Engels Marx y Los Sindicatos

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ENGELS, MARX Y LOS SINDICATOS*

Oscar Cornblit

Las opiniones de Marx y Engels sobre los sindicatos sufrieron variaciones sustanciales a lo
largo del tiempo. En el Manifiesto Comunista de 1848 consideraron que eran un
instrumento positivo para la revolucin social. Los sindicatos emergan como consecuencia
de las tensiones individuales entre patrones y obreros:

[...] las colisiones entre trabajadores individuales y patrones individuales


toman cada vez ms el carcter de colisiones entre clases -sostuvieron en
dicho documento-. A partir de ese momento los trabajadores comienzan a
formar combinaciones [sindicatos] contra los burgueses [...]; forman
asociaciones permanentes para prepararse de antemano para estas revueltas
ocasionales [...]. El real punto de sus batallas no se encuentra en los resultados
inmediatos sino en la unin consciente de los trabajadores [...] las numerosas
luchas locales [se transforman] en una lucha nacional entre clases. Pero toda
lucha de clases es una lucha poltica [...]. Esta organizacin de los proletarios
en una clase y consecuentemente en un partido poltico [la cursiva es nuestra]
es atacada continuamente por la competencia entre los mismos trabajadores.
Pero vuelve a surgir otra vez, ms fuerte, ms firme, ms poderosa.(1)

La frmula sociopoltica que emerga de este texto, es decir, la estructuracin de


organizaciones sindicales conscientes que se transformasen en un partido poltico de la
clase obrera cuya meta, a su vez, sera la socializacin de los medios de produccin, sigui
prevaleciendo hasta comienzos de la dcada del 60 con altibajos y variaciones. Durante este
tiempo, Marx y Engels mantuvieron relaciones escasas o conflictivas con las asociaciones
gremiales existentes. Tal el caso, por ejemplo, de la primera asociacin sindical alemana, la
Fraternidad General de Obreros Alemanes (Allgemeinen deutschen Arbeiter-
Verbrderung), Fundada por Stephen Born (1824-1898) en 1848. La organizacin creci
rpidamente y cont en un corto lapso con la incorporacin de 170 asociaciones locales. El
sindicato de obreros del cigarro se sum a ella. En sus memorias, Born escribi: [...] las
ideas comunistas aparecieron de pronto totalmente divorciarlas de lo que la realidad exiga
[...]. En un principio discpulo y admirador de Marx y Engels, Born tom decididamente
distancia de ellos argumentando que quera sentirse libre de las especulaciones a largo
plazo.(2)

La relacin ms intensa de este tipo fue mantenida con los movimientos alemanes, donde la
presencia de Lassalle fue una fuente de disgustos continuos. Lo mismo sucedi con otra
asociacin que haba logrado cobrar cierta importancia: la Unin General de Trabajadores
Alemanes (Allgemeiner Deutscher Arbeiterverein- ADAV), fundada en Leipzig en marzo
de 1863 bajo la inspiracin y conduccin de Ferdinand Lassalle, quien redact sus bases
programticas dndole las caractersticas de un partido obrero.(3)

Marx y Engels mantuvieron profundas diferencias con Lassalle, quien consideraba que los
principales enemigos del partido obrero alemn eran los partidos liberales y que aqul deba
formar una alianza con Bismarck contra stos, al mismo tiempo que fundar cooperativas de
produccin apoyadas por el Estado.(4) Si bien Engels y Marx conservaban su conviccin
terica de que los sindicatos, al cohesionar a los obreros a travs de la lucha poltica de
carcter revolucionario, los casos concretos mencionados sugeran la posibilidad de
organizaciones gremiales que tomaran un rumbo completamente distinto.

Despus de las vicisitudes de las revoluciones y derrotas del ao 1848, que llevaron a Marx
y Engels primero a Pars y luego a Colonia, ambos terminaron refugindose en Inglaterra
-Marx en Londres y Engels en Manchester hasta 1870 y luego tambin en Londres-, donde
pasaron el resto de su existencia, con algunos escasos viajes fuera de la isla.

Aun cuando el fracaso de los alzamientos de 1848 y otros posteriores haba constituido un
gran revs para sus expectativas revolucionarias, no por ello se desanimaron en sus
propsitos. De acuerdo con las ideas que haban ido forjando en esos aos, sintetizadas en
el Manifiesto Comunista de 1848, esperaban que en el continente europeo se materializaran
pronto revoluciones burguesas que eliminaran los resabios feudales que todava persistan.
Inglaterra, por su parte el pas ms avanzado industrialmente, deba ser el primero en
abandonar el capitalismo.

El inters de ambos al instalarse en Inglaterra se dirigi inicialmente hacia los cartistas, un


movimiento que haba logrado amplio apoyo obrero en aos anteriores, pero que haba
entrado en rpida decadencia despus del fracaso de sus intentos de agitacin popular en
1848.

Aunque el cartismo no profesaba ideas socialistas, Marx y Engels crean que estara a la
cabeza de los prximos alzamientos populares que seguramente provocara la crisis
econmica que en algn momento deba desatarse.

Pero sus tentativas de acercamiento a este movimiento fueron poco exitosas. Los cartistas
estaban, por un lado, hostilmente divididos entre s. Por el otro, acogieron framente a los
dos exiliados, rechazando la visin socialista que stos propugnaban.(5) En Manchester,
donde Engels haba residido algunos aos antes, el viejo fervor de algunos antiguos
cartistas socialistas se haba evaporado. Cuando Engels visit a uno de ellos, el Dr. Watts,
su decepcin no pudo ser mayor. Escribi a Marx que lo haba encontrado convertido

en un filisteo radical, que no se preocupa de otra cosa que del movimiento


educacional, apoya la fuerza moral y ha aceptado como seor y maestro al
seor Proudhon [...]. En el comit educacional se sienta fraternalmente junto a
sus anteriormente rabiosos enemigos y deja que stos le otorguen de tiempo
en tiempo votos de aplauso por el apropiado discurso que pronuncia esa noche
[...].(6)

De los decadentes lderes cartistas, el nico que pareca ofrecer esperanzas era E. Jones y
entre 1851 y 1854 Marx y Engels trataron de apoyar sus esfuerzos por coaligar a los obreros
textiles. Jones propuso el establecimiento de un Parlamento del Trabajo, cuyo objeto
inmediato sera recaudar fondos para los tejedores de Preston que estaban en huelga.
Cuando el Parlamento del Trabajo se reuni en Manchester en marzo de 1854, ampli
inmediatamente sus objetivos y se embarc en un ambicioso proyecto que iba ms all del
inicial de Jones de apoyo a los tejedores de Preston y a los tintoreros de Manchester y
Salford. El nuevo plan contemplaba la creacin de un fondo nacional destinado a financiar
huelgas. El fondo se constituira con aportes semanales de los sindicatos. Marx apoy con
entusiasmo estas ideas, pero el Parlamento del Trabajo result un fiasco completo.(7)

Por su parte E. Jones, ante el derrumbe del movimiento cartista, intent ligarse al
movimiento de reformas parlamentaras limitadas, de John Bright, lo que provoc la ira de
Engels y de Marx. Este ltimo escribi, al respecto:

Nuestro amigo Ernest Jones se ha vendido decididamente (al precio ms bajo


posible) a la coterie de Bright. El asno se ha arruinado polticamente sin
ninguna contrapartida comercial.(8)

Engels, a su vez, se refiri a l, y en general al proletariado ingls, en una carta del 7 de


octubre del mismo ao, con un tono marcadamente pesimista:

La historia de Jones es muy nauseabunda.[...] Despus de esta historia uno


casi debera creer que el movimiento proletario ingls en su vieja forma
cartista tradicional debe perecer completamente, antes de que pueda
desarrollarse una nueva forma de vida ms capaz. Me parece [...] que el
proletariado ingls se aburguesa de hecho cada vez ms, de manera que sta,
la ms burguesa de todas las naciones, parece finalmente querer poseer una
aristocracia y un proletariado burgus junto a la burguesa. Para una nacin
que explota al mundo entero, esto es ciertamente apropiado de alguna manera.
Aqu podran ayudar un par de aos fundamentalmente malos y stos no
parecen darse tan fcilmente desde el descubrimiento del oro.(9)

Por ltimo, en los aos sesenta, el movimiento cartista se desmoron en forma definitiva.
Marx y Engels, en esas circunstancias, fueron convencindose paulatinamente de que en los
obreros ingleses no existan ansias revolucionarias. Las cartas que intercambian durante esa
poca reflejan la desilusin de ambos. Marx, por ejemplo, escriba a su amigo en 1862:

Lo que an puede ser ms daino es el comportamiento de borregos de los


obreros de Lancashire. Nunca se ha visto nada parecido en el mundo.(10)

Y Engels a Marx, en abril de 1863:

En lo que a las nuevas tareas se refiere no es ste [...] el momento ms


apropiado, cuando todas las energas revolucionarias de los proletarios
ingleses estn casi completamente evaporadas y el proletariado ingls se
declara de acuerdo con cl dominio de la burguesa.(11)

Pero su inters por los sindicatos se vio renovado hacia mediados de la dcada de 1860 a
raz de las expectativas que les produjeron nuevos acontecimientos en el movimiento obrero
ingls. Cansados del cartismo, sus atenciones se dirigieron ahora a los dirigentes sindicales
trade-unionistas, cuyo espritu puramente gremialista los haba disgustado hasta entonces.
La fundacin de la Asociacin Internacional de Trabajadores (Primera Internacional) en
septiembre de 1864 cristaliz este inters. La Asociacin se constituy por iniciativa de
dirigentes obreros franceses e ingleses y a la reunin inaugural fue invitado Marx. Entre los
miembros destacados de la Internacional se encontraban Applegarth, Odger y Coulson,
quienes constituan en ese momento parte de los cinco miembros del Consejo de Sindicatos
de Londres (London Trade Council). ste prcticamente diriga el movimiento obrero
ingls, ya que en la capital tenan su asiento buena parte de los sindicatos nacionales. Pero
la participacin de estos dirigentes y de otros como Lucraft, Howell, Hales, etctera, en la
Primera Internacional fue slo una de las muchas actividades polticas en las que se
interesaron, ya que consideraban que haba muchas reformas polticas que seran
beneficiosas para las reivindicaciones sindicales en que estaban empaados. Entre ellas, la
referida a la ampliacin de la extensin del sufragio ocupaba un lugar principal.(12) Esta
diferencia de puntos de vista y objetivos con Marx no tardara en ponerse de manifiesto.

A pesar de que la vinculacin de Marx con la fundacin de la Primera Internacional fue casi
casual, su entusiasmo por ella se desat inmediatamente. Marx conoca muy vagamente a
los dirigentes obreros ingleses que lo invitaron a la reunin del 28 de septiembre de 1864 en
la que se decidi el establecimiento de la Asociacin, pero se sinti halagado y esperanzado
por las Posibilidades que le ofreca este nuevo contacto. Escribi a Weydemeyer (en
Estados Unidos):

Te envo al mismo tiempo por correo cuatro copias de un 'Mensaje' impreso,


que fue escrito por m. El recientemente constituido Comit Internacional de
los Trabajadores, en cuyo nombre se public, no tiene poca importancia. Sus
miembros ingleses son justamente, en su mayor parte, los jefes de las trade-
unions de aqu, o sea, los verdaderos reyes de los obreros de Londres.(13)

Tanto el Mensaje Inaugural -al que se refiere en la carta anterior- como el Prembulo
del estatuto de la Asociacin fueron obra suya. Ambos escritos son un prototipo de espritu
de conciliacin e intento de acomodar las distintas tendencias que predominaban en la
organizacin. El mensaje deba conformar a los seguidores de Proudhon, Lassalle, Mazzini
y a los sindicalistas ingleses. Estos ltimos slo estaban interesados en ganar sus huelgas,
sin que les importara en absoluto su rol histrico.(14)

Todo este espritu de acuerdo muestra la relevancia que adquira en esos momentos para
Marx la seccin inglesa del movimiento que se lanzaba. El movimiento obrero ingls poda
llegar a ser, en su imaginacin, la palanca revolucionaria que esperaba con tanto ahnco.
Escribi algunos meses despus a Engels:

El gran xito de la lnternational Association es ste: La Reform League es


obra nuestra [se refiere al movimiento para extender el derecho de voto a ms
sufragantes]. En el comit ms restricto de doce [seis hombres de clase media
y seis obreros], los seis obreros son todos miembros de nuestro consejo [se
refiere al Consejo de la Primera Internacional]. Hemos frustrado todos los
intentos de la mediana burguesa de confundir a la clase obrera. El
movimiento en las provincias depende esta vez totalmente de Londres [...]. Si
tiene xito esta reelectrificacin del movimiento poltico de la clase obrera
inglesa, entonces nuestra asociacin habr ya realizado ms por la clase
obrera europea, sin hacer ningn escndalo, de lo que sera posible de ninguna
otra manera. Y todas las perspectivas existentes son de xito.(15)
El renovado inters de Marx por los sindicatos se reflej tambin en una resolucin especial
de la Internacional sobre la cuestin. En dicha resolucin se describa el surgimiento de los
sindicatos en el pasado como una manera de evitar rivalidades entre los obreros. Pero esta
utilidad inicial para defender el salario era slo el primer paso de un sendero que llevara a
un cambio fundamental de la organizacin social:

Si los sindicatos son indispensables para los combates diarios entre el capital
y el trabajo, son aun mucho ms importantes en tanto que aparatos
organizados para apresurar la abolicin del sistema mismo del salario. (16)

En el presente, los sindicatos estaban enfrascados de una manera demasiado exclusiva en

[...] las luchas locales e inmediatas contra el capital. Todava no han visto
sus posibilidades de fuerza ofensiva contra el sistema de esclavitud de los
salarios y contra el modo de produccin actual. Por eso se han quedado
demasiado aparte de los movimientos sociales y polticos generales.

Para el futuro, los sindicatos deban

[...] trabajar de manera ms consciente como centros de organizacin de la


clase obrera en vista de su emancipacin completa. Es preciso que sostengan
todo movimiento social y poltico que tenga ese fin.

La resolucin propona adems

[...]prestar la mayor atencin y cuidado a la defensa de los intereses de las


capas obreras peor pagadas, por ejemplo, los obreros agrcolas [...]. Es preciso
que los sindicatos inculquen al mundo entero la conviccin de que sus
esfuerzos, bien lejos de ser egostas e interesados, por el contrario tienen
como fin la emancipacin de la; masas sojuzgadas.(17)

Estas propuestas muestran que Engels y Marx esperaban la transformacin rpida de la


actividad sindical en accin poltica independiente. El viejo movimiento cartista ingls de la
dcada del 30 era en cierta medida su modelo y esperaban revivir su estilo a travs de la
influencia de la Primera Internacional. De su correspondencia y de sus actividades surge
con fuerte relieve que ambos consideraban que la articulacin fundamental del movimiento
poltico que propugnaban descansaba en la transformacin creciente de la accin sindical de
las trade-unions inglesas en accin poltica. Por esta razn, Marx se opuso a la constitucin
-dentro de la Internacional- de un consejo regional ingls que atendiera independientemente
las cuestiones britnicas, como exista para otros pases. Prefera que el Consejo General,
donde su influencia era directa, se ocupara de la relacin con el movimiento obrero ingls
de manera que sus ideas lograran predominar en l. En la comunicacin privada del
Consejo General de la Primera Internacional del 1 de enero de 1870, redactada por Marx, se
subray la cuestin sin dejar lugar a dudas. Algunos prrafos son elocuentes:

Aunque la iniciativa revolucionaria partir probablemente de Francia, tan


solo Inglaterra puede servir de palanca de una revolucin verdaderamente
econmica. Es el nico pas en que no existen ya campesinos [...]. El nico
pas en que la lucha de clases y la organizacin de la clase obrera en trade-
unions han alcanzado cierto nivel de madurez y universalidad: dada su
dominacin del mercado mundial, el nico pas en que cualquier cambio de
carcter econmico se reflejar inmediatamente en todo el mundo [...]. Puesto
que el Consejo General dispone actualmente de la posibilidad de echar mano
directamente a la gran palanca de la revolucin proletaria, qu locura,
diremos qu crimen, incluso, es abandonarla a manos exclusivamente
inglesas.

Los ingleses poseen la materia necesaria para la revolucin social. Lo que les
falta es el espritu generalizador y la pasin revolucionaria. Slo el Consejo
General puede infundrselos acelerando de esta forma el movimiento
verdaderamente revolucionario en este pas, y por consiguiente en todos [...].

Inglaterra no debe ser tratada simplemente como un pas igual que los otros.
Hay que tratarla como la metrpoli del capital.(18)

Los documentos privados de ambos, durante esa poca, expresan convicciones parecidas.
Por ejemplo, la carta de Marx a Engels del 7 de julio de 1866:

Las manifestaciones obreras londinenses, fabulosas en comparacin con lo


que hemos visto hasta ahora en Inglaterra desde 1849, son obra pura de la
'Internacional'. Mr. Lucraft, antes que nadie el capitn de Trafalgar Square, es
Uno de los de nuestro consejo. Aqu se nota, cuando se acta tras las
bambalinas y pblicamente se desaparece, la diferencia con el estilo de los
demcratas, que se hacen importantes en pblico para no hacer nada en la
realidad.(19)

Otra carta del 11 de septiembre de 1867, tambin de Marx a Engels, es todava ms


elocuente:

Mientras tanto nuestra sociedad ha hecho grandes progresos [...] y para la prxima
revolucin, que quizs est ms cerca de lo que aparenta, tenemos nosotros (es decir t y
yo) esta poderosa mquina en nuestras manos. Compara esto con los resultados de las
operaciones de Mazzini, etctera, desde hace treinta aos. Por otra parte, sin dinero! A
pesar de las intrigas de los proudhonistas en Pars, de Mazzini en Italia y de los celos de
Odgers, Cremer, Potter en Londres, a pesar de los Schulse-Delitzsch y los lassallianos en
Alemania podemos estar contentos! (20)

Otra carta anterior de Marx a Kugelman, del 29 de noviembre de 1864, expresaba


consideraciones parecidas:

La Asociacin [...] es importante porque los jefes de las trade-unions de


Londres estn all.(21)

En otra al mismo Kugelman, del 23 de febrero de 1865, dice:


Ve usted [...] por qu en este momento nada puedo hacer en Prusia [...]. Yo
prefiero cien veces ms mi agitacin aqu, a travs de la 'Asociacin
Internacional'. La influencia sobre el proletariado ingls es directa y de la ms
alta importancia. (22)

Pero estas expectativas y entusiasmos se fueron apagando progresivamente, ya que los


dirigentes sindicales ingleses no vieron en la Internacional ms que un instrumento para
adelantar sus propias demandas polticas. Contrariamente a lo que crea Marx, el mismo
xito de la Internacional se vislumbraba como causa de su debilidad creciente. A medida
que se obtenan las franquicias polticas y las leyes que ambicionaban los dirigentes
sindicales, buena parte de las cuales se promulgaron entre 1867 y 1871, disminua su inters
por la Asociacin. Despus de 1868 las afiliaciones de sindicatos ingleses se detuvieron y a
partir de ese momento comenz una tendencia contraria.(23)

En consecuencia, Engels y Marx se fueron disgustando cada vez ms con los jefes
sindicalistas ingleses. Los denuestos y referencias despectivas comenzaron a arreciar en sus
cartas. Ya hemos visto cmo en 1867 -en carta a Engels, del 11 de noviembre- Marx
menciona la "envidia de Odger". En otra carta a Johann Philip Becker, del 31 de agosto de
1866, refirindose a Odger y a Cremer -dirigente obrero de los carpinteros- deca:

[Odger] no ha hecho nada por la sociedad. Cremer y Odger han tendido una
intriga muy vil para impedir [...] el viaje de Jung y Eccarius. [Marx se refiere
a los preparativos del Congreso Internacional de Ginebra. Jung y Eccarius
eran en ese momento partidarios suyos] [...]. Ambos, Cremer y Odger, nos
han traicionado en la Reform League [...]. [Cremer] solo busca un puesto
'remunerado' [en la Internacional] para no tener que trabajar.(24)

La culminacin de estas relaciones crticas ocurri a raz de la insurreccin y formacin de


la Comuna de Pars, en marzo de 1871, durante la guerra franco-prusiana. El Consejo
General de la internacional no apoy inicialmente la insurreccin e incluso la desaconsej.
En una carta a Engels del 6 de septiembre de 1870, dice Marx:

[...] toda la seccin francesa [de la Internacional] se dirige hoy hacia Pars
para cometer tonteras en nombre de la Internacional. Quieren derrocar al
gobierno provisional, establecer la comuna de Pars.(25)

Pero a partir del 18 de marzo, da de la instalacin del gobierno de la comuna, el Consejo


General de Londres sigui con simpata su evolucin, aunque los "internacionales" eran una
minora dentro de su consejo y ocupaban posiciones secundarias. Finalmente, a travs de la
obra que escribi con motivo de esta insurreccin -La guerra civil en Francia- y que el
Consejo General public como llamamiento, present a la comuna como la primera
experiencia de una sociedad nueva.

Los sindicalistas ingleses, en cambio, mostraron poca simpata por la comuna y a raz de la
publicacin de La guerra civil en Francia, Lucraft y Odger exigieron que se borraran sus
nombres de los firmantes del documento y renunciaron al Consejo General. A raz de esto,
Engels escribi a Cafiero, en Italia:
[...] dos miembros ingleses, que se haban hecho muy ntimos de la
burguesa, encontraron que nuestro mensaje sobre la guerra civil era
demasiado fuerte y renunciaron. En su lugar, hemos ganado cuatro ingleses y
un irlands y nos consideramos aqu en Inglaterra ms fuertes de lo que
ramos antes de perder estos dos renegados.(26)

El episodio de la comuna, si bien no fue el origen del distanciamiento de los sindicatos de la


Internacional, lo aceler acentuadamente. La formacin de un Consejo Federal Ingls en la
Conferencia de Londres -de la Internacional de 1871- fue el ndice de este
distanciamiento.(27) Pero para Engels y Marx la indiferencia y hostilidad de las trade-
unions respecto de la comuna fue una desilusin profunda y a partir de esa poca
comenzaron declaraciones virulentas y despectivas de ambos respecto de dirigentes y
obreros, tanto ingleses como de otros pases. Por ejemplo, en la sesin del Consejo General
de la Internacional del 8 de agosto de 1871, Engels expres:

En Inglaterra la clase obrera se ha comportado de manera vergonzosa


mientras los parisienses arriesgaban sus vidas.(28)

Marx tuvo expresiones parecidas, acusando a los dirigentes obreros ingleses de "estar
vendidos".(29)

Por otra parte, a partir de 1871- poca de la Conferencia de Londres- la cada de la


Internacional fue rpida y el predicamento de los marxistas entre los militantes obreros y
dirigentes, con la excepcin de Alemania, decay precipitadamente.

Anarquistas por un lado y trade-unionistas por otro, quitaron a Engels y a Marx todo el
ascendiente que parecan haber conseguido en los aos anteriores. La resolucin del
Congreso de La Haya, que traslad la sede de la Internacional a Nueva York, conseguida
por Marx gracias a una mayora ms formal que sustantiva, fue prcticamente el fin de la
Asociacin, si bien la resolucin que la autodisolvi fue tomada en 1876.

Engels y Marx vieron adems cmo la mayor parte de sus seguidores dentro del
movimiento obrero se pasaban a otras filas. Hombres como Eccarius, Jung, Roach, sus
baluartes hasta poco tiempo antes, formaron parte de los secesionistas. Ninguno de los dos
ahorr palabras de desprecio para ellos.

En carta a Friedrich Bolte, no vacil Marx en calificar a Eccarius de "siervo a sueldo del
Times". De Jung agreg:

"El discurso de Jung en el congreso [se refiere al congreso de la Federacin


Inglesa de la Internacional, celebrado en Londres el 26 de enero de 1873]
sobrepasa a todos en necedad e infamia. Es un viejo tejido chismoso de
mentiras, tergiversaciones e imbecilidades".(30)

En general, las apreciaciones de ambos respecto de los lderes sindicales fueron, a partir de
1871,invariablemente muy duras. En el Congreso de la Internacional en Holanda, Marx dijo
que los dirigentes sindicales ingleses estaban todos a sueldo de Disraeli o Gladstone.(31)
Ms todava, Marx englob a todos los Obreros ingleses en una apreciacin similar.
Escribi a Liebknecht en 1878:

"La clase obrera inglesa se fue desmoralizando cada vez ms profundamente


y par fin lleg tan lejos que se constituy en la cola del gran partido liberal, es
decir, en su siervo [...]. Su conduccin haba pasado totalmente a las manos de
los venales dirigentes de las trade-unions y de los agitadores de los oficios.
Estos pillos gritan y allan in majorem gloriam del Zar liberador de pueblos,
tras Gladstone, Bright [...] los miserables!"(32)

Engels, por su parte, refirindose a Alexander Macdonald y Thomas Burt, dirigentes de los
mineros, escribi al mismo tiempo a Liebknecht:

"Macdonald es el ms canalla de los dos, pero tiene profundas relaciones


oficiales con los obreros de las minas".(33)

Pareci lgico, en estas circunstancias, que la atencin se dirigiera hacia Alemania. All
contaban con dos hombres que se manifestaban partidarios de ellos: August Bebel (1840-
1913) y el propio Wilhelm Liebknecht (1826-1900). El primero era de origen artesano,
mientras que Liebknecht perteneca a una familia de funcionarios y eruditos y l mismo
haba estudiado teologa, filosofa y filologa. Despus de diversas actividades
preparatorias, ambos haban fundado en 1869, en Eisenach, junto a algunos lassallianos que
se haban separado de esa corriente, el Partido del Trabajo Socialdemcrata
(Sozialdemokratische Arbeiterpartei). El partido se haba constituido sobre la base de
agrupaciones obreras existentes.

De esta manera quedaba establecido un segundo partido obrero -el anterior haba sido de
Lassalle-. La diferencia entre ambos no se refera especialmente a cuestiones socio-
econmicas sino ms bien nacionales. Los lassallianos eran proprusianos y pequeos
alemanes, en tanto los de Eisenach eran anti-prusianos y propiciaban la gran Alemania.
Ninguno de los dos partidos se dio un programa que pudiera ser denominado revolucionario
y socialista, en el sentido que Engels y Marx daban al trmino.(34)

Aunque muchas veces Marx entrevi la posibilidad de un trnsito pacfico hacia el


socialismo, fue evidente que sus simpatas se inclinaban hacia un sindicalismo combativo
que tuviera como primordial objetivo la revolucin social. En un discurso que pronunci en
Amsterdam, despus del Congreso de la Internacional en 1872, dijo que era posible que en
algunos pases tales como Estados Unidos o Inglaterra los obreros alcanzaran sus objetivos
por medios pacficos. Y agreg:

"[...] pero debemos reconocer que en la mayor parte de los pases del
continente la fuerza debe ser la palanca de nuestra revolucin; a su debido
momento ser necesario recurrir a la fuerza para el establecimiento final del
gobierno de los trabajadores".(35)

Tanto los lassallianos como los de Eisenach adhirieron a la Primera Internacional. Sin
embargo, Marx y Engels durante el lapso que transcurri hasta la muerte del primero, en
1883- mostraron grandes dudas sobre las actividades de sus seguidores en Alemania. En
ellas, stos se guiaron mucho ms por los requerimientos polticos locales que por las
enseanzas de Marx. Cuando en 1875 los dos partidos obreros se unificaron en el Congreso
de Gotha, Marx y Engels atacaron con dureza la plataforma del nuevo partido unificado, en
un comentario acerbamente crtico que ms tarde fue publicado bajo el titulo de Crtica del
Programa de Gotha.

En una carta de Engels a Bebel de marzo de 1875, aqul se explay con irritacin sobre el
disgusto que le ocasionaba el proyecto del acuerdo a sancionarse en el congreso que se
reunira en mayo de ese mismo ao:

Nuestro partido ofreci tantas veces la mano conciliatoria a los lassallianos


[...] y fue tantas veces desdeosamente rechazado que cualquier nio puede
extraer la conclusin: cuando estos seores ahora vienen por propia iniciativa
y piden reconciliacin, es porque deben encontrarse en endemoniados apuros
[...]. Dado el carcter de esa gente, es nuestro deber aprovechar esos apuros
[...]. Deberamos mostramos fros y desconfiados, y hacer depender la unin
de [...] su disposicin a dejar de lado sus slogans sectarios y su ayuda estatal y
en esencia aceptar el programa de Eisenach de 1869 [...].[Si se acepta el resto
del programa] se repudia el principio de internacionalidad del movimiento
obrero [...] en caso de que [este programa] fuera aceptado, ni Marx ni yo
podramos jams declararnos partidarios [...] de este nuevo partido y
deberemos reflexionar muy seriamente qu posicin adoptaremos -aun
pblica- frente a l".(36)

A pesar de todas estas criticas, el programa fue adoptado con modificaciones muy
secundarias.

Despus de los acontecimientos de 1872, el inters de Engels y de Marx por la poltica


activa decay fuertemente. Las esperanzas que haban cifrado en el movimiento obrero
ingls haban terminado en una frustracin completa y en la prctica la Primera
Internacional haba tenido que disolverse.

El desnimo de ambos se acrecent durante un largo lapso, que cubri ms o menos los
ltimos aos de la vida de Marx. La opinin que les mereca a ambos el movimiento obrero
ingls se reflej en una carta de Engels a Bernstein, respondiendo a otra anterior en la cual
este ltimo solicitaba un articulo sobre la situacin del movimiento socialista o bien sobre
el movimiento obrero en Inglaterra, para un anuario -Jahrbuch fr Sozialwissenschaft-
sobre el tema en diversos pases. Le contest Engels:

"El movimiento obrero ingls gira desde hace una serie de aos en un
estrecho crculo sin salida de huelgas por salarios y acortamiento de jornada
de trabajo, y ciertamente no como expediente profesional y medio de
propaganda y organizacin, sino como fin ltimo. Las trade-unions excluyen
hasta ahora por principio y estatutariamente toda accin poltica y con ello la
participacin en toda actividad de la clase obrera como clase.

Los obreros se dividen polticamente en conservadores y liberal-radicales, en


partidarios del ministerio de Disraeli (Beaconsfield) y en partidarios de1
ministerio de Gladstone. Puede aqu, por lo tanto, hablarse de un movimiento
obrero, slo en cuanto se hable de cmo andan las huelgas que, victoriosas o
no, no hacen avanzar el movimiento un solo paso. Tales huelgas [...] mediante
las cuales la clase obrera no adelanta para elevarse a combates de importancia
histrica mundial,[...] slo pueden hacer dao [...]. No puede silenciarse que
en este momento no existe aqu un verdadero movimiento obrero en sentido
continental [...]".(37)

Tampoco se mostraban interesados en revivir asociaciones internacionales. En 1877 se


llevaron a cabo dos congresos internacionales obreros. El primero de ellos se reuni en
Verviens y en l participaron slo los anarquistas. El segundo se realiz en Gante y atrajo
delegaciones de socialistas y anarquistas, aunque estos ltimos estaban en minora. Entre
varias resoluciones, durante esta reunin se expres el deseo de que las asociaciones se
reunieran en un congreso internacional y se resolvi adems el establecimiento de una
oficina permanente de enlace.(38) Engels y Marx fueron invitados al congreso de Gante,
pero se excusaron de asistir. Engels le escribi a Liebknecht respondiendo a su invitacin:

[...] ciertamente que no iremos a Gante. Qu sentido tendra si no habernos


retirado de la actividad poltica despus de La Haya ?(39)

Sin embargo, a comienzos del 80 comenzaron a desarrollarse en Inglaterra varios


movimientos favorables al socialismo. No surgieron, paradjicamente, gracias a la
influencia de los exiliados socialistas como Marx o Engels, sino a travs de caminos muy
peculiares a la idiosincrasia inglesa. Una figura importante en esta direccin fue la de Henry
George, que public en 1879 en los Estados Unidos su libro Progreso y miseria. Al ao
siguiente se public en Inglaterra, donde su xito fue masivo, ya que se editaron ms de
100.000 ejemplares. Su tesis antilatifundista conmovi a grandes sectores de la opinin
pblica y particularmente a intelectuales y dirigentes obreros, como Bernard Shaw, H. H.
Champion, H. M. Hyndman, Sidney Webb y Beatrice Potter. Si bien las tesis del libro no
eran socialistas, despert una sensibilizacin a los contrastes sociales. Beatrice Webb (ne
Potter), destaca en su libro My Apprenticeship la conciencia del pecado que acumul
sobre el espritu de gente como ella:

No quiero decir la conciencia del pecado personal [...] era una conciencia
colectiva [...]que llevaba a la conviccin de que la organizacin industrial,
que haba dado rentas, intereses y ganancias de una escala estupenda, no haba
logrado proveer una vida decente y condiciones tolerables para la mayora de
los habitantes de Gran Bretaa".(40)

De esta agitacin de sentimientos surgi en 1881 la Federacin Democrtica, que atrajo a


liberales de izquierda y obreros. Entre los liberales estaba Hyndman, quien con sus
posiciones fuertemente crticas hacia Gladstone y sus tendencias decididamente socialistas
alej a otros miembros liberales. En 1883, elegido presidente, la convirti en una asociacin
puramente socialista que en 1884 tom el nombre de Federacin Social Demcrata (Social
Democratic Federation).

Hyndman haba ledo en 1881 El Capital de Marx en su traduccin francesa, despus de lo


cual se haba convertido al marxismo. Con entusiasmo escribi una versin popular de las
concepciones de Marx en Inglaterra para todos, e intent acercarse e interesar a ste en sus
actividades polticas. Pero, en su libro, Hyndman omiti mencionar a Marx como creador
de los puntos de vista que expresaba, lo que produjo en ste una reaccin airada y origin
su negativa cerrada a considerar un acercamiento con Hyndman y su Federacin. En
diciembre de 1881, escriba Marx a Sorge:

[...] a comienzos de junio, un tal Hyndman [...] public un pequeo libro:


England for All [...]. El captulo sobre trabajo y capital consiste slo en
extractos literales [...] de El Capital, pero el tipo no da crdito ni al autor ni al
libro [...]. Todos estos primorosos escritores de la clase media estn [...]
vidos de utilizar inmediatamente cualquier nueva idea que les traiga algn
viento favorable, para obtener dinero, nombre o capital poltico".(41)

El desagrado de Marx fue compartido por Engels, que no depuso jams su aversin
profunda por Hyndman ni por su Social Democratic Federation. Esta sociedad logr en
1884 la adhesin de varias personalidades, entre otras la de William Morris, famoso artista
y poeta, creador entre otras cosas del estilo "Liberty" en decoracin. Eleanor Marx
(Tussy), la menor de las hijas de Marx y quiz su preferida, tambin se afili a la
Federacin.

Esto alter poco las opiniones de Engels sobre la organizacin, a pesar de sus fuertes lazos
afectivos con Eleanor Marx. Escribi a Sorge:

"Por sobre todo no debe aceptarse sin ms como de buena fe a la Democratic


Federation [pues] hay en ella toda clase de elementos dudosos. Hyndman, que
juega el papel de jefe de partido in partibus infidelium, es un ambicioso
bastante inescrupuloso y todava no hace pocos aos candidato parlamentario
conservador fracasado [...] yo me mantengo alejado de la Democratic
Federation".(42)

Pero ya en diciembre de 1884 un grupo reducido aunque importante de gente se separ del
partido, entre ellos William Morris, Eleanor Marx y Edward Aveling. El hecho colm de
alegra a Engels, quien haba pronosticado que el rompimiento era inevitable. Escribi a
Bernstein:

Finalmente, el martes pasado lleg el momento crtico, Hyndman fue


atacado desde todos lados [...]. Antes de la sesin me vinieron a ver Morris y
Aveling; yo pude aconsejarles slo una cosa [...]. Como consecuencia, se
retir la mayora de la Federacin [...] porque [...] sobre todo la Federacin
entera no es ms que una estafa. Ahora se operar de acuerdo con las fuerzas
disponibles, y no se actuar ms como si el proletariado ingls estuviera
dispuesto a acudir, toda vez que algunos literatos se inclinen hacia el
socialismo y toquen el clarn [...].

Tengo la satisfaccin de haber visto claramente desde el principio esta estafa


absoluta, haber juzgado correctamente a la gente y haber predicho el final de
antemano, as como que esta estafa, en balance final, daara ms de lo que
seria til".
Las malas relaciones de Engels con la Social Democratic Federation no fueron un
acontecimiento excepcional en su vida en Inglaterra. En realidad, se llev mal
prcticamente con todos los movimientos socialistas y obreros del pas, aunque hubo
momentos en que puso tmidas esperanzas, sobre todo durante los pasos iniciales de
algunos de ellos.

Engels quiz bas sus simpatas polticas en Inglaterra, despus de la muerte de Marx, ms
en afectos personales que en otra cosa. Desde ese momento, su preocupacin relevante se
dirigi hacia la familia de aqul, especialmente hacia sus dos hijas menores, Eleanor y
Laura.

Eleanor, una persona con gran inestabilidad psquica, conviva con Edward Aveling, un
mdico que haba abrazado primero la carrera teatral y luego la poltica. Edward Aveling
era separado pero no se haba divorciado de su mujer.

Engels extendi su afecto a Aveling. Desafortunadamente, ste era un hombre de pocos


escrpulos y pronto comenzaron a correr versiones, avaladas por hechos, en el sentido de
que Aveling utilizaba los fondos de las organizaciones en provecho propio o directamente
se quedaba con ellos.(43)

Hyndman lo acus reiteradamente de esa prctica, pero Engels lo atribuy siempre a


maledicencias y a veces tambin a la bohemia y el descuido del estilo personal de vida de
Aveling.

La actividad poltica en Inglaterra, por lo tanto, result una permanente fuente de disgustos
para Engels, fuera por las actividades socialistas o por las de los gremialistas. Solamente
mostr simpatas por aquellas en las cuales participaron Eleanor Marx y Aveling. Crey
incluso, en algn momento, que de las actividades de Eleanor emergera finalmente el
partido marxista obrero que anhelaba.

Este partido deba tener sus races en los sindicatos obreros, pero elevar sus miras polticas
por encima de los intereses de stos. Los sindicatos, a su vez, deban subordinarse al
partido. En una serie de artculos escritos en 1881 Engels haba expuesto claramente su
concepcin con motivo de la extensin del sufragio en Inglaterra:

Directamente estas medidas [las de extensin del sufragio] abren nuevas


perspectivas para la clase obrera [...] ella est en condiciones de llevar
adelante su lucha con el capital con nuevas armas, en tanto que incorpora al
parlamento gente de su propia clase. Debemos decir, lamentablemente, que
las trade-unions aqu han olvidado su deber como vanguardia de la clase
obrera. Las nuevas armas estn hace ya ms de diez aos en sus manos, pero
ellas casi no las han sacado de la vaina.[...] Es completamente antinatural que
la clase obrera inglesa [...] se haga representar por capitalistas o sus peones,
como abogados, redactores, etc. [...] el presente movimiento, exclusivamente
por mayores salarios y jornadas de trabajo ms cortas, desemboca en un
crculo vicioso, del cual no hay escape [...] el mal funcionamiento no se debe
a los bajos salarios. Una vez que este condimento se extienda en la clase
obrera, la posicin de las trade-unions cambiar esencialmente. No gozarn
ms del privilegio de ser la nica organizacin de la clase obrera. Junto a las
asociaciones en los ramos industriales individuales o sobre ellas, debe erigirse
una asociacin general, una organizacin poltica de la clase trabajadora como
un todo [...]. No hay ningn poder en el mundo capaz de resistir a la clase
obrera inglesa, cuando sta se organice en su totalidad".(44)

Esta posibilidad pareci darse con motivo de las agitaciones del East End en Londres entre
obreros no calificados, agitaciones que ya haban sido anticipadas por otras, fuera del rea
metropolitana. Este movimiento de agremiacin, bautizado como el Nuevo Unionismo,
abarc a obreros que hasta ese momento se haban mantenido fuera de toda organizacin o
que, si bien haban tenido una incipiente organizacin durante el boom de la dcada del 70,
aqulla haba desaparecido sin dejar rastros. La ola asociativa incluy a los portuarios, los
obreros del gas, los navales, los metalrgicos, los ferroviarios. Tambin interes con
bastante intensidad a los empleados de comercio, oficinistas y maestros.

El viejo unionismo vio con escepticismo este movimiento y previ su rpida desaparicin,
ya que sus estructuras sindicales eran dbiles y no contaban con fondos fraternales como
para sostener a sus afiliados en momentos de crisis.(45)

En marzo de 1889, Will Thome, obrero del gas, comenz a organizar un sindicato entre sus
compaeros de trabajo. Casi analfabeto l mismo, perteneca a la Social Democratic
Federation y recibi gran apoyo en las tareas administrativas por parte de Eleanor Marx, as
como de otras personas como Annie Besant, de tendencias espiritualistas.

Will Thome, por otra parte, tena un estilo impetuoso que se acomodaba muy bien con las
aspiraciones de Engels.(46)

ste se entusiasm con la situacin, en la que vea que un estilo combativo de sindicalismo
se combinaba con la participacin de un puntal del marxismo, representado por una persona
que le era tan afecta como Eleanor Marx.

Con motivo de unos incidentes muy violentos en Leeds en los cuales particip Will Thome,
Engels le envi de regalo un ejemplar de El Capital de Marx con la dedicatoria: Al
vencedor de la batalla de Leeds. (47)

Los nuevos unionistas tenan adems otra caracterstica que era muy apreciada por
Engels: en su reclutamiento no se cean a un sector determinado de trabajo, sino que
aceptaban obreros de cualquier actividad. Esto quedaba subrayado en los nombres de sus
organismos, los cuales incluan siempre la palabra general -por ejemplo, el sindicato de
portuarios denominado Dock, Wharf, River End and General Labourers Union.

La opinin de los viejos unionistas acerca de que el nuevo unionismo no tena


probabilidades de sobrevivir se vio parcialmente confirmada por los hechos, aunque no del
todo. En rigor, algunas desaparecieron pero otros sobrevivieron, si bien adaptndose cada
vez ms a los procedimientos de los antiguos.(48)
Las opiniones de Engels sobre el nuevo unionismo estn reflejadas en un artculo que
escribi para el Arbeiter-Zeitung, rgano de la Social Democracia austraca, en 1890:

A comienzos del ao pasado, el barrio obrero ms grande y miserable del


mundo, el East End de Londres, se puso paulatinamente en movimiento. El 1
de abril de 1889 se fund el Sindicato de Obreros del Gas y Obreros en
General (Gas Workers and General Labourers Union); Cuenta hoy con ms de
100.000 afiliados. Fundamentalmente gracias a la colaboracin de esta
asociacin coparticipada (muchos son obreros del gas en invierno y portuarios
en verano) se puso en marcha la gran huelga portuaria y se sacudieron los
sedimentos ms bajos de los trabajadores del extremo este de Londres de su
empantanamiento. Ahora se incorporan bajo estos mismos la mayora de los
obreros no calificados de una rama tras otra, mientras que las que existan
hasta ahora a duras penas se estn desarrollando rpidamente. La diferencia
entre estas nuevas trade-unions y las viejas era sin embargo muy grande. Las
viejas, las que abarcan a los trabajadores 'calificados', son exclusivas,
excluyen a todos los trabajadores no calificados y se crean as ellas mismas
una competencia no gremial; son ricas, pero cuanto ms ricas, terminan por
ser nada ms que simples cajas de enfermedad y fallecimiento; son
conservadoras y se sacan el socialismo de encima, mientras puedan. Los
nuevos 'no calificados' admiten a todos los compaeros operarios; son
esencialmente, y los obreros del gas hasta ahora casi en forma exclusiva,
asociaciones de huelga y cajas de huelga; y aunque, hombre por hombre, no
son socialistas, quieren absolutamente como dirigentes slo a socialistas y a
nadie ms. La propaganda socialista fue activa en el East End desde hace
varios aos y aqu fueron especialmente la seora Eleanor Marx-Aveling y su
marido, Edward Aveling, quienes en los 'clubs radicales' constituidos casi
exclusivamente por obreros descubrieron el mejor campo de propaganda y
trabajaron de manera sostenida en ellos, con el mejor de los xitos, como
ahora se ha demostrado. Durante la huelga portuaria fue la seora Aveling
una de las tres mujeres que se ocuparon de la distribucin de los auxilios y
gracias al seor Hyndman, el de Trafalgar Square, fueron calumniadas porque
haban retirado para s tres libras esterlinas por semana del fondo de huelga.
La huelga en Silvertown, as como la del East End del invierno anterior, fue
dirigida por la seora Aveling y casi nicamente por ella, y ella represent en
el campo de los obreros del gas una de las secciones obreras femeninas
fundada por ella misma.

Los obreros del gas haban ganado aqu en Londres, en el otoo pasado, las
ocho horas de trabajo, pero las haban perdido nuevamente en la zona sur de
la ciudad en una huelga desafortunada, y recibido pruebas suficientes de que
esta conquista tampoco estaba asegurada de ninguna manera en la zona norte
de Londres. Cmo podr asombrar, entonces, que ellos gustosamente
aceptaran la propuesta de la seora Aveling de introducir en Londres la
celebracin del Primero de Mayo en favor de las ocho horas legales de trabajo
decidida por el Congreso de Pars? En conjunto con algunos grupos
socialistas, los clubes radicales y las otras trade-unions en el East End, se
estableci un comit central que debera organizar una gran demostracin con
ese fin en Hyde Park. Como resulta evidente que toda tentativa de realizar
esta manifestacin el jueves 1 de mayo iba necesariamente a fracasar en este
ao, se decidi trasladarla al domingo 4 de mayo.

Para que en lo posible participaran en ella todos los obreros de Londres, invit
al Comit Central y, con imparcialidad ingenua, tambin al London Trades
Council. Este es un cuerpo compuesto por los delegados de las trade-unions
de Londres y, ciertamente, en su mayora por los viejos sindicatos calificados,
en los cuales, como era de esperar, por el momento todava los elementos
antisocialistas tienen la mayora. El Trades Council vio que el movimiento
por la jornada de trabajo de ocho horas amenazaba con crecer por encima de
sus cabezas. Las viejas trade-unions estn tambin en favor de una jornada de
trabajo de ocho horas, pero no en favor de una sancionada por la ley. Por
jornada de ocho horas entienden ellos que se pague por ocho horas de trabajo
el jornal normal -tanto por hora-, pero que se permita trabajar cualquier
cantidad de horas extras por da, siempre que se pague ms por cada hora
extra, digamos una vez y media o dos horas comunes. Se trataba entonces de
conducir la manifestacin en las aguas de estas reivindicaciones por
concertaciones 'libres', pero no como actos obligatorios del parlamento. Con
este fin se unan el Trades Council con la Social Democratic Federation del
antes mencionado seor Hyndman [...] y anunciaron una concentracin en el
parque [...] y ciertamente tras las espaldas del Comit Central".

A continuacin, Engels describe los conflictos entre ambas concentraciones por dominar la
escena y excluir a los otros, lo que haba dado por resultado dos actos separados dentro de
Hyde Park.

En la visin de Engels, el estilo de cada una de las concentraciones puso en evidencia qu


se podra esperar en el futuro de cada una de las organizaciones que las patrocinaban:

Por un lado la inmovilidad, representada por las trade-unions, que todava no


se han liberado del espritu gremial, y por una secta mezquina (la Social
Democratic Federation), que se apoya en los afiliados ms srdidos; por el
otro lado, el vivaz y libre movimiento del revitalizado proletariado ingls. Y
las apariencias mostraron aun al ms ciego dnde, en esta doble
concentracin, estaba la vida vigorosa y dnde el estancamiento.(49)

Pero la conclusin ms importante era que el proletariado ingls ocupaba, por fin, el lugar
que se esperaba de l:

Pero lo que los numerosos polticos burgueses que observaban la escena


llevaron a su casa como efecto global fue la certeza de que el proletariado
ingls, que por ms de cuarenta aos vivi entregado a ser la cola y la manada
de electores del voluminoso Partido Liberal, por fin se ha despertado a una
nueva vida y trato autnomos. Y sobre ello no puede quedar ninguna duda: el
4 de mayo de 1890 ha entrado la clase obrera inglesa en el gran ejrcito
internacional. Y ste es un acontecimiento que har poca. El proletariado
ingls posee la nacin industrialmente ms desarrollada y tiene adems la ms
grande libertad poltica. Su largo sueo de invierno -consecuencia, por un
lado, del Fracaso del movimiento cartista de 1836-1850, por el otro, de la
expansin industrial colonial de 1848-1880- finalmente se ha roto. Los nietos
de los viejos cartistas entran en la lnea de batalla. Desde hace ocho aos se
han hecho sentir en la gran mesa, tan pronto aqu, tan pronto all. Han surgido
grupos socialistas, pero ninguno pudo elevarse por encima de la condicin de
secta, agitadores y presuntos jefes de partidos, entre ellos simples
especulaciones y ambiciones sin escrpulos, no dejaron nunca de ser oficiales
sin soldados [...]. Esto se terminar pronto, as como se termin en Alemania
y Austria. El poderoso movimiento de masas llevar a su fin a todas estas
sectas y grupitos [...] y en poco tiempo, como se espera, estar el ejrcito
proletario ingls tan unido, tan bien organizado, tan decidido [...] y ser
saludado con alborozo por todos sus camaradas del continente y de
Amrica.(50)

Este texto ilustra la evolucin del pensamiento de Engels hasta ese momento. En primer
lugar, centra las esperanzas del movimiento revolucionario en los obreros ms atrasados,
los no calificados, los que no tienen un oficio definido y buscan en el sindicato una
organizacin para la huelga y el combate, en general. No es un mero giro retrico la
insistencia del vocablo ejrcito en los escritos de Engels de esta poca. Por ejemplo,
afirmaba con referencia a Will Thome -el dirigente del gas- que haba combatido en dos
batallas formales contra la polica y los dragones y haba obligado a capitular a la
municipalidad de Leeds, y le manifestaba toda su admiracin:

Como viejo soldado puedo dar testimonio de que acerca del comandante de
estas batallas, Will Thome, secretario general del sindicato, no encuentro la
mnima crtica que hacer, ni sobre sus disposiciones estratgicas ni sobre sus
tcticas.(51)

Engels mantuvo hasta el final de sus das esta nostalgia por la lucha militar revolucionaria y
nunca abandon esa posibilidad de accin, a pesar de su estrecha vinculacin con la Social
Democracia alemana, cuya trayectoria contradeca en los hechos esta visin.

En segundo lugar, esperaba que estos nuevos sindicatos desplazaran casi completamente a
los viejos en la conduccin de las trade-unions. Engels sigui atentamente el
desenvolvimiento de los congresos de aqullas, esperanzndose con cada resolucin que se
acercaba a sus ideales y desencantndose con las que se oponan a ellos. En realidad, hasta
su muerte fueron mucho mayores las segundas que las primeras.

Por otro lado, Engels se ocupa en detalle de la resolucin del Congreso de Pars
propugnando la jornada legal de ocho horas y dedicando a ello el 1 de Mayo en todos los
pases del mundo. Como se dijo, dicho congreso era el que haba fundado la Segunda
Internacional, en la que Engels desempe el destacado papel de prcer del Movimiento
Socialista Internacional.

En cuanto a su ataque a las sectas socialistas, no dej de arremeter contra ellas hasta el fin
de sus das.
Entre ellas inclua la Social Democratic Federation a la cual, paradjicamente, perteneca
su admirado Will Thome-, la Sociedad Fabiana y la Liga Socialista (Socialist League); esta
ltima haba sido fundada por el mencionado grupo que integraban William Morris, Eleanor
Marx y otros, separado en 1884 de la Social Democratic Federation, que haba cado luego
en manos anarquistas. En 1893 se fund otra organizacin, el Partido Laborista
Independiente, y aunque Engels no lo atac tan violentamente como a los otros, manifest
grandes dudas acerca de su futuro.

Es muy destacable el nfasis puesto por Engels al describir el rol que desempearon
Eleanor Marx y Edward Aveling en el despertar del East End. Esto, sumado a los factores
personales -de ndole casi paternal- que lo determinaban, mostraba adems la orfandad casi
total de apoyo marxista en que se encontraba sumido el viejo dirigente. Las nicas personas
de alguna estatura internacional en las que aceptaba confiar eran, realmente, Eleanor Marx
y -por aadidura- su dudoso marido Aveling. Del resto, slo haba recibido ataques
ideolgicos, a pesar de sus declaraciones socialistas y de sus trabajos a favor de la causa.

Con respecto a los fabianos, el disgusto e irritacin que le provocaban eran permanentes, La
sociedad se haba fundado en 1884, como emergente de una asociacin tica existente: la
Fellowship of the New Life. Un grupo de miembros acord que se formar una
asociacin cuyo fin ltimo ser la reconstruccin de la Sociedad de acuerdo con sus
posibilidades morales ms altas.

De acuerdo con estos principios, esta implicaba que dicha reconstruccin deba ser
socialista y por lo tanto la Sociedad Fabiana, que as fue bautizada, se constituy en un
organismo explcitamente socialista. Su nombre derivaba del general romano Fabio, que
haba derrotado a Anbal, e indicaba por otra parte su concepcin estratgica indirecta y
paciente en la propagacin de sus ideas. Su objetivo central era penetrar a los partidos
polticos, a los sindicatos, a los intelectuales y, en general, a toda la sociedad y su cuerpo
poltico con sus ideas, de manera que el trnsito hacia el socialismo se fuera cumpliendo
aun sin una conciencia clara de que tal cosa estaba ocurriendo. Esto no significaba dejar de
lado toda oportunidad en que pudiera actuarse expeditivamente. Frank Podmore, uno de los
miembros fundadores, fue quien tuvo la idea del nombre, que fundament as:

Para el momento apropiado hay que esperar, como hizo Fabio con mucha
paciencia, en su guerra con Anbal, aunque muchos censuraron sus demoras;
pero cuando la hora llega, hay que golpear fuerte, como hizo Fabio, o tu
espera habr sido vana e infructuosa".(52)

Al grupo inicial de dirigentes -Podmore, E. R. Pease y Hubert Bland- se sumaron pronto


Bernard Shaw, Annie Besant, Sidney Webb y Sidney Olivier, ambos jvenes funcionarios
en el Colonial Office. Para los fabianos, el capitalismo era un sistema ineficiente e injusto.
Pero as como el feudalismo haba sido dejado atrs por el capitalismo, de la misma manera
-bajo el impacto del cambio tecnolgico e institucional- la democracia y las presiones de la
protesta obrera se transformaran, con el incremento de la intervencin estatal y el
desarrollo municipal, en una sociedad socialista.

Para Sidney Webb, todo aumento del control y la participacin estatal era un paso hacia el
socialismo.
Pero si bien los fabianos indudablemente haban recibido la influencia de Marx en su idea
de la evolucin histrica de la sociedad de un sistema a otro, tenan un pecado original que
iba a ser imposible de superar, a los ojos de Engels. Consideraban que la concepcin
econmica de Marx estaba equivocada y perimida, y se manifestaban entusiastas partidarios
de las ideas marginalistas que conocan en la versin de Jevons. En esta visin, el valor de
un bien estaba determinado por su escasez o abundancia relativa, y el efecto del desarrollo
de la maquinaria sera crear una abundancia de mano de obra en el mercado; su valor
marginal decaera y, por consiguiente, su precio, es decir, el salario.(53)

Engels critic invariablemente esta posicin. Una muestra de su opinin al respecto puede
encontrarse en una carta escrita a Kautsky, quien mostraba cierta buena voluntad hacia
ellos. En general, los socialdemcratas alemanes se mostraban reacios a sumarse a las
crticas que los Aveling dirigan tanto a los fabianos como a la Social Democratic
Federation. Kautsky, incluso, haba suprimido algunos prrafos de un artculo escrito por
ellos para Die Neue Zeit, por considerarlos demasiado agresivos.

Le escribi Engels al respecto:

"Si hubieras estado aqu en las ltimas elecciones hablaras de otra manera de
los fabianos. [...] Qu hacen los fabianos, no ste o aqul, sino la Sociedad
Fabiana en su conjunto? Ellos predican y practican la anexin de los obreros
a los liberales y sucedi lo que era de esperar: los liberales les asignaron
cuatro lugares imposibles de conquistar y los candidatos fabianos fracasaron
con brillo [...]. T ves algo de incompleto en la Sociedad Fabiana. Por lo
contrario, esta gente est demasiado completa: [...] socialistas burgueses de
diversos calibres, desde ambiciosos hasta socialistas emocionales y
filntropos unidos slo en el temor a la amenazante hegemona de los obreros
y dispuestos a ofrecer todo con tal de quebrar este peligro, a travs de
asegurar su propia direccin, la direccin a travs de los ilustrados. Aunque
ellos toleren en su consejo central un par de obreros, [...] esto no debera
engaar a nadie.

Los medios de la Sociedad Fabiana son exactamente los mismos que los de la
corrompida poltica parlamentaria: dinero, camarillas, empleos. Es decir,
ingleses [...]. Esta gente siempre est hasta las orejas en las camarillas del
Partido Liberal, tienen funcionarios partidarios liberales, como por ejemplo
Sidney Webb, que por sobre todo es un tpico y fidedigno poltico britnico.
Esta gente practica todo aquello contra lo que habra que prevenir a los
obreros.(54)

En trminos anlogos se refiri pocos das despus a la influencia de las ideas


marginalistas. En carta a Conrad Schmidt con motivo de un artculo de este ltimo en Die
Neue Zeit contra las tendencias psicolgicas en la nueva economa poltica, le escribi:

Su artculo en Die Neue Zeit me ha producido gran alegra; para aqu fue
como mandado a hacer, ya que los jevonistas-mengerianos reinan
malvolamente en la Sociedad Fabiana y miran con infinito desprecio desde
sus alturas a las ya largamente perimidas doctrinas de Marx. Si hubiera aqu
una revista donde publicarlo, lo hara traducir por Aveling [...] bajo mi
supervisin. Esto, sin embargo, ser muy difcil de hacer porque por ahora, no
existe la revista.(55)

Tambin el entusiasmo de Engels por el East End y las nuevas posibilidades que ofreca el
nuevo unionismo para la formacin del anhelado partido marxista flaque rpidamente.
Junto a los obreros del gas, el sindicato portuario constitua la otra columna sobre la cual se
constituira dicho partido. Los dirigentes del sindicato del gas trataron de unificar la
afiliacin a ambos sindicatos, pero los portuarios se negaron a ello y delimitaron con
precisin las condiciones de afiliacin a su propio sindicato.

Engels, que todava en febrero de 1891 hablaba con entusiasmo de ellos -las dos trade-
unions ms odiadas, los portuarios y los obreros del gas ma-ne-ja-dos por Tussy [Eleanor
Marx]-,(56) en agosto de ese mismo ao cambiaba completamente el tono con respecto a
los portuarios:

Los portuarios van por el camino de la ruina. Su huelga fue ganada slo y nicamente
gracias el entusiasmo enceguecedor de las 30.000 de Australia; ellos creen, sin embargo,
que han hecho las cosas solos.(57)

Y sigue:

De hecho, no hicieron otra cosa que cometer error tras error, el ltimo de
ellos cerrar las listas [de afiliados], no aceptar ningn nuevo miembro, y por
lo tanto ello mismos cultivar sus propios rompehuelgas. Luego se negaron a
sindicarse con los obreros del gas. Muchos son portuarios en verano, obreros
del gas en invierno. Los obreros del gas propusieron que el carnet como
miembro de una de las unions sirviera para ambas en esta actividad oscilante.
Rechazado! Hasta, a pesar de ello, han aceptado los obreros del gas el carnet
de portuarios, no s cunto tiempo lo seguirn haciendo. Adems, gritan los
portuarios contra la inmigracin de extranjeros pobres [judos rusos]. De sus
lderes, Tom Mann es honrado, pero dbil sin lmites y a raz de su
nombramiento en la Royal Commission on Labour ha perdido la cabeza; Ben
Tillet [otro dirigente] es un intrigante ambicioso. Ninguno tiene dinero, los
afiliados decrecen en tropel, la disciplina ha desaparecido.(58)

Durante sus ltimos aos, a Engels le preocup particularmente la influencia que el ala
derecha socialdemcrata haba cobrado dentro del partido alemn. Este haba crecido
mucho a raz de la incorporacin de adherentes de ingresos medios y lderes de los
sindicatos que abogaban por una poltica partidaria de reformas moderadas. Ante esta
tendencia, Engels no perdi oportunidad de advertir con dureza a los lderes socialistas que
el marxismo era un credo revolucionario que sostena el derrocamiento del sistema
capitalista en algn momento, si era necesario por la fuerza. Se sinti muy desilusionado,
por lo tanto, cuando Bernstein cay bajo la fascinacin de los fabianos y cuando comprob
que Liebknecht -uno de los ms leales sostenedores de las ideas de Marx- argument que el
socialismo alemn debera introducirse en la senda de una estricta legalidad.
No sorprende, por lo tanto, que Engels y Liebknecht chocaran abiertamente, tal corno
ocurri en 1895, con motivo de la introduccin que el primero acababa de escribir para la
nueva edicin de los artculos de Marx sobre la lucha de clases en Francia, considerados su
testamento poltico.

En la versin alemana, Liebknecht seleccion muy cuidadosamente los prrafos, de manera


tal que pareca que Engels haba dejado de abogar en ellos por la accin revolucionaria de
los trabajadores. Engels escribi a Lafargue, al respecto:

Liebknecht me jug sucio. Tom de mi introduccin a los artculos de Marx


sobre Francia 1848-51, slo aquello que serva a su propsito de sustentar las
tcticas de paz y no violencia a cualquier precio [...]. Yo predico este tipo de
tcticas slo para la Alemania actual y esto incluso con algunas reservas.
Para Francia, Blgica, Italia, Austria, tales tcticas no seran aplicables en su
totalidad y en cuanto a Alemania misma, se harn inaplicables en el futuro.
(59)

A pesar de esta concepcin violenta del trnsito al socialismo en el fin de sus das, Engels
confi en el triunfo final del socialismo en Alemania por va legal. En 1893 se le pregunt
en un reportaje si l esperaba ver con sus propios ojos la llegada de un gobierno socialista
alemn, y respondi:

Por qu no? Si el crecimiento de nuestro partido contina en su ritmo


habitual, podramos alcanzar la mayora entre 1900 y 1910.(60)

En sus artculos sobre la historia del socialismo en Alemania, escritos en 1892, ya


anticipaba este optimismo. Recordaba que, cuando se otorg el voto en Alemania, el partido
socialista slo obtuvo dos representantes sobre 100.000 electores. En el presente se contaba
con 35 representantes sobre 500.000. Asimismo, aun en 1867 los diputados del partido SD
eran vistos como extraterrestres mientras en la actualidad eran percibidos como

representantes de un poder al que pertenece el futuro. [...] Ese partido [la


SD alemana] est hoy a punto de poder determinar, casi con matemtica
exactitud, el tiempo en que advendr su dominacin.(61)

Reconoca, pese a todo, que el gobierno alemn mantena firmemente las riendas del poder
en sus manos, en particular a travs del estricto control aduanero con el que

encarece el pan y la carne del pobre, en beneficio del gran productor.(62)

En la poca de la redaccin de estos artculos, an su apoyo a Bebel y Liebknecht era


amplio; stos eran presentados como los verdaderos organizadores del partido obrero
alemn, que en sus orgenes intentaron diferenciarse del lassallianismo predominante:

En efecto: pudo el lassallianismo puro, tal como se dio, satisfacer las


reivindicaciones de la Nacin, as como lo produjo El Manifiesto? No fue
posible. Y pronto emergi as -gracias ante todo a los esfuerzos de Liebknecht
y Bebel- un partido obrero que proclam abiertamente los principios del
Manifiesto de 1848.(63)

En estos artculos, Engels alienta a los seguidores de la SD alemana indicando que su


mayor fuerza no resida slo en su nmero de electores, que segua siendo por el momento
no demasiado promisorio. En su opinin, el ejrcito alemn deba a esa altura estar
totalmente contaminado de jvenes socialistas, ya que entre nosotros, se es elector recin
a los 25 aos, pero ya a los 20 se es soldado.

Considerando que en esos das se contaba un soldado por cada cinco electores, su clculo
optimista le sugera que hacia 1900 el ejrcito pasara a ser de mayoritariamente prusiano a
mayoritariamente socialista.(64)

Resultan particularmente interesantes, en estos mismos escritos, sus opiniones acerca del
conflicto entre Francia y Alemania por la cuestin alsaciana, as como acerca del peligro
ruso tal como se lo perciba desde el costado alemn. Sin dejar de otorgar prioridad a los
postulados socialistas, su animadversin por el ltigo del zarismo lo lleva, incluso, a
proclamar el apoyo de la SD alemana a la posible guerra de su pas contra aqul:

El zarismo ruso [es] enemigo de todo el pueblo occidental, incluyendo a su


burguesa.(65)

Y se extiende ms adelante, avizorando el peligro de una guerra inminente en la que, sin


duda, intervendran tanto Francia y Alemania como Rusia, en diferentes alianzas:

Si entre una Francia socialista y una Alemania socialista no puede erigirse


ninguna cuestin alsaciana-lorenesa, el caso se liquidar en un santiamn.
Slo se trata de esperar unos diez aos ms [...].

El proletariado todo espera su liberacin en Francia, Inglaterra, Alemania.


Podran esperar un poco los patriotas de Alsacia-Lorena? Debe un
continente entero, a causa de su impaciencia, ser devastado y entregado al
ltigo del zarismo Es digna semejante jugada? Se avanza hacia la guerra, que
llevar devastacin y prdidas para ambos pases [Francia y Alemania].
Desde el comienzo se percibe, adems -bajo las alianzas- una hilera de
traiciones mutuas, sobre todo dentro de las relaciones diplomticas. Ni
Francia ni Alemania provocarn abiertamente la lucha. En cambio Rusia,
cubierta del peligro de una serie aniquiladora de derrotas en funcin de su
situacin econmica y geogrfica, la Rusia oficial, puede encontrar inters en
una guerra terrible, ms aun, trabajar directamente para ese fin.

Pero si el triunfo de los rusos sobre Alemania significa el aplazamiento del


socialismo alemn, entonces, cul ser, ante tal panorama, el deber de los
socialistas alemanes? Deberan dejar venir sobre ellos, pasivamente, los
acontecimientos que sobre ellos mismos se abatirn? Debern entregar sin
resistencia las posiciones por las que asumieron la responsabilidad ante el
proletariado del mundo entero?
De ninguna manera. El inters de la revolucin europea requiere aliarse para
mantener las posiciones conquistadas y no capitular, tanto ante el enemigo
externo como ante el interno. Si la repblica francesa se colocara al servicio
de la Majestad de los Zares y del autcrata de los rusos, entonces los
socialistas alemanes -muy a mi pesar- deberan combatir porque, de lo
contrario, aqullos los atacaran.

Frente al imperio alemn, la repblica francesa puede quiz representar la


repblica burguesa. Pero frente a la repblica de un Constant, de un Rouvier e
incluso del mismo Clemenceau, especialmente frente a la repblica que est al
servicio de los zares, el socialismo alemn representa en todo caso la
revolucin proletaria.(66)

Hasta pocos aos antes de su muerte, Engels esperaba que tanto Bernstein como Kautsky
seran sus sucesores en lo que respecta a la interpretacin de la doctrina marxista. Confiaba
mucho en la formacin de ambos, que se haban iniciado en el estudio de la obra de Marx
como periodistas de dos diarios socialistas, Der Sozialdemokrat y Die Neue Zeit,
respectivamente. Pero en los ltimos tiempos su confianza haba comenzado a ceder. Lo
alarmaba cada vez ms el cmico respeto por los fabianos demostrado por Bernstein, y ya
se vio que parecido reparo le haca a Kautsky. En 1895, Engels se disgust profundamente
con ambos al enterarse de que estaban planeando escribir una historia del socialismo sin
haberle pedido la menor colaboracin. En su ltima carta a Kautsky, escrita durante su
enfermedad final, le reproch amargamente por su proceder.(67)

Los ltimos das de Engels incluyeron una escena por detrs pattica, protagonizada por
Eleanor Marx. Como es sabido, el papel que Engels desempe en vida de Marx fue, para
la familia de ste y para l mismo, mucho ms que el de un socio intelectual y poltico. Su
incondicional amistad con el autor de El Capital lo llev al extremo de asumir como propia
la paternidad de Frederick Demuth, hijo natural de Helene (pariente pobre y al mismo
tiempo ama de llaves y persona de confianza de Jenny Westphalen, la esposa de Marx).

Pero, ya muy enfermo y postrado por su enfermedad terminal, sinti necesidad de sincerar
este captulo de su vida confindole a su amigo Samuel Moore que, en realidad, el padre de
Frederick haba sido el propio Marx. Eleanor fue notificada de esto y no quiso creerlo;
acudi en persona ante el enfermo amigo de su padre, quien le confirm el hecho. Una
gobernanta de Eleanor, Louise Freyberger, escribi luego a Bebel que, despus de esta
escena, Tussy se desmay cuando sali de la habitacin [...]. Ella llor luego amargamente
sobre mi hombro.(68)

Engels muri pocos das despus, el 5 de agosto de 1895, sin haber alcanzado a ver el
comienzo del siglo siguiente, como haba esperado, y despus de haber promovido la causa
del socialismo sin pausas ni respiros desde 1883, a partir de la muerte de Marx.

_________________

* Este trabajo es un relato breve de las relaciones que desarrollaron Friedrich Engels y Karl Marx
con los sindicatos, as como tambin de sus opiniones acerca de stos. Como se ver en el texto,
ambas sufrieron pronunciados vaivenes a lo largo de la existencia de ellos.
La fuente primaria fundamental utilizada han sido las cartas intercambiadas entre Engels y
Marx, adems de la correspondencia que mantuvieron con otras personas. Han sido publicadas en
la coleccin de obras completas de dichas autores: Marx-Engels Werke, citada abundantemente en
las pginas que siguen. La coleccin es una fuente excelente de informacin para conocer las ideas
de ambos autores.
(1) Marx-Engels, Manifiesto Comunista. En Robert C. Tucker (comp.), The Marx-Engels
Reader, Norton and Co., 1972, pp. 342-43.
(2) Vase Helga Grebing, Geschichte der deutschen Arbeiterbewebung, Deutschen Taschenbuch
Verlag, Mnchen, 1970, p.44.
(3) Helga Grebing, op. cit., p. 62.
(4) Marx y Engels expresaron a menudo un profundo desprecio por la capacidad terica y poltica
de Lassalle. ste, por su parte , logro ejercer una influencia importante en los medios obreros,
aunque su muerte repentina en 1864 cort una carrera poltica que haba arrancado con gran
mpetu. La influencia de sus ideas persisti en Alemania durante mucho tiempo y, sin lugar a
dudas, fue el dolo de los obreros alemanes hasta su muerte (Helga Grebing, op. cit., p.67). Su
influencia se reflej todava cuando los dos partidos obreristas-el lassalliano y el de Bebel y
Liebknecht, seguidores de Marx- se unieron en 1875. El programa de accin que formularon,
Programa de Gotha, incorpor gran cantidad de puntos de vista que provenan de Lassalle.
Sobre Lassalle, vase Thilo Ramm (Hrsg), F. Lassalle, Ausgewahlte Texte, K. F. Koehler
Verlag, Stuttgart, 1962; Wolf Schafer (Hhsg), F. Lassalle, Arbeiterlesebuch und andere
Studientexte, Rowohlt Taschenbuch Verlag, 1972. Tambin es de sumo inters la obra de Edouard
Bernstein, Ferdinand Lassalle, Greenwood Press, New York, 1969 (reimpresin). Escrita en
1893,cuando todava Bernstein formaba parte de las huestes de la socialdemocracia-alemana,
refleja el punto de vista oficial del marxismo de la poca, cuyo jefe terico era Engels.
Las ideas lassallianas, por otra parte, han penetrado profundamente en la concepcin
posterior acerca del "Estado benefactor". Su influencia sobre Bismarck fue importante y ste es
actualmente considerado como el iniciador de esta concepcin del Estado. Mas en general, las
tendencias que proponen una creciente participacin de los sindicatos en la posesin o
administracin de las instituciones productivas, financieras, sociales o habitacionales, tienen su
base precursora en 1as ideas de Lassalle.
La mala opinin acerca de ste, sustentada por Marx y Engels, se reflej constantemente en
su correspondencia privada. Un ejemplo es el siguiente prrafo, tomado de una carta de Marx a
Engels en 1862, donde los denuestos de Marx aparecen suscitados, adems, por la poca disposicin
de Lassalle de prestarle dinero en ocasin de la visita que le hizo a Londres: "El negro judo
Lassalle, que por suerte parte de viaje este fin de semana, ha perdido con alegra otra vez 5.000
tleros (1 tlero = 3 marcos) en una falsa especulacin. El to este prefiere tirar antes el dinero a la
basura que prestrselo a un 'amigo', aunque ste le garantice el capital y los intereses. sto proviene
de su punto de vista de que l debe vivir como barn judo o judo baronizado (probablemente a
travs de la condesa) [se refiere a la amiga de Lassalle, la condesa Sophie von Hatzfieldt] [...]. El
tipo me cost tiempo y el muy bruto me insinu que dado que yo no tena 'ninguna ocupacin', sino
que slo haca 'trabajo terico', podra de todas maneras matar el tiempo con l [...]. Durante el ao
en que no lo vi se ha vuelto completamente loco. La estada en Zurich [...] y el posterior viaje a
Italia [...] le han revuelto la cabeza totalmente. Se ha transformado ahora no slo en el sabio ms
grande, investigador ms genial, etctera, sino adems en un Don Juan y cardenal Richelieu [...]".
Marx a Engels, Londres, 30/7/1862. En Marx-Engels, Werke, vol. 30, Dietz Verlag, Berln,
1972,pp.257-58. Este mismo volumen, que incluye correspondencia de Engels y Marx entre s y a
terceros entre las aos1860 a 1864, contiene innumerables referencias sobre Lassalle en tono
semejante.
(5) W.O. Henderson, The life of Frindrich Engels, Frank Cass, Londres, 1976, vol. II, pp.458 y ss.
(6) Carta de Engels a Marx, Manchester,17/12/1852. En K.Marx-F.Engels, Werke, vol. 27, Dietz
Verlag, Berln, 1970, p. 155.
(7) W. O. Henderson, op. cit., p. 460.
(8) Marx a Engels, Londres, 21/9/1858. En Marx-Engels, Werke, vol. 29, op. cit., p. 356.
(9) Marx a Engels, Manchester, 7/10/1858. En Marx-Engels, Werke, op. cit., p. 358.
(10) Marx a Engels, Londres, 17/11/1862. En Marx-Engels, Werke, vol. 30, op. cit., p. 301.
(11) Engels a Marx, Manchester, 8/4/1863, op. cit., p. 338.
(12) Vase Henry Pelling, A History of British Trade Unionism, Penguin Books, 1963, pp. 59-62;
Carl A. Landauer, European Socialism, University of California Press, Berkeley,1959, vol. l, pp.
114-15; Amaro Del Rosal, Los congresos internacionales en e1 sig1o XIX, Grijalbo,
Mxico,1958,p. 147.
(13) Marx a Joseph Weydemeyer en St. Louis, Londres, 29/11/1864. En Marx-Engels, Werke, vol.
31, Dietz Verlag, Berlin, 1965, p. 428.
(14)W.O.Henderson, op.cit.,p.505.Howell, otro de los dirigentes de las trade-unions, seal que
Gladstone podra haber firmado dichos documentos con plena conciencia. Vase Amaro Del Rosal,
para el "Mensaje inaugural", op. cit., pp. 128-32 y para el Prembulo y los estatutos, pp. 142-45.
(15) Marx a Engels en Manchester, Londres, 1/3/1865. En Marx-Engels, Werke, op. cit., pp. 110-
11.
(16) Vase Amaro Del Rosal, op. cit.,p. 141.
(17) Id., ibd.
(18) Vase Miklos Molnar, El declive de la Primera Internacional, Edicusa, Madrid, 1974, pp. 157-
59.
(19) Vase Marx a Engels en Manchester, Londres,7/7/1866. En Marx-Engels, Werke, vol. 31, op.
cit., p. 232.
(20) d., del 11/9/1867, op. cit., pp. 342-43.
(21) Op. cit., p. 430.
(22) Op. cit., p. 454.
(23) Vase Miklos Molnar, op. cit., p. 151.
(24) Marx-Engels, Werke, vol. 31, op. cit., p. 524.
(25) Marx a Engels en Manchester, Londres, 6/8/1870. En Marx-Engels, Werke, Band 33, Dietz
Verlag, Berlin, 1966, p. 54.
(26) Engels a Carlos Cafiero, 28/7/1871. d., idd., p. 670. Sobre la Renuncia de Lucraft y Odger,
vase p. 753.
(27) Vase Miklos Molnan, op.cit.,p.154.
(28) Citado por Miklos Molnar, op. cit., p.160.
(29) Vase carta de Engels a Sorge, 21/8/1872. En Marx-Engels, Werke, op cit., Band 33, p. 523.
(30) Vase "Marx and Friedrich Bolte in New York", Londres, 12/2/1873. En Marx-Engels, Werke,
op.cit., Band 33, p. 564.
(31) Vase B. C. Roberts, The Trade-Unions Congress, George Allen and Unwin, Londres, 1958,
p. 80.
(32) Vase "Marx and Wilhelm Liebknecht in Leipzig (London), 11/2/1878". En Marx-Engels,
Werke, Band 54, op. cit., p. 320.
(33) Vase "Engels and Wilhelm Liebknecht (London),10/1/1880". En dem, p. 446.
(34) Vase Helga Grebing, op. cit., p. 65.
(35) Vase G. Landauer, op. cit., pp,132-133,
(36) Vase Engels (Brief an Bebel), Londres, 18/28 de marzo de 1875. En Marx-Engels, Werke,
Band 19, Dietz Verlag, Berln, 1972, pp. 3-9.
(37) Engels a Edward Bernstein (en Zrich), Londres, 17/6/1879. En Marx-Engels, Werke, Band
34, Dietz Verlag, Berln, 1966, p.378. Para los antecedentes de la carta de Bernstein a Engels, vase
p. 607 (nota 496) de la misma obra.
(38) Amaro Del Rosal, op. cit., pp. 323-334.
(39) Engels a Wilhelm Liebknecht (en Leipzig). Ramsgate, 31/7/1877. En Marx-Engels. Werke,
Band 34, op. cit., p. 286.
(40) Beatrice Webb, My Apprenticeship, Cambridge University Press, 1979 (1ra.ed.,1926).
(41) Marx a Friedrich Adolph Sorge, Londres,15/12/1881. En Marx-Engels, Werke, Band
35,op.cit.,p.248. Marx moriger un tanto su mala opinin sobre Hyndman, probablemente ante los
esfuerzos de ste por congraciarse con aqul. En sus memorias Hyndman hombre de gran fortuna-
dijo que l le haba ofrecido a Marx financiar sus actividades y que el odio permanente de Engels se
debi al temor de ste de ser desplazado del rol que haba desempeado hasta entonces.
(42) Engels a Sorge, Londres, 7/3/1884. En Marx-Engels, Werke, Band 36, Dietz Verlag,
Berlin,1979, p. 122.
(43) Vase W. O. Henderson, op. cit., p. 685. El final de las relaciones de Aveling con Eleanor
Marx fue dramtico. Vivi con ella durante 14 aos, mantenidos ambos con las 9.000 libras que
dej Engels en herencia a Eleanor. Esta convivencia provoc mucho desagrado entre los partidarios
del socialismo, debido a las connotaciones morales que tena dentro del espritu predominante de la
poca. En 1898, cuando muri su mujer, Aveling se cas con la actriz Eva Frye (mientras segua
viviendo con Eleanor Marx).En un acceso de depresin ante este hecho, Eleanor Marx se suicid.
La investigacin judicial dej en claro, adems, que Aveling hizo lo posible para que Eleanor
tomara esta determinacin, aprovechando su carcter depresivo [Henderson, op, cit., p. 744, nota
190).
(44) F. Engels, Un partido del obrero", Werke, Band 19, Dietz Verlag, Berln, 1972, pp. 277-279.
(45) Vase G. D. H. Cole, British Working Class Po1itics, 1832-1914, Routledge and Kegan Paul,
Londres, 1956, p. 127.
(46) No hay que olvidar que Engels haba participado en algunas acciones militares en Alemania en
1849, donde su desempeo, aparentemente, haba sido distinguido. Engels se Consideraba un
experto en materia militar y el mote que reciba entre sus amigos ms ntimos era Der General.
(47) H. Pelling, op. cit., p. l00.
(48) dem, pp.102-103.
(49) Referencia a unos incidentes de1887 en Trafalgar Square, durante una manifestacin
convocada por los socialistas. Hyndman fue acusado de haberse comportado cobardemente. Vase
Marx-Engels, Werke, Band 22, op. cit., p. 574, nota 96.
(50) F. Engels, Der 4 Mai in London, Arbeiter-Zeitung, Viena, 23/V/1890. En Marx-ngels,
Werke, Band 22, op. cit., pp. 60-65.
(51) Engels a Natalie Liebknecht, Londres 2/12/1891 En Marx-Engels, Werke Band 38, Dietz
Verlag, Berln,1968, p. 311.
(52) Edward R. Pease, The History of the Fabian Society (1916). Citado por Paul Adelman, The
Rise of the Labour Party, 1880-1945, Longman, Londres, 1980, p. 8.
(53) Los argumentos de los fabianos no siempre muestran la misma coherencia terica. Su visin
sobre el desarrollo de las ideas econmicas se puede apreciar en estos prrafos de Gua de la mujer
inteligente para el conocimiento del socialismo y el capitalismo (Bernard Shaw, 1927), donde se
percibe adems la influencia implcita de las teoras de Malthus:
La teora del capitalismo no fue elaborada definitivamente hasta los comienzos del siglo
XIX, por Ricardo, un bolsista judo. Como tena la curiosa habilidad de decir lo contrario de lo que
pretenda [...] su demostracin fue parafraseada elegante y certeramente por un literato de primera
categora y apasionado al opio, Thomas de Quincey, que poda escribir de modo inteligente y
fascinador acerca de cualquier cosa.
La teora era que si la propiedad privada de la tierra y el capital y la santidad del contrato
libre entre los individuos eran impuestos como principios constitucionales fundamentales, los
propietarios proporcionaran trabajo al resto de la comunidad en condiciones que le permitiesen
contar, cuando menos, con el simple sustento, a cambio de una labor productiva, mientras ellos se
enriquecan de tal modo que la inversin de sus ingresos sobrantes en forma de capital no les
costara ninguna privacin.
No se hizo el menor intento por disimular el hecho de que la discrepancia resultante entre
la pobreza de las masas proletarias y la riqueza de los propietarios producira un descontento
popular o que, como los salarios bajaban y las rentas suban con el incremento de la poblacin, el
contraste entre la pobreza laboriosa y el lujo ocioso facilitara tpicos a los agitadores radicales!
[Shaw opina que esta situacin ha ido creando una opinin tica en contra del capitalismo. Sigue
ms abajo:] "Puede decirse que desde el momento en que el capitalismo se estableci como un
sistema razonado que deba ensearse en las universidades como la economa poltica tipo, empez
a perder su plausibilidad moral y, a pesar de sus deslumbrantes triunfos mecnicos y sus milagros
financieros, pas incesantemente de inspirar el pletrico optimismo de Macaulay y sus
contemporneos, a provocar un sentimiento cada vez ms cercano a la aversin entre los ms
considerados de los mismos capitalistas.
Todas las revoluciones morales parejas tienen sus profetas y sus tericos literarios, y entre
ellos conquist el primer puesto Carlos Marx en la segunda mitad del siglo XIX, con su historia del
capital, abrumadora exposicin de los horrores de la revolucin industrial y de la condicin a que
sta haba reducido al proletariado. La contribucin de Marx a la teora del valor era un desatino
que poco despus fue corregido por Jevons; pero como la categora de la plusvala de Marx -que
significaba la renta, el inters y los beneficios- representaba hechos slidos, su desatino no
invalidaba en modo alguno su acusacin contra el sistema capitalista [...]. (G. B. Shaw, op. cit.,
Aguilar, Madrid, 1927, pp. 536-.537.)
Estas posiciones haban sido desarrolladas en los Fabian Essays, publicados en 1889, y en
la serie de Fabian Tracts, que se publicaron a partir de 1884.
G. B. Shaw haba publicado estas mismas ideas, con mayor pulcritud, en The Economic
Basics of Socialism, que formaba parte de los Fabian Essays (anotado luego como Rent and
Value, Fabian Tract N 142, The Fabian Society, Londres, 1909). Sobre la ingerencia de la
maquinaria en el desempleo y en la baja del salario, vase H. H. Schloesser y Clement Gane,
Machinery: its Masters and its Servants The Fabian Society, Londres, julio de 1909 (Fabian Tract
N 144). En este folleto se desconocen argumentos marginalistas. Shaw, en cambio, si bien se
autodefine como marginalista, recurre a menudo a argumentos malthusianos.
(54) Engels a Kautsky, Ryde, 4/9/1892. En Marx-Engels, Werke, Band 38,op.cit., pp 446-447.
(55) Engels a Conrad Schmidt (en Zrich), Londres, 12/9/1892. En dem, p. 458.
(56) Engels a F. Sorge, Londres, 11/2/1891. En dem, p. 30.
(57) Engels se refiere a la huelga portuaria de 1889, que tuvo gran trascendencia. En los artculos
para el Arbeiter-Zeitung que hemos transcripto expres que esa huelga se haba ganado gracias al
apoyo de los obreros del gas.
(58) Engels a F. Sorge (en Mount Desert), Ryde, Wight lsland, 9/7/1891. En Marx-Engels, Werke,
Band 38, op.cit., p. 143.
(59) Engels a Paul Lafargue, 3 de abril de 1895. Citado por Henderson, W. O., op.cit., pp. 667-668.
(60) d.,ibd., p. 668.
(61) Engels, F., Der Sozialismus in Deutschland (1891/92), en Marx-Engels III, Studien-ausgabe,
Geschichte und Politik, Fischer Bcherei, Frankfurt am Main, 1966, p. 31.
(62) d.,ibd., pp. 31-32.
(63) d., ibd., p. 31.
(64) d., ibd., pp. 31-32.
(65) d., ibd., pp. 33-34.
(66) d., ibd , pp. 35-36.
(67) Henderson, W. O., op.cit., p. 731.
(68) Louise Freyberger a August Bebel, 2 y 4 de septiembre de 1898. Citado por Henderson,
op.cit., p. 727.

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