Papel de Los Militares Revolucion de Octubre

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EL PAPEL DE LOS MILITARES EN VENEZUELA 1945-1948

Diana Pérez
Instituto de Estudios Hispanoamericanos.
Venezuela.

Resumen: Un aspecto clave y controversial del período conocido en la historia


venezolana como el trienio adeco (1945-1948), es la forma en la cual el partido Acción
Democrática realzó el papel de los militares como héroes de la patria, por haberse
aliados con ellos para sacar del poder a Isaías Medina Angarita el 18 de octubre de
1945, aunque tres años más tarde esos “segundos libertadores” harían lo mismo, pero
esta vez en contra de sus aliados adecos al destituir a Rómulo Gallegos el 24 de
noviembre de 1948. De allí que sea relevante el análisis que la historiografía venezolana
ha hecho sobre esas dos fechas clave para resaltar como los adecos jugaron a una
glorificación de la actuación militar el 18 de octubre de 1945, con el fin de propugnar la
legitimidad de ese suceso sin pensar que esos mismos militares los sacarían del poder;
siendo importante analizar ese relevante debate tanto político como historiográfico.

Palabras clave: Historiografía, Octubrismo, Legitimidad, Militares, Trienio Adeco.

Abstract
A key and controversial issue during the three-year governement (1945-1948) of the
“Accion Democratica” party (AD), it is the way in which AD enhanced the military role
as homeland heroes. AD and the military became allies in a Coup d‟Etat against Isaías
Medina Angarita on October 18th, 1945. Three years later, these “second liberators” did
the same, but at that time against their “adecos” allies. They overthrew Rómulo
Gallegos on November 24th, 1948. For that reason, it is relevant how Venezuelan
historiographic has analysed those key dates and to highlight how the “adecos” played a
role in order to glorify the military intervention on october 18th, 1945, by legitimizing
that fact, without thinking that the same military would overthrew them. It is important
to analyse this political and hitoriographical debate.
Keywords: Historiography, Octubrism, Legitimacy, Military, AD‟s three-year
government

Résumé
La manière dont le partie politique Acción Democrática (AD) a rehaussé le rôle des
militaires comme des héros de la patrie est un point clé et polémique pendant la période
de l‟histoire vénézuélienne connue comme le triennat “adeco” (1945-1948). Le parti
politique AD et des militaires ont allié pour le Coup d‟État au président Isaias Medina
Angarita, le 18 Octobre 1945. Mais, trois ans plus tard, ces “deuxième libérateurs” l‟ont
fait à nouveau, mais contre leurs alliés, cette fois contre le président Romulo Gallegos,
le 24 novembre 1948. Cela l‟importance de l‟analyse que la historiographie
vénézuélienne a fait de ces deux dates clés; Surtout le rôle que les “adecos” ont joué en
glorifiant la participation des militaires le 18 Octobre 1945, en légitimant cet
événement, malheureusement sans penser que les mêmes militaires arrivaient au
pouvoir aussi. Il est important l‟analyse de ce remarquable débat, tant dès point de vue
politique comme historiographique.

Mots-clés: Historiographie, Octobrerism, Légitimité, Militaires, Triennat Adeco.

Introducción

Un aspecto clave del período conocido como el Trienio Adeco (1945-1948), fue la
preocupación de los adecos por darle legitimidad al golpe de estado mediante el cual
sacaron del poder a Isaías Medina Angarita 18 de octubre de 1945, por ello utilizaron la
táctica de realzar a los militares que junto a ellos lo derrocaron; siendo bastante común
las caracterizaciones de héroes, segundos libertadores o herederos de la gloria de
Bolívar. Por eso es sumamente difícil bajo esa óptica adeca explicar la actuación de esos
mismos militares el 24 de noviembre de 1948, cuando sacaron del poder al presidente
Rómulo Gallegos.

Esa es la razón por la cual es importante analizar el debate historiográfico sobre la


legitimidad de las actuaciones de esos militares el 18 de octubre de 1945, y el debate
sobre la significación de la actuación militar en el golpe contra Rómulo Gallegos. Las
obras que se utilizaron fueron variadas y en su mayoría son reflexiones, un aspecto
primordial es el componente pro octubrista representado por Rómulo Betancourt y Ana
Mercedes Pérez, quienes fueron los principales propagandistas de la gloria de los
militares que derrocaron a Isaías Medina Angarita, por eso la importancia de autores
como Luis Castro Leiva, Steve Ellner, Manuel Caballero entre otros quienes desmontan
esa visión y realizan análisis destacados sobre esos hechos.

Legitimidad de la actuación militar en el 18 de octubre de 1945.

Un aspecto fundamental para comprender la significación del 18 de octubre de 1945


en el imaginario venezolano, es analizar cómo la historiografía venezolana ha tratado la
actuación militar en ese período, ya que a través de ese estudio se puede apreciar su
utilización como soporte y sostén, de las transformaciones políticas que se
desencadenaron a partir de esa fecha.

Además ayuda a comprender la trascendencia de la posición de los militares en los


avatares políticos venezolanos, generando siempre el desbordamiento de las pasiones y
su utilización como garantes y preservadores de los procesos políticos, bajo el
seudónimo de Revoluciones. En este caso se resalta su relevante actuación en los
sucesos del 18 de octubre, y los esfuerzos realizados por la historiografía octubrista por
darle sustento a su decisión de participar en el derrocamiento de Isaías Medina Angarita.

El tema de la legitimidad de la actuación militar es apasionante, complejo y


polémico porque en primer lugar sirvió de fundamento a la legitimidad misma del
gobierno del Trienio, lo que se traduce en el hecho de que haya sido analizado por
activistas políticos, que buscaban respuestas al cambio en el rumbo del país, (premisa
principal del gobierno del Trienio en alianza con los militares).

Para entenderlo es prioridad utilizar el libro de Ana Mercedes Pérez titulado, La


verdad Inédita (historia de la Revolución de Octubre), el cual consiste en una serie de
entrevistas a militares que participaron de forma destacada en el 18 de octubre de 1945.
En primer lugar es oportuno citar dos párrafos de la introducción de su obra, para
comprender el por qué decidió realizar esa investigación.
“Yo he entrado en esos cuarteles de mi Patria, después que el golpe de Octubre nos
puso a tono con la democracia y puedo asegurar que he sido la detective espiritual de
los nobles sentimientos que animan nuestro Ejército (...)

La palabra subterfugio acumuló en mi voluntad. Debía salir en cualquier momento


de mi mente, cuando menos lo esperaba. Me sentía poseída de admiración-es la verdad-,
por el magistral golpe militar que dio al traste en 24 horas con tanta comedia política y
que destruía en cierto modo la deprimente frase: „Hay crisis de hombres‟. Yo tenía que
vencer aquellas resistencias a favor de nuestra historia contemporánea a quien la mujer
venezolana no le debía nada como no fueran falsas promesas...”1

Esos intentos por legitimar esa actuación militar se debía, a que estos históricamente
fueron mal vistos por su apoyo a los anteriores gobernantes, por lo tanto la
historiografía octubrista representada, en este caso por activistas políticos y partidarios
del régimen, desde el principio tuvo como su norte servir de sustento al rescate de la
figura del militar como garante y propulsor de los cambios que el Trienio promovió.
Esto puede apreciarse en el próximo extracto de la entrevista que le realizó al Capitán
Francisco Pacheco:

“-¿No dudaron nunca de la pureza de intención de algunos de sus compañeros?

-Nunca; porqué ninguno de los oficiales comprometidos puso a precio de prebendas


y recompensas el honor de su palabra empeñada y el sacrificio que hacía para la defensa
de una tradición gloriosa en nuestra Institución Armada y de un pasado de sacrificios
que culminó en la libertad para nuestro pueblo.

-¿Podría usted sintetizarme la finalidad esencial de esta Revolución?

-Como primer punto, la de restituir al pueblo el supremo derecho de darse sus


gobernantes en elecciones libres, por sufragio directo, universal y secreto, para que así
el tesoro público no pueda ser más botín que se reparten personeros de la desvergüenza
nacional, como fueron los que gobernaron a Venezuela hasta el 18 de octubre.

Y como si se le hubiese olvidado algo, hace una pausa para añadir lo siguiente:

-No pedimos nada por nuestro sacrificio, porque nos consideramos suficientemente
pagados con el bien que disfrutan nuestros conciudadanos. Como pueblo en armas, el
Ejército no puede ser indiferente a las preocupaciones y a las angustias del resto de la
colectividad venezolana.”2

Es oportuno reflejar que el mencionado libro, se publicó para darle legitimidad a las
actuaciones militares que sacaron a Isaías Medina Angarita del poder, por ende esa obra

1
Ana Mercedes Pérez, La verdad inédita (historia de la Revolución de octubre). Caracas, Ernesto
Armitano, 1975 p 12-13.
2
Ibidem, p 24-25.
no puede ser analizada al igual que otros estudios con criterios de investigación, siendo
su principal propósito intentar glorificar esas actuaciones, basándose en un primer
momento en los ideales que sirvieron de base para el golpe de 1945, como lo manifiesta
el Capitán Carlos Morales cuando explica cuáles eran sus objetivos:

“-¿Cómo fue abordado el tan delicado tema: “un golpe de Estado”?

-En principio nos dimos a hablar cordialmente sobre los graves desaciertos que
estaba cometiendo el Gobierno y en comentarios generales llegamos al tema de la
delicada situación que estaba viviendo del país. Pérez abordó con franqueza el objeto de
nuestra entrevista: “¿por qué no se vienen con nosotros a un movimiento cuyas bases
primordiales serían la dignificación del país y la depuración de sus Fuerzas Armadas”?
Nuestro compañero expuso en forma clara y categórica los ideales que se sintetizan en
los 5 siguientes puntos:

“1º.-La finalidad suprema del movimiento es implantar en un orden general de cosas


en donde imperen la honradez, la justicia y la capacitación.
2º.-El movimiento tiene como objetivo inmediato el lograr la compactación de los
oficiales de las Fuerzas Armadas que sean moralmente sanos e intelectualmente
capaces, para de esta manera poder actuar eficazmente en provecho a la finalidad ya
expuesta .
3º.-El movimiento no está destinado a llevar a las Fuerzas Armadas al ejercicio
integral del poder; persigue el propósito de llevar a los altos cargos a hombres honrados
y capaces, que tengan el respaldo de la auténtica opinión popular.
4º.-Se deja constancia categórica de que los intereses particulares de los
integrantes del movimiento quedan al margen de toda consideración, en todo momento
se trabajará únicamente en beneficio de los intereses de la Nación y de los intereses de
las Fuerzas Armadas.
5º.-Este movimiento militar está destinado a encabezar un movimiento de
concentración nacional contra el actual estado de cosas. En consecuencia, se está
tomando contacto con organizaciones civiles que comulgan plenamente con las ideas ya
expuestas y que están dispuestas a dar apoyo pleno y a secundar la acción de las Fuerzas
Armadas.”3

Como se puede apreciar los intentos por darle legitimidad a la actuación militar del
18 de octubre de 1945, han sido tratado fundamentalmente por actores de los
acontecimientos como los reseñados por Ana Mercedes Pérez, quienes se encuentran
envueltos dentro de las interpretaciones gloriosas de esos hechos, siendo características
del Trienio y que tienen una influencia resaltante en la historiografía venezolana.

Una muestra evidente son las opiniones de Marcos Pérez Jiménez en el mencionado
libro, donde responde lo siguiente:

3
Ibidem, p 51.
“-¿Podría usted sintetizarme los motivos principales de esta Revolución?

-El descontento del Ejército....! Estábamos postergados a servir de guardia pretoriana


o de policías al servicio del Presidente de la República, quien nunca tomó en cuenta que
al prestigio de Venezuela en el Continente han contribuido siempre sus hombres de
armas. El Ejército no tenían ascendientes dentro de la Patria cuando en todas partes
ocupa un plano de mayor relieve. Nuestro patriotismo estaba cada vez más decaído.

-Pero, ¿por qué no hablaron con el General Medina sobre el particular?

-No faltó quien le insinuara algo, pero siendo él producto del mismo ambiente que se
combatía, no podía comprender nuestras aspiraciones. Que el Ejército fuera una
institución netamente nacional, era algo que estaba muy lejos de su conciencia.
Afortunadamente, éste es un movimiento universal en el que no podemos dar un paso
atrás, como tampoco puede darlo ninguno de los Gobiernos venideros. En Venezuela
estaban acostumbrados a que el Estado les servía a ellos y no a considerarse servidores
del Estado. Pero ya va desapareciendo esa creencia.”4

De lo anterior es evidente que existen puntos comunes entre los conspiradores, sobre
la legitimación del derrocamiento de Isaías Medina Angarita, de allí que sea relevante
como se ha tratado de rodear la actuación militar de un manto de buenas intenciones,
dentro del cual se hicieron esfuerzos por considerar al 18 de octubre de 1945, como una
fecha gloriosa en la historiografía venezolana.

En esto juega un papel preponderante Rómulo Betancourt en su obra Venezuela,


Política y Petróleo, donde intenta darle legitimidad a esa actuación militar, siendo
sumamente interesante sus apreciaciones al defender el carácter legítimo del
levantamiento militar, ya que estos tenían clara su misión. De allí que Acción
Democrática estuviera obligada apoyarlos en el derrocamiento de Medina Angarita el
18 de octubre de 1945.

“Nos hubiéramos revelado mediocres conductores políticos de haber atrancado


presurosamente las puertas de nuestra Casa Central cuando tocaron a ella oficiales de
todas las armas, a repetir lo que a diario martillaban nuestras voces en la plaza pública:
que era ya incompatible con la dignidad de la nación la persistencia de un régimen
personalista, usurpador de la soberanía popular, empecinado en negarle a los
venezolanos el derecho de escoger a sus gobernantes en libres comicios.”5

Como vemos el preeminente dirigente político trata no sólo de darle legitimidad a


esa actuación, sino que hace notable la importancia de la posición de los militares en

4
Ibidem, p 61.
5
Rómulo Betancourt, Venezuela, política y petróleo. México, Fondo de Cultura Económica, 1956,
p 226.
ese momento; dejando en evidencia que la misma era totalmente positiva para el país,
siendo contradictorio que AD no los apoyara y trabajara junto con ellos, para cambiar la
cruda realidad del país.

“Sucesivas entrevistas con grupos militares nos llevaron a la conclusión de que


había hombres de vocación democrática, convencidos de que el Ejército no debía ser
fuerza deliberante y de la solución del sufragio libre, como única fórmula racional para
efectuar cambios de Gobierno. Otros se nos revelaron desde el primer momento como
ambiciosos desorbitados. Pero unos y otros nos produjeron la impresión muy clara de
que estaban dispuestos a ir a la acción violenta, con o sin nosotros, porque además de
los factores de orden general que influían sobre su decisión, esta encontraba asideros en
la forma como se comportaba el régimen frente a las Fuerzas Armadas.”6

Es decir, para Betancourt la actuación militar estaba totalmente justificada al igual


que el apoyo que tuvieron de los dirigentes adecos, porque muchos de los militares
compartían las ideas de Acción Democrática. Esto demuestra como la visión de
legitimidad fue fundamental para los militares el 18 de octubre, por eso Rómulo
Betancourt realza las características de éstos, además de señalar cómo ambos tenían la
misma percepción de la realidad política y compartían, pese al carácter aventurero de un
grupo de ellos los mismos sueños e ideales para Venezuela.

“...Y estos últimos con sinceridad y los primeros rumiando su secreto descontento,
es lo cierto que todo el grupo militar admitió nuestra tesis, sostenida con segura firmeza,
de que AD, era un partido popular y revolucionario, con vocación y voluntad de
Gobierno, y no un club de teorizantes anémicos; y de que no formaríamos parte de
ningún orden de cosas en calidad de parientes pobres, introducidos de contrabando al
Palacio de Miraflores por la puerta del servicio doméstico, sino que aspirábamos a
tomar el control de los instrumentos políticos y administrativos requeridos para la
celebración de unas elecciones libres y para iniciar un programa de audaces reformas
sociales. En otras palabras: que en manos nuestras debían estar las palancas de comando
del Gobierno de facto, si a la fórmula extrema del golpe de Estado se llegaba, mientras
la nación manifestara en unas elecciones generales su soberana e inapelable voluntad.”7

Siguiendo con esas visiones es interesante contextualizar los intentos de la


historiografía octubrista, por realzar el papel de los militares en el derrocamiento del
gobierno de Isaías Medina Angarita, alejándolo de una sublevación militar común, ya
que se necesitaba diferenciarlo haciendo de éste un suceso único en la historia, como lo
afirma una vez más Rómulo Betancourt, en la siguiente cita hecha por Luis Castro
Leiva.

6
Idem.
7
Ibidem, p 227
„Y el país se vio al borde de la guerra civil, prolongada y creciente, entre las dos
facciones personalistas, animadas por idénticos objetivos anti-nacionales, y jefaturas
respectivamente, por los Generales Medina Angarita y López Contreras. La respuesta
del pueblo soberano, la República airada de Venezuela a quienes persistían en
considerarla feudo suyo, fue la eliminación definitiva de ese régimen, de la vida política
de la Nación. El procedimiento extremo a que se apelara, fue provocado por quienes se
negaron obstinadamente a abrir los cauces del sufragio libre, para que por ellos
discurriera el vehemente anhelo de los venezolanos de ejercitar su soberanía eligiendo
directamente a sus gobernantes.‟8

Pero existen otros estudios que han analizado las causas del alzamiento militar de
1945, desde otra perspectiva alejada de la legitimación que intentaron darle los actores
políticos del momento. El estudio de Corina Yoris Villasana sobre el 18 de octubre, da
puntos de vistas diversos tomando como fuentes a trabajos sobre el período como el de
Oscar Battaglini:

“Por otra parte, existe la tesis que atribuye la intervención de los militares a la
protección del interés corporativo u organizacional de las Fuerzas Armadas. Según
esta tesis, los militares insurgen en la política en la medida que aparecen claros indicios
de deterioro en sus reivindicaciones salariales, ascensos y uso de los militares en
funciones policiales. Vimos cómo, durante el largo período gomecista, esta función
policial fue prioritaria en las Fuerzas Armadas. Y, al parecer, durante el gobierno de
Medina, todavía quedaban algunos rasgos de estos aspectos que deterioraban la imagen
de los militares. Sin embargo, no era un aspecto dominante durante los años que van del
41 al 45. Sobre este argumento, Oscar Battaglini señala acertadamente que:

„Pero lo más curioso de todo esto es que quienes organizan y realizan el golpe de
Estado son oficiales que, en su mayoría, estaban siendo o habían sido beneficiados por
los planes de estudio que el Ejército venía impulsando dentro y fuera del país; quienes
además de haber ascendido habían pasado algunos de ellos a ocupar puestos relevantes
en la estructura burocrática del Ejército. Todo eso, en una estrecha y normal
concordancia con sus edades, estudios de especialización realizados y el tiempo de
permanencia en la Institución Armada‟.”9

Yoris Villasana no pretende realizar conclusiones definitivas, pero sí se interesa en


desmontar premisas como las que sugieren, que el descontento de los militares se debía
a los bajos sueldos. Esa causa es refutada por la autora al no verla acorde con la
realidad, ella no la toma como un factor de legitimidad del golpe de 1945.

8
Luis Castro Leiva, El dilema octubrista. Caracas, Cuadernos Lagoven. 1988, p 40-41, tomado de
Rómulo Betancourt Trayectoria Democrática, Vol I, p 5.
9
Corina Yoris Villasana, 18 de octubre de 1945 (legitimidad y ruptura del hilo constitucional). Caracas,
Academia Nacional de la Historia, 2004. p 119. tomado de Oscar Battaglini, El Medinismo. Caracas,
Monte Ávila Editores, 1997. p 131-132.
“Los sueldos de los militares eran bajos durante el gobierno de Medina. Cuando los
sueldos de los militares son bajos, entonces ellos [los militares derrocan a los
gobiernos que propician esos sueldos. Por tanto, los militares derrocaron a Medina.

Esa premisa implícita es, por decir lo menos, muy injusta con las Fuerzas Armadas
en general. El argumento no resiste el análisis, puesto que la verdad de la premisa tácita
no está muy clara ¿Aceptaría cualquier militar esa verdad como irrefutable?.” 10

La autora se va adentrando en el tema de la legitimidad de la actuación militar


llegando a criticar diversas premisas historiográficas, como las expuestas por Manuel
Caballero, ya que desde su punto de vista hubo factores que no fueron estrictamente
militares e influyeron en los sucesos.

“...Que la negativa del voto popular haya restado legitimidad al gobierno de Medina,
es altamente discutible. Coincidimos con Manuel Caballero, quien dice que a los
militares les importó un bledo esta legitimidad años después al derrocar a Gallegos;
afirma que ese argumento sobre la legitimidad lo introdujo Betancourt, aspecto que
también compartimos; sin embargo, donde no estamos de acuerdo es en la
contraposición de los supuestas soluciones militares: la de los generales-presidentes y la
de los tenientillos. No parece tan simple, o tan reduccionista. Biaggini no era un militar.
Parecería que además se contrapusieron otras situaciones: entre ellas el regionalismo.
Afirma el Dr. Ramón J Velásquez que, en una conversación de Medina, éste decía que
entre la férrea lucha militar y la no menos férrea lucha regionalista, prefería combatir a
aquella y ceder ante ésta.” 11

Por lo tanto, para Yoris Villasana el factor de legitimidad no fue importante para los
militares, pero sí para los adecos especialmente Rómulo Betancourt, quienes intentaron
rodear de un manto de pureza la actuación militar para alejarla de los levantamientos
militares clásicos, por ser una necesidad para ese nuevo gobierno que tenía como
bandera principal la democracia.

Ese objetivo lo explica Luis Castro Leiva una vez más en su obra, El dilema
octubrista, con una cita donde Rómulo Betancourt se esfuerza en legitimar la acción
militar, por tener como premisa darle al Pueblo el derecho a elegir a sus gobernantes a
través del sufragio.

“Del lado del partido, la institucionalización se condensa en la concepción de


Betancourt que levantó en su momento, según dice la versión taquigráfica, grandes
aplausos:

10
Ibidem, p 121.
11
Ibidem, p 149.
„El esquema clásico del pronunciamiento latinoamericano nos venía del cuartelazo
español: el hombre de presillas que asaltaba el poder, descuadraba la constitución y
establecía un gobierno dictatorial y castrense. Ese esquema, en Guatemala como en
Venezuela, ha sido rectificado por la juventud militar. Esos jóvenes militares fueron a la
revolución; se jugaron gallardamente sus vidas, no para sustituir un autócrata que
hablaba a nombre del ejército, por una autocracia militar, sino para abrirle al pueblo el
cauce limpio que lo conduzca hacia el sufragio libre‟.”12

Los planteamientos de Castro Leiva sirven para comprender como pese a no realizar
una obra estrictamente histórica, sino de tipo político – reflexiva, si se aproxima a una
de las principales preocupaciones de la historiografía octubrista, como es legitimar la
actuación militar para diferenciarla de los golpes de Estado tradicionales, ya que el
Trienio defendió premisas como el sufragio universal. Además había que no vincular la
fecha del 18 de octubre de 1945, con la culminación de una conjura militar, se debía
explicar la participación de Acción Democrática como la expresión de la unidad cívico-
militar en pro de la felicidad de la patria.

“Sí a esto se añade el socio-estructuralismo neo-marxista del partido del pueblo, se


comprende que la institucionalización política dependía de un concierto de lazos
intelectuales demasiado precarios. Más propiamente, el asunto se transformó en una
tensión latente sobre el conflicto del affaire marital previo al octubrismo: ¿Quien buscó
a quién y por qué se encontraron? Ilustrativo de ese conflicto general de
interpretaciones sobre el liberalismo implícito es una referencia de Betancourt. La hace
cuando contra-argumenta ante las tácticas divisorias que sobre los militares comenzaron
a ejercer los detractores de AD y de la alianza representada por la Unión Patriótica
Militar: Betancourt recuerda con énfasis la secuencia de las solicitudes de legitimación:

„Y es bueno decir que si la juventud militar se acercó a nosotros muchos meses antes
del golpe de octubre, fue porque teníamos una trayectoria limpia de lucha sin desmayos
(los aplausos ahogan la voz del orador)... de lucha sin desmayo contra la corrupción
política y el desbarajuste administrativo (ovación). Pero todas esas maniobras han
fracasado, y hoy se ve el espectáculo estupendo de que nos presentemos más unidos que
nunca los civiles y los militares sobre cuyos hombros pesa la responsabilidad de
mantener esta situación. Antes nos acercó el vínculo ideológico; ahora nos ha unido la
fraternidad nacida de un mismo desvelo compartido, de una misma lucha sin descanso
durante estos doce meses dramáticos‟.” 13

Como vemos el tema militar ha sido muy polémico, principalmente porque los
octubristas han intentado legitimar esa actuación, lo que se le ha hecho bastante difícil,
ya que las verdaderas intenciones de los adecos y militares son producto de variadas
interpretaciones, debido a la dificultad de entender esa extraña alianza; la cual ha sido

12
Luis Castro Leiva, Ob. cit., p 24, tomado de Rómulo Betancourt Trayectoria Democrática de una
Revolución, Vol I, p 79
13
Idem, tomado de Rómulo Betancourt, Ibidem, p 80-81.
objeto de suspicacias que giran en torno a la figura de Rómulo Betancourt, como lo
explica Elías Pino Iturrieta, en la siguiente cita:

“La detracción se regodea en su asociación con los militares para derrumbar un régimen
dispuesto a ceder a mediano plazo. Se insiste en presentar como incomprensible que un
líder democrático quien sabe de la existencia de logias militares de tendencia
autoritaria, nacidas en la década anterior en el sur del continente, acepte la invitación de
los cuarteles para tomar el poder. A menos que existan fines inconfesables. En cuanto
pocos en sano juicio encuentran la alternativa de poner en comunión el ideario de un
partido civil moderno con el catecismo de la Unión Patriótica Militar, no es extraño que
se termine pensando lo peor. ¿Acaso existe un convenio entre los militares y la plebe
dirigida por Betancourt, para apuntalar una etapa de desafueros? ¿Se prepara una
dictadura cabal para el futuro inmediato? ¿Se llevan bien, o se van a separar? Cualquier
cosa se puede esperar de una pareja tan dispareja. Los propios compañeros civiles
llegan a mostrarse aprensivos frente a la unión. Así, por ejemplo, Gonzalo Barrios,
quien propone que saquen a Gallegos del país en el momento del golpe para que nadie
pueda mancillar esa reserva moral asociándolo con el movimiento. El propio Gallegos
habla con dejo de vergüenza del „atajo‟ que debieron tomar para acceder al poder. Si así
sienten los habitantes principales de la mansión presidencial sentimientos peores se
14
deben experimentar en las casas situadas en la otra acera.”

De los aspectos anteriores queda claro como los adecos se han esforzado por darle
una legitimidad a sus actuaciones, de tal forma que la historiografía refleja esa
actuación como un hecho único e irrepetible, de esa forma esos militares se les verá
como seres desprendidos, cuya única intención era terminar con un gobierno que no
cumplía, ni cubría los deseos del pueblo.

Pero aún más polémico, será la forma en que a los militares del 18 de octubre, se les
pretendió dar una nueva imagen, con características parecidas a las de unos nuevos
libertadores, que ha desencadenado un debate historiográfico muy interesante que será
presentado a continuación.

El imaginario octubrista alrededor de la actuación militar del 18 de


octubre de 1945.

Un elemento fundamental para comprender la legitimación de la actuación militar en


el 18 de octubre de 1945, es apreciar como la historiografía resalta la glorificación que

14
Elías Pino Iturrieta, “Movimiento de rotación” en La revolución de octubre, Caracas, CELARG, 1998,
p 146.
durante el Trienio se le dio a ese evento, ya no sólo había que destacar las causas
legítimas de esa insurrección, sino que se le debía dar una nueva cara a esos militares,
diferenciándolos de la tradicional visión negativa que tenían las Fuerzas Armadas.
Para esta misión es oportuno mencionar a Rómulo Betancourt, quien en la siguiente
cita deja bien claro, qué aspecto quiere que se recuerde en la historiografía sobre la
nueva función de los militares en el país, como preservadores de la democracia
liderizados bajo el pensamiento bolivariano. Quedando claro su deseo de que ese
aspecto sea uno de los más resaltantes del gobierno del Trienio, como los militares del
18 de octubre de 1945 fueron la vanguardia en la lucha por los cambios políticos que el
país quería.

“Demostraremos visible interés en el mejoramiento profesional y técnico de las


Fuerzas Armadas, pero les reconocíamos sólo la función que les asignan los
ordenamientos legales democráticos: la de institución de carácter profesional y técnico,
subordinada al Poder Ejecutivo, sustraída a toda injerencia en la forma como se
orientara la gestión política y administrativa. Actitud ésta enraizada en la más ortodoxa
tradición bolivariana. Es del Libertador aquella frase que resume toda una doctrina de
permanente vigencia: Desgraciado del pueblo donde el hombre armado delibera. Y sin
que esa manera de apreciar la función de las Fuerzas Armadas tendiera a
menospreciarlas o deprimirlas. Por lo contrario, nunca en Venezuela, donde las
prolongadas autocracias militares abrieron profundas zanjas entre el hombre de blusa y
el de uniforme, hubo como en aquellos años de vida democrática mayor simpatía en el
pueblo hacia quienes prestaban servicios a la República dentro de los cuarteles.
Multitudes fervorosas aplaudieron el desfile militar que se hizo, junto con otros
festejos, para conmemorar el primer aniversario de la Revolución. Por primera vez, en
muchos años, acaso desde los días en que las tropas libertadoras entraron a Caracas en
1813, había expresado el pueblo identificación tan sincera y espontánea con el ejército,
al cual consideraba custodio armado del proceso revolucionario en marcha.”15

En esa misma tendencia encontramos el próximo análisis del historiador Manuel


Caballero, quien contextualiza la forma como el Trienio adeco realzó el papel de los
militares, esos militares gloriosos que tres años después los derrocarían. Lo relevante de
esa reflexión es apreciar como la historiografía venezolana, toma ese hecho como un
objeto de debate para el estudio del papel de los militares en los golpes de 1945 y 1948,
dado el carácter de próceres con raíces históricas que se les dio a los líderes del
movimiento octubrista.

“Para las fuerzas armadas, eso no fue fácil discernirlo en el primer momento, por la
gloria del vencedor. Entre el 18 de octubre de 1945 y el 24 de noviembre de 1948, tuvo

15
Rómulo Betancourt, Ob. Cit, p 522.
lugar un proceso de prestigiamiento, si no de idealización popular estimulada por AD,
de los líderes militares de la primera conjura. Como sucede que en aquel momento AD
era la „mayoría más grande‟ en toda la historia de Venezuela, casi el 80 por ciento del
electorado, también era multánime ese prestigio que un elogio tan repetido creaba
alrededor de los militares victoriosos. Así, Pérez Jiménez, Vargas, Delgado, se
convirtieron en héroes populares.”16

La cita anterior refleja cómo los adecos intentaron limpiar no sólo la imagen de los
militares sino que la historiografía resalta, cómo se les dio un nuevo papel, más popular
y cercano a los deseos del pueblo. Ello lo explica Luis Castro Leiva al tratar de analizar
cómo los adecos llamaron a los militares del 45 “preservadores de la democracia”.

“Ese cauce hacia el sufragio presuponía la recuperación (por vía de la


constitucionalización del poder insurrecto y del militar) de la soberanía. De acuerdo con
esto institucionalizarse era aún más liberal que la dignificación profesional. Se trataba
así de concebir las Fuerzas Armadas como las defensoras de la libertad. Al otorgarles
una misión liberal y trazarles un curso de acción que, dicho sea de paso, mantuvieron
hasta el año de 1948, el partido hizo realmente deliberantes a quienes de facto ya
querían serlo antes del 18 de octubre del 45.”17

Como hemos visto hasta el momento Luis Castro Leiva, nos ha aportado obras de
tipo reflexivas destinadas a analizar la significación y consecuencias de las fechas
objeto de estudio, para ello es preciso citar la opinión de Ramón J. Velázquez, la cual es
utilizada por Castro Leiva, como expresión de la visión que en el imaginario colectivo,
tuvo la actitud militar de 1945, que se basó en la imagen que los adecos quisieron darle
a esos militares, lo cual luego del golpe contra Gallegos generó una percepción debatida
por la historiografía, en donde se critica la forma en que fue manejado el tema militar
durante el Trienio Adeco.

„...El reclamo fundamental del país en esta década de los años cuarenta era el voto
universal, directo y secreto para la elección de los poderes públicos. Yo recordaba en
días pasados como todos los venezolanos de 1945, creíamos en el voto universal como
el milagro de la purificación de nacional. Y pensábamos que respetado el voto de las
mayorías en Venezuela se liquidarían todos los males tradicionales del nepotismo, del
amiguismo, del peculado, del tráfico de influencias del engaño y de la farsa que
atribuíamos exclusivamente al origen oligárquico de los sucesivos regímenes que
habían ejercido el poder. Bella inseguridad alentó nuestra fe y creó una de las más
hermosas y ya lejanas etapas de la dramática existencia venezolana.‟ 18

16
Manuel Caballero, “¿Revolución o pronunciamiento?” En La Revolución Octubre, p 34-35.
17
Luis Castro Leiva, Ob. cit, p 24.
18
Ibidem, p 66.Tomado de Ramón J Velázquez, en Venezuela Moderna, p 64-65.
Sin duda alguna la historiografía ha estudiado de forma bastante crítica la
glorificación de la actuación militar durante el Trienio, que actores políticos como
Rómulo Betancourt han reflejado como un logro de ese proceso, siendo la muestra más
confiable de la legitimación de los sucesos del 18 de octubre de 1945. Esto lo explica en
la próxima cita Luis Ricardo Dávila.

“La otra identidad referida es aquella: Pueblo- Ejército. Ambos fueron protagonistas
del 18 de octubre. En rigor, más el segundo que el primero. Uno a través de AD, el otro
de la Unión Patriótica Militar (UPM). „Contra ese régimen insurgieron unidos Ejércitos
y Pueblo‟, será una afirmación jamás abandonada por Betancourt. Es que en política no
se puede olvidar los factores de poder y su correlación de fuerzas. A pesar de este
postulado conocidísimo de Betancourt se olvidaron algunos de ellos-o, quizás, no se
quiso o no se pudo entender sus intereses-y el resultado fue aquel 24 de noviembre.” 19

La anterior cita refleja un dilema que será expuesto en una próxima idea, ¿cómo ha
explicado la historiografía la actuación militar del 24 de noviembre de 1948? Pero para
entender, el por qué de esa diatriba es oportuno volver a citar a Dávila, quien nos
explica la representación de esa fecha, y cómo el componente militar tuvo diversas
significaciones nunca antes vistas en la historia venezolana.

“Si bien en la historia venezolana, pueblo y ejército habían transitado por aceras
opuestas, en el sentido de la orientación que le imprimían sus jefes a este último; el 18
de octubre vino a unir sus senderos así fuera sólo durante los días y las horas de un
trienio. La insurgencia de la oficialidad militar contra el medinismo fue respuesta a sus
precarias condiciones socio-económica y al bloqueo institucional a que estaban
expuestos. Digamos esto para ni siquiera tener que insistir en unas escuetas „Bases
Programáticas‟ escritas en 1945 por los mismos de la UPM, donde proponen un orden
de cosas compuesto por trivalidades como „la honradez, la justicia y la capacitación‟.
En estas condiciones de pobreza programática, buscan contacto con AD por ser la única
fuerza política organizada que hacía oposición al gobierno de Medina y juntos encarnan
la insurgencia contra un régimen considerado como „repudiado por la conciencia de
todos los venezolanos libres‟ (la expresión es usada repetidamente por Betancourt).” 20

El aspecto más resaltante de la obra de Dávila es la forma como caracteriza la misión


histórica encomendada no sólo a los militares sino al pueblo y al partido, dentro de la
cual Rómulo Betancourt se vale de paralelismos históricos, para respaldar las acciones
del gobierno adeco como una continuación de la obra de Bolívar, lo que es analizado
por Dávila de la siguiente forma:

19
Luis Ricardo Dávila, Imaginario político venezolano. Caracas, Alfadil/Publiandina, 1992, p 36.
20
Ibidem, p 36-37.
“Esto no era frase retórica, insistía el orador, sino una convicción: „lo que siento y
me brota de lo profundo de la conciencia’. En funciones de poder, cuatro años más
tarde, se recordaría la promoción. Al frente de un gobierno revolucionario, apelar a
Bolívar y proyectar su credo a la obra en ciernes sería cuestión vital. Ahora los
octubristas no hablarán de iniciar „la segunda independencia nacional‟ a secas, darán el
salto hacia la definición: ¿Cuál independencia? La respuesta no se presta a dudas: „la
independencia económica‟. Estamos, entonces, en presencia de un gobierno
revolucionario dirigido por los segundos libertadores. El cordón umbilical con Bolívar
sigue tan vivo como en los años de las „Cívicas Bolivarianas‟; sólo que ahora el
mediador es el partido cuya „gesta educadora e integradora’ será comparable a la
„Gesta de la Independencia.‟

La difusión durante el trienio de símbolos semejantes, acompañados de


conmemoraciones, fiestas, cambio de los nombres de las calles y plazas, celebraciones
populares de los aniversarios del 18 de octubre, celebración con gran pompa de la fecha
de fundación de AD, aquella fastuosa fiesta con motivo de la toma de posesión de
Gallegos; en fin, la difusión de ritos colectivos va construyendo un nuevo lenguaje
simbólico que asegura nuevas formas de comunicación con las masas. Y en ese
lenguaje, además de afirmarse las acciones del poder, se reconocerá la sociedad. Todo
esto será complementado con la creación de instituciones-símbolo que sirven de
cemento al orden de la acción y al de la representación.” 21

Sin duda alguna estos estudios reflejan los intentos por parte de la historiografía
octubrista por sobredimensionar el papel de los militares, para ello es interesante
regresar al trabajo de Ana Mercedes Pérez quien al ser una protagonista de los hechos y
ferviente defensora del Trienio, nos da la siguiente visión del 18 de octubre fecha en la
cual a su juicio los militares jugaron un papel importante, histórico y digno de ser fieles
herederos de los padres libertadores.

“A los 20 meses de haberse efectuado el golpe de octubre, en plena ebullición


democrática, cuando la nueva Carta Fundamental de la República reposa en manos del
pueblo venezolano y ya conquistada su soberanía se apresta a elegir su Presidente, sale
este compendio de hechos históricos... Numerosos acontecimientos políticos han
sembrado desde entonces en el suelo patrio diversas corrientes y diversos sentimientos,
porque la Revolución de Octubre sufre aún el proceso de su consolidación. Venezuela
ha removido sus raíces, ha abierto sus escondidos cauces y los surcos están esperando el
generoso abono. Venezuela marcha hoy hacia la conquista de su porvenir, con
revolución y sin ella, cumpliendo el destino universal de los grandes pueblos, su destino
que ella conquistó con sangre. Los palpitantes sucesos, las recientes manifestaciones
personales estampadas en esta obra, nos hacen pensar en su evolución espiritual,
desenvolviéndose en el íntimo proceso sociológico que se venía operando desde años,
más allá de las castas, de las hegemonías y del caudillismo.”22

Como ya se ha comentado Ana Mercedes Pérez utilizó su obra como un instrumento


propagandístico para la justificación de las acciones militares, ella en su obra expresa el

21
Ibidem, p 64.
22
Ana Marcedes Pérez, Ob. cit, p 417.
carácter glorioso que se le dio al 18 de octubre por eso culmina su obra con una cita de
Rómulo Gallegos, en la cual queda en evidencia lo novedoso y relevante de esa
actuación militar, que él eminente escritor diferencia, resalta y sobredimensiona como
un hito y una nueva etapa en las relaciones cívico-militares.

„Miedo se le podía tener a aquel Ejército de entonces, borda de valentones


malencarados; pero sin inferirle alguna ofensa no se puede decir que lo infunda en
oportunidad de ejercicio de derechos, este de ahora, al frente del cual están hombres de
mentalidad evolucionada y de espíritu gallardo.

Y es con estos hombres nuevos, dignos de que en ellos se deposite esperanza, con
quienes „Acción Democrática‟ viene corriendo su jornada de responsabilidad lealmente
compartida. Compañeros nuestros en posiciones de gobierno y nosotros aquí, hoy y
ante la historia. Porque nuestro civilismo no ha sido nunca anti-militarismo en el
sentido de repudio del militar como tipo humano, sino una posición de conciencia
política ante principios suficientemente analizados y cuando en algún ciudadano
debemos indagar cómo se comporta ante esos principios, no reparamos en el traje que
23
lleve, sino averiguamos que corazón le late bajo ese traje.‟

Esa posición de crítica hacia la propaganda adeca que glorificó a los militares de
octubre, sirvió como sostén de la legitimidad del 18 de octubre, por ello ha sido
criticada por actores políticos. Un ejemplo es Rodolfo José Cárdenas, en su obra El
Trienio populista 1945-1948, donde manifiesta como militante del partido COPEI
fuertes divergencias, en cuanto a los paralelismos históricos (con los padres de la patria)
que los adecos le dieron a sus actuaciones.

“A COPEI en el Trienio Populista pude llamarlo COPEI en el Trienio de la Segunda


Independencia, porque AD decía que la Revolución de Octubre era la Segunda
Independencia, con lo cual los militares (Marcos Pérez Jiménez, Carlos Delgado
Chalbaud, Julio César Vargas, Rincón Calcaño, etc.) y los adecos (Rómulo Betancourt,
Gonzalo Barrios, Pérez Guerrero, Héctor Hurtado, Carlos Dascoli, etc.) eran los
segundos libertadores, que nos habían libertado de la ignominia andina. No lo llamé
así por respeto a los Padres de la Patria.” 24

Para ello, Cárdenas nos da una evaluación de lo negativo de traer a los militares a la
escena política, esa es su principal critica hacia el gobierno del Trienio, él realza como
con Juan Vicente Gómez, y durante los gobiernos de Eleazar López Contreras e Isaías
Medina Angarita, los militares empezaron a cumplir sus funciones y no eran

23
Ibidem, p 421.
24
Rodolfo José Cardenas, COPEI en el Trienio populista 1945-1948. Madrid, Hijos de E. Minuesa,
1987, p 13.
determinantes en las decisiones políticas, eso cambió con los adecos lo que para él fue
perjudicial.

“Al lado de tantos hechos negativos, Juan Vicente Gómez le dejó al país, entre sus
aciertos positivos, la eliminación del militar como ente político, la desaparición de los
caudillos regionales y el acuartelamiento de la tropa. Tanto López Contreras como
Medina Angarita mantuvieron a los militares en su sitio, en los cuarteles. El 18 de
Octubre de 1945 puso a los militares fuera de los cuarteles, a jugar papeles políticos.

No fueron solamente el Ministro de la Defensa en papel de miembro político de la


presidencia colegiada llamada Junta Revolucionaria de Gobierno y el Ministro del
Interior. También fue una estrategia equivocada de Acción Democrática. La consigna
militar básica de Acción Democrática, para envolver al Ejército en su política, para
adequizar al Ejército, fue aquélla de <<Pueblo y Ejército unidos>> que tanto utilizó
Betancourt y Acción Democrática. Era el sustituto de la consigna que se perseguía y se
adornaba y camuflageaba: <<Acción Democrática y Ejército unidos>>, no solamente
porque la otra consiga era <<AD el partido del pueblo>>, sino porque Acción
Democrática entró en campaña de proselitismo y adequización del Ejército.”25

Este autor nos da una visión de la forma proselitista que los adecos le dieron a su
trato con los militares, ahora estos “Nuevos Libertadores” y el partido AD eran uno
solo, esto es criticado como hemos visto por los estudios historiográficos de
especialistas y de activistas políticos, ya que esa presunta hermandad fue ficticia e
irreal, elemento que Rodolfo José Cárdenas analiza a continuación:

“Ni de cerca ni de lejos se le acercó nadie a Acción Democrática en su temática


militar durante el Trienio AD hizo innumerables alusiones, expresiones, comunicados,
relaciones con las Fuerzas Armadas. <<El niño pobre ante el juguete caro>>, y AD
estaba estrenando juguete con los militares. De ahí le salieron a Betancourt las
debilidades con los militares, sintiéndose caudillo militar y restregando a cada rato que
era el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Sería insólito que el presidente de
Estados Unidos, en una sola alocución, tuviera que recordar que él es jefe de las
Fuerzas Armadas Nacionales. Pero en Venezuela algunos presidentes civiles tienen que
cacarear que son jefes de las Fuerzas Armadas Nacionales para que esa dignidad no se
le olvide a los militares. Otros lo han hecho para darle envidia a algunos políticos
rivales que habrían dado media hora por reclinar sus cachetes en las presillas de las
Fuerzas Armadas Nacionales.

Las Fuerzas Armadas Nacionales se convirtieron, por la gracia de Acción


Democrática, en el tabú más manoseado de Venezuela. Las adecas se hacían lenguas
por los tenientes y los capitanes, y los líderes adecos se hacían pis por los tenientes
coroneles, sobre todo en los días que precedieron al 24 de noviembre de 1948.” 26

25
Ibidem, p 467-468.
26
Ibidem, p 692.
Esa misión histórica como hemos visto ha sido analizada no sólo por políticos como
Rodolfo José Cárdenas, también se contó con análisis como los de Manuel Caballero y
Luis Ricardo Dávila, quienes han refutado la visión adeca que se intento imponer
durante el Trienio, ya que esos militares fueron los mismo que tres años más tarde,
derrocaron a sus aliados adecos.

La importancia de opiniones como la de Rodolfo José Cárdenas, radica en que al ser


un activista político caracteriza de una forma bastante crítica la forma equivocada como
los adecos plantearon su relación con los militares durante el período, ya que esos
octubristas gloriosos, reencarnación de los padres de la patria, derrocaron a Rómulo
Gallegos el 24 de noviembre de 1948. De allí que sea primordial explicar las
interpretaciones que la historiografía venezolana, ha dado en torno a esa actuación
militar.

Debate en torno a la significación de la actuación militar en el golpe del


24 de noviembre de 1948.

La actuación militar ha generado fuertes polémicas en la historiografía, donde las


posiciones políticas han jugado un factor preponderante como ha quedado demostrado
anteriormente, debido a que la gran mayoría de las obras sobre este tema fueron escritas
por preeminentes dirigentes políticos y por protagonistas directos de los hechos. De allí
que los análisis históricos sean pocos, pero importantes haciendo que su estudio sea
complejo generado por su carácter de testimonio o reflexión más que de análisis.

Por lo tanto se comenzará por citar a Rómulo Betancourt quien en su ya nombrado


libro, Venezuela, política y petróleo, hace una reflexión sobre el derrocamiento de
Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948, relacionado a cómo esos militares que el
18 de octubre de 1945 tuvieron una actitud gloriosa tres años más tarde sacaron del
poder a sus aliados del 45, lo que ha generado controversia sobre esa conducta militar, a
lo cual Betancourt responde que el 18 de octubre era indetenible y la participación de
Acción Democrática fue importante porque le dio un manto democrático.

“Las páginas que preceden bastan para demostrar que la Revolución venezolana del
18 de octubre de 1945 fue culminación de un proceso histórico indetenible. Y que sin la
audaz actitud nuestra de conducirla y canalizarla, siempre hubiese estallado, pero con las
solas características del motín cuartelario. En esta forma, se intenta una respuesta a las
interrogantes formuladas sobre la conducta de los hombres de Acción Democrática que
actuaron en la gestación del 18 de octubre. Explicación que ya resultaba urgente, porque
gente americana de solvente ideología se venía preguntando y nos venía preguntado sí el
contragolpe reaccionario del 24 de noviembre de 1948 que derrocó al gobierno
constitucional de Rómulo Gallegos, no hubiera podido evitarse de haber adoptado
nosotros una actitud expectante, de aséptico marginamiento, en la violenta jornada de
octubre de 1945.

Pero falta por decir que si el origen mismo de ese golpe de Estado es materia
controvertible, tal debate resultaría escarceo académico, y hasta teológico, ante el hecho
cumplido de la democratización institucional, del saneamiento inexorable de las
prácticas administrativas y de la política petrolera enérgicamente nacionalista, realizada
por el Gobierno que de aquél nació.”27

Rómulo Betancourt resalta los logros del Trienio adeco y rehúsa el dilema sobre la
actuación militar en el golpe de Estado contra Rómulo Gallegos, él prefirió desvincular
ambas fechas y no ahondar en esa polémica. Ello se evidencia en la próxima cita del
prólogo de su libro, donde pretende destacar que ambas fechas no pueden verse como
consecuencias directa una de la otra.

“Se argumenta que el 18 de octubre de 1945 hizo posible el 24 de noviembre de 1948,


fecha en que fue derrocado el gobierno de Rómulo Gallegos. Ese argumento no resiste el
menor análisis. Es como si se inculpara a quienes hicieron la Revolución Francesa de la
institución de la República por el Imperio napoleónico. O a los libertadores venezolanos
de 1810 de las prolongadas autocracias de Páez, los Monagas y Guzmán Blanco. La
historia de los pueblos no sigue una línea recta, como en las modernas autopistas. El
proceso evolutivo de las naciones se realiza en zig – zag, con caídas y recuperaciones.
Lo que importa es señalar el carácter positivo o negativo, lo que se avanzó o se
retrocedió, en cada etapa del devenir de un país, y procurar que no se repitan los errores
y fallas que lo hicieron retrogradar hacia el pasado cuando ya estaba enrumbado por la
buena vía de la democracia y de la reforma social.” 28

Como se ve Betancourt no sólo trata de separar ambos hechos, sino de valorar la


actuación militar y la de los adecos el 18 de octubre de 1945, en base a los logros de los
tres años de gobierno; aspecto que Luis Ricardo Dávila explica como un elemento
esencial que los octubristas han utilizado como defensa de su alianza con los militares
en 1945.

“Poco importaba que estas <<profundas transformaciones>> se truncasen el 24 de


noviembre de 1948, antes de comenzar a dar sus frutos. Imperativamente tendría que
reconocerse en el futuro que en escasos tres años –continúa nuestro interlocutor- <<se
echaron las bases de una Venezuela de nuevo signo animada de un entusiasta ímpetu

27
Rómulo Betancourt, Ob.cit, p 243.
28
Ibidem, p 15.
creador>>. Basta con esto. Basta con que sus objetivos se arropasen con atuendos
simbólicos como el <<entusiasta ímpetu creador>>,o como aquellos más moralizantes
de la <<angustia patriótica y voluntad de servicio>>, para fundar un estilo y un
lenguaje. O mejor aún, para fundar una etapa de la sociedad a través de un nuevo
lenguaje. Esto está claro desde los primeros momentos en el poder (¿Y, mucho antes,
quizás?).”29

Como se ha demostrado a lo largo del presente trabajo, sobre estos hechos la


historiografía venezolana presenta dos visiones en este caso podemos encontrar
posiciones diferentes a las de Rómulo Betancourt, o mejor dicho la contraria a la
historiografía octubrista, para ello contamos con Nora Bustamante quien respalda la
tesis de las diferentes interpretaciones de las dos asonadas militares, basándose en el
momento en las se dieron y el motivo de esas insurrecciones.

“... La diferencia entre los golpes de octubre de 1945 y de noviembre de 1948 en


Venezuela, estuvo en que el primero de ellos se le lavó su pecado original de asonada
golpista, al adherírsele el partido Acción Democrática, que a su vez justificó esa
adhesión como el medio para llegar a la elección directa y secreta del Presidente de la
República, aparentemente primer y más importante objetivo de una aventura de raíces
tan hundidas en terrenos no democráticos, que debía llegar finalmente a ser lo que en un
principio desapareció tras la máscara democrática: la toma del poder por la violencia y
su ejercicio posterior con el apoyo de las armas.”30

Nora Bustamante defiende la tesis de la similitud del origen de ambas


insurrecciones, no las ve como hechos aislados, sino como consecuencias directa una de
la otra, de allí que cite las explicaciones dadas por Betancourt ante los diferentes
alzamientos militares que se dieron antes del 24 de noviembre de 1948, a su vez
argumenta el nexo de los sucesos dado que ambos estuvieron dirigidos por los mismos
personajes claves.

“Se ha discutido mucho el punto de la naturaleza de ambos golpes, en el sentido de


sí es la misma o diferente. Nuestro criterio ya expuesto anteriormente es que tienen la
misma naturaleza porque el segundo es consecuencia del primero. Tanto uno como otro
fueron dirigidos por Delgado Chalbaud y Pérez Jiménez y entre ambos hubo una serie
de intentonas fracasadas que vienen en apoyo de esta tesis al construir los mismos
eslabones golpistas entre 1945 y 1948. Así lo reconoce Betancourt con motivo del
alzamiento que tuvo lugar en Valencia el 11-12-46, al ser entrevistado para el diario El
País y preguntársele: ¿Cómo se explica usted que los gestores de este movimiento
hayan estado también en la revolución de Octubre? El presidente de la Junta contestó:
„Ese es un fenómeno que no es en Venezuela únicamente donde se ha presentado... Se

29
Luis Ricardo Dávila, Ob.cit, p 33.
30
Nora Bustamante, Isaías Medina Angarita: Aspectos históricos de su gobierno. Caracas, Gobernación
del Distrito Federal, 1998, p 483.
ha presentado en todos los países donde ha habido golpes de Estado; quedan sectores
que por estas o aquellas razones, no se sienten satisfechos con el rumbo que se le da a la
gestión de la cosa pública por resentimiento o ambiciones personales, y entonces
procuran repetir el movimiento. En Guatemala por ejemplo, donde hubo un golpe de
Estado, se sucedieron dos o tres movimientos de esta índole‟...”31

En este sentido la respetable historiadora nos ubica en el dilema que sufrieron los
adecos el 24 de noviembre de 1948, cuando los compañeros militares que los
respaldaron tres años antes lo sacaron del poder. Su tesis es que ambos tuvieron la
misma significación y causa, ella desestima el componente glorioso y de legitimación
que se les endilgó a los militares en 1945, como lo expresa a continuación.

“...Para quienes piensan que el golpe del 24-111948 tuvo una significación distinta
al 18 de octubre de 1945, la opinión de unos de los militares comprometidos en éste,
confirmada a escasos tres meses del golpe octubrista por un miembro de la Junta al
considerar exagerado al Comunicado de ésta con motivo de uno de los intentos
subversivos de los muchos que se debelaron entre las dos fechas claves, debilitará su
posición, al comprobarse no sólo que la juventud militar que derrocó a Medina, fue la
misma que obligó a Gallegos a entregar el mando, sino que lo hicieron por las mismas
causas, con la diferencia de que el 18 de octubre se pensó que las razones de los civiles
que lo apoyaron, podrían fortalecer las otras propiamente militares, y no fue así, pues la
misma constitución de la Junta Revolucionaria reflejó la preeminencia de las
primeras.”32

Con el objetivo de defender su hipótesis Nora Bustamante se coloca en el momento


post-golpe 1948, para escenificar las fuertes diferencias de ambos bandos en lo
relacionado a la defensa del golpe del 24 de noviembre, como una segunda etapa del
octubrismo, ello lo reconstruye a través de las declaraciones de uno de los líderes
militares, en la cual ubica esa actuación militar como una continuación de los ideales de
octubre.

“Había llegado el momento de la divergencia entre los socios civiles y militares,


protagonistas del golpe de Estado del 18 de octubre de 1945. Ahora los primeros piden
a Estados Unidos que no se reconozca al nuevo gobierno y los segundos a la vez que
tratan de lograr el reconocimiento, señalan en un comunicado aparecido en la prensa el
25-11-48 los motivos que los llevaron a realizar la segunda fase del golpe octubrista. En
este manifiesto se puntualiza: „El 18-10-45 el Ejército Nacional actúa contra un orden
de cosas que la nación consideraba viciada... El partido AD continuó los vicios políticos
que caracterizaban a los gobiernos anteriores‟. Para los militares golpistas de 1945 y de
1948, no tienen importancia las conquistas logradas en el bienio adeco-militar, ni en el
gobierno de Gallegos encabezadas por la consecución del sufragio universal, directo y
secreto, considerado en aquel entonces como la panacea para solucionar todos los

31
Ibidem, p 482-483.
32
Ibidem, p 463.
problemas venezolanos, causa esgrimida en primer lugar, para justificar el golpe contra
Medina; porque ellos tenían sus propios motivos para insurgir contra aquel régimen.”33

Esta tendencia no es sólo apoyada por Bustamante, existe una importante cantidad de
estudiosos y protagonistas de los hechos que hacen una similar lectura de éstos, como
Juan Bautista Fuenmayor, político de la época que comparte la visión de la conexión y
relación de ambos sucesos, al punto que manifiesta que esa ruptura se veía venir, ya que
las ambiciones militares se habían desatado y los adecos no podrían contener esas
pasiones.

“Para cualquier político medianamente experimentado, es una verdad indiscutible


que, cuando se produce un golpe militar como resultado de contradicciones internas de
la institución armada, nuevos golpes habrán de sobrevenir forzosamente. El desate de
las ambiciones actúa como ariete para romper la disciplina militar, y cada quien piensa
que ha sido preterido en el reparto de los hombres, prebendas y cargos dirigentes. Tal
era el caso de Venezuela en aquella oportunidad; y, dada la peculiar mentalidad de los
hombres de uniforme, la situación se presentaba preñada de graves amenazas.
Betancourt había destapado la Caja de Pandora y de ella habrían de salir muchas y
desagradables sorpresas.”34

Por lo visto la historiografía ha analizado de forma más profunda el elemento militar


que los protagonistas y actores políticos, de allí que retomemos a Steve Ellner quien nos
da una percepción de la situación militar post 1945, que sirve para entender el
distanciamiento de los adecos y sus aliados militares, él plantea que la alianza AD-
Militares que el Trienio promovió en base a una nueva misión histórica, nunca existió,
sino que es un indicativo del recelo con el cual se veía el pasado comunista de Rómulo
Betancourt en el sector castrense.

“Para el golpe de octubre del 45. Betancourt ya había abandonado completamente


sus previas creencias ideológicas y había convencido a los elementos más
conservadores de la sinceridad de su rechazo al comunismo. Sin embargo, éstos estaban
plenamente convencidos de que la estrategia basada en el ocultamiento de metas, a la
que se había adherido los izquierdistas en las décadas previas, había sido heredada por
AD. Durante el trienio, el expresidente López Contreras y otros ardientes anti-
comunistas hicieron frecuentes referencias –e incluso volvieron a publicar- las
correspondencias privadas de Betancourt que habían sido incautadas por el servicio
secreto de Gómez para recordarle al público que no se podía confiar en AD en el poder.
Además, una de las quejas mayores de los militares que planearon el golpe, expresaba
en las declaraciones que siguieron al golpe del 48, era que „elementos extremistas‟ que

33
Ibidem, p 482.
34
Juan Bautista Fuenmayor, Veinte años de política 1928-1948. Caracas, Miguel García e hijo, 1979. p
307.
gozaban de gran influencia en AD y el gobierno amenazaban la estabilidad de la
nación.”35
Como vemos Ellner se coloca dentro de la posición de la mayoría de los autores que
han analizado el tema, él indica que la aparente unidad y fraternidad entre los militares y
adecos durante el trienio era ficticia, no sólo existía desconfianza entre ellos sino que
había rivalidades. Esto nos sirve para comprender la actuación de esos militares
gloriosos y héroes de la patria en el derrocamiento de Rómulo Gallegos.

“En segundo lugar, los militares rebeldes veían a los „extremistas‟ de AD inclinados
a restringir su capacidad de toma de decisiones y someterlos a los dictados del gobierno
e incluso del partido. Al contrario de lo que muchos de los que apoyaban al gobierno
del trienio ingenuamente creían, los jóvenes oficiales que participaron en el golpe de
octubre no estaban satisfechos con la representación militar original en el gabinete, y
les disgustaba la erosión de su influencia durante el transcurso del trienio. Ellos sabían
que AD. con su vocación para el poder y su amplia base, inevitablemente usurparía la
autoridad de las fuerzas armadas y estaría en una posición más firme para vencer
cualquier resistencia militar que la que había tenido los gobiernos anteriores. Por esta
razón muchos militares sintieron temor ante la amenaza pública de Betancourt,
reiterada más tarde en privado a los militares conspiradores por el entonces secretario
de organización de AD. Alberto Carnevalli (y que resultó tan sólo un blusff), una
huelga general para detener la conspiración contra Gallegos.” 36

Pero este análisis no es sólo de Steve Ellner también Karl Krispin se ubica en esa
posición, este autor afirma que no existía una unidad de criterio entre los oficiales,
basado en un artículo de Miguel Acosta Saignes titulado “Los Militares y Acción
Democrática”, en la cual el autor intenta explicar el panorama de inestabilidad al
cumplirse tres años de la salida de Medina del poder, lo que deja claro las grandes
diferencias y rivalidades de los otrora aliados.

„... cuando después del 18 de octubre desaparecieron los antiguos generalatos y


coronelatos que se habían ganado en el mejor de los casos en guerras civiles y en
muchos otros a causa de menesteres antagónicos de la guerra, quedaron precisamente
a la cabeza de nuestra institución armada jóvenes militares de carrera ¿Es posible
pensar que todos poseyesen las mismas ideas y las mismas tendencias? Tal vez había
una mayoría democrática, más como lo ha observado certeramente en estos días un
periódico de oposición, los repetidos golpes de origen cuartelario a los cuales ha
tenido que enfrentarse el régimen revolucionario demuestran que la unanimidad no ha
existido.‟37

35
Steve Ellner, La izquierda no comunista en el poder 1945-1948”, en Revista Tierra Firme. Caracas,
abril-junio, 1992, Nº 38, pp 158-190.

36
Ibidem, p 178.
37
Karl Krispin, Golpe de Estado: Venezuela 1945-1948. Caracas, Panapo, 1993. p 92.
Tanto Ellner como Krispin convergen en cuanto al factor de los elementos
conservadores dentro de las Fuerzas Armadas, que veían con desconfianza al partido
Acción Democrática. Ello sirve para desmontar la glorificación del golpe de estado
contra Isaías Medina Angarita, debido a que ese período de tres años no fue de paz y
armonía, las rivalidades y confrontaciones no eran desconocidas por eso el golpe de
1948 no puede ser visto como sorpresivo.

“Para José Giacopini Zárraga la ruptura de la alianza estuvo causada por varios
factores. Cuando Medina capituló, las fuerzas armadas permanecieron básicamente
inalteradas, por los eventos del Golpe. Su contexto seguía siendo conservador con una
fuerte orientación regional [esta idea es compartida por S.E Finer en su explicación del
Golpe de Noviembre. Estos militares conservadores irían a chocar con Acción
Democrática. El acuerdo alcanzado entre la UPM y Acción Democrática era un acuerdo
de cúpula de ambas organizaciones. (...) En seguida se sucedió la lucha por ganar
espacios de poder más firmes y tratar de desplazar al aliado. Acción Democrática había
estado en la oposición por tanto tiempo que no le era fácil colocarse en la nueva
situación que implicaba ser partido de gobierno. Por ende continuó agitando esta vez
desde el gobierno atesorando inmediatamente la fama de sectaria y radical. La alianza
entre unas fuerzas armadas conservadoras y un partido de centro-izquierda se
demostraba precaria.” 38

Karl Krispin destaca que esa desconfianza se debió a que para nadie era un secreto
las intenciones adecas de infiltrar las Fuerzas Armadas, aspecto que Rómulo Betancourt
no ocultó sino que promovió; un ejemplo es la existencia de listas donde se dividía a los
oficiales en buenos y malos, además el destacado dirigente adeco no sólo no confiaba
en los militares, él pensaba que había que promover la división de éstas, de allí que no
sea descabellado explicar el golpe de 1948 como una continuación de los ideales de
octubre.

“La lucha de poder entre Acción Democrática y los militares fue, de hecho, planeada
por Betancourt quien defendía que la disminución de los militares redundaría en la
hegemonía de AD. Desde el momento de la composición de la Junta, Betancourt hiló
fino para limitar la presencia militar cuya composición original total se había planteado
en término de tres o cuatro miembros a diferencia de los siete que terminó negociando
Betancourt. Del mismo modo planeó el que cada miembro de la Junta estuviese a cargo
de un ministerio para evitar la influencia de individualidades: Betancourt hizo purgar de
las fuerzas armadas a muchos de sus oficiales no comprometidos con la UPM: a ésta
hizo llevar entre otros, al grupo de sargentos alzados junto a Perdomo contra Medina.
La promoción de elementos identificados con la Junta se hizo patente para obtener
lealtades. Muchas familias ligadas a AD animaron a sus jóvenes hijos y familiares a que
siguiera las carrera militar. La estrategia era infiltrar las Fuerzas Armadas.”39

38
Ibidem, p 97.
39
Ibidem, p 97-98.
Para reafirmar su tesis Krispin se ubica en el contexto de octubre de 1948, momento
en el cual la situación hacía indicar que esa supuesta unidad era ficticia, los
enfrentamientos desestabilizaban el gobierno, los militares rechazaban a Rómulo
Betancourt, quien se alejaba del régimen para darle mayor estabilidad y evitar una
posible ruptura constitucional, lo que sirve para comprender las rencillas y diferencias
entre los militares y adecos, bastantes alejados de la unidad que el Trienio trató de
promover.

“Para octubre de 1948 las fracturas no sólo estaban en el gobierno sino entre los
militares. En vista del descontento con el gobierno de AD que había causado
demasiados alzamientos y conspiraciones, el alto mando a cargo de Pérez Jiménez
trataba de controlar la situación militar. Los mandos intermedios amenazaban con
desbordar los altos mandos por lo que la actividad de Pérez Jiménez durante octubre y
noviembre se concentró en mantener la unidad interna a través de su control frente al
peligro de escisión y rebelión en la oficialidad media. En octubre Betancourt había
regresado al país del cual se había ausentado desde julio con el propósito de evitar
posibles percepciones de su influencia en el gobierno de gallegos por parte de la
opinión pública. Dada la situación de deterioro de la situación militar, AD lo había
mandado a llamar con vistas a que su retorno contribuyera a saldar la descompuesta
realidad. A su regreso traía cartas de Mario Vargas, aún convaleciendo en los Estados
Unidos, dirigidas a sus „leales‟ urgiéndoles respeto por mantenerse dentro del orden
constitucional.” 40

Sobre esta polémica el historiador Manuel Caballero continúa con la tesis de


vincular ambas fechas, como ya hemos visto la historiografía no le parece extraño o
inexplicable el deslinde de los adecos y los militares el 24 de noviembre de 1948, de allí
que él mencione la vinculación de ambas asonadas, no las ve como hechos sin ninguna
unión o nexo, son desde su punto de vista expresiones de un mismo proceso.

“Igual podría haber conducido a otra cosa que al trienio; igual podría haberse dado
(algo así estaba previsto) el 24 de noviembre, pero no del 48 sino del 45. Destacar la
relación entre el 18 de octubre de 1945 y el 24 de noviembre de 1948 es también
enfrentar la versión betancurista del primer suceso; es afirmar que no se trata de dos
hechos separados, mucho menos opuesto, sino de dos puntas de un mismo proceso.
Porque el 18 de octubre fue un golpe militar no unánime (hubo resistencia armada)
con apoyo civil, el 24 de noviembre fue la misma cosa, esta vez sin apoyo civil y, por lo
menos en el momento mismo, con unanimidad militar...”41

Para este historiador como ya se ha mencionado ambos sucesos forman parte de un


mismo proceso, a través del cual las Fuerzas Armadas comenzarán a tener un nuevo y
40
Ibidem, p 100.
41
Manuel Caballero, Ob.cit, p 33.
diferente papel en la sociedad venezolana, ese rol será el de partido político, lo que las
ha hecho verse obligadas a participar con su poder militar en las contiendas políticas del
país.

“No es muchas la gente que, transcurrido el tiempo, considere que haya sido
beneficioso para el país el 24 de noviembre, aunque, como es lógico, haya gente (cada
vez en menor cantidad) que defienda el 18 de octubre. Pero lo que no se subraya con
suficiente insistencia es que, haciendo abstracción de los males reales o supuestos que
pudo haber traído al país, la participación en ambas conjuras terminó siendo
extremadamente perjudicial para las fuerzas armadas. Apartemos toda otra
consideración, para decir que lo que fue el haberse convertido, después de sus dos
intervenciones victoriosas en octubre del 45 y en noviembre del 48, en un partido
político. Que al serlo armado, sólo tiene dos opciones, siempre: o ser el instrumento de
la guerra civil, o sea de la guerra entre partidos irreconciliables, sangrienta e
inexplicable, o ser el instrumento de la tiranía.”42

Los debates en este renglón han versado, sobre las opiniones octubristas
representadas por Rómulo Betancourt, quien realizó grandes esfuerzos por explicar, la
forma cómo esos militares gloriosos del 45 pudieron sacarlos del poder tres años más
tarde, él lo hace tratando de ver esas fechas como hechos separados, lo que Manuel
Caballero refuta.

Un aspecto digno de destacar es que la historiografía ha analizado estos hechos


desde una posición bastante critica del Trienio, porque durante ese gobierno se intento
dar a los militares una imagen de “nuevos héroes de la patria”, que será criticado, como
una simple táctica adeca, ya que según los analistas, en la realidad esa fraternidad nunca
existió, en ello radican las visiones sobre el derrocamiento de Gallegos y la explicación
de las actuaciones militares contra sus otrora aliados.

Conclusión

En este artículo se realizó un análisis del papel jugado por los militares en los
golpes de estado que sacaron del poder a Isaías Medina Angarita y Rómulo Gallegos,
acontecimientos donde se desatan opiniones contrapuestas sobre, ¿cómo se les trató de
dar a los militares del 18 de octubre de 1945 una posición de preservadores de la
democracia?, lo que aumenta el debate ya que esas mismas Fuerzas Armadas derrocaron

42
Ibidem, p 35.
a Rómulo Gallegos en 1948. Por lo tanto encontramos que este tema estuvo ligado a
tratar de darle fundamento político e ideológico, al régimen conocido como el Trienio y
que poco a poco ha sido desmontado por la historiografía.
Los adecos en este punto se han esforzado por darle una legitimidad a sus
actuaciones, de tal forma que la historiografía refleja esa actuación como un hecho
único e irrepetible, de esa forma esos militares se les vio como seres desprendidos cuya
única intención fue terminar con un gobierno que no cumplía, ni cubría con los deseos
del pueblo.

Esa misión histórica como hemos visto ha sido profundizada no sólo por políticos
como Rodolfo José Cárdenas, también se contó con análisis como los de Manuel
Caballero, Luis Castro Leiva y Luis Ricardo Dávila, quienes han refutado la visión
adeca, que se intentó imponer durante el Trienio, ya que esos militares fueron los
mismo que tres años más tarde, derrocaron a sus aliados adecos.

Ese debate se aprecia en la forma como autores protagonistas de los hechos, en este
caso Rómulo Betancourt, han interpretado la conducta de los militares el 24 de
noviembre de 1948 al separar ambos golpes de estado. Ese es el punto de quiebre, ya
que por otra parte Manuel Caballero contextualiza ese acontecimiento como parte de un
mismo proceso. Esta explicación es la base de las réplicas a las reflexiones octubristas
sobre su salida del poder.

Por último se puede afirmar que este tema siempre se ha visto sumergido en la
conflictividad política, ya que Acción Democrática es un partido cuyos líderes fueron
protagonistas de gran parte de la historia contemporánea venezolana. Por ello ese
período ha sufrido desde el punto de vista historiográfico de todas esas luchas políticas,
es decir muchos de lo que se ha escrito sobre el mismo, está contaminado de esas
tendencias y debe ser investigado a profundidad antes de tomarse como fidedigno.

Bibliografía

BETANCOURT, Rómulo, Venezuela, política y petróleo. México, Fondo de Cultura


Económica, 1956.
CARDENAS, Rodolfo José, COPEI en el trienio populista 1945-1948. Madrid, Hijos
de E. Minuesa, 1987.
CASTRO LEIVA, Luis, El dilema octubrista 1945-1987. Caracas, Cuadernos Lagoven.
1988.
DÁVILA, Luis Ricardo, Imaginario político venezolano. Caracas, Alfadil/Publiandina,
1992.
ELLNER, Steve, “La izquierda no comunista en el poder 1945-1948”, en Revista Tierra
Firme. Caracas, abril-junio, 1992, Nº 38, pp 158-190.
FUENMAYOR, Juan, Veinte años de política 1928-1948. Caracas, Miguel García e
hijo, 1979.
KRISPIN, Karl, Golpe de Estado: Venezuela 1945-1948. Caracas, Panapo, 1993.
La Revolución de Octubre. Caracas, CELARG, 1998.
PÉREZ, Ana Mercedes, La verdad Inédita. Caracas, Ernesto Armitano, 1975.
YORIS VILLASANA, Corina, 18 de octubre de 1945: Legitimidad y ruptura del hilo
constitucional. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2004.

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