla. Tan prximo, a la verdad, estuvo aqul de los ca-
ones, que a uno de la tripulacin le enlaz un humo desde
tierra, y le arrastr prisionero a la ribera.
Llambase este infeliz, M. Pinuer, y fu ms tarde (por-
que como Arminger establecise en aquel puebloj el abuelo
materno del ilustre revolucionario Camilo Henrquez.
Nunca una traicin tan vil, en la que se mezclaron los
sacerdotes de la paz y la verdad, fuera pues ms cruelmente
espiada que aquella.
El inmortal fraile de la Buena Muerte sera al-guna vez
el vengador de su deudo y del engaado capelln del Mau-
repus! (1).
--
(I) Esta circunstancia nos fu referida en Valdivia en 1866, donde era
conservada por la tradicin, y la hemos visto vagamente confirmada en
la relacin del viaje del Maurepas que dejamos recordada. Algunos, sin
embargo, son de opinin que la captura de Pinuer tuvo lugar en Coliumo,
(episodio de que mis adelante hablaremos) y que Camilo Henrquez no
fu descendiente sino discpulo de los Pinuer. E n tal caso, el resultado mo-
ral sera siempre e1 mismo.
Creemos convenitrite advertir aqu que todo este episodio de Valdivia
es completamente inGdito, pues Io hemos extractado de un manuscrito pre-
cioso que se conserra en el depsito hidrogrdfico del ministerio de la Man-
na en Pars y que tiene el siguiente ttulo: Relntion journaliere d'un voyage
fait e n 1698, 99, 1700 y 701, par M . de Beauchesne, cap'laine de vaisseau
fait par le sieur Duplessis irigenieur sur la corcette Mawepas.
Nuestro estimable amigo don Adriano Rlanchet, postrado hoy por una
cruel y prolongada enfermedad, hizo sacar en Pars un3 copia exacta de
esa interesante relacin en 1860, y es la que hemos tenido 8 la vista, pues
se encuentra en la rica biblioteca del seor don Gregorio Beeche. E x c e p
300 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

XXVII

Despus de este singular episodio, el capitn de Traville


tuvo la fortuna de encontrar en la mar a su jefe, y en con-
secuencia dirigironse ambos al Norte para intentar el contra-
bando de sus mercaderas.
Tocaron con ese objeto en Copiap, (Clupiapo, punto de
separacin entre Chile y el Per, dice el hbtoriador cita-
do) (l), y en seguida en Arica. Pero en uno y otro punto con
escaso resultado. Porque en el primero predic el cura del
lugar que aquellos traficantes eran una raza de impos, peores
que los bucaneros, y en largas casacas ocultaban sendas eo-
las. Y tan general era esta idea que un buen hombre que
pas a bordo en el puerto ltimo nombrado, tomando a par-
te a uno de los oficiales, suplicle que sin temor ni encogi-
miento le mostrase aquel curioso apndice. . . ( 2 ) .
Por fin, observando en todas partes un aspecto de mal
agero para su imprudente ensayo, y aun amenazados por el
virrey don Diego Ladrn de Guevara, obispo de Quito, fin-
gi el capitn francs que llevaba rumbo a la China (punto
aparente de su destino), y despus de haber refrescado un
tanto sus extenuadas tripulaciones en Pisco, donde realiz
clandestinamente como veinte mil francos de sus paos ya
podridas, y en las islas Galapagos, a donde se dirigi en se-
guida (Abril de 1701), di la vuelta a Francia, llegando a
Rochefort el 22 de Agosto de aquel ao, despus de cerca dP
tres de penurias y de ruina.
tuando a M. de Guerin, que cita esta obra en su Hisiorin Martima de
P r a ~ ~ c illamndola
a, cuna relacin preciosa>, no conocemos ningn autor
que la haya consultado.
Verdad es que el viajero Woodes Rogers, que public su diario en 1712;
el presidente de Broeaes, en su libro tanta veces citado (t. 2 . O , pg. 113);
el abate Prevost en el vol. I1 de su coleccin de Viajes; Crdova en su V i a -
j e al Maagnllnnes de la Santa Maria de la Cabeza, y por ltimo, el siempre
erudito y bien informado Burney, hablan de la expedicin de Beauchesne-
Gouin al Pacfico, pero es nicamente en vista de la relacin que llev un
M. de Villefort, oficial del Phelipeauz, que montaba aqul, y en el que ape-
nas sc menciona el crucero del Maurepas y sus incidentes.
La relacin intercalada por Woodes Rogers adolece, adem&, de consi-
derobles inexactitudes, especialmente cuando afirma qiie Beauchesne ma-
liz ingentes provechos en sus negociaciones con los indgenas de Chile,
error en que tambin ray Crdova en su VVJEcitado. pba. 376.
(1) Guerin, t . 4.O, pg. 97.
(2) Relacin citada de Dupclessis.
HISTORIA DE VALPARAfSO 301

XXVIII

Tal fu la escasa porcin que cupo en suerte a la nacin


francesa en el festn de oro de la Amrica.
Pero una retribucin inmensa la aguardaba en las puertas
del siglo cuyos umbrales ya pisamos en esta relacin, 37 en
cuyos comienzos, henchidos de prosperidad para esta msera
colonia y SIL puei*to principal, la bandera de aquella poten-
cia no slo sera amiga y husped en el Pacfico, sino so-
berana.
Mas, antes de contar la extraordinaria y profunda mudanza
que ocurri en nuestra existencia en los primeros veinte aos
del siglo XVIII, en gran manera comparables, bajo el pun-
to de vista de la riqueza pblica y del comercio, a la que
ocurri en igual perodo del presente, ser fuerza que nos
detengamos en el dintel que separa ambas edades. Y as:, mi-
rando iin instante al pasado podremos medir con ms cer-
teza la profundidad de la revolucin comercial, precursora
inevitable de tantas otras nis fecundas, que el genio y In
industria de los franceses desarrollaron en nuestro suelo ba-
j o el reinado del memorable nieto de Luis XIV, Carlos de
An jou .
CAPITULO XXI
EL COMERCIO DE FLOTAS Y GALEONES

E l sistema de comercio impuesto por la Espaa a sus eo-


lonias de ultramar era sumamente sencillo. Asemejbase en
todo al que haban planteado en sus ingenios de minas y
en sus estancias feudales los encomenderos de Indias. T as
como stos, y permtase la expresin por su verdad intrnse-
ca, as como stos suelen poner todava una puerta de tran-
quero provista de gruesa cadena y slido candado, en aquel
preciso punto de su heredad que da salida a sus frutos y a
sus hatos, as los reyes de Espaa, considerando las dos Am-
ricas slo como una vasta estancia, como una inagotable vena
de metales, pusironle dos puertas y dos candados, la una en
Panam, en el punto de su salida, la otra en Sevilla, aden-
tro del Guadalquivir, on el de entrada.

I1

Prevaleca de una manera universal en aquellos aw, por


otra parte, la peregrina opinin econmica de que el oro y
sus equivalentes no eran un tipo de la riqueza, sino la ri-
queza misma. Suceda, por esto, lo contrario de lo que acon-
tece en estos modernos tiempos de recortes de papeles, en que
el oro es slo una mercadera de fcil transporte, impere-
cedera y de sencillo cambio, destinado a dar brazo y vida a
304 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

las industrias que fecunda, junto con aqullos, y comparati-


vamente de una manera subsidiaria. Subordinbase todo, por
tanto, a la adquisicin de aquel metal, nico y exclusivo fin
de todas las transacciones y de todas las codicias. E l crditc
que es hoy el tipo del oro, como el oro era el tipo de la for-
tuna en aquellos siglos, habra parecido a los descubridores
del Nuevo iiundo una quimera ms extraa que aquel m-
gico El Dorudo, que no era un hombre-mito, como le creye-
ron los que tanto le buscaron, sino la encarnacin miserio-
sa de la idea que agitaba al mundo antiguo sobre la concepcin
y propiedad de la riqueza. Hallbase todava lejano el tiem-
po en que dos grandes lumbreras de la humanidad, Carlos
de iilontesquieu y Adam Smith, publicasen las dos ni5s grandes
producciones del espritu humano, despus del fiat de la crea-
cin: Lesprit des lois (1748) (1) y The weulth of Nutions
(1776) .

I11

La pennsula espaola, geogrfica y polticamente ha-


blando, atada siempre por el ltimo anillo al carro del pro-
greso en el continente viejo, acariciaba pues aquellas teoras
con la pasin de la avaricia sombra y del exclusivismo rece-
loso a que el monopolio de su descubrimiento, bendito por un
papa, le daba derecho. Y as fu que cuando aun aqul es-
taba en ciernes y el gran Coln no haba emprendido toda-
va su ltimo viaje a las playas que avistara en 1492, los
reyes catliccs, por una real pragmtica expedida en Alcal
el 20 de Enero de 1503, crearon la famosa Casa de Contrar
(I) eLor e t Iargent (dice Montesquieu en su captulo titulad-De las
riquezas que l a Espaa sac6 de las Indias) sont une richesse de fiction ou
de signe. Lors de la conquete du Mexique et du Perou les Espagnols aban-
donnerent Ics richesses naturelles pour avoir de richesses de signe qui savi-
lissoient par elles mmes..
A este mismo respecto, el ilustre filsofo se expresa con admirable sabi-
dura en los trminos siguientes:
.He odo muchas veces deplorar la ceguedad del consejo de Francisco
I que rechaz la oferta de Cristbal Coln para descubrir las Indias. Pero,
a la verdad, que tal vez por imprudencia se hizo una cosa muy sabia. La
Espaa ha hecho lo que aquel rey insensato, que pidi al cielo le convir-
tiese en oro todo cuanto tocase con su mano, y que fu obligado a ocurrir
de nuevo a los dioses para sup!icarles pusiesen trmino a su miseriaB.-
(Esprit des lois. Pars, 1819, vol. 2 . O , pg. 278).
HISTORIA DE VALPARAfSO 305

tac& de Sevilla, destinada a ser forzosamente el p d g o de


hierro en cuyo dintel debani contarse uno a uno hasta el 1-
timo tomn de oro, hasta la ms nfima perla de las monta-
as y del mar del Nuevo Mundo (1) .

IV

Consista la Casa de Contratacin, no en una agencia pu-


ramente mercantil, como su nombre acaso pudiera hacerlo
creer, sino en un gran tribunal mixto de cnneroio y justi-
cia, al que estaban anexos las dobles funciones de Au-
diencia y Consulado, segn el sentido espaol de estas pala-
bras. Entenda, por tanto, en lo absoluto y exclusivo, de to-
do lo que se versaba con el comercio de Indias, al punto de

(1) Para hacer un estudio tan completo como nos ha sido posible del co-
mercio colonial durante el siglo XVII, hemos consultado particularmente
las obras cuyos ttulos damos en seguida en conjunto, a fin de simplificar
las numerosas citas que nos veremos obligados a hacer para comprobar.
I. Norte de la contratacin de las Indias Occidentales, por Jos de Veitia
Linaje.-Sevilla, 1672.
II. Gazofilacio real del reino del Per, por Gaspar de Escalona Agero,
oidor de Chile.-Madrid, 1646.
111. Memorial de Francisco Martinez de Mata del remedio de l a despobla-
ci6n y esterilidad de Espaa, bajo el reinado de Felipe IV.
IV. Extensi6n poltica y ewnmica del comercio de Espaa, por Miguel
Alvarea de Ossorio y Redin. presentada a Carlos 11.
V. Discurso de la educm'6n popular de los artesanos y su fomento, por
Campomanes.-Madrid, 1775.
VI. Te6rica y prctica del comercio y marina, por Jernimo de Ust4riz.-
Madrid, 1757.
VII. Recopilacin de las leyes de Indias, 5." edicin.-Madrid, 1841.
VIII. Compendio general de las contribuciones y gastos que ocasiona el eo-
mercio de Indias.-Madrid, 1762.
IX. M. Weiss: Des causes de la decadence de l'industrie et d u commerce
en Espagne depuis le regne de Philippe 11 jusqu' a l'avnement de la dynastie
des Bourbons.-Strasbourg, 1839.
X. Comercio de Chile en l a poca de la colonia. Introduccin a la memoria
histrica que con este ttulo debi escribir don Marcial Martinez, y que
ley6 en el claustro pleno de la Universidad el 30 de Octubre de 1864. (Pu-
blicada en E l Mercurio de Valparaso, del 10 de Noviembre de 1864).
Todas estas obras, con excepcin de la ltima, y de las Leyes de I n d i a ,
son sumamente escasas en Chile, y sobre su mrito respectivo acaso dire-
mos dos palabras en el lugar oportuno.
Por ahora nos bastar indicar que la que ofrece mayor inters bajo un
punto de vista americano es la de Escalona Agero, hombre muy versado
en las cosas de Amrica, que diera a su libro el apropiado ttulo de G a z e
$lacio, porque ste era el nombre de la tesorera del santo sepulcro de Je-
rusaln. La de Veitia Linaje se refiere especialmente a la organizacin de
todos los ramos confiados a la Casa de Contratacin de Sevilla. Las de OSSO-
n o y Mata tienen una importancia considerable en sua respectivas poa8,
Historia de Valparalso 20
306 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

que ni m a vara. de lienzo poda salir de Espaa ni de Eu-


ropa para aqullas, sino por BU puerta, ni recibirse de staq
ni u n slo castellano de oro sin que penetrara por la ltima.
En lo judicial dirima tambin como Consulado y Audiencia
todos los litigios de los mercaderes interesados en aquel tr-
fico, y sus fd1c.s no tenan apelacin sino ante el Supremo
Consejo de Indias, tan poderoso en los negocios de Amrica
como el mismo rey, pues no se diferenciaban sus facultades,
sino en que las del ltimo solan ser omnipotentes ( 1 ) .
E n un sentido administrativo representaba, al propio tiem-
po, las funciones que todava conserva el ministerio llamado
de ltramar en la Pennsula. Por ltimo, bajo una faz po-
ltica equivala en Sevilla, en el ramo de hacienda, a lo que
el famoso Consejo, que acabamos de recordar, creado casi
contemporneamente en Madrid, representaba respecto de la
administracin general de las colonias,
y especialmente por las copiosas e ilustradas notas con que las di6 a luz
Campomanes en 1775, incorporndolas en los volmenes 1.0 y 4.0del Apn-
dice a su famosa Educacin popular, digna de correr al par con la Ley agra-
ria de Jovellanos. Respecto de Ustrie, puede decirse que fu el Turgot
de Espaa y uno de los hombres ms adelantados de aquel atrasado reino,
precursor, antes que Campomanes, del famoso Comercio libre que otorg
a la Amrica Carlos 111 en 1778.
La obra de M. Weiss, aunque forma slo un opsculo de 87 pginas, es
un trabajo sumamente curioso y erudito que mereci ser ledo en la Sobor-
na de Pars el 22 de Junio de 1839, y que puede consultarse con gran fruto
por la abundancia de sus datos y comprobaciones. E n cuanto a la Intro-
duccin de nuestro compatriota el seor Martnez, es lstima que no haya
tenido el desarrollo que su autor se propuso darle, porque es el simple bos-
quejo de la obra que meditaba y que habra tenido el no pequeo mrito
de llamar la atencin a una de las investigaciones ms nuevas y ms inte-
resantes a que poda consagrarse la juventud estudiosa de Chile.
(1) E l Consejo de Indias fu establecido por Fernando el Catlico en 1511,
diez aos despus de la Contratacin. Perfeccion10 en seguida Carlos V
por ordenanzas de 1524 y 1542. Carlos 111 aument el nmero de sus vo-
cales por R. C . de 13 de Septiembre de 1773, y tres aos ms tarde (Abril
6 de 1776) se dividi en dos salas, llamada la una de gobierno y la otra de
justicia. Componase cada una de siete miembros nombrados por el rey.
Las Cortes Constituyentes abolieron esta rueda ya intil y vetusta de la
monarqua por decreto de 17 de Abril de 1812, y aunque Fernando 1-11
volvi10 a restablecer, como restableci el poder absoluto, la Inquisicin
y todo cuanto era tan brbaro y tan infame como su propia naturaleza
(Julio 2 de 1814), volvi a ahogarlo definitivamente Cristina cuando ya
el Consejo no 5610 era un anacronismo sino una irrisin, no quedando a la
Espaa ms Indias que Cuba y Puerto Rico.
No tenemos noticias de que entre los funcionarios coloniales de Chile
merecieran aquella alta investidura otros que el gobernador don Juan Hen-
rquez y el oidor don Fernando Mrquez de la Plata, quien no tom po-
sesin de su destino por haber preferido enrolarse en el partido indepen-
diente en 1810.
HISTORIA DE VALPARA~SO 307

Componase aquella poderosa corporacin de dos nalits, lla-


mada la una de jueces de capa y espada, que fu la origi-
naria, y la de Audiencia, que se le confiri con todas las
prerrogativas de tal, por real cdula de 14 de Junio de
1558 (1).ES tribunal de comercio y de justicia al mismo
tiempo, dice el concienzudo y estudioso histoi-iador ingls qur
acabamos de citar: bajo la primera denoininacin conoce de
todo lo que tiene relacin con el comercio entre la Espaa y
la Amrica, seala las mercaderas que deben ser iinporta-
das a las colonias, e inspecciona las que la Espaa recibe de
retorno; determina la salida de las flotas, el flete y tamao
de los buqiies, su apresto J- su destinacin. Como tribunal de
justicia, juzga todos los negocios, as civiles como criminales,
relativos a los intereses de comercio entre la Espaa y la
Amrica; y en cualquiera de estas dos clases de negocios slo
puede apelarse de sus decisiones al Consejo de Indias ( 2 ) .

V
Constaba la primera sala de la Contratacin de un admi-
nistrador, llamado factor (que lo fu el primero don Fran-
cisco Pinelo), un tesorero y un escribano, cuyos puestos con-
fi la reina Isabel al doctor Matienzo y a un Jimnez de
Bribiesca. La sala de oidores constaba de tres jueces, un
fiscal, un alguacil mayor y un alcaide, que administraban
justicia diaria, despus de oir la misa de su capelln, se,gn
E n cuanto a sus funciones privativas, 1115 aqu como se expresa Robertson
en su preciosa Ifistoria de Aniricn, (traduccin de don Rernartlino tie Ama-
ti; Burdeos, 1827) cuyo ltimo captulo est. exclusivamente consagrado
a un sobrio pero profundo antilisis de la organizacin administrativa, re-
ligiosa y mercantil de las colonias espacolas.
.De este Consejo, dice (vol. 4.;pg. 115), emanan todas las leyes relati-
vas al gobierno y polic:~de las colonias, las cuales drhen ser aprobadas por
las dos tercrrss partes de sus micmbros, antes que sr publiquen en nombre
del rey; confieren todos los cmpleos de nominacin dc la corona; toda per-
sona empleada m Amrica, tlcsde el virrey hasta (11 ltimo oficial, est su-
jeta a la autoridad del Coriscjo tic Zutlis, quien examina s u conducta, pre-
mia sus servicios o castiga las malversaciones; y adems est cncargado
de reveer todas las notas y las memorias phblicas o secretas enviadas de
Amrica, as como todos los planes de administracin, de polica y de co-
mercio propuestos para las colonias..
(1) Quince alios antes, Carlos V, por R.C . de \-alladolid, Agosto 23 de
1543,le haba atribudo carScter jurisdiccional, del cual hasta entonces haba
carecido.-Veztia Linaje: Norte de la Contrafacin.
(2) Robertson.-Historia de Amrica, vol. 4 . O , pg. 116.
308 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

era prctica en todas las Audiencias, mientras los jueces de


capa y debajo de ella despachaban bultos y tasaban fletes,
derechos y aranceles.
La Casa de Contratacin, por la universalidad de su carc-
ter, desempeaba tambin el ministerio de las modernas Adua-
nas, y a la verdad que durante tres siglos fu la nica que
posey la Amrica espaola en toda Europa. Tena tambin
bajo su dependencia el Consulado de Sevilla y la Contadii-
ra llamada de AverZas, de que hablaremos ms adelante al
ocuparnos del ramo de tributos coloniales.
Por la suma de todos estos poderes, por sus abultados sa-
larios y ms crecidos sobornos, los jueces de la Contratacin
se hallaban constitudos en verdaderos prceres de Espaa.
Un autor moderno, aludiendo a ello, afirma que no exista
en la monarqua puestos de ms alta estima despus del de
los ministerios de estados y los virreinatos de Indias, que los
bancos de oro de la Co?ttratacin. Mejores que stos y que
aqullos eran todava, en nuestra humilde opinin, los de
las queridas y los confesores del rey (1).
Tal era bajo sus diversos caracteres, Consulado general,
Audiencia de comercio, Aduana real y nica, y Ministerio
de Ultramar de las Amricas, y tal se mantuvo, si bien dwr&
pita y miserable en su ltimo siglo, hasta que fu abolida
por un simple decreto el 18 de Junio de 1790.
En doscientos y noventa aos la Casu de Contraacin ha-
ba, empero, vivido lo bastante para postrar a la Espaca en
la arena de ruina, de atraso y de miseria. de que todava
no ha llegado a levantajrse, al paso que esteriliz a la Amri-
ca, convi&indola en un pramo de monopolios y en tal cmulo
de prohibiciones, que la habran reducido a un verdadero
caos de abatimiento y nulidad, si el contrabando extranjero
no la vivificara, de tiempo en tiempo, con su inagotable
savia.
Como aconteci todo esto durante el siglo XVII es lo que
vamos a exponer en el presente captulo.
(1) .The government of the King's mistress, when the king is young,
and the government of the King's confessor when the King is old.. (Lord
Mahon: History of England. Leipxig, 1553, vol. ].O, pg. 294.-Pezuela:
Resea hisirica de la Casa de Contratacin y de las jlot(Ls 1/ galeones. Apn-
dice a su Historin de Cuba. varias veces citada, t. l.", pAg. 411.
HISTORIA DE YALPARAfSO 309

VI

Durante los primeros cincuenta aos del descubrimiento


de la Amrica emprendise el acarreo de su limitado comer-
cio por navos sueltos que despachaba la Caca dc Conirata-
cin de Sevilla, especialmente a los puertos de las Antillas,
de donde abordaban al continente. Y de esta circunstancia
ser oportuno recordar aqu como derivaron aquellas su nom-
bre, porque los franceses llambanlas. a virtud de su posi-
ciGn geogrfica respecto del ltimo, las A n t e IZes.
Mas, a poco, la codicia de las naciones hostiles y la mat-
comunidad de odio a la Espaa que ligara a todas las razas
que se juzgaban desposedas por !a clebre bula de Alejandro
VI, en el reparto comn del nuevo continente, lanzaron a
porfia velas corsarias en todos aquellos puntos del ocano que
los bajeles de Sevilla avistaban en sus limitados itinerarios
Tres a cuatro navos de franceses, escriba a Carlos V en
poca tan lejana como las de 1554 (Noviembre 24) el gober-
nador de Panam, Alvaro de Sosa, se han hecho seores de
este mar, tanto como U. M . del ro de San Luear (el Guar
dulquivir) .-Luego que vino a esta ciudad (haba anuncia-
do, por su parte, haca ya cerca de veinte aos antes de esta
propia data, el ilustre historiador y soldado Fernndez de
Oviedo, desde Santo Domingo de cuyo castillo era goberna-
dor) luego que vino (vine dice el texto espaol siendo un do-
cumento histrico) nueva de la riqueza del Per, sospech
que estas Indias haban de ser molestadas de franceses y de
otras naciones, porque haban de ver los enemigos de Vu--
t i o Rcal servicio llevar a Espaa tantos millones de oro y
plata, y navos cargados de slo estos dos metales, que cn las
plazas del ro de Sevilla para meter esta riqueza en Vuestra
&al casa de contratacin se ocupan muchas veces cuantos ca-
rros y acmilas y vastajes (bestiajes) puede haber en aquella
ciudad, y no bastan ( 1 ) .
___
(I) Carta de Gonzalo Fcv:nticT cir. ( h e d o 3 Carkc I-,(1- Santo Domin-
go, a 31 de hlayo de 1537, inserta en In Colecczri dc dooriiientos ivitlztos
~ Indias, que comenzaron a Ixblirar ea iS64 el ministro Pa-
t!rl i i r c h z ~de
chrco, don Franrisco C:rc!enas v cl ahoprdo don Luis Torres de Mcndozs
y que dcspu6s ha prosrgiiido &tc (1-~11 , pgg 509).
310 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

De este peligro cada da creciente, a la par con la infini-


ta abundancia de tesoros que produca la Amrica, naci el
famoso sistema llamado de flotas y galeones, que imper en
el comercio de las Indias durante ms de un siglo, hasta que
sealada la ruta del Cabo de Hornos por los atrevidos pilotos
de San Mal, substituyronle los navos llamados de re-
gistro.

La primera flota de galeones de que se hace memoria en 103


anales de la Contratacin sali del Guadalquivir el 6 de Abril
de 1538 bajo la custodia del almirante Gonzalo de Salazar,
y componase de veinte buques de mediano porte, inclusos
los galeones que le servan de escolta, y cuyo nombre der-
vase de su especial construccin, pues conservaba sta en al-
guna manera la forma de las antiguas galeras, tan clebres
antes en las guerras de Venecia y algo ms tarde en las aguas
de Lepanto (1).
Sucedironse durante los veinticinco aos siguientes, con
cierta regularidad, siguindose, una en pos de otra, o con

(1) Veitia Linaje, en su Norte de la Contratacin, trae una curiosa nomen-


clatura de los diferentes nombres aplicados a las emharcaciones espaolas,
y vamos a reproducir algunos de las que no hayamos hecho antes mencin
ni explicado su origen.
Segn aquel autor, los nombres de m u e , nao, m u i o y h i e 2 son sin6nimos;
pero el de buque, que deriva del buche de las aves, no lo aplica sino a la capa-
cidad de aqiiellos, mientras que el de barco, lo apropia nicamente a los
cascos que tienen masteleros y se emplean en el transporte de mercaderas.
De las urcas, pataches, chinchorros y galcones, ya hemos dicho en lo que
consistan. Las Ga2earas. que algunos llaman tambin Gnleotas, eran grandes
galeones que solan medir hasta 700 toneladas (io que era enorme en el si-
glo XVII) y cargaban generalmente sesenta piezas, pudiendo embarcar
mil y quinientas plazas. Las gde,tzas fueron despus los naiios de res p,cc:z-
tes del siglo XVIII.
Las carmcns eran unas naos grandes y pesadas, especies de carretas del
mar, empleadas por los portugueses en su trfico con la India. y el nombre
de jmqcztas, ai contrario, aplicse en el siglo XVII a riertos barcos largos
y veleros que comenzaron a usarse para la guerra.
L3s cnrcvela? (inmortalizada por el primer viaje de Coln) no fueron si-
no la primrra y tosca transici6n de las galeras a los galeones.
Las qrtlzxbrns, polacrns, tartanas y gavarras no eran sino denominaciones
locales de ciertas costas o mares, denominndose las primeras con ese nom-
bre en los de Levante, donde navegaban con una vela latina, mientras que
las ltimas pertenecan al comercio de Sevilla. Estas mismas se llamaban
pinnzas en el mar de Cantabria.
HISTORIA D E VALPARAfSO 31 1

largos intervalos entre s, diez flotas bajo diversos almirantes,


hasta que en 1560 el ms famoso de stos, Pedro Menendea
de Avils, condujo en la suya con tanta celeridad al conde
de Nieva, virrey del Per, que habiendo salido de la barra
del Guadalquivir por el mes de Marzo de aquel ao, estuvo
de regreso en el de Agosto. Cuatro aos antes (1556) la flota
que le precedi, mandada por Juan de Velasco, condujo en
sus cofres a Espaa siete millones en oro y plata, y uno en
frutos americanos, como tabaco, cochinilla, corambre (cueros
de vaca), carey, vainilla, cacao y otros artculos de cambio
que comenzaban ya a ser abundantes en el frtil suelo del
Nuevo Mundo ( 1 ) .
No obstante estos primeras ensayos, en su mayor parte fe-
lices, puas de esa suerte respetaban el comercio de las In-
dias los corsarios que aislados vagaban en busca de inermes
presas, la expedicin regular de las flotas slo vino a tener
una onganizacin fija bajo la mano todopoderosa de Felipe
II. Porque conviene al aumento, conservacin y seguridad
del comercio y navegacin de nuestrm Indias (dijo aqul en
una real cdula expedida en Madrid el 16 de Junio de 1561,
que es la ley 1.8, t. 13, lib. 9 de la Recopilacin de I n d k s ) :
establecemos y mandamas que en cada un ao se haga y tx
forme en el r o de la ciudad de Sevilla y puerto de C&diz
y San Lcar de Barrameda dos flotas y m a a m & real
que vaya a las Indim: la una flota a la Nueva Espaa y
--
E n cuanto a los nombres de filibotes (holands fly-boots), pnilebots (nom-
bre ingls o m&s propiamente Yankee), y los pngues y flautas (en francs
fZ4tes) que se empleaban como transportes armados, algo tenemos ya dicho
al hablar de las expediciones extranjeras en el siglo XVI y parte del XVII.
E n cuanto a las denominaciones modernas de bergantines, goletas, barcas,
wrbetus, falas, etc., son todas importaciones de las marinas extranjeras
y que se fueron adoptando cuando la de Espaa cayo en la m8s absoluta
ruina y desprestigio. Sin embargo, ya en 1672 Veitia Linaje citaba los nom-
bres ingleses de yate (yacht) y balandra. Sobre estas interesantes defini-
ciones nuticas puede consultarse el captulo 14, del libro 2.O del aquel an-
tiguo y erudito escritor.
(1) Pezuela en su Historia de Cuba publica una curiosa resea de todas
las flotas que salieron de Espaa, incluyendo la del descubrimiento de Co-
16n en 1492 hasta la que en 1827 ]lev6 el general Barrada a la reconquista
de Mxico. Otro tanto hizo con relacin al Per el poco digno de crdito
Alcedo. No obstante la evidente prolijidad del primero, incurre en algunos
errores de detalle. As, por ejemplo, en la pgina 414 del volumen 1 . O dice
que la flota de Salasar sali de Espaa en 1537, y despus no la menciona
en su Resea, poniendo en su lugar el armamento de Hernando de Soto,
que mli6 de Espaa en 1538.
312 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

la otra a Tierra Finme, y la armada real para que vaya y


vuelva .
Durante los treinta y siete aos subsiguientes de los cua-
renta y dos que rein6 aquel monarca (1556-1598),salieron
pues de Sevilla hasta veintisis flotas y galeones sin que les
aconteciera novedad de nota, tan poderosa era entonces Es-
paa y tan dbiles sus enemigos en la mar.

El mecanismo de aquel raro sistema de comercio a perodo


fijo era, entre tanto, tan singular como su propia con-
cepcin.
Como estaba fijado por una de las leyes de Indias el mes
de Marzo de cada ao para la salida de la flota, con anticipa-
cin a ese plazo improrrogable comenzaba a llegar de todas
las ciudades de Espaa (mientras tuvo fbricas propias), y
en seguida del extranjero, de Francia, Gnova e Ingl-t a erra

especialmente, las diversas mercaderas que se destinaban por


el comercio europeo al rescate del oro de Amrica de que
aquhl viva eternamente sediento. Cargbase as hasta cua-
renta o cincuenta barcos, cuyo mayor nmero apenas meda
trescientas toneladas, siendo los mayores de quinientas. Los
galeones de la armada real tenan superior capacidad, pero
emplebanse casi nicamente para la defensa. de aqullos y
para el transporte del oro y perlas del rey. E l monto total
del comercio de las Indias haba sido tasado de una manera
permanente por ordenanza de Carlos V en veintisiete mil
y quinientas toneladas cada ao, de las que diez mil corres-
pondan a la flota de Mxico y doce mil quinientas a :a de
Costa firme. De esta ltima se abastecan los territorios que
fommron despus el nuevo reino de Granada, Venezuela, el
Per, Chile y aun Buenos Aires ( 1 ) . La otra iba a proveer

(1) Para mejor inteligencia, conviene recordar aqu que los espaoles
llamaban flota lo que nosotros conocemos hoy propiamente bajo el nombre
de conuoy, y arnzadn lo que en el da se llama ms comnmente escuadra.
La flota era, pues, un convoy de buques de transporte y la armada la escua-
dra de guerra. En cuanto a la tonelada espaola, una ley determinaba los
diversos pesos v medidas que la constituan segn los objetos (ley 1.8, t.
31, lib. 9 de Indias); pero propiamente equivala, en cuanto al peso, a vein-
HISTORIA DE VALPARAfSO 313

a las necesidadss del vasto imperio de Mxico, que se exten-


da entonces desde el reino de Guatemala a las California,
y euya poblacin (indgena, espaola y mixta) pasaba de
diez millones de habitantes, siendo igual, si no mayor, la del
Continente del S u r . Y de esta suerte, eon la carga que hoy
suele entrar en un slo da a la opulenta ciudad libre cuya
historia contamos, se pretenda por la ceguedad codiciosa de
una nacin en que lm monjes confesores eran reyes, satisfacer
el consumo de dos continentes mayores que toda la Europa!
Las toneladas de la antigua flota, con cortsima diferencia,
son a la verdad, hoy da, equivalentes a las del puerto ms
moderno abierto por el progreso y la libertad en nuestras
ms apartadai costas (1).
___
tids quintales y medio (que era el aplicado a la tonelada de hierro) y a Is
medida cbica de 166 palmos para las mercaderas de volumen. Pero segn
hemos dicho, cada articulo del comercio de India tenia una tasa especial;
as 700 ladrillos, 22 cueros de vaca, 60 resmas de papel de Gnova, etr.,
constituan, cada partida de por s, una tonelada.
Segn Alvarez de Osorio, la flota y galeones constaban en 1687, en que es-
cribi, de veintisiete naves en todo, las que, en trmino medio, ofrecan una
capacidad de 550 toneladas cada una. La capitana y almiranta cargaban
reunidas hasta 1,800 toneladas, y cada uno de los seis galeones que custo-
diaban la flota era susceptible hasta de 600 toneladas de carga. El galen
llamado de plata, porque en l se embarcaba el tesoro del rey, meda en esa
poca 400 toneladas y naturalmente era el ms velero de toda la flota.
(1) El nmero de toneladas que representa, en efecto, el movimiento ma-
rtimo (de entrada nicamente) en el puerto de Melipulli ascendi en 1867
a 27,035 toneladas, es decir, 500 menos que las de la flota espaola, en 45
buques, que representaban el doble de los que componan la ltima. Para
fijar ms vivamente la atencin del lector en la miseria inverosmil de aquel
comercio, aadiremos aqu que el movimiento de entrada de Valdivia en
el aio mencionado ascendi a 51,367 toneladas en 103 buques, el de Ancud
a 68,855 toneladas en 141, y por ltimo, el de Valparaso a 543,699 tone-
ladas en 1,406 buques. El total de este movimiento est representado por
1.724,253 toneladas en 3,535 buques, lo que aun suponiendo que signifi-
que s61o una terccra parte de carga efectiva o medio milln de toneladas,
siempre resultara que la ltima de las colonias espaolas de Amrica re-
presentara hoy un trfico de irnporfczcin, veinte veces superior al que en
el siglo XVII el sistcma de flotas ofreca R toda la Amrica.
Sin embargo de tan tenaz ceguedad de la corte espaola, debemos ad-
vertir que desde esta misma poca (1554) el comercio de Sevilla solicitaba
el envo de dos flotas por lo menos rada doc aos UEn mandar (dccan a
Carlos V el prior v cnsules de Cddiz en esa fecha) que por los dichos tiem-
pos (Enero y Septiembre) vayan dos flotas para las Indias, es cosa de gran
u f d i d a d , aun para todos los que est6n en las Indias, romo para estos reinos,
porque habiendo dos flotas rada ao. las Indias seran provedns. y los que
estAn en ellas no padeceran las necesidades que han padecido estos aos,
y los tratantes d c ellas podrn negoriar, y las mercaderas de estos reinos
se gastarAn y las flotas irn m8s seguras a la ida y a la venida, y traeran
el oro y plata de S. M. v particulares a mejor recaudo,.-(Representacin
314 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

IX
Cargados todos las buques y despachados, despus de pa-
gar cada mercanca enormes derechos, por la Casa de Con-
tratacin, u n o de cuyos ministros se trasladaba a la costa
con este fin, hacanse a la mar bajo la custodia y absoluto
mando de un jefe que se llamaba el general de la a r m & ,
de la guarda de Indias y que ms que general era rey, pues
tena un dominio universal sobre los barcos, su carga y tri-
pulantes. Estaban a sus inmediatas rdenes su segundo o
almirante, el veedor general, que entenda en la disposicin
de los cargamentos, el gobernador militar, como se llamaba
al jefe de las guarniciones de arcabuceros y artillera que
se embarcaba en cada nao, y por ltimo el capelln general,
funcionario indispensable en toda nave espaola, que as co-
mo tomaba el nombre de algn santo, haba de tener a su
bordo quien dijera misa los Domingos, rezara el rosario ca-
da noche, y absolviera in extremis, en los das de lbmasca, n
los pecadores marinercxs (1).
del Consulado de Sevilla, de 10 de ,Julio de 1554 inserta en la coleccin ci-
tada de Dorumentos Inditos del Archivo de Indias, vol. 3.", pg. 513.
Carlos V, desde el ao anterior (1553), habfa ordenado que se hiciesen
dos flotas durante la guerra con Francisco I, acompaando a cada una
cuatro galeones de guerra. A esto objetaban el prior y cnsules de Sevilla,
porque decan que costaba su apresto en un afo, a razn de 20,000 ducados
por galen, ciento sesenta mil ducados y no haba de donde obtenerlos.
<Y tanteando, dicen aqucilos funcionarios, en el documento arriba citado,
de donde se puede sacar tanta suma de dineros, no se halla de dnde ni cmo
se puede hacer por averia (contribucin de que ms adelante hablaremos)
y tambin porque lo ms de los que se gastase se ha de traer a cambio,
mientras vuelven las armadas, y no hay persona que quiera ni pueda traer
tanta suma de dineros a cambio>.
Y esto suceda,. y as se juzgaba y escribla al emperador, cuando la ri-
queza de la Amnca y de la Contrataci6n haba llegado a su apogeo!
.El nombre de galeones, exclama con razn el juicioso y positivista
Barry en sus Comentarios a las Memorias Secretos de Juan y de Ulloa (nota
pg. 603), el nombre de galeones resonaba en los odos de los europeos, pro-
duciendo la quimera de un conjunto de grandes navos abarrotados de oro
y de plata iIlusi6n miserable! La famosa armada de galeones que parta
una soia vez cada ao del puerto de Cdiz para el de Cartagena de Indias,
no era ms que un convoy de una docena de barcos mercantes de 500 to-
neladas cada uno, y aun stos salan a media carga, pues las provisiones
para una tripulacin numerosa, y la acomodacin para un crecido nmero
de empleados y tratantes pasajeros ocupaba la otra mitad..
(I) Srgn una ordenanza de Felipe 11, inserta en el t. 30, lib. 9 . O del C6-
digo de Indias (cuyo libro 9.0 se refiere ntegro a asuntos de flotas y comer-
cio), los barcos de ms que mediano porte, como eran considerados los que
arqueaban entre 250 y 300 toneladas, tenan una dotacin fija de 28 mari-
neros, 12 grumetes y 4 bombarderos (artilleros) y el siguiente armamenta:
HISTORIA DE VALPARAfSO 3 15

El orden de niarcha de la flota estaba determinado proli-


jamente por ordenanzas reales. Y segn stas, apenas el ge-
neral hubiese salvado la barra del Guadalquivir, formaba sue
naves en batalla, llevando l mismo la vanguardia con la ca-
pitana, que iba mostrando a las otras el derrotero, encendien-
do luces especiales cada noche. La almiranta cerraba el con-
voy a retaguardia recogiendo todos los bajeles resagados o
de tarda marcha que por esto m decian zorreros. Dos veces
al da, por lo menos, el almirante deba tomar rdenes del ge-
neral, fuera personalmente, fuera por medio del patache,
que era una especie de ayudante de rdenes del mar ( 1 ) . De

media culebrina dc 30 quintales con 30 pelotas, o balas, un falconete de


bronce de 12 quintales, con 30 pelotas, 8 bombardas de hierro y 18 cao-
nes con 30 pelotas cada uno. La asignacin de plvora para un armamento
de esta especie consista en 14 quintales y la de armas menores en 20 arca-
biices y 20 ballestas; y en esta proporcin aumentaba o disminua aquel,
segn el tamao de las naves. Segn Ossorio (pg. 104), un buque del por-
t e mencionado deba llevar de runcho, 30 toneladas de agua, S de bizcocho,
3 de tocino y 2 de menestras. La racin diaria de los marineros era de doce
onzas de bizcocho, tres de pescado seco, dos onzas menestras, media azum-
bre de vino y media de agua, y seis onzas de tocino, cuatro veces por semana.
Una nave de 250 toneladas poda llevar entre tripulacin, guarnicin y
pasajeros hasta 250 personas, y por aqu podr valorizarse las comodida-
des que disfrutaban. Adems, cada uno de los ltimos era obligado a embar-
car su propio rancho, que en este caso se llamaba matalotaje, estando pro-
hibido absolutamente el del buque, por una ordenanza de Felipe 111, fecha
28 de Enero de 1600. Para esto haba un bodegn a bordo.
Debemos aadir, para completar estos esclarecimientos, que en la nu-
tica espaola Ilambase propiamente muestre al capitn de un buque, es-
pecialmente si era, como suceda casi siempre, su propio dueo o interesado
en su valor. Por lo dems, se aplicaba el nombre de muestre a todos los ofi-
ciales que tenan a bordo un cargo especial, como muestre de jarcia, al que
cuidaba del aparejo del buque; muestre de plata, al que custodiaba los co-
fres y responda de ellos; maestre de r4vere9, al que distribua las raciones,
etc. Nosotros slo conservamos la ltima denominacin y la de contra-
maesfre.
(1) Segn una ley de Indias (la 5.", t. 30, lib. 9.") se impona tan severa8
penas, inclusa la de muerte por traidor, al maestre que se separara con su
nave del convoy o arribase a un puerto distinto del itinerario, que en caso8
de extravos preferfan aquellos caer (segn Pezuela) ms bien en manon
de un corsario que en la de los ministros de la Conirntann.
Por otra parte, aqucllos arbitrios no provenan nicamente de un conse-
jo de precaucin contra los enemigos del mar, ,sino de los imperfectos co-
nocimientos y prcticas de navegacin que los espaoles, en comfin con 10s
dems pueblos martimos, alcanzaban en esa poca. Bien pueden aquellos
jactarse todava de que uno de sus compatriotas (el cosmgrafo Diego
Ribero), hubiese inventado en 1526 las bombas de mctal para extraer el
agua de los buques, que otro hubiese aplicado en el mismo siglo el blindaje
316 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

esta suerte, la flota navegaba en conserva hasta la isla de la


Dominica, siguiendo aquel clemente y uniforme itinerario de
los vientos alisios, cuya descripcin nos ha dejado el ilustre
Humboldt y bajo los cuales la nica maniobra consista, du-
rante meses enteros, en apretar de tiempo en tiempo las ama-
rras de la maniobra.
E n aquella posesin intermedia d i v i d s e el convoy en dos
porciones casi iguales de veinte a veinticinco barcos cada una
en los buenos tiempos de las flotas, dirigindose la menos
valiosa a la Hallana, a cargo del general, quien segua de all
a Veracruz, despus de un reposo de dos o tres semanas en
la grande Antilla (1).Llambase esta propiamente la flota

de las naves (cuyo iiomhre no damos por no hacer ahora recuerdo, hien que
los espaoles h i invenfado todo cuanto existe bajo del sol y de la luna) y
por ltimo que Blasco Xez de Gars?; hubicse hecho andrr el 17 de Junio
de 1543 en la rada de Barcelona y a presencia de Carlos V el navo la Tri-
nidad, con un ccdtlero de vapor, cuyo ficticio invento, sostenido ann por el
concienzudo Navarrete, ha puesto en claro el despreocupado (rarsima y
por tanto inapreciable condicin de un escritor espaiiol) cuanto erndito
Ferrer del Ro, probando qiic Caray slo hizo uso de ritcdas mecnicas,
movidas a hrazo.
Pero sea o no jactanria de espaoles, es lo cierto que su ignorancis era
suma y nada lo prueba mejor que el que su primer piloto mayor de 12- Con-
tratacin y cosmgrafo de Espafia hubiese sitio un rstranjrro, el florentino
Amrico Vespucio, ms clebre como astrnomo y gegrafo qiic como na-
vegante. Y a tal punto era exacto lo que decimos, que cuando a poco del
ltimo muri el piloto mayor Diego Ramrez de .4rellano, no s r encont,r
capaz de desempear aquel puesto sino a un clrigo, el cannigo tesorero
de la Catedral de Manila, Juan Cvicos (Veitia Linaje, Y o r t e , etc., pg.
142).
Haba tambin un eloto nmyor de !jnleones, pero el de la Coulralnciu
graduaba a los dems pilotos de la carrera de Indias, despus de dos meses
de curso de nutica y astronoma que se hara en una de las salas de la mis-
ma Casa. El curso comprenda los tos priingrox libros d c la esfera, c1 uso del
cuadrante y del astrolabio para tomar las latitudes, (,I conocimiento de car-
ta y echar los puntos en ella (que este era cl principal oficio tie Vespucio,
y de aquf vino que sus cartas se llamasen Ainhicns, de donde el nombre
usurpado de stas), el de relox genernl diurno y nocturno (cronhmetro) y el
de la brjula, no haca mucho descubierta. Los cxmencs tenan lugar ante
un consejo de pilotos, y la votacin se haca con semillas de habas (qur eran
signos de aprobacin) y de altramuz, que In eran de lo contrario.
Los sueldos dc estos rudos pero atrrvidos marinos eran tan miserables
que Vespucio slo disfrut de 50,000 maravedices (algo como seiscientos
pesos) y otro tanto tuvo la mujer de Maqallanrs cuando ste se hallaba na-
vegando. .41 piloto del Mar del Siir, Pablo Anton, qur anduvo ron Sar-
miento, la munificencia de Felipe I1 le concedi una pensin de retiro de
500 ducados en 10 de .Junio de 1581; y esto se jiize; iinn enormidatl.
-=./

(I) Seg:n una ortlerianza posterior de F e l i p IV (;2bril 29 de 1640) le


flota de Tierra Firme deba estar lista para salir el 30 de Marzo de cada
ao y la de Nueva Espafia el 1 . O de Abril.
HISTORIA D E VALPARAfSO 317

de Nueva Espaa, o por contraccin simplemente la Flota,


y permaneca en Veracruz desde Agosto o Septiembre, en
que llegaba, hasta Febrero del prximo ao, en cuyo tiempo
hacase el acopio de todas las riquezas de aquel empoi.io, y
con ellas volva a la Habana, donde a su vez deba aguardar
a su consorte.
Esta ltima, por lo comn a cargo del almirante, que en-
tonces asuma el puesto de general, dirigase desde la Uom-
nica a Cartajena de Indias; y como aquellos mares eran ms
abiertos y ms llenos de peligros de enemigos, escoltbanla
el mayor nmero de los galeones. De aqu vena que esta flo-
ta, a su turno, fuese conocida con el nombre de la armada
de galeones, o simplemente los galeones.

Inmediatamente de echadas las anclas de los ltimos en


las remansas pero pestilentes aguas de la ra de Cartaigena,
el general de Galeones despachaba aviso al gobernador mi-
litar de Portobelo y ste al de Panam, quien, a su turno,
transmita la alborozadora nueva a Paita y al Callao por
medio del chinchovo.
Y de esta manera sola llegar a Chile en los ltimos das
de Diciembre del ao de la flota o en principios del siguiente.
E n uno de esos viajes del chinchorro, emprendidos a vela y
remo, segn vimos, cq- aqul en manos de Sharp en su se-
gundo crucero.

Comenzaba entonces a lo largo de toda la cwta del Pac-


fico, desde Acapulco a Valparaso, un gran movimiento de
concentracin, como el que haba tenido lugar en los puertos
de Europa al anuncio de la salida de la Flota. Era la agru-
pacin de los retornos que iban a cambiarse por las merca-
deras en la gigantesca feria de Portobelo, que duraba slo
cuarenta das improrrogables .
Desde el primero de aquellos puertos descenda el famoso
galen de Acapulco, tan codiciado de comarios desde Drake
318 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

a Lord Anson, porque junto con el oro del rey y de los mer-
caderes vena siempre a su bordo un rico surtido de las es-
peceras de Molucm y Filipinas, no menos que algunos mi-
llares de fardos de las precicxsas sedexas de la China.
Valparabo enviaba, por su parte, el oro de Valdivia, de
Illapel y de Andacollo; el cobre de sus faenas de Coquimbo,
y de cuando en cuando, entre algunos saquillos de piedras
bezoares buenas para la alegra del corazn, segn el tes-
timonio del jersuita Ovalle, unos cuantos manojos de yerba
canchalagua para la botica del rey, cuya sangre, as como
las de sus augustas consortes, especialmente desde la ascen-
sin de la casa glica de los Borbonm, sola necesitar urgen-
temente aquel depurativo.
Una urca o galen, nico de la armada de la Mar del Sur
(pues a la del Atlntico llamsele por oposicin la del Nor-
te) recoga en Arica las fabulosas barras de Potos, cada una
de las cuales, cuyo peso era de ciento veinte marcos, se re-
gistraba por el valor de mil pesos fuertes. El nmero de
ellas subi en ciertos aas hasta cien mil, y por tanto -ialan
diez millones de pesos (1).
Ejecutada la aglomeracin de todos los caudales en el Ca-
llao, donde tena lugar una feria secundaria, como la de Ja-
lapa a la llegada de la Flota a Vermruz, encaalnbase a Pa-
nam, por el itinerario que en otrsl oeasin hemm descrito. Y
de aqu, reunidos con los de Acapulco, seguan los efectos
preciosos y las pastas de oro y plata a Portobelo, donde a la
sazn deban encontrarse los galeoneis con su carga lista pa-
r a los cambios.

XI11

Tena aquella feria fama universal, y era sumamente carde-


teratiea por la rapidez con que se ejecutaba, en razn de
-_
(1) Como se hubiese establecido el precio fijo de mil pesos por cada ba-
rra de plata para computar los derechos reales, los mineros y negociantes
comenzaron a vaciarlas en moldes que les daban el peso de 140 y hasta 160
marcos, o sea ms de tres quintales. Una real cdula de 22 de Diciembre
de 1635 dispuso se cortase este abuso reducindolas al precio uniforme de
120 marcos. (Escalona y Agero.-Guzofilacio, pg. 140).
HISTORIA DE VALPARAfSO 319

las devoradoraa fi,etxes del Istmo (1) ; por la extraordinaria


buena fe con que se hacan los tratos a cajn cerpado y me-
diante tasaciones fijas del valor de cada artculo, practica-
das en el sitio y a ojo de buen varn por los oficiales reales,
y en ltimo lugar por la magnitud imponderable de los va-
lores que intervenan en ella. Cuando viene flota y galeo-
nes, deca en 1688 el bien informado Alvarez de b o r i o (pues
era oficial de la corona), suelen decir con grande exageracin,
que traen veinte millones. Esta voz se origina de la mucha
ignorancia; porque el ao que mencs vienen, son doscientos
millones de pesos en pastas de oro y plata, perlas, esmeral-
das y dems frutos de las Indias ( 2 ) .
Concluda la feria cangaban los galeones a toda prisa sus
tesoros; y despus de una corta estada en Cartagena, para
recibir las esmeraldas de la Yieva Granada, las perlas de
Ro Hacha, y tal vez un poco de cacao de Caracas y Mara-
_--
(1) Este plazo estaba fijado por una real orden y se cumpla eon tanto
rigor que en cierta ocasin uno de los generales de galeones (el almirante
Chacn), consinti en prolongar su estada por unos pocos das, a virtud
de los ruegos ms apremiantes de los mercaderes y a condicin de que s-
tos le pagasen dos mil pesos diarios.
(2) Obra citada, pg. 71.-Robertson, cn la nota 46 del vol. 4.O de su His-
toria citada, se espresa a este propsito con las siguientes palabras:
aNunca se abre un fardo de mercaderas, ni se examina cajn alguno de
dinero; se reciben unos y otros sobre la declaracin verbal de las pcrsonas
a quines pertenecen estos efectos, y slo se encuentra un ejemplar de frau-
de durante el largo espacio de tiempo que ha durado semejante comercio
en este estado de confianza. Toda la plata amonedada, trada del Per a
Portobelo en 1654 se hall6 alterada y mezclada con una quinta parte de
metal falso: los comerciantes espaoles sufrieron con su ordinaria integri-
dad la prdida entera, e indemnizaron a los extranjeros que se servan de
ellos. Por ltimo, se descubri el fraude, y el tesorero de rentas del Per,
que era el autor, fu quemado pblicamente.. (R. Ulloa. Restablecimiento
de Eas mn~rirfacturas:etc., lib. 11, pg. 102).
Debemos advertir que no nos parece suficientemente comprobado el terri-
ble castigo que el historiador ingls atribuye al tesorero real del Per, pues,
siendo un caso tan singular y notorio, no lo encontramos referido en nin-
gn otro autor. Talvez Robertson padeci un engarlo con motivo de la cau-
sa que el severo virey Castelfuerte mand formar en 1729 al ensayador de
la casa moneda de Lima don Cristbal de Melgarejo, y al comprador de
plata de ella, don Pablo Patrn Arnao, por la adulteracin considerable
que desde mucho tiempo estuvieron practicando en la ley de la moneda.
(VCase la Memoria de Castelfuerte en la Coleccin de los Vireyes).
Weiss, en su opsculo citado, menciona tambin, sin maravillarse, los
curiosos casos de devoluciones de mercaderzs y aun de dinero que tenan
lugar recprocamente, ya en Lima, ya en Cddiz, aun despus del transcur-
so de muchos aos, cuando llegaba a descubrirse algn error en las transac-
ciones de la feria de Portobelo.
320 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

aibo, iba a juntame con la de Veracruz en la Habana. De


all seguan ambas unidas hasta descargar sus talegas y zu-
rrones en las gradas del palacio de la Contratacin.

XIV

Tal era el sencillsimo plan de comercio planteado por la


Espaa desde la primera mitad del siglo XVI. Y como ha-
br podido verse, no se diferencia en lo menor, en cuanto a
BU esencia, del que hasta ahora sigue cualquier industrial
de nuestro suelo en sus faenm de minas entre una circa y
otra circa, o uno de nuestros ms progresistas estancieros en-
tre cosecha y cosecha.

xv
Pero no porque fuera sencillo o inevitable este sistema de-
jaiba de ser caractersticaimente espaol, es decir, absurdo y
calculado para producir los ms desastrosos resultados. No
fu el menor de stos la ruina y la despoblacin de Ehspaa
durante el siglo XVII, a cuyo perodo de nuestra propia
historia con ms especialidad consagramos este anlisi8. Aun
durante el espacio del siguiente no bastaron reformas salu-
dables y remedios heroicos para conservar en la fidelidad
aquellas colonias remotas p tan obstinadamente explotada
por la tirana poltica y el monopolio mercantil.

E r a su primera y mB grave consecuencia para la metr-


poli, no menos Que para aus colonias, la temeraria limitacin
que se impona al consumo de las ltimas, midindoles con
el e s w o comps del monopolio cada pulgada de las telas que
se enviaba para su vestido, cada azumbre del vino y del acei-
te cosechado en la Pennsula, cada adarme de hierro nece-
sitado por las mltiples labores de la labranza y la minera.
Francisco de Rivera, abuelo, segn dijimos, del bravo corre-
gidor de Coquimbo, don Francisco de Aguirre, vencedor de
Davis en 1687, haba legado a su hijo Hernando de Agurre
HISTORIA DE VALPARAfSO 321

en 1620 SUB calzas de terciopelo negro, declarando por SU


testamento otorgado en aquel ao en La Serena que le haban
costado en Lima seiscientos pesos, suma equivalente hoy a mil
y quinientos por lo menos, precio tan slo del vestuario ex-
terior de un caballero de provincia, en el que no entraba un
slo galn de oro ni un delgado alamar de plata. Un siglo
ms tarde, afirma el historiador Pezuela en su Resea citada,
que una casaca comn costaba en Mxico cien pesos al ms
humilde caballero. Jzguese por estos hechos caseros y ca-
ractersticos de los frutos que legara a la Amrica el monopo-
lio secular de 9u9 empecinados y codiciosos dominadores.

XVII

Otro dao trascendental que infera. al comercio colonial


el sistema de las flotas, eran las frecuentes interrupciones, mu-
chas de ellas de largos aos, que producan en la mutua co-
municacin, ora las guerras insensatas con que Espaa se-
gua provocando a sus vecinos, ora la incurable impotencia
de todo linaje de recursos que le atrajeran aqullas. Como
hoy suele la gente de negocias preguntar cada semana ( y
maana ser cada da) oul es la hora en que salen y llegan
los vapores de la mala de ultramar, as en aquellos aos que
bendijeron slo la ignorancia y la pereza, sola preguntarse
cada dos, cinco, ocho y ms aos cundo se haca flota para
Europa.
Es curiosa esta parte de la historia comercial del Nuevo
Mundo as como la de los singulares episodios de combates,
naufragios, bancarrotas y todo gnero de accidentes ocurri-
dos durante el siglo de que nos wupamos en el trfico de
aqul con su metrpoli. La crnica del comercio ultrama-
rino, dice un ilustrado historiador moderno, con flotas y ga-
leones, cuando se escriba, ser la principal y ms curiosa
parte de la hisioria general de Amrica, por el mayor ink-
rs de sus detalles, la animacin de su movimiento y la va-
riedad de su9 vicisitudes y accidentes (1).

(1) Peeue1a.-Historia de Cuba, t. 1.0, p4g. 406.


Historia de Valparaso 71
322 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XVIII

Un furioso Norte, de aquellos que tan tristemente famosas


han hecho las radas de Valparaso y Veracruz, ech a tierra
en esta ltima en 1601 el mayor nmero de los b a r c a que
componan la flota mandada por Pedro Escobar Melgarejo.
Y la inmediata consecuencia del siniestro, fu6 una quiebra
general en Sevilla y por lo tanto en Europa. Entre otras ca-
889, suspendieron sus pagas, con dos millones de pesos de
pasivo, las de los ricos traficantes de Amrica don Juan Cas-
ltellanos y don Jcome Marredo.

XIX

Veinticinco aos ms tarde, y cuando L'Heremite llegaba


delante del Callao tremolando la bandera de los Estados re-
beldes de Flandes, h valerosas urw de su9 almiranks del
ocano obligaban a otra flota de la Nueva Espaa, que regre-
saba a cargo de Juan de Benavidw (1627), a arriar la su-
ya, y entregar al mar o al vencedor todo3 su8 tesoros. De
los que no fueron echados a las olas, llevronse los holande-
ses ms de cuatro millones. Casi igual suerte corri once aos
ms tarde (1638) la flota de galeones de Portobelo, encontrn-
dose cerca de Cuba con la escuadra de ureas del terrible Pie
de Palo, pues tan slo debi su salvacin al herosmo con que
la defenda el almirante Carlos Ibarra, citado ya a propsito
de los primitivos bucaneros.
Bajo otros conceptos, y por el naufragio de un slo galen
de la flota del marqus de Villa-Rubia que encall en 1654
en el bajo de los Mimbres, cerca de la Habana, desaparecie-
ron entre las olas cinco millones de p w , innumerables vidas
y valiossimos productos de la industria americana. Aun a
Ir vista de las costas de Espaa eran desbaratadas las flotas
y robados sus maravillosos cofrcs, como aconteci a la que en
1657 conduca al infeliz cuanto valeroso marqus de Baides,
presidente que fu de Chile, quien, atacado en las aguas mis-
mas de Cdiz por uno de las ms atrevidos marinos del pro-
HISTORIA DE VALPARAfSO 323

tectarado de ,Gromwell, el almirante Stayner, pereci glorio-


samente, cual G d n el Bueno, con su esposa y sus hi-
jos (1).

xx
De esla suerte y mediante las repetidas victorias aavales
de Blake, otro de los afamados marinos del Protector. s i u v o
suspendido durante el gobierno de ste (1653-1658) todo g-
nero de comercio eon las Indias.
Tal cstado de cosas era todava ms antiguo y des;tstroso.
Iba corrido a la verdad en esa poca un cuarto de siglo des-
de que Lord Wimbledon se haba presentado con noventa ve-
las y diez mil soldados delante de Cdiz (1625), paro. ven-
gar con la ruina general del comercio de aquel puerto y del
de Sevilla las calabazas reales (pues las hay) que Xara de
Castill3 diera a su seor Carlos I .
En vista de todo esto, hacase tan precario el servicio del
ocano, que en el ltimo ao recordado, por haber llegado
la flota ilesa a los p u e r t a de Espaa (Noviembre 27 de is%),
el disipado Felipe IV, ansioso de devorar con sus privados
y sus actrices los diecisis millones que condujo, orden que
se celebrase pewtuamente aquel aniversario con suntuosas
fiestas ( 2 ) . Cuenta tambin, a prophito, el servil presidente
Abedo que cuando Jernimo Garca de Sandoval aport con
su flota el 1.9 de Enero de 1645, repleta de millones, exda-
m el alegre rey, rebosando de jbilo y espiritual ida^, que
no poda tener Espaa mejor aguinaldo entre pascua p pas-
-
(1) Weiss en su Memoria citada (p:ig. 70) supone a Baldes virrey del Per,
y en igual error cae Pezuela en SU IIisioria de Cuba, t . l . O , prig. 440. Alcedo
en su Aviso, tantas veces recordado (pzig. 168), afirma que Baides se bati
todo un da con siete navos ingleses, yndose al fin a pique con todos los
suyos. Empero, creemos que uno de sus hijos escap y vino despus a Chi-
le a profesar en la Cornpanfa de Jess, talvez en consecuencia de un voto
hecho en aquella memorable ocasin.
(2) Lafuente.-Historia de Espaiiu, vol. 16, pg. 75.
324 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

cua, si,mpleza de rey como la de cualquiera otro simple, que


arrancara empero aplausos a dos manos al cortesano cronis-
ta (1).

XXI

No era la menm leve de las angustias que impona el mo-


nopolio peninsular a los mercaderes americanos la paraliza-
cin forzasa a que por un largo espacio de tiempo sujetaba
los capitales empleados en el trfico de las Indias, arr:Eatan-
do as al oro su ms preciosa oondicin, cual es la de repro-
ducirse por su uso u arrendamiento, como si fuera ~ i n amer-
cadera o valor cualquiera. As, por ejemplo, el metal que
sacado de los lavaderos de Villarrica y de Ponzuelos se em-
barcaba en seguida por Valdivia, sola tardar tres aos en
llegar a la feria de Portobelo, y no era ms breve el lapso
del retorno hasta quedar heoho su giro por completo. Y es-
t a circunstancia era tanto ,ms grave cuanto que al m x m
nueve dcimos del capital invertido en ese trfico por los
mercaderes del Pacfico perteneca a las diferentes comanida-
des de sus pueblos, a las mujeres, a los labradores, a !s mi-
neros, a los conventos, y hasta las monjas y obras pas ( 2 ) .

XXII

No haba pues de ser causa de extraeza, a virtud dc cuan-


t o llevamos dicho, que la Espaa, tan poderosa cuando Feli-
pe I1 la legara a un hijo fatuo, decayera hasta tal punto p

(I) La obra tantas veces citaa de este altu fuiic.ioaario e s t i dedicada a


todos y a cada uno de los reyes de la dinsstla de .4iistria y do Borbrn, desde
Carlos V a Felipe V, y cads uno de ellos lleva su especial caiiiicativo de adu-
lacin, como Carlos V, el rnagnhnimo: Felipe 11, el prudenie: Carlos 11, el
justo, etc.
Segn el mismo Aicedo, las flotas regulares del Mar del Sur comcnzs-
ron a correr bajo el gobierno del virrey don Dicgo Fernndez de Crdova,
marqus de Guadalcazar , 1622-28, es decir, probablemente despus de la
Expedicin de LHeremite en 1623. Estando al mismo autor, durante los
diez aos de la administracin del conde de Chinchn (1629-1639) se des-
pacharon cinco flotas, esto es, a razn de una cada dos aos, y en el gobier-
no de su sucesor el conde de Mancera, que dur nueve aos (163948), slo
cuatro.
(2) Metnorea del duque de la Palata, a propsito de la flota de 1685.
HISTORIA DE VALPARAfSO 525

con tac desmedida celeridad que en las manos de un nieto


del ltimo fuese el ludilbrio de las naciones como antes fue-
ra su espanto.
De Felipe I11 a Carlos I1 la Espaa, en efwto, baj de
su cnit, en el curso del siglo XVII, con igual rapidez ii la
que en el precedente haba subido desde Isabel la Catlica
a su nieto Carlos V. E l comercio que asent Espaa COIL
las Indias, dice refirindose a esta primera poca de esplen-
dor un financista espaol del tiempo de Felipe IV. fue el
ms felicsimo que jams se ha visto; porque vena la plata
y dems cosas preciosas de las Indias en trueco y permuta
de los frutos y mercaderas, que procedan de la industria
de los espaoles: con que todo el provmho se quedaba entre
ellos.
De &e modo se hallaba Espaa llena de las riquezas que
tena en las Indias y dems naciones: pobladsima, llena de
las fbricas de $todosgneros necesarios al buen oomercio, con
toda abundancia de frutos; y la TMI hacienda riqusinia y sin
necesidad (1).

XXIII

Tena por esos aos (1519), la sola ciudad de Sevilla, asim-


to nico del comercio europeo con las Indias, segn i.1 autor
recientemente citado, no menos de diecisis mil telares de se-
da, que daban ocupaci6n a n o menos de 130,000 obreros, y
en Segovia, slo los tejidos de sus famasos paos requeran el
empleo de 34,000 operarios. Tan activo era su comercio in-
terior, que en su famosa feria de Medina del Campo interve-
na un capital de ms de ciento y cincuenta millones de du-
cadas anuallmente; y respecto de sus transacciones con el ex-
tranjero por poca anloga (1586), los puertos de la Vizca-
ya mantenan en actividad 200 buques, y los de Andaluca

(1) Don Francisco de la Nata. obra citada, peg. 107-Don Jacobo de


le Pezuela, remontdndose a una poca aim mds antigua, se expresa de esta
suerte sobre la nrrponderancia comrvial de Espa;ia en Europa. .De tanta
cuenta lleg6 a ser ese camcrcio en la pennsula cn e1 siglo XV, que siirta
de telas de lana y seds, (ir aceites y vinos, de aceros templados cn Toledo
y a veces de cereales a gran parte del continente eiiropeo.. (Historia de
Cuba, t. 1 . O , pdg. 408).
326 OBRAS COMPLETAS DE vrcua MACKENNA

ms de 400, empleados el mayor nmero de stos en la carrera


de las Indias, fuera de ms de 1,500 embarcaciones costane-
ras (1).
La poblacin de la pennsula, en consecuencia, llegaba a
diez millones, mientras que en la redondez de sus dominios
no se pona jams el sol.

XXIV

Un siglo haba corrido, y el desierto estaba hecho en el


corazn de la ms poderosa monarqua de la tierra. Todas
las industrias peninsulares, aun las ms antiguas, hablan de-
jado de existir. La despoblacin era asombrosa. Don Jos
de Cadalso afirma en sus Cartas Norruecas que la conquis-
ta de Amrica arrebat a la Pennsula, directa o indirec-
bamente, hasta treinta millones de habitantes, pero es lo cier-
to que segn el estadista Agustn de Blas, no tena aquella
a fines del siglo XVII sino cinco millones y setecienta mil
habitantes, cuando el cmputo en el tiempo de Isabel haba
sido casi el doble (9.680,191).

xxv
La marina, nervio y poder vital de las naciones, corra pa
rejas con la decrepitud de aquel reino, que en su prop: O 1110
narca raqutico y demacrado, viejo en su juventud, sin dien
tes, sin pelo, sin cerebro y sin alma, era el emblema acabado
de su obra y de la de sus mayores. La nacin que haba
vencido con cien galeras en Lepanto, que tuvo poder para
despachar contra Inglaterra la Invencible Amnada, 119 con.
taba bajo Carlm I1 sino 26 bajelos de guerra, sin armas, n.
tripulaciones, ni jefes, ni siquiera el estmulo de una espe-
ranza o de una gloria. Y como su equipo de mar yacan los
vestigios de aquellos gloriasos tercios, a uno de cuyos capita-

(1) Weiss, opsculo citado.

I
HISTORIA DE VALPARAfSO 327

nes haba rendido su espada Francisco I en el campo de Pa-


va ( 1 ) ~
E n igual escala Be vea la industria primordial de la la-
branza, y de tal manera que las campias del pas que friera
un da el granero de Europa, hallbanse yemas, sin irriga-
cin, sin semillas, sin brazos productores. Lleg a la verdad
el abatimiento ha&a la limcxsna y el hambre pblica, decla-
rndose libre de dermhos la importacin del pan en el puer-
to de Sevilla para satisfacer el apetito y la pereza de una
nacin famlica, orgullosa y sorda a toda advertencia de re-
forma y salvacin, que se haca esclal-a de un mundo, para
creerse seora de otro que no le pertenecia sino en el nom-
bre. A tal grado fu miserable, en verdad, la condicin de
las Castillas en aquellos tristes aos, que desde entonces acw
tumbrse decir que aun las aves que cruzasen su cielo de-
ban llevar su grano bajo de las alas (2). La Espaa era
ya (dice un escritor extranjero tan ilustre como elocuente,
y refirindose a esta propia pooa) lo que ha continuado sien-
do hasta nuestros das. De la Espaa que se haba enseo-
reado sobre la t i m a y sobre el mar, sobre el antiguo mun-

(I) Memoria del conde de Rabenac, embajador de Francia en la Corte


de Carlos 11, citada por Weiss. Segn su testimonio ocular, el ejrcito pe-
ninsular no pasaba a la sazn de diez mil soldados de calidad muy dispu-
table, y no era posible aumentarlos sino con cuatro o cinco mil ms, por
medio de las lebas. Esto explicar en gran manera lo que se ha llamado la
eterna guerra de Arauco en nuestras fronteras, pues si aquella era la con-
dici6n militar de Espaa, jcul sera I s nuestra, siendo, como ramos, la
ms nfima de sus colonias?
(2) E n el Aragn haba ciento y cincuenta y nueve aldeas completamente
desiertas. La ciudad de Medina del Campo haba visto descender sus PO-
bladores de cinco mil a 5610 seis cientos, y en el espacio de 19 aos (de 1600
a 1619) de 8,384 labradores inscritos en los registros del obispado de Sala-
manca haba desaparecido ms dc la mitad, quedando en el ltimo de aque-
llos aos s610 4,135 de allos. (Weiss, opsculo citado).
Con relacin al oro y la plata que con tantas medidas de minuciosa vi-
gilancia estraa Espaa de sus Indias, y cuyo total algunos economistas
hacen subir a ms de cinco mil millones de pesos (Torrente, Humboldt,
Chevalier, Pezuela, etc.). no quedaban en la pennsula en 1619, segn Mon-
cada, sino doscientos millones, mitad en numerario y mitad en vajilla. Y
aun esta escasa suma. que habra sido la cosecha de un ao en un comercio
libre, quedaba reducida a la mitad un siglo ms tarde, si hemos de estar
al testimonio de Ustriz en 1724.
D e aqu vinieron los estrafalarios arbitrios de los dos Felipes del siglo
XVII para adulterar la moneda, dando al cobre casi el valor de la plats
en dos o tres ocasiones, con lo que acabaron de arruinar el crdito, el honor
y las finanzas de Espaa.
328 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

do y el nueva; de la Espaa cuya mano, en el corto espacio


de doce aos, haba mtenido cautivos un Papa y un rey de
Francia, un soberano de Mxico y otro soberano del Per;
de la Espaa que haba enviado un ejrcito a los muros de
Pars y haba equipado una armada poderosa para invadir
la Inglaterra, de esa Espaa no quedaba ya sino aquella
amogancia que haba causado tantos terrores y excitado tan-
tos odios, pero que ahora slo causaba lstima y vergen-
z a ) ) (1).

XXVI

Aun las propias valiosas producciones de sus dominim


eran menospreciadas por la incuria rutinera que es la esencia
de la vitalidad espaola. Desdeaban por esto el cobre de
magnfica calidad que producan Santiago de Cuba y la pro-
vincia de Coquimbo en Chile, para ir a comprar a la Hun-
gra y u la Suecia el de ms montaas, tres veces ms caro y
de inferior especie.
Teniendo en IFU propio seno el excelente hierro de Vizca-
ya, preferan importar el acero de Miln, y as iban deseen-
diendo hasta en su vestido domstico o de gala desde el som-

(1) Es tan magnfico de filosofa y elocuencia este fragmento de Lord


Macaulay en que est trazado con buril el retrato de la Espaa bajo Car-
los 11, que parecindonos su traduccin un acto de profanacin literark,
la interrumpimos y lo damos ntegro en seguida:
*Spain already was what she continued t o be down to Oui own time. Of
the Spain which had domineered over the land and the ocean, over the
Old and the New World, of the Spain which had, in the short space of
twelve years, led captive a Pope and a King of France, a Sovereign of Mexi-
co and a Sovereign of Peru, of the Spain which had sent a n army to the
walls of Paris and had equipped a mighty fleet to invade England, nothing
remaned but an arrogance which had once excited terror and hatred, but
which could now excite only derisin. I n extent, indeed, the dominions of
t h e Catholic King exceeded those of Rome when Rome was a t the zenith
of power. But the huge mass lay torpid and helpless, and could be insulte
or despoiled with impunity. The whole administration, military and naval,
financial and colonial, was utterly disorganized. Charles was a fit repre-
sentative of his Kingdom, impotent physically, intellectually and morally,
sunk in ignorance, listlessness and superstition, yet swollen with a notion
of his own dignity, and quick to imagine and to resent affronts. So wret-
ched had his education been that when he was told of the fall of Mons,
the most important fortress in his vast empire, he asked whether Mons
was in England..-(Lord Macaulay: History of England, vol. 4.", phg.
210).
HISTORIA DE VALPARAfSO 329

brero de castor que importaban los francesas hasta el zapato,


que en vilipendio de las antiguas y famosas curtiembres de
Crdoba (los cordobanm) iban a pedir a los mercados ms
baratos de Alemania y hasta a la baquetn (cuero de ternera)
de Moscovia. Aun el cacao, que era un artculo tan espaol
como el orgullo, comprbanlo a los holandeses, porque stos se
haban puesto en Curazao para mercar en Venezuela todc
el que sus arcas no apresaban, a fin de venderlo (caca sin-
gular pero innegable!) a los mismos que daban permiso para
hacer su cultivo.
No era esto digno de especial asombro porque en los servi-
cios que eran ms privativos de la corona y casi como su re-
gala exclusiva, hacase tambin preciso recurrir al exii*a.n-
jero y aun a inveteradm enemigos por vergonzoso auxilio.
Carlos I1 hubo de contratar con navieros ingleses el acarreo
de las tabacos de la Habana y el servicio postal de las Cana-
rias ( 1 ) .
__-
(1) Ningn sntoma de la decadencia de Espaa acusa mayor postracin
que el que acabamos de citar, porque lo que caracteriz el dominio espaol
en Amrica fu el odio al forastero, especialmente a los ingleses, ms espe-
cialmente a los herejes. Aquella potencia miraba a la Amrica como una
beldad cautiva de su fortuna y por esto la guardaba con furiosos celos; por
manera que cuando se la vi6 entrar en negociaciones sobre ella con sus ms
aborrecidos adversarios, daba muestras inequvocas de su disolucin.
Las leyes de Indias, y con particularidad las comprendidas en su famoso
libro m e n o , formaban, puede decirse as, una verdadera muralla de la Chi-
na en derredor de las posesiones americanas, enteramente inaccesibles a
todo hombre que no fuera espaol rancio y cristiano viejo.
Verdad es que Fernando de Aragn, a fin de fomentar el desarrollo de
la conquista bajo la bandera de Castilla, otorg en Burgos el ao de 1511
una cdula de franquicias para los extranjeros, y que en seguida Carlos y,
llevado de sus afinidades flamencas y de sus simpatas alemanas, permit16
un libre acceso a aquellas razas al suelo del Nuevo Mundo. Pero apenas
empu el cetro el sombro Felipe 11, arroj10 al mar como una barrera im-
pasable entre ambos continentes. El extranjero que se embarcase sin espe-
cial licencia del rey o de la Contratacin, perda la vida, y el almirante que
lo hubiese transportado en su flota era arrojado de su destino. No poda
pasar ningn caballero cruzado en rdenes extranjeras, y menos los des-
cendientes de judos, de moros, de penitenciados por la Inquisicin; ni las
mujeres sclteras; ni las casadas sin sus maridos, ni stos sin ellas; ni los mer-
caderes sino con licencias que duraban a lo ms dos aos, ni aun 10s
criollos mismos de Amrica sin obtener previa autorizacin. De la omisin de
este requisito, que se daba probablemente en una pliza, dervase que a 10s
que no lo trajeran, se les denominase por afrenta pdizones, o acaso por el
oprobioso significativo de la palabra francesa, aplicada a vagos.
Felipe 111, dominado por los frailes, llev su furor de anti-extranjerkmo
hasta la insanidad, pues lleg6 a penar con la muerte a cualquiera de SUS
sbditos que mantuviese el menor gnero de relaciones con extranjeros;
330 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

No ha de causar novedad de consideracin, por tanto, el


que reanudando aqu el principal argumento que venimos pro-
siguien&:, recordemos que la ltima flota del siglo XVII, esto
es, la que sac de Sevilla el almirante Manuel Velasco de Te-
jada en 1699, constase slo de siete gdeones y diecisis bar-
cos transportes.

XXVII

La Espaa del siglo XVII, opulenta nicamente en el nom-


bre y cn el fastuo criminal de sus privados y de sus monjes,
de sus inquisidora y de sus cortesanas, viva pues de limos-
na. Y par esto no era desacertada aquella expresin que re-
pwentaba a Sev2lla tan slo como un puente de oro echado
en el Guadalquivir y sobre el cual pasaban los raudales que
de aquel metal fluan constantemente de la Amrica, ,para
esparcirse en toda la Europa, reduciendo a los espaoles a la
simple condicin de espectadores.
Presentaba verdaderamente la Pennsula, en los aos a que
hemos llegado en esta relacin, la imagen de un inmenso cuer-
po consumido por la parlisis, al que apenas quedara un r-
gano libre y vital. Else rgano era Sevilla. El resto de la mo-
narqua lestaba muerto. Pero aun esa mano perltica de la
Espaa se agitaba en vano por retener parte de aquellos te-
soros de que era simple acarreadora y depositaria. &Quin,
exclamaba, observando de cerca este estado incurable de des-
composicin, cierto ministro subalterno de Felipe IV, quin

.las cuales dichas penas (deca con relacin a la de muerte y de confisca-


cin, en una real cdula dada en el claustro del Escorial el 30 de Octubre
de 1614) se han de ejecutar irremisiblementeB. Felipe I1 haba empleado
contra los polizones y los extranjeros hasta la excomunin (R. C. de Tole-
do, Septiembre 22 de 1560). Su hijo fu hasta el ltimo lmite posible para
un monarca espaol del siglo XVII, amasijo crudo de fanatismo y de ava-
ricia, pues negles aun el derecho de coniposiczbn, es decir, el de conservar
su vida por medio del rescate en oro o mediante la bula de la componenda.
Nos ha parecido conveniente entrar en algunos de estos detalles pars
hacer comprensibles muchos incidentes y manejos peculiares de nuestra
organizacin poltica y social, con relacin a los extranjeros, que irn apa-
reciendo de cuando en cuando en esta crnica, si bien nosotros hemos que-
dado mucho ms despreocupados que los habitantes de otras colonias es-
paolas en este particular. El Per, por ejemplo, el pas de Amrica que
se ha conservado ms genuinamente espariol, es el que tiene ms abierta
la llaga del anti-extranjerismo, as como Buenos Aires, al contrario, que
nunca fu totalmente peninsular, ha sido y es cosmopolita.

I
HISTORIA DE VALPARAfSO 33 1

destruy en Espaa los famosos y gruesos mercaderes, que


tena Medina y su tierra, Burgos, Segovia, Toledo, Cuenca,
Ciudad Real, Crdoba, Granada, Jan, Baena, Santiago, Se-
villa y otras partes, que en consideracin de sus mercaderas
vendan todas las c m de las Indias y con ella tiraba Espa-
a el oro y plata a todas las naciones que necesitaban de ella,
y se quedaba con ella? (1).
Las extranjeros! era la respuesta precisa de aquella exa-
cerbada interrogacin, por que sta ha sido siempre la pie-
dra de toque de todas las desgracias y de todos los problemas
sociales y polticos de Espaa.

XXVIII

M a , en Vista nicamente de la historia y de su filwofz,


y prescindiendo de consideraciones ya demasiado generaliza-
das, como la expulsin de los industriosos moriscos por Feli-
pe 111, el demrito que produjo en el trabajo manual de las
fbricas el alza de lm salarios, en razn de la abundancia
del oro, de cuya cimunstancia (infeliz slo para la Espaa
que no supo explotarla) se aprovecharon las dems naciones
que la rodeaban; del lujo altanero, en fin, y de la inclina-
cin innata al ocio que es peculiar a nuestra raza, as como
del desdn con que siempre ha mirado el trabajo, dividiendo
las sociedades en slo dos clases, llamada la una de nobles
porque eran holgazanes, y pecheros los otros porque trabsja-
ban y pagaban tributos; prescindiendo de todo esto, decamos,
puede quedar establecido que la causa principal de la rpi-
da e incurable decrepitud de la Espaa durante el siglo XVII,
provino de la viciosa y funesta organizaciii de su comercio
ultramarino y de la manera cmo desde la primera hora hasta
la ltima entendi la explotacin de sus colonias del Nuevo
Mundo.
Y sobre este particular, para traer en abono de la teora
que hasta aqu hemos desarrollado el testimonio de un autor
__-
(1) La Mata, pcg. 112
332 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

grave y espaol, vamos a reproducir las certeras cuanto opor-


tunas reflexiones que s o h e el monopolio seeular de sus com-
patriotas ha consignado en una obra reciente.

XXIX

Un siglo, dice el autor de la Historia de Cuba varias ve-


ces citada en este libro (vol. 2, pg. 75j, un siglo haba co-
rrido ya desde que estaban coiiquistadm las Amricas, y en
lugar de modificarse con muchos desengaos el antiguo sis-
tema colonial, gradualmente iba t m a n d o un carcter da por
da m k prohibitivo. E l error no se daba por vencido en su
impotente lucha contm la naturaleza y la fuerza de las co-
sas. Ni Espaa, ni sus ministrw, ni sus reyes comprendan
las consecuencias de ese choque absurdo, porque no existan
an en lengua alguna escritos propios para iluminarlos. Aun-
que se patentizaran en muchos casos prcticos, no podan
an calcularse los efectos de la prohibicin absoluta. E n la
poltica de exclusivismo y celos que la haba engendrado y que
era el alma de las relaciones internacionales en Europa, se
consideraban las colonias como haciendas de particulares, cu-
yas productos deban reportar sllo y directamente sus metr-
polis. Esta fu la causa que uispir al gobierno espaol su
pertinwz afn en s e p a m l m del trato y contacto de lus den&
pueblos. Cierto es que desde la conquista, Espaa no haba
cometido an el desacierto que otras naciones, de crear com-
paas privilegiadas para explotar el trfico con ellas. Pero
sin librarse despus de la misma aberracin, cometi el de
circunscribirlo todo a un solo puerto de la Pennsula, Sevi-
lla, desde donde las casas amadores, tan interesadas en con-
certarse y cambinarse unas con otras, dirigan sus expedicie
nes en i l o t a escoltadas por galeones, con el nmero de buques
convenido, en fin,eon todas las pautas, las ideas, los princi-
pios, y consiguientemente, con los monstruwos provechos de
una compaa privilegiada en gran escala.
A s , pues, pasar a las Indias no era entonces el medio
ins certero para hacer fortuna. Llegbase ms cmoda y bre-
vemente a la opulencia, matriculndose en el comercio de la
ciudad privilegiada, a pesar de los excesivos gravmenes que
HISTORIA DE VALPARAfSO 333

sufran la mayor parte de los efectos ccunerciales al recibirse


y al enviame. Las resultados inevitables, infalibles de tal r-
gimen, eran que las posesiones de u l t m r estuviesen siem-
pre mal provistas de artculos de industria europea; que pa-
garan a precios fabulosos las remesas que reciban, y que vcn-
diesen muy baratas las que despachaban para Espaa, por
que no tenan cabida en las flotas casi nunca todos los desti-
nados a esportarse. E n cuanto a los efectos ulteriores, mnte-
riales y morales de u11 sistema tan desgraciadamente concebi-
do, as en los nuevos pases como en su metrpoli, ms fci-
les eran de comprenderse que de calcularse. La historia de
los pueblos cultos no recuerda ejemplo de un monopolio ms
tenaz, trascendental, pernicioso y duradero. Aun tenan que
transcurrir dos siglos para que, a fuerza de prdidas y gol-
pes, lo destruyaen la prctica y la ciencia. Letra era q u e -
lia que no liaba de entrar ms que con sangre.
Y tan as era la verdad, que en nosotros entr slo con la
sangre que derramaron nuestros m a y o w para matar, junto
con el dominio de la Espaa, el monopolio.

xxx
E l desenlace de tantos absurdos y de tales enormidad= no
poda pups .tardar en sobrevenir como un gran desastre para
la Elspaa. El monopolio la ahog al principio como ahoga
la apoplega, y consumila despus como la tisis, a paso lento
y devorador.
Paralizadas sus fbricas por la alza de los salarios que,
segn dijimos, haban de seguir forzosamente la progresin
ascendente del oro, esterilizados sus campes por la expatria-
cin de un milln de industriosos mariscos y por la emigra-
ci6n a Amrica, que fii una sangra perenne de hombres y
de fuerzas productoras de aquella desdichada nacin, conser-
vando todava el desdn de una altiva cortesana, aborrecien-
do todo lo extranjero y aun la galantera y la riqueza, por
preferencia a la suya propia, hubo de echarse en brazos de
todas las naciones forasteras, a m las ms humildes que ocu-
rrieron a ofrecerle un lienzo para cambiar sus harapos, un
trozo de pan negro para su haanbre. E n esto haba quedado
334 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

aquel imperio que no vi jams desaparecer la luz bajo el


reinado del ltimo de los vstagos de la raza de Austria!
En el postrer ao del siglo XVII, Sevilla no era, en efecto,
segn l o tenemos insinuado, sino el mueile de descarga de to-
da la Europa, al pmo que el ocano, conforme a la melan-
clica expresin de un grande hombre (Caldern) haba
dejado de ser aspaol.
El contrabando extranjero era soberano, en medio de aque-
lla desolacin, e impona su voluntad al Rey, al Consejo de
Indias y a la misma Casa de Contratacin, creada en su odio
y para su aniquilacin. Y tngase presente que no mencio-
namos aqu el contrabando propiamente americano, cuya gran
era an no llegaba en nuestras costas ( a no ser en la forma
tmida e irregular que hemos observado en los wos de Nar-
borough, Strong y otros iniciadores de la pacotilla en el Mar
del Sur) sino del contrabando que se ejecutaba en Espaa
misma, a la vista del monarca y SIB ministros, quienes, o di-
simulaban su aversion por la dura ley de su penuria, o se
enriquecan, como Lerma y Olivares, los dos grandes privados
del siglo XVII, con los secretos dones da1 cohecho.
De &a suerte, asegura un eminente investigador histrico,
de los once millones de pesos, valor de las mercaderas que
oada flota llevaba a Amrica, desde mediados del siglo en que
comenz la decadencia de la Espaa, diez millones al menos
eran extranjeros, as como en los retonios de los diecisiete
millones a que &os mban, ms de quince iban a parar, comci
u n cincuenta por ciento de beneficio neto, a las arcas de los
mercaderes de Gnova y Pars, de Londres y de Amberes ( 1 ) .
Las manufacturas de los Pases Bajos (dice un historia-
dor antiguo, tan ilustre como el que acabamos de citar), de la
Inglaterra y de la Italia, que las necesidades de la Pennsu-
la hicieron renacer o reanimar, la proveyeron abundantemen-
te de cuanto necesitaba. E n vano la ley fundamental, que ex-
clua toda relaci6n extranjera con la Amrica, se opona a
---
(1) Mignrt, citado por Weiss en el opsculo mencionado. El historiador
francs pone las cifras anteriores en francs, pero quedan reducidas en glo-
bo a pesos fuertes. Segiin el conde de Rabenac, las utilidades que obtena
el comercio extranjero en las ventas de primera mano en Sevilla eran de 30
a 50 por ciento, y las de la feria de Portobelo de 150 a 300 por ciento.
HISTORIA DE VALPARAfSO 335

esta. imomcin; la necesidad ms poderosa que las leyes, sus-


penda su efecto o haca que los mismm espaoles la eludie-
sen, y los ingleses, franceses y holandeses, fiados en el honor
y fidelidad de los comerciantes de la peninsula, que prestaban
su nombre, a efecto de cubrir la contravencin, despachaban
los productos de sus manufmturas, cuyo precio reciban o en
numerario o en mercancas p r e c i m del Nuevo M d o . Ni
el temor del riesgo ni el atractivo de la ganancia, pudieron
hacer que algn comisionista espaol faltase a la confianza o
engaase a las personas que se sirvieron de su nombre, y esta
probidad que distingue y honra a la nwin espaola contri-
buy a arruinarla (1) .

Todo esto, por extrao que parezca, no era, con todo, sino
un plido retrato del fenmeno que haba comenzado a desa-
rrollarse en Espaa bajo el gobierno de un rey imbcil por
fanatismo, hasta otro rey, su nieto, imbcil por la defecituosa
organizacin de su cerebro. Si h a o s de estar a las cifras
de un alto funcionario, (el ya citado conde de Rabenac, em-
bajador de Luis XIV en la Corte de Carlos II), Sevilla no
era bajo el reinado del ltimo, sino el almacn en que los a-
bricantes de toda Europa iban a acopiar sus efectos para
remitirlos despus a los mercados, o mejor decir, a las dos
grandes y nicas ferias de Am&ica, bajo la proteccin de
los caones de Espaa, que haca en esto el papel de enw-
bridora y de aliada de sus enemigos, y sin que los ltimos
corrieran siquiera los riesgos comunes del comercio, pues s-
tos eran de cuenta de los empreaarim disimulados de la Pe-
nnsula.
De esta suerte, y salvo al,& hierro de Vizcaya, unos cum-
tos millares de cordobanes de las curtiembres de la ciudad
que les di nombre, algn trabajo de galonera de oro y plata
que se ejecutaba todava en los derribados talleres de Sevi-
ila, y unos pocos cajones de Zistonera (cintas) tie Granads!,
de tafetanes de Mlaga, de tela de seda de Murcia, de los

( 1 ) Robertson, vol. 4.O, pg. 171.


336 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA
-
toscos tejidos de lana de Barcelona y de su5 agrios vinos car-
lones, todo lo dems vena de fuera, y si iba antes a la Casa
de Contrwtacin, era slo para recibir del cohecho o de la to-
lerancia, su pasavante de inmunidad. De esta manera, y no
de otra alguna, pasaban a la AnGrica, en aquellos aos, todos
los artculos que servan al vestido de sus colonos, u ocurran
al lleno de las ms imperiosas de sus exigencias privadas y
sociales.
Embarcbanse en Francia, por esto, los clebres paos de
Sedn, de Louviers y de El Beuf, los encajes del Puy, los
rims tis&, brocatos y lamas de oro, seda y plata de Lyon;
los manes y bretaar; del puerto bretn de San Mal o el
normando de Rouen, y por ltimo los tejidos fuertes y las
creas y otros que se elaboraban en las ciudades, mitad fla-
mencas, mitad francesas, de San Quintn, Rialinas y de1n.j
pueblos fronterizos.
Holanda era clebre por la exportacin de sus bramantes
y holanes de hilo, coano lo es todava. Y de Gnova venan
los terciopelos, los rasos bruidos y especialmente el famoso
papel florete en que los espaoles escriban todas sus transac-
ciones, desde sus cartas ntimas hasta la bula de la compo-
nenda.
E n cuanto a la Inglaterra, no se haba sentado todava so-
bre d trono del mundo, empuando el cetro del algodn
(King-cotton) que la ha hecho omnipotente en este siglo; pe-
ro ya el presidente de su Parlamento se arrellenaba en el hu-
milde NLCO de lana, emblema de su industria, y obtena de la
hoy plebeya bayeta, de sus gasas y muselinas copiadas de la
India, y de su barata quincaleria, el {primer lugar entre los
pueblos abastecedores de la Amrica (1).

(1) Vase el libro titulado Comperulio general de as contribuciones y gas-


tos que ocasiona el comercio de Indias, ya citado.
Segn el embajador Rabenac, varias veces citado, las exportaciones de
Francia a Sevilla ascendfan en 1688 a diez millones de francos, de los que,
5610 3 o 4 quedaban en la Pennsula, y los demds pasaban de contrabando
a Amrica. E n estas mercaderas, los sombreros de castor representaban
no menos de 400 mil francos, y los encajes 495,000 francos. La exportacin
de los holandeses suba a 2.400,OOOfrancos y consista, adems de los ar-
tculos nombrados, en alguna jarcia y valiosas especies (clavo de olor, ca-
neb, nuez moscada, etc.), de las Molucas.
Los ingleses casi nicamente en bayetas despachaban dos millones de
francos. De Italia venan ms de 300,000francos de terciopelo y no ms
HISTORIA DE VALPARA~SO 337

No era, puw, una paradoja afirmar que la Espaa, en vi,


ta de BU legi.9laain mercantil, haba llegado a convertiree
slo en un agenke de cambio de las naciones industriosas, a
quienes su insensata altivez y la confianza ms insensata to-
dava en sus riquezas del Nuevo Mundo, tan deslumbradorrts
como ficticias, le haban hecho mirar d u m t e dos siglos con
un funesto desdn.
Respecto de 10s colonos de Amrica, y una vez persuadidos
stos de que nada podan esperar ya de un pais que, en lu-
gar de los fecundm cambios del comercio recproco, les en-
viaba slo gabelas y prohibiciones, aquel sistema fu una es-
pecie de llave ganza que desarraj sus costas a los contra-
bandistas de todas las naciones hostiles a la madfre patria, y
especialmente a los de aqullas que haban tenido por prede-
cesores en el Pacfico a los Drake y Sharp, a los Spilbergen
y Davis.-"Las comerciantes de Chile y del Per, dice un
escritor que ha estudiado a fondo la cuestin de la decaden-
cia mercantil de Espaa, no queran entrar en negocios sino
con las inglesas y los holandeses. 'I de tal manera suceda
esto, que los retornos de Jamaica a Inglaterra llegaban por
ese tiempo (1698) a seis millones de pesos anualmente. La
feria de Portobelo se convirti de esta suarte en un desierto.

de 900,000 en medias de seda de las famosas de Npoles y Mesina. De las


ciudades flamencas (hoy de Blgica) se remitan hasta dos millones de fran-
cos en encajes, esto es, tanto mAs o menos como hoy, lo que probar, en
diverso sentido, que si el lujo en su forma ms insensata es un mal end-
mico de la Amrica Espaiiola, es, al propio tiempo, tan antiguo como su
descubrimiento y como su oro.
Para apreciar todava con ms detalle la composicin del comercio de
contrabando y las diversas mercaderfas a que daba preferencia el consumo
americano, vamos a extractar en seguida el manijiesto por mayar de un bu-
que n galen de los que venan en la flota, segn lo presenta un economista
contemporneo de Rabenac, y que escriba para su rey, lo que aquel secre-
tamente avisaba al suyo (Alvarez de Ossorio, obra citada, pdg. 104-1688):
Lienzos, 120 toneladas-Telas. 175 toneladas-Tajetanes, 40 toneladas-
Olanes, 10 toneladas-Olanes de halo, 5 toneladas-Calcetas, 10 toneladas-
Papel. 5 toneladas-Metizas de seda, 3 toneladas- Encajes de oro, 1 tonela-
da-GaMiz de oro, 35 tonelada-Sombreros, 5 toneladas-Pimienta, 1?4 to-
nelada-Canela, 1 tonelada-Acero, 2 toneladas-Fierro, 4 toneladas-
Aceite, 10 toneladasAguardienle, 10 toneladas. El importe total de un
cargamento compuesto de esta suerte ascenderfa a 7,013,568reales velln,
o algo como cuatrocientos mil pesos fuertes de la poca.
Historia de Valparaso 22
338 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACHENNA

Al fin del reinado de Carlos 11, las galeones esperaban hasta


tres aos la llegada de las producciones de Amrica, de dm-
de resultaba que los buques eran devorados por la broma, y
los comerciantes perdan de antemano sus utilidades (1).

XXXII

Tan deplorable, tan absolutamente nulo era, a la verdad,


a fines del siglo cuya historia mercantil heanos trazado en este
prolijo captulo, el comercio espaol en las propias colonias
que pudo vivificar engrandecindose, que los p m y misera-
bles artefaotos enviados desde la Pennsula no slo soportaban
la ruinosa competencia de los extranjeros, sino que por la
mejor calidad y ms bajo precio de &os, eran obligados los
consignatarios de aqullos a volver a los puertos de la Penn-
sula, podridos, menospreciados e infundiendo mayor ruina y
desespmacin a las fbricas nacionales ( 2 ) .

XXXIII

Tal era el fruto recogido por la Espaa y por la Amrica,


constitudm desde la primera hora en rivales y no aliadas,
8 virtud de haber pagado culto de idolatra a estos dos mons-
truos, que, a ejemplo de las langostas bblicas, devoraron la
riqueza que Dios y su eterna naturaleza prodigaTon a la tie-
rra: el FISCO y el MONOPOLIO. Deidades Bon stas, empero, que
Si han cado de sus pedeJtales, albergan todava al pie de sus
escombros muchos adeptos escondidos, verdaderos contraban-

(1) Weiss, opsculo citado, p6g. 68.


(2) .En estos ltimos galeones se volvi mucha ropa de la poca, que de
Espaa iba, y hay pleitos en Granada sobre que la han de volver a recibir
los dueos de la ropa que volvieron los cargadores. Qu sentimiento ha-
rn los mercaderes de Espaa, que han visto volver de las Indias las mer-
caderas a la casa, sin esperanzas de poderlas volver a vender, ni aun en
Espaa, por estar ya todo lleno de ropa extranjera, sin poder volver a dar
qu hacer a los miserables oficiales que con su trabajo sustentan a sus fa-
milias? Qu harn los dems tratos y oficios domsticos, que los unos con
los otros se sustentan? iCmo podrn consumir los frutos, sobre que se ha-
llan cargados los tributos? Es fuerza el hacerse piratas los mercaderes y
oficiales, para poder vivir, y que se consuman y coman los unos a los otros,
como hacen los lobos en recias hambresB.-(Don. Francisco de Za Mata.
Discurso citado, pg. 115).
HISTORIA DE VALPARA~SO 339

distas de la libentad, nico y universal agente de engrandeci-


miento para las naciones y para los individuos.
Ejemplo de lo que decimos y tan instructivo e interesante
como el de w sisteana mercantil? era el plan de rentas y de
tributos imfplantado por los espaoles en el Nuevo Mundo.
Y a esto vamos a consagrar un breve anlisis en el prximo CR-
ptulo, no slo por la luz viva que refleja sobre la aotual or-
ganizacin de nuestra economa pblica y privada, sino por-
que completa el cuadro dilatado que hemos venido trazando,
como el fondo de la tela en que en seguida se destacar de
relieve el comercio especial de Chile p el de su puerto ms an-
tiguo y P O ~ ~ T O cuya
S O , historia escribimos a la par.
.

CAPITULO XXll
LOS TRIBUTOS

I
E l sistema rentstico de la Espaa reposaba, con relacin
a sus colonias, en los mismus principios que su comercio. E
as era lgico y natural. Los reyes peninsulares habanse acos-
tumbrado, por tradicin domstica y por juro de heredad, a
considerar a aqullas nicamente como una porcin de su real
patrimonio, cual el Pardo, el Escorial, San Ildefonso y otras
bcsques y siltiw reales. Y en calidad de tal, explotaban en
su seoro del nuevo m u d o todo cuanto alumbraba el sol,
desde el hombre hasta la ms humilde planta, desde el mitayo
a la yerba canchalagua. Un Sumo Pontfice haba consagrado
por una bula aquel derwho, aquel descubrimiento, aquellti
herencia. Poda ser mis suya? Alejandro VI convirtiera de
eBt8 suerte en derecho divino, y por tanto inamovible, el pro-
greso hwnano ms extradinario de los siglos, y el qxe csbba
llamado a ejercer una influencia ms poderosa en el destino
del orbe. E n cuanto a Cristbal Coln, los monamas espaoles
le haban tratado ni ms ni menos como los monarcas de Cha-
arcillo trataron a Juan Godoy. El w o era el mismo como
principio y como gratitud.

I1
Adueados apenas las soberanos de Espaa de las islas y
de los continentes que yacan aquende el gran Ocano, apli-
cronse con un admirable tesn a embargar por todos ms
342 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA
0

mbitos hasta las partculas de la tierra para arrancarles su


eubstancia, hasta las molculas de su luz par convertirlas en
oro, en lo que no hay figura, pues decase en aquellos tiempos
que el sol engendraba 01 oro en las entraas de las rocas.
As hubo desde el principio, tributos sobre los metales precio-
sos como los quintos y el seorio; tributos sobre el comercio
como los almojarifazgos, la. averia, el consulado y las alcaba-
lus; tributos sobre la agricultura como el diezmo y las pri-
micias; tributos sobre los consumos como el del tabaco, el del
papel, hasta sobre la nieve de las cordilleras, hasta sobre la
yerba mate de los matinales desayunos, hasta sobre el solimn
de los afeites. Haba tambin tributos sobre el cuerpo huma-
no como la mita, y stos eran los ms caractersticos del colo-
niaje, y los haba tambin sobre el alma, como la bula de la
Santa Cruzada. Hasta aquellos alimentos brbaras, que el
paladar de los conquistadores repugnaba como un brevaje,
cual era la coca del Per (el cocavi de Chile), arrebatnrolos
aquellos hombres srdidos de los labios del indgena, para pe-
dirle un tTibuto de sangre o de oro por su hambre y por
BU sed.
I11

Tal era, en su conjunto, el gran cuerpo del mecanismo tri-


butario de la Amrica espaola: tal era su alma.
Empero, los que andan juntos, (deca de aquellos tribu-
tw, con mal disimulado regocijo un oficial de la corona que
los disfrutaba todos), y debajo de unas llaves y arcas, dis-
tintos en su raz, mezclados en su cobro, incorporados en un
erario: piedras varias de la corona, que no slo la hacen opu-
lenta, sino temida, son los que cifra esta tabla, o sumario,
y se irn dando a conocer en cada captulo:

Quintos u uno z/ medio. Seoraje. Conventos.


Oro y plata. Estanco de naipes. .Vouenos.
Min:is de la corona. Vacantes y mostrencm. Cruzada.
Cobre, hierro. Almojarifargo. Mesada.
Plomo, Iatbn. Presas. Media nnnta.
Azo~iic. Alcabalas 11 unin de a r n m Niriie.
Ile~montes. Oficios. Selinas.
Per1::s y a l j o f n r . Tierras. Pirlperlas.
1Csmerald::s y otras piedraa. Encomiendas. Soliman.
Tierras fsilez y betuminosm. Tributos vacoa. Entradas de negros.
Ambar. azabache. Tercios. Dos por riento de siar
Tesoros y huascaa. Yanaconas. Papel sellado.
Venenos y fuentes. Penas de cmara. Pimienta.
Anerlos
HISTORIA DE VALPARAfSO 343

Por estas tres calles se pasea el poder: en estas tres e*


lumnas se firma la monarqua: can estas tres escuadras se
guarnece el imperio, pnense en campo y en orden compe-
tente, por ser gneros que aun en escritura, la han menester
ms que otros. Distnguese con sus nombres : porque no slo
las manos, pero an l a ojas l a respeten (1).
Cuarenta son, si no hay error de cuenta, los espirales de
aquellas tres columnas respetadas de las manos y de los ojos
de los contribuyentes, y destinados en el suelo del Nuevo
Mundo al sostenimiento de la grandeza, tan preconizada de
sabia y generosa, del sistema colonial espaiol. Pero no ca-
biendo desahogadamente en un libro local como el presente
sino aquellos que ms o menos directamente ejercitaban cier-
ta influencia sobre el comercio, los cambios y la navegacin,
vamoe a wuparnm en seguida brevemente de las ms sea-
lados entre aqulla.

IV

El ms peculianmente mercantil y prapio de los derechos


que los oficiales del rey estaban encargados de percibir en
Chile, y con ms particularidad en el puerto cuya crnica
hemos venido diseando ,Gn nombrade, en los dos pasados ca-
ptulos, era el de almojarifazgos, puev consista propiamente
en el impuesto de aduanas, revistiendo, sin su nombre, su
esencia y su forma. Provena aqul del oficial rabe (el al-
mojarife) encargado de colectar los derechos de entradas sc)-
bre las mercaderas para sus emires, por razn de portazgo,
como decan las antiguas leyes de Castilla. La denominacin
italiana de aduana (por dogana, del derecho del dogo) tena

(I) El oidor de Chile, Escalona y Agero, en su famosa obra citada Ga-


zofilano, etc., pg. 94.
El Gazofilano est dividido en tres partes, de las cuales, la primera se
refiere a la administracin por mayor y menor de las rentas reales y organi-
zacin de las tesoreras y fu escrita en latn. La segunda, publicada en el
mismo idioma, se refiere a la contabilidad de aquella, y por ltimo, la ter-
cera, que es con mucho la ms interesante, a los impuestos, rentas, gabelas,
etc. Felizmente est escrita en espaol, y as, sin fatiga ni pedantera, po-
dremos ofrecer al lector algunas curiosas muestras, como la anterior, de su
contenido. Los tributos marcados en letra cursiva en la lista del Guzofilacio,
insertada arriba, sern los que mencionaremos ms particularmente en este
captulo, pues los dems eran de mnima cuanta o de rara aplicacin.
344 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

todava un uso limitadsimo en$= las espaoles, que debieron


todos su8 progresos rentsticos y aun los nombres de stos (al-
b6ndiga, alarife, d m u d ) , as como SUB m6: sabias leyes y su9
adelantos materiales a la denominacin de los moros.
Despus de infinitas peripecias, de subidas y descensos en
la tasa, conforme al apremio de las necesidades o al desahogo
cm tiempos de abundancia (y este es un fenmeno comn a
todos los t r i b u t a americanos), quedo definitivamente fijado
aquel tributo en el siglo XVII, que es el de que nos ocupa-
mas, en cinco por ciento que deban pagar las mercaderas
embarcadas para Amrica en el puercto de Sevilla, como de-
recho de salida, y en el diez por ciento con que se les gravaba,
en las puertos de entrada. (Ley l . g , t . 15, lib. 8.P de In-
dias).
Haciendo cabal justicia, y m a l cumple al deber de quien
juzga la historia un culto, y cam0 a tal la reverencia, aquel
gravamen ni era excesivo ni ilgico, ni de daosas consecuen-
cias, pues un quince por ciento de recargo en aquellos siglos,
como nica contribucin de aduanas, era verdaderamente una
aplicacin moderada de teoras de predominio univeml, y
ouyo mayor absurdo consista generalmente ea su exage-
&xin.
Por otra parte, aquella gabela se impona con una cuerda
mesura, pues el ahojarifazgo que se pagaba en el Callao o
Valparaiso por las mercaderas de Sevilla no era sobre su va-
lor propio, sino sobre su mayor aumento que desde el puerto
de embarque haba cobrado hasta el de su realizacin. Las
tasaciones deban adems hacerse con denta moderacin por
los oficiales realos. En todo caso (deca u n o de &tos en
wz recopiilacin sobre la -racin de aquellas propias
oficinas) se encarga que todas estas avaluaciones se hagan
por el valor y precio mediano, que tuviesen dentro de treinta
das, jurando los dueos ser los contenidos en el registro, sin
abrir, ni desempacar los fardos, sino es en ocasin que con-
tra lo que en ellos se lleva, haya denunckcwn en for-
ma ( 1 ) .
&Podramos,en vista de esto, acusar hoy da un marcado

(1) Escalona y Agero, pg. 139.


HISTORIA DE VALPARAfSO 345

progreso en la percepcin de las contribuciones que ms di-


rectamente afectan al comercio? g Ha ganado en liberalidad
la renta de aduanas, desde que sta no se cobra ya bona f i d e
en las arenas de Ila playa, sino bajo bvedas de metal y de
granito P

Seguase en importancia, si es que no preceda a la ante-


rior, la gabela de la alcabala, que no era como hoy da un
estpido freno de inmovilidad puesto a la inamovilidad mis-
ma de la propiedad territorial, sino una especie de devoradora
oruga que se aferraba a las mercaderas, aun a las ms m-
nimas, cam0 la lapa a la pea, y las iba sordamente consu-
miendo desde que salan del umbral de la fbrica hasta la
puerta del consumidor. Era en Espaa el monto de esta in-
concebible contribucin del diez por ciento sobre cada venta
de una mercadera cualquiera, por manera que al llegar a su
lstimo mercado, a travs de dos o tres manos intermedias.
llevaba ya contribudo, a r a z h de derechos reales, un ter-
cio o la mitad de su valor de fbrica. Valorcese por esto las
consecuencias que tamaa monstruosidad estaba llamada a
ejercer en el desarrollo del comercio (1).

(1) Segn el virrev Manso el gravamen de la alcabala en Portobelo y el


Callao y la que pagaba despus por la primera y segunda venta (aenta y
reuenta), sin contar con la tercera y cuarta enajenacin que la mercadera
poda experimentar, suba a un 50 o 60 por 100 (Memorias de los Virreyes,
t. 4.0, pg. 231).
Sin embargo, como tratndose de cosas muebles, cuales son generalmen-
t e las del comercio, era muy fcil eludir este tributo, suceda (segn afir-
ma Weiss en su opsculo citado) que en tiempo de Carlos V no se recoga
ni la vigsima parte de su verdadero importe en la Penfnsula. Ello no obs-
tante, Felipe IT, llamado el pruderile, porque fu el ms extraordinario de-
rrochador de dincro que se haya conocidu en la historia antigua y moder-
na (con excepcin tal vez de don Ramn Castilia. president? del Per) la
hizo percibir con la sevcridad y vehemencia que aquel rey malvado pona
en todos sus negocios. En otro opsculo histrico (Francisco M o y e n ) (*)
hemos contado, en efecto, como ssllteaha el oro de los particulares cuando
llegaban las flotas a Sevilla, y ahora nos parece oportuno recordar que en
sus penurias, jams colmadas, lleg hasta pedir pblica limosna, recogin-
dola en bandejas a la puerta de las cams de Madrid, *para defensa de la
cristiandad>, como los legos de la hlcrced suelen t,odava decir presentan-
do la alcanca en cl umbral de la iglesia:-cpara la redencin de cautivos
cristianos..
(*) Vase el volumen respectivo de estas Obras Completas.
346 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

Felizmente para la pueblos del Pacifico, aquel absurdo


impuesto tuvo una tarda cobranza, porque en las capitiilacio-
nes que celebr Francisco Pizarro con Carlos V para venir
a sus conquistas, paot la exoneracin de aqul por el trmi-
no de cien aos; y en esto, los que nuestro libro lean (si tan
lejos llega) a orillas del lago de Llanquihue, encontrarn qiie
los reyes fueron ms generosos que ios republicanos.
Mas, cumplido aquel plazo secular, impuso la tasa del tri-
buto el virrey conde de Chinchn, quien gobern el Per en
la fecha exacta que lo hiciera en Chile don Francisco Lam
de la Vega (1629-39). Y ambos, a la verdad, dejaron sus
nombres eternamente vinculados al aborrecimiento ingnito
de los chilenos y peruanos a todo pecho pblico.
Esto no dbrj.tante, (21 primero de aquellas funcionarios, co-
nocedor de sus sbditos y recordando acaso que el pendn de
los primeros rebeldes del Per haba sido el de los tributos,
moder la cuota de la alcabda a m a cifra tolerable, el mi5
mo cuatro por ciento, que pasando con el curso de lw mudan-
zas del comercio a los inmueble, existe todava como un ana-
cronismo repugnante en nuestra adelantada legislacin.
Hallbase tambin mitigada aquella enormidad por nume-
rosas exenciones en la prctica, cual- eran las de las dotes,
herencias, armas, cosas del culto divino, medicinas, el nume.
rario, los caballos y muchos otros gneros que en las transac-
ciones de los mercados de Amrica no se hallaban sujetas a
aquel desembolso. Consuela tambin el descubrir que tampoco
Be exigiera, an en pleno siglo XVII, ni de los libros (de-
ca Escalona en 1647) ad de l a t h como de romance, encua-
dernados y por encuadernur, escritas de mano y de molde, de
que as mismo no se paga almoxariiazgo, ni de las pinturas,
por la excelencia de esta arte. imitadora de la naturaleza,
poesa muda y armona silenciosa: as lo obtuvieron en jui-
cio contencioso los pintores de Madrid ( 1 ) .
___
(I) Gnzofzlacio, pgs. 149 y 150. Y hoy .quin pudiera imaginarlo?, los
lienzos pagan un enorme derecho, y los libros sin empastar, que suelen ser
los mhs ledos, han sido sujetos a gabelas, adems de la censura.
Esto ltimo practicaba la inquisicin de Sevilla, sin cuyo especial permi-
so ni la Casa de Contratacih, ni el rey, podan embarcar para AmCrica un
solo pergamino.
HISTORIA DE VALPARAfSO 347

&Han obtenido igual amparo los libreros y los pintores ba-


j o nuestro cielo de tantas difanas liliertades?
No pagaba tampoco alcabala el pan cocido, por ser (as
deca el autor antes citado) el ms nokle e kidnlgo de los man-
tenimientos .
Pagbala, empero, ntegra y aun recargada hasta d cinco
por ciento, la agreste coca que era el nico sustento del in-
feliz y despojado indgena, que n u c a . por tanto, fu h&
dalgo.
Otro de los arbitrios dejados a los pwherm para libertar-
se del rigor d t este tributo fu la prctica que se llam de
encabezamientq, o por sncope, cabezn, segn la c u d , cada
pueblo o comunidad de vecinos se rescataba de aquella into-
lerable madrxtra, pagando un taiito anual a los tesoreros
reales. 0portr.namente daremos cuenta de cmo los chilenos
y especialmente los habilidosos habitarites de Santiago solan
inanejarsc en tales casos (1).
Haba tambin o t r a alcabala llamada del viento, especie de
sisa que se pagaba por los comestiiles, lcs lquidos y otros
consumos diayios a las puertas de las ciudades. Innumerables
hidalgos se enriquecieron en Santiago con el remate de este
ramo; y no ha muchos aos wme todava a orillas del Zanjn
da la Aguada, como en Valparaso, cn la vecindad de la Cue
va de2 Chivato, la casucha en que el alcabalero mayor
(gran patricio del reino) haca exhibir al leador y al chaca-
rero los maraveds de su pordiosera industria. Pagaban tam-
bin esta abominable gabela los artesanos por sus trabajos
manuales sin exceptuar los zapatos, ni las alforjas, ni las
petacas, ni las esteras de estrado bien hechas ( 2 ) .
(1) Lima se encabe~por seis aos en tiempo del virrey Hurtado de Men-
doza, a razn de 35,000 pesos por ao. Bajo el gobierno del marqus de Sa-
linas (1596-1601) sub16 a 45,000 pesos durante nueve aos, y en el de Mon-
tes Claros (1607-11) R 52,000.
El encubezonamien~ode Santiago a fines del siglo XVII ]leg6 a 12,500 pe-
sos.
(2) Ordenanzas de 1773 que comprendan tambin a los gremios. La in-
soportable alcabila d c cabezn, que sc cobraba nicamente sobre las ventas
en peqireiio de las sandas y de las peras en las chcaras y arboledas, s610
f u abolida en Chilr Iior ley de 18 de Octubre de 1831 y substituda por el
catastro, as como sta lo fu4 por la contriliucin territorial el 15 de Octu-
bre de 1853. Slo escapaba del ojo y de la mano del alcabalero y sus lebre-
les lo que cada chacarero enviaba para el consumo de su casa, la provisin
de los conventos, etc. (Vase la Jemoria del virrey Gil y Lemos en el 6.
tomo de 1% Coleccin, pAg. 238).
348 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

VI

Desde los das en que Drake se apareci por el Estrech,o


con bandera de saqueo, ingeniise otro impuesto de comercio
o ms yopiamente de navegacin en el Pacfico, que se lla-
m de averin, y era el que contribuan las mercaderes y na-
vieros a la armada real por la protzccin que sta ofreca a
las flotas y convoyes. Su tasa var: indefinidamente segn
lm acontecimientos y los riesgos, pero era generalmente del
dos por cienk, mdico desembolso atendido su objeto, y por-
que nunca fu suficiente para cubrir los costos de aquel dis-
pendi,oso servicio.
Ante3 que se implantara en el Mar del Sur, ya el derecho
de avera exista en el Atlntico, establecido a virtud de una
ordenanza real comunicada en 152s por Carlos V a la Casa
de Contratacin. Dieron motivo a este seguro forzoso las de-
predaciones que los corsarios franceses armados por Francis-
00 I comenzaran a cometer en los mtes tranquilos ma:es de
las Antillas, y all estuvo tambin, segn ya dejamos minu-
ciosamente recordado, el punto de partida del plan de las
flotas, primero, y de los filibusteros en seguida. El derecho
de 8veTa.q del Atlntico, se aplicaba slo a los metales y pie-
d m preciosas, as como a algunas v a l i m producciones, cual
la cochinilln, cl azcar, el cormibrc (los cueros de vaca), y
el carey. Su tasa primitiva fu la enorme de veintiuno por
ciento (1).
Prec,iso es, empero, no confundir el nicclico dcrecho de avera
que se pagaba en el Pacfico, con el del registro del oro y de
la plata, pues este lti,mo suba en ciertas pocas de alarma
hasta el tipo del siete por ciento (2) .
~

(1) March y Labores--Historio de lo nmriic real es710Rol2, ya citada.


(2) -4principios del siglo XVII, casi la totalidad del oro y plata que se
entiaba de Chilc y del Per a Panam eran registrc;dos, es decir, se asrgu-
raban por cuenta del re:;, entregndolos al /noestro tie In .tilvtq de 1asJlo:c:s
quien los rcqisfrribn en sus librus. De esta surrtc los mercaderes pagaban
un cuatro por ciento en Lima, dos por ciento en Iananx y uno por ciento
en Portobelo, siete por ciento en todo. Mas c o n o el icriior de Drake y los
corsarios fuese desnparrriendo gradualmeni r, vino R suceder q u r a rnedia-
dos dc ese mismo siglo ya nadie registraba su dinero por evitar el dercch:).
prefiriendo rexitirio pur contrainndo n 1% feria de Pi:ohelo. Esto se 11:i-
maba mandar p L t n 7 x 1 . alto.
De esta suerte, disminuy a tal punto la renta de meria, que ya no poda
HISTORIA DE VALPARAfSO 349

En cumto a 106 seguros de otra especie por eventuaLidades


en el mar, afirma Veitia Linaje, en su Norte de la Contrata-
cin, que eran ya muy usados por el ao en que di a Luz s u obra
(1672), excepto contra baratera de patrn. Mas, no ha
llegado para nosotros el momento de M a r en cuenta aquel
giro (que, por otra parte, no era en s mismo un impuesto),
pues los seguros maritimos, en mediana escala, comenzaron
nicamente a praatimrse en Chile cuando se abri el comercio
de registros por el Cabo de Hornos, a mediados del siglo 1-
timo, as como las conipnas de seguros, eii sus diversas esfe-
ras, son entre nosotros ( b quin pudiera siquiera imaginarlo
sino lo hubiera visto?) creaciones tmidas de ayer.

VI1

E l iltimo de las impuestas de najturaleza mercantil era el


lhmado del Corndado, pues las naves cam0 las mercaderas
que surcaban el Pacfico estaban obligadas a contribuir con
una cuota variable de medio a uno por ciento, al consulado
que Felipe I1 fund en Lima por real cdula de Junio 15

costearse la mantencin de la armada real a que se destinaba aquella en-


trada, tanto en el Alar del Sur como en el Atlrntico. Para obviar este mal,
despus de diecisis aos <!rconsultas y expedientps. los mercaderes de las
Indias, desde Veracruz a Valparafso, se convinieron en 1660 en 471~0brto-
m r s e , pagando al rey por todo el servicio martimo de Iss flotru una suma
a n d de 790,000 diicndns, en cuyo reparto ciiljirron 200,000 a iLi.xiro,
40,000 a Costa Firme y casi una rnitac! del total (350,000 ducados) al Per,
inclusa la triste ciiota dc Chile. Esto fii lo que se llam Zntlitlfo de nveria
y uvin de ormos, siendo el indzdfo significativo de una cont,ribucin extra-
ordinaria que perciba el rey por la salida de cada flota. y In que pagaban
los mercaderes de -4rni.ric.a a razn d r 400.000 pesos y los d r Sevilla en In de
250,000 pesos.
Mas, como los comerciantes del Pacfico estaban ya ucostumbrac!os al
sistema tie In plnlrr por d ? o , a los ciiatro aos del asiento o encabezonamien-
t o (1664), levantaron el grito al cielo, protestando que en ese corto pero-
do llevaban perdidos mAs de dos millones de peso:;. Poco rn6s tarde (1687)
volvieron a insistir en poner trmino a aquel arreglo, ofreciendo hasta cien
mil prsos dc indemnizarih. a fin dc que se rescindiera e! pacto. Sin embar-
gn, el 1)rol)o duque de la Palata, que xfierc con po:mcnorrs estas intere-
santcs facm del comercio del Pacifico, no lo quiso ronsentir. Propuso a los
mercndercs de Lima, no obstante. un acomodo, segn e1 cual los exhonera-
ra de! pago anual de los 350,000 ducados, si se comprometan a registrar
diez millones en cada flota, en el caso de salir Esta de dos en dos aos, y
quince millones si cada tres. Pero aquellos saban demasiado que ms va-
la la plata por alto que el indullo del siete por ciento (que en ciertas oca-
siones subi hasta el doce) y por tanto se guardaron de aceptar.
350 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

de 1592, bajo las mismas bases que el de Sevilla y Burgos.


Algo ms tarde, el hijo de su fundador denomin esta institu-
cin tan poderosa (aun en Chile donde fabric palacios) con
el desgraciado nombre de Universidad d e la Camdad, virtud
que no sabemos tuvo alguna w z aquella casa. En cuanto a
nuestro Consulado propio, hemos de aguardar todava un si-
glo a fin de verle llegar a nuestro suelo, bien que buscandG
siempre el asiento de la Cordillera y del Mapocho, que eran
entonces, y esto lo decimos sin figura, el verdadero Muelle y
Aduana de Valparaso. E n 1610 existan estas suntuosa;
constmwiones en la antigua plazuela de los jesutas de San-
tiago, y all se conservaron hasta 1630 (1).

VI11

No obstante lo que lle\7amus dicho del monto especial de ca-


da impuesto, eran &os sumamente variables, segn las ne-
cesidades o caprichos de la corona, y tal circunstancia no era
ciertamente una de las mejores condiciones de la legislacin
mercantil de las colanias. E n stas, deca en efecto, el ba-
rn de Humboldt, a f i n a del ltimo siglo (y cuando ya aqu-
lla haba hecho i n f i n i d progresos bajo la administracin
medianamente liberal de los Borbmes), en stas se distinguen
los derechos rea:es de los municipales, en todos los puertos
desde Coquimbo hasta Monterrey. Los pueritos mayores co-
(I) Es curiosa la real cdula de Felipe I V en que, confirmando las muni-
ficencias de su padre y abuelo con el Consulado de Lima, le otorg el dere-
cho de umi escudo de armas con los emblemas que siguen y que sentaban
a aquella corporacin tanto como a un Santo Cristo un par de pistolas en
el cinto: .Y porque (deca aquel documento expedido en Madrid el 30 de
Marzo de 1627) la serensima Virgen Mara, Nuestra Seora, concebida sin
mancha de pecado original en el primer instante de su ser natural, es madre
de la caridad, y refugio cierto de los que con devocin la invocan, y el di-
cho consulado y universidad le est6 ofrecido desde su principio, y la tie-
ne elegida por patrona, para que mediante su intercesin y favor favorez-
ca y se aumente en scrvicio de Dios nuestro Seor y nuestro, concedemos
que tenga, como ahora tiene, por armas, un escudo coronado de campo
azul, y en El una jarra de oro con un ramo de nzucenns, y alrededor esta le-
tra: Maria concebida sin pecado original: y pendiente del remate del escu-
do, un cordero: las cuales armas e insignias ponga en la capilla y ornamen-
tos, y en todas las cosas que fueren suyas, como edificios y tribunales, y
en lo dems que le tocare y por sello con que se despache. Y asimismo es
nuestra voluntad que se intitule y nombre Consulado de los Mercaderes de
la ciudad de Zos Reves y provincias del Per, Tierra Firme y Chile, y dc los
que tratan y negocian en estos y aquellos reinosr.
HISTORIA DE VALPARAfSO 351

bran ambos derechos, y los menores no exigen ms que los


municipales. Adems, el sistema de las aduanas vara en to-
dos los puntos de Amrica.
La alcabala que se paga a la entrada y no a la salida de
los gneros, es de dos por ciento en Cartagena de Indias, de
tres en Guayaquil, cuatro en Veracruz y Caracas, y seis en
Lima. E l almojarifazgo de entrada en general es de tres por
ciento sobre las producciones espaolas y siete sobre las ex-
tranjeras; y el almojarifazgo de salida es de dos a tres por
ciento.
Entre los derechos municipalas, se distingue el del con-
sulado de medio a uno por ciento, el del fiel ejecutor y el
del cabildo. A la entrada de los gneros la aduana exige 9 y
medio por ciento sobre los efectos libres o productos de la
agricultura y fbricas espaolas; 12 por ciento de los efwtos
sujetos a derecho o p~oductosextranjerm manufacturados en
Espaa, y 7 por ciento de Jw efectos extranjeros: ntese que
estos ltimos, antes de entrar en los puertas de Amrica, ya
han pagado 22 por ciento, a saber 7 a su salida de Espaa,
y 15 a su primera entrada ( 1 ) .

(1) Ensayo sobre la Nueva Espaa, t. 4.,pg. 119.


Como un ejemplo prctico del modo cmo las contribuciones puramente
comerciales de que hemos hablado obraban sobre una mercadera deter-
minada, parcenos oportuno consignar aqu un clculo que respecto del
papel haca (con el objeto de sujetarlo a estanco) el duque de la Palata, en
1689, y segn el cual un fardo de 24 resmas, comprado en Cidiz en 21 pe-
sos y un real. quintupiicaba su valor, subiendo a ms de cien pesos en Chi-
le, en esta forma:

Precio de costo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 pesos 1 real


Derecho de exportacin en Sevilla . . . . . . . . . . . . . . . . 1 2 2 reales
Gastos y derechos menores de aduana y embarque. . 6 * 4 =
Seguros de doce por ciento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 n 6 )
Flete de Cdiz a Portobelo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 2 .
Indulto y derechos reales en id.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 )) G .
Desembarque cn id.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 .
Flete dclistmo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 y 3 .
Flete de Panam al Callao. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 )
Derechos en id.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 n 4 .
Gastos de transbordo y salida en el Callao. . . . . . . . . 3
Flete a Valparaso.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 2

Drrecliosen id.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 x
Flete aSantiago.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 y
- -
Total. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112 pesos 4 reales
362 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

IX
De las notables gabelas ooloniales que carecan de una
ndole positivamente mercantil, hablaremos con ms llmem,
si es dable, detenindonos apenas en aqullas cuyo influjo de-
ba sentirse en el desarrollo del puerto, cuya historia es in-
dkpensablwnente la historia comei*cial y rentistica del reino
y la repblica; y esto a tal punrto, que supri'mido Valpara-
80, hoy cano embncw, ha qu quedaba reducida la nacin!

El impuesto d e los quintos reales, que gravaba la plata y


el oro, las perlas y las esmeraldas, no era propiamente un tri-
buto americano, pues arrancaba de una ley de Castilla.
Mas, como su cuota se hubiese tasado en precio tan enor-
me, pues equivala a un veinte por ciento del valor neto de
los artculos beneficiadus, mlclase que nunca los pag un
tercio por lo men- de los metales y piedras extradas de la
Amrica. Para corregir este mal, redjosele en el curso de
las acs a la mitad de su primitiva cifra y en seguida a una
fraccin ms inferior. Es tambin o p o ~ u n orecordar aqu el
extravagante impuesto del uno y xed40 por ciento del am y
plata beneficiada en Amrica que Carlos V otorg como una
gracia de familid a b u scmc.t:li.io da11 I h n c i = , w clc IC.; c1ol)o.i
( y por esto se llam tambin el impuesto de Cobos), el cual
qued incorporado en el quinto real, cuando arrepentido el
donador de su munificencia, la rescat con una gruesa suma.

XI

En cuanto a la persona del rey, reservse siempre un dere-


cho privativo en la amonedacin de los metales de Amcrica,
-
porqu. de los s e d a y siete reales de velln que se fijaban al
E l clculo del duque de la Palata se extenda s61o hasta Lima, y con el
aumento de 6 reales de flete del Callao a aqut'lla ciudad importaba el far-
do 87 pesos. E l gasto proporcional hasta Chile de 25 pesos es sumamente
moderado.
A fines del siglo XVII, y segtn el clculo anterior, se consuman en el
Per s61o 16,000 resmas de papel al ao, y por esto se explicar la causa de
Is aversin que nuestros mayores tenlan a escribir, y a los escritores.
HISTORIA DE VALPARAfSO 353

peso conocido con el nombre de ensayado, se apartaban tres


reales, de las que ae aplicaban dos a las gastos de ensaye y
amonedacin y uno a la caja personal de S. M . ( 1 ) . An-
logo derecho personal perciba S. 31. a la llegada de las flo-
tas a Sevilla, porque adems del quinto, se le reservaba el
dos por ciento de la plata y oro sellados para sus g&w se-
oretos. El primero de aquellas derechos llam,b:base sefioraje o
seoro, y el segundo, entre otros nombres, tena el de faltri-
quera o el del real bolsillo.

Respecto de la agricultura, el gran impuesto colonial fu


el diezmo, que, c m o es de todos sabido, otorg a Fernando
el Catlico, como una contribucin puaramente politica, si
bien convencionalmente eclesistica, la clebre bula de Ale
jandro VI, de 17 de Marzo de 1501. Porque no estar5 de ms
_-_
(1) No hay en la historia colonial un asunto ms obscuro y sobre el que
sea ms dificultoso hacer siquiera una mediocre luz que el del numerario
emplcado en las transacciones de Amrica. Proviene esto de muchas causas,
como la falta que hubo de moneda sellada, al menos durante un siglo; Is
vaguedad e imperfeccin de las denominaciones aplicadas por los espao-
les a sus monedas, como el maraved, el ducado, el dobln, el peso de oro,
etc., a los que se daba un valor diferente por cada autor, y por ltimo, 188
alteraciones increbles quc hacan los monarcas espaioles, fuera adulterh-
dolas en las fundiciones, fuera otorgdndoles un valor superior y forzoso
por medio de decretos.
E n los mercados de Amrica la moneda sufra tambin considerables
alteraciones convencionales. As, verbigracia. el real de plata que vala slo
34 maraveds, se venda por 40 en poca de actividad y de retornos. E n
Portohelo solan valer hasta 41 reales, y en esta progresin la dems moneda.
No qiieremos nosotros aumentar la confusin que prevalece, citando
ejemplos, pero bstenos decir que s610 de la unidad llamada peso, existan
en Lima durante el siglo XVII y hasta el gobierno del duque de la Palata,
cuatro clases, que tenan desde el valor de ocho reales al de 13 y un cuarti-
llo. Una real cdula de 4 de Junio de 1680 fij6 la proporcin del peso ensa-
yudo, y el de a ocho, que era el ms comn (y de aqu el que ste se mencio-
ne nominalmente en todas las escrituras) en razn de que 100 pesos ensa-
yados equivalan a 144 de a ocho.
Las unidades y denominaciones que nosotros seguimos preferentemente
en este libro son las siguientes, y que dejamos apuntadas para mejor in-
teligencia de los datos que en adelante consignemos.
E l maraved, que es el tipo nfimo, equivale a dos cuartos o un cuartillo de
real de velln. Y como cuatro reales de velln componen una peseta anti-
gua, o lo que es lo mismo, veinte y cinco centavos, puede decirse que un ma-
raved equivale a tres centavos de nuestra moneda actual.
El ducado de plata vala, segn nuestro cmputo, hasta cinco reales de
plata y el de oro era equivalente a la antigua media onza, cuyo importe
hasta hace poco fu de ocho pesos cinco reales.
Historia de Valparafso 23
354 OBRAS COMPLETAB DE VICURA YACKENNA

recordar aqu que aquellas reyes de Espaa, que se titulaban


catlicos, a pesar de que impartan rdenes para .&orear P
los cumores de Fbma, como Fernando, o que asalthan sus
murallas a sangre y fuego mal lo mandara ejecutar Carlos
V, eran verdaderos Papas an Amrica,, como do es en Rusia
su autcrata, si bien aquella doble facultad tuvo otros fines
polticos (1) .
Mas, alejndonos del contagio de dislmtas puramente es-
colsticas sobre la naturaleza del diezmo, pagbase ste por
el pueblo de todos los productos dae la tierra, inclusos 10s
espontAnsos, si bien con una merma anloga ii la de los quin-
tas reales, pues a pesar de las exhortaciones de la mitra y los
gritos del plpito, se supone que quedaba incoluta una cuarta
parte, y la otra cuarta entraba a las gabelas del diezmero, 9
awntista que haca su remate.
De l a masa decimal, como se llamaba su producto lquido,
apartbanse cuatro porciones matem,ticameiite igual'es, des-
pus de sacar una piltrafa para el rey que se llamaba el ex-
cusado. La primera cuaiita oorresponda al obispo, y con el
incremento que fueron cobrando los diezmos, lleg aqulla a
valer, en fines del ltimo siglo, hasta 'treinta mil pesos un la
sola dicesis de Santiago. La segunda cuni.ta roiistitiiyc la
-
El dobln, o peso de oro, era la antigua o?~za.y su p w i o alcanz en nues-
tros das hasta 17 pesos 2 reales, especialmente las sdladas en tiempo de
los Borbones, que por la esfigie de stos llamaban las narigonw. En cuanto
al castellano de oro, que a falta de moneda fu durante dos iiglm el tipo dc
los cambios en Chile, vala 42% reales vellGn o algo como veinte reales de
nuestra actual moneda.
La regla ms segura es en todo caso e1 peso. tomando ste en la proporcin
que lo hizo el juicioso historiador Robertson. asignndole un valor equi-
valente a cuatro chelines, seis peniques de lu moneda inglesa, y declarando
que en un trmino medio de comparacin, la moneda tena en los dos pri-
meros siglos del descubrimiento de la hrnbrica un valor mercantil &co
o seis veces superior al que alcanzaba en 1s poca comparativamente remo-
t a en que aquel sabio escribi su historia (1776). De la misma opinin cs
el ilustre economista Miguel Chevdix, purs calcula que la proporcin del
valor relativo del oro en la poca de la conquista de Amrica estaba en pro-
porcin de 10 a 12, por manera que pagar hoy B2 pesos por un artculo equi-
vale a que entonces se hubiese pagado 10 pesos. (Chevalier: Des Mines
d'Argent et C o r d u Nouveau Monde; Pars, 1646, phg. 44).
(1) .La Espaiia, dice Robertson (Historia, p~g.138), debe en mucha par-
te la tranquilidad que hasta ahora ha reinado en sus posesiones de Am-
rica, a esta restriccin de la jurisdiccin de los Papos, igualmente singular
si se considera en qu siglo y por qu nacin se pidi, o la celosa atencin
con que han cuidado Fernando y sus sucesores de mantenerla en todo vi-
gor y extensi6n..
HISTOHIA DE VALPARAfSO 355

renta dc lm cannigos, desde el den del cabildo a su porte-


ro. La tercera y la ltima se reunan en un slo cuerpo, y ste,
a su vez, era subdividido en nueve l,orciones, cuya invert;in
era la siguiente: Dos novenos ye asignaban al rey, p u ~ ser.
todo deba tener su seiioro, por Io que se denoiiiinaban 105
dos nownos reales, y stos, por lo comn, eran cedidos para
la w n s t i m c c i h de catedrale\. I - i i noveno y medio sc aplicaba
a la mmtencin de lw hospitales, y otro a la fbrica de tem-
plos. Los otras cuatro correspondan al prroco, quien esta-
h i ol)!ikado ii ceder m a o c t i i l a p i i i te del total al sacristin.

XI11

Q u e k por subentendido que n o liacemos aqu nirncin es-


pecial de las ififinitas J- variad= gabelas eclesibticas quci pr.'-
valecan en la Amrica espaola, pues si hubiramos de men-
cionarlas todas, necesitaramos levantar otras tres rolurnna.,
como las del Gaxofilacio de Escalona Agero. Nos contentare-
1 1 m , pub3, V U I A ~ ~ J u ~ I L ~ Iyiic
' i i g u m b a entre las i n k gravo-
sas la de primicias, qiie era como un desquite del traspaso
civil del diezmo, o ms propiamente, un diezmo en miniatu-
ra; la administracin de todos: los sacramentos del cristianis-
mo. coli exccpciii d: I;] ~)eiiitencin, eucarista y extre-
maunc'in; los derechos de entierro mayores y menores, eii
que se pagaba por pesos y por pozas, y ms que todo en las
mil fomms y denominaciones que tomaban las cofrcidric, c.7-
clniloni~isy otras simonias.

XIV

Sobrq-ujaha a todas juntas. sin embargo, la llamada de


la b u l t ~<e la cruzada, por que tom origen en una de las cam-
paas que los cristianos de la Edad Media emprendieron con-
tra Jeriisaln .
Otorqaron tambin a los rcyes el privilegh de colirarla co-
mo iin impucito propio y civi!. .Jiilio I T , p o r lo qut. tocaba a la
Pennsula, y Gregorio XIII, por cuanto se refera a Am-
rica, donde exista el verdadero campo de SU pinqe COW-
cha. Su cuota durante el siglo XVII era, segn Solrza-
356 OBRAS COMPLETAS DE VICUg-4 MACKENNA

no (1! , de dos pesos para los colonos encomenderos, de un


peso para los vecinos espaoles, y de dos reales para la mu-
chedumbre de indios, criolloa artesanos y campesinos. Expeda-
w, como hoy, cada dos aos, mas como todw estaban obliga-
dos a comprarla, pena del infierno, el negocio era enorme.
Para administrar la iitima convenientemente, establecise
en toos los reinos de Amrica un tribunal, que bajo la de- .
noniiiiaci6n de la Siiutn ( w x d u , no ceda cl paso en orgullo
y predoiiiiriio y proventos sino a la Sn7iin Inquisicin, tenien-
do suus ministrors asientm imiediatos o promiacuos con los de
la ltima cn todas las grandes solemnidadea.
Era el principal deber de los iltimos el infundir un pro-
fundo J- misterirno respeto por aquel tributo; y a este fin,
en el da e n que llegaban sua pliegos de renovacin (pues la
bula era un p u p e l ) , cada (loi aos, sc ce!&i.aba cierta p r o w
sin solemne, paseindola s u tesorero por las calles bajo de
palio y colocndola en seguida en el altar junto al sacramen-
t o . ~ h m & b a s esta
e ceremonia la udoraciiz de la bula y pro-
duca pinges resultados, valiendo el empleo de tesorero de
la Cruzada (pues tambin mte puesto se venda) hasta veinte
mil pesos ( 2 ) .
N o tuvo, einpwo, igual veneracin 1)or t ~ c .tisibuto el tc-
merario Idord Cochranc cuando ciicontraiido enfardelados SLIY
pliegos de la remesa de >lxico cn sesenta enormes bultos, en-
fadado porque no contenan talegas de oro, los hizo echar al
ocano ( 3 ) . Otro tanto haba acontecido haca un siglo cii
las costas del Per al clebre corsario Woodes Rogers, quien,
descubriendo a bordo de una presa no menos de quimientos

(1) De Jure ftidinum, vol. l i , he.3. Icro estando al testimonio algo


sospechoso del ingl6s Chilton, qrir residi cn AmCrica en 1570, e1 prcclo
primitivo d r la Iiiila comn ern dc cuatro reules p pitrtcr.
(2) Esta sunla pag6 en Sanisgo el tcsorrro don Pedro Machado tle To-
rres a mediados del siglo XVII. \-Case la ffistorici de a q u d a ciadctl para
ms detalles. .Esta bula, dice el protestante Robertson (Historia d e -4 ttz4-
~ i wpg.
, SO5), publicada cada dos aos, contiene la absolucin de las fal-
tas pasadas, y entre otros privilegios, concede el de comer carne durante
ciertos das d r cuaresma y en los das de vigilia. Los eclesidsticos regula-
res ernplcados en la publicacin de esta bula, exaltan su virtud con todo el
fervor de la elocuencia, animada del inters: el pueblo, ignorante y fan-
tico, cree ciegamente en sus palabras; y todo habitante espaol, criollo o
mestizo se apresura a comprar por el precio que el gobierno tiene fijado,
una bula que juzga necesaria para su salvacin~.
(3) Aufobiogrujin de Lord Cochrnne.-Londres, 1860.
HISTORIA DE VALPAnllfSO 357

fardos de bulus con dkcisis resmas cada cual, s610 reserv


un fardo para dar un ,humazo a su buque. Menor todava ha
sido la devocin de un vecino de Curic que, atendindonos
a la crnica reriente de nuestros tribunales, se entretena en
vender por bulas ciertos carteles clue vienen adheridos a los
fardos de mercaderas de la hertica Inglaterra.. .
N o obstante cuanto llcvanios cliviio, la hila de l a C i ~ m d a
tena un carcter meramente civil, pues si1 I)i.otlucido i 1 ) i i 1
parar a 1% arcas reales. y de all a los festines de Lis coilcsu-
nas, que &stas fucron las nicas cruzadas que ernpreridit~rc,ii
10s rej-es csl)aiolc.s dcl siglo a q u e wninios rcfii.iiidoiios.

Haba, m p e i . ~ ,una bula puramente oclesistica, la famosa


llamada de la componenda, sobre la que omos predicar un
exaltado panegrico a un fraile misionero de Valdivia 110 h,-
ce muchos aos. Y para que se juzgue de su espritu verda-
deramente horrible, inmoral a todas luca, y ms que sto,
anticristiano, vamos a copiar en seguida, sin oomentario al-
guno, la que espedi uno de los confesores de Felipe IV, y
que publica ntegra Escalona y Agero en su Gazofilncio Pe-
ruano ya citado (pgs. 247 y 250).
Los principales casos de componendas estn as concebidos
y explicados:
Nuestro muy Santo Padre da facultad a nus don Fray An-
tonio de Sotomayor, confesor de Su Majestad, de su Consejo
de Estado y del de la santa y general Inquisicin, Abad de
Santander, Comisario apostlico general de la Santa Cruzada
y de las dems gracias en todos los reinos y seoros de S.31.
p a r a nzjuda de os gastos de la guerra contra infieles.
(Primeramente nos conccclc Sii Santidad que podamos
componer sobre lo ?)in7 gnndo y Anhido, J- sobre l o u i d lle-
ztado IJ adquirido p o r logros y usuras, o de oil-ammiern cwal-
quiera, no nonstando de lm dueos, hecha diligencia.
(Item que podamos dispensrcr y coinponcr sobre la irregu-
Jaridad contrada, diciendo o interviniendo en los oficios (l!,

(1) Els decir, 10s que decan misa sin ser sacerdotes, los quc ronfesnban
sin licencia, etc.
358 OBRAS COXPLETAS DE VICURA MACKENNA

estaaido descomulgados, como no sea ea menosprecio de la


Iglesia y clases de ella.
Item sobre otra cualquiera irregularidad que no sea y
descienda de homicidio voluntario, simonia, apostada, hereja
u rdenes mal recibidas, con retencin de beneficios y frutos
y ejecucin de las rdenes bien recibidas.
Y ms sin,wlar todava que todo esto, era el negocio de ro-
bar con pemiso divino que establecan aquellos reyes impas
y codicioscq porque mediante una bula especial de compo-
nenda que vala doce reales, el que la compraba poda que-
darse con lo ajeno en proporcin de treinta ducados por cada
bula, segn consta del siguiente item, copiado al pie de la
letra d d exhorto referido.
Item, porque hemos acordado v ordenado que juntamente
con esta otra santa bula de la Cruzada, se publique y predique
en laq dichos partidos la bula de composicin que por Sii
Santidad est concedida en favor de la dicha cruzada y- de
esta santa expedicin y guerra contra 70s infieles, para que
todas las personas que tomaren la dicha bula de composicin,
que para este efecto hemas mandado imprimir aparte, 1- dit-
ren de limasna doce reales de plata castellanos, que por ella
hemos tasado, sean libres y absueltos, hasta en cantidad de
: v i n f v rfur(idm castellanos de a once reales cada uno, dc
cualesquier bienes y hacienda nial habida y mal ganada
adquirida, .le que fueren a cargo, no sabiendo los dueos, a
quin se pueda y deba legtimamente restituir. Los cuales
dichos doce reales, por la a u t o d u d apostlica que pars ello
tenemos, aplicamos conforme a las bulas y breves de su San-
tidad para ayuda a la dicha santa expedicin y guprra con-
tra infieles (1).

( 1 ) Ofrece un inters tan v i r o lo relativo a la biila d c 1s Cruznrh en el


pas qiic 1:i paxa d e buen grado, siendo su pueblo el m i s enemigo de pagar
rontribiicioncs y el nxis opiiesto a las crvzcdc.~(pxquc, ni cniitrn la Fspasa
intenti, siquiera los cruieros), que juzgamos o ~ i o ~ t u n o
giinus notici::s que complcten las anteriores.
.trwlo r,cr el swafn trihunal de In Cmzada e l calicm ramo
ric biilns Iimta nicriiadoa del siglo XVIII. Pero cometan los .wnfos varo-
nes qiie ctmponcn aquel tantos abusofi e iniquidades, qiie, B petici6n
de Fernamlo VI, siendo tan manso y religioso como era, hubo de expedir
Bencdicto XIV un ixeve pontificio el 4 de Marzo de 1750 (qiie fu6 pro-
mulgnda como ley de Espaiia el 12 del mismo mes en el aiio subsiguiente),
HISTORIA DE VALPARAfSO 359

Esto por ,lo tocante al alma de las conrtribuyen~tes.Por lo


que se refera a su cuerpo, la contribucin de sangre y de
sudor, que se Uaunaba generalmente mita, era el resumen de
aquella lenta pero devoraidora agona a que la raza c0aiq;Uis-
tadora someti en Amrica a la raza conquistada.
Vamos a examinarla a la ligera.

disponiendo que aquella renta se administrase por los oficiales reales, CO-
rno las dems de la monarqua.
Agregse, en consecuencia, aquel artculo al estanco del tabaco, que por
ese mismo tiempo (1753) acababs de establecerse en Chile, porque la san-
t a bula se venda junto con los naipes y el polvillo, pudiendo as decirse
que se expenda en el mismo mostrador el permiso de pecar junt,o con el
pecedo. Fuera de que much?., veces aconteca que los mismos administra-
dores del estanco cometan la culpa levsima de quedarse con la bula y con
la plata.
Un ejcmplo curioso de este ltiino lance result de cierta ruidosa causa
que se sigui6 en 706 a tres tesoreros reales de Concepcin, por el desfalco
que ejecutaron de 100.183 pesos en el solo ramo de uncantes y vestuario del
ejercito. durante los catorce aos corridos desde 1766 2 1780. Haraseles t>am-
bin cargo cn ella por 64 pesos, valor dc las bulas del bienio de 1774-75,
remitidas al corregidor de Piichacay y 201 pcsos por otra partida remi&
da a Valdivia con un tal Antonio Vargas, >- cuya remesa se compona de
cirnciient,a bulns (le difuntos dc a tres redes cada una. rusrenta y nueve
de composicin de a trece reales 11 Indio p doscientos de a cuatro reales.
El total dcl cargo por lidas msl vendidas o de que no se daba cuenta, cra de
1,068 pesos, y pueden verse los pormenores en el proceso referido que se
conserva en el archivo de la Contadura Mayor de Santiago.
Cuando estall la revolucin de 1810 cl tribunal de la Santa Cruzada no
se hallaba, pues, en olor de santidad entre los cliilenos, y cay al suelo por
su propia virtud, como todos los grandes abusos, todos los grandes fraudes
y todas las grmder. imposturas.
El gobicrno reaccionario de OHiggins hizo un esfuerzo para restablecer
aquel impuesto en 1817, bien que despojndolo de sus farsas y profanacio-
nes, como el hando de los coscornbas, la adoracin que t e d a lugar en San-
to Domingo, etc., etc.
Pero la revolucin haba de tal modo derribado aquel negocio, que el
nuncio Muzzi, al tiempo de dejar el pas, lo aboli en su forma y en su fon-
do, por u n rescripto memorable que tiene la fecha de Valparaso, Octubre
20 dc 1824. Por aquel, se dispuso sabiamente que la bula se pagase en una
limosna voluntaria a los pobres u obras pas, cal arbitrio de cada cual,
(dice el resrripto).
Pasaron as los aos, con gran satisfaccin de las almas y alivio de 10s
pobres, cuando el obispo de Chilo, don Justo Donoso, movido de la falta
de hospitales que habfa en su diocesis y atribuyendo al decreto de Muzzi
un carcter temporal, tuvo a bien resucitar de propia autoridad el aboii-
do impuesto, creando un comisario de cruzada con el cuatro por ciento de
gratificacin, adems de sus gastos, y con un subcomieario en Valdivia.
Las miras del digno prelado eran loables. Pero si trataba de organizar un
hospital por qu no arbitraba recursos bajo este nombre, en lugar de re-
vivir una contribucin anticuada y sin aplicacin, cual era I s de h cruzada
wntra i n f i e h ? Qu tenan que hacer los enfermos con los moros, ni Ancud
360 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XVII

La mita, la encomie& y el repartimiento, no eran sino


tres diversos nombres aplicados a la esclavitud de los ame-
ricanos, que en todo caso no era sino una horrible explota-
cin del homkre por el hombre, del vencedor por el vencido.
Mas, como sohre este tributo, el ms antiguo y el ms peculiar
de la organizacin poltica y administrativa que los espaoles

en Jerusaln? Tuvo el discreto prelado, empero, la condescendencia de some-


ter su edicto al gobirno de Chile, y ste la inconcebible de sancionarlo. El
decreto supremo que prest esta aprobacin tiene fecha de 28 de Marzo de
1845, y lleva la firma del minist,ro del culto don Manuel Montt.
Pero la bula de Chilo era slo un ensayo parcial, si bien feliz; y por lo
tanto el ilustrsimo arzobispo actual de Santiago, apenas hubo surgido en
el poder, hizo gestiones en Roma para que se otorgase la ereccin de la bula
con imperio universal, eon todos sus privilegios y emoiumentos que haba
tenido antes de lu iridepericlericia. Sus ruegos no tardaron en hacerse or,
y de aqu vino la memorable bula de 25 de Junio de 1850, llamada Jnm
ab anno, por la cual Po IX restableci6 la bula de la Cruzada, sin m:is va-
riacin con la del coloniaje, que poner su administracin exclusiva en rna-
nos de los diocesanos, la de destinar integramente (as dice por dos o tres
veces textualmente la bula) para la conversin de los araucanos (que son
los infieles que tenemos ms a la mano) y la de limitar algunas de las inca-
lificables prerrogativas que concedan los antiguos, segn el precio que por
ellas se pagaban, especialmente la de la absolucin plenaria de todos los
pecados, aun de los reservados al Pontfice, por un confesor ordinario. Li-
mit. tambin a diez aos el trmino de la concesin.
Habra parecido imposible que aquella resolucin pontificia, que nos
volva a poner en pleno coloniaje, hubiese sido autorizada en Chile; pero
existe un decreto supremo concedindole el puse, con fecha 14 de Enero
de 1852, poca en que Chile se hallaba en plena rearcin. no slo eclesik-
tica, sino clerical. Firman ese documento, como presidente de la rephlica.
don Manuel Montt, y don Fernando Lazcano como ministro del culto.
Sin embargo, haca ya por ese tiempo catorce afios a que por una Icy de
dos renglones firmada por el ascdtico don Mariano Egsa en I s hcrttica
Valparaso el 24 de Mayo de 1839, se haba establecido en ioiJo S I C v i g ~cl
patronato nacional, conforme a las leyes de Indias!
Rigi, por consiguiente, con plena autoridad nacional la bula de Roma
desde 1852, bien que por unos pocos aos se administt.6, junto ccjn las es-
pecies estancadas, cn cuyo perodo, segn informes de sus factores, produ-
ra hasta 70,000 pesos en cada bienio. Nosotroj mismos vimos en esa poca
(1855) a una criarla de razn de la familia de los antigiios condes $e Quin-
t a Alegre. entregar a los factores del estanco m a t a l r y i t a con cirn rrws
que niandaba el umo por la bula de la cas.
Con todo, y talvez por esta indiscreta publicidad de cosas santas, pns6
luego la bulri :i una administracin especial sujeta al dioccsaco, quicr? slo
da cuenta, conforme a lo dispuesto en el rescripto pontificio, al tribunal
de la PropagatidaJide que reside en Roma, sin hacer por consiguiente. el
menor r'aso del gobierno <le Chile, no obstante de tratarse de una contri-
bucin nacional. autorizada por ste.
Tal es la historia fidedigna y breve (que alguna historia corta habzmos
de escribir para satisfaccin de crticos que ni cortas ni largas las escriben )
de aquel famoso tributo que hemos visto formaba parte del salario doms -
HISTORIA DE VAtPARAfSO 361

tko de log hRbhnte8 dr. V a i p r d m en 10s primeras REOS del agio xTIl.
Pero no par eslo queremos haeel cornentmioa obre Io que iievaamos refe-
rido, o m& bien extrrtctado de documentos autnticos, porque no somos
cmtmvemi&m ni menea herejes. Con tmh, no mncluircmos esta nota ilus-
tmtivfi sin consignar In8 siguientes conclusionas histrictta o filos6fir.s:
1.m Qua la revolucilin de la independenria, por HL propia virtud, extin-
guid la bula, de la. Cnim.de.
2.4 Que BU reaparicin en nuestra legslncin se debe exclusivamente nl
ciudadano don Manucl Montt, que la autvrizb dos we&, como ministro
y cornu presidente.
3.8 QUPlos chilenos p a e n , Bin saberlo, UD& mmtioeia contribiicl6n para
sedimir cautiyoa criaticinos, y haccr h guerra a loa injieles, poi io cual, lo
m.6.s 16gico y jwto aeda dar su producto al ministro dc B guerra para la8
campahe contra los araiicfinm, de cuyos infielre no BC ha convertido ja-
m& ano aulo, siendo peores b s pocas que BC fingen convertidos, que los gen-
tiles crudos.
4.8 Que as como cl jefe temporal del Estado no piiede Invertir ni rin-
cuenta centavoa de 10s iLinero~de la nacin riin aujetarsc a presupuesto y
L h crrentm d~ jntwdhn, el jcfe espiritiral no da cuenta L nadie de cincuenta
a mds mil ppsoa eade ao. Y cuidodo con pedfrda!
5.a Y wta CF:b ltima y mds pi+Qpiede esta historia, que los dos grandes
rctos ecl~i8~tiros-polticos recordados en la pi-esentc not:t, esto 08, la ubn-
hX6n de h hula en 1824 y la prochma&b del jwtranratu m~o?oanlen 1889,
tuvieron l u p r en la clkice ciudad de Vsipardso, sin que por BSO pueda de-
time que la ltima e d & contaminada con los muchos herejrx y hwmkrcm
que iz hahitan.
(1) YFsc la Hisstoria de Saniiagci. La mito, Ihrn&hwF:r a p T h i e n i o , pm-
que los indios sc repartjnn n los c o n q u k t d o r e s , y ~ l ~ O W k ? f < hpS o q u ~la8
autoridades 10s encum~i~dolmn,~por fcirmula, n su celo cristiano, y en rea-
lidad, B m dcaenfremda coilima. El derecho de b miia repomba dmointn-
mente en el principio de que todo cuanto contenia e1 nuevo niundo, ani-
~ I P J , drboies, hombres, m e t a h , yerbas, msres, perlas, etc,, C T I ~propiedad
pmmai, casu del rey, eegn io haba dpchmdo por BU huh citada AIejan-
dro T. Y tan cierto era eat0 respecto d e los mres humanos, q u p treinta
afios mi28 tarde (1637), PI papa PahIo 111 crcy6 neremriu declnmr por una
buh no menos c.4lchre que quCiilla, que IDS indigenits de Amhica m n
hombres.
362 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKEMNA

mnehe y autoridad con laa rsclamm y pmEca&ness. del fa-


moso obiqm de Cbiapm, quien, por d fanatimo de protegm
a, predicaba abierhmente la m k i t u d de otra.
En al F& cultivabm lm haciendas de ahcar d d e l a
bkmw de Pizano y de La G w , pagando un moderado
dereoho de imporhei6n. Chile, m p e r o , debi a BU clima la
ventura de su amencia, porque s10 ise les empleaba en los
quehame dmhtiem, y ere l~ venda, =Segun hemm ya vis.
to, PW piezas y no por ma& m o en lm reinos mintis.
Aqnellas RQ tardaran, con todo, en atrmemr pur su suelo,
en su rnelaieoli~peregrhwin de Guinea a Lima, va Bu+
nos Aires, Mendom y Valpmam, donde, a Ia postre del W-
timo siglo, hfzoee preciso &mir uz1 espam=iaso gal96n para
hwpdar'es, a ejemph del que en el antmior haba constnif-
do el cande de C h h e h h en el bamio de Lima llamado Ma-
lambo. Es%& todavvia un aduar de Africa edificado en uno
de 110s marteles septentrionalc de aquella, singdm ciudad,
nueva Babiloukt de la Amrica espaola.
La contribuciOn que pagaban loa bosalas al tesoro real va-
ri cm Im tiempos, pero en e1 siglo XW1 fijhse la tam PET-
mancnte de i,ntroduecih en nueve p m por cabeza,. Antss,
--
El mihyo o indio de mira era, PUES, e2 obrero nico p universal de las FO-
Ioniae eepnfiohs, siendo todos los demds hidwlgos, sinfinirno dc ociosos. A d
h&a miin d e coca para cultivar esta pianta en hs mtmcias del rey, que
hacia de EU cultivo y de su vent,in un infame monopolio; mita de obraje$,
o de telarm7para fabriwr bayeta y pxfios burdos por cuenta de1 rey, como
los que hubo en Mdipilla; mita dc hmene* o inclioa d e carca; w d c s de &as-
q ? w o indios correos; miia de perlas, para busear &tne en e1 fondo del mar;
mifn de huncm, para explorar estos sepulcros. la mitad de cuyoe huacoa o
utemilios P delns d c plata y oro pertenecan al rey; mita de y a m c o w 8 o
indioa de servkk~dnmktko, y por ltimo, y sta era 1s mda terribk de to-
dm, 18 r n k de minins, que dcvnr la vida de millones de sbarFgenes. La
mita, bajo BUM diversas faces y denominacionea, ~610fu6 abolida dpfiniti-
vamento por h a Cortes constituyentes d~ Eapaa PI 9 de Y'oviernbre de
28!2. El tflhato lo habfa sido i w l m c n t e el 13 d r Marzo de 1811.
Ln mito de PotoRf ornipaha en ticmpo de1 duque de hhtts (i6Sl)h a p
ta veinte mil Paclavos y muchos de stos man arltiicmos, y casi otro tanto
aueedta, en la de azogue de Hurtncavelica.
No ea fuera riel rma recordar aqui que BRtos doa emporio8 de la riqueza
de la Amrica del Sur, que Be ddmn estrechamente la mano, fueron den-
cubiertos caoi contemporheamonte y d e una manera a d l o p ; 1s primera
en 1545 por el indio Gtitilpa, qup cazando m la^ sierrrts de Chmcas, c u d
Godoy en ha de Atamma, se a& de las mmaa de un arbuRt0, cuyo asiento
era l? vena de-plata de Is Deaclsb&two, o veta real. Descubrib la de Buan-
caveha e1 indio Navencopan en 1568. h s indigenaa 8610 conocan e1 uer-
mlldn, de azogue, que lkmaban llimpo.
HISTORIA DE VALPARAfSO 363

Ius lJL,-adores exhiban en el Callao dos pesos para el al-


calde de la Santa Hermandad, y al pasar por Cartagena cun-
tribuan con seis reales, para pagar las cuadrillas que se em-
pleaban en dar caza por los bosques del Darien a los negros
fugitivos, llamados ciniarrones. Esta renta se di al principio
en arrendamiento, como todas las dems, y se haca por me-
dio de asientos con los introductores extranjeros, que fueron
alternztivamente en el siglo XVI los portugueses, la Casa
de CAnova, y a la postre los franceses. Por una real cclu-
la de 30 de Rarzo de 1635 el tributo de entrada que paga-
ban los negrero< dej d? ari-endarse y se incorpor diicrta-
mente a la corona.

XIX

Las tierras de la Amrica se haban adjudicado a sus po-


bladorrs por principios enteramente anlogos a los de las
minas, las huaeas, la coca, los hombres, los negros de Bfri-
ea y denihs enseres de la conquista. Hasta el ltimo palmo
de aquel mundo era del rey. Porque, a virtud de la Imia de
Alejandro VI, sostena aqul que haba heredado ntegro los
derecha de los mberanos gentiles, y como bajo el cetro de
&os, especialmente de los Incas, el suelo perteneca a la ?o-
rona, otorgando los ltimos u n derecho precario y temporal
a sus sibditos sobre l, pretendase igual dominio por los
prncipes cristianos. He aqu el origen oonsititutivo de toda
la propiedad territorial en Amrica, p por ello las autorida-
des locales hacan siempre las mercedes de tierra rii nombr-
del rey y como \us delegados.
As repartise Chile, como un reino I V C O , entre dos mil con-
quistadores; y as ha continuado, ms o menos, adjudicada
hasta h o y da. Pedro de Valdivia cuenta que hizo la rspar-
ticin por lebos, que es el nonibre indgena de Tios, y esta lar-
gueza de prncipe representa un conquistador por cada valle.
Los puebloy de indws en que se fueron agrupando ms tar-
de a los despojados, eran slo una excepcin, o ms bien, una
limosna de los castellanus. Lw otrw quedaban dispersos en
las estancias, p se les di al principio el nombre de indios de
364 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

encomienda y despus el convenciimd, pero inexacto, de in-


quilinos.
Con todo, duraate el primer siglo dc la conquista, aquellas
asignaciones territoriales se hicieron ad libitum, p sin ms
tasa que el favor de los funcionarios pblicos en ca3a reino.
Pero el cpido y jams saciado Felipe 11, a pretesto de estar
a su cargo la defensa de la cristiandad (as dice testual-
niente su pra,mtica) dems de sus reinos, orden al virrey
don Garca Hurtado de Mendoza, desde el Pardo, cl l.Qde
Noric)mbre de 1591. que las tierras vacas se enajenasen a t-
tulo oneroso. De aqu otno ramo fiscal de rentas, y el origen
de aquel tributo o capitacin en que se modific ms tarde
la mita, y que slo hace veinte aos desapareci en el Per.
E n Chile, si bien bajo una forma mucho ms benigna y di-
simulada, llamada sancillammtc en los campos el servicio,
se conservan todava sus vestigiur,. Los iriingacos son otra me
moi-ia de la mita o minga antigua (1).

XX

Como en las colonias no hubo propiamente industria, si he-


mos de exceptuar la de las m i n a , no fueron dueos los es-
paoles de aplicar gabelas especiales a sus variados ramos.
Empero, hemos ya visto que a los telares indgenas se les so-
meti al tributo de la mita bajo el nombre de obrnjes, y en
stos se fabricaban toda? las mercaderas que se llamaban de
la tierra, especialmente los paos burdos y jergns de Quito,
y los lienzos de la provincia venezolana de T O C U ~qu3
O , aun-
que transformados por la industria inglesa, y reducidos a un
dcimo de si1 antiguo precio, llevan todava aquel nombre.
Las manufactwas importadas de Europa eran slo conocidas
con el nombr.2 de ropa o efectos de Castilla.
Pero a falta de progresos a qu salir de travs con los im-
(1) E1 tlrrrrho dr roi/.firnzncio;ies de tiriros, qiie as so Ilnm~!m 1 2 t o m a de
razn del i t d o por r! qiir se concedan y la anroharicn (ir1tapitfin general
o del virrey, r r a s6lo una nimicdad. E n Chilc se robraba a virtud de u n a
R . C. de 15 de Ortiibrr d e 1751. y segn el ordc7i.i?~icrtfno tiirrita de rn-
tratlxs y gastm hecho.: por los tcsorcros de 13s Cojas rto!es r!r Chile e n 1769
(cuyo intcresantc d o i n m e n t o . as como muchos otror nn5loons ruistr cn
la Contadi,ric Mnlyor de Santiago) produjo en ese afio slo 223 pcsos 5 ;
redes.
HISTORIA DE VALPAR-4fSO 365

puestos, los delegados del rey en Amelica tenan fijos los ojos
en el ms leve sntoma de collsulllo que asomara en las cornu-
nidadss ilierres y perezosas que caan bajo su mano, siquiera
fueran aqu4llos la expresin de un pasatiempo, el vicio mis-
mo. Y en el instante que esto suceda se presentaban los alca-
balerm a tasar el nuevo tributo.
&Gustabanlos criollos ammicanos, por ejemplo, de la yerba
indge3a llamada del Paraguay? Pues en el acto se la suje-
taba a gabela ( 1 ) .
&Necesitabanlos indios del estmulo tnico de la coca pa-
ra sostenerse en sus rudac labores? Pues ya vimos que la
coca estaba grabada con una alcabala superior a toda otra
mercadera, aun las ms valiosas.
&Consumanvinos y aceites los habitantes de los pases tro-
picales? Pues o se les prohiba absolutamede la p!antacin
de la TTid y del olivo, como se practic wstsntemente en M-
xico, C m t r o Amrica y Tiarra Firme; o se vedaba con seve.
ras penas e! que los pase3 vincoles exportaran sus caldos,
o por ltimo, se gravaba esta industria primitiva con un dc-
recho especfico (1).Hzsta la aloja, bebida domstica de los
americanos y de los rabes, se la quiso someter a renta, aun-
( I ) Por el inters que puliera ofrecer a los aficionados a esta bebida, tan
discutida por su giisto y sus efectos. h aqu I n opinin de uno que parece
le pagaba culto a rnediados del siglo XVII:
.Esta es una yerva muy medicinal y vomitoyia, dice til oic!or Esrclona.
Benefciase en la provinria drl Paraguay por los indios y no en otra jiartr;
porque slo all se da; pagan con el!> s u d tributos y la ccintluwn a Potos
y otras partes dcl distrito de Charcas cionde se frecueiita rnucho i.1 tomarla,
tanto conio el chocolate en Xuera Espsiia; purga el cuerpo de toflos los vi-
cios y malos humores dc que adolece: porque con detenerla en el estmago
un ciiario de hora, le trasc-ga y le saca las flemas y cleras. El modo tie to-
marla es 1 1 m ~ enr infwin una o n o ~(lo:; tlc clla por cspacio (IC un cuarto
de hora, moii!la >- rcrnitla y en tres o cuntro azurnbres de agua caliente, al
primrr hervor que FC bebe y vurlven en otras tautas veces ir echando y
compartiendo cn cada una tie ellas p e n e de la dicha iniwin. Es general
la opinin en ar~iie!!:~rcgi6:i. qiic San Bsrtolom la mostr y descubri a sus
naturales. Co:io&ndo sil in!I:ortanc,ia C. SI. y su comercio y gasto, man-
d imponer sobre ella nlqiiii derecho, pc.i'o no sc ha dispuesto por lo imprac-
ticatile, mediante srr cosecha de indios y poco su inters y su trajn de in-
cierta y difcil averiauacin..--(Gro~~lac.io, pcg. 2 3 3 ) .
Respecto de Chile ya vinios (Historic7 d e S m t i a g o ) como el ~ ~ ~ o ~ i i p o ~ i o
d e la yerba caus un alboroto miiy semejante a un motn en 1776.
(I) Fu ste el dos por ciento, segn una real cdula de 28 de Diciembre
de 1634, la que, por su inmediata coneccin con el comercio de Chile, vol-
veremos a recordar ms adelante. Esta contribucin, aunque nominal
en nuestro suelo, fu abolida por las cortes espaolas el 9 de Febrero d e
1811. (Vase la nota del tomo 17 del lib. 4." de las Leyes de Indias).
HISTORIA DE VALPARASO 367

Fumaban los exquisitm tabacos de sus vegas? Se cre el


Estanco.
&Losmineros de Paseo y P o t d , de Osorno y hdacoiio,
de Guanajuato y Real del Monte, se entmgaban al deleite de
los naipes, pasin esencialmente americana, como la del aj,
la del mate, la del s o l i m h ? Los naipes eran declaradus in-
continente parte del patrimonio del rey, como la yerba y ei
albayalde.
;Litigaban los colonos, por ltimo, jugando a las pleitos
como otros jugaban a las cartas? Y como aqulla era una pre-
disposicin tan genial de nuastra raza como las que acabamos
de nombrar, y ms persistente, segn p u d e observarse toda-
va, aclimatse en todas las paswiones ultramarinas de ia Pe-
nnsula el p a p e l sellado ( 1 ) .
XXII
Crerom tambin otros im,pue&os de una naturaleza pu-
ramente judicial, como el que acabarnos de nombrar. Y fue-
ron stos (sin contar el infinito aramcel de los curiales), los
los llanos, o no es menester, como en las provincias, que llaman de arriba,
desde Potos hasta Lima por ser de temperamento fro y rgido.
CDbase por la dicha ciudad el permiso de traer nieve a ella de las tie-
rras de Canta, cuatro das de camino, a persona particular que pagaba su
procedido con cuidar del aderezo de la alameda. Y esto dur mucho t,iempo
y en muy corta cantidad, por ser menos frecuentado el beber fro que en
estos tiempos.
.Creci la poblacin y al mismo paso el apetito de beber con nieve, por
ocasionarlo los ardores del verano, y llegando a ser muy cuantiosa la canti-
dad cada aio que se recoga de su venta: de:ermin AS. .If. incorporar cste
gnero en s u r e d corona, declarndole por derecho real y prohibiendo que la
dicha ciudad, ni otro particular la pudiese vender, arrendar ni adminis-
trar, y as despach orden ltimamente a1 virrey conde de Cliinchon, go-
bernando aquel reino para que trajese en pregn y venta la dicha nieve y
aloja, dndole a quien mcis cantidad diese por su estanco en almoneda
pblira, para que su procedido se remiticse por cuenta aparte para pagar
los gastos del palacio del Retiro.
.Hubo algunos que ofrecieron muy grandes cantidades, y entre ellos
quien lleg a (lar rien mil pesos, pero pnrecictiole al conde que S . b l .
sera mds aprovechado y servido en el temporal 7.rrendamicnto de ella qiir
en su perpctua enajenacin, di6 asiento a esta rent rrendhdola puntual-
mente con la aloja en ocho mil pesos cada aiic, coi ieranza de que eon el
tiempo vendra a ser mucho mayor, en que se J-&ira el adagio castellano,
ser mejor renta que venta..
Segn el virrey Gil y Lemos el estanco de Ir n e se estableci en J h n a
el 15 de Noviembre de 1634. E n 1789 estaba airentiadado en 7.200 ps.;
pero en tiempo de aquel funcionario (1796) su remate subi a 16,200 ps.,
esto es, ms del doble.
(1) Segn Weiss, tuvo esto lugar en 1637.
368 OBRAS COMPLETAS DE VICTJA MACKENNA

que se llamaban penas de cmaras, cornisos, y el inagotable


ramo de multas, que decretaban a su voluntad los oidores en
BUS estrados y los funcionarios polticas en sus bandos. LG
ms peculiar de aqullas, sin embargo, fu la que se llam
de las mal y quinientas, y que aunque algo posterior en fecha
a la poca de que nos ocupamos, no dejaba, por esto, de per-
tenecer a la vasta coleccin de los absurdos y tiranas del fis-
calismo peninsular. He resuelto (dice Felipe V en una real
pragmtica del 7 de Marzo de 1712, de la cual tenemos a la
vista un autntico traslado), he resuelta que de aqu adelante
malquiera persona o personas que intentaren el recurso de
nulidad notoria para mi Consejo de las Indias, slo por el
hecho de p d i r provisin en l para que se traigan estos au-
tos, antes, la parte que le interesare, ha de dar fianza laga.
b n a y abonada, si fume para los tribunales subalternos, y
mil a c u d w de plata si ante el Consejo de Indias.
Lo ms singular de esta disposicin, que por s sola hacia
imposible la justicia, no era, eon todo, lo que acaba de leerse,
como regla general, sino que 1s primera y ms generosa de
sus excepciones se referia a los pobres, como si stos pudie-
ran alguna vez hacer llegar su voz al Consejo de Indias. Mu-
cho era que la oyeran las antiguos oidores de Santiago m su
sala de acuerdo del palacio de las Cajas, cuando aqullos gri-
taban en el rollo.. .

XXIII

E n 1;; parte puramente administrativa del gobierno colo-


nial, los fiscalistas de Espaa haban metido tambin sus re.
buscadares dedos, y por medilo de un singular arbitrio, que
se llamaba media annata (la cual se paga todava en 10s gra-
dos de ciertas profesiones), se desfalcaba a todos los empleados
pblicos de Amrica, en el primer ao de su nombramiento,
la mitsd de la renta de ste, y de aqu la denominacin semi-
brbara de aquel impuesto.
Pagbanlo todas las jerarquas, desde el alguacil al iirrey,
y as riconteca, que oomo en los presentes tiempos suele dar-
se a un empleado que va al extranjero la mitad del sueldo
de un afio para ayuda de costas, en el &tema americmo se
HISTORIA DE VALPARAESO 369

la quitaban, siendo las costas mucho mayores. Los empleados


eclesisticos, siempre privilegiados, pagabam slo el sucldo de
un mes, y de aqu la contribucin de la m e s d a .
Otro de los anbitrios de este gnero, explotados por la Es-
paa, era la escandalosa venalidad de los oficios pbliccs que
establecieron los dos Felipes, el rey monje y el rey comedian-
te del siglo XVII. Antes y despus, los destinos se daban en
Espaa por el s o b m o o los empeos, que son y han side. una
especie de soborno moral en todo el mundo. Mm, aqullos sal-
timbanquis coronados, oprirmidos por la ansia famlica de sus
privados o de sus queridas, dispusieron que los puestcs ms
responsables de la nacin, o de la ciudad, se vendiesen en
almoneda pblica, que era como tirar a las plazas la tnica
y el pudor de la monarqua y de la patria.
Ya en otro lugar hemos contado que el mercader don Juan
Andrs de Ustariz compr la presidencia de Chile a E'elipe
V en reinticuatro mil pesos para reponerse de un quebranto.
Y bodma, a entrada de este siglo, un joven criollo, coiiocido
por su fastuo y su galantera (don Antonio Urmtia y Men-
diburu), hizo viaje a la Pennsula para comprar una capi-
tana de guardias en catorce mil patacanes. Pocos das des-
pus, la Junta revolucionaria de Santiago le hizo, empero,
teniente coronel, y esto, dighmoslo de paso, no cost al biza-
r r o caballero ni un adarme de oro ni una gota de su sangre.
Generalmente, estos honores y las ventas a ellos anexas se
compraban con cacao, como ciertas canongrts de la catedral
de Santiago, y en casos crticos con sendas talegas acomoda-
das en armariw, cual, es fama, psolo por obra con un Mi-
nistro d e Espaa el clebre Gemes, conde de Horcasitae, vi-
rrey da Mxico.
En verdad era tan natural la ddiva, si es que hemos de
concederle nombre tan benigno, en los negocios pb!icos de
Amrica, que cuando el ilustre ministro de Carlos 111, don
Jos ds Glvez, de cuya alta probidad no se ha quejado la
historia, pas a Mxico a arreglar la hacienda pblica, los:
mineros y mercaderes de aquel virreinato le regalaron d03
millones sonantes de pesos, y l no tuvo empacho aleauno 8x1
recibirlos.
Historia de Valparaso 24
370 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XXIV

Con relacin a aquel gneno de contribuciones, que no tie-


nen propiamente el carcter ni el alcance de un tributo one-
roso, sino la retribucin de un servicio, cual el de la fabrics-
cin de la >moneday el de correos, por ejemplo, no ha lle-
gado todava para nosotros la hora oportuna de recordarlos,
pues uno y otro fueron adquiskiones del siglo siguiente. En
el que hemos estado viviendo y haciendo vivir al leetor, im-
peraban todava sin rivales la plata macuquina, y los chas-
quis a pie desnudo, si las e s t a f a corran por el continente,
o los maestra de las naves, cuando su despacho era mad-
timo.

xxv
Respecto de las que hoy se llaman con mal disimulado en-
cono contribuciones urbanas, y que no obstante la pblica
aversin acusan un progpeso o un placer, como la luz, I n
guarda, las veredas, d agua, la nivelacin, etc., las ciudades
espaolas no conocan ninguna y no las pedan, ni las envi-
diaban, porque rales p i s o comprarlas.
Sin embargo, como algunos peninsulares ejercitabar! la in-
dustria llamada de pulperas, tasraase stas para cada pue-
blo, cm 1631, tocando quince a Lima, veinte a Potos, cuatro
nicamente a Santiago (tan miserable era en aquella ccyun-
t u r a ) , y en esta proporcin a las dems. Cedase, por lo co-
mn, el monopolio de este ramo a ciertos favoritos, y espe-
cialmente a las viudas de los antiguos militares (1).Ttodos
los dems permisos se vendan generalmente por asier,fo, ec
decir, a un asentista o rematante, y all columbrbase ya el
moderno impuesto de patente, que, como es justsimo (si es
que ha de aplicarse al adelanto de las localidades a que se
exige), no lo conocieron ni lo practicaron las espaols.

(1) Real cddula de Felipe IV, expedida en Madrid el 30 de Mayo de 1631.


El derecho, o como es ms propio llamarlo, el monopolio de las pulperas
fu suprimido por los constituyentes espafioles el 12 de Marzo de 1711.
HISTORIA DE VALPARAfSO 371

XXVI

Haba tambin un sinnmero de gabelas, algunas tempo-


rales y comunes a todas las colonias, coni0 la clebre de las
cuatro millones para reedificar el palacio real de Madrid, o
l ~ l e como
s la llamada de San TeZmo, que pagaban los bu-
ques a, una escuela nutica de este nombre en Cdiz. o la
de S a n Francisco Xolano, que estuvieron erogmdo los n a v b
ros del Pacfico, destinada a la canonizacin de este santo,
patrn de las Indias, o por ltimo, las que consistan en sub-
sidios extraordinarios a la corona, como la de los cientos, que
era un aumento de dos por ciento en la alcabala (1), y la de
nzilloncs. que se votaba por las cortes sobre los artculos de
consumo, como u n donativo extraordinario.

XXVII

Chile tuvo tambin una contribucin especial de este gne-


ro, que se llam de balanza y tajamares, verdadero pao de 1-
grimas de la colonia, segn en otra ocasin le hemos llama-
do, y la cual, establecida en 1662 en obsequio de la seguridad
de Santiago contra las inundaciones del Mapocho, se cobraba
en la romana de Valparaso, a razn de u n cuartillo por cada
quintal que se exportaba. Y de aqu su doble nombre, por el
objeto a que se destinaba y el arbitrio de que se servan para
percibirlo.
De los ramos puramente locales, como los pontazgos, el ramo
de tendales, el impuesto de peletera y carnes muertas, y en
fin, todo lo que constitua lo que se llamaba propws y arbi-
trios de las ciudades, no hablamos aqu ni hacemos tampoco
crtica alguna de ellos, porque acaso eran los nicos que tenan
cierto hien positivo que legar a la colonia, desde que en ella eran
consumidos. Igual ventaja atribuimos al ramo que se llamaba
de vacantes, denominacin aplicada a los sueldos de los obis-
pos, cannigos y otras asignaciones del diezmo que dejaban de
percibirse, as como los proventos llamados espolws, por muer-

(1) Establecise &te en 1639 bajo Felipe VI, pero fu aumentndose en


tal proporcin en 1642, 56 y 64,que lleg a representar un conjunto de ca-
torce por ciento de gravamen (W&s, opsculo citado).
372 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

t e de los beneficiados, y la venta d.e los empleas consejiles, es-


pecialmente l,as varas de los regidores que en Santiago lle-
garon a valer hasta trescientos pesos, con derecho a perpetui-
dad, a miis del pomposo ttulo, tan envidiado de nuestros abue-
los: el mestre de campo ( 1 ) .

XXVIII

Tal era en su conjunto el plan rentstico de la Amrica es-


paola, y a pesar de su variedad infinita, de la desproporcin
de muchas, de la injusticia de otros, de la ceguedad y absur-
do que prevaleca en los principios reguladores de todos, pre-

(1) E l mds peculiar de los impuestos puramente chilenos era el llamado


de Balanza, y establecise voluntariamente por los vecinos de Santiago a
principios del siglo XVI, con motivo de las frecuentes avenidas del Mapo-
cho y con el fin de acopiar fondos para construir y mantener los fajamares,
y de aqu vena que se llamase r a m de balanza y tajamares.
Suspendise por algn tiempo con motivo de la ruina total del pas oca-
sionada por el terremoto de 1647. Pero quince aos ms tardc (1662) vol-
vi a restablecerse, no sabemos si voluntariamente, aunque el rey lo apro-
b por cdula de 20 de Julio del ao subsiguiente.
Se dictaron despus varias reales cdulas sobre su administracin, espe-
cialmente la de 5 de Septiembre de 1665 y la de 18 de Diciembre de 1721
que estableci como deba cobrarse por el arqueo o capacidad mtrica de
los buques, regulado en cada cinco viajes. Carlos 111, a ruego de la ciudad
de Santiago, consinti, por cdula de 11 de Julio de 1767, que de sus pro-
ductos se invirtiesen anualmente cinco mil pesos en costear los sueldos de
las ctedras de la Universidad de San Felipe, dos mil pesos en la Casa de
Recogidas o de Correccin, y el resto en obras pblicas, siendo que por esa
misma poca (1769) produca de 15 a 16,000 pesos.
Por esa misma real cdula se aboli la J u n t a de Balanza que dispona
de esos fondos, y se dejaron al arbitrio del capitn general, como era ms
cuerdo. Por otra real cdula de 5 de Abril de 1790 se aplic a los propios
del ayuntamiento de Santiago, lo que era ms sensato todava, y en 1817
se aboli definitivamente, siendo esto lo mejor de todo.
E n cuanto a derecho de pontazgo, los principales eran el del ro Colorado
en el camino de Uspallata, en el que se cobraba dos reales por carga (cuyo
ramo, antes arbitrario, se agreg a la hacienda real por cdula de 15 de Ma-
yo de 1716) y el balseo del Maule, que a fines del ltimo siglo se remataba
hasta por 1,600 pesos. Una y otra entrada se destinaron al fomento de los
pueblos recin fundados d e Santa Rosa y Talca, y con ellas se construyeron
en gran parte las iglesias de la Merced y San Agustn en la ltima.
E l derecho de corambre o peletera, a que tambin hemos aludido, se im-
puso por el Cabildo de Santiago el 27 de Mayo de 1799 y se aprob por la
Real Audiencia el 23 de Septiembre inmediato, para la obra del canal de
Maipo. Segn su tasa, pagaba dos reales el zurrn de scbo, un real cada
Zia de charqui, un real cada cuero de vaca y medio real el de carnero. Y aun-
que esta contribucin se remataba en Santiago, se cobraba en Valparaso,
al verificarse su exportacin.
Respecto de la alcabala del viento, que era tambin una contribucin
local y consista en una especie de sisa, se cobraba de dos modos. E l uno
HISTORIA DE VALPARA~SO 373

cis0 es aadir que aun ms detestable y funesta que su misma


enormidad, era la manera como %eperciban.
Practicbase su cobro generalmente por asiento, es decir, por
medio de un pacto, que ni era muchas veces ajustado en lici-
tacin pblica, a virtud del cual se arrendaba a los particdit.
res los derechos de la corona, con 'absoluta prescindencia de
los empleados de la ltima.
Ese, y no diverso, era el sistema universalmente usado por
la Espaa en sus colonias, y (cosa extraa pero lgica!), ea
el mismo que hemos vuelto a ver sacado a plaza recientemente
en el Per, que, ya tenemos dicho, es el pas que ha quedado
ms genuinamente espaol en nuestro suelo, no obstante Aya-
cucho y el glorioso Dos de Mayo ( 1 ) .

era por encabezamiento o cabezn, pagando cada hacendado una cuota


anual por lo que venda al menudeo en sus haciendas; y el otro, erogando
cada cual el cuatro por ciento del valor de venta de las menestras al en-
trar a la ciudad. Como ejemplo de io que esto produca, resulta del libro
titulado Administracin de alcabalns en 1774, que se custodia en la Conta-
dura Mayor, que la mayor parte de los chacareros y hacendados del par-
tido de Santiago pagaban, los primeros, desde uno hasta cinco o seis pesos,
y los otros de diez a veinte y hasta treinta. E1 general don Andrs de Rojas
pagaba veintiocho pesos por su hacienda de Polpaico, y el conde de la Con-
quista un peso por una chScara que tena en Chuchunco. El mayor contri-
buyente de todos los propietarios rsticos del partido de Santiago, era el
alfrez real don Diego Larran, que erogaba cuarenta pesos por sus dos
haciendas de Colina.
En cuanto a lo que se pagaba en las casuchas de los alcabaleros, a la en-
trada de los caminos de Santiago, h aqu algunas curiosas partidas copia-
das del mismo libro:-*Don Jos Grs por 20 cargas de harina, a razn
de 1 real cada carga, pag 20 realcsn.-aJunn Bermiidez por 4 fanegas de
alpiste, a 1 peso la fanega, pag 1 real~.-~Manuel Ibaez por 24 fanegas
organo, a 8 reales faneqa, pag un realB.-Hay tambin otras partidas,
por 11 fanegas de cominos vendidas en 37 prsos; por 700 libras de cobre
labrado, a 3 reales libra; por 21 cargas de pescado seco, e innumerables
bagatelas, pero lo principal es la harina.
Estas odiosas y ftiles gabelas, que comprendan hasta el pasto verde
que se traa a la ciudad para su consumo diario, fueron abolidas por el go-
bierno de Freire en 1823, y definitivamente diez ahos m j s tarde.
No hacemos aqu mencin de otras gabelas como la de los arancebs, que
haca cada ao el Cabildo para imponer los precios fijos a que deberan ven-
derse los frutos y las mercaderas; la de la tasa ?/cata, que sola hacerse para
tomar de cuenta municipal algn artculo de consumo que hubiese encare-
cido, quitndolo a sus dueos; la de visita de tiendas y otras, porque de to-
das ellas hemos hablado ya en la Historia de Santiago lo suficiente. Aadi-
remos, sobre la ltima, sin embargo, que la cuota que se pagaba a los fie-
les de peso y regidores por la visita, fu abolida en Santiago por auto de la
Real Aiidicucia de 3 de Julio de 1783.
(I) Vicua Mackenna alude a la gloriosa jornada peruana que tuvo
lugar en Lima el 2 de Mayo de 1866, durante la guerra que Chile y Per
sostuvieran con Espaa. - ( N . de los R.).
374 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACRENNA

De esta suerte, los virreyes de Lima arrendaron las entradas


de aduanas (el almojarifazgo, averas y otros emolumentos del
trfico martimo) al Consulado de aquella ciudad desde el
tiempo de Esquilache (1615), y en poca tan remota pag por
el monopolio el cuerpo de mercaderes, representado en aquel,
61,000 pesos durante nueve aos, obteniendo, como era indis-
pensable, triples provechos. Jzguese de stos por la sola cir-
cunstancia de que habiendo asentado el derecho de avera el
almirante Juan de la Plaza, en 1621, en la suma de once mil
quinientos pesos, le renda aquel asiento, segn confesin del
propio virrey que le hiciera este regalo, hasta cuarenta mil
pesos.

XXIX

Y no slo eran las rentas, sino los servicios pblicos ms de-


licados y responsables, como el de la marina, por ejemplo, los
cargos que se entregaban a licitacin por largos aos. De esta
manera arrend Esquilache al mencionado almirante la real
armada del l l a r del Sur, con el presidio del Callao, y sus
fortalezas, recibiendo como empresario administrador una sub-
vencin de 395,000 pesos cada ao. Aun propsose entonces por
el mismo prncipe ya nombrado, y a pesar de su prudencia,
acreditada por la crnica, que la guerra misma, que se soste-
na contra los indios alzados se diese en arriendo, haciendo
asiento, deca, con personas particulares que se encarguen de
hacer entradas a sus tierras. Y por esto se echar de ver que
el plan de hacer la guerra por acciones y sociedades annimas,
que e n varias ocasiones han insinuado los americanos del Nor-
te, no era ni tan moderno, ni tan ingenioso, ni tan brbaro,
ni tan ynnkee como se credo.
Tal estado de cosas y tal sistema solo vino a modificarse en
el siglo siguiente, gracias a la indomable energa y a la alta
probidad del virrey Armendariz. Aquellos contratos,-dice,
este celoso funcionario en su Memoria (pg. 232), debida, a no
dudarlo, a la pluma anfibolgica de su contemporneo Peral-
ta- aquellos contratos tuvieron su origen en el fraude, por
haber llegado antiguamente a tal los que se cometan contra los
registros, que pareci nico medio para evitarlo, entregar el
HISTORIA DE VALPARAfSO 3 75

comercio a el comercio y la seguridad a la defraudacin, a j w


tando en el ao de 1660 que corriese aquel con la administra-
cin de los derechos con el indulto del 7 por ciento en la ave-
ra, por el costo de las armadas del Sur y del Norte.
Una real cdula de Felipe V, expedida a 13 de Julio de
1724, hizo, en efecto, volver a la administracin de los teso-
ros reales el mayor nmero de las contribuciones de asiento.
Esto no obstante, algunas de las iltimas, o las alcabalas y al-
mojarifazgo, etc., continuaron en Chile arrendndose, como
los diezmos, hasta poca muy cercana a la Independencia, se-
gn en el lugar respectivo hemos de ver.

xxx
Acrcase, pues, el momcnto de cerrar este largo parntesis
abierto en la crnica puramente narrativa de este libro, a fin
de observar de cerca y con suficiente caudal de luz, la mane-
ra cmo aquellos dos monstruosos sistemas de comercio y de
hacienda pblica gravitaban sobre la ms pobre y abatida de
las colonias espaolas y de su infeliz puerto principal. Porque
es preciso no olvidar que as como Chile fu durante los dos
primeros siglos de su existencia, y bajo el punto de vista de
su comercio, no una colonia, sino una factora de la colonia del
Per, as Valparaso no pudo considerarse durante igual SU-
ma de aos sino un triste arrabal veraniego de Santiago.
Cmo se cambi todo esto sbitamente despus de haber
ejercido en la ciudad y en su puerto su influjo destructor, tal
es el instructivo espectculo, no presentado todava por nin-
guna historia general de la nacin, a que vamos a asistir en el
prximo captulo y los siguientes.
CAPITULO XXlll
LOS POSTREROS DIAS DE UN SIGLO

I
Cuando el ingenuo y candoroso jesuta Alonso de Ovalle de-
seaba que Chile, cuyo comercio componase nicamente en la
poca de su crnica (1646) de jarcia y mulas, de sebo y co-
cos, tuviese al otro lado de los Andes otro Lima y otro 10-
tos, para devastarle (as deca l) y dar salida a tanta abtin-
dancia como la que tiene de sus frutm, no haca ms que dar
forma de vida a una necesidad secular, cuyo aguijn sentimos
todava metido en las carnes de la nacin en cada ao que la
bendice el cielo con abundosa cosecha, en sus mieses y en sus
ganados.
Aquella comarca era entre todos los reinos de Amrica, por
sus analogas de clima, disposicin del terreno e ndole espe-
cial de produccin, idntica a la Espaa, as como por las fa-
cilidades que ofreca al expendio de los cultivos su magnfico
litoral, la que estaba llamada a ser lo que el Egipto y la Sili-
cia fueron para el antiguo continente, es decir, el depsito ina-
gotable de todos los consumos ms nobles a que paga tributo
la humanidad, sin distincin de razas ni de zonas, porque son
los elementos primordiales de la vida: el pan y el vino.
I1
Ninguna otra latitud del mundo nuevamente descubierto po-
da producir aquellos preciosos menesteres en ms abundan-
cia, con mayor sanidad, a ms barato precio y particularmente
378 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

con mejor disposicin de expendio y trfico, que los feraces


valles de Chile, porque todo su terrazgo era una costa y toda
su costa u n puerto.
E r a este su destiqto manifiesto, como lo es todava y lo ser
eternamente, mientras prevalezcan los principios de una eco-
noma liberal bajo las alas fecundantes de la paz. Y de tal ma-
nera suceda ello, que en das tan remotos como los del ao cle
1575, cuarenta aos despus del descubrimiento de Valparaso,
ya menciona la historia un cargamento de cuatrocientas fane-
gas de trigo que se exportaba a Lima por el Maule. E n cuan-
to al vino, hemos contado en que abundancia le encontraron,
casi en aquella misma poca (1578),los compaeros de Drake
y sus prximos secuaces, as como tambin dijimos en cual
ahundancia le bebieron. A la verdad qiie a los que descubren
el presente desde el fondo de edades ya fenecidas, el movi-
miento vincola que se nota desde hace diez aos en el pas, y
que se juzga iina novedad flamante en nuestras provincias cen-
trales, es solo un perodo de renovacin, calcado sobre la in-
diistria y el trhfico antiguos.

I11

Pero la poltica mercantil de Espaa, que hemos dicho con-


sista inicamente en atar postes de cadenas en derredor de
todas los pases de su monarqua ultramarina, para atajar el
progreso, no consinti de buen grado aquel desarrollo benfico,
y mand a sus virreyes ahogarlo en germen. Chile, a la verdad,
tan pequeo, tan lejano, tan desdeado como era en sus hara-
pos por la prpura de Espaa, haca a sta, sin pretenderlo,
una sombra tan alba como sus Andes. Era un reino de compe-
tencia ms que de consumo, y tan lejos de verse obligado a de-
vorar en la penuria las migajas de la metrpoli, poda, al con-
trario, i r creciendo como un rival temible en las producciones
ms valiosas de aquella. & Adnde se habra levantado la pros-
peridad de este presidio, si cuando la gran California del si-
glo XTT la argentfera Potos, que no estaba como la moder-
na ms all de los mares, sino traslomando sus fragosas es-
paldas, le hubiese sido accesible su colosal mercado sin las mil
cortapisas del monopolio?
HISTORIA DE VALPARAfSO 3 79

Tan persuadida pareci de esto la misma Espaa que desde


el primer siglo de la conquista se trabaj por el aislamiento
comercial de nuestro suelo y por la estagnacin de su poder
vital, consumido en el ocio de los claustros y en la ficticia lid
de las fronteras. Desde luego, y aunque lo que se llamaba el
reino de Chile iban a morir por el Oriente, muy adentro de
las Pampas, siendo Cuyo una de sus provincias, no tena en
toda su redondez lcitas mercados sino por el rumbo del Pa-
cfico, y slo en el limitado crculo de ocho das de navegacin.
Lima era seora y soberana. Las ciudades de Chile apenas
pertenecan a su servidumbre de recmara, y por esto no en-
viaban a sus recobas, sino el sebo y el organo, las gallinas y
los cocos. Buenos Aires era, por el otro mar, una puerta con-
denada de la Amrica, que sus sayones guardaban con vigilan-
cia de argos.
IV

Felipe 11, el mismo insensato que haba querido atravesar


una cadena desde una banda a otra del Estrecho, haba dispues-
t o en una de sus adustas ordenanzas, dirigida a otro seor tan
adusto como l (al virrey Hurtado de Mendoza, con fecha 28
de Enero de 159.2) que, si era posible, no entrase por aquel
rumbo un grano de semilla, una hoja de papel, una partcula
de aire, a sus dominios. Otro tanto volvi a disponer por real
cdula del Pardo, a 30 de Noviembre de 1595, y despus de
sus das reforzaron aquella acerba prohibicin su hijo y ni0
to, del propio nomhre, el primero desde Valladolid el 6 de
Abril de 1601, y el iltimo desde Lerma el 12 de Noviembre de
1612, prohibindose todo comercio con aquella posesin por es-
ta postrer real cdula SO pena de ejemplar castigo.
Alguna liberalidad, empero, mostrose al desaparecer el pri-
mero de aquellos monarcas, y en 1603 se concedi a la ciudad de
Buenos Aires permiso para exportar al Brasil y a Guinea, (a
trueque de traer negros) hasta dos mil fanegas de harina, qui-
nientas de tasajo (el charqui del Plata), y otras tantas de sebo
cada ao ( 1 ) .
(1) Vase I,os T-zojes de d4zora, edici6n trsdiicida por don Bernardino
Rivadavia y publicada por Varela en la Coleccin de documentos del Co-
mercio del Plata, vol. 2.0, p&g. 230.
380 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

Mas, an ddiva tan pequea, fu suprimida por la grita de

los mercaderes de la monopolista Lima que no queran mantener


entreabierta sino una puerta en Amrica, cual era Panam, eo-
mo la Pennsula guardaba la de Sevilla. Tena mandado, dice
el virrey del Per, don Luis de Velasco, en la memoria que es-
cribipara su sucesor en 1604 (y que es la ms antigua de
aquellas notables piezas que a nuestro entender se conserva),
tenamandado S. M. por cdulas que se cemam el paso del
puerto de Buenos Aires, y no se permitiese que por all fuese
ni videse hombre a Espaa, a fin de que no tuviesen noticia
de l los extranjeros, y en conformidad de ello, he hecho las
diligencias que he podido. Pero ahora, aade, de ao y medio
a esta parte, ha dado S. M. permisin para que pueda entrar
por aquel puerto un navo cargado de mercaderas o sacarlas
de la tierra (el sebo y tasajo mencionado) e tener trato con el
Brasil, de que no resulta menos inconveniente y perjuicio al
trato y comercio de este reino (el Per), porque, a ttulo de
u n navo, han de entrar otros, y aun quiz de extranjeros con
mercaderas prohibidas. Habr muchos robos y fraudes de de-
rechos Reales, y brese puerta a que por all se disfrute lo ms
y mejor de Potos, como ya se ha experimentado (1).

La voz del monopolio se hizo or. Y de aqu vino la real c-


dula de Lerma y sus severas penas arriba recordadas.
Por la espalda de sus montaas, Chile no tena pues nada
que esperar durante el siglo XVII, ni nada recibi. Tan misera-
ble, a la verdad, hzose el trfico y el comercio de los pueblos
de ultra cordillera, a pesar de cierto permiso de mantener dos
buques de cien toneladas que se les otorg en 1618, el cual se
ampli an algo ms por real cdula de 7 de Flebrero de 1622,
que el gobierno espaol hubo de retirar de Buenos Aires en el
ltimo tercio de aquel siglo (1672) y tan solo despus de cua-
tro aos de ejercicio, o ms bien de ociosidad, una Real Au-
diencia que all se haba fundado. El presidio de Chile con-

(1) Memoria de Velasco publicada en la Coleccin citada de Documentos


i d d i t o s del archivo de Indias. de Torres de Mendoza, t . 4.0. pg. 427.
3
d

I
a
a 8
d

3 c
v Y
HISTORIA DE VALPARAfSO 381

servaba, la suya, sin embargo, y todo poderosa desde haca un


siglo (1609).
Contra estas absurdas amarras puestas a la naturaleza, al
mar, a las leyes ms irresistibles de Dias, porfiaban, sin tre-
gua, empero, las corrientes subterrneas del progreso humano,
y poco a poco fueron cediendo a sus embates. All cuando
expiraba el siglo, cuyos am hemos contado uno a uno para
medir la perezosa lentitud con que crecimos, encontramos en
efecto en una hoja peridica de Espaa, que guardaron los
jesiitas de Chile entre sus libros, y con el carcter de una
fausta noticia, la de que el da 25 de Enero de 1674 haban lle-
gado a Cdiz, (con toda felicidad los navus de Buenos Aires,
que venan muy interesados ( 1 ) .

VI

Volvamos ahora los ojos en otra direccin a fin de estudiar


los problemas y explorar los caminos dtel dmesenvolvimiento mer-
cantil de Chile en los siglos de su esclavitud.

VI1

Por dar amplia salida a sus acerbos vinos de Catalua (el


clebre carlon de nuestros abuelos) y al sabroso aceite de SUE
huertos de Andaluca y de Granada, haba prohibido absolu-
tamente la Espaa desde que se descubri y pobl la Nueva,
as oomo sus reinos anexos de Guatemala, y el de Costa Fir-
-_
(1) As dire una de las primitivas gacetas de Espaa que se daba a luz
en 1604 con el ttulo de Notzcins Ordinarius. Consista aquella publicacin
en una especie de boletn de 16 pginas en 8.que circulaba todos los Mar-
tes, impreso por un Sebasti6n de Amendariz, y parecan dispuestas para
plegarse de tal manera que era fLcil inclurlas en las cartas. Por lo demAs,
las noticias se daban muy sucintamente, casi sin romentario alguno, comen-
zando generalmente por las de Constantinopla y terminando por las de
Venecia. De Espaa no se hablaba sino para contar lo que el rcy y su fa-
milia haban hecho durante la semana, PS decir, donde haban odo misa.
con quien haban rezado el rosario, etc. Reinaba a la sazn Carlos 11, el
Hechizado.
Los jesuitas de Santiago, tan prolijos en todos sus asuntos, tuvieron
cuidado de empastar muchas de estas hojas, primera forma del diarismo
en Espaa y en Amrica, y aun les aiadieron algunas Noticias que solan
llegar manuscritas. Puede verse esa curiosa coleccin en la Biblioteca Ns-
cional.
382 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

me (cuyo ltimo comprenda desde Veragua a Cuman) el


cultivo de la vid y del olivo. Mxico era pues u n gran merca-
do para aquellos coiisumos tan preciados como la ensalada y
la siesta en toda comunidad espaola.
Iguales prohibiciones se haban despachado para el Per y
para Chile ; pero felizmente, a virtud de la necesidad y la dis-
tanci,a, no haban sido obedecidas. De aqu brotaron las famo-
sas vias de la Nasca y de Ica, que hicieron clebre el piier-
t o que serva de salida a BUS exquisitos caldos moscateles (Pis-
co). Y de aqu tambin aquellos cargamentos de vinos rojos
que los piratas ingleses encontraban en rimeros de botijas de
greda a l o largo de la playa de Valparaso en los iltimos aos
del siglo XVI ( 1 ) .
P e r o en materia de monopolio, los reyes de Espaa no se
daban fcilmente por vencidos, y por una real cdula cuya
fecha era de 18 de Mayo de 1595 y sobre cuyo espritu bsta-
nos decir que llevaba el timbre de Felipe 11, se prohibi de la
manera m j s irrevocable que se llevase u n slo azumbre de &-
no de los puertos de Chile y del Per, a los clidos climas a
que Panam y Acapulco servan de mercado en el Pacfico,
cuya medida confirmaron en todo su rigor Felipe I11 en 1620
y su sucesor en 1628. E l Consejo de Indias, dice el historia-
dor Robertson, cuidaba tanto de que las colonias solo prove-
y m n a sus necesidades por medio de las flotas anuales de la
Europa, que para estar en seguridad relativamente a este

(1) Felipe I1 di6 las rdenes ms terminantes en 1.565 al famoso virrey


don Francisco de Toledo para hacer cumplir cstas prohihiciones, y volvi
a renovarlas su hijo Felipe I11 con el marqiihs de Montes Claros en 1610.
Pero como no era ya posible suprimir aquella indiistria sin arruinar las co-
lonias que las sostenan, Felipe IV, ms cuerdo en esto que sus mayores,
se limit a imponer a los caldos de Chile y drl Per el moderado derecho
de dos por ciento de que en otra ocasin hemos dado cuenta (Real CCdula
de 20 de Mayo de 1631).
Cupo al fiscdista conde de Chinchon hacer cumplir esta ltima, y al efec-
t o (lespacli, con el fin de plantearla en las provincias del Per, al visitador
Hernando dc Valeccia. Los chilenos, sin embargo, ms obstinados en re-
sistir a las gnhelns. o m h aficionados a las parras, no pagaron nunca, por
cuya razn Cnmilo Henrquez fuE ms elocuente que fidedigno cuando en
la tiror(1 cic.c*i3rnaiiacontra los tiranos que haban mandado arrancar de
raz 13,s viiias y los olivos de nuestros antecesores.
.41 coritraii;), en vista <!e lo difcil y costoso que era el trsfico de los to-
neles (le vino y de aceite por ei camino del Istmo, se concedi permiso rx-
preso para cultivar aqiirllas plantas en Chile y el Per por una Res1 Cb-
dula de 167-1,qiie es la ley l.*, t . 17, lb. 15 de la Recophcin de Indias.
HISTORIA DE VALPARAfSO 3 83

punto prohibi por leyes crueles y tirnicas a los espaoles del


Per, de la Nueva Espaa, de Guatemala y del Nuevo Reino
de Granada una correspondencia entre s que propenda ma-
nifiestamente a su prosperidad mutua. De toda la multitud dv
prohibiciones imaginadas por la Espaa., aade el ilustrado es-
critor ingls, para asegurar el comercio exclusivo de sus esta-
blecimientos de Amrica, ninguna es acaso ms injusta que la
que acabamos de citar, ni ninguna parece que ha producido
efectos ms funestos (1).

VI11

El desarrollo comercial de Chile por ese camino qued pues


completamente obstrudo casi junto con comenzar su primer
vuelo, y de aqu surgi aquella pltora de vino y de borrachos
de que se quejaba el padre Ovalle dos lustros ms tarde. Y
acaso es todava la misma que, subsistiendo intacta a la vuelta
de dos siglos, haba de hacer necesaria la invencin ms pere-
grina de que se tenga noticia desde los tiempos de No, el ca-
rretn de los bo~rachos,mueble nico en su especie en toda la
Mondez del mundo ( 2 ) .

IX

&Hacia dnde era dable entonces a a t a infeliz colonia de-


rramar el exceso siempre creciente de sus inagotables cosechas?

Quedbale un ltimo, si bien remotsirno horizonte, e1 de las


Moiixcas, tan solicitado por los espaoles, va del Estrecho y
del Mar del Sur, y el de la China, explorado incesantemente
desde los primeros das de la conquista por la inspiracin del
hombre del nuevo mundo en cuya frente ardi ms vvida la
antorcha del genio desde Coln a Bolvar: por Hernn Cortk.
-_-
(1) Historia d e Amriccr, vol. 4.0, P A ~ . 191.
(2) Alude el autor a una vieja rostumbre dc la poca, que sul)sisti en
la capital, en Valparaso y ciudades principales de Chile hasta ent,radas
del siglo XX: la de ir recogiendo, en un carruaje de la polica, a todo los
borrachos que dorman la mona en la va pblica, en das festivos.
- ( N . de los R . ) .
384 OBRAS COMPLETAS DE VICUSA
MACKENKA

Y cosa sigular y digna de profunda meditacin para los es-


tadistas. Era en s mismo tan obvio, tan resaltante, tan irre-
sistible, e1 principio comercial que empujaba el trfico de las
costas occidentales de la Amrica hacia las de la Oceana y
las del Asia, a t r a v k del dilatado y bonancible mar que las se-
para, especialmente en ciertas latitudes, que ya aconsejaba
plantearlo, en pleno siglo XVII, un sencillo jesuita chileno que
saba mucho ms de msticos milagros que de prosaica econo-
ma. El padre Ovalle escribi en su cronicn de Chile un no-
table captulo que lleva este ttulo: De la utilidad del comer-
cio de Chz7e con Pilipinas; y en sus pginas insiste calorosa-
mente con sus compatriotas a fin de lanzarlos en aquellas aven-
turadas empresas ( 1 ) .
Que las marinos de Chile (exclamaba a este propsito el
inspirado y animoso cronista) por dar salida a sus frutos, se
alienten a emprender este viaje, que todo sera comenzar, por-
que los tiles de la una y otra parte son t a l s , que comenza-
dos a probar allanarn el camino de manera que hacindose
ms familiar aquel comercio, crezca la riqueza de aquellos
reinos hasta hacerse muy poderosos, porque llevando de Chile
los fiwtos que faltan en Philipinas, podrn retornar en cambio
a Mxico, al Per y al mesmo Chile los de la China y Japn,
con que, sin sacar ninguna plata, ni oro de Chile, ni del Per,
sino reservndola toda para Espaa, con los fmtos de la una
y otra parte, se puede travar el comercio de manera, que en
pocos aos conozca la mejora de aquel nuevo mundo, con
que creciendo su riqueza se aumentar la del Rei, y sern

(1) Estas ideas no eran antojadizas ni ocasionales en el procurador c!e los


jcsutas en Roma, quien con decir que tuvo este ttulo, daixos a entender
que sabra algo de iaegocios. AI contrario, parece que haba hecho algn cs-
tudio sobre el particular, pues ccnsura a la Espaia por su empecinamien-
to en sostener su comercio con el . h i & va de Acapulco y Panam6, en cuyo
ltimo puerto le aseguraron, cuando iba de viaje a Europa en 1640, que en
uno slo de sus hospitales se mostraban inscritos en los roles m:s de cator-
cc mil muertos, al paso que a Portobelo lo llama w p u l t u r a de europeos>).
Su plan era que este comercio se hiciera por el Estrecho, rccalando en
los puertos de Chile, en cuya travesa las naves de Espnia emplearan slo
ocho rmscs dcsde sus costas a las de las Molucas y Filipinas. E n oposicin
a esto citaba los cmcs de las desastrosas navegaciones de los holandeses
por el cabo de Buena Esperanza, una de cuyas ms recientes (la. de Geral-
do Rcinst) haba tardado diccis6is meses hasta Batavia y la otra (la de
Adriano Vcnferi) (Y) diecinueve meses, muriendo, a ms, en la travesa,
163 del total de 200 que componan la tripulacin de su nave.
HISTORIA DE VALPARAfSO 385

mayores los envias d e plata en los galeones y flota y quedar


todo bien proveido y acomodado y las cosas del servicio de
Dios y del divino culto mas adelantada& ( 1 ) .

XI

Algo, a la verdad, se haba hecho por los chilenos en busw


de alguna solucin a su eterno estagnamiento antes que un
hijo de Santiago la indicara desde Roma, pues es un hecho
histrico ya averiguado que cuando ocurri el descubrimiento
del Cabo de Hornos por Guillermo Schouten en 1616, y ms
particularmente desde la exploracin de los hermanos Nodal,
que confirm dos aos ms tarde la existencia de aquel paso,
se hicieron gestiones en la Corte para entablar el comercio
directo de Espaa con los puertos del Pacfico. Las intrigas
de Lima, la influencia todo poderosa de Sevilla y ms espe-
cialmente las reclamaciones de la Audiencia de Panam, es-
torbaron por entonces la realizacin de esa medida, y relega-
ron sus beneficios para que generaciones menos preocupadas
por los engaosos prismas del monopolio, los recogieran un si-
glo cabal ms tarde.

XI1

Por la va del Nor-Pacfico, en los primeros aos del siglo


XVII, existi tambin un comercio ms que mediano con la
China y otras posesiones asiticas, pues el oidor de Chile Es-
calona Agero, en su obra tan memorahle como la de Ovalle,
y que publicse casi en el mismo ao que sta (1647) refiere
el hecho de existir un trfico anual de ms de doscientos mil
pesas (que es como si hoy se dijera dos millones) remitidos
del Per, va de RZxico, para ser retornado en las sederas y
otros artefactos del celeste Imperio.
El conde de Chinchon, el Felipe I1 de la Amrica en ma-
teria de iniquidades fiscales, como don Francisco de Toledo
lo fuera en las de otro gnero, ataj en su tiempo aquella ea-
rrera, a virtud de rdenes perentorias de la Corte, dejndola

( 1 ) Ovalle.-fZlisioriu de Chile, pg. 71.


Historia (IC Valparaso 25
386 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

reducida a un buquecillo de doscientas toneladas que se lla-


maba de permiso, porque sola ser despachado a Acapulco con
el del virrey, a hacer algunos empleos.
Fu el Idesobedecimiento de estas reales prohibiciones lo
que atrajo al conde de Castellar, t
m 1676, la desgracia a que en
otras ocasiones hemos hecho alusin, y la propia causa que hizo
estallar en Lima una quiebra general, a consecuencia de ha-
ber ordenado el Consejo de Indias se decomisasen todos los
efectos cogidos en Acapulco del trato vedado con la China ( 1 ) .

XIII

Encerrado, pues, el infeliz Chile por el monopolio, y el oca-


no, y los montes, y las trabas mercantiles de mil gheros, y el
sistema aniquilador de las flotas que lo constituan en servil
tributario de los mercaderes de Lima, Isin tener siquiera el
recurso auxiliar del cabotaje ni el del trfico de trnsito hacia
los Andes, vea pasar los aos y los siglas, devorndose a s
mismo, como iin individuo atacado de incurable consuncin,
sin acrecentar sus fuerzas en medio de la hartura, atormen-
tado, como Tntnlo, por si1 apetito y su impotenci:t.
Sus abatidos estancieros hallbanse constantemente obligados,
excepto en aos de seca y terremoto, a entregar sus trigos a
las aves o ms comnmente a los insectos, siendo una vil oru-
ga llamada gorgojo el gran consumidor de la era colonial;
mientras que los beneficios de los ganados, segn el testimonio
de las contemporneos, se quemaban por no infestar el aire o
se echaban a los ros. Llegaba pues a su trmino el siglo XVII
y todava la postrada colonia no poda romper aquella valla
de miserable extraccin, cuya exacta pintura hizo en la mitad
de dicho siglo u n fraile que no saba engaar, y que consista
eri las mulas para el carguo de Potos, a donde eran remiti-
das por la va de Stacama, el sebo destinado al jabn y las
veleras que servan al aseo y a la iluminacin domstica de
Lima, y por ltimo, el escaso camo de la Ligua y de Quillo-
ta para la jarcia del cabotaje, junto con los COCQS qiic se da-

(1) Alcedo, en su obra citada, dice que ese destrozo se ejecut a peti-
cin del Consulado de Lima. Y esta corporacin haba sido creada para pro-
teger c! comercio! Y a ms se llamaba Universidad de la Caridad!
HISTORIA DE VALPARAfSO 387

ban de racin 2 la marinera (como es costumbm todava) o


se empleaban en los delicados confites de la ciudad de los
Rey@ y para el pasatiempo de los nios.
A ltimos del siglo cobr tambin considerable incremento
una industria gemela del sebo y de los cocos, cual era la de
los cordobanes o pieles curtidas de chivato. Carecemos de da-
tos estadsticos !sobre su exportacin, pero deba ser sta de
no pequea monta, y a la vez u n rengln noble de comercio,
pules nada menos que el marqus de la Pica, don Antonio de
Irarrzabal, di6 en dote a su hija doa Mara, cuando celebr
matrimonio con el gobernador don Fernando Mate de Luna,
residente a la sazn en Salta ( y como hoy se regala a las no-
vias chales de la India y camisolas de Bruselas) no menm
de veinte mil cordobanes, de los que diecisis mil seran de
capado y el resto de hembra, todos teidos de negro, fuertes,
escogidos, y puestos en Valparaso o al pie de la Cordillera,
camino de Mendozn, a eleccin del feliz novio que as acep-
taba en tan inmenso nmero aquel don de mal agero. Verdad
es que en esa poca no era todava cuestin del COCZL de Mo-
liere. ni de las cartas de Elosa y Abelardo que pasaban slo
por una leyenda de la Inquisicin (1) .

XIV

Y aun en estos expendios, tan mseros como eran, vease la


colonia muchas veces cohartada por su propia abundaricia, pues
siendo la exigencia anual de Lima e intermedios, de solo vein-
te o veinticinco m:l zurrones de sebo, que era el ramo ms
nohle y ms considerable de salida, su abundanci,i excesiva
en las haciendss y en las bodegas de Valparaso haca decaer
su precio, poniendo al pas iodo a los pies de los jahoneros del
Per.
Celebr con este motivo, y para poner remedio al dao, un
curioso acuerdo el Cabildo 'de Santiago en los primeros das
de Diciembre de1 ao de 1679, esto es, en la poca precisa en

(1) Consta esta curiosa carta dotal, que no es nica en Chile, y cuya fe-
cha es de 31 de Diciembre de 1686, de unos autos de particin que se comer-
van en el archivo del convento de la Merced de Santiago, que tanto ha en-
riquecido ltimamente el activo e inteligente provincial de la orden, Fr.
Benjamn Rencoret.
388 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

que por la madurez de los pastos comenzaban las matanzas.


Presidi la clebre sesin el corregidor don Pedro de Amasa,
y all propuso, a fin de mantener en moderado precio los se-
bos destinados a exportarse en aquella temporada, que cada
uno de los vecinos casecheros (as dice el acta original que te-
nemos a la vista) no se exoediese en el beneficio de su ma-
tanza, o por lo menos, no pudiese conducir al puerto de Val-
paraso ms cantidad que la que se prorratase entre ellos.
Aceptado el principio salvador, que consista, no obstante,
en reservar una, fraccin mnima, fijada a cada hacendado,
del producto de sus matanzas, para de esta manera ganar en
precio lo que se perda en abundancia, nombrse una comisin
de regidores, encargada, bajo la responsabilidad de un solemne
juramento, a in de conformarse a derecho y a equidad, de
acercarse al Presidente, que lo era a la sazn Hrnrquez, y
pactar con l los procedimientos a que debera sujetarse aque-
lla gran medida. Cupo esta honra a los regidores don Martn
Ruiz de Gamboa, don Francisco Briceo, don a m p a r de Hi-
dalgo y don Antonio (Caldera (todos encumbrados apellidos
de la aristocracia santiaguina) y a los alcaldes don Pedro
Prado y Lorca, que lo era en aquel ao de encomznderos, en
su calidad de mayorazgo, ttulo inmediato a u n marquesado,
y don Pablo de Villela, alcalde de vecinos.
Deleg el capitn general, por su parte, las facultades ne-
cesarias en (el licenciado don Juan de la Cerda, que parece
era el consultor general de todos los graves negocios colonia-
les. Y despus de largos y secretos debates, se adoptaron los
acuerdos siguientes :
Se enfardelara el sebo en zurrones de seis arrobas y se asig-
nara a cada estanciero el nmero que le cupiera en el prorra-
teo general. Para hacer esto efectivo, cada propietario marca-
ra a fuego sus fardos con la marca de la hacienda, penndose
a los que omitieran este requisito oon la multa de doscientos
pesos, enorme en es% aos.
E n seguida ue procedera de tal suerte que todo el sebo de
la cosecha anterior que existiese arrumado en las bodegas del
puerto, fuese expendido a cualquier precio. Con este propsi-
to un regidor ira 6 practicar un registro general en las b e
HISTORIA DE VALPARAfSO 389

degas de aquel, a fin de que no quedase un solo zurrn reza-


gado.
Para todo esto se aguardara hasta el mes de Abril de 1680,
en cuyos ltimos das se cerraba la feria o temporada de ve-
rano de Valparaso, y comenzaban a darse prisa en el despa-
cho los mawtres de navos, por temor a los nortes de Mayo.
Haba en esto siuma habilidad y una especie de disimulada re-
presalia contra la tirana de lm fabricantes de velas y jabn
de la ciudad de los Reyes, pues aquellos, obligados a no volver
de vaco, haban de pagar por las cecinas precios ms acomo-
dados al sabor de lw oprimidos y vejadm estancieros. P a r s
dar estricto vigor a esta parte del acuerdo, se castigara al
bodeguero o msestre de nave que embarcase sebos nuevos an-
tes del plazo y~ fijado, con la pena de quinientos pesos, que
equivala por cntonces a una mediana fortuna. Adems, se
nombraran comisarios suficientemente autorizados para que,
a la entrada de los tres caminos que desembocaban en la pla-
ya del puerto, esto es, en el de Quillota y los dos de mulas y
carretas de Santiago, registrasen con prolijidad las arrias y
vehculos que llegasen antes del mes sealado como fatal para
las remesas. Eri caso de contrabando, tenan aquellos facul-
tades para decomisar los sebos, las lenguas y hasta los hua-
chalomos, cuyos ltimcxs solan ser, sino la parte ms gorda,
la ms sabrosa de los cargamentos. Convino el Cabildo, el pre-
sidente, todo el pueblo en aquel grave ajuste, que solo pudo
dar pesadumbre, y no pequea, a la gente estante o transeun-
te del valle de Quintil, y se sancion solemnemente en un ca-
bildo general que se celebr el 14 de Diciembre del ao r e m -
dado (1).

XV

Segn parecz, dur en fuerza y provecho aquel arbitrio por


espacio de nueve aos. Pero algn abuso o relajacin debi
ocurrir en la cosecha de 1688, porque el 15 de Mayo de ese
ao, poca en aue para los hacendados se cerraba hermtica-
menite el puerto, el Cabildo de Santiago volvi a celebrar un
-
(1) Archivo del Cabildo de Santiago.
390 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

acuerdo extraordinario para evitar otra vez los efectos del


crudo despotismo e insolencia de los monopolistas dc! Per.
No consta con la debida precisin cul fuera aqiiella medi-
da y sus detalles, porque el libro de actas del ayuntamiento
de ese ao se halla lastimmamente mutilado. (1). Pero col-
gese por otros documentos, que la sustancia de aquella consis-
ti en no permitir que buque alguno de la carrera del Callao
e Intermedios saliese de Valparaso, sino criando iiviese toda
s u carga completa. El remedio, a ia verdad, era algo como obli-
gar al comercio de Lima a comprar por fuerza, y in& de lo
que necesitaba ; pero, al mismo tiempo, manifiesta el extremo
de pobreza y abatimieiito eii que se hallaban sumergidos los
chileiios.
No obstante esto, en alcuna manera minorse aquel desp-
tico arbitrio por. acuerdo de 4 de Febrero de 1689. E n ese da
se dispuso que los oficiales reales y el gobernador de T-alpa-
raso (pues ste ya lo tena desde 1682) pusiesen en franquia
los buques dcl cahotaje, una r e z que sus maestre.; exhibiesen
en su bodega la mitad del cargamento, obligndose por fian-
zas u otro empeo 2 manifestar el resto en la oportiiiiidad de-
bida.
Comisionse para plantear esta coiicesin, arrancarla sin du-
da por los bodegueros de Valparaso, cuyo mayor nhmero sn-
la ser de regidorec de Santiago, al alcalde don Pedro Prado
y Lorca, quien, con motivo de estar de viaje para sus hacien-
das en el camin6 del puerto (que es donde vino el nombre de
lo Prado de la clebre cuesta), en el mes de Febrero de aquel
ao, ofrecise para ese servicio. A la usanza del tiempo, sin
embargo, y a pesar de pmeer un rico mayorazgo, el prcer
santiaguino. cuya casa solariega exista a la sazn en la calle
del R e y , eseribi al Cabildo, antes de montar a caballo, solici-
tando le sealara el salario (as dice el acta del 4 de Febrero
de 1689) que deba pagrsele a l y al escribano por el desem-
peo de su comisin.

(1) El legajo nm. 25 del archivo del Cabildo, que corresponde al ao


de 1688, s6lo contiene las actas de las sesiones celebradas hasta el 27 de
Enero.
HISTORIA D E VALPARAfSO 391

XVI I

Ahora, mediante estos episodios y los de u n carcter ms


especial de localidati que en otra ocasin hemos contado (ca-
ptulo XTII),podr el lector formarse concepto de cul seria
la msera condicin de la reina del Pacfico a los ciento sesen-
ta y cinco aos de su descubrimiento. Y si se agrega a esto los
estragos del terremc;to de 1647, que no pudieron meiios de aso-
lar su pobre casero, como derrib por entero el ms slido y
resguardado de Sailtiago, y las alarmas y perturbaciones de
los corsarios qiitl se sucedieron desde Drake a Davjs, se habr
llegado a tener idea de cun exacta fu una definicin de Val-
paraso que antes apuntamos, y segn la cual, toda la vida, la
importancia y la poblacin del msero embarcadero de San-
tiago, estaba concentrada dentro de los murm del castillo de
Prrn Josi, que fu e1 Talparaso feudal del siglo XT'II, como
la calctn de Quinti? haba sido el villorrio indgena del ante-
rior.

XVII

Como signos de la pobreza general, reagrabada tl fines del


siglo XVII por el hoceo completo de las minas y la. caresta
del hierro para trabajadas, podremos citar aqu, todava, ade-
ms del caso contemporneo del badajo de la campana capi-
tular de Santiago, ya consignado, que habiendo impuesto el
presidente Baides en 1640 (siete aos antes del terremoto que
dej a todo Chile en los abismos del hambre) la tasa de las
alcabalas del reino en 20,000 pesos, apenas pudo fijar, con
diiros apremios, la mitad de esa suma (1). Cuarenta aos
ms tarde hubo acalorada Uisputa en el Cabildo de Santiago
sosteniendo unos (pues fu en cabildo abierto, celebrado el 18
de Julio de 1681) que deba encabezonnrse la ciudad por cier-
ta suma, que no se apunta, cuya opinin acaudillaba el influ-
yente alrnirnnto Amasa. Y otros, con Gaspar de Hidalgo a la
cabeza, que debera someterse al pago del cuatro por ciento
dc la tasa, prueba evidente de que los negocios a que iba apli-

(1) Doce mil pesos, dice Gay, t. 3.0, pg. 31.


392 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

came esta ltima, se,hallaban en sumo abatimiento. Ya diji-


mos que la renta de aduana de Valparaso produca en esos
ros (1681) slo doce mil pesos, y ahora debemos aadir que
el martillo por quintal del ramo de balanza rintli en ase
mismo ao ochocientos pesos, esto es, algo equivalente a una
exportacin total de doce mil ochocientos quintales en un ao.

XVIII

E n cuanto .t los barcos que servan para esta exportacin,


pertenecan en su mayor nmero a navieros del Callao, fuera
de los dos o tres ?iacionales que ya hemos sealado y cuyo
ms antiguo conocido es el Santo Cristo de Lezo, de don Gas-
par de los Reyes. Mas como aquellos consistan por lo comn
en frgiles eascos, construdos en los puertos de Gwtemala, y
ms especialmente en el astillero de Guayaquil, por ignoran-
tes carpinteros de ribera, o tenan muy poca dura contra la
broma, o solar, irse con ms frecuencia a pique. 30 era me-
nor parte eii estos siniestros la podredumbre de las maderas
y la supina igiorancia de los pilotos, que el exceso con que se
c q p b a n aquellas malas embarcacion~i,a in de ,iprovecbaI
la estacin propicia de los vientos, pues era raro y singilai*
el buque que haca hasta dos viajes por ao del C d l a o a Val-
paraso.
Haba desde ant,iguo leyes prohibitivas sobre este particular,
porque los espaoles, aceptando la etimoloqa de la palabra bu-
que que act@ liemos sealado, sostenan con su piihlicista Se-
bastin Covarrubias que al buche no deba cargrsele sino
con aquello que poda digerir. Alababa el padre Ovalle, que
a quisa de buen chileno no dej cosa de su pas que no ala-
bara, semejante en esto al nbate Molina (que por esto talvez
los rotos de Santiago al deletrear la inscripcin de su pedestal
dicen albate), lo apacible de la navegacin de Chile a 1% COS-
tas del Per ( 2 ) ; y si hay algn peligro, dice (pg. 11)
--_
( 2 ) KO pensaba lo mismo el buen padre, metido a nutico ( j , y en qu
cosa no se meti?) de la navegaci6n aguas arriba del Pacfiro, porque *aun-
que no es tan peligroso salir por este tiempo (a entradas de invierno) deca
pg. 38, los navos de Chile para Lima, particularmente de Vslparaso pars
abajo, porque cada dfa bajan a menos altura y van gozando de mar ms
quieto y libre de tormentas. Pero de las costas del Pen a Chile no se puede
HISTORIA DE VALPARAfSO 393

en el propkito de que hablamos, es el que halla la rodicia de


las cargadores que, fiados en la apacibilidad del mar y que
la navegacin de Chile a Lima es a popa, suelen cargar los
navcm hasta las gavias. No es encarecimiento, porque las he
visto salir del puerto arracimadas las jarcias de mil trastes y
casas de comer para la navegacin, y aunque asisten los ofi-
ciales reales para que no se carguen los navos ms de lo con-
veniente, es por dems, que de ordinario salen hundidos den-
tro del agua hasta las ltimas cintas.

XIX

Sucedi as que iIn buque 11,amado el Snnto Toxcis de Vi-


lanueva, en que a mediados del siglo iba embarcado d:: Concep-
cin al Callao un hijo del gobernador don Miguel Gmez de
Silva, recordado en esta historia, fuese de travs, sin que se
tuviera exacta Loticia de cmo hubo de perderse.
,41go ms tarde, en tiempo del presidente Henrqiiez, corri
igual suerte el llamado 8a.n Bernardo, que navegab;. en el in-
vierno de Valpxaso al Callao. Y fu tal la angustia y alarma
que aquellos acontecimientos produjmeron en el reino, que el ca-
pitn general a n t a nombrado expidi en 1673 (poca del 1-
t,imo siniestro) una orden singular prohibiendo bajo pena de
embargo y de comiso el que un solo buque dejase la insegura
rada de Valparaso entre el 15 de Mayo y el 15 de Agosto de
cada ao. A esio, segn es fama, se aadieron excomuniones
por los prelados de Chile y del Per, y es cierto que las men-
ciona Ulloa, aunque refirindose a fecha posterior. Por lo de-
ms, tal prctica exista en el Atlntico, pues nada menos que
ana ley de las Partidas (1) prohiba absolutamente toda na-
vegacin en alta mar en los das comprendidm entre el 10 de
-__
ir sino con grandsimo peligro. a que se ci;poiiec, no slo por la. nlt,iira que
toman, para que el sur no les haga resistencia a 1%navegacin, sino porque
de las humedades del mar y fro de la tierra se levantan y condensan unas
nieblas tas cerradas que la cubren y no la dejan parecer, y as para tomar
el puerto se ponen a gran contingencia de barar en las peiias..
(1) Ley l.a, t. 9.0 partida VII. La Inquisicin sola tambin interponer
su mano y sus tizones en la expedicin de los buques, prohibindoles su sa-
lida o embargndolos. Por esta razn, Felipe I11 hubo de celebrar un ave-
nimiento eon el omnipotente tribunal el 22 de hleyo de 1610, en el cual,
bajo el nombre de Concordia, se estipularon los casos de la intervencin
legtima de aquella en la salida de las flotas.
394 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

Noviembre y el 11 de Marzo, los cuales corresponden al pero-


do tempestuoso en el hemisferio norte.
El escritor naval Veitia Linaje, que escribi en 1672, se ad-
miraba, empero, de que en su poca se tuviese tan poco res-
peto por aquella prctica. Otro tanto mencionan Juan y U l h
del tiempo en que visitaron el Pacfico (1740) ; pero aaden,
en cuanto a las excomuniones, que los maestres se libraban de
ellas, ponindose d t rodillas al tiempo de soltar las velas, y
rogando a sus cipeilaries que los absolviesen (pues cada buque
de regular haba de tener un sacerdote, adems de la bula de
la cruzada de primera clase, como si las tablas tambin peca-
ran, o comieran cmne y no pescado).

XX

Entre !os quebradizos cascos de la carrera del Pacfico, so-


hie ciiyos sincniarer detalles de construccin y equipo hemm
de volver mks adelante, solan, con todo, aparecer algunos
barcos tan slidamente labrados que alcanzaban no solo largos
aos, sino hasta. siFlos de longevidad. Figuran entre stos el
famoso Santo Cristo dc Lezo, patriarca de nuestra marina na-
cional, ciiy aparicin en nuestras costas volveremos a notar en
el siglo venidero. Hzose tambin famosa por esta particu-
laridad la clebre fraqata Dolores. cuyo casco, al tienlpo de ser
apresada por Lord Cochrane en Valdivia el 3 de Febrero de
1820, haba vivido sobre las aguas del Pacfico J- tn las del
Atlntico, al decir del secretario del ilustre marino, inuy cerca
de dos siglos ( 1 ) . Segn aquel haba sido constriida en el
Ferro1 en 1632, y s610 vino a desaparecer, varada en la playa
dcl Almendral, y en el sitio mismo que hoy ocupa la plaza de
la Victoria, en el furioso huracn de 1823.
No es posible hoy da atribuir tan prolijas filiaciones a 10s
buques que surcan esta Mar del Sur, a no ser que haya verdid
en la tradicin vulgar de que la barca nacional P ~ h o c o que
,
hoy navega en nuestra costa, fuese la primera nave que, bajo
___
(1) Stevenson Tztenhj w n r s restdeiice zn Ciizle. e f c Este autor habla nn-
vegado en la ,?)olores en 1S04 Fu este buque, sobre c u l a cxtraoidinaria
historia hahemob de d e w algo ms adelante, presa de Bepavidcs en 1819,
en cuya ocasin aquel monstruo mat a su capit8n y a varios de sus yasa-
jeros.
HISTORIA D E VALPARAfSO 395

otro nombre, apareciera en los puertos de Inglaterra con la


bandera estrellada al tope, despus del reconocimiento de los
Estados Unidos como nacin independiente (1782) .

XXI

Un solo ramo de industria comenzaba a la sazn :ilevantar


su precio en medio del abatimiento general, porqiie, como el
beneficio de la azcar se introdujo en el Per junto con la
conquista y con los negros, acostumbrse desde entonces pedir
a Chile algwnos pequeos lotes de su cobre para las cams pni-
as de los ingcnios de sus valles. Mas, esto era u n bien local
de los distritos del Sorte. sin influencia alguna positiva en el
progreso de T7alparaso, porque todo el que se expwtaba era
remitido de Cquimho. Y a este artculo, pedestal eterno de
la grandeza de la nacin, deba La Serena sus siete iglesias
y cl considerable progreso en que le encontraron los bxicaneros,
cien veces superior al del puerto de Santiago. E n aisnto a la
exportacin por mayor, apenas poda sufrir los gastos del tr-
fico a Lima, donde se pagaba hasta ocho pesos, y menos el
de Panam. La navepacicn desde este ltimo a 109 puertos de
Chile, segn Linaje, sola tardar, cuando de arribada, hasta
siete meses, plazo que confirman en sus relaciones !o.; divcrsos
cronistas de los filibusteros. E n Cdiz vala el cobre de Chile,
a fines del siglo XVII, segn afirma Campomanes, slo die-
cisiete pesos el quintal (i), pagndose veintitrs por el lla-
mado cantpanil o refinado (equivalente al 1lame;lo hoy de
Zingote), el cual se llevaba del Per, y veinticuatro pesos por
el famoso, si bien escaso, de Mxico ( 2 ) .
Los reyes de Espalia, y en especial Felipe I11 y Felipe IV,
no cesaban de recomendar a la Casa de Cor,tratacicn y a los
almirantes de los flotas que trasportaran a la Pennsula el
mayor nmero posible de barras para falsificar moneda y fun-

(1) Reales Cdulas de 14 de Abril de 1609 y Agosto 10 de 1618, insertas


en la Recopilacin de Indios.
( 2 ) Discurso sobre la educcidn popitlnr, pg. 143. El cobre de Chile paga-
ba un derecho de quinto como el oro, y este impuesto estuvo arrendado
hasta 1771 en que el Tribunal de Cuentas propuso su incorporacin a hi coro-
na. Hfzose as por R. C. de 28 de Mayo de 1775, pero imponindose 8610
un cinco por ciento de exportacin sobre su precio corriente.
396 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

dir artillera, dos industrias que, no puede negarse, eran muy


propias de aquellos znganos que no pasaron de ser pordio-
Seros vergonzante8 con corona.

XXII

Tal era la triste condicin de Valparaso cuando apareci


por sus sombros horizontes u n sbito y doble cambio.
Consisti aquel en la exportacin del trigo que comenz a
tomar vuelo y regularidad en la ltima dcada del siglo XVII,
y la navegacin p o i el Cabo, abierta definitivameiite por los
atrevidos pilotos de San Mal y de otros puertos de Francia
en las das primeras dcadas del siguiente.
Entramos, pues, .n la historia del siglo XVIII. Y en ella
asistiremm a una era de progreso y de tmidos ensayos de li-
bertad, precursora la ltima, empero, de otra ms rpida y
grandiosa, cuyo influjo parecer tanto ms poderoso cuanto
es hondo el abismc que la separa de la edad a cuyas miserias
acabamos de dar eterna sepultura.
CAPITULO XXlV
EL TRIGO

Durante el siglo S V I I , cuyo dintel acabamos dz dejar a la


espalda, los chilenos fueron esencialmente pastores. Favoreca
en ellos esta inclinacin, la escmez de brazos para los menes-
teres de la labranza, la carencia de irrigacin artificial, en
cuyo arte los rudos indgenas haban sido sus maestros, como
los moros lo fueron de sus predecesores allende el ocano, y
ms particularmente la altivez castellana, cuyo primer blasn
era el ocio, simbolizado en estas tres grandes tareas de la vida
diaria del colono: la siesta, el mate y el rosario. El estanciero
era el gran seor feudal, el hijo del conquistador, el mayc-
razgo, el futuro candidato de marqus; pues en aquel siglo
no los hubo, puesto que el charqui y el trigo, que fueron sus
ejecutorias, corran a vil precio. Lo ilimitado de las praderas
que aquellos posean por juro de heredad, la lozana con que
se reproducan todas las especies de animales domsticos, y la
robustez de los pastos naturales que servan a la alimentacin
de los ltimos, quienes encontraban su habitual sustento hasta
en las ramas de los rboles (el ramoneo), contribuan, no me-
nos, a convertir toda la agronoma del pas en la propaga-
cin ms o menos salvaje de los ganados. La primera riqueza
del poblador civilizado del nuevo mundo haba sido el hombre,
el indio, el mitayo. Extinguido ste, como en una (gradacilri
natural haba seguido la bestia.
398 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

Chile era a !a sazn un inmenso potrero y su nica industria


las ramadas de matanza. Las peripecias de la historia del sebo
que en otra pgina hemos contado dan vivo testimonio de aquel
gnero de vida y de negocios. No lo dan menos las frecuentw
procesiones y rogativas que se hacan en las iglesias de Santia-
go para pedir al cielo y a sus santos la humedad de la tierra.
La nica aprehensin que turbaba la quieta existencia de los
estancieros, y la nica limitacin natural del desarrollo pro-
digioso del ganado eran las secas, tanto o ms comunes que
en estos das en que la irrigacin va modificando de una ma-
nera salvadora los elementos casi perdidos, por la tala insen.
sata de los bosques, de nuestra admirable atmsfera. A la ver-
dad, sin el lamo y la alfalfa, el desierto de Atacama comen-
zara hoy en el Maule ( 1 ) .

I1

El desarrollo mismo de las industrias extraas que nacan en


los pases limtrofes daba la mano a aquella ocupacin nacional,
por manera que cuando se descubri Potos, por ejemplo, y se

(1) Sera un estudio sumamente curioso y til, especialmente en un sen-


tido comparativo con el presente, el de la proporcin de humedad y cd6-
rico, de secus y aluviones. de los doscientos setenta aos de la colonia y de
los sesenta que lleva corridos la repblica. ;Llueve ms hoy da que en ticm-
PO de nuestros bisabuelos? Para la generalidad no hay t h n i n o de compa-
racin; pcro para nosotros aqu est el problema. Que hoy llueve menos que
en 1827 y 1851, por ejemplo, no cabe disputa. Pero comparando siglos con
siglos, la proporcin puede hallarse talvez equilibrada. Lo que a primera
vista se deja ver, por la inspeccin somera de los arrhivos, es que nuestra
atmsfera ha procedido en sus mutaciones por perodos y agrupamiento
de afios lluviosos y de secos. As, por ejemplo, hubo una serie de aluviones
durante el gobierno de Garcia Ramn, a prinripios del siglo XVII, y otro
ms prolongado en el de Garro, a fines de aqul, durante cuya administra-
cin de diez anos (1682-92) ocurrieron no menos de cinco grandes riadas
o avenidas en el Rlapocho. A mediados del mismo siglo (1640-43), empero,
entre innumerables secus parciales, algunas de las que hemos consignado
en la llistoria de Santiago, se recuerda una que dur tres aos. Durante el
gobierno de Ortiz de Rosas (746-55) se sucedieron innumerables rindas,
y en el de Benavides tuvo lugar la gran avenida de 1783, que fu precedi-
da y seguida de una larga seca. Este ltimo fenmeno se ha repetido des-
puCs, pues aun se hace memoria que la gran seca de 1821-22, fu precedida
por los dos alios excesivamente lluviosos de 1819 y 20, y seguida en pos
por otra gran era de lluvias en 1823 y 24. De sta era la poca que el lamen-
tado y espiritual senador Solar sola decir: iQuP buen ano para Chncabztco!
Otro tanto ocurri con la seca de 1831, precedida de los aluviones de
1827 y 28, y aun hacemos memoria que a la gran seca de 1863, sigui6 el
afio excepcionalmente lluvioso de 1864.
HISTORIA D E VALPARAfSO 399

poblaron sus pramos con millares de minera, cubrindose su


famosa ribera de ingenios de azogue y plata, el precio de las
mulas para el carguo de los metales y de los vveres subi
a tal grado que era uno de los ms pinges negocios de la co-
lonia, en la primera mitad del siglo XVII, criar aquel sobrio
animal en nuestros valles, y mandar sus arrias al Alto Per
por la va fragossima de Atacama. Este trfico dur hasta que
las manadas de Salta y el Tucumn hicieron imposible una
lucrativa competencia.

I11

En cuanto a los cereales, no se sembraba por 103 hidalgos


de la colonia sino el necesario para el cuotidiano pan, el ms
hidalgo de los alimentos como le llam el oidor de Chile Esca-
lona Agero, antes que otro oidor (don Flix Basso y Berri)
enseara a hacer los huevos chimbos a Fernando VI1 (1).
,Qu revelan todos estos hecohos recogidos al caso? ?,El ciiltivo y la irri-
gacin artificial han establecido cierta balanza de reciprocidad con la tala
de los bosques? ;,O existen cicrtos perodos atmosfriros fijos de humedad
y calor quc se repiten en los hemisferios, como creen algunos, segn la ro-
tacin y movimiento de los astros?
Esto no tardarn en saberlo nuestros hijos o nietos, mediante la ciencia
y la observacin continua de los observatorios astronmiros. Entre tanto,
mucha luz podra sacar un juicioso observador del archivo del Cabildo de
Santiago, nuestro nico obseruatorio astronmico, mientras San Isidro
fu, antes que los scfiorcs Gillis, Moesta y Vergara, el nico astrhnomo
conocido en la colonia.
Como una muestra, y slo por una observacin muy siipc~ifirialde los
libros del Cabildo durante los dos ltimos tercios del siglo XVIII, apunta-
mos aqu las siguientes rogativas para pedir al cielo lluvias que remediasen
las secas:-Julio 27 de 1725, rogativa a la virgen del Rosario; Junio 28 de
1759. a la del Socorro; Abril 18 de 1770, al Socorro; hgosto 17 de 1786, a
Sun Isidro; Agosto 19 de 1790, a la virgen de Mercedes: Junio 7 de 1791,
a la virgen del Rosario: Julio 12 de 1793, a la virgen de Mlercedes; Junio
19 de 1795, a Sail Isidro.
Se observar: que desde 1791 a 1798 fu casi un perodo constante de se-
cas, y en efecto, en el primero de esos aos muri mucho ganado, y en el
de 93 ocurri la gran epidemia que despobl6 a Santiago. E l ltimo de aque-
llos aos (1798) fu tambin de una sequedad particular. (*)
(*) Vase El Clima d e Chile en el volumen respectivo de estas Obras Com-
pletas.
(1) Vase la Historia de Santiago si se quiere saber el retorno del Borbn
por la golosina. E n cuanto a la etimologa quichua de los huevos chimbos,
parcenos que no puede venir sino de las almendras que se colocan sobre
aquellos, como si fuesen cabalgando en su superficie, porque los indios Ila-
maban chimbar el pasar a caballo los ros, y de aqu las chimbas de todas
nuestras ciudades. i.0 vendra acaso de algn ingenio culinario de la chim-
bu de Santiago?
400 OBRAS COMPLETAS DE vrcua MACKENXA

Era por tanto el trigo u n artculo que no tena precio, y


considerbasele en consecuencia como vil. Los que le culti-
bavan participaban en cierta manera de su despmtigio: en
la quisquillosa nomenclatura social de la colonia no pasaban
aquellos de simples labriegos, o a lo sumo chacarerus. El trigo
creca al rededor de las ciudades para su diario abasto, y se
arrojaba en algn ojo de buena tierra en las estawias, desti-
nado exclusivamente al consumo del patrn y sus peonadas.
E n tanto grado aconteca lo ltimo y de tal maxera estaba
excludo del comercio el noble grano a que ha debido Chile
su robusta vitalidad y rpido crecimiento, que los gdmnadores
lo mandaban sembrar oficialmente en una hacienda del rey
denominada la Buena Esperanza, inmediata al pueblo que hoy
se llama la Florida, para el socorro del ejrcito que guarneca
las fronteras.
Esta incuria subi en ciertas pocas a un punto que pare-
cera hoy da inverosmil ; pero ha quedado constancia irre-
cusable en la historia de que en el primer tercio del siylo XVII,
y durante la calamitosa administracin de Sores Clloa, que
muri de pena, solicit la Audiencia de Chile se enviase en
dos ocasiones trigo del Per, a fin de evitar el hambre de los
propios campos que hoy suministran una buena parte de su
pan a dos mundos ( 1 ) .

Careciendo de t d o s !os estmulos de la industria. el siglo


XVII haba sido una edad de miseria, de incuria, casi de bar-
barie. El oro que sonri a los primitivos conquistadorcs y a
sus hijos, haba desaparecido junto con la rebelin qeneral de
los araucanos, ocurrida en la primera dcada de aquel, y su-
cesivamente con la extincin gradual de las encomiendas, bajo
el ltigo o por la viruela, ese coZera americano, como hubo
despus otro asitico. Ponzuelos haba desaparecido con sus te-
soros como un misterio de la leyenda que est por descifrarse
--
(1) -41 principio de la conquista se export algn triqo de Chile al Per,
y a este r~ropsitohemos citado un cargamento c!e 100 fanegas que naufra-
g6 en la barra del hiaule en 1575. Despus no hemos encontrado vestigio
de otra renicsa ni aun en los muchos buques apresados desde Drake a Davis.
HISTORIA DE VALPARAfSO 40 1

todava; Villarrica no enviaba ya a Valdivia el oro de finai-


mos quilates que le hizo merecer su nombre ; y al propio tiem-
po, en la extremidad boreal, ni -4ndacollo era ya iin ro de
oro como en las tiempos del presidente Garca Ramn, ni
Tiltil haba alcanzado la fama que le propiciaron ms tarde
sus ponderados guijarros y pepitas. Muy al contrario. Al to-
car aquel siglo de desdichas a su fin, un broceo general en sus
minerales de oro, nicos que a la verdad se explotaban, po-
na el colmo a su abatimiento y desventuras, entre lais que los
terremotos en la tierra firme y los piratas en el mar no ha-
ban sido los menores ( 1 ) .

Pero ciiando aquel triste siglo iba a cerrarse como la lCJ%


de una tumba, sobre un pueblo esculido y abatido, un fen&
meno inesperado, sbito, casi incomprensible, vino a cambiar
la faz y el fondo mismo de aquel pobre reino y a convertir sus
penurias en riquezas.
Tal fu el inolvidable terremoto del 20 de Octubre de 1687,
que en otra ocasin hemos dicho asol ci Lima y cuyos efectos
en el mar sintiera Davis en aquel preciso da, navegando en-
tre las islas de Galpagos y las de Juan Fernndez.

VI

Desde que los primeros granos de trigo trados a la Amrica


del Sur en un calabacito que se conserva todava en el conven-
t o de San Francisco de Quito (como en cl de Santiaro se man-
time el primer lamo, el otro gran tipo vegetal de Chile) fruc-
iificaron en el jardn de una buena sefora de Limi llamada
Chvez, qiie convid a siis amigos en cierta pascua n! mingaco
de su cosecha, hecha en el estrado, se haba propagado aquel
de una manera admirable en todos los valles inmediatos al del
Rimae, y especialmente desde el de Caete por el Sur, al de
Chancay al septentrin. Era de all donde se abastecan exclii-

( i ) Vase La Edad del Oro en Chile, en el volumen respectivo de estas


Obrcs Coitiplelas.-(N. de los R.).
Historia de Valparaso 26
402 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

sivamente las panaderas de Lima, y de sus abundantes tro-


jes, por va de limosna, sola venirnos algn sobrente en los
dm de seca o de pereza.

VI1

Mas, apenas haba sobrevenido aquella violenta convulsin


de la tierra, fuera por u n efecto atmosfrico, o ms probable-
mente, a virtud de las sales nocivas que pudo desarrollar en
la superficie vegetable aquel trastorno, o acaso erigendro de
ambas causas combinadas, comenz a aparecer un raro fen-
meno de fisiologa vegetal. Creca el trigo lozano, daba una
espiga robusta, pero al tiempo de la madurez convertase la 151-
tima en un polvo negro y repugnante como el de un ftido
tabaco. Sin ser el polvillo de Chile, era aquella uxa enferme-
dad que deba parecrsele en su aspecto, si bien su causa era
opuesta. Pero lo que ms la caracterizaba era su repticin su-
cesiva y constante, pues al menos durante cuarenta aos tqte-
rilix por completo su antes prolfico cultivo.

VI11

Los hacendados dc los vdles (que este era el nomhre de los


cu?tivadores de trigo) juzgaron al principio pasajeta aquella
qidemia, y repetan sus cosechas aos tras aos con la misma
esperanza y con idntico mal xito. El hambre apuraba en
consecuencia de da en da, dilatndose con la tardanza sus
iiuaciables fauces. En el ao del terremoto habase padecido
suma escasez en Lima, y como Chile, que escap ileso de aquel
cataclismo (1),no tuviera trigos qiie enviarle, remesle, segn
un historiador contemporneo (el maestre de campo Jernimo
de Quiroga) considerables cantidades de vainas y semilla de
algarrobo, regdada racin de los ganados antes quc lo fuera

(1) E n el siglo S V I I Chile experiment6 slo un gran terremoto, el espan-


toso del 13 de Mayo de 1647. El Per, al contrario, sufri tres, casi tan for-
midables como el nuestro; el de 1630, el de 17 de Junio de 1678 y el del 20
de Octuhre de que nos ocupamos. E n el segundo sali el mar a considera-
ble distancia por la costa, al Norte de Lima, y esto explicar el fenmeno
de los buques que Lionel Waffer cuenta haber visto barados en la falda de
una cplina de Smta, nueve aos ms tarde.
HISTORIA DE VALPARAfSO 403

de los tsicos. Si hubiera vivido a la sazn el buen padre Ova-


lle, de seguro que habra aadido este quinto artculo a la no-
menclatura de nuestrm ramos de exportacin que antes apun-
tamos.
IX
El trigo, en virtud de aquellos fracasos y de la imprevisin,
epidemia tan americana como el polvillo y ms general en el
suelo del Per que en el nuestro, lleg a adquirir un precio fabu-
loso. Segn asegura el escritor peruano Bravo de Lagunas, en
L
-

su famoso Voto Comsultivo impreso en 1755, la fanega de aquel


cereal lleg a valer hasta treinta pesos, que as como si hoy se
dijera cien.
E n vista de esto, fcil es comprender la febril agitacin que
se apoder del animo desconsolado de los chilenos. Estaban
ya hartos de sebo, como lo hemos recordado en varios episo-
dios del captui3 anterior. El monopolio de los zqeeros de Lima
les tena ahogado el corazn y exhausto su infeliz peculio.
Por manera que la demanda casi menesterosa de pan que ha-
can ahora los habitantes de la Corte (como se llamaba enton-
ces por antonomasia a Lima), al Presidio, que era el nombre
oficial de Chile, tomronla nuestros abuelos no slo como un
negocio, sino como una dulce venganza. La Corte poda con-
sentir en pasar a oscuras una temporada, a fin de no pagar
sino por precio caprichoso los velones de Chile y en especial
los de Tapihue. Pero respecto del pan no haba aplazamiento
posible, porque si en el ser humano el alma aguarda y se nutre
de esperanzas, el estmago triunfa o sucumbe con la vida.
Entonces nicamente recordaron los chilenos que arrojando
en sus feraces campos unos cuantos puos del vilipendiado
grano, cubrase el horizonte de espigas y las trojes de doradas
mieses. Y entonces tambin aquellas tres almuerzas de trigo,
salvados milagrosamente por Pedro de Valdivia, que caban
solo tres veces en la cavidad de sus manos, se reprodujeron
en eras colosales, y Chile fu, segn las palabras del estadista
peruano que arriba hemm citado, el feliz reino.
De cuyas frtiles espigas
Las provincias de Limn son hormigas ( 1 ) .
( I ) Bravo de Laguna.-Vooto Consultivo al conde de Superunda sobre el
expendio e importacin del trigo en el Per. Lima 1755.
404 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKE-~NA

Cobr, empero, tan Tpido y extraordinario desarrollo la nue-


va industria, que antes de cumplirse la primera dcada de ex-
portacin, visv el pas amenazado de hambres, en fuerza del
exceso considerable de aquella. Encareci el pan durante la
cwsecha de 1695-96, en efecto, de modo que no solo el muni-
cipio de Santiago, sino el presidente mismo del reino creyeron
urgente tomar medidas de severa trascendencia. Por cuanto
se ha reconocido, escriba el celoso capitn general don Toms
Marn de Poveda al Cabildo de Santiago el 28 de Febrero de
1696, que hay falta de pan cosido para el sustento de esta ciu-
dad, y que se ha encarecido con el pretexto de enajenarse el
trigo para la ciudad de los Reyes, se hace preciso ocurrir al
remedio de esta exhorbitancia (1).
Encargaba, en consecuencia, el presidente al ayuntamiento,
donde empero se sentaban los ms copiosos trigueros del Ma-
pocho, que evitara la extraccin excesiva de las cosechas, y
estableciera un moderado arancel de precios as para que el
labrador (deca aqul en su carta autntica que tenemos a la
vista) quede interesado y 6e aliente la labranza y beneficio
de la tierra, y bien premiado por su trabajo, como para que
sobre el precio congruente no haya exceso en los panaderos.

XI

No podramos asegurar si el Cabildo de Santiago acogi aquel


mandato con alegre corazn. Iba en ello, es verdad, el bien
de la repblica ; pero tratbase tambin de poner puertas a sus
trojes y graneros, cuando apenas comenzaban las mieses a tro-
carse por las barras de Potos, y era natural que se sintiesen
contrariados. Lo d a usado en tales casos era poner el marco
del arancel y de la tasa a los panaderos, que entonces eran un
gremio numeroso.
Mas, en lionor de aquel cuerpo sea dicho, por lo que apa-
rece de las documentos pblicos conservados en su archivo,
sus miembros se mostraron en tal coyuntura dignos de sus

(1) Archivo del Cabildo de Santiago.


HISTORIA D E VALPARAfSO 40 5

puestos. El procurador de ciudad presentse sin tardanza al


presidente, solicitando expidiese un bando en que bajo las
ms severas penas se prohibiese la extraccin del trigo. P
como aquella ~vovidenciase demorase y ms de lo que el in-
ters pblico poda consentir, un eminente personaje del ve-
cindario y del Cabildo, el general don Jos Collart, hizo indi-
cacin, en la sesin que el ltimo celebr el 13 de Marzo si-
guiente, para que se exigiese del capitn general una inme-
diata solucin.
Expidi ste u n edicto prohibitivo. Y el Cabildo, empeado
en darle eumplimimto, comision nada menos que a su pri-
mer alcalde, don Pedro Velsquez Covarrubias y Lisperguer,
para i r en persona a ponerlo por obra en Valparaso, facul-
tndole para registrar todas las bodegas del puerto, detener
las arrias de mulas o los convoyes de carretas que se dirigie-
aen all por los caminas, y aun para embargar aquellas por-
ciones que con el objeto de embarques clandestinos se hubiese
conducido a las haciendas de la costa (1).

XI1

La fiebre de los cosecheros, excitada por los maestres de los


buques snrtos 511 Valparaso, no se apagaba con aquellas prohi-
biciones, y al contrario, consta de los libros del Cabildo de
Santiago que aun a mediados de Abril, poca en que se haca
forzosa la vuelta de las naves al Callao, se hallaban los cam-
pos de Santiago y de Colchagua invadidos por agentes com-
pradores del grano codiciado.
Por esos das haba llegado tambin a Valparaso la almi-
ranta de la Armada del Alar del Sur, y decase que su destino
no era, como antao, el proteger con sus caones el trasporte
de los tesoros de las flotas, sino locupletar su bodega de la se-
milla que vala ya tamto como el oro ( 2 ) .

(1) Acuerdo del 27 de Marzo de 1696.-(8rchivo del Cabildo de Santiago).


(2) Acta del Cabildo de Santiago del 3 de Abril de 1696. En esta sesin
el procurador de ciudad se opuso a que se permitiese cargar trigo a la urca
del virrey, porque se deca que vena enviada expresamente con aquel fin.
c

406 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

XI11

En Concepcin las cosas llegaron hasta el escndalo, hasta


el crimen. Hostilizados las navieros por el bando de prohi-
bicin, ofrecieron al corregidor que entonces rega en aquel
puerto, don Alonso Sotomayor y Ayala, el crecido soborno de
u n peso por cada fanega que les permitiera embarcar de con-
trabando, y consintilo por esa tasa aquel triste funcionario.
As al menos lo declararon en Valparaso el 7 de Noviembre
de aquel mismo ao, en un pleito que promovi contra. el Fis-
co el proveedor de harina del ejrcito, y ms como cmplices
que como testigos, los maestres don Lorenzo Crcamo y Cara-
vantes (que lo era del navo Sacramento) y don Jos de Ru-
bina, propietario a la sazn del antiguo Santo Cristo de Lezo,
de don Gaspar de los Reyes, cuyo viejo casco haba recibido,
haca ya cerca de veinte aos, el plomo de los bucaneros ( 1 ) .

XIV

La exportacin del trigo fu tomando regularidad y solidez


con el trascurso de los aos. La penuria de los campos del Per
hizo indispensable la medida arbitraria pero salvadora de re-
bajar el monto de los censos que los gravaba (Mayo 17 de
1707) (2), al paso que en ese mismo ao (Mayo 17) el pre-
sidente Ibez dict en Chile las primeras ordenanzas que de-
terminaban los lmites a que deba llegar la extraccin, tanto pa-
r a evitar que su exceso hiciera caer los precios a un nivel perju-
dicial en los mercados del Per, como para poner a salvo nues-
tras poblaciones de los peligros a que la codicia las haba.
expuesto bajo el gobierno de su predecesor.

(1) Para ms clctalles sobre este particular y el pleito y quiebra del pro-
veedor Sobarso, vase la Historia de Santiago, t. Z.O, pg. 7. Sobre la vida
y aventuras del Santo Cristo de Lezo, hemos de tener algo que decir mfis
adelante.
( 2 ) Voto Consultivo ya citado. A los fundos de alfalfa y riego se les otorg
una rebaja de tres por ciento y a los otros de dos, que era en uno y otro casi
la totalidad.
HISTORIA DE VALPARAfSO 407

xv
Aquel inesperado y vigoroso trfico di entretanto naci-
miento a dos nuevas industrias de considerable aliento entre
ambos pases, entre el productor y el que consuma. Los capi-
talistas de Lima, por una parte, encontrando a la sazn cerra-
da las puertas de le feria de Panam, mediante la prolonga-
d a Guerra d e Sucesin que comenz con el primer ao del nue-
vo siglo, dstinaron sus caudales y sus barcos, ya ociosos, 3
aquel nuevo ejercicio, y aun de los ltimos hicieron construir en
el astillero de Guayaquil algunos de extraordinaria capacidad
y de formas especiales para conducir el trigo a granel a sus
bodegas.
Al propio tiempo, los hacendados chilenos fomentaron por
su cuenta el establecimiento de grondes bodegas en la playa
del puerto, fuera edificndolas de su haber particular, como
lo practicaron muchos, fuera suministrando avos a otros espe-
cuiadores.
Tal fu el origen de los dos grandes gremios rivales de los
navieros del Callao y de los bodegucros de Vatparaiso, de CUYOS
planes de recproco monopolio, para daarse inconsiderada y
torpemente los unos a las otros, de cuyos interminables liti-
gios, de cuyos avenimientos ocasionales y an alianzas solem-
nes para poner bajo su ley a los panaderos de uno y otro reino,
y por medio de sios a todos sus habitantes, de cuyos contra-
bandos, en fin, trampw, quiebras y dems episodios mercan-
tiles durante una erc! de aprendizaje y monopolio, estn llenos
los archivos y la tradicin.

XVI

El consumo del cereal haba marchado, entre tanto, en una


proporcin creciente, y que poda conceptuarse, a los veinte
aos de comenzada la demanda (1713), en ciento cuarenta mil
fanegas, cuyo precio medio era de veinte reales (algo equiva-
lente a cinco pesca de nuestra actual moneda), emplendose
en su acarreo no menos de treinta buques de cuatrocientas a
quinientas toneladas. De los dtimos, veinte al menos hacan
su provisin en Valpraiso, siete en Penco y dos o tres en el
408 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

puerto de Coquimbo. cuyo partido haba desdeado la explo-


tacin de sus veneros de cobre por aquella nueva mina a flor
de tierra. Otro tanto haban practicado los vecinos de Concep-
cin con sus generosos vinos, y Santiago con su eterno y nau-
seabundo sebo.

XVII

El trigo, pues, era rey en el siglo YVIII, y desde entonces,


es preciso confesarlo, no ha sido destronado ni lo ser jams.
a menos que la incuria, ese gorgojo sordo que devora el al-
ma de la agronoma nacional, lo consienta por su culpa.
Por manera que si el historiador hubiese de volver la vista
al pasado industrial de la colonia, y se propusiese clasificar
sus siglos con los nombres de sus grandes tipos de produccin,
habra de conformarse forzosamentr con la nomenclatura qii9
aqu hemos ido trazando. Y segn ella, aquellas edades de nues-
tra historia se llamaran solo de esta suerte:

XVI-E1 siglo del oro.


XVII-El siglo del sebo.
XVIII-E1 siglo del trigo.

E n cuanto al presente, hay todava una gran duda de bnii-


tismo, porque si bien ya es tiempo sobrado de llevarlo a la fuen-
t e en que los otros recibieron sus santos leos, no sabramos d2-
cidir cul de estos tres grandes artculos ha de tomar la supre-
maca: el cobre o el carbn o el papel.

XVIII

Volviendo, empero, de esta disgresin, cuya oportunidad ca-


be en libros de esta especie, porque es su propsito hacer del
pasado una enseanza, cmplenos penetrar en un nuevo cam-
po de progreso para la colonia, de vida y de transformacin
para su puerto principal, compendio siempre de la ltima,-
lnguida, cuando ella se postraba, robusta en sus das de pros-
peridad, fiel en todas pocas.
Y este nuevo elemento, que vino de lejos y de una maner-l
HISTORIA D E VALPAEAfSO 409

tan sbita como el terremoto recordado del Per, no fu me-


nos singular en su aparicin n i menos poderoso en sus resul-
tados. Antes al contrario, la irradiacin de su prestigio pene-
tr por todas las puertas de la colonia, y le trajo no solo ba-
rras de plata, como las que vomitaban a la par P a c o y Pc-
tos, sino, junto con la prosperidad general del cclmercio, a!gc
mucho ms valioso que &te, pues es su cspide y su ba-
s e : - e l comercio de las ideas.
Hemos designado la gran innovacin comercial y poltica
que produjo la nevegacin de los franceses por el Cabo de
Hornos diirante la guerru de sucesin, y a referir sus ms no-
tables caracteres y episodios, a recordar sus mris interesante8
personajes y resultados, consagraremos los prximos captulos.
CAPITULO X X V
LOS PILOTOS DE S A N MAL6

E l siglo XT'III comenz para la infeliz Espaa de una ma-


nera en todo semejante a la que, a su turno, cupirale en el
qiglo que vena en pos. E n ambos, despus del reinado de un
monarca imbcil, haba un trono vaco que llenar. Y como en
el ltimo, Napolcn batallara seis aos con la heroica constan-
cia de la nacin para wntar en l a su hermano Jos, lucho
doble tiempo Luis XIV por ceir la corona del ltimo de los
Austracos de la Pennsula a su nieto Felipe V, nio a la sa-
zn de diecisiete aos. El programa del ambicioso Borbn era :
Ytr no hu,y Pirineos!

I1

Mas como se tratase de un negocio de familia y de una lie-


rencia yacente, cual acontece en los feudos de aldea en que ca-
da choza toma partido y bandera, as todos los palacios de EG-
ropa se pusieron en fermento y mandaron sus ejrcitos a pe-
lear, cada cual por su derecho o su piltrafa. Tratbase de ad-
judicar un reino vaco a dos pretendientes que exhiban ttulo9
i<qalmenteautnticos. Ambos eran a la verdad sobrinos del rey
difunto. E1 archiduque Carlos de Austria, segundo hijo del
emperador Leopoldo, tena sin disputa la preferencia de la san-
gre, porque era hijo de la hermana menor de Carlos 11, Mar-
412 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

garita Teresa, y a ms perteneca, como el ltimc, a la estirpe


I de Aupsburgo que Carlos V implant en Espaa. Felipe V, al
contrario, era sobrino en una lnea inferior, como nieto de la
hermana mayor del rey austraco, Mara Teresa, primera mii-
jer de Luis XIV. Pero, al propio tiempo, contaba el ltimo a
su favor el testamento del monarca espaol, arrancado en horas
de agona por las intrigas de Versalles y de Roma. Y tena
ms que sto, el amor del pueblo espaol, desesperado ya del yu-
go de tres generaciones de insensatos, despus de dos reinados
de tiranos.
No es este un libro a propsito para dar razn de disputas
dinsticas ni de campaas europeas. Bstenos saber que esta
famosa contienda de reyes y parientes se llam la Guerra de
f3mxin y que dur ms de doce aos (1701-1713).

I11

Tomaron bando por el emperador de Alemania y su sobrino


IriInglaterra y la Holanda, que tenan siempre cuentas pen-
dientes con la Espaa, y en razn adems de !o que comen-
zaba a llamarse entonces el equilibrio europeo. La Gran Bre-
taa no poda consentir en que los Pirineos fuesen suprimidos.
Por Luis XIV y su nieto, desenvainaron la espada el elector
de Baviera, el duque de Savoya y el Portugal, llevados de un
inters dinstico.
La lucha fu porfiada. La suerte de las armas varia e incons-
tante. El xito se mantuvo indeciso como la lealtad de los prn-
cipes que en l ponan sus diademas. La sangre de los pue-
blos corri a raudales, empero, si bien ninguno de los gran-
(les seores por quienes aquellos se inmolaban sac ni un ba-
lazo en su prpura ni un rasguo en su piel regia.
La fortuna sonri en su9 albores al imberbe Borbn; pero
las victorias del prncipe Eugenio, el mejor general de los alia-
dos en Italia, y del clebre Manbrun (Malborough) en 1;ia
fronteras orientalw de Francia, y especialmente la famosa de
Blenheim que salv a la Alemania, cambiaron en breve los
primeros favores en prdidas sombras. El Portugal abando-
na la causa del Borbn y los ingleses, despus de haber que-
mado en Vigo una de las ms ricas flotas de las Indias (Octu-
IiISTORIA DE VALPARAfSO 413

bre 12 de 1702), penetran en el corazn de la Pennsula, arro-


llando en todas partes los tercios franceses y espaoles. Al
propio tiempo el archjduque desembarca con los imperialistas
en Barcelona, y el 24 de Junio de 1706, despus de un lustro
completo de batallas, entra en Madrid y se proclama rey de
Espaa, en medio del silencio y de la consternacin de las mu-
chedumbres.
Trtase entonces de d a r por perdida la jugada, y en el cam-
po del prncipe Borbn se oyen consejos de trasladar las bazi-
deras y 831 trono a los antiguos imperios de Amrica, a Mxi-
co, ail Per (1).Pero Felipe V, el animoso, confa en el amor
de sus sihditos, y seguido de un corto destacamento penetra
otra vez en su capital (Agosto de 1706).
Dos grandes batallas deciden al fin el destino de la Espa-
a. Los ingleses son batidos completamente a las rdenes de
Gallway en las llanuras de Almanza (Abril 14 de 1707). Y
ms tarde el duque de Vendome derrota a los imperialistas ba-
j o el alemn Staremberg, en la clebre batalla de Villavi-
ciosa, el 20 de Diciembre de 1710. Felipe V estaba all, y en
tres noches no se desci la espada, ganando su cetro como
bravo. Dile al fin posesin permanente del trono Ila famcs
paz de trecht, en que los franceses vencieron con el inge-
nio y la diplomacia, segn la expresin del cronista Commines,
e. los que siempre les vencan en las batallas campales. Fir-
m& el gran pacto europeo que puso trmino a la Guerra de
SucesGn, el 30 de Marzo de 1713.

(I) En las Memorias msi contemporirieas <!el ckbrc Duclos, re hace


mcncin de este proyecto y de las intrigas a que di6 lugar. Eran stas di-
rigidas, segn parece, a un plan del duque de Orleans, despus regente de
Framia, para destronar a su sobrino, ai-roverhsndo la ocasin de hallarse
mandando en jefe el ejbrcito franc& en Espaa. .La verdad del hecho, dire
el cronista francs, fu que en los momentos en que la causa de E'eiipe V
pareca perdida, se crey6 que este prnci1:e abandonara la Espaa para ir
a reinar en las Indins, y el duqipe c!e Orleans acept el plsn de sucederle,
en caso que aqul abdicara.. Con este fin, aiiade aqul, dej dos confiden-
tes en Espaim, llamados Flotte y Renaud, pero &tos fueron descubiertcs
y expulsados en 1709. (Vase la ohrn titulada Memoires secrets sur le regnc
de Louis X V I por Duclos, en la Bibliotheqzte des mem'res relatifs a la His-
toire de France por Barrire.-Pars, 1854, t. 2 . O , pg. 25).
414 OBRAS COMPLETAS DE VICUQA I\I.ICKENNA

IV

Aquella contienda haba tenido, como era inevitable, una in-


fluencia poderosa en los negocios de la Amrica. Vise sta,
n o obstante, libre de sus estragos, pues la primera fu esen-
cialmente m a lucha europea y continental.
Pero bajo dos aspectos principales la Guerra de Sucesin pe-
g directam.ente en las naciones que bordean el Pacfico y con-
tribuy a cperar en ellas una mudanza profunda e inespera-
da. Fu el primero la paralizacin completa del trfico de las
flotas de Sevilla a Portobelo, y el segundo, la apertura del
Mar del Sur a la libre navegacin de los franceses.
Histricamente hablando, el verdadero monarca de las In-
dias durante la G-uerra de Sucesin, fu en efecto Luis XIV.
Su nieto t r a solo el brillante ejecutor de sus augustas volun-
tades. En los salones de oro y de mrmol del suntuoso pala-
cio de Versalles se sentaban los consejeros de la corona que
regan nuestros destinos, por ms que las reales cdulas venan
datadas de lm sombras bvedas del Escorial o de los bosques
de Balsain, en ambas faldas del agreste Guadarrama.

La supresin de las flotas, en que tuvo gran parte el terror


que infundieron los ingleses con el completo desbarato de Vi-
go que dejsmos recordado, y la Increible nulidad de la marina
espaola er! los ltimos aos del reinado de Carlos 11, situa-
cin de qiie tambin tenemos dado cuenta, convirti en una
necesidad imperiosa la habilitacin del Cabo de Hornos, el
ms temido a la sazn de todos los pasos del Ocano. Sin aque-
lla va. las colonias situadas al sur de Panam iban a perecer
de escaseces, y a ver, al propio tiempo, estancados sus tesoros,
que eran el man peridico y regenerador de la Europa. Y si
bien Luis XIV despach algunas escuadras a recoger los tri-
butos dc Tierra Firme a alguna vcz los del Per, atribuase
una marcada preferencia a la navegacin ms lejana, pero ms
desembarazada de enemigos, del Sur Pacfico. La elevacin
21 trono dz Espaa y de las Indias (dice un historiador de la
marina francesa, aludiendo a esta situacin) de un nieto de
HISTORIA DE VALPARAfSO 41 5

Luis XIV, abri el Mar del Siir a los franceses que se preci-
pitaron en masa en su demanda, los unos para propsitos de
comercio y la3 otros para defender las castas de Chile y del
Per contra lau agresiones de los ingleses y holandeses, enton-
c w aliados (1).
Haba en ese arbitrio un doble provecho, porque los permi-
sos que otorgaban el derecho de aquella navegacin se vendan
a precio da oro, y liiego se ganaba en el expendio de las manu-
facturas francesas y en los ricos retornos del comercio colonial.
Por lo dems, para sostener aquella guerra de familia, que im-
portaba a la humanidad solo el nombre de una dinasta, todo se
venda por escudw. Sabido as que un comerciante de Vigo,
llamado don Andrs de Uztriz, y que acaso perdi una par-
t e de su fortuna en el desastre recordado de aquella plaza, a
fin de reparar su quebranto, compr en 1709 la presidencia
de Chile en veinte y cuatro mil pesos.
VI1

Como Felipe I1 asign a Sevilla para puerto nico de salida


en la carrera de las Indias, as Luis XIV seal de preferen-
cia el de San Mal, en las costas de Bretaa, para las expedi-
ciones por el Cabo de Hornos. Kaca esta predileccin, no tan-
t o de un absurdo espritu de concentracin y monopolio, im-
propio de una nacin que comenzaba ya a educarse en la es-
cuela de Colbert, sino de que equel puerto se haba hecho el
centro de grandes compaas de nsvieros, siendo sus mariniw
los ms aventajados en las navegaciones llamadm de long cozirs.
Una compaa privilegiada tom de su cuenta las ms atrevi-
das y las ms abultadas de aquellas negociaciones. Algunas
salieron tnmbin de Marsella, en la direccin opuesta del li-
toral de Francia. E n cuanto a la Rochela, de donde partierail
los aventweros de A l . de Gennes y de Beauchene-Gouin en el
ltimo decenio del rsiglo XVII, pareca definitivamente aban-
donado.
VI11
Se recuerda innumerables expediciones desde San Mal du-
rante las doce aos de la Guerra de Sucesin. Ctase, con todo,
(1) Guerin, obra citada, t. 4.0
416 OBRAS COMPLETAS DE V I C U s A MACKENNA

como la primera, la de un capitn Rogadier que trajo un va-


lioso cargamento de lencera, paos, objetos de lujo y nun
muebles en el primer ao en que estall aqulla. LLlam6ba.w
su barco !a Aurora, apropiado nombre para una empresa que,
junto con una prosperidad desconocida, traa a nuestras pla-
yas una lcz nueva. Sus provechos fueron enormes, porque re-
cogi las primiciais del comercio, de la novedad, y ms que esto,
de una ficcin del espritu, oriunda del Sena, y que desde er,-
tonces tom a perpetuidad caria de ciudadana a orillas del
Mapocho: la moda.

IX
Sucedironse a aquel feliz ensayo, unos en pos de otros, via-
jes y especulaciones numerasas hasta quedar establecida una
verdadera cadena de comunicacin directa con Europa, de tan-
ta o mayor novedad y trascendencia que la que comienza a li-
gar hoy da a ambos mundos por la va de Magallanes.
Diversas fueron las empresas que la olvidadiza crnica del
mar dej sin la debida memoria en aquellos anales de un comer-
cio que por la primera vez tena derecho a llamarse nacional.
Pero a,grupando las noticias que se encuentran dispersas en di-
versos libros y papeles contemporneos, creemos estar en acti-
tiid de recordar los principales.

X
Despus de Rogsdier, emprendieron viaje a las costas de
Chile otros dos capitanes de San Mal, llamados Fouquet y
Coudrai, quienes, habiendo salido de aquel puerto el 26 de
Diciembre de 1703, echaron sus anclm en la rada de Concep-
cin el 13 de Mayo del ao siguiente (1).Aquella navegacin
de 137 das, a travs del Cabo, era para la poca un prodigio.

XI
Por aquella misma poca, segn el historiador naval Gue-
rin, vino a Chile el Jacques, capitn Harrington, y dos aos
ms tarde hicironse notar los navos el San Luis y el Natc-
repas (que acaso era el mismo de la aventura de Valdivia)

(1) Laborde.-Obra citada, pg. 216.


HISTORIA D E VALPARAfSO 4 17

por haber tocado en las islas a que desde entonces dieron BU


nombre los marinos de San Mal (les ntalouins). Comenzaban
dichas posesiones, que hoy son forzosamente inglesas, pues
estn a la entrada de un Ocano, a ser llamadas las Mulvinas.
E n cuanto a quienes fueron sus primitivos descubridores, no
hay acuerdo, como sucede de continuo en el bautizo de todas
esas rocas, hijas de las olas. Cuando ms, cada cual atri-
buye a su nacin aquella fortuna del acaso: los italianos a
-4mrico Vespucio, los ingleses a Drake o a Cavendisli, los es-
paoles a Sarmiento, y por iltimo los franceses a los nave-
gantes de su raza, durante la Guerra de Sucesin. De todas
suertes, es lo cierto que lo? ltimos les dieron un nombre per-
manente. El de Falkland, que hoy llevan, es solo una evidente
usurpacin, como el Aspinwall del Darien ( 1 ) .

XI1
Tres aos mlis tarde (1707) encontramos memoria de otros
dos buques de comercio, expedidos ambos de San Mal. Uno de
aquellos era el San Pedro, que pas al Pacfico por la antigua
va del Estrecho. El otro ru la Asuncin, capitn Pore, que
dobl el Cabo, y cuyo barco, as como la Aurora, volveremos a
encontrar inscrito en nuestra lista naval del comercio de los
Irancww, y tal vez con omsin de alguna notable peripecia.

XI11

En 1709 hicieron su aparicin dos nueras naTes, una de las


riialcs, el San Jima Bautista, capitn Doublet, Tino de Mar-
sella, y la otra, el San dvfonio, capitn Frandac, de San Ma-
115, dejando ambos duradera memoria de su crucero, la prime-
ra por la relacin que public uno de sus oficiales ( 2 ) y la
otra por una aventura comercial de considerable escndalo en
su poca.

( 1 ) T76ssc solirc cstn puriiriiler y todo 10 rehiiro a la importante pcse-


sin tlc las Xalvicas hasta 1770 la obra del t~erictlirtinofrancs Dom Per-
nett>-, tituhsin: ZZistoiw d'm{ i'oydyc uii.r ilcs Xo:ouirits j ~ i ei n 763 el 764
(I'r.rs. 1770'. E n c,ll:r Pcrcrtt;- reconoce qiic Lrnke !- rs~~crizlmentc ITaw-
iiins (cn su segundo viaje) civistctron las hialvinas, pero atribuye a sus
cornpat riotas los honores del descubrimiento y de la primera exploracin,
( 2 ) Diirrt,.-Voyngu c?c Marseille a Lima, 1 vol. 12.0, Pars, 1720.
Historia de Valparaso 27
418 OBRAS COMPLETAS D E VICUA MACKENNA

Parece que el ltimo se haba dirigido desde las costas de


Francia a las de Chile, a travs del ancho Pacfico. Mas como
las colonias que yacan a lo largo del ltimo, desde Chilo a
las de California, geman bajo las ms severas prohibiciones de
todo comercio con el Oriente, excepto por el galen de Riani-
la y Acapulco, hzose cuestin por las autoridades de Penco
y aun las de Santiago d. confiscar el buque y su preciosa
carga. Sin embargo, ya los franceses tenan por propias aque-
llas aguas, durante tantos siglos escondidas a las banderas
del mundo, y alzaron las suyas en lo alto dmesus masteleros
para oponerse a aquella providencia, en nombre del derecho y
de sus caones. Hubo de sesgar en vista de esto la autoridad
local, y el conflicto se arregl, como se avienen la mayor par-
te de los empeos humanas: con dinero. El capitn Frandac
pag catorce mil pesos al corregidor de Penco. RIas los cro-
nistas que han consignado el lance, no dicen si aquella eroga-
ciSn fu por va dr rescate o de soborno (1).El iltimo, em-
pero, estaba demasiado en voga para no hacer legtima su
sospecha. Era aquel recurso, adems, tan usado como discul-
p F l e desde que el rapitn general de la colonia haba comen-
zado por sobornar al rey.

XIV

Pero cuando aparecieron en mayor nmero las naves que


tremolaban por la primera vez el pendn blanco de los Borbo-
nes en el Pacfico, fu en el ltimo ao de la dilatada guerra
que haba llevado a los ltimos al trono de Carlos V. Hay me-
moria de que por esos das anclaron en Valparaso no menos
de cinco naves de San Mal, una de Marsella, otra de Ro Ja-
neiro y por ltimo la llamada San Carlos, que aunque de pro-
piedad francesa, haba sido vendida a ciertos navieros del
Callao.
De las velas bretonas de que arriba hacemos cuenta? era I t
de ms precio el navo Illamado el Solide, de 50 caones, qiid
~-
(1) Los autores que narran este hecho como Burney y Ward (Art de
verifier, etc., vol. 34, pg. 75) se refieren al viajero Fouille, y citan la p-
gina 67 del tercer volumen de su relacin que fu publicado en 1625. Noso-
tros, empero, s610 hemos encontrado los dos primeros dados a luz en 1614,
en todas nuestras investigaciones.
HISTORIA DE VALPARAfSO 419

navegaba bajo el mando de un oficial de la marina real Ila-


mado Rageuine. Los nombres de los otros eran el Le Glerc.
capitn Bojsloret; la Vierge de Grace; el Asuncin, capitn
Champloret Le Brun, y et S a n Jos de 36 caones, capitn
Beauchene Battas, a quien La Borde llama un hibil mari-
no (1) .
Los dos ltimos recalaron a Concepcin con una semana de
diferencia, el 26 de Junio de 1713 el Asuncin, y el 18 el
S a n Jos. Vena ste acompaado de un transporte (la Ma-
ria), a cuyo bordo navegaban sus vveres y repuestos.
En cuanto a los otros, e! llegado de Marsella llambasc la
Marimza y era mandado por un capitn italiano, natural de
Villafranca, del nombre de P i s o n . El de Ro Janeiro haba
sido despachado por el almirante Dugai-Trouin, despus de
la captura de aquella plaza, venganza infligida a los portu-
gueses por sus continuas defecciones. Llmbase este barco
la Concordia, capitn Pradel, natural de San Mal, y se ocu-
paba en encontrar expendio para los valores apresad@ en el
Brasil por los franceses.

XV

AI ao siguiente (1714) aquella verdadera armada del


Mar del Sur, ms numerosa y fuerte que las que en los
ltimm aos haban venido a Portobelo, se aument con el
S a n Clemente, navo de 50 caones, capitn Jacinto Gardin,
que lleg a Talcahuano el 13 de Enero del ao mencionado.
Y en seguida, el Poisson T701ant; el Phelipenux, capitn Xoial
du Pare; la Aurorn, capitn Legriel; el JlarcinT, de .,O cao-

(1) El canciller Laborde es una autoridad aceptable en cuanto compen-


dia o cxtracta las narraciones de sus compatriotas en el &lar del Sur. Pero
es deficiente en todo lo dem6s, piies no pasa de ser un compilador vulgar,
aunque su obra (ya varias veces aludida) estuviese destinada a la instmc-
cin de un prncipe. Sus etimologas y traducciones espaiiolas son bastan-
te curiosas. Al puerto de Huarmey, por ejemplo, que Lionel tvaffer slo
llama Wormia, el canciller lo designa nicamente con el nombre de Uron-
cio. Del grupo de .Juan Fernndez dice tambin que se compone de tres
islas, de las cuales, la mayor se llama Mana de tierra, o isla de tierra, y la
segunda M a s a de juera, o isla de afuera, por manera que el adverbio ms
est tomado aqu por isla. La ltima de aquellas se llamaba de las Cabras.
LAcaso el cruel zapatero Simn dara ms exactas lecciones al infeliz del-
fn, hijo de Luis XVI?
420 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA JIACKENNA

nes; el Chancelier y su conserva la flite Bien Ainze; la Asun-


cin, que regresaba del Callao; la Margarita de Pisco, y la
tartana Santa Brbara, capitn Marcant, de Valparaso ( 1 ) .
Por l.timo, el navo El Csar lleg de Europa a Talcahuano
el 17 de Febrero de 1714.

XVI

De esta suerte, cuando en lm primeros das de Diciembre


de 1713 trajo a la baha de Penco la nueva de la paz de
Utrecht (ajustada, segn dijimos, en Marzo de aquel ao) el
barco llamado el Berger, hallbanlse en aquel vasto surgide-
ro no menos de quince navos con ms de doscientos y cin-
cuenta caones, y dos mil y s e h i e n t m hombres de oombate,
atrevidos todas, aventureros y capacea de oualquier empresa.
Por manera, que a s como terminaba la guerra en el Viejo
Mundo, dejando a un descendienlte de San Luis en el trono
de San Fernando, hubiesen querido aqullos extender sus do-
minios en el Nuevo por medio de una cruzada irrcsistible,
habrales bastado para conseguirlo un slo requisito :-la vo-
luntad.
Jams, a la verdad, hubo antes en el Pacfico un armamen-
to ms compacto y formidable, porque aunque aquellas na-
ves hacan servicio de mencantes, estaban todas montadas, se-
gn lo exiga el estado de lm mares, en un riguroso pie de
guerrs. La ,poderosa armada con que Palavicino bati a los
bucaneros en las islas del Rey, era slo una sombra delaii-
te de la escuadra de San Mal, p por cierto no fu superior
a sta, bajo nine& otro aspecto aue el de la audacia y la
gloria, aquella con que Lord Cochrane barri de enemigos
las aguas del Pacfico en el primer cuarto de este siglo.
Tal fu el material que sirvi a la iniciativa y a la per-
manente f u n d a c i h de aquella nueva carrera del Cabo de Hor-
nos, que deba transformar la existencia de Chile como pue-
blo mercantill. Valparaso iba a ser en pocos acs el Porto-
belo ds la Amrica.
(1) La tartana S a n t a Bhrbzra ha adquirido un nomhrp irnperccedcro en
la geografa de nuestro continente por haber descubierto casualmente, du-
rante su viaje a Chile, el canal que todava lleva su nombre entre las ense-
das del Magallanes.
HISTORIA DE VALPARAfSO 421

XVII

C o m i d a el 'grueso del trfico francs en los artculos dr


aquellas manufacturas a que el genio de Colbert haba dado
tan colosal impulso, como las telas de lino, especialmente las
de Bretaa y de Rouen (rzumes y bretaas); en los encajes
y blondas de las ciudades fronterizas de Flandes; en los ex-
quisitos paos de Sedn; en las lamas y tis& de oro de las
telares de Lyon, que encontraban inagotable consumo en las
sacristas y en los salones, especialmente para casullas y fal-
dellines: y por ltimo, en esas mil tentadoras bujera, tin-
tas, joyas, perfumes, abanicos, espejos, alfileres, etc., que se
conocen todava en el comercio con el nombre de artculos
de Paris.
Los franceses se hicieron tambin los exclusivos introdue-
tores de aquellos gneros de valor de que axtes surtan a lm
flotas de Indias las fbricas extranjera, como el terciapelo
y el papel de Chova, las especias de Holanda y la quinca-
llera que vena por lo comn de las plazas de Inglaterra.

XVIII

Visibles fueron hasta no hate muchos aos los restos de


aquellas primeras importaciones que tanto debieron maravi-
llar a los chilenos por su novedad n o menos que por su pre-
cio, nfimo ste hasta lo inverosmil, comparado al de las an-
tiguas ferias. Y no son pocas, aun en estos tiempos de rpi-
da mudanza, las antigua? casas solariegas de Santiago en que
se conservan con tradicional orgullo aquellas frasqueras f ran-
cesas, de doradas orlas, en que se serva la mistela en los das
de santos o de grados; aquellas espejos mates, imitacin de
las lunas venecianas, que eran el adorno ms preciado de 10s
salones; aquellos muebles incrustados que acusaban el exqui-
sito gasto de la ebanistera de Pars, y por ltimo, aquellas
hoy deslucidas y entonces primorosas a r a k de gotas de oris-
tal, que como un trofeo de otros siglos suele veme de vez en
cuando s q e n d i d a s por rodo cordel a la nave de algn tem-
plo de provincia.
E n la antigua Concepcin el acopio de aquellos objetos
422 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

debi ser mucho mayor, hasta que al fin el traicionero mar,


paseandc dos veces sus olas por BUS hogar-, no dej otra
huella de la antigua opulencia que los escombros de 6us mu-
ros y tapiceras.

XIX

En cuanto a la influencia domstica y social de aquel mo-


vimiento que moralmente equivala a una revolucin, en otro
libro, gemelo del presente, ya trazamos de ligero su carc-
ter. . E l trigo hacia el Norte, decamos en aqul; el Cabo
de Hornos por el Sur, transformaron en un cuarto de siglo
cabal (1687-1713) la suerte de la colonia, el aspecto de sus
ciudades, sus costumbres, el menaje de sus casas y hasta los
utensilias de mis cocinas. Rodaron entonces las primeras ca-
rrozas y furones, las calesas y calesines de fbrica europea;
hicironse or los primeros acordes del clave; armronsc lab
primems mesas de billar, en reemplazo de los trucos; pusi-
ronse en las ventanas las primeras rejas de primorosos dibu-
jos de Vizcaya; comenz a beberse el agua en vasos de cris-
tal y el vino a ser servido en botellas. Y aun recurdase to-
dava la casa de Santiago en que se puso la primera mam-
para de vidrios en su cuadra y domitorio ( 1 ) .

XX

E n un sentido ms genuinamente social, el comercio direc-


t o con la Francia atrajo a nuestro suelo una corriente de
emigrmtes, cuyo ameno espritu, no menos que la vivacidad
de su ingenio brillante y comunicativo, iba a injertar en el
alma adormecida de la familia colonial los grmenes de SU re-
generacin. Enamorados algunos de aquellos navegantes y mer-
cader- del cielo diafano de este pas, otros de algo tan her-
moso como su cielo, BUS auras y su luz, pues que en su rostro
reflejaba todos sus primores, y otros, en fin, menos sublimas,
del exquisito jugo de sus pamas, como refiere el jesuta Oli-
vares, sin ser por esto un mala lengua, afincronse muchos
en nuestras playas, alguzios con SUS caudailes, los ms con SU
( 1 ) Historia d e Santircgo, t. 2.O, pg. 16.
HISTORIA DE VALPARAfSO 423

corazn. De ah aquellas familias de estirpe conocidmenh


francesa y con ms particularidad bretona, de los Letellier,
Pradel, Loriel, Lefabre, Labb, Fabre, Morand, Montaner,
e k . , cuyos ltimos apellidos son todava comunes en San
Mal, de donde procedioron. Dcese que los fundadores de
stos fueron dos primos hermanos, y aunque del uno, don
Francisco Briand de la Morigandais (chilenizudo Morand) ,
dimos ya noticia, slo podemos decir respecto al otro (don
Andrs: de Montaner), que casado en Santiago can una seora
Astorga, form, y no obstante haber cegado a lus tres aos de
SU matrimonio o talvez por esto mismo, tan numerosa familia
que a poco la llamaban ejrcito. Una antigua crnica de San-
tiago refiere al menos que cuando se desenclaustr por el ao
de 1716 a 1720 la monja pastoriza, doa Josefa Xontaner,
fu a sacarla a su celda un ejrcito formado de franceses,
i ~ era l cl i i h 7 i e i ~ 1~ l c&toy I I;, wzii e n Saii;iiIgo J t a n t o cl
de los deudos de la infeliz cautiva.
Dat tambin de esa poca el establecimiento en Chile del
caballero francs M . Dunose, cuya hospitalidad en tanto pre-
ci el almirante Byron, cuando fu nuestro prisionero trein-
ta aw ms tarde, y quien por haberse casado con una linda
cacica de hlaipo, di6 a sus tierras el nombre que todava llr-
van (Lo Xes, contraccin de Dunose). Tuvimos tambin por
esos aos algunos huspedes italianos, y especialmente del Pia-
monte y de Saboya, mediante la alianza de estos pases con
Espaa. Mas, slo se conserva memoria de los hermanos Ca-
sanova, naturales de Gnova, que se radicaron en Cauque-
nes. Y de u n o de ellos procede por directa sucesin, el p o p -
lar cura prraco que hoy rige la matriz de Valparaso.
Tales fueron los caballeros-gentils hommes que la hermosa
Ernncia dej como recuerdo y como simiente en nuestro SU(-
lo. Ii;ii ciianto a 10, gub,rtiio.s qiie rliiedaion varados a lo lar-
go de las costas, n o se conserva cuenta por su obscuridad o
su excesivo nmero ( 1 ) .
( i ) Conic en otm nrnsin nos esforzamos por trazar la etimologa d e la
palatira gl ?/,yo, ap1ic:tcin r n Anicrira a los ingleses, desearamos ahora pre-
sentar la del apodo de los francescs que acabamos dc recordar, lo quc por
desgracia no es tan llano. Sin embargo, puede asegurarse que el origen de
aqul es puramente lugarefio y fronterizo, porque todos los torrentes de I01
424 OBRAS COMPLETAS DF VICUA M A C E E N N A

Pero entre la muchedumbre de aquellos navegantes, mer-


caderes, lgente de espada o pacotilla, que vena a estas Indias,
a pasear de pueblo en pueblo la bandola de sus barat:j 'as o
a ofrecer su mano recamada de encajes a las ms bellas da-
mas da la corte de Concepcin y de Santiago, destcanse dos
figuras, nobles y luminm desidllos de la mente y del saber
humalios, delante de las cuales no as posible pasar sin de-
tenerse con respetuosa Teverencia.
F'ueron aquellas las de los dos primem viajeros cient-
ficos que visitaron esta parte del Nuevo Mundo, secuestrada
hasta entonces a la luz de la verdadera sabidura, pues slo
reinaban en ella las imposturas del latn y los embrollos del

Pirineos, cspcciaimente en la parte occidental, tienen el nombre genCrico


d e gubes, y de aqu vena que los espaicles llamasen gcrbnPhes a los habitan-
tes de ultra Pirincos. Sin embargo, para completar la etimologa era pre-
cis0 qiic el wraiilo clic, tuviese i.1 inismo sip. o q u c en la lengua qui-
chua, en que e;: sinhnimo de gente, lo que por 110 entra en nuestro prc-
psito discutir. Pero en la jerga espaola existe una expresin viilgar y casi
anloga a la del dialecto americano, en que la expresin chcclie se aplica a
la gente balndronn, ;)crJonn vi(!as 1- g.ndari:Tga, califirativo de menosprecio
que bien podra hrhcr-sn aplicado por los eltivos castellanos a 10s verbosos
y petulantes gnscones, sus liinkrofes. Bescherelles, en su L)ic.iioii:iire iVa-
tional, presta con alguna mayor erierza ~1 mismo 3igIiificaio a ect:i exprc-
sin. De todas manerns. P S lo ciert,, qi:r el califir,t:tivo de yn' nc4o se apli-
caba ya a mediados del siglo XVII Y !a gente menuda que del sur tie Fran-
cis pasaba a Eqmi:-. dcnle YC !cs inirn:):i romo mer!-eiia:i!,:: :; !c.s tratx-
~ ' 7

ba como a tales. N o necesit gran trnhajo (dice un viajero i'rancCs d e csa


poca que recorri la Espaiia) 1 coiioccr la 1,ereza y el orgiiilo de estos
pueblos. Existen obicros pnra 11 ciicl~iilr~s,
1 .w no iiabr q u i i n los x'i-
lase si una infinidad d r franre:: iic nosotros llamarnos bucca vida (nu-
gne-peifs) no se esparciesen por toda la Espaiia. Otro tanto SI
agiiadoms y zapatcros tie M d r i d . La Gueynr. y otras provim
cia subministran un grEn nmero de rampesinos que siegan el trigo y lo
trillan. Los espaolcs liaman n estos individuos gobuclios y Iris desprecian
altamente; pero ,-los se l!evan a Franria i n mejor dc su dinero . ( J f c ~ z o -
r i a s tie Goitrrille, citadas por Weiss. ohra mciicionadn, p5g. 31).
Segn este ltimo autor, pasaban los Pirineos y el Bidasoa no menos de
cien mil franceses cada verano, 1- cstn cirra se ve conirma.tla en la corres-
pondencia dcl conde de Villars, embzjador d e Luis XIV en la corte de Car-
los 11. Segn aquC1. existan no menos de sesenta y siete mil resitieuies fran-
ceses en la Pennsula, de los quc siete n i l eran ncgociaiites >- rcscnta mil
obreros, es decir, gabachos. Sii distribiiein ern Is siguiente: E n las C a d -
llas 18,000; en .indalura 16,000; en Vizcaya 10,000; en Valencia 12,000 y
1,000 en Navarra, Aragbn, etc. (Vase la obra titulada Memoires c'e la Coim
d'Espngne sous le regne de Charles II - 1678-1682), par le marquis de
Villars. Londres 1861. E n el nmero 263 de la Revista de Eriimburgo, co-
rrespondiente al mes de Enero de 1869, se ha publicado iin curioso extrac-
to de este libro.
HISTORIA DE V A L P A R A ~ S O 425

miis exiravaganite e inverosmil peripato. Y as como en las


pginas precedentes de este libro hemos consagrado lugar de
preferencia y separado a los exploradores europeos que !le-
garon a nuestro suelo nicamente para presentarle en dots
la desolacin y la muerte, justo es que cont.emos, si bien de
prisa, cul fu la hermosa carrera de aquellos primeros emi-
sarios de un mundo remoto que no traan en sus manos la
tea de Drake ni de Spilbergen, sino la antorcha de Galileo
y de Lwac Newton.
A esta grata tarea consagraremos el prximo captuio.
CAPITULO X X V l
LA PRIMIEBA EXPEDICION CLENTIFICA

(LUIS FEL-ILLEE-FRANCISCO AMADEO FREZIER)

E l nis antiguo y venerable de los misioneros de la cien-


cia qui?hoy engalana la frente de la patria con tan liermasos
lauros, fu un liumildc monje, de la orden de San Francis-
co, llamado Luis Feuille, nacido en Mane, aldea de Proven-
za, en el Biedioda de la Francia (1660). E l amor a los mis-
terios del cielo y de la tierra brotaron unidos en su mente
desde los albores de su juventud, segn el mismo nos refiere,
y por esto se hizo a la vez firaile y sabio. Discpulo, y en
seguida socio y colaborador del ilustre astrnomo Cassini,
haba emprendido por BUS consejos y por rdenes del rey
de Francia una expedicin lejana a las costas del Levante,
donde acopi, con graves peligros y contrariedadas, preciosas
observaciones, especialmente en la botnica J en la astronoma,
que eran sus estudias predilectos.
La ambicin de ejercitar los ltimos en un campo enteTa-
mente desconocido, le condujo enseguida a exploraciones lle-
nas de sufrimientos y fatigas en el mar de las Antillas, que re
corri en diversas direcciones embarcado en un buque de cor-
428 OBRAS COMPLETAS DE VICUA M.4CKENN.4

wrios, hasta que la liga dinstica de la Francia y de la E a


paa abri a sus proyectos el magnfico horizonte que ofre-
can entonces las tierras ignotas del Mar del Sur.

Recomendado por su maestro al ministro de la marina


Pontchartrain, y por ste a Luis XIV, otorgle el ltimo un
real permiso en Fontainebleau, con fecha 25 de Septiemhre
de 1707, para pasar a Chile y al Per, por la va del Cabo
de Hornos, recomendando su mrito, su persona y sus invwti-
gaciones, a todas las autoridades francesas o amigas a quie-
nes aqul fuese presentado.
Con esa abnegacin del alma que convierte el ser fsico de
algunos hombres escogidos en una especie de mquina pasi-
va de uu voluntad, el entusiasta explorador proporcionse pa-
saje a bordo de un barco de poca cuenta, que a fir,cc; ('n . :lrl 7

ao deba dirigirse desde Marsella a las costas de Chile con


un cargamento de mercaderas, y sobrellevando a su bordo
las ms penosas molestias, tom puerto en Concepcin el 21
de Enero de 1709. Un ao haba durado su viaje, pues el
buque que le condujo ( y cuyo nombre no apunta su relacin
exclusivamente cientfica) hzose a la vela de la rada de Alar-
sella el 14 de Diciembre de 1707. Con todo, y no obstante
las desazones de una peregrinacin tan dura y prolongada,
el diligente astrnomo no dej pasar un slo da sin consig-
nar una observacin de clculo o una investigacin cientfica.
E r a su principal empeo determinar la longitud precisa de
ciertos parajes del l l a r del Sur, a fin de corregir el dibujo
geogrfico de la tierra en esta direccin, pues fu aquella
la poca en que ms se agitaba por el mundo cientfico de
Europa el gran problema de las longitudes, cuyo misterio, di-
ce el mismo Feuille, oculto por tantos siglos a los hombres,
haba sido el primero en fijar (prouver) su ilustre maestro,
el astrnomo Cassini ( 1 ) .
~-
(1) Joi/riinl des ob~eri~atzonsphvsiques. maemathiqltcs el botunzqiifu por
LUISFeuillEe.-Pars 1714, vol. 1.O. pg, 2.
Cassini habla nacido en 1625, es decir, treinta y cinco ans antes que
Feuille, y muri de cerca de noventa aos cuando &te se ocupaba. a SU
regreso a Europa (1712), de publicar la obra cientfica que acabamos de
HISTORIA D E VALPARAfSO 429

Con este propsito, apenas hubo demmbarcado en Concep.


cin, m p s e el empeoso fraile en buscar un sitio convcnien-
te para establecer su observatorio; y l mismo cuenta que
lo hall el propio da de su desembarco en casa de un buen
hidalgo que le arrend tres habitacionea en su casa por el
canon de tres pesos cada mes. . . Tanto valan entonces en Chi-
le el hogar y los menesteres de la vida!

Despuk de algunm das de proveohma residencia en Pen-


co, el hot,nico francs continu su viaje a Valparaso, en cu-
ya rada, propicia para las investigaciones astronmicas s o r
lo difano de su atmsfera que recios vientos constantemen-
t e azotan, fonde el moroso buque que le trajo de Narsella,
el 25 de Febrero de 1709.
Como era franciscano, el guardin del convento de la or-
den ofrecile cordial hospitalidad en sus desahogadas celdas,
y as honr su claustro, convirtindole en el primero de Chi-
le en que la verdadera sabidura arm su tienda, sin pedir
lieencia a la Inquisicin y sin ser siquiera interrogada por
---
agra con frecucnci e !os n:s rrspciuosos tcstimonios

ue dejamos citadus de FeuiIli.e, ai)arecc que ste


daba ya como resiiclto por Cassini el problcma de !n dcierininari6n de las
longitudes cn el mar. sisterrri que engendr durante el sigio SVIII tantas
ingeniosas demost,rwione,j y tan desatinadas p?.traias, como en el prexnte
la cuadratura uel crciilo. i-ase la curixa X m t o r z t ! sc5re Zaa teriiu:ioas
he,-hcc,s preiiiins 0frP.i !os en Esnn2.c crl p,!c rc.??lriezc rl p r o b : e m de 10 !on-
gitwl en lq mar, redactada por don Eusiaquio Fernndez de Nuvnrrpte, y
publicada en el vol. 21 tic 12, Coieccin d e Dmitr~iuniosir~iditospara In ffis-
torirr tlc Esi"i;7,:, por don hIi.;ucl Salvd y don Pc:iro Sxins d c Bzrancla. (Ma-
drid, 1852).
ids cl pzicccr s o h e materiales acumu-
01 don hlr-rtn FernAr:drz de Xsvarre-
tle,mhrimiento de Cassini. y al rontra-
rio se atriiluye una fecha muy posterior al iiLventodei'iriitivo q u e determin
la precisin mntcmticn d e aqiiel ci.:ciilo. Iihlme tamlii6n ail tie un m-
todo propuesto en 1720 por un marino de la Armada de! har del Sur, Ila-
mado Gregorio Rodrgucz de Almogovai, cdiz5pulo d e la Universidad de
Lima..
El sistema d e Cassini. que vino a ensayar Feliille, consist,a en medir
las longitudes en e! mar p(Jr rncdio de lar, distancias de la iuiin, y en cierta
mancra fu el ltimo el prc;le-esor d e la Eran eupedicin francrrespaiola
que treinta aios m i s t,arde vino a Qiito, presidida por La Condamine y
Godin, Ulloa y Juan, a medir un arco del meridiano de la tierra.
430 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

los sayones que guardaban, por su orden, todas 1% entradas


de la tierra. La capucha de San Francisco protega esta vez
al viajero provenza1 contra el sambenito y la hoguera.
No fu, empero, el sabio naturalista completamente feliz
en sus exploraciones cele&es en la baha cuya memoria re-
cordamos, porque comenzaban ya las tempranas nieblas del
otoo a descender sobre las colinas, multando los astros. Pa-
E el padre en esta mortificacin los das que corrieron desde
el 26 de Febrero al 16 de Marzo, bien que en este ltimo tu-
vo la suerte de observar un ecllpw de sol, de cuya aparicin
en el hemisferio sur, confisalo l mismo, no tena conoci-
miento anticipado. Sirvi, con todo, aquel fenmeno para ve-
rificar el clculo astronmico ms antiguo que se haya prac-
ticado en nuestro suelo, determinndose, por las observacio-
nes simultneas que en el mismo da se hicieron en P a r k
y Marsella por Cassini, la diferencia de longitud que existe
entre aquella ciudad y Valparaso. fi sta equivalente B 4
horas y 55 minutos cuando el disco eclipsado tena al CO-
menzar slo el espesor de un dedo, y de 4 horas, 13 minutos
y 50 segundos al desaparecer su penumbra, clculo tan bien
concertado que aun hoy mismo no nos parece haber sufrido
una visible alteracin ( 1 ) .

IV

Al propio tiempo que acechaba el firmamento, el incan-


sable naturalista recorra a pie las campias y las cumbres,
recogiendo yenbas, flores, imwtm, guijarros y todo gnero
de substancias que podan ofrecer algn inters a la ciencia,
y de las que traz muchos curiosos perfiles con certero 1-
piz. Fu en una de esas excursiones, cuando, segn refiere
el mismo padre, penetr en una cabaa de indios para to-
mar descanso. Custodiaba el desmantelado runcho una mujer
--
(1) El cLlculo de Feuille fu verdaderamente admirable. Cuando Moes-
ta rectific, cn eferto, la verdadera longitud de Valparaso, mediante el
auxilio (Ir1 Ohservatorio Nacional y del telgrafo de Santiago en 1856, en-
contr que era aquella, respecto del meridiano de Pars, de 4 horas 55 mi-
nutos y 49 segundos. De modo que slo en el ltimo cmputo hay discre-
pancia con el del sabio franciscano. La distancia en horas y minutos es la
misma en ambos.
HISTORIA DE VALPARAfSO 431

anciana, esculida y desnuda, euyo aspecto movi a aqul a


compasin, y al despedirse psole en la mano un peso fuerte,
cuantiosa limosna para un sabio y para una india.
Mas, apenas viera sta aquella ofrenda hecha a su mise-
ria por un huimx, y s4n cuidar de su hbito, encolerizk y
arrojle su ddiva a los pies, exclamando con horribles impro-
per& que ella no reciba nada de los inmoladores de su raza,
caso singular de engullo, que a no contarlo un hombre tan
digno del ms amplio crdito, habramos dudado en consig-
nar como verosmil. E l buen padre, por su parte, esmndali-
zse de tal manera del lenguaje de la india que slo la de-
nomina la harpia.

Embarehe en seguida el franciscano paxa Lima (Marzo


17 de 1709) en un buque de comercio llamado el San Per-
min, el cual se diriga al Norte, como muchos otros, acarrean-
do las cosechas de aquel verano. Un ao ms tarde volvi
de nuevo a Concepcirr, y en seguida otra vez a Valpara-
80, donde cuenta baj a tierra slo para decir a d i b a sus
amigos.
De all dirigise a Francia con sus diarios y colecciones,
habiendo dejado en Lima, como curiosidades, algunos de sus
instrumentos, segn consta de una nota maaginal y manus-
crita que hemos visto en un ejemplar de sus Obserwacio-
nes ( 1 ) .

Pero no es menos grato saber que junto con sus precio-


sas observaciones llev el ilustre viajero en su corazn las
ms afectuosas impresiones de gratitud por Ius chilenos. En
todo este reino, dice, la benevolencia para con los extranje-
ros es de una dulzura sin ejemplo, y de ella he recibido yo
talas beneficios que no sabra encontrar palabras suficiente-
mente expresivas para manifestar mi agradecimiento.

(1) El que existe en la Biblioteca Nacional de Santiago.


432 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

Una triste reflexin, empero, asalta sin quererlo al historia-


dor que busca soluciones filmficas aun en las hechos menos
aparentes, y es que el mayar nmero, si no todas aquellas
manifestaciones recogidas por el viajero francs en la ex-
tensin de nuestras costa, eran hechas no al sabio sino al
monje.
Al menos, l imismo lo juzgaba as cuando exclamaba : "Ja-
ms podra decir todas las bondades que experiment, y cun-
to aquellas pueblos respekan a las ecle.siSticos" (1) .

VI1

De mayor magnitud poltica y social que las elucubraciones


puramente cientficas del buen franciscano provenzal, fu la
misin militar que desempe inmediatamente despus el e m -
nente ingeniero Amadeo Francisco Frezier, hombre notable
como soldado y como sabio en cualquier pas y en cualquiera
poca.
Nacido en las montaas de Saboya, como Feuille en las
ardientes llanuras de la Provenza, y veinte y dos afios des-
pus que ste (1682), contaba aqul apenas treinta aos
cuando pis nuestras playas, y los que hayan ledo su obra,
llena de profundo juicio y de amena vivacidad, no habrn
podido menas de admirar lo precoz de su talento y la exten-
sin brillante de sus conocimientos. Como Feuille, el brillan-
te oficial haba entrado en el mundo destinado a los altares.
Pero la soltura de su genio le hizo odioso el claustro y prefiri
la vida del cuartel. Como el fraile de Mane, el soldado de
Chambery (pues era sta su ciudad natal) encontr tambin
un alto protector de su inteligencia, y de tal suerte que a la
temprana edad que dejamos recordada, mucho ms tempra-
na entonces que hoy da, le eligi Luis XIV para la delica-
da misin de explorar las cost- de Chile y del Per, bajo
el punto de vista de su defensa militar, de su comercio y de
mi sociabilidad. Y es de la ejecucin luminosa de estos tres
___
(1) Observations, vol. '2.0 pg. 3%. Feuillhe ;,ublic tawhi6n m a precio-
sa ot>ramhre Chile, que es tan rara romo rl tomo 3 . O dr sus ObseTi'an'ones,
con el ttulo de Histoire d t s plantes medicilialcs qui son! le ~>llcsen usage
( t u x ryaumes du Perou et d u Chili. El seor Gay cita con frecuencia este
libro en su Flora Chilena.
HISTORIA DE VALPARAfSO 433

cometidos reales de donde emana el inters variado y seduc-


tor del viaje de que nos ocupamos y su evidente superioridad
sabre el del mnimo Feuille. Es el ltimo, en verdad, un
preciaso libro de biblioteca. E l de Frezier ha sido y ser
siempre una narracin papular que guardar en los siglos
la memoria de su autor.

VI11

Embarcado el ilustre navegante, en consecuencia de sus r-


denes secretas, a bordo d e aquel navo San Jos que segn di-
jimos saliera de San Xal el 6 de Enero de 1712, al mando
del capitn Beauchene-Battas, haba arribado a Concepcin
el 18 de Junio del m i m o ao, y en seguida, el 5 de Septiem-
bre a Valparaso.
Disfrazado contra la suspicacia del capitn general de la
colonia con el traje de un simple mercader de pacotilla, co
mo su predecesor lo estuvo por su coguya contra las sospe-
chas del Santo Oficio, ocupse el activo ingeniero ordinario
del monarca francs en levantar el plano hidrogrfico de
aquel puerto y de su costa, en delinear los contornos de sus
fortificaciones, cuya insuficiencia pone en traspairencia con
clculos y reflexiones irrecusccbles, y [por ltimo, en darse
cuenta del estado social, poltico y comercial de la colonia.
Para dominar ntimamente y ms de cerca estas cuestiones,
dirigise en se,guida, sin abandonar su humilde apostura, a
la capital, juntndose con unos arrieros que le llevarcn en
tres das por el camino llamado de las cuestas, que era mu-
cho ms breve, pero infinitamente ms miserable que el co-
nocido de carretas, por la vuelta de Melipilla y Talagante.
De lo que hizo y estudi an Santiago, cuyo p h o levant0 con
admirable exactitud, tenemos dada ya prolija cuenta en otro
libro (1). Bstenos pues decir que al cabo de algullas Bema
nas di la vuelta por otra cuesta inS aigreste que las anterh
re^ (la llamada de la Domida), cuya opuestos declives pasa
hoy rebanando la lnea f k e a entre Tiltil y Lkache. El via-
jero S a b o y d o hace minuciosa descripcin de e s t a dos lti-

(I) Historia de Sanfzago, vo!. p:?g 13 y siguientes.


Historia de Valparafso 28
434 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

mos parajes, del oro del uno, del santo cristo milagroso del
otro, lo que no obsta a que, como buen francs, jure contra
las privaciones del rstico sendero, especialmente contra las
pobres comidas de los alojamientos y las camas de pellones a
la belle etoile. Bien que entre las toscas hilazas de aqullos,
oonsolbase, como lo cuenta l mismo, abundando en malicia
ms que en galantera, con no haberse sentido jams tentado
por el cuarto de hora de Rabelais.. .

IX

Pas en seguida el San Jos a Coquimbo, para ponerse al


abrigo de los huracanes del Norte (Mayo 13 de 1713)) y all
tom pasaje el infatigable explorador en un buque triguero
llamado el Jess Maria, cuyo maestre, don Antonio Alarcn,
mostrbase mucho ms perito en el rosario y las novenas que
en la derrota. Tard por esto el perezoso barco no menos de
15 das en arribar al puerto de Caldera, que ya comenzaba
a frecuentarse con preferencia al llamad< por la visita de
Davis, el IngZs. Desembarc all un poco de trigo, y tom
azufre y brea vegetal, que antes de Chaarcillo eran los dos
grandes artculos de riqueza en aquellos apartados valles.
TTes meses ms tarde encontrbase todava el Jess Muria
en el puerto intermedio de 110, a la saz& una factora ex-
clusivrtmente francesa,, porque aunque cada da suspendiese
su devoto capitn en uno de sus masteleros, ya la estampa
de San Francisco Javier, patrn de Indias, ya la de la Vir-
gen del Carmen, ya la ms apropiada de la Soledad, rezn-
dole a gritos novenas y trisagiw, el infeliz bajel, abandona-
do de los santos y de las olas, flotaba en ellas sin viento ni
rumbo.
E n 110 tuvo Frezier la suerte de encontrar dos navos de
su nacin que haban llegado haca seis meses de la China,
mandado el uno por cierto capitn Bocage, del Havre, que
haba trado un rico cmgamento del puerto asitico de Emoi,
y el otro POT un teniente de la marina real llamado Raguei-
ne Mareuil, cargado de sederas de Cantn. Montaba el lti-
mo 44 caones, e invitado par su corts comandante, sigui
HISTORIA DE VALPARAfSO 435

el ingeniero francs viaje al Callao, guardando siempre ri-


guroso incgnito.
Permaneci Frezier slo unas pocas semanas en Lima. Y
sin embargo, las observaciones sociales y de todo gnero que
de aquella corte nos ha dejado, en nada son inferiores a las
consigladas en los famosos viajes de Jorge Juan y Antonio
Ulloa. Sobrepjalas tal vez en la profundidad del criterio
y- en el libre atrevimiento de las formas y de las censuras,
especislmente contra el clero, cuyo delicado ipumto los dos
eminentes viajeros espaiioles hubieron de reservar para de-
nunciarlo en secreto.
Despus de levantar el plano de la capital del Per y el
de las fortificaciones del Callao, hzose Frezier a la vela de
este ltimo puerto el 10 de Octubre de 1713 en la fragata
marsellesa la illarianu, y desembarc en Talcahuano, surgide-
ro preferido por los marinos franceses al de Penco, el 27 de
Noviembre prximo.

X
E r a aquel el momento de crisis para el comercio francs en
el Pacfico, pues, segn antes dijimos, por esos mismos das
llegaron las nuevas de la paz de Utreeht, que pona virtual-
mente trmino a la comisin ms militar que cientfica del
oficial franc&. H m ste en consecuencia al mar el 19 de
Febrero de 1714, en el mismo {buque que le haba conducido
desde el Callao, y salieran en conserva con l los llamados el
Berger, el Saint Esprit y el Principe de Astu&s, bajo un
pacto solemne de no separarse en la larga travesa. Mas, co-
mo la Marknu navegase con tardanza, abandonronla aqu-
llos, no sin merecer del enojado (gegrafo la condigna repri
menda del caballero y del soldado al srdido mercader.
Al fin, despus de una penosa travesa de seis meses, la
Marlana ech6 sus anclas en la rada de Marsella el 16 de &os-
t o de 1714.
XI
El viaje del explorador francs se haba prolongado cerca
de tres am, y del fruto que l recogiera di cuenta a su go-
bierno en el notable libro que nos ha servido de gua para
436 OBRAS COMPLFTAS DE VICURA K~CKLXNA

trazar a grandes rasgos su itinerario. Vi ste la luz dos


aos ms tarde y adquiri desde luego gran boga en Euro-
pa no menos que en el Nuevo iiundo, donde aqul fu cono-
cido a poco de su aparicin. El historiador chileno Carvallc
y Goyeneche hace frecuentes aluciones a su contenido, al pa-
so que sus traduociones en todas las idiomas, excepto el es-
paol, corrieron con gran abundancia (1).

XI1

Pag, empero, a la polmica y a la crlica tributo amargo


aquel libro tan inofensivo y de tan grata lectura, porque, en-
tre otros, llamse a agraviado el padre Feuille, a eonsecuen-
cia de ciertas rectificaciones hechas a sus clculos geogrfi-
COS y a alg~mosde sus dibujos, en curo ramo el ingeniero sa-
boyardo era por mucho su superior. Los diseos del francis-
cano comprenden una vista de Valparaso, dibujada desde a
bordo, y especialmente cl perfil de las yerbas y plantas me-
dicinales que m su condicin de botnico rkcogii en nuestro
litoral. Frezier, al contrario, form un precioso lbum de v i a
je, reproduciendo trajes, costumbres, escenas sociales, tipos hu-
manos y especialmente una serie de planos hidrogrficm de
las costas y de los puertos, sumamente interesantes para la na-
vegacin. No desde tampoco la reproduccin de algunas
muestras de la flora chilena, dibujando del tamao natural la
magnfica frutilla indgena ( f ragaria chilensis), cuya semilla
fu el primero en aclimatar en Europa, mediante los cuidadw
del ilustre Jessieu, a quien confiara aqulla. Con todo, no a
en lw arabescos del lpiz en lo que el observador encuentra el
punto capital de las divengencias entre el fraile y el soldado,
porque esto en s era nimio, sino en la profunda diversidad
( I ) E l t t d o cc:n qiic Frezicr imprinii si1 libro. a e
franr6.s. es el Fi;l:ieiitc: Xclntiou r l i ~ colynge d e la 7xer
Ciiily et d u Pero:( fait 71cn :t lcs an7~os1712, 1713 et 1 7 1 4 , par Jf. Frezicr,
ingenieur ordindire d u Roi. Pars, 1710.
Esta obra cs bastante comn en Amrica; pero a1gi:i:as personas, SLl1Jo-
ni6ndola de suma escasez, suelen pedir por algin maltr:>,tdoej(~mJ:lzr!re-
ciosenornies. E1 quc nosotros tenemos solo nos cost dos francos c!i uno delos
cajones de los b ~ i ~ r p l ~ ~ itic1
s t nSena,
s y es de la primera etli:in, folio menor,
con todas sus 1:lminas y planos. Existe tamLi6n ctrn ediciCn impresa en
Amsterdam en dos vols. en 4.0,y de sta conocemos uno o dos ejemplares
en Chile.
HISTORIA DE VALPARAfSO 437

de formas y de significado que caracteriza sus observaciones;


siempre benvolo, timorato y encomistico el primero; profun-
do, festivo, sarcstico, hasta parecer mordaz en ms juicim, el
ltimo. Disparidad que impona a ambas no s d o la edad y su
ejercicio, sino el heoho de que el uno slo vino a estudiar m e s -
tro firmamento, y lo juzg grandioso, como es, al paso que el
otro ocuplse de la tierra y de sus seres, encontrndolos ape-
nas mediocres, sin que por eso pretendamos escupir al cielo.
Lo que ms vivamente hiri6 la sensatez filosfica del ltimo
fu ciertamente la increble supersticin que dminaba aquellas
buenas gentes. Y de tal manera aconteca esto, que los chile-
nos de esos tiempos, no contentos con hacer de cada cosa un
milagro y de cada hueso una reliquia, consentan en que las
propias autoridades superiores de los puertos, respondiesen con
un slo caonazo a las salvas con que enarbolando el pabelln
de F'rancia saludaban los marinos de San Mal el de Castilla,
al paso que atronaban el aire con sus disparos cuando llegaba
a su baha el visitador de alguna orden monstica o alguna
congregacin de monjas menldicantes. Encontrbase en efecto
Frezier en Valparaso cuando pas para Lima el visitador de
las Agustinos, y vi con asombro tributarle, por orden del go-
bernador, los mismos honores que a un prnciipe ( 1 ) . Otro tanto
aconteci con tres monjas capuohinas que se dirigan a hacer
una fundacin en la ltima ciudad, viniendo de Europa por la
va de Buenos Aires y las Pampas, que comenzaba a ser la ru-
ta ms frecuentada, especialmente por los provinciales y aba-
desas.
No obstante sus desazones de publicista, Frezier vivi toda-
va lo suficiente para recibir los respetos de dos generaciones
por sus distinguidos talentos y sus eminentes servicios profesio-
nales, como director de las fortificaciones que entonces se eje-
cutaban en las costas de Francia. A la edad de 91 aos muri

(1) Este gran permnaje de cogiiya se Ilarmhi? Fr. Jos Cuadrcs, y lo cita
Amat en 5~ Jlemoriu (pig. 403) con motivo de haberse resistido con gran
soberbir, <z iriniiifestar las p e t e n t ~ sde su visita a la Reel Audiencia dc San-
tiago. Como a consentidor de cste desmn frailesco. Felipe V. por real c-
dula d e Madrid, Marzo 12 d e 1718, reconvino con dureza a aquel tribunal.
El vkitador hizo su sonora aparicin en Valpaisso el 10 de Enero de 1713,
y 1s: monjas capuchinas tres das despus. Un retoo de estas volvi a
furtlur en Santiago quince alios ms tarde.
438 OBRAS COMPLETAS DC VICULTA MACKEXSA

en Brest eii 1773. Su mulo y predecesor haba visto tambin es-


tinguirse su carrera en honrado puesto, feneciendo el 18 de
Abril de 1734 de dimfitor del Observatorio astronmico de
Marsella.

XI11

No ciertamente en el nivel de los dos sabios a quieiies como


una ofrenda debida a una temprana y ardua iniciativa hemos
consagrado este captulo, pero s en pos de ellos, cabe aqu
recordar un tercer viajero que ha ligado su nombre a la hist;!
ria del comercio francs en el Pacfico. Fu ste un personaje
llamado La Barbinais Le Gentil, que se cita como el primer
francs que haya dado la vuelta al mundo, dejando, como Se-
bastin del Cano entre los espaoles y como Drake entre los
ingleses, memoria imperecedera de su larga travesa. T aqu
no parecer fuera de lugar aadir que el primer chileno que
contra el mareo y el susto h a p ejecutado aquella haza?la, ha
sido nada menos que el personaje que a virtud de la Constitu-
cin es hoy dueo de nuestro mar y de sus velas (1).
Parti aquel navegante de las costas de Francia el 30 de
Agosto de 1714, esto es, dos semanas despus que Frezier ha-
Via llegado a ellas; y el 1 9 de Jlarzo del ao siguiente haba
arribado a Concepcin y en s e p i d a a Talparaso. Vena, ai
perecer, ms como curioso que como investigador, como hom-
bre de placer ms que de negocio, en un buque mercante cu-
yo nombre omite, tal vez con intencin; y si bien suministra
algunos datos nuevos y juiciosos sobre el estado del comerci?
francs y s u decadencia en estos mares, rodea de tal incohe-
rencia y misterios su narracin que el austero Burney ha lk.
gado a sospecharla de apcrifa. No as nosotros, porque en
medio de su evidente vaguedad, ha quedado visible la nuella
de sus pasos en nuestros puertos y en nuestros anales. Unica-
mente es preciso no echar en olvido, para juzgarle con acicr-
to, que Le Gentil no es un viajero sino un turista.
La relacin de su excursin apareci en 1724 con el ttulo
de Nouveau Voyage autour du monde, dedicada en forma de
cartas desde Roma al conde de Merville, ministro de Esta-
--
(1) Nuestro querido y noble amigo Francisco Echaurren, ministro de
Marina.
HISTORIA DE VALPARAfSO 439

do en Francia. La primera de aqullas, bastante frvola en


su estilo, est. datada en Concepcin el 19 de Marzo de 1715
y la prxima desde Coquirnbo el 4 de Junio siguiente. La
Barbinais dej a STalparaso el 15 de Mayo de ese ao y sa-
li de Lima para la China el 2 de Marzo del siguiente.
En comn con sus dos compatriotas, sus predecesores en el
Pa,cfico, Le Gentil public tambin un plano hidrogrfico
de Valparaso, en que la fantasa ha triunfado indudablemen-
te, como en los ya reproducidos de Ovalle y de Spilbergen,
de la pobreza de las lneas geomtricas medidas a comps.
La baha se halla, a la verdad, representada como una es-
pecie de gran lago circular. y no es ms fiel la reproduccin
de las colinas y del casero.
Del Callao, el caballero Le Gentil pas a la China, y do-
blando en seguida el Cabo de Buena Esperanza desembarc
en el puerto de Vivcros, en Galicia, el 30 de Marzo de 1718,
habiendo empleado cerca de cuatro aos en su peregrinacin
al derredor del mundo (I).

XIV

Tales fueron los dos primeros heraldos de la cien& que


el vieja mundo envi a nuestro suelo, apetecido hasta enton-
ces slo de rudos piratas. Y gracias a su industria, a su c o w
tmcia y a su ingenio, qued para siempre roto el velo del mis-
terio y abierta la arena de la investigacin que deba devol-
ver esta parte de la tierra a la comunidad y al patrimonio
del mundo, al cual los espaoles, a ttulo de descubridores, la
haban murpado.

(1) La primera edicin del viaje de La Barhinais, apareci en un peque-


o volumen en 8.0. Prevost hizo despus un copioso extracto de l en el
volumen I 1 de su Coleccin citada, y en el prembulo (pg. 566) habla con
elogio del buen criterio con que aquel viajero juzga las falsas operaciones
de los negociantes franceses en el Mar del Sur. Sobre este ltimo tema he-
mos de decir algo ms adelante.
1

CAPITULO XXV I
DECADENCIA DE LOS FRANCESES EN EL MAR
DEL SUR

No siempre el ignoto JIar del Sur;, con sus ondas tersas y


azules y sus bahas enmuralladas entre bosaues y montaas
de esmeralda, haba sido para los mercaderes de la Guerra
de Sucesin un pozo de oro ni un lecho de flores. Porque si
bien el rey abuelo, a trueque de los escudos que reciba por
SUS resles permisos, estaba dispuesto a otorgarlos sin tasa, no
pensaban eon la misma fastuosa prodigalidad de Versalles los
inspiradores del nieto, sentados todava en los bancos rodos
por la rutina del Consejo de Indias. Vean los espaoles
rancios, al contrario, no sin cierto asombro y supersticioso tc-
mor, que el misterio del Cabo de Hornos, que haba sido has-
ta esos das el guardin erizado de huracanes del mar de SUS
tesoros, quedase roto por la quilla de naves extranjeras, al
I
paso que sus atnitos sbditos de allende aqul, vean llegar
como c?miga y protectora una bandera que antes haba sido
hostil y aun implacable.

Esforzse Felipe V en presencja de aquella situacin y de


aqud doble embarazo, puesto entre su corona y su cuna, en
rodear de camedidas precauciones y de reglas diplomticas
4.12 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACRENNA

el comercio de los francaes en las costas de Chile. Y a f i n


de dar exacto cumplimiento a sus ordenanzas dispuso por
real cdula de 20 de Abril de 1701, que los oidores de San-
tiago pasasen por turnos a administrar el Corregimiento de
Concepcin, cuyo puesto, por su posicin geugrfica y ven-
tajas naturales, iba a ser el punto de cita y de refresco do
todos los navos del Cabo. E l primero de aquellos togados a
quien cupo este cargo de ms provecho que honra fu al oidor
don Fcrnando de Laya y Bolvar.
La medida de hacer 6;rbitro de derechos y fortunas a un
juez colonial, no era entre tanto la ms sabia, porque la pro-
bidad en ems aos viva por lo comn perpetuamente re%-
da con la toga. Pero, aunque vendes, aquellos magistrados
solan desplegar cierta sombra dureza, propia de su institu-
tc y de su raza, que pondra alguna vez freno a los desmanes,
inherentes tambin al pueblo bullicioso y turbulento cuya ban-
dera iba a enseorearse en nuestras costas.

Ya contamos, en efecto, el episodio del capitn Fandac,


y como sus camaradas forzaron al corregidor togado a devol-
verle su barco y su rico cargamento de efectos prohibidos de
la China. Aade alguien, empero, que en esta ocasin los
pilotos de San Mai llegaron hasta una amenaza de bombar-
deo, pues no ha de echarse en olsido que todos aqnellos bu-
ques estahan armados en guerra, y algunos. como el Marcial,
el Solde y el San Clemente, montaban hasta cincuenta cao-
nes. Pero el corregidor prefiri el oro al hierro, y por calor-
ce talegas de a mil pesos levant el embargo de buen grado.

IV

A poco ocurri un desorden y un crimen entre la plebe del


pueblo y la plebe de los buques. Y el corregidor esta vez p-
sole remedio ahorcando por los pies a urn marhero, reo prin-
cipal eR el delito. Por lo dems, este gnero de suplicios, CO-
piado por los espaoles de los judos, era comn en aquellas
latitudes, si hemos de mtar a lo que cuenta el padre Ova-
HISTORIA D E VALPARAfSO 443

Lie. El corregidor juraba no obstante con mil imprecacima


que no estara satisfeeho hasta ahorcar uno de aquellos ga-
bachos, suspendiendo su cuerpo al patbulo de una manera
que, dice Frezier, la decencia no permite recordar.

No tuvo igual energa aquel funcionario en un caso de ms


entidad que ocurri en los ltimos meses de 1714. El capitn
del navo Saint S p i t , llamado Grout, mat de una estocada
3- en un rapto de ira o de provocacin a cierto vecino consi-
derable de Penco, y tratse de prenderlo a fin de someterle
a, juicio y a ca,tigo. Pero el marino de San Alal se refugi
en su I~uqiiey mostr a los alguaciles por todo auto de proce-
60 la boca de sus caones. Otro tanto hicieron sus compael-os,
y en consecueiicia el negocio hubo de arreglarse con la rcsig-
nacin c el soborno, como todos los anteriores.

VI

Igual desenlace alcanz por ese tiempo un alboroto de mayor


entidad y en el cual no era ya el oro ni la turbulencia innata
del francs, sino otra inclinacin de raza tan irresistible co-
mo sta, la que di pbulo al incendio. Haba de por medio
una mujer y un tlamo deshonrado, y por eso nos callamos.
La indignacin de los chilenos haba llegado sin embargo has-
ta motivar un decreto general de expulsin expedido por el
presidente Ustriz en Noviembre de 1714. Frezier, a guisa
de cumplido gentil-hombre, hace como nosotros y se conten-
ta con llamar aquella intriga une galanterie dclat.

VI1

Fu, parece, el triste protagonista de todas estas escenas


vefigonzosas un oidor que el viajero recientemente recordado,
testigo de vista de sus hechos, slo llama el corregidor Juan
Antonio. Mas no pudo ste ser sino don Juan Calvo del Co-
rral, cuyas demmas llegaron a tal grado que el rey le man-
d suspender y encausar por real csdula expedida en el Par-
do d 27 de A4gosto de 1714. Resultaron de su juicio, dice
414 OBRAd COMPLETAS DE V C l J ~ Y a :,I 4CKENX.4

Crdova Figueroa, cosas tales que ms son para leerlas CI)


un proceso que para referirlas en la historia.
La causa determinante de su prdida haba sido, empero,
cierta flagrante desobediencia a una real cdula expedida por
Felipe V el 16 de Mayo de 1712, cuando sc acercaba la so-
lucin de la guerra dinstica a que puso trifiino el pacto
de Utrecht, y por la cual prohiba absolutamente a los fun-
cianarios de Chile y del Per la admisin de traficantes fran-
ceses en aquellos domini-, pues ya no les queda, deca
aqullo, la ms leve disculpa para admitirlos con ningn fin-
gido pretexto. Public el corregidor Calvo esta real orden en
lw primeros das de Diciembre de 1713, dndole p a n aparato
de multas y de rdenes perentorim para dejar el surgidero,
castigacdo a los que suministrasen vveres o alquilasen ca-
ballos P la gente de mar con la pena de 500 pesos, y ordenan-
do a los mmpesina y soldadm que desgarretasen aqullos,
cuando encontrasen a sus jinetes en viaje de negocio o de pa-
8eo. Pero al propio tiempo, como en el cas3 de Frandac, el
oidor haba encontrado cabida a aquel fing.ido pretexto de
que hablaba precisamente la real cdula, para vender un per-
miso de negocio a tres buques que sucesivamente llegaron de
Francix, d q u & de la promdgacin del bando prohibiti-
vo ( 1 ) . Cuando se tuvo conocimiento de ste en Concepcin
existan en BU rada no menos de diez n a v h , y aiguardbanse
otros siete, del puerto de Marsella, jitanta era la febril activi-
dad de aquel comercio!

VIII

A Calvo del Corral sucedi un hijo del presidente Ustriz


llamado don Femn, mom de veintids am, pero tan c-
Lido y venal como el viejo oidor que le haba precedido. Su
complicidad era ciertamente de tal carcter que la venda
por tarifa y precio fijo, segn el testimonio de La Barbiiiais
Le Gentil, siendo de mil duros el permiso de hacer vveres,
cuando esto estuvo prohibido, d q u & de la real orden quc
___
(1) Carvallo dire dc L u H o y , pero es evidentemente un error de copia.
HISTORIA D E VALPARAfSO 443

acahamos de citar; y en esa proporcin sus dems favo-


res (1).
Mas como el segundo Ustriz era mozo, quiso dar cn cierta
ocasir, ejemplo de entereza, para que se respetara, ya que
no su probidad vilipendiada, su bizarra de soldado. 1- acon-
teci esto de la siguiente manera.

IX

E n los primeros das de 1715 muri en la rada de Talcahua-


no un viejo capitn de San Mal llamado Morier de Va-, y
sus compatriotas, que tenan por l una alta estima, resolvie-
ron tributarle los ltimos honores can cierta sunturnidad. Dis-
pusieron para ello que se organizara, con todas las embar-
caciones menores de los buques franceses surtcxs en !a baha,
una procesin de duelo que ira escoltando desde el fondea-
dero de Talcaliu.ano al d r Peiico a1 bote mortuorio. Llega-
dos a la ltima playa, desembarcaran las tripulaciones ar-
madas y se dirigiran al cementerio, precedidas de sus ca-
pitanes y banderas, para rendir al camarada muerto el pm-
trer homenaje de las humanas vanidades.
Trazaron los francesa todo este plan sin consulta ni mi-
ramiento siquiera de las autoridades de tierra, por lo que,
cuando lleg aqul a odos del joven corregidor y supo n1
detalle de la ceremonia, mand a decides ,que les prohiba
bajo pena de la vida el llevarla a cabo, y especialmente que
desembarcaran armados. Mas era tal la insolencia de verda-
deros conquistadores en que estaban ya constitudos los fran.
m e s en nuestro litoral, que ejecutaron punto por punto su
programa en las barbas mismas del airado capitn. Para ven-
gar el ultraje y d a r testimonio de su insultada energa, aa-
___
( 1 ) i,os t)i?qii,s conse*-,tidos en Tnl,.a!ii:aiio fucrnn Ir. dfc.rgnrili~,capitn
Bridn; lu S i i ~ i ; , :R r b ~ o ca!.i!rin
, Zu ; y In roiLc.or:lin, ,-itpit:n I'radel.
De est(, iltimo, dice C aha Sico!l:s. c i i p fsmilia conoci
m i s ta.rde nqiirl r m n i c i i C'iincepciil y cri niediocrcs cir-
ciinstarrias. FUE caiis:L ;:1ii i1i-a tra!liri,n d e farnilia. u n nau-
frngio q u e c:ipcrimcni 6 (Ir el n ; . x i : : r j L w t 6 n en la plszn d ? la Qui-
riquina. Sextn h i s Ri; ir Loui- X I V , en la Re-
vile de deti.: d!oritlrs dc ? 20 casoncs y s u capit4n
Pradcl era paricxte (le los ormadores d e San Ala16 que hnbari equipedo
la flota de Ro Janriro. Docg!;ai-Sroiiin en sus hfenioricrs confirins cstos
hechos.
446 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

de La Barbinais, de quien como de testigo presencial toma-


mos aquel lance, que Ustriz mand ahorcar cinco araucana
que guardaba prisioneros.. .

X
Por lo dems, todos los desenvol&e.ntos y tendencias d?
aquel lamentable estado de cosas, parecan perfectamente 1-
gicos. El principal mercader del reino era el presidente Us
%biz,que haba comprado su puesto, segn digimos, en vein-
ticuatro mil escudos. Su hijo, en Concepcin, no haca en
verdad sino imitar su ejemplo y ayudarle al reembolso con
pinges intereses. Otro tanto ejecutaba en 1715 el goberna-
dor de Valparaso, que lo era el capitn don Juan Bautista
Tobar, quien haba comprado aquel puesto en cuatro mil pe-
sca m s que los que Ustriz diera por todo el reino. Y aun-
que aqul tena impuesto, de pxopia autoridad, un derecho
de cinco por ciento en toda mercadera que se desembarcase
en su distrito, asegura La Barbinais que no por eso haca
tan buen negocio como cuenta Frezier del presidente, a quien,
fuera de ello, alaba como al mejor pagador de la colonia. Pa-
r a hacer la serie completa en los tres puertos entonces habili-
tados de nuestro litoral, debemos aadir lo que del corregidor
de Coquimbo en 1875, don Joaqun de Unzurum, natural dcl.
Pamplona, refiere La Bavbinais. Puso aqu6l un agrio ros-
tro a los franc- cuando les vi aportar en su rada, pero
los pliegues de su desabrimiento fueron deshacindose uno a
uno hasta convertirse en placentera sonrisa, cuando regala-
ron a su esposa una tiLica de seda y al mismo corregidor
unas cuantas bavioles. Sin ms que este secreto, dice el via.
jero contrabandista, se puso el corregidor ms dulce que un
mouton.

Fruto inevitable era todo esto de la organizacin poltica,


administrativa y aun social que nos haba impuesto la ya
decrpita Espaa. 1 Cul aspiracin noble, en efecto, qu es-
tmulo generoso poda albergarse en las almas de aquellos
HISTORIA DE VALPARAfSO 447

clambres condenados, como dijo ms tarde un famoso virrey


(don Fernando de Abascal) a vejetar en el ocio y en la
ignorancia! Ni la virtud tena n m b r e , ni la gloria hcri-
zcuite, ni los sacrificios a la patria galardhn. Los altos pues-
tos se daban a gente venida de fuera, y era el favor corte-
sano o el vil cohecho l o que serva de pauta en la designa
cin de todos los destinos, los ms humildes como los ms al-
tos. De ah el negocio y el peculado, como escuela, como h-
bito, como necesidad. Negocio en la guerra de las fronteras
para sacar piezas y venderlas, y as su eterna prolongacirjn.
Negocios en los estradm judieiales, y de aqu una nacin de
litigantes. Negocio en los bienes de Dios, que se partan los
curas y los cannigos bajo el nombre de diezmos y de bulas,
y con ello una edad de sombro oscurantismo e intransigent::
supersticin. Negocio, en fin, en todos los ramos de la admi-
nistracin civil, que era la sinecura y el amparo supremo de
todos los dems.
Beneficia, deca a este propsito. con noble y osada inge-
nuidad un hijo de Santiago, el obispo de Concepcin don
Diego Montero del Aguila, a quien llama Carvallo juris-
consulto insigne en carta al rey de aquellos mismos cEas
(Diciembre 29 de 1712), beneficia un presidente el gobierno
en veinticuatro mil pesos a lo sumo, y ha de llevar y volver
a su casa con quinientos mil para titular, fundar mayorazgo
y levantar su familia, lo cual no se puede hacer ni acompa-
ar con el servicio de Dim, porque el gobernador se queda
en la ciudad de Santiago, donde no hay guerra ni sabt: si
hay fronteras. Los oidorm le contemporizan por merecerle que
suelte un aln de la ave que trincha; el corregidor tira para
el gobernador; el teniente para el corregidor; los vecinos pa-
ra el teniente, y el real servicio se reduce a disponer papeles
que digan lo que no ha sido ( 1 ) .
El mal era, no obstante, antiguo y sin remedio, a menos de
una transformacin profunda, como la que sobrevino m a cen-
turia ms tarde. Mas. en cuanto al siglo XVIII, suceda eon
el comercio de San Mal lo que en el XVII haba aconte-
cido con el situado de Potos, de cuyas miserias y escndalos,
(1) Carvallo publica integro este notable documento en 1s nota 15 del
tomo 3.0 de su Historia indita.
4.18 Oi3RAS COMPLETAS DE VICUNA MACREXNA
-
en varias ocasiones dimos antes cuenta. Situ, deca toda-
va a este respecto a Felipe V, d e d e la dicesis de Concep
cin, el ilutre (prelado que acabamos de citar, situ V. M.
esta plaza sus fuertes y ejrcito y seal en cada un ao dos-
cientos noventa mil ducados, de los cuales se hacan tres par-
tes, una para los virreyes, otra para el podatario que nombra
el ejrcito (el situalista) y los que suplan la ropa, y llega-
ba unit tercia parte a la frontera, la cual se volva a c m p a r -
tir entre el gobernador y jefes y quedaba una dcima parte
entre los soldados.
Tal era el sistema colonial de los espaoles, y tal lo es, con
leves diferencias, todava. &Dbeseacaso a otra causa la de-
cadencia de Filipinas y el desesperado levantamiento de la
6ltima posesin de Espaa en el orbe americano? (1).

SI1

Casos hubo, es preciso decirlo en honor.de la antigua pro-


bidad de nuestra tierra, en que se salv la dignidad de lac
leyes y las apariencias del deber, porque el fraude, como to-
dos los vicios, tiene tambin sus horas de pudor. Y el ms
notable de aqullos aconteci con el navo Asuncin, capi-
t%n Julin Champloret, cuyo episodio es digno de contarse
con alguna detencin
Cuando en los ltimos da3 de Diciembre de 1713 se pu-
blic en todo el litoral de Chile la memorable cdula del 12
de Mayo de aquel ao que ordenaba la perentoria expulsin
de los franceses, hallbansc fondeados en la rada de Valpa-
raso el navo que acabamos de nombrar y el Pez Volador. Y a
fin de someterse a la prescripcin real, siquiera nominalmen-
te, salieron del puerto, con p a v e dolor de su jefe militar
que v d a eliminadas sus ms pinges rentas, y fueron a asi-
larse en el vecino de Quintero. Mas fuera que el capitn
Champloret desesperase de continuar sus ventas toleradas,
fuera que quisiese realizar a todo trance el resto de su car-
gamento para regresar a Europa, o por otro motivo que &-
noramos, ello es lo cierto que por el mes de Mayo del ao

(1) Escrito en 1860.-(N. de los R.).


HISTOIXA DE VALPARAfSo 449

recordado psose de :icucrdo con un c a p i t h del corregimien-


to de Quillota llamado don Martn Mendiola, y le vendi al
fiado ima cantidad considerable de mercaderas por el pre-
cio de 18,400 pesos. Componasc la factura, entre muchos
tejidos de diversas denominaciones, de sapgas de seda de co-
lores, de medias piezas de cambray, de un fardo de morleses,
o tejidos de la ciudad bretona de Morlaix, de dos piezas do
picotss, retazos de sangalete, manes, encajes del Puy y de
Petiflor, diez mazos de seda, una cantidad considerable di?
hilo azul y de coser, algunos juegos de botones de oro o so-
bredorados, cuarenta y siete limas de hierro y cien estampas
o grabados franceses de santos y milagros, todo lo cual (que
hemos apuntado con detalles por ser una muestra de la com-
posicin general de aquel comercio) constitua una factura
de ochenta y dos pozuelos de cuero.
Dejando en la playa aquellas valiosas mercaderas, la
Asuncin hzose a la mar, meditando probablemente su capi-
tn el dar la vuelta a nuestras cas& cuando el comprador
de ellas las hubiese rdizado.

XI11

Suceda esto en el mes de Mayo de 1714, y tres mes- des-


pus el capitn contrabandista de Quillota llegaba a Quin-
tero con una arria de cincuenta mulas, cargaba sus fardos.
encerrando en los pozuelos los encajes, los mazos de seda y
las botonaduras de oro, y con toda la vigilancia de un ncgo-
cio y de un delito dirigase ti Santiago por la va que hoy
recorre el ferrocarril del Norte. AI pmar por Ocoa, que era
hacienda de los jesutas, el padre administrador, Pedro Ova-
Ile, confile una carga de hierro, rogndole la entregase en
la Gasa Mxima de Santiago para sus menesteres. En la no-
che del 9 de Agosto de 1714 el capitn Mendiola estaba d o -
jado en la hacicnda de Colina, y acechaba la hora del ama-
necer para penetrar en la chidad sin ser sentido de los al-
oabaleros.

Historia de Valrxxaiso 29
450 OBRAS COMPLETAS DE: VICUA MACKENNA

XIV

Pero el deatino lo tena dispuesto de diversa suerte, porque


otro capitn que en su condicin de escribano custodiaba las
costas de Valparaso y de las caletas vecinas, llamado dan
Francisco Urzar (del que ha procedido una serie de altos
ampleadcs de la renta p,Mica), tuvo exacto conocimiento del
contrabando y de su itinerario, y di de l oportuno aviso al
administrador de las alcabalas de Santiago, cuyo empleo equi-
vala al de jefe de la actual -4duana, don Luis de Caldera.
Lleg el expreso con el denuncio a la casa del ltimo en los
momentos en que Mendiola haca bajar sus aparejos en el
valle de Colina, esto es, a las diez de la noche del 9 de Agos-
to. Y como se tratase de presa tan valioaa, dos horas des-
pu& ya cabalgaba a media rienda en aquella direccin una
cuadrilla de alcabderos y alguaciles, yendo a su cabeza el CII-
copetado caballero don Francisco Xnchez de la Barreda, al-
calde y juez de comisos, que veinte aos ms tarde sera pre-
sidente interino de Chile. Por manera pues que a las do3
de aquella noche fra y obscura, cuando las arrieros comen
zaban a levantar su carga, charlando en voz baja al derre-
dor de su fogata, cayemn sobre ellos los lebreles de la ren-
ta. Y enlazando mulas y maniatando hombres, arriaron c o ~
el comiso a la ciudad.
No era zurdo, segn parece, el capitn Mendiola (que los
arrieros de Chile, y sobre todos los de Quillota, rara vez lo
son) ; y recordando, por de pronto, que vena en la recua una
mula de Oma con la marca de los jesutas, declar inconti-
nenti al alcalde que d contrabando era de la Orden, la cual
tena en l un inters directo de seis mil pesos. As, por lo
menos, contaba el sagaz contrabandista poner a salvo una
parte de su tesoro, &puesqui&, por esos aos, habrase atie-
vido a acusar de fraude a los hijos del desinteresado San
Ignacio P
No obstante, para poner a seguro su persona contra las
eventualidades de un proceso en que iba como primera in-
teresada la codicia y el posible enojo de los calumniados pa-
drm, el capitn quillotano, al pasar frente a Santo Domin-
HISTORIA DE VALPARA~SO 451

go, meti espuelas a su mula y gan asilo de inmunidad en


el claustro.

xv
E l juicio de comiso se trab en aquella misma maana, y
es preciso apresurarse a declarar que la primera, pieza jur-
dica que filgura en l es una noble pratssta que lleva la f i r
ma del procurador de la Cmpaa, Pedro de Toro, contra
la afrenta de su participacin en aquel fraude. Reconocilo
as el capitn Mendiola, en una declaracin expresa que a
peticin d e aqul tomle en su refugio el alcalde Snchez de
la Rarreda.
El proceso estuvo en breve terminado pues se trataba dn
un acto infragmiti, y el l.Q de Octubre de 1714, el presidente
iktriz, que haba sido diirante cinco aos el primer contra-
bandista del reino, conden la presa, disponiendo se distri-
buyese conforme a las leyes vigentes-de comisos. Al kmor de
stas,y despuks d e deducidos los gastos y derechos reales, se
dividi el botn en seis partes, tocando una de ellas al juez
de comisos La Barreda, en su calidad de apresador. Las ?es-
tantes cinco se redujeron a tres, y de stas cupo una al de-
nunciante y dos al rey (1).

Mas ni con estos fracasos alejbanse los franc-, cebados


ya por los aos y la impunidrid, de nuestras costas ni de las
del Per. Las reales cdulas, los ccnnisos, la expulsin refe-
rida de sus naves, a las que se negaba (al menas por frmu-
la) el agua y el fupgo, no bastaban a extinguir aquel comercio
en el que pueblm desheredados, ms que los tenaces navieros
de San Mal, encontraban baratura y provecho, despus de
dos siglos de hambre y de omnmoda opresin.
Resolvihe al fin Felipe V a equipar una escuadra pode
m a , pues la marina espaola bajo la mano creadora de Al-
beroni, y en seguida del marqus de la Ensenada, sala a

( 1 ) Este curioso prowso se encuentra original en el archivo de la Real


Audiencia y tiene rste ttulo en su rarhtula: El fiscal cmfm don Martin
Mendiola sobre u 7 1 comiso de ropa de Francia. (1714).
4.52 OBRAS COMPLETAS DE VICURA JIACXCSNA

toda prisa de la absoluta postracin en que la dejara la ago-


nizante casa de Austria. Componase aqulla de seis navos
y vena bajo las rdenes del almirante Juan Nicols Marti-
net, que conoca el Mar del Sur, habiendo doblado el Cabo
de Hornos en el navo Principe de Asturias, durante el 1-
timo ao de la Guerra de Sucesin. Montaba esta vez el C m -
quistador, navo de sesenta caones, cuyo capitn era un ma-
rino llamado Duholes. Sus dems jefes eran el capitn La
Jonquiere, que vena al mando del Rubi, y varios marinos es-
paoles, entre los que se distinguan don Bartolom de Ur-
dinzun y el despus clebre almirante don Blas de Lezo (1).
Ocurri, sin embargo, la singularidad de que slo pasaron
al Pacfico los buques mandados por los marinos franceses.
vindose los otros obligados, fuese impericia, fueran los vien-
tos contrarios, a arribar a Buenos Aires. El capitn La Jon-
quiere era tambin conocedor de la derrota del Cabo, por
haber pasado antes al Mar del Sur en el navo Said
Esprit ( 2 ) .

XVII

El Conquktador y el Rubi llegaron maltratados a Valpara-


so en el me5 de Julio de 1718, y all el primero estuvo a pi-
que de perderse por la furia de las vientos. Careciendo de
amarras suficientes, y como tardase en venir del valle de

(1) Don Blas de Leso haba nacido en el puerto de Pasajes, de Guipuz


coa, en 1687, y perdido una pierna en el combate naval de Vlez Malaga
(1704), cuando s6lo contaba veintin aiios. La captura del buque ingls
Stnnhopc le vali en 1712 el grado de capitan de navo y en este empleo ps-
saba a Chile. Promovido en 1730 a jefe d e escuadra, muri de fatiga en Car-
tagena el 7 de Septiembre de 1741, despuEs de haber defendido gloriosa-
mente aquella plaza contra los ataques de Lord Vernon. De Urdinzun da
aleuna noticia el dean Funes en su Historia del Paravuaii .. - (Buenos Aires
1f56, t. l.", p5g. 363).
( 2 ) Segn el capitSn Betaha, aventurero natural de Ostende que re-
sidi en Chile en 1720 como prisionero de gucrra, la escuadra de Martinet
se compona de los buques siguientes: El Rubi de 50 caiiones y 330 tripu-
lantes. El Gloucester de 50 caiiones y 400 hombres. El Len Frauco de GO ca-
ones y 450 hombres, y una fragata de 40 caones y 200 hombres. Betahg,
da el nombre de Pembroke al Conquistador, que montaba Martinet, y afia-
de que el R u b i y el Gloucester eran antiguos navos ingleses. De esta mane-
ra la marina espaola tena una organizacin curiosa, barcos britnicos,
capitanes franceses y tripulaciones espaolas, cuyas ltimas, como observa
el mismo Betahg, eran incapaces de doblar el Cabo.
HISTORIA DE VALPARASO 453

Quillota la jarcia que el gobernador del puerto haba pedi-


do para socomerlo, hubo de fondear distante del surgidero,
y all, sacudido por un huracn, perdi sus anclas y dos de
sus embarcaciones menores, que estrelladas contra sus flan-
cos se hicieron astillas ( 1 ) .
Recobrado el tiempo, Martinet y La Jonquiere emprendie-
ron un activo crucero contra sus compatriotas, y a los poccw
meses se presentaron en el Callao con cinco ricas presas. Se-
gn Ca.rva.llo, fueron stas vendidas en levantados precios y
de cuenta del rey por el intendente de hmienda don Gabriel
Lacunza ( 2 ) .

XVIII

AJ mismo tiempo que buques y caones, tuvo la Corte el


buen sentido de enviar algo que vala ms que aqullos: hom-
bres de probidad.
Vino al principio de Lima cam0 $residente interino el se-
vero ejdor don Jos Santiago Concha (Marzo de 1717), y
destituyendo al venal Ustriz, sin tomar en cuenta el ficti-
cio rigor del ltimo en el contrabando de Quintero, le con-

(1) Consta esto de una informacin que levant el gobernador de Val-


paraso don Juan Bautista Tobar para sincerarse de la acusacin que le
haca el capitn Duholes de ser causa de aquel desastre por su tardanza
en socorrerle con jarcia. El gobernador sostena que haba puesto la mayor
diligencia en prorurBrsela, mandando por ella a las haciendas de Purutun
y de la Palma, que eran a,la sazn propiedad de dofia Isabel de Lisperger.
(2) Segn el autor antes citado (el aventurero Eetahg, de cuya obra y
operaciones daremos oportunamente noticia), el producto de las presas de
Martinet ascendi a cuatro millones de pesos, lo que nos parece euagerado.
Refiere tambin aquel que entre los franceses del Mar del Sur se despert
un scntimiento de profunda animosidad contra Martinet y sus oficiales,
a quienes acusaban de renegados, y en verdad lo eran tanto como los otros
eran contrnbnnrlistni. Lleg el odio a tal extremo que en el Callao asesina-
ron a un sobrino de La Jonquiere, y como el matador tomase asilo, el virrey-
arzobispo Morcillo de Auon no quiso entregarlo, por ms que Martient
le amenaz con bombardear el puerto.
Cumplida felizmente su comisin, Martinet envi con la nueva a un
oficial llamado La Grange, cuado suyo, a quien Felipe V di6 por abri-
cias el mando del navo Zelerin, que pas6 a Chile en 1719 con legtimo
comercio.
E n cuanto a La Jonquiere, volvi con el Rubi a Francia en ese mismo ao
con un rico cargamento dc oro y miichos pasajeros de Chile y del Per.
E n el Brasil estuvo por acontecerle una seria aventura que contaremos en
otra ocaein. Parcenos que este es el mismo oficial de marina que Luis
X I V despidi del servicio por no haber sabido defender a Mahon.
454 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

den a devolver al real erario una suma de cincuenta y cua-


tro mil pesos, de cuyas resultas, y por el rubor de la afren-
ta, muri desesperado. Con el m i m o propsito de integri-
dad y vigilancia coloc Coneha eni el responsable puesto de
corregidor de Concepcin, al respetaible oidm habanero don
M a r t h de Recabarren, de cuyas honorables antecedentes hi-
cimos en otra parte mencin ( 1 ) .

XIX

E n pos del juez pesquisdor, que haba asumido interina-


mente la presidencia, lleg a Chile, por la va de Buenos
Aires, el ilustre Cano, el ms amable de los presidentes de
la colonia, pero cuya galantera cortesana, adquirida en la
corte y en 'los ejrcitos franceses, en nada daaba a SII inco-
rruptible integridad. A dos buques franceses que llegaron a
Concepcin en 1720, encontrndose l casualmente en el puer-
to, hzoles, en efecto, salir con amenazas de secuestro y de
castigo, no obstante haber ofrecido aqullos, conforme al an-
tiguo sistema de los Ustriz, padre e hijo, un seis por c h .
to de beneficio sobre los valores que realizacen y una suma
de treinta y ocho mil pesos como gratificacin extraordina-
ria ( 2 ) . Otro tanto haba sucedido en la costa del Per, mas

(1) Papeles de la familia Recabeircn en poder del estima!~!~ cabollero


don Franeisro de P. Figiieroa.
(2) Carvallo, qiie refiere este siirrso, s!o dice qiie los franceses ofrecie-
ron a Cano 38 pesos, pero es evidente qtie la verdadera sima no 1 m l h ser
sino la que dejamos apuntada o alpiina equivalente.
Segn Bctagh (cuyo testimonio no nos parece fchariente. porque aunque
resida en el pas se hallaba prisionero y era ademls hombre (le poca cuen-
ta) viIio a Chile en 1720 el nzvo francds 2Y,rbio Suilom6~i.c!c 40 caones. y
s i hien las autoridades le prohibieron expendrr sus mercadcras, ro:!c.ln-
dole dr lanchas, no fueron stas sino el cmodo miiellc Cliic tiivo su ca;:itin
para desembs.rcarlas, rralizando as ingrntes prowrlins.
Este buen xito revivi el amortiguado espritu de los naricros y wperu-
ladorcs de San hIa16. a tal punto que asocindose Ins capitalhitas de vnrias
ciiitlntlcs martimas de Francif?, especialmente de R.Icisr!la y d c Ba:\-una,
despacharon rn 1721 del primero de aqiiellos puertos no menos d r c:Lto;ce
velas en convoy. El presidente de Chile envi cn consecuencia contra ellos
tres buqiics de guerra; mas habindolos recihido aquellos en linea dc M a -
lla, se alrjaron los iltimos, limitndose a vigilarlos y a impedir que m-
traran en los puertos. De este modo s61o tres de los nxvos de Sari >lal,
consiguieron introducir clandrstinamrnte sus cargamentos, y los demds
experimentaron graves prdidas.
Todo esto parece bastante extraordinario, pero Betsgh lo refiere como
HISTORIA DE VL4LPARAfS0 455

o menm por este mismo tiempo, con el navo francs S a n


Francisco, capitn Darquistad, que mandado pemeguir por
el virrey Santo Bono, cort sus anclas en la rada de Pisco
y dej, en tierra un bote tripulado. E n seguida el virrey-arzo-
bispo ya citado despidi del Callao, con la misma perentoria
terquedad de Cano, a tres buques framceses (otros dicen rin-
eo), qu'e sucesivamente fueron llegando con el pretexto de
dirigirse a la China. El env:, del ntegro Cano a Chile coin-
cidi con el del ilustre Zabala al Ro de la Plata, destinado
a perseguir contrabandistas portugueses, a cuyo fin fund en
breve (1726) la plaza de guerra d e Montevideo. Armendriz
vino seis aos ms tarde a completar la obra de aquellos dm
celosos guardianes del tesoro real, cooperando al esfuerzo de
ambos desde Lima.

xx
La incorregible insistencia de ls traficantes franceses para
abastecer de contrabando los mercados de la Afar del Sur,
forz al fin la voluntad y la mano de Felipe V a firmar
una medida de extraordinario rigor, cual fu la expulsin de
todos los extranjeros de sus dominios de Amrica, acto mez-
quino y tirnico que se supuso inspirado por el probo minis-
tro Patio, espaol rancio y buen cristiano, y enemigo p o ~

o de vists. A i d e ;iuc en 1721 61 mismo vi6 oiwc iiiiquec frnnccses en


la ccstn de Chile y entre ellos 1:: Flerrr tlc Lis, antiguo ns-do de giierra d e
70 ca5oncs. Generalmente los b u q w s d e Sail '\ln! qur' rcnan al Mar del
Sur tenan una construrciii especial, muy limpios y vcl?ros como los
b Z o k 7 ~ ! e - i ~ ~ ! , 1 :doe. ~nwstros dins. Por eso. jarn:s 19s cspaiioles captura-
xP;ar nijiiiiios iii6 por rstratagein?., sor-
: : i l < ~ i ~ s .Totlar:: i)ciy' cl ano dc i723 public-
ic cl romcwic rlnnc!!Tstinn tlr los fran-
por Tcllpri I.. cl 2 tlc Uicicmbrc de 1720,
anunciando qiic ciianc!~1:~gran p ~ t dce RIaic;.I!? oriirrl(!a cn me a50, por
escapar de sus estragos, haban Palitlo a correr e1 mar a tndo riesgo ciiatro
naves cargadas d e mercaderas I!~.ficior~odns. E l 23 d e Agosto de 1721 vol-
vi6 a repetir aquel aviso tlcrde Fan J,orenzo, con la orden precisa y termi-
nante d e echar a pitriie todo buque frzncs que se encontrase o entrase a
u n puerto tic71 Pacifier, aiin en el caso (as dice la cdula) *de notorio y co-
nocido naufragio., como si un buque que h a naufragado pudiese todava
echarse n pique. Sin embargo d e este pecadillo d e la real gramtica, la a u -
diencia d e Chile mand obedecer el rescripto con fecha 15 d e hlarzo d e
1723, y el gobernador d e Valparaso, Tobar, la public6 solemnemente por
bando el 12 d e Abril d e aquel mismo ao.
456 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

tanto encarnizado de los franceses, compatriotas de su rey,


quien, a su vez, respetndolo lo detestaba ( 1 ) .
Expidise una primera real cdula con dicho objeto el 20
de Octubre de 1718, y como se pusiera alguna tardanza o
lentitud en darle cumplimiento, se despach otra ms termi-
nante el 2 de Diciembre de 1720, en la que se exceptuaba
slo a los casados y a los artmanas del inexorable extraa-
miento. Leybe aqulla para darle cumplimiento en la sesin
quc el Cabildo de Santiago celebr el 30 de Septiembre del
ao si,aUiente, y sin duda que muchas de las transeuntes que
nos haba dejado la Guerra de Sucesin, se ampararon en la
primera, de las dos excepciones que dejamos consignada. Y
de aqu el origen de las familias de estirpe francesa, y espe-
cialmente de Bretaa, que antes apuntamos.

XXI

Pero ni aun as ces la corriente de aquella comunicacin


que subsista a pesar del mar, del rey, de los comisos y de la
ruina misma que muchas veces aquellas aventuradas espeeu-
Irilcimes traan aparejada para sus amipresarios, porque ha-
ba un poder de atraccin mucho ms fuerte que el de toda
valla, cual era la neoesidad. La navegacin del Cabo haba
muerto el trnsito de Panam, y quisiralo o n el rey de Es-
paa, los pueblos del Pacfico haban de surtirse, legtima o
ilegtimamente, por el nico sendero que todava les quedara
franco. Ad sucedi que en el mismo ao en que se promul-
g el bando de expulsin, dos navos franceses (uno de ellos
de ochenta caonas segn Carvallo) aportaron con mercade-
ras a Coquimbo (1721); al paso que tres aos ms tarde
(Junio 27 de 1724) Felipe V mandaba encausar por sus con-
descendencias y cabalas con los traficantes extranjeros de Con-
cepcin al oidor don Fausto Gallegos. Ms feliz, empero, es-
te ltimo que Calvo del Corral, logr cincerarse de cargos,

(1) Vase sobre esto las Memorias secretas de Duclos, pg. 416. Felipe
V aborreca a Patio, porque ste con el marqus de Scoti, el camarero
Pellegrino y el arzobispo de Amida. confesor de su ambiciosa mujer Isabel
de Fameaio, componan lo que se llamaba entonces la cabala italiana, opues
t a a la cabalafrmrces~t,a que era ms afecto el rey. Este llamaba a aquellos
los cuatro evangelistas de In reina.
HISTORIA DE VALPARAfSO 457

porque Cano, que haba sido su perseguidor, pidile al mo-


rir perdn por una carta, declarndolo inocente.
Necesitse, a la verdad, toda la dureza de a h a y el ardor
bilioso del terrible virrey Armendriz, que tom posesin de su
destino el 4 de Junio de 1724, para que aquellas vedadas ope.
raciones tuvieran una pausa, porque pensar en extinguirlm
era ms que prodigio (1).No solo ha cerrado P. S . el Ca-
llao con sus muros, deca por esto a aquel magnate un vate
de Lima en el estilo altisonante y palacieo de la poca: tam-
bin ha cerrado el mismo ocano ccm sus prohibiciones. Nu-
rallas de vigilancia que jams han podido batir las ondas del
fraude. Haba sido el trfico extranjero, aade en segui-
da el ;meta, montndose al empreo de las desatinos de len-
guaje, una guerra de comerci que con armas de mercaderas
haba hecho una conquista de riquezas. Las minas slo aspi-
raban a almacenes, y los navos se haban vuelto ingenios;
con que ac slo contbamos manufacturas, cuando all se
enfardelaban pias (2) .
XXII
Y lo ms singular de aquella obstinacin irresistible de los
europeos en mantener abierto el Mar del Sur a sus artefac-
tos, es que no estaba en manera alguna basada en sus prove.
(I) Cuando Armendriz lleg a Lima, encontr 81 navo francs Los dos
Coroiias bloqueado en Pisco por el marino espaol don TomJs Brum, y
por orden de su sucenri. pero no refiere en sus Meniorins si le captur o si
logr escaparse, aunque creemos lo ltimo. Por este misino tiemlso se
sorprendi en Arica uii contrabando como el de Quintero, compuesto de
ciento seis fardos q.ue se hnllaron cnterrndos en la arena, y poco despus
se decomisaron en la Nasca ocho arrohas de plata y unos barretones de oro.
La severidad del >irrey para perseguir el contrabando, Ileg a i punto de sus-
pender pclr algn tiempo el trfico en:ie e! Callao y los puertos de Chile
dejando corriente nicamente el de Pisro con aquel puerto. (Xemoria de
Armendriz).
(2) Pernlta y Barnuevo, en su introduccibn 81 poema citado, Limn .film
dudtr, &(la a luz en 1732 y que dedica H su protector el virrey CaBtel Fuer-
t e (don Jos de A~mcndiriz),cuya vida militar y cuyas hazaas durante
la Guerra de Socesion refiere con toda la insoportable pedantera de que Ile-
vamos exhibidos algunos fragmentcs. Resumiendo el poeta historiador
todas sus alabanzas y adulaciones a la conclusin de su administracin,
las agrupa de la si<guientemanera, que es talvez el mejor pasaje literario
de su prosa: .En fin, en el golsierno de ir.E. se ve justo el comercio, libre
el mar, el puerto (el Callao, donde construyb una gran muralla de varias
cuadras de largo) defendido, corriente la abundancia, segura la ciudad,
exacto el Erario, pagados los salarios, fricil la audiencia, pronto el despa-
cho, temida la justicia y amada la virtud..
458 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

chos, pues slo obtuvieron los ltimos las primeras expedicio-


nes. Por ello lamentbase F'rezier d e la ceguedad de sus
compatriotas, que mecidos en sueos de oro, remitan incon-
sideradamente, atropellndose los unos a los otros, veinte vc-
ces m5s de lo que necesitaba el consumo natural de aquellas
poblaciones. No pasaba ste en Chile, segn el eminente via-
jero, de cuatrocientos mil pesos de valores cada ao, y el do-
ble o poco ms en el Per.
E n esa propia opinin coincide, a pesar de lo somero y
rpido de sus conceptos, el excursionista La Barbinais cuan-
do asegura que dos buques habran bastado para aquella ca-
rrera emprendida a la vez ipor veinte, y a la cual no habia,
segn l, otro remedio que el que empleaban los chilenos con
el exceso de su produccin, es decir, quemar en la playa los
fardos, como acostumbraban devorar en las ho,gueras los sobran-
tes de su sebo y de su charqui. Pone a la verdad en traspa-
rencia esta situacin el contrabando desesperado de Quinte-
ro, y entre otros rasgos la multa recproca de cincuenta mi!
francos que, segn Frezier, se impusieron en Valparaso 10s
capitanes de los navos San Clemente, San Jos y Asuncin,
obligndose a no vender, bajo dicha pena, sino por ciertos
precios invariables, entre ellos ajustados, a fin de impomr
la ley al mercado desptico de Santiago. Pero aun este ar-
bitrio fu del todo inoficiaso durante el trmino de ocho me-
ses que aqullos permanecieron fondeados en el puerto.

XXIII

No participamos nosotros ciertamente de las opiniones exa-


gerclas que han atribudo ai comercio ilegtimo de la Guc-
ma de Sucesin sumas fabulosas, suponiendo algunos, C O I K L ~
el corsario y navegante ing1.s Woods Rogers (de cuya inte-
resante expedicin deberemos ocuparnos en breve) hasta vein-
ticinco millones de libras esterlinas; mientras otros, como un
financista annimo que escribi en Lima un plan de arbi-
trios a mediados del pasado siglo, exagera aqullos hasta trw-
cientos millonas d e pesos (1).
( 1 ) Aiutiinios n i a u : ~(!e! P L I ~d e crbitrios para rcviyir el comercio del
Per t1:cp:i's d c 1: giierra C G : ~ los ingleses e n i7?0, y el cuz! c.i'cl:nos en Tia-
rios pasajes de la i f i s t o r i n de Santiago, especialmente en el que dice que
HISTORIA DE VALPARAfSO 459

Pero en lo que no es posible dejar de convenir es en la


exactitud de las reflexiones con que aqullos manifiestan los
errores y los fracasos a que una ciega codicia arrastraba a los
especuladores. Primero que destruirse las minas, exclama
en efecto el arbitrista que dejamos weordado, ni los templos
de sus alhajas, ni las casas de sus precisos paramentos, iue-
ron destrudos los mismm franceses, porque habiendo concu-
rrido ms millones de ropas que las que consume el reinc,
llegaron a padecer una calma de ventas, que para perder me-
nos, les fu necesario d a r las manufacturas a los mismos pre-
cios que costaron en la Francia. Nunca,aade, se han visto
con ms abundancia los vivientes, ni con ms camisas 10s po-
bres, ni las minas con ms hierro para adelantar sus labo-
res.

XXIV

Ms explcito y compendioso- todava, manifestse sobre es-


te particular, cincuenta aos ms tarde, el famoso virrey
Amat en la relacin de su gobierno que hizo a su sucesor y
de cuyo precioso documento slo se ha impreso hasta hoy,
bien que con pretensin evidente de engao literario, un mez
quino fragmento. Para que V . E . , deca en efecto tl
sensato estadista cataln a su sucesor, pasaiido en revista re-
trospectiva el desarrollo del comercio por el Cabo, que en su
poca (1776) haba alcanzado a su apojeo, para que 1. E .
pueda en adelante dar aquellas providencias que juzgase ms
oportunas al acrecentamiento de esos Reales Haberes, Iia de
estar en la inteligencia de que par espacio de diociocho aos,
estubo este Reino sin comercio alguno de gneros de Castil!a,

a los fianceees Lea ve7 dr tirmlcs l~alrs,los ecpafir>lrsr l r l Iarifiro, les srro-
jaron p:ws fuertes.. E n otra. dc sus p6ginas SP sqiiei autor desco-
nocido pero intcligrntc en !os ibrniinos q i i ~sigue se Iiiiedc decir que
la mayor libcrtac! (:el comercio fi:<m Uestriiir la a (id reino, porque
ninguno gasfa m?s ( j i i t lo q:ie sus fuerzas alcn:!::rin. y la n:isrna naturaleza
pone ley a los inconvenientes, y I s prueba es. que no puede llegar a mayor
grado la libertad, que cuando en este reino entraron franceses, desde el prin-
cipio d e este siglo hasta el ao 718, que dueiios del Mar del Sur no dejaron
puerto que no habitaran, pasaran de 200 navios los que entraron y pudie-
ran pasar de 300 millones de pesos los que llevaron a Francia: todos vendie-
ron y ninguno pag derechos reales, trajeron no s610 ropa, sino otros mu-
chos engaos de la novedad que imprimieron en el aprecio de las gentes,.
460 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

mspemos los Galeones o Armadas que venan a Cartagena y


Portobeh. Esto fu a los principios de este Siglo en que
innumerables Navos Mercantes Franceses llenaron estos Rei-
nos de tanta ropa, y a unos precios tan bajos, que se rezaga-
ron sin poder absolutamente expenderse en todas estas Pro-
vincias, y al mismo tiempo se llevaron dichos Franceses t d o s
los caudales, que se haban producido an en anteriores aos;
esto es, el Reino qued lleno de mpas y exhausto totalmente
de plata y oro. E n estas circunstancias se tir a evitar este
comercio con la Francia, que disimul por entonces nuestro
Soberano por razones de Estado (1) ; rpua se privaba la co-
rona, as de los d e d o s que exiga en este Reino cano en
Espaa, y lo que es ms, sin expendio, ni labor alguna los
telares y manufacturas nuestras. No obstante este desorden,
vinieron a lestos mares en el ao de 1717, siendo virrey el
Exmo. seor Prncipe de Santo Bono, tres Navos de Gue-
rra, para desalojar a los Franceses, y evitar el comercio il-
cito. No fu esta la causa de su retiro, sino las grandes pr-
didas y atrasos que experimentaron; pues aunque lcgraron
d principio a l p a s ventajas, cebados c ~ l lla ganancia, pos-
teriormente ellos mismos se arruinaron, sin poder conseguir
vender sus gneros por el costo principal de Europa ( 2 ) .

XXV

Tal haba sido, considerado bajo sus divemas faces, el fenme-


no poltico y comercial que la Guerya de Sucesin haba hecho
surgir de una manera inesperada pero irresistible en la Am-
rica espaola, y cuya fecunda cuanto bienhechora influen cia
habase comenzado a sentir entre nosotros desde que desviar3
las naves del Atlntico del antiguo sendero de comunicacin
entre ambos mundos.

(1) ~Principslmente(dice el presidente Alcedo, Aviso, pgg. 237) por la


respectiva atencin al vnculo de unin de las dos coronas..
(2) Efectivamente, la relacin de Amat, publicada en las Memorias de
los zirreyes. es la parte menos importante de las cuatro en que se divide esa
obra de estadstica americana, verdaderamente notable para su poca. Por
fortuna, existe un ejemplar manuscrito ntegro en la Biblioteca Nacional de
Santiago y en l hemos bebido preciosas informaciones para la historia co-
mercial y rentstica de Chile durante el siglo XVIII.
Ignoramos cmo de un documento de tanta entidad no existiese en el
Per un traslado ms completo que el publicado por Fuentes. Respecto
HISTOZIA DE VALPARAfSO 461

Qudanos slo hacer memoria de otras de los caractere9


ms notables, ms ignorados y ms intermantes de aquel co-
mercio, cual fu el de la contienda a que aquella situacin
di lugar, convirtiendo por ms de veinte aos el mar Uama-
do Pacfico en el campo de batalla en que los europeos venan
B rifar la Amrica como una presa de sus caones y de w
fortuna.
Despus de la vida instructiva pero acaso montona de los
contrabandistas de Chile, narraremos las dramticas correras
de sus piratas.
Y agrupando en seguida las tendencias y las resultados de
estos primeros treinta aos del siglo en que hemos penetrado
a paso rpido, acaso lograremos reconstruir la vida propia
y local de Valparaso con los materiales indestructibles d i la
historia. Los captulos que le han {precedidodesde que cerra-
mos la era dilatada y laboriosa de esta ciudad hay magnid-
ca, cuyos andamios de granito no5 esforzamos en erigir, d u
pante el siglo S V I I , han sido sl su indispensable y tal vez
no insignificante preliminar.

del que existe en Chile, parcenos que pudo pertenecer al ilustre patricio
don .Jos Antonio Rojas, a quien Amat llev6 de ayudante de su persona
cuando pas de la presidencia de Chile al virreinato del Per, y en cuyo des-
tino confiri a aqul sealados honores. Sin duda el fundador de la Riblio-
teca, el memorable don Manuel Salas, se aprovech de su amistad y paren-
tesco con el antiguo edecn de Amat para obsequiar al pas aquel tesoro,
entre muchos otros manuscritos que se deben a su munificencia personal
y a su amor a la ilustracin pblica.
CAPITULO XXVlll
LOS CORSARIOS DEL SIGLO X V m

Existe perdido entre la niebla de- lw siglos coloniales 1111


grave misterio de nuestra historia que sera empresa de no
pequeo mrito 'ponw en trminos de luz. Ese misterio fu
el de una conjuracin secreta tramada por los chilenos du-
rante la Guerra de Szicesin, intento trascendental que habra
anticipado uni siglo cabal la era de nuestra independencia.
Pero si bien los tmtimonim de la sospecha abundan en lm
archivos y en la tradicin, faltan por completo los de la
prueba.
Es cierto que el siglo XVIII se inioi para la Espaa, y re-
cprocamente para sus colonias, bajo los 2mnismasampicios que
tieron el horizonte del que ahora corre. Envuelta la madre
patria en una guerra nacimal, impotente el rey para defen-
der por s solo su trono, incapaz de socorrer con un grano
de plvora, ni una vela, ni un escudo, sus remotos dominica
de ultramar, y stos, a su vez, miserables, oprimidos, explo-
tados, vendida su honra, Y sus ms altos puestos compradas
por dinero.
Cierto es tambin que hubo un denuncio oficial del plan
misterioso a que aludimos, comunicado a Felipe V en 1707
por el gobernador de Flandes, marqus de Belmar.
Cierto es, al propio tiempo, que se atribuy la escondida
4Cj4 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

direccin de aquella empresa al marqus de Corpa, que a la


sazn resida como vecino en nuestra capital. Y decan, a
ms, que el encargado de ejecutarla era su to poltico el
sargento mayor de batalla don Francisco Ibaez y Peralta,
presidente de Chile.
Cierto es, por ltimo, que el primero, despus de haber re-
cibido una comisin pblica del Cabildo de Santiago, fu re-
ducido a prisin en Madrid, y en seguida expulsado su pa-
Tiente con desdoro del puesto supremo, alcanzando el bando
de proscripcin a todos sus deudos, inclusas las mujeres (1).
Per;, ello no obstante, tal cmulo de hechos slo pone de
manifiesto que hubo una grave maquinacin, que su rumor
lleg 3 la Corte y que su axrigurtcin di lugar a rudos
castigos.
Mas en cuanto a la naturaleza del complot, queda en pie
la duda y su solucin.
__-
(1) .Sospechosa la Corte, dice Carvallo, de que l o mercaderes
~ de Chile
solicitaban ser sostenidos de los Estados generales (la Holanda) para decla-
rar su independencia. y que el marqus de Corpa, casado en la capital de
este reino con doa Francisca Ibhcz de Peralta, estaba encargado de esta
negociacin., etc. (Historia indita, vol. 3 . O , cap. 20).
El hecho del viaje de Corpa a Espafia est6 comprobado en los libros del
Cabildo de Santiago, pues csta corporacin le design para su apoderado
en la Corte, el 6 de Marzo de 1708, con motivo de estar prximo a partir
de Concepcin <en un navo de Francia..
Agravbase la sospecha referida con el denuncio comunicado por un ju-
do holands, segn el cual los chilenos haban hecho a los puertos de los
Pases Bajos un pedido secreto de armas, cuyo aviso, como tenemos dicho,
fu6 transmitido inmediatamente a Espalia por el marqus de Belmar. Aa-
dase a esto, que entonces era voz comn en el Coninente y en Espaia,
que los ingleses alistaban sigilosamente una escuadra de nueve vclas, (les-
tinada a penetrar en el Pacfico y a ocupar de firme algunos de SUS terri-
torios, conforme a las miras y estipulaciones de Guillcrmo 1x1 al sdhirirte
a la alianza de los Austrfacos contra los Borbones. Y tan scguro estaba de
esto el gobierno espaol, que se enviaron al Pacifico varias realcs rdenes
encargando aceleradamente la defensa de sus costas. Una de stas cay en
1808 cn manos del corsario ingls itoodes Rogers, y en ella se deca que
cl almirante ingls encargado de aquella expedicin era el mismo desgra-
ciado Dampicr, que navegaba a la sazn en el humilde empleo de piloto
de aquel aventurero.
En consecuencia de todo esto, cuya culpa principal se horar re\-aer, por
lo que ttrc.zba a Chile, sobre el presidente IbAiiez y su emisario en Madrid,
cl m a r q i i b s cie C o q n , Felipe 1
depuso a aqul y redujo al ltimo a prisin,
ndole sus bienis. Despach en seguida uiia real cdula al sucesor
ez en el gobicrro de Chile (don Andrs Ust6riz) para que inrnedia-
tamene expulsara del pas a las dos sobrinas d e aqel, una de las cuales
era casada con Corpa, lo q u e se ejecut sin tardanza, con no Iioca alarma
del reino y no menor pesadumbre del funcionario depuesto quien a poco
visti el hilbito de San Ignacio y muri en un claustro de Lima. eQued6
HISTORIA DE VALPARAfSO 465

Para nosotros, empero, no se trat en la primera dcada


del siglo XVIII, del gran trastorno que en anloga edad di6
a luz el nuestro. No ialtaban grmenes para un cambio ra-
dical. Pero carecan stos de la robustez que debera traer
a la haz de la tierra la genninacin de la secular semilla.
Faltaba Wshington. Faltaba Dantn. Faltaba Bonaparte.
Faltaba ese gran vaivn de la vida de las ideas y de Ius:
aconterimientos, de las hombres y de los pueblar, que se Ik-
ma la ocasin.
Tratbase nicamente por los descontentos de Chile, a nues-
tro juicio, de una revuelta civil en favor del Pretendiente.
Felipe V era tan popular en las Am6ricas como en la Penn-
sula, porque al menos era vstago de una nueva estirpe, y
todo lo desconocido seduce a los pueblos, o porque mperan,
o porque sufren. Psro no faltaban tampoco adeptos a la anti.
gua dinasta ni al Archiduque Carlos. Y 'entre stos el prcsi-
dente Ibez era tal vez caudillo secreto e instigador, cuya
culpa pag hacindose monje. Cuenta a la verdad el biicn
franciscano Feuille, que a su desembarco en Concepcin, en
1709, corra all alto y amenazante el bando de los Austracm,
siendo muy conocidos sus parciales, as como los de Lima, de
aonde por esos mimos das lleg una nueva forjada y de
gran manta paTa el Archiduque. Y de este plm, dinstico
en su esencia y en su forma, y por lo tanto privado del inter63
de un movimiento nacional y de una aspiracin americana,

en embrin, afisde por esto el historiador arriba citado, e1 proyecto de los


chilcnos y en duda su pretendida infidelidad. S o lleg6 a realizarse la pro-
yectada eupedirin de Inglaterra, que es de intil ejecucin, si aquellos
colonos no entran por partido, y desde luego se puede Bsegurar no entrarn
por otro p i c n o sen el de su independencio).
Ya en la Nistoria de Suntzngo citamos los vaticinios, no menos profti-
cos que los anteriores, del franciscano Feuille en 1709, y como estos podra-
mos invorar muchos otros testimonios de la irresistible corriente que im-
pela las ideas de los americanos en aquel sentido. Son por eso dignas de
conservarse las palhbras que el primer emisario diplomdtico de los Estados
Unidos en la Amrira del Sur, Rlr. Rodney, dirigi a su gobierno, cuando
se hizo cargo de nuestra revolucin en 181s. .The sagacious mind of many
able writers (deca aquel), penetrating in the future, had predicted at some
distant date a revolution in South Amrica, B E F O R E that in North Am
rica had commenced., (Vase el Annual Register, de Inglaterra, comespon-
diente al ao de 1818, pdg. 528).
Historia de Valparaso 30
466 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

provino el denuncio del judo de Holanda, el destierro de


Ibez, la prisin del m q u & de Corpa, la brutal persecu-
cin de toda su frtmilia, el miste& en fin que tenemos insi-
nuado.

I11

Mas cualquiera que sea el juicio de los contempornece so-


bre aquella faz interna de nuestra existencia poltica, aparecc
con toda evidencia de la historia de aquellas vidas naciones
mercantifles (la Inglaterra especialmente) que por ms de
dos siglos haban estado acechando a la Amrica, como una
presa de oro, que, por su parte, juagaron aquella coyuntu-
r a como propicia a sus planes. El repartimiento en trozos
de las Indias estaba decretado de antenano y deba ejecu-
tarse cuando !a muerte sin herederos de Carlos I1 dejase
vacante el trono de la metrpoli. Y as habra sucedido, to-
c a d o a los ingleses la mejor parte de ellas, si el testamento
de aqul y la intervencin armada de su &uado Luis XIV.
no lo hubiesen estorbado ( 1 ) .
Pero aun asimismo, y tal vez encontrando motivo en el
propio conflicto dinstico que surgi en el Continente, la
Gran Bretaa, que comenzaba ya a hacerse digna de su dti-
VQ nombre, habra emprendido con fervor aquella cruzada
de botn, cuyo itinerario hasta Chile era harto conocido a su9
marinos, si su rey Guillermo I11 hubiera sido el caudillo de
la nacin durante la gran contienda con la Espaa. Pero una
cada de caballo haba dado otro giro a la poltica, a la am-
bicin y a la pujanza britnicas. Muerto el belicoso monarcz
al abrirse el gran palenque de la Guerra de Sucesin (Mar-
zo 2 d e 1702), sentse en su trono una infeliz mujer, que ha-
bra hecho apenas una mediocre ama de llaves. Dos hombres
___
(1) Segn el conocido histori6grafo francs Capefigue, el plari del repzr-
timiento de los dominios de Espaa fu discutido extensamente y apro-
bado en globo en el Congreso de plenipotenciarios de Ryswick. <No se fir-
m6 sin embargo este proyecto, dice aquel, porque era una eventualidad
reservada al porvenir. Preveyendo los plenipotenciarios el caso de un tes-
tamento, decidieron que a la muerte del rey catlico don Carlos 11, la me-
jor parte de la Amrica y de sus puertos sera cedida a 16s ingleses, etc.,
(Vase la obra que en 1846 public6 M. de Capefigue con el ttulo de Espa-
a y Pmncia, traduccin de Anduaya y Espinosa.-Madrid, 1847, pg. 7).
HISTORIA DE VALPARAfSO 467

clebres por sus vicios y sus cortesanas intrigas, Harley y Bo-


lingbroke tomaron entonces, sentados en las faldas de la rei-
na Ana, el timn de los negocios, y por las cabalas de la di-
plomacia olvidaran que el taln de Aquiles de la.~Indias era
el Cabo de Hornos (1).

IV

Mas sezisatos las #mercaderes ingleses que sus genios poi-


ticos, intentaron p r w g u i r en esa propicia ocasin la came-
ra que con xito tan deslumbrador iniciara Drake en aqud
misteriuso Mar del Sur, siempre desconocido, siempre pon-
derado, siempre maravilloso, como todo aquello que el hom-
bm ve de lejos, porque el alma tiene tambiai sus sueos, co-
mo los tiene el cerebro.
Asocironse, en consecuencia, varios negociantes de Lon-
dres para enviar un orucero al Pacfico destinado a hostili-
zar sus costas, y al propio tiempo a arrebatar, si era posible,
--_
(1) Sobre este particular hace muy juiciosas observaciones uno de los
jefes dc corso de cuyas operaciones vamos a dar cuenta en este captulo.
Segn Woodce Rogers, a quien antes ya hicimos referencia, Guillermo 111,
al tomar parte en la alianza continental contra Espaiia en la guerra de su-
cesin, haba pactado expresamente que se reservara para su corona aque-
llos territorios de la Amrica espafola que l o sus sbditos conquistaran
en el curso de aqulla; y con ese motivo el capitn aludido pondera las ven-
tajas de Chile para plantear de una manera permanente el dominio bri-
tnico en el Pacfico. .En cuanto a los recursos del clima, dice a este res
pecto, y a aquellos que puede ofrecer la tierra, abundan de tal manera
en Chile que un pequeo cuerpo de tropas bien disciplinado y bajo buenos
jefes podra establcerse all sin dificultad y fortificarse de modo que nin-
guna potencia seria capaz de desalojarlas..
Es preciso aadir que Rcgers, como todos los europeos de su siglo y del
anterior, padeca an la ilusin ptica de atribuir a los brbaros de Arauco
cierta personalidad internacional, que slo a los ojos de Antonio I ha teni-
do lugar en el presente. Siempre era la alianza de los chilenos (los indios)
contra los espaoles, la base de todos los planes. Puede consultarse la in-
teresante relacin de Rogers en una traduccin francesa que existe en dos
pequeos volmenes en la Biblioteca Nacional y que lleva el siguiente
titulo: Voyage autour du monde comenc en 1708 et fini en 1711 par le capi-
taine Woodes Rogers. Amsterdam, 1716. Esta edicin, que es bastante rara,
tiene un gran mapa de la Amrica espaiola por el gegrafo Guillermo de
lIsle, con los derroteros de Sharp, Sarmiento y otros, bastante exacto para
BU poca. Pero en un suplemento, que se inserta en el 2.0 vol. de la obra, Be
trata de un banco situado 5 millas al sud de Quintero y all se dice: ici
commence le royaume d u Chili!
468 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

WLS beneficios a los navegantes franceses, dueos de aquel


ocano como de un monopolio, y enemigos a la vez de su ban-
dera ( 1 ) .

Para tal empresa eligieron un marino sudo pero ilustre.


Era ste aquel Guillermo Dampier que vimos figurar como
piloto de Davis en el combate de las Islas del Rey, y que dis-
gustado en seguida por las rencillas codiciosas de sus cama-
radas, huy a las Indias Orientales desde el golfo de Xi-
coya .
La relacin de sus aventuras en aquella ocasin despert
tal inters entre sus compatriotas, que a su regreso a Ingla-
terra el gobierno le di un buque, y con l explor las costas
de ese temer mundo que comenzaba ya a llamarse la Nueva
Holanda, ganando ms alta fama como descubridor que co-
mo pirata. Dampim es el ms: legtimo p-decesor del ilustre
Cook como descubridor de la Australasia.
Desocupado pero prestigioso, a la postre de aquella lejana
excursin, Dampier acept el mando en jefe del armamento
contra los espaoles y franceses del Pacfico, y el 30 de Abrii
de 1703 hzose a la vela de las Dunas con dos naves. Eran

( i ) Nos parece oportuno consignar aqu un episodio de nuestra historia


martima, ocurrido, segn Carvallo, en el tiempo intermedio(1725) que trans-
eurri entre la retirada de Davis y la aparicin de Dampier en el mar Pa-
cfico.
Segn aquel autor, presenthe el 6 de Febrero de 1695 en la baha del
Tom un barquichuelo corsario llamado el Saritiugzrillo, y apres sin resis-
tencia al Santo Cristo de Lezo, que haba pasado del poder de don Blas de
los Reyes al del general don Juan Gutirrez Caldern. Pero ste, que era
animoso, con el pretexto de ajustar el rescate de la presa, pas disfrazado
a bordo del corsario, y reconociendo su poca fuerza, resolvi abordarlo por
la noche, y as lo llev6 a cabo con cincuenta voluntarios. El Santiaguzllo
pudo escapar cortando sus amarras, y aunque Caldern trat de perseguir-
lo, hubo de regresar despus de un crucero de veinte das .porque la gente
dice Carvallo, estaba almareada, e incapaz de combatir.. (Historia. t . 3 . O ,
cap. 11). Es muy extrao que ningn cronista de Chile haga mencin de
este doble golpe de mano; pero no tenemos motivo en esta parte para du-
dar de la veracidad de Carvallo, que era casi un contemporneo. Segn l,
el Santiaguillo era uno de los barcos rezagados de Davis; pero en esto su-
fre evidente error porque a la saz6n haca ya siete aos a que aqul haba
abandonado el Pac,fico. Mas probablemente fu uno de los bucaneros re-
tardatarios que aun por esa poca solan penetrar en aquel mar por el Da-
rien.
HISTORIA DE VALPARA~SO 469

stas el San Jorge, de 26 caones y 120 hombres, que monto-


ba el cowda.n% en jefe, y el Cinque Ports, una galera de
16 caones y 163 tripulantes, bajo el mando del capitn Car-
las Picke'ring. Entre los ltimos vena un contramaestre es-
Coos, natural de la aldea de Lalrgo, en el candado de Fife,
llamado Alejandro Selkirk, que deba ser el hroe de todas
ias leyendas de la cuna en la Tedondez del mundo.

VI
La expedicin de Dampier fu una empresa de desdichas.
Faltle el elemento ms esencial del xito en las tentativas
aventuradas, la unidad. Y por eso march de desastre en
desastre.
No pudo o no supo el viejo bucanero imponer su voluntad
como una ley entre los suyos, y de aqu surgieron todas sus
'contrariedades e infortunios, porque cuando falta en la mar
una obediencia de rebao, se conv:erten las naves en vcrda-
deras jaulas de fieras.
El primero en levantar el grito de la insubordinacin fu6
BU segundo en el mando; y vise por esto forzado a desembar-
carlo en el Brasil, confiando su buque a otro hombre duro ?
indisciplinado, llamado Toms Stradling. En seguida el con-
tagio se hizo general.
Llegado en efecto el capitn consario a su antiguo asilo de
Juan Fernndez, por el mes de Febrero de 1704, las tripu-
laciones saltaron a tierra negndole obediencia. Y para ma
yor desdicha, en dos Gas casi sucesivos (el 29 de Febrero y
el 3 de Marzo de aquel ao), acertaron ciertos navos france-
ses a pasar frente al pen, provocndolo a un combate que
en tales circunstancias era sumamente desigual.
Esto no obstante, el valiente oapitm hgls aparej a s-1
vista y envisti con el navo enemigo en el primer momento.
Ignrase el nombre de aquel importuno adversario, y &be-
8e slo que montaba treinta caones, con cuyas bateras, d c ~
p u k de vajrias horas de fuego, oblig a los ingleses a tomar
el largo, llevando en sus puentes nueve muertos. El 3 de
Marzo volvieron a provocarles los franceses con dos na-
ves, pero, como en la primera ocasin, se cambiaron balas da+
470 OBRAS COMPLETAB DE VICUNA MACKENNA

de iejos sin llegar a estrechame en franco combate. Los cor-


sarios del siglo XVIII no eran ya los terribles bucaneros del
siglo precedente: el meroader se haba wbrepuesto en ello3
d 5OldadO.

VI1

Desde ese da, en efecto, DampieT vag como aturdido por


todos los mbitos del mar que antes haba suroado ufano y
vencedor. Se acerca sucesivamente a las .costas del Per, a las
ensenadas de Panam, a su antiguo apostadero de Nicoya, y
all uno de sus subalternos, el piloto Clipperton, emprend:.
con parte de su tripulacin lo que su jefe hiciera con Davits
diecisiete aos antes, y lo abandona (1).
U r rayo de esperanza reanima el pecho del corsario des-
pus de tantos sinsabores. Es un da de Diciembre de 1704
y el suspirado galeii de Xaniln est a la- vista, n o lejos de
Acapulco. Atcalo con bu acostumbrada resolucin el calji-
tn ingls; (pero los espaoles traen esta vez sus millones en-
cerrados en una pared de bronce, y mediante el mayor Cali.
bre de sus caones, obligan a los corsarios a cederles el paso
E r a la primera vez que el p e n d h de San Jorge se vea hu-
millado (por el trapo blanco de los Borbones en esa parte de!
mundo.
Ms desconcertado todava, Dampier vi fugarse desde el
puerto de Amapalla, a donde recal despus de aquel con-
traste, otra porcin de su marinera.
Era ella acaudillada por un inayordomo de su propia e-
mara, llamado Guillermo Funnel, quien, cambiando en wgui
da el mango del almirez por la pluma, hose a su vuelta e!
historigrafo de aquella correra, y de su vulgar relacin s:
han sacado estas noticias.
Al fin, Dampier toma una resolucin desesperada. Saquea
a Panam, deja abandonado su buque en las islas de los Lo-
bos, en la costa vecina del Per, y trasbordando las reliquia

(1) Clipperton, con 21 de los marino? del San Jorge, desert6 el 2 de S e p


tiembre de 1704 y se dirig6, como Dampier en 1687, a las Indias Orientales.
HISTORIA DE VALPARAfSO 471

aun fieles de su gente a una msera presa, hace rumbo a la


India como en la vez primera. No ser tampoco k t a la 13-
tima en que hayamos de encontrarlo en nuwtras aguas.

VI11

E n cuanto a Stradling y su barco, no tuvo mejor fortii-


na. E l motn rein permanente a bordo, y al fin, enervado
por la desesperacin y el hambre, fu a entregarse volunta-
riamente prisionero con los suyos en la isla de Gorgozia.
Antes, sin embargo, haba abandonado en una grieta de
Juan Fernndez a uno de sus subalternos, que prefiri lm
horrores de la soledad a servir bajo el imperio de un mal
jefe. De esta suerte, Alejandro Selkirk, cmtramacstre del
Cinque-Ports, no fu a vejetar como un prisionero abscur3
en las mazmmras de Lima, y convirtise en el ideal de un
poema que todas hemos ledo con imperecedero deleite al-
guna vez. Ms tarde, cuando le hallemos convertido ten her-
mitao, tendremos ocasin de volver a, recordarle (1).

IX

Mejor estrella alumbr el destino de Guillenno Dampier


como subalterno que como jefe.
A poco de haber arribado a las playas de su patria, supo
que ciertos comerciantes dc Brstol alistaban una expedicin
de corso, dirigida a los mismos fines de la que acababa de
conducir l mismo con xito tan infeliz, y acept en ella 921-
Vicio en calidad de piloto.
Era jefe del nuevo crucero un antiguo oficial de la ma-
rina de guerra llamado Woodes Rogers, hombre inteligente
y de no escaso mrito. Su segundo se llamaba Esteban Courtn-
nay, y los buques que lo componan eran el Duque y la
Duquesa, ambos a propsito para aquel servicio. Vena tam
bin con Rogers, adems de Dampier, un personaje no ma-
nca clebre, espeeie de hroe, de industrial y de filntropv,

(1) Vase en estas Obras Cornplebs el volumen consagrado a Juan Fer-


nndez. Historia verdadera de la isla de Robinson Crusoe.-(N. de los R.).
472 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

el doctor Toms Dover, inventor de los polvat3 sudorficus


que hasta hoy corren con imperecedera voga, especialmente
en las boticas de los climas frus.
La expedicin sali de Bristol el 1.0 de Seiptiembre de 1708.
y como fuera aqul el segundo puerto de Inglaterra en esa
poca, concese aqulla comihmente con el nombre de la Ex-
pedicwn de Brstol.
En los primeros das del ao venidero (1709) Rogers do-
bl el Cabo en una latitud sumamente austral (por el graCtci
6Y), y el 31 de Enero, al caer la noche, los barcas avistabari
el clisico y sombro Yunque de Juan Fernndez.
All les aguardaba una extraa aventura.

Cuando ti la noche de SombraB la perspmtiva dcl monte


y del mar, vieron los sorprendidos marinos brillar en una
eminencia de la isla una luz que pareca una seal. Crey-
ronla de enemigos, y pasaron la noche alistndose para kin
prximo combate.
Mas, apenas amaneca, habiendo bajado a tierra a practicar
un reconocimiento el capitn Dover, presentsele un hom-
bre vestido de pieles, con la !barba densa, el rostro ma(*:-
lento y balbuciando la pronunciacin de un idioma que ya
no pareca serle familiar.
Ese hombre 0ra Rbinson Crusoe.
Como el mosquito abandonado por Sharp, y como el nu-
frago de que antes de esa poca se haca memoria por loa! es-
paoles, Selkirk h&a vivido all cuatro aos y cuatro
mes-.
La histaria que refiri a rn compatriotas de la causa de
BU melanclica resolucin al abandonar el Cinque Ports; de
las horribles tonturas de BU soledad, endulzadas despus por
la soledad misma; de sus pleganm al cielo que tenan por
templo un ocano y por altar ullit roca de esmeralda, silen-
ciosa y perdida; de sus industrias caseras para explicar a sus
semejantes todo lo que el ingenio humano puede crear por
d solo, y por ltimo de los encantos de aquella misma liber-
tad salvaje, en la que el solitario no haba reconocido otra
HISTORIA DE VALPARASO 4 73

sujecin que la de Dias y la de BU conciencia, toda esa leyen-


da, en fin, que tiene la gracia de u11~1 shnplicidad antigua
orlada por las festones de un ingenio feliz, es demasiado po-
pular para que hayamos de contarla de nuevo. Bstenoe re-
clamar para ella, su carta de naturaleza, pues el episodio que
origin el Rbinson Crusoe de De Foe, es tan indisputable-
mente chileno, que aun hoy da si Chile es conocido en Eu-
rapa por las muchedumbres, es tan slo porque Juan Fer-
nndez es un fragmento de su suelo ( 1 ) .

XI

DespuB de (refrescar su gente durante dos semanas, Ro-


gers se lanza desde Juan Fernndez sobre la costa del Per.
Y como desde la fuga de Dampier y la captura de Stradling
se hallaban mt3 navegantes desapercibidos, fule fcil d s
pojarles, uno en pos de otro, de sus buques. Cinco fueron,
y se& Alcedo, que en esta paite es ya testigo contem-
porneo y por tanto digno de algn crdito, pertenecan
uno al naviero don Jos de ANzavalaga, y otro, a los tier
manos Pablo y Juan Morel. E l ms importante de todos Ila-
miibase el Havre de Grace, que vena de Panam con un rico
cargamento de bulas y huesos de santos (sic) y al cual, no
obstante ese equipo milagroso, los herejes de Brstol apresa-
ron con muy poca reverencia el 20 de Abril de 1709 ( 2 ) .
___
(1) No entraremos ciertamente aqii en la antigua y debatida cuestin
literaria sobre si el Robinson Crusoe es un h6roe imaginario de Daniel de
Foe o sobre si ste le copi con lealtad literaria, o sin ella, del tipo de Juan
Ferndndez. Gna sola reflexin, empero, haremos, y es la que la relacin de
Rogers en que da cuenta minuciosa de la vida de Selkirk, se public por la
primera vez en 1712, mientras que la primera edicin del cuento del humo-
rista ingls es siete arios posterior (1710).
Kucstro inteligente amigo Carlos hlorla Ficua se ocupa en este mo-
mento de escribir, por va de primer ensayo, una interesante resea his-
trica de Juan Ferndndez, y s61o cuando ella salga a luz, se comprender
todo el dramtico inters que encierra la tradicin de aquella roca perdida
en el ocano, y que hoy es slo una prosaica subdelegacin de Valparako.
(2) Segn la relacin citada de Rogers (t. 1.0, pg. 321) no venan a bor-
d o de este buque menos de treinta tonelndas de rosarios, imgenes de busto,
medallas, relicarios y huesos de santos, algunos de los que haca ya ms de
ochocientos aiios a que se haban sepultado en la tierra. . Pero si el capitn
hereje hubiese sabido que el fundador de los jesutas en Chile, Baltasar de
Pias, trajo consigo una de las once mil cabezas de las once mil vlrgenes
de Colonia, (que segn el pintor tramposo de Larra no fueron ni cincuenta),
no habra manifestado tanta sorpresa.
474 OBRAS COMPLETAS DE ViCUA MACKENNA

lrritado Rogers por la prdida de BU hermano en la captu-


ra de ma ,presa, sonprende en una prxima madrugada a
Guayaquil, saquea sus hogares, sus templos, hasta el regam
de las mujeres; y despus de recoger, por va de wscatq
una suma de veinticuatro mil 'pesos, se. dirige a las islas Ga-
lpagos y en seguida a California, en acecho del galen de
Manila.

XI1

Un buen augurio tuvo de que lograra con ms suerte que


Dampier aquella empresa, porque el 22 de Diciembre de 1709,
despus de una hora de combate, tom un buqi.Le de 20 ca-
ones y cuatrocientas toneladas que v e d a de la China con
un rico cargamento. Llambase la Encarnacin, capitn Pieh-
berty.
Cinco &as despus (27 de Diciembre), se avbtaba el galen
de Manila. Y como los ingleses dispusiesen ahora de tres ve
las, acometieron en cuadrilla con l. Pero, a ejemplo del cru-
cero precedente, los corsarios tuvieron la peor parte del en-
cuentro. E l galetin result ser un formidable navo de cuaren-
ta caones y novecientas toneladas, tripulado por cuatrocien-
tos hombres escogidos. Bogers solo, tuvo veinticinco muertos
en su buque, recibiendo l mismo una herida de bala en uiia
pierna. Cuatro das antes lo haba sido por otro proyectil
en la mejilla, pues este aventajado oficial era tan intrpi-
do como poco afortunado.
Con aquel escarmiento, y satisfecho del botn antes reco-
gido, que ascenda a sesenta mil pesos en metlico y una3
diez mil piezas de sederas de la China, sin contar ms dP
cuatro mil pares de medias de aquel tejido que importaba SU
--
Fu en ese mismo barco donde Rogcrs apres tambin los quinientos
fardos de bulas de que en otra ocasin hemos hecho reriicrdo. A ms de esto
venan ciento y cincuenta cajas de libros para los jesutas de Lima, y como
pasajeros muchos frailes y clrigos, y hasta un obispo que, felizmente para
61, haba desemtarcado haca pocos das con el objeto de dirigirse rmoda-
mente por tierra a Guayaquil. Lerncntaba Rogers su ausencia, porque de-
ca jocosamente (pg. 324) que su Ilustrsima le habra ensefiado a ma-
nejar aquellos papcles y reliquias. Pero, burla aparte, era el capitn in-
gls tan comedido caballero y tan convencido partidario de la libertad de
cultos, que consenta se dijese misa a bordo todos los das para sus prisio-
neros.
HISTORIA DE VALPARAfSO 475

peso en oro, y algunas libranzas por rescates o ventas en k


oastas del Per (las cuales n o valan ni el precio de su *pa-
Pel), di6 ;Rogers la vuelta a Europa por el Cabo de Buena
Eaperanza. El 23 de Julio de 1711 echaba su ancla en la
boca del Texel, despurs de un crucero lleno de aventuras y
que haba durado cerca de tres aos (1).
XI11
En o m t o a las medidas de resistencia opuestas por 20s
espaoles a aquellas invasiones, a lo laqp de nuestras costas,
limitronse, como siempre, a aprestos, a ingentes expendim,
a efmeros cruceros, a juntas, autcs, pareceres y fiscales, y a
la postre, como resultado, a pomposos lboletines de mentiras.
El virrey Caste1 Dos %us, que haba tenido el honor de be-
sar, el primero entre los espaoles, la mano de Felipe V en
calidad de embajador de su pas ante Luis XIV, deba ea-
tender ms de besa manos que de caones. Organiz con to-
do una escuadra de cinco buqus bajo las rdenes del almi-
rante don piablo de Alzamora y cinco mpitmeis, todos SO!-
daidos de gran valor y nutiea pericia dice m twtigo que
les conociera ( 2 ) .
Mas, a pesar de aquella diligencia y de llevar la armada
821 hombres de combate, no hizo otm cosa entre las nieblas
del Pacfico que jugar a la gallina ciega con los iiivisibles
corsarios, hasta que al cabo de algunos meses, ocupados en
explorar las islas Galpagos y las costas de Mxico, volvie-
ron, como siempre tambin, con el fruto de haberlos a h -
yentndo sin haberlos visto. . . como aquellos portugueses qui
llevando estrellas en los faldones de sus casacas decan al lle
gar a su campo derrotados: -Hemos hecho ver estrellas a
esos pcaros !
(1) Rogers fu ernpieac;odespiik por el gobierno britnico en perseguk
los corsarios y piratas de las Aniiilas (negocio que ciertamente conoca de
maravilla) y muri con el crdito clc un escelcnte mnrino en 1730.
(2) Peralta y Barniievo. Los segundos de Alzamora (que Alcedo, hco-
rregibiemente inesacto, aun cuando escribiese dc cosas que estuviese vien
do, llama P e d m Alzamora Ursino) eran don Francisco Arvalo, que mon-
taba1 a nave capitann, don Andrs de Valverde, don Pedro Bravo de Lagu-
na y los franceses *4lBnso Ior y J m n Cavis. El equipo de la flota, segn
una mrmoria imprcsn que corri en esa poca, cost 146,656 pesos.
Segn el mismo Peralta, que supone a Dampier jefe de uno de los buques
ingleses, tena el que mandaba Rogers 32 caones y 28 el otro, y ambos
una tripulacin de 450 hombres, lo que es evidentemente exagerado.
476 OBRAS COMPLETAS DE VICUA XACKENNA

XIV

Tales fueron, ligeramente narradas, lm dos expedicioneq


martimas, a que, fuera de los navm de permiso de San Ma-
l, di entrada por el Cabo de Hornos la obstinada Guerru
de Sucesin. {Cosade maravillarse era que una nacin tan osa-
da y sagaz como la Inglaterra no aprovechase, cual en los
das de Cramwell y de Isabel, tan esplndida ocasin de ha-
cer sentir su poder en lo martimo, que era el campo consa-
grado de su gloria. Pero lo hemos ya dicho. La cabala haba
reemplazado al genio como gobierno, y Albin, a semejanza
del gigante $e la fbula, se contentaiba can una migaja de
pan en ese festn de los reyes que se llam la paz de TJtrecld.
Verdad es que esa. migaja era Gibraltar!

Empero, a p e n a haba encontrado trmino la gran guerra


continental que inici el siglo XVIII, ouyas paces slo fue-
ron treguas, rompi Felipe V, por los consejos y maas de
Alberoni, una segunda guerra paTa r e c u b en Italia las
posesiones que le haba arrebatado el pacto de Utrecht. Do-
Lale tambin a la Espaa dentro de la boca la muela de gm-
nit0 de Gibraltar, y quera arrancrsela por el poder del ca-
n, nica fuerza que lo pudiera.
La Pennsula, a la verdad, se haba admirablemente Teco-
brado bajo el primer Borbn de la enfermedad de muerte
que la aquejara hajo el cetro de los Austracos. Y cosa ad-
mirable, hasta parecer inverosmil !, la Guerra de Sucesin
haba l>b>bliadoen aquel pas singular, como el cauterio en las
carnes muertas y podridas, una r m c i n de vida y de sa-
lud. Alberoni, clrigo obscuro en Parma al comenzar aqulla,
cardenal todo poderoso a su trmino, haba sido aquel prodi-
gioso cirujlano ( 1 ) .

(1) Pocos politicos han sido ms diversamente juzgados que Alberoni.


S u contemporneo el custico Duclos le llamaba simplemente un malvado
(sdkrat-Memoria, pg. 148),mientras que el palaciego Capefigue le pin-
ta como un grande hombre, puesto que era cardenal, como Richelieu y Ma-
zarino, as como Luis X I V fu el ms grande de los hombres, puestu que
era rey. Pero de lo que no hay duda es que Alberoni sac a la Espaa de su
HISTORIA DE VALPARAfSO 477

XVI
Los ingleses, por su parte, que encontraban vergonzoso
(shameful, lo llama lord Mahon) (1) el tratado de Utrecht,
porque sacaron apenas de l u n pen en el mar y el asiento
de Africa, para surtir de negros a la Amrica espasola, to-
maron otra vez las armas contra Espaa arrastrando en su
squito a la Holanda, al Austria, implacable todava por el
despojo de su ram, a Luis XIV, en fin, contra su propio
nieto, a nombre del equilibrio europeo. Llamse esta guerra :a
cudruple alianza, y dur desde 1717, en que Alberoni hiza
invadir la Sicilia, hasta la paz de Londres en 1721.
Bast para deshacer elembrollo que haba vuelto a teir
de sangre los campw y los mares de Europa, que Felipe V
consintiera en expulsar de su consejo y d e su tierra al am-
bicioso monje que le haba lanzado en la aventura. Y este
:imo, maldiciendo al ingrato y a SLI reina, !a clebre Isa-
bel de Farnesio, que 61 mismo, como su compatriota, haba
llevado al tlamo real, fuese con- su despecho y sus tesorm
a esconderse y a morir en Roma, que es donde todava mue-
ren o se esconden todos los desengaados.

postracin s e d a r , aprovechando los recurscs quc la Guerra de Sucesin,


que todo lo trajo d e fuera (oro, armas, hombres, buques, ideas, etc.), dej
acumulados en el pas. Nunca desde los das d e la Zriz~ett~cible A r n z d a vi6-
se a la Espaia mis poderosa en la mar, pues al propio tiempo que se des-
pachaba una poderosa escuadra a Sicilia, otra era enviada a Escocia, y
otra, como hemos visto, a las costas del Paclfico. I,os treinta y seis buques
d e Carlos I1 se haban acrecentado hasta m:ls dr: trescientos.
En cuanto a las rentas (reorganizadas I X J ~el ilustre franc& Orrr), el em-
bajador d e Inglaterra en Madrid. Mr. i3ul!1, se admiraba en 1715 de que
despus una guerra tan dilatatla hutiicse nqiiclla aumentado e:i un tercio
y que los gastos pblicos costnscn la miiatl q u e antes.
.Verdaderamente, ..ilberoni, dice en sus ornext,rrios s u contemporAneo
el conde de San Felipc, citado por Lord hIaiion, di6 :t ver las fuerzas d e la
monarqua espaiola, cuando sea hirn atlrninistrado (.I tesoro, siendo indu-
bitable que gastos tan excesivos en tan breve tiempo, ningn rey catlico
h a podido hacerlos..
D e igual opinin fu ms tarde Campomanes que haca datar el renaci-
miento de Espaa de la Guerra de Sucesin.
Y ser oportuno no echar en olvido estos hechos y opiniones porque ellos
proyectarn mucha luz sobre los desenvolrimientos posteriores d e este li-
bro.
(1) Histmy of England, t. l . O , pAg. 6 . No somos nosotros enteramente
d e la opinin de dicho escritor. Verdad es que I,iiis XIV haba conseguido
suprimir los Pirineos: pero los ingleses haban suprimido las columnas d e
Hrcules. ;Cul era mejor negocio? La verdadera vergenza d e Utrecht
estuvo en la rata d e Africa, pero por sta pag ms tarde la Inglaterra una
noble expiacin.
478 OBRAS COMPLETAS D E VICUNA MACKENNA

La breve guerra de la Cudruple Alianza di margen, como


la de sucesin, a ma nueva empresa de corsarius ingleses en
el Paicfico, y sta fu la ltima que mereciera todava aquel
nombre. La guerra de eeouadras haba de eclipsarlas en se-
guida.
XVIII

J u a n Clipperton, el mismo piloto que abandon a Dampier


en el golfo de Nicoya en 1709, y Jorge Shelvocke, salieron
de la rada de Plymouth el 13 de Febrero de 1719, 0n dos
buques, llamados el l l X u c c ~ (Exito), de 36 caones y 180
hambres, y el Speedwell (Despchate pronto) de 24 pie-
zw y 100 tripulantes, armados ambos por especuladores de
Londres. Y una vez francos en el -\tlntico, pubiercn sus
proas al Cabo de IIornos. Clipperton era el jefe, porquc si
bien Shelvocke fuera al principio designado por los a r m -
dores para el mando, como antiguo ofioial de la marina real
de Inglaterra, 6us prodigaliddes de mew lo desacreditaron
antea de hacerse a la vela, y hubo de resignarse a venir en
clase de segundo (1).
Clipperton hizo una navegacin lenta y montona hasta Juai.
Fernndez. Separado de Shelvocke en el otro Ocano, dejble
en aquella isla, buzn de los corsarios en el Mar del Sur, U I ~
carta y seales de su derrotero, por el mes de Enero de 1720,
y en seguida fuese a esperarlo en el sntigiio punto de cita
de los bucaneros, la isla de Quibo en el golfo de Pain&.

XIX

El crucero de su segundo fu, al contrario, una campaa lle-


na de peripecias y novedades. En las costas del Brasil comen-
(1) Los armadores de esta expedicin intentaron despacharla con bande-
ra holandesa y enviaron los buques alos puertos de aquel pas, donde se-
bautiz6 el Success con el nomhre de Principe Eugenzo y a su consorte con
el de Sturembery, que es el apellido del otro gran general de los aliados. Des-
pus cambiaron de propsito y se quit el mando a Shelvocke, porque du-
rante su residencia en Holanda haba gastado en festines la mitad de las
provisiones y vinos de su buque.
- RISTORIA DE VALPARAfSO 4 79

zaron temprano m aventuras porque encontr all, lleno da


e n f e m m y tan asoaso de agua y vveres como iba locupletado
de oro, al navo El Rubi, que hemos dieho di6 la vuelta a Eu-
ropa con el capitn La Jonquiere, con muchedumbre de pasa-
jeros de Chile y del Per.
Era ste el segundo ensayo en grande de la navegacin di-
recta por el Cabo, despus del que saliera de Concepcin en
1708 con el marqus de Corpa, que dejamos recordado. Y tuvo
aqul un xito parecido, por sus calamidades, al que cupo no
hace mucho a otro qran ensayo de viajes por 12 misrna ra. Shd-
vocke pudo completar aquellos atacando en su fondeadero al
desmantelado navo espaol, pero prefiri comer alegremente a
la mesa de La Jonquiere y empuar manos amigas, de prefe-
rencia al lanza-fuego.

XX

E n los mares densos y sombros del Cabo encontr la qui-


lla dcl Speedzceil otra aventuia de admirable sencillcz. q u e
ha inmoralizsdo el genio de un vatc popular en la roman-
tica Inglaterra. Luchando la fatigada navc con los vientos
polares, uno de sus oficiales llamado Hatley not que un per-
sistente albatross (01 pjaro carnero de nuestros marinos)
se mantena da y noche sobre uno de los mstiles, y atribu-
yendo su presencia a un mal augurio, de u n fusilazo le ma-
t. El huracn se hizo ms furioso, empero, y entonces cs cuan-
do el poeta describe el supersticioso terror de los navegantes
con estrofas tan ttricas y angustiosas como el mar en las al
tas horas de las noihes invernales.

And wc did speak, only to break


The silence of the sea. ( 2 ) .

Calmados los vendabales y pasando el Cabo por la latitud


del grado 61, lleg Shelvoke a las costas de Chilo, como a un

(2) Co1eridge.-The Auixyent Marinere.


480 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

mar desconocido. Y despus de vagar sin rumbo cierto por sus


canales y ensenadas, di la vuelta por completo a la isla gran-
de, y vino a recalar a la boca de la Quiriquina ( 1 ) .

XXI

All en su travesa, el corsario ingls hizo varias presas del


cabotaje, de insignificante valor y porte, excepto u n barco
llamado el Mercurio. Tripul ste con su gente, y a los dos res-
tantes, pobres barquichuelos de Chilo, les prendi fuego por-
que sus dueos no se prestaron a un avenimiento da rescate.
Muy pobres a la verdad debieron ser los ltimos, pues el
capitn corsario no era difcil. Poco ms tarde di suelta a dos
embarcaciones de A r i a por una botella de pisco, dos cigarros
puros y 150 pesw en dinero.
Acontecile tambin a esie aventurero en la costa de la He-
rradura (que as llama l a Coliumo) u n lance peregrino que
hace recordar al del Maurepas en la radi.de Valdivia, siendo
algunos de opinin que el lance es uno solo. Pero ello es !o
cierto que los huasos de aquel litoral sacaroii a lazo, como 11
espaol de la Resolucin cn 1565, de un bote de la Speedwell
a cierto marinero 1l:Lmado James Daniel, y mataron otros tres.
Hospitalidad parecida a la que los moradores de aqnelia pro-
pia caleta ofrecieron en Octubre de 1851 a una embarcaciri
inglesa que all lleg, y cuyo capitn, que era un gringo crudo,
no supo pedir vveres sino abriendo tamaa boca para decir
al subdelegado : potrit,os! potatos! Mas como el ltimo tuviese
rdenes de no admitir buque alguno, pues corran tiempos de
revoluciones, de bloqueo y de piratas, hubo de decirle por toda
respuesta que se fueran al laiigo, pues que all no haban ms
potntos que las balas, y viva Cruz!. . . Por lo dems, aquella
propensin a enlazar buques era peculiar de los chilenos. Y
talvez por eso algunos de sus descendientes propusieron en-

(1) Segn el padre Ageros, que de cada cita hisMrica en su obra sobre
Chilo hace un desatino, fu Juan Clipperton (pg. 303) el que estuvo
en Chilo a donde lleg6 por la cabeza de Lacuy, que es la extremidad s e p
tentrional de la isla, el I1 de Diciembre de 1719, en lo que no hay error;
pero aade que se ocup de sondear los canales con su lancha, y cuando el
gobernador del Archipilago don Nicols Salvo se empe en perseguirlo,
sali el corsario .huyendo por los Guafos..
HISTORIA DE VALPARAfSO 48 1

lazar a la Villa de Madrid y apehualndola) a una o das lo-


comotoras estrellarla entre las peas de la Cabritera. Y por-
que el gobierno no proporcion el p e h n l del tren, fu decls-
rado traidor. . . i Ccsas de Chile !

XXII

I k Coliiimo clirigise 8hclvoc.Be a Juan Fcrnndez, solcito


siempre, a su decir, por reunirse con su jefe. No le reconoce,
errpero, tal sinceridad uno de sus propios oficiales, cl aventu-
rero Betagli, que vena a si1 bordo coni0 ca1)itn de tropa, y
quien, por celos ii otra causa, eoiivirtisc en su ms acervo
cneniigo. En una entretenida narracin que el ltimo ha pu-
Idicado de su crucero, le acusa. de haber tenido por plan fijo
el o h m r de su propia cuenta, a fin de mriquecerse y defrau-
dar a su jefe de la gloria y a sus armadores de SU oro.
No conocemos correra dcl Pacfico ms Iieiia de episodios
que In de Shelvocke, J- es extrao que tan solo por haber te-
nido el mando nominal de la expedicin Juan Clipperton, ha-
ya corrido aqiicillii con su nonilre. El nis singular clc o-
dos ocurrile a Shclvocke, cnipcro, en el pcn de Rohicoii.
Sin saber como y cual si despeitara de un sueo, encontr-
se una maana all, con su buque hecho pedazos, azotado en-
tre las rocas por levantadas olas.
No escaparon los nufragos otra vitualla que un barril de
carne salada, ocho sacos de pan, uno de harina y cuatro por-
quezuelos. Por manera que, la soledad de mencs, estuvieron
aquellos condenados a vivir, como Selkirk, cazandc. cabras sal-
vajes o con el fruto del anzuelo.
Shelvocke no se abati todava por aquel revs. De los frag-
msentos de la nave nufraga hizo una embarcacin de veinte
pies de largo, y ponindole el nombre significativo de RCCO-
i,ery, se lanz con cuarenta y seis de los suyos en demanda de
nuevas presas que le indemnizaran de sus prdidas. Once de
sus compatriotas y otros tantos indios, se negaron a salir de
la isla c no cupieron en la estrecha quilla.

Historia de Valparaso 31
482 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XXIII

E l primer rumbo de los nufragos fu a la costa de Coquim-


bo y en seguida a Pisco. Ah se hicieron dueos por sorpresa
de u n buque de doscientas toneladas llamado el Jess M a r k ,
y ms prcticos que devotos, 1m agradecidos heresiarcas cam-
bironle ste en el de H a p p y Reliever (1).

XXIV

Al fin, el 25 de Diciembre de 1720, Shelvocke y Clipperton


ae reunen en la isla de Quibo, y desconcertados ambos de su
mal xito, se dirigen a la China. Todo lo que el ltimo haba
capturado era dos marqueses, pobre presa por cierto para los
que solo andaban a caza d e galcones. Por wo, al llamado de
la Laguna le dej irse con su familia en la costa de Paita,
mientras que el otro, llamado de Viila-Rocha, gobernador de
Panam, liuysele con quebrantamiento de palabra en las Ma-
rianas, felona censurable aun contra corsarios, porque el ca-
balleroso piloto de Dampier haba consentido antes, dcil z
la cortesa, en que la esposa del prfugo quedase libre en el
golfo de Nicoya. Rasgo, fu ste, comn en los hombres del
mar en esos aos, por lo cual el clsico vate del Pacfico, an-
tes que 10 fuera Barainca, dejlo consagrado en la siguiente
estrofa, parecida a muchas otras suyas en que no se entiende,
pero dirigida a encomiar la castidad del capitn corsario.

Al embiar libre su beldad preclara,


Sirviendo al Nmen, destituye el Ara ( 2 )

xxv
E n cuanto al Mercurw, cuya presa dijimos haba Shelvoclre
armado en guerra en la caleta de Coliumo, rino a manos de
los espaoles de una manera singular.
(1) Segn Alcedo, el Jess Maria perteneca a un capitn llamado don
Juan Bautista Palacios, pero a fin de que no le fdtase alguna mentirilla,
d i w que su captura tuvo lugar en Paita. Como mentira grande, afiade que
el buque de Clipperton, que llama el Principe Eugenio, fu apresado por
los cspaoles en Mjico.
(2) Peralta, Limn fundarla.
HISTORIA DE VALPARA~SO 483

A poco de haberse separado del Spedwell, y cuando ste ha-


ca rumbo a Juan Fernndez, encontrlo navegando allegado
a la costa de Chile el almirante don Pedro de Medranda, que
cruzaba en busca de los ingleses en el navo de guerra llama-
do el Aguila ( 1 ) . P como el Mercurio fuese x n barco muy co-
nocido en aquella carrera, acercronsele los espaola con Is
llaneza de amigos, pues ignoraban su apresamiento. Los cap-
tores, por su parte, visto lo crtico del lance, fingieron im-
pvidamente su destino; y ocultos en las ciscotillas, comenza-
ron a contestar a las preguntas de Medranda por medio 3e
un indio que dejaron sobre cubierta. Mediante esta feliz es-
tratagema, en que el indio jug su lengua y su malicia bajo
la presin de la boca de un fusil que a escondidas le apun-
t?.ban, persuadise el marino espaol que el Mercurio no haba
avistado a los corsarios. Pero cuando ya se desatracaba para
seguiia su rumbo al Siir, ocurrisele a uno de los ltimos sa-
car parte del cuerpo sobre la cubierta; y al divisarle de lo
alto de una verga un francs que- estaba en acecho, notando
que llevaba pantalones largos, di el grito de alarma con
todos sus pulmonles. Par Dieu Monsieur il sont anghis! ( 2 ) .
Desde ese instante los captores del Mercurio fueron iner-
mes prisioneros del almirante del Mar del Sur.

(1) Segn el virrey ArmendAriz el principal objeto del Aguila en su via-


je al Sur era conducir el situado de Valdivia, pero llevaba encargo de atacar
a Clipperton, si le encontrase. Este don Pedro de Medranda es el mismo
Mirarda que cuenta Frezier pas para Valparaso en 1713 para tomar el
mando de la armada del Mar del Sur, y que fu saludado por los castillos
y los buques con saivas reales. Betagh le llama tambin Miranda.
(2) Sucedi esto en Marzo de 1720. Nos ha dejado el referido lance con
divertidos pormenores aquel capitn Betagh de que hemos hablado, y fu
una de sus vctimas, porque cay en esa ocasin prisionero. A virtud de su
residencia entre nosotros y en el Per, pudo recoger curiosas noticias sobre
nuestra situacin y costumbres que public en una relacin a que ya nos
hemos referido y la que volveremos a recordar ms tarde.
E n cuanto al mismo desgraciado Shelvocke, di6 a luz la relacin de sus
penosas aventuras en un curioso libro publicado en Londres en 1726 con el
siguiente ttulo: A aoynge round the UOTUby the way of the great South Sea,
y en l (aunque muy raro en Chile, pues s6Io conocemos un ejemplar. pro-
piedad del sefior don .Juan Searle, en Valparaso) puede deleitarse el lector
con aquella serie de dramas del Pacfico, contados con la agradable natu-
ralidad de un marino. E l incidente de su encuentro con La Jonquiere en el
Brasil; su correspondencia con el corregidor de Chilo don Nicols Salvo,
que publica ntegra; la relacin de la cobarda de su segundo, que, por no
pasar una segunda vez delante de Calbuco, di6 vuelta en un bote a toda
Is isla (que es lo que hace decir a Ageros, .que sali huyendo por los Gua-
484 OBRtlS COMPLETAS DE VICTJA MACHENNA

XXVI

&Quhaban hecho, entretanto, las autoridades de Chile y


del Per para repeler aquellos buques aislados, perdidos 61
uno del otro, nufrago el ms audaz en sus propias costas?
Lo de costumbre. Prepararse para el peligro cuando el peli-
gro haba desaparecido. E l arzobispo don Diego Morcillo y

fos,) son detalles tan interesantes como su sorprcsa de Talcahuano, y la


enlazadura de Coliumo.
En Chilo Shelvocke se fingi francs, tomando el nombre de un conocido
capitn de San Ma16 llamado Le Janis le Bretn; pero a Talcahuano entr
de sorpresa al amanecer, y all, adems del Mercurio, que era propiedad
de un clrigo y vena cargado con frutas de la Quiriquina (pues esto SU-
ceda en Enero de 17201, se apoder de otro barco cargado de madera
de Valdivia que 61 llamaba la Soledud de Antny, y deba ser de Alday, rico
mercader, padre del ilustre obispo de aquel nombre. El tcrcero era el co-
nocido Sari Fermi~i,que entr del Callao incautamente con un rico carga-
mento de frutos, muchos pasajeros y algunos miles de pesos, sin contar
seis blandones de plata de ms de una arroba de peso cada uno que venan
para los jesutas.
Shelvocke publica tamhien toda la rrrespondencin que cambi sobre
el rescate de los buques con el Presidente Cano, que se hallaba en esa fecha
en Concepcin, y son notables las cartas de ste (aunque traducidas al in-
gls) por su espritu caballeresco. No obstante, Shelvocke desconfi de su
lealtad y quem las presas porque el capitn y dueiio del San Permin, don
Francisco Larran, no le entreg en el plazo fijado los diecisis mil pesos
que exiga. N o fueron ms felices los jesutas, a pesar de sus humildes ma-
niobras y requiebros con el corsario protestante, para recuperar sus maci-
zos candelabros, y stos sc encuentren todava sepultados en la playa de
Juan Fernndez (buena noticia para los buzos), pues cuando ocurri el
naufragio s610 se recobr uno.
Pcr lo dems, Shelvocke se manifiesta tan irritado contra su acusador
Betagh, como ste se muestra amargo con su jefe. Lo menos que dice de l,
es que era un gbtdn insoportable, pues por este captulo comenzaron sus
diferencias; de su cobarda refiere, que en una ocasin pas toda una noche
en los bosques de Chilok, porque en la tarde anterior no quiso embarcarse
sino al apa de un marinero, por no mojarse los pies, y por ltimo aade
que cuando lo tomaron en el Mercurio, se hizo traidor y tom servicio con
los espaoles.
E n cuanto a Clipperton, su superior, le presenta como un fanfarrn gro-
sero e inhumano, que s610 hablaba de almorzar cada maana el corazn
de un espaol, pero que nunca hizo nada de provecho, pues no era N un
gentlemun, ni un oficial de la marina real, como l.
No deja de ser curioso que Shelvocke trajera por gua en 1719, una tra-
duccin inglesa de la magnfica obra de Frezier, y a cierto francs llamado
Jos L a Fontaine, *chiquito de cuerpo, iiato y maliociocsimon que haba
residido algunos aos en Concepcin, y a quien, segn aparece de sus car-
tas, se le coman las manos a Cano por ahorcarlo.
Respecto de los innumerables combates y aventuras que refiere Shel-
vocke, despuCs que abandon6 las costas de Chile, aunque sumamente en-
tretenidos, no pertenecen propiamente al plan del presente libro, y por esto
nos contentamos con recomendar su lectura a los que tengan la fortuna de
proporcionarse SU libro.
HISTORIA DE VALPARAfSO 485

Auon, virrey a la sazn del Per, encarg al marino espaol


Urdinzu (que lleg en 1720, segn luego hemos de contar)
para que encontrase a Clipperton o a Shelvocke. Mas, por
mucha diligencia que aquel hiciera, jams pado avistarlos, ni
divis siquiera la estela de aquellos duendes del mar (1).

XXVII

Tales fueron los ltimos de los ingleses en el Mar del Sur.


Y aquellos que recuerden la temeridad y hazaas de los que
les haban precedido, cuando el Pacfico no era propiamente
a n mar sino un antro de misterios y peligros, encontrarn sin
duda que ese gnero de guerra haba perdido el nico princi-
pio ,que poda excucar BU miserable empe+la audacia!
Y los aventureros de la propia nacin que vinieron en pay
de los ltimos, descendieron todava ms abajo. Los nave-
gantes inglews que aportaron a nuestras costas desde Clip-
perton al infeliz Banks (1720-1809) no fueron sino vulgares
contrabandistas.

XXVIII

Hubo tambin una causa especialsima para poner atajo


a las especulaciones aventuradas en el litoral del Pacfico. Tal
fut la mernorab1,e bancarrota de la Compaa del Mar del
Sur ( T h e 8outh Sea Company) ocurrida precisamente c-n
los momentos en que Clipperton y Shelvocke llegaban de re-
greso.
Y como acontece alguna vez que ciertas cosas aejas suelen
parecer nuevas y aun flamantes, a virtud del encadenamien-
t c lgico de los tiempos, vamos a recordar aqu brevemente
aquella gran farsa financiera, que no por eso, y talvez por eso,
podra llamarse una cuestin del dia en nuestro suelo.
___
( 1 ) Vase la Memoria del virrey Armendriz.
Alcedo, confundiendo nombres y fechas, pone estos sucesos como acon-
tecidos en 1715, y dice que el virrey obispo de Quito flet un buque francs
de 50 caiones, a razn de 5,000 pesos mensuales, para perseguk a los cor-
sarios. E n siete meses gast aquel 35,OO pesos y se volvi con las nuevas
acostumbradas: los corsarios no estn en ninguna parte.
486 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

XXIX

Por el ao 1710 u n pobre escribiente de oficina, llamado


Juan Blunt, imagin que sera an negocio de cuenta orgaci-
zar en Londres una compaa de especulacin sobre los mis-
terios relucientes de oro de la Amrica, y le fu faci! conquis-
tar algunas adhesiones a su idea, como quince aos antes
otro hbil especulador 89cocs, llamado Paterson, fundara C.!
Banco de Inglaterra (1695). Era el viento del crdito que de-
sataba sus primeras rfagas vertiginosas sobre sociedades taxi
vidas como inexpertas. Otro aventurero ms famoso aun qg?
Blunt y que Paterson, el conocido LaTc, recorra la Europa
con los dados en el bolsillo, forjando gigantescos planes de n t .
gocios usurarios sob= un escamoteo que tena por tipo un pe-
dazo de papel y por garanta el oro de las Indias. Lam, em-
pero, como los alquimistas que dieron origen a la qumica >-
como los astrlogos que crearon la astronoma, fu el verdadero
descubridor de la piedra filosofal que se llama banca ( 1 ) .
Blunt tuvo tanta fortuna que los estatutos de su empresa
fueron sancionados por el gobierno ingls el 4 de Junio de 1711,
y desde luego comenz su giro colocando aocioiies par: c::p!o-
tar terrenos aurferos en divemos puntos de las costas ams-
ricanas y especialmente en las bocas del Orinoco.

xxx
A poco de esto, agobiado el tesoro ingls con los enormes
intereses de la deuda, que la Guerra de Sucesin haba hecho
suhir a muchos millones de libras esterlinas, imagin descar-
garse de aquel gravamen convirtiendo los ttulos de aquella y
consolidndolos bajo una s o h denominacin con un tipo mo-
derado de inters. Pidi para este negocio el Ministro Harlcy
propuestas pfiblicas, y entraron en abierta competencia el Ban-
co de Inglaterra y la Compaia del Mar del Sur. Hicieror,

(1) Adems de la Coinpafiln rectl drl Mar rlpl S u r , orcranizada en Francia


en 1695 y de la Escocesn del Darien de que hemos dado antes noticias. (y
sin contar tampoco las dos Orientales de la Holanda y de la Inglaterra, cuya
ltima databa desde 1600) se haba organizado hasta esta poca la de Snn-
to Domingo en 1698, la de la China en 1708 y la del Cnna recientemente
r n 1710.
HISTORIA DE VALPARASO 487

ambas instituciones propuestas locas, llevadas por el mal con-


sejo de la rivalidad. Pero las de la iltima sobrepujaron a toda
expectativa. Obligbanse desde luego sus directores a refundir
toda ia deuda en sus manos, suministraban al gobierno u n
anticipo de siete y medio millones de l i b r a y se comprometan
a proporcionarle fondos ad libitum, y sin ms inter& que el
cuatro por cimento.
E n cambio, los directores de la Compaa slo pedan el
monopolio del comercio del &lar del Sur, fundado en las mez-
quinas concesiones que haba hecho a la Inglaterra el tratado
de Utrecht. Al gobierno britnico n o le importaba, por consi-
guiente, dar lo que no tena, puesto que aun el asienta era
solo a la sazn una promesa. Hse comparado por esto y con
justicia aquella concesin a la clebre bula de Alejandro V I ,
que regal un mundo que no era suyo a los reyes catlicos.
Result preferida, en consecuencia, la propiwsta de conso-
lidacin de la Compaa del Mar del Sur, y el Parlamento,
por cuyos bancos corri a raudales el oro, segn la costumbre
de la poca, sancion el maravillaso privilegio (Abril 4 de
1720) por una mayora de 172 votos contra 55.
XXXI
El entusiasmo que los imaginarios privilegios de aquella ne-
gociacin produjo en el pueblo ingls fu indescriptible. La
tenedores de la deuda se atropellaban a las puertas del des-
pacho de la Compaa del Pacfico para trocar sus obligaeiu-
nes garantidas por los bonos milagrosos, que iban a traer a re-
molque las Indias mismas y sus galeones de oro y sus monta-
as de esmeraldas, hasta los puentes del Tmesis. NO se
mostraban menos vehementes los mercaderes, dice el juiciow
Lord Riiahon en su H i s t o r k de Inglaterra (t. 2 . 9 , pg. 3), par8
acercarse a morder el dorado anzuelo. El misterioso El Do-
rndo deslumbraba sus ojos ofuscados, y se citaba a cada paso
las hazaas dc T h k e y los sueos dc Raleigh. Este contagio
de especulacin se esparci rpidamente por toda la nacin,
y muchos que ignoraban lo que era la Amrica, y en qu parte
del mundo estaba situada, se manifestaban persuadidos dt.
que iban en breve a recibir una lluvia de oro, de esmeraldas
y de perlas.
488 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKESNA

XXXII

Las acciones de la compaa privilegiada se vendieron por


consiguiente desde el primer momento con premios hasta en-
tonces inauditos. Cuatro emisiones por varios millones fueron
devoradas en dos o tres meses, una en pos de otra. Y cuando
el ministro Stanhope anunci que era propsito de la copGiia
cambiar a Gibraltar por algunos puertas del Pacfico (el Ca-
llao o Valparaso talvez), el frenes subi a su colmo, y las
acciones, que en Enero de 1720 se haban cotizado con un pre-
mio de treinta por ciento, eran arrebatadas de las manos, pa-
gando mil por cien, en Agosto. Leyendas infinitas, dice so-
bre este particular otro historiador ingls en una obra reciec-
te, se contaban de lm inagotables tesoros que iba a sacarse ds
las lejanas islas del Pacfico. Centenares ocurran cada da
a trocar s u s billetes de la deuda pblica por los bonos de la
Compaa. Los ricos y las viudas, los hombres de Estado y los
pilluelos de las calles, atropellndose en la vertiginosa carre-
ra del oro, tiraban sus monedas sobre los mostradores de aqxe-
Ila, y reciban en cambio de los dependientes, papeles en que
lean escritas la segura promesa de su rpida fortuna. La
compaa anunci un dividendo de cincuenta por ciento y los
bonos subieron aceleradamente. La exitacin pblica se co1i-
virti en mana y la mana en frenes. Haba hombres que en-
tregaban mil libras esterlinas por el provecho que se prometan
de un bono de cien de la compaa de Occidente (1) .

XXXIII

Pero el desvaro no se haba detenido aqu. Cien sociedades


subalternas y algunas increbles nacieron en medio de aque-
lla perturbacin de los cerebros, que la frentica codicia re-
volva con sus dedos. Y fu entonces cuando por la primera
vez comenz a hablarse de compaas annimas por acciones
para garantir la permanencia y honradez de los sirvientes
domkticos; para convertir en agua potable la del mar; para
extraer aceite de jirasol (la flor de in mnmiilln. recientemen-

( 1 ) History of the British Empire by \t7illiam Francis Collier.-London


186, pg. 274.
HISTORIA D E VALPAR.4FO 4s9

te importada del Per) ; para convertir el azogue en un me-


tal dctil y maleable; para poner en ejercicio el principio del
movimiento perpetuo ; para engordar puercos, en fin ; para
importar de Espaa las mejores CAW de asnos, y aun para
una sociedad cuya especulacin se revelara ms tarde, y cu-
yos bonos de cien libras se vendan entrepando en anticipo un
dos por ciento. Slo faltaba a todo esto el asfalto de Marrue-
c9s y los carneros del Volga, con que la princesa Cattinka hizo
perder el seso y su tienda de calcetas al desventurado Jerni-
mo Paturot . . .

XXXIV

Los directores de la Compaa del Mar del Sur se enfadaron


al fin por aquel xito que haca sombra al suyo, y resolvieron
poner el pie sobre todas aquellas especulaciones-cullampas
(mushrooms), como las llama con razn un eminente escritor
ingls.
Pero de aquellas primeras medidas de cautela y de cohar-
tncin del crdito, arranc la tarda sospecha de la muchedum-
bre, y en negocios en que el estmago toma el puesto de su-
premo consejero, de la duda no hay sino un paso a la descoii-
fianza y otro paso al pnico.

xxxv
Este fu asombroso, instantneo, irresistible. Ahogado el
pas en papeles, cuando sus tenedores ocurrieron a cambiarlos
por oro, encontraron que ste yaca todava en las bocas del
Orinoco y en los galeones de Drake. Comprendieron entonces
que el castigo de su credulidad era una ruina irremediable.
La burbuja o engaifa del Sur (The South Sea. bubble),
como la llaman todava los ingleses, rompi la superficie de
las turbias aguas en que se haba empollado, y no se oy en
todo el pas sino un grito dc horror 3- dc venganza. Eeducidos
a prisin Blunt y sus colegas; probado el cohecho de los mi-
nistros de Estado ; confiscados los bienes de los ms culpables,
hubo todava envenenamientm, como el del padre del ministro
Craggs, y hasta los hombres puros pero ilusos como Stanhope,
490 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

sucumbieron a las agitaciones de aquellos das memorables.


Los directores de la Compaa del Sur fueron declarados pa-
rricidas, y escuchee en pleno Parlamento a un noble par
(Lord Molesworth) pedir que se les arrojara en el Tmesis
metidos en u n saco, como lo hacan los romanos con los gran-
des asesinos, al paso que otros solicitaban se declarase infanw
toda especulacin basada sobre compra y venta de fondos y
crditos pblicos.
Entre tanto, miles de familias, dice Lord lahon, quedaror,
reducidas a la mendicidad y mucho mayor nmero cerca de
sus puertas, al paso que las fortunas colosales acumuladas por
algunos individuos servan solo para hacer ms vivo el con-
traste de su ruina.

XXXVI

Y cosa singular, milentras esto aconteca t n Londres, otrri


aventurero desquiciaba la sociedad francesa, arrastrndola
por medio del empirismo mgico del crdito y de la atraccin
irresistible del oro de las Indias a un fracaso tan inevitable
como el que tena lugar al otro lado de la Mancha. El B i s
tema d<eLaw, dice a este propsito un contemporneo y tes-
tigo de las locuras que inspir a sus compatriotas el banquero
de Edimburgo, cambi completamente los espritus y los per-
virti. La revolucin que produjo en las fortunas se desarro-
a 116 tambin en las cabezas. El diluvio de papeles que inund
a Pars, y que se compraban por cualquier arbitrio, excit en
todos la fiebre de adquirir esas riquezas: era aquello un vr-
tigo. E1 contagio haba invadido las provincias aunque el plan
cayera tan a prisa como se !haba organizado. Pero la codicia
no ha desaparecido por esto y existe todava. Antes de estos
tiempos, que pueden llamarse fabulosos, aade el sensato his-
torigrafo francs, las particulares no esperaban la fortuna
sino del trabajo y de la economa. Un buen vecino de Pars,
dueo de veinte mil pesos radicados en una propiedad, sin ser
por esto rico, se manifestaba satisfecho. Pero hoy ya nadie
pone lmites a sus deseos. Se ha visto a tantas gentes hacerse
repentinamente ricas y cambiarse en pobres, que cada cual se
cree siempre con derecho para esperar o para temer ( 1 ) .
(1) Duclos, Oeuores Completes, t. 1.0, pg. 60.
HISTORIA D E VALPAIIASO 49 1

XXXVII

Y en vista de esta lgubre pintura, un comentador de aquel


cronista ( A l . F. Barrire) exclamaba en Francia hace veinti-
cinco aos: &Quin no creera que hemos estado leyendo la
pintura de Pars en 1845%
Dios nos libre, entre tanto, de decir en 1870 que esa sea la
pintura de la buena y honrada ciudad de Santiago, este pe-
queo Pars de nuestra Amrica. Pero s se nos permitir re-
cordar que todas las profusiones se han pagado siempre a caro
precio, por los individuos como por las sociedades, y que no e3
Dios, que wt en el cielo, ni Satn desde sus candentes antros,
los que estn llamados a regular el curso de los negocios y de
los papeles, sino una cosa muy sencilla y muy corriente en el
pas :-el buen sentido.

XXXVIII

Pero sea cual fuere la leccin que nosotros hayamos de reco-


ger. o desdear de aquellas enseanzas, y cuya repeticin iie-
mos de notar ms de una vez, aun en la sensata Inglaterra.
modelo nuestro en tantas cosas, pues nos llaman lo$ ingleci-
tos del Parfico, queda por sentado que esa catstrofe finan-
ciera cerr a los ingleses del Atlntico las puertas de aqiel
ocbano, que durante siglo y medio tuvieron francas a sus qui-
Has. El Mar del Sur perdi todos sus encantos; y aun su solo
nombre, como dice un autor contemporneo, aquel nombre que
fuera el emblema de todas las fantasas de la opulencia, SI:
hizo hasta en los iltimm rincones de Inglaterra una expre-
sin abominable (1).

XXXIX

Aun en la rpida guerra, tercera ya en la cuenta del siglo,


con que la Espaa provoc a la Inglaterra en 1726, con mo-
tivo de Gibraltar y del Asiento, las dos mortales pesadillas
legadas por la de Sucesin a la almohada de Felipe V, no se
atrevieron los marinos de la Gran Bretaa a buscar el des-
( I ) <The very name of the South Sea grows abominable in every coun
tyB.-Brodick, carta de Septiembre 27 de 1720, citada por Lord Mahon-
492 OBRAS COMPLET-kS DE VICUYA MSCKENN.4

quite de slls ensueos y de su venganza en el mar de Occi-


dente. Contentse nicamente el almirante Hozier en aquella
ocasin con bloquear a Cartagena, hasta que la paz de Sevilla
(Septiembre 28 de 1729) vino a poner el sello de una precaria
tregua entre aquellas dos naciones, de las cuales, la una se
senta morir tan solo porque la otra iba absorviendo alterria-
tivamente, por el bronce y los telares, su propia vitalidad. Por
lo dems, aquellas guerras y aquellas paces eran siempre po-
pulares en ambos pueblos, porque como lo dijo del suyo con
profundo discernimiento un autor clsico frecuentemente ci-
tado en este libro: ((hay dos cosas que Siempre son bien reci-
bidas por las muchedumbres en toda iniciativa, y stas son:
la primera, una guerra: la segunda, la paz ( 1 ) .

Ser preciso, por tanto, que dejemw pasar treinta aos eii
los das de esta narracin para que volvamos-a divisar desde
los farellones de nuestras costas el pabelln de San James, que
hoy parece cubrirlos con su fecunda sombra. Despus del oscu-
ro Clippterton, el puesto de la historia naval de la Inglaterra
en el Pacfico corresponde al ilustre almirante Jorge Anscn.

E n cuanto a los corsarios de otras naciones, slo hacen mc-


moria las viejas crnicas de Amrica de dos expediciones ho-
landesas. La clebre del almirante Rogewine (1722), que fu
mAs bien que un crucero hostil u11 viaje de exploracin, y la
escuadrilla llamada de Zelandia en el ao precedente.
Constaba la primera de tres velas; y habiendo salido de
Amsterdam el 16 de Julio de 1721, toc en la Mocha el 10 de
Marzo del ao venidero, y una semana ms tarde en Juan Fer-
nndez. De all dirigise a reconocer la isla de Pascua, en la
latitud que haba fijado Lionel Waffer ; mas, encontrndola
por diverso rumbo, el almirante holands reclam para s el
ttulo de primer descubridor.
-_
(1) Lord Mahon; t. I.O, pg. 340.
HISTORIA DE VALPARA~SO 493

No le vali el ltimo, empero, para que le respetaran YLIS


compatriotas de Batavia, donde, segn Laborde, sufri injus-
ta prisin. Mas al fin logr llegar al puerto de partida el 11
de Julio de 1723, habiendo empleado seiscientos y noventa
das en dar la vuelta al mundo (1).

XLII

La expedicin de Zelandia, que penetr en el Pacfico en el


invierno de 1721, se compona de tres buques, llamados el Sun
Francisco, el San Luis y el Pessingen, equipados para el eo-
unercio y para la guerra. Como inesperados, su aparicin puso
en serios conflictos al virrey Santo Bono, no obstante su biez
reputada diligencia. Hallse ste en presencia de las mismas
perplejidades de sus predecesores, no menos que de la incu-
rable escasez de recursos con que, despus del reinado de un
arzobispo, haba luchado el duque de la Palata, cuando apa-
recieron por la primera vcz los bucaneros. Su situacin era
aun ms apurada, talvez en razn de que sus dos predeceso-
res hahan tenido mitra (T,adrn de Giievara, obispo de Quito,
y don Diego Morcillo, arzobispo de la Plata) mientras que uri
tercer virrey que comparti con aquellos el poder durante los
ltimos catorce aos, Ilambase el prncipe de Santo Bono,
nombre escelenie para el Wardin de un c!~iiistro, 110 !):ira el
de un pueblo.
La Armada del Mar del Sur se hallaba pues reducida a
pontones podridos, segn era forzoso, por lo que pareci mq
expedito al virrey-soldado echar a pique el gnlen llamado 13
Peregrina. Se haba construdo en Guayaquil, para reempla.
zarle, el San Permin, pero era ste de tan poca cuenta qiio
slo haba costado 28,749 pesos, y por su precio habr de cal-
cularse su poder. E n cuanto al de ms fuerza, llamado el Bri-

(1) La cscuarilla de Rogewine, llamada generalmente la .Expedicin


de los tres buques., se compona de la mancra siguiente: El .4guiZa, capitan
Jacobo Koste, buque de 36 caones y 111 tripulantes; el I'hieniioven, ca-
pitn Jacques Bauman, de 28 miones, con 100 hombres; y la galera Afri-
cunu, capitsn Enrique Russcnthsl, de 14 cafiones y 10 hombrcs. La rcla-
cin de este viaje se public con el ttulo de L'Expedition de trois vaissenux,
en la coleccin de Viajes del ingls Dalrymple (traduccin de Frcvillc),
Pars. Existe un ejemplar de ella en la Biblioteca Nacional.
494 OBRAS COMPLETAS DE VICUA M A C K E N N A

Zlante, hallbase en Panam, a donde haba sido despachado


oficialmente con un cargamento de cacao pard el chocolate de!
rey ( 1 ) .

Tal era la condicin de las defensas del Pacfico, cuando se


present en la rada de Coquimbo uno de los bajeles holande-
@escon aires y amenazas de conquistador (Mayo 12 de 1721).
E r a el San Luis, y vena su gente tan estrechada por el
hambre y por la sed que habiendo negado el corregidor de La
Serena, don Jos Mara Hemera, a su capitn, el permiso de
hacer aguada, ech aqul la tripulacin en tierra, arm cua-
tro barracas de madera en la playa para sus enfermos, y se
dispuso a conquistar unas cuantas barricas de agua a fuerz,i
de can.
Aprestaron los navegantes holandeses con este objeto dos
lanchas, y tripulndolas con dmcientos hombres se diri-.vieron

(1) Es curioso leer en la pedantezca relncin de ArmendEiriz el detalle


de sus conlictos y contrariedades en aquellas circunstancias. Las opinio-
nes se manifestaban divididas. L-nos qiician qiie se hiciese la defensa mon-
tando caballera, en cuya operacin el obispo de Quito acababa de gastar
700,000 pesos, a fin de mantener quinientos ociosos durante una campaa
d e ocho meses, en la cual, dice Pernlta (redactor de aquel documento), "mu-
ri6 el alma de la destreza en el cuerpo de la tropa2. Otros. ms ciierdos,
queran confiarlo todo a un combate naval. Los ltimos, por fin, sostenan
que la ms acertada medida era cruzar los brazos y confiar In salvacin de
la Repblica a los vendabales del Cabo, porque los navos enemigos r e n h n
.desbaratados de la batera de las ondas)), y por consiguienrc no se hara
precisa la de los caones. A esto, sin embargo, observaba el secretario del
virrey que aquellos podan ocurrir a la codicia de la armada de la fuga y
a la conquista de los mares, segn era testigo el Oriente, cercenado de sus
qufflas.. ,Entiendes Fabio?
M6s feliz estuvo Peralta en la ejecucin de las obras de defensa que el
virrey le encomend en el Callao como a cosm6grnfo mayor, trabajando una
muralla de piedra y palizada en todo el frente del puerto en una extensin
de ms de cien mil varas, cuyo trabajo import6 150,737 pesos.
Shelvocke habla tambin del Brilbnte y la Peregrina, con cuyos buques
se bati con ventaja desde su miserable esquife. E n cuanto a la veneracin
con que entonces era mirada la mitra en las costas del Pacfico, no obstante
los desatinos militares de los que la llevaban, el mismo Shelvocke cuenta
que en Penco quisieron descuartizar a uno de sus soldados, que fu a tierra
como parlamentario, porque llevaba un morrin de granadero que tena
ms o menos la forma de aquella insignia episcopal, pues decan que eso
era una burla impa de la religin.
HISTORIA DE VALPARACO 49 5

desde el puerto a la aguada de Peuelas, con las mechm eii-


eendidas. En vano fu que el alcalde don Pedro Pizarro y Ar-
queros intentara oponerse con un puado de milicianos a su
desembarco. Arrollronlas los sedientos marinos, y dueos a
poca costa de la aguada, pusironse con toda diligencia a lle-
nar sus pipas.
Sali con esto de la plaza el gobernador en persona con toda
la gente de armas disponible, arrastrando cuatro caones para
oponer a los pedreros con que el enemigo protega desde las
lanchas sus operaciones de tierra. Trahse all en conserucnci<x
un combate que dur nueve horas, pues solo la noche puso
trmino al conflicto. No result de ste, sin embargo, ni UI?
solo muerto, ni un herido, porque esta vez los coquimhano
pelearon, no como 10 hicieran bajo el bravo Aguirre, sino cual
se vi en el desembarco de Bartolom Sharp. Dejaron los asal-
tantes, con todo, catorce chaforotes o sables de marina, siel.
bayonetas, una saca de Fizcochos y un r e m o . . . harto ms rico
desiwjo de gloria que el famoso de P l a y a Anchn, segn se deja
ver.
No parece en verdad que los holandeses hubiesen llenado el
objeto del desembarco a su satisfaccin en aquella jornada,
porque al da siguiente enviaron una lancha hacia el rincrt
del puerto, y all fu a observarles con doce hombres el capi-
tn don Francisco Huerta, quien volvi trayendo por trofeo
una bala de can, de cinco disparos que le hicieron.
A la maana siguiente, reaparecieron los tripulantes de!
Sun L U ~hacia
S a la hoea del ro, siempre en demanda de agua,
y s acaonearon, dice el parte oficial de aquellos sucesos,
ellos eon sus pedreros y nosotros con nuestras piezas hasta que
se volvieron al navo.
La inquietud de los pobladores de La Serena continuaba to-
daTa en toda su ansiedad el 21 de Mayo, pues en este da
escribieron al capitn general exigiendo por auxilios. Y est
al parecer este navo despacio, decan en su despacho al corre-
gidor y su cabildo, porque ha calado sus masteleros y armado
cuatro barracas en el puerto, y no sabemos los dems que ven-
d r h , y aunque los nimos de todos son buenos para defender
496 OBRAS COMPLETAS DE VICU.4 MACKENNA

esta ciudad y toda su costa, nos hayamos sin plvora, balas,


ni cuerda, ni mantenimientw para el sustento de tanta gente
pobre que est5 acua.rtelada (1).

XLIV

Felizmente, en medio de aquellos graves conflictos (pues


los holandeses amenazaban a la vez las costas de Chile y las
del Per) vinieron en auxilio del virrey Armendriz dos atre-
vidos especuladores, que ofrecieron emprender el corso de s u
cuenta contra la flotilla de Holanda. Fueron stas, el rico mer-
cader don Angel Caldern y el prior del Consulado de Lima
don Jos Bracho, primer marqus de Torre-Tagle. A sus ex-
pensas eqiiiparon ambos una nave, y bajo las rdenes de un
caballero llamado don Santiago Salavarria, la enviaron con-
tra los contrabandistas que fatigaban las costas de Chile, bus-
cando no enemigos sino compradores.
(1) Firman este despacho, cuya copia autntica se encuentraen el ar-
chivo de la Municipalidad de La Serena. el corregidor don Jos Mara de
Herrera y los capitanes Juan Belt,rn Navarro, Pedro Pizarro Arqueros,
Juan d e Hinostrosa, Alvaro Gallegiiillos y Juan Antonio Calleja.
Abrigaban aqurllos funcionarios el temor de quc los holandeses se diri-
gesen a los calles (Oralle, etc.) en demanda d e vveres, y no se encontraban
con fuerzas para resistir.
Por io dem6s, La Serena haba sido diirantc medio siglo la ciuclad predes-
tinada en el Pacfico para los asaltos repentinos. Sharp, Davis y el San
Luis se haban sucedido en el espacio de cuarenta anos. Y aconteca que
cuanc!o no eran los extranjeros, los propios amigos levantaban alborotos
a mano armada. 5 J

E l 22 d e Noviembre de 1720, en efecto, encontrjndose en el puerto de


Coquimbo una escuadrilla dc tres naves al mando del capitn Bartolom
d e Urdinzu (el mismo que vino con Martinet en 1717), uno d e sus coman-
dantes, llamado Antonio Dugrand, sac6 la gente de su buque, armla has-
ta los dientes, y tomando todos los caminos de la ciutintl y sujetando a los
transeantes ron una pistola ai pecho, lleg enfurecido, ignrwe por qu
motivo, it la casa del gobernador Herrera, con el objeto de matarle. T como
hubiese ste cerrado sus puertas, por un aviso que trajo a galope tendido
desdr e1 piicrto un mozo despierto llamado Jua.n Alegre, comenz Dugrand
a decir a gritos: .Abran estas puertas o las echar abajo.! Y luego (as pro-
sigue la rela<~in oficial), aiiada: .Donde est6 este pcaro borracho del go-
bernador, que le vengo a cortar las orejas>. Y dicindole quc no estaba en
casa cogi una vela en la mano y una pistola en la otra y entr a registrar
la casa hasta dclmjo dr la cama, y procurando sosegarlo dijo que lo busca-
sen, que traa una orden d e su gente para que la ejecutase lucgo, a que le
respondif, el sarpcnto mayor que para traer orden no era necesario venir
con tantos soldadcs armados y con tantas desatenciones: y el dicho don
Antonio Diiprand le respondi que callase; que al que hablara palabra le
echara la cabeza ahajo y lo amarrarfa a la cola d e su caballoB.
En seguida, y despus d e haber calmado un tanto al desatentado agresor
ITSTORIA D E VBT~PARAfSO 497

La suerte fu propicia a los armadores del Oallao. Encon-


traron a poco al Sun Prancisco, y aunque llegaron a echarle
el arpeo para abordarlo, el miedo enfri su empuje en el 'asal-
to. Dirigironse en seguida a la rada de Coquimbo, donde so
hallaba el S a n Luis, segn hemos visto, y fingindose france-
ses, despus de un simulacro de abordaje (Julio de 1721), se
hicitron dueos de l y de su valiosa carga. que en seguida
se vendi en seiscientos mil pesos. E l tercero, en fin, hostili-
zado por el hambre, fu a entregarse al corregidor de la Nas-
ca, don Santiago Negron, produciendo la venta de sus efectos
ciiatrocientos mil pesos, con lo que las utilidades del corso por
acciones subi a u n milln: harto mejor negocio que el de los
zccionistas del South sea bubble.
En cuanto a la suerte definitiva del Saw Francisco, dice
A l e d o que logr llegar a Curazao, pero all le apres el con-
de de Clavijo que mandaba un guarda costas espaol (1).
Es de sentirse que no se haya conservado detalles de la es-
tratagema que di n los espaoles una primera presa de gue-
rra despus de la que hicieran al valiente Hawkins en franca
y Iinena lid. Pero s han llegado hasta nosotras pormenores de
la rcogids que los coquimbanos y los santiaguinos hicieron a

la prudencia del maestro de campo don Pedro del Campo Guerrero, quien
le ofreci tomar las providencias de desagravio que quisiese reclamar, re-
tirse aqul al puerto con su gente.
Ai da siguiente reunise extraordinariamente el Cabildo para dar cuenta
a la Real Audiencia de aquel atentado, y de la acta de su sesin (la de 23
de Noviembre de 1720) hemos sacado las anteriores noticias. Firman el
indignado acuerdo de aquel da el marqus de Piedra Blanca de Huana, don
Hernando de Aguirre Hurtado de Mendoza, don Luis Varas Ponce de Len,
don Francisco Corts y Monroy, don Juan Corts y Monroy, don Crist-
bal Pizarro y Arqueros y don Pedro del Campo Guerrero.
E n vista de esta serie de golpes de mano, Felipe V dispuso en varias c-
dulas, desde 1714 a 1738, que se fortificase La Serena, lo que nunca se llev6
a cabo. Sin embargo, el 4 de Septiembre de 1739. se reuni el Cabildo bajo
la presidencia de su corregidor don Fernando de Aguirre Ancia Irarrzabal,
y orden a su procurador de ciudad citase al pueblo para un cabildo abier-
to que debera tener lugar el 19 de Septiembre pruimo con el objeto .de
informar a S.M. (a+ dice el acuerdo) de la poca o ninguna defensa de esta
ciudad y puerto, por cuyo motivo Fe ha visto tantas veces invadida de
enemigos extranjeros y piratas. dejando sus templos y casas reducidas a
ceniza? y ahuyentado por el temor de otra sorpresa los vecinos, quedando
casi del todo, como se V,!I la ciudad despobladaB.
(1) Aleedo y Carvallo hablan de un cuarto buque de esta flotilla, que,
segn el primero se perdi en el Cabo de Eornos, y en el archipilago d e
los Chonos, conforme al segundo. Pero Arrnendkiz, en su Memoria, se re-
fiere slo a los tres que dejamos recordados.
Historia de Valparaso 32
498 OBRAS COMPLETAS D E VICUNA MACKENNA

los infelices flamencos prisioneros. Solicit el Cabildo de La


Serena, dice Carvallo, que se s a m e del recinto de su pueblo
a esos hombres, contagiados de hereja y porque tambin
aquellos colonos no se acostumbren al trato de los extranjeros,
y perdiendo el horror que les tienen no se aficionen a el10~.
Erxi, en consecuencia, el presidente de Chile (Cano) al
preboste de la capital para que se recibiera de aquellos parias
y Ins condujese a s u presencia. Mas apenas tuvo de esto no-
ticia el ayuntamiento de Santiago) acord en su sesin del 13
de Julio de 1721, que por cuanto el corregidor de la cirenn
(sic) haba escrito dando parte de que los prisioneros del Xlin
Luis eran en su mayor nmero sectarios de diversas denomi.
naciones y se hallaban a ms enfermcs del mal de luando (es-
corbuto?), pasase inmediatamente el procurador de ciudad a
rogar al seor presidente, diese contra-orden al preboste, y que
se condujese a los herejes directamente por ser e n utilidad co-
m i n , as dice el acta autntica, espiritual y temporal de los
vccinos de esta ciudad.
P por esto se dejar ver cul era la intensidad del extrn$1-
jerismo en esos aos. Nuestros abuelos trataban a la hereja
como nosotros al clera.
Los parias de la circnn fueron encerrados algunos das en
el castillo de San J o s de Valparaso y cnriadas en seguida
a perecer bajo los stanos de las casas inatas del C,z!lao.

XLV

Despus de la dispersin de la flotilla de Zelandia, el sileii-


cio y la soledad hicironse otra vez en el Pacfico. Solo men-
cinwe en el ltimo ao del gobierno dme Armendriz la apa-
ricin de un contrabandista flamenco llamado Cornelio Ai;-
drs, cuyo buque (el Santo Domingo, de treinta caones y
cien plazas), rechazado de todos los puerto5 de Chile y dei
Per, vise obligado, a virtud de un bloqueo de hambre, a dar
la vuelta a Europa, va d,e la China. Las autoridades de nues-
tras costas no tenan ya otro medio de defensa que negar a
HISTORIA DE V A L P A R A ~ S O 499

sus invasores el agua y el fuego, tanta era la decadencia de


la marina desde la expulsin de los franceses ( 1 ) .
Cuando el Santo Domingo apareci en Arica, la antigua Ar-
mada del Mar del Sur estaba reducida al barquichuelo San
Fermin. Y ni aun se pudo hacerse a la mar contra el hola=-
ds, porque habindolo ofrecido el virrey a ciertos especulado-
res, permitiendo que lo armaran en corso, exigieron stos que
se les dejara atacar (a fuego de can, y Armendriz, a vir-
tud de la superioridad de la artillera de los europeos, no COR-
senta otro medio de combate que el abordaje.

XLVI

Tal fu la vida de nuestra colonia durante los treinta pri-


meros aos del siglo XVIII con relacin al mar. Cmplenos
ahora volver los pasos hacia tierra, y ocuparnm del pasar do-
mstico de nuestro pueblo y de la ciudad cuya mltiple exis-
tencia nos esforzamos por desentraar, arrimando a las tinie-
blas del pasado la linterna de una humilde y perseverante in-
vestigacin.

(1) El ltimo buque francs de que tengamos noticia individual hubie-


se venido al Pacfico por esos aos, fu el Sabio Salomn, de 40 caones y
160 plazas, que mandaba M. Dumain Girard, capitn de San Ma16. En-
coptrlo Shelvocke en la isla de Santa Catalina en 1719, y cuenta que el
solapado marino bretn le habl con menosprecio de la obra de Frezier,
dicindole que estaba plagada de errores; pero Shelvocke comprendi que
slo trataba de desorientarlo. A mediados de 1720 volvi a encontrarle
en Iquique, donde Girard amenaz a Shelvocke con echarlo a pique si ata-
caba los buques espaoles all surtos.
CAPITULO XXlX
L A S BODEGAS

&Culhaba sido, entre tanto, la suerte del puerto de mar


que sirviera de centro a aquella doble actividad del Pacfico,
representada por los navieros del Callao en la saca del trigo
y por los traficantes de San Mal, acarreadores directos del
comercio con Europa? &Culfruto haba recogido la colonia
de aquel sbito cambio, que levantando los precios de la produc-
cin nacional, por una parte, y haciendo descender, por otra,
los del comercio exterior a un justo medio conveniente, deba
servir de piedra angular al edificio de nuestro omnmodo pro-
greso, sin que bastara a estorbarlo, como acabamos de ver, la
aparicin de tal cual vela errante y enemiga en nucstras
costas?

I1

Hay una palabra para caracterizar esa situacin y ese cam-


bio.
Dijimos en otra pgina de este libro que los bucaneros ha-
ban transformado la antigua caleta del valle de Quintil en
una vasta fortaleza que, con el nombre de CasttXo de San
Jos, absorbi toda la vitalidad de aqulla dentro de sus pa-
redes de granito.
502 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKESNA

Lw naviieros del Callao y Ban Mal mnvirtieron ahora L


pZaza de guerra erigida sob= nuestras colinas por Carlos 11,
en una inmensa bodega.

I11

Levaatronse 1- espaciorsw edificios que servan principal-


mente para el acopio del trigo, en el espacio del antiguo
puerto, bajo las fuegos de ~ r m stres fortalezas (San Antonio,
San Josk y Concepcin) y en un radio que se prolongaba, por
Is margen de la playa, desde el sitio que ocupa hoy el pa-
lacio de la Intendencia hasta la bodega llamada todava del
Estanco viejo. Es esta, aunque edificada algo ms tarde, un
buen tipo y una venerable reliquia de aquellas vetustas cons-
trucciones, as como la antigua Aduana (hoy Intendencia)
fu6 m lgrupo de Viejos galpones y la plaza anexa a BU cos-
tado un corral de mulas.. .
Con el tmscurso de los aos y con el aumento de las ex-
portaciones, atrevindose sobre el mar u horadando los ce-
rros, fueron los antiguw pobladores de Valparaso prolon-
gando aquella Enea por la calle que hoy se liama de la
Aduana, hasta la quebrada del Almendro, donde un caballe-
ro de Castilla la Vieja del apellido de Iiguez, construy al
go ms tarde una serie de grandes bodegas, transfoxunadas
hoy en suntosos edificios, cuya propiedad conserva todava
ntegramente rn familia. Un poco ms adelante edific SUS
graneros, en el sitio que actualmente ocupa la plaza de El
Orden, el clebre capitalista don Joaqun de Villa-Urrutia .
Por ltimo, algo me all, de stas, en el camino de mulas
de Santbgo, los padrea Domnims tuvieran bodegas en e!
arrabal de San Juan de Dios; y a consecuencia de haberse
destinado las ltimas a hospitales, dejaron ese nombre a aquel
tortuoso barrio. E n 1723 las (bodegas de la quebrada de
Elas (que as se llamaban) estaban a cargo de un tal
Miguel Gutirrez, y por esa misma poca edific las suyas
en aquel sitio o en su vecindad un caballero recin llegad?
de Espaa, don Bernardo Luco y Aragn, que ha dejado en
el pas larga progenie.
El centro de las bodegas, y por lo tanto del comercio, era
HISTORIA DE VALPARAfSO 503

sin embargo la parte que hoy ocupa la plaza municipal y sus


al demedores hasta el Estanco viejo, oomo que en esa direc-
cin bajaba el Camino de carretas que abasteca 10s depsitos,
al paso que el estrecho surgidero de las naves yaca en aquel
propio recinto.
rv
Consistan aquellos edificios en simples cuadrilongas de
adobe y teja, tan espaciosos como son hoy los graneros comu-
nes de las haciendas, pero bastante bajos para que pudieran
andarse sobre BUS Vigas al nivel de las rumas, en lo que m
consultaba tambin el peligro de los temblores. Cuando ms
sola agregrsele un altillo o media agua, destinado a la vi-
vienda del administrador o mayordomo, y esto constitua todo
el lujo de esu montona y casi lgubre arquitectura.

V
Eran, por lo comll, duenos de ias bodegas los grandes ha-
cendados del valle del Mapocho o del Aconcagua, aquellos
generales que, por haber sido alguna vez corregidores o in-
tendentes en los pueblos agrcolas de la planicie central, a m -
man gratis tan pomposo ttulo. Pero los bodegueros propia-
mente tales, o se hallaban constitudos en mediocres arrenda-
tarios o ms comnmmte en administradores a sueldo de
aquellos seores feudales. A fines del ltimo siglo eran toda.
va los grandes bodegueros de Valparaso, el general don
Francisco Corts y Cartavia, fundador de Copiap y due-
o de las haciendas de Via del Mar y de Concn; el famoso
corregidor don Luis de Zaartu; las marqueses de la Pica
y Casa Real, y por ltimo, los jesuitas, que ms que otro al-
guno de los hacendados chilenos, las necesitaban, porque eran
en su 9pom los mayores productores en cereales y en =bas, en
organo y huesillos de todo el reino.

VI
La administracin de dichos establecimientos era en si
misma sumamente sencilla. El hacendado pagoba un real por
el depaito y expendio de cada fanega de cereal o legumbm,
504 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

ajustndose igual p i o por el quintal de peso de las otrw


producciones. D b m por cierto nmero de efectos en dep-
sito, un vale a la orden de su dueo, y aqul era, en conse-
cuencia, el artculo comemiable, casi la especie misma, por-
que, como en asos tiempos el e n v m (el costd) vala casi tan-
to como los frutos del pais, recibfanse &AX siempre a granel
en los espaoles de depsito, segn se practica todava en el
Tom. La contabilidad era por consiguiente tan simple como
aquella operacin confiada a los larrienxS. Eli cada bodegz
bien administrada, se llevaba, en uno o dos viejos perga-
minos, un apunte del rontmwaje, otro de los vales, y otros dos
en fin que se llamaban, el uno de capataces, en que iba ano-
tndose las partidas conducidas por cada recua de mulas o
convoy de carretas, y el de maestres, en que se asentaban 1%
entregas hechas a los navieros del Callao, a la presentacin
de Ius vales comprados por BUS consignatarios. Eran &tm,
por lo comn, los mismas maestres de los barcos peruanos.

VI1
Pero la misma forzosa promiscuidad de los productos en el pa-
vimento no siempre aseado de las bodegas, haciendo en ex-
tremo sencilla la operacin de la descarga y embarque de
aqullos, daba lugar a infinidad de abums, cuyo nico co-
rrectivo efioaz dependa de la buena fe de los bodegueros.
Y sea dicho de paso y en honor de la verdad, que (con a!-
lgunas de las excepciones que expresamente hemos consigna-
do) no brill muy limpia en aquel famoso gremio.
Para ilustrar este aserto citarmos unos pocos ejemplos de
que hacen memoria muchos de nuestros antiguos cronistas,
fuera de los que yacen sepulta,dos en los archivos de la Raal
Audiencia, en cuyos seculares estantes los litigios y procesos
sobre compra y venta de trigo son tan comunes como era e?
gorgojo en las bodegas del Puerto.

VIII
En una ocasin, all por d ao de 1726, dos altos prce-
res de Santiago, el oidor don Jos Porta.lm y don Pedro VAS-
quez de Acua, caballero de alcurnia, para completar cierto
- HISTORIA DE VALPARAfSO E05

cangamento d e cereales, se hallaron alcanzados en una can-


tidad de seis mil fanegas. Vala entonces el trigo veinte rea-
les, y el dficit llegzba por consifguiente a catorce mil pesw:
ingente caudai para la poca.
Mediante i n f l u j a u otros apbitrios menos nobles, las dm
podercxsos especuladores indujeron desde sus sillones de San-
tiago nada menos que a cuatro bodegueros del Puerto, a pres-
tarles (esta es la benigna palabra de los autos) del trigo aje-
no aquella cantidad, defraudando as a sus legtimos due-
os del provecho de ulli~venta oportuna y ventajosa, pues,
una vez pasado el trmino regular de los contratos, quje era
nicamente durante los meses de la cosecha y hasta Abril o
Mayo, se culpaba al gorgojo de la merma. T por este medio
se saldaban las infidelidades y los prstamos de trigo.
Xn el caso mencionado hzose severa justicia, sin embargo,
porque el Cabildo de Santiago, azote implacable del xremio
de bodegueros de su puerto, despach can el carcter de juez
pesqiiiqndor a su primer alcalde dbii Luis de Alrcnj-n, calm-
llero integrrimo y rico. Y averiguada la culpabilidad, CRS-
tigla aqul con rigor, obligando a los reos del prstamo a
una devolucin aiiiplia, con dao y perjuicios, adeirizis de
fuertes multas en obsequio de la vindicta pblica. Fueron
los culpables, segn Carvallo, los bodegueros llamados don
Francisco Espaa, don Miguel Gutirrez, don Cristbal R'o-
drguez y don Feliciano Valdivia, cuyo ltimo figuraba ea-
tres los ms antiguos del lugar, y para decir las cosas con
jusicia, entre los ms tramposos.
El ao anterior (1725), nada menos, haba sido el postrer
nombrado reducido a prisin en el Castillo por un auto dd
visitador de 20 de Febrero, segn resulta de una fianza de
crcel segura otorgada en esa fecha por otro de los bodegne-
ros (el llamado Juan Gutierrez) .
No fu menos riguroso, por esa misma poca, el ayunta-
miento de Santiago, compuesto es verdad casi exclusivamente
de los trigueros de su valle, con uno de los tratante8 arriba
nombrados (el comisario don Francisco Espaa) , por haber
pretendido imponer una reduccin de diez por ciento en u r d
cantidad de trigo fallo que him traspalear en 8u bodega. Or-
denaron aqullos prenderle por ate desacato, y llevado con
506 OBRAS COMPLDTAS DE VICUA MACRENNA

ignominia a Santiago, le encerraron en la crcel, , m-


riLmiento a la caridad projimal, dice el perseguido mercs-
der en un memorial que tenemos a la vista, y sin tener en
cuenta los rigores de un helado calabozo en las veladas del
frgido Julio (1).Al propio tiempo que su persona, se em-
barg su bodega con 3,740 cargas de trigo y hasta el menaje
de su habitacin, en cuyo inventario figuraban seis platos,
cuatro cucharas, cuatro tenedores, dos candeleros y una fueri-
te, todo de plata, y diecisis lienzm quiteos, dems.
Llevado el negocio en grado de apelacin a la Real Au-
diencia, mand sta soltar al delincuente, pero obligndole a
devolver la grave merma, en tieiiipo que cada fanega de tri-
go vala casi su peso en plata. No habra tal vez procedido
con tamao enojo la corporacin del Mapocho si hubiesen po-
dido presumir rn irascibles miembros que tiempos llegaran
para las bodegas dr Valparaso en que se cargarjn:i cx ~ 1 7 ~ 3 -

ta lm mermas de las barras de cobre por hallarse rodas de


ratones (histrico) .

IX

A fin de cohar;tar estos abusos, el ayuntamiento de San-


tiago, comtitudo en eco fiel de los hacendados que en 8 u 9
bancos se sentaban, haba dictado desde el ltimo tercio del
Siglo XVII una serie de acuerdos y ordenanzas, reglamentari-
do el depsito de los trigos, su separacin, en lo posible, se-
gn los dueos; su embarque, a fin de que siempre se diese
salida de preferencia a las cosechas rezagadas; el otorga-
miento de los vales para evitar las f a l s i f i d o n e s y litigios, y
especialmente la trasmisin de aquellos, pues en cierta ma-
nera constitum la masa de los valmes en circulacin y, 011
consecuencia, el numerario corriente en la plaza de Santisgo.
Un vale d e buena bodega c o d a como un &que de dim
Agustin, en esos aos.
Para todos los efectos anteriores se hallaba calificado el tri-

(I) A4rchivodel Cabildo de Santiago. Espalia fundaba su pretensin en-


que habiendo hecho traspalear diez fanegas de su bodega, stas, una vez
separada la tierra y la maleza, le haban producido un precio neto s61o de
ocho fmegas. Asf sera el trigo o el bodeguero!
- IIISTORIA D E VALPhR.4fuO 507

go en tres categoras: el electo, el corriente y el achuchocado,


que era la expresin indgena por fallo, y as forzosamente
hab de anotarse en los vaZes, en 1m contratos y en los regis-
tros de las naves.
En obedecimiento de estas cautelas, los bodegueros estabari
adems obligados a otorgar ante el cabildo de la capital una
fianza suficiente para la responsabilidad de su ejercicio, y
deban renovarla cada ao. Al mismo tiempo pesaba s0bi.c
ellos el gravamen de remitir m memorial exacto de todas las
existencias que conservasen en rezago, antes de que les fue-
ra lcito recibir los frutos de la prxima cosecha. Por ltimo,
aquel zareandado gremio hallbasc sujeto, eii pocas arbitra-
rias, a la visita que aquella corporacin, inexorable en todos
los asuntos en que intervena el sebo o los cereales, sola con-
fiar, de tiempo en tiempo, a alguno de sus miembros. E n
1709 (sesin del 19 de Octubre) admirbase el influyente ca-
pitular y hacendado de Puangue, don Gaspar de Hidalgo,
que se hubiese omitido por algn tiempo la saludable prc-
tica de la visita de bodegas, y reclamla con empeo. Dos aos
despiis aprobse por cl Cabildo (sesin del 15 de JZnrzo d e
1711) la que acababa de practicar el comisionado (visitador)
Matas de Ugas, sancionndose todos sus fallos y acuerdos,
excepto el de que hubiese aumentado la tara de las Zias o re-
des de charqui, de cuatro a ocho libras. El ilustre a p t a -
miento de los chaoareros del Mapocho tuvo a bien resolver qiip
sobre aquel punto, tan importante como lo es hoy da, por
ejemplo, la Tarifa de Avalos, no se hiciese novedad.
Fm cuanto a los memoriales y fianzas que arriba hemos re.
cordado, tenemos a la vista una acta original del Cabildo del
30 de Enero de 1693, en que se da cuenta de haberse recibi-
do aquellos documentos de los bodegueros Juan de MoxicF,
Bartolom Alvaiez de Toledo y Juan Ramrez, y all mismo
se mandaba, que los dems que no hubiesen trado sus me
morias las traigan, y assi mismo unos y otros vengan a re-
novar lar, fianzas que deben hacer cada ao, lo cual cum-
plir& desde diez das de su notificacin, so cargo de las pe
nas impuestas y las dems que hubiese lugar en dere-
&o (1).
(1) Archivo del Cabildo de Santiago.
X
Respecto dc las precauciones contra la destruccin por el
gorgojo, a que sola dar lugar en ciertus aos el rezago de
trigos aejos o el exwivo calm del esto, haba adoptado la
corporacin de Santiago arbitrios no ~rnmusestrictos. Respec-
to de cada partida individual que apareciera infeccionada por
aquella oruga, el 'bodeguero deba presentame inmediatamen-
te por escrito al gobernador de la plaza, a fin de que nom-
brara dos peritos para reconocer el dao, y c m el informe
de ste, y previa la citacin del dueo o de su apoderado, se
mandaba arrojar infaliblemente a la playa la parte corrom-
pida.
De este gnero de expedientes estn repletos los arahivos
coloniales y especialmente los que se conserva, en los armarios
del Juzgado de Comercio de Valparaso (1).

XI

Cuando el peligro de gorgojo era general en una bodega,


as decir, cuando bta se calentaba, segn era la expresin tfc-
nica del oficio, el negocio se haca mucho ms serio, y toma-
ba el carcter de un acontecimiento pblico. El bodeguero
annenazado, apenas vea sntomas de la fermentacin, despa-
chaba, en efecto, un expreso a revientas cinchas al Cabildo
de Santiago. Y tan luego como el alcalde o el procurador
de ciudad haban recibido el pliego, haca tocar la campana
capitular, congregndose a toda prisa los ediles. Lease en-
tonces la alarmante nueva, y cerciorado el ayuntamiento de
su efwtividad, ordenaba se publicase inmediatamente por

(1) Este archivo, que se custodia actualmente en la oficina. del Conser-


vador, consta de muchos millares de cuerpos de autos y papeles sueltos.
truncos. rodos, ininteligibles y mantenidos en la ms deplorable confusin,
Con todo, estudigndolos con santa paciencia, pueden dar algn fruto para
la historia comercial de nuestro pas. Nosotros nos hemos esforzado por
explotarlo con toda la constancia de que somos capaces, y nos lisonjeamos
de que este esfuerzo no ha sido del todo infructuoso, como podr observar-
lo el lector en todos los casos en que para simplificar, citaremos aquel mare
magnum simplemente con el ttulo de Archivo del Conservador.
Nos es grato aprovechar esta ocasin para agradecer al seor Juez de Co-
mercio don Jos Alfonso y al seor escribano conservador don Jos Mara
Vega, la bondad con que han puesto a nuestra disposici6n aquel archivo.
IIIfiTOZIA DE VALP 4RAfSO 509

bando en los cuatro ngulos de la plaza, a f i n de que todas


los interesados, es decir, los que mantenan depsitos en la
bodega caliente, ocurriesen al puerto sin demora a poner en
salvo sus productos. Y aqu era el galopar por las cuestas
y el camino de carretas en demanda del puerto de Santiago!
Cumplidas estos trmites de ley, se proceda a la aperturn
solemne del edificio contaminado y se adoptaba uno u otro
de estos dos arbitrios, segn estuviese la bodega caliente sim-
plemente, o ngorgojada. E n el primer caso, se ventilaba ar-
tificialmente el trigo, y este prwedimiento, que se ejecutaba
en presencia de los interesados, llambase el traspaleo. Mas
mando el gorgojo haba hecho su aparicin en forma, proce-
dase irremediablemente, con intervencin del escribano, y
en casos graves del gobernador, a arrojarle a la playa. A cs.
t operacin se daba el nombrc de 7a bota (por el acto de lm
tar el trigo al mar), y en aos de pltora era tin expediente
con fecuencia usado. En el archivo del Cabildo de Santiago
consrvase constancia de varias de-estm casos, y especialmen
te de uno que ocurri por el mes de Agosto de 1726 en 1%
bodega de don Feliciano Valdivia, cuyo nombre antes apun-
tamos. Observando tambin una de estas botas de trigo cn
gran escala, el viajero francs La Barbinais cuenta que a su
paso por Valparaso en 1715 divis las playas de la baha
cubiertas de millares dc fanegas de trigo, y atribiiy esto a
un sacrificio voluntario de lm hacendados para hacer suhir
el precio, disminuyendo la existencia. Lo raro fu que dijera
esto y no que los chilenos sembraban el trigo en la playa del
Pacfico para regarlo con su agua y ahorrarse el gasto de fle-
tes, ni ms ni menos como dijo Dum= que uno de sus hroe:
califoriiienses, estuvo sentado cn la plaza de la Victoria, a la
sombra de sus naranjales, que embalsamaban la brisa con e!
perfume de sus azahares y deleitaban la vista con sus PO-
mos de oro. . . Para exactitud, los franmes! Y para mentiras
gordas e inauditas, Dumas, padre!
XI1
Todo cuanto llevamos dicho es slo con relacin a la parte
domstica del gran comercio nacional del siglo XVIII. E n
cuanto a su exportacin y expendio en el extranjero, daba
510 OBRAS COMPLETAS DE VICUSA
MACBENNA

frecuentemente lugar aquel giro a complicaciones de suma


magnitud.
No entraremos n m t m en ese t e m o que nos apartara
del propsito de ZocaZictad que perseguimos en este libro con
visible predileccin. Pero S observaremos algunos de los ca-
racteres ms salientes y ma duraderas de aquel fenmeno
Acaso las races de sus vicios no estn todava extirpadas del
todo en este suelo, tenaz a la rutina, y no sera por eso in-
conducente pasar sobre ellos, si ms no ma, l a tradicional ra-
ma d e espinas con que nuestros mayorcs desmalezaban sus
c m p w y sus sembradicxs.

XI11

Parecera, en efecto, a la primera vista, que existiendo en


el pas una produccin tan fcil, tan barata y tan abundap-
te, como era en esos aos la de Chile, y encontrndose a sus
propias puertas, a fin de conceder desahogada salida a aqu-
lla, un mercado tan firme como el del Per,' un gran inters
armnico hubiera surgido entre todos los elementos llamado3
a participar en aquella sencillsima negociacin, esto es, entre
el hacendado de los valles de Chile, el bodeguero de Valpa-
raso, el naviero del Callao y por ltimo, los panaderos de
Lima (1).
Pero el monopolio y su prole inseparable, la codicia y el
fraude, que amamanta aqul con sus esculidos senos, man-
tuvieron aquel trfico durante cerca de siglo y medio en la
ms violeta perturbacin. Algn da no nos ser difcil po-
ner de manifiesto que la guerra con el Per en 1837-39, fii
en su origen slo una guerra de trigos.. .
(1) Segn Bravo de Laguna en su Voto Cmsultivo citado (pg. 156), Li-
ma exiga para su abasto en la primera mitad del siglo XVIII una cantidad
de 12,600 fanegas mensuales, o sea, 150,510 fanegas en un ao.
Este clculo estaba basado en una poblacin de 60,000 almas y en un con-
sumo de dos fanegas y media de trigo, o sea 1,365 onzas de pan por persona.
Scgn la tarifa de 1714 se haba establecido la proporcin del precio del
trigo en el mercado de Lima con relacin d peso del pan, desde el mnimum
de 12 reales, que poda vsler la fanega de aquel, hasta el de 20 pesos. De
esta manera, cuando el trigo vala 12 reales, lo que no era posible aconte-
ciese, los panaderos deban expender 32 onzas o dos libras de pan por un
real; cuando a 3 pesos, 25 onzas; cuando a 5 pesos, 20 onzas; cuando a 10
pesos, 15 onzas; cuando a 15 pesos, 9 onzas; y por ltimo, cuando a 20 pe-
sos, 7 onzas por real.
I-IISTORJA DE VALPAILASO 511

XIV

Efectivamente, los navieros del Callao, desocupados sus


barcos a virtud de la paralizacin del comercio de flotas por
la va del Norte; constmidm otros muchos mayores para la.
conduccin de trigos a granel; sobrados aqullos en capits-
les, y por ltimo, mancomunados en un propsito exclusivo,
presentronse en la costa de Chile, desde que comenz6 el ma-
n e o del trigo, como los rbitros arrogantes del mercado, ta.
sando sus precios y fijando (el monto de la exportacin en
cada cosecha.
No se alumbr al principio a los ohilenos otro remedio cou.
tra aquel despotismo estranjcro que la resignacin, porque
ni sostenan buques propios, salvo tres o cuatro embarcacio-
nes costaneras, ni posean capitales, ni siquiera a r d1 d es con
que defenderse. Los hacendados se constituyeron pues en
mansas vctimas de los monopolistas, al paso que los bode-
gueros, de buen o mal grado, se contentaban con hacerse cm-
plices de los ltimos.
Mas, a poco de esta humillacin, reflexionaron los haem1-
dados del Napocho que en aquella cuestin de trigos iba en-
vuelta una de mucho mayor entidad para la orgullosa Corte
de Lima, cual era la de su vientre. Y se pusieron en sus ea-
bales contra los insolentes navieros del Callao, que no eran
sino los grandes ma,onates y marqueses de Lima. E n su nom-
bre, a la verdad, o en el de sus consignatarios mantenase
ese pinge (giro y aquella arrogancia de seores contra los
bumildes humos de Chile (1).
De aqu el origen de aquella famosa Diputacin de b o d e g a
qiie ide el Cabildo de Santiago y quc PUTO cn ejecucin con
xito indisputable mientras hubo pureza en su administrar
cin ,

(1) nluchos de los navicros del Callan e r m nobles y caballeros cruzados,


segn aparece de un poder que tenemos a la vista otorgado por el gremio
en cierto litigio contra e1 cara de Valparaso en 1703 y cuyos autos existen
en la curia de Santiago. Entre las veirit,e o veint,icincofirmas que en ese do-
cumento se ven estampadas. cncontrarnos las siguieutes: Diego Portales,
Juan de Garag Secadurn, Cristbal Rodriguez, Baltasar de Ayesta, Roque
Cavero, Juan de Besi Roncal, etc.
512 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

Consista la Diputacin en la superintendencia superior que


se atribua a un alto funcionario de la colonia, nombrado a
veces por el propio ayuntamiento y otras por el presidente
(sobre CUJ-O punto hubo acaloradsimas disputas) , J- el cul,
constitudo en Valparaso, manejaba el ramo de trigos, como
hoy, por ejemplo, lo ejecuta con los frutos del pas el Eanco
de consignaciones. El diputado de bodegas no era sino un
gran consignatario nico. El visaba los vales de las bodegas
particulares y los rubricaba, anotndolas; l slo haca todas
las ventas e impona los precios; l determinaba el plazo en
que debiera empezarse el embarque de los trigos nuevos (pues
el fletamento de &tos era siempre la codicia de los maestres),
lo que tena lugar slo cuando ya se haban despachado los
rezagados del ao anterior; l, por ltimo, fijaba el monto de
la internacin de trigos en el puerto, a fin de no hacer de-
caer su precio con el exceso de la oferta y reparta los pro-
vechos entre todos los interesados. En una palabra, el Dipu-
tado de bodegas era en Valparaso una entidad equivalente
al gremio de navieros en el Callao, como que su principal co-
metido estaba cifrado en contrarrestar las miras de los lti-
mos. Deba por consiguiente, aquel funcionario pblico, resi-
dir en el pucrto de una manera casi permanente, y SU re-
muneracin, que ciertamente no era exigua, consista en uu
cuartillo que se cernaba al r e d del bodeguero. Con una ex-
portacin de 150,000 fanegas de trigo y los dems artculos
de salida acostumbrados, el diputado de bodegas tena un suel-
do casi equivalente al del capitn general.
Fu el primero de aquellos felices funcionarios, segn pare-
ce, un alcalde del municipio de Santiago llamado Jara Que-
mada, vecino probo y celoso que di excelentes cuentas de SI
comisin, ejemplo que desgraciadamente no fu de todos imi-
tado. P o r lo dems, alternbanse en aquel lucrativo afn, de
dos en dos aos, los alcaldes y regidores perpetuos del ilustre
ayuntamiento de Santiago. La oaridad por casa!
Fn, con todo, el ltimo de la serie en el perodo de que
nos ocupamos (1700-30) el general don Juan de Olano, mer-
cader de Valparaso, segn se deja ver, y a quien, con gran
IIISTOXIA Di: VALPAXAfSO 513

alaraca dcl Gabildo de Santiago, por la usurpacin de sus


facultades, nombr con omnmodm poderes el 1 9 de Agosto
de 1730 el presidente Cano ( 1 ) .

XVI

Irritados a su turno los navieros del Callao, no tardaron


en volver la mano a los chilenos, y como eran aqullos ms
fuertes, result el mandoble algo pesado. Tomando, por ejem-
plo, el arbitrio mismo de los hacendados de Chile, los arma-
doras peruanos constituyeron su propia Diputacin y en ella
se hicieron poderosos. Reunieron todos sus buques bajo una
sola mano; acordaron que no viniese c Chile sino u n compra-
dor nico, y por iltimo que no se embarcasen sino aquellos
trigos que fuesen de su agrado, desdeando los aejos, e im-
poniendo en todo la ley de su oro y die su omnipotencia.
Mediante este sistema, los monopolistas del Callao subor-
dinaban a sus intereses el comerciq entero del trigo tanto en
Lima como en Valparaso y en Concepcin, porque siendo
ellos los dueos exclusivos del artculo, las panaderos deban
pagrselo se,& fuera su absoluta voluntad. E n vano fiio
que stos intentaran emanciparse despachando a Chile por
su cuenta dos barcos de un naviero llamado don Marcos Senz
que se haba resistido a entrar en la confabulacin de sus co-
legas, porque stos suscitaron litigios al mercader recalci-
trante, y embargaron sus buques en la rada. Igual tirana
ejercan con los hacendados de los valles del Per, quienes
de cuando en cuando, se esforzaban por revivir el cultivo de
aquel cereal, que si bien nosotros hemos podido estimar al
guna vez como cuestin de apetito, en el Per ha sido &em-
pre cuestin de hambre.
A fin pues de estrechar el monopolio a sus ltimos lmites
los navieros, dueos del trigo de Chile, aguardaban la Qpo-
ea de la cosecha en los valles vecinos a Lima, y cuando llega-
ba aqulla, bajaban de improviso e! precio del cereal, sin
que por esto salieran de sus manos sino unas pocas fanegas.
En tal coyuntura, el infeliz labrador que haba cosechado una

(i) A4rrhivodel Cabildo de Santiago.


Historia d e Valparaso 33
514 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

miserable especie, por la pobreza del suelo, la sacrificaba en


el mercade, y la diputacin del Callao triunfaba a la vez en
Lima y en Santiago, en el valle de Huaura como e n el de
Quilloh. Slo los panaderos de Lima solan concertar algu-
na. venganza de cuenta, como fu la famosa quiebra que cua-
renta y dos de ellas hicieron a la vez, con grave detrimento
de los trigueros, que les haban hecho considerables antiti-
pos, y que ellos fiaban a los petaqueros a doce redes por
-l>ego, (1) .
Tal era el juego que de ao a ao, de cosecha en cmecha,
prevaleca, a la manera de un eseamotaje de bolsa, entre los
productores chilenos y los consumidores del Per, causando
as 01 recproco quebranto de ambos pases, con beneficio slo
de unos pocos especuladores.

XVII

Por poner algn remedio a una perturbacin de tan funw-


tas consecuencias, el Virrey Armendriz, llevado, empero, de
un mal consejo, fragu a su entrada en el gobierno un plan
que puso el colmo a ayuel!us desaciertos e iiifelicidades. Tal
fu la tasacin fija que hizo del precio del trigo y del s e b
en el Callao, disponiendo que aqul no se vendiera sino a seis
pesos y a siete el ltimo, y ordenando, adems, que los pagos se
hiciesen nicamente en Lima. Su idea o su pretexto era evi-
tar que los mercaderes del Per enviasen caudales a Chile
para emplearlas en los gheros franceses de que los navieros
de San Mal haban abarrotado aquellas costas y especialmen-
te las de Concepcin, y en los que se comenzaba a conducir
desde Buenos Aires por la d a de las Pampas.

XVIII

Pero los chilenos, esta vez, con su popular ,presidente, don


Gabriel Cano de Aponte, a la cabeza, pusieron el grito en el
cielo y tasaron a su turno con precio inalterable los cereales
y menesteres en las puertos de salida; enviaron un diputado

(1) Bravo de Laguna, Voto Consultivo citado.


IIISTORIA DE VALPARAf SO 515

(don Juan de Arjma) a Teclamar contra el temerario ar-


bitrio, y tan agitado corri el negocio, que el terrible virrey,
siendo quien era, hubo de ceder, porque gin Chile, deca
aqul, aos ms tarde, no existira Lima (1).
Son dignos de conservarse los documentos de que consta
aquel primer triunfo de la industria nacional y aquella pri-
mera humillacin del fiscalismo, tan soberbio ha&a hoy da
entre nosotros. Copiamos, por tanto, aqullos de los libros
del Cabildo, doiicle SCL aseiitaroii coil el org~illode uiia victoria
por los hmendados y capitulares del Mapocho, y dicen tex-
tualmente como sigue:

Por los adjuntos testimonios del auto de este real acuerdo,


entender V . S. la resolucin de que los trigos que en ade-
lante viniesen a esta ciudad puedan venderse por sus dueos
libremente y a los precios que el beneficio del tiempo les ofre-
ciese. Y para que los hacendados y dems habitantes de ese
reino, que se hallan con porciones de trigo, no se abstengan
de enviarlos, recelosos de que los obliguen a venderlos a los
precios de la tasa, har V. E . saber esta deliberacin con
toda brevedad a los vecinos de esa ciudad, la de la Concepcin
y dems partes convenientes, para que entendidos de ella, se
alienten a hacer sus m e s a s , dndome cuenta del recibo de
sta y de haber dado las providencias que en ella y el citado
testimonio se mandan. Dios guarde a V. E. muchos aos.
-Lima, a 11 de Noviembre de 1724. - EL M~RQUESDE GAS-
TEL FUERTE.

(1) Memoria del virrey Armendkriz, pg. 203


<Es igualmente manifiesta (estas son las palabras textuales de aquel
documento) la insigne dependencia que esta capital (Lima) tiene de un rei-
no que es el almacn de las precisas especies que le enva y el depsito da
los granos con que la alimenta, uno y otro tan irreparable por otra cual
quiera parte que sin Chile no existiera Lima.. En otro passlje, el virrey dice
de Chile, que es .el paraso de esta Amricp., que lo es de todo el orbe., y
otro tanto repeta oficialmente el virrey Pezuela un siglo cabal ms tardc
(1817) cuando amenazado de la invasin de San Martn, tema que In
ciudad se quedase a obscuras por la falta de sebo y la gente se muriese de
hambre por la del pan.
516 O B R A S CO3PLETAS D E VICUEA MACKEXNA

Excelentsimo seor don Gabriel Cano.

El auto a que la lacnica pero blanda misiva anterior se


refiere, estaba concebido em estos trminos:
E n la ciudad de los Reyes del Per, en 6 das del mes de
Noviembre de 1724 aos, estando en acuerdo real de justicia
el Excelentsimo seor don Jos de Armendriz, marqus de
Caste1 Fuerte, caballero del orden de Santiago, cornendador
de la encomienda de Alontrin y Chiclnna, en el mismo orden,
teniente coronel del regimiento de las reales guardias espa+
las, virrey, gobernador y capitn general de los reinos y pro-
vincias del Per; y los seores don Alvaro de Navia, Bota-
r r o y MOSCOSO, del orden de Santiago, don Jenaro Cavero, don
Alvaro Bernardo de Quirs, don Jos de Cevallos Guerra,
conde de las Torres, don Pcedro Antonio de Echnez Rojas,
de la orden de Alcntara; presidentes y oidores de esta real
audiencia, a que se halla presente el seor don Gaspar Prez
Huerta, fiscal de lo civil en ella, ec.
Se vi6 por voto consultivo la carta esc6ta a S . E . por
el cabildo, justicia y regimiento de la ciudad de Santiago de
Chile, de aquel reino, con fecha de 10 de Marzo de este pre-
sente ao y el memorial de don Juan d e Arjona, vecino de
la mesma ciudad, pretendiendo que el trigo que se conduce
de aquel reino para el abastecimiento de esta ciudad y sus ve-
cindades, se pueda traficar y comerciar libremente, sin la tasa
de seis pesos por fanega que se ha publicado por bando, por e!
gravsimo perjuicio que resulta a los comerciantes, hacendados
y vecinos de dicha ciudad sin el logro de utilidad alguna, an-
tes s con conocida prdida, principalmente en este tiempo
por la epidemia que se ha expeliimentado en las haciendas del
contorno de aquella ciudad, en el fruto referido, y asimismo
sobre que S . E. conceda licencia para los que se que embar-
can en estos puertos para los de aquel reino, puedan llevar
dinero, pues siendo el motivo de la prohibiciii el recelo del
comercio de ropas que conducen por Buenos Aires, habr d e
correr el peligro el que las condujese.
Y vistos los informes del cabildo de esta ciudad y tribu-
nal del Consulado, y as mismo las R. C. de Su Majestad en
cuanto a que sea libre el comercio de los frutos que se condu-
HISTORJA D E VALPARAfSO 517

oen de aquel reino, y lo que sobre todo respondi el seor


fiscal a la vista que se le di, fueron de parecer que, siendo
S. E. servido, podr mandar que el trigo que se condujere
y traficare de dicho rein3 de Chile a ste, los conductores y
dueos de l, lo vendan libremente, sin embargo del precio
y tasa puestas por el bando pblico en esta ciudad de seis
pesos cada fanega. Y por cuanto se han ausentado de este
mar los navos extranjeros, que era el motivo para que los su-
jetos que embarcaban para aquel reino de Chile no llevasen
dinero alguno, podrn todos los que salieren de ste para
aquellos puertos emlnrcar el dinero o caudal que nccesita-
ren con informe del tl.ibuna1 del Consulado y licencia de
S. E . , ponindose en partida de registro la cantidad de pe-
sos que condujera. Y S. E. se conform c m este parecer
y lo rubric con dichos seores (1).
Tales fucroii las ms sealadas peripecias del comercio de
las trigos de Chile, durante los primeros cuarenta aos que
dur en lo absoluto la esterilidad de los valles del Per
(1687-1727) .
XIX

Pero no eran las fluctuaciones del monopolio y sus ardides


lo nico que afectab:i en s i l nacimicnio aquel ii:Jhle rnnio de
labranza, a la sombra de cuyas espigas, regadas con ms no-
ble sudor, ha crecido la repblica y cambidose, mediante su
poder, de colonia humilde y desvalida en nacin libre y so.
berana. Su precio y la cantidad de la exportacin depen-
dan tanto del capnicho de los monopolistas de una y otra
costa como de las secus y del gorgojo.
Respecto del valor medio de los cereales en los aos que
llevamos referidos, era el de dos pesos en las haciendas (don-
de en aos anteriores se venda al menudeo por dos o tres
reales la fanega), veinte reales en las bodegas del puerto y
cinco pesos en Lima, porque la escasez y tirana de las fle-
tes duplicaba, por regla general, el valor de las especies.
Ocurran, no obstante, pocas excepcionales. E n 1719, por
--_
( I ) Siguen las firmas de los asistentes al Acuerdo nombrados en su enca-
bezsmiento.
518 OBRAS COMPLETAS D E VICU?A MACICESSA

ejemplo, una epidemia desconocida que asol el Sur del Per,


desde Arequipa a Pmo, encareci el trigo hasta el precio
fabuloso de cincuenta pesos la fanega. En 1724, al contra-
rio, el poZviZill0 y la excesiva extraccin traslad el hambre a
Chile, y el Cabildo de Santialgo se vi forzado a comprar en
Octubre de aquel ao cuatro mil fanegm de aquel grano pa-
ra venderlo al menudeo a los pobres, hecho que parecer fe-
nomenal y que, sin embango, se repeta hace diez aos (1858)
con relacin a las poblaciones de! Sui- (1).
Tanto suelen parecerse los ms remotas tiempos con los
ms recientes cuando los hombres no han cambiado!
Una seca general ocurrida en 1725, a pesar de las rogati-
vas que entonces se hicieron a Nuestra Seora del Rosario,
contribuy en seguida a abatir de una manera alarmante el
comercio de cereales de que ya dependa el bienestar de la
colonia, pues todos los otros ramos de produccin habanse
abandonado por aqul. Creci todava este desorden en el ao
venidero, con motivo de las levas de gente que ocasion la
insurreccin general de los araucanos en 1726; y de tal ma-
uera vise comprometida en aquella serie de calamitosos aos
(1723-27) la riqueza pblica, que los hacendados de los va-
lles del Per, estimulados por el hambre y por las franqui-
oias de todo gnero que les ofrecan prdigamente los virre-
yes, volvieron a intentar con xito ms que mediocre el cul-
tivo de los cereales. Slo la caa de azcar con sus pinges
rendimientw, y como consecuencia de su cultivo, la aparicin

(1) La cosecha de 1723 fu muy deficiente, por habeme apestado las se-
menteras. Cuando faltaban s61o dos o tres meses para la prxima, esto es,
en el mcs de Octubre, que es la poca crtica para los pobres, el ayunta-
miento, de acuerdo con el presidente Cano y la Real A4udiencia,coinision6
al procurador de ciudad, el doctor don Juan Francisco Tordesillas, para
que invirtiese el dinero necesario del ramo de balanza en comprar cuatro
mil fanegas de trigo y venderlas con el aumento de un real en fanega. Este
premio estaba destinado al pago del arriendo de la casa y al salario de los
mayordomos, quc, bajo la vigilancia del procurador, deban hacer el espen-
dio, almud en mano. (Sesin del Cabildo de Santiago de 6 de Octubre de
1724). Ya d e d e antemano, apenas terminada la cosecha de 1723, el corre-
gidor de Santiago don Juan de Dios de la Cerda, por auto de 2 1 de Marzo
de 1724, haba ordenado al gobernador de Valparzco que prohibiese abso-
lutamente la extraccin de trigos nuevos <para obviar los inconvenientes,
deca textualmente aquel documento, y que no perezca ei reino por falta
de bastimento de pan)).-En aquel mes existan todava rezagados de la
cosecha de 1722-23, quince mil fanegas en las bodega4 de Valparaso. (AT-
chivo del ConseroadoT de Valparaso.
HISTORIA DE VALPARASO 519

de ese gran principio regulador que se llama la balanza del


comercio, vinieron a establecer definitivamiente el predominio
de los cmealeri, de Chile en la wta del Pacfico.

xx
Era el centro principal de la produocin del trigo la pla-
nicie irrigada del Mapocho, pues cultivbase el preciuso gra-
no en las chcaras, en las quintas, hasta en los jardines y
en los patios de las casas. Y en esto no hay figura, pues ms
adelante hemas de contar cmo los padres de la Merced de
Valparaso hacan buenas cosechas de cereales dentro de sus
claustros. Y precisamente, de la vehemencia por incrementar
aquel cultivo v i n o la primera iniciativa que en el trascurso
de un siglo cabal (1721-1821) convidi en el edn de Chile
el vasto eriazo de Maipo, poblado hasta entonces nicamente
de langostas, de salteadora y del raqutico huail.

XXI

El monto de ISU exportaoin estaba tambin sujeto a las al-


ternativas que hemos sealado. Frezier la calculaba en 114
en 140,000 fanegas, y segn Bravo de Laguna era cuarenta
aos ms tarde (1745) dr: algo ms de ciento cincuenta mil.
Pero, por u n trmino medio equitativo, puede establecerse
que la cantidad depositads cada ao en las bodegas de Val-
paraso ascendi a cien mil fanegas anuales durante los pri-
meros sesenta aos de la exportacin (1690-1750). El resto
lo suministraban Concepcin y aun en peqiiells cantidad:s
los valles de Coqiliimbo: Ovalle y Elqui especialmente. In-
calculable, inmenso, casi inveramil ha sido desde entonces
el desarrollo de la produccin, pues no obstante haberse cua-
druplicado el comumo domstico, la exportacin de trigo du-
rante el ao a que alcanza nuestra ltima estadstica (1867)
ascendi en grano a catorce veoes aquella suma, esto es, a
1.413,500 fanegas, cuyo importe fu de 5.204,006 pesos, sin
contar con cerca de tres millones en harina, artculo casi com-
pletamente desconocido en la exportacin de la colo&. Loa
molinos de cuchara y de rodezno eran el gran tipo industrial
520 O U R A S COMPLETAS DE VICUA MSCIZENNA

de Chile, y cada hacienda tena, u n o a orillas: de sus esteros


o ms comnmente en el fondo de sus selvticas quebra-
das ( 1 ) .

El trigo continu fomando durante todo el siglo XVIII


la gran ocupacin de los chilenos, y al propio tiempo el n e
gocio exclusivo de Valparaso. Quien deca en esw aos el
puerto, se entmda que hablaba micannente de trigos, por-
que aquel nombre era sinnimo de bodegas y ste del de
graneros de cereales.
Haban surgido o desamollddose, con todo, algunas indus-
trias subsidiarias, a la sombra de aquel fecundo trfico. La
principal de todas era la del camo, porque como en aquel
tiempo no se conoca el hierro en el aparejo de los buques
del Pacfico, excepto en las anclas y algunos utensilios, los
clidos valles de la Ligua y de Quillota surtan de jarcia a
los barcos que afluan a la vez por el Norte y por el Cabo
de Hornos. Cuntase que u11 famoso hacendado de Aconca-
gua, dueo casi exclusivo de aquel valle, que habiendo sabido
primero que otros, en su condicin de escribano de gobierno,
b noticia anticipada de la navegacin directa con Europa
otovgada a Ius franceses, dedic una buena parte de su ha-
cienda y mayorazgo de Panquehue al cultivo de aquella plan-
(I) El total de la exportacin de Chile en 1867 en trigo, harina, fideos y
otros artculos que son sus derivados ascendi a 7,926,631 pesos.
Durante los aos a que nos referimos, el clculo del consumo se gradua-
ba por la poblacin de Lima. E n el de 1610, segn el censo tomado por 6r-
dencs del virrey don Luis de Velasco, el nmero de habitantes de aquella
Corte era de 14,262. En el de 1700 (censo de Monclova) se haba m6s que
duplicado aquel nmero, en PI trascurso de un siglo, puts ascc:idic.on aqu
110s a 37,244. E n 1755 la poblacin haba subido a 70,000, y Psta fu la po-
ca en que la exportacin llegaba a 150,000 fanegas.
Por d a de estudio filosfico. y de comparacin con lo que poda ser en-
tonces Santiago, como ciudad, y en consecuencia su arrabal llamado el
puerto, copiamos del censo contemporneo de la poca de que nos ocupamos
(el de 1700) las siguientes partidas. Habitaban el palacio del virrey 95 per
sonas, el del arzobispo 42, en las crceles de la Inquisicin 38, en los con-
ventos de frailes 1,209. en los monasterios de monjas, tres mil ochxientas
sesenta y cinco (y cstn era la gran causa de !a lentitud en el aumento de In
poblacin) y en los beateros 206.
El resultado de los once cuarteles que componan la ciudad y sus subur-
bios fu de 29,293 pobladores, por manera que la parte inerte de la pobla-
cin ascendfa prximamente a una cuarta parte del total. Sin embargo,
las monjas y los frailes eran los ms voraces y copiosos consumidores de
pan, como se ha probado y se observa todava por ciertos anlisis qumi-
cos hechos por los mercaderes de abonos en Blgica y en Francia.
HISTORIA D E VALPARAfSO 521

taly en un solo ao benefici ochenta mil pesos de provecho,


vendiendo dos mil quinta.la de jar& d precio de 40 pesw,
principalmente a los navierm de San Mal (1).

XXIII

Segua en pus, por su importancia, el antiguo vino rojo


de Chile que tanto haba deleitado a los camaradas de Drake,
bebindolo en camelas a fines del siglo XVI. Era aqul, no
obstante, un brevaje d a t a b l e . Pero como su precio fuese
mdico, 6e venda en toda la costa del Pacfico hasta P a n a
m y se llevaba por la Cordillera a Crdoba, al Paraguay, a
Montevideo mismo, entonces recin fundado. Le palade all
el benedictino Dom Pernetty en 1763, y dice de l que tena
el color de una infusin de ruibarbo y sen, no siendo su sa-
bor distinto del de estas medicinas combinadas ( 2 ) . 50 fu
ms indulgente un soldado francs que el fraile, su paisano,
en su juicio sobre este artculo de comercio nacional, porque
Frezier siempre le encontr gusto al chivato o al alquitrtn
de la botija, se,& el envase en que se le exportaba. Hacin-
dole mucho honor lo compara a cierto vino de Europa que
se llamaba entonces de Therique.

XXV

E n cuanto al sebo, rey en otros s i g h , comenzaba a pade-


cer visible decadencia. El trigo haca ya densa sombra a la
alfalfa, y el almud al lo y a la panza. No haba irrigacin
artificial, y por consiguiente declinaban las engordas. No Ue-

(1) Fu ste don Andrs de Toro Mazote dueo de la3 haciendas de Pan-
quehuc. Putaendo, Quilpu, Catapilco, etc., y muchas otras de la actual
provincia de Aconcagua, fuera de innumerables estancias que posea en la
otra Banda. En la ltima hacienda queda tradicin de que sus matanzas
pasaban anualmente de doce mil cabezas y hasta ahora poco existan como
vestigios enormes cantidades de osamenta. Para que se pueda formar con-
cepto de lo que hoy sera su fortuna y del aumento increble que h& tomado
el valor de la propiedad territorial, nos bastar decir que la hacienda do
Quilpu, uno de cuyos potreros cedi don Andrs en 1740 para fundar LL
San Felipe, fu tasada poco despuds en 600 pesos y a la muerte de su 61-
timo poseedor, el seor Videla (en 1863 o 64), vala 600,000 pesos. Su pro-
gresin en un siglo era de skscientos por uno.
( 2 ) Viaje citado a las Malvinas, t. 1.0, pg. 291.
522 OBRAS COMPLETAS D E V I C U S A M A C K E N S A

gaba en consecuencia con la profusin antigua el charqui a


Coquimbo, ni los soldados de Valdivia se deleitaban todos los
das con el sabroso almuerzo B, que dieran BU nombre y m
fama. Y tanto era sto, que en el primer ao del si-
glo qiie vamos rccorriendo. lleg la escasez dc ese artculo
al punto de padecerse en la ciudad de La Serena una gran
calnnzidad de belas, segn se deja ver por el siguiente cu-
rioso acuerdo que se conserva en el archivo de sit
Ayuntsmiento. Como de presente, dice aqul, esta ciu-
dad y su Reptiblica padese gran calamidad de belas por
no a l l a m a comprar y las matanzas que se isieron en &ta
jurisdiccin fueron muy cmtas, musa el ,ser el ao muy est-
ril y no aber llobdo. En cuya atensin y porque conbiene
ni bien y aumento desta Repblica. se le da comisin en bas-
tante forma a don Pedro Albares de Tobar, regidor, para que
bqya al puerto desta siudad y sembapque en la fragata nues
tra Seora del Crmen, que se alla surta en el puerto desta
siudad y Treconozca si en ella est enbar&do algn sebo, y
allandolo lo enbarque y lo traiga a esta siudad para que se
ponga en la casa que conbenga donde se agan belas d1 y se
bendan a los republicanos, pagandosele a cuyo fuere el milr
yor presio que fuere conbeniente, y ninguna persona de nin-
gun estado calidad y condisin que sea, ponga el dicho re-
jidor enbaram ni impedimento sobre m ejecusn, pena de
dosientos pesos ( 1 ) .
Singulares tiempos, ayer no ms pasados, en que para
alumbrar un candil los pueblos t d a n que hacerse saltea-
dores !

XXV

Otro de los renglones principales de nuestra exportacin


en aquel tiempo, era el de los tejidos de lana que con el
nombre de ponchos, chags y chamantos se fabricaba en t@

(1) Acta del Cabildo de La Serena del 20 de Mayo de 1700,firmado por el


maestre de campo don Diego de Rojas Carabantes, Diego Pizarro del Pozfj,
Pedro de Tobar y Allende y Pedro Alvares. Debemos una copia de este
acuerdo, as como de otros preciosos documentos de aquel arcrchivo, ala
bondad de nuestro buen amigo Pedro Pablo Cavada, secretario de la In-
tendencia de Coquimbo.
HISTORIA DE VALPARAfSO 523

d o nuestro Medioda, en Chilo, en. Valdivia, y especialmen-


te por los pacientes indios pehuenches, tan diestros en las
labora de mano en el fondo de sus pacficos valles mdinos,
como sus vagamundos vecinos: de la planicie lo son en el ma-
nejo de la lanza. Pareca increble que aquel artculo repre-
sentara un TWO considerable de nuestra exportacin na-
cional. Pero tan vastas eran, entre tanto, las negociaciones a
que daba lugar su acopio y expendio, que la sublevacin de
los araucanos hace poco recordada, con inotiyo de los recluta-
micntos de 1726, tuvo origen nicainente en el monopolio que
de ese artculo pretendi hacer el maestre de campo de 1%
Fronteras don Manuel de Salamanca, sobrino del presidente
Cano. En Marzo de 1708 encontramos tambin en los archi-
vos comerciales de Valparaso un litigio sobre doce fardos de
ponchos remitidos a este puerto por el gobernador de Valdivia
don Manuel de Aulestia, en el navo la Pursima Concepcicrb,
y cuyo flete se resista a cubrir su apoderado, alegando el pues-
t o oficial del remitente. El valor de alguno? de eso> ejitios
parecera hoy da inverosmil, pero un viajero europeo que
visit Montevideo a mediados del ltimo siglo, refiere quc
el gobernador de la plaza (un coronel Viana) le hizo ver un
poncho chileno de su propiedad que le haba costado cuatro-
cientos duros, aadiendo que conoca algunos cuyo precio Ile-
g:aha a d o i mil pesos (1).Los p e 7 i i c c a d i e s c m >Lis pobres la-
nas rivalizaban pues, sin saberlo, mediante las aberraciones
de lo iricorrcgihle vanidad l i ~ i n i a n ~con
i , los p,ccieLitei i ~ i d l c ~
que tejen cantando los fabulosos chales de la Cachemira.

No obstante este incremento de la produccin nacional y


aquellas nouveauts de nuestra industria primitiva, cuyo em-
blema eran los ponchos pehuenches, el antiguo comercio de !os
cocos mantena todava su prestigio, pues tan tarde como el
ao de 1693, CSTO CY, mcdio siplo clcspns que el padre Ovalle
colocara aquel artculo en la cuarta categora de nuestra ex-
portacin, enconiramos que el Cabildo de Santiago encarga a

(1) Dom. Pernetiy, obra citada, t. I O, pilg. 382.


524 OBRAS C O M P L E T l S D E VICU3.4 ?.lrlCKEUN.4

su promirador solicite de la Real Audiencia un auto para re-


gularizar la corta arbitraria de las palmas, en la que se cau-
saba ingente dao al reino ( 1 ) . Debi ser probablemente en
esta poca cuando desaparecieron los graciosos bosqiiwillos de
aquella reina de las plantas que poblaban las cumbres de las
colinas de Valparaso o mecan sus copas silenciosas en el fon-
do de sus quebradas y desfiladeros.
Por manera, pues, que el siglo XVIII se iniciaba respecto del
precedente, con slo dos grandes mudanzas en los tipos de los
frutos dei pais:- al sebo y a las mulas se haba substitudo el
trigo y los ponchos. La jarcia y los cocos mantenan intactos
sus dominios.

XSVII

En cuanto a la industria misma, la acumulacin de capita-


les en la colonia y especialmente el abaratamiento de los tiles
de hierro introducidos poi-' loi franceses, haba dado lugar i~
que se renovaran explotaciones desde largo tiempo abandona-
das y, junttamente, a que se emprendieran nuevos descubri-
mientos. Es un principio histrico y consolador de las leyw
que rigen nuestra propiedad pblica y privada, la de la es-
tricta alianza que ha existido siempre entre la a,gricultura y
la minera, tendindose recprocamente la mano la una con 1:-
otra. Productos abundantes y ibaratos harn siempre provecho-
sas las explotaciones metalferas. Los capitales que rinde el
beneficio de las minas irn, a su turno, a convertirse infalible-
mente en campos regados, en molinos, en canales, en empre-
sas de crdito y desarrollo agrcolas. Copiap ha sido el gran
aqriciiltor d c ultrF-Maipo desde Juan Ciodoy a nuestros das.
En aquel remoto valle, que representaba en el sistema to-
pogrfico del desierto lo que las caletas llamadas de Taltal O
el Cobre significan al presente, hicironse all por el ao de
1707 ricos descubrimientos de oro, y comenz aqul a poblame
con moradores de los oasis ms inmediatos, desde el Huasco
a Illapel. Tal fu6 el origen de la ciudad de San Francisco de
la. Selva, o Copiap, cuya poblacin, segn Frezier, cuando vi-

(1) Archivo del Cabildo de Santiago. Acuerdo del 10 de Fe!>rero de 1693.


HISTORIA DE VALPARA~SO 525

sit sus inmediaciones siete aos ms tarde, ascenda a no-


vecientas almas. Antes de esa poca, segn en otro lugar di-
jimos, los nicos productos de su SUCIO que encontraban salida,
era un poco de &re, de calidad exquisita por su pureza na-
tiva, que se venda al precio de tres pesos el quintal para las
pujueZus de Lima, y la brea vegetal que los maestres de bu-
ques o los curadorcs de botijas de vino coinpraban a cinco pe-
os en la playa de Caldera, para alquitranar sus buques y sus
envases de greda (1).

XXVIII

Esplotbasc tuml)in con aIguiicl abundancia el mineral de


oro de Tiltil, de cuyos ingenios y trapiches nos han dejado cu-
riosas descripciones Frezier, que los visit como hombre de
ciencia, y el aventurero Betahg, que refiere sus maravillas con
ponderaciones de poeta y de pirata. Segn l, el oro de aque-
lla quebrada era tan abundante, especialmente duraiite los
cuatro meses de las lluvias, que todas las familias nobles dc
Santiago slo usaban vajilla d e oro, cuyo importe, tomado cn
conjunto, no bajaba de veinte millones de pesos.. .

XXIX

Respeoto del cobre del Norte, el del mineral de Cerro Ver-


de era el ms famoso, valiendo el de niejor calidad por el ao
de 1714 ocho pesos el quintal puesto en los iiiqeiiios. Cii via-
jero francs de esa poca habla tambin de una mina extra-
ordinaria de aquel metal, descubierta en u n cerro llamado
Pa?/en (en arauco cobre) por un vecino de Concepcin ape-
llidado hlelndez, en 1712 o poco antes. Una sola de sus pepi-

(1) La brea vegetal de Copiap se empleaba especialmente, segn parece,


en calafatear los buques. Pnra Curar Ins botijas se servan en Concepcin
de una brea mineral que manaba en ahiindancia en cierto paraje de la cor-
dillera oriental de aquella provincia. El viajero Zarnudio, explorador de las
Pampas a principios del siglo, habla de aquellas curiosas fuentes, segn
puede verse en la Coleccin de Angelis. *Tambin deseubri6, dice Maeso
en su traduccin de la obra de Mr. Parish sobre la Repblica Argentina
(t. 2O.. pg 70) Zamudio al pie de un cerro bastante elevado, dos copiosos
tlrrovos de brea que los espaoles llevan a vender a Penco para brear las
tiuajas en que guardan el vino..
526 OBRAS COhZPLETAS DE VICUA M-1CKKpXX.4

tas de cobre nliitivo pesaba cuarenta quintales, y cuando Fre-


zier pas por Talcahuano en aquel mismo ao, ocupbase el
poseedor de aquel magnfico fragmento en fundir una batera
de cuatro caones de bronce de a seis libras. ?Qu se ha lie-
cho despus aquella mina, maravillosa Tamaya del Sur ? & Fu
a r p l trozo s d o u:i rodado volcnico? O su derroterc, coino el
del aurfero Ponzuelos, es todava una leyenda que los sus-
picaces araucanos esconden en el fondo de sus bosques y en e!
de sus desconfiados nimos? ( 1 ) .

XXX

No dejar de parecer cosa de sorpresa a los benvolos lecto-


res de este libro, para cuyo mayor nmero el descubrimiento

(1) E l mineral de Payen existe todava, si bien rodeado de misterios.


Nos ha hahlado de l un antiguo militar, minero y explorador de los Andes,
el conocido don Bartolo Navarrete (el rey de los cateadores del Sur como
don Diego Almeida lo fu entre los del Norte) cuyo animoso anciano viva
en 1864 en Curic. Molina, en su Historia Ndtural de Chzle, pg. 97, habla
de este extraordinario cerro de Payen y dice que su metal era tan rico en
oro, que poda considerarse como un verdadero semilor.
E l doctor Martin de Moussy, en su voluminosa obra sobre la Repblica
Argentina, publicada en 1860, refiere tambin que en 1856 se d i r i ~ i una
partida de exploradores mendocinos en busca de aquel mineral desde el
fuerte de San Rafael, del cual dista 65 leguas al Sur. Su excursin fu fe-
liz, y trajeron varias ricas muestras de carbonato verdes y azules de cobre
(vulgo, .metal de colora). Pero por el peligro de los indios y particularmen-
te por la distancia, no se puede explotar aquel vedado tesoro. M. de Moussy,
que rerogi personalmente la tradicin de Mendoza sobre e1 mineral de Pa-
yen, dice, en confirmacin de lo que hemos apuntado de Frezier, que anti-
guamente (desde 1628) se llevaban algunas colpas escogidas de aquel mineral
a Concepcin, donde se fundan con ellas caones, campanas, etc. Vase la
obra de M. de Moussy titulada: De-scripcription giographique et siatistique
de la Confederation Argentine.-Pars, 1860, t. 2.0, ptg. 386.
M. de Moussy fu un mdico francs que, despus de una reqidencia de
18 aos en la Repblica Argentina (1841-59), recorri todo el pas y puldi-
c6 una obra de considerable extensin bajo los auspicios del presidmte
Urquiza. Desgraciadamente M. de Moussy era un explorador diligente y
nada m5s. Su obra, coordinada en tres gruesos volmenes, es slo un aco-
pio de datos pobremente exhibidos, y plagados de errores increbles de de-
talle, sobre todo en materia de nombres. Al viajero chileno don Luis Cruz
lo hace, por ejemplo, espaol. Del ingeniero americano Allan Campbell
forma un grave sir ingls y, por ltimo, al virrey del Per Jil y Lemos, con-
virtelo en fraile y arzobispo de Lima. La descripcin de la Confedera-
cin Argentina> hace un buen pendant con las .Memorias de los virreyes.
de Fuentes. Mucho lujo en las tapas y en el papel, pero todo lo dems, sien-
do bueno en s mismo, se haya de alguna manera echado a perder. El doc-
tor de Moussy estuvo en Chile en 1858, en cuya ocasin tuvimos el honor
de conocerle.
HISTORIA D E VALPA3AfSO 527

del carbn de piedra es una gran novedad de nuestros das, que


ya en el siglo XVII se hablara de l con la misma admiracin
que en los presentes. A fines de aqul asombrbase, en efecto,
el buen jesuta Rosales de aquellas piedras que ardan como le-
a, segn se lee en su obra indita, conservada todava en esa
condicibn, y perdida tal vez ya para nuestra literatura por
la culpa imperdonable de quienes corresponda ( 1).Jlcdio siglo
ms tarde (1714), he aqu cmo se expresaba todava su ex-
plorador cientfico. " En Talcahuano, en el Irequin (Lh-
qun?) y en la misma ciudad de Concepcibn, dice en electo
Frezier (pg. 76), se encuentran muy buenas minas de car-
bn de piedra (des trs bonnes mines de charbon de trrc)
sin necesidad de cabar ms de uno o dos pies en la superficie.
Pero los habitantes no saban aprovecharse de aquel recurso,
y aun se admiraban mucho de vernos hacer fuego con el que
extramois para el uso de nuestras fraguas". Igual asombro no-
taba todava un siglo ms tarde el navegante ingls Basil Hall
(1821), cuando. con el coyto de dos o tres p e w y haca poner
a bordo cada tonelada de aquel combustible que en el presen-
te siglo ha sido para Chile lo que el trigo en el precedente y
el oro y la incuria en todos.

XXXI

E n cuanto al comercio de importacih, que slo comenz


para nosotros cuando tuvimos algo que enviar a nuestros ve-
cinos, remittanos el Per, en cambio de nuestros sebos y de
nuestros trigos, del organo y de los huesillos, sus azcares,
sus paos de Quito. los groseros tejidos de la provincia de To-
cuyo y especialmente los pesos fuertes de sus casas de mone-
da de Lima y Potos. En cuanto al vino y los ponchos qixe
nosotros despachbamos a los territorim baados por el ro

(1) Con ingente sacrificio personal y en elevada suma adquiri Vicua


Mackenna, durante su tercer viaje a Europa (1870-71) el manuscrito in&
& t o de la Historia General del Reino de C h i k de Diego de Rosales. En
1877 le di6 a la estampa en tres hermosos volmenes, anotado y precedido
de la vida del autor, y de una extensa noticia sobre la obra. Dicha vida y
noticia, como tambin todas la notas de Vicua, sern recopiladas en el
volumen correspondiente de sus Obras Completas.-(N. de los R.).
528 OBiL4S COXPLZTAS DN VICV%A hI.4CIESN.4

de la Plata, cuya parte ms cercana (las tres provincias de


Ciiyo) integraba an el propio nuestro, paghannoslos aqu-
llos con sus ganados y- el acarreo de la yerba del Par::giay.
En cuanto al dficit en contra nuestra, que sola ser muy con-
siderable por la diferencia en el valor especfico de los ar-
tculos de cambio, cubramoslo, a nuestro turno, con el exceso
de numerario importado de Lima. Por manera que la ganan-
cia que nuestros mayores sacaban por el a h u d , se la sorbar!
despus por la bombilla. El mate fu el gran equilibrista d d
triple comercio chileno-argentino-peruano durante el siglo
XVIII .

XXXII

El comercio transaiidino exista, a la verdad, segn lo hemos


demostrado en otras pzinas de este libro, desde el principio
de la conquista, pero efmero, intercadente, sujeto a las mil
prohil-)i:.ioiics con que la desconfiada poltica espaola enmu-
rallaba el trato recproco de sus coloiiias. Respecto de Cliilc
y del Plata, el gabinete de ]Ladrid haba intentado convertir
los Andes e n una barrera mercaiitil insuperable, desde que los
franceses haban rvto la del Cabo de Hornos.
Pero desde que los jesutas convencieron a los americanos:
de que la yerba mate que abundaba de una manera tan pro-
digiosa en las bosques de sus estancias del Paraguay (los famo-
605 yerbaZes) (1), era una bebida tan deliciosa como el clioco-
late de los mexicanos y t a n indispcncable como la billa de los
espaoles rancios, el trfico de ultra cordillera adquiri tan
considerable importancia, que en 1721 el presidente Cano ere-
y6 necesario em;lvnder una refaccin radical del camino de
Uspallata.

(1) El teniente de la marina de Estados Unidos, Toms Page, en su co-


nocido viaje de exploracin del Paraguay (1853-56)que public6 en Nueva
York en 1859 con el ttulo de L a Plato, Argentine Confederafion and Pam-
gum/,registra curiosos pormenores sobre los yerbales (pg. 37) y su explo-
tacin en el Paraguay. Ascenda sta en 1854 a 90,000 arrobas por ao, y
se venda a 4 pesos arroba. M. Martn de Moussy tree que hay todava
muchos yerbales vrgenes. En 1849 descubri uno el famoso Bompland, el
ilustre compaero de Humboldt.
XXXIII

La yerba (caa en idioma guarin), se,gn el jesuita Techo,


se divida en tres categoras, y de ellas la ms exquisita, fnr-
mada de los retoos de las hojas, se llamaba coa-mini, y se con-
suma exclusivamente en el Per; la cau-cuys, o yerba de pa-
litos, era preferida en Chile, y la tereera y ms ordinaria wa-
guaz, se gastaba en las provincias transandinas. Propiamente,
nusotros no ramos, respecto de este artculo, sino simples arric-
ros de las damas de Lima. La yerba vena de la Asuncin a
Mendoza en carretas, de aqu pasaban los zurrones a las bode-
gas de Valparaso, a lomo de bestia, y despuh de dejar a l g
provecho a la3 muleteros de Aconcagua, el real de los bodeguc-
ros y el medio real del ramo de balanza, seguan, junto con el
trigo nacional, a su destino. No parecer tampoco fuera de lu-
gar el que recordemos aqu que los franceses fueron en Chile
10s in1 rodiictorcs de las bovi billns comunes para sorber el mate,
pues antes de su aparicih en el Pacfico y de su aseo por
aquel brevaje azucarado, slo haba una o dos de plata en ca-
da casa para el uso promiscuo de la familia y de los huspe-
des. Ignoramos, empero, si lm franceses trajeron tambin a
Chile los Drinieros utensilios, gemelos de aqullas en cuanto son
distribuidores de los lquidos en la maquinaria humana; pero
es lo cierto que nuestros abuelos, cristianos rancios y enemi-
gos capitales, por tanto, de las alilusiones musulmnicas, usa-
ron con m6s parsimonia los ltimos que los primeros. No as
sus nietos, pues a medida que la bombilla decae, surge su ri-
val eon tal prestigio que familias patricias conocemos en San-
tiaqo que solo denominan !a ltiiiia, por la profusin de su uso,
-7th cntclrntu d P 1 SiciynYu. . .

XXXIV

Respecto de los ganados, los chilenos, al destinar sus mejo-


res campos al cultivo de los cereales, rnmprendieron que lil -m-
dadera hacienda de crianza de la colonia eran las Pampas ar-
gentinas, donde pacan salvajes innumerables manadas. Des-
de fines del siglo XVII tom pues gran incremento aquel trim
Historia de Valparaso 34
530 OBRAS COMPLETAS D E VJCUA M.4CKENNA

fico, y ya por el ao de 1708 encontramos que se habla de


pios de ochocientas a mil cabezas, conducidos a Chile por la
va de Uspallata (1).

Rstanos ahora nicamente hacernos cargo de la manera c-


mo aquel desarrollo de las fuerzas productoras del pas hizo
sentir su influencia en las rentas pblicas; y para llegar a de-
mostrarla ser suficiente recurrir a pocas cifras y a la
comparacin de los ejemplos.
Cuando el capitn don (faspar de los Reyes compr a perpe-
tuidad, en efecto, all por los aos de los bucaneros (1680)) el
oficio de escribano de registros del puerto de Valparaso, pa-
g por d titulo slo la suma de siete mil pesos, en razn de
que el nmero de barcos 'que entraban anualmente al puerto
no pasaba, en ningn w o , de diez. Mas,cuando aqul se en-
contraba ya rico y anciano, en 1722, queriendo hacer traspa-
so de su destino a su yerno Baltasar de Orna, form expe-
diente, y el capitn general Cano de Apwte tas el oficio en
22,000 pesos, fundndose principalmente en que el nmero do
velas llegaba en ese tiempo a veintisis ( 2 ) .
El movimiento martimo de Valparaso haba pues casi
triplicado en el espacio de treinta aos.

(1) Arriaba uno de stos, un don Francisco V6squez del Ria, en Enero
de 1708; pero teniendo noticia en Uspallata dc <cq;ie corra muy nora pla-
ta en este lado de la cordillera)),se detuvo all, y consult6 si debera conti-
niia: X I mnrcha al cd)allero hacendado don Toms di .4za, gclxxador
a la sazn dc Valparaso. No pareca extraio, a la verrhrl, que en esos aiios
no corriese plata en este lado de los Andes, pues era precisamente cuando
los francrsrs se ocupabm en recoger cuanta rsistia en el reino. (La carta
de V h q i i e z del Ro es de 16 de Enero de 1708, y se encuentra incorporada
en unos autos dc la poca en el archivo del Consmuador en Valparaso).
Es curioso ohscrvar que en un puis ea que el ganado ?s tan alnindante
y barato como In Rrpblica Argentina, se vendiese tan cara la primera vaca
(introducida drl Brasil en 1550 por un colono port,ugus llamado Gzete)
que sc hiciese ?:n provcrhio, por decir de algo que vala mucho dinero.-
.Es como Is vaca de Gaete? . Las ovejas fueron llevadas a las Pampas des-
de el Prr por el capitin Nuflo Chves.
( 2 ) Cada buque pagnbn a1 escribano de registro 53 pesos, lo quc daba,
siendo de 2G el nmero de stos. una rent,a de 700 pesos anuales. Como
el esmibatao de registros lo era tambin de minas, hacienda y dijuntos, ca-
da uno de cuyos ramos produca en Valparaso, por trmino medio, 400
pesos, se conceptuaba la renta total del destino en dos mil pesos. Omna
tuvo un fuerte competidor en el capitan don Gregorio Varela, otro prcer
EISTORIA D E VALPARAfSO 53 1

Mas no se incrementaba con igual celeridad el rendimiento


de las cajm mles.
Ilesde que el marqus de Eaides fijara la tasa de las aleaba-
las en 12,500 pesos, a mediados del siglo XVII, no haba teni-
do aquel ramo visible aumeiito, fuera que corriese administrado
por las tesoros reales, fuese que se le adjudicase por asiento.
Con todo, en 1696 (Febrero 23) se adjudic en arriendo por
seis aos con un incremento d e mil pews. T al cumplimiento
de cste plazo (1700), con la prosperidad del trigo, rematlo
por precio un tanto ms subido el general don Jos Ramrex
Bsquedano. Este ltimo asiento deba durar slo cuatro aos.
E n el prximo de 1706 hubo una extraordinaria competen-
cia y animacin. Ocurrieron a hacer posturas, bajo el prtico
de las Cajas de Santiago, todos los grandes seores de la co-
lonia, del puerto y la ciudad. E r a el 13 de Noviembre de
1706, y presida el capitn general Ibez en persona. A 911
lado estaba el tesorero real don Andrs de Silva (prfuqo en
seguida con los caudales del rey, segn era cwtumbre casi in-
variable de tan grandes seores) y un negro que tena el
doble destino de verdugo, al pie de la horca, y de autmata,
al pie del asta. El asiento se daba por seis aos al mejor
postor.
Inici esta vez las pujas el capitalista don Francisco Au-
t h o Fuentecilla por once mil pesas, e inmediatamente subi
de golpe la parada a doce mil el viejo almirante don Pedro
dc A4masa, Fometihdosv n los mi,ino trminos y plazos del an-
terior remate. Y en seguida corrieron las ofertas en la acalo-
rada lid de las talegas, como sigue: don Francisco del Porti-
llo, 12,200 pesos; don Francisco Fuentecilla, 14,000 pesos; don
Juan de Santelices, 14,500 pesas; don Pedro de d a , 14,600;
don J u a n de Santelioes, 15,000 pesos; Amasa, 15,600; don
Francisco del Portillo, 15,700 ; don Juan de Santelices, 16,000
pegce, al fin.

del antiguo Valparaso (cuya familia tuvo despus una quinta en el Al-
mendral, y sta fu ms tarde el antiguo ex-jardfn Abadie), pues ofreci6
aqul hasta 21,500 pesos. El expediente original de este negocio existe en
el archivo de la Contadura Mayor de Santiago.
.*
532 OBRAS COMPLETAS D E VICKJA MACKENNA

El m o de alcabalas haba subido pues en un tercio de su


monto ordinario, e iba a adjudicarse al ltimo postor, que se
crea el ms esforzado y acaso bemerario, cuando un t e m r o ,
llamado don Alonso de Osorio, sujeto comparativamente desco-
nocido en el mundo f m m i e r o de aquel tiempo, levant de im-
proviso la puja en 700 pesos de un slo envite. Adjudicsele,
en consecuencia, por esa suma, y con la ltima palmada del
pregonero, declar que la buena pr se hiciese para su comi-
tente don Jos del Portillo.
E r a ste, as como su deudo don Francisco (otro de 1s li-
citadores), uno de los patricios de VaIparaso, donde tres acs
mj, tarde se hara nombrar gobernador, para mejor percibjr
lue entradas de su asiento.
Su hermano haba tenido la precaucin de dictar como clu-
sula del remate la de que las mercaderas francesas pagasen
el tres por ciento, aunque se desembarcasen en el puerto de
L a a g u a (Papudo) , y que en el caso de cerrarse el de Val-
paraso o el del Callao, quedara relevado de. todo compromi-
BO y suspendidos, por tanto, los efectos Gel remate. Precaucin
prudente que acaso era dictada en aquellos das por la excur-
sin de Dampier, que frente a Valparaso haba dejado, como
un centinela del ocano, a Alejandro Selkirk.. . (1).

XXXVII

Tal era Valparaso, considerado como plaza de comerezo, en


los primeros aos del pasado siglo.
Como plaza de guerra ya contamos rpidamente su aventu-
rera historia.
Sanos ahora lcito penetrar en los hogares de sus pobres
moradores y contar con brevedad como vivan social y polt,i-
camente aquellas buenas gentes.

-
(I) El expediente de remate de alcabalas de Valparaso en 1706 se con-
serva en el archivo d e la Real Audiencia de Santiago.
,

CAPITULO XXX
EL PUERTO

(1700-1730)

Para 01 que llegaba por el mar, all en los primeros aow


del pasado siglo, las ridas lomas a cuyo pie mora el histri-
co valle de Quintil, ofrecan un aspecto agradable y casi pin-
toresco. Un centenar de casas, o ms propiamente chozas, es-
parcidas caprichosamente en los declives, en las garganbas y
en los atrevidos espolones de (lasmontaas, que el mar azotaba
on sus crecas y el viento en la huracanes; puentes rsticos
echados sobre los eauces de las quebradas; densas a n b o l e h
esparcidas en grupos, sombros o brillantes segn la hora de
la luz y de la sombra o el matiz de sus follajes; all una copo-
sa higuera dando su sombra a un cortijo; ms all un grupo
de agrestes almendros; en lm perfiles lejancm alguna palma
real, respetada todava en esos aos por el hacha, y en todas
partes el aromtico edn y el delicioso floripondio, esos dos
prncipes indzcnas dc la flota valparadsea, que lloran hoy
BU injusto olvido y su perdido cetro, en d fondo de algn
plflbeyo jardn, o en el soto escondido de aristocrticas quintas.
Dominaban, por otra parte, la perspectiva, que la ahiindan-
cia de las vertientes haca entonces tan risuea como hoy es
triste y montona, los tres macizos en que se haba edificado
534 OBRAS CONPLETAS DE VICUA MACKENNA

durante el trascurso de un siglo las fortalezas que cubran e!


casero y el puerto con sus fuegos. Veanse los redcctos dc Sufi
A n t d o y de la Concepcin, en ambas extrernidadcs, y el rasto
Sino majestuoso Castillo de San Jos en el centro. Formaban
sus almenas una especie de diadema de bronce al derredor de
las alturas, mienkm que en el estrecho plano del casero al-
zaban m s modestas torrecilla los claustros de San Francisco
y San Agustn. La iglesia parroquia1 se destacaba entre ani-
bas en la pendiente del cerro, y algo ms abajo de su posicin
actual segn parece. No haba sido, por tanto, una galante-
ria de mal gusto entre la gente de mar afrecer a aquel sitio
el nombre, juzgado histrico hasta hoy, de Valle del Paraiso!

I1

Pero una vez puesto el pie en tierra, todo el encanto desapa-


reca, como una ilusin de las olas. Una aldea mcia, pajiza,
desigual, esparcida a l o largo del declive, y -un grupo de t-
tricas bodegas, separadas entre s por estrechos pasadizos, eii
el plano de la playa : he ah el panorama del antiguo Valpara-
so contemplado sin los prismas de la ptica. No haba calles,
n i veredas, ni empedrados. Menos haba polica, aseo en los
cauces, faroles en las lbregas noches, nada, en fin, de lo quc
hoy constituye una villa de mediano porte.
(Concepcin, i8 la verdaid, y La Serena, con sus calles rectas,
con sus manzanas regulares y BUS ocho o diez iglesias y espa-
ciosos claustros de jardines, eran orgullosas reinas edilm de-
lante de aquella ninfa en harapos que no tena de verdade-
ramente bello sino su nombre y su horizonte. Aun Quillota, m-
mergida a la sazn entre sus frond- arboledas, conservaba
cierta importancia civil muy superior al Puerto. Y por
eso era el iltimo, segn antes vimos, un simple apndice de
aquel Corregimiento, hasta que a la postre del siglo XVII
$u6 erigido en plaza de guerra. E n la mediana de la poca
de que 405 ocupamos (1712), Valparaipio no contaba ciertamen-
te como pobladores, segn el aserto de un testigo p n c i a l ,
sino treinta familias de blancos, siendo el resto, hasta cient?
y cincuenta, que era el total, de indias, negras y matizos. En
Quliiots, al contrario, el nmero de blancos pasaba de ciento
USTORIA DE VALPARAfSO 535

&cuenta y de ms de trwientos el de las &ras castas (1).


Cualquiera de las quebradas en que hoy se oculta todavz
con sus ratas laideras y sus pestilentes cloacas el antiguo Val-
paraso, aun la ms infeliz de ellas, representara, en el w o de
un parangn escrupuloso, mucho mayor suma de poblacin y
de bienestar, de riqueza y de trabajo que la del Puerto
colonial en esos aos. Verdad es que careca el ltimo dcl
Haintop, como emblema de su degradacin moral, en lo ms
alto de sus cumbres; pero en el fondo de sus cauces se escon-
dan cien nauseabundas pulperzas y chinganm en que los in-
dios y sus hijas servan a la plebe de la baha el festn de las
ms repugnantes liviandades .
Esto por lo relativo a la moral del pueblo.

I11

En cuanto al aspecto general de aquel pobre villorrio, con-


siderado bajo el punto de vista de la polica y de la higiene,
quien haya recorrido la playa del Almendral en la tarde de
un Domingo de invierno, podr f o m m una idea aproxima-
da dr $11 lobregiicu, su silencio, y ms que todo, de sus loda-
zales e inmundicias. Tena el primitivo puerto, con todo, sus
das sealados de movimiento y fugaz limpieza, cuando las ca-
rretas de las estancias descendan rechinando sobre su playa,
repletas de trigo, al paso que las velas cargadas de las barras
de Potos y de la azcar de los valles peruanos se deslizaban
silenciosamente por el horizonte. Quien, a su turno, haya pre-
senciado el bullioio y algazara del actual Tom en los das de
cowclia, podr tambin imayinarse lo que era Valparaso cunn-
d o de plaza de p e r r a fn ascendida a la catcpora de prinier
puerto triguero del Pacfico.
Fuera de sto, Valparaso ha sido Siempre esencialmente ve

(1) Frcxier, obra citada. Sqpn este mismo autor, Concepcin contaba,
adems de los conventos tie las cuatro rdenes de regulares radicadas en
Chile, las islwia.: re la Catedral, la Compxiia, San Juan de Dios, San Ro-
que y la Hermita, nueve en todas. Las de La Serena eran la parroquia, la
Compa;ia. Santa Ins, Santa Luca (cuyos dos barrios existen todava)
y las de las ruatro rdenes regiilnrw. Valparaso no posea sino las tres nom-
bradas. La iglesia de los jesutas (despus de Santo Dcningo) y la de la
Merced estaban en construccin en 1715. La de San Juan de Dios fu aun
muy posterior.
536 OBRAS COMPLETAS DE VJCUA MACKENNA

raniego, salvo que aquellas doradas egpigas que tanto a h b a n


la codicia de sus hijas, llegan ahora en sombras vaporosas que
slo perturban el cerebro y el sima. de unos que otro forask-
r o . . . Y luego se vuelven a sus jardines del Mapocho, sin ha-
ber pagado siquiera el bodegaje.
Propiamente la aldea (bourgade la IUama siempre Frezier)
se extenda desaliada en el plano inclinado de la antigua que-
brada de San Antonio de Puerto Claro (hoy de San Francis-
co) y por ambas mrgenes de su cauce, que entonces era mu-
cho ms dilatado y abierto. Fuera de all, las bodegas invadan
la angosta faja de arenas que rodeaba el pie de las colinas,
entre aquella garganta y la de San Agustn, siendo estricta-
mente los limites urbanos del puerto, por una extremidad, a!
castillo de San Antonio, en la punta que hoy se llama del Ar-
senal, y por la otra, el promontorio de rocas que hasta el pre
sente, convertidas las ltimas eii casas, conserva el nombre de
la Cruz de Reyes.
Por lo demis, la vista panormica de Valparaso en 1712,
que ponemos a la vista del lector, justificar ampliamente la
mezquina pera exacta descripcin que a la ligera hemos veni-
do trazando.
Todo lo que all domina es el Castio de San Jos, y por
eso en otro lugar dijimos que diwaiiic c.1 .;(:lo SI-11 \ 7 : ~ l ~ ~ a -
rabo no haba sido un pueblo sino una fortaleza. Las cab%-
as esparcidas en contorno suyo no parecan sino las tiendas y
ramadas proviaorim de un campo militar, y esto ltimo resal-
ta con ms evidencia en el ,plano topogrfico de la planta del
pueblo que tambin acompaaitmas (1).

(1) Este plano y su vista en perspertiva son exactos facsmiles de los di-
bujados por Frezier en 1713. El ltimo marca de unci manera ms saliente
los perfiles que hemos sealado. esperialmente respecto a las proporciones
del caF+ lo de San Jos, con relacin a las del casero.
La perspeclizn abraza toda la estacin del puerto desde el Arsenal a !a
punta que se llam ms tarde Clteua del Chiunto y sobre cuya eminencia
ve una cabaa solitaria, rnricho tal vez de algn pescador, o garita de los
alcabaleros. E n el fondo del casero del puerto, y precisamente en la opues-
t a extremidad, se echar de ver en el piano de Frezier, que est marcado
un edificio como la casa del gobernador. Parecera esto un error, pues los go:
bernadores de Valparaso habitaron siempre en el castillo de San Jos, si
no fuera que en tiempo de Frezier el gobernador Covarruhias debi residir
en la casa particular que su familia all posiblemente tena.
E n el plano estn marcadas las posiciones del castillo de San Antonio y el
de la Concepcin, y el camino que por la falda del cerro de este nombre una
HISTORIA DE VALPARAfSO 537

IV

Como una consecuencia natural de la estrechez kmmedia-


ble en el antiguo puerto, los terrenas destinados a vivienda3
alcanzabm comparativamente precios muy subidos. Ya v i m c ~
cmo en 1693 los padrw franciscanos vendan a retazos su que.
brada de San Antonio, hacindose pagar un lote de ocho pa-
ras de frente y diecinueve de fondo en 320 pesos, y otro ir:
poco ms considerable t3n ochocientos. Mas, no obstante el in-
cremento del trfico, ni los valores, ni la escmez de terrenos
haban sufrido considerable alteracin de un siglo a otro siglr,
porque aqul, segn lo tenemos repetido, era exclusivamente
veraniego. Los residentes sedentarios crecan en muy lenta
proporcin, y por consiguiente hacase apenas sentir entre
los vecinos el estmulo de 1% necesidades locales.
As veremos que una seora llamada doa Mara Seimi,
viuda del capitii don Jos Mndez, venda a cierto mercader,

el Puerto con el Almendral. Como se observari a primera vista, ese sendero


no iba por la, arena de la play?, como corri ms tarde, antes de srr 12 ele-
gante y alej:re calle del ('clbo, sino a cierta altura en el dcclivc del mscizo
de cerro llamado del Cnho, y por algunos extranjeros el Cabo d e Hornos.
Esto confirma la tradirin que en otra psrte creemos haber recortlatlo, y
segn la c u d . el tzxyecto entre aqurllas localidades se hizo hasta mediados
del ltimo siglo por el cerro. Contribuve a fortalecer esta opinin In marca
de los dos senderos que Frezier fij en la quebrada del Almendro, d e la que
se pasaba a la de Elas atravesando el Cerro de Iu Cor~cepcin,que popular-
mente se llamaba el cerro del Chivato.
Naturalmente, la fuerza del tr.fico tena entonces lugar por rl rnmino
de crrrretne, que descenda al p x r t o por cl cerro de SI- nombre y el del Arra-
yn, que Frezier llama del Brin, pues el ingeniero francs no es muy fucr-
t? en etimologas.
Ea cuanto n la ~ i s l , :que, sean dijimns, dibuj el padre Feuille en 1709
desde abordo del S a n Ferinin, es naturalmente muy semejante 8. la de Fre-
zier. Lo nico que distingue los perfiles de ambos, fuera de la diferencia del
punto de mira desde que fueron tomadas, es que en la de Frezier est dis-
tintamente dibujado en la punta del Arsenal el castillo de San Antonio,
en forma de herradura y casi a flor de agua.
Respecto de la perspectiva que se public en los Viajes de Le Gentil, he-
mos ya dicho que es un paisaje enteramente caprichoso, eon altas y pinto-
rescas montaas, en medio de cuyas agrestes gargantas est representado
como una construccin feudal con sus torres y minaretes el castillo de San
Jos. E n cuanto al casero, s6!o seala cinco habitaciones en la llanura. en
que hace figurar el puerto, mientras que en la lmina de Frezier, fiel repro-
ducci6n de la verdad, se cuentan hasta treinta y siete casas.
Ademas de las dos lminas que reproducimos, Frezier public6 una con-
siderable carta hidrogrfica de la baha de Valparaso, perfilando con b a s
tante exactitud la costa. desde la Lagunilla a Quintero.
538 OBRAS COMPLETAS D E VICUA MACICZNNA

con fecha de 18 de Koviembre de 1713, ante el cscyibano


Francisco de Urzar, un pequeo sitio que daba frente a la
plaza parroquid y tocaba por BU fondo al camino de carre-
tas, en slo docientos pesos, a censo del cinco por ciento.
Quince aos ms tarde (Junio de 1728), el sndico de Sac
Francisco, D e n de Noguera, insigne litigante (pues diji-
mos era sndico), vendi en cien pesos dos varas de demasas
que tenan las frailes entre el camino o calle pblica y el cerro.
El ncleo del casero yaca pues, como ha podido notarse,
al derredor de la igl& y plaza parroquial, cuya tendencis
cristiana de los moradores ya se descubra mando la a p a r i e i h
de Drake; y era sin duda all donde viva la poca gente de
pro del vecindario. El terreno, en consecuencia, se meda por
varas, y como en el precedente siglo se regalaba este ltimo
a cuenta de misas al tiempo de morir algn rico mercader, en
el siguiente vendan10 los religiosos a censo redimible.

E n cuanto a las quebradn:, ena jeribanse sin mensiwa, ni


avalo, ai ms ni menos como se regalaron los valles de Chile
a los primeros conqiiistadorcs "de mar a cordillera ". Encon-
tramos un ejemplo de esto en la quebrada que se llamaba d3
Los Bueyes, que hoy forma la subida de Playa Ancha por Las
Habas, y comprenda en su extensin ambas localidades. Ven-
dironla los padres Agustinos en doscientos pesos a censo el
15 de Julio de 1675 ante el corregidor de Qiiillota (pues a la
sazn no haba escribano) don Antonio Caldera, a cierto in-
dividuo llamado Toms de Jorquera. Y ste. a s u turno, dcs-
contento tal vel: de aquel negocio que le impona el desembol-
BO de diez pesos cada ao, precio hoy da del piso de un mi-
serable rancho en las colinas, volvi a enajenarla trece aos
ms tarde (16 de Noviembre de 1688) ante el corregidor Mar-
cos Xordes por !a misma suma. Eeservse nicamente ei ho-
nesto Jorquera, par va de utilidad y de incremento en su ne-
gocio, un espacio de cincuenta varas de terreno en que edifi-
car BU casa. Y &a probablemente ocupaba la pequea plani-
cie de Las Habas, que acaso debi su nombre a las que all
plantara su primitivo dueo, y que tan clebre es hoy da por
HISTORIA DE VALPARAfSO 539

su precio, no menos que por el absurdo destino <quese ha pre-


tendido darle. Aa,damos a este dato contemporneo el hist-
rico de que los jesuitas se aduearon ms tarde de ese sitio y
de Playa Ancha, segn resulta de un poder de los padres A&us-
tinos, que, a ttulo de hemnitaos, se llamaban a seores de la
montaa de Valparaso en el siglo XVIII. Otorgaron los 12-
timos aquel documento ante Francisco de Urzar, el 20 de Na-
yo de 1693, a favor de cierto caballero de Lima llamado Lu
cas Eramieta, para que las representase en el juicio que cnn
aqullos seguan y cuyos autos iban a aquel Arzobispado <3n
apelacin por los padres hermitam ( 1 ) .

VI
Poco ms tarde, y ya en los remates del siglo XVII, el teso-
rero don Jernimo Hurtado de Mendoza vendi tambin a un
td Barrientos la tquebrada de la Mesilla, colindante de la dc
San Francisco, en la suma de doscientos pesa, ante el gober-
nador don Antonio Miguel Gmez de Silva. Dile posesih
de ella pemmalmente aquel funcionario el 4 de Mayo de 1693,
con asistencia del guardin de San Francisco, Fray Francisco
Recalde, como eo-vecino; y en la diligencia y vista de ojos que
hemos encontrado original en los archivos de Santiago, se dice
textualmente, que ponihndose el gobernador "tras, de un lill?,
que est fortificado de races, donde se reconoci caer 1%
aguas, unas a la quebrada del seor San Praoisco y otras 8
la quebrada d e l dicho Jos Carrieiitos, y ceido un ltigo que
sirvi de cordel, mand poner su seora un mojn de piedra
detras del dicho liln, que, asimismo, sirve de inojn" (2).

VI1
En cuanto a las lomas algo lejanacs del puerto, vendanse an
por ms baratos ajustes, y en realidad si algn valor tenan
era slo en razn de la abundancia de sus pastos, de su arb@

(1) Archivo citado de protocolos de escribanos de Valparafso que se con-


serva en la oficina de don Mximo Navarrete y que corren desde 1660 has-
ta la fecha.
(2) Archivo de la Curia de Santiago. Este documento fu exhibido en un
pleito que los Franciscanos, duexos ms tarde de la quebrada de Banien-
tos, sostuvieron con los Jesuitas en 1663, y que tambin perdieron a q u 4
1108, como los Agustinos en 1693.
540 O B R A S COMPLETAS DE V I C U 3 A YACKENN-4

lado para la lea, y wpwialmente de su agua, destinada a em-


prender algn pequeo cultivo. De esta suerte el prior de San
Agustn, Miguel de Arre, vendi el 8 de Agosto de 1724 todo
el Cerro Alegre ( U d 0 entoms Monte Alegre, sin duda por
los rboles que sustentaba) (1),al capitn Luis Garcia Vene-
gas, en la &idad de trescientos pet, al censo de cinco p w
ciento, o sea un rdito de quince p m anuales, comprendien-
do la venta, dicen los ttulas, desde la quebrada del Castillo
(de San Agustin) haxta la de Elas ( 2 ) . Por manera que e l
Cerro de la Concepcin entr como de yapa en el negocio. I3a
1832 compr este ltimo, de yupu tambin, don Josue Wad-
dington en mil dmientcs peso^, y hoy ae vende a retazos PO:
cien mil.

VI11

En cuanto a la disposicin y estado de loa castillm que Je-


fendfan a VaLparaso durante loe das cuya revista trazamos.
poco tenemos que agregar a las deacripcionea anteriores, salvo
que se hallaban e11 cstndo de decrepitud antes de haber sido
terniinados como todas las obras pblicas en los tiempos colo-
niales.
Algn reparo puso en el castillo de San Jos, despus de su
comtruccin por el laborioso Garro (1680), el presidente X a -

(1) Ya en otra parte {hemos discutido la cuestin de si las colinas de Val-


paraso tuvieron o no densos bosques. Lo que es al principio del siglo pass-
do, las lminas de Frezier, Feuille y Le Gent,il las presentan tan desnudas
cunio hoy da. El primero de aquellos viajeros aiiade, sin embargo, que en
la tiecindnrl del puerto, el capittin francs Le Brun encontr en 1712 un 6r-
bol suirientemente corpulento pars formar de su tronco la base de iina em-
barcacin de treinta y seis pies de largo.
(2) Archivo dcl ronvento de San Agustn. Parece que el negocio con Ve-
negas no fu venta a censo, sino arriendo, por la mediana suma de 15 pesos;
pero con el t,rascurso de los aos y el pago regular de aquella pensin, que
realmente equivala a una venta, pues as se practicaban las dems, corri
como tal. Sin embargo, cuando los ingleses comenzaron a subir SUS casas
al cerro, con gran asombro de los naturales, los padres agustinos revolvie-
ron sus papeles y lograron persuadir a muchos herejes de que aquello era
suyo, por lo cual, obtuvieron gruesas componendas, segn en su lugar vere-
mos. La posesin de VenegaS comprenda el Monte alegre desde SUS farello-
nes sobre el mar hasta la cumbre, y todava se llama la parte superior de
aqul la chacasilla de Venegas. La calle que hoy parte por el centro los edi-
ficios de la pintoresca explanada de esa peques Inglaterra de madera y
flores, lleva aun el nombre de calle del Monte alegre.
TlTST)iI14 DE VALPARAfSO 541

rn de Poveda, cuando, a virtud de las amenams de la expedi-


cin frame+sa del caballero de Gennes (1689), se ech de ver
que el pas estaba inerme como siempre. Trasladse en con-
secuencia aquel funcioiirio a la c d a , y se apercibi que la
defensa estratgica de una localidad tan importante como co-
menzaba a ser la de Valparaso, no poda quedar confiada al
acaso de tropas colecticias y llamadas d e ligera en toda la re-
dondz del reino, desde el Maule al Choapa, segn lo hemos
hecho ver en casos anteriores. Resolvi aquel funcionario, por
tanto, dotar los castillos de una guarnicin veterana y per-
manente de cien hombres, cuya acertada medida obtuvo cn
breve la aprobacin de la Corte. De aqu lo que se llam el
presidio de Valparaso y el que viniesen a aumentar su cscasa
poblacin unos pocos artilleros, al paso que las categoras del
vecindario, campuestas hasta entonces nicamente de un cura,,
un guardin, un prior y un gobernador, adlquiriesen la adicio
nal de un capitn y un alfrez. Mandaba aqul en jefe la guar-
nicin de los castillos, y el ltimo era una especie de alcaidc
o castellano del de S a n Jos.

IX

Algo ms tarde, cuando apaTecieron sucesivamente en el Pa-


cfico Dampier y Rogers (1708), vino el presidente Ustriz a
tomar medidas de cautela; y )encontrandodesmantelada la cer-
tina da1 castillo de S a n Jos que miraba a la playa, y cegados
por la maleza y las escombros los fosos de circunvalacin, pro-
cedi a una reparaein general. f i la parte ms importanta
de sta la ereccin de la Planchada o Castillo Blanco, oliyir
descripcin anticipamos en d r o lugar. Levantbase aqulla
trece pies sobre la arena de la playa y tena la forma de una
explansda lisa, sin merlones, y de siete toesas de frente, segn
la, medida de Frezier. Su armamento se compona en 1718
de nueve caones, desde 10 a 25 libras ( 1 ) .
~

(1) E n una de las lminas que acompaan el presente volumen, el lector


encontrar un perfil de la parte fronterizri. al mar del castillo tal cual fu
dibujado por Frezier. E n l se observar que el cuadrado obscuro de la 11-
nep inferior corresponde a la batera haja o Planchada. De sta sigue hacia
arriba una escala de piedra en forma de rampa; en seguida un cuerpo de
guardia, y luego el reducto o castillo propio de San Jos, llamado (por con-
542 OBRAS COMPLETAS D E VICUNA MACKENSA
-
E n seguida, dejando la plaza reforzada temporalmente con
una compaa de cabauera, que puso al mando de su imber-
be hijo don Fermn (el mismo que ya conoci,mw como corregi
dor de Concepcin en 1715), retirose ,Ustriz a la capital, y el
fuerte sigui pudrindme, segn result de la inspeccin mu-
lar que dejamos recordada. Diez aw despus de sta (1728),
encontramos todava una carta autgrafa del presidente Cano
encargando al {gobernador La Torre forme un prolijo inven-
tario de los castillos y haga guardaT en los -cenes todo t-1
material que hubiese aprovechable.
--
traposisi6ii a la P l a n c h a d ~ ! e1 Castillo alto, presentarido a la vista el n-
gulo en que estaba colocado el palo dr bandera. Los dems edificios, como
cuarteles, c5rcclcs. cipilla. cas3 del qobernador, etc., se hallaban compren-
didos cn r1 vajto permetro dci ca3iil!g.
Frezicr, que o h r r v todo. y espe-.ialmente lo relativo a las defensas del
Mar del Sur, con ojos d e lince. dice que los caiones montados en la Plan-
chada en 1712 eran nueve, dc 12 a 18 libras, y siete en la parte superior, de
6 a 12 libras, c mtsndo con dos obusrs.
Seis alios ms tarde se ejecut, a virtud de rdenes del prrsidente Cano,
una vista de ojo del castillo (Mayo 31 de 1718) por el gobernador de la plaza
don Juan Bautista Toliar, acompaado del capitn del presidio o guarni-
cin don Fernando de Soto, del condestable don Jos Prez y del maestro
mayor de carpintera, capitn don Jos Alemn. Y de ella resulta que los
de.tos del navegante francs eran completamente exactos, salvo la diferen-
cia de contar el calibre por e1 sistema francs y el espaiol.
Consta esta diligencia de unos autos que se mantienen en el archivo del
Conservador de Valparaso; y por su curiosidad vamos a extractar el inven-
tario de !a artillera. Exisian en la Plaizchatla nueve caionec, y eran los si-
guientes: el S a n BartoZomC, de 25 libras; c1 Sa72 Lucus, de 15; el S a n Marcos,
de 17; el S a n Ramn, de 16; el Snn Diego, de 27; el S a n Jernimo, de 16;
y el Santa Rosa de 10. E n el Cizstillo alto se encontraron ocho, a saber: el
San Gabriel, de 10 libras; el Sanlicrgo, de O ; el S a n Cleto, de 10; el Santa Te-
resa, de 10; el Concepcin de 10; otro San Gabriel. de 6 ; el Seor Presidente,
de 5 ; y por ltimo, el falconete S a n Feliciauo, de 3 libras.
Ta! era el formidable armamento del famoso castillo de San Jos, y d e
su importancia y calibre podr juzgarse con ms acierto comparndolo
a las fortificaciones recientes. Fuera de que la mayor parte de las piezas,
a pesw de sus santos nombres, se encontraban desmontadas, las cureas
podridas y todo en un miserable estado. Y en esto tdvez, con el tiempo,
han de llegar a parecerse los castillos nuevos con los viejos, sino se cambia
para siempre el sistema espaol de cuidar las obras pblicas 5610 cuando
comienzan a desmoronarse.
A este propsito agregaremos que en 1711, o en el ao siguiente, el
gobernador de Valpirso don Juan de Covarrubias hizo montar algunos
caones, vali6ndose (le los carpinteros del buque francs Le Clerc, capitn
Boisloict, y &te, dice Frezier, habra sido el primero en pagar su oficiosi-
dad por la boca de aniipllos, si el gobernador no hubirse mostrado ms gra-
titud qiic el arrogrnte presidrnte DstAriz. Segn el mismo Frezkr, existan
en 1712 nueve canones en el castillo de Penco, del c,alibre de 18 a 24, fun-
didos en Lima u n siglo haca (1618) y esta era toda la defensa exterior del
Reino. E n el Callao haba 41 caones de calibre.
HISTORIA DE VALPARAfSO 543

Los progresos religiosos de Valparaso, en los comienzos del


siglo XVIII, corran a la par con sus adelantos militares. Ya
hemos dicho cmo eii el anterior s2 furidaron pobi.eiliente los
dos claustros de San A m n (1627) y de San Francisc.)
(1663), y como por el emoluiiiexito d e veinte pesos que della
erogar cada nave su&a en el puerto, se estableci permanente-
mente la parroquia ( l G j S ) , cesarido sus cuaresmales viajes el
cura de Casa Blanca, a cuya iglesia perteneci largos aos la
caleta de Quintil.
E n cuanto a los aos cuya huella ahora pisamos, no se re-
ouerda otra fundacin piadosa que la que en la ltima decada
del siglo precedente y durante la primera del que vnc? en pos,
emprendieron los jesutas, a espaldas de la parroquia. Rega .
161es el terreno el cura de la ltima don Juan Velzquez de
Covarrubias, de quien en breve hemos de hablar con dgm3
detencin, y fu el fundador de aquella Residencia (que as se
llam) el padre Antonio Faneli. La iglesia, que era de for.
ma circular y de un gusto sencillo y delicado, se hallaba com-
pletamente terminada en 1724, siendo muy hermosa, alegre
y adornada, segn un papel contemporneo.
Tenan ahora los andariegos hijos de San Igancio donde hos-
p d a r - e ei? SUS c o i i ~ i ~ u oliiijcs,
s sin molestar a riadie, y sin
verse obligado a dar certificados de bienhechores, como el qoe
otorgaron al cura Olivares en 1665, para saldar sus cueuitas de
almohada y de mesa. De paso dejamos t a m b i h referido en el
presente captulo &o aquellos santos varones se envolvieron
luego en disturbios judiciales con todos sus vecinos eclesisti-
cos, pues es preciso confesar que los jesutas llegaron algo tar-
de a las playas del pobre valle de Quintil. NO as a SUS bue-
nas haciendas y estancias inmediatas, pues ya eran dueos o lo
fueron luego de la Vi& del Mar, las Palmas, Peuelas y les
Tablas, todas en circuito, una en pos de otra, y a espaldas d?
las colinas, fuera de imache y San Pedro, la CaZera y Ocoa.
que estaban en el camino de los valles.
544 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XI

En cuanto a la fundacin de cofradim, si bien stas debieron


ser coetneas de la consagracin de las iglesias, como que son
su escoba, su incensario y especialmente su platillo, slo hemos
encoiitrado memoria contempornea de una de ellas, que es
de las ms peculiares - la de la Candelaria. Y esto de un mo-
do original. Porque por el ao de 1731 muri en Valparaso
una seora llamada doa Esperanza de Urbina, y en su testa-
mento (otorgado el 1 9 de Ahyo de aquel ao) declar que te-
na p ~ s t a d r ndas blandones de plata a la cofrada de la Can-
delaria, cuyo asiento cra en San Agustii, y encargaba a sus
akbaceas los reclamasen para sus herederos. Por lo dems, el
prstamo de los blandones pareca sumamente lgico, pues tra-
tndose de la Candelaria, alguien habra de suministrar los
candeleros. . .

XI1

Nos queda nicamente por visitar en este minucioso rebus-


co de la pobreza de esta ciudad, ufana hoy da de su fastuo
y de sus galas, su surgidero, tan @trecho y humilde como xis
viviendas de la playa. Porque es preciso no olvidar que el
fondeadero de las naves, tal cual se entendi por los espao-
les hasta 3810, consisia s610 en el espacio compreridido entre
el #muelle actual y la punta de San Antonio (hoy de los
Almacenes Fiscales). Su capacidad, en consecuencia, vena es-
trecha para ms de diez o doce embarcaciones de doscientas a
trescientas toneladas.
Por lo comn no se hallaban fondeada a la vez sino ocho o
diez buques, pues mayor nmero materialmente no caba.
Feuille encontr al ancla dos de aqullos, cargados de trigo,
e igual nmero de la escuadrilla de guerra del almirante Be-
nac que vino al Pacfico por esos das, fuera de un bengantin
que entraba junto con el suyo; seis en todo. Cuando tnes aos
despus visit la haba el ingeniero Frezier, haba y*
siete buques trigueros y dos o tres franceses de comercio.
Por ltimo, resulta de cierto documento de aquella poca, que
en un da dado (Agosto 2 de 1708), siendo invierno, existan
HISTORIA DE VALPARAfSO 545

en el fondeadero cuatro naves del Callao. Eran stas el San


J u a n Evangelista, capitn don Gregorio Manterola; d Nuestra
Seora de los Reyes, capitn Antonio Lonja; el Santo Cristo
de Burgos, capitn don Juan Henrquez, y la Urca o almiran-
ita del Mar del Sur, capitn don Jw Carvallo (1).Los de&
bajeles de la carrera de esa poca, hasta el nmero de quince
o veinte, que completaban entre todos veintisis viajes cada
ao, eran la Trinidad, el Buen Jess, el San Fermin, el Jeszh
Mara, la Sacra Familia, cl Concepcin, el antiguo Sccnto Cris-
to de Lezo, el S a n Francisco de Paula, la famosa Dolores, el
S a n Francisco Javier, el Santo Toms de Villanueva, la Santa
Cruz, y por ltimo, entre otros dos o tres cuyos nombres liau
podido escapwnos, el Santo Cristo del B u e n Suceso, cuyo
maestre, Jernimo de Aldaln, falleci en este puerto el 9 dc
Mayo de 1724. No fu pues muy envidiable el buen suceso
del ltimo, como no eran siempre hbiles ni felices los maes-
tres del Cristo de Lezo. T aun, de aqullos, el S a n Pcrntin pore-
ci luego por la tea, y el Santo Toms en un naufragio, sien-
do el Jcss Mara y la Sacra Familin presas de un corsario.

XI11

Las embarcaciones, sin embargo, escaseaban por completo en


los meses que precedan inmediatamente a la exportacin de
las cosechas, pues slo al beneficio de stas enviaban SUS pesa-
das fragatas los navieros del Callao. Y a tal grado era aque-
llo, que habiendo recibido el presidente interino Concha, EU
Quillota (cuya villa fund), durante el mes de Diciembre de
1717, la noticia de que llegaba por la cordillera su s u m o r , el
brigadier Cano de Aponte, no existiendo un solo barco en Val-
paraso, hubo de dirigirse por tierra a Concepcin, a fin de
aprovechar all una oportunidad propicia. Tales eran de con-
tnuo los viajes cn derechura de nuestros antepasados.
--
(1) Consta esto de una notificacin que hizo en el da mencionado a to-
dos los maestres de buques surtos en la baha el escribano Ramn de Are-
llano, en cumplimiento de una provisin de la Real Audiencia de Santiago
encargando la captura de los tesoreros reales de Santiago, el general don
Andrs de Silva (coqtndor) y el capitn don Jos Negrn de Luna (tesorero),
quienes, conforme a la prctica, se haban fugado con los caudales de la
renta pblica.
Historia de Valparako 35
546 OBRAS COMPLETAS D E VICUA MACKENNA

En cuanto a la historia puramente domstica de nuestra


baha, poco tenemos que recordar despus de las hazaas de
nuestro pAmr buque nacional el Santo Cristo de Lezo, de don
Qaspar de los Reyes, y de l a campaa que en 1664 celebra-
ron los dos primos bodegueros Vzquez y Cassao, para comprar
un buque en el Per, a cuenta de negros y de jarcia. Cerca
de 25 aos ms tarde (1687), volvernos a encontrar ciertos em-
presaxiw mrthos ompadoe de otro proyecto de este gnero,
pues el 26 de Junio del Itimo, dos caballeros de Santiago, lk-
mados don Pedro Gutirrez de Espejo y don Martn de G-
rate, dieron poder al capitn don Francisco Aragn, que en
esa fecha sala para Lima, autorizhdalo plenamente para cam-
prar una fragata de BU cuenta. Pobre capitn Aragn si hii-
bo de comprarla !
No ostante aquella esterilidad natural de la crnica de una
baha puramente mercantil, ocurri un caso verdaderamente
digno de memoria. Tal fu el naugragio acontecido a la vistri.
de todo Valparaso el 19 de Abril de 1695, de la fragata Be-
goa, que sala cargada de trigos para el Callao.
Era una tarde serena y soplaba apenas una brisa del Sur
cuando el barco, henchido de trigo y otros frutos del pas has-
t a los topes, dejaba su fondeadero en demanda del Norte.
Ms, apenas haba enfrentado a Concn, recibiendo de lleno la
ventolina del Medioda, se fu a la banda, acostando SUS palos
en el agua, ni zns ni menos como esits mulas cavilosas que
al comenzar el viaje se tiran al suelo con su carga y aparejo.
Todos los habitantes del puerto contemplaron desde la pla-
ya aquel extrao naufragio, debido slo a la codicia que hum
da los buques con el exceso de carga (como ya lo censuraba
el padre Ovalle haca medio siglo) , y se pudo ocurrir inmedia-
tamente a tomar medida de salvamento. Por forbma encon-
trbanse en el fondeadero cuatro buques del Callao (el Con-
cepcin, el San Fermin, el 8an J w n Evangelkta y d Santo
Toms de Villanueva); de suerte que el gobernador don Fran-
cisco Mardones despach en socorro de los nufragos los botes
y las tripulaciones de los ltimos.
A la maana siguiente, la Begoa amkneci cerca de la pla-
ya de Concn, siempre tumbada, pero sin llenarse de agua,
*
HISTORIA DE VALPARAfSO 547

porque e1 agua no cabia. Y as, a fiema de brazos, de remos


y de cables, c m i g u i m , en das o tres das de trabajo, axrat+
trarla de nuevo al siiirgRdero. Cuando fondearon el da 23 el
buque nufrago, e&aba ste tan metido en la agua que slo
se vea una parte de su galera o corredor de popa.
Sin embargo, habiendo comprado algunos de los capirtanes
surtus en la baha, especialmente el del Santo Toms de Vi
Zlanueva, don Andrs de Elizondo, una gran parte de la car-
ga sumengida para sacarla de w cuenta y riesgo, mediante el
esfuerzo de BUS contramefstres, sosteniendo el barco tumbado
entre dos buques, y pasando un calabrote a manera de cin-
cha por su quilla, lograron enderezarlo y ponerlo a flote en
ouatro brazas de agua, el da 24.
Comenz entonces una verdadera feria, o laas propiamente,
zafarrancho de especies conocidas, p es cada mercader y ha-
cendado de Santiago y sus contornos, con m registro en mane,
reclamaba m s partidas de petacas, panzas y costales. Hubo
por esto de nombrarse un depositario, mientras el escribang,
que lo era el alfrez don Juan Roldn, haca los asientos y ad-
judicaciones. El ms feliz en d desastre fu,con todo, el men-
cionado Elizondo, capitn del Santo Toms, pues, por los pri-
meros das de Agosto, tena a bordo de su propia nave 230
zumones de yerba, 161 quintales de jarcia y 800 cordobanes
que haba comprado a la gruesa ventura a sus diversos due-
os. Pero extrao acaso, propio del incierto destino de los
hombrrs que viven en las olas! En ese propio viaje, o en el
prximo, naufrag el Santo Toms, ahogndose la mayor parte,
sino toda su tripulacin ( 1 ) .
Por lo dems, los buques trigueros de Valparaso, aunque se
llenasen de agua, como el Begoa, rara vez %asse a pique. Lo
ms que sola suceder era que en lugar de trigo llegaban al
Callao con azmidn.. . Excelente industria, por cierto, para la

(1) El lance de la Begoa consta del expediente original de salvament,o


que se mantiene en el archivo del Conservador. En cuanto al del Santo To-
m&, aunque no aparece con precisin la fecha de su prdida, hay suficien-
t e constancia de que ocurri por aquel tiempo. Entre los ahogados se con-
t 6 un hijo del presidente interino de Chile, Gmez de Silva, y hermano,
probablemente, del gobernador de este apellido que sucedi a Mardones
en 1697.
548 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

sociedad annima que dicen va a e s t a b l e c m con aquel nom-


bre en honra y provecho de las lavanderas del Mapocho. . .
Y a este propsito heundo se fundan las destinadas para COD-
vertir el azogue en m&l dctil y maleable y para introdu-
cir burros de Espaa?.

Pero no eran slo los vientos del cielo los que de continuo
tenan que hacer con los navos del cabotaje de Chile, sino en
ocasiones sus Iiayos, sin que fuera preciso que los ltimos ca-
yeran con estrpito de lo alto.
Aconteci, en efecto, que en un da del mes de Noviembre
de 1703, estando el buque llamado Buen Jess ya franco para
salir al mar y sujeto slo por una ancla, su capitn don Fran-
cisco Prez Paistor, requerido por el cura forneo don Juan
Velsquez de Covarrubias para que erogase los veinte pwos
de la subvencin espiritual que segn hemos dicho haba que-
dado establecida desde mediados del siglo &VI1 en favor de
la parroquia, negse aqul a la demanda con inslita jarrogan-
cia. Alegaba para ello el maestre espaol que aquella contri-
bucin haba sido eventual, antes de establecerse de firme la
parroquia, y slo como un emolumento concedido a los prro-
cos de Casa Blanca para ayuda de costas en sus viajes al
puerto. Aada el marino, aleccionado sin duda por sus ar-
madores, o porque era de suyo leguleyo, que tal gravamen ca-
reca de toda justicia y oportunidad desde que haba en el
puerto sacerdotes de diversas rdenes, y desde que, por otra
parte, algunos de los mismos buques que hacan la carrera de
Lima traan a bordo sus propios capellanes.
Pero el reverendo don Juan Velsquez no entenda de r-
plicas. Era comisario del Santo Oficio en Valparaso, y sa
ms trmite ni discusin, lanz sobre el capitn recalcitrant?,
sobre su marinera y aun el casco y arboladura de su buque.
sin cuidarse del piadoso nombre que llevaba, una solemne ex-
comunin mayor. Este era entonces el gran argumento de la
Iglesia, dasde el Vaticano a las colinas d,e Quktil, y su efica-
cia era igual en todas partes. Manso como un cordero, el ca-
pitn del Buen Jess entreg en consecuencia los veinte du-
HISTORIA DE VALPARAfSO 549

ros. El cura levmt en el acto su ex-comunin, y el buque,


vuelto al gremio de las cristianoe, lanzse libre a las olas. Fn
de esta suerte aquella ocasin la primera en que el buen Jess
se hall excomulgado, por iin simple cura, y tan slo por el
valor de dos cndores de oro (1).

XVI

Tal era Valparaso como colonia, como casero, como fon-


deadero, como pueblo, en fin, en los primeros aos del siglo
XVIII. CAbenos ahora pasear una rpida nirada sobre su
organizacin poltica y edil, sobre sus altares y ministros, so-
bre su socialidad, en fin, en sus diversas faces, desde la ma-
trona al esclavo, desde la recatada duea al libertino mari-
nero.

(I) Algunos armadores de Lima y entre otros don Juan Traslavia, due-
o del navo S a n Francisco de Paula y de la fragata Coniepcidn, don Fran-
cisco X. Cuadra, que lo era del S a n Francisco Xavier, del Santa Cruz y del
Jess Maria, y otros, intentaron un juicio contra el cura Velsquez de Co-
varrubias a fin de exonerarse de aquel pago, a cuya demanda se adhirie-
ron ms tarde todos los navieros del Callao. Pero aunque la Audiencia de
Chile declar que no deba cobrarse aquella cuota, apel el cura, y fuese por-
que se hallase razn, o porque interviniese el Santo Oficio por su familiar,
lo cierto es que esa extraa contribucin martima continu6 pagndose
hasta 1810. Segn Carvallo, a fines del sig!o pasado y en tiempo del virrey
Guirior se intent volver a abolirla, pero no se llev6 a cabo este propsito
por la pobreza de la dicesis de Santiago, cuyo obispo, sin embargo, ganaba
a la sazn no menos de veinte y cinco mil pesos, tan solo por la cuarta de&
mal.
Los antecedentes de la excomunin del B u e n Jess se encuentran origi-
nales en el archivo de la Curia de Santiago, SI es que no han desaparecido
(como desaparecern algn da todos los archivos de Chile) en el incendio
de su edificio el 5 de Diciembre ltimo.
CAPITULO X X X I

LA SOCIEDAD

Desde que la caleta de Valparaso haba sido transformada


en plaza de guerra por el presidente Garro, y merced a los
bucaneros, en 1682, sucedironse, hasta cerrar el siglo de su
inauguracin, no menos de cinco gobernadores.
De los dos primeros, el capitn don Francisco de la Carre-
ra y su primo el almirante don Pedro de Amasa e Itur-
goyen, tenemos dada ya la suficiente noticia. Respecto del te7-
cero, el gemeral don Francisco Mardones, slo sabemos que lle-
n aquel puesto por la poca en que ocurri el naufragio de la
Begon (1695). Fu el cuarto en la serie el alcalde de San-
tiago don Pedro Gutirrez de Espejo, altisonante caballero,
que parece gobern con un carcter provisorio durante el ao
de 1797, y es el mismo que hemos visto figurar diez aos
antes (1687) como empresario de armador en la compra de
una fragata en Lima.
E n cuanto al ltimo funcionario que se recuerda del siglo
XVII, llambase don Antonio Miguel Gmez de Silva, hijo
del bravo soldado y presidente de la colonia de este apellido,
cuya vida dejamos en otro lugar recordada, y hermano del
desgraciado caballero que se ahog en el naufragio del Santo
552 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

Toms. El ltimo documento oficial en que hemos visto figu-


rar su nombre en los archivos de Valparaso, tiene la fecha del
5 de Junio de 1700 ( 1 ) .

I1

Pero quien inaugur verdaderamente el siglo de que nos


ocupamos fu el noble caballero limeo don Matas Vsquez
de Acua, Gndara y Zorilla, segundo conde de la Vega del
Ren, cuyo ltimo vstago fu uno de los prceres de la inde-
pendencia del Per en 1820.
Haba nacido aquel personaje en Lima el 24 de Febrero
de 1675, y servido despus con brillo en las fronteras de Chi-
le corno capitn de lanzas. E n premio de su carrera y de su
noble alcurnia, dironle, cuando era todava adolescente (pues
tal se consideraba en esos aos un mozo de veinticinco aos),
e! gobierno militar de Valparaso, que por lo comn fu pues-
to y honra de hombres ancianos ( 2 ) .
Inici su administracin el capitn Vsquez de Acua el
20 de Abril de 1701, y se separ de ella despus de un pero-
do de cinco aos que no ofreci incidente alguno de inters,
excepto que en su poca comenz el comercio francs por
el Cabo de Hornos.
El 1.9 de Octubre de 1706 entreg la insignia dje auto-
ridad a su sucesor, y dos o tres aos ms tarde dirigise a su
pas natal. Fu all corregidor de la provincia de Castro Vi-
-_
(1) Kinguna de las laboriosas investigaciones a que nos hemos consagra-
do para comprobar debidamente esta historia, nos ha exigido mayor es-
fuerzo que la de reconstruir la serie de los gobernadores militares de Val-
paraso, desde la ereccin de este destino en 1682 hasta 1811, en que &-
tualmente cesaron despus de un dominio supremo de ciento veinte y nue-
ve aos. No haba indicaciones. ni nombres, ni pocas, nada, en fin, excep-
t o tres o cuatro mil legajos y papeles, que era preciso registrar uno por uno.
Pero mediante un paciente trabajo, verificado a la vez en los diversos ar-
chivos de Valparaso y en los de Santiago, nos lisonjeamos con haber Ile-
gado a establecer con tody precisin IR. serie completa de aquellos funcio-
narios, tan importante en u;, iihro de esta especie. Puede haber algn error
de das o de meses en alguna fecha; talvez hemos omitido uno o dos interi-
natos; pero del conjunto, estamos completamente seguros, como podr
verificarse en la lista completa que de aqullos publicaremos en el lugar
oportuno.
(2) Esta circunstancia est comprobada por las firmas de la mayor par-
te de aquellos funcionarios que revelan un pulso dbil y en muchos casos
trmulo.
HISTORIA DE VALPARAfSO 553

rreina (1718) y muri en Lima, a la edad de sesenta y dos


aos, el 16 de Septiembre de 1737, desempeando, segn pa-
rece, el puesto de almirante del Mar del Sur, que pas a su
familia desde que se extingui la rama masculina de los Par-
do de Figueroa (1).
Ms imperecedera fama que la de sus hechos militares, em-
pero, gan el gobernador Vsquez de Acua por haber sido
esposo de una mujer santa, como hemos de referirlo en seguida,
sin omitir ninguno de los milagros con que aquella purific
esta tierra (nido hoy perpetuo de herejas y de herejes), mien-
tras fu gobernadora y angel tutelar de Valparaso.

I11

A Vsquez de Acua sucedic un gran seor feudal del Va-


lle de Quillota, don Toms Ruiz de Aza, natural de la pro-
vincia de Alava, en EEipaa, mayorazgo del vnculo de Caa-
da Hermosa (Purntun y Meln) y deudo inmediato de los
Carrera y de los Amasa por el gran tronco comn de los Itur-
goyen ( 2 ) . Era tambin por esta ltima rama pariente prxi-
__-
(1) La lnea de varones de la familia Vbsquez de Acua, se extingui a
su vez, y en consecuencia su ttulo se asoci, por una rama femenina, a los
marqueses de Sierra Bella, hoy da la familia Concha, de Lima. Se nos ha
asegurado que sta conserva, en su casa solariega el retrato de don Matas
Vdsquez de Acuna, de cuerpo entero y ataviado con la magnificencia que
corresponda a un conde y almirante del Mar del Sur. El gohcrnador Vs-
quez de Acuiia haba entrado en posesin del condado en 1721, por muerte
de s u madre doria Josefa Zorrilla.
(2) Don Tom:is Ruiz de Aza cas con d o h Mara Amma, hij? del ya
clebre Pedro de Amasa, almirantc y gobernador de Valparaso. y por
aquel matrimonio se hizo dueiio del vnculo de Piirutun, que se denominabs
entonces Lo Aviosa. I?s se extingui la lnea masculina de esta poderosa
familia, porque don Perlro s61o tuvo un hijo de su propio nombre, que fu
clrigo. Vinieron tambibn de Espaa con don TomAs Ruiz de Aza tres so-
brinos vi;;cnnos, llamados el uno, Landa, de donde procede la familia Ii-
guez; el oiro Vivar. tronco materno de la familia Ovalle; .y el tercero don
Bernardo Luco y Aragn, fundador este ltimo de las diversas ramas d e
este nombre y de las bodegas que, b a j o los auspicios de su to, dijimos ha-
ba construdo en Valparaso. El cahdlero Landa, a cuys familia cl viajero
Lafond (que residi en casa de uno dc sus descendientes en 1822) atribuye
un origen francs, probablemente, edific otra bodega, que pas despus
a sus sucesores (la familia Iiguez), la cual conserva todava la ltima en
la calle de la Aduana, bien que transformada.
Fuera de stos el gobernador Aza es ms digno de memoria por su des-
cendencia que por su persona, pues adems de los tres prolficos sobrinos
ya nombrados, di6 vida a dos chilenos iltistres: el clebre don Pedro Felipe
554 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

mo de afinidad con su antecesor, cuya mujer fu hermana de


la suya. Y de esta suerte se deja ver que Valparaso (como
Quillota o Combarbal, por ejemplo, durante el rgimen de la
repl-lica) no fu una administracin sino un feudo. Los gp
bernadores Carrera, Amasa, Vsquez de Acua y Ruiz de
Aza, fueron los usufructuarios feudales de aquella heredad
pblica; y esto est poniendo a lo vivo en evidencia que nues-
tra actual oligarqua administrativa no es un mal de ayer si-
no un legado de lm siglos.
Por lo dems, el gobierno de Ruiz de Aza no dej memo-
ria de particulares novedades. E r a un hacendado, y acaso
administraba el puerto desde su avio de pellones, como ma-
nejaba en el inmediato valle sus peonadas. En otro lugar di-
jimos que una de las cartas all citadas de los arriadores de
Mendoza estaba dirigida a su persona, no sin cierta llaneza
de familiaridad, aunque el ganadero, felicitndole por su pro-
mocin al puesto de gobernador de Valparaso, aada que
esperaba verle en u11 da no lejano en la poltrona de los pre-
sidentes de Santiago. .. Mas para hacer cabal justicia a este
delicado cumplimiento es preciso no olvidar que los Aza te-
nan hermosos campos de engorda, y que las vacas solan llegar
desmedradas de su peregrinacin por los Andes.. .

IV

E n pos de un hacendado tom las riendas del gobierno mi-


jitar de Valparaso un mercader. Fu don Jos del Portillo
y Oreasitas, a quien hemos visto Rmatar los derechos reales
de alcabala en 1806, y cuyo nombramiento (nico que hemos
--
de Aza, arzobispo de Bogot, y el no menos conocido don Toms de
Aza, fundador de la Universidad de San Felipe en Chile.
E n todo lo dems, el gobernador vizcaino era un hombre parecido en lo
testarudo a todos los vizcanos. Y todava, despus de casi dos siglos,
una noble dama que ha vivido cerca de la mitad de ellos, llenndolos con
su gracia, su belleza y su talento, la seora doa Constanea Corts y Aza,
recuerda haber odo a la hija poltica de aquel magnate (e ilustre abuela su-
ya) doa Constanza Marn de Poveda, marquesa de Caada Hermosa, co-
mo por mero hbito don Toms Ruiz de Aza se opona a todo, excepto
a lo que le deca .SU hijo el arzobispo,.
HISTORIA DE VALPAF~A~SO 555

encontrado en esa forma) se encuentra mgistrado en los librm


del Cabildo de Santiago, con fecha de Marzo 15 de 1709, da
en que prest su juramento (1).

a
Al fin, despus de aquella serie vulgar, encontramos de w-
or de los castillos y de la plaza de Valparaso a u n soldado
distinguido : don Juan de Covarrubias, capitn de Flandes,
hermoso y cumplido caballero que reciba a los navieros y capi-
tanes franceses con la dignidad de u n hidalgo bien nacido y
hablndoles su propio idioma como si fuera su nativa lengua.
Esto cuenta de l con no disfrazado elogio el custico Fre-
zier, que no perdona sin dardos n i aun a las ms altas figuras
de la jerarqua colonial. Pero fuera de esa noble consagrn-
cin de su mrito, y de la estampa frecuente de su nombre,
que encontramos en los archivos en varios autos insignifican-
tes de la poca, todo lo dems S u n misterio en aquel pres-
tigioso funcionario. Es acaso aquel ilustre chileno de quien
cuenta Nolina, adquiri tanto renombre en los ejrcitos de
Luis XIV durante la Guerra de Sucesin y cuyas proezas pa-
g el rey con el bastn de mariscal de Francia?
E n cuanto a nosotros, poca duda nos queda de esta identi-
dad, bien que no hayamos alcanzado de ella suficiente com-
probacin ( 2 ) .

(1) Portillo era natural de Vizcaya, corno el mayor nmero de los penin-
eulares que vinieron a Chile durante el siglo XVIII, y dej sucesin en Chi-
le, pues una hija suya, doia Mara Loreto del Portillo, cesse m i s tarde con
el tesorero real y corregidor de Santiago don Pedro de Caias Trujillo, na-
tural de Espaa y fundador de la familia que lleva todava el primero de
esos apellidos. Constan estos datos de uno informacin sumaria que en
1761 rindi el presbtero don Pedro Ignacio Caas Portillo, hijo de los pre-
cedentes, solicitando permiso para pasar a Espaa en demanda de algn
beneficio, y embarcandose de capellin en el navo el Pzlar para pagar SU
pasajc con misas y sermones. T de esta suerte, el buen clrigo haca de
una va dos mandados, como otros que han ido ms tarde con pasaje libre
y plata para el viaje.. . (La informacin citada se encuentra en el archi-
vo de la Curia de Santiago).
(2) Molina s61o menciona este nombre y su alto ttulo, sin entrar en nin-
gn pormenor. Otro tanto practica con el clebre don Fernando Irarrd-
zabal, hijo de Santiago, que fu marqus de Valparafso en Espaa y W r e y
de Navarra. Nosotros encontramos en la Biblioteca Real de Madrid u m
hoja de servicios indita de este gran soldado y compatriota, cuyo cuerpo,
a juzgar por la relacin de sus heridas, debi parecer un arnero; m8, ha-
556 OBRAS COMPLETAS D E VICUA MACKENNA

De todas suertes, don Juan de Covarrubias no puede ser


sino hijo de aquel noble caballero, corregidor de Concepcin
en tiempo del presidente Henrquez, de quien hemos hablado
en la Historia ck Santiago, y cuyo nomhe era Alonso Vels-
quez de Covarrubias. Casi igual seguridad abrigamos de que
el no menos venerable cura de Valparaso, ya varias veces re-
cordado, don Juan Velsquez de Covarrubias, fu hermano
del corregidor, y to, por consiguiente, del capitn de Flandes
y en lseguida mariscal de Francia.

VI

A don Juan de Covarrubiaa sucedi en 1714, y talvez por


haberse dirigido aquel a Europa, su hermano o primo don
Antonio Velsquez de Covarrubias, capitn de lanzas, que es
cuanto sabemos de l, adems de su parentesco con el cura
prroco.
Y aqu hay una nueva confirmacin del espritu oligrqui-
co de nuestra manera de ser poltica, no menos que de la per-
severante influencia sacerdotal en las cosas de provecho de es-
te mundo. Al menos, no sera (en la Colonia como en la Re-
pblica) el cura y comisario del Santo Oficio don Juan Ve-
lsquez de Covarrubias, el nico prelado que hubiese hecho
gobernadores a dos sobrinos suyas.

F u el sexto gobernador de Valparaso, despus de los dos


Covarrubias, el capitn espaol don J u a n Bautista Tobar del
Campo, el mismo que hemos dicho, invocando el testimonio
de La Barbinais, haba comprado en 1715 aquel lucrativo

biendo enviado la copia clue de ella hicimos a uno de sus sucesores, no nos
ha sido posible tenerla a la vista para reproducirla. s610 podemos, en con-
secuencia, recordar que el marqus de Valparaso era gobernador de Ceuta
en 1695. Las antiguas gacetas de,Madrid que se publicaban con el ttulo
de Noticias Extraordinarias, en su nmero del 17 de Mayo de aquel ao,
refieren una valerosa salida de la guarnici6n de aquella plaza contra los
moros que la asediaban, el 6 de aquel mismo mes, en la cual, de seiscientos
hombres que la ejecutaron bajo las rdenes del marqus, quedaron fuera
de combate sesenta y seis soldados. Entre los muertos figura el general don
Pedro de Urbina que mandaba una de las columnas contra los sitiadores.
HISTORIA DE VALPARAfSO 557

puesto por la suma de veintiocho mil pesos fuertes, en lo que,


sea dicho de paso, no hizo negocio de cuenta por la inespe-
rada emergencia de la expulsin de los franceses. Aade aquel
viajero, adems, con la soltura de lengua propia de su raza,
que a su paso por Valparaso, en Mayo de 1715, hall al in.
feliz gobernador en manos de dos cirujanos de la baha, pa-
gando bajo sus lancetas sus pecadillos de galantera. Bien que
sea mas caritativo creer que si en Chile cupo a su seora cum-
plir la pena de aquellos, la cuZpa pudo traerla consigo desde
lejos.
El gobernador Tobar dej su puesto en los ltimos das de
Enero de 1725, pues con fecha 31 de lese mw encontramos una
escritura autntica por la cual se constituye en su fiador, para
las resultas del juicio de residencia que conforme a la ley
iba a segursele, el alfrez don Jos Fritis. Parece tambin que
el poco afortunado gobernador se dirigi inmediatamente a la
Pennsula u a otro punto de las Indias, porque al da siguien-
t e (Febrero 1 . 9 de 1725) otorg un poder amplio para r e p r e
sentarle durante el plazo de la residencia, al capitn don Da-
min de Noguera, sndico de San Francisco y el homl-re de
todos los litigios de la poca (1).

En el puesto de Tobar del Campo entr inmediatamente un


soldado, al parecer de mrito comn, aunque probo y cum-
plidor. Fu ste el capitn de infantera don Jos de la Torre
Verdugo, que era todava gobernador militar de la plaza el
ao de 1735, por lo cual su perodo (diez aos) fu el ms
largo de cuantos llevamos recordados, y equivalente, al menos,
al de cinco de los otros.

Ix
E n cuanto a las autoridades espirituales de Valparaso du-
rante la poca a que hemos venido refirindonos en los lti-
mos captulos, y que alguna vez compartieron con las civiles

(1) Archivo de escribanos del notario Navarrete.


558 OBRAS COMPLETAS DE YICTJA MACKENNA

el imperio de la tierra y aun del mar, nos contentaremos con


reproducir la nmina de BUS curas prrocos, segn m u l t a do
los propios libros que en el trascurso de cerca de u n siglo
haban formado y que aun existen (1).
Dijimos en otro lugar, en efecto, que el primer cura de
Valparaso propio y residente (aunque se llamase forneo)
haba sido el doctor don J u a n de Olivares y Vsquez, natural
del Almendral, ese villorrio rstico que era para el Puerto i:
aquella poca lo que es Quillota hoy da ( 2 ) . Y como habre-
mos de hablar de ate ltimo por separado, tendremm ocasin
en el prximo captulo de decir algo ms sobre la. virtud de
aquel digno sacerdote.
Por ahora nos bastar aadir que desempe su ministerio
con general encomio de los fieles durante diez y nueve aos
(1658-1667); que fue declarado bienhechor por los jesuitas,
aunque despus le acuBaron calumniosamente de Zadrn de
cartas, y por ltimo, que en 1704 era cannigo en la Catedral
de Santiago.

Sucedile en la cura de las almas cristianas y en la de las


gavetas de los navos, a virtud de la famosa cuota &.los vein-
te pesos que dejamos necordada, el doctor don Bartolom Hi-
dalgo, y en pos mya don Joaqun de Morales. Figurabaa

(1) Archivo de la Matriz de Valparaso citado en el Prefacio. E n su lu-


gar respectivo insertaremos la nmina completa de estos funcionarios du-
rante la colonia y la era republicana.
(2) E n esto no hay figura. En 1730 deca el padre fundador de la Mer-
ced en el Almendral, fray Jernimo de Vera, en cierto libro de apunte que
tenemos a la vista, que no sindole posible ir al puerto, se diriga a Santiago,
sin llevar ciertos papeles indispensables, tal era entonces la distancia de
aquel por las arenas y los cerros. Tan marcada, a la verdad, era aquella
separacin de las localidades, antes de los mnibus de 1840 y de los carri-
tos de 1863, que jamb se habla del Almendral en los documentos pblicos
como de un arrabal de Valparaso, sino como de su jurisdiccin, asf como
antes se deca del ltimo que era ajurisdiccin del corregimiento de Qui-
Ilota.. Aun en las relacioncs privadas se dejaba ver esta honda separacin,
y muchas cartas hemos visto, aun de principios del presente siglo, con el
rubro del Almendral y dirigidas en el sobrescrito a V d p a r a i s o... La Cueva
del Chivato y SUS imbunches, sobre lo que escribi una novela el ms clebre
de nuestros publicistas, era en esos aos, entre el puerto y la caleta, algo como
hoy los Andes entre San Felipe y Mendoza, o el puente de los Maquis en-
tre Valparaso y Santiago.
HISTORIA DE VALPAFtAfSO 559

wtos ltimos entre las ms altas dignidades de la dicesis de


Santiago en los primeros aos del siglo siguiente, en calidad
de chantre de la catedral, el primero, y de tesorero el se-
gundo (1704).
A Morales reemplaz el memorakle don Juan Velsquez de
Covarrubias que fu cura de Valparaso por cerca de medio
siglo (1678-1720) y en seguida, como interino, don Juan Cor-
baln y Gatica (Agosto 14 de 1720) ; don Francisco Martnez
de Aldunate, clrigo de nobilsima alcurnia (Octubre 1 . 9 de
1721); don Jos Rojas y Amasa, del gran feudo de Caada
Hermosa, de cuyas haciendas era encomendero (1) (Abril 17
de 1729), y por ltimo, don Jos Pozo y Silva (Noviembre 29
de 1730). E r a este ltimo, sin duda, deudo inmediato del obis-
po Pozo y Silva, natural de Concepcin, que tan elevado nom-
bre adquiri bajo la mitra colonial como sabio, como santo y,
sobre todo, como chileno.

XI

Pero entre todos estos santas varones, que sin duda cum-
plieron dignamente su ministerio administrando los sacramen-
tos por sus respectivas tarifas, slo nw parece digno de ser
encomendado a la posteridad el venerable don Juan Velsquez
de Covarruk,ias, verdadero patriarca de Valparaso antiguo,
porque a la vez fu cura forneo de su puerto y seor feudz-
tario del Almendral, como oportunainente ha de verse.
E r a sin duda aquel eclesistico, hermano del corregidor don
Alonso Velsquez de Covarrubim y, como ste, haba nacido
entre los patricios y conquistadores de Santiago. Muy joven
fu sacerdote y cura prroco, talvez mediante poderosas in-
fluencias de familia. Pero no por eso la crnica espiritual
de la localidad ha de juzgarle menos acreedor al respecto
de sus feligreses, por m virtud, su caridad y su largo y ben-
fico gobierno. Dice de l el franciscano Feuille que era alto,

( 1 ) Consrvase todava en una parte de las tierras de aquel vnculo, fron-


terizas a la CaZZe Larga de Quillot,a, y ro de por medio, el nombre de este
presbtero (Lo Rojas). E n el archivo de los escribanos de la ltima ciudad
hemos encontrado tambin con frecuencia su nombre, especialmete con
motivo de la venta de un negro que hizo a un vecino de aquella, el 25 de
- Enero de 1723.
560 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

corpulento, hermoso de rostro, afable con los extranjeros, ins-


trudo en todas las cosas de su ministerio, y aade que nuii-
cz se conversaba con l sin aprender algo que antes se igno.
raba, cumplimiento insigne en un sabio europeo dirigido a un
sacerdote que viva humilde y solitario entre los barrancos de
una caleta perdida en el Ocano. Se recuerdan, por otro ttu-
lo, muchos rasgos de su desprendimiento personal; su esiV:i
a los jesutas del terreno en que edificaron su Residen&, sus
donaciones a los pobres de pisos para vivir en las quebradas,
y la enajenacin que por motivos de piedad hizo de sus po-
sesiones en el Almendral algunos aos antes de morir.
E n medio de todo esto, divsase como una sombra el lance
de la excomunin del Buen Jess en 1703; pero acaso en ello
no fu llevado de codicia vil, sino del estmulo de las prerro-
gativas, que ha sido siempre, sino el primer deber, el primer
afn de los eclesisticos de Chile mantener ilesas. E n cuantu
a la casi secular duracin de su administracin parroquial,
consta sin incertidumbre que se prolong6 desde 1678 hasta
1720, pues en aquella primera fecha (Junio 8) otorg u n po-
der, titulndose ya cura forneo, para que le representase en
Santiago el alcalde don Pedro Prado y Lorca; y respecto del
ltimo plazo, lese todava su trmula firma en los asientos
de los libros anteriores al mes de Agosto de aquel. ( 1 ) .

XI1

En cuanto a la vida que bajo la blanda mano de aquellos


poderes amigos (dura solo sobre la quilla de los buques y de
su gente, como cosa forastera), llevaban los habitadores de las
quebradas del Puerto, debi ser de infinita quietud. No haba
nada bajo del cielo que hiciera sombra a aquel letargo, ex-
cepto las higueras y los almendros. El charqui, el seto y el tri-
go constituan el gasto de todas las tertulias, y cuando a l g h
chisme asomaba sus cien lenguas por entre las cortinas de re-
catada recmara, era siempre o sobre la quiebra de un bode-

(1) Segn esto, el trmino fijado por nosotros es s6l0 el mnimum de la


duracin de aquel ejercicio. Por consiguiente. pudo extenderse a mucho
mayor tiempo.
HISTORIA DE VALPARAfSO 561

guero, o el traspaleo de otro o la bota que estaban haciendo


del gorgojo a lo largo de la playa.
La marina interesaba poco a aquellas buenas gentes, porqw
miraban el ocano bajo un solo prisma: el del mareo. Y es p r e
cis0 confesar que esta herencia ha sido trasmisible, y se conser-
va intacta todava, especialmente allende las colinas. Gusta-
ban hablar de Lima y de su Corte, porque como era aquel ei
punto de sus expendios y una aspecie de mercado domstico
para sus negocios, mantenan all correspondencia, deudas y
afecciones. No mirakan, empero, con igual simpata los viajes
y expediciones de ms all del Cabo, y al contrario admirii-
banse, en su oscura simplicidad, satisfecha con un trapa y con
un pan, que hubiese razas de hombres capaces de tirar su vida
a las alas por la expectativa de un remoto e incierto provecho.
Juzgaban, pues, ese camino a la fortuna no solo temerario
sino innoble. S e habran credo deshonradas, dice a este
prop%ito uno de aquellos negociantes, si se hubiesen visto for-
zados a emprender navegaciones como las nuestras, y nos re-
prochaban cmtinuamente nuestras empresas, diciendo que una
nacin que hace viajes tan largos, no puede ser compuesta sino
de gentes miserables que buscan en otras tierras lo que no
pueden procurarse en las suyais propias ( 1 ) .
Tales eran las ideas de comercio que prevalecan entre nues-
tros sabios antepasados !

XI11

Sin embargo de aquella letal monotona, con los calores del


esto cokraba el puerto cierta inusitada animacin, llegando
por mar algunos centenares de marineros y tratantes, y de
los campos igual nmero de arrieros y de mercaderes. De
tiempo en tiempo, all cuando los ardores de cinco o seis ea-
nculas haban secado la piel de algn oidor o de su augusta
Bsposa, de algn mayorazgo o marquesa, solan descender tam-
bin por el cerro de Carretas, acostadas sobre un promontorio
de petacas y almofrjes, las familias santiaguinas en deman-
da de las brisas y ablusionas del mar.

(I) La Barbinais, obra citada, t. 1.0, pg. 51.


Historia de Valpardso 36
562 OBRAS COMPLETAS DE VICURA YACKENNA

P en tales casos, cada bodega se converta en un hotel, ni


ms ni menos como acontece todava en el Papudo y San An-
tonio, porque el amor a las bodegas es innato del chileno, co-
mo que es hijo del trigo y las cecinas. Preferanlas, por t m t o ,
a toda otra mansin, al menos por el precio. A la verdad, en
aquellos aos, toda familia bien colocada en el crculo aristo-
crtico de la capital deba tener su retazo de bodega veranie-
ga en el puerto. Esto era tan indispensable como es hoy dia
nn palco comprado a perpetuidad, sin lo cual el tono de la
casa se desafina hasta tocar en lo plebeyo.
E n esas circunstancias Bola tambin alguna vez organizarse
por la gente forastera y de buen humor algn sarao a la som-
bra de un bosquecillo en las quebradas, un paseo a voltejear
en la baha, o un esquinazo de bodega en bodega, pasadas las
horas de la queda. Y aqu debemos recordar que la queda de
Valparaso no se daba por campana sino disparando dos ca-
onazos, a cuya seal los soldados acudan al castillo y los ve-
cinos a sus camas.
La queda, menos sus romnticos misterios, subsiste todava
en esta ciudad como una tradicin nica, y esos estruendos
de can de prima noche son todava sus seales. En las otras,
apenas si se conserva el toque montono de las ocho, la hora
de las nimas del purgatorio, y en las ms privilegiadas, !2
de la retreta, que es la hora de las nimas que andan penando
en vida.. .

XIV

En una que otra ocasin se vi tambin alguna lbrega bo-


d,ega transformada en alegre teatro, teniendo los espectadores
por asiento los costales, y representndose por un solo sexo co-
medias u autos sacramentales de una monotona capaz de ava-
sallar el ms rebelde insomnio. Cuenta un cronista que los ve-
cinos de Valparaso, Egocijados por el nacimiento del primer
hijo del gokernador Acua en 1702, le obsequiaron con una
de esas mortales diversiones, cuyo pasatiempo haba intro-
ducido el presidente Marn de Poveda, no sin graves escn-
dalos y protestas, importndolo de Lima, donde ya a la sazri
HISTORIA DE VALPARAfSO 563

haba un teatro permanente ( 1 ) . Puco me tarde, maravill6-


base aquella corte con los acordes de la msica de pera y sus
coros, pues se cantaron stos, segn Peralta, en la canoniza-
cin del arzobispo de Lima, Toribio de Mogrovejo, as como
en el palacio de Caste1 Fuerte se bailaba por esos mismos das
acompasadas y solemnes contradanzas. Y de aqu resulta que
las peras y los bailes de saln no son cosa tan nueva como se
ha credo en nuestro suelo ni en su vecindad.

xv
All por la jura de un rey, o la notificacin oficial de que-
dar en cinta una princesa, sola tambin correrse toros en la
plazuela de San Francisco, como los que presenci Frezier,
sirviendo de anfiteatro para los espectadores la esplanada del
cerro, que todava se ve a trechos descubierta. Mas, a juzgar
por lo que refiere el crtico francs, ms que bestias bravas,
parecan aquellos los bueyes que .llegakan cansados por el ea- '
mino de carretas, porque los chulos voluntarios, aun jinetean-
do sobre su lomo con espuelas, apenas llegaban a excitarlos.

XVI

Ms lucidas eran las procesiones, los aguinaldos y otras fies-


tas del culto, mitad gentil mitad cristiano de aquella edad
sencilla en que el indio era el verdadero adorador de los mis-
terios, y el sacerdote otro misterio para su credulidad y su res-
peto. Flrezier, que tuvo ocasin de presenciar las fiestas del
Rosario en Octubre de 1712, y las de Semana Santa en el a50
siguiente, nos ha dejado una viva pintura de aqu,ellas ce-
remonias impregnadas de un pintoresco paganismo, cuya ms-
tica orquesta consista en una harpa y dos vihuelas, alternn-

(I) He aqu cmo se da cuenta en un libro publicado en Lima en 1815


y del que hablaremos ms adelante, de este acontecimiento: CEmpeza-
ba a mostrarse doa Catalina (la esposa de VSsquez de Acua) fecunda
en su matrimonio, y aquella nueva fu muy plausible entre el vecindario
de Valparaso. Prueba incontestable de lo bien quistos y queridos que se
hallaban los gobernadores. No se contentaron con los parabienes y demos-
traciones de cario y gozo que suelen emplearse en tales lances. Luego que
doa Catalina convaleci de las molestias de su primer parto, se trat
de festejarla: y entre otras c o w , se prepar una comedia en su obsequio,.
564 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACICENNA

dose a la puerta de las iglesias los bailes de zapateo y las to-


nadas lascivas, en presencia de los santos. Con ms respeto,
cuenta el despreocupado viajero, celebraron la pasin, hacien-
do pasos en que, por medio de resortes escondidos, sacaba la
virgen el cuerpo de su hijo de un sepulcro de oro, y enjugando
la san,% de su rostro, aplicaba el sudario al afligido suyo. Em-
pero, y a fin de que no todo fuera sublime, los padres de San
Agustn confirieron en aquella ocwin el honor de cargar las
llaves del 6agrari0, durante las horas mortuorias del viernes
santo, al capitn Duchesne-Battas del S a n Jos. Llevla ste
suspendida al pecho por un cordn de oro, y como era de regla,
correspondi la fineza con unas cuantas marquetas de cera y
otros presentes. Ese haba sido el misterio del misterio.

XVII

No habla, por lo dems, con gran encomio de los monjes de


nuestra costa el ingeniero de Luis XIV, y aun por va de ejem-
plo, para evidenciar su estilo y su ingenio, cita cierto sermn
que oy a un domnico en Talcahuano el da de la fiesta de su
patriarca. Segn su tema, Santo Domingo y San Francisco
fueron en el mundo como Cupido y Antero, y en seguida, por
exaltar la excelsa posicin de amkos en el lempreo, aadi
que cuando lleg el ltimo al cielo, la virgen no hall sitio
de bastante honor para su gloria y le sent entre Ella y el
Padre Eterno, repitiendo igual obsequio cuando toc el turno
a. su santo fundador, a cuyo fin la virgen hzose a un ladito,
como si anduviera en un carrito urbano. (1).
No es menos carmterstico de aquellos tiempos el lance que
ocurri a Le Gentil en una controversia teolgica que tuvo ln-
gar en el claustro de San Francisco de Lima. Porque habien-
do sometido un fraile a su dictamen cierta proposicin teol-
gica, segn la cual resultaba que San Francisco, antes de las
cinco llagas, jams pudo pecar mortalmente, y despus de las
llagas ni venialmente, habiendo insinuado el francs que esto
n o era fe, enfurecise el ergotista y amenaz con llevarlo al

(1) Frezier, obra citada, pg. 51.


HISTORIA DE VALPARAfSO 565

Santo Oficio sino se retractaba en el instante, como lo hizo (1).


E n aquellos tiempos bien poda mirarse con comparativa
indulgencia una blasfemia contra Dios o los Apstoles, pero
lo que era San Francisco, por ejemplo, ay del que no besase
su cordn ! Aun para los telogos, que haban extraviado hasta
el delirio el criterio de los hombres y hasta el de los maestros,
como el divino Toms y el sutzl Scoto, eran semidioses que na-
die sera osado profanar. Soi escotista hasta morir ! (pour
la v i e ) deca al Fenedictino Don Pernetty, fraile de Monte+
deo, posedo de un vrtigo de entusiasmo, en una diacusin
de teologa. Y la cuestin de hoy no sera saber si habra de
merecer la vida un ergo o un quoque teolgicm, sino saber si
hubo alguien que entendiese jams las sutilezas del monje es-
cocs. Oh!, exclamaba Frezier aburrido de no or hablar sino
dc milagros y dc procesiones, ccs penples, en fait de religion,
sont dun esprit f o r t epais.

H a llegado ya el instante oportuno de introducir al cono-


cimiento de esta pecadora ciudad de Valparaso, la memoria
dc una santa que le pertenece toda entera, como la virgen de
Puerto Claro, acogida en su fundacin como su primera y le-
gtima patrona.
F u aquella, segn lo dejamos insinuado, la esposa del go-
bernador Vsquez de Acua, doa Catalina de Iturgoyen y
Lisperguer, nieta por una estirpe (la materna) del clebre
J u a n Rodulfo Lisperguer, y descendiente por la otra, de los
Amasa ( 2 ) .

(1) Le Gentil conserv la frmula de aquella curiosa proposicin, que ha-


bria sido una verdadera hereja sino fuera simplemente una necedad, y es
la siguiente:
cDivus Franciscus, Pater noster, ante suscepta vulnera non potuit peca-
re mortaliter et post illorum susceptionem, nec venialiter quidem>.-(Le
Gentil, obra citada, pg. 106). Segn esa frmula, no parecer a los crf-
ticm tan fuera de propsito, como algunos han credo, la divisin que Mi-
chelet hizo del reinado de Luis XIV, clasificndolo en dos perodos: antea
de la fistola, y despus de la fstola. La nica diferencia entre el santo y el
rey est en que ste, si antes de su Uaga pec muchas veces mortalmente,
despus de la fstola pec como un verdadero condenado.
(2) Obra citada, pg. 31. Para milagros no hay ms que abrir cualquier
libro de la poca. Entre otros Peralta, como creyente, y el corsario Wooder
Rogers, como incrdulo, citan innumerables.
566 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

xx
Naci aquella buena seora en Santiago el 6 de Mayo de
1685, y fu oriunda, segn se ve, de aquel ncleo colonial de
fortuna, de prestigio y de alcurnia que lestuvo concentrado
oerca de dos siglos en los Lisperguer, los Amasa, los Carre-
ra, los Aza y otros pocos apellidos colaterales de la aristocra-
cia colonial. Fu su padre don Pedro de Iturgoyen y su ma-
dre dofia Catalina Lisperguer. Bautizla el conocido jesuta
Nicols de Lillo, y fueron sus padrinos un caballero cataln
llamado don Pedro Delzo y doa Juana Sagredo. Detalles trr
dos indispensalcles en la vida de una santa por la esperanza
que pudieran abrigar algunos en este cristiano pueblo de pru-
mover su canonizacin en Roma, aprovechando si ms no sea
el prximo Concilio y m s esplndidos gajes nacionales. . .
Como todas las santas, doa Catalina fu santita desde pe-
quea, y procedi en las manifestaciones de su virtud por me-
dio de una serie de martirios y contradicciones de la carne.
Para esto eligi desde temprano por modelo a Santa Rosa de
Lima, y a ejemplo suyo, lo primrro que hizo cuando ciinipli
12 edad de la razn, segn su biografa, fu arrancarse las pes-
taas, a fin de desfigurarse el rostro, que era hermoso. En
seguida procedi en todo por va de contrastes. Gustaba, como
legtima criolla, de los dulces en almhar, J- para mortificarse
confitaba guindas agrias en acvar y as se las coma; era afi-
cionada a las delicadas legumbres primaverales, y slo se sa-
ciaba con garbanzos revolcados en ceniza; se senta golosa del
mate, entonces en el apojeo de su moda, y lo beba en una
calavera de cristiano que ella llamaba su mate de marfil; ala-
bhronle en una ocasin las manos, y al instante, para afearlas,
metilas en una tasa de lega; el polvillo era su vicio favorito.
pero se abstena de su uso con tal perseverancia qiie el na-
rrador de su vida se atreve a asegurar que no pasaran de
siete polvos los que tom en su vida; sentase alguna vez,
especialmente en los das de gala y festividades, dispuesta a
ataviar con preseas su persona, y era cuando ms se oscureca
eligiendo las ms singulares medios de mortificacin fsica. En
la fiesta de la Santsima Virgen, dice el padre Rivadeneira
(pg. 53)) se untaba con miel las manos y la caza, y se reti-
HISTORIA DE VALPARAfSO 567

raba a lo ms excusado de la casa a buscar, puesta al 601, en-


jambres de moscas que la picasen, permaneciendo en este tor-
mento mucho tiempo.
Aborreca, por ltimo, como la virgen de Lima, la sola idea
de casarse; y como todo era en ella una sistemtica contraric-
dad, casse a la edad de diecisis aos.
Eligironle sus padres por esposo a don latas Vsquez de
Acua, a la sazn recin nombrado gobernador de Valparaso ;
1- establecida all, en medio de la soldadezca, en el fondo de un
castillo enmurallado y sombro, continu dando las pruebas
m& irrecusables de virtud y de sacrificio. E r a muy humilde,
dice su propio confidente ntimo, llana y sencilla en sus pa-
labras, modales y manejo. Fulo cn el vestido, tanto que pare-
ccra el que usaka despreciable aun en una pobre. Me la figu-
ro al contemplar su traje como a una criada de BUS mismas
criadas. Su camisa era de choleta; su faldelln de bayeta de
Cuenca; no usaba medias ni calcetas. Su manto muy llano:
de su saya deca graciosament que la quera por pobre y p i e r -
ea. Siendo as que era naturalmente limpia y aseada, que pa-
saba a melindrosa: ms ese genio se lo di Dios para que tn-
viese nias m h i t o . i i- cul era la cama de una seora condesa
de la Vega? i Confindase y avergncese la vanidad! Su cama
era de pellejos: sus sbanas dos jergas: al principio de lana
blanca; y porque le agradaban, pidi a su confesor se las com-
prasen de lana negra (1).

(1) V h s e la Hisforin de Si:r!tiogo y la vida de do5a Catdina Iturgoyen


puhlicaa cn Lima en 1821, bajo los auspicios de su bisnieto el sexto conde
de la V c p dcl Ken, don Matias V6squez Aciifix, uno de los mds activos COO-
peradores ::la indepenc!cncia del Per. Fu autor de aqulla el doctor don
o de Lima, mas como la redact6 teniendo
a la vis3 lj; zip q17.e de ella dejG su confesor, el prebstero
s referimos a In responsabilidad de ste,
como contr;r.por5mc, sokre 10s niilag , aparicimcs, etc. El ttulo con
que sc public4 cse cii.iosn li!)ro es cl siziiientc: d3reiie noticin de lz z d a y
virtudes de In seora tloiirc Ccctali:~aIturgogen Anmsa y Lisperguer, condesa
de la V-cgu del Rc;i,>.Esciblala c! seor doctor don Jos Manuel Bermbdez,
cannigo mcqijtral de la ssnta iglesia metropolitana de los Reyes.-Lima,
1821..
Parece giii Fe imp:irn3 slo en corto nmero de ejemplares y para cir-
culacin privada entre sus deudos. Los nicos de aquellos que hemos cono-
cido en Chile existen en poder de dos de sus descendientes, la seora doa
Pabla Recabarren de Eerboso, en Quillota, y del seor don Santiago Ta-
gle, en Santiago.
568 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

XXI

No eran men@ dolorosas las privaciones a que se someta


cuando los deberes de su misin de esposa de un gobernador
la obligaban a presentarse en pblico, y a meste propsito, en
un caso de concurrencia pblica, refiere el autor citado de su
vida (pg. 41) que no tuvo otro arlritrio para salir de aquel
apuro que tanto la fatigaba, que el de que us en ocasin pa-
recida, aunque no de igual gravedad, la incomparable Rosa
peruana: a cuya imitacin se refreg y estreg los ojos con
ajes o pimientos, libertndose de este modo de aquella con-
currencia, para ella tan impertinente e incmoda. Espectcu-
lo m u y del agrado de Dios y de asombro para los ngeles y los
hombres, en que, segn lais mximas del avengelio, por no es-
candalizar autorizando aquella accin, se expuso a perder los
ojos.
Aquella dura prueba tuvo, empero, una celestial compensa-
cin. Quedaron, en efecto. tan atormentados sus ojos, aade
aqul (pg. 42). qiic cstiivo a rimgo d e cccar, los dolores que
padeci fueron intolerables, y ella misma le asegur a su con-
fesor que necesit de un remedio supremo y extraordinario pa-
ra aliviarse de ellos. Mereci que la Santsima Virgen, que le
honraba con sus visitas, le mitigase aquellos insufribles ardo-
res con la leche de sus castsimos pechos, desvindose algunas
gotas a su boca y quedndole en el paladar por tres das una
impresin de suavsima dulzura. . .

XXII

Aparecasele tambin la Virgen en el cerro de la Cordillera


(qiic hoy ostenta ii sus pies. ay!, templos erigidos a Luzbcl),
con motivo a las frecuentes flagelaciones a que se entregaba
en oksequio de las nimas benditas. S. M. dice el padre,
refirindose al Altsimo y a su confesada, le haba dado a
entender que se disciplinase por ellas, y que con cada gota de
sangre sacara una alma. Alentada con esta promesa, hizo pro-
digios de flagelacin, y se habra sacado la ltima gota, si el
mismo seor que se lo mand no la hubiese contenido dicin-
dole: suspende, hija, que y a he cumplido mi palabra. Arrojse
- HISTORIA DE VALPARAfSO 569

entonces al suelo a pedirle a nuestro Seor licencia para pro-


seguir. Mas le sobrevino un gran desmayo, volviendo del cual
se hall en mano de la Santsima Virgen Mara, que con dul-
csimas palabras le expres vena a pagarle w earidad para
con las almas.
Pero no era solo Mara Santsima (cuyas visitas a nuestros
antepasados, si hemos de creer a los cronistas de otros siglos,
fueron sin cuenta ni medida) la que favoreca a la santa go-
bernadora con su presencia. Sola baarse en agua fra, y para
recobrar el calor, cuenta su bigrafo, cuando sala de ella se
disciplinaba con ortigas planta nzuy de su cario, desde que,
como se la declar a su confesor, cogindolas un da vi en ellas
al seor que las cultivaba y le signific le gustaban mucho por
que las usaka para mortificarse ( 1 ) .
Pero no era todo visiones del cielo en aquella vida de con-
tinuos y profundos contrastes del alma y del cuerpo. Tena
tambin el infierno sus horas de triunfo, y de stas Tamos a
dar sencilla cuenta copiando las palabras de su propio na-
rrador.
Este, dice Rivadeneira, hablando de las maldades de Sa-
tn en Valparaso (pg. 107)) le atorment mucho, ya maltra-
tndola corporalmente, ya tentndola y asustndola en formas
varias y horribles. Lleg su osada a sacarla de los brazos de
la cruz, donde oraba, dando con ella en tierra y golpendola.
Estando en oracin en la misma cruz, le estir los brazos so-
bre ella; diciendo era esto para ensearla a mortificarse, y
con el mismo pretexto le quit y arrebat otra vez la discipli-
na. En cierta ocasin, con un punta pie la arroj de un estrado
y en otra hubo de estrellarla contra un confesionario. Habase
puesto en oracin por humildad debajo de u n a cama, y fu6
tanta la rabia y furor de los espritus infernales que la SUS-
pendieron de pies y manos, atormentndola como en un potro.
Hulio vez, aade ms adelante (pg. 110, y poniendo ya
las pruebas en trminos de que todos los diablos parecan an-
dar haciendo de las suyas con la gente), en que se le pusieran
dos demonios en forma de escapulario, uno en el pecho y otro
a las espaldas, y la huko en que se hall con la saya llena de

(1) Rivadeneira, pg. 19.


570 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACHENNA

gatos infernales. Se vali tambin de alguna figura ridcula


para inquietarla, como cuando se le present con pao de ca-
beza muy de maana: &Qunovedad es esa?, le dijo la con-
desa con desprecio y risa. El trajin, contest, y las madruga-
das. ES verdad, repuso Catalina que la q w hicstes para
oponerte a Dios t e tiene tan malo: con lo que huy todo co-
rrido.

XXIII

Sin embargo, de tantas luchas y borrascas, el cielo fecund


con frecuencia el solio de la santa gobernadora; y en Valpa-
raso, entre otros hijos, naci el tercer conde de la Vega don
Jernimo Vsquez de Acua y otra santa mas legtimamente
portea que su madre. Aludimos a doa Catalina Vsquez de
Acua, cuya vida escribi el padre Baltasar de Mancada, y
quien, casndose a su vez en Lima, fii abuela del ltimo y fa-
moso marqus de Torre Tagle que nada tuvo de santo. Al me-
nos ni Bolvar ni Rodil habran querido canonizarlo.
Cumplido el plazo del gobierno de su esposo, la milagrosa
doa Catalina siguile en sus peregrinaciones por tierras apar-
tadas a la suya, hacindose a la vela para el Callo el 30 de
Septiembre de 1709. Residi en seguida en Castro Virreina
(1718) y despus en unas haciendas que tena en Pisco. All
falleci, digna de su vida, el 7 de AFril de 1732, a la edad de
cuarenta y siete aos, siguindole a la fosa con corta diferen-
cia su marido.

XXIV

Entretanto, para dar fin a esta p b ~ de


a ao cristiano, y sin
entrar en anlisis de mritos, ni de pruebas, ni de nada que
ataa a un proceso de beatificacin, para el cual no nos reco-
nocemos facultades, nos limitaremos a decir que doa Cata-
lina de Itiirgoyen, como Santa Teresa de Jess o la Ursula Su&-
rez, su contempornea en los claustros de Santiago, fu solo
una iluminada. Herona sublime en santidad, la llama, em-
pero, u n religioso de su poca, que no fu ni su capelln ni
HISTORIA DE VALPARAfSO 57 1

confesor, ms ilustre por el ttulo de mujer digna de los alta-


res, que por el de su calidad ventajosa (1)
En cuanto a nosotros, as parcenos al menos, dejamos fiel-
mente cumplido nuwtro deber y nuestra promesa de cronista
de una ciudad catlica, contando sin comentarios no solo el
milagro sino quien lo hizo, as como hemos apuntado los nom-
bres de quienes bajo su responsabilidad nos los trasmitieron
como un secreto del alma y del confesionario.

xxv
No todos vivan, entre tanto, durante la edad media de Val-
paraso, en la santidad y penitencia de su gobernadora, ni era
del todo antojadiza la revelacin de su confesor, segn la cual
los diablos solan andar sueltos por los hogares del pueblo. En
una lbrega noche de invierno (el 2s de Junio de 1 7 1 S ) , ron-
dando a la hora de las once el gobernador Tobar del Campo por
la quebrada de San Agustn, escuch cierto extrao rumor en
el fondo de una pulpera all situada, que m m t e n a cierta viu-
da llamada Lorenza Padilla, y penetrando de sbito en el apo-
sento, descubri que el diablo andaba a esas horas por all. No
vesta ste escapulario, como cuando se colgaba al pecho y a las
espaldas de la gobernadora, pues llevaba solo camisa y se ha-
llaba metido bajo de una cama. Por manera que cuando lo ex-
trajeron de ella, result ser un grumete del navo la Trinidad,
surto en el puerto, llamado, no obstante sus diaklicos inten-
tos. Juan de los Angeles.
Irritado el gobernador por aquel desacato, y olvidadizo de
que por haberlo l mismo cometido hubo de entregar su cuer-
po al bistur de los cirujanos de San Nal que ocurran a Tal-
paraso, conden a los dos culpables, esto es, a la viuda y al gru-
mete, a dos aos de destierro fuera de su jurisdiccin y al em-
bargo de sus trastes, bien que el Juan de los Angeles no tena
nada que embargar a no ser que le quitaran la camisa, nica
prenda que vesta y cuerpo a la vez de su delito. Apelaron
los infelices amantes de tan inusitado castigo al mismo presi-

(1) Fray Jos de Salazar en la vida del venerable Alonso Mesa, citado
por Rivadeneira.
572 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

dente Cano, y ste, que siempre fu benigno con todas las


culpas en que presida el amor, pues fu el Adonis de su edad,
revoc el auto, por haber omitido el gobernador respecto de la
viuda las tres moniciones que estaban dispuestas por bando
pblico, a fin de que las pulperas y las viudas se abstubiesen
de recikir tales visitas (1).

Qudanos nicamente por dar a conocer en breves rasgos c-


mo la influencia del trfico con los francaes se haba hecho
sentir el bienestar de los lugarefios d e Valparaso, en sus
habitaciones, en su menaje, en el vestido mismo de sus damas
y de sus caballeros, cuyos detalles, aunque nimios, completan
el cuadro que recientemente nos hemos ocupado de trazar.
Y para salir airosos de este empeo, sin entrar en prolijas
divagaciones, vamos a evidenciarlo nicamente por medio de
un contraste, y a la vista de los documentos e inventarios de
dos testamentaras, la una anterior a la venida de los pilotos
de San Mal, y la otra perteneciente a la poca en que llega-
ron aquellos a su mayor auge.
En el curso del ao de 1700 falleci una de las categoras
militares de Valparaso, el capitn don Jernimo Flores, riatu-
ral de Potos, quien disfrutaba de aquel ttulo desde la guerra
de los bucaneros (1688). Y por el siguiente extracto del inven-
tario que se practic de sus bienes, se comprender la impon-
derable pobreza del lugar. Compona toda !su fortuna la casa
de su habitacin, que fu tasada en trescientos pasos, cuyo era
el importe preciso de sus censos. Su ajuar era como su casa:
una casaca de pelo de camello, das calzones usados, tres pares
de medias, dos amiadores o chalecos, dos petacas y seis tablas
de alerce, he aqu la suma de sus atavos. SUSdeudas, al con-
trario, eran tan numeropsas como sus amistades, como las pul-
peras y las bodegas dlel puerto. Al capitn don Jos Vsquez
dekale veinte y dos pesos, pero tenale aqul a empeos una
cruz de oro; a otro capitn llamado Juan Tornero le adeuda-
ba todo lo que resultase de su libro, se@ lo declara para
(1) Consta este curioso episodio del expediente autntico que exisie en
el archivo del Conservador de Valparaso.
HISTORIA DE VALPARAfSO 573

descargo de su conciencia. Era deudor por ltimo a la Es-


clavonia del Santsimo de nueve pesos y tres reales, al sastre
Juan Daz de una larga cuenta de ropa, al abastero Juan Rol-
dn de unos carneros, a todo el mundo en fin de algo, excepto
a su esposa por la dote, pues de sta dice en su testamento, a
fojas 7, que no le brind su suegro otra qu drsela vestida.
P no obstante, no parece que el capitn Flores fuera una
excepcin sino un tipo en el lugar, porque como hombre hon-
rado y menesteroso solo se preocupa al morir de recomendar
a sus albaceas vendan su pequea casa para pagar sus deudas,
prueba de que no era un desbaratado sino un vecino sin ventura
y pobre, cual los otros.

XXVII

Veamos ahora el contraste que seala, despus de once aos


de comercio libre, la defuncin de una de las damas del cs-
caso vecindario femenino del puerto de Santiago, cuyo lti-
mo fu siempre tan abundoso de la adorable especie.
Trtase de una seora natural de Concepcin llamada do-
a Bernarda Ocampo, fallecida en Julio de 1712, y cuyos in-
ventarios mand verificar el gobernador don Juan de Cova-
rrubias el da 13 d e aquel mes.
Sin permitirnos penetrar ms all del guarda ropa de la
seora difunta y usando de la misma discrecin de sus tasade
res oficiales, nos contentaremos con decir que la tela de casi
todas sus mantas, sayas y faldellines y aun de los pabellones de
seda azul y blanco de su lecho, eran de procedencia francesa.
Entre aquellos figuraban un faldellin escarlata que se tas en
45 pesos, otro de ormcsi ncar en 19, otro de gourbion en 10,
otros, en fin, de bayeta de Francia y un hbito de picote que
fu tasado en 9 pesos. Avalu la casa, que era pequea y des-
tinada a la sola habitacin de la difunta, el maestro don Jo-
s Alemn en 700 pesos, y tan solo la plata labrada de 6u uso
pes 38 marcm (1).
-
(1) Como un complemento de la transformacin que se observaba en el
ajuar de las chilenas, despus del comercio de San Ma16, vamos a penetrar
en seguida en el guarda ropa de una matrona de Valparaso, el de la novia
d e uno de sus ms ricos alcabaleros.
Era sta dofia Juana Fontecilla y Videla, que en 1731 cas6se con el c a b
574 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

Con todo asto, y a pesar de tener al menos una docena de


mudas de ropa de gala, y otras tantas camisas de buenas telas
tasadas a dos pesos, dos pares de medias de seda, seis sillas cla-
veteadas de oro, dos cajuelm talladas, una de Panam y otra
de Valdivia, y por ltimo dos ollas de cobre en su cocina, doa
Bernarda estaba distante de pasar de la mediana a que en su
bienestar domstico hak,an alcanzado los habitantes de Val-

llero don Juan Antonio Araos, rico negociante, natural de Oate en Gui-
puzcoa, alcabalero mayor despus en Chile, fundador de la casa de ejer-
cicios de la Ollera en Santiago y padre, por ltimo, de uno de los goberna-
dores de Valparaso durante el siglo XVIII. De la carta dotal que otorg
a su esposa el 18 de Abril de 1731, ante Bartolom Mundaca, resulta, en
efecto, que la novia le fu entregada con las siguientes prendas, muchas
de las que revelan un origen eh-identemente francs. Comenzaremos por el
principio.
Las cortinas de la cama de campo eran de ncar y las sbanas y almoha-
das de cambray-batista, de precio stas ltimas de 53 pesos. Las fundas
eran de tafetn de Granada y haban costado 16 pesos. Las camisas nup-
ciales no pasaban de cuatro, pero tenan m a n g m de cambray con encajes
y valan 50 pesos. La camisa de estreno, sin embargo, estaba adornada de
.encajes de serafines,, de a seis pesos varas, y vala, por s so!a, cien pesos,
que es como si hoy se dijera mil.
E n cuanto a los jaldellines y jubones, uno de stos era de brocato con fran-
ja de oro y vala cien pesos; otro de felpa con mclindre (pouff?), 50 pesos;
otro de bayeta amarilla, con plntano de raso ncar, 25 pesos; otro con de-
lantal de Renyo, 20 pesos, y entre varias otras, una saya de brocato celes-
t e de valor de 200 pesos. La saya de montar era de tornasol y costaba slo
16 %pesos;mas como nuestras antiguas amazonas lucan tanto sus panto-
rrillas como las nuestras las ocultan, llev doa Juana al matrimonio tres
pares de medias de seda que valan 15 pesos. Completaban el artculo que
hoy se llama desdeosamente trapos por las novias, dos mantos muestres
que fueron tasados en 28 pesos.
E n cuanto a las joyas, hacanse notar dos candados de diamantes (signi-
ficativo emblema!) para pendientes, que fueron tasados en 200 pesos; un
rosario de corales con pater-nosters de oro en 127 pesos; un medalln con
un trocito de lignum c~ucis,en 100 pesos, y por ltimo, un aderezo de mate
con su pichel de plata, tetera de cobre, mesita con cajones, etc., en 125. E l
pichel era probablemente la caja de la yerba, azcar, etc.
Y ahora se nos ocurre preguntar qu hara una novia de estos tiempos
con esos candados, esos pater-nosters y esos picheles por regalo de bodas?
E n cierta manera confirma el contraste de miseria y de prosperidad que
hemos hecho resaltar en los dos ejemplares anteriores, el inventario de dos
bodegas hecho a la muerte ab intestato de sus dueos en 1705 y en 1725.
E n el primer caso, tratndose de la herencia de un don Francisco Machado,
s610 se hall6 en su depsito, fuera de las rumas de trigo, cuatro zurrones
de organo. dos de culantro, 30 fanegas de trigo, 190 tablones de alerce,
todos, en fin, humildes frutos del pas; al paso que en el inventario del 1-
timo (el bodeguero don Juan Lpez de Arteaga), mandado practicar por
el gobernador La Torre Verdugo el 9 de Febrero de 1725, se habla de rua-
nes, bretnas, hilo de oro, creas, choletas, sangaletes e infinidad de artculos
conocidamente de fbrica francesa.
Las diversas piezas a que se refieren estos apuntes existen en el archivo
citado del Conservador,
HISTORIA DE VALPARA~SO 5 75

paraso en la primera dcada del siglo. Al contrario, lejos de


hallarse en desahogos, contrajo deudas para su curacin, prs-
tndole el ya conocido subastador don Jos Portillo la suma de
veinte y cinco pesos para remedios y pagando sus hijas de su
peculio algunos de sus compromisos delicados. Entre stos, por
su curiosa redaccin, copiamos el siguiente : Recib cuatro pe-
sos y cuatro reales que me pag doa Jertrudis Saldaa por
cuenta de la difunta, que Dios perdone, su seora madre.-Mi-
gucl de Candia. Pareceranos, entre tanto, suficiente que el
seor db Candia la hubiera perdonado l solo, en razn del pa-
go escrupuloso de la deuda (1).

XXVIII

Tal fu el puerto de Valparaso, considerado en su triple


vitalidad, poltica, civil y domstica, durante el primer tercio
del siglo antepasado, y a fin de completar el cuadro fiel de su
lento y difcil crecimiento, antes de lanzarnos en investiga,
ciones de un orden nuevo y ms vasto, hcese preciso salga-
mos por un instante de los estrechos lmites de aquel, y trans-
montando las colinas pasemos una rpida mirada por el ame-
no y apartado Almendral, ese gran suburbio del Puerto, como
ste era otro suburbio martimo de Santiago.

(1) Doa Gertrudis Saldaa era hija de doa Bernarda Ocampo, como
&ta lo era del capitn don Antonio Gonzlez, y para que se vea una muee-
tra ms del laberinto que formaban los apellidos coloniales, los otros doa
hijos que tuvo la ltima se llamaban don Jos Vera y doa Margarita So-
barso, fuera de que a la Saldaa ia llaman tambin en las piezas de las
particiones doa Gertrudis Mondaca, es decir, seis apellidos por uno s610-
Gonzlez, Ocampo, Saldaa, Mondaca, Sobarso y Vera.
CAPITULO XXXII
EL ALMENDRAL

( E L TERREMOTO DE 1730)

E n otra parte de este libro (captulo XII) contamos el


valle que se llam del Almendral cupo en suerte, en forma de
botn, a dos conquistadores: a Martn Garcia (1613), que fu
seor del primitivo Almendral, allende el morro del Barn, y
a DipPo de TJlloa, que lo fu de la planicie que de este lado de
aquel cabo de mar recibi por derivacin el nombre que con-
serva.
Vamos a contar ahora, a travs de un siglo cakal, como aquel
lugarejo se convirti de retiro solitario de dos viejos soldados.
en una tribu de felices labradores.
E n seguida referiremos como de jardn y huerto, el AZmen-
d r d irocse en claustro, y ste, a su vez, en ciudad.

I1

Por el ao de 1695 haba nacido, no sabemos si en Santia-


go o Concepcin, nicos sitios de Chile en que por esos tiem-
pos vean la primwa luz los hijos de cristianos, cierta dama,
noble o plebeya (pues tampoco sabemos lo que fuera) llama-
da doa Mariana de Ecija, que algunos, por contraccin, lla-
Historia de Valparaso 37
578 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

man Deza, cuya abreviacin aceptamos. Pero mecida en cuna


de marfil o en toscos mimbms, tuvo aquella en su edad marida-
ble una dote de mil pesos de buen OTO, ingente caudal para la
poca en que las dotes se pagaban de continuo en cueros de chi-
vato, segn en varios casos hemos visto. Casse doa Mariaria
con un capitn de las Fronteras llamado Pedro Vsquez, que
no aport nada al matrimonio, porque lleg al tlamo, as
deca su novia en un documento ntimo, destrozado de la
guerra .
De aquel enlace naci la tribu destinada a poblar el valle del
Almendral.

I11

Encontrando los esposos recin unidos que las heredades de


los conquistadores Ulloa y Garca haban pasado en el espacio
de solo dos generaciones a poder, de un claustro, fuera por he-
rencia del alma u otro medio de trasmisin, juzgaron que aquel
terreno se prestaba a una desahogada industria, y lo compra-
ron con el buen oro de la dote. Tuvo esto lugar el 25 de Sep-
tiembre de 1625 ante Diego Rutal, famoso escribano de San-
tiago, reconociendo en la heredad un censo de 727 pesos a
favor del convento de la Merced de aquella ciudad, cuyo era el
usufructuario (1).

(1) De lo que ocurri con las tierras del Almendral despus de la muerte
de Ulloa y de las transmisiones de dominio de que antes hablamos, no han
quedado muy claras nociones.
slo agregaremos zt io que entonces dijimos que la que se llamaba la Cha-
carilla del Almendral, o sea los terrenos de la margen oriental del estero
de las Delicias, entre el Barn y las Zorras, deslindando por las cumbres
con la de Via del Mar (pues el fundo meda 600 cuadras), fu comprada
por los VBsquez a los herederos de Ulloa, el 20 de Octubre de 1648. en tres-
cientos pesos a censo. Por manera que el precio de cada cuadra resultaba
ser de medio peso. Hoy se vende por noventa mil de stos una fraccin de
cuadra de esa misma propiedad., .
Debemos aadir aqu, en confirmacin del aserto que antes hicimos so-
bre que el primitivo Slmendral fu la Cabriteria, una declaracin que he-
mos encontrado despus, hecha por una de las Vsquez (doa Melchora),
quien en una escritura pblica otorgada el 16 de Abril de 1719, dice que las
tierras de la Chacarilla llegaban .hasta el morro (el Barn), por donde se
sube para bajar a tierra de Martn Garca, que dicen el Almendral, entre
la playa y laderas.
E n otro papel del presente siglo que se conserva en el claustro de la Mer-
ced, se recuerda la tradicin de *un espeso bosque de almendros, que ha-
ba en aquel lugar. (La Cabriteria).
HISTORIA DE VALPARAfSO 579

IV

Con toda diligencia, los recin casados se trasladaron al in-


culto eriazo, edificaron una espaciosa casa, abrieron rauce a
las aguas de las quebrada, plantaron rboles, especialmente
olivos y almendrales, construyeron tres toscas bodegas, vecinas
a la playa, B lo largo del camino de recuas que bajaba de San-
tiago, y por ltimo, acomodaron una panadera para surtir da
este artculo a los buques.
Delcieron existir los cimientos de aquella primera construc-
cin industrial y civil del Almendral en el sitio en que hoy SI
halla edificada la iglesia de la Merced, porque consta que la
fundadora erigi all un oratorio, y sobre las ruinas de ste pa-
rece natural que se hubiera labrado los muros del futuro
templo.

No era doa Mariana Deza una santa como la gobernado-


ra Iturgoyen, pero poda considerrsele, delante de la mstica
y del hogar, entre las mujeres fuertes, porque si no saba
leer iii firmarse (como aparece de su testamento), entenda
admirablemente el arte del amasijo y de la crianza de los hi-
jos. Fueron, dice ella misma de su diligencia, en aquel docii-
mento (que original tenemos a la vista), grumos los bodega-
jes que entonces se ganaron, por ser muy pocas las bodegas del
puerto, y as mismo todo lo que se granjeaba con mi trabajo
y el de mis hijas con el pan y bizcocho que se daba a los na-
vos, que eran cantidades gruesas.
Poco ms adelante (1648), viuda ya doa Mariana, compr,
segn antes dijimos, la Chacarilla de Vlloa cn ia otra parte del
estero. Y no contenta con ser ya absoluta duea del Almen-
dral, adquiri en seguida, asociada a un hijo predilecto (el ca-
pitn don Jos Vsquez), las estancias llamadas el Valle del
Duque, &an Esteban y el Arbol Copado, cuya ltima fu del
conquistador Bartolom Flores, en el valle entonces denomi-
nado de ACUYO, que es por la parte del llano de Peuelas. Con-
sum estas compras el capitn Vsquez para su madre y fami-
580 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

lia, por escritura pblica del 6 de Junio de 1652, ante el eo-


rregidor de Quillota don Juan Calvo.
Medan aquellos terrenos en su conjunto solo seiscientas cua-
dras; pero ha de tenerse en vista que no deban propiamente
su importancia a su proximidad del puerto, sino a los ricos la-
Tadcros de Marga-Marga, como que all los principales con-
quistadores hicieron pedimentos y recibieron mer& de terre-
rios. Juan Dvalos Jufr, nada mnos, y d bravo Francisco Ri-
veros el viejo, compaeros ambos favoritos de Pedro de Val-
divia, fueron los primeros dueos, ro de por medio, de la es-
tancia de la Via de la Mar, que entonces se llamaba Penco
(que quiere decir aqui hay a g u a ) , pues que via no haba to-
dava. Plant esta ltima Francisco Riveros el mozo, harto
ms juicioso que su padre el viejo, un viejo calavera.
Esto con relacin a las bodegas, a las estancias, a la chaca-
rilla y a la panadera.

VI

En cuanto a los hijos, que no son seres tan desligados del


pan como pudiera creerse, y especialmente en esta tierra de tri-
go, fueron innumerables.
El mayor de ellos, llamado Pedro como su padre, muri tem-
prano en Potos, frgido sepulcro de la Amrica en ese siglo.
Otro, del nombre de Juan, haba desaparecido en el Per; el
tercero, Diego, fu fraile de la Merced, a cuenta tal vez del ten-
so, y otros tres, Andrs, Melchor y Francisco, vivieron al lado
de su madre hasta que rodearon su lecho de agona.

VI1

Sin embargo, el jefe de la familia en aquella t r i h patriar-


cal fu uno de los ltimos nacidos, llamado como el favorito de
Israel en la casa de Jacob. Era aqul capitn don Jos V h -
quez, de quiNen en varias ocasiones hemos hablado, especialmeu-
t e con motivo de la venta que hizo de una bodega paterna a su
cuado don Gaspar de los Reyes, el texto de cuya escritura
copiamos en otra pgina de este libro.
Muerto en la mediana del siglo el capitn Pedro Vsquez,
HISTORIA DE VALPARAfSO 58 1

su hijo Jos haba sido el sostn y la confianza de la viuda. AI


morir sta, en el ltimo tercio de aquel, le nombraba todava
su albacea y le mejoraba en el tercio de sus bienes, en retribii-
cin de sus beneficios.

VI11

E n cuanto a las hijas que le ayudaron a ganar el pan, ama-


sndolo para los marineros del Pacfico, doa Mariana Deza de-
j solo dos y fu la principal de ellas doa Mara, que casada
con un Domingo Garca enviud sin hijos, raro fenmeno cn
la tierra del Almendral. Pero htolos en segundas nupcias del
memorable don Gaspar de los Reyes ( 1 ) . La segunda era doa
Beatriz, a quien uni su suerte u n capitn llamado don Martin
de Olivares.
A cada uno di la escelenle madre y fundadora una grue-
sa dote al casarse, y de aqu tom -origen la fortuna de don
Gaspar de los Reyes, que no lo debi todo a la escribana de
registros ni a la quilla de su barco, el Santo Cristo de Lezo.
-4 doa Mara cupo tambin la bodega mencionada, que des-
pu6s de los das de su esposo reverti al acervo comn, y pa-
s por venta de familia a su segundo cnguye. E n cuanto a
doa Beatriz, el capitn Olivares la pidi sin dote. Dironles,
sin embargo, dice su madre, su ajuar de ropa blanca, cama y
vestido (son sus palabras) y unos cuantos capados, que el re-
ferido capitn sac de la dicha estancia. De este matrimonio
naci el primer cura de Talpara90, aquel d i q o doctor Oliva-
res, declarado bienhechor por los jesuitas, y cuyos percances y
hcnores en otro lugar contamos.

( 1 ) Don Gaspar casse en 1048, Y la Dcza dile el pingiie dote de 3,681


pesos, segn tasecin previa que se hizo de los bienes de la viuda. Figuraba
entre Estos la recin comprada chacarilla de Ulloa que fu valorizada en
500 pesos. Y aqu es preciso que rectifiquemos un error de detalle, pues don
Gmpar no se hizo tliirfio de aquel terreno por compra, sino por dote, cosas
II la verdad que eran casi idnticas o una sola. Heredla su hijo don Blas
y ste la vendi el 14 de Noviembre de 1712 en 600 pesos (de ellos tres-
cientos a censo) al contador Martn de Ugas, pasando en seguida por las
diversas transmisiones que dejamos recordadas hasta Waddington, Brown,
etc.
582 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

IX

Los varones, a su vez, tambin encontraron mujer, y tan so-


lo el predilecto dej un hijo (el capitn don Luis Vsquez) y
tres hijas, dos de las cuales, doa Luisa y doa Melchora mu-
rieron octogenarios en los aos 38 y 43 del siglo siguiente. En
cuanto a la tercera, llamada doa Mar'a, que parece fu la
~ e g a l o n ade la akaela, porque le leg al morir una esclava, fa-
lleci antes que aqullas y al parecer soltera. Doa Rfelchora ha-
ba sido casada con un capitn llamado Trincao.

A cada uno de los miembros de aquella prolfica familia, hoy


empero extinguida hasla e n su noiiibre, correspondi pues una
suerte de terrenos en el reducido valle, y mediante la irriga-
cin y los rboles, convirtise ste en un vergel. Cuando la ma-
dre comn falleci de ms de 90 aos de edad en 1675, haba
ya habilitadas no menos de diez heredades (1).E l eriazo del
capitn Ulloa, un siglo despus de haber regaldoselo como

(1) E l testamento de doa Mariana Deza se encuentra original en cl pri-


mer volumen de los protocolos de escribanos tlc Valparaso y sc lidla fir-
mado con fecha de Mayo 7 de 1G60, por el popular jeauta Sico1:s de Li-
110, provincial ms tarde de su Orden y el mismo que bautiz quince aios
despus (1685) a doa Catalina de Iturgoyen, la gobernadora santa. All
se declaran los hechos domsticos que dejamos referidos, incluso el que dofia
Mariana no saba firmar. Se dice tambin cn aquel documento, otorgado
ante el corregidor de Quillota don Fermn Carpe y Bolvar, que I s testado-
ra tena 84 aos de edad. Pero ms adelante del protocolo se encuentra un
codcilo formulado ante el corregidor don Antonio Caldera el 11 de Febrero
de 1675, por el cual aqulla revocaba su primer acuerdo, segn el que deba
ser enterrada en su oratorio del Almendral. Dejaba ahora este punto al
arbitrio de sus albaceas, que lo fueron su hijo Jos, su yerno don Gaspar
de los Reyes y su nieto el cura Olivares. E n cuanto a la distribucin de los
terrenos del Almendral entre los hijos e hijas de la Deza, resulta que al lla-
mado Francisco dej s u propia casa y panadera con su menaje, bateas,
etc.; a Andrs seal6 un solar con huerta y chacarilla, y a su favorito Jos
leg6 el grueso de su fortuna, inclusa la estancia y las bodegas.
Respecto al solar que ocup don Gaspar de los Reyes por su mujer d o h
Mara Vsquez, aparece que estaba localizado cercs del estero de las Deli-
cias, porque en una escritura de imposicin de capellana que la madre co-
mn hizo con fecha 18 de Abril de 1664, se expresan sus lmites de esta suer-
te: <que son desde la esquina de los Tapias de la puerta del capitdn Jos
VBsquez, su hijo, por la parte del mar, hasta el estero, y por la del cerro,
desde la misma esquina de la dicha puerta, dejando calle en medio hasta
llegar al mismo estero, cogiendo por el frente de la capilla hasta llegar al
mismo estero referido. (Archivo de Escribanos).
HISTORIA DE VALPARAfSO 583

tierra vaca el presidente Garca Ramn, presentaba de esta


suerte el risueo aspecto de una rstica aldea. A una corta
legua (petite iieue) de Valparaso, dice al padre Feuille, que
visit aquella en 1709, existe una pequea planicie con algu-
nas casas de campo embellecidas por hermosos jardines. Y en
stos era donde el botnico francs admiraba el exquisito perfu-
me y los vvidos matices de las flores de Chile, y sus rl-des
frutales que desgajaban sus ramas con el peso de su espont-
nea abundancia, y sus boscosos membrillares, que daban en ple-
na sazn frutos del porte de una cabeza humana. . . Po-
bre Almendral! &Dndeestn ahora tus flores, tus rboles y
tiis jardineis? Siquiera te dejaran los invasores del negocio y
de la arquitectura tus rsticos sotos, tus ltimos almendros, tu
postrer membrillo!

XI

Pero como sucede en las cosas humanas que la asociacin es


principio de fuerza, en los dones de la tierra produce aquella
opuestos resultados. Doa Mariana Deza haba definido neta-
mente la unidad territorial del Almendral por esta sencilla
frase I t e m , declaro por mis bienes todas las tierras del AZ-
ntcndral ,. Pero divididas y subdivididas aquellas en manos
de sus hijos y de sus nietos, perdise la coesin de la familia,
y el miembro ms fuerte de ella absorbi a todos los dems.
Es axioma ~ ~ i l g que a r el pez grande se come al chico, y esta
comparacin no es aqu antojadiza por que el Almendral ha-
ba sido reciente lecho de las olas y volvera en breve a ser
tragado por ellas. Entre tanto, el pez grande de la familia de
los Vsquez fu uno de EUS sobrinos, don Blas de los Reyes y

Respecto de las bodegas dcl .ilmendral, parece que a fines del siglo XVII
pasarcn por nrricntlo a 13 dministracin del alferez Juande Mujica, hijo
natural de don Bernardino de Mendoza (que seguramente no sera el c-
lebre embajador de Felipe II en Inglaterra) quien muri en extrema mise-
ria. en 1704. con el ttulo de bnlanzario. cam0 en aue ganaba 50 DWOS aue
I Y - Y

pagaba el Cahildo.
Era tan oobre aquel ulrez. bodeouero 11 brtlanzario Que guardaba el tri-
go en su propia sal; y pieza de dormir. EGOno obstante:, hemos encontrado
una cuenta de sus funerales, de la cual resultan los expendios siguientes.
Por hacer la sepultura, 4 pesos; por al atad, 1 peso; en cera, 5 pesos; en
bayeta para la viuda, 12 pesos. Cuenta del cura Velsquez de Covarru-
bias, treinta pesos.
584 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

Vryuez, hijo del famcso don Gaspar. Y por eso ser que di-
cen que es el diablo quien da los sobrinos: refrn que tal vez
inventaron los despojados Vsquez, tios y t k s de don Blaa
Reyes.
Habindose, en efecto, atrasado los comuneros del Almen-
dral en el pago del rdito de los padres mercenarios de San-
tiago, sacaron stw aquella tierra a remate ante el escribano
Domingo de Oteiza, y el 22 de Diciembre de 1707, comprla ba-
j o el asta el opulento don Blas. Todo lo que pag por aquel
valle, que hoy sera por s solo un patrimonio ms rico que 103
d,e Creso o Atahualpa, fueron mil y quinientos pesos. Y de stos
slo integr una tercera parte en efectivo (528 pesos) por que el
censo, causa de la ejecucin, importaba, segn dijimos, 720 pe-
sos y los caidos suban a 252. Por manera que por lo que hoy no
se emtargara un caballo, se sac a pregones una ciudad (1).

XI1

Tal fu la historia del primer siglo del Almendral (1612-


1707). De un conquistador haba nacido una tribu. Vamos aho-
r a a ver cmo por la dispersin de sta fundse sobre sus de-
siertas heredades un hospicio de monjes.
Parece, en efecto, que don Blas de los Eeyes encontrbase ya
bastante rico para desear apropiarse el Almendral, llevado so-
lo de u n srdido inters de especulacin y de despojo contra
sus empobrecidos deudos.
Y a ejemplo de su buen padre, que renunci, como antes
dijimos, en favor de uno de sus hijos polticos, el pinge be-
neficio de su escribana de registros y difuntos, particip aqul
a un co-vecino, de su nuevo dominio ; y fu ste amigo, el vene-
rable cura del Puerto don Juan Vsquez de Covarrubias. Ti,e-

( I ) Hizo la ejecucin contra los Vssquez el procurador de la Merced fray


Melchor de Alzamorn, ante el acalde de Santiago don Pedro Fclipe Lis-
pergiier (el ltimo dc su raza); y aunque el juicio ejecutivo se inici en 1706,
s6lo pudo terminarse en 1708. Y esto era andar a prisa. Nunca fu mAs cier-
to, a la verdad, que en esa kpoca y en este pas aqueI dicho del buen lahie-
go franc& dc que .para Zitignr se necesitaba tres bolsas, una de p q e l , otra
de plata y otra de paciencia,. Y talvez no habra estado de ms aadir
aqu otra de pilleria. Esta, al menos, debi6 ser 13 opinin, con rclarin H 10s
frailes (pues ya presuminos !a que tendran de su sobrino), de los despoja-
dos Vsquez.
HISTORIA DE VALPARAfSO 585

ne el pacto de divisin de aquellos dos varones, patriarcas,


el uno civil y el otro eclesistico, de Valparaso, la fecha de 10
de Abril de 1708 (esto es, x i s meses despus de la compra en
rcinatc pil)lico qiic hizo doii Clns), y c,ii; n.icLi!o, 110 zjus-
taron otra cosa, como amigos y vecinos, sino los lmites de sus
respectivos terrenos y el pago del censo y cados por mitad
(360 pesos cada uno) a la Xerccd, cuyo provincial a la sazn
era fray Manuel de Barahona.

XI11

Cupo al prroco en suerte el Almendral propio e histriro,


es decir, el espacio (actualmente comprendido entre el estero
de Jaime y el de las Delicias, y sin diida eligi aqucl tcrraz-
go el buen sacerdote porque se hallaba all el oratorio de la
difunta Deza. En l probablemente el honrado cura dira al-
guna vez la misa de domingo a los chacareros, a los indios gen-
tiles r y e todaya poblaban la Cc,ltc! como pei:afLores (idiquitl
de los antiguos changos) y a los arrieros que llegaban con sus
recuas a las bodegas de los Vsquez. En cuanto a don Gaspar
de los Reyes, reservse para s el terreno que corra del estero
de Jaime hasta la punta rocallosa que cerraba el puerto y su
casero por el oriente, y que desde entonces llev su nombre: la
Crux d e Reyes.

XIV

Los lmites del Almendral propio estn perfectamente defi-


nidos en la esci5turii que con la fecha referida se otorg en
Santiago entre el provincial Earalioria y los contratantes Re-
yes y Corarrulcias. Las tierras del Almendral, dice aquella,
del lote del ltimo, que son entre los dos esteros, el uno qua
est a la parte del oriente (el de las Delicias), que yendo de
esta ciudad a dicho puerto baja a la playa del Almendral, que
llaman el agua del Salto, y entre el otro estero (el de Jaime)
que est a la parte del poniente del dicho camino. Aadire-
mos que el nombre de Jaime es una denominacin moderna y
casi contempornea, porque en los primeros aos conocise aquel
slo con el nombre de estero de las Piedrecillas. Por lo dems,
586 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

hace treinta aos que las calles mismas de Valparaso no te-


nan otra designacin que la del capricho de cada uno, y el ac-
tual de aquel barranco provino, en el presente siglo, de cierto
maestro Juiwe, que cortaba teja y ladrillo en la quebrada. E n
unos autos de 1S62 vemos todava figurar el nombre de Jenaro
Jaime, hijo o nieto de aquel honrado industrial. Observaremos
al mismo tiempo, que el salto de agua a que alude la escritura,
existe todava casi en su primitiva aspereza, no obstante haber-
s5 erigido all un molino para explorar el desnivel de su cada.

Apenas en posesin de su heredad, procedi el cura Vels-


quez de Covarrubias a enajenar a censo redimible del cinco por
ciento (haw esencial de todos los, contratos territoriales de Tal-
paraso y su comarca hasta principios del presente siglo) va-
rias suertes de terrenos. Prefiriendo el agua en sus vertientes,
compraron a la cabecera de la quebrada que se llam despus
de Las Lavados, por unas seoras viejas que all vivan, dos
lotes de terrenos, con turno de agua en dos das de la semana,
e1 alfrez Juan de Boca Xegra, y un tal Andrs de Soto, a
quien cupo aquella quebrada hasta la punta que hoy se llama
de-1 Padre. All conflua el estero de las Zorras con el de POCIL-
ra o la Rinconada de Salinas, formando en ese punto, por l o
bajo del terreno, un pequeo lagunato (1).

(1) Estos nombres constan de las diferentes ehcritnras de venta que se


conservan en el archivo del convento de la Merced dc Valparaso. De !os
lmites asignados a cada lote, y aunque s6!o sc habla en las escriturss de
un quilo aqu, de un grupo de almendros all, de un horno de teja o de unos
parcdoncs ms lejoc, rcsulta con claiidaci que el estero de Pocuro (de Apol-
cura-nombre de una arcilla amarillosa que da este color al agua) o de la
Rinconada, como se le llama hoy da, y que se vara en cl estero de Jaime,
sc divida en dcs porcior,w, corriendo una de estas de S u r a Norte, siendo su
lecho nropio !a calle que todaria se llama de El Peligro por los aluvionrs
a que ha estado expuesta. E n la5 creces reunase con el de las Zorras en la
Purita del Padre (in pu>!iillcque es su nombre antiguo) en la extremidad
del cerro de la hlcrced, c! cual se prolongaba hasta tocar 13 calle Nueva,
y reunidos all bafiaban la mayor parte del espacio comprendido hoy entrci
las calles del Feligro y el Estero, que era s61o en realidad un vnsto lccho ps-
dregoso de las aguas. E n la escritiira de venta a Andrs de Soto se dice
textualmente que el terreno de sta llegaba *hasta la puntill(: de un cerrito
donde finalizo (el terreno de Soto) y est& al pie de l una hollada que hace
a modo de laguna.. La venta a Soto tuvo lugar en 8 de Mayo de 1714, por
800 pesos, de los que s6lo 100 fueron en dinero de contado y el resto a censo.
HISTORIA DE VALPARASO 587

Por igual motivo compraron a Covarrubias otros dos sitios,


un Bartolom Torrejn, a la cabeza de la quebrada de las
Siedrecillas, y un capitn llamado Alonso Pinto. Y tan slo,
dice la escritura, por un espacio cuadrado de 132 varas de
medir ropa, pag el ltimo 300 pesas, el 20 de Enero de 1714.
En cuanto a los indios desposedos del antiguo litoral de Alia-
mapa, el cura Covarrubiais consinti en agruparlas temporal-
menk en el paraje llamado el Rastrojo, en el fondo del Al-
mendral, bajo la administracin de un cacique llamado Alon-
so Ventztrn, nombre de irona para el caudillo de un tribn
errante y sin hogar. La denominacin de Calaguala, que se con-
serva todava en una quebrada del Barn, les tambin indicio
de que all habit otra reduccin. Era sta tal vez la de 109
changos pescadores de la Caleta.
Respecto de s mismo, el cura del Puerto mervse el anti-
guo lote de la difunta Deza, con sus casas y jardines y espe-
cialmente su oratorio.
Tal fu la tercera faz del Almeiidral eii los dos siglos que
iban corridos desde que Juan de Saavedra pis el primero 6US
arenas con los cascos de su caballo de descubridor, y desde
que Diego de Ulloa y Pedro Vsquez, atando los cansados suyos
a la reja del arado, abrieron el primer surco a la semilla, el
primer cauce a su riego, la primera hoya a 6us almendros.

XVI

En el curso de los aos, y llegado su turno natural a don


J u a n Velsquez de Covarrubias, comenz ste a sentirse viejo,
como su socio Reyes, desligado de las cosas del mundo y ms
desinteresado de lo que sola ser (que en verdad no lo fu po-
co para un cura de aquellos siglos y de los presentes) j y en
Otro sitio vendi e! cura Covnrriihias a. un don Juan Larran, cuya fa-
milia echaba ya, desde los primcros arios del siglo, la raz de los ochocientos
deudos que tendra ai comenzar el siguiente.
Abrigamos, empero, respecto de la medida de unras usadas en estas ven-
tas, cierta duda, porque no es posible fuese de las castellanas. El sitio here-
dado por los nietos de Juan de Bocanegra, por ejemplo, result6 tener, cuan-
do stos partieron sus bienes en 1766, ante el gobernador don Antonio La
Espada, cerca de cuatro cuadras de frente a la calle real, pues se formaron
siete hijuelas que medan desde 32 a 123 varas, y daban un total de 424
varas. Las escrituras, sin embargo, sSlo hablan de varas de medir ropa,
que aon lae que todava se w a n en las tiendas.
588 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

consecuencia medit convertir su heredad en una obra piado-


sa, en gloria de Dios y en favor de su alma. Quiso txr funda-
dor, insigne preeminencia en esa poca.
Por fortuna para su empresa, aport al Puerto otro eel+;-
sistico que andaba posedo de aquella misma ambicin, escon-
dida bajo los pliegue;*, del blanco manto de la virgen de Mer-
cedes. Y ponindose ambas al habla, no les fu difcil entender-
se. Era el ltimo el padre Jernimo de Vera, fundador del con-
vento a iglesia de la Merced en el Almendral, de cuya plani-
cie him un claustro y de sus cerros y laderas una estancia.

XVII

No hemos encontrado otras huellas de la vida del padne Vera


que la de su fervor religioso, su virtud, su desinters, y ms
que todo, su entusiasmo de fundador que parece haber sido el
nico punto de mira de su carrera espiritual. Resulta nica-
mente, por ciertos documentos, que era hijo, o por lo menos,
conwntnal de l,a Senna, -porqe despus cic siis t m t m cqn rl
cura Covarrubias, otorgle licencia su prelado pana trasladarse!
a aquella ciudad y dar remate a ciertos negocios suyos, aparen-
temente de diiicro, qiic all ;)eriti:m. E;!y t:1ix1)i5n rioti: o para
creer que el padre Vera fuese el adminstrador o gwrdin dc
an pequeo fundo de via y arboleda que los mercenarios man-
tenan en el estero de Marga-Alarga, y que de esa circunstan-
cia tom raz $11 cmpresa de est,i)iecer la orden en el vecino Al-
mendral, valle entonces colindante con el ltimo.
P o r lo dernh,, dcsde qiic un mismo pmphsito impcla n los
dos fundadores, su acuerdo fu muy fcil. El 6 de Junio dc
1715 vendi el cura tal fraile las tierras que conservaba libres
en el Almendral (que eran todas las de su compra a Reyes, ex-
cepto los cuatro o cinco sitios enajenados a poco de su adquisi-
cin) por la cantidad de dos mil pesos, de los que la mitad
cargara a censo sokre el terreno y el resto lo pagara el com-
prador de s u peculio, en el plazo de tres meses.
Mas, mediante ciertas combinaciones financieras, que y a el
secreto de stas era conocido, pues el negocio naci con el pri-
mer chileno, como naci de Adan su costilla, el astuto padre no
HISTORIA DE VALPARAfSO 589

desembols sino un puado de monedas, obteniendo que otros


pagasen las dems.
Desde luego, el mismo vendedor impuso a favor de su alma
una capellana de seiscientos pesos, a trueque de diez misas
rezadas y cinco cantadas que deba dedicrsele cada ao en los
altares de la nueva fundacin, las ltimas en los das de la Ncz-
tividad de la Virgen, de San Pedro Pascual, de San Cayeta-
no, de San Juan Bautista (santo de su nombre) y en el da de
difuntos, que lo es el de todos los cristianas ( 1 ) .
En seguida (8 de Noviembne de 1715) el padre fundador
vendi al capitn francs don Francisco Arnous Loriel (que
el Arnous convitironlo las mcribanos en Antonio), uno de
los rezagados de la navegacin de San hlal, cierto lote de 50
varas de frente y 10 de fondo, dejando el camino real de San-
tiago en medio, y con derecho de agua dos veces por semana,
en 800 pesos, mitad a censo y mitad dinero de contado. Algu-
nos das ms tarde (Noviembre 25) enajen otra suerte de 25
varas de frente y 50 de fondo, la mitad justa del anterior, a una
seora llamada Ana de Neira en 300 pesos, dejando m, dice
la escritura, calle real en medio, para el trajin de los entrantes
y salientes de este puerto ( 2 ) .
Y aqu ser oportuno recordar que la zona habitable del Al-
mendral no comprenda entonces entre las colinas y la m a r a
sino la mitad justa de su actual proporcin, pues entonces las
aguas (a virtud de razones fsicas de que en otra ocasin nos
ocuparemos con algn detalle) llegaban hasta treinta o c u a
renta varas de la calle real, que es hoy la de la Victoria. Por
esto, en la venta de todos los sitios se dejaba la va en medio
.__-

(1) Segn una tableta que se lec en la sacrists de la Merced de Valpa-


raso. estas misas se dicen todava con exacta puntualidad despiibs de si-
glo y medio. Por lo dems, a los mercenarios de Valparaso no les cuesta
mucho ser buena paga, pues s610 tienen de gravamen once misas cantadaa
y cincuenta rezadas, apenas un pice de los millares que deben pero no se
sabe si pagan las casas grandes de Santiago.
(2) Aun del censo de 50 pesos que deba pagar el hospicio al convento
grande, distribuyndole entre los sub-compradores, dej610 reducido Vera
a 32 pesos al aio. En 1719 incorpor tambin en sus terrenos los del cacique
Alonso Ventura.
Di6 posesin de su vasta pertenencia al padre VPra el gobernador Tohar
el 16 de Agosto de 1718.
590 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

(aunque solo fuesen aquellos de cien varas de longitud) entre


el despoblado, como se llamaba el declive de las colinas, y la
playa del Pacfico (1).

XVIII

Y no pasaremos adelante en el asunto de la fundacin del


claustro de la Merced sin consignar aqu el origen de otro ras-
g o peculiar y pintoresco de la fisonoma de la arteria matriz
del Almendral, aquella caZZe reaZ que se llam despus, por anti-
gua, calle vieja, y que hoy orla sus veredas de palacios desde
la plaza de su nombre hasta tocar en el anti,guo estero del
Salto CEel Agua.
Nm referimos al crucero que no es sino el punto de separa-
cin de los antiguos arrileros de Santiago y de Quillota, que ai
descender a la barranca del estero de las Piedrecillas, se in-
clinabar?, los unos por las bodegas o alojamiento de los Vs-
quez, hacia la punta del Cerro del Padre, en la planicie, y en
seguida al Alto, y los otros por la playa hacia el H o r r o . Mas
tarde, alguien edific all alguna choza o levant una ramada
para vender vitualla a los viajeras, y de esta suerte se asent
e1 solar, y como consecuencia el crucero qued formado en el
ancho camino con derecho la perpetuidad. E n cuanto al crucero
del puerto (el de la Cruz de Reyes) es un siglo pmterior, ha-
bindose diseado solo hace treinta aos, cuando se deline la
calbe que entonces (1840) llamaban de Abajo, y hoy lleva, co-
mo u n haiitiumo de gratitud y de sloria. el iiombrc de Toms
Cochrane.
XIX
Mas, volviendo al proyecto de erigir en las chacras del Al-
mendral un claustro de frailes mercenarios, se habr observa-
do quo lo que el reverendo Vera compr en dos mil pesos no-
(1) Aun en 1807, esto es, un siglo ms tarde, no se extenda el terreno
susceptible de algn aprovechamiento ms de ochenta varas de la vereda
norte de la celle de la Victoria hacia el mar, pues ste invada la playa que
se llama hoy da calle de Chncabuco. As consta de una escritura de venta
hecha por los padres de la Merced el 28 de Octubre de aquel ao a un capi-
t&n Daz. Esta misma proporcin se observa todava (pnr los motivos f-
sicos a que nos hemos referido) en el plano de Valparaso levantado por
Fitzroy en 1835.
HISTORIA DE VALPARAfSO 59 1

minales, revendilo bajo otra forma en mil y setecientos, que-


dndole en adjudicacin propia casi toda la heredad, inclusas
las casas de la Deza y su oratorio, menos el cliz, la piedra de
ara y un misal viejo, que pertenecan al comn de los vecinos,
segn reza la escritura. Tal fu el origen de la ingente rique-
za que pudo acumular la orden de la Merced en esta ciudad, si
sus padres-presidentes y comendadores hubieran tenido siem-
pre la previsin y fino clculo de su fundador. Pero aun as,
despus de haberlo enajenado todo para reconstruir por tres ve-
ces su claustro y su iglesia, posee todava la comunidad, a t-
tulo de censo, no menos de 196 solares feudatarios, sin contar
las propiedades de las cerros, todo lo cual produce hoy da una
renta tres veces superior al precio primitivo de la compra.
Algo ms adelante verific el padre fundador otro negocio
de tanta cuenta como el precedente. Tal fu la compra que por
Escritura de 6 de Diciemlre de 1717, ante Francisco de Urzar,
hizo de la estancia y terrenos que haban heredado de su padre
el capitzn Jos Vsquez, su hijo don Luis y las tres hermanas
de &te que en otro lugar nombramos, y quienes, por esa po-
ca, eran ya casi tan viejas como lo fu su abuela doa Mariann
Deza al tiempo de morir.
A virtud de esa misteriosa afinidad que acerca siempre las
alma timoratas a la coguya con que en breve han de amorta-
jarse sus cenizas, las viejas Vsquez, porque as las llama-
ban con poca reverencia (como a otras Llamronlas ms tarde
las viejas Alabaos) , cambiaron su patrimonio contra un
lienzo de la virgen de Mercedes, que les sirviera de sudario en
su trnsito del Almendral al Purgatorio.
Comprenda aquel en su conjunto las heredades que antes di-
jimos se llamaron del Arbol Copado (propiedad originaria del
alemn Bartolom Flores), el Rodeo de Lilio (hoy Rode!i-
110) que lo fu del agrimensor Jines de ese apellido, y por lti-
mo el valle del Duque, que en ciertos papeles se lee Luque, al
parecer con menos exactitud de ortografa (1). Todo aquelio

(I) En 1732 era arrendatario de parte de esta estancia un Diego Basti-


das, y pagaba al convento 30 pesos. Parece que en el arriendo entraba un
potrerillo capaz de 30 vacas de engorda. Nos inclinamos a creer que el ver-
dadero nombre de este lugarejo es el de valle del Duque, palabra que nada
tiene de herldica, pues en araucano quiere decir simplemente jeme, mien-
trrts que Luque es un apellido espafol.
502 OBRAS COMPLETAS DE VICTSA
MACKEKSA

comprlo el padre Vera en 1,200 pesos, pero, como siempre, fue-


ron stos a cuenta de rditos o de misas, y solo di a las pobres
damas doscientos pesos de contado. KO entr tampoco en aquel
negocio, que pona a los padr,es mercenarios en pmsin de una
comarca, deslindando con las de los jesutas en las Palmas, Vi-
a del Mar y llano de Peuelas, el pequeo espacio llamado
la Chacnrillrr. Y fu de esta suerte .el ltimo terreno, durante el
siglo XVIII, una especie d'e islote laico en aquella exbeasa co-
marca de que eran absolutos dueos la Iglesia y sus rdenes re-

Y a propsito de las etimologas de los pocos nombres indgenas que aun


se conservan en Valparaso y sus vecindades, ser oportuno decir aqu que
no es siempre el idioma araucano el gua ms certero para llegar a esclaro
cerlas. Respecto de algunas, como la de Aliamapa (pas quemado) Pocuro
(tierra amarilla) Calahuala (de cula, cuatro y huala, pato silvestre), no cabe
duda que su procedencia es genuinamente indgena, es decir, araucana.
Pero con relacin a otras, como las puntas llamadas de Carauma y Carau-
milla. por ejemplo, a la entrada de la baha por el Sur, sera imposible des-
cifrarlas mediante aquel arbitrio, pues en araucano cara significa ciudad
(y as los indios dicen todava, por Santiago Cara-Mapuche, por Concep
ci6n Cara-Penco) y uma, o ms propiamente uminta, que es un guiso de maz.
De esta suerte, C,arauma querra decir en araucano ciudad de las humitas,
lo que en verdad no tiene sentido.
Pero donde est la explicacin del enigma es en que la palabra carauma,
como muchas otras de la primitiva lengua de la tierra, no es araucana sino
rigurosamente qi~ichua,cs decir, del idioma de la raza que, antes que los
castellanos, conquist a los chilenos hasta el Maule. Dervase aquella de-
nominacin de las palabras d h r a (calvo) y urna (cabeza), por manera
que Carauma en qiiichua significa literalmente cabeza calva, cuyo nombre
se amo!da admirablemente a la forma desnuda de aquel pico.
Respecto de Caraumilla o Curumilla, parcenos que es slo un diminu-
tivo espaiolizado de aquella palabra peruana, pues en realidad es un morro
ms pequeo que el anterior, y porquc en araucano significara ciudad de
oro (de cara y milla, oro) nombre el ltimo que han acogido como simb-
lico de sus esperanzas los que por all buscan derroteros de tesoros encanta-
dos. Este mismo nombre de Curumilla dilo tambin el clebre novelista
francs Gustavo Aimard a uno de sus hroes araucanos en sus Adventurers,
pues en todo caso es un nombre de romance.
Por lo dembs, los nombres martimos del araucano, si se han conservado
en algunos de nuestros peces, Algas y crustceos, han perdido por lo gene-
ral el de su matriz, pues mar en aquel idioma es lazcqun, y de esta deno-
minacin slo se nos viene a la memoria el ejemplo de Huente-Zauquen
(mar chico), nombre de una hacienda de la costa de Illapel. El nombre
qiiichua de mar (cochc) es talvez ms comn, y de aqu, por ejemplo, el
cochayullo, de llullo (que a su vez es palabra araucana, por un mimbre o
tallo tierno) del mar.
Estas ligeras indicaciones no tienen otro objeto que llamar la atencin
a un estudio que sera sumamente curioso y ameno, si zlguien se dedicara
con empeiio a l. Hasta aqu no sabemos que ninguno de nuestros escritores
nacionales se haya consagrado a estas investigaciones, si hemos de excep-
tuar al sefior Astaburuapa, qiie en su precioso Diccionario Geogrhjico de Chi-
le, se ha aplicado, con feliz acierto en la mayor parte de los caso$, a descu-
brir algunas curiosas derivaciones de nombres de lugares.
HISTORIA DE VALPARA~SO 593

gulai?es, desde la quebrada de los Bueyes, que se disputabaii


los jesutas y los agustinos, hasta el Morro del Barn que re-
claman todava los mercenarios ( 1 ) .

Por lo que concierne a la fundacin puramente religiosa del


padre Vera, no vino acompaada esta vez de los alborotos, dis-
putas, excomuniones y escndalos que eran por esos aos la es-
colta indispensable de todo negocio frailesco.
El provincial de la orden mercenaria, Joaqun de Villaln,
otorg las patentes de la fundacin a su humilde sbdito y co-
lega el 26 de Mayo de 1715, esto es, algunos das antes de la

(I) Ya apuntamos en ot,ro lugar los diversos nombres que llevaron lar!
hijuelas de las Vsquez, cuyos descendientes, llegados mAs tarde aun a
mayor pobreza, fueron quiz a poblar las hondanadas que se llaman toda-
va Los Vdsquez en el camino antiguo de Casablanca. Pero algo despus to-
maron aqullas mayor incremento con el legado de la estancia llamada el
Paso Hondo, que dej a los padres una beata llamada doa Mara Merce-
des Caete.
Todos los fundos rsticos que los mercenarios posean al derredor de las
colinas de Valparaso y que a su vez estaban completamente circumbala-
das por las de los jesutas, desde la Via del Mar a las Tablas, fueron ven-
didas en cinco hijuelas desde 1828 hasta 1831 por la Junta Nacional, a cuyo
cargo corri la enajenacin de los bienes confiscados a los regulares en 1825.
El precio de la tasacin fu en general de 4 pesos cuadra, y el remate subi
un tercio sobre aqulla. De esta suerte, la primera hijuela de 49 cuadras
fu rematada a censo de cinco por ciento, por un Asencio Moreno, en 313
pesos, comprendindose en este valor dos perales, diecisiet,c duramos y dos
membrillos a tres reales cada uno de stos ltimos. Remat la segunda hi-
juela de 105 cuadras un don Juan Miranda en 796 pesos. habiendo sido ta-
sado este terreno en dos reales ms la cuadra que los otros. La tercera hi-
juela de 228 cuadras rematla don Francisco Contador en 1,558 pesos. La
cuarta, de 620 cuadras, fu rematada en 1,790 pesos; y la quinta que ya-
ca principalmente en la alti-planicie llamada Alto del Puerto y constaba
de 990 cuadras, comprla el mdico y negociante ingls don Andrs Blest
en la suma de 6,146 pesos. Esta ltima fu vendida por el provincial Pedro
Prez, cuando ya los regulares haban vuelto a entrar en posesin de SUR
bienes.
De estos datos resulta que la rea acumulada de todas las estancias que
haban heredado o adquirido por compra los mercenarios, esto es, el Valle del
Duque, el Rodeo de Lillo (Rodelillo), el Arbol copudo de Bartolom Flores,
y que cambiaron despus con los jesutas por el llamado el Charauacho, el
Paso Hondo, de la Caiiete, etc., ascenda a 2,683 cuadras, cuyo valor hace
40 aos fu de 10,912 pesos; una migaja, en uno y otro respecto, de los fun-
dos que en sus inmediaciones tenan los jesut.as.
Agregaremos aqu el curioso dato de que aun en una poca tan avanzada
como el ao de 1828, se encontraron en la estancia de los mercenarios hasta
2,120 palmas reales, que fueron tasadas a 4 reales. Y esto dar una idea
de la abundancia prodigiosa en que esos preciosos rboles debieron existir
en los dos primeros siglos de la colonia.
Historia de Valparaso 38
594 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

compra del Almendral para su orden, ante Diego Lucero, se-


cretario de la provincia. Pero el permiso episcopal para la erec-
cin del claustro y de la iglesia solo fu otorgado en el ao si-
guiente por el dignsimo Romero, dmpus de haber odo en jui-
cio contencim a todos los procuradores generales de las dems
comunidades, nin,ggmo de los que hizo esta vez oposicin ( 1 ) .

XXI

El principal objeto que se atribua a aquella fundacin re-


ligiosa era, sin embargo, el servicio y colecta de la redencin
de cautivos, cuyo sublime propsito haba sido la inspiracin
que presidiera en la creacin de la orden militar de merwna-
rios. Ya desde 1604 haba fundado aquella colecta en Santiago
el padre fray Diego de Luque, y de las Demesas que de los fon-
dos recogidos se haca al comisario general de Espaa, ha que-
. dado constancia de una partida de 624 pesos, embarcada en Val-
paraso el 20 de Septiembre de 1622 en el navo Las Merce-
des; otra de 861 pesos en 1643; otra de 2,139 pesos en 1664, y
por ltimo, una de 3,025 pesos que aparece de una cuenta de
inversin de caudales pblicos en 1809, y que los tesorera rea-
les enviaban en esa fecha a Espaa para redimir al cautivo de
Valencey, Fernando VII. La remesa de la partida de 1664 se

(1) El auto del obispo Guerrero disponiendo que se notificase a los pro-
curadores la solicitud de fundacin, tiene fecha de 8 de Febrero de 1716.
Deca el provincial Villaln en sus patentes que por ser Valparaso .lugar
de copioso gentto, por sus habitadores y por loe entrantes y salientes. a c e p
taba la ofrenda del terreno que de su peculio haca el padre Vera, y a este
mismo tenor representan los apoderados de los dems conventos.
El procurador de San Francisco, por ejemplo, observa que habindose
encontrado en Valparaso durante la semana santa de 1714 y 1715 ano v a s
taba la copia de confesores que haba en dicho convento (el de San Fran-
cisco) por la mucha gente que concurra a recibir aquel sacramento..
El procurador de San Agustn hace presente <que habindose aumentado
mucho los vecinos del puerto con el gran comercio que hay de navos en-
trantes y salientes, ha crecido el nmero del gento.. En el mismo sentido
informa el procurador de Santo Domingo, Francisco Hernndez; el de San
Ignacio, Juan Bautista Vallejos, y el abogado asesor Juan de Rosales.
A su vez, el procurador de la Merced, Ambrosio del Campo, declaraba que
existan, con los sitios vendidos y por vender, los arbitrios suficientes para
proceder a la ereccin de la iglesia, y solicitaba licencia para ocurrir a Es-
paa a fin de obtener la aprobacin del rey, como era indispensable.
Todos estos documentos se encuentran en el volumen 6.0 del archivo de
escrituras autnticas que se conserva en la casa grande de Santiago, cuyo
provincial, fray B. Rencoret, tan activo y desinteresado como el fundador
Jernimo de Vera, ha puesto sin reserva alguna a nuestra disposicin.
HISTORIA DE VALPARAfSO 593

pase solemnemente por la plaza pblica de Santiago en dos


zurrones de cuero para manifestar su destino y estimular a los
fieles a aumentar las obligaciones, con cuyo motivo se recogiv-
ron ese da 2 1 pesos centre los asistentes. En 1710 el capitii
J u a n de Molina, comisario de la Redencin en Valparaso, 113-
ba recolectado tambin 14 pesos (1).

XXII

La ereccin se hizo definitivamente por el ao 1717, y los ci-


mientos de la primitiva iglesia se echaron bajo la advocacin
de Nuestra Seora del Socorro de Cervelln, una monja ca-
talana que los navegantes de Barcelona invocaban en sus pe-
nurias, por los innumerables milagros con que tena acreditado
su patrocinio. Represntanla por eso con un buque en la mano,
y en esa actitud pueden adorarla todava sus devotos del Puer-
t o (si los tiene) y sus hijos del Almendral, si los conserva ( 2 ) .
El primitivo templo no pasaba-de tener el aspecto y la hu-
milde construccin dle una rstica capilla. Toda la suntuosidad
y magnificencia de las rdenes regulares quedaba reservada a
la frailesca Santiago, y por eso sus provinciales apenas con-
sentan en la fundacin de hospicios en el desmantelado puer-
t o , que eran una especie de albergues para las peregrinaciones
y visitus que por el esto y los baos de mar solan practicar
sus reverencias. Esas iglesias de techumbre de roja teja, de s-
lido campanario y de ,mesas pared- y estribos de adobes que
el viajero de la capital sola encontrar antes en Casa Blanca y
hoy en Tiltil o en Quilpu, son una reproduccin ms o menas
fidedign(a de los hospicios de San Francisco, San Agustn y la
Merced de la antigua Valparaso. La del ltimo estal-a edifi-
cada de norte a sur, con su frente al emplayado del mar, des-

(1) Constan estos curiosos detalles d~ una nota que ha tenido la bondad
de dirigirnos el reverendo provincial de la Merced con fecha 5 de Noviem-
bre de 1869.
.( 2,) La Drotecci6n de la virgen de Mercedes a los marinos del Pacifico era
evidente, estando a io que cuenta en una novena el padre Gaspar de Hidal-
go por el ao de 1730, en que, hablando de aquel amparo, se expresa con
estas palabras: .Como lo experiment6 un navo que perdido en estas costas
con las bravezas del mar, slo con echar un religioso nuestro santo escapu-
lario en las enfurecidas olas, se soseg de tal suerte que lleg6 la nave con
toda serenidad y aun sin timn a ValparasoB.
596 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

de el que se suba a la nave por una pequeria escalinata de


tosca piedra y de ladrillo. Rdornbanla solo tres altares. El
mayor naturalmente era el de la madre de la orden, vestida con
un faldelln de lanas de aguas, teniendo en el pecho un escudo
de plata y esmalte, trado de Espaa, que aun se conserva por
los comendadores en una maciza caja de plata esculpida con
guilas imperiales. Formaban orla al derredor de su efigie
seis mallas de plata para las luces y tres nios Jesuses, di-
ce el fundador Vera en su inventario. El rostro de la virgen,
que sea dicho de paso era tenido en el lugar por el de una buc.
na moza (pues era busto de Espaa y no de Quito), se ha-
llaba adornado por una profusa cabellera, voto y obsequio de
alguna piadosa doncella, y unos pendientes de oro y perlas que
le presentara, en un momento de fervor, cierta matrona del Al-
mendral llamada doa Mara Borges. Mas, arrepentida sta del
don, a influjos sin duda de una mundana tentacin, ocurri
al poco tiempo al padre Vera reclamndolos como de su hija,
pues haba padecido, a su decir, una deplorable equivocacin.
En cambio ofreca para substituirlos unos zaFcillos de oro y es-
meraldas ; pero el celoso presidente del hospicio no consinti en
e cambio sino con un aumento de doce pesos en dinero, por la
diferencia del valor. Y es preciso que se tenga presente que es-
te asunto de las joyas de nuestra seora de Mercedes y otras
santas dc lujo, no era negocio mu; sencillo eii la colonia, pncs
ee vieron aquellas ms de una vez en los amakles y profano3
rostros de las hermanas y parientes de ciertos provinciales, si
hcmos de creer al D k r i o de don Jos Miguel Carrera en 1811.
Esto no obstante, los zarcillos de la presente Nuestra Madre,
que es el nombre de claustro de la imagen die Mercedes del Al-
mendral, han mejorado en condicin con los aos, siendo SU
material de oro y diamantes, pero a prueba de humanas oreja.s,
por su peso y volumen, y as queda garantida su profanacih,
fuera de que el digno comendador que hoy la custodia, guarda
aquellos en la caja mencionada, y de all no salen sino en 10s
grandes das de la orden.
Los dos altares del costado sustentaban tal patriarca funda-
dor de los meroenarios, el glorioso San Padro Nolasco, cataln
tambin como la monja de Cervelln, y vesta aqul, no la alba
tnica de la orden, sino un velo colorado de noselaya con sus
HISTORIA D E VALPARAfSO 597

flores de oro. El opuesto perteneca a la ltima en calidad do


patrona local, y hacanle silenciosa compaa las imgenes de
San Antonio Abad y Santa Luca, que el padre Vera haba he-
cho venir de Lima con un costo de cerca de trescientos pesos,
y son los mismos que, al travs de siglo y medio, se conservan
todava en el altar de la izquierda o del evangelio, frente al de
la virge.e.rtfundadora (1).

XXIII

Propiamente, en consecuencia de aquellas fundacin, fu pa-


trona del &4lm'endralla monja de Cervelln, con entera inde-
pendencia y jurisdiccin aparte de la virgen del Rosario del
Pucrto Clnro, que cn otro lugar dijimos, sin entrar en porme-
nores, haba sido declarada madre titular del Puerto.
Y ya que la ltima ha perdido su imperio, por votacin di-
recta de sus ingratos hijos (que en una inmensa mayora vnl-
vieron ayer la espalda a su proteccin de dos siglos), ser bien
que recordemos en su devocin algunas palabras que ha comer-
vado la leyenda.

XXIV

Ignrase como vino de Espaa o de otra parte del mundo


aquella milagrosa imagen ; pero se sabe de noticia cierta que se
la reverenciaka en la iglesia de Santo Domingo del antiguo y
opulento Osorno cuando ocurri la ruina de las siete ciudades,
en los primeros das del siglo XVII. Salvronla en aquel lan-
ce, abrindole camino con sus espadas y sus pechos los pia&-

(1) Extractamos estos detalles del inventario por el cual el fundador Vera
entreg la iglesia a su succsor. Los dos santos mencionados fueron encarga-
dos a un mercader de Lima llamado don Roque Caero, a quien le entregaron
cien pesos a cuenta; m6s, como su precio fuera casi el triple (240 pesos),
guardlos aqul en su bodega y no quiso darles suelta hasta que no se le
cubri ntegro el importe.
La saerista de la iglesia y sus celdas eran naturalmente muy humildes.
E n la primera sGlo existan diez o doce lienzos quiteos, todos regalados,
y una caja de cedro .que compr el padre Vera, que era de una difunta en
doce misas., y a ms una silla raroiiable.
Despus de la ruina causada por cl terremoto de 1730, el claustro fu ta-
sado por el maestro mayor de arquilectura, don Francisco Loriel, en 2,000
pesos.
598 OBRAS COYPLETAS DE VICUA MACKENNA

sos conquistadones que le prestaban culto, y as pudieron con-


ducirla hasta un provisorio altar que le erigieron en el fuerte
de Carelmapu, primer asilo de los fugitivos.
Una prueba sobrenatural vino en seguida a consagrar en
aquel nuevo tabernculo la fama ya universal en Chile y el
Per de sus prodigios, porque en el memorable terremoto o hu-
racn (pues claramente no se ha sabido lo que fu) ocurrido
en aquella remota fortaleza el 14 de Mayo de 1633, habidndo
cado toda la iglesia en que se la veneraba, hallaron (dice el
padre Ovalle con la fe de creyente, de jesuta y de contempo-
rneo) a la santsima virgen de Puerto Claro, entre un hue-
quesito de unos p a l a con el nio Jess en los brazos, sin lesicjn
alguna, lo cual tuvieron a gran maravilla.
Y de aqu vino que cuaiiclo sc repobi6 a Yaldivia diw aos
ms tarde, se consagrara a su invocacin la capilla de una de
m s fortalezas y que, al propio tiempo, se pusiese esta mal agra-
decida ciudad de Talparaso bajo su augusto patrocinio. Siglo
y medio ms tarde, cuando el rey de Espaa Carlos I V tuvo a
bien coiife:.ir a 11: cal2 ri d e Quintil el tilLio ,le cicdad, cliie
por armas, en virtud de aquel antiguo voto, una virgen pisan-
do un castillo. Y este es el regio emblema que nuestro republi-
cano ayuntamiento ha repudiado a su vez, haciendo poner por
armas sobre la testera de su palco de liono:. e n c! ~ ( u ~ I dv c 7a
Victoria (nico sitio adecuado para tales farsas), una corona
de caprichosas almenas, que ni siquiera tienen la forma de un
escapulario. . . Sic transit gloria mundi!

XXV

Tal era el aspecto fsico y la condicin moral de aquellas dos


aldeas del litoral de Chile, que se llamaban distinta y separa-
damente el Puerto y el Almendral, en los primeros aos del
pasado siglo, cuando un fenmeno terrible vino a postrar su
incipiente progreso, derribando sus hogares y esparciendo a
sus moradores en las vecinas comarcas (1).

(1) E n la Historia d e Santiago, t. l.O, piig. 107, dimos cuenta de este terre-
moto.
En cuanto a los anteriores y a los subsiguientes hasta 1S64 ha publicado
una erudita disertacin en forma de catlogo el geolgo francs M. Alexis
Perrey, con el ttulo de Documents relatifs aux tremblements de terre au Chili.
HISTORIA DE VALPARAfSO 599

Y fu el terremoto y salida del mur de 1730, cuyo cata-


clismo vino a ser para Valparaso lo que el terremoto medi-
terrneo de 1647 haba sido para Santiago, a virtud de esa
ley de equilibrio y a la vez de destruccin que parece haber te-
nido lugar en nuestra costra terrquea, y segn la cual, cuan-
do el impulso subterrneo se desarrolla tierra adentro, opera
sobre los Andes horadando sus flancos con volcanes, al paso
que si aquel ha tenido por punto inicial algn seno del Pa-
cfico, se manifiesta por terrikles inundaciones martimas y el
curioso fenmeno del solevantamiento progresivo de nuestras
costas.

XXVI

Y a la verdad, que en la imperfecta cronologa de nuestra


historia natural, pueden caracterizarse distintamente en la
categora de los ltimos no meios de tres de los terremotos
anteriores al memorable de 1751 q w desol a Concepcin y

Memoria presentada a la Sociedad Imperial de Agricultura de Lyon en la


sesin del 3 de & l a z o de 1Sci4.
El trabajo del sefiir E'errcy es sumamente notable por su prolija invcsti-
gacin. Pero sujeto aqul, como todos los escritores europeos, a falsos con-
ceptos o crrores insubsanables por la distancia, parcencs ha acogido cn su
catlogo una serie de temblores apcrifos o evidentemente duplicados en
fechas y en lugares.
Entre otros, n ~ parecen
s tales el de 1550, que toma del Diccionario de
Geograjia de Langlois; el de 1590 que arroj varios buques a muchas legiias
de diistai~ciade In costa, segn Io consigna ia Biblioteca Gniversal de Gine-
bra publicada en 1536, y por ltimo, el de 1570 que confunde, como Prez
Garcia, con el verdadcro de 1575.
El distinguido y malogrado joven chileno don Paulino del Barrio, arre-
batado a 1:;s ciercins de su ;iat:.ia ei; la flor de los nAos y de las csperanzas,
public tambin, antcs que el seor Perrey, una prcciosa memoria sobre los
temhlorrs de Chile, en los ii7iciZe.s de Etr Cniversitiod dcl mes de Octubre de
1855, con el ttulo de Jfemorin sobre los temblores de tierra y sus efectos en
genertil y e n especinl e n Chile, Julio 31 de 1855.
Pero en rlla trata la cuestin nicamente con relacin a sus causas y fe-
nmenos fsicos, y en esto 'estriba el mrito indisputable de aquel trabajo.
E n cuanto a que en siglos anteriores a nuestra era cristiana debieron ocu-
rrir grandes inuntlericncs del mar, el temor tradicional que manifestaban
los indios, ganando sicmpre las alturas en los casos de temblor, es una prue-
ba de su existencia y de sus estragos. Molina y el padre Rosales hablan de
esta prctica de los indios de Arauco, y el ltimo en su Historia indita re-
fiere que aqulla se remonta hasta la tradicin del diluvio en nuestro suelo.
Segn los indios, los pocos que salvaron de aquel cataclismo se refugiaron
en una cumbre elevadsima, cercana ai 801, y de aquf el origen de los culoos.
600 O B R A S COMPLETAS DE VICURA WACKENNA

forz a sus habitantes a buscar un apartado valle en que e&-


ficar sus hogares.
Prescindiendo, en efecto, de las tradiciones que participan
de la fkula, es un hecho averiguado que el terremoto del 28
de Octubre de 1562, posterior solo veinte y siete am al des-
cubrimiento de Chile, ocasion en el Medioda y especial-
mente en la costa de Arauco una irrupcin violenta del mar.
Otro tanto resulta con mayor certidumbre del ocurrido en
Marzo 17 de 1575, del cual Gngora Marmolejo y Mario de
Lwera nos han dejado fieles pinturas como testigos presen-
ciales. De sus estragos, dice el ltimo que en Valdivia, donde
era a la sazn corregidor, el ro qued en seco por el reflujo que
lo precipit en el mar, mientras que en Concepcin sali la
ltima bramando ms que leona.

XXVII

Otro tanto parece sucedi en el terremoto- ocurrido a1 mar-


t<.del alba el 14 de Mayo de 1633 (tercero en esta serie), cu-
yos estragos en el pnerto de Carelmapu refiere con algunos in-
teresantes pormenores, a guisa de contemporneo, el padm
Ovalle ( 1 ) .

(1) Es tan digno de inters lo poco que en nuestra antigua crnica se con-
serva con relacin a los fenmenos naturales que ha? ido mnrcadc en cada
siglo el desarrollo o las perturbaciones dc nuestra formacin terrbquea,
que nos parecera una omisin punible no sacar a luz, en esta parte, la des-
cripcin ingcnua y curiosa que c1 jesuta Ovalle nos ha dejado de aquel ex-
trao acontrcimiento. Es ella tanto mLs acreedora a ser conocida de la gene-
ralidad, cuanto que el narrador habitaba entonces en Chile y qur invoca,
ademis, la versin de testigos presenciales que le refirieron personalmente
los detalles del suceso.
.Pero lo que ha causado mayor terror en todo Chilo (dice de este fen-
meno el minucioso padre en el captulo 21, libro S. de su cronicn), y aun
en todo Chile, ha sido la ruina que padeci el fuerte de Carelmapu, causada
de la violencia de un huracn, o remolino, que dicen pas en un credo. Fu
el caso que a catorce de Mayo de seis cientos y treinta y tres, al cuarto
del alva, se oy de repente un tan vehemente y espantoso ruido por todas
las casas y fuerte, que desnudos oblig a los moradores a saltar con gran
priesa de sus camas, desamparando las casas y huyendo a fuera para ver lo
que era. porque todo pareca venirse abajo y fu as que las tres galeras
grandes del fuerte vinieron al suelo con todo un lienzo del mala1 y dos puer-
tas muy pesadas, que despus, como dicen, apenas poda menear toda la
Compaa de soldados, las sac de sus quicios el remolino. Los que huan
hacia la iglesia, que es buena y capaz, toda de tablas y maderas, la halla-
ron arrasada por tierra. Las cruces que hay algn trecho estaban alrede-
dor caldas en tierra distante de su9 primeros lugarm: los que iban hacia la
HISTORIA DE VALPARA~SO 601

XXVIII

E n cuanto al cataclismo que se mantiene todava en la me-


moria de los chilenos como la gran ruina de los siglos que has-
ta aqu hemos vivido (el de 13 de Mayo de 1647), parece que
GO tuvo inflencia especial en nuestra costa, si bien en la del
Per ech sobre la playa de Arica al navo San Nicols, que
haba surgido all del Papudo. Respecto de Valparaso, msero
hacinamiento entonces de ranchos y de pajizos graneros, todo
___
casera vean todas las casas maltratadas, unas del todo por el suelo como
la nuestra (la de los jesutas) con un gran caxon que haba dentro hecho-
astillas. Otra de un soldado que apenas haba salido huyendo temeroso,
cuando cay6 toda la casa dando lugar a que tambin se escapasen la mujer
y los hijos, y otras que haban desmentido de sus lugares y otras finalmen-
t e destechadas y maltratadas, de suerte que todas hisieron ruina sin que a1-
guna se pudiese escapar. Seguase luego al ver las pilas de tablas y tablo-
nes, stos, algunos hechos pedazos; aqullas sembradas por la playa y el
mar, entrando despus a sacar con el agua a los pechos, yendo otros a pa-
rar a una isla distante tres o cuatro leguas. Las piedras de lit playa con la
gran+ fiierza fiicvn de siis liigarcs amontonadas hacia algunas casas. Dos
piraguas que haban, hechas pedazos. Todo est? destrozo vieron de repen-
t e sin tener ya donde guarecerse de un grande aquacero que les caa encima,
y as, todos turbados y temerosos, no saban sino clamar y dar voces pi-
diendo misericordia al seor. Esto es lo que predicaba aquel bucn padre y
esto lo que nos sola decir,. (*)
Continuando despus con los estragos experimentados en la iglesia mi-
sional, el jesuita prosigue: .Aqu tuvieron :ran espanto porque hallaron
los huesos y calaveras de los muertos desenterrados, y juntamente un cuer-
po muerto que no se haba acabado de corromper. Fu la causa, que la gran
violencia del remolino, como no pudo quebrar las madrinas de alcrce que
tena la iglesia, y entraban como vara y media en tierra, las arranc, y como
palancas aventaron la tierra, llevando por delante la sepulturn de los muer-
tos, que encontraron desenterrados sus cuerpos.
.Mas no pas aqu la calamidad y tormento, contina el contristado pa-
dre, porque poco drspus vieron uno como globo de fuego, sobre un monte
alto que cae encima del fuerte y a donde suelen subir a ver entrar los navos,
el cual pareca amenazar an mayor ruina. De all salt6 al mar alterando
as aguas: tras l vino una gran tempestad de truenos, acompaada de una
gran obscuridad, que iba volando por toda esta baha. y ltimamente des-
pidi de s el cielo granizo ms grueso, sin encarecimiento, que balas grandes
de mosquete, quedando el mar como hirviendo y levantando tan grandes
y altas olas, que dicen ser cosa increble, sino sea quien lo vi. . Esto cuen-
I

tan los capitanes que se hallaron presentes. Acabo con decir lo que ellos di-
cen, que pareca ser da de juicio ver todos los elementos revueltop, y que
as concibieron grandsimo temor, estremecindose las carnes, y aun ahora
cada vez que lo cuentan quedan maravillados y llenos de temor. Dicen tam-
bin que debi6 venir algn demonio envuelto en aquel remolino, permi-
tiendo nuestro seor para castigo de los que llevados de sus apetitos vivan
Orienda suelta. Caus este castigo del cielo muy gran temor y enmienda de
pecados..
(*) El padre misionero de Carelmapu, de cuya boca parece haber tenido
O valle esta relacin.
602 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

lo que hemos llegado a saber, es que de las tres bodegas que


existan en el Almendral, una fu completamente derribada y
las otras perdieron su techumbre. Otro tanto sucedi a la ni-
ca casa que entonces parece exista en aquel lugar, pues sus
dueos vironse obligados a reedificarla.

XXIX

Pero puede asegurarse con relacin a Valparaso, considera-


da como morada de cristianos, que la nica inundacin de mar
que verdaderamente haya invadido su planicie y el declive
de sus laderas, arrasando sus edificias, fu la que tuvo luqar al
amanecer del memoralclse 8 de Julio de 1730.
Muy pocos son los detalles locales que se han conservado de
aquella catstrofe, y aunque se sabe, por ejemplo, que ocurrie-
ron tres furiosas sacudidas, a la una de la noche, a las cua-
t r o y tres cnsrtos de I n maana, y otra entre las doce y una
del da siguiente, iqnrase en cul hizo su Salida el mar.
El ilustre gelogo ingls Sir Carlos Lye11 califica de compa-
rativamente pequea la onda que se precipit sobre las pla-
yas en esa ocasin, pero si him con relacin a los estragos
que causaron despiihs la salida del Callao en 1747 y la de Con-
cepcin en 1751, piicde Iinbrsela jiizgtido dc l ~ o w ning-
njtud, no debieron creerla tal los moradores que la experimen-
taron, especialmente en el Almendral.

xxx
Arranc aqu la mar como sobre un lecho abierto que le era
familiar, e inundando la mayor parte del terreno llano, arras
hasta sus cimientos la parte principal del nuevo templo de la
Merced, nico edificio civil de al,.wia cue:lta que all hubiese,
forz sus puertas fronterizas a la playa, tronchando sus cerra-
diiras, derribG sniils altares, e inundando todo el Gmbito de la es-
trecha nave, solo vino a declinar su mpetu en las gradas del
altar en que se reverenciaba a la virgen; para que se viese,
deca en su novena citada el padre Hidalgo, dirigindose a la
ltima, que la ira divina slo llega a los umbrales de t u favor.
Todo l o que se salv de la piadosa ereccin del padre Vera
HISTORIA DE VALPARASO 603

fueron algunas de las imgenes y la enmaderacin del tem-


plo. Al ao siguiente se haba construdo con la ltima dos
ranchos por el padra Gonzlez, que parece sucedi al fundador
Vera, y cuando vino ste a cerciorarse de su calamidad, reco-
gi todava de las ruinas veintisis clavos gemales. Mas, res-
pecto de las coligiiss, como sustancia frgil, dice enojado el
fundador que al padre Gonzlez los haba vendido el procu-
rador de la Compaa de Jess, Pedro de Toro, conocido ya
en el asunto del comiso de Alendiola (1).

XXXI

Por lo que respecta al puerto, los estragos debieron ser de


menor consideracin en lo que se refera a la invasin del
mar, pues la pendiente en que estaba el casero no pudo mv-
nos de ofrecer una fuerte barrera a las olas. Alas, a juzgar
por la ruina del Castillo de Xuli J o s , que continuaba sirvien-
do de tipo de construccin, la de las habitaciones particula-
res debi ser casi completa, en fuerza del sacudimiento. De
una vista de ojos practicada en aquella fortaleza por el go-
bernador La Torre Terdugo el 7 de Abril de 1731, esto es,
nueve meses despus de la catstrofe, resultaba que su dete-
rioro haba sido completo. Las dos cortinas que daban vista
por un considerable espacio a las dos quebradas dc San Fran-
cisco y San Agustn fueron arrancadas desde su cimiento, lo
que dara indicio de haker sido de oriente a poniente, o vice-

(1) Libro de c i s i f v s dc\l conveno de 12 Xerc:2 de 'l-e;:>arnso d m t n t e el


~ i g l oXT'III y que consta dc tin legnjo conservado en la Cnsn grande (le San-
tiago.
El desastre del Almendral no parece ::ti:: pas de lu tiesrii:.c.i6ri de la igle-
sia, por lo que puedc dccirsc quc sus iia!)itantes fueron rnas fcliccs que los
de Concepcin en aquel lance, porquc all, cono dice Pxalta a!iidiendo a
ese preciso caso:

.Al naufragar al seno m5s profundo


Atiii no les servid de tabla el mundo..

Vase tambin sobre este terremoto la carta o memorial del obispo de


Santiago titulado I?i/ornze de la ruina, eic., que publica en francs Mr. Pe-
rrey, tradurida de los manuscritos del seor Gay. All se recomienda a la
piedad del soberano las ciudades de la Concepcin, Valdivin y La Serena
por los daos recibidos, pero nada se dice de Valparaso, por su insignifi-
cancia o porque se consider6 inferior el estrago.
604 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

versa, la direccin de la corriente subterrnea. Toda la obra


de mampastera de la Planchada cay derribada a la playa;
su esplanada se desnivel, hundindose ms de una cuarta, y
por ltimo, todas las escalas de piedra o graderas que da-
ban acceso al cerro y al Gastilb alto, incluso el caracol o ram-
pa que ascenda desde la plaza, fueron tronchadas y reducidhs
a fragmentos. Slo quedaron en pie, si bien en 'extremo mal-
tratadas, la casa habitacin del gobernador, la sala de armas y
una que otra oficina subalterna de aquella vasta construc-
cin ( 1 ) .
E n cuanto al plano inclinado de la playa en que se encon-
traba el mayor nmero de las bodegas, dice Carvallo que a!
retirarse el mar arrastr consigo no menos de ochenta mil fa-
negas de trigo, lo que pone de manifiesto que la de Valpara-
so fu esa vez una ruina mercantil completa.

XXXII

Tal haba siclo la vida de I-nIparaao durante dos siglos. Le-


yenda de una de esas rocas del mar que visitan solo los hu-
racdnm y aventureras aves, ms Lien que crnica acompasada
de una colonia de mercaderes.
Su puerto, a la verdad, no haba pasado de ser una caleta
osci~ra;su ciudad era apenas un fuerte de ladi.iIIos, rodeado
de pajizas cakaas; su comercio era una bodega, su sociedad
un claustro.
Pero no obstante la humildad de estos orgenes y desde el
deiculiririiient o sucesivo d e l c ; m a l de U l a q a l l a ~ ~J-s ilcl ~ I U S O
de Ciiillcriiio Schoiiten, Valparaso estaba forzosamenlc lla-
mado a ser el gran emporio del Mar del Sur.

XXXIII

Hay leyes en el universo moral tan armoniosas, tan irresis-


-
tibles, tan visiblemente marcadas con el sello de la omnipo-
La vista de ojo fu practicada por La Torre Verdugo, asociado del
(1)
oficial real o teniente de eeedor don Lorenzo de la Piedra, del escribano don
Jos de Euguit, del capit5n don Francisco Arnous Loriel, maestro mayor
de arquitectura, y del maestro mayor de cnrpintera don Jos del Bore.
Este documento se encuentra original en el protocolo del escribano citado
archivado en la oficina de don Mximo Navarrete.
HISTORIA DE VALPAFZA~SO 605

tencia, como aquellas que imperan bajo la mano de Dios en


la rotacin de los mundos de la creacin.
Y por eso el lector filsofo que recuerde el lgico desen-
volvimiento de los sucesos de diversa ndole que llevamos re-
cordados en este libro, habr fijado su atencin en que de cual-
quiera parte que arrancara el movimiento inicial, y cualquiera
que fuera la naturaleza de su impulsin, ora militar, ora de
comercio, ora puramente poltica, y aun, en ciertos casos, ecle-
sistica, siempre vena a ser esta ciudad el punto cntrico a
que la fuerza impulsiva converga con ms intensidad.

XXXIV

As, apenas ha atravesado de banda a banda el estrecho de


Magallanes la nave Victoria en demanda de las Molucas, lle-
vando de firme rumbo hacia el oriente, cuando el barco que le
sucede en estos mares (uno de los de la expedicin de Alonso
de Camargo), viene a recalar, sip ms rumbo que el del acaso,
a los solitarios farellones del valle de Quintil.
Otro tanto sucede a los corsarios ingleses del siglo XVII.
Todos, Drake, Cavendish, Hawkins, se lanzan al ignoto ocano
del Sur, sin ms derrotero que el renomkre fabuloso del oro
del Per. Y sin que esta incertidumbre del destino fuera par-
te, y en muchos casos a pesar suyo, las olas les traen, uno en
pos de otro, a esta playa entonces miserable, pero que era la
etapa inevitable fijada por la mano de Dios en el gran camino
de los mares.
Anlogo itinerario habran elegido de seguro los holande-
ses en e! siglo siguiente si falsos clculos sobre sus fuerzas,
como sncedi a LHeremite delante del Callao, y el engaoso
prisma de la rebelin araucana, segn fu el caso de Brouwer
en Valdivia, y su enojo ciego con Espaa en todas ocasiones,
no les hubiese apartado de su sendero natural, que era el de
a t a baha y sus feraces valles adyacentes.
Tan digno a la verdad de meditacin 8s este ltimo concep-
to, que no sera talvez aventurado presumir hoy da que si
aquellos mal aconsejados caudillos (cuyo error pagaron ellos
mismos con su vida) hubiesen encaminado sus poderosos ar-
mamentos al puerto de Santiago, habran podido colocar esta
606 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA

apartada, indefensa, y siempre descontenta colonia a dos pasos


de un cambio de nacionalidad.
Eso fu, al menos, lo que a su turno tuvieron en mira los
franceses bajo Luis XIV, y lo que pudieron ejecutar con solo
un esfuerzo de voluntad los navegantes bretones en los prime-
ros aos del reinado de Felipe V, si en una y otra ocasin, en
lugar de impostores como Pardo de Figueroa o de caudillejos
verstiles como el caballero de Gennes, hubiesen tenido por
inspirador un genio superior o simplemente un capitn,
atrevido. No haba sido ciertamente ms propicia ni ms se-
gura que wta ltima la ocasin que abri las puertas de In-
glaterra, haca alguuos siglos, a los aventureros normandos. Y
ejemplos anlogos se encuentran en cada pgina de la bis-
toria.
XXXV

Verdad era todava que el surgidero del puerto as predes-


tinado pareca estrecho y tormentoso; verdad era que las ri-
das colinas de su angosta playa empinndose isobre las arenas,
las unas encima de las otras, apenas dejaban paso en ciertos
lugares a la ua de as bestias de acarreo ; y verdad, en fin, que
no haba sitio alguno a propsito para la cmoda morada del
industrial, del negociante, del simple vecino o transeunte. Pero
derribando esta serie de barreras, el surgidero deba ensan-
charse por s solo, las playas dilatarse, las agrestes colinas re-
blandecer BUS flancos, la ciudad reina del Pacfico brotar al
fin de las quebradas y de las ondas.

XXXVI

Un humorista que no hace mucho habit este propio suelo


(el clekre don Simn Rodrguez, maestro de escuela en Val-
paraso en 1840), acostumbraba decir por irona que en la es-
trechez insubsanable de esta orgullosa repblica, era preciso
agarrarse a la cordillera para no caeme a l a mar.
La imagen era exacta. Pero el custico pedagogo vivi lo SU-
fici,ente para contemplar cmo un destino manifksto iba im-
provisando una ciudad esplndida en aquel recinto imposible,
entre la cordillera y el mar.
HISTORIA DE VALPARA~SO 607

XXXVII

Ahora, cmo en el espacio de un siglo, mal decimos, en la


rpida sucesin de dos o tres dcadas se realiz aquel prodi-
g i o : tal ser el nuevo y hermoso espectculo a que deberemos
asistir desde las primeras pginas del prximo volumen d e
esta historia, a la vez nacional y lugarea.
I N D I C E
TABLA GENERAL Y DE CAPITULOS

PkGS.
-.
NOTICIA PRELIMINAR, ....................... 9
DEDICATORIA ............................... 13
ADVERTENCIA ............................... 15
CAPITULO I : JUAN DE SAAVEDRA ................... 21
CAPITULO 11: EL VALLEDE QUZNTIL . . . . . . . . . . . . . . . 29
CAPITULO 111: EL ALMIRANTE PASTENE ........ 37
CAPITULO I V : UNAPESCA DE ORO EN VALPARASO .... 45
CAPITULO V : SOLEDAD ............................ 53
CAPITULO V I : Los INGLESES EX EL MARDEL SUR . (I)
EL DRAQUE................................... 59
CAPITULO V I I : EL ESTRECHO DE MAGALLANES ....... 73
CAPITULO VIII: Los INGLESES EN EL MAR DEL SUR .
(11) SIRTON& CAVENDISH ........................ 81
CAPITULO I X : Los INGLESES EN EL MAR DEL SUR .
(111) RICHARTE................................ 93
CAPITULO X : Los HOLANDESES EN VALPARASO . (I)
CORDES Y NOORT................................ 101
CAPITULO X I : Los HOLANDESES EN VALPARASO . (11)
SPILBERGEN ................................... 115
CAPITULO XI1 : Los CLAUSTROSEN VALPARASO . . . . 129
CAPITULO X I I I : EL COMERCIODE VALPARASO EN EL
SIGLO XVII ................................... 145
CAPITULO XIV: ENRIQUE BRUNOEN VALDIVIA . . . . . . 167
CAPITULO XV : Los BUCANEROS EN EL PACFICO . . . . 185
CAPITULO XVI: SHARP EN COQUINBO . . . . . . . . . . . . . . 211
612 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

CAPITULO XVII: EL PODER DE UN CHISME EN LA AM-


RICAESPAOLA . . . .............................. 231
CAPITULO XVIII: LASISLAS DEL REY.. . . . . . . . . 243
CAPITULO XIX : EL CASTILLO DE SANJos . . . . . . . . 261
CAPITULO XX : EXPEDICIONES FRANCESAS AL PACFICO
EN EL SIGLO XVII (DON BALTASAR PARDO DE FIGUE-
ROA) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283
CAPITULO XXI: EL COMERCIO DE FLOTAS Y GALEONES 303
CAPITULO XXII : LOS TRIBUTOS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341
CAPITULO XXIII : Los POSTREROS DASDE UN SIGLO. . 377
CAPITULO XXIV : EL TRIGO.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397
CAPITULO XXV: Los PILOTOS DE SANMAW.. . . . . . 411
u CAPITULO XXVI: LA PRIMERA EXPEDICIN CIENTFICA
(LUIS FEUILLE - FRANCISCO FREZIER) . . . . . . . . . . . . 427
CAPFTULO XXVII: DECADENCIA DE LOS FRANCESES EN
EL MARDEL SUR.................................. 441
CAPITULO X X V I I I : Los CORSARIOS DEL SIGLO XVIII
(I. GUILLERMODAMPIER.11. WOODES ROGERS.111.
J U A N CLIPPERTON. Iv. LA COMPANA DEL M A R DEL SUR.
V. Los HOLANDESES EN EL PACFICO.. . . . . . . . . . . 463
CAPITULO XXIX : LASBODEGAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 501
CAPITULO XXX: EL PUERTO. . . . . . . . . . . . . . 533
CAPITULO XXXI : LA SOCIEDAD.. . . . . . . . . . . . . . . . . . 551
CAPITULO XXXII : EL ALMENDRAL (EL TERREMOTO DE
1730) .......................................... 577
INDICE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 609
TABLA DE MATERIAS TRATADAS
EN L A HISTORIA DE VALPARAISO

-
PdOS.
CAPITULO I

Primer anuncio que encuentra Diego de Almagro de la ensenada de Val-


paraso.-Los pilotos Juan Fernndez y Alonso de Quintero.-El
Santiaguillo surge en la baha.-Emisario que va al encuentro de AI-
magro.-Despacha ste a la descubierta a Juan de Saavedra.-Ver-
dadero origen del nombre de Valparaso.-Desciende Almagro a la
costa, y medidas que toma desde el asiento de Valparaso.-Calami-
dades que le acontecen.-Su regreso al Cuzco.-Melanclico fin de
Juan de Saavedra y de Diego de Almagro. .................................... 21

CAPITULO I1

Los changos o primitivos habitantes de Valparaso.-La comarca de Alia-


mapa.-El valle de Quinti2.-Aspecto primitivo del asiento actual de
Valparaso, sus quebradas, sus bosques, sus vertientes y sus palmas
reales.-Aparicin en la baha de una de las naves de Alonso de Ca-
margo.-Sorpresa con que recibe Valdivia esta noticia en el valle de
la Ligua, al invadir a Chile.-Despacha a Francisco de Aguirre a hacer
un reconocimiento.-Vnldivia ocupa a Valparaso antes de marchar
a Santiago.-La nave de Camargo contina su viaje al Callao y vene-
racin con que la reciben los conquistadores................................. 29

CAPITULO I11

Primeras expediciones comerciales que arriban a Valparaso.-Buque de


Alberto el Siciliano.-Martinez de Vegazo.-El primer naufragio.-
Llega Juan Bautista Pastene con socorros..- Valdivia viene a Val-
paraso y nombra a aquel su lugar-teniente en el mar.-Pastene, pri-
mer gobernador de Valparaso.-Acta definitiva de la fundacin de
esta ciudad.-Origen de los nombres de las quebradas de EZas y J u a n
Gdmez.-Primer viaje de exploracin emprendido desde Valparaso. 37
614 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

CAPITULO I V

Regreso de Pastene y Monroy al Per.-Su tardanza en volver y ansiedad


de Valdivi-Llega Pastene trayendo extraordinarias nuevas.-Val-
divia resuelve en consecuencia itirigirse a1 Per.-Solicita un em-
pr6stito de los vecinos de Santiago y se lo niegan.-Se propone Ile-
varles furtivamente su oro.-Banquete que les ofrece con este objeto
en Valparaso.-Escenas que ocurren con motivo de su fuga.-Como
los desposedos fueron vengados.-Abundancia de oro en el territorio
de Aliamapa ............................................................................ 45

CAPITULO V

Vuelve Valdivia del Per.-Se detiene en Valparaso y hace desmontzr una


estancia para su uso.-Su preferencia por Penco y orden que imparte
a sus buques de dirigirse a aquel puerto.-Extinci6n de los habitan-
tes indgenas del valle de Quinti1.-Crueldades de Juan G6mez.-El
procurador de ciudad de Santiago solicita de Valdivia que se establex-
ca un solo poblador en Valparaso, y aquel se niega.-Acontecimien-
tos en la baha.-La sentencia del licenciado las Pefias.-Llegada del
general Costilla.-Hurtado de Mendom-Visita del obispo Mar-
molejo y fundacin de la primera capilla.-Sistema -de comercio que
entonces rega en Valparaso.. ..................................................... 53

CAPITULO V I

Profunda quietud en que vivan los habitantes de Valparaso.-En qu


consista su comercio a fines del siglo XV1.-Ideas que prevalecan
sobre el Estrecho de Magal1anes.-Funest,a exploracin de Ladrille-
ros.-Error de Gay respecto de su DrARIo.-Juan FernBndee, su des-
cubrimiento y su proceso.-Buques que frecuentan la baha.-Sbi-
t a aparicin del Draque.-Se apodera del pueblo y lo saquea.-Origen
de Drake y causas de su expedici6n.-Su escuadrilla y triste suerte
que corri6.-El PELfcANo.-Episodio en la isla de la Mocha.-Como
descubre a Valparaso.-El indio Felipe.-Conducta de Drake en Val-
paraso.-Cuanto fue el oro que apres6.-El almirante Lamero Ga-
llegos, y como le hicieron merced de un valle de Chile.-Drake se apo-
dera de inmensos tesoros y da la vuelta a Inglaterra por la China.-
El Cuca-fuego.-Recibimiento que le hacen sus compatriotas.-False-
dad de Argensoh-Como le califica el embajador de Espaa en Lon-
dres.-Su posterior carrera.-Retratos del Draque.-Su bibliografa. 59

CAPITULO VI1

Importancia geogrfica con relacin a Valparaso de la correra de Drake.-


El tnta de los costinm-Furor del virey Toledo y expe(fici6n que a r m a
para perseguirlo.-Pedro Sarmiento.-Instrucciones que recibe.-Fal-
sedad de Argenso1a.-Triste suerte de la expedicin de Sarmiento.-
El puerto del Hambre.-La almiranta de Sarmiento llega a la altura
del Cabo de Hornos.-Discusi6n sobre este descubrimiento y el del Es-
trecho antes de Guillermo Schouten y de Magal1anes.-Hoces, Lamero,
HISTORIA DE VALPARA~SO 615

Drake, el jesuita Acosta y Pigafetta sobre estos descubrimientos.-


Ejemplo reciente.-La almirantu vuelve a Valparaso trayendo io-
bados cien cautivos.-El destino manviesto ................................... 73

CAPITULO VI11

Profunda impresin que causa en Inglaterra la llegada de Drake y su botn.-


Toms Cavendish alista una expedicin.-Su viaje hasta Puerto de
Hambre.-Tom Hernndez.-Plan de Cavendish.-Dirgese a Quinte-
ro.-Alarma en toda la costa.-Las milicias de Santiago, Quillota y Val-
paraso marchan a Quintero.-Exploracin de Cavendish.-Sangrien-
to combate de Quintero.-Hazaa del chileno don Luis de las Cuevas.-
Curiosos antecedentes y coincidencias de la familia de este conquista-
dor.-Crueldades a que se entrega Cavendish.-Apresa al galen de
Manila y vuelve a Inglaterra.-Destino posterior de Cavendish, Cue-
vas y Hernndez.-Influencia de la expedicin de Cavendish en el
Pacfico.. ............................................................................ 81

CAPITULO IX

Ricardo Hawkins, por vengar a su padre, organiza una expedicin contra


las posesiones espaolas del Pacfico.-La Dragontea de Lope de Vega.-
La Dainty.-Hawkins se apodera de la baha de Valparaso y de tres
naves.-Curioso inventario del botn que contenan.-Preliminares
de rescate.- Doa Teresa de Castro.-Viene el gobernador Sotoma-
yor a Valparaso y resuelve dar un asalto al corsario.-Quema ste
los buques y se hace a la vela.-Opinin que Hawkins se forma de Chile.
-El corregidor de Coquimbo da aviso al virrey Hurtado de Mendoza.-
El doct,or Jimnez de Mendoza.-Aprestos del virrey.-La Amzada
del Mar del Sur.-Combate y rendicin de la Dainty.-Hidalgua de
los vencedores.-La Inquisicin de Lima reclama a Hawkins para juz-
garlo como a hereje.-Ponderacin del jesuta Escobar.-The obser-
oations de Hawkins.-Sacrilegio que se le atribuye en la baha de Val-
paraso.-Voto que hace en consecuencia don Garca al Sanio Cristo
de Burgos.-Procesin de desagravios en Santiago.-Los primeros grin-
gos.-Verdadero origen de este nombre y sus diversas versiones popu-
lares................................................................................. 93

CAPITULO X

Aepecto de Valparaso a fines del siglo XV1.-Aparicin repentina en su


baha de un buque desarbolado.-Manera cmo lo reciben.-Guerra
de los Pases Bsljos con Espaa.-P!an de los holandeses para atacar
las posesiones de Amrica.-Expedicin de Mahu y su infeliz suerte.-
-El Cerf Volant en Valparaso.-Sewald de Wert y sus padecimien-
t o s . S u e r t e de Simn de Cordes.-Su hermano Baltasar se apodera
de Castro y los chilotes le proclaman rey.-La herona doa Ins de
Bazn y el Guzmn el Bueno de Chile, segn papeles inditos.-El co-
ronel Campo desaloja a Cordes, y sus horribles crueldades.-Errores de
los cronistas espaoles sobre las expediciones martimas en el Mar del
Sur.-Expedicin de Oliver0 de Noort.-La Centinela A Z t u S a q u e o ,
degellos e incendios que Noort ejecuta en la rada de Valparaso.-In-
616 OBRAS COMPLETAS DE VICURA U C K E N N A

. P~QK
-
menso tesoro que supone fu arrojado a la baha.-Su regreso a Ho-
landa.-Contraste de la ferocidad de los holandeses con la conducta
de los corsarios de Inglaterra, y sus c a w . .................................... 101

CAPITULO XI

Tregua en la guerra de los Pases Bajos con Espaa.-Expedicin que du-


rante ella viene al Pacfico a las 6rdenes de Jorge Spilbergen.-Sus
depredaciones en las islas de la Mocha y Santa Mara.-Ataca a Con-
cepcin.-Bombardeo de Valparaso.-Desembarco y combate en SUB
colinas.-Pedro de Recalde.-Reliquias que se conservan de aquel
hecho de armas.-Spilbergen se fortifica en Quintero y lo desaloja Re-
calde.-Derrota la escuadra del Mar del Sur frente a Caete.-Erro-
res notables de cronistas antiguos.-En qu consista la armada del
Per.-Inminente riesgo que corre Lima.-Renuvame las hostilida-
des entre Espaa y Holanda.-Formidable escuadra de Nassau, des-
tinada a la conquista de la Amrica del Sur.-Avstala desde el puerto
de San Antonio un vaquero, y es ahorcado en Santiago por alarmista.-
Desastres de la escuadra holandesa delante de Callao.-Muere su al-
mirante LHeremite, y su sucesor se propone conquistar a Chile, alin-
dose con los araucanos.-Alarma en Chile y fortificaciones que se em-
prenden en Valparaso.-Suerte definitiva de la expedicin de Nassau.
-Descubrimiento del Cabo de Hornos.. ................................... 115

CAPITULO XI1

Triste existencia civil de Valparaso durante su primer siglo.-Arribo del


Presidente Garcia Rsmn y de la Real Audiencia.-Miserable estado
en que encuentra su poblacin el Presidente Jara-Quemada y la-
mentaciones a que se entrega sobre el particular.-Pedro de Recalde,
primer funcionario civil de Valparaso.-Distribucin agraria de los
terrenos.-Cmo la Cabritera fu el verdadero Almendral y prue!x
autntica de ello.-Cmo este error legal de nombres, ha costado cien
mil pesos a los padres de la Merced.-Jins de Lillo y Bartolom Flo-
rea, hacendados en Valparaso.-El primer dueo del actual Almen-
dral.-Venta de la Rinconada en 40 patacones.-Transmisin sucesi-
va de los terrenos de Po2anco hasta nuestros das.-Lento progreso
del Puerto.-Fundacin de San Agustn y buena estrella de la orden
en Valparaso.-Primeros escribanos y sus archivos.-Fundacin de
la parroquia.-El primer cura.-C6mo la casa de ste era el nico
hotel de Valparaso, especialmente para los jesuitas.-Cmoda paga
de la hospitalidad que acostumbraban stos.-Estrechez de la aldea
de Valparaso en los das en que saia buque.-los frailes de San Fran-
cisco fundan un hospicio.-Valparaso, segun el Obispo Humansor0.-
El general Juan Gmez de Rivadeneira.-Ceremonia de posesin en
la quebrada de San Antonio de Puerto Claro.-Primer patrn de Val-
paraso.-Episodio claustra1 en San Agustn.-Ingratitud de los je-
suitas con el cura de Valparaso.-Cmo esta tierra era propicia para
la hereja. ............................................................................... 129
HISTORIA DE VALPARAfSO 617

CAPITULO XI11

Feria de verano en Valparaso.-Prodigiosa abundancia de la tierra.-Las


guindas y las manzanas.-Precio fabuloso del ganado.-Lo que era
un pobre en la colonia.-En qu consistan los cuatro grandes artculos
de exportacin.-Escasez del trigo y menosprecio del cobre.--4gota-
miento de la antigua riqueza de! oro, y sus causas.-La industria de
la seda, la apicultura y el lino en el siglo XVI1.-El cAamo de la Li-
gua.-El Papudo.-Singu!ar pronstico sobre la estabilidad presente
de Chile con relacin a los demris pases de Amrica.-El asiento de
negros.-Ventas de esclavos y de indios en Valparaso.-Contingente
del litoral de Aliarnapa.-Las piedras besoares.-Ingentes provechos
del comercio con el Per.-Bodegas que se establecen a su sombra en
Valparaso y sus principales propietarios.-Venta de una bodega.-La
familia Astorga.-El primer incendio, la primera quiebra y el primer
pnico.-El camino de carretas y su descripcin hasta Santiago.-El
primer buque chileno.-Precio y distribucin de los sitios en Valpa-
raso.-El servicio domstico y sus darios.-El primer sastre, cl pri-
mer zapatero y el primer crimen.-Antigedad del. comercio de trn-
sito.-Progreso civil de Valparaso antes de ser convertida en plaza
de guerra .................................................................................. 145

CAPITULO XIV

La Holanda insiste en sus planes de apoderarse de la Amrica del Sur.-


El conde de Nassau pasa al Brasil.-Se organiza una expedicin de
mar y tierra bajo la direccin de Hendrick Brouwer.-Errores capita-
les que se cometen en su concepcin.-Avista Brouwer a Chilo, e in-
diferencia con que es recibido.-Toma el fuerte de Care1mapu.-Se diri-
ge sobre Castro y sus habitantes queman el pueblo.-Furor caracte-
rstico del padre Ovalle contra los herejes.-Muerte de Brouwer.-Su
sucesor resuelve ocupar a Va1divia.-Falacia de los indios.-Parla-
mento que celebra con los holandeses.-Piden stos refuerzos.-Cau-
sas que les obliga a abandonar su empresa.-Prdida de uno de sus bu-
ques en el ro Tornagaleones, y vestigios que de l aun existen.-Te-
rror que causa la aparicin de los holandeses en todas las costas del
Pacfico.-Singulares exageraciones que han prevalecido sobre la du-
racin de su permanencia en Va1divia.-Increbles falsedades del his-
toriador Alcedo.-El padre LAzaro y el maestre de campo Villanueva
se dirigen a Lima.-Exploraciones que despacha el virrey y epigramas
a que da lugar su mal xito.-Aprestos que tienen lugar en Valparaf-
so.-El virrey Mancera emprende la repoblacin y fortificacin de Val-
divia con una poderosa escuadra.-Influencia funesta que estas empre-
sas ejercen sobre el adelanto de Valparaso.-D. Antonio de Toledo
viene a este puerto y aumenta sus forti1icaciones.-Noticias sobre el
marqus de Mancera, y errores que comete a su respecto el historiador
Pezue1a.-Resefia de varias expediciones al Mar del Sur de que no ha-
blan los autores europeos.-Antonio Sivastro.-Don Pedro Scijas
de A1berna.-El ingls Fzten.-D. Iigo de Ayala.-Prxima mudan-
z a en la lamentable situacin de Valparaso. .................................. 167
618 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACEENNA

Pdos.
CAPITULO XV

Origen de los bucaneros.-Diel DEnambuc.-Establecimiento francs de


San Cristbal.-Bibliografia de la existencia de los bucaneros y eti-
mologas de sus diversos nombres.-Don Fadrique de Toledo expul-
sa a los pobladores de San C r i s t 6 b a l . S e refugian stos en la Tortu-
ga.-Coiriienzan los bucaneros sus depredaciones.-Pedro Le Grand.-
E l 0lons.-Montbars, el exterminador.-La novela histrica de Du-
p1essis.-Enrique Morgan, el rey de los bucaneros.-Captura de Ma-
racaibo, Puerco Prncipe y Puertobelo.-Atraviesa Morgan el Istmo
y se apodera de Ianam5.-Inmensa sensacin que este suceso produ-
ce en las costas del Pacfico.-Rapto de la hija de un rcy por un chile-
no.-El istmo de D a r i e n . S i e t e capitanes bucaneros resuelven pasar
al Mar del Sur aliados con los indios del Istmo.-Su organizaci6n mi-
litar, y sus marchas de un ocano al otro.-Sus singulares costumbres
y misticismo que prevalece en cllas.-Toman el fuerte de Santa Mara.
-Terrible batalla naval delante de Panam y su victoria.-I-Ieros-
mo de los espaio1es.-El capitSn Sawkins elegido comandante y su
muerte pn Pueblo Nuevo.-Bartolom Sharp.-Su origen y su eleccin.
-Regresa al Darien gran nmero de bucaneros, y Sharp se dirige
a los puertos del Pcr.-Condicin militar de este pas.-El arzobis-
PO Lian.-Sale la real armada del Mar del Sur a cortar la retirada a
los fiiibustcros en el Istmo.-Desacierto inconcebible de esta medida.-
Sharp carena su buque en la isla de la Plata, y hace rumbo a Arica.-
Se apodera del valle de Hilo.-Muerte heroica del bucanero Dolman.-
Lon bucaneros se dirigen a las costas de Chile. .............................. 185

CAPITULO XVI

Influencia que ejerce en Chile la captura de Panani por Morgan.-El go-


bernador don Juan Ienrqucz.-Alarde de armas que hace en Santia-
go y caones que enva a Valparaso el virrey del Per.-Excesiva po-
breza del erario pblico de Chile en esa poca.-El badajo de la campa-
na capitular de Santiago.-Providencias de guerra que toma respec-
to de Chile cl virrey Castellar.-Ergese en Valparaso el castillo de la
Concepcin, y asgnase la renta de aduana para los trabajos de de-
fensa.-Respeto que esta medida impone a los bucaneros.-Resuel-
ven stos atacar a La Serena.-Estado de esta ciudad.-Desembarco
y combate del memorable 13 de Diciembre de 1680.-Error notable
de Ringrose sobre dicha fecha.-La Serena segn los bucaneros.-La
ciudad de los siete pecados capitales convertida en la ciudad de las
siete iglesias.--Un fraile prisionero.-Expedici6n al interior del valle.
-Pacto de rcscr?te.-Singulares presagios celestes de las calamidades
de aquel tiempo.-Los bucaneros incendian La Serena.-Charqtci a Co-
pimbo!-kro:imo de un ciinngo de! puerto.-Los bucaneros se dirigen
a Juan Fern:ndcz.--.llarmn en Sactiago y medidas que toma el Pre-
sidmtr I-Ieiirqucz.-Ssle una escuadrilla de Valparaso y triste en-
cuentro que t,icnc con los forbantes.-Deponen stos a Sharp y nom-
bran jefe a Juan lT-atling.-Atacan a Arica con muerte de ste y se
van derrotados con Sharp al golfo de Nicoya.-Su segundo crucero en
el Sur-Pecfico y ricas presas que hacen.-Doblan el Cabo de Hornos
y su posterior dcstim-Friito que recoge Valparaso de estas correras.
-Se le sepera del corregimiento de Quillota y es declarada plaza de
guerra independiente.Su primer gobernador militar.. .................... 211
HISTORIA DE VALPARAfSO 619

CAPITULO XVII

Posicin cntrica de Valparaso en el movimiento mercantil y militar del


Mar del Sur.-Expedicin inglesa a Chile meditada por Cromwel1.-
Expedicin de Narborough, sus aprestos y objeto.-El espaol don
Carlos Henrquez.-Cmo es recibido Narborough en Valdivia.-Ce-
lada que le arma el gobernador Montoya y triste suerte de los que en
ella caen.-Eegresa Sarborough a 1nghterra.-Chisme que levanta
a los ingleses un indio de los Chonos.--Insensata alarma en toda la
Amrica.-Aprestos formidables.-Envo de una expedicin a Maga-
lianes y su resi!ltado.-,41(~gra que produce la noticia de la impostura
y castigo de su aut,or.-Adel.2ntarise las fortificariones de Valdivia
y su estado en 1681.-De qu manera influyen directamente todos
esos episodios en el adelanto de Valparaso.-Corno el progreso de es!a
localidad depende durante el rgimen colonial de la guerra ms que del
comercio.-La- . Historia de Valparaso es la historia del mar .............. 231

CAPITULO XVIII

Renense cn las costas de Virginia los principales compafieros de Sharp.-


Eduardo Davis.-Remelve ste .una expedicin al Pacfico.-Davis
en Juan Fernndez.-El San NicoMs y el Cyqnet.-Davis saquea a
Paita, sorprende a Guayaquil y bloquea a Panam.-Llegan a esta
baha quinientos franceses.-Raveneau de Lussan.-Resuelve Davis
atacar la flota del Callao y se embosca en las Zslns del ReI/.-Pnico
en Lima a la noticia de haberse avistado a Davis desde Chile.-.Tun-
tas de corporaciones p sus curiosas consecuencias.-El duque de la
Palata.-Las murallas de Lima.-Equipo de la flota y su viaje a Pa-
nam.-Combate naval de las Islas del Rey.-Fuerzas comparativas
de ambos combxtientes.Solemnidad de aquel momento para la Am-
rica Espaola.-Davis resuelve pelear al a))ordaje.-Co!)arda de su
segundo el capitdn Swan y del franc& Grogniet.-Malgrase el da
y la batalla se convierte en una escaramuza.-Canto pico de Peralta
y sus afinidades con el moderno Barainca.-Dios y los bucaneros se-
gn el duque du ia Palata .......................................................... 243

CAPITULO XIX

Descontento de los bucaneros despus del combate de las Islas del Rey y
su separacin.-Grogniet y los franceses en Granada y en Panam.-
Sus horribles crue1darics.-Muerte de Townley.-Davis y los ingleses
en Len.-Lo abandonan sucesivamente Swan, Dampier y Harris.-
Dirgese con Knight a las Islas Galdpagos -Su terrible crucero en
las costas dcl Per.-Diario del cirujano Waffer.-Ataca a La Serena
y es gloriosarnmte rechazado por don Francisco de Aguirre.-Parte
oficial de esta jornada.-Soticia sobre Agiiirre, su familia y los cafio-
nes que se encontraron en su casa solariega de La Serena.-Los Cara-
vajal Campo Fro, los Recalde y los Hurtado de Mendoza como tlc-
fensores de Valparaso.-Davis drrrotado se dirige a Juan Fernndez.
-Separacin de Knight.-Davis en la Mocha, y despoblacin de esta
isla.-Segundo crurero de Davis en las costas del Per.-Grogniet
toma con los franceses a Guayaquil y muere.-La compaa martima
de Nuestra Seora de la Gula enva tres buques a desalojarles.-Davis
.
620 OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

PdQa
llega oportunamente para proteger a los captores de Guayaquil.-Ca-
oneo de siete das.-Otra vez Dios y el viento segn el duque de la
Palata.-Los bucaneros se distribuyen el botn de Guayaquil en la
isla de la Plata y se separan para dirigirse ai Atlntico.-Campaa
del gobernador Urtunduaga.-Los franceses atraviesan por Centro
Amrica y llegan a las Antillas.-Davis en su viaje a Juan Fernndez
descubre la isla de Pascua y experimenta el terremoto de 1687 en la
mar.-Llega a Inglaterra y se acoge al indulto general.-Paz de Rys-
wick y completa extincin del fiiibusterism0.-Influencias que las
campaias de Davis ejercen sobre Valparaso.-El presidente Garro
se establece all y construye el castillo de San Jos.-El ingeniero Juan
Herrera, y cmo su familia se radica en Chile.-Descripcin de aque-
lla fortaleza y sus defectos.-Origen de la Planchada.-El Blanco.-
E l gobernador don Pedro de Amasa y sus antecedentes.-Cmo los
santiaguinos se aprovecharon de la ereccin del castillo de San Jos
para pedir misericordia en favor de sus bolsillos.-Santiago es Roma
y Valparaso Cartago ................................................................. 261

CAPITULO XX

Peculiaridad de la historia internacional de la Amrica espafiola.-Rol de


Francia para con sta durante el siglo XVI1.-Impulso que imprime
Colbert a la marina francesa.-Don Baltasar Pardo de Figueroa.-
S u nacimiento y autobiografa hasta que es nombrado almirante del
Mar del Sur.-Su matrimonio con la hija de los Incas.-Sitio fabulo-
so de Santiago y otras quimeras de su vida.-Su destierro a La Haba-
na y fuga a Francia.-Memoria que presenta a Colbert para conquis-
tar el PerG.-Discusin sobre si este personaje era o no un impostor
o un visionario.-Otro descubridor y principe de Chile imaginario.-
Los Blanco Encalada y los Pardo de Figueroa.-Plan de ataque que
propone contra las posesiones espaolas y desenlace de su tentativa.-
Expedicin que enva Luis XIV contra Chile y el Per, a las rdenes
del capitn Gennes, y su mal xito.-Importancia que aquella pudo
tener para la Amrica.-Organizaci6n de la Compaa Real del Pac-
fico.-Segunda expedicin bajo el capitn Beauchesne-Gouin.-Su sa-
lida de la Rochela, tardanza en el Estrecho y ceremonia con que to-
ma posesin del Mar Pacfico.-El Maurepas en Va1divia.-Traicin
sacramental.-Como el bisabuelo de Camilo Henrquez fu sacado
a lazo del Maurcpas.-Relacin indita del ingeniero Dup1essis.-Des-
enlace de la campaa de Beauchesne-Gouin.-Su recepcin en Copia-
p6 como hombre con cola.-Regreso a Europa.-Transformaci6n
comercial que se prepara en la Amrica por la influencia francesa bajo
el reinado de Felipe V. ............................................................ 283

CAPITULO XXI

Simp1icidr.d del principio que reguiaba el comercio de Espaia con las In-
dias.-El oro, nica hase de las negociaciones.-Establecimiento dp
la Cara de Contrntacih en Sevilla y sus diversas atribuciones.-El
Consejo de Zntlias.-Bibliografa de la historia del comercio de la Am-
rica Espaola.-Origen del comercio de flotas y nomenclatura de los
diversos nombres de sus embarcaciones.-Felipe I1 regulariza el co-
mercio de flotas y galeones.-En qu consistan unos y otros, y detalles
de su organizacin, cargamentos, capacidad y cantidad de mercade-
HISTORIA DE .VALPARAfSO 621

PdOS.
ras que c o n d u c a n . S u orden de marcha desde que salan de Sevilla
hasta su llegada a las costas de Amrica.-Estado de la nutica espa-
ola en el siglo XVI1.-Gran feria de Portobelo y sus singularidades.-
Cmo este sistema de comercio arruin aceleradamente a Espaa.-
Sus defectos principales y ejemplos pr&cticos de cada uno.-Completa
decadencia industrial y mercantil de Espaa e impotencia de su go-
bierno.-Carlos I1 ocurre a los extranjeros para mantener su trfico
con las Indias.-Terrible legislacin sobre los extranjeros en la Am-
rica y vestigios de su influencia.-Lamentaciones de los economistas
espaioles en el siglo XVI1.-Juicio de Lord Macaulay y del historia-
dor Pezuela sobre este estado de cosas.-Inmenso contrabando que
se ve obligada a tolerar la Espaiia en sus propios puertos.-C6mo
y con qu mercaderas las dems naciones contribuan a este trfico
-Manifiesto por mayor de aquel comercio.-Postracin absoluta de
la industria espaliola a fines del siglo XVI1.-Triunfo del Fisco y del
Monopolio, y sus desastrosas consecuencias.-Acrcase una nueva era
para el comercio de la Espaiia y sus colonias.................................. 303

CAPITULO XXII
Base en que reposaba el sistema rentstico de Espaa y sus colonias.-Ca-
rcter de sus principales impuestos en las ltimas.-Nomenclatura
que hace de ellas un economista americano.-Zmpuesios comercinlcs,
los almojarifazgos, la alcabala, la avera, los registros y el consulado.-
Alternativas porque pasan algunos de estos tributos, y poca fijeza
de su tasa.-Zmpuestos sobre las minas, quintos reales, el seoro, el
bolsillo real.-Denominaciones y diversos valores de las monedas es-
paolas y americanas.-Zmpuestos sobre la agricultura, el diezmo.-
Impuestos eclesisticos, la bula de la Cruzada y la de la Componenda.-
Breve pcro curiosa historia de la bula hasta nuestros das.-Zmpues-
tos sobre el hombre, servicio personal de los indgenas, la mita, la en-
comienda y el repartimiento.-Los negros.-Tierras vacas.-Zm-
puesto sobre la industria, la yerba-mate la coca, la vid y el olivo, la
aloja, el aj, el so1imn.-Estancos, la nieve, el tabaco, los naipes, el
papel sellado.-Zmpuestos judiciales, las penas de cmara, las mil y
quinientas.-Impuestos administraticos, la media annata, venta de los
empleos pl>licos.-Ejemplos.-Zmpuestos sobre serm'cios, la moneda,
los correos.-Zmpuestos urbanos, las pulperas, el ramo de balanza y
tajamares.-Zmpitestos miscelnicos y variables.-San Telmo, cientoa,
millones, vacantes, varas consejiles, pontazgos, peletera, visita aran-
celes, etc.-Manera cmo se administraba en Amrica las rentas de
los impuestos.-Asientos.-Acrcase una poca de mudanza y rege-
neracin .................................................................................. 341

CAPITULO XXIII
Importancia del reino de Chile como pas productor de vinos y de cerea-
les en la Amrica espanla.-El trigo y la vida son su destino mani-
fiesto.-Sombra que Chile hace a Espaa como pas de competencia.-
Prohibicin absoluta del comercio europeo por la va de Buenos Ai-
res.-Miserable condicin del Plata durante el siglo XVI1.-Su reha-
bilitacin en sus ltimos aos de aqul.-Las primeras gacetas de no-
ticias.-Prohibici6n del comercio con Mxico y Centro Amrica.-Se-
ver0 juicio del historiador Robertson sobre esta medida.-Rigurosas
622 OBRAS COMPLETAS DE VICUA MACKENNA

leyes contra la plantacin del olivo y de la vid.-Los chilenos se des-


entienden y cultivan en gran escala estas plantaciones.-Comercio
con las Filipinas y singulares opiniones del padre Ovalle sobre el par-
ticular.-Comercio con la China.-Prohibicin y ruina que produjo
en Lima.-Chile reducido a un simple tributario del Per.-El sebo
en el siglo XVI1.-Grandes debates y acuerdo a que da lugar su expor-
tacin en 1679.-Curioso plan de hostilidad que emprenden los es-
tancieros de Chile contra los jaboneros y fabricantes de velas de Li-
ma.-Acuerdo sobre el carguo de las naves en 1688.-Cmo los mayo-
razgos se hacan pagar salarios por sus viajes al puerto.-Las princi-
pales rentas de la colonia.-Entradas de aduanas, balanza y alcabala.
-Estado de la navegacin en el Pacfico durante el siglo XVI1.-
Excesos de los cargadores.-Naufragios del Santo Toms y del San Ber-
nardo.-Extraordinaria duracin de algunos buques de esta carrera.-
E l Santo Cristo y la Dolores.-Singular prohibicin para suspender
la navegacin desde Mayo a Agosto.-Excomuniones.-El cobre en
el siglo XVI1.-Mudanza que se anuncia al terminar el siglo.......... 377

CAPITULO X X I V

La agricultura de Chile durante el siglo XVII es esencialmente pastoril.-


La labranza y el trigo considerados como ramos secundarios y aun vi-
les.-Causas que desarrollaban las crianzas salvajes.-Cuestin com-
parativa entre la cantidad de lluvia de los presentes tiempos y los de
la colonia.-Consecuente atraso de la riqueza pblica.-El trigo es im-
portado en Chile de los valles del Per.-Abundancia de stos.-
Trastorno que experimentan con el terremoto de 1687.-Miseria en
Lima y exportacin de semillas y de vainas de algarrobo que tiene
lugar en Chile, a falta de trigo.-Comienza en grande el cultivo de este
cereal y su ennoblecimiento.-Exportaci6n extraordinaria que ocurre
en 1696 y medidas severas que toma el Cabildo de Santiago para li-
mitarla.-Escndalos en Concepcin, y precios fabulosos del trigo.-
Regularzase la exportacin de ste en los primeros aos del siglo
XVIII, y monto a que sube su salida.-Organzame los gremios ri-
vales de los bodegueros de Valparaiso y los nuvieros del C'u1lao.-Cmo
........... ..........
el comercio clasificar nuestros primeros cuatro siglos .. 397

CAPITULO XXV

Guerra de Sucesin.-La Inglaterra y la Holanda aliadas contra Espaa.-


Principales faces de las campaas de aquella y proyecto que se atri-
buy a Felipe V, de pasar a fundar un imperio en las Indias.-Carc-
ter continental de la lucha y predominio que tiene en ella el espritu
francs.-Luis XIV rey de la Amrica Espaola.-Efectos principale8
en sta de la Guerra de Sucesin.-Concluyen el sistema de flotas y la
feria de Port,obelo.-Luis XIV comienza a vender permisos para na-
vegar por el Cabo de Hornos.-Compaa de San Mal&-Primera
expedicin del capitn Rogadier.-Viaje de Fouquet y Coudray en
1703.-Buques de San Ma16 que dan nombre a las Malvinas en 1706.
-El San Pedro y la Asuncin en 1707.-Viaje de la China a Talcahua-
no del capitn Frandac, y cmo ste rescat su buque de un embargo.
-El canciller Laborde.-Poderosa escuadra francesa en las costas de
Chile, al terminar la Guerra de Sucesin.-Facilidad absoluta que los
pilotos de San Ma16 tuvieron para apoderarse de Chile.-En qu con-
HISTORIA DE VALPARAfSO 623

PdOS .
sista el comercio por el Cabo.-Influencia domstica de aquel tr-
fico.-Influencia social de los franceses.4rigen de los gabachos.-
Las familias francesas de la Guerra de Sucesin.-Los Morand y los
Montaner.-El francs Dunose (lo Nos) y la cacica de Tango.-Los
Casanova y el cura de la Matriz de Valparaso.-Feuille y Fresier. 411

CAPITULO XXVI

Nacimiento y educacin del padre FEULLIBE.-SUviaje cientfico al Le-


vante y a las Antillas.-Luis XIV le enva al Mar del Sur-Su viaje
de Marsella a Concepcin.-Cunto vala el arriendo de una casa en
esta ciudad.-Se dirige a Valparaso y establece su observatorio en
el claustro de San Francisco.-Cuestin de las longitudes.-El astr-
nomo Cassini.-Mtodo de Feuil1e.-Establece la longitud de Valpa-
raso respecto de la Pars, mediante un eclipse solar.-Sus estudios sobre
la botnica y su obra sobre las yerbas medicinales de Chile.-Singu-
gular aventura que le acontece con una india en las colinas de Val-
paraso.-Su viaje a Lima.-Su obra titulada Obseruaciones, y grati-
tud que muestra en ella por la hospitalidad de los chilenos.-El inge-
niero F R ~ z ~ ~ ~ . - C o m i s isecreta
n que recibe de Luis XIV para tras-
ladarse a las costas de Chile.-Su viaje de San Ma16 a Valparaso.-
Excursin que hace a Santiago y lo que dice de Limache y de Tiltil.--
s u viaje a Caldera.-El capitn Alarcn y las novenas en el mar.-
E n 110 se traslada Frezier a un buque de la China y visita a Lima -
s u s revelaciones sobre el Per en parangn con las de Jorge Juan y
Antonio U1loa.-Regresa a Concepcin y en seguida a Francia.-D
a luz su clebre Viaje y polmicas que le suscita Feuil1e.-Diversi-
dades esenciales entre ambos autores.-Amargas crticas de Frezier
sobre la supersticin de los chilenos y casos que cita.-El excursionis-
ta francs La Barbinais Le Gentil y relacin que public6 de su viaje
por las costas de Chile ............................................................... 427

CAPITULO XXVII

Medidas de Felipe V para vigilar el comercio francs en el Pacfico.-Tur-


no de los oidores en el corregimiento de Concepcin.-Poder martimo
de los franceses en el litoral de Chile.-Desrdenes y castigos que tie-
nen lugar en Concepci6n.-Homicidio del capitn Grout.-Una in-
triga de alcoba y sus consecuencias.-Felipe V ordena la expulsin de
los buques franceses de las costas de Chile y del Per.-El oidor Calvo
del Corral y su proceso por venalidad.-El capitn Prade1.-El corre-
gidor Ustriz sucede a Calvo del Corral y contina su sistema.- Ocu-
rrencias que tienen lugar durante su gobierno.-Funerales del capitn
Morier, y menosprecio que hacen los franceses de la autoridad de aquel.
-El peculado, mal inherente a la administracin colonial.-El gober-
nador de Valparaso compra este destino e impone de motu propio
una contribucin sobre las mercaderas francesas.-El Pez volador y
la Asunci6n son obligados a salir de Valparafso y se refugian en Quin-
tero.-Curioso contrabando de la Asuncin, cmo es apresado, supues-
ta complicidad en l de los jesutas, y su decomiso.-Felipe V envfa
una escuadra a estirpar cl comercio francs en el Pacfico.-Don Blas
de Lero.-El Conquistador y el Rub en Valparaso, y percance que
acontece al primero.-El almirante Martinet apresa cinco navos
franceses y los vende en Lima.-Odio contra Martinet y asesinato
624 ' OBRAS COMPLETAS DE VICUNA MACKENNA

*
de uno de sus oficiales. -Envo a Chile del presidente Cano.-Su in
tegridad y energa con que repele los contrabandos en Concepcin.-
Felipe V se resuelve a expulsar del Pacfico a todos los extranjeros.-
E l ministro Patir?o.-Contina el comercio clandestino por el Cabo.-
Llegan dos navos contrabandistas a Coquimbo y tres a Lima.- Pro-
ceso del oidor Gallegos por venalidad en Concepcin.-Energa del
virrey Armendriz para suprimir el contrabando en el Per.-Otra
vez el poeta Pera1ta.-Ruina y decadencia del comercio francs por
su propio exceso.-Monto de la importacin extranjera de que era
capaz Chile en esa poca.-Opiniones de Frezier y La Barbinah.-
Pactos que celebran los franceses para imponer sus precios en el mer-
cado, y su mal xito.-Juicio del virrey Amat sobre el comercio francs
y su decadencia.-Memorias inditas de este funcionario y su alto
inters.-Otra faz del comercio francs en el Pacfico........................ 441

CAPITULO XXVIII

Misteriosa conjuracin de los chilenos durante la guerra de sucesin.-Dis


cusin sobre si aquella fu un plan de independencia nacional o una
revolucin en favor de los Habsburgos.- Guillermo I11 con re-
lacin a Chile.-La reina Ana.-Expedicin de Guillermo Dampier,
sus aventuras y desastres.-Robinson Crusoe.-Aventura del Santo
Cristo de Lezo en el Tom.-Expedicin de Woodes Rogers.-Sus ope-
raciones y empresas en el Pacfico.-Escuadra que el virky del Per
despacha en su persecucin.-Segunda guerra de Inglaterra con Es-
paa.-A1beroni.-Expedicin de Juan Clipperton.-Aventuras de
Jorge She1vocke.-Su encuentro con el Rubi en el Brasil.-The Aunc-
yen marinere de Co1eridge.-Shelvocke cn Chile y mentirillas del pa-
dre Ageros.-Lo que le aconteci en Coliumo y lo que all entienden
todava por po2alos.-Naufragio de Shelvocke en Juan Fernndez y sus
aventuras hasta reunirse con Clipperton.-Curiosa recaptura del Mer-
curio.-Medidas que tomaron los espaoles contra estos corsario,s.-In-
fluencia que tuvo en el Pacfico 1% bancarrota de la South-sea company,
y cmo el nombre del Pacfico se hizo nbominuble para los ingleses.-
Resea sobre esta extraordinaria institucin y preci-sas enseanzas
de actualidad que encierra.-Law en Pars.-Tercera guerra de Fe-
lipe V con los ingleses.-El almirante Rogewine en la hircha y Juan
Fernndes.-Expedicin de Zelandia, y conflictos en que se hall el
virrey Armendriz.- Pedanteras de Perah-Aparicin del San
Luzs en Coquimbo, combate que su tripulacin sostiene con la guar-
nicin de La Serena y su captura.-Sus tripulantes son declarados
prias, y singulares peregrinaciones a que se les somete.-Atentados
y tropelas del capitan Dugran en La Serena, y medidas para defender
esta plaza.-Tranquilidad profunde que sobreviene en el Pacfico. ... 463

CAPITULO XXIX

Transformacin arquitectnica que el comercio del trigo impone a Valpa-


raso.-Las bodegas, su construccin y local que ocupan en el puerto.
-El Estanco viejo.-Los bodegueros.-Administracin, contabilidad
y derechos de las bodegas.-Abusos que se cometan en ellas.-Caso
del oidor Portales y su castigo.-Prisin del bodeguero Espaa.-%
veras medidas del Cabildo de Santiago sobre la administracin de las
bodegas.-Fianzas y cuenta de existencia que deban enviarle anual-
HISTORIA DE VALPARAfSO 625

mente sus administradores.-La visita.-Medidas especiales contra


el gorgojo y trmites a que deba someterse el trigo en tales casos.-
El traspaleo y la bota.-Influencia de la exportacin del trigo.-Riva-
lidad de los navieros del Callao con los hacendados de Chile y despo-
tismo de aqullos.-Establecen los chilenos la diputucidn de bodegas
para contrarrestar a los armadores del Per.-La caridad por casa.-
Medidas arbitrarias del virrey Armendriz contra los harendados.-
Enojo de stos y humillacin del virrey, que retira sus prohibiciones.
-Documentos autnticos sobre este negocio.-Detalles sobre el prc-
cio y exportacin del trigo segn las +ocas.-Aos de secos, rares-
tas y hambres.-El polvillo en 1723, y prohibicin de la extraccin
del trigo.-Proporcin de la exportacin de cereales respecto a la po-
hlacin de Lima, y originalidades de ella.-El archivo del Conserva-
dor de Valparaso.-Incremento del cultivo del c&amo.-El escri-
bano-hacendado Toro Mazote.-Los vinos de Chile y lo que pensa-
ban de ellos un fraile y un soldado.-Gran calninidad de velas en La Se-
rena.-Comercio de los ponchos y su importancia.-Otra vez los co-
cos de palma.-Descubrimientos de oro en Copiap, sus breas y azu-
fres.-El cobre y el carbn de piedra en el Sur.-El mineral de Pa-
yen.-Los ganados argentinos y la yerba-mate del Paraguay.-Las
bombi2Zas y la catarata del Nigara.-Aumento de las rentas pblicas
en Chile.- Venta de la escribana de regisiros en Valparaso.-Re-
mate de las alcabalas en 1706..................................................... 501

CAPITULO XXX

Aspecto de Valparaso desde la ra.da en los primeros aos del siglo XVII1.-
La realidad en t,ierra.-Lo que era Valparaso en esa poca comparado
con Concepcin, La Serena y Quil1ota.-Valparaso con relacin a la
polica y a la higiene.-Vistas panormicas y planos t,o;,ogr&ficosde
Valparafso segn Frczier, Fcuille y Le Gent,il.-Precios de los terre-
nos en el casero del Puerto.-Venta de la quebrada de los Buelye.3, de
la de la Mesilla y del Cerro Alegre.-Estado de los castillos, v vista de
ojos del de San Jos en 1718.-Su guarnicin fija y curiosas denomina-
ciones de su artillera.-Progresos religiosos.-El jesuta Faneli fun-
da una Residencia, y litigios en que se envuelve su orden con todos
sus colindantes. - La cofrada de la Candelnricc en San Agustn.-La
baha, su capacidad y buques que la frecuentan.-Naufragio de la
Begon, v negocios a que da lugar este siniestro.-Contribucin ecle-
sist,ica que pagaban los buques al cura de Valparafso, y c6mo la ha-
can crogar stos.-Excomunin del Buen Jess.-Plcito de los navie-
ros del Callao y el prroco de Valparasn, a que di6 lu,qar aquel impuesto. 533

CAPITULO XXXI

Primeros gobernadores de Valparaso durante el siglo XVI1.-Documentos


que han servido para formar la serie completa de aquellos funciona-
rios durante la colonia.-Gobernadores del siglo XVIT1.-Don Ma-
tas Vsquez de Acua y sus antecedentes.-Don Toms Ruiz d e
Aza y su parentela.-El gobernador Portilb-Don Juan de C o w -
rnihias, y razn para creer que ste fu ms tarde mariscal de Francia.
-El marqus de Valparaso.-El capitn Tobar del Campo y sus per-
cances.-Don Juan de la Torre Verdugo.-Los curas de Valparaso
Historia de Valparaso 40
626 OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA .

; Pbas.
durante un siglo.-Don .Juan de Olivares y el doctor Hidalgo.-Don'
Juan Velsquez de Covarrubias, patriarca de Valparaso.-Costum-
bres de la epoca.-La queda y cmo subsiste todava su prctica.--
Animacin furtiva del verano.-Comedia que se represent en 1702.-
Lo que en esos das se saba de peras y de contradanzas.-Espectcu-
los religiosos. -Corridas de toros en la plazuela de San Francisco.-
Las fiestas del Rosario a son de vihuela.-Ceremonias del viernes
Sant,o de 1713.-San Francisco y Santo Domingo.-Cupid0 y la Vir-
gen.-Singular apuro en que pusieron al francs Le Gentil las ?Zagasdei
primero.-Doa Catalina de Iturgoyen, santa y gobernadora de Valpw
raso.-Su nacimiento y matrimonio con el gobernador Acua.-Sus
terribles penitencias.-Visitas que le hacen en el castillo de San Jos,
.Jesucristo y la Virgen, segn su confesor.-Extrao y nunca odo reme-
dio con que la reina del cielo cura a la gobernadora en una enfermedad.-
El diablo en los cerros de Valparaso, y frecuentes luchas cuerpo a cuer-
po que traba con l la gobernadora.-Ultimos das de doa Catalina
y juicio de sus contemporneos sobre ella.-Cmo doa Catalina tuvo
una hija santa, y sta un nieto queen0 lo fu.-Se cuenta cmo el
gobernador Tobar encontr al diablo en la pulpera de una viuda,
y galantera que us6 con sta el presidente Cano.-Influencia del co-
mercio francs en Valparaso.-Inventario de un capitn en 1720 y
el de una gran dama en 1712.-Ajiiar de una novia en 1731.-Con-
trastes ..................................................................................... 551

CAPITULO XXXII

Doa Mariana Deza y si1 marido Pedro Vsquez dueios del Almendral
despus de los conquistadores Ullort y Garca.-Panadera y bodegas
que establecen.-La Chacaril1a.-Compran la estancia del Valle del
Duque.-Propiedades risticas de los mercenarios y cmo se vendieron.
-El Almendral convertido en iina tribu.-Dote y herencia de los Vs-
quez.-Testamento de la Desa.-Negros.-Bodegas de Juan de Mu-
iica.-Don Blas de los Reyes resume la propiedad ntegra del Almen-
&al y lo divide en seguida con el cura Velsquez de Covarrubias.-
Vende ste una parte en lotes.-El Almendral en 1709.-La Puntilla.-
Los esteros de POCUTO y de las Piedrecil1as.-La Rinconada de Salinas.-
Jernimo de Vera, fundador de la Merced.-Redencin de cautivos
y extensin que este instituto alcanza en la colonia.-Fervor religio-
so del padre Vera y cmo, mediante sus combinaciones financieras,
hace suyo el Almendral casi de balde.-Origen del crucero de la Vic-
toria y de la Cruz de Reyes.-El araucano y el quichua en las antiguas
denominaciones de Valparaso.-Fundacin del Hospicio de la Vir-
gen del Sororro de Cervel1n.-La iglesia, su construccih, sus altares
y los zarcillos de la virgen.-Historia de la virgen de Puerto Claro,
patrona de Valparaso.-Terremafo y salida del mar en 1730.-Serie
de cataclismos que haban afertado el litoral de Chile hasta esa fecha
-Trabajos de Perrey y del Barrio sobre los terremotos en Chile.-
Estragos que el de 1730 causa en Valparaso.-Ruinas de la Iglesia
de la Merced y del Castillo de San Jos.-Destruccin de las bodegas.
-Revista retrospectiva.-Albores de una nueva poca.. ...... .. .. ... .. .. . . 577
TABLA DE ILUSTRACIONES

VICURA MACKENNA EN 1868.


(Retrato de C. Goutiere, grpbado en Pars en la
Imprenta de Ch. Chardon ain) frente a la pg. 7

BOMBARDEO Y DESEMBARC-O EN VALPA-


RAISO EN 1621 . . . . . ...... frente a la pg. 100

LOS EXPLORADORES DEL MAR DEL SUR


frente a la pg. 160

VISTA GENERAL DE VALPARAISO EN 1646


frente a la pg. 210

VISTA GENERAL DE VALPARAISO EN 1712


frente a la pg. 380

PLANO DE LAS FORTIFICACIONES DE VAL-


PARAISO EN 1712 . . . . . . . . .frente a la pg. 532
ESTE TERCER VOLUMEN DE LAS
OBRAS COMPLETAS DE VICURA MACKENNA
S E TERMINO DE IMPRIMIR EN LOS TALLERES
FISCALES DE LA DlRECCIOK GENERAL DE PRI-
SIONES EL DIA 18 DE AGOSTO DE 1936.

DE LA PRESENTE EDICION
SE HAN TIRSDO APARTE TREINTA
EJEMPLARES NUMERADOS.

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