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Acciones Afirmativas y ciudadanía

Entre Bicentenarios de las Independencias y Constitución de 1991


afrocolombiana, palenquera y raizal.
diferenciada étnico-racial negra,
Acciones Afirmativas y ciudadanía
Autoras(es)
Colección CES
Hablar de temas raciales en Colombia se tropieza de manera ineluctable
con cierto escepticismo, manifestado en frases como «yo creía que eso no diferenciada étnico-racial negra, Juan Byron Correa Fonnegra
existía», o bien «otra vez los negritos quejándose y pidiendo». En vista de
afrocolombiana, palenquera y raizal.
Retos para las políticas públicas de primera infancia
María Cristina Torrado y Ernesto Durán ello, en las vísperas de las celebraciones alusivas a los Bicentenarios de Ruby Esther León Díaz
Editores las Independencias, es preciso hablar de ‘raza’. No porque exista desde
Ficciones sociales contemporáneas el punto de vista biológico, sino porque su construcción histórica y so­ Entre Bicentenarios de las Independencias y Constitución de 1991 Claudia Mosquera Rosero-Labbé
Fabián Sanabria y Hernando Salcedo-Fidalgo cial afecta de forma desproporcionada los proyectos de vida personales y
Editores Margarita María Rodríguez Morales
colectivos de aquellos(as) considerados «negros(as)»; el pacto de silencio
Afro-reparaciones: memorias de la esclavitud y justicia que ha existido sobre el tema racial debe romperse por el bien de la legiti­ Fernando Urrea-Giraldo
reparativa para negros, afrocolombianos y raizales mación democrática.
(segunda impresión) Carlos Augusto Viáfara López
Claudia Mosquera Rosero-Labbé y Durante el siglo XIX, la institución económica de la esclavitud se mantuvo
Luiz Claudio Barcelos hasta 1851 a pesar del proyecto republicano que prometió igualdad, liber­
Editores tad y fraternidad como ideales de ciudadanía abstracta y universal. Sabe­
Debates sobre ciudadanía y políticas raciales en las mos hoy que el ideal republicano no se cumplió en el caso de las personas
Américas Negras de descendencia africana. En el siglo xx, el pacto pluriétnico y multicultural
Claudia Mosquera Rosero-Labbé, de la Constitución de 1991 adhirió la equidad, la libertad y la solidaridad
Agustín Laó-Montes, César Rodríguez Garavito
En preparación como principios de las ciudadanías diferenciadas que el Estado y la socie­
dad civil deben concretar de manera dialógica.
Las cuantificadas desigualdades sociales concentradas en territorios de
Lecturas CES frontera y en personas de color y fenotipo negro, portadoras de una historia
Raza, etnicidad y sexualidades. Ciudadanía silenciada dentro de la Nación, muestran la presencia de desigualdades
ymulticulturalismos en América Latina
raciales que perjudican los procesos de cohesión social y la democracia
Peter Wade, Fernando Urrea y

Claudia
Mara Viveros Vigoya inclusiva; ellas son fuente de un profundo malestar sociohistórico que el Es­
Editores tado y la sociedad no han querido escuchar de manera franca. Del mismo
Veena Das: sujetos del dolor, agentes de dignidad modo, tampoco han tratado de comprender su complejidad para actuar al

Mosquera Rosero-Labbé
respecto.

Ruby Esther León Díaz


Francisco A. Ortega
Editor

Editoras y coautoras
Este libro presenta los resultados de una importante investigación desarrolla­
De mujeres, hombres y otras ficciones. Género y da en ocho ciudades colombianas sobre el tema de las Acciones Afirmati­
sexualidad en América Latina vas. En él se encuentran las posturas, ideas y resistencias de diversos actores Fotografías de carátula
Grupo de estudios en género, sexualidad y salud en e internas de la serie
América Latina-GESSAM
referidas al tema en cuestión y valiosos aportes a los debates actuales sobre
Claudia Mosquera Rosero-Labbé “Africali”. Maestro José
construcción de ciudadanía diferenciada étnico-racial negra, afrocolombia­ Ruby Esther León Díaz
na, palenquera y raizal dentro del Estado pluriétnico y multicultural. Editoras y coautoras Horacio Martínez, 2006
Coediciones
Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá
Enfermedades, epidemias y medicamentos. Fragmentos Facultad de Ciencias Humanas
para una historia epidemiológica y sociocultural Departamento de Trabajo Social
Augusto Javier Gómez López Centro de Estudios Sociales - CES
Hugo Armando Sotomayor Tribín Grupo de investigación sobre igualdad racial,
diversidad cultural, conflictos ambientales y
Desconfianza, civilidad y estética. Las prácticas racismos en las américas negras, Idcarán
formativas estatales por fuera de la escuela en Bogotá. Eje transversal conflicto, violencias y ciudadanías
1994-2003 Investigaciones
Javier Sáenz Obregón 9 789588 063706 CES Investigaciones CES
Acciones Afirmativas y ciudadanía
diferenciada étnico-racial negra,
afrocolombiana, palenquera y raizal.
Entre Bicentenarios de las Independencias y Constitución de 1991
Investigaciones CES
Serie Idcarán

Acciones Afirmativas y ciudadanía


diferenciada étnico-racial negra,
afrocolombiana, palenquera y raizal.
Entre Bicentenarios de las Independencias y Constitución de 1991

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Ruby Esther León Díaz
Editoras y coautoras

Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá


Facultad de Ciencias Humanas
Departamento de Trabajo Social
Centro de Estudios Sociales - CES
Grupo de investigación sobre igualdad racial,
diversidad cultural, conflictos ambientales y racismos
en las américas negras, Idcarán
Eje transversal conflicto, violencias y ciudadanías

Bogotá, 2009
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia
Acciones afirmativas y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra, afrocolombiana, palenquera y raizal : entre Bicente-
narios de las Independencias y Constitución de 1991 / editoras y coautoras Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby
Esther León Díaz. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Centro de Estudios
Sociales – CES, 2009
918 p. – (Colección CES. Serie Idcarán)
Incluye referencias bibliográficas
ISBN : 978-958-8063-70-6
1. Diferenciación cultural 2. Discriminación racial – Colombia 3.Grupos étnicos - Colombia 4. Ciudadanía 5. Justicia
social 6. Democracia 7. Política pública I. Mosquera Rosero-Labbé, Claudia Patricia, 1965- II. León Díaz, Ruby
Esther,1981-
CDD-21 305.89861 / 2009

Acciones Afirmativas y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra, afrocolombiana,


palenquera y raizal. Entre Bicentenarios de las Independencias y Constitución de 1991
© Universidad Nacional de Colombia,
Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales - CES
© Claudia Mosquera Rosero-Labbé
© Ruby Esther León Díaz
© Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra,
Margarita María Rodríguez Morales
© Maestro José Horacio Martínez. Fotografía de carátula y páginas interiores
© Albeiro Figueroa. Elaboración de mapas

ISBN: 978-958-8063-70-6
Primera edición: Bogotá, Colombia, 2009
1.000 ejemplares

Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá


Facultad de Ciencias Humanas
Fabián Sanabria Sánchez
Decano
Departamento de Trabajo Social
Zulma Cristina Santos de Santos
Directora
Centro de Estudios Sociales-CES
Javier Sáenz Obregón
Director
Astrid Verónica Bermúdez Díaz
Coordinadora editorial
Claudia Mosquera Rosero-Labbé
Carlos Manuel Varón Castañeda
Corrección de estilo
Carlos Manuel Varón Castañeda
Índice analítico
María Cristina Rueda Traslaviña
Wilson Martínez Montoya
ideonautas@gmail.com
Realización gráfica
Panamericana formas e impresos
Impresión
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra en cualquier forma y por cualquier medio sin la
autorización expresa de las editoras, so pena de incurrir en la violación de derechos de propiedad intelectual
In Memoriam

A Mónica Restrepo y a Amir Smith Córdoba

Moni, siempre entendimos y compartimos tu entrega por la causa


por los más desposeídos y excluidos de este país y en especial de
las comunidades afro. Tu trabajo, que decidiste llevar a cabo desde
las entrañas mismas del Estado, no ha sido en vano. Los cambios
culturales y el camino que marcaste, es recordado por muchos como
ejemplo de lucha y tenacidad. Permaneces viva en la fuerza de los
que siguen luchando como tú y en los resultados que obtienen.
Tu hermana del alma, Liliana Restrepo

Amir, tu partida se produjo en pleno vigor de tus condiciones de


defensor de los derechos de los pueblos negros. Sabías desplegar en
las calles, en los salones, en conferencias, en el periódico Presencia
Negra, en el Centro de Investigación de la Cultura Negra y en
todo espacio y momento la voz encendida para develar el racismo
encubierto y la cortina de humo impuesta a los descendientes de
africanos esclavizados y libertos en América. Tu senda y posta
seguirá en las manos de quienes saben que tu lucha continúa.
Ekobio Carlos Rúa Angulo
«Cuando el negro o la negra (en general se olvida de manera voluntaria que él o ella
pueden ser también homosexuales) se afirma desde el punto de vista étnico-racial, el hombre
blanco-mestizo en general no tiene necesidad de hacerlo, goza aún de otro privilegio puesto
que puede no querer saber, no interesarse, no entender por qué el Otro y la Otra tienen
necesidad de hacer tal cosa. Es lo que Eve Kosofsky llama “the privilege of unknowing”, es
decir, no la facultad de ignorar, sino de no querer saber: de pretender que no hay nada a
saber. Lo anterior sucede, sin duda, porque cuando el negro dice que es negro o la negra dice
que es negra el hombre blanco-mestizo está obligado a pensar en qué significa ser blanco-
mestizo. Hasta ese momento no tenía que hacerse preguntas sobre su identidad o sobre el
orden esclavista colonial por el cual se instituyó; vivía en un estado de privilegio absoluto.
Este hombre blanco-mestizo se indigna cuando se siente amenazado de perder privilegios,
aunque sea de manera parcial y pide discreción a los “negritos” y a las “negritas”; esto es,
pide que le permitan volver a la paz de sus certidumbres, al confort de su normalidad que
reposaba sobre el silencio de esos Otros y Otras. Si no lo logra por medio de esta especie
de persuasión, el hombre blanco-mestizo considerará de manera simplista que el negro o la
negra no saben comportarse, exageran todo, se “exponen de manera innecesaria” y no son
más que saboteadores irracionales y emotivos. De esta manera, el negro o la negra no pueden
ser otra cosa que el objeto de su discurso y para él las relaciones sociales raciales se vuelven
insoportables cuando el negro pretende ser sujeto de su discurso, cuando la negra pretende
ser sujeta de su discurso». Lavou Zoungbo, V. (2003). Mutatis Mutandis: raciophobie
structurante. En V. Lavou Zoungbo (Ed.), «Du migrant» nu au citoyen différé, (p. 5).
Perpignan: Presses Universitaires de Perpignan.
Agradecimientos especiales

Carlos Arturo Otero Rosero, Bruno Díaz, Evaristo Ramos Otero, Martín Abregú, Felipe Agüero,
Zulma Santos de Santos, Fabián Sanabria Sánchez, Javier Sáenz Obregón, Carlos Rúa Angulo,
Edwin Salcedo, Adriana Almanza, Martha Chaverra, Oriana Guzmán, Libia Grueso, al maestro
José Horacio Martínez, Agustín Laó-Montes, Sonia Álvarez, Ann Farnsworth-Alvear, Tukufu Zuberi,
Arturo Escobar, Juana Camacho Segura, Kiran Ascher, Magdalena León, María Himelda Ramírez,
Gloria Evalina Leal, Luz Marina Donato Molina, Lewis León Bolaños, Maura Nasly Mosquera,
Aura Liliana López, Óscar Almario García, Farid Samir Benavides, Carlos Alfonso Rosero, Doris
García, Doris de la Hoz Rosado, Rosa Carlina García Anaya, Juan de Dios Mosquera, Laureano
García Perea, Pastor Murillo Martínez, Esaud Urrutia, Emigdio Cuesta, Tianne Paschel, Elisabeth
Walsh, Catherine Walsh, Aline Helg, Astrid Verónica Bermúdez Díaz, Darío Hernán Vásquez
Padilla, Diego Raúl García Severich, Sandra Milena Aranzazu Guerrero, Giovanna Arias Pinilla,
Magda Rocío Martínez Montoya, Libia Paola Martínez Rincón, Rossih Amira Martínez Sinisterra,
Luis Javier Ramírez Quiñones, Diana Arias, Nini Johana Cortez Perdomo, Leydi Chitivo, Ariel
Palacios, Julián Andrés Goyeneche Sierra, María Isabel Silva Moreno, Diana Carolina Pérez
Martínez, Elizabeth Walsh, Martha Lucia Vergara Rosero, Yamil Eduardo Barrios Vergara, Michel
Maurice Gabriel Labbé, Maguemati Wabgou, Enrique Sánchez, Moisés Medrano, Nelly Murillo,
Rosa Maritza Quiñonez, Óscar Collazos, Alfonso Múnera, Gloria Triana, Giovanni Córdoba,
Rafael Perea Chalá- Alumá, Rudecindo Castro, Sindis Meza, Liliana Restrepo, Carlos Rúa, Pastora
Puertas, Judith Pinedo Flórez, Germán Patiño, Francisco Santos Calderón, Óscar Gamboa, César
Augusto Baldi, César Rodríguez Garavito, Patricia Mosquera, Paciano Asprilla, María Inés Barbosa,
Pilar Velásquez, Romero Rodríguez, Miguel Pereira, Luiz Claudio Barcelos, Boaventura de Sousa
Santos, Zulia Mena, Alcides Figueroa-Reales, Yusmidia Solano, Carmen Cabrales Vargas, Gustavo
Corrales Villegas, Alberto Abello Vives, Amalia Torres Pardo, María Cristina Rueda Traslaviña,
Wilson Martínez Montoya, a todos los integrantes del programa Eje transversal conflicto, violencias
y ciudadanías del Centro de Estudios Sociales: María Elvia Domínguez Blanco, Jorge Enrique
González, María Clemencia Castro y Andrés Salcedo-Fidalgo

A todas las personas participantes activas de grupos focales y de entrevistas tanto individuales como
colectivas que compartieron sus puntos de vista con nosotras en un diálogo franco y desprevenido en
Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Quibdó, San Andrés, Pereira y Buenaventura

Este libro se hizo gracias al apoyo financiero de la


Fundación Ford para la región Andina y Cono Sur
Programa de Derechos Humanos y ciudadanía
Contenido

Introducción. Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y su-


perposiciones de lógicas políticas y académicas. Claudia Mosquera Rosero-Labbé y
Ruby Esther León Díaz I - XXXVII

Capítulo 1. Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferen-


ciada étnico-racial negra, afrocolombiana, palenquera y raizal. Claudia Mosquera
Rosero-Labbé 1

Capítulo 2. Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Én-


fasis conceptuales, polémicas frecuentes y experiencias de implementación en
algunos países. Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales y
Ruby Esther León Díaz 69

Capítulo 3. Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado


laboral y discriminación étnico-racial en Colombia: análisis estadístico como
sustento de Acciones Afirmativas a favor de la población afrocolombiana. Carlos
Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo y Juan Byron Correa Fonnegra 153

Capítulo 4. Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institu-


cionales. Claudia Mosquera Rosero-Labbé y Margarita María Rodríguez Morales 347

Capítulo 5. Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movi-
miento Social Afrocolombiano. Claudia Mosquera Rosero-Labbé y Margarita María
Rodríguez Morales 427

Capítulo 6. Características generales de los programas sociales en las ciudades


de Bogotá, Cartagena, Medellín, Pereira y San Andrés. El lugar del reconoci-
miento de la diferencia étnico-cultural o étnico-racial negra. Claudia Mosquera
Rosero-Labbé y Ruby Esther León Díaz 489
Capítulo 7. Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada
étnico-racial negra. Escenarios posibles para su reconocimiento. Claudia Mosquera
Rosero-Labbé y Ruby Esther León Díaz 553

Capítulo 8. Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestio-


nar la ideología de la igualdad racial en Colombia. Claudia Mosquera Rosero-Labbé
y Margarita María Rodríguez Morales 615

Capítulo 9. Propuesta: Acciones Afirmativas y otras políticas públicas


para la inclusión social y el reconocimiento étnico-cultural. Claudia Mosquera
Rosero-Labbé, Carlos Augusto Viáfara López y Fernando Urrea-Giraldo 775

Anexo. Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa


para afrocolombianos(as), negros(as), palenqueros(as) y raizales. Claudia Mosquera
Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz y Margarita María Rodríguez Morales 789

Índice analítico 813

Notas biográficas de autoras(es) y colaboradora 820

Presentación grupo Idcarán 826

Explicación del logo Idcarán 833


“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Introducción

Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas


y superposiciones de lógicas políticas y académicas

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Ruby Esther León Díaz

A manera de presentación
A escasos meses del inicio de la conmemoración de los Bicentenarios de las
Independencias y 18 años después de haberse promulgado la Constitución
de 1991, los analistas en políticas públicas de inclusión social con perspectiva
étnico-racial encontrarán en este libro valiosos elementos para complejizar las
implicaciones positivas que sobre el Estado pluriétnico y multicultural tendrán
las propuestas de inclusión social que se pondrán en marcha por medio de Ac-
ciones Afirmativas con perspectiva étnico-racial negra en el país. Las medidas de
Acción Afirmativa son deberes constitucionales sugeridos como deseables éticos
a los poderes públicos y a la sociedad civil con el fin de alcanzar la igualdad de
hecho1. Este tipo de medidas es característico del Estado Social de Derecho.
No hay una definición universal de Acción Afirmativa, ya que existen varias
perspectivas teóricas para definirlas y múltiples experiencias en el mundo
que imprimen importantes especificidades contextuales. En el sentido más
restringido puede definirse como la preferencia que se otorga a personas
que pertenecen a pueblos o grupos que simbólica y materialmente han sido
subalternizados —como los pueblos étnicos, étnico-raciales, y el grupo de
las mujeres— para garantizar su participación en ámbitos como el mercado

1 Las Acciones Afirmativas se inscriben en discusiones constitucionales, políticas y fi-


losóficas de manera simultánea. La literatura académica existente muestra la tensión
permanente que existe entre una visión política pragmática y la filosófica sobre todo
en lo atinente al tema de la justicia histórica o reparativa; pareciera que en la toma de
decisiones públicas, una visión debería imponerse en detrimento de la otra. Al respecto,
pensamos que ambas visiones pueden coexistir.
de trabajo, especialmente público pero también privado y el acceso a uni-
versidades de educación superior de calidad, símbolos de meritocracia.
Las Acciones Afirmativas —llamadas también de Acción Positiva, Movili-
dad Positiva, Promoción Positiva o Diferenciación Positiva— surgen como un
tipo de intervención estatal para responder a las demandas de igualdad en la
diferencia sobre todo en Estados pluriétnicos y multiculturales y establecer el
principio de «igualdad real» frente al de «igualdad formal». Además, aparecen
como medios eficaces para combatir la racialización y la degradación moral
de las personas negras que obstaculizan el logro de la igualdad real y como
garantías para brindar igualdad de oportunidades a personas pertenecientes a
grupos subalternizados.
Entendemos las Acciones Afirmativas como acciones públicas estatales (la
iniciativa privada puede ser complementaria) que buscan un tratamiento pre-
ferencial que tiene por meta reparar los efectos de la exclusión racista o sexista.
Cuando la discriminación es antigua, esto es, anclada de manera profunda en
las estructuras sociales, políticas, mentales y simbólicas, los mecanismos de
exclusión son percibidos como naturales, por tanto no actuar desde la acción
pública estatal conduce a reforzar la exclusión y las desigualdades (Keslassy,
2004: 9, 36).
Empero, las Acciones Afirmativas tienen como objetivo no solo impedir las
discriminaciones del presente, sino principalmente eliminar los efectos persis-
tentes psicológicos, culturales y comportamentales, de la discriminación del
pasado que tienden a perpetuarse. Estos efectos se evidencian en la llamada
«discriminación estructural» que se manifiesta en las abismales desigualdades
sociales entre grupos dominantes y grupos marginalizados (Massey & Denton,
1993; Dantziger & Gottschalk, 1995).
Además de la estrecha relación con el alcance de ideales democráticos nacio-
nales, las Acciones Afirmativas también hacen parte de acciones públicas que
buscan dar cumplimiento a disposiciones internacionales (convenios, pactos,
convenciones, cumbres, conferencias) firmadas por los Estados para superar
las barreras que se interponen en el logro de la igualdad por la existencia de
discriminaciones. Desde el ámbito supranacional dichas acciones son legítimas
desde tres marcos justificatorios: la justicia correctiva o reparativa, la justicia
distributiva y la utilidad social democrática de las mismas. Otro rasgo señalado
de manera particular en casi todas las definiciones es su «carácter temporal»,

II Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas


que se propone corregir la situación de los sujetos(as) del grupo o pueblo al
que están destinadas en uno o varios aspectos de su vida social para alcanzar la
igualdad efectiva (Naciones Unidas, 2001).
En cuanto a las discriminaciones basadas en el sistema sexo-género, las
Acciones Afirmativas han pretendido combatir las discriminaciones indirectas
que provienen básicamente de hábitos sociales o de pautas culturalmente es-
tablecidas, las cuales asignan de manera arbitraria papeles específicos según el
género (Osborne, 1995: 301), situación homóloga para el sistema etnia-raza.
Teniendo en cuenta lo anterior, Osborne afirma que a pesar de que el campo
de actuación de las Acciones Positivas se ha centrado prioritariamente en el área
laboral, en el área educativa y en la participación política, cualquier ámbito
puede ser susceptible de la aplicación de dichas acciones. Las Acciones Positivas
en perspectiva de género intentan ampliar la capacidad de elección relativa de
las opciones vitales en las mujeres, articulando al mismo tiempo acciones para
la incorporación de los hombres en la esfera familiar. En el caso del sistema
etnia-raza, dichas acciones buscarán neutralizar el racismo y la discriminación
racial para la construcción de relaciones interculturales más diálogicas e igua-
litarias dentro de un espacio nacional.
La introducción de la perspectiva de género ha permitido legitimar y justifi-
car la implementación de Acciones Positivas en Colombia. La categoría género
empezó a mostrar la desigualdad objetiva existente entre hombres y mujeres.
Esta desigualdad en el empleo, la educación, la participación en política, no
podía seguir siendo entendida en términos de diferencias ontológicas sino más
bien como consecuencia del patriarcado. En Colombia, como bien lo anotan
Magdalena León y Lourdes Hurtado (2005), el grupo que se ha beneficiado directa
y específicamente de Acciones Afirmativas ha sido el de las mujeres, puesto que
la Corte Constitucional se ha pronunciado a su favor y el Estado ha instituido la
Ley 581 de 2000, con la cual se establece un porcentaje de participación de las
mujeres en cargos de la administración pública.
Esperamos que este proceso a favor de la igualdad de género sustente y legiti-
me las demandas de Acciones Afirmativas para personas de pueblos negros que
contrarresten el sistema de dominación que contiene el sistema etnia-raza.
A lo largo de este libro, afirmamos que la propuesta de Acciones Afirmativas
para personas negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales necesita generar
reflexiones a varios niveles. La discusión seria y argumentada apenas empieza;

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz III


no creemos que nadie tenga la receta para su concepción y desarrollo. Los
hallazgos y propuestas que aquí presentamos deben tomarse como pequeñas
contribuciones a esta trascendental discusión. Pensamos que las Acciones Afir-
mativas deben tener en cuenta el contexto socio-histórico, político, cultural y
nacional en el cual se quieran implementar. Por este motivo, afirmamos que
no se trata de importar de manera irreflexiva la forma como se desarrollan (o
desarrollaron) en países como Estados Unidos, Brasil, Sudáfrica o India; se
trata en cambio de analizar en perspectiva comparativa todos estos ejemplos
para observar en detalle las lecciones que de ellos se desprenden, asimilar los
aprendizajes y evitar al máximo los efectos perversos que surgieron en algunas
de esas experiencias.
Bajo esa perspectiva crítica comparativa consideramos que en el país, las Ac-
ciones Positivas para personas y pueblos negros, afrocolombianos, palenqueros y
raizales tienen varios desafíos, pues debe considerarse la relación dialéctica entre
derechos colectivos y derechos individuales en relación a los beneficiarios(as).
Deben tener en cuenta las fluidas interrelaciones entre lo rural y lo urbano,
y no obviar que existen personas racializadas inscritas en otros vectores de
discriminación por género, opción sexual, generación y ubicación geográfica.
También deben contemplar el reconocimiento cultural y la lucha en contra de
los racismos y la discriminación racial, pues el racismo es «una fuerza política
activa y dinámica» (Gilroy, 2008: 47). Por otra parte, estas medidas deben tener
en cuenta que «no existe una identidad negra o afrocolombiana, sino múltiples
posibilidades de identificación de acuerdo con las circunstancias históricas, la
diversidad de contextos y las experiencias personales» (Lozano, 2009: 86), y que
dichas Acciones, lejos de introducir conflictos sociales en un país que ya tiene
muchos, buscan aportar a la construcción de una Colombia incluyente.
Pensamos que nuestra investigación aporta elementos para establecer Acciones
Afirmativas para hombres y mujeres negros(as) que viven en ciudades en calidad
de migrantes económicos recientes, de vieja data o por razones de violencia
sociopolítica. Somos conscientes de que es necesario pensar de manera com-
plementaria en novedosas Acciones Afirmativas para Consejos Comunitarios
creados por la Ley 70 de 1993, de tipo territorial2.

2 Una propuesta en este sentido la lidera el Compromiso Caribe, bajo la figura de


un Fondo de Compensación Regional FCR. El FCR buscará la reducción de las
desiguales en los niveles de bienestar interregional, por medio de la focalización de

IV Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas


Vivir juntos en el país en consonancia con los principios básicos de la de-
mocracia, implica dar preponderancia al tema de las desigualdades sociales y
sus intersecciones con la pertenencia étnico-racial, el género, la clase social,
el territorio, la memoria histórica y la identidad cultural étnica. La presencia
de cualquier tipo de desigualdad supone la existencia de intolerables discri-
minaciones de diversos tipos. No es posible crear sociedades democráticas
en medio de abismales diferencias y jerarquías sociales, culturales, políticas,
raciales, económicas y ambientales, entre personas que pertenecen a distintos
géneros, grupos regionales, pueblos, grupos nacionales, grupos étnico-raciales,
etc., que paradójicamente, aún desde su condición subalternizada, conforman
la Nación pluriétnica y multicultural que se concibe como moderna y que
se proyecta al futuro como una sociedad incluyente. Es menester cuestionar,
por un lado, el engañoso ideal de la igualdad formal frente a la ley, allí en
donde desde una perspectiva histórica no ha dado los resultados esperados,
y por otro, contemplar la equidad como un propósito sincrónico y como un
método para alcanzar la igualdad real. Es así como «las leyes establecen normas
de igualdad, pero las Acciones Positivas se hacen necesarias si se quiere llegar
a la equidad, a una igualdad de condiciones de partida, a una igualdad real»
(Martínez y Clyde, 1996: 19).
Los hallazgos de la investigación que originan este libro aparecen en un mo-
mento de suma importancia en la reflexión contemporánea sobre la necesidad
de emprender acciones públicas estatales urgentes para lograr un mejor presente
y garantizar un futuro promisorio para personas negras, afrocolombianas, pa-
lenqueras y raizales en el país. La manera como personas, familias y pueblos
negros se han incluido en la Nación ha mostrado sus límites. El deplorable
estado de los indicadores sociodemográficos expuestos en el capítulo tercero lo
demuestra. Que sea este el momento de reconocer una vez más que la vitalidad
y los dinamismos de las culturas negras han sido el mayor motor de integración

inversione­s que promuevan el crecimiento del corredor costero. Sería una herramienta
del Estado para impulsar un equilibrio real y efectivo entre regiones y cumplir con
los objetivos propuestos en las metas del milenio, entre otros. El corredor costero
estará constituido por los departamentos de la Costa Caribe (Atlántico, Bolívar,
Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena, San Andrés, Providencia, Santa Catalina y
Sucre) por departamentos de la Costa Pacífica (Cauca, Chocó, Nariño y el municipio
de Buenaventura) y los municipios del Caribe antioqueño (Arboletes, Necoclí, San
Juan de Urabá y Turbo).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz V


social al país. Sobre todo en aquellos lugares en donde la acción estatal ha sido
nula o de muy baja intensidad, por medio de «prácticas sociales, […] como la
capacidad de recuperación ante la adversidad, la solidaridad entre coterráneos
y corraciales, la ética del parentesco, el folclor, la música, el patrimonio oral, la
gastronomía, la risa presta, la carcajada que se burla de sí, el culto a la vida, la
actitud trascendente ante la muerte y el morir, el goce del cuerpo, el desarrollo
de todos los sentidos y la asunción del erotismo, la algazara perpetua de saberse
rescatados de los puertos del no retorno, una cosmovisión particular y narrativas
sobre el aguante extremo ante la dificultad, sobre una capacidad desmedida
de hacerle frente a la mala vida y de ser eternos caminantes, como prueba de
capacidad de supervivencia diaspórica, material y simbólica» (Mosquera Rosero-
Labbé, 2007: 227). No obstante la cultura está cansada, ya no da más.
El tema de la inclusión social de personas negras, afrocolombianas, palen-
queras y raizales está a la orden del día; «el efecto Barack Obama» demuestra
de manera concreta cómo la creación de políticas públicas que promuevan la
movilidad social ascendente y que al mismo tiempo combatan el racismo y la
discriminación racial permiten renovar la confianza en la democracia y la es-
peranza en una humanidad que sea consciente de las jerarquías raciales y de las
formas de vida infrahumanas (Gilroy, 2008). El presidente Barack Obama es
una persona que se benefició de aquellas medidas de Affirmative Action creadas
entre 1960 y 1992 en prestigiosas universidades estadounidenses como Harvard,
Yale y Princeton, para favorecer la aparición de personas negras educadas al más
alto nivel que pudiesen competir en igualdad de condiciones3.

Acciones Afirmativas y combate contra el racismo y la discriminación


racial desde una lógica global
Nuestro interés en el tema de las Acciones Afirmativas proviene de Durban.
En la declaración de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discrimi-
nación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia se reconoce
la necesidad de implementar «medidas especiales, afirmativas o positivas». De
acuerdo con la Declaración, estas acciones, equiparadas en el presente texto a las
Acciones Afirmativas, son consideradas como un conjunto de estrategias para
«lograr igualdad plena y efectiva» de las víctimas del racismo, la discriminación

3 Estas medidas también propendieron por una reforma de la enseñanza con la creación
de programas de estudios afroamericanos (Thermes, 2001: 394).

VI Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas


racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia: a los africanos(as) y
afrodescendientes; asiáticos(as) y de origen asiático; pueblos indígenas; migran-
tes; refugiados(as); personas en situación de desplazamiento forzado interno;
población mestiza pobre; miembros de comunidades religiosas tales como la
judía, musulmana y árabe; pueblo palestino; romaníes, gitanos(as), sintis y
nómades; y personas infectadas o afectadas por el vih/sida.
Evocando el principio democrático de la igualdad, la Declaración conmina a
los Estados y a la cooperación internacional para que implementen estrategias
encaminadas a erradicar el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las
formas conexas de intolerancia. En el articulado de la Declaración es posible
identificar cuatro fines ideales de las Acciones Afirmativas. Primero, lograr «la
realización de los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales»
de las víctimas (Art. 107). Segundo, buscar la integración plena en la sociedad
de dichas personas. Tercero, «alentar la participación igual de todos los grupos
raciales y culturales, lingüísticos y religiosos en todos los sectores de la sociedad
para situarlos en pie de igualdad» (Art. 108). Y cuarto, «corregir las condiciones
que menoscaban el disfrute de los derechos» de las víctimas consideradas por
la Declaración (Art. 108).
Con base en los fines perseguidos por las Acciones Afirmativas y explicitados
en la Declaración, se derivan obligaciones específicas que requieren de los Es-
tados reformas institucionales (electorales, agrarias, etc.), «campañas en pro de
la participación equitativa» (Art. 108), y el acompañamiento de la cooperación
internacional y las Naciones Unidas. De acuerdo con los artículos 107 y 108 de
la Declaración, los Estados deben asegurar en primer término la participación en
las instituciones políticas, judiciales y administrativas, así como la representación
apropiada de las víctimas del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las
formas conexas de intolerancia en las instituciones de enseñanza, partidos polí-
ticos, parlamentos, empleo y en particular en los órganos judiciales, la policía, el
ejército y otros servicios civiles. En segundo término, las Acciones Afirmativas
deben buscar el desarrollo de mecanismos que garanticen el acceso a la justicia para
denunciar hechos de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas
de intolerancia. En tercer lugar, deben apoyarse en otras acciones del Estado di-
rigidas al mejoramiento de la calidad de vida mediante el acceso, sin ningún tipo
de discriminación, a los beneficios del desarrollo, la ciencia y la tecnología.
En el Programa de Acción de la Conferencia también se señala la necesidad
de implementar Acciones Afirmativas a favor de las víctimas del racismo, la

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz VII


discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia. En el
título III, «Medidas de prevención, educación y protección destinadas a erra-
dicar el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de
intolerancia en los ámbitos nacional, regional e internacional», en el apartado
A, «Medidas en el plano nacional», se conmina a los Estados a implementar
políticas y prácticas «orientadas a la adopción de medidas y planes de acción,
incluidas las medidas positivas para garantizar la no discriminación en el acceso
a los servicios sociales, el empleo, la vivienda, la educación, la atención de la
salud, etc.» (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Dere-
chos Humanos, 2001: 41).
En el Programa se considera, por tanto, que las Acciones Afirmativas comple-
mentan la obligación que tienen los Estados democráticos de crear condiciones
para que todos los ciudadanos(as) participen, sin ningún tipo de discriminación
y de manera efectiva, en el proceso de adopción de decisiones y en el ejercicio de
los derechos humanos. Esto sin que las Acciones Afirmativas se consideren en
el Programa de Acción de manera irrestricta como programas sociales dirigidos
a remediar la pobreza. Las Acciones Afirmativas deben partir de información
estadística y su implementación debe ser simultánea a la de otros programas
nacionales orientados a la promoción del acceso a los servicios sociales básicos,
enseñanza primaria, atención primaria de salud y vivienda adecuada para las
personas y grupos, que sean o puedan ser víctimas de la discriminación racial.
(Nral. 99).
Para el caso de los africanos(as) y afrodescendientes, víctimas en el pasado
y en el presente4 del racismo y discriminación racial, el Programa de Acción
señala que el Estado y algunas organizaciones del orden internacional deben
implementar una serie de medidas específicas de Acción Afirmativa. Para
luchar en contra del racismo, los Estados deben implementar estas acciones
comenzado por la determinación de «los factores que impiden el igual acceso
y la presencia equitativa de los afrodescendientes en todos los niveles del sector

4 En la Declaración y en el Programa de Acción de la Conferencia se considera que los


africanos(as) y afrodescendientes han sido víctimas del racismo y la discriminación
racial de manera sistemática. En el pasado padecieron directamente los crímenes de
lesa humanidad de la Esclavitud, la Trata Transatlántica Esclavista, el Colonialismo,
el Apartheid y el Genocidio. En el presente continúan siendo víctimas directas de la
pobreza, el subdesarrollo, la marginación, la exclusión social y las desigualdades eco-
nómicas a nivel mundial.

VIII Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
público, incluida la administración pública, y en particular la administración
de justicia5» (Nral. 11).
Las Acciones Afirmativas para africanos(as) y afrodescendientes agenciadas por
los Estados deben conducir a la adopción de medidas apropiadas para eliminar
los obstáculos asociados con el racismo y la discriminación racial. Asimismo,
los Estados deben alentar «al sector privado a promover la igualdad de acceso
y la presencia equitativa de los afrodescendientes en todos los niveles de sus
organizaciones» (Nral. 11).
En el Programa de Acción también se insta al Estado para que facilite la par-
ticipación de los afrodescendientes en todos los aspectos políticos, económicos,
sociales y culturales de la sociedad, y en el adelanto y desarrollo económico
de sus países. Dicha participación debe darse con base en «el conocimiento y
el respeto de su patrimonio y cultura» (Nral. 4). Por último, se pide al Estado
concentrar nuevas inversiones «en sistemas de atención sanitaria, educación,
salud pública, electricidad, agua potable y control del medio ambiente» (Nral.
5) para garantizar la igualdad de acceso sin ningún tipo de discriminación.
Por su parte, las instituciones financieras de desarrollo y programas de
organismos especializados de las Naciones Unidas también deben promover
Acciones Afirmativas a favor de africanos(as) y afrodescendientes. De acuerdo
al Programa de Acción, deben elaborar programas que inviertan «recursos adi-
cionales en sistemas de salud, educación, vivienda, electricidad, agua potable
y medidas de control del medio ambiente, y que promuevan la igualdad de
oportunidades en el empleo, así como otras iniciativas de Acción Afirmativa o
positiva» (Nral. 8, aparte c).
En síntesis, la Conferencia Mundial reconoce las Acciones Afirmativas
como uno de los mecanismos de actuación de los Estados, la cooperación
internacional y las Naciones Unidas en contra del racismo, la discriminación
racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia. Tanto en la Declara-
ción como en el Programa de Acción existe una asociación entre formulación
e implementación de Acciones Afirmativas y alcance de la igualdad plena
y efectiva de quienes han sido víctimas de racismo, discriminación racial,
xenofobia y formas conexas de intolerancia.

5 En Colombia, según la Constitución de 1991, quienes administran justicia son la


Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, el Consejo
Superior de la Judicatura, la Fiscalía General de la Nación, tribunales y jueces.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz IX


En la Declaración se considera que las Acciones Afirmativas tienen como
fines permitir la realización de derechos y la integración social de las víctimas,
así como la promoción de la participación de todos los ciudadanos(as) en
igualdad de condiciones y la corrección de aquellas situaciones que impiden el
disfrute pleno de derechos civiles y políticos, económicos, sociales, culturales
y ambientales.
Por su parte, el Programa de Acción de la Conferencia considera las Accio-
nes Afirmativas como una estrategia de creación de condiciones de igualdad
efectiva para el ejercicio de los Derechos Humanos, basada en la garantía de no
discriminación en el acceso a servicios sociales, empleo, vivienda, educación y
atención en salud. En ese sentido, se considera que las Acciones Afirmativas son
una estrategia paralela del Estado para el combate del racismo que debe sumarse
a planes y programas estatales para la superación de la pobreza, marginalización
y exclusión socioeconómica.
Por tanto, las Acciones Afirmativas no pueden equipararse con programas
desarrollados para la superación de la pobreza y garantía de condiciones mínimas
de vida. Los núcleos duros de las Acciones Afirmativas se encuentran en lograr
la igualdad de oportunidades y el combate abierto a la presencia de racismos y
a los efectos nefastos de la discriminación racial. También se encuentran en la
promoción del respeto al patrimonio material e inmaterial de las culturas que
representan los africanos(as) y afrodescendientes para la humanidad y para los
remozados Estados pluriétnicos y multiculturales latinoamericanos y caribeños,
por esta razón el Museo Nacional deberá instalar, con la mayor urgencia, salas
sobre el legado africano en el país y sobre los aportes culturales, epistémicos,
políticos, culturales, económicos y ambientales que personas y pueblos negros,
afrocolombianos, raizales y palenqueros han realizado a la Nación desde su lle-
gada. El Museo del Oro deberá incluir en su guión el papel de los descendientes
de los africanos(as) en la economía del oro durante la Colonia. De igual modo,
el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (icanh) deberá poner en
marcha los programas de investigación necesarios para la promoción y respeto del
patrimonio material e inmaterial de las culturas negras del país. El Estado, por
medio del Ministerio de Educación Nacional (men) deberá reescribir la historia
del destierro y la esclavización de los africanos(as) y sus descendientes. Se trata
de descolonizar la memoria de la esclavitud, el imaginario sobre la inferioridad
de los(as) afrodescendientes y valorizar aún más todas las gestas que informan
la búsqueda temprana de ciudadanía por parte de libres, pardos y mulatos, así

X Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas


como la forma en que los descendientes de esclavizados(as) crearon una «nación
cultural» en el Pacífico Sur colombiano (Almario, 2001; 2003a; 2003b).
Acciones Afirmativas y combate contra el racismo y
la discriminación racial desde una lógica nacional estatal
Desde el Estado colombiano, el tema de las Acciones Afirmativas no es
nuevo. La noción puede encontrarse en varios pronunciamientos de la Corte
Constitucional sobre el tema afro, en el Conpes 3310 de 2004 y en el Plan
Integral de Largo Plazo para la Población Afrocolombiana, Palenquera y Raizal,
entre otras. En muchos programas de bienestar social del gobierno, la noción
aparece como sinónimo de focalización de beneficiarios(as). En la ciudad de
Bogotá, desde 2006 existe el Plan Integral de Acciones Afirmativas para el
reconocimiento de la diversidad cultural y la garantía de los derechos de los
afrodescendientes, y desde 2007 el Plan de Acciones Afirmativas para las Co-
munidades Afrocolombianas del Municipio de Medellín. La discusión sobre
Acciones Afirmativas tiene genealogías y temporalidades diversas.
A nivel de la sociedad civil, hay que reconocer el papel del Colectivo de
Estudiantes Universitarios (ceuna) el cual ha reclamado Acciones Afirma-
tivas al principal centro de pensamiento del país, la Universidad Nacional
de Colombia6. Este Colectivo se ha nutrido de las reiteradas visitas al país

6 La Universidad Nacional de Colombia respondió a estas demandas, con el Acuerdo


013 de 2009, por el cual se institucionaliza un programa de admisión especial para
los mejores bachilleres de población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera. El
Acuerdo prevé la destinación de «[…] un 2% adicional de los cupos previstos para cada
programa curricular, para los aspirantes inscritos por este programa de admisión espe-
cial que aprueben los exámenes programados para el ingreso, con un puntaje superior
o igual al del último admitido en toda la universidad, en el periodo correspondiente
[…]» Con dicho Acuerdo se espera que se puedan matricular en esta universidad
cerca de 200 afrocolombianos por semestre, adicionales a los que ingresan por los
mecanismos ordinarios. Este Acuerdo no cumplió con las expectativas del ceuna, pues
lo aprobado no refleja muchas de las discusiones sostenidas entre la universidad y la
delegación afrocolombiana ante la mesa negociadora conformada por miembros del
ceuna y delegados del Encuentro Nacional de Estudiantes y jóvenes afrocolombianos
(eneua). Los desacuerdos entre las partes y las sugerencias de los estudiantes afros fue-
ron omitidos por las directivas de la Universidad Nacional de Colombia al momento
de llevar al Consejo Superior la propuesta. Para el ceuna es preocupante el artículo
3 de este Acuerdo, porque no se incluyó lo que se había decidido sobre las pruebas
de admisión en cuanto a que: los aspirantes presentarán el examen de admisión y

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XI


por parte del brasilero José Jorge de Carvalho. Este profesor, junto con la
investigadora Rita Laura Segato, desempeñó un reconocido liderazgo en
la creación de cupos para jóvenes negros(as) en la Universidad de Brasilia.
De igual forma, el líder Pedro Ferrín, junto a la antropóloga Carolina
Cortéz, convocó a varias actividades durante el año 2006 en la Pontificia
Universidad Javeriana para debatir el tema de las Acciones Afirmativas en
el ámbito de la educación superior privada y pública de calidad.
Por otra parte, hay que reconocer que la internacionalización de la
agenda afrocolombiana en Washington ha contribuido al giro que hoy
tienen las Acciones Afirmativas en el país. El papel de Gregory Meeks es
innegable. Este representante demócrata, miembro del «Black Caucus»,
quien ha ganado reconocimiento en el Congreso estadounidense por su
experiencia internacional, en Colombia solicitó al gobierno la creación de
una comisión de expertos, con representación de las organizaciones del
Movimiento Social Afrocolombiano, para que analizara la situación de las
poblaciones negras da nivel nacional e hiciera recomendaciones con las
cuales el gobierno se comprometiera con su puesta en marcha por medio
de su respectiva asignación presupuestal. Para tal fin aparece la Comisión
Intersectorial para el Avance de la Población Afrocolombiana, Palenquera

competirán entre ellos mismos en cada programa curricular. La universidad aprobó


algo diferente: que los beneficiarios afros ingresarán teniendo un puntaje superior o
igual al último admitido en toda la Universidad; esto quiere decir que los bachilleres
afros tendrán que competir con el grueso de aspirantes a la Universidad. El acuerdo
no incluyó el «trabajo comunitario» que sería una estrategia para que los estudiantes
beneficiarios realicen trabajos con una comunidad que contribuyan al mejoramiento
de las condiciones de vida de sus poblaciones de origen y las comunidades afrodes-
cendientes. El Acuerdo no contempla el componente de bienestar, el cual busca ga-
rantizar el sostenimiento de los beneficiarios del programa, puesto que los estudiantes
beneficiarios provienen de regiones con condiciones socioeconómicas precarias. Por
otra parte, el Acuerdo 013 también desconoce el componente académico en el que
se contempla acompañamiento académico; inclusión de cátedras y temáticas sobre
África, los afrocolombianos y la diáspora, entre otros asuntos de vital importancia
para la transformación de la educación eurocentrada que imparten las instituciones
de educación superior. Sobre el porcentaje de admitidos, el ceuna sostiene que la
universidad nunca demostró tener la voluntad política para destinar más del 2% adi-
cional de los cupos para este programa. Según el ceuna, la universidad debe aprobar
un porcentaje de cupos proporcional al total de la población afrodescendiente en el
país, es decir del 10% (Comunicado ceuna, agosto 5 de 2009).

XII Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
y Raizal, espacio de trabajo interinstitucional creado mediante los decretos
4181 y 4401 de 2008, cuyo objeto fue «evaluar las condiciones de vida de
la población afrocolombiana, palenquera y raizal y presentar al gobierno
nacional las recomendaciones tendientes a la superación de las barreras
que impenden el avance de dicha población, en particular de las mujeres
y de los niños, en los campos económico y social; así como la protección
y realización efectiva de sus derechos civiles»7.
La Comisión inició su trabajo bajo el innegable liderazgo del Vicepresi-
dente de la República, Francisco Santos Calderón, y tuvo como miembros
a la Ministra de Educación Nacional; la Ministra de Cultura; el Ministro y
Viceministro del Interior y de Justicia; el Ministro de la Protección Social;
el Viceministro de Relaciones Laborales; la Directora Departamento Na-
cional de Planeación; el Alto Consejero Presidencial para la Acción Social
y la Cooperación Internacional; el Director del Programa Presidencial de
Promoción, Respeto y Garantía de los Derechos Humanos y de Aplicación
del Derecho Internacional Humanitario; el Director del Departamento
Administrativo de la Función Pública; el Director de Asuntos para Comu-
nidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras del Ministerio
del Interior y de Justicia; el Presidente de la Asociación Nacional de Indus-
triales (andi); los dos representantes a la Cámara por la Circunscripción
Especial de Comunidades Negras; un operador político de la Comisión
Intersectorial; el Representante de Amunafro; el Alcalde de Villarrica; una
consultiva de alto nivel; y un ex Director del Banco de la República como
representante de los académicos.
Líderes y lideresas quienes se oponen a la firma del Tratado de Libre Comercio
vieron en el apoyo dado a la Comisión Intersectorial por parte del representante
Meeks, acérrimo defensor del libre comercio y partidario del Tratado de Libre
Comercio entre Colombia y Estados Unidos, un motivo para mantenerse en
alerta y vigilancia ante una posible instrumentalización del tema para intereses
más económicos que éticos y de justicia histórica8.

7 Véase más información acerca de la Comisión en la página electrónica http://www.


vicepresidencia.gov.co
8 Algunas organizaciones del Movimiento Social Afrocolombiano manifestaron su
inconformidad con la creación de la Comisión Intersectorial, consideraron que su
conformación fue excluyente y que no se realizó una obligatoria consulta previa.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XIII


Es así como las Acciones Afirmativas aparecen de nuevo sugeridas dentro de
las Recomendaciones que en este año el gobierno entregó al país, y a la socie-
dad civil el 21 de mayo en Cali y el 29 de mayo en Cartagena, por medio del
Vicepresidente Francisco Santos Calderón. En dichas recomendaciones también
se reconoce que el racismo y la discriminación racial constituyen la primera de
las diez barreras críticas que obstaculizan la distribución y el reconocimiento
de las poblaciones negras9. Faltó aclarar cómo se combatirá el racismo pues las
Acciones Positivas por sí solas no frenan la discriminación racial, sabemos que
es necesaria la presencia de una instancia dentro del Estado que se especialice
en este problema, la cual no se ha creado hasta el momento.
Las Recomendaciones de la Comisión tienen especial énfasis en la materia
legislativa, que incluye la presentación de un proyecto de ley en el cual se
adoptan políticas para la inclusión social de la diversidad étnica y la igualdad
de oportunidades de la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera,
y un documento de política pública como es un nuevo Conpes10. Pero estas
acciones gubernamentales, aunque necesarias y urgentes, no resuelven la so-
licitud de una nueva entidad o instancia dentro del Estado que garantice la
puesta en marcha de la legislación y de las políticas públicas que se diseñan,

9 1) Racismo y discriminación racial. 2) Baja participación y representación de la población


afro en espacios políticos e institucionales de decisión. 3) Débil capacidad institucional de
los procesos organizativos de la población afrocolombiana, palenquera y raizal. 4) Mayores
dificultades para el acceso, permanencia y calidad en el ciclo educativo, lo cual limita el
acceso a empleos de calidad y el emprendimiento, lo que, a su vez, dificulta la superación
de la pobreza. 5) Desigualdad en el acceso al mercado laboral y vinculación a trabajos de
baja especialización y remuneración (empleos de baja calidad). 6) Escaso reconocimiento y
valoración social de la diversidad étnica y cultural como uno de los factores que definen la
identidad étnica nacional. 7) Deficiencias en materia de seguridad jurídica de los derechos de
propiedad de los territorios colectivos. 8) Deficiencia en la incorporación e implementación
de las iniciativas y propuestas que surgen de la población afrocolombiana, palenquera y
raizal. 9) Baja disponibilidad de información sobre población afro, lo cual limita la cuan-
tificación y focalización de beneficiarios, así como la definición de una política pública
ajustada a las particularidades étnicas y territoriales. 10) Acceso limitado a programas de
subsidio (M­inisterio de Cultura y Ministerio del Interior y de Justicia, 2009: 18­).
10 En la actualidad existen varios documentos Conpes como el 2909 de 1997, el 3169 de
2002 y el 3310 de 2004, entre otros, de los que no se conocen sus verdaderos impactos
en personas y pueblos negros, afrocolombianos, raizales y palenqueros. En Colombia
es urgente la creación de un sistema de monitoreo y seguimiento de la legislación y de
las políticas públicas (Mosquera Rosero-Labbé; León & Rodríguez, 2009).

XIV Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
y que se encargue de la coordinación, seguimiento y evaluación de estas dos
nuevas iniciativas y de otras existentes.
Como resultado del análisis de la información en las ocho ciudades de la
muestra de esta investigación, en el capítulo noveno de este libro proponemos
la creación de una Consejería Nacional de Políticas para la Promoción de la
Igualdad Racial y de las Diferencias Culturales (cnppirdc). El Estado y sus
instituciones deberían tenerse en cuenta las conclusiones a las que llegaron los
investigadores Eduardo Uribe Botero y Christian Jaramillo Herrera de la Facultad
de Economía de la Universidad de los Andes, autores del estudio cuantitativo
que la Comisión Intersectorial contrató con esa universidad privada. Según
estos investigadores, los resultados obtenidos de la recolección, organización y
análisis de la información del censo del año 2005 permiten identificar que la
situación actual de los afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as)
«presenta un panorama que no da pie para el optimismo» (Uribe y Jaramillo,
2008: 1), y que, para un adecuado abordaje y atención, es «necesaria la imple-
mentación de programas de gobierno establecidos como políticas de Estado»
(Uribe y Jaramillo, 2008: 55).
Por otra parte, ronda una pregunta en muchos ámbitos de reflexión y de acción
política: ¿es posible desarrollar Acciones Positivas en un país cuyo jefe de gobierno
niega la existencia del racismo y la discriminación racial? Recordemos que ambos
fenómenos están en la base de la situación de inclusión abstracta —exclusión
concreta que viven las mayorías de las personas negras en el país y cuyos efectos
negativos, acumulados a lo largo del tiempo, buscan contrarrestarse con estas
medidas. ¿Acaso la llegada de un «presidente negro» a la Casa Blanca generó un
cambio de perspectiva frente a la cuestión racial en el gobierno?
Los líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano recuerdan a
menudo que en un memorable Consejo Comunal afrocolombiano, realizado en
la ciudad de Cali el día 3 de junio de 2007, el Presidente de la República, Álvaro
Uribe Vélez, negó de manera enfática la presencia de la discriminación racial en
el país11. Reproducimos aquí momentos importantes acaecidos en el mismo.

11 Creemos que en este Consejo Comunal el Presidente demostró su craso desconocimiento


de los avances del Estado frente al tema racial en el país. En su calidad de jefe supremo del
gobierno no podía realizar esta afirmación, pues Colombia firmó la Convención Interna-
cional para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, adoptada por
la Asamblea General el 21 de diciembre de 1965, y que entró en vigor el 4 de enero de
1969 (Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XV


Presidente Álvaro Uribe Vélez: háganme un favor, no le alcanzo a dar la palabra
a todos, nombren ustedes un representante que hable acá.
Público: ¡Juan de Dios, Juan de Dios!
Presidente Álvaro Uribe Vélez: ¿Dónde está el Doctor Gamboa?, Doctor Óscar
Gamboa, lo habían pasado a usted en la lista.
Público: ¡Juan de Dios, Juan de Dios!
Asistente: Señor Presidente, el Doctor Gamboa no se encuentra, cambiamos
por el compañero Juan de Dios Mosquera.
Presidente Álvaro Uribe Vélez: Tiene la palabra.
[Gritos y aplausos del público]
Juan de Dios Mosquera: Buenas noches, un saludo muy especial al Señor Pre-
sidente, al Doctor Argelino Garzón, a los miembros de la mesa y, en especial, al
conjunto de la delegación de los congresistas afroestadounidenses, y a nuestra
comunidad que se encuentra aquí de todas las regiones del país.
[aplausos]
Yo quiero invitar, Señor Presidente, al conjunto de la sociedad a entender que el
problema del racismo no solamente lo podemos apagar combatiendo la pobreza
[aplausos]. El racismo, como la pobreza, como la invisibilización política del
pueblo afrocolombiano como grupo étnico, son herencias que generaron los
cuatrocientos años de esclavización.
Frente a esto, el primer compromiso que debe adoptar la sociedad colombiana,
y entre ella el Señor Presidente, es reconocer el racismo como un grave conflicto

y las Formas Conexas de Intolerancia. Durban, Sudáfrica, 2001), aunque no ha aplicado


los compromisos suscritos a cabalidad. El Estado colombiano está en mora de realizar la
declaración del artículo 14 de la Convención Internacional para la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación Racial, que establece la competencia del Comité para la
Discriminación Racial de las Naciones Unidas para recibir y conocer denuncias de hechos
de racismo, previo agotamiento de los recursos internos del país. Antes deberá aprobar el
proyecto de ley de penalización del racismo y la discriminación racial, el cual fue presentado
como iniciativa de la representante María Isabel Urrutia y presentado por la bancada de
congresistas afrocolombianos. Asimismo deberá aprobar la formulación de una política
pública y la creación urgente de una instancia responsable de su ejecución y coordinación
interinstitucional.

XVI Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
de la sociedad colombiana [aplausos]. Este reconocimiento hay que hacerlo; de
lo contrario nos tocará entonces exacerbar el conflicto, utilizar los medios posi-
bles para que todos los colombianos y colombianas entendamos que no hemos
sido iguales dentro de estos quinientos años de construcción de la Nación. Por
eso, el Movimiento Cimarrón, con el apoyo de la Unión Europea y la usaid,
hemos creado [sic] el programa de los Centros de Justicia y Acción Contra el
Racismo, porque el racismo afecta a nuestros pueblos en Cartagena, el racismo
afecta nuestras gentes en las grandes ciudades del país.
Tenemos un grave problema de racismo policial, la criminalización de los jóvenes
negros en ciudades como Cali, Bogotá y Cartagena. Tenemos un problema de
racismo cuando en la oficialidad de las fuerzas militares no se aceptan en las
escuelas militares a los jóvenes negros, y eso es un insulto para los colombia-
nos [aplausos]. Queremos invitar al Gobierno Nacional a apoyar la iniciativa
del Movimiento Cimarrón, que en su xv asamblea, hace ocho días, declaró el
quinquenio próximo, hasta el año 2012, como quinquenio de acción, de lucha
contra el racismo, y la exclusión racial laboral. El Gobierno Nacional debe colocar
todas las instituciones en función del principio de inclusión. La inclusión es lo
correcto Señor Presidente; necesitamos hoy convocar a los gremios, convocar
al sector bancario, convocar a los grandes empleadores de los supermercados,
a los grandes empleadores de las cámaras de comercio a aceptar la inclusión.
No es lógico en Colombia que la gente negra siga excluida del trabajo en los
bancos [aplausos], no es lógico que la gente negra siga excluida en los grandes
supermercados y centros comerciales. No es lógico que la gente negra no pueda
trabajar en los aeropuertos ni en los aviones, Señor Presidente [aplausos].
Queremos invitar al Gobierno Nacional a levantar la reserva sobre el artículo
14 de la Convención Internacional Contra la Discriminación Racial; Colombia
no puede seguir manteniendo la reserva para que los colombianos denunciemos
el racismo ante la onu, esto es incorrecto. Necesitamos que se cree en el país la
Comisión Nacional para la Igualdad de Oportunidades, y esto es posible si se
levanta la reserva; esto implica voluntad política, Señor Presidente; solo con vo-
luntad política, reconocer el conflicto racial, tratemos de prevenirlo pacíficamente,
porque nuestros pueblos, nuestra juventud, está aprendiendo a no aguantar más,
y tenemos que prevenir y hablo de una salida negociada al conflicto del racismo
antes de que estalle. Necesitamos pues, invitar al Presidente también que para
eliminar el racismo, es necesario que el Ministerio de Educación se comprometa

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XVII


con un Plan Nacional para la Cátedra de Estudios Afrocolombianos que lleva
15 años de creada sin ningún impacto de acción en el país.
Y finalmente, educación Señor Presidente, la juventud afrocolombiana sigue
viendo la educación superior como un privilegio; la mejor manera, el instru-
mento eficaz en este momento ha sido creado por el Estado colombiano, el
Fondo Especial de Créditos Educativos condonables. Pero este fondo no tiene
dinero, el Estado no le asigna dinero. El fondo necesita 50 mil millones de pesos,
Señor Presidente, para que todos los jóvenes negros que quieran ingresar a las
mejores universidades del país puedan hacerlo sin limitaciones, sin problemas.
Me comprometo a trabajar nuestra juventud y que juntos, con el Gobierno
Nacional, podamos buscar las fuerzas para que la discriminación racial y la
exclusión no sigan siendo un obstáculo para la convivencia de los colombianos,
y no sigan siendo una violación al derecho a la interculturalidad sin racismo ni
exclusión. Muchas gracias.

[aplausos]

Presidente Álvaro Uribe Vélez: Después de haberlo escuchado, con todo res-
peto, me permito, llamando muy especialmente la atención de los congresistas
norteamericanos, que voy a discrepar de Juan de Dios, muy respetuosamente.
Colombia tiene todos los problemas del mundo en pobreza y de inequidad, pero
en las grandes mayorías colombianas históricamente no ha habido una actitud de
exclusión racial [muchos gritos]. Permítanme discrepar porque un país donde
tantos gobiernos han hecho evidentes esfuerzos de inclusión, Colombia es un
país al cual no se le puede tachar de tener una actitud de discriminación racial.
Además lo digo porque donde yo he vivido en Antioquia, limítrofe con el Cho-
có, donde hemos convivido toda la vida en la mayor fraternidad. Yo no puedo
dejar de expresar esto ante una representación tan importante de la comunidad
internacional como la representación que tenemos hoy de los congresistas de
los Estados Unidos […] piénsenlo. Reúnanme a los blanquitos pobres del Valle
del Cauca a ver si no están en la misma situación de los negros pobres. Yo creo
que ese es el problema, el problema es más de exclusión social por razones de
pobreza que de una actitud colombiana de discriminación racial. Yo me sentiría
muy mal, si no dijera esto de lo cual estoy profundamente convencido, hoy
que nos ha visitado esta delegación norteamericana […] (Consejo Comunal
Afrocolombiano. Cali, junio 3 de 2007).

XVIII Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
En la actualidad, el Vicepresidente Francisco Santos Calderón reconoce en
un significativo acto de pedagogía antirracista en escenarios público-políticos,
que incluyen a los medios masivos de comunicación, la existencia del racismo
y la discriminación racial en el país. Empero, el proyecto de Ley No. 073/2007
«por el cual se adiciona el Código Penal y se sancionan penalmente los actos
discriminatorios en materia racial, nacional, cultural o étnica», liderado por
la representante de la circunscripción especial de comunidades negras ante
la Cámara, María Isabel Urrutia, y apoyado por la bancada afrocolombiana,
hasta la fecha no ha sido aprobado por el Senado de la República. En Colom-
bia no existe una legislación penal específica de conformidad con el artículo
4 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación Racial.
En la lógica de las paradojas y de las superposiciones políticas, nos parece
interesante resaltar que aunque muchas de las recomendaciones de la Comisión
Intersectorial coinciden con el Programa de Acción de Durban, la Conferencia
de Durban no es mencionada por parte del actual gobierno para justificar, desde
el plano internacional, la puesta en marcha de dichas recomendaciones. Una
última pregunta gravita en torno a esta Comisión y tiene que ver con la tensión
entre política y filosofía moral que parece rodear la discusiones sobre Acciones
Afirmativas étnico-raciales negras: ¿acaso las Recomendaciones convirtieron «la
lucha por la igualdad racial y la batalla contra la injusticia social en problemas
técnicos que deben gestionarse y administrarse?» (Gilroy, 2008: 47).

En respuesta al saber erudito de los estudios negros en Colombia


En el año 2006, cuando empezamos la investigación «Acciones Afirmativas
para negros, afrocolombianos, raizales y palenqueros: ¿un paso hacia la Justicia
Reparativa étnico-racial negra?» la cual significaba abrir la discusión académica
sobre Acciones Afirmativas en el país inspiradas en las recomendaciones de la
Conferencia de Durban de 2001, recibimos poco apoyo de académicos(as)
colombianos12, recordamos a colegas que no ocultaron de manera pública un
12 Por esta razón es importante resaltar los valiosos aportes conceptuales a la investiga-
ción y el material bibliográfico que nos suministró el profesor Agustín Laó-Montes de
la Universidad de Massachusetts en Amherst ee.uu. y el solidario acompañamiento
académico de los profesores Farid Samir Benavides y Maguemati Wabgou de la
Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, quienes participaron en el proceso
investigativo en sus inicios. El profesor Óscar Almario García, actual Vicerrector de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XIX


ontológico malestar ante la idea de que el «objeto de estudio» fuese pensado
desde el discurso de la ciudadanía, puesto que para ellos(as) esta perjudica la
autoctonía cultural de las personas afrocolombianas que habitan en zonas rurales
del Pacífico colombiano.
Otros académicos(as) afirmaron que les parecía interesante la implementación
de Acciones Afirmativas en el país si y solo si eran para personas beneficiarias
con cúmulos de handicaps. Es decir, si se aplicaban, por ejemplo, en personas
negras, discapacitadas, pobres, y homosexuales u otras combinaciones de situa-
ciones y condiciones de alta vulnerabilidad, un tanto inverosímiles.
La crítica más dura a esta embrionaria discusión la expuso el reconocido an-
tropólogo Eduardo Restrepo en el 12º Congreso de Antropología del año 2007.
Allí alertó a los(as) asistentes —la mayoría de ellos(as) colegas de larga data que
se mostraron de acuerdo con ese punto de vista— sobre una evidente «racializa-
ción de los imaginarios políticos y académicos» de los estudios negros en el país
(Restrepo, 2007), como producto de una supuesta adopción irreflexiva de la razón
imperialista que la academia estadounidense ejerce sobre el mundo y, sobre todo,
en América Latina; para argumentar esta afirmación acudió a un polémico artículo
escrito en el año de 1998 por el ya fallecido Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant,
a propósito del libro Orpheus and Power del sociólogo y politólogo afroestado-
unidense Michael Hanchard. Al parecer, Hanchard calcó la matriz interpretativa
bipolar de las categorías raciales (blanco-negro) estadounidenses a la situación
brasileña. Por otra parte, la crítica apuntó a demostrar cómo Hanchard erigió la
particular historia del movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos
en modelo universal de la lucha de los grupos oprimidos racializados.
Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant criticaron el hecho de que en vez de con-
siderar la constitución del orden étnico-racial brasileño en su propia lógica,
Michael Hanchard reemplazó en bloc el mito nacional de la democracia racial
por otro mito según el cual todas las sociedades son racistas, hasta aquellas en
donde las relaciones raciales parecen menos distantes u hostiles. Para Restrepo,
algunos académicos(as) del sur estaríamos imitando a Hanchard13. Las críticas

la Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín), realizó aportes intelectuales


invaluables. A todos ellos, nuestros agradecimientos.
13 Una lectura atenta del artículo «Reparaciones para negros, afrocolombianos y raizales
como rescatados de la trata negrera transatlántica y desterrados de la guerra en Co-
lombia» (Mosquera Rosero-Labbé, 2007: 213-276) desmiente esta afirmación.

XX Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas


de Restrepo nos hicieron reflexionar sobre muchas cosas, entre ellas si «las
ciencias humanas se han vuelto tan complacientes, si es que no se han desinte-
grado al negarse a ser ciencias críticas de la inhumanidad. Pero también si era
posible relacionarlas [dichas críticas] con las limitaciones con las que se topa
la antropología filosófica para servir de vehículo a la reflexión ética y política
[…]» (Gilroy, 2008: 27).
Para quienes conocemos bien la academia francesa, y quienes de manera
marginal utilizamos en nuestro trabajo la producción teórica de punta de la
academia estadounidense, traer a colación este evento protagonizado por dos
francesas que representaban al moderno imperialismo intelectual francés en los
Estados Unidos nos produjo desconcierto. ¿El imperialismo intelectual francés
no difundió acaso el concepto de «primitivismo» para explicar las tragedias en
África postcolonial? (Akassi, 2009: 364). Por otro lado, una buena parte de la
academia francesa ha mantenido una cuestionada hostilidad frente al análisis de
las relaciones raciales de esa sociedad. Afirmamos que «esta hostilidad debería
leerse en clave política y sintomática» (Gilroy, 2008: 34).
La sociedad francesa en su conjunto tiene serias dificultades para reconocer
y admitir la diversidad étnico-racial, étnico-cultural y religiosa presente en el
país. Una buena parte de esa academia se ha negado a entender y a actuar sobre
la manera como los llamados «nuevos(as) franceses de la inmigración», o los(as)
«franceses de origen extranjero» —entre ellos árabes magrebinos y africanos—
tienen sus aspiraciones de poder y reconocimiento bloqueadas14. Ante este
hecho, esa academia permanece en silencio y ello alimenta «el error de suponer
que la población poscolonial inmigrante está únicamente formada por intrusos
extranjeros no gratos, que carecen de toda conexión histórica, política o cultural
sustancial con la vida colectiva de sus conciudadanos […] De hecho es posible
que los inmigrantes sean rechazados y temidos porque son los representantes
involuntarios del pasado imperial y colonial [francés]» (Gilroy, 2008: 166 y
183). No olvidemos que el Imperio y la Colonia necesitaron legitimarse en la
idea de la existencia de espacios geográficos con superioridad moral sobre otros
y la existencia de sujetos «casteados» o racializados infrahumanos.

14 En Francia, la categoría inmigrante cubre a ciudadanos franceses nacidos en ese país


con parientes franceses integrados a la vida social, a los cuales se le niega su asimilación
en razón de sus patronímicos, color de piel y especificidades culturales (Méhaignerie,
L. & Sabeg, Y. , 2004 : 31).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XXI


La academia políticamente correcta y la clase política francesa rechazan con
énfasis la vía del «comunitarismo» como forma de administrar las diferencias
culturales presentes en su seno, y, sin entender mucho la dinámica social es-
tadounidense, huyen de un fantasmagórico «modelo americano» de sociedad
porque sienten que traería serias amenazas a su identidad nacional. Los pocos
intelectuales que se han arriesgado a poner el debate en la escena política,
apoyados en trabajos científicos de gran envergadura, han sido descalificados
y hasta perseguidos intelectualmente; tal es el caso del respetable sociólogo
Michel Wieviorka (2001: 7-14).
Los escasísimos políticos que se han declarado a favor de una política de
Acciones Afirmativas, como el hoy presidente Nicolas Sarkozy, siendo Minis-
tro del Interior en el año 2004, han tenido que retractarse ante la avalancha
de críticas y de rechazo cuasi generalizado a la propuesta. En el caso que nos
ocupa conocido como el del «prefecto musulmán», el mismo presidente de la
República, Jacques Chirac, salió a tranquilizar al pueblo francés explicando
que no era conveniente nombrar a alguien en función de sus orígenes, en un
performance de descalificación a Nicolas Sarkozy que se mostraba claramente
a favor de la nominación de un «préfet musulman»15.
Nosotras mismas fuimos testigas cotidianas de la experiencia moral de
menosprecio; del descontento social que existe en los barrios periféricos de
todas las grandes ciudades francesas; del sufrimiento psíquico que se inflige
contra aquellos(as) que padecen el delito de «cara fea y de piel bronceada»; y
de la validación empírica de que las injusticias distributivas son en ocasiones
la expresión de la falta de respeto social, de relaciones injustificadas de no
reconocimiento cultural (Honneth, 2006) en árabes musulmanes, negros(as)
africanos, antillanos(as) de los llamados territorios de ultramar.
Francia se ha negado a abrir una discusión pública y política de envergadura
a propósito de sus faltas históricas en calidad de potencia imperial que participó
en la trata negrera transatlántica y de su brutal historia colonial en el África
subhariana y en el Magreb. Pese al reconocimiento oficial que hizo Francia de
su participación activa en la trata bajo la presidencia de Jacques Chirac. Por
15 De manera discursiva, en 2004 se rechazó el debate de la Discriminación Positiva, pero
en la práctica el presidente Jacques Chirac apoyó a un prefecto «de origen inmigrante»:
Aïssa Dermouche. En 2003, el Palacio del Elíseo también apoyó el nombramiento de
Ali Bencheneb como rector de la Academia de Reims, reconociendo que esta persona
era de origen magrebí (Keslassy, 2004: 7).

XXII Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
otra parte ese país pareciera no asimilar aún la Independencia de Argelia y de
Haití, basta analizar cómo los manuales oficiales de Historia tratan estos dos
violentos hechos históricos. Todas estas situaciones nos sensibilizaron frente al
tema de las Acciones Positivas, también nos estimularon a observar de manera
cuidadosa la forma como las pretensiones universalistas e igualitarias de la ciuda-
danía francesa republicana tienen tanta vigencia en algunos Estados nacionales,
latinoamericanos y caribeños, incluido Colombia. Acudamos a la historia para
recordar el papel de la Revolución francesa en el proyecto poscolonial de España
en el siglo xix. El mito republicano de la igualdad formal está herido en Francia,
y en Colombia debió ser revisado desde que adoptamos la Constitución de 1991
sin que seamos conscientes de ello. Estas situaciones inspiran nuestra reflexión
sobre Acciones Afirmativas.
En Colombia, algunos académicos(as) han puesto en circulación el imaginario
según el cual todos los(as) afroestadounidenses comparten la misma explicación
bipolar de las relaciones raciales de ese país. Como prueba de lo contrario quere-
mos recordar que en el año 2006 llegó a Colombia el influyente afroestadouni-
dense Allen Sessoms, presidente de la Universidad de Delaware, invitado por la
embajada estadounidense en Colombia16 e hizo varias presentaciones en diversos
escenarios públicos. En una célebre reunión sostenida en la Pontificia Universi-
dad Javeriana de Bogotá, aconsejó a los asistentes, en su gran mayoría líderes y
lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano, abrazar la cultura dominante
blanco-mestiza para progresar y sacrificar los principios éticos, si hay que hacerlo,
tras la búsqueda del poder económico y político como únicas formas expeditas de
neutralizar el color de la piel. Afirmó que era preciso separarse de la familia negra
cuando se está en procesos de movilidad social ascendente y se declaró partidario
de los matrimonios mixtos. También aconsejó rechazar la iniciativa de demanda
de cupos en las universidades públicas y privadas por considerarla perjudicial para
el autoestima colectiva de las personas negras. Para él, las Acciones Afirmativas
deben hacer énfasis en promover a los mejores y no deben pensarse para aceptar
la mediocridad de los perdedores.
La diferencia entre Acciones Afirmativas y cuotas es la siguiente: no hay un límite
numérico de personas que se puedan beneficiar con las Acciones Afirmativas.

16 Frente a sus polémicos puntos de vista, la Embajada estadounidense aclaró que los pun-
tos de vista de este afroestadounidense no reflejaban la posición oficial de la Embajada
frente a estos temas.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XXIII


Esto asegura que si hay cinco personas que son buenas, y que son personas de
color, son vinculadas. No hay excusas. Por ejemplo, cuando yo era Presidente de
otra universidad en Nueva York, estuve intentando contratar personas de color
en el área de las ciencias. La Acción Afirmativa me permite encontrar personas
excepcionales en las cuales la raza es ese estándar, pero se debe ir a buscar a las
personas de manera voluntarista. Eso es lo buscan las Acciones Afirmativas, dar
pasos novedosos para encontrar a las personas. Las cuotas aceptan a cualquier
persona; si hay diez personas se las vincula. Es una gran diferencia. Las cuotas son
una excusa para no buscar la excelencia, porque se cuenta con los recursos y se
vinculan sin importar que tan buenos sean. Las Acciones Afirmativas, buscan lo
mejor de lo mejor, el fin que se tiene es el de vincular a las personas excelentes o
excepcionales. Es una filosofía distinta, es una cuestión de excelencia, las Acciones
Afirmativas en los Estados Unidos se aplican porque se necesitan a las mejores
personas y que además son personas de color. (Allen Sessoms, presidente de la
Universidad de Delaware, en su presentación pública en la Pontificia Universidad
Javeriana de Bogotá. 25 de mayo de 2006).
Por otra parte, es bueno recordar que muchos académicos(as) que hoy se
pronuncian a favor de Acciones Afirmativas hace apenas tres años atrás eran,
en ocasiones, contrarios a ellas.

Resistencias de líderes y lideresas negros


Los líderes y lideresas no se quedaron atrás en sus críticas al hecho de abrir
desde el ámbito académico la reflexión sobre Acciones Positivas. Para muchos(as),
las Acciones Afirmativas son mecanismos de simple integración al Estado co-
lombiano, a las reglas del mercado, y dejan de lado el carácter de reivindicación
de grupo que deberían otorgarle. No atacan la estructura que origina las des-
igualdades raciales y por ello son vistas como paliativas y funcionales al sistema
capitalista. El pretendido carácter liberal individual de las Acciones Positivas
aún causa temores. Muchos líderes y lideresas temen a la aparición de personas
que conformen una clase media, media alta y rica que se promocionen de ma-
nera individual por medio de Acciones Afirmativas, y que luego se aparte de sus
orígenes e historia, lo que sería terreno fértil para «permitir que las normas que
expresan el punto de vista y la experiencia de los grupos privilegiados aparezcan
como neutrales y universales» (Young, 2000: 278), es decir que estas personas
no actuarían a favor de la diversidad étnico-racial que ellas representan.

XXIV Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
Aportes a la reflexión académica, a la noción de ciudadanías
diferenciadas y a la acción pública estatal
Los académicos(as) interesados en el tema de la ciudadanía diferenciada
étnico-racial negra encontrarán algunos avances frente a este apasionante tema.
Describiremos algunos discursos mediante los cuales los funcionarios(as) del
Estado se resisten a su concreción pese a que el Estado pluriétnico y multicul-
tural respalda las intervenciones diferenciadas orientadas a la promoción y el
respeto a las diversidades culturales. Articular el tema de las Acciones Positivas
con el de ciudadanía remite al concepto de la igualdad, y a la necesidad de
pensar de manera relacional, en lógicas de reciprocidad e interdependencia
las reivindicaciones por las diferencias (Jiménez, 1995).
Las dinámicas de los cambios socioculturales y los hallazgos investigativos
que ofrecemos en este libro validarán los estudios realizados por teóricos(as)
acerca de la complejidad de los cambios socioculturales y la importancia del
Estado, las legislaciones, la acción colectiva de los movimientos sociales y de
fuerzas exógenas en la búsqueda de transformaciones que beneficien en términos
de justicia y bienestar a las mayorías. Con los resultados aquí expuestos, otras
personas matizarán posturas ideológicas sobre la conveniencia o no de imple-
mentar Acciones Afirmativas vistas como mecanismos desde la acción pública
estatal para acelerar cambios sociales y culturales estructurales que potencien a
la sociedad colombiana como diversa e igualitaria. Después de 200 años de vida
republicana, sabemos que mantener «la práctica de la inclusión abstracta y la
exclusión concreta» (Martín Barbero, 1978) de millones de seres humanos, por
consideraciones raciales, resulta hoy insostenible en cualquier democracia, sea
esta liberal, socialista del siglo xxi, socialdemócrata, representativa o cosmopolita.
El Estado y la sociedad civil deben actuar por la buena salud de las promesas
democráticas de movilidad social ascendente, pues las desigualdades sociales y
raciales no desaparecerán de manera espontánea u ocultando su existencia. Por
esta razón, «centrar una estrategia de salvación de la democracia moderna en
la persistencia tenaz y los efectos del racismo puede, por sí misma, dar lugar a
redefiniciones complejas y productivas de lo que fue el liberalismo y de lo que
será la democracia cosmopolita» (Gilroy, 2008: 49).
Los profesionales encargados(as) de la formulación, implementación y evalua-
ción de políticas públicas de inclusión social encontrarán en los hallazgos que aquí
presentamos elementos para poner en marcha la perspectiva étnico-racial negra

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XXV


en planes, programas, proyectos, dentro de ministerios, consejerias y gerencias,
para responder a los derechos históricos y contemporáneos diferenciados de
pueblos y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras quienes,
aún desde los márgenes del proyecto de país, han realizado aportes a la sociedad
desde distintos ámbitos.
Acerca de la estructura del libro
Este libro recoge los principales hallazgos de una investigación realizada entre
los años 2006 y 2008, financiada por la Fundación Ford, Área Andina y Cono
Sur, Programa Derechos Humanos y Ciudadanía, titulada «Acciones Afirmativas
para negros, afrocolombianos, raizales y palenqueros: ¿un paso hacia la Justicia
Reparativa étnico-racial negra?». Esta investigación fue realizada por la Universi-
dad Nacional de Colombia (sede Bogotá) por intermedio del Centro de Estudios
Sociales (ces) y el Grupo de investigaciones sobre igualdad racial, diferencia
cultural, conflictos ambientales y racismos en las américas negras, Idcarán.
Se escogieron ocho ciudades del país para adelantar la investigación: Cali,
Cartagena, Medellín, Bogotá, Quibdó, Buenaventura, Pereira, y San Andrés
Islas. La selección de estas ciudades correspondió a una combinación entre el
peso que obtuvo la pregunta de autoidentificación en el censo general de po-
blación del año 2005, el peso demográfico de personas negras en la ciudad, y
las dinámicas organizativas que en éstas se desarrollan.
Se realizaron entrevistas, grupos focales y entrevistas colectivas distribuidos
como se muestra en la tabla de la siguiente página.
Una investigación de esta envergadura contó con un equipo de excelentes pro-
fesionales que tuvo un gran compromiso con los alcances académicos, políticos
y éticos de la misma. Ellos(as) son: Claudia Mosquera Rosero-Labbé, investiga-
dora principal; Ruby Esther León Díaz, co-investigadora; los investigadores(as)
asistentes Margarita María Rodríguez Morales, Darío Hernán Vásquez Padilla
y Diego Raúl García Severich; los investigadores(as) auxiliares Sandra Milena
Aranzazu Guerrero, Giovanna Arias Pinilla, Magda Rocío Martínez Montoya,
Libia Paola Martínez Rincón, Rossih Amira Martínez Sinisterra y Luís Javier
Ramírez Quiñones; los transcriptores(as) Diana Arias, Nini Johana Cortez Per-
domo, Leydi Chitivo, Ariel Palacios, Julián Andrés Goyeneche Sierra y María
Isabel Silva Moreno. Queremos realizar un reconocimiento especial al excelente
trabajo de campo realizado por Rossih Amira Martínez Sinisterra en las ciudades
de Cartagena, San Andrés, Pereira, Buenaventura, Cali, Medellín y Quibdó; y

XXVI Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
Entrevistas y grupos focales del trabajo de campo realizado
entre el 7 de noviembre de 2006 y el 21 de diciembre de 2007
Número de Número de Total de entrevistas
Ciudad Tipo de actor entrevistas grupos focales y grupos focales
realizadas realizados por ciudad
Funcionarios(as) de alto nivel
31 31
del orden nacional
Funcionarios(as) del nivel
15
Bogotá distrital
Funcionarios(as) de programas 91
38 8
sociales focalizados
Líderes y lideresas 30
Funcionarios(as) del nivel
12
Buenaventura municipal 25
Líderes y lideresas 12 1
Funcionarios(as) del nivel
10
Cali municipal 26
Líderes y lideresas 14 2
Funcionarios(as) del nivel
8
municipal
Cartagena Funcionarios(as) de progra- 47
18
mas sociales focalizados
Líderes y lideresas 19 2
Funcionarios(as) municipales 11
Funcionarios(as) de progra-
Medellín 8 36
mas sociales focalizados
Líderes y lideresas 16 1
Funcionarios(as) municipales 6
Funcionarios(as) de progra-
Pereira 15 30
mas sociales focalizados
Líderes y lideresas 8 1
Funcionarios(as) municipales 16
Quibdó 39
Líderes y lideresas 22 1
Funcionarios(as) municipales 6
Funcionarios(as) de progra-
San Andrés Islas 13 33
mas sociales focalizados
Líderes y lideresas 14
Total de entrevistas realizadas 358

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XXVII


por Luís Javier Ramírez Quiñones, quien hizo un impecable y paciente trabajo
de recolección de información en la ciudad de Bogotá.
El libro está divido en nueve capítulos, cada uno de los cuales puede leerse
de manera separada, pues cada uno de ellos tiene vida propia.
El capítulo primero lo hemos titulado «Los Bicentenarios de las Independencias
y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra, afrocolombiana, palenquera
y raizal», escrito por Claudia Mosquera Rosero-Labbé, con la colaboración de
Diana Carolina Martínez Pérez. En ese texto se invita a los(as) colombianos a
reinterpretar las conmemoraciones de los Bicentenarios de las Independencias
que se avecinan a la luz de los desarrollos de la Constitución de 1991. Propo-
ne que los Bicentenarios sean interrogados desde cuatro ángulos revitalizantes
del debate democrático: la insostenibilidad del mito de igualdad formal para
todos(as) que sustentó la creación de la República; la declaratoria del fracaso de
la ciudadanía liberal republicana; la radicalización y politización del multicul-
turalismo como propuesta no explorada lo suficiente como forma de gestión de
las diferencias culturales transversalizado por el concepto de justicia reparativa
para todos los grupos y pueblos subalternizados de manera histórica; y el desvelo
a la memoria nacional neutra que ha protegido el Estado y que se expresa en la
narrativa de la historia oficial que impregnan los manuales escolares, los libros
de historia de Colombia, en el discurso de la historia oficial y en el guión hasta
hoy monolítico y omniabarcador del Museo Nacional de Colombia.
El segundo capítulo lo hemos denominado «Las Acciones Afirmativas
como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas frecuentes y
experiencias de implementación en algunos países». En él, Claudia Mosquera
Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales y Ruby Esther León Díaz
analizamos algunos conceptos sobre Acciones Afirmativas y narramos la forma
en que se implementaron en la India, Sudáfrica, Estados Unidos y Brasil.
En el tercer capítulo, titulado «Desigualdades sociodemográficas y socioeco-
nómicas, mercado laboral y discriminación étnico-racial en Colombia: análisis
estadístico como sustento de Acciones Afirmativas a favor de la población afro-
colombiana», tres reconocidos investigadores, Carlos Augusto Viáfara López,
Fernando Urrea-Giraldo y Juan Byron Correa Fonnegra, desarrollan dos grandes
temáticas. La primera comprende un importante análisis sociodemográfico
clásico combinado con el uso de indicadores estándar de condiciones de vida,
a partir de los datos censales del año 2005. Esto permite observar tendencias de

XXVIII Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
desigualdades sociales inscritas en el espacio geográfico colombiano, apoyándose
en una estadística descriptiva de análisis de 40 indicadores. La segunda parte
presenta un ejercicio modelístico que utiliza las herramientas econométricas
con datos especializados del mercado laboral para mostrar el peso de la discri-
minación racial en este ámbito.
La lectura de todo el capítulo permite observar cómo operan dos lógicas de
desigualdad de oportunidades. Por un lado, amplios diferenciales en educación,
salud y saneamiento básico, entre otras, y, por el otro, tratos diferenciales de
parte de los empleadores, que no se explican por la menor dotación en variables
asociadas al capital humano entre personas afrocolombianos(as) y la población
blanco-mestiza del país.
En el capítulo cuarto, llamado «Las Acciones Afirmativas vistas por distin-
tos actores(as) institucionales», Claudia Mosquera Rosero-Labbé y Margarita
María Rodríguez Morales dan cuenta del nivel de discusión y comprensión con
el que cuentan los funcionarios(as) de los distintos niveles del aparato estatal
colombiano sobre el debate de las Acciones Afirmativas. En la primera parte,
este capítulo se concentra en la exposición de los actores(as) institucionales
sobre sus ideas, percepciones y opiniones relativas a lo que entienden por estas
medidas, su implementación, los actores inmersos en ellas y los discursos de
resistencias que se oponen a las mismas. En la segunda parte, se presentan las
narrativas de los funcionarios(as) referidas a las experiencias de formulación
de planes de Acción Afirmativa para comunidades afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras en Bogotá y Medellín.
En el capítulo quinto, denominado «Las Acciones Afirmativas vistas por
líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano», Claudia Mosquera
Rosero-Labbé y Margarita María Rodríguez Morales describen las concepciones
relativas a las Acciones Afirmativas que exponen en sus narrativas mujeres y
hombres sensibles a la causa afro, personas vinculadas al Movimiento Social
Afrocolombiano, y consultivos(as) que representan en el nivel local y nacional
a afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) en espacios autó-
nomos de participación creados por la Ley 70 de 1993. De manera descriptiva,
dicho capítulo aborda lo que estos actores interpretan como Acción Afirmativa,
las razones que legitiman su implementación para los afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as), los enfoques que deberían tener, los
mecanismos por medio de los cuales deben ser implemen­ta­das y los ámbitos

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XXIX


de la vida social en que son pertinentes. También se hace alusión a las expe-
riencias de estas personas en procesos de formulación de planes de Acciones
Afirmativas, específicamente en Bogotá y Medellín.
En el capítulo sexto, denominado «Características generales de los programas
sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena, Pereira y San Andrés», Claudia
Mosquera Rosero-Labbé y Ruby Esther León Díaz presentan aspectos generales y
particulares de los programas de bienestar social a cargo del Estado a partir de las
narrativas de funcionarios(as) ubicados en programas de bienestar social. Entre
los aspectos generales, las autoras destacan los principios que dirigen y legitiman
la acción social del Estado y las nociones respecto a la pobreza y vulnerabilidad
que se vehiculan en la intervención pública-estatal. Entre los aspectos específicos
de dichos programas, se presentan las narrativas sobre el lugar de los sujetos(as)
que no encuadran en las características clásicas de los beneficiarios(as) genéricos
de intervención social: mujeres, personas en condición de discapacidad, indígenas
y personas negras. En este capítulo se acentúa el análisis en este último grupo
de «personas vulneradas» con la exposición de la manera en que los agentes(as)
institucionales del Estado justifican la poca visibilidad, participación, beneficio
y permanencia de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
en los programas dirigidos a la atención de la pobreza.
En el capítulo séptimo, denominado «Entre ciudadanía abstracta-universal y
ciudadanías diferenciadas étnico-raciales. Escenarios posibles para su reconoci-
miento», Claudia Mosquera Rosero-Labbé y Ruby Esther León Díaz, sugieren
alternativas para la promoción de la vinculación a programas de bienestar social
de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en condición de
pobreza y/o vulnerabilidad, con el objetivo de profundizar en el análisis de la
articulación de la cuestión social con la diferencia étnico-racial negra sugerida
en el capítulo sexto. La perspectiva del análisis destaca de los relatos la idea
de «ciudadanía» que se vehicula en los programas de bienestar. Mostramos los
quiebres y modificaciones que sufre dicha noción al tratar de aplicarse a las
situaciones de múltiples desigualdades y opresiones a las que se ven enfrentadas
las personas negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales. Se sintetizan tres
tipos de estrategias sugeridas en los relatos para dar un lugar a las personas ne-
gras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en las intervenciones del Estado
orientadas a la atención de la pobreza y que, al menos en el nivel discursivo, se
plantean formalmente blindadas al racismo y ciegas al color de piel.

XXX Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
En el octavo capítulo, titulado «Hablar de racismos y discriminación racial:
elementos para cuestionar la ideología de la igualdad racial en Colombia»,
Claudia Mosquera Rosero-Labbé y Margarita María Rodríguez Morales
describen las narrativas sobre los racismos y la discriminación racial de tres
tipos de actores abordados en las entrevistas y grupos focales realizados. Se
retoman por aparte los relatos de los funcionarios(as) del Estado, de los
funcionarios(as) de servicios sociales y de los líderes y lideresas del Movimiento
Social Afrocolombiano, teniendo en cuenta las mismas categorías de análisis
para cada uno de estos grupos.
Así, se ilustra el amplio, diverso y complejo panorama de interpretación
que las personas entrevistadas poseen del racismo: un problema determi-
nante e influyente en las relaciones raciales, pero al mismo tiempo evadido,
soterrado y poco comprendido desde su dimensión sistémica. De manera
descriptiva, las autoras dan cuenta de las concepciones sobre racismo, los
tipos, los escenarios en los cuales se detecta su existencia y las alternativas
de solución que señalan frente a su perjudicial existencia en la sociedad
colombiana por parte de los(as) participantes en las entrevistas y grupos
focales realizados.
El noveno capítulo, titulado «Propuesta: Acciones Afirmativas y otras
p­olíticas públicas para la inclusión social y el reconocimiento étnico-cultural»,
Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Carlos Augusto Viáfara López y Fernando
Urrea-Giraldo realizan una propuesta sobre cómo lograr la inclusión de per-
sonas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, a la Nación colombiana
pluriétnica y multicultural por medio de la creación de la Consejería Nacional
de Políticas para la Promoción de la Igualdad Racial y de las Diferencias Cul-
turales (cnppirdc). Dicha consejería sería responsable de cuatro programas de
Estado: la política nacional de Acción Afirmativa en instituciones de educación
pública superior, la política nacional de Acción Afirmativa en mercados de
trabajo, el plan nacional de reparaciones simbólicas, la política nacional para
combatir los racismos y la discriminación racial y el seguimiento y monitoreo
a las políticas públicas que propendan por alcanzar una mejor calidad de
vida, salud, educación y empleo.
Los hallazgos de la investigación que presentamos tienen una naturaleza
descriptiva, hecho que es intencionado. Buscamos que esta información se con-
vierta en un pretexto para conversar con distintos actores(as) —académicos(as),

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XXXI


funcionarios(as) del Estado, agentes de la cooperación internacional y con líderes
y lideresas de las organizaciones sociales que conforman el Movimiento Social
Afrocolombiano— interesados(as) en el tema de las Acciones Afirmativas en
el país. En ese sentido, la descripción de los fenómenos sociales y culturales
es mucho más útil para generar diálogos que avances teóricos, mucho más
abstractos por su naturaleza. Los hallazgos de esta investigación aportan a la
construcción del concepto teórico de justicia reparativa étnico-racial negra,
que estamos elaborando, el cual se presentará a la comunidad académica en
los años por venir.

XXXII Acciones Afirmativas en Colombia: entre paradojas y superposiciones de lógicas políticas y académicas
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Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz XXXVII


Colombia: tercer país con mayor número de afrodescendientes
en las Américas negras

Leyenda
Colombia
Continente

80°0'0"W 75°0'0"W 70°0'0"W


81°44'0"W 81°42'0"W

81°24'0"W 81°22'0"W 81°20'0"W


13°24'0"N
12°36'0"N

12°36'0"N

13°22'0"N

13°22'0"N
12°34'0"N

12°34'0"N

13°20'0"N

13°20'0"N
12°32'0"N

12°32'0"N
10°0'0"N

10°0'0"N
12°30'0"N

12°30'0"N

81°24'0"W 81°22'0"W 81°20'0"W


12°28'0"N

12°28'0"N

81°44'0"W 81°42'0"W
5°0'0"N

5°0'0"N
0°0'0"

0°0'0"

0 125 250 500


Km

Ü
5°0'0"S

5°0'0"S

80°0'0"W 75°0'0"W 70°0'0"W

1:110,000,000
2,600 1,300 0 2,600 5,200
Km
Km
75°0'0"W 70°0'0"W

Ciudades en donde se llevó a cabo la investigación

AN ANDRES

!
O
San Andrés
Cartagena
!
O
10°0'0"N

10°0'0"N
Medellín

Quibdó !
O
!
O
Pereira
5°0'0"N

5°0'0"N
!
O !
O
Bogotá D. C.

Buenaventura
!
O Cali
!
O
0°0'0"

0°0'0"

Ü 1:10,000,000
240 120 0 240 480 Leyenda
5°0'0"S

5°0'0"S

Km
!
O Ciudad de la muestra
Colombia
75°0'0"W 70°0'0"W
“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Capítulo
1
Los Bicentenarios de las Independencias
y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra,
afrocolombiana, palenquera y raizal1

Claudia Mosquera Rosero-Labbé2

A manera de introducción
Eduardo Escobar, reconocido escritor y poeta colombiano, escribió el día
29 de junio de 2009 una columna periodística en el diario El Tiempo titulada
el sainete del Bicentenario, en la cual se preguntaba si acaso el colombiano(a)
común y corriente no albergaba un «sentimiento de culpa por la Independen-
cia»; […] «dicen que Bolívar se anticipó» [habla del proceso independentista].
Afirmó también, con abierto espíritu polemista, que «otro siglo de Colonia
no hubiera sobrado en América» (Escobar, 2009: 2). Las anteriores son pro-
vocadoras afirmaciones que merecen responderse de manera tranquila con
los avances de importantes investigaciones académicas desarrolladas sobre las
Independencias, la formación de la Nación y la Constitución multicultural
en los últimos años (Múnera, 1998, 2005; Helg, 2000; Almario, 2001, 2003,
2007; Arias, 2005; Bolívar, 2006; Múnera, 2009; Conde, 2006, Bonilla, 2006;
Zambrano, 2006).
Los Bicentenarios de las Independencias —las conmemoraciones de doscientos
años de los inicios de un proyecto poscolonial de España3— que se celebrarán

1 Agradezco los diálogos sostenidos sobre los temas de este capítulo con Ruby Esther
León Díaz, Darío Iván Vásquez Padilla y Margarita María Rodríguez Morales den-
tro del Grupo de investigación sobre igualdad racial, diferencia cultural, conflictos
ambientales y racismos en las américas negras, Idcarán; y a la historiadora Marixa
Lasso. Los argumentos que aquí desarrollo son de mi entera responsabilidad.
2 Con la colaboración de Diana Carolina Pérez Martínez.
3 El proyecto poscolonial inició cuando en España ocurrieron la invasión francesa y el
«apresamiento» del Rey Fernando VII. Estos hechos históricos supusieron un cambio
en la cultura política y en las nociones de ciudadanía, nacionalidad y representación
en las colonias, cambios ligados al surgimiento de lo moderno. En este contexto, la
legitimidad de la monarquía, en un comienzo carente de cuestionamientos, se puso
en entredicho: en 1810, «ya dominaba la idea de que la ausencia del rey resultaba
en la devolución de la soberanía al pueblo» (Lasso, 2007: 35), como germen de su

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 1


en Colombia entre los años 2010 y 2019, son escenarios estimulantes desde
el punto de vista intelectual. Considerando esto, me pregunto si deberíamos
aprovechar estas algazaras para recordarnos que aún no hemos asumido los
retos epistémicos, éticos y políticos de radicalizar la naturaleza de la relación
Estado-sociedad que se pactó en la Constitución de 1991.
Recordemos que al igual de lo que ocurrió después de las Independencias de
España, la Constitución de 1991 propendió por una transformación estructural del
Estado colombiano. Aunque esta última buscó el replanteamiento de la convivencia
de la comunidad nacional por medio de la visibilización de una comunidad de
ciudadanos(as) diversos (Zambrano, 2006) y en un hecho sin precedentes en la
historia del país, se «invitó a los individuos, a replantear su existencia cultural, social
y política como miembros de una colectividad subordinada, preexistente o no,
antes que como individuos independientes y libres» (Zambrano, 2006: 52).
En razón de lo anterior, los Bicentenarios pueden ser un buen momento
para evaluar los importantes, paradójicos y novedosos avances constitucionales
ocurridos en el país desde 1991, desarrollados de forma paulatina en lo referido
a la manera de concebir el Estado, la Nación, el Estado-nación, la identidad
nacional, las ciudadanías, la democracia pluralista participativa y los derechos
en general4. Estos temas, instaurados hace doscientos años y aún no clausura-
legitimidad. A partir de esta idea, las ciudades en España y en América comenzaron a
organizarse bajo la forma de las juntas de gobierno, donde el retorno de la soberanía al
pueblo y a las autoridades locales trajo consigo preguntas referidas a la relación entre
las colonias y el imperio, tema que a su vez se volvió aún más complejo en América
cuando estas juntas permitieron el paso del gobierno de las autoridades españolas a las
élites criollas. En este contexto conflictivo se convocaron las Cortes, en las cuales los
representantes de todas las regiones de la península y las colonias Americanas «escribirían
una Constitución para la monarquía» (Lasso, 2007: 35). Es importante recordar que
«los movimientos por la independencia americana no se originaron en las zonas con
predominio del trabajo compulsivo indígena y africano, sino en las periferias, en donde
los mestizos superaban a indígenas y blancos, y los negros y mulatos libres superaban
en número de los esclavos. En Caracas, Buenos Aires, Santiago, Bogotá y Cartagena
las juntas criollas arrebataron el poder a los funcionarios españoles en 1809 y 1810,
dando los primeros pasos para crear nuevas naciones» (Reid, 2007: 97). Por otra parte,
el proyecto posindependentista tuvo dos momentos: el autonomista y el independen-
tista. Este proyecto independentista fue radical en su época e implicó acabar con la
monarquía, los estamentos y el sistema de castas.
4 Hay avances constitucionales en medio de una crisis estructural aguzada por el neolibe-
ralismo y la intensificación del conflicto armado colombiano en el último decenio.

2 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


dos, han sido y son aún recurrentes en nuestro devenir histórico como Nación
posindependiente. Tomemos los retos que nos dejó el proyecto poscolonial
de España, de cara a los derroteros trazados por la Constitución de 1991 para
preguntarnos en dónde estamos hoy.
Ante la mayoría de edad de la Constitución —el 4 de julio de 2009 se cum-
plieron 18 años desde su promulgación— y en las vísperas de las celebraciones
de los Bicentenarios sostengo lo siguiente: antes de halagar la vitalidad de las
raíces hispánicas en la nacionalidad colombiana contemporánea deberíamos
detener el multiculturalismo acrítico que hoy desarrolla el Estado, con miras a
instaurar novedosas prácticas socioculturales, políticas, institucionales y presu-
puestales, visibles, concretas, tangibles y medibles que materialicen los derechos
históricos y contemporáneos de la diversidad étnica, étnico-racial y cultural en
general de los grupos y pueblos que conforman la Colombia de hoy.
Diez y ocho años en el desarrollo de la Constitución no han demostrado
que no dejamos de ser colombianos(as) si incluimos en la Nación los pueblos y
personas que representan núcleos duros de alteridad dentro de la misma5. Empero,
después de todos estos años debemos admitir que es necesario abarcar «una
diversidad ampliada y radical, que incluya no sólo a los sectores específicos, es
decir, a afrocolombianos, indígenas inmigrantes, gitanos, confesiones no cató-
licas, sino a todos los colombianos» (Zambrano, 2006: 109) en un novedoso
proyecto de Nación multicultural y pluriétnica.
Esta diversidad ampliada y radical «permitirá la distribución de poderes, y
la cohabitación política, social y cultural, principio para el orden social y para
la construcción de una identidad nacional plural […] la diversidad deberá ser
estructuradora de la sociedad y el pluralismo un modo de hacer política […]. El
multiculturalismo es una especialidad del pluralismo político, fincada en la idea
de que la diversidad cultural puede influenciar el sistema político» (Zambrano,
2006: 106-108). Esta será la forma de entrar a disputar la ascendencia cultural-
mente dominante que ostenta el Estado, de la mano con el multiculturalismo
acrítico que ha puesto en marcha hasta hoy.
5 A mi entender, los núcleos duros de alteridad comprenden lo étnico-racial negro, afroco-
lombiano, palenquero y raizal, las maneras diferentes de ver el territorio, el desarrollo
económico, el progreso, el medio ambiente, los recursos naturales, el poblamiento, el
conocimiento, las emociones, la cultura, la política, la familia, el amor, el erotismo, la
sexualidad, el parentesco, la procreación, la solidaridad, la ‘raza’, la muerte, la salud
y la enfermedad, la belleza, la estética y el cuerpo.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 3


Reconozcamos que el multiculturalismo acrítico del Estado colombiano,
condensado en la frase «Colombia se precia y enorgullece de su riqueza étnica»
es una fórmula hueca. Además, oculta el hecho de que la gestión política de
las diversidades culturales que está implementándose menoscaba las demandas
históricas de igualdad, de inclusión social diferenciada, de pluralismo político y
de autonomía territorial (Rúa, 2000; Zambrano, 2006; León, 2007) tanto de
pueblos y personas indígenas como de pueblos y personas negras, afrocolom-
bianas, raizales y palenqueras, al igual que de otras diversidades culturales.
Tomemos los Bicentenarios como espacios para realizar serios balances a los
pactos trazados desde la Constitución de 1991, esta última considerada como
«un dispositivo cultural que ayudó a impulsar en el país cambios culturales,
además de los jurídicos y políticos propios de su naturaleza» (Zambrano, 2006:
60). Desde la experiencia que brindan los años y la experiencia de apropiación
cotidiana, institucional y política de la Constitución de 1991, Zambrano afirma
lo siguiente.
Un cambio cultural en desarrollo y una cultura política en gestación cons-
truyen y redefinen histórica, política y socialmente los derechos, los sistemas
jurídicos que los administran, los procesos judiciales que los ejecutan, hecho
que produce configuraciones normativas e institucionales emergentes —no
siempre novedosas, sino distintas por los matices— y realidades sociopolíticas
y político-culturales también emergentes (Zambrano, 2006: 42).
Tenemos hoy una Constitución incluyente, desarrollada por funcionarios(as)
del Estado que, en su gran mayoría, actúan en pos de la salvaguardia de una
hegemonía cultural estatal excluyente, aún presente de manera contradictoria
en el Estado multicultural, en las instituciones y en las políticas públicas que se
ponen en marcha, que defienden los estandartes de la ciudadanía republicana
decimonónica.
Aún hoy, la inamovilidad de los principios ideológicos liberales de igualdad y
de no discriminación en el plano jurídico impiden responder con profundidad a
los graves problemas sociales, económicos, culturales, ambientales y territoriales
que las diversidades culturales en desventaja cargan a cuestas en las relaciones
sociales que las subtienden en términos de clase social, géneros, sexualidades,
capacidades, generaciones, religiones, culturas políticas y regionales. Todo lo
anterior atenta en la actualidad en contra de verdaderos procesos de cohesión
social y nos aleja de un ideal de Estado social de Derecho sustentado en la

4 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


equidad y en un nueva concepción de justicia que partiendo de mínimos como
la distribución económica y el reconocimiento cultural, incorpore además la
reparación por las violencias históricas y simbólicas inflingidas en distintas
temporalidades por el Estado y la falta de compromiso democrático por parte
de la sociedad civil.
Para salvaguardar los principios liberales de igualdad y de no discriminación
ante la ley, y no reformularnos por los principios de la equidad y de la discri-
minación positiva, el multiculturalismo colombiano optó por rendir culto a
las plurietnias y a todas las diversidades culturales sin atender demasiado el
significado de reconocer la diversidad étnico-racial negra. De esta manera, la
estructura social, política y económica que naturalizan las desigualdades pre-
sentes en las diversidades culturales ha quedado intacta y la hegemonía cultural
dominante del Estado sigue en pie, aunque el Estado invierta importantes
recursos públicos y de la cooperación internacional en la gestión reduccionista,
culturalista y petrificada de las diversidades étnicas y culturales, poniendo en
marcha el cuestionado multiculturalismo acrítico que referencié.
Por los motivos anteriores, extiendo una invitación a que pensemos con qué
discursos y prácticas políticas se realizaría una nueva y profunda estructura
político-institucional que le dé cabida real en la Nación a las diversidades cul-
turales y étnico-raciales de manera radical dentro de una sociedad pluriétnica
y multicultural como la nuestra.
Aprovechando los Bicentenarios, exijamos hablar de la manera como se ha
construido el relato histórico. En su libro El fracaso de la nación: región, clase y
raza en el Caribe colombiano (1998), el historiador Alfonso Múnera Cavadia
muestra que el papel de los sectores artesanos, conformados por población negra
y mulata, se constituyó en la columna vertebral de la primera Independencia
de Cartagena; su liderazgo obligó a la élite criolla a declarar la Independencia
absoluta de España. Afirma además que durante el periodo comprendido entre
noviembre de 1811 y diciembre de 1815, los mulatos y los negros libres de
Cartagena compartieron el poder con los criollos y buscaron «consagrar con
la República la igualdad de todas las razas, y su condición de ciudadanos con
plenitud de derechos» (Múnera, 2008: 51).
Múnera señala que las luchas de negros(as) y mulatos(as) libres en Cartagena
se orientaron de modo principal hacia la «búsqueda de ciudadanía, y con ella
de una forma de empoderamiento que les permitiera acceder a posiciones y

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 5


privilegios» (Múnera, 1998: 52). Se trataba entonces de lograr una articulación
entre educación, participación política por medio de redes clientelistas y acceso
a la milicia de pardos o de artillería para acceder a los mecanismos de poder y de
privilegios sociales que anteriormente les habían sido negados por la dominación
española y criolla. ¿Cuántas personas en el país conocen esa historia obliterada?
¿Cuántos colombianos(as) que se educaron en la narrativa oficialista del libro la
Historia de Colombia, escrito por Jesús María Henao y Gerardo Arrubla, ilustres
pensadores, piensan aún que el único aporte de los africanos(as) esclavizados al
Nuevo Reino de Granada fue la temible lepra (Múnera, 2005: 196)? ¿Qué otras
historias silenciadas que informen las gestas emancipatorias de otros grupos so-
ciales, como las de mujeres, indígenas, campesinos(as), desconocemos aún hoy?
¿Los Bicentenarios no se constituyen acaso en espacios simbólicos idóneos para
que personas interesadas en el tema de la igualdad racial para los(as) descendientes
de africanos(as) esclavizados afirmemos que el modelo de ciudadanía republicana
fue un estruendoso fracaso? Doscientos años después de haber aceptado la retórica
inicua del proyecto republicano con su promesa de igualdad jurídica para todos
—retomado por las distintas constituciones colombianas—, este dista mucho de
sus alcances iniciales cuando llega el momento de evaluar los derechos humanos
de primera, segunda, tercera y cuarta generación de pueblos y personas negras,
afrocolombianas, palenqueras y raizales. Estudios cuantitativos comprueban esta
afirmación (Véanse Urrea y Viáfara, 2007; Uribe y Jaramillo, 2008).
Para concluir, propongo que interroguemos los Bicentenarios de las Indepen-
dencias desde cinco puntos que estimulen el debate democrático en el país:
• El carácter discursivo del mito de la igualdad formal para todos que sustentó
la creación de la República que aún tiene vigencia de manera contradictoria
dentro del Estado pluriétnico y multicultural.
• El carácter discursivo del mito de igualdad racial como base para acceder a la
ciudadanía liberal republicana y dispositivo efectivo para acallar los futuros
reclamos a la ciudadanía incumplida por razones derivadas de la pertenencia
a la raza negra, a la descendencia africana y negar los negativos impactos
de la institución económica de la esclavitud. Esta postura no implica negar
hoy las tensiones sociales que se generaron en la construcción de este mito,
tampoco negar que existió una enorme presión social para que se diera la
igualdad legal para todos. En la época, la aparición de este mito supuso,
aunque de manera retórica, un cambio en las relaciones sociales.

6 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


• La necesidad de crear mejores condiciones para que en este siglo la igualdad
real se concrete en personas, grupos sociales y pueblos subalternizados con
las herramientas de un multiculturalismo radical que legitime la necesidad
perentoria de complejas e innovadoras Acciones Afirmativas por condición
étnico-racial negra e indígena para la inclusión social.
• La radicalización y politización del multiculturalismo por cuanto es una
propuesta que no ha gozado de exploración suficiente en tanto forma de
gestión de las diferencias culturales, transversalizada por el concepto de
justicia reparativa para todos los grupos sociales y pueblos subalternizados
de manera histórica.
• El corrimiento del velo a la memoria nacional neutra que ha protegido el
Estado y que se expresa en la narrativa de la historia oficial que impregna
los manuales escolares, los libros de historia de Colombia, el discurso de la
historia oficial y guión hasta hoy monolítico, omniabarcante y, si se quiere,
anticonstitucional, del Museo Nacional de Colombia, guardián incuestionado
de las jerarquías de raza, género, región, sexualidades menospreciadas y de
clase social que rigen la Colombia de hoy (Mosquera Rosero-Labbé, 2007).
Dicho guión no responde al artículo séptimo de la Constitución: «el Estado
reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana».
Tampoco responde al artículo 70, párrafo 2: «[… ] la cultura en sus diversas
manifestaciones es fundamento de la nacionalidad. El Estado reconoce la
igualdad y dignidad de todas las que conviven en el país […]»6.
Este capítulo se divide en tres momentos. En el primero, busco visibilizar los
cuestionamientos que estudios académicos recientes aparecidos en el país han
realizado a las formas en que se han narrado el Estado moderno y la Nación
durante la primera República, principalmente.
En el segundo, intentaré mostrar que el proyecto de ciudadanía liberal repu-
blicana excluyó a gente negra desde sus inicios, en especial aquella que aún era
esclava, que no había logrado la automanumisión, que no se había fugado o que
no hizo parte de los ejércitos independentistas. Los requisitos que criollos patriotas
e ilustrados escogieron para hacer parte de la comunidad política republicana no

6 Hasta hoy, la situación descrita no ha cambiado. No obstante, ignoro si el Bicentenario


será el momento escogido por el Ministerio de Cultura para mostrar el nuevo guión
pluriétnico y multicultural merecido por el país que hemos imaginado y que estamos
construyendo desde 1991.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 7


podían ser cumplidos por los esclavizados(as) en este momento. No obstante
lo anterior, el historiador Óscar Almario afirma que la gente negra del Pacífico
Sur, excluida de esa manera de ver la ciudadanía, creó a su vez una Nación cul-
tural alterna con unas características perceptibles en la contemporaneidad de las
afrocolombias en relación con la Nación mestiza andinocéntrica.
La ciudadanía liberal republicana benefició a un número importante de
negros(as) libres, pardos(as), mulatos(as) y zambos, es decir, aquellos(as) que
pactaron un silencio étnico-racial con el proyecto de Nación mestiza ante la
promesa de una ciudadanía ciega al color, sustentada en la idea humanista de
ser tan personas como los españoles americanos, del color de la piel como un
accidente, en el mérito individual y en los principios liberales de la igualdad,
la fraternidad y la libertad. Es muy probable que un número importante de
ellos(as) haya logrado procesos importantes de inclusión social por medio de
distintas estrategias de movilidad social ascendente y adhesión incondicional
a la ideología del mestizaje biológico y cultural, que lograron convertirse en
ciudadanos blanco-mestizos con honor, virtud y buen nombre como el proyecto
republicano avizoró.
De modo paralelo a lo anterior, existe la posibilidad de que muchos negros(as)
libres, pardos(as), mulatos(as) y zambos se hayan convertido a su vez en firmes
defensores del proyecto de ciudadanía sin raza y en guardianes de las jerarquías
de raza, clase social, género y región que estructuran la sociedad colombiana
desde su modernidad. Pero ¿cuál fue la suerte de las personas de pieles y feno-
tipos más negros? ¿Qué ocurrió con las personas negras que se mestizaron con
personas no consideradas blanco-mestizas y que no lograron el mestizaje cultural
normatizado? ¿Cuál fue el destino de aquellos que por múltiples razones no
lograron el anhelado mestizaje biológico pero sí el cultural, pese al silencio que
mantuvieron y han mantenido por varias generaciones durante dos siglos frente
a las secuelas que dejó la institución económica de la esclavitud? Afirmo que los
descendientes de aquellos(as) que quedaron por fuera de manera colectiva del
proyecto de ciudadanía liberal repúblicana por ser parte del régimen simbólico
abyecto de la esclavitud, son quienes aún hoy están inmersos en procesos de
reproducción de la pobreza y la exclusión económica de manera intergene-
racional y que habitan en geografías que presentan disparidades regionales
preocupantes frente a otras zonas del país. Es en ellos donde hay que poner los
ojos hoy al hablar de procesos de inclusión social liderados por el Estado y la

8 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


cooperación internacional en los años posteriores a la Conferencia Mundial
contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas conexas
de Intolerancia, celebrada el año 2001 en Durban (Sudáfrica).
Por último, me detendré a analizar las inexploradas posibilidades que nos
abrió la Constitución incluyente de 1991 para pensar ciudadanías diferenciadas
étnico-raciales de manera particular.

Cuestionamientos a la narrativa de la formación


del Estado durante el proyecto postindependentista
En los últimos años, en la comunidad académica nacional e internacional cir-
culan renovadas maneras de interpretar al Estado decimonónico que incorporan
a los análisis del mismo las ambivalencias, las contradicciones, las tensiones, las
paradojas, las encrucijadas y el deseo civilizador presentes en prácticas concretas
y discursivas de los actores políticos que hicieron parte del proceso de génesis
del Estado moderno colombiano (Múnera, 1998; Rojas, 2001; Arias, 2005;
Bolívar, 2006; González, 2007; Almario, 2007; Múnera 2009; Rodríguez,
2009; Anrup, 2006). La incorporación de estas características ha permitido la
emergencia de serios cuestionamientos a las formas en que se ha estudiado la
formación del Estado moderno colombiano, el lugar que la narrativa histórica
otorgó a los contrapúblicos subalternos y la poca importancia analítica otorgada
a las distintas formas de violencias manifiestas y simbólicas que se desplegaron
en la formación del Estado y la Nación en Colombia.
Los cuestionamientos mencionados muestran de mejor manera los profundos
quiebres que desde sus albores tuvo el modelo de ciudadanía republicana avizo-
rado durante la primera República y que se puso en marcha después de liberado
el territorio del yugo español, entre 1821 y 1824. El carácter excluyente de este
tipo de ciudadanía produjo efectos diacrónicos perjudiciales para ciertos grupos
sociales, pueblos y personas que aún no hemos resuelto de manera colectiva.
El primer cuestionamiento sobre las maneras de analizar el Estado de-
cimonónico se dirige a la forma como se lo ha estudiado. En este sentido,
Leopoldo Múnera Ruiz afirma que el análisis de la historia de la formación del
Estado en Colombia ha permanecido dominado por los enfoques teleológico
y normativo, los cuales han adoptado marcos teóricos de Occidente para in-
terpretarlo. Esta situación conllevó a ver el Estado moderno colombiano sólo
como defectuoso (Almario, 2007; Múnera, 2008: 12), sin analizar procesos

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 9


de naturaleza política y cultural ocurridos desde su formación que dejaron
escollos en las relaciones sociales, preguntas sin resolver acerca de la cualidad
de la convivencia de las diferencias culturales dentro del territorio nacional e
impactos negativos en los procesos de cohesión social, debido al número de
violencias simbólicas que se aceptaron como necesarias desde los orígenes del
Estado moderno colombiano.
Así entonces, encontramos que existe una narrativa sobre la génesis del
Estado moderno reducida a los procesos sociales y políticos que permitieron
el paso de la Colonia hacia una supuesta modernidad previamente delineada
y asumida desde otras experiencias históricas7, donde las acciones colectivas
y la especificidad de la sociedad colombiana son asumidas como anomalías
o resistencias «premodernas» al progreso, al cambio o a la evolución histórica
(Múnera, 2008: 14). De esta manera se han reforzado «los discursos e imaginarios
de los cuadros dirigentes de las burocracias estatales, de las élites o grupos que
se disputan el control del Estado para poner en marcha sus proyectos sociales»
(Múnera, 2008: 13).
Para Múnera Ruiz, ese afán de acomodar la génesis del Estado a matrices
interpretativas occidentales ha conllevado a que la historiografía del Estado
colombiano haya caído en anacronismos; se ha escrito más de «la construcción o
deconstrucción de un tipo de Estado moderno imaginado o deseado, que de la
explicación y comprensión de su proceso de formación» (Múnera, 2008: 18).
El segundo cuestionamiento dirige la mirada al lugar que se le otorgó a los
contra-públicos subalternos en la formación del Estado8. La historiografía co-
lombiana afirmó durante mucho tiempo que en el periodo de las luchas por las
Independencias no existieron «expresiones claras de conflictos sociales, debido a
que los sectores populares se comportaron de una manera muy pasiva» (Múnera,
2008: 42). Esta visión, que perduró hasta la década del noventa, fue replanteada
7 Como la Revolución americana (1775-1783), la Revolución francesa (1789-1799) y
la Revolución esclava de Haití (1791-1804).
8 La revisión historiográfica permite afirmar que en repetidas ocasiones los grupos su-
bordinados han encontrado ventajoso construir públicos alternativos, nombrados por
Fraser como contra-públicos subalternos. Según Fraser, estos contra-públicos tienen
un carácter dual pues, por un lado, son espacios de repliegue y reagrupamiento, y por
el otro «funcionan como bases y sitios de entrenamiento para actividades de agitación
dirigidas hacia públicos mas amplios» (Fraser, 1993: 42). En la dialéctica entre estas
dos funciones es en donde recae el potencial emancipatorio de los mismos.

10 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


en estudios más recientes; estos revelan que la participación de negros(as) y
mulatos(as) fue invisibilizada por la posición criolla que asociaba sus acciones
al desorden y a la anarquía (Múnera, 1998; Helg: 2005; Almario, 2007).
Esta narrativa de los procesos independentistas sobresale por su carácter
ideológico ligado a una postura aristócrata y elitista, así como por la «poco
disimulada animadversión hacia los sectores populares» (Múnera, 2008: 45) en
los procesos de construcción de la Nación y el poco protagonismo otorgado a
diferentes actores sociales no hegemónicos en su creación, tomándolos incluso
como destructores del orden social establecido. Para el historiador Alfonso
Múnera, el ejemplo claro de esta postura histórica se encuentra en las obras
de José Manuel Restrepo, Gabriel Jiménez Molinares y Eduardo Lemaître. En
ellas, el concepto de pueblo es asumido de manera general para referirse a los
sectores negros, mulatos y zambos, designados desde sus interpretaciones como
el populacho y la plebe, entre otros apelativos, sin capacidad de agencia colectiva
e involucrados en actos irracionales propios de un ser colectivo animalizado,
negando el carácter de actores sociales a grupos subalternos. Los nuevos estudios
han ayudado a incorporar otras visiones sobre el papel de sectores populares y de
grupos subalternos en las Independencias, los cuales se constituyen en visiones
contra hegemónicas sobre el lugar de aquellos en los años fundacionales de la
República (Almario, 2007; Múnera, 2008: 50).
El tercer cuestionamiento dirige la mirada hacia la fuerza desestructurante de
las violencias simbólicas que se ejercieron sobre las personas que conformaban
el pueblo, la miserable multitud o la muchedumbre, el cual representaba las
identidades grupales de esclavos negros(as), indios(as), castas, hombres y mujeres
pobres, artesanos(as), regiones y religiones distintas a la católica apostólica y
romana. La filósofa Cristina Rojas advierte que es necesario ver la violencia del
Estado no solo en lo referido a la forma en que este propendió o dudó por el
monopolio exclusivo de la violencia física dentro de un territorio, aprehensible
por medio de los discursos de las principales figuras intelectuales y políticas
ligadas a los partidos liberal y conservador, sino también en «[…] los diferentes
regímenes de representación [por parte del Estado] que ponen de presente una
diversidad de manifestaciones y de dimensiones simbólicas o representadas de
la violencia […]» (Rojas, 2003: 30).
Para la autora mencionada, la violencia en Colombia no solo es visible en
las guerras civiles o en los conflictos regionales; también es posible divisarla en

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 11


el modo adoptado en el Estado poscolonial para expresar las «[…] formas de
producción, y la formación de identidades raciales, de género, de clase social
y regionales en el momento de imaginar la Nación. Aquí se encuentran las
violencias simbólicas que se expresan en la forma de nombrar, interpretar y
calificar» (Rojas, 2003: 30).
Por otra parte, el deseo civilizador que impregnó el proyecto posindepen-
dentista, visto como lugar de encuentro entre el pasado y futuro, la barbarie
y la civilización, es propuesto por Cristina Rojas como violento. La violencia
a la que alude se expresó, por un lado, en el campo de las representaciones y
se asentó en la supresión de la historia, es decir, las historias nativas, locales
de resistencia al régimen de castas instalado por la Colonia y las prácticas de
resistencia femeninas no tuvieron cabida en el proceso civilizador; y por otro, en
el establecimiento de jerarquías diferenciadoras y en estrategias de civilización
«impresas en los cuerpos de los criollos, los mulatos, los zambos, los negros y
los indios, fueran éstos hombres o mujeres» (Rojas, 2001: 72).
Las jerarquías diferenciadoras también impregnaron el territorio nacional.
Al respecto, basta recordar que, por un lado, «según los geógrafos decimonó-
nicos, determinadas clasificaciones raciales se corresponderían con unas formas
de vida social y unos espacios geográficos diferenciados de poblamiento, que
configuraran una suerte de topografía racial tanto en el Pacífico como en el
Caribe» (Almario, 2001: 27). Por otro, las «regiones se clasificaban según se
imaginaran violentas, por su estratificación dentro de la escala de la civilización,
o por su papel en la división internacional del trabajo» (Rojas, 2007: 31).
Cristina Rojas afirma además que el deseo civilizador es producto de una
violencia originaria que diluye las diferencias en la identidad. De esta forma, la
narrativa de una historia única «logra este objetivo al suprimir las historias de
los indígenas y de los afroamericanos» y por esta vía la supresión de la historia
local es para la autora un acto de violencia que «interrumpió la continuidad
entre las diferentes historias», dejando a los que quedaron sin historia, sin la
posibilidad de reconocerse a sí mismos (Rojas, 2001: 111).
El deseo civilizador se establece entonces como dependiente de las formas
en que se establecieron las diferenciaciones en el proyecto republicano de ci-
vilización y del modo en que estas diferencias dieron poder a quienes poseían
el conocimiento para dirigir a los subordinados en la senda de la civilización.
La creación de una imagen propia criolla en el marco de una civilización

12 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


superior, por su parte, implicaba «un desposeimiento violento de la historia,
la cultura y la identidad del otro» (Rojas, 2001: 111). Cristina Rojas asume
la negación de la historia como una ruptura en el vínculo entre el pasado y el
futuro, causada por el hecho de ignorar las raíces (Rojas, 2001: 112). En esta
clave analítica podemos entender mejor las razones por las cuales la historia de
África y de sus descendientes se obvió como parte de la narrativa fundacional
del Estado moderno y de la Nación naciente.

Cuestionamientos a la narrativa de formación


de la Nación durante el proyecto postindependentista
La República concebía la Nación decimonónica como una comunidad
política abierta en la medida en que sus miembros se adhirieran a políticas
delineadas por élites ilustradas, donde todos los ciudadanos adoptaran una
única cultura nacional (Williams, 1997: 69). Estos quiebres fundacionales
ayudan a entender por qué es importante la construcción de ciudadanías
diferenciadas hoy.
Para otras autoras, el orden colonial y sus repercusiones en la formación
decimonónica de la Nación en Colombia es «un estabilizador de los rasgos de
organización e identificación públicas que se transmite a la época republicana»
(Rodríguez, 2008: 97). Desde lo anterior, y analizando el orden colonial, se
propone que una de las principales características de la monarquía española
radicaba en su carácter corporativo; es decir, la sociedad era entendida como
un «cuerpo compuesto por diferentes grupos» organizados de forma pirami-
dal, donde el rey se establecía como máxima autoridad (Rodríguez, 2008: 97)
cuya acción estaba limitada por el reconocimiento de múltiples autoridades,
asumiéndose desde este enfoque su carácter pactista.
Con la crisis y los intentos de superarla por medio de las reformas borbóni-
cas, aquella sociedad corporativista trascendió a una imagen de una sociedad
naturalmente jerarquizada; dicho de otro modo, naturalizó la desigualdad y la
procedencia de los individuos a grupos determinados. En este contexto inicial,
la ciudadanía en América «tendría un largo trecho que recorrer antes de ser
asimilada en todas sus virtudes y potencialidades» (Rodríguez, 2008: 98).
A este respecto, debe admitirse que en la construcción nacional republicana,
como legado de la Colonia, se insistía en «tachar como no aptos para la ciu-
dadanía a amplios sectores poblacionales a quienes la promesa republicana se

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 13


les adeudó pese al triunfo emancipador de inspiración liberal debido a que las
élites mantenían y reproducían un orden en el cual el color de la piel, el género
y la clase social determinaban el lugar en la participación civil y política de los
individuos» (Rodríguez, 2008: 98-99).
Diversos estudiosos(as) afirman que existen pocos trabajos históricos acerca
del papel del Estado como forjador de alteridades, lo cual ha permitido que
este importante rol no sea muy reconocido (Segato, 2007). Brackette Williams,
reconocida estudiosa del papel del Estado nacional en la institucionalización
de la diferencia étnica y experta en estudios afrodescendientes en las naciones
de colonización anglosajona, afirma lo siguiente al respecto: «el proceso de
construcción de la nación es un proceso de construcción de raza» (Williams,
1989: 436). En dicho proceso, los grupos raciales se transforman en compo-
nentes étnicos de la nación originados por ella, esto es, por el elemento pensa-
do como no étnico de la nación (Williams, 1993:154). La antropóloga Rita
Laura Segato sostiene que en la actualidad el Estado continúa ejerciendo un
fuerte papel como productor de diversidades culturales (Segato, 2007; 39)9.
Desde los planteamientos anteriores debe entenderse el papel de la creación
del mito de la igualdad racial por medio del mestizaje y del discurso político
de la Nación mestiza.
El proceso de mestizaje se configuró como práctica encaminada al progreso,
la civilización y al proceso civilizador y fue visto como un proceso evolutivo
de blanqueamiento. Este proceso de mestizaje representaba para los criollos
un éxito cuando se daba la mezcla del blanco con un color inferior y un re-
troceso cuando una persona ya algo mezclada se une de nuevo con un color
oscuro (Rojas, 2001: 92).
Para Cristina Rojas, el deseo civilizador se convierte entonces en un sueño
de civilización mestiza, donde por medio del mestizaje era posible una socie-
9 Rita Laura Segato se refiere a este proceso de formación de alteridades históricas. Las
define como aquellas formadas a lo largo de las historias nacionales, sus formas de
interrelación son idiosincráticas de esa historia. Son «otros» que resultan de formas de
subjetivación partiendo de interacciones por medio de fronteras interiores, iniciando
en el mundo colonial y luego en el ámbito demarcado por los Estados nacionales (Se-
gato Rita, 2007: 62). En este campo, las denominadas alteridades históricas son una
forma de relación, una modalidad particular de ser-para-otro, en el espacio marcado
de la nación donde se desarrollaron estas relaciones, bajo la interpelación del Estado
(Segato, 2007: 63).

14 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


dad blanca que no estuviese dividida en términos raciales; es decir, donde las
razas inferiores eran asimiladas por la raza blanca, siendo esta la predominante
(Rojas, 2001: 94).
Para muchos autores es importante detenerse en la manera en que ha ope-
rado la relación «nación, raza y cultura», pues desde ella se institucionalizaron
las fronteras erigidas para la inclusión/exclusión alrededor de la ciudadanía
(Williams, 1997: 68). Los procesos de las Independencias y los primeros años
de vida republicana constituyen espacios de gran riqueza para a analizar cómo
operaron éstas intersecciones en Colombia.
Sobre la forma de construcción de la narrativa de la Nación, al igual que
para el Estado, han aparecido nuevos cuestionamientos que parten del reco-
nocimiento de que la nueva historia de Colombia (1960-1970) se preocupó
más por los grandes procesos sociales y económicos en la formación del Estado
y de la Nación (Melo, 1989; Palacio, 1983) que por entender las dinámicas
referidas a la política y a la cultura10, razón por la cual se desestimaron en
el análisis estos dos elementos clave en la comprensión de la formación de
la Nación y de los procesos asociados a la producción de ciudadanía que se
generaron a raíz del movimiento independentista (Múnera, 1998)11. Múnera
sostiene que al estallar la Independencia no existía una élite criolla con un único
proyecto nacional, sino varias élites regionales que poseían proyectos diferentes
en coexistencia con los grupos subordinados que tuvieron una participación
decisiva, proyectos e intereses propios. Por esta razón, el proyecto de Nación
unitaria fue un fracaso desde sus inicios.
Otros autores(as) se apartan de las explicaciones según las cuales las élites
criollas ilustradas impusieron un relato de homogeneidad cultural para imaginar

10 Ingrid Johanna Bolívar sostiene que es posible observar el vínculo entre la cultura y
política por medio de la dominación política que ha tendido a «operar y vivirse como
diferencia cultural en aquellos contextos que han sido excluidos del mundo político
ciudadano» (Bolívar, 2006: 4).
11 Alfonso Múnera afirma que la obra de Javier Ocampo López titulada El proceso ideológico
de la emancipación se constituye en una clara excepción a dicha tendencia, establecién-
dose como un primer intento de análisis sistemático de las ideas que dieron forma a
las luchas de Independencia, en el cual se propone que «la ideología nacionalista de
la élite neogranadina dominó las filas independentistas» (Ocampo, 1971, citado por
Múnera, 1998: 15).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 15


la Nación. En lugar de ello, afirman que dichas élites fijaron patrones jerar-
quizados para la incorporación a la misma (Arias, 2005: 4).
Por otra parte, la historiadora Marixa Lasso se pregunta cómo se creó el mito
de la igualdad racial durante la primera República acudiendo al discurso del
mestizaje; indaga, ante todo, las razones por las cuáles el mito perduró hasta
nuestros días. En tiempos de conmemoraciones de los Bicentenarios de las
Independencias, el hecho de traer al debate público los hallazgos de Lasso me
afirma en la necesidad de hablar de la fundacional negación de ciudadanía que
se hizo a las personas pertenecientes a la «raza negra» que eran esclavas y de
romper el pacto de silencio racial que ha permanecido en los descendientes de
criollos(as) y africanos(as) durante varios siglos, en detrimento de procesos de
inclusión social colectivos de estos últimos.
Otros autores se preguntan por los impactos que han tenido los cambios
constitucionales ocurridos en América Latina sobre el concepto de Nación, que
le han dado cabida a la idea de constituciones multiculturales (Bonilla, 2006;
Zambrano, 2006). En especial, existe un gran interés por el curso que tomarán
las distintas exigencias que los movimientos sociales de base identitaria étnica
y étnico-racial hacen a las naciones latinoamericanas y caribeñas: estos piden
hablar de redistribución económica y de reconocimiento cultural de manera
simultánea dentro de Estados multinacionales que participan de esta nueva
etapa de la globalización económica (Vizcaíno, 2007: 29).

Cuestionamientos a la narrativa de la
homogeneidad cultural y étnica de la Nación
El antropólogo Julio Arias Vanegas afirma que con la Ilustración y la posin-
dependencia la historia nacional se concentró en el futuro, dejando de lado
el pasado. Para explicar la legitimidad de las Independencias, las élites criollas
debían librarse del pasado colonial con miras a legitimar el ideal de República
de progreso y civilización que encarnaba el nuevo proyecto poscolonial. Por esta
razón, hubo momentos en los cuales «fue necesario limpiar el pasado español y
conjugarlo con el de las incipientes civilizaciones indígenas» (Arias, 2005: 7),
articulándolos en un solo camino histórico.
No obstante lo anterior, entre los críticos de la herencia de la conquista y de
la Colonia española se presentó una contradicción en otros momentos, ligada al
hecho de que a pesar de la necesidad de dejar atrás el siniestro pasado colonial, se

16 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


mantenía la idea del linaje español como «tronco de origen cultural significativo
para el carácter letrado de la élite» (Arias, 2005: 13). De ese modo, la Nación se
funda en una fuerte tensión entre lo propio y lo ajeno, donde el pasado español
servía para nutrir el nuevo proyecto y se constituía en una herencia viviente,
perdurable en las costumbres y en lo popular.
Es importante destacar que el énfasis principal dado a la tradición hispánica,
considerada propia, estaba orientado a la distinción social con todos los dispo-
sitivos que incurrían en ella, apropiados por élites para diferenciarse y legitimar
su posición frente a lo que serían los Otros de la Nación. Esta diferenciación
se sustentó en «la insistencia paralela del carácter hispánico del linaje de los
grandes líderes nacionales y de la herencia hispánica que debía tener el pueblo
nacional» (Arias, 2005: 14), la cual se orientaba, por un lado, a diferenciar a la
élite del pueblo y, por otro, a proponer patrones de normalidad nacional «que
se unían en medio de jerarquías sociales y raciales» (Arias, 2005: 14). En este
sentido, la lengua se configuró como un legado hispánico viviente que propi-
ciaba la unidad cultural; de ello devino el hecho de que se hicieran esfuerzos
homogeneizadores del nacionalismo para la incorporación y reducción de los
pueblos indígenas por medio de la instrucción del idioma patrio y la religión
católica importante para «preservar la moral pública y complemento necesario
a la libertad individual» (Helg, 2000: 231).
Cristina Rojas afirma lo siguiente, de manera lapidaria:
Los colombianos no inventaron una Nación en el siglo XIX, el país estaba
profundamente dividido por razones raciales, regionales, de género, e iden-
tidades de clase que impidieron la formación de una identidad colectiva;
para esta autora la búsqueda de diferencias y distinciones fue más poderosa
que la necesidad de promover la unidad y el interés general. La concepción
de comunidad se vio obstaculizada por el sistema de diferencias que acom-
pañaba el deseo civilizador (Rojas, 2003: 314).

Por los motivos anteriores, la creación del proyecto republicano es un es-


pacio para entender cómo los ideales de la nacionalidad, edificados a partir
de una imaginada unidad, se establecieron en un contexto donde las políticas
institucionales, las prácticas discursivas y la oferta de derechos sociales fueron
excluyentes y/o diferenciadas a partir de las líneas trazadas entre clase, raza,
género, capacidad y sexualidad (Williams, 1997: 69).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 17


Cuestionamientos a la narrativa de la
igualdad racial durante el proyecto postindependentista
Para quienes nos interesamos en el tema del racismo y de la discriminación
racial, es interesante detenerse en la génesis del mito de la igualdad racial; en
este cometido resulta de particular interés el proceso que condujo a las Cortes
de Cádiz. La razón de ser de estas Cortes fue transformar las instituciones legales
y las políticas hispánicas: entre estas transformaciones se encontraba la reestruc-
turación de las relaciones entre la Metrópoli y las colonias, pues establecía un
nuevo estatus para las colonias al declararlas «parte integral de una única nación
española» (Chust, 1999: 52, citado por Lasso, 2007: 35). Al mismo tiempo, los
debates que se desarrollaron en los procesos conducentes a las Cortes de Cádiz
muestran que el acceso a la ciudadanía tenía como prerrequisito un pacto de
silencio frente a la ‘raza’ de los hombres de ascendencia africana.
Pese a esta declaración formal de igualdad entre españoles y americanos,
la concreción de esta igualdad con la Metrópoli no llegó a plasmarse. Por el
contrario, se suscitaron nuevos cuestionamientos frente a la manifestación de
la igualdad política, la representación igualitaria para los americanos y la defi-
nición igualitaria proporcional de los diputados. La discusión fue más allá, por
«el peso demográfico de los grupos de color en América, pues la igualdad y la
representación adquirieron connotaciones raciales» (Lasso, 2007: 35).
Estas connotaciones, unidas a los cuestionamientos referidos a la propor-
cionalidad de la representación para los negros, dieron origen al desarrollo
de nociones de raza y ciudadanía; ello acarreó que en las Cortes de Cádiz la
representación americana estuviera atada a las discusiones acerca de la igual-
dad racial, donde el punto central hacía referencia a la representación de una
sociedad heterogénea racialmente en la Asamblea Constitucional.
El problema giraba entonces en torno al peso político de los diputados ameri-
canos, en tanto que la proporcionalidad entre diputados y ciudadanos y la acep-
tación o rechazo de la ciudadanía para la gente de ascendencia africana o indígena
implicaba el dominio de la Cortes por parte de los americanos. En este marco,
los diputados españoles, quienes no podían expresar el temor de ser sobrepasados
a causa del predominio de la retórica nacionalista de la armonía y la igualdad, se
enfocaron en atacar por medio del señalamiento de las características que desde
su perspectiva impedían a los pardos —negros y mulatos libres— obtener la ciu-
dadanía, dado que los indígenas ya ostentaban libertad e igualdad nominal.

18 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


Para Lasso, la introducción de la igualdad racial de los pardos en el discurso
patriota no se dio de un día para otro (Lasso, 2007: 35). Lo anterior puede
observarse en los debates de las Cortes: allí, en algunas posturas eran aún vi-
sibles los vestigios de la sociedad feudal. En este sentido, dicha autora afirma
que «aunque los diputados americanos aceptaron las nociones liberales de
representación, no promovieron automáticamente la representación de los
pardos» (Lasso, 2007: 36).
Los debates se enfocaron desde esta perspectiva en la Nación, en la cual residía
la soberanía. Para los españoles, el contraste entre América y España remitía
a las diferencias y conflictos raciales del primero frente a la homogeneidad y
la armonía del segundo. De ello se desprende que al considerar complejo el
tema de la heterogeneidad, los españoles propusieran que se debía esperar a la
realización de la Constitución.
Los americanos no pudieron rebatir la argumentación anterior, pues con-
sideraban la Nación y la soberanía desde las ideas que daban prioridad a la
unidad y la homogeneidad, en detrimento de la división y la diferencia. En
este contexto, el acuerdo al que se llegó sólo aceptó la representación criolla e
indígena, dejando el tema de la representación negra en espera. Sin embargo,
frente a los argumentos que denigraban a la heterogeneidad racial americana se
generaron argumentos «en defensa de la diversidad racial de su región» (Lasso,
2007: 36) entre los americanos.
Al parecer, la defensa tuvo que hacerse más fuerte cuando fue presentado el
borrador de la Constitución en 1811. Pese a que en este se establecían oficial-
mente los negros(as) como parte de la Nación española, en artículos adicionales
se definían como ciudadanos(as) «solo a aquellos cuyo origen se remontaba a
España o a América» (Lasso, 2007: 36). En ese sentido, la representación se
asignaba desde el mismo parámetro, incluyendo a los criollos, los mestizos y
los indios y excluyendo de esta forma a «aquellos cuya ascendencia incluyera
sangre africana» (Lasso, 2007: 36). Lo anterior implicó la disminución de la
representación americana y evidenció la inconsistencia del discurso oficial
español sobre la igualdad de los criollos(as).
Lasso sostiene que a pesar de la oposición de los liberales españoles frente
a la ciudadanía de los pardos, los primeros no podían establecer una «barrera
rígida entre ciudadanos blancos y negros» (Lasso, 2007: 36). Ello se debía a
la concepción cristiana de la igualdad y la creencia ilustrada, donde el mérito

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determinaba el estatus social antes que el origen, además del temor frente a la
hostilidad de los pardos americanos, en su mayoría fieles a España. De ahí que
se sustentara la inferioridad de los afroamericanos(as) en «su triste origen, y falta
de educación y su incorporación debía hacerse de manera gradual a partir del
mérito y la virtud» (Lasso, 2007: 36).
En este contexto, y frente a las acusaciones sobre la negación de la ciudadanía
para los pardos, los diputados españoles recurrieron a los ejemplos de Estados
Unidos y Gran Bretaña como naciones donde «el progreso, la ilustración y las
leyes liberales» (Lasso, 2007: 37) no habían significado el otorgamiento de la
ciudadanía a los(as) descendientes africanos libres. Así mismo, se remitieron a
acusar a los americanos(as) de negar los antagonismos raciales por conveniencia
política, retándolos a dar a los pardos no solo el derecho a ser representados,
sino a ser representantes y diputados.
Otros de los puntos en los que se fundamentaron los diputados españoles
fueron la segregación de los registros parroquiales en América, la ofensa que
representaba para los criollos ser confundidos con los mulatos y los prejuicios
raciales de las élites criollas, asumiéndose como aliadas tradicionales y protec-
tores de los pardos(as). En adición, otro de los aspectos controversiales de los
debates estuvo ligado al derecho de los pardos(as) a ser representados, discusión
que dividió a los diputados americanos entre quienes consideraban las formas
en que debía generarse esta representación y quienes, desde posturas más con-
servadoras, postulaban el derecho de los pardos a «elegir pero no a ser elegidos»
(Lasso, 2007: 37).
Para esta autora, la defensa de la ciudadanía de los pardos constituyó una inno-
vación de los disputados americanos por medio de la cual buscaban una idea de
diversidad racial que encajara con el ideal de Nación en el cual los ciudadanos com-
partían valores e intereses comunes, y demostrar a partir de ello, que las relaciones
raciales en la América española eran armónicas y no conflictivas. En este sentido,
los diputados americanos culpaban a las leyes «bárbaras y arcaicas» (Lasso, 2007:
38) del ocultamiento de la ascendencia social, y por tanto consideraban las leyes
de la Constitución claramente excluyentes; es decir, no solo no eran el remedio
para la división conflictiva, sino que además mantenían y generan el conflicto «en
una sociedad caracterizada por la armonía social» (Lasso, 2007: 38).
De forma similar a lo anterior, frente a la expulsión de los pardos del cuerpo
político los criollos debieron defender una noción de nacionalidad basada en

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las ideas de Abbé Siéyès. Bajo dicha noción, el ciudadano era quien llevaba a
cabo obras en beneficio de la Nación, resaltando además una idea de nacio-
nalidad que daba prioridad al «nacimiento, a la cultura y el amor por la patria
sobre los orígenes raciales» (Lasso, 2007: 38). Por tanto, negar la ciudadanía
a los pardos(as) equivalía a negar su pertenencia a la Nación donde habían
nacido.
En tiempos de ciudadanías diferenciadas contemporáneas es necesario
detenerse en las maneras como las dinámicas regionales interactuaron con
el proyecto republicano de ciudadanía liberal, pues desde esta comprensión
tendríamos que imaginar hoy ciudadanías diferenciadas transversalizadas por
la pertenencia territorial. Para este cometido es necesario entender el lugar
simbólico y político de una mayoría de pardos, mulatos, negros libres y de una
minoría de población negra esclava en lo que hoy conocemos como Caribe
contienental, Pacífico Sur y Valle del Cauca. De esta forma comprenderemos
que estos dos grupos ingresaron al proyecto de Nación blanco-mestizo y al
discurso y práctica de la ciudadanía liberal de manera asimétrica.

La distancia entre España y el Caribe colombiano:


negros libres, mulatos y pardos en la búsqueda temprana
de una ciudadanía ciega a la raza
Los análisis históricos actuales sobre las dinámicas de los procesos de las
Independencias en el Caribe neogranadino, en los que participaron negros(as)
libres, mulatos(as), zambos(as) y pardos(as) parecieran bifurcarse, mas no ex-
cluirse de manera mutua, en dos grupos. El primero se compone de quienes
creen importante hacerse preguntas acerca de la ausencia en los actores socia-
les mencionados de una estrategia política basada en la raza para acceder a la
ciudadanía liberal republicana. Al respecto, estas personas afirman cuestiones
como la siguiente:
Alrededor de 1800, los libres de ascendencia africana y los esclavos
formaban la gran mayoría de los habitantes de la región, lo que hacía
temer a las elites blancas que los dos grupos se unieran para promover la
revolución como había sucedido en Haití. Los hombres libres de color,
es decir, los negros, mulatos, zambos y cuarterones libres no aprove-
charon la apertura política producida por las guerras de independencia
para imponer su dominio. Tampoco trataron de organizarse de manera

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autónoma o en unión con los esclavos —quienes representaban alre-
dedor del 10% de la población costeña— para formar una identidad
racial y lograr la igualdad y la libertad en sus propios términos (Helg,
2000: 221)12.
El segundo grupo se compone de quienes resaltan la búsqueda temprana de
ciudadanía sin raza por parte de los actores sociales mencionados, sin negar la
situación de ausencia de estrategia política descrita. Estos historiadores (Véanse
Múnera, 1998; Conde, 2006), afirman lo que se cita a continuación:
[lo importante es resaltar que a principios del siglo xix] pardos, mulatos y
en general libres de todos los colores practicaban actividades artesanales, y
atendían pequeños negocios en los centros urbanos y en el mundo rural del
Caribe neogradino […] una considerable mayoría de ellos sabía leer y escribir,
aunque el gobierno español les negó el ingreso a instituciones educativas
por su condición racial. Tanto estas circunstancias como el estatus miliciano
hicieron de estos grupos raciales sectores sociales de una decisiva participa-
ción en los acontecimientos de las Independencias. El hecho fue reforzado
por la puesta en escena de la igualdad política, cuyo mayor significado era
la condición de ciudadano (Conde, 2006: 191).
Ubicándose en una posición un tanto intermedia, Marixa Lasso aborda las
preguntas raciales que sugiere el periodo de la primera República, concentrándose

12 Siguiendo a Aline Helg, para entender esta situación es importante resaltar tres situa-
ciones explicativas. Primero, al finalizar el periodo colonial la presencia de mujeres
jefas de hogar solteras que tenía trabajos urbanos en ciudades del Caribe neogranadino
(como Cartagena y Mompox) era mayoritaria frente a los hombres que tenían trabajo
rural en haciendas o ranchos; esta situación hacía que las mujeres no pudiesen encon-
trar cónyuges dentro de su propia categoría socio-racial. Es así como muchas tenían
amantes casados, en ocasiones blancos. Es posible que «los niños nacidos de uniones
entre mujeres de ancestro africano y hombres blancos se sintieran menos negros que
los otros» (Helg, 2000: 240). Segundo, dado el papel de las mujeres en el dinamismo
de la economía urbana, muchas de ellas dependían de patronos y clientes de la élite
blanca, lo que las integraba a las redes clientelistas de la ciudad, espacio en donde en
apariencia superaban las líneas de clase, ‘raza’ y género. Tercero, «es posible que la
falta de conciencia racial que uniera a los libres de color con los esclavos de origen
africano proviniera del hecho de que en las ciudades más importantes de la costa no
era excepcional que hombres y mujeres de color libre fueran propietarios de esclavos»
(Helg, 2000: 239). Dicho de otro modo, estos hombres y mujeres de color libres tenían
intereses en la jerarquía socio-racial existente.

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en las distancias entre las prácticas discursivas de exclusión a la ciudadanía liberal
por motivos raciales o por la mancha de la esclavitud junto con la pragmática de
la política en contextos locales. Nos recuerda que mientras en Cádiz se llevaba
a cabo el debate frente a la ciudadanía, «en el Caribe colombiano sucedían
cambios rápidos e importantes» (Lasso, 2007: 38). Lo anterior puesto que,
de forma similar a otras ciudades en Cartagena, los criollos habían depuesto a
las autoridades del Imperio para establecer juntas de gobierno «en nombre del
pueblo soberano» (Lasso, 2007: 38).
A este respecto, Lasso señala que el pueblo no era una «simple construcción
retórica para legitimar al gobierno criollo» (Lasso, 2007: 38). Por el contrario,
la alianza de hombres y mujeres dirigida por los criollos puede verse como una
unión o movimiento de carácter patriótico donde el pueblo, en su mayoría
conformado por gente libre de ascendencia africana, se configuró como prota-
gonista político cuya aparición tuvo claras implicaciones raciales y sociales en
la participación política.
En este contexto, la convocatoria al cabildo abierto de Mompox es para la
autora una demostración de los problemas que enfrentaba la idea de inclusión
política en la revolución, pues no existía claridad sobre quiénes tenían derecho
a participar en las decisiones políticas a nivel local. Además, no se había esta-
blecido aún una retórica oficial en cuanto a la delimitación y las características
de la ciudadanía política (Lasso, 2007: 39), razones que impidieron que este
cabildo se llevara a cabo.
Por su parte, los miembros criollos del cabildo de Cartagena tenían claro
que necesitaban el apoyo de las clases populares para deponer a las autoridades
españolas; en razón de ello, el apoyo de los pardos(as) era crucial para el triun-
fo de los patriotas. Esta alianza entre criollos y pardos fue oficializada en las
primeras elecciones de Cartagena, donde los pardos fueron incorporados a la
definición de pueblo; sin esperar la legislación de Cádiz, se otorgó la ciudadanía
igualitaria a la gente de ascendencia africana (Lasso, 2007: 38).
La alianza descrita también se vio reflejada en las narraciones patrióticas, en
las cuales se alababa de manera discursiva la nueva unidad social y racial, con-
traria a las prácticas coloniales. En este contexto, Lasso expone que un testigo
de la cooperación entre pardos y criollos que buscaban deponer al Gobernador
Montes describió este acontecimiento como «el nacimiento de un pueblo revo-
lucionario liberado de las jerarquías sociales coloniales» (Lasso, 2007: 38).

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Esta transición del pueblo de Cartagena tiene estrecha relación con la negativa
de las Cortes de Cádiz respecto de otorgar la ciudadanía a los pardos(as). Lo
anterior dio lugar a la Declaración de la Independencia de dicha ciudad, pues «la
junta ya había conferido igualdad a todas las razas», y una retórica nacionalista
que asociaba la jerarquía racial con el despotismo español» estaba empezando
a generarse (Lasso, 2007: 40).
En razón de lo anterior, el surgimiento de una retórica que distinguía a Amé-
rica de España permitió que el nacionalismo patriota ganara poder y cohesión.
Desde esta perspectiva, Lasso propone que en esta retórica España representaba
el pasado, la corrupción y el despotismo, mientras América era considerada
como el futuro, la ilustración y la virtud (Lasso, 2007: 40).
Además de lo anterior, las construcciones raciales fueron articuladas a la
retórica, vinculando las jerarquías sociales con el despotismo español y la dis-
criminación como «símbolo antiamericano» (Lasso, 2007: 40). Como ejemplo
de esta articulación, Lasso plantea que en la traducción de los Derechos del
Hombre realizada por Picorrnel se reflejan estos desarrollos; aduce que «el
republicanismo en América, adaptó las ideas de Nación y ciudadanía a las rea-
lidades raciales americanas, y elaboró cuidadosamente las nociones de virtud
cívica que subyacen al discurso oficial de los primeros años de la República de
Colombia» (Lasso, 2007: 40).
Para Lasso, el trabajo de Picorrnel se caracteriza por la contrastación entre
el pasado despótico de la Colonia y las virtudes del republicanismo que con-
sideraba la unidad como principal virtud, donde las relaciones raciales tienen
una gran importancia. De modo similar a Picorrnel, Joseph White consideraba
que las diferencias eran nefastas para la unión y prosperidad de América; sin
embargo, creía que la igualdad racial debía consumarse bajo la monarquía, no
en una América independiente.
La postura de White estaba fundamentada en la idea de que los criollos esta-
ban atados a los prejuicios raciales, hecho que aumentaría las distinciones entre
razas en un gobierno criollo. Pese a lo anterior y en el marco de los debates de
Cádiz, esta postura no pudo sostenerse en la medida en que la igualdad racial
se convertía en una característica de las posiciones políticas de los diputados
americanos. En este sentido, Lasso sostiene que lo que comenzó como una es-
trategia para asegurar una mayor representación americana se consolidó como
una construcción nacional poderosa (Lasso, 2007: 41). No obstante lo anterior,

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a este relato histórico de Marixa Lasso habría que incluir la postura de Aline Helg;
a continuación se presenta una cita textual de esta autora al respecto:
Las alianzas políticas jerárquicas representaron para los hombres de color libres
una etapa importante en su integración al nuevo sistema político, que deseaban
ardientemente. Partiendo de la igualdad dentro de sus unidades militares, los
milicianos negros, pardos y zambos obtuvieron la igualdad individual para todos
los hombres que compartían la tarea de defender la plaza, cualquiera fuera su raza.
Sin embargo, dado que el discurso sobre el tema de la igualdad exigía guardar
silencio sobre la cuestión de la raza, optaron por ganar la igualdad en razón de
sus méritos personales y de sus servicios a la sociedad y no de su raza. Este tipo
de justificación limitaba automáticamente la aplicación de los conceptos de
igualdad y ciudadanía a la población adulta libre y masculina. Como resultado,
los hombres libres de color disociaron su causa de la de otros grupos privados de
derechos civiles como los siervos, los esclavos, los indígenas y las mujeres en general.
También evitaron cuestionar el papel de la raza en la definición de la situación de
los seres humanos. Y no surgió conciencia racial alguna que uniera a los libres y
a los esclavos de ancestro africano puro o parcial (Helg, 2000: 242).
En este marco de ideas, el discurso de José Francisco Bermúdez dirigido a los
soldados negros en la reconquista española de 1815 pone de manifiesto la impor-
tancia que habían adquirido los debates de Cádiz. Para inspirar a los soldados,
personificó a la Independencia como una lucha por los derechos de los pardos(as),
transformando con «destreza» la necesidad que tenían los criollos del apoyo de
los pardos en la necesidad que tenían los pardos de los criollos para acceder a sus
derechos (Lasso, 2007: 42). Al respecto, Helg afirma lo siguiente.
[la élite y las clases populares] adoptaron una posición pragmática frente a
las nuevas circunstancias porque se necesitaban entre sí: la élite criolla a los
hombres de color para ganar el poder, y los hombres de color a la élite criolla
para ganar la igualdad. La raza estaba muy presente en la mente de todos
porque la pequeña minoría blanca no podía sobrevivir sin el apoyo de la
inmensa mayoría de origen africano y porque los hombres de color querían
decir con igualdad era igualdad con los blancos (Helg, 2000: 243).
En el Caribe neogranadino, negros(as) libres, pardos(as), zambos(as),
cuarterones(as) y mulatos(as), es decir, personas de ascendencia africana mixta,
buscaron de manera individual por medio de la idea del mérito visto como un

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criterio neutro, y con cierta autonomía una movilidad social ascendente que les
brindara la inclusión social, a la par con el reconocimiento de algunos derechos
cuyo efecto les hiciera tomar distancias jerárquicas y simbólicas de las castas
degradadas y de personas mucho más negras y subalternizadas que ellos. Para
lograrlo, no se opusieron al orden sociorracial existente y aceptaron ser funcio-
nales al sistema aprovechando una relativa flexibilidad de las categorías raciales:
utilizaron redes clientelistas de vieja data, sacaron provecho de la complejidad
de las relaciones sociales y raciales en Cartagena que venían de la Colonia y que
no sufrieron mayores modificaciones durante la primera República. Para Marixa
Lasso muchos pardos denunciaron de manera abierta la discriminación y no
veían ninguna incompatibilidad entre hablar de ‘raza’ para denunciar el racismo
y hablar del color de la piel como accidente y esto los hacía radicales para la época,
por ello fueron encarcelados, desterrados y ejecutados. Lo que silenció la ‘raza’
no fue la adopción de la ideología mestiza en los pardos sino la criminalización
de aquellos que denunciaron el racismo de manera temprana.

Las dialécticas relaciones entre el centro y la periferia: la


emergencia de una Nación Cultural en el Pacífico Sur
A la repetida afirmación respecto del hecho de que las élites criollas inten-
taron desconocer la etnicidad presente en el territorio neogranadino en su
afán homogenizador, el historiador-antropólogo Óscar Almario García nos
recuerda que desde el análisis de la experiencia concreta de las etnicidades en
Latinoamérica, enmarcadas por el colonialismo español, y del Estado-nación
como expresión política del capitalismo en Hispanoamérica, es posible dar
cuenta de la presencia de historicidad en la etnicidad, aún en condiciones de
dominación y hegemonía cultural discursiva.
Para el caso del Pacífico Sur, Almario plantea que desde mediados del siglo
xviii los negros(as) subalternizados crearon una Nación cultural, distinta y
anterior a la que se estaba narrando durante la República. De ese modo, se
generaron procesos de etnogénesis de los grupos negros del Pacífico Sur, en los
cuales dichos grupos pasaron de su inicial referencia, ligada a la ancenstralidad
africana, a la creación sistemática de referencia relacionada con su experiencia
endógena. Almario afirma que de modo contrario a lo que se piensa al respecto,
esta región poseía una compleja relación con el mundo andino, representado
por las provincias de la Audiencia de Quito, en los niveles comercial, de abas-

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tos, de circuitos oficiales y caminos informales que permitían la conexión de las
regiones y territorios. A partir de esta afirmación, la experiencia colectiva de la
formación de una identidad negra se asume desde una perspectiva de larga du-
ración. Almario propone entonces que se presentaron momentos cruciales en el
proceso de etnogénesis: en las últimas décadas del periodo colonial se reforzó el
modelo político centro-periferia, en el cual la etnogénesis permitió la irrupción
de manifestaciones de desesclavización y territorialización13 de los grupos negros
por las rupturas en dicho modelo, las cuales coinciden con las luchas por la In-
dependencia y el desplome del régimen esclavista (Almario, 2003: 64).
Según Almario, la manumisión jurídica otorgada a los esclavos (1851)
como mecanismo para que se los incorporara al proyecto nacional, unida a
la ocupación de nuevos territorios por parte de las comunidades negras, se
configuran como campos de fuerza efectiva y simbólica que difieren de la idea
de territorio concebida por la Comisión Corográfica y de las estrategias de
integración del Estado, relacionadas con la evangelización y el ordenamiento
social y territorial, buscado a nivel estatal, y con la pretendida modernidad a
nivel político, educativo y cultural (Almario, 2003: 64).
Almario sostiene, además, que el proceso de etnogénesis se ancló en el
sentimiento y percepción del territorio como singular y propio. Desde esta
perspectiva, la etnicidad —en la cual el territorio y su construcción social
están ligados a las experiencias colectivas de la esclavización y la libertad e
interactúan con otros grupos y con el Estado— se da en términos de la llamada
Nación cultural mencionada (Almario, 2003: 64).
Siguiendo con los planteamientos de Almario, este sostiene que en los pe-
riodos 1823-1835 y 1835-1957 la región pasó de ser un área periférica o de
frontera minera a ostentar una administración con relativa autonomía, hasta
culminar en una fase de pleno control desde el interior andino que ha perdu-
rado hasta la actualidad. En este sentido, se propone que en el caso particular
de la Región Pacífica, las dinámicas causantes del surgimiento y consolidación
del Estado nacional se generan en una situación de dependencia respecto al

13 La desesclavización «alude al proceso polifacético de búsqueda de la libertad» a nivel


individual, familiar y colectivo; la territorialización alude a la construcción de territorios
en libertad (Almario, 2003: 65). Desde estas dos dinámicas se proponen la diferencia-
ción y la expresión de la etnicidad de los grupos negros desde el territorio, lo que en
palabras del Almario es entendido como etnicidad territorializada.

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poder central representado por la ciudad de Popayán. En este marco de ideas
se plantean tres líneas de análisis: la primera, referida a las tensiones entre los
territorios pertenecientes a la región mayor (antigua gobernación de Popayán),
y la zona central (Santafé y Quito); la segunda alude a las tensiones entre
la periferia (Pacífico Sur o antigua frontera minera) con el centro del poder
de la región (Popayán) y con los subcentros regionales (Cali o Pasto); y la
tercera se refiere a las distintas maneras en que los sujetos sociales colectivos
entendieron, representaron y significaron el territorio en concordancia con
sus sentidos de identidad social y étnica (Almario, 2003: 89).
La creación de la Provincia de Buenaventura se presentó como resultado de
varios factores, entre ellos la necesidad de los dirigentes de vincular el proyecto
nacional a la aristocracia y rica élite de Popayán. Sin embargo, el hecho de
que la economía de la región estaba ligada a la esclavitud supuso que el pro-
yecto republicano se «debió enfrentar con ideas propias a la élite payanesa»
(Almario, 2003: 89). Dicho de otro modo, «la cuestión entre el centro y las
regiones pasaba por el complejo asunto de cómo conciliar el republicanismo
con la necesidad de mantener las formas sociales y económicas en que sus
élites fundaban su poder y riqueza». Las formas descritas se traducían en la
esclavitud, en la servidumbre de las parcialidades indígenas y en el control
monopólico de la tierra y de la fuerza laboral (Colmenares, 1986; Rojas y
Sevilla, en Silva, 1994, citados por Almario, 2003: 90).
En el contexto anterior, se plantea que las Independencias aceleraron la di-
solución del sistema esclavista; con ello, se derrumbaron de manera paulatina
la producción y la rentabilidad de las actividades mineras, y junto con ellas el
sistema de mina-hacienda, de suma importancia para la economía regional.
Esto representó que en tiempos coloniales la zona fronteriza se hiciera «doble-
mente marginal» (Almario, 2003: 91) en la República, tanto a nivel económico
como político e ideológico, haciendo cada vez más débil su lazo con el proyecto
republicano. Sin embargo, esta situación de marginación hizo posible que los
sectores subalternos (negros e indígenas, principalmente) generaran «formas de
vida e identidad, relativamente autónomas y exitosas, a partir de la adaptación
al entorno y la apropiación del territorio» (Almario, 2003: 91). El proceso de
etnogénesis, ocurrido en el marco del aislamiento regional de los grupos negros
e indígenas, conllevó a la apropiación y construcción de territorios colectivos
cuyas características difieren de las presentadas en otras zonas del país.

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Igualdad, fraternidad y libertad:
principios liberales en medio de una República esclavista
Para entender el impacto de los años fundacionales de la República en los
ascendientes de africanos(as) «puros» o mixtos es necesario recordar que existía
una población esclava minoritaria y otra de ascendencia africana, conformada
por negros(as) libres, mulatos(as), pardos(as), y zambos(as), para cuyos
integrantes este periodo significó la búsqueda de la igualdad de derechos por
medio de la fraternidad con el clientelismo político, del padrinazgo ritual
con los criollos ilustrados y de aceptar el proyecto de mestizaje cultural y
biológico.
Los procesos políticos y sociales ligados a las Independencias están impreg-
nados de dinámicas que no están exentas de ambigüedades, pues se buscó la
libertad nacional pero se abogó por la pervivencia de la institución económica
de la esclavitud. De modo contradictorio, en las mencionadas Cortes de Cádiz
(1810-1812) los criollos ilustrados y españoles peninsulares condenaron el
tráfico de esclavos pero defendieron la propiedad privada, que incluía la pro-
piedad sobre esclavizados(as) negros en distintas regiones de Hispanoamérica
(Lasso, 2007; Díaz, 2006, 2009). Todo lo anterior indica lo que se presenta en
el siguiente fragmento:
Las fuerzas pro esclavistas estaban mucho mejor organizadas que los an-
tiesclavistas, tanto en las redes sociales y de parentesco que constituían las
relaciones entre los miembros de la élite como en sus asociaciones comer-
ciales y cívicas […] concordaban sin problemas en que la esclavitud era
una herencia lamentable y bárbara del pasado colonial, una herencia que
debería ser eliminada a medida que la región continuara su marcha hacia la
modernidad (Reid, 2007: 100).

En realidad, el ímpetu del movimiento separatista y anticolonial no incluyó


la abolición de la esclavitud. Aunque existieron cuestionamientos discursivos
sobre la existencia de las jerarquías estamentales que la Colonia había instalado,
las prácticas abolicionistas no sucedieron a estos discursos; cuando lo hicieron,
se abogó por la situación de los indios(as) —que pasarían a llamarse indígenas—
de tributar y de dejar sus propiedades comunales, que por la situación de los
negros(as) esclavizados. Los debates entre las élites políticas regionales informa-
ron dos tendencias: la primera se refirió a los abolicionistas que defendieron la

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manumisión gradual, al tiempo que defendían el derecho a la propiedad; y la
segunda estaba representada en la postura de Bolívar frente a la esclavitud, que
solo fue clara en términos políticos por compromisos internacionales contraídos
con Alejandro Petión, presidente de Haití, en 1816.
Para los esclavos(as) de las Américas, «la independencia nacional y la es-
clavitud de las personas eran conceptos mutuamente excluyentes. Para ellos
era evidente que las naciones que habían luchado y sufrido por la libertad
no podían denegar ese derecho a sus esclavos» (Reid, 2007: 98). Durante la
primera República, la esclavitud como institución no estuvo expuesta a un
riesgo de desaparición; empero, se debilitó en la práctica por las dinámicas de
las guerras de las Independencias, dado que muchos esclavizados(as) partieron
a las guerras tras la promesa de libertad con la anuencia de sus amos(as) (Helg,
2004; Reid, 2007: 98). La población esclavizada fue vista como muchedumbre
que podía enrolarse a favor de las gestas de Independencia o como defensora
del orden monárquico por parte de las tropas realistas; aquellos esclavos(as)
que no creyeron en que la solución a su situación estaba en las guerras de
Independencia optaron por otras vías para conseguir ser libres.
Mientras que para la población esclava la libertad constituía el objeto de sus
preocupaciones, los temas de igualdad y fraternidad como principios liberales
fundantes de la naciente República fueron reclamados por parte de negros(as)
libres, mulatos(as) y pardos(as) que integraban los llamados hombres de color.
Como lo ilustré de la mano de Marixa Lasso, en los debates ocurridos en las
Cortes de Cádiz tuvieron lugar discusiones importantes sobre si debía otorgarse
la ciudadanía a los pardos(as), negros(as) libres, y mulatos(as), pero no a quienes
permanecían como parte de la institución económica de la esclavitud.
Un número importante de «libres de todos los colores» —en especial
pardos(as), mulatos(as) e incluso zambos(as)— hizo el tránsito de la Co-
lonia a la primera República «como integrantes de los cuerpos militares en
el batallón de milicias pardas gozando del privilegio del fuero legislativo»
(Kuethe, 1994: 177-191). Estos «libres de todos los colores» lucharon por la
igualdad racial sin mencionar la ‘raza’: pidieron igualdad en nombre de su
participación meritoria individual en la lucha en contra de España, no en
nombre del color que les había impedido poseer los mismos derechos que
los criollos blancos. Para la historiadora Aline Helg, no cabe duda de que en
Colombia influyó mucho esta negación de la raza en el espectro de la revo-

30 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


lución haitiana (1769-1804). Las élites se agitaban cada vez que un grupo
de pardos(as) y negros(as) formulaba demandas específicas (Helg, 2004: 26),
el temor que inspiró la llamada pardocracia, se constituyeron en hechos que
impedían hablar en términos raciales.
Las representaciones del periodo de las guerras independentistas requirieron
la articulación de todos los sectores sociales en la lucha contra los españoles. De
ese modo se estableció el uso del pronombre nosotros como símbolo de identidad
y de solidaridad entre indios y criollos en contra del enemigo español (Rojas,
2201: 65); es posible que lo anterior también haya cobijado a los esclavizados(as)
negros. Romper los lazos con «la madre patria» implicó para los criollos poner
en funcionamiento varias fórmulas por motivo de la inexistencia de una base
social homogénea y extendida para que el apoyo a la causa independentista
garantizara un éxito futuro.
La primera de las fórmulas mencionadas radicó en mostrar la legitimidad
de la lucha americana por medio de la rememoración de un pasado lleno de
opresión y atraso: esto es, la imagen de víctima en torno a un pasado común
de sufrimiento y esclavitud donde los pueblos indígenas pasan a ser símbolo
de la opresión y la humillación; donde la «redención de América era también
la redención de dichos pueblos» (Rodríguez, 2008: 116). Aquí es claro que los
esclavizados(as) no eran vistos como pueblos que podían participar en esta co-
munión como los indígenas, sino como individualidades que podían obtener la
libertad si se enrolaban en las filas militares independentistas como prerrequisito
para ser tenidos en cuenta algún día en el cuerpo de la Nación14.
Visto lo anterior, las guerras de las Independencias deben verse como mo-
mentos donde se produjeron «los primeros lazos de adhesión a una comunidad»
respecto de los estamentos que conformaban la sociedad colonial. Por medio
de tales lazos se buscaba generar una desconexión de España y de las herencias
coloniales (Rodríguez, 2008: 89).

14 Durante la consolidación de la República, las diferencias raciales se concebían como


herramienta y como obstáculo para legitimar la posición de dominio de la élite. Quizá
por ello se desenterraba en ocasiones el imaginario del miedo a la supuesta naturaleza
criminal de los negros(as) esclavizados como argumento para oponerse a la abolición
de la esclavitud, visión racista y antirepúblicana que quedó plasmada en el Congreso
de Cúcuta del año de 1821, «según la cual los negros debían mantenerse sujetos a la
tutela de los blancos» (Rojas, 2001: 70).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 31


El historiador Rafael Díaz afirma que si bien las Independencias significaron
un proceso mediante el cual se materializó un rompimiento político frente a un
orden hegemónico y opresor peninsular, que recordaba de manera ontológica
a los criollos de origen español la fatalidad de un nacimiento transatlántico,
causa de su discriminación, la lucha en contra de la opresión era una práctica
que ya habían desarrollado los esclavizados(as), quienes confrontaban el régi-
men colonial esclavista por medio de la deserción de la mina o de la hacienda
y se refugiaban en los montes por medio de prácticas de cimarronaje armado,
simbólico y del alma (Maya, 2005: 51).
Lo anterior estaba representado en la creación temprana de palenques15, en el
protagonismo de revueltas como la de Guarne (Antioquia) o en la creación de
rochelas. A partir de ello, Díaz afirma que «nos enfrentamos así a una tensión
y a un dilema: una cuestión era el sentido y la concepción que los esclavizados
le habían dado a la libertad y otra, muy distinta, la que correspondía a la élite
colonial y a la élite política republicana nacional, las cuales en verdad no estaban
dispuestas a reconocer que los esclavizados también tenían el derecho natural
a la libertad» (Díaz, 2009). Pese a que estos españoles americanos conocían el
«maltrato genealógico» y la discriminación social y política por haber nacido
allende los mares de España, como personas y como grupo social carecían de
reconocimiento epistémico por parte de los europeos respecto del conocimiento
que los criollos ilustrados tenían sobre la «civilización»; estos últimos habían
experimentado en carne propia el bloqueo a sus aspiraciones de representación
política y la negación continua de prebendas burocráticas de estatus por parte de
la Corona española. Toda esta situación había formado una suerte de identidad
americana ofendida. ¿No es acaso el Memorial de Agravios de Camilo Torres
y Tenorio (1809) su más clara expresión?
En consecuencia, la reacción y resistencia de los esclavizados(as) se mani-
festó en el escenario cotidiano de búsqueda de su propio sentido de libertad y
liberación; de forma particular, se hizo patente en el rechazo a ser considerados
como instrumentos de trabajo, y no como personas dignas. Pareciera que a los
esclavizados(as) no les atrajo el proyecto político de Independencia liderado

15 La Ramada, San Miguel, Uré, la Matuna, el Limón, San Miguel, Tabacal, Matudere,
Betancur, Barranca, Bongue, Norosi, Cimarrón, Santa Cruz de Maringa, Matima,
Tocaima, San Jacinto, Guarne, Cerrito, Carate, Betanzi, Ladera, Judas y San Bartolomé
son los nombres de algunos de ellos.

32 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


por los criollos, aunque no es posible negar que participaron en cierto nivel en
las guerras de las Independencias (Díaz, 2009).
Así, desde el anonimato colectivo esclavizados y libertos construyeron y
ejercieron su propia idea de libertad que, en todo caso, no correspondía a
la concepción de libertad esgrimida por las élites, quienes definitivamente
no reconocían en los subordinados o subalternos —como los esclavos— el
pleno derecho a la libertad según lo proclamaban las doctrinas liberales en
boga en aquellas épocas (Díaz, 2009).

El africanista Rafael Díaz llama «la libertad en la esclavitud, y la esclavitud


en la libertad» (Díaz, 2006) a este proceso ambiguo y contradictorio. En efecto,
en términos conceptuales se trata de dos tipos de libertad.
Almario García responde a las razones de esta aparente apatía tomando como
eje de referencia el Pacífico Sur. Para él, «mientras en el territorio de la futura
Colombia tenía lugar el proceso de mestizaje, como lo muestran los censos
de la época, en el Pacífico Sur, las fronteras sociosectoriales permanecieron
prácticamente inalteradas, no sólo en el orden simbólico sino en el geográfico
y demográfico» (Almario, 2001: 22). En este último, las configuraciones de
naciones culturales se dieron en forma paralela al nacionalismo de Estado.
Así entonces, entre finales del siglo xviii y mediados del xix se presentó
la crisis de la dominación colonial que le dio paso al nuevo modelo político
republicano. La anterior fue una crisis en relación a los bloqueos de los grupos
dominantes sobre la etnicidad, que dio lugar a la expresión de su alteridad. La
territorialidad construida por los esclavizados(as) y sus descendientes constituye
una peculiaridad en la historia de este periodo para el suroccidente colombia-
no en la transición de la Colonia a la República. En el siguiente fragmento se
consignan las afirmaciones de Almario al respecto:
[En el Pacífico Sur neogranadino] la disolución de la esclavitud, que en las
postrimerías de la Colonia ya presentaba síntomas irreversibles por varias
causas, se precipitó en una crisis definitiva con las guerras de Independencia
a pesar de los intentos de los esclavistas republicanos por mantenerla y repro-
ducirla; cuando es evidente que los esclavizados pasaron de una experiencia
social constreñida a los espacios de la economía minera, a la ocupación
extensiva y en libertad del territorio como producto de una gesta colectiva
y anónima (Almario, 2005: 147).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 33


Para la misma época, el historiador Alonso Valencia Llano señala la formación
de una especie de «población díscola» de mulatos, mestizos, blancos pobres y
campesinos negros que fueron copando distintos espacios en el territorio que
hoy se conoce como Valle del Cauca (Valencia, 2008). Pasando a otro lugar de
la geografía nacional, desde finales del siglo xviii la documentación colonial
registraba la presencia de «sociedades en desorden» cuyos habitantes vivían «sin
ley y sin religión» en la actual región Caribe (Helg, 2004); dichos lugares no
eran otra cosa que palenques fortificados de negros(as) huidos y rochelas. Ello
demostraba que en el Caribe, que debe considerarse una zona de frontera, im-
peraban diferentes órdenes entre la población, distintos al colonial, en aquella
época (Herrera, 2006: 248; Polo, 2006: 177).
Con el resquebrajamiento de la institución de la esclavitud a causa de las
guerras de Independencia y su prolongación aun en el periodo de consolidación
de la República, los grupos negros del Pacífico Sur lograron mantener un ritmo
relativamente rápido hacia la libertad (Almario, 2001: 24); en este sentido, la
erosión del sistema esclavista se dio por medio de la automanumisión y de di-
námicas paralelas diferentes a las manumisiones, estrategia del Estado central.
Almario argumenta que existió una articulación del pensamiento republicano
para fortalecer la identidad de los grupos negros. Con esta se alcanzaron otros
significados, en especial en lo referido a la religiosidad popular. Afirma además
que el discurso hegemónico cuyo objeto era aislar estas comunidades del proyecto
nacional generó una limitada conciencia de etnicidad, pero propició también
un fuerte sentido de pertenecía y distinción; es decir, el temor a ser excluidos
los convirtió en Renacientes de sí mismos (Almario, 2001: 27).
En cuanto a la etnicidad negra y el nacionalismo naciente en el Estado mo-
derno a finales del siglo xix y principios del xx, Almario afirma que lo que él
ha llamado «fase ascendente de la cultura negra en el Pacífico Sur neogradino»,
que se mantenía en este periodo, entra en contradicción con el nacionalismo
de Estado, fortalecido con la adopción del centralismo. Esto se debió en gran
medida a los proyectos de control social que tuvieron como protagonistas a la
Iglesia Católica y al Estado, los cuales buscaban imponer un modelo de po-
blamiento alternativo al ejercido por las comunidades negras, catalogado de
disperso y ribereño. Este proyecto «modernizante e integracionista» fue com-
plementado y matizado por una tendencia de identidad regional, y no derivó
hacia una vertiente étnica e identitaria. En respuesta a lo anterior, la etnicidad

34 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


negra trató de adaptarse a las condiciones y tendencias impuestas «preservan-
do lo más profundo de ella, con un movimiento de retracción hacia las zonas
rurales» (Almario, 2001: 31), creando sus propios mitos, relatos populares y
leyendas, los cuales se constituyeron en caminos a la identidad.
En este sentido, Almario sostiene que la memoria colectiva fundamentada
en el periodo descrito se solidificó a partir de estas experiencias, proyectándose
hacia el futuro pero dejando en el olvido el pasado. Dicho de otro modo, es
una memoria «corta», que tiene un puente con una «profunda» a partir del
sentimiento de pertenencia, distinción y diferencia (Almario, 2001: 33).

Manumisiones sin abolición de la Esclavitud durante la República:


libertad sin ciudadanía e igualdad real
La independencia del Nuevo Reino de Granada ocurrió en 1821. Helg hace
varios comentarios al respecto, que me permito citar aquí.
[…] la primera Constitución de la República de Colombia, que incluía a la
Nueva Granada, Venezuela y Ecuador, se debatió y aprobó en 1821, cuando
la mayoría de las regiones liberadas se encontraban en la zona andina de
la Nueva Granada. Ella limitó el sufragio a los hombres con propiedad o
medios de vivir de manera independiente, y que a partir de 1849, supieran
leer y escribir. Garantizó la “libertad, seguridad, propiedad e igualdad” de los
colombianos. Esta Constitución no mencionó la cuestión racial ni trató de
manera explícita el tema de los indígenas y de los esclavos, cuya condición
fue objeto de una legislación separada, tampoco se ocupó de las mujeres. A
partir de 1825, los censos nacionales oficializaron el silencio sobre la raza
al no mencionarla entre los datos registrados, excepto de manera parcial
y tácita por medio del registro de los esclavos hasta la abolición en 1851
(Helg, 2002: 242).
Mientras las características de la ciudadanía política quedaban trazadas y favo-
recían de manera discursiva la inclusión social de negros(as) libres, mulatos(as)
y pardos(as), algunos esclavos(as) aún permanecían vinculados a la institución
económica de la esclavitud. ¿Cómo justificaron los criollos ilustrados la libertad
nacional con la permanencia de la institución económica de la esclavitud?
En tiempos de conmemoraciones de los Bicentenarios de las Independencias
es pertinente recordar que el proceso que condujo a las manumisiones y a que

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 35


no se diera de manera real la abolición de la esclavitud advierte acerca de la pre-
sencia de dos tendencias frente a la institución de la esclavitud, una abolicionista
y otra antiabolicionista. Para el historiador Francisco Zuluaga, estas últimas
se configuran como dos líneas «claras desde 1821, y en permanente vigilancia
mutua» (Zuluaga, 2003: 402). Por un lado, los abolicionistas se «aferraron al
proceso de manumisión como única vía práctica para alcanzar la erradicación
de la esclavitud» (Zuluaga, 2003: 402). Por otro, quienes buscaban el manteni-
miento de la esclavitud dificultaron el proceso de manumisión «entorpeciendo el
funcionamiento de fondos y juntas de manumisión, o consiguiendo prórrogas»
(Zuluaga, 2003: 402). El proceso de manumisión, contrario a la abolición, fue
la estrategia que hizo posible dilatar la libertad de los esclavos y se convirtió en
el «mecanismo que permitía a los esclavistas mantener vivo, aunque agónico,
al sistema socioeconómico de la esclavitud» (Zuluaga, 2003: 405).
La historia registra la existencia de muchos neogranadinos abolicionistas
espontáneos, quienes dieron libertad a sus esclavos(as) infringiendo la ley
española vigente. No obstante, fueron pocos y sus prácticas abolicionistas se
dieron de forma aislada; aunque escasas, muestran el impacto que tuvieron las
propuestas abolicionistas europeas en nuestros territorios16.
Existió una conciencia discursiva de rechazo a la esclavitud y de oposición
individual al sistema esclavista. Es de resaltar la condena de la institución de la
esclavitud que aparece en algunas Constituciones como la de Cartagena (1812),
en la cual se rechazaba la esclavitud y se buscaban formas para superarla, y la
de Mariquita (1815), que plantea la libertad de vientre y la manumisión «por
medio de fondos como la solución para acabar la esclavitud en su jurisdicción»
(Hoyos, 2007: 193)17.
Las discusiones formales sobre la abolición de la esclavitud provienen de la
Provincia de Antioquia y tienen como protagonistas a Félix del Corral, presidente

16 Dos de las fuentes iniciales del discurso abolicionista se encuentran en Popayán, en


las expresiones de miembros de las familias Arboleda y Mosquera, y en Antioquia, en
las opiniones vertidas por José Félix de Restrepo (Zuluaga, 2003: 393).
17 La historiadora Aline Helg afirma que «a pesar de que los piñeristas —apoyados por sus
partidarios entre las clases populares de ascendencia africana— gobernaron Cartagena
y su provincia desde noviembre de 1811 hasta diciembre de 1814, hicieron muy poco
para acabar con la esclavitud durante estos años. La Constitución de 1812 no liberó
a los esclavos y sólo abogaba por la disminución de la esclavitud» Helg, 2000: 239).

36 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


dictador de la provincia, y al jurista José Félix Restrepo, quienes abanderaron las
discusiones sobre la manumisión y la ley de libertad presentadas en debate por
la legislatura de Antioquia para anclar dicha ley a su Constitución en 1813. Del
Corral precisa su propuesta en un memorial dirigido al presidente del supremo
Poder Ejecutivo de la Unión, Jorge Tadeo Lozano, el 12 de diciembre de 1813.
En este memorial, los argumentos presentados por Del Corral se centran en
mostrar cómo la situación de los esclavos estaba inmersa en la injusticia en el
contexto de la declaración de los derechos del hombre y de la reivindicación
de la libertad; aquello solo podía resolverse por medio de una emancipación
sucesiva (Hoyos, 2007: 209).
Remitiéndose a ejemplos como la política del gobierno inglés, Del Corral
plantea que el gobierno antioqueño esperaba una medida efectiva por parte
del poder central, argumentando que de lo contrario se vería obligado a tomar
medidas. En este marco, el Congreso ordenó pedir información sobre el tema
(Hoyos, 2007: 210).
A partir de las discusiones que se dieron en diferentes provincias de la Nueva
Granada, el historiador Hoyos plantea que los disímiles puntos de vista frente
a la institución de la esclavitud reflejan la división de posiciones frente al tema.
Estas posiciones fueron resumidas por el padre Tisnés en dos sentidos: por una
parte, las negativas en cuanto a las repercusiones para la agricultura, la minería
y la tranquilidad pública, refiriéndose a la abolición como germen de males
infinitos que acelerarían la ruina de la Nación (Hoyos, 2007: 211); y por otra,
las positivas, que asumen la propuesta realizada por Del Corral como muestra de
sabiduría, de la ilustración y la rectitud, así como de amor a la humanidad.
En este contexto polarizado apareció la ley del 7 de abril de 1814. Esta ley
de manumisión estuvo compuesta por dieciséis artículos que se describen y
enlistan a continuación.
• En el primer artículo se planteó que los hijos de esclavos que naciesen
a partir del día de la sanción de la ley serían libres e inscritos en los re-
gistros cívicos
• En el segundo se hizo referencia a la obligación de los dueños de los
esclavos(as) frente a la educación y manutención de sus hijos, quienes
en recompensa deberían indemnizar los gastos de su crianza por medio
de obras y servicios hasta los dieciséis años

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 37


• El tercero hace referencia a las condiciones que excluyen a los hijos de
esclavos(as) de los derechos del ciudadano: el vicio o la inmoralidad
• El cuarto prohibía la compra y venta de esclavos que separara los hijos
de los padres
• El quinto se remitió a la suspensión de los derechos de ciudadanía a los
esclavos que abusaran de la emancipación
• El sexto prohibía la compra y la venta de esclavos desde la puesta en
marcha de la Ley
• El séptimo se refería a la obligación de todos los testadores a manumitir
por causa de muerte a uno de cada diez esclavos teniendo herederos
forzosos; si no los tuviese, a la cuarta parte de ellos
• El octavo hablaba de la entrega del escudo de ciudadano benemérito de
la República a quienes acreditaran la manumisión de dieciséis esclavos,
sin contar los enfermos o los de edad avanzada
• El noveno se remitía a la fundación de un montepío con el fin de liberar
sucesivamente a los esclavos; estaría compuesto por donaciones cuyos
recaudos serían titulados como mandas para la redención de cautivos, y
de capitaciones anuales impuestas a los propietarios
• El décimo hacía referencia a la obligación que tenían los sub-presidentes de
exigir a los propietarios una matrícula juramentada sobre la información
de la cantidad, la edad y el sexo de los esclavos que poseían
• El undécimo se refería a las funciones y la composición de las juntas de
amigos de la humanidad, que serían erigidas en cada departamento
• El duodécimo destinaba el primer día de pascua de resurrección de todos
los años para la manumisión
• El decimotercero establecía que la contribución de los propietarios debía
efectuarse en el mes de enero de cada año
• El decimocuarto planteaba que las juntas de amigos de la humanidad
tendrían una sesión cada mes para emitir al gobierno un informe sobre
las observaciones frente a la manumisión
• El decimoquinto indicaba que dichas juntas deberían hacerse cargo de
tomar los informes e informarse sobre la conducta de los liberados
• El decimosexto proponía la suspensión de la Ley hasta el primero de
agosto, sin prejuicio a la libertad de vientres

38 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


Hoyos afirma que la ley antioqueña de manumisión y libertad de partos estuvo
vigente hasta 1816, cuando fue suspendida por la Reconquista Española; con
algunas modificaciones, se la «revivió» en la Constitución de Cúcuta.
Al detenerme en el análisis del lugar ocupado por institución de la esclavitud
en el proyecto republicano, me parece importante recordar la postura de Simón
Bolívar ante la esclavitud y su papel en el direccionamiento del nuevo régimen
jurídico constitucional que se configuraba en este periodo histórico. Lo anterior
por cuanto la permanencia de la institución de la esclavitud se convirtió en un
campo de lucha ideológico, «cuyo resultado fijaría parte de la identidad de la
población negra de Colombia» (Hoyos, 2007: 219). Las posturas de Bolívar
frente a la abolición de la esclavitud variaron en intensidad y dependieron de
distintas coyunturas contextuales e internacionales: en algunos momentos fue
mucho más evidente que él buscaba derrotar a los españoles, fundar el Estado
y transformar la sociedad liberando a los esclavos, «sin fomentar una guerra de
castas que seguramente hubiera debilitado completamente la fracción criolla y
terrateniente siendo así presa fácil de los españoles» (Hoyos, 2007: 225).
Para entender el papel de Bolívar en la legislación esclavista es importante
detenerse en el Congreso de Angostura, llevado a cabo entre el 15 de febrero
y el 19 de julio de 1819. En dicho evento, Bolívar plasmó las orientaciones e
indicaciones que debían seguirse para legislar las antiguas colonias, así como
las soluciones para la esclavitud por medio de la libertad absoluta. Bolívar dictó
leyes basadas en los pactos que estableció con Alejandro Petión, por medio de
los cuales se comprometía a dar la libertad absoluta a todos los esclavos en los
territorios liberados.
El 2 de junio de 1816 se decretó la libertad absoluta de los esclavos en Ve-
nezuela, bajo la condición de que los varones «en edad militar» se enlistaran en
el ejército bolivariano (Hoyos, 2007: 230). Fundamentada en la idea de que la
República necesitaba los servicios de todos sus hijos, la Ley buscaba imponer
condiciones a los nuevos ciudadanos que orbitaban básicamente en el servicio
en el ejército bolivariano de los hombres liberados como condición para acce-
der a la libertad y a los derechos del ciudadano. Los debates entre defensores y
opositores de las medidas del libertador lograron dilatar y trasladar el problema
al Congreso de Cúcuta, proponiendo en el acta del 11 de enero de 1820 que
el paso hacia la libertad absoluta requería un tiempo de preparación; es decir,
se planteaba otorgar la libertad por grados.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 39


La esclavitud queda en este sentido abolida de derecho, pero solo se establece
de hecho a partir de un tiempo preciso. Para muchos historiadores, la dilación
del proceso fue clara en las aspiraciones de los legisladores, quienes además
obstaculizaron la tarea que les había encargado Bolívar; por tanto, su idea de
derrocar al régimen colonial por medio de la abolición de la esclavitud se vio
frustrada, pues «quedando viva la esclavitud quedaba viva la Colonia española
y no se pasaba a crear un nuevo régimen social y obviamente económico»
(Hoyos, 2007: 239).
Lo ocurrido en el Congreso general de Cúcuta de 1821 es de suma importan­cia,
pues allí se instauraron las leyes más trascendentales dictadas por este Congreso
a la Constitución de 1821: la conformación de un solo Estado a partir de las tres
facciones del Nuevo Reino de Granada y la ley de manumisión de los esclavos.
En dicho evento, Félix de Restrepo presentó un proyecto de ley similar al de
la ley antioqueña de manumisión con dos artículos nuevos, según los cuales
se buscaba hacer más beneficiosa a esta última; este proyecto fue debatido en
«diferentes oportunidades» (Hoyos, 2007: 243).
Reseñando el curso que toman la lectura y la discusión sobre el proyecto de
Restrepo, Hoyos destaca que las discusiones estuvieron ligadas a las interven-
ciones de los diputados frente a la educación de los esclavos, la injusticia de
privar de la propiedad de los esclavos a los amos, el tema de los jornaleros y la
financiación del montepío de manumisiones. Finalmente, el autor resalta las
influencias notables en el discurso de Restrepo, las cuales hacen referencia a la
ilustración y al ideario de Montesquieu, aduciendo que «la esclavitud atrasa el
progreso y estanca a la agricultura» (Hoyos, 2007: 251).
Para Hoyos, la opinión de Bolívar frente al Congreso de Cúcuta parte de
establecer que, pese a su carácter humanitario —en parte, equitativo—, este no
satisfizo a Bolívar por cuanto no se abogó por la abolición absoluta e incondi-
cional de la esclavitud. Para el libertador, la tarea de liberar de forma absoluta a
todos los colombianos asumida por el Congreso era la única forma de conciliar
los derechos posesivos, políticos y naturales (Hoyos, 2007: 267).
Es importante señalar que el lugar otorgado a los esclavos en las gestas de
independencia quedó registrado, entre otros, en el papel que debían jugar en
el servicio militar como prerrequisito para aspirar a la libertad de unos a la
ciudadanía en otros casos. El Congreso de Cúcuta analizó y dictaminó que
frente a la ley que invitaba a los esclavos a tomar el servicio de las armas, la libre

40 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


elección quedaba derogada; debían prestar servicio militar como condición
para obtener su libertad. Así mismo se establecieron dos artículos que hacían
énfasis en los esclavos desertores, dándoles como únicas opciones volver bajo
el mando de sus amos o enrolarse en el servicio de las armas (Hoyos, 2007:
342). Estas serían las bases que permitirían a Bolívar reclutar a más soldados;
empero, la base más sólida para hacerlo fue la ley orgánica dictada en 1816,
que «prometía la libertad a esclavos después de servir tres años en el ejército»
(Hoyos, 2007: 344).
Durante la fallida Asamblea Constituyente de Ocaña celebrada en 1827, fue
citada una Constituyente Nacional para reformar la Carta Magna de Cúcuta
(1821). La asamblea se vio envuelta en una fuerte fragmentación que no logró
expedir una nueva Carta ni realizar las reformas a la Carta Magna mencionada.
En esta convención, el discurso de Bolívar no hizo referencia al problema de la
esclavitud; según Hoyos, esto se debió a la problemática del país. El mensaje
se orientó entonces hacia buscar salidas a la ingobernabilidad producida por la
carta anterior, la baja moral del ejército y la inoperancia del sistema tributario
y judicial.
Para los historiadores, el tema de la esclavitud dejó de debatirse en este con-
texto conflictivo, convirtiéndose en un asunto al que solo se hacía mención.
En este sentido, el reconocimiento de los derechos de ciudadanía a la gente de
color se hace expreso; sin embargo, no se incluyó en las leyes expedidas por
Bolívar bajo las facultades especiales que suponía su cargo de Dictador. Así, el
tema de la abolición de la esclavitud quedó reducido a la libertad de vientres
y la manumisión hasta la expedición de la ley del 21 de mayo de 1851, con la
cual el gobierno de José Hilario López «liquida del todo la esclavitud negra en
el país» (Hoyos, 2007: 272). Pese a las protestas de los amos, la ley de abolición
de la esclavitud fue promulgada el 1 de enero de 1852; aquello dio lugar a la
guerra de 1851 liderada por Arboleda, primera secuela de la abolición, frente
a la cual los esclavistas no se resignaban18.

18 Los estudios históricos han insistido en que para esta época la población en situación
de esclavitud era escasa en el país, pues se habían dado numerosas automanumisio-
nes, llamadas también coartación, autocompra, o compra de sí mismo, entre otras
estrategias para alcanzar la libertad, al lado de otras prácticas sociales como la fuga,
los cimarronajes, las denuncias por maltrato y las solicitudes legales de libertad.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 41


La libertad jurídica y la igualdad ante la ley inmersas en la ley de 1851 fueron
una gran conquista; de ello derivó el rechazo que desató entre los esclavistas. En
este marco, Francisco Zuluaga se pregunta qué se habría requerido para que la
abolición de la esclavitud hubiese sido tal y engendrara una libertad total.
Para responder a este cuestionamiento, Zuluaga propone que más allá de la
pérdida de la libertad, la esclavitud supone para el hombre la privación de un
parentesco y la negación de su condición de pertenencia a un grupo, desaso-
ciándolo, desexualizándolo y descivilizándolo (Zuluaga, 2003: 406). En razón
de ello, la libertad absoluta, resultado de la abolición de la esclavitud, solo sería
posible en la medida en que su proclamación estuviera seguida por el «retorno de
lo negado o arrebatado al esclavo» (Zuluaga, 2003: 407); es decir, la pertenencia a
una familia y a un grupo social, el reconocimiento jurídico de la responsabilidad
de sus actos, la atención y la crianza de los hijos y la capacidad de participar en
las decisiones de la comunidad y del país.
Desde esta perspectiva, a pesar del reconocimiento de algunas de estas con-
diciones —su reconocimiento como hombres— y de algunos derechos civiles
—su condición de ciudadanos— no se llevó a cabo la resocialización, siendo el
derecho a la propiedad claramente desconocido por los ex esclavos. Sería nece-
sario «esperar a que se apropiara la llamada Ley 70 de 1993» (Zuluaga, 2003:
407), para que se reconociera el derecho a la propiedad de la tierra que hicieran
suya varios siglos atrás.
A este respecto, afirmo que el mayor efecto producido por el discurso de la
abolición formal de la esclavitud fue formalizar indemnizaciones a los propie-
tarios de esclavos(as) —mujeres, hombres, niños y niñas— y sellar un pacto de
silencio sobre la existencia de la institución de la esclavitud durante tres siglos
con los ascendientes y descendientes de africanos(as) otrora esclavizados, por el
bien de la nación mestiza naciente.
El antropólogo e historiador Augusto Gómez invita a crear ambiciosos
programas de investigación sobre el periodo de la post-esclavitud y ver los(as)
descendientes de africanos(as) como constructores de territorios para la Nación.
Por ello, afirma lo siguiente sobre los historiadores.
[a los historiadores(as) les falta] dar a conocer y comprender esas “otras voces”,
esas otras concepciones y formas de resistencia de aquellos sectores sociales
afrodescendientes que habiendo sido sometidos a la condición de esclavos en
minas y haciendas, lo mismo que en espacios urbanos coloniales y republicanos

42 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


—en calidad de artesanos, como fuerza de trabajo en las obras públicas y en
los servicios domésticos— fueron dibujando nuevos y múltiples mapas en
virtud de la estabilización de sus antiguos asentamientos, “tipo campamento”,
especialmente en aquellas áreas mineras auríferas de aluvión, como el Pací-
fico colombiano; pero también como resultado de procesos de migración y
colonización de tierras nuevas, y en fin, gracias a los nuevos hábitats rurales
y urbanos que fueron construyendo, dando lugar a nuevas sociedades locales
y regionales del largo, complejo y conflictivo proceso de estructuración de la
sociedad colombiana que hoy continúa (Gómez, 2007: 4-5).

Inclusión abstracta y exclusión concreta: las paradojas de la


ciudadanía liberal republicana abstracta y universal
En el análisis de conciencia discursiva sobre la creación de una nueva estruc-
tura social poscolonial tanto en el periodo autonomista como en el indepen-
dendista es posible afirmar que existía una interiorización de los derechos del
hombre y del ciudadano como herramientas para el ejercicio de la ciudadanía,
donde la igualdad y la legalidad, principios que guiaban la visión de mundo
del hombre republicano acerca de la nueva sociedad que se pretendía erigir, se
constituyeron en elementos claves, así como la adopción de los derechos natu-
rales del ciudadano como pilares del bienestar y de la igualdad. En varias cartas
constitucionales de la época se hacía referencia a tres cuestiones: primero, que
los hombres nacían y permanecían libres, además de contar con igualdad de
derechos; segundo, que el objeto de toda asociación política era la conservación
de los derechos naturales e imprescindibles del hombre, es decir, la libertad, la
propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión; y tercero, que la ley era la
expresión de la voluntad general y que en su formulación todos los ciudadanos
tenían el derecho de participar y la libertad para expresarse, hablar e imprimir
sus pensamientos y opiniones (Soasti, 2008: 293-318).

Ciudadanos para la Nación


En el periodo de post-independencia, el discurso centrado en la diferencia-
ción América-España pasó a enfocarse en el ciudadano como eje de la nueva
organización social. El ciudadano propuesto desde este discurso era quien por
medio de la participación política legitimaba la autoridad existente y se adhería
por decisión voluntaria y libre a dicho sistema. Desde esta visión, la Nación

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 43


neogranadina era una Nación de ciudadanos, una unión de carácter político
que obviaba en principio la identidad cultural diferenciada de sus miembros y
que veía en el mestizaje biológico y cultural la clave en el logro de una anhelada
estabilización política (Rodríguez, 2008: 130).
En ese contexto, dicha visión del ciudadano implicaba además un com-
portamiento ideal de su parte. Para conseguir lo anterior, se construyó un
referente de ciudadano ideal que debía extenderse a todos los ciudadanos por
medio de campañas de intervención en el ámbito de la vida privada e íntima
de los sujetos, con el fin de vigilar y castigar los comportamientos «malsanos
o desviados» (Rodríguez, 2008: 130). Por medio del proceso descrito arriba se
dio lugar a la diferenciación poblacional; esto es, la distinción entre aquellos(as)
que reflejaban el ideal de ciudadano, aquellos(as) que debían transformar sus
identidades culturales para acceder a la plena ciudadanía y aquellos(as) cuyas
identidades culturales debían desaparecer bajo los parámetros de normalidad,
necesidad y bienestar de los fundadores de la Nación.
Desde lo anterior, la puesta en marcha de la República implicaba rechazar,
excluir, adaptar y eliminar las identidades culturales diferenciadas presentes
en el territorio. En palabras de Rodríguez, «se imagina una Nación en la que
muchos no caben; y estos excluidos debieron imaginarse diferentes, en últimas
auto extinguirse para ser parte de la promesa republicana» (Rodríguez, 2008:
131). Todo lo anterior estaba representado en el concepto de ciudadano con
honor, virtud y buen nombre erigido bajo la idea de la capacidad de este último
para vivir en sociedad y hacer progresar a la comunidad por medio de com-
portamientos que estaban de acuerdo con las normas morales «óptimas para
la vida privada e íntima» y por este camino, para la vida pública (Rodríguez,
2008: 145).
Pese al marcado interés de los caminos establecidos para extender el ideal
del ciudadano con honor, virtud y buen nombre —como la educación— a los
sectores populares, dichos caminos encontraron en las élites sus exponentes
en la medida en que estos tenían los capitales sociales acumulados de manera
histórica para relacionarse y ubicarse en la sociedad. De lo anterior se desprende
el hecho de que estos tipos de conceptos tuvieron consecuencias en el contexto
descrito a nivel real y cotidiano e impidieron una alta movilidad en la auto-
definición de los sujetos, donde las identidades culturales que contenían com-
portamientos establecidos como incorrectos se mantuvieron como marginales.

44 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


Rodríguez concluye al respecto que «en el transcurso del siglo xix la Nación
que se construía era una constituida en la idea de lo deseable públicamente, que
acabó interfiriendo en la vida privada y pública de los individuos» (Rodríguez,
2008: 147).
Retomando el enfoque anterior, el discurso de la Nación colombiana
no proviene de una reflexión en torno a la cuestión pública, sino de una
reflexión valorativa «que pondera un deseable estado público basado en un
idóneo comportamiento público y privado» (Rodríguez, 2008: 148). De esta
manera, negros(as) libres, pardos(as), mulatos(as), esclavos(as) que se iden-
tificaban con una contracultura —o cultura plebeya— tenían que optar por
el blanqueamiento biológico y cultural para llegar a ser parte de este proyecto.
No obstante, una gran parte de ellos(as) quedó por fuera del mismo pues la
gran mayoría de ellos tenían patrones de uniones maritales no aceptadas por
la iglesia católica y comportamientos reprobados socialmente como la altivez,
la irreverencia, el uso del sarcasmo, de la burla abierta, la exposición de una
corpo-oralidad juzgada insurrecta y la poca atención que en las interacciones
cotidianas prestaban a las jerarquías raciales y sociales, sobre todo en el Caribe
neogranadino.

Constitución incluyente y ciudadanía diferenciada étnico-racial


negra, afrocolombiana, raizal y palenquera
La Constitución incluyente adoptada en 1991 es prueba fehaciente de
que las bases sentadas durante el peridodo autonomista, después de las In-
dependencias y en todas las posteriores Constituciones promulgadas como
intentos modernizadores durante los siglos xix y xx no fueron suficientes en
el logro de procesos de inclusión social para las mayorías subalternizadas19. La
Constititución de 1991 intentó reparar los daños causados por las violencias
simbólicas que impregnaron la construcción inicial del proyecto republicano
de Nación, y sus posteriores desarrollos reconociendo las múltiples injusticias
que se habían cometido y naturalizado bajo el manto del igualitarismo liberal
para no seguir repitiéndolas en el presente y erradicarlas en el futuro de la nueva
Nación diversa.

19 Resalto la excepcionalidad de la llamada revolución de 1860, en la cual se declaró la


igualdad ciudadana de todas las personas negras.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 45


La Carta constitucional en cuestión deslegitimó las políticas integracionistas
coercitivas del Estado frente a los pueblos étnicos y étnico-raciales por medio
del reconocimiento de las diversidades culturales y de la plurietnicidad en la
refundación de la nueva Nación. Buscó despatrimonializar el Estado, abrir el
espectro democrático admitiendo la existencia de diversas culturas políticas,
reafirmar la vigencia de los derechos liberales ampliando el catálogo de dere-
chos, frenar el modelo centralista como forma monolítica de tomar decisiones
políticas dando más autonomía regional y local y traer la paz al país.
La experiencia y práctica adquiridas durante los 18 años transcurridos desde
la promulgación de esta Constitución muestran que muchos principios consti-
tucionales no se han desarrollado, otros han entrado en tensión con principios
contenidos en la misma Carta y en otros casos el desarrollo de principios cons-
titucionales ha tropezado con fuertes resistencias. Ejemplo de lo anterior es la
creación de una ley de reordenamiento territorial que reconozca las geografías
regionales que tenemos, no las imaginadas, que hará que la Colombia regional
florezca y que una Confederación de Estados regionales adquiera todo sentido
en la Colombia contemporánea (Borja, 2004: 340).
Desde el punto de vista étnico indígena, investigaciones recientes han mos-
trado las tensiones jurídicas y políticas existentes entre derechos individuales y
diferencia cultural, igualdad y unidad política, diferencia y autonomía política,
y unidad y autogobierno (Bonilla, 2006; Zambrano, 2006). Desde el punto de
vista étnico-racial negro, afrocolombiano, raizal y palenquero, estas tensiones
aún no han merecido análisis específicos.

El papel del Estado en creación de una ciudadanía


diferenciada étnico-racial negra
La pregunta sobre qué tipo de ciudadanía o ciudadanías tendrían lugar en
el nuevo Estado pluriétnico y multicultural no quedó establecida, aunque
sí delineada en un paradójico eje donde se encuentran derechos liberales y
multiculturales. El hecho anterior resulta interesante por lo consignado en el
siguiente fragmento.
La ciudadanía es un concepto dinámico y no solamente el resultado
exclusivo de la acción del Estado, por cuanto la visión institucional de
ciudadanía es transformada constantemente por procesos de producción,

46 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


circulación y empleo estratégico y táctico de conocimientos socialmente
pertinentes para reinventar la convivencia y el bienestar social20. Dichos
procesos dan como resultado la coexistencia de varias ciudadanías en-
trelazadas y en constante negociación que se mueven entre perspectivas
institucionales, y expectativas y luchas individuales y colectivas. En so-
ciedades como la nuestra, desgarrada por profundas desigualdades y por
una concentración extrema del poder, la ciudadanía no se ejerce sino que
se conquista por medio de la participación activa de los sujetos (Docu-
mento presentado ante Colciencias Centro de Investigación de Excelencia de
Ciudadanías Incluyentes, 2006: 15).
En Latinoamérica, «la ciudadanía ha sido construida sobre un mundo público
que le ha sido extraño o ante un mundo público que difícilmente ha podido ser
arbitrado por ciudadanos» (Serna, 2006: 15). Desde esta perspectiva, los desafíos
para la legitimidad de la diversidad cultural en el marco de las ciudadanías ausentes
del mundo público o de los mundos públicos carentes de ciudadanos se asumen
desde dos posiciones: la primera radica en que para una ciudadanía ausente del
mundo público no existen las diversidades culturales, solo se reconoce el sí mis-
mo como marco de referencia; y la segunda alude a que para un mundo público
carente de ciudadanos, el sí mismo y el otro son asumidos desde los estereotipos
y esencialismos que se contraponen, son irreconciliables e inmutables. Como se
ha dicho, la Constitución de 1991 intentó revertir esta situación histórica.
Más que una práctica consolidada, la ciudadanía no está allí como se afirma
a menudo; es una aspiración colectiva inacabada sobre todo en países como
Colombia, donde existen amplios diagnósticos que muestran los efectos ne-
gativos de la falta de ejercicio pleno de derechos ciudadanos básicos por parte
de millones de personas, pueblos étnicos y pueblos étnico-raciales ubicados en
determinados contextos geográficos.
El gran reto hoy es desencuadrar la ciudadanía, sobre todo la referida a los
pueblos étnicos, y étnico-raciales, del marco exclusivo del código estatal para

20 Allen Feldman (1991) considera que la acción política está sujeta a posiciones transac-
cionales que alteran de forma continua al sujeto. Para él, la acción política es relacional
y está conformada por un mosaico de posiciones subjetivas que pueden ser discontinuas
y contradictorias, razón por la cual no existe un sujeto político unificado pues los ac-
tores se mueven entre diversas posiciones transaccionales y entre discursos y prácticas
somáticas que los alteran.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 47


dar un mayor margen a un código societario donde se ponga de manifiesto que
la ciudadanía es una expresión de la sociedad, antes que del Estado (Herrera y
Soriano, 2005: 47). Este tiene como referente a la sociedad civil con organiza-
ciones democráticas plurales de todas las tendencias políticas, que en algunas
ocasiones entran en diálogo consensual y en otras en confrontación radical con
el Estado. Estas organizaciones empoderadas, que representan una memoria
histórica antagónica al relato de nación oficialista y desigualdades sociales
acumuladas del pasado, reúnen las políticas de la identidad, de la diferencia
colectiva y del reconocimiento grupal al tiempo que replantean el sentido de
la política y de lo público, dando lugar a un nuevo tipo de sujetos políticos
(Martín-Barbero, 2007: 25).
Estos nuevos sujetos se ven envueltos en complejas dinámicas propias de
los procesos del reconocimiento y del empoderamiento político-cultural;
entran en la escena democrática para aportar en el proceso de construcción
de ciudadanías diferenciadas con base identitaria étnico-racial y parten a la
disputa del poder político para alterar el ámbito de los imaginarios sociales
jerarquizados y prejuiciados y el de la materialidad de las relaciones sociales
(Martín-Barbero, 2007: 25). La construcción de nuevas ciudadanías implica
más que una transformación de la política; involucra una trasformación de
las figuras de lo público, es decir, la trasformación de la triple articulación
fundante de lo público: el interés común, el espacio ciudadano y la interacción
comunicativa.
A partir de la idea anterior, lo público se configura como circulación de
interés y discursos en plural «pues lo que tiene de común no niega en modo
alguno lo que tienen de heterogéneos, ya que ello es lo que permite el recono-
cimiento de la diversidad de que está hecha la opinión pública, su contrasta-
ción» (Martín-Barbero, 2007; Rey, 1998). En estos momentos, hay que añadir
un lugar al papel que desempeña la cooperación internacional en la tripleta
fundante de lo público.
En el contexto de un Estado pluriétnico y multicultural, es importante
tener en cuenta las reflexiones de Nancy Fraser sobre la necesidad de poseer
una concepción renovada del ámbito público diferente a la que ha prevale-
cido hasta hoy en algunas democracias occidentales. Esta autora afirma que
la participación en el ámbito público requiere eliminar por completo las
desigualdades sociales existentes. En este sentido, Fraser se contrapone a una

48 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


tesis desarrollada por Jurgen Habermas, quien afirmó que las desigualdades
de estatus se debían poner entre paréntesis desde su concepción burguesa del
ámbito público.
Fraser sostiene que la asunción de la tesis mostrada impidió que en muchas
democracias se fomentara la paridad participativa, por cuanto se negaron dife-
rencias que existían de manera estructural. A su vez, este paréntesis funcionó a
favor de los grupos dominantes y subordinó a las minorías al ejercer presiones
informales que marginaban las contribuciones de las clases plebeyas y de las
mujeres. Aunque desde la perspectiva de Habermas se entendió el concepto de
espacio público como un posible espacio de «grado cero» de cultura, Fraser es
enfática cuando afirma que tal concepción no era más que una vaga ilusión, pues
en una sociedad estratificada los grupos sociales con poder desigual desarrollan
estilos de vida valorados de manera jerarquizada.
En razón de lo anterior, es posible establecer que pese a la existencia de auto-
rizaciones legales y formales en las sociedades democráticas para la deliberación
pública, los impedimentos informales a la paridad participativa persisten. Por
lo tanto, la afirmación de Habermas de que el ámbito público es un lugar para
deliberar entre iguales y que por lo tanto la igualdad social no era una condi-
ción necesaria para la democracia política, resulta falsa desde una perspectiva
historiográfica.
Desde la mirada de Fraser, «para poder tener un ámbito público en el que
los interlocutores puedan deliberar como iguales no basta simplemente poner
entre paréntesis las desigualdades sociales» (Fraser,1993: 38). Por el contrario,
«es una condición necesaria para la paridad participativa que las injusticias
sociales sean eliminadas» (Fraser, 1993: 38). Por esta razón, en sociedades mul-
ticulturales como la colombiana «solo tiene sentido si suponemos la existencia
de una pluralidad de terrenos públicos en los que participen diversos valores y
retóricas» (Fraser, 1993: 45). Al respecto, Seyla Benhabib recuerda con agudeza
lo que se presenta a continuación.
[Dentro del multiculturalismo] la esfera pública oficial de las instituciones
representativas —que incluye la legislatura, el poder ejecutivo, la burocracia
pública, el poder judicial y los poderes políticos— no es el único terreno
de la controversia política y de formación de la opinión y la voluntad.
[…] también el debate democrático necesita a los movimientos sociales,

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 49


a las asociaciones civiles, culturales, religiosas, artísticas y políticas de la
esfera pública no oficial (Benhabib, 2006: 54).
No obstante lo anterior, surgen varios interrogantes: ¿de dónde emergerán
los ciudadanos(as) diferenciados que se responsabilizarán de manera indivi-
dual y colectiva de este proyecto pluralista, que propende por anclar procesos
de cohesión social y de renovación del vínculo social? ¿Cuál es el papel del
Estado en este proceso de integración sociocultural? Como lo afirma Nancy
Fraser, creo que cualquier concepción de lo público que implique una tajante
separación entre la sociedad civil y el Estado es «incapaz de imaginar las formas
de administración propia, la coordinación ínter-pública y la responsabilidad
política que son esenciales para una sociedad democrática e igualitaria» (Fraser,
1993: 56).
Por causa de lo anterior, el Estado deberá redistribuir derechos, recursos,
reconocimiento y oportunidades en aras de reparar las múltiples injusticias,
patrones de marginalización históricos y daños causados por violencias reales
y simbólicas que se han cometido en el país en contra de los pueblos étnicos
y étnico-raciales ubicados en el lugar de los «otros» de la Nación a largo de la
historia colonial, republicana y reciente. Asimismo, deberá proteger y preservar
las especificidades culturales que dichos pueblos designen y no las que, junto
con sus funcionarios(as), crea objeto de salvaguarda y promoción.

Reconocer la diferencia cultural y atender los impactos


del racismo y la discriminación racial
Sabemos que en un esquema de ciudadanías diferenciadas, es decir, aquellas
integradas por el conjunto de sujetos y colectivos socialmente marcados por su
relación subalternizada, conflictiva, antagónica con los modelos de ciudadanía
universal y abstracta, dicha relación se despliega en un contexto de violencia social
y estructural expresada como negación, exclusión y discriminación. Estas violencias
están asociadas a desigualdades sociales en términos de capacidades y de capitales
simbólicos acumulados en un contexto de relaciones de dominación. La acción de
los grupos sociales frente a estos procesos tiene como objetivo reconocer la igual-
dad en la diferencia y genera ejercicios de participación para la reivindicación de
los derechos sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales. En algunos
casos, estos derechos están ligados a reclamos de reparación histórica (Kymlicka,
1996; Taylor, 2005; Documento de ciudanías incluyentes, 2006: 15).

50 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


Durante el siglo xx, las distintas formas de intervención estatal y sus remedos
locales de Estado de bienestar, keynesiano y neoliberal como el desarrollo de los
planes de desarrollo que le dieron concreción política dentro de un contexto
político, social, cultural y económico han estado en consonancia con el avance
de un capitalismo nacional y global estructurado en términos patriarcales y ra-
ciales. El análisis de las políticas sociales de estas formas de intervención estatal
implementadas durante el siglo xx muestra que solo mitigaron y reforzaron las
desigualdades raciales, de género, de clase social y geográfica de personas, pueblos
y regiones negros. En los últimos años la implementación del neoliberalismo
y el impacto desproporcionado del conflicto armado interno ocasionaron que
las condiciones de vida de las personas, familias y territorios de los pueblos
negros empeoraran. El número de hogares desplazados negros en las ciudades
intermedias y grandes del país y la migración económica de mujeres negras hacia
Estados Unidos, Europa, y el Cono Sur, principalmente, son hechos fácticos
que expresan de manera dramática los impactos negativos de la desacelerada
gestión estatal en los pueblos negros.
El Estado liberal republicano y el Estado en su fase actual han mantenido las
desigualdades sociales, han prestado poca atención a los desequilibrios educati-
vos y por medio de prejuicios raciales han explicado la segregación de personas
negras en el mercado laboral. Han desatendido las regiones de mayorías negras
sin preguntarse cuánto ha perdido la sociedad colombiana como conjunto con
este estado de cosas. A lo largo de la historia, el Estado colombiano, las suce-
sivas formas de intervención estatal y los distintos gobiernos conservadores,
liberales, neoliberales y neopopulistas de derecha como el actual han prestado
poca atención a la crónica segmentación de los mercados de trabajo, a las hon-
das desigualdades educativas, a la segregación geográfica y al poco acceso a los
beneficios de la ciudadanía liberal.
El Estado liberal republicano presente en Colombia hasta 1991, sustentado
en el mito del mestizaje triétnico, así como el pluriétnico y multicultural que lo
sucedió, no han realizado una lectura étnico-racial de la situación descrita en el
párrafo anterior; así mismo, tampoco han reconocido la existencia del racismo
y la discriminación racial. Por esta razón, Colombia no posee una legislación
moderna antidiscriminatoria desde el punto de vista étnico-racial y el Estado
jamás ha abanderado una lucha frontal antirracista dentro de sus políticas públicas
e instituciones. De esta manera, el Estado ha protegido el legado histórico del

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 51


racismo estructural, institucional, social, y cultural heredado de la Colonia y de
la República, que sigue generando enormes daños al tejido social colombiano,
lo mismo que a nuestra manera de vivir juntos en el país.

La necesidad del reconocimiento de la diferencia cultural étnica


afrocolombiana, raizal y palenquera para la interculturalidad
Hasta 1991 existieron narrativas públicas racistas lideradas por prohombres
de la patria que atentaron de manera frontal el sentido de valía de aquellos(as)
considerados los(as) «otros» de la Nación. Al referirse al componente étnico-
racial negro y su relación con el futuro de Colombia como civilización, Laureano
Gómez, líder político del partido conservador, expresaba lo siguiente en una
serie de conferencias públicas ofrecidas en 1928.
Otros primitivos pobladores de nuestro territorio fueron los africanos, que
los españoles trajeron para dominar con ellos la naturaleza áspera y huraña.
El espíritu del negro, rudimentario e informe, como que permanece en una
perpetúa infantilidad. La bruma de una eterna ilusión lo envuelve, y el pro-
digioso don de mentir es la manifestación de esa falsa imagen de las cosas, de
la ofuscación que le produce el espectáculo del mundo, del terror de hallarse
abandonado y disminuido en el concierto humano […] En las naciones de
América, donde preponderan los negros, reina también el desorden. Haití es
el ejemplo clásico de la democracia turbulenta e irremediable. En los países
donde el negro ha desaparecido, en la Argentina, Chile, y el Uruguay, se ha
podido establecer una organización económica y política con sólidas bases de
estabilidad. El mulato y el zambo, que existen en nuestra población, son los
verdaderos híbridos de América. Nada les debe a ellos la cultura americana.
Ayarragaray afirma que los hijos de la unión de negros con zambos o indios
son inferiores a sus padres por la inteligencia y por la fuerza física; tienen
voluntad débil, dominada por pasiones groseras. A la flaqueza de carácter
unen inteligencia poco lúcida, incapaz de análisis profundo, de método,
de ideas generales; el amor al bullicio, el hábito de hablar a gritos, cierta
abundancia oratoria y una retórica pomposa, que es precisamente lo que se
llama tropicalismo (Gómez, 1928: 55).
Para los teóricos(as) del reconocimiento y del multiculturalismo (Taylor,
2005; Fraser y Honneth, 2006), este tipo de narrativas, pronunciadas por

52 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


representantes de alguna de las élites y amplificados por medio de un diseño
institucional público «ciego al reconocimiento» —tanto ayer como hoy—,
lacera en los niveles psicológico y moral a las personas, grupos o pueblos
aludidos. Del mismo modo, lesiona las relaciones intersubjetivas y los niveles
subjetivo y colectivo en cuanto a la autoestima, el autorrespeto y la confianza.
Benhabib hace varias reflexiones en este sentido, consignadas en el siguiente
fragmento.
[Dichas narrativas] denigran la identidad colectiva propia en la esfera pública,
los miembros de un grupo pueden perder la autoconfianza e internalizar
imágenes odiosas de sí mismos. Un ejemplo de ello serían las formas más
conocidas de odio de sí colectivo, en particular entre los miembros de las
minorías excluidas. […] por medio de la marginación y el silenciamiento de
ciertas experiencias, puede desmoronarse el sentido grupal de autoestima,
en tanto la experiencia de los afroamericanos antes del movimiento por los
derechos civiles es un ejemplo claro del daño al autorrespeto resultado de las
prácticas de exclusión y discriminación racista (Benhabib, 2006: 98-99).
Por estos motivos, una buena parte de la acción colectiva emprendida por
las organizaciones integrantes del Movimiento Social Afrocolombiano que
representan los pueblos negros, afrocolombianos, raizales y palenqueros es la
del reconocimiento; se han concentrado en la búsqueda de un reconocimiento
cultural de tipo étnico. La Ley 70 de 1993 es una prueba de esta búsqueda,
pero ese reconocimiento no se agota en ella.
Las luchas por el reconocimiento tienen sentido porque buscan transformar
los patrones culturales de interpretación, comunicación y representación (Fraser,
2007: 22). En ningún momento buscan reificar o folclorizar las identidades
étnicas de los pueblos negros, ni desconocer las diversidades culturales exis-
tentes dentro de aquello que llamamos la diversidad étnica afrocolombiana,
palenquera y raizal; en síntesis, lo que se busca es igualdad social, económica
y política. El asunto no radica entonces en quedarse petrificado en el pasado o
en el tropo de la víctima; en lugar de ello, deben reconocerse las consecuencias
contemporáneas del pasado y los desastrosos impactos de victimizar y revictimizar
a grupos humanos, negándoles el desarrollo de sus potencialidades humanas
personales y colectivas.
Las luchas por el reconocimiento buscan transformar el estatus cultural de los
grupos o de los pueblos que sufren falta de reconocimiento —como lo ilustra

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 53


el pasaje de Laureano Gómez Castro— para buscar soluciones a los problemas
sociales, económicos, ambientales y políticos que no han sido intervenidos de
manera decidida por parte de la acción pública estatal, tras haberlos clasificado
como «problemas culturales». En Colombia, las organizaciones que se adhieren
a la política del reconocimiento parten de la afirmación de que existen personas
que pertenecen a pueblos étnico-raciales que han sufrido y sufren desventajas
sistemáticas a causa de eventos históricos trágicos de larga duración y repercusión.
En el caso colombiano, estos eventos comprenden la trata negrera transatlántica
y luego la institución económica de la esclavitud.
Como conjunto, los pueblos mencionados poseen atributos físicos racializa-
dos, cualidades morales degradadas y prácticas culturales hechas de retazos de
huellas de africanía, de fuertes intercambios con indígenas, de transacciones con
la sociedad blanco-mestiza que se reclama hispánica, de contactos con agentes
económicos de la globalización extractiva desde el siglo xix y de influencias
contemporáneas iniciadas en la mitad del siglo xx con Estados Unidos, España,
Italia, Francia, Argentina, Chile, Brasil, el Gran Caribe, etc.
Las prácticas culturales mostradas arriba se territorializaron después de la
postesclavitud en muchos lugares de las tierras baldías de la Nación. Pese a
toda la agencia individual y familiar que personas y pueblos han invertido
para reconstruir proyectos de vida en el país, se les ha impedido hasta hoy de
manera estructural alcanzar las ventajas del bienestar social estándar, porque
han tenido menos recursos y oportunidades que otros ciudadanos(as) de la
misma Nación. Pensar en un tipo de ciudadanías que se adecúe a las deman-
das históricas y contemporáneas de los grupos étnicos y étnico-raciales es
una tarea de largo aliento para la cual no se ha encontrado aún una solución
convincente.
Las mencionadas luchas por el reconocimiento buscan entrar en la esfera pú-
blica democrática para pluralizarla y ejercitar la interculturalidad, pero es preciso
tener presentes las siguientes consideraciones consignadas por Benhabib.
Los patrones sociales de representación, interpretación, y comunicación,
que con tanta razón critican las minorías oprimidas y los grupos exclui-
dos, también pueden transformarse por medio del reconocimiento de la
fluidez de las fronteras grupales, del relato de historias de interdependen-
cia del sí mismo y el otro, de “nosotros” y “ellos”. En lugar de conducir
a la balcanización o la separación cultural, la política del reconocimiento

54 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


puede iniciar el diálogo y la reflexión crítica en la vida pública acerca de la
propia identidad de la colectividad en sí. El diálogo y la reflexión pueden
iluminar la interdependencia problemática e inevitable de imágenes y
concepciones del sí mismo y del otro. Los relatos del sí mismo y del otro
ahora se entretejen para tener en cuenta las nuevas controversias, versio-
nes y reposicionamientos. La política del diálogo cultural complejo de
hecho implica la reconstitución de las fronteras del sistema de gobierno,
a través del reconocimiento de las reivindicaciones de los grupos que han
sido denostados históricamente y cuyo sufrimiento y exclusión han sido
parte constitutiva, en un sentido profundo, de la identidad aparentemente
unitaria del “nosotros” que constituye ese sistema social. Dichos procesos
pueden denominarse la reconstitución reflexiva de las identidades colectivas
(Benhabib, 2006: 128-129).

En la discusión sobre ciudadanías diferenciadas se busca que los grupos cultu-


rales, los pueblos étnicos y étnico-raciales y las minorías religiosas o lingüísticas,
entre otras, cuyos miembros se encuentren desfavorecidos o marginalizados
desde los puntos de vista socioeconómico, político y simbólico se integren de
otra manera a la sociedad sin que para ello deban perder sus rasgos diferenciales,
reclamados por ellos mismos como propios o auténticos. Se busca entonces
una integración diferenciada con una ciudadanía que reconozca derechos fun-
damentales y derechos diferenciales.
Los teóricos del multiculturalismo como Will Kymlicka han realizado una
tipología de tres grupos a los que corresponden tres tipos de derechos:
• Grupos desfavorecidos que requieren derechos especiales de representación
pero con alcance temporal, no permanente
• Grupos religiosos y de inmigrantes que requieren derechos multiculturales
de modo permanente, ya que están interesados de manera especial en
mantener su identidad al incorporarse a la organización estatal
• Minorías nacionales que requieren derechos de autogobierno de modo
permanente, por cuanto no persiguen una mejor representación política
sino que se les transfiera el mayor grado posible de autogobierno (Kymlic-
ka, 1996: 61).
Empero, la situación del pueblo y las personas negras, afrocolombianas
y raizales amerita la creación de una nueva categoría: se trata de un pueblo

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 55


compuesto por personas que reclaman redistribución económica con reconoci-
miento cultural en razón de una serie de violencias reales, simbólicas, históricas
y contemporáneas, inflingidas por su calidad de descendientes de africanos(as)
esclavizados y racializados víctimas de un crimen de lesa humanidad, categoría
en la que se ha inscrito la trata negrera transatlántica.
Uno de los hallazgos de la investigación que dio lugar a este libro radicó en
que funcionarios(as) de programas de bienestar social que administran de ma-
nera directa programas sociales no llegan a comprometer su lealtad hacia ciertos
principios liberales del Estado liberal clásico; dicen que su deber constitucional
es tratar a todos los ciudadanos(as) de manera igualitaria. Afirman defender
el principio de no discriminación y para ello se apoyan en el artículo 13 de la
Constitución nacional, que se presenta aquí:
Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma
protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen
nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica (Consti-
tución política nacional, artículo 13).

Si recuerdan el hecho de que la Constitución de 1991 contempló un marco


constitucional relativo al derecho a la igualdad y a la prohibición de la discri-
minación, principios liberales por antonomasia, pero estos funcionarios(as)
nunca destacan que al mismo tiempo la Constitución política acoge un enfo-
que multidimensional de la igualdad, pues insiste en la igualdad formal pero
exige también la realización de la igualdad material, recoge el concepto de la
igualdad de oportunidades, incorpora el principio de equidad, incluye el cri-
terio de la diferencia y ordena la adopción de Acciones Afirmativas a favor de
los grupos discriminados o marginados y la protección especial de las personas
en circunstancias de debilidad manifiesta. Es así como el inciso 2 establece
que el Estado debe promover las condiciones para que la igualdad sea real y
efectiva, debiéndose adoptar medidas a favor de los grupos discriminados o
marginados.
Desde el punto de vista étnico y étnico-racial, no hemos debatido lo que
significa la igualdad en una sociedad multicultural; este libro aspira contribuir
en la apertura informada de esta discusión pendiente. Los estudiosos(as) del
multiculturalismo afirman que la igualdad se articula en muchos niveles rela-

56 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


cionados entre sí: el más básico implica igualdad en el respeto y los derechos,
uno más elevado implica igualdad en oportunidades, autoestima y valoración
personal y el más alto exige igualdad de poder, bienestar y desarrollo; la sen-
sibilidad ante las diferencias tiene importancia en cada uno de ellos. Por lo
tanto, el respeto a una persona implica situarla en su trasfondo cultural, entrar
en simpatía en su mundo de ideas e interpretar su conducta en términos de su
sistema de significado (Parekh, 2005: 355).
Al igual que el concepto de igualdad en el respeto, el de igualdad de oportu-
nidades también debe interpretarse con sensibilidad en términos étnico-raciales.
La oportunidad es un concepto que depende del sujeto al que se aplica, ya que
las posibilidades y los recursos constituyen una posibilidad pasiva y muda y no
una oportunidad para una persona que carece de la capacidad, la disposición
cultural o el conocimiento de la cultura necesaria para extraer alguna ventaja
de ello (Parekh, 2005: 356).

El reconocimiento cultural como eje indispensable en la


constitución de la ciudadanía diferenciada
A Partir de la Constitución de 1991, Colombia adoptó el multiculturalismo
como forma de gestión política de la diversidad cultural. El multiculturalismo
ocupa una posición intermedia entre el asimilacionismo y el comunitarismo.
Existen diversos multiculturalismos: no son iguales los desarrollados en Es-
tados Unidos, el Reino Unido o Canadá; el multiculturalismo dialoga con la
experiencia histórica de cada país. No obstante, en términos generales el mul-
ticulturalismo es una crítica a la ciudadanía liberal clásica; demuestra que es
un mito, que el universalismo reclamado por ella esconde el etnocentrismo y
que el reconocimiento cultural con igualdad promueve mucho más la cohesión
social que el reconocimiento de derechos diferenciales a grupos, a pueblos y a
personas que pertenezcan a ellos.
Para el multiculturalismo es importante el reconocimiento de las diferencias
culturales. Por ello, se habla de una ciudadanía multicultural definida por dos
axiomas principales. Primero, el individuo moderno vive con dignidad, razón
que hace importante al principio de la igualdad de derechos y de reconocimiento
en los planos personal y cultural: el multiculturalismo reconoce las diferencias
que la tradición liberal clásica había confinado al espacio privado. Segundo,
el multiculturalismo considera al grupo, al pueblo y a las naciones culturales

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 57


de base étnica como mediadores legítimos entre el ciudadano y la sociedad. El
multiculturalismo no elimina la oposición público-privado; desplaza la frontera
y abre la opción para que aquellos asuntos, antaño privados, se conviertan en
asuntos públicos, pero crea un espacio para la intersección y para compartir
valores comunes que pueden ser liberales como la libertad, la igualdad y la
dignidad (Constant, 2000: 121-122).
Cuando el multiculturalismo reconoce algunas formas de autonomía y
de reconocimiento a ciertos grupos o pueblos, abre las puertas para la crea-
ción de un espacio en el que se produce el diálogo intercultural —donde
estos grupos también participan— de una esfera pública ampliada; en ella
se asegura la cohesión de la sociedad y se previene la liberación de fuerzas
centrifugas (Constan, 2000: 122). Andrea Semprini analiza esta situación
así: «en vez de estar dividido en dos esferas que atraviesan al individuo, el
espacio social se divide en una zona central monocultural, a la cual participan
en grados variables todos los grupos, y una multiplicidad de zonas periféricas,
en la cual cada grupo dispone de su autonomía» (Semprini, 1997, citado
por Constant, 2000).
Para el multiculturalismo, el reconocimiento en el espacio público de las
diferencias favorece el «querer vivir juntos». El pluralismo de las diversidades
culturales en el espacio público político hace que existan menos tendencias a la
radicalización y enriquece el nivel de la discusión pública por medio del dialogo,
la controversia y los conflictos en las democracias contemporáneas.
Hasta hoy, el Estado colombiano ha desarrollado un multiculturalismo
esquemático (Mosquera, Pardo & Hoffmann, 2002) que hoy llamo multicul-
turalismo acrítico, cuyo desarrollo debe impedirse, como dije en los inicios de
este capítulo. Lo defino como la gestión política estatal desde la cual no existe
un cuestionamiento real al problema de las desigualdades socioeconómicas
históricas y contemporáneas ni al racismo estructural, institucional, cotidiano
y cultural; tampoco existe en él una legislación que penalice las prácticas de
discriminación racial. Este tipo de multiculturalismo ostenta otras caracterís-
ticas que explícito a continuación:
• Concibe a los sujetos de este tipo de diversidad como ahistóricos, natura-
lizados, fijos en el tiempo, homogéneos, oportunistas e ignorantes
• Anda tras sujetos que representen la autoctonía y desconoce la realidad
socioantropológica de la interseccionalidad de las identidades étnico-

58 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


raciales, por ello no le interesa entender que existen diferencias dentro
de la diversidad, así como hechos sociales e históricos de larga duración
que se conectan entre sí
• Asume que las demandas expresadas sobre la participación política en el
Estado se resuelven con un poco de burocracia estatal —en la mayor parte
de los casos, mal remunerada— con contratos y consultorías, y nunca
propone una estrategia de largo plazo de empleabilidad dentro del mismo
para influenciarlo desde adentro
• Desconoce el bloque de constitucionalidad, sobre todo el acuerdo 169
de la oit en cuanto a Consulta Previa
• Confunde el carácter de pueblo negro, palenquero y raizal y lo asimila al
concepto de comunidad, grupo vulnerable o población específica
• Simula no percibir la cooptación de las instancias de interlocución con
el Estado y establece pactos con organizaciones de papel que se reclaman
como parte del Movimiento Social Afrocolombiano, compuestas por
«una persona multiplicada por sí misma» o en ocasiones por «una persona
con algunos familiares», que establecen luchas intestinas por contratos
de montos irrisorios
• Ve la cultura de estos otros(as) de la Nación como una cosa que puede
folclorizarse, comercializarse y ponerse en circulación en los mercados de
la globalización económica
Si la Constitución de 1886 tenía una concepción de ciudadanía ligada al
ideal de homogeneidad cultural y existieron instituciones para interpretarla,
me pregunto si en Colombia existen instituciones que estén acompañando los
cambios culturales que trajo consigo la Constitución de 1991. Me temo que
la respuesta a dicha pregunta es negativa. Los investigadores(as) que nos inte-
resamos en el tema de las políticas públicas somos testigos de la existencia de
un desencuentro entre las necesidades de las diversidades culturales, étnicas, y
étnico-raciales, las instituciones estatales que aún no interpretan los retos y los
anhelos del multiculturalismo en términos de distribución, reconocimiento
cultural, participación y gestión política de asuntos públicos, acceso competente
a las tecnologías de la información y de la comunicación (tic), la solidaridad,
el intercambio intercultural y el combate a las desigualdades sociales, a los
racismos, a los sexismos, a la homofobia y al clasismo, que implican el reem-
plazo de la ciudadanía liberal abstracta y universal —aún con buena salud en

Claudia Mosquera Rosero-Labbé 59


las instituciones estatales— por verdaderos debates y apuestas que permitan la
aparición de ciudadanías diferenciadas de varios tipos.

Conclusiones
En este capítulo demostré que los pueblos y personas negros, afrocolom-
bianos, palenqueros y raizales tienen el deber epistémico, político y ético de
cuestionar la conmemoración de los Bicentenarios de las Independencias de
España. Realicé una invitación a ocupar estos espacios y abrir debates públicos,
democráticos e informados en donde se discutan los efectos del proyecto de
ciudadanía liberal republicana que poco contempló la incorporación colectiva
de los esclavizados(as) negros y sus descendientes, aunque sí benefició a un
buen número de ascendientes de africanos(as) mixtos quienes por múltiples
estrategias desplegadas tuvieron mayores posibilidades de inclusión social
y cultural al nuevo proyecto de Nación. Éstos(as) no hablaron de raza para
demandar una ciudadanía liberal, discursivamente ciega al color de la piel y
a los impactos negativos de la institución económica de la esclavitud, y acep-
taron —no sin tensiones y ambigüedades— la propuesta de Nación mestiza
desde los puntos de vista simbólico, biológico y cultural.
En razón de lo anterior, los Bicentenarios de las Independencias son escena-
rios para hablar de manera franca en el país acerca de la racialización padecida
por las personas consideradas negras puras que no participaron del proyecto de
ciudadanía republicana porque la República esclavista y el régimen simbólico
que dejó la esclavitud lo impidieron. Expuse también elementos polémicos
respecto del Movimiento Social Afrocolombiano, el cual debería reflexionar
sobre las profundas diferencias que separan sus distintas tendencias cuando
defina quiénes serían los beneficiarios(as) de las Acciones Afirmativas que se
implementarán en el país: ¿deberían serlo las personas negras racializadas con
mayores capitales educativos o con más posibilidades de alcanzarlo que sufren
el peso de las desigualdades sociales y raciales? ¿deberían serlo las personas
afrocolombianas mestizadas que niegan el racismo, la discriminación racial
y que hoy buscan por medio de Acciones Afirmativas mayor reconocimiento
étnico-cultural, poder político, poder económico, y están incluidos social y
simbólicamente en la Nación mestiza desde hace dos siglos? o ¿quiénes?

60 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


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Cultura, Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el
Caribe (cerlalc), Convenio Andrés Bello, Fundación Beatriz Osorio Sierra,
Museo Nacional de Colombia, Observatorio del Caribe Colombiano, Aguilar,
Altea, Taurus, Alfaguara.

68 Los Bicentenarios de las Independencias y la ciudadanía diferenciada étnico-racial negra...


“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Capítulo
2
Las Acciones Afirmativas como medio de
inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas frecuentes
y experiencias de implementación en algunos países

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Margarita María Rodríguez Morales
Ruby Esther León Díaz

Las sociedades multiculturales enfrentan a menudo importantes desafíos


cuando evalúan de manera objetiva que las diferencias culturales que las consti-
tuyen, expresan e intersectan desigualdades de diversos tipos y que estas últimas
resquebrajan procesos de cohesión social interna. Las estructuras políticas y
culturales de los Estados multiculturales democráticos deberán garantizar formas
de redistribución económica y de reconocimiento cultural, así como presencia de
las diversidades culturales presentes en un espacio geográfico determinado en las
esferas de deliberación y decisión pública. A la vez, deberán procurar un fuerte
sentimiento de unidad y pertenencia común entre todos los ciudadanos(as),
puesto que de otro modo no podrán actuar con la legitimidad necesaria para
tomar e implementar decisiones vinculantes para la colectividad, ni tampoco
anticipar, regular y resolver los conflictos que surgen de las asimétricas relaciones
sociales interculturales (Parekh, 2005: 293).
Cuantas más desigualdades existan en el seno de las sociedades multicultu-
rales, las estructuras políticas de los Estados deberán brindar mayores garantías
de convivencia igualitaria, sobre todo en economías de mercado, de justicia
y bienestar social, de la mano con la coexistencia de sistemas de protección
universalistas que incorporen enfoques diferenciados en la puesta en marcha
de políticas públicas sociales.
Los Estados multiculturales que no generen vínculos fuertes entre sus
ciudadanos(as) causarán desencanto, desconfianza generalizada y constantes
ataques por parte de grupos sociales conservadores que siempre intentarán
mantener privilegios epistémicos y de bienes al igual que posiciones sociales
naturalizadas, al tiempo que sienten temor ante el cuestionamiento de sus he-
gemonías por parte de los grupos reconocidos como subalternizados por cada
sociedad multicultural.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 69
Estos Estados deberán desarrollar un proyecto de multiculturalismo radical
(Zambrano, 2006) que erradique las desigualdades históricas y contemporáneas
que se han enquistado en las relaciones sociales interculturales y que se justi-
fican como parte de los llamados «problemas culturales de la diversidad». En
ocasiones, los problemas que atañen a los grupos sociales diversos no son más
que la evidencia de un déficit en los procesos de integración, cohesión social e
inscripción simbólica en la Nación, así como de una asimetría en los patrones
sociales de representación, interpretación y comunicación predominantes en
la sociedad (Fraser,2007). Los denominados «problemas culturales de la diver-
sidad» pueden ser una fórmula eufemística para no alterar o negarse a actuar
frente a las causas estructurales de las desigualdades sociales, entre las que se
cuentan el sexismo, el racismo, el clasismo, la homofobia, la islamofobia y la
xenofobia, entre otras.
En Colombia, las desigualdades sociales y raciales se han explicado acusando
a negros(as), afrocolombianos(as), palenqueros(as) y raizales de vivir con los
peores indicadores de calidad de vida del país por carecer de iniciativa individual
y empresarial, por poseer un supuesto ethos de la dejadez que los ciega frente al
hecho de que son dueños de zonas de gran riqueza y por haberse acostumbrado
a sobrevivir en un mar de pobreza en medio del toque del tambor y el paso
cadencioso de sus mujeres. Los datos cuantitativos del tercer capítulo de esta
obra muestran un panorama preocupante: la gente negra está sobrerepresentada
entre las más pobres en la sociedad colombiana.
Por medio de un análisis detallado de las desigualdades sociodemográficas
y socioeconómicas que enfrenta la población afrocolombiana respecto a la
población que en su gran mayoría podría considerarse más próxima a autorre-
conocerse como «blanca» o «mestiza» según el censo de 2005, los autores del
tercer capítulo elaboraron un análisis sobre las características de inserción de
la población afrocolombiana en el mercado de bienes y servicios, en el cual se
intenta evaluar el papel que tienen estas desigualdades —resultado de desven-
tajas acumulativas históricas— en el mercado laboral, sobre todo aquellas que
se expresan en un trato diferencial discriminatorio en el mercado de trabajo.
Estas dos lógicas sociales que corresponden a lo que los economistas y soció-
logos denominan desigualdad de oportunidades hace que las personas afroco-
lombianas afronten mayores dificultades en la adquisición de estados y acciones
(educación de calidad y con mayor cobertura, acceso a buenos servicios de salud,

70 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
saneamiento básico, buena nutrición, etc.), que tienen efectos negativos en la
formación de capacidades que influencian de forma negativa los resultados en
el mercado laboral y, desde aquí, resultan en una inadecuación de ingresos. No
obstante, los resultados en el mercado laboral no se explicarían meramente por
las menores dotaciones de variables asociadas al capital humano de las personas,
ya que inclusive aquellas personas que hacen grandes esfuerzos en la adquisición
de esos estados y acciones tienen resultados sistemáticamente diferentes en las
ocupaciones, salarios y posibilidades de promoción en el empleo con respecto
a individuos no afrocolombianos de similares características.
Estos dos tipos de lógicas derivan en una trampa de pobreza intergeneracional
para las personas afrocolombianas más pobres e inhiben procesos de movilidad
social ascendente para las más educadas. Estos datos cuantitativos nos muestran
una vez más que no es posible seguir explicando la situación de desventaja de
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras con prejuicios raciales
o afirmando que el problema radica en que estas personas viven en territorios
distantes del poder central, a los cuales el Estado no ha podido llegar. Este
último tiene que actuar ante esta situación; es imposible seguir alimentando
este círculo vicioso de exclusión.
Los Estados democráticos que han adoptado las Acciones Afirmativas —llama-
das también de Discriminación Positiva, Acción Positiva, Movilización Positiva
o Diferenciación Positiva— como políticas públicas tanto para personas negras
como para mujeres u otros grupos sociales, han demostrado que estas constituyen
un mecanismo eficaz para permitir la igualdad de oportunidades1 acudiendo
al principio de equidad social, al tiempo que erradican o frenan los procesos
1 A la noción de igualdad de oportunidades se opone la igualdad de resultados; la primera
hace énfasis en los derechos individuales y la segunda en los derechos de grupo. La igualdad
de oportunidades, como estrategia propia del liberalismo, no resulta suficiente para alcanzar
la igualdad de género o racial, pese a ser un buen punto de partida para ello. La realidad
social hace necesario redefinir las bases de la ciudadanía, dando paso así a nuevas estrategias
que amplíen la igualdad de oportunidades (Astelarra, 1993a). En la tradición liberal clásica,
la igualdad de oportunidades implica, por un lado, que todos los individuos han de tener
las mismas oportunidades, y por el otro, que las desigualdades que se producen responden
al principio del mérito «es decir, todos han podido utilizar las mismas oportunidades, pero
como son diferentes, algunos son más capaces que otros, entonces terminan siendo desiguales»
(Astelarra, 1993b: 13). Desde esta perspectiva se termina justificando la desigualdad que se
pretende combatir por cuanto en el fondo no busca la igualdad social sino las oportunidades
individuales, sin cuestionar la estructura de clases sociales existentes.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 71
insidiosos de discriminación por motivos raciales o de género que impiden que
personas, grupos sociales o pueblos sean considerados agentes encarnados y
simbólicos que pueden potenciar y enriquecer el pluralismo político y cultural
en las sociedades de las cuales son parte fundamental.
Este capítulo contempla tres momentos: en el primero haremos una exposición
de la variedad de definiciones que existen sobre Acciones Afirmativas y sobre
las medidas que se han puesto en práctica para materializarlas; en el segundo
desarrollaremos los aspectos más polémicos de este tipo de medidas públicas;
y en el último describiremos las experiencias de implementación de Acciones
Positivas en la India, África del Sur, Estados Unidos y Brasil.

Definiciones sobre Acciones Afirmativas


Al analizar la pluralidad de definiciones existentes sobre las Acciones Afirmati-
vas llaman la atención los distintos énfasis que autores(as) dan a las mismas. No
obstante, la mayoría de esas definiciones coinciden en que se trata de medidas
públicas estatales temporales que propenden por el logro de la igualdad mediante
de la equidad de grupos o pueblos subordinados, así como de las personas que
a ellos pertenecen, con el fin de acceder o expandir la ciudadanía sustantiva y
otras ciudadanías dentro de un Estado democrático liberal.
Las definiciones que escogimos para este capítulo nos muestran que una
buena parte de la discusión sobre las Acciones Afirmativas presupone un pa-
radigma distributivo de justicia social que poco cuestiona temas relativos a la
organización institucional y al poder en la toma de decisiones (Young, 2000);
del mismo modo, tampoco otorgan mayor importancia a la esfera simbólica
como ámbito de discusión público-política. Por esta razón, las definiciones
divergen frente al lugar que se debe otorgar a los efectos de la discriminación,
sea racial o sexual, en el logro de la igualdad de oportunidades o en la igualdad
de resultados y el peso que debe darse a la diferencia cultural étnico-racial y de
género femenino en una nueva cultura pública, política e institucional.
Pasemos entonces a enunciar las nociones más recurrentes que definen a las
Acciones Afirmativas.

Las Acciones Afirmativas como mecanismos de reversión de la


discriminación negativa e histórica
Se trata de mecanismos para compensar y revertir formas de discriminación
negativa que recayeron históricamente sobre las categorías sociales vulne-

72 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
rables como, por ejemplo, las mujeres y la población negra e indígena, en
los diversos ámbitos de la vida social-político, jurídico, económico y de las
prácticas cotidianas (Segato, 2007: 13).
Entendidas en la teoría jurídica como el conjunto de medidas encaminadas a
lograr la igualdad material respecto de determinados grupos o personas que han
sido objeto de discriminación históricamente (Peñas & Lozano, 2003: 26).
Las Acciones Afirmativas como búsqueda
del principio de igualdad real en oposición a la igualdad formal
Las Acciones Afirmativas están orientadas a la promoción de determinados
grupos socialmente fragilizados, por lo cual la «igualdad pasa de ser simplemente
un principio jurídico respetado de manera formal por todos, a considerarse
como un objetivo constitucional a ser alcanzado por el Estado y la sociedad»
(Barbosa, 2003: 21). Desde esta definición, la meta fundamental de las Ac-
ciones Afirmativas también deberá orientarse a combatir las manifestaciones
de la discriminación por género, edad, origen nacional o deficiencias físicas,
enraizadas en la sociedad, para impulsar «la generación de transformaciones
culturales y sociales relevantes, para inculcar en los actores sociales la utilidad
y la necesidad de la observancia del principio del pluralismo y de la diversidad
en las más diversas esferas de la convivencia humana» (Barbosa: 2003: 22).
Partiendo de que las Acciones Afirmativas son una serie de acciones orientadas
a promover la transformación en el comportamiento y la mentalidad colectiva
de una sociedad, más que a prohibir la discriminación, Barbosa considera que
se desprende una serie de objetivos diversos que aportan en la concretización
de la igualdad de oportunidades; se explicitan a continuación.
1. Inducir transformaciones de orden cultural, pedagógico y psicológico, para
sustraer del imaginario colectivo la idea de supremacía y de subordinación
de una raza en relación a otra, del hombre en relación a la mujer. Es decir,
con las Acciones Afirmativas se pretende evidenciar el fenómeno de la
discriminación como práctica cotidiana, a partir de las cuales se simboli-
zaría el reconocimiento oficial de la persistencia y de la resistencia de las
prácticas discriminatorias y de la necesidad de su eliminación.
2. Implantar una cierta diversidad y una mayor representatividad de los
grupos minoritarios en los más diversos dominios de la actividad pública
y privada, a dos niveles: uno, haciendo que la ocupación de las posiciones
del Estado y del mercado de trabajo se haga, en la medida de lo posible,

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 73
en mayor armonía con el carácter plural de la sociedad; el segundo nivel
sería eliminar las barreras artificiales e invisibles que impiden el avance
de negros y mujeres, independientemente de la existencia o no de una
política oficial tendiente a subalternizarlos.
3. Velar por la pujanza económica del país, ya que no implementar acciones
tendientes a ofrecer oportunidades efectivas de educación y de trabajo a
ciertos segmentos de la población, puede ser a mediano plazo, altamente
perjudicial para la competitividad y la productividad económica del país.
4. Crear las llamadas personalidades emblemáticas, como ejemplos vivos
de movilidad social ascendente, para las generaciones más jóvenes. Las
Acciones Afirmativas entonces en este sentido actuarían como meca-
nismo de incentivo a la educación y estímulo a los jóvenes integrantes
de grupos minoritarios, que invariablemente asisten al bloqueo de su
potencial de inventiva, de creación y de motivación al estímulo personal
y crecimiento individual, víctimas de las sutilezas de un sistema jurídico,
político, económico y social concebido para mantenerlos en la situación
de excluidos (Barbosa, 2003: 30-32).

Las Acciones Afirmativas como mecanismo


para garantizar la igualdad de oportunidades
Para Robert Kerstein, «la Acción Afirmativa es una política pública que
se orienta a revertir las tendencias históricas que confieren a las minorías
y a las mujeres una posición de desventaja, particularmente en las áreas de
educación y empleo. Además de tener por objetivo garantizar la igualdad
de oportunidades individuales, también busca trasformar el crime a discri-
minação, y tiene como principales beneficiarios los miembros de los grupos
que enfrentaron prejuicios» (Kerstein, 2000: 31).

Las Acciones Positivas como estrategia de distribución


de bienes para los individuos más capacitados
Otros autores, como el historiador afrolatinoamericanista George Reid Andrews
(1997), desligan el tema de la igualdad del combate de la discriminación.
[Las Acciones Afirmativas] […] más que el combate a la discriminación, es
una intervención estatal para promover el aumento de la presencia negra —o
femenina, o de otras minorías étnicas— en la educación, en el empleo y en

74 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
las otras esferas de la vida pública. Promover ese aumento implica tener en
cuenta el color como criterio relevante en la selección de candidatos para tales
oportunidades (Reid Andrews, 1997, citado por Dos Santos, 2003: 90).
George Reid Andrews afirma que una de las maneras de materializar este
tipo de justicia podría darse por medio de las políticas de preferencia, que
consisten en dar preferencia a determinados grupos en la competencia por
derechos, ventajas o riqueza, entre otros bienes sociales. Además, indica que
la preferencia no implica necesariamente el establecimiento de cuotas fijas,
sino que negros(as) y blancos(as), hombres y mujeres —entre otros grupos
segregados— competirían con libertad por bienes sociales; serían contem-
plados los individuos más capacitados en el proceso competitivo, teniendo
preferencia a los cargos disputados por los individuos pertenecientes a los
grupos socialmente discriminados, en caso de empate o empate técnico (Reid
Andrews, 1997, citado por Dos Santos, 2003: 91).

Las Acciones Afirmativas como iniciativas


públicas y privadas de interés social
[Las Acciones Afirmativas] consisten en políticas públicas –y también privadas–
que se constituyen en la más elocuente manifestación de la moderna idea de
Estado promotor y actuante, ya que en su conceptualización, implantación y
delimitación jurídica participan todos los órganos estatales esenciales, inclu-
yéndose el poder judicial, que ahora se presenta en su papel de guardián de la
integridad del sistema jurídico como un todo, ora como institución formuladora
de políticas tendientes a corregir las distorsiones provocadas por la discrimina-
ción. Construcción intelectual destinada a viabilizar la armonía y la paz social,
las Acciones Afirmativas, por obvio, no prescinden de la colaboración y de
la adicción de las fuerzas sociales activas, lo que equivale decir que, para su
éxito, es indispensable la amplia concientización de la propia sociedad acerca
de la absoluta necesidad de eliminar o de reducir las desigualdades sociales
que operan en detrimento de las minorías (Gomes, 2003:21).

Las Acciones Afirmativas como medidas públicas especiales y temporales


El Grupo de Trabajo Interministerial (gti), creado en 1995 por el ex presi-
dente del Brasil Fernando Enrique Cardoso con el objetivo de inscribir defini-
tivamente la cuestión de lo negro en la agenda nacional, generó un concepto
nacional sobre Acciones Afirmativas.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 75
Las Acciones Afirmativas son medidas especiales y temporales, tomadas
o determinadas por el Estado, espontánea o [compulsatoriamente] con el
objetivo de eliminar desigualdades históricamente acumuladas, tanto para
garantizar la igualdad de oportunidades y tratamiento, como para compensar
las pérdidas provocadas por la discriminación y marginalización, recurrentes
por motivos raciales, étnicos, religiosos, de género y otros. Por tanto, las
Acciones Afirmativas buscan combatir los efectos acumulados en virtud de
las discriminaciones ocurridas en el pasado (gti, 1998).

Las Acciones Afirmativas para combatir prejuicios


y abusos de los tomadores de decisiones públicas
El propósito central de las políticas de Acción Afirmativa no es compensar
discriminaciones pasadas ni suplir supuestas deficiencias de los grupos antes
excluidos, sino mitigar la influencia de los actuales prejuicios y de la ceguera
de las instituciones y personas que toman decisiones (Young, 2000: 197).

Las Acciones Afirmativas como formas de integración social


de grupos en desventaja
Se entiende por Acciones Afirmativas el conjunto de directrices, programas
y medidas administrativas orientadas a generar condiciones para mejorar el
acceso a las oportunidades de desarrollo económico, social, cultural y pro-
mover la integración de la población negra o afrocolombiana (Documento
Conpes 3310, 2004: 4).
La Diferenciación Positiva correspondería al reconocimiento de la situación
de marginación social de la que sido víctima la población negra y que ha
repercutido negativamente en el acceso a las oportunidades de desarrollo
económico, social y cultural. Como ocurre con grupos sociales que han
sufrido persecuciones y tratamientos injustos en el pasado que explican su
postración actual, por medio de un tratamiento legal especial se propende
enderezar esta situación, buscando crear y consolidar la paz interna y, por lo
mismo adquiere legitimidad constitucional (Corte Constitucional colom-
biana. Sentencia T-422, 1996).

Las Acciones Afirmativas como programas sociales focalizados para


miembros de un grupo subrepresentado
Con la expresión Acciones Afirmativas se designará políticas [sic] o medidas
dirigidas a favorecer a determinadas personas o grupos, ya sea con el fin de

76 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
eliminar o reducir las desigualdades de tipo social, cultural o económico que los
afectan, bien de lograr que los miembros de un grupo subrepresentado, usual-
mente un grupo que ha sido discriminado, tengan una mayor representación.
Por ejemplo, los subsidios en los servicios públicos, las becas y ayudas finan-
cieras para estudiantes con recursos escasos o el apoyo económico a pequeños
productores (Corte Constitucional colombiana. Sentencia C-370, 2000).

Las Acciones Afirmativas como acceso a servicios, programas, y atención


específica para el mejoramiento de la calidad de vida
El conjunto de directrices, programas, proyectos y medidas administrativas
dirigidas a garantizar a los afrodescendientes del Distrito las condiciones
apropiadas de atención y acceso a la estructura administrativa, los servicios
y programas, que no se fundamentan exclusivamente en su condición de
población vulnerable, sino que responden a acciones basadas en criterios de
razonabilidad histórica dirigidos a garantizar el acceso a mejores oportunidades
de desarrollo económico, social y cultural, así como a promover su inclusión,
mediante la definición de componentes de atención específica en su benefi-
cio que integren recursos, procedimientos, indicadores, cupos y porcentajes
mínimos de participación, para el mejoramiento de su calidad de vida, con
fundamento en criterios de aplicación gradual y complementaria de las moda-
lidades de las Acciones Afirmativas como son: el sistema de trato preferencial
y el sistema de cuotas (Alcaldía Mayor de Bogotá D.C., 2006: 4-5).

Las Acciones Afirmativas como acciones públicas justificadas por un


pasado de discriminación para un mejor futuro
Autores como Valter Roberto Silvério resaltan la importancia fundamental
del Estado en la implementación de políticas públicas de Acción Afirmativa;
para Silvério, esas acciones deben buscar de manera sustantiva la igualdad en el
presente y la compensación respecto del pasado de discriminación para prevenir
que esta última ocurra en el futuro (Silvério, 2007).

Las Acciones Afirmativas como una política reparatoria y/o correctiva frente
a procesos históricos que han generado desigualdades acumulativas
Para algunos autores, la falta de una mínima perspectiva histórica sobre el
tipo de estructuras socioraciales que prevalecen en América Latina han vuelto

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 77
la discusión sobre Acciones Afirmativas un mero sofisma. Por este motivo,
detrás de las polémicas se ocultan prejuicios, temores y odios seculares
engendrados en experiencias recientes o remotas de la esclavización racial
e inferiorización de pueblos que han sido rotulados de manera colectiva
como «negros» (Wedderburn, 2005: 315).
A partir de las definiciones expuestas sobre Acciones Afirmativas vemos cómo
cada una insiste en uno o en varios aspectos que inciden en la persistencia de
desigualdades sociales de personas que pertenecen a grupos subalternizados. Estas
perspectivas muestran la dificultad de mezclar objetivos políticos pragmáticos y
reflexiones filosóficas relacionadas con el tema de la justicia reparativa. Empero,
también dan lugar para que cada espacio nacional democrático, por medio de
la deliberación pública, defina lo que entenderá por Acciones Afirmativas, las
cuales en ningún caso podrán vincularse a la universalidad de los derechos so-
ciales, económicos, políticos, culturales y ambientales que deben tener todos los
ciudadanos(as) de un país ni podrán ser homologadas de la existencia de programas
con perspectiva diferenciada, pues cualquier Estado pluriétnico y multicultural
debería contemplar la existencia de programas sociales universales para todos
los ciudadanos(as) y dentro de ellos debería ofrecer algunos con una perspectiva
diferenciada que se adapte a la particularidad cultural del grupo que se desea
reconocer. Las Acciones Afirmativas son medidas excepcionales ante situaciones
críticas y deben permitir el acceso de personas a los mecanismos por medio de los
cuales se realiza la movilidad social ascendente, es decir, la ecuación superior de
calidad y los mercados laborales de estatus dentro de una sociedad democrática.

Aportes de las filósofas feministas a la reflexión sobre Acciones Afirmativas


A partir de la implementación de medidas de Acción Afirmativa para el
grupo subalternizado de las mujeres, algunas filosofas feministas han realizado
importantes reflexiones acerca de estas acciones (Véase Young, 2000; Fraser &
Honneth, 2003; Benhabib, 2006). Estas filósofas han ampliado la reflexión
sobre dichas medidas y han incluido aspectos novedosos que debemos tener en
cuenta en la reflexión étnico-racial en Colombia.
Algunas de estas filósofas sostienen que una estrategia acertada para responder
de manera política a la injusticia que sufren grupos subalternizados sería restringir
el concepto de discriminación a la exclusión o preferencia explícita de algunas
personas en la distribución de beneficios, en el tratamiento que reciben o la

78 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
posición que ocupan en razón de su pertenencia a un grupo social, y de forma
paralela sostener que este no es el único mal que sufren los grupos desaventa-
jados y que la opresión es el verdadero problema que hay que resolver. Desde
esta perspectiva, las Acciones Afirmativas serían una serie de «políticas públicas
que conscientemente se proponen aumentar la participación e inclusión de las
mujeres, la gente negra, latina o discapacitada, en las escuelas y las oficinas y
en posiciones de recompensas altas y autoridad, con el fin de que estas políticas
socaven los procesos de opresión» (Young, 2000: 332).
La opresión y sus cinco caras constituirían el marco conceptual más amplio
para justificar la ejecución de Acciones Afirmativas. La opresión se refiere a
los impedimentos sistemáticos que inmovilizan o disminuyen a un grupo de
manera estructural, más que al resultado de las elecciones o políticas de unas
pocas personas hacia los mismos. La opresión tiene entonces una dimensión
estructural e implica relaciones entre grupos. La identificación de un grupo
acontece cuando se produce el encuentro e interacción entre colectividades
sociales que experimenten diferencias en sus formas de vida y asociación, aun
si consideran que pertenecen a la misma sociedad.
La primera cara de la opresión es la explotación. La idea central expresada en
tal concepto consiste en que la opresión tiene lugar por medio de un proceso
sostenido de transferencia de los resultados del trabajo de un grupo social en
beneficio de otro. La explotación determina relaciones estructurales entre los
grupos sociales. Las reglas sociales respecto de qué es el trabajo, quién hace
qué y para quién, cómo se recompensa el trabajo y cuál es el proceso social por
medio del que las personas se apropian de los resultados del trabajo, operan
para determinar relaciones de poder y desigualdad.
Como segunda forma de opresión, se considera que la marginación ha tomado
fuerza en los últimos años. Las personas marginales son aquellas a las que el
sistema de trabajo no puede o no quiere usar. No solo en los países capitalistas
del tercer mundo sino también en la mayor parte de las sociedades capitalistas
de occidente, existe una subclase en crecimiento de gente confinada de modo
permanente a una vida de marginación social que en su mayoría está marcada
en el ámbito racial. La marginación es tal vez la forma más peligrosa de opre-
sión. Una categoría completa de gente es expulsada de la participación útil en
la sociedad, quedando potencialmente sujeta a graves privaciones materiales e
incluso al exterminio.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 79
La carencia de poder designa también una posición en la división de trabajo
y la posición social concomitante que deja a las personas pocas oportunidades
para desarrollar y usar sus capacidades. Quien carece de poder tiene poca o nula
autonomía laboral, dispone de pocas oportunidades para la creatividad, utiliza
muy pocos criterios propios en el trabajo, no tiene conocimientos técnicos ni
autoridad, etc.
En cuarto lugar aparece el imperialismo cultural que es la forma en que los
rasgos dominantes de la sociedad vuelven invisible la perspectiva particular
de un grupo subalternizado, al tiempo que estereotipan nuestro grupo y lo
señalan como el otro. El imperialismo cultural conlleva la universalización
de la experiencia y la cultura de un grupo dominante y su imposición como
norma. Algunos grupos tienen acceso exclusivo o privilegiado a las vías de co-
municación e interpretación de una sociedad; en consecuencia, los productos
culturales dominantes en la sociedad son expresión de la experiencia, valores,
objetivos y logros de dichos grupos. Los grupos dominantes proyectan sus
propias experiencias como representativas de toda la humanidad.
La quinta forma de opresión es la violencia sistemática, entendida no solo
como acción individual sino como fenómeno social ejercido por miembros de
grupos sociales dominantes. Con dicho término no se alude únicamente a la
violencia física, que ocurre con bastante frecuencia; también se hace referencia
a la violencia simbólica.
La opresión de la violencia consiste no solo en la persecución directa, la
opresión de la violencia consiste no solo en la persecución directa, sino en
el conocimiento diario compartido por todos los miembros de los grupos
oprimidos de que están predispuestos a ser víctimas de la violación, solo en
razón de su identidad de grupo (Young, 2000: 108).
Estas cinco caras de la opresión pueden estar articuladas entre sí —y suelen
presentarse de ese modo—. Por medio del concepto de opresión, Young ha
definido los criterios que a su juicio permiten identificar cuándo un grupo es
oprimido o no: basta con la presencia de uno solo de ellos para afirmar que se
está frente a un grupo oprimido.
Para superar estas opresiones, Young plantea la necesidad de un espacio
público heterogéneo donde todas aquellas personas y grupos con sus diferen-
cias geográficas, étnicas, raciales, de género y físicas, presenten sus demandas
concretas y «afirmen sus perspectivas respecto de las cuestiones sociales dentro

80 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
del marco de instituciones que favorezcan la representación de sus distintas
voces» (Young, 2000: 197).

Medidas para la implementación de Acciones Afirmativas


En general, las Acciones Afirmativas tienen grados de aceptación razonable
a nivel social. Por el contrario, las medidas de concreción generan acalorados
debates. Las medidas implementadas para la puesta en práctica de Acciones Afir-
mativas se dividen en medidas de facilitación, de retribución y reparativas.
Las medidas de facilitación, conocidas también como medidas de impulso o
de promoción, tienden a generar de manera decidida condiciones para el logro
de la igualdad racial en el futuro. Dentro de estas se encuentran las medidas de
incentivos para la disminución de las desventajas sociales, políticas y económicas
por medio de becas, o de subvenciones y las medidas de Discriminación Inversa
o Positiva, caracterizadas por realizar un tratamiento desigualitario para favorecer
al peor situado de los grupos desfavorecidos dentro de la jerarquía socioracial
por medio de cuotas, reservas de plazas y medidas de trato preferencial que su-
ponen el establecimiento de una prioridad en caso de que exista una situación
de partida semejante en una situación contextual de desventaja.
Las medidas de retribución se adoptan tras la realización de la acción reque-
rida, por medio de incentivos o exenciones fiscales, para motivar de modo
principal al sector privado. También entran en ellas los sistemas impositivos
(cobro menor de impuestos a las personas de escasos recursos), las pensiones no
contributivas, las subvenciones para la construcción de vivienda y los incentivos
a la producción de bienes y servicios.
Teniendo en cuenta lo anterior, encontramos necesario aclarar las diferencias
entre Acciones Afirmativas y Discriminación Inversa. La Discriminación In-
versa puede ser entendida como «una serie de actuaciones normativas a favor,
de carácter temporal o transitorio encaminadas a eliminar la discriminación-
subordinación de origen histórico de determinados grupos o colectivos»
(Prada, 2001: 3). En este sentido, la Discriminación Inversa es una variedad
de las Acciones Positivas «más incisiva y eficaz, que adopta la forma de cuotas
y de tratos preferentes» (Prada, 2001: 3). De acuerdo con la autora citada, las
cuotas son entonces la medida representativa de las Discriminaciones Inversas.
Para otros autores, el sistema de cuotas «es un mecanismo para lograr igualdad
de oportunidades por medio de la imposición de cuotas rígidas de acceso de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 81
representantes de minorías a determinados sectores del mercado de trabajo y a
instituciones educativas» (Da Silva, 2003: 64).
En cualquier caso, las cuotas —entendidas como medidas para materializar
la Discriminación Inversa— solo se aplican en situaciones particulares de
discriminación sexual, racial, por minusvalía física o psíquica, mientras que
las medidas de Acción Afirmativa son deberes constitucionales (aunque no
obligaciones) impuestos a los poderes públicos y a los particulares con el fin de
alcanzar la igualdad de género y/o racial de manera particular. Asimismo, las
cuotas le otorgan un beneficio a un grupo de individuos, perjudicando a otro
que no es cubierto por la medida. Es por esto que desde la óptica de las Acciones
Positivas la regulación por cuotas se toma como opción solo cuando por otros
medios no fuere posible alcanzar el mismo objetivo en un tiempo razonable.
Prada señala que el objetivo mismo de las Discriminaciones Inversas es erradicar
discriminaciones de tipo cultural o social; una vez alcanzado este objetivo, la
permanencia de la medida se convierte en una discriminación directa.
Es por lo anterior que las medidas de Discriminación Inversa deben someterse
a ciertas condiciones, entre las que se encuentran las siguientes: solo pueden
ser impuestas por ley; su existencia debe limitarse a un periodo de tiempo es-
tablecido como necesario para la erradicación de las desigualdades; y deben ser
precedidas por estadísticas que den cuenta de la existencia de una desigualdad
de hecho objetiva.
Las medidas reparativas simbólicas serían todas aquellas medidas públicas
estatales y privadas que buscan instalar en las representaciones sociales, desde
nuevos patrones sociales de representación, interpretación y comunicación
(Fraser & Honneth, 2003: 22), desde revisiones profundas de currículos es-
colares y universitarios sobre la forma de contar la historia y la cultura de un
grupo subalterno, hasta la deconstrucción radical de los guiones de los museos
nacionales que salvaguardan la memoria de las élites nacionales.

Las Acciones Afirmativas, Acciones Positivas, Movilización Positiva,


Promoción Positiva o de Diferenciación Positiva:
puntos de polémica recurrentes
En este aparte hemos agrupado las críticas más insistentes que aparecen en
la literatura existente sobre las Acciones Afirmativas. Provienen de corrientes
políticas y filosóficas conservadoras y liberales, o de teóricos críticos contempo-

82 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
ráneos. Estas polémicas giran en torno al carácter conservador de las Acciones
Positivas, a un supuesto carácter discriminatorio y atentatorio de los principios
de igualdad y del mérito.

Preferir Acciones Transformativas antes que Afirmativas


La filósofa feminista Nancy Fraser afirma que ante el problema de la injus-
ticia existen dos vías de solución: una de Afirmación y otra de Transformación.
Sostiene que las soluciones afirmativas son aquellas que intentan corregir la
inequidad sin afectar el marco general que las origina, mientras que las solu-
ciones transformativas —de su preferencia— son las que tratan de corregir la
inequidad mediante la reestructuración del marco general que les da origen.
Para resolver el dilema entre redistribución y reconocimiento, la autora propone
el socialismo en la economía y la deconstrucción en la política.
Para Fraser, las Acciones Afirmativas convierten los grupos en blanco de
hostilidades y, desde la visión hegemónica, en sujetos vulnerables que demandan
más y más ayuda, lo cual refuerza los estereotipos sobre estos grupos. Fraser
asegura que las Acciones Afirmativas llevadas a cabo en la búsqueda de recono-
cimiento cultural promueven y exacerban la diferenciación existente entre los
grupos, lo cual deja a cada uno en un compartimento-estanco desde el cual se
hace más difícil entrar en relación con los otros; las soluciones transformativas,
en cambio, tienden a eliminar esas diferencias.
Fraser sostiene, además, que el único logro de las Acciones Afirmativas consiste
en reasignaciones superficiales que no solucionan la desigualdad de fondo; es
necesario implementarlas una y otra vez, hecho que crea o refuerza estereotipos
respecto de las clases menos favorecidas. Lo anterior la lleva a concluir que «una
aproximación dirigida a resolver las injusticias de redistribución puede generar
injusticias de reconocimiento» (Fraser, 1997: 24). Esto sucede exactamente con
las injusticias ligadas a la ‘raza’.
Esta redistribución afirmativa parte del supuesto del igual valor de las personas.
Sin embargo, su práctica pone en movimiento una dinámica estigmatizante de
reconocimiento cultural que contradice su compromiso oficial con el univer-
salismo; Fraser llama a dicho fenómeno «el efecto práctico de reconocimiento
de la redistribución afirmativa». Opone las soluciones transformativas a las
afirmativas porque, según ella, las primeras sí reducen la desigualdad social
sin crear estigmatización. Tienden a promover la reciprocidad y la solidaridad,

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 83
por lo que contribuyen también a reparar injusticias de reconocimiento, pero
Fraser no dice cuáles son ni cómo se llega a este tipo de soluciones. Aunque
compartimos esta manera de ver las Acciones Afirmativas, pensamos que las
Acciones Afirmativas no deben ser vistas como punto de llegada sino más bien
como punto de partida desde el cual pueda cuestionarse los límites del libera-
lismo y los límites de la ciudadanía liberal con el ánimo de animar discusiones
publicas que promuevan la necesidad de otro tipo de ciudadanía. Allí radica
su verdadera importancia.

Las Acciones Afirmativas atentarían contra el principio de igualdad


Los defensores de las Acciones Positivas afirman que estas no atentan contra
el principio de la igualdad, sino que permiten la comprensión de una «dimen-
sión más exigente de igualdad, que se realiza no solamente por la aplicación
general de las mismas reglas de derecho para todos, sino por medio de medidas
específicas que llevan a consideración situaciones particulares de minorías y de
miembros pertenecientes a grupos en desventaja […]» (D’Adesky, 2001: 229).
De ahí la necesidad de que se formulen políticas públicas que reconozcan «la
dignidad inherente a todo ser humano y una identidad individual portadora
de culturas construidas parcialmente por diálogos colectivos y al tiempo que
la persona es un individuo insubstituible y un miembro de una comunidad»
(D’Adesky, 2001: 230).

Las Acciones Afirmativas serían discriminatorias


Una de las críticas más recurrentes que existen sobre las Acciones Positivas
es que son ineficaces, toda vez que son medios inadecuados para lograr el fin
de la igualdad racial pues Colombia sería un espacio de relaciones raciales
armónicas, y tienen en sí un contrasentido pues toman la ‘raza’ como factor
de Discriminación Positiva, cuyos efectos son justamente los que se quieren
erradicar. Quienes se oponen a las políticas de Acción Afirmativa lo hacen por
lo general sobre la base de que dichas políticas discriminan: «para estas perso-
nas el principio de igualdad de trato, un principio de no discriminación, tiene
primacía moral absoluta» (Young, 2000: 328).
Para la filósofa Iris Marion Young, un medio para que quienes apoyan este
tipo de políticas estén menos a la defensiva es aceptar de forma positiva que
estas políticas discriminan. Por otro lado, tanto para quienes las defienden como

84 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
para quienes se oponen a ellas se hace necesario derribar el supuesto según el
cual la discriminación es el único o principal mal que sufren los grupos.
La opresión, no la discriminación, es el principal concepto para denominar la
injusticia relacionado con los grupos. Si bien las políticas discriminatorias a
veces causan o refuerzan la opresión, esta entraña muchas acciones, prácticas
y estructuras que tienen poco que ver con preferir excluir a los miembros de
ciertos grupos en la concesión de beneficios (Young, 2000: 328).
Una pregunta que podría surgir a partir de lo anterior sería ¿qué implica-
ciones conlleva centrarse en la opresión antes que en la discriminación? Según
Young, en concordancia con lo expuesto en Summer (1987), esto permitiría
admitir que las Políticas Afirmativas son efectivamente discriminatorias: «di-
chas políticas preveen preferir consciente y explícitamente a los miembros de
grupos particulares sobre la base de su pertenencia de grupo. La discriminación
en este sentido, podría o no ser incorrecta dependiendo de sus propósitos»
(Young, 2000: 331).

Las Acciones Afirmativas desatenderían el principio del mérito


Los opositores(as) a las Acciones Afirmativas afirman que atentan en contra
del principio del mérito. Los defensores(as) de las mismas critican que el mérito
se tome como un mito o como un criterio neutro y que lo conviertan en un
fetiche o fantasía en su acepción marxista, y que no se preocupan por explicar
cómo se produce en términos sociales y raciales.
Si partimos del principio de universalidad de la inteligencia, o sea de las
habilidades cognitivas de los individuos, el mérito funciona como diferencial
entre alumnos(as) que sobresaldrán por el acceso a capacidades diferenciadas
en el sentido otorgado por Amartya Sen. Esas capacidades son atributos de
pertenencia a clases de familias, decir asociados al capital cultural y al ingreso
que faculta a los jóvenes la formación en buenas escuelas que les permitirán
acumular el capital del mérito tanto en su sentido real de desempeño aca-
démico como en su sentido simbólico (Moreira, 2007).
Otros autores(as) responden a aquellos que estando de acuerdo con las Accio-
nes Afirmativas advierten que los puestos y recompensas deberían distribuirse
de acuerdo con el mérito individual. Este principio sostiene que los puestos
deberían ser concedidos a los individuos mejor cualificados, es decir, a aquella­s

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 85
personas que tengan mayores aptitudes y capacidades para desarrollar una
tarea. Sirve además para legitimar una división jerárquica del trabajo en una
sociedad liberal democrática que asume el igual valor moral y político de todas
las personas «la injusta jerarquía de las castas, se reemplaza por una jerarquía
natural del intelecto y la capacidad» (Young, 2000: 337).
Como anota Young, usar un principio de mérito para asignar puestos escasos
y deseables en una jerarquía laboral es justo si se cumple con varias condiciones.
Primero, las cualificaciones deben definirse en términos de capacidad técnica y
competencia: «por competencia técnica entiendo la competencia para producir
resultados específicos» (Young, 2000: 338). Segundo, estas competencias pura-
mente técnicas deben ser «relativas al trabajo». Por último, el desempeño y la
competencia deben juzgarse de manera individual para que el criterio del mérito
se aplique de manera justa. Para la autora, tales reglas normativas y culturalmente
neutrales del desempeño laboral no existen: «la idea de un criterio del mérito
objetivo y no sesgado con respecto a los atributos personales es una versión del
ideal de imparcialidad, y es sencillamente imposible» (Young, 2000: 339).
La autora estudia cuatro impedimentos para una definición y una valoración
normativa y neutral en términos culturales respecto del desempeño en el trabajo.
En primer lugar, unas reglas valorativamente neutrales y específicas solo son
posibles en trabajos cuyo número de funciones definibles es limitado o en una
tarea completa que prescinda de imaginación o sentido crítico. En segundo lugar,
a menudo es imposible identificar la contribución hecha por cada individuo
en las complejas organizaciones. En tercer lugar, una gran cantidad de trabajos
requiere amplia direccionalidad por parte de la persona trabajadora respecto
de lo que hace y de cómo hacerlo mejor. Por último, en muchas organizacio-
nes la división del trabajo significa que los evaluadores del desempeño de una
trabajadora –en el caso específico de las mujeres– no están familiarizados con
el proceso de trabajo real; esto si se tiene en cuenta que los superiores(as) no
hacen lo mismo y que las escalas laborales están muy separadas.
Estos impedimentos se hacen más manifiestos en el trabajo profesional y
gerencial, puesto que la mayoría de tareas desempeñadas en tales lugares requie-
ren del uso de la capacidad crítica, la discreción, la imaginación y la agudeza
verbal, todas cualidades difícilmente medibles de manera objetiva o neutral en
términos valorativos. Más aún, a menudo este tipo de trabajos gerenciales y
profesionales son evaluados no solo por sus superiores en la división jerárquica

86 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
sino por los clientes que tienen poco conocimiento sobre la naturaleza de los
trabajos y las capacidades que se requieren.
Es claro entonces que los criterios utilizados para determinar las cualificaciones
tienden a abarcar o incluir valores, normas y atributos culturales particulares.
Young no quiere decir con esto que el uso de dichos criterios sea necesariamente
inadecuado; resalta, en cambio, que estos criterios son naturalmente normativos
y culturales antes que científicos. Ello le permite concluir que si la evaluación de
méritos es inevitablemente subjetiva y depende de las valoraciones de quienes
evalúan, entonces «la evaluación de méritos justificará la jerarquía sólo si quienes
evalúan son imparciales en el sentido fuerte de no estar influenciados por la pers-
pectiva social de un grupo o una cultura en particular» (Young, 2000: 344).
Esta convicción de neutralidad de quienes evalúan termina enmascarando
su contexto y parcialidades reales. Sus criterios contribuyen al mantenimiento
y a la reproducción de las relaciones de privilegio, jerarquía y subordinación.
Además, estas jerarquías de privilegio están estructuradas en la sociedad de modo
claro en función de la raza, el género y otras diferencias de grupo.
Young resalta dos fuentes de desventajas relacionadas con el grupo, que afectan
a los miembros de grupos subordinados aun cuando los evaluadores crean que
están siendo imparciales. La primera de ellas alude al hecho de que los criterios
de evaluación necesariamente conllevan implicaciones normativas y culturales,
y por lo tanto no serán neutros respecto del grupo. La segunda tiene que ver
con que los juicios cotidianos sobre las mujeres, la gente de color, los hombres
gay, las lesbianas y la gente mayor están influidos a menudo por aversiones y
desvalorizaciones inconscientes.
Para Young, las prácticas que certifican las cualidades de la gente son siem-
pre políticas. Las reglas y las políticas de cualquier institución sirven para el
logro de fines particulares, encierran valores y significados. En palabras de
la autora, «todas ellas son cuestionables, y la política es el proceso de lucha y
deliberación sobre tales reglas y políticas, los fines a los que ellas sirven y los
valores que entrañan» (Young, 2000: 354). La ideología del mérito despolitiza
el establecimiento de criterios y estándares para la asignación de puestos. Las
reglas y las políticas que determinan y aplican las cualificaciones son, de forma
inevitable, políticas.
Una vez se entiende la evaluación de mérito como política, surgen algunas
cuestiones sobre la justicia que van más allá de la distribución, como quién

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 87
debería decidir respecto de las cualificaciones y a través de cuáles normas y
principios podría hacerlo. Es aquí donde este debate se encadena con la discu-
sión sobre la Acción Afirmativa y la igualdad de oportunidades. Según Young,
y como se mencionó anteriormente, la discusión sobre la Acción Afirmativa
y la igualdad de oportunidades rara vez cuestiona la justicia de las prácticas
habituales de la sociedad según las cuales se establece que las directivas, ad-
ministradoras y expertos deberían determinar los criterios de cualificación,
así como quién está cualificada: «el poder de quienes crean la cualificación
es incuestionable: ellas deciden el destino de todas las personas con escaso
poder —que no toman tales decisiones—, así como el destino de sus colegas
de profesión» (Young, 2000: 355).
El ideal de imparcialidad legitima la jerarquía y el conocimiento justifica el
poder. En este sentido, «si los criterios culturales y normativos antes que medir
objetivamente la aptitud lo que hacen es diferenciar a los individuos, entonces
la posición de estos depende de si agradan a sus evaluadoras y de las impresio-
nes de la gerencia» (Young, 2000: 355). Es así como el sistema de evaluación
del desempeño dentro de esta jerarquía incentiva y reproduce las relaciones
de dominación: «una clase de gente poderosa establece criterios normativos,
algunos de los cuales tienen la función de afirmar su propio poder y reforzar el
sistema organizacional que lo hace posible» (Young, 2000: 356).
En contraste con el principio del mérito, Young propone que las decisiones que
establecen y aplican criterios de cualificación se realicen de forma democrática.
Si se tiene en cuenta que el hecho de ocupar cargos y puestos de trabajo afecta
de modo fundamental el destino del individuo y de la sociedad en general, la
toma democrática de estas decisiones resulta esencial para la justicia social. Esta
democracia debe ser constitucional y limitada por reglas que definan derechos
y normas básicas. Así mismo, las decisiones democráticas sobre los criterios
para las calificaciones laborales y sobre quién está cualificada deberían estar
limitadas por la equidad.
Esta equidad en tales decisiones incluye los siguientes puntos: 1) los criterios
para las cualificaciones deberían ser explícitos y públicos, así como los valores y
los propósitos que persiguen; 2) los criterios no deberían impedir que ningún
grupo fuera considerado para ocupar puestos de forma explícita o implícita;
3) todas los(as) candidatas a ocupar los puestos deberían ser considerados(as)
con detenimiento, en concordancia con los procedimientos formales dados a

88 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
conocer públicamente; 4) la gente con afinidades de grupo, posiciones socia-
les, o atributos personales particulares podría tener preferencia solo en caso
de socavar la opresión o de compensar desventajas.
Este tipo de división instaura además un imperialismo cultural que postula
algunos tipos de trabajo como superiores y más valiosos que otros. Cuando
se profesionaliza una actividad se crea una disciplina teórica para la expresión
formal y la racionalización de sus procedimientos; «este proceso de raciona-
lización se abstrae de la práctica comprometida en la actividad, y separa los
elementos formales abstraídos de los elementos materiales encarnados» (Young,
2000: 371).
Esta división jerárquica del trabajo tiende a «ignorar la inteligencia y las capa-
cidades que tienen formas diferentes y en algunos casos sentidos incomparables»
(Young, 2000: 372). La división entre profesionales y no profesionales lleva a
una valoración cultural general de algunos tipos de personas como «respetables»
y de otros como «no respetables» según el trabajo.
Con todo lo anterior, Young concluye que la justicia social requiere, por un lado,
de la democracia en el lugar de trabajo, y por otro que se socave la división entre
definición y ejecución de tareas. Menciona así algunos parámetros generales para
una organización justa del trabajo. En primer lugar, resalta que la democracia es
un elemento necesario en la organización social justa; requiere de al menos dos
condiciones necesarias: «a- las empleadas de una empresa deben participar en
las decisiones básicas de la empresa en su totalidad, y b- deben participar en las
decisiones específicas que conciernen a su situación laboral inmediata» (Young,
2000: 374). Estas decisiones básicas incluirían cuestiones sobre qué se produci-
ría, qué servicios se prestan, el plan básico y la organización de la producción,
la estructura básica de la división del trabajo, entre otras. Así, «la comunidad
merece alguna representación en al menos aquellas decisiones que afecten de
manera significativa a la vida fuera de la empresa» (Young, 2000: 378).

Acciones Afirmativas en India, Sudáfrica, Estados Unidos y Brasil:


lecciones aprendidas y avances
Si bien la experiencia de los Estados Unidos en la implementación de
Acciones Afirmativas ha sido la más conocida, existen otros países de Asia,
África y América del Sur donde se han desarrollado importantes acciones de
este tipo. A continuación se presentan las experiencias de India y Sudáfrica

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 89
en el campo de las Acciones Afirmativas, seguida de la experiencia estado-
unidense y luego la experiencia reciente de Brasil.

Las Acciones Afirmativas en India: implementación de reservaciones para


superar las jerarquías y exclusiones producidas en el sistema de castas
Para hablar de las Acciones Afirmativas en la India, es necesario hacer algunas
precisiones iniciales sobre la estructura social de dicho país, el cual ha generado
y legitimado la desigualdad social de una manera única en el mundo, producien-
do amplias brechas entre distintos grupos sociales que han sido divididos por
castas. Como lo afirma Ross Mallick, «no es accidental que la “intocabilidad”
haya durado más que el apartheid, y que los intocables se hayan convertido
en la población más segregada en el mundo» (Mallick, 1997: 353).
La división de la sociedad por castas es una construcción social basada en
la «división y jerarquía» (De Zwart, 2000a: 236) que crea una serie de grupos
sociales organizados en la estructura de dicha sociedad de manera vertical.
Según Frank De Zwart (2000a), esta organización social tiene dos posibles
orígenes: el primero proviene de la histórica sociedad india, que creó la división
social por castas y guarda una estrecha relación con el Hinduismo —una de
las principales religiones de la India—. El segundo parece ser producto del
régimen colonial británico, el cual rigió a la India en la política, la economía
y el orden social por siglos. Estas dos posturas obedecen a discusiones estable-
cidas entre académicos que conciben el sistema de castas desde el esencialismo
—que entiende las castas como un atributo inherente a la sociedad india— o,
en contraposición, desde el constructivismo —que entiende las castas como
una construcción social que se origina en la época de la colonia británica—
(De Zwart, 2000a).
De Zwart (2000a) realiza una precisa descripción de las castas. En ella
muestra el modo en que es considerada como una unidad de división, es decir,
como un «grupo endógamo con una ocupación tradicional y una membresía
hereditaria. El criterio básico para determinar dichos grupos es la pureza ritual»
(De Zwart, 2000a: 236). Las castas tienen como fundamentos primordiales la
ocupación o trabajo que desempeñe un grupo y la herencia familiar, esto es, la
casta a la que esta ha pertenecido. Las castas son relativas respecto del contexto
al que se esté haciendo referencia (local, regional o nacional) y se remiten a
cuatro categorías en las que se divide la sociedad: «Brahmanes (sacerdotes y

90 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
académicos), Kshatryas (gobernantes y guerreros), Vaishyas (comerciantes)
y Shudras (agricultores)» (De Zwart, 2000a: 236). Estas categorías han sido
enunciadas desde la que se encuentra en la parte superior de la estructura
hasta la que es ubicada en la base o parte inferior. Además de las cuatro castas
mencionadas, «los dos grupos que están ubicados en la parte más inferior de
la jerarquía social, dalits y adivasis, han sido ubicados por fuera del sistema
de castas» (Desai & Kulkarni, 2008: 246), es decir, que existen dos castas más
pero tienen una valoración considerablemente inferior que las demás, razón
por la que ni siquiera están incluidas en la categorización mencionada.
Según Sonalde Desai y Veena Kulkarni (2008), los dalits «son los más bajos
en la jerarquía de las castas y han sido históricamente excluidos del sistema
de castas bajo la justificación de que son tan inferiores que no merecen ser
asignados como una casta» (Desai & Kulkarni, 2008: 247). Este grupo social
también es conocido como la casta de intocables o parias. Los adivasis son de-
finidos como los grupos primitivos o indígenas, y suelen distinguirse porque
«están geográficamente separados, suelen vivir en comunidades distantes de
los pueblos hindúes y subsisten de la producción de la naturaleza» (Desai &
Kulkarni, 2008: 247).
Quienes son ubicados en las castas inferiores han sido considerados histórica-
mente como grupos de personas indeseables que no tienen acceso a escenarios
básicos de la vida económica, política y social de su país, como empleos distintos
a los que corresponden a sus castas, la representación política o las uniones
matrimoniales con personas de otra casta (Mallick, 1997). En consecuencia,
son excluidos de una cantidad considerable de espacios; la situación anterior
los ha discriminado por siglos, manteniéndolos bajo condiciones de pobreza
y vulnerabilidad. Aunque la constitución india prohíbe la discriminación por
castas y no aprueba la existencia de una casta de intocables, este fenómeno
persiste en las prácticas cotidianas de dicho país.
Aunque existe una difícil y limitada movilidad ascendente entre castas
(Mallick, 1997), estas últimas no son clasificaciones inamovibles. Cuando se
dan factores como el «tiempo, los medios, la organización y un clima político
favorable; las castas y sub-castas (no los individuos) pueden ascender en los
estatus jerárquicos» (De Zwart, 2000a: 236).
La creada división social por castas es entonces el factor determinante de
las diferencias sociales y de la inequidad en la India. En consecuencia, para

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 91
algunos autores éstas son las causantes de la necesidad de implementar me-
didas diferenciales que nivelen los grupos sociales más excluidos frente a los
que cuentan con niveles adecuados de inclusión a la vida social, económica,
política y cultural del país; es decir, beneficiar a quienes pertenecen a castas
inferiores para alcanzar una mayor igualdad respecto a las condiciones de vida
de las personas de las castas superiores.

La creación de medidas de Acción Afirmativa, su implementación y los


debates sobre sus beneficiarios(as)
Las medidas preferenciales en la India son las más antiguas del mundo: para
algunos, «la India podría tener el programa de Acciones Afirmativas más amplio
del mundo» (Kumar, 1992: 290). Tales acciones surgieron como una iniciativa
de la colonia británica en dicho territorio durante la década del veinte, cuando
se buscaba una mayor representación de las castas inferiores de la sociedad (De
Zwart, 2000a). Aparecieron como respuesta a las protestas del movimiento
de no-brahmanes, quienes se oponían al monopolio de los cargos guberna-
mentales por parte de los brahmanes y otras castas superiores, y proponían la
implementación de Acciones Afirmativas para su desmonte. Es decir, que la
necesidad de implementar este tipo de medidas obedecía a la búsqueda de una
mayor representación en algunos ámbitos del gobierno, en especial aquellos
de alto nivel que han sido ocupados de modo tradicional por personas de las
castas superiores (Mallick, 1997).
Años más tarde, tras alcanzar su independencia del imperio británico y la
formulación de una nueva constitución en el año de 1950, se crean las me-
didas de Acción Afirmativa o reservaciones —término que se les otorgó en la
India y se define como «cuotas reservadas para bienes escasos, siendo los más
importantes los empleos en el ámbito gubernamental y las admisiones a insti-
tuciones de educación superior» (De Zwart, 2000b: 5)—. A diferencia de las
acciones existentes, estas tienen como fin último la búsqueda de la igualdad,
mas no de representación de las castas inferiores (De Zwart, 2000a). La falta
de igualdad, como se ha mencionado, es causada por la estructura social basada
en las castas, siendo esta en consecuencia el principal problema que debe ser
atendido y erradicado.
La constitución de 1950 plantea entonces la propuesta de implementar nuevas
medidas con el fin de «modernizar la estructura social, combatir la desigualdad

92 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
y erradicar las divisiones por castas» (De Zwart, 2000b: 5). Tras este mandato
constitucional, El gobierno central indio y distintos Estados del país procedie-
ron a la implementación de dichas medidas en las áreas de educación y empleo
(tema que será abordado con posterioridad). No obstante, un inconveniente
considerable surgió para tal labor: ¿quiénes habrían de ser los beneficiarios(as)
de las reservaciones?, ¿cómo identificar los grupos sociales que se beneficiarían
de las mismas?
No había claridad respecto a los grupos sociales que se beneficiarían de las
Acciones Afirmativas en la India pese a que se había planteado su creación
e implementación. Considerando que la eliminación de la estructura social
dividida en castas era uno de los imperativos de la política de reservaciones,
no era lógico establecer como beneficiarias a las personas pertenecientes a una
casta determinada; dicho de otro modo, si se buscaba eliminar las castas no era
coherente crear medidas preferenciales para las castas inferiores.
Para solucionar tal inconveniente, el gobierno creó dos comisiones nacionales
para las clases inferiores (National Backward Classes Commission), a las que se
les encomendó la tarea de definir quienes debían ser los beneficiarios de las
reservaciones. La primera surgió en 1953 y tenía como propósito determinar los
criterios que definían la inferioridad de un grupo determinado, cuáles sectores
o grupos poblacionales debían ser considerados inferiores en términos educa-
tivos y sociales, y preparar una lista de ellos. Como resultado se obtuvo una
lista de 2.399 castas elegibles, que constituían cerca del 40% de la población
india (De Zwart, 2000a).
Al no contar con la posibilidad de hacer un estudio detallado y pormenoriza-
do, la comisión seleccionó los beneficiarios(as) teniendo en cuenta indicadores
como el ingreso, el nivel educativo y la ocupación del padre del hogar. De Zwart
considera que de haberse hecho un estudio más detallado se habrían obtenido
cifras mayores. Para este estudio también se tuvieron en cuenta los registros
británicos, elaborados en términos de casta. Además de este hecho, la comisión
«asumió que la casta era la causa de la desigualdad en India, por consiguiente, la
lógica determinó que las castas deberían indicar los beneficiarios de las Acciones
Afirmativas» (De Zwart, 2000a: 241).
La segunda comisión, conocida también como Comisión Mandal (por el
nombre de su director), se estableció en 1979. Según lo dicho por Dharma
Kumar (1992), en ella se utilizó un sistema de recolección de información muy

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 93
similar al utilizado por la primera comisión: recolectó los datos por sí misma, ya
que la única información existente estaba bastante desactualizada. Este proceso
tuvo errores evidenciados en sus resultados, en ocasiones contradictorios, que
permitieron concluir que existía un interés particular por mostrar un elevado
número de personas como parte de las castas inferiores.
Tras aproximadamente dos años de trabajo, la comisión obtuvo un total
de 3.743 castas elegibles. Su reporte afirmó que «las castas son ladrillos que
construyen la estructura social india, y en la sociedad tradicional india, la in-
ferioridad social fue una consecuencia de los estatus de las castas» (De Zwart,
2000a: 242). En consecuencia, sostuvieron que las castas se tuvieron en cuenta
como el factor base para identificar las clases inferiores, sino que los mismos
resultados se dirigieron por sí mismos hacia allá.
Como resultado de los estudios adelantados por las dos comisiones mencio-
nadas, se creó una nueva categoría social basada en clases sociales en lugar de
castas; fue denominada como clases inferiores (backward classes) según Krishna
Tummala (1999), o clases inferiores social y educacionalmente (Socially and
Educationally Backward Classes) según De Zwart (2000a, 2000b). Teniendo
en cuenta tales resultados, las Acciones Afirmativas fueron destinadas a tres
grupos: las castas marginadas o dalits (Scheduled Castes) que conforman un
15% de la población total, las tribus marginadas o adivasis (Scheduled Tribes)
que representan el 7.5% de la población total y las clases inferiores (Backward
Classes) —categoría creada como resultado de las comisiones— que conforman
el 50% del total de la población del país.
Kumar (1992) y Tummala (1999) coinciden en afirmar que tras los resul-
tados de la segunda comisión, se estableció que un 52% de la población india
debía ser beneficiaria de Acciones Afirmativas y que la proporción de personas
en el grupo de clases inferiores representa un porcentaje muy alto del total de la
población del país (52%), que tienen menos del 5% de los cargos de alto nivel
en el gobierno central y una escasa representación en el campo de profesionales
y altos ejecutivos.
A pesar de haber realizado estudios exhaustivos y de haber creado nuevas
categorías para el reconocimiento de los grupos sociales más excluidos —que
serían los beneficiarios de las reservaciones—, aún persiste el debate sobre la
creación de clases sociales como una forma para eliminar de modo progresivo
la existencia de una estructura social basada en las castas y la efectividad que

94 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
ha tenido dicha estrategia. Más adelante se abordarán los principales debates
generados en torno a esta cuestión.
Tras las inconformidades que generaron los resultados de las comisiones
en amplios sectores de la sociedad india, las medidas de Acción Afirmativa
volvieron a ser el centro de atención en la política y sociedad de dicho país en
1991, cuando el gobierno ordenó que se estableciera una preferencia para los
miembros más pobres de aquellas castas o clases que ya eran beneficiarias de
las cuotas previamente establecidas.
Cuando los pobres ya hayan sido incluidos, las cuotas estarán abiertas para ser
ocupadas por los demás miembros. Un diez por ciento adicional se reservará
para los otros grupos “económicamente inferiores” de la población que no
es beneficiaria de las actuales cuotas (Tummala, 1999: 500).

Tal disposición es la consecuencia de la ineficacia de las Acciones Afirmativas


en la eliminación de las diferencias sociales para aquellos grupos sociales que
han sido ubicados en la parte más baja de la estructura social india, puesto que
tras años de implementación han beneficiado a ciertas élites existentes dentro
de las clases inferiores, castas y tribus marginadas. Luego de algunas reformas
a esta legislación, se han sostenido los cupos en cargos públicos para las castas
marginadas, las tribus marginadas y otras clases inferiores. Solo hasta 1998 se
dictaminaron las primeras medidas para la inclusión de mujeres en los cargos
públicos del país y en la educación superior (Tummala, 1999).
Además de las categorías creadas desde las comisiones de 1953 y 1979, Ross
Mallick (1997) da cuenta de otros factores tenidos en cuenta para la selección
de personas beneficiarias de reservaciones en India. Expone dos características
de los grupos sociales que han sido determinantes en la construcción de criterios
de clasificación: la religión y las uniones conyugales mixtas —es decir, entre
personas de castas distintas—. Dicho fenómeno da cuenta de la indiscutible
relación existente entre las Acciones Afirmativas y las castas, puesto que tales
atributos han estado ligados históricamente a la definición de estas últimas.
En lo que respecta a la pertenencia a una religión particular, Mallick explica
que si bien la constitución de 1950 prohibió las reservaciones para personas
de la casta de intocables que se convertían a otras religiones, esto se modificó
seis años después para incluir a quienes se convertían al sijismo; en 1990, se
incluyeron también los budistas. Hasta 1997, fecha en la que Mallick publica

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 95
su estudio, se buscaba concertar la inclusión de los(as) intocables convertidos
al cristianismo puesto que éstos y los musulmanes no podían ser beneficiarios
de las Acciones Afirmativas, hecho discriminatorio en extremo. Este asunto
ha sido polémico puesto que los sectores de hinduistas fundamentalistas se
oponen a tal inclusión, siendo la pérdida de los beneficios uno de los motivos
más fuertes que evita la conversión de los(as) intocables al cristianismo. Este
grupo de fundamentalistas sostiene que si se posibilita el acceso de cristianos a
los beneficios de las reservaciones, ellos(as) tendrían mayores capacidades para
hacerse merecedores de ellas que los(as) intocables hinduistas, puesto que tienen
acceso a mejores colegios cristianos.
La conversión a otra religión no trae siempre beneficios para las personas de
la casta de intocables que lo hacen; por el contrario, suele limitarlos al hacerlos
inelegibles para las Acciones Afirmativas. Para Mallick, estas limitantes buscan
evitar la conversión de las personas de las castas más inferiores a otras religiones
para preservar el hinduismo.
Con referencia a las uniones conyugales mixtas, segunda categoría mencio-
nada, Mallick (1997) señala su fuerte influencia en la determinación del acceso
que una persona pueda tener a las Acciones Afirmativas. La pertenencia a la
casta de intocables de uno de los padres no siempre se transmite a sus hijos(as),
hecho que suele ser problemático en el momento de buscar ser beneficiario(a)
de esas acciones para acceder a un trabajo o a la universidad. La forma en que
la elegibilidad por pertenecer a la casta de intocables suele ser transmitida es
explicada por Mallick de la siguiente forma:
Legalmente, la elegibilidad de intocables para las reservaciones pasa por
medio de la línea masculina; los hijos de mujeres que se casan por fuera de
la comunidad de su casta inferior son inelegibles. En tal caso, se realiza un
esfuerzo para identificar a los hijos con la comunidad del esposo, que es
más prestigiosa, hasta el punto de ocultar la casta de la madre con la de sus
propios hijos (Mallick, 1997: 358).
Así pues, las Acciones Afirmativas y sus aspectos funcionales, evidenciados en
las prohibiciones e impedimentos impuestos a quienes se cambian de religión
o quienes hacen parte de una unión conyugal con una persona de otra casta,
son vistos por sus oponentes como medios para la preservación de las castas
inferiores, en lugar de percibirse como mecanismos para el un mejoramiento
de las condiciones sociales, económicas y políticas en que viven las personas

96 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
que pertenecen a ellas (Mallick, 1997). En consecuencia, podría entenderse que
las medidas de Acción Afirmativa se emplean como una forma de preservar la
división social por castas e impedir la movilidad social ascendente.

La Comisión nacional para las clases inferiores: institucionalización del


debate sobre los beneficiarios(as) de las reservaciones
En 1993, el gobierno indio reconoció la importancia de crear un organismo
permanente que permitiera tener cierta claridad respecto a quienes debían
considerarse miembros de las clases inferiores, como resultado de las dos co-
misiones creadas con anterioridad. A partir de tal necesidad, surgió la Comisión
nacional para las clases inferiores (National Commission for Backward Classes)
como una institución estatal creada con la función principal que se muestra a
continuación.
Examinar pedidos de inclusión de cualquier tipo de ciudadanos como clase
inferior en las listas, escuchar reclamos de inclusión adicional o falta de inclu-
sión de cualquier clase inferior en tales listas y presentar tal recomendación
al gobierno central si éste lo considera apropiado (The National Commission
For Backward Classes Act, 1993: capítulo 3).
La creación de esta comisión como un órgano permanente del gobierno
central para la definición de las clases inferiores en la India ha sido el único
actor institucional establecido en el transcurso de creación e implementación
de las medidas de Acción Afirmativa. La especificidad de su labor, enfocada
hacia el esclarecimiento de quiénes han de ser beneficiarios(as) de dichas
medidas, evidencia el aspecto más polémico de los tratos preferenciales en
aquel país, dado que no se han podido establecer criterios fijos distintos a las
castas que determinen la necesidad de recibir algún tipo de trato preferencial
o no hacerlo.

Ámbitos de aplicación
Las reservaciones fueron creadas para propiciar mayor acceso de las clases
inferiores, castas y tribus marginadas a oportunidades de empleo en cargos
gubernamentales y a la educación superior. Tal disposición fue establecida
porque se concebía que en estos dos ámbitos existía una evidente falta de
representación de los grupos excluidos y vulnerables, además de ser las áreas

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 97
que, de ser promovidas, permitirían la obtención de mayores posibilidades de
ascender socialmente y superar la exclusión a la que han estado sometidos. Desai
y Kulkarni (2008) toman en cuenta la asignación de un determinado número
de cupos para las mujeres, las tribus y castas marginadas en los gobiernos locales
como Acciones Afirmativas en el ámbito político2.
No obstante, las reservaciones tenían un marcado énfasis en el ámbito labo-
ral más que en el educativo en sus inicios, hecho que puede entenderse como
la búsqueda inicial de representación de los grupos históricamente excluidos
en los cargos gubernamentales por medio de las medidas preferenciales de la
década del veinte; Desai y Kulkarni (2008) explican cómo se implementaron
esas medidas en el ámbito educativo.
Al tomar como referencia los porcentajes citados por Kumar (1992), De Zwart
(2000a) y Desai y Kulkarni (2008), es posible afirmar que del 50% del total de
cargos públicos y cupos universitarios permitido por la Corte Constitucional
para asignar como reservaciones, el 27% fue destinado para las clases inferio-
res, el 15% para las castas marginadas y el 7.5% para las tribus marginadas en
cada una de las áreas. Según Desai y Kulkarni (2008), en el ámbito educativo
pueden darse algunas variaciones que dependen del porcentaje poblacional de
tribus y castas marginadas que habiten el Estado que las esté implementando,
por lo que pueden asignarse distintos porcentajes a cada grupo.
Kumar explica la importancia de crear medidas de Acción Afirmativa en el
empleo en razón de que las castas están construidas a partir de las ocupaciones
de las personas y sus respectivas jerarquías, por lo que el sistema de castas desa­
parecería conforme se rompiera la conexión entre estas y las ocupaciones. En
consecuencia, la única forma de deshacer tal conexión sería posible por medio
del acceso de las castas más bajas a trabajos ejercidos de forma tradicional por
personas de castas superiores (Kumar, 1992).
Según Desai y Kulkarni, las reservaciones en el área laboral fueron aplicadas
inicialmente en el proceso de selección y vinculación. En la década del no-
venta, tras la evidente ausencia de personas provenientes de grupos excluidos

2 En la obra de los autores estudiados no se hace mayor referencia al tema de las cuotas en
los gobiernos locales. «Muchas acciones de grupos políticos de dalits están enfocadas en
el área de los gobiernos locales, y trabajan para asegurar la obtención de representación
de sus candidatos dalits en estos gobiernos, en los cuales suelen crearse conspiraciones en
contra de los “sectores más débiles” de la sociedad» (Desai y Kulkarni, 2008: 252).

98 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
en cargos de alto nivel, el servicio civil decidió implementar las reservaciones
en los procesos de ascenso y promoción.
La opinión de los beneficiarios(as) sobre las reservaciones en el empleo, lo
mismo que las posturas que han adoptado al respecto, han sufrido algunos
cambios tras varias décadas de implementación. Según Mallick, durante su
etapa inicial, la política de reservaciones en el ámbito laboral solía ser el atrac-
tivo principal de quienes podían ser sus beneficiarios(as). Esta preferencia ha
disminuido poco a poco, mientras que la competencia por obtener el acceso
preferencial a la educación superior aumenta.
Para Mallick, el fenómeno anterior se presenta porque para la clase media-
alta de intocables el trabajo en el sector público es menos atractivo que el del
sector privado (en el que no existen Acciones Afirmativas) debido al desmejo-
ramiento de las condiciones laborales del primero —principalmente en cuanto
a remuneración y a la obtención de poder que representan—. De esta manera,
las élites de los intocables prefieren acceder a una educación de calidad para
adquirir herramientas que les permitan competir con las personas de castas
superiores en el ámbito privado.
En lo que respecta a la educación, Desai y Kulkarni enuncian dos mecanismos
para la implementación de Acciones Afirmativas: los cupos y las cuotas. Las
primeras consisten en cupos específicos reservados para los candidatos de los
grupos beneficiarios, mientras que las segundas consisten en una serie de ayudas
económicas que buscan ayudar a costear los costos de la educación. Adicional a
estas subvenciones, existen programas gubernamentales que buscan preparar a
los(as) estudiantes que se encuentran cursando sus últimos años de educación
secundaria, para que obtengan cierta nivelación que les permita ser admitidos
en universidades e instituciones de educación superior.

Reflexiones sobre las reservaciones: evaluaciones, consecuencias,


críticas y aportes para su mejoramiento
Tras décadas de implementación de las reservaciones en India, opositores y
partidarios de las mismas han estudiado y analizado sus resultados, la forma en
que se han ejecutado y los impactos que han causado; han propuesto algunas
alternativas para su mejoramiento y la optimización de sus resultados. A conti-
nuación se expondrán algunas de estas reflexiones, que subtienden los debates
actuales sobre las Acciones Afirmativas en dicho país.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 99
Autores como De Zwart, Kumar, Mallick y Tummala, analizan con particular
relevancia la categorización que se llevó a cabo desde el gobierno indio para
establecer el grupo de personas que habría de ser beneficiario de las medidas
de Acción Afirmativa. Frente a esta cuestión, la persistencia del debate sobre
clases y castas parece mostrar la poca conformidad con esta clasificación y la
escasa efectividad que tuvieron las comisiones en la creación de una categoría
que realmente recogiese los grupos sociales con mayor necesidad de ser incluidos
dentro de un mecanismo de tratos preferenciales.
De Zwart plantea que la creación de clases sociales como forma de superar
las castas no ha podido dejar de lado estas últimas, puesto que a partir de ellas
surgen las desigualdades abordadas por las Acciones Afirmativas. Bajo la creación
de unas clases sociales inferiores surge entonces el dilema que se cuestiona sobre
la amplitud y poca precisión de la clasificación respecto a quiénes son ubicados
dentro de tales clases. Estas imprecisiones fueron evidenciadas en la demanda
de unas cuotas incluidas dentro de las existentes, buscando el beneficio de las
personas más vulnerables de las clases inferiores —denominadas sub-castas—.
Este hecho, unido al perfeccionamiento que se ha dado a los programas de
Acción Afirmativa, ha creado mayor descrédito a la construcción de «clases
inferiores», posicionando las castas preexistentes (De Zwart, 2000a).
El mismo De Zwart analiza algunas de las causas políticas que han contribuido
a fortalecer el sistema de castas frente al poco posicionamiento de la categoría de
clases sociales. En este sentido, enuncia dos factores: el primero es el producido
por algunos políticos que afirman que las castas son la base de la sociedad y no
tenerlas en cuenta implica un ejercicio descontextualizado de la política. Estas
afirmaciones van unidas también a las hechas por algunos líderes comunitarios
que dicen encontrar en las castas un elemento fundamental para la definición
e identidad de los grupos que representan. El segundo factor hace referencia a
que la manipulación política de las castas recae sobre los intereses políticos en
promoción de las castas lo que en últimas produce una «proliferación de las
castas en la política de reservaciones, dejando de lado el proceso de implemen-
tación que ya se viene ejecutando» (De Zwart, 2000b: 5).
Tummala resalta el hecho de que las políticas de Acción Afirmativa en la India
han sido influenciadas por la tendencia que han tenido los gobernantes hacia
no desligarse de las categorías de clase y casta para la creación e implementación
de las políticas preferenciales. Tal situación ha tenido varias consecuencias,

100 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
dentro de las cuales está el rencor entre los distintos grupos y la aversión de
unos hacia otros. Como consecuencia, se ha polarizado la sociedad al sentir que
las oportunidades de las castas superiores han sido reducidas, que las medidas
preferenciales solo son utilizadas con fines electorales y populistas, o que las
clases/castas inferiores han crecido (Tummala, 1999).
La implementación de Acciones Afirmativas ha demostrado —tras varias
décadas— que no se ha producido una distribución justa de los beneficios
estipulados, ni se ha podido beneficiar a la población más pobre y vulnerable.
Una de las razones que justifica lo anterior es la imposibilidad de abandonar
las castas como criterio para la disposición de las reservaciones; la existencia de
diferencias sociales y económicas en las castas hace que la distribución desigual
de dichas reservaciones sea evidente. Como solución a tal situación, De Zwart
y Mallick proponen dar mayor importancia a criterios alusivos a la clase social
—como el ingreso económico— para lograr una distribución más justa de los
recursos y no continuar fortaleciendo las élites de las castas más vulnerables.
Análisis como los realizados por Mallick (1997) —quien estudia la historia
de una familia perteneciente a la casta de intocables que tras cuatro generacio-
nes sucesivas logra ascender en la escala social— permiten reconocer las pocas
posibilidades con las que cuentan hombres y mujeres de las clases y castas más
discriminadas para superar por sí mismos(as) las condiciones de exclusión eco-
nómica, política y social bajo las que han nacido. La limitada movilidad social
en la India refuerza la necesidad de crear soluciones alternativas para «reducir
la perpetuación de las élites de las altas castas» (Mallick, 1997: 370) y al mismo
tiempo, reducir las brechas económicas y sociales entre las distintas castas.
Las inconformidades que han despertado las reservaciones entre distintos
sectores de la población india han desencadenado hechos violentos como forma
de protesta, que buscan mostrar el descontento de algunas castas superiores
frente a la reducción de oportunidades para sus integrantes (Tummala, 1999), y
en general al afectar sus formas de vida privilegiadas respecto a las de los grupos
históricamente excluidos (Kumar, 1992). Las protestas y reacciones violentas
suelen estar asociadas también a sentimientos de rencor y aversión entre unos
y otros grupos, trayendo como consecuencia una mayor polarización de la
sociedad —aspecto mencionado en párrafos anteriores— (Tummala, 1999).
Considerando que la implementación de políticas diferenciales para los
grupos históricamente excluidos en el sistema social indio es un imperativo,

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 101
un sector de académicos(as) propone la modificación de algunos aspectos de
las reservaciones existentes con miras a su mejoramiento y optimización. Ma-
llick, por ejemplo, propone la extensión de las reservaciones en el área laboral,
lo que «podría permitir la entrada de la élite de las personas del campo en el
empleo urbano y en el largo plazo reducir la perpetuación de las élites de las
altas castas» (Mallick, 1997: 370). De manera especial, afirma que si se imple-
mentaran Acciones Afirmativas en el sector privado del empleo las castas más
bajas podrían vincularse a diversas áreas de trabajo y expandir sus posibilidades
de participación en el mercado laboral indio (Mallick, 1997).
Otra de sus propuestas parte de reconocer que las Acciones Afirmativas son una
solución parcial que solo ayuda a una minoría de la población india vulnerable.
Desde tal afirmación, Mallick propone la transferencia de bienes, principalmente
de tierra, para las personas más pobres y dependientes de grandes terratenientes
que reproducen su inferioridad debido a la dependencia económica que generan
de estos sectores, pertenecientes a castas superiores (Mallick, 1997).

Acciones Afirmativas en Sudáfrica: tratos preferenciales para las mayorías y


búsqueda de la igualdad en el escenario post-apartheid
Las relaciones sociales en Sudáfrica han estado determinadas por la historia
sociopolítica del país y de manera específica por el régimen de racismo y exclusión
hacia la población negra en términos de fenotipo —que siempre ha representado
el mayor porcentaje de sus habitantes—, los coloureds3 y la población asiática que
allí ha migrado (conformados en su mayoría por hombres y mujeres de origen
indio). Dolana Mogadime sostiene que la discriminación racial de Sudáfrica
no comienza allí; surge con la instalación del sistema colonialista inglés en el
siglo xix, que instauró una manera particular de establecer las relaciones raciales
entre personas negras y blancas mediante la cual se buscaba implementar una
«tendencia a igualar las naciones con las razas e identificar la superioridad con
la pigmentación de la piel» (Mogadime, 2005: 157).

3 Según distintas fuentes, el término coloured hace referencia a un grupo étnico de per-
sonas de distintas razas (cuyo mayor pocentaje se encuentra en Sudáfrica) que guardan
alguna relación ancestral con la región del África subsahariana, pero no la suficiente
para ser consideradas negras, bajo la concepción de la ‘raza’ en Sudáfrica. Su principal
característica consiste en la diversidad racial que poseen y la rica influencia de distin-
tas etnias y razas de Asia y África. El mayor porcentaje de coloureds se encuentra en
Sudáfrica.

102 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
En 1948, cuando llegó al poder el Partido Nacional Afrikáner4, se oficializó
el sistema de apartheid como el principio rector del gobierno y sus políticas.
Este se prolongó por más de tres décadas, en las que el mantenimiento de un
sistema de exclusión basado en la raza tuvo profundas implicaciones económicas,
políticas, sociales y culturales.
La discriminación racial que dotaba a las personas blancas de cierta supe-
rioridad frente a los demás grupos étnico-raciales excluía a estos últimos de los
beneficios económicos, sociales y políticos de los que gozaban. Sin embargo,
Nicholas Waddy (2003-2004) sostiene que es importante reconocer la dife-
rencia que se produjo desde los sectores dominantes de blancos hacia cada uno
los grupos discriminados, la cual ubicó a las personas negras en términos de
fenotipo como las más excluidas, por encima de los indios o coloureds.
Los no blancos recibían distintos tratos, dependiendo del grupo étnico-racial
al cual pertenecieran. A los coloureds y asiáticos, por ejemplo, se les otorgaban
privilegios que se les negaban a los africanos negros durante el apartheid. […]
Coloureds y asiáticos también tuvieron acceso a oportunidades de empleo
y en el servicio civil, que les eran usualmente negadas a blancos. Adicional-
mente, cuando el régimen de apartheid decidió incluir personas no blancas
en las estructuras democráticas, coloureds y asiáticos fueron los primeros
en contar con representación en el parlamento (aunque con condiciones
estrictas que mantenían la segregación) (Waddy, 2003-2004: 3).
La segregación de la que fueron objeto las mayorías negras sudafricanas es
entonces el principal motivo que conlleva a la necesidad de establecer medidas
que reparen el daño que se les ocasionó y les permitan acceder a los espacios
cuyo acceso se les ha negado. El referendo realizado en 1992 (en el que solo
podían participar ciudadanos(as) blancos), la elección de un nuevo gobierno
—liderado por el partido político denominado Congreso nacional africano
(African National Congress) bajo el liderazgo de Nelson Mandela— en 1994
y la posterior elaboración y adopción de una nueva carta constitucional en
1996 (Tummala, 1999) fueron los tres sucesos determinantes que propiciaron
la abolición del apartheid y la implementación de un régimen donde se busca

4 Los Afrikáner son definidos como un «grupo blanco de África del Sur descendiente de
los holandeses que se instalaron en esta zona desde el siglo XVII» (Gran Enciclopedia
ilustrada Círculo, 1993: 66).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 103
«establecer una sociedad basada en los valores democráticos, la justicia social
y los derechos humanos fundamentales» (Constitución Sudafricana, citada en
Tummala, 1999: 499).
Empero, la caída del régimen de apartheid y la llegada de un gobierno de-
mocrático que buscaba la igualdad no fueron medidas suficientes para eliminar
las secuelas del racismo y la exclusión vividas en Sudáfrica.
Estadísticas del censo sudafricano de 1996 muestran que la población blanca,
que son el 13% de la población, continúan ganando cerca del 60% del total
de ingresos producidos en Sudáfrica, mientras que el 60% de la población
negra con un 75% del total de la población, continúan viviendo en situación
de pobreza (Statistics South Africa, citadas en Thornington, 1998: 3, citados
en Mogadime, 2005: 158).
En consecuencia, una de las tareas primordiales para alcanzar dicha sociedad
en Sudáfrica es reparar el daño ocasionado por la exclusión de las mayorías
no blancas durante décadas. La forma en que se emprendió dicha labor fue
el diseño e implementación de políticas de Acción Afirmativa, que ya habían
sido puestas en marcha en otros escenarios de exclusión y discriminación:
los Estados Unidos y la India. Tales referentes fueron la base desde la cual el
gobierno sudafricano pensó en la pertinencia de su aplicación, hecho que ha
causado debates y cuestionamientos por parte de algunos sectores. Kenya Adam
representa uno de ellos al afirmar que aunque son ejemplos importantes, no
deben ser aplicados como se hizo en dichos contextos por dos razones: en pri-
mer lugar, la discriminación positiva puede ser un apartheid a la inversa ya que
«la ideología del no racismo es incompatible con un tratamiento preferencial
basado en la raza» (Adam, 1997: 233); y en segundo, los beneficiarios(as) de
tales medidas serían —en el caso sudafricano— una mayoría numérica del total
de la población (Adam, 1997).
Aunque existe una posición casi generalizada en la que se afirma que las
Acciones Afirmativas surgen tras los sucesos históricos mencionados, para al-
gunas personas no debe ignorarse la existencia previa de medidas similares en
ámbitos como la vivienda, la educación y el empleo para la población blanca
en situación de pobreza (Lindsay, 1997). En consonancia con dicha postura,
autores como Nicholas Waddy (2003, 2004) estudian el fenómeno de las
Acciones Afirmativas y sus efectos en la población blanca sudafricana. Esta
posición será abordada más adelante.

104 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
Las profundas diferencias sociales requerían de un cambio completo en la
sociedad sudafricana. Aunque las Acciones Afirmativas eran una medida sus-
tancialmente importante, debían acompañarse de otras acciones y políticas que
promovieran la transformación de la sociedad, el Estado y sus instituciones en aras
de materializar los cambios estipulados en la constitución (Mogadime, 2005).
El desmonte de un modelo estatal de gobierno que promovía la discrimina-
ción racial hacia las mayorías y el posterior alcance de una sociedad igualitaria
e incluyente no trataba solamente de implementar cierto tipo de políticas y
esperar sus resultados. Si bien se había alcanzado un importante cambio en
el gobierno, aún persistían ciertas estructuras de poder estatal dominadas por
grupos o personas blancas con ideologías conservadoras que no facilitaban la
necesaria transformación social. Tal fue el caso del poder judicial, que seguía
siendo dominado por mayorías blancas.
Como lo analiza Mogadime (2005), la nueva situación social y política de
Sudáfrica, que requería el cambio del sistema judicial, comenzó a cuestionar la
competencia de los jueces(as) blancos en su rol dentro del sistema, puesto que
dichos funcionarios(as) (o sus iguales) quienes crearon y apoyaron la legislación
del apartheid que discriminaba y excluía a las mayorías negras. Este cuerpo de
jueces(as) era el encargado de hacer cumplir la nueva legislación que promovía
la transformación del sistema político y social del país, tarea ante la cual fueron
cuestionados con dureza puesto que se oponía al mismo sistema que había creado
y respaldado en el pasado. Esta rama del Estado ha cambiado de forma progresiva
con la difícil llegada de jueces negros a sus cortes, representando un cambio en
la institucionalidad conservadora que se mantenía luego del apartheid.

Ámbitos en los que se han implementado


las medidas de Acción Afirmativa en Sudáfrica
La educación —de modo específico, la educación superior— y el empleo son
las dos áreas de Sudáfrica donde se han implementado las Acciones Afirmativas
con mayor énfasis. La evidente exclusión de las personas negras de estos contex-
tos durante el periodo de apartheid es interpretada como una de las causas por
las cuales las poblaciones negras, indias y coloureds deben contar con un trato
preferencial que les permita ser incluidas en los ámbitos donde puedan adquirir
herramientas para superar la exclusión y las precarias condiciones económicas
y sociales en las que han vivido por años.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 105
De las referencias consultadas para la realización del presente escrito, algunas
hacen alusión específica a ámbitos donde se ha llevado a cabo la implementación
de las políticas estudiadas aquí. Kanya Adam y Krishna Tummala abordan las
Acciones Afirmativas en el ámbito laboral, mientras que Beverly Lindsay hace
lo propio en el ámbito educativo.
Teniendo como punto de partida la Constitución establecida en 1996, se
creó una legislación específica con la que se buscaba hacer realidad los ideales de
igualdad y reparación estipulados en ella. Lindsay indica que la educación fue
tenida en cuenta como una de las áreas donde debía promoverse un profundo
cambio desde los primeros lineamientos políticos que implementarían los man-
datos constitucionales. Uno de estos es el denominado Plan de Reconstrucción
y Desarrollo (Reconstruction and Development Plan). Sus principales postulados
se centraron en la creación de una educación que conllevara la adquisición de
herramientas para la obtención de mejores empleos, la introducción de nuevas
tecnologías y la implementación de programas que promoviesen la equidad
en el acceso a la educación básica, media y superior para hombres y mujeres
(Lindsay, 1997).
En 1995, el entonces presidente Nelson Mandela creó la Comisión Nacional
para la Educación Superior (National Commission on Higher Education), cuya
tarea principal consistía en analizar la condición en la que se encontraba en
aquel entonces el sistema de educación superior de Sudáfrica. Como resultado,
la Comisión concluyó que se habían logrado importantes avances en la calidad
de la educación, pero que aún debía trabajarse en la expansión del sistema hacia
los grupos sociales tradicionalmente excluidos; debía reacomodarse al nuevo
orden social y «responder a un contexto de nuevas realidades y oportunidades»
(Lindsay, 1997: 530).
En el tercer informe —publicado en 1997—, la Comisión afirma que para
lograr una exitosa transformación y expansión del sistema educativo sudafri-
cano es necesario tener la reparación como elemento estructurante. Además,
identificó la necesidad de tener en cuenta dos elementos para lograr programas
efectivos de reparación: el nivel de acceso de todos los grupos sociales y el nivel
de apoyo institucional.
En el informe mencionado se enuncian cuatro deficiencias en el actual
sistema educativo que impiden el logro de la diversificación, la mayor movili-
dad vertical y horizontal, el manejo efectivo y transparente de las medidas de

106 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
Acción Afirmativa y el interés y compromiso de los trabajadores en el logro de
la integración: estas son el «acceso inequitativo, cantidad reducida de personas
graduadas en áreas como las ciencias y los negocios, la ausencia de una ideología
crítica y el provincianismo» (Lindsay, 1997: 531).
Puede concluirse que si bien se reconoció la importancia de implementar
medidas preferenciales en el acceso a instituciones de educación superior, aque-
llas no podían dejar de lado la transformación radical del sistema educativo
sudafricano en sus contenidos, calidad y cobertura.
[Durante el apartheid] la educación fue el mecanismo institucional puesto en
funcionamiento, mantenido y asegurado por el gobierno de apartheid para
controlar económica, política y socialmente la mayoría negra. Las estadísticas
en admisión, asignación de recursos y entrenamiento docente revelan que este
mecanismo, por medio de la penetración de todas las culturas, permitieron
a las autoridades la imposición de una sociedad basada en la segregación y
la discriminación (Lindsay, 1997: 523).

Además de las disposiciones educativas, el mencionado Plan de Reconstrucción


y Desarrollo también dispuso la toma de medidas especiales para «la contratación
y promoción en los contextos laborales que prevengan la discriminación con-
tra aquellos que fueron discriminados bajo el régimen del apartheid» (Adam,
1997: 242). El contexto laboral reprodujo durante el apartheid la exclusión
a las personas negras, negando su acceso y oportunidades en el empleo en la
contratación privada y pública. Tal rechazo redujo las posibilidades de adquirir
herramientas y conocimientos propios del campo laboral, así como un menor
ingreso económico que conllevó a la agudización de las condiciones de pobreza
y vulnerabilidad de las personas negras.
El Plan, creado por el Congreso nacional africano en 1994, «sugirió la creación
de estrategias y objetivos para reparar las inequidades económicas y sociales»
(Adam, 1997: 241). A partir de dicha disposición se estableció la creación de
Acciones Afirmativas que incluyeran: 1) programas de educación y entrenamien-
to; 2) el empoderamiento de individuos y comunidades para la promoción de
los derechos colectivos; 3) principios para la contratación y promoción en los
contextos laborales que prevengan la discriminación contra aquellos que fueron
discriminados bajo el régimen del apartheid; y 4) el monitoreo de mecanismos
que deben ser impuestos por medidas legislativas (Adam, 1997).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 107
En 1998 se establece la ley para la equidad en el empleo, con la que se buscaba
promover la «igualdad de oportunidades y el trato justo en el ámbito del empleo
a través de la eliminación de la discriminación injusta» (Tummala, 1999: 499)
e implementar las medidas de Acción Afirmativa en el ámbito del empleo para
lograr una representación de los grupos históricamente excluidos en todos los
niveles del mercado laboral.
Tummala (1999) señala que a partir de dicha ley se creó el Plan para la Equi-
dad en el Empleo (Employment Equity Plan), por medio del que se establecían
los objetivos a alcanzar anualmente y se evaluaban los alcances y logros de las
medidas implementadas5.
Los criterios de selección existentes durante el apartheid, basados en caracte-
rísticas selectivas que excluían a la mayoría de la población, creaban grupos de
funcionarios que no representaban a la población. Por este motivo, las Acciones
Afirmativas fueron una de las medidas más importantes para el gobierno post-
apartheid; se enfocaron en la representatividad de las mayorías negras en los
espacios que antes estaban cerrados para ellas (Tummala, 1999).
La forma en que se han concebido la mayoría de las Acciones Afirmativas
en el sector laboral privado de Sudáfrica consiste entonces en la inclusión de
personas negras que puedan ocupar cargos ejecutivos o de alto rango de forma
potencial, para lo cual se desarrolla una estrategia que los capacite para dicho fin.
Esta estrategia parece responder a la necesidad de que personas pertenecientes
a grupos excluidos ocupen algunos cargos clave, asumidos de modo tradicional
por población blanca, al tiempo que contempla la necesidad de conjugar el
mérito con la igualdad de oportunidades para grupos con baja representación
en dichos contextos (Adam, 1997).
Adam encuentra cuatro problemas que para una parte importante del sector
empresarial son posibles causas que dan origen a las Acciones Afirmativas.
1. las trampas que impiden el cumplimiento y desarrollo de la legislación,
2. una incierta lealtad a la clase media negra, 3. la competencia para captar
un creciente mercado de consumidores de población negra, y 4. la escasez de
personas con habilidades, lo cual puede dificultar el crecimiento económico
del país (Adam, 1997: 234).

5 Cada plan debía tener una duración de entre uno y cinco años.

108 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
Las Acciones Afirmativas son entonces necesarias para las empresas privadas
porque además de promover la contratación y entrenamiento de personas negras
promueven la diversidad, lo que hace a las empresas más exitosas frente a sus
competidores e incide en sus ganancias. La inclusión de más personas negras
en su nómina de empleados también proporciona mayor credibilidad dentro
del mercado al que se enfocan, ya que su capital humano es más representativo
respecto de las mayorías del país (Adam, 1997).
Como resultado de todo lo anterior, se ha producido el surgimiento de una
«aristocracia negra gerencial» (Black managerial aristocracy) (Adam, 1997: 239);
evidencia que quienes se han beneficiado de las Acciones Afirmativas han sido las
personas que no se encontraban en situaciones tan precarias frente a otros que
sí lo estaban y necesitaban beneficiarse de medidas de inclusión en mayor grado
que quienes sí lo habían hecho. En consecuencia, se ha producido la movilidad
de un reducido sector de la población negra que contaba con mejor educación
y mejores contactos, es decir, aquellas personas que necesitaban menos ayuda
para la obtención de un trabajo o de un ascenso en él. Estos resultados hacen
parte de algunos dilemas que autores(as) han discutido frente a las consecuen-
cias vistas luego de la implementación de las medidas de Acción Afirmativa; se
abordarán con mayor profundidad en el próximo aparte.

Dilemas en la implementación de Acciones Afirmativas


y la búsqueda de la igualdad para la población negra en Sudáfrica
La particular situación de exclusión y discriminación racial en Sudáfrica
trajo consigo una serie de posturas a favor y en contra de las Acciones Afir-
mativas que respondían a las especificidades del contexto. Estas opiniones no
surgieron con su implementación; por el contrario, desde el momento en que
se propuso su creación no se hicieron esperar las voces que las apoyaban o se
oponían a ellas.
Dentro de las vertientes y posturas encontradas en los autores(as) y
académicos(as) que abordan el tema de las Acciones Afirmativas en Sudáfrica,
existen algunas tendencias que ponen en tela de juicio la pertinencia de su imple-
mentación en el escenario sudafricano. La más encontrada es aquella que debate
sobre los criterios de elegibilidad de las personas beneficiarias de las Acciones
Afirmativas. Dichos criterios han sido importante objeto de reflexión, análisis
y discusión por parte de distintas personas y grupos encargados del estudio de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 109
esas políticas, dirigidas a la reparación y la equidad social. De manera casi ge-
neralizada, puede asegurarse que el discurso expuesto por los autores(as) recoge
una crítica hacia la racialización de las Acciones Afirmativas; es decir, que estas
tomen la ‘raza’ como principio base para su creación e implementación.
Adam (1997) sostiene que si bien pareciera que en Sudáfrica se considera
necesario establecer este tipo de medidas que reparen la exclusión de ciertos
grupos discriminados en base a su raza, desde la necesidad de fomentar una
verdadera igualdad deben tenerse en cuenta aspectos distintos a los «raciales»
como los ingresos económicos, la pobreza o la vulnerabilidad, por ejemplo.
Otros argumentos para no tomar la ‘raza’ como criterio principal en la se-
lección de beneficiarios de las Acciones Afirmativas se sustentan en el hecho
de que se estarían reproduciendo los mismos criterios de división social del
apartheid; en consecuencia, se fomenta la racialización de la sociedad (Adam,
1997; Alexander, 2007), se refuerzan las diferencias en lugar de integrar a los
grupos que la componen y se impide su «unidad, integración y cohesión na-
cional» (Alexander, 2007: 103).
Además de la discusión sobre la pertinencia de la ‘raza’ como factor que de-
termina el acceso a medidas de Acción Afirmativa, es ampliamente discutido el
hecho de que la exclusión producida durante el régimen de apartheid no puede
entenderse como un fenómeno en el que todas las personas blancas fueron las
victimarias y beneficiarias de las prácticas que excluían a todas las personas de
diferente origen étnico-racial. Aunque esta fue la estructura que predominó en la
sociedad sudafricana, autores como Waddy afirman que «las personas blancas no
siempre fueron las clases privilegiadas del apartheid» (Waddy, 2003-2004: 3) y que
algunas fueron también víctimas de la opresión del gobierno de dicho periodo.
En contraste con lo anterior, Waddy también reconoce que no todas las personas
negras fueron víctimas de dicho sistema racista, sino que, por el contrario, la
opresión que experimentaban solía variar entre distintos grupos de personas.
Millones de personas negras sudafricanas se dieron cuenta, después de 1948,
que una de las formas de mitigar los efectos perjudiciales de la discrimina-
ción racial fue la cooperación con el régimen de apartheid. Aquellos que sí
cooperaron, o quienes obedecían las leyes del apartheid, eran recompen-
sados a pesar de su piel negra con un número de privilegios similares a los
de otros africanos. Cientos de miles de negros pudieron obtener trabajos
en compañías que eran propiedad de personas blancas o como sirvientes

110 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
civiles (bien fuera en las áreas “blancas” o en los territorios de personas
negras) durante el periodo de apartheid. Muchos fueron educados como
cortesía del Estado o recibieron subsidios como “líderes tradicionales” de
tribus particulares (Waddy, 2003-2004: 4).
Tal panorama, que refleja la complejidad del escenario social en Sudáfrica y
las diversas dinámicas que allí se produjeron, ha generado varios dilemas. Uno
de ellos se sustenta en que si la transformación del panorama económico y social
en Sudáfrica es necesaria para hacer que un mayor número de personas negras
pueda acceder a las Acciones Afirmativas como beneficiario, debe partirse de
la idea de que dichas medidas solo pueden ser posibles en contextos de indivi-
duos igualmente cualificados o con la posesión de herramientas y habilidades
similares. Ante las abismales diferencias en la sociedad sudafricana en lo que
concierne a la posesión de habilidades y herramientas educativas y de conoci-
mientos específicos —entre los mismos blancos(as) o los mismos negros(as)—,
las medidas de Acción Afirmativa no beneficiarían a los que más las necesitan,
sino a quienes ya tienen estas capacidades (Alexander, 2007).
En consecuencia, la implementación de Acciones Afirmativas para el grueso
de la población negra ha producido una ampliación de la clase media negra
de sudafricanos(as), siendo esas personas quienes más se benefician de ellas
(Adam, 1997) pues ya eran más cualificadas que las mayorías pobres, habían
contado con mayores oportunidades de formación y tenían mayor experiencia
laboral. Para Adam, la consecuencia más visible es la creación de una burguesía
negra, hecho que «ha profundizado la ya existente inequidad de clase en nuestra
sociedad» (Alexander, 2007: 94).
Otro punto que se cuestiona es el referido a la exclusión de otros grupos so-
ciales vulnerables. Para Lindsay (1997), las Acciones Afirmativas —como han
sido implementadas en Sudáfrica— dejarían por fuera otros grupos sociales que
también estuvieron discriminados bajo el apartheid y siguen siendo excluidos
como el de las mujeres, por ejemplo.
La desconfianza que han producido las Acciones Afirmativas en amplios
sectores de la sociedad sudafricana también recae en el hecho de que este tipo
de medidas genera una discriminación hacia la población blanca, hecho que
la convierte en nueva víctima de las políticas implementadas por el gobierno
(Adam, 1997). Al ser un grupo minoritario al que se le está restringiendo el acceso
que antes tenía a ciertos ámbitos —como el empleo— y que además no cuenta

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 111
con la posibilidad de ser beneficiaria de las políticas estatales, se lo considera
víctima de dichas medidas. Además, las Acciones Afirmativas representan un
cambio en las relaciones de poder, otorgándole a quienes habían sido oprimidos
la posibilidad de superar a quienes han poseído históricamente las ventajas en
su sociedad, situación que los victimiza aún más (Lindsay, 1997).
Además de las discusiones producidas desde los criterios para seleccionar sus
beneficiarios, las políticas de Acción Afirmativa han generado otros dilemas.
Una de las tendencias encontradas en los autores estudiados da cuenta de un
cuestionamiento hacia la implementación de medidas tomadas de otras expe-
riencias como las de los Estados Unidos y Brasil; aunque similares, presentan
otras particularidades que las hacen inviables en contextos como el sudafricano
donde la opresión se ha presentado contra la mayoría de la población y no
contra un grupo específico, como en dichos lugares. De forma adicional, las
constantes críticas y problemas que se han dado en los países mencionados
muestran una alta probabilidad de que las Acciones Afirmativas tampoco sean
efectivas en Sudáfrica (Lindsay, 1997).
Una postura un poco alejada de las planteadas por la mayoría de autores(as)
sostiene que el apartheid creó muy pocas desventajas entre la sociedad suda-
fricana. Esa creencia, respaldada por un amplio sector de Afrikáners y sectores
políticos conservadores, concluye que no se necesitan medidas de reparación
ni diferenciales, por lo que las Acciones Afirmativas no son pertinentes en el
contexto sudafricano (Lindsay, 1997).

Propuestas y sugerencias desde el análisis y evaluación de las políticas


implementadas
Es recurrente en los autores abordados la importancia que dan al replan-
teamiento de las Acciones Afirmativas y la forma en que se han diseñado e
implementado en Sudáfrica. Desde las evaluaciones expuestas en el apartado
anterior, surgen algunas propuestas para el mejoramiento de las Acciones Afir-
mativas buscando dar fin a las inequidades sociales, económicas y políticas que
persisten entre distintos grupos sociales sudafricanos.
La creación de nuevos parámetros que no partan de la diferenciación racial de
los grupos sociales y los individuos que los componen es la idea más recurren­te
entre quienes abordan el tema. Adam afirma que quizá la creación de medidas
de Acción Afirmativa basadas en la clase en lugar de la ‘raza’ podrían mejorar los

112 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
resultados obtenidos, al tiempo que «evite la competencia entre distintos grupos
raciales y no siga beneficiando a una élite ya existente» (Adam, 1997: 248).
Asimismo, sugiere tener en cuenta el criterio de la potencialidad de las personas
y sus capacidades personales en vez de categorías raciales, pues estas pueden dar
cuenta de una discriminación previa, sin enfatizar en la ‘raza’ (Adam, 1997).
Neville Alexander propone la creación de «una versión socio democrática
del capitalismo democrático» (Alexander, 2007: 105), el cual se basa en una
de las premisas del neoliberalismo; ésta sostiene que todo crecimiento viene
a través del sector privado y exige un papel más protagónico del Estado en el
direccionamiento de la transformación que ello implica. Tal propuesta surge de
la idea de transformación de las prácticas de discriminación racial y sus conse-
cuencias por medio de una redistribución del poder, la riqueza, las herramientas
intelectuales y de conocimiento sin hacer uso de categorías raciales como las
que caracterizaron el apartheid en Sudáfrica.

Las Acciones Afirmativas y el caso de la población negra en los Estados Unidos:


un referente imprescindible
Las Acciones Afirmativas en Estados Unidos constituyen un caso de obliga-
torio abordaje en el estudio de tales medidas. Su creación no fue espontánea;
por el contrario, hizo parte de un proceso histórico que reclamaba con urgencia
el establecimiento de tratos diferenciales. En este aparte haremos un recorrido
por el surgimiento de las Acciones Afirmativas para la población afroestadouni-
dense, algunas de sus principales características, los debates que sus defensores
y oponentes han creado en torno a su creación e implementación, y algunas
miradas hacia el futuro de las Acciones Afirmativas y las estrategias para evitar
su desmonte.

El surgimiento de las Acciones Afirmativas para la población


afroestadounidense
Para establecer la fecha de surgimiento de las Acciones Afirmativas en los
Estados Unidos no basta con conocer su legislación y sus fechas, pues tal logro
fue el resultado de un largo proceso en el que se conjugaron la organización,
lucha y reconocimiento de sus derechos por parte de la comunidad afroesta-
dounidense, con nueva legislación y decisiones judiciales, desde tres distintos
gobiernos y la Corte Suprema de Justicia, respectivamente.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 113
Aunque para la mayoría de autores(as) consultados los cambios sociales y polí-
ticos que dieron paso a la creación de las Acciones Afirmativas para la población
afroestadounidense iniciaron en la década del cuarenta, unos pocos(as) se remontan
a siglos anteriores para afirmar que si no se entendían como Acciones Afirmativas,
existían políticas y estructuras sociales que pueden considerarse como tal.
Mientras que para algunos(as) las Acciones Afirmativas surgen desde la
misma liberación de los esclavos negros en la Guerra de Secesión en el año
de 1865 (Woodhouse, 2002), otros(as) afirman que las Acciones Afirmativas
—entendidas como «la política y práctica del gobierno u otra autoridad, como
organizaciones e instituciones, de distribución o redistribución de beneficios a
grupos favorecidos» (Drake, 2003: 59)— vienen de las ventajas que ostentaban
los inmigrantes europeos en los siglos en que se mantuvo la colonización y trata
de esclavos, a costa del sometimiento, la explotación y los abusos cometidos
contra poblaciones indígenas, africanas y sus descendientes (Drake, 2003).
Más allá de estas discusiones, la mayoría de textos y autores(as) que estudian
el tema afirman que el surgimiento de las Acciones Afirmativas concebidas como
medidas dirigidas al «mejoramiento de la equidad en el empleo para afroestado-
unidenses y otros grupos minoritarios que han sido oprimidos históricamente y
han experimentado la discriminación […], [lo mismo que a] rectificar las prácticas
excluyentes experimentadas por dichos grupos con la esperanza de corregir las
injusticias sociales del pasado y del presente» (Woodhouse, 2002: 155) se dio
a partir de una dinámica política y social que surgió en la década del cuarenta.
En aquel entonces, la abismal diferencia entre las personas blancas y negras era
evidente y explícita no solo en la cotidianidad de las relaciones sociales; también
lo era en la legislación, la política, los niveles de pobreza, la vulnerabilidad y la
exclusión. Hombres y mujeres negros(as) habían sido considerados la alteridad
radical por décadas: a pesar de habérseles otorgado la libertad mediante la abo-
lición de la esclavitud, aún prevalecía una estructura social, consagrada en la
ley, en la que los(as) afroestadounidenses eran inferiores y no contaban con los
mismos derechos de la población blanca. El racismo en la interacción cotidiana
hacía del maltrato físico y psicológico un fenómeno asimilado por la sociedad
blanca estadounidense.
La exclusión de personas fenotípicamente negras en la sociedad estadounidense
era evidente en espacios como la vinculación al ámbito laboral. Así lo demostró
un estudio realizado en 1941 en las universidades con predominancia de personas

114 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
blancas: se encontró que no se contrataban personas afroestadounidenses como
docentes titulares a pesar de existir hombres y mujeres de dicho grupo étnico-
racial con los perfiles adecuados para ocupar tales cargos (Woodhouse, 2002); en
el ámbito de la educación superior al existir disposiciones legales que establecían
la segregación racial en el sistema educativo —tal como se encontraba en la
constitución estatal de Texas— con la creación de instituciones de educación
superior exclusivas para personas negras, que no ofrecían la misma formación
profesional que aquellas abiertas para personas blancas (Siegel, 1998).
Lo anterior resultaba tan evidente que los inconformismos sentidos por las
mismas personas negras no se hicieron esperar. La organización social y los
movimientos en pro de la igualdad de oportunidades y la reparación de los
daños ocasionados por siglos de exclusión surgieron y se fortalecieron con ra-
pidez. Durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial se visibilizaron en la
escena política y social estadounidense una serie de manifestaciones que hacían
más evidente su inconformismo y la lucha por el cambio de estas personas: el
«activismo negro y la lucha de las masas en los movimientos de los Derechos
Civiles y del Black Power del siglo veinte» (Stokes, Lawson & Smitherman,
2003: 34) protagonizaron una serie importante de iniciativas como marchas,
actos de desobediencia civil, protestas, boicots y acciones legales, entre otros.
La presión de los movimientos sociales, aunada al interés político en el tema,
permitió la creación de la primera medida dirigida expresamente a combatir la
discriminación en el contexto laboral y promover la diversidad racial en contex-
tos de trabajo que habían sido tradicionalmente restringidos para personas con
color de piel negro, en 1941 (Woodhouse, 2002). En 1954 se dio la primera
demanda contra la discriminación racial en el contexto educativo. Empero,
solo hasta 1961 se implementó —bajo el gobierno de John F. Kennedy— el
concepto Acción Afirmativa para hacer referencia al conjunto de medidas diri-
gidas a «asegurar la contratación y trato de los empleados indistintamente de su
raza, credo, color o nacionalidad» (Kennedy, 1961, citado en Stokes, Lawson
& Smitherman, 2003: 15).
Sin duda alguna, el hecho que para muchos(as) determinó el inicio de una
etapa de lucha contra la discriminación y establecimiento de Acciones Afirmati-
vas fue la Declaración de los Derechos Civiles de 1964. Luego de esta, también
fueron definitivas las medidas tomadas en el gobierno del presidente Lyndon
B. Johnson contra la discriminación en el ámbito laboral.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 115
Empleo y educación: ámbitos donde se han aplicado las Acciones
Afirmativas en los Estados Unidos
Desde sus inicios, las medidas de Acción Afirmativa en los Estados Unidos
han estado enfocadas a favorecer la inclusión de personas reconocidas étnico-
racialmente como negras en dos contextos en particular: la educación y el
empleo. Aunque la discriminación racial no es un problema exclusivo de tales
espacios sociales, el hecho de que sean aplicadas en tales contextos radica en
que estos últimos representan medios para lograr la obtención de herramien-
tas, capacidades o recursos para superar algunas condiciones estructurales de
desventaja.
Con respecto a la educación básica, secundaria y superior, se justifica la per-
tinencia de Acciones Afirmativas porque «[son] el mecanismo por el cual las
personas mejoran su capacidad de influencia en los sectores social, económico y
político en los Estados Unidos» (Woodhouse, 2002: 155). La imposibilidad de
ingresar a instituciones de educación superior fue y ha sido uno de los espacios
más polémicos de aplicación de las medidas de Acción Afirmativa, no solo para
afroestadounidenses sino también para otros grupos vulnerables y minorías
—como mujeres, inmigrantes latinos o asiáticos, entre otros—.
En lo que se refiere al empleo y la vinculación laboral, las Acciones Afirma-
tivas son aplicadas allí porque se ha podido comprobar que las personas negras
no pueden acceder a cualquier tipo de trabajos: su acceso al mercado laboral se
ha visto más limitado que para las personas blancas puesto que se las considera
menos capaces. Estas situaciones han sido evidenciadas no solo en los procesos
de selección sino también en los ambientes de trabajo y las relaciones laborales
establecidas con las personas que en términos raciales se reconocen como dis-
tintas al interior de dichos espacios (Bergmann, 1996).
De acuerdo con lo analizado por varios autores (Bergmann, 1996; Siegel,
1998; Gutmann, 1998; Butler, 1998), los ámbitos del empleo y la educación
son dos escenarios donde hay una fuerte demanda para ingresar. Los procesos
de selección que se llevan a cabo en esos contextos tienen en cuenta caracte-
rísticas particulares de las personas negras, en las cuales aspectos considerados
negativos por los estereotipos raciales creados en torno a ellos, adquieren gran
relevancia.
Como lo afirma Bergmann, los procesos de selección cuentan con una serie
importante de elementos subjetivos; estos son influencia de las actitudes que tienen

116 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
los sujetos encargados de la toma de decisiones en cuanto a factores como la ‘raza’,
lo que evidencia su influencia en la toma de decisiones (Bergmann, 1996).

Más allá de la legislación que las promueve y su implementación:


el control de las Acciones Afirmativas representado
en la institucionalidad creada para tal fin
Tras la creación de las primeras medidas de Acción Afirmativa, en el gobierno del
presidente John F. Kennedy (de modo más específico, en 1961) se hizo necesaria la
creación de un organismo institucional que regulara los lineamientos y sanciones
creados para el cumplimiento de la legislación que exigía su implementación
(Woodhouse, 2002). Fue entonces cuando se creó la Comisión para la Igualdad
de Oportunidades en el Empleo (Comission on Equal Employment Opportunity,
denominada actualmente como U.S. Equal Employment Opportunity Comission).
La eeoc (sigla creada por su nombre en inglés) ha adquirido un importante rol
en la gestión y respuesta a las quejas presentadas por trabajadores, referidas a la
falta de igualdad en el contexto laboral (Bergmann, 1996).
La Oficina para el Cumplimiento de los Programas de Contratos Federales
(Office of Federal Contract Compliance Programs, ofccp por su nombre en in-
glés) es la principal agencia gubernamental encargada de la implementación de
programas de acción afirmativa en los distintos lugares de trabajo. Vela por la
no discriminación en 150.000 lugares de trabajo que establecen algún tipo de
contrato con el gobierno federal —los cuales emplean 28 millones de perso-
nas, cifra equivalente a un cuarto de la fuerza laboral de los Estados Unidos—.
Según Bergmann, en el periodo de 1992 a 1996 la offcp impuso sanciones a
44 compañías. Las sanciones más drásticas han consistido en la exclusión de
dichas empresas del listado de corporaciones aprobadas como contratantes del
gobierno federal, castigos muy severos que pueden traer implicaciones incluso
de tipo político. Cabe resaltar que del total de compañías sancionadas, solo
cuatro han sido grandes empresas y su exclusión de la mencionada lista tuvo
una duración inferior a tres meses en todos los casos (Bergmann, 1996).
A pesar de la importancia de su labor, estas instancias no cuentan con los
recursos económicos ni humanos suficientes para atender las demandas que
requieren de su intervención, ni tampoco con el apoyo e interés por parte del
gobierno federal en fortalecer su labor de acompañamiento en la supervisión
de la no discriminación en el contexto laboral (Bergmann, 1996).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 117
Debates sobre la creación e implementación de las Acciones Afirmativas:
opiniones a favor y en contra
La puesta en marcha de Acciones Afirmativas para la población afroestadou­
nidense no fue sencilla. En su transcurrir surgieron importantes debates entre
quienes estaban de acuerdo con ellas y quienes se oponían. Aunque son discu-
siones que se remontan décadas atrás, todas son aún vigentes y siguen estando
presentes en la actualidad. Por tal razón, no es impreciso hablar simultánea-
mente de los debates pasados y los actuales en razón de que aquellas posturas
de oposición cobran vigencia en la actualidad.
Como se ha dicho en repetidas ocasiones, todas estas posturas fueron deba-
tidas, analizadas, sustentadas y refutadas ampliamente en distintas esferas de
la sociedad estadounidense desde la aparición de las Acciones Afirmativas para
la población negra en el panorama político y social. Mientras que para algunas
personas era necesaria y urgente la implementación de medidas especiales que
combatieran la exclusión de las personas afroestadounidenses, otras creían que
el establecimiento de dichas regulaciones, programas o disposiciones no contri-
buía a tal fin, sino que por el contrario reforzaba las diferencias y no generaba
cambios significativos en las condiciones de precariedad y exclusión en que
vivían hombres y mujeres negros.
Como se mencionó, las Acciones Afirmativas en los Estados Unidos han
sido apoyadas y atacadas por distintos sectores políticos y sociales desde su
origen. Para quienes las han apoyado de forma tradicional —grupos liberales
y progresistas— (Feher, 1998; Fry, 2008), se las ha respaldado desde la exitosa
implementación de algunas medidas que muestran la ampliación de espacios para
la población afroestadounidense —o su reducción cuando se las desmonta—
(Siegel, 1998). Adicional a los positivos resultados, otra de las razones por las
que se afirma la importancia de continuar con las Acciones Afirmativas es la
evidente existencia de brechas entre la población negra y la población blanca
en aspectos como el ingreso a instituciones de educación superior, el empleo,
sus consecuencias en la obtención de menores ingresos económicos y niveles
más bajos de cualificación y una ausencia de voluntad política y social para su
tratamiento (Dzidzienyo & Oboler, 2008).
Por el contrario, para las corrientes que se han opuesto a las Acciones Afir-
mativas en los Estados Unidos —provenientes de tendencias más conservado-
ras— (Feher, 1998) también ha existido una cantidad importante de razones

118 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
para considerarlas como inadecuadas, ineficaces o no aptas para el contexto en
que se aplican y el problema que buscan solucionar.
Existen corrientes opositoras que aseguran que las Acciones Afirmativas
contribuyen a la creación y fortalecimiento de estereotipos negativos hacia
su población beneficiaria, ya que al establecerse patrones menos estrictos de
medición para su admisión en un determinado empleo o universidad se la
considera incapaz (Bergmann, 1996). A este respecto, Glenn Loury afirma que
los programas que crean algún tipo de preferencia para las personas negras por
medio de la disminución de sus exigencias hacen que se subvalore su éxito, y
en contraposición, se dé mayor valoración al de las personas blancas (Loury,
citado en Gutmann, 1998).
Otro de los argumentos para oponerse a las Acciones Afirmativas se sustenta
en la creencia de que estas medidas generan una discriminación a la inversa,
pues restan oportunidades a las personas blancas. Al hablar de la justicia en
las Acciones Afirmativas, Bergmann señala que en el ejercicio de incluir a una
persona proveniente de un grupo minoritario en otro ya establecido siempre se
dará la exclusión de alguien más que pudiese haber contado con las habilidades
para ser tenido en cuenta pero no podría ser vinculado por cuanto no pertenece
al grupo minoritario que se intenta incluir (Bergmann, 1996).
Quienes se oponen a las Acciones Afirmativas dirigidas a personas afroesta-
dounidenses por considerar que la raza es un factor como cualquier otro —tipo
de sangre, origen socioeconómico, entre otros— entienden la ‘raza’ como una
cuestión solo morfológica, de color de piel y nada más. Desde esta perspectiva,
la ‘raza’ no tiene un contenido social relevante y no establece diferencias sus-
tanciales entre blancos(as) y negros(as) (Siegel, 1998).
Una postura que ataca la formulación de Acciones Afirmativas y la forma
que han sido pensadas desde sus inicios, establece que debe formularlas quien
ha ocasionado el daño a los futuros beneficiarios(as), pues solo ese actor social
debe reparar el daño que causó. Este argumento en contra de las Acciones
Afirmativas está ligado de forma directa con el dilema discutido por varios
autores (Bergmann, 1996; Siegel, 1998). En una de las decisiones judiciales
que ha desmontado un programa de Acciones Afirmativas en una universidad,
la Corte determinó que éstas pueden utilizarse para reparar los «efectos actua-
les de la discriminación pasada» en lugar de reparar los «efectos actuales de la
discriminación social pasada» (Siegel, 1998).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 119
Uno de los argumentos que ha cobrado más fuerza entre los oponentes
de las Acciones Afirmativas, se refiere al hecho de que éstas crean sociedades
más racializadas y producen cierto esencialismo al reducir la identidad de los
sujetos(as) a un elemento puramente racial en la búsqueda de tratamientos
diferenciales. En consecuencia, se construyen categorías raciales que imponen
una identidad determinada a cada individuo, inmodificables y que no tienen
en cuenta sus particularidades como sujeto. Tal construcción del significado
de ser o pertenecer a una determinada raza crea discursos estigmatizadores
(Fry, 2008). Estas posturas están de acuerdo con la no consideración de la
raza como un factor para seleccionar a las personas; propenden por que este
tipo de diferencias se ignore y se consideren otros factores más relevantes,
como el mérito académico o la experiencia laboral.
Las mayores discusiones se dieron en torno a la idea de que para hablar
de discriminación racial, debe reconocerse la existencia de la ‘raza’. El re-
conocimiento de la ‘raza’ como categoría en la que se reconoce a un grupo
poblacional determinado como diferente fue declarado elemento primor-
dial al hablar de medidas de Acción Afirmativa. Harry Blackmun, juez de
la Suprema Corte estadounidense, aseguró lo siguiente: «para poder ir más
allá del racismo, primero debemos reconocer la raza. No hay otra forma. Y
para poder tratar a las personas con igualdad, debemos tratarlas diferencia-
damente […]» (Regents, 1978, citado en Stokes, Lawson & Smitherman,
2003: 14).
Para algunos(as), el reconocimiento de la no existencia de la ‘raza’, apoyado
en posturas de las ciencias naturales que lo afirman, les permite afirmar que
la creación de Acciones Afirmativas basadas en categorías raciales se percibe
injusta. No obstante, más allá de sus descubrimientos científicos la existen-
cia de posturas y creencias ligadas al racismo dentro de aquella comunidad
científica muestran lo siguiente: aunque no existe una evidencia biológica
que permita comprobar la existencia de la ‘raza’, la existencia de este concepto
en la interacción social comprueba que existe como una construcción social
presente en la realidad de las sociedades y de sus integrantes, que discriminan
o son discriminados (Feres, 2008).
Empero, el dilema del reconocimiento de la ‘raza’, no es una simple oposi-
ción a las Acciones Afirmativas; hace parte de una postura sobre la discusión
de las diferencias raciales en los Estados Unidos denominada «ceguera ante

120 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
el color de piel» (colorblindness), estudiada y analizada por Siegel (1998).
Esta postura se relaciona con la práctica de «no reconocimiento» racial, en
la cual las distinciones de ciertos estatus existentes como la clase, la casta
y el color de piel no son tenidas en cuenta en algunas situaciones legales.
Cuando surgió esta práctica, se tenía en claro que debía aplicarse en ciertas
situaciones pero no debería eliminar la estratificación racial ni igualar las
razas. La defensa de la inequidad racial tomó fuerza por medio del discurso
del no reconocimiento racial y se resguardó en la distinción de lo público y
lo privado, asimilada a la igualdad legal y la desigualdad social, respectiva-
mente (Siegel, 1998).
Al considerar que las Acciones Afirmativas reposan en dos postulados bá-
sicos de la democracia estadounidense —«1) la creencia de la igualdad racial
y 2) la necesidad de reparar la opresión contra la población negra» (Stokes,
Lawson & Smitherman, 2003: 14)—, se ponen sobre la mesa dos elementos:
el debate de la igualdad como principio estructurante de la sociedad en dicho
país y los cuestionamientos sobre la necesidad de reparar daños del pasado o
situaciones de opresión del presente (dilema abordado antes).
Feres explica la no violación del principio de igualdad en los siguientes
términos:

La supuesta violación del principio de igualdad ocasionada por las Acciones


Afirmativas es resuelta también por la diferencia entre igualdad formal ante
la ley e igualdad sustantiva, o igualdad de oportunidades o resultados. Las
Acciones Afirmativas responden al segundo tipo de igualdad sin menoscabar
el sustento de la primera (aunque violándola) puesto que mientras que el
primer tipo de igualdad ignora la inequidad producto de la interacción
social, el segundo tipo trabaja en la corrección de esa inequidad; es decir
que las Acciones Afirmativas buscan producir una mayor igualdad y corregir
las asimetrías en las oportunidades de los individuos que son producto de
injusticias históricas y prácticas discriminatorias (Feres, 2008: 17).

La fuerza que han tomado muchos de los argumentos de sus opositores,


aquí expuestos, ha incidido en el desmonte progresivo de las Acciones
Afirmativas en algunos contextos. Los más significativos se han produ-
cido en las políticas de admisión de algunas universidades (Siegel, 1998;
Butler, 1998).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 121
El futuro de las Acciones Afirmativas: algunas propuestas encaminadas
a su continuidad y mejoramiento
Tras varias décadas de contar con la existencia de medidas de Acción
Afirmativa para hombres y mujeres afroestadounidenses, además de haberse
reconocido sus aspectos positivos y negativos, son varios los autores que
replantean su permanencia en el panorama político y social estadounidense.
Aunque existen fuertes presiones que propician su desmonte, otros(as) plan-
tean modificarlas en lugar de eliminarlas, pues la población negra de ese país
aún requiere medidas específicas que busquen su inclusión en los contextos
laboral y educativo.
En este sentido, algunas personas afirman que las Acciones Afirmativas deben
ir más allá de la idea de reparación de las exclusiones del pasado para abordar
otras situaciones negativas del presente. En ese punto se afirma que el hecho
de tener en cuenta la raza como factor determinante para acceder a medidas de
Acción Afirmativa no es tan adecuado, puesto que existen otras características
de ciertas personas o grupos sociales que denotan una mayor vulnerabilidad;
entre estas se cuentan la «desventaja económica, entornos problemáticos o
inadecuados y estructuras familiares “poco sanas”, problemáticas o disfuncio-
nales» (Butler, 1998: 165).
Algunas propuestas para la lucha por la continuidad de las acciones Afirma-
tivas para afroestadounidenses deben tenerse en cuenta, pues pueden configu-
rarse como argumentos para debatir las posturas de oposición a estas medidas
y como razones de peso para mantenerlas. Dentro de estas se encuentran las
Developmental Affirmative Action (Gutmann, 1998), y la defensa de las Acciones
Afirmativas por parte de la población afroestadounidense (Drake, 2003) como
las más significativas.
Las Developmental Affirmative Action son una propuesta de Gutmann, surgida
a partir del reconocimiento que hace del impacto perjudicial de las Acciones
Afirmativas en la creación y estímulo de estereotipos negativos sobre su pobla-
ción beneficiaria. Para evitar este fenómeno, propone ir más allá de los simples
procesos de admisión (en empresas o universidades) para lograr un éxito en el
desempeño de las personas una vez estén dentro de la universidad o el trabajo
para el que fueron admitidos.
Para lograr lo anterior, se haría necesaria la creación de programas educativos
que promuevan habilidades adicionales como las asociadas con el liderazgo en

122 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
contextos con alta diversidad de perspectivas, de forma tal que se les incite a
aprender de grupos donde confluyan personas y perspectivas diversas. En con-
secuencia, la creación de programas que busquen promover el éxito de quienes
pertenecen a grupos minoritarios, contribuiría a la desaparición en el tiempo de
esos estereotipos negativos. Estos podrían erradicarse con la creación de Acciones
Afirmativas como las descritas por dos razones que se citan a continuación.
La primera [razón] reside en el hecho de que las universidades estarán for-
mando una mayor cantidad de profesionales altamente calificados, lo que
tiene como consecuencia directa, futuras generaciones con mayor diversidad
racial. La segunda razón consiste en la creación de contextos de aprendizaje
más diversos donde se pueda conocer y aprender del otro que se considera
diferente (Gutmann, 1998: 344).

Para Drake, la lucha por el mejoramiento de las condiciones económicas y


educativas de la población afroestadounidense debe realizarse desde dos enfo-
ques desde los cuales ha de continuarse la lucha por las Acciones Afirmativas.
El primero de ellos debe ser exógeno y consiste en «intensificar sus esfuerzos
para mantener y expandir las Acciones Afirmativas» (Drake, 2003: 62), puesto
que por medio de ellas se han obtenido importantes resultados en la búsqueda
de la igualdad entre negros(as) y blancos(as). Esta medida debe acompañarse
de acciones adicionales desde lo ideológico, político, económico e incluso la
desobediencia civil.
El segundo enfoque está planteado desde el interior de la comunidad negra
estadounidense, la cual debe generar sus propias iniciativas que conlleven a
su empoderamiento por medio de valores enfocados hacia el reconocimiento
de su identidad, la unidad de la comunidad afroestadounidense y su autosu-
ficiencia, y mediante la acumulación de riqueza —esta última como forma de
adquirir poder y mayores herramientas para acceder e incidir en las instancias
de poder del país—.
Desde una perspectiva distinta en la que se piensa en medidas distintas a
las Acciones Afirmativas, Bergmann (1996) propone algunas alternativas a
la exclusión y vulnerabilidad de hombres y mujeres afroestadounidenses. La
primera consiste en la ayuda a los desfavorecidos, opción que pareciese ser más
aceptada que las Acciones Afirmativas por el hecho de posibilitar la inclusión
de hombres y mujeres blancos(as). La segunda es la legislación en contra de la

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 123
discriminación. Aunque su utilidad se ha visto en la contribución a la tarea de
definir qué se considera discriminación ante la ley y qué no, en la mayoría de
los casos se ha vuelto inefectiva y no ha sido aplicada en su totalidad, hecho
causado por el desconocimiento que la mayoría de la población tiene acerca
de la legislación (Bergmann, 1996).
El mejoramiento de la cualificación de la población afroamericana y las
mujeres es la tercera alternativa presentada por Bergmann. Esta opción tendría
un impacto positivo pero su efecto sería a corto plazo, ya que actualmente los
empleadores están tratando a la población afroamericana con equidad. Lo an-
terior implicaría que el mejoramiento de la calidad de la educación y el acceso
a ella son necesarios para la reducción de las inequidades raciales y de género,
pero no significa que estas acciones puedan llegar a reemplazar los programas
encaminados a la reducción de la discriminación (Bergmann, 1996).
Como cuarta alternativa se han considerado los programas de prueba, que
consisten en «seleccionar cuidadosamente y enviar a dos personas con perfiles
similares de distintas razas, etnias o géneros para que apliquen a una misma
vacante de trabajo». Aunque estos programas han sido útiles para diagnosticar
la existencia de discriminación en los lugares de trabajo, podrían contemplarse
como un complemento de las Acciones Afirmativas, no como un sustituto de
las mismas (Bergmann, 1996).

La experiencia de Acciones Afirmativas para población negra en Brasil: la


necesidad de remediar la desigualdad y la exclusión tras el cuestionamiento al
mito de la Democracia Racial
En Brasil, las Acciones Afirmativas y sus consecuentes debates son un tema
reciente, a pesar de haber estado presente por décadas y de haber existido la
necesidad de implementarlas. Estas solo surgieron cuando se desmontó el mito
de la democracia racial gracias al reconocimiento de la existencia del racismo
por parte del Estado.
En consecuencia, para hablar de los tratos preferenciales y las medidas de
Acción Afirmativa en Brasil debe abordarse el proceso de reconocimiento del
racismo, ya que ambos ocurren al tiempo. Por tal razón deben analizarse los
procesos de institucionalización de la problemática étnico-racial, la forma en
que han surgido y se han implementado políticas y programas diferenciales, y
los ámbitos donde esta dinámica se ha dado.

124 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
La experiencia de las Acciones Afirmativas en Brasil evidencia las polémicas
que subyacen al reconocimiento de un racismo oculto y negado por décadas.
A pesar de ser el país con mayor número de población negra por fuera del
continente africano (Boston & Nair-Reichert, 2003; Guillebeau, 1999), por
décadas no se tuvieron en cuenta sus particularidades, tomando el grueso de
su población como un todo; dicha situación dejó de lado las particularidades
étnico-raciales de los distintos grupos poblacionales del país. Las diferencias
sociales, políticas y económicas han estado presentes históricamente en la so-
ciedad brasileña.

El Mito de la Democracia Racial


Desde la abolición de la esclavitud en Brasil (durante las décadas de 1870
y 1880), comenzó a construirse un discurso que afirmaba que su sociedad es
el producto de la mezcla de varios grupos raciales —indígenas, afrobrasileños,
portugueses— en la cual todas se han integrado y cuentan con la misma par-
ticipación y los mismos derechos políticos, económicos, sociales, culturales
y ambientales (Skidmore, 2003). Tal idealismo del panorama étnico-racial
brasileño llevó a considerar por un largo tiempo que Brasil era un «modelo
político para el multiculturalismo y la cooperación racial» (Guillebeau, 1999:
451), mirado con admiración y tomado como un referente por varios países
en los que el racismo ha sido un problema innegable —como los Estados Uni-
dos— (Skidmore, 2003).
Mientras se promulgaba dicha idea de integración, autores como Thomas
Boston y Usha Nair-Reichert (2003) señalan, por ejemplo, que entre 1889 y
1930 se estableció una política no oficial de blanqueamiento como respuesta
a la preocupación de las élites por la existencia de una sociedad «muy negra»
(Boston & Nair-Reichert, 2003: 11).
El mito de la democracia racial —nombre con el cual se ha denominado
el supuesto estado ideal de la convivencia étnico-racial brasileña— ha sido un
tema de amplio estudio y análisis. Este debe abordarse aquí puesto que es el
principal precedente para comprender el panorama étnico-racial negro en el
Brasil. Según Mala Htun (2004), la democracia racial en Brasil dominó por
muchos años el panorama étnico-racial del país, donde hablar sobre raza era
algo inusual, no se admitía la existencia del racismo y había cierta resistencia a
posturas u opiniones que cuestionaban ese mito.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 125
Para autores como Skidmore (2003) y Boston y Nair-Reichert (2003), la
sociedad brasileña atribuía el hecho de tener una sociedad equitativa e inclu-
yente con los distintos grupos étnico-raciales que la componen a la herencia
cultural dejada por la colonia portuguesa. Aunque su discurso promulgaba
la existencia de una sociedad y una cultura en la que coexistían las diferen-
cias raciales, existía una marcada estratificación social de acuerdo al color de
piel de hombres y mujeres, así como repetidos esfuerzos por «blanquear» la
población —mediante la promoción de la migración de europeos(as) en la
década del treinta.
La Democracia Racial concebía a Brasil como un país donde convivían las
diferencias étnico-raciales en armonía, sin asomo alguno de exclusión o discri-
minación. Tal idea legitimó un discurso en el que no se reconocía la pobreza
de las mayorías afrobrasileñas como una consecuencia de la marginación de
personas negras en términos de fenotipo sino que, por el contrario, se entendía
esa pobreza como un fenómeno puramente socioeconómico que no guardaba
relación alguna con el color de piel de las personas (Htun, 2004). Bajo tal
postura, solía afirmarse que «aunque blancos y no blancos podrían no estar
ocupando posiciones sociales iguales o similares, existen las mismas oportu-
nidades de progreso para todos los miembros de la sociedad, sin importar sus
características raciales» (Boston & Nair-Reichert, 2003:11).
A pesar del fuerte posicionamiento del mito de la Democracia Racial, res-
paldado por importantes académicos —el sociólogo brasileño Gilberto Freyre
como el más representativo—, surgieron discursos que apoyaban una postura
distinta; esta buscaba mostrar que las diferencias sociales y económicas en Brasil
obedecían en gran parte a una exclusión de hombres y mujeres negros. Tras
evidenciar la discriminación racial y la exclusión a la que han permanecido
sometidos los grupos afrobrasileños, el mito de la Democracia Racial pierde su
sustento y el país comienza a afrontar una realidad social racista que necesita
ser intervenida.

Surgimiento de las Acciones Afirmativas en Brasil


Para autores como Mala Htun (2004), Thomas Skidmore (2003), Sérgio
da Silva Martins, Carlos Alberto Medeiros y Elisa Larkin Nascimento (2004),
los factores que incidieron en la creación de políticas diferenciales en Brasil
son varios. Para tener una comprensión más amplia del proceso, estos autores

126 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
coinciden en una reconstrucción histórica en la que cada uno de ellos, desde
sus producciones, documenta el surgimiento de las Acciones Afirmativas para
la población afrobrasileña.
Las medidas legislativas que hacían referencia a las diferencias étnico-raciales
en Brasil son documentadas desde que la Constitución de 1934 declaró la
igualdad ante la ley: «no habrá ningún privilegio ni distinción por motivos de
nacimiento, sexo, raza, ocupación, clase social, riqueza, creencias religiosas o
ideas políticas» (Htun, 2004: 65), postulado que se sostuvo en las constituciones
de 1937 y 1946. La ley «Alfonso Arinos» de 1951 «prohibió el racismo en los
servicios públicos, la educación y el empleo» (Htun, 2004: 65).
No cabe duda de que los movimientos sociales tuvieron una influencia deter-
minante en el reconocimiento del racismo y la posterior creación de Acciones
Afirmativas en Brasil; el activismo de algunas organizaciones, movimientos,
grupos y sectores afrobrasileños fue definitivo para la creación de políticas
diferenciadas contra la discriminación racial.
La lectura que hacen Sérgio da Silva Martins, Carlos Alberto Medeiros y Elisa
Larkin Nascimento sobre la aparición de Acciones Afirmativas en Brasil muestra
que si bien surgieron de modo oficial en la década del noventa, el tema había
sido parte de la agenda de organizaciones, grupos y personas —principalmente
líderes sociales y políticos afrobrasileños— desde la década del ochenta. El tema
racial aparece en la agenda pública para tal época, lo que se explica por el fin
del gobierno militar y el regreso a un régimen democrático en el país (Htun,
2004; Da Silva, Medeiros & Nascimento, 2004).
Puede afirmarse que de manera unánime, los autores(as) y textos consul-
tados coinciden en afirmar que la figura de Acción Afirmativa en el Brasil se
institucionaliza de manera específica una vez se ha reconocido la existencia
de discriminación racial contra la población afrobrasileña. En este sentido,
aunque se hayan dado iniciativas y propuestas previas desde algunos sectores
políticos y sociales, estas no tuvieron eco alguno ni la posibilidad de reconocerse
e implementarse.
Desde los ochenta, los sectores activistas afrobrasileños que abogaban por
el reconocimiento formal de la discriminación racial en el país ya se habían
pronunciado respecto a la posibilidad de establecer medidas preferenciales que
redujeran la brecha política, social y económica entre las personas negras y el resto
de la sociedad brasileña. Al respecto, da Silva, Medeiros y Nascimento (2004)

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 127
se refieren al proyecto de ley que propuso el presidente del tercer Congreso de
cultura negra en las Américas y posterior diputado Abdias do Nascimento.
[el proyecto buscaba la creación de] acciones de compensación para imple-
mentar derechos de igualdad de oportunidades e igual protección […] el
proyecto proponía la creación e implementación de medidas en educación,
gobierno, empleo y el servicio civil, incluyendo incentivos para programas
para la promoción de la diversidad en el sector privado. Fijaba unas metas
porcentuales del 20% para hombres negros y 20% para mujeres negras,
para un total del 40% en “todas las agencias de la administración pública,
directas e indirectas en los niveles federal, estatal y municipal” incluyendo
las fuerzas armadas, “en todos los niveles de servicio y dirección” (artículo 2)
así como en “empresas, firmas y establecimientos del comercio, la industria,
los servicios, el mercado financiero y la agricultura” (artículo 3). Establecía
metas porcentuales del 40% de los cupos en el Instituto Rio Branco, la
prestigiosa escuela diplomática oficial, divididos de nuevo entre hombres
y mujeres (artículo 7). Su alcance no se limitaba a medidas numéricas, ya
que pedía a las autoridades educativas federales, estatales y locales estudiar e
implementar “cambios en los currículos escolares y académicos, en todos los
niveles (primaria, secundaria, universitarios y de posgrado)” incorporando
el contenido de la historia del Brasil y cursos de historia general sobre “los
alcances positivos de los africanos y sus descendientes, particularmente sus
avances culturales y tecnológicos antes de la invasión europea” (Da Silva,
Medeiros & Nascimento, 2004: 793).
Aunque dichas propuestas no se hicieron realidad, pues no contaban con el
respaldo suficiente para ser avaladas en el gobierno, y además «eran consideradas
como exageradas y racistas» (Da Silva, Medeiros & Nascimento, 2004: 794),
el activismo político de grupos afrobrasileños seguía creciendo y tomando más
fuerza.
El cambio sustancial se dio con la llegada de Fernando Henrique Cardoso
en 1995 a la presidencia, puesto que fue su gobierno el primero en hablar de
Acciones Afirmativas e implementarlas. La primera medida fue la creación del
Grupo de Trabajo Interministerial para la valorización de la población negra.
En ese mismo año, Brasil publicó su primer reporte para la Comisión de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en el cual se promovía la puesta
en marcha de «“acciones positivas para promover la igualdad” aun si aquello

128 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
implicaba “someter a los individuos a un trato desigual”» (Reichmann, 1999:
22, citado en Htun, 2004: 67).
La llegada al poder del presidente Fernando Henrique Cardoso es uno de los
hechos más reconocidos y señalados por estos autores. Según Htun (2004), su
postura abierta y decidida hacia el reconocimiento del racismo en el país y la
imperativa necesidad de actuar para erradicarlo marcaron una diferencia en el
panorama social y político del país. Desde esta perspectiva, se entiende que fue
el mismo Cardoso quien puso el tema del racismo en la agenda pública para
tomar medidas tendientes a su eliminación.
No obstante lo anterior, tomando otros puntos de vista como el expuesto
por da Silva, Medeiros y Nascimento (2004), Cardoso actuó en respuesta a una
importante y numerosa movilización realizada en 1995 en la que participaron
aproximadamente 30.000 personas, quienes presentaron un programa para
superar el racismo y la inequidad racial con demandas específicas en «educa-
ción, trabajo, mortalidad infantil y violencia racial» (Da Silva, Medeiros &
Nascimento, 2004: 797). La respuesta de Cardoso a dichas demandas fue la
creación del Grupo de Trabajo Interministerial para la población negra, además
de hacer su histórico reconocimiento de la existencia de discriminación racial
en el país, y la urgencia de intervenir sobre dicho asunto.
De acuerdo con Htun (2004), en 1996 se creó el programa nacional para
los Derechos Humanos, desde el cual se propusieron políticas públicas para la
población afrobrasileña como el apoyo de la empresa privada para las Acciones
Afirmativas y otras medidas para aumentar el ingreso a las universidades, así
como la inclusión de una nueva definición de ‘raza’ por el Instituto Brasileño
de Geografía y Estadísticas. Durante ese mismo año, el gobierno también
organizó un seminario internacional en Brasilia sobre Acciones Afirmativas y
multiculturalismo en Brasil y Estados Unidos.
El fortalecimiento de los movimientos sociales que surgieron en la década del
setenta y las redes sociales generadas en torno a ellos tuvieron fuertes influencias,
así como actores clave en el proceso de promoción de Acciones Afirmativas. Al-
gunos de ellos fueron académicos activistas que analizaron datos demográficos
y evidenciaron fuertes diferencias en distintas áreas como «ingreso económico,
ocupación, acceso a la escuela, niveles de escolaridad, expectativa de vida y salud,
entre otros» (Htun, 2004: 76) entre la población afrobrasileña y el resto de la po-
blación. Hacia finales de los noventa, un estudio con temática similar que concluía

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 129
la persistencia de las desigualdades en Brasil, elaborado por el Instituto para la
Investigación en Economía Aplicada (Institución del gobierno federal) generó
gran impacto en los debates sobre ‘raza’ dentro del gobierno. Htun también
hace especial reconocimiento a la importante influencia de los movimientos
feministas afrobrasileños que con su doble militancia han adquirido más ex-
periencia y más herramientas en escenarios nacionales e internacionales, por lo
que han enriquecido de forma notable la discusión de Acciones Afirmativas.
La investigación sobre el debate étnico-racial brasileño fue también objeto
de organizaciones que entraron a investigar la Democracia Racial y la sociedad
del Brasil; una de ellas fue la unesco en la década de los cincuenta. Skidmore
(2003) señala que esta última decidió estudiar la armonía en la que se presentaba
la diferencia étnico-racial en Brasil. Tal investigación desentrañó como parte
de sus hallazgos la existencia de racismo en el Brasil a través de manifestaciones
distintas a las conocidas, lo que produjo un alejamiento de las teorías previas
sobre las relaciones raciales y un desarrollo limitado —casi nulo— del tema
durante tres décadas.
Además de lo anterior, la ayuda e interés de la Fundación Ford frente a la
promoción y apoyo económico para la investigación y la creación de centros
académicos enfocados en el tema racial desde mediados de los noventa también
contribuyó en el fortalecimiento de actividades encaminadas a la intervención e
incidencia política, así como al establecimiento de relaciones con movimientos
negros y organizaciones anti-racistas en otras ciudades (Htun, 2004).
Sin duda alguna, la Tercera Conferencia Mundial Contra el Racismo, la
Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia,
realizada en Durban, Sudáfrica, en 2001, fue el evento que influenció con fuerza
a la sociedad y el Estado brasilero para que visibilizaran la necesidad de erradicar
el racismo reconocido poco tiempo atrás. En el marco de la preparación para
tal conferencia, se llevó a cabo la Conferencia Nacional contra el Racismo y la
Intolerancia desarrollada en Río de Janeiro durante julio de 2001. Un hecho
importante acaecido en el marco de la preparación para la mencionada Tercera
Conferencia Mundial Contra el Racismo, fue el respaldo del gobierno hacia la
promoción y adopción de «cuotas u otros “mecanismos afirmativos” para aumen-
tar el acceso de estudiantes negros a las universidades públicas» (Htun, 2004:
68). Durante los meses siguientes, varios organismos del Estado implementaron
medidas de Acción Afirmativa, como cuotas en cargos públicos: el Ministerio

130 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
de Desarrollo Agrícola, el Ministerio de Justicia, la Corte Constitucional y el
Ministerio de Cultura. En el Ministerio de Relaciones Exteriores se promovió
la formación y vinculación a cargos de carrera diplomática.
Las Acciones Afirmativas surgen entonces de manera oficial en Brasil en el
año 2002. En noviembre de este año por medio de un decreto presidencial y
una ley promulgada por el Senado se obtuvo un «reconocimiento de la cons-
titucionalidad de las Acciones Afirmativas. Esto preparó el camino para la
creación de nuevas iniciativas federales, estatales y locales» (Da Silva, Medeiros
& Nascimento, 2004: 805).
Según Htun (2004), Cardoso expidió un decreto en 2002 creando un
programa nacional de Acciones Afirmativas, en el que analizó cómo crear
mayores metas porcentuales para la inclusión laboral de negros(as), mujeres
y discapacitados(as) en las agencias gubernamentales y otras compañías que
contrataran con el gobierno. En el mismo año, se institucionalizaron medidas
de Acción Afirmativa en la administración pública nacional para la inclusión
de afrobrasileños(as), mujeres y personas con discapacidad por medio de otro
decreto presidencial. En los inicios del año 2003, se promulgó una ley en la que
se ordena la enseñanza de historia africana y afrobrasileña en todos los niveles
de educación en Brasil (Da Silva, Medeiros & Nascimento, 2004).
El nuevo panorama que según da Silva, Medeiros y Nascimento inicia con la
llegada al poder del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en el año 2002, muestra
algunas acciones, proyecciones y perspectivas de las Acciones Afirmativas en
el Brasil. En marzo de 2003, se creó un organismo llamado Ministerio para las
Políticas de Promoción de la Igualdad Racial. Uno de sus resultados ha sido la
publicación de una Política Nacional para la Promoción de la Igualdad racial, en
la cual se mencionan las Acciones Afirmativas como medidas necesarias para el
logro de tal propósito (Da Silva, Medeiros & Nascimento, 2004).

Institucionalización
El reciente reconocimiento de la discriminación racial en Brasil que trajo
como una de sus más inmediatas consecuencias la implementación de Acciones
Afirmativas, vino de la mano con la creación de instituciones o estamentos en-
cargados de atender asuntos relativos a la búsqueda de la igualdad racial. Para
varios autores, la creación de estos organismos estatales puede interpretarse como
una forma de implementar Acciones Afirmativas, ya que hace parte de medidas

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 131
encaminadas a otorgar tratos especiales y remediar los daños y desigualdades
derivados de la discriminación racial.
Algunas de las instituciones creadas (unas de ellas mencionadas antes), son el
Grupo de Trabajo Interministerial para la Población Negra y el Ministerio para las
Políticas de Promoción de la Igualdad Racial. Además, cabe resaltar la creación
de la Fundación Cultural Palmares en el año 1988, pues nació de una comisión
creada por el Ministerio de cultura con motivo del centenario de la abolición
de la esclavitud.
Otras instituciones han sido creadas en el Brasil para el abordaje, estudio y
atención de la discriminación racial. En 1991, se creó en el Estado de Río de
Janeiro seafro, «la primera y única agencia de alto nivel del estado enfocada en
la política pública para afrobrasileños(as)» (Da Silva, Medeiros & Nascimento,
2004). Quienes se opusieron a su creación la consideraron causante de discri-
minación a la inversa; fue eliminada en 1994 por la siguiente administración de
dicho estado para prevenir su consolidación como organismo permanente.
Da Silva, Medeiros y Nascimento (2004) dan cuenta del trabajo de un grupo
importante de agencias federales que se dedicaron a trabajar por la igualdad
racial.
Grandes organizaciones del ámbito del trabajo desempeñaron un rol impor-
tante combatiendo esta resistencia al romper el tabú de los movimientos de
izquierda, que afirma que el problema de la discriminación racial dividiría
a la clase trabajadora. Éstas crearon agencias en su interior cuya literatura se
enfoca en políticas anti-discriminación y han publicado rigurosas investiga-
ciones que exponen la inequidad racial (Central Unica dos Trabalhadores
[cut] & Comissao Nacional Contra a Discriminacao Racial [cncdr], 1997,
1998; Instituto Sindical Intramericano Pela Igualdade Racial [inspir] &
Departamento Intersindical de Estatística e Estudos Sócio-Econômicos
[dieese]) (Da Silva, Medeiros & Nascimento, 2004: 798).

Ámbitos donde se han aplicado


La implementación de medidas de Acción Afirmativa en Brasil se llevó a
cabo en varios ámbitos: educación, empleo, acceso a cargos de representación
política, y representación en los medios de comunicación. Thomas Boston y
Usha Nair-Reichert (2003) anotan lo siguiente al respecto.

132 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
Los programas de Acción Afirmativa para personas afrobrasileñas propuestos
por el gobierno otorgan un 20% del total de plazas en los empleos federales,
20% del total de un presupuesto de 150 millones de reales para entrenamiento
del ministerio del trabajo, 40% de las personas contratadas deben provenir
de un programa de focalización de personas pobres del Ministerio de la
seguridad social y 20 becas para la capacitación para presentar los exámenes
de carrera diplomática del Ministerio de relaciones exteriores, y el 25% de
los papeles de televisión, películas y teatro deben ser otorgados a actores o
actrices afrobrasileños. Mientras sus oponentes sostienen que estos tratos y
políticas preferenciales producen un racismo a la inversa, quienes las apoyan
afirman que es la única forma de solucionar las inequidades sociales (Boston
& Nair-Reichert, 2003: 12).
El programa de Derechos Humanos, creado en 1996, expandió los meca-
nismos para la admisión de personas negras a las universidades y el servicio
público. Asimismo se establecieron cuotas para los medios de comunicación
(principalmente en televisión) y los gobiernos estatales y municipales crearon
políticas de cuotas. Estas medidas tuvieron un amplio apoyo de varios sectores
del gobierno, y al mismo tiempo detractores que se opusieron (y aun se oponen)
a la implementación de Acciones Afirmativas (Htun, 2004). Desde la llegada
de las Acciones Afirmativas a Brasil, se pusieron en marcha otras medidas:
«programas sociales dirigidos a barrios de personas negras, programas de en-
trenamiento laboral, cursos de preparación para los exámenes de admisión en
las universidades y apoyo a la industria propiedad de personas negras, entre
otros» (Heringer, 2001 en Htun, 2004: 72).
Algunos autores como Skidmore (2003), Boston y Nair-Reichert (2004)
exponen la indiscutible relación que guardan el trabajo y la educación. Aseguran
que al no darse las posibilidades de acceso a procesos educativos y de formación
a las personas que han estado históricamente excluidas de ellos —en este caso,
hombres y mujeres afrobrasileños—, tendrán menos posibilidades de vincularse
al mercado laboral por cuanto están menos cualificados.
Dentro de lo que los autores consultados enuncian como Acciones Afirma-
tivas en el ámbito educativo, se encuentra una serie de medidas en educación
básica (primaria y secundaria) y educación superior. Tras analizar el hecho
de que las personas con bajos niveles educativos no podían acceder a ciertos
empleos, aunque fuesen favorecidas por tratos preferenciales pues no contaban

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 133
con las capacidades para desempeñarse en ellos, el gobierno brasileño creó
un programa de becas que subsidia la asistencia a la escuela y evita la deser-
ción e inasistencia escolar infantil para las poblaciones más pobres —que en
Brasil son fenotípicamente negras— denominado Bolsa Escola (Boston &
Nair-Reichert, 2003).
Tavolaro, por su parte, hace un amplio análisis sobre las primeras medidas
preferenciales en educación superior implementadas en las universidades de
Río de Janeiro y Brasilia. Aunque la indudable discriminación en el ingreso
de estudiantes negros(as) a la educación superior no era una situación nueva,
tuvo que ser la presión de otros actores la que promoviese tales programas.
En la Universidad Estatal de Río de Janeiro, las acciones legales llevaron a la
institución a implementarlos, mientras que en la Universidad de Brasilia fue
la acción de dos profesores, a la cual se unió la protesta de algunos sectores del
estudiantado, la que dio origen a las Acciones Afirmativas para el ingreso de
personas afrobrasileñas.
En épocas posteriores, otras universidades crearon cuotas para aspirantes
afrobrasileños(as) en sus procesos de admisión: la Universidad Estatal de Bahía,
la Universidad Federal de Alagoas y la Universidad Estatal de Mato Grosso do
Sul —que también implementó cuotas para aspirantes de grupos indígenas—.
La Fundación Joaquim Nabuco de Recife y el estado de Pernambuco también
implementaron cuotas en sus procesos de admisión (Da Silva, Medeiros &
Nascimento, 2004).
En lo que se refiere al ámbito laboral, las Acciones Afirmativas se centraron en
el establecimiento de cupos en el servicio civil y la contratación pública (Htun,
2004). Comoya se mencionó, las políticas de contratación diferenciales más
significativas surgieron meses después de la Conferencia de Durban.
[…] Raul Jungmann, el ministro de desarrollo agrícola, lanzó un programa
que establecía una cuota del 20 por ciento para personas negras en los cargos
de ese ministerio y en las compañías que habrían de establecer algún tipo de
contrato oficial con (la cuota se inrementó al 30 por ciento en el 2003). En
diciembre, la Corte Constitucional y el Ministerio de justicia, anunciaron
cuotas del 20 por ciento para empleados(as) negros(as). El decreto del Mi-
nisterio de justicia, emitido el 20 de diciembre del 2001 en una ceremonia
pública presidida por el presidente Cardoso y el ministro de justicia, creó
cuotas para personas negras (20 por ciento), mujeres (20 por ciento) y per-

134 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
sonas con discapacidad (5 por ciento) en cargos gerenciales y de alto nivel,
en compañías que ofreciesen sus servicios al ministerio así como aquellas
involucradas en proyectos de cooperación con organizaciones internacionales.
[…]. En agosto del 2002, el Ministerio de Cultura estableció una política
similar (Htun, 2004: 68-69)
Mientras tanto, en el Ministerio de Relaciones Exteriores se implementó un
programa que financiaba a un máximo de 20 personas negras que quisieran
capacitarse para la presentación de los exámenes para acceder a los cargos de
carrera diplomática. Este criterio buscaba conjugar los factores de excelencia
académica y acceso preferencial a grupos étnico-raciales afrobrasileños, con el
fin último de tener un «cuerpo diplomático […] que refleje nuestra sociedad, la
cual es multicolor, en vez de presentarla al mundo como si fuese una sociedad
blanca, porque no lo es» (Cardoso, 2001, citado en Htun, 2004: 69).
Tras analizar y hacer consciente el racismo, las autoridades nacionales se per-
cataron de la poca representación con la que contaba la población afrobrasileña
en cargos de alto nivel dentro del gobierno y sus instituciones. Se comenzó
entonces a instaurar un cambio progresivo en los funcionarios(as) del gobier-
no, dando mayor cabida a personas negras en tales cargos. La participación
negra y afrobrasileña en la rama legislativa del poder público tampoco había
sido numerosa ni había representado el alto porcentaje de esta población en la
sociedad del Brasil (Da Silva, Medeiros & Nascimento, 2004).

Debates sobre su implementación: evaluaciones y críticas


Como era previsible, no iba a ser fácil llegar a un consenso en la sociedad bra-
sileña sobre la conveniencia de implementar Acciones Afirmativas. Tras décadas
de haber creído que existía una armoniosa convivencia entre los distintos grupos
étnico-raciales que la conforman, llegar a reconocer que sí hay racismo y que sus
dañinas consecuencias deben ser reparadas ha sido una idea con la que algunos
sectores no están de acuerdo. En consecuencia, se han interpuesto demandas
y otras acciones judiciales en contra de las medidas de Acción Afirmativa, ar-
gumentando su inconstitucionalidad al ir en contra del principio de igualdad
descrito en la ley brasileña (Da Silva, Medeiros & Nascimento, 2004).
Más allá de las demandas judiciales y otras acciones legales, tras la creación
y posterior implementación de Acciones Afirmativas en Brasil no se hicieron
esperar los debates entre sus opositores y partidarios, quienes con sus respecti-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 135
vos argumentos han mostrado la inconveniencia o pertinencia de las medidas
preferenciales en el contexto de la discriminación racial en Brasil.
Al ser comparado de forma constante con experiencias de otros países, el
ejercicio de las Acciones Afirmativas en Brasil es cuestionado en su efectivi-
dad y practicidad por la «probable» dificultad de establecer los procesos de
selección de las personas beneficiarias de estas medidas. La existencia de una
pluralidad racial, o como lo aborda Guillebeau (1999), la consideración de
una amplia variedad de colores de piel, no permite la definición precisa de un
grupo merecedor de tratos preferenciales. Además, se ha documentado cierta
apatía entre algunas personas afrobrasileñas por identificarse con África. Este
fenómeno fue denominado africanía congelada (frozen africanity) por Anani
Dzidziengo (1985).
Según la perspectiva de críticos y oponentes a las Acciones Afirmativas, las
diversas clasificaciones sobre el fenotipo de las personas generan la posibilidad
de que oportunistas se aprovechen del sistema de beneficios y la poca claridad
existente respecto a sus beneficiarios(as), como afrobrasileños(as) de clase media
y alta que podrían tomar las oportunidades de empleo o educación pasando por
encima de las comunidades más vulnerables, por ejemplo. Quienes defienden las
Acciones Afirmativas señalan que lo anterior no sucederá por cuanto no existe
una clase media o alta negra en Brasil (Boston & Nair-Reichert, 2003).
Las Acciones Afirmativas crean una discriminación a la inversa pues reducen
las oportunidades y excluyen a las personas blancas de ocupar ciertos cargos la-
borales o acceder a oportunidades de estudio. Por otra parte, se ha afirmado que
algunos críticos suelen ver las Acciones Afirmativas como una forma de señalar
a hombres y mujeres afrobrasileños como incapaces, ya que no pueden lograr
su propio acceso a una universidad o un cargo laboral por sí mismos. Dicho
de otro modo, ellos(as) consideran que las cuotas acentúan la discriminación
por cuanto subvaloran las capacidades de las personas negras, pues sostienen
que aquellas no pueden lograr el acceso a medios de trabajo o a la educación
superior por sí mismas y que no atacan las causas reales de la exclusión bajo la
que viven las personas negras —que son sociales, no raciales—, por lo que debe
atacarse la pobreza y penalizarse los actos racistas (Htun, 2004).
En vista de que la mayor parte de tratos preferenciales en el Brasil fue imple-
mentada por medio de cuotas, hubo un punto del debate en el que se igualó
la discusión de Acciones Afirmativas a cuotas; es decir, comenzó a discutirse

136 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
su pertinencia, lo mismo que si eran las medidas adecuadas para erradicar las
diferencias socioeconómicas y la exclusión de la población afrobrasileña, en lugar
de discutir la pertinencia de una serie de tratos diferenciales, independiente de
su forma de implementación. La discusión de las cuotas ha estado ligada a las
afirmaciones de algunos opositores, quienes sostienen que las Acciones Afirma-
tivas en Brasil se han tomado como una copia de las medidas implementadas
en otros escenarios como el estadounidense.
Otras personas sostienen que no deberían crearse medidas preferenciales basa-
das en características étnico-raciales de la población, sino que debería realizarse
una focalización dirigida a las personas más pobres y vulnerables. Esta postura
evidencia una prevalencia del problema de la pobreza sobre el de la discrimina-
ción, que va de la mano con el mito de la Democracia Racial brasilera.
Una de las contraposiciones a estas posturas opositoras —quizás la más re-
presentativa por su organización y por pasar de lo discursivo a la acción— es la
creación del Grupo Internacional de Afinidad hacia las Acciones Afirmativas
(International Affirmative Action Affinity Group), «encabezado por el grupo in-
ternacional sobre leyes de los derechos humanos, Mundo Afro, organizaciones
de derechos humanos de Uruguay y muchas organizaciones afrobrasileñas y
abogados» (Silva, Medeiros & Nascimento, 2004: 809). Este grupo surgió tras
la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos en un caso que reafirmó
la constitucionalidad de las Acciones Afirmativas y que contribuyó a su orga-
nización para contribuir a consolidar estas medidas en Brasil, «compartir su
experiencia e intercambiar información con los abogados que defendieron los
casos en Estados Unidos» (Silva, Medeiros & Nascimento, 2004: 809).
Boston y Nair-Reichert son enfáticos en afirmar que a pesar de haberse
reconocido que la discriminación racial excluye, margina y hace más vulne-
rables a hombres y mujeres afrobrasileños en términos económicos, sociales
y políticos, falta aún mucho por hacer en el proceso de inclusión y alcance
de una igualdad de condiciones para todos los grupos étnico-raciales del país
(Boston & Nair-Reichert, 2003).
El cambio y transición en el panorama étnico-racial de la sociedad brasileña
es reciente; por tal razón, no se encuentra un amplio análisis evaluativo sobre
su implementación. Es entonces desde la crítica y los debates planteados por
los autores que puede hablarse de cierta evaluación de las Acciones Afirmati-
vas. En este sentido, da Silva, Medeiros y Nascimento concluyen que «es muy

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 137
temprano para evaluar las consecuencias a largo plazo de las políticas que han
sido plasmadas en los libros, pero no en todos los casos han sido implemen-
tadas en un país plagado de extrema pobreza e inequidad» (Silva, Medeiros &
Nascimento, 2004: 812).

Algunas conclusiones
La imperante necesidad de hacer frente a las desigualdades socioraciales en
sociedades multiculturales liberales y democráticas pone en la discusión pública
la necesidad de implementar medidas que propendan por la inclusión social. De
allí surge la propuesta de Acciones Afirmativas, las cuales han mostrado ser una
forma equitativa para el logro de tal fin. Su implementación busca responder a
los efectos negativos de las desigualdades sociales y de prácticas de discriminación
hacia grupos sociales tradicionalmente excluidos, como mujeres y personas negras.
En Colombia, para poder entender por qué serían un medio para conseguir la
inclusión social de personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras en
la Nación pluriétnica y multicultural es necesario comprender qué significan,
cuáles son las discusiones que se han establecido en torno a ellas, por qué surgen
y cómo han funcionado en otros contextos geográficos e históricos.
En consecuencia, expusimos distintas acepciones del término Acción Afir-
mativa y algunas de las definiciones más utilizadas que han construido personas
expertas, gobiernos, organismos públicos y privados e instituciones que abordan
el tema. A lo largo de estas elaboraciones se evidenció que la discusión sobre
Acción Afirmativa presupone un paradigma distributivo de justicia social, que
poco cuestiona temas relativos a la organización institucional y al poder en la
toma de decisiones (Young, 2000) ni otorga mayor importancia a la esfera sim-
bólica como ámbito de discusión público política. Por esta razón, las definiciones
divergen frente al lugar que se debe otorgar a los efectos de la discriminación,
sea racial o sexual, en el logro de la igualdad de oportunidades o en la igualdad
de resultados y al peso que debe darse a la diferencia cultural étnico-racial y de
género femenino en una nueva cultura pública política e institucional.
A pesar de existir un sinnúmero de críticas contra las Acciones Afirmativas,
recogimos las más significativas por ser las más recurrentes y las que en cierta
manera agrupan otras críticas. Para muchos(as), este tipo de medidas no genera
cambios estructurales y en esa medida su acción es limitada e ineficaz. Para otras
personas, su carácter diferenciador y focalizado en grupos sociales específicos

138 Las Acciones Afirmativas como medio de inclusión social. Énfasis conceptuales, polémicas...
las convierte en acciones que conllevan al surgimiento de más desigualdades,
pues no parten del principio de considerar a todos(as) como iguales. Por último,
uno de los ataques más constantes a las Acciones Afirmativas es el relacionado
con la supuesta violación al principio del mérito, puesto que de manera errada
se cree que estas medidas dan prioridad a quienes pertenecen a un grupo social
subordinado por encima de quienes cuentan con capacidades, herramientas o
habilidades superiores a las del promedio de estas personas en desventaja respecto
al acceso a los ámbitos laboral o educativo. De manera extensa explicamos que
el mérito no es un principio neutro ni objetivo. Muchos estudiosos(as) de las
Acciones Afirmativas afirman que se trata de promover a las personas perte-
nenecientes a grupos subordinados que poseen las mayores capacidades para
competir en el ámbito universitario y en el mercado laboral.
Las experiencias de implementación de medidas de Acción Afirmativa en
contextos sociales e históricos que presentan profundas diferencias basadas en
aspectos étnico-raciales o religiosos fueron retomadas para poder obtener una
comprensión más amplia del significado y las implicaciones de este tipo de
medidas. Fenómenos como el apartheid en Sudáfrica, el establecido sistema de
castas en la India y la histórica discriminación racial y el racismo contra pueblos
y personas afrodescendientes en Brasil y Estados Unidos se han convertido en
problemas públicos de interés social en los que se ha visto la necesidad de poner
en marcha acciones públicas diferenciadoras para el logro de la igualdad real.
A pesar de que los cuatro escenarios vistos son distintos por sus anteceden-
tes históricos, políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales, cada
uno de ellos da cuenta de una experiencia única de la que pueden tomarse
aprendizajes y ampliar la comprensión acerca de la variedad contextual de las
Acciones Afirmativas. De forma adicional, se impone el reto de ser capaces de
generar mejores experiencias y prácticas en su implementación para el contexto
colombiano.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales, Ruby Esther León Díaz 139
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“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Capítulo
3
Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas,
mercado laboral y discriminación étnico-racial en Colombia:
análisis estadístico como sustento de Acciones Afirmativas a
favor de la población afrocolombiana

Carlos Augusto Viáfara López


Fernando Urrea-Giraldo
Juan Byron Correa Fonnegra

Este estudio está encaminado a desentrañar el proceso por el cual la pobla-


ción negra o afrocolombiana1 se ve sobrerepresentada entre las más pobres en
la sociedad colombiana. En primer lugar, se hace un análisis detallado de las
desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas que enfrenta la población
afrocolombiana respecto a la población que en su gran mayoría podría consi-
derarse más próxima a autoreconocerse como «blanca» o «mestiza» y que en el
censo de 2005 por la forma de construcción de la pregunta de autoreconoci-
miento étnico-racial se clasificó como «sin pertenencia étnica»2. En segundo
lugar, se hace un análisis de las características de inserción de la población afro-
colombiana en el mercado de bienes y servicios, en el cual se intenta evaluar el
papel que tienen estas desigualdades ­­—resultado de desventajas acumulativas
históricas— en el mercado laboral y sobre todo las que tienen que ver más con
un trato diferencial discriminatorio en el propio mercado de trabajo.
Estas dos lógicas sociales que corresponden a lo que los economistas y so-
ciólogos denominan desigualdad de oportunidades tienen como consecuencia
mayores dificultades en la adquisición de estados y acciones (tener una edu-
1 En este texto hacemos equivalentes los términos de población afrocolombiana, negra
y afrodescendiente. Haciendo uso de cualquiera de los tres, nos estamos refiriéndo-
nos a la población colombiana de hoy que desciende de la población africana traída
en condiciones de esclavitud desde el siglo xvi, bajo diferentes situaciones de mezcla
interracial y particularidades regionales.
2 Esta limitación metodológica tiene que ver con el tipo de pregunta de autoreconocimiento
étnico-racial que está en el censo de 2005, la cual no incluyó las categorías «blanco(a)»,
«mestizo(a)», reduciendo la alteridad étnica únicamente a la gente que se construye como
indígena, raizal, palenquera, rom, afrocolombiana/negra-mulata o afrodescendiente. En
tal sentido, la gente «blanca» o «mestiza» caería en la categoría residual «sin pertenencia
étnica» o población no afrocolombiana en la segunda parte de este estudio.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 153
cación completa y de calidad, tener acceso a buenos servicios de salud, tener
saneamiento básico, estar bien nutrido, etc.) para las personas afrocolombianas,
que tienen efectos negativos en los resultados en el mercado laboral.
No obstante, los resultados en el mercado laboral no se explicarían meramente
por las menores dotaciones de variables asociadas al capital humano de las per-
sonas. Incluso aquellas personas que hacen grandes esfuerzos en la adquisición
de esos estados y acciones tienen resultados sistemáticamente diferentes en las
ocupaciones, salarios y posibilidades de promoción en el empleo con respecto
a individuos no étnicos o no afrocolombianos de similares características. Estos
dos tipos de lógicas derivan en una trampa de pobreza intergeneracional para
las personas afrocolombianas más pobres e inhiben procesos de movilidad
social ascendente.
Para este doble tipo de aproximación se utilizaron los datos estadísticos dis-
ponibles en el país hasta el presente. Por una parte, los resultados del censo de
2005 —controlando la variable étnico-racial— nos han permitido establecer
en 8 regiones del país (7 municipios y un departamento), los totales nacional,
nacional cabecera y nacional resto3 y cómo operan las llamadas desigualdades,
fruto de los procesos históricos de larga duración forjados en la matriz de la
sociedad esclavista colonial y republicana y en las modalidades de subordina-
ción/dominación en la sociedad post-esclavista entre mediados del siglo xix y
todo el siglo xx, hasta el siglo xxi.
Estas 8 regiones no solo se eligieron por cuanto son representativos de dife-
rentes escalas de presencia negra o afrocolombiana en términos del peso demo-
gráfico en cada uno de ellos, sino también porque expresan las diferencias de los
contextos regionales en el país. Por otro lado, para el análisis de las características
de inserción en el mercado de bienes y servicios de acuerdo a la característica
étnico-racial se ha utilizado la mejor fuente disponible: la Encuesta Continua
de Hogares (ech) del II trimestre de 2004, que es representativa para 13 áreas
metropolitanas; y si se agrega la muestra en el semestre tiene representatividad
para todo el país por grandes regiones (total, cabecera y resto).

3 En este estudio los 7 municipios seleccionados —cabecera y resto— (Bogotá, Buena-


ventura, Cali, Cartagena, Medellín, Pereira, Quibdó) y el departamento de San Andrés
y Providencia —con dos municipios, cabecera y resto— constituyen para el objeto de
análisis 8 regiones. Para efectos comparativos, se incluyen siempre los mismos indica-
dores para los totales nacional, nacional cabecera y nacional resto.

154 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


El presente estudio es un ejercicio cuantitativo riguroso en dos escalas y re-
cursos metodológicos: la primera escala, más de corte sociodemográfico clásico
combinado con el uso de indicadores estándar de condiciones de vida a partir
de los datos censales, permite observar tendencias de larga duración a través del
espacio geográfico colombiano, pero apoyándose en una estadística descriptiva
de análisis de 40 indicadores; la segunda es un ejercicio modelístico que utiliza
las herramientas econométricas con datos especializados del mercado laboral.
En esta última es posible observar cómo operan las dos lógicas de desigualdad
de oportunidades descritas más arriba: por un lado, amplios diferenciales en
educación, salud y saneamiento básico, entre otros; por el otro, trato diferen-
cial de parte de los empleadores que no se explican por la menor dotación en
variables asociadas al capital humano entre personas afrocolombianos(as) y la
población sin autoreconocimiento étnico o no afrocolombiana, que agrupa la
mayor parte de la gente mestiza y blanca del país.
Por lo anterior, el estudio se compone de dos grandes capítulos referidos
precisamente al abordaje de las dos dimensiones de las desigualdades sociales
que enfrentan las personas negras o afrocolombianas en el país: desigualdad
de oportunidades, expresada en vulnerabilidad demográfica; condiciones de
vida rezagadas y niveles educativos más bajos; menores coberturas de salud
y pensiones; mayor propensión a situaciones de pobreza y afectaciones de
dinámicas de desplazamiento; hambre por el conflicto armado, ante todo
en las regiones de mayor concentración de población negra como la Costa
Pacífica; y las manifestaciones de las desigualdades en el mercado laboral que
incorporan los anteriores efectos con los del comportamiento de los agentes
económicos que discriminan a la gente negra, pero en interacción con la di-
mensión de género. Es decir, los efectos de la raza en el mercado laboral no
están separados de la condición de género: ser mujer negra u hombre negro
tiene efectos diferenciados según los contextos regionales, incorporando
elementos de dotaciones en capital humano y directamente discriminatorios
en las reglas del mercado laboral.
El estudio es novedoso porque combina dos tipos de aproximaciones y
metodologías cuantitativas: la sociodemográfica y la del análisis del mercado
laboral, el uso de la estadística descriptiva mediante indicadores finos están-
dar y la estrategia de la formalización estilizada que permite descomponer los
factores que inciden en las desventajas dentro del juego del mercado. Por esta
razón, consideramos que la complejidad de las desigualdades socio-raciales en

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 155
la sociedad colombiana requiere las dos aproximaciones y el uso de los dos tipos
de estadísticas y de tratamientos metodológicos.
Para efectos conceptuales en este informe se utilizará la categoría de variable
étnico-racial, que hace referencia a la dimensión analítica que aglutina los
componentes étnicos y raciales de una población como un factor explicativo
de las desigualdades sociales. Conceptualmente no es adecuado, en el caso
colombiano, separar los dos componentes (Barbary & Urrea, 2004).

Diferenciales sociodemográficos y socioeconómicosentre


población afrocolombiana y sin autoreconocimiento étnico, con
base al censo de 2005: siete municipios, un departamento, totales
nacional, nacional cabecera y nacional resto
En esta sección se presenta el análisis de los diferenciales sociodemográficos y
socioeconómicos entre las poblaciones afrocolombiana y sin autoreconocimiento
étnico4 con base en los datos del censo 2005 para los municipios de Bogotá,
Cali, Medellín, Cartagena, Pereira, Buenaventura y Quibdó, el departamento
de San Andrés y Providencia, en términos comparativos con los totales nacional,
nacional cabecera y nacional resto del país para las dos poblaciones.
Los diferenciales se observan de forma descriptiva mediante las pirámides
yuxtapuestas de las dos poblaciones y el análisis de 40 indicadores generados para
las 8 regiones y los 3 totales. Una parte corresponde a indicadores demográficos
sintéticos y por hogar, otros a indicadores por sexo. En todos los casos se confrontan
valores para las dos poblaciones. Los indicadores socioeconómicos se relacionan
más con población con nbi, porcentaje de mujeres de 10 años y más en la pea
4 Como población afrocolombiana o afrodescendiente en este informe se incluyen
siempre para las 8 regiones y los totales nacional, nacional cabecera y nacional resto,
la población raizal, palenquera, negra-mulata, afrocolombiana/afrodescendiente. Por
población sin autoreconocimiento étnico o no étnica, la que no se adscribió a ninguna
de las categorías étnico-raciales («afro», indígena y rom); por lo mismo se prefirió tomar
esta categoría como grupo de control para efectos comparativos con la población afro-
colombiana o negra, en la medida en que se asume que en esta categoría se encuentra
la mayor parte de la gente «mestiza» y «blanca», aunque no puede desconocerse que
un subgrupo de personas negras/mulatas también quedaron dentro de esta clasifica-
ción, porque no aceptaron ser identificadas en términos étnico-raciales o porque se
presentaron fallas en el operativo censal. En el caso de San Andrés y Providencia no
se desagregó la población raizal de la afrocolombiana del continente; si bien existen
importantes diferencias para este estudio se tomaron en forma agregada.

156 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


(población económicamente activa) y población de 5 años y más que estudia,
tasas de analfabetismo, de asistencia escolar para algunos grupos de edad, último
nivel educativo alcanzado, coberturas de salud y de pensiones, posición ocupa-
cional y carencia de servicios en el hogar. Los otros indicadores forman parte de
indicadores clásicos sociodemográficos; aunque por supuesto la tasa de mortalidad
infantil y la esperanza en años de vida constituyen indicadores que integran efectos
socioeconómicos con componentes de estructuras demográficas5.
El análisis se inicia con la presentación de los diferenciales demográficos a
través de las pirámides de población, luego los 40 indicadores seleccionados,
iniciando con los sociodemográficos.

Pirámides poblacionales6
Las 11 pirámides yuxtapuestas de población afrocolombiana frente a la no étnica
permiten observar los patrones de la transición demográfica diferencial según grupo
étnico-racial y contexto regional (véanse gráficos n.o 1-4).
Como era previsible, la población afrocolombiana presenta una transición
demográfica rezagada frente a la población no étnica en cada contexto relativo
para los totales nacional, nacional cabecera y nacional resto, siguiendo el patrón
esperado: las poblaciones afrocolombiana y no étnica cuya transición demo-

5 Las estructuras demográficas son, ante todo, configuraciones de procesos sociales


manifiestas a través de grupos etarios por sexo, patrones reproductivos, relaciones
hombre-mujer, movilidad espacial, etc. Recordemos que en la tradición clásica marxista
la población constituye la «base material» de una sociedad. En este sentido, la separa-
ción analítica entre estructuras sociodemográficas y socioeconómicas hace referencia
a dos dimensiones de las estructuras y procesos sociales: las primeras se refieren más a
determinados componentes «materiales» (sexo, edad, número de hijos(as), natalidad,
fecundidad, mortalidad, etc.), mientras las segundas a determinados componentes
que se expresan en diferencias de estatus y capitales patrimonial, escolar, cultural, etc.,
relaciones de trabajo asalariado, bienestar social, etc. No obstante, los dos tipos de
indicadores son inseparables; generan, además, efectos de causalidad compleja de los
componentes socioeconómicos sobre los demográficos, en cuanto los modifican en el
tiempo. Por lo anterior, en este capítulo asumimos más un determinismo social que
demográfico, aunque como se dijo antes este último componente ya es una configu-
ración de la organización social.
6 Véanse gráficos de pirámides total nacional, total nacional cabecera y total nacional
resto; Bogotá, Cali y Pereira; Medellín, Cartagena y Archipiélago de San Andrés y
Providencia; Buenaventura y Quibdó.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 157
gráfica está más desarrollada se encuentran en la cabecera y las más rezagadas
en el resto (véase gráfico n.o1). El total nacional es un promedio entre las dos
situaciones, aunque más próximo a la situación de cabecera debido al efecto de
una urbanización superior al 70% de la población para los dos grupos, si bien
es mayor en el grupo sin autoreconocimiento étnico (72,7% frente a 75,7%;
Urrea y Ruíz, 2009).
Gráfico 1

Total
Total Nacional
Nacional

80
80 aa 84
84
70
70 aa 74
74
60
60 aa 64
64
50
50 aa 54
54
40
40 aa 44
44
30
30 aa 34
34
20
20 aa 24
24
10
10 aa 14
14
00 aa 44
8,0%
8,0% 6,0%
6,0% 4,0%
4,0% 2,0%
2,0% 0,0%
0,0% 2,0%
2,0% 4,0%
4,0% 6,0%
6,0% 8,0%
8,0%
Hombre no étnico
Hombre no étnico Hombre
Hombre Afro
Afro Mujer no étnica
Mujer no étnica Mujer
Mujer Afro
Afro

Total
Total Nacional
Nacional Cabecera
Cabecera

80
80 aa 84
84
70
70 aa 74
74
60
60 aa 64
64
50
50 aa 54
54
40
40 aa 44
44
30
30 aa 34
34
20
20 aa 24
24
10
10 aa 14
14
00 aa 44
8,0%
8,0% 6,0%
6,0% 4,0%
4,0% 2,0%
2,0% 0,0%
0,0% 2,0%
2,0% 4,0%
4,0% 6,0%
6,0% 8,0%
8,0%
Hombre no étnico
Hombre no étnico Hombre
Hombre Afro
Afro Mujer no étnica
Mujer no étnica Mujer
Mujer Afro
Afro

Total
Total Nacional
Nacional Resto
Resto
158 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...
80
80 aa 84
84
70
70 aa 74
74
60
60 aa 64
64
50
50 aa 54
54
40 a 44
20 a 24

10 a 14

0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

Total Nacional Resto

80 a 84

70 a 74

60 a 64

50 a 54

40 a 44

30 a 34

20 a 24

10 a 14

0a4

8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%


Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

Gráfico 2

Bogotá

80 a 84

70 a 74

60 a 64

50 a 54

40 a 44

30 a 34

20 a 24

10 a 14

0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

Cali
Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 159
80 a 84

70 a 74

60 a 64

50 a 54
40 a 44
70 a 74
30 a 34
60 a 64
20 a 24
50 a 54
10 a 14
40 a 44
0a4
30 a 34 8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%

20 a 24 Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

10 a 14

0a4 Cali
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
80 a 84 Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro
70 a 74

60 a 64
Cali
50 a 54
80 a 84
40 a 44
70 a 74
30 a 34
60 a 64
20 a 24
50 a 54
10 a 14
40 a 44
0a4
30 a 34 8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%

20 a 24 Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

10 a 14

0a4 Pereira
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
80 a 84 Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro
70 a 74

60 a 64
Pereira
50 a 54
80 a 84
40 a 44
70 a 74
30 a 34
60 a 64
20 a 24
50 a 54
10 a 14
40 a 44
0a4
30 a 34 8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%

20 a 24 Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

10 a 14

0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

160 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Ahora bien, al analizar las 8 regiones en cuestión se percibe de entrada que
Bogotá es la región en donde la población afrocolombiana presenta las caracte-
rísticas de una población migrante altamente selectiva, con sobreconcentración
entre los 20 y 44 años y una significativamente menor participación porcentual
de los menores de 20 años, tanto en términos comparativos con las poblaciones
negras de las demás regiones, de los totales nacional, nacional cabecera y nacional
resto, como respecto a la población sin autoreconocimiento étnico de la misma
ciudad (véase gráfico n.o 2). Sin embargo, la población afrocolombiana en Bogotá
de 45 ó más años de edad tiene para ambos sexos una participación porcentual
menor que en las demás regiones, y en especial respecto a la población no étnica
de la misma capital. O sea, es la población negra con la transición demográfica
más avanzada, pero a diferencia del patrón estándar, una transición más avanzada
entonces un mayor envejecimiento, en este caso se da lo contrario, un reducido
envejecimiento, incluso muy por debajo de la población no étnica en esa ciudad.
En otras palabras, la población negra bogotana tiene porcentualmente pocos
menores de edad y poca gente mayor de 60 años.
Después de Bogotá se encuentra Pereira (véase gráfico n.o 2), cuya pirámide es
estrecha en la base para las dos poblaciones; la sobre concentración de población
afrocolombiana se encuentra en las personas que tienen entre 5 y 39 años de
edad, ante todo en grupos jóvenes bien importantes (5-9, 10-14 y 15-19 años).
En este caso el envejecimiento es mayor que en Bogotá, pero aún así es menor
al que tiene la población no étnica de la ciudad.
Medellín y Cali presentan pirámides más cercanas entre ellas (véanse gráficos
n.o 2 y 3), tanto para la población afrocolombiana como para la no étnica. No
obstante, es más joven la población de Cali (tanto la afrocolombiana como la
no étnica). Estos dos municipios se mueven entonces en un patrón de transición
demográfica avanzado, aunque menor que el observado en Bogotá y Pereira; y
entre las dos ciudades mencionadas, la transición está más acentuada en Medellín
por un mayor envejecimiento, posiblemente relacionado con una inmigración
chocoana temprana desde los años cincuenta del siglo xx.
Las pirámides de Cartagena y el departamento de San Andrés y Providencia (véase
gráfico n.o 3) siguen a las de las ciudades anteriores. Ambas presentan bases amplias
(menores de 20 años), pero en San Andrés Islas a partir de los 20 años se observa
una disminución considerable que llega hasta el rango de edad que va entre 35 y 39
años; a partir de allí, vuelve a expandirse para ambos sexos hasta el rango de edad

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 161
que va entre 40 y 44 años. En ambos casos se trata de pirámides con transiciones
demográficas rezagadas respecto a Medellín y Cali (véanse gráficos n.o 2 y 3), pero
en el caso de San Andrés Islas el patrón revela dos poblaciones bien diferenciadas:
una población nativa (raizal) y otra inmigrante (no étnica y afrocolombiana del
continente). La población inmigrante explica el ensanchamiento entre los grupos
etarios de 35 a 44 años. Ambas pirámides muestran poblaciones afrocolombianas
(incluyendo la raizal) más jóvenes que la no étnica. En Cartagena se observa un
modelo de pirámide afrocolombiana más regular con disminuciones en los grupos
etáreos sin reducciones fuertes (como en el caso de San Andrés Islas), que está
más acompasada con la población no étnica de la ciudad.
Buenaventura y Quibdó (véase gráfico n.o 4) son las dos regiones en donde se
observa el mayor rezago en la transición demográfica, tanto para la población
afrocolombiana como la no étnica, aunque más fuerte en el caso de la población
negra. Sin embargo, en Quibdó hay más irregularidades en la conformación
gráfica de la escalera piramidal a diferencia de Buenaventura, donde la gradación
de los grupos etarios de menor a mayor edad es más regular para la población
afrocolombiana y para la no étnica. Lo observado en Quibdó tiene que ver con
las dinámicas de inmigración desde los municipios del departamento del Chocó y
de emigración hacia otras regiones del país (Medellín, Bogotá, Pereira, Cartagena,
Cali, etc.). Entre las dos pirámides llama la atención la extensa base piramidal
de Buenaventura (menores de 5 años) pero, al igual que en los siguientes grupos
etáreos (5-9 y 10-14 años), superior a la que muestra Quibdó, a excepción de
las mujeres cuya edad oscila entre 10 y 14 años.
Al comparar el juego de las 8 pirámides yuxtapuestas con las de los totales
nacionales, la pirámide de Cartagena se acerca a la que corresponde al total na-
cional cabecera (véanse gráficos n.o 1 y 3), mientras en los casos de Buenaventura
y Quibdó a la del total resto (véanse gráficos n.o 1 y 4), si bien la base piramidal
es ligeramente más larga en el total nacional resto para la población no étnica
y el envejecimiento es mayor.
En síntesis, las poblaciones afrocolombianas presentan diferencias regionales
importantes de acuerdo a las dinámicas de dichos contextos y en todos los casos
(con excepción notable de Bogotá) la población negra tiende a presentar un
rezago en su transición demográfica respecto a la población no étnica. Como se
verá a continuación, lo que hemos observado a través de las pirámides se amplía
a través de los indicadores socioeconómicos y sociodemográficos.

162 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Gráfico 3

Medellín

80 a 84

70 a 74 Medellín
60 a 64
80 a 84
50 a 54
70 a 74
40 a 44
60 a 64
30 a 34
50 a 54
20 a 24
40 a 44
10 a 14
30 a 34
0a4
20 a 24
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
10 a 14
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro
0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Hombre no étnico CartagenaMujer no étnica
Hombre Afro Mujer Afro

80 a 84

70 a 74 Cartagena
60 a 64
80 a 84
50 a 54
70 a 74
40 a 44
60 a 64
30 a 34
50 a 54
20 a 24
40 a 44
10 a 14
30 a 34
0a4
20 a 24
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
10 a 14
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro
0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Archipielago
Hombre no étnico San AndrésMujer
Hombre Afro y Providencia
no étnica Mujer Afro

80 a 84

70 a 74 Archipielago San Andrés y Providencia


60 a 64
80 a 84
50 a 54
70 a 74
40 a 44
60 a 64
Carlos30Augusto
a 34
50 a 54
Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 163
20 a 24
40 a 44
10 a 14
30 a 34
0a4
20 a 24
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
10 a 14
20 a 24

10 a 14

0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

Archipielago San Andrés y Providencia

80 a 84

70 a 74

60 a 64

50 a 54

40 a 44

30 a 34

20 a 24

10 a 14

0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

Gráfico 4

Buenaventura

80 a 84

70 a 74

60 a 64

50 a 54

40 a 44

30 a 34

20 a 24

10 a 14

0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

Fuente: dane, censo de 2005 (cálculos de los autores)


Quibdó

80 a 84

70 a 74

60 a 64
164 50 a 54
Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...

40 a 44

30 a 34

20 a 24

10 a 14
20 a 24

10 a 14

0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

Quibdó

80 a 84

70 a 74

60 a 64

50 a 54

40 a 44

30 a 34

20 a 24

10 a 14

0a4
8,0% 6,0% 4,0% 2,0% 0,0% 2,0% 4,0% 6,0% 8,0%
Hombre no étnico Hombre Afro Mujer no étnica Mujer Afro

Indicadores socioeconómicos para la jerarquización regional


A continuación se introducen algunos indicadores socioeconómicos que
permiten una jerarquización de las 8 regiones entre ellas y respecto a los
totales nacional, nacional cabecera y nacional resto: el índice de condiciones
de vida (icv) municipal y el porcentaje de personas en pobreza por índice
de necesidades básicas insatisfechas (nbi)7 municipal según grupo étnico-

7 El nbi es un indicador construido con variables dicotómicas sobre la presencia o ausencia


en la satisfacción de una llamada necesidad básica que tiene que ver con las características
de la vivienda, la cobertura de servicios públicos, el hacinamiento, la asistencia escolar de
niños, etc., en el que la ausencia de satisfacción de una sola necesidad básica clasifica al
hogar y las personas del mismo en una situación de pobreza. Por el contrario, el icv es
un indicador sintético que se expresa a través de una escala continua entre 0 y 100, que
en el caso colombiano para el censo de 2005 se construyó con base en la ponderación
de 12 indicadores simples de manera similar a los seleccionados estadísticamente con
el censo de 1993, que luego son agregados mediante la sumatoria de las ponderaciones
de los 12 indicadores. Una parte de ellos son los mismos indicadores de nbi, más otros
adicionales, pero convertidos a escala continua a la manera de la escala de un termóme-
tro. Por supuesto, es viable construir un nuevo icv introduciendo nuevos indicadores
simples y eliminando otros que ya no se consideren suficientemente discriminantes, para
lo cual se reconstruye estadísticamente la ponderación. Es importante entonces tener
en cuenta que los valores estadísticos de los dos indicadores (icv y nbi) son distintos
aunque relacionados —porque el nbi es una tasa porcentual y el icv un coeficiente

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 165
racial8 (veáse Tabla n.o 1). Como se esperaba, Bogotá ostenta con el icv más alto
del país (86,92), mientras que la población total del resto (zona rural) posee
el más bajo (53,49). En orden descendente después de Bogotá siguen Cali
(86,41), Pereira (84,31), Medellín (83,60), total nacional cabecera (82,47),
Cartagena (79,72), San Andrés y Providencia (76,30), total nacional (75,99),
Buenaventura (69,26) y Quibdó (64,20) (véase Tabla n.o 1). Entre Bogotá
y Buenaventura hay 17,66 puntos de diferencia y entre Bogotá y Quibdó,
22,72. Existe una brecha enorme en las condiciones de vida entre la capital
del país y las dos regiones del Pacífico (Quibdó y Buenaventura). Esa brecha
se reproduce en menor escala con las demás regiones. Se observa, además, que
estas dos regiones del Pacífico tienen los mayores porcentajes de población
negra a escala municipal (88,54% en Buenaventura y 95,32% en Quibdó).
Sin embargo, el diferencial se amplía entre cualquiera de las regiones de 76 y
más puntos con respecto al total nacional resto (zona rural), aunque aquí el
porcentaje de población afrocolombiana es del 12,15% (véase Tabla n.o 1).
Obsérvese que después de Buenaventura y Quibdó, San Andrés y Providen-
cia y Cartagena tienen los mayores porcentajes de población afrocolombiana

que varía entre 0 y 100— y se mueven en una tendencia inversa: a mayores valores
porcentuales de nbi el icv se comporta a la baja (entre 0 y 100) y lo contrario. El nbi
lo ha generado el dane a escala municipal con base en los datos de los censos de 1993
y 2005; y el icv con los de 2005. Por otro lado, la Misión Social del dnp construyó
por vez primera la metodología del icv a escala municipal con base al censo de 1993,
la cual ha replicado el dane posteriormente.
8 Al analizar los resultados censales en el cálculo del icv y nbi por grupo étnico-racial a
escala municipal, se observó que los icv de tres regiones (Cali, Medellín y Pereira) para
la población negra presentaban inconsistencias respecto a los otros indicadores por arro-
jar valores muy altos (Cali) o muy bajos (Medellín y Pereira). Por esta razón se decidió
tomar únicamente el indicador de porcentaje de población pobre por nbi según grupo
étnico-racial, el cual presentaba en todos los casos una tendencia consistente y esperada
con el conjunto de los indicadores seleccionados controlados por grupo étnico-racial. Esta
variación tiene que ver seguramente con factores muestrales, ya que los dos indicadores
se calculan en su mayor parte a partir de las variables del formulario ampliado. Sin em-
bargo, se dejó el icv a escala municipal como indicador sintético para la diferenciación
regional. Los datos para este icv utilizan los mismos 12 indicadores simples del que fue
construido con los datos del censo de 1993. En este momento se está elaborando un
nuevo icv que incorpora otras variables, por cuanto las condiciones de vida muestran
transformaciones entre los dos censos de población. Para estos indicadores y los demás
solo se estimaron los totales municipales en las 8 regiones.

166 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


que se autoreconoció en el censo a escala municipal con el 56,98% y 36,47%,
respectivamente. Cali es la región que sigue, con el 26,22%, si bien esta última
constituye el municipio con la mayor concentración absoluta de gente negra
en el país autoreconocida (véase Urrea y Viáfara, 2008). Medellín y Pereira
presentan valores porcentuales que oscilan 6,5 y 5,5%, y por último está Bogotá,
con el 1,5% de población negra autoreconocida. De todas formas, Medellín y
Bogotá se encuentran entre los 11 primeros municipios con mayor volumen
absoluto de población negra del país (Urrea & Viáfara, 2008).
Téngase también en cuenta que el porcentaje de población afrocolombiana
autoreconocida es mayor en el total resto que en el total cabecera (12,15%
frente a 10,14%). Esto se explica por un relativo mayor peso porcentual de la
zona rural en el conjunto de los municipios de la Costa Pacífica.

Tabla 1
Indicadores según ICV y NBI

% de Población con NBI % de diferencia


% Población ICV
Afro versus
Afrocolombiana Municipal
Afrocolom. No étnica No étnico
Bogotá 1,49 86,92 10,9 9,3 17,6
Cali 26,22 86,41 15,9 9,2 71,6
Pereira 5,71 84,31 15,7 13,1 19,4
Medellín 6,48 83,60 15,9 12,5 26,9
Total nacional
10,14 82,47 33,3 18,0 85,1
cabecera
Cartagena 36,47 79,72 35,1 21,2 65,8
Archipiélago de
56,98 76,30 36,9 46,3 -20,3
San Andrés y Prov.
Total nacional 10,62 75,99 39,4 24,6 60,1
Buenaventura 88,54 69,26 37,9 24,2 56,4
Quibdó 95,32 64,20 90,2 75,3 19,7
Total nacional
12,15 53,49 55,7 49,2 13,2
resto
Fuente: DANE, Censo de 2005 (cálculos de los autores)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 167
Al considerar el porcentaje de personas en pobreza por nbi a escala munici-
pal según grupo étnico-racial (véase Tabla n.o 1), se tiene una primera mirada
de los fuertes diferenciales socioeconómicos en términos de capacidades entre
las dos poblaciones (afrocolombiana frente a la no étnica), que como veremos
hacia adelante se corresponden también con estructuras sociodemográficas
registradas en el análisis preliminar de las transiciones demográficas a través
de las pirámides.
Existe una correspondencia entre la jerarquización por icv y por pobreza
según nbi9 (véase Tabla n.o 1); se da en las dos poblaciones que se comparan. Es
decir, los diferenciales étnico-raciales se soportan sobre estructuras regionales,
urbano-rurales y urbanas, fuertemente diferenciadas, de acuerdo con la jerarquía
urbana nacional cuyo centro principal es Bogotá. Por esta razón, la población
negra de la capital del país tiene la menor proporción de población pobre por
nbi (10,9%) y por consiguiente también el mayor icv, pero a la vez esto se
corresponde con algunas variaciones de nbi menores en otras regiones que no
afectan la tendencia anotada para la población no étnica (9,3% para Bogotá y
9,2% para Cali; al igual que 13,1% para Pereira y 12,5% para Medellín).
Lo anterior muestra que existe cierta mayor regularidad de menor a mayor
población pobre por nbi en el caso de la gente negra que en el de la no étnica.
En cualquier caso, los datos muestran que, en general, a mayores valores del
indicador nbi el indicador icv es menor para las dos poblaciones (afrocolom-
biana y no étnica) y viceversa, con algunas variaciones que no son, en conjunto,
estadísticamente significativas. No obstante, se advierte la excepción de Quibdó
respecto al total nacional resto (zona rural) para las dos poblaciones, debido al
problema de la carencia de acueducto para la mayor parte de la cabecera mu-
nicipal, lo que explica el altísimo porcentaje de población con nbi tanto negra
como no étnica, aunque más pronunciado en la primera que en la segunda
(90,2% frente a 75,3%).
Al comparar los porcentajes de personas pobres por nbi para las dos poblaciones
(véase Tabla n.o 1) se observa una importante desigualdad persistente en todos
los casos —con excepción del departamento de San Andrés y Providencia— en
contra de la población negra. Incluso en una ciudad como Bogotá se registra
un diferencial del 17,6%, por causa de un mayor porcentaje de personas pobres

9 Según se anotó antes, una parte de los indicadores simples que conforman el icv
también pertenece al nbi.

168 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


por nbi afrocolombianas. En este caso, el indicador simple de nbi que afecta a
la gente negra de la capital del país de modo más agudo que a la población no
étnica es el hacinamiento crítico (3 ó más personas por cuarto).
Entre las cinco principales ciudades analizadas con icv más altos (Bogotá, Cali,
Medellín, Pereira y Cartagena), Cali presenta las mayores desigualdades entre
las dos poblaciones según porcentaje de personas en pobreza por nbi (76,9%)
(véase Tabla n.o 1). Es un porcentaje superior aún al de Cartagena (65,8%),
aunque inferior al del promedio total nacional de cabecera (85,1%). En orden
de desigualdad le siguen Cartagena, Medellín, Pereira y Bogotá; pero hay que
señalar que Cali y Cartagena presentan los mayores porcentajes de desigualdad
de las cinco ciudades, mientras que Bogotá tiene el menor porcentaje y Mede-
llín y Pereira porcentajes intermedios entre Bogotá y el grupo Cali-Cartagena
(26,9% y 19,4%).
San Andrés y Providencia es la única excepción, ya que la pobreza por nbi es
menor para la población negra10 que para la no étnica. Este fenómeno se explica
por un porcentaje considerablemente más alto de personas petenecientes a la
población no étnica con nbi por hacinamiento crítico. Además, el efecto del
agregado de la población raizal y la afrocolombiana inmigrante del continente
termina por subregistrar este fenómeno en la segunda, la cual enfrenta situa-
ciones de hacinamiento crítico similares a la no étnica.
Hay que registrar que la mayor desigualdad entre las dos poblaciones (afroco-
lombiana frente a no étnica) opera para el total cabecera con el 85,1%. Esto se
debe al efecto de la mayor pobreza por nbi de todas las cabeceras en el Pacífico
y buena parte de la costa Caribe en municipios de menos de 50.000 habitantes,
derivado en su mayor parte de una baja cobertura de acueducto y alcantarillado.
Por el contrario, el menor diferencial porcentual entre las dos poblaciones se re-
gistra para el total resto (zona rural), con el 13,2%. Esto último permite dilucidar
dos hechos: el primero, que los mayores diferenciales porcentuales étnico-raciales
de pobreza por nbi, en contra de la gente negra, se generan paradójicamente en
las áreas urbanas del país y que, de manera opuesta, la desigualdad étnico-racial
de pobreza por nbi en las áreas rurales es menor; y el segundo, que en las áreas
rurales las dos poblaciones se asemejan más en su condición de pobreza por nbi:
negros, blancos y mestizos como campesinos pobres o asalariados agrícolas.

10 Recordemos que los datos para San Andrés Islas agregan raizales con afrocolombianos
del continente, que a la vez incluyen a los palenqueros.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 169
Se observan con esto importantes desigualdades regionales cruzadas en todos
los casos por desigualdades étnico-raciales en contra de la gente negra —con
excepción del departamento de San Andrés y Providencia—, al igual que para
los totales nacional, nacional cabecera y nacional resto. Además, como era
previsible, las mayores tasas de pobreza por nbi de la población afrocolombia-
na se registran en las dos regiones del Pacífico (Quibdó y Buenaventura) y el
conjunto de la zona rural del país.

Indicadores demográficos básicos: tasas de dependencia, razón de hijos


por mujeres en edad fértil, tasas de fecundidad y tamaño promedio del
hogar según grupo étnico-racial
Con excepción de Bogotá, las demás regiones y los totales nacional, nacional
cabecera y nacional resto registran tasas de dependencia juvenil superiores para
la población negra. La población afrocolombiana en Bogotá tiene la menor carga
juvenil, fenómeno ya observado a través de la pirámide poblacional. Pereira es
también una excepción, porque tienen tasas juveniles casi iguales para las dos
poblaciones (0,41 frente a 0,40). Por el contrario, los mayores diferenciales
se dan en Quibdó y Buenaventura. Cali y el departamento de San Andrés y
Providencia registran diferenciales significativos con relación a este indicador
(0,45 frente a 0,40 en Cali; 0,50 frente a 0,44 en San Andrés Islas), los cuales
se mueven entre los valores de los totales nacional y nacional cabecera. Este
fenómeno indica, en los dos casos, una relativa polarización entre las dos po-
blaciones (afrocolombiana y no étnica) por el alto porcentaje de menores de
15 años (mujeres y hombres) respecto a la población cuya edad oscila entre 15
y 64 años (véase Tabla n.o 2). Por el contrario, Pereira y Cartagena presentan
poblaciones (afrocolombiana y no étnica) más parecidas. Medellín tiene un
patrón intermedio entre estas dos últimas regiones y Cali. Además, se da un
menor diferencial de la tasa de dependencia juvenil en el total nacional resto
que en los totales nacional y nacional cabecera.
Respecto a la tasa de dependencia senil, en Bogotá, Cali, Medellín, Pereira,
el total nacional y los totales nacional cabecera y nacional resto, la población
afrocolombiana ostenta tasas menores que la no étnica (véase Tabla n.o 2). Lo
contrario sucede en Cartagena, el departamento de San Andrés y Providencia,
Buenaventura y Quibdó. En estas regiones se observa una mayor dependencia
senil entre la gente negra que entre la no étnica. Dicho de otra forma, hay una

170 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Tabla 2
Tasas de dependencia demográfica, razón de hijos por mujeres en edad
fértil, tasas específicas de fecundidad, TGF y tamaño promedio del hogar

Tasa fecundi. Tasa fecundi. Tamaño


Tasa dependencia Tasa dependencia Tasa dependencia Razón hijos/
espec.15-19 espec.20-24 TGF (ajustadas) promedio
juvenil senil total mujeres fértil
(ajustadas) (ajustadas) hogar

Afro­ No Afro­ No Afro­ No Afro­ No Afro­ No Afro­ No Afro­ No Afro­ No


colom. étnica colom. étnica colom. étnica colom. étnica colom. étnica colom. étnica colom. étnica colom. étnica

Bogotá 0,33 0,40 0,04 0,07 0,37 0,47 0,235 0,281 77,15 78,25 105,58 113,78 2,01 2,18 2,98 3,47
Cali 0,45 0,40 0,08 0,10 0,53 0,50 0,291 0,280 88,85 79,32 127,79 109,54 2,34 2,01 3,80 3,73
Pereira 0,41 0,40 0,08 0,10 0,49 0,50 0,265 0,271 80,65 79,01 97,79 98,12 1,79 1,81 3,45 3,63
Medellín 0,40 0,36 0,08 0,09 0,48 0,45 0,271 0,250 85,28 65,04 117,7 84,08 2,22 1,58 3,58 3,71
Total nacional
0,51 0,45 0,08 0,10 0,59 0,55 0,374 0,317 88,15 78,05 160,15 113,01 2,60 2,04 4,04 3,82
cabecera
Cartagena 0,48 0,45 0,08 0,07 0,56 0,52 0,353 0,332 91,79 78,15 164,25 125,06 2,82 2,28 4,47 4,23
Archipiél.San
0,50 0,44 0,08 0,05 0,58 0,49 0,376 0,350 90,15 88,79 139,75 130,62 2,41 2,34 3,72 3,66
Andrés y Prov.
Total Nacional 0,54 0,47 0,09 0,1 0,63 0,57 0,422 0,348 95,53 89,05 165,78 131,34 2,85 2,37 4,07 3,88
Buena­ventura 0,65 0,50 0,07 0,06 0,72 0,56 0,503 0,435 110,15 89,15 195,25 140,69 3,25 2,70 4,61 3,39

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra
Quibdó 0,57 0,38 0,08 0,06 0,65 0,44 0,406 0,404 98,42 85,85 190,15 140,14 3,15 2,65 4,51 3,29
Total
0,64 0,58 0,10 0,12 0,74 0,70 0,578 0,491 135,45 127,25 227,71 198,01 3,48 3,35 4,17 4,12
nacional resto

Fuente: DANE, Censo de 2005. (cálculos de los autores)

171
mayor vulnerabilidad demográfica en la población afrocolombiana en estas
regiones debido a la presencia de una población porcentualmente más vieja al
lado de una población porcentualmente más joven. Por el contrario, un caso
de reducidísima dependencia senil entre la gente afrocolombiana es el de Bo-
gotá; esto obedece, como se dijo, al patrón altamente selectivo de los migrantes
afrocolombianos y sus descendientes bogotanos.
Con excepción de Bogotá y Pereira, las demás regiones y los totales nacionales
arrojan tasas de dependencia total11 superiores para la población afrocolombia-
na. Las regiones de Quibdó, Buenaventura y el departamento de San Andrés y
Providencia presentan los mayores diferenciales de tasas de dependencia total
entre las dos poblaciones; en este sentido, enfrentan una mayor vulnerabilidad
demográfica (véase Tabla n.o 2).
La razón de hijos menores de 5 años por mujeres en edad fértil12 se comporta
de modo similar a las tasas de dependencia juvenil a excepción de Bogotá y
Pereira, donde esta razón es menor para la población afrocolombiana que para
la no étnica, y que en el caso de Quibdó es casi igual. En las demás regiones
la razón es mayor para la población negra. Aquí llama la atención la mayor
diferencia en las razones entre las dos poblaciones en los casos de total nacional
resto (0,578 frente a 0,491), total nacional cabecera (0,374 frente a 0,317) y
total nacional (0,422 frente a 0,348), y en la región de Buenaventura (0,503
frente a 0,435) (véase 2). En Medellín, Cartagena y el departamento de San
Andrés, en cambio, las dos poblaciones (afrocolombiana y no étnica) presentan
diferencias más moderadas según esta razón.
Es preciso señalar el contraste entre la baja razón de hijos de la población negra
en Bogotá y Pereira (menor de 0,270), primero con las ciudades de Medellín y
Cali (entre 0,270 y 0,292), segundo respecto a Cartagena (0,353) y por supuesto
frente a Buenaventura y Quibdó, que tienen una razón por encima de 0,400.
Este indicador expresa de forma adecuada los fuertes diferenciales que ya se
habían descrito a través de las pirámides de población para la gente negra y la
no étnica, a la vez que permite contrastar las dos poblaciones en cada región.
De modo correlativo con el indicador precedente, las tasas de fecundidad
específicas para los grupos de edad adolescente (15-19 años) y de primera edad

11 Es la sumatoria de las dependencias juvenil y senil.


12 Este indicador opera como un proxy indirecto de los patrones de fecundidad y al mismo
tiempo permite observar de otra manera la carga demográfica de la base piramidal.

172 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


adulta joven (20-24 años), al igual que la tasa global de fecundidad (tgf),
son indicadores demográficos fundamentales que permiten diferenciar a una
población determinada según sus condiciones de vida. Las regiones de Pereira
y Bogotá presentan las fecundidades específicas y las tgf menores (véase Tabla
n.o 2). Sorprende el caso de Pereira, cuyas tasas son incluso inferiores que las de
Bogotá para las dos poblaciones (afrocolombiana y no étnica). Lo interesante es
que en estas dos regiones las tasas de fecundidad de las mujeres afrocolombianas
son también menores a las de las mujeres no étnicas: tgf de 1,79 hijos por mujer
frente a 1,81 para Pereira y 2,01 hijos por mujer frente a 2,18 para Bogotá.
Como se ha dicho, se trata de una población negra con un patrón de inserción
urbano muy selectivo (como ya se ha dicho en Bogotá). Sin embargo, el caso
de Pereira es llamativo por cuanto tiene que ver seguramente con el fenómeno
femenino de la emigración internacional hacia España y otros países que en el
departamento de Risaralda y el norte del Valle ha sido intensa desde finales de
la década del noventa (véase al respecto dane, resultados censales, migración
internacional, 2007). Esto tiene como efecto demográfico la reducción del stock
de mujeres en edad reproductiva, hecho que incide sensiblemente hacia la baja
en las tasas de fecundidad de un municipio como Pereira. Este fenómeno ha
afectado a mujeres mestizas, blancas y negras de diferentes clases sociales.
Medellín sigue a Bogotá y a Pereira respecto a tasas de fecundidad —las meno-
res para el conjunto de la población en el país— para la población negra (véase
Tabla n.o 2). Así, el patrón reproductivo se acerca más al de Bogotá y Pereira,
pero con la diferencia de que en este caso las tasas son mayores respecto a las de
la población no étnica (2,22 hijos para las mujeres negras frente a 1,58 hijos para
las no étnicas en tgf ), alcanzando el mayor diferencial entre tasas de las ocho
regiones. Le sigue Cali que presenta tasas de fecundidad un poco más altas (tgf
de 2,34 hijos para las mujeres negras frente a 2,01 para las no étnicas).
En el extremo opuesto, la población afrocolombiana en Buenaventura y Quib-
dó y la zona rural (total nacional resto) tiene las mayores tasas de fecundidad
específicas y tgf (por encima de 3,10 hijos), también con altos diferenciales
respecto a la población no étnica en los mismos municipios (véase Tabla n.o 2).
Esto se corresponde con las mayores tasas de dependencia juvenil y razón de
hijos menores de 5 años por mujeres en edad fértil en estos municipios.
La población afrocolombiana y no étnica de San Andrés y Providencia y Car-
tagena se ubica en una situación intermedia entre los dos últimos municipios
(Buenaventura y Quibdó) y la ciudad de Cali. Aunque su patrón se asemeja

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 173
más al de Cali, las dos regiones alcanzan valores relativamente altos (tgf de
2,41 hijos en el departamento de San Andrés y Providencia y de 2,82 hijos en
Cartagena). También contrastan estos últimos valores con la tgf de la población
no étnica (2,34 hijos en San Andrés y Providencia y 2,28 hijos en Cartagena)
(véase Tabla n.o 2). Este hallazgo se relaciona con las pirámides poblacionales de
estas dos regiones con un patrón de mayor rezago en la transición demográfica
respecto a Cali (véanse gráficos n.o 2 y 3).
Las cifras más altas respecto a la fecundidad adolescente en mujeres negras
las tiene Buenaventura con 110,15 hijos por 1000 mujeres entre 15-19 años
(véase Tabla n.o 2). Sin embargo, el valor superior se encuentra en la zona rural
(135,45 hijos por 1000 mujeres)13. La razón de hijos menores de 5 años por
mujeres en edad fértil arrojaba para Buenaventura un valor de 0,503 (el más
alto con excepción del valor para la zona rural, 0,578). Es decir, Buenaventura
y las áreas rurales del país tienen las tasas de fecundidad adolescente más altas
del país para la población negra. Después le siguen Quibdó (98,42 hijos por
1000 mujeres) y Cartagena (91,79 hijos por 1000 mujeres) (véase Tabla n.o 2).
Este dato es clave, ya que es un indicador de alta vulnerabilidad demográfica.
Bogotá es la ciudad con la cantidad promedio de personas por hogar más re-
ducida entre la población afrocolombiana del país (véase Tabla n.o 2), con 2,98
personas. Está incluso por debajo del promedio que ostenta la población no étnica
(3,47 personas), lo que muestra la característica selectiva de la población negra
en la capital del país respecto al conjunto de la población afrocolombiana. Le
siguen, en orden ascendente, las ciudades de Pereira, Medellín y el departamento
de San Andrés Islas, con tamaños inferiores a 3,75 personas. Por el contrario, Cali
presenta un tamaño más alto (3,8 personas), hecho significativo porque revela una
mayor presión demográfica a escala del hogar entre la gente negra de esta ciudad
al compararla con las anteriores ciudades y el departamento de San Andrés.
En el otro extremo están las ciudades de Cartagena, Quibdó y Buenaven-
tura, que muestran tamaños promedio de personas por hogar superiores a 4,4
personas (véase Tabla n.o 2). Estas son las áreas de mayor presión demográfica
a escala del hogar para la población afrocolombiana. Ahora bien, en Bogotá,
Pereira y Medellín los tamaños promedio del hogar para la población negra son

13 Esta alta tasa de fecundidad adolescente para la población afrocolombiana en áreas


rurales tiene que ver en especial con los municipios del Pacífico y de la costa Caribe
cuyo número de habitantes es inferior a 50.000.

174 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


menores que los de la población no étnica, si bien son cercanos en Medellín y
Pereira. En el resto de regiones se presenta lo contrario, con menores tamaños
para la población no étnica. Las diferencias son bastante altas en los casos de
Buenaventura y Quibdó (4,61 personas frente a 3,39 en Buenaventura; 4,51
frente a 3,29 en Quibdó); en Cartagena, San Andrés Islas y Cali los diferenciales
son más moderados (véase Tabla n.o 2).
Los anteriores diferenciales en tamaños promedio del hogar indican que
las poblaciones afrocolombianas de Bogotá, Pereira y Medellín presentan un
comportamiento demográfico más selectivo para enfrentar las condiciones re-
sidenciales y laborales respecto a la población no étnica de esas ciudades. Con
lo anterior, ha sido posible demostrar que este fenómeno se presenta de forma
más clara en Bogotá.

Tasa de jefatura femenina, tasas de mortalidad infantil


y esperanza de vida al nacer en años
La tasa de jefatura femenina (véase Tabla n.o 3) entre las dos poblaciones y
por regiones presenta el siguiente patrón: a) en Pereira, Medellín, Cartagena y
el departamento de San Andrés Islas los diferenciales entre las dos poblaciones
no son relevantes; b) lo contrario sucede en Cali, Buenaventura y Quibdó,
donde los diferenciales son significativos con tasas superiores en la población
afrocolombiana frente a la población no étnica de cada ciudad, sobre todo
en el caso de Quibdó (48,4% de jefatura femenina frente a apenas 29,3% en
la población no étnica de esta ciudad); c) Bogotá revela una situación dife-
rente con la menor tasa de jefatura femenina de la población negra en las 8
regiones y, así mismo, más baja que la no étnica de esa ciudad (29,7% frente
a 31,9%); d) ciudades como Medellín, Cali, Buenaventura y Quibdó arrojan
las mayores tasas de jefatura femenina entre la población afrocolombiana (su-
periores al 35%), probablemente por causa de la incidencia de la migración
desde la costa Pacífica a través de varias generaciones en los casos de Cali y
Medellín. El fenómeno de Bogotá, que ostenta una tasa de jefatura femenina
menor entre la gente negra, se explica por la población masculina en edades
de estudio que vive sola constituyendo hogares unipersonales o en compañía
conformando hogares compuestos14 y por la presencia importante de mujeres

14 Bogotá registra un índice de masculinidad más alto que otras ciudades del país para
la población afrocolombiana: 0,99. Por ejemplo, el de Cali es 0,89. Para la población

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 175
negras e­mpleadas domésticas «internas» (residen en el hogar del empleador(a)),
lo que impide que se las registre como jefes de hogar (véase Tabla n.o 6).
Los porcentajes de jefatura femenina son más altos en la población negra
que en la no étnica para los totales nacional (30,7% frente a 25,3%), nacional
cabecera (33,9% frente a 32,5%) y nacional resto (21,8% frente a 18,5%) (véase
Tabla n.o 3); no obstante, es necesario tener en cuenta que la jefatura femenina
siempre es más alta en las áreas urbanas que en las rurales (véase Tabla n.o 3),
independientemente del grupo étnico-racial (Urrea & Viáfara, 2007). Esto se
explica por el efecto de la mayor escolaridad y la mayor participación laboral
femenina en la ciudad que en el área rural. Sin embargo, las altas tasas de jefa-
tura femenina en ciudades como Quibdó y Buenaventura para la gente negra
están asociadas a situaciones de extrema pobreza (véase Tabla n.o 3) derivadas
del conflicto armado 15.
Con excepción de Bogotá y del departamento de San Andrés Islas, las tasas
de mortalidad infantil (tmi)16 son significativamente más altas en todas las
regiones para la población afrocolombiana. En Bogotá, la tmi de la gente ne-
gra es ligeramente menor que la de la población no étnica. En San Andrés, el
efecto de un alto porcentaje de personas en pobreza por nbi para la población
no étnica (46,3%) (véase Tabla n.o 1) puede estar incidiendo en tmi similares
a las de la población afrocolombiana (raizal y continental), a pesar de que esta
no étnica es similar en ambas ciudades es similar (0,91). Esto puede observarse en las
pirámides poblacionales (véanse gráficos 1 a 4). Este valor —casi la unidad— significa
que, a diferencia de Cali, en Bogotá el total de hombres es prácticamente el mismo
que el total de mujeres, pero la mayor parte de las personas tiene edades superiores a
15 años y menores de 60, para ambos sexos.
15 Si bien existe un patrón de autonomía femenina histórico (como cabeza) en la organi-
zación de la familia y los hogares —fenómeno extendido en el Pacífico y regiones del
Patía caucano, norte del Cauca y sur del Valle— las altas tasas de jefatura femenina
en Quibdó y Buenaventura están más relacionadas con el efecto del desplazamiento
forzado. Este fenómeno se hace demasiado visible en Quibdó.
16 Para el cálculo de las tmi se utilizó como base el método indirecto de Trussell, (1975)
y Sullivan, (1972), de hijos(as) sobrevivientes que son reportados en los datos censales,
y la variante de Coale-Trussell ejemplificada a través de Stover y Kirmeyer (2007). Se
tomaron como valores de control las estimaciones por departamento del dane (2007)
y en varias ciudades (Cali, Cartagena, Pereira, Medellín) se revisaron los datos de mor-
talidad infantil de las Secretarías de Salud Municipal que son disponibles a través de las
páginas web o Departamental (Valle del Cauca) en el caso de Buenaventura, para el año
2005, para efectos de compararlos con los resultados de las estimaciones realizadas.

176 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


última registra varios indicadores demográficos que la colocan en una situación
de menor vulnerabilidad. En Pereira, cuyos indicadores demográficos están
más cercanos a Bogotá para la población negra, se presenta sin embargo una
altísima participación porcentual de población desplazada entre la gente negra.
En este municipio se registra el mayor peso porcentual de todas las regiones,
que además ostenta una tasa de dependencia juvenil alta para esta población
(véase Tabla ­n.o 8­), hecho que parece explicar la mortalidad infantil superior a la
de la población no étnica en esa ciudad. No obstante lo anterior, Bogotá tiene
las menores tmi entre la gente negra de las 8 regiones y los totales nacional,
nacional cabecera y nacional resto: 14,54 fallecidos por 1000 niños y 16,32
fallecidos por 1000 niños (Tabla n.o 3).
Por supuesto, las mayores tmi para la gente negra en el país se encuentran en las
regiones del Pacífico (Buenaventura y Quibdó) y en la zona rural (total nacional
resto: 73,10 niños fallecidos por 1000 frente a 35,12 por 1000), duplicando
las tmi de la población no étnica en esas mismas regiones (Tabla n.o 3), al igual
que las del total nacional cabecera para las dos poblaciones. Hay que advertir
que el total nacional resto para la población afrocolombiana corresponde en su
gran mayoría a la zona rural de los municipios del Pacífico.
El segundo grupo de ciudades con importantes desigualdades en las tmi entre
la población afrocolombiana y la no étnica, son en orden de mayor a menor
porcentaje de diferencia, Cali (66%), Medellín (54%) y Cartagena (45%) (véase
Tabla n.o 3). El diferencial de la tmi entre la población afrocolombiana y la no
étnica en Pereira es moderado (27%), y en San Andrés Islas no se presentan
diferencias importantes.
En resumen, para el total nacional la tmi de la población afrocolombiana casi
duplica la tmi de la no étnica (46,70 frente a 23,54 decesos de niños por 1000),
en el total nacional cabecera la diferencia es del 33% (23,54 frente a 17,66 niños
fallecidos por 1000) y en el total nacional resto (zona rural), como se comentó,
se alcanzan las mayores diferencias y valores de la tmi (véase Tabla n.o 3).
La esperanza de vida al nacer en años17 para el total nacional revela una
diferencia significativa entre las dos poblaciones: casi 7 años (65,60 para la po-
blación afrocolombiana frente a 72,49 años para la no étnica en ambos sexos;
17 Para las estimaciones de esperanza de vida al nacer se utilizó la misma metodología
mencionada en la nota de pié de página precedente, apoyándose fundamentalmente
en la relación de hijos-as sobrevivientes. Se procedió a contrastar los resultados con las
estimaciones de base del dane.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 177
178
Tabla 3
Tasa de jefatura femenina, tasas de mortalidad infantil
y esperanza de vida al nacer en años (según sexo y total)

Tasa jefatura Tasa mortalidad infantil Esperanza de vida al nacer en años


femenina Afrocolombiana No étnica Afrocolombiana No étnica Diferencial en años de
vida entre la población
Afro­colom. No étnica Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total no étnica y afrocolombiana

Bogotá 29,7 31,9 15,75 11,79 14,54 16,12 11,81 15,89 73,75 79,15 75,90 73,89 79,45 76,20 0,3
Cali 35,7 32,9 21,47 15,96 19,31 13,56 10,03 11,65 64,90 72,60 67,90 71,90 78,70 74,60 6,7
Pereira 33,1 33,9 17,79 12,65 16,32 13,45 10,23 12,87 67,92 75,85 73,01 71,45 78,53 74,35 1,3
Medellín 36,8 36,7 18,65 13,98 17,21 13,22 9,89 11,15 68,70 75,58 72,56 73,00 78,75 75,15 2,6
Total nacional
33,9 32,5 24,25 22,13 23,54 19,68 13,51 17,66 66,72 68,89 67,75 72,55 78,15 74,85 7,1
cabecera
Cartagena 31,6 32,9 34,74 25,83 31,25 25,08 18,55 21,55 64,04 70,89 66,54 70,95 76,85 73,11 6,6
Archipiél.San
32,7 32,9 21,08 15,77 18,85 21,04 15,69 18,79 65,84 73,01 70,19 65,79 73,01 70,25 0,1
Andrés y Prov.
Total Nacional 30,7 25,3 48,10 43,90 46,70 26,24 18,01 23,54 64,60 66,70 65,60 69,99 76,36 72,49 6,9
Buenaventura 38,4 36,6 61,54 56,17 59,75 32,80 22,51 29,43 62,77 65,84 64,25 64,75 70,52 66,89 2,6
Quibdó 48,4 29,3 72,63 66,29 70,52 34,11 23,41 30,60 59,02 61,04 60,12 61,69 68,82 64,15 4,0
Total nacional
21,8 18,5 75,29 68,72 73,10 37,25 30,02 35,12 58,57 60,65 59,11 60,89 68,15 64,75 5,6
resto
Fuente: DANE, Censo de 2005 (Cálculos de los autores)

Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


véase Tabla n.o 3); para el total cabecera 7,1 años y para el total nacional resto,
5,6 años. La alta desigualdad en el total nacional cabecera obedece al efecto de
los municipios del Pacífico, cuyas cabeceras presentan una esperanza de vida al
nacer por debajo de 65 años (véanse casos de Quibdó y Buenaventura, Tabla
n.o 3), lo que tiene como consecuencia reducir el promedio nacional urbano
para la población afrocolombiana frente a la población no étnica (67,75 frente
a 74,85 años). Por el contrario, al igual que en otros indicadores ya analizados,
la esperanza de vida entre las dos poblaciones de la zona rural presentan una
relativa menor desigualdad (5,6 años de diferencia frente a 7,1 años para el total
nacional cabecera y 6,9 para el total nacional).
Las ciudades de Cali y Cartagena tienen las mayores diferencias de años
de vida entre las dos poblaciones; 6,7 y 6,6 años, respectivamente (véase
Tabla n.o 3). Les sigue Quibdó con una desigualdad de 4 años frente a la
población no étnica, Buenaventura y Medellín con 2,6 años y Pereira con
1,3 años. O­bsérvese que en Quibdó y Buenaventura la población no étnica
es minoritaria (menos del 10%). Esto es, en estos dos casos se trata de una
población que vive en mejores condiciones de vida (relativamente) y, por lo
mismo, su esperanza de vida es mayor.
Bogotá tiene apenas una desigualdad de 0,3 años a favor de la población
no étnica. En este caso, pese a ostentar una tmi ligeramente más baja para los
afrocolombianos como se observó antes (gracias al patrón altamente selectivo
de la migración afrocolombiana con menores tasas de fecundidad), el efecto
acumulativo de migrantes en diferentes edades que proceden de regiones con
menores esperanzas de vida incide en la disminución de la esperanza de vida para
el conjunto de la gente negra de la capital del país18. En el caso de San Andrés
Islas las esperanzas de vida entre las dos poblaciones son similares, hecho que
tiene que ver (al igual que con lo observado en las tmi) con el alto porcentaje
de personas en pobreza por nbi entre la población no étnica.

18 Señalar que la población negra de Bogotá tiene un patrón de migración selectiva quiere
decir que ha sido así a través de las diferentes cohortes generacionales desde diferen-
tes regiones de procedencia, como el Chocó, costa Caribe, norte del Cauca y sur del
Valle, Buenaventura, Cali y otras zonas, a partir de los años cincuenta en el siglo xx
(Departamento del Chocó), pero su presencia más visible ocurre desde las décadas del
setenta y ochenta. Esto significa que ya existe población negra nacida en Bogotá de
segunda y tercera generación (por supuesto, con mejores niveles educativos que la de
otras regiones del país).

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 179
Considerando todo lo anterior, los indicadores de tmi y de esperanza de vida
al nacer en años permiten confirmar que la población afrocolombiana tiene las
peores condiciones de vida del país en todas las regiones a excepción de San
Andrés Islas, y en el caso de Bogotá una tmi ligeramente menor, pero también
una esperanza de vida ligeramente inferior.

Tasas de analfabetismo y de asistencia escolar


(7-11 y 12-18 años), según sexo
En general, para los totales nacional, nacional cabecera y nacional resto la po-
blación afrocolombiana enfrenta tasas mayores de analfabetismo (para hombres
y mujeres) que la población no étnica (véase Tabla n.o 4). Las más altas para las
dos poblaciones se encuentran en la zona rural, pero en este caso el diferencial
entre las dos poblaciones es menor (23,8% frente a 19,7%). Sin embargo, hay
interesantes diferencias entre las 8 regiones: primero, las tasas más bajas y similares
entre las dos poblaciones se presentan en Bogotá y en el departamento de San
Andrés Islas; segundo, las tasas más altas se dan en Buenaventura y Quibdó, donde
se presentan fuertes diferencias entre la población afrocolombiana y la no étnica
en las dos regiones; tercero, después de las dos regiones anteriores, les siguen en
porcentajes de analfabetismo Cartagena y Pereira19, con la particularidad de que
en la segunda los diferenciales entre las dos poblaciones son moderados (14%);
cuarto, Medellín y Cali siguen a Cartagena y Pereira, pero presentan mayores
diferenciales entre las dos poblaciones (20% y 25%, véase Tabla n.o 4).
Considerando la variable sexo, las dos poblaciones se comportan de la misma
manera: las tasas mayores de analfabetismo corresponden al sexo masculino
en todas las regiones con la excepción notable de Bogotá, donde se presentan
tasas ligeramente más altas para las mujeres negras y no étnicas, aunque estas
últimas ostentan las tasas más bajas del país (véase Tabla n.o 4). El hecho de
que las tasas de analfabetismo sean mayores para el sexo masculino que para el
femenino está relacionado con una mayor inversión en educación de la mujer
en las cohortes de edad menores a 50 años, independientemente del grupo
étnico-racial, a partir de la década del sesenta en el país.
El caso particular de Bogotá tiene que ver con las cohortes de mujeres mestizas,
blancas y afrocolombianas de origen campesino que llegaron a la ciudad en los

19 En esta ciudad seguramente el efecto de la población desplazada inmigrante explica


este resultado (Tabla n.o 8).

180 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


años cincuenta del siglo xx sin ningún nivel educativo a trabajar en el servicio
doméstico en proporción superior a los hombres inmigrantes sin ningún nivel
educativo que llegaron a Bogotá en ese mismo período. Lo anterior explica el
rezago que los grupos de mayor edad tienen por analfabetismo. Sin embargo,
no puede descartarse la presencia de otro segmento de mujeres inmigrantes
mestizas, blancas y afrocolombianas desplazadas por el conflicto armado de
origen rural llegadas en los últimos 10 años, aunque contaban con edades
superiores a los 60 años cuando ingresaron a la ciudad.
La población negra cuya edad oscila entre 7 y 11 años tiene menores tasas de
asistencia escolar que la población no étnica a excepción del departamento de San
Andrés Islas, donde son similares para las dos poblaciones y en Cartagena donde
los porcentajes de asistencia escolar se acercan bastante entre ambas poblaciones
(véase Tabla n.o 4). Como era previsible, las tasas más altas para las dos poblaciones
se presentan en el total nacional resto (zona rural) para los dos sexos.
En el grupo cuya edad oscila entre 12 y 18 años opera un patrón distinto:
aunque para el total nacional y total nacional cabecera la población afrocolom-
biana tiene menores tasas de asistencia escolar que la población no étnica, en
el total nacional resto sucede lo contrario (véase Tabla n.o 4): son mayores las
de la población negra (68,9% frente a 63,3%). También llama la atención que
en Buenaventura y Quibdó la gente negra tenga tasas mayores de asistencia
escolar que la población no étnica. Algo similar ocurre en el departamento de
San Andrés Islas.
¿Por qué se presentan estas variaciones? En Bogotá, Cali, Medellín, Pereira
y Cartagena seguramente están relacionadas con la deserción escolar a favor
de mayor participación laboral en este grupo de edad; en contraste, en el total
nacional resto, en Buenaventura, Quibdó y San Andrés Islas ocurre el efecto
contrario: la asistencia escolar es más alta para la gente negra cuya edad oscila
entre 12 y 18 años, posiblemente por la incidencia de programas asistenciales
como Familias en acción (en la zona rural, en Buenaventura y Quibdó) y por una
estrategia de inversión educativa de la población raizal. El efecto de una mayor
tasa de participación laboral desde edades tempranas incide en el aumento de
la deserción entre la población joven negra (mujeres y hombres) en las prin-
cipales ciudades (Bogotá, Medellín, Cali, Pereira y Cartagena), mientras que
sucede lo contrario en las poblaciones joven mestiza y blanca urbana, ya que
las condiciones económicas en los hogares de estos jóvenes permiten ofrecerles
una moratoria social.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 181
De forma paralela con lo anterior, se mantiene un patrón de mayor escolaridad
femenina que masculina entre los miembros de las dos poblaciones cuya edad
oscila entre 7 y 11 años de edad (véase Tabla n.o 4). En el grupo cuyos miembros
tienen entre 12 y 18 años de edad se mantiene la misma tendencia anterior
para las dos poblaciones: mayor asistencia escolar femenina (véase Tabla n.o 4).
Sin embargo, existen tres excepciones: en Bogotá y San Andrés Islas la tasa de
asistencia masculina es mayor para la población negra y en Pereira es mayor para
la no étnica. El caso de Bogotá es digno de consideración porque se relaciona
con el hecho de que existe una enorme población femenina económicamente
activa (véase Tabla n.o 6) que consta de mujeres cuya edad oscila entre 12 y 18
años; y muchas de ellas laboran en el servicio doméstico.

Tabla 4
Tasas de analfabetismo (población de 3 años y más)
y de asistencia escolar (7-11 y 12-18 años), según sexo
Tasa de analfabetismo: % de población de 3 años
Tasa de asiste
y más que no saben leer ni escribir
Afrocolombiana No étnica Afrocolombiana
Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Tot
Bogotá 6,4 6,8 6,6 6,5 6,6 6,6 93,5% 93,9% 9
Cali 8,0 8,2 8,1 6,6 6,4 6,5 94,3% 95,1% 9
Pereira 10,6 10,2 10,4 9,7 8,6 9,1 80,9% 82,7% 8
Medellín 9,9 9,4 9,6 8,6 7,6 8,0 90,1% 92,6% 9
Total Nacional
12,4 12,0 12,2 9,6 9,0 9,3 92,2% 93,6% 9
Cabecera
Cartagena 11,4 10,7 11,0 9,0 8,2 8,6 92,1% 94,2% 9
Archipiél. San
6,8 6,3 6,6 6,8 6,7 6,8 95,5% 96,6% 9
Andrés y Prov.
Total Nacional 15,8 14,8 15,3 12,1 10,9 11,4 90,2% 92,0% 9

Buenaventura 15,2 14,8 15,0 9,8 9,2 9,5 93,7% 94,5% 9

Quibdó 15,8 15,9 15,8 9,7 10,6 10,1 90,9% 92,5% 9


Total Nacional
24,5 23,1 23,8 20,3 18,9 19,7 85,4% 87,9% 8
Resto
Fuente: DANE, Censo de 2005 (cálculos de los autores)

182 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Porcentaje de población sin ningún nivel educativo y con el mayor nivel
educativo, según sexo
En general, los porcentajes de personas mayores de 3 años que ostenta la po-
blación afrocolombiana son mayores (de forma significativa) que los porcentajes
que ostenta la población no étnica. Los porcentajes más altos de personas afro-
colombianas sin ningún nivel educativo se presentan en Buenaventura, Quibdó
y, especialmente, en el total nacional resto (zona rural) (véase Tabla n.o 5). Por
el contrario, los porcentajes más bajos, en orden ascendente, están en en San
Andrés Islas, Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Pereira y en el total nacional
cabecera. No obstante, para la población no étnica hay variaciones interesan-
tes: por ejemplo, en Buenaventura el porcentaje de población sin ningún nivel
educativo es menor que en Medellín, Pereira y total nacional cabecera (véase
Tabla n.o 5).

sa de asistencia escolar 7-11 años Tasa de asistencia escolar 12-18 años

No étnica Afrocolombiana No étnica


Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total
% 93,7% 94,6% 95,2% 94,9% 83,3% 81,0% 82,2% 86,0% 86,7% 86,3%
% 94,7% 95,2% 95,8% 95,5% 79,1% 80,8% 79,9% 82,4% 82,6% 82,5%
% 81,7% 85,8% 88,9% 87,3% 67,1% 69,8% 68,4% 70,5% 69,4% 70,0%
% 91,3% 92,1% 93,8% 92,9% 75,9% 80,5% 78,2% 79,5% 82,4% 81,0%

% 92,9% 93,5% 94,6% 94,1% 80,3% 82,2% 81,2% 82,2% 83,7% 83,0%

% 93,1% 93,2% 93,8% 93,5% 83,4% 84,3% 83,9% 86,7% 87,0% 86,8%

% 96,1% 95,5% 96,5% 96,0% 90,0% 89,4% 89,7% 88,3% 89,5% 88,9%

% 91,1% 92,2% 93,6% 92,8% 76,6% 79,1% 77,8% 77,0% 80,0% 78,5%

% 94,1% 94,0% 95,6% 94,8% 81,4% 84,5% 82,9% 78,0% 80,8% 79,5%

% 91,7% 96,4% 98,2% 97,2% 84,6% 86,6% 85,6% 70,9% 81,1% 75,8%

% 86,6% 87,9% 90,1% 88,9% 67,6% 70,3% 68,9% 60,4% 66,6% 63,3%

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 183
184
Tabla 5
Porcentaje de población de 3 años ó más sin ningún nivel educativo
frente a porcentaje con educación superior y de postgrado, según sexo

% población de 3 años y
% población de 3 años y más sin ningún nivel educativo
más con educación superior y de postgrado
Afrocolombiana No étnica Afrocolombiana No étnica
Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total
Bogotá 3,8% 4,5% 4,1% 4,0% 4,4% 4,2% 15,3% 13,4% 14,3% 17,5% 16,8% 17,1%
Cali 5,5% 6,1% 5,8% 4,2% 4,4% 4,3% 5,9% 6,1% 6,0% 13,8% 13,0% 13,4%
Pereira 8,7% 8,5% 8,6% 7,8% 6,9% 7,3% 7,9% 7,5% 7,7% 9,6% 9,4% 9,5%
Medellín 7,7% 7,6% 7,6% 6,8% 6,1% 6,5% 8,3% 7,7% 8,0% 13,0% 11,9% 12,4%
Total nacional
9,4% 9,3% 9,3% 6,7% 6,9% 7,0% 6,8% 6,3% 6,6% 10,9% 11,0% 11,0%
Cabecera
Cartagena 8,1% 7,7% 7,9% 5,7% 5,6% 5,6% 6,5% 7,0% 6,7% 13,9% 13,5% 13,7%
Archipiél. San
3,4% 3,1% 3,2% 3,2% 3,0% 3,1% 6,5% 8,2% 7,3% 7,5% 7,8% 7,7%
Andrés y Prov.
Total nacional 11,9% 12,6% 12,3% 8,7% 9,7% 9,2% 5,4% 4,9% 5,1% 9,1% 8,7% 8,9%
Buenaventura 10,1% 10,5% 10,3% 6,3% 5,9% 6,1% 3,5% 5,0% 4,3% 5,9% 6,1% 6,0%
Quibdó 12,0% 12,9% 12,5% 7,4% 8,4% 7,9% d.e. d.e. d.e. d.e. d.e. d.e.
Total nacional
19,8% 21,3% 20,6% 17,2% 18,8% 18,0% 1,1% 0,9% 1,0% 1,3% 1,2% 1,1%
Resto
Fuente: DANE, Censo de 2005 (cálculos de los autores)

Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Entre la población negra, las ciudades de Bogotá, Cali, Buenaventura y
Quibdó y los totales nacional y nacional resto registran porcentajes ligeramente
más altos para las mujeres sin ningún nivel educativo, mientras que en Pereira,
Medellín, total nacional cabecera, Cartagena y San Andrés Islas los hombres
ostentan porcentajes ligeramente mayores. Respecto a la población no étnica,
los hombres tienen porcentajes ligeramente mayores en Cali, Pereira, Medellín,
Cartagena, San Andrés Islas y Buenaventura (véase Tabla n.o 5). El mayor nivel
educativo (educación superior, pregrado y postgrado) en todas las regiones lo
tiene la población no étnica con excepción de San Andrés Islas, en donde los
porcentajes de las dos poblaciones (véase Tabla n.o 5) son similares.
En el caso de Bogotá, las dos poblaciones presentan los mayores porcentajes
de personas que cuentan con nivel de educación superior (14,3% y 17,1%). El
porcentaje de individuos con educación superior que hacen parte de la población
presente en Bogotá está muy por encima de los porcentajes de las demás regiones
(incluyendo los totales nacional y nacional cabecera). Si bien para la población
no étnica el mayor porcentaje de individuos con educación superior se presenta
en Bogotá (del mismo modo que en el caso de la población afrocolombiana), en
este indicador los diferenciales entre la gente no étnica de Bogota y la no étnica
de las otras regiones no son tan fuertes como en el caso de la gente negra (véase
Tabla n.o 5). Esto quiere decir que los diferenciales de porcentajes de población
que tienen educación superior entre la gente negra bogotana son muy fuertes
respecto a los de la población afrocolombiana en otras regiones del país: por
ejemplo, mientras en Bogotá es el 14,3%, en la región que la sigue, Medellín, es
apenas el 8% (véase Tabla n.o 5).
Después de Bogotá, los porcentajes de población afrocolombiana con nivel
de educación superior en las regiones y los totales nacionales, en orden descen-
dente, son los siguientes: Medellín, Pereira, San Andrés Islas, Cartagena, total
nacional cabecera, Cali, total nacional, Buenaventura y total nacional resto.
Para la población no étnica, dicho orden se comporta así, después de Bogotá:
Cartagena, Cali, Medellín, total nacional cabecera, Pereira, total nacional, San
Andrés Islas, Buenaventura y total nacional resto (véase Tabla n.o 5). Este orden
está vinculado con los contextos regionales y de la ubicación en ellos de las dos
poblaciones (afrocolombiana y no étnica). Así, en el caso de Cali —la región
con la mayor concentración absoluta de gente negra del país— viene después de
cinco regiones y el total nacional cabecera, pero respecto a la población no étnica

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 185
es la tercera. Por el contrario, Medellín —en términos de educación superior de
la gente negra— sigue a Bogotá, pero en cuanto a la población no étnica sigue a
Cali (véase Tabla n.o 5).
En las regiones de Bogotá, Pereira, y Medellín, y para los totales nacional, nacional
cabecera y nacional resto, los mayores porcentajes de población afrocolombiana
con educación superior corresponden al sexo masculino; por el contrario, en Cali,
Cartagena, San Andrés Islas y Buenaventura corresponden al sexo femenino. Para
la población no étnica en las regiones de Bogotá, Cali, Pereira, Medellín, Cartagena
y para el total nacional y total nacional resto (zona rural) los mayores porcentajes
corresponden al sexo masculino, mientras que en San Andrés Islas, Buenaventura y
en el total nacional cabecera corresponden al sexo femenino (véase Tabla n.o 5).
Estas diferencias, de nuevo, tienen relación con las variaciones de los con-
textos regionales que favorecen en algunos casos una población masculina
negra con nivel educativo superior porcentualmente mayor que la femenina
negra; por ejemplo, debido al efecto que tiene el peso importante del empleo
en el servicio doméstico para las mujeres negras en Bogotá, seguido de Pe-
reira y Medellín, entonces una gran mayoría de ellas apenas cuenta con nivel
educativo de bachillerato completo o incompleto. Lo contrario se observa en
Cali, Cartagena, San Andrés Islas y Buenaventura: si bien en las dos prime-
ras regiones el servicio doméstico tiene incidencia entre las mujeres negras,
en términos porcentuales es menor al de las regiones anteriores y al mismo
tiempo el peso porcentual del empleo masculino en oficios no calificados y
semicalificados en sectores como la construcción, cuyos niveles educativos
no superan el bachillerato, inciden en porcentajes menores de población
masculina con educación superior.
En San Andrés Islas, la población raizal tiene una estrategia de fuerte inver-
sión en educación que favorece a las mujeres, y en Buenaventura el patrón de
deserción masculina del sistema educativo es alto. Esto último es igualmente
válido para los casos de Cali y Cartagena entre los jóvenes negros de sectores
populares (Urrea & Quintín, 2002). En cuanto a la población no étnica es
muy probable que las tasas de deserción masculina sean menores en las regiones
ya mencionadas y para los totales nacional y resto frente a las de la población
negra —a excepción de Bogotá—, hecho que explica los mayores porcentajes
de población masculina con educación superior, ligeramente por encima de los
de la población femenina.

186 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Posición ocupacional según sexo, porcentaje de mujeres en la población
económicamente activa (pea) y porcentaje de población que estudia,
por sexo
El trabajo asalariado, por lo general, predomina en todas las regiones para
ambas poblaciones. En segundo lugar viene el trabajo por cuenta propia, luego
siguen empleadores o patronos, el servicio doméstico y el trabajo familiar sin
remuneración (véase Tabla n.o 6). Por supuesto, hay diferencias regionales im-
portantes: para el total nacional la población no étnica presenta porcentaje de
individuos asalariados ligeramente mayor que la afrocolombiana (75,2% frente
a 74,8%), al igual que empleadores-patronos (5,7% frente a 4,6%). Respecto
al total nacional cabecera, el porcentaje de individuos asalariados y trabajadores
por cuenta propia es similar para las dos poblaciones (véase Tabla n.o 6). Las
principales variaciones entre las dos poblaciones se presentan en empleadores
y servicio doméstico. En el total nacional resto, la población no étnica ostenta
un mayor porcentaje de asalariamiento (74,8% frente a 72,5%, un diferencial
de 2,3 puntos porcentuales), mientras que la gente negra tiene una participa-
ción ligeramente superior como trabajadores por cuenta propia; es decir, como
campesinado negro (22,7% frente a 20,1%, véase Tabla n.o 6).
Para las 8 regiones, los patrones son los siguientes (véase Tabla n.o 6):
1. Medellín es la ciudad con la mayor tasa de asalariamiento para las dos
poblaciones en el país: 82,1% para la afrocolombiana y 78,3% para la no
étnica. Lo anterior se relaciona con la mayor tradición industrial histórica
de esta región en el país y, por lo mismo, con un peso porcentual más
alto de población económicamente activa ocupada como asalariada en
la industria y en otras ramas de la actividad económica, influenciada por
el modelo industrial. Llama la atención que en el caso de la población
negra el asalariamiento es casi 4 puntos porcentuales más alto que el de
la población no étnica. Aquí incide con seguridad una fuerte proletariza-
ción de mujeres y hombres negros en ocupaciones industriales y de otras
ramas económicas, no calificadas y semicalificadas.
2. Curiosamente, Buenaventura sigue a Medellín en nivel de asalariamiento
para la población afrocolombiana, con el 79,9%; a continuación es-
tán Pereira (79,2%), Cali (77,9%), Bogotá (76,1%), San Andrés Islas
(74,3%), Quibdó (71,6%) y Cartagena (71,5%). Obsérvese que en
todos los casos el asalariamiento está por encima del 71% para diferen-

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 187
tes ramas de la actividad económica, especialmente la construcción, la
industria y los servicios de baja calificación.
3. Respecto a la población no étnica, el orden de asalariamiento después
del de Medellín, es el siguiente: Bogotá (77,7%), Pereira (76,7%), Cali
(75,6%), Cartagena (69,0%), San Andrés Islas (67,5%) y Quibdó
(66,1%). Obsérvese que aquí se encuentran tres regiones con niveles de
asalariamiento por debajo del 70%.
4. En la posición de empleadores o patronos (toda clase de empleadores:
pequeños, medianos y grandes), para la población afrocolombiana llama
la atención el caso de San Andrés Islas, con un 14,8% (los individuos se
desempeñan seguramente como pequeños empresarios en el comercio,
turismo y otros servicios). Le siguen Cartagena (7,2%), Buenaventura
(6,8%) y Quibdó (6,7%). Para la población no étnica, el modelo tam-
bién resulta interesante: se destacan Buenaventura en primer lugar con el
19,9% y Quibdó con el 16,7%. En estos dos casos se trata posiblemente
de empresarios paisas o gente mestiza-blanca del interior que controlan
la mayor parte de los negocios de hotelería, comercio, servicios especia-
lizados de exportación/importación (Buenaventura), etc. En tercer lugar
se ubica San Andrés Islas, hecho consistente con lo analizado antes para
los afrocolombianos en esta región, pero aquí cobra realce por el control
clásico de los negocios del viejo contrabando y, ahora, empresas de co-
mercio legales a cargo de paisas, vallunos, bogotanos, etc. Finalmente,
Cartagena (9,0%) y Bogotá (7,2%)20.
5. En la posición trabajo por cuenta propia los afrocolombianos tienen un
enorme peso en Cartagena (comercio informal) con el 18,2%, Quibdó
(17,6%), Pereira (14,9%), Cali (13,9%), Buenaventura (12,1%), Bo-
gotá (11,3%) y Medellín (10,3%). Para la población no étnica, Pereira
tiene el mayor porcentaje de cuenta propia (18,6%), seguida de Quibdó
(17,2%), Cartagena (15,7%), Cali (16,5%), Medellín (14,1%), Bogotá
(13,3%) y San Andrés Islas (12,7%).
6. El servicio doméstico se concentra de modo típico en la población
afrocolombiana, a diferencia de la no étnica. Las regiones de mayor peso
son Bogotá (5,9%), Medellín (3,9%), Cali (2,8%) y Cartagena (2,1%).
20 Como se dijo antes, la población mestiza-blanca es recogida en la respuesta «sin perte-
nencia étnica» del módulo de autoreconocimiento étnico-racial en el censo de 2005.

188 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


En estas ciudades se concentra el servicio de empleadas domésticas
negras «internas» y «por días» en el país. En el caso de la población no
étnica Cartagena se destaca con el 4,8%, siguiendo Medellín (2,1%),
Cali (1,7%) y San Andrés Islas (1,6%).
7. El trabajo familiar no remunerado para la población negra tiene relativa im-
portancia porcentual en Bogotá (1,9%), Quibdó (1,9%) y Cartagena (1,0%),
mientras para la no étnica en San Andrés Islas (3,1%) y Cartagena (1,5%).
8. La condición de asalariado para la población afrocolombiana se observa
más en el sexo masculino que en el femenino en Bogotá (79,4% hombres
frente a 71,9% mujeres), Pereira (79,4% frente a 78,9%) y Medellín
(83,6% frente a 79,9%); mientras que en Cali (77,8% frente a 78,0%),
total nacional cabecera (74,2% frente a 77,5%), Cartagena (69,2%
frente a 76,0%), San Andrés Islas (71,5% frente a 78,5%), total nacional
(73,6% frente a 77,2%), Buenaventura (78,9% frente a 81,2%), Quibdó
(69,7% frente a 73,9%) y total nacional resto (72,0% frente a 74,6%).
Dicha condición se presenta más en el sexo femenino (véase Tabla n.o 6).
Para la población no étnica, con excepción de Buenaventura, todas las
regiones y los totales nacionales indican mayor asalariamiento femenino
(véase Tabla n.o 6).
9. La condición de empleador para la gente negra en Bogotá, Pereira, total
nacional cabecera y Quibdó la ostentan más los individuos del sexo
masculino que los del femenino, mientras que en las demás regiones
la ostentan más las mujeres. Para la población no étnica solamente en
Buenaventura y en el total nacional resto (zona rural) hay predominio
de mujeres; en las demás regiones, esta condición es más masculina.
10. El trabajo cuenta propia en la población afrocolombiana predomina en
el sexo masculino en todas las regiones y totales nacionales; lo mismo
sucede con la población no étnica a excepción de Buenaventura, donde
dicha condición es más femenina.
11. La posición ocupacional de empleado(a) doméstico(a) las ostentan
personas del sexo femenino en las dos poblaciones. En el caso de la
población negra, este tipo de empleo tiene bastante relevancia para las
mujeres, así: Bogotá (13,1%), Medellín (9,7%), Pereira (7,2%), Cali
(6,3%), total nacional cabecera (5,3%), Cartagena (5,1%), total nacional
(4,8%) y Quibdó (4,7%). En cambio, para la población no étnica no
tiene la misma importancia, con excepción de Cartagena donde alcanza

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 189
el 9,0% del empleo femenino y en menor medida, Medellín (4,9%),
Cali (4,0%), Pereira (3,7%) y el total nacional cabecera (3,1%).
12. El trabajo familiar no remunerado para las mujeres negras tiene rela­tiva
importancia en Bogotá, Pereira, total nacional, Buenaventura, Quibdó y
total nacional resto. Para las mujeres sin autoreconocimiento étnico-racial,
la importancia de este tipo de trabajo en Bogotá, Pereira, Medellín, total
nacional cabecera, Cartagena, San Andrés Islas (aquí alcanza el 4,0%),
Buenaventura y total nacional resto (véase Tabla n.o 6). Con excepción
de Bogotá y Pereira en donde las dos poblaciones de mujeres presentan
una distribución porcentual similar, las variaciones de este fenómeno
en las otras regiones según grupo étnico-racial está mostrando patrones
diferenciales según los contextos regionales.

Es claro que Bogotá es la ciudad con la mayor tasa de participación en la pea de


las mujeres de las dos poblaciones, pero en el caso de la población afrocolombiana
su participación es considerablemente superior: 55,2% para las afrocolombianas
frente a 46,2% para las no étnicas (véase Tabla n.o 6). Ello explica el carácter
altamente selectivo de la presencia negra en la capital del país en términos de
privilegiar el trabajo o el estudio, y que en el caso de las mujeres, la mayor parte
privilegia lo primero. En Bogotá, como se advirtió, el grueso de la población negra
se concentra entre las edades de 20 y 50 años, con reducido número de personas
menores de 20 años y mayores de 60 años, hecho que se observaba en la misma
pirámide poblacional (véase gráfico n.o 2). Pero lo interesante es que también se
repite el fenómeno —aunque en un porcentaje más reducido que en Bogotá—
en Cali, Medellín y Pereira, cuyas tasas de participación laboral respecto de las
mujeres negras superan las que ostentan las no étnicas (véase Tabla n.o 6). Esto
revela un considerable esfuerzo de participación laboral de la gente negra en las
grandes ciudades, por encima de la población no étnica, lo cual se mide especial-
mente a través del indicador del porcentaje de mujeres de 10 y más años de edad
en la pea. Este aumento en la tasa de participación laboral femenina negra frente
a la no étnica se explica por las causa de las fuertes y desiguales condiciones que
las mujeres negras enfrentan en el mercado laboral en las ciudades colombianas,
con menos empleos de calidad y más bajos salarios, incluso controlando el nivel
educativo que posean respecto a las no étnicas (González, 2009).
Obsérvese que ya para el total nacional cabecera y total nacional cambia la
tendencia: es más alta la pea femenina no étnica. Esto se detecta en los casos

190 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


de Cartagena, San Andrés Islas, Buenaventura y Quibdó. Sin embargo, para
el total nacional resto la pea femenina afrocolombiana es mayor que la de la
población femenina no étnica (véase Tabla n.o 6).
San Andrés Islas tiene una pea femenina equivalente a la de las grandes ciu-
dades para ambas poblaciones (véase Tabla n.o 6), mientras que en Cartagena,
Buenaventura y Quibdó se presenta una tasa de participación laboral femeni-
na baja. Por supuesto, estos diferenciales tienen que ver con los dinamismos
regionales como contextos del desarrollo capitalista diferenciado en el país. La
población afrocolombiana, al igual que la no étnica, está inserta y condicionada
por los mismos contextos regionales. Bogotá, Cali, Medellín y Pereira tienen
mercados de trabajo más diversificados y sofisticados —sobre todo Bogotá—.
Lo anterior no quiere decir que en esas regiones todos los empleos sean los
más modernos, ya que estos últimos coexisten con empleos tradicionales y
precarios. En Bogotá, por ejemplo, el servicio doméstico parece constituir una
importante alternativa de empleo para las mujeres negras con menores niveles
de escolaridad, lo que para ellas significa tener por lo menos un bachillerato
completo o incompleto, pero sin la carga de dependencia juvenil o senil. Los
datos así lo demuestran: el 13,1% de las mujeres negras en esta ciudad tiene
esta ocupación (véase Tabla n.o 6).
El porcentaje de población de 5 años de edad o más (por sexo) que solo tiene
como actividad estudiar sin realizar trabajo alguno indica que para la gente
negra (véase Tabla n.o 6), con excepción del total nacional resto, la inserción
escolar corresponde más al sexo masculino que al femenino. Para la población
no étnica, con excepción de Buenaventura, Quibdó y zona total resto, dicho
porcentaje también es más en el sexo masculino. Este tipo de comportamiento
femenino, que opta por una mayor participación laboral en detrimento de la
inserción escolar, puede darse por la incidencia del empleo doméstico para las
mujeres negras menores de 20 años (aunque también para algunas mujeres no
étnicas), que se configura como único medio para allegar recursos económicos
e insertarse en el mercado laboral urbano.
Por otro lado, en Bogotá se observa que la población afrocolombiana que
solo estudia21 (hombres y mujeres) es menor en términos porcentuales que la

21 Corresponde a la pregunta clásica del tipo de actividad realizada la semana anterior


a la encuesta censal o de hogares para cada miembro del hogar de 10 años ó más
(de modo resumido así: trabajaba, buscaba trabajo, solo estudiaba, dedicado(a) a

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 191
Tabla 6
Posición ocupacional según sexo, porcentaje de mujeres en la PEA

% Posición ocupacional asalariados % Posición ocupa


Afrocolombiana No étnica Afrocolombiana
Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Tota
Bogotá 79,4% 71,9% 76,1% 75,3% 80,6% 77,7% 6,1% 3,0% 4,8
Cali 77,8% 78,0% 77,9% 74,3% 77,5% 75,6% 4,8% 4,9% 4,8
Pereira 79,4% 78,9% 79,2% 74,8% 79,9% 76,7% 3,7% 2,0% 3,0
Medellín 83,6% 79,9% 82,1% 77,1% 80,1% 78,3% 3,4% 4,1% 3,7
Total nacional cabecera 74,2% 77,5% 75,5% 73,2% 78,2% 75,3% 5,2% 5,0% 5,1
Cartagena 69,2% 76,0% 71,5% 68,0% 70,6% 69,0% 7,2% 7,3% 7,2
Archipiélago San Andrés y Prov. 71,5% 78,5% 74,3% 62,5% 73,6% 67,5% 13,9% 16,1% 14,8
Total nacional 73,6% 77,2% 74,8% 73,6% 78,1% 75,2% 4,5% 4,8% 4,6
Buenaventura 78,9% 81,2% 79,9% 69,4% 62,1% 66,9% 6,7% 6,8% 6,8
Quibdó 69,7% 73,9% 71,6% 59,9% 85,5% 66,1% 8,8% 4,2% 6,7
Total nacional resto 72,0% 74,6% 72,5% 74,6% 75,7% 74,8% 2,5% 3,3% 2,7

% Posición ocupacional servicio doméstico y familiares % Posición ocupacional traba


Afrocolombiana No étnica Afrocolombiana
Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres T
Bogotá 0,4% 13,1% 5,9% 0,0% 2,5% 1,2% 1,8% 2,0%
Cali 0,1% 6,3% 2,8% 0,1% 4,0% 1,7% 0,8% 0,4%
Pereira 0,0% 7,2% 2,8% 0,1% 3,7% 1,4% 0,1% 0,2%
Medellín 0,1% 9,7% 3,9% 0,0% 4,9% 2,1% 0,0% 0,0%
Total nacional cabecera 0,2% 5,3% 2,2% 0,1% 3,1% 1,3% 0,9% 0,9%
Cartagena 0,6% 5,1% 2,1% 1,8% 9,0% 4,8% 1,0% 1,0%
Archipiélago San Andrés y Prov. 0,9% 0,1% 0,5% 1,3% 1,9% 1,6% 1,9% 0,6%
Total nacional 0,3% 4,8% 1,8% 0,2% 3,0% 1,2% 0,9% 1,1%
Buenaventura 0,0% 0,7% 0,3% 0,1% 0,1% 0,1% 0,7% 1,3%
Quibdó 0,0% 4,7% 2,1% 0,0% 0,0% 0,0% 1,3% 2,6%
Total nacional resto 0,5% 1,6% 0,7% 0,5% 2,5% 0,8% 1,2% 2,9%
Fuente: DANE, Censo de 2005 (cálculos de los autores)

192 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


n la PEA y de población que estudia por sexo

sición ocupacional empleadores o patronos % Posición ocupacional trabajo cuenta propia


iana No étnica Afrocolombiana No étnica
eres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total
3,0% 4,8% 8,2% 6,0% 7,2% 12,3% 9,9% 11,3% 15,9% 10,1% 13,3%
4,9% 4,8% 5,9% 4,6% 5,4% 16,5% 10,4% 13,9% 19,0% 13,1% 16,5%
2,0% 3,0% 3,5% 2,4% 3,1% 16,9% 11,7% 14,9% 21,5% 13,8% 18,6%
4,1% 3,7% 5,7% 4,0% 5,0% 12,9% 6,4% 10,3% 16,8% 10,4% 14,1%
5,0% 5,1% 6,8% 5,5% 6,3% 19,5% 11,4% 16,4% 19,3% 12,4% 16,4%
7,3% 7,2% 10,0% 7,8% 9,0% 22,1% 10,6% 18,2% 19,1% 10,8% 15,7%
6,1% 14,8% 19,0% 10,3% 15,1% 11,9% 4,8% 9,0% 14,8% 10,1% 12,7%
4,8% 4,6% 5,9% 5,4% 5,7% 20,7% 12,1% 17,8% 19,7% 12,5% 17,1%
6,8% 6,8% 18,8% 21,9% 19,9% 13,7% 9,9% 12,1% 11,7% 12,9% 12,1%
4,2% 6,7% 18,9% 9,7% 16,7% 20,2% 14,5% 17,6% 21,2% 4,8% 17,2%
3,3% 2,7% 2,7% 3,2% 2,8% 23,8% 17,5% 22,7% 21,0% 14,8% 20,1%

cional trabajo familiar sin remuneración % Mujeres de 10 años % Pobl. estudia, 5 años y más
No étnica y más en la PEA Afrocolombiana No étnica
es Total Hombres Mujeres Total Afrocolombiana No étnica Hombres Mujeres Hombres Mujeres
2,0% 1,9% 0,6% 0,8% 0,6% 55,2 46,2 22,9% 21,9% 27,1% 24,5%
0,4% 0,6% 0,7% 0,7% 0,7% 42,2 40,2 28,3% 26,1% 27,3% 24,5%
0,2% 0,1% 0,1% 0,2% 0,1% 36,7 32,7 23,5% 22,9% 24,0% 21,6%
0,0% 0,0% 0,4% 0,6% 0,5% 39,2 37,6 23,9% 22,3% 24,3% 21,7%
0,9% 0,9% 0,6% 0,8% 0,7% 33,3 36,5 27,4% 26,0% 27,2% 24,9%
1,0% 1,0% 1,2% 1,8% 1,5% 30,4 34,3 29,0% 27,5% 29,9% 26,7%
0,6% 1,4% 2,4% 4,0% 3,1% 40,2 47,9 27,6% 26,3% 25,3% 24,5%
1,1% 1,0% 0,7% 1,0% 0,8% 28,2 32,1 26,1% 25,3% 25,6% 24,3%
1,3% 0,9% 0,0% 3,0% 1,0% 30,4 34,9 32,8% 30,5% 23,6% 25,1%
2,6% 1,9% 0,0% 0,0% 0,0% 26,6 30,9 25,4% 23,0% 11,6% 14,4%
2,9% 1,5% 1,2% 3,9% 1,6% 15,7 12,9 22,6% 23,1% 20,1% 22,0%

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 193
población no étnica (véase Tabla n.o 6): entre los afrocolombianos, 22,9% los
hombres y 21,9% las mujeres; entre la población no étnica, 27,1% los hombres
y 24,5% las mujeres. Pero en regiones como Cali la proporción de hombres y
mujeres afrocolombianos(as) que estudian es mayor que la proporción de la no
étnica (28,3% hombres negros y 26,1% mujeres negras, frente a 27,3% hombres
y 24,5% mujeres sin pertenencia étnica). Lo mismo ocurre en el total nacional
(26,1% hombres negros y 25,3% mujeres negras frente a 25,6% hombres y
24,3% mujeres sin pertenencia étnica); fenómeno similar al encontrado para
el total nacional cabecera y total nacional resto (véase Tabla n.o 6).
En Bogotá, el comportamiento visto está relacionado con la alta participa-
ción laboral de la población negra superior a la no étnica; ello explica el hecho
de que la población afrocolombiana que solo estudia sea menor en términos
porcentuales. Por el contrario, en el caso de Buenaventura la tasa de población
afrocolombiana que estudia (hombres y mujeres) es alta, por encima del 30%.
Esto tiene que ver con la alta tasa de dependencia juvenil en esta ciudad, ana-
lizada antes. Esto es, no existe un patrón porcentual preciso para el conjunto
de las regiones en relación con la población que se dedica al estudio, dado que
los valores porcentuales son afectados por el peso demográfico del grupo etáreo
cuyos miembros tienen entre 10 y 14 años en cada región, además del efecto
de la deserción escolar masculina entre los menores de 20 años. Ahora bien,
en términos de la variable sexo, el número de personas afrocolombianas de
sexo masculino que estudian es ligeramente mayor que el número de personas
de sexo femenino (con excepción del total nacional resto). Igual fenómeno
sucede con la población no étnica, con excepción de las regiones de Quibdó y
Buenaventura y el total nacional resto (véase Tabla n.o 6), regiones en donde el
porcentaje de personas de sexo femenino que estudian es mayor.

actividades del hogar, pensionado(a), discapacitado(a) sin posibilidad de trabajar o


estudiar, otra actividad no relacionada con el mercado laboral ni con estudio). En el
censo de 2005 correspondió a la pregunta 47 del formulario básico. Esta pregunta
permite captar la población económicamente activa y entre la población inactiva la
que se encuentra solo estudiando en el momento del ejercicio censal. En un análisis
de la participación de los hogares en el mercado laboral es muy importante tener en
cuenta la relación entre la población económicamente activa (pea) y la población que
se encuentra estudiando (que a la vez es un subconjunto de la población inactiva),
para ambos sexos.

194 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Coberturas de salud y tasa de cobertura de pensiones, por sexo
Se observa que en todas las regiones y en los totales nacional, nacional cabecera
y nacional resto, la cobertura en salud de tipo contributivo es significativamente
mayor para la población no étnica: 45,3% de la población sin pertenencia étnica
frente a 33,8% de la afrocolombiana, para el total nacional. Un patrón similar se
observa para los totales nacional cabecera y nacional resto (véase Tabla n.o 7). Esto
llama la atención por lo siguiente: si, como se vio antes, la tasa de asalariamiento
de la población afrocolombiana en cabecera es ligeramente mayor que la de la
población no étnica, y que para los totales nacional y resto las tasas son cercanas
(véase Tabla n.o 6), la explicación de las menores coberturas contributivas en salud
alude al tipo de empleos asalariados de la gente negra en el país para las distintas
regiones. Una buena parte de esos empleos asalariados son muy precarios; no
permiten a la población afrocolombiana (mujeres y hombres) tener la misma
capacidad de acceso al régimen contributivo de salud. Esto, por supuesto, puede
reforzar la hipótesis que sostiene la existencia de una mayor concentración en la
informalidad laboral de la población ocupada negra que la población no étnica.
La Tabla n.o 7 también permite detectar que los mayores porcentajes de ca-
rencia de cobertura en salud los tiene la gente negra en casi todas las regiones,
a excepción de las ciudades de Medellín y Cartagena y el departamento de San
Andrés Islas, en el cual opera el efecto contrario (véase Tabla n.o 7). En cambio,
la población afrocolombiana (con excepción de Bogotá y el total nacional resto)
ostenta mayores de participación en el régimen subsidiado de salud en casi todas
las regiones (véase Tabla n.o 7). Esto es válido en las regiones típicamente urbanas
de gran tamaño (Medellín, Cali, Pereira y Cartagena), en regiones del Pacífico
(Buenaventura y Quibdó) con una zona rural importante, en el departamento
de San Andrés Islas, y en los totales nacional y nacional cabecera.
Lo anterior muestra que las mayores participaciones en el sistema contribu-
tivo de salud de la población no étnica se traslada en mayores participaciones
porcentuales de la gente negra en el régimen subsidiado y sin cobertura alguna
en salud. En el total nacional, por ejemplo, mientras que la participación en el
régimen de salud subsidiado de los afrocolombianos es del 43,5% y la población
que carece de cobertura constituye el 22,7%; entre la población no étnica la
gente con salud subsidiada constituye el 39,9% y la población que carece de
cobertura alguna, 14,8% (véase Tabla n.o 7). Igual fenómeno se observa para
los totales nacional cabecera y nacional resto. Aunque, por supuesto, la gente

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 195
en las grandes áreas urbanas tiene mayor acceso a la cobertura de salud contri-
butiva, como lo muestran los datos (véase Tabla n.o 7). A manera de ejemplo,
en Bogotá las dos poblaciones presentan las coberturas más altas del país en el
régimen contributivo, del 60,8% entre los afrocolombianos y 66,4% entre las
personas sin pertenencia étnica; en Medellín, 55,2% entre los afrocolombianos
y 63,6% entre los no étnicos; le siguen Cali, Pereira y San Andrés Islas (véase
Tabla n.o 7). Luego están Cartagena (por debajo del 50% para los no étnicos y
por debajo del 35% para los afrocolombianos), Quibdó y Buenaventura.
Considerando la variable sexo puede observarse que respecto a la población
afrocolombiana la tasa de cobertura para el régimen contributivo es ligeramente
superior en el sexo masculino que en el femenino, en términos porcentuales
(solo en Bogotá, Cali, Pereira, Medellín y total nacional cabecera); en las demás
regiones y en los totales nacional y nacional resto, la tasa de cobertura es supe-
Tabla 7
Coberturas de salud contributiva, subsidiada y sin ninguna cobertura; y tasa
Cobertura de salud contributiva Cobertura de salud subsidiada
Afrocolombiana No étnica Afrocolombiana No étnica
Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total

Bogotá 64,2% 57,2% 60,8% 65,8% 67,0% 66,4% 22,6% 26,7% 24,6% 24,5% 25,5% 25,0

Cali 52,0% 49,5% 50,7% 64,2% 64,2% 64,2% 25,6% 28,5% 27,1% 17,5% 18,8% 18,2

Pereira 53,6% 50,5% 52,0% 57,0% 59,6% 58,4% 33,7% 38,3% 36,1% 32,0% 31,8% 31,9

Medellín 56,2% 54,3% 55,2% 63,5% 63,7% 63,6% 35,1% 38,2% 36,6% 27,6% 28,4% 28,0

Total nacional
40,0% 39,8% 39,9% 52,1% 53,3% 52,7% 39,8% 41,6% 40,7% 34,1% 34,4% 34,1
cabecera
Cartagena 33,6% 33,9% 33,8% 49,2% 50,3% 49,8% 51,7% 52,7% 52,2% 35,3% 35,3% 35,3

Archipiél.San
53,6% 54,6% 54,1% 60,1% 64,4% 62,4% 35,2% 35,8% 35,5% 28,0% 26,1% 27,0
Andrés y Prov.
Total nacional 33,3% 34,2% 33,8% 44,1% 46,5% 45,3% 42,8% 44,3% 43,5% 39,9% 39,9% 39,9

Buenaventura 23,0% 26,0% 24,6% 44,1% 43,2% 43,6% 47,0% 47,6% 47,3% 27,8% 32,4% 30,1

Quibdó 25,3% 28,4% 27,0% 58,9% 43,8% 51,4% 38,3% 41,1% 39,8% 16,5% 39,0% 27,7

Total nacional
17,1% 18,4% 17,7% 17,4% 18,6% 18,0% 50,0% 51,9% 50,9% 60,4% 62,3% 61,3
resto
Fuente: DANE, censo de 2005 (cálculos de los autores)

196 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


rior en el sexo femenino. Para la población no étnica, solo en Buenaventura y
Quibdó es superior en el sexo masculino, mientras que en las demás regiones
más femenina (véase Tabla n.o 7). Estas diferencias por sexo entre las dos pobla-
ciones para las regiones de Bogotá, Cali, Pereira, Medellín y el total nacional
cabecera indican que los hombres negros tienen más empleos formales que las
mujeres negras. Ello deviene del particular peso del servicio doméstico como
empleo de las mujeres negras en las principales grandes regiones urbanas, que
ofrece menos posibilidades de costear la seguridad social.
Contrario a lo anterior, en Cartagena, Buenaventura y Quibdó, y en los to-
tales nacional y nacional resto —a pesar de las menores tasas—, el porcentaje
de personas de sexo femenino afiliadas al régimen contributivo es mayor que el
porcentaje de personas de sexo masculino. Estos casos se explican por cuanto las
condiciones laborales de los empleos de los hombres negros son más precarias que

ra; y tasa de cobertura de pensiones (según sexo)


da Sin ninguna cobertura de salud Tasa de cobertura de pensiones
tnica Afrocolombiana No étnica Afrocolombiana No étnica
eres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total

5,5% 25,0% 13,1% 16,1% 14,6% 9,8% 7,5% 8,6% 27,8% 19,4% 23,7% 26,0% 21,2% 23,4%

8,8% 18,2% 22,4% 22,0% 22,2% 18,3% 17,0% 17,6% 18,6% 10,5% 14,3% 22,3% 15,8% 18,8%

1,8% 31,9% 12,6% 11,2% 11,9% 11,0% 8,6% 9,7% 24,2% 12,6% 18,1% 20,1% 13,8% 16,7%

8,4% 28,0% 8,8% 7,5% 8,1% 8,9% 7,9% 8,4% 25,5% 17,7% 21,5% 25,9% 18,9% 22,1%

4,4% 34,1% 20,2% 18,6% 19,4% 13,2% 12,3% 13,2% 13,3% 8,2% 10,7% 18,2% 13,7% 15,8%

5,3% 35,3% 14,7% 13,4% 14,0% 15,6% 14,4% 15,0% 9,7% 5,6% 7,6% 13,0% 9,0% 10,8%

6,1% 27,0% 11,2% 9,6% 10,4% 11,9% 9,5% 10,6% 17,1% 16,9% 17,0% 17,7% 18,4% 18,0%

9,9% 39,9% 23,9% 21,5% 22,7% 16,1% 13,6% 14,8% 10,7% 6,8% 8,7% 14,9% 11,5% 13,1%

2,4% 30,1% 30,0% 26,5% 28,1% 28,2% 24,5% 26,3% 6,9% 5,8% 6,3% 10,4% 7,5% 8,9%

9,0% 27,7% 36,4% 30,6% 33,2% 24,6% 17,1% 20,9% 5,6% 6,0% 5,8% 23,4% 4,7% 15,2%

2,3% 61,3% 32,9% 29,7% 31,4% 22,2% 19,1% 20,7% 4,2% 2,2% 3,2% 3,7% 2,1% 3,0%

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 197
las condiciones de los trabajos de las mujeres; no les es posible afiliarse formal-
mente al régimen contributivo. De todas maneras, las mujeres negras también
enfrentan tasas menores de cobertura contributiva en estas regiones, muy por
debajo de las grandes áreas urbanas. En el caso de San Andrés Islas también hay
mayor participación femenina como en las regiones anteriores, pero el monto
de las tasas de cobertura acerca más esta zona al primer grupo de regiones.
El porcentaje de afiliación de la población afrocolombiana al régimen subsi-
diado es un poco más alto en el sexo femenino que en el masculino en todas las
regiones y en los totales nacional, nacional cabecera y nacional resto, mientras
en la población no étnica el porcentaje de personas afiliadas de sexo masculino es
mayor o igual que el porcentaje de sexo femenino en San Andrés Islas, Cartagena
y en los totales nacional y nacional cabecera; en los casos de Bogotá, Cali y Mede-
llín el porcentaje de personas afiliadas de sexo femenino es ligeramente superior.
Los casos de Buenaventura y Quibdó muestran las menores tasas de cobertura
subsidiada para la población no étnica, pero con una participación porcentual
femenina significativamente mayor. Llama la atención las altas tasas de partici-
pación en este tipo de régimen por parte de la población no étnica para ambos
sexos en el total nacional resto (por encima del 60%) a diferencia de la población
afrocolombiana, cuya tasa de participación llega al 50% (véase Tabla n.o 7).
Los porcentajes de carencia de cobertura en salud son mayores para los
afrocolombianos que para los no étnicos a excepción de Medellín, Cartagena
y San Andrés Islas, donde ambos porcentajes son muy similares (véase Tabla
n.o 7). Las regiones con menor cobertura de salud son Buenaventura, Quibdó,
y el total nacional resto para las dos poblaciones (afrocolombiana y no étnica);
por el contrario, las de mayor cobertura son Medellín, San Andrés Islas y Pe-
reira (y Bogotá para la población no étnica) (véase Tabla n.o 7). Cali es un caso
particular, porque siendo una gran región urbana tiene una alta tasa de carencia
de cobertura para la gente negra y, por lo mismo, menor cobertura en salud
(22,2%); lo anterior aplica también para la población no étnica (17,6%). Esto
contrasta con Bogotá, Medellín, Pereira y Cartagena.
Ahora bien, las tasas más bajas de cobertura se presentan más en el sexo masculi-
no en las dos poblaciones, a excepción de Bogotá en el caso de los afrocolombianos
(véase Tabla n.o 7). Este patrón se explica por la mayor demanda del servicio de
salud por parte de las mujeres (contributivo o subsidiado) en aspectos relacionados
con el manejo de la salud reproductiva (embarazo y atención al parto y postparto,

198 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


además de las prácticas de atención materno-infantil). La excepción de Bogotá,
como se anotó, tiene que ver con una menor tasa de afiliación en el régimen
contributivo de las mujeres negras respecto a los hombres negros —a pesar de
ser la más alta del país para mujeres afrocolombianas— que no es compensada
con mayor participación porcentual en la afiliación al régimen subsidiado por
parte de las mujeres negras frente a los hombres, sobre todo las que no tienen
empleos adecuados que puedan cubrirles la seguridad social; por ello, el 16,1%
de ellas en Bogotá carece de cobertura en salud (véase Tabla n.o 7).
La tasa de cobertura de pensiones presenta tres tendencias bien marcadas
según los datos de la Tabla n.o 7:
1. A excepción de Pereira y del total nacional resto, en todas las demás
regiones y en los totales nacional y nacional cabecera la población afro-
colombiana presenta menores tasas de afiliación al sistema de pensiones
que la población no étnica, aunque con fuertes variaciones regionales.
2. En las dos poblaciones, los hombres tienen mayor cobertura en pensión que
las mujeres, con excepción de la población no étnica de San Andrés Islas.
3. Bogotá ostenta la tasa más alta de cobertura en pensión para las dos
poblaciones, siguiéndole para la población afrocolombiana las regiones
y totales de la siguiente manera: Medellín, Pereira, San Andrés Islas,
Cali, total nacional cabecera, total nacional, Cartagena, Buenaventura,
Quibdó y total nacional resto.
Existe entonces una interacción clara entre las tasas de pensión y de asalariamiento
con la cobertura de salud bajo el régimen contributivo, sobre todo en el caso de la
población no étnica. No obstante, aunque la población afrocolombiana tiene altas
tasas de asalariamiento (similares a las de la población no étnica), es por causa del
tipo de empleos asalariados precarios y por los trabajos por cuenta propia —servicio
doméstico y trabajador familiar no remunerado que son de baja calificación o no
calificados, con salarios bajos y alta rotación— que su capacidad de afiliación al
régimen contributivo de salud es menor, al igual que al régimen de pensiones.

Porcentaje de población con alguna discapacidad, con hambre y desplazada,


según sexo, y tasas de dependencia juvenil (tdj)
El porcentaje de población afrocolombiana con alguna discapacidad es mayor
que el de la población no étnica, con excepción de Bogotá, Quibdó y el total
nacional resto. Por sexo, entre los afrocolombianos son muy similares los porcen-

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 199
tajes para hombres y mujeres en Cali, Pereira, total nacional cabecera, Cartagena,
total nacional y total nacional resto. Para Bogotá y Medellín, en cambio, es mayor
el porcentaje de hombres y en San Andrés Islas, Buenaventura y Quibdó el de
mujeres. Para la población no étnica los porcentajes son similares en Bogotá, Cali
y Cartagena, pero en Pereira, Medellín, total nacional cabecera, total nacional,
Buenaventura y total nacional resto es mayor el porcentaje masculino, mientras
que en San Andrés Islas y Quibdó es mayor el femenino (véase Tabla n.o 8).
En todas las regiones y totales nacionales el porcentaje de población afro-
colombiana con hambre es mayor que el de la población no étnica. Llaman la
atención los altos porcentajes de gente negra con hambre en ciudades como
Cartagena, Medellín, Buenaventura y en los totales nacional, nacional cabecera
y nacional resto (véase Tabla n.o 8).
Los porcentajes por sexo en las dos poblaciones indican una distribución
muy similar entre hombres y mujeres con hambre, a excepción de Cartagena y
Buenaventura para la población no étnica. Impresionan los altos porcentajes de
población afrocolombiana con hambre para los dos sexos, en el total nacional
resto (zona rural) y en Cartagena (véase Tabla n.o 8).
En todas las regiones y totales nacionales, el porcentaje de población afro-
colombiana desplazada en relación con la población migrante reciente muy
superior al de la población no étnica; la única excepción se presenta en San
Andrés Islas. En algunas regiones los diferenciales entre las dos poblaciones
son bastante altos; ese es el caso en Pereira, Buenaventura, Quibdó y el total
nacional resto (véase Tabla n.o 8).
Los valores porcentuales entre hombres y mujeres son muy similares para la
población negra desplazada, quizá con las excepciones de Bogotá y Quibdó.
Aunque hay diferenciales pequeños, la población desplazada masculina afecta
más a la población no étnica, a excepción de las ciudades de Quibdó, Pereira
y Bogotá (véase Tabla n.o 8).
Las tasas de dependencia juvenil de los desplazados afrocolombianos son
mayores que las de los desplazados no étnicos en las regiones que están bajo
consideración y en los totales nacionales, hecho que revela una mayor vul-
nerabilidad de la gente negra en esta condición con excepción de Bogotá y
San Andrés Islas. En los casos del total nacional, Buenaventura, Quibdó y del
total nacional resto dichas tasas son considerablemente elevadas para las dos
poblaciones, pero aún en este caso las de la población afrocolombiana siguen
siendo superiores (véase Tabla n.o 8).

200 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Tres condiciones de estado civil (soltero, casado y unión libre)
según sexo
Se procede ahora a analizar los patrones de conyugalidad entre las dos pobla-
ciones para las 8 regiones y los totales nacionales (véase Tabla n.o 9).
Antes que nada, hay que considerar que la conyugalidad es una relación social
en la cual se manifiestan dinámicas de la estructura social de larga duración que
vienen en el caso de la población afrocolombiana del período esclavista y post-
esclavista en la conformación de las redes familiares en las diferentes regiones
del país. En este sentido la conyugalidad expresa un tipo de orden familiar
(Therborn, 2006), que para el caso estudiado permite entender algunas lógicas
sociales que interactúan con los diversos componentes sociodemográficos y
socioeconómicos analizados.
La Tabla n.o 9 muestra el siguiente patrón generalizado: primero, que la po-
blación afrocolombiana (con excepción de la población de Cartagena) tiene un
mayor porcentaje de población soltera de 10 ó más años de edad respecto a la
población no étnica; segundo, el porcentaje de personas casadas es sistemática-
mente menor, quizás con excepción de San Andrés Islas, donde se encuentran
porcentajes muy similares entre personas casadas y en unión libre; tercero, el
porcentaje de individuos afrocolombianos en unión libre siempre es mayor al de
casados, a diferencia de la población no étnica, con la excepción de Medellín y
San Andrés Islas donde los porcentajes de ambas condiciones son muy cercanos
(véase Tabla n.o 9). Respecto a la población no étnica hay algunas regiones en
donde el patrón se asemeja al de la población afrocolombiana, a saber: Buena-
ventura, Quibdó y San Andrés Islas, cuyos porcentajes de personas en unión
libre superan a los de casados.
Incluso en ciudades como Bogotá, la población afrocolombiana tiene distri-
buciones porcentuales similares al conjunto de los patrones de conyugalidad
del país de la gente negra: alta participación de gente soltera y, sobre todo,
una participación de personas en unión libre ostensiblemente superior al de
las personas casadas (29,3% frente a 17,5%, véase Tabla n.o 9). En este caso, al
igual que en otras regiones (Medellín y Pereira), el mayor porcentaje de gente
en soltería no indica necesariamente la presencia de población más joven. Las
pirámides de población y las tasas de dependencia muestran patrones que
problematizan esta hipótesis: se trata de opciones de soltería en los grupos de
edades que oscilan entre 15 y 49 años para mujeres y hombres especialmente
en el caso de Bogotá, y en menor medida en Medellín y Pereira.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 201
Las regiones del Pacífico (Quibdó y Buenaventura) y el total nacional resto
presentan las tasas más altas de unión libre. En estos contextos sí es necesario
tener en cuenta el efecto de sobrejuventud de la población. Obsérvense, por
ejemplo, las altísimas tasas de personas solteras en Quibdó y Buenaventura
(véase Tabla n.o 9).
El patrón de conyugalidad analizado explica de algún modo —para algunas
regiones— las altas tasas de jefatura femenina de la población negra, sobre
todo en el Pacífico (Quibdó y Buenaventura y la zona rural) y, en general, tasas
mayores que las de la población no étnica como se analizó anteriormente, con
algunos matices (véase Tabla n.o 3).

Tabla 8
Porcentaje de población con alguna discapacidad y con hambre sobre
el total de población, desplazada sobre población migrante reciente, seg

% Población con discapacidad alguna % Población con hambre

Afrocolombiana No étnica Afrocolombiana No


Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujer

Bogotá 4,9% 4,5% 4,7% 5,1% 5,0% 5,0% 9,3% 9,1% 9,2% 4,8% 4
Cali 7,5% 7,5% 7,5% 6,4% 6,3% 6,4% 7,3% 7,5% 7,4% 3,7% 3
Pereira 7,0% 6,9% 6,9% 6,2% 5,9% 6,0% 8,6% 8,5% 8,6% 4,4% 4
Medellín 6,6% 5,8% 6,2% 5,7% 5,1% 5,4% 10,8% 11,1% 11,0% 6,6% 6
Total nacional
6,6% 6,6% 6,6% 5,9% 5,7% 5,8% 13,1% 12,6% 12,8% 5,9% 5
cabecera
Cartagena 5,7% 5,7% 5,7% 5,5% 5,5% 5,5% 16,0% 15,7% 15,8% 9,0% 8
Archipiél. San
6,6% 7,4% 7,0% 4,0% 4,5% 4,2% 7,3% 7,7% 7,5% 4,7% 5
Andrés y Prov.
Total nacional 6,8% 6,8% 6,8% 6,6% 6,2% 6,4% 14,5% 14,1% 14,3% 6,4% 5

Buenaventura 7,2% 7,7% 7,5% 7,0% 6,5% 6,8% 21,5% 21,5% 21,5% 10,1% 9

Quibdó 6,4% 7,1% 6,7% 7,0% 8,0% 7,5% 12,4% 11,8% 12,1% 3,9% 3
Total nacional
7,4% 7,3% 7,4% 8,9% 8,4% 8,6% 18,6% 18,3% 18,4% 7,1% 7
resto
Fuente: DANE, Censo de 2005 (Cálculos de los autores)

202 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Porcentaje de hogares con cinco tipos de servicios
Aunque ya se había analizado el dato de personas en situación de pobreza
por nbi, que sirvió para mostrar algunos patrones básicos de diferenciación
socioeconómica entre las dos poblaciones y las 8 regiones, presentamos en la
Tabla n.o 10 una información más desagregada que trae algunos indicadores
que forman parte del nbi (energía eléctrica, acueducto y alcantarillado); estos
permiten observar mejor las desigualdades, pero ahora de acuerdo al tipo de
información disponible a escala del hogar según grupo étnico-racial.
Para todos los indicadores (5), en general, los hogares afrocolombianos pre-
sentan mayores porcentajes de carencias que los hogares no étnicos, con varias

bre
nte, según sexo; y tasa de dependencia juvenil de la población desplazada
% Población desplazada sobre total de población
bre Tasa de dependencia juvenil
migrante reciente
población desplazada
No étnica Afrocolombiana No étnica
bres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Afrocolombiana No étnica

,8% 4,5% 4,6% 3,6% 3,0% 3,3% 2,1% 1,9% 2,0% 0,32 0,41
,7% 3,5% 3,6% 3,6% 3,6% 3,6% 2,8% 2,6% 2,7% 0,44 0,37
,4% 4,1% 4,2% 10,6% 10,6% 10,6% 3,2% 3,2% 3,2% 0,47 0,43
,6% 6,5% 6,5% 4,9% 4,6% 4,8% 4,0% 3,8% 3,9% 0,45 0,38

,9% 5,7% 5,8% 5,8% 5,6% 5,7% 3,4% 3,1% 3,2% 0,48 0,44

,0% 8,8% 8,9% 3,7% 3,4% 3,6% 3,4% 3,1% 3,3% 0,39 0,31

,7% 5,0% 4,8% 2,8% 2,6% 2,7% 2,9% 2,4% 2,7% 0,31 0,35

,4% 5,9% 6,1% 7,0% 6,8% 6,9% 3,9% 3,6% 3,7% 0,51 0,46

,1% 9,2% 9,6% 12,8% 12,3% 12,5% 7,4% 7,1% 7,3% 0,60 0,43

,9% 3,5% 3,7% 15,0% 12,5% 13,7% 4,5% 5,0% 4,7% 0,54 0,36

,1% 7,3% 7,2% 11,3% 11,4% 11,4% 7,4% 7,2% 7,3% 0,57 0,51

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 203
observaciones: Bogotá y San Andrés Islas presentan una excepción respecto
al acueducto, en razón de que en el primer caso los porcentajes entre las dos
poblaciones son similares y en el segundo la ausencia del servicio afecta más a
los hogares no étnicos en términos porcentuales. Esto explica el mayor nbi para
la población no étnica en esta región además de mayor hacinamiento crítico,
como se advirtió antes. Respecto al servicio de gas natural, para Cali, Pereira
y el total nacional resto las tasas son muy similares entre las dos poblaciones,
aunque en el total nacional resto dicha tasa es ligeramente superior. En cualquier
caso, más del 95% de las dos poblaciones carece de dicho servicio. Del mismo
modo, San Andrés Islas revela un mayor porcentaje de hogares no étnicos sin
servicio de telefonía fija (véase Tabla n.o 10).
El otro ángulo del análisis son las diferencias regionales de los hogares, sean
afrocolombianos o no étnicos. Bogotá es la región con los menores porcentajes
de ausencia de servicios; le siguen las principales regiones urbanas consideradas
aquí (Medellín, Cali, Pereira). A partir del total nacional cabecera, Cartagena,
el total nacional y el mismo Departamento de San Andrés Islas, se disparan
los porcentajes (véase Tabla n.o 10); sin embargo, los más altos se encuentran
—obviamente— en Quibdó, Buenaventura y en el total nacional resto (zona
rural). Estas diferencias corroboran los efectos de los contextos regionales en las
dos poblaciones y revelan una heterogeneidad en el interior de ellas al tiempo
que se mantienen las desigualdades entre la población afrocolombiana y la no
étnica respecto a los servicios básicos a los que tienen alcance incluso en una
región como Bogotá, en donde las desigualdades en el acceso a determinados
servicios son las más reducidas.

Conclusiones sobre los componentes sociodemográficos y


socioeconómicos
El análisis precedente se ha apoyado en una metodología estadística des-
criptiva a partir de la comparación de 40 indicadores y de la descripción de
11 pirámides poblacionales yuxtapuestas. Esta perspectiva tiene como objetivo
presentar los factores sociodemográficos y socioeconómicos de las desigual-
dades sociales entre las poblaciones afrocolombiana y no étnica, que son el
resultado de procesos históricos de larga duración desde el largo período de la
esclavitud y las condiciones históricas en que se dio el período post esclavista
hasta nuestros días.

204 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Los análisis de las pirámides de población, las tasas de dependencia, razón de
hijos menores de 5 años por mujeres en edad fértil, fecundidades específicas para
dos grupos de edad, tgf, tamaños promedio del hogar, tasa de jefatura femenina,
tmi y esperanza de vida al nacer en años nos han permitido describir las condi-
ciones de mayor vulnerabilidad demográfica en interacción con las condiciones
de vida de la gente negra en el país. Sin embargo, esas desigualdades no son
similares ni en las ocho regiones ni en los totales de escalas nacional, cabecera y
resto. Bogotá es un caso interesante de migración selectiva de población negra
que se comporta de manera distinta a las demás regiones del país; es posible que
Pereira se acerque un poco a esta situación, pero no alcanza a tener la intensidad
selectiva que se presenta en la capital del país.
Los diferenciales en años de vida entre la población afrocolombiana y la no étnica
constituyen el mejor indicador sociodemográfico que agrega los demás indicado-
res de este tipo, incluyendo los de condiciones de vida. A pesar de las variaciones
regionales, los valores para los totales nacional, nacional cabecera y nacional resto
revelan una fuerte desigualdad en contra de la gente negra en el país. Ahora bien,
en términos de las regiones, Cali y Cartagena muestran la mayor diferencia en años
de vida al contrastar el indicador de esperanza de vida entre las dos poblaciones
para ambos sexos y el total, seguidas de Quibdó, Medellín y Buenaventura. En ese
sentido, son las dos regiones que muestran la mayor desigualdad medida por este
tipo de indicador. En cambio, San Andrés Islas y Bogotá presentan los menores
diferenciales respecto a años de vida entre las dos poblaciones. Pereira tiene un
valor moderado, más cercano a Medellín y Buenaventura.
Previo al análisis anterior, se había procedido a contextualizar las 8 regiones
según los indicadores sintéticos de icv y nbi. Por fortuna, el segundo permitía
una diferenciación según grupo étnico-racial; gracias a ello permitió un orden
expositivo y una jerarquización de desigualdades a través del índice de nbi se-
gún porcentaje de personas en situación de pobreza. Aún en Bogotá —aunque
con menor amplitud—, el porcentaje de gente negra en situación de pobreza
por nbi es mayor. El único caso excepcional se halla en el departamento de San
Andrés Islas. Este último presenta un comportamiento distinto para varios de
los indicadores presentados, lo que muestra la solidez de los resultados cuando
se observan las variaciones regionales.
Las tasas de analfabetismo, las asistencias escolares y el contraste entre la
población sin ningún nivel educativo y la que tiene algún nivel de educación

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 205
Tabla 9
Tres condiciones de estado civil (soltero, casado y unión libre) según sexo

Afrocolombiana
% población soltera % población casada % población unión libre
Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres To
Bogotá 43,6% 46,5% 45,1% 19,6% 15,5% 17,5% 31,7% 26,9% 29
Cali 50,0% 49,4% 49,7% 16,7% 14,0% 15,2% 28,5% 24,0% 26
Pereira 48,4% 46,4% 47,4% 20,8% 17,8% 19,2% 25,1% 21,4% 23
Medellín 49,7% 50,4% 50,1% 22,9% 18,7% 20,7% 22,4% 18,2% 20
Total nacional
49,3% 46,4% 47,8% 17,1% 15,1% 16,1% 29,3% 26,7% 27
cabecera
Cartagena 47,4% 40,8% 44,0% 18,3% 17,3% 17,8% 30,1% 28,8% 29
Archipiél. San
49,3% 46,1% 47,7% 22,7% 21,3% 22,0% 23,6% 21,8% 22
Andrés y Prov.
Total nacional 49,0% 44,6% 46,8% 16,1% 14,9% 15,5% 30,7% 29,4% 30

Buenaventura 53,3% 48,4% 50,7% 10,0% 9,3% 9,6% 33,5% 32,0% 32

Quibdó 59,1% 55,0% 56,8% 10,0% 8,9% 9,4% 28,7% 25,4% 26


Total nacional
48,2% 38,9% 43,8% 13,3% 14,0% 13,6% 34,6% 38,0% 36
resto
Fuente: DANE, Censo de 2005 (Cálculos de los autores)

superior indican fuertes desigualdades en contra de la población afrocolom-


biana en siete de las ocho regiones y en los totales nacional, nacional cabecera
y nacional resto; en el caso de San Andrés Islas no se pudieron encontrar esos
mismos diferenciales.
Los datos sobre posición ocupacional y coberturas en salud y pensiones
revelan un asalariamiento dominante entre la gente negra (mujeres y hom-
bres). Sin embargo, se detecta de forma indirecta que se trata en su gran
mayoría de empleos precarios con una fuerte informalidad, al mostrarse un
desfase entre la condición asalariada y las bajas tasas de cobertura en salud
contributiva, por un lado, y mayores en salud subsidiada, por el otro, al igual

206 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


gún sexo

No étnica
bre % población soltera % población casada % población unión libre
Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total
% 29,3% 46,0% 42,4% 44,1% 25,9% 23,7% 24,7% 22,4% 20,2% 21,2%
% 26,1% 47,6% 42,6% 44,9% 24,0% 21,9% 22,8% 22,2% 20,0% 21,0%
% 23,2% 47,6% 40,9% 44,1% 25,3% 23,7% 24,5% 20,3% 18,4% 19,3%
% 20,2% 49,8% 46,0% 47,7% 29,3% 25,9% 27,5% 15,0% 13,2% 14,0%

% 27,9% 47,7% 43,0% 45,2% 25,0% 23,1% 24,0% 21,9% 20,1% 21,0%

% 29,4% 47,9% 41,9% 44,7% 24,3% 22,3% 23,2% 23,5% 22,3% 22,8%

% 22,7% 43,1% 37,9% 40,4% 22,9% 22,1% 22,5% 29,8% 29,5% 29,6%

% 30,0% 48,0% 42,0% 44,9% 24,4% 23,4% 23,9% 22,4% 21,5% 21,9%

% 32,7% 42,9% 38,0% 40,5% 21,1% 21,1% 21,1% 31,4% 30,0% 30,7%

% 26,9% 42,8% 36,5% 39,9% 24,6% 25,3% 24,9% 28,6% 28,1% 28,4%

% 36,2% 48,7% 37,9% 43,7% 24,0% 27,4% 25,6% 22,4% 25,0% 23,7%

que menores afiliaciones al sistema de pensiones. Aún en una ciudad como


Bogotá se observa este fenómeno.
La población afrocolombiana está más expuesta a condiciones de discapacidad,
hambre y desplazamiento que la no étnica, aunque con importantes variaciones
por regiones. Los datos confluyen de forma adecuada para entender fenómenos
como los que se están presentando en el Pacífico, de acuerdo al análisis de las
regiones de Quibdó, Buenaventura y el total nacional resto. En la población
negra de la zona rural del Pacífico el conflicto armado ha propiciado una altísima
vulnerabilidad demográfica con efectos de expulsión. Las altas tasas de jefatura
femenina en Quibdó son una sospecha comprobada al respecto.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 207
208
Tabla 10
Porcentaje de hogares con cinco tipos de servicios
(energía eléctrica, alcantarillado, acueducto, gas y telefonía fija)

% de hogares sin % de hogares sin % de hogares sin % de hogares si % de hogares


energía eléctrica alcantarillado acueducto gas natural sin telefonía fija
Afro No étnico Afro No étnico Afro No étnico Afro No étnico Afro No étnico
Bogotá 0,7 0,6 2,4 2,0 1,4 1,4 25,3 19,4 18,1 11,6
Cali 1,8 0,6 4,0 2,8 2,3 1,6 38,1 38,3 23,6 16,4
Pereira 1,1 0,5 6,4 5,2 3,4 2,4 68,6 67,0 29,7 21,9
Medellín 2,0 1,2 5,5 3,3 4,7 2,5 86,9 77,4 14,1 8,8
Total nacional cabecera 3,5 1,3 25,3 8,18 15,3 4,3 58,8 45,8 48,2 30,9
Cartagena 2,4 1,3 36,4 15,9 17,8 6,2 25,5 12,2 62,2 47,3
Archipiél.San Andrés y Prov. 1,8 0,7 90,3 85,0 48,0 58,4 NE NE 49,5 55,8
Total nacional 10,1 4,5 41,0 22,6 26,9 13,3 68,8 56,2 59,5 42,7
Buenaventura 10,2 2,7 42,3 21,3 25,2 10,2 NE NE 68,6 62,6
Quibdó 10,5 2,8 86,2 71,6 84,8 74,4 NE NE 60,9 51,1
Total nacional resto 28,4 17,2 84,0 80,4 58,7 49,2 96,5 97,8 91,2 90,0
Fuente: DANE, Censo de 2005 (cálculos de los autores)

Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Característica étnico-racial,
género y mercado laboral urbano
para algunas ciudades en Colombia
La sección anterior mostró la mayor vulnerabilidad sociodemográfica para la
población afrocolombiana que, se estima, tiene implicaciones importantes en
sus condiciones de vida inferiores; las estructuras de edades más jóvenes aso-
ciadas a sus comportamientos reproductivos reducen los ahorros en los hogares
afrocolombianos, a diferencia de los no afrocolombianos. En una economía de
mercado esto tiene como consecuencia una menor asignación de recursos para
la adquisición de estados y acciones, hecho que tiene efectos importantes en
la formación de capacidades para salir de la pobreza (véase Sen, 1988, 1999).
Esto se relaciona de manera directa con las mayores restricciones que enfrenta
la población afrocolombiana frente a la no afrocolombiana de disfrutar de un
buen estándar de vida; de hecho, la esperanza de vida al nacer es menor para
la población afrocolombiana que para la no afrocolombiana.
Estas características de la población afrocolombiana, normalmente asocia-
das con un cuadro de pobreza, han derivado a que sus condiciones de vida
se expliquen como un resultado normal del proceso de estratificación social,
como resultado de sus menores dotaciones en capital humano o como variables
asociadas a la productividad de los individuos (véase Blau & Duncan, 1967).
Lo anterior ha llevado a argumentar a algunos miembros del Gobierno Na-
cional —inclusive de organizaciones sociales afrocolombianas—, de manera
informal, que la población afrocolombiana está sobrediagnosticada y que ya es
un lugar común reportar las menores condiciones de vida de los individuos
afrocolombianos frente a los no afrocolombianos; por lo tanto, parecería un
hecho empírico que requiere poca investigación para efectos de implementación
de políticas públicas a favor de esta población.
Tales posiciones obvian la creciente y cada vez más imperiosa necesidad
de proveer una explicación exacta y comprensiva a las grandes disparidades
en términos de condiciones de vida de la población afrocolombiana frente
a la población no afrocolombiana, lo que en contraste sigue siendo un tema
controversial en otros países como Estados Unidos y Brasil, a pesar de su larga
tradición en la producción de estadísticas étnicas o raciales. A este respecto
llama la atención que este tipo de apreciaciones surjan en Colombia, si bien se

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 209
tiene presente la reciente incorporación de módulos de caracterización étnicos
o raciales en las Encuestas de Hogares y de Calidad de Vida.22
En segundo lugar, y es posible que sea lo más importante, se subvaloran
los mecanismos que fomentan tales desigualdades; es probable que no estén
necesariamente relacionados con los indicadores de condiciones de vida o ca-
racterísticas culturales que exhibe una población determinada. A este respecto,
la importancia del mercado laboral en la explicación de las desigualdades parece
crucial. Por un lado, en una economía de mercado la mayoría de personas ob-
tienen sus ingresos a partir de su participación en los mercados de trabajo. Por
otro lado, el mercado laboral se puede definir como un conjunto de arreglos
que ordena a los trabajadores de acuerdo a sus características y preferencias, y
los trabajadores intentan obtener los mejores trabajos que ellos pueden alcanzar
(Spalthe-Roth, 2007: 263). Si los resultados laborales solo se determinaran por
las características de capital humano y preferencias de las personas, entonces
ciertos atributos o características (por ejemplo, la característica étnico-racial y
el género) serían irrelevantes en la explicación de los resultados. Así, desde esta
perspectiva las diferencias en salarios, ocupaciones y modelos de empleo son el
resultado de las preferencias y diferencias en las características de capital humano
(habilidades) de las personas (Antonji & Blank, 1999: 3164).
No obstante, pareciera que las características institucionales —reglas de
juego que determinan la estructura de incentivos de las personas en la sociedad
(North, 1990)—, van a ser básicas en la explicación de los resultados. Una de las

22 La primera Encuesta de Hogares en incorporar un modulo de autoreconocimiento


étnico-racial y aplicada en el ámbito nacional fue la Encuesta Nacional de Hogares
etapa 110, realizada en Diciembre del año 2000 (ENH-110) mediante la utilización
de 4 fotografías; anteriormente la Universidad del Valle-cidse había aplicado sendas
encuestas de hogares para la ciudad de Cali en 1998 y 1999 que incorporaban un
modulo de caracterización racial (véase Barbary & Urrea, 2004). Después, la Encuesta
de Calidad de Vida realizada en el año 2003 (ECV-2003), implementó un modulo de
auto reconocimiento étnico-racial. Más adelante, la Encuesta Continua de Hogares del
segundo trimestre del año 2004 (ECH-II04) implementó el modulo piloto de autore-
conocimiento étnico-racial que posteriormente fue utilizado en el Censo de 2005. Por
último, desde el segundo semestre de 2006 se realiza la Gran Encuesta Integrada de
Hogares (geih), la cual involucra el mismo modulo de autoreconocimiento ético-racial
empleado en el Censo de 2005, aunque con resultados decepcionantes debido al tipo
de marco muestral que deja por fuera la población negra de estratos socioeconómicos
1 y 2, incluso en ciudades como Cali y Cartagena.

210 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


características institucionales en el mercado laboral que podría inducir peores
resultados para algunas personas podría ser la discriminación racial y de género.
La discriminación puede entenderse en dos direcciones:
1. Discriminación premercado, como desigualdad de oportunidades en la
adquisición de capacidades anterior a la participación en el mercado
laboral: menor cobertura y calidad en la educación y servicios de salud,
grandes brechas en el acceso a la educación universitaria, la segregación
residencial y económica que determina grandes diferencias en el am-
biente, en los barrios y en los hogares según grupo étnico o racial y que
determinan los incentivos de invertir en capital humano, etc.
2. Discriminación de mercado, como el trato diferencial en el mercado la-
boral para personas que son igualmente productivas sobre la base de sus
características observables como raza, etnia y género (Antonji y Blank,
1999: 3168).
La discriminación premercado y la discriminación de mercado tienen un pasado
de larga duración, cuando aún no existían mercados de trabajo en el sentido
capitalista. Las características del modelo socioeconómico y sociocultural
impuesto desde el período de la colonización europea del continente ameri-
cano —en el que millones de personas africanas fueron traídas como fuerza
de trabajo esclava— y las políticas de subordinación excluyente, después de
la abolición de la esclavitud, impulsadas en la mayoría de países en América
Latina, generaron una posición desventajosa para la población afrodescendiente
e indígena (Engerman & Sokoloff, 1997), una vez se logra el desarrollo de los
mercados de trabajo fruto del capitalismo, en especial en el siglo xx. Es decir,
el sistema capitalista no modifica las condiciones de desigualdad étnica-racial
de la herencia colonial y republicana y las reproduce bajo otras formas a través
de las dinámicas del mercado.
Sobre la base de las consideraciones anteriores y más allá de la poca in-
vestigación que han recibido las desigualdades socioeconómicas con respecto
a la característica étnico-racial de las personas en Colombia23, el estudio del
efecto de los atributos de los trabajadores (característica étnico-racial y género)
parecería importante en la explicación de los resultados en el mercado laboral
23 Una gran excepción la constituye los trabajos de: Barbary y Urrea (2004); Urrea,
Viáfara, Ramírez y Botero (2007); Urrea y Viáfara (2007); Viáfara (2007); Urrea y
Viáfara (2008).

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 211
y, desde aquí, de las desigualdades en términos de condiciones de vida entre
las poblaciones afrocolombiana y no afrocolombiana24.
Con todo, el objetivo de esta sección es proporcionar una explicación a las
menores condiciones de vida mostradas en la primera parte de este capítulo
entre la población afrocolombiana y no afrocolombiana, lo que es importante
como un sustento empírico (sin precedentes hasta ahora en el país) para la
aplicación de políticas de acción afirmativa a favor de la población afroco-
lombiana.
El argumento central es que la discriminación en el mercado laboral (discri-
minación de mercado) empuja a los afrocolombianos al fondo de la estructura
ocupacional o deprime sus salarios de manera tal que éstos se ven sobrerepre-
sentados entre los más pobres de la sociedad. A su vez, la discriminación pasada
contra los padres afecta las posibilidades de los hijos para formar capacidades
útiles para tener éxito en el mercado laboral (discriminación premercado); aun
así, los afrocolombianos que logran educarse encuentran un trato diferencial
sobre la base de su característica étnica o racial. Todo lo anterior crea un pro-
ceso de retroalimentación en el cual los hogares afrocolombianos tienen pocas
posibilidades de salir de la pobreza o lograr un ascenso social para aquellos
que han invertido en la formación de capital humano.
A continuación se describe el contenido de esta sección. En la primera parte
se hace precisión sobre el tipo de datos utilizado, lo que tiene implicaciones
para las ciudades consideradas en el análisis. En la segunda se hace un análisis
de los indicadores básicos del mercado laboral, inserción laboral según seg-
mento ocupacional y ramas de actividad económica, y por último por el tipo
de segmento según característica étnico-racial y género de las personas. En la
tercera se intenta develar si las desigualdades encontradas según característica
étnico-racial y género son el resultado de la desigualdad de oportunidades en
el desarrollo de talentos o habilidades (discriminación premercado) o si, por
el contrario, son el resultado de un trato desigual e injusto en el mercado
laboral (discriminación de mercado). Esto último debería constituirse en una
guía para la aplicación de políticas de acción afirmativa en Colombia a favor
de la población afrocolombiana.

24 Véanse Barbary y Estacio (2005); Viáfara (2005); Viáfara (2006); Viáfara y Urrea
(2006); Díaz y Forero (2006); Romero (2007); Urrea y Viáfara (2007); Viáfara
(2008).

212 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


El tipo de datos utilizado
En este capítulo, la fuente de datos utilizada es la Encuesta Continua de
Hogares (ech) del segundo semestre de 2004. Dicha encuesta incluye las ca-
racterísticas generales de la población, un modulo de fuerza de trabajo (empleo
principal, subempleo, empleo secundario, desocupados e inactivos) y un modulo
de autorreconocimiento étnico-racial. Dadas las restricciones en el muestreo de
la ech, para el tipo de análisis que nos interesa en términos del mercado laboral
nos restringimos a las trece áreas metropolitanas más importantes del país25. Lo
anterior implica que en esta sección solo podemos tener un análisis del mercado
laboral para Medellín, Bogotá, Cartagena, Pereira, Cali y el promedio de las
trece áreas metropolitanas. Desafortunadamente, no puede realizarse este tipo
de análisis en ciudades como Quibdó, Buenaventura y el departamento de San
Andrés Islas (Archipiélago), ya sea porque el marco muestral no les asigna un
peso representativo como unidades separadas o porque no las incluye.

Indicadores básicos del mercado laboral según característica


étnico-racial y género en Colombia
La Tabla n.o 11 muestra un conjunto de indicadores estándar del mercado
laboral según característica étnico-racial y género. Los resultados exhiben dife-
renciales apreciables entre personas afrocolombianas y no afrocolombianas.
La participación laboral de la población afrocolombiana en el mercado
laboral es mayor que la participación laboral de la población no afrocolombia-
na para el promedio de las trece áreas metropolitanas y para cada una de las
ciudades de estudio. A este respecto, los hombres y mujeres afrocolombianos
muestran mayor participación laboral (73,9% y 57,1%, respectivamente) en
comparación con sus congéneres no afrocolombianos (71,5% y 53,7%, res-

25 De acuerdo al dane, un área metropolitana se define como una gran concentración de


población. Un área de 100.000 o más habitantes con una ciudad de importancia como
centro focal, además de las zonas limítrofes a la ciudad que están social y económica-
mente integrada a ella. La Encuesta Nacional de Hogares de Junio de 2004 contiene
información para trece ciudades y áreas metropolitanas. Las ciudades corresponden a
Ibagué, Montería, Cartagena, Villavicencio, Pasto y Bogotá, mientras las áreas metro-
politanas analizadas son Medellín-Valle de Aburrá; Cali-Yumbo; Barranquilla-Soledad;
Bucaramanga-Girón-Piedecuesta-Floridablanca; Manizales y Villa María, Pereira-Dos
Quebradas-La Virginia; y Cúcuta-Villa del Rosario-Los Patios-El Zulia. El concepto
de ciudad o área metropolitana se considera de manera indistinta en este capítulo.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 213
Tabla 11
Participación en la fuerza de trabajo, empleo y tasa de desempleo,
por ciudad, característica étnico-racial y género, 2004
Ciudad, condición étnica Estatus de empleo para población mayor de 12 años (porcentajes)
racial y género En la fuerza de trabajo Empleado Desempleado
Trece áreas 61,9 52,1 9,8
No afrocolombiano 61,7 52,0 9,7
Mujer 53,7 44,1 9,6
Hombre 71,5 61,5 10,0
Afrocolombiano 64,6 54,1 10,6
Mujer 57,1 45,6 11,5
Hombre 73,9 64,6 9,3
Medellín 60,3 51,0 9,3
No Afrocolombiano 60,2 51,0 9,2
Mujer 51,3 42,3 9,0
Hombre 71,4 62,0 9,4
Afrocolombiano 62,9 51,5 11,5
Mujer 54,0 42,9 11,1
Hombre 73,7 61,8 11,9
Bogotá 64,0 54,1 9,9
No Afrocolombiano 63,6 53,9 9,7
Mujer 57,3 47,8 9,5
Hombre 71,3 61,3 10,0
Afrocolombiano 79,0 65,9 13,1
Mujer 72,4 57,7 14,8
Hombre 87,4 76,3 11,0
Cartagena 51,5 43,6 7,9
No Afrocolombiano 49,9 42,6 7,3
Mujer 38,5 30,4 8,0
Hombre 63,9 57,4 6,5
Afrocolombiano 54,3 45,5 8,9
Mujer 43,4 32,3 11,1
Hombre 67,4 61,3 6,1
Pereira 60,7 49,9 10,8
No Afrocolombiano 60,5 49,5 11,0
Mujer 49,9 40,2 9,7
Hombre 73,2 60,7 12,5
Afrocolombiano 62,5 53,6 8,8
Mujer 50,7 43,1 7,6
Hombre 74,9 64,8 10,1
Cali 64,3 54,8 9,5
No Afrocolombiano 63,4 54,4 9,1
Mujer 54,4 45,7 8,7
Hombre 74,1 64,6 9,5
Afrocolombiano 67,3 56,3 11,0
Mujer 62,5 50,9 11,6
Hombre 73,9 63,7 10,1
Fuente: ECH, junio de 2004 (cálculos de los autores)

214 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


pectivamente), para el promedio de las trece ciudades y áreas metropolitanas; la
única excepción es la ciudad de Cali, donde los hombres no afrocolombianos
presentan una participación ligeramente superior que los afrocolombianos.
Una característica importante es que los diferenciales entre afrocolombianas
y no afrocolombianos, en general, son más fuertes entre las mujeres que entre
los hombres. Por último, Bogotá es la ciudad en donde la participación laboral
de los afrocolombianos es más alta, seguida en orden descendente por Cali,
Medellín, Pereira y Cartagena; estas últimas tres ciudades muestran una tasa de
participación laboral por debajo del promedio de las trece áreas metropolitanas
para los afrocolombianos.
La mayor participación de los afrocolombianos en el mercado laboral podría
estar relacionado con varias características: mayor vulnerabilidad sociodemográ-
fica, altas tasas de analfabetismo e inasistencia escolar, lo cual conlleva ingresos
insuficientes, entre otros factores de igual importancia. Esto representa un mayor
esfuerzo que se hace en los hogares afrocolombianos por reducir del riesgo de
caer en situación de pobreza o de indigencia (véase Moser, 1998).
El resultado anterior resultado es similar al encontrado en el estudio de Urrea y
Viáfara (2007); allí se muestra que para los hogares afrocolombianos e indígenas
el efecto de la participación laboral es mayor frente a los no afrocolombianos, en el
riesgo relativo de caer en situación de pobreza e indigencia en Colombia en el año
2003. Es decir, esto denota que los grupos étnico-raciales hacen mayor uso de su
único activo, «fuerza de trabajo», para sobreponerse a situaciones de vulnerabilidad,
entendida esta como el riesgo de caer en situaciones socioeconómicas y sociodemo-
gráficas inferiores, y con ello tener acceso a los requerimientos en la estructura de
oportunidades que dan acceso al bienestar (véase Katzman, 2002). Por otro lado,
también podrían ser de especial relevancia las características regionales de los mer-
cados de trabajo; obsérvese que en Bogotá los afrocolombianos ostentan las mayores
tasas de participación laboral y los diferenciales más grandes con respecto a los no
afrocolombianos. De hecho, este resultado podría sustentarse por la presencia de una
migración selectiva entre los afrocolombianos hacia esa ciudad, hecho que puede
estar relacionado con las mejores condiciones de vida y posibilidades educativas y
laborales de Bogotá en comparación con otras ciudades del país.
En concordancia con el aumento de la participación, las tasas de ocupación son
más altas, en general, para los afrocolombianos que para los no afrocolombianos.
Bogotá es la ciudad que ostenta el porcentaje más alto de afrocolombianos em-

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 215
pleados en comparación con los que están buscando empleo o ya se encuentran
trabajando; luego, en orden descendente, se encuentran Cali, Medellín, Pereira
y Cartagena. Llama la atención que la diferencia en el porcentaje de empleados
correspondiente a 2,1 puntos porcentuales (diferencia entre el porcentaje de
empleados afrocolombianos, 54,1% y no afrocolombiano, 52%), sea menor
que la diferencia en la tasa de participación entre individuos afrocolombianos y
no afrocolombianos para el promedio de las trece áreas metropolitanas, corres-
pondientes a 2,9 puntos porcentuales (diferencia entre la participación laboral
de afrocolombianos, 64,6%, y la misma en la población no afrocolombiana,
61,7%) y en la mayoría de las ciudades; además, cabe destacar que Pereira es la
única ciudad que presenta diferenciales más grandes —y a favor de los afroco-
lombianos— en el porcentaje de empleados frente a los que participan.
Esto se podría explicar por los factores de oferta y demanda que están implí-
citos en la tasa de participación y en la tasa de ocupación26: los afrocolombianos
presentan una mayor participación, esto derivado de sus características sociodemo-
gráficas, hecho que acarrea grandes brechas étnico-raciales en la oferta de trabajo;
si las brechas en el porcentaje de ocupados27 no guardan tal proporción, es muy
probable que la demanda de trabajadores sea menor para los afrocolombianos
que para los no afrocolombianos.
La última columna de la Tabla n.o 11 muestra el porcentaje de desemplea-
dos28. En primer lugar, se observa que en promedio para el agregado de las trece
áreas metropolitanas y ciudades, las tasas de desempleo son más altas (8,3%)
para los afrocolombianos que para los no afrocolombianos29. En segundo lugar,

26 La tasa de ocupación, de acuerdo a la definición del dane, corresponde a la relación


porcentual entre la población ocupada (oc) y el número de personas que integran la
población en edad de trabajar (pet).
27 De acuerdo a los datos de la Tabla n.o 11, el porcentaje de ocupados corresponde a la
tasa de ocupación.
28 Este indicador no corresponde en estricto a la tasa de desempleo que el dane calcula y
pública de forma periódica. Esta tasa de desempleo tiene como denominador la Pobla-
ción en Edad de Trabajar (pet), mientras que el indicador usual involucra la Población
Económicamente Activa (pea). Por ello estas tasas son menores a las publicadas por el
dane para similar período. Un indicador similar es usado en el estudio de Spalter-Roth
y Lowenthal (2005).
29 Este indicador corresponde a la diferencia en términos porcentuales entre las dos tasas,
pero ponderando por una de ellas:

216 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


las mujeres afrocolombianas tienen tasas de desempleo más altas (20,7%) que
las no afrocolombianas, mientras que las tasas de desempleo de los hombres
afrocolombianos son menores (-6,4%) que las de los hombres no afrocolom-
bianos. En tercer lugar, de acuerdo a las áreas y ciudades analizadas, Bogotá
es la ciudad donde las diferencias en las tasas de desempleo son más altas para
los afrocolombianos (35,4%), seguida en orden descendente por Medellín,
Cali y Cartagena. Pereira es la única ciudad que presenta tasas de desempleo
menores para los afrocolombianos, en general. En cuarto lugar, los diferenciales
en las tasas de desempleo de las mujeres afrocolombianas frente a las mujeres
no afrocolombianas son más altos que para los hombres afrocolombianos en
comparación con los hombres no afrocolombianos. En quinto lugar, la tasa de
desempleo de las mujeres afrocolombianas frente a los no afrocolombianas es
55,4% más alta en Bogotá, 38,2% más alta en Cartagena, 32,6% más alta en
Cali y 23,4% más alta en Medellín. En sexto lugar, a pesar que para el promedio
de las trece áreas metropolitanas los hombres afrocolombianos muestran tasas
de desempleo más bajas que los no afrocolombianos, la tasa de desempleo de
los primeros es más alta en Medellín (inclusive un diferencial más alto que para
las mujeres afrocolombianas), Cali y Bogotá.
Los anteriores resultados básicos del mercado laboral para las áreas y ciudades
de estudio indican que la demanda de trabajo no cubre por completo la oferta
de trabajadores(as) afrocolombianos. Esto es más significativo en el caso de las
mujeres afrocolombianas, cuyas tasas de desempleo son substancialmente más
altas que las de las mujeres no afrocolombianas en mercados laboralmente más
competitivos como los de Bogotá, Medellín y Cali.
Esto muestra que los afrocolombianos(as) encuentran más dificultades para
vincularse al mercado de bienes y servicios. Una de esas dificultades podría
estar relacionada con su mayor vulnerabilidad sociodemográfica, que limita sus
posibilidades en la adquisición de educación y habilidades para participar con
igualdad de oportunidades en el mercado laboral. Otra dificultad para el acceso
al mercado laboral podría estar producida en la discriminación por característica
étnico-racial y de género, que afectaría en mayor medida a los afrocolombianos
que realizan mayores esfuerzos en la adquisición de educación y habilidades,
pero que no se valoran igual que la población no afrocolombiana por parte de
los empleadores (véanse Becker, 1957; Arrow, 1972; Kirschenman, Moss &
Tilly, 1995).

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 217
En este sentido, no es circunstancial que la brecha en las tasas de desempleo
entre afrocolombianos y no afrocolombianos sea más amplia en una ciudad como
Bogotá, donde se presume que hay una mayor competencia por los puestos de
trabajo, a pesar de que se trata de una población selecta entre los afrocolom-
bianos que ha realizado, en promedio, mayores esfuerzos en la adquisición de
credenciales educativas que la misma población de otras ciudades del país. En
suma, esto sugeriría que el mercado laboral en Colombia no es «neutral» de
acuerdo a la característica étnico-racial y género para quienes participan en la
actividad laboral.
Los datos de la inserción laboral según segmento ocupacional podrían ser un
importante indicador de disparidades étnico-raciales y de género en el mercado
laboral de Colombia. La elección del segmento ocupacional como indicador
de inserción ocupacional descansa en la importancia que tienen los sectores
formales e informales en los países en vías de desarrollo en comparación con
las economías desarrolladas (véase Harris & Todaro, 1970), y sus implicacio-
nes en las condiciones de vida de los individuos que participan en uno u otro
segmento30. Si el mercado laboral no es «neutral» según características étnico-
raciales y de género, los afrocolombianos —en especial las mujeres— podrían
verse sobrerepresentados en el segmento menos aventajado —el informal—,
hecho que acarrearía implicaciones importantes en sus condiciones de vida y
en las de sus familias.
La Tabla n.o 12 muestra la distribución de la población ocupada por ciudad,
característica étnico-racial y de género según segmento ocupacional. De esta
tabla se puede destacar lo siguiente:
1. En el ámbito general, se observa que el 56,6% de los colombianos que
vivían en las áreas metropolitanas y ciudades analizadas obtenían sus
ingresos a partir de su participación en actividades informales31; no

30 Es importante aclarar que aunque la teoría de la segmentación ha sido la más utilizada


para analizar la desigualdades raciales en el mercado laboral en los Estados Unidos
(Flanagan, 1973), debido a las características del mercado laboral en un país como
Colombia, se construyó una clasificación de trabajadores informales y formales pero
controlando por tamaño de la empresa (ver, Uribe & Ortiz, 2006); esta construcción
difiere ostensiblemente de los segmentos primarios y secundarios clásicos en los estudios
de segmentación (ver, Piore, 1983; Reich, Gordón & Edwards, 1973).
31 La población ocupada en el sector informal o en actividades informales corresponden a
las personas que trabajan como asalariadas en establecimientos, negocios o empresas que

218 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


obstante, la tasa de informalidad de los afrocolombianos es 20,9% más
grande que para los no afrocolombianos.
2. Los diferenciales en las tasas de informalidad son más grandes para las
mujeres que para los hombres afrocolombianos; ello es consistente con
las mayores tasas de desempleo de las mujeres afrocolombianas.
3. Las mujeres afrocolombianas, en especial, se ven sobrerepresentadas
como trabajadoras unipersonales; luego, en orden descendente, en las
famiempresas y en las microempresas.
4. Cartagena es la ciudad que tiene la mayor proporción de afrocolombia-
nos en actividades informales, en referencia a las ciudades analizadas. En
esta ciudad el 77,6% de los afrocolombianos son informales: personas
afrocolombianas en Cartagena que se caracterizan por ser trabajadores
unipersonales corresponden al 68,5%; en famiempresas el 6,0%; y en
microempresas el 3,1%.
5. Pereira es la única ciudad donde la tasa de informalidad de los afroco-
lombianos es más pequeña que para los no afrocolombianos, aunque
esto solo es válido para los hombres.
6. Bogotá muestra una menor participación de afrocolombianos como
trabajadores unipersonales (20,4%) en comparación con otras ciudades
del país. Al mismo tiempo, ostenta la mayor tasa de participación de
afrocolombianos en microempresas, en especial de las mujeres, lo que
podría estar asociado a su participación en el comercio al por menor en
restaurantes de comida del Pacífico y otras actividades relacionadas.
7. Medellín muestra una importante participación de afrocolombianos en
famiempresas.
8. Como reflejo de la mayor informalidad en el trabajo, la participación
de los afrocolombianos en el sector formal de la economía es menor
en comparación con los no afrocolombianos (32,7%, frente a 44,3%,

ocupen hasta diez personas en todas sus agencias y sucursales; segundo, a los empleados
del servicio doméstico y los trabajadores familiares sin remuneración; tercero, los traba-
jadores por cuenta propia, excepto los trabajadores independientes profesionales como
médicos, abogados, odontólogos, ingenieros, etc.; y cuarto, los patronos o empleadores
que ocupen hasta 10 trabajadores. Se excluyen de este sector los obreros y empleados del
gobierno. En este caso corresponden a los trabajadores unipersonales, en famiempresas o
microempresas.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 219
respectivamente)32. No obstante, los diferenciales son más grandes en
contra de las mujeres afrocolombianas en comparación con sus congé-
neres no afrocolombianas.
9. La brecha en la inserción en empleos formales para las mujeres afrocolom-
bianas es más grande en Cartagena, seguida de Bogotá; Medellín y Cali.
10. Incluso en Pereira donde, en promedio, los afrocolombianos tienen una
tasa de formalidad más pequeña, las mujeres afrocolombianas presentan
una menor formalidad que las mujeres no afrocolombianas.
11. A excepción de Pereira y Medellín, los diferenciales según característica
étnico-racial en la tasa de informalidad son más grandes para los indi-
viduos que trabajan en el sector formal pequeño que para aquellos que
laboran en el formal grande.
Los resultados de la Tabla n.o 12 muestran un mayor y desproporcionado
porcentaje de trabajadores afrocolombianos en el sector informal de la economía
y en calidad de trabajadores unipersonales. Este tipo de trabajos se relaciona
mayormente con actividades de «rebusque» en el comercio al por menor, ela-
boración de alimentos, artesanías y actividades relacionadas con el servicio do-
méstico y cuidado de niños y ancianos (para el caso colombiano, véanse Viáfara,
2005; Viáfara & Urrea, 2006; para el caso de Estados Unidos véase Conrad,
2001). Una característica de este tipo de actividades son los bajos salarios,
ausencia de aseguramiento en salud, accidentes y pensiones y muy limitadas
posibilidades de promoción en sus carreras laborales. La sobreparticipación
de afrocolombianos en este tipo de actividades genera una especie de «nichos
étnicos» que funcionan de tal modo que los lazos o redes relacionales inducen
a una retroalimentación de afrocolombianos en las mismas actividades y desde
aquí podrían afectar las preferencias y elecciones de los individuos hacia este
tipo de trabajos (véase Hum, 2000).

32 La población ocupada en el sector formal corresponde a las personas que se encuentran


empleados en establecimientos que reúnen las siguientes características: empresas con
más de 10 trabajadores; establecimientos de hasta 10 trabajadores, por cuenta propia
o patronos y asalariados que sean profesionales o tecnólogos. En este mismo sentido,
si la empresa o establecimiento catalogado como formal emplea hasta 50 trabajadores,
o bien es un profesional independiente o tecnólogo, se cataloga como formal pequeño;
el resto de trabajadores se inscribe en el sector formal grande.

220 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Tabla 12
Distribución de la población ocupada por segmento ocupacional
por ciudad, característica étnico-racial y de género, 2004
Ciudad, condición Segmento laboral
étnica racial y género Unipersonal Famiempresa Microempresa Formal grande Formal pequeño
Trece áreas 27,3 22,8 6,5 38,4 5,0
No Afrocolombiano 26,1 23,1 6,5 39,2 5,1
Mujer 29,8 21,1 5,9 38,4 4,8
Hombre 23,0 24,8 7,1 39,8 5,4
Afrocolombiano 41,3 19,3 6,7 29,4 3,3
Mujer 49,2 15,5 6,2 26,8 2,3
Hombre 34,4 22,7 7,2 31,7 4,1
Medellín 23,7 22,5 6,6 42,5 4,9
No Afrocolombiano 23,5 22,1 6,7 42,9 4,9
Mujer 26,9 21,0 6,2 41,9 4,2
Hombre 20,6 23,1 7,1 43,8 5,5
Afrocolombiano 26,7 27,7 4,7 36,1 4,8
Mujer 42,0 22,7 3,9 28,9 2,5
Hombre 13,9 32,0 5,4 42,0 6,7
Bogotá 20,4 22,8 6,5 45,0 5,3
No Afrocolombiano 20,1 23,0 6,3 45,3 5,4
Mujer 23,5 21,2 6,4 43,7 5,2
Hombre 16,8 24,7 6,2 46,8 5,6
Afrocolombiano 29,3 15,9 14,9 36,4 3,5
Mujer 38,2 10,3 19,3 32,3  
Hombre 20,7 21,3 10,7 40,4 6,9
Cartagena 54,0 7,6 5,0 27,1 6,3
No Afrocolombiano 45,6 8,5 6,1 31,5 8,3
Mujer 39,8 9,2 6,2 37,2 7,6
Hombre 49,4 8,1 6,0 27,8 8,7
Afrocolombiano 68,5 6,0 3,1 19,4 3,0
Mujer 65,4 7,4 2,9 22,6
Hombre 70,4 5,2 3,2 17,5 3,7
Pereira 28,8 24,8 6,8 36,4 3,2
No Afrocolombiano 28,3 25,3 6,9 36,3 3,2
Mujer 34,2 21,4 5,3 36,5 2,7
Hombre 23,7 28,4 8,1 36,1 3,7
Afrocolombiano 33,2 19,7 6,5 36,6 4,1
Mujer 52,1 7,6 4,9 31,7 3,7
Hombre 19,9 28,3 7,5 40,0 4,3
Cali 28,5 25,1 7,0 35,6 3,9
No Afrocolombiano 26,4 25,5 7,1 36,8 4,2
Mujer 33,6 22,1 5,3 35,2 4,0
Hombre 20,3 28,5 8,6 38,2 4,4
Afrocolombiano 35,1 23,7 6,8 31,8 2,6
Mujer 47,6 17,8 4,2 27,2 3,1
Hombre 21,3 30,2 9,6 36,8 2,1
Fuente: ECH, junio de 2004 (cálculos de los autores)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 221
Así pues, se trata de ocupaciones que si bien constituyen la fuente más
importante de ingresos para los afrocolombianos en las zonas urbanas, sus
bajos niveles de vida demuestran que los ingresos asociados a las mismas
no son suficientes para superar situaciones de pobreza, que podría inducir a
trampas o circularidades de la pobreza entre los afrocolombianos (véase Urrea
& Viáfara, 2007).
La importancia de analizar las desigualdades según segmento ocupacional
de acuerdo a las características étnico-raciales y de género descansa en que en
un mercado laboral que no es «neutral», no solo los individuos con inferiores
dotaciones en capital humano, habilidades, restricciones en el acceso al crédito,
etc., se van a ver representados de forma desproporcionada en los segmentos
de inferior calidad (segmento informal). Del mismo modo puede ser refugio
de afrocolombianos con altos niveles de educación que no pueden ingresar en
el sector formal de la economía, como lo demuestra Portilla (2003).
Otra dimensión de las desigualdades en el mercado laboral por sus efectos intra
e intergeneracionales puede representarse mediante la brecha de salarios según
características étnico-raciales y de género. La Tabla n.o 13 muestra el ingreso
laboral promedio por hora por ciudad, característica étnico-racial y de género.
Una primera lectura de esta Tabla deja ver que Bogotá, de lejos, tiene los
salarios más altos ($4.033) en promedio para la población total analizada en
comparación con las otras ciudades y áreas metropolitanas, lo que es consistente
con una mayor proporción de ocupados en el sector formal como se mostró
arriba. No obstante obsérvese que cuando se controla por condición étnico-
racial, el ingreso laboral de los afrocolombianos apenas alcanza en promedio
$2.905, frente a $4.075 de los no afrocolombianos; dicho comportamiento es
recurrente para todas las áreas de estudio.
Después de Bogotá se encuentran Medellín, Cali, Cartagena y Pereira en
orden descendente, con ingresos promedio por hora de $3.399, $2.996, $2.657
y $2.619, respectivamente, para el total de las personas en cada ciudad. Los
afrocolombianos, sean hombres o mujeres, tienen mejores remuneraciones la-
borales en Bogotá; inclusive esta es la única de las ciudades de estudio donde el
ingreso promedio de las mujeres afrocolombianas supera en 12% el ingreso de
los hombres afrocolombianos. Cali es la ciudad que sigue a Bogotá y a Mede-
llín con respecto a las mejores remuneraciones, y al tiempo es la ciudad donde
existe mayor variabilidad en el ingreso entre los afrocolombianos (expresada

222 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Tabla 13
Ingreso laboral promedio por hora por ciudad,
característica étnico-racial y de género, 2004 (en pesos colombianos)

No afrocolombiano Afrocolombiano
Población Total
Área Total Mujeres Hombres Total Mujeres Hombres
metropolitana Desviación Desviación Desviación Desviación Desviación Desviación Desviación
Media Media Media Media Media Media Media
Estandar Estandar Estandar Estandar Estandar Estandar Estandar
Trece áreas 3377 5176 3460 5314 3275 4226 3650 6228 2378 2910 2270 2742 2518 3111
Medellín 3399 4659 3476 4770 3383 3944 3573 5491 2194 2093 2000 1299 2404 2682
Bogotá 4033 6708 4075 6811 3705 5173 4493 8261 2905 2572 3041 2846 2694 2056
Cartagena 2657 2522 3009 2816 2634 2411 3422 3151 2037 1725 1865 1741 2342 1654
Pereira 2619 2876 2586 2783 2638 2425 2608 3273 2025 1434 2321 2011 2847 2685
Cali 2996 4010 3216 4107 3075 3177 3349 4821 2357 3670 2184 3357 2584 4032
Fuente: ech, junio de 2004 (cálculos de los autores)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra
223
en la desviación estándar de los ingresos); esto podría relacionarse con el he-
cho de que en Cali coexiste una proporción muy pequeña de afrocolombianos
en empleos de altos salarios, como en la mayoría de ciudades de estudio, por
oposición a la proporción de empleos con bajas remuneraciones en el sector
servicios, que es mucho mayor. Cabe destacar que a pesar de que Pereira es la
ciudad donde los ingresos son menores para los afrocolombianos en promedio,
es la única donde los hombres afrocolombianos obtienen mayores ingresos que
los no afrocolombianos. Cabe anotar también que los menores ingresos entre
los afrocolombianos los obtienen las mujeres en la ciudad de Cartagena.
La Tabla n.o 14 muestra el ingreso de los afrocolombianos como proporción
del ingreso de los no afrocolombianos, y controlando por la variable género.
Los afrocolombianos, ganan en promedio, aproximadamente el 68,7% de lo
que ganan los no afrocolombianos. Medellín es la ciudad que ostenta la mayor
brecha de ingresos; en esta ciudad el ingreso promedio de los afrocolombianos
apenas alcanza el 63,1% del ingreso de los no afrocolombianos. En contraste,
Pereira es la ciudad con una menor brecha; inclusive los hombres afrocolombianos
obtienen allí un ingreso 9% mayor que los hombres no afrocolombianos.

Tabla 14
Ingreso laboral de los afrocolombianos como porcentaje del ingreso
de los no afrocolombianos a igual género por ciudad, 2004

Área metropolitana Total Mujeres Hombres


Trece áreas 68,7 69,3 69,0
Medellín 63,1 59,1 67,3
Bogotá 71,3 82,1 60,0
Cartagena 67,7 70,8 68,4
Pereira 78,3 88,0 109,2
Cali 73,3 71,0 77,2
Fuente: ech, junio de 2004 (cálculos de los autores)

Este porcentaje podría ser menor si establecemos como grupo de compara-


ción a los hombres no afrocolombianos; de hecho, en literatura estándar sobre

224 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


discriminación étnico-racial en el mercado laboral este es indicador predilecto
para mostrar las inequidades raciales y de género en el mercado laboral (Dicho
cálculo se realiza en la Tabla n.o 15). Se observa que la brecha de salarios es más
grande para hombres y mujeres afrocolombianos que para las mujeres no afro-
colombianas (con excepción de Pereira); estos resultados sugieren la preponde-
rancia de la característica étnico-racial sobre el género en las desigualdades en el
mercado laboral en Colombia. Las brechas entre hombres no afrocolombianos y
mujeres afrocolombianas son impresionantes; ello reafirma que la característica
étnico-racial se constituye en un catalizador de las desigualdades de género en
el mercado laboral en Colombia (véanse Viáfara, 2005; Barbary & Estacio,
2005; Viáfara & Urrea, 2006).
En resumen, las diferencias en el ingreso de afrocolombianos y no afroco-
lombianos están relacionadas con sobreconcentración de afrocolombianos,
especialmente las mujeres, en el segmento menos aventajado del mercado
laboral —el informal—, producto de sus menores dotaciones y habilidades
y, probablemente, preferencias. No obstante, también es plausible pensar que
sea resultado de las restricciones derivadas de la discriminación en el empleo,
promoción y pago. En la siguiente sección de este estudio se recurre a la uti-
lización de las metodologías de uso más común para medir discriminación
racial y de esta manera tratar de responder a estos interrogantes, planteados
con anterioridad.

Tabla 15
Ingreso laboral como porcentaje del ingreso
de los hombres no afrocolombianos por ciudad, 2004

Área Mujeres Hombres Mujeres


metropolitana no afrocolombianas afrocolombianos afrocolombianas
Trece áreas 89,7 69,0 62,2
Medellín 94,7 67,3 56,0
Bogotá 82,4 60,0 67,7
Cartagena 77,0 68,4 54,5
Pereira 101,1 109,2 89,0
Cali 91,8 77,2 65,2
Fuente: ECH, junio de 2004. (cálculos de los autores)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 225
Midiendo la discriminación étnico-racial y de género
en el mercado laboral en Colombia
A continuación se van a estimar modelos de regresión de raza intercepto
e intercepto específico para descomponer las diferencias raciales en la tasa
de desempleo, segmentos en el mercado laboral e ingresos para cada una de
las ciudades de estudio según característica étnico-racial y controlando por
género. Dadas las características de cada una de las variables dependientes, se
van a utilizar distintos métodos econométricos para valorar la discriminación
según característica étnico-racial y de género; una exposición detallada de la
metodología econométrica utilizada se encuentra en el Anexo n.o 1. En cada
una de las regresiones de incluyeron como variables de control la educación, la
experiencia, la experiencia al cuadro y la razón inversa de Mills (para corregir por
sesgo de selección). Para cada una de las estimaciones en las ciudades respectivas
el género se incluye como variable de control en los casos en que aplica.

Tabla 16
Modelos logit para cinco ciudades. Variable dependiente: ocupado

TRECE ÁREAS MEDELLÍN BOGOTÁ


Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mu
-0,048 0,123 -0,255 0,076 0,084 0,067 0,127 0,168 0,
No Afrocolombiano
(1,05) (2,03)** (3,63)*** (0,50) (0,41) (0,30) (0,55) (0,56) (0

Descomposición de Oaxa
Diferencia Observada 0,0062 -0,0134 0,0256 0,0295 0,0260 0,0346 0,0145 -0,1120 0,0
Diferencia Residual 0,0176 -0,0251 0,0477 -0,0360 -0,0630 0,0309 -0,1709 -0,1528 -0,
0,003 -0,001 0,009 0,014 0,009 0,018 0,002 -0,016 0,
E
(4,26)*** (-0,65)** (5,62)*** (9,39)*** (6,49)*** (4,98)*** (1,07) (-4,57)*** (3,9
0,123 0,084 0,151 0,205 0,168 0,156 0,439 0,262 0,
C
(1,14) (-0,63) (0,86) (0,81) (0,55) (0,32) (1,53) (0,74) (1,

-0,137 -0,072 -0,181 -0,154 -0,088 -0,170 -0,256 -0,105 -0


U
(-1,71)* (-1,30) (-1,18) (-1,23) (-0,78) (-0,55) (-2,86)*** (-1,66)* (-2,

Fuente: ECH, junio de 2004. (cálculos de los autores)


Estadísticos z robustos en paréntesis; * significativo al 10%; ** significativo al 5%; *** significativo al 1%

226 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Resultados
• Empleo
Tabla n.o 16 reporta los resultados de los dos métodos de descomposición
para observar si las brechas en las tasas de desempleo entre afrocolombianos y
no afrocolombianos se explican por factores relacionados con el capital humano,
por ejemplo, debido a diferencias en productividad (educación, entrenamiento,
experiencia) o si, por el contrario, corresponden a la parte no explicada de esas
diferencias y que podrían atribuirse a la discriminación. En el panel superior
se presenta el coeficiente asociado al efecto de la condición étnico–racial en los
valores medios de las demás variables; en el inferior se muestra el método de
descomposición Blinder-Oaxaca de las diferencias étnico-raciales en sus tres
componentes: explicada (E) y no explicada (C+U).
Al estimar el modelo con intercepto de raza específico se observa que el efecto
de la condición étnico–racial en la probabilidad de estar empleado (teniendo en
cuenta la educación y la experiencia de los individuos) no es significativo para
el promedio de las trece áreas metropolitanas. Esto significa que a igual nivel de

GOTÁ CARTAGENA PEREIRA CALI


bres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres
8 0,069 0,082 0,289 -0,204 -0,343 -0,407 -0,291 0,130 0,213 0,021
6) (0,18) (0,73) (1,96)* (1,22) (1,69)* (1,36) (1,05) (1,27) (1,57) (0,13)

n de Oaxaca generalizada
20 0,0366 0,0166 -0,0102 0,0481 -0,0402 -0,0353 -0,0453 0,0225 0,0116 0,0277
28 -0,3001 -0,0319 0,0022 0,0087 -0,0476 -0,0967 0,1850 0,0276 -0,0176 0,1384
16 0,018 0,006 -0,006 0,024 0,003 -0,002 0,017 0,015 0,008 0,022
)*** (3,97)*** (-1,50) (-1,67)* (2,78)*** (4,09)*** (-1,50) (7,36)*** (6,26)*** (3,39)*** (5,76)***
2 0,667 0,074 -0,003 0,424 0,030 -0,013 0,303 -0,002 -0,044 0,078
4) (1,65)* (0,47) (-0,02) (1,29) (0,11) (-0,04) (0,75) (-0,01) (-0,19) (0,30)

05 -0,349 -0,032 -0,004 -0,409 -0,025 0,076 -0,550 -0,018 0,064 -0,211
6)* (-2,42)** (-0,55) (-0,39) (-1,15) (-0,05) (0,12) (-1,40) (-0,06) (0,25) (-0,52)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 227
educación y experiencia en el mercado laboral, los diferenciales en las tasas de
desempleo entre afrocolombianos y no afrocolombianos no son estadísticamente
significativos; esto indicaría que los diferenciales observados antes en contra
de los afrocolombianos con relación al porcentaje de ocupados se explican por
las menores dotaciones de capital humano de los individuos afrocolombianos
y no por un trato injusto debido a la su característica étnico-racial.
Aunque dicho comportamiento lo ostenta el total de los afrocolombianos,
cuando se estimaron modelos por separado para hombres y mujeres se observó
un efecto significativo, aunque diferente, de la característica étnico-racial en la
probabilidad de estar empleado; ello explica el efecto no significativo para el
total de los afrocolombianos. Entre los hombres, ser afrocolombiano hace menos
probable estar ocupado, en comparación con los hombres no afrocolombianos;
en oposición, entre las mujeres ser afrocolombiana hace más probable estar
ocupada, en comparación con las mujeres no afrocolombianas.
Este resultado, algo enigmático entre las mujeres, se podría sustentar en que
cuando se igualan las mujeres afrocolombianas y no afrocolombianas con respecto
a la educación y experiencia, es muy probable que las mujeres afrocolombianas
—que probablemente hacen grandes esfuerzos por invertir en capital humano
y además encuentran poca demanda por parte de los empleadores— se vean
motivadas a insertarse en empleos de inferior calidad, poco atractivos para las
mujeres no afrocolombianas; esto induce entonces a una mayor empleabilidad
para las mujeres afrocolombianas (más adelante volveremos sobre este tema).
Este resultado podría explicarse por los orígenes sociales más empobrecidos de
las mujeres afrocolombianas, cuyo efecto hace que ellas no puedan darse el lujo
de extender por mucho tiempo su proceso de búsqueda de buenos empleos en
comparación con las no afrocolombianas; esto se asocia con menores salarios
de reserva y empuja a las mujeres afrocolombianas a tener una representación
desmedida en empleos de baja calidad, como se vio antes.
Para cada una de las áreas metropolitanas de análisis, el efecto de la caracte-
rística étnico-racial y de género en la probabilidad de estar desempleado no es
significativo, a excepción de los hombres en Cartagena y el total de las personas
en Pereira. En Cartagena, ser hombre afrocolombiano hace menos probable
estar ocupado a iguales años de educación y experiencia que los hombres no
afrocolombianos (efecto significativo al 10%); en Pereira, por su parte, ser
afrocolombiano hace más probable estar ocupado a iguales características de

228 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


los hombres no afrocolombianos (efecto significativo al 10%). Dicho resultado
va en contravía del encontrado en Cartagena aunque de cierta manera refuerza
los hallazgos del análisis descriptivo, donde Pereira era la ciudad que mostra-
ba —de manera consistente— indicadores del mercado laboral a favor de las
personas afrocolombianas.
En resumen, cuando se valora el efecto de la característica étnico-racial en
la probabilidad de estar empleado se encontró que los diferenciales entre afro-
colombianos y no afrocolombianos en la tasa de desempleo observados en la
sección previa no se explican solamente por los diferenciales en las variables
asociadas al capital humano. Se corroboró un trato diferencial e injusto hacia
los afrocolombianos que puede ser interpretado como discriminación de mercado
para los hombres afrocolombianos en promedio para las trece áreas metropoli-
tanas y en Cartagena. En sentido contrario, también se halló discriminación de
mercado en contra de las mujeres no afrocolombianas para el promedio de las
trece áreas y para el total de no afrocolombianos en Pereira.
Vale la pena anotar de nuevo que esta «ventaja» de las mujeres negras en el
acceso al empleo cuando se controla por educación y experiencia —a iguales
años de educación y experiencia— se produce probablemente por la existencia
de mejores salarios de reserva para las mujeres no afrocolombianas­, asociados a
mayores niveles de educación, mayores ingresos familiares, menor tamaño del
hogar, etc., hecho que induce a que se puedan dar el lujo de prolongar su período
de búsqueda de empleo y alcanzar empleos de mejor calidad; las mujeres afro-
colombianas no se pueden dar ese lujo y tienen que emplearse en cualquier tipo
de empleos derivado de sus características sociodemográficas y socioeconómicas
como se comprobó en la sección anterior. En Pereira, esta discriminación inversa
se podría explicar por la presencia de una migración muy selecta de afrocolom-
bianos en conjunción con un mercado laboral poco competitivo.
En el panel de abajo de la Tabla n.o 16 se muestra la descomposición de
Blinder-Oaxaca que involucra interacciones entre la característica étnico-racial
y de género y las variables asociadas al capital humano. En esta Tabla se observa
que para el promedio de las trece áreas metropolitanas y las ciudades de estudio,
con pocas excepciones, las diferencias observadas en las tasas de desempleo
descansan en los diferenciales asociados al capital humano (E) entre individuos
afrocolombianos y no afrocolombianos, lo que puede interpretarse como dis-
criminación premercado. El efecto, que podría atribuirse a los coeficientes (C),

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 229
resultó no ser significativo. No obstante, cabe destacar que para el promedio
de las trece áreas el coeficiente asociado a (U) mostró un efecto significativo
al 10%; este efecto también es fuertemente significativo para Bogotá.
En resumen, los resultados en torno a la existencia de discriminación en el
acceso al empleo en Colombia sugieren un papel preponderante en los diferen-
ciales de las desigualdades en la adquisición de las variables asociadas al capital
humano, discriminación premarcado. Esto es consistente con los hallazgos del
capítulo anterior, donde se observaron grandes diferenciales en variables socio-
demográficas y socioeconómicas entre afrocolombianos y no afrocolombianos.
Utilizando la metodología de modelo de regresión con intercepto de raza espe-
cífico se corroboró la existencia de discriminación de mercado para los hombres
afrocolombianos frente a los no afrocolombianos y, al contrario, de las mujeres
afrocolombianas frente a las mujeres no afrocolombianas. Por ciudades, en

Tabla 17
Modelos logit para cinco ciudades. Variable dependiente: formal gra

TRECE ÁREAS
MEDELLÍN BOGOTÁ
METROPOLITANAS
Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres M
0,169 0,208 0,139 0,088 0,286 -0,056 0,577 0,686
No Afrocolombiano
(4,04)*** (3,33)*** (2,47)** (0,69) (1,48) (0,33) (3,04)*** (2,53)** (

Descomposición de Oaxa
Diferencia Observada 0,0817 0,0628 0,1008 0,0654 0,0274 0,1101 0,0759 0,0372 0

Diferencia Residual 0,0525 0,0364 -0,0230 0,0634 -0,0846 -0,0111 0,0762 -0,1755 -0

0,023 0,009 0,045 0,0434 0,020 0,075 -0,064 -0,080 -


E
(23,56)*** (8,60)*** (23,33)*** (18,74)*** (6,63)*** (15,71)*** (-14,80)*** (-10,82)*** (-5

0,031 -0,032 0,063 0,411 0,504 -0,045 0,454 0,525


C
(0,25) (-0,18) (0,36) (1,20) (1,08) (-0,10) (1,19) (0,77) (

-0,026 0,049 0,016 -0,452 -0,412 0,092 -0,389 -0,232 -


U
(-0,15) (0,28) (0,21) (-1,62) (-2,11)** (0,58) (-1,13) (-1,64) (

Fuente: ECH, junio de 2004. (cálculos de los autores)


Estadísticos z robustos en paréntesis; * significativo al 10%; ** significativo al 5%; *** significativo al 1%

230 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Cartagena se encontró discriminación contra los hombres afrocolombianos y,
al contrario, en la ciudad de Pereira los individuos no afrocolombianos enfren-
tan discriminación frente a los no afrocolombianos. Por otro lado, al utilizar
la metodología de descomposición Blinder-Oaxaca se corroboró que una gran
proporción de los diferenciales observados en el acceso al empleo entre personas
afrocolombianas y no afrocolombianas corresponden a sus diferencias en dota-
ciones de capital humano, discriminación premercado y posiblemente a factores
relacionados con la discriminación de mercado para el promedio de las trece áreas
y la ciudad de Bogotá, aunque no se puede afirmar de manera irrefutable.

• Inserción en el mercado laboral


La Tabla n.o 17 presenta los resultados de las estimaciones (mediante los
dos métodos de descomposición estadística) respecto de las diferencias étnico-
raciales y de género en la inserción en el segmento formal grande entre personas
afrocolombianas y no afrocolombianas. Según el modelo de regresión con

mal grande

CARTAGENA PEREIRA CALI

bres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres
86 0,473 0,045 0,102 -0,000 -0,040 -0,037 -0,042 -0,086 0,049 -0,086

3)** (1,76)* (0,45) (0,69) (0,00) (0,25) (0,15) (0,20) (0,71) (0,57) (0,71)

n de Oaxaca generalizada
372 0,1095 0,1049 0,0896 0,1259 -0,0170 -0,0461 0,0240 0,0488 0,0161 0,0722

755 -0,1563 0,0501 0,0101 -0,0905 0,0361 0,0261 0,6416 0,0039 -0,0062 -0,2894

80 -0,037 0,114 0,107 0,131 -0,007 -0,025 0,030 0,041 0,023 0,062

2)*** (-5,69)*** (19,28)*** (14,99)*** (12,95)*** (-7,83)*** (-15,21)*** (9,67)*** (11,63)*** (6,19)*** (10,62)***

25 0,319 -0,092 -0,073 0,081 -0,376 -0,517 -0,754 0,009 -0,143 0,353

77) (0,78) (-0,46) (-0,29) (0,29) (-0,69) (-0,74) (-1,08) (0,04) (-0,41) (1,20)

32 -0,016 0,033 0,046 0,005 0,330 0,471 0,107 -0,005 0,142 -0,054
64) (-0,06) (1,09) (0,48) (0,80) (1,87)* (2,39)** (1,24) (-0,03) (0,49) (-0,63)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 231
intercepto de raza específico para el promedio de las trece áreas metropolitanas
—controlando los años de educación y la experiencia—, ser hombre o mujer
afrocolombiano hace menos probable ingresar en el sector formal grande de
la economía; es decir, a iguales años de educación y experiencia en el mercado
laboral, las personas afrocolombianas obtienen menos empleos en el sector
que los no afrocolombianos, en términos porcentuales. Esto indicaría que
la gran brecha observada entre afrocolombianos y no afrocolombianos en
el porcentaje de trabajadores formales se mantiene aún teniendo en cuenta
variables asociadas al capital humano.
Con relación a las ciudades, Bogotá es la única que muestra un efecto fuer-
temente significativo de la característica étnico-racial y esta vez en la misma
dirección que para el promedio de las trece áreas metropolitanas. Esto podría
estar asociado al mayor efecto de la discriminación de mercado en un mercado
laboral competitivo como el de Bogotá, a pesar de las mejores dotaciones de

Tabla 18
Modelos logit para cinco ciudades. Variable dependiente: formal peq

TRECE ÁREAS MEDELLÍN BOGOTÁ


Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Muj
-0,015 0,104 -0,089 -0,197 0,013 -0,307 0,707 16,487 0,1
No Afrocolombiano
(0,14) (0,57) (0.65) (0.57) (0.02) (0.74) (1.30) (16.92)*** (0.3

Descomposición de Oaxa
Diferencia Observada 0,0160 0,0111 0,0210 0,0020 -0,0086 0,0146 -0,0139

Diferencia Residual -0,0049 -0,0284 0,0192 -0,0673 0,9151 -0,0587 -0,0882

0,004 0,003 0,004 0,006 0,005 0,007 -0,009


E
(18,19)*** (15.82)*** (12.13)*** (11,53)*** (8,59)*** (7.63)*** (-6,12)***

0,017 0,036 -0,004 0,063 0,071 0,069 0,084


C
(1,71)* (3.22)*** (-0.25) (2,23)** (3,41) (2.15)** (3,99)***

0,000 0,000 0,002 0,000 -1,000 -0,003 0,000


U
(1,37) (1,30) (0,86) (0,15) (-5273)** (-0,20) (0,76)

Fuente: ECH, junio de 2004 (cálculos de los autores)


Estadísticos z robustos en paréntesis; * significativo al 10%; ** significativo al 5%; *** significativo al 1%

232 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


capital humano de los afrocolombianos en esta ciudad si se los compara con
los de las demás ciudades del país.
Por otro lado, y según los modelos de regresión específicos para raza —mé-
todo de descomposición Blinder-Oaxaca— los diferenciales para el promedio
de las trece áreas y para cada una de las ciudades (con excepción de la ciudad
de Pereira, donde para el total y los hombres la discriminación es reversa, un
efecto significativo) muestran que existe discriminación premercado, lo que
estaría determinando el menor estatus en el mercado laboral para las personas
afrocolombianas frente a las no afrocolombianas.
En esta misma dirección, en la Tabla n.o 18 se presentan los resultados de las
descomposiciones estadísticas para explicar las disparidades étnico-raciales en
la inserción en el sector formal pequeño de la economía. Según el modelo de
regresión con intercepto especifico para raza para el promedio de las trece áreas
metropolitanas, las diferencias étnico-raciales en las tasas de formalidad no son
significativas entre afrocolombianos y no afrocolombianos. En las ciudades,

mal pequeño

GOTÁ CARTAGENA PEREIRA CALI


es Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres
7 0,190 0,242 0,697 0,003 -0,050 -0,541 0,186 -0,196 -0,523 0,185

*** (0.33) (1.09) (1.70)* (0.01) (0.12) (0.84) (0.35) (0.79) (1.58) (0.48)

n de Oaxaca generalizada
9 0,0456 0,0440 0,0471 -0,0084 -0,0066 -0,0102 0,0142 0,0210 0,0074

2 -0,0370 -0,0485 -0,0110 0,8582 -0,0262 0,9626 -0,0172 -0,0317 0,0081

9 0,018 0,019 0,015 0,000 -0,002 0,002 0,006 0,005 0,006

** (7,66)*** (5.95)*** (4.64)*** (-4,27)*** (-6,32)*** (4,63) (7,61)*** (5.31)*** (5.03)***

0,065 0,073 0,052 0,048 0,030 0,025 0,025 0,047 -0,009

** (3,06)*** (2.14)** (2.03)** (1,47) (0,68) (1,89)** (1,36) (2.25)** (-0.28)

0,000 0,000 -0,009 -0,915 -0,009 -1,000 0,000 0,000 0,002


(-0,13) (0,13) (-0,23) (-2,93)*** (-0,31) (-9143)*** (0,70) (0,62) (0,46)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 233
solo para los hombres afrocolombianos en Bogotá y Cartagena se confirma
que la brecha permanece aún después de controlar por variables asociadas al
capital humano.
Al utilizar el método de descomposición Blinder-Oaxaca se encuentra
que los diferenciales entre afrocolombianos y no afrocolombianos se expli-
can tanto por las diferenciales asociados a las dotaciones de capital humano
—discriminación premercado— como también debido a la discriminación de
mercado hacia los afrocolombianos. Sin embargo, para la mayoría de ciudades
y para el agregado de las trece áreas la proporción asociada a los diferenciales
en capital humano (E) es menor que la proporción asociada a la parte no
explicada de esas diferencias (C + U), lo que sugeriría un efecto más fuerte
de la discriminación de mercado que de la discriminación premercado en la
determinación de los diferenciales en el porcentaje de trabajadores insertos
en el sector formal pequeño.

Tabla 19
Modelos logit para cinco ciudades. Variable dependiente: informal

TRECE ÁREAS MEDELLÍN BOGOTÁ


Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Muje
-0,154 -0,039 -0,253 0,011 -0,136 0,136 -0,581 -0,706 -0,4
No Afrocolombiano
(4,27)*** (0,75) (5,11)*** (0,09) (0,81) (0,80) (3,24)*** (2,94)*** (1,6

Descomposición de Oaxa
Diferencia Observada -0,0916 -0,0873 -0,0962 -0,0380 0,0072 -0,0901 -0,0778 -0,0344 -0,11

Diferencia Residual -0,0346 -0,0145 -0,0888 -0,0194 0,0396 -0,1611 0,0033 0,1125 -0,43

0,040 -0,028 -0,058 -0,049 -0,032 -0,073 0,071 0,061 0,06


E
(-34.74)*** (-22.78)*** (-25,94)*** (-19,44)*** (-11.60)*** (-14,17)*** (18,48)*** (9,80)*** (8,88

0,107 0,035 0,166 0,045 -0,133 0,253 -0,201 -0,530 0,51


C
(0.66) (0.15) (0,71) (0,12) (-0.30) (0,37) (-0,40) (-0,64) (0,8

-0,124 -0,080 -0,115 -0,015 0,133 -0,109 0,049 0,322 -0,2


U
(-1,24) (-0.63) (-1,19) (-0,08) (0.41) (-0.64) (0,11) (1.26) (-2.38

Fuente: ECH, junio de 2004 (cálculos de los autores)


Estadísticos z robustos en paréntesis; * significativo al 10%; ** significativo al 5%; *** significativo al 1%

234 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Es necesario advertir además que con excepción de Pereira, donde se obser-
van nuevamente diferenciales a favor de los afrocolombianos, la proporción de
la brecha debido a los diferenciales en capital humano muestra un efecto muy
significativo, mientras que la proporción debido a la discriminación muestra
un efecto variable según género para el total de los afrocolombianos. En este
mismo sentido, Cartagena es la única ciudad donde se observa un efecto fuerte y
significativo de la característica étnico-racial en la parte explicada y no explicada,
aunque la parte no explicada y asociada a la discriminación de mercado es, de lejos,
más grande que la proporción asociada a las diferencias en capital humano.
Siguiendo con el análisis de la medición de la discriminación étnico-racial
según inserción en los segmentos del mercado laboral, la Tabla n.o 19 muestra
las estimaciones de los dos métodos de descomposición para esclarecer las
brechas étnico-raciales en la inserción en el sector informal. En coherencia
con los hallazgos anteriores y según el modelo de regresión con intercepto

al

CARTAGENA PEREIRA CALI


mbres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres
706 -0,446 -0,006 0,158 -0,135 -0,095 -0,102 -0,090 0,067 0,066 0,069

4)*** (1,65)* (0,07) (1,12) (1,16) (0,64) (0,49) (0,43) (0,84) (0,59) (0,60)

n de Oaxaca generalizada
0344 -0,1167 -0,1339 -0,1439 -0,1249 -0,0149 0,0174 -0,0591 -0,0327 -0,2270 -0,0404

1125 -0,4323 0,1966 0,3432 -0,3028 0,0309 0,0107 -0,2091 0,0020 0,0066 0,0250

061 0,063 -0,198 -0,223 -0,161 0,010 0,034 -0,028 -0,051 -0,037 -0,064

0)*** (8,88)*** (-18,78)*** (-16,26)*** (-10,56)*** (10,49)*** (16.33)*** (-8,34)*** (-13,08)*** (-8,99)*** (-9,64)***

530 0,513 -0,132 -0,265 0,369 -0,150 0,007 0,463 0,007 -0,058 -0,020

0,64) (0,84) (-0,44) (-0,69) (0,79) (-0,26) (0.01) (0.44) (0,02) (-0,15) (-0,05)

322 -0,261 0,000 0.001 -0,310 0,094 -0.034 -0,285 0,010 0.066 0,019
.26) (-2.38)** (-0,05) (0.15) (-0.69) (0,18)* (-0.09) (-1.25) (0,05) (0.26) (0.13)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 235
especifico para raza, se evidencia que para el promedio de las trece áreas
metropolitanas ser afrocolombiano frente a no serlo —controlando por
educación y experiencia— hace más probable estar en el sector informal,
aunque este resultado solo es significativo para el total de los afrocolombia-
nos frente los no afrocolombianos y para las mujeres afrocolombianas frente
a las no afrocolombianas. Esto significa que los diferenciales étnico-raciales
entre afrocolombianos y no afrocolombianos respecto de la inserción en el
sector informal, a igual género, se explican básicamente por los diferenciales
entre mujeres afrocolombianas y no afrocolombianas; los diferenciales entre
hombres afrocolombianos y no afrocolombianos resultaron no ser significa-
tivos. Según ciudades, nuevamente Bogotá es la única donde hay un efecto
significativo de la característica étnico-racial en la probabilidad de estar en
el sector informal, controlando variables asociadas al capital humano. Esto
significa que en Bogotá ser afrocolombiano hace más probable estar en el
sector informal a iguales características observables de los no afrocolombianos.

Tabla 20
Ecuación de ingresos para cinco ciudades: variable dependiente: lo

TRECE ÁREAS MEDELLÍN BOGOTÁ


Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Muj
0,091 0,033 0,164 0,070 0,072 0,068 0,164 0,029 0,3
No Afrocolombiano
(2,06)** (1,10) (1,75)* (1,58) (1,18) (1,05) (2,22)** (0,30) (3,37

Descomposición de Oaxa
0,258 0,259 0,256 0,296 0,248 0,342 0,138 0,177 0,1
Diferencia
(5,31)*** (2,58)** (7,39)*** (5,98)*** (3,44)*** (5,11)*** (1,66)* (1,54) (0,

0,167 0,094 0,219 0,227 0,183 0,271 -0,026 -0,212 0,0


Explicada
(10,83)*** (4,11)*** (10,65)*** (5,56)*** (3,20)*** (4,66)*** (-0,38) (-2,13)** (0,

0,091 0,165 0,037 0,070 0,065 0,071 0,164 0,389 0,0


No explicada
(1,94)* (1,69)* (1,18) (1,63) (1,04) (1,24) (2,37)** (3,69)*** (0,

Fuente: ECH, junio de 2004 (cálculos de los autores)


Estadísticos z robustos en paréntesis; * significativo al 10%; ** significativo al 5%; *** significativo al 1%

236 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Obsérvese que en las otras ciudades el signo del coeficiente indicaría, con
excepción de Medellín, para el total de los individuos y las mujeres, y para
Cali, que ser afrocolombiano frente a no serlo hace más probable estar en el
sector informal, pero los efectos son no significativos.
Por otra parte, el método de descomposición Blinder-Oaxaca revela que
las mayores tasas de informalidad para los afrocolombianos son resultado
de las diferencias en los niveles de capital humano entre afrocolombianos
y no afrocolombianos. Esto muestra la preponderancia de la discriminación
premercado en la explicación de los diferenciales étnico-raciales en las tasas de
informalidad cuando se permite la interacción entre las dotaciones de capital
humano y la adscripción étnica-racial.

Ingresos laborales
La Tabla n.o 20 muestra la estimación de modelos simples de determinación
del ingreso para el total de los ocupados. La Tabla n.o 21 hace lo mismo, pero

te: logaritmo del ingreso laboral hora

CARTAGENA PEREIRA CALI


mbres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres
29 0,373 0,085 0,057 0,125 0,037 0,009 0,060 0,079 -0,039 0,219

30) (3,37)*** (2,49)** (1,25) (2,53)** (0,74) (0,13) (0,85) (0,82) (0,60) (1,04)

n de Oaxaca generalizada
77 0,107 0,339 0,259 0,331 0,035 -0,076 0,167 0,283 0,367 0,212

54) (0,93) (6,97)*** (4,31)*** (4,93)*** (0,54) (-0,88) (1,76)* (2,73)*** (1,67)* (3,25)***

212 0,074 0,254 0,126 0,297 -0,002 -0,136 0,159 0,203 0,166 0,226

13)** (0,82) (6,76)*** (2,38)*** (5,65)*** (-0,04) (-2,19)** (2,47)** (6,57)*** (3,36)*** (5,32)***

89 0,033 0,085 0,133 0,035 0,037 0,059 0,008 0,079 0,201 -0,015

69)*** (0,38) (2,50)** (2,80)*** (0,77) (0,77) (0,88) (0,11) (0,81) (1,02) (-0,22)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 237
únicamente para los trabajadores formales33. Como en los modelos de regre-
sión precedentes, en el panel superior de las Tablas n.o 20 y 21 se muestra el
efecto de la característica étnico-racial en el logaritmo natural de los ingresos
por hora, controlando por educación, experiencia y género. En el panel in-
ferior se emplea el método de Oaxaca para descomponer las diferencias en el
logaritmo natural del ingreso hora. Para la muestra completa, en el promedio
de las trece áreas metropolitanas un afrocolombiano recibe aproximadamente
9,1% menos salario que un no afrocolombiano, efecto significativo al 5%.
Entre los hombres, el efecto no es significativo. Pero entre las mujeres, las
afrocolombianas reciben aproximadamente 16,4% menos que las mujeres
no afrocolombianas, efecto significativo al 10%. Según ciudades, el efecto
de la característica étnico-racial en los salarios es significativo en Bogotá y
en Cartagena. En Bogotá los diferenciales en salarios entre afrocolombianos
y no afrocolombianos llegan al 16,4% mientras que en Cartagena alcanzan
el 8,4%; no obstante, obsérvese que el diferencial de salarios entre mujeres
afrocolombianas y no afrocolombianas en Bogotá alcanza aproximadamente
37,3% con un alto nivel de significancia y superando, de lejos, las diferencias
salariales del promedio de las trece áreas metropolitanas.
Se presentan diferenciales en los ingresos salariales más grandes y significativos
entre afrocolombianos y no afrocolombianos cuando se consideran solamente
los trabajadores formales. Para el promedio de las trece áreas metropolitanas, los
diferenciales se incrementan (de 9,1% a 12,1%); efecto fuertemente significa-
tivo. Entre los hombres también se incrementa la brecha de ingresos (de 3,3%
a 9,0%), pero ahora este diferencial es significativo en términos estadísticos.
La brecha de ingresos para las mujeres se aumenta levemente; empero, como
en el caso de los hombres, hay una ganancia importante en la significancia
estadística de los diferenciales de ingresos entre mujeres afrocolombianas y
no afrocolombianas.
Por ciudades, excepto Cali y Pereira, hay un incremento en la brecha de
ingresos y de su significancia estadística entre afrocolombianos y no afroco-
lombianos. Por ejemplo, en Bogotá los diferenciales en el ingreso entre afroco-
33 La distinción se hace para intentar captar en la brecha salarial el efecto de la discrimi-
nación de mercado para los trabajadores que en su mayoría son empleados, lo cual es
difícil sostener para los trabajadores independientes y trabajadores cuenta propia. En
este sentido se espera un mayor efecto de la discriminación de mercado en la muestra
para empleados formales que en la muestra total de ocupados.

238 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


lombianos y no afrocolombianos llegan al 31,3% para el total de las personas;
para las mujeres el diferencial alcanza 39,2%, mientras que la brecha entre
los hombres continúa siendo no significativa. Un comportamiento similar se
presenta en Cartagena pero con diferenciales más pequeños que en el caso de
Bogotá. Llama la atención el caso de Medellín, donde las brechas de ingreso
se incrementan de modo significativo; para el total de las personas, las brechas
pasan de 7,0% a 13,6%, y para los hombres de 7,2% a 17,4%; el efecto para
las mujeres resultó no ser significativo.
La descomposición salarial para el total de los ocupados muestra que para
el promedio de las trece áreas metropolitanas hay diferencias significativas
entre afrocolombianos y no afrocolombianos, una vez se tienen en cuenta las
interacciones de la característica étnico-racial con las demás variables en el
modelo simple de determinación salarial. Los diferenciales son significativos
para todas las ciudades a excepción de Pereira, donde las brechas de ingresos
solo son significativas entre las mujeres afrocolombianas y no afrocolom-
bianas. El caso de Bogotá también es particular: obsérvese que mientras
entre los hombres y mujeres afrocolombianos y no afrocolombianos no hay
diferenciales significativos, para el total de las personas se presenta un efecto
levemente significativo.
Al analizar la descomposición de las diferencias salariales en la proporción
explicada y no explicada puede destacarse lo siguiente:
1. Para el promedio de las trece áreas metropolitanas, las diferencias en
capital humano explican aproximadamente el 64,7% de la brecha de
salarios entre afrocolombianos y no afrocolombianos; este porcentaje
se reduce de forma ostensible en la brecha de salarios entre hombres
afrocolombianos y no afrocolombianos (36,4%), y se incrementa entre
mujeres afrocolombianas y no afrocolombianas (85,5%).
2. Lo anterior significa que entre los hombres, la parte no explicada supera,
de lejos, a las diferencias en capital humano en la explicación de los
diferenciales salariales entre afrocolombianos y no afrocolombianos.
3. La proporción de la brecha de salarios debida a las diferencias en capital
humano varía entre las ciudades y géneros. En Medellín alcanza 76,6%,
sin diferenciales amplios de acuerdo a la característica étnico-racial. En
Bogotá, el signo negativo asociado al coeficiente de la parte explicada de
la brecha sugiere la presencia de mejores dotaciones de capital humano

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 239
para el promedio de los afrocolombianos que para el promedio de los no
afrocolombianos, lo cual implica que la participación del capital humano
en la brecha salarial sea negativa, determinándole un peso preponderante
a las diferencias de ingresos entre afrocolombianos y no afrocolombianos
a la parte no explicada, especialmente entre los hombres afrocolombianos
y no afrocolombianos. Cartagena tiene un comportamiento similar al
promedio de las trece áreas, aunque en esta ciudad la proporción explicada
por el capital humano se incrementa levemente en todos los casos.
4. En Pereira, los diferenciales en capital humano explican aproximadamente
el 95,2% de las brechas salariales en el caso específico de las mujeres, lo
que constituye el aporte más grande de los diferenciales en capital huma-
no según las ciudades de estudio. Por último, en la ciudad de Cali, para
el total de los individuos, los diferenciales en capital humano explican
cerca del 71,7% de las brechas salariales; para los hombres, al igual que
para el promedio de las trece áreas metropolitanas y Cartagena, la parte

Tabla 21
Ingresos para cinco ciudades: variable dependiente: logaritmo del

TRECE ÁREAS MEDELLÍN BOGOTÁ


Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mu
0,121 0,090 0,145 0,136 0,174 0,111 0,313 0,204 0,3
No Afrocolombiano
(3,82)*** (1,85)* (3,47)*** (2,34)** (2,33)** (1,35) (2,93)*** (1,24) (2,8

Descomposición de Oax
0,216 0,234 0,189 0,298 0,295 0,294 0,096 0,201 -0,
Diferencia
(6,34)*** (5,46)*** (3,45)*** (4,63)*** (3,41)*** (3,09)*** (0,70) (1,32) (-0

0,095 0,084 0,105 0,163 0,189 0,124 -0,217 -0,197 -0,


Explicada
(4,32)*** (2,98)** (3,01)** (2,89)*** (2,67)*** (1,37) (-2,21)** (-1,58) (-1,

0,121 0,150 0,083 0,136 0,106 0,171 0,313 0,399 0,2


No explicada
(4,02)*** (3,85)*** (1,78)* (2,46)** (1,38) (2,40)** (3,16)*** (3,05)*** (1,

Fuente: ECH, junio de 2004 (cálculos de los autores)


Estadísticos z robustos en paréntesis; * significativo al 10%; ** significativo al 5%; *** significativo al 1%

240 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


de la brecha salarial no explicada es mayor que las diferencias en capital
humano, aunque a diferencia de Cartagena y el promedio de las trece
áreas el efecto no es significativo.
La descripción anterior es muy similar para la muestra de trabajadores
formales, pero con un interesante incremento de la parte no explicada y de su
significancia en los diferenciales salariales entre afrocolombianos y no afrocolom-
bianos en la mayoría de las ciudades de estudio. Por ejemplo, para el promedio
de las trece áreas metropolitanas la parte no explicada contabiliza cerca del
56% de los diferenciales salariales entre afrocolombianos y no afrocolombianos
que están ocupados en el sector formal, frente al 35,3% de su contribución
cuando se considera la muestra total de individuos. Es importante mencionar
que este incremento en la participación de la parte no explicada en la brecha
salarial está relacionado básicamente con el mayor efecto y significancia de este
componente de los diferenciales salariales entre las mujeres, una vez se incluyen
solamente los trabajadores formales en la muestra.

mo del ingreso laboral hora para empleados formales

CARTAGENA PEREIRA CALI


mbres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres
204 0,392 0,105 0,012 0,184 0,070 -0,003 0,111 0,059 0,028 0,088

24) (2,86)*** (2,73)*** (0,21) (3,47)*** (1,00) (0,03) (1,18) (1,16) (0,34) (1,32)

n de Oaxaca generalizada
201 -0,059 0,274 0,374 0,155 -0,047 -0,045 -0,066 0,230 0,244 0,215

32) (-0,24) (5,25)*** (5,40)*** (1,99)** (-0,52) (-0,41) (-0,42) (3,76)*** (3,07)*** (2,27)**

197 -0,270 0,168 0,202 0,130 -0,117 -0,159 -0,061 0,174 0,161 0,18

,58) (-1,77)* (4,23)*** (3,71)*** (2,15)** (-2,04)** (-2,20)** (-0,63) (4,59)*** (2,93)*** (3,18)***

399 0,211 0,105 0,172 0,025 0,070 0,114 -0,005 0,056 0,083 0,035

5)*** (1,40) (2,72)*** (3,22)*** (0,46) (1,05) (1,26) (-0,05) (1,09) (1,26) (0,48)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 241
Conclusiones sobre el componente de característica étnico-racial,
género y mercado laboral urbano para algunas ciudades en Colombia
Al valorar la existencia de discriminación étnico-racial en la inserción en
cada uno de los segmentos del mercado laboral para el promedio de las trece
áreas y cada una de las ciudades de estudio, se observó un efecto fuerte y sig-
nificativo de las diferencias en las dotaciones de capital humano que explica
una gran proporción de las disparidades raciales en el limitado acceso al sector
formal y, en sentido inverso, la sobrerrepresentación en el sector informal de
la economía: discriminación premercado.
No obstante, es importante enfatizar que el análisis de las disparidades
raciales en el acceso al empleo en el sector formal pequeño reveló un efecto
fuerte y significativo en la parte no explicada de estos diferenciales, que,
podrían ser el resultado de las diferencias en productividad y gustos que no
son captados por la encuesta o por una mala especificación del modelo; tam-
bién pueden ser el resultado de barreras no explícitas en el mercado laboral
asociadas a la discriminación de mercado.
A este respecto, se podría hipotetizar que en el sector formal —y en especial
en el formal pequeño— es más probable que exista una tendencia a discriminar
a los individuos de acuerdo a su característica étnico-racial. Es loable pensar que
en este tipo de empleos hay un control más directo de parte de los empleadores
(que en su mayoría no son afrocolombianos) por el tipo de personal a contra-
tar, lo cual hace que los empleadores no sólo tengan en cuenta la educación
y experiencia de un individuo como variables relevantes en el momento de la
contratación sino también que estos podrían estar interesados en las soft skills
(habilidades para el trabajo en equipo, relaciones interpersonales, competencias
profesionales, destrezas sociales y de ventas) que no se atribuyen a los individuos
afrocolombianos o que no confíen en la calidad de sus credenciales educativas,
lo cual genera un trato desigual e injusto para estos últimos en el momento
de la contratación (véanse Kirschenman & Neckerman, 1991; Bertrand &
Sendhil, 2003)34.

34 Es importante aclarar que aunque en la sección anterior se observaron diferenciales


pequeños entre afrocolombianos y no afrocolombianos en la categoría ocupacional de
patrones y empleadores, esto se produce por la posesión de personas afrocolombianas
y no afrocolombianas de pequeños negocios, preferentemente en el sector informal. Al
contrario, cuando se consideran los empleos formales es muy probable que haya fuertes

242 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Por otro lado, los modelos simples de determinación de salarios muestran
que las diferencias étnico-raciales en la brecha salarial persisten aun después de
controlar por las variables asociadas al capital humano. Esos diferenciales fueron
significativos para el total de la población y para las mujeres en el promedio de
las trece áreas metropolitanas, Bogotá y Cartagena. En esta misma dirección,
los resultados obtenidos a partir de la técnica de descomposición de Oaxaca
muestran que una importante proporción de los diferenciales salariales se ex-
plica por causa de los diferenciales en capital humano pero, a diferencia de los
modelos de determinación del empleo o según segmentos ocupacionales (con
excepción de los modelos de inserción en el sector formal pequeño), la proporción
de la brecha de salarios no explicada por esas diferencias (y que es atribuida a
la discriminación) mostró un efecto significativo para el promedio de las trece
áreas metropolitanas, las ciudades de Bogotá y Cartagena cuando se consideró
la muestra completa. Al realizar el mismo ejercicio con los empleados formales
los resultados son bastante sugestivos, dado que se observa una reducción de la
proporción de los diferenciales en capital humano y un aumento en la proporción
y significancia de la parte no explicada en los diferenciales salariales.
Más allá de las críticas dirigidas al valor de los métodos de descomposición
como herramienta valiosa para medir discriminación —debido al número de
variables limitadas incluidas en los modelos que no mediría exactamente la
proporción de diferencias debido a la discriminación (Altonji & Blank, 1999:
3156-3161)—, estos resultados sugieren la presencia de mecanismos institu-
cionales en el mercado laboral que operan como un «techo de cristal», impiden
la movilidad ascendente para las individuos afrocolombianos mejor educados
y constriñen la formación de capacidades para los más pobres.

Pobreza, discriminación racial en el mercado laboral y Acciones


Afirmativas
Este estudio demuestra que la condición étnico-racial y su conjunción con el
género son un factor neurálgico en la explicación de las profundas desigualdades

diferenciales entre afrocolombianos y no afrocolombianos (en el caso extremo de que


ningún empleador sea afrocolombiano), lo que asigna las decisiones de contratación
en este tipo de establecimientos como exclusiva de empleadores no afrocolombianos.
Esto último es consistente con las características de la estratificación social en un país
como Colombia.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 243
que enfrenta la población afrocolombiana frente a la no afrocolombiana. Esto
significa que los diferenciales —a menudo despreciados— entre personas
afrocolombianas y no afrocolombianas no se producen por un resultado
normal del proceso de estratificación social, en el que las personas con me-
jores dotaciones en capital humano alcanzan mejores resultados que otras
personas. El estudio demuestra que incluso los afrocolombianos con niveles
semejantes de capital humano obtienen, de forma sistemática, peores resul-
tados en el mercado laboral que los no afrocolombianos, hecho que acarrea
peores condiciones de vida para los afrocolombianos. Es decir, la situación
más empobrecida para las personas afrocolombianas no se explican mera-
mente por sus orígenes sociales inferiores, sino también por la discriminación
étnico-racial en Colombia.
La discriminación premercado priva mayormente a las personas afrocolom-
bianas de disfrutar de carreras educativas completas y de calidad, del acceso
a servicios de salud decentes, de saneamiento básico y de tener una buena
nutrición, lo que restringe la formación de capital humano (que es la variable
más importante en la determinación del logro de estatus socioeconómico). En
este mismo sentido, la discriminación de mercado produce una inadecuación
de ingresos para las personas afrocolombianas que hacen grandes esfuerzos por
invertir en capital humano, no permitiéndoles superar situaciones de pobreza
ni dejar un legado para la próxima generación. Esto genera una trampa de
pobreza intergeneracional para las personas afrocolombianas (véanse Banerjee
& Newman, 1993; Hoff & Stiglitz, 2002: 395-396).
Por consiguiente, se puede inferir que el hecho de beneficiarse de manera
indirecta de los programas que tienen como objetivo reducir la pobreza extrema
no bastaría para mejorar la calidad de vida de la población afrodescendiente
en su conjunto. De hecho, en el mejor de los casos esos programas podrían
tener algún impacto si se focalizaran en las zonas de mayor presencia de po-
blación afrocolombiana en el país. Si la condición étnico-racial es un factor
preponderante en la explicación de desigualdades entre afrocolombianos y no
afrocolombianos, solo con la aplicación de políticas de Diferenciación Positiva
o Acción Afirmativa en varios ámbitos se garantizaría el mejoramiento de la
calidad de vida de los afrocolombianos más pobres y se fomentarían procesos
de movilidad social ascendente para aquellos que hacen grandes esfuerzos
por invertir en capital humano.

244 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


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250 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Anexo 1

Metodología
Según el National Research Council (2004: 121), de los métodos estadísti-
cos de datos observaciones para medir discriminación, los más comúnmente
utilizados son los modelos de regresión con intercepto de raza específico y los
modelos de regresión de raza específicos que permiten efectos de interacción
entre la raza y otras variables.

1. Modelos de regresión con intercepto de raza específico


La formulación más simple para explorar diferencias en los resultados entre
dos grupos de individuos es mediante un modelo de regresión con intercepto
especifico del tipo.

(1)

Donde es el resultado de interés, —por ejemplo, la tasa de salarios— para


el individuo i; es una variable binaria que toma el valor 1 para el grupo de
referencia –usualmente las mujeres o los negros– y 0 para el grupo de compa-
ración. es un vector de variables independientes, más una constante, que
se consideran relevantes para determinar Y. es un vector de coeficientes que
se considera influencian los resultados en el mercado laboral (para un resumen
ver, Card, 1999); el coeficiente captura las diferencias entre los grupos en el
valor promedio de que no son asociadas a diferencias en y el termino de
error captura el efecto de otras variables no incluidas en el modelo.
Suponiendo que y son los términos medios de Y y X para los individuos
negros, y que y son los términos medios de Y y X para individuos blancos.
Suponiendo que Y es la tasa de salarios. La diferencia entre los grupos es

(2)

Esta diferencia puede ser descompuesta como

(3)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 251
Donde el término es la contribución a las diferencias de los
grupos debidas a las características observadas para explicar la brecha en Y. Por
ejemplo, un estudio de brechas salariales casi siempre incluye una medida de la
educación entre las variables. El producto de la diferencia entre blancos y negros
en la medida de la educación y el coeficiente que relaciona la educación con Y
es la contribución de la diferencia de educación a la brecha. El parámetro es
la porción de la diferencia en la media de Y que no es atribuida a la diferencia
entre y . Este parámetro incluye el efecto de las diferencias entre grupos
debidas a factores omitidos que podrían influir en Y en ausencia de discrimi-
nación, así como también incluye el efecto de la discriminación.

2. Modelos de regresión de raza específicos


Una formulación estadística más general para analizar las diferencias o bre-
chas entre grupos de individuos propuesta por Blinder (1973) y Oaxaca (1973)
consiste en permitir que el coeficiente de pendiente difiera entre los grupos.
Supongamos que y son las tasas de salario para dos grupos —negros y
blancos— los cuales están determinados por las ecuaciones

(4)

(5)

donde y son parámetros desconocidos que bajo el cumplimiento de los


supuestos y . Una vía para explorar la dife-
rencia salarial entre dos grupos de individuos es descomponer tal diferencia en
sus componentes explicada y no explicada suponiendo que la estructura salarial
no discriminada es la de las personas blancas, de la forma1

(6)

1 Alternativamente, si suponemos que la estructura salarial no discriminada es la de las


mujeres, las diferencias prome-
dio pueden ser expresadas como
Esta descomposición puede producir resultados bastante diferentes de la primera.

252 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Donde y representa el salario promedio y una característica de
control para todos los individuos en el grupo g, (g = B o N). El primer térmi-
no en la descomposición (6) representa la componente explicada, debida a las
diferencias promedio existentes en términos de dotación de capital humano
de los trabajadores —tales como años de educación aprobados y experiencia
en el mercado laboral—. El segundo término, por su parte, es el componente
no explicado; refleja la diferencia en los coeficientes estimados, es decir, las
diferencias en los retornos a los individuos con características similares entre
ambos grupos étnicos. La forma del diferencial salarial total debido al segundo
componente es usualmente llamada componente debido a la discriminación.
La estimación del grado de discriminación obtenido aplicando este método
debe tratarse con cierta precaución por varias razones: (i) Problema de iden-
tificación; el método se basa en una estructura de ganancias medias no discri-
minatorias y no se puede estar seguro que dicha estructura sea la correcta. (ii)
Problema de agregación; se ha resumido la distribución de diferencias salariales
en un único indicador ponderado de igual forma para todos los individuos.
(iii) Problema de colinealidad; existen algunas variables que determinan las
ganancias y que son posibles fuentes de discriminación: entre ellas es posible
destacar la ocupación y el tipo de contrato. Algunas soluciones a estos problemas
son las propuestas de Oaxaca y Ransom (1994), Junh, Murply y Pierce (1993),
Blinder (1999), Yun (2004)
A continuación se presenta una generalización del enfoque anterior con el
objetivo de descomponer a su vez la discriminación observada en dos elemen-
tos: uno que denota el sobrepago salarial (favoritismo) y otro que indica el
subpago salarial (discriminación pura) (Oaxaca y Ransom, 1994). Para ver este
aspecto, con base en las ecuaciones (4) y (5), sumando y restando y el término
a la diferencia media, se tiene

(7)

donde son los parámetros estimados para una estructura salarial en donde
no existe discriminación. Por lo tanto, podría pensarse que estos parámetros se
obtienen como un promedio ponderado de las retribuciones que recibe tanto
la población negra como la blanca por su capital humano. En concreto, es
posible pensar en lo siguiente:

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 253
En particular, el método de Blinder y Oaxaca (1973) propone que la estructura
salarial en ausencia de discriminación sea la estructura salarial de los blancos, o
bien, la de los negros (Ω = I). Sin embargo, Oaxaca y Ransom (1994), asumen
que la estructura salarial en ausencia de discriminación corresponde a los coefi-
cientes estimados con la muestra completa, es decir, aquella que incluye tanto
a la población negra como a la blanca.
Luego, agrupando los términos de la ecuación (7) es posible llegar a la si-
guiente especificación:

(8)

Esta ecuación corresponde a la descomposición salarial postulada por Oaxaca


y Ransom. Así, el primer elemento del lado derecho corresponde al sobrepago
que recibe la población blanca (favoritismo); el segundo elemento es el subpago
que percibe la población negra en el mercado laboral (discriminación pura);
finalmente, el último elemento corresponde a las diferencias en dotación.
Sin embargo, dada la alta probabilidad de que al estimar ecuaciones de sala-
rios se incurra en sesgos de selección (Heckman, 1979), lo que implica que el
estimador de mínimos cuadrados sea sesgado e inconsistente. Se hace necesario
incorporar la parte de la información que se está omitiendo en el modelo.
Con base en un modelo de participación laboral se construye el inverso de
la razón de Mills ( ): una variable que contiene la información faltante de la
distribución de salarios.

(.) es la función de densidad normal estándar, la función de distri-


bución acumulada, vector de variables que determinan la participación
del individuo en el mercado laboral y su vector de parámetros asociado.
Finalmente, esto se incluye como una variable más en la ecuación de salarios.
Si el coeficiente asociado al inverso de la razón de Mills es estadísticamente
significativo, hay evidencia entonces de un problema importante en términos
de sesgo de selección.

254 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


En este contexto, la descomposición de la brecha salarial viene dada por la
siguiente expresión:

(9)

Los primeros tres términos del lado derecho de la ecuación (9) son los ele-
mentos clásicos que representan la discriminación salarial y las diferencias en
dotación. La interpretación del último elemento es confusa, sin embargo, en
Oaxaca y Neuman (2003) se realiza un detallado análisis de este punto, y se
muestran distintos enfoques para tratar con este elemento.
Como solución al problema de que la descomposición de Blinder-Oaxaca
(1973) sólo se aplica a modelos lineales, muchos son los trabajos que descom-
ponen modelos no lineales en la literatura. Even y Macpherson (1990), Fairlie
(1999), o Yun (2005) realizan descomposiciones para modelos probit, Nielsen
(1998) hace una aproximación para modelos logit y Fairlie (2003) realiza otra
aplicación donde se estudian tanto modelos logit como probit. Yun (2004)
propone una generalización de la metodología de Blinder-Oaxaca que corrige
los problemas de identificación que surgen al realizar la descomposición deta-
llada y que permite realizar la descomposición para cualquier tipo de relación
funcional.

Descomposición no lineal
La descomposición no lineal propuesta por Yun (2004) es una extensión
del modelo de Blinder-Oaxaca (Blinder, 1973; Oaxaca, 1973) para variables
dependientes dicotómicas. En el mismo espíritu de la descomposición de
Blinder–Oaxaca, la metodología de Yun permite descomponer el cambio total
en la tasa de participación en el mercado laboral (variable dependiente) en un
efecto característico (cambios en los niveles de las variables explicativas) y en
un efecto parámetro (cambios en las actitudes de las mujeres hacia el trabajo).
Además, Yun propone una forma de ponderar la contribución que tiene cada
variable a ambos efectos.
Si modelamos la tasa de participación en función de un conjunto de carac-
terísticas X podemos escribir
(10)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 255
donde , y son, respectivamente, la observación i de la variable de-
pendiente, un vector de variables independientes y un vector de
coeficientes; F es un mapeo de una combinación lineal de X a la variable Y, la
cual es diferenciable.
Las diferencias promedio en Y —la tasa de participación— entre los grupos
de individuos blancos y negros puede ser descompuesta como:

(11)

El primer término de refleja las diferencias en las características


mientras que el segundo mide
las diferencias en los coeficientes. Para hallar la contribución de cada variable
a la diferencia total, -descomposición detallada- es posible usar una de dos
aproximaciones; primero, evaluar la función en el promedio de las caracterís-
ticas; segundo, usar una expansión de series de Taylor para linealizar los efectos
características y coeficientes alrededor de y respectivamente.

(12)

donde

Donde , es decir, es la derivada de


primer orden de la función , donde g representa los grupos de individuos

256 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


blancos y negros. Las cantidades , y son escalares. y
son la aproximación residual resultante de evaluar la función en los valores
medios y de la utilización de la respectiva expansión de Taylor.
Luego, la forma funcional de la descomposición de Yun es:

(13)

donde

La ecuación (13) muestra que los pesos son bastante simples y fáciles de
implementar. Siempre que los coeficientes estén disponibles, los ponderadores
pueden calcularse con facilidad usando los valores medios de las características
y sus coeficientes.
Dado que el único supuesto que debe cumplir la función F es que sea diferen-
ciable de primer orden, la descomposición de Yun, ecuación (12), dependiendo
de la distribución de F es la descomposición formulada. Si F es la distribución
normal estándar, se tiene;

Con es una variable binaria y , donde es


la función de distribución acumulada normal estándar.

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 257
Anexo 2

Estimación del modelo Oaxaca generalizado trece áreas: gdecomp


Ocupados

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Trece Áreas Metropolitanas, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .00616666
Residual difference .01759985

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Model |
E | .0031973 .0007512 4.26 0.000 .0017249 .0046696
C| .1228331 .1077677 1.14 0.254 -.0883877 .334054
E |
bsex | .0000287 . . . . .
anoeduca | .0041705 .0008074 5.17 0.000 .002588 .005753
exper | -.000527 . . . . .
expersq | .0000281 . . . . .
invmills | -.0005029 .0001916 -2.63 0.009 -.0008783 -.0001275
C |
bsex | -.0086825 .0131854 -0.66 0.510 -.0345254 .0171605
anoeduca | .0916648 .0248891 3.68 0.000 .042883 .1404466
exper | .0118099 .086932 0.14 0.892 -.1585736 .1821935
expersq | .0067427 .0493272 0.14 0.891 -.0899368 .1034222
invmills | .0212981 .0288135 0.74 0.460 -.0351752 .0777715
U |
_cons | -.1374636 .0806225 -1.71 0.088 -.2954809 .0205537

258 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población total masculina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Trece Áreas Metropolitanas, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.01337815
Residual difference -.02506206

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0005005 .0007662 -0.65 0.514 -.0020022 .0010013
C | .0842793 .134695 0.63 0.532 -.1797181 .3482767

E |
anoeduca | .0003161 .0007782 0.41 0.685 -.0012092 .0018414
exper | .0000489 .0001469 0.33 0.739 -.0002391 .0003368
expersq | .0006564 . . . . .
invmills | -.0015219 .0002697 -5.64 0.000 -.0020505 -.0009933

C |
anoeduca | .0498442 .0313906 1.59 0.112 -.0116802 .1113686
exper | .0524624 .1108841 0.47 0.636 -.1648665 .2697913
expersq | -.0193333 .0641721 -0.30 0.763 -.1451084 .1064417
invmills | .0013061 .027277 0.05 0.962 -.052156 .0547681

U |
_cons | -.0720949 .0555935 -1.30 0.195 -.1810562 .0368663

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 259
Población total femenina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Trece Áreas Metropolitanas, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .02564979
Residual difference .04770358

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0085398 .0015192 5.62 0.000 .0055622 .0115174
C | .1507564 .1755892 0.86 0.391 -.1933922 .4949049

E |
anoeduca | .0101395 .0016711 6.07 0.000 .0068642 .0134147
exper | -.0008659 . . . . .
expersq | -.0012692 .0008059 -1.57 0.115 -.0028487 .0003103
invmills | .0005354 . . . . .

C |
anoeduca | .1300138 .0401386 3.24 0.001 .0513435 .208684
exper | -.0859802 .1396496 -0.62 0.538 -.3596884 .187728
expersq | .0691767 .0771906 0.90 0.370 -.0821142 .2204675
invmills | .0375461 .0613194 0.61 0.540 -.0826376 .1577299

U |
_cons | -.1813499 .1541609 -1.18 0.239 -.4834998 .1207999

260 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población ocupada en el sector formal, en empresas de más de 50
empleados

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Trece Áreas Metropolitanas, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .08171838
Residual difference .0524839

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .023461 .0009957 23.56 0.000 .0215095 .0254125
C | .0313996 .12317 0.25 0.799 -.2100091 .2728083

E |
bsex | .0005784 . . . . .
anoeduca | .0225392 .0010343 21.79 0.000 .020512 .0245665
exper | .0018455 . . . . .
expersq | .0001917 . . . . .
invmills | -.0016938 .0002578 -6.57 0.000 -.0021991 -.0011885

C |
bsex| -.0041115 .0160509 -0.26 0.798 -.0355706 .0273476
anoeduca | .0456148 .0281699 1.62 0.105 -.0095973 .1008269
exper | -.0011353 .0975316 -0.01 0.991 -.1922937 .1900232
expersq | -.019575 .0560765 -0.35 0.727 -.1294829 .0903329
invmills | .0106065 .0382449 0.28 0.782 -.0643522 .0855652

U |
_cons | -.0256262 .1670705 -0.15 0.878 -.3530784 .301826

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 261
Población masculina ocupada en el sector formal, en empresas de
más de 50 empleados

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Trece Áreas Metropolitanas, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .06284237
Residual difference .03638993

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0092238 .0010725 8.60 0.000 .0071218 .0113259
C | -.031594 .1791059 -0.18 0.860 -.3826352 .3194472

E |
anoeduca | .0109306 .0010167 10.75 0.000 .0089379 .0129233
exper | -.0008572 .0001687 -5.08 0.000 -.0011878 -.0005267
expersq | .0042193 . . . . .
invmills | -.0050689 .0004307 -11.77 0.000 -.005913 -.0042248

C |
anoeduca | .0205477 .0384728 0.53 0.593 -.0548576 .095953
exper | -.0290881 .1464301 -0.20 0.843 -.3160859 .2579097
expersq | -.0048246 .0854183 -0.06 0.955 -.1722415 .1625922
invmills | -.018229 .0431359 -0.42 0.673 -.1027738 .0663159

U |
_cons | .0488226 .1759508 0.28 0.781 -.2960347 .3936799

262 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población femenina ocupada en el sector formal, en empresas de
más de 50 empleados

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Trece Áreas Metropolitanas, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .10082049
Residual difference -.0229515

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0446753 .001915 23.33 0.000 .0409219 .0484286
C | .0627089 .1720831 0.36 0.716 -.2745677 .3999856

E |
anoeduca | .0431261 .0020773 20.76 0.000 .0390547 .0471976
exper | .0011306 . . . . .
expersq | -.0006603 .0007753 -0.85 0.394 -.0021797 .0008592
invmills | .0010788 . . . . .

C |
anoeduca | .0700824 .0421015 1.66 0.096 -.0124349 .1525998
exper | -.0301203 .1327882 -0.23 0.821 -.2903804 .2301399
expersq | -.0023144 .0749988 -0.03 0.975 -.1493094 .1446806
invmills | .0250612 .0676943 0.37 0.711 -.1076172 .1577395

U |
_cons | .0163878 .0762463 0.21 0.830 -.1330522 .1658277

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 263
Población ocupada en el sector formal, en empresas de menos
de 50 empleados. Formal pequeño

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Trece Áreas Metropolitanas, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .01602101
Residual difference -.00485573

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0036058 .0001982 18.19 0.000 .0032173 .0039943
C | .0169575 .0098963 1.71 0.087 -.0024388 .0363539

E |
bsex | 1.98e-06 . . . . .
anoeduca | .0035911 .0002005 17.91 0.000 .003198 .0039841
exper | .0000407 . . . . .
expersq | .0000102 . . . . .
invmills | -.0000382 .0000386 -0.99 0.323 -.0001139 .0000375

C |
bsex | -.0008595 .0011617 -0.74 0.459 -.0031364 .0014174
anoeduca | .0249519 .003945 6.32 0.000 .0172197 .0326841
exper | -.0168333 .0072619 -2.32 0.020 -.0310664 -.0026003
expersq | .0138034 .0043277 3.19 0.001 .0053212 .0222856
invmills | - .004105 .0030917 - 1.33 0.184 - .0101646 .0019547

U |
_cons | .0003134 .0002289 1.37 0.171 -.0001352 .0007621

264 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población masculina ocupada en el sector formal, en empresas de
menos de 50 empleados. Formal pequeño

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Trece Áreas Metropolitanas, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .01107262
Residual difference -.02836801

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0029465 .0001863 15.82 0.000 .0025815 .0033115
C | .0363956 .0113182 3.22 0.001 .0142123 .058579

E |
anoeduca | .0029688 .0001837 16.16 0.000 .0026087 .0033288
exper | .0000171 .000025 0.68 0.493 -.0000318 .000066
expersq | -.000058 . . . . .
invmills | .0000186 .0000534 0.35 0.728 -.0000861 .0001234

C |
anoeduca | .0309834 .0044752 6.92 0.000 .0222121 .0397547
exper | -.0003042 .0085936 -0.04 0.972 -.0171473 .0165389
expersq | .0043085 .0052229 0.82 0.409 -.0059281 .0145451
invmills | .0014079 .0026357 0.53 0.593 -.0037579 .0065738

U |
_cons | .0000985 .000076 1.30 0.195 - .0000504 .0002475

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 265
Población femenina ocupada en el sector formal, en empresas de
menos de 50 empleados. Formal pequeño

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Trece Áreas Metropolitanas, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .02100896
Residual difference .01921273

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0041619 .000343 12.13 0.000 .0034896 .0048341
C | -.0040772 .0164009 -0.25 0.804 -.0362224 .028068

E |
anoeduca | .0040225 .0003544 11.35 0.000 .0033279 .004717
exper | .0003952 . . . . .
expersq | -.0003653 .0000399 -9.15 0.000 -.0004435 -.0002871
invmills | .0001095 . . . . .

C |
anoeduca | .0179621 .006166 2.91 0.004 .005877 .0300471
exper | -.0332961 .0118405 -2.81 0.005 -.0565032 -.0100891
expersq | .0227367 .0071245 3.19 0.001 .0087729 .0367005
invmills | -.0114798 .0063256 -1.81 0.070 -.0238778 .0009181

U |
_cons | .0017116 .0019888 0.86 0.389 -.0021863 .0056095

266 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población informal total

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Trece Áreas Metropolitanas, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.09157273
Residual difference -.03460616

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0402894 .0011599 -34.74 0.000 -.0425627 -.0380161
C | .1073176 .163258 0.66 0.511 -.2126621 .4272973

E |
bsex | -.0001956 . . . . .
anoeduca | -.0387198 .001223 -31.66 0.000 -.0411169 -.0363227
exper | -.0018404 . . . . .
expersq | -.0001633 . . . . .
invmills | .0006297 .0002825 2.23 0.026 .000076 .0011834

C |
bsex | -.0015242 .0206552 -0.07 0.941 -.0420077 .0389592
anoeduca | .039941 .0387277 1.03 0.302 -.0359639 .115846
exper | .0592314 .1305371 0.45 0.650 -.1966166 .3150795
expersq | -.0109633 .073506 -0.15 0.881 -.1550324 .1331059
invmills | .0206326 .0477871 0.43 0.666 -. 0730284 . 1142936

U |
_cons | -.1239948 .099948 - 1.24 0.215 - .3198893 .0718997

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 267
Población informal masculina total

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Trece Áreas Metropolitanas, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.08729315
Residual difference -.0144522

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0277519 .0012185 -22.78 0.000 -.0301401 -.0253636
C | .0351535 .2317098 0.15 0.879 -.4189893 .4892964

E |
anoeduca | -.0271346 .0012207 -22.23 0.000 -.0295271 -.0247421
exper | .0005334 .0002243 2.38 0.017 .0000938 .0009729
expersq | -.0022097 . . . . .
invmills | .001059 .0004515 2.35 0.019 .000174 .001944

C |
anoeduca | .0088431 .0509581 0.17 0.862 -.0910329 .108719
exper | .0554027 .1910242 0.29 0.772 -.3189977 .4298032
expersq | -.0185535 .1097991 -0.17 0.866 -.2337558 .1966488
invmills | -.0105388 .0504641 -0.21 0.835 -.1094466 .088369

U |
_cons | -.0802426 .1268553 - 0.63 0.527 - .3288743 .1683891

268 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población informal femenina total

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Trece Áreas Metropolitanas, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.09617966
Residual difference -.08884705

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0581711 .0022424 -25.94 0.000 -.0625662 -.053776
C | .1662905 .2341324 0.71 0.478 -.2926006 .6251817

E |
anoeduca | -.0555343 .0024163 -22.98 0.000 -.0602701 -.0507986
exper | -.0026529 . . . . .
expersq | .0006418 .0009885 0.65 0.516 -.0012956 .0025793
invmills | -.0006257 . . . . .

C |
anoeduca | .0743954 .0589362 1.26 0.207 -.0411173 .1899082
exper | .0117054 .1828439 0.06 0.949 -.3466621 .3700729
expersq | .0338135 .1014216 0.33 0.739 -.1649693 .2325962
invmills | .0463762 .0873285 0.53 0.595 -.1247846 .217537

U |
_cons | -.115452 .0970808 -1.19 0.234 -.3057268 .0748228

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 269
Estimación del modelo Oaxaca generalizado: gdecomp
Según áreas metropolitanas. Población ocupada

Medellín
Población ocupada
Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Medellín, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .02945503
Residual difference -.03601534

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .01405 .0014966 9.39 0.000 .0111167 .0169834
C | .2052576 .2535661 0.81 0.418 -.2917228 .702238

E |
bsex | .0001947 . . . . .
anoeduca | .0099311 .0016195 6.13 0.000 .0067569 .0131054
exper | 3.72e-06 . . . . .
expersq | -.0007431 .0003823 -1.94 0.052 -.0014925 6.21e-06
invmills_med | .0046636 . . . . .

C |
bsex | .0243724 .0348704 0.70 0.485 -.0439723 .0927171
anoeduca | .1138542 .0690315 1.65 0.099 -.021445 .2491534
exper | -.0597496 .1996623 -0.30 0.765 -.4510806 .3315813
expersq | .0704114 .1124311 0.63 0.531 -.1499495 .2907723
invmills_med | .0563693 .0762147 0.74 0.460 - .0930089 .2057475

U |
_cons | -.1538373 .1248643 -1.23 0.218 -.3985667 .0908922

270 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población ocupada maculina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Medellín, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .02596268
Residual difference -.06305215

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0094724 .0014597 6.49 0.000 .0066114 .0123334
C | .1675118 .3026216 0.55 0.580 -.4256156 .7606393

E |
anoeduca | .0038715 .0013653 2.84 0.005 .0011955 .0065474
exper | -.0016166 .0007304 -2.21 0.027 -.0030482 -.000185
expersq | .0069064 . . . . .
invmills_med | .0003111 . . . . .

C |
anoeduca | .0651387 .0772253 0.84 0.399 -.0862202 .2164975
exper | .0536299 .2506836 0.21 0.831 -.4377008 .5449607
expersq | .0224399 .1358611 0.17 0.869 -.243843 .2887227
invmills_med | .0263034 .0656932 0.40 0.689 -.102453 .1550598

U |
_cons | -.0879694 .1121869 -0.78 0.433 -.3078516 .1319128

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 271
Población ocupada femenina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Medellín, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .03463569
Residual difference .03092761

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0178423 .0035845 4.98 0.000 .0108168 .0248678
C | .156191 .4894876 0.32 0.750 -.803187 1.115569

E |
anoeduca | .0188391 .0038022 4.95 0.000 .0113869 .0262913
exper | .0014643 . . . . .
expersq | -.0136296 .0035245 -3.87 0.000 -.0205374 -.0067218
invmills_med | .0111686 . . . . .

C |
anoeduca | .1437272 .136464 1.05 0.292 -.1237374 .4111917
exper | -.2155792 .3778033 -0.57 0.568 -.9560601 .5249017
expersq | .1521958 .2205914 0.69 0.490 -.2801554 .5845471
invmills_med | .0758472 .1719876 0.44 0.659 -.2612422 .4129367

U |
_cons | -.1703252 .3080795 -0.55 0.580 -.7741499 .4334995

272 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Bogotá
Población ocupada
Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Bogotá, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .01447619
Residual difference -.17090531

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0019831 .0018478 1.07 0.283 -.0016385 .0056047
C | .4392769 .2872438 1.53 0.126 -.1237106 1.002264

E |
bsex | .0001365 .0005824 0.23 0.815 -.001005 .0012781
anoeduca | -.004151 .0009912 -4.19 0.000 -.0060938 -.0022082
exper | .0157051 .0025492 6.16 0.000 .0107087 .0207014
expersq | -.0061143 . . . . .
invmills_bog | -.0035932 .0012632 -2.84 0.004 -.0060691 -.0011173

C |
bsex | .0084878 .036074 0.24 0.814 -.0622159 .0791916
anoeduca | .2800598 .1088839 2.57 0.010 .0666514 .4934683
exper | .0613966 .2224863 0.28 0.783 -.3746685 .4974617
expersq | .0026384 .1197883 0.02 0.982 -.2321424 .2374192
invmills_bog | . 0866942 .0741794 1.17 0.243 -.0586948 .2320832

U |
_cons | -.2558785 .0895562 -2.86 0.004 -.4314054 -.0803516

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 273
Población ocupada masculina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Bogotá, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.01115102
Residual difference -.15278554

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.015702 .003437 -4.57 0.000 -.0224384 -.0089656
C | .2620192 .3520875 0.74 0.457 -.4280596 .952098

E |
anoeduca | .001298 .0031004 0.42 0.675 -.0047788 .0073747
exper | .0018954 . . . . .
expersq | -.0007558 .0020213 -0.37 0.708 -.0047174 .0032058
invmills_bog | -.0181396 .0003944 -45.99 0.000 -.0189127 -.0173665

C |
anoeduca | .1104329 .1263198 0.87 0.382 -.1371494 .3580152
exper | .1569984 .2862131 0.55 0.583 -.403969 .7179657
expersq | -.0367236 .1525237 -0.24 0.810 -.3356646 .2622174
invmills_bog | .0313116 .0531739 0.59 0.556 -.0729073 .1355304

U |
_cons | -.1046827 .0629171 -1.66 0.096 -.2279978 .0186325

274 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población ocupada femenina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Bogotá, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .03656151
Residual difference -.30019838

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0181081 .0045652 3.97 0.000 .0091605 .0270556
C | .6673929 .4041109 1.65 0.099 -.1246499 1.459436

E |
anoeduca | -.0050877 . . . . .
exper | .0165351 .0086184 1.92 0.055 -.0003566 .0334268
expersq | .0072464 . . . . .
invmills_bog | -.0005857 .0016073 -0.36 0.716 -.003736 .0025646

C |
anoeduca | .4415414 .1644041 2.69 0.007 .1193153 .7637674
exper | .082419 . 2913217 0.28 0.777 -.488561 .653399
expersq | -.0283865 .1480917 -0.19 0.848 -.318641 .261868
invmills_bog | .171819 .1716899 1.00 0.317 -.164687 .508325

U |
_cons | -.3487411 .1439855 -2.42 0.015 -.6309475 -.0665346

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 275
Cartagena
Población ocupada
Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Cartagena, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .01657108
Residual difference -.03192566

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0058583 .003916 1.50 0.135 -.0018168 .0135335
C | .0745418 .1596542 0.47 0.641 -.2383746 .3874582

E |
bsex | -.0001077 .000462 -0.23 0.816 -.0010132 .0007977
anoeduca | .0027184 .0042137 0.65 0.519 -.0055402 .010977
exper | .0065756 . . . . .
expersq | -.021047 .0029428 -7.15 0.000 -.0268148 -.0152791
invmills_car | .017719 . . . . .

C |
bsex | -.0236289 .0206972 -1.14 0.254 -.0641945 .0169368
anoeduca | .0809232 .0317262 2.55 0.011 .0187409 .1431054
exper | .0458842 .1287612 0.36 0.722 -.2064832 .2982515
expersq | -.0200596 .0769706 -0.26 0.794 -.1709192 .1308001
invmills_car | -.0085771 .0393776 -0.22 0.828 -.0857558 .0686016

U |
_cons | -.0319034 .0582826 -0.55 0.584 -.1461353 .0823285

276 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población ocupada masculina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Cartagena, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.01023914
Residual difference .00218916

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0060555 .0036155 -1.67 0.094 -.0131417 .0010307
C | -.0028103 .1481694 -0.02 0.985 -.293217 .2875964

E |
anoeduca | -.0130196 .0037182 -3.50 0.000 -.0203072 -.005732
exper | .0107645 . . . . .
expersq | -.0209049 .0027089 -7.72 0.000 -.0262143 -.0155954
invmills_car | .0171045 . . . . .

C |
anoeduca | .0102179 .0262087 0.39 0.697 -.0411501 .061586
exper | -.0287152 .1223432 -0.23 0.814 -.2685035 .2110731
expersq | .0346676 .074459 0.47 0.642 -.1112694 .1806045
invmills_car | -.0189806 .0274823 -0.69 0.490 -.0728449 .0348837

U |
_cons | -.0035625 .0090483 -0.39 0.694 -.0212969 .0141719

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 277
Población ocupada femenina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Cartagena, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .04810643
Residual difference .00866056

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0242546 .0087236 2.78 0.005 .0071567 .0413525
C | .4245518 .3295558 1.29 0.198 -.2213656 1.070469

E |
anoeduca | .0353343 .0089743 3.94 0.000 .0177451 .0529236
exper | -.0051823 . . . . .
expersq | -.0202062 .0065377 -3.09 0.002 -.0330199 -.0073925
invmills_car | .0143088 . . . . .

C |
anoeduca | .2334502 .0769205 3.03 0.002 .0826888 . 3842117
exper | .2865336 .2578635 1.11 0.266 -.2188696 .7919368
expersq | -.1686321 .1481407 -1.14 0.255 -.4589825 .1217183
invmills_car | .0732 .1193775 0.61 0.540 -.1607756 .3071755

U |
_cons | -.4093605 .3557998 -1.15 0.250 -1.106715 .2879943

278 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Pereira
Población ocupada
Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Pereira, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.04024023
Residual difference -.04760484

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0027412 .000671 4.09 0.000 .001426 .0040564
C | .0299931 .2661061 0.11 0.910 -.4915653 .5515515

E |
bsex | -.0005793 .0007102 -0.82 0.415 -.0019712 .0008126
anoeduca | -.0012591 .000239 -5.27 0.000 -.0017275 -.0007907
exper | .0102725 . . . . .
expersq | -.005343 .0010001 -5.34 0.000 -.0073031 -.0033828
invmills_per | -.00035 . . . . .

C |
bsex | .0002211 .0437713 0.01 0.996 -.085569 .0860112
anoeduca | -.0055602 .0632704 -0.09 0.930 -.129568 .1184475
exper | .1322579 .2099535 0.63 0.529 -.2792435 .5437592
expersq | -.0649074 .1235051 -0.53 0.599 -.3069729 .1771582
invmills_per | -.0320183 .0745615 -0.43 0.668 -.1781561 .1141195

U |
_cons | -.0253697 .5152058 -0.05 0.961 -1.035154 .9844151

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 279
Población ocupada masculina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Pereira, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.03527967
Residual difference -.09673599

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0020253 .0013481 -1.50 0.133 -.0046675 .0006168
C | -.0128756 .3610784 -0.04 0.972 -.7205762 .694825

E |
anoeduca | -.0065302 .0015378 -4.25 0.000 -.0095442 -.0035161
exper | .0102301 . . . . .
expersq | -.0046702 .0014034 -3.33 0.001 -.0074207 -.0019196
invmills_per | -.001055 . . . . .

C |
anoeduca | -.0969394 .0746845 -1.30 0.194 -.2433183 .0494395
exper | .2724864 .2963003 0.92 0.358 -.3082514 .8532243
expersq | -.1288086 .1772195 -0.73 0.467 -.4761524 .2185353
invmills_per | -.0596141 .074828 -0.80 0.426 -.2062742 .087046

U |
_cons | .0763573 .6205741 0.12 0.902 -1.139946 1.29266

280 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población ocupada femenina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Pereira, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.04533759
Residual difference .1847853

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .017005 .0023093 7.36 0.000 .0124789 .0215311
C | .3027922 .4016207 0.75 0.451 -.4843699 1.089954

E |
anoeduca | .0112508 .002192 5.13 0.000 .0069545 .015547
exper | .0080698 .0015064 5.36 0.000 .0051174 .0110222
expersq | -.002337 . . . . .
invmills_per | .0000214 . . . . .

C |
anoeduca | .1638514 .0960268 1.71 0.088 -.0243577 .3520604
exper | .096018 .3138049 0.31 0.760 -.5190283 .7110644
expersq | -.0535623 .171901 -0.31 0.755 -.3904821 .2833574
invmills_per | .0964851 .1550953 0.62 0.534 -.207496 .4004662

U |
_cons | -.54992 .3926005 -1.40 0.161 -1.319403 .2195628

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 281
Cali
Población ocupada
Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Cali, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .02246438
Residual difference .0276101

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0152463 .0024356 6.26 0.000 .0104727 .02002
C | -.0019226 .1790252 -0.01 0.991 -.3528056 .3489603

E |
bsex | .0007101 .0011773 0.60 0.546 -.0015974 .0030176
anoeduca | .009454 .0022946 4.12 0.000 .0049566 .0139513
exper | .0022236 .0010735 2.07 0.038 .0001195 .0043277
expersq | .0015099 . . . . .
invmills_cal | .0013488 . . . . .

C |
bsex | -.0160889 .0189448 -0.85 0.396 -.05322 .0210421
anoeduca | .0696718 .0396174 1.76 0.079 -.0079769 .1473204
exper | -.1593919 .1440247 -1.11 0.268 -.4416752 .1228913
expersq | .1186492 .0819412 1.45 0.148 -.0419526 .2792509
invmills_cal | - .0147627 .0516149 -0.29 0.775 -.115926 .0864006

U |
_cons | -.0184694 .2900661 -0.06 0.949 -.5869886 .5500497

282 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población ocupada masculina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Cali, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .01155064
Residual difference -.01757134

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0084808 .0024988 3.39 0.001 .0035834 .0133783
C | -.0435889 .2330355 -0.19 0.852 -.5003301 .4131522

E |
anoeduca | .0030848 .0025252 1.22 0.222 -.0018644 .0080341
exper | .0006109 .0017782 0.34 0.731 -.0028742 .0040961
expersq | .0029741 . . . . .
invmills_cal | .001811 . . . . .

C |
anoeduca | .0460756 .0552528 0.83 0.404 -.0622178 .1543691
exper | -.1694091 .189183 -0.90 0.371 -.5402009 .2013827
expersq | .1159616 .1134806 1.02 0.307 -.1064563 .3383795
invmills_cal | -.036217 .0508393 -0.71 0.476 -.1358601 .0634261

U |
_cons | .06423 .2599268 0.25 0.805 -.4452172 .5736773

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 283
Población ocupada femenina

Tabla 16
Modelo logit variable dependiente
Ocupado para Cali, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .02765821
Residual difference .13848188

bocu | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0222887 .0038702 5.76 0.000 .0147031 .0298742
C | .0782257 .2630992 0.30 0.766 -.4374392 .5938907

E |
anoeduca | .0189266 .0037636 5.03 0.000 .0115501 .0263031
exper | .0009731 .0007046 1.38 0.167 -.0004079 .0023541
expersq | .0023308 . . . . .
invmills_cal | .0000582 .0006437 0.09 0.928 -.0012033 .0013198

C |
anoeduca | .0985033 .0550995 1.79 0.074 -.0094897 .2064963
exper | -.2146564 .2111846 -1.02 0.309 -.6285706 .1992578
expersq | .1755907 .1153698 1.52 0.128 -.0505299 .4017113
invmills_cal | .0187882 .0909731 0.21 0.836 -.1595159 .1970922

U |
_cons | -.2113381 .4050518 -0.52 0.602 -1.005225 .582549

284 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal grande (50 o más empleados)
*** Medellín
Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Medellín, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .0654448
Residual difference .06339323

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0433767 .0023142 18.74 0.000 .0388409 .0479124
C | .4106082 .3421197 1.20 0.230 -.2599341 1.08115

E |
bsex | .0006572 . . . . .
anoeduca | .0327622 .002455 13.35 0.000 .0279505 .0375739
exper | .0000829 . . . . .
expersq | -.0009268 .0003446 -2.69 0.007 -.0016022 -.0002515
invmills_med | .0108012 . . . . .

C |
bsex | .0149098 .0501923 0.30 0.766 -.0834653 .1132849
anoeduca | .1694354 .0965272 1.76 0.079 -.0197545 .3586253
exper | .2221212 .2632994 0.84 0.399 -.2939361 .7381786
expersq | -.0968615 .151213 -0.64 0.522 -.3932336 .1995106
invmills_med | .1010032 .1140928 0.89 0.376 -.1226146 .324621

U |
_cons | -.4519333 .2782151 -1.62 0.104 -.9972249 .0933584

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 285
Población formal grande masculina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Medellín, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .02743154
Residual difference -.08460798

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0200279 .0030223 6.63 0.000 .0141043 .0259516
C | .5043564 .4687914 1.08 0.282 -.4144579 1.423171

E |
anoeduca | .0171119 .002734 6.26 0.000 .0117535 .0224704
exper | -.0127439 .0014375 -8.87 0.000 -.0155613 -.0099265
expersq | .0148406 . . . . .
invmills_med | .0008193 . . . . .

C |
anoeduca | .2406075 .137678 1.75 0.081 -.0292364 .5104514
exper | .3816637 .3769637 1.01 0.311 -.3571715 1.120499
expersq | -.1617455 .2079877 -0.78 0.437 -.5693938 .2459028
invmills_med | .0438307 .1242968 0.35 0.724 -.1997866 .2874479

U |
_cons | -.4123448 .1950159 -2.11 0.034 -.7945688 -.0301207

286 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal grande femenina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Medellín, Mujeres

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .11008431
Residual difference -.01105997

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0745556 .0047444 15.71 0.000 .0652568 .0838544
C | -.0451061 .4567473 -0.10 0.921 -.9403143 .8501021

E |
anoeduca | .0572518 .0046851 12.22 0.000 .0480691 .0664345
exper | .0014924 . . . . .
expersq | -.0006496 .0038343 -0.17 0.865 -.0081648 .0068655
invmills_med | .016461 . . . . .

C |
anoeduca | .0247018 .1205375 0.20 0.838 -.2115474 .260951
exper | -.2296778 .3413856 -0.67 0.501 -.8987814 .4394257
expersq | .1402981 .2118246 0.66 0.508 -.2748705 .5554667
invmills_med | .0195719 .1807622 0.11 0.914 -.3347155 .3738592

U |
_cons | .0916948 .1589718 0.58 0.564 -.2198842 .4032737

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 287
Bogotá
Población formal grande (50 o más empleados)
Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Bogotá, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .07591723
Residual difference .07616804

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0643801 .0043498 -14.80 0.000 -.0729056 -.0558547
C | .4536546 .3815277 1.19 0.234 -.2941259 1.201435

E |
bsex | -.001062 .0010802 -0.98 0.326 -.0031792 .0010552
anoeduca | -.0291944 .0009819 -29.73 0.000 -.0311188 -.02727
exper | -.0288863 .0036534 -7.91 0.000 -.036047 -.0217257
expersq | .014614 . . . . .
invmills_bog | -.0198514 .0029847 -6.65 0.000 -.0257013 -.0140015

C |
bsex | .0546786 .0440804 1.24 0.215 -.0317174 .1410746
anoeduca | .0556411 .1475092 0.38 0.706 -.2334716 .3447537
exper | .1123255 .2867655 0.39 0.695 -.4497245 .6743756
expersq | -.0151388 .159267 -0.10 0.924 -.3272964 .2970187
invmills_bog | .2461483 .1194191 2.06 0.039 .0120911 .4802055

U |
_cons | -.3895253 .3435085 -1.13 0.257 -1.06279 .2837391

288 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal grande masculina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Bogotá, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .03717011
Residual difference -.17545418

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0803929 .0074315 -10.82 0.000 -.0949585 -.0658274
C | .52465 .6843518 0.77 0.443 -.8166549 1.865955

E |
anoeduca | -.0204685 .0040042 -5.11 0.000 -.0283166 -.0126205
exper | -.0166626 . . . . .
expersq | .0278176 .0041047 6.78 0.000 .0197725 .0358627
invmills_bog | -.0710794 .0051149 -13.90 0.000 -.0811043 -.0610544

C |
anoeduca | .0993045 .2343482 0.42 0.672 -.3600096 .5586185
exper | .4368749 .5545115 0.79 0.431 -.6499476 1.523697
expersq | -.2226372 .3021151 -0.74 0.461 -.8147719 .3694976
invmills_bog | .2111078 .121086 1.74 0.081 -.0262164 .448432

U |
_cons | -.2316328 .1413234 -1.64 0.101 -.5086215 .0453559

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 289
Población formal grande femenina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Bogotá, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .10954043
Residual difference -.15631628

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0367875 .0064617 -5.69 0.000 -.0494523 -.0241227
C | .3188848 .4103057 0.78 0.437 -.4852995 1.123069

E |
anoeduca | -.0292015 . . . . .
exper | -.0118591 .0096507 -1.23 0.219 -.0307741 .007056
expersq | .0069763 . . . . .
invmills_bog | -.0027032 .0022245 -1.22 0.224 -.0070631 .0016567

C |
anoeduca | .1002286 .1785617 0.56 0.575 -.249746 .4502032
exper | -.1248802 .2777299 -0.45 0.653 -.6692207 .4194604
expersq | .1432017 .1640931 0.87 0.383 -.1784147 .4648182
invmills_bog | .2003346 .1800167 1.11 0.266 -.1524916 .5531609

U |
_cons | -.0162406 .2783551 -0.06 0.953 -.5618065 .5293253

290 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Cartagena
Población formal grande (50 o más empleados)
Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Cartagena, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .10489347
Residual difference .05008026

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .1139388 .0059093 19.28 0.000 .1023568 .1255207
C | -.0924586 .2020227 -0.46 0.647 -.4884159 .3034987

E |
bsex | -.0006777 . . . . .
anoeduca | .0966002 .00536 18.02 0.000 .0860947 .1071056
exper | -.0002744 .0020968 -0.13 0.896 -.0043841 .0038354
expersq | .0008694 . . . . .
invmills_car | .0174212 .0024416 7.14 0.000 .0126357 .0222067

C |
bsex | -.0419197 .027959 -1.50 0.134 -.0967183 .0128789
anoeduca | .0944684 .0459289 2.06 0.040 .0044495 .1844874
exper | -.0294963 .1591953 -0.19 0.853 -.3415133 .2825207
expersq | -.0285938 .0901069 -0.32 0.751 -.2052001 .1480125
invmills_car | -.0869172 .0667805 -1.30 0.193 -.2178046 .0439701

U |
_cons | .0333331 .0305295 1.09 0.275 -.0265037 .0931699

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 291
Población formal grande masculina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Cartagena, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .08960792
Residual difference .01008654

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .1067631 .0071218 14.99 0.000 .0928046 .1207215
C | -.0731813 .2491473 -0.29 0.769 -.5615011 .4151385

E |
anoeduca | .0728793 .0060014 12.14 0.000 .0611168 .0846418
exper | .0138279 .0029158 4.74 0.000 .0081131 .0195426
expersq | -.0118338 . . . . .
invmills_car | .0318897 .0037466 8.51 0.000 .0245466 .0392328

C |
anoeduca | .0691357 .049459 1.40 0.162 -.0278022 .1660735
exper | -.0267929 .2022142 -0.13 0.895 -.4231255 .3695396
expersq | -.0370042 .1232206 -0.30 0.764 -.2785122 .2045039
invmills_car | -.0785199 .0596179 -1.32 0.188 -.1953687 .038329

U |
_cons | .0459396 .0955928 0.48 0.631 -.1414188 .233298

292 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal grande femenina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Cartagena, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .12593396
Residual difference -.09054617

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .1313625 .0101468 12.95 0.000 .1114751 .1512499
C | .0805597 .2758421 0.29 0.770 -.4600809 .6212004

E |
anoeduca | .1346933 .0101005 13.34 0.000 .1148966 .1544899
exper | -.0173434 .0025614 -6.77 0.000 -.0223636 -.0123231
expersq | .0105985 . . . . .
invmills_car | .0034141 .00222 1.54 0.124 -.000937 .0077652

C |
anoeduca | .1681455 .0724125 2.32 0.020 .0262197 .3100714
exper | .0047696 .2131844 0.02 0.982 -.4130641 .4226034
expersq | -.0236782 .1190764 -0.20 0.842 -.2570636 .2097073
invmills_car | -.0686773 .1059176 -0.65 0.517 -.276272 .1389174

U |
_cons | .0045579 .0057242 0.80 0.426 -.0066613 .0157772

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 293
Pereira
Población formal grande (50 o más empleados)
Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Pereira, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.0169631
Residual difference .03606787

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0068922 .0008797 -7.83 0.000 -.0086164 -.0051679
C | -.3760486 .5428445 -0.69 0.488 -1.440004 .6879071

E |
bsex | .0044944 .0006928 6.49 0.000 .0031366 .0058523
anoeduca | -.0029062 .0001444 -20.13 0.000 -.0031892 -.0026232
exper | -.0074548 . . . . .
expersq | .0045674 .001171 3.90 0.000 .0022723 .0068624
invmills_per | -.0055929 . . . . .

C |
bsex | -.0530401 .0699738 -0.76 0.448 -.1901862 .0841059
anoeduca | -.0767867 .1023485 -0.75 0.453 -.2773861 .1238126
exper | -.4512869 .4183068 -1.08 0.281 -1.271153 .3685793
expersq | .3145511 .2938423 1.07 0.284 -.2613693 .8904714
invmills_per | -.109486 .1341073 -0.82 0.414 -.3723315 .1533596

U |
_cons | .3299098 .1760555 1.87 0.061 -.0151526 .6749723

294 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal grande masculina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Pereira, Hombre.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.04607082
Residual difference .02605829

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0254589 .0016733 -15.21 0.000 -.0287386 -.0221793
C | -.5172422 .6983374 -0.74 0.459 -1.885958 .8514739

E |
anoeduca | -.0136409 .001581 -8.63 0.000 -.0167396 -.0105422
exper | -.0164874 . . . . .
expersq | .0126778 .0009451 13.41 0.000 .0108254 .0145301
invmills_per | -.0080084 . . . . .

C |
anoeduca | -.1595461 .1300256 -1.23 0.220 -.4143916 .0952993
exper | -.5871941 .5525427 -1.06 0.288 -1.670158 .4957697
expersq | .4137682 .3820849 1.08 0.279 -.3351044 1.162641
invmills_per | -.1842702 .1395569 -1.32 0.187 -.4577966 .0892562

U |
_cons | .470572 .1972654 2.39 0.017 .0839388 .8572052

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 295
Población formal grande femenina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Pereira, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .02397538
Residual difference .64157873

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0296523 .0030676 9.67 0.000 .0236399 .0356647
C | -.7539239 .6966517 -1.08 0.279 -2.119336 .6114884

E |
anoeduca | .0290182 .002617 11.09 0.000 .0238891 .0341474
exper | -.0009693 . . . . .
expersq | -.0022909 .0018535 -1.24 0.216 -.0059237 .0013418
invmills_per | .0038943 . . . . .

C |
anoeduca | -.1075953 .205364 -0.52 0.600 -.5101014 .2949108
exper | -.9077887 .5296695 -1.71 0.087 -1.945922 .1303444
expersq | .5337173 .2921708 1.83 0.068 -.0389269 1.106362
invmills_per | -.2722572 .277913 -0.98 0.327 -.8169567 .2724424

U |
_cons | .1066682 .0856866 1.24 0.213 -.0612745 .2746109

296 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Cali
Población formal grande (50 o más empleados)
Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Cali, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .04878466
Residual difference .0039192

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0408307 .0035121 11.63 0.000 .0339471 .0477143
C | .0089136 .2244388 0.04 0.968 -.4309783 .4488056

E |
bsex | -.0015089 .0016811 -0.90 0.369 -.0048038 .001786
anoeduca | .0381952 .0033506 11.40 0.000 .0316281 .0447622
exper | -.0024572 .001435 -1.71 0.087 -.0052698 .0003554
expersq | .000876 . . . . .
invmills_cal | .0057255 . . . . .

C |
bsex | -.0172374 .0241728 -0.71 0.476 -.0646152 .0301404
anoeduca | .0400867 .0511552 0.78 0.433 -.0601756 .1403491
exper | .0046514 .1780487 0.03 0.979 -.3443176 .3536204
expersq | -.0315331 .1015195 -0.31 0.756 -.2305076 .1674414
invmills_cal | .012946 .0718613 0.18 0.857 -.1278996 .1537915

U |
_cons | -.0048789 .1723682 -0.03 0.977 -.3427144 .3329567

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 297
Población formal grande masculina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Cali, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .01608373
Residual difference -.00623159

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0228815 .0036951 6.19 0.000 .0156393 .0301237
C | -.142744 .3455574 -0.41 0.680 -.820024 .534536

E |
anoeduca | .0195195 .0036993 5.28 0.000 .012269 .02677
exper | -.0132578 .0023843 -5.56 0.000 -.0179309 -.0085848
expersq | .0093586 . . . . .
invmills_cal | .0072613 . . . . .

C |
anoeduca | -.0008607 .0758743 -0.01 0.991 -.1495716 .1478501
exper | -.1745373 .2805301 -0.62 0.534 -.7243663 .3752917
expersq | .0798758 .163953 0.49 0.626 -.2414662 .4012178
invmills_cal | -.0472218 .0898623 -0.53 0.599 -.2233487 .1289051

U |
_cons | .1421778 .2916067 0.49 0.626 -.4293609 .7137164

298 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal grande femenina (50 o más empleados)

Tabla 17
Modelo logit variable dependiente
Formal grande para Cali, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .07223445
Residual difference -.2894641

formalgran | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0620159 .0058399 10.62 0.000 .05057 .0734619
C | .353425 .2947347 1.20 0.230 -.2242443 .9310943

E |
anoeduca | .0685879 .0059602 11.51 0.000 .0569062 .0802696
exper | .0022174 .0014903 1.49 0.137 -.0007035 .0051383
expersq | -.0090503 . . . . .
invmills_cal | .0002609 .0012586 0.21 0.836 -.002206 .0027277

C |
anoeduca | .1216561 .0691448 1.76 0.079 -.0138651 .2571774
exper | .2733598 .2313865 1.18 0.237 -.1801493 .7268689
expersq | -.1816533 .1281343 -1.42 0.156 -.4327918 .0694853
invmills_cal | .1400623 .1101338 1.27 0.203 -.0757959 .3559205

U |
_cons | -.0537424 .084677 -0.63 0.526 -.2197063 .1122216

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 299
Población formal pequeña (menos de 50 empleados)
Medellín
Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Medellín, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .00203655
Residual difference -.06726464

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0061389 .0005322 11.53 0.000 .0050957 .007182
C | .0631512 .0282687 2.23 0.025 .0077456 .1185569

E |
bsex | -.0001029 . . . . .
anoeduca | .006524 .0005601 11.65 0.000 .0054262 .0076219
exper | -6.37e-06 . . . . .
expersq | .0000337 .0000827 0.41 0.684 -.0001283 .0001957
invmills_med | -.0003096 . . . . .

C |
bsex | .0045346 .0027877 1.63 0.104 -.0009292 .0099984
anoeduca | .0411139 .0209922 1.96 0.050 -.00003 .0822577
exper | .0096158 .0158779 0.61 0.545 -.0215043 .040736
expersq | -.0016613 .008027 -0.21 0.836 -.0173939 .0140713
invmills_med | .0095483 .0058426 1.63 0.102 -.0019031 .0209996

U |
_cons | .0000111 .0000724 0.15 0.878 -.0001309 .000153

300 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal pequeña masculina (menos de 50 empleados)

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Medellín, Hombre.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.00862008
Residual difference .91509513

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0051623 .0006012 8.59 0.000 .003984 .0063406
C | .0710407 .0208586 3.41 0.001 .0301586 .1119228

E |
anoeduca | .0047665 .000593 8.04 0.000 .0036043 .0059287
exper | .0004531 .0002642 1.71 0.086 -.0000648 .0009709
expersq | -.0000463 . . . . .
invmills_med | -.000011 . . . . .

C |
anoeduca | .0570269 .0076353 7.47 0.000 .042062 .0719918
exper | .0120059 .0163137 0.74 0.462 -.0199683 .0439801
expersq | -.0005239 .009379 -0.06 0.955 -.0189064 .0178585
invmills_med | .0025318 .0047625 0.53 0.595 -.0068026 .0118663

U |
_cons | -.9999182 .0001896 -5273.99 0.000 -1.00029 -.9995466

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 301
Población formal pequeña femenina
(menos de 50 empleados)
Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Medellín, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .01462526
Residual difference -.05868676

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .007224 .0009472 7.63 0.000 .0053674 .0090806
C | .0688704 .0320191 2.15 0.031 .0061141 .1316267

E |
anoeduca | .0081387 .0010037 8.11 0.000 .0061715 .0101059
exper | -.000814 . . . . .
expersq | .0008607 .0005268 1.63 0.102 -.0001718 .0018933
invmills_med | -.0009614 . . . . .

C |
anoeduca | .0360106 .0171284 2.10 0.036 .0024396 .0695817
exper | .0275857 .0194429 1.42 0.156 -.0105218 .0656931
expersq | -.0139375 .0139588 -1.00 0.318 -.0412963 .0134214
invmills_med | .0192115 .0126081 1.52 0.128 -.0054999 .043923

U |
_cons | -.0027824 .013941 -0.20 0.842 -.0301062 .0245415

302 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Bogotá
Población formal pequeña (menos de 50 empleados)
Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Bogotá, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.01387731
Residual difference -.08824566

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0094098 .0015384 -6.12 0.000 -.012425 -.0063945
C | .0836859 .0209835 3.99 0.000 .0425589 .1248128

E |
anoeduca | -.0090935 .0009966 -9.12 0.000 -.0110468 -.0071402
exper | .000781 .0003214 2.43 0.015 .0001509 .001411
expersq | -.0015832 . . . . .
invmills_bog | .0004859 .0012152 0.40 0.689 -.0018958 .0028677

C |
anoeduca | .0712646 .0088831 8.02 0.000 .0538541 .0886751
exper | .0181866 .0165979 1.10 0.273 -.0143447 .0507179
expersq | -.0068207 .0084868 -0.80 0.422 -.0234545 .0098132
invmills_bog | .0010553 .003726 0.28 0.777 -.0062475 .0083582

U |
_cons | .0000922 .000122 0.76 0.450 -.0001469 .0003313

Población formal pequeña femenina (menos de 50 empleados)


Tabla 18
Modelo logit variable dependiente Formal pequeño para Bogotá, Mujeres.
No fue posible estimar el modelo (insuficiente número de observaciones)

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 303
Cartagena
Población formal pequeña (menos de 50 empleados)
Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Cartagena, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .04559639
Residual difference -.0369854

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .017519 .0022875 7.66 0.000 .0130355 .0220025
C | .0650675 .0212359 3.06 0.002 .0234458 .1066891

E |
bsex | .0000541 .0001074 0.50 0.615 -.0001564 .0002645
anoeduca | .0172343 .0022905 7.52 0.000 .0127449 .0217236
exper | -.0009327 .0006259 -1.49 0.136 -.0021595 .000294
expersq | .0011043 . . . . .
invmills_car | .0000591 .0005112 0.12 0.908 -.0009429 .0010611

C |
bsex | .0032443 .0022375 1.45 0.147 -.0011411 .0076297
anoeduca | .0573712 .0103717 5.53 0.000 .037043 .0776994
exper | .009139 .0146779 0.62 0.534 -.0196292 .0379072
expersq | -.0056272 .0096521 -0.58 0.560 -.0245449 .0132906
invmills_car | .0009401 .0054572 0.17 0.863 -.0097558 .0116361

U |
_cons | -4.66e-06 .0000349 -0.13 0.894 -.000073 .0000637

304 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal pequeña masculina (menos de 50 empleados)

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Cartagena, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .04401603
Residual difference -.04848299

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0190683 .0032034 5.95 0.000 .0127898 .0253469
C | .0734285 .034263 2.14 0.032 .0062743 .1405827

E |
anoeduca | .019605 .0031919 6.14 0.000 .0133489 .0258611
exper | -.0017465 .0011217 -1.56 0.119 -.0039451 .000452
expersq | .0019754 . . . . .
invmills_car | -.0007655 .0009047 -0.85 0.397 -.0025387 .0010076

C |
anoeduca | .0615915 .0152302 4.04 0.000 .0317408 .0914422
exper | .0176086 .0249857 0.70 0.481 -.0313625 .0665797
expersq | -.0102287 .0161771 -0.63 0.527 -.0419352 .0214778
invmills_car | .0044571 .0074838 0.60 0.551 -.0102108 .019125

U |
_cons | 2.18e-06 .0000162 0.13 0.893 -.0000296 .0000339

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 305
Población formal pequeña femenina (menos de 50 empleados)

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Cartagena, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .04712232
Residual difference -.01098988

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0148597 .0032011 4.64 0.000 .0085857 .0211337
C | .0523366 .0257268 2.03 0.042 .001913 .1027602

E |
anoeduca | .0140638 .0031853 4.42 0.000 .0078208 .0203068
exper | -.0005568 .0004221 -1.32 0.187 -.0013841 .0002706
expersq | .0009221 . . . . .
invmills_car | .0004306 .0006259 0.69 0.491 -.0007961 .0016573

C |
anoeduca | .0508727 .013233 3.84 0.000 .0249365 .0768088
exper | .0064775 .0170463 0.38 0.704 -.0269327 .0398876
expersq | -.0043622 .0111166 -0.39 0.695 -.0261503 .0174258
invmills_car | -.0006513 .0085206 -0.08 0.939 -.0173513 .0160488

U |
_cons | -.0090841 .0401171 -0.23 0.821 -.0877121 .069544

306 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Pereira
Población formal pequeña (menos de 50 empleados)
Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Pereira, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.00839512
Residual difference .85815419

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0003286 .0000769 -4.27 0.000 -.0004793 -.0001778
C | .0482836 .0328282 1.47 0.141 -.0160585 .1126257

E |
bsex | -.0001293 .0000661 -1.95 0.051 -.0002589 3.50e-07
anoeduca | -.0002832 .0000329 -8.61 0.000 -.0003476 -.0002187
exper | -.0001504 . . . . .
expersq | .000228 .0000876 2.60 0.009 .0000562 .0003997
invmills_per | 6.24e-06 . . . . .

C |
bsex | .0078208 .0088482 0.88 0.377 -.0095214 .0251629
anoeduca | .0188113 .0062818 2.99 0.003 .0064992 .0311235
exper | .0240294 .0249996 0.96 0.336 -.024969 .0730277
expersq | -.0127285 .0147873 -0.86 0.389 -.041711 .016254
invmills_per | .0103506 .010784 0.96 0.337 -.0107857 .0314869

U |
_cons | -.9145044 .3116744 -2.93 0.003 -1.525375 -.3036338

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 307
Población formal pequeña masculina (menos de 50 empleados)

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Pereira, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.00660078
Residual difference -.02623463

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0020752 .0003284 -6.32 0.000 -.0027188 -.0014316
C | .0303612 .044435 0.68 0.494 -.0567298 .1174521

E |
anoeduca | -.0021343 .0003452 -6.18 0.000 -.0028109 -.0014576
exper | -.0002337 . . . . .
expersq | .000291 .000137 2.12 0.034 .0000226 .0005595
invmills_per | 1.77e-06 . . . . .

C |
anoeduca | .0070643 .016915 0.42 0.676 -.0260885 .0402171
exper | .0372408 .0326663 1.14 0.254 -.026784 .1012656
expersq | -.0227406 .0225088 -1.01 0.312 -.0668569 .0213758
invmills_per | .0087966 .010706 0.82 0.411 -.0121867 .02978

U |
_cons | -.0086521 .0275742 -0.31 0.754 -.0626965 .0453923

308 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal pequeña femenina (menos de 50 empleados)

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Pereira, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.01021181
Residual difference .96263201

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0020935 .0004521 4.63 0.000 .0012075 .0029795
C | .025008 .0132131 1.89 0.058 -.0008892 .0509052

E |
anoeduca | .0019547 .0004336 4.51 0.000 .0011048 .0028046
exper | -.0000885 .00016 -0.55 0.580 -.0004021 .0002252
expersq | .0002539 .0000547 4.64 0.000 .0001467 .0003612
invmills_per | -.0000266 . . . . .

C |
anoeduca | .0231874 .0054799 4.23 0.000 .012447 .0339279
exper | -.0020573 .0094854 -0.22 0.828 -.0206483 .0165336
expersq | .0028017 .0051864 0.54 0.589 -.0073635 .0129668
invmills_per | .0010762 .0052617 0.20 0.838 -.0092366 .011389

U |
_cons | -.9999453 .0001094 -9143.70 0.000 -1.00016 -.999731

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 309
Cali
Población formal pequeña (menos de 50 empleados)
Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Cali, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .01415038
Residual difference -.01724851

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0060789 .0007987 7.61 0.000 .0045135 .0076444
C | .0249956 .0183569 1.36 0.173 -.0109833 .0609744

E |
bsex | -.0000926 .0002383 -0.39 0.698 -.0005596 .0003744
anoeduca | .0056141 .0007693 7.30 0.000 .0041062 .007122
exper | -.0001519 .0002024 -0.75 0.453 -.0005485 .0002448
expersq | .0004885 . . . . .
invmills_cal | .0002208 . . . . .

C |
bsex | -.0004991 .0019582 -0.25 0.799 -.0043371 .0033389
anoeduca | .0323756 .0066982 4.83 0.000 .0192473 .0455038
exper | -.013882 .0137481 -1.01 0.313 -.0408278 .0130637
expersq | .0130414 .0078954 1.65 0.099 -.0024333 .0285161
invmills_cal | - .0060403 .0060769 -0.99 0.320 -.0179507 .0058701

U |
_cons | .0003244 .0004621 0.70 0.483 -.0005813 .0012302

310 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población formal pequeña masculina (menos de 50 empleados)

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Cali, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .02100316
Residual difference -.0317085

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0051885 .0009772 5.31 0.000 .0032732 .0071039
C | .0474663 .0211117 2.25 0.025 .0060882 .0888444

E |
anoeduca | .0050375 .0009416 5.35 0.000 .003192 .006883
exper | .0002022 .0003617 0.56 0.576 -.0005067 .0009111
expersq | .0000215 . . . . .
invmills_cal | -.0000727 . . . . .

C |
anoeduca | .0406759 .0082928 4.90 0.000 .0244223 .0569296
exper | .0027165 .0160601 0.17 0.866 -.0287607 .0341938
expersq | .0021211 .0095127 0.22 0.824 -.0165235 .0207657
invmills_cal | .0019527 .0053397 0.37 0.715 -.0085128 .0124183

U |
_cons | .0000568 .0000918 0.62 0.536 -.000123 .0002367

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 311
Población formal pequeña femenina (menos de 50 empleados)

Tabla 18
Modelo logit variable dependiente
Formal pequeño para Cali, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .0074389
Residual difference .0081166

formalpeq | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0063183 .0012568 5.03 0.000 .003855 .0087817
C | -.0092171 .0328131 -0.28 0.779 -.0735297 .0550954

E |
anoeduca | .0057291 .0012117 4.73 0.000 .0033542 .0081039
exper | -.0001656 .0000556 -2.98 0.003 -.0002746 -.0000566
expersq | .0008873 .0003011 2.95 0.003 .0002971 .0014775
invmills_cal | -.0001324 .0001328 -1.00 0.319 -.0003927 .0001278

C |
anoeduca | .0207068 .0111381 1.86 0.063 -.0011236 .0425372
exper | -.0383059 .0248002 -1.54 0.122 -.0869133 .0103015
expersq | .0277264 .0141211 1.96 0.050 .0000496 .0554032
invmills_cal | -.0193444 .0117554 -1.65 0.100 -.0423845 .0036957

U |
_cons | .0022211 .0048148 0.46 0.645 -.0072158 .011658

312 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


población informal
Medellín
Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Medellín, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.03802633
Residual difference -.01941367

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0486558 .0025025 -19.44 0.000 -.0535606 -.043751
C | .0446529 .3712534 0.12 0.904 -.6829905 .7722962

E |
bsex | .0005601 . . . . .
anoeduca | -.0491126 .0026365 -18.63 0.000 -.05428 -.0439451
exper | 8.40e-06 . . . . .
expersq | -.0005912 .0004516 -1.31 0.190 -.0014762 .0002939
invmills_med | .0004794 . . . . .

C |
bsex | .0327764 .05191 0.63 0.528 -.0689654 .1345181
anoeduca | .0605565 .1075592 0.56 0.573 -.1502557 .2713687
exper | -.1499563 .2895805 -0.52 0.605 -.7175236 .4176111
expersq | .1112054 .1664216 0.67 0.504 -.2149749 .4373858
invmills_med | -.0099292 .1096015 -0.09 0.928 -.2247441 .2048857

U |
_cons | -.0146097 .1927041 -0.08 0.940 -.3923029 .3630835

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 313
Población informal masculina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Medellín, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .00715122
Residual difference .03962937

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0318435 .002745 -11.60 0.000 -.0372236 -.0264635
C | -.1332521 .4445022 -0.30 0.764 -1.00446 .7379562

E |
anoeduca | -.0347448 .0025631 -13.56 0.000 -.0397683 -.0297213
exper | .0002002 .0011138 0.18 0.857 -.0019828 .0023832
expersq | .0026825 . . . . .
invmills_med | .0000186 . . . . .

C |
anoeduca | -.0864533 .1333749 -0.65 0.517 -.3478633 .1749567
exper | -.0954144 .3592291 -0.27 0.791 -.7994904 .6086616
expersq | .0650028 .1992806 0.33 0.744 -.3255799 .4555856
invmills_med | -.0163872 .1050478 -0.16 0.876 -.2222771 .1895027

U |
_cons | .1326174 .3200636 0.41 0.679 -.4946957 .7599305

314 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población informal femenina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Medellín, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.09007388
Residual difference -.16113855

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0726312 .0051268 -14.17 0.000 -.0826795 -.0625829
C | .2527845 .6741505 0.37 0.708 -1.068526 1.574095

E |
anoeduca | -.0639479 .0053332 -11.99 0.000 -.0744007 -.0534951
exper | .0038506 . . . . .
expersq | -.0149708 .0042678 -3.51 0.000 -.0233355 -.006606
invmills_med | .002437 . . . . .

C |
anoeduca | .2650368 .1974673 1.34 0.180 -.1219919 .6520655
exper | -.1799413 .5145539 -0.35 0.727 -1.188448 .8285658
expersq | .1659134 .3069866 0.54 0.589 -.4357693 .7675961
invmills_med | .0017757 .2376534 0.01 0.994 -.4640165 .4675678

U |
_cons | -.1090887 .1701952 -0.64 0.522 -.4426651 .2244877

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 315
Bogotá
Población informal
Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Bogotá, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.07780432
Residual difference .00327859

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Mode |
E | .0709657 .0038402 18.48 0.000 .0634389 .0784924
C | -.2011185 .5024125 -0.40 0.689 -1.185829 .7835918

E |
bsex | .0008967 .0010675 0.84 0.401 -.0011955 .0029889
anoeduca | .0447159 .0016507 27.09 0.000 .0414807 .0479512
exper | .0545317 .0045121 12.09 0.000 .0456882 .0633752
expersq | -.0425696 . . . . .
invmills_bog | .0133908 .0027379 4.89 0.000 .0080247 .018757

C |
bsex | -.0420162 .0606605 -0.69 0.489 -.1609087 .0768763
anoeduca | .1773315 .210377 0.84 0.399 -.2349998 .5896628
exper | -.0610176 .3714622 -0.16 0.870 -.7890702 .667035
expersq | -.0244305 .217925 -0.11 0.911 -.4515557 .4026947
invmills_bog | -.2509857 .1378572 -1.82 0.069 -.5211808 .0192095

U |
_cons | .0490699 .4383992 0.11 0.911 -.8101767 .9083166

316 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población informal masculina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Bogotá, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.03444382
Residual difference .11254632

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0607738 .0062012 9.80 0.000 .0486196 .072928
C | -.5295494 .8282268 -0.64 0.523 -2.152844 1.093745

E |
anoeduca | .0495714 .0045255 10.95 0.000 .0407017 .0584412
exper | .0166607 . . . . .
expersq | -.0321805 .0025187 -12.78 0.000 -.0371169 -.027244
invmills_bog | .0267221 .0037446 7.14 0.000 .0193829 .0340613

C |
anoeduca | -.0537357 .2645262 -0.20 0.839 -.5721976 .4647262
exper | -.4059713 .6729523 -0.60 0.546 -1.724934 .9129909
expersq | .192595 .3842149 0.50 0.616 -.5604524 .9456424
invmills_bog | -.2624374 .1244978 -2.11 0.035 -.5064487 -.0184261

U |
_cons | .3217855 .2549686 1.26 0.207 -.1779438 .8215148

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 317
Población informal femenina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Bogotá, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.11673312
Residual difference -.43228545

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0632138 .0071198 8.88 0.000 .0492592 .0771684
C | .5129703 .6089825 0.84 0.400 -.6806136 1.706554

E |
anoeduca | .0359587 . . . . .
exper | .0664311 .0118936 5.59 0.000 .0431199 .0897422
expersq | -.0430863 . . . . .
invmills_bog | .0039103 .0025382 1.54 0.123 -.0010645 .008885

C |
anoeduca | .5411395 .3559013 1.52 0.128 -.1564143 1.238693
exper | .2866176 .3709276 0.77 0.440 -.4403872 1.013622
expersq | -.2195012 .2002364 -1.10 0.273 -.6119574 .172955
invmills_bog | -.0952856 .2578993 -0.37 0.712 -.600759 .4101878

U |
_cons | -.2606317 .1094433 -2.38 0.017 -.4751366 -.0461269

318 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Cartagena
Población informal
Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Cartagena, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.13391878
Residual difference .19664488

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.1977552 .010528 -18.78 0.000 -.2183897 -.1771206
C | -.1324879 .2993092 -0.44 0.658 -.719123 .4541473

E |
bsex | 3.24e-06 .0004604 0.01 0.994 -.0008992 .0009056
anoeduca | -.2093776 .0104271 -20.08 0.000 -.2298143 -.1889409
exper | .0248002 . . . . .
expersq | -.0357813 .0016755 -21.36 0.000 -.0390652 -.0324973
invmills_car | .0226003 . . . . .

C |
bsex | -.0160591 .0373186 -0.43 0.667 -.0892022 .057084
anoeduca | -.1625301 .0671156 -2.42 0.015 -.2940742 -.030986
exper | .0087166 .2383692 0.04 0.971 -.4584785 .4759117
expersq | .0338498 .1421655 0.24 0.812 -.2447895 .312489
invmills_car | .003535 .0815958 0.04 0.965 -.1563899 .1634599

U |
_cons | -.0003206 .0066842 -0.05 0.962 -.0134215 .0127802

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 319
Población informal masculina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Cartagena, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.1438631
Residual difference .34324804

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.2231795 .0137255 -16.26 0.000 -.250081 -.196278
C | -.264687 .3832302 -0.69 0.490 -1.015804 .4864304

E |
anoeduca | -.2277897 .0130614 -17.44 0.000 -.2533896 -.2021899
exper | .0184683 .0034721 5.32 0.000 .0116631 .0252735
expersq | -.0280484 . . . . .
invmills_car | .0141903 .003704 3.83 0.000 .0069305 .0214501

C |
anoeduca | -.3111213 .0772145 -4.03 0.000 -.4624589 -.1597836
exper | -.026516 .3123064 -0.08 0.932 -.6386252 .5855932
expersq | .0678428 .1916365 0.35 0.723 -.3077579 .4434435
invmills_car | .0051075 .0815074 0.06 0.950 -.154644 .1648591

U |
_cons | .0007553 .0050305 0.15 0.881 -.0091042 .0106148

320 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población informal femenina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Cartagena, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.12494985
Residual difference -.30283017

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.1605168 .0152074 -10.56 0.000 -.1903227 -.1307109
C | .3693713 .4666774 0.79 0.429 -.5452997 1.284042

E |
anoeduca | -.1592058 .0156032 -10.20 0.000 -.1897875 -.1286241
exper | .0047701 . . . . .
expersq | -.0199471 .0040109 -4.97 0.000 -.0278083 -.0120858
invmills_car | .013866 . . . . .

C |
anoeduca | .0808364 .1171783 0.69 0.490 -.1488289 .3105016
exper | .2766176 .3651902 0.76 0.449 -.439142 .9923773
expersq | -.1289226 .2050305 -0.63 0.529 -.530775 .2729299
invmills_car | .1408398 .1692798 0.83 0.405 -.1909425 .4726222

U |
_cons | -.0309742 .0446619 -0.69 0.488 -.1185098 .0565614

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 321
Pereira
Población informal
Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Pereira, Total

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.01488202
Residual difference .03086907

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0101651 .0009694 10.49 0.000 .0082651 .012065
C | -.1501652 .5772646 -0.26 0.795 -1.281583 .9812527

E |
bsex | -.0005848 .0009152 -0.64 0.523 -.0023785 .0012089
anoeduca | .0040724 .0002757 14.77 0.000 .0035321 .0046128
exper | .0100983 . . . . .
expersq | -.0049992 .0012489 -4.00 0.000 -.0074471 -.0025514
invmills_per | .0015783 . . . . .

C |
bsex | -.0446267 .0890702 -0.50 0.616 -.219201 .1299477
anoeduca | -.0018558 .1361871 -0.01 0.989 -.2687777 .265066
exper | .1399646 .4512378 0.31 0.756 -.7444453 1.024375
expersq | -.1174953 .2752627 -0.43 0.669 -.6570003 .4220097
invmills_per | -.126152 .1654353 -0.76 0.446 -.4503993 .1980953

U |
_cons | .094249 .5292713 0.18 0.859 -.9431037 1.131602

322 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población informal masculina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Pereira, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference .01739193
Residual difference .0107239

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | .0342556 .0020981 16.33 0.000 .0301434 .0383678
C | .0067833 .699124 0.01 0.992 -1.363475 1.377041

E |
anoeduca | .0283855 .0021754 13.05 0.000 .0241217 .0326493
exper | .007957 . . . . .
expersq | -.0022056 .0012606 -1.75 0.080 -.0046763 .0002652
invmills_per | .0001186 . . . . .

C |
anoeduca | -.1274285 .1519212 -0.84 0.402 -.4251886 .1703317
exper | .4752487 .5665583 0.84 0.402 -.6351853 1.585683
expersq | -.2990169 .3474128 -0.86 0.389 -.9799335 .3818997
invmills_per | -.04202 .1549525 -0.27 0.786 -.3457213 .2616813

U |
_cons | -.0343708 .3918467 -0.09 0.930 -.8023763 .7336346

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 323
Población informal femenina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Pereira, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.05910116
Residual difference -.20907535

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0279987 .0033565 -8.34 0.000 -.0345773 -.0214201
C | .462541 1.041532 0.44 0.657 -1.578824 2.503906

E |
anoeduca | -.0320765 .0030163 -10.63 0.000 -.0379885 -.0261646
exper | .0061582 .0009378 6.57 0.000 .0043201 .0079962
expersq | -.0001174 .0013587 -0.09 0.931 -.0027804 .0025456
invmills_per | -.0019629 . . . . .

C |
anoeduca | .3871605 .2639057 1.47 0.142 -.1300852 .9044062
exper | .4568155 .8094864 0.56 0.573 -1.129749 2.04338
expersq | -.3674283 .467285 -0.79 0.432 -1.28329 .5484336
invmills_per | -.0140067 .3761894 -0.04 0.970 -.7513244 .7233111

U |
_cons | -.2845682 .228095 -1.25 0.212 -.7316261 .1624898

324 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Cali
Población informal
Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Cali, Total.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.03271482
Residual difference .00195754

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0512585 .0039184 -13.08 0.000 -.0589383 -.0435786
C | .006743 .2729368 0.02 0.980 -.5282033 .5416892

E |
bsex | .0003289 .0017813 0.18 0.854 -.0031624 .0038202
anoeduca | -.0536674 .0037093 -14.47 0.000 -.0609375 -.0463974
exper | .002529 .0014463 1.75 0.080 -.0003057 .0053637
expersq | .0016694 . . . . .
invmills_cal | -.0021183 . . . . .

C |
bsex | -.0053323 .0282572 -0.19 0.850 -.0607154 .0500508
anoeduca | .0259123 .0581778 0.45 0.656 -.0881141 .1399387
exper | -.1346268 .2196035 -0.61 0.540 -.5650418 .2957883
expersq | .1274089 .1237261 1.03 0.303 -.1150899 .3699076
invmills_cal | -.0066192 .0823255 -0.08 0.936 -.1679742 .1547358

U |
_cons | .0098432 .1836289 0.05 0.957 -.3500629 .3697492

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 325
Población informal masculina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Cali, Hombres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.02266032
Residual difference .00656059

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0366411 .0040763 -8.99 0.000 -.0446305 -.0286516
C | -.0581726 .3852214 -0.15 0.880 -.8131926 .6968474

E |
anoeduca | -.039844 .0040711 -9.79 0.000 -.0478232 -.0318649
exper | .0070659 .0024891 2.84 0.005 .0021873 .0119445
expersq | -.0021065 . . . . .
invmills_cal | -.0017564 . . . . .

C |
anoeduca | -.0122712 .080577 -0.15 0.879 -.1701992 .1456568
exper | -.1175901 .3157282 -0.37 0.710 -.736406 .5012259
expersq | .0842858 .1854989 0.45 0.650 -.2792853 .4478569
invmills_cal | -.0125971 .0883668 -0.14 0.887 -.185793 .1605987

U |
_cons | .0655927 .2535791 0.26 0.796 -.4314132 .5625987

326 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población informal femenina

Tabla 19
Modelo logit variable dependiente
Informal para Cali, Mujeres.

Decomposition of differences in Partial effects at fixed values after logit


High outcome group: No afro - Low outcome group: Afro
Observed difference -.04037044
Residual difference 02497281

inform | Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]


Model |
E | -.0644498 .0066849 -9.64 0.000 -.077552 -.0513476
C | -.0200239 .3919158 -0.05 0.959 -.7881647 .7481169

E |
anoeduca | -.0734337 .0067235 -10.92 0.000 -.0866115 -.060256
exper | -.0013749 .0014478 -0.95 0.342 -.0042125 .0014626
expersq | .010476 . . . . .
invmills_cal | -.0001171 .0012682 -0.09 0.926 -.0026028 .0023685

C |
anoeduca | . 0535975 .0861416 0.62 0.534 -.115237 .2224319
exper | -.3062785 .3120969 -0.98 0.326 -.9179771 .3054201
expersq | .2717986 .1690452 1.61 0.108 -.0595239 .6031211
invmills_cal | -.0391415 .1421157 -0.28 0.783 -.3176831 .2394001

U |
_cons | .0191304 .1514572 0.13 0.899 -.2777203 .3159812

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 327
Descomposición de oaxaca trece áreas por formal
Población total
Tabla 20
Ecuación de ingresos para Trece Áreas metropolitanas, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 20104
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.731831 .0097466 793.28 0.000 7.712728 7.750934
Prediction_2 | 7.473679 .0475952 157.03 0.000 7.380394 7.566964
Difference | .2581521 .0485829 5.31 0.000 .1629315 .3533728

Decomposit~n |
Explained | .1673436 .0154533 10.83 0.000 .1370557 .1976316
Unexplained | .0908085 .0468688 1.94 0.053 -.0010526 .1826697

Población masculina total


Tabla 20
Ecuación de ingresos para Trece Áreas metropolitanas, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 10245
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.742321 .0141414 547.49 0.000 7.714604 7.77003
Prediction_2 | 7.483749 .099407 75.28 0.000 7.288915 7.678583
Difference | .2585721 .1004078 2.58 0.010 .0617764 .4553678

Decomposit~n |
Explained | .0937997 .022825 4.11 0.000 .0490636 .1385358
Unexplained | .1647724 .0977363 1.69 0.092 -.0267873 .3563321

328 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población femenina total
Tabla 20
Ecuación de ingresos para Trece Áreas metropolitanas, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 9859
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.721589 .0133883 576.74 0.000 7.695348 7.74783
Prediction_2 | 7.46593 .0319042 234.01 0.000 7.403399 7.528461
Difference | .2556587 .0345995 7.39 0.000 .1878449 .3234725

Decomposit~n |
Explained | .2187114 .0205384 10.65 0.000 .1784568 .258966
Unexplained | .0369473 .0313791 1.18 0.239 -.0245546 .0984492

Población ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales
de las Trece Áreas metropolitanas, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 11281
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.002525 .0122246 654.62 0.000 7.978565 8.026484
Prediction_2 | 7.78694 .0317278 245.43 0.000 7.724755 7.849126
Difference | .2155842 .0340014 6.34 0.000 .1489427 .2822256

Decomposit~n |
Explained | .0949011 .0219589 4.32 0.000 .0518624 .1379398
Unexplained | .1206831 .0300474 4.02 0.000 .0617913 .1795749

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 329
Población masculina ocupada en el sector formal
Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales
de las Trece Áreas metropolitanas, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 6177
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.970645 .0169381 470.58 0.000 7.937447 8.003843
Prediction_2 | 7.736814 .0392931 196.90 0.000 7.6598 7.813827
Difference | .2338312 .0427884 5.46 0.000 .1499675 .317695
Decomposit~n |
Explained | .0840018 .0281751 2.98 0.003 .0287795 .1392241
Unexplained | .1498294 .0388694 3.85 0.000 .0736468 .2260121

Población femenina ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de las
Trece Áreas metropolitanas, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 5104
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.039352 .0175078 459.19 0.000 8.005037 8.073667
Prediction_2 | 7.850672 .0518639 151.37 0.000 7.749021 7.952324
Difference | .1886796 .0547392 3.45 0.001 .0813927 .2959665

Decomposit~n |
Explained | .1053518 .035028 3.01 0.003 .0366982 .1740054
Unexplained | .0833278 .0469293 1.78 0.076 -.008652 .1753076

330 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Descomposición de oaxaca por áreas metropolitanas
Medellín
Población total Tabla 20
Ecuación de ingresos para Medellín, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 2541
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.789556 .0173417 449.18 0.000 7.755567 7.823545
Prediction_2 | 7.493254 .0463731 161.59 0.000 7.402365 7.584144
Difference | .2963021 .0495096 5.98 0.000 .1992651 .3933392

Decomposit~n |
Explained | .2265829 .0407361 5.56 0.000 .1467416 .3064243
Unexplained | .0697192 .042872 1.63 0.104 -.0143084 .1537467

Población masculina total


Tabla 20
Ecuación de ingresos para Medellín, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 1279
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.795164 .0236604 329.46 0.000 7.748791 7.841538
Prediction_2 | 7.547161 .0681558 110.73 0.000 7.413578 7.680744
Difference | .2480032 .0721459 3.44 0.001 .1065999 .3894065

Decomposit~n |
Explained | .1829457 .0571178 3.20 0.001 .070997 .2948945
Unexplained | .0650575 .0625242 1.04 0.298 -.0574876 .1876026

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 331
Población femenina total

Tabla 20
Ecuación de ingresos para Medellín, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 1262
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.784098 .0252958 307.72 0.000 7.734519 7.833677
Prediction_2 | 7.441795 .0619756 120.08 0.000 7.320326 7.563265
Difference | .3423023 .0669392 5.11 0.000 .211104 .4735006

Decomposit~n |
Explained | .2708554 .0581415 4.66 0.000 .1569002 .3848106
Unexplained | .0714469 .0575018 1.24 0.214 -.0412546 .1841483

Población ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Medellín, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 1620
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.011763 .0202865 394.93 0.000 7.972002 8.051524
Prediction_2 | 7.713317 .0611117 126.22 0.000 7.593541 7.833094
Difference | .2984455 .0643908 4.63 0.000 .1722417 .4246492

Decomposit~n |
Explained | .1628848 .0562695 2.89 0.004 .0525986 .2731709
Unexplained | .1355607 .0551481 2.46 0.014 .0274723 .243649

332 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población masculina ocupada en el sector formal

Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Medellín, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 859
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.993388 .0280286 285.19 0.000 7.938453 8.048323
Prediction_2 | 7.698092 .0819197 93.97 0.000 7.537532 7.858651
Difference | .295296 .086582 3.41 0.001 .1255984 .4649936

Decomposit~n |
Explained | .1894091 .0710461 2.67 0.008 .0501614 .3286568
Unexplained | .1058869 .0764747 1.38 0.166 -.0440008 .2557746

Población femenina ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Medellín, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 761
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.032072 .0293018 274.12 0.000 7.974641 8.089502
Prediction_2 | 7.737889 .0905921 85.41 0.000 7.560332 7.915447
Difference | .2941822 .0952131 3.09 0.002 .107568 .4807964

Decomposit~n |
Explained | .12354 .0903297 1.37 0.171 -.053503 .3005829
Unexplained | .1706422 .0711167 2.40 0.016 .0312561 .3100283

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 333
Bogotá
Población total
Tabla 20
Ecuación de ingresos para Bogotá, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 1851
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.841745 .0230283 340.53 0.000 7.79661 7.88688
Prediction_2 | 7.703808 .0798995 96.42 0.000 7.547208 7.860408
Difference | .1379366 .0831519 1.66 0.097 -.025038 .3009113

Decomposit~n |
Explained | -.0263949 .0701735 -0.38 0.707 -.1639324 .1111426
Unexplained | .1643316 .0693107 2.37 0.018 .0284851 .300178

Población masculina total


Tabla 20
Ecuación de ingresos para Bogotá, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 865
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.865772 .0362242 217.14 0.000 7.794774 7.936771
Prediction_2 | 7.688622 .1092246 70.39 0.000 7.474545 7.902698
Difference | .1771508 .1150748 1.54 0.124 -.0483916 .4026932

Decomposit~n |
Explained | -.211584 .0992168 -2.13 0.033 -.4060453 -.0171227
Unexplained | .3887348 .1053113 3.69 0.000 .1823285 .5951411

334 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población femenina total

Tabla 20
Ecuación de ingresos para Bogotá, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 986
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.8205 .0292321 267.53 0.000 7.763206 7.877794
Prediction_2 | 7.713556 .1115981 69.12 0.000 7.494828 7.932284
Difference | .1069444 .1153631 0.93 0.354 -.1191632 .333052

Decomposit~n |
Explained | .073649 .0893701 0.82 0.410 -.1015131 .2488112
Unexplained | .0332953 .0871589 0.38 0.702 -.1375331 .2041237

Población ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Bogotá, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 1186
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.074538 .0281583 286.76 0.000 8.019349 8.129727
Prediction_2 | 7.978981 .1339616 59.56 0.000 7.716421 8.241541
Difference | .0955566 .136889 0.70 0.485 -.1727409 .3638542

Decomposit~n |
Explained | -.2172813 .0982072 -2.21 0.027 -.4097638 -.0247988
Unexplained | .312838 .0990953 3.16 0.002 .1186148 .5070612

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 335
Población masculina ocupada en el sector formal

Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Bogotá, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 625
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.039813 .0407491 197.30 0.000 7.959946 8.11968
Prediction_2 | 7.838333 .1476742 53.08 0.000 7.548897 8.127769
Difference | .2014802 .1531932 1.32 0.188 -.098773 .5017333

Decomposit~n |
Explained | -.1971747 .124931 -1.58 0.115 -.4420349 .0476855
Unexplained | .3986549 .1308343 3.05 0.002 .1422244 .6550854

Población femenina ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Bogotá, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 561
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.112971 .0384014 211.27 0.000 8.037705 8.188236
Prediction_2 | 8.172349 .2405856 33.97 0.000 7.70081 8.643888
Difference | -.0593782 .2436311 -0.24 0.807 -.5368863 .4181299

Decomposit~n |
Explained | -.2704682 .1526887 -1.77 0.076 -.5697325 .0287961
Unexplained | .21109 .1511613 1.40 0.163 -.0851807 .5073608

336 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Cartagena
Población total
Tabla 20
Ecuación de ingresos para Cartagena, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 868
2: afro = 1
| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.728203 .0304589 253.73 0.000 7.668504 7.787901
Prediction_2 | 7.389004 .0379843 194.53 0.000 7.314556 7.463452
Difference | .339199 .0486883 6.97 0.000 .2437716 .4346263

Decomposit~n |
Explained | .2542445 .0375961 6.76 0.000 .1805575 .3279316
Unexplained | .0849544 .0340484 2.50 0.013 .0182207 .1516882

Población masculina total


Tabla 21
Ecuación de ingresos para Cartagena, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 378
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.885295 .0406141 194.15 0.000 7.805692 7.964897
Prediction_2 | 7.62637 .0442034 172.53 0.000 7.539733 7.713007
Difference | .2589245 .0600287 4.31 0.000 .1412704 .3765786

Decomposit~n |
Explained | .1262878 .044587 2.83 0.005 .038899 .2136767
Unexplained | .1326367 .0474081 2.80 0.005 .0397184 .2255549

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 337
Población femenina total
Tabla 20
Ecuación de ingresos para Cartagena, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 490
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.585199 .0432343 175.44 0.000 7.500461 7.669937
Prediction_2 | 7.253828 .0515375 140.75 0.000 7.152816 7.35484
Difference | .3313712 .0672705 4.93 0.000 .1995234 .4632189

Decomposit~n |
Explained | .2965579 .0525051 5.65 0.000 .1936498 .399466
Unexplained | .0348133 .0453133 0.77 0.442 -.0539991 .1236256

Población ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Cartagena, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 490
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.069573 .0336499 239.81 0.000 8.003621 8.135526
Prediction_2 | 7.79596 .0397921 195.92 0.000 7.717969 7.873951
Difference | .273613 .0521127 5.25 0.000 .171474 .375752

Decomposit~n |
Explained | .1685439 .0398715 4.23 0.000 .0903973 .2466906
Unexplained | .105069 .0386898 2.72 0.007 .0292385 .1808996

338 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población masculina ocupada en el sector formal

Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Cartagena, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 268
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.090159 .0474943 170.34 0.000 7.997072 8.183246
Prediction_2 | 7.716609 .050263 153.52 0.000 7.618095 7.815122
Difference | .3735506 .0691526 5.40 0.000 .238014 .5090872

Decomposit~n |
Explained | .2017436 .0543656 3.71 0.000 .095189 .3082982
Unexplained | .171807 .0533024 3.22 0.001 .0673363 .2762778

Población femenina ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Cartagena, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 222
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 8.045073 .0471794 170.52 0.000 7.952603 8.137543
Prediction_2 | 7.889852 .0618862 127.49 0.000 7.768558 8.011147
Difference | .1552207 .0778191 1.99 0.046 .0026982 .3077433

Decomposit~n |
Explained | .1299935 .0605618 2.15 0.032 .0112946 .2486924
Unexplained | .0252272 .0550636 0.46 0.647 -.0826955 .13315

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 339
Pereira
Tabla 20
Ecuación de ingresos para Pereira, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 2047
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.62571 .0145885 522.72 0.000 7.597117 7.654303
Prediction_2 | 7.590919 .0622649 121.91 0.000 7.468882 7.712956
Difference | .0347912 .0639511 0.54 0.586 -.0905506 .1601331

Decomposit~n |
Explained | -.0020183 .0452553 -0.04 0.964 -.0907171 .0866805
Unexplained | .0368095 .047887 0.77 0.442 -.0570472 .1306662

Población masculina total


Tabla 20
Ecuación de ingresos para Pereira, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 1136
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.599188 .0198731 382.38 0.000 7.560237 7.638139
Prediction_2 | 7.675266 .0837283 91.67 0.000 7.511162 7.839371
Difference | -.0760783 .0860545 -0.88 0.377 -.244742 .0925855

Decomposit~n |
Explained | -.1355888 .0618687 -2.19 0.028 -.2568492 -.0143283
Unexplained | .0595105 .0674164 0.88 0.377 -.0726233 .1916443

340 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población femenina total
Tabla 20
Ecuación de ingresos para Pereira, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 911
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.658845 .0214096 357.73 0.000 7.616883 7.700807
Prediction_2 | 7.492149 .0922099 81.25 0.000 7.311421 7.672877
Difference | .1666965 .0946627 1.76 0.078 -.018839 .352232

Decomposit~n |
Explained | .1591114 .0644299 2.47 0.014 .0328311 .2853917
Unexplained | .0075851 .0696655 0.11 0.913 -.1289567 .1441269

Población ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Pereira, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 1171
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.860874 .0189978 413.78 0.000 7.823639 7.898109
Prediction_2 | 7.907523 .0875839 90.29 0.000 7.735862 8.079185
Difference | -.0466488 .0896206 -0.52 0.603 -.2223021 .1290044

Decomposit~n |
Explained | -.1166951 .0570805 -2.04 0.041 -.2285707 -.0048194
Unexplained | .0700462 .0668543 1.05 0.295 -.0609857 .2010782

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 341
Población masculina ocupada en el sector formal

Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Pereira, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 661
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.832684 .0260935 300.18 0.000 7.781542 7.883826
Prediction_2 | 7.877483 .1064625 73.99 0.000 7.66882 8.086146
Difference | -.044799 .1096136 -0.41 0.683 -.2596377 .1700397

Decomposit~n |
Explained | -.1591825 .0724097 -2.20 0.028 -.3011029 -.0172622
Unexplained | .1143836 .0905354 1.26 0.206 -.0630625 .2918296

Población femenina ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Pereira, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 510
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.896755 .0275323 286.82 0.000 7.842792 7.950717
Prediction_2 | 7.962678 .1542193 51.63 0.000 7.660414 8.264942
Difference | -.0659233 .1566576 -0.42 0.674 -.3729666 .24112

Decomposit~n |
Explained | -.0611258 .0975338 -0.63 0.531 -.2522886 .130037
Unexplained | -.0047975 .0929585 -0.05 0.959 -.1869928 .1773979

342 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Cali
Población Total
Tabla 20
Ecuación de ingresos para Cali, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 1658
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.68029 .0296345 259.17 0.000 7.622207 7.738372
Prediction_2 | 7.397638 .0992676 74.52 0.000 7.203077 7.592199
Difference | .282652 .1035966 2.73 0.006 .0796063 .4856977

Decomposit~n |
Explained | .2033609 .0309453 6.57 0.000 .1427092 .2640126
Unexplained | .0792911 .0978743 0.81 0.418 -.112539 .2711213

Población masculina total


Tabla 20
Ecuación de ingresos para Cali, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 824
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.701156 .0335068 229.84 0.000 7.635484 7.766828
Prediction_2 | 7.334068 .2169663 33.80 0.000 6.908822 7.759314
Difference | .3670879 .2195384 1.67 0.095 -.0631994 .7973752

Decomposit~n |
Explained | .1657904 .0493041 3.36 0.001 .0691561 .2624247
Unexplained | .2012975 .1974233 1.02 0.308 -.1856451 .5882402

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 343
Población femenina total

Tabla 20
Ecuación de ingresos para Cali, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 834
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.658192 .0495104 154.68 0.000 7.561153 7.75523
Prediction_2 | 7.446358 .0424204 175.54 0.000 7.363216 7.529501
Difference | .2118335 .0651979 3.25 0.001 .0840479 .3396191

Decomposit~n |
Explained | .2264065 .0425521 5.32 0.000 .1430059 .309807
Unexplained | -.014573 .0668071 -0.22 0.827 -.1455126 .1163666

Población ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Cali, Total.
1: afro = 0 Number of obs = 1658
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.68029 .0296345 259.17 0.000 7.622207 7.738372
Prediction_2 | 7.397638 .0992676 74.52 0.000 7.203077 7.592199
Difference | .282652 .1035966 2.73 0.006 .0796063 .4856977

Decomposit~n |
Explained | .2033609 .0309453 6.57 0.000 .1427092 .2640126
Unexplained | .0792911 .0978743 0.81 0.418 -.112539 .2711213

344 Desigualdades sociodemográficas y socioeconómicas, mercado laboral y discriminación...


Población masculina ocupada en el sector formal

Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Cali, Hombres.
1: afro = 0 Number of obs = 505
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.961921 .0389215 204.56 0.000 7.885637 8.038206
Prediction_2 | 7.71775 .0692334 111.47 0.000 7.582055 7.853445
Difference | .2441715 .0794239 3.07 0.002 .0885036 .3998394

Decomposit~n |
Explained | .1608184 .0549111 2.93 0.003 .0531946 .2684422
Unexplained | .0833531 .0661445 1.26 0.208 -.0462877 .2129939

Población femenina ocupada en el sector formal


Tabla 21
Ecuación de ingresos para empleados formales de Cali, Mujeres.
1: afro = 0 Number of obs = 447
2: afro = 1

| Robust
| Coef. Std. Err. z P>|z| [95% Conf. Interval]

Differential |
Prediction_1 | 7.951889 .0566538 140.36 0.000 7.84085 8.062929
Prediction_2 | 7.737219 .0756139 102.33 0.000 7.589019 7.88542
Difference | .2146703 .0944834 2.27 0.023 .0294862 .3998544

Decomposit~n |
Explained | .1798104 .0565462 3.18 0.001 .0689818 .290639
Unexplained | .0348599 .0728357 0.48 0.632 -.1078954 .1776153

Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo, Juan Byron Correa Fonnegra 345
“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Capítulo
4
Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as)
institucionales*

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Margarita María Rodríguez Morales

Introducción
Con el objetivo de indagar sobre el nivel de conocimiento de distintos
actores(as) institucionales1 respecto a las Acciones Afirmativas (en adelante,
A.A.) se desarrollaron ciento quince entrevistas realizadas en ocho ciudades del
país, a saber, Bogotá, Buenaventura, Cali, Cartagena, Medellín, Pereira, Quibdó
y San Andrés. El criterio empleado para seleccionar a los entrevistados(as) se
fundamentó en el tipo de trabajo institucional que desarrollaban en ese mo-
mento el cual estaba relacionado de manera directa y/o indirecta con el tema
de las A.A., fueran estas sugeridas por la Constitución de 1991, por directivas
gubernamentales plasmadas en documentos de Planeación Nacional, por juris-
prudencias de la Corte Constitucional, por proyectos de ley presentados ante el
Senado de la República, por iniciativas lideradas por la representación política
en la Cámara de Representantes a nombre de las «comunidades negras», por la
responsabilidad de desarrollar acuerdos u ordenanzas municipales, distritales
o departamentales referidas a población negra, afrocolombiana, raizal y palen-
quera. En el caso de Bogotá entrevistamos a los funcionarios(as) encargados
de implementar el Plan de Acciones Afirmativas capitalino y en Medellín a los
funcionarios(as) encargados en ese momento de su elaboración.
La categoría actores(as) institucionales abarca por un lado el conjunto de
funcionarios(as) públicos de rangos alto2 y medio en los niveles nacional,
* De manera especial queremos agradecer la atenta lectura que de este capítulo realizó
Ruby Esther León Díaz, así como sus valiosos comentarios y observaciones en el pro-
ceso de escritura y producción del mismo.
1 Funcionarios(as) de instituciones como la Corte Constitucional, el Ministerio del Interior
y de Justicia, el Ministerio de la Protección Social, la Procuraduría General de la Nación,
el Departamento Nacional de Planeación y la Defensoría del Pueblo entre otras.
2 Se entiende por funcionarios(as) de la alta función pública aquellos que desempeñan cargos
de decisión de elección popular, de elección por sistema de terna o de libre nombramiento
en las tres ramas del poder público. Se entiende por funcionarios(as) en cargos públicos de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 347


departamental, distrital y municipal que ingresaron en las instituciones por
elección popular (senadores(as), representantes a la Cámara, diputados(as)),
por decisión política mediante el sistema de ternas designadas (magistrados(as),
por ejemplo) o libre nombramiento (asesores(as), directores(as), directores(as)
de secretarías, asesores(as) de alcaldías locales, entre otros cargos).
Realizamos treinta y una entrevistas con funcionarios(as) de la alta función
pública que tuvieron como escenario la ciudad de Bogotá; con funcionarios(as)
de nivel medio desarrollamos ochenta y una entrevistas. La relación del número
de personas entrevistadas y la ciudad fue la siguiente: quince en Bogotá, doce
en Buenaventura, diez en Cali, cinco en Cartagena, once en Medellín, cinco
en Pereira, dieciséis en Quibdó y seis en San Andrés. La tabla n.º 1 ilustra el
número total de entrevistas, el número de entrevistas por ciudad y el nivel del
cargo ocupado por la persona entrevistada.
Se debe señalar que si bien existe un documento estatal (Conpes 3310) en
el cual se legitima la implementación de A.A para «mejorar las condiciones de
vida de la población negra o afrocolombiana […]» (Departamento Nacional de
Planeación, 2004) en el desarrollo del trabajo de campo y desde los discursos
de las personas entrevistadas no se identificaron principios, estrategias o pro-
gramas que se fundamentaran en este Conpes, algunas de ellas reconocieron
su existencia y su escasa implementación.
En vista de lo anterior, exponemos en este capítulo un conjunto de opinio-
nes y de acciones asociadas a las A.A. por parte de las personas entrevistadas,
sin que ello sugiera la existencia institucionalizada de verdaderos programas
afirmativos para afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as).
Sin embargo, es importante mencionar que para la fecha en que se desarrolló
el trabajo de campo en las ciudades de Bogotá y Medellín estaban adelantán-
dose procesos de discusión respecto de la formulación e implementación de
medidas de A.A. en estas ciudades; ello hace que las consideraciones expresadas
por las personas entrevistadas en dichas ciudades tengan un tenor distinto en
relación al resto de personas entrevistadas en otras ciudades del país en donde
este debate es inexistente.
De acuerdo con este contexto, el análisis de las entrevistas que presentamos
en la primera parte del presente capítulo recoge de forma general las narrativas

rango medio, aquellos(as) que desempeñan funciones de dirección, coordinación, asesoría


y apoyo en entidades del nivel local, municipal, distrital y departamental.

348 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


Tabla 1
Entrevistas realizadas entre el
7 de noviembre de 2006 y el 12 de diciembre de 2007

Número de Total de entrevistas


Ciudad Rango del cargo del funcionario(a)
entrevistas por ciudad
Alto nivel del orden nacional 31
Bogotá 46
Nivel medio distrital 15
Buenaventura Nivel medio municipal y departamental 12 12
Cali Nivel medio municipal y departamental 10 10
Cartagena Nivel medio distrital y departamental 8 8
Medellín Nivel medio municipal y departamental 11 11
Pereira Nivel medio municipal y departamental 6 6
Quibdó Nivel medio municipal y departamental 16 16
San Andrés Nivel medio municipal y departamental 6 6
Total de entrevistas realizadas 115

de los actores(as) institucionales respecto a la naturaleza de las A.A. La segunda


recoge los relatos en torno a los «planes de Acción Afirmativa» de las ciudades
de Bogotá y Medellín; en esta, las personas entrevistadas se refieren tanto a la
formulación e implementación de dichos planes, como a los actores(as) que
desde sus perspectivas tuvieron relevancia en dichos procesos.
Para poder comprender la magnitud del desconocimiento del tema de Accio-
nes Afirmativas entre los actores(as) institucionales, es menester tener presente
las definiciones aceptadas en la comunidad académica como A.A. dentro de
las discusiones sobre por qué y cómo deben desarrollarse acciones públicas
que busquen la inclusión social, amparadas bajo el principio de equidad, para
lograr la igualdad real y efectiva de personas, grupos y pueblos discriminados
de manera histórica3.

Nociones existentes sobre Acciones Afirmativas


En este aparte presentamos las opiniones existentes en torno a la noción de
A.A., así como sobre los sujetos(as) que se considerarían beneficiarios(as) de las

3 A este respecto, se aconseja revisar el segundo y tercer capítulos de este libro.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 349


mismas, las justificaciones, enfoques (asistencial, de derechos sociales, reparativo,
de lucha en contra de la discriminación racial), ámbitos (educación, cultura,
empleo, salud, entre otros) y los mecanismos para la implementación de las
mismas. En el apartado final exponemos algunas de las resistencias expresadas
por los actores(as) institucionales con relación a la posible implementación de
A.A dirigidas a la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera.

Saberes desprevenidos: aproximaciones al concepto de A.A

[…] las Acciones Afirmativas son las acciones orientadas a disminuir brechas,
a mejorar [la] calidad de vida, a garantizar derechos donde no se garantiza-
ban, a reparar situaciones que han sido dañinas o que han sido lesivas para
algún sector de la población […]. (María Mena. Funcionaria de la Alcaldía.
Buenaventura, 2007)
Dentro del conjunto de nociones expresadas por los actores(as) institucionales
respecto de las A.A no es posible encontrar una definición básica sobre la cual
sea posible unificar aquello que los funcionarios(as) conciben o caracterizan
como tales. En cambio, se podría afirmar que existe toda una gama de ideas en
ocasiones informadas, en otras, la mayoría de las veces desinformadas, desde las
que se conceptúan con cierto desparpajo a las A.A. Entre esta variada y diversa
gama de ideas es posible identificar tres conjuntos principales: el primero lo
componen las nociones sobre A.A. relacionadas con la exclusión estructural
de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera de los beneficios
de la ciudadanía liberal generada por el desarrollo del capitalismo nacional,
por razones históricas , por explicaciones raciales ligadas de manera estrecha
a la discriminación racial y a la existencia de regiones que hacen parte de las
«geografías racializadas» del país. El segundo está conformado por opiniones
cuyo hilo conductor es la creencia de que las A.A. representan variopintos
tipos de acción institucional; en él se incluyen interpretaciones de las A.A.
como una nueva forma de intervención pública, como un mecanismo para
el empoderamiento cívico político de las personas, como estrategias prácticas
para tutelar derechos sociales, como formas de concretar políticas públicas en
curso y finalmente como un tipo específico de política pública estatal. En el
tercero reunimos fragmentadas opiniones sobre las A.A. que no entran en los
dos primeros conjuntos.

350 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


Acciones Afirmativas: as bajo la manga para combatir la exclusión
estructural generada por diversos motivos
Con respecto al primer gran grupo de nociones respecto de las A.A., existe
una cualidad atribuida de manera recurrente a dichas acciones. Para las personas
entrevistadas, las A.A. tendrían un transcendental impacto sobre la situación
de desventaja crónica de un grupo poblacional o un conjunto de personas. Así,
la noción de A.A. se encontraría sustentada en el objetivo de modificar con-
diciones desfavorables de vida de la población afrocolombiana, negra, raizal y
palenquera desde niveles estructurales dentro de la sociedad y desde el sistema
político mismo materializando los ideales de la democracia inclusiva y de la
justicia social liberal, ideales vigentes en la retórica política nacional.
Sobre el debate acerca de las Acciones Afirmativas […] lo hemos venido
planteando y […] como su nombre lo indica, son acciones decididas como
política pública y llevan a mejorar la calidad de vida, llevan a mejorar la
participación, llevan a mejorar la justicia desde los pilares de la democracia
por ejemplo; y ya en particular para los grupos étnicos, las acciones tendientes
a la reivindicación de los derechos universales (Darío Palacios. Funcionario
de la Alcaldía. Quibdó, 2007).
Entendidas como iniciativas encaminadas a la modificación de condiciones
precarias de vida existentes entre afrocolombianos(as), negros(as), raizales y
palenqueros(as), las A.A. serían un conjunto de acciones públicas centradas
en la transformación inmediata de las situaciones que generan desigualdades
socioeconómicas. De esta manera, los entrevistados(as) encuentran en las A.A.
un mecanismo legítimo para disminuir la enorme brecha social entre este grupo
étnico-racial y el resto de la población nacional.
Dentro del énfasis en la superación de condiciones de desventajas crónicas
existen características especiales relacionadas con el origen de tal situación.
En primer término, se considera que el origen de esta situación se encuentra
en los procesos estructurales al desarrollo del capitalismo nacional que ge-
neran desigualdades socioeconómicas, por tanto las A.A. se entienden como
el mecanismo idóneo para lograr la igualdad de personas y familias que no
cuentan con los recursos necesarios para lograr niveles óptimos de desarrollo
humano debidos al capitalismo. En este contexto puede interpretarse que
la mayoría de funcionarios(as) consideran como valor esencial de las A.A.
la integración socioeconómica para el alcance de la igualdad de las personas

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 351


afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras en el país y para el disfrute de
los beneficios del Desarrollo.
Considerando lo anterior, un rasgo fundamental de las A.A. sería la transito-
riedad de su implementación: deben cesar cuando las personas y familias negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras alcancen una situación socioeconómica
estable y segura que les permita competir en igualdad de condiciones con el
resto de población colombiana y puedan aportar al progreso nacional.
Hay que igualar el terreno para que esta gente pueda competir en el futuro,
y de hecho las Acciones Afirmativas son políticas meramente transitorias, no
son permanentes, por que se trata es de igualar el terreno, crear las condicio-
nes para que los individuos puedan competir en igualdad de condiciones.
Esas son las políticas de Acciones Afirmativas, una vez que usted iguale las
condiciones de todos los individuos de la sociedad, ya se puede decir que la
sociedad ha sido capaz de resarcir, o por lo menos de compensar, las cues-
tiones negativas de los individuos, y que ellos nacieron con ello; nadie tiene
la culpa de nacer con un papá pobre y negro (Néstor López. Funcionario
de la Alcaldía. Cali, 2007).

Un número reducido de personas entrevistadas explicó el origen de la des-


igualdad socioeconómica y la situación de pobreza de los pueblos afrocolom-
bianos, negros, raizales y palenqueros en los efectos negativos del fenómeno de
la discriminación racial. Las A.A. se convierten de esta manera en una opción
para quebrar la relación de asociación que se ha creado entre discriminación
racial y pobreza.
En Santiago, en el año 2000, en esa conferencia preparatoria concluimos en
que […] existía […] un vínculo muy estrecho, como sigue existiendo, entre
pobreza y racismo y que una manera de acortar esa distancia entre los distintos
mecanismos más expeditos que puede haber era el de las medidas de Acción
Afirmativa, de suerte que en términos globales y en la génesis de esta idea
está el año 2001 en Durban. Esta conferencia sirvió de soporte para avanzar
en pensar este tipo de decisión pública (Carlos Mosquera. Funcionario de la
Dirección de Etnias, Ministerio del Interior y de Justicia. Bogotá, 2007).

No obstante, en términos generales para los actores(as) institucionales no


existe una relación directa entre desigualdades socioeconómicas y pertenencia
al grupo étnico-racial negro.

352 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


En las narrativas de dichos actores(as) existieron pocas referencias a las
«geografías racializadas»4 como explicación para entender la marginación de
pueblos y de personas negras de las dinámicas sociales, políticas y culturales
del país. En razón a lo anterior, muchas personas entrevistadas descartan las
acciones dirigidas a territorios habitados de manera tradicional por personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras como A.A, este énfasis territorial
lo entienden como acciones focalizadas del gasto público social hacia zonas y
territorios determinados más que como medidas especiales dirigidas a grupos
étnicos o minoritarios específicos.
En segundo término, algunas personas entrevistadas consideran que la exclu-
sión de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera tiene un origen
histórico que se remonta al periodo de la Colonia. Las A.A. serían entonces
iniciativas éticas dirigidas a reparar las condiciones de desigualdad e injusticias
que históricamente han vivido las personas negras desde la abolición de la escla-
vitud en 1821. Debido al carácter de larga duración de dicha exclusión, varias
personas entrevistadas identifican al Estado colombiano como responsable por
el daño histórico causado a este grupo étnico-racial y por ende como el actor
fundamental en el proceso de implementación de A.A.
Sobre las Acciones Afirmativas yo pienso que es un debate que se tiene
que dar para que se haga justicia a todo lo que pasó con el negro desde los
comienzos de la historia de la Nación, porque el país está en mora de hacer
justicia precisamente y de reparar toda esa cantidad de aberraciones que
hicieron con los negros en esa época. El país está en mora con el Chocó y
con todas las comunidades negras del país, de reparar todo ese vandalismo
que se ofreció y que hasta el momento no nos ha dejado resurgir, todo lo
que se nos robaron, todo lo que se nos llevaron, porque hasta la concien-
cia nos la querían quitar, de todas maneras esas reparaciones tienen que
hacerse, esas acciones tienen que acometerse, […] yo creo que ni siquiera
pagándolas con todo el oro de la Nación podrían reparar todo el daño que

4 Entendemos por «geografías racializadas» aquellos espacios territoriales en donde han


operado fuertes desequilibrios regionales justificados desde las élites políticas blanco-
mestizas y centralistas a lo largo de los siglos, como lugares que representan procesos de
ocupación territorial anómalos habitados por sujetos étnico-racializados que desprecian
la civilización y el progreso al tiempo que niegan las ventajas del Desarrollo, y donde
la presencia de la acción estatal es baja o nula debido a una pretendida lejanía.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 353


nos hicieron (Alejandra Santos Martínez. Funcionaria de la Gobernación.
Quibdó, 2007).
Al entender la desigualdad de la población afrocolombiana, negra, raizal y
palenquera como una situación estructurante a la forma como se creó el Estado-
nación, cuyos efectos diacrónicos han comprometido la posibilidad de acceder
a la ciudadanía, al disfrute de derechos fundamentales de varias generaciones,
todo lo cual han generado conocimientos prejuiciados de sus características
como sujetos étnico-raciales ante la sociedad, los entrevistados(as) afirman que
las A.A. deberían implementarse en todos los ámbitos en los que se desempeñan
las personas pertenecientes a esta población (económico, político, cultural,
ambiental, social). Por tanto, las A.A. desde el punto de vista socioeconómico
serían el mejor mecanismo para redistribuir la riqueza y los privilegios en be-
neficio de sectores de la sociedad empobrecidos y vulnerados en sus derechos
de manera histórica como los pueblos negros.
Una Acción Afirmativa contundente estaría enmarcada en hacer que la
explotación de los recursos naturales, como por ejemplo el Puerto [de
Buenaventura] que genera mucha riqueza tanto para los particulares como
para el gobierno nacional, revierta un porcentaje significativo en generar
ese desarrollo económico para la población de Buenaventura y no para la
población exógena. Esa sería una política estratégica de Acción Afirmativa,
que debe estar pensando solo en erradicar la pobreza, hay que erradicar la
pobreza, hay que generar riqueza para la población afro en Buenaventura
(Emiro Martínez. Funcionario de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).

Acciones Afirmativas como impulso a la intervención estatal existente


Un segundo gran conjunto de nociones sobre A.A. lo constituyen las na-
rrativas que asocian dichas políticas con la intervención institucional pública
y jurídica.
Las A.A. corresponderían a un conjunto de derechos especiales históricamente
vulnerados que deben hoy garantizarse por medio del activismo jurídico. En
ese sentido, estas acciones públicas permitirían la protección y garantía real de
derechos — del mismo modo en que opera la acción de tutela5—.
5 La acción de tutela es un mecanismo legal creado desde la Constitución Política de
1991, con el cual se puede reclamar la protección de los derechos fundamentales de
todas las personas. El artículo 86 de dicho documento la define como una medida por

354 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


Por Acciones Afirmativas he entendido las […] que emprenden individuos,
grupos, para hacer valer sus derechos y para cualificar su presencia social y
mejorar su estatus social. En ese sentido, siento […] que las A.A. […] más
importantes que se han visto en esta ciudad tienen que ver con el estable-
cimiento de tutelas para el restablecimiento de derechos a las comunidades
desplazadas, esa es como la máxima expresión (James Ruiz. Funcionario de
la Alcaldía. Pereira, 2007).
Vistas como procesos de intervención pública estatal, las A.A buscarían
sensibilizar a la población beneficiaria sobre la necesidad de la participación
comunitaria y el ejercicio activo de la ciudadana. El producto de esa interven-
ción sería el fortalecimiento comunitario y el empoderamiento cívico político
de mujeres y hombres afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros.
Nos parece que la Acción Afirmativa es más como posibilitar un escenario
de participación, cualificar esos espacios y acompañarlos para fortalecerlos
a ellos como representantes y que ellos se empoderen de los procesos […]
(Carolina Martínez. Asesora del Instituto Distrital de Cultura y Turismo.
Bogotá, 2007).
Las A.A. también tendrían la capacidad de promover el reconocimiento de
la diversidad étnico-cultural representada por la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera. De esta manera, estas se entienden como una forma
de reconocimiento y promoción del respeto a la diferencia cultural a favor de
la «especie humana».
[…] las políticas de Acción Afirmativa son importantes no solo para man-
tener, […], para equilibrar, para corregir las desigualdades y las injusticias
históricas a las que han sido sometidos determinados grupos, sino que son
importantes para garantizar la sobrevivencia de la diversidad cultural presen-
te en la especie humana (Wellington Ramírez. Funcionario de la Alcaldía.
Buenaventura, 2007).

medio de la cual toda persona podrá «[…] reclamar ante los jueces, en todo momento
y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien
actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales funda-
mentales, cuando quiera que estos resulten vulnerados o amenazados por la acción o
la omisión de cualquier autoridad pública».

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 355


Siguiendo la misma línea de interpretación, en la medida en que las A.A. se
crean e implementan desde un contexto institucional existente, servirían como
elementos neodireccionadores de planes, programas y/o proyectos. Su impor-
tancia radica en que al ser específicas permitirían alcanzar óptimos resultados
en la política pública social. También se conciben como instrumentos para
medir el impacto de acciones institucionales sobre determinada población
objetivo y por ello permiten la toma de decisiones respecto a la continuidad
de intervenciones públicas.
Yo definiría las Acciones Afirmativas como acciones que hace una entidad
para colaborar y cumplir unos objetivos. Tenemos como un objetivo la
política en el plan de desarrollo, la Acción Afirmativa es como la acción que
hace la entidad o el distrito para que ese objetivo se lleve a cabo (Carolina
Muñoz. Asesora de la Secretaría de Hacienda Distrital. Bogotá, 2007).

Todas estas opiniones muestran que las A.A son vistas como un tipo de
política pública voluntarista pensadas para diversos objetivos que se alejan del
deber ser de las medidas de A. A. Pocas personas entrevistadas contextualizaron
las A.A. dentro del sistema político estatal, dándoles el carácter de políticas
públicas de Estado. Para las personas que sí lo hicieron, las A.A. ameritan una
atención estatal especial por el carácter acumulado de las desventajas y de las
demandas de inclusión social de la población afrocolombiana, negra, raizal
y palenquera. Reconocieron que este tipo de medidas están inmersas en un
contexto de relaciones políticas de poder que determina a la postre la manera
cómo se materializan en la práctica las políticas públicas en el país. Elevarlas
al rango de políticas públicas de Estado sería la única manera de sacarlas del
voluntarismo público institucional para convertirlas en un meta de primera
importancia para la cohesión social de la futura sociedad colombiana.

Yo siempre he dicho que el Estado es como una masa, eso es según como
usted lo moldee, el Estado no es una cosa neutral ahí. El Estado es según
las fuerzas políticas-sociales que históricamente tengan hegemonía en él.
Lo mismo pasa con estas políticas, que si el plan de Acciones Afirmativas
son unas políticas de Estado o lo que llaman ahora políticas públicas para
favorecer un grupo en especifico, en este caso el plan de Acciones Afirma-
tivas para negritudes son unas políticas de Estado, en este caso públicas,
porque se construyen desde lo local y desde lo nacional. Son políticas que

356 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


de acuerdo a como las moldeemos pueden convertirse en un saludo a la
bandera que no sirva para nada, o pueden convertirse, de acuerdo al aná-
lisis que se haga o de la forma como se hagan, en unos lineamientos que
sirvan de herramienta, que tengan dientes para resolver los problemas de la
negritud nacional o para aminorar los problemas. O pueden convertirse en
una herramienta para la inacción o en una serie de políticas, por ejemplo,
que lleven al negro a pensar que con eso se resolvieron todos sus problemas
históricos y que ahí ya no hay nada que hacer. O pueden convertirse, como
es el objetivo que tenemos, en un conjunto de medidas, de políticas que
sean construidas con la gente, bajo las necesidades que tiene la gente y que
parten de unos diagnósticos reales, participados con la población que va
a ser afectada por ellas y que sean dinámicas que en el tiempo se puedan
reconstruir, porque la sociedad es cambiante […], los problemas también
son cambiantes, entonces esto debe ser dinámico, pero lo más importante
es que partan de un análisis real de la población negra y que el Estado las
asuma con la seriedad y altura que requiere el debate (Alexa Puerta. Fun-
cionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).

Miscelánea conceptual respecto a las Acciones Afirmativas


En el tercer conjunto agrupamos aquellas narrativas que sin dar una noción
sobre el concepto de A.A., remitían a ejemplos de materialización de las mismas.
Consideramos que estas nociones parten de conocimientos y experiencias de
trabajo de las personas entrevistadas con grupos étnico-raciales en Colombia
—específicamente con afrodescendientes—, así como también hacen referencias
generales al estado del debate sobre A.A en el país, a experiencias nacionales e
internacionales de A.A. Es así como un pequeño número de personas entre-
vistadas se remite a experiencias de A.A. para población afrodescendiente en
otros países como Brasil, Estados Unidos, y Sudáfrica, que se establecen como
referentes vagos para la creación e implementación de A.A. en Colombia.
La idea es hacer un seminario internacional sobre Acciones Afirmativas
con la participación de invitados internacionales, con el ánimo de hacer
una revisión o de escuchar cuáles son los casos que hay en términos de
política pública en Acciones Afirmativas en otros lados, no con el ánimo
de copiar sino mirar procesos y analizarlos y ver qué elementos pueden ser
buenos, qué elementos pueden ser contraproducentes. Igual en el tema

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 357


de […] cupos, cuotas, tratos preferenciales qué experiencias hay en eso, si
les ha funcionado, cómo les ha funcionado, si les ha dado resultados […],
qué procesos llevaron a cabo (Claudia Fonseca. Asesora de la Oficina de
Derechos Humanos, Secretaría de Gobierno. Bogotá, 2006).
En lo que se refiere al debate sobre las A.A en el país aparecen en los relatos
algunos momentos que al parecer antecedieron la aparición del tema. Uno
de estos fue un evento que se llevó a cabo desde el Ministerio de Relaciones
Exteriores a partir de la Primera Conferencia Institucional Afrocolombiana, en
la que se buscaba fortalecer la agenda afrocolombiana en Washington (Estados
Unidos), a partir de la cual surge el documento Conpes 3310 de 2004: Política
de Acción Afirmativa con la Población Afrocolombiana. Para otros entrevista-
dos (as) el debate sobre A.A se ha alimentado de algunos avances legislativos
dirigidos a la población afrodescendiente en el país, que han dado paso a la
construcción de planes de A.A. en ciudades como Medellín y Bogotá.
El papel de los Estados Unidos es minimizado por muchos entrevistados(as),
para quienes el principal referente para la inclusión social de la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera en Colombia por la vía de las A.A
es la Constitución Política de 1991.

Yo pienso que una Acción Afirmativa es en cierta manera un reconocimiento


social a todo un grupo discriminado, la Constitución Política establece el
criterio de equidad y la idea de la igualdad de oportunidades […] de que
no tiene que haber ningún tipo de subvaloración social por la raza o por
otras circunstancias para ser miembro de este país […] (Amilkar Sánchez.
Representante a la Cámara por el Valle del Cauca, miembro de un partido
de la coalición de gobierno. Bogotá, 2007).
El diálogo con funcionarios(as) acerca del tema de la elaboración e imple-
mentación de planes de AA en el país desde los espacio distritales o municipales,
mostró fuertes diferencias entre los relatos de las personas entrevistadas de
Bogotá y Medellín y los de las demás ciudades. Mientras que en las narrati-
vas recogidas en las dos ciudades mencionadas se hace referencia constante a
experiencias previas de trabajo con grupos afrocolombianos, negros, raizales
y palenqueros y a experiencias locales de A.A. con otras poblaciones, las
personas entrevistadas en las otras seis ciudades no hacen alusión a acciones
previas con los grupos mencionados, no mencionan discusiones sobre A.A.

358 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


con otras poblaciones específicas, el debate sobre AA en estas otras ciudades
es inexistente.
Los antecedentes de trabajo con población afrocolombiana en Medellín dan
cuenta de un proceso anterior a la formulación del Plan de A.A. Se trata de un
trabajo institucional previo adelantado por administraciones departamentales,
de forma específica desde la Gerencia de Negritudes (espacio instaurado en la
Gobernación de Antioquia desde el año 1996 como la Dirección de Comu-
nidades Negras y elevada a Gerencia en el año 2001) y la conformación de la
Consultiva Departamental.
En el caso de Bogotá, no solo se mencionan los antecedentes de las A.A.
para la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera en la ciudad
y los abordajes previos del tema afrocolombiano; las personas entrevistadas
también hicieron mención reiterada al trabajo de la administración del alcalde
Luis Eduardo Garzón (2004-2007) respecto de las A.A. para mujeres. La ex-
periencia de estas dos ciudades con respecto a la formulación de los planes de
Acción Afirmativa para población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera
será objeto de análisis al final de este capítulo.
Por tanto, en este conjunto —a diferencia de los otros dos— las nociones
sobre las A.A. están marcadas por una visión elaborada desde la práctica pro-
fesional de los actores(as) institucionales con respecto a la situación histórica
y actual de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, más que
sobre discursos académicos abstractos. De nuevo no encontramos un consenso
relativo o un hilo conductor respecto a lo que se considera A.A.; por el con-
trario, las personas entrevistadas manifiestan una multiplicidad de criterios
bajo los que ubican a la Ley 70 de 1993 y a otros planes, proyectos y acciones
puntuales (investigaciones sobre temáticas étnico-raciales, por ejemplo) en la
categoría de A.A.

La Constitución de 1991, la Ley 70 de 1993,


la Ley en sí misma y sus derivaciones como A.A
Los avances de la Constitución Política de 1991, Carta Magna en la que se
reconoce la diversidad étnica y cultural del país, son reconocidos por algunas
personas entrevistadas como A.A. La concreción de este reconocimiento se
establece de manera específica en los artículos 7, 138 y con la creación del
artículo transitorio 55, que busca abordar específicamente la problemática
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 359


Ya le comenté, las leyes importantes, el artículo 55 es una Acción Afirmativa
supremamente importante, que desafortunadamente por ausencia o por la
no presencia directa de representantes de comunidades negras, afrocolom-
bianas, en la Constituyente o de los mismos raizales en una Constituyente,
no se logró más que eso y hay que anotar que, históricamente porque yo
hice parte del equipo de trabajo del Constituyente indígena Rojas Birry,
[…] quien efectivamente llevó la vocería en la constituyente y quedó ese
artículo, verdad, y no hubo, si hubiera, si se hubiera garantizado, si se hu-
biera logrado, porque eso fue por votación democrática, y las comunidades
negras, aunque tuvieron listas para llegar a la Constituyente, no lograron
representación; los indígenas lograron, como todo ciudadano, como todo
constituyente, mediante votos llegaron allá dos constituyentes, Rojas Birry y
Lorenzo Muelas y Alfonso Peña por el acuerdo del Gobierno con el Quintín
Lame […] (Juan Estupiñán. Funcionario de la Defensoría delegada para
indígenas y minorías étnicas de la Defensoría del Pueblo. Bogotá, 2007).
La Ley 70 de 1993 constituye uno de los ejemplos de A.A. más citados
por los actores(as) institucionales en su proceso de formulación en la Asamblea
Constituyente (articulo T-55 como A.A.), en su conjunto (documento de la
Ley 70 como A.A.) o en sus partes (artículos o principios desarrollados por
otras leyes y normas menores como A.A). No compartimos esta manera de ver
la Ley 70, puesto que es una medida de Reparación histórica sin precedentes
a los pueblos negros que habitan el país.
Repetimos que para un gran número de personas entrevistadas la Ley 70
de 1993 constituye una A.A. Un componente fundamental de esta A.A. es su
alcance étnico-territorial (titulación de tierras) que hasta ahora ha tenido escaso
desarrollo, debido a que no existen acciones estatales integrales que permitan
sacar mejor provecho de la dimensión territorial, a esto hay que añadirle el
impacto desproporcionado del conflicto armado interno en estos territorios.
Entre las acciones que posibilitarían el desarrollo del énfasis territorial de la
Ley 70 estaría la educación de las personas que habitan dichos territorios y la
modernización de la explotación productiva de las tierras ya tituladas.
Yo creo que la Ley 70 es una medida de Acción Afirmativa por excelencia,
independientemente de que en su etapa embrionaria no haya sido concebida
dentro de ese marco filosófico. La Ley 70 es una medida de Acción Afirmativa
por excelencia y las acciones que se puedan desarrollar concomitantemente

360 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


en este ámbito yo las interpreto como complementarias a otras Acciones
Afirmativas que toquen más las personas que viven en lo urbano […] (Juan
Corrales. Funcionario de la Dirección de Etnias, Ministerio del Interior y
de Justicia. Bogotá, 2007).
Dentro de este grupo de personas, algunas consideran que esta A.A. no ha
generado cambios reales en las condiciones de vida de las personas afroco-
lombianas, negras, raizales y palenqueras, ni ha tenido el poder de frenar el
avance del conflicto armado en los territorios que afectan de manera directa
a esta población. Entre las razones expuestas para el supuesto poco impacto
de la Ley 70 de 1993 como A.A. se encuentran la falta de apropiación de la
misma por parte de «la comunidad negra», atribuida a la poca participación
de las organizaciones de este grupo étnico-racial en la Asamblea Nacional
Constituyente de 1991, donde se crearon importantes lineamientos políticos
que permitieron el posterior surgimiento de la legislación en cuestión. Según
los actores(as) institucionales, este distanciamiento inicial hace que la apro-
piación de dicha política por parte de las organizaciones y la población negra,
afrocolombiana, raizal y palenquera en general haya ocurrido solo hasta hace
poco y de manera lenta.
Si bien en el conjunto de narrativas encontramos pocos cuestionamientos a
la consideración de la Ley 70 de 1993 como A.A., no debemos pasar por alto
que algunas de las personas entrevistadas plantean dudas al respecto. Consideran
que la idea de A.A. no abarca la amplitud del reconocimiento del pueblo negro
afrocolombiano que se alcanza con la Ley 70 de 1993, ni describe la poten-
cialidad que la ley en su conjunto tiene sobre el tema étnico-racial negro rural
a pesar de que este no haya podido ser desarrollado por el conflicto armado y
los megaproyectos que se instalan en territorios habitados por el pueblo negro
y afrocolombiano avalados por el Estado y su modelo de Desarrollo en la fase
actual, o por el interés de de actores armados ilegales sobre esos territorios con
el fin de expandir cultivos ilícitos.
Entre el grupo de actores(as) institucionales que no consideran la Ley 70
como A.A., se encuentran quienes expresan que dichas acciones estarían ma-
terializadas en el desarrollo de principios y artículos de la ley. Por una parte,
existen referencias al principio de la etnoeducación6 como un tipo de A.A.,

6 Establecida a partir de la Ley 70 de 1993 y desarrollada en posteriores actos legislativos


como la Ley 115 de 1994, la etnoeducación «busca que el proceso educativo le permita

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 361


debido a que este principio permite reconocer la existencia de epistemolo-
gías propias de afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) y
mejorar los procesos educativos teniendo en cuenta una perspectiva étnica
intercultural.
Otra de las A.A. tiene que ver con [la inclusión de] los africanos en los
estudios escolares. Pienso que en ese sentido se ha dado una apertura ya
con discusión incluida pero ya la gente afrocolombiana empieza a apare-
cer de otra forma […] ya a nivel de las láminas y de ciertos discursos se
empiezan a dar e introducir a partir de 1991 todo el discurso de la etno-
educación, el discurso de la afrocolombianidad y todo ese discurso de la
interculturalidad y de la multiculturalidad, ese discurso hoy es imparable
y esto ha permitido pequeños avances (Manuel Portocarrero. Funcionario
de la Gobernación.Pereira, 2007).
Tomada como parte del tema de etnoeducación y dentro de los conteni-
dos de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, la historia de la población
afrocolombiana es un tema que se considera en sí mismo como una A.A. en
la medida en que visibiliza el papel activo de afrocolombianos, negros, rai-
zales y palenqueros en el proceso de construcción de Nación y de lucha por
el reconocimiento y la reivindicación de sus derechos sociales, económicos,
culturales, ambientales y políticos después de la abolición de la esclavitud y
durante la creación de la República.
[…] Sí es parte de eso porque […] antes la particular historia de las comu-
nidades no se tenía en cuenta. Nuestra historia no es solamente la historia
de un mestizaje visto desde las élites sino es la historia también de unas
luchas por el reconocimiento, por el respeto, por los derechos especiales
de grupos poblacionales, entre esos los afrocolombianos, por lo tanto es
de elemental justicia que la historia de los negros, la cultura tan vivaz, tan
llena de hechos realizados por los negros, las reivindicaciones de los negros
frente a un proyecto de vida, frente a un proyecto de sociedad, pues se
enfrente desde la misma comunidad y no desde las visiones de las élites,

a un pueblo ganar autonomía en el desarrollo de sus planes, programas y proyectos edu-


cativos, en su totalidad: abarcando desde la concepción hasta la evaluación y ganando
espacios de concertación con otras culturas y otras instancias de la administración».
(Ministerio de Educación Nacional, 2004, p. 7)

362 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


de las oligarquías o de académicos encerrados en un cubículo en Bogotá,
que no conocen los territorios de cerca, ¿no? (Carlos Díaz. Concejal de
Bogotá por el Polo Democrático. Bogotá, 2006).
Por otra parte, las personas entrevistadas también consideran como una
forma de A.A. al Fondo Especial de Becas para Educación Superior admi-
nistrado por el icetex, al cual denominan en las entrevistas como «Fondo
de Créditos Condonables del icetex». También se considera la creación de
la Universidad del Pacífico como un tipo de A.A. en el área de la educación
superior derivada de la Ley 70.
La Universidad del Pacífico puede ser vista como una Acción Afirmativa
para Buenaventura y el resto del departamento, y no solamente la Univer-
sidad del Pacífico, sino cualquier institución de educación superior aquí
en Buenaventura, esto es un hecho trascendental ahora pues recordemos
que durante lustros el Estado consideró que la educación superior no era
un camino para la gente negra. Los profesionales que tiene nuestra comu-
nidad negra es el fruto de esfuerzos de las familias y allí hay una diferencia
con los blanco-mestizos del país. Ellos no llevan una ventaja pues se han
beneficiado mucho más de la función social del Estado (Luis Antonio
Carvajal. Funcionario de la Gobernación. Buenaventura, 2007).

A decir de las personas entrevistadas, la anterior es una A.A. porque la


creación de una institución de educación superior profesional en territorios
habitados mayoritariamente por población negra afrocolombiana es una forma
de reparación de los daños epistémicos causados a la población afrocolombia-
na, negra, raizal y palenquera desde la trata esclavista, continuados durante
la institución económica de la esclavitud y la creación de la República.
Algunas personas entrevistadas se refirieron a la conmemoración de hechos
históricos como un tipo de A.A, estableciendo una asociación con el articulado
de la Ley 70, al materializar el reconocimiento cultural a la diversidad étnico-
cultural de los pueblos afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros en
celebraciones tales como el día de la afrocolombianidad u otros eventos de
interés colectivo que redunden en la creación y recreación de un sentimiento
de dignidad histórica y contemporánea del pueblo negro.
[…] o sea que el día de la afrocolombianidad me parece una A.A. si se da
desde la reivindicación de derechos culturales y todo lo que sería, mas no

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 363


siguiendo con el cuento de cada año hablar de la abolición de la esclavitud.
Es más, me han dicho que en todo el continente americano febrero es el
mes de los negros, eso podría adoptarse en Colombia como A.A. (Carla
Giraldo. Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Este conjunto de referencias aluden a la Ley 70 (y sus desarrollos) —de forma
directa e indirecta— como una expresión de A.A en los temas étnico- territorial,
educativo (básico, secundario y educación superior) y conmemorativo. Así, la
mayoría de actores(as) institucionales acepta considerar la ley en cuestión como
A.A., sin tener en cuenta que uno de los principales rasgos de dichas acciones
está en su transitoriedad.
Lo anterior resulta contradictorio por cuanto se exalta la Ley 70 de 1993
como uno de los mayores avances para el reconocimiento cultural de las personas
negras como parte del patrimonio pluriétnico y multicultural de nación, con
la cual se garantiza la pervivencia de los pueblos negros y afrocolombianos en
sus territorios y con estos sus prácticas y valores culturales tradicionales como
grupo étnico-cultural. No obstante, muchas de estas posibilidades podrían
limitarse si se la redujera a un tipo de A.A.

Cualquier intervención pública estatal es A.A


Los actores(as) institucionales tipifican como A.A algunas medidas y acciones
dirigidas a la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, adoptadas
por el gobierno central, los gobiernos departamentales, distritales o locales y
por las organizaciones de la sociedad civil. Dentro de estas se encuentran el Plan
Pacífico, la caracterización socioeconómica de la población afrocolombiana que
habita la ciudad de Bogotá —llevada a cabo por la Alcaldía Distrital durante
el gobierno de Luis Eduardo Garzón— e incluso la realización de la presente
investigación financiada por la Fundación Ford, área Andina y Cono Sur.
[…] hoy hay muchas Acciones Afirmativas: las resistencias que están ha-
ciendo muchas de nuestras familias afrocolombianas en el Naya y en el
Yurumanguí, en Cajambre, en el lago en el bajo Calima, grupos de mujeres
organizadas en el corregimiento número 8 de Consejos Comunitarios, en
Sacarías, en Llano Bajo, en el Anchicayá, esas son Acciones Afirmativas; las
marchas que se están organizando, las denuncias a nivel de organizaciones
internacionales, esas son Acciones Afirmativas, el que hoy esta administra-
ción, a pesar de los errores que se han cometido […] hemos hablado ante el

364 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


Gobierno nacional, hemos pedido atención especial para Buenaventura; el
hecho de que seamos la ciudad que más familias en acción tenemos, así sea
un beneficio pírrico, pero que el Conpes 3410, cualquier ciudad no tiene
ese Conpes, que se están destinando recursos, el que la red Juntos se haya
iniciado por Buenaventura con más de 48.000 familias de las cuales 40.000
son afrodescendientes, son Acciones Afirmativas; que se haya aprobado en
el congreso de la República, Buenaventura, distrito portuario, ecoturístico
y biodiverso, son Acciones Afirmativas; que los congresistas afroamericanos
hayan condicionado la población al TLC que el Gobierno nacional vuelque
sus acciones a la población afrocolombiana afrodescendiente, son Acciones
Afirmativas importantes; otra cosa es que nosotros los afrodescendientes no
hayamos aprovechado políticamente eso para presionar al gobierno nacional,
que no nos utilice para ir a decir a Estados Unidos que si no están, que somos
población prioritaria, nosotros debemos reclamar más, este es, por decir,
cuarto de hora, pero esas son Acciones Afirmativas que surgen, pero no eso
que nos quieren hacer ver, que simplemente, actos individuales como un
general afrocolombiano o una ministra afrocolombiana. El problema no es
de puestos ni de cargos, políticas estatales con presupuesto, que lleguen a la
gente más necesitada, esas serían las Acciones Afirmativas para desarrollar
acá, objetivos de desarrollo del mileno, políticas de Estado, Plan Pacífico fase
dos con veeduría norteamericana, con verdaderas veedurías comunitarias no
el Plan Pacífico anterior que fue entregado a los políticos y gobernadores de
turno, al político amigo del presidente y se feriaron esa plata; esa fase dos,
debe ser con veeduría de las organizaciones y de los congresistas afroame-
ricanos y de las Naciones Unidas. Así esa agenda Pacífico y la fase dos del
Plan Pacífico, tendrían un impacto real sobre la población afrocolombiana
(Miguel Castillo. Asesor de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).

El Plan Pacífico surge en 1994 dentro de la formulación estatal de proyectos


que buscan generar impactos positivos en la situación de la región Pacífica del
país, la cual ha sido ocupada históricamente por población afrocolombiana.
Con este plan se pretendía insertar la región en las dinámicas del desarrollo
nacional y global desde una «perspectiva integral» desde la que se contempla-
ran aspectos sociales, culturales y medioambientales además del económico. A
pesar de que la mayoría de las referencias a dicho Plan son negativas, algunas
personas lo toman como una A.A.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 365


Otra Acción Afirmativa que posiblemente tenemos pero no nace de la Ley
70 sino de la problemática del saneamiento básico para las poblaciones del
Pacífico fue el Plan Pacífico. Se hizo la primera fase, pero si hoy hacemos un
censo [...] de lo que representó el Plan Pacífico para las Comunidades Negras
[...] terminaron los blancos, como dice el dicho, «comiéndose la plata» de
donde podíamos haber tenido, que muchos municipios del Pacífico nuestro
hubieran tenido saneamiento básico como es agua, acueducto, alcantarillado
[...] hoy hacemos una evaluación del Plan Pacífico de esa época, para los
municipios que se beneficiaban, es lamentable que el departamento del
Chocó hoy sufra una problemática de no tener acueducto, que Buenaventura
que es nuestro principal puerto, que es el generador de impuestos que tiene
mayoría afrodescendientes, negros [...] siendo esa puerta de impuestos, hoy
lo único que tengamos es violencia y ni tan siquiera agua potable tiene, ni
alcantarillado [...] (Clara Arboleda. Representante a la Cámara por comu-
nidades negras. Bogotá, 2007).
La caracterización socioeconómica de la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera que habita en Bogotá, celebrada por la administración de
Luis Eduardo Garzón7, también es considerada A.A. ya que este tipo de accio-
nes representa cierto reconocimiento que puede derivar en la consideración de
demandas específicas de esta población.
[…] la primera Acción Afirmativa que los raizales han pedido colectivamente
es hacer la caracterización de su población, y dijimos «bueno, arranquemos
así y por el camino vamos viendo en la medida que se conozca más la pobla-
ción y las necesidades, etcétera, cómo se pueden hacer Acciones Afirmativas
de mayor envergadura» […] El ajuste de los sistemas de información era
indispensable, la precisión de la caracterización de la población era indispen-
sable y ellos permanentemente estaban reclamando siempre más y yo creo
que eso es legítimo […] (Leonora Caviedes. Asesora de la Dirección en el
Departamento Administrativo de Bienestar Social. Bogotá, 2006).

7 Según los funcionarios(as) entrevistados en Bogotá, la Secretaría de Gobierno del


Distrito desarrolló una caracterización de la población afrocolombiana, negra, raizal,
palenquera ubicada en la ciudad con el fin de identificarlos y conocer sus particulari-
dades. Esta caracterización surge de las demandas de la comunidad raizal asentada en
Bogotá frente a la necesidad de obtener información precisa que diera cuenta de las
condiciones de dichos grupos en el Distrito.

366 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


Finalmente, la realización de esta investigación fue catalogada por unos pocos(as)
funcionarios(as) como una A.A., por cuanto para ellos(as) podría significar una
manera de visibilizar de manera objetiva la situación actual de la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera; además, podría generar procesos de
resistencia y reivindicación de derechos económicos, sociales y culturales.
[…] Acciones Afirmativas puede [sic] ser esta investigación que tú estás
desarrollando, es una Acción Afirmativa en tanto permite entender el fe-
nómeno, en tanto permite vislumbrar qué es lo que está pasando con esta
población, en tanto permite mostrar que aquí sí existen múltiples maneras
de cómo la sociedad está construyendo procesos de resistencia, de empo-
deramiento social; esta investigación es una Acción Afirmativa desde mi
punto de vista […] (Hermildo Márquez. Funcionario de la Gobernación.
Quibdó, 2007).
La presentación del amplio y variado abanico de interpretaciones que reali-
zamos en este aparte estuvo encaminada a resaltar la inexistencia de posiciona-
mientos precisos entre los actores(as) institucionales respecto al concepto de A.A.
Ni siquiera en las narrativas de funcionarios(as) de la alta función pública estatal
puede establecerse un eje articular respecto del cual se construya un consenso
sobre la comprensión de las A.A. Esta falta de conocimiento es reconocida y
criticada por algunos(as) de los entrevistados(as) —vinculados(as) a procesos
de planeación departamental y distrital —.
Pues he tenido que leer bastante y, de hecho, y yo creo que es un debate
que es muy interesante y del cual se sabe poco; se sabe poco desde las orga-
nizaciones sociales afrocolombianas y saben muy poco desde el punto de
vista del gobierno, es algo que se le ha dado poca importancia. Porque no
saben ni una cuestión muy básica: por ejemplo, en qué condiciones se aplica
una Acción Afirmativa, en qué circunstancia se aplica […]. Se acuerdan las
características que tiene un grupo poblacional para aplicarle una Acción
Afirmativa, comenzando por lo básico, eso no se sabe, ni siquiera lo saben
los del gobierno, no saben, o sea no entienden por qué tendrían que hacer
políticas de Acciones Afirmativas. En una oportunidad me invitaron de
manera excepcional a una reunión en Bogotá donde estaba la bancada afro
y estaba la gente del dnp y bueno, una reunión a un nivel más o menos ele-
vado, y esta gente del gobierno decía que ellos no podían aplicar políticas de
Acciones Afirmativas, cuando ya las venían aplicando, ellos no entienden, o

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 367


sea, no saben, y la gente de las organizaciones afrocolombianas, pues tampoco
saben por qué; […] hay un discurso de la reparación y un discurso largo,
pero no saben desde el punto de vista técnico por qué hay que aplicarlas.
Entonces hay un vacío muy grande desde el gobierno simplemente porque
no le interesa, pero también desde el punto de vista de las organizaciones,
que a mí me parece que muchas de ellas se han quedado en la carreta, en
tramitar unos recursos, pero no se ha hecho un trabajo serio en torno a la
cuestión (Manuel Otero. Funcionario de la Gobernación. Cali, 2007).

Si bien un conjunto de actores institucionales reconoció de manera explí-


cita su desconocimiento frente al tema de las A.A., la mayoría de las personas
entrevistadas se aventuró a formular nociones sobre ellas; algo que pudiéramos
denominar, de manera preocupante, «hablar por hablar sobre lo que poco se
sabe». Esta heterogeneidad de posturas dispares y disparatadas podría explicar
la ambigüedad frente a la implementación de dichas acciones en el ámbito
institucional, la no asignación de recursos presupuestales específicos para su
materialización o la poca relevancia que tienen en el proceso de agenciamien-
to de acciones estatales dirigidas a la población afrocolombiana, negra, raizal
y palenquera. De manera más preocupante aún, esta misma heterogeneidad
discursiva impide que se abra un debate serio y cualificado sobre A.A en el país
pues cada actor(a) institucional cree saber de qué está hablando, cuando en
realidad no es así.
La mayoría de las personas entrevistadas considera que las A.A. son cualquier
tipo de acción pública dirigida a focalizar un tipo de población que por sus ca-
racterísticas se encuentra excluida socioeconómicamente. Lo anterior implica
considerar como A.A. cualquier tipo de intervención gubernamental dirigida a
la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. En algunas ocasiones,
el término llega incluso a interpretarse como políticas territoriales o políticas
focalizadoras del gasto público social, con miras a la modificación de condiciones
desfavorables en los índices de calidad de vida. En consecuencia, la definición de
A.A. siempre revela la necesidad de combatir de modo primordial la pobreza y la
vulneración de derechos fundamentales; y en contadas ocasiones se las considera
mecanismos para combatir los efectos de la discriminación racial o los profundos
desequilibrios regionales que existen en las áreas de mayorías negras.
Considerar como A.A. cualquier tipo de acción pública, intervención estatal o
postulado normativo que involucra a la población afrocolombiana, negra, raizal

368 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


y palenquera da cuenta de una falta de claridad conceptual de los actores(as)
institucionales responsables de forma directa o indirecta con la formulación e
implementación de políticas públicas para la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera o encargadas de la sensibilización de otras instancias estatales
sobre el tema. Después de presentar el conjunto de concepciones desconcertantes
sobre las A.A., las secciones siguientes estarán enfocadas en mostrar el conjunto
de características derivadas de dichas nociones y que configuran una especie de
«naturaleza» de las A.A. desde la perspectiva de los actores(as) institucionales.
Ideales de las A.A. fundados en el no saber experto
La mayoría de personas entrevistadas se aventuró a proponer nociones
sobre las A.A. asociadas a temas diversos. Aún más interesante para nosotras
fue encontrar que en las narrativas de los actores(as) institucionales también
existían referencias sobre un deber ser de dichas acciones, el cual —tenemos que
reconocerlo— había sido provocado por el conjunto de preguntas que dirigimos
a los funcionarios(as) entrevistados, y a su sagaz capacidad reflexiva.
En primer lugar, se considera que las A.A. ideales deben contar con la activa
participación de sus potenciales beneficiarios(as). Las personas entrevistadas
supeditan el éxito de la implementación de las A.A al nivel de acercamiento
institucional con la población y las organizaciones afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras, hecho que garantizaría la pertinencia de dichas acciones
con respecto a las necesidades reales de esta población.
Un poco la magia está en hacer simultáneamente una aproximación diagnós-
tica y unas acciones que respondan a las necesidades al menos más inmediatas
que ellos tienen. Si eso no se logra, creo que no va a ser posible consolidar un
proceso, más porque la población afro no te llega si no hay una cosa concreta,
o sea, algo tangible, algo inmediato (Valentina Rodríguez. Funcionaria del
Centro Operativo Local de Ciudad Bolívar. Bogotá, 2006).
En segundo lugar, algunos funcionarios(as) plantean que las A.A. deben
implementarse para afectar estructuras inequitativas de la sociedad colombia-
na. En ese sentido, se espera que las A.A. se concentren en la construcción de
mejores condiciones de vida futura para la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera, más que en la reparación de situaciones de desigualdad y
discriminación racial del pasado sobre las que supuestamente no se puede actuar
en el presente. Así, se considera que no es pertinente adelantar acciones públicas

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 369


fundamentadas en la idea de reparación histórica, pues sería un retroceso y una
vuelta al recordar que puede comprometer la construcción de una sociedad
contemporánea más justa que ha hecho tábula rasa del pasado.
Si bien a veces hay cosas de nuestro pasado que nos marcan y que de una
u otra forma han tratado de direccionar nuestro futuro y de incidir en [él]
[…], las cosas que le tocó vivir a nuestros antepasados en el pasado, yo pienso
que tenemos que mirar hacia adelante. Yo pienso que eso es lo que tenemos
que buscar, medidas que logren de una u otra forma mitigar el impacto tan
grande y tan negativo que hemos tenido por tantos años, no quedarnos
allá en el pasado, no quedarnos en el «ay, ay, ay», no en el «pobrecitos, que
venimos de los esclavos». Ya dejar eso allá y mirar cómo podemos construir
una sociedad más justa, una sociedad más equitativa, donde todos podamos
formular cuáles son nuestras estrategias para poder salir del abismo, cerrar
un poco más la brecha en donde nos encontramos (Mabel Lara. Funcionaria
de la Alcaldía. Cali, 2007).
También se considera como un deber ser de las A.A. su contribución con la
puesta en la agenda pública de la cuestión étnico-racial negra. Algunos actores(as)
institucionales consideran que la razón para su implementación en Colombia
estaría en que estas posibilitan la inclusión social con pleno reconocimiento
cultural de las personas negras y al mismo tiempo afianzan en la sociedad una
cultura democrática, intercultural, más incluyente y solidaria con respecto a
grupos étnicos y otras minorías excluidas. No obstante, en los llamados de
atención sobre lo que se considera que estas deberían ser son relativamente pocas
las referencias a planes concretos de A.A. en Colombia.

Sujetos(as) involucrados en las A.A.


En las narrativas identificamos dos tipos de sujetos(as) involucrados en el
debate de A.A. Por un lado se encuentra el Estado como agente promotor de
dichas acciones y garante máximo del bienestar colectivo; del que se espera un
rol más activo en el alcance de una ciudadanía extendida que garantice derechos
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales en la población afrocolom-
biana, negra, raizal y palenquera.
Dicho lo anterior, consideramos que el Estado es un actor fundamental porque
es el único capaz de remediar situaciones de inequidad histórica, y de desigualdades
abismales para la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. Las A.A.

370 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


deben ser implementadas por el Estado; por esto, este último debe crear formas
novedosas de administrar recursos financieros públicos que se destinarían para
tal fin. Las asociaciones de municipios fueron señaladas de manera recurrente
como el camino que no hay que tomar porque al parecer no acatan al estatuto de
contratación y se han convertido en asociaciones que construyen desde acueductos
y escuelas hasta vías, baterías sanitarias, comedores comunitarios, suministran
bienes y servicios, elaboran planes de desarrollo y los dineros públicos se han
transformado en fuentes de enriquecimiento personal.
Las personas entrevistadas afirmaron que de ninguna manera el Estado puede
dirigir recursos a alcaldías y departamentos sin antes hacerle el quite a fenó-
menos asociados a la corrupción del sistema administrativo, especialmente en
aquellos territorios habitados de manera preponderante por «gentes negras». El
departamento del Chocó es señalado como el lugar donde los recursos públicos
destinados —o que llegaran a destinarse— para las A.A. serían tomados por
los clanes político-familiares que controlan el departamento.
Pienso yo que la corrupción es una razón para que existan Acciones Afir-
mativas pensadas desde otros entes de ejecución que no sean alcaldías y
departamentos. Nosotros nos quejamos mucho por la mala prensa que
están haciendo los medios, pero es que en realidad hay mucha corrupción,
bastante corrupción. Y si nos dan poquito y lo poco que nos dan la gente se
lo lleva al bolsillo, entonces ¿en qué quedamos? […] hay mucha corrupción
(Martha Murillo. Funcionaria de la Alcaldía. Quibdó, 2007).
Por otra parte, repetimos que el Estado colombiano es considerado un actor
fundamental en la implementación de A.A. porque así lo señalan compromisos
supranacionales. La intervención del Estado en la realización de A.A. hace parte
del conjunto de compromisos asumidos —en especial las personas entrevistadas
referencian la Conferencia mundial contra el racismo llevada a cabo en Durban,
en el año 2001— para la formulación y ejecución de acciones contundentes en
contra del racismo y la discriminación racial.
En lo que concierne al plano estatal, algunas personas entrevistadas resaltan
la responsabilidad del Estado frente al combate a la discriminación racial. Al
entender las A.A. como una forma de incidir en este respecto, el Estado parece
estar obligado a asumir un papel más activo en la formulación de las mismas,
como forma de intervención directa ante los efectos de la discriminación racial
en la igualdad de oportunidades.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 371


Yo considero que lo ideal es que nosotros asumamos nuestro propio papel,
nuestro propio rol como Estado, por un poder que hace parte de la orga-
nización política del Estado, los negros también deben de [sic] asumir su
rol. Y el rol de ellos es que más que negros, son personas. […] no pueden
seguirle gritando al país que están excluidos por negros; no, ellos tienen que
exigirle al país que no los excluyan por negros, que los están excluyendo desde
hace rato, porque no están excluyendo solo a negros, cuando se hace esto se
perjudica el país entero, se está cercenando las posibilidades de personas, de
seres humanos y allí el Estado por omisión puede ser responsable. Entonces
el mundo ideal es que rompamos ese paradigma mental racista. Pero para
lograr romper ese paradigma mental de exclusión, el mismo Estado tiene
que adoptar políticas públicas de inclusión social, donde todos nos mire-
mos a los ojos de igual a igual, donde le demos espacios a la gente por su
condición social, política, racial, o económica, o religiosa, ese es el mundo
ideal ( Fabián Sanabria. Representante por el Valle del Cauca. Miembro
de un partido de la coalición de gobierno. Bogotá, 2007).
Para el caso de experiencias iniciales de debates o de formulación de planes
de A.A., o documentos estatales referidos al tema, se resalta la influencia de
agentes estatales y de líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolom-
biano. En lo que respecta al aparato estatal, se reconoció la labor de algunos
funcionarios(as) de la Cancillería interesados en el tema que trabajaron en la
ambientación inicial de la discusión pública sobre la conveniencia de A.A. en
el país desde el exterior.
Creo que logramos persuadir a la Ministra de Relaciones Exteriores, Ca-
rolina Barco, en su momento y hubo una persona en Washington en la
embajada nuestra, María Claudia Gómez, en el despacho de Luis Alberto
Moreno, la asistente de él, [que] comprendió la dimensión del asunto y
asumió el rol y en esa medida logramos formar un equipo bastante posi-
tivo que permitió que los mensajes a nivel nacional, al presidente, a los
ministros, les llegaran a través del embajador Moreno y la canciller en su
momento, Carolina Barco, que estaban ahí como traductores, por decirlo
de alguna manera. Y hay que reconocer a Luis Gilberto Murillo junto con
otros actores, Oscar Gamboa, y en nivel de organizaciones de base Carlos
Rosero, Zulia Mena, desde sus espacios y con sus énfasis pues lograron
permear la agenda de Washington y bueno, estos son los resultados que

372 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


esperamos que cada vez sean mucho más tangibles, se derivan de toda
esas dinámicas y de otras más nacionales, o de conferencias internaciona-
les (Geiller Cruz. Funcionario de la Dirección de Etnias, Ministerio del
Interior y de Justicia. Bogotá, 2007).
Las respuestas de algunos magistrados(as) de la Corte Constitucional hacen
referencia a sus roles específicos ya que enfatizan la injerencia que la misma
Corte puede tener frente a las A.A. Teniendo en cuenta que la elaboración de
leyes, normas y políticas no es labor de la Corte Constitucional, se deja claro
que ella no puede elaborar A.A en su interior y en vez de ello, su tarea estaría
enfocada en la protección y vigilancia de la legislación creada —como las
A.A—, su concordancia con lo consagrado en la Constitución, y la protección
de los derechos de los ciudadanos(as).
[...] yo creo que la Corte debe cumplir con sus funciones. En las leyes,
bien que sean leyes que conserven acciones positivas o bien que sean leyes
genéricas pero que puedan permitir algún requisito de discriminación, pues
ajustarlas a la Constitución para que no haya esa discriminación […] (Adrián
Carrillo. Ex Magistrado de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).
En consecuencia con lo dicho antes, otras ramas del Estado serían las en-
cargadas de formular dichas A.A., entendidas como el mecanismo ideal con
el cual se debe abordar el impacto social que tiene la práctica sistemática de
la discriminación racial.
La parte del poder público que debe ser más activa debe ser el legislativo,
porque todas tienen que estar comprometidas, sin embargo el que define
las políticas públicas es el legislativo. Obviamente, el ejecutivo lo tiene
que hacer porque de alguna manera el ejecutivo también tiene iniciativa
legislativa. Entonces también está en manos del ejecutivo proponer ese tipo
de cosas; no aprobarlas en sí mismo porque eso es función del legislativo,
pero sí promover o proponer, incitar a la creación de esos mecanismos de
participación y de igualdad de derechos (Carlos Osorio. Ex Magistrado
auxiliar de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).
El segundo tipo de sujetos(as) inmerso en el tema de A.A. está representado
tanto por quienes dinamizan públicamente el tema de las A.A. (organizaciones
de base con sus líderes y lideresas) como por las personas o posibles grupos
beneficiarios y en particular por sus voceros(as).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 373


Los funcionarios(as) entrevistados reconocen la importancia de la participa-
ción de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera en el proceso
de formulación de los planes de A.A. (en las ciudades donde este ejercicio se ha
llevado a cabo), por cuanto es un espacio de construcción colectiva en el que se
ha tenido en cuenta la perspectiva de la población en cuanto a sus demandas y
necesidades aunque las directrices son dadas por el gobierno local y por lo que
los funcionarios(as) entienden por A.A.
Los funcionarios(as) entrevistados aceptan que han contado con la parti-
cipación de distintas organizaciones y órganos que representan la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, cuyos miembros han establecido
formas de buscar soluciones a las necesidades socioeconómicas y a la discrimi-
nación racial que bloquean sus aspiraciones de ciudadanía plena. Reconocen
que esta población ha creado nuevas maneras de expresarse y luchar por la rei-
vindicación de sus derechos fundamentales y culturales. Dentro de estas formas
organizativas, los funcionarios(as) mencionan los consejos comunitarios, a las
organizaciones que se consideran «de peso » como el Proceso de Comunidades
Negras y el Movimiento Nacional Cimarrón, la consultiva de alto nivel y a la
nueva bancada afrocolombiana.
A pesar de existir participación de las organizaciones formales, para algunos
funcionarios(as) aún existe un bajo nivel de intervención de la población afro-
colombiana, negra, raizal y palenquera que no hace parte de organizaciones,
en la formulación de planes de A.A en ciudades como Bogotá y Medellín. Esto
es motivo de preocupación pues se teme no tener en cuenta voces divergentes
dentro de estos procesos que cualifican la toma de decisiones públicas y direc-
cionan tanto recursos públicos como de la Cooperación internacional.
No, yo lo que creo es que hay muy poca gente común y corriente que está
siguiendo de cerca o acompañando en estos procesos, no se ha logrado masi-
ficar estos temas lo suficiente. Y hay que hacer unas estrategias de educación
para eso (Clara Torres. Funcionaria de la Dirección de Etnias, Ministerio
del Interior y de Justicia. Bogotá, 2007).
Los actores(as) institucionales reivindican la participación de la comunidad
de base afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, por cuanto consideran que
su voz debe tenerse en cuenta en la construcción de A.A. en vista de que es la
misma comunidad quien mejor conoce sus necesidades y especificidades. Por
otra parte, algunos funcionarios(as) insisten que un elemento importante para

374 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


dinamizar este tipo de acciones se encuentra en el autoreconocimiento étnico
y étnico-racial de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
Es que equivocadamente el Estado colombiano ha venido importando unas
políticas públicas y ha venido adoptando unas políticas públicas ajenas
a nuestra realidad. Las políticas públicas tienen que nacer de las mismas
comunidades; la fuente de información tiene que ser los grupos base de
afrocolombianos; nadie más conoce de sus propias necesidades que los
mismos afrodescendientes, nadie más conoce de sus propias limitaciones, de
sus propias preocupaciones, de sus sueños, de sus anhelos, de sus quereres,
de sus aspiraciones, que los mismos afrodescendientes. La política pública
se tiene que construir a partir de ellos, a partir de la base y no a partir del
Estado. El Estado es el instrumento, el Estado es el camino, el Estado es
la herramienta, pero […] tiene que canalizar esa información a partir de
los grupos raizales. El día que vamos donde los sanandresanos, donde los
chocoanos, donde los caucanos, donde la gente de Buenaventura, al negro
del Caribe que vamos y le digamos «hombre, ¿usted cómo sueña?, ¿a usted
qué le duele?, ¿usted por qué está limitado?, ¿usted cómo cree que podemos
superar eso?» Ellos tienen derecho a soñar, ellos son imaginativos; imagínese
que ese ha sido el éxito de la política con los indígenas. Muchas políticas de
los indígenas han nacido de los propios resguardos indígenas, de los pro-
pios cabildos indígenas; si nosotros cogemos estos palenques y les decimos
a los palenques «bueno, construyan su propia política, unifiquen su propia
política, ya, y vamos a elevarla a política de Estado, pero no solo vamos a
llevar a política del Estado sino que ustedes mismos lo van a ejecutar [sic]
ya», entonces yo creo que va a ser exitosa (Camilo Rodríguez. Representante
por el Valle del Cauca. Miembro de un partido de la coalición de gobierno.
Bogotá, 2007).
En las entrevistas realizadas a funcionarios(as), ellos(as) reconocieron diversas
acciones institucionales como A.A. para grupos poblacionales como los indígenas,
la población Rom y la lgbt8. Es importante advertir que este reconocimiento se
realiza a partir de las concepciones particulares que tienen los funcionarios(as)
sobre el concepto —impreciso en la mayoría de las ocasiones— que tenían en
el momento sobre las A.A.

8 Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (travestis, transexuales y transgéneros).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 375


Para un grupo de funcionarios(as) existe un conjunto de A.A. que se viene
implementando en Colombia, sobre todo en beneficio de la población indígena
y las mujeres. Ciudades como Cali, Bogotá y Medellín han sido objeto de dichas
acciones, siendo las dos últimas especialmente reconocidas por contar con una
importante trayectoria en la demanda de A.A en el país. En dichas ciudades
se reconoce que el principal grupo beneficiado se encuentra constituido por
mujeres a diferentes niveles: vinculación en dinámicas de participación políti-
ca, desarrollo de iniciativas productivas, planes de igualdad de oportunidades,
campañas en los medios de comunicación, entre otras.
Si bien en el conjunto de ciudades9 no existen A.A. claramente direccionadas
para la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera en las narrativas de
actores(as) institucionales, se la identifica como beneficiaria natural de dichas
acciones. Se considera que esta población hace parte de las «etnias» que habitan
la ciudad y por tanto implementar A.A. para la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera sería el preámbulo para posicionar este tipo de A.A.
a favor de otros grupos étnicos minoritarios que viven en ciudades diferente a
los grupos indígenas urbanos.
Una cosa que queríamos, y creo que todavía estamos a tiempo de eso, era
que el plan de A.A. no solo fuera con población afro, sino que fuera para las
etnias en la ciudad; y aunque el programa de etnias actualmente maneja lo
de afrocolombianos e indígenas, sabemos que hay otras etnias en la ciudad,
raizales, y sabemos que también el pueblo rom, gitano, está presente. Es
decir, falta ampliar toda esa cobertura a las demás etnias. Porque lo abrimos
como étnicas en el Plan de A.A., Plan de A.A. para las etnias pero como
hemos avanzado más en lo afro, hemos avanzado en el diagnóstico, el plan
se enfocó a los afrocolombianos. Pero de las acciones que están avanzando
con los afrocolombianos, ese primer avance nos debe dejar algunas pistas
para seguir avanzando en lo indígena y en las otras etnias que confluyen en la
ciudad […] (Arnulfo Peña. Funcionario de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Los criterios que deberían operar para seleccionar a afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as) beneficiarios de A.A. son múltiples. Es
importante anotar que estos criterios se escogieron con base en la experiencia de

9 A excepción de las ciudades de Bogotá y Medellín, cuya experiencia se presenta en la


segunda parte del presente capítulo.

376 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


los actores(as) institucionales en la selección de otros beneficiarios(as) de políticas
o programas. Por ello muchos de los criterios propuestos por funcionarios(as)
parten de la lógica de la «racionalidad del gasto público», convirtiéndose en
criterios para la selección focalizada de personas afrocolombianas, negras y rai-
zales beneficiarias de A.A. De igual manera, las personas entrevistadas también
plantean criterios basados en juicios y valoraciones subjetivas.
Teniendo como referente experiencias anteriores respecto de la formulación y,
sobre todo, de la implementación de políticas y programas estatales con orientación
focalizadora, algunas personas entrevistadas consideran que debe establecerse un
complejo proceso de selección para determinar a los sujetos(as) beneficiarios de
las A.A. para afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as).
Si nosotros tenemos que trabajar con estratos 1 y 2, poblaciones de altísima
vulnerabilidad, pero además tenemos que aplicar Acciones Afirmativas,
entonces ¿cómo se entendía ese concepto en la focalización y criterios de
elegibilidad en cada uno de los proyectos? El comité de elegibilidad y de
focalización ha tenido que hacer un trabajo juicioso, muy difícil, de poner
a definir a cada proyecto cómo se entendería, cómo sería, qué significaría
una Acción Afirmativa […] (Candelaria Obando. Asesora de dirección,
Departamento Administrativo de Bienestar Social. Bogotá, 2006).
Las personas entrevistadas afirman que un criterio fundamental para selec-
cionar las personas beneficiarias debe ser la existencia de situaciones de vul-
nerabilidad y no la pertenencia al grupo étnico-racial afrocolombiano, negro,
raizal y palenquero; este criterio se defiende en especial en los programas de
corte social focalizados10.
[…] hay muchas maneras de aplicar Acción Afirmativa […] en ningún caso
la Acción Afirmativa puede ser «porque es negro» o «porque es negra», tiene
que llenar otra serie de requisitos, no si está en condiciones de vulnerabilidad
por la naturaleza de un afro, nosotros solo atendemos población vulnerable
estrato uno y dos. Entonces con los mismos afro acordamos cuáles podrían
ser dentro de su población las poblaciones más vulnerables, es decir, niños
y niñas, adulto mayor, sin red familiar o red social, mujeres embarazadas o
cabeza de familia, discapacitados, desplazados, etc.; son también prioridades

10 En los capítulos 5 y 6 se presenta un análisis particular sobre la relación entre A.A. y


programas sociales.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 377


que tenemos dentro de esas condiciones. Entonces la idea es que estos cupos
de los comedores estén especialmente designados para población afro en
condición de vulnerabilidad […] (Marcela Serrano. Asesora de Dirección
en el Departamento Administrativo de Bienestar Social. Bogotá, 2006).
Uno de los criterios que suscita más debate entre los actores(as) institucionales
tiene que ver con la consideración del color de piel negra en la selección de
beneficiarios(as) de A.A.; para la mayoría de personas entrevistadas, la apariencia
física o sus rasgos fenotípicos no deben ser un criterio que determine el acceso
a beneficios particulares. En contraposición, se afirma que factores como la
desigualdad económica y social son más determinantes que la discriminación
racial o la pertenencia a un determinado grupo étnico-racial-racializado al
seleccionar las personas beneficiarias de las A.A. Para el grueso de las personas
entrevistadas, la discriminación racial no existe en el país, al parecer el mestizaje
triétnico en Colombia hace que esta sociedad esté protegida de ella.
[…] para mí el problema, yo vuelvo y te insisto, más que racial es un pro-
blema de igualdad de oportunidades para todos: igualdad de oportunidades
informativas, educacionales, culturales, porque no olvides que todos somos
mestizos, que en Colombia no hay blancos, todos estamos revueltos […]
cuando yo no puedo escoger pues yo no soy libre, eso es independiente del
color de la piel y depende de las oportunidades que el medio te brinda para
crecer, para ser un ser humano con desarrollos integrales […] (Mariana
Garcés. Funcionaria de la Alcaldía. Cali, 2007).
En esa misma vía, también se consideran pertinentes la clasificación de la po-
blación por estratos socioeconómicos sin tener en cuenta aspectos étnico-raciales11
o la selección teniendo en cuenta a las personas beneficiarias del sisben12.
Pues la idea sería muy rico que toda la población afro se beneficiaria del
proceso pero lógicamente todas las acciones deben tener un parámetro de
focalización diría yo y rico que se priorizara nivel 1, 2 y 3 del sisben con

11 Algunas personas entrevistadas consideran que esa clasificación se lleva a cabo en va-
rios programas estatales, como en el caso de las becas condonables Guillermo Gaviria
Correa en Medellín, por ejemplo.
12 Término utilizado para denominar el Sistema de identificación de beneficiarios(as)
potenciales para los programas sociales, que clasifica a las personas de acuerdo a una
evaluación de sus características demográficas y socioeconómicas.

378 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


esos niveles de sisben porque son las personas que se encuentran en mayor
grado de vulnerabilidad, cierto, aunque lógicamente no podemos dejar de
lado personas que tengan 4 del sisben y que sus condiciones sean mínimas.
Pero yo sí creo que es necesario hacer como una focalización porque igual
bueno, las acciones están dirigidas para toda la población pero entonces
¿cómo vamos a garantizar que toda la población acceda? Nosotros lo pensa-
mos más desde el sisben (Blanca Restrepo. Funcionaria de la Gobernación.
Medellín, 2007).
Bajo la premisa de que las A.A. deben otorgarse a las personas afrocolom-
bianas, negras, raizales y palenqueras que han sido víctimas de un proceso
histórico de exclusión crónica, también se propone la realización de un estudio
histórico sobre la genealogía de quienes aspiran a tales beneficios como método
de selección.
[…] me parece que tendría que haber un estudio histórico del tema, un
seguimiento de genealogías, de asentamientos, tantas cosas […] me parece
que habría que hacer el estudio para efecto de que fuera especialmente dirigida
cualquier acción […] (Antonio Arias. Senador de la República. Miembro
de un partido de la coalición de gobierno, Bogotá, 2007).

Así mismo, para algunas personas cobra mayor importancia «la cultura » de
los pueblos afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros —por encima de
su pertenencia a una ‘raza’ (fenotipo) determinada— cuando se seleccionen
beneficiarios(as) de A.A. No obstante, en las narrativas puede identificarse una
asociación entre el color de piel y la pobreza como criterio para la selección de
A.A. Al reconocer que la situación de goce efectivo de derechos de las personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras deja mucho que desear, sobre todo
en relación al derecho a la subsistencia, al trabajo, a la seguridad social, a la salud,
a la alimentación, a la educación, al tener un nivel de vida adecuado o poseer una
vivienda digna, las A.A. deberían dirigirse hacia este segmento de la población.
Bueno, tú sabes que las medidas de Acción Afirmativa pueden ser como
punto de partida o como punto de llegada. Las medidas de Acción Afirmativa
como punto de partida tienen la posibilidad de favorecer mucho más a las
poblaciones que están en el segmento, de todos los que están en desventaja,
a los que están en el segmento más bajo (Óscar Gómez. Funcionario de la
Dirección de Etnias, Ministerio del Interior y de Justicia. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 379


Algunas personas sostienen que los criterios deben plantearse de acuerdo al
ámbito específico en el que se pretenda implementar A.A. En programas de
inserción laboral, por ejemplo, el criterio que debe privilegiarse es el «mérito»,
es decir, las habilidades demostradas por personas afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras para desarrollar actividades.
[…] yo creo que no puede haber patrones físicos sino […] intelectuales para
estas elecciones. Claro, la dificultad que hay muchas veces es en poder medir
o poder darle unas cuantificaciones a lo que a veces resulta incuantificable,
pero hay que ir más allá de lo que yo llamé de forma un poco irrespetuosa la
envoltura del ser humano, de manera que lo físico debe ser absolutamente
secundario. Puede que una persona tenga un coeficiente intelectual menor
pero que sea tenaz en el trabajo […] una persona que le cueste más trabajo
entender algo lo puede suplir perfectamente con mayor dedicación, alguien
puede asumir un determinado concepto, una determinada idea en dos horas
de estudio; los que nos cuesta más trabajo vamos a necesitar ocho horas para
lo mismo pero lo vamos a hacer. Entonces yo creo que el hecho de tener que
mirar la dedicación, la acuciosidad, la tenacidad, la manera como alguien
percibe su objetivo vital y que sabiendo que puede tener algunas deficiencias
lo suple […] (Carlos Angulo. Ex Magistrado de la Corte Constitucional.
Bogotá, 2007).
En algunas de las narrativas de las personas entrevistadas se reconoce la
existencia de dificultades para el establecimiento de criterios para seleccionar
las personas beneficiarias de A.A. Una de ellas, por ejemplo, se relaciona con el
control de la focalización de personas que por su pertenencia étnico-racial, de
género y clase social pueden convertirse en beneficiarios(as) de varias A.A.
[…] pero entonces ¿cómo podemos implementar una ley de cuotas en
medio de esta cosa? ¿Cómo podemos implementar una ley de cuotas si eres
mujer, si eres afro y si estás en situación de discapacidad? Entonces ¿tenés
ley de cuotas por tres cosas o qué? (Sara Corrales. Funcionaria de la Alcaldía,
Medellín, 2007).
Otro aspecto problemático en el establecimiento de criterios de selección
de A.A. se encuentra en la dificultad que implica legitimar estas medidas entre
los grupos no beneficiarios de A.A. —que en este caso pueden tomarse como
la población blanco-mestiza—. Un grupo de personas entrevistadas plantea
entonces que para evitar posibles confrontaciones habría que generar A.A. para

380 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


los grupos que constituyen la sociedad colombiana, lo que evidencia una vez
más el desconocimiento sobre el tema en cuestión.
[…] las A.A. no deben ir encaminadas a una sola población. Es también mirar
cómo atender a otros, no solamente diferenciados desde el punto de vista cul-
tural e histórico (Telmo Vélez. Funcionario de la Alcaldía. Medellín, 2007).

Otro grupo de personas entrevistadas plantea que para legitimar las A.A. sería
imperioso llevar a cabo una sensibilización dialógica tanto de los afrocolombia-
nos, negros, raizales y palenqueros como de los blanco-mestizos, de forma tal
que se pueda llevar a cabo una exitosa implementación de las mismas.
Necesitamos sensibilizar hacia dentro y hacia afuera. Los mismos afroco-
lombianos en su inmensa mayoría aún no son conscientes de la situación
de desventaja que tiene el afrocolombiano frente al promedio nacional, en
el momento que un afrocolombiano sea consciente de que en promedio
tenemos treinta años de educación de desventaja del promedio nacional
y de las circunstancias que vivimos hoy ciento cincuenta y tantos años
después de abolida la esclavitud. La esclavización en Colombia no es un
hecho casual que deviene de leyes y de tratados, que entiendan eso, que
comprendan eso y que no es una dádiva, seguramente habrá muchos más
afrocolombianos que demanden y que consideren positivas estas medidas y
que las requieran. En tanto el conjunto de la sociedad colombiana conozca
también esta realidad y se sensibilice también frente a esta realidad, entonces
encontrará legítimo que se adopten esas medidas. Si eso no ocurre, segui-
remos avanzando pero a paso mucho más lento y nos toca por el momento
trabajar en esos temas (Rudesindo Arboleda. Funcionario de la Dirección
de Etnias, Ministerio del Interior y de Justicia. Bogotá, 2007).

Un conjunto de dificultades para seleccionar la población beneficiaria de


A.A. tiene que ver con características culturales (identitarias e idiosincrásicas)
de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenqueras. Para muchos
actores(as) institucionales, la identificación de beneficiarios(as) de las A.A. se
dificulta por el hecho de que algunas personas no reconocen su identidad negra
o afrocolombiana; como alternativa ante esta situación se proponen acciones
para fomentar el autoreconocimiento de su identidad étnico cultural y racial,
y ahondar en el sentido de pertenencia a un grupo étnico-racial particular
ya que con ello habría mejores garantías para el proceso de selección de los

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 381


beneficiarios(as) de A.A. Otra dificultad cultural en dicho proceso radica en
la resistencia de personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras a
establecer relaciones de asistencialismo con instituciones del Estado. Las per-
sonas negras prefieren agotar los escasos recursos que poseen redes familiares
y de paisanos antes que acudir al Estado a reclamar derechos sociales.
[…] la población afro no mendiga, a diferencia de otros sectores de la po-
blación. Esa es una particularidad que la entidad no ha tenido en cuenta,
o sea no es que la población afro no necesite, es que no busca derechos, o
sea tiene otra visión de mundo (Patricia Cortés. Funcionaria del Centro
Operativo Local de Ciudad Bolívar. Bogotá, 2006).
Es importante reconocer que no todas las personas entrevistadas plantea-
ron ideas concisas sobre la forma de establecer criterios para conceder acceso
a las A.A. Algunos actores(as) institucionales reconocieron la dificultad que
este ejercicio tiene, por cuanto implicaba aventurarse a establecer criterios de
selección debido a que no contaban con el conocimiento experto y la infor-
mación necesaria para establecer juicios o pautas determinadas de manera más
especializada, pues admitieron que desconocen las discusiones académicas y
políticas que están detrás.
Al desconocer la existencia de A.A. previas para la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera en el país, no existen criterios claros para establecer
una clasificación de los posibles beneficiarios(as). Los criterios que se han
descrito en los párrafos anteriores ilustran distintas posturas encontradas en
las entrevistas que evidencian una gama arbitraria de prioridades asociadas a
nociones y justificaciones específicas de A.A.
En razón de lo anterior, las personas entrevistadas realizan diversas aproxi-
maciones a los factores que consideran como apropiados para tal selección. Los
criterios enunciados no siempre se fundamentan en rasgos culturales étnicos o
fenotípicos negros; por el contrario, un número importante de funcionarios(as)
expresó que dos de los criterios de selección fundamentales son el padecimiento
de pobreza, para el caso de políticas y programas de corte social y el mérito,
para políticas asociadas a la generación de ingresos, vinculación laboral y edu-
cación.
La falta de conocimiento claro respecto de la definición de A.A. lleva a muchas
de las personas entrevistadas a asociar —muchas veces sin justificaciones— las
A.A. con procesos tradicionales de focalización del gasto público. Esta relación

382 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


podría estar relacionada con experiencias de trabajo anteriores en la imple-
mentación de programas estatales, orientadas al mejoramiento de condiciones
de vida de la población en condiciones de pobreza extrema o vulnerable. Las
personas que respondieron de esa forma nunca han trabajado con población
afrodescendiente; no desean entender la repercusión que tiene para el país el
hecho de haber aceptado su condición pluriétnica y multicultural, ni perciben
que este hecho impacta la manera de ver las políticas públicas del Estado.
A nuestro modo de ver, sería problemático asumir el criterio de pobreza como
eje principal de la selección de personas afrocolombianas, negras, raizales y
palenqueras, en vista de que está asociado a la lógica conservadora del «mínimo
de beneficiarios(as) con el mínimo de recursos». Ello distorsiona la atención del
carácter igualador que deberían tener las A.A. para población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera, víctima de condiciones acumuladas de desigualdades;
también desvía uno de los objetivos centrales de las A.A.: superar fenómenos
de discriminación racial y racismos padecidos históricamente por las personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras en el país.

Justificaciones para la implementación de A.A. en la sociedad colombiana


Las justificaciones propuestas para implementar A.A. ostentan un fuerte
vínculo con las nociones que tienen los actores(as) institucionales respecto de
dichas acciones. Por un lado, se considera que la formulación de A.A. es necesaria
debido a la situación de precariedad y pobreza de la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera. Al justificar la existencia de A.A., gran parte de las
personas entrevistadas da mayor preponderancia a las condiciones actuales de
vulnerabilidad que a la reparación de un pasado de exclusión que ha dejado
consecuencias evidentes en la actualidad.
[…] porque son muchos años de estar al margen de muchos procesos, de
muchas posibilidades, se nos pide que obremos igual a quien lleva siglos de
libertad y de oportunidades y después de ciento cincuenta y seis años de
abolición legal de la esclavitud donde se inició de cero es como si la vida
comenzara prácticamente en cuanto a la construcción de futuro. No se
nos puede pedir que estemos a la par de los que llevan muchos siglos, de
aquellos que usaron nuestra fuerza de trabajo, usufructuaron las riquezas
y ahora se nos pide que vamos igual con ellos y que si no vamos es porque
nosotros somos perezosos, porque nosotros no queremos, no es posible que

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 383


nos quieran medir con la misma varita, además porque si hacemos memoria
de la forma en que se dio la libertad, donde se indemnizó a los esclavistas
por cada persona negra que dejaba libre y sin embargo al negro se le dijo
«váyase con las manos vacías», una persona que había estado amarrada a unas
cadenas sin posibilidades, empezar de cero […] incluso hoy estamos peleando
porque se nos reconozca el derecho al territorio que hemos cultivado, que
hemos guardado para que esta diversidad esté así y se nos siga midiendo
con la misma vara […] (Elsa Valencia. Funcionaria de la Gobernación.
Buenaventura, 2007).
De manera específica, en las ciudades donde actualmente existen planes de
A.A. (Bogotá y Medellín) se presentan razones adicionales para su creación
debido a fenómenos como el desplazamiento forzado por el conflicto armado
interno, perpetrado por grupos armados legales e ilegales. Al ser ciudades re-
ceptoras de población afrocolombiana proveniente de otras regiones del país,
el aumento del número de personas afrocolombianas en situaciones de pobreza
y vulnerabilidad demanda medidas urgentes de A.A.
[…] Bogotá, una ciudad de la cual soy concejal, tiene una presencia nume-
rosísima de negros. Yo llevo algo más de veinticinco años viviendo en Bogotá
y he visto cómo la presencia negra ha ido aumentando de manera notable.
Ya no solamente es la presencia por un crecimiento vegetativo, digamos los
primeros negros que llegaron acá a Bogotá en la década del cincuenta pues
eran tantos, en el sesenta un poco más, no solamente por el crecimiento ve-
getativo sino por la crisis de la periferia del país, particularmente del Pacifico
colombiano, de donde ha llegado mucha gente; de la costa caribe también
[…] afrodescendientes y esto se ha incrementado en los últimos años por la
situación de desplazamiento forzoso que ha afectado de una manera cruel y
directa a las comunidades negras asentadas en sus territorios. Ese desplaza-
miento ha impulsado una presencia mayor de negros en condiciones muy
difíciles en Bogotá. El desarraigo y despojo de sus tierras por la violencia
que vive el país, fundamentalmente la violencia de los paramilitares que
se han quedado con las tierras. Eso hace que la situación de los negros en
Bogotá sea particularmente difícil, entonces los antecedentes históricos, de
un lado, más la situación de dificultad actual de las comunidades afrodescen-
dientes en Bogotá impulsaron que presentáramos ese proyecto de Acuerdo
en busca de las Acciones Afirmativas, que tienen respaldo constitucional y

384 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


que son necesarias de ejecutar y que se implementen, cosa que no ha veni-
do sucediendo (Carlos Díaz. Concejal de Bogotá por el Polo Democrático
Alternativo. Bogotá, 2006).
Si bien las causas de la situación de pobreza que vive esta población no se
encuentran asociadas al hecho histórico de la esclavitud, muchas de las personas
entrevistadas consideran que la existencia actual del racismo y de prácticas de
discriminación racial es la principal razón para que las personas negras, afro-
colombianas, raizales, palenqueras desconozcan en sus vidas cotidianas lo que
significa tener ciudadanía con igualdad real y efectiva.
[…] en Santiago, en el año 2000, en esa Conferencia concluimos que sí
se veía […] que existía un vínculo muy estrecho, como sigue existiendo,
entre pobreza y racismo y que una manera de acortar esa distancia [y que
se encuentra entre uno] de los distintos mecanismos más expeditos son las
medidas de Acción Afirmativa, lo que de suerte, que en términos globales y
en la génesis, arranca en el año 2001 en Durban y sirvió posteriormente de
soporte para avanzar en esa decisión. De allí que el Conpes del que veníamos
hablando de entrada se enmarca en la búsqueda de cumplir los compromisos
pactados en Durban (Javier Arango. Funcionario de la Dirección de Etnias,
Ministerio del Interior y de Justicia. Bogotá, 2007).

Además de encontrarse en la base explicativa de la pobreza, el racismo también


es considerado una problemática social estructurante de las relaciones sociales en
Colombia. En esa línea de argumentación, las A.A. serían una manera de resarcir
a las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, una estrategia
para erradicar la existencia de los racismos en la sociedad colombiana, la mejor
alternativa para enfrentar la intersección de múltiples discriminaciones —aso-
ciadas por ejemplo al hecho de ser mujer, negra o afrocolombiana, pobre— y
una opción para dar reconocimiento a la diversidad cultural representada por
las personas afrocolombianas, negras y raizales.
[…] además de que las mujeres afro fueron discriminadas por pertenecer a
una determinada etnia, también lo fueron por ser mujeres. Y también por
ser pobres, entonces estaríamos hablando de una triple discriminación, una
triple subordinación. Entonces toca que para las mujeres, las medidas de
A.A. reconozcan eso, o sea que si en una familia el hombre es discrimina-
do, mucho más lo es su compañera, por el hecho de ser mujer. Las mujeres

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 385


necesitan dobles y triples reparaciones entonces; sí, de eso se trata (Carol
Newbal. Funcionaria de la Gobernación. San Andrés, 2007).
Las personas entrevistadas que perciben las A.A. como medidas de resarci-
miento y reparación presentan varios argumentos a favor de dicha noción. La
justificación para implementar A.A. en relación con el hecho histórico de la
institución colonial de la esclavitud, reconocida por algunas personas entre-
vistadas como la explicación de la presencia de la población negra en América
latina y el Caribe, estaría en que la situación de desigualdad socioeconómica
(las condiciones de vida precarias, caracterizadas por bajos niveles de ingreso
económico, acceso limitado a servicios del Estado y un déficit en el goce de la
ciudadanía) de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera frente
al resto de la población colombiana es consecuencia de una historia de larga
duración de exclusión y discriminación racial.
Yo le hacía, sin embargo, esa discusión a los miembros de esa ong: bueno, pero
es que por ejemplo Naciones Unidas ha reconocido que el daño más grande
que ha habido en la historia de la humanidad, el delito más grande que ha
habido en la historia de la humanidad, no fue ni siquiera el juicio injusto que
se le siguió a Cristo sino la esclavización de miles y millones de africanos. Si
las Naciones Unidas reconocen que eso es el daño más grande, el delito más
grande en la historia de la humanidad, justo es entonces que a los que se les
causó el daño haya un proceso de resarcimiento. Lo hizo Estados Unidos con
Japón después de Hiroshima y Nagasaki, reparó al Japón el daño que le había
causado, lo hicieron desde la Segunda Guerra Mundial con Europa Occidental
y el delito más grande que se ha cometido en toda la humanidad no se ha re-
parado, entonces yo creo que las Acciones Afirmativas tienen que conducirnos
a despertar la conciencia y es un proyecto todavía centenario; tenemos que
empezar a colocarlo en los escritorios, a colocarlo en las agendas, a colocarlo en
las discusiones nacionales e internacionales […] no es un proyecto de la noche
a la mañana, pero tenemos que empezar. Esta generación tiene el compromiso
de empezar con las Acciones Afirmativas en Colombia y a nivel mundial en
todos los encuentros nacionales e internacionales lo de la reparación (Pablo
Mosquera. Funcionario de la Gobernación. Quibdó, 2007).
A partir del hecho histórico esclavista colonial, la población negra africana
traída al continente americano y sus descendientes afrocolombianos, negros,
raizales y palenqueros han sido objeto de una estructura social que legitima

386 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


relaciones raciales de dominación y de exclusión; estructura que surgió en la
Colonia, no se resolvió en la República y se ha mantenido hasta nuestros días,
creando relaciones sociales basadas en la ‘raza’ y en prácticas sistemáticas, ins-
titucionalizadas de manera invisibilizadas de discriminación racial.
En razón de lo anterior, en las estructuras y relaciones sociales racializadas
se ha legitimado la explotación y subvaloración de lo afrocolombiano, negro,
raizal y palenquero, hecho que según algunas personas entrevistadas se refleja
en aspectos materiales de las realidades y cotidianidades de estas poblaciones. La
existencia actual de un sistema de relaciones raciales que genera desigualdades
sociales es otra razón, derivada del hecho histórico de esclavitud, para justificar
la necesidad de establecer A.A. Un ejemplo citado es la explotación excesiva
de sus territorios y de recursos propios de la región como oro, plata y madera,
situación que también merece la aplicación de A.A.
El problema de la discriminación es un problema de construcción histórica
de la República, una República que se construyó con los mismos valores de
la Colonia, donde los valores han venido siendo construidos alrededor de la
discriminación por etnia, cultura y territorio. Hay unas culturas regionales
que son menos que otras, que no tienen acceso; hay unos grupos humanos
que son menos que otros y no tienen acceso porque se generó un patrón
institucional en todo el país de quiénes deben manejar el país. Y entonces
todas las lógicas que van alrededor de esos patrones que tienen que ver con
los valores […] pero también tienen que ver las formas como se miden esos
valores, ese es el centro de gravedad donde la discriminación […] donde
se deben hacer las Acciones Afirmativas (Héctor Manosalva. Asesor de la
Secretaría de Gobierno, programa de Derechos Humanos. Bogotá, 2006).
Las A.A. podrían contribuir de forma significativa en tal propósito, respon-
diendo a las demandas específicas de tal grupo al mejorar sus condiciones de
vida actuales sin descuidar u omitir sus particularidades culturales. Si las A.A.
se conciben como un medio para el reconocimiento de las diferencias étnico-
raciales, se justificarían también como un mecanismo para la inclusión de la
diversidad cultural en la cotidianidad social, no por medio de una forzada
integración al grueso de la población blanco-mestiza o del aislamiento geográ-
fico, sino del reconocimiento de las diferencias para lograr diversas formas de
inclusión y diversas formas de ser, vivir y sentirse parte de dentro de la Nación
pluriétnica y multicultural.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 387


Del conjunto de justificaciones propuestas por los actores(as) institucionales
se evidencian dos tendencias generales, asociadas al conjunto de nociones sobre
A.A. La primera hace referencia a posturas en las que las A.A. son justificadas por
la existencia del fenómeno estructural de la pobreza que afecta especialmente a
territorios, a personas, familias afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras.
Un grupo de funcionarios(as) considera además que esta exclusión se agrava
por el impacto contemporáneo del conflicto armado interno.
Dentro del otro conjunto de justificaciones existe la consideración de otras
razones que explican las desigualdades asociadas a la esclavización en el periodo
colonial y la existencia estructural del fenómeno del racismo en la sociedad
colombiana; un pequeño número de actores(as) institucionales considera ade-
más que la implementación de A.A. se justifica en la necesidad de reconocer
la diversidad cultural representada por las personas afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras.
Tras las justificaciones dadas por las personas entrevistadas, se puede asegurar
que no existe una única variable que deba ser tomada para lograr el deseable
de la igualdad oportunidades que conlleve a la inclusión social de afrocolom-
bianos, negros, raizales, palenqueros a la Nación colombiana. Los argumentos
recogidos en las entrevistas nos sugieren que en el momento de implementar
medidas de A.A. deben considerarse no solamente aspectos socio-económicos,
también aquellos relacionados con la existencia del fenómeno del racismo y el
reconocimiento de la diferencia cultural que la población negra representa.

Enfoques y ámbitos las A.A


¿Según usted, qué enfoque deberían tener las Acciones Afirmativas:
un enfoque de derechos, de combate a la pobreza,
un enfoque reparativo frente a los impactos negativos de la esclavitud
o un enfoque de la lucha contra la discriminación y el racismo? 13

La pregunta que precede a este texto fue formulada a los actores(as) institu-
cionales entrevistados en las ocho ciudades involucradas en la investigación.
Decidimos reducir el número de opciones respecto a los enfoques de las A.A,
ya que con base en una experiencia piloto de aplicación del cuestionario de
entrevista habíamos identificado que el concepto de A.A. no era objeto de un
13 Rossih Martínez Sinisterra, en entrevista a Isabel Murillo. Funcionaria de la Alcaldía
de Quibdó, 2007

388 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


profundo conocimiento por parte de las personas que queríamos entrevistar.
Con los objetivos de entender la situación mencionada, avanzar en el proceso
de investigación sobre nuestro objeto de interés y recoger puntos de vista y po-
sicionamientos de los entrevistados(as) —que no se habrían podido identificar
de otro modo—, planteamos estas opciones de respuesta con base en pronuncia-
mientos de la Corte Constitucional al respecto y literatura internacional sobre
las A.A., dando siempre oportunidad a la persona entrevistada de proponer
otros enfoques alternativos a los sugeridos, lo que en efecto ocurrió.
Teniendo en cuenta esa consideración metodológica, en relación con el «enfoque
de las A.A.» la mayoría de los actores(as) institucionales interrogados al respecto
aseguró preferir un «enfoque integral» en las A.A., es decir, una perspectiva que
conjugue las luchas contra la pobreza, el racismo, la discriminación racial para la
reivindicación de derechos fundamentales y el respeto de los derechos culturales
que les han sido vulnerados y para la reparación de los daños históricos padecidos
por la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
Yo pienso que todas tienen que acometerse porque en todas ellas el país
tiene que reparar. Todo tipo de Acciones Afirmativas que pueda hacer las
necesitamos y tienen ellos la culpa de que todas esas no se estén dando a
cabalidad en todas las comunidades afrodescendientes, entonces digamos
que se toman algunas por el lado de los derechos, se corre el peligro de que
no se quede sino en un decreto, en puras leyes. Todo lo que se pueda hacer,
las acciones que se puedan acometer de manera de que sirvan para reivindi-
cación de los pueblos afrodescendientes creo que se pueden hacer sin dejar
de lado ninguna de las que me acabas de nombrar, porque todas esas son
necesarias y entonces ahí no podría yo decir escogemos esta o escogemos la
otra sino que todas se deben acometer (Juliana Martínez. Funcionaria de la
Alcaldía. Quibdó, 2007).
Otro grupo de personas entrevistadas escogió uno de los enfoques justificando
su opción mediante distintos argumentos. Para el enfoque de derechos preva-
lece la reivindicación de los derechos fundamentales, vulnerados en algunos
casos y en otros jamás otorgados; el enfoque de combate contra la pobreza se
reivindica porque de ese modo las A.A. tendrían la potencialidad de garantizar
cobertura en servicios básicos y con ello redundarían en mayores posibilidades
de desarrollo social; el enfoque de lucha contra la discriminación racial tendría
en cuenta las particularidades étnico-raciales de afrocolombianos(as), negros(as),

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 389


raizales y palenqueros(as), al tiempo que permitiría poner en la discusión pública
nacional el fenómeno de racismo en el país; y con el enfoque de reparación
podría avanzarse en el reconocimiento del crimen de lesa humanidad que fue
la Trata Esclavista para compensar con ello la deuda histórica que se remonta al
periodo de la Colonia y que no fue objeto de resarcimiento en la refundación
de la Nación colombiana por parte de los revolucionarios republicanos.
Ante el cuestionamiento con respecto a los ámbitos en los cuales deberían
operar los enfoques de las A.A., en la mayoría de las narrativas de los actores(as)
institucionales no existe una directa correspondencia entre unas y otras. A lo
largo de las entrevistas realizadas, se encuentra que muchas personas reconocen
la importancia de poner en marcha A.A. en distintos ámbitos, ya que las acciones
para el mejoramiento de la calidad de vida de la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera requieren de acciones integradas que, por un lado,
atiendan sus carencias y/o desventajas en relación al resto de la población co-
lombiana y por otro, consideren sus particularidades culturales, que enriquecen
la diversidad humana en el país y en el mundo.
[…] pienso que en todos los sectores se necesitan Acciones Afirmativas,
pero desde lo étnico. Porque como le decía al principio, puede ser que aquí
existan programas y muchos programas como Familias en Acción, pero no
los hacen tanto porque seamos población afrocolombiana sino porque somos
la población de Buenaventura a la que hay que atender como tal y cuando
en algunas ocasiones se insiste en la necesidad de las Acciones Afirmativas,
de reparación o discriminación positiva hay mucha gente que se enoja, que
no le gusta y dice que nosotros estamos asimilados ya que somos parte de la
estructura nacional, que por qué hacemos discriminación a la inversa si es
que somos todos colombianos y que nosotros mismos estamos discriminando
(Estela Méndez. Funcionaria de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).
El foco de dichas acciones gravita sobre ámbitos sociales y económicos con
énfasis en áreas como educación, salud, empleo, seguridad social y atención
diferenciada a los impactos del desplazamiento forzado. Otras narrativas se
vinculan más con el ámbito cultural, por cuanto en ellas se hace énfasis en la
promoción folklórica cultural de la población afrocolombiana, negra, raizal y
palenquera mediante A.A.
A continuación caracterizaremos cada uno de estos ámbitos, teniendo como
lógica de exposición la presentación de aquellos que fueron más enunciados en

390 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


las narrativas de actores institucionales y considerando también aquellos que
por su variedad se ubicaron en la categoría «otros ámbitos de las A.A.».
Un número considerable de funcionarios(as) privilegia el ámbito educativo
por cuanto considera que es el de mayor importancia en la implementación
de A.A.; justifica lo anterior afirmando que la educación es el dispositivo más
expedito para que la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera
rompa el circulo vicioso de pobreza y de la marginalidad.
No solamente en el Chocó, en Quibdó y para negros; en todas partes lo que
se debe es educar y formar a la gente, cuando usted piensa de una manera
diferente lo más probable es que va a actuar diferente y sus cosas van a ser
mejores. Definitivamente, el campo más importante sería el educativo, la
educación y la formación de la gente (Aura Serna. Funcionaria de la Go-
bernación. Quibdó, 2007).
Se considera que el acceso a la educación es requisito sine qua non para que
las personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras consigan mayor
acceso a los mercados laborales, hecho que redundaría en el mejoramiento
de sus condiciones de vida. En este sentido, las A.A. en educación se ven
como una necesidad urgente para posibilitar un mayor acceso de la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera a la educación básica, secundaria,
superior y posgraduada. En particular, se hace referencia a la implementación
de A.A en el ámbito de la educación superior —como mecanismo de acceso a
las universidades públicas de calidad14— en la medida en que se la considera
el mejor mecanismo para generar movilidad social ascendente y redundar en
la garantía de igualdad de oportunidades.
[…] lo que tiene que ver entonces con la presencia afrocolombiana en los
círculos académicos, especialmente en las ciudades como Bogotá, Cali y
Medellín. La educación es también un problema de élites y hay quienes re-
cibimos educación para obedecer y otros para mandar; […] en los colegios y
universidades del país donde se forman […] quienes van a mandar, nosotros
no tenemos acceso a esas universidades no por falta de coeficiente intelectual,
sino porque los mismos procesos de selección y los costos académicos están

14 De modo específico se hace referencia a la Universidad Nacional de Colombia y a la


Universidad Tecnológica de Pereira como dos de las instituciones que deberían con-
siderar las A.A. dentro de sus políticas de admisión.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 391


por fuera de nuestras posibilidades. Los costos académicos de esos colegios
y de esas universidades son procesos selectivos y discriminativos [sic] por-
que ahí se forma la élite que se forma para gobernar; nos quedan entonces
las universidades donde se forma para obedecer: está la Nacional, […] la
Pedagógica, […] la del Valle, que son universidades donde se forman de los
mandos medios hacia abajo, se forman unos tecnócratas, unos burócratas
hacia abajo, ahí en esos mandos medios en esas universidades nosotros tene-
mos que ir apareciendo cada vez con mayor fuerza y con más espacio y eso
también implica definitivamente la apertura de los programas de admisión
especial para estudiantes afrocolombianos […] estamos diciendo aquí con
esto es que el 1% o menos del 1% de la población afrocolombiana ingresa
y termina unos estudios universitarios siempre y cuando se mantenga ese
índice, esa tasa de exclusión de marginalidad académica […] ( Carlos Mena.
Funcionario de la Alcaldía, Quibdó, 2007).
Otro grupo de personas entrevistadas que privilegió el ámbito educativo
considera que la etnoeducación debería promoverse mediante las A.A. En este
sentido, las A.A. etnoeducativas tendrían por objetivo asegurar la implementación
de nuevos imaginarios étnico-raciales en las instituciones de educación básica.
Las A.A. son necesarias en todas las áreas. Es en ese sentido que es necesario
un marco jurídico, a través de los cuales [sic] se ataquen temas como la
implementación de lo real, con seguimiento, de una educación igualitaria;
[…] en ese espacio, miro y tanteo que el tema de la etnoeducación debe ser
reivindicado con toda la fortaleza del mundo. Porque no se puede seguir
tratando el tema como [uno] de segundo orden. […] pienso que las institu-
ciones del Estado que están al frente del cumplimiento de las normas tienen
que hacerse sentir, porque uno tiene que sentir que hay legislación. Y la hay,
pero uno no ve las sanciones, uno ve que no le pasa nada a los colegios que no
implementan la cátedra de Estudios Afrocolombianos y hasta donde tengo
entendido las normas que no se cumplen, los funcionarios que tienen que
cumplirla y hasta ahora no he visto la primera sanción (Américo Viáfara.
Funcionario de la Alcaldía. Pereira, 2007).
En el ámbito cultural existen dos posturas sobre el área hacia el que deberían
focalizarse las A.A. dirigidas a la población afrocolombiana, negra, raizal y
palenquera. La primera postura considera que dichas acciones deben aplicarse
en la esfera cultural para contribuir en la promoción de lo artístico, folclórico,

392 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


gastronómico y futbolístico por medio de las A.A. La segunda, por el contra-
rio, concibe lo cultural como un concepto que va más allá del folclor y aborda
aspectos más profundos de las culturas afrocolombianas, negras, raizales y
palenqueras.
Pienso que a nivel cultural es necesario construir los márgenes de la cultura
afro, esta imagen que tenemos está muy ceñida al tema del folclore, […] de
la caricatura, pero no ha habido realmente una política cultural que reivin-
dique la cultura como un espacio de vida, como un espacio de interlocución
y, sobre todo, como un espacio de construcción de identidades. No estoy
diciendo que el folclore no sea importante, pero me parece que ya es como
caricaturesco y que cuando se hable de la gente negra o afrocolombiana su
proceso siga circulando a través de las danzas y de estereotipos, que no es
que no crea que no son importantes, pero pienso que la cultura también
es académica y se tiene que abrir también a la cultura académica, se tienen
que abrir también a la cultura científica, a la cultura política; entonces la
cultura tiene que llenar otros espacios que hasta ahora la imagen económica
de la cultura no ha posibilitado pensar sino que, al contrario, nos ha sesgado
(Milton Dueñas. Funcionario de la Alcaldía. Pereira, 2007).
Otro de los ámbitos que los actores(as) institucionales destacan es el empleo
y la ocupación laboral. Además de la profesionalización de las personas afro-
colombianas, negras, raizales y palenqueras, se considera que la vinculación
laboral es una de las estrategias para garantizar la superación de condiciones de
desigualdad socioeconómica. En particular, la consideración de este ámbito se
evidencia de manera preponderante en las narrativas sobre la población raizal
de San Andrés.
La narrativa de una de las personas entrevistadas evidencia demandas de la
población afrobonaverense en lo que respecta a la creación de fuentes de empleo
y en lo relacionado con la protección de las labores desarrolladas por grupos
específicos como los pescadores artesanales que no cuentan con protección del
Estado y que desarrollan su oficio en condiciones de desventaja con respecto a
grandes empresas extranjeras de explotación de ese recurso.
[…] y ahora una Acción Afirmativa dónde, ¿en el mercado de trabajo? ¿Cómo
producir Acciones Afirmativas en el mercado de trabajo? Uno podría decir
«sí, claro, vamos a comenzar por cuotas», y sería una salida aquí en Buena-
ventura porque […] hay gente muy preparada que está fuera del país porque

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 393


aquí no encuentra. Por ejemplo tú vas a algunos bancos, algunas empresas
y los de cuello blanco son blancos y en la medida que vas bajando, la cosa
se comienza a ennegrecer, y entonces, por ejemplo, una Acción Afirmativa
en el mercado de trabajo para garantizar que personas afrocolombianas
hagan parte de los poderes directivos de determinadas empresas, que estén
representados, que tengan una representación que obedezca a la composición
racial o étnica de la ciudad […] (Héctor López. Funcionario de la Alcaldía.
Buenaventura, 2007).
En menor medida, las personas entrevistadas referencian el ámbito de la
salud como un espacio para la implementación de A.A. Los actores(as) insti-
tucionales que mencionan ese ámbito suelen encontrarse en lugares donde la
asistencia en salud es precaria para quienes allí habitan, y cuya presencia de
población afrocolombiana es mayor. De acuerdo con lo anterior, las A.A. serían
un mecanismo de exigibilidad para la prestación de ese servicio de salud básico.
Además, permitirían garantizar un servicio de salud de calidad que considere la
ampliación (cualitativa y cuantitativa) del sistema nacional de salud, pero sin
dejar de lado la medicina tradicional y los saberes etnobotánicos que poseen los
mayores en las poblaciones afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras.
Podríamos ver las Acciones Afirmativas aplicadas en el sector salud, en térmi-
nos de las prácticas tradicionales étnico-culturales del pueblo afrocolombiano
[…] yo poco sé del tema de la medicina tradicional, mas yo investigué, hice
trabajo de campo en el río Timbiquí por un año entre el 92 y el 93, entre el 91
y el 92. Más allá uno ve cosas espeluznantes: […] allá no hay médico, no hay
enfermeras, no hay medicamentos. […] conocí a una mujer, solo para citar
un caso, que trabajando en una mina se quebró el brazo; era una mujer joven
muy bonita y […] se quedó con el brazo partido porque no había gasolina para
llevarla al hospital. […] si vas ahora allá, ella debe estar allá; perdió el brazo,
no puede trabajar más. La cuestión de la medicina tradicional es importante,
mas lo importante es que haya médicos, que haya puestos de salud, que haya
hospitales y que haya un servicio de transporte eficiente para cubrir, para que
haya inversión por parte del Estado, inversión sustantiva, recursos, para que
las personas tengan acceso a salud, la medicina tradicional es importante,
tiene que ser protegida, tiene que ser incentivada, tiene que ser fortalecida,
mas cuándo hacemos eso queremos alopatía, queremos hospitales con ciencia
y tecnología, queremos buenos médicos y un buen número de médicos: […]

394 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


eso sería la Acción Afirmativa en el caso de la salud, que haya una cobertura
y que el acceso a la salud sea democrático y de calidad, eso es lo que quere-
mos y perfección de la medicina tradicional, de esos saberes tradicionales y
que esos saberes tradicionales sean reconocidos y protegidos por el Estado;
queremos salud para las personas, queremos reducir los índices de mortalidad
infantil, queremos aumentar nuestra esperanza de vida, que para Colombia.
Nosotros los negros, la gente de aquí del Pacífico vivimos trece años menos
que la gente del resto de Colombia […] puede ser un quinto de tu vida, un
cuarto de tu vida. La esperanza de vida para nosotros es cincuenta y tres aquí
en Buenaventura y en la región del Pacífico. ¿De qué estamos hablando? ¿De
política?, entre más haga usted morir, más vivirá (Guillermo Sanclemente.
Funcionario de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).

Finalmente, se identificó una variedad de espacios de implementación de A.A.


que agrupamos en la categoría «otros ámbitos» y que dan cuenta de sectores
particulares referidos por una o dos personas entrevistadas, asociados con la
cuestión territorial y el campo financiero. Se considera que las A.A. deberían
operar en el ámbito territorial para la defensa del derecho a la propiedad co-
lectiva, ocupación y uso de territorios habitados que han sido preservados de
manera tradicional por parte de las comunidades negras rurales.
En otras palabras, las A.A. en este ámbito serían mecanismos que permiten
la defensa de derechos étnico-territoriales que tienen las comunidades a la pose-
sión y usufructo de sus territorios ancestrales. También se considera un ámbito
de las A.A. el campo financiero, en el cual dichas acciones permitirían mejor
acceso de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera a préstamos,
créditos y al mercado financiero en general.
Sin duda, los ámbitos de las A.A que ostentan mayor reconocimiento por parte
de los actores(as) institucionales son la educación y el empleo (coinciden con los
ámbitos privilegiados en experiencias de otros países con mayor trayectoria en
materia de implementación de A.A.). Estos se perciben como áreas clave para
garantizar la igualación real y efectiva de las condiciones de vida de afrocolom-
bianos, negros, raizales y palenqueros en relación a las del resto de población
colombiana. Desde la perspectiva de los funcionarios(as), las A.A. aplicadas en
dichos ámbitos posibilitarían la adquisición de capital económico y de capacidades
intelectuales competitivas para el mercado laboral para modificar las situaciones
actuales de marginalización, y generar mayor movilidad social ascendente.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 395


Mecanismos de implementación de A.A.
En un número reducido de narrativas es posible encontrar cierto nivel de
reflexión respecto a las estrategias o mecanismos de implementación de las A.A.
Los actores(as) institucionales que las enunciaron sustentaron sus propuestas
en la legislación colombiana referida al tema y en la experiencia de implemen-
tación de A.A con otros grupos poblacionales. Entre los mecanismos citados se
encuentran las cuotas, el trato preferencial y los cupos.
El trato preferencial se menciona como una de las formas idóneas para im-
plementar A.A., en especial en Bogotá. Una funcionaria de esta ciudad afirma
que el trato preferencial es la estrategia que garantiza el éxito de las A.A. cuando
el Estado (a nivel distrital) no cuenta con un conocimiento profundo de las
características demográficas y condiciones socioeconómicas de un grupo de
población, hecho que ocurre en el caso de la población afrocolombiana, negra
y raizal que reside en la capital.
El Plan de Acciones Afirmativas y la Política se acordaron en el entendido
[sic] de que es un proceso en permanente construcción y que la primera
modalidad de Acción Afirmativa que podría aceptar el Distrito por el nivel
de conocimiento de la población era el trato preferencial. No podíamos en
ese momento asignar cuotas porque no hemos tenido resultados del censo
en particular para la comunidad afro; es evidente el subregistro tremendo,
seguimos con el problema de desconocimiento de información, hay algunos
estudios preliminares pero en ningún caso es un censo detallado y preciso
(Carola Mendoza. Asesora de la Dirección en el Departamento Administrativo
de Bienestar Social. Bogotá, 2006).
Los actores institucionales analizan la estrategia de las cuotas —la más men-
cionada por los entrevistados(as)— desde ángulos diversos. Este mecanismo
gozaría de legalidad en la medida en que tiene reconocimiento y es aplicado a
favor de otros grupos poblacionales; no obstante, consideran que organismos
del Estado especializados deben ampliar la promoción de dicha legalidad.
[…] desde aquí estamos estudiando —todas son acciones paralelas— la
posibilidad de una acción […] de corte jurídico, orientada a que la Corte
Constitucional pueda hacer un pronunciamiento para garantizar el derecho a
la igualdad de la población afrocolombiana en tanto se dan las mismas cuotas
que para la mujer. Esa misma ley podría ser aplicable para afrocolombianos.
Me refiero a un escenario similar al que se acaba de producir con la ley que

396 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


debe reconocer el derecho a las parejas homosexuales, derechos civiles,
entonces nosotros vamos a intentar transitar un camino similar (Jameson
Díaz. Funcionario de la Dirección de Etnias, Ministerio del Interior y de
Justicia. Bogotá, 2007).
Para algunos entrevistados(as), las cuotas son la forma ideal de implementar
A.A. y por ello opinan que deben promoverse en distintos ámbitos, como el
educativo y el laboral en las instituciones estatales.
[…] es muy complicado que el gobierno obligue al sector privado, y menos
en este gobierno, pero el gobierno si puede establecer una ley de cuotas para
los cargos públicos, para las fuerzas armadas, para lo que él domina. Tanto
porcentaje de individuos negros tienen [sic] que entrar en cada convocatoria y
tiene que haber una competencia entre ellos (Carlos Sarmiento. Funcionario
de la Alcaldía. Cali, 2007).
Los cupos fueron mecanismos de implementación mencionados de forma
específica en el ámbito educativo. Según algunas personas, podrían permitir
que la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera acceda al á­mbito
de la educación superior. Se referencian también como un mecanismo existente
que permite el acceso a ciertas instituciones públicas de educación superior
y se sugiere su aplicación en todas las universidades públicas de alta calidad
académica del país.
El tema de la admisión diferenciada que tiene un cupo para estudiantes afro
a la utp sí puede ser considerado como una Acción Afirmativa. Ese acuerdo
del Consejo Superior fue un logro de una asociación de chocoanos residentes
en Pereira, profesionales todos ellos. Un grupo de noventa personas que están
muy bien ubicadas en esta ciudad y que se articularon para presentar esta
iniciativa y abrirles camino a sus compatriotas […] (Jorge Ruiz. Funcionario
de la Alcaldía. Pereira, 2007).
Pocos funcionarios(as) se refirieron a los incentivos tributarios como estrategia
de implementación de A.A. dirigida principalmente al sector privado.
[…] y nosotros también propusimos una ley de cuotas orientada, de incentivos
tributarios para las empresas privadas, es decir promover la igualdad racial.
Entonces el gobierno puede decir «a las personas que contraten individuos
negros les vamos a rebajar tantos impuestos para promover la equidad racial»
[…] (Roy Castro. Funcionario de la Alcaldía. Cali, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 397


Las personas entrevistadas mencionan otras categorías como estrategias de
implementación de A.A., tales como la focalización del acceso de población
afrocolombiana, negra y raizal en programas ya existentes.
Los lados oscuros de las A.A: resistencias de los
actores(as) institucionales a su implementación
Hasta aquí hemos presentado aspectos generales de la naturaleza de las A.A.
desde el punto de vista de los actores(as) institucionales, quienes hacen reflexiones
respecto de ideales, sujetos(as) beneficiarios, justificaciones, enfoques, ámbitos
y mecanismos para su implementación, partiendo de nociones preliminares y,
en ocasiones, vagas o confusas sobre dichas acciones. En esta última sección
presentamos el conjunto de narrativas donde se expresan las resistencias respecto
de la implementación de A.A. dirigidas a la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera.
Algunos funcionarios(as) consideran que las A.A. tienen un carácter negativo,
basado en parte en la poca predicción científica sobre el impacto que su imple-
mentación puede generar en la sociedad colombiana. Al ser diferenciadoras,
las A.A. se sustentan en un mecanismo de inclusión-exclusión sustentado en la
pertenencia étnico-racial que al parecer pudiera ser problemático.
A partir del argumento anterior se critican las cuotas, ya que si bien compen-
san a la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera incluyéndola en
ciertos programas estatales, generan de manera perversa la perpetuación de la
diferencia cultural, por cuanto en virtud de esta última las personas beneficia-
rias de A.A. encontrarían un mecanismo fácil para acceder de manera especial
a determinados derechos. Con ello se considera que las cuotas pueden llegar a
generar conflictos interétnicos —negros(as)-blancos(as)— y enfrentamientos
dentro de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera por causa del
criterio para seleccionar quiénes deberían ser beneficiarios(as) de dichas A.A.
[…] yo pensaría que no debemos segregar mediante una Ley de Cuotas hacia
las negritudes, sino que debería ser un espacio amplio hacia todos para que
la misma negritud no se pelee por un espacio único y los pongan a pelear
entre ellos, que sea abierto para que más bien el esquema y el orden se abra
completamente y toda la negritud pueda ser igualitaria y pueda llegar a todos
los sitios (Felipe Cogollo. Funcionario de la Alcaldía. Pereira, 2007).
Por esta razón, algunas personas entrevistadas afirman que la implementa-
ción de políticas que beneficien a toda la población es una mejor alternativa,

398 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


en lugar de las A.A. Esta consideración se encuentra estrechamente asociada,
por un lado, a la subestimación de los impactos de la discriminación racial, así
como a la consideración de que esta práctica no existe en el país; y por otro,
a la simplificación o desconocimiento de la situación de inequidad social que
vive la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
En consecuencia, se considera más pertinente realizar intervenciones enfo-
cadas a la población en situación de pobreza, con miras a alcanzar de manera
progresiva una sociedad democrática e inclusiva.
Yo siento que el tema no es por la discriminación racial, ni nada de eso,
porque todos están integrados al sistema educativo integral de la ciudad. Lo
que sí siento es que un gran porcentaje de la población afrodescendiente la
veo en los espacios de miseria, de pobreza, en las zonas más discriminadas
de la ciudad, y no solo en Medellín sino en todo el país. Cuando uno va a
la costa, la gran parte de los afrodescendientes los ve uno en esas situaciones
de pobreza, en los mismos barrios acá en Medellín, los que teníamos en
Vallejuelo, en Moravia. Uno ve un gran porcentaje de población afrodes-
cendiente […] yo creo que el tema es erradicar esas condiciones de pobreza
que tienen estas poblaciones en esos puntos de la ciudad, que obviamente
tenemos otras poblaciones, no todos son afrodescendientes, sino también
personas indígenas, personas en condición de desplazamiento, campesinos.
Siento que allí hay un reto muy grande, y es que cuando uno identifica
estas zonas de la ciudad, lo que allí hay que hacer es no una intervención
exclusiva para los afrodescendientes o una discriminación exclusiva para
afros, por que la verdad es que eso reitera una discriminación, sino todas las
herramientas del desarrollo social económico, focalizarlos muy bien donde
están esas poblaciones (Felipe Alberto Arias. Funcionario de la Gobernación.
Medellín, 2007).
Al entender las A.A. como forma de reparación histórica a la población afro-
colombiana, negra y raizal, pueden observarse tensiones en las declaraciones de
las personas entrevistadas; se afirma que el Estado colombiano no debe reparar
porque no es el culpable de la trata esclavista.
No, la verdad es que la esclavitud viene desde hace quinientos años no más
y viene desde los españoles, algo así. O sea, que allí ya no le cabría [sic] la
deuda al gobierno de turno o al Estado colombiano (Luz Marina Castro.
Funcionaria de la Alcaldía. Quibdó, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 399


La posibilidad de que algunos actores(as) favorezcan intereses particulares en
detrimento de los intereses colectivos que buscan abordarse con la implemen-
tación de A.A. se reconoce como uno de sus peligros. Frente a esto, algunos
funcionarios(as) advierten acerca de la necesidad de velar por el uso apropiado
de los beneficios que otorga este tipo de acciones y garantizar que el pueblo
negro en conjunto se beneficie del mismo modo que el resto de la sociedad
colombiana.
Una de las posiciones encontradas en las entrevistas es considerar las A.A. como
políticas que hacen del Estado el único actor responsable del mejoramiento de las
condiciones de vida de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera,
promoviendo la supuesta pasividad de la población, que no buscaría hacer esfuerzo
alguno por modificar la exclusión social y económica que padece.
No creo en el tema; quitemos ese término tan despectivo del cuento, no
con el tema de las minorías, […]. Yo creo que las minorías no pasan sino
de ser una especie de argumento que se da para posibilitar un tratamien-
to preferencial por parte de alguna instancia del gobierno de Colombia,
¿como por qué? Y si hablamos de las minorías afrocolombianas, ¿por qué
no hablamos de otras minorías? Entonces Colombia es un producto de
la sumatoria de sus minorías […] y el pueblo cristiano, por ejemplo, son
seis millones de colombianos. ¿Sería eso una minoría, entonces, también?
No, ¿qué población es la afrocolombiana? […] creo que un poquito más
del 10% de la población. Creo que cuando nosotros hablamos del afro-
colombiano estamos hablando de 8,9 millones de personas, ¿y eso es una
minoría? Yo no lo creo; creo que a veces se justifica la inacción del ser
humano buscando tratamientos preferenciales de un gobierno, o más bien
de un sistema que nos gobierna (Julio Irragori. Senador de la República,
miembro de un partido de la coalición de gobierno. Bogotá, 2007).
Al hacer referencia a ámbitos de aplicación de las A.A., las personas entre-
vistadas también muestran resistencias específicas. Para algunos(as), la formu-
lación de A.A. en el área de empleo beneficia a la población afrocolombiana
con mayor nivel educativo y que por tanto no se encuentra en condiciones
de pobreza y exclusión crónica. En esa medida, las A.A. no serían realmente
efectivas y seguirían promoviendo situaciones de desigualdad entre los mismos
afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as). La aparición de una
clase media negra educada y con capacidad de agencia política es un temor que

400 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


no esconden los entrevistados(as). Algunas personas entrevistadas manifestaron
en tono de broma que «a los negros hay que dejarlos así como están».
Algunos aspectos de las A.A. implementadas en las universidades se consideran
negativos. Las A.A. en la educación superior (cuotas y cupos) se critican por
cuanto no garantizan que las personas beneficiadas permanezcan en el sistema
educativo, no contrarrestan fenómenos como la deserción escolar, no corrigen
los vacíos previos de la educación básica, no hacen una acomodación a las exi-
gencias del ámbito universitario urbano y se prestan a una instrumentalización
por parte de sistemas clientelistas que existen también en algunas organizaciones
que hace reivindicaciones étnico-raciales. Para que sean efectivas se requieren
programas de tutorías y un sistema de bienestar universitario específico; se
afirma que sin éstos resulta inútil otorgar cuotas o cupos especiales.
[…] hay otro problema que es combatir la deserción. Todavía no está
terminada esa investigación pero hay una línea que se está tratando de
analizar, todavía no se ha entrado a esa parte. La deserción es generalizada,
pero hay que mirar cómo es el rendimiento y el comportamiento como
estudiantes de estas personas que acceden a la Universidad a partir de
este tipo de beneficios, porque los estudios que se han hecho en Brasil
muestran que estos estudiantes tienen un bajo rendimiento en la Univer-
sidad. Entonces habría que aplicar políticas para mejorar la calidad del
estudiante y prepararlo para que se enfrente con las mismas herramientas
de [los] otros estudiantes, porque se parte de […] que ellos han tenido una
mala formación y cuando se comienza a crecer, eso genera unos vacíos y
unos déficit educativos que no te permiten, a no ser que seas demasiado
tenaz, equilibrarte; […] ese es uno de los problemas. Y el otro es lo que
te había dicho antes, que se te haría aún más duro si adicionalmente a
eso tu integración y socialización dentro de la misma Universidad con
los mismos compañeros se hace mucho más difícil, debido a los resen-
timientos que existen por ser diferentes y por haber accedido de forma
diferente. Ese tipo de cosas deberían pensarse, porque básicamente hay
experiencias en otros países donde eso está sucediendo, y aquí mismo en
la Universidad de Antioquia creo que ha habido problemas. Lo otro es
que como aquí estamos en el país de muchos líderes de los movimientos
negros, se están aprovechando de eso, están vendiendo los cupos, esa es
otra cosa negativa de algo que quiere beneficiar la población, es más, te

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 401


cobran si tú quieres, aunque seas negro pero no eres del movimiento,
acceder a esos beneficios. Entonces se comienza a manejar una política
igual a la política del país, […] el clientelismo (Andrés Navas. Funcionario
de la Alcaldía. Cali, 2007).
Los aspectos negativos y las posiciones en contra de las A.A. surgen en
medio de representaciones sociales y supuestos en torno a la población
afrocolombiana, negra, raizal, palenquera y su situación actual, así como
de una vaga idea de lo que se concibe como una A.A., indistintamente del
grupo al cual se busque beneficiar. Las A.A. dirigidas a afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as) pueden considerarse innecesarias si se
piensa —de manera errónea— que en la sociedad no existen la exclusión ni
la discriminación con base en desigualdades étnico-raciales.
En la misma línea, no se justificarían las A.A. en escenarios donde la po-
blación afrocolombiana, negra, raizal y palenquera representa una mayoría
demográfica puesto que entonces estarían dirigidas al grueso de la población,
hecho que desestructuraría el argumento de «acciones para las minorías».
También se plantean críticas a las A.A. porque la acción del Estado siempre
debe intentar alcanzar la utopía de la democracia universal, la cual, en la per-
cepción de algunos actores(as) institucionales, se logra privilegiando acciones
escalonadas —a nuestro modo de ver, residuales— y focalizadas para solucionar
problemas estructurales como la pobreza, el desempleo, y el bajo acceso a la
educación de amplios sectores de la sociedad en todos sus niveles.
En resumen, para un grupo de entrevistados(as) las A.A. no siempre son el
mecanismo más idóneo para equiparar las condiciones de grupos étnico-raciales
que han estado en desventaja histórica con respecto al resto de la población
colombiana, que a pesar de las condiciones de pobreza estructural ha conta-
do con ventajas económicas, políticas, sociales, culturales y ambientales. Se
considera que el hecho de beneficiar a partir de una diferenciación cultural e
histórica redunda en mayores procesos de exclusión y desigualdad, creando
conflictos entre grupos beneficiarios y no beneficiarios.
El hecho de marcar diferencias entre los sujetos(as) traería implícita una
carga de prejuicios sociales, ya que en cierta medida las personas beneficiarias
de A.A. parecerían incapaces de competir por la superación de condiciones
de pobreza o por el logro de ascenso social en la estructura social, posible
solo a partir del criterio del mérito. Argumentos reaccionarios clásicos que

402 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


han sido rebatidos desde otras experiencias de implementación de A.A. en
otras geografías del mundo.
Otro conjunto de personas no plantea resistencias a la implementación de
A.A., pero sí reconoce la existencia de dificultades —sobre todo a nivel polí-
tico— que impiden posicionarlas en los espacios públicos estatal y político. A
pesar de que un grupo de funcionarios(as) reconoce herramientas jurídicas y
normativas que posibilitan la creación de A.A., aún no serían suficientes.
[…] lo que quiero plantear es que todavía a nivel nacional, por ejemplo,
no hay un marco jurídico serio y coherente para las A.A. […] que po-
sibilite esa reivindicación (Julio Sinesterra. Funcionario de la Alcaldía.
Pereira, 2007).
En el plano nacional, algunas personas consideran que existen obstáculos
de tipo político para la realización de A.A., como la falta de consenso dentro
de los partidos políticos para apoyar iniciativas como éstas. Ello hace que estas
acciones no sean consideradas dentro de la plataforma política de los partidos
políticos tradicionales, despreocupados de acciones en beneficio de poblacio-
nes en desventaja. También se considera que la falta de posicionamiento del
tema corresponde a la insensibilidad generalizada del Estado y de la sociedad
colombiana que vive en un país que no existe —el que le venden los medios
masivos de comunicación—.
La dificultad básica para establecer políticas afirmativas está en las caracte-
rísticas de la agenda colombiana, la estructura de los procesos decisorios y
la capacidad de la sociedad civil de incidir en esa agenda y en la estructura
de los procesos (Mauricio Navas. Ex Magistrado de la Corte Constitucional.
Bogotá, 2007).
Al ser considerado como un problema estructural, se necesitaría contar
con una mayor visibilidad de la situación de las poblaciones étnico-raciales
en Colombia que no fuera coyuntural ni transitoria. Además, deberían existir
mecanismos que exigieran la aplicabilidad de la normatividad existente y de
los tratados internacionales, a los cuales no se les presta atención a pesar que
los gobiernos nacionales los firman y ratifican. Para estos entrevistados(as), la
existencia de una política de Estado para la inclusión social de la población
negra, afrocolombiana, palenquera y raizal sería lo más conveniente en tér-
minos de política pública.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 403


Creación de planes de A.A. en Colombia:
Bogotá y Medellín a la vanguardia
Del conjunto de ciudades incluidas por la investigación, solo en Bogotá y
Medellín se identificaron estrategias constituidas sobre la idea de A.A. para aten-
der la situación de desigualdad y de desconocimiento cultural de la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera que allí reside. No por esto deben
dejarse de lado tímidos planteamientos de algunas personas entrevistadas en
otras ciudades, en referencia a herramientas de alcance nacional como el docu-
mento Conpes 3310 de 2004; tampoco es posible desconocer la relevancia de
algunas propuestas de las personas entrevistadas que parten de su experiencia
de trabajo o reflexión sobre el tema.
En las narrativas recogidas se señalan múltiples actores que han estado
presentes en las dinámicas relacionadas con iniciativas de A.A. adelantadas
en las ciudades de Bogotá y Medellín. Es posible distinguir dos grupos signi-
ficativos: el Estado y las instituciones gubernamentales en el nivel nacional y
local, por un lado, y la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera,
por otro.
En el proceso de formulación de los planes de A.A. en estas ciudades se
encuentran muchos líderes y lideresas reconocidos como actores dentro del
proceso de elaboración de A.A, y líderes de partidos políticos de izquierda
sensibles a las reivindicaciones de organizaciones urbanas negras, afroco-
lombianas, raizales y palenqueras. A continuación, se presenta parte de una
entrevista referida al caso específico de Bogotá.

Mi equipo de trabajo lo hicimos también interactuando con algunos líderes


de la comunidad, particularmente los que tienen asiento en el Consejo
Territorial de Planeación, por cuanto ellos han venido representando a
la comunidad en la planeación de la ciudad, entonces lo trabajamos con
ellos e igualmente con algunos líderes de la comunidad como la profeso-
ra Florina, y con varios de ellos. Algunos de ellos son profesionales de la
educación, trabajan en el Ministerio y otros [...] bueno, hay un médico,
Leopoldo, y […] líderes comunitarios, gente que se ha formado a pulso en
la vida […] ¿Cómo se llaman las personas que no han tenido educación
formal, así como yo? Autodidactas (Carlos Díaz. Concejal de Bogotá por
el Polo Democrático Alternativo. Bogotá, 2006).

404 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


El claro reconocimiento de tres tipos de actores(as) involucrados en la
construcción de los planes de A.A. en Bogotá y Medellín evidencia que dichas
acciones tienen una intención de construcción democrática (participativa), que
posibilita un mayor acercamiento a las reales necesidades de la población; así,
se esperaría que los planes creados respondan a las demandas por derechos que
hacen los afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) asentados
en estos lugares. Además, estos ejercicios han acarreado una visibilización
de los grupos afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros dentro de la
estructura estatal local (distrital y municipal), hecho que se ve reflejado en la
creación de dependencias especializadas en la atención a grupos étnicos.
No obstante lo anterior, la construcción participativa de dichos planes es
percibida de manera diferencial por los actores(as) institucionales involu-
crados en esos procesos. Mientras que en Bogotá se hace un reconocimiento
y una valoración positiva por la mayoría de las personas entrevistadas, en
Medellín se hace evidente la complejidad de dicho proceso en las tensiones
expresadas en los relatos de la experiencia de formulación negociada entre
funcionarios(as) y organizaciones representativas de la población beneficiaria
del plan de A.A. en esa ciudad.

El caso de Bogotá: Plan de Desarrollo distrital


Bogotá sin indiferencia 2004-2008
Según las declaraciones de las personas entrevistadas, la construcción del
Plan Integral de Acciones Afirmativas en Bogotá es producto de la inclusión
del tema étnico, no racial, en la agenda pública de la ciudad cuando distintos
grupos sociales comenzaron a hablar de vulnerabilidad. No obstante, es a partir
de la administración de Luis Eduardo Garzón y bajo el acuerdo 175 de 2005
(promovido por el concejal Bruno Díaz) que se determinan ciertos principios
y estrategias a partir de los cuales se da paso a la construcción de dicho plan:
se identificaron acciones realizadas por administraciones previas frente al tema
étnico y luego se constituyó un comité operativo conformado por ocho entidades
que ya habían atendido grupos étnicos; este elaboró una propuesta de política
pública distrital para la atención a dichos grupos.
Tiempo después, hacia finales del año 2005, las organizaciones afrocolombia-
nas exigieron una política distrital específica para su grupo étnico, diferenciada
de otras existentes en la ciudad. Desde esta demanda, y teniendo en cuenta el
Acuerdo 175, la Alcaldía presentó a los representantes de las organizaciones una

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 405


propuesta de política pública. Si bien no hay consenso entre los funcionarios(as)
entrevistados respecto de la cronología de la construcción de A.A. en Bogotá,
se reconocen en sus declaraciones aspectos comunes de un proceso que tuvo
varias etapas en las que se estudió el tema, sus antecedentes, la situación actual
de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera y las acciones que
debían emprenderse para la implementación de A.A. Asimismo, se tuvieron en
cuenta aspectos como la normatividad y la legislación existentes.
[…] Pues el Conpes no lo conozco mucho; más hemos trabajado la Ley 70,
todo el Plan de Desarrollo del Distrito, todas las sentencias de la Corte Cons-
titucional, el Convenio 169 de la oit, toda la normatividad internacional.
El Conpes es otro que no hemos mirado (Rosalba Santamaría. Asesora de
Dirección en el Departamento Administrativo de Bienestar Social. Bogotá,
2006).
Del mismo modo, también se consideró el proceso organizativo representado
en la Consultiva Distrital.
Yo considero que ha sido una experiencia muy fructífera, pues tanto para
nosotros como servidores y funcionarios como para las organizaciones so-
ciales [...] todo este proceso de planes de Acción Afirmativa y de políticas
públicas. Digamos que hay que resaltar muchas cosas, entre otras que han
sido construidos de manera colectiva y han sido construidos de acuerdo a
las necesidades a las demandas, a las sugerencias de los grupos a los que se
dirigen bajo una concepción de que los ciudadanos son sujetos de derecho
y no objeto de políticas públicas. Creo que han habido [sic] muchas cosas
novedosas y que ese fue como el espacio para compartir (Jessica Gómez.
Asesora en el tema de etnias en la Alcaldía de Bogotá. Bogotá, 2007).
El tema de las A.A. se traslada a las instituciones distritales, en las que se
comienza a reflexionar sobre la forma en que deben construirse los lineamientos
distritales —especificados en el trabajo de cada institución— para la construc-
ción e implementación de A.A. Las declaraciones de algunos funcionarios(as)
que trabajan en instituciones de las localidades de la ciudad muestran cierto
intento de descentralización distrital para la implementación de A.A.; lo an-
terior no ha podido lograrse, ante todo por la falta de voluntad política de las
entidades en el nivel local.
Dentro del trabajo institucional en la aplicación del Plan Integral de Accio-
nes Afirmativas se han tenido en cuenta distintas variables o aspectos que han

406 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


generado impactos positivos y negativos. El trabajo conjunto que en algunos
casos se ha establecido con la población afrocolombiana, negra, raizal y palen-
quera de Bogotá ha enriquecido el proceso, por cuanto ha proporcionado una
visión más clara respecto de lo que estas personas son en realidad, y cuáles son
su situación y sus demandas en términos de derechos. Este proceso también
ha permitido que la administración distrital reconozca este grupo poblacional,
facilitando así la constitución de mecanismos de representación autónoma para
la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
[…] entonces ha sido muy interesante esa construcción colectiva con ellos;
ha sido muy difícil también sobre todo porque cada una de las organizaciones
pelea por sus intereses, ponerlas a trabajar a todos en torno a algo ha sido
algo muy complicado. Sin embargo, me parece que se han logrado cosas
importantes, no solamente es el hecho de que ya piensen en proyectos que
obedezcan al sector étnico, al grupo étnico-racial y no que favorezcan «a
mi organización o a mi localidad» […] Me parece que ha sido un avance
importante (Gina Escobar. Asesora del Instituto Distrital de Cultura y
Turismo. Bogotá, 2007).
Entre las dificultades identificadas por los actores(as) institucionales involu-
crados en el proceso de formulación del plan de A.A. se encuentra la novedad
del tema a nivel en la estructura institucional distrital.
Dificultades hay varias porque es un tema nuevo, no porque en las adminis-
traciones anteriores no trabajaran afros, no trabajaran indígenas o sus políticas
no respondieran a estas poblaciones; es nuevo en el sentido que se construye
un Plan de Acción Afirmativa, de políticas públicas […] (Indira de la Hoz.
Asesora en el tema de etnias, Alcaldía de Bogotá. Bogotá, 2007).
A partir de esto, se hacen visibles otras dificultades como la baja asignación
presupuestal que se ha dado a este plan, la falta de sistemas de información
que den cuenta de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera,
beneficiaria de programas distritales específicos y la incomprensión de los
funcionarios(as) sobre la importancia de la formulación de A.A en Bogotá.
Tal vez por lo novedoso del tema los sistemas de información para las acciones
no están adaptados para dar cuenta de cuántos beneficiarios por etnias hay,
pero también hay que decir que hemos avanzado, o sea, son debilidades que
también han sido avances de esta Administración (Astrid Jiménez. Asesora
en el tema de etnias, Alcaldía de Bogotá. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 407


Actores(as) institucionales en Bogotá
Teniendo en cuenta la especificidad de los actores(as) entrevistados, se
reconoce en la información recolectada una participación activa de ciertas en-
tidades distritales en el proceso de formulación del Plan Integral de Acciones
Afirmativas. Dentro de estas se encuentran el Instituto Distrital de Cultura y
Turismo, la Secretaría de Gobierno, la Alcaldía Mayor de Bogotá, la Secretaría
de Hacienda Distrital, el Departamento Administrativo de Acción Comunal
y el Centro Operativo Local de la localidad de Ciudad Bolívar.
Las narrativas de las personas entrevistadas vinculadas a la Alcaldía Mayor
muestran indicios sobre los orígenes de las A.A. en la ciudad, producidos dentro
de la misma institución.
Desde el 2004 se viene trabajando el tema afro, pues viene como un com-
promiso de la Administración, del alcalde en su campaña. En los beneficios
sociales de su Plan de Desarrollo Bogotá sin Indiferencia hay unos compro-
misos con toda la comunidad y, específicamente, con la comunidad afro en
este caso, de inclusión social y su participación, de visibilizarlos [sic]. Esta
entidad fue la primera entidad que tocó el tema de forma organizativa desde
el 2004 […] (Javier Muñoz. Asesor en la Oficina de Fortalecimiento del
Departamento Administrativo de Acción Comunal. Bogotá, 2006).
A partir de estos lineamientos entran en escena otras entidades de la adminis-
tración distrital, que adquieren un papel relevante en la formulación del Plan.
La Secretaría de Gobierno aparece como la institución encargada del mismo,
razón por la que su labor es relevante para la formulación, la futura ejecución
y el seguimiento a dicho Plan.
Esta oficina [Secretaría de Gobierno del Distrito] ha sido quien ha termi-
nado ejerciendo la coordinación y la coordinación de la puesta en marcha
y el seguimiento de la política y del Plan Integral, pero también hay que
decir que es un equipo reducido […] (Aura Mendoza. Asesora en el tema
de etnias, Alcaldía Mayor de Bogotá. Bogotá, 2007).
La búsqueda de formas de implementar A.A. en cada institución del Distrito se
convierte en algunas ocasiones en el pretexto para que el tema étnico entre a hacer
parte de las acciones institucionales. Tal es el caso de la Secretaría de Hacienda
Distrital, en donde la llegada de A.A. a la agenda distrital hizo que se prestara
atención al tema étnico (de modo específico, a la población afrocolombiana,

408 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


negra, raizal y palenquera) y se reflexionara sobre los aportes y las formas en que
puede contribuir al trabajo con esta población, visto ahora desde las A.A.
En otros casos, existían acercamientos al tema afrocolombiano, negro, raizal
y palenquero paralelos a la creación del Plan Integral de A.A. en Bogotá desde
instituciones distritales, que se relacionaron posteriormente con el Plan Integral
de A.A.
[…] la acción del Instituto en relación con población afrocolombiana se da
hasta el 2005 en el marco del Sistema Distrital de Cultura, en lo que tenía
que ver con los representantes por parte del sector afrocolombiano al Consejo
Distrital de Cultura […] (Pedro Cortés. Asesor de la Dirección de Fomento
en el Instituto Distrital de Cultura y Turismo. Bogotá, 2006).

En espacios como las localidades también se han realizado acercamientos al


tema afrocolombiano, negro, raizal y palenquero con resultados concretos como
la creación del Subcomité de Etnias en la localidad de Ciudad Bolívar. Este
último surge a partir de la demanda de la comunidad y las particularidades de
dicha localidad —ya que en ella habita un porcentaje considerable de población
afrocolombiana—, razones que mostraron la necesidad de posicionar el tema
étnico en la localidad y reflexionar sobre la construcción de política pública
para dicho grupo poblacional. Sin embargo, los funcionarios(as) reconocen el
poco impacto que ha tenido el plan formulado en estos espacios.
Una de las debilidades que tiene este Plan, el de afros, es que todavía no ha
bajado a las localidades. Creo que se debería hacer un llamado a las alcalde-
sas locales a que integren dentro de su trabajo [...] a principio de año debe
haber construcciones de Planes de Acción Locales en los Consejos Locales
de Gobierno que son presididos por las alcaldesas, entonces ahí debería darse
la orientación. Y a las alcaldesas se las daría el alcalde o la dependencia de
secretaría de Gobierno que trabaja con ellas. Yo creo que debería haber un
funcionario que asistiera a los Consejos Locales de Gobierno propiciando
esas discusiones y, obviamente, acciones. Lo que pasa es que también es
complicado porque se tiene que contar con un equipo muy grande que logre
permear las localidades, las distintas entidades […] (María Catalina Rivas.
Asesora en el tema de etnias, Alcaldía de Bogotá. Bogotá, 2007).

Al reconocer la importancia del trabajo conjunto en la formulación del Plan


se establecen dinámicas para el trabajo interinstitucional que se reúnen en el

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 409


denominado Comité Interinstitucional de Trabajo para los Grupos Étnicos,
creado por la Secretaría de Gobierno. En dicho comité se examinaron las
acciones previas en la ciudad frente a cada grupo étnico-racial, la existencia o
ausencia de proyectos específicos y los aportes institucionales en esas acciones.
Partiendo de esto se construyó una propuesta inicial sujeta a concertación con
la comunidad afrocolombiana, en la que se enfocó gran parte del trabajo debido
a las demandas existentes desde el Concejo Distrital.
Además de las instituciones mencionadas, en el trabajo interinstitucional
desarrollado en la ciudad se vinculan otras entidades del mismo orden distrital
como la Secretaría de Educación, la Secretaría de Salud, Misión Bogotá, el
Fondo de Ventas Populares, la oficina de participación de la Secretaría de Go-
bierno, el Departamento Administrativo de Bienestar Social (hoy, Secretaría de
Integración Social), el Departamento Administrativo de Acción Comunal y el
área encargada de la Política de Mujer y Género. Algunas personas entrevistadas
ven este ejercicio de trabajo interinstitucional como una experiencia positiva
en la que se pueden articular sus conocimientos y sus acciones para el logro de
un mejor plan de A.A.
Los funcionarios(as) entrevistados reconocen el papel que desempeñó la
Consultiva Distrital en el ejercicio de construcción conjunta del Plan Integral
de Acciones Afirmativas en Bogotá, como se muestra a continuación.
Hubo una propuesta institucional, después la Consultiva presentó una
propuesta […] y ahí pues se hicieron comisiones primero por entidades,
por ejes del Plan de Desarrollo; ellos exigieron que fuera con los directivos
[…] de entidades. Entonces se hizo, y con base a su propuesta nos sentamos
a tratar la propuesta institucional, la de ellos y a unir las dos en la medida
que se podía, y muchas de las partes del documento son su propuesta. Y el
día que se firmó la política hubo mucha armonía porque la gente se sentía
representada, sentía que se estaba avanzando; se vincularon, creo, cerca de
veinte entidades a las propuestas (Antonio Galán. Asesor de la Secretaría de
Gobierno en la Oficina de Participación Ciudadana. Bogotá, 2007).
A pesar de haber contado con dificultades propias del trabajo concertado
entre el gobierno distrital y la Consultiva como prevenciones institucionales
mutuas y dificultades en la concertación, entre otras, se reconocen los aportes
de este tipo de ejercicios: permiten una mayor interacción entre la población
afrocolombiana organizada y la administración distrital.

410 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


En las narrativas de funcionarios(as) de Bogotá aparecen dos visiones sobre
la participación de la comunidad afrocolombiana, negra, raizal y palenquera
en la formulación e implementación del Plan Integral de Acciones Afirmativas.
Una mayoría significativa recalca que existe una participación activa de las or-
ganizaciones afrocolombianas en todo el proceso, mientras que un grupo más
reducido considera que existe una baja participación debido al desconocimiento
generalizado de la población sobre el tema de A.A. Para superar esto, se propone
que las entidades distritales socialicen y difundan el plan.
Quienes consideran que el papel de las organizaciones de base en el proceso
de formulación de A.A. ha sido significativo entienden dicho fenómeno como
un hecho positivo logrado por la administración distrital que no se había rea-
lizado anteriormente, por lo cual también implica novedad y nuevos métodos
de aportar en la construcción de política pública distrital étnica.
La participación ha aumentado de forma progresiva en todo el proceso de A.A.
en la ciudad, que va desde su creación en el año 2004 con el surgimiento de la
Mesa Afrobogotana (proyecto creado para promover el encuentro de la comunidad
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, las discusiones sobre su problemática
y las posibles soluciones a la misma) hasta la implementación del mismo.
[…] y creo que la propia comunidad afrodescendiente debe ser la que se en-
cargue de hacer los controles de sus bases, de hacer seguimiento y mirar que
las cosas se hagan bien en lo técnico, en lo político y que haya honradez por
parte de los dirigentes y de los funcionarios en el manejo de los presupuestos
que le corresponden a las Acciones Afirmativas (Carlos Díaz. Concejal de
Bogotá por el Polo Democrático Alternativo. Bogotá, 2006).
Espacios como los mencionados también han surgido a nivel local, además
del distrital. Muestra de ello es la creación de la Mesa Interétnica en la localidad
de Ciudad Bolívar, por medio de la cual la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera allí asentada ha participado de forma activa en la formula-
ción de lo que la funcionaria entrevistada entiende como A.A.
A partir de la amplia participación y los buenos resultados en el proceso
de interlocución, algunas personas entrevistadas consideran que las organi-
zaciones afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras podrían convertirse
en las principales responsables de la ejecución y el seguimiento del plan de
A.A. en Bogotá.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 411


Ellos hicieron un proceso de planeación, el Instituto les dio las condiciones,
temas logísticos y ellos ya definieron un horizonte a 2016, unos proyectos a
corto plazo a 2007 que son básicamente dos en comunicaciones y un proyecto
en emprendimientos culturales que consiste en cómo a partir de la cultura se
puede generar recursos, ingresos (Antonio Villamizar. Asesor de Expresiones
Étnicas Poblacionales y de Cultura Festiva. Bogotá, 2007).

El caso de Medellín: Plan de Desarrollo municipal Medellín compromiso de


toda la ciudadanía, 2004-2007
Reconocer la necesidad de incluir de forma estructurada y focalizada la
creciente población afrocolombiana, negra y raizal en las políticas públicas de
Medellín fue el motivo principal que motivó el agendamiento del tema étnico-
racial desde el año 2004. Por medio de una Comisión Accidental15 del Concejo
de Medellín, las organizaciones afrocolombianas demandaron un espacio
institucional para su atención como minoría étnica. Desde ese momento, la
administración de la ciudad decidió tener en cuenta un enfoque poblacional
en sus planteamientos de inclusión y equidad que fueran más allá del beneficio
a grupos más vulnerables por su situación de pobreza. Sin embargo, es a partir
del trabajo con las comunidades afrocolombianas, negras, raizales, y palenque-
ras, y específicamente desde la creación de la Oficina de Asuntos Étnicos de
la Secretaría de Cultura del municipio, que surgen las A.A. como una política
local en la que se representaría dicha población.
Contrario a lo encontrado en Bogotá, las personas entrevistadas en Medellín
comentan que el Plan de A.A. se encontraba —al momento de ser entrevista-
das— en un proceso de elaboración.
La idea es gestionar como sea el Plan este año para poderlo meter el otro
año. Formularlo y depurarlo este año y luego tenemos el principio del año
entrante para poderlo discutir y que podamos tener obviamente la elabora-
ción de ese plan de A.A., que ya se ha pactado con toda la comunidad afro y

15 Término utilizado en las corporaciones públicas de elección popular (Congreso —Se-


nado de la República y Cámara de Representantes—, asambleas departamentales y
concejos distritales y municipales) para designar grupos de estudio respecto a temas
puntuales. Las comisiones accidentales son grupos en los que se reúnen algunos fun-
cionarios designados (congresistas, diputados o concejales, según el caso) a quienes les
son encargadas tareas específicas.

412 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


que obviamente sea un mandato para el próximo alcalde. Ahora ese proceso
va lento, no han podido terminar pues ha habido unas discusiones, pero
todavía no hay un norte claro. La aspiración nuestra es que le podamos dar
un impulso grande este resto de año y sobre todo en el primer semestre del
año entrante, porque se da la figura de formulación del Plan de Desarrollo.
Ahí se tiene que trabajar de manera decidida, ligera y diligente, cosa que en
el mes de mayo ese plan de A.A. esté muy claro para que quede plasmado
dentro del Plan de Desarrollo (Julio Urrego. Funcionario de la Gobernación.
Medellín, 2007).
Este proceso ha contado con el trabajo colectivo de algunas instituciones
del municipio y de la comunidad afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
Según los relatos recogidos, se creó una estrategia de participación de la co-
munidad en la que se trabajaba con las personas afrocolombianas de la ciudad,
desplazándose hacia los lugares donde se encontraban para escuchar sus nece-
sidades y expectativas. Luego de consolidar esa información, se construyó un
formato del plan y se socializó para realizar los ajustes necesarios. Finalmente,
los secretarios y consejeros de la administración de la ciudad llevaron a cabo
una revisión del mismo plan. Este fue presentado ante representantes de la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
Es importante anotar que según lo encontrado en las entrevistas realizadas
a funcionarios(as) de Medellín, la participación de las instituciones guberna-
mentales es menor que la encontrada en Bogotá, no solo en el trabajo con la
comunidad sino también entre las mismas entidades.
Por cuanto no había sido aprobado, el plan de A.A. en Medellín no con-
taba con avances significativos en lo relacionado con implementación de
acciones específicas o en la materialización del mismo cuando se realizaron las
entrevistas. En consecuencia, se entiende que en relación al tema étnico esta
ciudad ha avanzado en otra serie de acciones puntuales y coyunturales, anexas
y complementarias al plan que aún no había sido formulado y aceptado por
los representantes de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera
de la ciudad.
Aparte de la construcción del Plan de A.A., lo que se ha hecho por lo afro
en Medellín ha sido coyuntural. Ha sido apoyo a eventos, actividades […]
todo ha sido más bien centrado en respuesta al compromiso asumido en
el Acuerdo 11: conformación del Consejo, Plan de Acciones Afirmativas y

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 413


celebración anual de la afrocolombianidad. Todo este tiempo se ha centrado
ahí, toda la energía ha estado en esos tres asuntos. Entonces, desde mi punto
de vista, ha sido poco lo que se ha hecho […] Puntualmente, el año pasado
cuando yo estuve se hizo un censo diagnóstico de la población afrocolom-
biana que arrojó unos resultados y con base en eso se está trabajando […]
(Catalina Reyes. Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Los funcionarios(as) entrevistados afirman haber encontrado una serie de
obstáculos en el proceso de elaboración del Plan de Acciones Afirmativas. Uno
de ellos radica en la inexistencia de datos oficiales nacionales consolidados sobre
el total de población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. Ante ese vacío,
algunas entidades del municipio han intentado suplir la falta de información so-
ciodemográfica contratando entidades especializadas para levantar un diagnóstico.
También ha resultado problemática la inclusión de distintas entidades municipales
en el plan de A.A., el manejo de las temporalidades en los asuntos políticos y su
relación con intereses particulares de algunos sectores del gobierno.
El Plan de Acciones Afirmativas está a corto, mediano y largo plazo. […]
va hasta el 2019 pero todavía no se han colocado […] estrategias […] muy
puntuales, porque eso se está construyendo. Además, aquí en Medellín hay
un límite para sacar el Plan de Acciones Afirmativas, pero ese límite lo exi-
gimos nosotros, no es el alcalde. El alcalde lo hace porque él sabe que antes
de irse tiene que dejar y decir «bueno, en esta Administración trabajamos
sobre el tema afro y dejamos un Plan de Acciones Afirmativas» así sea el 25
de diciembre, pero hay que dejarlo hecho, hay que dejar el centro acondi-
cionado así sea el 2 de noviembre, el 5 de diciembre. Pero somos nosotros
los que tenemos que estar pendientes de decir «vea, para tal fecha se tenía
que hacer eso y no se hizo». Entonces aquí debemos acudir, hacer un de-
recho de petición y asesorarnos para que esta persona haga valer nuestros
derechos. Pues porque desde aquí, la Administración en ningún momento
[…] a ellos les interesa son otras cosas [sic] y eso es muy claro. O sea, no
hay un interés evidente por sacarlo. Porque tampoco es sacarlo por sacarlo,
yo pienso que más importante es que se vean reflejados los intereses de la
población y si no se ven reflejados los intereses de la población de nada vale
sacar el Plan. ¿Para qué se saca un Plan así? Porque muchas veces las cosas se
hacen pero más daños se les causa a las poblaciones, o sea, de qué me sirve
si vinimos a hacer un trabajo aquí en el Chocó cuando se están desplazando

414 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


a las poblaciones […] ese tipo de situaciones que uno dice […] vamos a
construir, vamos a hacer esto pero en ningún momento están favoreciendo
a la comunidad. Es ahí donde vuelvo y digo, no podemos ir con el afán ni
con los momentos coyunturales porque esto no es cuestión de vender, ni
de crear un negocio, esto no es cuestión de decir […] mejor dicho, esto por
ley se debe hacer y nosotros somos los que debemos de estar ahí garantes
[sic] de que los procesos se hagan […] (Ramón Restrepo. Funcionario de
la Alcaldía. Medellín, 2007).
Otra de las situaciones problemáticas abordadas en las entrevistas hace alusión
a las tensiones entre el gobierno y las organizaciones afrocolombianas, negras,
raizales, y palenqueras, a la falta de preparación del gobierno municipal frente
al tema y, al igual que en Bogotá, la muy baja designación de recursos finan-
cieros y la delegación de responsabilidades públicas para la puesta en marcha
del plan de A.A.

Actores(as) institucionales en Medellín


Dentro del grupo de instituciones que han abordado el tema de A.A. en
Medellín, la entidad en la que se visibiliza con mayor claridad un interés ante-
rior a las mismas A.A. es la Alcaldía; desde esta última se impulsó la creación
de entidades municipales (adscritas a la misma Alcaldía) para abordar el tema
étnico: claro ejemplo de ello es la Oficina de Asuntos Étnicos de la Secretaría de
Cultura. Desde la misma Alcaldía se presentan las primeras discusiones sobre el
tema de A.A. en la ciudad. A partir de los lineamientos establecidos, la Secretaría
de Cultura Ciudadana es la entidad que se encarga del proceso de creación del
Plan de A.A., delegando a cada entidad el desarrollo de los aspectos que con-
ciernen a su área. A partir de este trabajo, algunos entrevistados(as) proponen
la realización de un trabajo interinstitucional en la creación de A.A., en el que
se parte el liderazgo de la Secretaría de Cultura para hacer un acompañamiento
del proceso desde cada institución del municipio.
En el proceso de construcción del Plan de A.A. en Medellín, la participación
de las organizaciones y las entidades del municipio estuvo determinada por
el reconocimiento de las necesidades e intereses de las entidades sin tener en
cuenta los aspectos positivos que traería un ejercicio más participativo, o los
aportes que las organizaciones afrocolombianas, negras, raizales y palenque-
ras podían hacer. Otras personas entrevistadas resaltan que ha habido cierta

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 415


desarticulación entre los movimientos afrocolombianos que han participado
y las instituciones del gobierno.
Al Movimiento Social no lo he visto vinculado. Como te decía ahorita,
ha sido todo individualizado y más que articularse a un trabajo es ver al
Estado como un enemigo. Por ejemplo, yo recuerdo que se pretendió hacer
una marcha por inconformidades que tiene la población, una marcha creo
que para el 21 de mayo, pero por esa misma desarticulación que hay en el
proceso organizativo no se realizó. Y ha sido todo muy tras bambalinas,
como comentarios en los corredores, aunque yo reconozco que hubo una
división presupuestal para afros e indígenas que fue una pelea que se dio por
la comunidad. El Acuerdo también fue algo que se exigió […], pero cosas así
muy puntuales, muy coyunturales […] yo creo que esa es la palabra, todo
muy coyuntural. Cuando hay una nueva noticia o cuando pasa algo […]
ahí aparece pero después se van (Camila Cruz. Asesora en el tema étnico,
Alcaldía. Medellín, 2007).
Así mismo, se evidencian ciertas tensiones relativas a las diferencias entre lo
que las comunidades esperaban que se obtuviese (un presupuesto específico) y
lo que el gobierno municipal había establecido para las organizaciones de base
(inclusión y participación retórica).
De modo similar al caso de Bogotá, existen dos aspectos en contradicción
que los funcionarios(as) entrevistados en Medellín reconocen respecto a la
participación de la comunidad afrocolombiana, negra, raizal y palenquera en
la construcción del plan de A.A. que se describen a continuación.
El primer aspecto hace referencia a la poca participación de las organizaciones
de base afrocolombiana, negra, raizal y palenquera de Medellín en la formula-
ción del plan de A.A. A diferencia de lo encontrado en Bogotá, se identifican
una serie de dificultades que inciden en esta situación: una de las mayores es el
desconocimiento de las A.A. que ostenta una buena parte de las organizaciones.
Según algunos funcionarios(as), el plan de A.A. es conocido por las personas que
han participado en el proceso, sin que ello implique una amplia difusión entre
la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera residente en Medellín.
Frente a esta situación se propone realizar un proyecto de sensibilización para
dar a conocer el Plan y a sus representantes.
Otra de las dificultades expuestas por funcionarios(as) es el altísimo nivel de
conflictividad entre los miembros(as) de las organizaciones afrocolombianas,

416 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


que ha generado problemas de representatividad y discusiones acaloradas en-
tre los líderes que rechazan el liderazgo femenino, con lo que se muestran las
prácticas patriarcales en el ejercicio del poder en las relaciones de género entre
miembros de las organizaciones.
El segundo aspecto al que se refieren las personas entrevistadas es el proceso
de participación de los grupos afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros
en la construcción del plan de A.A., que se ha visibilizado por medio de la par-
ticipación activa de la comunidad en su creación. Esta parte de una reflexión
sobre la importancia de la construcción de A.A. desde las comunidades, más
que desde el gobierno.
A partir de estas reflexiones, los funcionarios(as) hacen un especial recono-
cimiento a la participación de líderes y lideresas afrocolombianos, a los apren-
dizajes adquiridos con ellos que pueden ser útiles para elaborar planes de A.A.
con otras poblaciones.
[...] yo creo que ese aprendizaje hoy, al menos a mí me esta dando otros ele-
mentos de decir [que] hay que trabajar por un Plan de Acciones Afirmativas
que no se construya solamente con los afrodescendientes, sino que se construya
también con los mestizos, con los blancos, con los verdes. Porque es en un terri-
torio en el que vivimos, ese territorio rural y urbano de la ciudad de Medellín.
Estoy hablando es de este territorio, yo no sé que le va a pasar a Chocó, yo no
sé que le pasa a otros territorios donde hay población realmente […] (Claudia
Patricia Sampedro. Funcionaria de la Alcaldía, Medellín, 2007).

Percepciones sobre el impacto de los planes de A.A


Además de las dificultades antes enunciadas en las experiencias de formulación
e implementación inicial de los planes de A.A., los funcionarios(as) enuncian
algunas tensiones en el terreno de la aplicación concreta de las A.A. Una de ellos
resalta que la asignación presupuestal que se ha realizado para la formulación
de los planes de A.A. ha sido muy baja o inexistente, por lo que no se dispone
de recursos presupuestales para fomentarlas.
[…] ¿qué otras debilidades hay? En asignación presupuestal. En el caso de
este plan integral que se formuló en el 2006, se puso en marcha en el 2006
y el Plan de Desarrollo en el 2004, entonces mucho del presupuesto [sic] ya
estaba designado. Es mirar un poco cómo cada entidad es consciente de la
necesidad de poner en marcha este plan y se van asignando recursos, pero

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 417


esa también es evidentemente otra debilidad (Carla Buendía. Asesora en el
tema de etnias, Alcaldía Mayor de Bogotá. Bogotá, 2007).
Por otra parte, la difusión del verdadero significado de las A.A. ha sido escasa.
En consecuencia, las personas no las conocen, no pueden reconocerse como sus
beneficiarias y en razón de ello no se apropian ni se vinculan a ellas. Esta situación
se atribuye a la desorganización de las comunidades de base y a la desarticulación
de entre los líderes y lideresas con las comunidades que dicen representar.
En el nivel del Estado, los líderes y lideresas consideran que existen
funcionarios(as) que dificultan la labor de creación y puesta en marcha de las
A.A., puesto que no comprenden lo que significan y desde ese desconocimiento
se oponen a ellas.
Hay dificultad de muchos funcionarios que no entienden por qué una
Acción Afirmativa, hay muchos funcionarios que no entienden por qué
pedimos o por qué se están promoviendo acciones específicas para afros,
algunos funcionarios dicen que eso puede ser segregación social, entonces no
entienden que hay […] que ha habido poblaciones que […] porque claro se
paran desde su realidad, no sé […] de mestizo, clase media, o simplemente
se paran, en el caso de los afrocolombianos, desde su mirada mestiza y no
entienden, por ejemplo, que los afrocolombianos vivieron un proceso de
esclavitud, que históricamente han sido discriminados a causa de esa historia
de esclavitud que generó unas condiciones específicas; […] hasta las mismas
mujeres no entienden, entonces consideran que las mujeres ya no sufren
discriminación cuando eso no es cierto (Carla Buendía. Asesora en el tema
de etnias, Alcaldía de Bogotá. Bogotá, 2007).
También se considera que el hecho de que la sociedad no esté preparada
para contribuir a la inclusión social y simbólica de los grupos subordinados
—en este caso afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros— es una difi-
cultad estructurante en la implementación de A.A., lo que complica aún más
su puesta en marcha y el logro de transformaciones estructurales en las cuales
estén involucradas.
[…] no sirve que se hagan unas Acciones Afirmativas si se piensa que en esos
espacios en los que se les da acceso son algo excepcional y no se ha preparado
la sociedad para incorporar ese tipo de iniciativas. Ahí entonces el problema
grueso es qué significa la inclusión en términos de transformaciones culturales

418 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


para una sociedad que quiere estar reconciliada, específicamente qué significa
transformar esas representaciones que tiene la sociedad en la medida que
impide que estos grupos minoritarios puedan tener algún tipo de iniciativas
en la ciudad. Debe transformarse la sociedad para que pueda ser posible esa
inclusión, no solamente en el tema de los afro, sino también las demandas
de la población en condición de discapacidad van más orientadas a cómo
mejoran ellos su accesibilidad pero no cómo se prepara la ciudad para que
ellos puedan ejercer sus derechos en la ciudad. Obviamente es más sectorial
y más puntual que el otro, que es más de mirar a largo plazo (Pedro Cortés.
Asesor de la Dirección de Fomento en el Instituto Distrital de Cultura y
Turismo. Bogotá, 2006).
Debido a la ausencia de estudios que analicen el impacto de las A.A., algu-
nos funcionarios(as) consideran que sus consecuencias se desconocen y en esa
medida no es posible asegurar que se esté promoviendo un cambio positivo en
las condiciones de vida de la población afrocolombiana, negra, raizal y palen-
quera respecto de la discriminación racial y la inequidad existente en el país.
Ante esta incertidumbre, se sugiere una evaluación del impacto de las A.A. en
el cambio social y cultural, y en las relaciones raciales entre distintos grupos
del país que habitan la capital.
Por otra parte, los funcionarios(as) entrevistados tienen distintas percep-
ciones positivas sobre las A.A., lo que significan y los resultados que de ellas
se esperan. Puede preverse que la mayoría de esas percepciones provienen de
personas residentes en Bogotá y Medellín, y guardan una estrecha relación con
los procesos que se han venido llevando a cabo en dichas ciudades.
En Bogotá se reconocen los aportes que ha generado el proceso de construc-
ción del plan de A.A. en los niveles institucional y distrital. Para las personas
entrevistadas, la interacción entre las organizaciones sociales afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras, los funcionarios(as) y las instituciones que re-
presentan durante los procesos de concertación y construcción colectiva de los
planes de A.A. es positiva aunque de una enorme complejidad.
[…] yo considero que ha sido una experiencia muy fructífera, tanto para
nosotros como servidores y funcionarios como para las organizaciones so-
ciales […] todo este proceso de planes de Acción Afirmativa y de políticas
públicas. Digamos que hay que resaltar muchas cosas, entre otras que han
sido construidos de manera colectiva y han sido construidos de acuerdo a

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 419


las necesidades, a las demandas, a las sugerencias de los grupos a los que se
dirigen bajo una concepción de que los ciudadanos son sujetos de derecho
y no objeto de políticas públicas. Creo que han habido [sic] muchas cosas
novedosas y que ese fue el espacio para compartir (Ángela Chivito. Asesora
en el tema de etnias, Alcaldía de Bogotá. Bogotá, 2007).
En Medellín se hace un énfasis sobre el significado de la construcción de
planes de A.A. y los avances que esto conlleva, no solo a nivel normativo sino
también en lo referido al bienestar de la población beneficiada, el reconocimiento
de sus derechos y el trato diferenciado.
A mí me parece que la construcción del plan de Acciones Afirmativas es un
avance; creo que en eso la ciudad está a tono con la Constitución Política
y con los procesos reivindicativos de la población afro. Creo que Bogotá, y
no sé si Cali, son ciudades que están siendo pioneras en ese tema y a mí me
parece que constituye un paso hacia adelante en el reconocimiento de derechos
específicos y de tratamiento diferenciado a la población; creo que eso está a
tono con los mandatos de la Constitución, de desarrollos jurisprudenciales
acerca del derecho fundamental de la diversidad étnica y cultural de la nación
(Jesús Villegas. Funcionario de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Las referencias al impacto positivo que trae consigo el hecho de construir
los planes de A.A. entre el gobierno y las organizaciones son constantes; esto
promueve la participación y visibiliza de otra manera el potencial de agencia
de las comunidades. Es quizá uno de los aspectos más reconocidos y valorados
por las personas entrevistadas que han tenido contacto con los planes de A.A.
en el país.
También se hizo referencia a la percepción positiva de las organizaciones
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras —desde la opinión de algunos
funcionarios(as)— sobre los avances alcanzados en el tema de A.A. Tras la
creación de los planes de A.A. en Bogotá y Medellín, dichas organizaciones se
han sentido representadas e incluidas en la agenda pública, sus necesidades y
particularidades se han atendido con mayor detalle.

Futuro de planes de las A.A


En las narraciones de los funcionarios(as) es posible reconocer que existen
planteamientos claros desde la construcción de los planes acerca de una conti-

420 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


nuidad de los mismos en el tiempo, como en el caso de Medellín, donde se
piensa el plan de A.A. a corto, mediano y largo plazo.
El Plan de Acciones Afirmativas está a corto, mediano y largo plazo; […]
va hasta el 2019 pero todavía no se han colocado las estrategias […] muy
puntuales, porque eso se está construyendo (Ramón Jiménez. Funcionario
de la Alcaldía. Medellín, 2007).

Así mismo, se exponen algunas proyecciones, estructuradas más a corto


plazo, referidas a acciones puntuales concernientes a la elaboración de activi-
dades como la materialización de los planes de A.A., procesos de seguimiento
o fortalecimiento de las organizaciones sociales, entre otros. Ejemplo de ello
son los proyectos relacionados con la implementación de los planes de A.A.
en áreas específicas en el 2007 como en el ámbito de la salud en Bogotá,
vinculado con el Plan de A.A. por medio del Plan de Atención en Salud.
De manera menos institucionalizada, más desde una posición personal, los
funcionarios(as) perciben que los planes de A.A deben verse desde la noción
de un mejoramiento de las condiciones de vida, como acciones públicas que
deben dar resultados a corto y mediano plazo; de ser así, no serían necesarios
en algunos años.
Estamos en el 2007 y tenemos que hacer [el] Plan de Acciones Afir-
mativas; […] hagámoslo si ese es el camino posible para la inclusión,
pero yo espero que en el 2015 no estemos haciendo planes de Acciones
Afirmativas. […] Es que si hoy en el 2007 tenemos que decir «los y las»
para podernos reconocer como mujeres, entonces hagámoslo. Pero si en
el 2015 todavía estamos creyendo en el lenguaje exclusivamente […]
entonces no hemos hecho absolutamente nada. Entonces ese no es el
camino, hoy insisto que la Ley 70 se queda corta y el plan de Acciones
Afirmativas supera algunos elementos. Pero también nos falta entender
que somos los dueños de esta ciudad y que tenemos que sacar adelante y
¿cómo lo tenemos que sacar adelante?, todos juntos, no hay posibilidades
de otra manera, eso es lo que yo creo (Claudia Jaramillo. Funcionaria de
la Alcaldía. Medellín, 2007).

La creación de planes de A.A. en Bogotá y Medellín ha demandado pro-


cesos extensos y graduales, en los que se partió de reconocer la necesidad
de establecer acciones diferenciales en las que se abordara la población

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 421


afrocolombiana, negra, raizal y palenquera desde sus especificidades étnico-
culturales, sus necesidades, sus perspectivas de desarrollo y su situación histórica
de desigualdad y exclusión frente al grueso de la población colombiana.
El hecho de que existan avances en dos ciudades del país hace que el debate
sobre A.A. aparezca en la agenda pública y dichos avances sean referentes para
otras ciudades en el futuro. Como se vio en la información de las ciudades,
los procesos desarrollados en cada una son diferentes y obedecen a las particu-
laridades de sus fuerzas políticas, a su organización institucional, a su diseño
gubernamental, a la presencia de funcionarios(as) calificados, a las diferencias
de las poblaciones afrocolombiana, negra, raizal y palenquera asentadas en ellas
y a las particularidades históricas y sociodemográficas propias de la población de
cada ciudad, reflejada en las narrativas de los funcionarios(as) entrevistados.
Aunque no han sido tareas fáciles de desarrollar y se han encontrado serios
obstáculos durante el proceso, también se reconocen los avances logrados fren-
te a las metodologías implementadas para la creación de planes de A.A. en el
país. La información recolectada da cuenta de los avances alcanzados hasta el
momento en que se realizaron las entrevistas y por este motivo no hay infor-
mación sobre la implementación de los planes de A.A., etapa en la que quizá
se han desarrollado más metodologías para materializar lo propuesto en cada
uno de ellos.
Como respuesta a una pregunta específica realizada en algunas de las en-
trevistas, pudo identificarse el ideal de la aplicación de A.A. para algunos
funcionarios(as). Refiriéndonos a un caso puntual, algunas personas entrevis-
tadas en Buenaventura muestran su propia concepción de lo que sería ideal en
el escenario de la aplicación de A.A. en su contexto geográfico.
[…] para trabajar en materias afirmativas en Buenaventura, en el Pacífico,
habría que trabajar en una doble vía: primero, trabajar al interior de las
comunidades del Pacífico y en términos de fortalecer identidad, identidad
cultural, de fortalecer comunidad de derechos, sujetos de derechos, hay que
fortalecer eso; y también es necesario, a partir de esa construcción de identidad,
de derechos colectivos, fortalecer un proyecto cultural de desarrollo […] y a
partir de allí, empezar a hacer la gestión que yo llamo hacia afuera, que va en
dirección a conseguir los aliados frente a ese proyecto que se ha construido
[…] (Germán Lozano. Funcionario de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).

422 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


Consideraciones finales
El panorama de la discusión sobre las A.A. en Colombia es reciente y cuenta
con pocos avances en su comprensión, conocimiento, difusión y debate aún por
parte de hombres y mujeres que se desempeñan de manera directa o indirecta
en cargos públicos relacionados con el tema étnico-cultural, étnico-racial y de
intervención pública con población afrocolombiana, negra y raizal.
Al ser un debate poco conocido se evidencia que muchas de las personas
entrevistadas en las ocho ciudades del país carecen de conocimientos expertos
respecto a las A.A., aún en los niveles de la alta función pública. Cabe recono-
cer, sin embargo, que el hecho de contar con iniciativas como las de Medellín
y Bogotá —ciudades en las que se puso en marcha durante los años 2004 y
2005 la creación de planes de A.A. para la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera— ha permitido que los actores(as) institucionales de estas
ciudades encargados de desarrollar acciones tendientes a la implementación de
A.A. se familiaricen con el tema y avancen en debates y discusiones internas
y en la interlocución con representantes y organizaciones afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras.
A pesar de lo anterior, no existe claridad respecto de la creación de planes
de A.A., ya que al no haber precisiones conceptuales frente a lo que significan
las A.A. se las ha confundido con políticas públicas focalizadoras, o con pro-
gramas de fortalecimiento cultural, creando propuestas que difieren de lo que
en realidad se busca con una A.A. de enfoque étnico-racial: igualar las condi-
ciones de los grupos minoritarios con el objeto de incluirlos en las dinámicas
sociales, económicas, culturales y políticas de un país, al tiempo que se ataca la
discriminación racial cotidiana, institucional y estructural.
El desconocimiento ha traído concepciones sorprendentes sobre aspectos
operativos de las A.A. como los posibles beneficiarios(as), las áreas en que se
ejecutarían y los enfoques bajo los cuales se desarrollarían, hecho que se hace
patente en la mayoría de entrevistas. Se asegura que deben tenerse en cuenta
todas las áreas que involucren a personas afrocolombianas, negras, raizales,
palenqueras, o que las A.A. deben beneficiar a toda la población sin considerar
su ‘raza’, origen histórico o condición socioeconómica.
La invisibilización y negación epistémica del racismo y la discriminación
racial en el país ha conllevado a negar la necesidad de A.A. para la población

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 423


afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. Es quizá esta misma invisibilización
la causante de que se haya desestimado la necesidad de diferenciación a grupos
étnicos y étnico-raciales para otorgarles un trato preferencial, pero en cambio se
sustente la realización de acciones diferenciales en situaciones como la pobreza
o el desplazamiento forzado (aunque no para atacar los efectos del racismo y
de la discriminación racial).
Cabe aclarar que lo descrito hasta ahora no es una posición mayoritaria o única
encontrada en las narrativas analizadas: otra parte considerablemente numerosa
de las personas entrevistadas reconoce las desigualdades socioeconómicas, his-
tóricas, el racismo y la marginalización de los centros de decisión política como
algunas de las causas estructurantes en las condiciones precarias y de vulnera-
bilidad de derechos universales y culturales que afrontan afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as).
Del mismo modo en que no hay consenso respecto de la concepción de
las A.A. y su aplicación, tampoco encontramos una posición determinada a
favor o en contra de las mismas. Aunque existen percepciones negativas que se
oponen a las A.A. y a su implementación, también hay apreciaciones positivas
que reconocen los aportes que pueden generar las A.A. en el mejoramiento
de las condiciones inequitativas de la población afrocolombiana, negra, raizal
y palenquera, hecho que redundaría en ganancia para el país en términos de
cohesión social, convivencia y solidaridad.
Esas apreciaciones parten, en su mayoría, del conocimiento que algunos
funcionarios(as) han adquirido en los procesos de implementación de A.A.
desarrollados en Bogotá y Medellín. Los avances alcanzados en dichas ciudades
marcan importantes diferencias entre las personas entrevistadas allí y aquellas
ubicadas en las seis ciudades restantes, por cuanto su apropiación del tema de
las A.A. es mayor, cuentan con la experiencia de haber participado en la cons-
trucción de tales planes y, lo más importante, se encuentran en un contexto
donde se han reconocido y visibilizado la diferencia étnico-cultural de sus
habitantes y la necesidad de trabajar por esta, desde las particularidades, retos
y dificultades que ello implica.
No obstante lo anterior, debe precisarse que el hecho de haber participado
en la construcción de un plan de A.A. o estar ejecutándolo actualmente no
implica que tales planes estén concebidos desde una interpretación normativa

424 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


de lo que significan las A.A., hecho que se refleja en las narrativas de dichos
funcionarios(as); algunos(as) tienen concepciones de A.A. que distan de lo que
son realmente desde la política pública estatal.
En ciudades como Quibdó y Buenaventura se reconocen como A.A. varias
acciones y proyectos gubernamentales realizados solo en esa ciudad. Esta
denominación errada de las A.A. podría obedecer al reconocimiento que los
entrevistados(as) hacen de sus territorios y, en consecuencia, cualquier acción que
sea destinada o que incida en el mejoramiento de las condiciones económicas,
sociales, políticas, ambientales y culturales de la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera se considera A.A. El hecho de afirmar que cualquier
propuesta, acción, política o proyecto proveniente de iniciativas gubernamentales
es una A.A. puede obedecer también a la situación particular que se presenta
en estos territorios, en los cuales la exclusión de la población afrocolombiana
no es evidente puesto que las personas que hacen parte de ella son la mayoría.
En consecuencia, las personas entrevistadas reconocen la exclusión, la pobreza
y la vulnerabilidad cuando relacionan los territorios afrocolombianos —como
los que ellos ocupan— con los no afrocolombianos. Es decir, advierten el ra-
cismo, la discriminación racial, la exclusión y la desigualdad por medio de las
«geografías racializadas» por contraste, no por medio de la interacción cotidiana
y evidente entre grupos sociales. Mediante esas reflexiones encuentran que una
A.A. sería la acción gubernamental aplicada a los territorios de la costa Pacífica
que buscaría promover el Desarrollo alcanzado en otras regiones en donde la
población afrocolombiana no es mayoría.
Contrario a lo visto en las dos ciudades ubicadas en la costa Pacífica (Bue-
naventura y Quibdó), Pereira, Cali y Cartagena no se reconocen como te-
rritorios afrocolombianos pese a que el censo de 2005 muestra lo contrario
—sobre todo en Cali y Cartagena—. En consecuencia, los funcionarios(as)
—sobre todo aquellos de rango más alto— tienden a desconocer las A.A. y el
reconocimiento de la necesidad de establecer políticas, acciones o proyectos
destinados exclusivamente a beneficiar la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera es escaso.
San Andrés es la ciudad donde se hace menos alusión al discurso de las A.A.
En las entrevistas realizadas allí, dicho tema solo fue mencionado por la entre-
vistadora. Esta particularidad podría obedecer a la forma en que el movimiento
raizal desde hace décadas denunció los efectos de la discriminación racial en la

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 425


distribución y bienes y privilegios en el manejo del Estado en el archipiélago, y
que hombres y mujeres raizales hoy controlan una buena parte de cargos públicos
hasta hace poco inaccesibles a ellos por motivos raciales y a la preponderancia que
en la actualidad se le da a problemas sociales locales como el alto porcentaje de
migrantes negros del caribe continental y blanco-mestizos continentales a la isla
—denominados ‘pañas’—, los debates sobre la identidad raizal y los conflictos
que esta situación ha conllevado para la población nativa o raizal.
Las narrativas de los funcionarios(as) de alto nivel muestran también una
dinámica distinta a la encontrada en las demás ciudades. El hecho de ser
funcionarios(as) del orden nacional que desempeñan labores de incidencia
nacional permitiría suponer que cuentan con un conocimiento amplio sobre
temas de trascendencia que afectan segmentos representativos de la población,
como el caso de las A.A. dirigidas a afrocolombianos(as), negros(as), raizales y
palenqueros(as). Empero, aunque algunos(as) demuestran conocimiento del
tema, el desconocimiento de muchos otros(as) frente a las temáticas relacionadas
con las A.A. y la situación de exclusión y vulnerabilidad de la población afro-
colombiana, negra, raizal y palenquera es sorprendente. Aún más insólito es el
hecho de saber que todos los funcionarios(as) de alto nivel que hicieron parte de
esta investigación ostentan cargos o están adscritos a temas que guardan estrecha
relación con la labor del Estado respecto de los grupos étnicos del país.
Los procesos desarrollados por las administraciones de Bogotá y Medellín
muestran la pertinencia de las A.A. en el contexto colombiano y la necesidad
de aplicarlas en el país. Aunque los planes elaborados no son precisos y mues-
tran las inconsistencias que surgen del desconocimiento sobre el debate de
las A.A., sí se evidencia un avance en la búsqueda de soluciones concretas a la
situación de exclusión que han vivido afrocolombianos(as), negros(as), raizales
y palenqueros(as) en el transcurso de la historia, además de concretar un reco-
nocimiento cultural de la existencia de dicha situación.
Uno de los elementos que más se reconoce en las entrevistas realizadas a los
funcionarios(as) de Bogotá y Medellín es la importancia que tiene la partici-
pación de la comunidad afrocolombiana, negra, raizal y palenquera durante
la construcción de los planes de A.A. A pesar de haber sido procesos distintos
con metodologías propias creadas en las mismas instituciones, ambas ciudades
tuvieron en cuenta a la población, sus organizaciones, sus líderes y lideresas para
conocer sus necesidades y crear los planes de A.A. con base en ella.

426 Las Acciones Afirmativas vistas por distintos actores(as) institucionales


“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Capítulo
5
Las Acciones Afirmativas vistas por líderes
y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano*

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Margarita María Rodríguez Morales

Introducción
La consideración del punto de vista de la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera respecto a las A.A. fue un objetivo central en el desarrollo
de esta investigación. Dicha participación se encuentra representada por cien-
to cuarenta y tres entrevistas realizadas en ocho ciudades del país. Recreamos
diálogos a la manera de grupos focales o de entrevistas colectivas en seis de las
ciudades1. En la tabla n.° 1 exponemos el total de entrevistas de acuerdo a su
tipo y a las ciudades donde fueron realizadas.
En este capítulo agrupamos tres perfiles de personas entrevistadas. En el
primero encontramos a mujeres y hombres sensibles a la causa afro; el criterio
empleado para incluirlos(as) en la muestra radicó en el interés personal por la
defensa y la reivindicación de los derechos de la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera, sin que dicha sensibilidad estuviese enmarcada en
la acción política o militante de organizaciones, asociaciones o grupos de per-
sonas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. El segundo se encuentra
representado por líderes y lideresas, entendidos como las personas vinculadas
al Movimiento Social Afrocolombiano por medio de distintas organizaciones.
El tercero está constituido por consultivos(as), quienes representan en el nivel
local (municipal, distrital y departamental) y nacional a la población afroco-
lombiana, negra, raizal y palenquera en espacios autónomos de participación
creados por la Ley 70 de 1993.
Con el objetivo de hacer más fluida la exposición de la perspectiva de la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, en esta sección haremos
referencia a la categoría líderes y lideresas cuando en realidad estamos agrupando
* De manera especial, queremos agradecer la atenta lectura que de este capítulo realizó
Ruby Esther León Díaz, así como sus valiosos comentarios y observaciones en el proceso
de escritura y producción del mismo.
1 Buenaventura, Cali, Cartagena, Medellín, Pereira y Quibdó.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 427


tres perfiles distintos. Esta opción no solo responde a la necesidad de «economía
del lenguaje» a favor de la claridad; además de eso, la mayoría de las personas
entrevistadas en las ocho ciudades se definen como «líderes y lideresas de la
causa del pueblo «afrocolombiano y negro», sin considerar si hacen parte de
un proceso organizativo, si tienen representación formal, si realizan trabajo de
base o si han formado alguna ong de carácter étnico.

Tabla 1
Entrevistas a líderes y lideresas, consultivos(as) y personas sensibles
de la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera
Realizadas entre el 10 de marzo y el 21 de diciembre de 2007

Líder, lideresa, consultivo(a) o


Número de Total entrevistas
Ciudad personas sensibles en entrevistas
entrevistas por ciudad
individuales o colectivas
Bogotá Entrevistas individuales 30 30
Entrevistas individuales 12
Buenaventura 13
Entrevistas colectivas o grupos focales 1
Cali Entrevistas individuales 14
16
Entrevistas colectivas o grupos focales 2
Cartagena Entrevistas individuales 19
21
Entrevistas colectivas o grupos focales 2
Medellín Entrevistas individuales 16
17
Entrevistas colectivas o grupos focales 1
Pereira Entrevistas individuales 8
9
Entrevistas colectivas o grupos focales 1
Quibdó Entrevistas individuales 22
23
Entrevistas colectivas o grupos focales 1
San Andrés Entrevistas individuales 14 14
Total de entrevistas realizadas 143

El objetivo central de esta sección es analizar las narrativas de líderes y lideresas


de ocho ciudades del país en torno a las A.A. De manera específica, se presen-
tan las concepciones de estos actores(as) sobre las A.A., los sujetos(as) que a su
parecer deberían beneficiarse de las mismas, el conocimiento de experiencias de

428 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
implementación de A.A. y las justificaciones que legitiman la implementación
de dichas acciones a favor de la población afrocolombiana, negra, raizal y palen-
quera. El análisis también muestra aspectos relativos a la puesta en marcha de
las A.A. relacionados con los ámbitos, enfoques y mecanismos que se espera (o
que de facto son utilizados) para implementar las A.A y con aquellos aspectos de
esas acciones que son rechazados por algunas personas entrevistadas. El último
apartado es un epígrafe metodológico respecto a algunos «rasgos diferenciales»
de los líderes y lideresas entrevistados.

Elementos conceptuales, posibles sujetos(as) beneficiarios y expresiones


actuales de las A.A. en Colombia
Nociones generales sobre el significado de las A.A
Podríamos afirmar que en términos generales la mayoría de líderes y lideresas
entrevistados cuenta con algún tipo de conocimiento respecto de las A.A. Para
un buen número de ellos(as), el tema de las A.A. no es nuevo y cuentan con
un conocimiento general al respecto, asociado con las experiencias de Estados
Unidos y Brasil, y con su creciente interés y vinculación activa en los debates
sobre la implementación de dichas acciones. Otra fuente de conocimiento
acerca de esta temática se encuentra en algunos líderes reconocidos dentro del
Movimiento Negro Afrocolombiano.
Sinceramente sobre las Acciones Afirmativas no sé demasiado pero sí he
leído, leí inclusive a Juan de Dios, lo he escuchado mucho porque sé que es
uno de los pioneros que la liderado lo que es la reparación afrocolombiana,
de pronto el que ha manejado el discurso aquí en Colombia, sí he leído lo
de las Acciones Afirmativas y he escuchado en diferentes espacios acadé-
micos sobre Acciones Afirmativas, pero ojalá eso no solamente quede en el
papel y en el discurso y se realice y se dé como se está dando en otros países
de aquí de Suramérica, que tenga la misma representatividad y el mismo
alcance que se quiere llegar con estas Acciones Afirmativas a las poblaciones
afrocolombianas (Jhonssy Ocoró. Buenaventura, 2007).
El hecho de que muchas personas entrevistadas ostenten cierto grado de
conocimiento sobre las A.A. no implica que los conceptos que lo componen
sean especializados. Por el contrario, consideramos que las concepciones de
A.A. recogidas en buena parte de las entrevistas se caracterizan por un alto

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 429


nivel de generalidad, reflejado en la amplitud y diversidad de medidas que se
consideran A.A como lo vimos en el capítulo cuarto de este libro. Lo anterior
puede responder a reelaboraciones conceptuales operadas por líderes y lideresas
sobre dicha categoría con base en su experiencia de trabajo comunitario, mi-
litancia política o interpretaciones personales sobre este tipo de acciones. Por
tanto, dichas concepciones no siempre representan las cualidades básicas que
dichas acciones tendrían si se las compara con experiencias de implementación
de A.A. en otros lugares del mundo: India, Sudáfrica, Estados Unidos y Brasil,
por ejemplo.
Visto lo anterior, los líderes y lideresas conciben las A.A. de dos formas:
como estrategias puntuales encaminadas a reparar las injusticias padecidas des-
de la Colonia, por un lado, y como mecanismos para generar equidad a nivel
de condiciones de vida y oportunidades entre la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera y la población blanco-mestiza, por otro. En ambas
concepciones es transversal la idea de las A.A. como estrategias para paliar las
situaciones de injusticia social (asociada especialmente a la pobreza) que vive
la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.

Las A.A. como estrategia para lograr reparaciones históricas


Una de las concepciones más reconocidas y legitimadas por las personas en-
trevistadas está ligada a la reparación histórica. Un grupo de personas considera
que las A.A. son una manera de tramitar la deuda histórica que tiene la sociedad
colombiana como conjunto con la población afrocolombiana, negra, raizal y pa-
lenquera; en otras palabras, las A.A. se interpretan como acciones encaminadas a
reparar el hecho histórico de la Trata Esclavista Trasatlántica y los daños causados
por la institución económica de la esclavitud. En algunos casos se evoca además
la experiencia de A.A. en Estados Unidos durante la década de los sesenta como
un caso emblemático que posibilitaría la reparación en Colombia.

[…] de alguna manera, las Acciones Afirmativas fueron planteadas en los


Estados Unidos para los sesenta como un mecanismo idóneo de reparar o de
empezar a reparar las acciones debido a la esclavitud. En el caso de Colombia
se han tomado también para tener acceso inicialmente a la equidad en algu-
nos espacios y posteriormente a la igualdad dentro del pueblo colombiano
(Karen Newbal. Bogotá, 2007).

430 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
Una argumentación que subyace a esta concepción de A.A. se encuentra en la
idea de que el pasado no reparado se encuentra en la base de la discriminación
racial. Para un grupo de personas entrevistadas, la existencia de discriminación
racial deviene de fenómenos que se remontan a la historia de la dominación
europea y la esclavización de los pueblos africanos que fueron víctimas de la
trata esclavista transatlántica. Bajo este punto de vista, las A.A. son acciones
dirigidas a la protección contemporánea de la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera.
Las Acciones Afirmativas son unas acciones de discriminación positiva que
se dan para proteger a las comunidades que históricamente han sido des-
protegidas o que han sido vulneradas. Estas Acciones Afirmativas las han
tenido con nosotros y con los indígenas porque hemos sido las comunidades
que históricamente hemos estado siempre en una calidad de desprotegidos
[…] las Acciones Afirmativas para los afrocolombianos han sido muy im-
portantes y han sido muchas, muchas en el sentido de que en papel nos han
dado muchas cosas pero que en la práctica no han sido en el mismo nivel
proporcional (Carmen Gutiérrez. Cartagena, 2007).
En otro conjunto de narrativas se perciben las A.A. como estrategias que deben
implementarse para la reparación por el padecimiento histórico de desigualdad
económica y exclusión de los beneficios de la ciudadanía liberal. Las A.A. re-
presentarían acciones para dar fin a las condiciones de inferioridad —reflejadas
en los altos índices de vulnerabilidad, pobreza y exclusión social y política—.
En ese sentido, las mismas tendrían un carácter reparativo histórico, orientado
a promover la igualación de un grupo que ha sido tradicionalmente excluido
—a pesar de la existencia de leyes que pretenden incorporar esta población a
la Nación—; serían entonces la forma concreta de modificar las condiciones
históricas adversas en que los pueblos afrocolombianos, negros, raizales y
palenqueros han vivido y aún viven. En otras palabras, las A.A. adquieren el
carácter de acciones que privilegian con el objetivo de equiparar las condiciones
económicas y sociales que afrontan afrocolombianos(as), negros(as), raizales y
palenqueros(as) frente a las que posee la población blanco-mestiza.
[…] lo que hoy es claro es que la realidad después de 1851 para nosotros
no ha cambiado. Con la ley de abolición legal de la esclavitud se indemniza
al que ofende y se manda a la calle, sin ningún tipo de recursos, sin ningún
tipo de posibilidades, a quienes habían sido ofendidos por años, por siglos.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 431


Eso todavía sigue siendo una realidad hoy: la pobreza que encontramos en
nuestras comunidades es […] histórica […]; hunde sus raíces en ese pasado
oscuro que nosotros tuvimos, en donde la esclavitud estuvo al orden del
día. Hoy creemos que la sociedad sigue en deuda con nosotros, creemos
que hay la estricta necesidad de que se atiendan de manera distinta esas
necesidades, y eso no está sucediendo. Observemos que, por el contrario,
lo que está pasando es que grandes masas de nuestras poblaciones siguen
siendo atropelladas, que están saliendo de su territorio a engrosar a los
tugurios en las diferentes ciudades del país. En la medida de que este tema
de las Acciones Afirmativas se ponga en funcionamiento, es posible que
nuestras comunidades logren algún nivel de avance. Porque esas Acciones
Afirmativas deberían estar encaminadas al reconocimiento de los derechos
históricos que hemos tenido como pueblos afrodescendientes (Candelario
de Arco. Cartagena, 2007).

Quienes consideran que la población afrocolombiana, negra, raizal y pa-


lenquera ha sido víctima del desconocimiento de su rol protagónico en la
construcción social, económica, cultural y política de la Nación, creen que
la reparación es una característica que define las A.A. Para las personas entre-
vistadas, la sociedad colombiana tiene una deuda de reconocimiento cultural
profunda fundamentada en el desconocimiento histórico de los aportes cul-
turales y epistemológicos de los afrocolombianos(as), negros(as), raizales y
palenqueros(as). Las A.A. serían entonces estrategias para superar condiciones
de desigualdad y exclusión, y permitirían avanzar en el reconocimiento de
aportes invisibilizados y de derechos culturales de las personas afrocolombia-
nas, negras, raizales y palenqueras, «saldando» la deuda que se remonta a los
primordios de la Nación.
Una de las consecuencias de la historia de la esclavización y de los siglos
de discriminación racial y de violencias hacia la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera ha sido la falta de reconocimiento de este grupo
como sujeto de derechos fundamentales, lo que va ligado a su exclusión —y
posterior invisibilización— del proyecto de Nación creado por las élites del
país. Por este motivo, las A.A. también se entienden como herramientas que
albergan dos posibilidades: el reconocimiento cultural de los grupos hacia los
que se dirigen y el reconocimiento histórico como sujetos activos y actuantes
en la construcción no oficial de Nación. Esta concepción particular de las A.A.

432 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
considera el carácter temporal de dichas acciones por cuanto finalizarían con
la visibilización histórica de pueblos y personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras.
Un aspecto central de dicho reconocimiento cultural —que se convierte a
su vez en una forma especial de A.A.— se encuentra en implementar medidas
para procurar un cambio sociocultural, operado en las representaciones sociales
racistas que existen respecto de esta población, con el objetivo de combatir la
discriminación racial de manera estructural.
[…] Acciones Afirmativas serían […] propuestas que generen cambios
positivos dentro de la sociedad civil. Sería mirar algo positivo, que se die-
ran cambios desde la construcción ideológica del negro que hay en el país,
cambios desde la concepción cultural que se maneja […]. Por ejemplo, se
asocia a que el negro es borracho por naturaleza o que es perezoso. Sería
cambiar ese tipo de conceptos que se manejan pero también asociándolo
mucho [sic] a los cambios socioeconómicos, de las condiciones de vida, sus
condiciones sociales, sus condiciones de educación, todo ese tipo de cosas
(Selene Mena. Pereira, 2007).
Con lo anterior es posible afirmar que, en general, los líderes y lideresas
consideran las A.A. como un mecanismo para llevar a cabo una reparación
histórica, con ello se combate la discriminación racial, se logra la igualación y
se da el reconocimiento cultural.
[…] se hacen necesarias las A.A. en la medida que como esa población ha
estado rezagada y excluida, hay que crear unos privilegios que tengan ellos,
que la otra comunidad que no ha estado excluida y que no ha estado rezagada
no los tiene (Gustavo Bantú. Grupo focal. Cartagena , 2007).
No obstante lo anterior, algunas personas sostienen que considerar la for-
mulación de A.A. como expresiones de reparación por parte del Estado es una
medida estigmatizante. Aunque con estas medidas el Estado reconoce que debe
garantizar igualdad de condiciones como un derecho de todos los ciudadanos(as)
colombianos, no quiebra la lógica histórica de concebir las personas afrocolom-
bianas, negras, raizales y palenqueras como sujetos inferiores e incapaces frente
a la población blanco-mestiza y que precisan de A.A. para superar su situación
de exclusión histórica. Para estos líderes y lideresas, las A.A. producen nuevas
discriminaciones en lugar de reparar, en la medida en que le quitan el mérito a

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 433


un pequeño contingente de personas afrocolombianas, negras, raizales y palen-
queras que gracias a su esfuerzo personal y familiar han logrado escalar ciertas
posiciones en la sociedad. Es importante recalcar, sin embargo, que la anterior
no es la opinión mayoritaria encontrada en las entrevistas realizadas.

A.A para mejorar e igualar o equilibrar las condiciones de vida actuales


Un número considerable de líderes y lideresas entrevistados entiende las A.A.
como estrategias para dinamizar el «desarrollo integral» (económico, político,
cultural y social) de las personas y comunidades afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras. Bajo esta perspectiva, las A.A. serían medidas que permitirían
la satisfacción de necesidades básicas de la población que en la actualidad no
tiene condiciones apropiadas para el desarrollo de sus capacidades individuales
y colectivas. En consecuencia, las A.A. serían acciones enfocadas ante todo
en aspectos de corte social que impiden u obstaculizan su desarrollo como
ciudadanos(as): económicos, educativos, laborales, de salud, entre otros.
La satisfacción de las necesidades básicas que tenga un pueblo, eso es Ac-
ción Afirmativa, atención para el pueblo afro: 100% en educación, abrirle
espacios políticos a la población, generar condiciones de igualdad a la pobla-
ción, darle empleo y territorio, devolverle las tierras que le han robado, sus
derechos, yo lo entiendo así, no lo legislativo sino lo material […] (Pastor
Moya. Quibdó, 2007).
Los derechos fundamentales de afrocolombianos(as), negros(as), raizales
y palenqueros(as) han sido negados durante siglos y una de las principales
demandas de este grupo poblacional responde a esta situación. En razón de
ello surge la necesidad de reconocer los derechos que siempre han tenido pero
que han sido menoscabados desde su pasado como sujetos esclavizados. En
consecuencia, algunas personas entrevistadas conciben las A.A. como medidas
encaminadas a reconocer, proteger y reivindicar los derechos actuales e históricos
de afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as).
Es importante destacar que quienes conciben las A.A. como estrategias para
la garantía de derechos privilegian la consideración de derechos universales
y culturales relacionados con su pertenencia a un grupo étnico-racialmente
diferenciado. Ello se evidencia en el relato de algunos líderes que consideran
como A.A. las actuaciones destinadas a la protección de los derechos de las
poblaciones étnico-raciales ubicadas en las zonas donde se desarrolla el con-

434 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
flicto armado interno. En nuestra interpretación, esta demanda de derechos
universales puede explicarse tanto por la condición de escasa ciudadanía en
estas poblaciones, como por el impacto desproporcionado del conflicto armado
interno en territorios negros.
Se evidencian las Acciones Afirmativas cuando se sabe que en determinado
sitio hay peligro eminente de violación de derechos humanos y se permite
que las fuerzas al margen de la ley lleguen y masacren a esas comunidades.
Las Acciones Afirmativas están encaminadas a proteger los derechos, los
bienes y la honra de esa sociedad que ha estado allí en un sitio determinado
(Emir Barrios. Cartagena, 2007).

La definición de A.A. como medida para procurar un mejoramiento de las


condiciones de vida adquiere un carácter geográfico o territorial en ciertas
narrativas. Se considera que las A.A. son estrategias para el mejoramiento de
condiciones de vida en territorios habitados de forma mayoritaria por la pobla-
ción afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, como la región Pacífica. Bajo
esta concepción de A.A., los beneficiarios(as) no serían establecidos solamente
por la pertenencia individual o demográfica a un grupo de población minori-
tario, sino que la adjudicación de A.A. estaría relacionada con la intervención
de carácter social sobre territorios habitados por grandes contingentes de
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
Las Acciones Afirmativas dentro de una ciudad como Buenaventura, donde
la mayoría de la población son afrocolombianos, […] podrían […] generar
más recursos desde el gobierno nacional para que los índices de miseria
de la ciudad puedan llegar a ser comparativos con otras ciudades; es decir,
garantizar las condiciones de acceso a la educación, invertir recursos en las
Universidades afros que hay aquí, […] para mejorar las condiciones de vida
de los bonaverenses perfeccionando programas de vivienda, […], abriendo
opciones mejorables para que los y las afros bonaverenses, puedan mejorar
sus condiciones de vida, y ponerse dentro del nivel nacional, yo creo que
es como la vía por donde se podría lograr […] yo lo vería como desde ese
cálculo, proporcionando las opciones para los que vivimos aquí y a nivel
nacional (David Mena. Buenaventura, 2007).

Puede verse aquí que las personas entrevistadas dan mayor importancia a la
situación de pobreza y exclusión actual que a la necesidad de reparar el daño

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 435


histórico causado por la trata esclavista transatlántica y por la institución de la
esclavitud. Sin embargo, esta particularidad conceptual no sugiere que obvien
la historicidad de la situación de discriminación racial y exclusión de la po-
blación afrocolombiana, negra, raizal y palenquera; por el contrario, quienes
privilegiaron esta concepción de A.A. consideran urgente remediar algunas de
las consecuencias de esos hechos históricos en el presente.
Los desequilibrios sociales y regionales generados entre las minorías étnico-
raciales y el conjunto de la población colombiana se evidencian en problemáticas
como el desempleo, la falta de opciones laborales y productivas en las regiones
de origen, la deficiente calidad educativa y el acceso limitado o nulo a las tec-
nologías de la información y la comunicación (tic). Consideramos que estos
desequilibrios y problemáticas crónicas se han negado de forma sistemática —y
con ello se los ha tolerado e instrumentalizado— a favor de la construcción de
un proyecto de Nación andino.
[…] las Acciones Afirmativas son todas esas acciones a nivel de políticas públicas,
para que la población históricamente excluida pueda por fin hacer parte real
y participativa de la Nación colombiana. Entonces las Acciones Afirmativas
son las que van a nivelar un tanto a la población afrocolombiana y raizal con
el resto de la población colombiana (Francisco Ortiz. Bogotá, 2007).
Es en este escenario que los líderes y lideresas consideran que las A.A. son una
medida para superar tales desequilibrios y equiparar sus condiciones de vida
con las del resto de la población blanco-mestiza. Esta concepción sugiere de
inmediato la cualidad transitoria de dichas medidas. El logro de condiciones de
vida óptimas, el aumento de capacidades e igualdad de oportunidades para los
afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) frente a la población
blanco-mestiza determinarían el fin de las A.A. Según esta concepción, dichas
acciones no serían necesarias en vista de que perpetuarlas podría redundar en
nuevos desequilibrios indeseados.
Yo diría que mucha gente está viendo la Acción Afirmativa como algo per-
manente y las Acciones Afirmativas no pueden serlo […]. Es decir, que ese
es un medio y por lo tal [sic] deben tener un tiempo. […] el tiempo debe
ser el que la comunidad vulnerada […] [y] discriminada históricamente se
conciba en igualdad de condiciones al resto de la población […] eso debe
tener un tiempo estipulado (Rainer Cassianni. Bogotá, 2007).

436 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
La mayoría de las tendencias encontradas en los relatos evidencian que las
personas entrevistadas tienen en cuenta la historia y la discriminación racial que
ha vivido el pueblo afrocolombiano, negro, raizal y palenquero desde la trata
negrera transatlántica hasta nuestros días. Desde esta perspectiva, consideran
necesaria la implementación de A.A. para conseguir varios fines: reparar los
efectos de la esclavitud bajo la que estas personas estuvieron sometidas durante
siglos, visibilizar sus aportes en la historia del país, reconocer y reivindicar los
derechos que tienen como ciudadanos(as) y equilibrar las desventajas sociales
y económicas que han debido soportar.
Aunque las definiciones proporcionadas por la mayoría de personas entre-
vistadas no son muy amplias ni recogen elementos particulares que las definan
y las diferencien de otro tipo de intervenciones (políticas públicas sociales),
podemos concluir que gran parte de los líderes y lideresas ha estado informada
de la existencia de este tipo de medidas y de sus principales propósitos. En
consecuencia, el número de personas entrevistadas que admiten no estar fami-
liarizadas con el concepto de A.A. es mínimo, así como también son mínimas
las consideraciones sobre dichas acciones basadas en el sentido común.
No obstante lo anterior, la escasa familiaridad con el tema no es indicativa
de la precisión sobre la definición y naturaleza de las A.A. Un ejemplo de la
convergencia de múltiples ideas al respecto de las A.A se encuentra en que la
mayoría de personas consideran tales medidas como intervenciones paliativas
para superar condiciones de pobreza. Sin embargo, consideramos que esa plu-
ralidad evidencia la compleja trama de injusticias asociadas a la redistribución,
el reconocimiento, la participación y la reparación de las cuales han sido —y
son— víctimas personas, grupos y pueblos negros.

Sujetos(as) agentes y sujetos(as) beneficiarios de las A.A

Los líderes y lideresas identificaron dos tipos de sujetos(as) presentes en las


dinámicas de discusión, formulación y puesta en marcha de las A.A., así como en
aquellas relacionadas con el establecimiento de sus potenciales beneficiarios(as).
Esa identificación corresponde a los sujetos(as) considerados como actores(as)
estatales y actores(as) de la sociedad civil, que para este caso particular estarían
representados por personas militantes o pertenecientes a la población afroco-
lombiana, negra, raizal y palenquera. A continuación se presentan los rasgos
que trazan las narrativas de líderes y lideresas para unos y otros.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 437


El Estado colombiano
Para algunos líderes y lideresas, el Estado colombiano tiene un rol importante
en el nivel de la puesta en marcha de las A.A. Al asimilar las dichas acciones a
políticas públicas, formuladas en un proceso de interlocución entre el Estado
y la sociedad civil, las personas entrevistadas resaltan la importancia de que el
Estado las asuma como compromisos para enfrentar la situación de desigualdades
crónicas que afronta la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
Yo creo que las Acciones Afirmativas, de acuerdo a lo que hemos escuchado
ahora, son políticas públicas […]. Es la elaboración de planes, programas
y proyectos dirigidos a un tipo de etnia que no goza con las mismas con-
diciones para su desarrollo y por eso se crean las Acciones Afirmativas que
van a mejorar las condiciones de vida de esa etnia, la cual no se encuentra
con las mismas condiciones de vida de la otra (Belisario Polo. Grupo focal.
Buenaventura, 2007).

Las personas que insisten en la responsabilidad del Estado frente a las A.A.
perciben que este es un sujeto relevante en la institucionalización de dichas
medidas. El Movimiento Negro Afrocolombiano debe acompañar y dinamizar
el posicionamiento del debate en la sociedad colombiana.
Yo veo que la responsabilidad sí es de las organizaciones en cuanto a la
articulación y a generar conciencia y a la dinámica política de las Acciones
Afirmativas. Al Estado le corresponde crearla; […] nosotros veremos como
las volvemos productivas para nosotros […] (Alberto Serna. Cali, 2007).

En particular, dicho reconocimiento se evidencia en las narrativas de líderes y


lideresas de las ciudades de Bogotá y Medellín, ya que en estas ciudades se han
formulado planes de A.A. —como se ilustra de manera particular más adelante—.
En esas ciudades, el tema étnico-racial es asumido desde la estructura burocrática
de las instituciones y de manera especial por parte de los funcionarios(as) del
Estado. Las personas entrevistadas reconocen la influencia de estos últimos en
el proceso de implementación de las A.A., que se puede evidenciar en el nivel
de avance o estancamiento de las medidas de A.A. planteadas.
A nosotros nos va bien, de acuerdo al funcionario. Entonces si el funciona-
rio es mi amigo y tiene algún grado de sensibilidad y viene del movimiento
social, […] funciona. Pero si […] no tiene sensibilidad frente a lo afro las

438 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
cosas no funcionan […]. Porque el funcionario tampoco está formado para
reconocer la diversidad étnica y cultural de esta ciudad, porque el funcionario
viene con una lógica homogeneizante, […] mestiza del manejo del poder
y eso tampoco ha posibilitado que esas acciones se lleven a cabo (Luz Dary
Tumaco. Bogotá, 2007).
Se considera por tanto que los diversos actores institucionales que hacen
parte de la estructura burocrática del Estado, representándolo en diversos espa-
cios de concertación y debate con la sociedad civil, también actúan en dichos
espacios desde intereses personales y visiones particulares respecto a la causa
negra y afrocolombiana. Con ello, algunos líderes y lideresas ven fundamental
tenerlos en cuenta como parte de los procesos de formulación y ante todo en
la implementación de A.A., debido a que acumulan un tipo especial de poder
que obstruye o dinamiza tales políticas.
[…] una dificultad que uno ve muy clara es siempre la voluntad política.
Los alcaldes no han entendido —o los aspirantes— que estos procesos con
comunidades negras si están con ese criterio no deben ser una negociación
politiquera propiamente, como se ha venido haciendo. Entonces para los
mestizos y para muchos negros, aparentemente negros, es muy fácil dividir, y
nosotros somos muy dados a que por un confite nos dejamos comprar; […]
entonces aquí, por ejemplo, ha sido una dificultad la voluntad política. En
términos de que no quiere acceder a cumplir, o sea, uno tiene que buscar la
procuraduría, la contraloría, la fiscalía […] los entes de control para poder
hacer cumplir (Raúl Grueso. Medellín, 2007).

Otros sujetos(as) relevantes


En los relatos de líderes y lideresas también aparecen otros sujetos(as) que se
consideran relevantes en el proceso de consolidación e implementación de A.A.
Se considera que los medios de comunicación inciden de forma directa en la
percepción de la sociedad colombiana respecto de la población afrocolombia-
na, negra, raizal y palenquera; los medios de comunicación tendrían el poder
de visibilizar ante la sociedad blanco-mestiza las precarias condiciones en que
se encuentra la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. En ese
sentido, se convierten en actores importantes en el proceso de consolidación de
las A.A.; de ahí la importancia de mantener algún tipo de relación entre dichos
medios y las organizaciones del Movimiento Social Afrocolombiano.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 439


Otro actor relevante son las universidades; los líderes y lideresas entrevistados
las mencionan en las entrevistas porque se consideran un escenario central para el
desarrollo de A.A. Reconocen que en ellas se han implementado algunas —aunque
de manera intermitente, poco articulada y en algunos casos de manera ineficaz—.
También consideran que dichas instituciones desempeñan un rol importante en
la implementación futura de A.A., en las modalidades de cupos y cuotas.

El Movimiento Social Afrocolombiano y la población afrocolombiana,


negra, raizal y palenquera: sujetos(as)-agentes y sujetos(as)-beneficiarios
Otro conjunto de sujetos(as) de las A.A. se encuentran representados de ma-
nera diferencial por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
que conformarían el grupo de sujetos-agentes y por el conjunto de sujetos(as)-
beneficiarios(as) de las A.A. representados por algunos grupos de la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.

Sujetos(as)-agentes
El Movimiento Social Afrocolombiano es considerado como sujeto-agente
de las A.A. con dos roles: agenciador directo de dichas acciones (formulador e
implementador) e interlocutor ante el Estado en el proceso de formulación de
las A.A. Algunas personas entrevistadas consideran que el Movimiento Social
Afrocolombiano, considerado agenciador directo de las A.A., sería la única
instancia legítima para concebir y promover acciones para atender las nece-
sidades y especificidades culturales y étnicas de la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera.
En esa medida, los líderes y lideresas consideran que el Movimiento Social
Afrocolombiano debe ser el único que desarrolle A.A. a favor de la lucha por
el reconocimiento de sus derechos y la igualdad de condiciones económicas,
sociales y culturales. Entre las A.A. implementadas (y a implementar) por el
Movimiento Social Afrocolombiano, las personas entrevistadas identifican a
la organización comunitaria y el fortalecimiento de las herramientas para la
exigibilidad de derechos ante el Estado en los niveles local, municipal, depar-
tamental y nacional.
Aquellas personas que consideran al Movimiento Social Negro como inter-
locutor creen que debe figurar en los espacios de debate con el Estado como
protagonista en la apertura de espacios para lograr la igualdad e inclusión
social de la población.

440 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
[…] el debate sería muy importante si nosotros lográramos concretar las Ac-
ciones Afirmativas, no pedirlas. No estar mendigando las Acciones Afirmativas
como cupos especiales en la universidad, como desarrollo de la planeación.
Nosotros tenemos que estar preparados para conquistar espacios, que serían
las Acciones Afirmativas. Porque lo otro implicaría que siempre vamos a
estar pidiendo gabelas […] a mí me parece que los negros no estamos en
capacidad de pedir gabelas […] (Diego Ceballos. Quibdó, 2007).

Aunque se reconoce la responsabilidad del gobierno y los estamentos institu-


cionales en la promoción y creación de formas de reparación a dicha población,
los líderes y lideresas asumen como propia —casi de manera consensuada— la
responsabilidad de exigir medidas especiales, como las A.A. La participación
protagónica del Movimiento debe darse en todos los espacios donde se desa-
rrollen debates sobre la demanda de intervención del Estado para mejorar la
calidad de vida de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. Entre
otras formas de ejercer dicho protagonismo se encuentran el fortalecimiento
organizativo y la movilización colectiva reivindicativa.
[…] sabemos que el Estado como tal, y sobre todo sus representantes en
estos momentos, el gobierno no lo va hacer por voluntad propia, porque
tienen otros intereses [sic] y lógicamente no les conviene el desarrollo pleno
de esas Acciones Afirmativas. Entonces allí ¿qué queda? Queda que, desde
las organizaciones de las comunidades afrodescendientes, es una batalla que
tenemos que dar. […] por medio de la vía legal, a través de nuestras batallas
como la hemos venido dando [sic] y con mucha más fuerza, tenemos que
obligar a que el Estado realice, desarrolle esas Acciones Afirmativas, ellos
no las van a hacer por sí solos; hasta ahora todo lo que se ha hecho ha sido
la lucha que hemos desarrollado. Es decir, prácticamente una guerra allí y
sacándole […] (Adela Cassianni. Cartagena, 2007).

Las lideresas y líderes entrevistados hacen reflexiones puntuales sobre la im-


portancia del Movimiento Social Afrocolombiano en el proceso de formulación
de A.A., a propósito de la experiencia de la formulación de dichas acciones
en las ciudades de Bogotá y Medellín. De forma casi unánime afirman que
la formulación de planes de A.A. hace parte de un trabajo conjunto entre la
comunidad (representada por líderes, lideresas y sus organizaciones) y las ins-
tituciones gubernamentales encargadas de tal labor; ese carácter «participativo»

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 441


se garantiza por la existencia de normatividad que obliga al Estado a considerar
las organizaciones afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras.
El acuerdo 11 de 2006 dice que la administración municipal debe diseñar,
en un plazo no mayor a seis meses, el plan de Acciones Afirmativas y las
políticas públicas a favor de las comunidades afrocolombianas en concer-
tación con los representantes de las organizaciones. Para el efecto serían los
consejeros municipales de políticas públicas afromedellinenses, es decir,
cinco representantes de las organizaciones afros de la ciudad. Se sientan
con el Alcalde o su delegado, secretario, cultura ciudadana o su delegado y
el secretario de planeación, un representante del ministerio del interior y el
gerente departamental de comunidades negras. […] esas 10 personas […]
diseñan el plan de Acciones Afirmativas, es decir, hay 7 afros y 3 personas
de la administración; 5 representantes de la comunidad organizada y 2
representantes del Estado a nivel regional y a nivel nacional, pero que son
afros (Oscar Vásquez. Medellín, 2007).
No obstante, reconocen —a partir de la experiencia de formulación de los
planes de A.A.— que la existencia de disposiciones normativas no garantiza la
realización de procesos de consulta y debate del Estado con las organizaciones.
Son reiteradas las opiniones que resaltan la falta de atención que las autoridades
locales manifiestan en relación con la verdadera participación de la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. En algunas narrativas aparece el
descontento de líderes y lideresas por la poca concertación y materialización
de las consideraciones de los representantes de la población en los documentos
finales de dichos planes.
A pesar de estas críticas, en las narrativas de líderes y lideresas reconocimos
un importante nivel de participación en la consolidación de las A.A. locales bajo
la idea de planes. Sea por su participación directa, por la participación de las
organizaciones de las que hacen parte o por experiencias referidas por terceros,
los líderes y lideresas revelan que dichas experiencias cuentan con un importante
nivel de participación que ha permitido avanzar en el posicionamiento urbano
del tema étnico-racial negro, afrocolombiano, palenquero y raizal.

Sujetos(as)-beneficiarios
Sin dejar de lado lo dicho, en las narrativas de líderes y lideresas también aparecen
los sujetos(as) beneficiarios representados por la población afrocolombiana, negra,

442 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
raizal y palenquera. La mayoría de personas entrevistadas coincide en afirmar que
esta población representa en sí misma un sujeto abstracto de las A.A.; sin embargo,
surgen disonancias cuando deben concretarse los grupos de esta población que
deben constituirse en beneficiarios(as) puntuales de dichas acciones.
Visto lo anterior, la discusión presente entre líderes y lideresas respecto de la
definición de potenciales beneficiarios de A.A. no se resuelve en las narrativas
aquí presentadas; consideramos, en cambio, que este disenso —la variedad
de argumentos para definir sujetos(as) beneficiarios de las A.A. es evidente—
puede representar un avance en el reconocimiento de posturas que contribu-
yan en la ampliación del debate sobre el tema dentro del Movimiento Social
Afrocolombiano.
En las narrativas se presentan de manera simultánea criterios preferenciales
basados en el color de la piel, el autoreconocimiento de la identidad étnico-racial
y la vivencia de una situación socioeconómica precaria. Algunas personas sugieren
que no deben operar criterios de selección de beneficiarios(as) de las A.A. por
cuanto toda la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera es víctima
de la trata esclavista transatlántica. Por ello consideran que las A.A. deben ser
medidas universalistas que garanticen oportunidades para la movilidad social
ascendente a cualquier persona perteneciente a este grupo étnico-racial.
Algunas personas entrevistadas resaltan características relacionadas con los
contextos geográficos habitados de modo específico por la población raizal y
negra afrocolombiana continental. En el ítem de beneficiarios(as) también
existen criterios excluyentes de cierta población negra, afrocolombiana, raizal
y palenquera que hemos denominado «los no beneficiarios(as) de las A.A.» que
se sustentan también en argumentaciones de tipo geográfico y demográfico.
El primer conjunto de argumentaciones corresponden al «color de la piel»
como criterio fundamental para determinar el beneficio respecto de A.A.
Mientras que para algunos líderes y lideresas el hecho de ser negro(a) indica de
manera incuestionable la posibilidad de ser beneficiario(a) de estas medidas,
para otros(as) no es un criterio determinante.
Las personas que consideran el «color de la piel» como un criterio importante
exponen varios argumentos que sustentan su afirmación. Uno de ellos radica
en la idea de que el color de piel negro en el imaginario racial colectivo es indi-
cador de la herencia histórica de una persona, pues representa la descendencia
de personas que fueron víctimas de la institución de la esclavitud.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 443


El color negro en sí, es la evidencia de una situación histórica. El negro es
un sujeto histórico, y más el negro que se encuentra en esas latitudes geo-
gráficas. Entonces toda persona de tez negra es poseedora de esa situación
histórica […] (Orwell Quiñonez. Bogotá, 2007).
Para otras personas, el color de piel negro determinaría el acceso a las A.A.
porque hace parte de la jerarquización racial que es fundamento de la socie-
dad colombiana. Las personas pertenecientes a la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera padecen discriminaciones sustentadas en su color
de piel de manera sistemática y en todos los ámbitos de la vida cotidiana; en
aras de reparar dicha situación, las A.A. deben beneficiar a mujeres negras y
a hombres negros.
Yo sí creo que el color negro de una persona es suficiente para ser bene-
ficiaria de Acciones Afirmativas. Porque a ti cuando te van a discriminar
no te preguntan si compartes o no la visión afro, ellos parten de tu color
de piel […] (Andrés Felipe Arias. Medellín, 2007).
No obstante, existen líderes y lideresas que se oponen al criterio mencionado.
Algunas personas entrevistadas aseguran que determinar los beneficiarios(as)
de A.A. basándose en el «color de la piel» para hacerlo perpetúa los estigmas
creados frente a la ‘raza’. Otras sostienen que el color de la piel no indica que
un sujeto(a) se autoreconozca como parte del grupo étnico-racial negro y no se
puede permitir el ingreso de personas a medidas de A.A que aunque «negras»
fenotípicamente, no comparten esa identidad étnico-racial afrocolombiana
ni militan a su favor; por ello, considerar el «color de la piel» como criterio
para el beneficio de A.A. debilitaría las dinámicas organizativas. Estas perso-
nas consideran, en cambio, que además del «color de la piel» deben tenerse
en cuenta la participación y compromiso con el desarrollo de la comunidad
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera y la defensa de sus derechos indi-
viduales, colectivos, culturales y ambientales.
Un número considerable de personas entrevistadas sostiene que el color de
piel de una persona no permite asumir que se reconozca como afrocolombia-
na, negra, raizal o palenquera, o que esté en condiciones de vulnerabilidad y
necesite medidas adicionales para lograr igualdad socioeconómica con respecto
a los estándares establecidos.
No, hay personas que tienen la piel oscura y por dentro son más blancos
que los blancos. Hay personas que no necesitan [A.A.] por el hecho de ser

444 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
negros, tienen buen nivel económico y social y no necesitarían ese tipo de
acciones […] (Viviana Caicedo. Cali, 2007).
En otras narrativas se evidencian posturas intermedias: aunque reconocen el
color de la piel como un criterio válido, proponen a la vez que no puede ser el
único para determinar a los sujetos(as) beneficiarios de las A.A. Una persona
afirma, por ejemplo, que el color de piel de una persona es un criterio para
seleccionar beneficiarios(as) de A.A. solo si se lo relaciona con criterios como el
padecimiento de la discriminación racial o la situación socioeconómica —más
que el criterio de clase social— en que la persona se encuentre. Otras personas
consideran legítimo el uso del criterio fenotípico para seleccionar beneficiarios(as)
de A.A. cuando se trata de medidas para reparar una vulneración producida
por motivos «raciales».
El segundo gran conjunto de criterios se descentra del fenotipo para ubicarse
en aquellas características subjetivas que denotan la pertenencia de una persona
al grupo étnico-racial afrocolombiano. Una de esas categorías corresponde a
la forma en que las personas se autorreconocen2 e identifican. Es decir, si se
perciben o no como afrocolombianos(as), negros(as), raizales o palenqueros(as).
Autorreconocerse en términos étnicos o raciales es uno de los elementos más
importantes para establecer a los sujetos(as) beneficiarios de las A.A.
En consecuencia, las personas cuyos rasgos fenotípicos permiten demostrar
su origen racial negro pero no se autorreconocen como tal, no podrían acceder
a los beneficios de las A.A. En ese sentido, los líderes y lideresas consideran que
la conducta de quienes utilizan sus rasgos fenotípicos para obtener beneficios
particulares es reprochable, oportunista e inmoral.
Nosotros miramos cómo hay muchas personas que no tienen una pigmenta-
ción tan oscura como la nuestra y en algunos espacios no se autorreconocen
como negros. Tratan de camuflarse para algunas cosas, pero para los beneficios
sí llegan a solicitarnos que los tengamos en cuenta. Toda persona negra que
pueda ser susceptible de beneficios debe recibirlos como tal, yo no me opongo
a ello, no solo por ser negro sino por una deuda histórica que ya tienen con
nuestra comunidad. […] yo tengo muchos amigos de acá de Bogotá que en
su familia, genealógicamente han tenido parientes […] esas personas tienen
2 Es importante anotar que el criterio de autorreconocimiento de la identidad étnica
opera en algunos de los mecanismos de A.A. implementados sobre todo en instituciones
de educación superior.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 445


un comportamiento que se asemeja al comportamiento afro, que yo diría
«es un comportamiento afro». Entonces yo a una persona como esa no le
pediría que se mande a pigmentar la piel para autorreconocerlo como negro,
y en cambio dentro de nuestras mismas personas hay algunas que no, que
desconocen la parte de ser negro, simplemente por estar rodeado, a veces,
de otras personas que no son negras, para buscar ascender y muchas veces
no, no para obtener ningún beneficio, sino simplemente se avergüenzan,
por eso yo siempre digo que lo principal es el autorreconocimiento étnico
(Arnelis Córdoba. Bogotá, 2007).

Algunos líderes y lideresas consideran que la identidad étnica es relevante para


determinar parámetros con respecto a las personas que deben ser beneficiarias
de A.A. En esa lógica se considera que la identidad guarda una relación estrecha
con el compromiso que las personas tienen frente al reconocimiento cultural y
la lucha comprobada por los derechos de la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera; es decir, quienes reconocen su identidad como parte de
este grupo étnico-racial también han adquirido dicho compromiso y en razón
de ello son quienes deben beneficiarse de las A.A.
Pero es que de nada le sirve a uno tener el color negro si no está comprometido,
si no tiene identidad. No te olvides que el color negro pesa para nosotros en
nuestro país, la carga negativa que tiene el estereotipo hacia nuestra etnia,
muchas veces usted es la negación de sí mismo. Yo me niego a ser negro y
eso no lo podemos reconocer nosotros. Yo no creo que una persona por el
solo hecho de tener la piel negra sea merecedora […] de Acciones Afirmati-
vas, […] lo que no sabe uno es que hay detrás, dentro de esa persona cómo
piensa, si piensa para beneficiarse simplemente con esas Acciones Afirmativas
y el resto le importa poco. No hay un compromiso, no hay una identidad.
[…] Pero puede haber personas que tengan la piel mucho más clara y están
mucho más comprometidas con el tema nuestro porque tienen mayor grado
de identidad […] (Walter Romaña. Bogotá, 2007).

Algunas personas admiten que el criterio del «color de la piel» puede unirse
a otros más.
[…] yo creo que eso es una combinación del color de piel, querer ser y sen-
tirse como negro, pensar como negro, tener una visión como negro, tener
ese pensamiento, que es muy difícil de explicar en palabra sino que tiene

446 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
que ser más bien en acciones. El color de la piel es una mínima parte de lo
que es ser negro, ser afrodescendiente. O sea, es […] importante pero no es
lo único (Alexandra Cassiani. Cartagena, 2007).
La tercera posición encontrada a este respecto es compartida por otro gru-
po de líderes y lideresas quienes consideran que el criterio para establecer a
los sujetos(as) beneficiarios de A.A. está relacionado de forma directa con la
vulnerabilidad económica declarada por la mayoría de personas afrocolombia-
nas, negras, raizales y palenqueras; con ello se considera que un alto porcen-
taje de hombres, mujeres y sus familias podrían candidatizarse como posibles
beneficiarios(as) de las A.A.
Esta postura se sustenta en la urgente necesidad de intervención pública sobre
las condiciones de miseria y vulnerabilidad que podrían atenderse con las A.A.
y tiene un fuerte vínculo con la concepción de las A.A. como medidas para el
combate a la pobreza. Por tanto, en aras de disminuir la brecha de desigualdad
entre la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera sumida en la
pobreza y el resto de la población del país, quienes deberían obtener mayor
beneficio de las A.A. son las personas y familias afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras pobres. Con ello, las personas entrevistadas aclaran que el criterio
«situación de pobreza» es selectivo respecto a las personas afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras y en consecuencia no pretende incluir al grueso
de población colombiana que también se encuentra en esa situación.
Si nos remitimos exactamente a lo que uno cree, claramente el negro es
sinónimo de pobreza y de grandes dificultades y atraso en el país. Y si eso
es así, ellos supondrían entonces que esas Acciones Afirmativas no tendrían
que ser para unos negros específicamente sino para una población negra en
general. Una población afro en general, que se supone que mayoritariamente
vive en un sinnúmero de dificultades, lógicamente se exceptuarían los que
no necesiten de esas Acciones Afirmativas porque ya están en condiciones de
igualdad con el resto de la población. Por eso de alguna manera las Acciones
Afirmativas plantean siempre algo importante, y es población afro, pobla-
ción negra en […] estos estratos, 1, 2 y 3, por que se supone que es donde
está concentrada la mayor parte de la gente nuestra y la gente que sufre las
grandes dificultades, la gente que está en otros estratos como el 4, se supone
que no tiene esos grados de dificultades que tiene el resto de la población.
Exceptuando el tema de los estratos, las Acciones Afirmativas tendrían que

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 447


ser de manera general para la población afrocolombiana, no es ni siquiera
que tuvieran que hacer políticas públicas municipales, sino políticas públicas
de Estado, desde el nivel central, que permitieran tener unos recursos, como
lo están haciendo esas Acciones Afirmativas de largo plazo y que surgen del
Conpes. Esas Acciones Afirmativas para la comunidad son las que se reclaman
porque son las que están diciendo que desde el nivel central se reconozca,
que hay que hacer unas reparaciones a una población que está en estado de
inequidad con el resto de la población (Efraín Medina. Medellín, 2007).
En el cuarto conjunto de narrativas respecto al acceso de A.A se rechaza la idea
de establecimiento de requisitos. En términos generales, líderes y lideresas que
adoptan esa postura consideran que los sujetos(as) beneficiarios de A.A. deben
ser personas que constituyan un grupo vulnerado históricamente; ello debido
a que descienden de africanos(as) esclavizados en América que continuaron pa-
deciendo situaciones de desigualdad (económicas, políticas, sociales, culturales
y ambientales) después de la abolición formal de la esclavitud en Colombia.
Las personas que proponen el argumento mencionado consideran que
toda la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera comparte un
pasado marcado por el crimen de lesa humanidad que es la trata esclavista
trans­­a­tlántica. Ello hace que cualquier persona perteneciente a esa población
pueda ser considerada como sujeto(a) beneficiario de A.A., ya que tiene
derecho a la reparación.

Lo que hace a una persona merecedora de esas Acciones Afirmativas es esa


violencia que se ejerció sobre un pueblo, sobre unos hombres y unas mujeres
que estaban tranquilos en África […] y que no pidieron venir a América. Se
les trajo a la fuerza, se les quitó su condición de seres humanos. Nosotros
hoy necesitamos que se nos vea como seres humanos, como hombres y
mujeres constructores, como hombres y mujeres que poseemos una cultura,
que poseemos unos conocimientos, entonces por eso nosotros sí necesita-
mos que se nos repare, porque se nos quitó esa condición humana (Amalia
Quiñonez. Bogotá, 2007).
Finalmente, un pequeño grupo de personas entrevistadas presenta crite-
rios determinados por la vivencia en determinado contexto geográfico. Las
dinámicas particulares de la isla de San Andrés que evidencian situaciones
de discriminación de la población afrocolombiana y negra continental (es

448 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
decir, aquella población que no nació en la isla o no desciende de los nativos
raizales asentados en ella), permite concluir a algunas personas que, de llegar
a implementarse, estas personas deben beneficiarse de A.A.
Algunos líderes y lideresas incluyeron las personas que habitan en algunos
territorios del Pacífico (Buenaventura, Cali y Quibdó) en la categoría de «no
beneficiarios de las A.A.». En vista de que en dichos territorios habita un alto
porcentaje de habitantes reconocidos(as) dentro del grupo étnico-racial negro, las
medidas que deben implementarse para la atención y mejoramiento de las con-
diciones sociales, económicas, políticas, ambientales y culturales de la población
no deben considerarse A.A. en vista de que estarían orientadas al beneficio de la
mayoría, hecho que las convertiría en acciones estatales de corte universalista.
En este apartado, los líderes y lideresas identifican a sujetos(as) agentes y a
sujetos(as) beneficiarios de las A.A. Un grupo de ellos reconoce el rol activo
del Estado colombiano (su burocracia e instituciones) y al Movimiento Social
Afrocolombiano (organizaciones y representantes). En las narrativas de líderes
y lideresas se identifica la importancia en el tema de las A.A. de las instituciones
gubernamentales (de niveles nacional, departamental, distrital y municipal) y
de los funcionarios(as). Un grupo de personas entrevistadas considera que los
sujetos(as)-agentes estatales desempeñan un rol significativo en el nivel de la
implementación de dichas acciones, aunque no estén involucrados de manera
directa en la discusión sobre las A.A.
En particular, se destaca el papel que ha desempeñado la comunidad orga-
nizada afrocolombiana, negra, raizal y palenquera en el debate de las A.A., por
cuanto ha permitido que este último se posicione y avance en el país. En esta
perspectiva, los líderes y lideresas consideran que junto con las organizacio-
nes de las comunidades afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras, son
responsables de promover el debate y luchar por la creación de planes de A.A.
en el país.
A pesar de reconocer este rol activo e identificarse como los principales
gestores del tema en Colombia, estas personas también aceptan que es un
tema poco conocido por el grueso de población afrocolombiana, negra, raizal
y palenquera. Tras los esfuerzos y el trabajo destinado al establecimiento de
A.A. en el país, los líderes y lideresas consideran los planes de A.A. decretados
de forma oficial como uno de sus mayores logros en la lucha del Movimiento
Negro Afrocolombiano por alcanzar la igualdad real y efectiva y superar las

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 449


condiciones desventajosas que son consecuencia de las asimétricas jerarquías
regionales naturalizadas en Colombia.
A pesar de las apreciaciones positivas que estas personas dan sobre su par-
ticipación o la de otros miembros del Movimiento Social Afrocolombiano
en los debates sobre A.A. en el país, algunas reconocen las falencias que se
han presentado en el proceso; una de ellas es la participación personalizada
de algunos líderes y lideresas representantes de la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera, que no enriquece el debate ni brinda alternativas
de solución novedosas a la situación que esta afronta a diario. Algunas de esas
personas ejercen el mismo rol por años, hecho que en ocasiones ha derivado
en procesos poco transparentes dentro de las organizaciones y ha favorecido
intereses individuales y familiares específicos en detrimento de la búsqueda de
soluciones colectivas para las personas y pueblos negros.
Para poder llevar a cabo una adecuada implementación de A.A. para
afrocolombianos(as), negros(as), raizales, palenqueros(as) líderes y lideresas, los
entrevistados(as) plantearon una serie de argumentaciones respecto de criterios
para definir a los sujetos(as) beneficiarios de dichas medidas. Las tendencias
construidas a partir de las opiniones y afirmaciones de líderes y lideresas reflejan
los criterios que para ellos(as) son relevantes; aquellos que cuentan con mayor
aprobación (el color de piel y el autorreconocimiento étnico-racial) son los que
tienen en cuenta la importancia de ser y reconocerse como afrocolombiano(a),
negro(a), raizal o palenquero(a). En consecuencia, podría afirmarse que esta
condición se considera «esencial» cuando deban definirse a los sujetos(as) be-
neficiarios de las A.A.

Las Acciones Afirmativas ya existen: materialidad actual en Colombia


Algunas personas entrevistadas restringen las A.A. a situaciones puntuales
(leyes, políticas y programas) en campos específicos (la educación y la salud) cuyo
desarrollo ha corrido por cuenta del Estado. De acuerdo con las dos tendencias
de conceptualización sobre las A.A. encontradas, identificamos dos formas de
materialización de dichos conceptos. Un conjunto de expresiones de A.A. se
encuentra representado por la Ley 70 de 1993 e intervenciones que el Estado
viene desarrollando en el ámbito de la educación (de manera particular, en la
etnoeducación). El segundo conjunto que representa la existencia de A.A. para

450 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
las personas entrevistadas está representado por propuestas del Estado a nivel
distrital y municipal, denominadas planes de A.A. para la población afrocolombia-
na, negra, raizal y palenquera habitante de las ciudades de Bogotá y Medellín.

Referencias a la Ley 70 y a otras intervenciones estatales


La Ley 70 de 1993 aparece como una A.A. por cuanto es la única dirigida
de forma específica a la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera,
según lo encontrado en un grupo significativo —aunque no mayoritario— de
narrativas. Para una parte considerable de los líderes y lideresas, esta Ley —gestada
en el artículo T-55 de la Constitución de 1991— representa la primera gran
acción del Estado a favor del reconocimiento de la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera como grupo étnico.
La Ley 70 se percibe entonces como una expresión de las A.A. por cuanto
implica un avance hacia el mejoramiento de las condiciones de pobreza, vulnera-
bilidad y exclusión a las que han sido sometidos afrocolombianos(as), negros(as),
raizales y palenqueros(as). Otros justifican considerarla como una A.A. por
cuanto se la considera un logro del Movimiento Social Afrocolombiano.
Yo sí las miro [las Acciones Afirmativas] como la principal afirmación hecha
al negro en la historia de este país […]. Antes de la Constitución de 1991, la
Constitución del 86 no hablaba para nada del negro, es más, los territorios
donde habitábamos […] por más de 400 y pico de años eran territorios
baldíos. Eso quería decir que el negro no existía ahí, pero sí es cierto que
esos territorios son […] proveedores de materias primas como la madera, los
recursos minerales, los alimentos […] y ¿quiénes cultivaron esos alimentos?
Los afros, pero para el Estado colombiano el negro no existía ni era dueño de
sus territorios, de ahí entonces el concepto de baldío. La Constitución del 91,
primero a través del artículo transitorio 55, luego de la ley 70 y luego con la
reglamentación de ella a través del 1745 con la Constitución de los consejos
comunitarios […] con ese pequeño órgano, […] las comunidades pueden
ejercer autonomía territorial y control de los recursos de su territorio. De
ahí que es la principal afirmación, porque se visibiliza al negro […] en los
territorios donde habitaba el país conoce la problemática afro y la situación
en que se encuentran sus habitantes, de ahí que la ley 70 en cuanto a su
aspecto legislativo es la principal afirmación […] en la historia de este país
para el pueblo negro (Fall Fatumatú. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 451


Sin embargo, es importante resaltar que un grupo importante de líderes y
lideresas expresa que la Ley 70 no representa una A.A.; opina, por el contrario,
que tiene un rol esencial en el desarrollo de las mismas, dado que se constituye
en «sustento» normativo y legal para las mismas. Habría que complementar la
Ley 70 con otra iniciativa legislativa complementaria para materializar el derecho
a la igualdad estipulado en la Constitución Política de 1991.
Yo creo que la Ley 70 no es una Acción Afirmativa porque nosotros la recla-
mamos como un deber del Estado. Y la Ley 70 más bien se configura como
la herramienta, como el mecanismo que garantiza las medidas de Acción
Afirmativa. Yo pienso que una medida de Acción Afirmativa no garantiza
otra. Para mí, la Ley 70 es la que está desembocando en la aplicación de
medidas de Acciones Afirmativas que vayan a llegar a todos los niveles a la
población afro; […] es una acción jurídica que tenía que hacer el Estado,
es el mecanismo, es la herramienta que permite reglamentar las Acciones
Afirmativas en Colombia, y no la Acción Afirmativa como tal (Juan Micolta.
Cali, 2007.)
En opinión de otras personas entrevistadas la Ley 70 no constituye una A.A.,
en razón de su baja repercusión en la superación de condiciones de pobreza y
exclusión de afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as); este im-
pacto reducido se debe al mínimo desarrollo que le ha dado el Estado colombiano,
hecho que se asocia en un nivel más amplio con la exclusión sistemática de la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera del proyecto de Nación.
Por otra parte, algunas personas entrevistadas consideran que la Ley 70 es
una A.A. porque no hace parte de ninguna acción dinamizada ni propuesta
por el Estado. Dicha ley es reivindicada como un logro de las organizaciones y
comunidades afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras.
La Ley 70 es el resultado de la lucha del pueblo negro, sin lugar a duda. No
tengo la claridad si las Acciones Afirmativas surgen de una reclamación, pero
creo que […] deben ser un acto voluntario del Estado para reparar los daños que
ha causado a una población significante. Y la Ley 70, con todas sus limitantes,
es producto del esfuerzo nuestro, que inclusive no es mejor porque el Estado se
negó a las cosas que queríamos. Es un avance importante, pero no la cataloga-
ría como una Acción Afirmativa porque las Acciones Afirmativas deben venir
específicamente del Estado (Patricio Lumunba. Buenaventura, 2007).

452 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
En resumen, los líderes y lideresas aceptan la Ley 70 de 1993 como una A.A.
debido a que es la única ley que de manera específica (y exclusiva) beneficia a las
personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. Las narrativas sugie-
ren que esta asociación también se da porque dicha ley ha sido instrumento de
luchas reivindicativas, a favor de la titulación de tierras, por la consolidación de
sistemas educativos y de salud diferenciados, el establecimiento de mecanismos
que garanticen la educación superior de estudiantes afrocolombianos, negros,
raizales y palenqueros, entre otras, que han redundado en la atención pública
de ciertas condiciones de vida de la población.
Algunas de las medidas actuales desarrolladas por el Estado Colombiano
en el ámbito de la educación son consideradas como materialización de las
nociones que los líderes y lideresas tienen respecto de las A.A. De un lado, la
etnoeducación, la ampliación del acceso a la educación básica y media para
niños, niñas y jóvenes, el fortalecimiento de instituciones de educación superior
ya creadas y la erradicación del analfabetismo, entre otras, son acciones que
los líderes y lideresas entrevistados perciben como A.A. De manera puntual,
la mayoría de las personas que hicieron referencia al tema de etnoeducación
lo reconoció como una expresión actual y concreta de A.A. en Colombia por
cuanto contribuiría a la visibilización de las minorías étnico-raciales como
afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) desde el espacio
simbólico e intercultural.
No obstante lo anterior, un líder expresa de manera abierta su oposición a
considerar las acciones estatales en torno a la etnoeducación como un tipo de
A.A., en vista de que están dirigidas a toda la población colombiana y por ello
no sugiere un acceso especial (preferencial, exclusivo) para afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as). Además, la etnoeducación se enmarca en
un tipo de acciones estatales orientadas a generar cambios culturales y sociales
en toda la población colombiana respecto a la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera a largo plazo, lo cual la excluye de ser una A.A. por
cuanto estas medidas contribuyen a dar solución en el corto y mediano plazos
a situaciones de exclusión y desigualdad económica de manera exclusiva.
Otro grupo de líderes y lideresas consideró que las A.A. son un tipo de
intervenciones estatales que se han materializado en Colombia desde tiempo
atrás hasta hoy. Ello puede explicarse por el conocimiento general que estas
personas tienen sobre el tema y por la necesidad de relacionar las A.A. con las

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 453


luchas y reivindicaciones que el Movimiento Negro Afrocolombiano ha lograd­o
posicionar ante el Estado colombiano. Las personas entrevistadas también
pueden considerar que en Colombia ya existen A.A. enfocadas en la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera debido a que ese tema es novedoso
y aún no hace parte fundamental de los debates internos que se llevan a cabo
entre organizaciones y representantes de esa población. El reconocimiento de
la poca participación expresada por algunas de las personas entrevistadas en las
discusiones a nivel local, distrital, departamental y nacional hace que cada una
de ellas elabore sus propias certezas respecto de la naturaleza de las A.A. y de su
existencia en las intervenciones del Estado sobre la cuestión étnico-racial.
A partir de las narrativas recogidas, es posible deducir que para los líderes
y lideresas el concepto de A.A. encierra leyes, normas, programas y acciones
concretas que tienen como elemento común ciertos fines que redundan en el
bienestar y en el reconocimiento de los derechos y necesidades particulares de
la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, además de la supera-
ción de la exclusión de la que han sido objeto por siglos; de ahí que la Ley 70
de 1993 sea considerada como un ejemplo actual de A.A.
La escasa atención del Estado sobre los asuntos económicos, sociales, polí-
ticos y culturales de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera
lleva a considerar como A.A. leyes e intervenciones actuales —que el Estado
no considera acciones de tipo afirmativo— con las cuales se estaría «paliando»
necesidades como la pobreza, el abandono estatal, la falta de acceso a bienes y
servicios, la discriminación racial y la escasa presencia de hombres y mujeres
negras en la esfera política del país. En el siguiente apartado se presentan las
narrativas de líderes y lideresas en relación con planes municipales y distritales.
La característica diferenciadora de estas acciones con respecto a la Ley 70 y las
políticas públicas en el ámbito de la educación radica en que dichos planes son
denominados de manera institucional (estatal) como «planes de A.A.».

Materializando las Acciones Afirmativas en Colombia: narrativas sobre los


planes de A.A en Bogotá y Medellín
La implementación de A.A. mediante planes estatales de carácter local (distrital
y municipal) en el país es producto del debate entre los actores gubernamentales
y la sociedad civil. Bogotá y Medellín3 son las únicas ciudades del país donde
3 Cuando se realizaron las entrevistas, en las seis ciudades restantes no existían iniciativas

454 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
se han puesto en marcha ejercicios de formulación participativos de planes
de A.A. durante los años 2005 y 2006, respectivamente. Para algunas de las
personas entrevistadas, estas iniciativas constituyen referentes puntuales4 que
dan cuenta de una primera materialización de las A.A. en el país.
Las declaraciones de los líderes y lideresas entrevistados(as) nos permiten sos-
tener que las experiencias de Bogotá y Medellín poseen características que varían
de acuerdo a las prioridades de las administraciones de turno, las organizaciones
del Movimiento Social Afrocolombiano involucradas y el clima de la discusión y
debate entre estos actores(as) en distintos escenarios de encuentro. En razón de ese
carácter particular, a continuación se presenta cada una de esas experiencias.

Bogotá: Plan Integral de Acciones Afirmativas


Según los líderes y lideresas entrevistados, el Plan Integral de A.A. (en
adelante, piaa) en Bogotá surge a partir de las discusiones promovidas por los
movimientos afrocolombianos relativas a la necesidad de incluir en los planes
de desarrollo distrital un conjunto articulado de acciones especializadas en la
atención a la comunidad afrocolombiana, negra, raizal y palenquera de Bogotá;
en este proceso de posicionamiento público del tema, los líderes y lideresas
reconocen de manera especial el impulso dado por el entonces concejal Bruno
Díaz5, quien llevó el debate al Concejo de Bogotá; con ello permitió apoyar
el proceso de agendamiento del tema ante el gobierno distrital. Al calor del
debate entre líderes y lideresas, las acciones en cuestión adquirieron la forma de

concretas desde los gobiernos locales y las organizaciones comunitarias étnico-raciales


negras por trabajar sobre el tema de A.A. Sin embargo, los líderes y lideresas de dichas
ciudades resaltan la importancia de crear planes como estrategias organizadas y explí-
citas para dar respuesta a la situación de las personas afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras que residen en esas ciudades.
4 Si bien algunos líderes y lideresas reconocen la existencia de expresiones puntuales de
A.A. dirigidas a personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras en Colombia
para el acceso a algunas universidades públicas y los cargos de elección popular en la
rama legislativa, plantean que los planes de A.A son los primeros que se diseñan como
estrategias integrales para intervenir aspectos económicos, sociales, políticos, culturales
y ambientales.
5 Este político fue el proponente del Acuerdo 175 de 2005 que señala un término para
la formulación de una política y un plan de A.A. distrital para la población afroco-
lombiana, negra, raizal y palenquera de la ciudad.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 455


un plan cuyo desarrollo no solo correría por cuenta de de una administración
particular, sino por el Estado a nivel distrital.
[…] nosotros veníamos discutiendo un plan de desarrollo de la comunidad
afrodescendiente en Bogotá para incluirlo en el Plan de Desarrollo de Bogotá,
en los dos planes anteriores. Desde ahí venimos con la discusión […]. Casi
siempre nos reuníamos en orcone; […] se acopió toda la documentación
que teníamos, […] queríamos participar en los planes […], y en el plan
de desarrollo de Lucho [Luis Eduardo Garzón, Alcalde Mayor de Bogotá
2004-2007], de esta administración, a pesar de nuestras negociaciones, de
que trabajábamos juiciosos, no quedó incluido como lo queríamos y de allí
empezamos: metámosle una fuercita más, llamémoslo Acción Afirmativa y
saquemos una cosa específica buscando alianzas en el Concejo, […] pero
lo [que] veníamos discutiendo era como lo que queríamos insertar en los
planes de desarrollo de Bogotá y después le metimos Acción Afirmativa.
Dado el auge, después de todo […] creo que nos ha resultado (Manuela
García. Bogotá, 2007).
Además de lo anterior, otro aspecto que sobresale en las narrativas de líderes
y lideresas es el reconocimiento que se hace respecto del carácter participativo
del piaa; en varias se rememora la participación en el proceso de formulación
de dicho plan. La mayoría de personas entrevistadas recuerda haber partici-
pado en calidad de representante del Movimiento Social Afrocolombiano y
de la Consultiva Distrital. Dicha participación se dio en espacios públicos de
discusiones con la administración distrital (de forma específica con la Secretaría
de Gobierno) y en escenarios puntuales cuyo objetivo consistía en preparar el
documento del piaa.
De la misma manera, los líderes y lideresas reconocen que el piaa ha hecho
posible que las autoridades distritales y algunos funcionarios(as) logren cierto
nivel de sensibilización respecto de la necesidad de atención pública a las de-
mandas de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera de la ciudad.
No obstante, también identifican falencias en el proceso de formulación y en
los mecanismos escogidos para la implementación del piaa.
La falta de divulgación del piaa en los distintos niveles de la estructura
institucional del distrito es una de las razones que apoyan una verdadera im-
plementación de dicho plan. Las personas entrevistadas opinan que el desco-
nocimiento de muchos actores(as) institucionales respecto del piaa representa

456 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
una gran dificultad en la medida que el nivel de sensibilidad respecto del tema
es determinante para lograr la disposición y gestión de acciones a favor de los
asuntos étnico raciales y de la atención a las comunidades afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras.
Entre las cosas que yo veo que se han podido dar desde esas Acciones Afir-
mativas están lo de la resolución de la Cátedra de Estudios Afrocolombia-
nos, donde se le exige a los maestros y a las instituciones que realmente se
comprometan con la discusión y con la implementación de la cátedra; está
lo del 21 de mayo que de alguna manera se ha venido haciendo en asocio
con las instituciones y la comunidad, me parece que ahí ha habido algunos
avances. Por ejemplo, que se le haya podido resolver a algunas personas
las condiciones de trabajo […] también ha sido positivo. Que hoy se esté
hablando de una vivienda para la población afro es también positivo; sin
embargo, aún no se ha cristalizado […]. En la consultiva se hizo un esfuerzo.
Hay algunas personas que necesitan vivienda de interés social. Eso se está
gestionando; no sé en que momento vayan a asignarle a estas personas que
llenaron el formulario, pero […] considero que seguramente no todas van a
ser beneficiarias pero muchas van a lograr tener su vivienda […] (Alexandra
Quiñones. Bogotá, 2007).

Algunas personas entrevistadas consideran que el resultado obtenido en el


proceso de formulación del Plan no ha sido satisfactorio debido a que las A.A.
se redujeron a una forma de focalización del acceso de la población a programas,
proyectos y acciones puntuales desarrolladas por la administración distrital, de
lo que se podría concluir que aún no existen A.A. reales en la ciudad.
Frente a las Acciones Afirmativas nosotros también hemos abierto […] una
discusión, y es que yo sí creo que las Acciones Afirmativas son importantes,
pero […] en muchos casos, […] al menos [en el de] de Bogotá, no han pa-
sado de ser […] coyunturales, es decir, acciones positivas que responden a
solucionar un problema inmediato pero que no erradican el problema real,
que no esculcan en el fondo. Esa es una crítica que nosotros le hacemos a
las Acciones Afirmativas (Fanny Fulleda. Bogotá, 2007).

Las otras consideraciones respecto a la implementación del piaa se relacionan


con la necesidad de seguir trabajando en su mejoramiento. Debido a que el plan
representa la primera acción estatal en relación a la temática étnico-cultural,

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 457


más no racial de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, debe
cualificarse y acompañarse de otra serie de medidas que incluyan aquellas de-
mandas que no fueron reconocidas por el plan.
Con relación a las Acciones Afirmativas, esta política está formulada de manera
muy débil, hay que seguirla trabajando porque para mí en este momento es
un esbozo apenas de política (Ana Mosquera. Bogotá, 2007).

Medellín: Plan de Acciones Afirmativas


En el momento de realización de las entrevistas a líderes y lideresas de la ciudad
de Medellín, el documento del plan de A.A. aún se encontraba en proceso de
concertación. En razón de ello, las referencias sobre dicho plan se relacionan de
manera particular con un complejo proceso de negociación y debate público
entre las autoridades municipales y los representantes de las organizaciones
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras.
Los líderes y lideresas entrevistados sostienen que la iniciativa del plan es
una conjugación de diversas demandas que diversos grupos y organizaciones
afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros de la ciudad presentaron al
gobierno municipal. Por lo tanto, consideran que el origen de la iniciativa del
plan no se encuentra en el ámbito estatal, aunque reconocen que la adminis-
tración municipal ha posibilitado espacios de encuentro entre representantes
y organizaciones.
[…] hasta ahora, lo único claro […] es que la comunidad Afromedellín
organizada —porque eso también hay que decirlo, que fue un proceso que
emprendió Afromedellín con sus organizaciones— [fue la que llevó a cabo
el proceso] […] de hacer una propuesta de políticas públicas y Acciones
Afirmativas para población afro en la ciudad (Jhon Carabalí. Medellín,
2007).
Algunas personas entrevistadas apuntan críticas en relación con el proceso de
participación de representantes y organizaciones. Por ejemplo, un entrevistado
considera que dicha participación ha sido poco positiva pues las personas que
lideran el proceso de formulación del plan han sido señaladas por otras organi-
zaciones por causa del dudoso manejo de recursos dentro de sus organizaciones,
que deberían estar destinados para beneficiar a la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera.

458 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
Otras personas consideran que el proceso de formulación no ha sido lo
bastante amplio ni considera a «toda la comunidad afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera», hecho que genera una desconexión con las expectativas
y necesidades prioritarias de dicha población. Por otra parte, existe una gran
preocupación de los líderes y lideresas con respecto a la asignación presupuestal
y los compromisos que distintas entidades estatales deben asumir, puesto que
la estrategia que se asumiría para el manejo del tema dentro de la estructura
burocrática del municipio aún no es clara.
[…] yo esperaba que las Acciones Afirmativas en Medellín fueran […]
concertadas con la comunidad, que se hicieran las asambleas barriales. En
este momento, las treinta organizaciones que participaron están enteradas,
mas la gente de los barrios que verdaderamente está viviendo una situación
de calamidad no conoce las Acciones Afirmativas. Es imposible que treinta
organizaciones que estuvimos participando, no en la elaboración, sino en
el proceso, tengamos la vocería de toda la gente afro de Medellín. La gente
afro en Medellín es muchísima y yo sé que si las mesas barriales se hubieran
dado, la gente allá en sus barrios hubiera participado, y […] de una manera
más comprometida (Diana Trespalacios. Medellín, 2007).
Otro aspecto crítico de la experiencia de formulación del plan en Medellín
ha sido la falta de un diagnóstico integral (que abarque aspectos económicos,
sociales, culturales, políticos y ambientales) que permita conocer la situación de
la población. En consecuencia, la formulación del Plan de A.A. es incompleta,
no cuenta con acciones concretas y solo favorece los intereses políticos de la
administración municipal.
[…] tengo el borrador del plan de Acciones Afirmativas. […] a mí, de hecho,
no me gusta tanto, por el hecho de que allí muestran y hablan de que para
poder realizar eso recogieron unas cifras o unos datos de un censo poblacional.
Pero dentro de ese mismo censo no hay cosas concretas, […] dicen […] que
eso todavía no está terminado. Y peor aún, […] en mi concepto solamente
muestran […] actividades, pero no cómo las vamos a realizar. Simplemente
decir «bueno, la población tiene tal problema, entonces vamos hacer esto»,
pero entonces […] si uno sabe que el producto de 2 x 2 = 4, entonces no
simplemente [basta] quedarse en que es solamente eso, sino también […]
que eso viene de otras cosas. Yo creo que uno antes de plantear cosas como
esas se debía hacer un diagnóstico para saber realmente cuál es la situación

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 459


real de la población, diferenciando también desde niños hasta los ancianos
(Claudia Pitalúa. Medellín, 2007).
Aunque la experiencia en implementación de planes de A.A en el país no es
muy amplia, los líderes y lideresas expresan críticas al respecto. Estas van dirigidas
al modo en que el Estado incorporó las propuestas hechas por representantes
de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. En las narrativas
también se encuentra un importante conjunto de críticas dirigidas a otros líderes
y lideresas que aparecen como representantes de la población; estas cuestionan
de manera mordaz la legitimidad y experiencia de trabajo en la causa negra y
afrocolombiana. Como aspectos positivos, los líderes y lideresas reconocen que
los planes de A.A. representan un avance inicial e inacabado del agendamiento
de la temática étnico-racial por parte de las autoridades municipales y distritales
de Medellín y Bogotá.
Sería posible afirmar que la mayoría de las críticas enunciadas por los líderes
y lideresas se sitúa en el nivel del proceso de formulación de los planes y del
papel ejercido por algunos actores(as)6. Sin embargo, ninguna de las valoracio-
nes cuestiona el nivel de conocimiento o claridad respecto de la idea de A.A.
—tanto de actores(as) institucionales como de representantes de la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera—; en consecuencia, las personas
entrevistadas no cuestionan la pertinencia de ciertos mecanismos o estrategias
privilegiados para la implementación de las A.A. en diversos ámbitos (salud,
educación, participación, cultura, etc.) de la intervención estatal. Otro aspecto
desconocido por estas personas es el carácter temporal que las A.A. conllevan
en su formulación y que además se contrapone a la idea expresada por algunos
líderes y lideresas relacionada con la necesidad de que por medio de las A.A. la
temática étnico-racial negra, afrocolombiana se torne un tema permanente en
la agenda de intervención del Estado.
La puesta en marcha de medidas para la aplicación de A.A. dirigidas a personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras representa un avance en el debate,

6 Debemos resaltar que pocos entrevistados(as) se refirieron en perspectiva crítica a la


ausencia de claridad con respecto a concepto de las A.A.: «Yo lo que pillo mucho es
que primero es un lenguaje nuevo, para la institucionalidad e incluso para los misma
gente afrocolombiana, para los mismos líderes. Pues es un lenguaje nuevo, que esto
es muy difícil […] de hacerlo comprender a distintas instancias» (Amara Martínez.
Medellín, 2007).

460 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
puesto que intenta materializar el discurso de reparación histórica e inclusión
por medio de planes elaborados de manera conjunta por los gobiernos locales
y las comunidades involucradas. Los planes de A.A. desarrollados en Bogotá y
Medellín han sido producto del empeño de líderes y lideresas conscientes de
la necesidad de exigir a los gobiernos locales medidas especiales para abordar la
situación de vulnerabilidad, pobreza y exclusión de personas afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras, aunque sin hacer énfasis especial en nominar dichas
políticas y estrategias de intervención como acciones de tipo afirmativo.
Consideramos que a pesar de los cuestionamientos que pueden presentarse
—en relación al rol desarrollado por los sujetos(as) involucrados, las imprecisiones
respecto a la naturaleza de las A.A. y otras críticas asociadas al proceso mismo
de formulación e implementación de dichos planes—, éstos constituyen un
importante avance en el agendamiento de la cuestión étnico-cultural y repre-
sentan una experiencia que debe ser retomada tanto por actores institucionales
en la implementación de acciones para la población negra, afrocolombiana,
raizal y palenquera, como por líderes y lideresas del Movimiento Social Afro-
colombiano en sus debates internos y en futuras demandas reivindicativas ante
el Estado colombiano.

Narrativas sobre legitimidad, formas, enfoques, ámbitos y mecanismos


de las A.A en Colombia
Las declaraciones recogidas permiten afirmar que los líderes y lideresas entre-
vistados tienen una noción básica respecto del concepto de las A.A.; la mayoría
expresa la necesidad de implementar acciones de este tipo como alternativas
para remediar situaciones de exclusión de la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera.
Para algunas personas entrevistadas, la situación mencionada encuentra sus
orígenes en el pasado colonial; otras creen que está anclada en la fundación de
la Nación colombiana y en el proyecto de sociedad que las élites blanco-mestizas
formularon y actualizaron después de la Independencia de España. Sin embargo,
podemos afirmar que en todas las narrativas se hace referencia a la realidad y
actualidad de la existencia de condiciones de desigualdad, exclusión, violencias
y racismos generalizados que ha padecido la población afrocolombiana, raizal
y palenquera en el país.
Afirmamos que las A.A. gozan de una importante legitimidad entre los
líderes y lideresas entrevistados. Con el fin de sustentar esa aseveración, el

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 461


objeto de este apartado es realizar una caracterización respecto de cada uno de
los componentes constitutivos de dicha legitimidad. Se presentarán, por un
lado, los argumentos expresados por las personas entrevistadas en defensa de la
creación (en ciertos casos al mantenimiento) de A.A. que corresponden a una
interesante variedad de razones para solucionar las problemáticas consideradas
más urgentes o indicadas para generar igualdad de oportunidades, equiparación
de condiciones básicas de vida a las del conjunto de población blanco-mestiza
y/o reconocimiento de la diferencia cultural encarnada en pueblos y personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. Por otro, se expondrá el con-
junto de narrativas donde se expresa el modo (enfoques, ámbitos y estrategias)
en que dichas acciones deben implementarse en el país.

Justificaciones que legitiman las A.A


Las razones que causan abismales diferencias entre la población afrocolom-
biana, negra, raizal y palenquera y la blanco-mestiza en capacidad adquisitiva,
acceso a bienes y servicios y garantía de derechos sociales son diversas. Dichas
razones justifican la implementación de A.A.; sin embargo, cada una de ellas
adquiere un matiz especial en la diversidad de narrativas de los líderes y lideresas
que abogan por la implementación de A.A.
Una de las posturas identificada a partir de las narrativas sostiene que el pri-
mer argumento a favor de la implementación de A.A. es el reconocimiento a
la diferencia cultural, puesto que es la base para establecer tratos preferenciales.
Bajo ese punto de vista, las A.A. solo son posibles en contextos que reconozcan
el valor de la diversidad cultural y aboguen por estrategias para garantizar que
dicha diversidad no se encuentre en situaciones de desigualdad; sin embargo, no
es este un reconocimiento de la diferencia como parte del acervo multicultural
de la nación. Los líderes y lideresas consideran que las A.A. deben implementarse
para que quienes representan dicha diversidad alcancen unas condiciones básicas
y combatan aquellas situaciones en que la diferencia étnico-racial se encuentra
inferiorizada debido a la pobreza, la vulnerabilidad y la exclusión.
[…] si yo no asumo que soy distinto ¿cómo reafirmo, cómo reivindico una
Acción Afirmativa? No tiene sentido porque soy de los mismos. El problema
aquí no es, como dijo el presidente la otra vez en el consejo comunal, […]
el problema de los « negros», […] es de pobreza. Entonces si yo como negro
asumo que el problema es de pobreza, ¿para qué Acciones Afirmativas si lo

462 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
que necesito es […] que nos ayuden a todos a no ser pobres? […] el debate
pasa por ahí, pero […] la gran mayoría de nuestra población no asume que
somos distintos y no les interesa ser distintos, sentirse distintos, asumirse
distintos. […] todo tiene que ver con el cuento de la discriminación posi-
tiva, o sea, mucha gente está diciendo aquí «¿eso para qué si todos somos
iguales y todos tenemos los mismos problemas?» […] eso es otra forma de
discriminar […] si yo no me asumo como un negro, como diferente, ¿para
qué una Acción Afirmativa? No tiene sentido porque soy igual, me defino
más como maestro, como pobre, como estudiante, como trabajador, como
desplazado, como quiera pero no como negro. Ahí no tiene sentido una
Acción Afirmativa […] desde la perspectiva étnica […], pero el debate está
allí y hay que mantenerlo, y sobre todo hay que meterle mucha argumenta-
ción, porque a veces nos podemos quedar cortos en la argumentación […]
Y más cuando estamos en las ciudades, cuando estamos en la zona rural, es
más fácil mostrarlo, cuando estamos en la ciudad decimos sí, verdad, ¿en
qué es que somos diferentes?, entonces ahí falta como llenar de contenido
la cosa […] (Emiro Vidal. Buenaventura, 2007).
La lectura social y étnico-racial que los líderes y lideresas realizan sobre la
diferencia de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera marca el
tono de las argumentaciones que emplean para reivindicar la legitimidad de la
implementación de A.A. en el país. A continuación presentamos dichas justi-
ficaciones, que incluyen matices —muchos de ellos mezclados— de distintas
nociones de la justicia: redistributiva, reconocimiento y memoria. Por ende, el
orden de exposición de dichas argumentaciones va desde aquellas más referidas
hasta aquellas que a pesar de ser minoritarias cuentan con elementos novedosos
en el debate por la defensa de las A.A. para la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera.
La primera justificación de las A.A. se encuentra en la deuda histórica pro-
ducto del daño inflingido por el crimen de la trata transatlántica, aún carente
de reparación. Una de las principales razones que justifica la implementación
de A.A. es el pasado de esclavización que origina la presencia de la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera en Colombia.
Esa trata que se ha hecho en el Pacífico ha sido de mucho daño, demasiado. Y
ha costado mucha sangre y muchas lágrimas. Yo creo que deberíamos tomar esa
historia y hacer una reparación a eso (Willie Newbal. San Andrés, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 463


Los líderes y lideresas enfatizan en que la creación del Estado liberal repu-
blicano no marcó el fin de las situaciones de exclusión y desigualdad social;
estas continuaron dado que no se dieron garantías suficientes para que los
hombres y mujeres afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as)
iniciaran su vida en libertad y por lo tanto fueron condenados a permanecer en
condiciones desiguales a las del conjunto de la población blanco-mestiza.
Esta situación configura una deuda histórica adquirida por el Estado (re-
presentado por un conjunto de familias y élites-blanco mestizas que hasta
ahora comandan la Nación) y la sociedad colombiana en su conjunto con la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. En ese sentido, algu-
nas lideresas y líderes entrevistados justifican la implementación de A.A. en
Colombia como medidas que permiten resarcir el daño ocasionado y equi-
parar las condiciones que desde un comienzo fueron desiguales y sugieren
un presente aún marcado por relaciones raciales de dominación.
[…] la esclavización en mi trabajo, en mi teoría, es reproducida por la
ideología racista dominante y esta ideología es interiorizada aún por una
buena parte de los sectores dominados y convertida o trasformada de ra-
cismo en endorracismo, hace tomar mayor fuerza a la reproducción de las
relaciones de esclavización. Si bien es cierto que hemos perdido las cadenas
y los grilletes, el apriete por ejemplo económico, por ejemplo en lo social,
la discriminación, la exclusión son tan fuertes y tan poderosas como las
mismas cadenas y los grilletes de antes (Juan Asprilla. Bogotá, 2007).
La segunda justificación de las A.A. se encuentra en la necesidad de reme­
diar la exclusión política de la población afrocolombiana, negra, raizal y
p­alenquera. Las personas entrevistadas sostienen que tras haber permanecido
excluida por siglos de las esferas económica, política, social y cultural del
país, esta población debe participar de forma activa en ellas puesto que de
ese modo tendría oportunidades reales para que sus miembros ejercieran sus
derechos como ciudadanos(as) colombianos. Además, las A.A. potenciarían
el acceso a instancias de poder y toma de decisiones públicas con las cuales
se garantizaría el reconocimiento progresivo y constante de los asuntos
étnico-ra­ciales negros y afrocolombianos dentro del Estado. Dichas acciones
también permitirían que dicha población se empoderara y desempeñara un
rol más activo en la demanda de acciones que combatan las situaciones de
inequidad que afronta en la actualidad.

464 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
[…] entonces las Acciones Afirmativas son buenas en la medida en que sí
podemos visibilizarnos o pueden dar oportunidades para seguir creciendo,
[…] son buenas en la medida en que nosotros tengamos la sapiencia, la sa-
biduría, la fuerza, la entereza de aprovecharlas y es mucho mejor si llegamos
a consolidar esas oportunidades con fuerza, con poder de nosotros; ganarnos
las cosas porque hemos mostrado capacidad de lucha, de cohesión social
(Antonio Bonilla. Cali, 2007).

Los líderes y lideresas consideran como tercera justificación para implementar


A.A. la contribución histórica al proyecto de Nación de la población afroco-
lombiana, negra, raizal y palenquera en general; se cree que mediante las A.A.
es posible lograr que se reconozca el aporte que ha hecho a la construcción de
Nación, subvalorado y simplificado de forma sistemática en distintas acciones
de corte homogenizante agenciadas por el Estado.
[…] la no aceptación de un grupo que ha trabajado y ha hecho cosas im-
portantes por nuestra ciudad y por nuestro país es lo que nos ha permitido
estar relegados y […] lo que nos ha hecho estar encasillados en un rinconcito
como no pertenecientes de una nación (Karine Cuello. Cartagena, 2007).

En la cuarta categoría de justificaciones de las A.A. se encuentra la existencia


del fenómeno del racismo y la discriminación racial de la que es objeto la po-
blación afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. Como se mostró antes, para
un grupo de personas entrevistadas el «color de piel» no hace que las personas
se beneficien de A.A. de manera automática; sin embargo, otro grupo de líde-
res y lideresas reconoce que debido a la existencia de prejuicios y estereotipos
raciales basados en el color de piel negro, generadores de tratos discriminatorios
y vulneración de derechos, las A.A. deben implementarse para frenar los daños
ocasionados por esas relaciones raciales perjudiciales.
Para mí, el color negro debería ser como […] cualquier color. En nuestro país
no deberíamos mirar a nadie por su tonalidad de piel, deberíamos mirarlas
[sic] por sus acciones, por eso no digo que a los negros por tener el color
se nos debería hacer Acciones Afirmativas. No, yo digo que a los negros
se nos deben dar Acciones Afirmativas por el racismo y la discriminación
que ha habido contra nosotros, ni siquiera por la tonalidad de la piel sino
por el racismo, por ese maltrato que nos han dado históricamente, por esa
vulneración que ha tenido nuestra población. ¿Por qué? Porque no es lo

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 465


mismo resarcir a unos negros que han tenido todo en la vida, que han sido
la clase social alta, que a los negros que hemos padecido la pobreza y que
siempre hemos sido discriminados [sic] a nivel nacional (Neyda Corbacho.
Cartagena, 2007).
En quinto lugar se encuentran las justificaciones asociadas con el padecimiento
actual de condiciones de pobreza o desigualdad socioeconómica. Desde esta
postura, la implementación y puesta en marcha de A.A. orientadas a nivelar
las condiciones educativas, económicas y laborales estaría fundamentada en
la existencia de evidencias estadísticas respecto a indicadores asociados con la
pobreza padecida por ese grupo étnico-racial. En consecuencia, esta postura
sustenta la legitimidad de la implementación de A.A. en la situación actual de
vulnerabilidad económica y exclusión de ámbitos educativos, culturales, políticos,
laborales, sociales y ambientales por encima de otros elementos que al parecer
tendrían menos importancia, como las condiciones crueles y humillantes en
que afrocolombianos(as), negros(as), raizales, palenqueros(as) vivieron durante
siglos bajo el sometimiento al régimen esclavista.
Según lo anterior, el crimen de lesa humanidad y la institución de la esclavitud
que perduró por siglos no sería una justificación actualizada y en razón de ello
no debería ser objeto de reparación mediante A.A. En otras palabras, el centro
de estas medidas sería aliviar la pobreza y la exclusión de quienes no cuentan
con las condiciones adecuadas para su inclusión y supervivencia en el modelo
socioeconómico neoliberal dominante.
Creo que el Estado colombiano no debería reparar a negros, afrocolombianos
y raizales por los daños ocasionados en la trata trasatlántica de la esclavización
[…] la reparación se debería hacer por no dejarlos estudiar, por negarles el
acceso durante mucho tiempo; por dar unos valores y una educación en
donde excluyen las prácticas culturales de los afrodescendientes, por negarles
el uso de la lengua, […] esos son actos reparatorios [sic] validos para mí.
Por negarles el acceso a trabajos dignos, por no tener una cuota de personas
afrodescendientes en los poderes, en los cargos administrativos, pero por la
trata transatlántica no (Silvia Archibold. San Andrés, 2007).
Finalmente, algunas de las entrevistas realizadas sugieren argumentaciones
diferenciadas de las encontradas en las demás narrativas, ligadas a las dinámicas
particulares producidas por la relación entre el Estado colombiano y el archi-
piélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Tales diferencias inciden

466 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
también en los términos desde los que se concibe el debate sobre las A.A. para
la población raizal. Los líderes y lideresas reconocen que el pueblo raizal busca
un tipo de reparación que se plantea en otros términos y se justifica mediante
razones distintas.
Los raizales reconocen que además de ser víctimas de la Trata Esclavista
Transatlántica y de estar sometidos a un régimen esclavista (que duró dos años
más en San Andrés que en el resto del país), han sido víctimas de ideologías
provenientes del centro del país por medio de las cuales se ha intentado fundir
la cultura raizal con la nacional. Ante tal situación, las A.A. buscarían reparar
las violencias infringidas por las distintas expresiones de los proyectos de «co-
lombianización violenta».

[…] con la constitución de 1886, el Estado colombiano, en su afán de


homogenización de toda la nación colombiana, cometió graves lesiones
a la población raizal. Ya eso ha sido bastante documentado, el tema de la
evangelización por parte de misiones católicas en el Archipiélago a pesar de
que la comunidad raizal ha sido profundamente protestante. El tema de la
educación; el idioma español se instauró como una política oficial de que se
debían dictar las clases en español, […] hasta llegar a […] prohibir hablar
otra lengua. Hay relatos realmente desgarradores de los niños que fueron
golpeados […] [y] relegados dentro de las instituciones de educación por
hablar su idioma nativo. Entonces ese proceso de colombianización trajo
esas consecuencias negativas que poco a poco fueron mellando la cultura
raizal, sus expresiones étnicas, lo propio de su cultura, la tradición oral que
siempre fue y siempre ha sido en el idioma nativo, se ha ido perdiendo. Y
con eso las historias, la danza. Las historias de los abuelos se fueron yendo
por el tiempo. Porque el español, toda esa ola de migrantes que conquistó
el Estado colombiano para que homogenizaran la Nación colombiana y el
archipiélago con el resto de la cultura nacional hizo que se perdieran esas
cosas, porque ya el español paso a ser la lengua mayoritaria. La religión,
también esa parte de espiritualidad se fue perdiendo un poco. Por la prohi-
bición estatal incluso para acceder a los puestos públicos se necesitaba hablar
español y ser católico, cosa que iba en contra de lo que era el raizal, el raizal
era protestante y hablaba en creole. Son temas que el Estado debe por fin
reivindicar, restaurar y reparar todas esas agresiones que se hicieron con la
población raizal (Emigdio Corpas. San Andrés, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 467


En segundo lugar, los líderes y lideresas raizales argumentan la necesidad
de implementar A.A. sustentadas en la ausencia histórica de la intervención
estatal en el archipiélago que ha incidido en el atraso económico, institucional
y político del mismo frente al país continental.
Hasta aquí presentamos cinco tipos de argumentaciones distintas que justifi-
can la necesidad de implementar A.A. para la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera. Como se mostró, algunos de los motivos que justifican la
implementación de medidas de A.A. son la situación de pobreza, de exclusión,
el racismo, la discriminación racial y la invisibilización de las contribuciones
que afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) han hecho a la
Nación desde su llegada.
Si los elementos anteriores se toman como consecuencias de la trata esclavista
transatlántica y los siglos de esclavización que vivió este pueblo diaspórico,
las A.A. pueden entenderse como medidas encaminadas reparar, equiparar
condiciones y superar las desventajas históricas. Empero, si el pasado se deja a
un lado y dichos motivos se entienden solo como situaciones coyunturales del
presente, las A.A. se interpretarían como acciones encaminadas a mejorar las
deficiencias actuales de la intervención estatal en relación a la redistribución
social y económica.
Ese reconocimiento del pasado está directamente ligado con el argumento que
se abordó en el inicio de este apartado, es decir, que la principal razón por la que
se justifica la creación de A.A. es el reconocimiento de la diferencia étnico-racial
y sus traslapes con fenómenos de desigualdad crónica. Si se invisibilizan las parti-
cularidades étnicas de afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as)
—quienes además de sus características fenotípicas comparten una historia par-
ticular que los ha convertido en víctimas de la discriminación racial, la exclusión
del proyecto de Nación y la pobreza— no habrían razones que puedan sustentar
la necesidad de A.A. para este grupo étnico-racial en particular.

Enfoques de las A.A


La construcción de A.A. no es un ejercicio neutral. Por el contrario, está
cargada de intencionalidades particulares y significados simbólicos y políticos
atribuidos a las A.A. y a sus efectos, que se evidencian en los enfoques que los
líderes y lideresas reconocen en la implementación de esas acciones. Es preciso
reconocer que estos enfoques no fueron directamente propuestos por los líde-

468 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
res y lideresas, sino que partieron de una propuesta conceptual plasmada en
los cuestionarios de entrevista. A partir de la elaboración de una pregunta7, se
sugirieron cuatro enfoques respecto de las A.A. a las personas entrevistadas: de
derechos sociales, de combate a la pobreza, reparativo o de lucha en contra la
discriminación y el racismo.
Consideramos que este «direccionamiento» en relación con los enfoques
permitió optimizar el proceso de recopilación de argumentos e interpretaciones
que los líderes y lideresas tienen sobre los mismos. Consideramos que la prio-
rización de determinados enfoques puede ser un factor indicativo del énfasis
que deben tener las A.A. y puede indicar el grado de importancia que tiene
uno u otro tipo de enfoque para las personas entrevistadas que representan
colectivos organizados.
El enfoque más señalado por los líderes y lideresas es el referido al combate
contra la discriminación racial y el racismo. Estas personas consideran que las
A.A. deben partir de esta perspectiva para generar un cambio estructural en la
forma de concebir las relaciones entre las poblaciones blanco-mestiza y afro-
colombiana, negra, raizal y palenquera. En segundo lugar de importancia fue
reconocido el enfoque de derechos en las A.A., percibido como fundamental
en la reivindicación de los derechos sociales que les han sido negados a esta po-
blación. En tercer lugar se privilegia el enfoque de combate contra la pobreza y
las desigualdades en razón de que no es posible mejorar la situación de hombres
y mujeres vulnerados e invisibilizados si no pueden satisfacer sus necesidades
básicas para vivir; otra razón para privilegiar este enfoque —que se evidencia
también en el conjunto de argumentaciones a favor de la implementación de
A.A.— se encuentra en el hecho de que la mayoría de personas pertenecientes
a este grupo étnico-racial se encuentra dentro de las más pobres y vulnerables
del país. En cuarto lugar se encuentra el enfoque reparativo sustentado en el
hecho histórico de la Trata y la esclavización.
No obstante lo anterior, la mayoría de líderes y lideresas también propuso
un quinto enfoque, denominado «integral», que avala la consideración de las
cuatro perspectivas propuestas en la implementación de A.A. Las personas
entrevistadas consideran que las A.A. deben establecerse desde dicho enfoque

7 La pregunta formulada fue la siguiente: «según usted, ¿qué enfoque deberían tener las
Acciones Afirmativas: un enfoque de derechos, un enfoque de combate a la pobreza, un
enfoque reparativo o un enfoque de lucha contra la discriminación y el racismo?»

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 469


puesto que a su modo de ver, la situación de exclusión y vulnerabilidad de
afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) es un fenómeno
multicausal que las A.A. deben abordar.
Los enfoques deberían ser integrales, […] porque así es que hemos sido vio-
lentados, a nosotros como afrocolombianos nos violentaron integralmente,
nos quitaron todo, nos quitaron el derecho, no le dan espacio a nuestra re-
paración, tenemos deficiencia en la pobreza, no tenemos una buena calidad
de vida, los indicadores de desarrollo son paupérrimos; entonces así mismo
las Acciones Afirmativas deberían de tocar [sic] el problema desde una forma
integral, […] una forma de […] jurídicamente presionar al Estado para que
realmente eso se cumpla porque si direccionamos hacia una sola parte, de
pronto no va ha haber el impacto que queremos lograr […] (Ángel Ocoró.
Buenaventura, 2007).

Ámbitos de las Acciones Afirmativas


relacionados con el acceso a derechos sociales universales
A partir de lo anterior puede verse que los líderes y lideresas ostentan posi-
ciones diversas sobre las A.A.; sin embargo, muchas narrativas se interceptan
de manera constante con la necesidad de avanzar mediante dichas acciones en
el alcance y ampliación de la ciudadanía. En este aparte se hace más evidente
dicha orientación, pues las personas entrevistadas privilegian espacios de imple-
mentación de las A.A. asociados con reivindicaciones «clásicas» de ciudadanía,
fundamentadas en la demanda de derechos a educación, salud, empleo, vivienda,
territorio y comunicaciones.
Ciertos derechos se consideran componente importante de la reparación con
miras a hacer posible la igualdad de oportunidades y condiciones a favor de la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. De acuerdo con lo encon-
trado en las narrativas de los líderes y lideresas, es posible considerar que ellos dan
prelación al desarrollo de acciones enfocadas en la educación y el empleo. No por
esto dejan de lado otros aspectos, por lo que muchos afirman que las A.A. deben
ser medidas transversales que incidan en escenarios y niveles distintos8.
8 Es importante tener en cuenta que la mayoría de las personas que reconocieron la
importancia de implementar A.A. en varios ámbitos lo hizo como respuesta a una pre-
gunta en la que se buscaba conocer en qué áreas se consideraba necesaria la aplicación
de A.A., respuestas para las que se supondría la existencia de un conocimiento previo
del término en cuestión.

470 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
La aplicación de medidas de Acción Afirmativa es necesaria en todas las
áreas: […] salud, vivienda, educación, […] proyectos productivos; tú di-
jiste que económica no, yo digo que económica sí, lo que hablo es de una
economía invertida. Invertida tal vez en términos económicos, en plata
que sea representativa, […] de proyectos productivos que valgan la pena.
Pero que no, que no sea plata, porque lo que yo digo es que debe tener tal
vez un soporte que haga que esa plata se vea, se sienta. ¿Y en qué? En todos
los aspectos económicos, sociales, y sobre todo […] en salud, educación,
vivienda, recreación y cultura. En todos los componentes se necesita. En el
ambiental, […] sobre todo, los negros necesitamos espacio, tierra para vivir,
porque nos están dejando sin tierra (Luz Marimón. Cartagena, 2007).
Los líderes y lideresas privilegian la educación por encima de los demás ámbitos
en la implementación de A.A. Sin embargo, la mayoría no demanda un tipo de
educación como la ya existente o mayor acceso a ella; en vez de ello, y además
de buscar una cobertura más amplia, espera obtener la creación e implementa-
ción de un modelo educativo acorde con las particularidades culturales de las
personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. Según las personas
entrevistadas, la superación de la exclusión y la desigualdad que han soportado
por siglos puede lograrse solo por medio de otro tipo de educación.
Un pueblo analfabeta, como el pueblo afro que tenemos en el momento,
[…] jamás va a salir de este empobrecimiento […] (Carlos Murillo. Quibdó,
2007).
Mediante de las A.A. se pretendería entonces lograr un tipo de educación
centrada en la concientización de la población afrocolombiana, negra, raizal y
palenquera por medio de la cual hombres y mujeres reconozcan la necesidad
que tienen sus comunidades de ser críticas frente a los modelos de sociedad y
al proyecto de Nación que no los contempla como una de sus partes.
Me parece que la educación es básica en las Acciones Afirmativas y no como
un regalo, sino como una propuesta. Que se dirija a la formación de un
pensamiento nuevo, de un pensamiento crítico y democrático de nuestras
comunidades (Juan Ceballos. Quibdó, 2007).
En lo que respecta a las demandas de cobertura en educación, la mayor parte
de las personas que hace referencia a ellas se concentra en la educación superior,
más que en la básica y media. En sus relatos se encuentran dos particularidades:

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 471


el énfasis de la implementación de A.A. para el acceso a universidades públicas y
el apoyo a universidades propias locales situadas en territorios donde la mayoría
de la población es afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
A partir de esta argumentación, un número importante de líderes y lideresas
insiste en la necesidad de obtener más cupos en las universidades como princi-
pal ámbito de las A.A.; el principal argumento que avala dicha consideración
se encuentra en que estas medidas permitirían garantizar oportunidades a un
grupo de jóvenes afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as)
respecto a la superación de sus condiciones de vida.
Mira que uno ve jóvenes aquí en la ciudad de Medellín […] trabajando
[en] construcción. O sea, pelaos que podrían estar estudiando pero que
no pueden porque no tienen el acceso ni las facilidades monetarias para
ingresar a la Universidad. Uno ve cómo muchos roban, […] que podrían
estar capacitándose para tener la posibilidad de brindarles a sus familias un
mejor futuro. Cómo no seguir en la misma pobreza de siempre y tener que
estar exiliado allá en los asentamientos y como que uno siempre se lleva los
peores trabajos y esas cosas. A mí me gustaría que las demás instituciones
brindaran ese tipo de espacios y, por qué no, abrir más cupos. Porque es
mucha gente la que está aspirando ahora a tener un cupo en la universidad
y […] con dos cupos a los que se tiene derecho es muy difícil […]; muchas
personas se quedan por fuera y no pueden realizar sus expectativas (Walter
Palacios. Medellín, 2007).
El segundo ámbito de implementación de A.A. reconocido por los líderes
y lideresas es el laboral: consideran que el ámbito del empleo y la ocupación
laboral de personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras debe abor-
darse mediante la implementación de A.A. La discriminación racial ejercida
contra la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera ha traído, entre
otros impactos, su exclusión del mercado laboral y de los renglones de la eco-
nomía ligados al empleo formal de estatus. Ello hace que hombres y mujeres
pertenecientes a este grupo étnico-racial desempeñen ocupaciones informales
y mal remuneradas en la mayor parte de los casos, por cuanto sus posibilidades
de acceder a cargos dentro de instituciones públicas o privadas son reducidas;
tampoco tienen muchas oportunidades de fundar iniciativas productivas puesto
que no cuentan con el capital suficiente para llevarlas a cabo, y en muchos casos
carecen de la capacitación necesaria para ponerlas en marcha.

472 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
Ante este panorama, algunas personas entrevistadas están de acuerdo con la
idea de promover la creación de A.A. para generar mayor acceso al mercado
laboral, con una mayor remuneración, más estabilidad y mejor cualificación
para su desempeño. Del mismo modo, consideran que las A.A. deben posibi-
litar también la consolidación de iniciativas microempesariales étnicas entre la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
Yo creo que el tipo de medidas para favorecernos en la parte laboral es […] la
capacitación de las comunidades en la parte de emprendimiento en las cuales uno
pueda empezar a crear sus propias microempresas, donde se puedan empezar a
brindar nuevas oportunidades por parte de gestión de las mismas organizaciones
para que se den proyectos macros [sic] en los cuales se abarque la comunidad en
general, para poder […] montar su propia microempresa. Más que todo por ese
lado, capacitación […] para que la gente no siga encerrada, […] por ejemplo, las
mujeres. Te voy a dar un simple ejemplo de un asentamiento de comunidades
negras aquí en Medellín: la mayoría de las mujeres trabajan [sic] en casas de familia.
La mayoría de los hombres […] en construcción y […] en tipos de trabajo […]
bajos. Pero eso se da porque […] no se sienten con las capacidades de aspirar a
otro tipo de trabajos. Pienso que mediante la capacitación que se dé, la gente
puede ir desarrollando otra manera de pensar y querer y sentirse capaz de crear
sus mismas empresas, microempresas y aspirar a otro tipo de cargos (Harvey
Cuero. Medellín, 2007).
También se considera fundamental promover el ingreso laboral de personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en cargos públicos estatales.
Esta es una propuesta formulada por líderes y lideresas de ciudades con alta
presencia de población afrocolombiana, negra y palenquera, como Cartagena.
Algunas personas entrevistadas en esa ciudad sugieren que incrementar la par-
ticipación de este grupo étnico-racial en cargos gubernamentales es una forma
de implementar las A.A., ya que en la actualidad no cuenta con la representa-
ción adecuada en cargos del Distrito que responda a las demandas de empleo
de acuerdo al porcentaje de afrocolombianos(as), negros(as) y palenqueros(as)
existente en la ciudad.
[…] en términos de A.A. necesitaríamos que se establecieran leyes que
guardaran unos espacios en donde exista el poder de decisión. Es decir, si
Cartagena tiene quince Secretarias, para darte un ejemplo, necesitaríamos
que establezca que el 50%, porque es que somos más del 50% los afrodes-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 473


cendientes, y si se trata de ver que las Acciones Afirmativas restablecen la
igualdad de oportunidades, entonces otra cosa diferente al 50% está por
fuera de lo que podría ser el real alcance de una Acción Afirmativa. De
pronto soy muy ambicioso en eso, pero yo creo que sería […] eso, reservar
unos espacios por ley para que nosotros los afrodescendientes, las personas
capacitadas podamos acceder a los espacios de dirección y de poder, con
reales posibilidades de decidir (Jaime Chica. Cartagena, 2007).
Una demanda particular es la expresada por dos personas entrevistadas con
respecto a la necesidad de implementar A.A. en el ámbito de las fuerzas armadas. Se
trata de instaurar cupos en los altos rangos de las fuerzas militares, con el fin de pro-
mover mayor acceso de afrocolombianos(as), negros(as), raizales, palenqueros(as)
a esos cargos y no solo en los niveles de jerarquía militar más bajos.
[…] yo no soy amigo de las fuerzas militares ni de la Policía, pero en las ins-
tituciones debería haber unas cuotas para gente que estudia en altos cerrados
[…] por decir algo, en la General Santander. […] en la General Santander
[…] eso es costosísimo, eso es más caro que estudiar en una universidad
privada y a veces allá debe haber gente nuestra en esas posibilidades. En el
Ejército lo mismo, sí, reclutas hay quien van y los matan por ahí [sic] pero no
hay las personas que estén donde se manda, no sé cómo se llama la escuela de
educación del Ejército […] así como tiene la Policía me imagino que tienen
donde forman sus generales. En ese tipo de cosas tiene que haber cuotas, en
la armada nacional, en la naval. En la naval debería haber una cuota […]
allá nuestros jóvenes quieren estudiar y son rechazados por el solo hecho
del color […] a mí no me gusta eso pero hay algunos otros que les gusta, les
gusta ser policías, les gusta ser militares, les gusta ser aviadores y ahí no hay
chance para nosotros (Mario Martínez. Cali, 2007).
El tercer ámbito de implementación de las A.A. está asociado con los dere-
chos de vivienda y salud. En varias narrativas se considera que las A.A. deben
implementarse de manera urgente e inmediata en el ámbito relacionado con
el derecho a la vivienda. Los líderes y lideresas consideran que muchos hogares
urbanos no cuentan con las condiciones adecuadas para considerarse habitables
(falta de servicios públicos domiciliarios, zonas de alto riesgo ante catástrofes
naturales, formas de construcción que no son seguras para vivienda, hacina-
miento, entre otras). Las A.A. en este espacio estarían orientadas a garantizar
el derecho a una vivienda digna.

474 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
Un dinámica similar se encuentra en el tema del acceso de la población afro-
colombiana, negra, raizal y palenquera a los servicios de salud. En este nivel,
los líderes y lideresas consideran que no existe una cobertura suficiente, no se
reconocen las particularidades culturales de afrocolombianos(as), negros(as),
raizales y palenqueros(as) como tampoco se atienden los perfiles epidemioló-
gicos específicos de la gente negra.
Varias personas entrevistadas consideran que es necesario implementar A.A.
tendientes a crear servicios médicos apropiados para la atención en salud que
partan del reconocimiento de los saberes tradicionales y la necesidad de hacerlos
parte de las prácticas médicas. Del mismo modo, demandan un régimen que
sea incluyente y eficiente para subsanar los problemas de cobertura.
Con respecto a la salud, se conciben como A.A. la posibilidad de crear me-
canismos encaminados a promover, estimular y facilitar el acceso a las formas
tradicionales de medicina practicadas por afrocolombianos(as), negros(as), rai-
zales y palenqueros(as) para validar sus saberes tradicionales y el reconocimiento
de las particularidades de esta población en el tema de salud —representadas
en factores como las enfermedades más recurrentes y las causantes de tasas más
altas de mortalidad—.
En suma, las personas entrevistadas consideran que las A.A. en el ámbito
mencionado deben orientarse a ampliar la cobertura en servicios básicos (y con
ello mejorar la calidad de la prestación del servicio de salud) y a implementar
medidas encaminadas a reconocer, proteger y potenciar sus saberes tradicionales
en el área de la salud.
Un cuarto ámbito de implementación de las A.A. es el territorial. Para algu-
nos líderes y lideresas, una de las consecuencias más evidentes de la situación
negativa que viven afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) es
su ubicación en zonas periféricas del país —en regiones que han sido olvidadas
por el Estado—, hecho que genera amplias brechas en el desarrollo económico,
político y social de dichas zonas en relación con relación al resto del país. Bajo
esta óptica lideres y lideresas identifican la existencia de «geografías racializadas»
en las que se conjugan la precariedad de condiciones sociales y económicas,
el abandono estatal, los racismos y la discriminación racial del cual han sido
objeto sus pobladores.
Algunos líderes y lideresas entrevistados hacen uso de las razones mostradas
antes para sostener que las A.A. deben implementarse en regiones como el Pa-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 475


cífico colombiano (a partir de entrevistas realizadas en las ciudades de Buena-
ventura y Quibdó). Dichas acciones buscarían mejorar las deficiencias actuales
y conllevarían a disminuir la brecha de desarrollo mencionada arriba.
Al implementar A.A. en el ámbito territorial se beneficiaría un importante
contingente de población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera. Entre
las A.A. que deberían implementarse en el ámbito territorial se encuentran la
creación de un hospital universitario en Buenaventura, el fomento de grupos
de investigación, el establecimiento de convenios internacionales de movilidad
estudiantil en las universidades y la creación de la vía al mar Ánimas-Nuquí.
Una Acción Afirmativa en Buenaventura sería devolver la sociedad portuaria, o
sea, el puerto de Colombia, para que sus principales actores sean los pobladores
de Buenaventura. Porque para nadie es un desconocimiento que la privatización
de esa empresa es parte de la situación de pobreza en que estamos. Otra Acción
Afirmativa es definir que en cada empresa, en cada institución que haya, el
70% de su población debe ser afro. Porque si somos la mayoría afros, no se
justifica que [la mayoría de] las instituciones aquí […] sean mestizas [sic]. Una
Acción Afirmativa significa que en conjunto con las organizaciones y demás
actores de esta sociedad, el Estado agilice los recursos necesarios para adquirir
un proceso educativo acorde a lo que somos nosotros como población. Creo
que puede haber muchas más, pero la principal sería que hubiera una decisión
seria del Estado para transformar las políticas educativas en una ciudad como
Buenaventura (Alberto Rosero. Buenaventura, 2007).
Finalmente se encuentran «otros ámbitos» de implementación de A.A. Los
líderes y lideresas enuncian un conjunto particular —minoritario— de ámbitos
de implementación de dichas acciones, dentro de los cuales aparecen el escenario
del deporte, los medios de comunicación, los servicios sociales de bienestar, el
fortalecimiento de los procesos organizativos en las comunidades y el fomento
del uso y la enseñanza del español, el inglés y el creole en el archipiélago de San
Andrés, Providencia y Santa Catalina.
En relación con los escenarios de implementación de las A.A. existen énfasis
asociados con aquellos espacios que a consideración de las personas entrevistadas
afectan de forma directa el combate contra la desigualdad y la exclusión histó-
rica. Por tanto, se privilegian ámbitos como la educación y la ocupación formal
(empleo) para implementar A.A. con las cuales se espera configurar de manera
progresiva un ámbito social menos desigual, a favor de la población negra.

476 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
Mecanismos de implementación de Acciones Afirmativas
Al pensar en la forma de poner en marcha las A.A., los líderes y lideresas
mencionan algunas técnicas de implementación que se centran en la posibi-
lidad de obtener mayor acceso a espacios donde su participación no ha sido
representativa, como la educación superior y el empleo. Al no tener conoci-
miento respecto de experiencias de implementación de A.A. para el acceso
al ámbito laboral en Colombia, las personas entrevistadas hacen énfasis en
la necesidad de crearlas.
La estrategia de implementación de A.A. en este ámbito debería centrarse en
tres técnicas: cupos, cuotas y trato preferencial. Las dos primeras son pensadas
para el sector público y para el privado (ocupar cargos públicos, hacer parte de
la fuerza pública u obtener vacantes en empresas privadas que promuevan la
diversidad cultural étnica); conllevan el acceso a remuneraciones adecuadas,
cargos de decisión o rangos medios y altos acordes con sus capacidades, su
formación y sus habilidades. Pocas personas mencionan el trato preferencial,
por cuanto reconocen la necesidad de priorizar y brindar un trato distinto a la
población raizal que ha sido discriminada de forma constante en los puestos
de trabajo en la isla de San Andrés.
[…] hay que plantear una ley de cuotas y manejar los porcentajes. Por cada
puesto que se ofrezca se debe tener en cuenta ese porcentaje de personas
afro que cumplan con todos los requisitos que ellos pidan, pero tienen que
cumplir con la condición de la cuota afro, de mujeres y la cuota indígena;
esto no es solo para afrocolombianos. […] y aquí hay que […] obligar a las
empresas para que no generen esos mecanismos de discriminación racial
porque están claramente definidos, […] uno lo ve desde los bancos hasta
las grandes empresas, uno ve el cajero, la cajera, uno ve a la señora de los
tintos, uno ve al vigilante afro o indígena, pero uno jamás ve el gerente [afro
o indígena] […] (Belisario Grueso. Grupo focal. Cali, 2007).
Los cupos y las cuotas para el ingreso y la permanencia en universidades
son las únicas técnicas de implementación a las que se hace referencia en el
tema educativo. Las primeras son abordadas por personas entrevistadas en la
ciudad de Cali, quienes hacen mención al caso de la Universidad del Valle
y retoman la experiencia desde el proceso de creación de la resolución que
aprueba el sistema de cupos, pasando por la justificación, los resultados y las
proyecciones. En dicha universidad se considera que deberían crearse otras

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 477


técnicas de A.A. que abarquen otro conjunto de políticas y que se descentren
del «acceso».
En vista de lo anterior, los líderes y lideresas proponen la creación de sistemas
de cuotas que superen la implementación de medidas para el ingreso y establez-
can un sistema permanente de apoyo a los estudiantes afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as), que además de permitirles ingresar, asuma
su sostenimiento económico y propicie su permanencia en la universidad.
Lo que nosotros queremos hacer es articularnos con otras organizaciones
estudiantiles nacionales y crear una ley nacional, ya sea que pase por el
congreso, que pase por donde sea, por las universidades; como un debate
nacional que dé garantía de ingreso a las universidades públicas, pero
también incluir en esa propuesta el ingreso y la sostenibilidad, la reduc-
ción de los costos en las universidades privadas. La Universidad Javeriana,
con toda su antigüedad, tiene unos problemas y una deuda que pagar, la
universidad como universidad, y si miramos la Tadeo Lozano y muchas
universidades colombianas, la Universidad del Cauca, etc. En ese sentido
le seguimos trabajando a eso, está un poco lento […] pero está allí en la
perspectiva, está en la visión de trabajo a corto, mediano y largo plazo
(Demetrio Luna. Cali, 2007).

Algunas personas entrevistadas afirman que las A.A son medidas necesarias
ante situaciones donde no hay igualdad entre grupos, comunidades o, como
en este caso, ‘razas’.
[…] de todas maneras en las Acciones Afirmativas hay una discriminación
llamada positiva, cuando el icetex dice «esta cantidad de dinero es sola-
mente para los afro» son Acciones Afirmativas; pero también podríamos
decirle «esto es para ellos; para ustedes de acá no, no tienen derecho»,
también estaríamos discriminando. Lo ideal es una sociedad justa. En
una sociedad equitativa no habría necesidad de hacer estas cosas porque
justamente cuando se hacen es porque denota [sic] que hay un problema,
entonces eso es concomitante o guarda relación con las Acciones Afirma-
tivas. Las Acciones Afirmativas son una especie de racismo positivo, que
desde ese punto de vista no es tan malo como el otro que [consiste en que]
las personas no tienen nada y se quiere que no tengan nada, pero para
siempre, y que siempre estén sometidas (Carlos Cuero. Cali, 2007).

478 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
Reflexiones finales para el debate: lo que se rechaza del tema sobre
Acciones Afirmativas
La implementación de A.A. dirigidas a la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera genera expectativas para los líderes y lideresas que representan
este grupo étnico-racial. Es posible identificar una tendencia generalizada en la
que se espera que las A.A. tengan en cuenta la opinión de la misma población
beneficiaria, que sean instrumentos de fácil acceso para hombres y mujeres y
que fortalezcan las organizaciones que conforman el Movimiento Social Afro-
colombiano. Es decir, la principal expectativa se centra en el reconocimiento
de afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) como sujetos(as)
activos y comprometidos en el proceso de cambio cultural y mejoramiento de
sus condiciones sociales, económicas, políticas, culturales y ambientales.
Muchos líderes y lideresas proyectan las A.A. como medidas de duración
prolongada. La temporalidad extendida no sugiere la perpetuación de dichas
medidas, ya que algunos líderes y lideresas reconocen que deben cesar cuando
las condiciones de pobreza, la vulnerabilidad y las exclusiones política, social y
económica dejen de afectar al conjunto de población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera.
Tiene que haber una política clara: que quede en los próximos veinte
años. La tendencia es que si en diez años vamos a resolver el problema
de toda la población, entonces en los próximos diez años vamos a meter
unos recursos especiales, adicionales, para resolver de manera mucho más
acelerada esta problemática que es más grande que esta, porque si no la
atiendo de manera especial nunca la logro equiparar con la otra problemá-
tica que tengo. Para nosotros eso es claro y por eso consideramos que no
son políticas públicas y por eso las vimos como un plan de choque (Vasco
Andagoya. Medellín, 2007).
Aunque en este capítulo se han resaltado consideraciones conceptuales gene-
rales sobre las A.A., los sujetos involucrados (as) en el proceso, las expresiones
actuales de A.A. y las justificaciones que proponen los líderes y lideresas para
legitimar dichas acciones, también existe un conjunto de narrativas que da
cuenta de sus «aspectos no deseados». Esos rasgos —muchos de los cuales se
constituyen en contrapuntos a las posturas presentadas— de las A.A. parten
de «vacíos» o «excesos» en las experiencias de líderes y lideresas con respecto a
la intervención del Estado, los planes de A.A. en proceso de formulación o de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 479


reciente implementación y las valoraciones personales respecto a la pertinencia
o no de cierto tipo de acciones.
En primer lugar, algunas personas entrevistadas consideran que las A.A. solo
lograrán posicionarse ante el Estado cuando abandonen el carácter «reparativista»
que algunos líderes y lideresas quieren imprimirles. En algunas entrevistas se
evidencia el rechazo a las demandas de A.A. sustentadas en la reparación de las
injusticias del pasado, por las que supuestamente nada se puede hacer. Además,
los entrevistados(as) aseguran que las personas afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras se han escudado en la necesidad de reparar los daños de la trata
esclavista transatlántica, en lugar de luchar por sus propios espacios como co-
munidad para procurar un mejor desarrollo, por lo que deben replantearse las
A.A. de tal forma que sean ellas las que potencien el autodesarrollo.
Los afrocolombianos y los chocoanos nos hemos quedado en una cosa
que no nos produce absolutamente nada y no nos va a producir nada, el
reclamar por una deuda histórica que tiene el país con la raza negra o que
tiene con los afrocolombianos por la explotación de nuestros territorios,
por la esclavización y por esas otras circunstancias. Si nosotros nos queda-
mos esperando ese tipo de reparaciones es muy poco lo que vamos a lograr;
[…] lo que nosotros tenemos que hacer es reconocer que nosotros mismos
somos capaces y ser nosotros los potenciadores de nuestro desarrollo, no
esperar que vengan otros a reconocernos derechos o que vengan otros a
pagarnos una deuda histórica. Debemos ser nosotros quienes empecemos a
construir nuestro desarrollo; allí creo que es donde deben estar las Acciones
Afirmativas, que nosotros mismos seamos capaces de construir un proceso
de crecimiento social, económico y de reconocimiento de derechos antes
que hacer reclamaciones […] (Manuel Valencia. Quibdó, 2007).
Otras personas entrevistadas que adoptan la misma postura consideran que
aunque se implementen A.A. con un enfoque de reparación, no tendrían la
capacidad de producir grandes cambios en la situación actual y aún menos en
el resarcimiento de situaciones acaecidas en el pasado lejano.

En materia de Acciones Afirmativas se ha avanzado en un 5%, y creo que


eso no es nada en comparación a toda la explotación de la que se ha valido
y sigue valiéndose el capitalista, sobre todo el hombre blanco, el no corracial
y los que se le aproximan (John Carabalí. Cali, 2007).

480 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
En segundo lugar, existe un grupo de líderes y lideresas quienes consideran que
las A.A. bajo ciertas modalidades generan o reproducen la exclusión. Aseguran
que la ausencia de argumentos contundentes para seleccionar a los grupos de
beneficiarios(as) de dichas medidas produce cierta incertidumbre respecto a la
posibilidad de eliminar las brechas socioeconómicas entre afrocolombianos(as),
negros(as), raizales, palenqueros(as) y las mayorías blanco-mestizas; además,
consideran que la selección —establecida por cualquier tipo de criterio—
siempre albergará un tipo de exclusión que a largo plazo redundaría en graves
polarizaciones sociales y nuevas discriminaciones. Las personas entrevistadas
que asumen esta postura no estarían contemplando entonces la idea de las Ac-
ciones Afirmativas dentro de los grupos étnico-raciales en cuestión como una
alternativa de intervención a la exclusión social.
A mí me parecen [las A.A.] la medida más conservadora, la trampa más sutil
en la que hemos caído nosotros los afros y en esa misma línea me parece
el arma más peligrosa, porque tiende a polarizar a los afros o los negros
en particular con otros grupos que también han sido excluidos. […] yo
frecuento mucho el Distrito de Agua Blanca y en relación con la Universi-
dad del Valle me doy cuenta que son mucho más pobres que la gente que
está entrando por Acciones Afirmativas. Esa gente me dice «ay profe, yo
no soy negro pero déme un visto bueno para poder entrar a la Universidad
del Valle», entonces allí las Acciones Afirmativas quedan cortas, porque la
gente lo que está pidiendo es una transformación radical de los procesos,
no de función, sino de visibilización de las acciones en participación (Sergio
Alomía. Cali, 2007).
Hasta ahora, los criterios de selección de los sujetos(as) beneficiarios de
las A.A. no han tenido en cuenta a hombres y mujeres que en la mayoría de
los casos no se identifican como afrocolombianos(as), negros(as), raizales y
palenqueros(as) por su fenotipo, pero que se autorreconocen como tal y pade-
cen las mismas privaciones sociales y económicas de quienes sí son reconocidos
por el Estado —o por la institución encargada de los procesos de selección de
beneficiarios(as)— como parte de este grupo étnico-racial.
En ese sentido, algunos líderes y lideresas perciben las A.A. como acciones
creadas para beneficiar a terceros y no a la comunidad en general. Por esto,
también suelen afirmar que las personas pertenecientes a organizaciones
sociales afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras que han abordado el

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 481


tema y han trabajado por la implementación de A.A. responden a intereses
particulares y a la búsqueda de beneficios personales y familiares.
En tercer lugar, algunos líderes y lideresas rechazan las A.A. en razón de su
aspecto paliativo por cuanto no acarrean grandes cambios sociales. Una de las
críticas que se hace a las A.A. guarda relación con el cuestionamiento de su
verdadera eficacia en la erradicación de las desigualdades socioeconómicas que
afronta la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera con respecto a
la blanco-mestiza. Algunas personas entrevistadas se muestran en desacuerdo
con la implementación de A.A. puesto que son limitadas y no permiten luchar
por la obtención de garantías para la satisfacción de las necesidades básicas
ni para el desarrollo de un proyecto de vida alternativo; tampoco permiten
alcanzar la igualdad de oportunidades a todas las personas negras, sino más
bien a unas cuantas.
No me gustan las Acciones Afirmativas porque a mí me parece que son
acciones que vienen propuestas desde el multiculturalismo, y aquí me voy
a basar un poco en lo que dice una investigadora reconocida de lo que es
el multiculturalismo, […] es una nueva especie de racismo en donde ya no
hay un grupo racial que se erige superior sino que se delimita a los otros
grupos étnicos y se les deja ahí como naturales, esencializados: usted es ne-
gro, entonces usted rumbea, hace bulla. Entonces las Acciones Afirmativas
no van a cambiar el sistema, como dice Nancy Fraser, en reconocimiento o
redistribución; Las Acciones Afirmativas, si mucho, dejan un reconocimiento
y te dan un pedacito del pastel bien controlado, pero no te van a permitir
avanzar más de ahí. ¿Qué pasa con una Acción Afirmativa, por qué te digo
de las Acciones Afirmativas? Es que el grupo oprimido vulnerable, en vez de
asumir unas posturas que están por fuera de esas Acciones Afirmativas, por
fuera de un libreto o de una carta que es en este caso la Ley 70, que es una
especie de Acción Afirmativa, se enfrasca más bien en tratar de perseguirlo ahí
dentro en vez de tomar otro tipo de actitudes como posturas de dignidad, en
vez de tratar de alcanzar lo que se necesita. Por determinación yo puedo, yo
soy capaz de organizarme hasta llegar a los espacios de poder, pero la gente
prefiere que le den eso que yo considero es como unas migajas, como los
cupitos de la Universidad del Valle (Vladimir Fernández. Cali, 2007).
En cuarto lugar, otro grupo de personas entrevistadas cuestiona la falta de
conocimiento existente sobre el concepto de A.A. y otros derivados de ésta.

482 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
Para estas personas, hasta ahora no se ha construido una definición clara del
término ni de otros conceptos que guardan relación directa con la misma
discusión (como el de reparación y discriminación positiva, por ejemplo).
Estos desacuerdos se han visto reflejados en la falta de sintonía de algunos
actores del debate como el Estado, los(as) representantes de las organizaciones
que conforman el Movimiento Social Afrocolombiano y las élites académicas
que hacen parte del grupo étnico-racial negro.
En Colombia no hay políticas todavía porque no ha habido voluntad política
[…] del Estado o del gobierno para poder asumir lo que nosotros estamos
llamando Acciones Afirmativas. El Estado cuenta con una Constitución
que habla de diversidad y de multiculturalidad pero realmente el país no
está preparado para esta realidad. No se respetan esas diferencias y eso no
ha permitido que se proyecte un trabajo que vaya encaminado a lo que
nosotros estamos llamando realmente Acciones Afirmativas, porque para
el país ese término tiene otra connotación; de pronto no tiene la misma
connotación que tenemos nosotros […], esa de la deuda histórica (Sandra
Montaño. Grupo focal. Quibdó, 2007).
Un pequeño grupo de entrevistados(as) admite desconocer el tema de A.A.
y el nivel de discusión que exista en el país. El abordaje del tema dentro del
Movimiento Social Afrocolombiano no ha sido amplio y quizá no ha contado
con la acogida y divulgación suficientes, motivos por los cuales algunos de
sus miembros reconocen sus limitaciones en el dominio especializado del
tema y admiten que esta situación representa un obstáculo para el desarrollo
de esta prometedora discusión.
El análisis de la información recogida en ocho ciudades del país por medio
de entrevistas a líderes, lideresas, consultivos(as), hombres y mujeres sensibles
a la causa afrocolombiana, negra, raizal y palenquera revela importantes carac-
terísticas y singularidades de la discusión sobre las A.A. en el país, por medio
de las aproximaciones, conocimientos e ideas de estas personas sobre el mismo.
Las aproximaciones al tema de A.A. como una opción para abordar la situación
crítica que la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera ha afrontado
durante siglos es reciente para la mayoría de las personas entrevistadas. Existe
una cantidad importante de personas que ha estado inmersa en la discusión y
conocen de qué se trata este tipo de medidas por la información referida a las
experiencias de otros países como Brasil y Estados Unidos.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 483


Aunque hemos resaltado el hecho de que los líderes y lideresas están bastante
involucrados en el tema de las A.A., es posible afirmar que el conocimiento
básico sobre algunos de sus aspectos neurálgicos es preliminar y poco sustentado
en términos académicos; corresponde sobre todo a nociones generales derivadas
de valiosas experiencias organizativas y de militancia sobre el tema étnico-racial.
Sus narrativas no están exentas de contradicción y contrasentido al momento
de plantear justificaciones para la defensa de las A.A.
Asimismo, se especula de forma constante sobre los ámbitos donde pueden
implementarse A.A. en el país. Como se sabe, las difíciles condiciones de vida
que afronta la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera impiden
superar sus carencias socioeconómicas y la brecha que mantiene con la pobla-
ción blanco-mestiza en la mayoría de ámbitos necesarios para el logro de tales
fines como la educación, la salud, la vivienda y el empleo, entre otros. En tales
circunstancias, las personas entrevistadas asumen que las A.A. son cualquier
medida de corte universalista o focalizado que se dirija a grupos de afrocolom-
bianos, negros, raizales y palenqueros o a territorios habitados por ellos.
Los daños históricos hechos a la población afrocolombiana, negra, raizal y
palenquera ocasionados por los fenómenos mencionados son un elemento trans-
versal en los temas abordados por los líderes y lideresas. Al entenderlos como
causas de la situación de pobreza y vulneración actual, un gran porcentaje de las
personas asegura que deben ser estos los motivos por los deben formularse A.A.
en Colombia y que estas deben pensarse desde un enfoque que tenga en cuenta
la reparación de la deuda histórica y sus consecuencias. Otro grupo de líderes y
lideresas piensa que las A.A no deben justificarse en hechos históricos.
Los dos elementos mencionados —el autorreconocimiento y la importancia
de la reparación histórica— son estructurantes al definir por qué deben imple-
mentarse A.A. y quienes deben beneficiarse de ellas. Aunque existe una cantidad
considerable de líderes y lideresas entrevistadas que defiende la prelación de
fenómenos como la pobreza actual de afrocolombianos(as), negros(as), raizales
y palenqueros(as), la mayoría de motivos con los que se justifica la importancia
y pertinencia de las A.A. está ligada a los dos hechos mencionados antes.
El panorama encontrado en Medellín y Bogotá —ciudades con avances
significativos en la formulación de planes de A.A.— establece diferencias alcan-
zadas solo en el momento de materializar el debate. En este sentido, los líderes

484 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
y lideresas entrevistadas ven los planes de A.A. como un avance importante y
un logro clave del Movimiento Social Afrocolombiano y de las diferentes orga-
nizaciones afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. Sin embargo, no las
conciben como el fin último sino como el inicio de un proceso de construcción
de medidas y políticas que reconozcan la necesidad de otorgar tratos diferen-
ciales que reparen los daños y salden la deuda que el Estado colombiano y la
sociedad colombiana en general tienen con el pueblo afrocolombiano, negro,
raizal y palenquero, por los tratos discriminatorios a los que se han sometido
por causa del racismo.
En cuanto al proceso de formulación de los planes de A.A., es evidente
la similitud con la que se concibe el papel de los actores participantes en el
proceso. Aunque se reconocen como los actores clave que introdujeron el de-
bate en el país —por cuyas demandas se logró la materialización de las A.A.
en Bogotá y Medellín—, no se reconoce a los funcionarios(as) como actores
clave en las discusiones sobre el tema de A.A. Por el contrario, se los ve como
los encargados(as) de materializar las demandas de las comunidades afroco-
lombianas, negras, raizales y palenqueras; es decir, se reconocen como parte
de las instituciones gubernamentales pero no como actores que hayan tenido
la iniciativa en el tema y que por sí mismos hayan logrado la formulación de
los planes de A.A.
Finalmente, en este capítulo también fueron presentadas algunas narrativas
que rechazan ciertas características que se consideran inherentes a la naturaleza
de las A.A. En especial se rechaza su carácter temporal, residual, discriminatorio
y el asociado con el utópico combate contra las condiciones de desigualdad
social estructural padecidas por la población afrocolombiana, negra, raizal y
palenquera. Algunos líderes y lideresas sugieren reflexiones para el debate dentro
del Movimiento Social Afrocolombiano sobre el carácter que deben asumir este
tipo de acciones en Colombia.

Algunas reflexiones sobre rasgos diferenciales


de líderes y lideresas entrevistadas
Las diferencias que pueden encontrarse en los relatos y la información
obtenida a partir de los tres perfiles de la población entrevistada —líderes y
lideresas, consultivos(as) y sensibles a la causa afrocolombiana, negra, raizal

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 485


y palenquera— no permiten inferir que alguno tenga mayor dominio sobre
el tema de las A.A. en Colombia. Quizá la única diferencia se encuentra en
las entrevistas realizadas a los consultivos(as) distritales, pues al ser la figura
de participación de la comunidad afrocolombiana, negra, raizal y palenquera
asentada en la ciudad de Bogotá han participado de forma activa en el proceso
de formulación del piaa, y en consecuencia sus relatos son los únicos en Bogotá
que dan cuenta de la experiencia vivida y los criterios bajo los cuales se dieron
los aportes de líderes y lideresas en la creación de dicho plan.
Es evidente el aporte que hace el grupo de personas entrevistadas en Bogotá y
en Medellín al reconocimiento de las dinámicas y las particularidades del debate
de las A.A. en Colombia. Al haber sido parte de los procesos de formulación
colectiva de los planes de A.A. en cada ciudad, dan cuenta de un nivel distinto
de la discusión en el que se evidencian acciones concretas a implementarse en
la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
Las personas entrevistadas en las ciudades de la región del Pacífico colom-
biano —Buenaventura y Quibdó— muestran una diferencia con respecto a los
líderes y lideresas de las demás ciudades, puesto que son territorios ocupados
históricamente por pueblos negros y afrocolombianos. Desde esta particula-
ridad (que incide en el tema de A.A.), las personas allí entrevistadas conciben
las A.A. como acciones gubernamentales dirigidas al grueso de la población, en
vez de entenderlas como medidas orientadas a grupos particulares. La mayoría
de hombres y mujeres que habitan la región Pacífica colombiana es entonces
merecedora de A.A., ya que hace parte de un grupo étnico-racial que ha estado
en una posición de desventaja socioeconómica, política, cultural y ambiental
frente a la población blanco-mestiza que habita el centro del país.
Los líderes y lideresas entrevistadas en la ciudad de San Andrés tienen una
postura sobre las A.A. distinta a la que ostentan las personas entrevistadas en
las demás ciudades; no obstante, hay dos tendencias dentro de ese grupo que
difieren entre sí sobre la forma en que las A.A. deberían existir en la isla.
Las personas que se inscriben en la primera tendencia conciben estas medidas
diferenciales como formas de reparar el abandono en que el Estado colombia-
no ha tenido a la Isla y sus habitantes y el daño que los procesos de creación
de una Nación homogénea les ha ocasionado a su cultura como grupo raizal,
incidiendo en sus prácticas espirituales, educativas y lingüísticas.

486 Las Acciones Afirmativas vistas por líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombiano
Por otro lado, las personas que se inscriben en la segunda tendencia mani-
fiestan que la población raizal no necesita ser beneficiaria de A.A., puesto que
quienes son discriminados en la isla son las personas negras continentales que
se han asentado en San Andrés, que además de ser discriminadas se encuentran
en condiciones de mayor vulnerabilidad y pobreza.
Cartagena, a diferencia de ciudades como Cali y Pereira, contó con una
cantidad considerable de personas entrevistadas que reconoció la urgente
necesidad de crear A.A. en espacios como la educación superior y el empleo,
ya que la situación actual evidencia que las oportunidades para las personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras que allí habitan no cubren el
porcentaje de personas que las necesita.
Una de las particularidades de Cali es la constante mención que hacen las
personas entrevistadas allí respecto de la creación de un sistema de cupos en la
Universidad del Valle para el ingreso de estudiantes afrocolombianos, negros,
raizales y palenqueros. Esta medida de A.A. es su principal referencia al hablar
de las experiencias conocidas y sirve como punto de partida para proyectar
acciones similares en otros espacios.
En las entrevistas a líderes y lideresas en Pereira no se encuentran rasgos
particulares que las distingan de las llevadas a cabo en las otras siete ciudades.
Una de las posibles razones por la que no se evidencia una tendencia clara que
la diferencie de las demás ciudades puede radicar en el hecho de que el número
de entrevistas realizadas allí a líderes y lideresas fue menor que en las demás
ciudades.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 487


“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Capítulo
6
Características generales de los programas sociales
en las ciudades de Bogotá, Cartagena, Medellín, Pereira
y San Andrés. El lugar del reconocimiento de la diferencia
étnico-cultural o étnico-racial negra
Claudia Mosquera Rosero-Labbé
Ruby Esther León Díaz

Introducción
El análisis que presentamos a continuación sobre programas sociales de bie­
nestar focalizados tiene por objetivo caracterizar el contexto de la intervención
social del Estado en cinco ciudades, a partir de las narrativas de funcionarios(as)
a cargo de la dirección o la implementación directa de dichos programas.
Entendemos por programas sociales de bienestar focalizados1 al conjunto de
servicios y bienes ofertados por las instituciones públicas que se encargan de
la asistencia social a la pobreza, y a la vulnerabilidad de personas y grupos de
población urbana. Estos servicios corresponden a directrices nacionales pro-
ducto de distintas legislaciones, del Plan Nacional de Desarrollo y de planes
de desarrollo, distritales, departamentales y municipales vigentes. En particu-
lar, se alude a los programas sociales focalizados de los Distritos de Bogotá y
Cartagena, el Departamento de San Andrés Isla y los municipios de Medellín
y Pereira ofrecen para la atención de distintas poblaciones consideradas como
vulnerables desde el punto de vista social. Nuestro interés se dirige hacia la
dinámica interna de los programas sociales focalizados, la cual se relaciona con
los principios que sustentan dicha atención, las características de la población
beneficiaria, los requisitos para el acceso a los programas y los determinantes
de la permanencia. En ese conjunto, que hemos decidido denominar carac-
terísticas generales de los programas de bienestar, también analizaremos el
lugar que ocupa la diferencia étnica o étnico-racial de las personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras.
El trabajo de campo que originó esas narrativas consideró cinco de las
ocho ciudades incluidas en la muestra de la investigación: Bogotá, Cartagena,
1 En este capítulo nos referiremos a los programas de bienestar, a los programas sociales
focalizados y programas sociales de bienestar focalizados como sinónimos.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 489


Medellín, Pereira y San Andrés. Las otras tres ciudades no se incluyeron en el
análisis debido a diversas circunstancias. Por un lado, Quibdó cuenta con una
homogeneidad étnico-racial negra entre funcionarios(as) y beneficiarios(as) de
los programas sociales focalizados, situación que exige un trabajo de campo
más extenso y específico para observar las dinámicas étnico-raciales particulares
que efluyen de tal homogeneidad. Por otro lado, en la ciudad de Cali, la mayor
parte de la población negra y afrocolombiana no se encuentra concentrada en
dicha ciudad sino en el Distrito de Aguablanca; descartamos la posibilidad de
incluir ese Distrito puesto que implicaría un desbalance en la concentración de
entrevistas en relación al resto de ciudades. En cuanto a la ciudad de Buenaven-
tura, no logramos desarrollar el trabajo de campo sobre los programas sociales
focalizados a causa de problemas de orden público que allí se presentaron durante
la fecha en que se había programado la realización de las entrevistas.
Las reflexiones que en este capítulo planteamos se sustentan en noventa y dos
entrevistas individuales y ocho grupos focales adelantados en Bogotá, Cartage-
na, Medellín, Pereira y San Andrés (ver la descripción detallada en la Tabla n.º
1). Las entrevistas, de carácter semiestructurado, se realizaron a un grupo de
intervinientes (compuesto en su mayor parte por mujeres blanco-mestizas) que
ejercen profesiones relacionales tales como Trabajo Social, Psicología Clínica
y Psicología Social, así como a profesionales de Administración de Empresas,
Antropología, Ciencia Política, Derecho, Economía, Filosofía, diversas Inge-
nierías, Medicina, Nutrición y Dietética, Odontología, Pedagogía, Publicidad
y Sociología. Asimismo, se entrevistaron promotoras sociales institucionales y
promotoras sociales comunitarias que son generalmente líderes y/o lideresas
que prestan un voluntariado no remunerado en beneficio de ciertos grupos
de población —adultos(as) mayores, personas en condición de discapacidad y
niños(as). Los grupos focales se realizaron en la ciudad de Bogotá; gran parte
de estos incluyeron personas beneficiarias de programas de bienestar y quienes
en su mayoría eran blanco-mestizas.
Entre marzo y noviembre de 2007, se realizaron treinta y siete entrevistas y
un grupo focal a funcionarios(as) responsables de programas sociales focalizados
en Bogotá. Tres de estas entrevistas las realizamos a funcionarias encargadas de
la identificación y focalización de personas potencialmente beneficiarias de
programas; nueve a funcionarios(as) responsables de la dirección y coordinación
local de programas; y veintiséis a funcionarios(as) de primera línea, es decir,

490 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
Tabla 1
Entrevistas y grupos focales realizados entre marzo y diciembre de 2007

Número de
Ciudad
entrevistas realizadas
Bogotá Entrevistas 38
Grupos focales 8
Cartagena 18
Medellín 8
Pereira 15
San Andrés 13
Total 100

responsables del suministro directo y cotidiano de programas en diez localidades2


de la ciudad. También se realizó un grupo focal con profesionales vinculadas al
proyecto de comedores comunitarios en la localidad de Suba.
Con personas beneficiarias de programas sociales focalizados, realizamos
una entrevista individual y siete entrevistas a grupos focales, en las localidades
de Suba, Kennedy y San Cristóbal, las cuales tenían una duración aproximada
de 45 minutos. En estos grupos participaron entre cuatro y diez personas,
quienes discutían en colectivo sobre diversos temas relacionados a dichos
programas. Primero, se indagaba, sobre algunas características del programa
social focalizado al que asistían: perfiles de las personas beneficiarias, requi-
sitos y proceso de selección. Luego, promovíamos reflexiones respecto a las
personas que, teniendo los requisitos de acceso que ellos(as) enunciaban, no
lograban acceder a los programas de bienestar, y respecto a las razones a las que
atribuían este hecho. Después, procurábamos indagar sobre la existencia de
racismo como un fenómeno general de la sociedad y sobre si repercutía en la
dinámica de los programas de bienestar. Por último, sugerimos una pregunta

2 De acuerdo a la experiencia obtenida en la investigación Construcción de Saberes


de Acción en procesos de intervención con población afrocolombiana desplazada,
desarrollada por Claudia Mosquera Rosero-Labbé, decidimos escoger diez localidades
que se caracterizaban por concentrar un número importante de población negra, afro-
colombiana, raizal y palenquera: Bosa, Candelaria, Ciudad Bolívar, Kennedy, Rafael
Uribe Uribe, Santafé, San Cristóbal, Suba, Tunjuelito y Usme.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 491


reflexiva relacionada con el impacto de la pertenencia étnico-racial negra3 en
el padecimiento de la pobreza y/o la vulnerabilidad.
Es importante aclarar que en la ciudad de Bogotá hubo un mayor desarrollo
de entrevistas por dos razones. En primer lugar, porque fue la ciudad sede de
la investigación, ya que allí se encuentra ubicado el Grupo de investigación
Idcarán del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Co-
lombia. En segundo lugar, porque fue la primera ciudad del país que inició
un proceso de formulación e implementación de Acciones Afirmativas. En
la Política Pública Distrital y el Plan Integral de Acciones Afirmativas para
el Reconocimiento de la Diversidad Cultural y la Garantía de los Derechos
de los Afrodescendientes residentes en la capital se considera un conjunto
de Acciones Afirmativas para personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras que deben implementarse a partir de 2007 en programas sociales
a cargo de la Secretaría de Integración Social del Distrito4.
En el trabajo de campo desarrollado entre el 17 y 21 de septiembre de 2007
en la ciudad de Medellín, se realizaron ocho entrevistas. Cinco se les hizo a
3 Pertenencia étnico-racial y grupo étnico-racial son nominaciones utilizadas a lo largo del
presente texto, con las cuales queremos explicitar la relación entre dos construcciones
simbólicas con impacto en la vida cotidiana de las personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras. El término ‘étnico’ alude a la diferencia que es reconocida y
objeto de protección por parte del Estado colombiano, según la proclama consti-
tucional. Bajo esta categoría se identifican miembros de pueblos indígenas, negros,
afrocolombianos y rom. En particular, las personas negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras pertenecen a una cultura no hegemónica, reconocida como parte de la
nación multicultural, con derechos especiales y cuya existencia en la Nación colom-
biana se explica por el crimen de lesa humanidad de la trata esclavista. En cambio,
el término ‘racial’ se comprende como una construcción simbólica con importantes
repercusiones en la vida de las personas negras, en otras palabras, como «una poderosa
ficción reguladora, mediante la que determinadas diferencias pasan a ser significadas
en determinados contextos, estabilizando jerarquías y confiriendo ciertas características
encarnadas como legitimadoras de opresiones y exclusiones, privilegios y dominaciones»
(Romero, 2003: 113). Al conjugar ambos términos, se pretende señalar el fenómeno
mediante el cual los rasgos fenotípicos (raciales) se imbrican con diferencias étnicas,
hecho cuyo resultado es el padecimiento por ser diferente. Ser una persona negra,
afrocolombiana, raizal o palenquera va a definir simbólica y materialmente (véase
el capítulo tercero de este libro, a cargo de Carlos Augusto Viáfara López, Fernando
Urrea-Giraldo y Juan Byron Correa Fonnegra) la pertenencia a un lugar subvalorado
en la sociedad e históricamente relegado a la subalternidad.
4 Antiguo Departamento Administrativo de Bienestar Social de Bogotá, dabs.

492 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
funcionarios(as) responsables de la dirección y coordinación de programas
de bienestar del municipio; dos, a funcionarias a cargo de la implementación
de programas sociales en la Unidad Integral de Aranjuez; y una entrevista, a
una funcionaria de la Gobernación de Antioquia.
En la ciudad de Cartagena, visitada entre el 22 de octubre y el 1 de no-
viembre de 2007, realizamos diecisiete entrevistas individuales. Cinco de
ellas a funcionarios(as) que coordinaban programas de bienestar; cinco a
funcionarias encargadas de la implementación directa de dichos programas en
las tres localidades del Distrito (la Virgen y Turística, Histórica y del Caribe
Norte, e Industrial de la Bahía); dos a promotoras sociales y comunitarias
del barrio Santa Rita y Providencia; cinco a funcionarios(as) responsables
de la coordinación de programas sociales focalizados en la gobernación de
Bolívar. También realizamos una entrevista colectiva a dos miembros de
una ong internacional especializada en la atención a niños(as) en riesgo de
explotación sexual.
Entre el 25 de noviembre y 1 de diciembre de 2007, se elaboraron trece
entrevistas en la isla de San Andrés. Tres entrevistas se realizaron a personas
encargadas de la coordinación de programas de bienestar; seis a profesionales
a cargo de la intervención directa; y cuatro a miembros de una ong local
encargada de la atención a jóvenes infractores de la ley. Finalmente, se visitó
la ciudad de Pereira, entre el 10 y 15 de diciembre de 2007, en donde reali-
zamos quince entrevistas: nueve, a personas encargadas de la coordinación
de programas sociales; cinco a funcionarios(as) del programa alimentario
del municipio; y una, a una profesional de una organización educativa no
gubernamental para niños(as).
En general, las entrevistas individuales tuvieron una duración aproxima-
da de 40 minutos. El temario sobre el que se interrogó tenía que ver con la
experiencia profesional de la persona entrevistada, la dinámica de los pro-
gramas sociales que se encontraban bajo su responsabilidad (características
de las personas beneficiarias, requisitos de ingreso y permanencia, nivel de
asistencia de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, y exis-
tencia de programas o políticas de acceso especial para personas o familias de
grupos étnicos). También se formularon preguntas dirigidas a indagar por
la concepción de vulnerabilidad y la existencia del fenómeno del racismo en
Colombia. Por último, se planteó una pregunta reflexiva en la que se solici-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 493


taba tres argumentos para otorgar una atención especial o preferencial para
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en los programas
sociales focalizados.
El esquema bajo el cual analizamos la información se presenta en el presente
capítulo, el cual se encuentra dividido en cuatro secciones. La primera sec-
ción da cuenta de los principios que dirigen y justifican la acción del Estado
en la cuestión social5. En la segunda, presentamos un conjunto detallado de
reflexiones sobre las nociones de pobreza y vulnerabilidad que se vehiculan en
los programas sociales mediante las narrativas de profesionales responsables y
de personas beneficiarias de dichos programas. En la tercera, concentramos
nuestro análisis en la relación entre vulnerabilidad y grupos étnicos, y, de
manera particular, por una parte, resaltamos la consideración de las perso-
nas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras como vulnerables, y las
razones por las cuales las personas entrevistadas explican la poca demanda,
acceso y permanencia en los programas sociales por parte de las mismas;
por otra parte, presentamos tres alternativas que funcionarios(as) expresan
en sus discursos para acoger a personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras pobres en programas sociales. En la cuarta, realizamos algunas
apreciaciones finales con las que pretendemos, además de hacer un recuento
sobre las ideas planteadas a lo largo del capítulo, sugerir interrogantes sobre el
lugar que ocupan las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
beneficiarias de los programas sociales de bienestar.

Principios rectores de los servicios sociales


En las narrativas de las personas entrevistadas, la intervención que realiza el
Estado, mediante los programas de bienestar, se valida en la medida que busca
garantizar ciertos niveles de ciudadanía a quienes se encuentran en situaciones
de pobreza o padecen distintas formas de vulnerabilidad. En primer lugar, las
razones que sustentan dicha intervención evocan la obligación social del Estado
como garante del bienestar de los ciudadanos(as). En segundo lugar, traspasando

5 La cuestión social se interpreta como el conjunto de problemáticas sociales objeto de


intervención mediante política pública por parte del Estado. Al igual que Margarita
Rozas (2004), se entiende que la concepción de la cuestión social se encuentra de-
terminada por las distintas funciones que el Estado asume en razón del modelo de
desarrollo adoptado por una sociedad liberal, de bienestar y neoliberal.

494 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
los límites del país, los programas sociales en especial aquellos que combaten
la miseria, el hambre, la enfermedad y el analfabetismo se justifican, según
las personas entrevistadas, porque hacen parte de estrategias mundiales para
concretar el Desarrollo Humano6, ya que, sin apartarse del modelo económico
de mercado, pretenden dar respuesta a determinadas situaciones sociales que
impiden el bienestar de las personas y limitan el alcance de ideales democráticos
superiores como la libertad, la igualdad y la justicia social.
Con base en estos principios, funcionarios(as) consideran que los progra-
mas sociales focalizados, al hacer parte de un proyecto estatal, se convierten
en un mecanismo de concretización de la ciudadanía de algunas personas
que se encuentran en condiciones de pobreza y vulnerabilidad. Estos me-
canismos albergan una lógica que depende de una serie de principios sobre
los cuales se sustenta y justifica la intervención estatal. No obstante, como se
expondrá a continuación, dichos principios entrañan una paradoja, ya que
si bien pretenden materializar ideales del discurso democrático que aspiran a
una sociedad libre, igualitaria y justa, se encuentran demarcados por nuevas
prácticas burocráticas que son producto del sistema económico neoliberal
que exige la maximización de los escasos recursos asignados por el Estado al
gasto público social.

El principio de la asistencia
De acuerdo a las narrativas de las personas entrevistadas, este principio da
cuerpo a los programas sociales focalizados porque legitima la provisión de bienes
y servicios sociales por parte del Estado. La asistencia consiste en la entrega de
suministros y ofrecimiento de atención profesional a personas pobres para que
remedien su situación socioeconómica en un momento determinado de su vida.
En la práctica, este principio se materializa en dos tipos de asistencia: uno que

6 En este sentido, los Objetivos del Milenio (odm) son el proyecto multinacional aban-
derado en este momento como indicador de progreso y desarrollo de las naciones.
Los odm surgen en el marco de la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas
en el año 2000, adoptada de forma progresiva por la Asamblea General y ratificada
por las organizaciones internacionales; se definen como «un conjunto preciso de
ocho objetivos, 18 metas numéricas y 50 indicadores cuantificables para evaluar
el progreso en distintas áreas relacionadas con el desarrollo» (Busso, Cicowiez &
Gasparini, 2005: 27).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 495


suministra bienes7 para atender de forma transitoria8 la condición de pobreza
y/o vulnerabilidad de ciertos grupos de población; y otro que proporciona un
conjunto de servicios profesionales con los cuales se pretende atender, de ma-
nera individual, familiar o grupal, la demanda de una persona. Respecto a este
último, se considera asistencia social tanto el suministro de información respec-
to a la oferta de programas sociales que ofrece el Estado, como la orientación
profesional especializada para afrontar una situación particular (fallecimiento
de familiares, falta de empleo, desastres naturales, desplazamiento forzado).
La asistencia, además de la entrega de bienes y oferta de atención profesional,
también intenta vincular a las personas a otros servicios estatales relacionados,
tales como la salud y la educación. Esto con el objetivo de cualificar la perma-
nencia de las personas en los programas sociales, es decir, facilitar el surgimiento
de actitudes y prácticas que a futuro permitan a las personas beneficiarias (auto)
superar sus condiciones de pobreza y/o vulnerabilidad.
Los escenarios donde se pone en práctica este principio tienen un carácter
individual cuando aquellas acciones (consultas o entrevistas personales, visitas
domiciliarias) involucran a la persona que demanda programas sociales, o un
carácter comunitario en el cual la institución establece mecanismos para que,
mediante intervenciones puntuales y masivas (brigadas de atención), se asista a
un número importante de población. Estas últimas son jornadas masivas prac-
7 Se entregan alimentos (bonos canjeables, mercados, alimentos preparados, comple-
mentos nutricionales), medicamentos, prótesis para personas discapacitadas, ropa
(kit de recién nacido, kit gestante, zapatos, uniformes de colegio), implementos de
aseo personal, auxilio funerario, pasajes de retorno al sitio de origen para inmigrantes
urbanos, y ayudas humanitarias a personas y familias damnificadas por inundaciones,
deslizamientos o incendios (colchonetas, cobijas, menaje de cocina).
8 La transitoriedad es un atributo fundamental de los programas sociales focalizados
—sobre todo en una lógica de mercado— porque permite garantizar mayor cobertura
de necesidades a distintas personas, al tiempo que evita la conformación de relaciones
asistencialistas con las personas beneficiarias. «[…] las personas finalmente pueden
inventarse toda su tragicomedia para adquirir un apoyo estatal […]. Uno para evitar
eso […] les dice igualmente que el apoyo se da solamente una vez, lo que es oir ciu-
dadanía solo es una vez; entonces a ellos se les enfatiza en que si de verdad se trata de
una emergencia se le apoya, pero que si en este momento no es emergencia —y lo
logran convencer a uno, porque acá también uno es débil, carne y hueso, puede uno
fácilmente creerle a las personas— va a desperdiciar su oportunidad cuando realmen-
te esté en emergencia. Entonces, la cuestión es mucho más de conciencia para […]
identificar a la población» (Belinda Molina. Bogotá, 2007).

496 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
ticadas en Bogotá, Cartagena y San Andrés, en las que se movilizan programas
sociales hasta territorios ubicados en zonas especificas de la ciudad (generalmente
periféricas) en las cuales se concentra la población pobre. Dichos territorios son
previamente seleccionados, en muchas ocasiones gracias a contactos con líderes
comunitarios, de acuerdo al grado de pobreza y/o vulnerabilidad de sus habitan-
tes. Los objetivos de las jornadas son brindar acceso directo a servicios puntales
como vacunas, citologías, registro civil y cedulación, y remisión de casos que
requieren atención especializada a entidades (públicas y privadas) prestadoras de
programas sociales de bienestar. Mediante las brigadas también se busca lograr
la re-vinculación de personas a programas sociales en curso.
[…] tratamos de hacer una brigada de atención en ese sector que es en donde
están las ollas de consumo, precisamente para volver a capturar, si es posible, a
las personas que hayan desertado del programa y darles otra opción. A mitad
de año, lo que hacemos es lo mismo; volver a recapitular, ver quiénes ingresaron
al comienzo, dónde están y cómo los podemos seguir apoyando. Tratamos de
implantar en la segunda parte del año una brigada de salud para hacerle segui-
miento a sus cuadros, a sus enfermedades […]; el año pasado identificamos a
uno que tenía ets [Enfermedades de Transmisión Sexual], entonces tratamos
de tener control […] con la Secretaría de Salud de las enfermedades infecto-
contagiosas que ellos puedan tener y todo eso para que tengan algo de medicina
general, al menos una vez al año (Ellen Willson. San Andrés, 2007).

El principio de igualdad-no discriminación


En las narrativas de funcionarios(as), el principio de igualdad-no discri-
minación permite garantizar el trato uniforme, homogéneo y, sobre todo, no
discriminante en la atención a las necesidades básicas, comunes a todos los seres
humanos: alimentación, vestido, vivienda entre otros. Mediante este principio se
pretende neutralizar aspectos como la ‘raza’, creencias religiosas o ideas políticas
para que estos no afecten el libre acceso o la calidad de los programas sociales
que se suministran. Según funcionarios(as) de todas las ciudades, la igualdad-no
discriminación se alcanza brindando un trato estándar o igualitario a todas las
personas que solicitan y acceden a los programas. Se considera que el trato igua-
litario se logra al garantizar que el acceso a la asistencia se establezca de acuerdo
al orden de llegada de la solicitud de la persona que busca ser favorecida por un
programa de bienestar; con ello, se debe privilegiar a quienes han radicado su
solicitud con mayor antelación.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 497


Priman las personas que empiezan a llegar […] porque no puedo negarle a
una persona que solicitó [el acceso] al comedor más temprano [y otorgár-
selo] a una que llegó un mes después (Grupo focal, profesionales a cargo de
programas sociales. Bogotá, 2007).
No debería dársele prioridad a ninguna persona, a no ser por situaciones excep-
cionales reconocidas por leyes nacionales o pactos internacionales (por ejemplo, la
situación de desplazamiento forzado). En especial, ninguna particularidad iden-
titaria9 (como la pertenencia étnico-racial, o étnico-cultural) debe interferir en la
toma de decisiones con respecto al acceso a los programas sociales de bienestar. La
mayoría de funcionarios(as) enfatizan que en sus prácticas profesionales siempre
evitan considerar la pertenencia étnico-racial, ni siquiera como una característica
demográfica, para que no se convierta en un criterio de exclusión.
Realmente en mi forma de atención, yo atiendo a todo el mundo igual.
Nunca pienso cuando viene una persona negra que es negra, simplemente
es una ciudadana o ciudadano que requiere ser atendido por una proble-
mática que trae. Pues yo realmente no la diferencio, lo que pasa es que hay
situaciones […] en las que uno ve que la persona es menos apoyada, pero
en mi manera de atender, aquí en esta Subdirección, […] a todo el mundo
le doy la misma atención. O sea, nunca la miro con discriminación en ese
sentido […] de que por ser negra [debe tener prioridad]. No, para nada
(Julia Rodríguez. Bogotá, 2007).
[…] para mí un negro es muy normal, para mí sigue siendo un ser humano
común y corriente igual que los desplazados, igual que todos; […] yo digo
que todos […] son iguales. Yo creo que este programa social de pronto surgió
un poco porque yo acá les dije: […] «nosotros vamos a ser equitativos con
todos, vamos a ser muy equilibrados, no importa si es negro, si es desplazado,
si viene de estrato 1, estrato 2; desde que me cumplan los requisitos no hay
ningún problema» (Carolina Díaz. Pereira, 2007).

El principio de integración social


Los programas sociales focalizados pueden considerarse como mecanismos
para que ciudadanos(as) pobres y/o vulnerables se incorporen a la sociedad de
9 La homologación de las diferencias culturales a los rasgos identitarios-culturales indi-
viduales será objeto de análisis en el capítulo siguiente de este libro.

498 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
manera armónica mediante la atención de algunas de sus necesidades sociales y
económicas. Así pues, se invoca la integración social como principio orientado
a garantizar que las personas favorecidas establezcan relaciones respetuosas y
de convivencia dentro de los programas de bienestar. Por ello, funcionarios(as)
piensan que la integración se logra cuando se producen relaciones de solidaridad,
respeto y mutuo reconocimiento dentro de dichos programas.
La integración es que los programas están para todos los grupos pobla-
cionales, es cómo tener acceso a ellos, mas no dividirlos (Milena Rosero.
Bogotá, 2007).
Las personas favorecidas también evocan estos valores al reconocer que en
algunos programas sociales se promueven prácticas relacionadas con el trato
respetuoso y, en algunas ocasiones, con la tolerancia hacia otras personas be-
neficiarias y hacia las personas encargadas de la prestación del programa social
del cual se benefician.
Nos han ayudado también […] a integrarnos, como que todos somos her-
manos y somos uno solo […] porque hay gente que a veces, […] que todavía
[…] no captan eso y […] le toca a uno saber tratar a la gente (Grupo focal Las
Flores, beneficiarios(as) de programas sociales focalizados. Bogotá, 2007).

El principio de empoderamiento
El principio de empoderamiento involucra de forma directa y activa a los suje-
tos receptores de los programas sociales focalizados en el restablecimiento de sus
derechos sociales y económicos vulnerados. En lo que concierne a este principio,
funcionarios(as) consideran que la intervención social del Estado debe también
generar en las personas favorecidas de programas de bienestar un sentimiento de
conciencia sobre su ciudadanía activa (i.e. sujetos universales de derechos, con
deberes y responsabilidades). En consecuencia, se espera que estas personas prac-
tiquen la agencia no solo entendida como la capacidad de tramitar individual y
colectivamente sus demandas ante el Estado, sino también como la asunción de
actitudes propias de un sujeto activo que busca la auto-superación de su situación
de pobreza individual/familiar y que, además, transmite ideas de empoderamiento
a otras personas que se encuentran en su misma condición de vulnerabilidad.
Las mamás y los papás con sus cincuenta y cinco representados deben hacer
tres encuentros de cuidado al año en los temas que definimos en la escuela de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 499


madres y padres. [En] el primer encuentro nosotros los acompañamos al cien
por ciento para explicarles a la mamá y al papá cómo se hace el encuentro
y los otros dos encuentros serán liderados por las mamás y los papás […].
En el marco de los Encuentros de Cuidado, se vuelven autogestionadores
[sic] porque nosotros lo que tenemos es una red de acceso, entonces les
informamos que está Profamilia, que estamos trabajando con ellos, si está
la Secretaría de Educación, que estamos trabajando […] todo el portafolio
de bienes y servicios (Teresa Vélez. Medellín, 2007).
Las narrativas de funcionarios(as) de las cinco ciudades evocan la importan-
cia de aplicar este principio durante todo el proceso de intervención, ya que
el «empoderamiento» evita la reproducción de relaciones asistencialistas en los
programas, entre otras cosas, al reducir el tiempo de permanencia de las personas
en los mismos. Así, el principio de empoderamiento tiene un valor agregado
puesto que también permite afrontar dificultades propias de la cuestión social
contemporánea (Rozas, 2001) como la baja asignación de recursos públicos
frente a la creciente demanda de asistencia social.
Dentro de los lineamientos que tiene comedores, está que los comedores en
un momento dado se vuelvan autosostenibles. La autosostenibilidad implica
muchas cosas; implica que las personas que están en comedores se capaciten;
puedan asociarse y puedan producir no solamente para ellas sino […] que su
comedor se vuelva auto-sostenible; que ellos con su trabajo, que ellos con su
organización puedan en un momento dado empoderarse del comedor y trabajar
el comedor; que ya no tengan que trabajar con operadores contratados por
el Distrito. Lo ideal sería que el Distrito contratara con algunas asociaciones
de participantes de comedores (Alejandra Orjuela. Bogotá, 2007).
Las personas beneficiarias de programas sociales focalizados interpretan
el empoderamiento como colaboración y retribución. Muchas personas
beneficiarias expresan en sus narrativas que hacer parte de un programa
social focalizado es un «un privilegio» que genera obligaciones personales en
retribución, por la asistencia recibida, a quienes están directamente a cargo
de la prestación del programa —funcionarios(as) técnicos y profesionales,
sobre todo los(as) de organizaciones no gubernamentales. Además, estiman
que su activa y constante participación en las actividades (charlas, talleres,
capacitaciones), sugeridas por funcionarios(as) para el empoderamiento,
puede redundar en la extensión del tiempo de permanencia en los programas

500 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
sociales de los cuales son beneficiarios(as), o favorecer a futuro la elegibilidad
en otros programas del Estado.
Yo pienso que a donde le tienden la mano, uno debe de apoyar, debe de
colaborar […]. Nosotras sabemos que acá hay personal […] que se tiene con-
tratado, pero este es un trabajo demasiadamente [sic] pesado. La otra es que
siempre que nos citan a una reunión, siempre venimos las mismas personas.
Entonces siempre sería bueno de que [sic], así como nosotros participamos
al comedor [y] nuestra familia también, también saquemos un tiempito
para asistir a los talleres y a las reuniones (Grupo focal Altos del Poblado,
beneficiarios(as) de programas sociales focalizados. Bogotá, 2007).

El principio de focalización
El principio de la focalización busca garantizar asistencia social puntual para
grupos de población señalados como «los más vulnerables». Con la focalización
se busca atender a un número reducido de personas, preferiblemente a quienes
nunca —o en menor grado— han sido beneficiados(as) de la intervención
estatal. Este principio permite maximizar los recursos escasos y garantizar el
acceso selectivo (objetivo) de quienes requieren programas de bienestar con más
urgencia. Aunque algunas funcionarias reconocen que se trata de un ejercicio
injusto, por cuanto debe decidirse el acceso a programas sociales con base en
criterios que pueden ser arbitrarios, la mayoría considera que es una obligación
de la intervención que, de alguna manera, permite regular el suministro de
programas de bienestar. Algunos de los mecanismos utilizados para determinar
el acceso o la permanencia de personas beneficiarias son instrumentos técnicos
(sistemas de información, clasificaciones socioeconómicas), procedimientos
prácticos para definir la prioridad en el acceso (orden de llegada a la fila de
solicitudes) y la valoración por concepto profesional10.
10 Según funcionarios(as) de Bogotá se trata de una labor profesional, objetiva, para jus-
tificar el acceso o permanencia de una persona en programas sociales focalizados. El
concepto profesional se fundamenta en la interacción directa con la persona (mediante
entrevista individual, visitas domiciliarias) y la consulta en sistemas de información.
Se refiere a un mecanismo objetivo porque mediante técnicas cualitativas y cuantita-
tivas que auxilian la intervención se «neutraliza la subjetividad» de el(la) profesional.
«Igual nosotros hacemos un trabajo muy fuerte porque no podemos dejarlo todo a lo
cuantitativo, pero tampoco lo podemos dejar todo a lo cualitativo. Entonces nosotros
tenemos un trabajo muy fuerte con las personas en la comunidad para poder hacer

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 501


Entonces claro, uno es injusto porque es que ponderar la vida de las perso-
nas según el criterio de cada cual siempre va a ser subjetivo, pero nos toca
siempre así. Como te digo, [el criterio de] la vivienda nos ayuda mucho; no
es lo mismo pagar arriendo que ser propietario. Jefatura única nos ayuda
mucho; no es lo mismo estar solo criando los hijos que tener compañero
o compañera, así uno solo sea el que trabaja. Las redes de apoyo son muy
importantes; no es lo mismo «ah no, es que si no tengo qué comer yo voy
a donde mi mamá y ella me regala así sea un arrocito», a no tener a nadie
a quién acudir y solo tener al señor de la tienda que le fía cuando él quiere
(Tania Ortiz. Bogotá, 2007).
Las personas beneficiarias de programas de bienestar asumen actitudes ambi-
valentes con relación a la focalización. Por un lado, se muestran en desacuerdo
con la exclusión directa de los programas de bienestar, ya que frente a necesi-
dades universales el Estado también debería garantizar de manera universal el
derecho a tener acceso a programas.
Yo pienso que para estar acá no necesariamente tiene que ver la edad, porque
puede ser una persona joven que no tiene trabajo, no tiene cómo responder
[…], la edad no influye. O sea, todo el mundo tiene derecho (Grupo focal Las
Luces, beneficiarios(as) de programas sociales focalizados. Bogotá, 2007).
Por otro lado, las personas beneficiarias reconocen la necesidad de establecer
un mecanismo para controlar el acceso y permanencia en los programas de
bienestar, dado que existen personas cuya situación socioeconómica no amerita
el goce de la asistencia del Estado. También critican a las personas que, siendo
beneficiarias del Estado, no asumen ciertos compromisos.
[…] hay personas que de verdad no lo necesitan y hay personas que realmente
sí lo necesitan y muchas veces no vienen [sic] porque les da pena […] acer-
carse a recibir un servicio. Como hay personas que de pronto ya lo toman
como hobbie (Grupo focal Saucedal, beneficiarios(as) de programas sociales.
Bogotá, 2007).

conceptos profesionales, para que no se queden […]; que si tiene eps, no entra; y si no
tiene eps, entra […]; para que se puedan mirar otra clase de factores y no pese sola-
mente la cifra. Sino también […] el problema es que a veces puede ser muy subjetivo
pero en esas estamos, en ser objetivos» (Diana Torres. Bogotá, 2007).

502 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
El principio de negociación
Finalmente, es importante destacar un principio que posibilita la concerta-
ción para la formulación e implementación de algunos programas sociales de
bienestar. En sus relatos, funcionarios(as) reconocieron que pueden pactarse
acuerdos de tipo local (en ciudades como Medellín y Bogotá) o entre el Estado
nacional y las alcaldías (como en San Andrés Islas) para que algunos grupos
(mujeres, discapacitados, indígenas, raizales) accedan de manera especial a los
programas sociales. Según las personas entrevistadas, este principio es puesto
en práctica tanto por representantes de ciertos grupos sociales, a partir del lo-
bby o cabildeo ante autoridades (sobre todo municipales, distritales y locales),
como por la gestión de funcionarios(as) sensibles a la situación de exclusión
de personas que no cumplen con los requisitos o que necesitan un tratamiento
particular en los programas de bienestar.
En la práctica, este principio permite lograr flexibilizar algunos de los requi-
sitos para el acceso (por ejemplo, en el caso de los raizales que se encuentran en
situación de pobreza y que pertenecen al estrato socioeconómico de nivel 3 en
San Andrés). De igual modo, permite incluir la particularidad cultural en los
programas sociales focalizados mediante acciones complementarias (incorpo-
ración de productos especiales en mercados suministrados a familias indígenas
en Bogotá), e incluso permite la construcción de entornos especiales donde se
recree la cultura, se garanticen tratos amables, respetuosos y no discriminantes
(jardín para niños(as) indígenas en Bogotá).
Sin embargo, es importante aclarar que este principio impacta de manera
esporádica y excepcional a los programas sociales porque la mayoría de dichas
negociaciones son producto de directrices del gobierno (municipal, distrital,
departamental y nacional) transitorias —es decir, no hacen parte de las
acciones del Estado— y que, por tanto, pueden solo aplicarse a los progra-
mas de bienestar para un determinado periodo de gobierno. En los casos de
negociaciones respaldadas por legislación (caso de raizales en San Andrés), se
generan choques frecuentes entre autoridades locales y el gobierno nacional,
debido a que se presentan resistencias de este último para acatar las decisiones
normativas en beneficio de un trato diferencial.
Teniendo en cuenta el conjunto de principios que hemos presentado y que
se evocan en muchas narrativas de las personas entrevistadas, podemos afirmar
que los programas sociales de bienestar se perciben como estrategias para superar

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 503


algunas injusticias, inequidades y exclusiones. Los valores que se consideran
fundamentales de la intervención estatal se relacionan con la asistencia como
valor central en la justificación del actuar estatal en la cuestión social; la no
discriminación como exigencia normativa-constitucional a favor de la igualdad;
la focalización como estrategia para la racionalización del gasto público social ;
la selección adecuada de beneficiarios(as); la integración social como aspiración
de sociedad justa; el empoderamiento como ideal ciudadano; y la negociación
como un intento por dar respuesta a las exigencias por un tratamiento diferen-
ciado a favor de ciertos grupos sociales.

Los programas sociales focalizados que se implementan


para la atención a personas pobres y vulnerables
Para lograr que en la práctica se dé cumplimiento a los principios antes
enunciados, funcionarios(as) exaltan la importancia de establecer criterios que
faciliten la toma de decisión sobre el acceso y la permanencia de personas pobres
y/o vulnerables en los programas sociales focalizados. A partir de las entrevistas
y grupos focales realizados, se evidencian tres tipos de criterios que si bien se
pueden tener en cuenta de forma individual para la toma de decisión, en la
mayoría de los casos, se conjugan entre sí para justificar el ingreso o la extensión
de la permanencia de las personas en los programas de bienestar.
Existen criterios que decidimos denominar como de primer orden, los cuales
corresponden a directrices que son producto de mandatos nacionales establecidos
de acuerdo a la Constitución Política, leyes y normatividad especializada. Estos
criterios condicionan la asignación prioritaria de programas sociales focaliza-
dos a colombianos(as) que residen en zonas determinadas, o sea, dentro de la
competencia de un ente territorial (municipio, distrito, comuna, localidad), y
que se encuentran registrados(as) en Sistema de Identificación de Potenciales
Beneficiarios de Programas Sociales, sisben11).

11 El Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales, sisben,


se utiliza con el objetivo de «otorgar subsidios a la demanda y garantizar la focalización
de los programas sociales […]. El sisben es un indicador que le asigna un puntaje a
la población en función de varias características socioeconómicas […] el puntaje se
deriva de aplicar una metodología estadística que permite ordenar a los hogares con
base en el índice que se obtiene a partir de información que refleja sus condiciones de
vida […]. Las variables que se utilizan para obtener el índice sisben son 15; estas son
independientes y se dividen en cuatro familias: calidad de la vivienda; acceso a servicios;

504 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
Los criterios de primer orden los emplean la mayoría de los funcionarios(as) en
las instituciones responsables de los programas de bienestar en Bogotá, Cartagena,
Medellín Pereira y San Andrés ya que tienen un carácter obligatorio, cuentan con
una trayectoria de implementación, son de público conocimiento, y se alimentan
de bases de datos nacionales que pueden ser contrastadas entre sí. Los criterios de
primer orden se pueden juzgar como universales debido a que intentan estable-
cerse como estándares nacionales, difícilmente permeados por las particularidades
demográficas o históricas de la población habitante de un territorio.
Como los programas también tienen sus requisitos, todo lo que nosotros aten-
damos acá es nivel 1 y 2 de pobreza por sisben. Si no tienen, les solicitamos
recibo de servicio público y miramos en qué estrato está la vivienda. Entonces,
uno de los requisitos es ese, que las personas estén en nivel 1 y 2, que vivan acá
en la localidad porque se supone que cada localidad maneja el mismo progra-
ma. Si yo le doy cupo acá a otra persona de otra localidad, le estoy quitando
el cupo a una de mi comunidad (Neiry Acosta. Cartagena, 2007).
Los criterios de segundo orden corresponden a aquellos requisitos plantea-
dos por programas de bienestar dirigidos a grupos particulares de personas
pobres y/o vulnerables con base en directrices locales, generadas por planes de
gobierno y/o manuales de procedimientos de cada programa. Son requisitos
que flexibilizan algunos de los criterios de primer orden y otorgan una relativa
autonomía en la decisión de los funcionarios(as) responsables de la dirección
o suministro de los programas. Al igual que los criterios de primer orden, son
de utilización común en las cinco ciudades, tanto en las instituciones públicas
municipales y distritales como en las oenegés.
A partir de ahí, según las condiciones de cada proyecto, hay unos criterios
adicionales. Por ejemplo, en madre gestante, para apoyar, uno tiene que
tener en cuenta cuántos meses tiene de embarazo, porque si uno la va a
apoyar al final pues ya prácticamente el esfuerzo es perdido. Entonces, se
le apoya siempre y cuando tenga máximo tres meses de embarazo […]. En
habitante de calle antes era que tuviera por lo menos seis meses en la calle,
porque no es lo mismo atender a una persona que está desplazada que va
migrando por la ciudad o cambiando de situación, a alguien que realmente
es habitante de calle […] (Francisco López. Bogotá, 2007).
aspectos demográficos, de ingreso y de ocupación; capital humano y seguridad social»
(Vargas, 2000: 8-9).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 505


Por último, los criterios de tercer orden se derivan de mandatos guberna-
mentales. Se trata de decisiones políticas que pueden flexibilizar los criterios de
primer y segundo orden, por lo que generalmente son producto de acuerdos,
convenios y negociaciones con la sociedad civil o con funcionarios(as). En este
tipo de criterios opera el principio emergente de la negociación que flexibiliza
y permite a los(as) profesionales lograr interpretaciones contextualizadas acerca
de la situación de pobreza y las condiciones de vulnerabilidad de la población.
Gracias a estos criterios, es posible aceptar programas sociales focalizados par-
ticulares para ciertos grupos, aunque no siempre sean bien recibidos (y por
ende, implementados) por un conjunto de funcionarios(as) responsables de la
ejecución directa y cotidiana de dichos programas. Los criterios de tercer orden
o negociados fueron citados solo en las ciudades de Bogotá, Medellín y San
Andrés y, a diferencia de los de primer y segundo orden, se reconoce que estos
son escasos, transitorios y excepcionales.
Los criterios de los programas de bienestar, al igual que los principios, configuran
el tipo de respuesta que de manera tradicional se da a las problemáticas sociales
relacionadas con la desventaja socioeconómica de las personas pobres y/o vulnera-
bles. Subyacentes a estas características de la intervención estatal, en las narrativas
de funcionarios(as), aparecen maneras particulares de denominar al conjunto de
personas beneficiarias de los programas sociales, unas basadas en razones objetivas
(apoyadas en sistemas de información, caracterizaciones y diagnósticos oficiales)
y otras, en razones subjetivas (vivenciales, sustentadas en la relación directa con
las personas que solicitan programas sociales focalizados mediante entrevistas
individuales, grupales, visitas domiciliarias, etc.). A partir de las narrativas de
funcionarios(as), podemos distinguir dos tipos de nociones asociadas a situaciones
y condiciones de pobreza: personas pobres y personas vulnerables.

Las personas pobres


Se trata de las definiciones de pobreza que, según los funcionarios(as), parten
de criterios técnicos como justificaciones estadísticas sustentadas en los sistemas
de información de carácter nacional (sisben), distrital (Sistema de Información
de Registro de Beneficiarios, sirbe, Bogotá) y municipal (Sistema Único de Be-
neficiarios del Municipio de Medellín, sub)12. Desde esa perspectiva, las personas

12 Se citan estos sistemas de información locales porque fueron referidos de manera fre-
cuente en las entrevistas a funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá y Medellín. No

506 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
pobres estarían constituidas por el grupo de población que ocupa los niveles 0,
1 y 2 en las bases de datos de registro de personas beneficiarias de programas
de bienestar, y también por quienes demuestran habitar en zonas clasificadas
en los estratos socioeconómicos 1 ó 213.
El sisben es un instrumento […]; hay que tener una universalidad definitiva
para poder medir pobreza, o sea, yo aplaudo ese esfuerzo nacional porque
de verdad es una medida […] diferente de lo subjetivo (Ellen Willson. San
Andrés, 2007).
Es importante resaltar que aunque algunos funcionarios(as) acogen esta cla-
sificación técnica de la pobreza, por razones prácticas, para facilitar la toma de
decisión y dinamizar el suministro de programas sociales focalizados, entienden
que la pobreza es una problemática anclada en la estructura social y econó-
mica desigual que genera el sistema capitalista. En la ciudad de Cartagena, de
manera especial, se reconoce que la pobreza es producto de la rígida y radical
división de la sociedad en clases, lo que impide el ascenso social de los pobres
por medio de mecanismos legítimos como la educación y el trabajo los cuales
se asocian con los méritos (capacidades) individuales.
Porque definitivamente pareciera que en Colombia solo existieran dos clases
sociales: la alta y la baja. Porque […] si nosotros analizamos en estos últimos
años hemos visto que la tendencia es que la clase media desaparece, yo lo
digo por experiencia […], es decir, últimamente el desempleo ha acabado
con la calidad de vida de las familias porque […], a partir de la generación
de ingresos, tú puedes brindarle calidad de vida a tu familia. Eso es lo que
nosotros estamos viviendo acá en la ciudad de Cartagena. […] Entonces,
[…] la tendencia es que en el futuro la clase media desaparece, eso es lo más
cercano que nosotros tenemos (Yadira Centeno. Cartagena, 2007).
desconocemos con ello la existencia de otros sistemas de información de registro locales
de beneficiarias(os) que puedan existir en Pereira, San Andrés Islas o Cartagena, pero
en estas ciudades no fueron enunciados por las personas entrevistadas.
13 Es interesante anotar que ni en el discurso de los funcionarias(os) ni en el de los
beneficiarios(as) se hizo referencia alguna a la clase social pobre como criterio determi-
nante para el acceso a programas sociales focalizados. En cambio, se consideraron los
niveles mínimos (0, 1 y 2) del sisben y el habitar en determinados territorios de la ciudad
como marcadores de pobreza. Con el objetivo de visibilizar esta cuestionable asociación,
en este capítulo no se alude a la clase social sino al estrato socioeconómico y al nivel de
sisben como las condiciones para ser beneficiario(a) de la atención social del Estado.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 507


Por otra parte, una noción de pobreza asociada a la necesidad individual
o familiar de bienes o servicios básicos (alimento, vivienda, educación) es
sugerida por personas beneficiarias de programas sociales focalizados en los
grupos focales realizados en la ciudad de Bogotá. En cuanto a esta concep-
ción de la pobreza, en las narrativas de algunas de las personas beneficiaras
de programas de bienestar (la mayoría habitantes de zonas clasificadas en los
estratos 1 y 2, y con clasificación sisben en los niveles 0, 1, 2 y 3) se desesti-
man relaciones de inequidad mediante la invisibilización de las condiciones
estructurales de la pobreza, al tiempo que responsabilizan a los individuos
de su precaria situación social y económica. Por consiguiente, un número
reducido de personas beneficiarias de los programas sociales se reconoció
como pobre. Consideraban que su presencia en los programas de bienestar
se debía a que no contaban con recursos económicos suficientes para cubrir
ciertas necesidades debido al desempleo, a la falta de educación básica, al no
haber ingresado a estudios técnicos o universitarios y al no contar con redes
de apoyo para superar su situación económica. Afirmaban que la necesidad
es una situación que puede ser padecida por cualquier ser humano en algún
momento de su vida debido a la inestabilidad económica (generalizada) de
las familias. Para estas personas, la necesidad, a diferencia de la pobreza, es
una situación superable en el tiempo si se cuenta con una actitud personal
positiva, un espíritu fuerte y emprendedor.
En el caso mío, pago arriendo; entonces no me alcanza para comer y por
eso [para mí] es un apoyo [ser beneficiario del] comedor […]. Lo que pasa
es que una persona […] pobre significa que no tienen [sic] las mismas
oportunidades de las demás personas que tienen un nivel más alto y eso se
ve reflejado en la falta de la educación. Yo hace solamente seis meses logré
terminar mi bachillerato y vendiendo chocolatinas en la calle pude pagarme
mi estudio; o sea, no todas las personas tienen esa misma oportunidad. Por
ejemplo, yo, a mi edad, 36 años, y hasta ahoritica bachiller, ¡eso es […]
terrible! Pero entonces hay gente que ni siquiera tiene eso, si uno tuviera
más acceso a la educación no habría tanta gente pobre porque si uno ali-
menta el cerebro, es inteligente, saca buenas notas y tiene una cosa que
se llama título universitario; en cualquier parte uno está capacitado para
trabajar. Pero si uno no tiene eso, ¿qué le toca hacer? Subtrabajo, trabajo
que no tiene que ver ni siquiera con el [salario] mínimo; imagínate yo
vendiendo chocolatinas en la calle para tres hijitas. […] Si yo tuviera un

508 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
cartón, si hubiera aprendido algo, yo sé que podría salir adelante con mis
tres hijas sin necesidad de hacer eso. Entonces, falta de oportunidades es
ser pobre, de estudio (Grupo focal El Rubí, beneficiarios(as) de programas
sociales focalizados. Bogotá, 2007).
En consecuencia, las personas entrevistadas prefieren utilizar la expresión
necesitados para nombrar a quienes acceden a los programas sociales de bien-
estar por falta de recursos mínimos para vivir. Existe una aversión a quienes
se (auto)consideran pobres porque son personas que no resisten con dignidad
su situación de necesidad; han perdido la fe en Dios; no buscan alternativas
en la informalidad (el rebusque o el acceso a programas de bienestar) para
enfrentar material y psicológicamente su situación; generan compasión en
otras personas e instituciones para sacar provecho de su precariedad y son
infelices por cuanto asumen actitudes derrotistas; tienen autovaloraciones
negativas de sí; son pasivas, depresivas; tienen sentimientos de inferioridad y
asumen actitudes de dejación: aspecto físico descuidado, consumo de droga
y alcohol.
La pobreza está en la mente. Pues yo pienso que pobre […] es una persona
que no se valore, que solo piensa que se siente menos que las otras, porque
yo no me siento pobre. Bueno, si no tengo un techo a dónde vivir, no tengo
pa’ mi comida, yo me la rebusco donde sea y no soy pobre. Porque pues
uno puede tener mucha plata, ¿pero si no tiene valores?, ¿si no se valora?,
pues uno es pobre, […] o sea, piensa que teniendo plata es rico pero le
faltan muchas cosas como valores, es una persona que no valora lo que
tiene y que no tiene espíritu para luchar y seguir adelante por la familia y
por uno mismo [sic], […] que se echa a la pena por cualquier cosa […].
Pobre es el que no tiene salud, puede tener plata pero la plata no sirve
para la salud, con la plata no se compra la vida. Hay mucho rico que no
vive como uno vive, uno dice que uno es pobre pero en realidad uno tiene
mucho porque tiene porqué luchar y eso es tener mucha riqueza. […] Tener
una familia, tener alguien que lo salude a uno, que lo quiera, eso es tener
mucho, tener salud (Grupo focal Altos del Poblado, beneficiarios(as) de
programas sociales. Bogotá, 2007).
En las ciudades de Bogotá, Medellín y Pereira, funcionarios(as) también
plantean críticas a las personas pobres que interiorizan y ponen en escena la
«ideología de la pobreza» como estrategia para poder acceder a los programas

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 509


sociales. Las personas pobres que establecen relaciones paternalistas con las ins-
tituciones que suministran programas de bienestar son duramente criticadas,
pues se asume que, de esta manera, buscan perpetuar su pobreza como estilo de
vida, en lugar de proponer alternativas de superación individual.
Es frustrante porque no en todas las personas se da el mismo proceso y hay
cosas que uno no puede dejar como el asistencialismo, como esa pobreza
histórica que ha venido, que es generación tras generación; siempre es
poniendo la mano, pidiendo y no haciendo nada para hacer algo diferente
(Diana Torres. Bogotá, 2007).

Así, consideran que este tipo de personas pobres generan serias dificultades
para los programas sociales focalizados en la medida que no alcanzan el principio
del empoderamiento y retrasan el cumplimiento de metas concernientes con
la ampliación de cobertura, lo que, al parecer de estas personas entrevistadas,
redunda en la desaparición de algunos programas sociales.
El mismo caso se me presenta con lo psicosocial; los invitan, les hacen las
convocatorias con suficiente tiempo y van tres o cuatro personas. Entonces,
es muy complicado porque la gente está en una apetencia, […] aquí hay pro-
gramas para todo pero la gente no se apropia, entonces van desapareciendo
[…] (Lucy Fernández. Pereira, 2007).

En algunas narrativas de las personas entrevistadas, en especial de bene­fi­


ciarios(as), se identifica a cierto grupo de personas pobres como mendigantes.
Se refiere a un grupo especial de personas pobres que viven en la calle, tienen
una apariencia física descuidada (permanecen sucios, malolientes y deambulan
semidesnudos) y viven de la caridad; también se trata de personas que asumen
actitudes antisociales, por lo que no pueden convivir ni interactuar con las
demás personas. Los mendigantes, más que personas víctimas de la desigual
repartición de la riqueza en el capitalismo, serían el resultado de una mala
formación familiar.
Entonces, los indigentes son los que viven en la calle y andan sucios. Pero
también hay pobres que viven en la calle pero que no viven tan sucios. Por-
que por lo menos la gente que pide en la calle, […] ya no es pobre, sino que
es gente que se enseña a pedir. A levantar la mano para que le estén dando.
Porque por ejemplo yo he visto que, aunque ya viven bien, todavía siguen
pidiendo; entonces, por lo menos uno tiene que diferenciar por lo menos

510 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
quién es […]; allá donde yo trabajo hay gente que de verdad anda como
con el hambre y se les nota el hambre que tienen, mientras que hay gente
que pide por pedir, no porque tienen una necesidad (Paulina Motenegro,
beneficiaria de programas sociales focalizados. Bogotá, 2007).
Por último, algunos funcionarios(as) sugieren la existencia de un conjunto
de personas pobres que identifican como nuevos pobres o pobres vergonzantes.
Se trata de personas adultas (en edad productiva), víctimas de la nueva pobreza,
que pertenecen a niveles de sisben y estratos socioeconómicos 3 y 4; habitan
en territorios no considerados como vulnerables, cuentan con casa propia y un
nivel educativo más o menos elevado (estudios técnicos y universitarios). Estos
nuevos pobres son personas que no pueden acceder de manera inmediata ni
prioritaria a los programas de bienestar debido a que se encuentran impedidos
por no cumplir con alguno(s) de los criterios exigidos (sobre todo aquellos de
primer orden). Ellos(as) reconocen que estas personas pueden encontrarse en
mayor riesgo que los pobres históricos considerando que no tienen habilidades
para afrontar la nueva situación de pobreza en la que se encuentran; no se vin-
culan en actividades asociadas al rebusque como la venta ambulante, el reciclaje
de basura o la mendicidad; y se ocultan para que vecinos, familiares y amigos no
perciban el deterioro de su calidad de vida material. Debido a las restricciones
para el acceso de estas personas a programas de bienestar, los funcionarios(as)
justifican su inclusión —excepcional— por la desprotección en la que se en-
cuentran, y en especial porque –a diferencia de los pobres históricos- reaccio-
nan de manera más rápida al discurso de empoderamiento, asisten más a las
capacitaciones que se imparten por medio de talleres, conforman asociaciones
y plantean iniciativas productivas de tipo microempresarial.
Siempre se ha hablado [de] protección al menor, protección al abuelo.
Nosotros hemos estado en el medio y si vamos a mirar el vandalismo, el
maltrato, el vicio, […] todo lo que ha ido degenerando esta sociedad, todo
tiene que ver con grupos de edades a los cuales nunca le hemos puesto
cuidado porque «estamos en edad productiva, entonces a ellos no hay que
darles» […] entonces [en el programa] los más beneficiados han sido las
personas que estamos en edad productiva porque éramos los que nunca
habíamos recibido nada […] y sucede que los que estamos en edad produc-
tiva […], ellos sí se están pegando de las iniciativas productivas (Bernarda
Angulo. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 511


Las personas vulnerables14
En esta categoría se incluyen todas aquellas personas que se perciben como
vulnerables, vulneradas o en condición de vulnerabilidad o vulnera­­ción15,
involucradas en situaciones no necesariamente relacionadas de forma directa
con la pobreza material o económica, y cuya condición puede originarse en
situaciones individuales16 o contextuales las cuales les impiden garantizar
condiciones de vida dignas. En ese sentido, al decir de funcionarios(as), la
vulnerabilidad no es inherente a sujetos en particular, sino que depende de la
relación de estos con su entorno y el lugar que ocupen en la estructura social
y cultural. Por lo tanto no existirían nociones únicas de vulnerabilidad, ya
que esta depende de distintos factores asociados a la edad, el género, la etnia,
habitar en ciertos territorios urbanos, padecer enfermedades crónicas, tener
una disminución física o mental, haber inmigrado de manera reciente a la
ciudad o no ser reconocido como sujeto de atención por parte del Estado.

Vulnerabilidad por desprotección


La vulnerabilidad por desprotección es aquella que se asocia con la perte-
nencia a un grupo de población señalado como indefenso, desprotegido o
con menos facultades que los demás. Bajo este criterio se incluyen niños(as),

14 Se agradecen las sugestivas reflexiones de Martha Cárdenas, Melba Riaño, Diana Torres
y Lucy Pantoja, pertenecientes al equipo oir-ciudadanía (Secretaría de Integración
Social del Distrito), quienes han avanzado en el campo conceptual desde su rol como
intervinientes sociales intentando dar respuesta inmediata a las preocupaciones, angustias
y dilemas de los(as) profesionales que están a cargo de la toma de decisión respecto al
acceso y permanencia de personas pobres y/o vulnerables en las distintas localidades de
Bogotá.
15 Las acepciones, dada su pluralidad, se comprenden en el presente texto como equi-
valentes. Sin embargo, hay que anotar que algunas personas entrevistadas sugirieron
diferenciaciones entre conceptos. Así, por ejemplo, la noción vulnerable remite a la
reducción de capacidades individuales producto de circunstancias específicas; vulnera-
bilidad remite a la posibilidad de encontrarse en riesgo; vulnerado(a) se refiere a quien
padece o es víctima de la injusticia, producto de prácticas originadas en estructuras
sociales, económicas y culturales.
16 Se refiere a todas aquellas situaciones que atraviesa un individuo y que ponen en ries-
go la integridad física: desnutrición infantil y de adultos mayores, el desplazamiento
forzado, el trabajo infantil, la mendicidad, la prostitución, violencia intrafamiliar y la
integridad psicológica de los sujetos como la violencia intrafamiliar.

512 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
jóvenes y adultos(as) mayores quienes por su edad se encuentran en un estado
de indefensión y que por ello precisan de cuidado y atención especiales. En la
infancia, niños(as) y jóvenes reciben programas sociales focalizados dado que
su inmadurez física y mental los hace fácilmente influenciables por el contexto
de pobreza en el que habitan. Los programas sociales se ofertan de acuerdo a
rangos de edad. En primer lugar, se encuentra el cuidado a la madre gestante
mediante programas de nutrición. En segundo lugar, se atiende la primera
infancia (de 0 a 5 años) en los hogares infantiles donde les brindan amparo
provisional, alimentación y atención, especialmente a quienes requieren cui-
dado particular —por ejemplo, niños(as) discapacitados.
Los programas de bienestar para jóvenes (de 12 a 18 años de edad) buscan
evitar su vinculación en problemáticas como la venta, el transporte y el consu-
mo de drogas, el ejercicio de la prostitución, la conformación de pandillas, y
la vinculación al conflicto armado urbano. Los programas sociales focalizados
también intentan vincular a los jóvenes en capacitaciones, acompañamiento
psicológico y utilización del tiempo libre en actividades deportivas. Cuando los
jóvenes se involucran en las problemáticas enunciadas, se les brinda atención
mediante intervenciones individuales y familiares, y/o mediante su confina-
miento en centros especializados para su reeducación.
Los jueces determinan que hay unas fases que habría que cumplirse [sic] en los
procesos reeducativos […]. Entonces, inicia una que es recepción, otra que es
observación, otra semicerrada y otra unidad cerrada. Y de acuerdo a los procesos
que los menores llevaran dentro de la institución, se podían cambiar de fases
para poder regresar al seno familiar (Sandra Gómez. Pereira, 2007).
Para la etapa de la vejez, los programas sociales se implementan, por un
lado, para que adultos(as) mayores asuman su etapa vital, aprendan a enfrentar
enfermedades (terapias físicas, ejercicios) y cambios psicológicos propios de
su ciclo vital (acompañamiento a las familias), y para que encuentren espa-
cios de esparcimiento lúdico o recreativo con coterráneos. Por otro lado, los
programas sociales focalizados buscan afrontar, de forma parcial, la pobreza
de estas personas otorgándoles subsidios económicos, alimentación diaria y
capacitaciones en oficios que les posibilite la generación de algún tipo de ingreso
económico. Según funcionarios(as) de Bogotá, Cartagena, Medellín y Pereira,
este grupo de población es ampliamente beneficiario de los programas sociales
focalizados porque tienen un peso demográfico (y electoral) importante en las

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 513


zonas pobres urbanas; tienen posibilidades mínimas de vinculación al sistema
productivo formal; y, a pesar de contar con redes familiares, son víctimas del
abandono.
En el grupo de vulnerables por desprotección se incluyen también las personas
en situación de discapacidad. Ello se debe a que estas personas tienen menos
posibilidades para garantizar condiciones de vida individuales y familiares, y
a que son personas excluidas del sistema productivo y de la esfera privada en
razón de su discapacidad. Son sujetos de programas sociales porque, además
de la vulnerabilidad generada por su disminución física o mental, se encuen-
tran en situación de pobreza, no acceden fácilmente a cuidados profesionales
o especializados, y sus familias no se encuentran preparadas para asumir el
tratamiento a la discapacidad de modo adecuado.
Tuve un caso de una familia que tiene dos hijos ya adultos que son casi ve-
getales, casi en estado vegetativo, postrados en una cama y que no los han
llevado a un médico. Entonces, vienen acá y [les digo:] «bueno, déjeme ver
la orden, diagnóstico». No lo tienen, sino que alguna vez alguien les dijo:
«[…] su hijo tiene retardo mental profundo», y ahí se quedó con su retardo
mental profundo. No lo asumen, les tiran la comida como animales o no
les dan comida, los tienen en cuartos húmedos, oscuros, como animales.
Entonces, pienso que ese es un estado de vulnerabilidad muy grande (Ale-
jandra Orjuela. Bogotá, 2007).
Los programas sociales focalizados que se ofertan para estas personas tienen
varios objetivos. Primero, pretenden concientizar a las personas discapacitadas
(mediante charlas de acompañamiento y formación) sobre su condición de
sujetos de derecho universal acorde con la legislación que se ha desarrollado
en el país. En el caso de la ciudad de Cartagena, los programas sociales buscan
potenciar la organización (empoderamiento) como estrategia de presión para
la asignación de recursos municipales. Segundo, procuran involucrar a otras
personas en el proceso de intervención de esta población (familiares, vecinos)
mediante acciones para la sensibilización sobre la importancia del respeto y
reconocimiento de las personas discapacitadas como ciudadanas.
¿Sabe qué me tocó hacer a mí? Crear asociaciones. Empezar con cinco
personas de la comunidad, explicarles sus derechos, sus deberes para que
el beneficio sea mayor […]; trataba de ir despertando conciencia y se le va
diciendo a la población que hay que cambiar. Yo a veces me le ponía de

514 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
ejemplo, si yo tuve una limitación y a mí nunca me manillaron [sic] […]
y les decía entonces: «vea, su niño tiene una limitación física pero su niño
limitación mental no tiene, puede estudiar su primaria, su bachillerato, una
carrera técnica o un arte», por eso yo les decía: «yo tengo una profesión»; y
les muestro mi tarjeta profesional; y la ejerzo y les digo: «si yo pude, ustedes
pueden». Entonces, ahí van despertando y van cambiando su manera de
pensar (Rodolfo Molina. Cartagena, 2007).
Tercero, los programas sociales focalizados dirigidos a las personas en situación
de discapacidad, según funcionarios(as), intentan incorporarlas a la sociedad
mediante estrategias relacionadas con la (re)habilitación social (la capacitación
técnica y la vinculación laboral). También se busca ofrecer algún tipo de asisten-
cia directa a la situación de discapacidad con el objetivo de mejorar la calidad
de vida de las personas, en especial la de niños(as) y adultos(as) mayores; para
ello se les brinda atención en salud a través de brigadas que pretenden enseñar a
convivir con la discapacidad y se les ofrece ayudas ortopédicas: sillas de ruedas,
audífonos, caminadores, etc. Este tipo de programas no se consideran excluyentes
debido a que cualquier persona (sin importar etnia, género o generación) puede
llegar a sufrir una discapacidad y por tanto precisar de la ayuda del Estado.
Está el rbc que es un programa muy bonito, que es Rehabilitación Basada
en la Comunidad, para personas que ya están discapacitadas severas, tiradas
en una cama. […] este proyecto tiene […] varios componentes. […] uno
son las redes de apoyo sociales y vecinales, […] se forman redes de apoyo
para sensibilizar y capacitar a esas redes de apoyo, para bregar atender al
discapacitado en sus necesidades; el otro componente es atención domicilia-
ria al discapacitado en la cama, […] van los médicos que se requieran y los
enfermeros que se requieran y le hacen su debida terapia (Elena Londoño.
Medellín, 2007).

Las mujeres como vulnerables


Las mujeres se consideran como vulnerables porque son víctimas de prácticas
de poder y dominación de tipo patriarcal. La existencia de esta ideología las
encasilla en roles privados-domésticos y las convierte en objeto de relaciones
de sujeción (violencia física y psicológica) que generalmente involucran a un
hombre (cónyuge, hijos, hermanos, compañeros de trabajo, etc.). La interven-
ción social en este caso tiene dos objetivos: visibilizar a las mujeres como sujetos

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 515


dominados y hacer públicos los asuntos señalados como privados-femeninos,
los cuales tienen incidencia directa en la situación de pobreza y/o vulnerabilidad
social de los hogares (maltrato conyugal, maltrato hacia los hijos, desatención
económica por parte del hombre-proveedor).
Las mujeres [son vulnerables] por el machismo, muchas vienen acá porque
son golpeadas por esto, por lo otro […]. Entonces, las mujeres también me
parece que siguen en el segundo renglón de los vulnerables por el machismo
que manejan, a pesar de que creen que son […] las relaciones de poder que
manejan los hombres, el alcohol, las drogas […] entonces se desinhiben y
[…] llegan agresivos (Jane Hudson. San Andrés, 2007).
Algunas narrativas de funcionarios(as) sugieren que entre las evidencias de
la vulnerabilidad de las mujeres se encuentra la imposibilidad de controlar su
vida reproductiva. Las mujeres pobres no planifican debido a que desconocen
los métodos de anticoncepción; no pueden decidir sobre la planificación de
sus hijos(as) porque se encuentran sometidas a la decisión de los hombres; y
están inmersas en contextos permeados aún por una ideología religiosa judeo-
cristiana retrógrada (Bogotá, Medellín y Pereira).
Es la concientización sobre todo en las mujeres de cuidar su cuerpo, de
respetarse, de trabajar la parte de autoestima en las mujeres, que lo vemos
muy deteriorado [sic] y en la medida que la mujer no aprenda a quererse y
a valorar[se] como ser humano, entonces va a seguir sometida al maltrato
y a tenerla como una máquina productora de muchachos, no más (Alicia
Torres. Pereira, 2007).
En Cartagena se implementan programas sociales especializados en salud
sexual y reproductiva para evitar que mujeres pobres tengan proles numerosas
de diferentes padres y para prevenir situaciones de abandono de los hijos(as).
Entonces, esos niños ni sus madres saben cómo tener un control natal, cómo
cuidarse, cómo tener relaciones sexuales y no quedar embarazada, ellos no lo
saben y por no saberlo salen niños y niñas embarazadas. No saben realmente
que si empiezan a tener relaciones a temprana edad y quedan embarazadas,
[…] eso va a ser una cadena; y en las encuestas uno les pregunta el nombre
a los niños y cada uno te da uno diferente y llega el caso en que hay una casa
en la que casi encuentras cinco apellidos. Son niños con padres diferentes,
pero la mamá tampoco sabe cómo tratar esa situación porque ella cree que

516 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
el señor que viene le va a ayudar para mantener los otros, queda embarazada
y el tipo se va (Marcela Rivero. Cartagena, 2007).
Los programas sociales focalizados para mujeres que se ofertan, sobre todo
en Bogotá y Medellín, tienen que ver con el principio de empoderamiento
(vía formación en derechos, capacitación en oficios para auto generar ingresos
y promoción a la asociación) para superar la vulnerabilidad social. En los pro-
gramas sociales de bienestar dirigidos a mujeres también se aplica el principio
de la focalización por vulnerabilidad; por lo tanto, las beneficiarias de estos
programas son mujeres pobres, mujeres pobres maltratadas y mujeres pobres
jefas de hogar17. Además de la condición de pobreza, también se da prioridad
para el acceso a programas de bienestar a las mujeres víctimas de desplazamiento
forzado por conflicto armado porque han tenido que incorporar de manera
forzosa un cambio de roles, asumiendo actividades masculinas como la provee-
duría económica para garantizar el mantenimiento de sus familias.
[…] nosotros trabajamos en la Secretaría de las Mujeres en tres líneas de acción
principales que son: violencia, pobreza y participación política; entonces para
poder disminuir las tasas de pobreza de esta ciudad, el fenómeno de la femi-
nización de la pobreza, se ha hecho un gran esfuerzo con el desarrollo de la
capacidad emprendedora de las mujeres y lo mismo en relación a la erradicación
de la violencia contra las mujeres […] (Olga Mira. Medellín, 2007).

Los olvidados del Estado


El tipo de vulnerabilidad que da título a este apartado es producto de la falta
de intervención del Estado en determinados grupos sociales. Esta situación surge
17 No obstante, es importante señalar que varios funcionarios(as) de Bogotá plantearon
que en los programas sociales focalizados ofertados por el distrito no existen programas
especialmente dirigidos hacia mujeres cabeza de hogar, hecho que genera dificultades.
Si bien en el imaginario social y desde la declaración constitucional (art. 43) se cons-
truye un sujeto de intervención, en la práctica no es posible atender a las mujeres que
demandan «programas para la mujer la cabeza de hogar»: «se quedan muchas personas
por fuera, y son las madres que están a cargo de sus hijos, o sea, las madres cabeza de
hogar, […] porque no hay programas a donde enviarlas. […] [muchos de] los pro-
gramas se quedan en la parte preventiva pero los apoyos efectivos como tal no llegan
totalmente […]. Entonces, para nosotros es mucho más difícil llegar a esas situaciones,
a identificar las situaciones de emergencia, no sólo por el hecho de ser madres cabeza
de hogar; […] ellas demandan como madres cabeza de hogar y sólo por ese hecho
piensan que pueden recibir un determinado apoyo» (Diana Romero. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 517


por la insuficiente o nula asignación de recursos, la falta de voluntad política
para atender a determinado grupo de población, la falta de difusión masiva de
información sobre de la oferta social institucional y la falta de cobertura en las
zonas de la periferia urbana18. En este grupo, los funcionarios(as) ubican a perso-
nas pobres adultas y hombres. De acuerdo a las narrativas de funcionarios(as) de
Bogotá, algunas personas pobres adultas, cuyas edades oscilan entre 25 y 50 años
de edad, sin discapacidades físicas o mentales, no han sido sujetos de programas
sociales por lo que son vulnerables ya que no encuentran protección por parte
del Estado. Los hombres también serían vulnerables, según funcionarias de San
Andrés Isla, porque se vinculan con mayor facilidad al consumo de alcohol y
droga, y porque un defecto en la formación de una masculinidad hegemónica
los hace proclives a desatender su aspecto físico y a vivir en la calle.
Para mí, los más vulnerables son […] los hombres. ¿Por qué? Porque de
cada diez personas que están en la droga y en el alcoholismo, vagando sin
hacer nada […], nueve son hombres. Los hombres, vaya y venga si tienen un
trabajo, […] vaya y venga cómo se visten. Nosotras las mujeres no, siempre
nos preocupamos más por el qué dirán de nosotros y el qué tener qué hacer
y cómo nos vestimos (Rose Díaz. San Andrés, 2007).

Vulnerabilidad en potencia
En algunas de sus narrativas, funcionarios(as) y personas beneficiarias de
programas sociales consideran que la vulnerabilidad es una condición inherente
a los seres humanos, debido al carácter estructural de la inequidad socioeconó-
mica y a la inevitabilidad de exclusiones sociales. Por tanto, la vulnerabilidad
puede emerger en cualquier momento de la vida ante la conjugación de factores
como el desempleo, la enfermedad, la migración o el desplazamiento forzoso
por causa del conflicto armado. Un importante generador de vulnerabilidad
—reconocido especialmente por funcionarios(as) de la ciudad de Bogotá— se
encuentra en la falta de información oportuna que tienen las personas pobres
y/o vulnerables sobre la oferta, pública y privada, disponible de programas de
bienestar. Por esto, en Bogotá y Medellín, se acepta como un tipo de progra-
mas sociales la orientación respecto de los derechos ciudadanos y la remisión

18 Son aquellas zonas que, a pesar de hacer parte de grandes ciudades, se encuentran
incomunicadas, no gozan de acceso a servicios públicos y tienen baja presencia
institucional.

518 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
de las personas hacia otros programas de bienestar para ayudarlas a enfrentar
su vulnerabilidad.
Para mí, casi todo es información y oportunidad […]. O sea, […] puede ser
la misma situación y un contexto diferente, pero si tienes una información
adecuada y una oportunidad de acceder a ella en el momento que es, pues
puede funcionar […] un poco mejor. Porque para mí, […] la vulnerabilidad
está dada por cosas en sí, […] las condiciones físicas, lo que tú quieras, pero
que realmente hay otra vulnerabilidad que es la que realmente, la que es […]
manejable, debe ser la que tú puedas manejar. Porque tú puedes no manejar
una discapacidad pero sí puedes tratar de quitar las condiciones que te generan
o que elevan tus niveles de vulnerabilidad (Diana Torres. Bogotá, 2007).

Vulnerabilidad por procedencia territorial:


migrantes y habitantes de la periferia urbana
A partir de la procedencia territorial, la vulnerabilidad se relaciona en primer
lugar con la migración forzada, tanto por conflicto armado como por razones
económicas. Según funcionarios(as) de todas las ciudades, las personas en si-
tuación de desplazamiento forzado por conflicto armado se reconocen como
vulnerables porque se encuentran afectadas física y emocionalmente por la
violencia sociopolítica que produce el desarraigo. Son inmigrantes vulnerables
porque al llegar a la ciudad se enfrentan a un cambio de roles generalizado:
los niños(as) se desmotivan a estudiar porque no tienen la misma edad de sus
compañeros (son mayores); los adultos mayores no gozan del mismo estatus
que tenía antes y tampoco se reconoce sus saberes. Además de ello, son vulne-
rables porque, a causa de sus particularidades culturales (ruralidad), sufren una
notoria disminución en sus condiciones de vida: tienen proles numerosas; casi
nunca cuentan con redes sociales (familiares, amistad) de apoyo en la ciudad,
son errantes urbanos, y su capacidad de agencia institucional es menor porque
no tienen información suficiente sobre el territorio. Algunos funcionarios(as)
manifiestan que esta vulnerabilidad se explica por el abandono estatal, dado
que las instituciones no les garantizan una atención oportuna. Por último, son
víctimas de la estigmatización de los habitantes urbanos, ya que son inmigrantes
asociados de manera directa al conflicto armado.
Otros inmigrantes urbanos, no desplazados por conflicto armado, también
son percibidos como vulnerables, en especial por los funcionarios(as) de San

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 519


Andrés. Varias son las razones para esta consideración. Primero, son migrantes
pobres, personas asentadas en zonas precarias —sin servicios públicos y en
viviendas poco adecuadas—, donde reproducen las condiciones de pobreza
que motivaron su inmigración. Segundo, no consiguen vincularse a empleos
formales debido a que las ciudades receptoras no alcanzan a absorber la oferta
de mano de obra existente. Tercero, ante la falta de oportunidades laborales,
se vinculan a empleos informales (venta ambulante) e ilegales (robo, tráfico y
expendio de droga), hecho que repercute, a su vez, de manera negativa, en la
seguridad de la ciudad. Cuarto, son personas que se sienten perseguidas por
su situación de ilegalidad (este argumento es exclusivo de los funcionarios(as)
de San Andrés) y no logran arraigarse a la ciudad, debido a que en pocas oca-
siones encuentran allí vínculos sociales, y tienen limitado acceso a la oferta
de servicios del Estado.
Los más vulnerables —digámoslo así la parte continental—, ellos vienen
del sur de las ciudades, del sur de Barranquilla, de Cartagena; en sí pri-
mordialmente son cartageneros, casi todos en su mayoría son cartageneros.
Viven en unas […] necesidades muy críticas; […] se ve en sí la necesidad
de bienestar y […] el apoyo de estas familias que viene de estas ciudades
no existe (Dayanne Kelly. San Andrés, 2007).
Los programas de bienestar son puestos a disposición para este grupo de
población para remediar algunas de sus necesidades. Con este tipo de in-
tervención se pretende ofrecer bienes y suministros mientras estabilizan su
situación (habitacional, alimentaria, laboral) en la ciudad. Los funcionarios(as)
de Bogotá reconocen la existencia de auxilios de transporte para que los inmi-
grantes retornen a sus lugares de origen o hacia otras ciudades. Otra intención
de los programas sociales focalizados es lograr que las personas y las familias
inmigrantes se adapten a las nuevas dinámicas socio-culturales urbanas.
Por otra parte, habitar en determinados sitios de la ciudad también es
un indicador de vulnerabilidad. Debido a la imagen simbólica-cultural
de la periferia —zona de frontera habitada por personas marginadas de la
modernidad del centro urbano— se considera que las personas que habitan
en dichas zonas son vulnerables por cuanto concentran problemáticas so-
ciales como delincuencia común, viven en medio del desorden urbanístico,
y padecen el difícil acceso a las instituciones y servicios del Estado. Estas
zonas pueden generar vulnerabilidad en personas que allí habitan porque

520 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
representan un riesgo físico o medioambiental (deslizamientos de tierra,
inundaciones, avalanchas).
Entonces, son barrios que están bastante vulnerables. Porque la población
es una población que realmente requiere muchos servicios pero no tienen
incluso los servicios básicos. Son muchas madres cabezas de familia, solteras o
viudas con tres niños y que la señora todos los días sale a trabajar y los niños
se quedan solos; entonces, esos niños son vulnerables. También donde hay
mucho expendio de droga; donde cualquier niño puede estar a merced de
cualquier delincuente (Marcela Rivero. Cartagena, 2007).
Los programas sociales focalizados para estas personas tienen por objetivo
integrarlas a la dinámica centro-urbana. Se pretende lograr dicha integración por
medio de la implementación de programas sociales específicos en los territorios
(comedores comunitarios, restaurantes escolares, brigadas de atención en salud
y para adelantar procesos de cedulación) y del ofrecimiento de capacitaciones
para el empoderamiento individual y la promoción de espacios de asociación
con fines microempresariales.
Digo que estamos empoderando porque en este proceso de Gestión Social
Integral, en la parte rural, estamos trabajando el tema de los trueques. Para
Sumapaz estamos saltando de un tema a otro, pero igual es de Gestión Social
Integral porque trabajamos en conjunto con viarias entidades y proyectos
(Pilar Vásquez. Bogotá, 2007).
Sin embargo, algunos funcionarios(as) de Bogotá y San Andrés critican la
asociación entre vulnerabilidad y territorio como criterio para otorgar programas
de bienestar, por razón de dicho criterio genera en ocasiones excesiva asistencia
social dirigida de manera exclusiva a ciertos espacios geográficos en detrimento
de otros. De igual modo, esta asociación puede estimular la actitud pasiva de
las personas frente a los territorios donde viven.
[Omitimos el nombre del lugar] es un barrio de invasión que se caracteriza
porque casi la mayoría de los hogares están conformados por mujeres cabeza
de hogar; son mujeres solas, muy pocas tienen el marido, […] viven solas
con sus hijos, tienen muchos hijos, casi todas son recicladoras. Pero mire de
las cosas raras que es uno de los sitios, en el que todos nos hemos desbocado
hacia allá, de pronto son las que, entre comillas, digo yo, menos hambre
aguantan. ¿Por qué? Porque todos los proyectos están muy pendientes de
ellas (Bernarda Angulo. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 521


Vulnerables por ser peligrosos(as) para la sociedad
Este es un tipo de vulnerabilidad que se define a partir del grado de deses-
tabilización que individuos/grupos puedan generar debido a que representan
un grado de peligro para sí mismos y para la sociedad. Los vulnerables peligrosos
serían los habitantes de calle (y consumidores de droga), jóvenes infractores,
trabajadoras sexuales, jóvenes y personas negras.
[Más vulnerables son] los habitantes de la calle crónicos, no solamente por
lo que representan ellos en su ser, sino en el peligro que representan para
nosotros. Porque nosotros ahí caemos víctimas de esa problemática, un
habitante de calle, una persona que está drogada, que está con la ansiedad
de consumir nos quita lo que sea, el carro, la vida […]. Entonces, esa gente
es muy golpeada por el rechazo. No es cierto que haya tolerancia con esas
personas, como ellos son tan agresivos, su agresividad se despliega con mucha
más […] ¡ay, Dios mío! […] sí, yo considero que […] los habitantes de la
calle, tanto hombres como mujeres, y luego la comunidad negra, y después
las prostitutas (Cindy Chaparro. Bogotá, 2007).

En ese sentido, los funcionarios(as) de Bogotá, Pereira y San Andrés pien-


san que es necesario intervenir en este grupo de vulnerables como medida
de prevención o contención de otros males sociales. Los programas sociales
focalizados que se dirigen a este grupo se especializan en dar suministros para
garantizar su subsistencia (alimento y medicinas), controlar su agresividad,
y ofrecerles algún tipo de vinculación en procesos de reeducación y reso­
cialización.
Los jóvenes están robando al interior de sus familias y no los judicializa na-
die. Cuando ya se dan cuenta, el hijo es un desechable, como vulgarmente
se les dice a las personas que ya no tienen una reinserción, no hay quien los
regrese a un entorno familiar […]. Entonces yo creo que ese es el problema
número uno, y ese trae consigo muchos más problemas: el hurto, la agresión,
violaciones, atropellos, violación a los derechos humanos, donde se mata
por cualquier cosa. Y la sociedad no quiere enterarse, el gobierno no quiere
enterarse porque vale mucha plata y para eso no hay […] (Sandra Gómez.
Pereira, 2007).

En particular, los programas sociales focalizados que se dirigen a habitantes


de calle solo involucran a personas que demuestran una disposición para el

522 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
cambio cultural y que han participado de manera constante en acciones para
su rehabilitación. Se trata de una intervención dirigida a personas indigentes
no solo para garantizarles un mínimo de salud física y mental, sino también
para evitar que su situación afecte a las demás personas. Algunas personas
entrevistadas reconocen que el objetivo de los programas sociales focalizados
es controlar el crecimiento de esta población, así como evitar que afecten la
convivencia comunitaria (por sus actitudes o enfermedades). Se incluyen en
estos programas medidas para el restablecimiento de la salud física y mental
como la higienización diaria y el suministro de medicamentos, alimentación y
vestuario. También se les capacita en oficios manuales para la (auto)generación
de ingresos. Excepcionalmente —por opción ética de los funcionarios(as)19— se
intenta ofrecerles otras alternativas para mejorar sus condiciones de vida.
Entonces, nosotros lo que queremos es que la gente que ingresa al programa
valore lo que estamos haciendo por ellos y que tengan disposición de cam-
biar, porque si solamente va a sentarse a esperar el desayuno, el almuerzo y
la merienda, […] nosotros no somos un restaurante, sino que para que ellos
tengan opción de vida y traten de mejorar su calidad de vida (Rose Díaz.
San Andrés, 2007).
Otras circunstancias asociadas al desplazamiento forzado, por ejemplo, pue-
den convertir a algunas personas en sujetos peligrosos para el equilibrio social,
máxime en aquellos contextos que se caracterizan por tener una situación social
de pobreza y desigualdad agravada. En ese sentido, algunos funcionarios(as) de
la ciudad de Cartagena consideran que las personas inmigrantes desplazadas
empeoran la situación social de la ciudad porque ocupan (prioritariamente) el
lugar de los pobres históricos que no han recibido asistencia por parte del Estado;
se asientan en zonas de alto riesgo, generan una explosión demográfica, agotan
la precaria asignación de recursos que el gobierno destina para los programas
sociales focalizados y se vinculan fácilmente a la delincuencia común como
alternativa de subsistencia.

19 Según los funcionarios(as) de San Andrés Islas y Pereira, este tipo de programas sociales
focalizados no son abanderados por el Estado ni por los gobernantes de turno en sus
planes de desarrollo, porque los habitantes de calle son considerados como un grupo
poblacional de menor relevancia frente a otros grupos poblacionales que padecen
situaciones de pobreza y/o vulnerabilidad.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 523


Vulnerabilidad generada por interseccionalidad de varias vulnerabilidades
Esta última condición de vulnerabilidad se define a partir de la conjugación
e interdependencia de distintas situaciones y características relacionadas, por
ejemplo, con pertenecer a un grupo poblacional, habitar en territorios periféricos
(urbanos y rurales), pertenecer a una clase social pobre, padecer discapacidades
y ser víctima del conflicto armado, entre otras. Esta manera de definir la vulne-
rabilidad es la que más aparece en las narrativas de los funcionarios(as) dentro
de los criterios para tomar decisiones respecto al acceso o permanencia en los
programas sociales focalizados, en la medida en que considera el principio de
la focalización.
Creo que es una suma de cosas, que es lo que te decía ahora que es la razón
de nuestra existencia en la multidimensionalidad, en la multicausalidad.
Creo que por ser mujer, que la jefatura del hogar sea femenina no lo hace
vulnerable, porque sean afros no los hace vulnerables, etcétera. Creo que es
una suma de características. Cuando en el hogar son afrodescendientes, la
jefa del hogar es una mujer, tiene cuatro niños, tienen un adulto mayor que
no trabaja, la mujer solo estudió hasta segundo de primaria, ahí ya hay unas
condiciones de vulnerabilidad. ¿Por qué? Porque el bajo nivel de estudio lleva
a que los ingresos de la familia sean precarios, porque la única persona en edad
de trabajar es la mujer, que fuera de eso tiene a cargo todo el mantenimiento
del hogar hace que tenga doble jornada laboral [sic] y entonces el tiempo de
dedicación a los menores sea más bajo, lo que va a implicar que los menores
efectivamente deserten de la escuela (Teresa Vélez. Medellín, 2007).
Hasta aquí se presentaron las nociones sobre pobreza y vulnerabilidad enun-
ciadas por las personas entrevistadas en cinco ciudades del país. Con base en
sus relatos se presentaron cuatro concepciones de pobreza. La primera surge
a partir de criterios estadísticos que se sustentan en sistemas de información
desde los cuales se define a las personas pobres como aquellas que se encuentran
registradas en los sistemas de clasificación en niveles de 0, 1 y 2 del sisben o
que demuestran residencia en zonas socioeconómicamente clasificadas en el
estrato 1 y 2. Las otras tres nociones se fundan en el considerar a las personas
pobres como necesitadas, mendigantes y pobres vergonzantes.
La noción de vulnerabilidad se encuentra relacionada, por las personas en-
trevistadas, con la desprotección, procedencia territorial, pertenencia al género
femenino y el grado de amenaza que un grupo representa para la sociedad. La

524 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
pertenecía al género masculino y al grupo etario entre 25 y 50 años también se
consideran condiciones asociadas a la vulnerabilidad debido a que se encuentran
tradicionalmente por fuera de la intervención social del Estado. Sin embargo,
a pesar de expresar un conjunto variado de características definitorias de la
vulnerabilidad, para la mayoría de las personas entrevistadas, el criterio que
más importancia tiene para tomar la decisión respecto del acceso a programas
de bienestar es la conjugación de vulnerabilidades.
Las personas que pertenecen a grupos étnicos también fueron identificadas
como personas vulnerables, aunque la postura mayoritaria de los funcionarios(as)
privilegió el criterio de padecimiento de pobreza socioeconómica. En la siguien-
te sección, se presenta de manera pormenorizada las justificaciones a dicha
consideración y el carácter de su impacto en el acceso y/o permanencia en los
programas sociales focalizados.

Vulnerabilidad por pertenencia a grupos étnico-raciales20


De manera excepcional, un número reducido de profesionales entrevistados
en las cinco ciudades de la muestra, reconocieron la influencia de la pertenencia
étnico-racial negra, o étnico-cultural con la pobreza y/o vulnerabilidad de una
persona. Se trata de una vulnerabilidad que impide a personas indígenas, negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras gozar de la igualdad-no discriminación y
el reconocimiento en razón de su diferencia étnica, o étnico-racial. Este tipo de
vulnerabilidad ocurre en contextos urbanos en los que existe una reducción de
las posibilidades de expresión cultural de las personas que pertenecen a grupos
étnico-culturales ; también emerge porque se considera que las personas indíge-
nas, negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras están expuestas a la agresión
cotidiana de personas blanco-mestizas en razón de su pertenencia étnico-racial y
de su estatus de habitantes recientes de la ciudad21. Algunas funcionarias deno-

20 Los grupos étnico-raciales que se identificaron como vulnerables fueron las personas
negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras e indígenas. El pueblo rom y los mi-
grantes extranjeros no fueron asociados a la condición de vulnerabilidad.
21 Algunas funcionarias y funcionarios de las ciudades de Bogotá, Medellín y Pereira
consideran que la mayoría de personas indígenas, negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras son inmigrantes urbanas recientes, víctimas del conflicto armado y de
origen rural. Por lo tanto la vulnerabilidad se genera porque estos nuevos inmigrantes
irrumpen en un contexto distinto al propio que además es homogéneo y fuertemente
arraigado a costumbres blanco-mestizas, al cual no logran adaptarse rápidamente.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 525


minan a esta situación vulnerabilidad cultural porque pone en peligro prácticas,
historias, relatos y saberes propios de una cultura minoritaria.
De acuerdo a las narrativas de los funcionarios(as), la vulnerabilidad por
pertenencia étnico-racial se genera por el fenómeno de la discriminación racial,
cultural y a la presencia de racismos en espacios estructurales de la sociedad y
en esferas micro de la misma. En los espacios estructurales, se considera que el
fenómeno del racismo produce vulnerabilidad en las personas de grupos étnico-
raciales. Ello se evidencia, por ejemplo, en la ausencia de personas negras e
indígenas en cargos directivos en las instituciones, y en la falta de un número
importante de personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras en espa-
cios de representación política —alcaldes(as), diputados(as), concejales(as)—
dentro del Estado. Otra dimensión del racismo estructural se relaciona con la
invisibilización operada por el Estado por medio de sus acciones. Esta consiste
en el desconocimiento de los miembros de grupos étnico-raciales como sujetos
especiales al incorporarlos de manera homogénea, mediante la intervención
social estatal, a la oferta (clásica) existente de programas de bienestar.
En un nivel más concreto, se considera que las personas negras, afroco-
lombianas, raizales, palenqueras e indígenas son vulneradas al ser víctimas
directas del racismo cotidiano en el nivel micro de las relaciones sociales (i.e.
aquellas que se dan en barrios o asentamientos urbanos) y en el ámbito labo-
ral. La dificultad en encontrar empleos de todo tipo (en particular, empleos
formales con condiciones laborales legales), la restricción en el acceso a sitios
de diversión, y el maltrato verbal cotidiano (chistes, comentarios) son ejem-
plos citados por las personas entrevistadas para ilustrar las formas en que se
efectúa el racismo y opera la discriminación racial.
Según algunas personas entrevistadas, la vulnerabilidad de personas ne-
gras, afrocolombianas, raizales, palenqueras e indígenas redunda de manera
negativa en sus condiciones de vida individuales y familiares, ya que no lo-
gran vincularse fácilmente al sistema laboral; difícilmente logran adaptarse
al ámbito urbano debido a los constantes choques culturales y raciales con
las personas blanco-mestizas (residentes antiguos de la ciudad); y tampoco
logran acceder a la asistencia que proporciona el Estado por las barreras lin-
güísticas y la falta de consideración de su particularidad cultural. Aunque
existen algunas características comunes en el padecimiento de la vulnerabilidad
entre personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras e indígenas, los

526 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
funcionarios(as) establecieron características de acuerdo a las cuales la vul-
nerabilidad se particulariza conforme a la pertenencia al grupo étnico-racial
negro, afrocolombiano o indígena.
Se considera que los indígenas son vulnerables por motivos culturales. Para
muchos funcionarios(as), las personas indígenas no tienen tradición de ha-
bitar en grandes centros urbanos. Por ello, desconocen la Civitas, es decir, la
manera de establecer contacto con las instituciones y de construir relaciones
cotidianas con personas no indígenas. Asimismo, advierten la reducción de
las posibilidades de la recreación de prácticas culturales propias de su etnia,
especialmente aquellas relacionadas con la alimentación. También se percibe
que algunos de sus rasgos culturales (idioma, vestuario, pautas de higiene) les
impiden integrarse y adaptarse a la vida urbana.
Algunos funcionarios(as) de Bogotá y Pereira consideran que las personas
indígenas son vulneradas incluso en los programas de bienestar. Dado que
muchas de estas personas no pueden cumplir con los requisitos mínimos
de acceso, ya sea porque no pueden certificar su condición de pobreza (no
tienen clasificación sisben) o porque ni siquiera cuentan con documentos
de identificación (registro civil, cédula de ciudadanía), son excluidas de la
intervención social.
Pues aquí hay […] o sea, los resguardos indígenas que tenemos acá cerca son
población [que] llega muy fácilmente acá y que de pronto llegan acá con unas
condiciones de vida muy diferentes a las que nosotros tenemos acá y de pronto
estas diferencias sí se ven muy marcadas. Es de pronto la población que yo
diría […] que podría estar más vulnerable (Andrés Mejía. Pereira, 2007).
En general, los funcionarios(as) consideran que las personas indígenas
tienen la posibilidad de ingresar a los programas sociales en igualdad de con-
diciones, sin necesidad de que operen tratos preferenciales o prioritarios en
razón de su pertenencia étnico- cultural22. No obstante, los funcionarios(as)

22 Una funcionaria de Bogotá plantea que las personas indígenas no esgrimen, como
justificación para el ingreso a los programas sociales focalizados, su diferencia. Sin
embargo, al ingresar a los mismos visibilizan de manera constante una demanda por
el reconocimiento a su identidad étnica. «Él la reivindicaba, “yo soy de tal sitio”, es
más, sin estarle uno preguntando[…] él me hablaba de donde procedía, de cómo era
su cultura, totalmente analfabeta, cómo fue su crianza […]; se puede decir que el señor
afianzaba en su mismo relato toda su cultura» (Diana Romero. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 527


de la ciudad de Bogotá reconocieron que en algunos programas sociales fo-
calizados, relacionados con el suministro de alimentos, existe algún tipo de
consideración respecto a particularidades culturales al incluir –por demanda
de representantes indígenas- algunos alimentos (tubérculos) que hacen parte
del consumo de indígenas del altiplano (en particular, indígenas pijaos); aun-
que estos alimentos deben ser avalados antes por profesionales especializados,
quienes determinan el cumplimiento de valores nutricionales y condiciones de
inocuidad exigidas por ley. También se cree que la manera como se suministran
los alimentos (entrega de mercados) brinda una oportunidad de recreación
de prácticas culturales asociadas a las formas de preparación y consumo de
alimentos en familia.
Algunos funcionarios(as) de esta ciudad también consideran que existe un
interés por la atención particular o diferenciada de personas indígenas en diversos
programas de bienestar del distrito. Así, muchas personas entrevistadas aceptan
y legitiman la existencia de programas sociales exclusivos como instituciones
especiales (Jardín Infantil Inga) donde estas personas pueden recrear su cultura
(lengua, costumbres, hábitos de crianza, cosmogonía) en la ciudad.
Porque los indígenas tienen una teogonía, una cosmogonía, porque ellos
tienen una relación de complementariedad con la naturaleza (Cindy Cha-
parro. Bogotá, 2007).

De acuerdo a los funcionarios(as), este tipo de programas sociales focalizados


goza de cierta legitimidad porque permite la conservación y recreación de la
cultura indígena en las ciudades y da respuesta a la situación de discriminación
(maltrato y agresión verbal) que padecen los niños(as) en espacios cotidianos
en razón de su diferencia étnico- cultural. Es interesante destacar que una
funcionaria negra, afrocolombiana, de Bogotá legitima este tipo de espacios
exclusivos porque los indígenas —a diferencia de los afrocolombianos, negros,
raizales y palenqueros— tienen menor capacidad para asimilar la discriminación
cultural , a causa del poco contacto que han tenido con personas blanco-mestizas
habitantes de grandes centros urbanos.
La casita de los niños fue un trabajo que se inició desde comedores que fue
lo que nosotros empezamos a pedir cuando uno empieza a detectar quejas
que daban los niños cuando llegan a cierta edad, como después de los 10.
Ellos dicen «ay, es que ir a los colegios de los blancos […] significa que nos

528 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
discriminan porque siempre nos están diciendo indios, indios» […]. O sea, lo
mismo que pasa con negritudes, […] que de pronto uno de negro lo asimila
más o de pronto hemos tenido más la oportunidad de salir o de criarnos […]
en [la capital][…], o por lo menos yo, que tuve la oportunidad de criarme
en la capital, eso a uno […], a mí me resbala […]. Entonces, a raíz de eso
se dijo hay que buscar un sitio para los niños porque hay unas costumbres,
unas culturas que ellos no pueden dejar de lado, que significaría llevar al
niño pequeño a una guardería o a un jardín infantil común y corriente,
significaría que ya desde bebecitos van dejando sus costumbres y tienden a
desaparecer […] mientras ellos tienen unas cosas muy chéveres, muy bonitas
[…] (Bernarda Angulo. Bogotá, 2007).

Por el contrario, según sus narrativas, algunos de los funcionarios(as) de la


ciudad de Bogotá y Pereira piensan que las personas indígenas no son vulnera-
bles. El argumento que esgrimen es que estas personas gozan, al igual que las
personas blanco-mestizas, del estatus de sujetos de derecho. Además, porque,
gracias a su pertenencia étnica, cuentan con organizaciones locales (cabildos)
y nacionales (Organización Nacional Indígena de Colombia, onic) que los
acogen, y cuentan con una institución especializada del Estado (Dirección de
Etnias del Ministerio del interior) que tramita sus demandas.
Para mí, la vulnerabilidad de los grupos étnicos depende. Porque cuando
llegan los grupos de indígenas llegan aquí porque la onic es conocida en todo
el país […], es ampliamente reconocida por los indígenas. Cuando llegan los
indígenas, al primer sitio que llegan es a la onic, es su casa acá en Bogotá, es
su punto de referencia. La onic va obviamente hasta donde puede, entonces
tiene una casa, los dejan ahí, cuelgan sus hamacas… siempre es como su
primera familia (Alejandra Orjuela. Bogotá, 2007).

La vulnerabilidad de personas negras,


afrocolombianas, raizales y palenqueras
Podríamos afirmar que la mayoría de los funcionarios(as) de las cinco
ciudades niega que la pertenencia étnico-racial negra, afrocolombiana, rai-
zal o palenquera sea un elemento determinante en la vulnerabilidad de una
persona. En Cartagena, por ejemplo, se considera que la pertenencia étnico-
racial negra es una característica más inherente a la población pobre, ya que

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 529


en esa ciudad las personas negras, afrocolombianas y palenqueras tienen un
peso demográfico importante.
La población más vulnerable es la población de estrato 0, que es la población
afro. Porque cuando nosotros miramos, es que ni siquiera se necesita hacer
un diagnóstico, porque así se ha visto y se resalta que la población afro es
la que se encuentra en las zonas de alto riesgo de Cartagena, en las zonas
más pobres de Cartagena; son completamente comunidades afro. Son zonas
marginales, de difícil acceso, etc. (Rafael Araujo. Cartagena, 2007).
En las narrativas de quienes reconocieron que la pertenencia a un grupo
étnico-racial era un factor que incidía en la vulnerabilidad, encontramos que
las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras son consideradas
con mejores condiciones que las personas indígenas. Para ellos(as), las personas
negras han tenido mayor contacto con la ciudad, no hablan un idioma distinto
al español [olvidan el criollo del Archipiélago de San Andrés, Providencia y
Santa Catalina] y se adaptan con facilidad a las dinámicas urbanas. Algunas
personas entrevistadas opinan que la vulnerabilidad por motivos étnicos y ra-
ciales de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras es menor
por dos razones. En primer lugar, porque cuentan con algunas organizaciones
consolidadas que defienden sus derechos como minoría y que tienen cierta
trayectoria de reivindicación frente al Estado. En segundo lugar, de acuerdo a
los funcionarios(as) de Pereira, las personas negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras son menos vulnerables que los indígenas porque cuentan con
representantes políticos (diputados) y funcionarios(as) negros, afrocolombianos,
raizales y palenqueros dentro de instituciones del Estado.
[Entre los más vulnerables] están los indígenas, los afro, […] los indígenas
tienen condiciones más […] difíciles que los afrodescendientes […]. Es
muy poquito el indígena que se viene para acá para la capital, ellos tiran
más en sus tierras y tienen territorios con muchas condiciones […]. Y en
realidad los indígenas son mucho más vulnerables porque tienen la barrera
del idioma […], en cambio, los afrodescendientes tienen más condiciones
para salir adelante […]. Sino que como la misma sociedad los ha tenido
invisibilizados, entonces ellos se quedan relegados a donde la sociedad los
ha tenido […] (Estela Arce. Medellín, 2007).
En las ciudades de Medellín y Bogotá, se considera que la pertenencia
étnico-racial negra, afrocolombiana, raizal o palenquera solo incide en la vul-

530 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
nerabilidad de una persona cuando se conjuga con otro conjunto de variables
como género, edad, clase social, discapacidad, padecimiento generado por el
conflicto armado y otros tipos de violencia, y la migración, entre otros. Por otra
parte, en Bogotá, Pereira y Cartagena, algunos funcionarios(as) consideraron
que las personas negras, lejos de ser vulnerables, se convertían en potenciales
vulneradoras de los derechos de personas blanco-mestizas pobres que habitan
en barrios populares, debido a que son violentas, agresivas y perturbadoras
del orden puesto que sus prácticas culturales (fiestas, música a alto volumen,
constantes celebraciones, recibimiento y visita constante de familiares) no son
propias de ámbitos urbanos23.
Aquí, a pesar de que no era una región de negros y están llegando; yo veo
que los acogen todavía, es más vulnerable y puede sufrir más el blanco de
lo que le pueda hacer el negro (Josefa Giraldo. Pereira, 2007).
Muy pocos funcionarios(as) explican la vulnerabilidad de las personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras como consecuencia de procesos de es-
clavización. Ello contrasta con la consideración mayoritaria, como se presentó
en unas líneas más arriba, de la existencia en la sociedad colombiana de un
tipo de racismo estructural y cotidiano que afecta, en particular, a las personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Esto además sugiere que para
estas personas, aparentemente, no existe una conexión entre el racismo y el
fenómeno de la esclavización. Solo una funcionaria de la ciudad de Medellín
identificó el origen de la vulnerabilidad de estas personas en la esclavización;
para ella, ese fenómeno determinó la ubicación de esta población en territorios
lejanos (aunque con inconmensurable riqueza natural), fuera del interés estatal y,
por ende, sin recursos suficientes para garantizar condiciones de vida dignas.
En las narrativas de los funcionarios(as) que reconocieron la existencia de un
tipo especial de vulnerabilidad padecida por personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras, identificamos dos características: una vulnerabilidad
asociada a lo étnico y otra a lo racial. Según algunos funcionarios(as) de las
ciudades de Bogotá, Medellín y Pereira, las personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras padecen una vulnerabilidad étnica debido a que en el

23 Algunas personas entrevistadas también consideran que las personas negras, afro-
colombianas, raizales y palenqueras pueden excluir y discriminar a sus co-raciales o
co-étnicos por motivos relacionados con la extracción social, pertenencia al género
femenino, origen geográfico y rasgos fenotípicos.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 531


ámbito urbano no pueden recrear algunas particularidades propias de su cultura
relacionada con el consumo de ciertos alimentos, la realización de fiestas, el
consumo de licor, la música y el baile.
Sé qué es lo que a ellos les interesa; es el tema cultura y entendida la cultura
como la cultura ancestral […]. Para el afrodescendiente, la expresión cultural
tanto tradicional como su posibilidad es tan importante como tener empleo.
Una negra, un negro que no tenga espacios de baile, que no tenga un lugar
para la juerga, para el solaz yo creo que ellos tienen ahí un valor todavía
pre-urbano y es muy valioso (Felipe Soto. Medellín, 2007).

En relación al componente racial de la vulnerabilidad, muchas personas


entrevistadas considera que las personas negras, afrocolombianas, raizales y pa-
lenqueras son vulnerables porque sufren una exclusión generada por el racismo.
Este fenómeno contribuye a la constitución de su vulnerabilidad a tres niveles. A
nivel macro (estructural), se reconoce que son vulnerables porque en contextos
urbanos y rurales padecen condiciones sociales y económicas precarias que los
ubican dentro de la población más pobre. Además, el Estado —y la sociedad
en general— los desconoce como sujetos de derecho al no dar cumplimiento
cabal de las leyes y normas especiales que los amparan.
[…] los afrodescendientes [son más vulnerables] porque tienen menos condi-
ciones, menos oportunidades, menos recursos, menos acceso a muchas cosas,
aunque tienen una normatividad muy rica pero no se aplica, empezando por
el mismo Estado. El mismo Estado les desconoce a ellos esos derechos que
les da la misma Constitución, la misma Ley 70, su misma normatividad,
[…] muchos municipios, muchos alcaldes, muchas personas desconocen
a esa persona porque es negra, no tiene derecho a un trabajo digno, a una
educación digna. Entonces, ahora ya se ha ido rompiendo eso pero mirá
que teníamos entidades como […] los almacenes Éxito, que son almacenes
de cadena, ellos no permitían un negro trabajando allá, para ellos, negro era
sinónimo de lo peor (Estela Arce. Medellín, 2007).

A nivel meso, las personas negras y afrocolombianas se encuentran excluidas


de varios ámbitos. En el ámbito educativo tienen menos oportunidades de ca-
pacitación y formación superior; en el aspecto de ocupación territorial urbana,
se ubican en zonas periféricas (sin vías de acceso, servicios públicos, ni presencia
institucional) y en ocasiones se les impide que habiten en determinados espacios,

532 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
dado que no logran conseguir vivienda en alquiler con facilidad; en el ámbito
de la ocupación laboral, no se encuentran en cargos gerenciales de la empresa
privada o en el nivel directivo dentro del Estado.
Pero son rechazados socialmente en toda la sociedad, entonces tenemos que
usted no ve casi afrodescendientes ocupando espacios públicos (Ernesto
Pinzón. Pereira, 2007).
También se les dificulta la vinculación a empleos formales (e incluso a acti-
vidades informales como la venta ambulante) por el fenómeno del racismo.
Sí, […] porque ellas [las personas negras] poco les dan trabajo y por lo menos
va uno, y usted por ejemplo va a poner un puesto en la calle y la gente poco
se atreve a comprar porque son negritos y la gente negra acá, en Bogotá,
y a ellos le tienen mucho recelo, porque son negritos y no les dan trabajo
(Paulina Montenegro, beneficiaria de programas sociales. Bogotá, 2007).

Aunque ninguna de las personas entrevistadas aceptó la existencia del racis-


mo como una práctica institucional, un número reducido de funcionarios(as)
reconoció la posible existencia de tratos sutilmente discriminantes, los cuales
podrían explicar el bajo acceso de estas personas a programas sociales. Estos
tratos discriminantes emergerían en la atención a personas negras, afrocolom-
bianas, raizales, palenqueras al momento de exigir requisitos adicionales a los
criterios establecidos, sin justificación aparente; al prolongar, sin justificación
el tiempo de espera para acceder a programas sociales; al tipificar de manera
recurrente a las personas negras como agresivas e intolerantes.
Pues uno sí nota ciertas presunciones en la cultura de la gente, del profesional.
Se notan ciertas distancias, sobre todo cuando hay conflictos con usuarios
de raza negra. Siempre me parece que hay una tendencia a exagerar […],
a considerarlo como por fuera de la norma [más] que los otros. Entonces,
mis funciones son más como de atacar el caso, de mirar claramente qué
es lo que está pasando, porque yo percibo que en ciertas circunstancias el
funcionario sí tiene la tendencia de exagerar de acuerdo al color de la gente
(Cecilia Palacios. Bogotá, 2007).

[Los negros también serían vulnerables] porque siempre aquí en Cartagena


hay mucha población negra y si tú ves una persona de color […] ya no la
atienden bien, siempre piensan mal de ella. Es que aquí, Cartagena está

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 533


dividida en dos, la elitista y la […] pobre. En esta Cartagena pobre, hay
mucha gente de raza negra, que aquí tenemos cerquita a Palenque y todos
esos sitios de donde se viene «toda esa gente» tratando de encontrar un futuro
para ellos y para sus hijos (Patricia Murillo. Cartagena, 2007).
A nivel individual, negros(as), afrocolombianos, raizales y palenqueros(as) son
vulnerables porque el racismo impacta directamente su subjetividad. En la ciu-
dad de Cartagena, algunos funcionarios(as) negros reconocieron que el racismo
vulnera porque fomenta sentimientos de inseguridad, miedo, incertidumbre y
autorechazo (consciente e inconsciente) de la identidad étnico-racial negra.
Entonces, te puedes dar cuenta que no más [la pertenencia al grupo étnico-
racial negro] te da una vulnerabilidad en lo negro, en la misma sociedad,
en sus relaciones, etcétera; y eso se manifiesta en muchas cosas o en muchos
aspectos […], eso le produce mucha inseguridad a los negros. Yo no soy
de los que dicen «sí, nosotros somos los luchadores, los grandes y estamos
organizados y tenemos identidad». No […], nosotros tenemos una cantidad
de incertidumbres, de taras psicológicas que son muy difíciles de superar, eso
produce angustia y de todo, […] a menos de que tú estés muy empoderado,
que tu empoderamiento sea tal que eso ya a ti no te vulnere; pero para llegar
a ese empoderamiento tampoco es de un año para el otro, tienes que ver
mucho, tienes que investigar mucho, […] mejor dicho que te produzca una
seguridad tal que tú […] estés tan empoderado que te permita desplazarte
en la sociedad sin esos problemas. Pero eso no es fácil, eso se refleja en los
estudios, se refleja en el trabajo, se refleja en muchos casos en las relaciones
interpersonales, interfamiliares [sic], etcétera, etcétera y eso para mí son con-
secuencia de esa vulnerabilidad (Domingo Valenciano. Cartagena, 2007).
Por otra parte, un grupo de funcionarios(as) reconoció la existencia de vul-
nerabilidad en personas raizales. En San Andrés, se considera que hombres y
mujeres raizales son vulnerables en términos culturales, dado que muchas de
sus prácticas tradicionales y su propia existencia física se encuentran amenaza-
das por el fenómeno de superpoblación ocasionado por la presencia excesiva
de inmigrantes continentales a la isla. También son vulnerados por la acción
del Estado, ya que deben someterse a políticas nacionales diseñadas para otros
contextos regionales, lo que niega su historia particular, su diferencia cultural y
las características geográficas (insularidad) del territorio que habitan. Además,
se los excluye de la asistencia social del Estado por cuanto padecen un tipo de

534 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
pobreza que no es captado por sistemas de información nacionales (sisben) y
no podrían ser beneficiarios(as) de los programas sociales focalizados por no
cumplir con algunos de los criterios necesarios.
En esta ciudad, no se considera que las personas negras, afrocolombianas y
palenqueras (inmigrantes continentales provenientes de Cartagena, Barranquilla
y Santa Marta) sean vulnerables porque no son un grupo minoritario y su cultura
no es la predominante en la isla, por lo que no se encuentra amenazada.
La población raizal [es la más vulnerable] porque estamos siendo como
extranjeros en nuestra propia tierra, porque tenemos que acomodarnos a
unas políticas que vienen diseñadas desde el interior del país y meternos esa
película en la cabeza de que eso siempre va a ser así porque no se está dando
la discriminación positiva, porque no se tiene en cuenta que el desarrollo,
el origen de la población raizal es muy distinto a como se dio en el interior
del país empezando por la raza […]. Fue muy distinto a como fueron los
procesos de colonización en el interior del país, porque no se ha incorporado
como el concepto de insularidad (Alice Antonio. San Andrés, 2007).
Frente a la situación de vulnerabilidad de las personas raizales, se ofertan
programas sociales que se pueden considerar particularizados ya que flexibilizan
algunos de los criterios de acceso (el criterio relacionado con el puntaje sisben)
para que puedan acceder a ellos personas raizales pobres con clasificación 3 y/o
quienes cuentan con casa propia. Por otra parte, una funcionaria de San Andrés
afirma que, gracias a largos procesos de negociación con instancias del gobierno
nacional, se ha logrado que algunos rasgos de la cultura raizal también se con-
sideren en el suministro de los programas sociales, a cargo de la gobernación
departamental. La atención particularizada se evidencia en la manera como se
provee atención alimentaria para adultos mayores raizales, a quienes no se les
convoca en un establecimiento (como se hace en Bogotá, Cartagena, Medellín
y Pereira) sino que a diario se les suministra alimentos puerta a puerta.
Ningún viejito de San Andrés va a dejar su casa para ir caminando en el
sol, así sea que sea la comida más rica que le van a dar, a sentarse a comer
con el otro […], mejor se queda en su casa. O sea, como que culturalmente
nada […] como que no pega y no lo digo yo, no solamente porque yo soy
raizal, yo sé que no lo van a hacer y si lo hacen son otro tipo de adultos
mayores […]. Pero un adulto mayor que vivió y envejeció aquí, que estuvo
acostumbrado a tener sus cosas en su huerta, cultivarlas, trabajó de pronto

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 535


con la Administración algún tiempo y envejeció, ya no tuvo en qué traba-
jar ni qué hacer […], que salga a recibir alimento es muy difícil. Él puede
estar acá al lado y él no va a salir […] porque se ve humillado […] en su
dignidad. Por eso nosotros montamos nuestro programa de alimentación
local precisamente para que [los alimentos] se le llevara a la gente a su casa
(Ellen Willson. San Andrés, 2007).
Otro tipo de vulnerabilidad se encuentra en la conjugación entre pertenencia
étnico-racial negra y género femenino, ya que se considera que las mujeres ne-
gras, afrocolombianas, raizales y palenqueras son especialmente vulnerables por
motivos culturales. Primero, porque tienen asignado un rol como cuidadoras
que las obliga a velar por el bienestar de hijos(as), nietos(as), hermanos(as) y
demás miembros de su familia extensa. Dicho rol emerge con más frecuencia
cuando deben asumir además del cuidado, roles de proveeduría para el sustento
económico de sus familias a causa de fenómenos como el desplazamiento forza-
do o enfermedades graves o incapacitantes que sufren alguno de los miembros
adultos (especialmente hombres). Segundo, porque son víctimas del machismo
(agresión física y verbal) de sus parejas, hombres negros, afrocolombianos,
raizales y palenqueros.
Una chica maltratada por otro negro […], eso le daba unas manos, eso era
un chiste esa niña, y ella decía que no se podía separar de él porque no sabía
nada, no sabía leer ni escribir, ella sí había llegado de por allá bien adentro
de Quibdó, no me acuerdo pero bien lejos, ella me decía que había que ir
en lancha hasta allá; y el tipo la maltrataba y la golpeaba y todo, después
quedó embarazada y no pudimos hacer nada porque se fueron, porque el
tipo se sintió que ya estábamos encima y que ya no íbamos a permitir que
la golpeara más, y se la llevó. ¿Para dónde? No sabemos (Cindy Chaparro.
Bogotá, 2007).
En resumen, es posible afirmar que si bien son pocas las personas entrevis-
tadas que reconocen la pertenencia étnico-racial negra como un indicador de
vulnerabilidad a tener en cuenta en el ingreso a programas de bienestar, aquellas
que sí lo consideran aportan una interesante caracterización. Entre las razones
que fundamentan dicha vulnerabilidad, se enfatiza en razones ‘raciales’, ya sean
asociadas a prácticas cotidianas racistas, a la expulsión de espacios laborales for-
males y educativos o a la racialización geográfica (negación de particularidades
ambientales y culturales). Como resaltamos en el presente apartado, la mayoría

536 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
de personas entrevistadas considera que no existen prácticas relacionadas al fe-
nómeno del racismo institucional debido a que opera a todos los niveles, y de
manera irrestricta, el principio de la igualdad entendido como no-discriminación.
Sin embargo, muchas de las personas entrevistadas también reconocen que el
porcentaje de personas que comúnmente demandan y asisten a los programas
de bienestar es reducido. En el siguiente apartado presentamos algunas de las
explicaciones que aducen los funcionarios(as) a este respecto.

Explicaciones a la reducida presencia de personas negras, afrocolombianas,


raizales y palenqueras en los programas sociales focalizados
A pesar de la consideración de la vulnerabilidad por la pertenencia étnico-racial
negra, afrocolombiana, raizal o palenquera, las personas entrevistadas reconocen
que la solicitud de acceso y permanencia de estas personas es mínima. Sobre todo
en las ciudades de Bogotá, Medellín y Pereira, los funcionarios(as) atribuyeron
la baja presencia de estas personas en programas de asistencia social a razones
demográficas, culturales, institucionales y, en menor medida, raciales.
La baja asistencia de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
a los programas de bienestar se debe en primer lugar a que no representan un
porcentaje relevante de la población que habita en la ciudad y no son visibles
en los barrios pobres, ya que no fundan asentamientos negros sino que se en-
cuentran distribuidos por toda la ciudad. Para otro conjunto de funcionarios(as)
las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras no se vinculan a
programas porque no son una población que habite de manera histórica ciu-
dades como Bogotá y Pereira. Estos factores demográficos justifican el hecho
de que las instituciones estatales prestadoras de programas sociales no hayan
planteado la necesidad de impulsar su ingreso masivo a los programas sociales
focalizados.
Los abuelos negros que tenemos son realmente muy pocos. Entonces uno
dice, tendríamos que ampliar el tema del conocimiento, será que es que la
población negra cuando llega a esa edad de la que puede ser beneficiado, ¿ya
no está acá? […] de lo que llevo conocido acá, son muy pocos los abuelos
negros que tenemos (Verónica Morales. Bogotá, 2007).
En contraste a estas justificaciones, unos pocos funcionarios(as) en Medellín
reconocieron que si bien han existido grupos de población negra, afrocolom-
biana, raizal y palenquera asentados históricamente en algunas zonas de la ciu-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 537


dad, nunca han reivindicado un trato específico en relación a su particularidad
étnica para acceder a la asistencia del Estado; además, se han mimetizado en la
población acomodándose a la cultura de la mayoría blanco-mestiza.
Es decir, la población negra en Medellín hasta hace poco estaba confinada en
un barrio y dos sectores barriales. El barrio El Rincón, que es Suroccidente
de la ciudad, donde hay una historia de poblamiento afro que se remonta a
la hacienda, al cultivo de la caña y demás ahí fue donde ellos se quedaron y
hay otros dos sectores, uno que se llama El Coco en el sector de La Floresta,
de una población migrante de sectores mineros del departamento que se
vinieron hace bastantes décadas […], algunos del Chocó, esa es la cuna donde
se acoge por ejemplo el técnico Maturana, en ese sector. Y unos pequeños
grupos hacia el norte del área metropolitana en el municipio de Barbosa, en
donde muy asociados también a la economía agrícola del siglo xviii y xix se
establecen unos raizales, pero por decirlo de alguna manera, que digamos
tienen bastante identidad histórica, lingüística y cultural, esos son como los
núcleos históricos que sumaban en el caso de Medellín, exagerando, el 2 o
3% del global de la población (Felipe Soto. Medellín, 2007).
En las ciudades de Cartagena y Pereira, algunas personas entrevistadas plan-
tean que las personas cuyo fenotipo racial se considera negro24 y las palenqueras

24 En las narrativas de funcionarios(as) de la ciudad de Cartagena, se estableció una


diferenciación fenotípica asociada al grupo étnico-racial negro y afrocolombiano. En
primer lugar, se encuentran los morenos(as), habitantes históricos de la ciudad; y en
segundo, los negros palenqueros y afrocolombianos que habitan en corregimientos
cercanos, practican oficios —en particular, vendedores(as) ambulantes de fruta y dulces,
agricultores, etc. Ellos reivindican su pertenencia étnico-racial y fundan organizacio-
nes para la defensa de sus intereses. «Los negritos, negritos, negritos […], los menos
[negros] no, yo siento que los morenos estamos como parejos y más que todo acá en
la Costa. […] siento [a los morenos] […] más mezclados, pero los negritos en sí, de
comunidades, así los siento como más aislasditos. Aquí tenemos los palenqueros, ellos
tratan de estar muy asilados, de hacer programas ellos, trabajar como solos […], se
sienten como solos […] en las manifestaciones que yo los veo, ellos defienden que están
solos, que no deben de estar solos, que deben de integrarlos, que deben de tener todo
[…]; la población que es palenque son los que más siento así [sic], pero los morenos,
la población morena, aquí no siento que esté muy aislasda de los procesos […]. [Los
morenos son] de tez más oscura que la mía, de facciones gruesas en la cara, de nariz
chata, de labios pronunciados, de cabello bastante ensortijadito, ensortijadito es lo
que uno ve de las población morena; o igual crespa de rizos, piel morena y facciones

538 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
no asisten a programas sociales debido a que desconocen la oferta de dichos
programas en la ciudad. Estos ciudadanos(as) no se empoderan de sus derechos,
en parte, porque habitan en sitios periféricos de la ciudad, en corregimientos
fuera del alcance institucional.
Entonces, por aquí hay asentamientos de poblaciones negras que están muy
retiradas y a veces no es que no hagan las cosas sino que no conocen que están
las entidades. […] a veces es que no conocen las rutas y es conocimiento lo
que hace falta y ayudarlos como en ese empoderamiento de ellos, de que
tienen unos derechos. […] yo pienso que ellos desconocen nuestra labor y yo
por eso digo que hay que trabajar en esa parte, la meta es que ellos puedan
conocer que hay mucho más… el acceso a estos servicios no es fácil para
ellos. Cuando uno llega a estas poblaciones, la gente está dentro de unos
problemas graves y que está como muy focalizado [sic] en lo vulnerable.
Como por ejemplo Barú, un sector allá en Nelson Mandela, o sea están como
muy a la periferia de la ciudad (Patricia Murillo. Cartagena, 2007).
Se reconoce también que la baja asistencia de personas negras, afrocolombia-
nas, raizales y palenqueras a los programas sociales focalizados puede explicarse
porque las instituciones no se encuentran acondicionadas para brindar atención
dirigida especialmente a ese grupo étnico-racial. Aunque funcionarios (as) de
las ciudades de Bogotá y Medellín plantean la existencia de un interés por parte
de las administraciones de ese momento25 respecto de la necesidad de reconocer
la diferencia étnico-racial de las personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras, dicha preocupación se diluye en la práctica. La razón del quiebre
entre voluntad política y práctica burocrática se explica porque este tipo de re-
conocimiento requiere modificaciones institucionales importantes, imposibles
de realizar en un contexto de escasos recursos asignados al tema social.
Entonces, son temas que uno empieza a plantearse «¿y ahí cómo hacemos?».
Pero de la parte estratégica que implica ese tema, abordar lo operativo mu-

finas, también tenemos acá […], hay diferentes tipos, y todo eso lo miramos como
una población morena. Ya que ellos en su población morena estén constituidos como
grupo afro, algo, ya sí también se ve acá, eso sí se ve acá, de que tú a veces ves personas
con unas tez y están en grupo afro y tiene una tez, diría acá, normal, una morena,
cabello rizado […], facciones normales, sin embargo lideran un grupo afro (Isabella
Flórez. Cartagena, 2007).
25 Luis Eduardo Garzón en Bogotá y Sergio Fajardo en Medellín.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 539


chas veces en el camino se pierden las posibilidades de lograr esa Acción
Afirmativa. Hay lecturas digamos del método, cuál es el mejor método
para atender una problemática […]; a veces la solución se queda ahí y no se
soluciona el tema; […] luego, se retoma en el tiempo y como que se recicla,
pero siempre queda una discusión metodológica más que estructural y se
pierde el esfuerzo (Francisco López. Bogotá, 2007).
Además, no existen estadísticas sobre las personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras que permitan tomar decisiones. Solo de manera reciente
en la ciudad de Bogotá, se formula la pregunta étnica26 en el sistema de infor-
mación de beneficiarios de programas sociales focalizados; y tan solo la ciudad
de Medellín cuenta con una caracterización demográfica y socioeconómica
preliminar de esa población. Por otra parte, las personas entrevistadas que se
encuentran a cargo del suministro directo de programas sociales se encuentran
ideológicamente entrenados(as) para invisibilizar y trascender la diferencia
étnico-racial porque con ello, dicen, se evita la discriminación racial en el acceso
a programas sociales, en parte amparados(as), como presentamos más atrás, en
el principio de la igualdad-no discriminación.
Con la población afrodescendiente la dificultad es que no tenemos bases
de datos de dónde están las personas […], no sabemos en dónde están ubi-
cados exactamente, ni siquiera hemos hecho el ejercicio de que la gente se
identifique (Mara Pinzón. Pereira, 2007).
De acuerdo a otro grupo de personas entrevistadas, la causa de la resistencia
institucional a poner en práctica el reconocimiento de la diferencia étnico-racial
(además de la falta de recursos, la ausencia de caracterizaciones demográficas y
socioeconómicas de la población, y la animadversión de las personas entrevis-
tadas a visibilizar la pertenencia étnico-racial negra) es que estos grupos, como
miembros de la sociedad civil, no reivindican de manera organizada su acceso los
programas de bienestar. En Bogotá, pese a la existencia de un Plan de Acciones
Afirmativas para las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, los
funcionarios(as) consideran que las personas negras, afrocolombianas, raizales y

26 La pregunta que se formula es la misma que aparece en el Censo de 2005: «De acuerdo
con su cultura, pueblo o rasgos físicos es o se reconoce como: indígena (de cuál pueblo
indígena), rom, raizal del Archipiélago de San Andrés Islas y Providencia, palenquero
de San Basilio, negro(a), mulato(a), afrocolombiano(a) o afrodescendiente».

540 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
palenqueras no están organizadas por lo que no pueden negociar tratos especiales
o particularizados. Asimismo, manifiestan que sus líderes —a diferencia de líderes
y lideresas indígenas— no participan en espacios públicos de concertación de
políticas públicas; no presionan la implementación de programas sociales foca-
lizados especiales o particularizados; se muestran desinteresados en participar
de la prestación de programas de bienestar; y no están dispuestos a cumplir con
ejercicios de co-responsabilidad (asociados al empoderamiento) como partici-
pación en charlas, talleres, capacitaciones y asociaciones con otras personas.
Teníamos recursos para montar un comedor […], se contactaron como ocho
líderes [afro]. Se hicieron como siete reuniones con ellos, se les dijo: «mire,
están los recursos, ayúdenos a identificar el sitio de mejor ubicación, que era
el Rincón». […] nosotros dimos el mensaje, […] no había ningún límite,
estaba la posibilidad de dar el comedor. [Les dijimos] ayúdenos a identificar
personas afro que requerían [sic] el servicio y montamos el comedor y nada,
no hubo respuesta. Siempre nos decían que ya nos daban el censo, que ya
tenían identificadas personas pero nunca fueron. Después, se planteó que
fuera mixto […], porque si el problema era de segregación, entonces lo
hacíamos más evidente y entonces […] se lo planteamos. Lo mismo que
el censo, decían que iban a las reuniones y nunca iban y entonces […] de-
cidimos poner avisos por la localidad pa’ que las personas negras supieran
que había la posibilidad de un comedor que tenían acceso y no aparecieron
(Francisco López. Bogotá, 2007).

Por otra parte, un grupo de funcionarios(as) considera que no existe una


asistencia masiva de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
a los programas sociales focalizados por razones de idiosincrasia. En Bogotá,
algunas personas entrevistadas afirman que, para estas personas, el establecer
una relación de ayuda con el Estado es una ofensa.
En algunos casos, [las personas negras] decían que [no asistían al servicio de
alimentación] porque no lo requerían, en otros que no les gustaba la comida,
otros lo sentían como una ofensa […], una ofensa porque era como decirle
que era pobre […] (Francisco López, Bogotá, 2007).

Algunas beneficiarias de programas sociales entrevistadas también reconocieron


que las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras no acostumbran
solicitar apoyo a otras personas a pesar de su situación de pobreza.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 541


Ellos son muy orgullosos para pedir, yo creo que no lo hacen, porque ellos
prefieren aguantar y no ir a pedir donde la demás gente, y menos si es donde
nosotros los blancos (Paulina Montenegro, beneficiaria programas sociales.
Bogotá, 2007).
También en relación a la idiosincrasia, algunos funcionarios(as) de Medellín
manifiestan que las exigencias de las personas negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras (habitantes antiguos de la ciudad) no se encuentran en el registro
de los programas sociales, ya que consideran que la superación personal y/o
familiar de su situación social se encuentra en la educación, y, por tanto, su
reivindicación se fundamenta en denunciar el racismo como impedimento al
ascenso social.
Las culturas raizales que llevan periodos mucho más largos de asentamiento
[…] sí tienen una perspectiva política más radical porque entienden los pro-
cesos de largo plazo, de movilidad social aplazada, de inserción postergada
y entonces tienen una visión mucho más contestataria de la cultura paisa
(Felipe Soto. Medellín, 2007).
En San Andrés, algunas personas entrevistadas reconocen que la falta de
asistencia a programas sociales focalizados se debe a que las personas raizales
—a diferencia de otras personas— cuentan con redes familiares que les brindan
un apoyo importante para afrontar su situación de vulnerabilidad.
[…] los raizales que consumen o que son fármaco dependientes… [no
asisten al programa] porque todavía hay algo que amarra al raizal con su
familia; entonces las personas que están como raizales en ese cuento sí hay
bastantes, pero de pronto no hay muchos que estén visibles (Ellen Willson.
San Andrés, 2007).
Finalmente, aunque de manera reducida, funcionarios(as) de Bogotá, Car-
tagena y Pereira explican que la poca asistencia de personas negras, afrocolom-
bianas, raizales y palenqueras a los programas sociales focalizados se debe a la
existencia de discriminación racial cotidiana (burlas, maltratos) por parte de
personas no negras.
La cosa es complicada porque […] tampoco debe ser muy divertido [para
los afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros] llegar a donde puedan
ser señalados […]. La perversión en el trato puede ser terrible, entonces
no falta el comentario […], no debe ser como tan divertido o tan amable

542 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
para ellos acercarse a solicitar un servicio si saben que son minoría (Lorena
Torres. Bogotá, 2007).
Recapitulando nuestras consideraciones sustentadas en las narrativas de
funcionarios(as) y personas beneficiarias, si bien algunas de estas personas
reconocen la existencia de cierto tipo vulnerabilidad padecida, de manera
particular, por las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras,
no se acepta que dicha situación sea objeto de intervención en los progra-
mas sociales de bienestar. Las personas beneficiarias de programas sociales
focalizados tampoco están de acuerdo con dar acceso a las personas en razón
de su pertenencia étnico-racial. En ese sentido, unos(as) y otros(as) expresan
que la «necesidad no tiene color», razón por la cual la vulnerabilidad étnico-
racial de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras no debe
solucionarse mediante programas sociales focalizados.
Desde y a favor del Estado, como representantes de las instituciones públicas
estatales, los funcionarios(as) señalan que los programas sociales focalizados,
más que impactar la condición de vulnerabilidad étnico-racial, deben impactar
de alguna manera la situación de pobreza y algunos tipos de vulnerabilidad
asociados a condiciones sociales y económicas. Además, se plantea que en
contextos en los cuales personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras
no son la mayoría (Bogotá, Medellín y Pereira) debe primar su acomodación
al contexto sociocultural. En Cartagena, las personas entrevistadas plantean
que las demandas de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palen-
queras siempre corresponden a las de personas pobres.
Para la mayoría de personas entrevistadas, la diferencia étnico-racial no
debe ser objeto central (ni anexo) de intervención en los programas de bie­
nestar porque no es una situación a superar sino que antecede y permanece
en los sujetos de derecho universal, a la manera de idiosincrasia y a los estilos
del ser humano. Esa particularidad identitaria no es una situación adversa
en sí misma y no limita de forma directa ni evidente el ejercicio de derechos
fundamentales.
Pues es que yo creo que la situación de las negritudes no es una situación
a intervenir. Si esas poblaciones tienen situaciones adversas pues ahí están
los programas, […] si hay situaciones de vulnerabilidad por supuesto son
sujetos de derechos que tiene uno que asumirlos en diferentes contextos
(Esther Barrios. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 543


En cuanto a la relación entre vulnerabilidad y grupos étnico-raciales, se
sugirieron algunas características comunes a personas indígenas, negras, afro-
colombianas, raizales y palenqueras que tienen como eje la exclusión cultural y
el racismo. De manera particular, se resalta el grado de vulnerabilidad cultural
padecida por las personas indígenas en contextos urbanos, así como su grado
progresivo de inserción en los programas sociales focalizados considerando
ciertos aspectos culturales. También se presentaron, de manera detallada, las
características que las personas entrevistadas asociaron a la vulnerabilidad de
las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, y que, de manera
general, se enmarcan en el fenómeno del racismo.
Aunque las narrativas de las personas entrevistadas son en su gran parte
homogéneas respecto a la subestimación de la vivencia de vulnerabilidad de
las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en razón de su per-
tenencia étnico-racial, existe un grupo de funcionarios(as) en cuyas narrativas
sugieren alternativas para la intervención social diferenciada. Algunas propuestas
para reconocer y promover la vinculación de las estas personas en los programas
de bienestar se presentan en las páginas siguientes.

Posibilidades de atención a la diferencia étnico-racial negra en los


programas de bienestar
Para un grupo reducido de funcionarios(as) de las cinco ciudades del país,
sería importante adelantar acciones dirigidas a incluir de manera especial a
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras como beneficiarias
de programas sociales, sin que se renuncie a los principios que fundamentan
estos tipos particulares de intervención social. La primera alternativa consiste
en implementar de manera radical la política social no solo en las ciudades sino
también en los territorios habitados por personas negras, afrocolombianas, rai-
zales y palenqueras mediante la asignación de recursos económicos importantes
en el gasto público social. Ello redundaría de forma inmediata en la ampliación
de cobertura y, por ende, en la asistencia de personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras a los programas sociales de bienestar.
Yo creo que si somos capaces de implementar la política social ellos caben
ahí. […] A mí me parece que la política social cubre; lo que tenemos es que
implementarla […] allí en los territorios, es allí en donde tenemos que hacer
énfasis (Luisa Moreno. Bogotá, 2007).

544 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
Otras personas entrevistadas consideran que mientras se logra tal universali-
zación de la asistencia social del Estado, se debe contemplar como alternativa
el incluir a las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras como
sujetos prioritarios de focalización. En Cartagena, todas las personas entre-
vistadas aceptaron que las personas más pobres y vulnerables de la ciudad son
negras, afrocolombianas y palenqueras, y, en consecuencia, aceptan que se
focalice la atención social hacia ellas. En Bogotá, Medellín y Pereira solo se
aceptaría focalizar a personas de este grupo étnico-racial si existen argumentos
de tipo estadístico que demuestren con cifras la incidencia entre pertenencia
étnico-racial, pobreza y alta vulnerabilidad social.
¿Ser negro determina una condición de vulnerabilidad? […] pues no de-
bería, la raza no debería determinar ninguna condición de vulnerabilidad
porque la Constitución dice que todos tenemos los mismos derechos. El
asunto es ser pobre y sabemos que la mayoría de los pobres son de estas
etnias, entonces eso no lo podemos desconocer y sí creo que deberíamos
de hacer discriminación positiva con estas etnias […]. Yo pienso que sí
deberían tener un espacio privilegiado de atención en los programas y
proyectos distritales […] y debería de formalizarse también en algún mo-
mento como para garantizarlo porque de hecho, si no lo hacemos, quedaría
a la decisión de los mandatarios de turno en su determinado momento.
Si se formaliza de alguna manera, bien sea a través de los programas de
gobierno o a través de cualquier medio formal, se podría favorecer porque
no podemos desconocer, por ejemplo, que Cartagena es una ciudad en
donde el mayor número de su población es negra y sabemos también que
el mayor número de la población nuestra […] es pobre. (Carmen Padilla.
Cartagena. 2007).
En ambas alternativas, tanto en la universalización como en la focalización,
se plantea la necesidad de garantizar la aplicación irrestricta del principio de
la igualdad-no discriminación en el acceso y trato dentro de los programas
de bienestar. Así, para adelantar las acciones institucionales encaminadas a
garantizar el acceso de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenque-
ras, sería fundamental la cabal aplicación de dicho principio.
Yo creo que la forma de dignificar ese derecho es tratarnos igual, porque si
yo digo no es porque el que llega es afro y porque fue la esclavitud y yo lo
sigo tratando como pobrecito […]. Me parece que hay que dignificarlos,

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 545


de que somos iguales y tenemos los mismos derechos (Grupo focal, pro-
fesionales a cargo de programas sociales focalizados. Bogotá, 2007).

Una de las estrategias para garantizar el acceso en igualdad es brindar


información oportuna sobre los programas sociales focalizados existentes y
concientizar a estas personas sobre su condición de sujetos de derecho.
Para mí lo principal sería ir [a] los sitios en donde hay población, sea negra
o afro o indígena, y darles información a ellos: «existe eso, acérquense allá
y se les amplía la información» (Rodolfo Molina. Cartagena, 2007).

Por tanto, en este primer conjunto de propuestas no habría lugar para


la diferencia, sino que primarían propuestas de corte homogenizante que,
por un lado, no reconocen la existencia de fenómenos estructurantes de las
relaciones raciales en la sociedad colombiana, y que, por otro lado, tampoco
contemplan los derechos al reconocimiento de las diferencias culturales en
los modos de acceder al «bienestar» o de adquirir «calidad de vida».
El segundo conjunto de alternativas propuestas plantean brindar una
atención prioritaria y preferencial a personas en razón de su pertenencia
étnico-racial. En Bogotá, Medellín y Pereira, donde se considera que la
presencia de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras es
producto de la migración reciente, se propone dar un trato prioritario
siempre y cuando sean además personas víctimas del conflicto armado. En
Cartagena, también se sugiere la necesidad de darles acceso prioritario en
aquellos programas sociales orientados a generar cambios de actitud, superar
la agresividad y la auto-segregación, y lograr su auto-reconocimiento como
sujetos de derechos sociales.
O sea, como que darles una sensibilización al máximo de que son personas
[…] de una población, como que integrarse más a todos, a todos, ellos no
sentirse excluidos. «Sí, yo tengo derecho a esto»; y de igual forma, cuando
estén agrupados, hacer valer sus derechos como lo hace valer cualquier po-
blación […]. Yo en los afro siento eso, que ellos cuando se agrupan están así,
a la defensiva del resto de la población; los veo así, como muy a la defensiva
[…]. Pero sí me gustaría que se integraran más a todos los procesos, que se
trabajara más en la sensibilización a los cuales ellos tienen derecho en estar
[sic] o en los programas de un municipio […] porque los siento como muy
aislados […] (Isabela Flórez. Cartagena, 2007).

546 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
Un tercer conjunto de narrativas abogan por la alternativa de una inter-
vención social particularizada como estrategia para incluir a personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras. En esta alternativa, el ejercicio de
focalización y el derecho a la igualdad-no discriminación sería, sin remplazar
o descartar la pretensión de universalidad, una intervención para garantizar el
reconocimiento a la diferencia cultural (entendida como idiosincrasia y como
la relación cultura-satisfacción de necesidades básicas: alimentación, vivienda,
salud, etc.). La atención particularizada en los programas de bienestar incluiría
acciones de reconocimiento de la diferencia en ciertos momentos de la asistencia
tales como la identificación, registro y caracterización de las personas benefi-
ciarias, y en el suministro de bienes y servicios acordes con la cultura.

Consideraciones finales
En este capítulo se presentaron nociones generales sobre los programas
sociales focalizados en cinco ciudades del país desde la perspectiva de
funcionarios(as) responsables de la dirección y ejecución directa de los mismos
y desde la perspectiva de las personas beneficiarias de algunos de los programas
de bienestar en Bogotá. La focalización como estrategia para alcanzar progresi-
vamente la universalización de la atención, dirigida a las personas más pobres
y/o vulnerables, y la igualdad, entendida como no discriminación, son valores
básicos sobre los cuales se construyen los procesos de intervención estatal para
atender de manera puntual la pobreza y/o vulnerabilidad de algunas personas
en la ciudad. En ese sentido, existe un interés especial de todas las personas
entrevistadas en demostrar que los programas sociales focalizados, desde su
formulación hasta su implementación, se caracterizan por encontrarse libres
de exclusiones de tipo religioso, político, étnico y racial.
Valoramos el reconocimiento que funcionarios(as) dan respecto al carácter
de la vulnerabilidad como un fenómeno que se encuentra descentrado del
individuo y que es producto de la inequidad social, económica y cultural. A
partir de ese reconocimiento y en constante debate por las implicaciones éticas
y profesionales, los(as) profesionales se ven abocados —debido a las dinámicas
de la intervención estatal en un sistema de mercado— a definir un conjunto
de personas beneficiarias de la intervención social del Estado teniendo como
criterio la «concentración de vulnerabilidades» sociales y económicas.
Sin embargo, dentro de esta acumulación de pobreza y vulnerabilidades, se
encuentra que los funcionarios(as) poco aprecian la pertenencia étnico-racial

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 547


negra, afrocolombiana, raizal o palenquera como un factor que pone en riesgo
a una persona. Ello nos sugiere una «ceguera» al reconocimiento de la ‘raza’
como marcador social de diferencias. Con pocas excepciones, las personas
entrevistadas, en todas las ciudades, piensan que la pertenencia étnico-racial
se trata de una característica más de la población pobre o que hace parte de la
idiosincrasia, y por tanto, es un asunto subjetivo que se resuelve en lo priva-
do. En consecuencia de ello, consideramos que, de manera generalizada, los
funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá, Cartagena, Medellín, Pereira y San
Andrés no tienen una lectura racial ni histórica de la situación socioeconómica
de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
En especial, se plantea que la ‘raza’ jamás ha sido un elemento distintivo
para establecer diferenciaciones al otorgar el acceso o permanencia de una
persona negra, afrocolombiana, raizal o palenquera a los programas sociales
focalizados. También existe una negación generalizada del racismo institu-
cional, ya que las leyes estatales y directrices de gobierno que sustentan los
programas de bienestar no sugieren tratos discriminantes en ningún caso,
así como tampoco promueven acciones abiertamente racistas. Además, los
funcionarios(as) aseguran que, en su práctica y en la relación cotidiana con
personas pobres y/o vulnerables, el fenotipo no modifica el trato, ni favorece
o impide el acceso o permanencia en los programas sociales focalizados.
Existe un interés discursivo por dejar claro que la inasistencia de las personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras a programas sociales focali-
zados se debe a cuatro factores: habitan solo de forma reciente en la ciudad
(Bogotá y Pereira); no reivindican programas sociales focalizados aduciendo
su diferencia étnico-racial; no representan una población tradicionalmente
demandante de asistencia social; y la mayoría de estas personas ha logrado
adaptarse a la cultura predominante blanco-mestiza urbana.
Los pocos tratos especiales diferenciados que existen para personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras, en ciudades como Bogotá, Medellín,
Pereira y San Andrés, son producto del cabildeo de organizaciones locales, de
la agencia personal de algunos funcionarios(as) sensibles y, en menor medida,
de la voluntad política de mandatarios, entre los que se destacan las adminis-
traciones de Bogotá y Medellín para el periodo 2004-2008. En ningún caso,
estos son percibidos como parte de lineamientos o directrices estatales a favor
de la promoción de la diferencia étnica y cultural. Los programas de bienestar
producto de la negociación entre grupos étnico-raciales y las instituciones

548 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
no son bien aceptados por la mayoría de las personas entrevistadas, porque
se sustentan en la diferenciación y ello hace que vayan en detrimento de la
mayoría (representada en este caso por personas en situación de pobreza y
vulnerabilidad) y de las dinámicas administrativas que permiten el manejo
eficaz de los programas de bienestar.
Algunas personas entrevistadas de forma desprevenida —sin embargo,
culposa— consideran que la mejor salida a la diferencia es la adaptación cul-
tural «al contexto de donde se es extranjero»; otros(as), en cambio, sugieren
acciones especiales para concientizar a las personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras acerca de la importancia de actuar de acuerdo a los
usos y costumbres de la cultura blanco-mestiza mayoritaria. Tan solo un
número reducido de personas entrevistadas creen importante garantizar
un lugar que respete y promueva la diferencia étnica y cultural en los pro-
gramas sociales focalizados. Sin embargo, ninguna persona entrevistada
plantea llevar a cabo acciones asociadas al combate de la discriminación y
el racismo, a pesar de que un gran número de ellos concuerda con que este
es un fenómeno estructural de la sociedad colombiana.
La mayoría de funcionarios(as) reconoce que el racismo es un padeci-
miento estructural pero lejano, ya que no logra influir en la dinámica de
los programas sociales focalizados. Lo paradójico es que algunas personas
entrevistadas reconocieron el racismo como una problemática que hace
vulnerables a las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
Sin apoyarse en cifras oficiales, los funcionarios(as) y algunas personas
beneficiarias de programas de bienestar percibieron que el racismo impide
que las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras obtengan
acceso al mercado laboral. Asimismo plantean que este fenómeno reduce
las oportunidades de educación, expulsa de espacios concretos (la escuela,
el barrio, los sitios de diversión), y genera agresiones comunes y cotidianas
expresadas en comentarios, chistes, burlas y aislamiento de dinámicas co-
munales. Estos ataques tienen especialmente como escenario a las ciudades
de Bogotá, Medellín y Pereira, donde, de acuerdo a las narrativas de las
personas entrevistadas, se percibe de manera negativa a las personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras: son señaladas como población mi-
noría por cuanto no son residentes históricos de la ciudad; y son juzgados
por hacer parte del contingente de nuevos inmigrantes, generados por la
guerra y la exclusión económica.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 549


En Cartagena, la homogeneidad fenotípica hace que el racismo se disfrace
en la pobreza, por tanto, las personas entrevistadas, en su análisis de la situa-
ción social de pobreza, eluden la categoría ‘raza’, enmascarando la escandalosa
jerarquía racial con la división ricos (apellidados) y pobres (sin color).
A pesar de la contundencia con la que casi todas las personas entrevistadas
resguardan valores como la igualdad y la no discriminación en los programas
sociales focalizados, a partir del trabajo de campo, se encontró que existen
tratos especiales o particulares a favor de las mujeres y personas indígenas,
algunos de los cuales llegan a institucionalizarse (secretarías especializadas,
planes de acción en beneficio de la población, destinación de presupuestos
específicos). Las mujeres logran posicionar su lugar dentro de los programas
de bienestar, resguardadas en la categoría de «víctimas de la dominación de
la sociedad machista»; así, algunas de las personas entrevistadas reconocen y
justifican la necesidad de dar un trato especial a las mujeres por ser víctimas
de la exclusión estructural y agresión cotidiana, en razón de su pertenencia al
género femenino.
La creación de programas de bienestar, especialmente los dirigidos a perso-
nas indígenas, se justifica en primera instancia por ser parte del patrimonio
cultural de la Nación. Este hecho sustenta la existencia de programas estatales
que les garanticen mecanismos especiales mediante los cuales puedan recrear
y perpetuar su diferencia. En segundo término, se las considera víctimas de
cierto tipo de discriminación y, por ello, se legitiman espacios étnicos exclusivos
como mecanismos de protección y espacios culturales alternos para resguardar
la cultura ancestral en la ciudad.
Frente al reconocimiento que logran agenciar mujeres e indígenas, es po-
sible plantear varios cuestionamientos relacionados con la inexistencia del
reconocimiento de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenque-
ras dentro de los programas sociales focalizados. ¿Por qué no se considera la
preponderancia del sistema de dominación racial como una justificación para
constituir instituciones especializadas en temas étnico-raciales con el fin de
resarcir, de alguna manera, a quienes han sido víctimas de vejaciones histó-
ricas como la esclavización? Y en ese mismo sentido, ¿cuáles son las razones
de la invisibilización de la inequidad racial en Colombia? y ¿cómo logran los
programas sociales focalizados neutralizar la categoría ‘raza’ y abstraerse de un
fenómeno arraigado en las estructuras de la sociedad que afecta diariamente la

550 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
vida cotidiana de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras,
máxime cuando ninguna de las personas entrevistadas propuso estrategias o
metodologías puntuales para evitar la emergencia del racismo en espacios de
la intervención social?
Frente a estos interrogantes, en el siguiente capítulo desarrollamos un con-
junto explicaciones relacionadas con la noción de ciudadanía abstracta, la cual
oculta la relevancia de las diferencias culturales en el momento de materializar
la condición de sujeto de derechos, así como también evita la implementa-
ción de acciones que combatan las desigualdades raciales en los espacios en
donde se desarrolla la intervención a la cuestión social. También exploramos
algunas de las estrategias propuestas por algunos funcionarios(as) de Bogotá,
Cartagena, Medellín, Pereira y San Andrés para dar respuesta a la demanda
diferenciada de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
en los programas de bienestar.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 551


Referencias

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552 Características generales de los programas sociales en las ciudades de Bogotá, Cartagena...
“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Capítulo
7
Entre ciudadanía abstracta y universal y
ciudadanía diferenciada étnico-racial negra.
Escenarios posibles para su reconocimiento

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Ruby Esther León Díaz

Introducción
A continuación se presentarán reflexiones asociadas a las narrativas que
funcionarios(as), y personas beneficiaras de programas de bienestar expresan
respecto de las posibilidades de reconocimiento étnico, cultural y étnico-racial
de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en condición
de pobreza y/o vulnerabilidad. El análisis de narrativas que presentamos en este
capítulo comparte el mismo trabajo de campo empírico descrito de manera
detallada en el capítulo anterior.
En la primera parte se presentan un conjunto de narrativas que hacen referencia
a concepciones sobre ciudadanía, así como también la relación de estas nociones
con la consideración de los sujetos de intervención de los programas de bienes-
tar. Enfocamos nuestro análisis en el tipo de relaciones que se establecen entre
las personas en condición de pobreza y/o vulnerabilidad y los funcionarios(as)
dentro de las instituciones encargadas del suministro de programas sociales. En
esta primera parte pretendemos sugerir un conjunto de explicaciones respecto
de la difícil consideración de sistemas de dominación racial estructurante de la
sociedad colombiana como justificaciones para desarrollar acciones diferenciadas
a favor de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras dentro de los
programas sociales de bienestar; en ese sentido también sugerimos explicaciones
al fenómeno de neutralización discursiva de la categoría ‘raza’ representado por
funcionarios(as) de cinco ciudades del país.
En la segunda parte del presente capítulo se desarrollan tres propuestas que
obtuvimos de las narrativas de algunas de las personas entrevistadas sensibles
a la diferencia y a sus demandas (no discriminación y reconocimiento). Estas
propuestas constituyen alternativas para la inclusión de personas negras, afroco-
lombianas, raizales y palenqueras en condición de pobreza en los programas de
bienestar: trato prioritario o preferencial para el acceso, programas de bienestar

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 553


exclusivos y programas de bienestar diferenciados. Finalmente presentamos
algunas consideraciones de cierre.

Construcciones de ciudadanía en los programas sociales focalizados:


pugnas entre la universalidad abstracta y la diferencia
Los programas sociales focalizados se conciben como acciones puntuales
restringidas a grupos de población, específicamente, a aquellos identificados
como los más pobres y/o vulnerables entre la mayoría de población que se
encuentra en condiciones socioeconómicas . En Colombia, este grupo social
corresponde a las personas clasificadas por el Estado en niveles 0, 1 y 2. Estos
programas son de acceso restringido, ya que su puesta en marcha depende de
las posibilidades del Estado —en un contexto en el que predomina la lógica
del mercado— para cumplir con su obligación social y de la relevancia que le
otorguen los gobiernos al tema de la política social.
En ese sentido, algunos analistas consideran que los programas sociales foca-
lizados solo en casos excepcionales pueden repercutir en una mejora real de las
condiciones de vida de las personas beneficiarias; no proveen las condiciones
necesarias para la superación definitiva de la pobreza y/o vulnerabilidad; y
difícilmente logran potenciar el ejercicio activo de la ciudadanía mediante la
participación en espacios públicos y políticos, aunque ello se plantee, desde
el discurso institucional, mediante la ideología del (auto)empoderamiento
individual. En términos generales, la literatura especializada —alguna de corte
socialdemócrata y otra de corte marxista— sostiene que este tipo de intervención
focalizada y paliativa hacia la pobreza no permite la emergencia de la ciudadanía;
entendida esta, en sentido formal (constitucional), como la posibilidad que tienen
las personas de vivir plenamente la democracia mediante la participación «en
las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y
cultural de la nación» (Constitución Política de Colombia, art. 2).
Si bien compartimos la idea de que los programas de bienestar focalizados
no son un mecanismo que permite alcanzar el ejercicio y la formalización plena
de la ciudadanía1, encontramos que en los relatos de las personas entrevistadas

1 Entendemos que la formalización de la ciudadanía tiene que ver con los procesos
de «encuentro y negociación entre las dinámicas y los discursos institucionales y la
búsqueda de reconocimiento como agentes por parte de actores sociales en escenarios
públicos» (ces, 2006: 7). Esta noción se toma del documento para la constitución

554 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


es posible reconocer nociones relacionadas con el ciudadano(a) como sujeto
ideal de intervención. Dichas nociones no son homogéneas ni comparten un
sustento filosófico equivalente. Por ello, decidimos ubicarlas en dos tendencias
que generalmente están en pugna en las narrativas de las cuales emergen: una
tendencia define la ciudadanía desde postulados universalistas y con un énfasis
en el igualitarismo abstracto, en cambio, en la otra tendencia —poco recurrente
entre las narrativas— existen visos de otras nociones de ciudadanía que co-
mienzan a resquebrajar la idea de un sujeto abstracto, de derechos universales.
A continuación se aborda cada una de esas tendencias con la profundidad que
nos permitan las narrativas de los funcionarios(as) y personas beneficiarias de
programas de bienestar.

La ciudadanía abstracta: hegemonía del ideal universalista republicano


De acuerdo a lo expuesto en el capítulo anterior, el objetivo de los programas
sociales focalizados es dar respuesta a circunstancias específicas, asociadas a la
pobreza y/o vulnerabilidad, que impiden la realización de las personas como
sujetos de derecho. En cuanto a ello, las personas entrevistadas consideran
que la pobreza y/o la vulnerabilidad es una situación que tiene características
universales y homogéneas. Algunos funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá,
Pereira y Cartagena plantean que la pobreza y vulnerabilidad son universales
en la medida en que estas problemáticas tienen como único y principal origen
la división injusta de la sociedad en clases sociales. Plantean que «la necesidad
no tiene color» y, en consonancia, juzgan las necesidades de las personas pobres
y/o vulnerables (alimentación, vivienda, vestido, trabajo) como compartidas
por todos los seres humanos. Esa comunidad con necesidades debe por tanto
intervenirse siempre de la misma manera.
Yo pienso que la exclusión y la desigualdad social es lo mismo para todas
las personas que estamos en los estratos uno, dos, tres; yo no veo nin-
guna diferencia en que por su color o su situación de desplazamiento,
situación de violencia, sea más vulnerable que otro […] (Roberto Suárez.
Bogotá, 2007).

de un Centro de Excelencia sobre Ciudadanías Inclusivas (2006) y que elaboró el


Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá,
la Universidad del Valle y el Instituto Pensar de la Universidad Javeriana.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 555


La definición de la pobreza como una problemática que resulta de exclusiones
sociales y económicas impide que el reconocimiento de la diferencia cultural
sea un derecho posible en los programas sociales focalizados. Se considera que
la demanda por un trato especial acorde con la diferencia étnico-racial, por
ejemplo, exige instaurar un lugar particular que, a largo plazo, altera principios
que soportan la acción del Estado como la igualdad y el empoderamiento de
las personas.

Si a mí me presentan cien casos para ingreso a un jardín y tengo veinte


cupos […], uno no mira si es blanco o negro, […]. La información que
uno considera es si el papá es manco, la señora perdió el trabajo hace seis
meses, tiene cuatro niños más, viven en arriendo, no tienen muebles […]
(Francisco López. Bogotá, 2007).
Por consiguiente, podemos considerar que la mayoría de los funcionarios(as)
abandera un discurso sobre el ciudadano abstracto; sujeto universal de derechos
constituido en la promesa moderna de la igualdad, el cual se torna sujeto de
intervención social para el Estado, debido a que se encuentra en condiciones
socioeconómicas de desigualdad que le impiden acceder a derechos básicos. Se
trata de un ciudadano destituido de identidades específicas, como, por ejem-
plo, la pertenencia étnico-racial y de género. Si bien algunos funcionarios(as)
reconocen que el ciudadano abstracto tiene diferencias asociadas al género y la
adscripción étnica, estas son juzgadas como «rasgos identitarios» individuales,
irrelevantes en el campo de la intervención estatal.
Este punto de vista de los funcionarios(as) se sustenta en la creencia de
que, además de las condiciones socioeconómicas estructurales e individuales,
no existen limitantes para el ejercicio de la ciudadanía en espacios públicos,
ya que el Estado es garante de la igualdad. En sus narrativas, las personas en-
trevistadas consideran que mediante sus intervenciones particulares pueden
garantizar, en cierta medida, el estatus de ciudadano abstracto puesto que su
trato es igualitario, lo que implica la trascendencia de adscripciones de clase,
género, etnia, creencias religiosas y filiación política de quienes solicitan y
acceden a la asistencia del Estado.

La acción del Estado no se puede discriminar ni por color, ni por cuestión


religiosa, ni por cuestión política […]. Nosotros estamos para servirle al que
lo requiera (Matilde Silva. Cartagena, 2007).

556 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


Además de la igualdad en el trato, otro elemento fundamental que se
garantiza en las intervenciones focalizadas a la pobreza se relaciona con el
empoderamiento, entendido como la potenciación de capacidades de agencia
individuales que lleven a la superación progresiva y/o parcial de las condi-
ciones de pobreza. Desde la noción de empoderamiento, se considera que el
ciudadano abstracto se auto construye mediante su involucramiento en espa-
cios de participación ciudadana (comités, consejos, encuentros ciudadanos,
etc.), constitución de organizaciones, vinculación a la formación técnica y,
especialmente, en la conformación de pequeñas iniciativas productivas para
la autogeneración de ingresos.
Yo centro todo, las necesidades, como que la gente esté ocupada y esté
produciendo ingresos, que tengan la oportunidad de producir algo a nivel
de la economía formal y puedan con eso llevar sustento a sus hogares (Ana
Sánchez. Pereira, 2007).
En relación al principio del empoderamiento y sus indicadores (i.e. la
participación, organización y autogeneración de ingresos), las personas be-
neficiarias de programas sociales focalizados en Bogotá se distancian de las
narrativas de los funcionarios(as). Estas personas reconocen que en ciertas
circunstancias no es posible empoderarse a pesar de la actitud y disposición
de la persona pobre y/o vulnerable, debido a que existen limitantes asociados
a la clase social, el género, la etnia y la raza que lo impiden. En particular,
admiten que para las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
es más difícil, por ejemplo, tener prácticas de empoderamiento mediante la
consecución de empleo o la autogeneración de ingresos porque son víctimas
de la discriminación racial en ciertos mercados laborales.
Podríamos afirmar, entonces, que concretamente son los funcionarios(as)
los que suponen que el nacimiento de la ciudadanía de quienes se benefi-
cian de la asistencia social del Estado se logra mediante un trato igualitario
neutral, a través de la trascendencia de «rasgos identitarios» individuales
como la pertenencia étnico-racial, y mediante el énfasis en prácticas de em-
poderamiento, a distintos niveles, de las personas pobres y/o vulnerables.
Los funcionarios(as), en general, no consideran adecuado brindar tratos
especiales a ningún grupo social o étnico-racial, puesto que los programas
sociales apuntan a remediar necesidades sociales que son comunes a toda la
especie humana.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 557


Críticas en contra de los tratos especiales
En los planteamientos relacionados con las necesidades universales y el ejercicio
del empoderamiento subyacen diversas justificaciones para mantener la imagen
del ciudadano(a) abstracto. Estas razones se instituyen en manifestaciones en
contra de la implementación de tratos especiales. Y, si tenemos en cuenta que
se articulan en términos generales al ideal de ciudadanía abstracta, estas razones
abogan, por un lado, por la necesidad de garantizar un tipo de estabilidad en
los principios y acciones que constituyen la intervención social estatal; y por
otro lado, una idealizada armonía en las relaciones étnico-raciales entre personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, y personas blanco-mestizas.

Críticas a favor de la estructura actual del Estado


y sus ideales de Nación democrática
En primer lugar, las personas entrevistadas consideran que tratos especiales2
para personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras desestructurarían
progresivamente tanto los procesos burocráticos como los valores democráti-
cos del Estado. En relación a los primeros, los tratos especiales para personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras generarían dificultades en la
dinámica institucional. Se califican como negativos porque demandarían re-
cursos adicionales, ya que habría que diversificar los procesos administrativos
(contratación, elaboración de manuales de procedimiento, etc.) para un grupo
de personas minoritario y que solo en tiempos recientes ha comenzado a habitar
en las ciudades.
Ya se complejiza por razones administrativas, porque la población no está
separada, porque es muy difícil un restaurante o una aula exclusiva para
afrodescendientes […]. Ese tipo de cosas ya hacen más compleja la situación
(Felipe Soto. Medellín, 2007).
Se considera además que no valdría arriesgarse a trasformar la estructura
institucional encargada de brindar programas de bienestar debido a que, en

2 Por trato especial se entiende la intervención distinta a la que comúnmente se dirige


a todas las personas pobres y/o vulnerables. Es una intervención que puede implicar
acceso preferencial y prioritario, o tratos diferenciados acordes con la particularidad
de la población: personas en situación de desplazamiento, personas discapacitadas,
inmigrantes, miembros de grupos étnico-raciales, mujeres, etc.

558 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


términos generales, las personas negras no solicitan asistencia social. En Bogotá,
funcionarios(as) plantean que las personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras no están interesadas en ser beneficiarias, ni en participar como
operadoras de los programas sociales focalizados; por ello, no habría razones
para darles un tratamiento distinto.
Ellos [los negros, afrocolombianos] no están interesados en trabajar co-
medores bajo la perspectiva que tiene el Distrito porque implica traer una
organización que cumpla con los requisitos de ley para contratar, ellos
quieren hacerlo […] directamente […]. Un comedor donde ellos esperan
servir más pescado, más patacones, más arroz con coco, una minuta que
sea hecha por negros para negros te apuesto que va a ser puro Pacífico […]
(Tania Ortiz. Bogotá, 2007).
El segundo conjunto de críticas generales a los tratos especiales se asocian a
la necesidad de preservar, en el ideal de Nación, una condición más o menos
homogénea de ciudadanía, manejable por medio de los principios que sustentan
la intervención social y el trato igualitario-homogéneo a cualquier individuo
o grupo de la sociedad colombiana. Un grupo de funcionarios(as) opina que
los tratos especiales puede afectar la estructura institucional del Estado en la
medida en que las diferencias —por ejemplo, de tipo étnico-racial— pretenden
inducir nuevas características en la oferta universal-homogénea de programas
sociales focalizados. Ese peligro es pronosticado por las personas entrevistadas
a partir de las experiencias con otras poblaciones, las cuales han demostrado
que la formalización de tratos especiales genera impactos negativos para las
instituciones, las personas beneficiadas y los funcionarios(as).
Para algunas personas entrevistadas de las ciudades de Bogotá, Cartagena,
Medellín y Pereira, esta sospecha se sustenta en la experiencia negativa con las
personas en situación de desplazamiento forzado y las personas indígenas. En
Cartagena, Medellín y Pereira se critica el trato especial que el Estado brinda
a las personas en situación de desplazamiento porque dicha intervención di-
ferenciada no garantiza los derechos de esta población; por el contrario, tiene
efectos indeseados en el proceso de empoderamiento individual. En lugar de
restituir derechos y promover la superación de la pobreza y/o vulnerabilidad de
las personas, los tratos especiales han perpetuado la condición de desplazados;
no generan la integración de estas personas con otros grupos de población; y
estimulan la creación de relaciones paternalistas y utilitaristas, sin que ello tenga

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 559


impacto en la calidad de vida de quienes realmente son víctimas del conflicto
armado. Consideran además que los programas sociales focalizados especiales
para personas desplazadas, al relacionarse con la flexibilización de los criterios
de acceso y permanencia, desestimulan el ejercicio de la co-responsabilidad y
el cumplimiento de deberes por parte de las personas beneficiarias.
[El desplazamiento] se ha vuelto un modus vivendi que no los integra de
manera adecuada a la sociedad, sino que, por el contrario, lo que genera
son unas desviaciones perversas de utilización indebida de recursos y de otra
serie de cosas (Felipe Soto. Medellín, 2007).
Por otra parte, en relación a la experiencia de tratos especiales dirigidos a
personas indígenas en contextos urbanos, algunos funcionarios(as) de la ciu-
dad de Bogotá ponen en tela de juicio la selección de personas beneficiarias de
programas sociales realizada por miembros de cabildos indígenas urbanos. Para
las personas entrevistadas, las autoridades indígenas no se valen de los mismos
criterios empleados por las instituciones de asistencia social del Distrito para
dar ingreso a programas sociales focalizados, por lo cual estas instituciones han
debido intervenir para regular dichos procesos. En la ciudad de Pereira, se juzga
de forma negativa la excesiva autonomía otorgada a las autoridades indígenas
para la administración de los recursos asignados por el Estado para atender
las necesidades de las comunidades en los resguardos que existen en las zonas
rurales cercanas a esa ciudad.
En otra serie de argumentos, las personas entrevistadas que defienden la
integridad de las instituciones estatales creen que los tratos especiales pueden
generar un «efecto dominó». Implementar tratos especiales para un determi-
nado grupo de población estimularía de inmediato a otros ciudadanos(as) a
demandar tratamientos distintos basados en diferencias de género, opción
sexual y pertenencia étnico-racial.
Entonces yo decía: « ¿Todo el que viene aquí y pone un derecho de petición
por su condición, entonces toca abriles un espacio? ¡No!» (Esther Barrios.
Bogotá, 2007).
En el caso particular de personas negras, al establecer tratos especiales en los
programas sociales focalizados, habría un riesgo adicional que consistiría en
estimular procesos de inmigración masiva de personas negras, afrocolombia-
nas, raizales y palenqueras a las ciudades que ofrecen tratos especiales en los
programas de bienestar.

560 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


Es que ellos no se deben de venir para acá a sufrir; el Estado debe de ir allá
con los programas, […] no es traerlos acá a desacomodar a los que estamos
medio acomodados; hay que dejarlos en su sitio y más bien hacer al con-
trario, que sea el Estado más bien que vaya a donde ellos. Eso es lo que está
pasando con las ciudades […], hay que tratar de retenerlos (Josefa Giraldo.
Pereira, 2007).
La noción de ciudadano abstracto impacta directamente las prácticas insti-
tucionales mediante las cuales se ejecutan los programas sociales focalizados,
en especial, en aquellas intervenciones que involucran a personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras. Estas réplicas a los tratos especiales se
encuentran sustentadas en la necesidad del mantenimiento de una estructura
estatal coherente con principios igualitaristas y abstractos —propios del pro-
yecto de Nación republicano.

Críticas de corte étnico-racial en contra de los tratos especiales que involucren


a personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
Por otro lado, en las narrativas de las personas entrevistadas, también encon-
tramos réplicas a visibilizar en las instituciones la diferencia étnico-racial de las
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras mediante los tratos
especiales. Estas réplicas se deben, en primer lugar, al rechazo de la pertenencia
étnico-racial como una condición agravante de la vulnerabilidad o la pobreza.
Como analizamos en el capitulo anterior, la mayoría de las personas entrevistadas
considera que la causa principal de la pobreza y/o vulnerabilidad se encuentra
en la falta de recursos económicos para hacer posible la materialización de
los derechos fundamentales. Instaurar una relación directa entre pertenencia
étnico-racial y pobreza es inconveniente, máxime cuando no existen pruebas
estadísticas de dicha asociación3.
Muchos funcionarios(as) consideran que al legitimar la asociación entre
la pertenencia étnico-racial y la situación de pobreza se consolida prejuicios
raciales sobre las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
Según funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá y Medellín, muchas veces,
esa asociación racial se encuentra sustentada en el valor cristiano de la caridad

3 En ese sentido, el capítulo tercero a cargo de Carlos Augusto Viáfara López, Fernando
Urrea-Giraldo y Juan Byron Correa Fonnegra presenta interesantes contrapuntos ya
que sugieren una implicación racial en el padecimiento de la pobreza en Colombia.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 561


y no, en un principio moderno del derecho. Además, dicha asociación puede
consolidar subjetividades minorizadas.
Cuando tú conviertes a tu hijo débil —en ese sentido débil entre comillas—,
en el hombre o mujer que vas a proteger todo el tiempo, ¿qué demonios
esperas? Él no va a crecer con una responsabilidad de mayoría de edad. Sí
[les] debemos unas cosas [a los afro] pero si yo sigo minorizando, eso es una
forma de minorizar a las personas (Mariana Prada. Bogotá, 2007).
En esa misma perspectiva, la personas beneficiarias de programas sociales
focalizados en Bogotá piensan que los tratos especiales inferiorizan a las per-
sonas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, y las destituyen de su
estatus de ciudadanas.
Pues yo digo que sería por igual, porque si yo voy a meter a la negrita que
porque tiene cinco niños y la otra señora también tiene cinco niños y yo voy
a meter a la negrita va a decir: «ay, a mí me tuvieron lástima por ser negra
y no por [ser] igual (Grupo focal Altos del Poblado. Bogotá, 2007).
Los funcionarios(as) plantean que la ‘raza negra’ —asociada con caracterís-
ticas fenotípicas particulares como pigmentación de la piel, rasgos faciales y
el cabello, y nunca a rasgos genéticos— es una cualidad inherente a los seres
humanos y por ello, —en el discurso— no se valora, ni de forma positiva ni
negativa, en ningún momento del proceso de implementación de los progra-
mas sociales focalizados. Según las personas entrevistadas, el acceso a dichos
programas solo se determina de acuerdo a aquellas situaciones relacionadas
con la pobreza y/o vulnerabilidad.
Cuando yo tengo una situación particular en donde no tengo acceso a la
salud, a la alimentación, a la vivienda, yo como ciudadana debería tener
el derecho y las herramientas para poder exigirle eso al Estado indepen-
dientemente de la ciudad, de [dónde] la vereda esté ubicada, indepen-
dientemente de cuántos años tenga, independiente de si soy hombre, si
soy mujer, independiente [de] si soy blanco, negro, rojo o verde (Cristina
Peña. Bogotá, 2007).
Evocando su experiencia profesional en la intervención, funcionarios(as)
de las ciudades de Bogotá, Medellín y Pereira consideran que las demandas de
atención de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, además
de ser escasas, son minoritarias y siempre se acomodan a la oferta institucional

562 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


disponible. Por lo tanto, no sería necesario apartarse de la intervención social
universal-homogénea a la pobreza y/o vulnerabilidad.
Los grupos étnicos así como llegan un día hay otro día que no llegan, no es
nuestra población, o sea, nosotros no estamos enfocados en que tenemos
que atender el grupo étnico tal […]. Si llegan, se atienden como a cual-
quier otro ciudadano; no hay prelación de ninguna clase (Diana Torres.
Bogotá, 2007).
En estas mismas ciudades, las personas entrevistadas plantean que quienes
acuden a las instituciones prestadoras de programas sociales focalizados cuentan
con competencias culturales mínimas desde las cuales formulan demandas seme-
jantes a las de personas blanco-mestizas pobres y/o vulnerables. En especial, los
funcionarios(as) de Bogotá consideran que los tratos especiales son innecesarios
porque no incorporan de manera real las diferencias étnico-raciales. Sus críticas
parten de la experiencia con grupos indígenas residentes en la ciudad, ya que
los servicios alimentarios que se les ofrecen no distan de los que se brindan a
personas blanco-mestizas.
Para indígenas hay una canasta básica alimentaria, pero tampoco los ele-
mentos difieren mucho de lo que es el almuerzo, porque no se van a poner
a comprar productos específicos, que no se consiguen aquí, para darles a
ellos. Claro, hay algunos indígenas de la Orinoquía, pues no les van a dar
pa’ que compren el casabe y el mañoco, ni el pescado que comen, entonces
si es la misma canasta, a mí me parece absurdo que se les discrimine como
la comunidad indígena del cabildo x o y para recibir su canasta, cuando uno
ve que puede perfectamente participar del comedor comunitario (Alejandra
Orjuela. Bogotá, 2007).
Con el objetivo de reafirmar su consideración sobre la no asociación entre
pobreza y pertenencia étnico-racial, un grupo de funcionarios(as), sugiere que,
aún demostrando dicha relación, implementar tratos especiales en los programas
sociales focalizados no redundaría en la superación estructural de la situación
de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras que son pobres
y/o vulnerables. Según ellos(as), la obtención del mejoramiento definitivo de las
condiciones de vida debe lograrse por mérito propio y por el aprovechamiento
de oportunidades (educativas y laborales), sin incluir la pertenencia cultural
y los rasgos fenotípicos como razones para demandar tratos especiales ante
instituciones encargadas de la asistencia pública social.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 563


[…] yo pienso que por el hecho de ser negro no le cierran la puerta o por el
solo hecho de ser indio tampoco, sí se encuentra uno situaciones difíciles, yo
no voy a decir que todo en la vida es lo mejor […]. Pienso que es una ciudad
de oportunidades, Pereira es una ciudad de oportunidades, hablo por Pereira,
no conozco otros lugares, ni Bogotá, Manizales […] no sé cómo ven allá,
pero yo, desde mi condición de indígena, sé que ha sido de oportunidades,
que me ha dado las oportunidades; que las he tenido que luchar, sí, pero
pienso que en la vida nada es gratis (Lucy Fernández. Pereira, 2007).
Es interesante resaltar que en las narrativas de las personas beneficiarias de
programas de bienestar existe un contrapunteo a la percepción de la ‘pobreza no
racial’ de los funcionarios(as). Algunas de las personas beneficiarias reconocen
que, en ciertos ámbitos de la vida cotidiana, las personas negras, afrocolombia-
nas, raizales y palenqueras pobres y/o vulnerables tienen dificultades adicionales
a las de las personas blanco-mestizas en la misma situación. En particular,
afirman que existe una asociación entre pertenencia étnico-racial y pobreza
y/o vulnerabilidad cuando se trata de personas inmigrantes, debido a que sus
condiciones de vida y posibilidades de trabajo se reducen en ciudades habitadas
mayoritariamente por personas blanco-mestizas. Sin embargo, la triple relación
—pobreza, pertenencia étnico-racial e inmigración forzada— que agrava las
condiciones de vulnerabilidad, según las personas beneficiarias, se explica por
los choques culturales entre habitantes de distintas regiones del país y no por
las relaciones raciales de dominación.
Pienso yo que la dificultad no es el color; por ejemplo un morenito, a él le
puede ir muy bien allá en su tierra, pero si yo me voy para allá pues obvia-
mente a mí no me van a recibir igual […], entonces [si] cada quien tiene
la dificultad pues es por estar donde no debe […] (Grupo focal El Rubí,
beneficiarios(as) de programas sociales focalizados. Bogotá, 2007).
El segundo conjunto de réplicas de corte étnico-racial contra los tratos espe-
ciales en programas de bienestar tiene que ver con la sospecha que despierta el
reconocimiento de la diferencia: el riesgo de desintegración social (división entre
beneficiarios negros y blancos, y exacerbación de conflictos ya existentes); de no
adaptación de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras a los
contextos urbanos de mayorías blanco-mestizas; a la amenaza a la subsistencia
de las culturas blanco-mestizas urbanas; a la peligrosa remoción de la historia
acerca de las relaciones raciales de dominación del pasado de algunas ciudades;

564 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


y a la institución de prácticas de corte racista en las instituciones encargadas de
administrar programas de bienestar. A continuación, exponemos de manera
particular cada una estas sospechas.
Para algunos funcionarios(as) de Bogotá, es peligroso incluir la pertenencia
étnico-racial, por ejemplo, como variable en los sistemas de información y regis-
tro de personas beneficiarias porque —aunque puede ser útil para cuantificar el
nivel de acceso de esas personas a programas sociales— también puede generar
racializaciones innecesarias al asignarle «un color» al conjunto de población bene-
ficiaria. Estas consideraciones permiten entender por qué en Bogotá la pregunta
étnica no es formulada, por la mayoría de personas entrevistadas, a pesar de que
hace parte de los sistemas de información4 y de que se encuentra contemplada
como una obligación en el Plan de Acciones Afirmativas para las personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras residentes en esa ciudad.
Es una pregunta como la edad, o sea, pesa más si paga arriendo o no paga
arriendo, que si la persona pertenece a un grupo étnico, no tiene ningún
peso. Es simplemente una pregunta que toca hacer, de hecho, mucha gente
no la hace, simplemente como que omite, como que pasan por encima
y a todo el mundo le ponen «ninguna de las anteriores» (Diana Torres.
Bogotá, 2007).
Muchas personas entrevistadas en las ciudades de Bogotá, Cartagena y Medellín
expresan que el instituir tratos especiales puede ser negativo para la integración
de los habitantes urbanos. Se sostiene que implementar tratos especiales a estas
personas puede alentar en ellas una autoconcepción como «sujetos especiales
de derecho» lo que genera segregación y exacerbación de actitudes excluyentes
de personas negras, afrocolombianas, y radicaliza conflictos. De esta manera,
los tratos especiales segregan a las personas beneficiarias de programas sociales
focalizados e instauran de manera pública una atención distinta en razón de
la pertenencia étnico-racial. Para los funcionarios(as), sería contraproducente
instituir el fenotipo como justificación a la implementación de tratos especiales,
ya que sería inmediatamente percibido por las personas beneficiarias de progra-
mas sociales focalizados como discriminación, situación que, según las personas

4 Para la fecha de realización de las entrevistas, funcionarios(as) de Cartagena, Medellín


y Pereira expresan que dicha pregunta no hace parte de los sistemas de información na-
cional para el registro de personas beneficiarias de programas de bienestar (sisben).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 565


entrevistadas, está erradicada5 en las prácticas institucionales públicas. Por ello,
se considera que un trato especial potenciaría los conflictos raciales.
[Atender las demandas de distintos grupos] genera desencuentros entre los
mismos grupos, […] empiezan es como a excluir más o a discriminar más
a la población [negra] (Esther Barrios. Bogotá, 2007).
En ese mismo sentido, algunos funcionarios(as) afirman que las exigencias
de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras se caracterizan por
ser segregacionistas y fundadas en el merecimiento de algo y no en el derecho.
Sienten que merecen la atención simplemente porque pertenecen a [una]
minoría étnica, y a mí eso no me parece el procedimiento para nada (Tania
Ortiz. Bogotá, 2007).
Los tratos especiales también estimularían, para los funcionarios(as) de Bo-
gotá, Cartagena y Pereira, el complejo de superioridad6 inherente a las personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
Eso también es causal de que se les tenga cierta talanquera y dicen: «es que
a un negro no se le puede dar oportunidad porque mira que ellos están
acomplejados y es un complejo histórico, [ellos] piensan que se les da cual-
quier cosita y se crecen; entonces, cuidado, no se crezcan mucho porque nos
sacan los ojos». Dice el dicho: «Cría cuervos y te sacarán los ojos» (Viana
Gutiérrez. Cartagena, 2007).

5 En cuanto al fenómeno del racismo institucional, varios funcionarios(as) de las ciuda-


des de Bogotá, Medellín y Cartagena se muestran escépticos en reconocer que dicha
problemática pueda presentarse en los programas sociales focalizados. Así, sostienen
que la pertenencia étnico-racial negra, afrocolombiana, raizal o palenquera no limita
el acceso a los programas sociales focalizados: «Si usted me demuestra que el ser raizal,
afrodescendiente es un riesgo para no acceder al servicio, ahí si habría que darle un
tratamiento diferencial. Lo que creemos que ocurre en esta ciudad es que no» (Felipe
Soto. Medellín, 2007).
6 En las narrativas de las personas entrevistadas, este «complejo de superioridad» se
encuentra en todas las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras como
consecuencia de la exclusión histórica; se constituye en un mecanismo de defensa que
les permite demostrar y/o aparentar superioridad frente a los demás (blanco-mestizos) y
exigir atención especial del Estado: «Pero yo pienso que lo de las minorías debería darse
pero también condicionado porque o si no lo convierten en abuso y lo convierten tam-
bién en que “es que eso me lo tienen que dar”» (Bernarda Angulo. Bogotá, 2007).

566 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


El argumento a favor de la integración también es expuesto por algunos
funcionarios(as) de San Andrés, quienes consideran que los tratos especiales
exclusivos para personas raizales pueden extremar de manera violenta los con-
flictos con los ‘pañas’7 (negros y blanco-mestizos). No obstante, la mayoría de
personas entrevistadas en esta ciudad son sensibles a los planteamientos de
personas raizales no radicales que abogan por un trato especial diferenciado,
ya que dichas exigencias se encuentran enmarcadas en los principios de multi-
culturalidad y plurietnicidad vigente en la Nación, y deben ser atendidas por el
Estado colombiano. Legitiman las demandas por tratos especiales diferenciados
de sus co-raciales en la medida que garantizan la satisfacción de necesidades
de acuerdo con los valores, prácticas culturales e historia de la diáspora negra
y afrocolombiana en la isla.
En contrapropuesta, algunos funcionarios(as) proponen que, desde los
programas de bienestar, las acciones deben ser uniformes y orientadas a la
adaptación de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras al
contexto geográfico y cultural andino urbano. Dicha adaptación implica el
abandono de la idea de recrear ciertas prácticas culturales relacionadas con la
alimentación, la crianza de hijos(a) y el trabajo rural. Asimismo, se espera que
estas personas se adapten a la ciudad, reduciendo sus características culturales
ante aquellas expresiones avaladas por las mayorías blanco-mestizas que habitan
en estas ciudades, ya que estas últimas sí permiten la consolidación de relaciones
interculturales orientadas a la integración.
Lo que tenemos es que empezar respetando sus derechos, pero ir culturali-
zando de que ya están en otra cultura que desafortunadamente […] les tocó.
Aquí se come de todo porque es que aquí usted se come un ajiaco igual que
se come un sancocho y se come un arroz con coco como se come maíz curao
[…]. Entonces de pronto eso es lo que se tiene que fortalecer aquí, la parte
cultural (Lucy Fernández. Pereira, 2007).
Según algunos funcionarios(as) de Medellín, los tratos especiales en los pro-
gramas sociales focalizados, además de impedir la integración social, pueden
poner en peligro la cultura mayoritaria blanco-mestiza. Generar un tipo de
atención especial puede afectar a culturas tradicionales porque, según algunos
funcionarios(as), este tipo de acciones estatales altera los mecanismos mediante

7 En San Andrés, se denomina así a los inmigrantes provenientes del continente.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 567


los cuales la cultura blanco-mestiza asimila de manera espontánea a las culturas
minoritarias. Se cree, entonces, que no se deben instituir sincretismos forzados
entre culturas blanco-mestizas y negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras,
sino que estos deben darse de forma abierta como una negociación cultural, sin
perjuicio de la cultura mayoritaria. Adicionalmente, estas personas consideran que
sería artificioso instaurar tratos especiales que aglutinen solo a personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras, dado que la vida cotidiana de las personas
que se encuentran en situación de pobreza y vulnerabilidad transcurre en escena-
rios multiculturales propios de contextos urbanos. Asimismo, funcionarios(as)
de la ciudad de Bogotá piensan que promover tratos especiales en los programas
sociales focalizados implicaría una suspensión de relaciones interculturales.
Ellos tienen otra cultura, pero eso no quiere decir que […] no interactúan
con esta cultura, es importante que ellos interactúen con esta cultura. De
hecho, […] vivir acá en la ciudad les implica cambios culturales grandes
[…] que obviamente los van a revertir, a devolver cuando vuelvan a sus
comunidades y todo lo que se habla de procesos culturales, todo lo que se
habla de sincretismos, todo eso está ahí. O sea, la cultura es activa, la cultura
es viva para ellos […] (Alejandra Orjuela. Bogotá, 2007).
En relación al peligro de remoción del sistema de relaciones raciales que se
encuentran en la base de algunas sociedades, algunas funcionarias de las ciudades
de Cartagena y Medellín afirman que la implementación de tratos especiales
es un ejercicio peligroso. La razón es que este tipo de acciones implica develar
elementos fundadores de la historia de esas sociedades ligadas a procesos de
esclavización. Estas personas consideran que los tratos especiales remueven
resentimientos ocultos asociados a la esclavización, potenciando conflictos por
motivos raciales en detrimento de la relativa armonía que hasta ahora existe en
las relaciones entre personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras, y
personas blanco-mestizas.
Si hacemos una revisión histórica de Antioquia, fue una región muy impor-
tante en términos de esclavitud, de eso pues nadie se acordará de 1800 […],
la fecha en que se abolió oficialmente la esclavitud, pero aquí había mucha
hacienda y mucha minería asociada a los procesos de secuestro y esclavitud
de población afro. Entonces, no podemos pedir que eso haya desaparecido
del inconsciente colectivo, y aquí hay digamos una actitud no beligerante,
no chauvinista, no xenofóbica, pero sí hay una actitud racista que se percibe

568 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


con bastante presencia en la relación social y […] eso también está, no se
puede soslayar. No podemos implementar acciones que buscando proteger
a la población afrodescendiente permitan [la generación de] un gueto o que
sean un sector absolutamente atendido por fuera de la estructura social porque
estaríamos corriendo un riesgo aún mayor (Felipe Soto. Medellín, 2007).
Finalmente, dentro del conjunto de réplicas de corte étnico-racial contra los
tratos especiales sustentados en la sospecha que despierta el reconocimiento de la
diferencia cultural, se encuentra el riesgo de generar prácticas racistas en las insti-
tuciones encargadas de la intervención social pública. Algunos funcionarios(as) de
Bogotá plantean que los tratos especiales estimularían la emergencia del racismo
institucional por parte de los(as) profesionales. Afirman que algunos(as) profesio-
nales tienen prejuicios raciales inconscientes que de alguna manera se contienen
con los principios que obligan a no discriminar o a ignorar el elemento color para
la relación profesional que se establece con las personas beneficiarias de programas
sociales; con los tratos especiales se obligaría a estos(as) profesionales a intervenir de
manera distinta, lo cual podría provocar la exteriorización de actitudes racistas.
Digamos que hay personas muy racistas, ¿y si los obligan a atender [a los
negros] no es crear más problemas? Me parece que es más como promover
una política de promoción de los derechos humanos, porque es que en la
Constitución dice que todos somos iguales y no tenemos que ser discrimi-
nados y si creamos una entidad para nosotros estamos perdiendo como la
común unidad (Cindy Chaparro. Bogotá, 2007).
Además, con los tratos especiales se estaría también obligando a personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras a aceptar un tipo de intervención que
es percibida por ellas mismas como segregacionista. Algunos funcionarios (as)
en la ciudad de Medellín, basados en su experiencia de trabajo, explicaron que
las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras rechazan los tratos
especiales exclusivos por considerarlos discriminantes. En una experiencia de
trabajo con personas de este grupo étnico-racial, en condición de desplazamiento,
y que eran beneficiarias de un programa social focalizado —a propósito de una
intervención exclusiva para personas de este grupo étnico-racial—, le expresaron
que al ser convocados para recibir capacitaciones en un espacio distinto, en el
que no había personas blanco-mestizas, se sentían segregados(as).
Ellos sospechan un poquito de esa atención diferencial, se sienten un tanto dis-
criminados o discriminadas con esa atención (Felipe Soto. Medellín, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 569


En este conjunto de réplicas de corte étnico-racial contra los tratos especiales
en programas de bienestar, la mayoría de narrativas provienen de ciudades
caracterizadas por la presencia mayoritaria de población blanco-mestiza: Bo-
gotá, Medellín y Pereira. En las otras dos ciudades, Cartagena y San Andrés,
también se presentan resistencias a la implementación de dichos tratos. En
San Andrés, podrían influir en la radicalización de conflictos entre población
raizal y ‘pañas’; aunque la mayoría de funcionarios(as) reconoce que tratos
especiales, orientados al reconocimiento de las diferencias culturales, serían
importantes para vincular a la población raizal en los programas de bienes-
tar. Para las personas entrevistadas en la ciudad de Cartagena, es innecesario
atender a las personas de acuerdo con sus diferencias étnico-raciales, pues
todos los habitantes de esta ciudad comparten una herencia cultural negra,
afrocolombiana. Según algunas funcionarias auto reconocidas como morenas,
esta herencia étnico-racial influye en valores y costumbres, y consolida así
una cultura en común que hace innecesario establecer tratos especiales en los
programas sociales de bienestar.
Todos somos iguales y toda la comunidad tiene que tener los mismos
beneficios para todo el mundo, no es especial porque sea afro, porque sea
diferente. ¿Porque es negro? Yo también soy negra porque mis raíces son
negras, entonces ¿por qué? (Keyla Rojas. Cartagena, 2007).

Alternativas para la ampliación de la vinculación en programas


de bienestar: propuestas desde la ciudadanía universal

En las narrativas de algunas de las personas entrevistadas, emerge cierto


cuestionamiento respecto a la mínima demanda de asistencia social agenciada
por personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. En consonancia,
estos funcionarios(as) intentan proponer algunas alternativas para estimular
el ingreso de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en los
programas sociales focalizados, sin que ello implique el abandono de los pos-
tulados de la ciudadanía abstracta.
Como primera estrategia, se propone adelantar acciones para la concienti-
zación de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras sobre su rol
como sujetos universales de derecho. Esta alternativa parte del supuesto de que
los ciudadanos(as) no demandan programas sociales focalizados por desconoci-

570 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


miento de sus derechos. Adicionalmente, los funcionarios(as) proponen acciones
para la eliminación de todos aquellos complejos que hacen que las personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras se aíslen de la sociedad y de la
asistencia social del Estado. Con este objetivo, funcionarios(as) de las ciudades
de Bogotá, Cartagena y Pereira consideran primordial implementar acciones
para disminuir la radicalidad, agresividad, actitudes auto-segregacionistas y
ensimismadas de este grupo étnico-racial, las cuales dificultan el empodera-
miento desde los principios de la ciudadanía abstracta.

[…] Darles [a las personas afrodescendientes, negras, raizales y palenqueras]


una sensibilización al máximo de que son personas de una población, para
que se integren más a todos, [para que no se sientan] excluidos y, de igual
forma, cuando estén agrupados, hacer valer sus derechos como lo hace valer
cualquier población […] (Isabella Flórez. Cartagena, 2007).

Estas acciones, centradas en las personas negras, afrocolombianas, raizales y


palenqueras, sugieren la comprensión de la ciudadanía como un asunto per-
sonal que depende del grado de empoderamiento agenciado por los sujetos.
Con ello, muchos funcionarios(as) desestiman la relevancia de sistemas de
relaciones de dominación social, racial y cultural que impiden la emergencia
del sujeto de derechos.
La segunda estrategia para promover el acceso de personas negras, afro-
colombianas, raizales y palenqueras a los programas de bienestar, según los
funcionarios(as), es la universalización de la intervención social. Este tipo
de acciones se fundamenta en el ideal de maximización de la intervención
estatal mediante la asignación de mayores recursos al gasto público social; al
garantizar la absorción total de la demanda de asistencia social se puede dar
respuesta a necesidades vitales comunes a todos los seres humanos. De este
modo, los funcionarios(as) entrevistados de la ciudad de Cartagena proponen
garantizar tratos libres de cualquier tipo de preferencia, ya que, de manera
histórica, han prevalecido tratos favorables hacia las clases sociales altas de la
sociedad cartagenera, y esa situación no puede reproducirse en los programas
sociales focalizados. Sin embargo, consideran que sería peligroso dar algún
tipo de poder a las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras,
pues, como se planteó unas líneas atrás, pueden potenciar un complejo de
superioridad en detrimento de la población blanco-mestiza.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 571


En esta sección se pretendió exponer algunos de los rasgos que se manifiestan
en las narrativas respecto a la ideología de la ciudadanía universal que subyace
a los programas sociales focalizados. En términos sintéticos, podemos afirmar
que en los programas sociales focalizados prima la necesidad de respetar valo-
res como la igualdad-no discriminación y el trato universal-homogéneo a la
condición de pobreza. La consideración de las diferencias —en especial, de la
diferencia étnico-racial— no es uno de los ejes articuladores de la interven-
ción social y, al contrario, es reducido a un rasgo identitario. Se asume que la
diferencia es una característica individual propia de la naturaleza de la especie
humana y que, por tanto, no debe estructurar las relaciones que se establecen
entre Estado y ciudadanos(as).
Según lo sugieren las narrativas de algunos funcionarios(as), esta resistencia
a la diferencia puede explicarse por la vivencia de experiencias poco exitosas
de los(as) profesionales8 con personas negras, afrocolombianas, raizales y pa-
lenqueras.
A los negros toca buscarlos, toca llamarlos, toca rogarles, entonces, a veces
uno se desespera un poco porque uno encuentra otras personas que también
quieren el servicio y que no hacen que uno les ruegue tanto (Tania Ortiz.
Bogotá, 2007).
En algunas de esas relaciones también pueden haber operado ejercicios de
racialización a la inversa, es decir, por parte de las personas negras, afroco-
lombianas. De hecho, algunos funcionarios(as) afirman haber sido víctimas
de la agresión y racialización de personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras y, en consecuencia, prefieren abandonar su interés por el tema del
reconocimiento cultural y étnico.
De hecho aquí yo digo que soy víctima del racismo, porque ellos viven di-
ciendo que a mí me tienen que sacar porque no soy afrodescendiente; y le
han escrito al gobernador; […] tienen sus organizaciones y todo, entonces,
son los que vienen aquí a maltratar a la gente, a insultar a todo el mundo
y son los que viven diciendo: «a ella hay que sacarla de ahí porque no es

8 Es importante resaltar que la referencia a experiencias negativas con este grupo étnico-
racial fueron rememoradas tanto por profesionales blanco-mestizos(as) como por
profesionales negros(as), afrocolombianos(as), raizales y palenqueros(as). La cita que
ilustra esta narrativa, por ejemplo, es de una profesional negra, afrocolombiana.

572 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


afrodescendiente». Por el hecho de que no soy afrodescendiente y que voy a
hablar de Ley 70, no tengo que estar acá; [dicen que] me estoy robando el
puesto de ellos porque ellos son los que tienen que estar aquí (Estela Arce.
Medellín, 2007).
Sin embargo, consideramos que la declaración de la mayoría de funcionarios(as)
contra la inclusión de tratos especiales dirigidos hacia personas negras, afro-
colombianas, raizales y palenqueras no puede fundamentarse en experiencias
poco exitosas con esta población. En el fondo existe, como lo muestran las
narrativas asociadas a la necesidad de «ceguera ante el color» un proyecto de
Nación que se ejecuta desde acciones puntuales —como las agenciadas desde
los programas de bienestar— orientadas a la integración, a la adaptación y a
la renuncia a ciertas prácticas culturales y modos particulares de «ser negro»
en aras de la convivencia no racializada en contextos urbanos, sobre todo, en
aquellos habitados por mayorías blanco-mestizas.
En el siguiente apartado exponemos algunas narrativas que, de manera inicial,
vehiculan un tipo de cuestionamiento a ese proyecto de Nación y a la ideología
de la universalidad. Se trata de los relatos de algunos funcionarios(as) que se
atreven, al menos en el plano discursivo, a sugerir algunas propuestas alternas
a la hegemonía de la ciudadanía abstracta, relacionadas en particular con el re-
conocimiento de ciudadanías diferenciadas de mujeres, personas discapacitadas
y personas indígenas. Esa sección sirve de antesala para la sección final en la
cual se presentan escenarios posibles para reconocer la diferencia étnico-racial
de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en los programas
sociales focalizados.

progresiva eclosión de algunas ciudadanías


diferenciadas en los programas de bienestar
Como se expuso en el apartado anterior, la apuesta mayoritaria de los
funcionarios(as) es a favor de un ciudadano abstracto, sujeto de derechos
humanos universales. Sin embargo, en algunas narrativas, percibimos un
conjunto de experiencias que dan cuenta de posibilidades para el surgimiento
de ciudadanías diferenciadas en el ámbito de los programas sociales focaliza-
dos. Antes de pasar a la exposición de esas narrativas, queremos proponer la
comprensión de la categoría de ciudadanos(as) diferenciados como quienes
se encuentran «socialmente marcados por su relación conflictiva, antagónica

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 573


y subalternizada con los modelos normativos de ciudadanía. Esta relación
antagónica enfatiza en los acervos históricos propios que se producen en
contextos de violencia social, expresados en la negación, exclusión y discri-
minación. […] La acción de los grupos sociales frente a estos procesos tiene
como objetivo el reconocimiento de la igualdad en la diferencia y genera
ejercicios de participación para la reivindicación de los derechos y la restau-
ración histórica» (Centro de Estudios Sociales, 2006a).
Cuando en las narrativas de algunos funcionarios(as) se valora las diferencias
y se legitima sus demandas frente al Estado, existe una especie de apertura de
posibilidades para el reconocimiento de quienes personifican dichas diferencias
en la intervención social. Las demandas por un trato especial diferenciado,
por ejemplo, encuentran mayor receptividad entre funcionarios(as) de primera
línea en los ámbitos locales (distrital, municipal y departamental), sobre todo,
en aquellas ciudades que cuentan con administraciones que desde sus planes
de gobierno incorporan algunas de las demandas por el reconocimiento de
las ciudadanías diferenciadas, o cuyos programas se encuentran a cargo de
funcionarios(as) que pertenecen a una diferencia (el gobernador de San Andrés
quien es raizal). Estos funcionarios(as) de primera línea, desde el ámbito de
su intervención, agencian tratos especiales a favor del bienestar de mujeres,
personas en condición de discapacidad, indígenas, y personas negras, afroco-
lombianas, raizales y palenqueras.
En las narrativas de las personas entrevistadas sensibilizadas con las dife-
rencias de género, condición física, pertenencia cultural, étnica y étnico-racial
se enfrentan, sin embargo, a la tensión entre los parámetros estandarizados
y homogéneos —propios de la ciudadanía abstracta— y las demandas de las
ciudadanías diferenciadas. La mayoría de estos funcionarios(as) considera que
el interés por reconocer las diferencias desde su intervención es una opción
personal, en pocos casos valorada o posibilitada por la estructura institucional.
De manera particular, con un tono autocrítico, los(as) profesionales de Bogotá
endilgan a sus «cargas personales» el origen de la dificultad para la toma de
decisiones frente a casos que interrogan la noción de ciudadanía abstracta.
Esa tensión entre universalidad y diferencia expresada en las narrativas de
las personas entrevistadas señala a los sujetos profesionales como principales
decisores —en muchas ocasiones sin ningún tipo de apoyo institucional—
frente a la actuación sobre las demandas de la ciudadanos(as) diferenciados.

574 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


Frente a la demanda de una persona que rebasa los esquemas del beneficiario
estándar, los funcionarios(as) optan o por tomar la decisión respecto al ingreso
a programas sociales focalizados de forma colegiada o por remitir el caso a
otro(a) profesional para que sea este quien la asuma.
Entonces, yo tuve que decir; definitivamente les dejo. Yo les cuento desde
mi posición […]. Y me paró allá y digo frente al equipo: «mire yo les dejo
y tomemos una decisión en conjunto porque me siento limitada, porque
no sé qué tanto pueda ser porque estoy encantada con la familia, por mis
preferencias» (Luz Robledo. Bogotá, 2007).
En las narrativas de funcionarios(as) de la ciudad de San Andrés, encon-
tramos de manera constante la tensión entre un tipo de ciudadanía abstracta,
irradiada desde «el interior» del país y la necesidad de poder recrear su propia
identidad cultural raizal; ellos(as) optaban por particularizar la intervención
y flexibilizar los criterios de acceso y permanencia de acuerdo a hábitos y
costumbres de las personas raizales, en muchas ocasiones, corriendo el riesgo
de ser penalizados por el Estado nacional. En Pereira, la funcionaria de una
ong relató el modo en que sorteaba —desde su intervención—, por un lado,
el choque cultural al que se enfrentan niños(as) afrocolombianos del Pacífico
que llegan a la ciudad víctimas del desplazamiento forzado, y, por otro lado,
la obligación de dar respuesta a una necesidad vital como la alimentación,
mientras al mismo al tiempo evitaba posibles conflictos con las instituciones
que generan los programas sociales focalizados homogéneos.
Nosotros no podemos modificar una minuta que nos llega ya preparada
por la Alcaldía, pero entonces organizamos ese aspecto con los chiquitos
[negros] y empezamos a ponerlos en una mesita aparte y a explicarles que
ese era el frijol, que así se comía aquí, que era un poquito más amargoso
[sic]; al principio les echábamos un poquito de panela rallada, y ya se fueron
adaptando y ya al final del programa los niños comían igual (Lina Jaramillo.
Pereira, 2007).
Además de las sensibilidades subjetivas de algunos funcionarios(as) que
sugieren un tipo de intervención diferenciada, existen ciertas prácticas más o
menos institucionalizadas en algunas ciudades cuyas administraciones distritales
y municipales reconocen las legítimas demandas de ciudadanos(as) diferenciados.
En primer lugar, se encuentran las mujeres, a quienes las personas entrevistadas

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 575


reconocen un conjunto de derechos especiales que deben ser garantizados por
parte del Estado para evitar la perpetuación de injusticias producto del sistema
patriarcal.
Por la desventaja histórica que hemos tenido las mujeres y que se necesita
hacer un esfuerzo adicional para que todos logremos estar en igualdad de
condiciones con los hombres (Olga Mira. Medellín, 2007).
Según los funcionarios(as), estas aperturas institucionales son producto de
mandatos legislativos, voluntad política de gobernantes, y exigencias de orga-
nizaciones de mujeres y redes transnacionales de activistas feministas.
La materialización del trato diferenciado ocurre mediante la implementación
de programas exclusivos para la población femenina y bajo la modalidad de
porcentajes mínimos de participación en distintos programas institucionales.
En el caso específico de los programas sociales focalizados, el tratamiento dife-
renciado dirigido a las mujeres se asocia con la constitución de dependencias
especializadas en el tema de género, y en la puesta en marcha de acciones trans-
versales en las instituciones a cargo de suministrar acciones relacionadas con
la asistencia social. Entre estas acciones, funcionarias9 de Bogotá, Cartagena y
Medellín enuncian capacitaciones para la generación de ingresos, formación
sociopolítica, constitución de organizaciones, control a prácticas de salud sexual
y reproductiva, y la celebración fechas conmemorativas de la causa femenina.
Este proyecto tiene varios componentes: se les da a ellas una capacitación
en artes y oficios que le permita participar en la vida social y productiva
generándole ingresos […], también se les da atención en salud para la pla-
nificación familiar y prevención de enfermedades venéreas. El otro proyecto
que tenemos es el de formación sociopolítica con perspectiva de género; este
se desarrolla en acciones pedagógicas tendientes a fortalecer el liderazgo de
la mujer […], también actividades o acciones que se realizan durante todo
el año, una de ellas sería la conmemoración de fechas importantes como
[…] el Día Internacional de la Mujer, el Día de la Acción Mundial por la
Salud de la Mujer, el Día Mundial de los Derechos Humanos de la Mujer
y los Niños, Día Mundial de la no Violencia contra la Mujer (Keyla Rojas.
Cartagena, 2007).

9 Quienes se encontraban a cargo de estos programas o dependencias especializadas en


la atención a mujeres, cuando se realizaron las entrevistas, eran mujeres.

576 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


A pesar del nacimiento de una ciudadanía diferenciada femenina, las fun-
cionarias a cargo de programas o dependencias especializadas no se apartan del
todo de los parámetros relacionados con la ciudadanía abstracta. Creen que en
los programas sociales focalizados deben aplicarse criterios de selección tradi-
cionales, ya que, debido a la escasez de recursos, deben existir parámetros para
garantizar el beneficio, en particular, de mujeres pobres. Paradójicamente, las
funcionarias entrevistadas también plantean que no debe haber discriminación
porque se considera que todas las mujeres —sin distinción de clase, etnia o
generación— son víctimas por igual del sistema de dominación patriarcal. El
trato igualitario ciego a la pertenencia étnico-racial de las mujeres, según estas
funcionarias, garantiza la no discriminación.
Todas se tratan igual. Aquí no se ve discriminación, ni exclusión por ninguna
parte (Aurora Sotelo. Cartagena, 2008).
Según las entrevistadas, el afán por no apartarse de los dictámenes de la
ciudadanía abstracta corresponde a la necesidad de evitar el señalamiento de
ciertos grupos de mujeres en detrimento (invisibilización) de las problemáticas
de otras mujeres. Por ejemplo, si la atención a la violencia intrafamiliar se en-
cuentra direccionada exclusivamente hacia mujeres de sectores populares, ello
puede excluir a mujeres de clases altas que también son víctimas de esta proble-
mática. Es decir, los tratos diferenciados dentro de la diferencia cultural —en
concordancia con la pertenencia étnico-racial, la opción sexual, la pertenencia
a una clase social— son escasos, ya que el eje articulador de la intervención es
la condición femenina en general.
[…] se ve a las mujeres como si todas fuéramos iguales y no se dedican a
ver las diferencias que las mujeres tienen en sus necesidades; las mujeres
campesinas tienen otras, las mujeres afro tienen otras […] no, […] todo se
ve desde un mismo punto (Marcela Congo. Bogotá, 2007).
A pesar de la tendencia generalizada a homogenizar la atención dirigida hacia
las mujeres, en la ciudad de Medellín, existen algunas acciones puntuales de las
cuales se benefician específicamente mujeres negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras. Se trata de actividades que contribuyen al fortalecimiento de la
cultura afrochocoana residente en Medellín.
Actualmente estamos apoyando el proyecto Diosa de Ébano, que consiste
en promover entre las mujeres jóvenes el sentido de etnicidad, el sentido de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 577


pertenencia y de promoción de su etnia y de su identidad afro; entonces, se
elige una mujer que represente por su belleza, por su talento y por su etnia,
por su fenotipo [represente a] su etnia (Olga Mira. Medellín, 2007).
Entre las ciudadanías diferenciadas que ganan algún tipo de reconocimiento
en las instituciones a cargo de programas de bienestar se encuentran las personas
indígenas. Funcionarios(as) de la ciudad de Bogotá legitiman algunas de las
demandas de personas indígenas debido a que son tramitadas en espacios forma-
les de participación e interlocución con el Estado. En ese sentido, las personas
entrevistadas exaltan la homogeneidad, solidez, representatividad y efectividad
en la agentividad de demandas por parte de las organizaciones indígenas.
Los indígenas sí están muy vinculados, pendientes y tienen toda una historia
de lucha; […] ellos presionan, ellos fueron como movimiento y presionaron
y todo, y, entonces, se hizo solo una canasta para ellos […] (Daniel Cano.
Bogotá, 2007).
Estos funcionarios(as) también reconocen que las demandas de personas
indígenas (especialmente de la etnia Pijao) son aceptadas principalmente por
el tipo de argumentos que respaldan sus demandas frente al Estado: la reivin-
dicación del arraigo ancestral a ciertas zonas del territorio urbano.
La población indígena ha ganado mucho terreno en la participación local
como etnia o como grupo social; han logrado participación real en encuentros
ciudadanos y, que la localidad los reconozca como una población claramente
definida y dueña de territorios de Suba (Alba Benítez. Bogotá, 2007).
En el caso de personas indígenas que no habitan tradicionalmente la ciudad,
algunos funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá y Pereira consideran que
sus demandas no pueden ser tramitadas en instituciones urbanas. Como alter-
nativa para garantizarles el ejercicio de su ciudadanía de diferenciación étnica,
proponen intervenir para facilitar el retorno a sus territorios.
Es más fortalecer en los mismos resguardos que en la misma ciudad por-
que es evitar que salgan de allá, es evitar que se vengan (Lucy Fernández.
Pereira, 2007).
Para este tipo de intervención, según las narrativas, son los territorios de los
indígenas el lugar ideal en los que los miembros de este grupo étnico deben ejercer
su ciudadanía en territorios ancestrales, debido a que en la ciudad corren riesgo

578 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


de perder las cualidades propias de su diferencia: territorio, idioma y prácticas
culturales. En las narrativas también se justifica la necesidad de garantizar la
permanencia de las personas indígenas en sus territorios para evitar choques
culturales, la reducción de sus condiciones de vida y el desplazamiento territorial
y laboral de personas blanco-mestizas habitantes de la ciudad.
Ojalá se logre pronto solucionar el problema de la guerrilla, y ellos puedan
volver a sus tierras, pues son tierras muy ricas en naturaleza, y ellos pueden
seguir produciendo allá en su tierra. A ellos mismos les duele mucho porque
aquí vienen ya a unas condiciones de mendicidad, entonces escasean mucho
las oportunidades laborales. A ellos lo que se les escucha es que se sienten
como resentidos y se sienten dolidos por lo que se les da (Ana Sánchez.
Pereira, 2007).

Otro grupo de ciudadanos(as) diferenciados que se encuentran visibilizados en


las narrativas son las personas en condición de discapacidad o discapacitadas. Los
programas sociales focalizados que sugieren un trato especial para estas personas
se sustentan en la voluntad política gubernamental y la legislación nacional e
internacional existentes. En Cartagena, los funcionarios(as) expresaron que la
atención especial dirigida a este grupo social se materializa en varias acciones:
construcción de inventarios de instituciones públicas y privadas que atienden
a la población, construcción de censos de la población discapacitada, capaci-
tación a profesionales sobre la noción de discapacidad, apertura de espacios de
participación formal (consejos locales y distritales), asignación de recursos y
suministro de bienes tales como sillas de ruedas, caminadores, audífonos, etc.,
y de servicios como terapia física, ayuda psicológica, entre otros.
Ahora mismo sí existe una norma en donde se debe crear el Consejo de Dis-
capacitados con voceros locales discapacitados y en donde hay que presentar
planes de acción [institucional] en los que se pueda vincular a esa población
realmente a la vida social porque nosotros sabemos que siempre han sido
desconocidos […]. Ya nosotros hicimos la capacitación con el dane, ya se
distribuyeron las zonas de riesgo, ya se vio dónde estaba la concentración y
con algunas claridades de quién es realmente discapacitado (Neiry Acosta.
Cartagena, 2007).
Finalmente, entre el grupo de ciudadanos(as) diferenciados que se reco-
nocen en las narrativas están las personas negras, afrocolombianas, raizales y

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 579


palenqueras. Según los funcionarios(as) existen programas sociales focalizados
a nivel nacional que benefician en particular a personas negras, afrocolombia-
nas, raizales, palenqueras como Familias en Acción y Jóvenes en Acción; a nivel
local (distrital, municipal y departamental), existen en las ciudades de Bogotá,
Medellín y Cartagena dependencias encargadas del tema étnico negro, afroco-
lombiano, raizal y palenquero.
En sus narrativas, muchos funcionarios(as) consideran que las demandas
de este grupo étnico-racial se resuelven con el reconocimiento de la expresión
cultural, entendida como la afirmación y promoción del conjunto de expre-
siones danzisticas, musicales, folklóricas y gastronómicas. Por ello, proponen
que la formalización de la ciudadanía diferenciada étnico-racial de las personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras ha de desarrollarse en ámbitos
que permitan su ‘performancia cultural’. Para los funcionarios(as), el reconoci-
miento por parte del Estado debe favorecer la re-creación y expresión cultural
de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en contextos
urbanos. Así, la posibilidad de la expresión cultural se convierte en un indicador
de ciudadanía porque se considera el lugar legítimo y característico de estos
sujetos (en la medida que muchas de las personas de este grupo étnico-racial
lo demandan). Los funcionarios(as) registran las demandas de esta diferencia
étnico-racial en términos culturales debido a que estiman que este no genera
discriminaciones y, en cambio, logra responder a los principios de respeto a la
diversidad cultural declarados por la Constitución.
En consonancia con la exaltación de un tipo en particular de expresión cultural
asociada a la música, la danza y la gastronomía, los funcionarios(as) proponen
que, en lugar de implementar tratos especiales a nivel de los programas socia-
les focalizados, se debe facilitar la constitución de escenarios especiales para la
promoción de la cultura negra, afrocolombiana, raizal y palenquera para así
favorecer la integración de la diversidad en instituciones encargadas del tema
cultural.
La cultura, a mi parecer, lo que hace precisamente es hacerlos visibles real-
mente en su particularidad y no hacerlos visibles […] en su historia de po-
breza que es lo que me parece más discriminante. O sea, el hacerlos visibles
como los pobrecitos me parece más discriminante que hacerlos visibles por
realmente el valor que tienen para nosotros desde su diferencia y desde lo que
podemos aprender de su diferencia, más de cómo podemos pordebajearlos

580 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


[sic] supuestamente porque son más vulnerables que una cultura occidental
y europea que se vino a establecer acá (Daniel Cano. Bogotá, 2007).
La reducción de la ciudadanía étnico-racial a la expresión cultural de personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, en nuestro análisis, representa
una tendencia hacia la negación de los limitantes relacionados con fenómenos de
racialización. Ninguna de las personas entrevistadas considera que la emergencia
de la ciudadanía diferenciada étnico-racial de personas negras, afrocolombianas,
raizales, palenqueras se encuentra condicionada por fenómenos como el racismo.
Solo en Cartagena una funcionaria —sin apartarse de la relación entre expresión
cultural y ejercicio de la ciudadanía diferenciada— reconoce que es necesario
garantizar tratos no discriminantes hacia las personas negras y palenqueras para
proteger el reservorio cultural que representan para la ciudad.
Además de las murallas y eso, ellos son un patrimonio […]. Porque ellos
tienen unas costumbres que tú como persona normal no las tienes […], ellos
tienen una resistencia a cierto tipo de trabajos que cualquier persona del
común no lo tiene […]. Y tienen un tipo de costumbres cuando mueren,
cuando bailan, […]. Entonces, yo pienso que sí se le debe dar una mayor
atención a este grupo poblacional. Primero, porque […] los considero un
patrimonio; y segundo, porque hay que rescatar este tipo de costumbres
que no se puede perder por el solo hecho de [que] yo nací en Cartagena y
que yo me tengo que amoldar a lo que encontré en la ciudad (Neiry Acosta.
Cartagena, 2007).
Si bien varios funcionarios(as) de las cinco ciudades reconocieron la existencia
de limitantes adicionales para las personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras en la consecución de empleos formales e informales, las situaciones
en cuanto al alquiler de vivienda en cualquier zona (de las ciudades de Bogotá y
Medellín), y a la consolidación de relaciones de amistad, vecindad y sentimenta-
les con personas blanco-mestizas, no es consideran como limitantes al ejercicio
de su ciudadanía diferenciada étnico-racial en el ámbito de la asistencia social.
Algunas personas entrevistadas sugieren que el nacimiento de la ciudadanía
diferenciada étnico-racial de las personas negras, raizales y palenqueras en los
programas de bienestar no ocurre, puesto que estos se especializan en atender
situaciones de pobreza y/o vulnerabilidad universales-homogéneas.
En en caso de la ciudad de Bogotá, unos funcionarios(as) plantean que no
existe un trato especial para estas personas debido a que ellas mismas no se au-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 581


torreconocen como grupo étnico-racial. Esto sugiere que aceptan y se acogen a
los estándares de la atención en los cuales prima el sujeto universal de derecho,
el ciudadano abstracto. Otros funcionarios(as) afirman que la inexistencia de
tratos especiales dirigidos a este grupo étnico-racial se debe a la falta de presencia
de líderes y organizaciones que reivindiquen el reconocimiento de su diferencia
en los programas de bienestar. Para algunas de las personas entrevistadas, las
organizaciones de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, a
diferencia de las organizaciones indígenas, son poco visibles, no aglutinan a toda
esta comunidad, y no saben negociar con el Estado.
En Cartagena, se considera que las demandas de estas organizaciones no
prosperan por sus intenciones segregacionistas y el grado de beligerancia de sus
líderes. Este argumento indica un ideal de liderazgo étnico-racial desde el cual se
juzgan las dinámicas organizativas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
como complejas, desordenadas, no representativas y demasiado militantes.
Esos líderes [afro] que […] uno ve a nivel distrital, muchas veces a nivel local,
no tienen referente […]. Entonces, a veces la capacidad de articular proceso
o de decir «mire, aquí tenemos esta propuesta» pues no tiene mucho eco
(Francisco López. Bogotá, 2007).
En las ciudades de Medellín y San Andrés, algunos funcionarios(as) consideran
que aún no ha sido posible reconocer formalmente la diferencia étnico-racial de
las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras por la complejidad
que representa esta cultura. Se considera que tienen un lenguaje diferente con
el cual es difícil interlocutar porque los referentes simbólicos son distintos y
porque existen particularidades idiomáticas (en el caso de San Andrés con la
presencia del criollo) que complejizan aún más la comunicación entre personas
negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras y los funcionarios(as) a cargo de
programas de bienestar.
Efectivamente, hay lenguajes distintos, hay una forma de comunicarse di-
ferente […]; es como una sensación de que estuviéramos comunicándonos
en formas diferentes. Yo te hubiera dicho otra cosa antes, pero hoy sé que
no es mi desconocimiento ni mi ignorancia; es que efectivamente hablamos
lenguajes diferentes. La palabra tiene connotaciones diferentes, entonces al
comunicarnos y […] cada palabra mía, cada gesto, cada forma gesticular,
cada lenguaje corporal, incluso, significa para ellos algo diferente a lo que yo
estoy manifestando (Teresa Vélez. Medellín, 2007).

582 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


En resumen, el conjunto de experiencias respecto de los encuentros ins-
titucionales con mujeres, personas en condición de discapacidad, personas
indígenas y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, nos
sugiere la eclosión de un tipo de ciudadanía distinta a la abstracta; y reconoce
que —aunque de manera limitada— la existencia de diferencias culturales de
género, condición física, pertenencia étnica y étnico-racial son relevantes en la
relación que se establece entre el Estado y la sociedad. En la mayoría de casos,
los funcionarios(as) plantean que la consideración de las diferencias culturales es
producto de la sensibilidad de los profesionales que, no obstante, se encuentra
marcada por tensiones frente a la toma de decisiones relacionadas con el acceso
a bienes y servicios escasos como los programas sociales focalizados.
Las narrativas de algunos funcionarios(as) de todas las ciudades muestran
la existencia de algún tipo de tratamiento especial, más o menos formalizado,
que se brinda a algunas personas de acuerdo a su género, etnia y condición
física y mental. Las mujeres gozan de tratos especiales que se materializan en
la constitución de instancias especializadas en el tema de género, la creación de
programas trasversales en las dependencias del Estado encargadas de la asistencia
social y la fijación de cuotas de participación en espacios de representación
política. Las personas indígenas también logran tramitar su ciudadanía étnica
incluso en programas sociales focalizados por ser habitantes ancestrales de la
ciudad y tener gran capacidad de agencia colectiva ante el Estado. Las personas
discapacitadas tienen un trato diferenciado amparado en la legislación existente
y en cierta voluntad política de los gobernantes.
Los casos en los que se generan tratos especiales dirigidos hacia personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras se sustentan en la conside­rár­
se­les como un grupo que debe ser conservado por hacer parte del patrimonio
de la nación multiétnica y pluricultural. La mayoría de funcionarios(as)
sensibles a la «causa negra» piensa que su ciudadanía diferenciada étnico-r­­a­
cial no debe tramitarse en los programas sociales focalizados puesto que sus
demandas se encuentran en el ámbito de la expresión cultural. Además, según
los funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá, Medellín y Cartagena, no existe
una exigencia organizada ni claramente liderada a favor de un trato especial,
pues, por un lado, hay poco auto-reconocimiento identitario de las personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, y, por otro lado, sus necesidades
sociales no distan de las demandas de las personas blanco-mestizos pobres; y en
tercer lugar, no se brindan tratos especiales porque a nivel institucional existen

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 583


dificultades en la interlocución con las ciudadanos(as) negros, afrocolombianos,
raizales y palenqueros.
En general, los funcionarios(as) sensibles a la diferencia étnico-racial de per-
sonas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras resaltan la necesidad de
promover la expresión cultural en instituciones del Estado encargadas de ese tema
y no en el ámbito de los programas de bienestar. Sin embargo, en las narrativas
de algunos funcionarios(as) existen reflexiones particulares sobre el lugar de la
diferencia étnico-racial de personas negras, afrocolombianas, raizales, palen-
queras en los programas sociales focalizados. A diferencia de las narrativas que
favorecen la noción abstracta de ciudadanía en los programas sociales focalizados,
las percepciones que se presentarán en la próxima sección sugieren reflexiones
sobre la necesidad de darle un lugar a la ciudadanía diferenciada étnico-racial
encarnada por personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, en las
acciones dirigidas a la atención de la pobreza y vulnerabilidad.

Escenarios posibles para reconocer la diferencia étnico-racial


de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
en los programas sociales focalizados
Un pequeño grupo de funcionarios(as) en Bogotá, Cartagena, Medellín,
Pereira y San Andrés manifestó la necesidad del reconocimiento especial de
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en los programas so-
ciales focalizados. En esta última sección pretendemos destacar esas narrativas
que, aunque minoritarias, representan una alternativa para el reconocimiento
de la ciudadanía diferenciada étnico-racial en la atención social a cargo del
Estado.
En las narrativas de algunos funcionarios(as) se sugiere un conjunto de
razones, condiciones y temporalidad proyectada para la implementación de
acciones diferenciadas en programas sociales focalizados. Uno de los argumentos
que justificarían tratos diferenciados en los programas sociales focalizados es la
necesidad de garantizar un tratamiento proporcional al que se le brinda a otros
grupos étnico-raciales. En Bogotá, algunas personas entrevistadas considera-
ron equitativo formular programas de bienestar especiales a favor de personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras semejantes a los que ya existen
en el Distrito para indígenas; ello en consonancia con la legislación especial
que ampara al pueblo negro, afrocolombiano. Otra razón para aceptar tratos

584 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


diferenciados para personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
se encuentra en su reconocimiento como sujetos de derechos especiales en la
lógica de un Estado multicultural y pluriétnico como lo es el colombiano.
En relación a las condiciones para garantizar un trato diferenciado para las
personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras en los programas sociales
focalizado, en primer lugar, los funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá y
Medellín afirman que es imperativo contar con información demográfica y
socioeconómica sobre la presencia y condiciones de vida de estas personas para
que facilite la toma de decisiones respecto al trato especial. En segundo lugar,
en las ciudades de Bogotá, Cartagena, Medellín y San Andrés, las personas
entrevistadas sugieren que un requisito para la implementación de dichos
tratos debe ser el empoderamiento10; es decir, que los tratos diferenciados sean
reivindicados por las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras,
ya que, ante la falta de una legislación que obligue a implementar dichos tra-
tos, la negociación entre organizaciones y autoridades locales es fundamental
para posicionar temáticas relacionadas con el reconocimiento de la diferencia
étnico-racial en los programas sociales focalizados.
Entonces a mí me parece que sí debe existir primero la caracterización
porque eso sí debe ser lo primero, de saber quiénes son realmente y cómo
identificarlos; y segundo, cuando ya se sepa quiénes son, descubrir las po-
tencialidades que ellos tienen para que se les pueda encaminar el trabajo
que se vaya a hacer (Neiry Acosta. Cartagena, 2007).
En otras palabras, la existencia de una organización representativa, cohesio-
nada y articulada, y el liderazgo de personas negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras, con un amplio referente comunitario, es una de las condiciones
para la implementación de los tratos diferenciados. Algunos funcionarios(as)
de la ciudad de Bogotá aceptarían tratos diferenciados solo si son resultado de

10 El empoderamiento de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras es


entendido por los funcionarios(as) como su capacidad de negociación con administra-
ciones distritales y/o municipales, de conformación de organizaciones, de superación
de la relación de ayuda con el Estado y de autogestión de alternativas económicas
para atender su pobreza y/o vulnerabilidad. Las personas entrevistadas enfatizan en
las prácticas de empoderamiento debido a que consideran que estas evitan relaciones
de dependencia y utilitarismo amparadas en el trato especial, similares a las que se han
generado con las personas en situación de desplazamiento.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 585


negociaciones políticas entre ciudadanos(as) negros, afrocolombianos, raizales
y palenqueros organizados y el Estado. El referente para definir este criterio es
la experiencia de la negociación entre grupos indígenas residentes en la ciudad
y el Gobierno Distrital, a partir de la cual se particularizaron algunos programas
sociales focalizados relacionados con el suministro de alimentos especiales y el
cuidado de niños(as) indígenas en jardines infantiles especializados.
Sin embargo, algunos de estos funcionarios(as) consideran que la negocia-
ción para el reconocimiento de la diferencia cultural en los programas sociales
focalizados no puede eludir principios irrefutables como la igualdad- no discri-
minación, la integración social y la focalización; ello con el fin de establecer un
límite al alcance de la diferencia étnico-racial en el campo de la intervención
social a cargo del Estado. Por ejemplo, muchas de las personas entrevistadas
invocan justificaciones relacionadas con la maximización de recursos asignados
para aclarar que los tratos especiales deben implementarse siempre y cuando
existan concentraciones relevantes de personas negras, afrocolombianas, raizales,
palenqueras pobres y/o vulnerables en territorios específicos de la ciudad.
[…] puede haber un acuerdo con indígenas, con negritudes, con lgtb [les-
bianas, gays, bisexuales y transexuales], pero del grupo puede haber personas
que rebasan los criterios, entonces, no podemos meter a todas como en el
mismo molde […]; hay que ver bien cómo se estipulan los acuerdos, porque
después [de] pactar los acuerdos ya no hay nada que hacer, un acuerdo, a
uno, lo puede llevar a cometer una cantidad de inequidades (Bertha Gon-
zález. Bogotá, 2007).
La tercera condición para implementar tratos diferenciados, según
funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá y San Andrés, es contar con profesio-
nales sensibles a las demandas particulares de personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras. Asimismo, consideran que se necesitaría de voluntad
política gubernamental local (municipal, distrital, departamental) y nacional
para respaldar la práctica profesional de los funcionarios(as) sensibilizados
respecto a la «causa negra».
Una funcionaria de Bogotá sugiere, como cuarta condición, que el trato
diferenciado para estas personas se implemente de manera oculta, sin que las
personas beneficiarias de programas de bienestar lo sepan. Para ella, en lugar
de publicitar tratos especiales, estos deben ser solo del conocimiento de los(as)
profesionales de la intervención; con ello, se evitan quejas por discriminación

586 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


y se evitan posibles conflictos con tintes raciales entre personas blanco-mestizas
y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
Lo que buscamos es que el funcionario tenga claro que hay una condición
de inequidad y que, por lo tanto, [con] esos mecanismos intenten hacer
un poco más fácil el ingreso a ciertos programas a indígenas y afro. Una
sensibilización pero no como una cosa explícita a nivel externo, porque creo
que eso contribuye también a agrandar la discriminación (Cecilia Palacios.
Bogotá, 2007).
En relación a la temporalidad proyectada para la implementación de los tratos
diferenciados en los programas sociales focalizados, los funcionarios(as) proponen
acciones cuyo impacto sería de carácter inmediato y a largo plazo. Para unos(as),
el reconocimiento de la diferencia étnico-racial es un ideal de la intervención
social que solo puede darse a largo plazo mediante acciones progresivas; por
ello, proponen como opciones la transversalización o la creación de dependen-
cias que centralicen la atención en personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras. La transversalización consistiría, según personas entrevistadas en
Bogotá, Cartagena y Medellín, en instituir la perspectiva étnico-racial en los
programas sociales focalizados ofrecidos por el Estado. Estos funcionarios(as)
plantean que con este mecanismo no sería necesario crear programas especiali-
zados para atender a personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras,
sino que se obligaría a las instituciones y sus funcionarios(as) a considerar a
las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras como población
objetivo en todas sus intervenciones, lo cual, en cierta medida, convertiría la
pertenencia étnico-racial en un criterio de focalización. Para implementar dicha
transversalización, se necesita contar con información sociodemográfica para
establecer responsabilidades puntuales de las instituciones y el tipo de asistencia
que se debe brindar a estas personas para superar su condición de pobreza y/o
vulnerabilidad.
La transversalización finalmente se da a partir del reconocimiento de ese
diagnóstico, de esas carencias; [es] empezar a promover […] el asunto de
cupos, por ejemplo, pero no per se […]. Creo que la transversalización es
ser capaz de ser consciente de ese diagnóstico del estado de esta población y
empezar a hacer énfasis en cada programa, cada proyecto y cada mínimo de
desarrollo que deban cumplir esas personas y esos hogares, y abrir los espacios
para que efectivamente lo puedan cumplir (Teresa Vélez. Medellín, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 587


Se considera que una de las acciones que pretenden incorporar a largo plazo el
reconocimiento de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
en las instituciones encargadas del suministro de programas sociales focaliza-
dos es la creación de instituciones específicas. De acuerdo a las narrativas de
funcionarios(as) de San Andrés, en la mayoría de las instituciones estatales que
funcionan en la isla existe una consideración tácita del componente étnico en las
intervenciones que se adelantan, debido a que allí existe aún preponderancia de
la cultura raizal. No obstante, proponen que para institucionalizar el tratamiento
especial a personas raizales es necesario crear una entidad que agrupe todas las
acciones que se ejecutan desde cada dependencia a favor de estas personas. Lo
anterior, además de garantizar un trato cultural respetuoso e incluyente, evita
la duplicidad y dispersión de actuaciones institucionales, y también permite
trazar planes respecto a la agenda estatal sobre el tema de ‘la raizalidad’.
Apoyaría las voces de aquellos que exigen una oficina para el tema étnico raizal
o una oficina que se dedique al tema de ‘la raizalidad’, [como lo] llaman algu-
nos. Esta oficina debería estar encargada de armonizar los esfuerzos que viene
haciendo la Secretaría de Educación, los esfuerzos que se vienen haciendo en
la Secretaría de Salud, los esfuerzos que se vienen haciendo en todas las depen-
dencias locales, incluso las [acciones] de Casa de Justicia, para aunar esfuerzos
y tener un mejor resultado (Víctor Huffington. San Andrés, 2007).
En relación con las acciones a corto plazo, los funcionarios(as) de las ciudades
de Bogotá, Medellín, Pereira y San Andrés plantean intervenciones de carácter
transicional para lograr un reconocimiento de la diferencia étnica de personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en los programas sociales foca-
lizados. En la ciudad de San Andrés, proponen descentralizar la formulación
de programas sociales focalizados porque consideran que los lineamientos de
corte nacional son inoperantes, irrumpen sin consideración en contextos geo-
gráficos, culturales y étnicos particulares, y, en términos generales, pretenden
homogeneizar a la población raizal con el resto de la población colombiana.
A todo nos meten en el mismo cajoncito, [nos dicen] «tiene que ser así; si no
es así, que pena con ustedes, les quito los cupos». […] nosotros no estamos
diciendo que la gente no tiene necesidades nutricionales sino que hay que
darle al departamento la posibilidad de manejar o de jugar con eso, porque
nosotros somos los que conocemos las necesidades de las personas (Ellen
Willson. San Andrés, 2007).

588 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


En las ciudades de Bogotá y Medellín, funcionarios(as) propusieron acciones
transicionales relacionadas con la consolidación de información (mediante
la sistematización de experiencias) sobre las características de la demanda de
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en programas sociales
focalizados. Estos funcionarios(as), al igual que quienes propusieron la trans-
versalización y la creación de instituciones especializadas, afirman que, antes de
adelantar acciones específicas, se debe contar con un mínimo de información
para salvar dificultades futuras en la implementación de programas sociales
focalizados, y poder así establecer la particularidad de la atención social dirigida
a este grupo étnico-racial.
Asimismo, desde la lógica de las acciones transicionales, algunos funcionarios(as)
sugieren construir perfiles de demandas de las personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras para especializar el proceso de intervención social. De
acuerdo con ellos(as), esta acción consistiría en identificar rasgos culturales en
sus demandas de atención para constituir tratos diferenciados en la intervención
de la pobreza y/o vulnerabilidad que este grupo padece.
Pues creo que siempre debería darse como ese tipo de perfiles para la po-
blación que uno atiende; yo creo que de pronto en cuestión de costumbres,
del trabajar con la gente afrocolombiana que vive en la localidad, sí debería
hacerse (Benilda Molina. Bogotá, 2007).
En las ciudades de Medellín y Pereira, también se incluyó, dentro de las
acciones de implementación a corto plazo, la vinculación de personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras como promotores(as) comunitarios y
profesionales en los equipos de trabajo, ya que ello facilitaría la interlocución
con las personas beneficiarias pertenecientes a este grupo étnico-racial. En la
ciudad de Pereira, una funcionaria reconoció que, en su experiencia de trabajo,
la interlocución profesional con docentes chocoanas le ha permitido compren-
der prácticas y costumbres de niños(as) negros, afrocolombianos, raizales y
palenqueros que asisten a la institución en donde trabaja.
Tenemos muchas docentes que son negritas del Chocó o de esas zonas […],
pues nos hacen entender un poquito al muchacho con equis problema,
con equis característica. Entonces, incluso yo a veces a algunas de ellas
[les pregunto:] «me pasa esto con este chiquito, ¿qué es?», [y ellas dicen:]
«no, es que nosotros comemos el queso costeño así…» (Lina Jaramillo.
Pereira, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 589


Como se ha recalcado a lo largo del presente capítulo, las narrativas que
sugieren propuestas para el reconocimiento y trato diferenciado de personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en los programas de bienestar
representan un grupo minoritario en comparación con las narrativas que de-
fienden el ideal de ciudadanía abstracta, por lo que se oponen al trato diferen-
ciado. En síntesis, las principales razones que sustentan dicha oposición son:
la defensa de los principios que sustentan los programas sociales focalizados; la
sospecha de reproducción del fenómeno del racismo y la discriminación racial
mediante tratos diferenciados; la resistencia a asociar la pertenencia étnico-
racial negra afrocolombiana con la vulnerabilidad y la pobreza; y la necesidad
de homologar las demandas de atención de personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras a las demandas de asistencia de personas blanco-mestizas
pobres y/o vulnerables.
Además del conjunto de justificaciones, condiciones y temporalidad de
la implementación de los tratos diferenciados en los programas de bienestar
a favor de personas del grupo étnico-racial negro afrocolombiano, algunos
funcionarios(as) también vislumbraron en sus relatos estrategias puntuales
para la materialización de dichos tratos en la intervención social del Estado.
A continuación se presentan tres propuestas expresadas por las narrativas de
funcionarios(as) de las cinco ciudades.

Primera propuesta. Programas sociales exclusivos para personas negras,


afrocolombianas, raizales y palenqueras

Los programas sociales exclusivos serían aquellos dirigidos única y exclusiva-


mente a personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en razón de su
pertenencia étnico-racial. En un pequeño conjunto de narrativas se considera
esta acción como una estrategia viable dentro de la intervención social estatal.
En Medellín, una funcionaria planteó que la exclusividad debería ser una de las
etapas en el proceso de atención para estas personas. Para ella, la exclusividad
sería un momento inicial de la implementación de los programas sociales que
tendría por objetivo facilitar el proceso de integración cultural y evitar conflictos
de convivencia racial asociados con el maltrato físico o agresiones verbales entre
personas blanco-mestizas —residentes antiguas de la ciudad— y personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras —inmigrantes urbanas recientes. Esta
funcionaria considera que de manera paralela a esta etapa deben implemen-

590 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


tarse acciones dirigidas a personas blanco-mestizas beneficiarias de programas
sociales focalizados para que acepten de forma progresiva a las personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras pobres y/o vulnerables.
En contraposición, algunos funcionarios(as) consideran que la exclusividad,
como alternativa para brindar un trato diferenciado a la diversidad étnico-racial
de personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras, no debe implemen-
tarse en los programas sociales focalizados. Para ellos(as), dicha exclusividad debe
implementarse solo en ámbitos educativos escolares y en aquellas instituciones
enfocadas en el tema de la expresión cultural, para que el reconocimiento de la
diversidad étnico-cultural pueda tener un impacto social mayor.
[…] yo considero que en los lugares donde se debe reconocer […] no es tanto
en los programas sino […] en las orientaciones políticas, como el tema de la
cultura, pero el tema de la cultura menos excluyente pero más específico. Es
decir, el tipo de música que pueden interpretar personas negras, digamos que
eso tiene un valor fundamental para esta sociedad a diferencia que pueden
tener los grupos indígenas (Verónica Morales. Bogotá, 2007).

La alternativa de un trato diferencial exclusivo no cuenta con el aval de mu-


chos funcionarios(as) debido a sus posibles implicaciones. Los tratos exclusivos,
según las personas entrevistadas, atentarían en contra de la integración social y la
interculturalidad, estimularían la emergencia de conflictos raciales, y dificultarían
los procesos administrativos de las instituciones encargadas de suministrar asis-
tencia social a la pobreza y/o vulnerabilidad. Los programas sociales focalizados
exclusivos atentarían en contra del principio de la integración social en la medida
que asilan a un grupo humano del resto, con el fin de otorgarle beneficios en
razón de su diferencia étnico-racial. Según una funcionaria afrocolombiana de
Bogotá, ello implicaría un retroceso en el proceso de integración social en el cual
ya han avanzado las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
residentes en ciudades de mayorías blanco-mestizas.
Yo no consideraría de que los programas se dividieran, que fueran específica-
mente para población afro. Yo diría que eso como que abriría más la brecha;
lo que se debe procurar es más una integración, y mal que bien nosotros
hemos estado integrados, ¿no? (Milena Rosero. Bogotá, 2007).

Otro riesgo que se percibe de los programas sociales focalizados exclusivos, es que
estos impedirían la construcción de intercambios y aprendizajes culturales mutuos.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 591


Porque si uno dice «el programa es solamente para ellos», entonces ¿qué pasa
con los de acá? […]; esos métodos ancestrales de resolución de conflictos la
gente de afuera también los necesita y, así mismo, uno interpreta la ideología
de las personas, qué es lo que piensan y cómo se sienten (Hanna Abrahams.
San Andrés, 2007).
Los programas sociales focalizados exclusivos también son interpretados
como legitimación del racismo y la discriminación racial en las instituciones
del Estado. El considerar de manera diferenciada a la población de acuerdo a
criterios raciales se interpreta como un retroceso hacia la exclusión anterior a
la República.
Yo pienso que la población negra hemos sido parte de la historia de este país
y pensar en programas como separados específicos, sería como retroceder
[…]. [Lo que se debe hacer] es continuar en esa incorporación (Milena
Rosero. Bogotá, 2007).
Según una funcionaria de la ciudad de Bogotá, los programas sociales focali-
zados exclusivos estimularían la conformación de guetos negros. A diferencia de
los indígenas y sus resguardos, la formalización de concentraciones de personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en la ciudad no tiene ninguna
justificación de tipo cultural y, por el contrario, podría tornarse peligrosa para la
convivencia social urbana, ya que se generaría un fenómeno similar al apartheid
africano. Ella también considera que dentro de estos «guetos negros» habría
una reproducción de relaciones jerárquicas sustentadas en la clase social que
tendería a excluir a personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras en
condición de pobreza. Esta funcionaria piensa que en Colombia ya existe una
experiencia semejante al gueto en la Isla de Providencia, en donde se restringe
el asentamiento de personas blanco-mestizas provenientes del interior del país;
para ella, esta experiencia no debe replicarse en otras zonas del país. En otras
narrativas, funcionarios(as) de la ciudad de Bogotá también afirman que ofrecer
programas sociales focalizados exclusivos para personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras puede agravar el fenómeno de discriminación racial que
ya existe en la ciudad.
Estas narrativas que se contraponen al carácter exclusivo de los programas
de bienestar contrastan con las de funcionarios(as) de Pereira. Al señalar como
positiva la concentración de personas negras, afrocolombianas, raizales y pa-
lenqueras en zonas específicas de la ciudad consideran factible implementar

592 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


programas sociales focalizados exclusivos para ellos. Afirman —con base en
una experiencia poco exitosa de reasentamiento en viviendas de interés social
de personas pobres y/o vulnerables de la ciudad que pertenecían a distintos
grupos étnico-raciales y regiones del país— que en ciertos casos la mejor opción
es concentrar a personas que compartan ciertas prácticas culturales. Ello con el
fin de evitar problemas de convivencia dentro de los asentamientos y facilitar
la implementación de tratos especiales en la intervención social en términos
administrativos.
Tokio ha sido para mí lo más nefasto que ha hecho la Administración,
porque fue incluir cinco culturas allá sin ninguna clase de acompañamien-
to […], sin nada […], y culturalmente los negros tienen una cultura, los
indios tienen otra, los antioqueños tienen otra, los tolimenses tienen otra,
los costeños tienen otra, entonces eso allá es una locura, allá están todos.
[…] usted va allá y se encuentra todos los problemas del mundo (Lucy
Fernández. Pereira, 2007).
Por último, las críticas a la posible implementación de programas sociales
focalizados exclusivos para personas negras, afrocolombianas, raizales y palen-
queras se centran en los procesos administrativos de las instituciones encargadas
de suministrar asistencia social a personas pobres y/o vulnerables. En primer
lugar, la exclusividad no permitiría la maximización de recursos por cuanto
habría que garantizar un mínimo de personas negras pobres y/o vulnerables
asistentes a los programas en territorios donde la ubicación de estas personas
es dispersa. En segundo lugar, el criterio de acceso por vulnerabilidad y/o po-
breza se torna irrelevante y se sustituye por variables fenotípicas lo cual puede
estructurar relaciones raciales conflictivas. En tercer lugar, estimula a personas
de otros grupos sociales y culturales a tramitar sus demandas de reconocimiento
cultural ante el Estado y ello puede desestructurar a las instituciones debido
a que complejiza su acción (métodos, prácticas, valores) en un contexto de
recursos públicos escasos.
Yo no estoy de acuerdo que montemos un comedor pa’ negros, porque ma-
ñana me lo van a pedir pa’ indios, mañana me lo piden pa’ niños y pa’ eso
ya está el icbf y después me lo piden solo pa’ discapacitados, ¡no! Entonces
yo partidaria de eso yo no soy, porque si nosotros de verdad queremos res-
petar la diferencia debemos integrarla; […] nunca estaré de acuerdo con eso
(Tania Ortiz. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 593


Segunda propuesta. Acceso preferencial o prioritario a programas sociales
focalizados para personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
Según las narrativas de algunos funcionarios(as), la estrategia de acceso
preferencial o prioritario se utiliza en algunos programas de bienestar y con-
siste en ofrecer atención inmediata a la demanda de una persona que presenta
condiciones agravadas de pobreza y/o vulnerabilidad. Algunos de ellos(as)
aceptarían dar preferencia o prioridad a las personas negras, afrocolombianas,
raizales, palenqueras si se demostrara que existe una relación estrecha entre
la pertenencia étnico-racial, la pobreza y/o vulnerabilidad y la dificultad en
el acceso a derechos fundamentales. También se aceptaría cuando se trate de
privilegiar el ingreso a inmigrantes recientes, víctimas del conflicto armado,
en ciudades como Bogotá, Medellín y Pereira.
Cuando se les están vulnerando todos sus derechos [por ejemplo] en salud,
obviamente en ese momento […] deben tener prioridad. Pero […] cuando
han nacido en un ambiente […] como el de la ciudad, que tienen acceso a
todos los servicios y posiblemente a un empleo pues no tendría [sic] […]
prioridad. Tendría que mirarse realmente de dónde vienen o cómo es la
problemática, porque si los van a sacar de un medio y los desplazan y llegan
a Bogotá […], aparte del desplazamiento tienen una condición especial; […]
obviamente hay que darles […] prioridad (Ivon Carrera. Bogotá, 2007).

Sin embargo, la mayoría de funcionarios(as) considera que no habría nin-


gún tipo de sustento moral para jerarquizar la pobreza y/o vulnerabilidad de
acuerdo al color de piel. Además, debido a la asignación insuficiente de re-
cursos para atender la demanda de asistencia social, la prioridad en el acceso a
programas sociales focalizados debe instituirse de acuerdo a la conjugación de
vulnerabilidades. Entre estas, la pertenencia étnico-racial no tiene relevancia
como ya hemos venido presentando a lo largo de este capítulo.
[…] por qué yo voy a darle, por ejemplo, a un negro la prioridad si
también un moreno, un blanco o un mestizo está por igual; una mujer
negra es igual que una mujer mestiza, […] también están iguales ambas,
y yo les doy la prioridad a ambas […]. Para mí no es la raza sino más que
todo el estrato uno y dos es lo importante para nosotros porque ese [es] el
plan de desarrollo que nosotros llevamos aquí en el Distrito (Keyla Rojas.
Cartagena, 2007).

594 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


Ni siquiera los argumentos relacionados con la reparación por la exclusión
histórica que han padecido desde su esclavización en época de la Colonia, y que
se refleja en las precarias condiciones de vida del pueblo negro afrocolombiano,
en el padecimiento del racismo a todos los niveles y en el abandono del Estado
en las zonas que habitadas por personas negras, afrocolombianas, raizales, palen-
queras, son aceptados como argumentos para darle algún tipo de prioridad en
el acceso a programas de bienestar. En particular, funcionarios(as) de la ciudad
de Bogotá no aceptan la reparación como justificación del trato preferencial
o acceso prioritario, porque las personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras constituyen solo uno de los grupos a los cuales se les debe resarcir
los derechos; en espera de reparación se encuentran también las víctimas del
conflicto armado colombiano, los pueblos indígenas y las mujeres.
Nosotros también tenemos deudas con muchos grupos poblacionales también
por crímenes de lesa humanidad, para no ir más allá toda esta comedia que
está ocurriendo con las personas que han sido despojadas de su tierra. Tene-
mos muchas deudas con muchas personas y es necesario saldarlas todas, yo
pienso que sobre muchos procesos es necesario que haya justicia, se conozca
la verdad y que haya reparación (Alejandro García. Bogotá, 2007).
En general, frente a la estrategia de acceso preferente o prioritario a programas
sociales focalizados para personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras,
encontramos resistencias estrechamente ligadas a la idea de servicios de mejor
calidad y el goce de privilegios. También se considera arriesgada la preferencia o
prioridad como estrategia para dar un trato diferenciado a estas personas en los
programas sociales focalizados porque puede fomentar prácticas racistas y conflictos
interétnicos que hasta ahora son inexistentes en las instituciones del Estado.
En relación a la existencia de racismo, si bien muchos funcionarios(as) reco-
nocen que a nivel cotidiano operan algunas actitudes de este tipo (chistes, burlas,
segregaciones), la mayoría de las personas entrevistadas expresa de manera enfática
la inexistencia de dicho fenómeno en las instituciones del Estado. En particular,
argumentan que los programas sociales focalizados y las instituciones que los
suministran se encuentran libres de racismo ya que la atención que se brinda
a las personas pobres y/o vulnerables se encuentra libre de señalamientos por
creencias religiosas, opción sexual, filiación política, pertenencia étnico-racial,
y no se las estigmatiza por padecer problemáticas sociales como la prostitución,
el robo, el consumo de drogas, etc.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 595


Las personas entrevistadas en la ciudad de Bogotá afirman que la preferencia
o prioridad otorga al fenotipo el estatus de criterio para lograr el acceso a pro-
gramas sociales focalizados, lo cual puede perpetuar el fenómeno de racismo por
cuanto re-victimiza y subvalora a las personas negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras como «incapacitadas» en razón de su pertenencia étnico-racial.
Por estas razones, consideran irrelevantes los argumentos asociados al combate
del racismo para la implementación de tratos preferenciales o prioritarios a favor
de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
[…] en lo histórico, […] en lo que tiene que ver con población afro, sería un
error decir que no hay discriminación, sí la ha habido, y eso sería una locura de-
cirlo, pero en los proyectos [sociales] no es así (Alba Benítez. Bogotá, 2007).
Al igual que en los argumentos contra los programas sociales focalizados
exclusivos, la mayoría de los funcionarios(as) plantean que los tratos pre-
ferenciales o prioritarios introducen divisiones jerárquicas en la noción de
género humano. Además de atentar en contra de principios de los programas
sociales focalizados (como la igualdad-no discriminación), el trato preferente
o prioritario potencia conflictos entre las personas pobres y/o vulnerables que
demandan la atención del Estado. Asimismo, retrasan la adaptación cultural
de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras al contexto urbano
habitado por mayorías blanco-mestizas. Finalmente, funcionarios(as) de las
ciudades de Bogotá, Cartagena y Pereira consideran que reconocer de manera
especial a las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras como
población prioritaria de los programas sociales focalizados puede hacerles creer
que se encuentran en un lugar superior frente a los demás sujetos de derecho,
en especial, frente a las personas blanco-mestizas.

Tercera propuesta. Programas sociales diferenciados: estrategias para


desracializar y/o etnizar la intervención del Estado hacia personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras en condición de pobreza

Es darle particularidad en su diferencia, en su ser. No debe ser lo mismo


atender a una persona aquí en Bogotá que viene [de] Chocó con su particu-
laridad cultural, con su particularidad de conocimiento y de saber, no puede
ser lo mismo, […]. Ya no puede llegar con la misma línea a atender a todas
las personas. […] en cambio, es atender particularmente a todos tratando

596 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


de llegar a eso de la igualdad, tratando de que todos podamos tener acceso
a eso igualitario, a los derechos, pero que también de manera particular. O
sea, todos tenemos derecho a la salud, pero la salud de todos no es igual;
tenemos derecho a la vivienda, pero para mí la vivienda es una cosa y para el
otro, es otra cosa […]. Es ahí donde uno tendría que entrar a pensar cómo
realmente lograr atender su particularidad sin ser excluyentes con eso […],
sin ser discriminatorios con eso o inclusorios [sic], sin tratar de convencerlos
que es nuestra verdad. Porque […] si no, estaríamos jugando el mismo juego
del colonialismo, ejerciendo el rol del cura y adoctrinarlos para que olviden
su cultura (Daniel Cano. Bogotá, 2007).

La estrategia de programas sociales diferenciados consiste en conjugar los


derechos fundamentales relacionados con la garantía de no discriminación con
la posibilidad del reconocimiento de la diferencia cultural de los grupos étnico-
raciales. Algunos funcionarios(as) proponen que en los programas sociales foca-
lizados debe garantizarse la no discriminación como estrategia para dar acceso a
personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras. Se trata de asegurar que
personas pobres y/o vulnerables no sean excluidos o padezcan tratos racistas en
la atención, para que así gocen de un trato igualitario. De acuerdo a las personas
entrevistadas, la razón para enfatizar el carácter igualitario de intervención social
radica en que los únicos condicionantes legítimos que deben instaurarse en los
programas de bienestar deben ser aquellos relacionados con el cumplimiento
de requisitos y la capacidad de oferta de atención del Estado.
Algunos funcionarios(as) proponen que, además de la garantía de no discrimi-
nación, los programas sociales focalizados deben reconocer la diferencia étnica
vehiculada por las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Un
argumento para garantizar un trato acorde con la diferencia cultural, y también
dado a favor de la estrategia de la exclusividad, es la necesidad de brindar una
atención diferenciada tal como se otorga a las personas indígenas. Es un argu-
mento que redunda en el principio de proporcionalidad entre minorías y en la
necesidad de reconocimiento de las personas negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras como grupo étnico-racial.
Por otra parte, algunos funcionarios(as) de la ciudad de Medellín admiten la
importancia de incorporar tratos diferenciados culturalmente como estrategia
para generar intervenciones más acertadas. El reconocimiento de la particula-
ridad de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras permitiría

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 597


comprender algunos de los motivos culturales que perpetúan ciertas problemá-
ticas sociales propias de esta población, lo cual perfeccionaría las estrategias de
intervención social dirigidas a mitigar su pobreza y/o vulnerabilidad.
[Se necesitarían] programas específicos para las chicas negras embarazadas
adolescentes, porque ellas se embarazan por razones distintas a las chicas
paisas (Felipe Soto. Medellín, 2007).

Algunos funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá, Medellín y San Andrés


reconocen que de manera implícita todos los programas sociales focalizados se
formulan desde estándares culturales hegemónicos. Ello acarrea intervenciones
homogeneizantes que revelan una pretensión de hegemonía cultural blanco-
mestiza de ciertas regiones del país (la andina, en particular). Los programas
sociales focalizados diferenciados serían una manera de atenuar parte de la
violencia simbólica que se ejerce mediante dicha hegemonía cultural.
[…], muy berraco pa’ un negro que le digan que le van a servir pescao una
vez al mes y es una croqueta, una cosa que ni sabe, ni huele, ni parece pes-
cao; que le van a dar un plátano frito cada quince días y que en su vida verá
un arroz con coco en su plato en el comedor; pero en cambio sí tiene que
comerse el col [sic], el brócoli, la habichuela, nada de esa vaina se la comen
los negros por cultura […]. Entonces, yo sí estaría de acuerdo con que tu-
viéramos una canasta para negritudes, de hecho, me parece una alternativa
muy buena cuando se le incluye un componente fuerte de inclusión […].
La canasta es muy manejable que se haga una en especial, así como se hace
una indígena. Lo primero que los indios ponen de frente es la cultura, los
negros no somos tan organizados para eso, pero sí tenemos claro en la cabeza
que […] hay ciertas cosas que no comemos y el acceso a verde, a verduras,
a legumbres, incluso a frutas es muy especial y muy sesgado con relación
a lo que se come en el altiplano y aquí las minutas están definidas para el
altiplano (Tania Ortiz. Bogotá, 2007).

Es necesario señalar que un funcionario en Pereira, en contrapunto a estas


narrativas que avalan la implementación de programas de bienestar diferencia-
dos, considera que los programas sociales focalizados diferenciados continúan
vehiculando un tipo de hegemonía cultural occidental. Él cree que toda la in-
tervención social del Estado se sustenta en dictámenes culturales de Occidente
sobre lo que se considera «calidad de vida». Los programas sociales focalizados

598 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


diferenciados para personas negras, afrocolombianas y raizales serían una acción
superficial sobre una estructura cultural que define qué condiciones garantizan
dicho bienestar. Sin embargo, este funcionario no propone alternativas para
reconocer la diferencia de las personas negras, afrocolombianas, raizales y pa-
lenqueras puesto que para él la mejor estrategia estaría en no intervenir sobre
las condiciones de vida de las personas de este grupo étnico-racial que viven en
condición de pobreza y/o vulnerabilidad en la ciudad. En cambio, considera
que estas personas deben afrontar su situación de pobreza y/o vulnerabilidad al
echar mano de sus valores y prácticas tradicionales —una especie de «rebusque
cultural»—, y al evitar inmigrar a la ciudad, ya que con ello se conservarían
conocimientos ancestrales que les permiten sobrevivir en sus territorios.
[…] hace algún tiempo verían por ejemplo estudiando el equilibrio de las
cosas, en el África, por allá, había un desierto donde la población era muy
pobre, la población no tenía agua, donde la población vivía […] cómoda-
mente pero [en una situación] precaria, se inventaron el hecho de poner
un pozo para que tuvieran agua, mejorar la calidad de vida, traer energía
[…] hicieron un poco de inversión; ellos sobrepoblaron [sic] ese sector y
empezaron a deteriorar mucho más el ecosistema. Ahí es donde yo empiezo
a ver […] [que] lo que es bueno para nosotros como seres humanos, es malo
para otros; lo que es bueno para nosotros en la ciudad, es malo para otros
en el campo; lo que es bueno para la gente del campo es malo para nosotros
(Andrés Mejía. Pereira, 2007).
Entre las características de los programas de bienestar creados bajo esta es-
trategia, algunos funcionarios(as) proponen que dichas acciones deben facilitar
la recreación de valores y prácticas culturales propias de las personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras en esferas privadas o intrafamiliares. En
Bogotá, Pereira y Medellín, se considera que publicitar la incorporación de la
diferencia étnica y concentrar en un espacio distintos tipos de atención podría
generar conflictos entre las personas beneficiarias de programas sociales focaliza-
dos; además se piensa que el posicionar de manera pública tratos diferenciados
puede resultar en la institucionalización de nuevas exclusiones y hegemonías
culturales; las víctimas serían entonces las mayorías blanco-mestizas.
Si uno pudiera meter el patacón, plátano, o ensayar con pescado, con algún
tipo de proteína pues la proporción es al revés, el niño paisa, la niña paisa
es la que no tiene ese apetito (Felipe Soto. Medellín, 2007)

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 599


Si bien estas dos perspectivas de comprensión de los programas sociales
focalizados diferenciados, planteadas por algunos funcionarios(as), comparten
la intención de brindar una alternativa para el tratamiento especial de perso-
nas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, cada una de ellas tiene
características específicas cuya posibilidad de complementarse entre sí puede
variar. Por ello, decidimos presentarlas a continuación de manera más amplia
y particular.
Acciones para desracializar los programas sociales focalizados
Un grupo reducido de funcionarios(as) admite que algunas de las actitudes
de los(as) profesionales que ejecutan programas sociales focalizados —así como
de personas beneficiarias— pueden ser discriminantes frente a determinadas
personas (población lgbt, indigentes, personas negras, afrocolombianas, rai-
zales, palenqueras e indígenas). Para este grupo de personas entrevistadas, las
actitudes racistas de sus colegas y personas beneficiarias, dirigidas en particular
hacia las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, son producto
de prejuicios personales. Entre los tratos racistas perpetrados por profesionales,
las personas entrevistadas reconocen demoras en la atención, exigencia de requi-
sitos adicionales a los establecidos para acceder a los programas, negación del
servicio, comentarios entre colegas, miradas, chistes, intolerancia y represión
de formas de expresión consideradas propias de las personas negras, afrocolom-
bianas, raizales y palenqueras (como hablar en voz alta). También reconocen
la existencia de actitudes discriminantes y racistas en algunas personas blanco-
mestizas beneficiarias de los programas sociales focalizados como: agresiones
verbales y físicas y aislamiento de personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras.
Frente a estos indicios que dan cuenta de la existencia de actitudes de racismo
y discriminación racial en contra de personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras se proponen acciones puntuales. Este conjunto de estrategias busca
«desracializar» la intervención social para evitar que operen criterios fenotípi-
cos en las relaciones directas que se establecen entre profesionales y personas
beneficiarias, así como entre personas beneficiarias blanco-mestizas y personas
beneficiarias negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
Según algunos funcionarios(as), la estrategia para «desracializar» los programas
sociales focalizados requiere que dichas prácticas racistas, agenciadas tanto por
profesionales de la intervención como por personas beneficiarias, se develen

600 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


y sean objeto de intervención por parte de las instituciones para su progresiva
superación. El ideal, según estos funcionarios(as), es que en los programas
sociales focalizados se superen los marcadores raciales que dificultan el acceso
y apartan, señalan y maltratan, de manera velada o directa, a personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras pobres y/o vulnerables. El eje central que
debe dirigir las acciones para la desracialización de los programas de bienestar
debe ser la idea de que el fenotipo no debe tenerse en cuenta como elemento
para establecer relaciones entre beneficiarios(as) e instituciones.
[…] el color de la piel en decisiones como el acceso no puede ser un factor
determinante […]. Yo no puedo decir «me voy por ella porque pobrecita,
es negra» (Alicia Torres. Pereira, 2007).
Los funcionarios(as) reconocen que la lucha en contra del racismo debe
ser un objetivo de la sociedad que aspira a ser justa. Para funcionarios(as) de
la ciudad de Bogotá, otras acciones para la desracialización deben orientarse
hacia los intervinientes, en especial para que controlen su subjetividad. Para
estas personas entrevistadas, los hechos de racismo son responsabilidad de los
individuos en la medida que, en el caso de los(as) profesionales de la interven-
ción, actúan basados en prejuicios personales. En consecuencia, debe recalcarse
la necesidad de la objetividad y neutralidad en el trato como garantía de la no
discriminación. La «ceguera ante el color» garantiza, supuestamente, un trato
no discriminante.
En contraste, una funcionaria de Bogotá, en lugar de obviar la diferencia
racial de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras expresada en
el cuerpo y en las prácticas culturales, propone la promoción del autorrecono-
cimiento de prácticas racistas. En palabras de la funcionaria, la labor consis-
tiría en profesionalizar la intervención para atacar de manera directa posibles
prácticas racistas, rutinarias, no evidentes e inconscientes, por parte de los(as)
profesionales a cargo del suministro de programas sociales focalizados.
Uno sí nota ciertas presunciones en la cultura de la gente, del profesional.
Se notan ciertas distancias sobre todo cuando hay conflictos con usuarios
de raza negra. Siempre me parece que hay una tendencia a exagerar […], a
considerarlo como por fuera de la norma. Entonces, mis acciones son más
como de atacar el caso, de mirar claramente qué es lo que está pasando, porque
yo percibo que en ciertas circunstancias el funcionario sí tiene la tendencia
de exagerar de acuerdo al color de la gente […]. Un poco es como intentar

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 601


llevar a la gente a plantear unas preguntas más claras sobre los problemas, es
profesionalizar más la atención independiente del color y de la raza (Cecilia
Palacios. Bogotá, 2007).
La desracialización, de acuerdo a las personas entrevistadas que la propusie-
ron, no solo debe ser una estrategia dirigida a los programas sociales focalizados
(tanto a profesionales de la intervención como a personas beneficiarias de los
programas), sino que también debe permear otras instituciones del Estado
encargadas de procesos educativos. Esta sugerencia, propuesta por algunas
personas entrevistadas en las ciudades de Bogotá, Medellín y, especialmente,
Pereira, se entrecruza con la segunda estrategia para brindar tratos diferencia-
dos en la intervención social relacionada con la etnización que se presenta más
adelante.
En resumen, con la estrategia de la desracialización se plantea el combate
al racismo en todas las intervenciones del Estado mediante la eliminación de
relaciones sustentadas en estereotipos respecto del fenotipo y la cultura de las
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. También se sugieren
acciones para evitar el señalamiento de prácticas culturales relacionadas con la
inducción de cambios culturales a favor del reconocimiento del pueblo negro
afrocolombiano como parte constitutiva de la Nación mediante procesos de
educación y formación. No obstante, en las narrativas de los funcionarios(as),
se considera que el fenómeno del racismo es de tipo individual y cotidiano, y no
un fenómeno estructurante de las relaciones sociales de la sociedad colombiana,
por lo que se privilegian intervenciones de tipo individual y en espacios de la
cotidianidad de la intervención.

Programas sociales étnicos


«Se establecerán mecanismos para la protección
de la identidad cultural y los derechos
de las comunidades negras,
y para el fomento de su desarrollo
económico y social»
(Art. T-55, Constitución Política de Colombia)

Esta estrategia pretende dar un lugar especial a las personas negras, afro-
colombianas, raizales y palenqueras en los programas sociales focalizados.
El trato diferenciado étnico (o etnizante) implica incluir en los programas

602 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


sociales focalizados la perspectiva étnica para adaptar la asistencia del Estado
a las necesidades, usos y costumbres de las personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras. Por tanto, esta estrategia requiere garantizar que en las
instituciones que suministran dichos programas no existan prácticas racistas,
y que se promueva el conocimiento y la valoración de la cultura del pueblo
negro afrocolombiano por medio de acciones pedagógicas dirigidas, en especial,
a funcionarios(as) del Estado.
Una de las justificaciones a esta estrategia, expresadas por las personas entre-
vistadas, es la necesidad de responder al mandato constitucional de la nación
multiétnica y pluricultural. En San Andrés, la mayoría de funcionarios(as)
reconoció la necesidad de brindar un tratamiento acorde a su cultura raizal y a
su ubicación geográfica; consideran que ello, además de ser justo y coherente
con el estatus que gozan como raizales, redundaría directamente en el fortaleci-
miento cultural. En Bogotá, algunas personas entrevistadas consideran que las
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras deben ser beneficiarias
de programas sociales étnicos porque, al igual que los indígenas, hacen parte
de un grupo étnico-racial.
Enseguida se presentan dos formas de considerar a las personas negras, afro-
colombianas, raizales y palenqueras en la intervención social del Estado y que
consisten en promover programas de bienestar étnicos y acciones para etnizar
los espacios de intervención con estas personas. En primer lugar, los programas
sociales acondicionados a la pertenencia étnico-racial tendrían por objetivo
beneficiar de manera directa a las personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras por cuanto reconocen prácticas, usos o costumbres culturales en los
programas sociales focalizados. Los funcionarios(as) avalan este tipo de acciones
ante la necesidad de garantizar un trato dignificante, en la intervención social,
que no violente a las personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras
en sus creencias, usos y costumbres.
Las condiciones sociales [de las personas negras, afrocolombianas] y sus
mismos hábitos de vida, estilos de vida, ameritarían tener una atención es-
pecífica que respete su condición de vida. Básicamente por eso, […] porque
su condición es diferente y debería ser diferente también la atención (Karen
Méndez. Pereira, 2007).
En ese sentido, funcionarios(as) de las ciudades de San Andrés y Pereira
plantean que la inclusión del reconocimiento especial de la cultura del pueblo

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 603


negro, afrocolombiano, debe darse en todas las instituciones e intervenciones del
Estado, incluso en contextos urbanos donde este grupo étnico-racial no repre-
sentan la mayoría. Este tipo de programas garantizaría un impacto positivo en
la calidad de vida de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
pobres y/o vulnerables que acceden a la asistencia social del Estado.
Debería ser la mayoría quien se ajuste a la minoría y no a la inversa. No
tendría por qué una persona en una condición diferente tenerse que ajustar
al resto, sino el resto ajustarse […] a las condiciones de la persona. Más allá
de que eso pudiese ser una discriminación, más es hacerlo de una forma más
positiva. Más proactiva tanto para unos como para otros (Karen Méndez.
Pereira, 2007).
Funcionarios(as) de las ciudades de Bogotá y Medellín además consideran
que debe enfatizarse en aquellas intervenciones sociales dirigidas al suministro
de alimentación; Programas alimentarios que respondan a las costumbres y há-
bitos regionales de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
impactarían positivamente en la situación nutricional de niños(as), adultos(as)
mayores y mujeres embarazadas.
No es lo mismo la alimentación de las personas de color negro o indígena o los
negros o los mestizos porque todos tienen paladares y culturas diferentes […],
mi paladar cultural sí es totalmente distinto, que ahí sí se tendría que mirar
y pensar en las minutas, por ejemplo (Mariana Prada. Bogotá, 2007).
Entre las dificultades que identificaron algunos funcionarios(as) relacionadas
con la implementación de programas sociales étnicos tienen que ver con la
lógica burocrática. En las instituciones estatales pensadas para sujetos pobres
y/o vulnerables homogéneos, las leyes que rigen los procesos administrativos
—aunada a la lógica neoliberal de la maximización de recursos mediante la
homogenización de acciones para remediar la pobreza y/o vulnerabilidad—
impiden desarrollar plenamente el reconocimiento de las personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras pobres y/o vulnerables en los progra-
mas de bienestar.
[Incorporar la particularidad cultural] es digamos un poco difícil por el tema
de lo administrativo […], por los procesos de compra, porque no son solo
ellos sino son cerca de seiscientas cincuenta mil personas en Bogotá que se
benefician de procesos alimentarios. Hemos buscado […] que se ahorre,

604 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


pero también que se desgaste uno administrativamente menos y esas cosas,
pero [incorporar la particularidad cultural] genera sus efectos (Verónica
Morales. Bogotá , 2007).
Otro conjunto de acciones subyacentes a la estrategia de programas sociales
étnicos son aquellas acciones propuestas para etnizar. De acuerdo con los relatos
de algunas funcionarios(as), etnizar es afirmar el estatus del pueblo negro afro-
colombiano como grupo étnico. La propuesta se basa en visibilizar al pueblo
negro afrocolombiano como sujeto del reconocimiento y protección especial
en razón de su diferencia étnica y cultural. Estos planteamientos los realizaron,
en particular, los funcionarios(as) —en su mayoría blanco-mestizos(as) de las
ciudades de Bogotá, Medellín y Pereira— que expresaron abiertamente ser
sensibles a la cultura negra afrocolombiana o que contaban en sus equipos de
trabajo con otros(as) profesionales negros, afrocolombianos, raizales y palen-
queras, y quienes reivindican el respeto y el reconocimiento de su diferencia
cultural; también los hicieron algunas funcionarias negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras de Cartagena y San Andrés.
Estos funcionarios(as) afirman que el objetivo de las acciones para etnizar
es descentrar la atención de las características fenotípicas asociadas a ‘la raza
negra’ para dar respuesta a las demandas, que en la perspectiva de las personas
entrevistadas, son vitales para la conservación, protección y pervivencia cultural
del pueblo negro afrocolombiano que habita en las ciudades. Con este tipo de
acciones se percibe a las personas negras, afrocolombianas, raizales y palen-
queras como directas beneficiarias en la medida que tendrían la oportunidad
de conservar sus prácticas y costumbres mediante la garantía de recreación y
expresión cultural.
[…] a la diferenciación le apuesto a lo cultural, de lo contrario, a lo otro no
le apuesto, […] y lo cultural en el sentido de conservación del patrimonio
cultural, a eso le apuesto (Milena Rosero. Bogotá, 2007).
Dentro de estas acciones también se considera como sujetos de acciones
etnizantes a otras personas involucradas en los programas sociales focalizados:
beneficiarios(as), funcionarios(as) y quienes se encuentran a cargo de la formu-
lación de los programas. Asimismo, acciones para la adecuación institucional.
Las acciones para etnizar dirigidas a estos sujetos y ámbitos estatales tendrían
por objetivos promover el conocimiento de la historia, cosmogonías, prácti-
cas culturales y estructuras familiares del pueblo negro afrocolombiano para

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 605


disipar estereotipos sustentados en el desconocimiento y, al tiempo, valorar las
particularidades de esta cultura como diferencia y no como anormalidad.
Se trataría de un conocimiento, no amplio, nosotros no estamos en la aca-
demia, pero sí un conocimiento lo suficientemente amplio […] para tomar
decisiones, que ayude, que aporte, y no solamente en temas de ilustración
que puede ser valioso, sino que yo sepa cuando me enfrento a una familia
negra qué significa, ¿es un ciudadano como todos?, ¿o podemos encontrar
allí algo distinto? (Luz Robledo. Bogotá, 2007).

En la ciudad de Pereira, una funcionaria plantea que deben darse procesos


de formación distintos a los que operan en la escuela tradicional. Por lo tanto,
considera fundamental adelantar procesos de capacitación —especialmente
dirigidos a los(as) profesionales encargados de la intervención social— que
visibilicen la «verdadera historia» del pueblo negro afrocolombiano. Este nue-
vo (re)conocimiento puede fundar también nuevos vínculos entre personas
mestizas descendientes del pueblo indígena colonizado y personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras descendientes del pueblo africano que
fue esclavizado.
A veces somos víctimas de la ignorancia. Tenemos un conocimiento a través
de la historia de los negros […], pero no a profundidad. Por eso, yo te soy
reiterativa en decir [que] por eso debíamos de partir de ese conocimiento,
desde esa cultura, desde la historia misma, pero no tan mal contada como
nos la han contado, como nos la contaron en la escuela o en la academia,
sino con esa profundidad. Porque cuando nosotros conocemos las cosas a
profundidad, eso nos sensibiliza y eso nos permite tener unos juicios sobre la
situación determinada […]. Porque es que nosotros también hacemos parte
de esos negros, nosotros igual también sufrimos la esclavitud de una manera
un poco diferente pero la vivimos cuando fuimos conquistados. Entonces, sí
considero que es muy importante (Alicia Torres. Pereira, 2007).

En la ciudad de Bogotá, algunos funcionarios(as) plantean la necesidad de ade-


lantar capacitaciones dirigidas a los profesionales para que aprendan a reconocer
las particularidades de las demandas de atención de las personas negras, afrocolom-
bianas, raizales y palenqueras en los programas sociales focalizados. Ello serviría
para evitar encasillarlas siempre en los parámetros estandarizados que plantea el
Estado para la intervención remedial a la pobreza y/o vulnerabilidad.

606 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


En cuanto a la adecuación institucional, algunos funcionarios(as) de Cartagena
proponen un tipo de reconocimiento de las personas negras, afrocolombianas,
raizales, palenqueras que hemos denominado acrítico. El interés central por
etnizar de manera esquemática los programas sociales focalizados, y en general
la intervención del Estado, consiste en incorporar, en estrategias publicitarias,
la imagen de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras sin
que ello redunde en el acondicionamiento de la intervención social estatal a la
diferencia cultural.
En relación con el manejo de trabajo de carteleras […], por ejemplo que se
haga una cartelera sobre el día de las madres o del padre y colocar una madre
negra ahí (Domingo Valenciano. Cartagena, 2007).
En esta lógica esquemática de la representación de la diferencia, la buena
intención de visibilizar a las personas negras, afrocolombianas, raizales y pa-
lenqueras como sujetos especiales de protección nos sugiere, como lo muestran
algunas de las narrativas de funcionarios(as), la generación de un tipo de re-
conocimiento selectivo de algunos elementos o rasgos culturales. A excepción
de algunas funcionarias de la ciudad de de Pereira, en general, las personas
entrevistadas no consideraron relevante conocer la historia del pueblo negro
afrocolombiano. En cambio, muchos funcionarios(as) en sus narrativas enfatizan
en el componente de la diferencia étnico-racial negra asociado con el folclore
y, por ello, expresan la necesidad de brindar oportunidades a las personas ne-
gras, afrocolombianas, raizales y palenqueras para que, en todos los espacios
que habiten, tengan oportunidad para la expresión corporal, es decir, para las
danzas y la música. Más allá del reconocimiento del derecho a ser diferente,
las narrativas asociadas a cierto tipo de acciones para la etnización se sustentan
en la idea del derecho a presentar en espacios públicos lo que se asume como
la diferencia cultural negra.
Consideramos que el riesgo de enfatizar en la expresión cultural como núcleo
del reconocimiento cultural emerge en la sistemática negación y ocultamiento
de las divisiones raciales que estructuran la sociedad y que se manifiesta en las
narrativas de las personas entrevistadas. Algunos funcionarios(as) al plantear
que no existe racismo sino rechazo a la expresión cultural de los otros, sitúan
la diferencia étnico-racial en el lugar de lo fútil y lo superficial, con lo evitan
así cuestionamientos respecto a las jerarquías que se instauran en razón de la
‘raza’.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 607


Para mí, el problema no es de piel, ni siquiera de lengua; para mí el problema
es cultural. Entonces, cómo enganchamos esas diferencias culturales pa’ que
sean armónicas, más por ese lado, cómo enganchamos que el baile del negro
alborotao no sea tan señalizado en una zona como Manizales, por ponerte
un ejemplo sin pensarlo mucho […] más que un problema de piel (Lina
Jaramillo. Pereira, 2007).
Finalmente, el último conjunto de acciones para la etnización apuntan a
procesos educativos que propien el cambio de actitud de personas blanco-
mestizas beneficiarias de los programas sociales focalizados. Es una estrategia
que permitiría lograr un mayor conocimiento de la cultura negra afrocolom-
biana en aras de combatir los estereotipos. Funcionarios(as) de las ciudades de
Bogotá y Medellín creen que es importante que el reconocimiento del pueblo
negro afrocolombiano también se traslade a otras esferas de la intervención del
Estado que son complementarias a los programas sociales focalizados. Consi-
deran que mediante estrategias educativas, dirigidas especialmente a niños(as)
en las escuelas, puede operarse un cambio cultural en cuanto a la imagen de las
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. En ese mismo sentido,
una funcionaria de Cartagena sugiere que las acciones educativas, dirigidas a
las personas beneficiarias de programas de bienestar, servirían para encontrar
lazos con su herencia negra, y para combatir el racismo en contra de las personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras.
Más bien, las acciones deberían estar encaminadas a las demás personas para
llevarlas a un cambio de actitud, porque el prejuicio no lo tienen los negros
sino las otras personas que están detrás, las otras personas que son de otras
razas […]. […] que se vea que los gobernantes de turno implementen una
política dirigida a minimizar estos paradigmas, estos imaginarios que existen,
más sensibilización y formación hasta todos y cada uno de los funcionarios
responsables de esta problemática para que estos, a su vez, sean multiplica-
dores (Aurora Sotelo Maza. Cartagena, 2007).
Hemos presentado tres estrategias, propuestas por un grupo reducido de
funcionarios(as), para propiciar el acceso de personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras pobres y/o vulnerables a programas sociales focalizados.
La primera estrategia privilegia un trato exclusivo, basado en la creación de
programas especiales que aglutinen únicamente a personas negras; esta estrategia
presenta las mayores resistencias por las implicaciones en la convivencia urbana

608 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


entre personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras y blanco-mestizas.
La segunda estrategia busca establecer tratos prioritarios o preferenciales en el
acceso a programas sociales focalizados sustentados en la relación que existe
entre pobreza y pertenencia étnico-racial; aunque hay algunas personas que
están a favor de esta alternativa, muchas personas entrevistadas la rechazan
porque implica jerarquizar el grado de pobreza y/o vulnerabilidad de una per-
sona de acuerdo a características fenotípicas y ello redundaría en la segregación,
estigmatización y rechazo hacia las personas negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras. La tercera estrategia, si bien es presentada por un grupo mino-
ritario de funcionarios(as) de todas las ciudades, puede llegar a gozar de mayor
aceptación por cuanto propone programas sociales focalizados étnicos para
el reconocimiento desracializado de la diferencia cultural de personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras.
Además de estas tres alternativas, algunas personas entrevistadas propusie-
ron otras opciones. En lugar de crear instituciones especializadas o generar
acciones demasiado específicas, algunos funcionarios(as) de la ciudad de
Medellín proponen la transversalización como estrategia para la atención
estatal de las personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras. Algunos
funcionarios(as) en las ciudades de Bogotá y San Andrés, aunque no deses-
timan la importancia de implementar acciones puntuales que conlleven al
reconocimiento justo de la diferencia étnico-cultural de las personas negras,
afrocolombianas, raizales, palenqueras en los programas sociales focalizados,
proponen ingresar el tema de la etnia a la agenda política del Estado para
tramitar su ciudadanía étnico-racial.
[…] yo creo que el papel institucional fundamental es poder acogerlos dentro
de una agenda de una política pública y después sí establecer, en relación a
esa agenda política, una serie de acciones. […] muchos programas han na-
cido así, en la medida que hay un reconocimiento desde la puesta en agenda
como tal de un tema que se vuelve política pública hay unas acciones que se
despliegan para el reconocimiento de algo que no estaba totalmente visible
o visibilizado (Viviana Romero. Bogotá, 2007).
Otros funcionarios(as) proponen adoptar medidas al interior de los grupos
étnico-raciales para aumentar su autoestima étnico-racial y restituir la imagen
étnica subvalorada y estigmatizada. En Cartagena, algunos funcionarios(as) con-
sideran que deben promoverse acciones con personas negras, afrocolombianas,

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 609


raizales y palenqueras para lograr la superación de complejos de superioridad y
actitudes segregativas que les impiden integrarse completamente en la dinámica
urbana. Por otra parte, funcionarias de la ciudad de Pereira también plantean la
necesidad de promocionar acciones especiales para que estas personas reflexio-
nen sobre su lugar en la sociedad. Una funcionaria autoreconocida como negra
considera que es necesario resarcir la identidad maltratada y menospreciada
para así decidir el carácter de los intercambios que se quieren establecer con la
sociedad blanco-mestiza.
Cuando uno mismo sabe a lo que tiene derecho entonces pone a los demás
en el lugar que le corresponde y se pone uno en el que debe estar (Neiji
Perea. Pereira, 2007).

En Bogotá, algunos funcionarios(as) plantean la necesidad de acciones


orientadas a estimular la participación de las personas negras, afrocolombia-
nas, raizales y palenqueras en la formulación y ejecución de programas sociales
para que estos sean acordes a sus necesidades. Este proceso debe agenciarse de
manera formal mediante los mecanismos estipulados por ley o mediante la
directa interlocución con representantes políticos de los entes territoriales —
alcalde(sa), gobernador(a).
[…] yo pienso que […] los programas que tenemos hoy […] se ajustan a
todo tipo de vulnerabilidad, llámese negro, indio, mestizo, etcétera, etcétera.
Luego, yo no señalaría programas específicos, señalaría más apoyar proce-
sos de conformación organizativa social para que ellos entren a participar
en el diseño y la demanda de servicios específicos, desde mí, yo no puedo
decir qué es lo que les conviene o qué es lo que no les conviene (Ana Ferro.
Bogotá, 2007).

Su participación como operadores de la asistencia social del Estado abre un


espacio para pluralizar la intervención y estimular de manera indirecta la asis-
tencia regular de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras a los
programas sociales focalizados. No obstante, consideramos que esta propuesta
puede llegar a redundar en las propuestas de reconocimiento esquemático
de la diferencia puesto que se trata de «darle color a la intervención» sin que
ello repercuta en el reconocimiento de la diferencia cultural del pueblo negro
afrocolombiano, ni en la satisfacción de sus necesidades y requerimientos para
superar condiciones de pobreza y/o vulnerabilidad.

610 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


Finalmente, quisiéramos anotar que el grupo de funcionarios(as) que presenta-
ron la alternativa de los programas sociales étnicos, además de valorar las acciones
a favor del reconocimiento cultural de las personas negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras en los programas sociales focalizados, consideraron im-
portante responder a otros ideales de la intervención social del Estado. Todos(as)
recalcaron la importancia de avanzar en la masividad y universalización de la
asistencia social del Estado como otra de las estrategias para garantizar la no
exclusión y brindar oportunidad de acceso a la asistencia social para todas las
personas que padecen pobreza y/o vulnerabilidad, sin restricciones originadas
por la falta de recursos estatales.
Hay que hacer todo un proceso de trabajo de política y esa política tiene que
cubrir a todos los grupos poblacionales, pero también hay que entender que
hay unas particularidades (Mariana Prada. Bogotá, 2007).

A manera de conclusión
En la primera parte del presente capítulo acentuamos la idea de la predomi-
nancia discursiva de un tipo de ciudadanía abstracta desde el cual se pregona
la necesidad de la ceguera frente a la diferencia como práctica para garantizar
la igualdad-no discriminación en las intervenciones sociales del Estado. Sin
embargo, en las narrativas de algunos funcionarios fuimos encontrando la
emergencia progresiva e importante del derecho a ser considerado, desde la in-
tervención estatal, parte de una cultura distinta a la mayoritaria. Aun en acciones
que aparentemente son universales y que se orientan a dar respuesta remedial y
focalizada a situaciones de pobreza y/o vulnerabilidad, algunos funcionarios(as)
valoran la oportunidad de recrear el derecho a ser diferente, sin que ello sea
señalado como perjuicio frente a los demás (personas blanco-mestizas), ni
como amenaza al orden institucional. En este sentido, consideramos que las
propuestas relacionadas con los programas sociales focalizados étnicos pueden
avanzar en el reconocimiento, mediante acciones que garanticen a las personas
negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras el derecho a no ser discriminadas
ni juzgadas en razón del fenotipo, y a ser respetadas sus prácticas culturales, las
cuales se vinculan a la satisfacción de sus necesidades vitales.
Por tanto, en el relato de los funcionarios(as) encontramos una tensión
entre dos formas de ejercicio de ciudadanía: una de tipo universalista y otra
diferenciada. Sin embargo, en el origen de esta tensión no encontramos inter-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 611


pretaciones de las personas entrevistadas asociadas a la compleja coexistencia
de derechos sociales y del reconocimiento cultural. Tampoco se considera que
este choque entre lógicas de justicia sea consecuencia del enfrentamiento entre
la ideología republicana de la Nación y la realidad multicultural y pluriétnica
que se ha constituido paralelamente a esa imagen. Tal vez ello explique por
qué sus propuestas están centradas en los sujetos involucrados en los progra-
mas de bienestar y no, en el espacio social racializado. A nuestro modo de ver,
este excesivo énfasis en los sujetos lleva a que con las acciones aquí propuestas
(dirigidas al combate del racismo y la etnización) se impacte solo de manera
tangencial la situación de desconocimiento y exclusión de las personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras, ya que las instituciones creadas para
la trascendencia y negación de la diferencia, y a favor del reconocimiento es-
quemático de la diversidad, quedan intactas.
Entendemos que para el caso del pueblo negro afrocolombiano es fundamen-
tal que en las múltiples esferas de la acción del Estado se reconozca de manera
formal su diferencia étnico-racial. Se trata de evidenciar de manera directa la
pertenencia a una cultura distinta que cuenta con una historia de resistencia
pero también de dolor, sufrimiento y victimización desde el periodo de la Trata
Transatlántica —crimen de lesa humanidad— y de la esclavización, lo cual
repercute en el plano simbólico y en el material, a nivel individual, grupal,
comunitario y afro-diaspórico. Se trata también de comprender la diferencia
desde el registro de la corporalidad no solo como templo de la alegría, el sabor
y la perfección física, sino como una construcción sociohistórica que produce y
reproduce formas de interacción social y cultural que generalmente se sustentan
en prácticas de dominación racial.
Debido a que la diferencia étnico-racial tiene un correlato corporal, no puede
eludirse la carga simbólica que tiene el fenotipo negro. Por consiguiente, con-
sideramos fundamental que, además de acciones para el reconocimiento y la
visibilización justa de la diferencia cultural, se implementen —como sugieren
algunas de las narrativas de los funcionarios(as)— acciones para el combate
directo de actitudes sutiles, soterradas, inconscientes de racismo, así como ac-
ciones de tipo estructural que aboguen por el resarcimiento (económico, social,
cultural, ambiental) de pueblos y personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras que continúan subalternizadas antes y después de los Bicentenarios
de las Independencias.

612 Entre ciudadanía abstracta y universal y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra


Referencias

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Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby Esther León Díaz 613


“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Capítulo
8
Hablar de racismos y discriminación racial: elementos
para cuestionar la ideología de la igualdad racial en Colombia

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Margarita María Rodríguez Morales

Introducción
Para enmarcar las narrativas de los(as) actores(as) entrevistados(as) en el
ámbito del racismo, mostrar la complejidad analítica que este concepto tiene,
y sus relaciones con los otros conceptos que le son asociados como raza, racis-
mos, racialización, discriminación racial, prejucios y esterotipos raciales, etnia
y etnicidad, en esta primera parte elaboramos algunos desarrollos conceptuales
de tal noción que permiten ubicar las narrativas que hallamos en las entrevistas
y grupos focales realizados.
El racismo está estrechamente ligado a la diferenciación humana a partir
de los colores de la piel y rasgos fenotípicos; denota valoraciones positivas o
negativas a ciertas características físicas. Históricamente, el color de piel ha
sido una categoría de clasificación de los grupos humanos creada y dotada de
un significado particular en contextos socio-culturales específicos, y ha sido
utilizado para establecer valores y regulaciones sociales que han incidido de
manera determinante en la interacción humana (Hering, 2010).
También desde una persectiva histórica, Max Hering (2010) y Claudia Leal
(2010) señalan las constantes asociaciones negativas que se han construido en
torno al concepto de raza, y cómo esta ha servido de criterio para la clasificación
de los grupos humanos y su jerarquización, de acuerdo con intereses particu-
lares de quienes han buscado mantener un estatus superior en la sociedad. En
consecuencia, la construcción social del concepto de raza, ha estado siempre
ligada al racismo, en la medida que se ha utilizado para subordinar y excluir con
el fin último de dominar a quienes se catalogan como pertenecientes a las razas
‘inferiores’. Para un autor como Paul Gilroy, en la contemporaneidad la idea
de ‘raza’ es sugerente «porque proporciona una comprensión fundacional de la
jerarquía natural sobre la que se asientan, o de la que dependen, gran cantidad
de conflictos sociales y políticos adicionales» (Gilroy, 2008: 33).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 615


Tales valoraciones se sustentan en una supuesta diferencia biológica, pero en
realidad son construidas socialmente, y como lo determina Hering (2010), son
variables y dinámicas, ya que cambian a través del tiempo, de acuerdo con el
contexto en el que se produzcan y se inscriban. Así, aunque las categorías raciales
existentes en Colombia puedan parecer similares a las de otros países, o hayan
sido creadas a partir de la influencia del eurocentrismo en la división racial de
la sociedad desde la época de la Colonia (Leal, 2010), ellas son particulares y
dan cuenta de «una atribución, de una lectura socialmente compartida y de
un contexto histórico y geográficamente delimitado» (Segato, 2010: en pre-
paración). Lo anterior sustenta el hecho de que el racismo en Colombia tenga
sus propias dinámicas, sus particularidades; y que a su vez sea un problema
que afecta de manera distinta a las personas afrocolombianas, negras, raizales y
palenqueras de distintas regiones del país. Esta afirmación pone de manifiesto
que las narrativas que exponemos a continuación muestran la forma negativa
en que se ha significado el color de piel ‘negro’ y cómo incide ello no solamente
en la cotidianidad de las relaciones raciales en Colombia, sino también en la
estructura de su sociedad y en el reparto de bienes y privilegios.
El fenómeno del racismo parte entonces de la construcción del concepto
de raza. El caso colombiano es estudiado por Leal (2010), quien afirma que
éste apareció en el tránsito de un régimen colonial a otro republicano, al
reemplazar las categorías de castas creadas en el primero, pero conservando
las jerarquías establecidas a partir de ellas. De esta forma, el concepto de raza
se posicionó en el imaginario social y durante las siguientes décadas se crea-
ron categorías raciales acompañadas de la atribución de significados a cada
grupo, en consonancia con el ya existente orden jerárquico en el que la raza
española se consideraba superior a las razas negra e india, entendidas éstas
desde una visión negativa y perjudicial. Como oposición al atribuido carácter
bárbaro de las razas indígena y negra; la raza blanca se asociaba a civilización,
avance, inteligencia y desarrollo. En la segunda mitad del siglo xx, tras el
posicionamiento del término etnia, el de raza es retomado y asociado con el
color de piel negro.
En consecuencia, y teniendo en cuenta los hallazgos investigativos presen-
tados en este texto, afirmamos que en el contexto colombiano se ha creado
una propia estructura social racializada, que a partir de la diferenciación
étnico-racial de quienes la componen ha establecido un orden jerárquico

616 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
que determina el estatus de cada grupo social. Es de esta forma que se habla
de una idea particular de raza creada en Colombia en la que inciden las par-
ticularidades geográficas, históricas, culturales, políticas y sociales —entre
otras— y que se evidencian en cada una de las ciudades entrevistadas, sus
particularidades y las dinámicas que las diferencian unas de otras.
La clasificación racial de los grupos humanos en Colombia muestra como
se ha construido una sociedad a partir de la diferencia racial. Las narrativas
de hombres y mujeres entrevistados(as) dan cuenta de la existencia de la ya
mencionada estructura racial de la sociedad colombiana, que en términos de
Eduardo Bonilla-Silva (2010) es la forma en que se concretan en su estructura
las jerarquías establecidas a partir de la diferencia racial, y que determinan la
existencia de sistemas sociales racializados, en los que todos los niveles de la
estructura social (económico, político, social, cultural e ideológico) funcionan
de acuerdo con una diferenciación racial. En tal sentido, puede crearse una
analogía con la estructura social colombiana y el racismo estructural, que es
reconocido por la mayoría de las personas entrevistadas en el curso de esta in-
vestigación y evidencia otros aspectos también analizados por Bonilla-Silva.
Las múltiples discriminaciones son explicadas en el marco de la teoría
desarrollada por Bonilla-Silva al explicar que los procesos de racialización se
ven influenciados por otros factores como el género o la clase social. Tales
entrecruzamientos, que inciden en la forma en que se da la discriminación
racial, también aparecen en las narrativas de las entrevistas, por medio de las
distintas formas de segregación que experimentan mujeres, jóvenes, población
desplazada, en situación de pobreza y otros grupos de personas afrocolom-
bianas, negras raizales y palenqueras que son víctimas de distintos tipos de
discriminación racial de forma simultánea.
Bonilla-Silva también afirma que a partir de la construcción social de ca-
tegorías raciales determinadas y los consecuentes procesos de racialización, se
establecen entonces relaciones sociales que estructuran la vida de una sociedad
de forma «involuntaria», es decir que dichas relaciones se institucionalizan. El
doble sentido que cobra este análisis en la realidad expuesta por las personas
entrevistadas, se evidencia en el racismo estructural, institucional y social
—abordados más adelante— puesto que dan cuenta de la forma en que se ha
permeado la sociedad y de la reproducción que hace del mismo en los niveles
económico, político, social, cultural, ambiental y simbólico.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 617


Compartimos la concepción de racismo de Eduardo Bonilla-Silva, en tanto
él afirma que las nociones predominantes del mismo en la sociedad y las cien-
cias sociales —a las que se opone— son idealistas, simplistas y esquemáticas
(Bonilla-Silva, 2010). En contraposición, interpreta el racismo como un fenó-
meno complejo y sistémico en el cual
[…] los actores en posiciones superiores [raza dominante] desarrollan una
serie de prácticas sociales [o si se prefiere, una praxis racial] y una ideología
para mantener las ventajas que ellos derivan de su clasificación racial. Esto
significa que ellos desarrollan una estructura para reproducir sus ventajas
sistémicas. Por consiguiente, para este autor la fundación del racismo no se
basa en las ideas que los individuos tienen sobre otros, sino en la edificación
social que erige sobre la desigualdad racial. Si se eliminaran las prácticas que
mantienen la desigualdad racial en la sociedad, el racismo, e incluso la divi-
sión de la humanidad en categorías raciales, desaparecerían (Bonilla-Silva,
2010: en preparación; énfasis en el original).
Al tomar distancia de las perspectivas clásicas y predominantes para analizar
el racismo en la sociedad, debemos prestar atención a algunas de las limitaciones
que, según Bonilla-Silva (2010), tienen para alejarnos de ellas:
• El racismo está excluido del fundamento o la estructura del sistema
social
• El racismo es entendido como un fenómeno psicológico que debe ser
examinado a nivel individual
• El racismo es abordado como un fenómeno estático
• Los analistas que definen el racismo de una manera idealista, lo com-
prenden como incorrecto o irracional, por consiguiente, denominan a
los(as) racistas como gente irracional y rígida
• El racismo es entendido como un comportamiento abierto o soterrado
para el caso colombiano
• El racismo contemporáneo es visto como una expresión de «pecado ori-
ginal», como un vestigio de situaciones históricas raciales del pasado
• El racismo es analizado de manera circular
En las narrativas que encontrarán a continuación podrán validar de manera
empírica las advertencias que hace Eduardo Bonilla- Silva sobre las falacias más
comunes pero erradas de entender el racismo.

618 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
En el contexto colombiano, y no siendo una excepción entre los países
latinoamericanos (Segato, 2006), las particularidades contextuales de sus
estructuras racializadas han dado paso al surgimiento de formas particulares
en las que se reproduce el racismo, que se han internalizado y acoplado al
sistema, de forma tal que parecieran ser inherentes a éste. Dichas formas son
denominadas como racismo estructural, racismo cultural, racismo institu-
cional y racismo social.
El racismo estructural es definido por Rita Laura Segato de la siguiente
manera.
[el racismo es un conjunto de] factores, valores y prácticas que colaboran
con la reproducción de la asociación estadística significativa entre raza y
clase […], es decir, todo lo que contribuye para la fijación de las personas
no-blancas en las posiciones de menor prestigio y autoridad, y en las profe-
siones menos remuneradas (Segato, 2006: 6-7).

Tambien se encontrará en los hallazgos que presentamos en este capítulo


lo que Michel Wieviorka (2002) explica como racismo cultural. Para el autor,
este debe verse como aquel que en vez de basarse en las diferencias biológicas
parte de las culturales y las entiende no como atributos que hacen a un grupo
superior o inferior a otro, sino que simplemente lo hacen diferente. El racismo
sucede entonces porque tales diferencias son incompatibles, lo que se explica
en razón de lo siguiente.
[…] es necesario algo más que la defensa o la promoción de la diferencia
cultural como tal. En particular, es necesario que exista la idea de que se
nace en una cultura y no que se la puede adquirir, es necesario que la cul-
tura se conciba como un atributo proveniente del pasado común al que
algunos pertenecen, y otros no, sin que pueda haber paso [a la] inclusión
(Wierviorka, 2002: 28).

Mientras tanto, el racismo institucional puede ser entendido como las «prácticas
institucionales que llevan a la reproducción de las desventajas de la población
no-blanca» (Segato, 2006: 7); y el racismo social puede entenderse desde los
desarrollos de Bonilla-Silva como el producto de lo que él mismo ha denominado
ideología racial, es decir, la concreción de la estructura racializada en las interac-
ciones cotidianas entre las razas, que «provee las reglas para percibir y tratar al
otro en una sociedad racializada» (Bonilla-Silva, 2010: en preparación).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 619


Por otra parte, compartimos que el racismo tiene formas particulares en las
que se manifiesta. Desde lo propuesto por Michel Wierviorka, los tres modos
en que éste se encuentra son el prejuicio, la segregación y la discriminación
racial. El primero de estos es entendido como imaginarios y representaciones
que estereotipan a un grupo distinto y en esa medida valorizan el grupo de
referencia desde el que éstos se producen. Una de sus principales características
consiste en que «los prejuicios pueden preexistir a toda experiencia concreta
compartida con el Otro, a todo conocimiento vivido, y no necesariamente
se transcriben en actos» (Wieviorka, 2002: 47).
Por lo que se refiere a la segregación, esta hace referencia al alejamiento
geográfico que se hace de un grupo, del que se toma distancia y «se le re-
servan enclaves, ghettos, territorios de uno u otro tipo» (Wieviorka, 2002:
51). Aunque suele tener motivos raciales, también puede estar asociada a
lógicas económicas y políticas.
Por último, la última forma de manifestación del racismo, la discriminación
racial, es descrita por Wieviorka de la siguiente forma.
[La discriminación racial] consiste […], sin excluir al grupo tratado de
manera racista, en utilizar el argumento de la raza para brindarle un trato
diferencial […]. Es susceptible de ejercerse en todos los ámbitos de la vida
social, en el acceso a la educación, a la salud, al empleo, a la vivienda, en
el seno de la empresa y en los lugares de trabajo, a veces también en las
asociaciones, y hasta en los sindicatos, en el funcionamiento de la justicia,
en el de la policía. Aparece también en la manera en que los grupos víctimas
del racismo son tratados en los medios de comunicación, en la televisión,
en el cine, en la publicidad, cuando son olvidados, desconocidos […], pre-
sentados de manera particularmente negativa o, a la inversa, estetizados de
una manera que puede hacer hincapié en características físicas particulares
(Wieviorka, 2002: 53-54).
Este capítulo se divide en tres secciones principales, en las que mostraremos
las opiniones y posturas encontradas respecto de la problemática del racismo,
sus características y sus manifestaciones desde tres ópticas distintas: la de los
funcionarios(as) del Estado, la de los funcionarios(as) de servicios sociales
de bienestar y la de los líderes y lideresas afrocolombianas, negras, raizales y
palenqueras.

620 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Tabla 1
Total entrevistas según tipo de actor(a) entrevistado,
realizadas entre el 7 de noviembre de 2006 y el 21 de diciembre de 2007

Número de
Actor(a) entrevistado
entrevistas
Actores institucionales 115
Movimiento social
143
Afrocolombiano
Funcionarios de servicios
100
sociales
Total entrevistas 358

Los funcionarios(as) del Estado


frente al racismo y la discriminación racial
Dentro del grupo de funcionarios(as) entrevistados(as), el tema del racismo
fue abordado de manera explícita, por lo que esto fue parte importante de los
diálogos establecidos con ellos(as). Para empezar, es importante recordar que
las Acciones Afirmativas se justifican en el reconocimiento del perjuicio que
los racismos y la discriminación racial han causado y causan a los proyectos de
vida individuales, familiares y colectivos del pueblo negro.
En ocasiones, el entrevistado(a) hacía alusión al tema del racismo y la dis-
criminación racial en preguntas que no eran dedicadas a dichos temas, por lo
que parece que cuando se habla de personas afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras se tiende a realizar asociaciones con el racismo del que estas per-
sonas fueron objeto en el pasado. Empero, nombrar el fenómeno no implica
admitir que en la contemporaneidad las relaciones sociales en el país sean
racializadas. Algunas personas entrevistadas afirman saber qué es el racismo y
basándose en dichas definiciones afirman que en Colombia no existe tal: son
escépticos, contradictorios o ambiguos frente a su presencia en las dinámicas
sociales del país.
Las respuestas de funcionarios(as) sobre el racismo y la discriminación racial
se ubican en un panorama en el que hay débiles consensos y pequeños acuer-
dos frente a ambos fenómenos. En consecuencia, sus discursos dan cuenta de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 621


disímiles apreciaciones sobre las relaciones sociales basadas en las diferencias
étnico-raciales y las exclusiones que estas producen.
En esta sección haremos un recorrido por las narrativas de ciento quince (115)
hombres y mujeres entrevistados en Bogotá, Buenaventura, Cali, Cartagena,
Medellín, Pereira, Quibdó y San Andrés acerca del racismo. Encontramos cuatro
tendencias en las que se enmarcan las respuestas obtenidas.

Acerca del concepto de racismo


¿Qué respondieron los funcionarios(as) cuando se les preguntó qué enten-
dían por racismo? Desde los conocimientos adquiridos en las universidades en
donde estudiaron, sus experiencias de vida y posturas personales, las personas
entrevistadas dieron cuenta de lo que consideran racismo. Muy pocas personas
afirmaron desconocer qué era cuando que se les interrogó al respecto. Quienes
lo hicieron, reconocieron poseer un saber limitado en lo concerniente al tema
y se refirieron a esto desde su postura profesional, como es el caso de un ex
magistrado de la Corte Constitucional:
Del racismo. Sé muy poco […] sobre esa situación; lo que uno puede conocer
es a través de las acciones de tutela que se resuelven aquí en la Corte Cons-
titucional, y algo también muy genérico en relación con la discriminación
de las mujeres en términos generales, y la afectación particular que se dan
en mayor medida respecto de ciertos grupos de mujeres como indígenas o
afrodescendientes o negros que en el estudio genérico de la discriminación
contra la mujer tengo un poco claro esos conceptos que se acentúan respecto
a estos grupos. Eso es un poco lo que yo puedo conocer (Carlos Prieto. Ex
magistrado de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).
Para un gran número de personas entrevistadas, el racismo es una ideología
poderosa y desestructuradora del tejido social; para otras, es un conjunto de
actitudes, comportamientos y tratos diferenciados de unas personas sobre otras
a las que menosprecian y subestiman —negando siempre el trasfondo racial
del mismo. Para estas, el racismo es producto del rechazo a grupos que son
diferentes a la mayoría por razones económicas, de género o por cuanto sus
miembros son desplazados internos. Lo anterior deja claro que quienes definen
el racismo de esta manera establecen una relación errónea entre el concepto de
racismo y situaciones de rechazo, estigmatización y exclusión social. Es decir,
asimilan el racismo con otras formas de discriminación social.

622 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Racismo es toda forma de discriminación que lastima y lesiona, que trau-
matiza la existencia, eso es racismo (Carmen Gamboa. Funcionaria de la
Gobernación. Buenaventura, 2007).

Otro grupo de personas entrevistadas asoció el racismo con el menosprecio,


la subestimación, la negación de oportunidades y el deseo de dar muerte a otros,
entre otras acepciones. Tales expresiones dan cuenta de la idea negativa que se
ha creado sobre el concepto de racismo entre los actores(as) entrevistados, lo
que podría explicar el hecho de que cualquier expresión o forma de maltrato,
subordinación o discriminación —incluso aquellas formas de maltrato cuyos
motivos no son raciales— se asuma, de forma errada, como racismo.
La mayoría de las personas entrevistadas opinaron que la discriminación y
los tratos inferiores se atribuyen en la mayoría de los casos a razones de tipo
racial, es decir, por el rechazo a la ‘raza’ que representa a un otro lejano y distante
racializado(a). Si bien es claro que para todos(as) es un fenómeno negativo, cuyos
efectos excluyen socialmente y lastiman a quienes son sujeto de éste, agregan
que las implicaciones no son las mismas para todas las personas.
Ser racista es […] menospreciar a una persona por tener el color negro y
subestimarlo y tratarlo de manera peyorativa como lo vemos muchas veces
en algunos escenarios: «negro», «negro tenías que ser». […] es como que para
algunas personas el ser negro es como un ser distinto; y es un ser humano
igual a nosotros, con iguales deberes y con iguales derechos […] (Carlos
Urrego. Funcionario de la Alcaldía. Medellín, 2007).

Otras personas entrevistadas eluden el tema racial y se ubican en la discusión


numérica poblacional y cultural, pues para ellas el racismo es sinónimo de discri-
minación de personas o de un grupo social minoritario que tiene características
étnicas que lo diferencian de manera radical del resto de la sociedad, por lo que
se trata entonces de una discriminación cultural pero no racial.
Para los pocos funcionarios(as) que tienen claridad conceptual acerca del ra-
cismo, de manera concisa, aluden a contextos específicos como el ámbito laboral
y el educativo para apoyar de manera empírica como entienden la acción del
racismo. Para ellos(as), bajo criterios como el acceso a la formación educativa
o la obtención de puestos de trabajo, se hace evidente una forma de identificar
el racismo: la obtención de resultados distintos aún cuando las personas están
igualmente calificadas o tienen características similares.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 623


Hay varios tipos de discriminación, bueno desde el punto de vista de la
literatura se afirma que se presentaba discriminación cuando individuos con
iguales características tenían diferentes resultados y, sobre todo, más referido
al mercado laboral. Es decir, un individuo con iguales niveles educativos, al
final los individuos negros o las mujeres […]; discriminación de raza y de
género puede haber, o discriminación por discapacidad o por edad. Esos
individuos con iguales niveles educativos, iguales características de crianza y
todo eso, al final los insertan por estatus y ganan menos, o sea, iguales carac-
terísticas [y] usted tiene un resultado peor, lo que indica que el resultado no
es efecto de la educación, que es la variable que se dice que está asociada con
el estatus, sino que es producto del mecanismo institucional en el mercado
laboral que hace que usted no pueda alcanzar ese mismo nivel, es resultado
del prejuicio (Mario Silva. Funcionario de la Gobernación. Cali, 2007)
Algunas personas perciben el racismo como producto de la ignorancia de
quienes lo ejercen y, en consecuencia, lo definen como una muestra de desco-
nocimiento e incluso como una ausencia de capital educativo.
La discriminación para mí, o discriminar como su nombre lo dice, es apartar.
«Quítate de allí porque tú eres inferior y tú no tienes por qué estar aquí»;
o porque no eres estándar, vienen a sacarte del entorno. Entonces, esa dis-
criminación a veces en algunos lugares se ha manejado pero te repito que
ha sido por la ignorancia (Candelario Puerta. Funcionario de la Alcaldía.
Cartagena, 2007).
No obstante, los ejercicios intelectuales para definir el racismo como un
hecho social abstracto son una cosa, y afirmar su presencia en el país es otra.
En ese sentido, las opiniones de los funcionarios(as) entrevistados al respecto
ubican sus respuestas en cuatro tendencias: la negación del racismo y la discri-
minación racial en Colombia; el escepticismo frente a su existencia; la acepta-
ción de que existe el racismo, pero como un fenómeno no problemático para
el país; y el reconocimiento de que el racismo es un fenómeno que tiene un
impacto negativo en las dinámicas políticas, sociales, económicas, culturales y
ambientales del país.

En Colombia no hay racismo


La pobreza como una situación en la que se encuentra un alto porcentaje de
la población colombiana y el reconocimiento constitucional de la diversidad

624 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
cultural (asociada siempre a la existencia de grupos étnicos, más no raciales)
del país son los dos soportes en los que se apoyan quienes afirman que en el
país no hay racismo ni discriminación racial.
Desde estos dos supuestos surgen distintas razones por las que los
funcionarios(as) entrevistados niegan la existencia del racismo o de la discri-
minación racial. En algunos casos, los mismos entrevistados(as) que niegan
el racismo reportan en otras oportunidades —con cierta indignación— la
negación que otros actores(as) sociales hacen del mismo.
Para un buen número de las personas entrevistadas, la discriminación racial
no existe. En vez de ello, afirman que ha surgido en el país una discriminación
social que afecta más a ciertos grupos étnicos, sin explicar las posibles razones
conexas de ello.
Yo tengo una teoría muy personal sobre el tema. Yo creo que en Colombia
no padecemos de discriminación racial en sí misma, no la hay entre otras
cosas por el carácter multiétnico de la población colombiana. Lo que sí
sucede es que hay una discriminación social y a personas de determinadas
etnias que por circunstancias socioeconómicas no han logrado capacitarse,
[y entran con ello] en un círculo vicioso que se le niega la capacitación y
luego se les niega la igualdad porque no están capacitados; entonces se es-
tablece una discriminación social que coincide con aspectos perjudiciales
para unos determinados grupos humanos (Julio Iguarán. Ex magistrado
de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).

Por otra parte, la mayoría de quienes dicen no encontrar racismo en Colombia


sustenta su posición en el hecho de que en el país se ha dado una integración
de las ‘razas’ que componen su nacionalidad.
Hemos dicho que la discriminación en el sentido de que hay un apartheid,
[…], eso no lo podemos decir, sería una exageración, que hay algunos sec-
tores sociales donde puede haber una discriminación, […] sí, pero yo veo
mucha integración racial, con el baile, por fortuna, yo no sé si fue el mismo
[Juan de Dios] Uribe […], que dijo que aquí en Colombia todos éramos
café con leche, unos más café y otros más leche. Y eso es lo que nos pasa a
nosotros. La integración racial es tan grande que nos brinda la posibilidad
de anclarnos aquí, por fortuna (Vicente Pino. Senador de la República.
Miembro de un partido de oposición. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 625


Al reconocer la diversidad étnico-racial que ha existido históricamente en el
país, estos funcionarios(as) asumen que las ‘razas’ se han mezclado en procesos
de mestizaje armoniosos y que han logrado unirse y obtener iguales condiciones
para todas las personas. Como muestra de los acabados procesos de mestizaje,
algunos de los entrevistados(as) sostienen que indígenas, negros(as) y blanco-
mestizos(as) comparten los mismos espacios y las mismas oportunidades sociales,
económicas y políticas en el país, y que incluso las relaciones entre personas
de cada uno de los tres grupos sociales son horizontales y amables (tal sería el
caso de Cartagena, por ejemplo).
Ustedes saben que la población nuestra es morena en su mayoría, yo diría que
la población negra en Cartagena no lo es mucho, nosotros somos triétnicos
[…] más que todo tenemos lo español, lo indio y lo negro, o creo que en
la gran mayoría en Cartagena. En Cartagena tenemos focos de negros en
barrios, por ejemplo en Nariño, pero la mayoría son palenqueros, gente que
viene de [San Basilio de Palenque]; hay otros sectores que indudablemente
tienen habitantes de color, pero yo diría que en Cartagena la realidad es
que no hay bastante gente de color, sino que están mimetizadas ahí más
que todo entre las diferentes razas que habitan. Y son gente también igual,
trabajadora, que no tiene oportunidades, muchos trabajan en la construc-
ción, en las ventas ambulantes. Pero lo que yo sí pudiera decir es que no
hay ninguna situación de tipo racial, nosotros queremos al negro tanto,
compartimos con ellos con toda tranquilidad y con mucho afecto [...], nos
hemos acostumbrado a verlos desde los tiempos de la esclavitud (Javier
Morales. Senador de la República. Miembro de un partido de la coalición
de gobierno. Bogotá, 2007).
Estas afirmaciones se encuentran con mayor frecuencia cuando se hace re-
ferencia a la experiencia de sujetos que habitan regiones con altos porcentajes
de población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. En ciudades como
Cartagena y Buenaventura, por ejemplo, algunos funcionarios(as) comentan
que el trato igual entre personas de distintas ‘razas’ es más usual que en lugares
del país donde la población mayoritaria no es afrocolombiana.
Pues aquí en Buenaventura no pienso que el racismo sea muy frecuente, pues
yo lo percibo así, mas no sé, porque igual uno está acostumbrado, habituado
a estar enmezclado y tú ves que aquí es muy normal ver una persona blanca
con una persona de color moreno, entonces es algo muy normal. De pronto,

626 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
en otras ciudades sí se evidencia más fuerte, pero aquí creo que no, mas no
sé (Aura Caicedo. Funcionaria de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).
Además, no son pocas las entrevistas en las que se niega el racismo. En las
narrativas analizadas se encuentran repetidas alusiones a experiencias en las que
los funcionarios(as) perciben —de manera directa e indirecta— el modo en que
el gobierno nacional ha negado la existencia del racismo tal como lo ha hecho
el Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez en un recordado Consejo
Comunitario realizado en la ciudad de Cali el día 3 de junio de 2007.
No es gratuito, no es coincidencial, no es ningún fenómeno natural que la
mayoría de las poblaciones más pobres en las principales ciudades del país
sean afrocolombianas, como el presidente lo quiso ocultar ese domingo en
el Consejo Comunal Afrocolombiano; que aquí no había discriminación, y
muy acertadamente Juan de Dios Mosquera le replicó y le refutó porque las
demás intervenciones fueron pobres y lamentables. De [las] intervenciones de
los afrocolombianos que estuvieron ahí, la más acertada y que me sorprendió
fue la de Juan de Dios Mosquera, que refutó y confrontó a Uribe cuando
intentó negar que aquí hubiera discriminación; aquí la hay y es vergonzoso
(Víctor Cuero. Asesor de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).
Estas declaraciones del presidente, confirmadas por una funcionaria de alto
nivel del Estado, muestran que a pesar de percibir lo contrario, ella se encuentra
en una difícil posición por cuanto no debe contradecir al jefe de gobierno.
[…] me pone en un problema muy grave porque el presidente Uribe, en el
último Consejo Comunal de la ciudad de Cali, dijo que no había discrimi-
nación racial y a mí me quedaría muy difícil decir que sí la hay. Sin embargo
yo sí creo que existe una discriminación, es decir, es evidente; yo no diría que
hay […] racismo en Colombia como lo hay en otros países donde existen
[sic] (María Vargas. Funcionaria del gobierno. Bogotá, 2007).
Lo anterior podría demostrar que la negación del racismo se toma como
una postura del gobierno en general, sin tener en cuenta las apreciaciones
personales de sus funcionarios(as) ni el conocimiento que estos puedan tener
sobre el tema.
La negación del racismo también surge de los gobiernos municipales. Algunos
funcionarios(as) que exponen la situación afirmaron que se niega la existencia
del racismo porque de no hacerse así debería reconocerse que se han cometido

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 627


injusticias y daños que deben repararse, lo que implica la puesta en marcha de
acciones que requieren tiempo y recursos para ser creadas e implementadas.
Aquí en Medellín hay una resistencia a reconocer que hay racismo porque,
uno, la administración no quiere reconocer muchas cosas que han pasado
a través de la historia y que siguen pasando, y que el reconocer es decir
[…] «nos hemos equivocado y nos seguimos equivocando», y eso es […]
empezar a hacer acciones; también […] si yo digo «me equivoqué», tengo
que empezar a hacer unas acciones reparativas para este caso, y eso implica
desmontar todo un imaginario, toda una estructura ideológica que hay en
este aparato. Entonces yo pienso que es más fácil decir, es negar las cosas, es
decir «acá no viene pasando, acá no viene sucediendo, […]» O sea, abier-
tamente no lo dicen, pero cuando uno lo coloca en el texto ahí pasa […],
uno dice «¿por qué siempre desaparece eso?», algunas veces aparece cuando
uno dice que es una ficha técnica, porque las fichas las hace uno, pero ya
como una estrategia no va aparecer porque ya se ha hecho el ejercicio y no
aparece. Entonces, es negar algo porque si se acepta es reconocer y desde
ahí que se va a empezar a exigir, a reclamar y hay que designar y asignar
personas para que trabajen eso (Carlos Jaramillo. Asesor de la Alcaldía.
Medellín, 2007).

Escepticismo frente a la existencia del racismo en Colombia


Personas con posturas similares a las que respaldan la negación del racismo
son las que muestran escepticismo frente a su existencia en Colombia, ya que,
aunque no afirman con seguridad que no exista el racismo, mantienen actitudes
que exponen dudas frente a su existencia.
Ver el racismo como un fenómeno distante, ajeno a las relaciones sociales
en Colombia, es la razón principal por las que algunos entrevistados(as) no
creen que el racismo exista en el país. Tal escepticismo se da porque, al parecer,
no han vivido personalmente experiencias de discriminación racial, para lo
que hay que tener en cuenta que estas personas hacen parte del grupo social
blanco-mestizo. Además, ponen en duda que el Estado sea el responsable del
racismo estructural.
Racismo sí debe haber en alguna parte pero no se ve; es decir, por lo
menos dentro de los dos ambientes obligatorios en donde yo me muevo
me queda imposible verlo, porque si tú no lo tienes acá al frente no lo ves,

628 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
desde el Estado lo dudo (Gloria Saavedra. Funcionaria del Ministerio del
Interior. Bogotá, 2007).
Por otra parte, en un ejercicio de constante extraterritorialización, el racismo
en Colombia pareciera no haberse expresado de manera tan violenta y radical
como a lo largo de la historia de los Estados Unidos.
Yo no conozco ninguna desigualdad que no sea de pronto muy personal de
alguien que diga «este es negro», pero acá no estamos en el apartheid ni en
la vaina racista norteamericana, yo creo que nosotros convivimos serena y
tranquilamente con el negro (Heriberto García. Senador de la República.
Miembro de un partido de oposición. Bogotá, 2007).
Este tipo de respuesta niega la existencia de «regímenes locales racistas » en
el país que han practicado una forma de apartheid —como el establecido por
la compañía minera Chocó Pacífico en Andagoya (Chocó), la calle primera
de Quibdó (Chocó), o la calle primera de Buenaventura (Valle del Cauca).
Además, niega existencia de las fuertes prohibiciones de ingreso por motivos
raciales, hasta los años setenta, a los clubes de «blancos» presentes en estas
ciudades negras.
Otros, perciben los casos conocidos de discriminación racial como algo aislado
que surge una o dos veces, y consideran que no se puede hablar de discrimina-
ción racial o racismo dado que se adhieren a la idea de que la ‘raza’ no existe,
por lo que dejan de lado la discusión en la que se concluye que aunque la ‘raza’
no exista como hecho biológico , sí existe la racialización, la cual tiene efectos
concretos y nefastos en la vida de la gente afrocolombiana, negra, palenquera
y raizal, principalmente.
Yo personalmente no soy de la idea que se hable de discriminaciones raciales
porque el tema es un tema que ha sido muy discutido a nivel universal, que
en el mundo no hay ‘razas’ diferentes, lo que hay es diferencias culturales,
políticas, sociales, lingüísticas, eso sí, higiénicas, pero no de tipo racial, eso
es un tema que afortunadamente ya se ha superado en los foros (Luis Ulcué.
Funcionario de la Defensoría delegada para indígenas y minorías étnicas de
la Defensoría del Pueblo. Bogotá, 2007).
En cuanto a la incredulidad sobre el hecho de que haya racismo en Colombia,
cabe resaltar las opiniones de los funcionarios(as) que aseguran que los actos
de discriminación racial son producidos por quienes pertenecen a los grupos

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 629


étnico-raciales. Quienes lo afirman dejan claro que no creen en la existencia
del racismo en las relaciones raciales del país, y que son algunas personas de los
mismos grupos étnicos quienes se encargan de crear escenarios de racismo con
actitudes y posturas que promueven la discriminación racial.
Según esta posición, una de las formas en las que ellos(as) mismos producen
la discriminación racial es la autopercepción negativa que crean sobre sí mismos,
desde la que se conciben como un grupo marginado y excluido históricamente,
que necesita tratos preferenciales para poder superar las condiciones negativas
en las que viven.
Siento que a veces los mismos indígenas o los mismos negros utilizan ese tema,
como que eso les tuviera que dar unas ventajas competitivas o unas ventajas
comparativas por el hecho de ser negros o indios (Esperanza Garcés. Funcionaria
de la Alcaldía. Cali, 2007).
La búsqueda de tratos preferenciales se percibe entonces como una forma
de obtener ventajas particulares que, según los funcionarios(as), buscan recibir
beneficios injustos que los ubiquen en una posición ventajosa frente al grueso
de la población y que terminen favoreciéndolos. De lo anterior puede dedu-
cirse que para esta postura el racismo es inventado por las mismas personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras como una estrategia para lograr
ciertos privilegios.
Esta postura se plantea de forma crítica y quienes la respaldan están en
desacuerdo con la forma en que mujeres y hombres afrocolombianos, negros,
raizales y palenqueros actúan para cambiar sus deplorables condiciones de
vida. En efecto, consideran que si existe la discriminación racial es porque
los pueblos étnico-raciales no han hecho lo suficiente para cambiar las con-
diciones en las que viven, hecho que se refleja en la pobreza y en el abandono
de territorios habitados por mayorías negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras.
Yo no sé esa gente por qué busca tratamiento de ser inferior, yo no entiendo
eso, […] no veo la razón de su justificación, de su existencia, yo no la veo
[…]; hay departamentos [en donde dicen:] «que es que somos muy chiquitos,
que es que somos muy alejados, que es que nadie nos mira» […], y ellos,
¿qué están haciendo como tal? Es como la discusión de la otra Colombia, la
Colombia, dicen ellos, […] «olvidada», pero ¿y dónde están ellos también?
Yo creo que esto hay que dar de cada uno, dar de cada región para pensar

630 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
en una Colombia grande, y aquí nunca hemos legislado para un sector de
Colombia, nosotros nunca hemos legislado para favorecer a unos y perju-
dicar a otros, al menos yo, que llevo ya dos periodos, nunca he visto eso;
el testimonio quedó y es una legislación amplia y muy participativa a pro-
pósito, pero hay regiones que se resisten a superar su condición, se resisten
a superar un manejo de inferioridad que no es válido en Colombia, no es
válido ( Jaime Castro. Senador de la República. Miembro de un partido de
la coalición de gobierno. Bogotá, 2007).

Desde otra perspectiva, que también concibe el racismo como un fenóme-


no producido por las mismas personas racializadas, se lo entiende como algo
personal que depende del modo en que se dejen afectar y de cómo interpreten
las actitudes de los otros hacia ellas.
Yo siempre he dicho que el racismo es una cuestión más personal, porque
a mí me pueden discriminar pero realmente si yo sé quien soy y sé lo que
quiero no tengo porque afectarme en eso (Manuela Otero. Funcionaria de
la Alcaldía, Buenaventura, 2007).

El racismo sí existe en Colombia, pero no es una situación grave


que deba ser objeto de intervención pública estatal
Como una tendencia importante en las narrativas de las personas entrevistadas,
se identifica la postura de algunos(as) que reconocen la existencia del racismo
en el país, pero como un fenómeno que no tiene un impacto negativo en la
sociedad ni en negros(as), afrocolombianos(as), raizales y palenqueros(as). Tal
apreciación se sustenta en comparaciones establecidas entre los casos de racismo
y xenofobia en países como Estados Unidos —antes del movimiento de los
Derechos Civiles— y España. De esta consideración es posible inferir que, para
quienes asumen esta posición, la discriminación racial en Colombia no amerita
la toma de medidas ni la implementación de acciones para combatirla.
¿Cuáles son las conductas de discriminación racial que tendrían que
prohibirse? Yo pienso que en Colombia no las hay afortunadamente, no
las hay de ese tamaño. En Estados Unidos, un negro no se podía subir a
un bus si no era solamente para los blancos, no podía ir a la escuela que
era para blancos; por fortuna no hay eso acá y […], cada día la integra-
ción social es mayor. […] a mucha gente le gusta buscar pareja negra

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 631


(Julio Villamaría. Senador de la República. Miembro de un partido de
oposición. Bogotá, 2007).

Sí hay racismo en Colombia ¡y es un problema!


De las cuatro tendencias encontradas, es indudable que una parte significa-
tiva —por no decir la mayoría— de las personas entrevistadas reconoce que el
racismo es un fenómeno presente en el país.
[El racismo] tiene que ver con paradigmas culturales en relación con la
población indígena y negra, y que se reflejan en dichos, en actitudes y com-
portamientos que pueden constituir prácticas discriminatorias (Juan Pablo
Moya. Funcionario de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Esta cuarta tendencia reúne las narrativas de quienes entienden el racismo
como una ideología que se reproduce en actitudes y comportamientos que
discriminan en razón de la ‘raza’ de la otra persona.
Las dinámicas del racismo en Colombia son particulares, y es así como algunas
personas identifican características singulares de este fenómeno en el país. Una
en la que coinciden varios(as) es que el racismo no es un hecho evidente en
discursos explícitos de odio racial, o en prácticas, actitudes o comportamientos
cotidianos de las mayorías.
No es un racismo al estilo del apartheid, […] explícito, pero tiene el mis-
mo efecto, funciona silenciosamente y discrimina. Solo hay que mirar el
porcentaje de población afrodescendiente en las cúpulas de dirección del
Estado, por no hablar de la empresa privada, de los partidos políticos, del
ejército etc., para entender cómo funciona un verdadero mecanismo de
apartheid silencioso (Patricio Cáceres. Senador de la República. Miembro
de un partido de oposición. Bogotá, 2007).
En consecuencia, afirman que el racismo en Colombia es soterrado, puesto
que no se percibe con facilidad; se lo soslaya en las prácticas cotidianas y en las
estructuras sociales.
Para algunos funcionarios(as), el racismo puede ser evidente o latente depen-
diendo de la forma en que se manifieste en las relaciones sociales, económicas,
políticas y culturales. Bajo estas dos formas de clasificar su presencia en el país,
ellos(as) concluyen —al igual que las personas que afirman que el racismo es so-
terrado— que en Colombia es más sutil y no se puede percibir con facilidad.

632 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Hay un racismo evidente, la gente lo manifiesta de todas las formas y hay un
racismo latente que no se manifiesta de forma directa; pero la persona, que
yo diría la víctima de este trato, lo percibe. Porque hay formas diferentes de
manifestar este sentimiento de rechazo. Entonces, simplemente ignorar a la
persona, anularla o simplemente también hacer manifestaciones verbales, acti-
tudinales que hagan que la persona se sienta diferente o rechazada. Entonces, a
nivel de Colombia el racismo es latente. Yo diría que en los niveles bajos no se
percibe, pero cuando se trata de los niveles altos y los altos cargos, en ese nivel
sí se alcanza a percibir cierta diferencia y cierto rechazo. Sutil, pero se siente
(Juan Pérez. Miembro de la bancada afrocolombiana. San Andrés, 2007).
Para algunos entrevistados(as), las características que tienen el racismo y la
discriminación racial en el país no son soterradas como se afirma a menudo;
muestran su posición enfática enunciando de manera clara cada una de ellas.
La discriminación racial en el país tiene varias características. Primero, es
no violenta. Segundo, no es socialmente segregacionista, solo lo que sucede
en algunos lugares del territorio en donde sí es socialmente segregacionista,
porque en principio no es socialmente segregacionista. Tercero, tiene ele-
mentos de exclusión muy fuertes en el sentido de que se crean barreras de
acceso […], por ejemplo, el tema de la discoteca; puede que los que estuvie-
ran en la discoteca no hubieran objetado a que entrara, pero el dueño de la
discoteca sí tiene una barrera de acceso. Y luego hay una situación, digamos,
de mayor sufrimiento, de condiciones de pobreza, respecto a la cual no hay
una reacción equivalente a ese grado de afectación de la igualdad (Asdrubal
Pinto. Ex magistrado de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).
El racismo y la discriminación racial toman distintas formas según la zona
del país. El impacto de las «geografías racializadas», en las cuales se evidencia
la mayor presencia de pueblos y personas afrocolombianas, negras, raizales y
palenqueras, crea distintas formas de interacción basadas en las diferencias
étnico-raciales de los grupos que coexisten en esos espacios geográficos. En
algunas entrevistas, las personas hicieron referencia explícita a sus concepciones
sobre lo que significaba el racismo en sus ciudades y las particularidades que
éste presenta allí.
Puesto que en secciones posteriores se hará un abordaje del tema de las
«geografías racializadas» como manifestación del racismo estructural que los
entrevistados(as) reconocen en el país, en este aparte solo resta comentar que

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 633


una de las características más significativas de éste es el hecho de que se lo
interpreta, percibe y concibe de maneras distintas de acuerdo con el lugar en
el que vivan las personas que hacen referencia a él. La anterior es una particu-
laridad que demuestra que las relaciones étnico-raciales en Colombia no son
homogéneas, sino que cambian con otros factores que influyen en ellas (por
ejemplo, la ubicación geográfica).
Otra de las particularidades del racismo es la forma en que afecta a distintos
grupos de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera: por ejemplo,
la discriminación racial de la que es objeto un hombre negro de Bogotá difiere
de la que es objeto una mujer negra de Cartagena. En casos como los mencio-
nados, se hace alusión a las múltiples discriminaciones que sufren grupos como
las mujeres, puesto que, además de su color de piel, el género femenino es un
factor que conlleva a que sean víctimas de malos tratos y de que se las considere
seres sexuados a los cuales se les puede faltar el respeto desde los estereotipos
raciales de hombres blanco-mestizos.
[…] las mujeres tienen una discriminación doble. Me refiero a las cuestio-
nes afrocolombianas y por ser mujer. En ese mismo sentido, me imagino
que ustedes percibirán esa discriminación mucho más que los hombres. Se
discrimina más a las mujeres a pesar de ese esfuerzo que han realizado estos
últimos años para pagar ese puesto y ganar ese nivel de igualdad, de derechos
con los hombres en la sociedad. Pregonar que las mujeres tienen derecho
y las campañas que se han realizado y de pronto la misma estructura social
está adecuada y en nuestra cultura todavía no estamos preparados para darles
esa cultura a las mujeres. Porque a pesar de decirlo tantas veces, en niveles
altos vemos que hay discriminación o hay acosos permanentes a la mujer o
hay irrespeto. Entonces, lógicamente que ellas perciben ese problema do-
ble. Como raza y como mujer (Anthony O´Neill. Miembro de la bancada
afrocolombiana. San Andrés, 2007).
Otro grupo mencionado de manera recurrente como sujeto de prácticas de
discriminación racial son los niños(as) negros, sobre todo en la escuela. De igual
modo, los entrevistados(as) reconocen haber presenciado prácticas de violencia
policial hacia jóvenes varones negros, en especial en las ciudades de Cali, en el
Distrito de Agua Blanca, y en Cartagena. En estas ciudades se han presentado
campañas de limpieza social de jóvenes negros y pobres, sin que se hayan pre-
sentado movilizaciones de la sociedad civil en torno a estos hechos.

634 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Razones de la existencia del racismo

No existe una sola razón a la existencia del racismo en Colombia. Al pre-


guntárseles por qué existe en el país, las personas suelen tener distintas expli-
caciones para determinar cómo surge el racismo y la discriminación racial, de
dónde proviene y cómo se ha reproducido. Algunas de estas explicaciones se
remontan a procesos históricos de larga duración que iniciaron con la llegada
de los españoles al continente americano y la trata esclavista transatlántica de
hombres y mujeres negros africanos. Así es como desde su llegada al territorio
americano y a lo que hoy es Colombia, se crean estructuras sociales jerárquicas
determinadas por el origen racial.
[…] nuestra nación se construyó con base en la pirámide racial; los euro-
peos fundaron acá naciones, sociedades, partiendo de la pigmentocracia,
a partir del color de la piel, porque no pudieron destruir del todo las
culturas, y los españoles, para vencer el complejo de inferioridad, lo que
hicieron fue construir una pirámide racial que hoy se ha heredado; hoy
sigue la pigmentocracia, la vemos en Cali, la vemos en Cartagena, la vemos
en Bogotá, la vemos en Medellín y el mayor ejemplo es pedir un general
negro o un Ministro negro […] (Julián Montes. Funcionario de la Alcaldía.
Buenaventura, 2007).

Dichos órdenes sociales trascendieron las estructuras del comercio esclavista


y las relaciones de sumisión basadas en el imaginario racial sobre las personas de
piel oscura hasta la abolición de la esclavitud, en 1851. Siglos después, a pesar
de tener igualdad formal ante la ley y ser considerados como ciudadanos(as)
con los mismos derechos y deberes de hombres y mujeres blanco-mestizos(as),
se siguen reproduciendo los imaginarios negativos sobre las personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras, hecho que se traduce en discrimi-
nación racial a distintos niveles (institucional, estatal, laboral, en relaciones
intersubjetivas, entre otros).
Los procesos de socialización son uno de los medios por los que se ha re-
producido el racismo en Colombia y sirven para explicar su existencia en el
país. Dentro de la socialización, los padres y madres transmiten a sus hijos(as)
sus creencias y prácticas discriminatorias, lo que incide en la reproducción de
imaginarios raciales asociados al rechazo y estigmatización de las personas de
acuerdo con su color de piel.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 635


[…] mi padre es del norte santandereano y mi madre es del Valle; fuimos de
alguna forma, criados con esa […], no físicamente, pero sí con esa tendencia
a discriminar y se ha ido trabajando poco (Carmen Mogollón. Funcionaria
de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
Al ser considerado un grupo poblacional minoritario, los afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as) son vistos por algunas personas como «los
diferentes» a las mayorías blanco-mestizas. Tal concepción, la cual se interpreta
como producto de la ignorancia de esas personas que llegan a sentir temor y
desconfianza de la diferencia cultural étnica, es otra de las razones por las que
se explica la existencia del racismo.
Yo creo que cuando hay un rechazo a un grupo, a unas personas, es porque
las personas que rechazan al otro grupo es primero [sic] por desconocimiento
y por temor, temor a lo desconocido, a lo diferente. Y nosotros, tal vez por
nuestra misma naturaleza, tenemos esa tendencia de que todo lo que es di-
ferente, nos puede amenazar; o sea, hay que tratar de evitarlo o someterlo;
entonces, creo que además es parte de nuestra cultura, la misma historia. El
hecho que la mayoría de las personas crean que los indígenas y los negros
somos diferentes y esas mismas diferencias implican que no tengamos los
mismos derechos que los que supuestamente son los de la raza normal, diría
yo (Hernán Bush. Funcionario de la Gobernación. San Andrés, 2007).

Racismo estructural, institucional y social: clasificaciones para comprender


las particularidades de la ideología racista y la discriminación racial desde la
perspectiva de funcionarios(as)
Las narrativas de los entrevistados(as) permiten agrupar sus opiniones, posturas
y creencias en tres tipos de racismo: estructural, institucional y social. Esto se
puede hacer porque cada uno de ellos(as) explicita particularidades respecto de
la forma como se ejerce la discriminación racial a distintos niveles.
El racismo estructural
El racismo estructural se entiende como la ideología que se ha insertado en
los imaginarios sociales; es invisible e imperceptible.
El racismo estructural me suena a ese del que uno no es consciente, ese
que está como en el inconsciente colectivo. Primero, que no garantiza un

636 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
tratamiento igualitario respecto de todos los individuos; y segundo, el hecho
de que, tal vez, los prejuicios hagan que uno asigne condiciones y caracterís-
ticas particulares a ciertas razas en relación con otras que eventualmente no
tienen ninguna razón de ser, no dependen necesariamente de la raza. Pero
pienso que lo estructural se refiere a eso, a la existencia de unos prejuicios
sociales de los que no somos necesariamente conscientes, que se le asignan
a comunidades ciertas características (Juan Corrales. Ex magistrado auxiliar
de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).
Este tipo de racismo se evidencia en situaciones históricas de invisibilización de
las diferencias étnico-raciales que han trascendido los siglos, cuyas consecuencias
se reflejan hoy en aspectos como la ausencia de políticas públicas diferencia-
das y la ausencia del tema afro como algo de gran importancia en la agenda
pública nacional; los mayores índices de pobreza bajo los que viven los grupos
afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros; las «geografías racializadas»; y
la gran cantidad de imaginarios raciales que penden sobre ellos(as).

Ausencia de políticas públicas diferenciales y ausencia


del tema afro en la agenda pública nacional

El hecho de no reconocer la necesidad de crear políticas específicas que


aborden la diferencia y las necesidades particulares de los grupos negros, afroco-
lombianos, raizales y palenqueros prueba que desde el Estado se ha fomentado
el racismo estructural.
[…] los grupos étnicos en Colombia son vulnerables porque histórica-
mente en Colombia no se ha reconocido la diferencia, entonces, aquí en
Colombia, hay un discurso, esta es una sociedad bastante hipócrita donde
hay un discurso que enuncia que prácticamente enuncia [sic] el discurso de
la democracia racial; mas que si tú vas a ver nuevamente, volvemos al tema
de la inversión social, de la geopolítica, la cuestión de racismo estructural
de la sociedad colombiana; porque la sociedad colombiana es una sociedad
racista que, inclusive los mismos negros, tienen miedo o les da miedo decir
que sí hay racismo, […] entonces, es una cuestión de racismo […] ( Luis
Castelblanco. Funcionario de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).
Una de las causas de esa falta de políticas diferenciadas es que, para los líderes
y lideresas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras (y sus pueblos), existen

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 637


pocas posibilidades de incidir en la agenda pública, en la que solo entran temas
importantes para el gobierno de turno. Además, se evidencia que a pesar de
existir normatividad internacional que aplica en el país —por medio de tratados
que han sido firmados y ratificados— parece no haber conocimiento de ello por
parte de los responsables de las instituciones públicas estatales. La experiencia
ha demostrado que nada pasa si dichos acuerdos no se aplican a cabalidad.
La dificultad básica está en las características de la agenda colombiana y la
estructura de los procesos decisorios y la capacidad de la sociedad civil de
incidir en esa agenda y en la estructura de los procesos. Ese es un tema fun-
damental, es decir, que no se puede solucionar de la noche a la mañana; el
tema es estructural, ahí está el reto. Bueno, ¿qué podría colocar en la agenda
esto? Con un nivel de visibilidad alto y sostenido, no coyuntural y transitorio,
un nivel alto y sostenido. Además, es que a pesar de que existen normas y
tratados internacionales, los funcionarios públicos no aplican esas normas
y esos tratados porque no les pasa nada si no lo aplican [sic]. Unos pocos se
enteran que no lo aplican, no ha habido el desarrollo de unos mecanismos
para que haya una responsabilidad por no hacerlo, el país está preocupado
es por otros temas, por eso es un tema muy estructural, ese es el reto tan
difícil que hay (Santiago Rojas. Ex magistrado de la Corte Constitucional.
Bogotá, 2007).
A pesar de que hay propuestas políticas que afirman trabajar contra el racis-
mo en sus proyectos, es real que el tema afro aún sigue estando por fuera de la
agenda pública por falta de apoyo político y respaldo de los representantes que
ocupan cargos de decisión política.
[…] mire las condiciones de inseguridad en las que estamos. ¿Las condiciones
de inseguridad no son suficientes para hacer lo posible? ¿las condiciones de
pobreza no son suficientes para los indígenas? ¿las condiciones de atraso de
infraestructura no son suficientes para avanzar? sí, pero cada tema de esos
tiene sus defensores y para el tema de negritudes pues no hay tantos y ni tan
buenos seguramente, que no han podido imponer el tema; ni p’al tema de
juventud no hay tantos ni tan buenos, porque tampoco han podido volver
el tema, un tema, […] prioritario en la agenda pública. Entonces, en un
mundo, tantas dificultades, pues las más taquilleras son las que pueden vol-
verse prioridad, para las otras no alcanza la plata, no alcanza el esfuerzo, no
alcanza el tiempo, no alcanzan los defensores (Marco Uribe. Representante

638 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
a la Cámara de Representantes. Miembro de un partido de la coalición de
gobierno. Bogotá, 2007).

La pobreza estructural

La asociación establecida entre racismo y pobreza muestra cómo se han na-


turalizado las desigualdades sociales y económicas entre las poblaciones blanco-
mestizas y negras, siendo esta última la que cuenta con mayores precariedades
y necesidades básicas insatisfechas.
Sin embargo, no todos los funcionarios(as) entrevistados ven la pobreza
como una consecuencia del racismo estructural arraigado en Colombia. Por el
contrario, algunas personas afirman que el hecho de que los pueblos negros,
afrocolombianos, raizales y palenqueros sean más pobres indica que no hay
discriminación racial, sino discriminación social con base en la pobreza.
Yo no creo que haya discriminación racial, yo por lo menos no lo percibo.
Claro, en ciertos sectores la habrá, pero si hay una discriminación social, si
desafortunadamente por razones históricas, por razones atávicas a personas
de una determinada etnia no se les ha permitido un desarrollo social apro-
piado pues viene a chocar y viene a presentarse lo que fue la segregación en
pasado en una nueva forma de segregación que es social (Alfonso Piñeres.
Ex magistrado de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007)
En otras palabras, la discriminación es consecuencia de la pobreza, no de la
pertenencia a un grupo étnico-racial determinado.
Yo creo que, en el fondo, la situación de discriminación tiene un gran por-
centaje de vinculación con la parte económica, o sea, el problema de la gente
es que no tiene la posibilidad de ingreso, y en la medida en que la gente
tenga posibilidades de ingreso genera su desarrollo y eso le permite vivir en
condiciones más dignas. Yo creo que la discriminación se genera en la medida
en que haya un grupo étnico vulnerable y en condiciones de desigualdad
[…] (Luis Murillo. Funcionario de la Alcaldía. Quibdó, 2007).
Unas pocas personas aseguran que si bien los índices de pobreza que ostenta
la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera son altos, no tienen por
qué considerarse mayores que los que evidencia el grueso de la población; lo
anterior en razón de que es una pobreza generalizada que no varía en función
de categorías raciales.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 639


Pero la parte económica para los negros en Cartagena es igual a la de todos
los cartageneros pobres, es miseria, es negación de oportunidades en una
ciudad, […] nace dentro de una opulencia del sector turístico, la ciudad
vieja; claro que de ahí para allá nosotros lo que tenemos es hambre, miseria y
desempleo. Pero no es una política contra los negros, ni por los negros, es una
política que afecta a todo el mundo (Horacio Luna. Senador de la República.
Miembro de un partido de la coalición de gobierno. Bogotá, 2007).
La pobreza generalizada en regiones pobladas por mayorías afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras da cuenta de un fenómeno en el que se intersectan
la pobreza y las «geografías racializadas», lo que demuestra que regiones como
el Pacífico colombiano —donde podría decirse que la pobreza es una situación
generalizada— son habitadas por pueblos y personas negras.
[…] cuando tú las comparas con el resto de la población colombiana te das
cuenta que ellos todavía viven como en un momento de tiempo distinto. Es
decir, si tú, si uno vivía hace treinta años muy pobre, y treinta años después
tú sigues viviendo muy pobre, y el resto del país está viviendo, digámoslo,
pasó de muy pobre a bien, hay una brecha mucho más grande que cubrir,
es una forma relativa de poder hacer esa comparación y eso es lo que uno
siente cada vez que va a Quibdó, por ejemplo. Uno se da cuenta, uno siente
como si el tiempo no pasara, [como si] se hubiera quedado ahí estancado
en el tiempo (Diego Palacios. Funcionario del Ministerio de la Protección
Social. Bogotá, 2007).
Es entonces cuando cabe preguntarse lo siguiente: ¿es esta situación un caso
fortuito de pobreza y discriminación racial? A continuación se analiza el tema
de las «geografías racializadas» como uno de los aspectos en los que se plasma
el racismo estructural.

Las «geografías racializadas»


La ocupación de ciertas zonas del país por pueblos afrocolombianos, negros,
raizales y palenqueros ha creado una jerarquía geográfica del territorio nacional,
por medio de la que se ubica a los grupos étnico-raciales en determinados lugares,
usualmente alejados de la zona central —ubicados en los valles interandinos.
Aunque su ubicación podría no considerarse algo problemático, sí es determi-
nante en un país donde el poder gubernamental, la industria y el mercado de
bienes y servicios se han centralizado en las grandes ciudades, mientras que las

640 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
regiones periféricas están aisladas y carecen de intervención estatal que garantice
estándares básicos de justicia social.
Yo diría que en el criterio de la política uno no encuentra que haya una
decisión seria del gobierno nacional de invertir en el departamento, ver los
puntos neurálgicos, de generar estructuras. Uno no encuentra que el gobierno
diga: […] «El plan. Vamos a definir estas y estas materias prioritarias para
el departamento». Mire que no estamos en el mar, tan cerca de los mares
y aquí no tenemos pescado fresco del mar, aquí en Quibdó, tan cerca que
estamos, cuánto mejoraría eso, las condiciones alimentarias de nuestra gente
y el tema del trabajo; mire el tema de las vías que tenemos de conexión con el
resto del país; cuántos años llevan y no se encuentra una intención seria del
gobierno, «bueno, vamos a generar un ambiente serio en el departamento,
una estructura, plataforma para el desarrollo del departamento», no, enton-
ces, yo creo que allí se evidencia una constante de que sí hay discriminación
(Arelis Mosquera. Funcionaria de la Alcaldía. Quibdó, 2007).
Es en este punto cuando puede comprenderse que las «geografías racia-
lizadas» son un reflejo del racismo estructural; hay quienes incluso llegan a
afirmar que son la muestra más clara de éste. Los casos concretos del Pacífico
colombiano, en donde el abandono del gobierno central es percibido por
sus habitantes y quienes visitan la región, son los más mencionados en las
entrevistas, y para quienes hacen alusión a ellos son la evidencia del racismo
estructural en Colombia.
Algunos funcionarios(as) tienen una postura ligeramente opuesta a la de las
personas que reconocen las «geografías racializadas» como una característica
del racismo estructural. Aseguran que el aislamiento geográfico de los pueblos
afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros es la causa de su pobreza y ex-
clusión, pero que esto no implica la existencia de racismo, ni puede considerarse
como una expresión del mismo. De manera poco reflexiva —si tenemos en
cuenta su función dentro del Estado— afirman que es solo una desafortunada
ubicación geográfica.
Pues el desconocimiento, tal vez que se tiene en el interior del problema
de ellos, porque para nosotros también nos es difícil ir hacia allá. Si usted
va en avión no puede ir, por carretera usted llega hasta el Pacífico pero es
un riesgo muy alto, la zona que limita con esas regiones ha sido siempre
agresiva y violenta, es el Estado que tiene que tomar la iniciativa con planes

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 641


de desarrollo para que ellos no tengan que venirse acá, porque […] el que
está muy mal, muy mal allá, no puede salirse, y el que está medio mal se sale
para acá a estar mal (Horacio Cuevas. Representante a la Cámara. Miembro
de un partido de oposición. Bogotá, 2007).
La situación del Chocó —y del Pacífico colombiano, en general— se com-
para con la que se vive en San Andrés Islas —otra región habitada por mayorías
negras, en este caso los raizales. En tal comparación, se reconocen las diferencias
entre ambas situaciones, puesto que la pobreza y el abandono que se viven en
el Chocó son más graves que la situación de San Andrés. De esto se deduce
que el racismo estructural ejercido por las estructuras estatales no es tan fuerte
en esa zona.
En el caso de los negros afrocolombianos o afrodescendientes […], las me-
didas ya son de otra naturaleza, porque yo creo que los sanandresanos no
tienen una discriminación, no son discriminados como tal por el Estado
[…]; socialmente uno no advierte una discriminación, como sí la advierte
respecto de los grupos negros y afrodescendientes en Colombia. Entonces,
yo creo que ellos son [sic] los que con mayor urgencia necesitan una toma
de medidas positivas, pero combinadas un poco con acciones del Estado en
cuanto a su departamento del Chocó porque yo creo que ahí parte un poco
todo; donde ellos logren tener un departamento en las condiciones aptas de
competencia y de ayuda económica, ellos ya después van a poder estar en
otras condiciones en Colombia (Clara Obregón. Ex Magistrada de la Corte
Constitucional. Bogotá, 2007).

Racismo y discriminación racial en regiones de mayorías negras


En las regiones habitadas por altos porcentajes de personas afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras, las dinámicas referentes al racismo y la discrimi-
nación racial cobran dimensiones distintas a las encontradas en el resto de las
ciudades y territorios en las que hombres y mujeres de pertenencia étnico-racial
negra son minoría.
Asimismo, el fenómeno del racismo es interpretado de varias formas por
quienes proceden o viven en lugares de mayorías negra. Además de reconocer
que existen discriminaciones no solo raciales —discriminación de género, de
clase social, entre otras—, en ciudades como Quibdó o Buenaventura, algu-
nos entrevistados(as) también reconocen a actores(as) específicos que ejercen

642 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
prácticas discriminatorias. Dentro de este grupo de personas se encuentran los
blanco-mestizos(as) que han migrado desde otras regiones del país para asentarse
en ciudades como las mencionadas.
¿Cómo se siente el racismo aquí en el Chocó? De pronto no se siente mucho
porque como todos los que forman parte de la región la mayoría son cho-
coanos […] Pero sí en algunos momentos, especialmente con los paisas que
emigran aquí al departamento; ellos de pronto, todavía algunos tienen esa
concepción del blanco con el negro o de pronto se expresan mal con relación
a los negros de una forma muy despectiva (Clara Martínez. Funcionaria de
la Alcaldía. Quibdó, 2007).
Estas narrativas olvidan las fuertes jerarquías conformadas por el binomio
clase social y ‘raza’ que sí existen en territorios negros y las diferencias sociales del
pasado y que aún persisten entre los tonos de piel más claros y los más oscuros.
Es importante reconocer que existe una vieja historia de exclusión intraracial en
ciudades como Quibdó, Buenaventura, Tumaco. Estos fenómenos no han sido
muy estudiados en el país. De manera empírica, obsérvese el lugar de privilegio
sociorracial que aún tienen los mulatos(as) —llamados coloraditos(as)— en
estas ciudades.
Los mandatarios(as) de la región también se encuentran dentro del grupo
de personas que ejercen prácticas discriminatorias de tipo racial. A pesar de
ser personas negras, son vistos por quienes así lo afirman como actores(as) que
fomentan la discriminación racial en su tierra.
El racismo en Buenaventura entre nosotros, [los] mismos negros, apenas
tenemos una característica muy peculiar, nosotros los negros tenemos un
problema a veces de autoreconocimiento, no nos reconocemos como tal;
ese es un gran problema y cada vez que una persona tiene la posibilidad de
acceder a un cargo importante, entonces se nos olvida quiénes somos, qué
somos, qué hacemos, de dónde venimos y aunque es muy característico de
un grupo de personas y esas mismas personas que llegan a algunos cargos
importantes, nacionales, regionales e incluso locales, pues son los que más
discriminan a nuestros mismos paisanos (Ruby Malaver. Funcionaria de la
Gobernación. Buenaventura, 2007).
Estas formas de racismo en la región Pacífica, también son reconocidas por
algunas personas de la región Caribe colombiana como dinámicas presentes
en su contexto.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 643


En la Costa Caribe […] hay un problema grande y grueso, pues yo crecí en
Barranquilla, entonces conozco también de cerca el caso de la Costa Caribe
donde alcancé a notar que todavía hay un problema de autoreconocimiento.
Ahí hay una discriminación muy solapada por parte de los costeños no negros
y efectivamente uno también se da cuenta que hay una exclusión en todos
los ámbitos de la vida privada y pública; cuando uno se pone a mirar casos
particulares como el de Cartagena, uno ve automáticamente reproducidos
los mismos factores básicos que se ven en el Pacífico (Alexander Cifuentes.
Funcionario del Ministerio de la Protección Social. Bogotá, 2007).

Pero sin lugar a dudas, el mayor número de personas que hace referencia al
racismo en el Pacífico colombiano afirma que en lugares como esos, conforma-
dos por población mayoritariamente afrocolombiana, el racismo ya no existe y
el poco que hay es imperceptible.
Aquí en Chocó no se evidencia el racismo, […] no es marcado, […] noso-
tros [los afrocolombianos] nos dirigimos, no tenemos el problema como
sucede, por ejemplo, en otros departamentos, donde su dirigencia no es de
tipo afrocolombiano. Aquí nosotros somos los que dirigimos, entonces no
es marcado el racismo aquí en el Chocó (Juan Cuestas. Funcionario de la
Alcaldía. Quibdó, 2007).

Algunas de las razones que llevan a esa conclusión son el hecho de que se ha
logrado una mayor toma de conciencia de los habitantes y de que es imposible
hallar tratos discriminatorios basados en prejuicios raciales en un lugar donde
las mayorías hacen parte del mismo grupo étnico-racial. Empero, no compar-
timos esta visión idealizada de las relaciones raciales en las áreas de mayorías
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. Por otra parte, la práctica
constante del endorracismo indican la existencia de un serio cuestionamiento
sobre la presencia del racismo aún en las personas racializadas.
La situación particular de San Andrés Islas es también explicada por los
funcionarios(as) que fueron entrevistados en dicho lugar. Todas las personas
que hicieron referencia al racismo reconocieron su existencia en la isla, pocas
personas opinaron lo contrario.
No se siente la diferencia porque yo me atrevería decir que la misma cultura
de la gente, la gente que entra ya sabe cómo somos. Entonces, ellos llegan
con esa mentalidad de que somos diferentes y que somos de una cultura

644 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
diferente y todas las implicaciones de ser un grupo raizal […] (Barry Hudg-
sinton. Funcionario de la Gobernación. San Andrés, 2007).
Quienes dijeron que sí hay racismo en San Andrés dejaron claro que no es
el mismo que se vive en la parte continental del país, ya que su población es
distinta y ha causado impacto no solo en los raizales sino también en las per-
sonas negras continentales.
Y aquí en San Andrés también hay racismo, pero entonces tiene una mani-
festación diferente a que [sic] en el resto de Colombia. Yo creo que habrá
gente que habrá dicho que es racismo al revés, yo no creo que tanto, porque
como que se discriminara al que no es raizal. Yo no creo que sea tan así.
Pero digamos que sí hay connotaciones a partir de qué etnia o de qué raza
procede, y a partir [de eso] también de diferentes tratamientos, valoración
y estatus social. Sería muy interesante medir la escala de valoración étnica
o racial que hay en San Andrés. Porque […] en la base de ella, yo creo que
no estarían los raizales sino esos que te digo yo, los afros venidos del conti-
nente, que estarían en la escala más baja. Y si es una escala socioeconómica,
en la cúspide estarían los antioqueños y los sirio-libaneses, y luego vendría
la población raizal. Y luego vendrían los continentales no afros, y luego los
continentales afros (Manuela Newbal. Funcionaria de la Gobernación. San
Andrés, 2007).
Imaginarios raciales sobre afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as)
Otro de los elementos significativos que dan cuenta del racismo estructural
en Colombia lo constituyen los imaginarios raciales que se han construido
sobre la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. En estos relatos
se hace referencia a construcciones sociales negativas que han contribuido a la
estigmatización y el rechazo ejercido contra estos pueblos, y que incitan en gran
medida a perpetuar prácticas discriminatorias basadas en ideologías racistas.
La construcción social negativa de las personas negras no es un fenómeno
nuevo. Por el contrario, guarda profundas raíces en los imaginarios de lo que
significaba ser negro desde la Colonia.
Sí hay un problema de exclusión histórica, y en algunos momentos hemos
ayudado con nuestra autoexclusión; pero no es un problema de autoexclusión,
es una exclusión histórica que viene desde que fuimos traídos desde el África

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 645


a ocupar estos territorios como mano de obra productiva. Ahí ya hay una
exclusión y es que nos traen como fuerza productiva y todas las desgracias
vienen de ese momento. Y que eso ha configurado unos imaginarios, histó-
ricamente ya consolidados como que el negro es eso y aquello […] (Elkin
Bustos. Funcionario de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Desde entonces, ser negro(a), afrocolombiano(a), raizal o palenquero(a)
se ha considerado como algo malo o despreciable, ya que estas personas son
vistas como perezosas, ladronas o que solo buscan el disfrute momentáneo en
ambientes cargados de fiesta y erotismo desenfrenado.
Tales estereotipos negativos se consideran como una clara evidencia de que sí
existe racismo en Colombia, pero, para algunos entrevistados(as), las personas
negras tienen la culpa de que esto les pase, ya que después del fin de la escla-
vitud en el país, debieron haber retornado a sus lugares africanos de origen, lo
que muestra un desconcertante desconocimiento histórico del pueblo negro
en Colombia.
La concepción que tienen de futuro los negros es muy jodida, las gentes de
esas regiones son inmediatistas; si yo tengo para comer hoy y para la fiesta
de hoy, ya el día de mañana me tiene sin cuidado. Hay varios chistes sobre
ese comportamiento. [A] ellos les importa es el diario vivir y no el futuro; si
nosotros los lográramos convencer de la necesidad de un ahorro intelectual
y económico sería regio. No, la única meta de ellos es buscar unos pesos para
salirse de ahí [de los territorios negros], nunca para invertir ahí. A contrario
del judío que es curioso, el judío sí quería su tierra y lo que hace lo invierte
ahí y quiere volver allá; ellos no, ese es un fenómeno curioso, cuando uno
mira la historia de los judíos, ellos siempre querían volver a una tierra que
nunca fue de ellos, dijeron que era prometida y estuvieran donde estuvieran,
su obsesión era volver allá. Cuando tienen la oportunidad, van, invaden un
país y forman su país y todos, por lo menos una vez en la vida, van allá y el
afrodescendiente no, nunca quiso buscar sus raíces, cuando lograron [dejar]
de ser esclavos por qué no buscaron irse de aquí. Yo tengo la impresión, y
perdónenme, que es una falta de amor por un asiento, que sí lo tiene el caso
de los judíos o el vasco y éstos no, estos fueron oprimidos, fueron maltratados,
fueron traídos a la fuerza y cuando tienen su libertad se quedan en la casa
del que los esclavizó, nunca buscaron regresar (Germán Tapias. Cámara de
Representantes. Miembro de un partido de izquierda. Bogotá, 2007).

646 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Racismo institucional
El concepto del racismo institucional ha recibido algunas críticas por parte
de algunos expertos en relaciones raciales. Sin embargo, usamos la categoría
por considerarla útil desde el punto de vista empírico para analizar lo que pasa
en las instituciones públicas estatales.
En los relatos de algunos entrevistados(as) se aborda el racismo institucional
como una de las formas en que se presenta el racismo en Colombia. Aunque
se lo menciona en menor grado que los racismos estructural y social, el insti-
tucional suele contemplarse cuando se habla de la representatividad de grupos
afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros en entidades o instituciones
del Estado y su vinculación laboral en dichos espacios.
Para algunas personas entrevistadas, es evidente la exclusión de hombres y
mujeres afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras en puestos de trabajo
en las instituciones del gobierno, a pesar de estar calificados y de tener el perfil
adecuado para desempeñarse en ellos.
Si partimos de que un negro no puede ver los cielos del Estado porque
no tenemos acceso a ser pilotos de una aeronave de la fuerza área, si par-
timos de la base de que ningún negro y ningún indígena hayan dirigido
como capitán del Estado colombiano porque físicamente son sanos pero
ante el examen todos son enfermos, tiene algún efecto que no les permite
ser. Jamás, hasta ahora, se nombró una negra, una Ministra, después de
tantos años. Hay prácticas y políticas que podríamos llamar apartheid
y esas prácticas son discriminatorias y además es que usted analiza y es
peligroso hablarlo. Pero ¿dónde un negro ha llegado a ver los cielos desde
una cabina de una nave colombiana, al menos uno del Estado? Tampoco
ha visto las ballenas del Pacífico y del Caribe desde la cabina de mando de
un guardacostas, pero nuestro documento de identidad dice que somos
colombianos. Entonces, […] las políticas y las formas de vinculación del
personal son discriminatorias (Fidelio Corpas. Funcionario de la Gober-
nación. San Andrés, 2006).
La falta de representación de este grupo étnico-racial en los cargos guber-
namentales de alto nivel es una de las quejas más constantes, y refuerza las
afirmaciones de que desde el Estado y sus instituciones se promueven prácticas
discriminatorias racistas —aunque de manera silenciosa y soterrada—. Pero
esta exclusión, además de estar ligada a factores raciales, también deja ver las

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 647


desventajas que tiene el grueso de personas negras, afrocolombianas, raizales y
palenqueras frente al grueso de la población colombiana.
El reconocimiento de esta situación llevó a varios entrevistados(as) a proponer
las siguientes soluciones.
Lo ideal sería que [las personas negras] tuviesen las mismas oportunidades
que tenemos los del interior, pero no viniéndose al interior que es lo que
ellos creen, sino quedándose allá y elevando el nivel de su región, pero apenas
consiguen la posibilidad de estudiar, se vienen para la capital o para otra
capital de departamento y no vuelven nunca a su región. Hay que montar
buenos centros de educación, buenos centros hospitalarios, hacerles carrete-
ras para que se puedan mover entre ellos mismos; hay algunos, es más fácil
salir directamente a una capital extraña que a su propio territorio, buscar
que se interconecten entre ellos para que sea más fácil su comunicación, un
pueblo aislado, es un pueblo atrasado, eso es lo que yo entiendo desde aquí
desde Bogotá (Germán Tapias. Cámara de Representantes. Miembro de un
partido de oposición. Bogotá, 2007).

Discriminación racial y ámbito laboral

No puede dejarse de lado el racismo en el ámbito laboral ni dejar de analizar


sus particularidades, ya que es el medio al que más alusión se hace cuando se
habla del tema. Ello por la evidente exclusión que se genera en su interior,
desde los procesos de selección para el ingreso hasta las prácticas que se ejercen
dentro de los lugares de trabajo.
La exclusión del ámbito laboral se explica como producto de las preferencias
de los empleadores en los procesos de contratación.
Hay muchas empresas que se especializan en no contratar personal diferente
a unas ciertas características y rasgos, y yo creo que es la forma más manifiesta
de políticas racistas o de patrones de comportamientos racistas, pero eso no
sé si es institucional de las empresas […] (Joaquín Hinestroza. Funcionario
de la Alcaldía. Cali, 2007).
De manera sorprendente, el mayor número de funcionarios(as) que hace re-
ferencia a esta forma de discriminación se encuentra en ciudades como Quibdó,
Buenaventura y Cartagena —habitadas por mayorías negras afrocolombianas—;
estas personas afirman que, a pesar de encontrar personas con los perfiles indi-

648 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
cados para ocupar cargos determinados en estas ciudades, las empresas prefieren
contratar personas blanco-mestizas provenientes del interior del país.
[…] te voy a poner un ejemplo en la Sociedad Portuaria. En la Sociedad
Portuaria ha habido una lucha de toda la vida desde que yo me acuerdo —la
Sociedad Portuaria tiene como 9 a 10 años. ¿Por qué? porque tú ves [que] las
secretarias son afros y la gente son mundo afro, pero vaya vea usted ¿quién es
el gerente de mercadeo?, ¿o el operativo? […]. Los altos cargos, casi siempre
importados, que están en Buenaventura los días entre semana y los fines de
semana simplemente se van, entonces, ¿cuál ha sido siempre mi inquietud?:
¿es qué no hay hombres o mujeres capacitados en Buenaventura para que
ocupen esos cargos? Porque uno qué pensaría en un municipio donde casi un
84% de la población es afro, porque hemos tenido también visita de muchos
paisas que son los que han invadido el sector de Pueblo Nuevo que es el
sector comercial de Buenaventura; […] Pueblo Nuevo lo han invadido de
paisas, están con los buenos hoteles, y uno ve que estamos cediendo espacio
[…] (Arelis Orteaga. Funcionaria de la Gobernación. Cali, 2007).
El racismo se evidencia en la división del trabajo y en los tipos de oficio
a los que pueden acceder los afrocolombianos(as), negros(as), raizales y
palenqueros(as). Son repetidas las quejas sobre las dificultades para que una
persona de este grupo étnico-racial acceda a cargos directivos, de mando medio
o alto, en contraste con la alta ocupación en trabajos con baja remuneración
(en tareas que demandan poco desarrollo intelectual, en áreas como la limpieza,
la vigilancia, la construcción, entre otras).
[…] es así como uno percibe el racismo en una ciudad como Buenaventura,
de manera muy sutil, en la contratación de personal en las empresas, en las
oficinas e incluso en los restaurantes. Usted va a los restaurantes y ni las
meseras son negras, pero si usted se asoma a la cocina allá están, y en los
bancos la única negra que hay es la señora del aseo, la que lleva los tintos,
es así como yo lo percibo […] (Carla Valencia. Funcionaria de la Alcaldía.
Buenaventura, 2007).

Formas de enfrentar el racismo desde sus lugares de trabajo


Con la formulación de una pregunta específica en el cuestionario de las en-
trevistas a los funcionarios(as) de las ocho ciudades visitadas, se indagó respecto

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 649


a las herramientas con las que ellos(as) cuentan para enfrentar el racismo en su
rol profesional (que guarda alguna relación con la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera).
Algunas personas piensan que la mejor forma de afrontar estas situaciones
es acompañar a quien se ha sentido discriminado(a) racialmente, o brindarle
una asesoría que le permita denunciar lo sucedido frente a alguna autoridad, o
al menos llamar la atención sobre ello.
Yo solo haría una asesoría puntual en sentido jurídico, pero sí la llevaría a
[la] Personería para que estableciera la demanda contra esa entidad o ese
organismo, pero yo acá, o simplemente como una asesoría, le diría la persona
indicada, a no ser que sea de pronto un funcionario público que esté como
más a mi alcance que pueda pues tener como incidencia sobre su jefe, o una
incidencia con él […] de hacer como más ese llamado puntual con la otra
persona qué pasó…, pero sí es definitivamente asesorarla a que haga una
denuncia pública, eso hay que denunciarlo públicamente (Martha Giraldo.
Funcionaria de la Gobernación. Medellín, 2007).
Sin embargo, una cantidad significativa de personas que fueron interrogadas
al respecto aseguró carecer de herramientas suficientes para enfrentar el racis-
mo como funcionarios(as). Aunque muy pocos(as) explicaron el porqué de su
respuesta, algunos(as) sienten que no es posible hacer nada respecto al racismo
desde sus lugares de trabajo debido a que es una cuestión estructural que no
puede abordarse desde espacios microsociales.
Si en mi entorno profesional diario alguna de las personas negras me dijera
que se ha sentido discriminada en esta ciudad, yo no tendría las herramientas
específicas para manejar esa situación porque la discriminación a mi modo
de ver es un aspecto estructural social, por lo tanto, no está en mis manos
hacerlo (Yunis Medina. Funcionario de la Alcaldía. Cali, 2007).

Racismo social o cotidiano


Las muestras de la naturalización del racismo se concretan en las relaciones
cotidianas entre los blanco-mestizos(as) y los afrocolombianos(as), negros(as)
raizales y palenqueros(as) en los distintos ámbitos donde interactúan.
Usted puede observar la discriminación racial en el comportamiento social
de las personas, en las ciudades capitales, en el ingreso a los clubes sociales,

650 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
en el ingreso a las discotecas, en el ingreso a las universidades; no debiera ser
así pero nosotros debemos de manifestarlo (Manuela Ramírez. Representante
a la Cámara de Representantes por comunidades negras, 2007).

En este tipo de narrativas, llama la atención el lugar privilegiado que ocupan


las historias sobre la prohibición de acceso a discotecas, la casi nula mención a
los crímenes de odio ocurridos en el país, y aún menos las limpiezas sociales que
han ocurrido en Cali y en Cartagena a causa de la asociación entre juventud,
pertenencia étnico-racial, pobreza y delincuencia.
La discriminación racial, como visibilización y clara expresión del racismo
en Colombia, se materializa de varias formas en el contexto colombiano y,
específicamente, en las ocho ciudades analizadas aquí. En las narrativas de los
entrevistados(as) se destacan cinco factores que caracterizan y ejemplifican la
manera en que se presenta el racismo social: el uso y manejo del lenguaje y las
expresiones; los escenarios y espacios donde se reproduce; las formas en que se
evidencia dentro del ámbito laboral; los actores sociales que lo han fomentado
y promovido; y las experiencias en las que se ha vivido personalmente y/o se ha
sido víctima del mismo. A continuación se expondrán los planteamientos que
las personas entrevistadas formularon acerca de cada uno de ellos.

Discriminación racial expresada en el lenguaje

Uno de los medios por los cuales se hace explícita la discriminación racial es
el lenguaje, bien sea oral, escrito o gráfico. Por medio de éste se hacen eviden-
tes los prejuicios y las construcciones sociales negativas de lo que significa ser
afrocolombiano(a), negro(a), raizal o palenquero(a), y se usa para llevar a cabo
prácticas que discriminan.
El lenguaje cotidiano y las expresiones que suelen utilizarse con frecuencia
son quizás las formas más evidentes de reproducción del racismo en las interac-
ciones cotidianas. Dichas expresiones son mencionadas por los funcionarios(as)
para mostrar que el racismo ha permeado las distintas esferas del lenguaje y
reproduce concepciones negativas de las personas afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras de modo tan frecuente y desprevenido que pareciese que
ha llegado a convertirse en un acto inconsciente.
Una de las muestras más recurrentes del racismo en el lenguaje son los chistes
racistas populares que refuerzan estereotipos negativos.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 651


Hay un chiste y es de que […] allá en Cartagena hay un negro con mucha
plata, Alfredo de Campo Castro, entonces uno veía que Campo Castro iba
en su carro último modelo y […] un cachaquito le pidió un chance y él lo
sentó atrás y Alfredo siguió manejando su carro; cuando pasó por un retén
de policía, los policías le dijeron «no joda, mira el culo de chamba que tiene
el negro, manejándole al blanco que va allá atrás», entonces se emputó y
puso al man que le dio el chance a que manejara y él se fue al lado. Cuando
pasó por otro retén le dijeron «no joda negro, qué culo de chance te están
dando» (Liborio Cáceres. Senador de la República. Miembro de un partido
de la coalición del gobierno. Bogotá, 2007),

Para algunos entrevistados(as) existen chistes que promueven las desigual-


dades sociales y expresan desacuerdo con la búsqueda de la igualdad para las
minorías étnico-raciales.
A veces es el chiste por ejemplo, uno oye a la gente diciendo […] «desafor-
tunado el presidente López del año 53 que abolió la esclavitud». Todavía
hay una impresión de desagrado precisamente con lo justo; todos sabemos
que cualquier esclavitud es condenable por principio, pero todavía hay per-
sonas que consideran que deberían mantenerse condiciones de desigualdad
social y jurídica (Carlos Maya. Ex magistrado de la Corte Constitucional.
Bogotá, 2007).

Aunque podría creerse que estas situaciones solo se presentan en relaciones


y contextos informales o entre personas cuyo nivel educativo es bajo, algunos
funcionarios(as) entrevistados exponen lo contrario; comparten experiencias
en las que han sido víctimas del lenguaje racista en contextos institucionales
de alto nivel en gobiernos locales.
Yo llegué aquí con una experiencia muy buena, de ser un luchador, un
representante de los trabajadores del sector de la educación tanto a nivel
departamental como a nivel nacional, y eso me sirvió mucho porque el primer
mes que llegué sí hubo una resistencia porque los compañeros diputados
no estaban preparados para que llegara un negro. Entonces, se escuchaban
lenguajes como que todo lo malo eran los negros, que «aguas negras, que me
negreaste, que yo hoy sí amanecí muy de malas»; todo lo malo era sinónimo
del negro. Y otros que no nos llamaban negros, ni afrodescendientes, sino
que de color, entonces, siempre en las intervenciones me tocaba decirles:

652 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
«compañeros, nosotros somos negros, no somos de color, no todo lo negro
es malo, la discriminación no es por tener la pigmentación negra». […] eso
a ellos les incomodaba porque como anteriormente se expresaban siempre
subvalorando y discriminando el color negro, entonces al estar yo, pues ahí
entraba a autocorregirse o a autocontenerse […].(Carlos Rosero. Concejal
de la ciudad de Medellín, 2007).

La transmisión de información con contenido racista por medios distintos


al oral, imágenes, por ejemplo, también es una muestra de la discriminación
racial en el país. La estigmatización de las personas de ‘raza’ negra, en la que
se las asocia con pobreza, hambre y pereza, es constantemente difundida por
medio de regímenes de representaciones visuales que promueven esos estereo-
tipos negativos.
Te invito para que ahora que salgas mires allá a mano derecha, a la salida,
la última oficina, donde hay un afiche de un político, donde en su afiche
él coloca a los trigueños lo mejor y a los negros nos saca, desnutridos y
abandonados, a nuestros hermanos africanos. Y concluye diciendo que hay
que dar gracias a Dios porque tenemos algo. Y […] la gente como que no
analiza el mensaje de ese afiche y a uno le duele ver que a su propia raza la
están maltratando de palabra y de hecho, y se están dejando utilizar de una
persona que subvalora, que discrimina, que es excluyente, que nos llama
de color. A pesar de que en infinidad de veces yo le manifiesto que somos
negros, que somos negras y que no somos de color (Ana Zapata. Funcionaria
de la Alcaldía. Medellín, 2007).

Escenarios en donde se presenta discriminación racial

La discriminación racial se hace visible en distintos contextos a nivel local,


municipal, distrital y nacional, algunos más cotidianos que otros, y a los que
tienen acceso un mayor o menor número de personas, por ser masivos, públicos
o privados; es decir, los espacios donde se discrimina son muchos y muy variados,
motivo por el cual no hay un patrón determinado que los caracterice. Lo que
puede determinarse es que el racismo está presente en muchos ámbitos, lo que
implica un mayor impacto y un mayor número de personas afectadas.
El racismo se reconoce en incontables espacios de la esfera de lo público,
desde quienes realizan la atención en establecimientos públicos (bancos, super-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 653


654 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
mercados, hospitales) hasta en la radio y la televisión. No solo se lo reconoce
por el poco acceso de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
a estos espacios en calidad de trabajadores, sino también por la reproducción
de los estereotipos raciales negativos en torno a este grupo étnico-racial.
Yo creo que sí hay discriminación racial en Colombia y, sobre todo, se
manifiesta en comportamientos sociales. Usted espera siempre que un ne-
gro, es decir, vaya usted a una clínica de Bogotá a ver si le toca un médico
negro, ¿qué cara hace el paciente? Digamos, ese tipo de cosas son las que
uno encuentra que no hay suficiente tolerancia. Están llegando apenas al
ejército y la policía a cargos de dirección y mando, pero yo creo que sí hay
una discriminación, de hecho, yo creo que las encuestas lo dicen y si no lo
dicen es porque la gente está mintiendo, pero es un sentimiento que yo creo
que es una realidad […] (Salomón Andrade. Representante a la Cámara.
Miembro de un partido de la coalición del gobierno. Bogotá, 2007).

Las personas entrevistadas se refieren en repetidas ocasiones a los medios


masivos de comunicación, en especial a los canales de televisión privados como
ejemplo de espacios concretos en los que se discrimina racialmente. En la trans-
misión de información, el lenguaje que utilizan y los mensajes que transmiten
—aunque parezcan inconscientes— demuestran prácticas discriminatorias.
A veces desde el mismo lenguaje, uno a veces ve en titulares que todavía se
habla de aguas negras, en vez de aguas residuales. Pienso que hay mucho
desconocimiento en los medios de comunicación y creo que eso habría que
hacerlo; faltan muchas más caras visibles de negras y negros que salgan en
los medios de comunicación. Pienso que los que estamos, los que hemos
podido estar nos hemos abierto espacios importantes; me da mucha alegría
cuando en rcn yo puedo ver a [nombre de un reportero negro que no se
autorreconoce como tal], creo que es el único negro que hay en rcn, y así
debe ser un trabajo que no solo debe ser en la comunicación sino en las
diferentes ramas del saber y en los diferentes campos laborales (Manuela
Orozco. Funcionaria de la Alcaldía. Cali, 2007).

En los espacios de decisión también se reproduce el racismo. Una persona


entrevistada en Cartagena hace énfasis en la poca participación que tienen los
afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) en dichos contextos
a causa la discriminación racial de la que son objeto.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 655


Hay una discriminación en Cartagena que es soterrada. Dicen que no hay, pero
en la práctica sí se da, o sea, no te dicen abiertamente que no te quieren pero
que en el momento de elegir a esa persona en espacios de decisión, te dicen
que no; casi ninguna de las personas que están ambientando esos espacios
de decisión, en Cartagena, son de las comunidades afros; y aquellas personas
que tiene rasgos fenotípicos no se autoreconocen, pasan de agache. En los
espacios donde se toman decisiones, en Cartagena, no hay participación de
las comunidades afro, y eso para mí es una especie de discriminación que
se tiene respecto a estas comunidades (Manuel Cavadía. Funcionario de la
Alcaldía. Cartagena, 2007).

Actores(as) sociales que han promovido el racismo y la discriminación racial

El rol que desempeñan algunos actores sociales distintos al Estado (atrás


abordado) en la permanencia y la reproducción de la discriminación racial en
las prácticas cotidianas de la sociedad colombiana es uno de los factores que
caracterizan el racismo presente en el país. Aunque son pocas las personas que
hacen referencia a ellos, a lo largo de las entrevistas se encontraron tres actores
claves en la reproducción de ideologías asociadas con el racismo y prácticas de
discriminación racial.
El primero de ellos es el sistema educativo, el cual, además de ejercer prácticas
discriminatorias entre sus miembros —estudiantes y maestros(as)— tampoco se
ha ajustado a las particularidades culturales y étnicas de los mismos, aun en con-
textos donde cuentan con altos porcentajes de afrocolombianos(as), negros(as),
raizales y palenqueros(as). Un ejemplo de esto es el caso de Cartagena.
Nosotros somos los que hemos llegado e, inclusive, hemos realizado marchas
aquí en Cartagena, nosotros cuando conmemoramos el Día Nacional de la
Afrocolombianidad, realizamos marchas aquí en toda la zona histórica de
Cartagena, donde hemos congregado cantidades de personas, estudiantes
y maestros, para hacernos presentes y decir que Cartagena necesita una
educación que responda a su realidad histórica, a sus realidades culturales,
a sus realidades ancestrales y a sus realidades espirituales, que no han estado
siendo recogidas en el sistema educativo cartagenero. Apenas estamos noso-
tros diciendo que hemos avanzado como en un 25% y que nos queda una
larga tarea, de que esta propuesta sea implementada por lo menos dentro
de dos años, estamos en la línea de masificar la propuesta de etnoeducación

656 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
y la cátedra en todo el sistema educativo cartagenero (Candelario Teherán.
Funcionario de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
Los medios de comunicación —tema ya mencionado— no solo se perciben
como un escenario constante de reproducción de estereotipos raciales, sino
también como un actor activo que los fomenta y produce ciertas dinámicas en
los regímenes de representación que contribuyen a fortalecer el racismo.
El transcurrir de la historia de la televisión y los medios audiovisuales en
Colombia está plagado de racismo. Existe una pertinaz práctica de exclusión,
desarrollada a lo largo y ancho de la historia de las comunicaciones, las artes
y las ciencias audiovisuales en Colombia.
Sin embargo, con absoluta determinación y conciencia con respecto a las
acciones que como afrocolombianos y parte vital de la sociedad colombiana
debemos emprender para confrontar ahora y de una vez por todas la grave
crisis cultural que tales prácticas excluyentes determinan, caracterizan y
provocan, todavía esperamos e invitamos a las más vivaces fuerzas dentro de
la cultura colombiana a emprender un viaje reflexivo y correctivo, audaz y
conmovedor de los cimientos ya corroídos por la indiferencia, el exclusivismo
y las señas de intolerables actitudes racistas.
Se trata ahora de examinar en el fondo y la superficie, las narrativas que
han permitido el ejercicio de la exclusión afrocolombiana, de su virtual
borradura, de su invisibilidad en el imaginario de la cultura audiovisual del
país. Pero también, y de modo gravísimo, acaso de su ocasional aparición y
representación de modos que no corresponden con la real catadura, profun-
didad y respeto que sus aportes y presencia en la cultura nacional merecen,
en dignidad, peso, estatura y enorme influencia.
Y aquí, los efectos de tal invisibilización no solo se manifiestan en la exclusión
de algunos artistas, como actores y actrices, sino también en la totalidad de
los artistas y técnicos audiovisuales, performativos, escénicos y dramáticos,
tales como escritores, dramaturgos, libretistas, guionistas, escenógrafos,
directores de arte, vestuaristas y diseñadores, fotógrafos, camarógrafos,
entre otros. Es decir que, en consecuencia, una parte viva y palpitante de la
cultura colombiana, entendida esta como una proyección estética y artística,
toda una visión cultural, se encuentra desaparecida, ausente del imaginario
audiovisual de la Nación.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 657


Aun si admitimos el albedrío que representa el derecho de la libre empresa,
también somos capaces de advertir cierto programa de negación rotundo de una
cultura que es central en el desarrollo de la identidad de la nación toda.
Entonces, todavía nos preguntamos si la libre empresa en una industria
cultural admite la construcción de un imaginario torvo e incompleto,
mientras se proclama como hacedora y garante de firmes representaciones
culturales nacionales.
Y más allá, de qué modos y maneras contribuye esta industria cultural a
la armonía de la nación, en tanto impone unas ideas que no reconocen el
completo panorama de la complejidad cultural y social de la nación.
Estas son preguntas hondas y agudas que relucen dolorosas en el corazón
de la cultura colombiana, que valdría más que nuestro país y sus institu-
ciones intentarán resolver ahora (Ángel Perea Escobar. Crítico cultural.
Bogotá, 2007).
El tercer actor encontrado en las entrevistas es la Iglesia Católica. Por medio
de sus procesos de evangelización imponía sus formas de entender el mundo y
la sociedad, lo que implicaba una subvaloración de los grupos étnico-raciales
distintos al predominante —blanco-mestizo— del centro del país. En conse-
cuencia, en sus estructuras institucionales no se encontraban muchos hombres
de ‘raza’ negra, y los pocos que había se encontraban en situaciones de desventaja
frente a los blanco-mestizos. Según la persona entrevistada que hace alusión a
la Iglesia Católica, estas muestras de racismo se han modificado de modo pro-
gresivo, en especial en regiones con mayorías afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras.
Desde la Vicaría afro yo creo que el aporte más significativo es abrir la dis-
cusión sobre el tema étnico. Durante muchos años de evangelización en la
Diócesis o en cualquier territorio eclesiástico, se miraban las cosas como la
Iglesia las traía; muchas veces, los evangelizadores decían era que se iban a
inculturar [sic], mas no que se iba a encarnar el evangelio. Inculturarse es
que llegué y de pronto intenté, desde mis condiciones, hacerme uno con la
gente que está. Otra cosa es que la lectura del evangelio se haga a partir de
la realidad comunitaria en la que se vive, la realidad étnica cultural. Es muy
diferente hablar desde el púlpito con una palabra fría del evangelio a tratar
de hacer esa misma palabra pero desde la gente. Uno de los aportes signi-

658 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
ficativos que hemos tenido ha sido ese, dar la posibilidad de que se hable,
que se acabe como es; solamente ese encasillamiento que se vería desde lo
que se traía de afuera, tanto que ya por lo menos nuestro anterior obispo
dio la posibilidad de que hubieran sacerdotes, empezar a darles formación a
su clero autóctono. Es fuerte, pero es la realidad lo que pasa con la diócesis
vecina. En Itsmina, que es más grande territorialmente que la Diócesis de
Quibdó, los sacerdotes que hay allá, el 90% son mestizos y un 10%, si no me
equivoco, son negros; y los sacerdotes negros ahorita es que los están dejando
ir a parroquias, porque anteriormente los sacerdotes negros de Itsmina los
mandaban al seminario a formarse como con la intención de que no tuvieran
contacto con el pueblo negro de Itsmina. Ahoritica, con el nuevo obispo es
que abrieron esa frontera, la Iglesia tiene que hacer una pelea dura sobre la
relación étnica no solamente en Colombia, no solamente en el Chocó sino
en todo el mundo, porque su accionar evangélico no ha sido tan acorde a lo
que el señor Jesús quiso que se hiciera y, entonces, han invisibilizado muchos
(Rafael Ocampo. Funcionario de la Alcaldía. Quibdó, 2007).

Enfrentar el racismo y la discriminación racial


Si el racismo existe en Colombia y se tiene claro que es una ideología que
violenta a las personas y los pueblos afrocolombianos, negros, raizales y palen-
queros, y que incide de forma negativa en su calidad de vida y su condición de
ciudadanos(as) sujetos de derechos, entonces es necesario pensar en formas para
combatirlo, eliminarlo. Bajo esta idea surgen distintas formas de abordarlo para
superar la discriminación racial y remediar sus perversos efectos en los procesos
de cohesión social en el país.
Las entrevistas recogen siete frentes desde los que funcionarios(as) entrevis-
tados enfrentarían el racismo:
1. Concientización y educación
2. Fomento del autoreconocimiento étnico-racial y del empoderamiento
de los pueblos afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros
3. Movilización social frente al racismo y la discriminación racial
4. Creación de una contundente legislación que sancione la discriminación
5. Denuncia de casos de discriminación racial
6. Promoción de un reconocimiento de las diferencias culturales en especial
de la diversidad étnico-racial

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 659


7. Abandono de las diferencias étnico-raciales para concebir a todas las
personas como iguales
Cada una de estas se expondrá a continuación, recogiendo los aportes de
las personas entrevistadas.

Concientización y educación para todos(as)


Una cantidad considerable de personas considera que la mejor forma de
enfrentar el racismo es la concientización de la ciudadanía en general, sobre
la necesidad de eliminar tratos, conductas y expresiones que discriminen a las
minorías étnico-raciales. Una propuesta es crear un programa que fomente
una cultura ciudadana en contra del racismo, que se asimile a la emprendida
por el gobierno de Bogotá algunos años atrás.
[…] yo creería que harían falta muchas más Acciones Afirmativas en el sen-
tido de construir una cultura más solidaria, más aperturista con las minorías
étnicas. En Bogotá, hace pocos años se hicieron esfuerzos interesantes por
construir una cultura de ciudadanía, y algo se ha logrado. Creo que acciones
culturales desde el Estado, como las que se desarrollaron en Bogotá para
simplemente respetar el espacio público, deberían desencadenarse también
desde el Estado en relación con las minorías étnicas (Horacio Serje. Re-
presentante a la Cámara de Representantes. Miembro de un partido de la
coalición de gobierno. Bogotá, 2007).
Otras personas consideran que si el acceso a la educación para las personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras mejora, existirá una mayor
igualdad de oportunidades; ello redundará en menos diferencias y demostrará
que no hay motivos para discriminar a nadie, y restar importancia a su apa-
riencia física o a su color de piel.
Si tú tienes la oportunidad de prepararte, tú te abres las puertas y puedes
estar en un club igual que un blanco, igual que un indígena […], porque
estamos de igual a igual, hemos tenido la oportunidad de ir al mismo
colegio, hemos tenido la misma educación, entonces no veo porque tú
seas diferente de mí (Clara Angulo. Funcionaria de la Gobernación.
Cali, 2007).
Otros funcionarios(as) proponen fortalecer la formación de niños y niñas
en valores de igualdad y aceptación del otro como un ser humano igual, desde

660 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
los mismos procesos educativos, ya que si se fortalecen esos principios desde
la infancia se formarán personas que no establezcan relaciones cotidianas con
base en criterios de exclusión y subvaloración de los otros.
[…] enseñarle a los niños o los jóvenes que son la semilla, y lo que ellos
lleven, eso se va a reproducir, acerca del valor que tiene cada persona como
tal y que lo importante no es el color sino el valor que hay dentro de cada
persona. Ahorita sí creo que tenemos algunas herramientas aunque nos
hace falta mucho más, es un tema mucho más profundo (Yesenia Arrieta.
Funcionaria de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).

Fomento del autoreconocimiento étnico-racial y del empoderamiento de las


personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras

Algunas personas entrevistadas consideran que lo primordial en la lucha


contra el racismo es centrarse en la misma población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera, y promover en ella un autoreconocimiento que le permita
no ser afectada por los prejuicios raciales y valoraciones negativas de quienes
discriminan.
Hay que hacer unos proyectos educativos para la población afro; no para
excluirla del resto del mundo, sino para que el afro precisamente entienda su
posición dentro del resto del país. Y para que haya un proyecto más hacia la
unidad de los grupos étnicos desde la educación; manejado por los mismos
negros, con su propia ideología, con sus propios modelos pedagógicos y
didácticos, que le permita al negro ir entendiendo cual es la actitud y la
posición que debe jugar dentro del contexto colombiano y que dignifique
sobre todo al negro. Para que permita que la etnia negra se asuma como
etnia, no que al negro le de vergüenza de que le digan negro, pero sí se
sienta orgulloso cuando le digan mulato, chinapo y todas esas cosas, no,
porque ser negro no desdice de la persona (Rosa García. Funcionaria de la
Alcaldía. Quibdó, 2007).
Esta alternativa de enfrentamiento al racismo y a la discriminación racial se
enfoca en potenciar una autopercepción positiva de las personas afrocolom-
bianas, negras, raizales y palenqueras que les permita hacer caso omiso de la
discriminación racial que otros ejercen, pero no piensa generar cambio alguno
en quienes ejercen la discriminación racial.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 661


Movilización social frente al racismo y la discriminación racial
Unas pocas personas ven en la acción colectiva la forma más efectiva para
enfrentar el racismo, ya que esta implicaría visibilizar el problema ante la
opinión pública y así, además de impactar a la ciudadanía, la comunidad
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera podría organizarse para lograr la
reivindicación de ciertos derechos como minoría históricamente vulnerada.
[…] lo primero es organizarse, eso es lo básico, organizarse, […] esta-
bleciendo unas claras prioridades, haciendo lo que se llama un litigio, es
decir, ciertos casos que parezcan especialmente importantes y volverlos
justiciables, eso obligaría a que la opinión pública se detuviera y mira-
ra los reales problemas causados. Pero todo eso implica organización
(Mauricio Muñoz. Ex magistrado auxiliar de la Corte Constitucional.
Bogotá, 2007).
A pesar de esto, otros entrevistados(as) comentan que esta forma de visibilizar
el problema y exigir sus derechos no ha sido muy utilizada. En el caso particular
de Cartagena, algunos(as) funcionarios reconocen que no ha habido muchas
movilizaciones porque estas no han tenido ningún efecto.
Aquí, movilizaciones como tal, como movilización de la gente, no ha ha-
bido […]; ha habido disertaciones a través de los medios, de la radio, de
la televisión, porque […] ellos están ahí, y uno se queja y ellos hacen una
noticia y después a los dos días sigue pasando lo mismo. Aquí cuando pasa
algo, el tipo va y pone la denuncia en la personería o una querella y, enton-
ces, el personero recibe la denuncia […]. Entonces, movilizaciones así que
diga nos vamos todos los afros de la ciudad hasta la alcaldía a protestar, no.
Que yo sepa, no. […] son 38 años de estar acá y no […] (Ludivis Puello.
Funcionaria de la Alcaldía. Cartagena, 2007).

Creación de un proyecto de ley que sancione la discriminación racial


Desde instancias como la Defensoría del Pueblo se ha promovido la cons-
trucción de un proyecto de ley antidiscriminación, en el que se penalicen los
actos de discriminación racial.
[…] nosotros creemos que en este país, desafortunadamente, hay pro-
blemas de discriminación, no solamente por razones étnicas o culturales,
también hay discriminación de distinta índole y, por eso, la institución

662 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
a través de la Delegada para Asuntos Constitucionales y Legales, que lo
lidera la doctora [el nombre de la persona] desde hace más de dos años,
ha venido trabajando la construcción de un proyecto de ley concertado
con distintos sectores que históricamente han sido discriminados, por
razones de género, por razones, […] de distinta índole, por razones étni-
cas; por supuesto, las comunidades negras o el tema de las comunidades
negras y afrocolombianas ha sido un tema importante. Hay un capítulo
especial en el proyecto de ley, que esperamos [que] en el transcurso del
año el señor Defensor haga entrega o radique el proyecto de ley; […]
porque […] observamos que en la sociedad colombiana o en la relación
de la sociedad y el Estado, hay una situación de discriminación y usted
ahí puede encontrar muchos argumentos, incluso, muchas apreciaciones
institucionales como Defensoría del Pueblo, por la razón por la que se
trabajó de manera muy participativa, muy concertada este proyecto de
ley, que esperamos que ayude al país, al Estado, a la sociedad, a superar la
situación de discriminación, no solamente por razones étnicas y culturales,
sino por múltiples razones, y que, además de ayudar a superar, permita
avanzar hacia la igualdad en la diferencia (William Chivito. Funcionario
de la Defensoría del Pueblo. Bogotá, 2007).
Frente a propuestas de este tipo, surgen opiniones a favor y en contra.
Algunos(as) muestran su claro desacuerdo con penalizar las conductas discri-
minatorias; en su lugar, proponen que el racismo sí debe ser sancionado, pero
no penal sino social o moralmente.
[…] estas normas que están hoy trayendo a colación penalizar la discrimi-
nación racial, […] me parece como volver al siglo xvi, a tratar de pelear con
la esclavitud que se acabó hace un siglo, y que, de alguna manera, lo que
se generaría a la sociedad, ahí sí, es una advertencia de que hay diferencia
étnica. No, yo insisto en que Bogotá y Colombia es un país, es una ciudad,
donde eso está bastante aferrado. Ahora, si se conforman algunas normas,
por ejemplo, para generar algunos tipos de beneficios cuando hay personas
en estado de indefensión o algunas cosas por el estilo, vaya y venga. Pero
yo no comparto, por ejemplo, el proyecto de María Isabel, colega mía a
quien admiro y quiero, de penalizar la discriminación racial, básicamente
porque no hay que penalizarla sino rechazarla desde el punto de vista social,
señalando con el dedo, casi inclusive, a quien está cometiendo un acto de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 663


ese carácter (Mauricio Pimentel. Representante a la Cámara. Miembro de
un partido de la coalición de gobierno. Bogotá, 2007).

Denunciar los casos de discriminación racial


No callar ante lo que se entiende como un acto de discriminación racial,
sino hacerlo público, por medio de una denuncia, queja o reclamación ante la
autoridad competente, es la opción que para algunas personas es más válida y
efectiva frente al combate del racismo en Colombia.
[…] el caso de un joven que lo mandamos a viajar a Bogotá y lo trataron mal
donde le vendían el tiquete; pues llamé al coordinador porque, para mí, es mi
población, y yo no permito ni que me le falten al respeto ni que mi gente le
falte al respeto a otro, porque para mí sencillamente todos somos iguales; o
sea, vinimos aquí pintados de negro, amarillo, de blanco, pero es que todos
somos igual de humanos, pero como discurso, como concepto, como tal (
Rosalba Catro. Funcionaria de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).
Desafortunadamente, son muy pocos los casos de discriminación racial que
se denuncian. Las razones de ello que exponen las personas en las entrevistas
son variadas, y tienen distintas causas que para muchos(as) están relacionadas
con que el problema no es visible para las mayorías del país.
[…] las prácticas de discriminación han llevado a que el racismo no sea
visible, o sea, no son prácticas de discriminación que se reflejan en algo,
luego en los medios de comunicación, o en discusiones; foros que tengan
un impacto […] más allá de lo que [se] discute en el foro, sino que no está
presente la visibilidad del caso. Eso debido a que, en lo que es el acceso a los
medios de comunicación y el acceso a los centros decisorios, la población
afrodescendiente se encuentra muy marginada y así ha sido siempre (Juan
Ossa. Ex magistrado de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).
Tal invisibilidad se justifica por el distanciamiento geográfico de los pueblos
afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros con el centro del país, por ser
lugares de los que poco se sabe y que poco interesan al grueso de la población
y a las autoridades.
[…] dadas las características de los procesos decisorios, en donde no solo
el centro, Bogotá, sino también como puede ser Barranquilla, Cali, otros
centros del país donde se dan esos procesos, [...] esa concentración de los

664 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
procesos decisorios en Colombia. La mayor concentración de población afro
está en lugares del territorio que contribuyen […] a excluirlos sin que sean
cotidianamente visibles en esos centros (Manuel Cabrales. Ex magistrado
de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).
Otra razón que explica la invisibilidad del racismo es la aparente ausencia
de actos violentos o de linchamientos en los que se evidencie explícitamente
que su causa es la discriminación racial.
[…] no ha habido eventos, y eso es bueno, pero tiene su efecto negativo,
[…] que se concreten a razón de la discriminación. O sea, en Colombia hay
discriminación pero, como dice el libro de unos norteamericanos que han
mirado el tema, frente a otros eventos de discriminación, por ejemplo racial,
es una discriminación no violenta. O sea, es de otro tipo, pueda que haya
incidentes y haya eventos, pero no se presenta […] un conflicto tan violento
como el que tenemos, en ese conflicto el tema racial no está presente, ni hay
eventos […] como: «mire, es que al pueblo indígena tal se le metieron y se le
llevaron este líder», no se manifiesta así. Como la agenda pública colombiana
está tan dominada por el tema de orden público y del conflicto, eso también
ha llevado a que durante mucho tiempo no esté presente (Manuel Navarrete.
Ex magistrado de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).
Además de la falta de visibilización, los casos de discriminación racial tampoco
se denuncian porque, según algunas personas entrevistadas, no existe conciencia
de que estas situaciones merecen ser llevadas ante los estrados judiciales para
penalizarse.
[…] puede ser que no haya conciencia de judicializar esas eventuales
discriminaciones […]; es posible que haya una conciencia social no muy
evolucionada, y simplemente las discriminaciones se asuman, se soporten
y no se pretendan ventilar en los estrados judiciales; es posible, […] eso
puede ser una razón. Porque, en realidad, si uno mira en los expedientes,
hay muy pocos casos de discriminación afro. Hace poquito, el año pasado,
hubo dos sentencias, una sobre unas niñas que no las dejaron entran a una
discoteca. Pero uno no ve que suceda muy frecuente [sic]. También hay una
jurisprudencia que tiene que ver con una niña que iba a estudiar medicina,
fue un caso precisamente de este despacho. Una sentencia que la Univer-
sidad de Santa Marta había asignado unos cupos para afrodescendientes,

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 665


y a ella no le dieron ese cupo; reclamó el cupo y no se lo dieron, entonces
presentó tutela. Todavía no existe una conciencia suficiente para judicializar
esos casos de discriminación (Rodrigo Navia. Ex magistrado auxiliar de la
Corte Constitucional. Bogotá, 2007).
Esta apreciación puede estar ligada a la comentada por otros funcionarios
(as) quienes afirman que la discriminación racial no se denuncia porque a las
personas les gusta vivir en ese estado de exclusión y menosprecio.
¿Por qué últimamente han aparecido pronunciamientos de la Corte frente
al racismo? No obstante, frente a todo el racismo que existe en este país,
uno diría que no se ventilan muchas cosas. ¿Por qué cree usted que los ciu-
dadanos no acudan a denunciar prácticas racistas? Creo que obedece a que
no solamente se necesita que existan pruebas, adicionalmente se necesita
ponerlo sobre la mesa, ponerlo sobre el debate. Pero, además que usted lo
ponga sobre el debate, ¿cómo educa a las personas sobre el problema?, ¿cómo
propaga sobre el problema? y, finalmente, ¿cómo organiza ese debate? Pero,
¿qué pasa?, hay que decirlo, aunque es duro, pero hay esclavos que les gusta
su cadena […], una actitud equivocada, absurda […] (Vicente Cuellar. Ex
magistrado de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).

Reconocimiento de las diferencias y de la diversidad étnico-racial

Para eliminar el racismo, se deben abordar y reconocer las diferencias étnico-


raciales de los distintos grupos poblacionales que habitan el país. Al hacerlo,
se podría establecer un verdadero reconocimiento de la diferencia que permita
avanzar en la eliminación de estereotipos negativos y malos tratos.
[…] soy de los que piensa que para avanzar en la solución de los problemas de la
población afrocolombiana, primero, hay que agotar la etapa de reconocimiento,
de reconocimiento de la diferencia, de reconocimiento de la diversidad; la di-
ferencia también incorpora las circunstancias fácticas en las que esta población
se encuentra. Si no hay una conciencia institucional, una conciencia colectiva
en torno a que, primero, existe una población y, en segundo lugar, [a] que esa
población tiene unas desventajas […] y, […] en tercer lugar, [a] que tienen
[…] una diversidad cultural, es poco probable que encuentre receptividad a
acciones ya específicas ( Juan Pérez. Funcionario de la Dirección de Etnias en
el Ministerio del Interior y de Justicia. Bogotá, 2007).

666 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Una de las formas de lograr el reconocimiento de esas diferencias es la etno-
educación, pero pensada como un elemento presente en los procesos educativos
de todos los colombianos(as).
Hay muchas tareas que se pueden hacer, pero yo sigo insistiendo que en la
educación está el gran ejercicio; el proceso de formación en etnoeducación
afrocolombiana no debe ser dirigido, de ninguna manera, únicamente a
los docentes, debe ser dirigido a toda la comunidad. Aquí, el diálogo de
la multiculturalidad y de la interculturalidad tiene que aparecer como una
propuesta que cohesione la sociedad, y a través de la cual se propicie el esce-
nario de respeto por el otro. Creo que si conoces que la otra persona o que
la otra parte de la población que existe es tu igual, que merece tanto respeto
como el que mereces tú, yo creo que ahí la gente debería tener otra mirada;
la mirada de la dignidad, la mirada de sentir y de saber que están tratando
con hombres y mujeres libres. El concepto de libertad debe ser aprendido por
todo el mundo; hombres y mujeres libres, no hombres y mujeres sometidos,
de eso no se trata, el sometimiento hiere, lesiona y deja huellas imborrables
(Teresa Mosquera. Funcionaria de la Alcaldía. Buenaventura, 2007).

Abandono de las diferencias étnico-raciales


para ver a las personas como iguales
Una postura completamente opuesta a la anterior, defendida por otros
entrevistados(as), asume que la mejor forma de enfrentar el racismo en el país
es obviar las diferencias étnico-raciales y ver a las personas negras como iguales.
Es decir, hacer énfasis en las similitudes humanas, más que en las diferencias
culturales o fenotípicas.
Debemos hablarles que nosotros somos mayoría, de que somos todos de la
misma raza, de que tenemos la misma cultura, de que hablamos el mismo
lenguaje, son una cantidad de cosas por las que somos los mismos, entonces,
no tenemos por qué ser discriminados […] (María Castro. Funcionaria de
la Gobernación. Quibdó, 2007).

Formas en las que el racismo se ha abordado en Colombia


Son realmente pocas las acciones que se han realizado para abordar el racismo
en Colombia. Al ser un fenómeno soterrado, e incluso negado por una parte
considerable de la población, es posible que el tratarlo y eliminarlo no se haya

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 667


visto como una necesidad imperativa. En consecuencia, unas pocas personas
entrevistadas comentan que no existen programas diferenciados para la pobla-
ción afrocolombiana porque los gobiernos municipales —el de Medellín, en
este caso— no han sentido la necesidad de hacerlo.
Las herramientas institucionales están dadas por la oferta de programas
que tiene la administración y […] la administración no tiene ofertas, has-
ta donde yo conozco, diferenciadas para población afro (Jesús Ramírez.
Medellín, 2007)1.
Con relación particular a las ciudades que no cuentan con población ma-
yoritariamente afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, el hecho de que las
personas no vivan las experiencias de discriminación racial las lleva a que no
sientan la necesidad de tratar el problema.
Yo tengo buenas relaciones con personas del grupo que manejan negritudes
como la doctora Zulia Mena, ella es mi gran amiga, y yo siempre que tengo
la oportunidad de apoyarla, yo la apoyo frente a los cargos que aspira, pero le
digo que no comparto esto que Ley 70; y ella me respeta esa posición porque
ella sabe que ese es un tema que no lo comparto. Yo siempre le he dicho a
ella, yo he llegado donde he querido. Yo me presenté con 24 abogados a este
concurso, había de todo el país y, por lo menos, yo logré y llegué, y no tuve
un padrino político; entonces, hasta este momento creo y creí en el proceso
de meritocracia. Yo no tuve nadie que me llevara cogida de la mano, por
ejemplo, en esa época había hasta votado con ella y había perdido. Entonces,
en ese tema de la discriminación no he vivido muy relacionada, porque es
que no me ha llamado la atención. He escuchado casos de discriminación,
de personas que dicen que por ser negra, como por ejemplo artistas, que
por ser negras no les han dado un determinado papel, he escuchado, pero,
la verdad, es que no me he empapado (Luz Marina Quiñonez. Funcionaria
Alcaldía. Quibdó, 2007).

1 Este argumento puede ser algo impreciso, si se tiene en cuenta que durante el mismo
proceso de recolección de información y elaboración de entrevistas, se evidenció que
Medellín es una de las dos ciudades del país donde se han construido planes de Acción
Afirmativa para población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera.

668 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Medidas diseñadas para remediar los efectos de
la discriminación racial desde el Estado
Según los relatos de algunos funcionarios(as) públicos, las instituciones
para las que trabajan sí han diseñado medidas específicas para el abordaje de
las problemáticas que afectan a afrocolombianos(as), negros(as), raizales y
palenqueros(as), las cuales redundan en contribuciones para la eliminación
del racismo.
Desde el Ministerio de la Protección Social se ha implementado el enfoque
de manejo social del riesgo, mediante el acercamiento de la oferta del Estado a
las poblaciones discriminadas. Con dicho enfoque se pretende intervenir en la
discriminación racial que se evidencia en el precario acceso a mercados como
la salud, el laboral, el educativo, el de crédito, entre otros.
[…] la idea del ministerio, básicamente, es implementar el nuevo Sistema de
Protección Social en el país; eso implica […] implementar un enfoque que se
llama de manejo Social del Riesgo, que no pasa de ser sino un mecanismo de
financiamiento solidario frente al cubrimiento de ciertos riesgos que la gente
puede experimentar a lo largo de su vida […]. Viéndolo desde ese punto de
vista, la vulnerabilidad, como se entiende en el Ministerio, implica que hay
ciertos riesgos que se pueden cubrir con sistemas de aseguramiento, que son
de justicia económica solidaria, y hay otros riesgos que no se pueden cubrir
[…]. Sabemos que mediante un seguro no se puede cubrir a la gente frente
al riesgo de discriminación, entonces, estamos en la tarea […] de hacer dos
cosas: uno, identificar cuáles son los mercados a los cuales las personas no
tienen acceso debido a su color, y ahí caben básicamente el mercado educativo,
el mercado laboral, el mercado de crédito, muchos de los que ya se conocen;
y dos, ver […] cuál es su participación en esos mercados y qué oferta, pues
tal existe, y cómo hacer que se acerque básicamente; es también entender
por qué no funciona en ciertos departamentos (Diego Palacios. Funcionario
del Ministerio de la Protección Social. Bogotá, 2007).
La Defensoría del Pueblo ha desarrollado algunas medidas para remediar
los efectos del racismo y la discriminación racial, centradas en la promoción y
defensa de los derechos de las comunidades afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras.
La Defensoría del Pueblo, en el marco de su misión constitucional y legal
como es la de promover y defender los Derechos Humanos de los co-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 669


lombianos[…] y, en este caso, de las comunidades, lo que hemos venido
haciendo y lo que queremos seguir haciendo es, primero, promover sus
derechos; eso lo hemos venido haciendo a través de distintas estrategias de
la promoción, como la capitación a funcionarios públicos, los personeros
del país; ahí se ha incluido el módulo sobre derechos étnicos que va más
allá de las comunidades negras y afrocolombianas, vienen las comunidades
negras. Luego, hemos venido trabajando con los miembros de la fuerza
pública, ejército, policía, armada y la fuerza aérea, igual sobre los dere-
chos sobre las comunidades étnicas, con mucho énfasis: los indígenas y
los afrocolombianos. Igualmente, cuando yo trabajaba con los sectores,
con los operadores de justicia, jueces fiscales, dando a conocer que en este
país existen unos derechos diferenciados para estos sectores poblacionales
y que tienen unos estatus que deben ser reconocidos. O sea, esa labor de
promoción es muy importante; sabemos que otras instituciones distintas
a la Defensoría del Pueblo también han venido haciéndolo: la Dirección
de Etnias del Ministerio del Interior, la misma Procuraduría General, y
otras instituciones, la academia, como la Universidad Nacional, sabemos
que han venido haciendo ejercicios académicos y de investigación para
dar a conocer los derechos que les asisten las comunidades. […] también
hemos hecho requerimientos a las autoridades pertinentes, a que respeten
los derechos reconocidos como comunidades negras por parte del Estado
colombiano, que hay normatividades vigentes, porque nos damos cuenta u
observamos con mucha preocupación que no se respeta. Igualmente, aquí
han llegado algunas quejas muy puntuales, por cierto, de discriminación,
por algunas instituciones y algunos funcionarios, entonces hemos hecho
requerimiento a las autoridades que han sido demandadas a través de las
quejas para que tomen las medidas correspondientes y no se presente ese
tipo de situaciones. Usted sabe que la Corte Constitucional ha expedido
algunas sentencias de tutela relacionadas con discriminación en las que ha
indicado entre otras instituciones, [a] la Defensoría del Pueblo adelantar
gestiones de promoción de y de capacitación, en el Caso de Cartagena,
de dos niñas que fueron discriminadas, dos niñas negras que fueron
discriminadas en unos establecimientos públicos; ahí, la Defensoría del
Pueblo en atención a la orden dada por la Corte adelantó las actividades
que corresponden ( Alirio Ulcué. Funcionario de la Defensoría del Pueblo.
Bogotá, 2007).

670 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
El papel que puede jugar la Corte Constitucional contra el racismo y la discri-
minación racial está determinado por un proceso específico que depende de su
naturaleza de defensa y de lo estipulado en la Constitución Política de 1991.
La Corte Constitucional tiene una gran labor a desarrollar, pero solo la
puede desarrollar en la medida en que el legislativo actúe; el legislativo ex-
pide normas y acá podemos actuar ajustándolas a la Constitución y, si son
constitucionales, declarándolas que así lo son. Se puede desarrollar una gran
labor también a través de las acciones de tutela, esa es la gran importancia
que tiene esta acción porque es un gran instrumento, muy efectivo para los
casos de discriminación […], a través de esta acción ya hay varias acciones de
tutela que han protegido personas en condiciones de discriminación (Norma
Rojas. Ex magistrada de la Corte Constitucional. Bogotá, 2007).

En este contexto, esta institución ha hecho varios pronunciamientos frente a


casos de discriminación racial mediante las sentencias 1090/2005, T-375/2006
y T-025/2004.
En relación con las tutelas que ha expedido la Corte, te puedo mencionar
algunas. […] está la 1090 del año 2005, en la que la Corte protegió del de-
recho a no discriminación de una niña negra que en razón al color de su piel
no se le permitió la entrada a una discoteca en la costa, […] en una ciudad
de la costa colombiana; aquí se determinó que fue exactamente y en razón
a exactamente al color de su piel que no se le permitió el ingreso y se tuteló,
se le amparó y se dieron por parte de la Corte algunas indicaciones para el
Congreso en la toma de acciones para corregir socialmente estas situaciones
que se presentan […]. Acá tengo la T-375 del 2006 en la cual se protegió a
una mujer que no se le permitía el ingreso a la Universidad del Magdalena,
teniendo un derecho por una regulación y convenios que existen entre las
universidades para permitir en un número determinado el ingreso de personas
con la condición de afrocolombianas o de la comunidad afrocolombiana.
La Universidad del Magdalena estaba impidiendo el ingreso de esta persona
y se tuteló para ampararla y decir que ella también estaba siendo objeto de
una discriminación al no permitírsele el ingreso a la universidad […]. Y
tenemos el auto A218 del año 2006 que se origina en la sentencia T-025 del
2004, que es la sentencia macro acerca de los desplazados; se encontró una
situación de cosas inconstitucionales en relación con el desplazamiento en
Colombia, pero cuando la Corte avanza a mirar el cumplimiento de la tutela

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 671


y el cumplimiento de las órdenes que se han dado para corregir la situación
de inconstitucionalidad encuentra en este auto que el desplazamiento en
grupos indígenas y afrocolombianos […] tiene un impacto mucho mayor en
razón a su propia condición de indígena o afrocolombiano, y que el Estado
tiene que tomar algunas medidas especiales y particulares, además de las
macro y grandes para todos los desplazados, algunas muy particulares para
estos grupos que sufren con mayor impacto el desplazamiento en Colombia;
[…] estas de las que recuerdo […] (Mónica Espinosa. Ex magistrada de la
Corte Constitucional. Bogotá, 2007).

Para cerrar esta sección


El panorama del racismo que se desentraña de las narrativas de los
funcionarios(as) permite entender muchas de las particularidades de tal ideo-
logía y su materialización en actos de discriminación racial. En primer lugar, las
cuatro tendencias en las que se enmarca el análisis —relativas a la existencia o
ausencia del racismo en el país— permiten ver la existencia de extremos opuestos
y disímiles aun en una misma ciudad, puesto que mientras algunas personas
están seguras de no vivir en un contexto social, político, económico y cultural
que es racista, otras afirman lo contrario: el racismo sí existe en Colombia y es
un problema que debe intervenirse de manera pública y eliminarse.
En medio de tales posturas, se encontraron puntos intermedios en los que
los entrevistados(as), de una u otra manera, afirman o niegan ambiguamente
que se encuentran inmersos en una sociedad racista. Empero, al sostener que
las «pocas» evidencias del racismo en el país no son problemáticas o al tener
una mirada escéptica frente a su existencia, podrían estar tomando distancia
de la aceptación del fenómeno como un problema social.
Por efecto de la aseveración antes expuesta, estas tres tendencias podrían
considerarse como apartadas de la cuarta, dado que su visión radical de reco-
nocer que sí hay racismo toma un camino distinto y —para sorpresa de los
partidarios de las otras tres tendencias— es la postura que sostiene la mayoría
de personas entrevistadas.
En las afirmaciones en las que se aseguró que hay racismo en el país, se iden-
tificaron tres formas en las que se presenta: racismo estructural, institucional y
social. Cada una de estas formas muestra las particularidades de una ideología
que rechaza, excluye y subvalora a personas y pueblos afrocolombianos, ne-
gros, raizales y palenqueros. Esta identificación permitió precisar un contexto

672 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
macro social (en el racismo estructural), distinguir uno de los medios en el
que se reproduce y representa su sostén (racismo institucional), y manifestar
como se vuelve cotidiano, recurrente y permisivo en las dinámicas sociales de
la interacción humana (racismo social).
Los hallazgos encontrados en las entrevistas también dan cuenta de los
rasgos que particularizan el racismo en Colombia y que —como es de espe-
rar— responden a las especifidades sociales, históricas, políticas y económicas
del país. Algunos de los más destacados son los altos índices de pobreza en el
total de la población nacional, que se hacen más recurrentes y agravados en
la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera; los nefastos efectos
de abandono y exclusión de una nación homogenizante plasmados en las
«geografías racializadas», a su vez asociados a una estructura centralista de
poder político; y la falta de medidas y acciones desarrolladas para enfrentar el
racismo y la discriminación racial, producto de una naturalización histórica
de las diferencias étnico-raciales de personas y pueblos como los indígenas y
afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros que aún no se ha abordado
de forma adecuada.
Por último, cabe mencionar algunas diferencias entre los distintos conceptos,
experiencias y opiniones en cada una de las ocho ciudades recorridas. Contrario
a lo que podría esperarse, en todas se reconoce la existencia del racismo, sin
importar cuán amplio sea el porcentaje de personas afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras que las habiten. Y aunque algunos(as) aseguran que en
las ciudades o regiones de población mayoritariamente negra no se perciben
eventos de discriminación racial, ya que todas las personas pertenecen al mismo
grupo étnico-racial, otros(as) desmienten tales afirmaciones al afirmar que,
primero, la población blanco-mestiza que allí vive suele encontrarse en mejores
condiciones laborales, educativas y económicas que el grueso de la población
negra afrocolombiana y, segundo, que existen prácticas endoracistas en las que
se ponen de manifiesto las diferencias económicas y el acceso al poder político
de una minoría privilegiada de personas negras.
Es importante aclarar que esta situación suele describirse para escenarios como
los de la región Pacífica o Caribe, pero no para San Andrés Islas. Las particula-
ridades de la población raizal evidencian un racismo distinto en dicha región,
influenciado por la migración de grupos de afrocolombianos y blanco-mestizos
de la parte continental del país, quienes viven en condiciones económicas pre-
carias, y por las particularidades culturales que identifican a los raizales.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 673


El racismo y la discriminación racial vistos por los funcionarios(as)
de servicios sociales de bienestar
Las dinámicas propias de los servicios sociales en Colombia y la interacción
entre sus funcionarios(as) y beneficiarios(as) están mediadas por una serie de
factores y elementos que inciden en la calidad de la atención y el trato entre
unos(as) y otros(as). Uno de estos es el color de piel de las personas o su perte-
nencia a algún pueblo étnico-racial.
Puesto que los programas y servicios sociales se han concebido para atender
población vulnerable, en situación de pobreza y con dificultades que le impidan
el ejercicio pleno de sus derechos, la población beneficiaria debe cumplir con
un perfil determinado para que sea posible cobijarla. Entre las características
que dichos perfiles «requieren», no siempre se contempla su pertenencia étnico-
racial, lo que indica que estos grupos no tienen prioridad para acceder a los
programas sociales focalizados.
Más allá de lo anterior, es evidente que los grupos étnico-raciales son los que
cuentan con altos grados de vulnerabilidad, además de no tener los recursos
económicos necesarios para la satisfacción de sus necesidades básicas por cuanto
son víctimas de la discriminación racial y el racismo. En consecuencia, muchas
personas de estos grupos podrían ser parte de la población beneficiaria de ser-
vicios sociales focalizados, y es entonces cuando el factor étnico-racial entraría
a hacer parte de sus dinámicas institucionales.
Las narrativas de los funcionarios(as) entrevistados en el contexto de la inter-
vención en programas y servicios sociales focalizados dan cuenta de uno de los
fenómenos más perjudiciales que surgen desde la diferenciación étnico-racial:
el racismo. Así pues, analizamos este fenómeno a partir de las ideas, opiniones
y posturas de quienes hicieron referencia a él en las entrevistas. En la siguiente
sección exponemos dicho análisis, iniciando por lo que ellos(as) entienden
por racismo y sus percepciones sobre su existencia o no en Colombia, más
específicamente, en sus ciudades y en su entorno. Luego, abordamos algunas
particularidades del fenómeno en los mencionados espacios geográficos y la
forma en que se evidencian los distintos tipos de racismo. Para finalizar, hacemos
una lectura de las propuestas dadas para tratar el racismo y la discriminación
racial, ya que, al considerarlo un fenómeno perjudicial para quienes son étnico-
racialmente distintos a las mayorías blanco-mestizas, se afirma la necesidad de
hacerle frente e intentar eliminarlo.

674 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Acerca del concepto de racismo
En las entrevistas, se preguntó a los funcionarios(as) por el significado que
para ellos(as) tienen el racismo y la discriminación racial. Sus interpretaciones
son muy distintas, ante lo cual puede deducirse que no existe consenso alguno
sobre lo que se entiende por tales términos. A pesar de lo anterior, es pertinente
destacar que en todos los casos se habla de racismo tras reconocer la existencia
de ciertas diferencias entre personas y/o grupos sociales; esto es, para que exista
racismo debe reconocerse que el escenario social en el que sucede es diverso.
En tales contextos de diversidad, surge entonces el racismo como una mani-
festación de rechazo a la diferencia de tipo racial dirigida a los grupos y pueblos
con rasgos fenotípicos y culturales distintos a los del grupo de referencia, el cual
suele representar las mayorías en una sociedad; en este caso, el blanco-mestizo.
[…] el racismo tendría semánticamente dos connotaciones: yo diría que
una es la identificación a un grupo étnico específico, esa sería una neutral;
pero el racismo, como tal, sería el ejercicio de la discriminación frente a un
grupo étnico específico, mirando una connotación negativa de ese término
(Adriana Vaca. Funcionaria de una Alcaldía Local. Bogotá, 2007).
En el contexto colombiano, una importante cantidad de personas
entrevistadas afirma que el racismo se traduce entonces en el rechazo hacia un
grupo étnico-racial determinado, sea indígena, negro, afrocolombiano, raizal
o palenquero.
En cuanto al racismo hacia los pueblos negros, afrocolombianos, raizales y
palenqueros, los funcionarios(as) asumen dos posturas para definirlo. La pri-
mera sostiene que tal discriminación se ha establecido como consecuencia de
sus diferencias raciales, es decir, por su color de piel.
Me parece que es un tema de sectorización o de señalamiento a personas que
son de raza negra básicamente y que los hace excluyentes. Que los excluye
de algún tipo de actividad o condición en relación con las demás personas
(Bibiana Restrepo. Funcionaria de la Alcaldía. Pereira, 2007).
La segunda postura, por el contrario, niega que estas personas sean rechazadas
y excluidas por su color de piel. En vez de ello, se afirma que la discriminación
se ejerce por una suerte de rechazo a quienes viven o piensan diferente de los
patrones culturales dominantes, establecidos por hombres y mujeres blanco-
mestizos occidentales.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 675


Es suave, pero en Bogotá sí existe un racismo, sí hay una prevención hacia
la gente; hay una connotación de fealdad con respecto a lo que es la gente
negra. Igual hay unas características de las personas que […] son entendibles
porque uno anda más en la occidentalización, en un sistema occidental que
permite como esas cosas, como que todos quieren pegarse a eso, además
eso viene desde atrás, históricamente […]; entre más niegues tu proceden-
cia vas a acceder a otros lugares más hermosos y construidos dentro de la
modernidad que te niega lo que eres. Cuando te niega lo que eres y además
hay un sistema que reafirma esa negación, tú no vas a querer ser negro, ni
indígena, ni siquiera tener el contacto con ellos que es lo peor, lo feo, lo
horrible, lo que está ahí es a evitar (Mariela Montoya. Funcionaria de una
Alcaldía Local. Bogotá, 2007).
Un reducido grupo de personas afirma que el racismo es cualquier tipo de
exclusión que pueda ejercerse contra un individuo o grupo, más allá de si se
ejerce por motivos raciales.
Yo considero racismo todo movimiento que se haga y que implique una
exclusión, […] una exclusión de la diferencia. Todo movimiento que un
ser humano, un grupo o un Estado o […] un estatuto haga con respecto a
la diferencia, excluir la diferencia, excluir la multiplicidad, borrar la mul-
tiplicidad, olvidar que somos múltiples, que somos diversos mundos […],
que somos construcciones múltiples, unificarnos en una sola cosa, para mí
eso ya es racismo. O sea, en el momento en que una persona esté hablando
solamente desde una postura, ahí ya yo estoy pensando en racismo; […] al
momento que se esté olvidando al diferente, al otro, a la otredad, todo eso,
desde ahí ya identifico el racismo (Pedro Hernández. Funcionario de una
Alcaldía Local. Bogotá, 2007).
Tal apreciación difiere de lo que el concepto racismo significa en realidad,
puesto que este tiene una connotación estrictamente racial. Sin embargo, algunos
entienden el racismo como discriminaciones económicas o sociales.
Aunque los entrevistados(as) no establecen diferencias claras entre los concep-
tos de racismo y discriminación racial, un número reducido de funcionarios(as)
considera que cada uno de ellos es distinto. Afirman que el primero es un
adoctrinamiento para que la persona que piensa o cree cosas diferentes sea
igual a los demás, mientras que el segundo es rechazo y exclusión a lo diferente
desde el punto de vista cultural.

676 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
[…] eso para mí es racismo; cuando uno quiere convencer a otros, cuando
quiere adoctrinar, para mí eso ya es racismo, independiente del tipo de piel,
porque eso puede pasar entre los blancos […]. Para mí, eso no está asociado
al tipo de piel, ni está asociado al grupo étnico […]; está asociado a dos
diferencias que se enfrentan. […] el racismo está obviamente asociado no
tanto a la discriminación sino como […], pues sí, un movimiento puede ser
discriminarlo […]. Yo puedo ser racista, pero en últimas frente a la diferencia
lo que quiero es volverla una o la mía […], que eso ya no es discriminatorio
sino que puede ser es inclusorio [sic] […]; o sea, hay una que es alejar, la de
borrar esa diferencia que sería discriminarla. Al habitante de calle yo lo veo
y me cambio de calle, cierro los ojos o miro pa’ otro lado y hago como si no
existiera […]; es igual de racista, para mí, el que llega, aborda al habitante
de calle pero tratando de convencerlo que es su verdad […], o sea, es igual
de racista el cristiano que llega a darle un mercado sin ni siquiera escuchar
al habitante de calle sino adoctrinarlo porque su creencia es supuestamente
más importante que la de él; y eso no es discriminarte, le está hablando,
lo está tratando, […] pero realmente no lo está aceptando sino que lo está
tratando es de convencer de su verdad y, para mí, eso es un racismo también.
[…] o sea, es el racismo frente a esa diferencia que se le presenta a él que
sería como las dos caras. Sí hay discriminación, obvio, pero también hay
momentos inclusorios [sic] dentro del racismo, que buscan integrar pero
que siguen siendo racistas porque no tienen en cuenta esa parte que integran
[…] (Carlos Cruz. Funcionario de una alcaldía local. Bogotá, 2007).
A pesar de contar con algunas definiciones específicas sobre estos términos,
la mayoría de personas posee interpretaciones subjetivas —poco permeadas
de un saber experto— del racismo y la discriminación racial desde el pobre
abordaje de la discusión en el país; pero, de manera más específica, hablan al
respecto desde su experiencia en sus contextos laborales, es decir, desde los
servicios sociales de bienestar focalizados. De esta manera, muchos(as) definen
el racismo con referencia a casos concretos como la falta de oportunidades
educativas y laborales.
Discriminación, a mi modo de ver las cosas, es como una exclusión en la
falta de oportunidades, sobre todo, por lo económico, por lo educacional de
esas personas; no sé por qué tienen menos oportunidades (Alexis Romani.
Funcionaria de la Alcaldía. Cartagena, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 677


Aunque la mayoría de las personas entrevistadas reconoce, de una u otra
manera, la existencia del racismo en el país, algunos(as) —que podrían enten-
derse como una minoría del grupo entrevistado— no lo hacen. Bajo esta dico-
tomía puede definirse el racismo en Colombia, puesto que estas dos posturas
representan extremos opuestos en los debates sobre racismo y, a partir de cada
una de ellas, pueden darse interpretaciones muy distintas de la situación de la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.

¡Yo creía, desde mí, que eso [el racismo] ya no existía!2


Una de las particularidades más significativas de las discusiones sobre el tema
del racismo realizadas con los funcionarios(as) de los servicios sociales focaliza-
dos es que no hay una sola persona que afirme con seguridad y total conven-
cimiento que no hay racismo en Colombia. En vez de eso, quienes aseguran
que este fenómeno ya no se presenta en el país o que no existe, lo hacen desde
una perspectiva personal que se evidencia en expresiones como «yo creo», «me
parece» o «desde mi punto de vista», y suelen hacer referencia a otras personas
que afirman reconocer el racismo.
Pues la verdad, yo no tengo argumentos pa’ decir que somos racistas, por-
que aquí entra mucho en juego la concepción de la vida que uno tiene, la
vivencia que uno tiene, y yo tengo, a nivel personal, unas experiencias muy
bonitas con población afro que me ha acompañado en muchos procesos;
con esas personas, con las que he estado, nunca he sentido que se sientan
discriminadas, que sientan que hay racismo, pero igual uno sí escucha en la
calle expresiones que manifiestan el racismo. Pero yo, desde mi experiencia,
he tenido unas experiencias muy bonitas y no me he encontrado que esos
grupos con los que he estado me hayan dicho que se sienten discriminados.
Sin querer decir que no existan porque sí deben existir, me imagino. Pero yo,
desde mi experiencia y desde mi vivencia, no tengo argumentos para decir
que se sientan discriminados y de que Medellín sea racista […] (Claudia
Ochoa. Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).
En consecuencia, quienes adoptan esta postura afirman que no hay racismo
en Colombia; empero, esta es una percepción subjetiva que puede variar.

2 Fanny Serrano. Bogotá, 2007.

678 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
De manera específica, las personas hacen referencia a la ausencia de racismo
en las ciudades donde habitan. Las razones más puntuales las dieron algunos
funcionarios(as) de Bogotá quienes sostienen que por tratarse de una ciudad
grande que recibe migrantes y visitantes de todas las regiones del país, hay mayor
tolerancia a las diferencias étnico- culturales y étnico-raciales de sus habitantes.
A mí me parece que no […], que Bogotá ha sido una ciudad que ha […] es
un problema más como de personas, la ciudad como tal no […]; y digo [que]
la inmensa mayoría de los ciudadanos son muy tolerantes […]; también es
importante la mezcla cultural. Eso […] enriquece; a mí no me parece que
aquí haya como un racismo muy marcado (Mariela Rueda. Funcionaría de
la Alcaldía. Bogotá, 2007).
Al estar inmersos(as) en un contexto institucional, la mayoría de ellos(as) se
concentra en dicho espacio para afirmar que no existe el racismo. Para sustentar-
lo se apoyan en que no han estado presentes en un solo caso de discriminación
racial.
No, yo realmente no he visto un maltrato con la gente negra, por eso no me
atrevo a decir que hay racismo, porque dentro del medio que yo he vivido,
que he compartido […] (María Díaz. Funcionaria de una Alcaldía Local.
Bogotá, 2007).
O bien sustentan la ausencia del racismo con base en que en sus prácticas
laborales profesionales no discriminan a las personas negras con las que inte-
ractúan y les son próximas desde un punto de vista afectivo.
Pues de hecho, aquí trabaja mucho afrodescendiente en la entidad, en la
universidad veo mucho, en varias instituciones del Estado yo veo afrodescen-
dientes que se han ido ganando el espacio, y están ahí y se les respeta, y se les
tiene en cuenta; considero que en el nivel institucional no hay eso de racismo.
Personalmente no soy racista porque mi mejor amiga aquí es afrodescendien-
te, estudié con afrodescendientes y la niña que cuida mis hijas es de Chocó
(Consuelo Paredes. Funcionaria de una Alcaldía Local. Bogotá, 2007).
De manera particular, la mayoría de los entrevistados(as) en San Andrés
acepta la existencia de discriminaciones entre raizales y continentales a causa
de sus orígenes culturales, mas no por cuestiones de tipo racial. Estas dinámi-
cas serán analizadas a profundidad más adelante. Por otra parte, y a pesar de
reconocer la existencia de racismos en el país, las declaraciones de algunas per-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 679


sonas evidencian situaciones en las que se evita el tema del racismo y se oculta
su existencia, aun por parte de las mismas personas afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras.
A mí me criticaban mucho en este sector en principio […], incluso una vez
yo denuncié, hace cinco años que hubo una conferencia con el doctor Manuel
Zapata Olivella, únicamente yo me paré y dije que aquí [en Cartagena] se
estaban dando casos de discriminación racial en las discotecas, yo hice la
denuncia; estaba Óscar Collazos, el escritor colombiano, y me sorprendió
enteramente que Manuel Zapata Olivella me regañara y me dijera que por
qué yo me preocupaba de asistir a una discoteca donde los blancos iban a con-
sumir droga, yo le dije «no maestro, lo que pasa es que estamos defendiendo
un espacio porque mañana puede ser no una discoteca sino un restaurante,
etcétera, etcétera», y, efectivamente, se está dando también en restaurantes,
se está dando en las tabernas del Arsenal […], allá yo jamás he visto a los
negros, yo jamás he entrado; a mí me da cierto temor de ir a un sitio de esos
y que no me dejen entrar porque yo no sé cómo pueda reaccionar […], o
sea, no me da miedo tanto que me vayan a discriminar sino de la respuesta
mía […], yo pienso que la preocupación mía, en relación con esta temática,
no es tanto racismo sino cómo los negros van a responder frente a eso, eso
para mí ha sido motivo de preocupación (Jaime Barrios. Funcionario de la
Alcaldía. Cartagena, 2007).
Estas situaciones pueden entenderse como formas de negar la existencia del
racismo, al evitar abordarlo y reconocerlo como un problema presente en la
sociedad colombiana.
En vista de que esta tendencia —que hace referencia al hecho de no reconocer
que el racismo está presente en las dinámicas sociales, políticas, económicas y
culturales colombianas— no es la más representativa en las narrativas de los
entrevistados(as), sino que, por el contrario, hay una mayor orientación de sus
discursos y opiniones hacia el reconocimiento del racismo, los apartes que abor-
daremos de aquí en adelante hacen referencia, en su gran mayoría, a aspectos
en los cuales se reconoce la existencia del racismo en el país.

Características y particularidades de la discriminación racial en Colombia


Las distintas discriminaciones en Colombia se recuerdan usualmente cuando
se menciona el tema del racismo. Porque, además de la discriminación racial,

680 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
para las personas entrevistadas son evidentes, y en ocasiones más graves, las
discriminaciones que surgen en razón del género, del lugar de proveniencia, o
que están dirigidas hacia grupos específicos, como los habitantes de calle o los
pueblos indígenas.
Quienes consideran que la discriminación racial hacia afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as) es una realidad bastante problemática,
asumen que esta es más marcada que en otros países porque arrincona y aísla
a las personas.
[…] Colombia es una sociedad racista, claro, Colombia ha avanzado en
reconocer que es un país pluriétnico y multirracial, pero es una sociedad
racista. […] no solamente acá; yo he tenido la oportunidad de viajar y es el
mundo entero […], pero pues [en] Colombia es muy marcado porque como
que arrincona, aísla los otros grupos étnicos existentes del país, los hace a
un lado y no se nutre o se alimenta esa riqueza pluriétnica que tiene el país
(Aura de Mosquera. Funcionaria de una Alcaldía local. Bogotá, 2007).
Otras personas afirman que el racismo en Colombia está tan enraizado que
puede encontrarse incluso en la legislación colombiana, puesto que, a pesar
de los cambios y avances frente al tema étnico-racial y del reconocimiento
a la diversidad cultural desde la Constitución Política de 1991, ésta no ha
formulado y tampoco implementado normatividad en ámbitos que merecen
especial atención por su incidencia en el mejoramiento de las condiciones de
vida de afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as).
[…] yo siempre he dicho, aquí cambió la Constitución, pero no cambió la
mentalidad de las personas; […] la Constitución del 91 dice que somos plu-
riétnicos y multiculturales, o sea, eso es lo primero que se resalta y pregunto:
¿cuántos artículos de la Constitución toman en cuenta las particularidades
étnicas en cuanto a educación?, ¿en cuanto a salud? […]. Está particularizado en
la misma Constitución, hay unas cosas que ya se vienen reglamentando, otras
no (Isabel Rodríguez. Funcionaria de una Alcaldía Local. Bogotá, 2007).
Aunque otros funcionarios(as) aceptan la existencia del racismo en Colombia,
ellos(as) afirman que no es tan explícito ni violento como en otros lugares.
A pesar de la discriminación, nosotros hemos evolucionado un poquito en
eso […], como colombianos, nosotros no discriminamos así tan fuerte, no lo
hacemos; discriminamos, eso sí, pero que seamos tan duros, no […]; no como

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 681


lo ves en otros países, porque nosotros somos revueltitos de todas maneras; pero
nosotros no somos tan fuertes en la discriminación racial; se siente, sí, pero
fuerte no, ni radical que se conformen grupos violentos de una raza contra
otra (Jazmín Guaneme. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Lo anterior puede deberse a que el fenómeno del racismo se presenta de
manera soterrada.
Soy consciente que existe el racismo; ahora está camuflado, la gente es hi-
pócrita; algunos, no todos, aparentan que no son racistas, pero, por debajo
de cuerda, lo son (Luz Yates Pomares. Funcionaria de la Gobernación. San
Andrés, 2007).
Algunas causas del racismo en Colombia
Aunque no fue un tema abordado directamente en las entrevistas, ni aparece
con frecuencia en ellas, algunas de las personas entrevistadas expusieron dos
causas por las que consideran que hay racismo en el país: los procesos de crianza
y socialización en los que se enseñan a los niños(as) ideas y valores asociados
con la discriminación racial, y la falta de educación formal de las personas, lo
cual se refleja en su ignorancia frente al tema de las relaciones raciales.

El racismo como producto de los procesos de socialización y crianza


En primer lugar, en varias entrevistas se hacen reflexiones alusivas a la trans-
misión de ideas raciales en los procesos de socialización que promueven en los
niños(as) actitudes y comportamientos asociados a la discriminación racial.
Es que como los padres muchas veces les dicen a los niños «no se le acerquen
a ese negro»; pues […] cuando el niño crece, pues yo no me le acerco a ese
negro porque si mi mamá me dijo, por algo será […] (Nubia. Grupo focal
en una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Tras experiencias de discriminación racial en escuelas y otros ámbitos propios de
la infancia, los funcionarios(as) concluyen que dichas situaciones suceden porque
los padres no consideran importante el tema de la diversidad racial ni educan a
sus hijos(as) en el reconocimiento y respeto de las diferencias raciales.
Creo que en la escuela puede haber un poco de racismo, entre niños y niñas
[…], la diferencia del color, porque falta también en los padres de familia que
hablemos de la importancia de los seres humanos, que somos de diferentes
razas (Laura Chiquillo. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).

682 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
El racismo es producto de la ignorancia y
de la falta de educación formal de las personas
La segunda causa, asociada a la ignorancia y la falta de educación formal de
las personas, hace énfasis en la importancia de superar las creencias populares
que no cuentan con fundamentación científica alguna, y crean estereotipos
negativos sobre las personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras.
[…] puede haber mucha gente que discrimina con muchas intenciones, que
realmente piensa que los negros son lo peor y lo hacen […], pero yo pienso
que deben ser la minoría de la gente; lo hacen más por ignorancia porque
es como lo que nos han enseñado […], que los blancos son mejores que los
negros, y porque […] a nivel de condiciones económicas están mejor que los
negros (Queilis Cabrales. Funcionaria de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
En consecuencia, quienes consideran que esta es la principal causa del
racismo afirman que está más presente en sectores sociales de bajos ingresos
económicos dado que los niveles educativos alcanzados son inferiores. Las
desinformadas respuestas que dieron sobre este tema las personas más esco-
larizadas entrevistadas en esta investigación aportan puntos de disenso frente
a esta generalizada opinión.
Desafortunadamente, en el inconsciente colectivo está la discriminación al
que es diferente, al que es diferente étnicamente. «Ay, es que usted es más
oscuro», «es que yo me creo más blanco que usted». Desafortunadamente, eso
está ahí presente y, claro, está más presente en estos sectores de comunidades
con ingresos económicos muy bajos […], porque el nivel cultural, el acceso
al nivel educativo pues es mínimo; entonces, no les permite comprender
la dimensión de esa igualdad que debe existir entre los grupos étnicos […]
(Fabio Zambrano. Funcionario de una alcaldía local. Bogotá, 2007).

Escenarios donde se evidencian el racismo y la discriminación racial


El impacto del racismo y la discriminación racial no es igual en todos los
espacios en los que hombres y mujeres afrocolombianos(as), negros(as), raiza-
les y palenqueros se desenvuelven en su cotidianidad. En las narrativas de los
funcionarios(as) de servicios sociales focalizados, sobresalen algunos escenarios
que se denuncian por cuanto en ellos hay una mayor reproducción de prácticas,
actitudes y comportamientos racistas.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 683


El ámbito laboral excluye de manera abierta

Sin lugar a dudas, el ámbito laboral es el más problemático y excluyente para


las personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. Las dinámicas
que este trae consigo reproducen estereotipos negativos según los cuales los
miembros de este grupo étnico-racial solo sirven para el desarrollo de tareas
que requieren mucho esfuerzo físico y poco desarrollo intelectual.
Yo trabajé en Challenger y allá no recibían negros. Llegaban y los recha-
zaban por cualquier cosa. Cuando recibieron, recibieron uno para horno
[…]. Allá se hacen las bases para neveras y todo eso; y hay que pintarlas
con pintura honorable, entonces eso hace mucho calor y fue cuando re-
cibieron un negrito, que porque el color de piel aguantaba más el calor,
porque eso calienta a 600 grados […], dizque eran los negritos los que
aguantaban ese calor porque uno no […]; […] fue cuando empezaron a
contratar negritos, pero para esa labor estrictamente. Ya para ensamble
de estufa […], en ninguna sección. Allá hay casi ocho fábricas dentro de
la misma fábrica, hay de maderas, de gabinetes, de estufas, de equipos de
sonido, televisores, todo eso, y, en ninguna, hay negros, solo en pintura
[…] que porque ellos aguantan. Y me parece una forma de discriminar
[…], darle un trabajo que porque van a aguantar más el calor o, […]
digamos, para coteros que porque tienen más fuerza o algo […]. Eso, yo
creo que eso no debe ser así tampoco (Ernesto Ochoa. Grupo focal en la
Alcaldía. Medellín, 2007).

Esta discriminación racial también se hace evidente en la poca vinculación


de personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras a cargos directivos
o de decisión.
El rechazo, el que una persona de estos grupos no ascienda o no llegue a
unas posiciones de toma de decisión en lo directivo, bien sea en lo público
o en lo privado, no se da. Aquí, no tenemos generales afrodescendientes,
no hemos tenido presidentes de la República indígenas, no hemos tenido
ni siquiera dentro de organizaciones como la Iglesia Católica un obispo de
color, por ejemplo, […] o un alto empresario, o un integrante de algún grupo
económico […], e incluso, al interior de las empresas, un directivo indígena
o afrodescendiente o incluso de otras etnias (Luis Ortega. Funcionario de
una Alcaldía Local. Bogotá, 2007).

684 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
El rechazo a las personas por su color de piel en el ámbito laboral se explicita
en los procesos de selección de las empresas e instituciones. Aunque se han
manifestado numerosos casos, en la mayoría de ellos no puede comprobarse si
realmente fue discriminación racial u otro motivo lo que los descalificó durante
el proceso, pero la persona perjudicada, al vivir en un contexto social racializado
y poseer un fenotipo negro explica la negativa de obtener un empleo por esta
causa.
Yo tengo una prima que estudió Tecnología en Banca, en el Instituto Tecnológico
de Comfenalco —un buen instituto, caro y privado. […] ella tiene el cabello
como su papá, tiene el cabello pegado bien al cráneo, que le llaman el cabello
cuscudo, muy apretado, el cabello del negro. Pero ella es mestiza, y su papá bien
posicionado y todo; pero la condición física étnica de ella ha hecho que solicite
trabajo en 50.000 partes, pero […] cuando la llaman —tiene un perfil en una
hoja de vida, un curriculum muy bueno y se interesan por ella— se interesan
mucho y todo les parece muy interesante; la persona muy capaz, y la ponen a
hacer una prueba, y perfecto, y en la prueba de la presencia física, cuando ven
que es narizona y tiene facciones del negro: nariz abierta y el pelo cuscudo y así
todo, inmediatamente los echan. Y escogen a una, ella me ha dicho: «prima,
he sentido que […] a una persona con cabello lacio, si es mona, cabello largo,
nariz levantada, esa es la que va para Conavi, esa es la que va para Davivienda»
[…] (Alexa Julio. Funcionaria de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
La discriminación racial se experimenta cuando se busca un lugar para vivir
Las dificultades que deben enfrentar las personas afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras también son constantes en el momento de buscar un
lugar para vivir en alquiler.
Hay personas muy racistas. […] por la cuadra de allí, hay un letrero donde
dice: «se arrienda apartamento sin niños y menos para costeños». A uno le
da pesar, a mí, ellos no me incomodan para nada, pero hay gente que sí es
racista en ese sentido. Y el letrero es grande, dice se arrienda apartamento,
máximo tres personas, adultas, menos para negros y menos para costeños
(…) o sea que ni se arrimen ahí a golpear porque pierden el tiempo […]
(Yonatan Gómez. Grupo focal en una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Este rechazo en la búsqueda de vivienda está usualmente asociado con es-
tereotipos negativos que consideran que mujeres y hombres afrocolombianos,

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 685


negros, raizales y palenqueros provienen de regiones con costumbres radical-
mente distintas a las de las ciudades, como el gusto por la música y la fiesta, el
escándalo, el ruido, su tendencia a conformar grupos numerosos de personas
para vivir y cuestionables prácticas de aseo.
Yo por lo menos tuve la oportunidad, a mí siempre me ha tocado vivir en
arriendo, tuve la oportunidad de convivir con unos costeños, y era un de-
sastre porque yo tenía mi horario en que yo iba a trabajar, que los niños en
el colegio, entonces ya uno en la noche regresa cansado a su casa a cocinar
o, como mamá, a ver de los niños para el otro día sus cosas; y era muy difícil
porque ellos son personas que no tenían como los mismos hábitos, […] no
trabajaban, las esposas llegaban en la noche a cocinar y ese equipo a todo
volumen con su vallenato y la música que a ellos les gusta. Yo llegaba a co-
cinar y tenía que compartir una cocina muy pequeña con cuatro personas
costeñas […] y se acercaba la señora a cocinar y había como diez porque
aparte de los que viven en la casa llegaban los amigos, los primos, todo el
mundo; a fumar ahí […]; de pronto por eso las personas las hacen a un lado
(Nora Castro. Grupo focal en una alcaldía local. Bogotá, 2007).

La escuela, los servicios sociales de bienestar y otros espacios


donde se percibe la discriminación racial
La escuela es uno de los contextos donde se presenta mayor reproducción
del racismo y mayor número de prácticas racistas. Dentro de varios relatos se
encuentran casos de discriminación racial por parte de niños(as) que toman
dentro de sus expresiones frases racistas y las utilizan en el trato cotidiano y
en su interacción con otros niños(as), y que las acompañan con actitudes de
rechazo hacia quienes perciben como «diferentes».
[…] llegué y le pregunté: «¿por qué estás jugando sola?», y ella me dijo: «las
niñas no quieren jugar conmigo»; y le dije: «¿pero por qué no quieren jugar
contigo?, ¿por qué tú crees que no quieren jugar contigo?»; me dijo: «porque
yo soy diferente»; le dije: «¿qué tienes tú de diferente de esas niñas?»; y me
dijo: «porque ellas dicen que mi pelo es diferente al de ellas y que no quie-
ren jugar conmigo». Yo la cogí y la llevé a donde estaban las niñas y yo le
pregunté a las niñas; yo les dije: «yo soy la mamá de Joemi»; y me miraron y
siguieron jugando; yo les dije: «¿ustedes conocen a Joemi?»; me dijeron: «sí,
ella está en la clase con nosotras»; y les dije: «¿y ustedes por qué no quieren

686 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
jugar con ella?»; y me dijo una de ellas, la más altanerita, […] «porque no»;
y le dije: «pero esa no es una razón, tú ya tienes siete años, puedes darme una
mejor respuesta que eso. ¿Tú no juegas porque no? ¿Y por qué sí con ellas?»;
y me dijo: «porque ellas son mis amigas»; y le dije: «¿y tú le has dado a ella la
oportunidad de ser tu amiga?, simplemente has dicho que no quieres jugar con
ella y no quieres, pero ¿tú le has dado la oportunidad de ser tu amiga?»; me
dijo: «no, porque yo no quiero ser amiga de ella porque es morenita y maluca»
[…] (Ángela Wilson. Funcionaria de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
Por cuanto las entrevistas se han realizado dentro del contexto institucional
de los servicios sociales focalizados, contienen una cantidad representativa de
narrativas en las que se denuncia la presencia de prácticas asociadas al racismo en
dichas instituciones. Si bien no se las reconoce como espacios donde se evidencie
la discriminación racial de manera constante, ni como lugares abiertamente dis-
criminatorios y excluyentes, se admite que se han dado casos de discriminación
racial por parte de algunos funcionarios(as) que al parecer sí son racistas.
[…] de lo que yo he tenido experiencia son espacios más públicos donde todo
el mundo puede ingresar, entonces de paso no se puede negar la entrada a nadie
pero de pronto sí [hay] la resistencia de algunos funcionarios en algún momen-
to para poder interlocutar pero no lo hacen evidente, […] o sea, más a la no
atención o a la atención apresurada para que salgamos rápido de tal persona,
o sea, cierta resistencia para interlocutar con ellos más tranquilamente que con
otras personas. Es más en el trato interpersonal que en el acceso a servicios,
pues yo creo que de acceso a servicios muchos funcionarios tienen claridad que
obviamente es un espacio público donde pueden acceder todos pero sí existe
cierta resistencia […]; de pronto su imaginario de otra etnia puede ser […], no
sé, que sus saberes culturales, que su manera de existir, bueno, muchas de esas
cosas pueden incidir para que haya cierta resistencia incluso a la atención o al
intercambio de servicios, de algo, de lo que se esté solicitando en ese momento
(Nayibe Ríos. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Aunque se supondría que quienes suelen trabajar en estos espacios no discrimi-
nan, en razón de que la población que usualmente atienden es vulnerable y hace
parte de las minorías excluidas y desfavorecidas del contexto social y económico,
no siempre sucede lo anterior. Al igual que en la situación que mencionamos en
el párrafo anterior, algunos funcionarios(as) reconocieron haber presenciado casos
de discriminación racial contra alguno de sus compañeros(as) de trabajo.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 687


En una localidad de Bogotá importante, una persona negra era la responsa-
ble del proyecto de persona mayor y había actitudes de racismo porque los
y las compañeras de esta mujer, con la que yo trabajé en Mártires, decían
que era perezosa, no querían trabajar con ella, como que la marginaban,
[…] la marginaban social y laboralmente. Entonces, que nada de lo que
hacía, y además era el extremo, una señora muy, muy blanca, mona ella de
ojos verdes, a ella nada de lo que hacia mi Carolina le servía, nada: «es que
ella no hace bien las visitas, que ella no atiende bien», a ella nada le servía.
Finalmente, Carolina quedó encargada de toda una unidad de trabajo con
personas mayores y creo que le ha ido muy bien, le ha ido muy bien porque
ella es muy paciente, ella escucha a la gente, que creo que eso es característico
de la raza negra […] (Paola Mantilla. Funcionaria de una Alcaldía Local.
Bogotá, 2007).
Los medios de comunicación son también uno de los escenarios en los que
se reproducen prácticas y estereotipos racistas con mayor frecuencia, hecho
que se hace evidente en la forma en que estos suelen representar a las personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras.
En los programas, por ejemplo, en la selección colombiana, tú ves siempre que
no escogen una negra o un negro para salir en las novelas; o es el brujo, o es
la muchacha de servicio, o la casi prostituta, porque nosotros no calificamos
para nada más. Protagonistas no, porque no hay mujer bonita negra, como
protagonista. El hombre negro lo mismo, o es el delincuente o es el brujo o
es la bruja o la sirvienta del programa; no calificamos para más. Las presenta-
doras de los programas, y sabemos que hay una cantidad que están haciendo
de caseras en Bogotá. Por ejemplo, la chocoana que fue reina, Vanessa, ella
ha tratado de incursionar y la hemos visto haciendo trailers. Pero un papel
protagónico, de presentadora central de un programa, no. Porque no es una
belleza para presentar, porque aunque los medios o las empresas hoy digan
que no es así, es así. Otra que me dio pesar el otro día fue ver que Belky Ari-
zala hace una publicidad para una campaña de promoción de Colombia en
el exterior y sale disfrazada de palenquera. Me hubiese gustado verla vestida
de ejecutiva negra como la imagen de la inclusión étnica del país pluriétnico
que somos (Blanca Jiménez. Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Parece que los hechos denunciados de racismo acaecidos en una discoteca
de Cartagena han gozado de gran recordación y han causado un fuerte im-

688 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
pacto social en algunas personas. Algunos funcionarios(as) hacen referencia
a ellos como un ejemplo de la discriminación racial en el acceso a lugares
públicos.
Yo no pienso que Cartagena sea racista pero sí hay establecimientos prác-
ticamente […] que se han dado dos casos en dos establecimientos que
afortunadamente las personas […], una joven universitaria y otra, no sé,
han fallado a favor de ellas, […] porque una ciudad turística como esta que
se le niegue la entrada porque es negra ya es el colmo. Es el colmo, porque
si somos patrimonio de la humanidad, que se deja que vengan personas de
allá del África, de no sé qué, a conocer a Cartagena y no se les deja entrar a
un establecimiento público, pa’ mí es delicado y grave eso (Nancy Bolaños.
Funcionaria de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
Otros escenarios de la vida pública donde se discrimina a hombres y mu-
jeres afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros —señalados con mucha
frecuencia— pero que no deben pasarse por alto son el acceso a los servicios
de salud y a las fuerzas armadas.
En el hospital no recibieron a una mujer que era negra, habitante de calle,
contagiada, adicta, sin documentos. «No, no, no, aquí no la atendemos, aquí
no sé qué», y los amigos de ella se vinieron a quejar: «no, es que no la dejaron
entrar, no nos la recibieron», entonces yo fui a ver y a mí sí me la reciben
(Gloria Bernal. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).
El racismo se expresa en cosas como que no haya almirantes en la armada
negros, que no los haya habido nunca a pesar de que quien la fundó era
un negro, el Almirante José Prudencio Padilla. Son ese tipo de comporta-
mientos muy velados […] (Pablo Celis. Funcionario de una Alcaldía Local.
Bogotá, 2007).

El racismo visto desde las particularidades


de cada una de las cinco ciudades visitadas
Las personas entrevistadas reconocen que el fenómeno del racismo no es igual
en todas las regiones del país. La mayoría de ellos(as) hace énfasis en la situación
que se presenta en la ciudad donde se encuentra, mientras otros(as) establecen
comparaciones entre distintas ciudades donde han vivido o de las que conocen
elementos de sus dinámicas sociales asociadas con la discriminación racial.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 689


Para algunas personas, el racismo es mucho más evidente en las regiones que
son habitadas por mayorías negras y afrocolombianas, como la Costa Pacífica
colombiana. Desde esta perspectiva, establecen algunas comparaciones con
otras regiones, concluyendo que la misma población afrocolombiana se ha
encargado de reproducir la discriminación racial.
[…] empiezan ellos mismos en esa discriminación, ese asilamiento, ese rechazo,
y yo veo que eso se marca mucho sobre todo en la gente del Chocó y la gente
[…] la gente del Cauca, más bien, como así […] yo digo por experiencia
personal […], más bien como la gente de Nariño y la gente del Valle es poco
dada a estar con el cuento de nosotros acá y ellos allá […], pero la gente del
Chocó y la gente del Cauca sí es como así: «ay, nosotros los negros, no sé
qué… nosotros los negros…»; yo digo: «bueno, yo no soy negra, yo soy es
persona, allá ella pues si se considera o ellos si se consideran diferentes» […]
(Evangelina Leal. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).

Las marcadas diferencias entre distintas regiones del país, relativas a los
tratos discriminatorios basados en prejuicios de tipo ‘racial’, no se quedan
allí, sino que, por el contrario, trascienden los espacios geográficos y se «mo-
vilizan» con las personas que migran de estos lugares a ciudades más grandes
o en las que su población mayoritaria es blanco-mestiza. En consecuencia, se
produce una doble discriminación: por color de piel y por procedencia de un
lugar geográfico.
[…] hay unas zonas del país en donde hay ciertos servicios que son negados, o
sea la exclusión es mucho más alta. En Bogotá, mal que bien, se gana, aunque
todavía nos falta mucho, pero […] desde ahí comienza la estigmatización,
que tú eres de esta zona y no tienes acceso, es una forma de excluir por ser
negro, por ser blanco, lo que querías pero sacar porque eres de esa zona y
eso también hace parte de que eres de un color (Samanta Doria. Funcionaria
de una Alcaldía Local. Bogotá, 2007).
No obstante, las dinámicas cotidianas en ciertas regiones del país no son la
única muestra del racismo. Unos pocos entrevistados(as) reflexionan sobre la
situación de exclusión y precariedad en la que se encuentran los(as) habitan-
tes de las «geografías racializadas»; perciben dicha situación como una de las
muestras más claras de las diferencias entre la discriminación racial en dichos
lugares frente a la experimentada en otras zonas del país.

690 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Tú miras el mapa de la Costa Pacífica, ¡como está de abandonada! Claro,
hay selva, lo que sea, pero una cosa es esa y otra cosa es la condición
de pobreza y de olvido que ha tenido la comunidad afrodescendiente;
no más Tumaco, Buenaventura, en el mismo departamento del Chocó,
ni siquiera tiene servicios públicos básicos. Es decir, son comunidades
olvidadas y por desgracia, entre sus mismos mandatarios se ve la misma
corrupción de la misma capital, del mismo nivel central, pues por des-
gracia en Colombia eso se desarrolló en la región andina y eso inundó
las costas, la parte amazónica y los llanos […]. Además, Colombia no
sale de Bogotá, Medellín y Cali y Cartagena, y eso porque es turística, de
resto, este país no sale de allí. Eso desafortunadamente porque ese fue el
pensamiento de las élites, digo yo, y eso echándome al agua pro vínculos
familiares por personas que hicieron parte alguna vez de un gobierno
hace muchos años […], algunos conservadores y ultraconservadores. La
crítica que yo les hago a ellos es a esa postura, una postura de racismo,
una postura de discriminación; hay una postura de que ellos están allá
en el monte y como quien dice: «que se defiendan como puedan», y el
desarrollo se da acá en las ciudades […], y los que tienen el capital son
quienes vamos a generar el desarrollo y el empleo. Así piensa mucha gen-
te de las élites de este país (Rafael Pizano. Funcionario de una Alcaldía
Local. Bogotá, 2007).

De las cinco ciudades seleccionadas para la realización del trabajo de campo


en la presente investigación, Medellín y Pereira se caracterizaron por el hecho
de que los funcionarios(as) entrevistados no hicieron énfasis en dinámicas
relacionadas con la discriminación racial en sus ciudades, a excepción de unos
pocos(as) que afirmaron que no son tan fuertes como suelen serlo en otras
partes del país.
[…] de todas maneras, yo creo que el racismo sí existe, pero no tan fuerte
como en otras partes […]; yo sé que aquí en Medellín, en el campo laboral,
hay racismo laboral […], instituciones oficiales públicas, en privadas creo
que hay […], y uno sabe que hay compañeros que son más racistas […];
yo creo que en la Secretaría no. Son ya concepciones personales, familiares,
pero no intervienen con el desarrollo de lo laboral […], antes al contrario
[…]. Pero yo no, acá no se ve, no se siente (Luz Ángela Giraldo. Funcionaria
de la Alcaldía. Medellín, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 691


La tendencia encontrada en Cartagena es una afirmación radical de las marcadas
diferencias entre las poblaciones blanco-mestiza y afrocolombiana, negra, raizal
y palenquera, puesto que las estructuras sociales son desiguales, y construidas
sobre el supuesto de inferioridad racial de la segunda. A pesar de ser una ciudad
con un alto porcentaje de población negra desde sus inicios, las relaciones sociales
se han construido históricamente desde la diferencia y la exclusión.
[…] se recuerda que hubo un gobernador negro en los treinta, y cuando
vino Franklin Delano Roosevelt en el año treinta y cuatro lo escondieron,
lo guardaron en algún sitio para que un presidente de los Estados Unidos
no lo viera. Eso ha sido tradicional aquí en Cartagena. Eso a mí me extraña
enormemente porque esta es una ciudad de negros, construida con el es-
fuerzo y con el trabajo de los negros […], por ejemplo, a nivel intrafamiliar,
yo conozco de suicidios, inclusive muy cercanos a mi familia, por ejemplo,
porque x o fulano de tal le prohibió a su hija que tuviera relaciones con una
persona por su condición de negro; y […] yo conozco dos casos de mujeres
que se han suicidado porque sus padres no les permitieron o no querían
que ellas andaran [sic] con un negro […], conozco casos así (Juan Pablo
Coronel. Funcionario de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
La discriminación racial en Cartagena es un fenómeno que ha sido tan des-
tacado que incluso las mismas personas afrocolombianas negras lo reconocen.
Pero lo que más llama la atención, manifestado por varios funcionarios(as),
es que el racismo es detectado de manera inmediata por los(as) turistas que
visitan la ciudad.
Yo recuerdo una amiga alemana que vino visitando la ciudad, etcétera, etcé-
tera, y yo le mostraba la ciudad y hablábamos mucho. Me decía: «mira, esta
es una ciudad donde tú a los cinco minutos que llegaste te das cuenta que
acá hay discriminación racial», y hablaba de que era una cuestión ridícula
porque había muy pocos blancos (Luis Torres. Funcionario de la Alcaldía.
Cartagena, 2007).
Para una reducida cantidad de personas entrevistadas en Cartagena, el racismo
es menos intenso de lo que era en épocas anteriores, ya que al parecer ha sido
manejado de forma adecuada por la misma sociedad cartagenera.
Bueno, sí hay, sí hay racismo, que ya se ha aprendido a manejar […], se ha
minimizado un poco. […] inicialmente yo tenía la cuenta que antes se veía

692 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
marcado, pero ahora ya se ha aprendido a manejar y, como se han dado cuenta,
ese paradigma se ha ido con el paso del tiempo. Yo creo que se ha ido como
borrando, pero inicialmente yo sí lo veía en los colegios, hasta en los colegios
[…] (Miriam Mesa. Funcionaria de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
Tras admitir que la mayoría de población negra que vive en Cartagena os-
tenta mayores niveles de vulnerabilidad debido a su pobreza, algunas personas
explican que esta no se debe al racismo, sino a que son personas que migran de
municipios aledaños para buscar oportunidades, sin contar —en la mayoría
de los casos— con capacitación ni herramientas para insertarse en el mercado
laboral y, por tanto, terminan siendo excluidos y sumidos en condiciones de
pobreza.
Es que aquí Cartagena está dividida en dos, la elitista y la Cartagena pobre.
En esta Cartagena pobre, hay mucha gente de raza negra, que aquí tenemos
cerquita a Palenque y todos esos sitios de donde se viene toda ese gente tra-
tando de encontrar un futuro para ellos y para sus hijos. Pero llega y sigue
sus mecanismos para trabajar sin herramientas y sin una capacitación y,
entonces, empiezan a engrosar las listas de la gente desempleada. Entonces,
ya caminas la ciudad y te das cuenta que están en la periferia porque no
pueden pagar por una pensión o un apartamento. Tienen que buscar algo
más económico, porque la comida entonces qué. Ellos están en ese círculo
de la pobreza que hay aquí en Cartagena. En definitiva, aquí no hay un sitio
donde ellos puedan capacitarse sin pagar un peso. Sí hay cursos, por ejemplo,
el sena que capacita a los desplazados. No se ocupan y ven que la delincuencia
es la única salvación, y por eso es que son discriminados también. Porque
el trabajo aquí en Cartagena es dificilísimo para las personas que quieren
vivir aquí. Porque el mercado laboral es muy pequeño. Aquí, el mercado
nunca va a ser más grande que en Barranquilla, porque Barranquilla es más
centralizada que Cartagena, y también es mucha la discriminación a nivel
de ese mercado laboral que hay en Cartagena (Maira Morad. Funcionaria
de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
Con respecto a lo encontrado en Bogotá, la tendencia presente en la ma-
yoría de relatos que hablan de la situación específica de la ciudad sostiene
que el racismo es una forma de violencia social y simbólica hacia las personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras que allí viven. Algunos(as) sos-
tienen que no es un fenómeno tan fuerte como el existente en ciudades cuyo

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 693


porcentaje de población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera es mayor
—Cali, Cartagena o Barranquilla.
Pero que hay racismo, claro, como en todas las ciudades, pero más racistas que
Bogotá, —o tal vez porque yo de pronto conocí algunos de los ricos de Carta-
gena cuando yo estudié allá—; Cartagena es la ciudad más racista que cualquier
otro lugar que haya conocido; ¡Barraquilla es más racista! Supongo que porque
en Bogotá no he tenido necesidad, ni he tenido la oportunidad de mirar hacia
el norte un tanto, entonces, no lo he sentido (Ninfa Zamudio. Funcionaria de
una alcaldía local. Bogotá, 2007).
La particularidad que más llama la atención en estos relatos es la alusión a
los diferentes grados de racismo que se dan dentro de la misma ciudad, y que
está ligada a la ubicación de la población en determinadas zonas. Las marcadas
diferencias sociales de la ciudad, que suelen asociar los barrios ubicados al sur
con personas con mayores niveles de pobreza y los del norte, con personas con
mayores recursos económicos, reproducen estereotipos racistas.
[…] y a medida que vas subiendo de calles hacia el norte sigue creciendo el
tamaño del racismo. Yo, por ejemplo, lo sentí cuando recién vine acá, yo quería
trabajar en una institución y creo que no tuve el trabajo porque soy negra, pero
es que es una cosa que cae en la ciento y tanta y era la única negra del grupo
y creo que fui a la única a la que no contrataron. Pero también es cierto que,
como todas las ciudades, hay sitios, hay sectores, uno no tiene por qué tolerar
a todo el mundo, y si hay gente que no le gustan los negros pues qué hacemos
(Leonor Perilla. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).

Raizales y continentales en San Andrés: supuestos problemas de


discriminación social, no de racismo
Las narrativas de quienes fueron entrevistados(as) en San Andrés dan cuenta
de una situación completamente distinta a la de las otras ciudades. Su distancia
geográfica, respecto al resto del país, y las particularidades de su población raizal,
han creado otras dinámicas sociales asociadas a las diferencias étnico-raciales en
las que al parecer el factor determinante no es el color de piel sino la procedencia
de las personas y sus culturas; es decir, ser raizal o continental.
[…] yo no creo que en la Isla exista discriminación racial, yo no la vivo […],
yo no lo creo porque no la vivo, no soy víctima de eso, […] como que por

694 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
raza no. Sí veo, a veces discriminación, por ser raizal y continental […], pero
por raza no. Yo no siento discriminación, que yo sea blanco y usted negra,
eso no lo veo. De pronto, veo la discriminación en ser raizal y ser paña, […]
discriminación de etnia, de ese tipo, pero de color de piel, no, yo no veo eso
(Marcela James. Funcionaria de la Gobernación. San Andrés, 2007).
Aunque no es una discriminación basada en características fenotípicas como
el color de piel, algunas personas la consideran racismo y se lo atribuyen a sus
diferencias culturales y a las consecuencias negativas que estas han traído a la
isla y a su población nativa. En el siguiente relato se evidencian algunos de los
estereotipos por los que se considera que hombres y mujeres provenientes de
la parte continental han perjudicado a las y los raizales.
En la Isla de San Andrés hay racismo de parte y parte, tanto continental como
raizal. Porque los raizales no quieren a los pañas, como uno dice aquí en San
Andrés a los continentales; y muchas veces, por no hablar su idioma, el creo-
le, nos vemos afectados por los raizales y, muchas veces, por no saber hablar
el español, los isleños se ven afectados de los continentales. Los raizales han
aprendido todo lo malo del continental, en especial de los cartageneros. Han
aprendido a robar, han aprendido a consumir sus drogas, han aprendido su
vocablo, porque muchos de ellos no quieren seguir con sus costumbres, su raza,
su cultura, su religión, no quieren seguir los raizales. Aprendiendo las cosas de
los continentales, en cuanto usan champeta, machete, quieren ya la música del
cartagenero como lo es la champeta, el baile del cartagenero y han dejado su
cultura exquisita. Entonces, vemos que actualmente estamos tratando de rescatar
estas costumbres que hemos ido perdiendo a través de los cartageneros (Catalina
Hawkins. Funcionaria de la Gobernación. San Andrés, 2007).

Esta discriminación ha afectado tanto a raizales como a continentales, en


áreas como el empleo y la vivienda. En su trato cotidiano y en la interacción
que se establece entre las personas de ambos grupos poblacionales, también
se evidencian tratos excluyentes e imaginarios descalificadores de unos hacia
otros.
Acá, los raizales acostumbran a decirle a las personas de afuera paña: «oye
paña man tú…», y los continentales también devuelven lo mismo: «el isleño
acá no sirve para nada, nosotros fuimos los que civilizamos a la persona isleña
porque ustedes raizales no sabían ni leer, ni escribir, nosotros venimos y les

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 695


trajimos civilización» […] Entonces sí, por parte y parte se da […] (Caren
Newbal. Funcionaria de la Gobernación. San Andrés, 2007).

Los negros(as) también discriminan


Para los funcionarios(as) de los servicios sociales focalizados, el racismo no es
una dinámica unidireccional en la que solamente blanco-mestizos(as) reproducen
una ideología de rechazo y exclusión hacia mujeres y hombres afrocolombianos,
negros, raizales y palenqueros. Un grupo importante de personas entrevistadas
ha afirmado reconocer algunas situaciones e ideas en las que quienes suelen
concebirse como los discriminados, también discriminan.

Endorracismo
Estas formas de discriminación racial producidas por los afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as) pueden ubicarse en tres grupos. El primero
es el de las prácticas endorracistas, las cuales se expresan de dos formas distintas.
Una de ellas es el rechazo que algunas personas hacen a su misma condición
por medio de la resistencia a mantener costumbres y formas de vida propias de
los grupos afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros.
Tengo una historia personal con afrodescendientes. Mi compañera era —ella
murió— ella era hija de chocoano de Quibdó y ella misma era de cultura
muy afro. Lo que sí percibía en el ambiente de su familia era que había un
deseo de los mayores porque los jóvenes no se diferenciaran como afros,
de que no se hicieran bananas, de que no oyeran música duro, de que no
oyeran cierto tipo de música porque eso los separaba del paisa. Entonces,
lo que yo percibía aquí y en el Chocó, también allá en otros entornos, tam-
bién los percibí en entornos familiares; era un deseo de algunas capas de la
población, sobre todo con algún escalamiento social o de alguna formación
o instrucción académica, como [de] camuflarse dentro de la cultura paisa y
una discriminación de negro a negro […] (Juan Montoya. Funcionario de
la Alcaldía. Bogotá, 2007).
Mientras tanto, la otra forma se expresa en la resistencia a autoreconocer sus
rasgos fenotípicos o a tener hijos(as) que los posean.
Yo tuve un caso, en una casa a donde vi donde [sic] la mamá era morena,
tenía una hija con una persona del interior y la niña le salió blanca como el
papá, y la señora le decía a la niña: «no puede ir a la playa porque se vuelve

696 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
morena», no la dejaba salir a la calle con los demás niños porque se volvía
morena, entonces ¿cómo?, ella es morena, tiene la piel trigueñita […]. No sólo
es un problema de los negros [la discriminación], aquí la gente morena quiere
como a la brava no ser morena, quiere, […] no sé si sea como un complejo,
no sé que será, pero entre la misma gente morena tienden a discriminarse:
«no, pero es que mi cabello no es tan rizado como el de las morenas», «no, es
que soy morena, pero hay gente más morena que yo». Y […] a mí me da risa
[…] (Rosalba Salgado. Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Estas dos formas de expresar el endorracismo dan cuenta de un rechazo
explícito a su herencia étnica (que hace referencia a la cultura y es la primera
forma citada) y racial (la segunda forma).

Autodiscriminación
El segundo grupo que puede identificarse da cuenta de la autodiscrimina-
ción que propician personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras,
que con sus actitudes y posturas «inapropiadas» frente al contexto en el que
se desenvuelven y con quienes interactúan, generan actitudes racistas en los
otros(as) como una muestra al desagrado por una diferencia que llega a serles
incómoda y molesta.
Lo que pasa es que si yo tengo un concepto de vida y voy a otro lugar a
mantener ese concepto de vida y no me abro, pues me quedo como en un
gueto […], pero el gueto también se construye desde afuera, si no entiendo
que es una nueva situación que de entrada no tiene por qué afectar. Que
tiene unos símbolos y unas maneras de ver las cosas diferentes, bueno, eso
es otra cosa (Omar Ortiz. Funcionario de la Alcaldía. Bogotá, 2007).
Además de no «amoldarse» a las exigencias del contexto de mayorías blanco-
mestizas, otra forma de autodiscriminarse —quizá la más identificada por los
funcionarios(as) entrevistados — es aquella que se da por su «no integración»
a la población blanco-mestiza con la que se encuentran, demostrada en la
conformación de agrupaciones de personas afrocolombianas, negras, raizales y
palenqueras que se apartan de la comunidad en la que están inmersos.
De hecho, la comunidad afro se ha organizado y […] también ellos se es-
tán discriminando porque se están haciendo aparte, como una comunidad
aparte […]; yo pienso que nosotros debemos estar todos juntos, que haya

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 697


un equilibrio, pienso que eso no se da, pero no se irá a dar nunca porque,
como decía Rosalba, somos racistas y ellos mismos son más racistas que uno,
así que nunca se irán a integrar […] (Leydis Mogollón. Funcionaria de la
Alcaldía. Medellín, 2007).
Para los funcionarios(as), la autodiscriminación también se produce cuando,
al acudir a los servicios sociales, se exige un trato preferencial en razón de ser
afrocolombiano(a), negro(a), raizal o palenquero(a). Es decir, es el acto de con-
siderarse distinto en un contexto donde, por el contrario, se trata a la persona
igual que a todos los demás y no se han establecido diferencias que la hagan
más o menos importante.
Porque es que ellos se sienten de alguna manera excluidos de los programas
que hay en la ciudad; […] yo siento que esa población trata como de apartar
un poquito y cuando participan tratan de ser como «aquí estoy y yo merezco
esto» […] (Sofia Torres. Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).

Racismo a la inversa
Un tercer grupo de entrevistados(as) da cuenta del racismo que afro­
colombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) ejercen contra quienes
son étnico-racialmente distintos a ellos(as).
Doloroso, pero lo percibo de los afros contra nosotros. He estado en escena-
rios en donde: «claro, los blancos ni vengan, que esto solo es para nosotros»
(Ana Suárez. Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Algunas personas explican esta discriminación como una respuesta natural
al racismo de los blanco-mestizos hacia ellos.
Porque es que ellos sienten ese rechazo y […] también lo quieren contra uno,
porque si a mí me rechazan, pues yo también rechazo […]; por eso, ellos
se agarran contra nosotros; ellos dicen: «vea esa blanca como me mira de
mal», pues yo también la miro mal (Nelly Yaga. Grupo focal de la Alcaldía.
Bogotá, 2007).
En varias ciudades, por varios funcionarios(as), se narró una situación par-
ticular, en la cual se presentan ataques —robos— de personas negras a blanco-
mestizas, la cual se entiende como una forma de racismo a la inversa en la que se
parte de considerar que los blanco-mestizos sí poseen dinero u objetos valiosos,
a diferencia de los de su misma ‘raza’.

698 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
A mi esposo, una vez, en un colectivo, lo atracaron y lo atracaron personas
negras, y a él no le robaron nada por ser negro; eso es racismo […], ellos no
lo robaron a él por ser negro […]; y es la segunda vez que le pasa, le ha pasado
dos veces. Como la gente que atraca por lo general es de estratos bajos y esa
gente es negra o morena, entonces ellos tienden a no […] y, claro, como los
que iban en el bus eran […] y como él es morochito, morochito, a él no lo
atracaron, y eso ya le ha pasado dos veces (Miriam Abisambra. Funcionaria
de la Alcaldía. Cartagena, 2007).

Tipos de racismo
Racismo estructural
Aunque no se identifica de manera directa, el racismo estructural se encuentra
en las narrativas de los funcionarios(as) que hacen alusión a dinámicas macro-
sociales en las que son evidentes las brechas económicas, sociales, políticas y
culturales entre afrocolombianos(as), negros(as), raizales, palenqueros(as), y
blanco-mestizos(as). Indiscutiblemente, la más mencionada es la relación directa
entre el racismo y la pobreza estructural, pero no siempre viendo esta última
como una consecuencia directa del racismo, sino —en ocasiones— como una
causa de la discriminación.
Podemos ver el problema de discriminación, yo lo miro y a veces lo analizo,
y lo pienso y digo que si a veces nosotros somos los discriminados porque
somos pobres o porque somos negros, no sé. Lo único que te puedo decir
es que tanto en la discriminación por la pobreza van ahí, es un mapa que se
interpone uno con otro. Porque yo, personalmente, he sido de una u otra
forma víctima de discriminación, yo siento que lo he sido (Mónica Facio-
Lince. Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Las marcadas diferencias sociales, que son nombradas con mayor frecuencia
por los funcionarios(as) de Cartagena, asocian la existencia de una estratificación
social con patrones culturales que han ubicado a la población afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera en la parte más baja y menos favorecida de dicha
jerarquía racial.
Porque acá en Cartagena se da algo que no se da a nivel del país, […]
aquí hay familias con apellidos, entonces esas familias miran a la gente
de acá, de estrato bajo, como personas sin ningún tipo de presentación
[…], están estigmatizados […] antes era la familia tal, tal, ya eso se fue

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 699


acabando, pero consigo ha estado este problema de racismo (Rómulo
Barbosa. Funcionario de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
Uno de los aspectos estructurales del racismo (que ya se ha abordado aquí) es
el relacionado con los territorios que hacen parte de las «geografías racializadas»,
los índices de pobreza que allí se registran y la marginalización respecto al resto
del país. Los cuestionamientos y preguntas realizados, referidos a las evidentes
desigualdades, dan cuenta de la reflexión que unos pocos funcionarios(as)
realizan en cuanto a las condiciones macrosociales de racismo, evidenciadas
en las diferencias regionales.
¿En qué estamos siempre hablamos de los derechos de los niños?, entonces
los derechos son para unos pocos o para unos departamentos y para los
niños de otro departamento los descuidamos. ¿Por qué se tienen que morir
unos niños en un departamento por desnutrición y por qué los niños acá,
en Bogotá, gozan de jardines sociales, jardines infantiles, gozan de canti-
dades de prebendas que los niños del Chocó no las tienen? (Ofelia Bueno.
Funcionaria de una Alcaldía Local. Bogotá, 2007).
Racismo social
Las mayores evidencias de cualquiera de los tres tipos de racismo en las narra-
tivas de los funcionarios(as) entrevistados son las referidas al racismo social. Una
cantidad considerable de casos en los que se exponen episodios de discriminación
racial, junto a un importante conjunto de imaginarios y construcciones sociales
negativas sobre lo que se cree o entiende que son las personas afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras, dan cuenta de la innegable presencia del racismo
y la discriminación racial en la interacción cotidiana de hombres y mujeres de
distintas ciudades y distintos grupos étnico-raciales en Colombia.
Uno de los medios más utilizados para transmitir el racismo es el lenguaje. Por
medio de comentarios, bromas, chistes y frases que hacen parte de las expresiones
más utilizadas en el día a día de las personas, se demuestran los patrones que
señalan y hablan de los afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as)
con desprecio, usualmente asociado con algo negativo e indeseable.
El racismo lo ve uno en diferentes espacios, […] en la manera como la
gente se refiere a lo que es extraño, a los chistes, en el lenguaje también se
ha visto muchas veces (Augusto Martínez. Funcionario de una Alcaldía
Local. Bogotá, 2007).

700 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
El uso de dichos términos en el lenguaje cotidiano se ha convertido en
una práctica casi inconsciente de las personas, y en esa medida reproducen
imaginarios negativos de quienes son fenotípicamente negros.
[…] algunas frases que tengan carga de prejuicio o que sean racistas, son
como por ejemplo, que parece un diablo, […] como de forma displicente:
este maldito negro […] o ese morocho, por decirlo así (Lina Henao. Funcio-
naria de la Alcaldía. Pereira, 2007).

Y más allá de frases o expresiones, el racismo se expresa de forma cotidiana


en comentarios cargados de imaginarios negativos sobre formas de ser y actuar
de las personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Los hay sobre
diferentes aspectos, como el trabajo, los hábitos de aseo y limpieza, su inte-
lecto, su capacidad de organización en comunidad, su forma de interactuar y
relacionarse cotidianamente con otros(as), e incluso sobre su vida sentimental
y sexual. A continuación exponemos sólo algunas de las muchas expresiones
encontradas a lo largo de las entrevistas sobre esta población.
Generalmente, la negra es sucia, o sea, maneja desaseo, entonces las otras
la fastidian con relación a eso. Pero ya entra uno a hablar con la negra y
se le dice: «mamita es que lo que está pasando es esto, entonces vamos a
organizarnos para que no haya joda [...], entonces cómo hacemos, porque
si tú hueles mal, las otras te van a molestar». Generalmente, es la chucha y
ese problema es el [sic] mugre que uno ve del negro, el mal olor. Entonces,
ellas tienden a fastidiarla por el olor y: «no te quedés en mi cuarto, por
la pecueca o por la chucha» (Blanca Escobar. Funcionaria de la Alcaldía,
Pereira, 2007).

Ellos sí tienen problemas porque, por ejemplo, para ir a pedir un arriendo,


ellos tienen problema porque precisamente por eso, no les arriendan por-
que permanecen con la música duro, sí les gusta mucho la fiesta, y donde
hay dos traen los otros, y entonces se llena todo… se le arriendan a dos y
terminan diez (Flor Castro. Grupo focal en Alcaldía. Medellín, 2007).

Algo que me haya llamado la atención es cuando yo trabajé en el barrio la


Laguna, hace dos años. Me llamaba la atención ver a los hombres sentados
a las 10 de la mañana con su equipo duro, escuchando salsa, tomando
cerveza, fumando y como frescos y, de pronto, uno acercarse y tener la

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 701


oportunidad de hablar con alguno de ellos y decir: «no, es que no hay nada
que hacer», o los llaman de pronto por tiempos a trabajar […], cuando
no hay este tipo de trabajo ellos se sientan a escuchar su música y viven es
como del diario. A ellos les interesa como conseguir para el diario, a ellos
no les interesa […] más nada, ellos viven tranquilos así y que su señora
trabaje y sea la que rebusque […] para los gastos un poco más grandes que
tienen que ver con lo necesario para subsistir de una manera, pues muy
por lo bajo (Amanda Mejía. Funcionaria de la Alcaldía. Pereira, 2007).

En esta localidad, eso tú no lo vas a sentir así, pero sí de todos modos hay
un sesgo fuerte, aquí en Colinas, hay bastantes negros, pero como es una
zona en donde hay mucho robo, entonces si ven a un negro caminando:
«uy, ahí viene el ladrón» […]; no tiene nada de particular que la gente
sienta eso. Pero porque es una zona en donde hay muchas personas que
se dedican a eso, su actividad es ser ladrón (Ninfa Ortíz. Funcionaria de
una alcaldía local. Bogotá, 2007).

La percepción que tengo de los negros es que entre ellos mismos son
racistas. Generalmente, el negro quiere una blanca, no busca una esposa
negra. O sea, el negro busca al blanco. Son poco echados pa’ lante, son
muy tranquilos, poco estudiosos, muy relajados, son muy pachangueros,
les gusta la buena vida y son demasiado conformistas. Generalmente, las
zonas de negros son abandonadas, planifican poco, son siete mujeres, se
creen muy viriles, esas son las consideraciones que yo tengo respecto a los
negros (Ruby Escobar. Funcionaria de la Alcaldía. Pereira, 2007).

Los indígenas tienen unos antecedentes de trabajo colectivo que les per-
mite a ellos ser solidarios, organizarse, buscar el bien común, no digo
que no haya excepciones, pero eso obedece a otros procesos culturales.
Sin embargo, cuando nosotros trabajamos con las comunidades afros es
otra cosa, cada cual coge por su lado. Casi yo diría que esa organización
que nosotros estábamos apoyando, cada uno de los afros, de ser posible,
tendría una organización diferente. O sea, no se aglutinan en una sola
sino que se atomizan; todo el tiempo es atomizándose. Entonces, es muy
complicado realmente aglutinarlos a ellos, los intereses económicos […],
o sea, piensan individualmente (Isabel Arrieta. Funcionaria de una alcaldía
local. Bogotá, 2007).

702 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Racismo institucional
El grupo de personas entrevistadas en los servicios sociales focalizados hace
mención constante al racismo institucional. Empero, contrario a lo que podría
pensarse, no se limitan a hablar del ámbito institucional que concierne a su
contexto inmediato de trabajo —en el que se desempeñan como profesiona-
les—, sino que también reflexionan sobre lo que sucede en otras instituciones,
tanto públicas como privadas; las prácticas discriminatorias que se presentan en
ellas, que se perciben en aspectos como la contratación y la atención a personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras.
Yo no he podido estar de pronto en una conferencia o algo que tenga que
ver como el racismo institucional, pero, de pronto, lo puedo […], puedo
dar una idea de lo que entiendo. Es como ese racismo que hay en todo lo
que se llame institución, sea colegio, sea universidad, sea una empresa, sea
cualquier entidad en donde se maneje […]. En todo por racismo institucio-
nal, en donde se relega a la gente que no comparte, por ejemplo, la misma
ideología, del mismo color del director, de la persona coordinadora de la
institución; que sí lo hay y eso es muy cierto y seguimos sumidos en eso
(Yolima Yepez. Grupo focal en una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Como producto de una pregunta formulada en algunas entrevistas, unas
pocas personas definen lo que entienden por racismo institucional. Para algu-
nas, el término hace referencia a la exclusión de quienes no cumplen con un
perfil «físico» requerido, o de quienes no comparten la ideología dominante
de la institución.
Yo creo que sí hay racismo a nivel institucional, de hecho, hay personas que
en sus perfiles exigen un determinado tipo de personas, con una determinada
altura, con un determinado color de ojos, de piel, con una determinada forma
de mirar y hasta su postura. Entonces, si esos perfiles hay para las personas
de nuestro color, imagínense cuando se presentan poblaciones afrocolom-
bianas; entonces sí las hay y desafortunadamente en muchas (María León.
Grupo focal en una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Unas pocas personas aseguran que el racismo institucional no existe. Para
aseverarlo se basan en sus experiencias personales, haciendo referencia princi-
palmente a su contexto de trabajo y a su propia postura frente a la diversidad
cultural en la población atendida.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 703


A nivel institucional no hay racismo porque nosotros cumplimos con unos
requisitos específicos en el proyecto y somos muy imparciales, digamos, en
su condición no sé, de grupo étnico, afrocolombiano, desplazado […]. No,
yo creo que nosotras nos limitamos a identificar la problemática, a apoyar,
a contribuir para que esa emergencia se pase de emergencia a crisis, no sé,
pero nosotros como tal, a nivel institucional, vemos una persona afroco-
lombiana y es igual que una persona que no sea afrocolombiana, que sea
blanca […], que sea normal, en fin, […] (Yuly Vargas. Grupo focal en una
alcaldía local. Bogotá, 2007).
Las particularidades de los relatos de los funcionarios(as) entrevistados res-
pecto a su contexto laboral y a las dinámicas que en él se dan, respecto a ideas,
posturas, prácticas y eventos asociados al racismo, son numerosas y significativas
para comprender las distintas maneras de analizar el racismo institucional.

El tema del racismo visto desde los servicios sociales de bienestar


Las discusiones que se dan frente al tema del racismo están estrechamente
relacionadas con el grado en que este puede afectar las condiciones de vida de una
persona o su familia hasta el punto de poderlos considerar como parte de la po-
blación vulnerable que merece atención diferenciada en los servicios sociales.
Si el hecho de pertenecer a un grupo afrocolombiano, negro, raizal o palenque-
ro acarrea ser objeto de tratos discriminatorios que se han dado históricamente
a causa de ideologías racistas que excluyen y subvaloran a quienes pertenecen
a dicho grupo, entonces sí existen razones suficientes para establecer tratos
diferenciales para esta población en los servicios sociales.
Aquí el problema es la rotación de cupos. Uno mira el nivel de vulnerabilidad,
pero yo, claro, le daría preferencia a ellos […], por lo que hemos hablado,
por lo que históricamente han sido personas con unas […], y además, en su
mayoría, las personas que asisten aquí al comedor comunitario son de varias
regiones del país, muchos de ellos [sic] desplazados por el conflicto armado.
Claro, yo le doy preferencia si son afrodescendientes o si son personas indí-
genas (Jhon Beltrán. Funcionario de una alcaldía local. Bogotá, 2007).
La existencia del racismo como una ideología estructurante de la sociedad
colombiana —que se puede reconocer en fenómenos como «las geografías ra-
cializadas» — justifica la importancia de que exista un acceso preferencial a los
programas que se ofrecen en las instituciones de servicios sociales. Su inclusión

704 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
en la población objetivo de estos servicios también se justifica por la necesidad
de reparar la historia de exclusión del pueblo afrocolombiano, negro, raizal y
palenquero, la cual se remonta a su llegada al país durante la trata esclavista
transatlántica y los siglos de sometimiento al régimen esclavista.
[…] claro, definitivamente están en peores condiciones por todo ese proceso
histórico, y que eso ha limitado de una manera […], y que aún continúa
limitando, […] porque, al igual, si la discriminación no existiera muchos de
ellos sí estarían en mejores situaciones porque el nivel cultural es bastante
importante, y que uno rescate la historia y que vea por qué vale la pena,
porque […] igual son seres humanos; pero el porqué ellos están peor que
otras personas es más que un argumento para decir: «oiga, con más veras
tenemos que trabajar por esta población que ha tenido un recorrido histórico,
bastante pesado, triste» […] (Lucero Rubiano. Funcionaria de una alcaldía
local. Bogotá, 2007).
Con una postura opuesta a la anterior, un mayor número de funcionarios(as)
sostiene que en los servicios sociales no debe haber acceso preferencial para
las personas por su condición étnico-racial, puesto que surgiría otro tipo de
exclusiones, esta vez, dirigidas a personas que también necesitan hacer parte
de dichos servicios.
Me parece que uno tiene que ver, que mirar como los factores de la vulnerabi-
lidad para la inclusión a un proyecto y no basarse solamente en el color de la
piel, porque entonces, yo puedo estar excluyendo a familias que, aunque no
pertenecen a un grupo étnico determinado, la están pasando peor. Entonces, si
yo tengo dos familias, tengo un cupo, y la una es negra y la otra es blanca […],
por el solo hecho de ser negro no puedo dar el acceso a un servicio; tengo que
mirar sus condiciones reales. ¿Qué tal que los blancos la estén pasando peor?
(Aura Elisa Villamizar. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Además, al considerarlos(as) como especiales se estaría señalando a
afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as), hecho que acarrearía
más discriminación hacia ellos(as).
Pues yo creo que esos tratos preferenciales no deberían existir, a pesar de
que tenga una buena voluntad, porque [los] seguimos estigmatizando aun-
que sea desde lo institucional (Diego Gómez. Funcionario de la Alcaldía.
Medellín, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 705


Por los motivos mencionados, quienes adoptan esta postura afirman
que la selección de los beneficiarios(as) de los servicios sociales debe ba-
sarse en el principio de la igualdad, y tener en cuenta el principio de la
meritocracia.
O sea, lo digo a nivel personal, porque hay racismo; yo sé que, de
pronto, si llega una persona de color a pedir trabajo, yo lo haría por
su preparación; si […] él es más preparado que otra persona que es de
color blanco, pues yo recibo […]. Así sea moreno, aunque yo sé que
otras personas no. Ahora, yo sí reconozco que tiene un pasado muy
duro […]; y yo soy de las que no puedo ver esas películas de esclavitud
porque […] ahí mismo me retiro, cambio el canal; yo eso no lo manejo,
no puedo, entonces con eso sí estoy […]; peor lo que dice la amiga,
eso se quedó allá y no podemos seguirlos empobreciendo. Que sí hay
discriminación a nivel territorial […], de pronto no les han prestado la
atención que deberían […]. Pero, en cuanto a mi percepción personal
y que de mí dependa, lo valoro igual que otra persona (Marta Puyana.
Grupo focal en una alcaldía local. Bogotá, 2007).
A partir de lo encontrado en las entrevistas, podría considerarse que la
poca atención que los servicios sociales focalizados —y los(as) profesiona-
les que laboran en los mismos— han prestado al racismo es una situación
generalizada. En la gran mayoría de las narrativas que hacen referencia al
tema, el racismo en los programas sociales focalizados no se percibe como
un asunto problemático que merezca la atención y genere preocupación
en el contexto de la atención a beneficiarios(as), lo cual se sustenta —en
la mayoría de las ocasiones— en que las personas atendidas no suelen
presentar quejas relacionadas con discriminación racial.
No, nunca ha habido quejas en razón del ser racial de alguien […];
además, la comunidad sabe generalmente a donde pone sus quejas […];
que porque yo soy negra, no. Mas en los desplazados sí ha habido pero es
mínimo, no es nada, uno entre nueve mil (Luisa Higuera. Funcionaria
de una alcaldía local. Bogotá, 2007).

Otra de las razones por las que no se intervienen casos o situaciones


producto del racismo es porque se lo considera inadecuado y no se lo
contempla en las rutas de atención de las instituciones.

706 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Pues no sé, realmente no sé porque nosotros siempre tenemos el espacio para
que la persona hable. Nosotros no hacíamos una pregunta referente a su
etnia y a su identidad […]. Solamente hasta hace unos meses que se metió
la de «con qué grupo étnico se identifica y eso»; esa pregunta, para mí, es
una pregunta de rigor, porque nos toca meterla ahí, porque planeación me
lo exige […], o sea, no hay una pregunta específica que nos hable si se siente
discriminado o no se siente discriminado por su etnia, eso no existe (María
Victoria Robayo. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).

Asimismo, se opina que tanto las instituciones como sus funcionarios(as)


cuentan con las herramientas necesarias (procedimientos, rutas de atención o
formación y capacitación) para desarrollar una intervención profesional que res-
ponda a las particularidades que un caso de discriminación racial trae consigo.
De todas maneras, yo creo que a uno le cuesta saber cómo abordar esos temas;
yo creo que [a] uno le hace falta formación para, desde un nivel gerencial,
saber cómo hablar de eso sin que la persona negra se sienta […], porque es
que tradicionalmente eso ha pasado; la persona negra se siente mal cuando
expone su vulnerabilidad, porque eso es una vulnerabilidad ante todos los
demás (Patricia Bernal. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).

Pocas entrevistas hacen alusiones específicas a casos de racismo atendidos en


las instituciones de servicios sociales, y en los que los funcionarios(as) hayan
descubierto que los problemas psicológicos de personas beneficiarias de un
programa social se derivaban de la discriminación racial.
Dentro de la consulta y la exploración que hicimos, porque eso ya es muy
particular y muy personalizado, una de las causas que él relacionaba y que
mencionaba para su situación de timidez, que era básicamente el motivo de
consulta, era eso, el haber sido discriminado permanentemente por su familia
por su condición racial. Porque él era negro y su familia no era negra. Sí, a
donde llegó a convivir en Manizales no eran negros, eran familiares pero no
eran negros. Yo lo acompañé en el proceso terapéutico y […] el motivo de
consulta inicial fue superado en el proceso de tratamiento. Dentro de eso,
estaba también el aceptar su condición y empezar a verbalizar su incomodi-
dad y su inconformismo frente a las personas más cercanas, que eran las que
hacían que sintiera esa situación de rechazo (Camila Restrepo. Funcionaria
de la Alcaldía. Pereira, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 707


Otros entrevistados(as) dan cuenta de casos en los que se presentaron con-
flictos interpersonales dentro de la institución porque algunos beneficiarios(as)
se sintieron discriminados(as).
[…] el hecho fue en un día normal de atención al público, a los participantes,
a pleno medio día, y la señora participante percibió que la operaria afrodes-
cendiente le tiró el plato, pero […] en ningún momento aquí las operarias
tiran los platos. La señora se ofuscó, la insultó, la trató muy mal refiriéndose
a su color de piel, etcétera, etcétera. Entonces, ahí me llamaron, yo estaba
en el momento, le llamé la atención a la participante porque además acá
hay, y todos los comedores comunitarios lo tienen, un pacto de convivencia;
[…] si ya hay una falta de respeto hacia una operaria, y más citando estos
temas, el de etnia, religión, opción sexual, lo que sea, pues eso es gravísimo.
Yo conversé aparte con la señora y al final pidió excusas […] (Raúl Bedoya.
Funcionario de una alcaldía Local. Bogotá, 2007).
A manera de reflexión sobre las implicaciones que tienen los casos de dis-
criminación racial, algunas personas reconocen que estas situaciones terminan
afectando a los mismos funcionarios(as) por las relaciones de transferencia que
suelen establecerse en la relación beneficiario(a) – funcionario(a).
[…] y así, uno termina apropiándose de esos problemas de discriminación
racial que son dolorosos así de plano; como que uno reacciona inmedia-
tamente, pues particularmente a mí me pasa que yo digo: pero, «¿cómo es
posible?». Y dentro de todo, [en] el esquema de atención está la referencia-
ción, o sea, por más que una persona no lo afecte, no lo conmueva, pero
procedimentalmente hay una función […] (Alba Díaz. Funcionaria de una
Alcaldía Local. Bogotá, 2007).
Si el racismo existe y nos afecta, ¿qué podemos hacer ante él?
Tras reconocer la presencia del racismo, se manifiesta la necesidad de abor-
darlo con acciones que lo eviten o con estrategias para enfrentarlo. Tal necesidad
se expresa como algo que deben realizar quienes son objeto de discriminación
(es decir, mujeres y hombres afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros)
y los funcionarios(as) en su interacción cotidiana y en la prestación de los
servicios que ofrecen.
Se proponen varias alternativas para evitar el racismo. Una de ellas consiste
en cambiar las formas de socializar a niños y niñas —con especial énfasis en

708 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
la modificación de ideas y prejuicios raciales transmitidos—, puesto que se
considera que las ideologías racistas son reproducidas en el espacio familiar.
Por lo menos yo tengo un hijo, mi hijo es negro, y yo a él sí se lo tengo bien
claro: «usted lo que tiene que aprender a ser ante todo es personita». Ah,
que si en el colegio le dicen negro, le digo yo: «usted no se preocupe papito
por eso, usted tiene que ser es una persona de bien y la muestra es que está
en colegio nuevo, grande y ahorita, en tercera entrega de notas, y otra vez
el primer puesto, y uno se va ganando su espacio, se va haciendo querer y
va siendo caballero desde pequeñito»; eso no tiene nada que ver con que
sea blanco, negro, indio […], sino que usted se apersone (María Quiñones.
Funcionaria de una alcaldía Local. Bogotá, 2007).
Como una medida más drástica y profunda, algunas personas proponen
tipificar el racismo como delito y, en esa medida, establecer medios legales que
promuevan el respeto hacia la diferencia étnico-racial en Colombia.
[…] desde hace siete años atrás, yo he venido […] trabajando en algunos
sectores públicos en donde he dictado charlas sobre esta problemática; no
lo hago a nombre de ningún grupo sino a nivel personal, y que conste que
no soy negro, y he propuesto […] la tipificación del racismo como delito
(Freddy Castro. Funcionario de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
Otra alternativa planteada en las entrevistas es el empoderamiento de
las poblaciones afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras para que
se autorenocozcan y puedan evitar ser víctimas de tratos excluyentes y
discriminatorios.
Para grupos étnicos haría falta que nos enseñaran a querernos […]. Que nos
enseñaran a tener identidad; a entender que lo negro no es lo malo; que lo
negro no es lo feo […]; a entender que no porque tú seas negra tienes que
tener diferencias en cuanto a oportunidades o en cuanto a visiones con las
demás personas. Porque yo estoy totalmente segura que las limitaciones
empiezan por nosotros mismos, nosotros mismos en ocasiones trazamos la
barrera, a pesar de que no podemos negar de que los demás grupos pobla-
cionales tienen en ocasiones sus limitaciones con los negros, pero cuando
uno mismo sabe a lo que tiene derecho entonces pone a los demás en el
lugar que le corresponde y se pone uno en el que debe estar (Rosa Cadavid.
Funcionaria de la Alcaldía. Pereira, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 709


También se sugiere la creación de procesos formativos que promuevan la
tolerancia y el reconocimiento de las diferencias culturales en toda la población,
sin que se tomen en cuenta su etnia o su ‘raza’.
Yo siento que es como hacer conciencia, es como procesos formativos. Es
hacer conciencia para ambos, […] porque es por lo que ellos trasladan su
cultura a otra región que es totalmente […] aquí estos se sienten agredidos, y
ellos se sienten agredidos. Creo que es más un proceso de formación, de que
entiendan la cultura de ellos y que ellos también cedan un poquito frente a
la forma de pensar, de sentir, de las personas de acá […] (Miladys Ramírez.
Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Cuando se presentan situaciones de racismo no queda otra opción que afron-
tarlas, en la búsqueda de superar el desagradable suceso. De las entrevistas a los
funcionarios(as) resultan siete formas de respuesta que ellos(as) sugieren como
las más apropiadas para solucionar situaciones en las que acude una persona
que ha sido discriminada en razón a su origen étnico-racial.
La primera de ellas es el diálogo con la persona víctima de la discriminación.
Para algunos funcionarios(as), por medio de este mecanismo puede entablarse
una relación más estrecha con la persona, de forma que contribuya a crear un
ambiente de ayuda para superar los impactos negativos del evento. También
se cree que, por medio del diálogo, se puede llegar a promover la conciliación
entre las dos partes en conflicto y promover la tolerancia entre ellas.
Uno de mis mecanismos de solución es la escucha, escuchar a la persona,
darle una excelente atención, eso da resultado porque […] baja los ánimos
de agresividad o, por lo menos, la persona afectada, al recibir una buena
atención, se calma un poco […] (Clara Lucía Mosquera. Funcionaria de
una alcaldía local Bogotá, 2007).
Junto al diálogo, se propone la promoción de medidas que permitan elevar
la autoestima de quienes han sido vulnerados(as) y generar procesos de empo-
deramiento político.
La orientaría de tal forma que ella se sienta bien, que ella se sienta que es un
ser humano, que tiene tantos derechos como tiene [sic] las demás personas
[…]; la motivaría para que mejorara sus condiciones de vida; la motivaría
para que se preparara para la vida, que estudiara, que luchara por salir ade-
lante; y le resaltara las cosas positivas que ella teje como persona para que
ella también se autovalore. Porque tú tienes que valorarte tú misma. Cuando

710 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
tú tienes tu autoestima baja, tú misma te estás subvalorando y sientes que
los demás te subvaloran; cuando tú tienes tu autoestima alta, aun siendo de
color, tú dices: «es que yo también tengo derechos, que yo también puedo
salir adelante, es que yo también me puedo preparar para la vida, es que yo
también puedo hacer aportes para la construcción de país» (Nubia Coronel.
Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Un número importante de funcionarios(as) sostiene que es indispensable
orientar a las personas que han sido víctimas de la discriminación racial en
el reconocimiento de sus derechos, pues con ello se hacen conscientes de que
pueden reclamarlos y evitar su vulneración.
Se escucha la queja del ciudadano o la ciudadana y, en la medida que somos
formadores también en derechos y deberes, se le comenta, se le cuenta al
ciudadano que en la Constitución Política hay un derecho a la igualdad, el
cual no puede traspasar esa parte racial, o sea, todos merecen una atención
oportuna, sin pensar en la parte étnica (Carolina Vargas. Funcionaria de
una Alcaldía Local. Bogotá, 2007).
La cuarta forma en la que las personas entrevistadas dicen enfrentar casos
de racismo en su labor profesional es la remisión a instituciones encargadas
de este tipo de situaciones. Dentro de las más mencionadas se encuentran la
Defensoría del Pueblo y la Fiscalía General de la Nación.
Yo la mandaría a las instituciones pertinentes, a la Defensoría del Pueblo,
a la Personería […], a instituciones que tengan injerencia en el tema […]
(Ana Jaramillo. Funcionaria de la Alcaldía. Medellín, 2007).
Fueron pocas las personas que consideraron la posibilidad de hacer una
remisión a organizaciones afrocolombianas para que se les brinde mejor apoyo
y orientación.
[…] que si necesita mucha más orientación, que se dirija a las organizaciones
de base, las comunidades negras […]; aquí está funcionando Cimarrón, está
funcionando Afrodescendientes […], algo así, por supuesto, que se remita
allá. Yo sé que la Universidad Tecnológica trabaja mucho ese tema, se podría
remitir allá y estaría dispuesta a acompañarlo, no solo que fuera sino que
vamos juntas (Heydi Duque. Funcionaria de la Alcaldía. Pereira, 2007).
Es usual que la remisión a otras instituciones venga acompañada de denuncias;
es decir, que se sugiera denunciar en instancias que tomen medidas apropiadas

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 711


para castigar o sancionar las conductas que van en contra de los derechos de otras
personas. Algunos funcionarios(as) proponen entablar demandas o acciones de
tutela cuya meta sea reparar el daño causado y restablecer sus derechos.
Yo, particularmente, lo orientaría con una acción constitucional, por ejemplo,
como soy abogado y yo observo que la acción constitucional sería en este
caso la tutela; puede ser un buen medio para obligar, eso de pronto […],
o por lo menos para sentar un precedente. O sea, basado en el derecho de
igualdad, y pues los mecanismos básicos nos los está dando la Constitución
del 91 y la normatividad vigente en relación con las acciones constitucionales
(Pablo Múnera. Funcionario de la Alcaldía. Cartagena, 2007).
Pero cuando los casos de discriminación racial ocurren dentro de las institucio-
nes prestadoras de servicios sociales, en acciones u omisiones que un profesional
ejerza contra unos beneficiarios(as), se han pensado tres formas específicas de
enfrentarlas. Una de ellas es la denuncia dentro de la misma institución.
En la del funcionario hay un mecanismo muy simple […]; si se viene a quejar
conmigo, yo le digo: «mire, no se quede con la queja, se está quejando de un
igual a mí, de un compañero, yo no soy quien para ir a sentar un precedente
de sanción con él, pero sí lo invito a que manifieste su inconformidad y su
descontento por escrito», nosotros tenemos en las entradas unos buzones
de mensajes (Tatiana Bautista. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá,
2007).
Otra es el seguimiento del conducto regular que la institución ha establecido
para dichos casos, si llegaran a presentarse.
Pues inicialmente, tendría que hablar con la coordinadora que es la res-
ponsable de comedores para mirar que no se esté dando eso, porque ella
tiene que estar pendiente que los operadores que se contrataron le den el
acceso a las personas que más lo requieran y no pueden tener discriminación
de ninguna clase. Porque a veces uno no puede llamar directamente a la
operadora y decir: «¿qué pasó acá?». No. Hay un conducto regular al que
debemos acudir para esos casos que se presenten, porque acá, a veces, vienen
quejas, no porque sean negros, independientemente de su situación, sino
cualquier otra persona de la que se reciba una queja, siempre se habla con la
coordinadora para que tome nota y pueda hablar con los operadores (María
Elena Ramírez. Funcionaria de una Alcaldía Local. Bogotá, 2007).

712 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
La última forma es la sanción a los funcionarios(as) que han discriminado a
los beneficiarios(as) en el proceso de atención, lo cual también depende de los
procedimientos de cada institución para tales casos.
Pues eso es un objeto de disciplinario. O sea, uno primero que todo pide
las explicaciones del caso, pero si es muy evidente, pues es obvio que eso
tiene una sanción disciplinaria, pues debe ser sometido a investigación.
En cualquier caso, uno recogiendo las pruebas debe iniciar un proceso
de investigación (Penélope Cuadros. Funcionaria de una alcaldía local.
Bogotá, 2007).
Pero contrario a lo ya expuesto, un grupo importante de personas entrevistadas
tienen posturas que difieren de las anteriores. Para todos ellos(as) no existen
procedimientos especiales para abordar las quejas sobre el racismo y, por tanto,
se abordan igual que cualquier otra situación.
Si llegara una persona a quejarse porque se ha sentido maltratada por un funcio-
nario o funcionaria, yo actuaría como si fuera cualquier otro ciudadano, igual.
Investigar qué es lo que ha pasado, por qué no se le ha dado posibilidad de acceso,
lo que sea. Yo trato, entre paréntesis, de no discriminar; para mí es lo mismo
cualquier persona que venga a formular una queja o a hacer una recomendación
(Héctor Cruz. Funcionario de una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Una postura particular es aquella que sostiene que las quejas o denuncias de
casos de racismo traídas a los servicios sociales por los beneficiarios(as) afroco-
lombianos, negros, raizales y palenqueros no deben atenderse con particular
atención, puesto que el beneficario(a) no siempre tiene la razón y, además, este
tipo de personas suele victimizarse.
Primero que todo hablaría con esa persona, la tranquilizaría y empezaría a
preguntarle si sabe en qué quedó el partido del América de Cali […]. Son
mecanismos a los cuales yo acudo para no entrar en el tema, porque muchas
personas se victimizan (Jaime Cañas. Funcionario de una alcaldía local.
Bogotá, 2007).
Por último, algunos funcionarios(as) hacen alusión a las formas en las que las
mismas víctimas del racismo lo asumen y afrontan, y prefieren ignorarlos(as).
¡Ay!, yo cuando la escucho […] hago caso omiso a todo; y pues dependiendo
cómo sea la discriminación, así mismo respondo. Pero yo a todo eso hago

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 713


caso omiso […]. Igual un negro, un blanco, un amarillo, un rojo, un color
que sea. ¿Qué? ¿Cuál es la diferencia? Somos seres humanos iguales (Ofelia
Hurtado. Funcionaria de una alcaldía local. Bogotá, 2007).
Algunas personas reflexionan sobre la poca denuncia a las autoridades res-
pecto a casos de discriminación racial en las instituciones. Para algunos(as),
esto puede entenderse como «un aguante» o como estar resignados a ello, y en
consecuencia, esos serían sus propios «mecanismos de defensa». En muchos
casos, las personas discriminadas no acuden a buscar ayuda, sino que se apoyan
y dan ánimo entre sí.
El racismo no se hace así tan específico, más bien dentro del relato comentan
la situación y [dicen] lo que ellas hacen […]. Lo que he notado es que ellas se
dan mucha fuerza; me dicen que les dan fuerza a sus hijos, que es duro, que
es jodido que a cada rato se estén burlando de ellos, pero que ellos no están
solos, tratan de darles ánimo a ellos. Pero en ningún momento han venido
acá desesperados a buscar una solución […] (César Rincón. Funcionario de
una alcaldía local. Bogotá, 2007).

Para cerrar esta sección


El contexto de los servicios sociales y las personas que se desenvuelven en
él brindan una visión del racismo con un marcado énfasis en las situaciones,
ideas y fenómenos que circulan en los contextos institucionales. De ese modo
dan cuenta, desde la experiencia, de relaciones raciales que evidencian que sí
hay discriminación racial en Colombia, y que suele ser más común de lo que
podría creerse.
A pesar de habersen recogido en cinco ciudades distintas, muchas de las
narrativas muestran situaciones similares enmarcadas en escenarios donde la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera suele estar en situaciones
de exclusión e inferioridad en el acceso a bienes y servicios, y en la posibilidad
de mejorar sus condiciones económicas, políticas, sociales, culturales y am-
bientales. Al hacer énfasis en las relaciones entre funcionarios(as), usualmente
blanco-mestizos(as), y hombres y mujeres étnico-racialmente reconocidos como
negros(as) —mediadas por un contexto institucional donde se desempeñan
como profesionales—, es usual concebir a estas personas como aquellas que
sufren carencias y privaciones —que además de materiales, son intelectuales—
de acceso e inclusión en un contexto que les es aparentemente ajeno.

714 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Es importante aclarar que la única ciudad donde no se encuentran estas si-
tuaciones y estereotipos es San Andrés. La marcada y evidente diferencia de tal
contexto comienza cuando las personas allí entrevistadas aclaran que el racismo
no es un problema en la isla. La verdadera problemática de discriminación no
tendría motivos raciales; se basa en el origen isleño o continental de las per-
sonas, diferenciación que marca verdaderos conflictos entre grupos sociales y
van más allá de las características fenotípicas de las personas. No compartimos
esta lectura de la situación racial de la Isla pero creemos que es un tema que
amerita muchas más investigaciones sociales.
Sin duda alguna, Cartagena es reconocida como la ciudad más racista y con
diferencias más marcadas entre personas de uno y otro color de piel, de modo
que tienen una rígida estratificación social en la que las personas negras, afro-
colombianas, raizales y palenqueras se encuentran en la parte inferior de tal
estructura. Seguida de esta ciudad, se encuentra Bogotá, en la que también se
habla de una fuerte discriminación racial, aunque soterrada, asociada con pa-
trones de divisiones sociales establecidas a partir de la clase social y su ubicación
en zonas determinadas de la ciudad. En Medellín y Pereira no se reconocen
fuertes dinámicas de discriminación racial ni particularidades que la hagan más
significativa frente a las de otras zonas del país.
Los funcionarios(as) muestran, por medio de sus narrativas, los patrones de
reproducción del racismo social, siendo este tipo el más encontrado en las en-
trevistas. Los marcados e impactantes estereotipos comentados son el ejemplo
de los imaginarios sociales negativos construidos en torno a lo que significa
ser negro(a), afrocolombiano(a), raizal o palenquero(a), y de las razones por
la cuales son rechazados, excluidos y vistos como personas indeseables que no
pueden acoplarse a contextos urbanos con mayorías blanco-mestizas debido a
que tendrían prácticas culturalmente distintas e irreconciliables.
Otro de los hallazgos relevantes lo conforman las afirmaciones realizadas
por un número importante de personas entrevistadas, quienes sostienen que
el racismo y la discriminación racial no deben apreciarse como fenómenos que
solamente practican unas personas blanco-mestizas contra otras afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras. Al contrario, dejan en claro que para ellos(as),
este grupo étnico-racial también discrimina, y no solo a quienes son étnico-
racialmente distintos(as) a ellos(as), sino también a quienes pueden considerarse
sus iguales, y, lo que es peor aún, opinan que ellos(as) mismos serían quienes se
han encargado de promover el racismo que luego se ejerce en su contra.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 715


Al estar ubicados en el contexto de las instituciones que prestan los ser-
vicios sociales focalizados, estas personas centran una parte importante de
sus comentarios en las vivencias y experiencias laborales con sujetos negros,
afrocolombianos, raizales y palenqueros, y en el racismo del que son víctimas.
Afirman que no existen procedimientos ni rutas de atención para atender casos
de racismo —bien sea dentro de la misma institución, o denuncias de eventos
externos—, ni existe un perfil en el que se justifique la atención especial a grupos
étnico-raciales negros por su condición de vulnerabilidad que se produce por
el racismo al que han estado expuestos y que los ha excluido de oportunidades
y formas de vida en igualdad de condiciones económicas, políticas, sociales y
culturales, similares a las que tienen las mayorías blanco-mestizas.

Racismos y discriminación racial desde el discurso de lideresas y líderes


afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros
Analizar las posturas de líderes y lideresas del Movimiento Social Afrocolombia-
no en lo que respecta al debate sobre racismo y discriminación racial en Colombia
permite obtener visiones sobre quienes hacen parte del grupo de personas afectadas
por la discriminación racial y por sus efectos colaterales, tales como daños a la
autoestima colectiva, personal y la exclusión socioeconómica. En esta sección,
líderes y lideresas analizan los problemas que el racismo causa; no hablan como
víctimas, sino desde el rol activo que tienen en la defensa de sus derechos como
miembros de un pueblo étnico-racial no suficientemente valorado.
Las narrativas de líderes y lideresas afrocolombianas, negras, raizales y palen-
queras abordan de manera amplia el fenómeno del racismo en Colombia. Lo
definen y, a partir de ello, afirman o niegan su existencia en el país. Para quie-
nes consideran que la presencia del racismo es innegable, lo definen como un
fenómeno dinámico, cambiante en el tiempo que afecta distintos niveles de la
sociedad colombiana y que produce jerarquías de varios tipos entre las mayorías
blanco-mestizas y los grupos afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros.
A continuación desarrollaremos el análisis del panorama descrito, de acuerdo
con las narraciones obtenidas al respecto en Bogotá, Medellín, Cali, Quibdó,
San Andrés, Pereira, Buenaventura y Cartagena. También detallararemos im-
portantes aportes realizados por los entrevistados(as) respecto a los métodos
empleados para enfrentar el problema del racismo y otras posibilidades que
pueden ponerse en marcha para lograr una mayor efectividad en la lucha contra
la discriminación racial y contra las desigualdades sociales que esta ocasiona.

716 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Nociones acerca del racismo
La mayoría de líderes y lideresas entrevistados tiene claro que el concepto
de racismo hace referencia a una ideología excluyente, que rechaza, oprime y
explota a un grupo de personas con base en la diferencia racial. Afirman que el
término hace referencia precisa a discriminaciones que tienen como punto de
partida la diferenciación por el color de la piel o los rasgos fenotípicos, y que
racismo y discriminación son dos conceptos distintos (entendiendo este último
como una acción que excluye por características culturales determinadas como
la religión, el género, la etnia, la raza, entre otras).
El racismo es cualquier tipo de prevención de rechazo o de actuación
desigual para con una persona por causa de su raza o su color de piel, eso
es; cualquier tipo de actuación que no sea igualitaria en el tratamiento
para otras personas simplemente por la raza o color de piel que tienen,
constituye racismo (Enrique Ocoró. Quibdó, 2007).
Debe aclararse que un número reducido de personas considera que el racismo
y la discriminación son sinónimos.
El racismo se define de una manera sencilla: discriminación […]. Porque
hay discriminación hacia el gordo, el flaco, el rico, el pobre, la cuestión
religiosa; la que más se ha visto es la discriminación racial; como decía una
vez una señora política, que en Colombia no había racismo porque uno va
a subirse en un bus en Bogotá y se sentaba y no había ningún problema,
pero el prejuicio siempre existe (Marcos Reyes. Quibdó, 2007).
Sin embargo, el conjunto de narrativas en donde se busca definir el término
muestra que la mayoría de las personas tiene claridad al respecto y habla de racismo
únicamente para referirse a las discriminaciones cuyos motivos son raciales.
En este sentido, la presencia del racismo en una sociedad supone la coexistencia
de dos o más grupos étnico-raciales diferentes, hecho que se hace evidente en sus
rasgos físicos y, de manera particular, en su color de piel. Así pues, el racismo en
una sociedad como la colombiana puede darse entre personas blanco-mestizas,
indígenas, afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras o el pueblo rom.
Yo diría que en cuanto al racismo a nivel del país, tenemos conocidas unas
razas que ya están definidas; ese simple hecho que existan varias etnias, va-
rias razas, va a implicar de que haya discriminación […] (Manuel García.
Grupo focal. Cali, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 717


Debido a las particularidades del país y a su conformación poblacional ma-
yoritariamente blanco-mestiza, el fenómeno del racismo suele ejercerlo el grupo
dominante hacia las minorías —en este caso, étnico-raciales.
Para mí, el racismo son una serie de prácticas cotidianas que están sustentadas en
la noción falsa de superioridad de un grupo étnico-racial sobre otro, y que tienen
implicaciones y repercusiones claras en las variables socioeconómicas, políticas y
culturales. En Colombia ese grupo étnico-racial que representa la superioridad
moral y epistémica es el blanco-mestizo (Henry Angulo. Cali, 2007).
Algunas personas cuestionan el concepto mismo de racismo, puesto que tras
haberse reconocido desde ámbitos científicos y académicos que las ‘razas’ no
existen, la discriminación por motivos raciales no tendría sentido alguno. En
consecuencia, consideran que debería hacerse referencia a un nuevo término
cuando se hable de discriminación hacia las personas con características fenotí-
picas distintas a las del grupo mayoritario.
Últimamente, en unos estudios con un profesor Carlos Escobar, lo llamamos
etnicismo, pero son temas que recién se están entrando […]. Porque últimos
estudios científicos de Discovery Channel […], estudios de la llamada Eva
Negra y el origen del hombre moderno, se descubrió que no hay más raza sino
que son etnias, entonces, si quitamos raza y vamos atacar un problema, una
discriminación por unas condiciones físicas, culturales, donde ya no existe
raza, tiene que tener otro concepto y lo que llamamos raza ahora es etnia, por
eso lo llamamos etnicismo (Hugo Sinisterra. Pereira, 2007).
Al indagar lo que lideresas y líderes afrocolombianos, negros, raizales y pa-
lenqueros entienden por racismo, un grupo importante de ellos(as) lo define
como una ideología enraizada en la cultura, que justifica la exclusión de grupos
étnico-raciales minoritarios de los beneficios del poder social y económico.
El racismo es como la construcción de una teoría que pueda justificar una
práctica discriminatoria en contra de un grupo, en el cual otro grupo se asume
como mejor y superior a este y, por eso, se justifica en el trato que se le da al
otro (Vladimir Balanta. Cali, 2007).
Pero más allá de dicha exclusión, el racismo establece formas de dominación
con varios fines como justificar la explotación económica, reproducir las relacio-
nes de sujeción y esclavismo y enmascarar los verdaderos problemas estructurales
del país.

718 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
[…] lo veo más como una invención para justificar la imposición económi-
ca de un sistema y la explotación de unos hombres por otros; y entonces,
hablando claramente, el racismo es una invención que les ha servido para
enriquecer a unos y empobrecer a otros, y, obviamente, ha dejado secuelas
funestas, pero resarcibles si la sociedad en general toma conciencia[…]
(Ramiro Asprilla. Bogotá, 2007).
[…] el racismo es una ideología de los sectores dominantes. Esa ideología
tiene un papel específico que es la reproducción de las relaciones esclavis-
tas de explotación económica, y, en lo cotidiano, el racismo se expresa en
discriminación, y de la discriminación se pasa entonces a la exclusión […]
(Juan Ramírez. Bogotá, 2007).
[…] pero el racismo es un mecanismo de protección que se utiliza para
enmascarar el verdadero problema estructural que tiene de fondo el país [el
desigual reparto de la riqueza debido a la preservación de la lógica capitalista
hegemónica] (Dayana Archibold. San Andrés, 2007).
Los entrevistados(as) opinan que la mayoría de definiciones de racismo ha-
cen referencia a la manera en que se materializan dichas ideologías; es decir, el
rechazo, la exclusión y el maltrato psíquico que producen.
Para mí, el racismo es exclusión, para mí, el racismo es maltrato mental,
es ultraje constante, es vulneración legitimada por otros de una población
determinada, y, en este momento, la población determinada somos nosotros
los negros desafortunadamente […] (Selena Córdoba. Cartagena, 2007).
Tales situaciones parten del establecimiento de tratos desiguales hacia una
o varias personas por su color de piel. Estos tratos suelen evidenciar la subva-
loración de las diferencias fenotípicas, viéndolas como algo negativo; en esa
medida, se estigmatiza y degrada moral e intelectualmente a quien cuenta con
características que lo hacen distinto al grupo de referencia —en este caso, al de
personas blanco-mestizas.
Para mí, el racismo son esas constantes prácticas de separación, de estig-
matización y de prejuicio, bien sea a una raza, perdón, a una raza no, a un
determinado grupo étnico y, a su vez, a las personas que hacen parte de ese
grupo étnico (Ángela María Lazcarro. Bogotá, 2007).
El fenómeno del racismo puede comprenderse a partir del establecimiento
de relaciones de poder y dominación en las que se determina la superioridad de
un grupo a partir de sus rasgos fenotípicos; específicamente, su color de piel.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 719


A mi modo de ver, el racismo es esa posición que se tiene sobre algunas
comunidades minoritarias, llámese negros, indígenas que son los que gene-
ralmente tienen discriminación, generalmente hacia los negros; el racismo es
esa discriminación por su color de raza, por tu color de piel, por tu cabello
ensortijado y un poquito duro (Edison Mosquera. Cali, 2007).
En consecuencia, el racismo subyuga a quienes son considerados inferiores.
[…] es sencillamente, es una herramienta de una clase dominante para man-
tener subyugada a una clase minoritaria; y mantenerla pues como base para
sostener su poder, para mantenerla debilitada como base para mantenerse
en el poder y en la posición dominante histórica que han tenido […] (Óscar
Medina. Medellín, 2007).
Del mismo modo, el racismo busca mantener, legitimar y volver como algo
natural el poder económico, político, social y cultural en manos de quienes
pertenecen al grupo de personas blanco-mestizas.
Para mí, el racismo es una doctrina que no es una cosa para hablar de ella
como si fuera una frase simplemente. Es una doctrina que se construyó
[…], hay quienes dicen que a partir del siglo xvi, y hay pruebas de teóricos
que se plantearon el racismo como una doctrina que establece relaciones
de superioridad e inferioridad racial. El racismo va más allá de establecerse
en el color de la piel, es una lucha [de los] que hoy se llaman occidentales
en contra de los que no lo son; el racismo es una doctrina construida por
Alemania, Inglaterra, teóricos franceses, polacos, en fin. Es una doctrina
que establece relaciones de superioridad e inferioridad racial y básicamente
su propósito es no permitir que haya una forma de poder distinto al poder
del hombre blanco (Jhon Campaz. Cali, 2007).
Entendido entonces como un fenómeno asociado a ejercicios estructurales
de poder en una sociedad, el racismo es interpretado por algunos líderes y
lideresas como el impedimento que ejercen los grupos sociales que han estado
históricamente en el poder para mantenerlo y evitar que otros grupos accedan
a la disputa y democratización del mismo.
Yo creo que la discusión de racismo, hay muchas definiciones de racismo,
pero la que yo manejo, sí es muy particular porque yo la defino, es cuando un
grupo […] está en el poder, ya sea económico, político, social, económico, y
no permite que otro grupo acceda a ese poder, no permite, bloqueándolo de

720 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
cualquier circunstancia para que no acceda al poder, esa es una clave básica
del racismo […] (Jhon Cambindo. Buenaventura, 2007).
Esta perspectiva del racismo se expresa en las limitantes que se ponen a per-
sonas de grupos minoritarios para el acceso a cargos públicos de alto nivel.
El racismo lo veo como los limitantes que le ponen al ser humano, general-
mente a los grupos minoritarios, por ejemplo, para acceder a un cargo público
por su condición […], podría decir condición socieconómica, cultural..., y
se expresa de diferentes maneras, por ejemplo, se puede expresar […] para
mí el hecho de que nos miren mal [...] una persona mestiza o gente mestiza
[...] (Edwin Cadena. Bogotá, 2007).

Razones para que se produzca el racismo


El racismo del que son objeto las personas afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras suele ser explicado por los líderes y lideresas entrevistados como
la consecuencia de algunos sentimientos o características de las personas que lo
exacerban. Dentro de estos, los más encontrados son la intolerancia, el temor a
perder beneficios inmerecidos, la ignorancia y el desconocimiento.
Para quienes ven el racismo como una expresión de intolerancia, lo definen
como cierta fobia hacia quien no pertenece a su grupo étnico-racial, lo que se
evidencia con más fuerza en sus diferencias culturales y raciales.
Yo definiría el racismo sencillamente como la no tolerancia para con el otro,
desde el punto de vista cultural o racial (Víctor Méndez. Bogotá, 2007).

Por otra parte, el racismo es visto como un temor colectivo profundo hacia
los afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as), según el cual
blanco-mestizos(as) se atemorizan de perder beneficios y privilegios inmerecidos
que poseen como grupo ubicado en la cúspide de la pirámide racial, y suponen
que al permitir que las personas negras muestren sus capacidades pueden ter-
minar disputando espacios de poder social, económico y político.
El apartheid o la discriminación es simplemente miedo; […] de pronto, se
sienten más débiles, de pronto, o encuentran ese espacio donde se puede
establecer una relación, cuando se piensa que el otro es más culto que yo,
eso es simplemente miedo. La discriminación es miedo a lo que no conoces,
me parece a mí (Roque Valdéz. Grupo focal. Cartagena, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 721


Una cantidad importante —aunque no mayoritaria— de personas entrevista-
das considera que el racismo es producto de la ignorancia y el desconocimiento
de quienes lo reproducen.
El racismo lo he visto siempre como una falta de conocimiento a lo que es
la realidad, lo he visto y hay momentos en los que de pronto yo he visto una
ignorancia porque si yo tengo mi color, yo no debo criticar porque todos no
debemos ser de un solo color, entonces es como respetar y valorar las diferentes
etnias o razas que existan […] (Rosmilda Fajardo. Buenaventura, 2007).

Así, esa ignorancia es la que hace pensar que las diferencias étnico-raciales implican
la existencia de personas más y menos inteligentes, o más y menos capaces.
El racismo podríamos decir que es una enfermedad, un error que nos hace
pensar que unas personas diferentes a nosotros, que hacen parte de otras
culturas, de otras etnias, son inferiores de lo que nosotros mismos somos; y es
una manifestación de nuestra propia inferioridad, de nuestra poca humanidad,
de nuestra gran ignorancia […] (Rosita Campaz. Buenaventura, 2007).
El no contar con acercamientos previos a culturas distintas a la occidental blanco-
mestiza dominante produce un desconocimiento de la diversidad cultural, de falta
de contacto visual, físico y de costumbres de pueblos como los afrocolombianos,
negros, raizales y palenqueros. Desde ese distanciamiento e incomprensión hacia
lo diferente, se establece un rechazo cognitivo a toda referencia de lo afrocolom-
biano, negro, raizal o palenquero, lo que se traduce en racismo.
Para mí, el racismo es esa forma de rechazo que tengo yo hacia otra persona
cuando no conozco su cultura, cuando no conozco sus costumbres, cuando
no conozco su idiosincrasia (Antón Mosquera. Bogotá, 2007).
Además de ser atribuido a los sentimientos y características de quienes lo
reproducen, el racismo es entendido por algunas personas entrevistadas como
el resultado de un proceso histórico de desventajas y exclusión. Los anteceden-
tes del racismo actual se encuentran en la trata esclavista transatlántica y en las
estructuras mentales colectivas coloniales que permanecieron en el tiempo, sin
que el Estado haya intentado alterarlas o erradicarlas.
[…] uno va a poder encontrar como desde el descubrimiento de América ya
va a salirse ese tipo de diferenciaciones; entonces, unos más pícaros que otros
decían que ellos eran los superiores y que los que tenían la piel un poquitico

722 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
más oscura eran los más parecidos al demonio. […] eso va a facilitar argu-
mentar o sostener o crear toda una empresa alrededor de la diferenciación
donde posibilita hacer a unos mejores que a otros; y en esa lucha de unos
mejores que otros, van a estar en desventaja esos que son catalogados como
inferiores […] (Daisy Arboleda. Grupo focal. Cali, 2007).
Desde una perspectiva histórica, algunas personas explican que el racismo y la
discriminación racial son la consecuencia más evidente de la esclavización bajo
la cual vivió por siglos la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera,
y que, en cierta medida, estos fenómenos actuales son una forma moderna de
mantener dicha esclavización.
[…] la esclavización, en mi trabajo, en mi teoría, es reproducida por la ideo-
logía racista dominante, y esta ideología racista dominante es interiorizada
aún por una buena parte de los sectores dominados y convertida o trasfor-
mada de racismo en endoracismo, y toma mayor fuerza la reproducción de
las relaciones de esclavización, lo que hace que esa mayor fuerza se tome
muchas veces bajo la forma de trasformación. Si bien es cierto que hemos
perdido las cadenas y los grilletes, el apriete, por ejemplo económico, por
ejemplo en lo social, la discriminación, la exclusión son tan fuertes y tan
poderosas como las mismas cadenas y los grilletes de antes (Tiberio Smith.
Bogotá, 2007).

El racismo en Colombia: ¿existe o no?


A partir del análisis de las narrativas de lideresas y líderes entrevistados, es
posible afirmar que para la gran mayoría de ellos(as) el racismo sí existe en
Colombia como fenómeno con hondos impactos negativos, que incide en
las condiciones sociales, económicas, políticas, culturales y ambientales de
afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as). Sin embargo, en las
entrevistas se hacen alusiones a la ausencia de racismo, bien sea en todo el país
o en una región en particular, como opiniones de los entrevistados(as) o como
una referencia irónica a un tercer actor(a) —individual o institucional—; que
así se considera, entre otros(as), al actual presidente, Alvaro Uribe Vélez.
Negación del racismo
Las referencias que hacen alusión a la ausencia de racismo no provienen úni-
camente de lo que líderes y lideresas piensan. Es necesario aclarar que una parte

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 723


representativa de dichas referencias indica posturas u opiniones de terceros, y
por consiguiente, es preciso comprender que quien las menciona no siempre
está de acuerdo con ellas.
Con el fin de clarificar esta distinción, se presentarán primero las narraciones
de aquellos(as) que niegan el racismo y luego, se hará lo propio con las narra-
ciones que muestran el modo en que otros actores sociales niegan el racismo.
Las razones dadas por quienes niegan la existencia del racismo en el país son
divergentes. Aunque son pocas las personas que sostienen esta postura, explican
su forma de ver este fenómeno de distintas maneras, lo que brinda una pers-
pectiva amplia para poder conocer lo que se piensa al respecto.
Una minoría de líderes y lideresas considera que no hay racismo de acuerdo a
sus experiencias personales. Al no haberlo vivido ni haber sido víctima o testigo
de una situación en la que se discrimine por motivos raciales, aseguran que este
no existe. Opinan que quienes se sienten discriminados(as) interpretan ciertas
actitudes de otras personas como racismo cuando no lo son en realidad.
[…] me pasa a veces a mí que los negros manejan como cierto recelo […],
son como muy prevenidos, entonces por el hecho de tanta prevención
y tanta vaina, ven discriminación donde no la hay […] (Ciro Preciado.
Medellín, 2007).
Otros(as) afirman que el racismo no existe en Colombia. En lugar de ello,
otros(as) o bien denominan los fenómenos asociados con la discriminación
racial mediante los términos sadismo y apartheid, o bien consideran que, en
vez de existir toda una ideología estructurante (como el racismo), se presentan
«acciones descalificadoras», lo que sería otro fenómeno.
Bueno yo no sé, en términos generales, no sé; yo escucho hablar del racismo
y no lo describo. Yo lo que pienso es que aquí hay acciones descalificadoras
frente a los afros porque son afros, porque son negros […] (Mario Cuesta.
Medellín, 2007).
Explican, desde sus puntos de vista, que la población afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera no está en mayores condiciones de desigualdad a causa de
su pertenencia a un grupo étnico-racial, sino que la desigualdad que vive es la
misma que para la mayoría de los colombianos(as). En vez de racismo, la siguiente
persona opina que existe una imposibilidad de unirse con el resto de la población
excluida socioeconómicamente por los prejuicios raciales contra ella.

724 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Aquí lo que hay es un sistema que excluye a muchos, excluye a los muchos
e incluye a los pocos. La desigualdad es realmente con esa clase privilegiada,
que los afros no hagan causa común con esos otros excluidos, tiene muchos
problemas de lado y lado. Muchos de los excluidos no se ven a sí mismos
como excluidos, o quieren pretender que no son excluidos; es más, yo creo
que los excluidos sienten que solo con la condición de no ser afro ya están
incluidos. Se sienten de mejor condición humana que todo lo que sea afro.
Y es como una especie de premio de consolación. Estando excluido pero
llevando o portando la pretensión de la blancura sí está incluido […]; más
bien, el problema está en la imposibilidad de hacer causa común con el
resto de los excluidos, que eso en general tiene de fondo un problema de
imposibilidad de acercamiento por prejuicios raciales. Entonces, la gente,
aun en su posición de excluidos, mantiene prejuicios raciales (Marcos Cór-
doba. Bogotá, 2007).

Otras personas de este grupo de entrevistados(as) sostuvieron que la discri-


minación en Colombia no es causada por las diferencias raciales, sino por las
económicas. Para ellas, es coincidencial el hecho de que un segmento significa-
tivo de la población que se encuentra en peores condiciones económicas y en
situación de pobreza y exclusión, esté conformado por afrocolombianos(as),
negros(as), raizales y palenqueros(as).
[…] es que racismo no es tanto por la cuestión de la piel, racismo es por las
cuestiones económicas y políticas porque tenemos afro que no son discrimi-
nados por su color de la piel, sino porque son pobres, porque son miserables
[…] (Carlos Mina. Quibdó, 2007).

En esa misma línea de análisis, consideran que en los territorios ocupados


por población que en su mayoría es reconocida como afrocolombiana, negra,
raizal y palenquera no surge el racismo. Quienes lo aseguran no están negando
que exista el racismo o que no se dé en el país, pero sí aclaran que en regiones
como el Pacífico colombiano y el archipiélago de San Andrés y Providencia
—lugares donde se concentran estos pueblos—, las diferencias étnico-raciales
no son marcadas, y en consecuencia, no sienten estar siendo o haber sido dis-
criminados en razón de su ‘raza’.
Yo pienso que frente al tema del racismo, nosotros el racismo no lo percibi-
mos en nuestras comunidades porque todos somos afro; pero sí se percibe

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 725


cuando ya venimos a una población donde los afro somos minoritarios […]
(Sabino Castro. Grupo focal. Cali, 2007).
Por otra parte, un grupo distinto de líderes y lideresas afirma en las entre-
vistas que la negación del racismo, que hacen actores(as) sociales distintos a
ellos, hace referencia a casos vividos o reflexiones elaboradas respecto a sus
experiencias cotidianas y sus puntos de vista. Los actores(as) mencionados en
las entrevistas pueden agruparse en tres categorías. La primera está compuesta
por personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras; la segunda, por los
entes gubernamentales (de niveles nacional, distrital o municipal); y la tercera,
por otros actores sociales como la población de una ciudad, los miembros de
universidades o algunas mayorías del país.
La primera categoría identificada está compuesta por relatos en los que se
comenta la postura de grupos de personas afrocolombianas, negras, raizales y
palenqueras que niegan la existencia de racismo en Colombia.
La mayoría de las personas afro pretende que no sienten el racismo; jóvenes,
incluso mayores de edad, pretenden que nada sienten; viven en la negación
total y siempre dicen que tienen un picotón de gente mestiza que los quiere
y los trata bien. Hay una negación de esa persona frente a un fenómeno que
es evidente. Las mujeres negras jóvenes y exitosas no se preguntan porque
están solteras; los hombres negros con buenos trabajos no se preguntan por-
que sus mujeres mestizas les exigen tanto. Se niegan a admitir explicaciones
raciales. Los hombres negros no nos preguntamos por qué muchas mujeres
negras se casan con extranjeros y nunca con colombianos mestizos. ¿Será
que esas mujeres hubiesen podido casarse con un mestizo de sectores altos
y de buena familia? […] (Tiberio Córdoba. Bogotá, 2007).

Para los líderes y las lideresas, uno de estos grupos está compuesto por personas
que han gozado de una posición social y económica privilegiada; son hijos(as) de
las personas que han tenido varios tipos de poder en las regiones negras, gracias
a lo cual no se han sentido excluidos(as) ni han tenido carencias económicas.
Por lo tanto, creen que no hay discriminación por motivos étnico-raciales.
[…] los que han entrado a la universidad no se sienten discriminados porque
se sienten en una universidad, se sienten en un espacio privilegiado; entonces,
tampoco se sienten afrocolombianos, porque mucha de nuestra gente que
está posesionada, que de pronto a sus hijos […] ha tenido la oportunidad de

726 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
mandarlos al exterior, que nunca han padecido hambre, que han vivido en
un barrio más o menos, que nunca se les ha ido el techo por una lluvia […],
piensan que nunca han sentido el racismo, no saben, eso no. O sea: «¿esa
gente de qué me está hablando? ¿El racismo? ¿La discriminación racial?» […];
entonces, a esta gente hablarle de afrocolombianos es un término indescrip-
tible, es un término desconocido […] (Nayibe Caicedo. Cali, 2007).
En la segunda categoría de actores sociales, compuesta por entes guber-
namentales, se hace una importante alusión a la administración pública de
Cartagena. Las personas entrevistadas se quejan de dicho ente porque niega de
manera explícita la existencia de racismo en la ciudad.
Simplemente no se acepta, no hay discriminación; Cartagena no es una ciudad
discriminatoria, esa es la conclusión (Luzney Murillo. Cartagena, 2007).
La explicación que suele dar la Administración frente a las evidentes condi-
ciones de desigualdad económica, cultural, política y social, bajo la cual vive la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera en esa ciudad, se sustenta en
la existencia de clases sociales y las abismales diferencias económicas entre ellas.
Es que aquí la Administración ha dicho que para ellos no existe la discri-
minación, sino que es un problema entre ricos y pobres. Los problemas se
deben más a lo económico que a los problemas de piel. Dicen, por ejemplo,
que los afros tienen dificultades porque es un negro y no tiene plata (Efraín
Miranda. Cartagena, 2007).
Por otra parte, algunas personas entrevistadas se refieren a la situación de
Medellín. Afirman que las autoridades locales han negado el racismo, lo que
ha llevado a que la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera sea el
único actor social preocupado por la reivindicación de sus derechos.
Y cuando uno muchas veces lleva a esos espacios de debate el tema de lo
afro, se da cuenta uno por las expresiones que ellos hacen que no les inte-
resa el tema y que no les gusta que uno hable de ese tipo de temas, porque
dicen que uno es racista, porque dicen que aquí no hay discriminación,
que el hecho de que uno reivindique los derechos de las comunidades afro,
supuestamente, es autodiscriminarse uno. Pero ellos no entienden que si los
negros no luchamos por esta causa nadie lo va hacer por nosotros, y ellos
nunca van a cambiar de mentalidad, si uno no les muestra los problemas
por los que ha pasado y está pasando el pueblo afro, porque permanece el

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 727


problema de fondo, el problema se ha adaptado a distintos tiempos. Pero el
problema sigue ahí, latente. El problema de discriminación, de pobreza, de
exclusión, de falta de oportunidades, está ahí, latente. Y sigue ahí, latente
(Andrés Andrade. Medellín, 2007).
La postura del Estado colombiano —que también ha negado la existencia
del racismo— es comentada por varias personas, quienes reflexionan sobre lo
paradójico que resulta ratificar convenios, acuerdos y tratados internacionales
que busquen la eliminación del racismo, aun cuando no se lo reconoce como
un grave problema del país.
El país va a pasos lentos, va a pasos de tortuga porque de nada nos sirve a
nosotros como colombianos ir a las conferencias, firmar protocolos contra
el racismo, si todavía en el país no se acepta el racismo, si el país como tal
todavía no ha aceptado que somos la población afrocolombiana excluida; y
en el momento en que se acepte eso y nosotros firmemos esos protocolos o
esos acuerdos, esos acuerdos se van a cumplir, pero si no se acepta en nues-
tro país que existe un racismo pueden haber todos los protocolos firmados,
pueden haber todos los acuerdos firmados que se van a convertir en lo que
muchas veces son: letra muerta (Mónica Gutiérrez. Cartagena, 2007).

Yo no había vivido el racismo de manera personal, hasta que…

Uno de los factores que evidencia la falta de identificación del racismo como
un problema, y que incluso lleva a la negación de su existencia, es el hecho de
que las mismas personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras afir-
men que nunca lo han experimentado. Como algunos(as) nunca se han visto
afectados por algún tipo de exclusión o discriminación en razón de sus rasgos
fenotípicos, tienden entonces a pensar que esos fenómenos son algo distante,
alejado de su contexto y ajeno a sus particularidades étnico-raciales.
Una de las experiencias más recurrentes es la de las personas que nacieron
y se criaron en regiones habitadas por mayorías afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras en las que, según ellos, no hay racismo debido a que
no hay marcadas diferencias étnico-raciales entre su población. Pero luego
de esto, al migrar a otra parte del país habitada mayoritariamente por gru-
pos blanco-mestizos comienzan a experimentar el racismo, y solo hasta ese
momento dejan de negar su existencia.

728 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Cuando estudiaba en la Universidad Distrital yo no sentía segregacio-
nismo de ninguna clase porque yo venía de una parte donde no se siente
eso porque todos somos afro, como es el Chocó; por supuesto que llegué
aquí y sentía que todo el mundo me trataba igual […], no tenía la malicia
de que a mí me trataran diferente aquí, yo creía que todo era igual, eso
era lo que pensaba; pero ya empecé a notar que me miraban no de muy
buena gana cuando me iba a sentar al lado de alguien en el bus, si se iba
a conformar un grupo […], si se iban a conformar parejas dentro del cur-
so entonces preferían hacer la pareja con otra persona menos conmigo,
cosas, detalles de esos que uno poco a poco […] lo va visibilizando […].
Yo no concebía la discriminación, luego ya el propio lenguaje, el «tenía
que ser negro» ya se fue volviendo casi cotidiano […] en esta ciudad tan
inhóspita, tan cruel para nosotros, al menos, los que llevábamos más de
30 años viviendo aquí, una cosa dura, […] conocí gente que me veía y
se rascaba la rodilla porque eso implicaba buena suerte [risas]; una cosa
jartísima (Tomás Torres. Bogotá, 2007).
Por el contrario, algunos entrevistados(as) afirman que el racismo no es
fácilmente reconocible para las personas que, siendo negras en razón de su
fenotipo, nacen y viven toda su vida en ciudades de mayorías blanco-mestizas;
están inmersas en la cultura de estos lugares e ignoran si han sido objeto de
rechazo o exclusión en alguna ocasión a causa de su color de piel.
[…] aquí lo que tendríamos que decir es que el racismo, si lo pensamos
bien, no es un problema de generaciones, es un problema de cúmulo
cultural. O sea, yo no voy a sentir el racismo si he sido criado toda la vida
en Bogotá, toda la vida desde niño y nunca me he relacionado con gente
[que] haya sentido el racismo, es muy probable que yo nunca haya sentido
algo así. Porque es que yo nunca he sabido nada, entonces toda la vida
me han dicho negro y yo he dicho: «no pues, tan güevón»; entonces, es
gente que está montada en la película que yo soy un revoltoso peleón, y yo
digo está bien, pero ahí si tengo que aceptar que él ve el mundo diferente
que como lo veo yo, porque es que yo vengo de un pueblo donde todo el
mundo es negro. Este man en un pueblo grande, capital, Bogotá donde la
mayoría de la población es mestiza y a eso súmele que estudió en el Prom
no sé qué, donde todo mundo es mestizo y él era el único negro y era
pues la sensación. […] entonces, lo que uno podría sentir como racismo

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 729


él lo sintió como un duro, yo soy el único que soy como soy. Esas vainas
yo sí no las discuto; eso tiene que ver con lo que usted tiene en la cabeza,
brother […] (Tito Valencia. Bogotá, 2007).

Experiencias de vida como la anterior hacen que algunos(as) se sientan impo-


sibilitados para hablar sobre el racismo y su existencia, y por tanto no perciben
la necesidad de participar en procesos organizativos para enfrentarlo.
Lo que pasa es que yo no te puedo decir eso, porque cada quien habla
como le va en la feria. Como que en mi referente me fue bien por ser negra.
Entonces, es difícil para mí armarte, no sé, me siento como falseándote si
yo te armo un discurso desde lo que yo no he vivido ni he sentido, sino
contándote lo que uno escucha de las otras personas, que por ser negro
es más difícil entrar a un sitio, o entrar a una discoteca, o conseguir un
trabajo, o un ambiente enrarecido en un lugar donde esté. No te puedo
hablar de eso, porque siento que he vivido lo contrario (Karen Castellanos.
San Andrés, 2007).

Para líderes y lideresas lo reprochable de estas personas que niegan el racismo


en público y en espacios de discusión política, es que ante una oferta laboral
en la cual se les pida autoidentificarse como personas negras no lo dudan un
segundo, y son capaces de tener discursos dobles frente al racismo. Se relata la
historia de una joven negra que en el pasado participó en un grupo de estu-
dios afrocolombianos y que se mostraba adversa a que se tocara el tema del
racismo, por considerarlo inexistente, afirmaba que siendo negra jamás había
sido racializada, y luego aceptó trabajar en una institución dedicada al tema
racial, y desde allí y ante los medios masivos de comunicación, sí aceptaba
narrar, de manera teatral, cómo había sufrido el racismo en la escuela, en la
universidad y en sus relaciones erótico-afectivas. Al parecer, el oportunismo
laboral étnico-racial negro está ocurriendo en los puestos de trabajo que ha
abierto la cooperación internacional, en donde se encuentran una cantidad
considerable de personas negras que nunca antes se habían autorreconocido
desde el punto de vista étnico-racial, y que están usufructuando un lugar que
no han trabajado, no están formadas académicamente en el tema étnico-racial
negro y desde el cual menosprecian a las lideresas y líderes históricos y blo-
quean muchas iniciativas organizacionales. Estas personas son consideradas
enemigas disfrazadas de las reivindicaciones afrocolombianas.

730 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
El racismo sí existe en Colombia
Las aseveraciones que reconocen la existencia del racismo en el país también
se encuentran en las narrativas de líderes y lideresas afrocolombianos, negros,
raizales y palenqueros. Por medio de afirmaciones explícitas, estas personas
reconocen el racismo en Colombia, a pesar de ser un país diverso en términos
étnico-raciales.
Colombia es uno de los países más racistas del mundo. Solo hay que tocar
el tema en el momento en el que usted habla de afrocolombianos y ya nos
están diciendo que no somos iguales que los colombianos. Y en Colombia no
hay blancos, puros mestizos que se creen blancos. De indio con negro, indio
con blanco, de todas maneras, en Colombia no hay blancos. Los blancos
en Suramérica solo se consiguen en Argentina y en muy pocas partes del
Brasil. Pero Colombia es demasiado racista. Ni siquiera los gringos. Qué
pena con los colombianos, pero son demasiado racistas (Michael Archibold.
San Andrés, 2007).
Otras personas son enfáticas al afirmar que sí hay racismo, ya que lo han
vivido personalmente.
[…] el racismo, la discriminación racial, es soterrada. En algunos casos, la
gente no la siente frontal, yo la siento frontal y, como dijo alguna vez un
futbolista aquí de Colombia, que le preguntaron que si existía racismo o no
en el país, y dijo: «yo siento el racismo desde que me levanto hasta que me
acuesto» (Saúl Viveros. Bogotá, 2007).

Características del racismo


Las lideresas y líderes entrevistados que han abordado el racismo como un
fenómeno presente en Colombia, y de manera específica en las ciudades donde
habitan, encuentran en él algunas particularidades desde las cuales podrían
caracterizarlo en el país.
Una de esas características, quizá la más mencionada, es que el racismo en
Colombia es soterrado. Al compararse con la forma en que se han dado el
racismo y la discriminación racial en países como los Estados Unidos, donde
era explícito y llegó a atentar contra la integridad física de las personas, los
entrevistados(as) concluyen que en Colombia es sutil y suele ocultarse en las
relaciones sociales cotidianas bajo la sonrisa y la amabilidad.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 731


[…] a diferencia de lo que uno podría llamar en Norteamérica prácticas
racistas directas, en donde hay golpes, en donde hay maltratos verbales
directos, yo diría que aquí en la ciudad, y en Colombia en general, aunque
no conozco otros contextos colombianos para hablar en propiedad, pero,
lo que yo veo en Medellín es un racismo sutilmente dado, una cosa como
soterrada que pasa por comentarios, pasa por prácticas; por comentarios tan
simples como que el negro tiene un olor particular, o «estos negros como
huelen de fuerte». Yo siento que esas son prácticas racistas. Y que a veces
hasta pueden ser positivas: «ah no, es que los negros son muy fuertes» […]
(Fernando Estrada. Medellín, 2007).
Una persona encuentra que el racismo en Colombia sí se siente y es muy
evidente, a diferencia de la opinión anterior.
[…] nosotros nos sentimos lesionados con el tema del racismo. Uno va a
cualquier ciudad y por ser negro se siente discriminado, o sea, el racismo en
este país es evidente, que uno como negro no tiene derecho algunas cosas
que tienen los blancos como tal, no puede comportarse como lo desea,
siempre tiene que estar cuidando que no lo vean y no lo traten como negro
[…] (Aurelino Quejada. Quibdó, 2007).
Mientras tanto, para otras personas entrevistadas el racismo tiene una doble
dinámica, es decir, es agresivo a lo lejos pero compasivo de frente.
[…] el racismo no siempre es una posición marcadamente agresiva, sino
que puede ser también compasiva. Puede ser de un menosprecio tal que no
te alcanza a ver la altura. Entonces, te puedo tener cerca, confiado que tus
acciones no me van a afectar en la vida. Por consiguiente, y además conciente
de eso, igual tú te aseguras de que la persona negra, no tenga posibilidades
reales de desempeñarse. Harás que lo tengas cerca, una posición extremada-
mente compasiva. El racismo se expresa de esa manera compasiva, a veces, se
expresa de manera agresiva. Todos hemos sufrido algún tipo de agresividad
en la calle […] (Diego Córdoba. Bogotá, 2007).
Además de las particularidades ya consideradas, líderes y lideresas dan
cuenta de algunas otras características más amplias y complejas del racismo en
el país. Estas incluyen la forma en que éste guarda relación con otros tipos de
discriminación, así como algunas dinámicas distintivas del racismo en varias
ciudades del país y la forma en que se hacen evidentes los tres tipos de racismo:
estructural, institucional y social.

732 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Discriminaciones múltiples
Una de las particularidades del racismo es su asociación con otras formas de
discriminación que afectan a determinados grupos poblacionales en los que se
incluyen las personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. En las
entrevistas se hace repetida alusión a las mujeres y los jóvenes como dos de los
grupos más vulnerables por ser víctimas de múltiples discriminaciones que,
además de las raciales, obedecen a factores asociados al género, la edad, el nivel
económico y el lugar de procedencia geográfica, entre otros. Dicho de otro
modo, los patrones de discriminación existentes en la sociedad colombiana que
afectan a hombres y mujeres blanco-mestizos se reproducen también entre los
grupos minoritarios étnico-raciales, generando un mayor impacto psicosocial
en quienes hacen parte de éstos.
La discriminación hacia las mujeres afrocolombianas, negras, raizales y pa-
lenqueras es la más enunciada en las entrevistas. La vulnerabilidad a la que ellas
están expuestas en una sociedad patriarcal y machista como la colombiana se
refleja en estereotipos negativos, actitudes y prácticas cotidianas que inciden
en ellas más que en los hombres de su mismo grupo étnico-racial.
[…] en una sociedad machista, racista, se da una presión mayor, se ejerce una
presión mayor; entonces, yo diría que a la mujer le va peor que a uno, le va
peor que a uno en el medio que vivimos, en Bogotá, y me estoy refiriendo
en las grandes ciudades (Baldomero Asprilla. Bogotá, 2007).

Además de ser objeto del rechazo y los malos tratos por su doble condición
de mujer y de afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, estas mujeres suelen
verse afectadas por factores como la pobreza, cuando son migrantes o jóvenes
con proles numerosas.
Es que […], cuando nosotras nos congregamos inicialmente, primero como
mujeres, por el solo hecho de ser mujeres, luego como negras y luego como
pobres, para las mujeres es mucho más duro que para los hombres definiti-
vamente, por las causas que sean, porque de todas maneras los hombres, a
muchos, a veces hasta les resbala y otros porque ese estereotipo que se maneja
de la virilidad tienen más aceptación en el contexto mestizo que nosotras las
mujeres, ellos perfectamente se pueden mimetizar allá, en cambio, nosotras
siempre estamos […] en desventaja frente a esa situación del racismo, mas nos
sentimos mucho más fuertes honestamente (Emilia Valencia. Cali, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 733


La construcción social de lo que significa ser mujer de ‘raza’ negra ha creado
una imagen según la cual ellas son menos capaces de desempeñar ciertos tra-
bajos, pero son aptas para aquellos relacionados con labores como la limpieza
y el servicio doméstico.
El simple hecho de ser mujer, a veces son personas que son discriminadas, el
sexo débil, como que las que hay que darles los trabajos más sencillos porque
no pueden, que los mejores puestos son para los hombres, y más negra, puede
tener muchas limitantes (Rocío Gamboa. Buenaventura, 2007).
Una de las situaciones que afectan a las mujeres negras y que las hacen objeto
de mayores tratos discriminatorios son los patrones de belleza dominantes en
el discurso social, puesto que las excluye por sus rasgos fenotípicos.
El racismo es un factor común, tanto unos como otros los percibimos, de
pronto, las mujeres un poco más por la cuestión de género. Que como hay
patrones de estética, entonces nuestras mujeres no son bien percibidas en la
sociedad. Las valoradas son aquellas que tienen rasgos finos u occidentales
(Holmes Copete. Bogotá, 2007).
De manera paradójica, sus cuerpos han sido sexualizados bajo la referencia a
las formas que estos suelen tomar y por la creencia de que son «mejores aman-
tes». Lo anterior se muestra en tratos vulgares y obscenos.
[…] muchas veces uno va y «negrita, mamita», no sé qué, porque ellos
siempre usan sus términos como para el morbo […]. Nunca se espera que
digan cosas bonitas, o sea, como que para ellos las mujeres negras o afro
tienen otro objetivo, no es algo bonito, sino que les inspira morbo, o quieren
acostarse con ellas, o una cantidad de frases obscenas, o sea, […] un racismo
distinto, pero no sé, yo lo veo algo más dirigido a algo sucio […]; como algo
más morboso, más pícaro, pero no tiene nada positivo, sino más sucio, más
degradado (Yasaira Sánchez. Bogotá, 2007).
La preocupación manifestada por algunos(as) líderes y lideresas afro­co­lom­
bianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as) respecto a tales discriminaciones
y sus efectos, llama la atención sobre la urgente necesidad de establecer medidas
específicas que reivindiquen sus derechos y su igualdad ante los hombres y las
mayorías blanco-mestizas.
[…] las mujeres somos más vulnerables y, como ahora llevamos una doble
y triple carga por esto del feminismo y la liberación, y siempre hemos an-

734 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
tepuesto los intereses de los demás a los nuestros, entonces muchas veces
nuestra salud mental flaquea, manejamos unos niveles de estrés mucho
mayores a los de los varones nuestros.Hay que hacer una atención diferencial
a las mujeres negras definitivamente, de hecho, nosotras […] presentamos
hace un tiempo un proyecto para mujeres del Valle para irnos a trabajar esos
temas a una finca: salud sexual y reproductiva, mecanismos de protección de
la mujer, identidad y autoestima, […] una cantidad de cosas […] (Mariela
Valencia. Cali, 2007).
No deben pasarse por alto las múltiples discriminaciones de las que son objeto
los(as) jóvenes afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros, quienes han
sido encasillados como incapaces, potenciales delincuentes y personas que no
aportan a la construcción de una mejor sociedad. Esta construcción social de un
imaginario negativo les hace más vulnerables a la exclusión y al rechazo social.
Pero aquí en el Chocó se discrimina porque los jóvenes vestimos así, más
especialmente los cantantes, y fuera de aquí, en cierta parte se discrimina,
tanto por su estilo que tiene, […] como por su color de piel (Edier Perea.
Quibdó, 2007).

Endorracismo
Para algunos líderes y lideresas entrevistados(as), las mismas personas afro-
colombianas, negras, raizales y palenqueras reproducen el racismo con quienes
pertenecen a su mismo grupo étnico-racial: son endorracistas. Para analizar
este fenómeno, algunos de ellos(as) dan explicaciones que derivan de prácticas
comunes que lo evidencian.
Las razones que sustentan la existencia de endoracismo, para algunas perso-
nas, radican en el hecho de que ciertos grupos de personas afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras no autorreconocen su identidad étnico-racial.
Estos grupos suelen ser aquellos(as) cuyos miembros han alcanzado un nivel
económico y educativo superior al del promedio de hombres y mujeres del
mencionado grupo poblacional.
Los negros que tienen un alto nivel educativo son los que dejan de conside-
rarse negros y son los que buscan los calificativos como moreno, trigueño,
cuestiones así. Hay gente que relaciona al negro con un cierto nivel de pobreza
educativa (Martha Vergara. Grupo focal. Cartagena, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 735


Algunas personas explican esa falta de autoreconocimiento como una forma
de protegerse del racismo que ejercen blanco-mestizos(as) hacia ellos(as).
Hay gente que, pues se puede decir, como gente afro, se puede decir
blanqueados que se discrimina ella misma [sic], por desconocimiento de
qué es la discriminación racial o, por la historia, no quiere ser rechazado.
Pues de todas maneras uno, como ser humano, trata de protegerse y lo
más fácil es hacerse al lado de los [que] supuestamente [son] mayoría […]
(Francisco Barbosa. Grupo focal. Medellín, 2007).

Una minoría de líderes y lideresas explica la existencia de prácticas en-


dorracistas en el pasado de los ancestros africanos de la actual población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera. Según ellos, la rivalidad entre
distintas tribus africanas cuyo color de piel era igual se ha transmitido en su
herencia genética.
Nosotros como afrodescendientes, a partir de todo eso, nosotros hereda-
mos unos genes de África directos, tenemos que entender que nuestros
antecesores africanos tenían unas raíces y que ellos, a pesar de que habían
tribus [que] eran rivales, eran rivales entre tribus, estos genes fueron here-
dados por nosotros; por eso, en la actualidad, nosotros encontramos que
entre negros nos estamos tirando, que la desigualdad del desarrollo y la
forma de prosperar cada una de las familias dentro de un ente territorial
o departamento se da que cada uno quiere trabajar para sí mismo, y no
hay, como en otros grupos raciales que existe la cooperación de que el que
tiene más le ayuda al que tiene menos y para buscar todos un derecho a
la igualdad, este problema entre nosotros que nos tiramos como negros,
y que no le damos la oportunidad al que está debajo de crecer, y el que
es grande siempre quiere ser más grande que los demás, el pez grande
comerse al chico, siempre va a haber una desigualdad desde que nuestros
pensamientos no cambien, desde nuestras propias raíces, desde nuestras
propias familias […] (Eyder Cuero. Grupo focal. Cali, 2007).

Las prácticas endorracistas y los escenarios donde se producen son diversos.


Algunas de ellas se evidencian en el abandono de prácticas culturales como
la citada por una persona y referente a las formas de alimentación, o, en los
hogares afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros, cuando los padres
y las madres muestran preferencias por sus hijos(as) menos oscuros.

736 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
[…] el endorracismo del que he hablado se expresa en que las madres que
han sido tomadas o han sido presas del racismo, manifiestan abiertamente,
claramente, […] preferencia por los hijos que tienen la pigmentación, aunque
oscura todos, pero unos más clara que otros, o unos menos oscuros que otros,
entonces, eso de la pigmentación o piel menos oscura que otra, en estas madres,
tienen ciertos niveles de preferencia […] o padres en general, no solamente las
madres, sino los padres en general (Jorge Asprilla. Bogotá, 2007).
Al indagar por los puntos de vista que líderes y lideresas tienen acerca de las
uniones interétnicas, algunos(as) consideran que éstas son en sí mismas una
evidencia del endorracismo, puesto que muestran el rechazo a las personas
de su mismo fenotipo. Las referencias alusivas a este fenómeno se citarán más
adelante.
Otro de los escenarios donde se ha identificado el endorracismo es la repre-
sentación política de grupos afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros.
Una de sus particularidades radica en la falta de apoyo que los(as) integrantes
de dichos grupos brindan a sus líderes y lideresas en los procesos electorales
donde se postulan.
[…] le rendimos pleitesía a otros grupos humanos y nos enseñaron a pensar
que lo de nosotros es malo; el mismo sistema de lenguaje nos da para pensar
que lo que usted tiene en la cabeza que somos lo malo, lo negro es lo malo, lo
negro es la mala suerte, lo negro es lo sucio, entonces nos introyectaron [sic]
en la cabeza que lo negro hay que esconderlo y que lo negro hay que negarlo,
entonces claro, si hay una propuesta de otro grupo humano, entonces yo
le rindo más pleitesía porque me enseñaron a desconfiar de lo mío (Nubia
Castañeda. Quibdó, 2007).
De forma opuesta, otra particularidad encontrada es el poco o nulo apoyo
colectivo que las personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras que
logran acceder a altos cargos públicos brindan a sus comunidades.
[…] desafortunadamente, cuando tenemos una persona de nuestra raza en un
puesto más o menos bueno, ya ese afro hasta nos discrimina también a nosotros;
yo también lo he vivido y por eso lo digo, porque nuestros grandes a nivel ya
hablando de altos cargos como representantes a la cámara, senadores y alcaldes,
cosas así por el estilo, uno va a pedir una información o una ayuda, o una asesoría,
si un negro le va a pedir el favor, lo dejan de último; si viene un blanquito, lo
pasan primero a atender […] (Maritza Sánchez. Medellín, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 737


Racismo a la inversa
Las prácticas y actitudes racistas producidas por mujeres y hombres afro-
colombianos, negros, raizales y palenqueros no son solo endorracistas. Las
entrevistas dan cuenta de que ellos(as) también producen dinámicas de racismo
hacia otros grupos étnico-raciales como los indígenas y los blanco-mestizos,
hecho que explica las afirmaciones realizadas en algunas entrevistas respecto
a la existencia de discriminación racial producida por cualquier grupo hacia
aquellos que consideran racialmente distintos a él.
[…] yo considero que el racismo es de triple vía: el indígena ejerce racismo
hacia el que no es indígena, el afrocolombiano ejerce racismo hacia el que no es
afrocolombiano, el mestizo, el caucásico, el blanco ejerce racismo hacia quien no
es su congénere de pigmentación […] (Francisco Hurtado. Bogotá, 2007).
Los casos de racismo hacia personas blanco-mestizas son explicados por quie-
nes los mencionan como un producto de la prevención y desconfianza que estas
personas producen en afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as),
derivado de la exclusión y rechazo que históricamente les han causado.
Es que los afrocolombianos excluimos mucho a las personas blancas, cuando
ellos quieren tratar de entrarle, a uno viene como la desconfianza: «usted
allá y yo en lo mío, juntos pero no revueltos» […], ellos [los blancos] gustan
también ahora llegarle, pero uno es como todo desconfiado, es la misma
desconfianza que uno tiene, la misma desconfianza que le generan a los
padres por lo que ellos pasaron, porque antes había más racismo que ahora
(Herbin Quintavalle. Pereira, 2007).
Por otra parte, las prácticas que discriminan a grupos indígenas o sus miembros
suelen ser comunes en las regiones donde estos dos grupos étnico-raciales convi-
ven, con mayor intensidad en aquellas donde afrocolombianos(as), negros(as),
raizales y palenqueros(as) son mayoría.

¿Discriminación racial en San Andrés Islas?


Las dinámicas asociadas al racismo y la discriminación racial en San Andrés
y Providencia son un tanto distintas a las encontradas en la parte continental
del país. Las razones para explicar dicha diferencia radican en la problemática
situación que ha generado la migración de personas —tanto blanco-mestizas
como afrocolombianas, negras y palenqueras— a la isla.

738 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Se considera que no puede haber racismo en la isla porque la población raizal,
al ser mayoría y contar con rasgos fenotípicamente negros, es quien rechaza a
los continentales que allí se han asentado y han «invadido» el territorio que les
pertenece a los primeros. Además, al ser migrantes traen costumbres y prácticas
culturales distintas a las de la isla, no dominan sus idiomas originales —inglés y
creole— y promueven en las nuevas generaciones de raizales su propia cultura,
en detrimento de la nativa.
[…] a esas personas vulgares, burdas, escandalosas, que no respetan, que
llegan casi siempre, no digo que sea la mayoría, de la Costa Caribe; de Pe-
lón, Soledad, Arroyo de Piedra, Sabana Larga, Cartagena, en fin, todo lo
que es Cartagena y Atlántico, y gente que ha llegado aquí por la bonanza
de los lavadores de dinero en la construcción […] (Margareth Taylor. San
Andrés, 2007).
En consecuencia, se afirma que la discriminación allí existente no obedece
a cuestiones raciales sino económicas y al lugar de origen de las personas; es
decir que se trata de un racismo cultural.
Acá en San Andrés, creo que no existe ese racismo, creo que existe es discri-
minación por algunos factores particulares. Una persona raizal no discrimina
a todo el que no sea raizal o no discrimina a una particularidad raza si él
considera que existen las razas, que existe una diferenciación de razas. Lo
que existen son discriminaciones, como existen en toda parte, económicas,
de ideologías […], pero si existe la una, no existe la otra […] (John Rocha.
San Andrés, 2007).
Es importante aclarar que si bien esta postura es compartida por un grupo
importante de líderes y lideresas de la isla, no todas las personas consideran que
no haya el mismo tipo de racismo que se encuentra en la parte continental del
país. Las particularidades del racismo que allí se produce contra los raizales las
abordaremos en la próxima sección.

Ciudades distintas, vivencias diferenciadas frente al racismo


Hablar del racismo en Colombia como un fenómeno homogéneo en todo el
país no es posible. Las diferencias históricas, unidas a las profundas diferencias
culturales, demográficas, sociales y geográficas que caracterizan las regiones
del país, hacen que la forma en que se da la discriminación racial en cada una

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 739


de ellas sea distinta. Esta situación pudo confirmarse al contrastar los relatos
de líderes y lideresas de cada una de las ocho ciudades visitadas que, si bien no
abarcan la amplia diversidad del país, brindan un amplio panorama en lo que
respecta al racismo ejercido contra los afrocolombianos(as), negros(as), raizales
y palenqueros(as).
Algunos aspectos importantes sobre las dinámicas racistas en ciertas ciudades
del país ya han sido abordados en el desarrollo de este análisis. En tales casos, se
hará una breve mención de estos. Debe también precisarse que la única ciudad
donde no se hallaron discursos sobre las particularidades del racismo fue en
Bogotá. Por tal razón, no nos refererimos a ella en esta sección.
En primer lugar, vale la pena destacar el comentario realizado por varias per-
sonas acerca de la ciudad de Barranquilla. Aunque no fue una ciudad incluida
en esta investigación, se hizo alusión a ella para destacar que el racismo hacia la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera que allí habita es fuerte y
evidente, ya que es el grupo étnico-racial más marginado de la ciudad.
[…] te puedo comentar que de todas las comunidades marginadas de Ba-
rranquilla, los afrodescendientes son los más marginados. El sector donde
viven es muy deprimido, con poca infraestructura y con pocos accesos, y no
lo tienen, además, porque el terreno es muy malo. Y tú puedes ir a cualquier
municipio del Atlántico y tiene más desarrollo que Nueva Colombia y esa
zona de San Martín, que queda en el corazón de la ciudad. O sea, tú vas a
esa zona y es como irte a otro mundo, a otro planeta diferente (Silvia Smith.
San Andrés, 2007).
Según algunos entrevistados(as), Medellín es una ciudad donde se ha negado
la existencia del racismo, aunque se la considera una ciudad racista y excluyente.
A pesar de encontrarse en la cotidianidad algunos roces y tensiones entre su
población afrocolombiana y la blanco-mestiza, sigue negándose hasta el punto
que ha hecho del racismo un fenómeno sutil. La situación de Pereira es similar,
y aunque se tiene presente que la población afrocolombiana, negra, raizal y pa-
lenquera ha hecho parte activa de los procesos históricos de desarrollo regional,
se reconoce la exclusión de la que ha sido y aún es objeto. Este racismo ha sido
producido por el gobierno municipal y los grupos empresariales, y se reproduce
de modo cotidiano en los estereotipos raciales que circulan.
[…] la comunidad es una comunidad común y corriente, que ha estado acá
en este desarrollo. Pero la comunidad afro ha sido víctima precisamente de la

740 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
discriminación; la comunidad negra, por ejemplo, de Santa Cecilia vivía de
la producción agrícola; ahí llegó un sacerdote, impuso una forma y un estilo
de vida prácticamente racista de destrucción de la identidad cultural de la
población afro de Santa Cecilia, […] pero que logró defenderla y mantener
ese ente territorial. Los gobiernos del departamento no incluyen en el plan
de desarrollo a la población afro en materia de educación, salud, vivienda
y la política de A.A., política pública afro por un lado. La población negra,
a pesar de la alta preparación que tiene, sigue siendo discriminada de las
empresas privadas y públicas; todavía sigue siendo discriminada la población
afro en las secretarías de despacho, etcétera (Iván Vergara. Pereira, 2007).
Quienes afirman que sí existe racismo en San Andrés lo definen como un
abierto rechazo a la cultura y el fenotipo de los raizales. En consecuencia, el
rechazo a la población nativa de la isla y las acciones de personas blanco-mestizas
que pretenden rechazarla conducirían a un etnocidio.
[…] yo creo que en mayor o menor grado casi todos buscan enviar aquí
funcionarios racistas, al menos hasta cierto punto. Consideran al raizal como
personas inferiores, simplemente porque tienen otra lengua y otra cultura.
Pero realmente, más que racismo, es etnocidio lo que puedo acusarles […].
Más bien, acabar con nuestra cultura y nuestra identidad, borrarnos del
mapa (Mauricio Gallardo. San Andrés, 2007).
Las particularidades encontradas en las narrativas de líderes y lideresas en-
trevistadas en la ciudad de Cali hacen referencia al hecho paradójico de que, a
pesar de ser una ciudad con altos porcentajes de población negra afrocolom-
biana, se ejerce en ella una fuerte discriminación en razón de la pertenencia
étnico-racial.
Cali es una ciudad […], racista total, estoy convencida de eso, a pesar de que
en un 33%, no te lo podría decir 100% segura de que ese es el porcentaje,
pero en un 33% de acuerdo a las estadísticas, Cali es una ciudad de afros
[…] (Liliana Caicedo. Cali, 2007).
Cabe destacar el aporte hecho por líderes de dicha ciudad, quienes explican
en detalle la forma en que perciben los tres tipos de racismo (estructural, ins-
titucional y cotidiano) en Cali.
En la ciudad de Cali tenemos tres formas de racismo. Tenemos un racismo
institucional, el cual lo podemos observar en que la institución está creada

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 741


donde la cúspide de la pirámide la representan otras etnias y no la etnia afro-
colombiana que participe de ella; de la construcción de las políticas públicas
de la sociedad, no son unas políticas públicas que obedezcan a una población
que ha sido discriminada y ha sido marginalizada desde antaño. Tenemos
un racismo estructural; la población afrocolombiana está concentrada en
aquellos sitios donde, de verdad, se hace difícil vivir con dignidad, […]
porque hay una persona que vive en un determinado lugar, puede decirse
Agua Blanca, puede decirse Charco Azul, Siloé, diferentes lugares donde,
de verdad, el solo hecho que usted viva allá en esos territorios, donde cerca
del 90% de la población es afrocolombiana, ya lo constituye a usted en
objeto de discriminación; porque usted dice que usted vive allá, entonces
inmediatamente ya no es apto para un trabajo, ya no es apto para algunos
peldaños de la sociedad, a acceder a algunos restaurantes, bares o sitios de
eventos sociales. También tenemos un racismo cotidiano que es de pronto
un racismo bastante solapado en la ciudad donde se le da a la persona un
trato discriminatorio, excluyente y todo bajo sofismas de distracción […]
(Manuel Correa. Cali, 2007).
La problemática del racismo en Cartagena es mostrada por unos que hacen
referencia a ella desde una óptica estructural, y por otros que la mencionan
desde un punto de vista más cotidiano. La primera de estas muestra dos diná-
micas distintas: el racismo en la ciudad como un problema que se ha acentuado
por el no autoreconocimiento étnico-racial de su población; y como la mala
relación entre la administración distrital y la población afrocolombiana, negra
y palenquera de la ciudad.
Aquí […] en Bolívar, se podría decir lo que ya le dije. Que aquí hay un
racismo empedernido sobre todo en Cartagena, tenaz, el racismo. Entonces,
por motivos del racismo es muy poca la oportunidad que se da en esa interlo-
cución entre administración y población. Solamente que aquí la comunidad
es negra y la tienen arrinconada allá, y la miran solamente es en el momento
oportuno; por ejemplo, cuando viene aquí un personaje extranjero, entonces,
en ese momento, miran a la palenquera porque realmente embellecimiento
a la ciudad con las que se dan obras en ese momento, pero, al contrario,
cuando ese mismo personaje llega aquí, el negro que está en el centro tratan
de sacarlo para allá al sitio en donde estamos arrinconados; es decir, en el
caso de Chambacú, Chambacú es sacado de allá del centro de la ciudad,

742 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
era un barrio de puro negro y allí ha quedado, según el desarrollo (Luis de
la Ossa. Cartagena, 2007).
Desde la cotidianidad, el racismo también se hace evidente en Cartagena.
Algunos entrevistados(as) llaman la atención sobre la discriminación de la que
también son víctimas personas extranjeras por su color de piel, por cuanto
Cartagena es una ciudad turística.
[…] todavía está latente en Cartagena el racismo, y de ello han sido víctimas
no solo cartageneros sino extranjeros que han venido a disfrutar de la ciu-
dad, que han venido a convivir con nosotros y se han golpeado contra esa
realidad. En especial nuestros hermanos afroestadounidenses, afrobrasileros,
y afrojamaiquinos (Jesús Cassiani. Cartagena, 2007).
Por cuanto Cartagena fue, entre las ciudades visitadas en el proceso de la
investigación, la ciudad con mayor número de habitantes palenqueros(as), se
encontró una marcada discriminación hacia ellos(as) no solo por su color de
piel, sino también por su origen y algunos rasgos particulares, como su forma
de hablar.
[…] nosotros los palenqueros en Cartagena hemos sido los más discrimina-
dos. Primero, porque los oficios que realizábamos nosotros los palenqueros
para la gente no era un oficio digno, por ejemplo. Los primeros palenqueros
que trabajaron en las empresas públicas de Cartagena se dedicaban a recoger
basura en la calle. Eran recolectores de basura de las empresas públicas de
Cartagena. Para ellos, no era un trabajo dignificante, para la gente de Car-
tagena. Segundo, las negras palenqueras se dedicaban a vender sus frutas y
sus dulces, para la gente de Cartagena […]; nos discriminaban no solo por
la pigmentación de la piel negra, sino que también nos discriminaban por-
que veníamos del pueblo más negro que tiene la Costa que es el Palenque.
Entonces, por el hecho de ser palenquero también nos discriminaban. Nos
discriminaban por el hecho de nuestra forma de hablar, nosotros los palen-
queros hablamos cantao; nos discriminaban porque hablábamos bantú, que
es la lengua palenquera, por eso nos discriminaban […] (Emilio Cáceres.
Cartagena, 2007).
Las particularidades encontradas en Quibdó y Buenaventura son muy si-
milares. Al ser ciudades ubicadas en la región del Pacífico colombiano, con un
alto porcentaje de pueblos negros y afrocolombianos allí asentados, algunos

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 743


líderes y lideresas suelen pensar que el racismo es menos usual que en el resto
del país, o que este ha desaparecido de forma progresiva.
[…] aquí en el Chocó como tal, no se nota tanto [el racismo], porque ob-
viamente si estamos en nuestra casa o nuestro medio a uno si no le agradan
pues no se va a sentir extraño o foráneo, pero yo pienso que de pronto a
veces con los sitios de recreación que tienden a ciertos grupos de personas;
es decir, hay espacios donde se reúnen muchos blancos que la gente, aunque
seamos negros, no nos gusta ir a reunir porque de pronto es un sitio exclusivo
donde se reúnen muchos blancos; entonces, uno ahí como que no entra,
entonces más que todo en ese sentido digo yo; pero aquí en Quibdó que
uno vaya por la calle y lo negreen, como se dice por acá, eso no (José Reyes.
Quibdó, 2007).
Para otros(as), que difieren de la postura anterior, el racismo en tal región
es fuerte y excluye a las mayorías que allí habitan. Se habla de que en Quibdó
existe una blancocracia; es decir, que el grupo de blanco-mestizos que allí se
encuentra es el que tiene el poder político y económico.
El pueblo afro mismo se discrimina porque es que lo del racismo no […] es la
discriminación, es el pueblo afro que discrimina y la minoría que tiene poder
en el Chocó, es lo siguiente, la blancocracia viene desde el poder económico
comercio, la blancocracia tiene el poder de manipulación, tiene las armas, son
5%, pero tenemos un 90% de afros y un 5% de indígenas que somos pobres
económicamente, no tenemos poder político. Porque el poder político acá
lo tiene la mafia y el paramilitarismo (Luis Mesa. Quibdó, 2007).
Pero no solo en las altas esferas del poder se encuentra el dominio de los
blanco-mestizos(as). En Buenaventura se han excluido las mayorías negras hasta
del ámbito laboral, al promover la migración de personas blanco-mestizas para
desempeñar todo tipo de oficios.
[…] en Buenaventura todavía se expresa un racismo tenaz. Tú vas a un ban-
co y te das cuenta que aquí en la universidad del Quindío, por ponerte un
ejemplo, formó gente de la parte financiera, y en los bancos te das cuenta
que no hay gente [negra] trabajando, con capacidad de trabajar en el banco;
las corporaciones trajeron su gente de afuera; y la gente de este lado, hemos
sido muy permisivos frente a eso […]. Eso es una discriminación, en los
bancos, en el sector comercio, llegue a una panadería, aquí montan un

744 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
almacén de zapato, de calzado y van trayendo su gente de allá, de Armenia,
de Chinchiná, de Medellín y las ponen a trabajar. O sea, la misma gente
que llega de afuera empieza a discriminar en todos los sectores económicos
(Alfonso Rodríguez. Quibdó, 2007).

Tipos de racismo
En las narrativas de líderes y lideresas se encuentran numerosas reflexiones
sobre el racismo: cómo se evidencia, qué ha producido y dónde se manifiesta
con mayor frecuencia o intensidad. Todas estas hacen referencia a distintos ni-
veles macro y microsociales del contexto social, económico, político y cultural
del país, y es así como pueden identificarse los tres tipos de racismo que dan
cuenta de los niveles mencionados: estructural, institucional y social.

Racismo estructural
Las dinámicas racistas, producto de ideologías raciales excluyentes que han
afectado a la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera, en su entorno
social, político, económico y cultural, hasta el punto de naturalizar la desigual-
dad en la que se encuentran, son las que permiten identificar la incidencia de
un racismo de tipo estructural en el país.
Una de las formas a la que más alusión se hace en las entrevistas respecto
al racismo estructural, es la referida al racismo reproducido desde el Estado.
Más allá de declaraciones que lo hagan explícito, se lo reconoce por la postura
de indiferencia hacia la situación de desigualdad social en la cual la población
afrocolombiana, negra, raizal y palenquera ha vivido históricamente, por la
poca garantía de sus derechos y por el escaso interés por lograr su inclusión en
la Nación colombiana.
Pues el racismo, yo pienso, que se lo ha expresado a través de la misma ins-
titución estatal. Cuando se excluye, yo también pensaría que se está siendo
racista con los afrodescendientes, cuando no se nos garantizan nuestros
derechos. Si bien el total de la población colombiana conoce el racismo
como esa expresión de la indiferencia de un individuo con el otro, también
el Estado como institución, también lo ejecuta, tal vez no nos miramos desde
una acción individual, sino desde una acción estructural […]; entonces,
el Estado nos es indiferente cuando no toma todos los dispositivos para
garantizar nuestros derechos (Ariel Hernández. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 745


La formulación de políticas públicas es para algunos(as) una demostración de
la discriminación racial desde el aparato estatal, puesto que suelen ser formu-
ladas por una élite blanco-mestiza que decide sobre lo que es o no conveniente
para las minorías étnico-raciales del país, yendo, en ocasiones, en detrimento
de sus condiciones económicas, políticas, sociales y culturales, hecho que puede
desencadenar su completa aniquilación como grupo étnico-racial.
Nosotros nos encontramos frente a un Estado racista, donde las políticas que
se implementan van más ligadas a lo que es la, como nos decía el director del
programa, la biopolítica […], donde un grupo racial decide sobre otro, y si ese
grupo decide si lo aniquila, si lo borra o si lo saca de un determinado territorio
y eso es lo que estamos viviendo aquí en Buenaventura (Juan Mercado. Grupo
focal. Buenaventura, 2007).

La reproducción del racismo estructural en las políticas estatales hace que sea
necesario replantearse la manera en que habrían de formularse las políticas dife-
renciadas y de Acción Afirmativa, puesto que si son formuladas desde el mismo
Estado, reproducirían sus ideologías racistas. Esto sugiere que su creación debe
provenir de la misma población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera.
[…] cuando nosotros hablamos de Acciones Afirmativas son acciones pensadas
desde el Estado para el grupo étnico; desde ahí yo creo que es el primer error,
porque si estamos hablando de un Estado que tiene un racismo estructural
esas acciones nunca nos van a poner en igualdad de condiciones con el otro
grupo étnico. Yo creo que las Acciones Afirmativas toman su relevancia
cuando son pensadas por nosotros mismos […] y somos los protagonistas,
y le damos vida a esas Acciones Afirmativas […] (Alirio Carabalí. Grupo
focal. Buenaventura, 2007).

Otra de las formas en las que se hace alusión al racismo estructural proviene
de líderes y lideresas que llaman la atención sobre la homogenización cultural
que, desde el Estado y algunos sectores de la sociedad, se pretende lograr para
integrar a las personas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras a la so-
ciedad blanco-mestiza, para así poder alcanzar una efectiva y real igualdad. Una
de las características del racismo estructural que no es muy mencionada en las
entrevistas, pero debe ser tenida en cuenta, es la naturalización del racismo que
se da en contextos como el de Cartagena, donde las personas —indistintamente
del grupo étnico-racial al que pertenezcan— se han acostumbrado a él.

746 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Yo pienso que sí y está muy, pero muy marcado; tanto es así que se ha
vuelto costumbre, ya pasa por nuestro lado, nos abraza y ni siquiera
nos damos cuenta. Tatiana Pérez, por ejemplo, señala que nosotros
nos hemos acostumbrando tanto al racismo que todo lo que nosotros
señalábamos antes realmente es racismo, pero nos hemos acostumbra-
do tanto que ya ni siquiera nos damos cuenta (Moisés Pitalúa. Grupo
focal. Cartagena, 2007).
Además de las tres formas mencionadas de encontrar el racismo estructural en
Colombia, líderes y lideresas hacen alusión a otras dos formas de identificarlo:
la relación entre racismo, pobreza, clases sociales y las «geografías racializadas»;
ambas se expondrán a continuación.
Racismo, pobreza y clases sociales
No es fortuito encontrar que un amplio porcentaje de la población afroco-
lombiana, negra, raizal y palenquera viva bajo condiciones de vulnerabilidad y
carencia de recursos económicos para satisfacer sus necesidades básicas adecua-
damente. Para algunos líderes y lideresas entrevistados, ello se debe al racismo.
Del mismo modo, dan cuenta de que las desigualdades han sido perpetuadas y
naturalizadas porque estos pueblos han vivido con insatisfacciones económicas
durante siglos. Por ello, se considera que la persona afrocolombiana, negra,
raizal o palenquera no tiene dinero y es pobre.
[…] mucha gente nuestra, en Estados Unidos, se discrimina más por pobre
que por ser afro, y contra la discriminación, a mí me parece que si desaparecen
los otros elementos, la discriminación va cediendo; si nosotros a altísimo nivel
sí podemos romper con el ciclo de pobreza que nosotros tenemos, si están los
derechos, me parece que la discriminación automáticamente empieza a ceder;
no va a desaparecer nunca, el hombre blanco siempre se ha presentado como
enemigo del hombre negro y yo pienso que eso será así siempre; nosotros
no necesitamos que ellos nos amen, necesitamos que ellos nos respeten, yo
no necesito que ninguna persona blanca me ame, pero sí necesito que los
blancos me respeten como hombre y como hombre afro, hombre negro, eso
es lo que nosotros necesitamos […] (Néstor Posso. Cali, 2007).
Con respecto a la asociación entre racismo y la pertenencia a una clase social
determinada, debe precisarse que dicha asociación se encuentra en las narra-
tivas de personas entrevistadas en Cartagena. Esta particularidad da cuenta

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 747


de una marcada división social por clases, que está relacionada no solo con la
posesión de riqueza sino también con el color de piel.
[…] tú miras cómo vive la gente blanca y como vivimos los negros, tú
vas a un barrio estrato 5, 6 y muy difícilmente encuentras a un negro, y
si encuentras alguno, lo encuentras laborando; y tú vas a un estrato 1, 2
y lo que encuentras es negro; eso quiere decir que son pocas las oportu-
nidades que nos brindan a nosotros como negros, son para ese núcleo de
los blancos y nosotros los negros, nos tenemos que apartar (Roque Valdéz.
Cartagena, 2007).
Lo anterior, hace parte de una conformación histórica de las estructuras
sociales en la ciudad, en la que fue determinante la asociación que se hacía
entre «tener sangre negra» y la posición social que una persona ocupaba.
En Cartagena se dieron unas situaciones muy interesantes, en las que, de
acuerdo a la pigmentación de la piel, así mismo tenía acceso a las altas
posiciones en la sociedad; y te acuerdas que se inventaron categorías para
justificar eso: el tente en el aire, el salto atrás, el cuarterón, el quinterón, el
pardo, el mulato, etc. En la medida en que pudieras demostrar que tenías
la menor cantidad de sangre negra posible, mejor ubicado estabas en la
sociedad (Emerson Blanquicett. Cartagena, 2007).

«Geografías racializadas»: panorama nacional y su reproducción


en la distribución poblacional dentro de las ciudades
La disparidad de condiciones económicas, sociales, políticas, culturales y
ambientales, entre las regiones del país habitadas por mayorías afrocolom-
bianas, negras, raizales y palenqueras, y las demás regiones del país que han
concentrado históricamente el poder económico y político, dan cuenta de una
diferencia marcada, consecuencia del racismo estructural.
Todas las narrativas que hacen referencia a las geografías racializadas provienen
de líderes y lideresas de Buenaventura y Quibdó. Esta particularidad evidencia
que es en estas ciudades y en general, en la región del Pacífico colombiano,
donde se siente un mayor impacto de la racialización de ciertas zonas del país
que han sido excluidas y marginadas del proyecto de nación. A pesar de que
existen otras regiones pobladas por mayorías afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras, no se encontró líderes o lideresas que reflexionaran tanto al
respecto.

748 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Algunas de las situaciones que acentúan los problemas de las «geografías
racializadas» hacen referencia a evidentes disparidades en los niveles de calidad
en la educación entre el Pacífico y el centro del país.
Una cosa que hay que observar y [a la que] que hay que hacer un muy buen
análisis es a ese sistema de educación que tenemos y […] esas políticas de
educación en el país […]. Que si un bachiller termina en la Guajira y otro
termina en Bogotá, los dos deberían tener condiciones similares. Si es el
mismo sistema de educación, si [es] el mismo país. Uno no entiende por
qué existe tanta diferencia entre esos niveles académicos. Eso es lo que pasa,
entonces, si yo me presento a una universidad con bachilleres de Bogotá,
[…] seguramente no vamos a estar en igualdad de condiciones (Jaime Moya.
Bogotá, 2007).
Otro ejemplo es la paradójica situación de Buenaventura: aunque es uno de
los puertos más importantes del país, tiene altos niveles de pobreza entre sus
pobladores.
El hecho de que una ciudad como Buenaventura, con el principal puerto
de Colombia, por donde se moviliza el 60% del comercio nacional e inter-
nacional, y está en la situación de pobreza extrema en el que está; esto es la
muestra más clara de racismo, […] (Mateo Mina. Buenaventura, 2007).
Para las personas entrevistadas es preocupante el trato diferencial que el go-
bierno nacional le da a esta región del país, y la poca importancia que se presta
a los problemas de su población. Tal desinterés es una muestra adicional del
racismo estructural promovido por el Estado.
Yo creo que el Estado y, en general, Colombia, ha estado muy amañado;
de hecho, pueden pintar a algunas organizaciones o algunos trabajos,
porque les conviene mantenerlos así, yo no he visto acá este afro que ha
estado «metido en la causa» porque la gente lo reconoce o algo así, pero
es que él no nos está correspondiendo con lo que nosotros queremos
y esto ha estado muy amañado en esas cosas (Jimminson Palomeque.
Medellín, 2007).
El fenómeno de exclusión, representado en la desigualdad de las regiones
habitadas por mayorías afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras, tiene
un amplio impacto en las zonas mencionadas. Pero resulta interesante el hecho
de que en los relatos de líderes y lideresas entrevistadas se encuentra que la dis-

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 749


tribución espacial de los habitantes dentro de las ciudades también da cuenta
de las diferencias étnico-raciales, y que —al igual que lo encontrado en las re-
giones racializadas del país— las zonas donde se encuentran los asentamientos
de poblaciones afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras suelen ser las
más pobres y marginadas.
En esta ciudad está claro que hacia el oriente […] y hacia, digámoslo así,
en lo plano, se concentran las poblaciones más pobres que coinciden con
las poblaciones […] descendientes de africanos y/o descendientes de co-
munidades indígenas y todas sus mezclas, y hacia la zona de laderas, […]
hacia el occidente, entonces allá también encontramos una gente muy pobre
confinada, donde se puede constatar que también tiene la misma proce-
dencia étnica; y el sur y el norte se constituyen en polos donde, en ambos
extremos, están las clases adineradas que, a su vez, se consideran blancas
[…], y excepcionalmente ves alguien que […] provenga o lo identifiquen
como descendiente de africano, como negro, como afrocolombiano o como
indígena lo ves ubicado en uno de estos extremos, […] entonces claro, […]
ahí se puede constatar la segregación en cuanto a residencia […] (Carlos
Otero. Cali, 2007).
Según las declaraciones de las personas entrevistadas, estas divisiones territo-
riales de las ciudades existen en Bogotá, Quibdó, Medellín, Cali, Barranquilla
y Cartagena. No se puede afirmar que en Pereira, Buenaventura y San Andrés
no se presente el mismo fenómeno, pero ninguna persona hizo alusión a este
en las entrevistas.
Racismo institucional
La inevitable interacción y referencia a una organización o institución en
el entorno que se desenvuelve un grupo social es también escenario para la
reproducción de prácticas racistas contra afrocolombianos(as), negros(as), rai-
zales y palenqueros(as). La mayoría de situaciones denunciadas se relacionan
con el poco acceso de hombres y mujeres de este grupo étnico-racial al ámbito
laboral, y con la exclusión de la que son víctimas una vez logran hacer parte de
una empresa o institución como empleados o trabajadores.
Aunque se dice que en Colombia no hay mucho racismo, internamente en
algunas empresas se expresa el racismo. Aunque no se saque a la luz, hay
muchas empresas que tienen este sistema. Ejemplo: los bancos de Buena-

750 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
ventura. Muchos no tienen negros y el banco que tiene, tiene solo uno, más
nada. ¿Qué podemos decir de eso? Que todavía hay racismo (Luis Sinesterra.
Buenaventura, 2007).
De manera particular, se hace alusión al acceso restringido a instituciones
con estructuras jerárquicas muy verticales como la Iglesia Católica, la Policía
o el Ejército.
De los años setenta hacia acá se vienen a ver sacerdotes de piel negra porque
antes no existían aquí los sacerdotes de piel negra en la Iglesia colombiana;
todos son descendencia del Chocó en su gran mayoría, pero usted no encuentra
obispos en la Iglesia colombiana que sean de piel negra, y la Iglesia colombiana
también ha jugado un papel en el racismo y en la discriminación que hay en
Colombia. Porque la Iglesia colombiana es la gemela del Estado, […] es la
gemela del Estado tan así que en Colombia antes de la Constitución del 91
apenas se reconocía la Iglesia Católica y el Estado en su Concordato, y eso
estaba reafirmado. Porque aquí, por ejemplo, hay sacerdotes que pueden ser
elevados a su categoría de obispos, y siempre como obispos que hay dentro
del territorio del Chocó, vienen de otras partes de Colombia pero ninguno
de los que hay aquí, doctores inclusive como el padre Harold, […] no han
podido ser obispos (Dayra García. Grupo focal. Quibdó, 2007).

Racismo social
La naturalización del racismo y las fuertes estructuras sociales desiguales
que lo sustentan, han hecho que este se reproduzca de forma cotidiana en el
país. Las situaciones, actitudes, eventos, creencias y construcciones sociales
que lo han hecho parte de lo cotidiano son lo que suele denominarse racismo
social. A continuación se abordarán los estereotipos construidos sobre los
afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as), el lenguaje racista
reproducido en el día a día, los escenarios donde se reproduce y evidencia el
racismo, las actitudes y comportamientos que denotan racismo y las experiencias
en las que se ha sido víctima de racismo.

Estereotipos negativos sobre afrocolombianos(as),


negros(as), raizales y palenqueros(as)
Suele decirse mucho sobre las personas afrocolombianas, negras, raizales y
palenqueras. Perezosas, ladronas, corruptas o incapaces son solo algunos de los

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 751


adjetivos negativos con los que a menudo las describen quienes son racistas. La
construcción de estereotipos negativos alrededor de lo que significa pertenecer
a una minoría étnico-racial en Colombia ha encasillado a estas personas como
«malas» e «inconvenientes» para la sociedad.
[…] las preconcepciones que se tienen y que enmarcan a la gente como en
un concepto que se tiene, por ejemplo, de que el negro o el chocoano es muy
bueno para el desorden, para bailar, pero se le excluye de que sea bueno para
trabajar, o se dice que son perezosos para trabajar es una cosa peyorativa y
que marca racialmente una discriminación, lógicamente en esa área, pues
yo pienso que eso es lo más de resaltar, más que las otras cosas es cuando se
encasilla al negro como perezoso, o como malo, o bruto, o poco preparado
(Amelio Córdoba. Quibdó, 2007).

Uno de los imaginarios que más mencionan líderes y lideresas es aquel que con-
sidera ladrones a los afrocolombianos(as), negros(as), raizales y palenqueros(as).
Con frecuencia suele identificarse a los jóvenes de este grupo étnico-racial como
delincuentes, y en general ellos(as) perciben desconfianza de las personas con
las que interactúan en la calle, en el transporte público y en los escenarios y
espacios que frecuentan. También se los cataloga como corruptos; y de manera
particular, se aplica este estereotipo a las personas chocoanas.
[…] a mí me pasa muy a menudo, que entraba a un centro comercial o
que entraba a Unicentro o al Éxito y en el momento en que yo ingresaba al
almacén, salía un policía detrás de mí; digo, un guarda de vigilancia de tras
de mí. Yo empecé a identificar todos los guardas, y yo decía: «ve, pero tan
raro, este man para donde yo voy va». Hasta que llegó un momento en que
cuando ya me fui metiendo en la dinámica en que venía y lo frenteaba: «mijo,
tranquilo que el que le va a robar es el que va allá, y revíselo y verá que lo
está robando». Que por cuidar al negro que entra al almacén, descuidaban
al mestizo, otras personas, que creían que no les iban a robar y esos sí les
estaban robando (César Micolta. Cali, 2007).

En algunas situaciones cotidianas, se encasilla a las personas afrocolombianas,


negras, raizales y palenqueras al afirmar que solo sirven para ciertos oficios:
aquellos que requieren poca formación y cualificación para desempeñarlos, que
no se relacionan con lo intelectual o con el conocimiento cientifico. También
se los suele describir como perezosos(as), que ponen poco esfuerzo al trabajo.

752 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Como siempre se hacen en grupos hasta que uno no les demuestre que
uno sí es capaz, que sí rinde, ellos lo buscan, pero cuando uno es reciente
lo excluyen, «no, con ese man no» porque consideran que somos perezo-
sos y no más nos tienen en cuenta que «vamos negro a jugá futbol»; para
eso sí, los deportes sí nos tiene en cuenta, solo para eso. Cuando es no
«que hagamos un parchecito de salida» hasta que usted no le demuestre
que sí es capaz, que es inteligente tanto como ellos o más que ellos, no lo
tiene en cuenta y lo tratan como de moldear como a la imagen de ellos,
de cambiarlos en su cultura, en su forma de hablar: «no, es que ustedes
hablan muy enredado, que hablan mucho de que nosotros le tiramos
mucho, de que ustedes son muy desunidos, que ustedes juegan bien, sí,
pero solo pa’ l futbol; negro tenés que hacer esto, alejarte de este man, no
te vas por este camino» [es] como estar excluyéndolo de su misma raza
(John Landazurí. Pereira, 2007).

Se ha concebido a hombres y mujeres pertenecientes al mencionado grupo


étnico-racial como personas proclives a una sexualidad más activa. Por ello,
sus cuerpos son sexualizados y se los ve como personas poco idóneas para la
actividad intelectual.
[…] a la mujer afrocolombiana se ve como símbolo sexual pero para mal-
tratarla, es decir, abusar de ella en el sentido de «la llevo a la cama pero en-
tonces la voy a agredir físicamente, la voy a…», cuando me refiero «la voy»
es el otro, el que no es de pigmentación afrocolombiana; entonces, ese otro
piensa que «la voy a agredir, la voy a tratar como una salvaje», el objetivo es
tener el máximo placer a costa de ella. Para los hombres también, los hom-
bres se tienen como símbolo sexual, inclusive en el ámbito escolar, nosotros
observamos que los muchachos mencionan que «uy, me tocó un negro que
tiene un aparato genital bastante grande» ese es el imaginario que se tiene
[…] (Luis Perea. Bogotá, 2007).

Un estereotipo particular es aquel que asocia la palabra ‘negro’ con lo nega-


tivo; entonces, la expresión color de piel negro estigmatiza a quienes lo tienen
—sabiéndose que, en realidad, nadie es de color negro.
Es que la cuestión se le hizo fácil al opresor porque antes, con el holocausto
nazi, al judío lo tenían que marcar; para identificar que una persona era
judía tenían que buscarle la estrella de David, mientras que al negro […] [lo

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 753


identifican] con el color de piel y listo, y a partir del término negro empezar
a utilizar una serie de referentes, y ahí sí empezar a mirar cuál es el verdadero
origen de la palabra negro, cuando vemos que es un término asociado con
lo que es la muerte, con lo maligno, con todo lo malo y todo eso se asocia
a un color de piel que si nosotros analizamos bien […], nadie en el mundo
tiene el color de piel negra; si hablamos del color negro, nadie tiene el color
de piel negra, pero entonces utilizaron esa expresión negra asociada con todo
lo fúnebre, con todo lo lúgubre que es, y con toda la carga que implica la
palabra negro se la asocia a un grupo de seres humanos (Manuela Caicedo.
Grupo focal. Cali, 2007).
Ámbitos donde el racismo se vive y se siente
El fenómeno del racismo se hace evidente en distintos espacios de la
vida cotidiana en donde los afrocolombianos(as), negros(as), raizales y
palenqueros(as) se desenvuelven e interactúan con los grupos mayoritarios de
personas blanco-mestizas. En sus narrativas, los líderes y lideresas enuncian
un sinnúmero de experiencias y casos en los que ellos(as) han visto, escucha-
do o sido víctimas de la discriminación racial. Los contextos donde suelen
presentarse estas situaciones son diversos, con la particularidad de que todos
hacen parte de la esfera de lo público; es decir, no hay alusión al ámbito de lo
privado, del hogar, de la familia y de las relaciones interpersonales presentes
en aquellos espacios.
Al indagar de manera específica por cuáles son aquellos contextos, algunas per-
sonas no hacen énfasis en uno específico sino que enuncian varios de ellos.
Esta es una ciudad donde el racismo se refleja en cualquier escenario donde
uno se encuentre: en los colegios, en los sitios públicos, en todas partes se
evidencia que hay racismo en esta ciudad. En todos los escenarios, esta es
una ciudad donde se nota, se evidencia, se respira el racismo en los diferentes
escenarios, en las universidades […], en los sectores públicos, en los bancos, se
ve que el afrodescendiente está por debajo. En las empresas, en las relaciones
de poder, los mestizos nos manejan, manejan nuestra economía, manejan las
tiendas, manejan el sector estratégico que es la economía, manejan el sector
político también […]; el racismo se evidencia aquí en todo; en el puerto
también, los mejores puestos en el sector portuario son de personas del
interior y nosotros los afrodescendientes ocupamos los puestos más serviles
[…] (Victorino López. Buenaventura, 2007).

754 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Dentro del amplio panorama encontrado, algunos escenarios son nombra-
dos con mayor frecuencia: el empleo, la contratación laboral, los medios de
comunicación, el comercio y el ámbito educativo.
El ámbito en el que se hace más visible el racismo es el laboral. Las opor-
tunidades restringidas y el trato inferior que se les da a las personas de grupos
étnico-raciales minoritarios comienzan a hacerse presentes desde los mismos
procesos de selección, donde se presentan las muestras de exclusión más visi-
bles, hasta los tratos y lugares que ocupan las personas dentro de la estructura
organizacional de las instituciones donde trabajan.
Esto lo he escuchado mucho y es el sector del empleo, porque como estudiante
de Ingeniería Industrial he hecho prácticas en varias empresas de Medellín,
he hablado con jefes de personal que me han abierto su corazón y me han
dicho sencillamente: «la política de esta empresa es no tener más de dos
negros por tal cosa», o muchas veces me han dicho que en las oficinas de
empleo les han dicho: «que las personas tengan estas y estas características,
pero que no sea negra» (Néstor Valderrama. Medellín, 2007).
La discriminación racial en contextos laborales y de acceso al empleo es tan
evidente que en las entrevistas se hace alusión a encuestas publicadas en conocidos
medios de comunicación que dan cuenta de la desigualdad en las posibilidades
de acceso de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera a cargos
públicos y privados.
[…] para responder a esta pregunta me remito un poco a una encuesta que
sacó el editor de la Revista xxx y fue publicada en la revista xxx, donde él en
el mes de septiembre de 2006 hizo la pregunta: «¿hay discriminación hacia
los negros en Colombia?», y […] puso a los periodistas que cubren las dife-
rentes entidades del orden nacional, tanto gubernamentales como privadas,
y se evidenció la total discriminación y la total falta de oportunidades que
se nos da en este país. Es decir, él le preguntó por ejemplo, los reporteros
de xxx y de xxx preguntaron: presidentes negros: 0; vicepresidentes negros:
0; reinas: en ese momento estaba la niña, la reina del Chocó, Vanesa, pues
una; bancos con negros: 0; etcétera, etcétera. Es importante que revises este
archivo y ahí se da cuenta uno que carecemos de oportunidades en Colom-
bia […]. Es un país que nos ha discriminado secularmente y obviamente
la prueba es esa, que siendo Gómez un editor mestizo, pues se encargó con
esa encuesta de dar la respuesta tajante, y es interesante esto promoverlo y

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 755


darlo a conocer porque evidencia muy claramente el problema que tenemos
nosotros acá (César García. Bogotá, 2007).
Las personas entrevistadas hacen constantes referencias a populares almacenes
de cadena que se limitan a emplear población blanco-mestiza, lo que evidencia
una clara práctica de discriminación racial en sus políticas de contratación.
[…] se ha invertido mucho tiempo en la ciudad y se hizo incluso una protesta,
no sé si vos sabés de eso, contra el Éxito, porque […] no contrataba a personas
afro. Nunca nos hicieron una aclaración explícita, nunca argumentaron el
porqué […], pero sí pasaba. Uno evidenciaba que en el Éxito no trabajaba
nadie que fuera afro, y una política explícita de contratación de ellos era «yo
no contrato a nadie que no sea bachiller», y esto parecía una cosa simple
pero pasaba, vos lo veías y no había un empleado solo ni morenito […], por
llamarlo así (Mauricio Estrada. Medellín, 2007).
Unas pocas personas entrevistadas reflexionan sobre una implicación parti-
cular que este tipo de prácticas genera en las personas afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras: si no hay oportunidades para que hombres y mujeres de
este grupo étnico-racial accedan a cargos determinados, no existirán referentes o
ejemplos para que otras personas vean en ellos(as) un ejemplo de superación.
Las personas entrevistadas hacen mención constante a las instituciones y
contextos educativos, por cuanto son uno de los ámbitos donde el racismo se
reproduce con más fuerza. Se hace mención al sistema educativo en general,
porque las narrativas de líderes y lideresas muestran que es un fenómeno presente
en todos sus niveles: desde la educación básica y secundaria, hasta la educación
superior en instituciones universitarias.
La mayoría de personas que hablan al respecto, se refieren a casos en los
que se han producido tratos discriminatorios y excluyentes hacia las personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras que se encuentran en el ámbito
educativo, sean estudiantes o docentes.
A una de mis hermanas le ha tocado, uno de sus profesores le dijo que a él
no le gustan los negros, por eso ella nunca con él va a pasar la materia, así
le dijo. Mi hermana le respondió: «no creas que tú eres el único racista, yo
también», pero mi hermana dice eso que lo hizo por la rabia que le dio el
señor [que] le había hecho eso […], entonces mi hermana está casi al borde
de esa materia, lleva perdiendo. El señor no gusta de ella simplemente por
negra (Charlie Briton. Pereira, 2007).

756 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Otra de las maneras en que las personas entrevistadas identifican la repro-
ducción del racismo en los contextos educativos es aquella relacionada con las
menores posibilidades de acceso para niños(as) y jóvenes afrocolombianos,
negros, raizales y palenqueros. Los líderes y lideresas entrevistados comentan
que dicha desigualdad se hace explícita en las diferencias numéricas entre
niños(as) blanco-mestizos y afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros
que asisten a la escuela.
Para algunas personas, la reproducción del racismo está fundada en la edu-
cación impartida en las escuelas y se evidencia en el contenido de los textos
utilizados en el área de ciencias sociales, de manera específica, en los textos de
historia.
Los textos escolares son racistas porque siempre están hablando de los afros
como pobres, como desplazados, como sirvientas. Y aquí quiero aprovechar
para decir que en las Ciencias Sociales nos ha faltado imaginación para salirle
al paso a eso, hemos ido queriendo plantearnos la certeza de que fueron es-
clavos, la certeza de que ellos han sido mineros, que han sido los harapientos,
los pobres, los últimos de la pirámide, esas son las certezas decimonónicas, y
entonces nos ha faltado imaginación para salirle al paso a esto y decir: «oiga,
pero además eran los que estaban allá detrás de los artistas diciéndoles por
qué no le pone rojo, por qué no le pone amarillo», aportando, esos aportes
nosotros hemos sido cómplices de que nosotros lleguemos al siglo xxi sin
verlos, y hablo, por ejemplo, de los maestros. No los voy a responsabilizar a
ellos de todo el tema, pero sí a las Ciencias Sociales por la falta de imagina-
ción, creatividad para abordar el tema (Cornelia Mena. Bogotá, 2007).
Los medios de comunicación hacen parte de los ámbitos donde se reproduce
el racismo. Los estereotipos que allí se han fomentado sobre lo que son las per-
sonas afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras, junto con el predominio
de una imagen hegemónica de la cultura centralista, patriarcal y blanco-mestiza
que busca homogenizar las formas de ser y de pensar de los individuos, ponen
en un lugar secundario la imagen y cultura de los pueblos étnico-raciales mi-
noritarios del país.
[…] solo prender la televisión de este país es agresivo para el niño negro,
para el adulto, tan agresivo que se volvió norma, ya te posicionaron y ya,
inclusive, para el negro que ve la televisión es normal que solo sean blancos y
se le volvió normal este racismo; […] si mira a una mujer negra en la cocina

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 757


y solamente en la cocina no le produce ninguna roncha, ya lo aceptó, es lo
más triste […] (Marco Salazar. Cali, 2007).
Otra de las formas en las que se evidencia el racismo en los medios de co-
municación es la publicidad, pues se centra en los mismos estereotipos de lo
que se entiende en la sociedad blanco-mestiza como lo ideal y lo deseable; y las
pocas veces que utiliza la imagen de un cuerpo o una persona con piel oscura,
lo hace a partir de una connotación negativa del mismo.
[…] vemos con gran preocupación que nosotros los afrocolombianos no
hacemos parte de los estereotipos afirmativos de la ciudad […], nosotros no
estamos promoviendo el comercio de la ciudad; parece que nuestras mujeres
no usan jabón, ni toallas higiénicas, y que nuestras mujeres no usan ropa
de marca, y que nuestras mujeres parece que no usan los implementos de
cocina e implementos de trabajo porque no son promovidos sus rostros
[…] (Héctor Mina. Cali, 2007).
Son muchos los casos comentados sobre el rechazo que las personas afroco-
lombianas, negras, raizales y palenqueras han sentido en el transporte público
urbano. Aunque son muchas las explicaciones que se intentan dar a tales
comportamientos (asco, desconfianza, ignorancia), lo cierto es que se han
convertido en prácticas cotidianas y constantes.
Me ha pasado que me subo al bus y hay varios asientos libres […], o en
ocasiones […] [en] el bus hay dos asientos libres; me siento en uno y queda
otro y llega el tipo o la señora allí mestiza,se sube, pasa su tiquete y pasa al
fondo, prefiere quedarse parada la bandida antes de sentarse, allí, al lado
mío. O cuando […] hay un puesto libre y me siento allí, entonces la persona
piensa que yo le voy a robar o que voy a hacer algo, entonces […] agarra su
bolsito bien duro y ahí apretadito, y eso mirándolo a uno de reojo (Edwin
Muñoz. Bogotá, 2007).
Los líderes y lideresas entrevistadas hacen alusión a otros ámbitos, pero con
menor frecuencia que los mencionados antes. Dentro de estos se encuentran
el comercio, las discotecas, la Iglesia Católica y el alquiler de vivienda. En
todos, se encuentran patrones similares de rechazo explícito a las personas
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras, manifestados en impedir su
acceso a determinados lugares o en negarles oportunidades de vinculación
en las dinámicas que estos implican, como el no firmar un contrato en el

758 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
caso de los arriendos o no hacer parte de los seminarios donde se forman los
sacerdotes católicos.

El racismo en la interacción cotidiana: expresiones y actitudes que lo denotan


La interacción cotidiana, en la que se desarrollan las relaciones entre hombres
y mujeres de distintos grupos étnico-raciales, suele ser el contexto en el que los
estereotipos negativos, la exclusión y el rechazo se hacen más evidentes para el
común de las personas. Estos se presentan en forma de actitudes, comporta-
mientos y expresiones que demuestran a la persona una clara discriminación
por su color de piel.
Dentro de las actitudes que líderes y lideresas comentan haber percibido, se
mencionan aquellas que denotan desconfianza o rechazo, que son hostiles y
violentan la autoestima de las personas hacia quienes se dirigen.
[…] ejemplos concretos: vos vas en una buseta, la buseta está llena, llena un
negro, va de pie y usted puede tener la silla de al lado desocupada y no se sienta,
esa es una especie de racismo que se da acá, yo lo he notado. Mi mamá decía, y
eso que ya ha disminuido, porque cuando yo estaba acá, uno iba caminando y
la gente lo escupía. Mi mamá llegó acá hace como treinta años y ella me decía
que la gente la escupía, una vez un señor le dijo: «negra hijuemadre, ¿usté qué
hace por acá?», ella me dice [que] ahorita como que la gente […] le ha mermado
a la cosa […] (Jackeline Chalá. Pereira, 2007).
Las expresiones con tinte racista son la muestra cotidiana de la existencia del
racismo que más se evoca en las entrevistas. Estas se consideran ofensivas y groseras,
lo que las personas identifican en el tono y la actitud con las que se dicen.
Cualquiera que sea la frase, es una actitud agresiva contra el afro. Cuando
hay personas que miran al afro y en un tono bastante no agresivo, sino bur-
lón, empiezan a decir: «hola, negrito». Y esos son sentimientos que a veces
la gente lleva contra el afro y lo expresan de esa forma. Habría que revisar el
componente subjetivo del individuo que da campo a la expresión, pero creo
[que] en el tono de las palabras está todo el sentido emocional que siente
un individuo frente a otro y, en este caso, frente al afrodescendiente (Alirio
Palacios. Bogotá, 2007).
Las expresiones que más molestan a las personas entrevistadas son aquellas
que usan de manera despectiva el término negro(a) para referirse a una persona

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 759


afrocolombiana, negra, raizal o palenquera, lo que sucede con bastante frecuencia
y encasilla a las personas en lugar de llamarlas por su nombre o de resaltar otra
característica. Este uso del término ‘negro(a)’ suele ser considerado como un
estereotipo negativo por algunos(as), puesto que el lenguaje se ha encargado
de asociar el color negro con lo malo y negativo, no solo al hablar de personas
sino de manera general.
Cuando se utiliza la palabra negro y no saben qué significa, con un tono
despectivo, entonces reconvierte en una frase racista, una frase que los negros
tenemos que reivindicar; en un principio, fue puesta para estigmatizar un
grupo de la peor manera, hoy nosotros tenemos que hacer que sea la frase
hermosa que puedan escuchar nuestros oídos, por ejemplo, dicen: «es que él
es inteligente, es negro, pero es inteligente», ya ese negro se convierte en un
racismo pues que es un tanto sutil, pero no deja de serlo. Cuando me dicen:
«negro tenía que ser, si no la embarra a la entrada, la embarra a la salida, qué
más se puede esperar de un negro» […]; cuando dicen la palabra negro con
el diminutivo ‘ito’ [risas], el negrito, la negrita, también se cree que sea de
forma racista […] (Alberto Cuero. Buenaventura, 2007).
Son muchas más las expresiones racistas con las que siempre inferiorizan a
las personas por sus rasgos físicos y les atribuyen defectos o las tildan como
anormales.
Esa que siempre nos decían en la escuela, «negrito cuscus», que «chorro de
humo», ¿cuál es la otra? Es que hay tantas que […] no recuerdo bien qué,
que «huele a negro» [risas]; alguna vez escuché una así en el colegio, «huele
a negro», que esa fue como la más, «se oscureció el día», o sea, es que hay
cantidad, es que yo siento que no las recuerdo en este momento porque
cuando las escucho me da es rabia y uno quiere reaccionar de otra manera
[…]. Ah, es que son tantas, pero la más esa, «negrita cus cus», como la que
más […] tengo presente, porque el hecho de uno estudiar aquí es difícil […],
la época de la escuela y todo es, y aparte de eso, con la expresión negro, por
lo menos ya le gente lo toma como referencia para decirle a uno un montón
de cosas, que negro hijueputa, o negra no se qué, en fin, es decir, a partir de
la palabra negro […] ellos empiezan a usar […] vocabulario grosero, muchas
veces soez […] (Dayra Sánchez. Bogotá, 2007).
Dentro de las narrativas de líderes y lideresas, son muchas las historias que
se cuentan sobre experiencias propias en las que fueron víctimas de la discri-

760 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
minación racial. Algunas son más violentas y explícitas, otras más sutiles, pero
en suma, todas excluyentes y lacerantes.
A tí te discriminan como negro, horrible; y luego, como tú ya tienes una
profesión, te tratan más o menos, pero cuando tú llegas normal, sin presen-
tarte, te miran muy despectivamente porque a mí me ha herido, sin decir
quién soy, y la gente viene el otro que creen que es y entonces: «Doctor, ¿en
que le puedo servir? A mí me pasó una vez en la unad. Yo llegué y le dije
al portero: «buenas», y me dijo: «sí, sí, siéntese allá». Y […] yo me senté y
a todos los que iban entrando les decía: « ¿cómo está, profesor? Adelante».
Entonces, cuando ya dejé que pasara por ahí una media hora, […] llegué
y le dije al portero: «vengo buscando a Leo»; claro que ese día yo iba con
un bolsito, un poco en malas condiciones, ese bolso daba risa. Después le
dije: «no, es que yo soy profesor» y él dijo: «¿usted es profesor de verdad? Y
yo le dije: «pues claro que yo soy profesor». Y él dice: «Dios mío, ¿ y usted
a quién necesita?», «A Leo»; Leo es la coordinadora de la Escuela. Eso se
entró de una vez, «déjeme llamarla a ver». La llamó y ella le dijo: «sí, que
siga». Y ahí sí salió el portero: «disculpe, qué pena con usted». Pero yo le
dije: «después de que me quedé media hora aquí sentado», yo le estaba
diciendo. Y él dijo: «discúlpeme, adelante». Y uno dice: «terrible» (Jesús
Palomino. Cartagena, 2007).

¿Cómo hacerle frente al racismo?


Ante la innegable existencia del racismo y de la discriminación racial en
Colombia, los líderes y lideresas entrevistadas tienen claro que deben llevarse
a cabo distintos tipos de medidas y acciones para enfrentarlo y combatirlo. En
sus relatos dan cuenta de varias formas ya existentes contra la exclusión y la
desigualdad bajo la que sus pueblos han vivido, y de otras que no existen pero
que deberían crearse y ponerse en marcha.
En las narrativas que hacen alusión al tema pueden identificarse tres tendencias.
La primera hace referencia a formas de combate al racismo desde la legislación
nacional, la sociedad y el Estado. La segunda comprende la importancia que
juegan las organizaciones sociales afrocolombianas, negras, raizales y palenque-
ras en el abordaje del fenómeno del racismo. La tercera se ubica en un nivel
microsocial, al centrarse en métodos y prácticas que tienen las personas para

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 761


enfrentar el racismo en su cotidianidad, y la forma en que estos son transmiti-
dos en los procesos de crianza y socialización de las familias afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras.

Medidas emprendidas desde el Estado y la sociedad colombiana para


enfrentar el racismo
Para poder erradicar el racismo y la discriminación racial del contexto co-
lombiano, líderes y lideresas consideran que deben impulsarse varios tipos de
medidas y acciones que modifiquen la estructura desigual sobre la que se legitima
la exclusión y la discriminación racial. En esta medida, el primer paso debe
darlo el Estado por medio de la garantía de condiciones económicas equitativas
para toda la población y todas las regiones del país.
Yo creo que la discriminación y el racismo se combaten cuando realmente se
genere una igualdad de condiciones; o sea, si no hay igualdad de condiciones,
está marcado la discriminación y el empobrecimiento de nuestra población;
pero nosotros no podemos pensar que se va a combatir el racismo cuando
la gente nuestra vive en piezas, en cuartos donde realmente a los ocho días
tienen que estar saliendo porque no tiene como sostenerse. Nosotros no te-
nemos. Yo creo que la manera de combatir el racismo es dar la oportunidad
en iguales condiciones a la gente […] (Julio Valoyes. Bogotá, 2007).
Más allá de lo económico, una persona le propone al Estado la creación de
la «gran nación afrocolombiana» con la que se obtendría una mayor visibilidad
política, social y cultural.
En Colombia, a pesar de que se escribió la Constitución del 91 y se expidió la
Ley 70 y se dieron una serie de decretos, todavía no nos reconocen. Todavía
somos minoritarios a pesar de que se dice que somos más de 10 millones de
afros, todavía no tenemos espacios políticos, no tenemos espacios académicos,
no tenemos espacios culturales. Entonces, esa gran nación afrocolombiana
es que realmente el pueblo afrocolombiano, que es el más sufrido, que es el
más miserable, que es el más pobre económicamente, que tengamos visibi-
lidad del gobierno, y que el gobierno y el Estado nos reconozcan como una
nación (Gustavo Urrutia. Quibdó, 2007).
Otras personas resaltan la importancia de crear legislación contra el racismo,
bien sea como normatividad que sancione los actos de racismo o como polí-

762 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
ticas de Acción Afirmativa con un enfoque de lucha contra la discriminación
y el racismo.
[La acción contra] el racismo, a mi modo de ver, tiene que ser mediante una
ley o algo que de verdad funcione, porque vemos que a uno lo ofenden en
la calle y como que si se quedó la persona o te quedaste con la ofensa o con
tu problema psicológico cuando la cosa va más allá y nadie hace nada, o vos
tenés que tomar tus propias riendas y defenderte […] (Carlina Hinestroza.
Bogotá, 2007).
Como recurso para solucionar la problemática del racismo, otros(as) proponen
hacer una mejor aplicación de la legislación existente y hacer una verdadera
implementación de los tratados internacionales que el Estado colombiano ha
ratificado.
Lo que pasa es que nosotros tenemos un problema, […] que es que la ley
no está hecha en términos como de ese tipo de diferenciación a favor de
pueblo afro ni a favor de ningún pueblo, bueno en términos explícitos; en-
tonces, se hace una ley para todas las personas, pero sin embargo sabemos
que existe una discriminación en términos negativos para nuestros pueblos.
O sea, yo creo que el papel está chévere, pero la vaina es cómo accionar lo
que en el papel está escrito en términos de penalización […] (Diego Mena.
Buenaventura, 2007).
Para la mayoría de personas que hicieron alusión a la necesidad de combatir
el racismo y la discriminación racial en las entrevistas, la estrategia más efectiva
para el logro de tal fin consiste en la implementación de medidas enfocadas en
la educación y la concientización del grueso de la sociedad.
[…] hay que hacer una gran concientización y poder llegar, mejor dicho,
nosotros le estamos proponiendo la cruzada nacional e internacional contra
el racismo. La Fundación Cultural Colombia Negra y algunos consultivos,
la corporación Casa de la Cultura Afrocolombiana, la Red Nacional e Inter-
nacional de Culturas Africanistas, estamos promoviendo una gran cruzada
nacional contra el racismo y la indiferencia. Y es una propuesta contundente
porque hasta que nosotros no concienticemos a los funcionarios del Estado y a
la comunidad en general, en especial a la comunidad más pobre, este problema
del racismo no va a parar, no se va a acabar, y las consecuencias que estamos
viviendo son muy fuertes a raíz de la discriminación y la falta de culturización

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 763


de la mente en cuanto a las diversidades y al derecho a la vida, y el derecho al
libre desarrollo de la personalidad (Marlene Viáfara. Bogotá, 2007).

La mayoría de estas propuestas surge como una alternativa a la penalización


del racismo, con la cual están en desacuerdo todas las personas que prefieren
los procesos educativos. Las razones que algunos(as) presentan para justificar tal
desacuerdo son variadas. Mientras que una persona considera que las personas
son racistas porque no tuvieron otra posibilidad, así fueron socializadas y no
podrían ser declaradas como culpables de eso, otras creen que es imposible
penalizar los actos racistas puesto que todas las personas blanco-mestizas os-
tentan cierto tinte racista en su forma de pensar y/o de actuar y serían entonces
muchos los penalizados(as). Finalmente, otras personas justifican su desacuerdo
con la penalización del racismo en la ineficacia de la justicia colombiana, lo que
pronosticaría su fracaso desde la misma implementación.
Como una tendencia similar a las propuestas pedagógicas, algunas personas
enfatizaron en la necesidad de crear procesos de concientización, autorecono-
cimiento y empoderamiento para la población afrocolombiana, negra, raizal
y palenquera, ya que en la medida en que sus miembros se reconozcan como
sujetos diferenciados y tengan conciencia de su identidad y pertenencia a un
grupo étnico-racial específico, podrán enfrentar la discriminación.
El trabajo es de conciencia: uno debe sentirse orgulloso de lo que es para
poder expresárselo a los demás, y el problema es ese, nosotros estamos hace
tiempo en el proceso, ya nos sentimos orgullosos de las raíces, las diferencias,
somos portadores de las voces de nuestros ancestros. Pero el problema es
esa falta de conciencia, falta sentarnos con muchos afros y discutir por qué
somos afros, sacar los argumentos y decir: «por esto, esto y esto» […] (Igor
Simarra. Grupo focal. Cartagena, 2007).

Como una postura intermedia entre la expuesta anteriormente y la que está


de acuerdo con la penalización y el fuerte castigo a quienes discriminan, se
ubica la que sostienen quienes creen que deben existir sanciones pedagógicas
para castigar las conductas racistas.
Yo tengo una lógica que la he aprendido en crímenes de Discovery Channel,
y es que cuando una persona hace un cruce prohibido, lo que le llaman
burro en City Noticias, lo penalizan con una jornada pedagógica. La
persona supuestamente aprende tanto de eso que ya no lo hace. Pero una

764 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
persona racista aquí, su jornada pedagógica, su semana entera: «vea pana,
una cosa es esto con esto y otra cosa, esto con esto» […] (Mario Valencia.
Bogotá, 2007).
La penalización del racismo por medio de la imposición de fuertes castigos,
que incluyan la privación de la libertad y las sanciones económicas, es una opción
que algunas personas entrevistadas —no la mayoría— apoyan.
Si metieron a la cárcel a alguien porque le tocó el trasero a otra persona,
¿por qué no meter a la cárcel a alguien que actúa en contra de otra persona
por el simple hecho de ser de otro grupo étnico? (Agapito Gamboa. Bue-
naventura, 2007).
Debido al profundo daño que los actos de discriminación racial ocasionan
no solo al individuo contra el que se actúa sino también a un colectivo de su-
jetos étnico-racialmente diferenciados, unas pocas personas consideran que la
penalización de los actos racistas debe establecerse de acuerdo con la gravedad
de las acciones cometidas.

El Movimiento Social Afrocolombiano y las organizaciones sociales


afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras como actores clave en la
lucha contra el racismo y la discriminación racial
La participación de la organización social afrocolombiana, negra, raizal y
palenquera en el abordaje del fenómeno del racismo es de crucial importancia
para comprender sus dimensiones y los impactos que ocasiona y, a partir de
ello, plantear alternativas de cambio social que lleven a su eliminación. Desde
el reconocimiento del importante rol que puede desempeñar en la lucha contra
la discriminación racial, el Movimiento Social Afrocolombiano (msa) decide
posicionarse en él para dar fin al fenómeno que, según sus integrantes, es el
causante de todos los problemas de la población afrocolombiana, negra, raizal
y palenquera.
Desde esta justificación, el racismo y la discriminación racial han ocupado
una parte significativa de la agenda de discusión de las organizaciones afroco-
lombianas, negras, raizales y palenqueras en la mayoría de ciudades visitadas
durante este proceso de investigación.
Siempre se ha trabajado mucho el problema de la exclusión social que
hay aquí; es el tema que más nos preocupa porque se está recibiendo una

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 765


discriminación que es soterrada en el sentido de que no es abierta, es
muy sutil y está como ligada al imaginario colectivo que afecta a nuestras
poblaciones. Ya sea por desconocimiento, o sea, de pronto, no por ene-
mistad. Eso es lo que más creo que se discute más […] (Luzney Murillo.
Cartagena, 2007).

En la interlocución de las organizaciones afrocolombianas, negras, raizales


y palenqueras con actores gubernamentales del nivel local, distrital y nacional,
el racismo y la discriminación racial también han sido tema de discusión.
Lastimosamente, los resultados que se han obtenido no son positivos, puesto
que en los casos expuestos los representantes de los gobiernos consideran que
el racismo no existe.
Uno de los temas más difíciles aquí ha sido hablar de racismo, porque en
Cartagena ni siquiera se reconoce que existe el racismo, y eso para nosotros
ha sido un tema muy difícil. Porque en el momento en que un grupo de
personas negras, palenqueras y afrodescendientes estamos diciendo de que
aquí en la ciudad hay racismo, y que se nos excluye y se nos vulnera, toda la
ciudad dice que es mentira y que somos unos locos y que no es así; enton-
ces, ese es el tema más difícil para concientizar a la gente […] (Luz Dary
Morales. Cartagena, 2007).

Más allá de las discusiones y reflexiones sobre la presencia del racismo en


Colombia, las organizaciones afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras,
y, en general, el msa, han desarrollado algunas acciones para enfrentar este
fenómeno y han obtenido logros significativos en esta lucha.
En primer lugar, se encuentra la creación de instancias que se han especiali-
zado en el enfrentamiento y atención al racismo. Dentro de estas, se incluyen
la Mesa de seguimiento al tema de la discriminación racial en Cartagena, el
Consejo étnico en Cartagena, el Centro de Justicia y Acción contra el racismo
en Cartagena, Bogotá y Cali, y la propuesta de crear un Observatorio Antidis-
criminación Racial en Bogotá dentro de la Alcaldía Distrital.
El Centro de Justicia y Acción contra el Racismo tiene varias ramas o varias
líneas. Consiste específicamente en la visibilización de la problemática frente a
las agresiones raciales sistemáticas, estructurales y cotidianas que vive nuestra
población en Colombia. Se crean tres centros para poder contrarrestar dicha
problemática: un centro se crea en la ciudad de Cartagena, el siguiente centro

766 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
es creado en la ciudad de Bogotá, y el tercer centro lo estamos operando aquí
en la ciudad de Cali. Estos centros pretenden, o de hecho están dando, un
acompañamiento a la población afrocolombiana y demás etnias frente a lo
que son los derechos étnicos, los derechos sociales y políticos que tienen las
llamadas minorías de Colombia. Nuestro centro en este acompañamiento
brinda gratuitamente a los pobladores la posibilidad de acercarse a la justicia
por medio de un abogado, de poder también interlocutar frente a sus exi-
gencias, a sus derechos para con el Estado, y también le ofrece la posibilidad
de capacitarse en lo que son sus derechos étnicos, sociales y políticos; todo
esto ligado a la visibilización de la problemática y que la población pueda
exigir, pueda denunciar sus agresiones, las agresiones de las que están siendo
víctimas, eso a grosso modo (Iván Castro. Cali, 2007).

Otro de los espacios en los que trabajan estas organizaciones es el relacionado


con las acciones para proteger y hacer respetar los derechos de las comunidades
afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras. Entre estas, cabe resaltar las
tutelas y otras acciones interpuestas para la protección de estudiantes afroco-
lombianos y el castigo a quienes los discriminan en la Universidad del Valle.
Las organizaciones afrocolombianas han trabajado en metodologías peda-
gógicas para abordar el tema del racismo y buscar eliminarlo. Para esto, llevan
a cabo proyectos educativos, campañas pedagógicas y talleres con distintos
grupos de personas.
Pues desde la educación es mucho lo que nosotros consideramos que se
puede hacer, nosotros, después de la conferencia de Durban, nos tomamos
esos lineamientos en serio para hacer una agenda […] e ir a los colegios,
inclusive fuera de Bogotá, a hacer conferencias de por qué la escuela no puede
seguir siendo un escenario de discriminación de ningún tipo, por qué la
escuela tiene que cambiar su discurso, por qué los maestros no pueden seguir
agenciando la exclusión social; porque la escuela no se ha hecho como un
mecanismo de exclusión social sino como un mecanismo de inclusión social,
y en los territorios nuestros, donde normalmente no hay colegios privados,
pues la escuela de alguna manera cumple esas funciones mínimas donde van
todos y van todas y estudian en las mismas condiciones. Entonces, nosotros,
aquí en Bogotá, hemos liderado esta parte, hemos escrito algunos ensayos,
hemos hecho conferencias inclusive para canales extranjeros en esta materia
de educación (Luz Pomare. Bogotá, 2007).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 767


El logro que líderes y lideresas mencionan y reconocen como el más impor-
tante es la visibilización de la existencia del racismo y el reconocimiento de este
como un problema ante algunos sectores sociales del país.
Uno de los logros es poner en la palestra pública la discriminación que hay,
la discriminación que existe en Colombia. Porque se pensaba que no existía
discriminación, solo porque algunos afros ingresaban a las universidades y
no se pensaba en otro tipo de discriminación, como verdaderamente existe.
Eso ha sido una de las grandes consideraciones que yo creo que ha puesto el
movimiento social en la palestra; demostrar que sí hay una discriminación en
Colombia, demostrar que hay una invisibilización de los afrocolombianos,
pero, sobre todo, uno de los aportes es la conquista de derechos (Axel Jattan.
Quibdó, 2007).

Métodos y prácticas para enfrentar el racismo en la cotidianidad


Desde sus experiencias subjetivas como personas afrocolombianas, negras,
raizales y palenqueras, los líderes y lideresas entrevistadas también enfrentan
el racismo y la discriminación racial de los que son o han sido víctimas. En
las entrevistas comentan cómo reaccionan frente a ataques racistas y también
hacen alusión a las herramientas adquiridas durante los procesos de crianza y
socialización en sus hogares para enfrentar el racismo.
La mayoría de líderes y lideresas entrevistadas que provienen de regiones del
país pobladas por altos porcentajes de personas afrocolombianas, negras, raizales
y palenqueras relataron que en los procesos de socialización de sus familias no
se educa para responder al racismo porque eso no hace parte de su problemática
cotidiana, y que cuando escuchan las experiencias de otros(as) o cuando llegan
a las ciudades, aprenden que el fenómeno existe y deben protegerse de él.
Las comunidades sobre las cuales he vivido, sobre las cuales me crié, poco se
ha compartido con personas mestizas por ser un territorio bastante apartado
del país. Y con los que hemos podido interactuar de forma muy precaria
ha sido con paisas, que han llegado como colonos a nuestros territorios, a
explotar minas, a establecer negocios y a establecer cultivos; entonces, frente
al proceso de socialización en el hogar de los afrodescendientes, y hablo desde
mi posición personal, pienso que desde el hogar no se construye al sujeto
afrodescendiente para defenderse del racismo del mestizo. No se le forma
para defenderse, de pronto, el afrodescendiente se le dan como objeto de

768 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
formación conocimientos y se le enseñan actitudes que debe tomar frente a
problemáticas que los afecten, pero que no en específico tienen que ver con
el problema de diferencia por la tez de la piel, sino de interés personal que los
afectan a uno como sujeto. Ya en el transcurso de la vida, uno va tomando o
va teniendo reacciones frente a lo que es el trato con la otra persona con la
que uno interactúa; es decir, el mestizo y el afrodescendiente, cuando inte-
ractúan, ponen un juego de intereses, intereses ya sean de tipo académico,
de tipo económico, de tipo emocional mismo y a nivel de la autoestima de
uno. Entonces, si el mestizo me hiere el ego, el afrodescendiente, a través
de su mecanismo de defensa, busca cualquier otra forma de revertir todo el
mal que le proporciona el mestizo, pero, desde la esfera familiar, a uno como
afrodescendiente no se le socializa para responder directamente o específica-
mente a expresiones de tipo racial (Juan Charrupí. Bogotá, 2007).
Si bien es cierto que no en todos los hogares afrocolombianos, negros, raizales
y palenqueros se impartió a los hijos(as) algún tipo de enseñanza relativa a la
forma de reaccionar o protegerse frente a actos racistas en su contra, algunas
personas reconocen haber adquirido ciertas herramientas útiles en sus procesos
de crianza. Dentro de las mencionadas se encuentran el fomento del diálogo
como forma de solucionar las diferencias; el establecer tratos igualitarios para
todas las personas; no soportar ningún trato desigual que haga sentirse inferior;
estar prevenido ante las personas blanco-mestizas; y prepararse académicamente
para demostrar sus capacidades.
Fueron pocas las personas que comentaron algunas formas de reaccionar
frente a actitudes y hechos racistas en su contra. La mayoría de quienes lo
hicieron encuentra que ignorar los hechos racistas es la forma más adecuada
de reaccionar.
A mí muchas veces me han discriminado, pero yo no le paro bolas a eso.
Porque unos son blancos y otros son negros y unos se creen blancos, pues
porque blanco no más es el papel. Y todos tenemos la misma sangre roja.
Y cuando a mí me dicen negra, yo me río de ellos porque yo sé quién soy
y de donde vengo y quién es mi familia. Y si nos discriminan, ellos sabrán
por qué, porque yo estoy muy orgullosa de ser negra, de tener la raza negra
(Lilia Nelson. San Andrés, 2007).
De manera particular, unas pocas personas reconocen que ante hechos que
les discriminen suelen reaccionar de manera agresiva y no callar.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 769


Nosotros no nos aguantamos que nos estén humillando, con cualquier cosa
que no nos guste nos vamos a los golpes. Además, uno ya está cansado, uno
trata de no pararle bolas; pero hay cosas que son muy ofensivas, y uno no
puede aguantar y uno reacciona de la peor forma y, como siempre, viene la
injusticia, que, como uno es negro, uno comenzó, cuando vienen los policías
no le dan al otro sino que le dan es al moreno. Dígame, ¿por qué? (Ricardo
Peña. Pereira, 2007).

A manera de cierre
Las opiniones y posturas de líderes y lideresas entrevistadas recopiladas en esta
sección muestran que el racismo en Colombia es un fenómeno complejo que
no puede negarse ni ocultarse —aunque algunos actores sociales lo hacen. Las
evidencias que ellos(as) presentan dan cuenta de una situación de desigualdad
económica, política, social y cultural bajo la cual viven las poblaciones afroco-
lombianas, negras, raizales y palenqueras.
Tras el análisis de las narrativas de hombres y mujeres vinculados de forma
directa con el Movimiento Social Afrocolombiano en Bogotá, Cali, Buena-
ventura, Cartagena, Medellín, Quidbó, San Andrés y Pereira, es posible esta-
blecer algunas precisiones sobre el racismo y la discriminación racial desde sus
perspectivas.
En primer lugar, debe reconocerse la claridad con la que estas personas con-
ciben el concepto de racismo, puesto que en sus definiciones limitan el término
a una ideología que establece diferencias y excluye a quienes pertenecen a un
grupo étnico-racial distinto al dominante. No se confunde con discriminaciones
que obedezcan a características como el género, la religión, el lugar de origen, la
edad o la posición social, entre otras. Si hay una precisión en la definición del
concepto de racismo, podría entonces esperarse que sus posturas, opiniones y
referencias al problema permitan conocer mejor y de manera más clara lo que
está pasando en el país frente a la discriminación que han vivido los grupos
históricamente racializados, señalados y excluidos.
Debe también enfatizarse en el hecho de que, no por ser todas personas afro-
colombianas, negras, raizales y palenqueras tienen las mismas posturas frente a
algunos de los temas abordados. Por el contrario, se dan importantes divergen-
cias en asuntos clave como el reconocimiento de la existencia del racismo en el
país o la posibilidad de penalizar los actos racistas por medio de castigos como
la privación de la libertad o las sanciones económicas. Las uniones interétnicas

770 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
son otro de los temas más cuestionados, con gran cantidad de posturas entre
los entrevistados(as).
Los anteriores disensos evidencian que el racismo no se vive de una sola manera,
y que el hecho de pertenecer al grupo étnico-racial afrocolombiano, negro, raizal
y palenquero no es el único factor que incide en que una persona sea afectada o
no por este. Por el contrario, como fue mencionado en las entrevistas, hay un
conjunto de elementos que se ponen en juego cunado se piensa y se siente el
racismo, dentro de los que se encuentran el nivel socioeconómico, el grado de
autoreconocimiento étnico-racial, el lugar de origen y el ser hombre o mujer,
entre otros. En esa medida, el racismo no es lo mismo para un hombre raizal que
ha vivido toda su vida en San Andrés, que para una mujer chocoana que migró a
una ciudad como Bogotá, o para un cartagenero afrocolombiano perteneciente
a una clase social alta que no reconoce su identidad afrocolombiana.
Con respecto a las diferencias en los relatos de las personas, de acuerdo a las
ciudades donde se producen, se encuentra una muy marcada distinción de lo
que líderes y lideresas de ciudades como Buenaventura, Quibdó, San Andrés
y Cartagena comentan acerca de sí mismos y de las otras cuatro ciudades. En
las narrativas que hacen referencia a la situación de las personas y los pueblos
ubicados en la región Pacífica colombiana —desde Buenaventura y Quib-
dó— hay una clara referencia a problemas estructurales como las «geografías
racializadas» y sus consecuencias políticas, económicas y sociales. También son
relatos particulares por cuanto muestran patrones de interacción cotidiana entre
la misma comunidad afrocolombiana negra que allí habita; del mismo modo,
el hecho de ser el grupo mayoritario de la región produce formas de interac-
ción distintas a las de otras zonas. Por ejemplo, en ellas se evidencian con más
frecuencia el endoracismo y el racismo a la inversa, mientras que se afirma que
el racismo no hace parte de sus principales problemáticas y, por eso, no hace
parte de los factores que padres y madres tienen en cuenta en los procesos de
crianza y socialización.
Lo encontrado en las entrevistas realizadas a líderes y lideresas raizales da
cuenta de la problemática entre la comunidad raizal y la continental que se ha
asentado en San Andrés Islas; dicha situación hace que muchos(as) afirmen que,
más que racismo, lo que allí se vive es una discriminación basada en su cultura
y su lugar de origen, mas no en el color de piel de las personas.
Las entrevistas realizadas a líderes y lideresas de Cartagena muestran la com-
plejidad del fenómeno del racismo en esta ciudad. La estructura social que se

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 771


ha construido históricamente, en la que se ubica a los afrocolombianos(as),
negros(as) y palenqueros(as) como los grupos inferiores, excluidos, pobres y
rechazados, ha creado una sociedad más racista que la de las otras ciudades aquí
analizadas. Como otra de sus particularidades, se encuentra un muy fortalecido
proceso de organización social y comunitaria, en el que —al parecer— se han
creado importantes estrategias para el combate al flagelo del racismo en sus
comunidades.
Aunque las otras cuatro ciudades —Bogotá, Medellín, Pereira y Cali— no
tienen dinámicas muy particulares desde lo que los entrevistados(as) comentan,
debe tenerse en cuenta que algunas personas resaltan la forma en que Cali ha ido
transformando su composición poblacional y ser hoy una ciudad con grandes
mayorías afrocolombianas y negras.
Por último, es necesario reconocer el importante papel que cumplen las orga-
nizaciones sociales y el msa en el abordaje del tema del racismo, su visibilización
en la sociedad blanco-mestiza y búsqueda de alternativas para hacerle frente y
comenzar a implementar medidas que permitan una progresiva eliminación
del mismo.

772 Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad...
Referencias

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Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Margarita María Rodríguez Morales 773


“Africali”. José Horacio Martínez - 2006 ©
Capítulo
9
Propuesta: Acciones Afirmativas y otras políticas públicas
para la inclusión social y el reconocimiento étnico-cultural

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Carlos Augusto Viáfara López
Fernando Urrea-Giraldo

Reconocemos la importancia de las políticas de Acción Afirmativa como


mecanismos orientados a compensar la desigualdad en la estructura de opor-
tunidades como resultado de la exclusión pasada, a la que se vio sometida la
población afrocolombiana tanto por la esclavitud como por las instituciones
contemporáneas de discriminación racial en las relaciones sociales y de sus
impactos negativos que se expresan en barreras invisibles a la entrada de algunos
segmentos de los mercados laborales y ocupaciones de estatus; en el sistema de
educación pública superior considerado de calidad; en la narrativa histórica
gloriosa de la patria, por medio de la Memoria que guarda el Museo Nacional
de Colombia, el Museo del Oro; y en la reproducción generacional y geográ-
fica de la pobreza. Al unísono, colombianos(as) han practicado el olvido, el
silencio y la indiferencia ante la permanencia de situaciones de exclusión de
un buen número de ciudadanos(as) racializados, negándoseles la oportunidad
de aportar mucho más al crecimiento económico, a la profundización de la
democracia y a la convivencia intercultural en el país.
En la implementación de las políticas de Acción Afirmativa el Estado co-
lombiano se convierte en el actor central. Mediante estas políticas, dirigidas a
pueblos y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, el Estado
puede lograr un doble impacto al avanzar hacia la igualdad racial y, al tiempo,
permitir la existencia del reconocimiento de las diferencias culturales que estas
personas y pueblos representan.
Desde esa lógica, pensamos que las Acciones Afirmativas deben sustentarse
en la obligación ética de justicia histórica desde marcos que involucren la si-
multaneidad de justicia distributiva y de justicia de reconocimiento cultural
al pueblo negro, afrocolombiano, palenquero y raizal ante las desigualdades
sociales crónicas, sufridas como producto de procesos de discriminación racial
y geográfica de larga duración (Moehlecke, 2002) que han ocasionado su subal-
ternización, opresión, marginación, pobreza, victimización social y colectiva.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo 775
Sin embargo, pensamos que las políticas de Acciones Afirmativas son solo un
pequeño paso en el camino que debe llevar a una verdadera justicia reparativa
étnico-racial del pueblo negro, afrocolombiano. Esta importante estrategia
por sí sola no alcanza a combatir el fenómeno estructural de la discriminación
racial; por eso las Acciones Afirmativas deben ir acompañadas de otras acciones
públicas relacionadas con procesos de reparaciones simbólicas que busquen
cambios socioculturales en el sistema de relaciones raciales existentes.
Se sabe que las Acciones Afirmativas necesitan ir más allá de la simple ga-
rantía de la igualdad de oportunidades en el mercado laboral y en el sistema
educativo, en la medida que la intención de garantizar equidad no necesaria-
mente logra combatir los racismos y la discriminación racial; tampoco logra
de manera automática elevar el autoestima colectiva de identidades étnicas
menospreciadas y subalternizadas. Planteamos entonces que las propuestas
estatales —y entre estas las políticas de Acción Afirmativa— con objetivos
de igualación de condiciones deben inscribirse necesariamente en una lógica
de reparaciones simbólicas, lo cual garantiza que estas políticas permitan dar
pasos progresivos hacia la democratización de las relaciones y de los recursos
materiales y simbólicos de la sociedad colombiana
Sabemos que el Estado y la sociedad colombiana han dado la espalda a los
debates que desde la década del noventa otros países de la región han adelantado
en torno a la necesidad de la igualdad étnico-racial, la importancia de los enfo-
ques diferenciados en las intervenciones públicas y la consideración transversal
de las categorías «raza-etnia» en la formulación e implementación de políticas
públicas, entre las cuales se encuentran las Acciones Afirmativas. Con el fin de
realizar aportes a la construcción de lineamientos de políticas públicas étnico-
raciales, con base en los hallazgos de la investigación ya referenciada, propone-
mos la creación de una Consejeria Nacional de Políticas para la Promoción de
la Igualdad Racial y de las Diferencias Culturales.

Consejería Nacional de Políticas para la Promoción de la Igualdad


Racial y de las Diferencias Culturales (cnppirdc)
El marco filosófico de esta Consejería debe girar en torno al imperativo ético
de transformar el Estado, implementar el nuevo proyecto de Nación pluriétnica
y multicultural y radicalizar la democracia. Esta Consejería deberá ser creada
por una ley de la República. La naturaleza y composición de la Consejería debe

776 Propuesta: Acciones Afirmativas y otras políticas públicas para la inclusión social y...
contemplar a personas del alto gobierno, líderes y lideresas de organizaciones de
la sociedad civil, académicos(as) del campo de los estudios negros, afrocolombia-
nos, palenqueros y raizales con amplia trayectoria y representantes de los gremios
económicos y de la cooperación internacional.
Esta instancia estatal deberá institucionalizar medidas, especiales y tempo-
rales, orientadas a generar condiciones para la igualdad de oportunidades para
el acceso masivo de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
excluidas, de las esferas de la educación superior, de la administración pública
en cargos de mediano y alto rango y de mercados laborales restringidos, per-
meados por la discriminación racial. La Consejería también estaría encargada
de institucionalizar todas aquellas medidas necesarias para combatir los racis-
mos y la discriminación racial, así como también de las acciones que buscan
dignificar desde nuevos relatos históricos la presencia negra, afrocolombiana,
palenquera y raizal en la Nación.
Esta Consejería tendría la misión de desarrollar cinco programas nucleares
elevados a la categoría de programas de Estado:

Programas nucleares de la Consejería Nacional de Políticas para


la Promoción de la Igualdad Racial y de las Diferencias Culturales

Política nacional
de Acción Afirmativa para
personas negras, afrocolombianas,
palenqueras y raizales en
instituciones de educación pública
superior de calidad

Política nacional de Acción


Plan nacional de reparaciones Afirmativa en mercados de
simbólicas al pueblo negro, trabajo para fortalecer sectores
afrocolombiano, raizal y ocupacionales, capacidades
palenquero Consejería de Estado etnoempresariales y formación
técnica-profesional
para la Promoción de la
Igualdad Racial y de las
Diferencias Culturales

Política nacional para Políticas públicas para alcanzar


combatir los racismos y la una mejor calidad de vida:
discriminación racial salud, educación y empleo

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo 777
Política nacional de Acción Afirmativa para personas negras,
afrocolombianas, palenqueras y raizales en
instituciones de educación pública superior
Es perentorio que mediante políticas de Acción Afirmativa se garantice la
oportunidad de movilidad social ascendente de gentes negras y raizales a las
universidades públicas del país. Boaventura de Sousa Santos, como intelectual
que abandera propuestas para intensificar la democracia, plantea que las univer-
sidades públicas ubicadas en los países latinoamericanos, que se han declarado
pluriétnicos y multiculturales, deben responder en consonancia a los nuevos
ideales que sustentan la nación (Santos, 2004: 54-72); esa tarea aún no ha sido
asumida por estas instituciones. Las universidades públicas latinoamericanas y
caribeñas son cada vez más cuestionadas por los contribuyentes por su carácter
corporativo, por tener excesivos costos de funcionamiento y sobre todo por no
responder de manera real a los retos de la inclusión social. El autor mencionado
afirma que la universidad debe responder positivamente a las demandas sociales
de su democratización radical y ponerle fin a la historia de exclusión de varios
grupos sociales y de sus saberes; discriminación histórica que las universidades
de estas latitudes —tan ligadas a la reproducción del saber excluyente para los
grupos y clases subalternas— han protagonizado a lo largo del tiempo.
Por ello, la universidad pública colombiana debe responder a las obligaciones
implicadas en la construcción de una nación pluriétnica y multicultural, para
lo cual se debe considerar la creación de otros mecanismos para el acceso a los
cupos universitarios.
El ingreso masivo de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenque-
ras al sistema de educación pública superior en universidades con excelencia
académica, debe fundamentarse en el peso demográfico de dicha población
en la ciudad o región en donde se encuentre la institución que acoja la pro-
puesta de abrir cupos especiales. Esta recomendación es válida para todas las
universidades públicas del país, con excepción de la Universidad Nacional de
Colombia, la cual por su carácter nacional y por reivindicarse la labor de ser
la gran constructora del proyecto de nación pluriétnica y multicultural, debe
tener cupos especiales iguales al porcentaje de población negra, afrocolombiana
o raizal del censo de 2005; es decir 10,60%.
El sistema de ingreso especial mediante cupos —entendidos como una de
las formas de poner en práctica las políticas de Acción Afirmativa— debe

778 Propuesta: Acciones Afirmativas y otras políticas públicas para la inclusión social y...
fundamentarse en la combinación de criterios relativos a la pertenencia
étnico-racial, el género y la estratificación socioeconómica en un 60%. Estas
Acciones Afirmativas también deben tener en cuenta la intersección entre
pertenencia étnico-racial, género y territorio (rural y urbano representado en
barrios, localidades, comunas, distritos, etc.) en un 30%. El restante 10%
debe destinarse a promover la movilidad social ascendente de sectores medios
negros, afrocolombianos, raizales y palenqueros que cuenten con ingresos
medios.
Además de los cupos para el acceso especial, a las y los estudiantes se les debe
garantizar un sistema de bienestar estudiantil diferenciado, que neutralice los
procesos de deserción estudiantil. Dentro de este programa de bienestar debe
existir un plan de tutoría, acompañamiento, asignación de mentores y refuerzo
en donde existan falencias producto de la escolaridad en secundaria: inglés,
informática, matemáticas y compresión y producción de textos en lenguaje
académico; en esta lógica se podría contemplar la existencia de un semestre
cero (0) o preparatorio. Estos proyectos de bienestar deberían ser financiados
por el Ministerio de Educación bajo la figura de una bolsa de incentivos para
las universidades públicas estatales con mejores prácticas de inclusión de per-
sonas que pertenecen a grupos étnicos.
Por otra parte, las universidades que abran cupos especiales para el ingreso
de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras deben fortalecer
los centros o grupos de investigación que estudian África y los variados proce-
sos culturales e identitarios que atañen la vida de descendientes de africanas y
africanos que llegaron al país en calidad de cautivas y cautivos. Estos centros
o grupos deben incluir en sus semilleros de investigación a jóvenes que ingre-
sen por políticas de Acción Afirmativa y que deseen iniciarse en la formación
como investigadoras e investigadores, al tiempo que refuercen sus búsquedas
identitarias.
Las universidades públicas estatales de educación superior que abran cupos
de admisión especial deben crear ambiciosos programas de investigación. En
primer lugar, deben hacerlo en temas como los racismos y la discriminación
racial en la vida universitaria, lo cual conlleva a que dichas instituciones confi-
guren progresivamente la idea del campus universitario como espacio propicio
para la existencia de un lenguaje y prácticas anti-racistas. Un segundo ámbito
se encuentra en realizar caracterizaciones demográficas que incorporen, entre
otras variables, el autorreconocimiento étnico-racial declarado, con el fin de

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo 779
monitorear cuantitativamente la efectividad de estos programas, facilitar la
creación de redes de apoyo, espacios de autonomía y espacios físicos dentro
de las universidades para grupos afro-estudiantiles.
Las universidades también se deben comprometer a transversalizar la Cá-
tedra de Estudios Afrocolombianos en todas las carreras de pregrado, siendo
seleccionados algunos temas de dicha Cátedra como asignaturas especiales
en los cursos de maestría y de doctorado. Por último, las universidades por
medio de los programas de extensión deben crear propuestas que estimulen a
los estudiantes graduados para adelantar carreras profesionales en las áreas de
mayorías negras.
En el ámbito de la educación superior, otras Acciones Afirmativas que deben
ser implementadas tienen que ver con el apoyo a universidades que simbolizan
la presencia mayoritaria de población negra, entre estudiantes y docentes, sobre
todo en las regiones de amplio predominio demográfico afrocolombiano. Una
Acción Afirmativa en el ámbito de la educación en esta dirección sería fortalecer
de manera decidida a la Universidad del Pacífico y a la Universidad Tecnoló-
gica del Chocó. Esto implica que se apoyen como centros de producción del
conocimiento en territorios habitados de manera mayoritaria por población
negra, en los cuales deben consolidarse espacios académicos de alto nivel que
permitan la discusión entre distintas perspectivas conceptuales y emprender
estrategias para el rescate de las epistemologías y conocimientos locales negros,
hacia propuestas de etnodesarrollo y empoderamiento étnico-racial regional,
paralelos a dinámicas de formación científica y tecnológica de excelencia.
Debe darse un aumento considerable de los recursos, así como crearse metas
ambiciosas en términos cuantitativos a 20 años, en los siguientes programas:
créditos educativos condonables para comunidades negras; formación de líderes
afrodescendientes —del gobierno de Colombia, por medio del Ministerio de
Educación Nacional, el icetex, el gobierno de Estados Unidos (usaid) y el Pro-
grama de Estudios Culturales para Comunidades Afrodescendientes e Indígenas
del Ministerio de Cultura—. También debe constituirse un fondo de becas
integrales no reembolsables para el nivel de maestría y doctorado en universida-
des públicas y privadas de excelencia del país y del exterior que en sus primeros
cinco años se fije como meta la formación de 1.000 afrocolombianos(as)1. Para

1 Esta debe incluir el 100% de la manutención, alojamiento y pago de derechos de


matrícula.

780 Propuesta: Acciones Afirmativas y otras políticas públicas para la inclusión social y...
los afrocolombianos se tendrían que financiar 800 cupos de maestría y 200 de
doctorado. Este programa también debe propugnar por la igualdad de género,
concediendo igual cantidad de cupos para hombres y mujeres. El objetivo de
este programa es crear una élite profesional afrocolombiana del más alto nivel,
fundamental para el desarrollo de actividades productivas, como la ocupación
laboral en ámbitos públicos y privados. Asimismo deben ofertarse cursos espe-
ciales para el aprendizaje de un idioma distinto al materno con el fin de facilitar
la formación profesional de mujeres y hombres afrocolombianos que decidan
continuar estudios de posgrado en el exterior.

Política nacional de Acción Afirmativa en los mercados de trabajo para


fortalecer la formación y capacitación para el trabajo, la empleabilidad y
la capacidad de emprendimiento
Proponemos que mediante políticas de Acción Afirmativa se promueva el ingreso de
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en los siguientes espacios:
· El sector público estatal, específicamente el ingreso a la carrera administra-
tiva en las diversas ramas y órganos del poder público. La cuota de personas
afrocolombianas debería corresponder con el porcentaje de población afro-
colombiana en cada ciudad o región de influencia. De esos porcentajes, la
mitad correspondería a mujeres.
· En particular, se debe promover el ingreso mediante cuotas de profesionales
negros y negras a la Academia Diplomática de San Carlos para cursar la ca-
rrera diplomática y consular, y garantizar que personas de este pueblo étnico-
racial constituyan cuadros del Estado que representen al país en el exterior.
También se debe estimular para que quienes prestan servicios para el Estado
—especialmente las empresas— vinculen laboralmente a personas negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras; dicha vinculación deberá incluir
todos los niveles, desde el directivo hasta el operativo.
· Generación de incentivos para que el sector privado empresarial incorpore
medidas de Acción Afirmativa para personas negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras. Esta política tendria como objetivo el generar incentivos a los
empresarios que son favorables a la diversidad racial en sus empresas, lo cual
sería importante para lograr una mayor equidad. También habría que valorar
el reconocimiento de dichas empresas ante la opinión pública nacional y los
consumidores.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo 781
· Apoyo al microempresariado negro, afrocolombiano urbano y rural a través
de cursos de formación microempresarial, programas de formación técnica-
profesional que incorpore estrategias de economía solidaria, financiación a
las iniciativas productivas, en especial aquellas que fortalecen la economía
intercultural o aquellas actividades en que los afrocolombianos demues-
tran ventajas competitivas derivadas de sus saberes tradicionales o ventajas
de localización geográfica; desarrollo de innovaciones tecnológicas en la
producción que mejoren la competitividad de los afrocolombianos. Todas
estas actividades deberán ser recogidas con la creación de fondo nacional de
emprendedores con aplicación regional en zonas con alta concentración de
población afrocolombiana.
· Puesta en marcha de programas piloto de finca tradicional y pago por ser-
vicios ambientales en territorios colectivos de consejos comunitarios y en
el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
· Para garantizar la capacitación laboral en el puesto de trabajo, en especial en
formación específica, y la ampliación de las redes sociales para los individuos
afrocolombianos, debe implementarse una política de acción preferencial
para afrocolombianos en los programas de aprendices que actualmente
adelanta el sena en convenio con empresas del sector privado.
· Se deben implementar programas para una mayor provisión de educación
tecnológica en colegios técnicos de secundaría, institutos tecnológicos y
centros de entrenamiento en los municipios, barrios o comunas donde la
participación de la población afrocolombiana supere el 50%, (Cali, Cartagena,
Buenaventura, Medellín, Quibdó, Bogotá, etc.) En el caso de que no exista
este tipo de planteles, el Gobierno Nacional tendrá que comprometerse a
crear al menos uno en el período 2006-2010.

Política nacional para combatir los racismos y la discriminación racial


· Aprobación de una ley específica que combata y penalice los racismos y
la discriminación racial en los diferentes ámbitos de la vida social. Dicha
propuesta debe reconocer que estos crímenes tienen una dimensión his-
tórica colonial, que se expresa en los deplorables indicadores sociales que
presentan las poblaciones negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras;
también debe reconocerse que los racismos y la discriminación racial tie-
nen arraigo tanto en las prácticas institucionales, en el quehacer de las y

782 Propuesta: Acciones Afirmativas y otras políticas públicas para la inclusión social y...
los funcionarios públicos y de las diferentes entidades de la sociedad civil
(por ejemplo, ong, fundaciones, etc.), como en los espacios cotidianos
de la vida privada y colectiva, que incluyen la sexualidad y las relaciones
de género a través de los procesos de socialización desde la infancia hasta
la vida adulta. Adiciones al Código Penal vigente, aunque necesarias, son
insuficientes de cara a la magnitud de los daños sociales (políticos, econó-
micos, culturales, ambientales y psicológicos) y a la autoestima colectiva
que generan los racismos y la discriminación racial.
· Creación de un observatorio nacional sobre discriminación racial y racismos,
con presencia regional, municipal y distrital.
Creación de centros de atención psicosocial a víctimas del racismo con
perspectiva de género, generacional, ciclo de vida y orientación sexual.
· Creación de centros para la recepción de quejas sobre discriminación racial
ejercida en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Estos centros llevarán casos
de discriminación a instancias judiciales con el fin de crear una cultura del
uso de la legislación que penalizaría la discriminación racial.
· Campañas para la prevención de los racismos en los medios masivos de co-
municación. También incluye acciones para el monitoreo de los discursos
racistas y de discriminación racial que se vehiculan desde la televisión, la
radio, la internet, entre otros.
· Capacitación a funcionarios y funcionarias de la administración pública,
fuerzas armadas, militares, de policía y de seguridad del Estado en temas
sobre racismos, discriminación racial y etnicidad.
· Divulgación de los derechos sociales, económicos, culturales y ambientales
que tiene este pueblo étnico-racial y de los mecanismos de protección e
instrumentos adecuados para hacerlo. Es necesario que las acciones para
esta divulgación transciendan la imagen reducida de las personas y pueblos
negros, afrocolombianos, palenqueros y raizales como sujetos depositarios
de folclores, danzas y gastronomías exóticas.
· Apoyo a las organizaciones del Movimiento Social Afrocolombiano en
sus procesos de empoderamiento frente a estos temas y facilitar su trabajo
con el Ministerio del Interior y de Justicia y demás entidades del sector
público (ministerios, institutos descentralizados, departamentos, muni-
cipios, etc.).

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo 783
Plan nacional de reparaciones simbólicas al pueblo negro,
afrocolombiano, raizal y palenquero

· Fortalecimiento del Centro Nacional de Estudios y Documentación de la


Cultura Afrocolombiana, inaugurado en septiembre del 2007 y ubicado
en la Universidad Tecnológica del Chocó, hasta convertirlo en un centro
de investigación de excelencia sobre temas ligados a las culturas negras
del país. Este Centro abanderar un ambicioso programa de investigación
sobre las memorias de la esclavitud y post-esclavitud en Colombia.

· Desarrollo de acciones que tengan un impacto simbólico intersubjetivo.


Entre las instituciones capaces de lograr este impacto se encuentran los
museos; por esta razón, el Museo Nacional de Colombia debe asumir
en serio la inauguración de salas permanentes sobre las culturas negras
y raizal en sus diálogos con África y la contemporaneidad de los des-
cendientes de esclavizados y esclavizadas. También se debe promover la
creación de museos regionales y municipales sobre negros, afrocolom-
bianos, palenqueros y raizales en territorios de mayorías negras; en este
sentido el recién inaugurado Museo del Caribe es un ejemplo a seguir en
una región como el Pacífico colombiano. Por otra parte también se debe
estimular la creación de museos comunitarios locales que implementen
otras formas de representación museística.

· Nuevas narrativas con perspectiva de género acerca de la importancia


de los cautivos africanos y africanas en el trabajo de extracción y pro-
cesamiento del oro durante el Virreinato de la Nueva Granada hasta la
actualidad dentro del formato del Museo del Oro.

· Revisión crítica de los manuales de historia para reescribir esta historia


y que influencian los manuales de enseñanza en la educación pública
(estatal y privada).

· Honrar la memoria de los y las adalides de las luchas de resistencia a la


Institución de la Esclavitud y a todas y todos aquellos que han buscado
la ciudadanía plena desde la República hasta la contemporaneidad.

· Impactar el espacio público con los nombres de los y las grandes adalides
de la larga lucha negra, afrocolombiana y raizal, bautizando o rebautizando
con ellos avenidas, calles, aeropuertos, plazas, universidades, escuelas.

784 Propuesta: Acciones Afirmativas y otras políticas públicas para la inclusión social y...
· Creación de un instituto para la formación de liderazgos juveniles en donde
las viejas y nuevas generaciones de líderes y lideresas se formen en temas
que atañan al desarrollo social, cultural, político, ambiental, económico y
potencien la capacidad espiritual de los pueblos negros, afrocolombianos,
palenqueros y raizales.

Políticas públicas para alcanzar una mejor calidad de vida:


salud, educación y empleo
Sabemos que la gran parte de los pueblos y personas negras, afrocolombia-
nas, raizales y palenqueras se encuentra en situaciones de pobreza en ámbitos
urbanos y rurales. Por tanto, junto a medidas específicas como las expuestas en
los cuatro anteriores programas nucleares, deben implementarse políticas redis-
tributivas asociadas a los derechos básicos que todo Estado Social de Derecho
debe garantizar a sus ciudadanas(os). Estas acciones no se plantean como de
«beneficio exclusivo» para la población negra, afrocolombiana, raizal y palen-
quera, deberían ser implementadas también a favor de la población colombiana
que se encuentra en condiciones de exclusión socioeconómica.
Es necesario que en los próximos cinco años se incluya al régimen subsidiado
de salud a la población afrocolombiana (por medio del mecanismo del sisben).
En este sentido, debe trazarse como meta para ese periodo de tiempo una redu-
ción de por lo menos el 50% de las personas afrocolombianas que no gocen de
ningún tipo afiliación a la salud; de manera particular se deben incluir como
beneficiarias a las regiones del Pacífico y del Caribe y ciudades como Quibdó,
Buenaventura, Tumaco, Cartagena y Cali.
Teniendo en cuenta las limitaciones que existen en la prestación de servicios de
salud preventiva y programas específicos en salud materno-infantil, desnutrición
y hambre, es necesario que las Secretarías Municipales de Salud desarrollen un
paquete de salud preventiva en municipios como Quibdó y Buenaventura y en
las comunas o localidades de alta concentración de población afrocolombiana
en ciudades y sus respectivas áreas metropolitanas como Cali, Cartagena, Mede-
llín, Barranquilla, Pereira y Bogotá. Esta acción permitirá disminuir las tasas de
mortalidad infantil y de mortalidad materna, que afectan más a la gente negra;
disminuir las mayores tasas de mortalidad de hombres y mujeres afrocolombianas
en todos los grupos de edad y paliar la mayor prevalencia de discapacitados(as)
entre la población afrocolombiana, negra, palenquera y raizal.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo 785
Con el objetivo de atender la mayor vulnerabilidad demográfica de la pobla-
ción afrocolombiana, es necesario que se expanda el programa de Profamilia
en salud sexual y reproductiva en especial para Buenaventura, Quibdó, San
Andrés y Providencia y en las comunas o localidades de alta concentración de
población afrocolombiana en ciudades como Cali y Cartagena, y en general
en toda la región del Pacífico. Este programa debe incorporar la perspectiva
anti-racista y la perspectiva étnico-racial con el objetivo de evitar que me-
diante dichas acciones se (re)produzcan estereotipos en relación con hombres
y mujeres negros(as), afrocolombianos(as), raizales y palenqueros(as). Por lo
mismo, el portafolio de opciones anticonceptivas debe ser amplio, generoso
y diversificado, tanto para mujeres como para hombres, similar al que tienen
acceso las clases medias y altas de la población colombiana.
Se deben construir perfiles epidemiológicos de la población afrocolombiana
mediante estadísticas étnico-raciales. Para este efecto es necesario construir
registros de morbi-mortalidad controlado por grupo étnico-racial. El Mi-
nisterio de Protección Social, en coordinación con el dane, a partir de los
estudios post-censales sobre grupos étnico-raciales deben acometer esta tarea,
utilizando hacia adelante además, entre otros, los registros de defunciones y
nacimientos que ha construido el dane con el módulo de autoreconocimiento
étnico-racial. Por otra parte, es indispensable la introducción de la variable de
autoreconocimiento étnico-racial en el cuestionario del sisben.
Se deben implementar políticas orientadas al incremento de cobertura en
educación (incremento en la oferta) en los niveles de preescolar y educación
básica, sobre todo en las áreas rurales y urbanas con altas concentraciones de
población afrocolombiana, acompañadas de un subsidio a los hogares, de tal
modo que disminuya el riesgo de la deserción escolar y constituyan un desestí-
mulo al trabajo infantil. Para este efecto es preciso ampliar considerablemente
la cobertura del programa Familias en Acción.
Se debe poner en marcha un programa de seguimiento de la calidad de
la educación de los planteles que concentren volúmenes de población afro-
colombiana, públicos o privados, distintos a los indicadores de seguimiento
subyacentes a las pruebas icfes. Este debe ejecutarse por medio de las secre-
tarías municipales y departamentales de educación, en coordinación con el
Ministerio de Educación Nacional.

786 Propuesta: Acciones Afirmativas y otras políticas públicas para la inclusión social y...
Es necesario ampliar la cobertura de las universidades públicas para la po-
blación negra, tanto mediante una expansión significativa del programa de
cuotas, según ya se comentó antes, como a traves de la apertura de sedes en
regiones de alta concentración demográfica de población afrocolombiana.
Deben implementarse políticas públicas para el mejoramiento de las condi-
ciones laborales para el grueso de la población afrocolombiana. Debido a las
características precarias de la inserción laboral de la población afrocolombiana,
es necesario que el Ministerio de la Protección Social vigile y regule el cumpli-
miento de la normatividad laboral vigente en sectores como la agro-industria
(cultivos de palma, banano, caña de azúcar), la manufactura, la construcción
y el servicio doméstico, sectores en los que la población afrocolombiana mues-
tra una gran participación. A continuación se desglosan las líneas de acción
específicas:
· Ampliar el servicio de intermediación laboral del Gobierno Nacional por
medio del Servicio Público de Empleo del sena (spe) en las capitales de
departamento donde no esté disponible y en otras ciudades como Buena-
ventura y Quibdó. Esto contribuiría a mejorar la información en el mercado
laboral y por ello los afrocolombianos tendrían mayores oportunidades de
dar a conocer sus habilidades a los empleadores, minimizando el posible
efecto de favoritismos por perjuicios debido a la condición étnica-racial. Al
mismo tiempo, obligaría a las empresas o personas naturales contratantes a
reconocer todas las obligaciones de ley en el momento de la contratación.
· Promover una mayor regulación del Ministerio de la Protección Social a
las Agencias de Empleo Doméstico, de manera que se garantice para los
empleados —en especial para las mujeres— salarios, seguridad social y horas
trabajadas ajustadas a la normatividad vigente, que constituyen condiciones
mínimas de protección.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Carlos Augusto Viáfara López, Fernando Urrea-Giraldo 787
Anexo

Colombia, un país «con más y mejores leyes»:


proliferación legislativa para afrocolombianos(as),
negros(as), palenqueros(as) y raizales1

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Ruby Esther León Díaz
Margarita María Rodríguez Morales

Cuando intentamos hablar de la situación de la pueblos y personas negras,


afrocolombianas, raizales y palenqueras, los colombianos(as), turistas, líderes de
otros movimientos sociales y personas de otros países preguntan si en Colombia
existen leyes de protección para este pueblo; por ello, en el siguiente anexo se
ilustran de manera selectiva los avances legislativos que se han dado en el país.
Los funcionarios(as) del nivel local, departamental y nacional que emprendan
trabajo con organizaciones del Movimiento Social Afrocolombiano deberán
familiarizarse con el compendio legislativo básico escogido aquí.

Bloque de constitucionalidad para la interpretación


de los derechos étnicos
Las normas y los principios supranacionales creados para la protección y ga-
rantía de derechos de comunidades afrodescendientes que han sido adoptados
en la legislación colombiana son los siguientes:
• Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación Racial. Adoptada por la Asamblea General el 21 de di-
ciembre de 1965, entró en vigor el 4 de enero de 1969.
• Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xeno-
fobia y las Formas Conexas de Intolerancia. Durban, Sudáfrica (2001).
• Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (oit)(1989).

1 Una versión anterior de este pequeño compendio se publicó en Escenarios post-Durban


para pueblos y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras (Bogotá: Univer-
sidad Nacional de Colombia), escrito por Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Ruby
Esther León Díaz y Margarita María Rodríguez Morales en 2009.

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 789
La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas
de Discriminación Racial
Es el tratado internacional más importante para la protección de los dere-
chos raciales y de las minorías étnicas. Sus principales aportes se basan en las
siguientes premisas:
• Cualquier doctrina de diferenciación racial o superioridad es científica-
mente falsa, moralmente condenable, socialmente injusta y peligrosa, no
tiene justificación ni en teoría ni en práctica.
• La discriminación racial y demás políticas gubernamentales basadas en
superioridad racial u odio violan los derechos humanos fundamentales y
ponen en peligro las relaciones amigables entre las personas, la cooperación
entre naciones y la paz y seguridad internacionales.

Al haber sido ratificada por el Estado colombiano el 2 de septiembre de 1981,


este último se compromete a garantizar lo siguiente:
• No ejercer ni permitir que se ejerza la discriminación racial contra indi-
viduos, grupos de personas o instituciones, y asegurar que las autoridades
públicas e instituciones realicen lo mismo.
• Revisar las políticas nacionales y locales del gobierno, así como la modifi-
cación y prohibición de leyes y regulaciones que puedan crear o perpetuar
la discriminación racial.
• Prohibir la discriminación racial a personas, grupos y organizaciones.
• Promocionar organizaciones integracionistas, multirraciales, y movi-
mientos con otros medios para la eliminación de barreras entre razas, así
como también la erradicación de toda actividad que tienda a fortalecer
la división racial.

Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la


Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia (Durban, Sudáfrica, 2001)
• R
eafirma que la identidad de las Américas no puede disociarse de su
carácter multirracial, pluriétnico, multicultural y pluralista, y que la
diversidad existente en la región constituye un aporte a la convivencia
humana y a la construcción de culturas de respeto mutuo y de sistemas
políticos democráticos.

790 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
• Reconoce que la negación de la existencia de discriminación y racismo en
los niveles de Estado y de sociedad contribuye a perpetuar las prácticas
del racismo y de la discriminación racial.
• Los actores gubernamentales adoptan las contribuciones que sobre este tema
hicieron los movimientos sociales de afrodescendientes en el mundo.

Mecanismos para el seguimiento de la Conferencia e implementación


• Grupo de expertos independientes sobre la Declaración y Programa
de Acción de Durban: vigilan la aplicación de las disposiciones de la
Declaración y Programa de Acción de Durban en colaboración con el
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
y evalúan las normas e instrumentos internacionales existentes para lu-
char contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas
conexas de intolerancia.
• Relator especial sobre formas contemporáneas de racismo, discriminación
racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia: debe presentar informes
sobre formas institucionalizadas e indirectas de racismo y discriminación
racial contra minorías nacionales, raciales, étnicas, lingüísticas, religiosas
y en contra de trabajadores migrantes en todo el mundo.
• Grupo de trabajo intergubernamental sobre la aplicación efectiva de la
Declaración y Programa de Acción de Durban: formula recomendaciones
respecto de la aplicación efectiva de la Declaración y el Programa de Ac-
ción y prepara normas internacionales complementarias que fortalezcan
y actualicen los instrumentos internacionales contra la discriminación
en todos sus aspectos.
• Grupo de trabajo sobre las personas de descendencia africana: cinco
expertos independientes que estudian los problemas de discriminación
racial que sufren las personas de descendencia africana que viven en la
diáspora. Además, proponen medidas para garantizar el acceso pleno y
efectivo al sistema de administración de justicia, que ha sido identifi-
cado como uno de los sitios en los que se manifiesta con mayor fuerza
el racismo estructural.

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 791
Convenio 169 de la oit sobre pueblos indígenas
y tribales en países independientes
Ratificado en Colombia por medio de la Ley 21 de 1991, este convenio tiene
dos ejes principales:
• El respeto a la diversidad y las particularidades culturales, religiosas y a
la organización social, económica e institucional de pueblos indígenas y
tribales.
• La participación activa de estos pueblos en los planes de desarrollo na-
cionales y regionales que les afecten, la toma autónoma de decisiones
que incidan en su propio desarrollo, y la consulta previa en las decisiones
que les pueden afectar.
El Convenio también enfatiza en la importancia del territorio para las co-
munidades indígenas y tribales y el carácter colectivo que este posee.
Las comunidades afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras son enten-
didas como pueblos en vista de que cuentan con características particulares que
las diferencian de otros grupos sociales del país.

Marco constitucional colombiano


Constitución Política de 1991: Los artículos principales en el reconocimiento
de los derechos de la población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera
son los siguientes:
Artículo 7. «El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de
la Nación colombiana».
Artículo 13. «Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la
misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos,
libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo,
raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.
El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y
adoptara medidas en favor de grupos discriminados o marginados. El Estado
protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económi-
ca, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y
sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan».
Artículo 63. «Los bienes de uso público, los parques naturales, las tierras
comunales de grupos étnicos, las tierras de resguardo, el patrimonio arqueo-

792 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
lógico de la Nación y los demás bienes que determine la ley, son inalienables,
imprescriptibles e inembargables».
Artículo 68. «Los particulares podrán fundar establecimientos educativos.
La ley establecerá las condiciones para su creación y gestión.
La comunidad educativa participará en la dirección de las instituciones de
educación.
La enseñanza estará a cargo de personas de reconocida idoneidad ética y
pedagógica. La Ley garantiza la profesionalización y dignificación de la acti-
vidad docente.
Los padres de familia tendrán derecho de escoger el tipo de educación para
sus hijos menores. En los establecimientos del Estado ninguna persona podrá
ser obligada a recibir educación religiosa.
Los integrantes de los grupos étnicos tendrán derecho a una formación que
respete y desarrolle su identidad cultural.
La erradicación del analfabetismo y la educación de personas con limita-
ciones físicas o mentales, o con capacidades excepcionales, son obligaciones
especiales del Estado».
Artículo 70. «El Estado tiene el deber de promover y fomentar el acceso a
la cultura de todos los colombianos en igualdad de oportunidades, por medio
de la educación permanente y la enseñanza científica, técnica, artística y pro-
fesional en todas las etapas del proceso de creación de la identidad nacional.
La cultura en sus diversas manifestaciones es fundamento de la nacionali-
dad. El Estado reconoce la igualdad y dignidad de todas las que conviven en
el país.
El Estado promoverá la investigación, la ciencia, el desarrollo y la difusión
de los valores culturales de la Nación».
Artículo 176. Modificado por el Artículo 1 del Acto Legislativo 3 de 2005.
El artículo 2 establece: «Lo dispuesto en este Acto Legislativo en relación con la
conformación de la Cámara de Representantes por circunscripciones territoria-
les regirá a partir de las elecciones que se celebren en el año 2010. Lo relativo
a las circunscripciones especiales y a la circunscripción internacional regirá
a partir de las siguientes elecciones posteriores a su vigencia». La Cámara de
Representantes se elegirá en circunscripciones territoriales, circunscripciones
especiales y una circunscripción internacional.

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 793
Habrá dos representantes por cada circunscripción territorial y uno más por
cada 365.000 habitantes o fracción mayor de 182.500 que tengan en exceso
sobre los primeros 365.000.
Para la elección de Representantes a la Cámara, cada departamento y el
Distrito Capital de Bogotá conformarán una circunscripción territorial.
La Ley podrá establecer una circunscripción especial para asegurar la
participación en la Cámara de Representantes de los grupos étnicos y de las
minorías políticas.
Mediante esta circunscripción se podrán elegir hasta cuatro representantes.
Para los colombianos residentes en el exterior existirá una circunscripción
internacional mediante la cual se elegirá un Representante a la Cámara. En
ella solo se contabilizarán los votos depositados fuera del territorio nacional
por ciudadanos residentes en el exterior.
Parágrafo 1º. A partir de 2014, la base para la asignación de las curules
adicionales se ajustará en la misma proporción del crecimiento de la población
nacional, de acuerdo con lo que determine el censo. Le corresponderá a la
organización electoral ajustar la cifra para la asignación de curules.
Parágrafo 2º. Si como resultado de la aplicación de la fórmula contenida
en el presente artículo, una circunscripción territorial pierde una o más curules,
mantendrá las mismas que le correspondieron a 20 de julio de 2002.
Parágrafo Transitorio. El Congreso de la República reglamentará la
circunscripción internacional a más tardar el 15 de diciembre de 2005, caso
contrario, lo hará el Gobierno Nacional dentro de los quince (15) días si-
guientes a esa fecha; incluirá entre otros temas: inscripción de candidatos,
inscripción de ciudadanos habilitados para votar en el exterior, mecanismos
para promover la participación y realización del escrutinio de votos a través
de los Consulados y financiación estatal para visitas al exterior por parte del
Representante elegido».
Artículo 310. «El Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia
y Santa Catalina se regirá, además de las normas previstas en la Constitución
y las leyes para los otros departamentos, por las normas especiales que en ma-
teria administrativa, de inmigración, fiscal, de comercio exterior, de cambios,
financiera y de fomento económico establezca el legislador.
Mediante ley aprobada por la mayoría de los miembros de cada cámara se
podrá limitar el ejercicio de los derechos de circulación y residencia, establecer

794 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
controles a la densidad de la población, regular el uso del suelo y someter a
condiciones especiales la enajenación de bienes inmuebles con el fin de proteger
la identidad cultural de las comunidades nativas y preservar el ambiente y los
recursos naturales del Archipiélago.
Mediante la creación de los municipios a que hubiere lugar, la Asamblea De-
partamental garantizará la expresión institucional de las comunidades raizales de
San Andrés. El municipio de Providencia tendrá en las rentas departamentales
una participación no inferior del 20% del valor total de dichas rentas».

Marco normativo colombiano


Ley 70 de 1993. Con esta ley se responde al artículo transitorio 55 de la Cons-
titución Política de Colombia. Sus principales objetivos son los siguientes:
1. Reconocer a las comunidades negras que han ocupado las tierras baldías
en las riberas de los ríos de la cuenca del Pacífico, teniendo en cuenta
sus prácticas tradicionales de producción y el derecho a la propiedad
colectiva. Por esta ley, el Estado colombiano adjudica a las comunidades
negras la propiedad colectiva sobre las tierras baldías que han ocupado.
Las prácticas tradicionales de las comunidades negras en cuanto a vivienda
y alimentación son aceptadas y respetadas legalmente, siempre que no
vayan en detrimento de los recursos naturales y aseguren su sostenibili-
dad. En cuanto a la parte minera, el Ministerio de Minas y Energía está
encargado de velar que la explotación y exploración de los recursos no
renovables se realicen teniendo en cuenta la protección y participación
de las comunidades negras.
2. Establecer mecanismos para la protección de la identidad cultural, los
derechos de las comunidades negras de Colombia como grupo étnico y
el fomento de su desarrollo económico y social. Con el fin de proteger la
identidad cultural de las comunidades negras, el artículo 33 de la Ley 70
señala que el Estado debe sancionar y evitar todo acto de intimidación,
segregación, discriminación o racismo contra las comunidades negras en
todos los espacios sociales. En los artículos 32 y 34-42, el Estado reconoce
el derecho de las comunidades negras a una educación que responda a
sus necesidades y a sus aspiraciones etnoculturales, por lo que se compro-
mete a crear una política de etnoeducación y una comisión pedagógica
encargada de asesorar dicha política; además, se establece la responsa-

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 795
bilidad del Gobierno en la destinación de recursos presupuestales para
garantizar mayores oportunidades de acceso a la educación superior de
las comunidades negras.
Como eje fundamental de la Ley se reconoce que las comunidades negras
deben participar en el diseño, ejecución y coordinación de los planes, progra-
mas y proyectos de desarrollo económico y social destinados para su beneficio
con el fin de respetar y reconocer sus necesidades particulares, sus prácticas
tradicionales y sus aspiraciones en materia de desarrollo.
La Ley 70 de 1993 se ha desarrollado a partir de varios decretos y otros
elementos jurídicos que buscan hacerla realidad y reglamentar sus objetivos.
Estos son:

Artículo que
Decreto Tema
reglamenta
1745 de 1995 capítulo III Propiedad colectiva de las comunidades negras
2249 de 1995 artículo 42 Comisión Pedagógica Nacional de Comunidades Negras
1627 de 1996 artículo 49 Fondo de Créditos Condonables del icetex
Cátedra de estudios afrocolombianos en los Proyectos
1122 de 1998 artículo 39
Educativos Institucionales (PEI)
1320 de 1998 artículo 44 Consulta previa en las comunidades negras e indígenas
Crea la Comisión de Estudios para formular el Plan de
2253 de 1998 artículo 57 Desarrollo de las Comunidades Negras para el periodo
1998-2002

Crea la Comisión de Estudios para formular el Plan de


Desarrollo de las Comunidades Negras
3050 de 2002 artículo 57
El Decreto 4007 de 2006 modifica los artículos 2.º, 3.º y 6.º,
y deroga el artículo 4º

Procedimientos para la elección del representante y suplen-


1523 de 2003 artículo 56 te de las comunidades negras ante los consejos directivos
de las corporaciones autónomas regionales
Comisión Consultiva de Alto Nivel de Comunidades Negras,
Afro-colombianas, Raizales y Palenqueras. Requisitos para
el Registro de Consejos Comunitarios y Organizaciones de
3770 de 2008 artículo 45
dichas comunidades
(Este decreto deroga el decreto 2248 de 1995, el cual derogó
a su vez el decreto 1371 de 1994)

796 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
Construcción de política pública para población negra, afrocolombiana,
palenquera y raizal
Ley 152 de 1994. «Por la cual se establece la Ley Orgánica del Plan de De-
sarrollo». En esta se establece la participación de la ciudadanía en el Consejo
Nacional de Planeación por medio de representantes de los sectores sociales,
económicos, educativos, ecológicos, comunitarios, de mujeres, indígenas y
afrocolombianos, negros, raizales, palenqueros del país, lo que brinda a estos
últimos un mayor acceso a instancias decisorias sobre la formulación de los
planes que incidan en sus comunidades y su propio desarrollo. El artículo 9 de
la Ley determina que el Consejo Nacional de Planeación debe tener «un repre-
sentante de las comunidades negras y otro de las comunidades isleñas raizales
del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina».
Ley 115 de 1994. «Por la cual se expide la Ley General de Educación». En el
tercer capítulo del Título III, la Ley define la etnoeducación como aquella que
«[…] se ofrece a grupos o comunidades que integran la nacionalidad y poseen
una cultura, una lengua, unas tradiciones y unos fueros propios y autónomos.
Esta educación debe estar ligada al ambiente, al proceso productivo, al proceso
social y cultural, con el debido respeto de sus creencias y tradiciones» (artículo
55). La Ley establece la creación de áreas curriculares que fomenten el domi-
nio de las culturas y lenguas de los grupos étnicos, teniendo como premisa
la formación bilingüe en dichas comunidades. Para llevar a cabo lo anterior,
también se estipula la formación de educadores con formación acreditada en
etnoeducación.
Decreto 0804 de 1995. «Por medio del cual se reglamenta la atención edu-
cativa para grupos étnicos». Este decreto desarrolla el capítulo 3 del título III de
la Ley 115 de 1994. A partir de lo que dicha ley define como etnoeducación,
se establece que sus principios son integralidad, participación comunitaria,
interculturalidad, flexibilidad, diversidad lingüística, progresividad, autonomía
y solidaridad.
En lo que respecta a los etnoeducadores(as), se establecen los parámetros bajo
los cuales debe regirse su proceso de formación y los procesos de selección y
vinculación. Los currículos creados para la etnoeducación deben estar elaborados
de acuerdo con las particularidades de cada grupo étnico al que estén dirigidos,
«atendiendo sus usos y costumbres, las lenguas nativas y la lógica implícita en
su pensamiento» (Artículo 15).

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 797
Decreto 3323 de 2005. «Por el cual se reglamenta el proceso de selección
mediante concurso para el ingreso de etnoeducadores afrocolombianos y
raizales a la carrera docente, se determinan criterios para su aplicación y se
dictan otras disposiciones».
Decreto 140 de 2006. «Por el cual se modifica parcialmente el Decreto 3323
de 2005 y se reglamenta el proceso de selección mediante concurso especial
para el ingreso de etnoeducadores colombianos y raizales a la carrera docente,
se determinan criterios para su aplicación y se dictan otras disposiciones».
Decreto 1320 de 1998. «Por el cual se reglamenta la consulta previa con las
comunidades indígenas y negras para la explotación de los recursos naturales
dentro de su territorio». Busca reglamentar la consulta previa con las comuni-
dades indígenas y negras para la explotación de los recursos naturales dentro de
su territorio, cuyo objeto es analizar el impacto económico, ambiental, social
y cultural que puede ocasionarse a las comunidades. Se basa en los artículos
7 y 330 de la Constitución Política de Colombia, los artículos 7 y 15 de la
Ley 21 de 1991, los artículos 17 y 44 de la Ley 70 de 1993, el artículo 35 del
decreto 1745 de 1995 y el artículo 76 de la Ley 99 de 1993.
Decreto 4181 de 2007. «Por el cual se crea la Comisión Intersectorial para
el Avance de la población afrocolombiana, palenquera y raizal». Con el fin
de contar con una «instancia que coordine, oriente y haga recomendaciones
dirigidas al avance de la población afrocolombiana, palenquera y raizal en los
campos económico y social y en la protección efectiva de sus derechos», el
Ministerio del Interior y de Justicia establece la necesidad de crear una Co-
misión que evalúe la situación de la población afrocolombiana, negra, raizal
y palenquera, así como la legislación nacional e internacional vigente dirigida
a dicha población, para poder orientar las acciones que han de implementarse
para la superación de las desigualdades y la vulnerabilidad en que viven estas
comunidades. La Comisión estaría conformada por diez miembros perma-
nentes del gobierno nacional y cinco invitados que representan sectores de la
población afrocolombiana, negra, raizal y palenquera; tendría una duración
de seis meses a partir de su fecha de instalación.
Documento conpes 2909 de 1997. «Programa de apoyo para el desa-
rrollo y reconocimiento étnico de las comunidades negras». Sus objetivos
principales son:

798 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
• Apoyar un proceso de desarrollo socio-económico que integre educación,
cultura y deporte, seguridad social y salud, vivienda, empleo, infraes-
tructura y comunidades negras urbanas.
• Proteger el derecho a la diferencia de las comunidades.
• Reconocer el derecho al territorio y a la utilización de sus recursos na-
turales.
• Fortalecer las organizaciones de las comunidades.
• Promover la participación equitativa de las comunidades negras en las
instancias de definición y orientación del país.
El logro más visible alcanzado a partir de este documento fue la ejecución
del programa de fortalecimiento de la planificación en las entidades territoriales
con población negra, llevada a cabo en coordinación con el Plan Pacífico, los
Corpes de Occidente, Costa Atlántica y la Gobernación del Chocó.
Documento conpes 3169 de 2002. «Política para la población afrocolom-
biana». Su objetivo principal es «definir una política de Gobierno orientada a
generar mayor equidad social hacia la población afrocolombiana en particular
en la región pacífica y contribuir a fortalecer la identidad étnica, los procesos
organizativos y su participación en las políticas y planes de desarrollo que les afec-
ten». Para el logro de tal objetivo se establecieron seis estrategias y acciones:
• Conocer, conocernos y darnos a conocer, estableciendo un sistema de
información confiable y actualizado de la población afrocolombiana de
Colombia.
• Vivir mejor, mejorando las condiciones de vida de las comunidades
afrocolombianas.
• Completar un catálogo de derechos por medio de los principios cons-
titucionales que consagran la obligación estatal de reconocer y proteger
la diversidad étnica y cultural de la nación.
• Participar, diseñando una estrategia conjunta que promueva y garantice
la participación real y efectiva de la población afrocolombiana.
• Mitigar los efectos de la violencia en el departamento del Chocó.
• Fortalecimiento institucional: hacer del desarrollo institucional un proceso
permanente y sistemático por el cual se robustece la gestión administrativa
y gerencial de las entidades territoriales.
Documento conpes 3310 de 2004. «Política de Acción Afirmativa para la
población negra o afrocolombiana». Busca «identificar, incrementar y focalizar

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 799
el acceso de la población negra o afrocolombiana a los programas sociales del
Estado, de tal manera que se generen mayores oportunidades para alcanzar los
beneficios del desarrollo, mejorando las condiciones de vida de esta población,
a través de la implementación de Acciones Afirmativas». Para el logro de tal
objetivo se propusieron cinco estrategias:
• Promover la equidad de la población negra o afrocolombiana por medio
de las siete herramientas del Plan de Reactivación Social.
• Implementar Acciones Afirmativas para la población negra o afrocolom-
biana a corto plazo.
• Dotar de un sistema de información que permita la identificación,
caracterización, cuantificación y registro de la población negra o afro-
colombiana (Censo del dane realizado en 2005).
• Formular el Plan Integral de largo plazo para la población negra o afroco-
lombiana.
• Seguimiento a las políticas y estrategias para la población negra o afro-
colombiana enmarcadas en el Plan Nacional de Desarrollo.

Jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana


Sentencia T-422 de 1996. «Diferenciación positiva para comunidades negras».
En esta sentencia, la Corte aborda «un caso puntual en el que debe ampliar el
alcance del concepto de “Comunidad negra” a la población negra en general,
ante la exclusión de un ciudadano que pretende participación como miembro
de la “Comunidad negra” sin que esté relacionado con los territorios a que se
refiere el Artículo 55 transitorio de la constitución». La Corte concluye que
los criterios de igualdad que eventualmente beneficiarían a la población negra
del país no están ligados solo al territorio; para establecer una diferenciación
positiva debe acudirse al reconocimiento de la situación de marginación social
padecida por la población negra y que ha repercutido de manera negativa en el
acceso a las oportunidades de desarrollo económico, social y cultural.
Sentencia C-484 de 1996. «Demanda de inconstitucionalidad contra el artí-
culo 66 de la Ley 70 de 1993». En esta sentencia, la Corte constitucional declara
inexequible el artículo 66 de la Ley 70 de 1993, tras estudiar su formulación
y determinar que esta no fue llevada a cabo de acuerdo a los procedimientos
establecidos para este tipo de medidas. Este artículo hace alusión a la creación

800 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
de la circunscripción especial para la participación de dos miembros de las
comunidades negras en la Cámara de Representantes.
Sentencia C-169 de 2001. «Revisión constitucional del proyecto de ley nú-
mero 025/99 Senado y 217/99 Cámara, “por la cual se reglamenta el artículo
176 de la Constitución Política de Colombia”». Como parte del procedimien-
to reglamentado para la aprobación de una Ley Estatutaria —ya que regula
aspectos electorales—, la Corte analiza el proyecto de ley mencionado, cuyo
propósito es crear la circunscripción nacional especial para los grupos étnicos,
las minorías políticas y los colombianos(as) residentes en el exterior en la Cá-
mara de Representantes.
Sentencia T-955 de 2003. «Los derechos constitucionales de comunidades
negras». Atendiendo las disposiciones del Convenio 169 de la oit y la Ley 70 de
1993, la Corte determina el derecho territorial del que gozan las comunidades
negras, el cual protege la diversidad étnica y cultural, sus prácticas sociales y de
producción. Asimismo, se reafirma el derecho a la propiedad colectiva de las
tierras y la potestad para la utilización de los recursos naturales allí existentes.
Sentencia C-030 de 2008. «Demanda de inconstitucionalidad contra la Ley
1021 de 2006, “Por la cual se expide la Ley General Forestal”». Tras la demanda
de inconstitucionalidad de la mencionada Ley por haber sido construida sin
tener en cuenta el artículo 6.º del convenio 169 de la oit, referente a la consulta
previa que debe adelantarse con las comunidades indígenas y afrocolombianas,
negras, raizales y palenqueras frente a decisiones que puedan tener alguna inci-
dencia en ellas; la Corte Constitucional resuelve declararla inconstitucional, ya
que esta puede afectar de manera directa a las comunidades mencionadas.
Sentencia C-461 de 2008. «Demanda de inconstitucionalidad contra la Ley
1151 de 2007, por la cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010».
Con base en lo estipulado en el Convenio 169 de la oit respecto a la consulta
que debe realizarse a los pueblos indígenas y tribales en la formulación de Planes
de Desarrollo que les afecten directamente, así como la participación que deben
tener en cualquier decisión del Estado que incida en sus creencias, territorios,
proyectos de desarrollo propios y en su bienestar en general, la Corte determi-
nó que «se suspenderá la ejecución de cada uno de los proyectos, programas o
presupuestos plurianuales incluidos en la misma que tengan la potencialidad de
incidir directa y específicamente sobre pueblos indígenas o comunidades étnicas
afrodescendientes, hasta tanto se realice en forma integral y completa la consulta

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 801
previa específica exigida por el bloque de constitucionalidad, de conformidad
con las pautas trazadas para ello por la jurisprudencia constitucional».
Sentencia C-175 de 2009. «Demanda de inconstitucionalidad contra la Ley
1152 de 2007, “por la cual se dicta al Estatuto de Desarrollo Rural, se reforma el
Instituto Colombiano de Desarrollo Rural, incoder, y se dictan otras disposicio-
nes”». A pesar de haber contado con algunos acercamientos a las comunidades
indígenas y afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras en su proceso de
formulación, la Corte Constitucional determinó que estos no cumplían con las
características constitucionales de los procesos de consulta previa dirigidos a las
comunidades mencionadas, en virtud del artículo 6.º del Convenio 169 de la
oit y por tanto determinó como inconstitucional la Ley 1152 de 2007.
Auto 005 de 2009. «Protección de los derechos fundamentales de la población
afrodescendiente víctima del desplazamiento forzado, en el marco del estado de
cosas inconstitucional declarado en la sentencia T-025 de 2004». A partir de lo
resuelto por la Corte Constitucional en la sentencia T-025 de 2004, respecto
a la situación inconstitucional encontrada en las condiciones de la población
desplazada «debido a la falta de concordancia entre la gravedad de la afectación
de los derechos reconocidos constitucionalmente y desarrollados por la ley, de
un lado, y el volumen de recursos efectivamente destinado a asegurar el goce
efectivo de tales derechos y la capacidad institucional para implementar los
correspondientes mandatos constitucionales y legales, de otro lado», la Corte
Constitucional convocó a líderes y lideresas de organizaciones y comunidades
afrocolombianas desplazadas a una sesión de información técnica el 13 de oc-
tubre de 2007, en la que se evaluó el cumplimiento de las disposiciones de la
ya mencionada sentencia con relación a este grupo étnico-racial afectado por
el desplazamiento forzado.
Teniendo en cuenta lo allí encontrado, se proclama en este auto comple-
mentario que «los individuos y las comunidades afrocolombianas en situación
de desplazamiento y confinamiento no son tratadas de manera acorde con su
status como sujetos de especial protección constitucional, en sí mismos titu-
lares de derechos individuales y colectivos fundamentales, y merecedores de
atención y protección prioritaria y diferenciada». De igual manera, la Corte
concluye que «la política pública de atención a la población desplazada carente
de un enfoque integral de atención diferencial a la población afrocolombiana
en situación de desplazamiento, que sea sensible a los riesgos especiales que

802 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
sufren, a los factores transversales que inciden en el desplazamiento y el confi-
namiento de esta población y los riesgos particulares que impactan de manera
desproporcionada en sus derechos».
Para la protección de los derechos fundamentales de esta población, prevenir
su desplazamiento, proteger sus territorios y brindarles una atención adecuada,
la Corte Constitucional ordena a entidades como Acción Social, el Ministerio
del Interior y Justicia, el incoder, la Superintendencia de Notariado y Regis-
tro, la Unidad Nacional de Tierras del Ministerio de Agricultura y el Instituto
Geográfico Agustín Codazzi (igac) la puesta en marcha de seis tareas específicas:
1) elaboración de planes específicos de protección y atención para cada una de
las comunidades afectadas; 2) elaboración de un plan de caracterización de los
territorios colectivos y ancestrales habitados de modo mayoritario por población
afrocolombiana; 3) poner en marcha una ruta étnica de protección para comu-
nidades en riesgo y en casos de desplazamiento masivo, que esté enmarcada en el
proyecto de protección de tierras y patrimonio; 4) diseñar una estrategia para la
creación de una atención humanitaria de emergencia adecuada para la población
afrocolombiana confinada; 5) diseñar un plan integral de prevención, protección
y atención a la población afrocolombiana, con su participación y el respeto de sus
autoridades; y 6) elaborar informes bimensuales sobre las acciones emprendidas
frente a la situación de las comunidades de Jiguamiandó y Curvaradó.

Experiencias colombianas en elaboración e implementación de planes de


Acción Afirmativa
Posterior a la creación del documento conpes 3310 de 2004, los gobiernos
municipales de Bogotá y Medellín junto con la comunidad afrocolombiana de
cada una de estas ciudades formularon sus respectivos planes de Acción Afirma-
tiva. Estas son las únicas dos ciudades del país donde se ha llevado a cabo este
ejercicio de formular planes de esta naturaleza inclusiva y democrática.
Bogotá D.C.
• Acuerdo 175 de 2005.
• Política Pública Distrital y Plan Integral de Acciones Afirmativas para el
reconocimiento de la diversidad cultural y la garantía de los derechos de
los afrodescendientes (2006).
• Plan Integral de Acciones Afirmativas para los afrodescendientes de
Bogotá (2006).

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 803
• Resolución 1961 de 2007.
• Decreto 151 de 2008.
• Política de Afroetnoeducación de la Secretaría de Educación del distrito
de Bogotá (2009)
Acuerdo 175 de 2005. «Por medio del cual se establecen los lineamientos de
la Política Pública para la Población Afrodescendiente residente en Bogotá y se
dictan otras disposiciones». Con esta política se busca promover el desarrollo
integral, protegiendo sus particularidades étnicas y culturales y reconociendo
sus aportes en un proyecto de ciudad más democrática e incluyente.
Los principios que rigen dicho proyecto son los siguientes: equidad, soli-
daridad, descentralización, integralidad, concertación, corresponsabilidad,
participación e identidad cultural. Para su desarrollo se plantea la implemen-
tación de Acciones Afirmativas para la población afrodescendiente en Bogotá
y el estímulo a la participación en los procesos de formulación y ejecución de
los planes de desarrollo distritales y locales.
Política Pública Distrital y Plan Integral de Acciones Afirmativas para el re-
conocimiento de la diversidad cultural y la garantía de los derechos de los afro-
descendientes (2006). Los lineamientos construidos para la puesta en marcha
de esta política son:
• Mejorar la calidad de vida de la población afrodescendiente del Distrito
Capital.
• Fortalecer la cultura de la población afrodescendiente.
• Garantizar el ejercicio de los derechos de los afrodescendientes, con
énfasis en los derechos humanos y en el reconocimiento de los derechos
históricos y contemporáneos como grupo étnico.
• Promover la construcción de relaciones de entendimiento intercultural
entre los afrodescendientes y el conjunto de la población bogotana.
• Tomar medidas eficaces, especialmente en las esferas de la enseñanza, la
educación, la cultura y la información para combatir los prejuicios que
conduzcan a la discriminación racial de los afrodescendientes.
• Reconocer y apoyar las iniciativas de los afrodescendientes relacionadas
con la acción política no violenta, la resistencia civil y la solución política
del conflicto armado.
• Construir relaciones de corresponsabilidad social, transparencia y con-
fianza entre la administración distrital y los afrodescendientes.

804 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
• Reconocer y apoyar las dinámicas socioculturales, económicas y organi-
zativas particulares de los afrodescendientes, incluyendo las perspectivas
de género y generaciones.

Plan Integral de Acciones Afirmativas para los Afrodescendientes de Bogo-


tá (2006). Su objetivo general es mejorar la calidad de vida de la población
afrodescendiente mediante la ejecución de Acciones Afirmativas de inclusión
y reparación con fundamento en los criterios concertados de razonabilidad
histórica y gradualidad para la aplicación del sistema de trato preferencial y
del sistema de cuotas.
Estrategias
• Adecuación institucional para la atención diferenciada a los afrodescen-
dientes.
• Organización para la participación de afrodescendientes.
• Comunicación para el entendimiento intercultural.
• Garantía de inclusión en las políticas públicas distritales de biodiversidad,
patrimonio cultural y cultura diversa de la perspectiva de la ancestralidad
africana del poblamiento primigenio.

Resolución 1961 de 2007. «Por la cual se fortalece la Cátedra de estudios


afrocolombianos en Bogotá Distrito Capital». Esta resolución insta a todos los
establecimientos educativos públicos y privados de la ciudad a implementar la
Cátedra de Estudios Afrocolombianos. Para el logro de dicho fin, la Secretaría
de Educación distrital determina los medios con los que las instituciones podrán
contar para desarrollar la Cátedra, entre ellos su acompañamiento y el material
pedagógico disponible. La resolución convoca a los colegios públicos y privados
a la celebración del día de la afrocolombianidad, el 21 de mayo.

Decreto 151 de 2008. «Por el cual se adoptan los lineamientos de Política Públi-
ca Distrital y el Plan Integral de Acciones Afirmativas, para el Reconocimiento de
la Diversidad Cultural y la Garantía de los Derechos de los Afrodescendientes».
Teniendo en cuenta la ya creada Política Pública Distrital y el Plan Integral de
Acciones Afirmativas para los afrodescendientes de la ciudad, por medio de
este decreto se busca su adopción para el periodo 2008-2016. Establece como
objetivo general «mejorar la calidad de vida de la población afrodescendiente
mediante la ejecución de Acciones Afirmativas de inclusión, con fundamento

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 805
en los criterios concertados de razonabilidad histórica y gradualidad para la
aplicación del sistema de trato preferencial y del sistema de cuotas».
Política de Afroetnoeducación de la Secretaría de Educación del distrito de
Bogotá (2009). Enmarcada en el «Plan sectorial de educación 2008-2012: edu-
cación de calidad para una Bogotá positiva», esta política tiene como objetivo
principal aportar a la construcción del proyecto educativo y etnoeducativo de
ciudad con perspectiva intercultural, para que las comunidades educativas sean
el fundamento de la política pública, garantizando el derecho a la afroetno-
educación. Esta política tiene como principales lineamientos la integralidad,
la interculturalidad, la autonomía, la participación comunitaria, la solidaridad
y la identidad. Por medio de las estrategias presentes en sus lineamientos y su
plan de acción para el año 2009, hace énfasis en el fortalecimiento de la insti-
tucionalidad distrital del ámbito educativo en lo concerniente a los procesos
de etnoeducación afrocolombiana y la cátedra de estudios afrocolombianos,
la formación a maestros(as), la creación y difusión de material pedagógico y la
investigación y sensibilización sobre el racismo.

Antioquia y Medellín
• Gerencia de Negritudes de la Gobernación de Antioquia.
• Ordenanza 010 de 2007.
• Acuerdo 11 de 2006.
• Plan de Acciones Afirmativas para las comunidades afrocolombianas del
Municipio de Medellín (2007).
Gerencia de Negritudes de la Gobernación de Antioquia. Surge en 1996, bajo
el nombre de Dirección de Comunidades Negras. En el año 2000 se designa
como Asesoría, adscrita al despacho del gobernador. En 2001 se eleva a Geren-
cia, por medio del Decreto 1983. Su misión es «coadyudar a las comunidades
afroantioqueñas en el mejoramiento de las condiciones de vida, el desarrollo
integral, el fortalecimiento de sus organizaciones de base y su empoderamiento
en los organismos del departamento de Antioquia, a través de la implementación
de políticas y programas, garantizando condiciones de competitividad para el
desarrollo socio-económico de estas comunidades».
Acuerdo 11 de 2006. «Por el cual se crea el Consejo Municipal para Asuntos
y Políticas Públicas de las Comunidades Afrodescendientes habitantes en el

806 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
Municipio de Medellín». Sus objetivos están encaminados a estimular la par-
ticipación activa de la población en los procesos de toma de decisiones que les
afecten y en la formulación y ejecución de programas y proyectos del Plan de
Desarrollo municipal, a garantizar y reconocer sus derechos y a garantizar su
participación en la esfera cultural, social, económica y política de Medellín. Los
principios que orientan la formulación de la Política Pública para la población
afrodescendiente de Medellín son: equidad, inclusión social, corresponsabilidad,
participación, solidaridad, integralidad, concertación e identidad cultural. En
el artículo séptimo, se establece un plazo de seis meses para expedir el Plan de
Acciones Afirmativas para la población afrodescendiente.
Ordenanza 010 de 2007. «Por la cual se adopta la política pública para recono-
cer y garantizar los derechos de las comunidades negras o afrodescendientes del
departamento de Antioquia». El objetivo general de esta política es «garantizar
los derechos de las Comunidades negras o afrodescendientes contenidos en la
Constitución y la Ley. Además, se busca focalizar, identificar e incrementar el
acceso de esta población a los programas sociales del Estado, de tal manera que
se generen mayores oportunidades para alcanzar los beneficios del desarrollo
y mejorarles las condiciones de vida, por medio de la implementación de Ac-
ciones Afirmativas».
Plan de Acciones Afirmativas para las comunidades afrocolombianas del Mu-
nicipio de Medellín (2007). Busca mejorar la calidad de vida de la población
afrocolombiana de Medellín a través de su inclusión social y económica al
modelo de desarrollo de la ciudad. Para tal fin, se propone una identificación
clara de la población, mejorando los métodos para su identificación y generando
mayores posibilidades de acceso preferencial a los programas sociales.
En este plan se establecen cinco ejes temáticos en los que han de implementarse
las Acciones Afirmativas, los cuales van de la mano con medidas transversales
que comprometen a las secretarías y entes descentralizados del municipio al
desarrollo de tareas que permitan reconocer la población afrocolombiana del
municipio, y a partir de ello formular e implementar planes, proyectos y pro-
gramas que tengan en cuenta sus particularidades. Los ejes temáticos propuestos
son cultura y comunicaciones, desarrollo social y económico, territorio y medio
ambiente, Derechos Humanos y etnoeducación.
Con este plan, la administración municipal establece dos metas a largo
plazo: la creación y adquisición de herramientas e instrumentos que permitan

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 807
formular el Plan integral para comunidades afrocolombianas del Municipio
de Medellín, y la promoción de un cambio de las percepciones y actitudes de
la sociedad medellinense hacia la población afrocolombiana.
Bolívar y Cartagena
• Decreto departamental 431 de 2005.
• Ordenanza departamental 019 de 2008.
• Acuerdo distrital 015 de 2004.
Decreto departamental 431 de 2005. «Por medio del cual se crea el Consejo
étnico departamental contra el racismo, la exclusión y la discriminación racial».
Con la creación de este Consejo se busca crear políticas destinadas a prevenir
actos de racismo y discriminación, asegurar la protección de los derechos de
las comunidades étnicas del departamento, remover las prácticas de racismo en
los espacios institucionales y sociales y promover procesos de sensibilización y
concientización para una aceptación de la diferencia.
Ordenanza departamental 019 de 2008. «Por medio de la cual se conceden fa-
cultades al gobernador de Bolívar para adoptar una política pública que reconozca
y garantice los derechos de las comunidades negras o étnicas afrodescendientes
del departamento de Bolívar y se dictan otras disposiciones». En esta ordenanza,
la asamblea departamental faculta al gobernador del departamento de Bolívar
para crear una política pública en la que se contemple un programa de atención
dirigido a la población afrodescendiente del departamento. Dicho programa tiene
como fin último el mejoramiento de la calidad de vida de este grupo étnico-racial
y establece las siguientes áreas de atención:
• Gestión territorial-ambiental en la que se proteja el derecho de las comu-
nidades afrodescendientes sobre territorios ancestrales tradicionales, se
garantice el manejo de los recursos naturales, se conserve la biodiversidad
y se mantenga el equilibrio ambiental.
• Promoción de los conocimientos sobre la cultura afrodescendiente.
• Fortalecimiento de los procesos organizativos de sus organizaciones.

Acuerdo distrital 015 de 2004. «Por el cual se adopta como política educa-
tiva permanente para fortalecer y reafirmar la identidad étnica y cultural, el
Programa de etnoeducación y diversidad cultural y la Cátedra de estudios afro-
colombianos en todas las instituciones educativas oficiales y establecimientos

808 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
educativos privados del Distrito de Cartagena y sus localidades, y se dictan otras
disposiciones». Este acuerdo contiene tres aspectos fundamentales:
• La reglamentación necesaria para la puesta en marcha del Programa de
Etnoeducación y diversidad cultural y la Cátedra de Estudios Afroco-
lombianos (capacitación, divulgación, programas educativos y ayudas
necesarias para su implementación).
• La implementación de estímulos a las instituciones educativas destacadas en
el área de Etnoeducación y Estudios afrocolombianos, y a sus integrantes.
• El reconocimiento de personas e instituciones que contribuyan o hayan
contribuido en el desarrollo de la identidad étnica-cultural afrocolom-
biana y cartagenera.
Sucre
Ordenanza departamental 025 de 2008. «Por la cual se adopta una política
pública para reconocer y garantizar los derechos de las comunidades afrodes-
cendientes del departamento de Sucre». Por medio de esta ordenanza se busca
crear e implementar una política pública que incida en el mejoramiento de las
condiciones de vida de la población negra afrocolombiana del departamento
de Sucre, en los siguientes ámbitos: territorial, educativo, cultural, económico,
político, social y ambiental.
Se establece la creación de la Consultiva departamental con el fin de garantizar
la participación de las comunidades negras afrocolombianas en las decisiones
públicas que les afecten. La ordenanza instaura la Unidad asesora para comu-
nidades negras o afrodescendientes del departamento de Sucre como órgano
adscrito a la Oficina de asuntos étnicos del departamento; está encargada de
«facilitar la intervención sectorial de las entidades departamentales y nacionales
que desarrollan programas y proyectos en beneficio de esta población».
Córdoba
Ordenanza departamental 9 de 2009. Por medio de esta ordenanza se establece
una modificación de la ordenanza 16 de 2006, con la que se busca mejorar las
condiciones actuales de las comunidades negras o étnicas afrocolombianas del
departamento de Córdoba. Para el logro de tal objetivo se establece la promoción
del desarrollo territorial, educativo, cultural, económico, político, administra-
tivo, social, religioso y ambiental de las mencionadas comunidades, teniendo
como punto esencial su propia participación y la implementación de Acciones
Afirmativas para el alcance de sus objetivos.

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 809
La ordenanza propone la creación de políticas públicas territoriales, etno-
educativas, artísticas y culturales, económicas, ambientales, sociales, salud,
recreación y deportes, derechos humanos, desplazamiento y reparación que
obedezcan a las particularidades de personas negras y afrocolombianas. Tam-
bién otorga a comunidades negras y/o afrodescendientes el derecho de objeción
cultural sobre las decisiones o acciones de la administración departamental que
vayan en contra de su cosmovisión cultural y social, ordena la divulgación y
sensibilización de la población sobre los derechos de las comunidades negras
y estipula la creación de una oficina departamental de políticas públicas para
comunidades negras o afrodescendientes.

Cesar
Ordenanza 10 de 2009. «Por la cual se adopta la política pública para reco-
nocer y garantizar los derechos de las comunidades negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras del departamento del Cesar». El planteamiento de esta
política está orientado por dos criterios: el reconocimiento de las comunida-
des afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras como sujetos de derechos
y deberes, y la necesidad imperativa de que estas comunidades participen de
forma activa en las decisiones que les afectan.
A partir de estos preceptos se plantean dos objetivos para mejorar de forma
integral las condiciones de vida de las comunidades negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras: primero, garantizar sus derechos civiles y colectivos étnico-
territoriales contenidos en la Constitución y la ley; y segundo, focalizar, identificar
e implementar el acceso de esta población a los programas sociales del Estado,
de tal manera que se generen iguales oportunidades para alcanzar los beneficios
del desarrollo a través de la implementación de Acciones Afirmativas.
Algunas de las principales acciones planteadas en esta ordenanza son la
creación del sistema de fortalecimiento de las comunidades afrodescendientes
del Cesar y la implementación de la política pública nacional para la población
negra, afrocolombiana, raizal y palenquera, contenida en el conpes 3310 de
2004 en el departamento.

Valle del Cauca y Cali


Decreto 062 de 2001. «Por medio del cual se conmemoran los 150 años de la
abolición jurídica de la esclavitud y se crea la Mesa Permanente de Concertación
con las Organizaciones de Base y Étnico Territoriales Afrovallecaucanas». Con

810 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos(as)...
motivo de los 150 años de la abolición jurídica de la esclavitud se crea la Mesa
mencionada, integrada por trece funcionarios del nivel departamental-regional,
ocho representantes de la comunidad afrovallecaucana (de Consejos Comunita-
rios y Organizaciones de Base Afrovallecaucanas) y un representante de la Red
Internacional Afroamérica XXI Capítulo Colombia. Su principal objetivo es
buscar «el diálogo, la concertación y negociación entre las Organizaciones de Base
y Étnico Territoriales Afrovallecaucanas y el Departamento el Valle del Cauca».
Las funciones más puntuales de la mesa consisten en identificar y actualizar los
diagnósticos sectoriales sobre población afrovallecaucana, definir las líneas de
políticas sociales con perspectiva étnica y formular propuestas relacionadas en
el marco de los planes sectoriales y planes de desarrollo departamental.
Decreto 724 de 2005. «Por el cual se conforma el Comité de etnoeducación de
las comunidades afrocolombianas en el municipio de Santiago de Cali». Dicho
comité se establece con el fin de crear una instancia responsable de la formula-
ción, asesoría, desarrollo, seguimiento y evaluación de una política etnoeducativa
afrocolombiana en la ciudad. Del mismo modo, se pretende que el comité sea
el actor encargado de la formación y selección de docentes etnoeducadores.
Dentro de sus integrantes se encuentran miembros del gobierno municipal, del
sector educativo (en niveles de preescolar, media, básica, técnica, tecnológica y
superior) y de las comunidades afrocolombianas del municipio.
Acuerdo 234 de 2008. «Por el cual se establecen los criterios para la formula-
ción e implementación de la política pública de la población afrocolombiana,
residente en el Municipio de Santiago de Cali y se dictan otras disposiciones».
Dicha política busca promover el desarrollo integral de la comunidad afroco-
lombiana que habita en el municipio, proteger su diversidad étnica y cultural y
reconocer los aportes que ellos(as) realizan en la consolidación de un municipio
democrático e incluyente.
Los objetivos principales de la política en cuestión son lograr la inclusión de
este grupo poblacional, combatir la discriminación racial y estimular la partici-
pación y la implementación de Acciones Afirmativas. Dentro de las medidas más
puntuales se encuentran la institucionalización del 21 de mayo como día de la
afrocolombianidad, la adopción de una política etnoeducativa, la reivindicación
de las expresiones artísticas y culturales de afrocolombianos en la ciudad, la
conformación de un observatorio social para las Acciones Afirmativas en Cali
y la creación de un programa integral de Acciones Afirmativas para afrocolom-
bianos en Cali, dentro del proyecto de acuerdo del Plan de Desarrollo.

Claudia Mosquera Rosero- Labbé, Ruby Esther León Díaz, Margarita María Rodríguez Morales 811
Espacios de participación de la comunidad afrocolombiana,
negra, raizal y palenquera

Entidad o espacio Legislación que lo reglamenta


Consejo Nacional de Paz Ley 434 de 1998, artículo 4, numeral D
CONPES Ley 70 de 1993, artículo 67
Ley 99 de 1993, artículo 13
Consejo Nacional Ambiental
Decreto 3097 de 1997
Consejo Nacional de Planeación Ley 152 de 1994, artículo 9, numeral 7
Ley 201 de 1996, artículo 3
Consejo Nacional Agropecuario y agroindustrial
Ley 1152 de 2007, artículo 173, numeral 13
Consejo Nacional de Juventudes Ley 375 de 1997, artículo 21
Consejo Nacional de Tierras, CONATI Ley 1152 de 2007, artículo 16, numeral i
Consejo directivo de INCODER Ley 1152 de 2007 artículo 22, numeral 12
Consejo Nacional de Cultura Ley 397 de 1997, artículo 58, numeral 11
Ley 70 de 1993, artículo 40
Fondo ICETEX. Junta Asesora del Fondo
Decreto 1627 de 1995
Ley 99 de 1993, artículo 26 (Del Consejo directivo),
Corporaciones Autónomas Regionales,
numeral f
del Consejo directivo
Decreto 1523 de 2003
Instituto de investigaciones ambientales del Pacífico, IIAPE
Plan integral a largo plazo Ley 70 de 1993, artículo 57
Ley 70 de 1993, artículo 42
Comisión pedagógica nacional Decreto 2249 de 1995
Decreto 0851 de 1996
Ley 70 de 1993 artículo 42
Comisiones pedagógicas departamentales
Decreto 2249 de 1995 artículos 7, 8 y 9
Ley 70 de 1993, artículo 45
Comisión consultiva de alto nivel
Decreto 3770 de 2008
Ley 70 de 1993
Comisión consultiva distrital
Decreto 3770 de 2008
Ley 70 de 1993
Comisiones consultivas departamentales
Decreto 3770 de 2008
Ley 70 de 1993
Organizaciones de base de I, II y III nivel
Decreto 3770 de 2008
Ley 70 de 1993, capítulo III
Decreto 1745 de 1995
Consejos comunitarios de I, II y III nivel
Decreto 3770 de 2008
Ley 731 de 2002, artículo 22
Cámara de Representantes Ley 649 de 2001, artículo 3

812 Colombia, un país «con más y mejores leyes»: proliferación legislativa para afrocolombianos, negros...
Índice Analítico

Acciones Afirmativas
en Bogotá, planes de, 374, 384, 405-412
en Bogotá y Medellín, repercusiones de los planes de, 417-420
en Bogotá y Medellín, futuro de los planes de, 420-422
en Brasil, surgimiento de las, 124-125, 126-131
en Brasil, ámbitos aplicación de las, 132-135
en Brasil, debates sobre, 135-137
en Colombia, creación de planes de, 349, 406-407, 419-422, 668, 803-
812
en Colombia, legitimidad y forma de las, 460-470
en Medellín, creación de planes de, 374, 384, 412-417
en Estados Unidos, surgimiento de las, 113-115
en Estados Unidos, ámbitos de aplicación de, 116
en Estados Unidos, debates sobre, 118
en Estados Unidos, propuestas para el mejoramiento de las, 122-124
en India, surgimiento de las, 92-97
en India, ámbitos de aplicación de, 97-99
en Sudáfrica, surgimiento de las, 102-105
en Sudáfrica, ámbitos de aplicación de, 105-109
en Sudáfrica, debates sobre, 109-112
en Sudáfrica, propuestas para el mejoramiento de las, 112-113
en Colombia, justificaciones para la implementación de, 383-388
Leyes concebidas como, 359-364
medidas de facilitación para la implementación de, 81
medidas de retribución para la implementación de, 81-82

Índice Analítico 813


medidas reparativas simbólicas para la implementación de, 82
nociones sobre las, 349-367, 369
para obtener el reconocimiento étnico cultural, 776-777, 778-780,
781-782, 784, 785-787
véase también Acciones Positivas, 72, 373, 457
sujetos(as) partícipes de las, 370-383, 429-433, 437-450, 481

Autodiscriminación, 697-698

Castas, sistema de, 90-94, 98, 100


Exclusiones producidas por el, 90-91

Ciudadanía
diferenciada étnico-racial negra, papel del Estado en la creación de una,
46-50, véase también cáp. 7
republicana, 6, 9,
multicultural, 57-58
sin raza, 22
universal, propuestas para la vinculación de población afrocolombiana
en programas de bienestar a partir de la, 570-572
abstracta, noción de, 551, 555-556
abstracta, justificaciones de la, 558-570

Comisión Nacional para las Clases Inferiores (India), 97

Constitución
antioqueña de 1813, 37
de Colombia de 1886, 59, 467,
política de Colombia de 1991, 1-2, 4, 46, 56, 602, 681, 792-795
véase también Carta Magna, 359
sudafricana de 1996, 106

814
Cuotas, sistema de, 82

Cupos, sistema de, 99, 134, 397, 401, 477-478, 778-779

Democracia Racial
mito de la, 125-126

Diferencia
étnico-racial, escenarios para el reconocimiento de la, 130, 462-468,
539-540, 544-547, 580-589, 607-611, 708-714

Discriminación
de mercado, 211-212, 229-230, 244
múltiple, 733-735
premercado, 211-212, 229-230
racial, 211, 385, 399, 620,
racial, escenarios donde se evidencia la, 103, 109, 243-244, 369-370,
385, 389, 425, 431, 465-466, 475-476, 526, 540-543, 557, 592-593,
600-602, 620, 631-634, 642-645, 648-649, 650-655, 669-670, 680-
689, 692, 731, 738-739, 754-760, 768-770, 777
racial, características y particularidades de la, 680-682
social, 694-696

Encuesta Continua de Hogares (ech), 154, 210

Endorracismo, 644, 696-697, 735-737

Esclavitud
abolición de la, 635,
como institución económica, 6-8, 28-29, 34, 35-41, 430-433

Índice Analítico 815


Estado
colombiano, cuestionamiento a la narrativa de la formación del, 9-11
colombiano, réplicas a favor de conservar la estructura actual del, 558-
560
multicultural, 4-9, 585
-nación, 26-27
Social de Derecho, 4-5, 785
-y sociedad, relación entre, 2-3

Exclusión, 23, 43-45, 71-72, 90-91, 102-103, 107, 110, 114-115, 350-
354, 425-426, 434-436, 453-454, 473-476, 502, 648-649, 666, 673, 697-
699, 705, 717-718, 728-730, 749-750, 755-758

Funcionarios(as) públicos
de rango alto, entrevistas realizadas a, 347-350
de rango medio, entrevistas realizadas a, 347-350

Geografías racializadas, 353, 633, 642-646, 748-750

Grupo étnico-racial, concepto de, 492

Igualdad
racial, mito de la, 6, 14-16, 18-20, 120-121, 775-776

Independencias
de España, bicentenarios de las, 1-3, 6-8, 10-11, 16, 29-34
de España, legitimidad de las, 60

816
Indicadores demográficos básicos
tasas de dependencia, 170-172
razón de hijos por mujeres en edad fértil, 172
tasas de fecundidad, 172-174
tamaño promedio del hogar según grupo étnico-racial, 174-175

Índice de Condiciones de Vida (icv), 165

Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (nbi), 165-166

Interculturalidad, 52-56

Ley
70 de 1993, 360-362, 364, 451-453, 795
115 de 1994, 797
152 de 1994, 797

Mestizaje
proceso del, 8, 14-16, 33, 626
ideología del, 8, 14, 29
discurso del, 16, 43-44, 51

Multiculturalismo
concepto de, 55, 57, 482
acrítico, 4-5, 57-60
radical, 70

N
Nación
colombiana, narrativa de la formación de la, 13-16
multicultural, 3, 492

Índice Analítico 817


Núcleos duros de alteridad, 3

Población afrocolombiana
autoreconocida, porcentaje de, 166-167
cobertura en salud y pensiones para la, 195-199
con discapacidad, porcentaje de, 199-200
posiciones en contra de tratos especiales para la, 561-569
leyes para la protección de la, 790, 792-794, 795-803

Población económicamente activa (pea),


porcentaje de mujeres en la, 188-190

Pobreza
definida por criterios técnicos, 506-511
estructural, 639-640, 747

Principio
de la asistencia, 495-497
de la igualdad-no discriminación, 497-499, 526-529, 545-546
de la integración social, 76, 498-499, 504
de la focalización, 501-502
de la negociación, 503- 504, 547

Programas sociales
diferenciados, 597-600
étnicos, 602-610

Racismo
actores(as) sociales promotores del, 657-658
a la inversa, 698, 738,

818
concepto de, 385, 533-534, 542, 549, 615-616, 622-624, 675-678,
717-720
características del, 731-732
cultural, 619
en Colombia, formas de abordaje del, 668
escenarios donde se evidencia, 425, 600, 620, 653, 655-656, 683-688,
estrategias para combatir el, 660-667, 708-713, 761-760
estructural, 619, 636-646, 699, 745-750,
institucional, 619, 647-650, 700-702
negaciones sobre la existencia de, 51-52, 595, 607-608, 624-630, 678-
680, 694-696, 723-730
social, 619, 650-658, 750-760

Reservaciones
en la India, ámbitos de aplicación de, 92, 97-99
en la India, posturas sobre el mejoramiento de las, 99-102

Vulnerabilidad,
concepto de, 215, 512
demográfica, 155, 172, 205
de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, 107, 155,
174, 200, 205, 207, 217, 424, 426, 447, 451, 466, 470, 693, 704,
707, 716, 733
mujeres como grupo en situación de, 515-516
por ausencia de intervención estatal, 517-518
por causa del racismo, 532-536
por desprotección, 512-515
por interseccionalidad de varias vulnerabilidades, 524-525
por procedencia territorial, 519-521
por peligrosidad para la sociedad, 522-523
por pertenencia a grupos étnico-raciales, 525-536

Índice Analítico 819


Notas biográficas de autoras(es) y colaboradora

Juan Byron Correa Fonnegra


Matemático y Magíster en Economía de la Universidad de Antioquia.
Profesor asistente del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias
Sociales y Económicas de la Universidad del Valle. Hace parte de los grupos de
investigación: Economía Laboral y Migración, Urbanización e Identidades de
las Poblaciones Afrocolombianas. En la actualidad desarrolla la investigación
desigualdad en la distribución del ingreso en Colombia: un análisis a partir de
regresiones por cuantiles en compañía de profesor Carlos Viáfara. Es también
profesor de la Maestría en Economía Aplicada de la Universidad del Valle,
donde desarrolla las líneas de Econometría y Microeconometría.
Entre sus publicaciones más recientes se cuentan ¿Cómo deciden los individuos
en el mercado laboral? Modelos y estimaciones para Colombia, artículo desarrollado
de forma conjunta con los profesores José Ignacio Uribe G. y Carlos Humber-
to Ortiz Q., publicado en la revista Lecturas de Economía, y Una propuesta de
empalme de las Encuestas de Hogares basada en la tasa de desempleo, documento
realizado al lado del profesor Javier Andrés Castro H. y publicado en la revista
Estudios Gerenciales. Correo electrónico: jbcorrea@univalle.edu.co

Ruby Esther León Díaz


Trabajadora social de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.
En la actualidad desarrolla estudios de Maestría en el Programa de Políticas
Públicas de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Federal de Maranhão
(Brasil). Co-investigadora en el proyecto de investigación Acciones Afirmativas
para afrocolombianos, negros, raizales, palenqueros: ¿un paso hacia la Justicia Re-
parativa étnico-racial? Investigadora vinculada al Grupo de Investigación sobre
Igualdad Racial, Diferencia Cultural, Conflictos ambientales, y Racismos en las
Américas negras, idcarán. Es becaria de la Coordenação de Aperfeiçoamento

820
de Pessoal de Nível Superior-capes y también fue becaria de la Fundación
Tropenbos Internacional-Colombia (2005-2006). Entre sus publicaciones se
encuentran el documento de trabajo Escenarios Post-Durban para pueblos, y
personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras (2009), realizado junto
a Claudia Mosquera Rosero-Labbé y Margarita María Rodríguez Morales, y
dos artículos: Trabajo social intercultural: algunas reflexiones a propósito de la
intervención en una comunidad indígena del Trapecio Amazónico colombiano
(Revista de Trabajo Social n.o 9, 2007) y Comunidades indígenas: ¿víctimas
pasivas o agentes reflexivos frente al ecoturismo? Algunas consideraciones a partir
de un proceso de intervención en el Trapecio Amazónico, realizado junto a Nini
Johanna Cortez Perdomo (Revista Palabra, n.o 8, 2007). Correo electrónico:
restherleond@gmail.com

Margarita María Rodríguez Morales


Trabajadora social de la Universidad Nacional de Colombia, integrante del
grupo de investigación idcarán. Sus áreas de interés se centran en el Trabajo
Social intercultural, grupos afrocolombianos, negros, raizales y palenqueros,
análisis de políticas públicas para la igualdad racial y la lucha contra el racismo.
Es coautora del Documento de Trabajo idcarán n.° 1: Escenarios post-Durban
para pueblos y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Correo
electrónico: margarita.maria.r@gmail.com

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


Trabajadora social de la Universidad de Cartagena. Magíster en Sociología
de la Universidad de París III. En la actualidad finaliza estudios de Ph. D. en
Trabajo Social en la Universidad de Laval en Québec (Canadá). Se desempeñó
como investigadora junior en el Centro de Investigaciones sobre Dinámica Social
(cids) de la Universidad Externado de Colombia, junto a Lucero Zamudio y
Norma Rubiano. Es profesora del Departamento de Trabajo Social desde 1998
e investigadora del Centro de Estudios Sociales (ces) de la Facultad de Ciencias
Humanas. Fue fundadora y coordinadora del Programa de Iniciativas para la
Paz y la Convivencia (piupc) entre 1998 y 2001. En la actualidad, es la coor-
dinadora lideresa del Grupo idcarán. Sus investigaciones han sido financiadas
por Colciencias, La Fundación Ford área Andina y Cono Sur, la División de
Investigaciones de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, y la

Notas biográficas de autoras(es) y colaboradora 821


aucc canadiense. Es profesora de la Maestría en Trabajo Social, la cual tiene
un énfasis en el tema de familia y redes sociales.
Entre sus publicaciones se destacan:
Escenarios Post-Durban para pueblos, y personas negras, afrocolombianas, rai-
zales y palenqueras (2009) junto a Ruby Esther León Díaz y Margarita María
Morales Rodríguez; Afro-reparaciones: Memorias de la Esclavitud y Justicia
Reparativa para negros, afrocolombianos y raizales (2007, reimpreso en 2009)
junto a Luiz Barcelos; Afrodescendientes en las Américas: trayectorias sociales e
identitarias (2002) junto a Mauricio Pardo y Odile Hoffmann; Panorámica
afrocolombiana: estudios sociales del Pacifico colombiano (2004) junto a Mauricio
Pardo y María Clemencia Ramírez; La Universidad piensa la paz: obstáculos y
posibilidades (2002) junto a Carmen Lucía Díaz y Fabio Fajardo; Relatos de
la violencia: impactos del desplazamiento forzado en la niñez y juventud (2000)
junto a Martha Bello, Leonardo Mantilla y Edna Camelo.
Además de lo anterior, prepara la edición del libro Debates sobre ciudadanía
y políticas raciales en las Américas Negras (2010), junto a Agustín Laó-Montes
y César Rodríguez Garavito, y el libro Culturas, cambios socioculturales y éticas:
debates desde la intervención social (2010), junto a Belén Lorente Molina y
Marco Martínez. Ha publicado así mismo variedad de artículos en libros,
periódicos y revistas a niveles nacional e internacional; ha participado en
calidad de ponente de sus especialidades en varios eventos nacionales e
internacionales y ha sido profesora visitante del Greater Philadelphia Latin
American Studies Consortium (gplasc) y de varios centros de pensamiento
en los Estados Unidos, Francia y Brasil. Correo electrónico: cpmosquerar@
bt.unal.edu.co

Fernando Urrea-Giraldo
Sociólogo y magíster en Ciencia Política. Profesor Titular del Departamento
de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Uni-
versidad del Valle. Desde finales de la década del ochenta inició investigaciones
sociodemográficas sobre poblaciones indígenas urbanas y, a partir de mediados
de los noventa, sobre afrodescendientes en un programa de cooperación entre
la Universidad del Valle y el Institut de Recherche pour le Développement (en
adelante, ird) de Francia, como coordinador por la Universidad del Valle. En
este programa se adelantaron estudios sociodemográficos y socioantropológicos

822
de los afrodescendientes en el Pacífico sur, Cali y su entorno metropolitano,
incluyendo toda la región del norte del Cauca, sur del Valle y otras regiones
del país. Fernando Urrea y Olivier Barbary son coeditores del libro Gente negra
en Colombia. Dinámicas sociopolíticas en Cali y el Pacífico. Ediciones Cidse/
Univalle, Ird, Colciencias. Medellín: Editorial Lealon, 2004; 476 p. ISBN
Univalle: 958-670-328-2; ISBN IRD: 2-7099-1540-5. Este libro recapitula
este programa de investigación entre 1996 y el 2004.
A partir de 1999 inicia una serie de estudios sobre el tema de las desigual-
dades sociales que enfrenta la gente negra en Colombia, a partir de bases de
datos cuantitativas generadas por el mismo proyecto cidse-ird y a través de la
propia información estadística de algunas de las encuestas de hogares del dane,
centrando sus trabajos sobre la ciudad de Cali, pero también sobre los casos de
Cartagena y Bogotá y las principales áreas metropolitanas. Este trabajo lo ha
realizado con el economista Carlos Viáfara López, profesor del Departamento
de Economía de la misma universidad. En colaboración con el profesor Viáfara,
ha publicado varios artículos en revistas colombianas y algunos capítulos de
libros sobre esta temática.
En la actualidad, coordina entre el Centro de Investigaciones y Documen-
tación Socioeconómica de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de
la Universidad del Valle (en adelante, cidse) y el dane un programa de ex-
plotación de los datos del censo 2005 sobre la población afrodescendiente, y
con el profesor Viáfara apoya en el nivel técnico-académico a organizaciones
del movimiento afrocolombiano, a la vez que ha producido algunos insumos
para la Comisión Intersectorial para el Avance de la población afrocolombiana,
palenquera y raizal. Ha realizado algunos estudios comparativos con base en
información censal de las poblaciones afrodescendientes en Brasil, Colombia
y Ecuador, en relación con el conjunto de las poblaciones de estos tres países,
y una evaluación sobre las estadísticas disponibles sobre afrodescendientes en
Colombia; también ha llevado a cabo un balance sobre las políticas públicas
a partir de la Constitución de 1991 para afrodescendientes e indígenas en el
país. Correo electrónico: furreagiraldo@yahoo.com

Carlos Augusto Viáfara López


Economista de la Universidad del Valle. Realizó estudios de Maestría en
Población y Especialidad en Mercados de Trabajo en la Facultad Latinoame-

Notas biográficas de autoras(es) y colaboradora 823


ricana de Ciencias Sociales (flacso-México). En la actualidad es Profesor
Asistente del Departamento de Economía de la Universidad del Valle y
pertenece a los Grupos de Investigación de Economía Laboral y Migración,
Urbanización e Identidades de las Poblaciones Afrocolombianas recono-
cidos por Colciencias. Ha participado en diversas investigaciones y tiene
publicaciones en libros, capítulos de libros y revistas arbitradas en temas
sociodemográficos, pobreza y condiciones de vida, acceso a la educación,
mercados de trabajo, movilidad social y desarrollo económico.
El profesor Viáfara inició sus investigaciones sobre mercados de trabajo
y procesos de desigualdad social en el año 2000 en el cidse. Participó en
varias etapas del programa de cooperación entre la Universidad del Valle y
el ird entre los años 2000 y 2002. Más tarde trabajó como investigador del
dane en el campo de análisis de coyuntura económica regional. En el año
2003 se dirigió a México a realizar sus estudios de maestría; su tesis titulada
Diferencias raciales en las oportunidades educativas y en el estatus ocupacio-
nal en el primer empleo en la ciudad de Cali-Colombia, fue calificada como
excelente. En noviembre del 2005 fue ganador de una beca para realizar
la investigación titulada Efectos del cambio estructural en las oportunidades
educativas y ocupacionales en la ciudad de Cali – Colombia en el concurso
para investigadores(as) jóvenes 2005 sobre Pobreza y Desigualdad en América
Latina y el Caribe, convocado por el Programa clacso-crop de estudios
sobre pobreza. En ese mismo año, participó en una investigación para el
Diseño de una Estrategia para la Reducción de la Pobreza y la Desigualdad,
producto de la cual se publicó un libro titulado Pobreza y grupos étnicos en
Colombia, en compañía de Fernando Urrea. Entre los años 2006 y 2007
fue consultor del eje de desarrollo económico-género en el Plan integral de
largo plazo para la población afrocolombiana palenquera y raizal.
Recientemente, lideró el estudio de la Universidad del Valle en convenio
con el programa midas de usaid, titulado Diseño de una política de desa-
rrollo productivo y generación de ingresos para la población afrocolombiana,
palenquera y raizal, en el marco de la Comisión Intersectorial para el Avance
de la Población Afrocolombiana. En la actualidad coordina, en compañía de
Fernando Urrea, una serie de estudios post-censales y cursos de capacitación
a líderes afrocolombianos para mejorar la capacidad de las organizaciones en
la construcción de planes de vida y en su interlocución con el Estado para el

824
direccionamiento de políticas públicas a favor de la población afrocolombiana.
Correos electrónicos: carvialo@yahoo.com, carvialo@univalle.edu.co

Colaboración
Diana Carolina Pérez Martínez
Estudiante de octavo semestre de Trabajo Social en la Universidad Nacional
de Colombia, sede Bogotá. Monitora, programa del eje transversal Conflicto,
Violencias y Ciudadanías. Interesada en temas relativos a Derechos Humanos
y restitución de derechos a población desplazada por razones sociopolíticas.
Correo electrónico: dcperezm@unal.edu.co

Notas biográficas de autoras(es) y colaboradora 825


Grupo de investigación sobre igualdad racial, diferencia
cultural, conflictos ambientales y racismos en las américas
negras, idcarán.

Grupo D de Colciencias, medición 2008

Es un grupo compuesto por voces plurales con un claro perfil interdiscipli-


nario, que vincula a investigadores(as) nacionales y extranjeros de reconocida
trayectoria, que analizan distintas dinámicas históricas y contemporáneas relativas
a la diáspora africana en el mundo y a investigadores(as) en formación que están
desarrollando trabajos doctorales en universidades y centros de investigación
ubicados en lugares como Brasil, el Gran Caribe, Estados Unidos, Inglaterra,
Holanda y Francia. Se ha conformado un espacio de discusiones y debates
académicos, éticos y políticos para soñar que avanzamos en la construcción de
conocimientos sobre preguntas étnico-raciales negras desde ámbitos sociode-
mográficos, de políticas públicas de igualdad racial, ambientales, territoriales
e interculturales.
Algunos(as) de sus miembros están interesados en el tema de las interseccio-
nes entre la discriminación racial hacia personas y pueblos negros con variables
como clase social, género, generación, discapacidad, sexualidades y territorios,
que poseen recursos de interés para el actual capitalismo transnacional.    
Otros estudiosos(as) de este Grupo desean analizar los paradójicos proce-
sos de construcción de ciudadanía que se dan en algunas ciudades receptoras
de población negra desterrada por el conflicto armado interno colombiano.
Algunos investigadores(as) focalizan sus investigaciones en los espacios transna-
cionales como lugares en los cuales hombres y mujeres activistas de movimientos
sociales afrolatinos y caribeños despliegan estrategias políticas y de alianzas
afrodiaspóricas para el avance de legislaciones que favorezcan a las mayorías
negras de América Latina y del Caribe. Pasando a un nivel más general, los(as)
miembros del Grupo buscamos visibilizar las interrelaciones en términos de

826
identidades históricas compartidas, retos comunes, y alianzas posibles entre
las Colombias negras con la diáspora afrolatina de las Américas y las diásporas
africanas en el mundo.
Por otra parte, las investigaciones académicas e intervenciones sociales y
políticas que se desarrollan en idcarán intentan desentrañar los impactos de
la ideología del mestizaje triétnico, de la democracia racial y de la ciudadanía
universal y abstracta que sustentan relaciones étnico-raciales de muchos países
que se denominan democráticos y multiculturales, las instituciones públicas
estatales y los marcos jurídicos creados por los Estados nacionales decimonó-
nicos para atender y entender la especificidad de las poblaciones y pueblos
negros en las Américas.
El Grupo reconoce de manera particular que las poblaciones negras, raizales
y palenqueras en Colombia también  conforman  pueblos étnicos  y por ello
deben entenderse desde sus especificidades culturales, las cuales contienen
tanto memorias africanas, diálogos, interrelaciones y conflictos culturales con
pueblos indígenas como relaciones de inclusión-exclusión con la sociedad
blanco-mestiza colombiana.
Los resultados de las investigaciones del Grupo buscan producir nuevo co-
nocimiento científico y lineamientos de políticas públicas de igualdad racial y
ambiental —con perspectiva de justicia reparativa étnico-racial— que combatan
las desigualdades sociales históricas y los racismos estructural, institucional,
cotidiano y ambiental de los que estas poblaciones son objeto.
idcarán  busca interrelacionar sus miembros y producciones académicas
con las maestrías y doctorados de la Facultad de Ciencias Humanas de la Uni-
versidad Nacional de Colombia y de otras universidades latinoamericanas y
caribeñas que deseen incorporar un enfoque étnico-racial negro en sus cursos
de profundización, seminarios y tesis de postgrado. También busca formar a
líderes y lideresas jóvenes de los movimientos sociales afrolatinos, americanos y
caribeños, a funcionarios(as), maestros(as), tomadores(as) de decisiones públicas
y a miembros de ong nacionales e internacionales interesados en combatir los
racismos y las desigualdades sociales en las Américas negras. Por ello, algunas de
las investigaciones del grupo muestran cómo los prejuicios y la discriminación
racial actúan en las prácticas cotidianas y cómo influyen estas últimas en la
forma de ver el mundo, en las relaciones raciales y en la asignación de recursos
públicos o de cooperación internacional. 

Grupo de investigación, Idcarán 827


Lideresa del Grupo
Claudia Mosquera Rosero-Labbé
cpmosquerar@bt.unal.edu.co
Miembros: Ángela Caicedo, Javier Corredor, Arturo Escobar, Orián Jiménez
Meneses, Agustin Laó-Montes, Ruby Esther León Díaz, Marha Luz Machado,
Margarita María Rodríguez Morales, Tianna S. Paschel, Rita Laura Segato,
Peter Wade, Fatimah Williams-Castro.

Ángela María Caicedo


angelacaicedo@hotmail.com
Áreas de interés: las manifestaciones culturales afrocolombianas. Cómo, a
través de la música, los afrocolombianos pueden aportar a la construcción de
Nación dentro del marco de la globalización. Está interesada en estudiar los
grupos de jóvenes músicos que mezclan el folklore del Pacífico colombiano con
ritmos contemporáneos que utilizan instrumentos electrónicos, valorizando
la cultura popular y revindicando la herencia negra en el país. Así mismo, su
atención está dirigida a estudiar las redes transnacionales de artistas afroco-
lombianos.

Javier Corredor
jacorredora@unal.edu.co
Áreas de interés: razonamiento social; prejuicio implícito; Internet y procesos
sociales; educación y diferencias culturales; cultura y razonamiento.

Arturo Escobar
aescobar@email.unc.edu
Áreas de interés: antropología del desarrollo; movimientos sociales; estudios
latinoamericanos; estudios culturales de la ciencia y la tecnología; ecología
política; estudios del desarrollo.

Orián Jiménez Meneses


ojimenezm@unal.edu.co
Áreas de interés: cultura material de la gente afro, indígena, zamba y mulata
de la sociedad colonial temprana y tardía (1580-1853); cartografías étnico-
culturales de los siglos xviii y xix; prácticas de racismo, discriminación y pre-

828
juicio socioracial coloniales, republicanas y recientes; relaciones entre etnia,
raza, guerra y territorio; difusión de documentos históricos (transcripciones,
descripciones y cartografías) sobre las expresiones de las culturas afrodescen-
dientes, palenqueras y raizales.

Agustín Laó-Montes
lao@soc.umass.edu
Áreas de interés: teorías críticas de  raza y etnicidad; diásporas africanas
en perspectiva histórico-mundial; movimientos afroamericanos; políticas de
equidad racial.

Ruby Esther León Díaz


restherleond@gmail.com
Áreas de interés: análisis de política pública social con perspectiva étnico-
racial; procesos de formalización de la ciudadanía diferenciada y ciudadanía
universal; estudio del trabajo social intercultural como estrategia de intervención
con personas negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras, morenas desde
los enfoques anti-opresivo y anti-racista; desarrollo de procesos de interven-
ción para la atención a víctimas de racismos; conflictos étnico-territoriales y
ambientales en medio del conflicto armado interno.

Martha Luz Machado


M.Machado@ninsee.nl
Áreas de interés: investigación de la diáspora africana y su influencia cul-
tural en Latinoamérica; estética de la diáspora africana en América Latina;
recuperación y reparación de la memoria histórica; curaduría cultura material
de África y su diáspora, curaduría de la cultura material de comunidades ét-
nicas  indígenas; documentales y fotografías antropológicos.

Claudia Mosquera Rosero-Labbé


cpmosquerar@bt.unal.edu.co
Áreas de interés: políticas de  lucha contra el racismo y la discriminación
por razones étnico-raciales; ciudadanía diferenciada étnico-racial negra en-
caminada a realizar lineamientos para la elaboración de políticas de Acción
Afirmativa desde un enfoque de justicia étnico-racial negra; justicia reparativa

Grupo de investigación, Idcarán 829


para víctimas individuales y colectivas dentro del conflicto armado interno;
producción de conocimiento anclado a partir de intervenciones psicosociales
en contextos interculturales con poblaciones negras; relaciones de pareja y
erótico-afectivas inter étnico-racial; procesos de inserción urbana de pobla-
ciones afrocolombianas en ciudades; discursos acerca del mestizaje triétnico
en el caribe continental e insular colombiano.

Tianna S. Paschel
tpaschel@berkeley.edu
Áreas de interés: movimientos políticos de afrodescendientes en Brasil y Co-
lombia y su impacto en las políticas públicas; discursos del mestizaje por parte de
los Estados Latinoamericanos; usos académicos, políticos y cotidianos de la etnia
y la raza; inequidad racial; relación entre globalización económica, régimenes
de desarrollo y poblaciones afrolatinoamericanas; papel de los intelectuales en
los procesos de movimientos sociales étnico-raciales en América Latina.

Rita Laura Segato


rsegato@terra.com.br
Áreas de interés: comparación en las variaciones de las representaciones de
lo mestizo en las diferentes formaciones nacionales de alteridad, con especial
interés en el mestizaje como genocidio y blanquemiento para producir el sujeto
incluido de las élites nacionales; mestizajes que producen el no-blanco genérico
de los países del continente. El criollo de arriba y el criollo de abajo.

Peter Wade
peter.wade@manchester.ac.uk
Áreas de interés: operación del racismo en Afro-América, particularmente
en Colombia; gobernabilidad de la diferencia bajo un régimen (neo)-liberal;
movimientos sociales de corte étnico-racial; coyunturas y des-coyunturas entre
los movimientos de indígenas y de afrodescendientes; intersección de relaciones
e identidades raciales, sexuales y de género; la manera en que la investigación
científica sobre la genética humana en los países latinoamericanos se enreda
en una red simbólica-material con prácticas e ideologías del mestizaje y con
diferentes públicos.

830
Fatimah Williams-Castro
fatimahc@eden.rutgers.edu
Áreas de interés: procesos de desarrollo y sustento de alianzas transnacionales
afro-diaspóricas entre Colombia y Estados Unidos; uso de los recursos legales en
movimientos sociales afro-latinoamericanos; políticas públicas étnico-raciales
negras emergentes en Colombia y América Latina.

Publicaciones
El grupo divulga los resultados de las investigaciones adelantadas por sus
miembros de acuerdo a sus áreas de interés, sistematizaciones de intervenciones
sociales y debates sobre políticas públicas con enfoque étnico-racial negro, afro-
colombiano, palenquero y raizal por medio de siete estrategias: cuadernos de
trabajo Idcarán, Lecturas ces, Colección ces, Investigaciones ces, coediciones,
artículos científicos y campañas masivas visuales de alcance local y nacional.
Documento de Trabajo #1. Escenarios Post-Durban para pueblos y personas
negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Claudia Mosquera Rosero-Labbé,
Ruby Esther León Díaz y Margarita María Rodríguez Morales.

Investigaciones ces
Mosquera Rosero-Labbé, C. & León, R. (Eds. y coautoras) (2009). Acciones
Afirmativas y ciudadanía diferenciada étnico-racial negra, afrocolombiana, palenquera
y raizal. Entre Bicentenarios de las Independencias y Constitución de 1991. Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia, Centro de Estudios Sociales ces.

Colección ces
Mosquera Rosero-Labbé, C. & Barcelos, L. (Eds.) (2005). Afro-reparaciones:
memorias de la esclavitud y justicia reparativa para negros, afrocolombianos y
raizales. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Centro de Estudios
Sociales ces.
Mosquera Rosero-Labbé, C., Laó, A. & Rodríguez, C. (en preparación).
Debates sobre ciudadanía  y políticas raciales en las Américas Negras.

Coediciones
Mosquera, C. & Ramírez, M. (Eds.) (2004). Panorámica Afrocolombiana. Estudios
Sociales del Pacífico. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Centro de Estudios
Sociales ces, Instituto Colombiano de Antropología e Historia. icanh

Grupo de investigación, Idcarán 831


Mosquera, C. & Hoffman, O. (Eds.) (2002). Afrodescendientes en las
Américas. Trayectorias Sociales e Identitarias. Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Institut de
Rercherche pour le Développement, Instituto Latinoamericano de Servicios
Legales Alternativos.

Actividades de extensión solidaria


Los(as) investigadoras de idcarán somos conscientes de la imperiosa nece-
sidad de adoptar nuevos lenguajes que pongan en circulación el conocimiento
académico que obtenemos de las investigaciones que realizamos, por ello
buscamos incidir en la elaboración de políticas públicas, sostener diálogos
con organizaciones de la sociedad civil, con funcionarias (os) de instituciones
estatales y de la cooperación internacional interesadas (os) en los temas de
interés del grupo. Como resultado de ello de manera reciente participamos
de manera activa en el mes de mayo del año en curso en una campaña visual
antidiscriminación racial que constó de un video y tres afiches. El video tuvo
circulación durante el mes de julio y agosto en Caracol Televisión y puede
consultarse en: http://www.youtube.com/watch?v=qLxBYYXLdDI. En esta
iniciativa participaron iri, usaid, cnoa, afrodes y cimarrón. El financiador
de esta campaña fue el iri.
Los afiches llamaron la atención en el espacio publico capitalino sobre la pre-
sencia de prácticas de discriminación racial presentes en la escuela, el mercado
laboral informal y el desplazamiento forzado (Véanse Afiches n.o 1, 2, 3).
Por otra parte, bajo el estímulo de Lidia Blanco, directora del Centro de
Formación de la Cooperación Española (cfce), desde el mes de septiembre
hasta diciembre del año 2009 se desarrolló un proyecto de intervención
social denominado Encuentros interculturales: pre-textos para reflexionar sobre
racismo, discriminación racial y desigualdades sociales en Cartagena de Indias.
Este proyecto estuvo coordinado por la profesora Lewis León Baños de la
Universidad de Cartagena y se realizó por medio de una alianza interinsti-
tucional que incluye a Idcarán-ces como asesor académico, al cfce como
financiador y en calidad de ejecutor a la Universidad de Cartagena, Facultad
de Ciencias Sociales y Educación, Programa de Trabajo Social, Grupo de
investigación cultura, ciudadanía y poder en contextos locales dirigido por
la profesora Kenia Victoria Cogollo (Véase Afiche n.o 4).

832
Afiche 1
Afiche 2
Afiche 3
Afiche 4
El logo elegido para la serie editorial idcarán es una carimba;
está inspirado en el cuento Clotilde tiene una marca, del escritor y
periodista Gustavo Tatis Guerra.
La carimba, conocida como «marca negra» o «marca de fue-
go», fue un instrumento de hierro o plata utilizado para marcar a
esclavizados(as) sin tomar en cuenta su sexo o su edad; dicha marca
se realizaba por regla general en los hombros, los pechos o la espalda
de las personas y fue una práctica de uso corriente por parte de las
Compañías dedicadas a la trata. En las colonias españolas fue el sis-
tema de contabilidad y control ejercido para el cobro de impuestos
derivados de la llegada de los africanos(as) (algunos estudiosos(as)
lo han puesto en los casos de algunas colonias españolas) sobre todo
en fechas anteriores a 1784, año en que la Corona española abolió
dicha práctica.
Este logo invoca un deber de memoria en los(as) descendientes
de africanos esclavizados(as) con una historia compartida, dejándose
de lado el grado de mestizaje cultural o biológico que se tenga. Un
deber de memoria con la experiencia de sufrimiento social que el
hecho histórico de la Trata trajo consigo, que nos conecta de manera
invisible, consciente o inconsciente como pueblos negros. El logo
invita a todos los colombianos(as) a romper el silencio que existe
en torno a la institución económica de la esclavitud y a trabajar de
manera mancomunada para borrar las «huellas» que dicha institu-
ción dejó y que se expresan en el racismo estructural, institucional,
cotidiano y en la vida concreta de millones de personas y familias
negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales.
La carimba del logo se usaba para marcar la parte izquierda de la
espalda. Se encuentra en Prot. Not. 1.ª [1736] Folio 165r.

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