Discurso Narrativo y Fiicion
Discurso Narrativo y Fiicion
Discurso Narrativo y Fiicion
FICCION
Llamamos ficción al resultado de construir un mundo a través del
lenguaje. Así, el autor puede dar vida a seres y situaciones que no
necesitan una verificación en el mundo real. Lo anterior quiere decir
que, en la literatura, los personajes e historias contadas no
necesariamente han existido en la realidad. La obra literaria es, en
este sentido, autónoma, es decir, se sustenta a sí misma para
construir mundos imaginarios que funcionan, cada cual, según sus
propias leyes. El escritor no sólo inventa situaciones y personajes,
sino que también inventa una voz, un emisor ficticio que se encarga
de presentarnos el relato: el narrador (en el caso del género
narrativo), que poseerá un punto de vista, esto es, una particular
visión de cada personaje, proyectada en la forma de narrar lo que
nos dice (o no nos dice). Todo lo anterior configura una situación
comunicativa ficticia,
¿Qué es la ficcionalidad?
Podemos definir la ficcionalidad, de modo general y sencillo, como
aquella convención entre el autor y el receptor de una obra determinada
por la cual se construye el universo de dicha obra. La literatura existe
como un circuito imaginario, creado a partir de un pacto de lectura entre
el emisor y el receptor. Esta arbitrariedad permite creer que lo que se dice
en el texto es válido para la realidad que allí se inventa, de modo que lo
narrado no se corresponde necesariamente con sus referentes reales.
Cotidianamente, el término ficticio se utiliza como sinónimo de falso y
engañoso. Este sentido no es aplicable a la literatura, pues su carácter
ficcional no implica falsedad, sino creación de una alteridad u otredad que
tiene una existencia distinta a la nuestra. Sus leyes no corresponden
necesariamente a las que regulan y determinan nuestra realidad. La
literatura presenta un mundo ficticio, pero no falso.
Realidad y ficción
'Es que la realidad supera a la ficción' o 'en este caso la realidad supera a la ficción'
son dos frases -dos muletillas más bien- que se repiten a menudo a propósito del
correspondiente acontecimiento de actualidad. De la primera parece deducirse que
la realidad es superior a la ficción; de la segunda, en cambio, se deduce un respeto
tan alto por la ficción que indica lo contrario.
Pero cuando alguien cuenta una vida enredada, compleja, llena de acontecimientos
emocionantes, también se suele decir de él que 'ha tenido una vida de novela'. ¿En
qué quedamos? ¿Dónde colocamos a la realidad y dónde a la ficción?
Yo creo que la ficción es superior a la realidad, pero no creo que sea más poderosa
que ella. Me explicaré: si hay una fuerza vital en este mundo, ésa es la vida. La
realidad es algo así como la constatación de la vida. La ficción es un producto
vicario de la realidad: se limita a observarla y formular variantes que, de un modo u
otro, imitan a la vida. En todo caso, queda claro que la ficción sin la realidad no es
nada.
Y no lo es, entre otras cosas, porque el ser humano es incapaz de inventar formas
que no ha visto previamente y extraordinariamente capaz de realizar variantes
hasta el infinito de una forma ya vista. Un ejemplo muy sencillo: se han hecho
miles de películas de ciencia-ficción, se han escrito miles de guiones o novelas;
pues bien, ni un solo extraterrestre deja de recordar, a la hora de ser descrito, a una
forma reconocible de la vida, sea una zanahoria con patas o una gelatina
autopropulsada. Por seguir con el ejemplo, hasta que vea un marciano real -
suponiendo que exista-, no será capaz de inventar un marciano, de crear de la nada
un marciano.
Pero la realidad tiene otra característica: que es irreversible. Lo que sucede, sucede;
se puede arreglar, reparar, estañar, llorar o superar un acontecimiento, pero lo que
ha sucedido, ha sucedido y no tiene vuelta de hoja. A partir de casa suceso, vulgar o
excepcional, debemos aprender a vivir con lo que ha sucedido. Eso se llama
experiencia, experiencia de la realidad.
Cuando le preguntaron a García Márquez por qué escribía, dio una famosa
respuesta que a mí me parece tan ingeniosa como evasiva: 'Para que me quieran
mis amigos', dijo. No es verdad. Hay una razón por la que se escribe que, en mi
opinión, es común a todo escritor que se respete: para ordenar la experiencia.