Metodos Cualitativos y Cuantitavos Un Falso Dilema
Metodos Cualitativos y Cuantitavos Un Falso Dilema
Metodos Cualitativos y Cuantitavos Un Falso Dilema
Nélida F. Landreani
*) Se reproduce este artículo publicado en Ciencia, Docencia y Tecnología, nº 1, año I, marzo 1990,
porque fue un importante aporte para la constitución del campo científico-tecnológico en la UNER, y
en carácter de homenaje a su autora, prestigiosa docente y científica social de nuestra Universidad
lamentablemente fallecida durante 2002, quien con rigor científico y persistencia en el compromiso con
los valores que sostuvo, bregó por jerarquizar la investigación en Ciencias Sociales como práctica
transformadora de lo social.
Introducción
En el actual contexto de crisis del paradigma dominante de las Ciencias Sociales, han tomado
particular impulso las metodologías cualitativas. El exacerbado empeño del positivismo en reducir
la realidad social a través de un sistema de procedimientos de carácter cuantitativo produjo una
crisis en el campo de la investigación social. Esta se manifiesta fundamentalmente en la debilidad
de los criterios de validez y confiabilidad positivistas que imponen al conocimiento científico
El uso y abuso de las metodologías denominadas cuantitativas habría dado lugar a la formulación
de un posible paradigma alternativo: la metodología cualitativa que hace hincapié en la búsqueda
de nuevos caminos que permitan un conocimiento “más acabado" de los fenómenos
sociales, planteando algunas cuestiones básicas como la definición de la unidad de análisis, la
utilización de técnicas no convencionales para la recolección de datos, la participación de los sujetos
involucrados en la situación en estudio, nuevos criterios de verificación, etc. Esta manera de
entender la crisis metodológica en las ciencias sociales ha generado una suerte de dicotomía
entre el sistema de procedimientos de corte cuantitativo y el conjunto de técnicas cualitativas como
si representaran, per se, posiciones epistemológicas opuestas, dando lugar, como veremos, a una
confusión respecto de los criterios metodológicos "correctos" de los procesos de investigación.
Este trabajo parte de lo siguiente hipótesis: Creemos que se trata de un falso dilema. Plantear la
dicotomía método cuantitativo versus método cualitativo resulta una falacia que encubre la
real dimensión ideológica de la crisis del paradigma dominante reduciéndola al campo de
los procedimientos y confundiendo técnicas con métodos, negando su función mediadora entre
los supuestos teóricos y estas últimas. De este modo, se desconoce que la producción científica es
un complejo proceso de construcción del objeto, cuyos supuestos generales confieren un
1
sentido particular a los procedimientos que se utilizan en el campo de la investigación.
Es nuestro objetivo desarrollar esta hipótesis en este Documento de Trabajo, tratando de aportar
a la construcción de un paradigma alternativo, que incluya sin duda el aspecto metodológico de la
Investigación Social pero partiendo de la convicción que no debe reducirse a él. Creemos que la
relación teoría-método-técnica incluye un debate epistemológico y teórico que sin duda
no agotaremos pero que no queremos eludir.
Nuestra principal preocupación es que en la Investigación Social hay una tendencia a entender la
disputa entre métodos cuantitativos y cualitativos como la confrontación de dos enfoques de
la realidad, desestimando la función mediadora del método entre teoría y procedimientos
y confundiendo métodos con técnicas. Una primera aproximación al tema es la de observar que
2
todo esfuerzo que no se incluya en la racionalidad vigente. Todo paradigma establece un
marco de legitimidad fuera del cual el conocimiento no es considerado científico. La ciencia es
sujeto de demandas sociales en tanto es promovida por una necesidad de desarrollo de las
fuerzas productivas. En este sentido es que debe entenderse la noción dominante de ciencia
en la actualidad, como producto del desarrollo social capitalista.
La ciencia adquirió, con la evolución capitalista, un rango particular de aproximación a la verdad,
cuya impronta le fue dada por el modelo de las Ciencias Naturales. Al decir de Kuhn, la ciencia toma
un sesgo de normalidad que demarcó muy fuertemente el carácter científico de los conocimientos. Y
esta impronta no sólo penetra en los procedimientos del quehacer científico sino que invade
el campo mismo de la definición de los objetos de estudio, inhibiendo la observación de fenómenos
Este modelo de ciencia convertida en paradigma científico penetra también el campo de las
Ciencias Sociales, otorgándole un sello que habría de marcarlas hasta hoy. Los conceptos de verdad y
de objetividad son trasladados sin problema al tratamiento de los fenómenos sociales. Se difunde
también en el campo de las Ciencias de la Educación y con mayor énfasis en la investigación
Ahora bien, ni siquiera en las llamadas ciencias "duras" los paradigmas son universales. Los
paradigmas, como cualquier teoría, tienden a perder vigencia. Cuando ya no pueden dar respuestas
a los interrogantes, cuando el sistema teórico pierde legitimidad por su inadecuación con la
realidad, entran en crisis. Si los paradigmas son resultado de la producción social, ¿cómo se
produce su reemplazo, su adecuación al orden social?, ¿se renuevan?. Hay dos respuestas
posibles pero incompatibles entre sí:
Desde el paradigma dominante, el desarrollo científico es acumulativo, progresivo,
acompaña naturalmente al progreso social, lo sostiene y es motor de su evolución. El progreso
científico es entendido entonces como el único desarrollo posible de la ciencia, incentivado por
la búsqueda de respuestas o lo desconocido. Lo no conocido desde esta postura genera la inquietud,
la curiosidad por el conocimiento. La búsqueda de la verdad depositada en la realidad como objeto
de conocimiento justifica que este paradigma no ponga en tela de juicio la noción misma de
paradigma. Por el contrario, y en forma muy acentuada en las Ciencias Sociales, el sistema
científico es considerado como el conocimiento verdadero, al menos el conocimiento más
aproximado a la verdad posible. Por lo tanto, su renovación es constante y acumulativa. Alrededor de
esta cuestión giran dos aspectos importantes en la definición de ciencia: la unicidad de las ciencias
en torno al método, y la oposición claro entre conocimiento científico y conocimiento vulgar.
3
Desde otro enfoque, podemos considerar al desarrollo científico como producto histórico
y social. Esta manera de entender la ciencia es compatible con una concepción de la sociedad que
no plantea la evolución lineal sino un desarrollo dialéctico cuya direccionalidad está marcada
por el ejercicio del poder y las luchas sociales. Nos parece importante incorporar aquí la idea de
ruptura epistemológica para entender dialécticamente el proceso asimétrico de acumulación
científica. Ruptura entendida como quiebre en el sentido de verdad adjudicado al conocimiento
vigente. El desarrollo científico es producto entonces del cuestionamiento crítico a lo considerado
por el mundo científico como verdadero. Es decir, lo conocido actúa como un obstáculo para el
desarrollo del conocimiento científico. No es posible pensar entonces en una renovación continua y
progresiva sino en un develamiento de las contradicciones que la relación ciencia-objeto de
conocimiento manifiesta, históricamente.
En los Ciencias Sociales esto adquiere una importancia relevante por su carácter
intrínsecamente ideológico que es negado desde el paradigma dominante (aspecto sobre el cual
volveremos más adelante). Lo cierto es que el desarrollo histórico de los acontecimientos sociales va
planteando interrogantes que el paradigma teórico no puede responder. Así es como opera la crisis
del paradigma.
Ahora bien, el mantenimiento de un orden social se apoya en un sistema de ideas que lo
legitima y lo justifica científicamente. Cuando este marco de interpretación entra en una
abierta contradicción con la realidad misma, el paradigma debe reacomodarse (renovarse) paro no
perder su vigencia y legitimidad. Este reacomodamiento es en realidad una renovación parcial. No
implica una modificación sustancial del marco teórico. Incorpora nuevas categorías de análisis que
permiten al sistema explicativo dar nuevas respuestas a los nuevos interrogantes, sin que se vea
afectado el sistema de ideas generales que opera como supuestos implícitos. Se mantiene así
la función reproductora del paradigma dominante cuyo carácter ideológico desconoce al escudar su
objetividad en el cuerpo riguroso de procedimientos que salvaguardan una posible óptica
subjetiva, valorativa. En los hechos, este ocultamiento no es sino una manera disfrazada de
adhesión al orden establecido.
Sería escapar a la verdad identificar al paradigma dominante de los Ciencias Sociales con el
positivismo, exclusivamente. Es interesante revisar cómo, desde el surgimiento de lo Sociología
Positiva, el marco teórico dominante se fue renovando conforme el sistema social en su
conjunto daba muestras de cambios y crisis sucesivos. No queremos con esto afirmar que el
desarrollo de las Ciencias Sociales acompaña mecánicamente a los cambios de la sociedad. Pero la
visión positivista, si se quiere ingenua, del orden social, una concepción de progreso indefinido
y de un sistema orgánico y en permanente equilibrio, pronto entró en crisis. Una sociedad
4
convulsionada por movimientos sociales contestatarios, el surgimiento de un nuevo orden social
que abandonaba el campo de la retórica marxista para constituirse en un modelo social
divergente. La repartición del mundo en las guerras mundiales y el reacomodamiento de las
potencias, y también, el asimétrico desarrollo capitalista de unos pocos países en detrimento
de otros, fueron más que datos reveladores de una realidad que no podía ser interpretada a
través de esa visión, y que planteaba interrogantes no incluidos hasta ahora en la perspectiva
científica.
En nuestro siglo, el paradigma positivista se trasladó al campo de la Investigación Social
manteniendo su vigencia en la concepción epistemológica, haciendo especial hincapié en el
desarrollo de un sistema de procedimientos y técnicas y abandonando, prácticamente, la elaboración
teórica. La producción teórica es retomada por el estructural-funcionalismo que en poco
tiempo ocupa el espacio del paradigma en crisis. Paradógicamente, desde sus precursores
(Parsons, Merton) hasta la actualidad, el estructural-funcionalismo no puso énfasis en la
investigación social sino en la elaboración de nuevas categorías. Conceptos como los de función-
disfunción, movilidad social, desviación, conflicto, anomia, estructura social en cambio, permiten
incorporar al análisis social los fenómenos del desequilibrio, sin que ello implique un abandono
de la perspectiva del consenso y la cohesión. Lo interesante es que no cuestiona en lo esencial el
carácter universal del modelo de análisis que continúa siendo ahistórico; en realidad se mantiene en
vigencia el sistema de supuestos subyacentes. El positivismo se reubica y el paradigma renovado
sostiene su legitimidad. La disociación entre Teoría y Método cumple una función ideológica, como
veremos más adelante, que contribuye al sostenimiento del paradigma; la misma disociación
que antes comentábamos respecto de las nuevas teorías de la educación y la investigación
educativa, que mantuvo durante mucho tiempo más los criterios positivistas en vigencia5.
absolutos6.
5
Plantear la crisis del paradigma dominante de las Ciencias Sociales como una crisis metodológica
elude el debate respecto de la concepción de la realidad, del sujeto y del conocimiento que
tiene implícito todo encuadre metodológico. En lo que sigue trataremos de presentar un perfil de
los dos enfoques, tratando de explicitar los presupuestos generales respecto de estas
categorías y correlativamente cuáles son los presupuestos epistemológicos del conocimiento
científico para cada uno de ellos. Este recorrido nos permitirá luego definir la relación teoría,
método y técnica en la antinomia planteada entre los métodos cuantitativos y los cualitativos.
6
la realidad fundando la Sociología del Desarrollo. Con nuevas formas interpretativas, más adecuadas
7
II.2. El hombre: ¿sujeto o actor?
los mecanismos ocultos de alienación del sistema educativo y su vigencia9. En definitiva, este
proceso de naturalización de la producción científica hace posible, como dice Scarfó, la imparcialidad
científica10. La hace posible en tanto oculta el carácter ideológico de esa producción. En realidad,
más que describir la realidad, dibuja un mapa de lo real, percibe “una” realidad y no lo real. No
hace falta entrar en detalles de cómo este carácter se expresa en la investigación educativa; la
misma concepción de alumno es tomada desde el paradigma como objeto de estudio.
¿Cómo se entiende al sujeto como objeto de conocimiento desde las teorías críticas? Podemos
decir al respecto que el principal desencuentro entre el paradigma dominante y estas teorías reside
precisamente en la definición del objeto de estudio y el reconocimiento de que la naturaleza
misma de los fenómenos sociales difiere de la del mundo físico-natural. No entraremos en detalles
sobre el tema. Lo apuntamos sí como elemento principal del análisis porque nos ubica en una
nueva perspectiva: el sujeto y el objeto de estudio pertenecen a una misma realidad. Por lo
tanto no es posible disociarlos. Podrá ocultarse bajo una fachada de neutralidad valorativa; podrá
9
recurrir a un cuerpo de procedimientos para no hacerlo explícito, pero ello no impide que,
cualquiera sean las precauciones, sus supuestos básicos subyacentes operen en su práctica
científica11.
La intervención del factor humano en los procesos sociales en general y el proceso educativo en
nuestro caso, permite analizar al sujeto en el contexto específico en el que actúa. Si la realidad es
dialéctica, cambiante, contradictoria, no resiste la incorporación de la categoría INDIVIDUO que está
connotada por un grado de determinación muy alta. Es consistente en cambio con la concepción del
actor social, que puede intervenir en los procesos.
Aquí es donde se plantea con toda claridad el carácter transformador de esta teoría pues incluye
en su marco global de análisis la acción modificadora de los sujetos. Esto no debe entenderse como
un planteo voluntarista por el cual todos los sujetos intervienen libremente en la transformación de
la realidad. Esto significaría desconocer los mecanismos ideológicos que la sociedad organiza para
la producción del consenso necesario para la reproducción del orden social y su estructura de
poder. Se trata del interjuego dialéctico entre reproducción y transformación en el cual la
El desarrollo del enfoque dialéctico hoy en día nos permite ver que, a pesar del rasgo coercitivo
del paradigma dominante, hay elementos de la realidad social que no se originan en él. No podría
explicarse, si no, su grado de desarrollo, ni la función social que cumplen las prácticas científicas
alternativas que permiten una relectura de las prácticas sociales colectivas transformadoras, que
persisten en manifestar la contradicción con un enfoque estático y a-histórico del paradigma.
Otro elemento importante que destacan las teorías críticas es la vinculación de teoría y práctica
en la construcción del conocimiento científico, aspecto determinante en la noción de sujeto. El
sujeto y el objeto se constituyen en una práctica, interjuego entre lo social y lo individual. El
rasgo característico en este caso es el sentido interno construido por el sujeto, un sentido cuyo
significante está impuesto socialmente pero cuya imposición no es determinante, como
decíamos antes. No puede ser entendido este sujeto como ser pasivo, ni como descubridor, ni como
espectador. El objeto de estudio se construye en la práctica científica en la cual sujeto y objeto
interactúan en un proceso de construcción y objetivación. Esa objetivación puede ser lograda
mediante la explicitación de los supuestos previos, la actitud critica, la re-construcción de las
prácticas y el develamiento de las condiciones en las que se expresa y su re-significación.
10
con la noción de sujeto que puede abstraerse de las condiciones subjetivas del acto de conocer. Nos
lleva a entender al científico no como creador, como decíamos antes, o como constructor de
conocimiento (y de la misma realidad en la medida en que es un actor simultáneamente) sino
como un receptor que debe desarrollar su capacidad de observación de las manifestaciones del
objeto. Su capacidad de abstracción le permitirá en todo caso la elaboración de hipótesis que
Ahora, si siguiendo a Schuster admitimos que sólo son hechos aquéllos que el paradigma permite
percibir, en realidad vemos empobrecer aún más la actividad creativa en las Ciencias Sociales. No
entraremos en las variantes del Positivismo Lógico que antepone la elaboración de estructuras
formales al referente empírico. En todos los casos, se trata de la disociación entre los supuestos
cambiarla15.
12
Estos principios no poseen un carácter de dogma, son supuestos que se definen como criterios
generales que orientan el conocimiento de un objeto determinado, y que adquieren rasgos
particulares según las características propias del objeto de estudio. Estos criterios son los que
otorgan consistencia y coherencia interna al método respecto de la concepción de la realidad y del
conjunto de técnicas y procedimientos (aspecto que trataremos con más profundidad en el
punto siguiente). Estos presupuestos están vinculados estrechamente y pueden discriminarse
a los efectos de su análisis a condición de que sean entendidos desde un enfoque global e
Integrador.
13
objetivación permite en este proceso la re- significación de la práctica. Pero este punto nos remite a
otro principio: unidad de teoría y práctica.
común)21.
Según el principio de la objetividad, el objeto de estudio de las prácticas escolares surge del
mismo saber del maestro, de la significación que le otorga al mundo escolar y a su propio quehacer
docente, de su discurso pedagógico, etc., y su proceso de reflexión, de análisis e interpretación se
cumple en un movimiento que va del fenómeno a la esencia, ya que el fundamento mismo de sus
prácticas no se manifiesta directa e inmediatamente. Es preciso, para ello, el desocultamiento de lo
esencial mediante ese proceso de objetivación del que hablábamos. Este principio de cognoscibilidad
nos da cuenta de la posibilidad de introducirnos en el complejo mundo de la educación,
apercibiéndonos de que, a mayor complejidad, mayor dificultad para conectarnos con la
esencia, para construirla.
15
teórico-interpretativos. Justamente, la función ideológica de la que nos habla E. Verón.
Esta nos remite a la relación entre el quehacer humano (práctica social) y la construcción
del conocimiento. Es decir, nos remite a la relación entre teoría y práctica.
La práctica es fundante de la teoría. Esto significa que es a través de la práctica que el hombre
“dialoga” con la realidad, apropiándosela en la construcción de un sentido interno. No
debemos llevarnos a engaño creyendo en una aproximación a la realidad ingenua, primaria, sin
presupuesto alguno. En realidad, todo sujeto dialoga, establece relación con lo real desde
supuestos básicos subyacentes. Entendemos que son las condiciones materiales globales del orden
social las que dan origen a esos supuestos, que conforman un sistema ideológico hegemónico
pero que adopta distintas expresiones, es decir, diferentes modos de significación, pues se
establece un interjuego entre ese sistema de ideas dominantes y las prácticas de los sujetos
particulares.
Si la práctica en estos términos es fundante del conocimiento, es fuente potencial también
de transformación, ya que su reconstrucción permite develar los supuestos implícitos y,
en consecuencia, facilitar su re-significación y la modificación de las prácticas correspondientes. En
esto consiste el carácter transformador de las prácticas, pero es un carácter que se
encuentra potencialmente en las prácticas, ya que la penetración del sistema ideológico
produce prácticas alienadas y la construcción de un sentido común que oculta sus aspectos
esenciales.
Este carácter transformador también se pone en juego en la construcción teórica, pues es la
producción de un sentido objetivo científico que orienta la acción de los sujetos en tanto
actores sociales, actuando la práctica como criterio de verdad de ese sentido teórico. Este criterio
no apunta al “rigor” de la lógica racional (tal como aparece en el paradigma dominante) sino a la
operatividad, es decir, el grado de eficacia con que ese conocimiento permite actuar
Esto nos lleva a plantear que, como lo hemos dicho ya, el conocer por la acción implica el conocer
para la acción: nos remite a la pregunta del para qué del conocimiento científico. Creemos
que muchos científicos sociales han dejado pendiente la pregunta. Asumir la unidad de teoría y
práctica como un supuesto epistemológico, nos compromete a abandonar el campo de la
especulación científica reducida a la elaboración de marcos teóricos críticos e incorporarnos al
campo de la praxis. La contradictoria acumulación desarrollada en el campo de la elaboración teórica
frente a la reducida cantidad de experiencias concretas en el campo de las prácticas sociales
transformadoras nos alertan de este "descuido” tan manifiestamente paradójico. La disociación
teoría-práctica da cuenta de una de las contradicciones más flagrantes del enfoque critico: quedarse
16
en el campo del discurso teórico.
No debemos dejar de hacer referencia a las experiencias participativas a las cuales nos referimos
en la introducción. Es cierto que en América Latina se han difundido experiencias basadas en
metodologías participativas, investigación acción, educación popular, que intentan poner en práctica
este supuesto de unidad Teoría-práctica. También es cierto que a la fecha no se han podido
sistematizar los logros obtenidos en términos de conocimiento de la realidad y de
transformación social.
Por lo que conocemos, creemos que en general estas experiencias caen en prácticas
pragmáticas, remitiéndose a promover la participación popular, la autogestión y las organizaciones
de base, que sin duda son aspectos importantes de la transformación social pero que aún no han
generado una sistematización que permita potenciar estas experiencias como intentos fundados
de transformación, ni avances significativos que permitan superar experiencias locales y puedan
trascender. Cuántas de esas experiencias quedan abortadas menoscabando la capacidad misma de
los sectores populares en organización e iniciativa...
En muchos casos, estas experiencias poseen un rédito académico que deja un saldo intelectual
más importante en los equipos de expertos que se acercan a los sectores populares que en términos
de los propios sujetos que "participan" en especie de laboratorios callejeros, dejando traslucir un
dejo de manipulación que cuestionamos muy fervientemente desde una ética de la ciencia. Vemos,
desde esta otra perspectiva, que también deriva en la disociación.
En esta línea de acción, si en algo debe servir la ciencia es justamente en ser un
instrumento de cambio, una herramienta que facilite una mayor eficacia en los procesos de
transformación. Para lo cual se exige romper el mito de la investigación como área restringida a
expertos, y proponerse una práctica científica de socialización del instrumental específico,
facilitando una apropiación social.
17
compromiso con las prácticas transformadoras convierte en neutral la actividad científica.
Es un hecho que la producción científica está reducida a un campo muy estrecho de expertos,
que la misma queda presa del propio sistema científico impuesto por el orden social y por el cual el
grado de difusión y divulgación de la producción acumulada queda reducido a ese sector. Nos
preguntamos entonces qué destino tienen las teorías críticas, qué función cumplen los
discursos teóricos. En definitiva, el principio de la no neutralidad o del politicismo de las Ciencias
Sociales nos marca un interrogante para todos los que estamos en el campo del quehacer
científico, acerca del significado mismo del politicismo en tanto compromiso explícito con los
intereses sociales que se ponen en juego en el campo del poder, y si este significado tiene algo
que ver con los movimientos sociales mismos en relación con nuestras prácticas científicas.
Lo que hemos expuesto hasta ahora nos permite afirmar que, a pesar de algunos científicos
eclécticos u otros cuya práctica científica es difícil de definir por su ambigüedad, el campo de las
Ciencias Sociales está dividido en dos grandes posturas que implican no sólo una manera particular
de concebir la actividad científica sino que involucra una concepción de realidad, de sujeto y
las formas de relación que se establecen entre ellos en el proceso de conocimiento.
Es cierto que nuestra clasificación entre teorías del orden y teorías críticas obedece a un criterio
clasificatorio que desde cierta óptica no es riguroso, y se ubica clara y explícitamente en el campo de
una de ellas. En esto coincidimos con Gibaja cuando afirma que se desacredita lo que no coincide
con nuestros principios23. Lo cierto es que partimos justamente del supuesto de que aun en
aquéllos que afirman la objetividad como principio de neutralidad, están operando los supuestos
ideológicos.
La práctica científica en las Ciencias Sociales es definida desde el paradigma dominante como la
búsqueda de explicación, de manera sistemática, de los fenómenos estudiados, como una
preocupación deliberada por examinar las teorías e hipótesis y como el conjunto de convenciones
metodológicas que pone el acento en el descubrimiento de los principios generales. Se trata, pues,
de una actividad caracterizada por una lógica objetiva. Bunge, justamente, la califica por su
racionalidad y objetividad24.
Autores como Pardinas, Selltiz, Jahoda, Kerlinger, Galtung, Goode, resaltan en las Ciencias
Sociales dos componentes (propios de toda ciencia empírica):
1. Teoría: entendida coma sistema de conceptos, proposiciones, vinculados entre sí, que nos
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brinda una visión sistemática de los fenómenos con el fin de explicarlos y predecirlos.
2. Investigación: como búsqueda sistemática controlada, empírica, crítica de las proposiciones
hipotéticas acerca de las relaciones entre los fenómenos. Se trata de un proceso de inferencia lógica
por el cual se generaliza a partir de hechos observados empíricamente. Los que aún recurren a
fórmulas positivistas a ultranza como Hempel o Nagel describen la lógica Inductiva de la
investigación según los siguientes pasos: observación, hipótesis, explicación - predicción, cuya valor
reside en las comprobaciones objetivas y empíricas.
Es posible entender entonces que el paradigma dominante en las Ciencias Sociales discrimina
dos dimensiones de la actividad científica: por un lado, la elaboración de las. teorías como sistemas
proposicionales, que fundamentan las hipótesis, y por otro, un conjunto de procedimientos
que permiten refutar o comprobar las hipótesis de trabajo. Nos indica que, efectivamente, se
establecen dos niveles; sin embargo, nos plantea que esta dualidad no nos aclara el sentido y la
ubicación del método, cuál es la función que se adjudica a cada uno y cómo se vinculan. Si
método es un nivel específico de la ciencia o si forma parte de una de las dos dimensiones antes
mencionadas.
Pardinas define teoría como “conjunto de proposiciones lógicamente articuladas que tiene como
fin la explicación y predicción de las hipótesis de trabajo. Estas proposiciones abstractas son la raíz y
soporte de las hipótesis de trabajo. Estas se aprueban o rechazan de acuerdo con los datos
predicen conductas de fenómenos desconocidos hasta entonces" 26, lo cierto es que a lo largo de
su trabajo usa indistintamente el término método y el de técnicas, porque en definitiva los niveles
con los que trabaja se reducen a dos: el de la elaboración proposicional y el de la recolección y
tratamiento de los datos, marcando una dualidad entre ambos.
No se trata sólo de Pardinas en donde el aspecto está marcadamente expuesto. Los tradicionales
manuales de investigación social lo confirman.
Profundizando aún más en la concepción de método en la tradición de estas ciencias, habría que
notar que hay una duplicidad en su uso:
- Como procedimiento lógico, común a todas las ciencias empíricas, que garantiza la validez de
los conocimientos adquiridos, como conjunto de reglas supervisoras y reguladoras de todo el proceso
científico.
- Como equivalentes a técnicas. Se identifican con los distintos instrumentos, concretos y
manejables que facilitan la recolección y el análisis de los datos.
19
En síntesis, el positivismo se mueve en dos niveles, el abstracto de la teoría y las hipótesis y el
concreto, apegado a la realidad de la observación.
¿Cómo vinculamos esta visión de método con nuestra polémica? Creemos que hemos llegado al
núcleo del tema. La universalización de los procedimientos científicos y su regulación legal está en
manos de un sistema lógico que recorta la realidad, la define desde parámetros ideológicos. Para el
enfoque alternativo no es el método el que define el carácter del conocimiento resultante, sino
la concepción misma de realidad que lleva implícito.
Autores enrolados en las filas de la investigación tradicional se han dado a la búsqueda de formas
metodológicas alternativas, nuevas modalidades de abordaje metodológico para neutralizar en
parte la exagerada inclinación por traducir la realidad social a un lenguaje matemático, para
humanizar el hecho científico. Pero esto no revierte en nada la lógica misma por la que es
interpretada la realidad. Su racionalidad y objetividad permanecen inalterables. Han cambiado
las formas de abordar los fenómenos, pero no el sentido y la intencionalidad, no la forma de
estructurar el proceso, ni tampoco varía la relación que se establece entre sujeto y objeto de estudio.
En definitiva, la concepción misma de realidad, sujeto y conocimiento se mantiene.
Aunque la sociología comprensiva no alcanzó a tener mucha adhesión en América Latina, es
importante reconocer que dentro de una clasificación de enfoques según el carácter ideológico de su
componente teórico-metodológico como el que estamos empleando, no resulta fácil ubicarla. Se
nos introduce aquí la tradicional clasificación de los métodos en las ciencias humanas que,
desde Aristóteles a hoy, ha marcado dos caminos: la comprensión y la explicación. Sin entrar a
polemizar sobre la cuestión (para su profundización puede remitirse a Von Wrigth) creemos que en
cuanto al tema que nos ocupa, no es la forma de abordaje del objeto de la ciencia lo que nos
preocupa centralmente, sino en tanto refleja una concepción del objeto que orienta la actividad
científica.
En este sentido, creemos que el método comprensivo propugnado por Max Weber
utiliza tipos ideales para demostrar una tesis de causalidad histórica entendida según los
principios epistemológicos empiristas. Y en definitiva, el valor del conocimiento científico está
condicionado por el método y por un racionalismo abstracto que intenta detectar regularidades y
relaciones causales, como en las Ciencias Naturales. Por otro camino, el formalismo y el
estructuralismo (Parsons, Levy Strauss) surgen como esquemas superadores del positivismo, pero
caen también en una posición idealista de la práctica científica al anteponer los tipos ideales y
luego reducir el trabajo empírico a criterios positivistas.
La identificación de método con procedimiento nos remite a concluir que la crisis a la que hasta
ahora hemos hecho referencia como crisis metodológica en realidad es una crisis de
20
procedimientos. Así es que, cuando reiteradamente se habla de método cuantitativo (o cualitativo),
en realidad se está haciendo referencia a procedimientos o tácticas específicamente cuantitativas (o
cualitativas). Tomemos algunos ejemplos. El interaccionismo norteamericano desde hace años
22
una modificación sustancial en el encuadre metodológico.
“No se trata pues de defender una técnica de investigación, como si ella garantizara por si misma
resultados adecuados” nos dice Tedesco29. Y esto lo afirma no en cuanto a las técnicas cuantitativos
sino en referencia a la defensa de las técnicas participativas que responden a un enfoque alternativo
de la Investigación Social. La valorización de los procedimientos cualitativos provienen de exigencias
propias de la manera de enfocar el objeto de estudio, pero se nos presenta aquí la cuestión acerca
de cuáles son los procedimientos afines a los distintos enfoques teóricos. Hoy en día se corre el
riesgo de sobrestimar el uso de los procedimientos cualitativos reduciendo el carácter indagatorio
de los fenómenos sociales a este tipo de técnicas, cayendo en definitiva en la defensa a ultranza
de éstas al margen de sus implicancias metodológicas y teóricas. Es decir, se incurre en la misma
forma de encarar lo metodológico que el Positivismo.
En el campo de la investigación educativa esta forma de confundir lo metodológico con el nivel de
procedimientos también afecta la modalidad investigativa propugnada por una valorización de
lo cualitativo. Será motivo de profundización analizar cómo esto afecta directamente a las
Está claro hasta aquí que un análisis no crítico de la realidad puede requerir la utilización
de técnicas cuantitativas o cualitativos sin que ello implique una transgresión a sus
axiomas epistemológicos. Nos tenemos que preguntar entonces si de la misma manera el enfoque
dialéctico puede requerir de la utilización de procedimientos no sólo cualitativos sino también
cuantitativos. Siendo coherentes con lo que hemos expuesto hasta ahora, debemos concluir que
la decisión de utilizar determinadas técnicas nos remite a la naturaleza de los
interrogantes que nos formulamos, es decir, de nuestros supuestos previos en torno a la
naturaleza del objeto mismo y nuestro modo de abordarlo. Es decir, responden a la estrategia
metodológica, consistente con nuestra particular manera de entender el fenómeno. Se entiende
que no nos referimos a una forma individual de ver la realidad, sino como lo hemos desarrollado ya,
a nuestros supuestos teóricos.
Retomando los principios epistemológicos del enfoque dialéctico: un análisis dialéctico no
reniega de la expresión fenoménica de los acontecimientos sociales. Todo fenómeno social se
manifiesta inicialmente desde lo empírico-concreto. La captación de sus expresiones empíricas, la
construcción del campo empírico de una investigación requiere también de técnicas cuantitativas
como primera aproximación, cuya expresión (no necesariamente numérica) permitirá la
construcción de categorías mediadoras en la producción del sentido de ese fenómeno.
Es aquí donde surge la necesidad de no reducir nuestro conocimiento del objeto a su expresión
23
meramente empírica. En esto consiste el límite de los procedimientos cuantitativos que posibilitó
al positivismo plantarse en la noción de HECHO. Y de esto no son culpables las técnicas
cuantitativas sino la estrategia metodológica que reduce los fenómenos sociales a su expresión
cuantitativa.
La metodología dialéctica tiene aún un camino largo por recorrer. En América Latina urgen las
transformaciones y la ciencia latinoamericana no puede seguir mirando la historia, debe integrarse a
los movimientos sociales para contribuir a su desarrollo. Pero debe hacerlo desde su práctica
específica, esto es, desde un real aporte científico al cambio social. Y en esto no descartamos los
estudios que deban recurrir a técnicas y procedimientos convencionales en investigación. Son los
objetivos los que nos preocupan.
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25
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VERON, E. Conducta, estructura y comunicación. Ed. Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1969. VON WRIGHT,
G. E. Explicación y Comprensión. Alianza Ed.
1 Nos referimos a los estrictos controles que la investigación tradicional ha impuesto para la
presentación de datos confiables a los fines de la “veracidad” de la información registrada. En
definitiva, como lo veremos más adelante, estos criterios dan cuenta de un concepto de verdad.
2 Algunos lo asocian a procedimientos específicos (Galtung, Kerlinger, Pardinas, Goode, etc.). Otros en
cambio, lo definen como forma de abordaje específico según el objeto de estudio. Este punto es
analizado en la última parte de este Documento.
3 Kuhn. Thomas: "La estructura de las revoluciones científicas F.C.E. 1985.
4 Los manuales tradicionales de investigación educativa no difieren mayormente entre sí al
respecto: John Rest, Van Dolen, John Hayman, etc.
5 La escuela nueva impregnó parte de las Ciencias de la Educación aunque no modificó las prácticas
cotidianas, pasó a formar parte del ideario docente: los intereses del niño, escuela-trabajo, la
evaluación cuantitativa, modificó gran parte del dogma normalista. Sin embargo, en la
investigación educativa el paradigma metodológico continuó apoyándose en criterios positivistas.
En EE.UU. el surgimiento del interaccionismo permitió abrir nuevos campos de investigación (estudios
del aula) sin que trascendiera mayormente en América Latina, que siguió estudiando el
fenómeno educativo desde una perspectiva eficientista y economicista y apoyándose en
criterios metodológicos cuantitativistas. Esta vertiente latinoamericana significó una recodificación
del funcionalismo en una concepción desarrollista que en la educación tomaría, en la década
de los sesenta, un importante auge: la teoría de los recursos humanos. En la investigación esto no
significó un cambio en los criterios metodológicos sino una tendencia dominante al análisis de la
eficiencia interna del sistema educativo en el marco de un proyecto de desarrollo capitalista.
6 Verón, Eliseo: "Conducta, estructura y comunicación". Editorial Jorge Alvarez, 1ª ed., Buenos Aires,
1969.
7 En esta concepción que da preeminencia al sistema valorativo como determinante de la acción
social, no cabe duda el papel relevante que cumple la educación. Parsons mismo se encarga de
estudiar en particular el sistema educativo como agente de socialización que actúa como mecanismo
de igualación social. En los teorías de los Recursos Humanos se deposita en la educación la
expectativa social de lograr en los países subdesarrollados la formación de sujetos compenetrados en
la racionalidad y los valores eficientistas capitalistas que harían posible el "despegue"
8 Durkheim no dudó en definir o la educación como un proceso de socialización y entender a
las nuevas generaciones como recipientes vacíos prestos a llenarse.
9 Barreiro, Telmo Nuddler de: "La educación y los mecanismos ocultos de la alienación “. En: Revista de
Ciencias de la Educación, Rosario, 1975.
27
10 Scarfo, Daniel: "El carácter coercitivo de lo socialización científica". En: Revista Fahrenheit 450, año
1, N0 1, UBA, 1986.
11 Gouldnier, A.: La crisis de la sociología occidental. Amorrortu, Buenos Aires, 1973.
12 La propuesta de realizar talleres de maestros para la reflexión de la práctica escolar está
fundamentada justamente en concebir al maestro como el principal sujeto de la transformación
escolar.
13 Queremos señalar la importante propuesta que en el campo educativo hace 'H. Giroux con la
teoría de la resistencia, al marcar justamente que la escuela no es un sistema de total reproducción
sino que en su interior se gestan procesos de recodificación y resistencia al orden instituido.
14 Popper, Karl: La lógica de la investigación científica. Editorial Tecnos, Madrid, 1962.
15 Motivo de otra reflexión será repensar el enfoque etnográfico como una propuesta
metodológica que se inscribe en un marco dialéctico de interpretación, pero que
contradictoriamente plantea el objetivo de documentar lo no documentado sin incorporar la
variable participación en el estudio. El rol del investigador queda impreso en la "observación
profunda" y en la devolución a los actores del proceso que quedan "informados” de la
interpretación. El investigador, en todo caso, está libre de acompañar o no a los actores en su
práctica transformadora posterior.
16 Gransci, Antonio: La formación de los intelectuales. EUDEBA, Buenos Aires, 1974.
17 La sociedad científica legitima a través de las instituciones especializadas, organismos científicos
oficiales o privados, incluyendo la Universidad, un sistema de comunicación altamente especializado
que reduce el número de intelectuales a un estrecho círculo que establece un ritual particular. Se
desprende de ello que la actividad científica es una práctica social que como tal está determinada
por las relaciones sociales dominantes, aunque, como ya lo afirmáramos, esta determinación no tiene
un carácter unívoco ni mecánico.
18 Marx: "Contribución a la crítica de la economía política". En: Obras Escogidas. Editorial Progreso,
Moscú.
19 Kosik, Karel: La dialéctica de lo concreto. Grijalbo, México, 1967.
20 Bourdieu, Pierre: El oficio de sociólogo. Siglo XXI Editores, México, 1986.
21 Al decir de Kosik, el mantenerse en el plano superficial, en el plano de lo que se muestra. Es el
mundo de la pseudoconcreción, el mundo de lo fenoménico.
22 Este ha sido uno de los supuestos que ha operado con mayor énfasis en la definición dé los
principios epistemológicos del Proyecto que actualmente nos ocupa. Sobre todo en relación a la
tarea de formación de cuadros científicos en la cual estamos involucrados, pues el Proyecto cuenta
en su equipo con alumnos de los últimos años de la carrera de Ciencias de la Educación, y cuyo
principal reclamo es, justamente, el de "hacer cable a tierra", de desplegar el valor de las teorías
ante la contundencia de la crisis educativa, con la condición de que ese despliegue no sea puramente
técnico-instrumental (como si la educación fuera un objeto neutro) sino entendiéndolo como una
verdadera confrontación, en la que se pone en juego el carácter operativo del marco teórico y su
intencionalidad transformadora.
23 Gibaja, Regina: Acerca del debate metodológico en la investigación educacional. Instituto Torcuato
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Di Tella, CICE.
24 Mario Bunge ha ejercido durante muchos años la paternidad epistemológica en nuestro país.
25 Pardinas, Felipe: Metodología y técnicas de investigación en Ciencias Sociales, Editorial Siglo XXI,
pág. 48.
26 Pardinas, Felipe: ob. cit. pág. 52.
27 Es el caso de las categorías de análisis de la interacción de Flanders.
28 Demo, Pedro: Investigación participante, mito y realidad, Kapelusz, Buenos Aires, 1985.
29 Tedesco, Juan Carlos: "Paradigmas de la investigación educativa”.
30 Esto nos ha permitido, como Proyecto, asumir con mucha claridad cuáles son nuestros supuestos
epistemológicos, y nos orienta en la definición de las variables en estudio como asimismo en la
selección de las técnicas a utilizar.
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