Resumen Del Hombre Mediocre
Resumen Del Hombre Mediocre
Resumen Del Hombre Mediocre
CRÍTICA GENERAL
Esta obra trata sobre temas sociológicos, filosóficos, psicológicos y literatos.
Como objetivo principal José Ingenieros pretende educar a la juventud para que
tenga un pensamiento idealista y así pueda rechazar todas las formas de
servilismo, prejuicios, hipocresía, rutina, entre otras.
Aquí el autor nos muestra que las personas idealistas son quienes en su manera
de alagar, venerar a filósofos, artistas y pensadores tienden una visión hacia
grandes acciones, o sea que si nosotros tenemos también ese ideal como estos
grandes intérpretes del ser y de la eternidad que volaron más allá de lo real,
somos quienes formamos otra clase de raza aparte de las personas que obvian
ese pensamiento hacia lo misterioso, y si seguimos con esa mira nuestro ideal
es un gesto del espíritu hacia alguna perfección.
El autor tiene mucha verdad en su libro, porque quienes tenemos esa emoción
de leer a distintos pensadores, literatos, filósofos, etc. Nos dejan con el
pensamiento de una mira a un futuro mejor, de hacer cambios en nuestra vida y
quizá para nuestra sociedad.
José Ingenieros nos muestra tres tipos de hombre inferior, mediocre e idealista,
pienso que si fusionáramos a los tres encontraríamos la perfección de nuestro
ideal.
Ponernos a pensar que ser mediocre no es un buen camino para seguir, porque
nos limita en la forma de pensar e imaginar. La gente vive de la rutina y los
prejuicios, y es así tal como dice la obra. Para poder salvarnos de todo este
veneno, tenemos la gran herramienta que es nuestro pensamiento y sabiendo
que ser mediocre no, nos lleva a nada y teniendo un ideal nos sacaría de lo
rutinario, de las cosas a medias, o sea de ver la vida con una mente abierta,
disfrutarla de lo mejor manera posible y llegar a la perfección de pensamiento.
CAPÍTULO I - EL HOMBRE MEDIOCRE.
I. ¿"Áurea Mediocritas"?
V. El espíritu conservador.
VII. La vulgaridad.
CRÍTICA:
Ser mediocre nos ciega, no florecemos, vivimos en una falsedad, somos poco
imaginativos y nuestras miras son siempre al pasado, carecemos de
personalidad, en cambio el hombre ideal es quien tiene mira hacia un mundo
mejor con deseos de grandeza.
I. El hombre rutinario.
Evita salir y cruzar espacios nuevos, repite que es preferible lo malo conocido a
lo bueno por conocer, tiende a copiarse los prejuicios del medio en que viven.
Los rutinarios razonan con la lógica de los demás, no intentan estudiar, prefieren
confiar en su ignorancia para adivinarlo todo. La lectura les produce efectos de
envenenamiento. Llaman ideales a sus preocupaciones. No tienen afán de
perfección. Todos los rutinarios son intolerantes, llaman hereje al que busca una
verdad o persigue un ideal. Los hombres rutinarios desconfían de su
imaginación. Si la humanidad hubiera contado solamente con los rutinarios,
nuestros conocimientos no excederían de los que tuvo nuestro ancestral
homínido. Los espíritus rutinarios se pueblan de prejuicios, que los esclavizan.
CRÍTICA:
El hombre tiende a seguir sus prejuicios, se deja llevar por lo rutinario, se suma
a eso la vanidad y la envidia pero con el sendero de la gloria, aumenta más su
mediocricidad.
I. La moral de Tartufo.
Puede tener el crimen sin admirar la santidad, sus prejuicios son los documentos
arqueológicos de la psicología social, se puede ser honesto con sentir un afán
de perfección, es pasivo, se limita a respetar los prejuicios que le asfixian,
admirar al hombre honesto es rebajarse. No son asesinos, pero no son héroes,
no roban, son traidores, pero no son leales, no asaltan en descubierto, pero no
defienden al asaltado.
III. Los tránsfugas de la honestidad.
Los genios morales son los santos de la humanidad. Toda santidad es excesiva,
desbordante, obsesionadora, obediente, incontrastable, se es santo por
temperamento y no por calculo, la santidad crea o renueva la extensión o
desarrollo de los sentimientos sociales y morales.
CRÍTICA:
Teniendo ética el hombre reconoce que es de gran importancia que nos
acompañe en nuestro yo interno, porque nos hacer ser mejores personas de
sentimientos nobles.
CAPÍTULO IV - LOS CARACTERES MEDIOCRES
I. Hombres y sombras.
III. La vanidad.
El vanidoso vive comparándose con los que le rodean, evitando toda excelencia
ajena y carcomiendo toda reputación que no puede igualar, el orgullo no se
compara con los que juzga inferiores y pone su mirada en tipos ideales de
perfección que está muy alto y encienden su entusiasmo.
IV. La dignidad.
La dignidad implica valor moral. Estimula toda perfección del hombre. La
dignidad es un afán de autonomía, lleva a reducir la independencia de otros
a la medida de lo indispensable, siempre enorme.
CRÍTICA:
Aquí el autor describe las características de un hombre mediocre, quien no
crece en su ideal vive en las sombras, sólo juzga. Como dice ahí en una
característica la domesticación de los mediocres en los tiempos donde los
negritos quienes era esclavos Vivian en la sumisión y tal como describe José
Ingenieros sufrían y los forzaban a que obedecieran su mandato a los de raza
blanca y esto ya se ha superado en nuestro tiempo todos los humanos ya
sean de distinta raza o religión tienen derechos y todos deben tratarse por
igual.
CAPÍTULO V - LA ENVIDIA
La envidia es una adoración de los hombres por las sombras, del mérito por la
mediocridad. Reconocer la propia envidia implicaría, a la vez, declararse
inferiormente al envidiado, la envidia alcanza a los hombres más famosos por su
carácter y por su virtud. El envidioso es ingrato. La envidia es de corazones
pequeños, el hombre que se siente superior no puede envidiar, la envidia sin
duda arraiga como ellas en una tendencia efectiva, pero posee caracteres
propios que permiten diferenciarla. La envidia nace del sentimiento de
inferioridad respecto de su objeto, los celos derivan del sentimiento de potencia
que acompaña a toda noble afirmación de la personalidad.
CRÍTICA:
Dejarnos llevar por tener envidia pienso que mata sin darnos cuenta a nuestros
ideales, lo que deberíamos ser libres de pensamiento, nos tiene sujetos a un
laberinto sin salida, no tenemos moral y seguimos siendo del montón.
I. Las canas.
Las canas son un mensaje de la Naturaleza que nos advierte la proximidad del
crepúsculo, y no hay remedio. Ser viejo es ser mediocre, con rara excepción. La
máxima desdicha de un hombre superior es sobrevivirse a sí mismo, nivelándose
con los demás. La decadencia del hombre que envejece está representada por
una regresión sistemática de la intelectualidad. Al principio el hombre mediocriza
a todo hombre superior, más tarde, la decrepitud inferioriza al viejo ya mediocre.
Es una excepción muy rara en los hombres de ingenio excelentes, si son
longevos: suele confirmarse cuando mueren a tiempo, anotes de que la fatal
opacidad crepuscular empañe los resplandores del espíritu. El hombre envejece
cuando el cálculo utilitario reemplaza a la alegría juvenil. Quien se pone a mirar
si lo que tiene le bastará para todo su porvenir posible. Ya no es joven cuando
opina que es preferible tener de más a tener de menos, está viejo, cuando su
afán de poseer excede su posibilidad de vivir, ya está normalmente decrépito. La
avaricia es una exaltación de los sentimientos egoístas propios de la vejez. La
avaricia como pasión envilecedora, iguala a la envidia. Es la pústula moral de los
corazones envejecidos.
El viejo tiende a la inercia, busca el menor esfuerzo, asi como la pereza es una
vejez anticipada, la vejez es una pereza que llega fatalmente en cierta hora de
la vida, su característica es una atrofia de los elementos nobles del organismo,
con desarrollo de los inferiores, a medida que envejece se torna infantil, la
sensibilidad física se acompaña de analgesia moral, en vez de participar del dolor
ajeno, el viejo acaba por no sentir ni el propio, la ansiedad de prolongar su vida
parece advertirle que una fuerte emoción puede gastar energía y se endurece
contra el dolor como la tortuga se retrae debajo de su caparazón cuando
presiente un peligro. Asi llega a sentir odio oculto por todas las fuerzas vivas que
crecen y avanzan, un sordo rencor contra todas las primaveras. La psicología de
la vejez denuncia ideas obsesivas absorbentes. Todo viejo cree que los jóvenes
le desprecian y desean su muerte para suplantarle.
V. La virtud de la Impotencia.
La ley es dura, pero es ley. Nacer y morir son los términos inviolables de la vida,
ella nos dice con voz firme que lo anormal no es nacer ni morir en la plenitud de
nuestras funciones, nacemos para crecer, envejecernos para morir, todo lo que
la naturaleza nos ofrece para el crecimiento, nos lo substrae preparando la
muerte. Los viejos protestan que no se les respete bastante, mientras los jóvenes
se desesperan por lo excesivo de ese respeto. La experiencia viril complica la
tontería de los mediocres, pero puede convertirlos en genios, la madurez ablanda
al perverso, lo torna inútil para el mal.
CRÍTICA:
I. El clima de la mediocridad.
Los genios pronuncian palabras definitivas, plasman los estadistas sus planes
visionarios, ponen los héroes su corazón en la balanza del destino. La obsesión
de acumular tesoros materiales, o el torpe afán de usufructuarlos en la holganza,
borra del espíritu colectivo todo rastro de ensueño. Los países dejan de ser
patrias, cualquier ideal parece sospechoso. Los filósofos, los sabios y los artistas
están de más, la pesadez de la atmosfera estorba a sus alas, y dejan de volar.
Su presencia mortifica a los traficantes, a todos los que trabajan por lucro, a los
esclavos del ahorro o de la avaricia. Cada hombre queda preso entre mil
sombras que lo rodean y lo paralizan. La aspiración de lo mejor no es privilegio
de todas las generaciones.
II. La patria.
Los países son expresiones geográficas y los estados son formas de equilibrio
político. Una patria es mucho más y es otra cosa, es el sincronismo de espíritus
y de corazones, simultaneidad en la aspiración de la grandeza, en el pudor de la
humillación y en el deseo de la gloria. Cuando falta esa comunidad de
esperanzas, no hay patria, hay que tener ensueños comunes, anhelar juntos
grandes cosas y sentirse decididos a realizarlas, con la seguridad de marchar
todos en pos de un ideal y así nadie se quedaría en medio camino. Cuando no
hay patria no puede haber sentimiento colectivo de la nacionalidad, inconfundible
con la mentira patriótica explotada en todos los países por los mercaderes y los
militaristas. Cada patria es un elemento de la Humanidad, el anhelo de la
dignificación nacional debe ser un aspecto de nuestra fe en la dignificación
humana. Asciende cada raza a su más alto nivel, como Patria, y por el esfuerzo
de todos remontará el nivel de la especie, como humanidad. Mientras un país no
es patria, sus habitantes no constituyen una nación. Las naciones homogéneas
son las que cuentan hombres capaces de sentirlo y servirlo. Cuando las miserias
asolan a un país, culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han
sabido amarlo como patria, de todos los que vivieron de ella sin trabajar para
ella.
El genio crea instituciones y el bárbaro las viola, los mediocres las respetan,
impotentes para forjar o destruir. Esquivos a la gloria y rebeldes a la infamia, se
les reconoce por una circunstancia inequívoca. Las mediocracias evitan las
cumbres de los abismos. Temen la originalidad y la juventud, adoran a los que
nunca podrán volar. Los arquetipos suelen interrumpir sus humillados silencios
con innocuas pirotecnias verbales. El favoritismo es su esclavitud frente a cien
intereses que los acosan, ignoran el sentimiento de la justicia y el respeto del
mérito. El verdadero justo resiste a la tentación de no serlo cuando en ello tiene
un beneficio, el mediocre cede siempre. Nunca, absolutamente, puede haber
justicia en preferir el lacayo al digno, el oblicuo al recto, el ignorante al estudioso,
el intrigante al gentilhombre, el medroso al valiente. Esa es la corruptela moral
de las mediocracias, anteponer el valimiento al mérito. No puede ser juez quien
confunde el diamante con la bazofia, cuando se acepta la responsabilidad de
gobernar, “equivocarse es una culpa” como sentencio Epicteto. En las
mediocracias se ignora que la dignidad nunca llega de hinojos a los estrados de
los que mandan.
CRÍTICA:
II. Sarmiento.
III. Ameghino.
Revelo y creo. Diríase que el genio florece mejor en las regiones solitarias,
acariciado por las tormentas, que son su atmosfera propia. La obra de Ameghino
tiene los caracteres de un fenómeno natural. Su pupila supo ver en la noche,
llego a ser maestro en la escuela. Cuando Ameghino descubre una verdad
parecía que en sus pupilas brillara una luz eterna, sin saberlo y sin quererlo nadie
crea cosas que valgan o duren. La imaginación no basta para dar vida a la obra,
la voluntad la engendra.
Llevando a nuestra vida diaria estos ideales, podríamos ser como los grandes
filósofos. Nuestro pensamiento seria abierto al mundo, no tendríamos
prejuicios ni viviríamos en la rutina de nuestra vida aburrida, encontraríamos
lo que siempre hemos buscado ser uno mismo, sin buscar a alguien más
para que nos pueda complementar, tendríamos personalidad, y
encontraríamos mejores soluciones a nuestro porvenir.
VOCABULARIO
1. AMORAL: Desprovisto de sentido o finalidad moral.
2. ANTAGONISTAS: Persona o cosa contraria u opuesta.
3. ARQUETIPOS: Tipo ideal o modelo, que contiene las características
esenciales de algo.
4. ARISTOCRACIA: Ejercicio del poder por una clase privilegiada,
generalmente hereditaria.
5. BAZOFIA: Cosa despreciable.
6. MEDIOCRE: De calidad media. *Bastante malo. *No tiene capacidad
para la actividad que realiza.
7. MEDIOCRACIA:
8. METAFÍSICA: Abstracto, elevado difícil de comprender.
9. DOCTRINA: Enseñanza que se da a una persona sobre una materia
determinada.
10. MORAL: De las acciones o conductas de las personas con respecto del
bien y el mal.
11. IDEAL: Que no es real que está sólo en la mente.
12. IDEALISTA:
13. ESTIGMATIZAR: Marcar con hierro candente. *afrentar o infamar.
14. LACRA: Defecto o vicio físico o moral.
15. QUIMERA: Lo que uno imagina.
16. ENTELEQUIA: Estado de perfección.
17. ESTÉTICO: Trata de la belleza y de la teoría fundamental y filosófica del
arte.
18. FALACÍA: Engaño, mentira.
19. LOGOMAQUIAS: Discusión en que atiende a las palabras y no al fondo
del asunto.
20. DOGMÁTICO: Conjunto de principios o dogmas de una disciplina o
ciencia.
21. DOGMA: Principio básico e innegable de una ciencia.
22. OBTUSOS: Lenta en discurrir.
23. ESTOICO: Fuerte, sereno ante la desgracia.
24. ESTOICISMO: Fortaleza de carácter ante la adversidad y el dolor.
25. MALEDICENCIA: Acción de maldecir, murmurar.
26. PÚSTULA: Cualquier herida que presenta pus o costra.
27. PIARAS: Manada de cerdos.
(1911)
Fuente: Ingenieros, José (1926). El hombre mediocre, Buenos Aires :
Gráficos Argentinos.