Pedro Bloch - Las Manos de Euridice

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Es

la historia de un escritor, Gumersindo Tavares, frustrado que vuelve a su


casa despus de casi una dcada de haberse marchado aborreciendo el
entorno familiar y enloquecido ante la belleza sutil de una Eurdice que se
cruza en su camino y que se fuga con l a Montecarlo. A su regreso no
encuentra nadie: ni a su mujer ni a los hijos que haba abandonado.
La puerta est cerrada y nadie contesta a su llamado. Palpa intilmente sus
bolsillos en busca de una copia de la vieja llave, y en su creciente
desesperacin comienza a hablar en voz alta con los espectadores, dando
inicio a un intenso monlogo donde el actor conversa con s mismo y con el
pblico; interroga, muestra fotografas, documentos; introduce en su historia
a toda la audiencia.

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Pedro Bloch

Las manos de Eurdice


ePub r1.0
Samarcanda 01.06.14

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Titulo original: As mos de Eurdice
Pedro Bloch, 1949

Editor digital: Samarcanda


ePub base r1.1

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EL decorado

est ya a la vista del pblico, cuando ste empieza a entrar en la sala de


espectculos. Una escalera facilitar el acceso desde la platea al escenario, cuya
mitad izquierda es ocupada por la entrada de una casa. A ambos lados de la puerta, a
la que se asciende por dos o tres peldaos, sendos banquillos de mrmol. La mitad
derecha nos muestra el interior de la vivienda, por carecer de fachada esta parte, y
vemos en l una salita de estar amueblada con un par de sillones, una mesita de
centro con una estatuilla y una cmoda con varios cajones, encima de la cual habr
un par de candelabros elctricos. Un caballete sosteniendo una hermosa pintura, con
marco dorado, de una Dolorosa. Arropa al caballete un bello damasco granate, que lo
envuelve graciosamente hasta el suelo. Una cmara de terciopelo verde oscuro
constituye el complemento del decorado, y un farol alumbra la supuesta calle,
tindola de tenue claridad verdiazul. El interior de la vivienda todo es en ella de
exquisito gusto no est iluminado.

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PRIMER TIEMPO
En el momento en que da comienzo la accin del PRIMER TIEMPO que as como el
resto de la obra se desarrolla en nuestros das y en una capital de Espaa, va
subiendo la luz del farol, intensificndose la iluminacin de la escena, al propio
tiempo que se hace oscuro en la sala, al alcanzar este juego de luces el punto deseado,
aparece Gumersindo por una de las puertas laterales de la platea o por cualquiera de
las que utilice el pblico para entrar en la sala. Su expresin es la de un alucinado. En
su cara se reflejan el miedo, la angustia y la desesperacin. La ropa, muy usada; el
cabello despeinado y su rostro sin afeitar; su desalio, su forma de andar vacilante y
especialmente su mirada, denotan tragedia y derrota.
Atraviesa la platea dirigindose al proscenio. Mira a los espectadores entre asustado y
amenazador; saluda a alguno y se detiene ante la escalerilla, observando tristemente
la escena, dando la sensacin de que no ve ms que la fachada de la casa. Mira
despus a derecha e izquierda de la calle. Sube y va hacia la puerta. Duda un instante
y toca el timbre. Pausa. Otra llamada. Nadie contesta. Busca y rebusca en sus
bolsillos sin encontrar lo que desea. Con aparente resignacin se sienta en el
banquillo situado ms en el centro y comienza a silbar, con calma, un Nocturno, de
Chopin, mientras dirige su mirada a la sala, analizando a los espectadores.
Un foco de luz acompaa siempre a GUMERSINDO durante la duracin de la obra,
como si tal luminosidad formara parte de su propio ser. Ya se halle en la platea o en la
escena, lleva siempre consigo ese halo de luz, que ser independiente de la
iluminacin que se d al ambiente escnico. GUMERSINDO est, como hemos dicho,
silbando un Nocturno, de Chopin, y analiza obsesionado a la concurrencia, con
expresin indefinible.
GUMERSINDO

Chopin!
Parece que fue ayer! Y hace ya siete aos!
Yo estaba aqu; Dulce, Lolita, Ricardn, doa Gervasia, don Hermengardo, Eurdice
No. Eurdice, no. Federico.
La Agrupacin Femenina Las reuniones Los valses de Chopin Las momias
Las botas, botas, botas

(Declamando.)
Ruega por nosotros, los pobres, que vamos en dbiles arcas, en busca del pan y por
los amores que en tierra dejamos, Seora del Mar.

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(En tono muy bajo re, reprobando con la cabeza.)
Oh, las declamaciones!

(El ndice de la mano derecha gira como acompaando a la bolita de una ruleta y su
cabeza sigue la supuesta rotacin.)
26 Negro!
32 Encarnado!
29 Negro!
36Encamado!
Y la bolita de la ruleta girando, girando, girando, girando, girando
Y Eurdice comprando fichas, jugando y perdiendo Comprando, jugando y
perdiendo Comprando, jugando y perdiendo

(Otra vez en tono declamatorio.)

Y Ruega por las pobres mujeres que esperan, Seora del Mar
Y los valses Chopin!

(Canturrea con fastidio un vals de Chopin, mientras sus manos masacran


rabiosamente invisibles teclas.)
Y el piano de la nia!

(Solfea, desesperndose.)
Do - re - mi - fa- sol - fa - mi - re - do - re - mi - fa - sol - fa - mi - re - does - ta - chi -
ca - la ma - ta - r - yoes - ta - chi - ca - la - ma - ta - r - yo

(Repentinamente aterrorizado.)
Y de repente, la momia de Ramss II! Descubierta la tumba de Tutankhamen!

(Irnico.)
Sartre y el existencialismo.

(Adoptando un tono de conferencia.)


Seores mos! Yo quisiera explicar el existencialismo. Empezando por el principio,
debo decir que el existencialismo es Esto es No. No es nada de esto.

(Como asustado por visiones espantosas.)


Faraones en procesin

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Jeroglficos
Sarcfagos
Metempsicosis
Osiris
Ramss y Cleopatra

(Jocosamente.)
Y entonces el faran grit: 29 Negro!

(Como un croupier.)
Hagan juego, seores! Hagan juego!
36 Encarnado!

(Con otro tono.)


Herodoto
Egipto
El Egipto es una ddiva del Nilo.
Nilo Blanco, Nilo Rojo, Nilo Azul.
Nilo de todos los colores
Colores
Goya!
Azul de Goya!

(Con naturalidad.)
Con permiso.

(Levntase y pulsa el timbre.)


Nadie.

(Irritndose.)
Nadie atiende al telfono.
Nadie responde a este maldito timbre.

(Golpeando la puerta.)
Dulce! Dulce! Soy yo, Dulce! Soy Gumersindo

(Suplicante.)

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Gumersindo!

(Estallando.)
Ya ven que no hay nadie en casa. Esto era, desde luego, una de las cosas que ms me
indignaban. Dulce no paraba en casa.
Telefoneaba yo desde cualquier parte.
Trrrriiiiiiiiiing!
Trrrriiiiiiiiiing!
Nada.

(A un espectador.)
El seor creer, naturalmente, que yo no quera a Dulce.
La quera.
Pero comprndame bien. Comprndame, por el amor de Dios!
Y una sonrisa y una momia
Y la seora del Mar
Y el do - re - mi - fa - sol de la chiquilla.
Y la patineta del chico
Fuiiiiiiiiii! Fuiiiiiiiiii!
Y mi suegra, doa Gervasia, hablando, hablando, hablando, patat, patat, patat,
patat, patat, patat

(Como en la ruleta.)
33 Negro!
Hagan juego, seores!
Habla usted francs? Vmonos a Montecarlo.
Hagan juego, seores!
Hagan juego!
Faites vos jeux! Rien de plus!

(Rechazando una imaginaria ficha, reitera.)


Rien neva plus! No va ms!.

(A un espectador.)
El seor, que no me conoce, va a decir, lgicamente, que estoy loco.

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(Entregndole una tarjeta de visita.)
Gumersindo Tavares, servidor de usted.

(Con naturalidad.)
Al principio yo quera a Dulce, inmensamente. Hasta hice un seguro de vida!

(Busca, afligido en sus bolsillos. Extrae un papel.)


Aqu est.

(Mostrndolo a varios espectadores.)


Un seguro de medio milln Medio milln de pesetas Quinientas mil.

(Bajando a la platea, entrega el papel a uno de ellos y prosigue su discurso en tanto


que regresa, lentamente, a la escalera.)
Quinientas mil pesetas.
Pero las momias eran el diablo. Era como si el individuo aquel viviera dentro de la
pirmide de Micerinos.
Y la esfinge silenciosa
Cuarenta siglos os contemplan!
De un lado la esfinge silenciosa e indescifrable. Del otro, doa Gervasia hablando,
hablando, hablando, patat, patat, patat, patat, patat, patat.

(Ttrico.)
Y del fondo de la negra noche, en medio de mis pesadillas, surgan voces sombras y
misteriosas, tristes y profundas, con aquel interminable Ruega por los rudos y
blancos abuelos, ruega por nosotros, Reina de los Cielos, Seora del Mar.

(Quejumbroso.)
Yo amaba a Dulce.

(Tierno.)
Yo amaba a Dulce.
Aqu est, seores.

(Saca una fotografa del bolsillo y la ensea al pblico.)


S, aqu est.

(Sacando otras fotos que entrega a los espectadores.)

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En nuestra luna de miel. Ya ven qu ternura y cunto amor! Quin hubiera dicho
que hoy!
Pero si la cosa empez de la manera ms sencilla. Dulce no paraba nunca en casa. Un
da se iba a visitar las exposiciones de pintura. Otro da

(Recordando algo aterrador.)


Picasso y Dal!
Y surgan de en medio del do - re - mi - fa - sol,
de la Seora del Mar,
de las momias,
de los faraones,
de las botas, botas, botas

(Como ante visiones dantescas.)


Los pies de Picasso
las manos de Picasso
las caras de Picasso

(Contempla horrorizado sus propias manos.)


Dnde estn mis manos?

(Desesperado.)
Dnde estn mis manos?
Estas no son mis manos
Son manos de Picasso!

(Continuando bajo sus espantosas visiones.)


Y eran pies descalzos, pies humildes,
pies cansados, pies macerados,
sufridos,
torturados,
triturados.
Eran pies sin botas, botas, botas

(Acelerando el ritmo.)
Y eran manos, y pies, y vientres y espantajos! Espantajos de faraones, declamando,

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pies de Ramss y vientre de Cleopatra.
Y la cobra iba subiendo, subiendo, subiendo, para dentellearle el seno.

(Tierno y soador.)
Y el rostro de Eurdice! De mi Eurdice!

(Casi en xtasis.)
De mi Eurdice!

(Describe suave, amorosamente.)


Y las manos de Eurdice se me acercaban serpenteantes,
suaves,
tiernas,
acariciadoras;
manos plcidas,
serenas.
Y yo las cubra de anillos y de pulseras.
Aquellas manos posean el misterioso secreto de la expresividad.
Manos evadidas de la estatua de Venus.
Manos admirables.
En las palmas de aquellas manos caban los ms bellos sueos, los ideales ms
elevados.
En aquellas manos estaba el sortilegio seductor de un acorde an no emitido.
Manos pidiendo harpas, manos pidiendo alas, manos clamando preces, bridando
ternura, ofreciendo caricias, prodigando amor.
Manos
Las manos de Eurdice!
Manos elevando oraciones

(Con naturalidad.)
Eurdice es existencialista.
Eurdice no sabe, ni tampoco lo sabe ninguno de nosotros, lo que es el
existencialismo.

(A un espectador.)
Lo sabe usted, seor?

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Yo tampoco.
Suponen muchos que el existencialismo
No.

(Pasa de uno a otro asunto con absoluta naturalidad.)


Cuando me cas con Dulce, era una muchacha sencilla y sin cultura.
Crea que Beethoven era jugador de ftbol, como Di Stfano.
Pero meses despus se embruteci.
Envuelta en la red del snobismo y del cretinismo atmicos,
ella, que mal conoca la diferencia entre un do y un sol,
ella, que no saba distinguir una sanguina de un cuadro al leo,
ella, que a duras penas saba firmar su nombre,
empez a dar opiniones sobre msica y arte moderno.
Y porque Gutirrez Solana esto.
Y porque Portinari aquello.
Y porque Prokofieff hace y deshace.
Y porque Stravinsky, y Joaqun Rodrigo, y Bela Bartok y Sorozbal
Y Dulce se ingres en el Instituto de Cultura Artstica y se abon a todos los
conciertos de la Orquesta de Cmara.
Y yo estaba temiendo ya que un da fuese Dulce a ensear al maestro Stokowsky a
dirigir Beethoven!
Y Dulce opinaba!
Y porque el fagot esto, y porque el oboe est medio tono bajo, y porque el corno
ingls desafin

(Furioso.)
Y yo les juro, seores, que Dulce no saba siquiera distinguir un fagot de un oboe, ni
mucho menos conoca un corno ingls.
Y sta no fue la nica transformacin de Dulce!
Y porque el genio de Vila Lobos
Y porque Brailowsky interpreta Chopin mejor que Firkusny.
Y porque Rubinstein es mejor que Iturbi.
Y como si esto no fuera suficiente an se puso a estudiar piano!
Pictricamente, Dulce discuta a Quinquela, a Portinari, a Picasso, Van Goth, Matisse,

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Corot, Ribera, Velzquez Y porque Goya esto y porque Murillo lo otro
Y porque el azul de Goya,
y el amarillento de Domnico Theotocopoulos,
y el remolacha de Salvador Dal
Un da encontr a Dulce explicndole la pintura de Salvador Dal a Salvador Dal.

(Imitndola.)
No, seor Dal. No es desde esta distancia desde donde deben verse sus cuadros.
Los cuadros de Dal deben mirarse a dos metros y medio de distancia.

(Natural.)
Expresaba sus opiniones tcnicas. Y porque Shostakovich es un cretino.
Y porque Miaskowsky es formidable.
Y porque Prokofieff, en Pedro y el lobo, anduvo queriendo no s qu.
Y porque Iturbi de lo que entiende es de hacerle la competencia, en Hollywood, a
Marlon Brando, pero de msica, ni una palabra!

(Furioso.)
Un infierno!
La locura!
Y Dulce sonriendo, siempre alegre, inquieta, radiante, bulliciosa
Conmigo era un infierno. Ni una palabra. Ni un comentario.
Tan slo me hablaba para llamarme de loco para arriba.
Ignoro si alguno de ustedes ha conocido al doctor Hermengardo Santos, mi suegro.
Egiptlogo.
Y filatlico.
Cualquiera hubiese abandonado aquella casa porque era insoportable.

(A un espectador.)
Usted, claro, supone que yo no quera a Dulce.
La quera.

(Justificndose.)
Pero por mucho amor que se sienta, por mucho que se ame, llega un da en que uno
revienta.
Revienta o no revienta?

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Revienta!

(Irritndose cada vez ms.)


Imagina usted lo que es tener en su propia casa un autntico centro musical, literario
y deportivo? Dulce era la presidenta.
Es suficiente para terminar con Gumersindo Tavares o no es suficiente?
Y las pianistas con sus valsecitos de Chopin!
Y las declamadoras!

(Declama remedndolas.)
Ruega por los nios que estn en la cuna, ruega por los hijos que un da vendrn e
irn a tus olas a buscar fortuna, Seora del Mar.

(Saca una fotografa del bolsillo y contemplndola, dice con ternura.)


Este es el retrato de Eurdice.
En la vida de todo hombre debiera existir una Eurdice.

(Lee la dedicatoria.)
A mi Sindito de mi corazn, con el amor sincero de su Eurdice.

(Confiesa, un poco avergonzado.)


Mi nombre es Gumersindo, pero para Eurdice siempre fui Sindito.

(En creciente desesperacin.)


En mi casa yo ni poda abrir la boca.
Cmo poder abrirla si Dulce hablaba,
si hablaba doa Gervasia,
si don Hermengardo hablaba;
si todo el mundo hablaba, gritaba, tocaba, declamaba, bramaba, rebuznaba, gema,
berreaba, ruga.
Un infierno!

(Muy lentamente; con dulzura, tierno y amoroso.)


Con Eurdice era distinto.
Tenamos un nidito para los dos.
Eurdice era la dulzura, la ternura, la poesa encamadas en un cuerpo de mujer; la paz
y el amor soados por m.

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Un da, Eurdice surgi en mi vida.
Creo que todos se harn cargo, verdad?
Lo comprende usted?
Y la seora, lo comprende?

(Recomienza a irritarse.)
A un lado Dulce, presidenta de club, desptica, verborreica, inhumana, cataclsmica.
De ese mismo lado un egiptlogo, coleccionista de momias y de sellos, con sus
embalsamados, sus lbumes, sus lupas y sus catlogos.
De ese lado mismo, doa Gervasia, mi suegra, hablando, hablando, hablando, patat,
patat, patat, patat, patat, patat

(Amoroso.)
En el otro lado, Eurdice!
Bella como un poema.
Los ojos de Eurdice!
La boca de Eurdice!
La pureza de Eurdice!
Inefable criatura!
Sera insuficiente toda descripcin!

(Entrega el retrato a un espectador y dice con la mayor naturalidad.)


Vean su retrato y no hay ms que decir.
Sobre todo las manos.

(Describiendo apasionadamente.)
Las manos de Eurdice expresaban todas las emociones.
Rean a veces.
Se enfurecan.
Lloraban.
Se unan suplicantes.
Se proyectaban desesperadamente.

(Tranquilo, de sbito.)
Todava hay cierta confusin en mi espritu. Temo no haber acertado a explicarme.
Pero comprndanme ustedes.

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Yo soy un hombre corriente, sencillo; de ideas simples, de ideales corrientes: todo
corriente. Como todos, deseo una vida de comprensin, de solidaridad, de
compaerismo.
Nada ms.
No hall nada de esto.
Regresaba de mi trabajo y no encontraba la paz. Regresaba de mi trabajo cauteloso,
prudente, silencioso. Entraba en casa.
Al abrir la puerta la primera persona que me tropezaba era don Hermengardo; un
individuo que a cualquiera le hace sentirse momificado.
Momifica la alegra, la esperanza, el alma.
Lasciate ogni speranza, voi quentrate.
S.
Como en el Infierno, de Dante Alighieri, toda esperanza se quedaba a la puerta.

(Desesperndose.)
Inmediatamente apareca la apocalptica silueta de doa Gervasia.
Don Hermengardo me momificaba.
Doa Gervasia me arrasaba, me devastaba, me aniquilaba.
Y luego surga Dulce.

(Imitndola.)
Afitate. Y no me avergences. Y vstete como es debido. Y no eches la ceniza
encima de la alfombra. Y tampoco al suelo. Y por qu no trabajas ms? Y
cepllate los dientes. Y pinate de una vez. Y porque esto, y porque aquello y
porque lo de ms all.
Y yo callado. Aguantando siempre.
Siempre!

(Otra vez recuperada la calma.)


No recuerdo si les dije ya que mi nombre es Gumersindo Tavares y que soy escritor
de profesin. Escritor, s.
Gran escritor.
Todas mis obras an son inditas.

(Pronunciando su discurso con ardorosa rebelda.)


Inditas, s, compatriotas!

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Porque una campaa alentada por la envidia, por la envidia, repito, pretende ocultar,
anular, aniquilar mi trabajo intelectual.
Envidia de Joaqun Calvo Sotelo.
Envidia de Miguel ngel Asturias.
Envidia de Gregorio Maran.
De Torrado y Navarro.
Envidia de Pemn.
Jos Mara.
S.
Porque el da en que las obras de Gumersindo Tavares soy yo vean la luz
pblica

(Vuelve en s; parece apercibirse de su propia ridiculez e intenta justificarse.)


Un da empec a notar unos sntomas raros.
Oa voces.
Oa gritos.
Perciba extraos rumores.
Senta sensaciones inexplicables.
Despertaba sobresaltado.
No poda concentrarme en nada.
Me sent arrastrado por un torbellino, zarandeado por un cicln.
Tema enloquecer.
S, seores mos!
Casi enloquec.
Un da empec a or voces

(Imitando a Dulce.)
Yo soy una infeliz, Gumersindo. Gumersindo, yo soy una infeliz.

(Empavorecido.)
Y las pirmides inmensas, majestuosas, colosales, erguanse frente a m.
Y mayor que la mayor de todas las pirmides se ergua doa Gervasia hablando,
hablando, hablando, patat, patat, patat, patat, patat, patat
Amenemat I.
Amenemat II.

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Amenemat III.
Y la esfinge hablaba, gritaba Aullaba!
Desvelado el secreto de la esfinge! Habl la esfinge, seores. La esfinge habl.
Y de las profundidades del arenal inmenso brotaba la voz de la declamadora
insaciable, incansable, interminable.

(Imitndola.)
Con tu amor soamos, por tu fe vivimos, Seora del Mar.

(Vuelve a ver la ruleta.)


23 Negro! 34 Encarnado!
Ren neva plus! Faites vos jeux!
Hagan juego, seores!
Hagan juego, imbciles!
Hagan juego, seores imbciles!
Las manos de Eurdice pedan fichas, ms fichas Ms fichas!
la ruleta engulla, engulla, engulla
incansable
insaciable
interminable

(Solfea sublevado.)
Do - re - mi - fa - sol - fa - mi - re - do

(Otra vez imitando a Dulce.)


Ha llegado la modista?.
El plis? El volante? El bordado? El aplique? Ha trado el figurn?
El peluquero, a las diez La manicura Llam la seora de Mendoza?
Tenemos bridge o canasta uruguaya?.

(Como en la ruleta.)
Faites vos jeux! Rien neva plus!

(Describiendo con ternura.)


Las manos de Eurdice depositaban fichas suavemente, dulcemente.

(Angustiado.)

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Y el vals de Chopin atravesaba el saln como si hubiera sido escrito en un
pentagrama de serpientes, de cobras venenosas, para emponzoar el alma con
azcar, con la pegajosa dulzura de Chopin.

(Con pavor.)
Y surgen pies monstruosos y manos monstruosas!
Pies y manos de Picasso, cargando piedras monstruosas, al comps de Chopin
al son de unas polonesas
Millares y millares de esclavos egipcios desfilan arrastrando piedras gigantescas para
la construccin de la gran pirmide de Quops.

(Sublevado.)
Y el chico se deslizaba por la sala con su patinete:
Fuuuuuuuuuuiiiiiiiiii!
Fuuuuuuuuuuuuiiiiiiiiiiii!
Y la nena acunaba en sus brazos a su muequita:
Durmete mi nia, durmete mi amor.

(Desesperado.)
Y yo anhelando huir lejos, muy lejos!
Lejos de doa Gervasia.
Lejos de Chopin.
Lejos de la patineta
Lejos de Dulce, lejos de la Seora del Mar, lejos de Picasso,
lejos de todos vosotros!

(Calmndose.)
Ah fue cuando Eurdice surgi, resplandeci en mi vida.
Eurdice.
La dulce.
La suave.
La pura.
La existencialista.
Hui.
Huimos.

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A Italia.
El doctor don Federico se mostraba en sospechosa actitud ante Dulce.
El doctor Federico se presentaba con orqudeas, con rosas
Rosas de todos los colores.
Rosas amarillas, rosas rojas y hasta rosas color de rosa.
Vena con poemas de Geraldy. Toi et moi.
De Rabrindanath Tagore.
Sin mencionar las cajas de bombones.

(Remedando a un imaginario, melifluo doctor Federico.)


Este bomboncito tiene licor, Dulce Este est rellenito de almendra, Dulce.
De almendra dulce.
Ji, ji, ji!
se lanza a declamar Tagore:
Cuando ella pas, rpida, cerca de m, la franja de su vestido me roz.

(Furioso.)
Vete a rozar las franjas del infierno, sinvergenza! Hasta anduvo componiendo
poemas para mi mujer. Uno de ellos empezaba as:
Son tus ojos dos planetas centelleantes.
Planetas centelleantes son las franjas del infierno!

(A un espectador.)
Ya ve usted, seor. Planetas centelleantes!
En resumidas cuentas, yo quisiera que el seor me explicase una cosa.
Tal vez yo sea un insuficiente mental.
Tal vez tenga un complejo.
Tal vez no acierte a comprender nada.
Pero yo quisiera que usted me aclarase a ttulo de qu un sujeto enva flores a una
seora casada.
Bomboncitos de licor y rellenos de almendra, a una seora casada!

(En otro tono.)


En realidad, lo que ahora interesa es que yo me fugu con Eurdice.
S. Porque yo no poda soportar ms! Comprendo que Dal guste.

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Personalmente soy el mayor admirador de Dal. Pero por el amor de Dios!
No me diga nadie que Dulce comprende a Dal; que le gusta Dal a Dulce.
Demonio, seores!
Conozco bien a Dulce.

(Entrega con naturalidad una tarjeta de visita a un espectador.)


Gumersindo Tavares, servidor de usted.

(Todava normal.)
Fui a Montecarlo con Eurdice.
Abandon, me alej de Dulce.
All se me revelaron todos los misterios de la ruleta.
Una simple y diminuta bolita baila un angustioso vals con el destino de una porcin
de gentes sujetas a sus caprichos.
Son sus prisioneros. Sus esclavos!

(Admirado y casi orgulloso.)


Eurdice jugaba con absoluto dominio, con insuperable elegancia.
Era objeto de la atencin general.
De la admiracin.
Saba perder.
Con superioridad.
Con displicencia.
Sin nervios; absolutamente sin nervios saba perder mi dinero.
Eran mis manos las que temblaban.
Las manos de Eurdice no se alteraron jams.

(Con amoroso arrebato.)


Manos blancas, manos dulces, manos delicadas Cuando se posaban como
mariposas blancas sobre el pao verde, destacaban entre todas las otras manos
como si fueran gacelas tmidas y puras, castas y serenas, rodeadas de lobos
famlicos y chacales sanguinarios.

(Recobrndose.)
Pero un da
la ruleta nos venci.

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Se engull nuestra ltima moneda.
Abandonamos, entonces, Montecarlo, con sus malditos tapetes, sus srdidos
croupiers, su juego inmoral y desenfrenado.
Me llev a mi dulce Eurdice a Niza.
All comprob que nada me quedaba de mi fortuna.
Nada. Absolutamente.
Nada.
Apele a Eurdice.
Yo esperaba que ella empease, que me prestase alguna de las joyas que yo le haba
regalado, para salir de aquella situacin.
Estaba angustiado, desesperado.
Eurdice, en cambio, fue admirable hasta en la adversidad.
Y me dijo:

(La imita.)
Estas joyas son los nicos, adorados recuerdos de un amor que ya muri Nunca
me separar de ellas. No podra.

(Ingenuamente; con sinceridad.)


Pobrecilla!
Quera poder recordar el pasado.
Pocos seran capaces de comprender a una existencialista.
Yo s.
Yo la comprend.
La comprend y me alej.
El ltimo recuerdo que me queda de Eurdice son sus manos.
Manos plegadas como en oracin.
Manos pidiendo harpas.
Manos pidiendo alas
ternura
amor

(Clava su mirada, fijamente, en el fondo de la sala, alucinado. Vacilan sus palabras,


preso sbitamente de amnesia.)
Eurdice era toda mi vida Eurdice, para m era mi propia vida, la propia

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vida, la vida misma

(Repentinamente su fisonoma adquiere una extraordinaria alegra. Ahora s. Ahora


tiene la absoluta certidumbre de que Eurdice est all, en el fondo de la sala. En
las frases anteriores, GUMERSINDO habr ganado el pie de la escalerilla. Corre
siempre alucinado hacia el fondo de la platea gritando:)
Eurdice! Eurdice!! EURIDICE!!

(Pero, al legar, se desvanece su ilusin y retorna desalentado.)


No es ella! No es ella!

(Sube por la escalerilla, mientras dice, tierno y nostlgico.)


Cuando perd a Eurdice, yo me acord de Dulce.
De Dulce y de nuestros hijitos.
Ricardn ya debe estar hecho todo un hombrecito.
Lolita, una buena moza.
No jugar ya con sus muecas.

(Aproxmase a la puerta, tocando el timbre.)


Nadie.
Dnde estar esa maldita llave?

(Rebuscando en sus bolsillos, acaba por encontrarla.)


Ah! Aqu est.
(Abre la puerta y, dirigindose al pblico, dice:)
Esta es su casa.
Gumersindo Tavares, servidor de ustedes.
Buenas noches.

Va entrando en la vivienda, detenindose en medio de la salita como absorto, de


espaldas al pblico. La luz del farol va apagndose, extinguindose tambin la
iluminacin de la escena, hasta llegar al oscuro total. Cuando se da la luz de la
platea, instantes despus, GUMERSINDO ha desaparecido de escena y la
iluminacin de la sala del teatro seala el

FIN DEL PRIMER TIEMPO

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TIEMPO SEGUNDO
Empieza el SEGUNDO TIEMPO sealndose su comienzo por el mismo procedimiento de
iluminar la escena, que adquiere la tonalidad de antes, pero vindose alumbrado,
adems, el interior de la vivienda por los dos candelabros que hay encima de la
cmoda. Ya hemos dicho que falta la parte derecha de la fachada. De modo
simultneo, se intensifica la luz de la calle y la del interior, va perdiendo fuerza la de
la platea hasta llegar a la oscuridad, y se oye la voz, creciente, de
GUMERSINDO
iganme!
Esto no puede quedar as
Ustedes no deben, no pueden, condenarme sin orme!
Por qu nadie habla?
Respndanme.
Dganme algo.
Incrpenme!
Llmenme canalla, crpula, cualquier cosa, pero dganme algo, por amor de Dios.

(En este momento irrumpe en el saloncito, saliendo de aquella parte del pequeo
hall que la fachada existente nos impide ver. Contina dirigindose a personas
que slo en hiptesis estn all.)
Por amor de Dios, Dulce!

(Suplicante.)
Dulce
Comprende, Dulce.
Fue una locura, pero la vida era intolerable.
Era intolerable para m.
No poda soportarla.
Y quiero saber algo de mis hijos.
Tengo derecho a una explicacin.
Y qu hace ese seor doctor don Federico, dentro de mi casa?
Debiera contentarse cortejando a mi mujer fuera de mi casa.
De esta casa; de este hogar.
Respetar el techo de lo que un da fue hogar. Cllate; no digas nada.

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Quiero saber dnde estuvieron ustedes.
Quiero saber de dnde han vuelto ustedes.
Quiero saber; saberlo todo.
Termin este maldito silencio!
Dnde est Lolita, Dulce?
Te lo pregunto por ltima vez.
Dnde est Lolita?
Y Ricardn?
Qu se ha hecho de Ricardn?

(Rabioso y sarcstico.)
Ah, comprendo! Es natural.
Internaste a mis hijos para poder despacharte ms a placer con tu amante
Pero esto no quedar as!
Sois demasiado listos.
Me hiciste la vida intolerable, para conseguir que yo abandonase mi casa y mis
hijos
Para qu?
Contesta.
Para qu?

(Furioso.)
Y usted no se meta en esto, doctor Federico. El seor no tiene nada que ver con todo
esto.
Cllese!
No.
Hable.
Diga algo.
Hable!
Ah! No quiere hablar?
Pues yo lo descubrir todo.
Todo!
Aunque tenga que demoler la casa entera, teja por teja, ladrillo por ladrillo, piedra por
piedra

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De cuanto ustedes hayan hecho habr quedado un tufo, un rastro, una perfidia, una
carta, una confesin, una mancha; algo!
Y esta es mi casa.
Pueden salir.
Han odo?
Pueden salir.
A la calle.
A la calle!
Miserables.
Metidos a snobs.
Metidos a blass.
Metidos a intelectuales.
Vyanse al infierno ustedes y Chopin!
Y la Seora del Mar,
y Rabindranath Tagore,
y Geraldy,
y las momias,
y el diablo que os lleve a todos!
Egostas!
Cnicos!
Hipcritas!

(Empieza a revolver en los cajones de la cmoda. Rene papeles y otras cosas que va
metiendo en uno de ellos, para llevarlo despus hasta el banco de mrmol que
utiliz en el primer tiempo.)
Han visto ustedes?

(Dirigindose a los espectadores.)


No lo han visto?

(Coloca el cajn en el suelo.)


Despus de todo lo que he llegado a hacer por Dulce!
Presentarse ante m con ese sujeto, en mi propia casa, a mi propia cara!
Sinvergenza!
Lo que me vale es que ustedes estn presencindolo todo y ven claramente que yo no

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tengo la culpa.
Ah. pero yo he de descubrirlo todo!
An hay justicia en este mundo.
Y he de demostrar todo lo que aconteci en esos siete aos.
En tanto que yo sufra, ella estaba aqu, escuchando las serenatas y los madrigales del
doctor Federico.
Doctor Federico!
Doctor, en qu?
Aqu todo el mundo es doctor.
Doctor en qu?
Usted, seor, lo sabe?
Ni yo!
Doctor en poemas de Geraldy.
Doctor en bombones con relleno de almendras o licor.
Doctor!!

(Furisoso.)
Ante m.
Delante de m!
En mi propia casa!! .

(Volvindose hacia donde se supone que estaban, aunque slo en la mente de


Gumersindo, Dulce y Federico.)
Cnicos!
Malvados!
Miserables!

(Sacando papeles del cajn que tiene a sus pies y dejndolo en el suelo.)
Deudas, deudas Deudas!
Cmo saba contraer deudas!
Es verdad que el dinero no era mo
Era de su padre.
Pero ella tena el deber de pensar en el porvenir de nuestro hijos!
Deudas!

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(Coge un tarjetn.)
Boletn del Instituto Polifactico de Cultura.
Alumno: Ricardo Tavares.
Ricardn; mi nio.
Tercer trimestre.
Gramtica: Ocho y medio.
Buena nota, verdad?

(Ya interesado, sosegado y tierno.)


Historia: Nueve.
Ingls.

(Conmovindose.)
Miren Ricardn, hablando ingls.
Ingls: Nueve y medio.
Cmo pasa el tiempo! No es cierto?
No s si a todos los padres les ocurrir lo mismo, pero yo tengo la impresin de que
mis hijos han crecido repentinamente.
Hablando ingls!

(Re quedamente, conmovido.)


Ricardn hablando ingls!
Es el fin del mundo.

(Prosigue leyendo el Boletn.)


Ciencias: Diez.
Talento.
Sali al padre.

(Sublevndose al recordar.)
Pero aquella patineta me haca la vida insoportable.
Fuuuuuuuuuiniiiiiniii!
Fuuuuuuuuuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
El da entero!
Despus la escarlatina,

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las paperas,
la viruela,
el sarampin,
la coqueluche,
y el diablo que cargue con todo!

(Furioso.)
El rapaz pareca tener un contrato de exclusiva con el representante de todos los
microbios.

(A un espectador; ya ms sosegado.)
Su hijo, tiene patinete?

(Volviendo a mirar el Boletn.)


Canto orfenico: Tres.

(Furioso otra vez.)


Esto es.
Si lo estoy diciendo.
Qu mana de ensear canto orfenico en las escuelas Cosas de melmanos!
Para qu sirve el canto orfenico?

(Leyendo el Boletn.)
Matemticas: Cero.
Ah! Es natural.
Es que es posible que nadie sea capaz de estudiar con las malditas reuniones de
Dulce?
Y, adems, matemticas!
Quieren meter tal cantidad de cosas en el meollo de una pobre criatura!

(A un espectador.)
Caballero: recuerda usted, por casualidad, la frmula de las ecuaciones de segundo
grado?
No la recuerda?
Claro, es natural.
Permtame que yo intente

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AB ms o menos de la raz cuadrada de Del diablo que cargue con no s qu!
No es nada de eso.
La culpa no es del chico.
Yo soy partidario de la pedagoga con gran base psicolgica
Es preciso comprender al nio.
Estimular al nio.
Prestarle apoyo, darle confianza, cario, ternura, proteccin.
De haber estado yo en casa, Ricardn iganlo ustedes bien nunca, nunca hubiera
sacado cero en matemticas.
Canto orfenico!
Al diablo!

(Coge otros papeles.)


Telegramas, telegramas, telegramas
Una carta.
Esto es lo que yo estoy buscando!
Una carta de Federico a Dulce.
Radiografas
Cuentas
Recetas
Un retrato

(Contempla la fotografa y empieza a rer sin parar, con risa nerviosa, interminable.
La incredulidad asoma a su rostro.)
No es posible.
No es posible.
No es posible!
Lolita casada.
Mi hijita casada!

(A una espectadora.)
Lo ve usted, seora? Es o no es verdad?
Todo lo han hecho sin consultarme a m.
A m.

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Al padre.
A fin de cuentas yo soy el padre.
Quiz no sea un padre tan bueno como el seor, o como el seor
Pero soy un padre.
Si es una nia an. Santo Dios!
Casaron a una criatura de diez

(Corrigindose precipitadamente.)
de diecisiete aos.
Seguramente Federico fue el padrino de boda.
Es insinuante, obsequioso, hbil, sutil, refinado.
Y Dulce es tan infantil!
Se deja arrastrar por el primer cretino que aparece. Si lo sabr yo, que soy su marido!
Y si el marido de mi Lolita no fuese cabal?
Si la abandonara? Si huyese?
S Porque hay de todo en este mundo.
El seor comprende, no es verdad?, hasta qu punto llevo razn. Ocurren tantas
cosas!
Despus un sujeto estrangula, pega dos tiros a su mujer y pasa a ser un asesino, un
criminal, un enemigo de la civilizacin, condenado por cielo y tierra.
Dulce tendr que rendirme cuentas de lo que haya sido de mi Lolita.
Claro! La nia estara perturbando a la Asociacin Femenina

(Su indignacin crece por momentos.)


Claro! Perturbaba sus amoros con el doctor Federico.
No podra comer bomboncitos de licor, con la chiquilla al lado, y
Claro!
Entrega a Lolita al primer imbcil que pasa.

(Vuelve a mirar la fotografa.)


Lo malo es que yo no conozca al marido de Lolita.

(Baja a la platea y va a consultar con una espectadora. Le ensea la fotografa.


Adems del retrato, lleva consigo algunas cosas ms y papeles.)
Tiene cara de buena persona, no es as?

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Y todo sin consultarme.

(Lee en un pedazo de papel.)


Tu risa cristalina tiene facetas desconocidas.
Esto es mo.
Lo escrib hace ya tanto tiempo!

(Leyendo en otro papel.)


Tres camisas; dos toallas.
La cuenta de la lavandera.

(Sbitamente se ilumina su fisonoma con alegra. Encontr su propio retrato y lo


ensea a todo el mundo.)
Mi retrato.
Vean ustedes mi retrato.
Vean el retrato de un hombre feliz.
Mi vera efigie.
Mi vera efigie de tiempos atrs.

(Vuelve a tener en las manos la carta.)


Esto.
Esto es.
Esto es lo que yo quera ensearles a ustedes.
La carta de Federico a Dulce.

(Sublevado.)
Cnicos!

(En este momento GUMERSINDO est recostado al pie de la escalerilla del escenario.
Empieza a leer la carta.)
Mi querida Dulce:

(A los espectadores.)
Oyen ustedes bien?
Ha odo usted, seor?
La seora?
Muy agradecido.

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Mi querida Dulce:
Querida!
Comprenden ustedes?
Debiera existir un diccionario de silencio, de palabras inexistentes; palabras nunca
pronunciadas, palabras nunca dichas.
Diccionario de silencio!
Diccionario de sinvergenza!
El muy canalla!
Hace siete aos que Gumersindo la tiene sin noticias suyas, y usted, querida
Dulce.
Querida Dulce, comprenden?
y usted, querida Dulce
Querida Dulce!
siempre buena, siempre dedicada al recuerdo del crpula aqul
El crpula soy yo.
que se fug con una cualquiera y que dilapid todo su dinero; todo el dinero que
perteneca a usted, Dulce, en las ruletas de Montecarlo.
Quien perdi no fui yo.
Fue Eurdice.
Solamente yo conozco su dedicacin, lo que ha sufrido por Gumersindo y el gran
amor que siente usted por l.
Amor por m?
Ja.
Ja!
Ja!!
Lleg el momento de pensar en nosotros. Piense un poco en nosotros, Dulce. Su
constante, Federico.

(Plenamente furioso.)
Pensar en ellos!
Cnicos!
Egostas!
Hipcritas!
Pensar en ellos mismos cuando yo, yo, iba derrotado, mientras soportaba

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estoicamente las prdidas de la ruleta, cuando Eurdice me abandonaba
dejndome triste y solitario.
Pensar en ellos mientras yo sufra el hambre, la tortura moral, la desgracia de no
poder ver a mis hijos
Pensar en ellos!
Lleg la hora de pensar en ellos!
Miserables!

(Algo tranquilizado, relee la carta.)


Solamente yo conozco su gran amor por Gumersindo

(Creyendo descubrir algo importante, revelador.)


Esta carta fue escrita, fraguada, esto es!, fraguada, para que yo la encontrase y
creyera lo que en ella se dice.
Supusieron que yo regresara alguna vez, escribieron la carta y vale!:
El imbcil ser burlado.
El idiota tragar la pldora.

(Relee.)
Solamente yo conozco su gran amor por Gumersindo.
Dnde estaba ese amor cuando yo viva aqu? Dnde?

(Contina la lectura de la carta.)


No llore ms, Dulce. Ese bandido no merece ni una sola de sus lgrimas. Olvdelo.
Ya ha sufrido usted bastante, mi querida Dulce.

(Furioso.)
Fjense en los consejos de ese miserable!
Olvdelo.
Olvidarme a m!
Piensa que es fcil.
Ella tiene que acordarse, tiene que acordarse, y mucho!, de todo lo que me hizo,
de lo que yo sufr,
de la tortura por que pas.

(Obsesionado, relee la carta.)


Solamente yo conozco su gran amor por Gumersindo.

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(Conciliatorio.)
Bien.
No, no digo que ella no me amase.
Pero comprndanlo:
Cul es el deber de una mujer que ama, cuando el hombre que ella ama se apasiona
por una cualquie

(Corrigindose precipitadamente.)
por otra mujer?
Luchar!
Hacer algo para no perderlo.
Tratar de reconquistarlo.
Fue eso lo que ella hizo?
No.
Se encerr en su orgullo.
Quiso remontarse.
Procur olvidar aturdindose en reuniones montonas, en exposiciones sombras, en
los conciertos de la Sinfnica o de la Filarmnica.

(Lamentndose.)
Yo necesitaba una mujer que me dijera: Gumersindo, esto es una locura. Esto es una
locura, Gumersindo.

(Sublevado.)
Ella no movi un solo dedo para salvarme.
Permiti que yo mismo me enterrara.
Renunci.
Infame,
cobarde,
inmoralmente.
Consecuencia:
Me enterr hasta aqu.

(Humilde y nostlgico.)
Hasta el cuello.

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Ahora he regresado.
Estoy de vuelta.
Estoy de vuelta de todo.
No es demasiado tarde para volver a empezar.
Sera tan maravilloso!
Tener a Lolita a mi lado.
Tener a mi lado a Ricardn
A Ricardn hablando ingls!
Haw do you do, father?

(Irritndose.)
Pero ella
No quiere hablar.
No quiere explicar nada.
Nada absolutamente.
No le da la gana!
Y el tal doctor don Federico?
Ese canalla siempre all, como un perro fiel.

(Calmndose, coge un papel.)


Receta

(Va cogiendo otras cosas.)


Radiografa de pulmn
Receta de estreptomicina
Doctor Martino, especialista
El nio Ricardo Tavares

(Preocupndose; asustado.)

Ricardn, enfermo

(A un espectador.)
Usted, es mdico, seor?
Doctor, para qu se administra la estreptomicina? Eh?

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(Afligindose.)
Doctor, es algo de cuidado?

(Ensendole la radiografa al espectador.)


Observe esta radiografa.
Es suya.
De mi nio.
Diagnostique, por favor.
Es grave?
Es grave, doctor?

(Mira angustiado y asustado a su alrededor.)


Por qu estn callados?
Por qu me miran as?

(Va reconstituyendo los hechos, lleno de angustia, mientras repasa otros papeles.)
Una cuenta
Sanatorio del Guadarrama

(Leyendo.)
Cuenta del nio Ricardo Tavares
Ricardn
La sierra del Guadarrama
La Mujer Muerta
Qu nombre extrao para una montaa!
La Mujer Muerta
Mi nio
No!
Sierra de Guadarrama.
Fro.
Debe hacer mucho fro
Mucho fro
Estreptomicina
Ricardn

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(Con angustia creciente.)
Por qu me miran as?
Yo no tengo la culpa de nada.
Yo no hice nada.
Ustedes lo han visto.
Yo ni siquiera estaba aqu.
Por qu no salvan a mi hijo?

(Gritando desesperado.)
Por qu estn mirando?
Corran!
Ricardn est enfermo
Enfermo!
Mi hijito est enfermo!

(Mira con desvaro y habla muy quede.)


Mi hijo est enfermo.
Sanatorio
Estreptomicina
Fro

(Observa sus manos, en las que todava tiene papeles, telegramas)


Telegramas, telegramas

(Lee, asombrndose y velando su cara una nube de tristeza y dolor.)


nuestro ms sincero psame fallecimiento inolvidable Ricar

(Deja caer los brazos con desaliento y contempla la platea desfallecido, pasando a
un estado de absoluta alucinacin.)
Seora, por favor! No me mire as
Yo no tuve la culpa.
Fro
Hace mucho fro
Dicen que, a veces, hasta nieva en los campos del Jordn.

(Alzando el tono para dirigir la palabra al escenario.)

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Basta!
No tosas ms, Ricardn!
Pap va en seguida.
Toma tu medicina

(Volvindose furioso hacia la platea.)


Bandidos!
Ladrones!
Eurdice, no juegues ms en esa ruleta!
Son una partida de bandoleros.

(Dirigindose de nuevo, emocionado y lastimero, al escenario.)


Voy! Voy Ricardn
Pero no tosas ms, Ricardn.
No tosas ms, por el amor de Dios!

(Repentinamente se imagina que ve aparecer a Dulce en la salita y sube delirante de


alegra al escenario.)
Dulce! Dulce!
Has vuelto, Dulce!
Yo lo saba, Dulce
Saba que volveras.
Qu maleta es esa?
Vienes a recoger tus cosas?
Dulce
Lo s todo.
Ya s que Lolita se cas.
Ya s que Ricardn ha muer
Y s que t siempre me has guardado fidelidad siempre, siempre.
No te vayas, por favor.

(Suplicante.)
No me dejes solo, por el amor de Dios!
No me abandones

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(Cantando quedamente.)
Do not forsake me, oh, my darling,
on this our wedding day
Do not forsake me, oh my darling,
wait, wait along

(Hablando.)
No me abandones! Yo te necesito, Dulce. Necesito tus palabras, tus cuidados

(Dulcemente.)
Gumersindo; afitate, Gumersindo.
Gumersindo, ponte otro traje.
Gumersindo, descansa un poco

(Suplicando; casi en sollozos.)


Yo necesito tu pureza.
Tu grandeza de alma!
No me dejes, Dulce No me dejes!

(Otro tono.)
Dulce: Pide a Ricardn que deje de toser.

(Dirigindose de nuevo al hijo que l cree estar viendo.)


No tosas ms, Ricardn.
No tosas ms, por el amor de Dios!

(Estalla en desesperacin y se revuelve enfurecido hacia la platea.)


Ladrones! Bandidos!
Esa ruleta es una engaifa.
Quiero que me devuelvan el dinero de mi hijo!
Es una pandilla de ladrones!
No, Eurdice; no juegues ms!
Todos son culpables.
Vosotros matasteis a mi nio.
Todos!
Asesinos!

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(Desesperado; exasperado.)
Basta!
Paren!
No arrastren ms piedras, por el amor de Dios! No es preciso.
No es preciso construir las pirmides, no. Ricardn, yeme
yeme, Ricardn
Tienes fro?
Mucho fro?
Dulce; el sweter de Ricardn
El azul.
Azul de Goya.
Hijo mo, habla un poco.
Habla ingls, hijo mo
Pap quiere orte.

(Alucinado.)
Lolita!
Estuvo lucida la boda?

(Tararea la Marcha nupcial, de Mendelshon.)


Tra, la, la, la Tra, la, la, la!
Marcha nupcial y todo?

(Gratamente sorprendido.)
Qu hermosura!
Te pusiste el traje de boda de tu madre?
El traje de novia de Dulce!
De nuestra boda
Qu maravilla!
Y el sacerdote, qu dijo?
Cuida el hogar Velar por los hijos. Construir un futuro de felicidad, de inmensa,
de santa felicidad
Dulce, no me abandones.
No me abandones ahora, Dulce.

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Podemos recomenzar.
Vida nueva.
Vida!

(Tararea la Marcha fnebre, de Chopin.)


Basta!
La Marcha fnebre, no!
Yo quiero valses de Chopin.
Basta!
Podemos volver a empezar.
Ricardn se restablecer.
Ser maravilloso!
Ser como antes!
Tan bueno, Dulce
T y tus valses de Chopin!
Y la declamadora:
Ruega por los nios, Seora del Mar Qu bonito, Dulce! Fjate qu lindo es!:
Ruega por los nios
Ser todo como antes Como antes?
Sincero psame, dnde he ledo yo eso?
sincero psame
Psames! Por qu, Dulce?
No, Dulce. No es posible!
Los nios no mueren nunca.
No deben morir

(Sealando a un espectador.)
Qu hace usted aqu? Dej, abandon a su esposa y a sus hijos en casa y se vino
solo, verdad?
Que su vida es un infierno?
Intolerable?
Ah! Tambin en su vida se interpuso una Eurdice, no?
Para salvar a los hijos es preciso terminar con todas las Eurdices del mundo.
Quin cuidar de sus hijos?

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Quin va a mantener su hogar?
De acuerdo, ya lo s; pero sus hijos no tienen nada que ver con todo eso.
Ah! Sera todo tan fcil si no fuera por los hijos!
Si los nios no nacieran y sobre todo, si los nios no se murieran

(Desesperado. Completamente alucinado.)


Estas manos
Estas manos no son mas!
Basta de valses de Chopin!
Basta de declamadora!
Basta de carcajadas!
Silencio!
Ricardn est durmiendo
No lo despierten
Silencio!
Silencio!! Que pare esa ruleta.

(Intentando an justificarse.)
Ustedes vieron Vieron que soy inocente de todo, de cuanto ocurri.
Doa Gervasia hablando: patat, patat, patat, patat, patat, patat Hablando,
hablando, hablando!
Y las momias.
Y el do - re - mi - fa - sol
Y Menotti.
Y Villa Lobos.
Y Prokofieff.
Y esto y aquello.
Y porque el azul de Goya, y el amarillento de El Greco, y el indefinido de
Toulouse Lautrec!
Y no s qu ms.
Patat, patat, patat, patat, patat, patat.
Esclavos! Avanzan.
Piedras enormes son arrastradas para la construccin de la gran pirmide de Cheops.

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(Carcajada histrica.)
Para qu pirmides?
Cuarenta siglos os contemplan.
Para qu los cuarenta siglos?
Y ms angustia,
y ms confusin,
y ms guerras,
y ms bomba atmica

(Transicin. De nuevo se siente en la sala de juego.)


32 Encarnado!
27 Negro!
Faites vos jeux! Rien neva plus!
Hagan juego!
La atmica est cayendo sobre Hiroshima.
Vuuuuuuuuuuiiiiiiiiiii, Boooouuumm!!!
Estall!
Se acab Hiroshima.
Hagan juego, seores!
Seores imbciles, hagan juego!

(En este momento cree ver aparecer a Eurdice delante de la puerta de la casa y se
dirige suplicante hacia ella.)
Eurdice!
Te necesito, Eurdice.
Yo te necesito.
Mi vida est en tus manos.
En esas manos tan puras, Eurdice.
Dios ama las manos puras ms que las manos llenas.
Dnde est la lnea de la vida, Eurdice?
Qu lindas son tus manos!
Yo te necesito, Eurdice.
Yo necesito una joya de esas que adornan tus manos.

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La sortija menos costosa me salvar la vida.
La vida de mi hijo.
Te di todo lo que tena, Eurdice.
Toda mi fortuna.
Toda, Eurdice.
Por ti lo dej todo; a todo renunci.
No quiero nada de ms.
Slo quiero el ms insignificante de tus anillos. El menor de tus caprichos, el ms
sencillo de tus collares, me salvar
yeme, Eurdice:
Toda mi fortuna est en tus manos.
Manos suaves, tiernas, acariciadoras
Manos que yo cubr de sortijas y de pulseras. Manos de oracin, ternura y
amor
Te acuerdas, Eurdice?
Te acuerdas de mi Poema de las manos de Eurdice?
En todo vea yo solamente tus manos.
En la caricia y en la ruleta.
Por favor, Eurdice!
Yo te pido el peor de todos tus anillos.
El peor!

(Encolerizado.)
Ah! No quieres?
nicos, adorados recuerdos de un amor que ya muri
Cnica!
Canalla!
Tu collar.
Tu collar!

(Atenaza con sus manos l cuello de la EURCIDE imaginada, que slo l puede ver.
Despus, su gesto y su actitud acompaan la supuesta cada del cuerpo,
mascullando.)
Muere!

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Muere!!
As! As
Creste que no me vengara?
Pensaste que iba a quedarme sin mis joyas, hundindome en la ruina con los mos.

(Arrodillndose desesperado ante el supuesto cuerpo yacente.)


Eurdice.
Eurdice!
Eurdice!!
No, Eurdice!
Yo no he querido matarte Lo juro.
Juro que no quera.
Estas manos debieron desgarrarme, volverse contra m
Pero no tuve valor Soy un cobarde!
Un cobarde, Eurdice!

(Llora. Despus, nostlgico, pronuncia.)


Manos de oracin, ternura y amor

(Risa histrica.)
Nadie.
Nadie descubrir que yo te mat, Eurdice.
Nadie.
Crees que fue fcil burlar a la polica?
La police!
Atravesar la frontera, huyendo como un perro perseguido.
Pero todo lo recuper.
Arranqu de tu cuello, de tus manos!, todas las joyas Toda mi fortuna estaba en tus
manos Todas las joyas, y ahora mira, con tus ojos abiertos, vidriosos,
espantados Estn aqu, en mis manos!

(Maquinalmente, saca de los bolsillos collares, sortijas, pulseras, despus van


resbalando de sus dedos y cayendo al suelo, en el transcurso de la accin.)
Vine para reconstruir mi vida.
Vine para rehabilitarme, para levantarme de nuevo.

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(En este momento se levanta del suelo. Una luz azulada va tiendo el ambiente y
remplazando la claridad, pues los candelabros apagan al propio tiempo su luz.
GUMERSINDO habla con emocin y lgrimas crecientes.)

Dulce!
Has vuelto, Dulce!
Gracias.
Que Dios te bendiga.
Y la Virgen de los Dolores.
Yo quiero cubrir tus manos de joyas.
Yo quiero tus manos, Dulce.
Las manos que interpretaban Chopin.
Las manos que educaban a mis hijos.
Las manos que me consolaban y me daban ternura y amor, sin pedir nada en
cambio.
Yo quiero tus manos, Dulce.
Volvamos a empezar.
He vuelto para escuchar de nuevo la risa de Lolita, el do - re - mi - fa - sol, La
Seora del Mar, Stravinsky, Goya, las momias, los faraones, los valses de
Chopin.
Dulce!
He vuelto, Dulce!

(Llora y re a un tiempo, cayendo de rodillas, como en oracin.)


Bendita seas!
Has vuelto, Dulce!
Y yo, he vuelto a ti!
He vuelto!
He vuelto a ti!
He vuelto!!

(Cae el teln rpido.)

FIN DE LA OBRA

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Notas
Esta obra slo tiene un personaje porque NO puede tener ms que uno. Un hombre
solitario, con su desesperacin.
Los papeles y documentos que Gumersindo lavares presenta a los espectadores tienen
que ser los ms autnticos que sea posible.
Esta autenticidad, dentro del absurdo de Gumersindo Tavares, crea un clima
psicolgico muy curioso y decisivo para la comunicacin de sentimientos.
Cuando Gumersindo entrega una tarjeta de visita, ha de ser una tarjeta impresa donde
se lea: Gumersindo Tavares, escritor.
Cuando l muestra un telegrama, se ha de ser un verdadero telegrama.
Asimismo, deben ser autnticos el boletn, las radiografas, el seguro de vida, las
fotografas, las recetas mdicas, las facturas, etc., etc.
Todas estas cosas permiten un contacto ms directo, sirven de pretexto para una
mayor aproximacin entre el actor y los espectadores. A veces se improvisan dilogos
curiossimos, debiendo estar prevenido el actor para cualquier repentizacin.
Creemos que ste es uno de los puntos en que existe indiscutible innovacin.
La participacin del pblico ha de ser real, positiva. No existen ayudantes.
Cuando Gumersindo pregunta, por ejemplo: Su hijo, tiene patinete?, puede ocurrir
que el espectador confirme, niegue o permanezca indiferente.
Si el espectador dice que s, el actor replicar:
Entonces ya sabe el seor lo que esto significa.
Si el espectador no dice nada, el actor prosigue normalmente.
En la escena en que Tavares pregunta: Recuerda usted la frmula de las ecuaciones
de segundo grado?, puede suceder que la persona interrogada conteste
afirmativamente. En este caso el artista le rogar que diga la frmula en voz alta.
Si el espectador no se acuerda o no quiere contestar, el actor proseguir diciendo:
No se acuerda, claro!
Pero el eslabn ms importante de esta unin entre texto, actor y espectadores no es
que el artista baje a la platea, no es esa intimidad que se establece entre pblico y
actor. La comunicacin se produce porque los espectadores participan en la obra,
sintindose parte de ella, sintindose cada uno de los espectadores como fragmento
de la vida, de la historia de Gumersindo, y en la recomposicin de todos y cada uno
de esos fragmentos, todos los espectadores estn dentro de la vivencia, sintindola

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y emocionndose con ella.

FEDERICO SOLDEVILLA

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PEDRO BLOCH (Zhitomir, Ucrania, 1914 - Ro de Janeiro, 23 de febrero de 2004) fue
un mdico foniatra, periodista, compositor, poeta, dramaturgo y autor de libros para
nios. Escribi ms de cien libros. Se nacionaliz brasileo.
Su familia emigr a Brasil a principios del siglo XX. Estudi en el Colegio Pedro II y
ms tarde asisti a la Escuela Nacional de Medicina de la Escuela Red Beach actual
Universidad de Medicina Federal de Ro de Janeiro. Vino a dar clases en la PUC de
Ro de Janeiro.
Su obra ms conocida es la teatral Las manos de Eurdice, estrenada el 13 de mayo
1950 y se represent en ms de 60.000 veces en ms de 45 pases diferentes. Dos
aos despus, escribi otro xito teatral Doa Xepa, que fue adaptado para el cine y
una telenovela de Rede Globo. Como periodista, trabaj en la revista Titular y el
diario O Globo. El inters por el teatro lleg en las visitas que recibi los grandes
actores de su propia casa.
Pedro Bloch muri a la edad de 89 aos, insuficiencia respiratoria aguda, en su
apartamento en Copacabana.

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