Brusco
Brusco
Brusco
‘…Quizás la principal virtud de los aportes de la teoría política feminista no esté todavía
en los conceptos comprensivos que pueda producir sino en llamar la atención sobre las
limitaciones de los conceptos universales’. (Carme Castells)
Coincidiendo con Bhikhu Parekh creemos que para que la filosofía política contemporánea
continúe con el progreso de las últimas cinco décadas y pueda superar los problemas que ya
plantea el próximo siglo, es necesario que los filósofos políticos reconozcan y enfrenten
los sesgos racistas, sexistas, etnocentristas y nacionalistas que descansan en lo mas
profundo de la disciplina. Los sesgos racistas y sexistas afectan a la definición de las
habilidades y necesidades del ser humano y se evitan procurando una visión del hombre
más rica y amplia. (Parekh, 1996)
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Con este trabajo pretendemos desmitificar la mirada que deja por fuera del ‘verdadero
meollo’ a este debate, para ello por un lado referenciaremos al debate teórico conceptual y
buscaremos desnudar las teorías que subyacen en la puesta en práctica de ciertas políticas,
en este caso las del Banco Mundial en sus programas de asistencia social.
Marco de referencia
Podría afirmar, siguiendo a Castells, que el fenómeno que planteamos se enmarca dentro
de la discusión política de la igualdad y la justicia, ya que contrariamente a la suposición
liberal clásica, hay varias maneras de tratar a la gente igualitariamente, al mismo tiempo
que hay varias maneras en que puede organizarse una sociedad justa o una distribución
equitativa de los recursos.
Sin embargo, no abordaremos aquí dicha discusión en forma exhaustiva. Sí creemos
necesario explicar mínimamente cual es nuestro punto de partida teórico en torno al
feminismo. En este sentido, compartimos la idea de Castells para quien el feminismo no
constituye un corpus compacto ni fácilmente sistematizable. “La expresión sigue teniendo
un significado genérico programático y prescriptivo: entendemos por feminismo todo lo
relativo a todas aquellas personas y grupos reflexiones y actuaciones orientadas a acabar
con la subordinación, desigualdad y opresión de las mujeres y lograr su emancipación y la
construcción de una sociedad en que ya no tengan cabida las discriminaciones por razón de
sexo y género. Se trata de un pensamiento y una práctica plural que engloba percepciones
diferentes, distintas elaboraciones intelectuales y diversas propuestas de actuación
derivadas en todos los casos de un mismo hecho: el papel subordinado de las mujeres en la
sociedad.” (Castells, 1996)
De igual manera y completando esta aproximación, Scott ya desde sus escritos de los ‘80
dice “la categoría ´genero´se ha consolidado en el estudio de las relaciones entre hombres
y mujeres poniendo énfasis en la organización social de las mismas” (Scott, 1986)
Este concepto de género, busca ser una herramienta en tanto quiere diferenciarse de una
idea estática de la naturaleza femenina, de una concepción esencialista sobre lo que es la
femineidad, de visiones biologistas o religiosas, que implican concepciones ahistóricas
sobre la mujer. (Morey, Rainero, 1998) La nueva mirada implícita en la utilización del
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concepto de género ha enfatizado el contexto en el cual las mujeres y los hombres se
desarrollan mostrando de este modo la importancia de los determinantes culturales,
geográficos, económicos y otros que dan por resultado su variabilidad. Este concepto ha
logrado romper con la falacia naturalista de suponer que lo que ´es´ o ´ha sido´ es
fundamento del ´deber ser´ y con la idea de que el pasado determina fuertemente las
posibilidades futuras. Por el contrario este enfoque dinámico permite soñar con sociedades
más justas y con relaciones interpersonales donde la subordinación debida al rol asignado a
cada sexo, no sea una constante o una condición.
El concepto de género apunta a mostrar la jerarquía social que se construye a partir de las
diferencias atribuidas a los sexos y la inEquidad en la distribución de los recursos en
diferentes niveles resultante de aquella. Esto implica una preocupación por explicar en cada
sociedad la apropiación desigual de riqueza, poder político, status y prestigio.
Con esta idea estamos sustentando la necesidad de analizar las asimetrías no solo en
función del género sino también con consideración del contexto socio- económico.1
1 A esta conclusión se llegó a través del estudio comparativo realizado en barrios medio-altos y bajos de
Córdoba, denominado “Uso del tiempo y el Espacio: asimetrías sociales y de género” y dirigido por Ana Falú,
CISCSA, Córdoba.
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contra de la subordinación tiene que ser planteada en formas específicas y diferenciales.
(Mouffe, 1992)
Tenemos que tener en cuenta en este debate cómo se vincula la teoría feminista con las
teoría políticas clásicas: liberalismo y capitalismo versus posiciones críticas.
Siguiendo el desarrollo que hacen Morey y Rainero podemos decir con ellas que “ la
política liberal predica la igualdad de oportunidades y en este sentido, las feministas que
adhieren a dicha corriente apuestan fundamentalmente al acceso de la mujer al ámbito
público a través de la formulación de políticas de igualdad, suponiendo como punto de
partida la posibilidad de una modernización y un progreso dentro del modelo económico
vigente. La política liberal tradujo históricamente esta igualdad como la posibilidad de abrir
la puerta de lo público para el acceso de las mujeres al mundo del trabajo dando por
supuesto su posterior autonomía. Pero al mismo tiempo, la organización de la sociedad,
basada en la división sexual del trabajo, define a la mujer por lo privado, obstaculizando
esa posibilidad.
Por el contrario las posiciones críticas son escépticas con respecto a la posibilidad de
cambios reales dentro del sistema existente. Las feministas marxistas apuntando a la
estructura económico-social, vienen realizando agudos debates entre las que adhieren a
posturas ortodoxas y las que las cuestionan. Las primeras sostienen la primacía del modo de
producción capitalista como causal de la opresión de género y derivan la transformación de
las condiciones de la mujer del cambio de dichas estructuras. Las segundas problematizan
las ideas mismas de los clásicos del socialismo objetando que el compromiso ideológico
hacia la mujer era solo superficial e incidental y cuestionan la unicausalidad económica
como explicación de la desigualdad. La teoría del “Doble Sistema” a la que adhieren
muchas feministas socialistas, afirma que capitalismo y patriarcado, si bien son dominios
separados, actúan recíprocamente en el sostenimiento de la opresión femenina. Como dice
Saltzman (1992) el patriarcado es ventajoso para el capitalismo ya que la ideología
dominante contribuye a mantener a la mujer en su rol de madre y en consecuencia en
trabajos domésticos no pagos o mal pagos en el ámbito público. La plusvalía obtenida en
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esta situación contribuye a la concentración económica en manos de sectores monopólicos
de poder económico que se benefician del mantenimiento y reproducción de mano de obra
a bajo costo. (Morey, op cit) Aquí es donde podemos ver una relación muy estrecha entre la
teoría dominante, su concepción de mujer madre y los programas sociales
consecuentemente formulados.
En los últimos años las diferentes perspectivas teórico-políticas dentro del feminismo han
evolucionado y sufrido un proceso de convergencia en que liberales y socialistas han
criticado sus propias tradiciones. El resultado de todo ello es que se ha coincidido en que
frente a las asunciones de la teoría política tradicional, que en la reflexión sobre la política
ha de incluirse la familia, la reproducción y la sexualidad. Esta situación está modificando
los presupuestos filosófico-políticos de partida, la concepción genérica que se tiene de la
política y la politeia. En suma, y sin caer en nuevos universalismos ficticios, decimos con
Carme Castells, “la confluencia de las posiciones permite evitar el riesgo de reduccionismo,
de creer que las desigualdades de género tienen una sola causa y una fácil solución,
separada de otras desigualdades. Nos alienta a reconocer, como ha dicho Valerie Bryson ‘la
multiplicidad e interconexión de fuerzas que mantienen las actuales desigualdades, la
inadecuación de cualquier intento de cambio unidimensional, así como la imposibilidad de
aislar las cuestiones de género de otras desigualdades con base estructural.’ ”(Castells,
1996)
Desde una perceptiva de género y al margen de los desacuerdos entre las feministas - que
no es poca cosa -, se insiste que el discurso hegemónico o teoría dominante, no incluye las
diferencias de género. Mi intención, en una primera aproximación a los discursos de
organismos internacionales de crédito formulados en programas sociales, es plantear que
no se tiene en cuenta a la mujer desde una perspectiva de género.
El terreno donde los presupuestos filosóficos entran en colisión unos con otros es el de las
prácticas y por ello es que hemos decidido vincular a los actores del escenario de la
pobreza(es decir: ricos y pobres). En nuestro trabajo, estos actores son los organismos
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multilaterales de crédito por un lado y las mujeres pobres por el otro. Si sostenemos que
hay que incorporar a la agenda cuestiones no tratadas tradicionalmente como la exclusión y
el género, nos parece que el análisis de una situación puede ser un punto de partida
interesante para discutir los supuestos fundantes y plantear posibles transformaciones.
El caso que nos ocupa entonces, es el denominado PROMIN 3 (Programa Materno Infantil y
Nutrición). Los fondos de este programas se destinan a descentralizar los servicios de salud
públicos y apuntan a una mejor atención para mujeres en edad fértil y niños de 0 a 5 años.
Comenzamos este análisis con algunos interrogantes guías: ¿Qué es más importante en los
programas de políticas públicas: enfatizar la incidencia de la mujer en la sociedad como
madre y reproductora o revalorizar sus derechos como ciudadana? Esto nos lleva a plantear
la siguiente pregunta desde el plano de las practicas: ¿programas para la mujer como
“intermediaria o destinataria real” de las prioridades de una institución? ( Morey, Rainero,
1998)
Cómo hacer para que las políticas visualicen a la mujer en su derecho propio y no como
intermediaria con relación a otros problemas sociales acuciantes como los de pobreza,
reproducción, analfabetismo, nivel de alimentación de los otros miembros de la familia, etc.
Algunos programas, por ejemplo, reconocen la importancia de invertir en las mujeres como
una manera de disminuir la tasa de natalidad, ya existe una comprobada relación entre nivel
2 Este trabajo forma parte de las investigaciones en Políticas Públicas y Género que desarrolla el equipo de
trabajo de CISCSA, al que pertenezco.
3 Trabajo elaborado en el marco de la campaña latinoamericana de ONG’s “El Banco Mundial en la Mira de
las Mujeres” como primer ejercicio de seguimiento de un programa de salud en Argentina. CISCSA es el
punto focal para Argentina. Elaborado por Ana Falú y Valeria Brusco, 1998.
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de educación y cantidad de embarazos. Ejemplo de esto es la justificación que hace el
Banco Mundial en Toward Gender Equality acerca de la consideración del género como
importante para el desarrollo: “las disparidades entre hombres y mujeres crean
ineficiencias, retrasan el desarrollo y reducen las posibilidades de bienestar de la sociedad.
Se han hecho estudios que demuestran los beneficios de invertir en la mujer”(Banco
Mundial, 1995).
Una revisión de las acciones en materia de políticas sociales favorables a las mujeres
permite constatar avances, pero también evidencia que en la mayoría de los países de la
región existe una tendencia general a reducir las intervenciones a la ´asistencia´ a mujeres
de grupos vulnerables. En este sentido, los programas y proyectos desde los gobiernos
locales han apuntado a lo que se ha llamado ´necesidades prácticas´, es decir las urgencias
más inmediatas de la sobrevivencia de los grupos más pobres. Evidentemente las
necesidades que tienen como objetivo transformaciones culturales de mayor alcance- tales
como la autonomía económica, cambios en la división sexual del trabajo, promoción de la
participación en los ámbitos de decisión, etc.- resultan aún difíciles de legitimar
socialmente e imponerse sobre intereses de otros grupos de la comunidad con mayor poder.
(Morey, Rainero, 1998)
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...“este es un programa de salud, no tiene que ver con mujer”…. (palabras de una
responsable del programa en Córdoba)
Según documentos oficiales elaborados por el propio programa4, el PROMIN tiene como
objetivo orientar sus acciones hacia el aumento de la cobertura y el mejoramiento de la
atención de mujeres en edad fértil- en particular embarazadas- y niños de hasta 6 años de
edad con necesidades básicas insatisfechas. En enero de 1997 (fecha de elaboración del
dossier con esta información) se ejecutaba a través de 17 subproyectos en 12 provincias.
La cobertura geográfica del Subproyecto Córdoba Capital es el área Periférica de la ciudad
de Córdoba y el Presupuesto asignado es de (en millones de dólares)
BIRF: 22.581.159
Nación- Provincia: 534.828
Nación-Municipio: 4. 277.674
Total 27.393.661
Entre los objetivos planteados por el PROMIN, se cuentan como principales los siguientes:
Disminuir las tasas de morbi-mortalidad materna e infantil a través de la mejor focalización
y el mejor diseño, aplicación y coordinación de los servicios y programas de salud,
nutrición, alimentación complementaria y desarrollo infantil.
Promover el desarrollo psico-social de los niños entre 2 y 5 años.
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Disminuir la prevalencia de la desnutrición materno-infantil en el área de intervención.
5 El subrayado es nuestro.
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Desde los documentos que sirven de marco al Programa 6, se observa un fuerte acento en la
problemática de la niñez y se toma a las madres por su relación con hijos pequeños,
embarazo, lactancia, etc. No se contempla la situación de la mujer si no es en tanto madre,
tanto actual como potencial. Por lo tanto y sólo desde esta concepción es que la mujer se
convierte en sujeto de interés de las políticas, la ‘intermediaria’ de la que hablamos antes.
El proyecto se dirige a las mujeres en 'las distintas etapas de la vida’ según expresa el
documento marco. En esta formulación y su posterior implementación se observa
claramente cuál es la concepción implícita de mujer, ya que cuando se define la población
objetivo se señala a : mujeres en edad fértil, embarazadas y madres de niños pequeños.
En relación con la pretensión de abordar la salud desde una perspectiva que supera
posturas biologistas, debemos reconocer que en cuanto a los niños está pensada (y apoyada
con recursos) la necesidad de un desarrollo psicosocial . Nada de esto se plantea para las
mujeres, en cuyo caso sólo interesa su salud biológica en cuanto madre actual o potencial.
Para ejemplificar esta diferencia podemos decir que respecto de la problemática de niños, el
programa abre otras instancias, además de los Centros de Salud. Esto es, promueve los
Centros de Desarrollo Infantil y los equipa con infraestructura, recursos, etc. . No existe
nada parecido para mujeres, ni se apoyan Casas de la Mujer ya existentes en algunos
barrios.
Existe en los documentos alguna mención de ciertas 'actividades de promoción' entre las
que se encuentran por ejemplo, charlas sobre lactancia materna con lo que se sigue
reforzando lo anteriormente expuesto. No se mencionan actividades de capacitación que
redunden en beneficios para la mujer en sí misma.
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la mujer, que no necesariamente tiene que oponerse a las necesidades económico
estructurales (otro debate) pero que debe considerar estos aspectos y tener una acción
consecuente.
Por último, podríamos plantear el interrogante que hace referencia al papel de los hombres
en todo esto. Qué tipo de acciones se han diseñado que involucren a los hombres : jóvenes
y su responsabilidad, desde el llamado a la paternidad responsable 7 desde la educación
sexual de los hombres, desde la aproximación a la pareja tanto en sus relaciones como hacia
los hijos en común.
Sería interesante que se insistiera en ‘ la igualdad de derechos y responsabilidades entre
mujeres y hombres como progenitores’ como lo hace la Constitución de la ciudad de
Buenos Aires en su declaración de derechos.
Son muchos más los aspectos que habría que analizar , pero lo nuestro es solo un llamado
de atención para que ‘el plano de las prácticas’ sea considerado desde las discusiones
teóricas.
Reflexiones Finales
En América Latina, donde las recientes democracias son deudoras aún de derechos de
ciudadanía para las mujeres, la producción teórica da cuenta de un avance y crecimiento de
la consciencia de género reforzada a partir de lo que implicó la Conferencia de naciones
Unidas sobre la Mujer (Beijing, 1995) El debate teórico gira en torno a repensar estrategias
políticas comunes que, al mismo tiempo signifiquen respetar la pluralidad de situaciones de
7 A este respecto hay ejemplos interesantes en Brasil, donde desde el Conselho dos Direitos da Mulher, se
realizaron campañas masivas de concientización en este sentido.
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los distintos países de la región. El documento que recoge la posición de las mujeres en
América latina critica la aplicación estandarizada de políticas económicas severas que han
agudizado las distancias sociales y agravado la situación de sectores vulnerables, grupos
étnicos y especialmente, las mujeres.
Al comenzar esta discusión, pudo plantearse la pregunta: ¿Cuánto valen la pena los aportes
a la teoría política desde el género?
A modo de respuesta, nuestra postura es que para lograr transformaciones en las
iniquidades sociales y de género, hay que lograr transformaciones en el modo de ver la vida
y las cosas que se tiene en las formulaciones teóricas.
Hay programas que consideran en su diseño, los requerimientos diferenciales de las
mujeres, pero su impacto dependerá de cómo sean definidas esas diferencias. ¿Esenciales o
construidas (y por lo tanto transformables)?. El contenido de los programas diferirá
sustancialmente, ya sea reforzando la posición actual de las mujeres o cuestionando las
pautas sociales y, por lo tanto, promoviendo transformaciones culturales de las relaciones
entre los géneros. Los programas de capacitación dirigidos a mujeres de sectores
empobrecidos constituye uno de los ámbitos donde es posible analizar estas posiciones. Si
se considera a la mujer con habilidades propias y tradicionalmente atribuidas al género, el
contenido de los programas reproducirá dichos estereotipos excluyendo otras posibilidades.
Por el contrario si se apuesta a la autonomía de las mujeres se intentará desarrollar
conocimientos alternativos que garantizarán en mayor medida la inserción en el mercado
laboral (programas de equidad de género)
Sería interesante y muy productivo que los estudios explicativos de las relaciones de
género- cómo se construyen las desigualdades, las concepciones sociales de lo femenino y
lo masculino, su impacto en el espacio público y privado- aportaran insumos para políticas
transformadoras y no reproductoras de dicha realidad.
Por último queremos señalar que una intención subyacente a este trabajo era la de apoyar
aquella “ interrelación entre teoría feminista y teoría política con el objetivo final de que
ésta sea tan intensa e intrincada que haga innecesaria la adjetivación, es decir, la ´teoría
política feminista´”. (Castells, op cit).
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Ojalá el esfuerzo no haya sido vano.
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BIBLIOGRAFIA
-Banco Mundial “Toward Gender Equality. The rol of public policy”, 1995
-Falú, Ana et al. “Uso del Tiempo y el Espacio: asimetrías sociales y de género, 1996
(paper) Equipo investigación de CISCSA
-Scott, Joan " Gender: a useful category of historical analisys” en American Historical
Review, Nº 91, 1986
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