Al Otro Lado Del Espejo - Sabato

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Al otro lado del espejo

Y si la falla fuera
la desesperada esperanza de dar sentido al caos?
Matilde Kusminsky-Richter (1918-1998)

"Decime Babsy, alguna vez deseaste que este mundo egosta y miserable fuese
solamente una pesadilla?", era la pregunta que haba quedado suspendida entre las
paredes de la sala una tarde de marzo, custodiada por los mosaicos blancos y negros del
patio. De los labios de su amigo nunca brot una respuesta, y la obsesin de uno, y el
estupor del otro, los acompaaron a la tumba.
Todo haba comenzado el ao de la Gran Manifestacin del 17. Fastidiado por el
curso que tomaban los acontecimientos baj las escaleras para empezar a acondicionar
el cuarto. Ese subsuelo era una gema en bruto que haba trado la casa. La idea era
sencilla, instalara all su bnker donde gastar las tardes y las noches de escritura. Las
maanas no. Esas estaban destinadas a pasear a Roque, al caf con medialunas y a
alguna nota interesante en algn peridico.
Inmerso en una nube de polvo y pensamientos corra los muebles
descangallados, cuando descubri lo que pareca una fisura perfectamente recta en la
pared norte. A poco de recorrerla con las yemas not que se trataba de algn tipo de
puerta. El cientfico de su yo interior tom el toro por las astas y empez
minuciosamente a despegar las capas de sellador que impedan la apertura. Cuando
termin se qued mirndola un rato. Luego la abri.
Un tnel oscuro se extenda ante sus ojos; con pasos leves de nio explorador
fue adentrndose hacia el tenue destello que notaba en la otra punta. Sali por una
abertura de piedra, apenas disimulada por ramas, a la vera de una ruta. Frente a l se
alzaba un casero muy familiar. Camin intranquilo rumbo a la casa paterna
respondiendo los saludos de viejos vecinos. Se qued contemplando las verjas negras,
pero no entr. Por el ventanal del comedor vio la esbelta, brillante figura que sacaba
lustre a los muebles. No pudo menos que pensar que necesitaba anteojos nuevos.
El instinto le dijo que siguiera un par de cuadras ms hasta la despensa del turco.
Entr, salud como siempre lo haba hecho y pidi el peridico. Otro ms?, le
pregunt Yusef con curiosidad. ELAAAAAAA grit, TRA OTRO PAPER PARA
ERNESTOOOO. Y al cabo de unos minutos un autmata se asom por la cortina con
un ejemplar en la pinza. Esto no era normal, se dijo.
Pag, sali y se sent en el banco de piedra que el turco haba puesto en la
vereda. Despleg el papel rugoso y ley la portada: LA NUEVA CAPITAL, matutino de
la Ciudad de Rojas, capital de los Estados Unidos de la Mesopotamia Rioplatense. Era
todo una pesadilla?
Ese fue el primero de los viajes en los que recorri el mundo paralelo que exista
del otro lado de la puerta, como una Alicia atravesando una y otra vez el espejo. Por
esos das conoci a Abbadn y a los Olmos y a Don Aparicio Sosa. Fue testigo de cmo
la equidad le ganaba la batalla al liberalismo y cmo los autmatas emancipaban al
hombre de los trabajos pesados.
Sin embargo, todo en la vida tiene un costo. Primero la melancola y luego la
depresin se apoderaron de su alma. Cada regreso se tornaba ms difcil. Cmo mirar
con los mismos ojos las miserias de este mundo? Cmo resignarse a esta realidad de
demagogos y resentidos? Cmo tolerar tanto caos?
Babsy nunca comprendi el sentido profundo de aquella pregunta lanzada con
desesperacin una tarde de marzo y Ernesto no volvi a formularla mientras le dur la
vida.
Solamente Matilde, la silenciosa Matilde, intua las batallas que se desataban en
el espritu del viejo len. Tal vez -y esto es pura especulacin de este historiador- fuera
por eso que se empecin en rescatar del infierno las pginas que Ernesto escriba
frenticamente con su mquina. Quiero imaginar que las lea y buscaba un indicio,
alguna confesin que explicara la oscuridad que se adueaba del compaero. Lo que s
puedo decir con absoluta seguridad es que jams encontr la puerta. Ernesto mand
refaccionar el stano all por el 76, justo despus del golpe, al mes de haber terminado
su ltimo cuento, Los agujeros de gusano de los Santos Lugares.

Mara Jos Piancatelli


2016

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