Parcial Africa de Lucía

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ISP “DR. JOAQUIN V.

GONZALEZ”

HISTORIA DE ÁFRICA

PRIMER PARCIAL DOMICILIARIO

NAZARENO VARELA DUARTE


2017
1)

HOMINIDO APARICIÓN UBICACIÓN INDUSTRIA-


CARACTERISTICAS

Australopithecus Hace 4 millones de Centro, este y sur de Primer homínido


años África Especies: Anamensis,
Bahrelghazali, Afa-
rensis,Africanus, Gar-
hi, Sediba.

Cerebro de 500 CC.


Marcha bípeda.
Aprox. 1.20 m. de
altura. Se extinguieron
hace 2, 5 millones de
años aprox. Utilizaban
rocas filosas para ras-
gar carne.

Homo habilis Hace 2,5 millones Tanzania, Kenia y Primer homínido en


de años Malaui crear herramientas.

Bípedo. Capacidad
prensil. Cerebro de
800 CC. altura 1,4m.

Homo ergaster Hace 1,5 millones Noreste de África Primer homínido en


de años emigrar de África.
Cerebro entre 800 y
950 CC.

Nueva forma de tallar


la piedra, que consiste
en núcleos o grandes
lascas tallados por las
dos caras denomina-
dos bifaces, como las
hachas de mano, los
hendedores y los pico

Homo Erectus 1,8 millones de años África, Euro y Asia Hachas de mano de
piedra, y dejó los pri-
meros restos de vi-
viendas construidas,
de objetos
de madera tallada, la
primera lanza de ma-
dera y el recipiente
más primitivo, un
cuenco de madera.
Primer homínido que
aprendió a manejar el
fuego.

Homo Neandertha- 230.000-28.000 Tanzania, Etiopía y Cerebro de 150 CC.


lensis años atrás Zambia. Europa y Diferentes tipos de
Asia. herramientas según la
necesidad. Expertos
en usar la piel de ani-
males muertos y con-
vertirla en cuero.
Dominio del fuego.

Homo Sapiens Hace 150000 años Todo el mundo Aparecen el arte, la


decoración de objetos,
la decoración perso-
nal, la música (en
forma de instrumen-
tos).
Este periodo es segui-
do por otro, donde
aparecen las agujas de
coser, aparte de cuchi-
llos más pequeños y
afilados. Posterior-
mente se continúa con
un tercer periodo que
se caracteriza por los
cuchillos "hoja de
laurel", llamados así
por su forma.
Finalmente, encon-
tramos un trabajo so-
fisticado del hueso y
las astas, junto con
abundantes "microli-
tos", pequeñas herra-
mientas de piedra que
eran seguramente
puestas en mangos. Se
han descubriendo
también enterramien-
tos, siendo mucho más
complejos que los de
los neandertales.
2) El país de Punt era conocido desde la época del Imperio antiguo. La expedición más
antigua desde Egipto hacia allí, es la del Faraón Sahura, de la V dinastía, dos siglos y medio
antes de la era cristiana. El objetivo de esa travesía hacia el este era conseguir productos
como mirra, ébano, electrum y malaquita.
Otros faraones que impulsaron expediciones hacia Punt fueron Pepi II de la VI dinastía y
Menunhtep, de la XI dinastía, las cuales también fueron ideadas con fines comerciales. De
esta última se encuentran registros en las rocas del valle de Uadi Hammamat.
No obstante, la expedición más conocida es la atribuída a la reina Hatshepsut, pertene-
ciente a la XVIII dinastía y que gobernó Egipto en el siglo XV a. C. Se cree que el objetivo
de esta campaña fue más propagandístico que comercial. La reina faraón había tenido que
disputar el trono con su sobrino Tutmosis III. Debido a la necesidad de reafirmar su poder,
esa fue la mayor expedición a Punt de la que queden registros.
Un aspecto importante de Punt es su ubicación exacta, los investigadores todavía no han
podido reconstruirla. No obstante, a partir de los vestigios arqueológicos que contienen
descripciones de plantas y animales, existe consenso en que se encontraba en algún punto
cerca de la costa del Mar Rojo o el Golfo de Adén posiblemente en la zona de Sudán, So-
malia, Eritrea, Etiopía y Djibuti.

3) Cartago era parte de una cadena de establecimientos comerciales distribuidos a lo lar-


go del Mediterráneo fundados por la ciudad de Tiro desde finales del II milenio, con intere-
ses comerciales y de acercamiento a las zonas mineras de Occidente, sobre todo la Penínsu-
la Ibérica y las Cassitérides. Además de Cartago, el resto de los centros fenicios fueron Uti-
ca, Tingis, Mogador, Sala, Volubilis, Lixus, en el norte de África, Bithia, Sulcis, Nora, Ca-
ralis y Tharros en Cerdeña, Motya, Panormo y Solunte en Sicilia, Malta, Gozo y Pantelaria,
Leptis Magna, Hippo y Hadrumetum, y Gadir. Asimismo, desde Cartago se fundaron hacia
el siglo VI a. C. numerosos asentamientos sobre la zona del cabo Bon, como Kelibia, Ras
Fortas y Kerkuan. Entre el siglo V y III a C. estos centros quedarían bajo la dependencia de
Cartago que se erigiría como capital del Estado púnico.
El término Cartago significa "capital nueva" y su estructura inicial era similar a la de los
asentamientos tirios en Occidente. La ciudad poseía dos puertos, uno civil y otro militar. El
primero era de forma rectangular y en él fondeaban las naves comerciales que depositaban
trigo, púrpura, marfil, oro, estaño y esclavos. A cambio, las cargas cartaginesas se compo-
nían de objetos manufacturados como vidrios, cerámicas, tejidos de púrpura y objetos de
bronce y hierro. Por otro lado, el puerto militar era de forma redonda y tenía en su interior
una isla artificial, en ella se encontraba la sede del almirantazgo. Según las fuentes este
puerto tenía la capacidad de albergar hasta 220 naves.
Alrededor de los siglos VIII y VII a. C. alcanzó el grado de ciudad colonial adoptando
instituciones que otros centros tardarían en alcanzar. En el gobierno se distinguían los Re-
yes o Sufetes, Senado y Plebe y su organización política fue alabado por diferentes fuentes
griegas, Aristóteles entre ellas.
Los Sufetes debían dar nombre al año y durante los siglos V y IV eran los líderes milita-
res. Otros cargos eran los de como el Cuestor, subordinado al Sufete, cargos que también
existían en Gadir; el Prefecto de las costumbres, los Secretarios o Escribas, unos contables,
siempre nombrados en plural, cuyo cargo era similar al de los cuestores romanos, el Jefe de
las estimaciones, que se corresponde aproximadamente al cargo del Censor romano y los
inspectores de mercado, que se corresponden a los ediles romanos. Además, según Aristó-
teles existían un Consejo de Ancianos (gerousia), un Consejo o Tribunal de los Ciento Cua-
tro magistrados y la Asamblea del pueblo (demos). La elección de magistrados respondía a
sus méritos y riquezas.
Además de el comercio que era la principal actividad económica, los cartaginenses desa-
rrollaron con buenos resultados la agricultura, ganadería y pesca. Es famoso el compilado
de de veintiocho tomos del autor Magon, que manifiestan conocimientos, consejos y técni-
cas sobre esas esferas, desde diferencias de los distintos suelos hasta como elegir un ejem-
plar de ganado. Por otro lado, la ganadería y la pesca, tenían una importancia ritual desta-
cada.
Respecto de la religión, se conoce la diferenciación entre divinidades principales y se-
cundarias. El dios principal era Ba’al Shamin, señor del cielo. Por debajo de él, las dos dei-
dades más importantes eran Ba’al Hammon y la diosa Tanit, una pareja divina.
En lo que respecta a la exploración del Atlántico, según las fuentes antiguas hubo al me-
nos, dos expediciones con el objetivo de explorar nuevas costas y fundar nuevos centros
comerciales. La primera de ellas es relatada a través del Periplo de Hannón, texto griego
que traduce el relato de la travesía. Dirigida por Hannón el navegante, rey de Cartago, la
expedición fue concretada durante el siglo V a. C. y participaron sesenta buques y treinta
mil personas. Tomaron como base Gadir para seguir la costa de Marruecos hacia el sur fun-
dando colonias y factorías. En el último tramo del viaje se dedicaron a explorar las costas
desconocidas.
La segunda expedición se encuentra en el Periplo de Himilcón y narra el recorrido de es-
te desde el Estrecho de Gibraltar hacia el norte. En la misma época que Hannón, recorrió la
costa hispánica y el norte de Francia hasta llegar a las islas británicas.

4) Al finalizar la Tercera Guerra Púnica en el 146 a. C. la República Romana se apoderó


del territorio más fértil dominado por Cartago y lo convirtió en la provincia de África go-
bernada por un procónsul con sede en Utica, ya que la capital cartaginesa había sido des-
truida. El espacio restante hacia occidente fue dejado en poder del reino de Numidia como
Estado cliente. Fuera de este territorio quedaron los pueblos indígenas, gétulos, masesilios
y masilos.
Debido a la guerra civil estallada en Numidia tras la muerte del rey Masinisa, Roma in-
tervino. Tras varios episodios contra Yugurta príncipe númida, en 107 a. C. el conflicto
finalizó con la derrota de Numidia y su consecuente pérdida de poder, a partir de esto Mau-
ritania se vio favorecida como aliada romana.
En el 46 a. C. Numidia fue anexada como nueva provincia denominada África Nova
(nueva), en oposición a los antiguos territorios llamados África Vetus (vieja). Sin embargo
en el 27 a. C. con la transformación de la República en Principado, las dos provincias de
unieron en una sola denominada África. A partir del Imperio, la provincia seguía depen-
diendo del Senado que designaba su gobernador, sin embargo el Emperador tenía autoridad
sobre ella directamente o a través de la figura de procurador.
A lo largo de la ocupación romana se fueron produciendo varias divisiones territoriales
en la provincia africana. Además de Augusto, Calígula y Claudio hicieron reformas en este
sentido, pero finalmente y con el objetivo de fortalecer el poder central, Diocleciano la di-
vidió en África Zeugitana en el norte y África Bizacena en el sur, integrándolas en la Dió-
cesis Africae.
La importancia de esta provincia, radicaba en el desarrollo de su agricultura. Esta región
era considerada "el granero de Roma", lo que provocó un aprovechamiento exagerado y
una regresión en las economías locales, ya que se quedaban sin recursos. Además la pre-
sencia romana, significó una regresión económica respecto del Estado Cartaginés que había
desarrollado mejor y más diversas actividades.
Una característica de la provincia Africana fue su necesidad militar. La continua amena-
za de los pueblos indígenas y el retiro de las legiones, obligó a establecer un ejército per-
manente en el territorio. De carácter móvil, esté ejército se convirtió en una obligación he-
reditaria y fiscal.
La presencia romana hacia el sur, está evidenciada en primer término por tres grandes
fortalezas por debajo de Tripolitania, estas son las de Bou N’jem, Gheria el-Gherbia y Gha-
dames. Consideradas por mucho tiempo como puestos de avanzada, hoy se sabe que en
realidad se encontraban en la frontera con pueblos sedentarios residentes en granjas fortifi-
cadas y que cultivaban olivo en las cuencas de los oueds. En esa región se desarrolló una
cultura particular que incorporó influencias indígenas y púnicas, al mismo tiempo que se
adaptaba a las costumbres romanas. Estas fortalezas tenía la mira en el puerto de Fezzán, ya
que este era la puerta para llegar a las orillas del África transahariana. En esa zona, el co-
mercio con los pueblos autóctonos proveía oro principalmente, aunque el comercio de las
caravanas también aportaba esclavos negros, plumas de avestruz, fieras, esmeraldas y ru-
bíes. A cambio, los romanos proveían vino, objetos de metal, vasijas de alfarería, textiles y
objetos de vidrio.
El uso del dromedario a partir de los siglos II y III en la región sahariana, facilitó la mo-
vilidad y el nomadismo, lo que provocó una ganadería nómade y el saqueo de caravanas
junto con los centros sedentarios más o menos relacionados con Roma. Al principio, las
tribus se dividían en nómades con camellos al sur y sedentarias a lo largo del limes, pero
hacia la mitad del siglo IV el gobierno imperial no pudo controlar el desierto, fortaleciendo
a los núcleos de los confines que habían surgido en el siglo anterior. Lo que en un principio
fue favorable para la política romana al adaptarse a las condiciones del ambiente con cen-
tros de penetración, se volvió en su contra una vez que las tribus nómadas adquirieron mo-
vilidad para regresar a las regiones de las que habían sido expulsadas.
5) La fundación de Axum como capital de un nuevo reino, puede fecharse en el siglo I
de la era cristiana, cerca del puerto de Adulis en el Mar Rojo. Aquí se desarrolló una parti-
cular civilización cuya organización política se desconoce, aunque se cree que haya sido
una monarquía bajo el influjo griego, con escritura helénica, como lo demuestran textos que
han llegado hasta nosotros en griego, en ghez y en sudarábigo, así como diversas monedas
que a partir del siglo III revelan la secuencia de sus reyes y el papel jugado en las relaciones
políticas, económicas y culturales con diversos pueblos como los Himyaritas, de la Arabia
Feliz (Yemen) y con los comerciantes griegos que traficaban en el Mar Rojo.
En el siglo IV, Meroe (Kush, Nubia) sufrió ataques de los nómadas del desierto, que
provocaron la caída del reino, en ese momento los axumitas (nómadas de las colonias sa-
beas del territorio de Axum) tomaron la capital y extendieron su dominio hacia el oeste y el
sur, más allá de las tierras altas etíopes, convirtiéndose en la única potencia civilizada al sur
de Egipto.
Axum fue el primer gran imperio en convertirse al cristianismo bajo el gobierno del
rey Ezana y además fue el primer estado en usar la imagen de la cruz en sus monedas. En
su momento de mayor esplendor, Aksum dominó el norte de Etiopía, Eritrea, el norte de
Sudán, Yibuti, el oeste de Somalilandia, Yemen y el sur de Arabia Saudita, con cerca de
1,25 millones de km². Desde el siglo IV d.C., Axum devino en la ciudad santa de los etío-
pes por creerse que su catedral contenía el Arca de la Alianza. El Libro II de los Macabeos
2; 4-10, contiene referencia de unos escritos que mencionan que el profeta Jeremías “siendo
advertido por Dios” antes de la invasión babilónica, trasladó el Arca desde el Templo, y la
hizo enterrar en una cueva del Monte Nebo. Cabe destacar que a partir de esta ubicación,
existen numerosas teorías o historias “no probadas” y sin fundamento serio, que hacen refe-
rencia a su actual ubicación. Una de ellas cuenta que el rey Ezana de Etiopía decidió trasla-
dar el arca a Axum, siendo finalmente guardada en la Iglesia de Nuestra Señora de Sión, en
donde aún permanece.

6) En el año 533, bajo el mando de Belisario y por orden de Justiniano, un cuerpo expe-
dicionario derrotó a los vándalos de África. Los vencedores trataron de reorganizar el terri-
torio a través de medidas de marcado corte romano, lo que generó conflictos con la pobla-
ción rural acostumbrada a la escasa presión administrativa experimentada bajo el dominio
vándalo.
Además, el poder bizantino tuvo que lidiar con los pueblos indígenas, a los que fue de-
rrotando por la fuerza y por la astucia, atacando e intrigando contra ellos. A pesar de esto,
la tranquilidad fue ficticia, ya que lo que en un primer momento fue una ocupación ofensi-
va, terminó por convertirse en una defensiva en alerta permanente.
Las antiguas provincias, a veces restauradas artificialmente, recibieron gobernadores que
respondían a un prefecto del pretorio instalado en Cartago, pero con el poder militar diso-
ciado de él. A fines del siglo VI surge la figura de exarca que acumuló todo el poder en sus
manos.
La política interior se caracterizó por recuperar los rendimientos fiscales. Se restableció
la anona, impuesto anual pagadero en trigo. Se devolvieron las propiedades privadas que
habían sido expropiadas por el poder vándalo. A pesar de la presión fiscal, la economía
experimentó una relativa prosperidad. El sostenimiento de la política monetaria permitió
explotar el comercio gracias a la presencia bizantina en ambas orillas del estrecho de Sici-
lia.
En el plano religioso, el nuevo ocupante restablece el catolicismo ortodoxo y prohibió el
arrianismo adoptado por los vándalos. También fue reprimido un brote del donatismo que
había tenido adeptos en la África romana. A partir de la crisis dogmática sobre la naturaleza
divina y humana de Jesucristo, el clero se divide en vísperas de la conquista musulmana.

7) La unidad de los pueblos bantú, no se debe a un elemento étnico, sino lingüístico. A


pesar de sus diferencias internas, los une una forma de habla común con caracteres compar-
tidos. Las diversas migraciones que iniciaron desde el siglo V a. C. desde lo que hoy es
Nigeria y Camerún, expandieron no solo su forma de comunicarse, sino también y como
parte de esa expansión, sus prácticas agrícolas y metalúrgicas.
Si bien existen distintas teorías sobre el origen de la agricultura en el continente Afri-
cano, hay cierto consenso en que la actividad agrícola surgió en un principio en las tierras
de labranza de las regiones de habla bantú.
En el plano de los metales, el área subsahariana desconoció la Edad de Bronce, no
obstante se reconoce el trabajo de hierro en el Sahara. No se sabe si su adopción se debe a
Cartago o Meroe, ya que las diferencias técnicas parecen determinantes.
En la zona de los Grandes Lagos, los primeros herreros hablaban lenguas nilo-
saharianas y cuando llegaron los pueblos bantú desde el este, adoptaron el vocabulario para
denominar las técnicas metalúrgicas. En las regiones meridionales y orientales de las zonas
de habla bantú se encontraron en los hornos de fundición restos de cerámica de estilo ure-
we.
En Ruanda, la forja de hierro y la alfarería se combinaban con el cultivo de sorgo y
mijo, junto con cría de ganado mayor por lo menos desde el siglo III a. C. Esto supone que
los pueblos de habla bantú, adaptaron su práctica económica a la sabana y la diversificación
de actividades pudo haber producido un aumento demográfico, que habría posibilitado la
imposición sobre los pueblos nilo-saharianos, quienes fueron los que les proveyeron los
conocimientos para esa diversificación.

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