Ciberespacio y Praxis

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 131

Lucas E. Misseri (ed.

KAZAK EDICIONES
Lucas E. Misseri (editor)

KAZAK EDICIONES
Ciberespacio y praxis: algunas reflexiones tico-polticas / Lucas E.
Misseri... [et al.] ; compilado por Lucas E. Misseri; editado por
Lucas E. Misseri; prlogo de Javier Pallero. - 1a ed. - Mar del
Plata: Kazak Ediciones, 2015. Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-26573-4-5

1. Ciberespacio. 2. tica de la Comunicacin. 3. Filosofa Poltica.


I. Misseri, Lucas E. II. Misseri, Lucas E., comp. III. Misseri, Lucas
E., ed. IV. Pallero, Javier, prolog.
CDD 170

Diseo de tapa y diagramacin: Victoria Reyes

Imagen de tapa: Proceso de resurgir", 2012, Jesica Misseri.

Ciberespacio y praxis: algunas reflexiones


reflexiones tico-polticas editado por Kazak
tico-polticas,
Ediciones, se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribucin-
Compartir Igual 4.0 Internacional.
Se permite su copia, modificacin y distribucin de la obra en cualquier
formato, inclusive comercial, siempre y cuando se realice el debido
reconocimiento del autor y las obras derivadas mantengan la misma licencia.
Vea el catlogo completo en http://kazakediciones.blogspot.com
A la memoria de Marcelo Baldi,

Por compartir libre y abiertamente su conocimiento.

3
NDICE

Prlogo de Javier Pallero......5

Introduccin......12
El ciberespacio y la bsqueda de una definicin consensuada.
Lucas E. Misseri

I. La filosofa prctica y el ciberespacio.......14


Lucas E. Misseri

II. Espectros de bytes....44


Viejas metforas para nuevos (ciber) espacios.
Ana Almada

III. Control de la informacin en Internet.....65


Marcelo Baldi

IV. Ciberespacio y economa del don.....74


Sabrina Belarte

V. Ciberespacio: (re)accin ante fronteras territoriales.......91


El feminismo como campo de accin activo en el ciberespacio
Melisa Caas

VI. El tiempo, el ciberespacio y el hacker.....109


Carolina Goth

Sobre los autores........129

4
PRLOGO

1
Por Javier Pallero

La historia del nacimiento y desarrollo de internet encuentra una

similitud fundamental con la de otras tecnologas de la comunicacin:

es una historia sobre el contraste entre la innovacin y el control.

Cuando naci all por los fines de los aos 60 del siglo pasado, lo que

hoy conocemos como internet tena la finalidad especfica de servir co-

mo medio de comunicacin militar. La Agencia de Proyectos Avanzados

de Investigacin para Defensa de los Estados Unidos (DARPA, por sus

siglas en ingls) encomend a cientficos de ciencias de la computacin

crear un medio de comunicacin de arquitectura distribuida que fuera

capaz de soportar un ataque nuclear.

Para que esta tecnologa se desarrollara, era crucial la intervencin de

las principales universidades y centros de investigacin civiles de Esta-

dos Unidos. Por eso, el primer despliegue de la red de comunicacin que

conectara a los organismos nacionales de ese pas comenz en la Uni-

versidad de California en Los ngeles (UCLA ) y se extendi a otras

universidades y centros militares.

1 Javier Pallero es Analista de Polticas Pblicas de Internet en la organizacin


internacional Access.

5
Con esta configuracin, la red conocida como ARPANET funcion

hasta fines de los aos 80, bajo control estricto del gobierno estadouni-
2
dense, que decida quines y cmo podan acceder a esa red .

La creacin de un lenguaje comn que hara posible que cualquier

computadora o red pudiera interconectarse marc un nuevo rumbo para

las comunicaciones electrnicas. Este estndar, conocido como protocolo

TCP/IP, sumado a la liberalizacin del acceso a la red por parte del go-

bierno de los Estados Unidos a principios de los 90, propici la aparicin

de nuevos actores. A partir de ese momento, cualquier persona que uti-

lizara ese protocolo universal podra conectar sus computadoras o sus

redes a otras en el mundo. Fue en ese momento que la capacidad demo-

cratizadora de internet se volvi palpable desde el punto de vista tcni-

co: la red tena el potencial de distribuir cualquier informacin desde y

hacia cualquiera de sus extremos, sin discriminaciones.

La administracin de este protocolo y otros protocolos asociados

(como el de nombres de dominio) es ejecutada hasta el da de hoy por

una corporacin multisectorial bajo contrato con el gobierno estadou-

nidense. Las decisiones de esta corporacin se toman de acuerdo a un

sistema que, al menos en su diseo, es multiparticipativo, horizontal e

inclusivo de todos los actores interesados en la gestin de la red.

2 Esta entidad es conocida como la ICANN (Internet Corporation for


Assigned Names and Numbers).

6
Esta etapa de principios de los aos 90, que podramos llamar liberal,
dio paso al florecimiento de grandes industrias de hardware y software
para internet en los Estados Unidos. Tambin aparecieron empresas que
con el tiempo y con la madurez del uso comercial, terminaran dominando
mercados de recursos crticos de internet, tales como la gestin de las di-
recciones de internet (rectius: nombres de dominio) o la infraestructura de
conexin intercontinental. El control, a partir de ese entonces, empez a
moverse hacia el sector privado. Con el tiempo, las empresas multinacio-
nales que operan distintos aspectos de estas tecnologas fundamentales se
3
concentraran en apenas unas pocas .
Los actores privados no slo extenderan su dominio sobre la infraes-
tructura, sino tambin respecto de los contenidos.
Una de las promesas derivadas de la ubicuidad y la sencillez de inter-
net describa un mundo de absoluta libertad, donde la expresin de las
ideas encontrara poca o ninguna limitacin. Hoy en da, la mayora del
contenido generado por usuarios se ubica dentro de plataformas privadas
como Google o redes sociales como Facebook o Twitter. De hecho, exis-
ten analistas que se refieren a ellos como jardines vallados: clubes pri-
vados donde las reglas de la expresin, el uso y la interaccin con terceros
estn establecidas unilateralmente por los propietarios de las empresas.

3 A modo de ejemplo, podemos citar a las empresas mayoristas de


infraestructura de conexin conocidos como operadores de Tier 1. A
mediados del 2015, haba solo 11 empresas en el mundo brindando estos
servicios, entre las cuales existen actores cuasi-monoplicos en sus reas de
influencia. Para ms informacin ver Zuazo, N. (2015). Guerras de Internet.
Buenos Aires: Debate.

7
Sin lugar a dudas, el control de las tecnologas de la informacin es
un bien preciado en la llamada sociedad del conocimiento. Diversos
actores buscan materializarlo a travs del dominio de la infraestructura
tcnica, de los principales servicios e inclusive a travs de mecanismos
de espionaje o censura estatal como en los casos de los gobiernos de los
Estados Unidos y China, entre otros.
Los beneficios econmicos, sociales, culturales y polticos que el ac-
ceso a los medios de comunicacin habilita a los usuarios solo son posi-
bles si estos recuperan espacios de control. Algunas de las ventajas para
los usuarios que son promocionadas por algunas empresas incluyen la
contracara del desequilibrio contractual y el sacrificio de derechos fun-
damentales, tales como la privacidad o la libertad de expresin.
Por estas y otras razones, se hace inevitable presentar un debate res-
pecto del rol de los actores en la internet actual y las decisiones polticas
que cada uno deber tomar para la reivindicacin de sus espacios de po-
der. La tarea parece clara pero no lo es, ya que es necesario comenzar por
plantear preguntas fundamentales sobre varios conceptos que varan
sensiblemente de acuerdo con las pocas y los contextos socioculturales.
La forma en la que conceptos clave como poder, control, libertad, cibe-

respacio, gobernanza y otros sean definidos, demarcar unos lmites claros

para las consideraciones ticas y polticas en la mente de los involucra-


dos. Y a la vez, esas definiciones estarn atravesadas por los contextos
sociales e histricos que las precedieron.

8
Tomemos por ejemplo el concepto de ciberespacio. Es acaso el cibe-
respacio una entidad o es una mera abstraccin? Qu hay entonces de
su correlato fsico en la infraestructura de redes de telecomunicaciones?
Es el ciberespacio un concepto novedoso o puede relacionarse a otros
conceptos de la filosofa, como el del mundo platnico de las ideas o el
de la comunidad universal presente en varios autores? Cules son las
consideraciones econmicas, de gnero, clase, etnia, nacionalidad y
otras variables de poder que juegan en la construccin conceptual de la
nocin de ciberespacio?
Como vemos, la reflexin previa a cerca de los conceptos que damos
por entendidos puede echar luz sobre factores importantes en las inter-
acciones presentes en el uso cotidiano de internet y sobre las tensiones
para su direccin poltica.
Este libro, intenta abordar esas consideraciones preliminares a la luz
de la tica y la poltica en una variedad de temas importantes para el de-
sarrollo de la tecnologa. El Dr. Lucas Misseri compil aqu los trabajos
finales del curso sobre tica y poltica en el ciberespacio que dirigi en
septiembre de 2014. Tambin incluye su propia visin para ayudarnos a
comprender la riqueza conceptual detrs de los debates sobre el desarro-
llo de internet y del uso que la humanidad habr de hacer de ella.

9
AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, al Consejo Nacional de Investigaciones ticas y

Tecnolgicas de Argentina, cuya beca postdoctoral me permite sumer-

girme en los desafos filosfico-prcticos del mundo digital. En segun-

do lugar, a los miembros del Programa de tica y Teora Poltica de la

Universidad Nacional de Crdoba con los que realizo mi investigacin

y que me estimularon a dictar el seminario del que surge este libro. En

especial a Adriana Vercellone y Luciana Samam que me guiaron en el

proceso de cmo armarlo y colaboraron en la difusin. Tambin al

Centro de Investigaciones Jurdicas y Sociales cuya sala Ezio Masoni

nos proporcion toda la comodidad que necesitamos.

En segundo lugar, a los asistentes al seminario, cuyo mpetu cons-

tante por pensar los nuevos problemas de modo racional y razonable

contribuy a la riqueza de los debates y ampli las perspectivas de lo

que ahora publicamos. Llegaron a leer y comentar un libro por semana

sin importar que el ochenta por ciento de los textos fueran en ingls.

Luego, algunos no pudieron participar del escrito pero enriquecieron

el dilogo con los miembros de grupos activistas de la cultura libre que

s pudieron hacerlo. Tal es el caso de los miembros de la ctedra de

derecho informtico de la Universidad Nacional de Crdoba que asis-

10
tieron a algunos de los encuentros: Juan Ignacio Aime, Ftima Cam-

bronero y Carlos Dionisio Aguirre.

En tercer lugar, a Javier Pallero por asistir al seminario y por escri-

bir el prlogo de este libro. Tambin a Milton Mueller, que nos res-

pondi va e-mail una duda de interpretacin que surgi a partir de la

lectura de su libro The Network and the States. A mi director de beca,

Guillermo Lariguet, que siempre me estimula a pensar de modo ms

claro y analtico. Y a Victoria Reyes que llev adelante el diseo de

tapa y compaginacin de este libro digital con el profesionalismo, crea-

tividad y generosidad que la caracterizan.

En ltimo lugar, a mi compaera de rutas, ideas y emociones: Sa-

brina Belarte. Sin cuya coordinacin, empuje y capacidad para prepa-

rar delicias culinarias el seminario no habra sido lo ameno y

productivo que fue.

11
INTRODUCCIN

Por Lucas E. Misseri

A continuacin se comparten con ustedes los trabajos de algunos de

los asistentes al seminario tica y poltica en el contexto del ciberespacio.

El mismo fue dictado en ocho encuentros entre agosto y octubre del ao

2014, en el Centro de Investigaciones Jurdicas y Sociales de la ciudad de

Crdoba, Argentina, en el marco del programa de tica y Teora Poltica

de la Universidad Nacional de Crdoba que dirige el Dr. Hugo Seleme.

En primer lugar est mi trabajo que resume la propuesta para el se-

minario basada en tres aspectos: alcanzar una definicin consensuada

del concepto de ciberespacio, presentar los problemas ideolgicos de la

ciberpoltica y dos teoras tico-normativas para el entorno digital.

En segundo lugar est el trabajo de Ana Almada quien analiza los

aspectos ideolgicos de lo ciberespacial a partir de su lectura de los

filsofos Slavoj iek y Judith Butler. Preguntndose puntualmente

cmo estara constituido lo no-visible del novum histrico-social de

este fenmeno.

En tercer lugar el trabajo de Marcelo Baldi, del que publicamos slo

la versin inicial porque lamentablemente falleci de un modo tan

sbito como doloroso para los que lo conocimos. No obstante, sus ide-

12
as sobre el problema del control de la informacin en Internet son es-

timulantes y permean muchas de los producciones aqu presentadas,

en especial la ma.

En cuarto lugar, est el trabajo de Sabrina Belarte, que pone en juego

el aspecto alternativo que el ciberespacio propone a travs de ciertas

prcticas que conviven y en cierto sentido superan las prcticas econ-

micas capitalistas tradicionales.

En quinto lugar, en la propuesta de Melisa Caas se entrecruza el ac-

tivismo cultural con la perspectiva de gnero a partir de las herramientas

supraterritoriales que surgen a partir de las nuevas tecnologas de la co-

municacin y la informacin.

En sexto y ltimo lugar, el trabajo de Carolina Goth estudia un actor

particular de los entornos digitales: el hacker. A partir de la liberacin de

las constricciones espacio-temporales que ofrece el ciberespacio.

Estas seis perspectivas intentan continuar el dilogo iniciado en el

seminario, el cual no fue ms que la prolongacin de ciertos debates que

se estn dando hace una dcada en el mundo anglosajn y que en el his-

panoamericano estn dejando de ser incipientes para tomar una forma

ms definida. De modo que, si bien modesta, la propuesta aqu es con-

tribuir a la produccin en castellano y seguir el dilogo compartiendo

ideas en el mismo entorno que estudiamos.

13
I.

La filosofa prctica
y el ciberespacio
Lucas E. Misseri

Q U tipo de vinculacin puede establecerse entre la filosofa prctica y

el ciberespacio? Podra pensarse al ciberespacio desde la perspectiva de

la filosofa de la tecnologa, pero como espero poder mostrar a conti-

nuacin hay un plus de sentido que va ms all de la mera materialidad

tecnolgica. Elijo hablar de filosofa prctica y no de filosofa en general

14
porque hay temas de corte ontolgico-epistemolgico que son demasia-

do complejos para abordar en conjunto con los problemas prcticos. Si

bien estn interrelacionados, la pregunta que me interesa aqu no es tan-

to qu es el ciberespacio en s? o cmo lo conocemos? sino cmo el

ciberespacio transforma nuestra praxis cotidiana? Dentro de esta divi-

sin atribuida a Aristteles entre la filosofa terica y la prctica, esta

ltima ha agrupado esencialmente a la poltica y a la tica que son las

dos subdisciplinas que me interesan aqu. Posteriormente se incluyeron

la esttica y la filosofa de la religin1, entre otras, pero su estudio excede

las posibilidades de este texto y del trabajo que era posible llevar a cabo

en los ocho encuentros que implic el seminario del que ha surgido.

Por esa razn la idea es exponer el modo en el que el ciberespacio nos

afecta en la esfera poltica y tica. Para cumplir con esta finalidad es que,

primero, intento definir el ambiguo concepto de ciberespacio. Luego,

exploro las ideologas de la red, pensadas no slo como poltica en torno

a los espacios virtuales sino como poltica tradicional aplicada desde ese

nuevo conjunto de tecnologas. Por ltimo, expongo dos propuestas de

aplicacin de teora ticas desde y hacia el ciberespacio. Como ya ade-

lant en la introduccin, esto resume a grandes rasgos el trabajo realiza-

1 Sobre religin y ciberespacio vase la compilacin de HJSGAARD, M. y


M. WARBUG, eds. (2005). Religion and Cyberspace. London & NY,
Routledge.

15
do en el seminario en el que a partir de un ncleo de lecturas que propu-

se obtuve una admirable respuesta de los asistentes. La metodologa se-

leccionada, me permiti no slo compartir mis lecturas sino aprender de

las distintas perspectivas de jvenes activistas de la cultura libre como

Ana, Carolina y Melisa, tcnicos como Marcelo, administradores como

Sabrina, colegas como Luciana y abogados como Javier, Ignacio, Ftima

y Carlos. A todos ellas nuevamente gracias. Como deca el filsofo re-


2
nacentista Giordano Bruno el cacciator dovenne caccia y con ello quiero

decir que fui a ensear algo y volv habiendo aprendido mucho ms de

lo que tena para ofrecer.

El problema de la definicin
El trmino ciberespacio tiene un origen bastante preciso, aunque su

significado no lo es tanto. Fue acuado por el escritor norteamericano

de ciencia ficcin William Gibson para su novela Neuromancer (1984).

All el ciberespacio es una especie de realidad virtual en la que todos

desean estar. Gibson combin el trmino de origen latino espacio con el

trmino de origen griego ciberntica. Este ltimo ya est presente en la

2 Reinterpretacin bruniana del mito de Artemisa y Acten en Gli Eroici


Furori, de 1585. En el mito tradicional el cazador Acten, que os ver
desnuda a la diosa Artemisa, es devorado por sus propios perros de caza.
Para Giordano Bruno, Acten representa al filsofo, Artemisa a la verdad,
los perros a las ideas y la caza a la sed de conocimiento.

16
obra de Platn El Poltico, con el sentido de arte del gobierno de un barco

(kybernetik) y como metfora del gobierno de una polis. De esto se pue-

den extraer dos intuiciones: el ciberespacio es una espacio virtual que

est gobernado de algn modo particular. Paradjicamente devino sin-

nimo de Internet y de otras tecnologas de la informacin que fueron

caracterizadas como irregulables, anrquicas y libres por definicin. Sin

embargo, como expondr a continuacin Internet es un subconjunto del

conjunto mayor ciberespacio.

Un poco por deformacin profesional y un poco por necesidad

epistmica ofrezco a continuacin dos definiciones inspiradas en con-

ceptos y pensamientos de dos filsofos ajenos a estas problemticas pero

que me dieron un asidero desde donde pensar este entorno novedoso:

Aristteles y Castoriadis. Aunque el ya mencionado Platn est muy

presente en muchos discursos sobre lo ciberespacial, creo que la brecha

ontolgica con la que se lo interpreta no le hace justicia ni al pensamien-

to del filsofo antiguo ni al concepto contemporneo de ciberespacio.

Definicin inspirada en Aristteles


Pens que si quera dejar de lado la brecha ontolgica de lo virtual y

lo real sera til aplicar las ideas de quien ya haba rechazado una brecha

similar en el pensamiento de su maestro. Por ello intent definir al cibe-

respacio a partir de las cuatro causas identificadas por Aristteles. La

17
idea era que esa serie de preguntas bsicas delimitaran claramente el

objeto de la investigacin. Quizs fui demasiado optimista, como me

hicieron notar rpidamente los asistentes al seminario.

En primer lugar identifiqu la causa eficiente del ciberespacio, quin

lo cre? Principalmente un grupo de tcnicos estadounidenses. El cibe-

respacio es ante todo una creacin humana, algo artificial. En segundo

lugar, la causa material con qu se cre? Con las computadoras y el ca-

bleado que las conectaba y alimentaba. Mi intencin era remarcar que el

ciberespacio no est en un topos ourans un cielo o una nube sino

que tiene un sustrato material bien definido. En tercer lugar, la causa

formal cmo es? Cmo funciona? No basta con computadoras y cables

que son hardware sino que se necesita software, tambin creado por

seres humanos. Estos son los cdigos informticos y especialmente los

protocolos que transmiten datos y algoritmos que ordenan y comunican

la informacin entre distintos dispositivos a partir de seales elctricas

en forma de bits. Por ltimo, la causa final para qu? En principio, para

la comunicacin. Esta puede ser entre un humano y otro o entre una

mquina y un humano o entre dos mquinas.

Las principales crticas que recib del grupo fueron que en esta defi-

nicin a la Aristteles ciberespacio e internet no estn claramente

distinguidos. Como ya haban hecho notar autores como Lawrence

Lessig (2006) y Andrew Murray (2007) el ciberespacio es toda forma de

18
interaccin digital no necesariamente a travs de la red de redes llama-

da Internet sino tambin el intercambio va bluetooth, el uso de tarjetas

de crdito o de controles remotos, etc. En segundo lugar, me remarca-

ron que atribuir el ciberespacio a los estadounidenses y su proyecto

ARPANET bsqueda de una herramienta de comunicacin que su-

perara un ataque nuclear era un reduccionismo an como definicin

de Internet. Esto es debido a que la comunidad cientfica que colabor

en su creacin fue ms all de las fronteras del pas del Norte y hubo

aportes muy valiosos como el del britnico Tim Berners-Lee, sin el

cual la web no sera lo que es hoy. Adems, su creacin todava no dice

nada de las concepciones humanas que estn detrs de la idea de cibe-

respacio y de la interaccin global que pone en jaque algunos concep-

tos tradicionales como el de jurisdiccin.

A pesar de aceptar las crticas, mi vena aristotlica an se resista. Por

lo cual decid tomar del estagirita la idea de buscar un gnero y una dife-

rencia especfica. Ah apareci un gran problema: cul es el gnero del

ciberespacio? Exploramos algunas definiciones que sugeran que el cibe-

respacio era un dominio global y dinmico [gnero] caracterizado por

el uso combinado de electrones y el espectro electromagntico [diferen-

cia especfica] (Mayer et al., 2014). Como an esto no resultaba satisfac-

torio por ser demasiado general y no representar el aspecto humano o

simblico propuse otra propia:

19
Conjunto de relaciones eidticas mediadas por redes computari-

zadas interconectadas. Su sustrato material por antonomasia es

la red computarizada de Internet. Incluye las comunicaciones,

transacciones y comunidades de dilogo realizadas en ese marco.

Me pareca que con el trmino eidtico de eidos, idea o forma en

griego se poda salvar el aspecto simblico humano que se perda en las

definiciones que subrayaban demasiado el aspecto tcnico. Tambin

intentaba remarcar el hecho de que si bien Internet es el modo ms di-

fundido de ciberespacio no era el nico actual, ni posible. En la ltima

precisin procuraba mostrar que lo que estaba incluido en ese conjunto

eran interacciones humanas. Para explicitar la idea de que el medio lo

digital era la diferencia especfica y que lo eidtico era el gnero comn,

pens un ejemplo de otro conjunto de relaciones eidticas mediadas por

otro tipo de entidades.

As surgi el ejemplo de la colombsfera (pidgeonspace). Inspirado en

la colombofilia, es decir, la aficin de criar palomos mensajeras, imagin

una red que uniese a los criadoras de palomas, las palomas mensajeras y

los mensajes que transmiten. La colombsfera sera el conjunto de men-

sajes actuales y potenciales que pueden transmitir las palomas, llegando

incluso a poder transportar dinero. De modo que un colombfilo podra

pedir un prstamo a travs de esa red y devolverlo por el mismo medio o

20
declarar su amor a alguien, o invitar a un cumpleaos a otros o compar-

tir cualquier otro tipo de informacin o comunicacin con quien forma-

ra parte de la red. El sustrato material seran las palomas y los mensajes

que transportan, pero el conjunto sera igualmente eidtico. Porque lo

importante no es slo lo que hacen las palomas sino que estas hacen

algo entrenadas por los humanos siguen ciertos protocolos de vuelos

y lo que ellas hacen tiene un plus de sentido para los humanos

transportan caracteres u otro tipo de objetos livianos

El ejemplo de las palomas caus ms risa que consenso y an cuando

ofrec una correccin neologstica del trmino eidtico: sineidtico syn

con, en conjunto y eidos forma, idea ni este ni el trmino original gene-

raron satisfaccin. Los asistentes, dando una buena muestra de sus do-

tes analticas, me objetaron que no se puede explicar algo con un

trmino ms complicado que el original.

Definicin inspirada en Castoriadis


Sin dejarme avasallar por la frustracin, segu pensando cmo poder

unificar las intuiciones de un grupo tan diverso de usuarios del ciberes-

pacio en una definicin clara. En mi siguiente intento me serv del con-

cepto de imaginario social del filsofo Cornelius Castoriadis: El

ciberespacio es un imaginario social que unifica, bajo una metfora espacial,

diversas redes informticas interconectadas.

21
Con esta definicin hubo un primer atisbo de consenso. La idea de

imaginario social se mostr superadora del neologismo de la definicin

anterior. Este concepto, por un lado, ofreca la idea de una suerte de

imagen no del todo consciente de prcticas cotidianas pensadas de

modo global. Por otro lado, remarcaba bajo el adjetivo social el aspecto

clave que lleva a cabo la interaccin humana y el rol que juegan las

redes en las distintas sociedades. En la actualidad se habla de sociedad

de la informacin (Himanen 2001 y Castells 2004), pero la idea de in-

formacin parece contraria a la de imaginario. Se espera de la informa-

cin que sea algo en torno a lo real, mientras que el imaginario es del

orden del deseo, de lo que se quiere que algo sea. En la terminologa

psicoanaltica el registro de lo imaginario es aquello del orden de lo

no-lingstico, de lo que constituye la individualidad frente a lo real

inasequible y lo simblico constrictivo. Ahora bien, el imaginario so-

cial para Castoridis est ms cercano al registro de lo simblico y el

filsofo greco-francs acu el trmino para dar cuenta del rol extra-

material que se juega en la formacin de las instituciones sociales. Para

el caso que nos interesa, no slo basta con tener cables y computado-

ras para tener la institucin del ciberespacio o de una comunidad vir-

tual, se necesitan ciertas ideas, ciertas imaginaciones compartidas por

colectivos humanos que les den sustento.

22
Como no soy un especialista en Castoriadis, ni mucho menos, es

que decid nuevamente simplificar la definicin. Para ello consider

que si bien podamos aceptar esta definicin de modo provisorio lo

importante era notar que haba tres elementos constitutivos de la

misma que haban sido reivindicados por todos en cada una de las su-

gerencias crticas. Marcelo Baldi y Carolina Goth desde dos perspecti-

vas distintas, la de las ciencias de la computacin y la de las letras,

acordaban en que el ciberespacio tena tres partes. Ahora bien, cmo

conciliar esas tres partes, cules eran? Sin demasiado consenso sobre

los trminos me atrevo a decir que hay una capa o dimensin fsica,

una simblica y una hermenutica. Es decir, hay un sustrato material,

un conjunto de smbolos inteligibles para otros seres humanos de mo-

do directo o a travs de mquinas y una interpretacin de los mismos.

De modo que el ciberespacio es, al igual que otros conjuntos de smbo-

los, algo interpretable por seres humanos que viven en comunidad,

pero cuya caracterstica especfica es que esos smbolos son transmiti-

dos electromagnticamente a velocidades y en formas nunca antes vis-

tas. Como no hay un antecedente simple con el que compararlo es que

la imaginacin cubre un rol crucial. En resumen el ciberespacio es el

imaginario social que surgi de la revolucin digital. Esta revolucin

tom muchas formas y la ms notable es Internet, pero a diario el pro-

23
ceso de digitalizacin se va ampliando alcanzando esferas de lo coti-

diano que obligan a reactualizar ese imaginario.

Si pensamos que los imaginarios pueden ser distintos segn quienes

los interpreten podra sostenerse una pluralidad de imgenes de lo cibe-

respacial, una mirada de ciberespacios. Si bien hay varias no son tantas

como podra esperarse y muchas pueden ser englobadas en concepcio-

nes eutpicas o distpicas de los procesos de digitalizacin. Como ex-

pondr a continuacin varias ideologas de la red se sustentan a partir de

utopas, de imgenes de lo que debera ser o de lo que es Internet en par-

ticular y el ciberespacio en general.

Ciberpoltica e ideologas de la red


La idea de ciberpoltica puede ser interpretada de dos modos bastan-

te distintos. El primero de ellos versa acerca de la poltica que ocurre en

el ciberespacio y que no influye en la poltica tradicional. En este senti-

do sera entendida como polticas de las redes digitales, un nuevo entor-

no sobre lo que determinar los juegos de poder. Sin embargo, si bien hay

problemas genuinos propios del nuevo entorno que se mantienen de-

ntro de sus fronteras imaginarias, como por ejemplo el de la gobernanza

de Internet, tambin hay otro sentido en el que entender a la ciberpolti-

ca. El segundo sentido es el de una poltica que se hace a travs de lo

24
digital y que como un gran agujero negro est atrayendo hacia as todas

las instituciones tradicionales por medio de procesos de digitalizacin.

En este segundo sentido la poltica (policy) de lo digital deviene

Poltica (politics) digital, es decir, las decisiones sobre lo ciberespacial

no ataen slo a un grupo reducido de usuarios que por cierto cada

vez es mayor alcanzando los dos mil millones en la actualidad sino

que en ellas se juega el futuro de la poltica. La poltica tradicional fue

invadida por lo digital, desde las campaas hasta las cuestiones bu-

rocrticas ms bsicas, por lo tanto el desafo est en cmo evitar que

las sociedades futuras devengan en tecnocracias o en sociedades ci-

bernticamente dirigidas en las cuales los ciudadanos no tengamos

otras opciones que aceptar lo que dicen los expertos votndolos o so-

metindonos a sus softwares.

En este contexto autores como el socilogo britnico Richard Bar-

brook (1995 y 1996) y su discpulo brasilero Francisco Millarch (1998)

hablan de ideologas de la red, es decir, las distintas concepciones ciber-

polticas en pugna en el entorno digital. Para su mejor comprensin me

valgo de los nombres de las ideologas tradicionales para agrupar las

principales voces en conflicto: conservadurismo, anarquismo y libera-


3
lismo. Tambin podran incluirse el socialismo y el feminismo , pero

3 Sobre socialismo y feminismo en el contexto del ciberespacio vase FILBY,

25
para una primera aproximacin considero que las primeras tres son las

ms representativas de lo estrictamente poltico y las segundas ponen el

acento ms bien en lo cultural que est asociado a lo poltico cultura

libre, cultura post-paternalista y transgenrica, etc. .

Conservadurismo y anarquismo
En primer lugar, el conservadurismo ciberpoltico tiene dos grandes

representantes en Jack Goldsmith y Timothy Wu (2006) quienes escri-

bieron una defensa de la concepcin tradicional de la poltica ante el

avance de las nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin.

Para estos autores norteamericanos no hay nada que temer sino ms

bien hay que cercar el ciberespacio restituyndole sus fronteras, es slo

nueva tecnologa que poco a poco se va adaptando a las instituciones

tradicionales. El conservadurismo niega el problema y es muy popular

en las generaciones que vivieron ms tiempo sin medios digitales que

con ellos.

En segundo lugar, el anarquismo que prima en el ciberespacio es ms

bien anarco-capitalismo, es decir, sus defensores buscan hackear las des-

Michael. (2008) Together in Electric Dreams: Cyber Socialism, Utopia and


the Creative Commons, International Journal of Private Law, Vol. 1, Nos.
1/2, pp.94-109 y HALL, Kira (1996), Cyberfeminism en: HERRING, Susan
(ed.), Computer-mediated Communication: Linguistic, Social, and Cross-
cultural Perspectives, Amsterdam, John Benjamins, pp. 147-170.

26
igualdades del sistema pero no necesariamente estn en contra del modo

capitalista de mantener la economa sino de algunas medidas polticas

tomadas por funcionarios particulares. Tal es el caso de los autodefini-

dos criptoanarquistas o cypherpunks cuyo mximo exponente es hoy

Julian Assange pero cuya historia se puede remontar a mediados de la

dcada de 1990 con la proliferacin de manifiestos en defensa de la liber-

tad digital como las de Timothy C. May (1992), Erich Hughes (1993) o

John Perry Barlow (1996). A grandes rasgos lo sostenido por estos auto-

res es que la maquinaria digital crece da a da en la capacidad de vigilan-

cia de los ciudadanos por medio del Estado o de las empresas privadas

reduciendo las libertades individuales de los usuarios. Ante este escena-

rio de corte distpico orwelliano los anarquistas proponen dos medidas

a la par por un lado la defensa con las leyes humanas como las que lleva

adelante la Electronic Frontier Foundation de carcter colectivo y por el

otro la defensa con las leyes de la naturaleza, es decir con la criptografa,

de carcter ms bien individual.

Liberalismo
El liberalismo ciberpoltico tiene su principal exponente en el jurista

y flamante poltico Lawrence Lessig quien defiende un balance entre lo

que l considera son los cuatro constrictores de la conducta humana: el

mercado, las normas sociales, las leyes jurdicas y la arquitectura del en-

27
torno. De este modo la propuesta de Lessig es concebir al cdigo in-

formtico a la arquitectura de las redes como el constrictor jurdico

del ciberespacio.

El razonamiento de Lessig es el siguiente, si queremos que no entren

a nuestra casa ponemos llave a la puerta, en el ciberespacio si no quere-

mos que accedan a nuestros datos ponemos una contrasea. La diferen-

cia es que esperamos que en el caso de que alguien entre la ley jurdica

nos defienda y restituya nuestra prdida, sin embargo, en el contexto del

ciberespacio para Lessig es ms fcil directamente hacer imposible

mediante cdigo informtico que alguien entre. En este sentido podr-

a creerse que esto es similar al planteo de los anarquistas porque un

dispositivo de ese tipo debera incluir herramientas criptogrficas. No

obstante, el planteo de Lessig tambin se acerca a los autores conserva-

dores porque para el jurista estadounidense cada usuario tendra que

tener una identificacin personal nica que facilite la atribucin de ju-

risdiccin ante eventuales conflictos. Eso significara por ejemplo, cons-

truir una capa identitaria en la Internet que permitiese saber qu hace

cada cual, en qu momento y desde qu lugar. Esta capa es algo que re-

chazara de plano cualquier anarquista porque sera una herramienta

que tanto empresas como Estados podran usar en perjuicio de los indi-

viduos. Para Lessig el problema se solucionara por medio de la accoun-

tability que los ciudadanos podran tener tambin de sus polticos, pero

28
en cuestiones de poder hay siempre asimetras y su planteo parece de-

masiado optimista. Por ltimo, un rasgo caracterstico de gran parte de

los liberales ciberpolticos es el constitucionalismo, es decir, la creencia

en que tiene que existir una carta magna convenida por los afectados

que permita dirimir los conflictos (Berners-Lee, 2010:80-85).

Estas son las tres grandes posturas que rondan los dos tipos de ci-

berpoltica, es decir, cmo manejar las polticas ciberespaciales y qu

impacto deben tener en relacin con la poltica tradicional. Si unos

niegan el cambio y otros lo exacerban algunos buscan medidas inter-

medias, pero todos entran en conflicto a la par que se desarrollan tec-

nologas que buscan satisfacer las preferencias de unos y de otros. Por

ejemplo, se desarrollaron herramientas para reconocer la ubicacin de

usuarios al mismo tiempo que se desarroll un software de navegacin

cifrada como es TOR. Del resultado de estos conflictos depende el fu-

turo de la poltica, pero lamentablemente la participacin del gran

pblico es mnima, puesto que se relegan estos asuntos a los expertos

oficiales o a los hackers.

La cibertica
Si hay una poltica ciberespacial, es decir, un espacio poltico sobre el

que se proyectan ciertos ideales de ciudadana, tambin hay un ethos

propio del ciberespacio. Los problemas ciberticos fueron evidentes

29
desde bastante temprano y procuraron ser resueltos con netiquetas,

esto es, con conjuntos de recomendaciones para actuar en contextos

conflictivos de las redes digitales. Esto fue denominado por Lessig


4
como el constrictor de las normas sociales , no obstante, para algunos

autores no es suficiente con este tipo de constriccin para comprender

la conducta moral de los usuarios del ciberespacio. Para Lessig es nece-

sario quitar el anonimato y para otros autores no se trata slo de eso

sino que la virtualidad es comnmente malinterpretada como irreali-

dad (Ploug, 2009:6). An no hay un buen manejo de las consecuencias


5
que como especifica el denominado efecto Barbra Streisand muchas

veces son impredecibles y masivas. Esta es una caracterstica de lo que

Hans Jonas llam las ticas orientadas al futuro (Jonas, 1995:41-42),

aquellas cuyas consecuencias no slo son inmediatas y asequibles sino

que se extienden en el tiempo y en la cantidad de individuos poniendo

en riesgo muchas de nuestras instituciones.

Por esta razn es que algunos autores sostienen la necesidad de re-

pensar el ethos global contemporneo a partir de las nuevas tecnologas y

4 En ingls norm remite a un conjunto de recomendaciones implcitas en una


sociedad mientras que rule a su explicitacin en una ley jurdica o alguna
otra forma de escrito.
5 Llamado as por el intento de esa actriz de ocultar su mansin
multimillonaria de las redes sociales y otros medios digitales que hizo
exactamente el efecto contrario, cuanto ms intentaba ocultarla ms se
difunda (Mueller, 2010).

30
llaman a la necesidad de identificar propiamente una cibertica o tica

de los espacios digitales. Un ejemplo claro es el de Richard Spinello

quien sostiene que hay slo dos caminos posibles para el ciberespacio

o la auto-regulacin o la regulacin por medio de la tecnologa por

cdigo dira Lessig Spinello desconfa de la mera regulacin por el

constrictor arquitectnico de las redes algo de lo que otros autores

tambin se muestran escpticos (Mueller, 2010), puesto que la tecno-

loga sigue dependiendo de seres humanos. Por lo tanto para este autor

el regulador ltimo del ciberespacio es la moralidad (Spinello, 2011:7).

Este va ms all de las normas sociales que identific Lessig como

constriccin porque tiene pretensin de validez universal mientras

que las normas culturales no (ibid. 4).

Desde este marco es que presentar a continuacin dos propuestas

bastante distintas entre s. Pero primero habra que distinguir algunos

de los actores tico-polticos del ciberespacio: por un lado estn los acto-

res individuales entre los que se distinguen los meros usuarios de los

expertos y por el otro los actores colectivos, es decir, las instituciones

estatales, las compaas privadas y los grupos de activistas. Ahora s,

distinguidos los actores puede especificarse que de las siguientes teoras

ciberticas una se extiende a partir de la ntica o conjunto de netiquetas

imperantes entre los expertos que crearon, mantienen y lideran las tec-

31
nologas que hacen posible el ciberespacio y la otra parte desde los usua-

rios y las instituciones estatales.

La propuesta de Himanen
Si bien la propuesta del finlands Pekka Himanen es ligeramente

posterior a la Hamelink comenzar con esta por considerarla ms cer-

cana al mito fundacional del ciberespacio, es decir, a la creencia en que

el espritu hacker de amor al conocimiento y colaboracin desinteresada

es el que condujo a la creacin de fenmenos tan increbles como In-

ternet. En 2001 Himanen publica una provocativa obra titulada a la

Weber: La tica hacker y el espritu del informacionalismo. Entre los auto-

res que lo influyen profundamente estn dos de los colaboradores del

libro, por un lado, su compatriota Linus Torvalds hacker desarrollador

de Linux y, por el otro, el socilogo espaol Manuel Castells especiali-

zado en la investigacin de las sociedades de la informacin. Himanen

coincide con este ltimo en considerar que existe un pasaje en nues-

tras sociedades del industrialismo a lo que ellos llaman informaciona-

lismo. Este neologismo describe el predominio de la informacin en

las sociedades contemporneas, en este contexto es que Himanen con-

trapone la tica hacker a la tica protestante en sentido amplio. Para l,

hacker no necesariamente refiere a un programador informtico, sino a

quien tiene una relacin con la informacin y con su tiempo similar a

32
la de un programador y, con protestante, a quienes pertenezcan a

contextos centrados en la tica del trabajo descripta por Weber aun-

que no comulguen exactamente con las creencias religiosas que ofi-

cian de trasfondo de la misma.

Con esta finalidad, Himanen divide su anlisis de las necesidades

ticas en tiempos de informacionalismo en tres partes: la tica del traba-

jo, la tica del dinero y la ntica o tica de las redes. Con respecto a la

primera, considera que la motivacin de los hackers es distinta a la de

los protestantes, para ello se vale de lo que sostiene Eric Raymond,

segn el cual la mxima motivacin de un hacker es seguir su pasin

(Himanen, 2001:6). Himanen ve en esta forma de concebir el trabajo de

un modo pasional la resignificacin de una concepcin del trabajo me-

dieval. Frente al ideal protestante de optimizacin del trabajo, un hacker

antepone sus necesidades vitales.

Con respecto a la segunda esfera, el dinero, ste constituye una de

varias formas en las cuales el hacker puede obtener reconocimiento. A

diferencia de la tica protestante el trabajo y el dinero no son fines en s

mismos sino que estn supeditados al hecho de llevar adelante la propia

pasin con el debido reconocimiento de la comunidad de pertenencia.

Es por ello que uno de los ideales hackers ha sido el del acceso abierto,

en contraposicin a lo que se esperara de una tica protestante maximi-

zadora del tiempo y acumuladora del dinero. La tica hacker no se opone

33
necesariamente al capitalismo sino a su concepcin de la centralidad del

trabajo en la vida del ser humano. As como Raymond opuso la met-

fora de la catedral y el bazar, Himanen hace lo mismo con la de la aca-

demia y el monasterio. El finlands destaca el papel importante que

juega el ocio en la vida de los individuos y se retrotrae a Platn y su

academia. Para l, este modelo histrico estaba organizado como un

ncleo de aprendizaje conjunto y libre, mientras que el monasterio

representaba todo lo contrario por el aprendizaje unidireccional que

estableca. La academia representa el modelo hacker y el monasterio, el

modelo protestante. Himanen no deja de sealar la paradoja de que la

academia contempornea no sigue el modelo platnico-hacker sino el

protestante-monstico (ibid., 71).

Con respecto a la ltima esfera, la propia del informacionalismo es

decir la que se sigue de nuestra poca de sociedades en red, se reivindi-

can una serie de valores frente a la optimizacin del tiempo y la acelera-

cin del trabajo que impide la reflexin tica. Himanen usa la metfora

de la barrera del sonido: as como a una cierta velocidad hay un impe-

dimento de or, lo mismo ocurre en nuestras sociedades al haber una

barrera tica que a cierta velocidad es imposible de considerar. Es por

esto que contrapone siete valores hackers a siete valores protestantes.

Los valores de una tica de red son: pasin, libertad, metas, reconoci-

miento, actividad privada, preocupacin responsable o ntica y crea-

34
tividad. Mientras que su contrapartida protestante sera: dinero, trabajo,

optimizacin, flexibilidad, estabilidad, determinacin y contabilidad de

resultados (ibid., 139). Para Himanen la nica alternativa visible a los ma-

les del informacionalismo radica en la extensin de estos valores hackers

a las sociedades en red.

La propuesta de Hamelink
Cees Hamelink es un especialista en comunicacin neerlands, aun-

que tambin estudi filosofa y psicologa. Public en el ao 2000, un

ao antes que Himanen, The Ethics of Cyberspace. All coincide con el

finlands en recuperar algunos valores tradicionales de la filosofa anti-

gua, pero si Himanen se retrotrajo hasta Platn, Hamelink lo hizo hasta

Scrates:

la vida sin examinar no merece ser vivida. Esta debera ser la

principal fuente de inspiracin de los programas educativos. En

esencia deberan preparar a la gente para la cultura del dilogo

que requiere el proceso democrtico. (). La educacin socrtica

provee a los futuros ciudadanos del ciberespacio de una tecno-

skepsis que le da poder contra las frvolas declaraciones de los

digfilos y contra los desesperados escenarios de los digfobos.

(Hamelink, 2000:184).

35
Tambin coincide con el finlands en que el dinero no puede ser

considerado la motivacin exclusiva de la humanidad, pero como espe-

cialista en comunicacin ve en sta la clave hermenutica del ciberespa-

cio y su necesidad. A este lo define como un espacio comunicativo virtual

creados por tecnologas digitales, aunque aclara que no se limita a la opera-

cin de redes computarizadas, sino tambin abarca todas las actividades socia-

les en las que las tecnologas de la informacin y la comunicacin son

desplegadas (ibid. ix). Esta combinacin de espacio comunicativo y de

modelo tico dialgico es lo que lo impulsa a defender una tica de la

comunicacin para el ciberespacio. Para Hamelink la netiqueta no basta

porque no alcanza el status tico normativo sino ms bien que constitu-

yen una serie de recomendaciones psicolgicas.

El pensador neerlands considera que como humanidad pasamos de

un momento histrico basado en la agricultura, luego otro en la indus-

tria y ahora nos encontramos en uno basado en la informacin. Entre las

caractersticas de este se encuentran la convergencia digital de la trans-

misin de la informacin y algunos de sus efectos negativos como la dis-

neyficacin de la cultura. Con este trmino el autor se refiere a la

sincronizacin cultural que caracteriza a la globalizacin en su sentido

negativo como creadora de productos aculturados, homogneos y pro-

pios del mbito del espectculo. Por ello, ante la banalizacin de lo cul-

tural y los peligros de la convergencia digital propone la aplicacin de la

36
tica de la comunicacin como una opcin para superar estos conflictos.

Hamelink ve en la propuesta de Jrgen Habermas una herramienta

acorde a estas necesidades por el carcter de validez universal que lo dis-

tingue y porque cree que las soluciones a los dilemas morales slo pueden ser

halladas a travs del dilogo entre los afectados y no por prescripciones y reglas

(Hamelink, 2000:51).

Desde ese punto de partida propone tres principios para regular las

conductas en el ciberespacio que segn l se derivaran de los Derechos

Humanos. Estos son, primero, el principio de igualdad como opuesto de

la discriminacin en sentido negativo. Segundo, la seguridad como pro-

teccin frente al dao. Tercero, la libertad como opuesta a la interferen-

cia tanto pblica como privada. Por ltimo, el autor considera que estos

principios tienen que enmarcarse en una cultura de la compasin en

lugar de una cultura del dinero.

Las dos concepciones subrayan la ruptura con el pasado, las nuevas

necesidades de la tica normativa para adaptarse a las tecnologas de la

comunicacin y la informacin. No obstante, el sustrato de esa tica, el

ser humano, sigue siendo el eje de la misma y por tanto, el carcter pro-

blemtico se transfiere del desafo existencial a la interaccin cotidiana

con los otros. Lo destacable de ambas propuestas es que exponen la ne-

cesidad de superar el dinero como principal motivacin, no obstante, ni

el ensalzamiento de ciertas prcticas de expertos o de un modelo argu-

37
mental en particular pueden resolver los dilemas morales que se encuen-

tran en los mbitos digitales per se. Pero, pueden dar una orientacin

para seguir investigando y para desarrollar unos criterios provisionales

de accin, porque la provisionalidad es una de las caractersticas de la

era de la informacin, donde la novedad es la regla y los entornos digita-

les mutan en ciclos muy cortos de tiempo. En fin, si bien las posturas no

son del todo satisfactorias coincido con Spinello, Himanen y Hamelink

que no basta con crear una estructura informtica a prueba de conflic-

tos morales, porque si no estn acompaadas de una tica de carcter

normativo que oriente las acciones, la estructura ser vulnerada y en

ltima instancia reemplazada por otra ms acorde a las intuiciones mo-

rales de los usuarios y expertos que pueblan el ciberespacio.

Conclusin
Como he intentado mostrar a lo largo del seminario y en este breve

recuento del mismo, en la idea de ciberespacio se conjugan una serie

de desafos conceptuales y prcticos que enriquecen la experiencia

humana al tiempo que exigen pensar soluciones a nuevos problemas.

Como anticip aqu me he limitado a la exposicin de algunas ideolog-

as y teoras del mbito de la poltica y la tica, aunque la filosofa

prctica y la filosofa en general tienen mucho ms para decir sobre el

fenmeno de lo ciberespacial.

38
A modo de balance, la principal conclusin que puedo extraer de

las lecturas abordadas y los dilogos mantenidos a lo largo del semina-

rio con interesantes interlocutores algunos de los cuales podrn leer

inmediatamente tras estas pginas es la siguiente: el ciberespacio ms

que decirnos algo del mundo de tipo objetivo nos dice algo de noso-

tros como entes dadores de sentido. En la primera seccin defin al

ciberespacio como un conjunto de ideas y como una forma de imagi-

nario social, puesto que el mismo surge del plus de sentido que le da-

mos a unas ciertas tecnologas que nos permiten comunicarnos y

transmitir todo tipo de informacin. Si Internet, los celulares, las

computadoras, los cables, las ondas electromagnticas, los routers, etc.

son entidades para s, el ciberespacio es una entidad para nosotros. Es

decir, es una extensin del sentido humano a los objetos informticos,

es su humanizacin. Como pensamos espacialmente, segn atestiguan

antiqusimas mtodos mnemotcnicos como el de loci, el conjunto de

redes digitales conforman un ciber espacio. ste nos dice algo de

nosotros ms que del mundo, pero como tenemos perspectivas dife-

rentes no hay un acuerdo de base, sino que el mismo tiene que ser

construido. Los acuerdos plurales y basados en el respeto mutuo son

los que garantizarn la convivencia, pero no slo en las fronteras digi-

tales sino en las terrestres. Porque as como lo ciberespacial es la resig-

nificacin de una cierta tecnologa a partir de nuestras perspectivas,

39
del mismo modo esa tecnologa est siendo propagada exponencial-

mente a mbitos a los que antes era ajena: heladeras, lentes, relojes, lava-

rropas, etc. Con la llamada Internet de las cosas y con la propagacin

del proceso de digitalizacin de todas las interacciones humanas la fron-

tera entre los dos espacios est en vas de extincin. Es por esta razn

por la que es imperioso encontrar puntos de acuerdo que respeten cosas

tan impensables como el derecho a no estar conectado en algunos per-

odos de tiempo, a no ser monitoreado, a no estar disponible para comu-

nicaciones especialmente las laborales. Como crean los antiguos, un

cierto ocio es necesario para poder pensar y la digitalizacin ciega est

corriendo el riesgo de en lugar de humanizar la tecnologa, como es uno

de los impulsos, corre el riesgo de hacer de los humanos autmatas, res-

pondiendo a estmulos constantes que anulen el tiempo para la medita-

cin necesaria para el pensamiento profundo.

40
Bibliografa
ASSANGE, Julian et al. (2012), Cypherpunks: Freedom and the Future of the
Internet, New York, OR Books.

BARAK, Azy (2008). Psychological Aspects of Cyperspace: Theory, Research,


Applications. NY, Cambridge University Press.

BARBROOK , Richard (2000), Cyber-Communism: How the Americans are


Superseding Capitalism in Cyberspace, Science as Culture, Volume 9,
Number 1, Abingdon, Gran Bretaa, Process Press, pp. 5-40.
(1996) HyperMedia Freedom", en: Ludlow, P., ed. (2001), Crypto
Anarchy, Cyberstates and Pirate Utopias, Cambridge, The MIT Press,
pp. 47-58.
y Andy CAMERON (1995) Californian Ideology", en: Ludlow, P.,
ed. (2001), Crypto Anarchy, Cyberstates and Pirate Utopias, Cambridge,
The MIT Press, pp. 363-388.
BARLOW, J. P. (1996), A Declaration of the Independence of Cyberspace,
en: Ludlow, P., ed. (2001), Crypto Anarchy, Cyberstates and Pirate
Utopias, Cambridge, The MIT Press, pp. 27-30.

BERNERS -LEE, Tim (2010). Long Live the Web en: Scientific American,
303 (6), pp. 80-85.
BUSCH, Otto von y Karl PALMS (2006), Abstract Hacktivism: the
Making of a Hacker Culture, London and Istanbul, Bitstream Vera-
Lightning Source.
CASTELLS, Manuel, ed. (2004). The Network Society: A Cross-cultural
Perspective. Cheltenham, UK, Edward Elgar Publishing Ltd.

DOUEIHI, Milad (2010). La gran conversin digital. Buenos Aires, FCE.


Trad. J. Bucci. 229 pp)

41
FILBY, Michael. (2008) Together in Electric Dreams: Cyber Socialism, Utopia
and the Creative Commons, International Journal of Private Law, Vol.
1, Nos. 1/2, pp.94109.
GIBSON, William. (1984). Neuromancer. Nueva York, Ace Books.

GOLDSMITH, Jack y Tim WU (2006). Who Controls the Internet?: Illusions


of a Borderless World. Nueva York, Oxford University Press.

GOLUMBIA , David (2015), Ciberlibertarismo: los fundamentos extremistas


de la 'libertad digital en: Prometeica. Revista de Filosofa y Ciencias,
No. 10, ao IV, pp. 105-127.
HALL, Kira (1996), Cyberfeminism en: HERRING, Susan (ed.),
Computer-mediated Communication: Linguistic, Social, and Cross-
cultural Perspectives, Amsterdam, John Benjamins, pp. 147-170.

HAMELINK, Cees J. (2000). The Ethics of Cyberspace. London, SAGE.

HIMANEN, Pekka (2001). The Hacker Ethics and the Spirit of the
Information Age. London, The Random House.

HJSGAARD, M. y M. WARBUG, eds. (2005). Religion and Cyberspace.


London & NY, Routledge.
HUGHES, Eric [1993], A Cypherpunk's Manifesto", en: Ludlow, Peter, ed.
(2001), pp. 81-84.
JONAS, Hans (1995) El principio de responsabilidad. Barcelona: Herder.

LANIER, Jaron (2012). No somos computadoras: Un manifiesto. Buenos


Aires, Debate.
LESSIG, Lawrence (2006). Code: version 2.0. New York, Basic Books.

LUDLOW, Peter, ed. (2001). Crypto Anarchy, Cyberstates and Pirate


Utopias. Cambridge, US, The MIT Press.

42
MAY, Tim C. [1992], The Crypto Anarchist Manifesto", en: Ludlow, Peter,
ed. (2001), pp. 61-64.
MAYER, Marco et al. (2014, draft). How Would You Define Cyberspace
Experimental Online Laboratory, Scuola Superiore Sant'Anna, Pisa.
MILLARCH, Francisco (1998), Net Ideologies: From Cyber-Liberalism to
Cyber-Realism, Cybersociology Magazine, Issue 4: Open Topic,
Published Online 01 December, Consultado el 4 de julio de 2014.
MUELLER, Milton (2010). Networks and States: The Global Politics of
Internet Governance. Cambridge, US, The MIT Press.

MURRAY, Andrew D. (2007). The Regulation of Cyberspace: Control in the


Online Environment. Abingdon, Routldege-Cavendish.

PLOUG, Thomas (2009). Ethics in Cyberspace: How Cyberspace May


Influence Interpersonal Interaction. Dordrecht, Springer.

RAYMOND, Eric S. (2001). The Cathedral and the Bazaar: Musings on


Linux and Open Source by an Accidental Revolutionary. Cambridge,
O'Reilly.
TURNER, Fred (2006). From Counterculture to Cyberculture: Stewart Brand,
The Whole Earth Network, and the Rise of Digital
Utopianism. Chicago, University of Chicago Press.

43
II.

Espectros de bytes.
Viejas metforas para nuevos
(ciber)espacios
Ana Almada

En efecto, el gesto performativo de la enunciacin vendra a

probar, en acto, lo contrario de lo que pretende declarar el

testimonio, a saber, una cierta verdad

Jacques Derrida: El monolingismo del otro.

44
Introduccin
A N cuando se trata de un tpico muy desarrollado en los ltimos

aos, con numerosa bibliografa sobre sus consecuencias en los niveles

social y material (en el sentido de infraestructura), el ciberespacio mues-

tra siempre en sus definiciones un desequilibrio marcado en cuanto al

nfasis que se pone en uno u otro de esos niveles.

Sin seleccionar ninguna de estas definiciones en particular, pero si-

guiendo la propuesta bibliogrfica que surgiera del Seminario tica y


1
poltica en el ciberespacio , los investigadores que se dedican a escribir

sobre este tema habitualmente plantean lo que creen entender como

problemticas o discusiones necesarias en funcin de alguno de estos

dos niveles (social o material), privilegiando uno por sobre el otro.

Entonces podemos encontrar a quienes consideren que el ciberespa-

cio est especialmente definido por el tipo de infraestructura material

que lo posibilita (a saber, las computadoras conectadas a internet u otras

redes) y por lo tanto considerarn que muchos de los problemas radican

en quin controla esa infraestructura o bien quines tienen los conoci-

mientos acerca del funcionamiento de la misma para hacer un uso

consciente de la tecnologa.

1 Ver el Programa completo del Seminario Consultado el 31/01/2015

45
Del otro lado estn quienes entienden que el verdadero problema es

preservar esa infraestructura de cualquier tipo de control ya que se la con-

sidera un espacio de autonoma que es posible gracias a los sujetos que la

integran y son, por lo tanto, quienes poseen efectivamente el poder (a

travs de sus propios conocimientos) como para defenderse de quienes

quieran invadir ese ciberespacio.

Probablemente los criterios que habitualmente se utilizan para organi-

zar las perspectivas sobre este fenmeno no coincidan con la anteriormen-

te expuesta. Ms bien, se podrn recuperar clasificaciones orientadas de

acuerdo con la postura en trminos de teora poltica segn las cuales se

interpreta y se aborda el ciberespacio. Podra utilizarse el trmino ideolog-

a poltica para referir a esta clasificacin del estilo Ciberanarquismo,

Ciberconservadurismo o Ciberliberalismo. Sin embargo, para poder pro-

blematizar lo que queda fuera de las discusiones entre filosofas polticas,

lo que stas impiden poner en cuestin para organizar de manera diferen-

te los campos de conocimiento, se reserva la utilizacin del trmino ideo-

loga en funcin del recorrido que propone Slavoj iek:

De manera que se puede afirmar categricamente la existen-

cia de la ideologa en tanto matriz generativa que regula la rela-

cin entre lo visible y lo no visible, entre lo imaginable y lo no

imaginable, as como los cambios producidos en esa relacin.

46
Esta matriz puede descubrirse fcilmente en la dialctica en-

tre lo viejo y lo nuevo, cuando un acontecimiento que anun-

cia una dimensin o una era completamente nuevas es

(errneamente) percibido como la continuacin del pasado o el

retorno a l, o -en el caso opuesto- cuando un acontecimiento

que se inscribe por completo en la lgica del orden existente es

(errneamente) percibido como una ruptura radical.

(iek, 2003:7).

Precisamente, el corrimiento del anudamiento ideologa: teora

poltica, permite considerar otros modos de organizar el conocimiento

sobre el ciberespacio y hasta intentar des-velar parte de ese plus que mu-

chas veces lo presenta como un fenmeno inasible, puro nomeno, real

en sentido lacaniano.

Lo que se presenta en este ensayo es la posibilidad de pensar junto

con iek cmo podra estar constituido lo no-visible, lo no-

imaginable, dentro de una matriz ideolgica que efectivamente presen-

ta al ciberespacio como una dimensin completamente nueva en la

historia y en la vida social e incluso como una ruptura radical con los

rdenes existentes.
Para desandar este camino se recupera lo que Judith Butler entiende

que es la poltica de la verdad:

47
[La poltica de la verdad] se refiere a aquellas relaciones de

poder que circunscriben de antemano lo que contar y no con-

tar como verdad, que ordenan el mundo en ciertos modos regu-

lares y regulables y que llegamos a aceptar como el campo de

conocimiento dado. Podemos entender la relevancia de este pun-

to cuando empezamos a preguntarnos: qu cuenta como perso-

na?, qu cuenta como gnero coherente?, qu cualifica como

ciudadano?, el mundo de quin est legitimado como real?

(Butler, 2001)

Ciertamente son varios los puntos en comn que se podran encon-

trar entre esta definicin de poltica de la verdad y lo que iek deno-

mina matriz ideolgica. A los fines de este trabajo, la perspectiva de

Butler resulta ms fructfera para luego comprender cmo esos campos

de conocimiento aceptados como dados, son a la vez los que posibili-

tan un tipo de crtica que sirva para reconocer de igual manera las coac-

ciones por las cuales ese ordenamiento epistmico tiene lugar.

Por lo tanto, dentro de las dificultades que presenta el campo de co-

nocimiento sobre el ciberespacio, un interesante ejercicio crtico (en el

sentido de Butler) podra consistir en pensar cules son los aspectos de

ese campo que se dan generalmente como dados o supuestos, cules

son las discusiones o las condiciones que esas obviedades mantienen

48
ocultas y con cules otras relaciones de poder podran vincularse esas

estructuras para ordenar el mundo.

Para comenzar, una breve sntesis acerca de cada una de las posturas

en trminos de teora poltica sobre el ciberespacio (Ciberanarquismo,

Ciberconservadurismo y Ciberliberalismo) dara cuenta de las continui-

dades y las diferencias entre ellas, para luego encontrar algunos de los

aspectos que podran formar parte de ese ncleo de conocimientos da-

dos, en funcin del ordenamiento del mundo vigente. Conjuntamente,

las disputas entre las diferentes posturas podran arrojar luz sobre cules

son los mecanismos de coercin que posibilitan la hegemona de esas

polticas de la verdad, o al menos cules se postulan como los espacios

de disputa legitimados.

En esta primera parte se utiliza la dicotoma ciberespacio o internet vs.

mundo real como estrategia para acentuar la importancia que se otorga

a la artificialidad u otredad que constituira este nuevo espacio soste-

nido por las redes informticas. De hecho, la tendencia a equiparar el

significado de ciberespacio a internet es quizs la operacin discursiva ide-

olgica por excelencia, ya que con este ejemplo se podr comprender el

nivel de protagonismo que se otorga a la infraestructura como objetivo

del control (cualquiera sea el actor que lo posea). Al realizar la crtica e

intentar desmontar este marco, puede entenderse que ciberespacio que

incluye y es ms complejo que internet.

49
Algunos ciber-ismos
Sin pretensiones de exhaustividad y a los fines de encontrar orienta-

cin acerca de la matriz ideolgica alrededor de la nocin de ciberespacio,

se consideran tres nuevos -ismos que pueden sintetizar gran parte de

las posturas que habitualmente circulan en los mbitos acadmicos o

especializados sobre el tema. Como se explicit anteriormente, estn

vinculadas a teoras polticas anteriores a la aparicin de la infraestruc-

tura que posibilit (supuestamente) la aparicin y el desarrollo de lo que

se entiende por ciberespacio.

Por caso, el anarquismo, el conservadurismo y el liberalismo son tres

corrientes de la filosofa poltica que se manifestaron en diferentes mo-

mentos de la historia, antes y despus de la aparicin de Internet o lo

que se considere como ciberespacio. Sin embargo, al igual que ocurre con

diferentes fenmenos que se presentan como disruptivos con relacin

al orden existente, estas tres corrientes suelen ofrecer marcos de inter-

pretacin para poder aprehender lo que emerge (o deviene, segn el ca-

so) del universo histrico-social.

De manera sucinta, se pueden caracterizar estos nuevos -ismos de

la siguiente manera:

Ciberanarquismo esta posicin reconoce (al igual que el anarquismo


Ciberanarquismo:

tradicional) el poder coercitivo del estado, pero se preocupa especfica-

50
mente por su intromisin en el ciberespacio a travs del control de la

infraestructura o el sustrato material del mismo. La mxima preocupa-

cin es que internet se convierta en una amenaza en lugar de constituir

el espacio emancipatorio que supuestamente estaba destinado a ser des-

de sus comienzos.

Ciberconservadurismo si el ciberanarquismo consideraba que in-


Ciberconservadurismo:

ternet puede constituir el medio para nuevas tierras (Assange, 2013: 17)

donde el control estatal no llegue, los ciberconservadores consideran

que por el contrario en la actualidad toda la infraestructura ya est bajo

la rbita de los gobiernos -aunque en diferentes grados segn los pases-.

Adems, consideran que continuara esta tendencia en funcin de los

bajos costos para tecnologas de control sumado a las diferencias cultu-

rales entre pases y el incremento de medidas restrictivas avaladas por

leyes nacionales.

Ciberliberalismo al igual que la filosofa poltica liberal, promueven la


Ciberliberalismo:

defensa de los derechos individuales y de propiedad. En el caso del ciberes-

pacio, prevalece la necesidad de una estructura normativa de base que les

asegure a todos los individuos sus derechos. Al modo de una constitu-

cin, dira Lawrence Lessig (2009), que no necesariamente se trate de un

corpus normativo, sino que tambin puede tratarse de barreras tcnicas

como el cdigo. Esta constitucin colaborara en los modos de autorregu-

lar el ciberespacio, pero los involucrados debern resignar algo para hacer-

51
lo posible: por ejemplo, el anonimato en internet. Se opone a la perspecti-

va ciberanarquista en cuanto a la necesidad de algn tipo de regulacin

para el ciberespacio, y a la vez se alejan de los ciberconservadores por supo-

ner que internet puede tener sus propias reglas ms all de las estructuras

legales tradicionales de los estados nacionales.

En las tres corrientes filosficas aplicadas al ciberespacio el sustrato

material constituye el espacio de disputa por excelencia. En todos los

casos se le otorga la entidad de pilar fundamental, por lo cual quien lo

pueda controlar podr imponer sus condiciones en el ciberespacio.

Adems, -aunque no se discuta tanto su estatuto ontolgico como la

posibilidad de ser estructurado, organizado o controlado- se lo presenta

como un espacio nuevo, como algo distinto del mundo real o fsico, por lo

cual amerita entonces una discusin sobre su posible gobierno/dominio

en trminos de instituciones polticas tradicionales, dada su evidente

dificultad de trazar una jurisdiccin aceptada por unanimidad. Ntese

que aunque el ciberconservadurismo muchas veces intente declamar

que esta oposicin entre real/virtual o internet/mundo real no existe, en

la propuesta terica se puede interpretar a la estandarizacin legal que

sugieren como un probable anexamiento del ciberespacio al mundo

real, precisamente para ocultar el carcter disruptivo que se pueda asig-

nar a la aparicin de internet y soslayar las capacidades instrumentales

de la misma (sobre todo de su carcter plenamente poltico).

52
Aunque no todos los autores pueden ser fcilmente clasificables de-

ntro de estas tres posturas polticas acerca del ciberespacio, la taxonoma

permite reconstruir brevemente los principales debates sobre el tema.

De hecho, posiciones como las de Milton Mueller (2010) se diferencian

por reconocer cierta complejidad en la posibilidad de regular internet,

ejemplificando con la necesidad de generar nuevas instituciones y pro-

mover el uso de nuevos conceptos que se ajusten ms a esa complejidad

(por ejemplo gobernanza, como distanciamiento con lo que se entiende

por gobierno). Sin embargo, la perspectiva de Mueller no niega la exis-

tencia de un control sobre internet, sino que propone un cambio en el

sistema de gobierno, al cual responde precisamente el surgimiento de

instituciones supranacionales como la Internet Corporation for Assigned

Names and Numbers (ICANN) o la Internet Engineering Task Force (IETF).

Se distancia de los liberales ms tradicionales por considerar que la

aparicin del ciberespacio requiere de un movimiento poltico nuevo que

se dedique a defender las ciberlibertades a nivel supranacional.

Yo ya no pertenezco a ningn ismo2


Recuperando la actitud crtica de acuerdo a Butler, en esta primera

aproximacin sobre las discusiones que llevan adelante los represen-

2 Adaptacin libre de un fragmento de la cancin Al lado del camino Fito


Pez, Warner Music, 1999.

53
tantes de estos ciber-ismos puede encontrarse al menos una coinci-

dencia que opera doblemente: en el nivel de las definiciones (qu ser-

a el ciberespacio?) y de los problemas socio-polticos posteriores (debe

ser gobernado? Por quin?). Se hace referencia a la importancia otor-

gada al sustrato material, a la infraestructura que hace posible que

funcione Internet y a las consecuencias polticas del tipo de actor que

tenga el control de la misma. En otros trminos: muchas de las discu-

siones son en realidad acerca de cul sera la mejor forma de organizar

polticamente el ciberespacio, suponiendo que la instancia decisiva re-

side en los aspectos tcnicos que incluyen no slo la infraestructura

tecnolgica que hace posible su funcionamiento, sino tambin los co-

nocimientos que operan a favor y en contra de esa determinada forma

de organizacin. As, algunos ciberanarquistas como Assange (2013)

consideran que ningn conocimiento del mundo fsico (y ninguna


3
violencia de ese mundo) podra imponer su voluntad sobre prcticas

como la encriptacin (para la cual se requieren conocimientos tcnicos

especficos que superan ampliamente al de cualquier cibernauta

estndar), oponindose a cualquier tipo de control por parte de los

3 Para este tema se recomienda recuperar la postura de J. Butler sobre las


formas de la violencia (o cules son las vidas que cuentan como tales) en
Vida precaria. El poder del duelo y la violencia, Paids, Buenos Aires,
2006. Especialmente ver el cap. 5.

54
estados, asumiendo que el verdadero espacio de la libertad estara en

estas nuevas tierras de la internet-no-controlada.

Por otro lado, ciberconservadores como Jack Goldsmith (2006)

consideran que no hay necesidad de innovar, ya que los hechos de-

muestran que eventualmente internet pasar a estar controlada por los

mismos gobiernos que se encargan de los estados nacionales, con la

ayuda de la tecnologa y las leyes del mundo real.

La postura intermedia de los ciberliberales como Lessig sugiere que

la independencia del ciberespacio es deseable, siempre y cuando se ins-

tituya una Constitucin que permita saber quin hace qu y adnde,

de manera de asegurar niveles mnimos de heteronoma que man-

tengan cierto orden homeosttico del sistema-ciberespacio (modelo de

dudosa eficacia en el mundo real).

An cuando se posara la atencin sobre los autores que no plante-

an estas discusiones desde la filosofa poltica sino desde la tica, se

pueden citar dos posturas que se diferencian por dnde ponen el nfa-

sis: en la relacin individual con la tecnologa con sus respectivas con-

secuencias a nivel paradigmtico, cuyo mejor ejemplo quizs sea la

tica hacker que propone Pekka Himanen (2001); o bien en la posibili-

dad de plasmar una tica social de corte discursivo sustentada en algu-

nos principios que podran considerarse universales al respetar en

principio los Derechos Humanos (adoptados como estndar trans-

55
cultural). Este sera el caso de Cees Hamelink (2003), quin recupera

principalmente la teora de la comunicacin habermasiana (que curio-

samente tambin postula unos universales pragmticos como condi-

cin de posibilidad de una comunicacin no distorsionada) para

proponer que en el ciberespacio podra desarrollarse un modelo tico

sustentado en el dilogo (modelo que probablemente tampoco ha sido

muy til hasta ahora para resolver conflictos en el mundo real),

donde la relacin con la tecnologa tambin es instrumental en el sen-

tido de extensin tcnica, innovacin puesta al servicio de ciertos ob-

jetivos que podran pensarse como deseables, sobre todo en

trminos de acceso a la informacin y la libertad de expresin.

Por lo tanto, puede encontrarse otra continuidad de razonamiento

en las cinco diferentes posiciones que se han expuesto: la escasa o nula

discusin acerca del propio estatus ontolgico de la infraestructura

material que hace posible hablar del ciberespacio. Hay una absoluta cer-

teza sobre la existencia, la inconmensurabilidad, la inexorabilidad y el

inevitable avance de todo aquello que materialmente sostiene las redes

de informacin. Segn lo que plantea Butler en Marcos de guerra. Las

vidas lloradas (2010), esto ltimo bien podra ser el marco que enmar-

ca nuestro entendimiento acerca del ciberespacio.

56
Vos no sos ciber
Para continuar en el ejercicio de una crtica como lo propone la in-

troduccin a este trabajo, se deba quizs poner en cuestin este marco y

no slo eso: pensar cules pueden ser los aspectos que estn faltando en

ese contenido contenido en el marco (valga la iteracin) que son la causa

de esta puesta en duda, de esta comprensin incompleta, de la dificultad

misma de poner en trminos (ex-terminar) el ciberespacio.

Para ello, dos claves de lectura necesarias son por un lado qu quiere

decir cuestionar el marco y por el otro cmo puede haber incompletud en su

contenido. Se relacionan entre s estas cuestiones, como puede verse si-

guiendo tanto a Butler (para lo primero) como a iek (para lo segundo).

En su estudio acerca de cules vidas cuentan como vividas y por en-

de merecen ser lloradas, Butler realiza un aporte que a primera vista pa-

rece meta-crtico: no se trata de cuestionar los marcos como un ejercicio

de reflexividad que revele su naturaleza principalmente ideolgica ( la

iek) porque:

()poner en tela de juicio el marco no hace ms que demos-

trar que este nunca incluye realmente el escenario que se supona

que iba a describir, y que ya haba algo fuera que haca posible,

reconocible, el sentido mismo del interior. El marco nunca de-

terminaba del todo eso mismo que nosotros vemos, pensamos,

57
reconocemos y aprehendemos. Algo excede al marco que per-

turba nuestro sentido de la realidad; o, dicho con otras palabras,

algo ocurre que no se conforma con nuestra establecida com-

prensin de las cosas.

(Butler, 2010:24)

No es acaso esta sensacin la que surge cuando se quiere poner en

trminos algo del mundo real que es, o bien totalmente novedoso, o

bien tan cotidiano y naturalizado que no se puede describir?

No ocurrir algo parecido cuando se quiere comprender en toda su

complejidad lo que es el ciberespacio? Negar el sustrato material que lo

hace posible tampoco es una opcin que colabore a la comprensin, pa-

decera del mismo defecto que se puede adjudicar a las perspectivas pol-

ticas anteriormente expuestas, esto es: la naturalizacin de alguno de los

aspectos que conforman el ncleo de sentido de ciberespacio.

Bajo la reflexin que ofrece Butler, se puede considerar entonces

que la centralidad de la infraestructura que hace posible la existencia del

ciberespacio opera al estilo del marco que contiene un sentido. A su vez,

este sentido slo es aprehensible con esa falta que siempre est fuera.

Esa falta, eso que hace ruido a la hora de comparar el sentido que

ofrece el marco con lo que percibimos como realidad podra ser en el

caso del ciberespacio todo aquello que va ms all de los artefactos

58
(mquinas, cuerpos, mentes) y a la vez no llega a constituir lo que habi-

tualmente entendemos como el aspecto social de una vida. A su vez, mu-

chas de las definiciones que pueden proponerse para ciberespacio

consideran que es, por el contrario, el factor humano lo que sostiene

realmente la infraestructura y lo que la dota de sentido. Pero no parece

an suficiente como para otorgarle esa completud que evitara que de

alguna manera el marco implosione.

Qu querra significar la implosin del marco del ciberespacio? De

acuerdo con lo desarrollado hasta aqu, siguiendo a Butler, cuando los

marcos rompe consigo mismos una realidad que se daba por descontada

es ahora puesta en tela de juicio: quizs hasta ahora la manera de poner

en trminos lo que representa el ciberespacio era esa totalidad integrada

por las redes y los artefactos, conjuntamente con los vnculos que las

personas desarrollan gracias a ese aspecto material.

Cuando se reflexiona, cuando se critica, esa definicin que puede

en principio encajar (enmarcar-se) en la mayora de las definicio-

nes que se encuentran al respecto, simplemente no alcanza. Hay una

falta que no se puede poner-en-trminos y que sin embargo se sabe

constitutiva en la manifestacin de lo que es (o quiz lo que se quiere

que sea?) el ciberespacio.

59
Es mejor que falte y que sobre?
A esta pregunta probablemente iek respondera que s, slo en fa-

vor de la performatividad que impide al lenguaje funcionar como meras

etiquetas y sin ningn tipo de juicio moral acerca de lo bueno o malo

que sea el exceso o la falta. Es ms, dira junto con Jacques Lacan

(iek,2003:31) que lo que se experimenta como la realidad ya est

siendo siempre atravesada por lo simblico, aunque una parte de eso (lo

real, propiamente) muestra que hay esa incompletud, esa falta a la cual las

simbolizaciones an no han llegado.

Este razonamiento se asemeja bastante a lo que sucede con la preten-

sin de conceptualizacin del ciberespacio: parece a su vez tan familiar,

tan vvido, tan ontolgicamente seguro, que nuestra simbolizacin

llega slo hasta un punto donde no se puede explicar qu es eso que excede la

unin del funcionamiento de las mquinas/internet con la construccin so-

cial de quienes las usan.

Este exceso -o esta falta, segn como se la mire- es lo que no se puede

estructurar mediante mecanismos simblicos y segn iek (2003:30)

(quin cita a Jacques Derrida en este punto) vuelve en la forma del espec-

tro. Espectro y ficcin simblica seran, de acuerdo con esta propuesta,

complementarias: las ficciones simblicas otorgan esa seguridad on-

tolgica de que la realidad se enmarque al estilo de un relato, mientras

60
que la brecha que divide la realidad de lo real (esa falta/exceso) se mate-

rializa en espectros.

Es ms: para el propio iek

()quiz es aqu donde deberamos buscar el ltimo recurso

de la ideologa, el ncleo preideolgico, la matriz formal, sobre la

que se han sobreimpuesto diversas formaciones ideolgicas: en el

hecho de que no hay realidad sin el espectro, de que el crculo de

la realidad se puede cerrar slo por medio de un misterioso com-

plemento espectral.

(iek, 2003:31).

Entonces, para hacer justicia a esta serie de definiciones, la comple-

mentariedad de las ficciones simblicas y los espectros son una matriz

formal, que pueden contener (enmarcar?) mltiples sentidos. Para el

caso del ciberespacio, podra reconocerse que la ficcin simblica se ajus-

ta aproximadamente a la comprensin de este espacio nuevo como el

producto de un avance tecnolgico (internet, computadoras, dispositivos inte-

ligentes), que posibilit la aparicin o el desarrollo de nuevos modos de ser

individuales y comunitarios, privados y pblicos.

Falta, sin embargo, el segundo ejercicio crtico que propone Butler:

cules son las coacciones que ordenan el mundo de esa forma y no otra?

En qu punto del corrimiento del marco sobre el ciberespacio las discu-

61
siones principales se centran en el control de la infraestructura material?

Por qu todava no ocupan un lugar prioritario en las investigaciones

precisamente esos nuevos modos de ser o de hacer-con las cosas? Son

realmente nuevas?

Una respuesta probable al interrogante principal es la fuerte in-

fluencia del discurso cientfico positivista de la Modernidad y su capa-

cidad de constituirse como legitimador ontolgico de las experiencias de


4
realidad (lo que muchos autores denominan racionalizacin ).

Otra probable respuesta estara relacionada a la anterior y tiene que

ver ms con lo que se cree que se podra ser/hacer si alguna vez se contro-

lara o se gobernara -para bien o para mal- toda esa infraestructura mate-

rial que posibilita (dentro de ese marco discursivo) un ciberespacio.

Estas dos probables respuestas evidencian lo limitado no slo del

lenguaje con el que se pretende asir la experiencia (que obliga a recurrir

a metforas para nombrar eso vivible pero indecible), sino tambin esa

4 En este sentido se considera especialmente lo que postula Cornelius


Castoriadis al describir la existencia de una institucin imaginaria de la
sociedad: Es precisamente porque lo imaginario social moderno no tiene
carne propia, es porque toma prestada su substancia a lo racional, en un
momento de lo racional que transforma as en pseudo-racional, por lo que
contiene una antinomia radical, por lo que est abocado a la crisis y al
desgaste, y por lo que la sociedad moderna contiene la posibilidad
objetiva de una transformacin de lo que hasta ahora fue el papel de lo
imaginario en la historia. C. Castoriadis, La institucin imaginaria de la
sociedad, Tusquets, 2010. p. 257

62
falta de reflexin acerca de entender lo que se desea: suponiendo que el

ciberespacio realmente sea algo novedoso, disruptivo y omnipresente -

algo que quiz sea efectivamente as y se deduce sobre todo por esa

incapacidad de ponerlo en trminos-, por qu la pretensin de com-

portarse ante ello con esquemas antiguos? Por qu esa insistencia en

colocar la complejidad bajo un marco de sentido, el cual luego por s

mismo podra limitar las propuestas de accin (al estilo del materialis-

mo y su lucha de clases)?

Sin pretensiones de resolver estos interrogantes en estas lneas, se

suman otros, en funcin de un ejercicio reflexivo acerca de la cercana

epistmica con algunos de los niveles de lo ciber: Qu sucedera si en

lugar de la complejidad social, los espectros fueran los bytes? Nos re-

sultara tan fcil elegir como ficciones simblicas las comunicaciones

humanas y los acuerdos de la misma manera en que hoy elegimos el rela-

to ficcional de la novedad tecnolgica y la infraestructura de internet?

63
Bibliografa
ASSANGE, Julian et al. (2012), Cypherpunks: Freedom and the Future of the
Internet, New York, OR Books.

BUTLER, Judith (2001). Qu es la crtica? Un ensayo sobre la virtud de


Foucault. Consultado el 31/01/2015

(2010) Marcos de guerra. Las vidas lloradas. Paids, Mxico.

GOLDSMITH, Jack y Wu, Tim (2006). Who controls the internet? Illussions
of a bortherless world. Oxford University Press.

HAMELINK, Cees J. (2003). The ethics of cyberspace. Sage, London.

HIMANEN, Pekka (2001). The Hacker Ethics and the Spirit of the
Information Age. London, The Random House.

LESSIG, Lawrence (2009). El cdigo 2.0. Traficantes de sueos, Madrid.

MUELLER, Milton (2010). Networks and states: the global politics of internet
governance. MIT Press.

IEK , Slavoj (2003). Ideologa, un mapa de la cuestin. FCE, Buenos


Aires.

64
III.

Control de la informacin
en Internet
Marcelo C. Baldi

SEGN la definicin de Wikipedia, Internet es un sistema global de redes

de computadoras interconectadas que utilizan el protocolo estndar

TCP/IP para vincular varios miles de millones de dispositivos en el mundo.

Dicho sistema es utilizado para intercambiar informacin digitalizada

en tiempo real de todo tipo (texto, audio, imgenes, video, comandos de

65
control, etc.) entre los sistemas informticos y usuarios que participan en

ella. Es un sistema de comunicacin de muy bajo costo y alta velocidad.

Funcionamiento
Si analizamos el funcionamiento de dicho sistema de comunicacin,

encontramos tres componentes o niveles esenciales a travs de los cuales

circula la informacin:

1. HARDWARE:: es la infraestructura fsica necesaria para poder


transmitir las seales1. Entre sus elementos encontramos:
1.1. S ISTEMAS INFOR MTICOS : computadoras, smartphones,
tablets, switches, routers, access-points, satlites, servidores,
datacenters, etc.
1.2. S ISTEMAS DE INTERC ONEXIN : cables de fibra ptica, cables
de cobre, etc.
2. SOFTWARE: son las instrucciones o programas que procesan y
administran el flujo de informacin a travs de la red y sirven de
interfaz con los usuarios o computadoras. Hay varios niveles:
2.1. S ISTEMAS O PERATIVOS : Unix, FreeBSD, GNU-Linux,
Android, iOS, Mac OS X, MS Windows, etc.
2.2. A PLICACIONES : programas de diseo, ofimtica, de clculo,
simulacin, navegadores, edicin multimedia, sistemas de

1 Se sobreentiende la disponibilidad de energa elctrica para el


funcionamiento del hardware enumerado.

66
control, de bases de datos, programas de desarrollo, de
comunicacin, etc. Dichas aplicaciones pueden funcionar de
varias formas:
2.2.1. autnomas: no necesitan conectarse a una fuente
externa;
2.2.2. servicios web: brindan funcionalidades a clientes
externos;
2.2.3. clientes web: dependen de un servicio web para obtener la
informacin necesaria.
3. DATOS: es la codificacin digital de la informacin generada,
procesada y enviada a travs de los niveles antes mencionados.

En cada uno de esos niveles existen cuellos de botella que pueden ser
utilizados para acceder a informacin de terceros.

Desarrollo
Si se consideran los mtodos de desarrollo utilizados para construir

cada uno de los niveles mencionados, encontramos dos mecanismos

diferentes:

1. CERRADO:: es aquel en que los planos de diseo de la tecnologa


utilizada son de acceso restringido. Son cajas negras cuyo
funcionamiento es conocido slo por quienes tienen los planos de
diseo. No son fiscalizables por los usuarios. El control de dicha
tecnologa est en las manos de los desarrolladores. Ejemplos:

67
3.1. HARDWARE : microprocesadores Intel y AMD, routers Cisco,
smartphones, etc.
3.2. SOFTWARE : sistemas operativos MS Windows, Mac OS X,
Android, iOS; aplicaciones autnomas: MS Office, IE Explorer,
Safari, AutoCAD, aplicaciones Adobe; servicios web: Google,
Facebook, Twitter, etc.; clientes web: clientes de aplicaciones
Google, Facebook, Twitter, etc.
3.3. DATOS : formatos cerrados de archivos (.doc, .xls, etc.);
protocolos de comunicacin cerrados: skype, etc.
2. ABIERTO: es aquel en el que los planos de diseo de la tecnologa
utilizada son de acceso pblico y no tienen restricciones para su uso,
modificacin o distribucin. Se construyen de forma colaborativa.
Son cajas transparentes cuyo funcionamiento es fiscalizable
pblicamente. El control de dicha tecnologa est en manos de los
usuarios. Ejemplos:
3.4. HARDWARE : microprocesadores de Opencores. (ZET, SoC,
etc.)
3.5. SOFTWARE : sistemas operativos: FreeBSD, GNU-Linux,
Replicant; aplicaciones autnomas: LibreOffice, Firefox,
LibreCAD, Gimp, etc.; servicios web: Yacy, Friendica, etc.
3.6. DATOS : formatos estndares abiertos de archivos (.odt, .ods,
etc.) y protocolos de comunicacin: http, ssh, ftp, jabber, etc.

68
Ambos mtodos son utilizados por los desarrolladores que trabajan

tanto de forma independiente como en relacin de dependencia dentro

del sector pblico o privado.

Las tecnologas abiertas y cerradas coexisten actualmente en Internet

y su distribucin vara segn el rea que se considere.

Flujo de la informacin
Analicemos con ms detalle el flujo de la informacin a medida que
circula por los tres niveles mencionados:
1. El usuario utiliza una aplicacin (web o no) para capturar, editar o
generar informacin.
2. Una vez terminada la operacin, la aplicacin digitaliza la
informacin suministrada y la codifica utilizando un formato
especfico.
3. Dicha informacin codificada en un formato es enviada al Sistema
Operativo (S.O.) para ser:
A. G UARDADA localmente (formato de archivo). El S.O. utiliza los

drivers de control de dispositivos para escribir en el disco las seales


magnticas (o elctricas) correspondientes al archivo enviado.

B. E NVIADA a travs de Internet (protocolo de comunicacin de


la aplicacin P.A.). El S.O. realiza los siguientes pasos:

1. determina la direccin IP de destino preguntando al servidor


de nombres DNS ;

69
2. con la IP de destino solicita una conexin utilizando el

protocolo TCP/IP;

3. una vez establecida la conexin, enva la informacin

codificada en el protocolo P.A. al driver de TCP/IP ;

4. espera la confirmacin de recepcin para finalizar la

conexin.

4. El driver de TCP/IP del S.O. recibe los datos (en protocolo P.A),

arma una secuencia de datos, lo corta en segmentos de tamao fijo,

encapsula dichos segmentos dentro de paquetes TCP/IP

enumerados y los enva en secuencia hacia el router de la primera

puerta de enlace de la red.

5. El router recibe paquetes con una IP de origen y una IP de destino y

de acuerdo con la congestin del trfico decide enviar dicho

paquete por el camino ms eficiente disponible. Dicho

procedimiento se repite en la cadena de routers hasta llegar a

destino.

6. En la computadora de destino, el driver TCP/IP del S.O. empieza a

recibir paquetes desordenados que vinieron por caminos distintos,

espera a recibir todos los paquetes, los ordena, saca los datos

encapsulados (protocolo P.A.) y se los pasa a la aplicacin de

destino, luego de avisar a la computadora de origen la recepcin de

la informacin.

70
7. La aplicacin recibe los datos en protocolo P.A., lo decodifica y
obtiene finalmente la informacin enviada originalmente para ser
procesada.
8. Alternativamente, en el caso a), la aplicacin solicita al S.O . que le
enve el archivo almacenado y al recibirlo decodifica el formato del
mismo y extrae la informacin original.

Es importante notar que la informacin utilizada puede terminar al-

macenada en la computadora local (CASO A) ) o en un servidor remoto

(CASO B).

En resumen: la informacin necesariamente es procesada por un

programa de aplicacin, es codificada en algn formato o protocolo, es

enviada al sistema operativo, ste la guarda localmente en disco o la re-

enva a travs de routers y conexiones de Internet hasta la computadora

de destino donde se invierte el proceso.

El control de la informacin
Para poder controlar la informacin digital codificada en formatos o

protocolos que se almacena/circula por Internet, necesitamos controlar

el acceso a la misma.

Qu condiciones son necesarias para tener el control de acceso de la

informacin digital personal presente en Internet?

71
Depende de:

1. Si los usuarios involucrados respetan las normas de seguridad

mnimas para sus claves y equipos.

2. Si se tiene el control de las computadoras de origen y destino.

3. Si se tiene el control del medio de comunicacin entre ambas.

En el segundo caso, tener el control de las computadoras significa

poder fiscalizar y corregir el funcionamiento en todos los niveles (hard-

ware, software y datos), para lo cual es condicin necesaria utilizar tec-

nologas abiertas.

Para el tercer caso, es imposible controlar todos los dispositivos in-

termedios presentes entre la computadora de origen y destino a escala

global (ref. revelaciones de Snowden). En lugar de ello, se utiliza la en-

criptacin (con estndares abiertos) de los datos entre ambos extremos.

Por ejemplo utilizando VPNs, o encriptando los datos enviados o alma-

cenados remotamente.

Conclusiones
Los tres niveles que componen Internet son complementarios y ne-

cesarios para su funcionamiento. Sin embargo hay uno que tiene pre-

ponderancia sobre los otros dos: el Software. Esto se debe a que es el

software el que:

72
 controla el hardware;

 codifica y decodifica los formatos y protocolos de datos;

 determina la arquitectura de todas la redes de Internet, desde los

protocolos de ms bajo nivel (TCP/IP ) hasta la encriptacin ms

sofisticada;

 establece las interfaces que nos permiten comunicarnos, trabajar,

producir y divertirnos con una computadora;

 controla el flujo de datos;

Es el Software el que establece las leyes de funcionamiento de los

flujos de datos en Internet.

Y quin controla el Software?

Depende:

o En el caso de software privativo: son los desarrolladores que res-

ponden a Corporaciones y Agencias de Seguridad.

o En el caso de software libre: los desarrolladores devuelven su po-

der a la sociedad y son los usuarios finales los recobran el control

del software que utilizan.

La razn principal por la cual los grupos de poder tradicionales no

han podido desactivar el Software Libre es debido a que para producirlo,

no es necesario grandes inversiones de dinero. Alcanza con un puado

de geeks, computadoras y querer compartir y ayudar al prjimo.

73
IV.

Ciberespacio y
Economa del don
Sabrina Belarte

Introduccin
EN el siglo pasado, los antroplogos que estudiaban a civilizacio-

nes de Oceana consideradas primitivas acuaron el trmino eco-

noma del don para referirse al particular modo de distribucin de

bienes en el marco de las tribus y comunidades (Godelier, 1976 y

74
Mauss 2009). Esta forma particular distribucin inclua una serie de

valores comunitarios que iban de lo espiritual a lo tico, de lo poltico

a lo pragmtico. En la actualidad parece haber un consenso de que el

capitalismo es el nico sistema econmico imperante, sin embargo, en

la actualidad conviven con l formas alternativas ligadas al don. Con

el advenimiento del concepto de ciberespacio y de las nuevas tecno-

logas de la informacin y la comunicacin se cre un nuevo mbito

de experimentacin societaria en el cual surgieron alternativas de in-

teraccin social. Es en este marco que quiero marcar la ligazn entre

el ciberespacio como posibilidad y la economa del don como alterna-

tiva presente y viable para el mismo.

Para desarrollar esta ambiciosa intuicin slo cuento con unas po-

cas pginas por lo cual mi exposicin se limitar a dar una definicin

de economa del don ilustrada a travs de distintos ejemplos de la his-

toria antigua y la historia reciente. Para luego, explorar los espacios

contemporneos de interacciones regidas por este tipo de economa

alternativa en contexto del ciberespacio, procurando remarcar las po-

sibilidades de expansin del mismo. Para quienes deseen conocer ms

informacin sobre este tipo de economa alternativa los remito a otro

texto de mi autora de mayor extensin y en el que se inspiran algunas

de estas pginas (Belarte, 2013).

75
Qu es la economa del don?
Al decir de los historiados, arquelogos y antroplogos, la organiza-

cin social de las primeras comunidades tribales funcionaba a travs de

determinadas costumbres, o modalidades de interaccin socio-

econmica, que han sido denominadas por el antroplogo y socilogo

francs Marcel Mauss como economas del don, aunque tambin han

sido llamadas economa de lo gratis o economa del regalo. Mauss

(2009) fue el primero en utilizar el trmino, en su obra Ensayo sobre el don

de 1925, para referirse a la forma de intercambio en las sociedades primiti-

vas o arcaicas, tanto de los aborgenes de Amrica como de Oceana. En

su ensayo describi al don como el principal mecanismo de intercambio y

reciprocidad de esas comunidades que contiene significados sociales,

mgicos, econmicos, legales y morales, convirtindolo en un fenmeno

social absoluto.

La principal caracterstica de estas economas primitivas era que carec-

an de moneda de intercambio, esto implica no solo que no exista el dine-

ro tal cual como lo conocemos y utilizamos hoy en da, sino que ni

siquiera exista el trueque en sentido estricto. Los bienes no se intercam-

biaban directamente, sino que se ofrecan, reciban y volvan a ofrecerse

bajo una metodologa ms similar a la que hoy utilizamos y conocemos

76
como donaciones o regalos; esto quiere decir, sin necesidad de reciproci-

dad exacta, sin lmites temporales y sin exigencias subjetivas.

La principal diferencia, con nuestro sistema de donaciones contem-

porneo, es que estos regalos generaban ciertas obligaciones en quie-

nes los reciban. El regalo recibido implicaba en s una obligacin, no

slo de aceptarlo sino de dar a su vez a alguna persona no necesaria-

mente la misma, incluso preferiblemente otra algn regalo sea el

mismo bien u otro, sin considerar equivalencias de valor. Pero para

esto no haba un tiempo establecido, ni una cantidad o un tipo de cosa

especifico que deba darse ni a quien/es.

Esto es entendible en el contexto de convivencia dentro de grupos

reducidos de individuos (comunidades o tribus) que utilizaban esta mo-

dalidad no slo intra-grupalmente sino inter-comunitariamente, es de-

cir, entre diferentes tribus o comunidades. Este sistema les permita

poder obtener de otras tribus bienes que ellos mismos no cultivaban o

producan y a vez podan ofrecer los excesos de su propia produccin,

cultivo o caza a otras comunidades. De esta forma, se minimizaban los

desperdicios, y se aseguraba una dieta variada, la diversificacin de los

riesgos y las buenas relaciones con los grupos vecinos.

La economa del don es a veces traducida literalmente del ingls gift

economy (Anderson, 2009) como economa del regalo y se trata de una

teora social en la que los bienes y servicios se otorgan sin un acuerdo

77
explcito de quid pro quo, algo a cambio de algo. Se basa en el principio de

vivir bajo la premisa de que a mi vecino no le falte nada. Una segunda

premisa sera el trabajar con un nivel de conciencia donde lo que haga-

mos hoy no sea recordado maana, ya que nuestras actuaciones se basan

ms en el amor al prjimo que en el inters o la vanidad. Generalmente,

la economa del don ocurre en culturas o subculturas en las que se espe-

ran recompensas sociales o intangibles, como el karma, el honor, la leal-

tad o cualquier otra forma de gratitud. A veces la economa del don se

llama tambin cultura del regalo. En algunos casos, regalos simultneos

o recurrentes hacen que la gratitud circule en torno a la comunidad, lo

que se puede ver como una forma de altruismo recproco. En ocasiones

se espera conseguir bienes o servicios a cambio de aquellos que estamos

dando, o incluso apoyo poltico, o un regalo a una tercera persona. Sin

embargo, se considera que el verdadero espritu de la economa del don

consiste en dar sin esperar recibir nada a cambio.

Ya en tiempos actuales, donde vivimos mayormente dentro de eco-

nomas monetarias, algunas pequeas comunidades mantienen eco-

nomas no monetarias ya sea basadas en horas de trabajo, como ocurri

en Capilla del Monte en el ao 2006 (Presta, 2007), o en genuinas eco-

nomas del regalo como ocurre entre algunas pequeas comunidades de

78
esquimales, o incluso eco-villas2. Por supuesto que cada cual podr pen-

sar en sus propios ejemplos dentro de sus crculos sociales o comunita-

rios. Los propios amigos y la familia son en general un excelente

ejemplo de ejercicio de economas del don, ya que se manifiesta el esp-

ritu del don a travs del intercambio de favores mutuos que no tienen

fecha ni modo especfico o preestablecido de contraprestacin. Sin em-

bargo, sabemos que podemos contar con el apoyo y colaboracin de

ciertas personas, de la misma forma que otros cuentan con nuestra ayu-

da. En algunas ocasiones el crculo se expande a personas que no cono-

cemos, como puede ser en casos tales como la llamada Gratiferia, que

incentiva el encuentro entre personas que desean donar o regalar cosas

que ya no usan o no necesitan y personas que necesitan de esas mismas

cosas.

Otros ejemplos de economa del son que se pueden hallar son:

o el hecho frecuente de compartir la comida en sociedades de caza-

dores-recolectores, que acta como mecanismo de proteccin an-

te una mala cosecha o infructuosa cacera llevadas a cabo por

algunos individuos de la comunidad;

2 Las ecovillas son pequeas comunidades organizadas y construidas sobre


principios ecolgicos, comunitarios y permaculturales autosustentables
como es el caso de Gaia vase: http://www.gaia.org.ar/

79
o el ritual potlatch de los aborgenes de Amrica del Norte, en el que

los lderes dan gran cantidad de bienes a sus seguidores, fortale-

ciendo la cohesin del grupo. Al sacrificar parte de las riquezas

acumuladas, el lder se garantiza una posicin honorfica;

o las fiestas del mrito budistas del Sudeste Asitico, similares al

ritual anterior pero en las que los bienes son dados por cual-

quier miembro;

o en las sociedades de las islas del pacfico anteriores al siglo XIX

existan economas del don de las cuales algunas llegan hasta la

actualidad. Por ejemplo, en algunas de las islas Cook. En Tokelau

tambin, aunque aqu ha surgido una economa de mercado, si-

gue existiendo una manera de economa del don en la prctica

llamada inati: compartir igualitariamente toda la comida.

En muchos casos se considera que este tipo de economas alternati-

vas al capitalismo, o al menos complementarias a l, son formas utpicas

contemporneas. Al igual que ocurri con las utopas de antao, a estas

formas utpicas contemporneas se le adjudica la crtica comnmente

difundida que o bien son impracticables o slo pueden existir en exten-

siones reducidas y con poblaciones no demasiado populosas. En con-

traste con esta creencia pesimista ampliamente difundida, considero

que la humanidad tiene la capacidad y voluntad necesarias para idear las

formas y maneras de lograr el sortear las complicaciones adicionales que

80
implican las mayores extensiones geogrficas y multitudinarias comuni-

dades de nuestro tiempo. Basta con que nos convenzamos de que es una

necesidad para nuestra supervivencia como especie y para una convi-

vencia armoniosa, no slo entre nosotros sino con el resto de los habi-

tantes de este planeta para que se desarrollen mecanismos que nos

conduzcan hacia ella. Debido a que las prioridades de los seres humanos

han variado a travs de la historia, lo lgico sera que se termine en

algn momento la primaca o endiosamiento del dinero o el capital y sea

reemplazado por algn bien digno de alabanza como el amor, la empata,

el comunitarismo, etc. Como espero mostrar a continuacin el ciberes-

pacio puede ser un aliado en esta bsqueda utpica en sentido positivo.

La relacin entre don y ciberespacio pensados

desde una metfora biolgica


Mi visin del ciberespacio es que este constituye un nuevo medio de

optimizacin del alcance de las ideas y trabajo humano, ya que la tecno-

loga es una herramienta para explotar nuestras capacidades y seguir

avanzando en el camino de la evolucin social. Internet, su principal

exponente, es una de las ms valiosas llaves que nos permite compren-

der la importancia de la conexin total, de todos con todos. Al mismo

tiempo, nos permite ser conscientes de la incidencia y a la vez la insigni-

81
ficancia de cada nodo y/o usuario dentro de la inmensa red de redes.

Internet es un modelo a escala de lo que es la humanidad y a su vez de lo

que es la vida misma: una infinita mamushka de sistemas, donde cada

unidad puede ser entendida y analizada como un sistema que a su vez es

unidad de otro sistema superior, que a su vez conforma otro suprasiste-

ma o macrosistema, y as sucesivamente.

En nuestra tecnologa no hacemos ms que reproducir el mismo sis-

tema multicelular que nos compone a otros niveles o escalas. Del mismo

modo que en internet se intercambian datos o bytes, nuestras clulas

intercambian nutrientes, energa, sustancias esenciales para la vida y el

crecimiento, para sobrevivir y desarrollarse. Si cada ser humano est

compuesto de 50 trillones de clulas trabajando cooperativamente en

pos de la supervivencia de una forma superior o ms compleja, quizs

los seres humanos podramos imitar este comportamiento a una escala

superior y desarrollar un sistema de organizacin que no slo nos permi-

tiera sobrevivir sino que tenga como objetivo primero la supervivencia y

bienestar del todo la humanidad y todas las especies del planeta. La

economa de las clulas tiene como unidad de intercambio la energa en

vez del dinero, sera una economa energtica en vez de monetaria. Sin

embargo, en todo sistema, en ocasiones pueden ocurrir fallas, errores,

distorsiones o enfermedades (si pensramos en fallas en el funciona-

miento de nuestro cuerpo, por ejemplo). Yo considero una enfermedad

82
social al hecho de otorgar poder o importancia desmedidos al dinero y a

otros bienes materiales no imprescindibles para la vida por sobre otros

que s lo son. Si bien estos capitales tienen el poder de intercambio para

conseguir bienes y servicios que s son indispensables para nuestra sub-

sistencia y calidad de vida, considero que en ocasiones, se desvirta esta

idea al punto de que pareciera que su valor fuera intrnseco y absoluto,

como si por s solo el dinero (u otros bienes de cambio) fueran valiosos

por s mismos.

La leyenda del rey Midas deja muy en claro que el oro no es sustituto

directo de nada de lo que necesitamos como seres humanos: alimentos,

abrigo, sentido de pertenencia, seguridad, reconocimiento, afecto.

Cmo podramos calificar a este tipo de distorsiones cuando suceden a

nivel celular? Lo llamaramos enfermedad, anomala, mal funcionamien-

to del organismo, y en una computadora sera una falla o error en el sis-

tema. Pensemos por ejemplo lo que sucedera si nuestro cuerpo slo se

centrara en el funcionamiento de un solo rgano o parte del cuerpo, en

detrimento del resto, es una situacin que no puede mantenerse a largo

plazo sin que se resientan los otros rganos y finalmente el cuerpo ente-

ro colapsara, ya que el cuerpo es uno, debe ocuparse de mantener un

equilibrio y un cierto nivel de bienestar de todas sus partes. Si una com-

putadora ocupara toda su capacidad de procesamiento en un solo pro-

grama y dejara incluso de procesar funciones bsicas como el

83
refrigeramiento de sus procesadores, pondra en riesgo la operatividad

de todo el sistema. Una enfermedad, una falla, un error, eso es lo que

tenemos a nivel social cuando priorizamos de manera desequilibrada

un bien sobre otros, un aspecto por sobre otros, un grupo en detri-

mento de los dems. Tarde o temprano nuestra sociedad --entendida a

nivel global colapsar si no se equilibra, sino se reorganiza, si no se

reestructuran prioridades y se da la atencin debida a cada componen-

te o parte del todo.

Una condicin indispensable de la economa del don es que los rega-

los o dones no sean un mero intercambio, no se trata de un trueque,

donde uno da algo a cambio de otra cosa de valor similar (teniendo en

cuenta la subjetividad de este valor, ya que cada uno le puede otorgar un

valor muy diferente a la misma cosa, y a su vez uno mismo puede darle

diferente valor en diferente momento o circunstancia a esa misma cosa).

Se trata aqu de entregar algo a alguien sin esperar a cambio contrapres-

tacin alguna inmediata ni a tiempo establecido. Simplemente saber que

algn don o regalo me ser otorgado en algn momento por alguna per-

sona. Es el espritu del don que seguir circulando e indefectiblemente

retornara a la persona aunque esta no sepa de antemano por parte de

quien ser, ni como, ni cundo.

En una economa del don verdadera el intercambio de regalos o do-

nes debe darse entre ms de dos individuos. Un cuento de los habitantes

84
de Cachemira dice que dos mujeres brahmn intentaron cumplir sus

obligaciones de caridad dndose los regalos entre ellas. Cuando murie-

ron, se transformaron en dos fuentes envenenadas de las que nadie pu-

do beber, reflejando la inutilidad de este simulacro de regalo.

De esta forma, cuando ms individuos intervengan en estos inter-

cambios, ms se intensifica la presencia del espritu del don en la comu-

nidad. Si pensamos en el ciberespacio, el nmero de individuos con los

que interaccionamos aumenta de manera impensada hasta antes de la

existencia de Internet. Esto nos permite no solo incrementar de manera

masiva el nmero receptores y dadores sino que se introduce la opcin

del anonimato absoluto, y con eso se llega a un nuevo y ms elevado ni-

vel de altruismo a su vez.

Existe una necesidad imperiosa e irrefrenable en el ser humano a

compartir, y no es por su condicin de ser racional sino por su condi-

cin de ser social. Necesitamos compartir, porque as es como sobrevi-

vimos y evolucionamos, porque la colaboracin y apoyo mutuo son

parte de nuestra naturaleza animal, y se manifiesta de esta manera en la

mayor parte de los habitantes de este planeta. En palabras del investiga-

dor ruso que estudi el carcter perenne del apoyo mutuo:

en innumerables sociedades animales, la lucha por la exis-

tencia entre los individuos de estas sociedades desaparece com-

85
pletamente, y cmo, en lugar de la lucha, aparece la cooperacin

que conduce al desarrollo de las facultades intelectuales y de las

cualidades morales, y que asegura a tal especie las mejores opor-

tunidades de vivir y prosperar. () no se muestran de ninguna

manera "ms aptos" aqullos que son fsicamente ms fuertes o

ms astutos, o ms hbiles, sino aqullos que mejor saben unirse

y apoyarse los unos a los otros - tanto los fuertes como los dbi-

les- para el bienestar de toda su comunidad

(Kropotkin, 1970:27-28)

Nuestros rganos, nuestros msculos, todo nuestro ser requiere del

trabajo conjunto y coordinado de las millones de clulas que lo confor-

man. Cuando determinadas clulas comienzan a funcionar aisladamente

o en contra de otras clulas dentro del mismo organismo le llamamos a

ello enfermedad. De la misma forma, podramos decir que cuando las

personas actan de forma tal que su accionar pueda ser considerado un

ataque o en perjuicio de otras personas de su misma comunidad, se est

produciendo o dejando en evidencia una conducta inapropiada, un

sntoma de enfermedad social. As pues, una sociedad sana no debera

presentar este tipo de acciones o comportamiento entre sus habitantes.

De la misma forma que la enfermedad en el cuerpo es indeseada, las

conductas antisociales son repudiadas social, legal y jurdicamente de-

ntro de nuestras comunidades. De modo tal que lo deseable y buscado

86
es que las partes de un sistema se comporten colaborativamente unas

con otras, de modo tal que son las conductas de apoyo mutuo las que

deben ser incentivadas y motivadas para garantizar el crecimiento, desa-

rrollo y buen funcionamiento del sistema como un todo, ya se aun cuer-

po, una comunidad, una nacin o la comunidad mundial.

En el siglo XXI el ciberespacio sigue cobrando cada vez mayor pro-

tagonismo dentro de nuestra vida cotidiana. El desarrollo tecnolgico

contina su avance inminente hacia cada rincn del planeta y espera-

mos que en pocos aos sea una realidad para toda la humanidad, (por

supuesto que antes deberemos sanar de todas las enfermedades socia-

les y polticas que nos aquejan y se manifiestan en sntomas tales como

la inequidad distributiva, desigual social, guerras, discriminacin,

etc.). Esta nueva dimensin de nuestras vidas, es en cierto modo solo

una extensin del ya existente, o un nuevo espacio o lugar donde ma-

nifestarnos y expresarnos. Se podra considerar que Internet funciona

como un amplificador o potenciador de todo lo ya existente previo a

su invencin. Es una herramienta que nos permite llegar ms lejos en

nuestras comunicaciones, en nuestra transmisin de una idea, nos

permite llegar a ms gente, mas rpido, ms fcil. Lo cambia todo ex-

ponencialmente, para bien a veces, para mal otras tantas, puede multi-

plicar lo bueno o lo malo, lo productivo o lo destructivo. Puede hacer

llegar un conocimiento a ms personas, o puede facilitar que se trans-

87
mita y repita un error innumerable cantidad de veces antes de ser ad-

vertido (o incluso no siendo advertido nunca). Como toda herramienta

poderosa, puede ser peligrosa si se utiliza mal, ya sea por desidia, error

involuntario, ya sea deliberadamente.

Conclusin
Se sabe que nuestra capacidad de previsin es limitada y tanto ms

cuanto ms variables incorporamos en una situacin. Los problemas

para predecir que suceder o cuales son todas las posibles alternativas

ante una situacin, hecho o realidad concreta son evidentes para todos.

Si a esta dificultad, la miramos a travs del cristal del ciberespacio, esta

incapacidad crece exponencialmente junto con el crecimiento de las

variables tales como nmero de individuos (o usuarios) de la comuni-

dad, o la disminucin de otras tales como el tiempo de procesamiento y

difusin de la informacin o datos. Quizs podemos hacer un salto evo-

lutivo hacia la adoracin de valores e ideales comunes que nos garanti-

cen no solo una convivencia armoniosa sino tambin un desarrollo de

nuestras capacidades a la par de un desarrollo y crecimiento de los de-

ms organismos de este planeta.

El ciberespacio es una herramienta que nos permite plasmar, proyec-

tar y visualizar una dimensin ms all de la que considerbamos hasta

ahora. Nos permite vernos como un todo, nos abre la ventana a un uni-

88
verso de posibilidades ms amplio, y a su vez nos devuelve el poder per-

sonal de nuestra propia voz, de nuestro accionar, al hacer ms tangible y

manifiesto el resultado o impacto de nuestras palabras, ideas y acciones

no solo en nuestro entorno ms cercano, sino ms all de las fronteras

de las distancias geogrficas, ms all de las fronteras polticas y, muchas

veces, ms all de nuestra propia imaginacin.

Que seamos conscientes de nuestro poder como parte de este siste-

ma tan complejo llamado humanidad nos permite obrar en consecuen-

cia con esa responsabilidad y hacer aportes en pos de un mundo mejor

para todos. Cunto tiempo nos llevara ser conscientes? No podemos

pronosticarlo con certeza, pero el optimismo me lleva a pensar que su-

ceder y que el ciberespacio es la catapulta o acelerador que nos acerca a

ese inminente momento.

89
Bibliografa
ANDERSON , Chris (2009). Gratis: el precio de un futuro radical,
Barcelona, Editorial Urano.
BELARTE, Sabrina (2013). La economa del don: una utopa latente,
Saarbrcken, Alemania. Editorial Acadmica Espaola.
GODELIER , Maurice (1976). Antropologa y economa. Barcelona,
Anagrama.
KROPOTKIN , Piotr (1970). El apoyo mutuo: Un factor de la evolucin,
Trad. L. Orsetti. Con Prologo de Ashley Montagu, Buenos Aires,
Edit. Proyeccin.
MAUSS , Marcel (2009). Ensayo sobre el don: Forma y funcin del
intercambio en las sociedades arcaicas. Buenos Aires, Katz Editores,
traducido por Julia Bucci.
PRESTA , Susana (2007) La categora de don en el marco de la economa
social y solidaria en: Cuadernos de Antropologa Social N 26, UBA,
pp.165182.

90
V.

Ciberespacio: (re) accin ante


fronteras territoriales:
el feminismo como campo de accin
activo en el ciberespacio
Melisa Caas

PARTIR de dos espacios de activismo, por un lado como ciberactivista y

por otro lado como feminista, aunque ms que eso, como agente activa

de la cultura con perspectiva de gnero. As llegu al seminario de tica

y poltica en el contexto del ciberespacio que motiv la escritura de estas

ideas en este ensayo. El siguiente abarcar de manera amplia nociones de

91
trabajo tipo plataformas de estudio de perspectivas de gnero que fun-

cionan en el ciberespacio y cmo estas podran impulsar objetivos con-

cretos de acciones territoriales/locales que puedan ser de incidencia en

cuanto a las polticas de acceso, trabajando as en la brecha de gnero: en

concreto, en Latinoamrica 1 de cada 7 mujeres accede a aprender com-

putacin. Y como este activismo reconstruye de alguna manera el norte

del feminismo, ms all de las vertientes de ciberfeminismo, feminismo

digital, tener conciencia de los canales de comunicacin como espacio

masivos de accin e incidencia en las prcticas, sobretodo de jvenes y

adolescentes, teniendo en cuenta los contextos y territorios.

Por lo cual, cuento con algunas definiciones claras que tomar: Ciberes-

pacio (definicin 5 elaborada durante el seminario): Imaginario social que

unifica, bajo una metfora espacial, diversas redes informticas interconecta-

das. (Misseri, 2014) De la cual voy a extraer dos ideas centrales para la

lectura de este ensayo: la idea de redes informticas interconectadas y la

idea de imaginario social.

Otra definicin interesante para este trabajo, elaborada durante el

seminario es: Red de redes de comunicacin que integra a las otras a partir de

tecnologas informticas. Est compuesta por tres dimensiones una fsica, una

simblica y una hermenutica. (Misseri, 2014)

92
La idea de redes integradas implica que, adems de la articulacin en

las dimensiones fsicas y tcnicas implica que hay una responsabilidad

de integracin: acceso a las voces, generando la disponibilidad de las

herramientas, generar conciencia de uso y habilitar el espacio de debate

de contenidos y modos operandi de dicha red, es decir, responsabilidad

poltica, tica y pragmtica. Pensando en la organizacin de la circula-

cin del conocimiento, la informacin, dinero, comunicaciones que se

transfieren a diario a travs del ciberespacio.

Actualmente, los estados no han llegado a un consenso de legisla-

cin tradicional y global sobre la herramienta principal: internet. Cada

pas aplica desde su constitucin a la praxis lo que pude y como puede,

y al menos en Latinoamrica, con parmetros poco actualizados, en su

gran mayora.

Reduciendo el enfoque, Internet, la red de redes a la que accedemos

la mayora de los que accedemos, se pone de protagonista ya que es

adems plataforma en la cual se desarrollan las tecnologas 2.0, de las

cuales ya se ha comentado bastante, y de la cual se est migrando hacia

el futuro 3.0. Sin embargo, las llamadas 2.0 han dejado marcado un mo-

mento en la historia de las comunicaciones: la evolucin de los usos: del

correo electrnico a blogs, wikis, participacin en foros, en Twitter o en

pginas web gratuitas, deja abierto canales de expresin que en algunos

sentidos despierta la participacin, la efervescencia de ser parte de la

93
comunicacin masiva, la narrativa conjunta. Intercambio, trfico y dis-

tribucin en mbitos masivos, no-lugares (Auge, 1992) a los cuales se

puede acceder desde el calor del hogar.

Surge as y vuelve a hacerse foco en un fenmeno: una nueva cultura

de la protesta en palabras de Markus Beckedahl, bloguero y fundador de

Netzpolitik.org adems de las posibilidades de intercambio, exposicin


y mbitos de vida ficticios que la persona puede crear, los perfiles.

Sobre este panorama desarrolla en su texto: Revoluciones en facebook?

Zelik expresa sobre el uso ingenuo de la red, placebo de las masas, los

nuevas prcticas conductistas actuales:

A pesar de las posibilidades participativas de la Web 2.0, gra-

cias a las cuales en principio cualquiera puede crear su propio

blog y su propio dominio, el espacio electrnico es todo lo con-

trario de una estructura derelicta. Los consorcios mediales y las

grandes empresas tambin tienen en la red ms chances de

hacerse or que las iniciativas ciudadanas o las personas particu-

lares. Y asimismo estn a la orden del da, en la red, los filtros de

contenidos, desde hace mucho y no slo en los Estados goberna-

dos autoritariamente.

(Zelik, 2012)

94
Fenmenos tcnicos que se caracterizan por pensar su incidencia so-

cial una vez que estn en funcionamiento lo cual es rico, requiere de

estar en contacto con el proceso de forma constante. Qu sucede en las

demoras en el espacio entre la facilidad tcnica y la necesidad concreta

de la regulacin del flujo?

Attribution Eric Allie, www.caglecartoons.com

95
Feminismo, ciberfeminismo, cumbia queer1?
En el imaginario social, el feminismo es ms bien un momento hist-

rico, y la definicin en esencia se ignora. Hay por feminismo una idea de

un tiempo viejo, de un tiempo atrs, en donde fuera una ideologa pol-

tica disputndose espacios all por donde la democracia estaba restable-

cindose en muchos pases de Latinoamrica. A medida que estos

procesos se fueron dando, algunos temas quedaron sin tocar, por ejem-

plo, el papel de la mujer en la construccin de los pases, y las polticas.

En los ltimos 30 aos la democracia latinoamericano es un terreno

complejo, polifactico, con aos de excesivo neo-liberalismo. Es decir,

no es algo que lleg para quedarse en nuestro contexto territorial, sino

una re-conquista una y otra vez, y contina siendo. Sobre todo desde el

punto de vista de objetivos mal llamados minoras es decir, y por el cual

el capitalismo pasa por encima bestialmente y a diario.

Dentro de esta vorgine de ideas, el feminismo consider instalarse

como un partido en la agenda poltica de los pases, de la mano siempre

de los partidos ms progresistas, los cuales hasta hace poco no haban

tenido visibilidad ms que en el mal sentido. Pero la realidad es que ha

perdido incidencia territorial y protagonismo en las discusiones actua-

1 http://kumbiaqueers.com.ar

96
les. Son muy pocos los pases en los cuales el feminismo es voz e integra

los parlamentos polticos ocupando lugares concretos de accin.

En concreto, la mujer ha significado aquello postergado de todas las

agendas polticas del progreso y las estadsticas, los hechos y la sociedad

actual demuestran que no se ha tomado postura referente y clara para el

acceso a tecnologas de comunicacin, educacin, ciencias, economa,

postergando junto al feminismo a cantidad de jvenes, madres, abuelas de

sus derechos y de la educacin que permite el acceso a toma de decisiones

y manejo de poder real en la sociedad. Hay estadsticas que plantean los

ms altos ndices de discriminacin, exclusin, pobreza y marginacin

sobretodo en mujeres, nios y nias en toda Latinoamrica y el Caribe. La

necesidad de empoderar voces femeninas en los pases que estn surgien-

do, tanto en Latinoamrica, en el continente africano, India, Oriente me-

dio es urgente, y hacerlos partes del desarrollo de las sociedades es un paso

fundamental que an demora en darse.

Pero no es solo eso, el capitalismo avanza en las mentes de los jvenes

que desde muy temprano en sus edades trabajan para comprar, entre otras

cosas, aparatos tecnolgicos, celulares, tablets, desde las cuales interact-

an desde plataformas en la gran red de redes sin conocer aspectos nece-

sarios de seguridad, derechos y otras especificidades del medio, que de

forma grfica se podran impartir como contenidos bsicos en las escuelas.

El desarrollo de la educacin no est contemplando las necesidades de la

97
sociedad actual, generando en este aspecto un vaco que no colabora en

estos dos puntos remarcados, la brecha y la violencia que se genera en las

relaciones virtuales.

La mirada de la mujer siempre aportar a la construccin de la socie-

dad un punto de vista diferente en cuanto a modos de relaciones:

Un ejemplo impresionante del potencial poltico de las inicia-

tivas locales, ms all de la red y la globalizacin, lo proporciona

nada menos que frica, [desde donde las miradas siempre alimen-

tan ] en parte el desastre africano a la inexistencia de una conexin

a la red de la economa global. Desde la perspectiva del ao 1998,

frica le parece condenada eternamente al atraso y a ser una

vctima irredimible del despotismo, la violencia y las epidemias. Es-

to, sin embargo, es una exageracin. frica registra una serie de ca-

sos exitosos que arrojan algo de luz sobre el sombro panorama.

Hay all hoy ms Estados con buenos Gobiernos y ms coopera-

cin ciudadana que en ninguna poca anterior. Es cierto que di-

chos Gobiernos dependen en su mayora de la ayuda

internacional; pero estn progresando. Tmese el caso de Liberia,

un pas sacudido por la guerra civil, al que dos mujeres han guiado

afuera del caos: la fundadora del movimiento feminista liberiano y

receptora del Premio Nobel de la Paz, Leymah Gbowee; y la tam-

bin galardonada presidenta del Gobierno, Ellen Johnson Sirleaf.

(Shulze, 2011)

98
Schulze plantea el alcance de la revolucin en un plano que va ms

all de la globalizacin, a lo local, y al cambio definitivo desde el terri-

torio, plano que nos deja pensando siendo que la hegemona impone

un modelo digitalizado y en conexin global a travs de las redes socia-

les, y lo que queda invisible es que la red es humana est tendida, es

cosa de escucharla y dejar que la red ciberespacial refleje esa realidad.

Ms all del ciberespacio, an regresamos a la vida en el mundo al fi-

nal del da y es all en donde los avances son tericos y no estn del

todo desarrollados. Todava quedan muchos recovecos en dnde ni el

estado llega, ni las redes sociales, ni el progreso. La Revolucin es

despus, menciona Schulze en su texto, y agregare: qu sucede despus

de derrotar al enemigo?.

Yoani Snchez, bloguera, mujer, cubana galardonada como periodis-

ta digital con el Premio Jos Ortega y Gasset, Cuba es una revolucin que

qued en el tiempo, y los mecanismos revolucionarios hoy oprimen ciertos rasgos

del desarrollo de la sociedad en la actualidad. Yoani y su trabajo diario es

una buena respuesta a la pregunta.

Red: comunidades ideales de comunicacin


A 20 aos de la Conferencia Mundial de la Mujer, a celebrarse en

Beijing 2015, an estn pendientes los objetivos de efectivizar la partici-

pacin de la mujer en la toma de decisiones que conducen el panorama

99
de construccin social: tecnologa, economa, medio ambiente, poltica

y cultura. Tal como dice Anglica Schenerock, en un texto sobre Polti-

cas Pblicas de Gnero en el mundo de las TIC S , para la revista Pillku

donde menciona: Pese a la crtica, es importante reconocer que muchas femi-

nistas y especialistas en gnero han batallado arduamente por el reconocimien-

to de los derechos de las mujeres y por su inclusin en la sociedad patriarcal

(Schenerock, 2014). Y lo cierto es que hay un gran antecedente de labor

y notable cambios de paradigmas sociales. Aunque todava hoy es mu-

cho ms el aporte terico, que los verdaderos cambios en las condicio-

nes. En la actualidad la mujer sigue caminando buscando el desarrollo

de sus espacio de accin, pero al feminismo lo miramos desde un punto

de vista ms distante, al menos, mi generacin y las que me siguen, las

pensadoras actuales, las activistas hackers, blogueras jovencitas, las ge-

neraciones que dominarn la tecnologa.

Lila Pagola, investigadora argentina, planteaba en el marco de su in-

tervencin en Encuentro FeMinas, rol de la mujer en el desarrollo cultu-

ral (Crdoba 2014), y para la revista Pilku, Desmitificando las TICS

(Pagola, 2014) algunas cuestiones importantes con referencia a la distan-

cia entre mujeres y tecnologas de la informacin y la comunicacin.

Una de ellas el tiempo histrico y la diferencia de poca entre los aos

de mximo compromiso feminista y la era del desarrollo de las TICS

como herramientas de fcil acceso. Pero muchas otras son sociales, cos-

100
tumbres y hasta malos entendidos, modelos publicitarios que van confor-

mando el mercado y sus tendencias, incluyendo algunos, dejando fuera

otros. La pregunta por cunta seguridad, cunto acceso y cunto flujo

de informacin online es administrada y cargada de contenido femenino

y libre, es accesible en la red es un tema delicado an hoy.

En un apartado mucho ms formal y enmarcado al accionar de los

Estados, Anglica Schenerock, contina en su texto: si el sistema pa-

triarcal, por medio de sus representantes, realmente estuviera dispuesto a cam-

biar en sus cimientos, hubiera creado las condiciones para el cumplimiento de

todos los tratados y polticas que ha elaborado.. Con respecto a las TIC , en

la Plataforma de Accin de la IV Conferencia Mundial sobre las Mujeres

(PAB) en su seccin J, prrafo 237 se estableci que es necesario que las

mujeres intervengan en la adopcin de las decisiones que afectan al desarrollo

de las nuevas tecnologas, a fin de participar plenamente en su expansin y en

el control de su influencia. (Schenerock, 2014)

Siendo que, en la lectura de los textos mencionados, los datos de las eva-

luaciones mencionados apuntan a que de todos los tems de los tratados

internacionales, la brecha digital no se ha tenido en cuenta absolutamente a

la hora de aplicar programas, financiamiento las TIC no solamente fueron

ignoradas, sino que incrementadas. (Schenerock, 2014).

101
Si algo hemos escuchado de trabajar en la brecha, es solo un discurso

vaco de los polticos. No hablamos solo de participacin en publicacin

de contenidos, sino en cmo se elaboran los contenidos, cmo se pro-

grama, cmo interacta en las comunidades femeninas, etc.

La distincin del consumo, tanto como los ciber socialistas lo hicieron

es importante ya que, en favor del capitalismo y consumo desmedido, en

que la tecnologa se ve implicada en sus mecanismo de accin e implica-

cin en la sociedades, la red por lo tanto tambin compromete su conte-

nido en porcentajes altsimos al consumo en general, ms all todo

lmite tico.

Por lo tanto, lo que interesa remarcar es bajo que parmetros, la pro-

puesta feminista que retoma luchas especficas y participa de la poltica,

partiendo de mbitos complejos y nuevos como son las plataformas digi-

tales de intercambio, y cmo esto incide en el territorio con acciones

claras, es decir, pensadas para la sociedad en sus parmetros actuales.

Un ejemplo reciente e ilustrativo es la campaa digital que foment

el Movimiento #NiUnaMenos Argentina. Algo que se forj como cam-

paa, hoy es un colectivo de personas que estn trabajando en inciden-

cia poltica concreta en pos de bajar los ndices de violencia fsica y

muerte de mujeres. En este complejo tema, las redes actuaron como un

termmetro, las marchas movilizaron miles y miles de personas en varias

ciudades, cmo y quin trabaja en el campo de accin luego de esto?

102
Lo disponible, ya sea en la televisin en caso de Argentina, como en

internet, en variados mbitos es de alto contenido machista, sin casi filtros

y sin prcticamente debate sobre el mismo. Los avances han sido veloces y

muy contundentes, conocer y poner conciencia es la base del aporte, ya

que no es un terreno poco explorado. Para el caso #NiUnaMenos esto fue

una situacin sin filtros, en dnde las contradicciones quedaron expues-

tas a toda la sociedad.

En su reciente texto, Mariana Fossatti, activista uruguaya expone:

Probablemente sea ms necesario y efectivo reforzar la capa-


citacin en gnero a funcionarias y funcionarios de la polica y la
justicia, para que no dejen desamparadas a las vctimas cuando el
acoso ocurre en lnea. La tpica respuesta del comisario frente a
la violencia online seora, con esto no podemos hacer nada las

ms de las veces parece una excusa (excusa derivada del mismo


sexismo que desatiende la violencia domstica o la violacin). En
ciertos casos, las autoridades estn vidas de estas excusas para
acelerar cambios en las leyes que faciliten la tarea policial sin ne-
cesidad de lidiar con los bastante molestos derechos humanos.
Pero seor comisario, lo sentimos mucho, la vida es complicada,
y su trabajo tambin lo es. () Por ltimo, y no menos importan-
te, hay que superar los enfoques exclusivamente punitivos, Y

HACER MAYOR NFASIS EN LA EDUCACIN, LA REHABILITACIN Y

LA REPARACIN.

(Fossatti, 2015)

103
Hace poco tiempo el diario El Pas, de Espaa no solo aclama una ne-

cesidad de participacin en una nota, sino que adems aporta con un

catlogo de proyecto en proceso, llevado a cabo por jvenes, activistas,

en donde remarca la postura de proyectos de new feminismo.

Algunos sitios con particular inters que surgen a partir de esta in-

vestigacin que no estn en dicho catlogo pero tienen formatos tradi-

cionales, como www.diariofemenino.com.ar o plataformas ms

complejas, con mecanismo ms participativos, por ejemplo,

www.dominemoslatecnologa.net Dominemos la tecnologa es una pla-

taforma y casi es institucin de abordar TIC'S y perspectiva de gnero, con

lenguajes actuales. Tiene de particular la realizacin de campaas de redes

sociales, con amplia variacin generacional en la perspectiva de temticas,

de tipo www.globalfundforwomen.org/be-the-spark, otro ejemplo de

campaas globales de juntas de firmas, exposicin de casos particulares.

El trabajo necesita extenderse adems a la concientizacin, educa-

cin y reparacin de los imaginarios de cuerpo y vnculo, sobre todo en

los jvenes. Otorgar herramientas y re significar los conceptos de mujer,

rol, feminismo y participacin, de una forma integral.

Marisa Belausteguigoitia propone en El cuerpo y la voz, Hacer teora

en espacio virtuales: internet y saln de clases libro basado en un encuen-

tro feminista en Mxico del ao 2000, una relacin interesante que su-

cede naturalmente en el mbito del ciberespacio en el cruce entre relatos

104
acadmicos y activistas en constante movimiento y actualizacin de s,

en un intercambio fluido de conocimiento. La formacin de redes se

hace una puerta directa a la circulacin y con esto se promueve adems

la sistematizacin de informacin, creacin de metodologas, ampliando

los campos interdisciplinarios de trabajo. As, solo pensando en la cons-

truccin de la agenda post 2015, siendo este el ao de los 20 aos de 4ta

Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing 1995, el trabajo de la redes

es fundamental para revisar la memoria de lo que s hemos hecho, del

trabajo pendiente, actualizar datos concretos para intercambios concre-

tos que an son necesarios para el desarrollo de la participacin de la

mujer en los medios masivos de intercambio de informacin.

Marisa dice en su texto: no solamente como comunicadoras, educado-

ras, agentes de cambio social, sino como mediadoras-traductoras-traficantes

Malinches de conceptos y prcticas a partir de nuestras propias posiciones

acerca de cmo se debe dar el cambio social y qu significado tiene. (Belauste-

guigoitia, 2002:574)

De esta particular forma de entrelazar con mirada interdisciplinaria

surgen proyectos como Wombastic arte, activismo, comunicacin. Plata-

formas y espacios de construccin que pretenden abarcar los derechos

humanos desde el efecto regional, y generando las redes en lo tangible.

Estamos hablando de sntomas sociales claros, que conducen el futuro

de los nios, las acciones de emancipacin ya estn demoradas hoy.

105
Con ese horizonte seguirn las mujeres dando pasos cortos pero con-

tundentes. Es interesante seguir pensando siempre en el despus. Des-

pus de instalar plataformas, contenido, comunicar, qu sigue? En qu

sentido educar? Siempre contina el desafo de reflexin ya que el cam-

bio necesario es un cambio cultural, poder actualizar nuestras propias

narrativas como ciudadanos.

106
Bibliografa:
BELAUSTEGUIGOITIA , Marisa: Compilacin de Gutirrez
Castaneda, Griselda (2002). Feminismo en Mxico - Revisionismo
histrico-crtico del siglo que termina- , Programa Universitario de
Estudios de Gnero, UNAM Mxico.
FOSSATTI , Mariana, El feminismo en lucha simultnea contra el ciberacoso
y el autoritarismo en Internet: Acoso en lnea y Polticas Pblicas, Revista
Pillku, N18, Sept. 2015.
MISSERI, Lucas E. (2014), Seminario de tica y poltica en el ciberespacio,
UNC.
PAGOLA Lila, Desmitificando las TICS Gnero, Revista Pillku N3, Ao
I, Diciembre 2011.
SCHENEROCK Anglica, Radicalizando la prctica Ciberfeminismo,
poltica y tecnologa, Polticas Libres, Revista Pillku N15, ao IV.
Noviembre 2014.
SCHULZE Gerhard, El manifestante, Traduccin del alemn: Fabio
Morales, Goethe-Institute. V., Humboldt Redaktion, versin digital.
Alemania. Junio 2011. http://www.goethe.de
ZELIK Raul, Revoluciones en facebook? Traduccin del alemn: Ricardo
Bada, Goethe-Institute. V., Humboldt Redaktion, versin digital.
Alemania- Junio 2012. http://www.goethe.de

Consulta:
AUGE Marc, Non-lieux. Introduction une anthropologie de la surmodenit.
Edition de Seuil, 1992 - Los No-lugares, ed. castellano: Editorial
Gedisa, S.A. Barcelo, 2000.

107
DE MIGUEL , Ana y Montserrat Boix, s.f., Los gneros de la red: los
ciberfeminismos, en Mujeres en Red, Consultada el 20 de noviembre
de 2014
Dominemos la tecnologa

Global Found for Woman


Organizacin de las Naciones Unidas, Cuarta Conferencia Mundial sobre
la Mujer, Declaracin y Plataforma de Accin de Beijing. Beijing,
1995. Consultada el 20 de noviembre de 2014.
SANCHEZ Yoani, Cuba 2014: http://www.14ymedio.com

108
VI.

El tiempo,
el ciberespacio
y el hacker
Carolina Goth

Ciberespacio
E N el transcurso del seminario tica y poltica en el contexto del cibe-

respacio, abordamos el trmino leyendo diferentes autores y poniendo

en comn la diversidad de saberes disciplinarios de los participantes. Lo

rodeamos como la cosa innominada que se ancla en lo conocido pero se

109
escapa de all, manifiesta siempre ese algo de novedoso, de otredad que

exige ser delimitado. Intentando definirlo, tropezamos constantemente

con conceptos preexistentes, que necesitan ser revisados en el nuevo

contexto. As: la responsabilidad de individuos, instituciones y Estados,

normas de convivencia, derechos humanos, libertad, privacidad.

Sin embargo, la principal dificultad que encontramos al intentar

definir ciberespacio estriba en la incapacidad de escapar de la metfora

que el mismo nombre encierra, o encontrar una figura que nos saque

de la tautologa. An recurriendo a la idea de realidad -en la que se

centra, por ejemplo, la definicin de Wikipedia- o buscando formas de

definicin relacionales (con constructos como red o interconexin), la

metfora espacial se presenta cada vez que se expresa que algo existe u

ocurre en el ciberespacio.

De lo que tenemos certeza es que, ms all de nuestros esfuerzos por

encontrar su entidad y la mejor manera de nombrarla, el ciberespacio

existe como categora de discurso y como efectos de real. En la vida co-

tidiana, en los medios, se habla de ese lugar otro que flota invisible y a

la vez afecta las vidas humanas de maneras bien concretas. Ya que ese

lugar al que refiere, adems y en general, no est exento de conflicto.

Al hacer estallar -un poco ms- la idea de realidad sobre la que se ha

construido histricamente la convivencia humana en forma de los que

llamamos Sociedad y sus leyes, el ciberespacio se instal como un terri-

110
torio inexplorado, con pasto para toda clase de esperanzas libertarias, y

no pocos miedos. Al menos as lo describen sus narrativas fundaciona-

les: como un espacio desregulado, de comunicacin transversal y cola-

boracin desinteresada entre mentes curiosas.

Sin embargo, este estado de gracia original no parece haber durado

mucho. En la bibliografa abordada, como en otros discursos, ciberespa-

cio se describe como un territorio de conquista, en constante disputa,

en el que se oponen posiciones polticas tambin reconocibles: liberales

y conservadores, reguladores y anrquicos. En estas disputas, y por sus

efectos, podemos vislumbrar la importancia de encontrar un lazo entre

espacios o realidades fsicas y virtuales, superando esa dicotoma en

busca de delimitar el ciberespacio de una manera que habilite el debate

social sobre lo que en l acontece y cmo nos relacionamos en sus fron-

teras; y que, a la vez, no lo reduzca, por falta de imaginacin o esfuerzo

en el salto significante, a categoras antiguas que no logren expresar su

singularidad, lo que de novedoso comporta.

En esta oportunidad, y mientras intentamos descubrir lo que cibe-

respacio es, proponemos prestar atencin a cmo se estructura parte del

discurso que lo invoca, con algunos elementos de anlisis narrativo. As,

nos centraremos en Himanen en La tica hacker y el espritu en la era de la

informacin (2004), para descubrir la constitucin cronotpica, en trmi-

nos bajtinianos, del ciberespacio en su descripcin de la sociedad red y

111
de una tica centrada en la figura heroica del hacker -relacionndola con

el caso Aaron Swartz, narrado en el documental The Internet's Own Boy

(2014)- como portadora de los valores de -y este es un interrogante signi-

ficativo- cul comunidad.

El espacio imposible
En alguna de las aproximaciones al ciberespacio que barajamos en el

transcurso del seminario, afirmamos que el trmino connota una convi-

vencia de seres humanos mediada por la tecnologa. A la vez, concluimos

que esta convivencia es, al menos, de tipo especial. Ya que, por un lado, no

se da en un espacio fsico determinado y, por otro, esos seres humanos

interactuando remotamente, pueden llamarse tales? Se es persona en un

intercambio online como en un intercambio en la calle, sin ese lmite fsi-

co del cuerpo, que contiene el caos del yo y le da sustento?

Ante estos interrogantes, podamos reformular la definicin acla-

rando que dicha convivencia se da fuera de los lmites del espacio fsico

(virtualidad) y an as como comunicacin -en tiempo real, constante y

masivo- entre intelectos y productos intelectuales. Haciendo, con decir

intelectos, metonimia de las personas, de sus cuerpos y contextos terri-

toriales particulares, sobre los que los intercambios en el ciberespacio

repercuten en mayor o menor medida.

112
Una definicin as podra servirnos en trminos instrumentales, pe-

ro permanece dependiente de la falsa dicotoma realidad real-realidad

virtual. Se nos escapa un puente que zanje esa distancia, un sentido que

otorgue al ciberespacio la autonoma necesaria para que funcione sin

una referencia constante a lo otro ms real. Eso que, de manera es-

quemtica, subvertira o a lo cual se subordinara, segn las posturas

liberales y conservadoras, respectivamente.

Indagando tambin en la especificidad de su objeto, en su teora de la

novela y para comprender la relacin entre realidad histrica y ficcin,

Mijail Bajtin (1989) dio con el concepto de cronotopo. Cuando este te-

rico literario ruso defina: Vamos a llamar cronotopo (lo que en traduc-

cin literal significa tiempo-espacio) a la conexin esencial de relaciones

temporales y espaciales asimiladas artsticamente en la literatura (1989:237),

estaba tomando en cuenta la concepcin de tiempo como cuarta dimen-

sin del espacio que elaborara Einstein para la Fsica.

Lo que resulta pertinente de una herramienta como el cronotopo es

que, nacida a la luz de un problema en la esttica de la novela, su capaci-

dad hermenutica alcanza la realidad histrica, siempre discursiva, por

el camino de los gneros como intermediarios entre una y otra. As, de

Bajtin en adelante, fueron elaborados y prolficamente analizados los

llamados cronotopos histricos, para acercarse a la singularidad de una

113
poca o de una cultura (por ejemplo, la ciudad como cronotopo funda-

mental del siglo XX ) a travs de los discursos que la contaban.

Es importante notar que la nocin de cronotopo surge de la cons-

ciencia del tiempo como experiencia y no como dato fijo, lineal e inva-

riable; la revolucin del pensamiento que signific la Teora de la

Relatividad encontr por ella una forma de manifestarse en la reflexin

cultural. La realidad es reabsorbida en la ficcin por una forma de soli-

daridad entre el tiempo y el espacio, pero no hay uno sin el otro, el espa-

cio est preado de tiempo y el tiempo es de la misma sustancia que el

espacio. Para Azcueta: Podemos decir que el cronotopo es un concepto que

busca explicar el surgimiento de configuraciones discursivas espacio-temporales

a partir de circunstancias histricas. (2013).

Es esta necesidad de repensar las coordenadas de la experiencia lo

que nos devuelve a nuestros problemas con el ciberespacio. Pensarlo a

partir de un cronotopo propio implica captarlo como una organizacin

del tiempo y el espacio en una unidad distinta, coherente y llena de sig-

nificado, que determina los sujetos e intercambios posibles en su rbita,

a su vez que permite absorber el cronotopo histrico, y al hombre y la

mujer contemporneos, bajo sus propios trminos. Sobre todo, esta

perspectiva aborda desde el principio lo que representa la mayor dificul-

tad en su comprensin: la imposibilidad de asimilarlo directamente en la

cronotopa histrica occidental, del tiempo lineal desarrollndose en un

114
espacio fijo, sobre la que se basa mayormente nuestra experiencia de

mundo y que convierte el ciberespacio en un espacio imposible.

La cronotopa del hacker


Cuando Bajtin desarrolla el concepto, busca el engranaje que une la

obra literaria con el mundo, encuentra las constantes que se convierten en

gneros y llega al cronotopo histrico (as, en Rabelais, un cronotopo

puede articular el conflicto entre dos temporalidades coexistentes: la me-

dieval y la renacentista). Para el ciberespacio, tenemos el antecedente de

los investigadores Belli y Daz Garca, que han utilizado la teora bajtinia-

na particularmente para analizar las protestas del 15M en Espaa y el

fenmeno de los indignados. Al preguntarse dnde se produca un hash-

tag por primera vez, en el mundo fsico, la plaza, o en el mundo no-fsico,

en las pantallas de los celulares, encuentran una respuesta: Si consideramos

los hashtag #15M, #15O, #12M15M, #tomalaplaza, etc., como un cronotopo, en-

tonces le estamos dando una connotacin ni fsica ni virtual. Segn la concepcin

de Bakhtin, un cronotopo est en el entremedio de estos dos mundos. Sirve para

cumplir el pasaje de un mundo al otro (Belli y Daz Garca, 2014).

Si analizramos La tica hacker y el espritu en la era de la informacin

desde el modelo bajtiniano, explorando cronotopos secundarios y pri-

marios, notaramos cmo el mismo Himanen presenta configuraciones

sociales en las que intenta situar su tica. A ella contrapone, en primer

115
lugar, la tica protestante capitalista, segn la descripcin de Weber. En

esta, el trabajo como obligacin es el centro de valores que impregna el

Capitalismo; mientras que el modelo hacker propone una vida centrada

en el entretenimiento (Torvalds) o, como prefiere Himanen, en la pasin

cercana al arte y al juego. Describe comparativamente ambos modelos,

recuperando sus antecedentes en los cronotopos identificables del mo-

nasterio y la academia, cuya principal distincin reside en la organiza-

cin y el valor del tiempo. Frente a la divisin protestante en unidades

de trabajo y ocio claramente delimitadas, la tica hacker propone una

libre relacin con el tiempo; las figuras del viernes y el domingo distin-

guen estas maneras de organizar el trabajo. As, el hacker recupera los

deshechos temporales del Capitalismo: la noche y el fin de semana son

tambin sus momentos de accin, reivindicando la auto-organizacin.

A su vez, el autor describe la sociedad red como una nueva configura-

cin social, en la que una temporalidad propia se patentiza. Esta sociedad

representara una nueva etapa del capitalismo y, como tal, continuara los

valores de la tica protestante. El tiempo en ella se ha acelerado hasta el

punto de la compresin. La empresa red, cuya descripcin Himanen toma

de Castells, se constituye como una estructura flexible, siempre lista para

adaptarse a los cambios repentinos de mercado. En ella, el trabajador tam-

bin es una unidad flexible, sin la seguridad de un empleo fijo. La subje-

tividad se reconfigura, y el trabajo (o an el dinero) como centro de

116
valores adquiere una nueva dimensin, contaminando tambin el tiempo

de ocio, en lo que Himanen llama viernesizacin del domingo (Himanen,

2004:27), cultura de la velocidad o vida optimizada.

A este nuevo momento de la tica protestante en el ordenamiento de

la vida se opone el modo de vida hacker. Las coordenadas espacio-

temporales que comparten tienen que ver con la sociedad red y su de-

terminacin por las nuevas tecnologas. Si bien Himanen se encarga de

aclarar que para ser hacker no necesariamente hay que ser programador

y que sus valores son previos a la tecnologas informticas, lo cierto es

que el mismo trmino, as como toda la tica que propone, no seran

posibles sin esta particular base tcnica o, yendo un poco ms lejos, el

informacionalismo en trminos de Castells (2004), como paradigma tec-

nolgico. Tanto la sociedad y las empresas red como el modelo hacker

nacen y se nutren de Internet y su red global, o deben mutar a partir de

ellas. En una frase no particularmente destacada, referida a la necesaria

flexibilidad de las empresas, esto queda claro: Adaptarse a la nueva eco-

noma no slo significa aadir una pgina de Internet al proceso, sino repensar-

lo por entero (Himanen, 2004:28). Repensar el proceso vale tanto para las

empresas, como para la sociedad y los individuos en sus maneras de or-

ganizar la vida. El ciberespacio determina la nueva estructura socio-

econmica, as como el desafo de proponer una nueva tica. Es por ello

117
que no podemos pensarlo como apartado de la realidad, sino como un

modo de construirla.

Analicemos entonces lo que compresin del tiempo implica. El impera-

tivo de la optimizacin, del uso efectivo del tiempo, o incluso adjetivarlo

como tiempo de calidad dan cuenta del resultado de la aceleracin tempo-

ral como una nueva experiencia vital de la que podemos partir para de-

finir un cronotopo del ciberespacio. La nocin de un tiempo de calidad

contra el mero transcurrir (o, para la tica protestante: perder el tiem-

po) recuerda la distincin entre los tiempos griegos kairs y cronos: el

primero proviene de una divinidad menor, que simboliza la oportunidad

y la experiencia extraordinaria que irrumpe en el transcurrir homogneo

y mensurable del tiempo con maysculas, el del dios Cronos, creando

un pliegue en su narrativa.

Hemos visto que el tiempo, a la vez que principio bsico del cronoto-

po, no es diferente del espacio. Para el ciberespacio, podramos llevar

esta idea a un extremo, en cuanto observamos este tiempo condensado,

denso, preado de informacin y de experiencia, tangible hasta el punto

de ser concebido y nombrado como espacio. Esa infinidad de personas

conectadas, comunicndose de un modo desterritorializado, comparten

una experiencia y un modo temporal. Una estructura de experiencia no

se limita, sin embargo, a esos momentos, ya que la vida offline puede ser

tambin ciberespacial. De esta manera, el tiempo comprimido del cibe-

118
respacio coexiste en el cronotopo cotidiano, impregnando los momen-

tos de trabajo, ocio, vida familiar, y otorga a la experiencia humana del

siglo XXI una densidad propia e inaudita.

Sobre el sentido y la calidad de esa experiencia, Himanen advierte

que el crecimiento tecnolgico parece conducir, en lugar de a una sim-

plificacin y mejora de las condiciones de vida, a un regreso al nivel

nfimo de supervivencia, representado en la constante urgencia y en el

trabajo omnipresente. Ese tiempo flexible y comprimido no necesaria-

mente es ms libre. Es en este sentido que, desde la cultura hacker, se

propone la urgencia de una nueva tica, un movimiento inverso al de la

contaminacin del domingo por el viernes que Himanen, siguiendo con

la alegora, llama la dominicalizacin del viernes (2004:31).

El hijo de Internet, o un hroe para el ciberespacio.


Slo una vez Himannen se refiere en sentido metadiscursivo al

trmino ciberespacio, en referencia a Barlow, que lo aplica a redes

electrnicas. Luego, sin embargo, cada vez que utiliza la palabra, le otor-

ga densidad poltica, cuando habla de los derechos en el ciberespacio, o

particularmente la libertad de expresin y la privacidad, en medio de

conflictos en los que participan hackers con conciencia social, en de-

fensa de sus ideales o valores. As, se lo nombra como espacio de con-

119
flicto con gobiernos y empresas -por lo general, en rol antagnico- que

buscan limitar sus posibilidades.

Los sujetos que aparecen en el centro de este espacio son, de manera

casi unnime, hackers; y lo que llama derechos del ciberespacio se acer-

can a los valores de su tica, con la libertad individual como centro. Por

lo que ciberespacio puede aqu corresponderse al mundo hacker (Hima-

nen, 2004:67) y compartir su tica.

En la teora bajtiniana, el hombre toma su lugar en relacin al tiem-

po-espacio, de manera que el centro valrico del hroe se define por el

cronotopo. Este se constituye escenario -aunque no decorado- ordena-

dor de las acciones humanas. Para Azcueta (2013), el hroe se ve as de-

terminado y se vuelve tambin un elemento del cronotopo.

Himanen deposita los valores de su tica en la figura del hacker, que

aparece ya como figura tpica, ya como ttulo de algunos nombres parti-

culares. Personajes como Richard Stallman -a quien presenta como un

gur del software libre, que performa sus valores en exorcismos de

computadoras- o Linus Torvalds, descrito como un nio inquieto, re-

presentan al hacker modelo de Himanen, que se mueve por pasin, por

valores que revierten o cuestionan la tica protestante. Finalmente,

cuando Himanen habla de hackers con conciencia social est haciendo

una distincin no inocente, como si constituyeran un tipo especial, un

subconjunto entre los hackers. Esto, porque los valores de la tica hac-

120
ker no dejan de ser, en principio, individuales. Son valores para el hac-

ker -por los cuales ste modula su trabajo y sus tiempos vitales- y para su

comunidad de pares. Afirma Himanen: Slo en este sentido cabe afirmar

que todos los hackers son realmente crakers: porque intentan romper el cerrojo

de la jaula de acero (2004:19). Que este espritu alternativo cuestione la

tica protestante de una manera en que la misma sociedad red no hace,

no significa que los hackers, como individuos, asuman necesariamente

algn activismo social.

Frente a esto, el ejemplo de la EFF (Electronic Frontier Foundation) o

casos como el de Edward Snowden permiten ampliar la figura del hacker

a un compromiso poltico mayor, hacia una comunidad ms amplia. Al-

rededor del fenmeno Wikileaks, se redefinen trminos conocidos co-

mo privacidad y libertad de expresin, que pueden verse en peligro por

la vigilancia masiva. Frente a ello, la criptografa permite mantener la

privacidad individual, y figuras como los whistlelowers -el ms conocido

de ellos es Julian Assange- abogan por la transparencia de la cosa pbli-

ca, por la responsabilidad de los Estados frente a la ciudadana. En este

sentido, sus acciones tienen un efecto de contrapeso de poderes, y la

figura del hacker se acerca a un compromiso poltico.

Es en este espectro que podemos ubicar a Aaron Swartz, cuya heroi-

cidad se tipifica en la figura del mrtir en el documental que narra su

historia. En The Internet's Own Boy, la narracin inicia con la noticia del

121
suicidio de Aaron, para inmediatamente retroceder hasta imgenes de

su infancia. A partir de all, sigue un relato ms o menos lineal de su vi-

da, con testimonios de diferentes personas, manteniendo los rasgos tpi-

cos de la biografa. As, sus inicios en el juego, en el que la familia lo

describe como un nio muy curioso y extremadamente inteligente, que

se enamor de las computadoras cerca de los tres aos de edad. A los

doce, cre el sitio web theinfo.org, con la idea de compartir informacin

con una lgica muy similar a Wikipedia, aos antes de que sta iniciara.

Desde entonces, se involucr en comunidades de programadores, parti-

cipando en proyectos como el desarrollo del estndar RSS , o en la arqui-

tectura de las licencias Creative Commons a los quince aos.

Las declaraciones de Aaron sobre su etapa escolar encuadran a la

perfeccin en la tica hacker y su relacin con el tiempo: Me senta muy

frustrado en la escuela. Pensaba que los maestros no saban de lo que habla-

ban, eran dominantes y controladores, y la tarea era falsa. Era como reunir a

los estudiantes y forzarlos a hacer tareas improductivas. Claro que esta acti-

tud no lo lleva a la desercin ni a una rebelda improductiva, sino a es-

tudiar los orgenes del sistema educativo y, a partir de all, a cuestionar

todo el aparato social. Pero es una declaracin en su blog de esa poca

adolescente la que mejor resume, a modo de manifiesto, sus valores: Ex-

cepto por educacin y entretenimiento, no desperdiciar mi tiempo en cosas que

no tengan trascendencia.

122
Cuando, a sus 20 aos, Cond Nast compra Reddit, empresa de la

que era co-fundador y propietario, Aaron no slo se vuelve rico, sino

que traslada su trabajo a esta compaa en California. Sin embargo, no

lo soporta y renuncia al poco tiempo: l tena diferentes aspiraciones que

estaban orientadas hacia lo poltico y en Sillicon Valley simplemente no tienen

esa cultura que apunta la actividad tecnolgica hacia objetivos polticos (Ga-

briella Coleman en The Internet's00:22:47). En su rechazo de la tica

protestante del trabajo, Swartz cumple as a la perfeccin con el modelo

hacker; pero adems se opone a la viernesizacin del domingo como nuevo

momento de esa tica en la sociedad red, escapa a la monetarizacin de

su centro valrico convirtindose en lo que Himanen podra llamar un

hacker con conciencia social. Todo el relato de su vida en el documental se

desarrolla segn un perfecto programa narrativo de camino del hroe, en

el que las pequeas pistas de su infancia -sobre su visin de la progra-

macin como magia, su curiosidad insaciable y la temprana consciencia

de que el conocimiento debe ser compartido- cobran sentido en el acti-

vismo de sus aos adultos y en el acto hacker definitivo que determina

su destino: la descarga masiva de documentos acadmicos, reseas y

publicaciones bajo copyright del sitio JSTOR en septiembre de 2010. Por

este acto, Swartz fue encausado y su caso tratado con especial dureza por

el gobierno estadounidense, que aument los cargos en su contra bus-

123
cando hacer del suyo un caso de castigo ejemplar para crmenes informti-

cos. As, Swartz enfrentaba, al momento de su muerte, una probable

condena de un mximo de 4 millones de dlares en multas y ms de

50 aos de prisin. El 11 de enero de 2013, Aaron es hallado muerto en

su departamento.

As como en el trmino hacker pervive una ambivalencia entre la

condena social (cuando se lo confunde con el cracker, pero sobre todo

cada vez que una accin hacker infringe y cuestiona alguna ley: otro

ejemplo sera la acusacin de Assange como traidor nacional, o el senti-

do del trmino piratera en el contexto del ciberespacio) y la reivindica-

cin tica; en la historia de Swartz, el final trgico conlleva la

ambivalencia entre la condena y la culpa colectiva. Aaron es un muerto

incmodo, y no uno cualquiera, sino un suicida. Ante la culpa y la bron-

ca como pasiones que entran en juego tpicamente en un caso de suici-

dio, las opciones histricamente han sido la negacin, excluyendo al

muerto de la comunidad, o, como se narra en el documental, un proceso

de heroificacin: Aaron se convierte en el mrtir de la cultura libre.

Este procedimiento significante, no slo busca dar un porqu a su

muerte, sino tambin al acto por el que se enfrentaba a la Justicia. En la

denuncia, aunque sin evidencia, constaba que la descarga tena como fin

compartir los artculos en otros sitios. Probables fines econmicos no

podan ser siquiera mencionados, pero el acopio de informacin fue

124
considerado, de todas maneras, un crimen. El acto no rompa las reglas,

pero pona en evidencia cmo stas diferan de la cronotopa ciberespa-

cial e instalaban la sospecha: demasiadas descargas condensadas en un

perodo muy corto de tiempo.

A partir de all, el documental describe la trayectoria de Aaron

Swartz en el activismo de la cultura libre frente a los monopolios que

restringen el acceso a la informacin, a la luz de la condena ejemplar

sobre un acto en principio inocuo. Permite repensar la idea de conoci-

miento en un contexto en el que la posibilidad de compartirlo rebasa los

dispositivos que histricamente se han diseado para controlarlo. Las

descargas de JSTOR cobran sentido en la frase con que el Aaron de 12

aos responda a un profesor que le deca que una enciclopedia que

cualquiera pudiese editar era muy mala idea: La nica razn de que exis-

tan enciclopedistas es que escriben esos libros para nosotros.

En esa conciencia de una comunidad mucho mayor que la de los pa-

res hackers, reside la singularidad del hroe de este relato. El documen-

tal tiene como leit-motiv la idea de la programacin como magia. Una

capacidad de cambiar el funcionamiento de las cosas que sera propia de

Aaron, y una concepcin del hacer humano que ste busca transmitir a

los dems. As, retomando el cronotopo del tiempo condensado, el

tiempo kairs de la sociedad red (de mximo aprovechamiento de las cir-

cunstancias dadas en un tiempo acelerado y con una conciencia expan-

125
dida) no tiene por qu referirse al hacer mucho dinero -esto sera, de

hecho, una versin empobrecida de ese tiempo- sino, como propone la

tica hacker y el caso de Aaron ejemplifica, a una potenciacin inusitada

de las capacidades humanas.

Cuando el padre de Aaron cuenta cmo el MIT (centro donde Aaron

situ la computadora para realizar las descargas) se desentendi del caso,

establece un punto sobre lo que significa ser hacker de manera radical y

por qu el instituto no poda pretender mantenerse neutral sin estar

apoyando, efectivamente, a los acusadores:

Si observas a Steve Jobs y Steve Wozniak, ellos comenzaron

vendiendo Cajas Azules, aparatos designados para estafar a las

compaas de telfonos. Si observas a Bill Gates y Paul Allen,

ellos comenzaron su negocio usando computadoras de Harvard,

lo que estaba claramente en contra de las reglas. La diferencia en-

tre Aaron y las personas que acabo de mencionar es que Aaron

deseaba hacer del mundo un lugar mejor, y no slo ganar dinero.

(Robert Swartz; The Internet's Own Boy).

Desde el recorrido de Swartz del hacking al activismo y a la accin

poltica directa, podemos sumar, al modelo hacker centrado en la pasin

y la libertad, la tica de lo comn. El documental toma su nombre de

una de las frases ms contundentes que cita: l era el hijo de Internet y el

126
viejo mundo lo asesin (The Internet's 01:37:49). Con Himanen, vimos

cmo el ciberespacio se correspondera a un mundo hacker, como una

sociedad de pares. Con Swartz, esta comunidad se expande a la socie-

dad que accede, en este nuevo siglo y de una manera inusitada, no slo

a cantidades ilimitadas de informacin, sino a una nueva experiencia

del tiempo. Que la base tecnolgica para este cambio no sea supedita-

da a los valores de una tica antigua, perpetuando el modelo traba-

jo(dinero)-cntrico, parece ser la tarea del hroe en el cronotopo del

tiempo condensado.

127
Bibliografa
AZCUETA , Ignacio (2013). Los viejitos, de Patricia Surez o el cronotopo de
la demora. Una revisin crtica y una aplicacin del concepto de cronotopo
de Bajtin. En Revista Luthor Nro. 14, Vol. III, abril 2013.

BAJTIN, Mijail (1989). Las formas del tiempo y del cronotopo en la novela.
Ensayos sobre Potica Histrica. En Teora y esttica de la novela. Madrid:
Taurus, pp. 237-409.
BELLI , Simone y Dez Garca, Rubn (2014). Emociones en la plaza y en la
pantalla. Para pensar un cronotopo del siglo XXI a travs de la ocupacin
de espacios fsicos y no-fsicos. En Redes, movimientos y tecnopoltica.

CASTELLS , Manuel (2004). Informacionalismo y la sociedad red, eplogo a


Himanen, Pekka. La tica del hacker y el espritu de la era de la
informacin. Barcelona: Destino.

HIMANEN, Pekka (2004). La tica del hacker y el espritu de la era de la


informacin. Barcelona: Destino.

KNAPPENBERGER, Brian (2014). The Internet's Own Boy. The Story of


Aaron Swartz. Estados Unidos: Luminant Media.

WIKIPEDIA , colaboradores. Aaron Swartz. ltima revisin: 15 de


febrero del 2015.
Ciberespacio. ltima revisin: 8 de enero del 2015.

128
SOBRE LOS AUTORES

Lucas Emmanuel Misseri es Doctor en Filosofa por la Universidad


Nacional de Lans. Becario posdoctoral de Conicet con lugar de
trabajo en el Centro de Investigaciones Jurdicas y Sociales de la
Universidad Nacional de Crdoba. Miembro del Programa de tica
y Teora Poltica de esa misma universidad. Jefe de trabajos prcticos
de las asignaturas Introduccin a la Filosofa y Filosofa del Derecho
en la Universidad Nacional de Chilecito. Y fundador y director de la
publicacin digital Prometeica.

Ana Laura Almada es Licenciada en Comunicacin Social por la


Universidad Nacional de Crdoba. Se ha dedicado a promover el
uso de licencias libres en iniciativas de Acceso Abierto a la
informacin cientfica en esa provincia. Participa de LibreBase,
agrupacin cordobesa destinada a promover las actividades de
cultura libre. Forma parte de la comunidad RedPanal desde 2013 y
tambin integra el Consejo Editorial de la revista Pillku.

Marcelo C. Baldi fue estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la


Computacin en la Universidad Nacional de Crdoba. Integrante
del grupo GrULiC. Coautor de la migracin a Software Libre del
sistema informtico de la Academia Nacional de Ciencias. Tambin
miembro de la agrupacin LibreBase.

Sabrina Belarte es Licenciada en Administracin y Contadora Pblica


por la Universidad Nacional de Mar del Plata. Sus principales reas
de estudio son los fenmenos del don, el apoyo mutuo, las economas
alternativas y los proyectos ambientalmente autosustentables. Es
autora de Economa del don: una utopa latente (2013).

129
Melisa Caas es activista cultural, miembro de LibreBase. Dedicada a
comunicacin digital y estudios de gnero y mujer. Participa en
redes de trabajo latinoamericanas tales como Circuito Cultural
Cono Sur, Mujeres por la Cultura y Red de Productoras de
Crdoba.

Carolina Goth es Correctora Literaria por la Universidad Nacional de


Crdoba y Diplomada en Gestin Editorial por la Universidad
Catlica de Crdoba y Fundacin baco. Se ha desempeado en
gestin cultural, en investigacin teatral y como redactora en
publicaciones culturales. Vive en Crdoba, donde forma parte de la
agrupacin LibreBase. Colabora con la Fundacin Va Libre y
Creative Commons Argentina.

Victoria Reyes es Diseadora Grfica por la Escuela de Artes Visuales


Martn Malharro e ilustradora. Ha trabajado para revistas
acadmicas y culturales. Su curiosidad por los diferentes aspectos
del diseo, la comunicacin y las artes la han llevado a experimentar
desde el diseo industrial al diseo grfico y web, y a vincular su
trabajo tanto con las ltimas tecnologas como con lo artesanal.
Miembro fundador de la agrupacin Lettering Mar del Plata.

130

También podría gustarte