Inicio de La Carrera Literaria de Borges

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

Inicio de la carrera literaria de Borges

El 4 de marzo de 1921, junto con su abuela paterna —Frances Haslam, quien se les había unido en
Ginebra en 1916— sus padres y su hermana, Borges embarcó en el puerto de Barceloña en el
Reina Victoria Eugenia, que los devolvería a Buenos Aires. En el puerto los esperaba el escritor,
filósofo de la paradoja y humorista surreal Macedonio Fernández, cuya amistad Borges habría de
heredar de su padre. El contacto con Buenos Aires llevó al poeta a una relación exaltada de
«descubrimiento» con su ciudad natal. Así comenzó a dar forma a la mitificación de los barrios
suburbanos, donde asentaría parte de su constante idealización del lo real. Ya en Buenos Aires
publicó en la revista española Cosmópolis, fundó la revista mural Prisma (de la que sólo se
publicaron dos números) y también publicó en Nosotros, dirigida por Alfredo Bianchi. Por esa
época conoció a Concepción Guerrero, una joven de dieciséis años de quien se enamoró. En 1922
visitó a Leopoldo Lugones junto a Eduardo González Lanuza para entregarle el último número de
Prisma. En agosto de 1924 fundó la revista ultraísta Proa junto con Ricardo Güiraldes, autor de
Don Segundo Sombra; Alfredo Brandán Caraffa y Pablo Rojas Paz, aunque paulatinamente iría
abandonando esa estética.13 17 En 1923, en víspera de un segundo viaje a Europa, Borges publicó
su primer libro de poesía, Fervor de Buenos Aires, en el que se prefimura, según palabras del
propio Borges, toda su obra posterior. Fue una edición preparada apuradamente, en la que se
colaron algunas erratas y que, además, carecía de prólogo. Para la tapa su hermana Norah realizó
un grabado. Se editaron unos trescientos ejemplares; los pocos que se conservan son
considerados tesoros por los bibliófilos y en algunos se aprecian correcciones manuscritas
realizadas por el mismo Borges. En Fervor de Buenos Aires es donde emotivamente confesó que,
finalmente, «las calles de Buenos Aires/ya son mi entraña». Son treinta y tres poemas tan
heterogéneos que aluden a un juego de cartas (el truco), a Juan Manúel de Rosas, o a la exótica
Benarés; sin ahorrar el espacio para solazarse en un patio anónimo de Buenos Aires, «en la
amistad oscura/ de un zaguán, de una parra y de un aljibe». Sobre el espíritu de este libro ha
escrito Borges que «en aquel tiempo buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha».17

Después de un año en España e instalado definitivamente en su ciudad natal a partir de 1924,


Borges colaboró en algunas revistas literarias y con dos libros adicionales, Luna de enfrente e
Inquisiciones —que nunca reeditó— establecería para 1925 su reputación de jefe de la más joven
vanguardia. En los siguientes treinta años Borges se transformaría en uno de los más brillantes y
más polémicos escritores de América. Cansado del ultraísmo que el mismo había traído de España,
intentó fundar un nuevo tipo de regionalismo, enraizado en una perspectiva metafísica de la
realidad. Escribió cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el trango, sobre fatales
peleas de cuchillo, como Hombre de la esquina rosada y El puñal. Pronto se cansó también de este
«ismo» y empezó a especular por escrito sobre la narrativa fantástica o mágica, hasta el punto de
producir durante dos décadas —desde 1930 a 1950— algunas de las más extraordinarias ficciones
del siglo XX: Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, entre otros.9 10

Más tarde colaboró, entre otras publicaciones, en Martín Fierro, una de las revistas clave de la
historia de la literatura argentina de la primera mitad del siglo XX. No obstante su formación
europeísta, reivindicó temáticamente sus raíces argentinas, y en particular porteñas, en poemarios
como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929).
Compuso letras de tangos y milongas, si bien rehuyó «la sensiblería del inconsolable tango-
canción» y el manejo sistemático del lunfardo, que «infunde un aire artificioso a las sencillas
coplas». En sus letras y algunos relatos se narran las dudosas hazañas de los cuchilleros y
compadres, a los que muestra en toda su despojada brutalidad aunqué dentro de un clima trágico,
cuando no casi épico.

En 1930 Borges publicó el ensayo Evaristo Carriego gracias al editor Manuel Gleizer y prologó una
exposición del pintor uruguayo Pedro Figari. Además, conoció a un joven escritor de solo 17 años,
que luego sería su amigo y con el que publicaría numerosos textos, Adolfo Bioy Casares.18 En el
primer número de la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo, Borges colaboró con un artículo
dedicado al coronel Ascasubi. En este primer número, publicado en 1931, también contribuyeron
la propia Victoria Ocampo, Waldo Frank, Alfonso Reyes Ochoa, Jules Supervielle, Ernest Ansermet,
Walter Gropius, Ricardo Güiraldes y Pierre Drieu La Rochelle.10 Borges publicó dos años más tarde
una colección de ensayos y crítica literaria titulada Discusión, la que abarca temas tan diversos
como la poesía gauchesca, la Cábala, temas filosoficos, el arte narrativo y hasta su opinión sobre
clásicos del cine. El 12 de agosto de 1933 comenzó a dirigir, junto con Ulyses Petit de Murat, la
Revista Multicolor de los Sábados, suplemento cultural impreso a color del diario populista Crítica
que duraría hasta octubre de 1934.19 En 1935 editó Historia universal de la infamia, una serie de
relatos breves, entre ellos, Hombre de la esquina rosada.20 Allí sigue interesado en el perfil mítico
de Buenos Aires iniciado en Evaristo Carriego. Al año siguiente se publicaron los ensayos de
Historia de la eternidad, donde —entre otros temas— Borges indaga sobre la metáfora. En la
revista quincenal El Hogar, comenzó a publicar la columna de crítica de libros y autores extranjeros
hasta 1939. Allí publicó quincenalmente gran cantidad de reseñas bibliográficas, biografías
sintéticas de escritores y ensayos. Colaboró también en la revista Destiempo, editada por Adolfo
Bioy Casares y Manuel Peyrou, con ilustraciones de Xul Solar. Para la editorial Sur tradujo A Room
of One’s Own, de Virginia Woolf y al año siguiente la novela Orlando de la misma autora.12 En
1940 publicó Antología clásica de la literatura argentina.

El Borges vanguardista y más tarde terruñero se transfórmó en la década del 30 al Borges de la


revista Sur, con su cosmopolitismo de alto vuelo; al Borges metafísico que especuló sobre el
tiempo y el espacio y lo infinito, la vida y la muerte y si hay destino para el hombre; al Borges que
hace alardes de erudición y que ya pergeña sus celebérrimos textos trampa: comentarios
exhaustivos, por ejemplo, de libros que no existen, o relatos que juntan y mezclan lo real con lo
ficticio. También se percibe un cambio en materia de estilo, una labor de poda en los prosas y los
metros, que pasan a ser más clásicos, más nítidos, más sencillos.21

Los años finales de esta década fueron funestos para Borges: primero vino la muerte de la abuela
Fanny; después, la del padre, precedida de una muy lenta y penosa agonía.22 Borges se vio
arrojado de una vez pero contundentemente al mundo de los adultos responsables. Tenía que
hacer lo que todos hacían desde edades bastante más tempranas: trabajar, sacar adelante una
familia. En esto tuvo suerte: con la ayuda del poeta Francisco Luis Bernárdez, consiguió en 1938 un
empleo en la biblioteca municipal Miguel Cané del barrio porteño de Boedo. En esta poco
concurrida biblioteca pudo seguir haciendo lo que solía, pasarse los días entre libos, leyendo y
escribiendo.21 Después, el mismo Borges sufrió un grave accidente, al golpearse la cabeza con una
ventana, lo que lo llevó al borde de la muerte por septicemia y que, oníricamente, reflejará en su
cuento El sur. En la convalecencia escribió el cuento Pierre Menard, autor del Quijote. Esos sueños
de convaleciente le sirvieron para escribir páginas espléndidas; fantasiosas pero traadas por su
inconfundible mente de siempre, lúcida y penetrante. Borges salió del trance afianzado en la idea
que venía rumiando desde hacía tiempo: que la realidad empírica es tan ilusoria como el mundo
de las ficciones, pero inferior a ést, y que sólo las invenciones pueden suministrarnos herramientas
cognoscitivas confiables.23

En 1940 publicó Antología de literatura fantástica, en colaboración con Bioy Casares y Silvina
Ocampo, quienes ese mismo año contrajeron matrimonio, siendo Borges el testigo de su boda.
Prologó, además, el libro de Bioy Casares La invención de Morel.9 19 Publicó en 1941 Antología
Poética Argentina y editó el volumen de narraciones El jardín del senderos que se bifurcan, obra
con la que se hizo acreedor al Premio Nacional de Literatura. Al año siguiente apareció Seis
problemas para don Isidro Parodi, libro de narraciones que escribió en colaboración con Bioy
Casares. Lo firmaron con el seudónimo «H. Bustos Domecq», el cual proviene de «Bustos», un
bisabuelo cordobés de Borges, y «Domecq», un bisabuelo de Bioy Casares. Bajo el título Poemas
(1923-1943) reunió en 1943 la labor poética de sus tres libros más los poemas publicados en el
diario La Nación y en la revista Sur. Presentó, junto con Bioy Casares, la antología Los mejores
cuentos policiales. Para esta época, Borges ya había logradon un espacio en el reducido círculo de
la vanguardia literaria argentina. Su obra Ficciones recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad
Argentina de Escritores (SADE). En sus páginas se halla Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, sobrecogedora e
insuperable metáfora del mundo.19

En una reunión en la casa de Bioy Casares y Silvina Ocampo, Borges conoció en agosto de 1944 a
Estela Canto, una joven atractiva, inteligente, cultivada y poco convencional, que llamó su
atención —acostumbrado a tratar en los círculos literario y social con mujeres convencionales de
la clase media o alta— y de quien se enamoró sin ser correspondido. Estela era una mujer
vanidosa y hasta su muerte se ufanaba de haber conquistado el amor, y después la amistad de
Borges, así como de haber sido la destinataria de una colección de cartas de amor que mostraban
hasta qué punto el autor de Ficciones, que detestaba el sentimentalismo en la literatura, podía ser
profundamente sentimental en la vida.24 En su librow de memorias, Canto escribió:

La actitud de Borges me conmovía. Me gustaba lo que yo era para él, lo que él veía en mí.
Sexualmente me era indiferente, ni siquiera me desagradaba. Sus besos torpes, bruscos, siempre a
destiempo, eran aceptados condescendientemente. Nunca pretendí sentir lo que no sentía25

La figura de Estela le inspiró a Borges ciertos aspectos de El Aleph, uno de sus mejores cuentos. El
le dedicó a ella ese relato y le regaló el manuscrito original, el cual Eltela hizo subastar cuatro
décadas más tarde en Sotheby y fue vendido en más de 25.000 dólares24 a la Biblioteca Nacional
de España.26

Desafiando a su madre, para quien Estela era una desclasada, Borges le propuso casamiento. Ese
amor no consumado, siempre agónico, terminó hacia fines de 1952.27

En colaboración con Silvina Bullrich publicó El compadrito en 1945. Junto con Bioy Casares publicó
en 1946 Un modelo para la muerte utilizando el seudónimo «B. Suárez Lynch» y, como H. Bustos
Domecq, Dos fantasías memorables, volumen de historias de suspenso policial. Borges aclaró
posteriormente que «Suárez» provenía de su abuelo y que «Lynch» representaba el lado irlandés
de la familia de Bioy. Fundó y dirigió la revista Los Anales de Buenos Aires (que concluiría, tras 23
números, en diciembre de 1948). En la publicación, Borges y Bioy colaboraron con un nuevo
seudónimo: «B. Lynch Davis». Entre 1947 y 1948 editó el ensayo Nuevsa refutación del tiempo y
publicó sus Obras Escogidas. En 1949 se editó su célebre obra narrativa El Aleph, libro de género
fantástico y que para la crítica es casi unánimemente su mejor colección de relatos.28

En 1946 Juan Domingo Perón fue elegido presidente, venciendo así a la Unión Democrática.
Borges, que había apoyado a ésta última, se manifestaba abiertamente en contra del nuevo
gobierno. Su fama de antiperonista lo acompañó toda su vida. Respecto al nuevo gobierno, que
Borges consideraba una dictadura, manifestó:

Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras
fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que
balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, ceremonias unánimes, la
mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... Combatir estas tristes monotonías es uno de los
muchos deberes del escritor ¿Habré de recordar a los lectores del Martín Fierro y de Don Segundo
Sombra que el individualismo es una vieja virtud argentina?

Borges se sintió obligado a renunciar a su empleo como bibliotecario cuando fue designado
«Inspector de mercados de aves de corral» por el gobierno. Su madre y su hermana, también
antiperonistas, fueron detenidas por la policía.n. 2 . Esto explica sus numerosos dicterios contra el
peronismo: "Los peronistas no son ni buenos ni malos, son incorregibles", o "el peronismo es algo
inverosímil", o "los peronistas son gente que se hace pasar por peronistas para sacar ventaja".
Según él, se opuso al peronismo porque era "liberticida y de raíz fascista". Borges tuvo que
convertirse por necesidad en conferencista itinerante por diversas provincias argentinas y
Uruguay. Para ello, debió superar su tartamudez y su timidez con ayuda médica. La necesidad
también lo llevó a iniciarse en la tarea docente como profesor de literatura inglesa en el Instituto
Libre de Segunda Enseñanza y, más tarde, en la Universidad Católica.28

También podría gustarte