10 Canciones, Rimas Carmen
10 Canciones, Rimas Carmen
10 Canciones, Rimas Carmen
1) MUEVE EL CUERPO
vamos a mover el cuerpo
vamos a mover lo así
moviendo lo con ritmo así,así,así
mueve bien la cabeza
mueve también los hombros
luego mueve los brazos
y aplaude un, dos, tres
mueve bien las rodillas
mueve también los pies
salta,salta bien alto ¡uh!
cuatro, cinco y seis
vamos a mover el cuerpo
vamos a mover lo así
moviendo lo con ritmo así,así,así
estos son mis ojos
esta mi nariz
estas son mis orejas
y con mi boca te canto así
vamos a mover el cuerpo
vamos a mover lo así
moviendo lo con ritmo así,así,así.
4)TALLARIN
Un tallarin, un tallarin
que se mueve por aqui
que se mueve por alla
todo pegotiado
con un poco de aceite
con un poco de sal
Y te lo comes tú
5) PALMAS, PALMITAS
Palmas, palmitas
higos y castañitas,
manzanas y turrón
para mi niño/a son.
Palmas, palmitas,
que viene papá
palmas, palmitas
que luego vendrá.
Palmas, palmitas,
que viene papá
palmas, palmitas
6) Veo, veo
-Veo veo (Comienzo que se repite)
-¿qué ves?
-Una cosita.
-¡Alefante! (Elefante)
-No, no, no... eso no, no, no, eso no, no, no, no es así.
ADIVINANZA
LA FAMILIA CERCANA
Empieza por “a” y no es ave,
sin ser ave, vuela.
¿Quién es?
Respuesta: la abuela
PARA ESCRIBIR
Por entro soy carbón,
por fuera soy madera,
viajo en tu estuche
y me llevas a la escuela.
Respuesta: el lápiz
ANIMALITO
No es cama,
tampoco león,
siempre se escapa
y se va a un rincón.
Respuesta: el camaleón
UNA LETRA
A COMER
Respuesta: el plato
PARA BEBER
Voy lleno de agua,
voy lleno de vino,
me ponen en la mesa
y soy de cristal fino.
Respuesta: el vaso
LA FAMILIA
Duerme en su camita,
a veces es un poco llorona,
pero se ríe contigo
y viéndote se emociona
Respuesta: tu hermana
RIMAS
UN MARINERO
Un marinerito
Me mandó un papel
En el que decía
Que me case con él
Yo le respondí que me casaría
Pero no con él.
CABALLITO BLANCO
Caballito blanco
llévame de aquí
llévame a la tierra
donde yo nací
caballito blanco
dime la verdad
yo te la diré
si vienes aquí.
TENGO, TENGO
Tengo tengo tengo.
Tú no tienes nada.
Tengo tres ovejas
en una cabaña
una me da leche
otra me da lana
otra me mantiene
toda la semana
RABITO
El conejo rabito
se metió en su huequito
calentito se durmió
de mañana despertó
se comió su zanahoria
y acabó con esta historia
AYER PASÉ POR TU CASA
Ayer pasé por tu casa
Me tiraste un membrillo
El jugo me quedó en la cabeza
Y las pepas en los calzoncillos.
SILVINA GALLINA
Silvina mi gallina
usa zapatitos de bailarina
se peina y se alista
igual que un artista
y con su copete
se hace un rodete
LOS MESES
Treinta días trae septiembre
Pio,pio,pio
RANA
Sanaras mañana
ELEFANTE
Dice el señor elefante
Gustavito era un caracolillo que vivía feliz en el fondo del mar; se mecía al ritmo de las
corrientes marinas, reposaba en la arena, buscando algún rayo de sol y de vez en cuando
daba sus paseos.
Gustavillo se lo pensó dos veces y al final decidió ser, como un antepasado suyo un
cangrejo.
Empezaron a vivir juntos el cangrejo dentro del caracol y al poco comenzaron los
problemas: el cangrejo se metía las pinzas en la nariz, hacía ruidos cuando comía, no
ayudaba en la limpieza...
Una mañana Gustavito le dijo al cangrejo todo lo que no se debía hacer, con paciencia ,
explicándole que:
Cuando volvió habló con Gustavito y entre los dos juntitos hicieron una lista de las cosas
que, para estar juntos, debían hacer para que todo funcionara bien.
A partir de ese momento se acoplaron a convivir juntos y fueron muy, muy felices, el
cangrejo, daba a Gustavito largos paseos y el caracolillo arropaba al cangrejo cuando
había marea.
FIN
EL GIGANTE TRAGON
Érase una vez una abuelita que vivía con sus tres nietas. Las tres niñas ayudaban en las
tareas del hogar por el cariño que sentían a su abuela.
Un día la abuelita les dijo que en cuanto acabaran cada una de ellas su faena de la casa,
podían bajar a la bodega a merendar pan con miel. Al poco rato la pequeña de las tres
hermanas acabó su labor y marchó a la bodega.
-Muy bien abuela, se lo diré. En cuanto llegó a la puerta de la bodega, justo antes de
entrar, escuchó una voz que cantaba:
-¿Quién anda ahí? Preguntó la niña, y aunque no escuchó respuesta, decidió entrar.
Zas!! De nuevo el gigante Tragón encerró a la hermana mediana en el saco junto a la
pequeña.
-Mayor, mayorcita, no vengas acá, tralará, tralará... Con toda curiosidad se acercó y
Zas!!! Las tres hermanas acabaron en el saco del gigante Tragón.
Con toda la preocupación del mundo la abuelita salió a buscar a sus nietas, y al llegar a
la puerta de la bodega escuchó cantar:
-Ay Dios mío, mis niñas, seguro que ese gigante Tragón las ha cogido... Pues la abuelita
ya conocía al malvado gigante.
-No se preocupe abuelita, ese malvado tendrá su merecido. Enseguida la avispa avisó a
todas sus amigas del enjambre, y con voz de ataque gritaron:
-Vamos a por ese gigante malvado, hay que darle su merecido, ¡¡¡adelante
compañeras!!!!
En el momento que el gigante Tragón salía de la bodega camino al bosque, todas las
avispas empezaron a picotearle sin parar. Éste salió corriendo temeroso de los picotazos
y olvidándose allá mismo del saco con las tres pequeñas.
Las niñas pudieron salvarse de las garras del gigante Tragón gracias a unas avispas muy
avispadas. Finalmente, la abuelita y sus tres adorables nietas marcharon a casa para
merendar un rico pan con miel.
FIN
EL RATON ENRIQUETO
Enriqueto era un ratoncito tímido, de pelaje negro, dientes torcidos, ojos bizcos y oreja
maltrecha. Se quedó huérfano de padre y madre y creció en compañía de otros ratones
que hacían lo que podían para sobrevivir en un mercado de la ciudad de Guatemala.
El día de Nochebuena, como de
costumbre, tenían hambre y
decidieron salir a buscar comida entre
los desperdicios de los contenedores
que la gente iba llenando alrededor
del mercado.
Lo que realmente había pasado fue que, cuando sus compañeros oyeron que un coche se
había estrellado contra el contenedor de basura que registraba Enriqueto, le vieron
tendido en la acera. Inmediatamente lo cogieron y se lo llevaron a su cueva, le frotaron
con alcohol el pecho, le estiraron las piernas y lo calentaron con mentol y candelas para
que entrara en calor. Enriqueto, al verse vivo, no paraba de llorar de la alegría y juró no
volver a portarse mal y no ser tan glotón y comelón.
FIN
EL HUEVO DE PIA
habla de la curiosidad de un niño y del cariño con que es tratado por sus abuelos.
Muestra lo sencillo y rico que puede representar el nacimiento de un pollito para un
niño. Y que en el campo ocurren muchas cosas nuevas a los ojos de los más pequeños.
La gallina de plumaje dorado se levantó del escondite donde empollaba sus huevos.
Llevaba días debajo de un frondoso helecho del jardín. Mientras escarbaba buscando
gusanos en la tierra, cantaba como si se
sintiera feliz.
- Ca-ca-ca-ca-ca, ca-ca-ca-ca-ca… Adrién
aguzó el oído para escuchar el canto
monótono de la gallina. Aquello era nuevo
para él.
- Abuelita, ¿qué es eso?
- Es la gallina cantando.
- Quiero verla.
- ¿Por qué?
Adrién se protegió, asustado y lloroso, en los brazos de la abuela. Fue sólo un susto. Era
la primera vez que pasaba unos días en la finca de la abuela. Había vivido sus
escasos cuatro años en la ciudad y las visitas al campo habían sido breves.
Los días en el campo eran fascinantes para él. Que su abuela hiciera tostones de un
plátano verde que cogió de una de sus matas, lo dejó embelesado. Su madre también
hacía tostones, pero los sacaba de una bolsa del congelador.
Que su abuela abriera una vaina y muchos granos de gandules, cayeran en sus manos, le
parecía un cuento. Su madre abría una lata y allí estaban los gandules. En el campo
ocurrían muchas cosas nuevas a los ojos de Adrién.
Al día siguiente, la abuela se acercó al helecho donde la gallina se ocultaba y vio gozosa
algunos cascarones esparcidos por el nido y unos polluelos aún mojados y cegatos.
- ¿Qué?
- ¿Y si me pica?
Adrién estaba maravillado, ya había tres pollitos con la gallina que los paseaba
orgullosa.
- Pío- pío-pío, decían los pollitos, siguiendo a la madre. De pronto, la abuela escuchó un
piar profundo dentro de uno de los huevos que aún quedaban.
Lo cogió con extremo cuidado. Mientras el niño miraba embelesado, la abuela iba
rompiendo el cascarón. Primero apareció un diminuto pico, después la cabeza y luego el
resto del cuerpo pequeño, amarillo y mojado.
- Quiero cogerlo.
- ¿Por qué? Antes de ella alcanzar a contestar, la gallina se acercó con su hermosa cría.
Sus cánticos distrajeron a Adrién, y la abuela creyó que se habían acabado las
preguntas.
- Pío-pío-pío.