Novela Picaresca
Novela Picaresca
Novela Picaresca
Características
La novela picaresca nació como parodia de las demasiadas idealizadoras narraciones del Renacimiento: epopeyas,
libros de caballerías, novela sentimental, novela pastoril... El fuerte contraste con la realidad social generó como
respuesta irónica antinovelas de carácter antiheroico protagonizadas por anticaballeros que amaban a antidamas en
países que, como España, mostraban lo bruto y lo sórdido de la realidad social de los hidalgos empobrecidos, los
miserables desheredados y los conversos marginados frente a los caballeros y los indianos enriquecidos que vivían
en otra realidad que era observada solamente por encima de sus cuellos engolados.
Un producto pseudoascético, hijo de las circunstancias peculiares del espíritu español, que hace de las
confesiones autobiográficas de pecadores escarmentados un instrumento de corrección.
En España el género sacaba la sustancia moral, social y religiosa del contraste cotidiano entre dos estamentos, el de
los nobles y el de los siervos. Durante el siglo XVII comienza a vulgarizarse y degradarse la hidalguía y Don Quijote o
el hidalgo pobre que se hace servir por el Lazarillo son ilustraciones de este fenómeno en la literatura española, que
tienen también correlato en el mundo farsesco reflejado por el género teatral del entremés. El humilde guitón, bigardo
o pícaro de cocina como tal es un anticaballero errante en una «epopeya del hambre» a través de un mundo
crapuloso, donde sólo se sobrevive gracias a la estafa y el engaño y donde toda expectativa de ascenso social es
una ilusión; los vagabundeos de un Pablos o de un Guzmán constituyen el contrapunto irónico a los de los valientes
caballeros. El Lazarillo de Tormes (1554) es el comienzo de una crítica de los valores dominantes de la honra y de la
hipocresía que hallará su culminación y configuración canónica con la Primera parte de Guzmán de Alfarache (1599),
de Mateo Alemán.
2. Estructura de falsa autobiografía. La novela picaresca está narrada en primera persona como si el protagonista,
un pecador arrepentido y antihéroe, fuera el autor y narrara sus propias aventuras con la intención de moralizar,
empezando por su genealogía, antagónica a lo que se supone es la estirpe de un caballero. El pícaro aparece en la
novela desde una doble perspectiva: como autor y como actor. Como autor se sitúa en un tiempo presente que mira
hacia su pasado y narra una acción cuyo desenlace conoce de antemano.
3. Determinismo: aunque el pícaro intenta mejorar de condición social, fracasa siempre y siempre será un pícaro.
Por eso la estructura de la novela picaresca es siempre abierta. Las aventuras que se narran podrían continuarse
indefinidamente, porque no hay evolución posible que cambie la historia.
4. Ideología moralizante y pesimista. Cada novela picaresca está narrada desde una perspectiva final de
desengaño; vendría a ser un gran «ejemplo» de conducta aberrante que, sistemáticamente, resulta castigada. La
picaresca está muy influida por la retórica sacra de la época, basada en muchos casos, en la predicación de
«ejemplos», en los que se narra la conducta descarriada de un individuo que, finalmente, es castigado o se
arrepiente.
5. Intención satírica y estructura itinerante. La sociedad es criticada en todas sus capas, a través de las cuales
deambula el protagonista en una estructura itinerante en la que se pone al servicio cada vez de un elemento
representativo de cada una. De ese modo el pícaro asiste como espectador privilegiado a la hipocresía que
representa cada uno de sus poderosos dueños, a los que critica desde su condición de desheredado porque no dan
ejemplo de lo que deben ser.
6. Realismo, incluso naturalismo al describir algunos de los aspectos más desagradables de la realidad, que nunca
se presentará como idealizada sino como burla o desengaño.
Francisco de Quevedo, Vida del Buscón llamado don Pablos (¿1603?), impreso sin permiso del autor en
1626.
Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, La hija de la Celestina (1612), La ingeniosa Elena (1614), refundición y
ampliación de la anterior, y El sagaz Estacio.
Atribuido a Gabriel de la Vega, La vida y hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor,
compuesto por él mesmo (1646).
Obras asimilables al género, pero que no comparten todas sus características, son Rinconete y Cortadillo de Miguel
de Cervantes, El diablo Cojuelo de Luis Vélez de Guevara, La varia fortuna del soldado Píndaro (1626) de Gonzalo
de Céspedes y Meneses, las novelas cortesanas con matices picarescos Las harpías de Madrid y coche de las
estafas (1631), La niña de los embustes, Teresa de Manzanares, Aventuras del bachiller Trapaza y su continuación
La garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas (1642) de Alonso de Castillo Solórzano, Los antojos de mejor vista de
Rodrigo Fernández de Ribera, El castigo de la miseria de María de Zayas y Sotomayor; muy próximos al
costumbrismo están Antonio Liñán y Verdugo con sus Avisos y guía de forasteros que vienen a la corte (1620) y El
día de fiesta por la tarde de Juan de Zabaleta, que describen una serie de tipos sospechosos de la sociedad
madrileña de la época; de sesgo más autobiográfico que picaresco es la Vida de Diego de Torres y Villarroel. Una
derivación hispanoamericana de la picaresca española es El Periquillo Sarniento (1816), de José Joaquín Fernández
de Lizardi, y El lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima (Gijón, 1773), narración de elementos
picarescos compuesta por Concolorcorvo, pseudónimo de Alonso Carrió de la Vandera (1715–1783).
Picaresca europea
La novela picaresca española influyó extraordinariamente en la narrativa europea de su tiempo, la cual la imitó
primero (como por ejemplo, en la Vida de Jack Wilton (1594) del inglés Thomas Nashe (1567–1601), o La novela
cómica (1651–1657) del francés Paul Scarron, o El español de Brabante (1617), del holandés Gerbrand Adriaensz
Bredero (1585-1618) o Historia verdadera de Isaac Winkelfelder y Jobst von der Schneid, de Nikolaus Ulenhart
(aparecido en el mismo volumen de la traducción al alemán del Lazarillo de Tormes en 1617), para después crear
también auténticas obras maestras del género, por ejemplo, Fortunas y adversidades de la famosa Moll Flanders
(1722) de Daniel Defoe, o La historia de Tom Jones, un expósito (1749) de Henry Fielding; otras obras importantes
fueron Las aventuras de Roderick Random (1748) y Peregrine Pikle (1751), de Tobias George Smollett, todas obras
de la literatura inglesa; hay, por otra parte, elementos picarescos en la famosa La vida y opiniones del caballero
Tristram Shandy (1759–1767) de Laurence Sterne.
En Alemania la obra maestra es, fuera del precedente autóctono de las leyendas en torno al pícaro Till Eulenspiegel,
recopiladas por primera vez en 1515, El aventurero Simplicius Simplicíssimus (1669), de Hans Jakob Christoph von
Grimmelshausen, que compuso alguna otra obra más del género, la más lograda de la cuales es La pícara Coraje
(1670), una novela picaresca feminista.
En Francia, aparte de las imitaciones demasiado serviles y ya mencionadas de Paul Scarron, se considera que la
obra maestra del género es Las aventuras de Gil Blas de Santillana (cuatro vols., 1715–1735), de Alain René Lesage.
En la actualidad puede decirse que algunos ejemplos de la llamada novela negra policíaca están muy cerca de la
novela picaresca y reactualizan sus tópicos con mucha fuerza.
Leer la novela “EL LAZARILLO DE TORMES”. (ANÓNIMO)
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