Ciencia, Tecn. y Capital-Rubén Zardoya Loureda
Ciencia, Tecn. y Capital-Rubén Zardoya Loureda
Ciencia, Tecn. y Capital-Rubén Zardoya Loureda
Las ideas presentadas en el presente artculo son resultado del trabajo conjunto del autor con los
investigadores Rafael Cervantes Martnez, Felipe Gil Chamizo y Roberto Regalado lvarez.
ejercen el control y el dominio de nuestras vidas. En tales condiciones, a los mortales
comunes slo les est dado intentar ganarse los favores del inextricable y tirnico fetiche
tecnocientfico, o bien exorcizarlo.
Con tintes de euforia o de pnico, segn la perspectiva, estas representaciones
son compartidas por el optimismo cientfico tecnolgico y por el pesimismo cientfico
tecnolgico, que ven en el progreso de la tecnociencia una especie de panacea universal
para todos los males sociales, o bien la caja de Pandora de la humanidad contempornea.
Unos y otros consideran que la ciencia y la tecnologa constituyen el factor decisivo del
desarrollo social; le hacen culto, ora como Dios, ora como Diablo. Sin embargo, ms que
la simple fascinacin ante un dolo poderoso, lo que se asienta en la representacin
colectiva, de forma ms o menos difusa, es la idea de que la ciencia y la tecnologa han
adquirido vida y racionalidad o irracionalidad propias, y constituyen una suerte de
spiritus rector o primus agens de la civilizacin. El desarrollo cientfico tecnolgico se
habra convertido en el autntico sujeto propulsor de la humanidad, que asume por s
mismo las ms diversas funciones sociales. Bajo esta cobertura terica, apenas se
someten a crtica las relaciones de produccin asentadas en la explotacin del trabajo
asalariado; stas se conciben, antes bien, como relaciones flexibles, inmutables en
esencia, capaces de una autotransformacin y un perfeccionamiento permanentes y, en
consecuencia, de asimilar cualquier nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.
En correspondencia con estas representaciones, la explicacin ms recurrente de
los importantes cambios que se han producido en los ltimos veinte-treinta aos en el
sistema de produccin capitalista, se fundamenta en la idea del agotamiento del
paradigma tecnolgico1 imperante durante la posguerra y en la necesidad de sustituirlo
por otro ms productivo. Supuestamente, en un momento del desarrollo del
capitalismo ubicado entre los aos sesenta y setenta del siglo XX, las fuerzas
productivas del capital quedaron rezagadas con respecto a las relaciones capitalistas
de produccin, lo cual provoc una crisis. Las contradicciones fundamentales de la
economa de mercado tendran su raz en el estancamiento cientfico y tecnolgico;
o, si nos expresamos en trminos marxistas, la economa capitalista habra entrado en
crisis como consecuencia del insuficiente desarrollo de determinadas fuerzas
productivas. Desde este punto de vista, en la historia del capitalismo se verifica de
manera peridica un retraso del desarrollo de la productividad y de la tecnologa
correspondiente con relacin a las demandas de la reproduccin del capital. En
consecuencia, si fuera posible encontrar un mvil perpetuo tecnolgico, lograr una
renovacin permanente de la tecnologa, el modo de produccin capitalista tendra la
capacidad de mantener ad infinitum el equilibrio necesario entre el movimiento de las
fuerzas productivas y el reposo de las relaciones de produccin, de preservar la posicin
delantera de aquellas en su infinita carrera de obstculos con stas. A partir de estos
presupuestos, no es difcil concluir que, en efecto, el capitalismo representa el fin de la
historia. Las relaciones burguesas de produccin son la eterna novia joven a la cual se le
envejecen en los brazos, uno tras otro, los paradigmas tecnolgicos. Todo el problema
radica en que llegue a tiempo el pretendiente de relevo.
El paradigma tecnolgico que, de acuerdo con las formas ms recientes de la
economa vulgar, se encontr agotado durante las ltimas dcadas es el fordismo. En
rigor, el fordismo no puede ser considerado ms que como una forma de organizacin
interna de las plantas productivas, determinada por el grado de desarrollo del modo de
produccin capitalista, que recibi su bautismo en los Estados Unidos en los aos veinte
y se propag a Europa Occidental y Japn, como consecuencia de la extensin de los
tentculos de la oligarqua financiera norteamericana, a travs del proceso de
1
Si se quiere conservar algn sentido cientfico en el trmino difuso de paradigma tecnolgico,
habr que entender por l forma de desarrollo de las fuerzas productivas.
reconstruccin posterior a la Segunda Guerra Mundial. No se trataba de algo nuevo en la
historia del capitalismo, sino de un desarrollo ulterior del sistema de maquinaria
caracterstico de la gran industria capitalista desde finales del siglo XVIII. 2 Sin embargo,
en los ltimos aos, esta forma de organizacin del proceso productivo ha ido
abultndose en la teora hasta ser presentada sin sonrojos como una fase histrica del
capitalismo, identificada, incluso, con el llamado capitalismo tardo, que sigue
supuestamente en la escalera histrica al capitalismo liberal y al imperialismo
clsico.3 De acuerdo con esta lgica, desde finales de los aos sesenta, asistimos a la
sustitucin del fordismo por un nuevo paradigma tecnolgico, en ocasiones
denominado posfordista. En esta concepcin subyace una forma extrema de
fetichismo, que se expresa en la nocin errtica de que existen modos de produccin
tecnolgicos tales como el mecanizado y el automatizado, entendidos como
modos de articulacin tecnolgica de los componentes de las fuerzas productivas.
Tras cometer el pecado original de atribuirle a un individuo, Henry Ford, la
capacidad de haber alterado el curso histrico del modo de produccin capitalista,
resulta natural que la conceptualizacin del patrn tecnolgico que, segn se nos dice,
surgi a partir de la extensin de la forma de organizacin introducida por l en su
monopolio de la industria automotriz, se presente como una sumatoria de elementos
difusos, determinados segn criterios arbitrarios de la ms diversa naturaleza lgica, tales
como el tipo de energa fundamental utilizada, las ramas motrices de la economa, el
tipo de empresa dominante, el lugar que ocupa la empresa en el mercado, los sectores
productivos que proliferan, el tipo y el nmero de trabajadores requeridos, la
infraestructura necesaria para su desarrollo, y la forma de Estado correspondiente. As
se nos asevera en este paradigma tecnolgico basado en la electromecnica, el
petrleo y sus derivados constituyen la principal forma de energa; las ramas motrices de
la economa son las empresas petroleras, petroqumicas, automovilsticas, areas y
productoras de bienes de consumo y de armas; la empresa dominante es la corporacin,
en la cual se encuentran separadas las actividades administrativas de las labores
productivas; su complemento agrario es la llamada revolucin verde, basada en la
utilizacin de productos qumicos y biolgicos, el regado, la fumigacin area y el
control tcnico; se crean oligopolios en el mercado; el sector de los servicios y el de la
construccin alcanzan un notable desarrollo; se requiere una gran cantidad de
trabajadores especializados; crecen las ciudades como centros de produccin y consumo;
predominan las polticas keynesianas; y el capital y el trabajo establecen un pacto que
se expresa de forma poltica en el llamado Estado de Bienestar, caracterizado por la
existencia de contratos laborales permanentes, altos niveles de seguridad social y salarios
elevados.4
A diferencia de esto, como resultado del agotamiento del fordismo en la dcada
de los sesenta, la humanidad se habra topado con un nuevo paradigma tecnolgico
industrial, universal y dominante, caracterizado por una direccin cientfica del trabajo a
escala macro y micro, por el papel creciente de los nuevos conocimientos, las
investigaciones aplicadas, las innovaciones tecnolgicas y la informacin, que provocan
un aumento significativo de la productividad, con el consecuente restablecimiento de
condiciones favorables para la acumulacin, el aumento de la tasa de ganancia y el inicio
de una nueva onda expansiva que pone fin a la onda depresiva del capitalismo
2
Vale la pena realizar un nuevo estudio del llamado fordismo en relacin con lo que Marx
llamaba verdadero sistema de maquinaria. Ver: Carlos Marx. El Capital, t. 1, ed. cit., pp.
332-333.
3
Ver, por ejemplo: Renn Vega Cantor: Fin de la historia o desorden mundial? Crtica a la
ideologa del progreso y reivindicacin del socialismo, Ediciones Antropos Ltda., Santaf de
Bogot, 1997, pp. 156-157.
4
Ver: Ibd, pp. 159-161.
iniciada en 1967. En abierta contraposicin con la teora de Marx, se llega al extremo de
pronosticar que el paso al nuevo paradigma tecnolgico redundar en un aumento de la
cuota de ganancia del capitalismo y abrir una nueva onda larga expansiva.
No es mayor la coherencia lgica de los rasgos con que se presenta el nuevo
(informatizado) paradigma tecnolgico, repetidos de texto en texto de forma acrtica. A
diferencia de la nocin del viejo paradigma tecnolgico, en la cual, como hemos visto,
el desarrollo econmico se hace depender de la cantidad de energa, los recursos
naturales, el trabajo y el capital, en el nuevo paradigma este desarrollo depende, ante
todo, de la informacin y el conocimiento disponible. As las cosas, tiene lugar una
desmaterializacin del proceso productivo: una disminucin relativa de la utilizacin
de materias primas y una incorporacin creciente de conocimiento e informacin (lo cual,
a propsito, sugiere la idea peregrina de que la informacin no es de carcter material y
de que el conocimiento puede existir de otra forma que no sea a travs de la actividad
material humana sobre objetos materiales mediante la utilizacin de instrumentos
igualmente materiales); la riqueza de los pueblos y las naciones se fundamenta en el
conocimiento y la informacin y su asimilacin permite a aquellas insertarse con xito en
la era del cambio tecnolgico. El conocimiento es el brete ssamo que permite el
acceso de la humanidad a la cueva maravillosa donde se guardan las riquezas y el
desarrollo.
Por lo general, la caracterizacin del paradigma posfordista incluye, adems, los
siguientes tpicos: 1) crisis del uso de la energa fsil, a pesar cosa curiosa de que
se reconoce que el petrleo contina siendo la forma fundamental de energa; 2) prdida
de importancia de la tierra, los recursos naturales y el trabajo, a favor del conocimiento
tcnico, en particular, del conocimiento en la esfera de la microelectrnica, que facilita la
constitucin del complejo electrnico, integrado por las telecomunicaciones, la
informtica y la automatizacin; 3) configuracin de una nueva forma de organizacin
productiva, que integra la administracin, la produccin y la comercializacin; 4)
consolidacin de la automatizacin como objetivo total de la reestructuracin
capitalista, que genera una serie de modificaciones laborales, tales como la
estandarizacin del trabajo a escala universal y la atomizacin y descentralizacin de los
procesos productivos, asociada esta ltima a la subcontratacin, la aparicin y
reaparicin de empresas familiares y microempresas, a una permanente inestabilidad
laboral y un continuo desplazamiento de los trabajadores de una rama productiva a otra.
El nuevo paradigma tecnolgico (aqu la apologa del capitalismo alcanza su
punto culminante), estara llamado a superar la enajenacin, como consecuencia de que
el contenido del trabajo conlleva un alto componente intelectual, resulta ms interesante
y abre amplias posibilidades a la creatividad. Se da por sentado que el trabajador
necesario en la era de la revolucin informtica es un obrero nuevo, conocedor de
aspectos bsicos de la actividad ingenieril y del manejo de tecnologa compleja. Las
nuevas formas de organizacin del trabajo suponen un sistema de direccin participativo
y ponen de manifiesto una tendencia a la disminucin de los obreros. Aumentan los
ingresos de los trabajadores, con el consecuente impulso a que stos se conviertan en
clase media. El trabajo se sustituye por mquinas computarizadas, y por la
automatizacin general de la produccin capitalista. La llamada descentralizacin
productiva elimina las condiciones que posibilitaron la organizacin de los trabajadores
contra el capital, unidos con anterioridad en el interior de grandes aglomeraciones
fabriles. En estas condiciones, no tiene sentido hablar de misin histrica del
proletariado, pues, en los trminos clsicos, ste ha desaparecido o est en vas de
desaparicin.
No vale la pena poner en tela de juicio la idea de que, en un momento histrico
determinado, la Ford Motor Co. encontr la frmula ms efectiva para organizar la
produccin de forma tal que le permitiera extraer una mayor cuota de plusvala en las
condiciones de un mercado en expansin; ni aquella otra, ms reciente, que atribuye a la
firma Toyota el carcter de pionera en un esquema de produccin flexible,
posfordista, en respuesta a un mercado deprimido. Pongamos el nfasis, en cambio, en
la constatacin de que en las construcciones tericas vinculadas a la nocin de estos
paradigmas tecnolgicos, el punto de partida y el fundamento de la explicacin de las
transformaciones ocurridas en el modo de produccin capitalista no es el capital y sus
contradicciones internas, sino las modificaciones en la forma de organizacin de las
plantas productivas.
6
Ver: John D. Bernal. Historia social de la ciencia. La ciencia en la Historia, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1986, pp. 372-373; y Paul Bairoch. Revolucin industrial y
subdesarrollo, Siglo XXI Editores S:A., Mxico DF., 1967, pp. 12-25.
7
Carlos Marx, El Capital, t. 1, ed. cit., p. 324. En la manufactura precisa Marx, la
divisin y articulacin del proceso social de trabajo es puramente subjetiva, una simple
combinacin de obreros parciales; en el sistema basado en la maquinaria, la gran industria posee
un organismo perfectamente objetivo de produccin con que el obrero se encuentra como una
condicin material de produccin lista y acabada. Ibd., p. 338.
8
La mquina de que arranca la revolucin industrial sustituye al obrero que maneja una sola
herramienta por un mecanismo que opera con una masa de herramientas iguales o parecidas a la
vez y movida por una sola fuerza motriz, cualquiera que sea la forma de sta. En esto consiste la
mquina, con la que nos encontramos aqu como elemento simple de la produccin
maquinizada. Ibd., p. 328.
por un engranaje mecnico nico y permiti aumentar en cuarenta veces la productividad
del trabajo en Inglaterra. Slo sobre sus cimientos fue posible asentar la gran produccin
maquinizada y la gran industria, base del naciente capitalismo que cumplira la misin de
demoler la vieja manufactura. Con relacin al capitalismo manufacturero, tiene lugar un
salto cualitativo, centrado en el desarrollo de la tcnica maquinizada: el nmero de
herramientas con que puede funcionar simultneamente la misma mquina de trabajo
salta desde el primer instante esa barrera orgnica que se alza ante el trabajo manual del
obrero.9 En cambio, este ltimo no experimenta cambio cualitativo alguno, a pesar de
las significativas modificaciones que en l se verifican. La mquina herramienta sustituye
el trabajo del hombre como fuerza fsica acoplada con la herramienta en un sistema
nico; en otros trminos, sustituye el trabajo manual por el trabajo mecanizado, con lo
cual acenta la tendencia a la fragmentacin del trabajo. El obrero se convierte en un
simple accesorio o, segn la conocida expresin, en un apndice de la mquina, que
apenas vigila su funcionamiento, corrige sus errores, cada vez ms espordicos y, en
ocasiones, sirve de fuerza motriz. Con relacin a la fuerza de trabajo, nos hallamos ante
el desarrollo cuantitativo de una misma cualidad.
Ahora bien, al convertirse en maquinaria constata Marx, los instrumentos
de trabajo adquieren una modalidad material de existencia que exige la sustitucin de la
fuerza humana por las fuerzas de la naturaleza y de la rutina nacida de la experiencia por
una aplicacin consciente de las ciencias naturales.10 La gran industria sienta las bases
materiales y tcnicas del capitalismo y transforma la ciencia en una fuerza productiva
directa del capital, en una funcin productiva integrada orgnicamente al proceso de
produccin capitalista.
Si el proceso de produccin se convierte en esfera de aplicacin de la ciencia, la
ciencia, por el contrario, se convierte en un factor, en una funcin, por as decirlo,
del proceso de produccin. () Por primera vez, el modo de produccin
capitalista coloca las ciencias naturales al servicio del proceso de produccin
directo, en tanto, desde el ngulo opuesto, el desarrollo de la produccin ofrece
los medios para la conquista terica de la naturaleza.11
En otros trminos, con el desarrollo de la gran industria, la produccin capitalista
va convirtindose paulatinamente en un proceso de objetivacin del conocimiento
cientfico, en ciencia objetivada, se transforma de trabajo simple en un proceso
cientfico.12 En estas condiciones, la ciencia deviene en la forma ms slida de la
riqueza, en producto y productora de riqueza, en riqueza a la vez ideal y prctica, en
un aspecto y una forma del desarrollo de las fuerzas productivas humanas, es decir de
la riqueza13 Ms an,
a medida que la gran industria se desarrolla, la creacin de riquezas depende cada
vez menos del tiempo de trabajo y de la cantidad de trabajo utilizado, y cada vez
ms de la potencia de los agente mecnicos que son puestos en movimiento
9
Ibd., p. 326. Ver tambin: Carlos Marx. Fundamentos de la crtica de la Economa Poltica, t.
2, ed. cit., p. 185.
10
Carlos Marx. El Capital, t. 1, ed. cit., p. 338.
11
De la herencia manuscrita de Carlos Marx, Kommunist, 1958, N 7, p. 22 (en ruso). El
conjunto del proceso de produccin no est entonces subordinado a la habilidad del obrero; se ha
convertido en una aplicacin tecnolgica de la ciencia. Carlos Marx. Fundamentos de la crtica
de la Economa Poltica, t. 2, ed. cit., p. 187.
12
Ver: Carlos Marx. Fundamentos de la crtica de la Economa Poltica, t. 1, ed. cit., p. 188.
El principio de la industria mecanizada escribe Marx en El Capital, consistente en analizar
el proceso de produccin en las fases que la integran, y en resolver los problemas as planteados
por la aplicacin de la mecnica, la qumica, etc., es decir, de las ciencias naturales, da el tono en
todas las industrias." Carlos Marx. El Capital, t. 1, ed. cit., p. 412.
13
Carlos Marx. Fundamentos de la crtica de la Economa Poltica, t. 1, ed. cit., p. 36.
durante la duracin del trabajo. La enorme eficiencia de estos agentes no tiene, a
su vez, relacin alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su
produccin. Depende ms bien del nivel general de la ciencia y del progreso de la
tecnologa, o de la aplicacin de esta ciencia a la produccin.14
Ante todo, son razones econmicas las que impulsan este proceso de imbricacin
de la ciencia con el rgimen de produccin maquinizada, a saber, la perspectiva objetiva
de un considerable incremento de la productividad del trabajo y, como consecuencia, de
las ganancias capitalistas: el espacio y los lmites de la introduccin de tcnica
maquinizada por el capitalista estn determinados de forma rgida por su capacidad de
acortar el tiempo de trabajo necesario del obrero y, por consiguiente, de alargar el tiempo
de trabajo adicional. Con palabras de Marx, la apropiacin del trabajo vivo por el capital
adquiere en la maquinaria una realidad inmediata. Lo que permite a las mquinas
ejecutar el mismo trabajo que antes efectuaba el obrero es la aplicacin al proceso
productivo de leyes naturales puestas al descubierto por la ciencia. En estas
circunstancias, las invenciones e innovaciones tecnolgicas se convierten en una rama de
la actividad econmica y la aplicacin de la ciencia a la produccin se torna en un criterio
que determina e incita a sta.15
El conocimiento necesario para la produccin siempre vital y decisivo en todo
modo de produccin, hasta entonces entrelazado de forma directa con el proceso de
trabajo y trasmitido celosamente de una generacin a otra de productores, comienza a
desligarse de aqul y deviene en una forma especfica de actividad productiva, en una
profesin particular, en el proceso y el producto del trabajo especializado de
destacamentos peculiares de asalariados del capital, a saber, cientficos e ingenieros,
poseedores de una mercanca que, en lo adelante y de manera cada vez ms acentuada,
despertar la codicia del capital: su fuerza de trabajo compleja. La ciencia, as, comienza
a perder el carcter esotrico que la haba caracterizado desde sus albores, abandona los
salones aristocrticos en los que, bajo el nombre de academias o sociedades cientficas, la
haban recluido hasta entonces las clases dominantes en la sociedad, y se transforma en
una premisa y en un producto del desarrollo industrial capitalista. Ya no bastan al
proceso de valorizacin del capital las frmulas y prescripciones tradicionales para la
navegacin, la fundicin de metales, la elaboracin del vino, el curtido de la piel o el
hilado de seda; no bastan tampoco el conocimiento ancestral de las fuerzas naturales y
de la propia fuerza fsica del trabajador que pueden ser empleadas como fuentes de
energa en el proceso productivo. El hambre de plusvala del capital industrial hace
necesario el conocimiento ms exacto posible de las leyes de la naturaleza en toda su
riqueza y diversidad, con vistas a convertirlo, a travs del sistema de mquinas, en un
momento orgnico del proceso de valorizacin del capital. En lo adelante, el sistema
maquinizado slo podra desarrollarse en virtud de la asimilacin y la acumulacin
capitalista del conocimiento cientfico, contrapuesto al trabajador como una fuerza ajena
y hostil. En la sociedad capitalista, escribe Marx, la ciencia y sus aplicaciones se separan
realmente del arte del trabajador aislado y de su conocimiento del asunto, y aunque stos
si seguimos sus huellas hasta su propia fuente constituyen tambin productos del
trabajo, dondequiera que entren en el proceso de trabajo, se presentan como insertados
en la composicin del capital.16
14
Ibd., t. 2, p. 192.
15
Ver: Ibd., pp.191-192.
16
Carlos Marx y Federico Engels. Obras, t. 26, parte 1, Editora estatal de literatura poltica,
Mosc, 1960, p. 399 (en ruso). La actividad del obrero, reducida a una pura abstraccin, est
determinada en todo sentido por el movimiento de conjunto de las mquinas; lo inverso ya no es
el caso. La ciencia obliga, como resultado de su construccin, a los elementos inanimados de la
mquina a funcionar como autmatas tiles. Esta ciencia no existe ya en el cerebro de los
trabajadores: a travs de la mquina, obra ms bien sobre ellos como una fuerza extraa, como la
De esta forma comienza a consolidarse una nueva cualidad en el desarrollo de las
fuerzas productivas sociales: la ciencia se convierte en un momento necesario del
proceso de produccin capitalista, en una forma especfica de movimiento del capital,
destinada a garantizar su valorizacin a travs del incremento de la productividad del
trabajo. En la mquina, la propia ciencia realizada se contrapone a los obreros en
calidad de capital.17 El capital fijo, es decir, el capital invertido en la adquisicin de
medios de trabajo es el monstruo animado que materializa el pensamiento cientfico y
domina prcticamente todo el proceso de produccin;18 la mquina constituye su forma
ms adecuada de existencia como valor de uso en el proceso productivo. En estas
condiciones, la acumulacin del saber, de la habilidad, as como de todas las fuerzas
productivas generales del cerebro social son () absorbidas en el capital que se opone al
trabajo: aparecen en adelante como una propiedad del capital, o, ms exactamente, del
capital fijo, en la medida en que entra en el proceso de trabajo como un medio de
produccin efectivo.19 Incluso desde el punto de vista de su valor de uso, la mquina se
presenta como un modo peculiar de existencia del capital fijo, determinado por la
totalidad del proceso de produccin capitalista. El desarrollo de este capital deviene en el
ndice fundamental del grado de desarrollo de la gran industria capitalista, del grado en
que la ciencia y, en general, el saber, son convertidos en fuerzas productivas sociales, e
indica hasta qu punto las condiciones del proceso vital de la sociedad son sometidas al
control del conocimiento general y llevan su sello; hasta qu punto las fuerzas
productivas sociales no son producidas nicamente bajo la forma del saber, sino tambin
como rganos inmediatos de la praxis social, del proceso vital real.20
As, pues, en el rgimen de produccin capitalista desarrollado, la ciencia y la
tecnologa no constituyen realidades independientes con respecto al capital y a su
proceso de valorizacin. No significa esto, por supuesto, que el progreso de la ciencia
moderna haya tenido su impulso exclusivamente en razones utilitarias, al margen de las
ms diversas interacciones polticas, ideolgicas y culturales, incluida la necesidad
para la burguesa de demoler el vetusto edificio de la ideologa y la cultura realista
clerical que expresaba la concepcin del mundo y los intereses de la aristocracia feudal y
el clero;21 significa, antes bien, que a partir del desarrollo del rgimen de produccin
maquinizada y la afirmacin social de su cualidad de fuerza productiva, la produccin y
reproduccin de la ciencia (y de la tecnologa) tienen lugar, en lo fundamental, como
momentos del movimiento del capital. En sentido estricto, ello supone que las tres fases
de la reproduccin de este ltimo la fase dineraria, la fase productiva y la fase
mercantil se presentan, asimismo, como las tres fases de la reproduccin cientfico-
tecnolgica. La ciencia y la tecnologa constituyen expresiones naturales del valor en las
tres fases de la reproduccin del capital, y el hecho de que adopten una u otra de sus
formas de movimiento depende del lugar que ocupen y las funciones que cumplan en esta
reproduccin. La ciencia y la tecnologa se presentan: 1) como capital dinerario, es decir,
Carlos Marx y Federico Engels. Obras, t. 46, parte 2, Editora estatal de literatura poltica,
22
23
Las fuerzas productivas que brotan de la cooperacin y de la divisin del trabajo subraya
Marx no le cuestan nada al capital. Son fuerzas naturales del trabajo social. Tampoco
cuestan nada las fuerzas naturales de que se apropia para los procesos productivos: el vapor, el
agua, etc. Y lo mismo que con las fuerzas naturales, acontece con la ciencia. Una vez descubierta,
la ley sobre las desviaciones de la aguja magntica dentro del radio de accin de la corriente
elctrica () no cuesta un cntimo. () La ciencia no le cuesta al capitalista absolutamente
nada, pero ello no impide que la explote. El capital se apropia la ciencia ajena, ni ms ni
menos que se apropia del trabajo de los dems. Carlos Marx. El capital, t. 1, ed. cit., pp. 338-
339. Qu costaba entonces al capital? La aplicacin tecnolgica del conocimiento cientfico.
As como necesita un pulmn para respirar, el hombre, para poder consumir productivamente las
fuerzas de la naturaleza, necesita tambin algn artefacto hecho por su mano. () Para poder
explotar estas leyes [las leyes descubiertas por la ciencia -los autores] al servicio de la telegrafa,
etc., hace falta un aparato complicado y costossimo. Ibd., p. 338.
24
Ver: Jorge Nez Jover. Conocimiento, educacin y sociedad, Universidad de La Habana,
1998, p. 5 (indito).
investigacin). En otros trminos, la inversin en la fuerza de trabajo de los cientficos e
ingenieros se presenta como una parte de la inversin en fuerza de trabajo; a su vez, la
inversin en equipamiento para la investigacin constituye una parte de la inversin en
medios de produccin.
A partir de mediados de los aos cuarenta del presente siglo, con la aceleracin
del proceso de transnacionalizacin del capitalismo monopolista de Estado, 25 la ciencia y
la tecnologa de punta se consolidan de manera definitiva como fuerzas productivas del
capital transnacional. Lo que caracteriza la nueva era de la ciencia es su
monopolizacin por parte de las corporaciones transnacionales, su conversin en
tecnologa monopolizada por estas corporaciones, en un sector (o esfera) de la actividad
industrial de los monopolios transnacionales, en un momento necesario del proceso de
transnacionalizacin. La transnacionalizacin del monopolio hace que ste se convierta
en el principal productor de conocimiento cientfico. Las inversiones en investigaciones
cientficas y desarrollo de nuevas tecnologas (I + D) se consolidan como una esfera de la
actividad industrial de los monopolios transnacionales. La concentracin monopolista del
capital transnacional es el factor determinante del desarrollo y del freno a este
desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad capitalista contempornea. Con
otras palabras, en la actualidad, el desarrollo de las fuerzas productivas constituye un
producto de la concentracin del capital transnacional, que eleva la inversin en la fuerza
de trabajo de los cientficos e ingenieros y en equipamiento para la investigacin hasta
magnitudes de dinero hasta entonces inconcebibles.
La apropiacin por parte de la oligarqua financiera de la maquinaria del Estado
capitalista, crea las bases para la utilizacin de sus enormes recursos en el desarrollo de
la ciencia y la tecnologa en beneficio exclusivo de los monopolios. Este proceso que
avanz con lentitud hasta el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial recibi
un impulso colosal durante el perodo de posguerra, en virtud de la reconstruccin de
Europa Occidental y Japn, y del incremento de la competencia entre el capitalismo y el
naciente sistema de pases socialistas, con particular nfasis en la esfera militar. 26 La
carrera armamentista desatada por el imperialismo funcion como un poderoso estimulo
a la concentracin de gastos en el llamado complejo militar industrial, convertido desde
entonces en el lugar obligado para la reposicin del capital fijo de los monopolios, 27 y en
25
Una fundamentacin de la tesis de la metamorfosis del capitalismo monopolista de
Estado en capitalismo monopolista transnacional puese consultarse en los siguientes
ensayos de los autores: La metamorfosis del capitalismo monopolista (versin en 15
cuartillas), Cuba Socialista, N 8, 1997; La metamorfosis del capitalismo monopolista
(versin en 60 cuartillas), Amrica Libre, N 12; Transnacionalizacin y Estado,
Contracorriente, N 9, 1997, reeditado con el ttulo Transnacionalizacin, Estado y
poder poltico por Koey Latinoamericano, N 79, 1998; Marxismo y capitalismo
contemporneo, Debates Americanos, N 5-6, 1998; Globalizacin: un enfoque lgico
e histrico. Ideas para un debate, Anlisis de coyuntura, N 1, 1999; e Historia
universal y globalizacin capitalista. Cmo se presenta y en qu consiste el problema,
Cuba Socialista, N 13. Ver tambin: Internacionalismo de los oprimidos vs.
capitalismo transnacional (Mesa Redonda), en: Contracorriente, N 8, 1997 y El
imperialismo actual. Un debate a partir del trabajo: Transnacionalizacin y
desnacionalizacin. La metamorfosis del capitalismo monopolista de Estado, Cuba
Socialista, N 10, 1998. Se trata, al igual que estos apuntes, de materiales preparatorios
para el libro El capitalismo monopolista transnacional, en proceso de edicin.
26
Ver: Jorge Nez Jover. Op. cit., pp. 5-6. Precisamente esa intervencin se consolidar
alrededor de la segunda Guerra Mundial y en lo adelante, durante toda la llamada Guerra Fra.
27
El surgimiento y desarrollo de la microelectrnica, por ejemplo, fue producto de las necesidades
del complejo militar industrial del imperialismo en particular, del Pentgono, del desarrollo
de la aeronutica militar, las armas nucleares y otros sistemas de destruccin masiva. Sin
embargo, por grande que sea la demanda de armamentos, slo aquellas tecnologas que
la locomotora de la economa de la principal potencia imperialista del planeta: los
Estados Unidos de Amrica.28 La industria blica norteamericana se convierte en el
sector de punta del capitalismo transnacional, en el gran centro de concentracin de las
fuerzas productivas, en el foco irradiador de aquellas fuerzas productivas que pueden
incrementar la ganancia monopolista en la esfera civil, y en la aventura capitalista que
produce ms ganancias. En este sentido, la industria militar es el smbolo ms genuino de
la nueva era: no es slo la ms dinmica, sino constituye tambin la principal garanta
del mantenimiento de las condiciones polticas de la dominacin del capital financiero
transnacional. En medida considerable, la historia de la ciencia y la tecnologa en la
posguerra ha sido historia de la ciencia y la tecnologa en la esfera militar.
La fuerza gigante del Estado imperialista y de los monopolios, compelidos por la
carrera armamentista y la competencia, crea una poderosa red en la que el potencial de
desarrollo cientfico tcnico de los monopolios y el de las agencias gubernamentales, se
funde con el de las universidades y centros de investigacin pblicos y privados. En
inters de los monopolios, el Estado imperialista juega el papel decisivo en la promocin
de I + D, a travs de diferentes modalidades de transferencia de recursos y garantas a la
valorizacin del capital, tales como la cobertura de los costos de infraestructura bsica,
el financiamiento de la formacin profesional en universidades y el desarrollo de
proyectos en centros de investigacin, la concesin de incentivos fiscales, las compras
estatales, el otorgamiento de contratos pblicos, la preservacin del control monopolista
del mercado domstico y el respaldo poltico, tanto en el plano nacional como
internacional. El Estado se presenta como una suerte de mecenas del talento cientfico
tecnolgico, como el representante colectivo del capital social en esta esfera. Con un
desarrollo cientfico y tcnico en gran medida subsidiado y garantizado por el Estado y,
una vez aseguradas las ganancias con el propio encargo estatal, los monopolios
transnacionales amplan la utilizacin de las nuevas fuerzas productivas para abarcar
segmentos ms amplios del mercado. No hay sombra aqu de una convergencia de
intereses gubernamentales, empresariales y acadmicos, con el supuesto objetivo de
acelerar el desarrollo econmico de las naciones capitalistas en general, mediante la
integracin, la difusin y la introduccin de los nuevos conocimientos en la produccin.
La red propulsora de I + D en las potencias imperialistas constituye una evidencia de la
subordinacin del poder estatal, las universidades y los centros de investigacin al
podero financiero de los monopolios transnacionales. Se produce, as, algo anlogo a lo
que los fsicos llaman efecto lser: la emisin concentrada de radiaciones luminosas
sobre un cristal de rub origina una cualidad nueva en la luz, de extraordinaria intensidad.
Sin la colosal concentracin de recursos, instituciones y esfuerzos a travs del rub de los
monopolios transnacionales y los Estados imperialistas, no hubiera sido posible alcanzar
el nivel actual de desarrollo productivo. Como consecuencia, las fuerzas productivas
recibieron un impulso que sobrepuj la capacidad de asimilacin por parte de la forma
que haban adquirido las relaciones capitalistas de produccin en la posguerra. Ello se
29
En correspondencia con la tradicin marxista, por dinero mundial (money of the world),
entendemos la expresin universalmente reconocida del valor, que funciona en el mercado
mundial como medio general de pago, como medio general de compra y como materializacin
social absoluta de la riqueza en general (universal wealth). Carlos Marx. El Capital, t. 1, ed.
cit., p. 107. A esta expresin autnticamente universal del valor se alude por lo comn con el
trmino moneda libremente convertible, sustituyendo el vocablo dinero por el de moneda, sin
tomar en consideracin que la moneda es slo una de las formas de existencia del dinero (en este
caso, aparece implcita una visin reduccionista del dinero, que slo expresa una de sus cinco
funciones la funcin de medio de circulacin y, por consiguiente, omite las restantes: medida
del valor, medio de pago, medio de atesoramiento y dinero mundial; funcin esta ltima que
resume y engloba las anteriores). Atendiendo a consideraciones anlogas, por dinero local
entendemos las formas equivalenciales del valor reconocidas exclusivamente en los lmites de una
u otra comunidad, incluido el Estado-nacin y que, por consiguiente, slo funcionan como medios
locales de pago, como medios locales de compra y como materializacin social relativa de la
riqueza en general.
entre los medios de produccin y la fuerza de trabajo, y del control automtico de los
procesos productivos. Anotemos, sin embargo, que el trabajo que el capital individual
logra ahorrar con la informatizacin de su proceso de produccin lo despilfarra la
sociedad con creces en gastos de promocin y competencia, en parasitismo institucional,
en inversiones en la esfera militar, en consumos enajenantes y en corrupcin. En quinto
lugar, el monopolio del desarrollo de las fuerzas productivas da lugar a un proceso de
transnacionalizacin de la plusvala extraordinaria, es decir, de la plusvala que se obtiene
como resultado de una productividad del trabajo superior a la media social. Por ltimo,
en sexto lugar, la informatizacin permite la creacin de un nuevo soporte material del
dinero: el soporte electrnico, que agiliza de manera extraordinaria las operaciones
financieras y facilita la conversin de la especulacin en la forma dominante de la
reproduccin del capital. Al mismo tiempo, contribuye al perfeccionamiento de la
contabilidad, a la disminucin de los gastos de almacenamiento y a la reduccin de las
mediaciones burocrticas del proceso productivo.
As las cosas, el monopolio de la ciencia y la tecnologa (no estas ltimas por s
mismas) ha sido uno de los instrumentos fundamentales con cuyo concurso el capital
financiero ha logrado ir posponiendo la solucin violenta de sus contradicciones, y
establecer nuevas formas de dominacin.30 Este es el lado ms visible del asunto. Si nos
atuvisemos a esta apreciacin, cierta pero unilateral, parecera que slo un selenita
podra intentar reivindicar la clebre tesis del marxismo clsico, segn la cual, desde
mediados del siglo XIX, las relaciones capitalistas de produccin constituyen un freno
para el desarrollo de las fuerzas productivas que albergan en su seno. Sin embargo, como
demuestra Lenin, el imperio de los monopolios no slo promueve el desarrollo de las
fuerzas productivas, sino tambin provoca el estancamiento de este desarrollo:
En la medida en que se fijan, aunque sea temporalmente, precios monopolistas,
desaparecen hasta cierto punto las causas estimulantes del progreso tcnico y, por
consiguiente, de todo progreso, de todo avance, surgiendo as, adems, la
posibilidad econmica de contener artificialmente el progreso tcnico. () Desde
luego, la posibilidad de disminuir los gastos de produccin y de aumentar los
beneficios, haciendo mejoras tcnicas, obra a favor de las modificaciones. Pero la
tendencia al estancamiento y a la descomposicin, inherente al monopolio, sigue
obrando a su vez; y en ciertas ramas de la industria y en ciertos pases hay
perodos en que llega a imponerse.31
Lejos de lo que puede parecer a primera vista, el capitalismo monopolista
potencia la tendencia, inmanente a todo capitalismo, a poner lmites rgidos a la
utilizacin de la maquinaria y, en general, a la sustitucin de la fuerza de trabajo directa
del obrero por tecnologa.32 El doble y contradictorio carcter del monopolio con
30
No cabe duda de que en virtud de su enorme potencial econmico, y espoleados por la
competencia y el afn de plusvala extraordinaria, los monopolios contribuyen de manera
poderosa al desarrollo de las fuerzas productivas. El monopolio escribe Lenin garantiza
beneficios gigantescos y conduce a la creacin de unidades tcnicas de produccin de
proporciones inmensas. V.I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo, ed cit., p.
333. Otro tanto puede decirse de los grandes bancos, caractersticos del perodo imperialista de
desarrollo del capitalismo. Ver: Ibd., pp. 357-358. La preeminencia del monopolio sobre las
empresas capitalistas no monopolistas descansa, en considerable medida, en su superioridad
cientfico-tecnolgica, en su capacidad de invertir colosales sumas de capital en la sustitucin del
trabajo manual del obrero por el trabajo mecnico y automtico, en comprar la mano de obra
compleja y cara de los mejores cientficos e ingenieros y dedicarla a tiempo completo al
perfeccionamiento tcnico, a la invencin y experimentacin de nuevas tecnologas.
31
V.I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo, ed. cit., p. 417.
32
Esta tendencia es inherente al modo capitalista de produccin en su conjunto: Considerada
exclusivamente como medio de abaratamiento del producto, el lmite de aplicacin de la
maquinaria reside all donde su propia produccin cuesta menos trabajo que el trabajo que su
relacin a las fuerzas productivas tiene una explicacin sencilla. El monopolio est
colocado entre la espada y la pared. El estancamiento del desarrollo de las fuerzas
productivas le impedira cumplir con su principal cometido, garantizar la reproduccin
ampliada del capital: por esta razn, se ve obligado a desarrollarlas de forma
constante. Sin embargo, el desarrollo de las fuerzas productivas agrava inevitablemente
su contradiccin con las relaciones capitalistas de produccin, y ello le obliga a
frenarlas. En realidad, como potencias negatorias de la competencia, y atemorizados por
la amenaza latente de superproduccin de mercancas, los monopolios frenan el
desarrollo de las fuerzas productivas, a saber, limitan la produccin de conocimientos
cientficos, obstaculizan la conversin de los conocimientos cientficos producidos en
nuevas tecnologas, y frenan la introduccin de nuevas tecnologas en la produccin.33
Este es el lado menos visible del asunto. En el desarrollo de esta contradiccin, la
tendencia esencial y dominante es la que conduce al freno del desarrollo de las fuerzas
productivas e, incluso, a su estancamiento.
Cuando la ciencia y la tecnologa se conciben como un objeto de investigacin
vlido por s mismo, la determinacin monopolista de su desarrollo permanece a la
sombra o se constata simplemente como un momento apendicular. Ello impide reparar en
el poderoso freno que el sistema capitalista de produccin representa para el desarrollo
de las fuerzas productivas. Con otras palabras, en la relacin contradictoria existente
entre el desarrollo de los monopolios capitalistas y el desarrollo de las fuerzas
productivas del capital, el determinismo tecnolgico absolutiza uno de los dos
momentos, slo es capaz de revelar la esencia a travs de la apariencia: la promocin del
desarrollo de las fuerzas productivas. Constata un descubrimiento, una invencin, una
nueva tecnologa, la introduccin de un adelanto cientfico tecnolgico. Sin embargo,
resulta incapaz de reparar en la cantidad indeterminada de descubrimientos e invenciones
posibles que no son realizados, en la cantidad indeterminada de descubrimientos
cientficos que no son convertidos en tecnologa, en la cantidad indeterminada de
innovaciones tecnolgicas que no son introducidas en la produccin. En esta ignorancia
del carcter determinante de las relaciones de produccin, en particular, del monopolio,
sobre las fuerzas productivas del capital radica la raz gnoseolgica ms profunda del
determinismo tecnolgico. Como resultado, el desarrollo de las fuerzas productivas se
considera independiente de las relaciones de produccin, de las leyes sociales; se le
concibe exclusivamente como causa, y no como efecto. A la concentracin monopolista
del capital no se le concede fuerza explicativa sobre este proceso.
Apenas ser necesario tomar en cuenta los llamados a relativizar el
antagonismo existente entre las fuerzas productivas y las relaciones de produccin en el
capitalismo contemporneo, sustentados en el argumento de que el propio capital est
interesado en desarrollar la capacidad productiva del trabajo para incrementar la
plusvala obtenida y paliar sus contradicciones. Es incuestionable que el desarrollo
cientfico y tecnolgico contemporneo es fruto de las necesidades de desarrollo del
capital, pero tambin ha de estar fuera de duda que este desarrollo, la generalizacin de
empleo viene a suplir. Sin embargo, para el capital, este lmite es ms estricto. Como el capital
no paga el trabajo invertido, sino el valor de la fuerza de trabajo aplicada, para l el empleo de la
maquinaria tiene su lmite en la diferencia entre el valor de la mquina y el valor de la fuerza de
trabajo suplida por ella. Ver: Carlos Marx. El Capital, t. 1, ed. cit., pp. 343-346. Ver tambin:
Carlos Marx. Fundamentos de la crtica de la Economa Poltica, t. 2, ed. cit., p. 189.
33
La aplicacin industrial de los resultados de la investigacin cientfica es muy puntual. Los
monopolios cuentan en la actualidad con la posibilidad de automatizar la mayor parte de su
planta productiva y, sin embargo, se resisten a hacerlo. Las leyes norteamericanas, por ejemplo,
permiten monopolizar una patente (es decir, impedir su aplicacin por una empresa distinta de la
que ostenta el monopolio) durante diecisiete aos, tiempo ms que suficiente para que la
correspondiente tecnologa pierda todo su valor.
sus resultados y el despliegue del potencial productivo estn hoy limitados por la forma
especficamente capitalista en que tienen lugar. La simple comparacin de los indicadores
de crecimiento de la produccin mundial con las potencialidades productivas que
dormitan en el seno de las fuerzas productivas demuestra hasta qu punto estas ltimas
se encuentran prisioneras de las leyes del capital, mientras la gran mayora de la
humanidad encuentra crecientes dificultades para garantizar la reproduccin ms
elemental de su vida material.
Si el freno al desarrollo de las fuerzas productivas no fuera la tendencia
dominante del capitalismo monopolista, la superproduccin de mercancas hubiera sido
una constante de su desarrollo, con su colosal potencia destructiva para el capitalismo.
Este freno se pone de manifiesto con peculiar claridad cuando se somete a anlisis el
ciclo y las fases del capital. Cada fase del capital la fase dinero, la fase productiva y la
fase mercantil supone una transformacin del valor de un estado a otro desde el punto
de vista de las fuerzas productivas. En particular, el capital debe dar un salto mortal
desde su forma dineraria a su forma productiva, convertirse en condiciones de
produccin, es decir, en fuerza de trabajo y medios de produccin. Pero no siempre le
resulta posible. La inversin de capital o, en otros trminos, la conversin del dinero
en condiciones de produccin supone que aqul posea un nivel determinado de
concentracin, que exista en la forma de una determinada cantidad de dinero, con una
cualidad determinada; supone, asimismo, que el capitalista tenga acceso a los medios de
produccin que necesita, y que encuentre garantas de que su capital se acrecentar. En
otros trminos, tanto el proceso de renovacin tecnolgica individual como el proceso
de renovacin tecnolgica social dependen de factores sociales identificables con
facilidad: primero, el desarrollo o adquisicin de una nueva tecnologa requiere que el
capitalista posea dinero; segundo, ste, como norma, debe ser dinero mundial; y, tercero,
en la fase dinero-mercanca del movimiento del capital, preparatoria para el proceso de
produccin, la compra de la nueva tecnologa depende de que el monopolio tecnolgico
lo permita y de las condiciones que ste establezca para su venta de la cual se genera
la renta tecnolgica. Sin embargo, no todos los medios de produccin estn a
disposicin del capitalista en el mercado, pues, en virtud del monopolio, el dinero no se
cambia libremente por tecnologa; a su vez, el proceso de produccin de tecnologa
depende de condiciones cada vez ms rigurosas, y la que es producida no siempre es
vendida, es decir, no se realiza en un mercado libre. Es ingenuo presentar la renovacin
tecnolgica como un proceso independiente de los contratiempos a los que se enfrenta
todo capital productivo. Cada da resulta ms difcil para los capitales individuales, en
particular, para los no monopolistas, encontrar una garanta de acrecentamiento en la
esfera de la produccin material.
La imposibilidad para el capital de liberar sus fuerzas productivas se pone de
manifiesto igualmente cuando se considera la creciente determinacin negativa del
mercado sobre la produccin. Se produce contra garanta de realizacin sobre la base del
conocimiento, cada vez ms fidedigno, de las posibilidades restringidas del mercado. Los
estudios de mercado se convierten en una necesidad para la produccin capitalista.
Aunque es cierto que los resultados de estos estudios permiten al capital identificar un
abanico de posibilidades productivas existentes, no menos cierto es que conducen a
descartar un abanico todava mayor de posibilidades. El ejemplo clsico de esta
determinacin del mercado sobre la produccin es la llamada produccin por encargo
para mercado seguro, que constituye una barrera infranqueable para la expansin
productiva. Pero, en general, las crecientes dificultades para la realizacin de la
produccin en el mercado provocan una subutilizacin crnica de la capacidad
productiva de las empresas, que ya no slo tiene lugar durante las crisis econmicas. El
monopolio del mercado impide utilizar plenamente las fuerzas productivas creadas. Las
potencialidades de produccin de la riqueza material estn limitadas por las
contradicciones de la reproduccin capitalista.
Con fuerza anloga, el freno monopolista al desarrollo de las fuerzas productivas
se pone de manifiesto en la aceleracin del proceso de desgaste moral o apreciativo de
los medios de trabajo, del capital fijo. En la actualidad, el envejecimiento tecnolgico es
ante todo de carcter moral. El vrtigo de la competencia en los sectores ms rentables
de la economa apenas permite poner en funcionamiento determinados medios de
produccin, cuando ya es preciso sustituirlos. Son incontables las tecnologas sanas,
productivas y eficientes que son echadas al basurero con desdn por los monopolios, sin
parar mientes en su capacidad de crear valores de uso para miles de millones de hombres
y mujeres. La prdida de valor de estas tecnologas no se debe slo a la elevacin de la
productividad del trabajo en las ramas que las producen, sino, ante todo, a la
competencia intermonopolista y al hambre de plusvala extraordinaria del capital. Se
verifica aqu la misma lgica frrea que ha presidido el movimiento de la sociedad
burguesa durante dos largos siglos: slo tiene derecho a la existencia aquello que
contribuye al autoacrecentamiento del capital, y sobre todo, aquello que no lo
obstaculiza. A esta ley implacable no escapan siquiera las fuerzas productivas ya creadas.
El monopolio del desarrollo de las fuerzas productivas que ejerce un grupo
reducido de empresas capitalistas fundidas con los Estados nacionales de las
principales potencias imperialistas, implica con fuerza de ley el monopolio del
mercado de la ciencia y la tecnologa. En correspondencia con sus intereses, las
empresas monopolistas slo venden un nmero reducido de tecnologas por lo
general, subproductos y productos desfasados del desarrollo cientfico tecnolgico, y
lo hacen en condiciones muy duras y con todo tipo de restricciones para su uso, al
tiempo que conservan la exclusividad de aquellas que necesitan para vencer en la
competencia. Por otra parte, frente a la idea de que las agencias gubernamentales de
ciencia y tecnologa tienen como funcin difundir el conocimiento, es preciso insistir en
que esta difusin se rige por parmetros muy estrictos, llamados a garantizar su control
monopolista; en rigor, la difusin del conocimiento cientfico es mnima y se orienta, en
lo fundamental, a microproyectos funcionales a la lgica del capitalismo monopolista
transnacional. La monopolizacin de la ciencia y su conversin en la principal fuente de
obtencin de plusvala extraordinaria han puesto lmites precisos a la circulacin del
conocimiento cientfico, lo cual, al igual que en el caso de la tecnologa, se pone de
relieve con fuerza peculiar cuando apreciamos las restricciones a la comercializacin del
nuevo conocimiento (que, en la mayora de los casos, ni siquiera alcanza el status de
mercanca, simplemente permanece como un producto para el autoconsumo de los
monopolios que lo producen o son embalsamados) y, sobre todo, cuando se considera
que la vanguardia de la produccin cientfica es el complejo militar industrial del
imperialismo, en el cual, por razones obvias, tiene lugar un movimiento cautivo de las
fuerzas productivas. No es casual que, con el desarrollo del capitalismo monopolista
transnacional, el tema de la propiedad intelectual, los derechos de autor, las patentes, las
licencias, el secreto y el espionaje industrial se haya convertido en uno de los ms
controvertidos en las relaciones internacionales, y en fuente de agudas presiones y
sanciones por parte de los gobiernos de los pases imperialistas sobre otros pases.
Si los esfuerzos de los medios de comunicacin masiva y de los tericos
promotores del fetichismo cientfico-tecnolgico no nos encandilan, es preciso reconocer
que economa mundial se caracteriza por la existencia de un mosaico tecnolgico muy
abigarrado. A cada uno de los tipos de economa corresponde un determinado nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas, que virtualmente se encuentra separado por siglos
de los restantes. Si el capitalismo monopolista transnacional ejerce un control directo
sobre la investigacin cientfica y el desarrollo tecnolgico, el capitalismo no
monopolista que funciona en dinero mundial se presenta como un mero consumidor de
las tecnologas a las que el primero le da acceso. Por su parte, las economas no
monopolistas que funcionan en dineros locales se caracterizan por la endeblez cientfica
e, incluso, por la total marginacin, el atraso y la dependencia tecnolgica, y son
incapaces de reproducir la llamada tecnologa de punta. De este modo, la aplicacin de
los logros de la ciencia y la tcnica en unas ramas de la produccin se contrapone al
desarrollo extensivo que sigue caracterizando a otras ramas en las cuales predominan las
tecnologas tradicionales. Ello nos habla del pragmatismo congnito de la produccin
capitalista de ciencia y tecnologa, y de que la funcin esencial de una y otra es contribuir
a la valorizacin del capital. Con palabras de Fidel Castro,
el prodigioso salto experimentado por las fuerzas productivas bajo el impulso de esa
misma revolucin [la llamada Revolucin Cientfico Tcnica -los autores] contrasta
con el no menos fenomenal atraso cientfico, tcnico y material de pueblos enteros, en
los cuales el concepto de civilizacin no pasa de representar, en el mejor de los casos,
una esperanza ms bien remota.34
A diferencia de las perspectivas unilaterales que presentan a los sectores de
punta de la economa como la realidad econmica del mundo, un estudio objetivo del
capitalismo contemporneo no puede circunscribirse al impacto econmico y social que,
en efecto, tiene el acelerado desarrollo de las fuerzas productivas en aquellas esferas de
la produccin y los servicios en que alcanza, siempre de manera relativa, una mayor
amplitud, ni mucho menos, otorgarle un carcter universal. Tales construcciones
ideolgicas hacen referencia al mundo, pero este mundo slo incluye una parte de los
trabajadores de algo ms de una veintena de pases, aquellos que integran la OCDE,
donde se ubica la casa matriz de ms del 99% de los monopolios transnacionales. En
realidad, la energa humana y la energa animal siguen siendo las fuerzas motrices de las
que se sirven miles de millones de personas en el mundo, y la artesana y el trabajo
mecnico, las formas ms extendidas del proceso de trabajo, y lo seguirn siendo
mientras subsista el modo de produccin capitalista.
Las consideraciones anteriores echan por tierra uno de los mitos propagados por
los idelogos del imperialismo, asociado a la llamada transferencia tecnolgica:
supuestamente, la transferencia de tecnologa constituye un puente nivelador entre los
diferentes tipos de economa existentes en el mundo. En este caso, se omite el hecho
elemental de que la tecnologa es capital, y el capital no se transfiere, sino se vende,
como toda mercanca. Es cierto que una parte de la tecnologa desarrollada por el
capitalismo encuentra un espacio en determinadas ramas de la produccin y los servicios
de los pases del denominado Tercer Mundo. Ello sucede, sin embargo, en inters de los
monopolios transnacionales, ya sea porque deciden utilizarla en filiales ubicadas en esos
pases (en tal caso no es transferida, sino permanece en el circuito de la economa
transnacional), o porque necesitan venderla, con frecuencia porque se ha hecho obsoleta
(esto fue lo ocurrido, por ejemplo, a inicios de la posguerra, cuando, estimulada por las
perspectivas de la reconstruccin y penetracin econmica en Europa Occidental y
Japn, la oligarqua financiera norteamericana vendi a las burguesas latinoamericanas
su parque industrial anticuado, utilizado por estas ltimas como sostn tecnolgico del
esquema desarrollista o de sustitucin de importaciones). En ambos casos, una de
las razones para la supuesta transferencia tecnolgica es la relocalizacin de
producciones contaminantes, es decir, la exportacin de desechos de los pases
desarrollados a los subdesarrollados. La adquisicin de tecnologa por parte de los tipos
de economa que funcionan en dineros locales encadena al comprador a las condiciones
impuestas por el vendedor y al suministro de piezas de repuesto, y se caracteriza por una
gran anarqua. Se compra lo que est disponible en el mercado, de acuerdo al fabricante
al que se tenga acceso o a la empresa que ponga en venta sus desechos tecnolgicos.
34
Fidel Castro Ruz. Op. cit., p. 18.
Estas economas se desenvuelven sobre la base de una abigarrada mezcla de tecnologas,
en muchos casos incompatibles entre s.
As, pues, a nuestro juicio, en el curso de su desarrollo, el monopolio de las
fuerzas productivas del capital en particular, el monopolio transnacional pone de
manifiesto tres tendencias fundamentales: primera, mientras mayor es el conocimiento
cientfico acumulado capaz de convertirse en tecnologa, menor es, en trminos relativos,
su aplicacin tecnolgica; segunda, en la medida en que se despliega el desarrollo
cientfico tecnolgico y, en correspondencia, se incrementa la capacidad productiva,
aumenta el coeficiente de subutilizacin de la ciencia y la tecnologa, es decir, el volumen
de conocimientos cientficos y adelantos tecnolgicos que no pueden ser introducidos en
el proceso de produccin (lo mismo ocurre, a propsito, con el otro elemento de las
fuerzas productivas: la fuerza de trabajo); y, tercera, cuanto ms potentes son las fuerzas
productivas del capital, menos posibilidades tiene ste de convertirse en condiciones de
produccin. El capital transnacional se ha montado en una plataforma tecnolgica
demasiado potente para su forma de reproduccin, y ha ido gestando en su seno fuerzas
productivas correspondientes a un nuevo modo de produccin, con la circunstancia
agravante, entre otras, de que la maduracin del capital transnacional presupone el
agotamiento de la forma de paliar sus contradicciones a la que el capital ha recurrido
histricamente: la exportacin de estas contradicciones.
41
Ver: Pedro Alfonso Leonard. Capitalismo desarrollado contemporneo: transformaciones
sociales y tecnolgicas, en: Tecnologa y Sociedad, Instituto Superior Politcnico Jos Antonio
Echeverra, La Habana, 1997, p. 146.
42
Al hablar de cretinismo profesional, no hacemos referencia, en modo alguno, a una
enfermedad mental, sino a una enfermedad de la forma capitalista de divisin social del
trabajo. Por supuesto, no se trata de que todos y cada uno de los trabajadores en la sociedad
capitalista se conviertan en cretinos profesionales, sino de que esa es la tendencia, podramos
decir, la ley fundamental que preside el movimiento de la especializacin y la profesionalizacin
de la actividad en la sociedad capitalista con respecto al desarrollo de la personalidad.
43
Federico Engels. Principios del comunismo, en Carlos Marx y Federico Engels. Obras
Escogidas en 3 tomos, t. 1, ed. cit., pp. 94-95.
44
Evald Ilinkov. De dolos e ideales, en: Contracorriente, N 10, 1997, p. 87.
que la creacin de obreros intelectuales como un fenmeno masivo y como norma
social y, en correspondencia, la eliminacin de la divisin entre ambas formas de trabajo
y la configuracin de hombres multifacticamente desarrollados, constituye, por
definicin, la negacin del modo capitalista de produccin, basado en la explotacin del
trabajo asalariado, la divisin esclavizante del trabajo y la enajenacin de las capacidades
universales humanas con respecto a los individuos y los colectivos sociales. Por otra
parte, las loas al capitalismo contemporneo contenidas en la idea de que los progresos
en el carcter creador del trabajo de algunos sectores de asalariados estn dirigidos a
superar la explotacin, solapan que el carcter creativo del trabajo concreto no modifica
su carcter social abstracto, la forma social capitalista es decir, explotadora en que
este proceso tiene lugar. El mximo grado de creatividad que pueda ser concebido no
elimina en absoluto el carcter social explotador del proceso de produccin capitalista.
Es este sentido, cabe apuntar que lo que mueve al capital hacia una reversin
puntual de la tendencia al cretinismo profesional y a la prdida del sentido creador del
proceso de trabajo es siempre el afn de plusvala, la intensificacin del proceso de
trabajo y la explotacin del trabajador. Es la bsqueda de eficiencia capitalista, y slo
ella, lo que conduce a toda forma de reorganizacin de los procesos productivos. Huelga
insistir en que el capital no se preocupa en ningn otro sentido por desarrollar
capacidades fsicas e intelectuales en sus vctimas asalariadas. Podra acaso introducir la
automatizacin y la creatividad en todos los procesos productivos a escala mundial?
Podra hacerlo en todos los procesos productivos dentro de los propios pases
imperialistas? Podra, si se aventurara a ello, eludir el terremoto de una gigantesca crisis
de superproduccin de mercancas, y contener la ira de cientos de millones de obreros
expulsados de sus puestos de trabajo?
El desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo monopolista transnacional
crea las premisas tcnico materiales para la superacin de la contradiccin entre el
trabajo fsico y el trabajo intelectual, entre la ciudad y el campo, y entre la esfera
productiva y la improductiva. An ms, en la actualidad estn creadas todas las
condiciones necesarias para que la humanidad pueda cumplir su aejo sueo de ver
correr a chorros los manantiales de la riqueza colectiva; no los manantiales
emponzoados de la falsa riqueza, mutiladora de la personalidad e insostenible desde el
punto de vista ecolgico, asociada a la idea del consumismo, sino de la nica y autntica
riqueza humana: la riqueza universal de las capacidades de todos y cada uno de los
individuos. Las fuerzas productivas contemporneas cuentan con potencialidades para
impulsar el desarrollo de individuos totales y de un autntico sistema de relaciones
solidarias entre los hombres. Sin embargo, estas potencialidades se realizan en la forma
de contradicciones que profundizan la anarqua de la produccin, y conducen a una
ulterior irracionalizacin de las relaciones sociales y a la fragmentacin del desarrollo de
las capacidades humanas. El capitalismo monopolista transnacional al igual que todo
capitalismo resulta incapaz de controlar y encauzar de forma racional las fuerzas
gigantescas naturales y sociales que pone en movimiento con su desarrollo. Su
condicin de vida sigue siendo el antagonismo entre los medios y los fines de su propia
existencia. En trminos econmicos, el efecto fundamental de las transformaciones de las
fuerzas productivas contemporneas es el ahorro gigantesco de trabajo humano, en tanto
la ley econmica fundamental que preside el movimiento de todo capitalismo es la
produccin de plustrabajo.
Se deshacen as los espejismos creados por el discurso del nuevo paradigma
tecnolgico, que nos lleva de la mano por las ms dismiles innovaciones y slo centra
su atencin en el ciclo del capital productivo, al cual, en esencia, despoja de su
naturaleza de capital. Desde este punto de vista, la tendencia inmanente del proceso de
produccin capitalista es desarrollar la tecnologa per se y satisfacer al cliente y al
consumidor, como si el cambio tecnolgico, es decir, el proceso de produccin y
generalizacin de las innovaciones tecnolgicas, no constituyera una variable
dependiente de las leyes y contradicciones de la reproduccin del capital, y la forma
social que reviste la tecnologa, en tanto medio para producir ganancias, no fuera una
insufrible camisa de fuerza para el movimiento cientfico y tecnolgico. En una situacin
semejante, a la pregunta formulada por John Stuart Mill, acerca de si todos los inventos
mecnicos aplicados hasta el presente han facilitado en algo los esfuerzos cotidianos de
algn hombre, Marx responda:
La maquinaria empleada por el capitalismo no persigue ni mucho menos,
semejante objetivo. Su finalidad, como la de todo otro desarrollo de la fuerza
productiva del trabajo, es simplemente rasar las mercancas y acortar la parte de
la jornada en que el obrero necesita trabajar para s, y, de ese modo, alargar la
parte de la jornada que entrega gratis al capitalista. Es, sencillamente, un medio
para la produccin de plusvala.45
Por supuesto, el movimiento tecnolgico del capital tiene un impacto social,
contribuye a mejorar el nivel de vida de ciertos sectores de la poblacin (y a empeorar el
de otros). No obstante, todas estas aplicaciones basadas en el trabajo social de la
ciencia, de las fuerzas de la naturaleza y de masas enormes de productos de trabajo se
presentan exclusivamente como medios de explotacin del trabajo, como medios de
asimilacin de plustrabajo y, por tanto, como fuerzas pertenecientes al capital y opuestas
al trabajo.46
El capital slo ofrece nuevos productos y servicios para el beneficio de los seres
humanos porque stos son mercancas que necesita vender para garantizar su
reproduccin ampliada; o, por el reverso, el hecho de que sus nuevos productos y
servicios constituyan un beneficio para los seres humanos (aquellos seres humanos que
pueden pagar por ellos) no es ms que un factor contribuyente a su realizacin como
mercancas. Se incluyen aqu las modernas tcnicas para la produccin de alimentos, los
medicamentos muy caros, por cierto que permiten curar enfermedades antes fatales,
el aumento en la velocidad de los transportes, el incremento de la eficiencia de las
comunicaciones, y muchos otros beneficios. No pasamos por alto que muchas de las
bondades de los nuevos productos y servicios no pasan de ser un fraude.47
No se trata nicamente de llamar la atencin sobre el hecho, de por s
significativo, de que las inversiones gigantescas en investigaciones a las que tan
abundante referencia hacen los tericos embrujados por el mago de la tecnologa, se
realizan al margen de las necesidades de millones de personas que, por ejemplo, no se
ven urgidas de adquirir nuevos tipos de microchips para computadoras ni telfonos
celulares, sino alimentos, medicinas indispensables y educacin primaria. Miradas bien las
cosas, las conquistas tecnolgicas de la humanidad son mseras en comparacin con las
potencialidades reales que el capital anula. Mal que parezca a los devotos del
determinismo tecnolgico, no es gracias a las relaciones capitalistas de produccin, sino
a pesar de la tendencia fundamental que las alienta, que tiene lugar el desarrollo de las
fuerzas productivas. Por cuanto, en la actualidad, la oferta de mercancas, en particular la
que proviene de empresas transnacionales, es muy superior a la capacidad de compra de
45
Carlos Marx, El Capital, t. 1, ed. cit., p. 324. Segn Marx, el volumen de las masas de
mercancas creadas por la produccin capitalista lo determina la escala de la produccin y la
necesidad de que sta se extienda constantemente, y no en un crculo predestinado de oferta y
demanda, de necesidades que se trata de satisfacer. Ibd., t. 2, p. 72.
46
Carlos Marx y Federico Engels. Obras, t. 26, parte 1, ed. cit., p. 399.
47
Es conocido que las masivas campaas publicitarias que atiborran los medios de comunicacin
masiva estn destinadas a generar necesidades artificiales en los consumidores. De esta
manera, se le atribuyen poderes afrodisiacos a los perfumes y alto valor nutritivo a los alimentos
mejor empacados, o se sustituyen los ejercicios fsicos por pomadas capaces, supuestamente, de
hacer adelgazar.
la poblacin, el capital, amenazado por las crisis de superproduccin, slo puede asimilar
el potencial cientfico tcnico en determinadas ramas, nunca de forma integral. La
llamada reconversin industrial en curso se realiza sobre la base de la incorporacin de
una parte muy limitada de los avances tecnolgicos.
A modo de conclusin
Nada ms ajeno al pensamiento marxista que la nocin de un modo de produccin
capitalista esttico, inmvil o estancado: La burguesa escriben Marx y Engels no
puede existir sino a condicin de revolucionar incesantemente los instrumentos de
produccin y, por consiguiente, las relaciones de produccin, y con ello todas las
relaciones sociales.48 No obstante, la idea de que las fuerzas productivas del capital
quedan rezagadas de forma peridica con respecto a las relaciones capitalistas de
produccin, constituye una inversin directa de la concepcin de Marx:
Desde hace algunas dcadas, la historia de la industria y del comercio no es ms
que la historia de la rebelin de las fuerzas productivas modernas contra las
actuales relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesa y
su dominacin (...) La sociedad posee demasiada industria, demasiado comercio.
Las fuerzas productivas de que dispone no favorecen ya el rgimen burgus de la
propiedad; por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para estas
relaciones, que constituyen un obstculo para su desarrollo; y cada vez que las
fuerzas productivas salvan este obstculo, precipitan en el desorden a toda la
sociedad burguesa y amenazan la existencia de la propiedad burguesa. Las
relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas
creadas en su seno.49
La produccin capitalista se distingue por un movimiento constante de una forma
a otra del proceso de trabajo, ya sea porque el capital ha concluido una rotacin
completa y ha logrado amortizar el valor desembolsado en capital fijo, ya sea en el
caso de que este ltimo no se haya amortizado plenamente, en virtud del desgaste
apreciativo y de que el costo individual supera el precio de produccin (es decir, la suma
de los gastos de produccin y de la ganancia media) o de que la relacin entre uno y otro
no resulte favorable. Sin embargo, el cambio de la tecnologa, considerada como valor de
uso en el proceso de produccin, no determina por s mismo las tendencias sociales y las
leyes de la reproduccin del capital. Todo lo contrario, la revolucin incesante de los
instrumentos y procedimientos de produccin (revolucin tecnolgica) que el capital se
ve obligado a realizar de manera peridica y sistemtica, no constituye en modo alguno
la razn o causa de su movimiento, sino apenas la consecuencia ms visible del
imperativo categrico que rige su existencia: autovalorizarse de forma permanente. La
velocidad e intensidad de los cambios tecnolgicos dependen del hambre de
productividad del capital, y estn determinadas por los estmulos emitidos por el
proceso de valorizacin. En el proceso de generalizacin de la innovacin tecnolgica,
que constituye uno de los indicadores del crecimiento de la productividad del trabajo
social, cobran forma visible las leyes que regulan la reproduccin del capital. Justamente
la competencia, el nivel de monopolizacin, las demandas, las tendencias y las leyes de la
reproduccin del capital son los factores determinantes de la extensin y la intensidad de
la generalizacin de nuevas tecnologas.
Desde esta perspectiva, resulta evidente el falseamiento de las determinaciones de
la economa capitalista que lleva aparejada la nocin de la sustitucin de unos
paradigmas tecnolgicos por otros, a saber: la mezcolanza de caractersticas tcnicas con
caractersticas organizativas en la definicin de estos paradigmas; la confusin entre la
48
. Carlos Marx y Federico Engels. Manifiesto del Partido Comunista, ed. cit, p. 114.
49
Ibd., pp. 116-117.
desvalorizacin de la fuerza de trabajo simple, no calificada y la prdida de importancia
del trabajo como tal; la hiperbolizacin de los niveles reales de sustitucin de las energas
fsiles por las llamadas nuevas fuentes de energa; la concepcin implcita de las materias
primas como cosas de la naturaleza sin ningn grado de elaboracin, lo cual conduce a
que los llamados nuevos materiales no se consideren como materia prima, y, en sus
formas extremas, a la idea de que el proceso productivo puede prescindir de sta; 50 la
exageracin del grado de universalizacin alcanzado por las fuerzas productivas que
conforman el llamado nuevo paradigma tecnolgico, en particular, por el proceso de
automatizacin;51 el desprecio del papel siempre decisivo que la informacin y el
conocimiento tcnico han tenido en el proceso productivo de pocas anteriores de
desarrollo del capitalismo y, en general, de la produccin social; la suposicin de que el
desarrollo de las fuerzas productivas constituye un aliviadero para el capital y de que el
incremento de la productividad del trabajo contrarresta la accin de la ley de la tendencia
decreciente de la cuota de ganancia;52 la confusin entre la descentralizacin y
50
No cabe duda de que, a medida que aumenta la capacidad productiva del capital, va sobrando
cada vez ms ciencia, fuerza productiva, capital, materia prima y fuerza de trabajo. Sin embargo,
en la literatura contempornea resulta frecuente encontrar la afirmacin de que el trabajo y los
recursos naturales han perdido importancia (estos ltimos al ser sustituidos por nuevos
materiales). Sin trabajo y sin recursos naturales la vida humana sera imposible, por lo que
resulta absurdo que uno u otro pierda importancia. En el primer caso, detrs de la forma
inadecuada de expresin, se oculta un hecho real: el exceso de fuerza de trabajo con relacin a
las demandas del capital, en especial, el exceso de fuerza de trabajo no calificada. En el segundo
caso, se pasa por alto que los nuevos materiales tambin provienen de la naturaleza, son, en
sentido estricto, materias primas, con mayor grado de elaboracin previa al proceso productivo.
De forma tal que ganan importancia unos recursos naturales y materias primas, y la pierden
otros En igual sentido, resulta imprecisa la afirmacin habitual de que los pases
subdesarrollados se ven afectados por la irrupcin mundial de la informtica, ignorando el
hecho de que esa forma de tecnologa, como cualquier otra de las llamadas de punta, constituye
una forma de existencia del capital monopolista transnacional. El fundamento de los procesos en
curso no es el desarrollo cientfico tecnolgico, sino el parasitismo y la autofagia inherentes al
capitalismo monopolista transnacional, en cuya sustancia se deprecia la fuerza de trabajo, el
objeto de trabajo y el capital mismo, lo cual se traduce en salarios miserables, en precios bajos de
la materia prima y en desenfreno de las bolsas.
51
En aras de justipreciar la medida en que la automatizacin constituye un momento realmente
nuevo en el desarrollo de la gran industria capitalista, sera necesario realizar un estudio
circunstanciado de su desarrollo a partir de mediados del siglo XVIII europeo. Para Marx, no
cabe duda de que la automatizacin plena es la forma ms adecuada y perfecta de existencia de la
gran produccin maquinizada. Ver, de Carlos Marx: El Capital, t. 1, ed. cit., pp. 333-334; y
Fundamentos de la crtica de la Economa Poltica, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1975, t. 2., p. 185.
52
La concepcin marxista del papel de la innovacin tecnolgica en el proceso de produccin
capitalista, se diferencia de manera radical de la clebre tesis de la economa vulgar, que vincula
el crecimiento de la cuota de ganancia con el crecimiento de la productividad del trabajo y, en
general, considera que los factores que promueven el crecimiento de esta ltima benefician de
manera directamente proporcional la reproduccin el capital. En realidad, al aumentar la
productividad del trabajo, la magnitud del valor creado decrece en la misma proporcin en que se
incrementa la masa de riqueza material producida. Se trata de magnitudes inversamente
proporcionales. Si bien el incremento de la productividad del trabajo favorece de manera
transitoria a los capitales individuales que toman la iniciativa en la introduccin de una nueva
tecnologa, su consecuencia inevitable es el descenso global de la cuota de ganancia del capital
social, que termina por afectar incluso a su promotor. La elevacin de la productividad del
trabajo constituye, como pensaba Marx, un sntoma de la agudizacin de la ley de la tendencia
decreciente de la cuota de ganancia. Si partimos del supuesto de que este cambio gradual en
cuanto a la composicin del capital no se opera simplemente en ramas aisladas de produccin,
sino que ms o menos se da en todas ellas o, cuando menos, en las esferas de produccin
desconcentracin de las plantas productivas, por una parte, y la descentralizacin y
desconcentracin de la propiedad y el poder, por otro; la omisin de los factores
polticos que determinan la aplicacin prctica de los adelantos cientfico tecnolgicos; la
deduccin mecnica de las polticas keynesianas y del Estado de Bienestar a partir del
fordismo, y de las polticas neoliberales y el desmontaje del Estado de Bienestar, a
partir del posfordismo; la proyeccin de una imagen idlica de los obreros portadores
de una fuerza de trabajo compleja; la tendencia a hiperbolizar los niveles de desarrollo
intelectual de la fuerza de trabajo y a considerar que el capitalismo da pasos acelerados
hacia la superacin de la contraposicin entre el trabajo fsico y el trabajo mental; y la
exageracin de la fragmentacin de la clase obrera, concebida como un proceso lineal e
irreversible.
Si en las consideraciones que hemos reseado, sustituimos las nocin abstracta y
poco determinada de sociedad por la ms concreta y determinada de modo de
produccin capitalista, se hace evidente que, de forma subrepticia, la llamada
tecnociencia se nos presenta como una especie de deus ex machina que salva al
capitalismo de su bancarrota, como el medio tantas veces buscado para eternizar el
capitalismo y superar las confrontaciones de clase; o bien como el chivo expiatorio al
cual se pueden achacar todas las aberraciones del sistema de compraventa de la fuerza de
trabajo. La anarqua de la produccin caracterstica del sistema de extorsin de plusvala
permanece a la sombra. Salta a la vista que la intencin explcita o la consecuencia
implcita de las seudoteoras promotoras del fetichismo cientfico tecnolgico es afirmar
la facultad del modo de produccin capitalista de conjurar sus contradicciones
antagnicas. El futuro de la humanidad dependera, en tal caso, de su capacidad de poner
en prctica un proyecto de desarrollo de la ciencia y la tecnologa que ponga coto a sus
efectos negativos.
Desde el punto de vista marxista, el estancamiento de la economa capitalista
verificado en los aos setenta no tiene su origen en el agotamiento del patrn industrial
de la electromecnica (o metalmecnica), ni en la obsolescencia de fuerzas productivas
que ya no daban abasto al estmulo para el desarrollo que emite el capital. Por el
contrario, el paso a un nuevo peldao en el desarrollo de la tecnologa que, en lo
fundamental, se avizoraba en ramas estratgicas desde los aos sesenta, no poda tener
una inmediata y plena irrupcin en la escena productiva, precisamente, porque era
desestimulado por la amenaza del retorno de la crisis de superproduccin de mercancas
que, una vez reconstruidas las economas de Europa Occidental y Japn, volva a
enseorearse de los mercados del mundo. El espectro de la crisis de superproduccin,
evocado por estas colosales fuerzas productivas, condujo a un considerable
enlentecimiento de la inversin productiva, en particular, en las industrias de productos
qumicos y la metalmecnica, que haban sido los sectores de punta del capitalismo
monopolista de Estado nacional. En apariencia, los sectores y ramas de la economa que
en la poca dorada del fordismo haban simbolizado el desarrollo capitalista estaban
agotados y se haca necesario dinamizar el desarrollo cientfico tecnolgico. Surge
aqu el mito de la innovacin tecnolgica perpetua (es decir, en lenguaje marxista, de la
introduccin permanente de nuevas fuerzas productivas, a contrapelo de la amenaza
permanente de superproduccin y desempleo). En realidad, lo que dinamiza el
desarrollo de las fuerzas productivas es la demanda del mercado o de la poltica, pero los
mercados se agotan y el desempleo hace disminuir la demanda poltica. Se verifica aqu
decisivas y que, por tanto, esos cambios afectan a la composicin orgnica media del capital total
existente en una determinada sociedad, llegaremos necesariamente a la conclusin de que este
incremento gradual del capital constante en proporcin al variable tiene como resultado un
descenso gradual de la cuota general de ganancia. Carlos Marx. El Capital, t. 3, ed. cit., p. 234.
tambin una contradiccin entre la demanda poltica de desarrollo de las fuerzas
productivas para la industria militar y la amenaza de superproduccin.
La renovacin tecnolgica, que slo encontr una asimilacin intensiva en la
protegida y encargada produccin militar, ha tenido lugar en medio de una gran
propaganda en aquellas ramas de la produccin y los servicios en que el capital
monopolista encuentra espacios para realizar su reproduccin ampliada y en la medida
que ello le resulta posible sin hacer estallar siempre por el momento las
contradicciones sociales que ese mismo proceso provoca de manera inevitable. An hoy,
veinte aos despus de iniciada, constatamos que la llamada reconversin industrial o
modernizacin es un proceso muy contradictorio, que nos habla ms de lo que no se
ha podido generalizar del desarrollo cientfico y tecnolgico alcanzado por la humanidad,
que de lo que se ha incorporado en forma real y efectiva a la produccin masiva. Ello
levanta grandes sospechas contra la cacareada generalizacin de un nuevo paradigma
tecnolgico industrial.
En lneas generales, la causa inmediata de la crisis en los aos setenta fue la
proverbial lentitud con que el torpe armatoste del sistema productivo del capitalismo
monopolista reaccion al desarrollo desenfrenado de las fuerzas productivas que
engendr de sus entraas. Se requera una reorganizacin del proceso productivo con
vistas a adaptarlo al nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado por el
capital monopolista. En apariencia, este capital demandaba un incremento de la
productividad del trabajo; en realidad, era todo lo contrario: el capitalismo de Estado
nacional, con sus grandes conglomerados fordistas, resultaba estrecho para las fuerzas
productivas creadas; para los niveles creados de productividad del trabajo, para la falta
de mercados. No eran las fuerzas productivas las que estaban agotadas, sino, de manera
inmediata, los mercados; en esencia, el modo de produccin.
A medida que la ciencia se convierte en un factor directo de la produccin y
revoluciona la productividad del trabajo, agudiza las contradicciones internas del capital
social y amenaza la medida en que las fuerzas productivas son capaces de desarrollarse
en forma capitalista. De aliada aparente del capital en su marcha forzada hacia la
valorizacin, la ciencia se convierte en un factor agravante del conflicto existente entre
las fuerzas productivas del capital y sus correspondientes relaciones de produccin. Se
revela as que el carcter salvador de la ciencia y la tecnologa con respecto al modo de
produccin capitalista es pura apariencia, y se expresa slo en un grupo limitado de
capitales altamente concentrados. Cuando el capitalismo se enfoca en su totalidad, se
hace patente la fuerza destructiva de la ciencia y la tecnologa con respecto a l.