Las Disputas Por La Ciudad
Las Disputas Por La Ciudad
Las Disputas Por La Ciudad
Las
MÉXICO 2014
HT169
D57 Las disputas por la ciudad : espacio social y espacio público en
contextos urbanos de Latinoamérica y Europa / Patricia Ramírez Kuri
(coordinadora) -- México : unam, Instituto de Investigaciones
Sociales, 2014.
792 páginas : ilustraciones. -- (Estudios urbanos serie)
isbn: 978-607-401-799-1
Coedición con : dgapa, Instituto de Geografía, Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades,
Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad, Programa de
Maestría y Doctorado en Urbanismo, Universidad Bauhaus de
Alemania, Universidad Autónoma de Querétaro, M. A. Porrúa.
1 Urbanismo -- América Latina 2. Urbanismo -- Europa I. Ramírez
Kuri, Patricia, coord. II serie.
© 2014
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Sociales
© 2014
Por características tipográficas y de diseño editorial
Miguel Ángel Porrúa, librero-editor
w w w. m a p o r r u a . c o m . m x
A m a r g u r a 4 , S a n Á n g e l , Á l v a r o O b r e g ó n , 0 1 0 0 0 M é x i c o , D . F.
Presentación
v
No sólo se trata de lograr la convivencia pacífica, sino de que lo
urbano sirva para dar identidad, sentido y genere las condiciones para
satisfacer las necesidades sociales, económicas y político-democráticas de
sus habitantes. De ello depende que la apropiación de la ciudad por
todas y todos quienes la pueblan, no produzca violencia y no amplíe el
conflicto de las diferencias asimétricas. Fundamentalmente cuando hay
también una disputa del tiempo entre la tradición y la modernidad, y
otro conflicto territorial entre las diferentes definiciones de lo local. La
población tiende a desarrollar formas de vida pública asociadas al
consumo de masas y a la búsqueda de identidades personales y sociales.
Armonizar esas dinámicas es la gran empresa que nos convoca
tanto al gobierno como a la academia. Las disputas por la ciudad, en
su diversidad, complejidad y profundidad, sin importar sus soluciones
específicas, requieren un modelo incluyente en el que las estrategias
sean diferenciadas.
Una ciudad de ciudades, como lo es la ciudad capital de la Repú-
blica, debe recrear y recuperar lo simbólico y lo tradicional, debe ser un
espacio amable para habitantes, población flotante y visitantes. Por
ello, en un ejercicio de diversidad, las disputas por la ciudad, nos colo-
can en un mapa de responsabilidades en las que la colaboración de los
estudiosos en estos temas, en particular de los adscritos a la Universi-
dad Nacional Autónoma de México y a sus diversos institutos, centros
de investigación y programas de posgrado, son acciones vitales para la
reestructuración del modelo que nos presenta nuevas oportunidades
Las disputas por la ciudad es una obra colectiva que reúne e integra un con
junto muy diverso de reflexiones sobre la ciudad contemporánea en
contextos socioterritoriales, políticos y culturales diferentes. En esta obra,
la ciudad es observada, cuestionada y analizada como espacio social y
espacio público, por representar el mundo urbano común vivido y produ
cido por grupos, clases, ciudadanías y personas diferentes y desconocidas
entre sí. También, porque la ciudad es sede de macroprocesos urbanos
que se producen localmente en forma conflictiva, enfatizando fenóme
nos de desigualdad y alterando el significado de los lugares. En estos lu
gares surgen actores sociales que crean lazos de pertenencia, se disputan
el uso y control del espacio social, luchan por el acceso a bienes públicos
e impulsan formas de organización de la vida urbana y prácticas sociocul
turales que, desde la experiencia urbana de la gente, muestran ciudada
nías diferentes.
Los autores que participan en el presente libro se aproximan a esta
experiencia en lugares donde se establecen relaciones de sociabilidad, de
poder y de conflicto, de proximidad o lejanía, de pertenencia, de solidari
dad, de afectividad, de hostilidad o de temor entre miembros diferentes de
la sociedad urbana. Los artículos son producto de estudios conceptuales
y empíricos que nos acercan a la comprensión de la ciudad a través de
interrogantes, de propuestas metodológicas, de reflexiones y de posiciones
ante lo que ocurre en la vida urbana de ciudades muy distintas como son
La Paz, Berlín, Valparaíso, Londres, Querétaro, Ciudad de México, Santiago
de Chile y Barcelona, además de referencias a ciudades como Buenos Aires,
Ginebra y París.
5
¿Qué tienen en común ciudades tan diferentes? Quizá sobre todo
situarse e interactuar desde lo local con el mundo global, en el contexto
del orden económico neoliberal, de capitalismo flexible y de predomi
nio de actividades terciarias. En este contexto, se desarrolla la sociedad de
la información y del conocimiento, de la innovación y de la creatividad.
Convergen fenómenos urbanos tales como la migración, la precarización
del trabajo, el desempleo, la informalidad, la inseguridad, la pobreza,
la exclusión, la segregación, la violencia y el temor. Aquí, actores urbanos
heterogéneos ponen en juego en el espacio social y en el espacio público
intereses, concepciones y posiciones distintas o irreconciliables. Éstas
tienen que ver de una parte con necesidades, anhelos, libertades y dere
chos, así como con la distribución de bienes públicos, el uso y apropiación
del espacio urbano para vivir, para trabajar, para trasladarse, para relacio
narse y para socializar. De otra, tienen que ver tanto con las formas de
participación en cuestiones de interés general que tienen efectos en la
calidad de vida y del entorno que habitan como con las políticas, estrate
gias y acciones que revelan la búsqueda de reconstrucción de la ciudad
como espacio habitable y compartido por individuos, grupos y clases di
ferentes. Éstos demandan la reivindicación del derecho a ocupar un lugar
social y simbólico en condiciones de igualdad, en términos de reconoci
miento de diferencias e identidades, y en el acceso a recursos urbanos.
La relación entre ciudad, espacio público y ciudadanía atraviesa la
diversidad de temáticas que desde distintas disciplinas y enfoques meto
dológicos contribuyen al debate sobre lo público urbano como espacio
político, como lugar de encuentro, de expresión y de comunicación, de
trabajo, de vida, de paso y de movilidad. En este proceso de construcción
de formas distintas de vida pública, surgen relaciones de sociabilidad y de
conflicto que revelan la manera diferenciada y desigual de percibir la
ciudad y de ser ciudadano. Los textos consideran a los actores sociales,
públicos y privados que toman parte en la vida urbana: habitantes y usua
rios, jóvenes, adultos mayores, organizaciones sociales, instituciones pú
blicas y privadas, agentes financieros e inmobiliarios. Estos actores, a
través de prácticas sociales, políticas, jurídicas, económicas y culturales
expresan formas diversas e incluso antagónicas de significación y de apro
piación de la ciudad.
El espacio público condensa la crisis de la ciudad y las posibilidades
de su reconstrucción, por ello se plantean interrogantes tales como ¿qué
Introducción 7
ciones originales que aportan elementos de reflexión y de análisis para los
estudios urbanos. Y por otra coadyuva con la apertura de espacios de
participación a jóvenes investigadores de nivel posgrado, quienes enri
quecen la producción académica, difunden investigaciones realizadas
para la obtención del grado y se incorporan al debate sobre la ciudad.
Tres líneas de reflexión y análisis articuladas definen la estructura del
libro y representan las temáticas generales en torno a las que se organizan
los textos. La primera línea, “Ciudad, espacio social y espacio público.
Diferencia y conflicto urbano” integrada por once contribuciones, intro
duce la discusión conceptual y empírica sobre la relación entre espacio y
sociedad que se condensa en la ciudad. Esta relación se materializa en
lugares referentes de identidad donde convergen prácticas y usos sociales
diferentes e incluso incompatibles.
La segunda línea temática está integrada por 10 textos que confluyen
en la relación “Ciudad, identidades urbanas y actores sociales en conflic
to”. Las distintas miradas a la ciudad abordan en este bloque la relación
cultura e identidad y ponen atención en los usos y apropiaciones sociales
y simbólicas de lugares centrales, históricos y modernos en la ciudad. La
tercera línea de discusión, “Espacios públicos y ciudadanías ¿resignifica
ción del derecho a la ciudad?”, se compone de 10 textos que desde distin
tas perspectivas discuten el significado de lo público urbano a la luz del
derecho a la ciudad y de las formas de acceso a bienes públicos en contex
tos diferenciados y desiguales de ciudades tan distintas como Barcelona,
La Paz, Berlín y el Distrito Federal.
I
Ciudad, espacio social
y espacio público.
Diferencia y conflicto urbano
Introducción 9
acciones específicas que ejercen presión sobre los usos o la funcionalidad
de cierto tipo de espacios públicos.
La experiencia cotidiana del lugar histórico desde la calle como ele
mento social y urbano central, obviado y revalorado se aborda en “Peli
gro, proximidad y diferencia: espacio público y fronteras sociales en el
Centro Histórico de la Ciudad de México”. En este texto Alejandra Leal
Martínez hace una reflexión teórico-metodológica destacando la impor
tancia de la escala de observación y análisis. Argumenta que la observa
ción participante de largo plazo en un espacio social acotado arroja clari
dad sobre los afectos, las tensiones y las contradicciones que cruzan el
habitar de un sector específico de las clases medias. Con este enfoque se
introduce al proceso de reapropiación del Centro Histórico de la capital
del país, por sectores medios y altos, en el que intervienen no sólo inte
reses económicos y políticos, sino también los deseos, expectativas y
miedos de los grupos sociales que habitan este espacio. En esta línea, la
autora discute sobre nuevas formas de segregación espacial y social en
las ciudades contemporáneas y sobre la violencia material y simbólica
como fenómeno que atraviesa la vida cotidiana y que revela múltiples
experiencias a través de las formas de habitar la ciudad.
En contraste con este enfoque pero con la mirada en las calles de la
ciudad, en el siguiente texto, “Espacio público, banquetas y paisaje urbano
en la colonia Roma Norte, Ciudad de México”, Guillermo Boils sugiere
poner atención en las banquetas, en los usos y en los usuarios, debido a
que estos elementos sociourbanísticos representan un componente funda
mental de la calidad física y relacional del espacio público en las grandes
ciudades. El autor argumenta que estos espacios han sido escasamente
analizados en la Ciudad de México, sin embargo, son primordiales en el
desarrollo de la vida local y barrial por ser escenarios de interacción social
y con frecuencia lugares esenciales en la configuración del paisaje urbano.
El análisis de estos componentes urbanos se realizó en la parte más anti
gua de la colonia Roma, barrio residencial de la Ciudad de México, donde
se introdujeron elementos urbanos y paisajísticos, inspirados en las pro
puestas europeas de la ciudad jardín, que fueron pioneros en la capital del
país al comenzar el siglo xx.
En convergencia con esta línea de discusión que tiene que ver con la
producción social y simbólica del espacio y del lugar, Adrián Orozco se
introduce en las relaciones de conflicto en el capítulo “La construcción
de lo público en la colonia Hipódromo Condesa, Ciudad de México. Inter
Introducción 11
ciales que redefinieron el sentido del lugar durante el siglo xx. Considera los
cambios sociourbanísticos desde finales del siglo xix y principios del xx, las
conflictivas y problemáticas transformaciones en el nuevo régimen, la
bonanza fayuquera, los sismos de 1985 en el contexto del orden económico
neoliberal. Por último, realiza un acercamiento a la primera década de
alternancia política con la administración del Partido de la Revolución
Democrática (prd), en el siglo xxi.
En contraste con el contexto de la Ciudad de México, el siguiente
texto realizado por Emiliano Duering Cufré, “La ciudad entre muros
imaginarios y muros de ladrillo. Una mirada a la producción social del
centro-sur de la ciudad de Querétaro, México”, presenta en el caso de una
ciudad de menor escala, las tendencias a la privatización del espacio público
desde una perspectiva sociourbanística y a partir de la investigación del
caso del Proyecto Urbano Centro-Sur en la ciudad de Querétaro. El aná
lisis se desarrolla a partir de la discusión acerca de cómo un proyecto in
tegral en sus orígenes deriva en una intervención urbana muy diferente,
como la que existe actualmente en este subcentro urbano de la capital del
estado de Querétaro, el cual revela en el espacio construido formas dife
rentes, problemáticas y contradictorias de urbanización. En el proceso de
producción social del espacio, que va del diseño urbano a su realización,
el autor analiza los factores que incidieron en los resultados del proyecto,
como el efecto de la “semiprivatización” de lo público, los intereses pri
vados en el espacio urbano y la legitimación social de estos procesos que
debilitan el sentido de lo público.
La mirada a las tendencias que cruzan la dimensión metropolitana de
la Ciudad de México se expone en “Transformaciones socioterritoriales
de la Ciudad de México: los pueblos, colonias populares y fraccionamien
tos cerrados. ¿Disputa o acuerdo sobre la configuración del espacio urbano?”.
En este capítulo, María Soledad Cruz Rodríguez identifica los cambios ur
banos derivados de los procesos económicos, sociales y espaciales que
impone la globalización en las grandes ciudades. El caso de la periferia
poniente de la Zona Metropolitana del Valle de México (zmvm) lo analiza
con atención en la escala local en el municipio metropolitano de Huixqui
lucan. La autora considera central la exploración de las distintas lógicas
de organización territorial en aquella periferia donde se presentan activi
dades rurales, y en las que una parte importante del poblamiento y de la
apropiación del espacio tiene características tradicionales identificadas
con los pueblos con antecedentes históricos ancestrales. Con este enfo
Introducción 13
ferentes. Con esta perspectiva se aproxima a la geografía desigual de los
espacios públicos y se introduce a conflictos urbanos que se dirimen en la
ciudad como espacio de la diferencia, donde aparecen disputas por el ac
ceso a bienes públicos, por el control del espacio urbano y por la reivin
dicación del derecho a la ciudad.
II
Ciudad, identidades urbanas
y actores sociales en conflicto
Introducción 15
nio de la Humanidad en 1996, y espacio construido socialmente en el
periodo 1961-2009.
La ciudad de Querétaro, capital del estado, condensa en la actualidad
procesos urbanos, formas de vida y prácticas sociales que, explica la autora,
enfrentan fenómenos y problemas que tienden a alterar la calidad física y
relacional del lugar para quienes lo habitan. Estos fenómenos convergen
en el espacio público de la ciudad, debilitando los atributos potenciales
y su capacidad de integración social y urbana como lo muestran Leticia
Ortiz en el caso del Centro Histórico y Emiliano Duering en el caso del
centro-sur.
En el debate sobre la ciudad y la conflictividad urbana con relación a
los actores e identidades sociales, dos contribuciones nos sitúan en el
contexto urbano chileno mostrando en dos ciudades de escala diferente,
los efectos de los procesos urbanos contemporáneos. El caso de la ciudad
de Santiago de Chile, capital del país, lo desarrolla Marién Cifuentes Car
bonetto, en el capítulo “La lucha por el espacio en la transformación del
entorno urbano en Santiago de Chile”, donde el proceso de reestructura
ción urbana ha consolidado al sector privado como actor hegemónico de
la gestión urbana metropolitana. La autora plantea que el espacio público
en la capital chilena se aleja de un proyecto urbano incluyente, y más bien
se encuentra condicionado por la aplicación de políticas y de acciones que
privilegian los intereses particulares de sectores empresariales.
Analiza dos casos representativos que desde los años noventa han
provocado complejos conflictos urbanos en los que intervienen tres acto
res principales: las organizaciones ciudadanas, las empresas inmobiliarias
y concesionarias de obras viales y, entre uno y otro, las instituciones que
trazan reglas del juego asimétricas, a través de las autoridades comunales
y del gobierno central. Argumenta que la lucha de las organizaciones en
defensa de sus barrios ha producido una propuesta común que busca
abrir espacios públicos de discusión y de participación ciudadana en la
vida pública de la ciudad.
En convergencia con esta línea de discusión, el caso de la ciudad de
Valparaíso en relación con las distintas posiciones sobre patrimonio cul
tural, lo analiza Juan Sebastián Sepúlveda Manterola a través de “Las
disputas por el patrimonio cultural en Valparaíso: ¿Expresión de crisis de
la matriz sociopolítica chilena?”. Valparaíso, explica el autor, es un espacio
privilegiado para comprender las dificultades del Estado chileno para lo
grar legitimidad entre los ciudadanos. El cerro Concepción de Valparaíso
Introducción 17
sonas mayores como actores sociales en la Ciudad de México”, la autora
se pregunta acerca de las implicaciones de la ausencia de igualdad, enten
dida como fundamento ideal de la responsabilidad individual y social
moderna. Con este enfoque trata las condiciones de vida de los adultos
mayores en la ciudad: observa el lugar que ocupan y su capacidad ciu
dadana para intervenir en la transformación de la ciudad. Desde los adul
tos mayores se introduce a los discursos que permiten analizar las tensio
nes entre la modernidad y el desarrollo social de la ciudad, discute la
concepción integradora (o no) del espacio y la sociedad, así como de los
procesos generadores de ciudadanía, argumentando que se encuentran en
contradicción y tensión con las nociones de “igualdad” y de “ciudad de
todos”.
En la escala local de la ciudad y de la conflictividad urbana, la mirada
de Alejandra Contreras Padilla a residentes y usuarios del espacio público
en el capítulo “Espacios públicos, plazas y jardines de la colonia Roma,
Ciudad de México” se introduce al proceso complejo de construcción de
los espacios públicos que conforman la estructura urbana de la colonia
Roma en la Ciudad de México, a partir del estudio en las plazas, parques,
jardines, avenidas y calles. Argumenta que estos espacios han contribuido
a la construcción de la identidad social y del sentido de pertenencia tanto
de los residentes como de los usuarios de la ciudad. Plantea que estos
lugares en la actualidad se han convertido en espacios simbólicamente
desvalorizados, al ser inseguros, sedes del comercio informal, de grupos de
indigentes, o de tribus urbanas que generan relaciones de desconfianza
entre unos y otros usuarios y residentes.
El caso de las luchas de las organizaciones vecinales como actores
urbanos clave en la ciudad de Guadalajara, capital del estado de Jalisco, se
discute en “Deterioro urbano y calidad de vida en las grandes ciudades: una
doble lucha de las organizaciones vecinales” de Patricia Safa Barraza. La
autora analiza el papel de dos asociaciones vecinales del área metropoli
tana de Guadalajara como intermediarias entre las demandas de los ve
cinos y los gobiernos locales.
Argumenta que en las grandes ciudades y, especialmente, en las zonas
metropolitanas de México, las organizaciones vecinales son actores deci
sivos para enfrentar las profundas transformaciones que ocurren bajo el
impulso de las políticas neoliberales introducidas desde finales del siglo xx
y durante la primera década del xxi. Con este enfoque, Safa reflexiona
III
Espacios públicos y ciudadanías
¿reinventando el derecho a la ciudad?
Introducción 19
de lo público urbano como espacio de encuentros y comunicación, como
patrimonio cultural y como espacio de todos, asignan especial relevancia
a la discusión sobre las concepciones, posiciones y criterios de valoración
de lo público con relación a los usos sociales y a las políticas, estrategias y
acciones de rescate y preservación como lugar proveedor de bienestar para
la gente. El derecho a la ciudad atraviesa este debate sobre lo público por
que alude al derecho de todos al lugar real y simbólico a la centralidad,
a la comunicación e información, a la movilidad, a la belleza del entorno, a
la centralidad, a la calidad de vida, a la inserción en la ciudad formal, a la
autonomía en el gobierno, al conocimiento histórico, arquitectónico, so
ciocultural y patrimonial (Lefebvre, 1994; Borja, 2003).
El significado de lo público urbano como espacio de la ciudadanía se
discute a la luz del derecho a la ciudad en contextos diferenciados y desi
guales de ciudades tan distintas como Barcelona, La Paz, Berlín y la Ciu
dad de México. En esta tercera línea de reflexión integrada por 10 tex
tos, Jordi Borja abre el debate con el texto “Espacio público y derecho a
la ciudad”, donde analiza el proceso de urbanización en la ciudad, intro
duciéndonos al tema de lo público urbano desde las fronteras sociales y
simbólicas, y con atención a los miedos urbanos. El autor contribuye al
debate sobre el derecho a la ciudad y su significado en la experiencia ur
bana de los habitantes, argumentando acerca del derecho a la inseguridad
en el caso de los inmigrantes ante los muros que se levantan en la fisono
mía de la ciudad. Recupera la experiencia de la ciudad de Barcelona y
concluye con una reflexión acerca de la relación entre el espacio público
y la conquista del derecho a la ciudad.
Hablar del espacio de lo público en la ciudad alude a procesos de ur
banización, de modernización y de democratización que se producen en el
espacio urbano. Cristina Sánchez Mejorada y Magdalena Ferniza Pacheco
se introducen al proceso de urbanización en América Latina, entendido
como la expresión de un patrón histórico de desigualdades y discrimina
ción. Con esta perspectiva discuten el tema de “El sentido de la Carta de
la Ciudad de México por el derecho a la ciudad”, argumentando que se
sitúa en el contexto de los derechos humanos y de solidaridad, de alcan
ce internacional, donde su ejercicio es colectivo ya que no depende de un
Estado, sino del esfuerzo de la sociedad en su conjunto. El derecho a la
ciudad representa un proceso donde distintos actores sociales reivindican
los derechos existentes formalmente, y en el que los movimientos sociales
y la ciudadanía luchan por hacerlos efectivos. A la luz de este enfoque, en
Introducción 21
siglo xxi, y ante las condiciones de decaimiento y degradación, este lugar
central atrae la atención de las instituciones y es incorporado a los proyec
tos de “revitalización urbana” de la ciudad. En el texto “Espacio público y
ciudadanía en la Zona Rosa, Ciudad de México”, Carmen Graciela Ornelas
Tavárez se introduce a la relación entre las prácticas sociales de los actores
urbanos que usan el espacio público y la construcción de ciudadanía, en
el marco del programa de “rescate integral” asociado a los cambios urba
nos y a las grandes construcciones que se realizan en la avenida Paseo de
la Reforma en los últimos años.
En contraste con este lugar central, en el proceso de expansión urbana
de la Ciudad de México al comenzar la segunda mitad del siglo xx, destaca
la apertura de espacios públicos para clases populares en la entonces pe
riferia, como el proyecto de la Ciudad Deportiva en la delegación Iztacalco,
ubicada al oriente de la capital. Este lugar se ha transformado impulsado
por los cambios urbanos y socioculturales de la ciudad, diversificando y
contemporaneizando los usos y apropiaciones con actividades locales y con
eventos masivos vinculados a industrias culturales globales que convocan a
públicos muy diversos. José Antonio García Ayala, en “Espacio público,
tiempo libre y ciudadanía en la Ciudad Deportiva, Magdalena Mixiuhca,
Ciudad de México”, reflexiona sobre el papel que ha jugado el espacio
público destinado al uso y disfrute del tiempo libre en la construcción
ciudadana. Argumenta el autor que el Estado y las instituciones a través
de las distintas políticas públicas que se han instrumentado en este lugar,
han limitado en unos casos y en otros ha impulsado la construcción de
una ciudadanía activa consciente de su derecho a la ciudad.
La experiencia de lo público en la Ciudad de México dialoga con dos
experiencias de la ciudad de La Paz, que nos introducen a la condición de
lo público y la ciudadanía en una ciudad capital latinoamericana de pe
queña escala que ha enfrentado transformaciones sin precedentes. En la
primera, presentada por Heidi Jane Mendoza Barrau, “La cultura ciuda
dana: una alternativa de involucramiento y apropiación ciudadana para
construir y habitar el espacio público”, se explica cómo los habitantes de
la ciudad de La Paz, Bolivia, están experimentando comportamientos
sociales que revelan la pérdida de identidad o debilitamiento del senti
miento regional que, en la práctica positiva, es lo que promueve el sentido de
pertenencia y de arraigo que las personas sienten por el territorio que
habitan.
Introducción 23
No obstante que los partidos políticos en los diferentes niveles del
gobierno expresaron su voluntad para tomar en cuenta la opinión ciuda
dana en el proceso del desarrollo urbano, se argumenta cómo, cuando esta
opinión pública se concreta y articula, la estrategia de los actores guber
namentales rompe con las expectativas normativas. Los argumentos se dis
cuten desde el enfoque de la acción comunicativa de Habermas para revelar
cómo la intervención urbana del gobierno de Berlín encubre el restableci
miento continuo de las condiciones que favorecen la inversión privada
especulativa inmobiliaria en la capital del país.
En el último apartado de esta línea de discusión, Max Welch Guerra
contribuye con el texto “Condicionantes políticas de la producción del es
pacio público. El caso del barrio de gobierno de Berlín”. El autor cierra el
libro con una reflexión sobre la experiencia de la ciudad de Berlín como
espacio público y argumenta que en las últimas décadas se observa mun
dialmente, paralelo a procesos de corrosión, un incremento de la atención,
importancia y revalorización del espacio público en relación con su diver
sificación funcional y social. Esta tendencia está asociada al papel del di
seño urbano a través de intervenciones estéticas en su transformación, así
como a la integración de estrategias de representación socioespacial.
Esta revalorización del espacio público, afirma Welch, se debe en bue
na medida a políticas urbanísticas públicas y explica que estos fenómenos
tienden a ser estudiados como casos individuales. El autor los considera
como política urbanística de una capital, eligiendo el caso representativo
de Berlín. Para ello, identifica las especificidades de la ciudad de Berlín
usando el concepto de la “Lógica propia de la ciudad” de Martina Löw
con el fin de presentar y evaluar ejemplos de diferentes estrategias urbanís
ticas imperantes desde el año 1990 del siglo xx hasta la primera década
del siglo xxi.
*
A través de estas tres líneas de reflexión, el libro se introduce al espacio
percibido, vivido y representado. Los autores exponen la complejidad de
lo público en ciudades muy diferentes entre sí, pero que comparten pro
cesos urbanos, atributos histórico-sociales, desigualdades y conflictos por
los derechos. Consideran la calidad física y relacional de los lugares de
movilidad y de encuentro, el redimensionamiento de lo público y lo pri
vado, el significado de lugares referentes de identidad como son los cen
tros y barrios históricos, las plazas y calles emblemáticas. En estos lugares
se produce la trama de relaciones cotidianas de la gente con la ciudad,
Fuentes consultadas
Introducción 25
, (1995), Theorie des kommunikativen Handelns, Suhrkamp, Frankfurt del
Main, 2 tomos.
Lefebvre, Henri (1994), The Production of Space, Blackwell Publishers, Londres.
Löw, Martina (2010), Soziologie der Städte, Suhrkamp, Frankfurt am Main.
Massey, Doreen (2005), “La filosofía y la política de la espacialidad”, en Leonor
Arfuch (comp.), Pensar este tiempo. Espacios, afectos, pertenencias, Paidós, Buenos
Aires, capítulo 4, pp. 101-129.
Ramírez Kuri, Patricia (2009), Espacio público y ciudadanía en la Ciudad de México.
Percepciones, apropiaciones y prácticas sociales en Coyoacán y su Centro Histórico,
Miguel Ángel Porrúa/iis-unam, México.
Sennett, Richard (1978), El declive del hombre público, Península, Barcelona.
Ciudad, espacio social y espacio público.
Diferencia y conflicto urbano
Geografías de responsabilidad*
Doreen Massey**
Identidades cambiantes
29
nes). En consecuencia, no están enraizadas ni son estáticas: son construc
ciones en transformación.
Este argumento tiene su equivalente en la reconceptualización de las
identidades espaciales. La comprensión de la naturaleza relacional del
espacio ha sido acompañada por argumentos acerca de la construcción
relacional de la identidad del lugar. Si el espacio es producto de prácticas,
trayectorias, interrelaciones, si hacemos espacio mediante las interaccio
nes en todos los niveles, desde las llamadas locales hasta las denominadas
globales, entonces las identidades espaciales tales como los lugares, las regio
nes, las naciones, así como lo local y lo global, también se constituyen de
manera relacional: son internamente complejas, esencialmente desvincu
lables en cualquier sentido absoluto, y cambian de forma inevitable en la
historia (Massey, 1994; Amin, 2004).
Tales reformulaciones teóricas han ido de la mano con compromisos
políticos y han tenido profundos vínculos con ellos. Lo que uno podría
llamar la “redefinición más general de la identidad” está involucrada con
una serie de corrientes: desde la determinación de desafiar la noción he
gemónica de los individuos como entidades atomísticas aisladas que to
maron su carácter esencial, o cuyo carácter les fue asignado antes de la
interacción social, mediante reevaluaciones de la formación de identida
des políticas, hasta los desafíos fundamentales presentados tanto por la
segunda ola del feminismo como por algunos autores en estudios posco
loniales. Para estos últimos grupos, repensar la identidad ha sido un
complemento teórico decisivo para una política que desconfía de los
esencialismos fundacionales; política que, más que reclamar “derechos”
para identidades predeterminadas (es decir “mujeres” o gays, o alguna
etnicidad mestiza), basados en supuestos de autenticidad, propone que es
al menos igual de importante desafiar las identidades en sí mismas y por
lo tanto —a fortiori— las relaciones por medio de las cuales aquellas iden
tidades han sido establecidas. Es importante mencionar desde ahora algu
nas cuestiones. Primero, que no obstante que en la literatura más amplia
existen muchos desacuerdos (y muchas variaciones de énfasis), entiendo
aquí “identidad” —y las prácticas de su constitución— como algo que es
al mismo tiempo material y discursivo. Segundo, puede observarse que
esta reformulación de la identidad en sí misma ya entraña una espaciali
dad diferente, una “geografía” distinta de identidades en general. Tercero,
el abandono político de la seguridad de una identidad fundada en lo que
podríamos llamar el “viejo sentido”, ha resultado complicado. Los largos
30 Doreen Massey
y densos debates sobre las posiciones políticas en la discusión sobre el uso
del término mujer son sólo un ejemplo. La discusión entraña no sólo con
fusiones teóricas y choques entre posiciones conceptuales y las demandas
de la política “real”, sino —como si no fuera suficiente— también enor
mes desafíos y trastornos emocionales. La propia conceptualización de
uno mismo no es el menor de estos desafíos. El capítulo de Linda McDowell
(2004) explora una situación crucial en este respecto, y establece una clara
conexión entre la conceptualización de la identidad y las demandas cam
biantes que se plantean a las políticas públicas y a la política en general.
Aquí radica otro aspecto de la conexión entre pensar de manera relacio
nal y la dimensión afectiva de la política, sobre la cual escribe Nigel Thrift
(2004). Es importante mencionar esto porque la política relacionada con
el replanteamiento de las identidades espaciales ha tenido, y continúa
teniendo un contenido emocional, y está expuesta a tocar sentimientos
y deseos profundos, no siempre inmediatamente vinculados con “lo polí
tico”. Repensar una política del lugar, o de la nación, tiene una carga
emocional.
Tal fue justamente el propósito que se atribuyó a pensar el lugar de
manera relacional: intervenir en una arena cargada políticamente. El ob
jetivo inicial fue combatir reivindicaciones localistas o nacionalistas del
lugar, basadas en características esenciales eternas y en consecuencia ex
clusivas de pertenencia: retener, mientras se reformula, una apreciación
de lo específico y lo distintivo, al tiempo que se rechaza lo provinciano.
Éste ha sido, por lo tanto, un compromiso teórico perseguido mediante
la participación en la política, y lo que quiero hacer en el presente trabajo
es llevar más lejos la reflexión sobre los espacios y los tiempos de la iden
tidad, así como investigar cómo pueden estar conectados con la cuestión
de la responsabilidad política. La ubicación política que despertó el inte
rés por tales investigaciones es Londres: ciudad global y llena de recursos
mediante los cuales los lineamientos de la globalización se inventan y se
coordinan. Se trata de un lugar muy distinto de las regiones consideradas
por Ash Amin en su artículo (2004); en consecuencia, los desafíos que
plantea tanto conceptual como políticamente, aunque se presentan dentro
del mismo marco, resultan muy distintos.
Geografías de responsabilidad 31
La cuestión
32 Doreen Massey
niega una política del lugar (véase también Low, 1997). La cercanía2 re
quiere ser negociada. Sin embargo, la construcción relacional de la iden
tidad implica también una segunda geografía. En efecto un “sentido global
de lugar” significa que cualquier nación, región, ciudad…, además de ser
internamente múltiple, es también un producto de las relaciones que se
extienden más allá de los límites de cada lugar. En su trabajo, Ash Amin
(2004) ha propuesto “una política de la conectividad” y es sobre este asunto
que deseo discutir. Londres, en su conjunto, es una ciudad rica; cierta
mente, no se ubica en el peor extremo del desarrollo desigual, cuenta con
vastos recursos y un alcalde que se define a sí mismo radical, quien ha
proclamado su deseo de trabajar para que Londres llegue a ser una ciudad
mundial sustentable. En principio, hay más opciones accesibles para Londres
que para las regiones que se ubican en el norte de Inglaterra. Es una ciu
dad que irradia el hecho de ser un lugar globalmente construido.
Entonces, de ser el caso, si tomamos con seriedad la construcción re
lacional de la identidad, debemos plantear, primero, la cuestión de la
geografía de las relaciones mediante las cuales la identidad de Londres
—por ejemplo— se establece y se reproduce. Ello, a su vez plantea la
pregunta de cuál es la naturaleza de la relación social y política de Lon
dres con tales geografías. ¿Cuál es —en una imaginación relacional y a la
luz de la construcción relacional de la identidad— la geografía de nuestra
responsabilidad social y política? En otras palabras, ¿qué hay de la cues
tión del extraño despojado?3
Geografías de responsabilidad 33
“Vivir es vivir localmente, y conocer es antes que nada conocer el lugar
en que uno se encuentra” (1996: 18). O nuevamente, Arif Dirlik propone
que “La conciencia del lugar […] es intrínseca a la existencia humana”
(1998: 8). O en último lugar —y cito éste en particular porque ellos erró
neamente me atribuyen el sentimiento—, Carter, Donald y Squires en su
colección llamada precisamente Space and Place [Espacio y lugar], estable
cen que “el lugar es un espacio al cual se le ha asignado un significado”
(1993: xii).
Ahora bien, quiero demostrar que este argumento es a la vez intelec
tualmente insostenible y políticamente problemático.
Una primera y obvia pregunta alude al discurso universalizador en
que muchas de tales afirmaciones son alojadas. ¿El lugar tiene siempre
una significación? ¿Para todos y en todas partes? ¿Es siempre una fuente
primaria para la producción de una identidad personal y cultural? Vale la
pena explorar esto más profundamente.
Un aspecto de tal universalización de lo significativo del lugar tiene
que ver, irónicamente, con la producción de la diferencia (y en este dis
curso lo “local” con frecuencia es invocado como fuente de diferencia
ción). El “lugar” es planteado como uno de los ámbitos a través de los que
la identidad se arraiga y se desarrolla. Las citas anteriores sugieren esta
noción, y Charles Tilley la aclara directamente: “La identidad personal y
cultural está vinculada con el lugar; un topoanálisis explora la creación de
la identidad propia mediante el lugar. La experiencia geográfica comienza
en los lugares, se extiende a otros mediante espacios, y crea paisajes o
regiones para la existencia humana” (1994: 15). Para Tilley, la manera en
que el lugar/ubicación alimenta la identidad, puede ocurrir tanto a nivel
de los individuos como a nivel de las “culturas”. La afirmación del lugar,
al renombrarlo, o por medio de reclamos de territorio y demás, puede
también ser un desafío significante en el establecimiento de identidades
políticas. Las luchas de liberación nacional han batallado largamente con
esto. Y en el análisis que hace Arturo Escobar de las “luchas locales” del
Proceso de las Comunidades Negras a lo largo de la Costa del Pacífico de
Colombia, señaló que tuvieron como uno de sus ejes de orientación, una
lucha por el territorio: “La lucha por el territorio es entonces una lucha
cultural por la autonomía y la autodeterminación” (Escobar, 2001: 162).
Los ejemplos en este sentido abundan.
Estas luchas por el lugar, la significación que se halla en el lugar y la
significación misma del lugar, nos hacen regresar al argumento de la sec
34 Doreen Massey
ción previa de que en todo reconocimiento, incluso mínimo, de la cons
trucción de la relación entre espacio e identidad, el “lugar” debe ser sitio
de negociación, y de que dicha negociación a menudo será conflictiva.
Esto entonces, es un primer alejamiento de las proposiciones universalis
tas/esencialistas implícitas en algunas evocaciones de la significación de
lugar. De hecho podría constituirse en un reto político fundamental desa
fiar y cambiar la identidad hegemónica del lugar y la manera como los
habitantes de una localidad particular la imaginan, y en consecuencia
usan la imaginación para reconstruirla. El proceso que llaman “resubjeti
vación” es una herramienta fundamental en el intento de J. K. Gibson-
Graham, de trabajar mediante una política activa del lugar en el contexto
de la globalización. Volveremos a considerar más adelante la importan
cia de este trabajo para estos temas. La discusión central ahora es que
esta relación entre lugar e identidad —en sus muchas dimensiones poten
ciales— es significativa, aunque no en la forma propuesta por escritores
como Casey. Y una de las implicaciones de esta afirmación es que es muy
importante cómo son conceptualizados tanto el “lugar” como la “identidad”.
Un segundo grupo de cuestiones que deben ser planteadas ante la
contraposición que se hace a menudo entre espacio y lugar, nos conduce
—nuevamente— al espacio relacional. Si nos suscribimos a la constitu
ción relacional del mundo, en otras palabras a la constitución mutua de lo
local y de lo global, entonces esta contraposición se encuentra en arenas
movedizas. La “realidad vivida de nuestras vidas cotidianas”, tan a menudo
invocada para reforzar la significación del lugar, se encuentra de hecho
muy dispersa en sus fuentes y en sus repercusiones. Por supuesto, el gra
do y la naturaleza de esta dispersión van a variar según los individuos, los
grupos sociales y los lugares; pero la proposición general vuelve compli
cado plantear seriamente el “espacio” como el exterior abstracto del “lu
gar” vivido. ¿Dónde dibujaría usted la línea alrededor de “la realidad
territorial de su vida cotidiana”? Como escribe Ash Amin, “[…] lo habitual
ahora por lo regular se basa en el compromiso a distancia” (2004: 8). Mi
argumento central aquí no es que el lugar no sea concreto, territorial, real,
etcétera; sino más bien que el espacio —el espacio global— lo es también.
Hay muchas vertientes en esta proposición. El trabajo de Bruno La
tour aporta una de ellas. En su obra We Have Never Been Modern [Nunca
fuimos modernos] (1993), pregunta si un ferrocarril es local o global (p. 117).
Su respuesta es que no es ni lo uno ni lo otro. Es global porque en cierto
Geografías de responsabilidad 35
sentido va alrededor del mundo; puede usted viajar en él de París a Vladi
vostok (y el hecho de que este ejemplo deje fuera a toda África y Austra
lasia —al igual que algunos otros lugares— es sólo un caso particular
mente claro de la muy selectiva incorporación de lo global que practica
la “globalización”). Sin embargo —y éste es el punto central aquí—, el
ferrocarril es también en todas partes local en lo que se refiere a trabaja
dores ferroviarios, señales, recorrido, puntos, estaciones. Lo que Latour
subraya en forma excelente es la territorialidad, el emplazamiento, incluso
del denominado fenómeno “global”. El mismo punto ha sido señalado a
menudo por geógrafos como Kevin Cox (consúltese su colección de 1997,
Spaces of Globalization: Reasserting the Power of the Local [Espacios de globaliza
ción: reafirmando el poder de lo local]), y acerca de esos sectores icónicos de
la globalización: las finanzas y la “alta tecnología”. ¿Podrían las finanzas
globales existir sin ese claramente definido anclaje en el lugar llamado
la City4 en Londres, por ejemplo? ¿Podrían ser globales sin ser locales?
Sin embargo aquí se trata sólo de una parte del vocabulario evocador
del lugar: es hablar de arraigo. Lo que quiero argumentar aquí es que
esto en sí mismo comienza a poner de relieve un desplazamiento termi
nológico en algunos de los discursos sobre la significación de lugar. Ha
blar de arraigo es hacer eso y solamente eso. Una dimensión importante
de la posición fenomenológica, es que la relación significativa con el lugar
está íntimamente ligada con la naturaleza encarnada de la percepción. En
otras palabras, se trata de territorialización, de materialización. Una di
rección en la cual llevar dicho argumento es que toda territorialización,
mediante el hecho mismo de la ubicación, resulta significativa. Una línea
heideggeriana de pensamiento podría seguir esta dirección. Sin embargo,
hacer esto significa abandonar el “espacio” completamente; pues sólo
queda el lugar. Ciertamente, no puede haber dicotomía entre un lugar
lleno de significado y un espacio que es abstracto.
Pero como hemos visto, la dicotomía no sólo se mantiene sino que
aparece ampliamente en el debate en torno al lugar, sobre todo en el con
texto de la globalización. Ante esto, sólo ciertas formas de ubicación y de
materialización, ciertas relaciones situadas en forma específica, pueden
entrañar significación, así como la creación de identidad. En esta línea de
argumentación, Arturo Escobar, quien, en su artículo fundamental sobre
esta cuestión, menciona previamente el enfoque fenomenológico a la sig
El término City, usado por la autora para denominar la ciudad de Londres. (N.d.T.)
4
36 Doreen Massey
nificación del lugar, señala que “[…] el capital opera en el nivel local [es
decir que se encuentra anclado en el territorio] pero no puede tener un
sentido de lugar, ciertamente no en un sentido fenomenológico” (2001:
165). Este es un punto importante, ya que la espacialidad tiene por lo
tanto que tener ciertas características para ser significativa. Pienso que
algunas de las afirmaciones fenomenológicas más universalistas comien
zan a desentrañarse en este punto. Y Arif Dirlik escribe sobre la “carencia
esencial de lugar del capitalismo” (citado en Gibson-Graham, 2002: 34).
Aquí nuevamente, el “lugar” debe distinguirse de la simple localización.
Pareciera, sin embargo, que este argumento presenta todavía algunas
dificultades que es importante abordar. Escobar, nuevamente, señala que:
“Desde una perspectiva antropológica, es importante poner de relieve la
localización de todas las prácticas culturales, lo que se deriva del hecho
de que la cultura es llevada a los lugares por cuerpos […]” (2001: 43).
Pero el capitalismo es una práctica cultural, o al menos tiene sus lados
culturales; y éstos pueden variar según los lugares. La confrontación vital
entre el neoliberalismo anglosajón y el intento europeo continental de
sostener una forma más socialdemocrática, es uno de los ejemplos evi
dentes al respecto. El capitalismo también es “llevado a los lugares por los
cuerpos”. De hecho, políticamente es importante reconocer esto, para
evitar el imaginar la economía (o el mercado) como una máquina, imagen
que lo deshabilita para el debate político.
Mi objetivo aquí realmente no consiste en entablar un debate con
autores con quienes coincido en muchos aspectos, sino señalar algunas
preocupaciones sobre el tipo de argumentos que se utilizan acerca de la
naturaleza del lugar y de lo local, y sugerir que hay cuestiones que aún no
han sido atendidas respecto a las relaciones entre lugar, espacialización y
significado.
Esto es importante para el argumento planteado, menos en función de
desafiar las bases de la significación del lugar y más para comenzar a ex
plorar sus amplias ramificaciones potenciales. Si el espacio realmente ha
de ser pensado de manera relacional y si se toma en serio la proposición de
Latour, entonces el “espacio global” no es más que la suma de relaciones,
conexiones, espacialización y prácticas. Estas cosas son plenamente coti
dianas y están localizadas al mismo tiempo que pueden, cuando se articu
lan, recorrer el mundo. El espacio no es lo que está fuera del lugar; no es
abstracto, no está de algún modo “por allá” o desmaterializado. Pero esta
Geografías de responsabilidad 37
afirmación aun plantea a su vez una pregunta: ¿cómo puede tal tipo de
espacialidad ser significativa a través de la distancia?
Este es todo un tema porque, ciertamente en las sociedades occiden
tales, hay una geografía hegemónica de cuidado y de responsabilidad que
toma la forma de esas muñecas rusas que se encuentran unas dentro de
otras.5 Primero está el “hogar”; luego acaso el lugar o la localidad; des
pués, la nación, y así sucesivamente. Hay una especie de entendimiento
aceptado de que nuestro primer cuidado y responsabilidad es hacia los
que tenemos más cerca. Hay dos cualidades de esta geografía que sobre
salen; es absolutamente territorial, y procede hacia el exterior desde lo
pequeño y lo más próximo.
Hay muchas razones que explican esa geografía de muñecas rusas.
Está sin duda —y sin dejar de reconocer a los argumentos precedentes— el
impacto prevaleciente, en este mundo que a veces se le califica de ser cada
vez más virtual, de la proximidad espacial, física. Destaca la atención per
sistente en las relaciones padre-hijo como referente icónico para las cues
tiones de cuidado y responsabilidad (véase Robinson, 1999, para una
crítica muy aguda en torno a esto, y a sus efectos). Se trata de una aten
ción que ya se encuentra geográficamente “alterada” por las numerosas
relaciones familiares, como resultado de la migración que se desplaza so
bre distancias en verdad globales. Están todos los discursos de acerca del
territorio, de la nación y de la familia, a través de las cuales cotidianamente
se nos apresura a construir nuestros mapas de lealtad y de afecto. Está el
hecho de que, en este mundo tan frecuentemente descrito como espacio
de flujos, mucha de nuestra política democrática formal es organizada
territorialmente, y esa tensión espacial se halla en el centro de las interro
gantes formuladas en este texto. También se ha sugerido que esta aten
ción en lo local y la significación exclusiva de lo local, ha sido reforzada
por el poscolonialismo y el posestructuralismo a través de una desconfian
za hacia los metarelatos.
Hay, entonces, muchas razones para esa geografía de muñecas rusas
de cuidado y de responsabilidad, que se ancla en el territorio y se centra
en lo local. Sin embargo, me parece que esta geografía se encuentra fun
damentalmente reforzada por la persistencia de la idea que coloca al lugar
local como asentamiento del significado genuino, y en consecuencia, al
espacio global como carente de significado, como el exterior abstracto.
Matrushkas.
5
38 Doreen Massey
Murray Low ha contrapuesto el entendimiento relacional del espacio
y del lugar que subyace en el presente texto, con otro poderoso e influ
yente discurso mediante el cual, según él, “[…] ha habido una reafirma
ción de cercanía o de interacción cara a cara en diversas formas como
fuente de moralidad en la vida social” (Low, 1997: 260-261). Cita a Bau
man (1989; 1993) al respecto, y contrapone la posición de dicho autor con
la reconceptualización de lugar que se defiende aquí:6
Identidad y responsabilidad
Existen, de hecho, muchas fuentes sobre las cuales reflexionar. Una de las
más notables es el trabajo de las filósofas feministas Moira Gatens y
Genevieve Lloyd que articula muchos aspectos del debate dentro de la
geografía. En su libro Collective Imaginings [Imaginaciones colectivas] (1999),
han intentado reformular la noción de responsabilidad al pensarla a través
de la filosofía de Spinoza. Su “responsabilidad spinozista” como ellas la
llaman, tiene muchas características que son congruentes con los argumen
Geografías de responsabilidad 39
tos desarrollados en este texto. Primero, se trata de una responsabilidad
que es relacional: depende de una noción de entidad (individuo, grupo
político, lugar) que se construye en relación con otros. Segundo, es una
responsabilidad que se materializa en la manera como se dice que el lugar
se materializa. Y tercero, esta es una responsabilidad que es más extensa,
es decir que no está restringida a lo inmediato o a lo más local.
Lo que preocupa a Gatens y Lloyd, sin embargo, es la extensión en el
tiempo y, en particular, la responsabilidad presente por los hechos histó
ricos. El interés específico es la potencial responsabilidad colectiva austra
liana blanca hacia la sociedad aborigen por los acontecimientos históricos.
Señalan:
40 Doreen Massey
nativo en el cual podemos aprender “[…] a pensar no en cómo el mundo
es sujeto a la globalización (y a la economía capitalista global) sino cómo
estamos sujetos al discurso de la globalización y de las identidades (y narra
tivas) que nos dicta” (pp. 35-36, cursivo en el original). Como en el trabajo
de Gatens y Lloyd, quiero conducir esta discusión en una dirección lige
ramente distinta. Mientras todos estamos de hecho discursivamente sujetos
a un discurso desempoderador acerca de la inevitabilidad y de la omnipo
tencia de la globalización, materialmente las identidades locales creadas me
diante la globalización, varían de manera sustancial. No todos los lugares
locales están simplemente “sujetos a” la globalización. La naturaleza de la
resubjetivación requerida, y de la responsabilidad implicada, en conse
cuencia también varía de un lugar a otro. Esta línea de argumentación
será retomada en forma central en la siguiente sección.
La persistencia de un imaginario geográfico esencialmente espacial y
enfocado en lo cercano más que en lo lejano es también evidente incluso en
el trabajo de Gatens y Lloyd. Cuando estas autoras abordan lo espacial,
en la cuestión de la construcción de identidades, señalan que “la experien
cia de la diferencia cultural es ahora interna a una cultura” y citan a James
Tully: “La diversidad cultural no es fenómeno de otros exóticos e incon
mensurables en tierras lejanas [...]. No. Está aquí y ahora en toda socie
dad” (Tully, 1995: 11). Pero, ¿por qué oponer estos elementos? La hibrida
ción interna del lugar es incuestionable. Sin embargo, la diferencia
cultural inevitablemente implica también a los “otros” muy distintos que
se encuentran en tierras muy lejanas. En nuestra preocupación actual por
la hibridación en el lugar donde estamos, no debemos olvidar esa geogra
fía más amplia.
Fiona Robinson ha abordado algunas de estas preguntas. En el libro
Globalization Care: Ethics, Feminist Theory and International Relations [Los cui
dados de la globalización: ética, teoría feminista y relaciones internacionales] (1999),
cuestionan el supuesto de que la familia sea el modelo base para las re
laciones de cuidados. Al quitar la responsabilidad y el cuidado de esa
restricción imaginativamente localizadora y territorializadora, pero al
mismo tiempo manteniendo el apego que presupuestamente representa,
la autora argumenta la posibilidad de un apego relacional más extenso, y
por tanto aporta un componente más al proyecto de repensar las relacio
nes a la distancia: la cuestión del extraño despojado.
Geografías de responsabilidad 41
Sobre no exonerar lo local
42 Doreen Massey
acción; también es, a mi juicio, una comprensión muy limitada de la es
pacialización, simplemente entendida como heterogeneidad interlocal.
Gibson-Graham, Escobar, Harcourt y muchos otros quieren ir más
allá de esta visión limitada de la capacidad de acción local. Para Gibson-
Graham, uno de los aspectos críticos tiene que ver con reimaginar el
“capital” y “lo global”, ya no como identidades singulares autoconstitui
das sin interrupción, junto con la afirmación de la existencia del derecho
a otros tipos de prácticas, y a otras maneras de organizar lo económico. Se
trata de una forma de reimaginar, de una comprensión alternativa, que,
como lo argumentan ellos es un elemento esencial en la redistribución del
potencial para la capacidad de acción: un intento de apartarse de la posi
ción de pensar la identidad propia como simplemente “sujeta a” la globa
lización; es un proceso que va de la mano con habitar esa identidad re
construida, a través del compromiso con una práctica política encarnada. El
énfasis en la materialización de todo esto, de nuevo, es interesante. De sus
opositores, los “globalistas” ( globalists), Gibson-Graham escriben sobre el
rechazo de la política local como si pareciera “emanar de un estado cor
poral, no sólo de una posición intelectual razonada” (p. 27). Esta es una
observación asombrosa, que resuena con todos aquellos razonamientos
acerca del deseo de la ciencia occidental por desconectarse del mundo de
lo desordenado de lo local. Como discutiré más adelante, puede haber
algo más en juego.
Estos argumentos en favor tanto de reconocer el potencial de la capa
cidad de actuar local, como de actuar sobre ella, resultan sumamente
importantes, y me gustaría llevarlos hacia direcciones distintas. Una vez
más, regresamos a la naturaleza de la capacidad de actuar.
Es mucho de lo que se ha escrito sobre el tema, la capacidad de actuar, o
la capacidad potencial de actuar, que se atribuye a lo local, podría estar
caracterizada ya sea en términos de resistencia y contrataque (es decir,
defendiéndose de alguna manera de las fuerzas “globales”) o bien en térmi
nos de construir alternativas, caracterizadas como la obtención de venta
jas de las áreas de la economía y de la sociedad que no se encuentran
simplemente “sujetas a” la globalización. Ninguno de los autores a quie
nes he citado defiende una política que plantee simplemente que lo local
(lo bueno) se posiciona en contra de lo global (lo malo).8 Tampoco se
trata de un localismo basado en algún tipo de esencialismo romántico del
8
Aunque Gibson-Graham se pronuncian en defensa de lo local en oposición a una política extensiva
(véase la crítica que hacen a Dirlik, mencionada después), no es la posición que se sostiene en el presente
capítulo.
Geografías de responsabilidad 43
lugar. Sin embargo, es una política caracterizada una y otra vez por “de
fender” el lugar.
Existe otra forma de abordar esta cuestión, tomando en serio la cons
trucción relacional del espacio y del lugar, considerando seriamente el
anclaje local incluso de lo global y tomando en serio el mantra a menudo
repetido de que lo local y lo global se constituyen mutuamente. Desde
este punto de vista, los “lugares” se entrecruzan en las geometrías de poder
más amplias que los constituyen tanto a ellos como a “lo global”. Desde
esta perspectiva, los lugares locales no siempre son simples víctimas de lo
global; tampoco resultan siempre reductos políticamente defendibles en
contra de lo global. Los lugares son también los momentos a través de los
cuales lo global es constituido, inventado, coordinado, producido. Los lu
gares son “agentes” en la globalización. Destacan dos implicaciones inmedia
tas. La primera es el hecho de que la producción inevitable de lo local por
lo global, significa que potencialmente se adquieran algunos mecanismos
globales más amplios, mediante las políticas “locales”. No sólo al defen
der lo local contra lo global, sino al buscar alterar los mecanismos de lo
global mismo. Una política local con más amplio alcance; una política local
sobre lo global; y también necesitamos referirnos a la política global. Esto,
entonces, es un elemento fundamental, diferente, para reconocer la capa
cidad potencial de acción de lo local.
La segunda implicación en esta línea de discusión nos remite de nuevo
a la cuestión central del presente capítulo. Si las identidades de los lugares
son de hecho producto de relaciones que se diseminan más allá de ellos
(si pensamos el espacio/lugar en términos de flujos y (des)conectividades,
más que sólo en términos de territorios), entonces ¿cuál debiera ser la rela
ción política hacia esas geografías más amplias que se están construyendo?
Ahora bien, esta es una proposición general. Por supuesto que, luga
res diferentes están construidos como tipos distintos de nodos dentro de
la globalización; cada uno tiene distintas posiciones dentro de las amplias
geometrías de poder de lo global. En consecuencia, también varían tanto
las posibilidades de intervenir en dichas relaciones constitutivas más am
plias (la capacidad de compra, de adquisición), como la naturaleza de la
relación política potencial hacia ellas (incluido el grado y naturaleza de
la responsabilidad). Como bien lo señala y ejemplifica Escobar, una de las
implicaciones significativas de pensar la globalización en términos del
espacio genuinamente relacional es la multiplicación y la diversificación
44 Doreen Massey
de las posiciones discursivas. Este autor alude sobre todo a la considera
ción de las culturas locales: “Uno debe trasladarse al terreno de la cultura”
(2001: 165). Gibson-Graham agregarían a esto articulaciones muy dife
rentes que existen en los distintos lugares del capitalismo y otras formas
de la economía. Mientras estas cuestiones claramente diferencian a los
lugares, es necesario agregar como una fuente más de diferenciación, la
posición marcadamente contrastante de los lugares en diferentes partes
del mundo en términos de los patrones y de las relaciones de poder en su
conectividad más amplia (punto bien argumentado por Eugene McCann,
2002). Dicho claramente, en los mecanismos de la globalización, se ad
quieren muchos más bienes en algunos lugares que en otros.
Pienso que no es accidental que mucha de la literatura que se posicio
na en defensa del lugar, provenga del Tercer Mundo o trate acerca de él,
o por ejemplo, de lugares que se desindustrializan en el Primer Mundo.
Desde tal perspectiva, la globalización capitalista ciertamente parece
llegar como una fuerza externa amenazante. De hecho, Escobar, en su
comentario sobre el argumento de Dirlik de que en años recientes en los
escritos académicos ha habido “una supresión del lugar”, argumenta que
dicha supresión ha sido un elemento del eurocentrismo. La discusión es
muy importante:
Geografías de responsabilidad 45
interés por las regiones. En el Reino Unido hubo un programa importan
te de estudios sobre las localidades. Como se ha señalado, hay notables
diferencias entre la geografía en los Estados Unidos y en la Europa de
habla inglesa, y los otros países de Europa occidental tienen a su vez sus
propias variaciones (véase Massey y Thrift, 2003). No es posible genera
lizar desde los Estados Unidos a todo el Primer Mundo.
Segundo, es importante notar que Escobar trata de no caer en una
comprensión esencialista o simplemente limitada del espacio. Sin embargo,
vale la pena considerar si el tipo de formulación usada por José Bové —la
defensa de la variación— puede ser preferible. Y aunque el argumento
central de su artículo es la defensa del lugar, posteriormente amplía su
planteamiento: “es necesario pensar acerca de las condiciones que podrían
hacer de la defensa del lugar —o más precisamente, de las construcciones
particulares del lugar y de la reorganización del lugar que podría implicar—,
un proyecto realizable” (Escobar, 2001: 166, cursivas en el original). Esta
cuestión es crucial.
Tercero, puede ser que una construcción particular del lugar no resulte
defendible; no por lo impracticable de tal estrategia, sino porque la cons
trucción de ese lugar, las redes de relaciones de poder a través de las cua
les se construye y la manera como sus recursos son movilizados, consti
tuyen precisamente lo que debe ser cuestionado. Estoy pensando aquí en
un lugar particular. Como señalé al principio de esta reflexión sobre las
geografías de responsabilidad, lo que la provocó fue pensar en lo que po
dría ser una política del lugar para Londres.
“Londres”, como un nodo en las geometrías de poder de la globaliza
ción, difícilmente podría ser más distinto de aquellos lugares de la selva
tropical del Pacífico colombiano sobre los cuales escribe Escobar, y de
algunos de los lugares de desinversión que Gibson-Graham han estudiado.
Por supuesto, que existen diferencias en su interior, es violentamente
desigual y a veces cuestionado. Pero, Londres es también sin duda un
“lugar” en donde ciertos elementos importantes de la globalización capi
talista son organizados, coordinados y producidos. Este lugar, junto con
otros pocos, es una de sus sedes más importantes.
La obra de Saskia Sassen (1991, y subsiguientes) ha sido de particu
lar importancia para establecer la naturaleza y la significación de esos luga
res que llamamos “ciudades globales”. A partir de su libro The Global City
[La ciudad global], la autora ha señalado el papel estratégico que desempe
ñan estos lugares como puntos de mando dentro de la economía global,
46 Doreen Massey
como sitios estratégicos para las finanzas y los servicios financieros y de
producción; como sitios de producción e innovación; y como mercados.
Estos lugares, por lo tanto, no encajan fácilmente en la comprensión ge
neralizada de lo local como producto de lo global. Es en estas áreas locales
donde se origina mucho de lo que llamamos “lo global”. En la introduc
ción a la publicación colectiva Global City Regions [Las regiones de la ciudad
global] (2001), Allen Scott, John Agnew, Ed. Soja, y Michael Storper aluden
en muchas ocasiones al mismo punto: los enormes recursos concentra
dos en estas ciudades, que son movilizados para producir y coordinar la
“globalización”. Éstos “funcionan como nodos espaciales fundamentales
de la economía global y como actores políticos distintivos en el escenario
mundial” (p. 11). Entonces, las ciudades globales no son sólo “productos”
de la globalización. Más aún, es el hecho mismo de la globalización, el
grado creciente de dispersión espacial, lo que ha ido reforzando su centra
lidad (Sassen, 1991; Scott et al., 2001). Hay un círculo virtuoso en el cual
estas ciudades son clave.
También es clave para este argumento de Sassen que las varias líneas
de coordinación y control no pueden ser sólo asumidas (digamos, a partir del
tamaño de las ciudades, o por ubicarse en ellas bancos, corporaciones e
instituciones regulatorias internacionales); en efecto, estas líneas son pro
ducidas y mantenidas de manera continua. Por lo tanto, “Una dinámica
clave que cruza estas diversas actividades y organiza mi análisis del lugar
de las ciudades globales en la economía mundial, es su capacidad de
producir control global” (p. 6). Hay “una nueva industria básica en la pro
ducción de las operaciones de gestión y control, de los servicios altamen
te especializados necesarios para dirigir la economía mundial, de los
nuevos instrumentos financieros” (p. 14). Podríamos añadir, la produc
ción de discurso político e ideológico, de construcciones culturales y sim
bólicas. La autora se refiere a “la práctica del control global” (p. 325, cur
sivas en el original). Este énfasis en la producción es significativo de dos
maneras. Primero, como lo demuestra Sassen, porque ancla el proceso de
globalización en el lugar: “un enfoque sobre la producción no tiene como
unidad de análisis a los actores poderosos, ya sean corporaciones multi
nacionales o gobierno, sino al sitio de producción: en este caso, las gran
des ciudades” (p. 325). Lo que estas ciudades reúnen es algo más que sólo
las organizaciones de más alto nivel de la globalización, también reúnen
una enorme complejidad de instituciones afiliadas y subsidiarias. El lugar,
podemos afirmar, evidentemente tiene importancia.
Geografías de responsabilidad 47
Si sumamos ahora a los argumentos de Sassen y de otros autores so
bre la naturaleza de las ciudades globales como Londres, las reflexiones
sobre la identidad y la responsabilidad postuladas por Gatens y Lloyd,
surge una nueva línea de discusión acerca de la naturaleza potencial de las
políticas “locales”, o que tienen como base el lugar. Al entender la forma
ción de esa porción de su identidad como una ciudad global de elite fi
nanciera (y éste es el aspecto de su identidad más enfatizado por los pla
nificadores de la ciudad y por quienes formulan las políticas, por no
mencionar a la City misma), “entendemos también las demandas de res
ponsabilidad” hacia aquellas relaciones que se construyen con otras par
tes del mundo y a través de las cuales tal identidad se construye.
Más allá, la segunda implicación del énfasis que da Sassen en la pro
ducción (más que la simple aceptación) del control global en diversas for
mas, es que permite también destacar que no es un proceso inevitable.
Esta producción puede ser intervenida. Es decir que existe una posibilidad
para la política. Este es un argumento planteado por John Allen (2003) en
su trabajo sobre el poder. Y al especificar las posibilidades de intervención,
las diversas vertientes políticas potenciales abiertas para asumir responsa
bilidad de esta identidad de ciudad global, Allen argumenta que también
sería necesario desagregar y caracterizar mucho más claramente las for
mas en que los recursos acumulados en Londres son de hecho moviliza
dos en formas distintas de poder.
Esta sería, entonces, una política local que tomara en serio la cons
trucción relacional de espacio y lugar. Entendería que esta construcción
relacional es altamente diferenciada de un lugar a otro, a través de la
marcadamente desigual disposición de recursos. Eso es particularmente
cierto en lo que se refiere al fenómeno específico de la globalización capi
talista. La movilización de recursos en las relaciones de poder entre luga
res es también sumamente diferenciada, y una política local del lugar
debe tomar en este aspecto.
Gibson-Graham escriben de sus antagonistas los “globalistas” que “su
interés en la globalización es entenderla, exponerla con la esperanza de
transformarla; pero lo local no los atrae como sitio que presenta en forma
realista desafíos y posibilidades” (p. 28). Su propia estrategia consiste en
defender una política específicamente local y criticar otro tipo de políti
cas, tal como hace Dirlik, cuando parece que lo local puede ser valorado
menos en sí mismo y más como base potencial para emprender acciones
más amplias. Estoy tratando de proponer algo distinto nuevamente: que
48 Doreen Massey
una implicación de la inequidad que es inherente a la globalización capi
talista es que la relación local con lo global puede variar, y en consecuen
cia también las coordenadas de cualquier política local potencial de desa
fiar tal globalización. Aún más precisamente, “el cuestionamiento la
globalización” podría significar en consecuencia desafiar, más que defen
der, a ciertos lugares locales.
Ciertamente, parece que argüir en favor de la “defensa” del lugar de
manera indiferenciada, es justamente mantener esa asociación de lo local
con lo bueno y lo vulnerable, lo que tanto Escobar como Gibson-Graham
objetan con razón. Ello contribuye a la idealización persistente de lo local.
Gibson-Graham escriben sobre las dificultades de superar una imagina
ción en la cual lo global está inevitablemente impregnado de más “poder”
y de capacidad de actuar que lo local. En la mayor parte de los discursos
sobre la globalización, se identifica claramente esta crítica. Sobre todo si
el lugar local es Londres, Tokio o Nueva York.
Lo que me preocupa aquí es la persistente exoneración de lo local. Ésta
se traduce no sólo en atribuir culpa a las fuerzas globales externas por
todos los malestares locales, y en la contraparte de que se entiende el
“lugar local” en términos absolutamente positivos. También se traduce en
una concepción de la globalización como proceso que se produce siempre
en otro lugar.
Bruce Robbins, en su libro Feeling Global [Sintiéndose global] (1999:
154), reflexiona irónicamente sobre ciertas disputas políticas en Estados
Unidos referentes a la globalización:
Geografías de responsabilidad 49
sus políticas progresistas uno podría formular el mismo argumento que
Robbins hace respecto del “anticapitalismo” en los Estados Unidos.
Teórica y conceptualmente, esta postura política concuerda con una
concepción de la globalización capitalista como algo que está “por allá”. La
evocación de un capitalismo que carece de lugar puede conducir demasia
do fácilmente a borrar de la imaginación los lugares en los cuales el capi
talismo, y por lo tanto la globalización, se encuentra definitivamente in
crustrado. 9 En esos lugares, como la City de Londres es donde el
capitalismo ha acumulado los recursos esenciales para la movilización de
su poder. Se trata de una posición que borra el lugar, lo que lo discapacita
políticamente.
De hecho, hay un dilema similar en el argumento más amplio de Dir
lik que plantea que la supervivencia de las culturas basadas en el lugar
será asegurada sólo cuando la globalización de lo local compense la loca
lización de lo global. Pienso que es lo que quiere decir en términos so
ciales como conceptuales (Gibson-Graham, 2002: 34; Escobar, 2001: 163).
Pero, como Gibson-Graham señalan en relación con el desarrollo, se
trata de “[…] un comentario curioso, dado que ese ‘desarrollo’ está ahora
ampliamente reconocido como proyecto ‘local’ de economías y regiones
occidentales particulares que muy exitosamente se globalizaron” (2002:
55). Se puede hacer un paralelismo exacto con la larga historia del capita
lismo y sus formas actuales en la globalización, o acerca de formulaciones
tales como “la cultura global supera las culturas locales” (Escobar, 2001:
144, en un comentario que hace sobre Castells y Dirlik). Para algunos es
critores en los Estados Unidos y en Europa occidental en particular, esto
es pasar por alto las raíces locales de lo global, entender —en la manera
clásica— lo local dominante como algo global/universal.
Esta imaginación del capitalismo/globalización que se encuentra de
alguna manera “por allá”, tiene semejanzas interesantes con esa noción
del poder, o los recursos del poder, que está por todas partes. Como John
Allen señala, se trata de una imaginación que vuelve particularmente di
fícil el desafío político (2003: 196). Es importante que analicemos y reco
nozcamos tanto las formas específicas de poder que participan en cada
9
Sólo para aclarar esto: el uso que hace Dirlik de “lugar”, resulta bastante restringido; pero,
como he señalado antes, esto puede tener sus propias dificultades. Más aún, lugares tales como la
City, los corazones mismos de un capitalismo internacional y los lugares cultivados para emanar ese
estatus y mantener una posición monopólica sobre él, son de hecho también “lugares” en un estrecho
sentido (véase aquí el trabajo de Michael Pryke, Linda McDowell, y Nigel Thrift).
50 Doreen Massey
caso particular, como las localizaciones específicas de los recursos que lo
hacen posible.
En su continua lucha por alterar el binomio local/global, Gibson-
Graham señalan las “[…] prácticas de resubjetivación, un conjunto de
intervenciones encarnadas que intentan confrontar y reconfigurar las
formas como vivimos y representamos el poder de lo global” (p. 30). Ar
gumentan que esta reimaginación del posicionamiento de lo local es ab
solutamente decisiva porque “[…] aborda el profundo sustrato afectivo
de nuestra sujeción a la globalización” (p. 30). Esta reimaginación es en
efecto crucial para cualquier tipo de empoderamiento, pero en ciertas
localidades dentro de las desiguales geometrías de poder de la globaliza
ción capitalista, la “resubjetivación” debe incluir también el reconoci
miento de las responsabilidades vinculadas con las relaciones y los aspectos
de nuestra identidad —incluyendo los de nuestros lugares— a través de
los cuales nosotros y nuestros lugares, hemos sido construidos.
Quizá el aspecto principal de la dimensión que llamamos “espacio” es
que es la dimensión de la multiplicidad, del más-que-uno (Massey, 1999).
Un elemento vital que esta perspectiva nos aporta es la insistencia, inclu
so en el marco de la globalización, en una pluralidad de posiciones. Incluido
dentro de esto, es fundamental en la producción de desigualdad, el reco
nocimiento de que no todos los lugares son “víctimas” y de que en su
forma presente no todos ellos ameritan ser defendidos.
Precisamente asumir la responsabilidad de desafiarlos debería ser una
prioridad política.
La política relacional
más allá de una ciudad global
Geografías de responsabilidad 51
Existen, por supuesto, muchos grupos radicales que trabajan en Lon
dres; pero aquí me concentro específicamente en la política del Estado
local. Y la razón para ello es que es un Estado local que tiene un serio
potencial para rearticular el significado de este lugar, para recargar la
concepción que tiene de sí mismo, su identidad entendida, con un tipo
distinto de política. Las declaraciones de Ken dan muestra de dicha inten
ción, y el periodo previo del gobierno de Londres bajo su liderazgo indica
que el potencial puede realizarse. El Great London Council (glc)10 de
los principios de la década de los ochenta del siglo pasado, fue uno de los
focos clave de oposición al gobierno de Margaret Thatcher. En otras pa
labras, se constituyó en un opositor decisivo al gobierno nacional, que
contribuyó, más que cualquier otro, a moldear la economía nacional, las
instituciones principales de la economía internacional y la conciencia
nacional, en formas que favorecían al neoliberalismo. En respuesta a su
oposición, Margaret Thatcher abolió el glc. Cuando Ken fue reelecto,
Thatcher tenía tiempo de haber dejado el poder, pero el gobierno de Tony
Blair había tomado la estafeta del neoliberalismo. Sus primeras palabras
al aceptar el cargo, fueron: “Como les decía antes de ser tan abruptamen
te interrumpido hace 14 años […]”. Queda una pregunta real desde
entonces en el aire ¿cómo tendrá continuidad la política de oposición al
neoliberalismo?
Debe reconocerse que en el tiempo que duró su administración, cier
tamente se hizo mucho, desde una valiente aunque poco exitosa batalla
contra la tortuosa privatización, por parte el gobierno, del Metro de Lon
dres, la organización de una tarifa de circulación a los vehículos en el
centro de la ciudad, hasta todo un rango de medidas contra el racismo
y celebrando el carácter híbrido de la capital. Esta última es una caracterís
tica prevaleciente de la capital y de una variedad de movimientos sociales
dentro de ella. El lugar está ciertamente marcado por los racismos (el
asesinato de Stephen Lawrence es un momento emblemático al respecto);
pero, un aspecto importante de su auto-identidad se construye sin embar
go alrededor de una valoración positiva de su diversidad interna. Para mí,
esto vuelve aún más fuerte el persistente olvido aparente de Londres y de
los londinenses de las relaciones exteriores, de las agrupaciones de diver
sa índole que se dedican al saqueo cotidiano global, de la actividad de
52 Doreen Massey
instituciones financieras y de corporaciones multinacionales, de las que
depende la existencia misma del lugar, incluyendo su diversidad.
El Plan de Londres nos aporta evidencia de que este olvido es en gran
medida atribuible también al nuevo Consejo que gobierna la ciudad. El
Plan y los múltiples documentos que lo sustentan, conciben la identidad
de Londres sobre todo como una ciudad global. Además, ello a su vez es
presentado primordialmente como una consecuencia de la posición de
Londres dentro de los mercados financieros globales y de los sectores
relacionados. Esto es, como un hecho, y también como un logro. El Plan
no presenta un análisis crítico de las relaciones de poder que han tenido
que mantenerse para que tal posición sea construida y conservada. No
hay seguimiento de dichas relaciones alrededor del mundo. Sólo en un
aspecto, que de hecho es importante, la cuestión de la naturaleza de la
construcción relacional de este aspecto de la identidad de Londres, fue
sometida a escrutinio e investigada con mayor profundidad: el asunto de
las reivindicaciones de los recursos naturales, así como la huella de la ca
pital en el medio ambiente. En sentido enteramente contrario, el Plan
tiene como objetivo económico central, la construcción de Londres como
ciudad global específicamente financiera. Al considerar tal papel, y tal
estrategia, el Plan no logra reconocer los enormes recursos de Londres, ni
la manera en la cual estos recursos se han involucrado históricamente y
siguen siendo involucrados en relaciones de poder con otros lugares.
Tampoco se reconoce la subordinación de otros lugares y las desigualda
des globales de las que esta metrópoli depende, y sobre las cuales mucho de
su riqueza y estatus se han construido. No cuestiona, por ejemplo, los
recursos humanos que extrae para permitir su reproducción, que abarcan
desde enfermeras procedentes de África, las cuales en ese continente se
necesitan mucho, y graduados del resto del Reino Unido (con lo cual
drena de esas regiones un elemento de su regeneración potencial). Tales
relaciones están plagadas de ambigüedades políticas y plantean complejas
cuestiones que cualquier ciudad global “ejemplar” desearía abordar de
modo directo y abierto. Aun más, cuando el Plan de Londres se refiere
de forma explícita a las “relaciones con otros lugares”, el análisis está im
pregnado de la preocupación por la competencia con otros lugares; en par
ticular con Frankfurt como centro financiero alternativo. Esta manera de
posicionarse a sí misma, representa un fracaso considerable de la imagi
Geografías de responsabilidad 53
nación que clausura la posibilidad de inventar una política alternativa en
relación con la globalización.11
Si esta clausura no se hubiera impuesto, podrían haberse propuesto
todo tipo de política y de políticas públicas alternativas a la globalización
neoliberal. Podrían haber impulsado la toma de conciencia, abierto el
debate; podrían incluso haber alterado un poco la posición actual de Lon
dres como promotora y sede de la coordinación de esa creación.
Por ejemplo, y eso representa el menor desafío político al orden hege
mónico, pudo haber una definición sectorial mucho más amplia y más
imaginativa del reclamo de Londres respecto de su estatus de ciudad
global. La estrechez existente de la definición actual es probablemente el
aspecto estratégico del Plan que ha recibido más críticas, desde una am
plia gama de corrientes políticas (London Assembly/Spatial Develop
ment Strategy Investigative Committee, 2002). Una definición sectorial
más amplia que siguiera algunas de las otras conexiones globales de Lon
dres (esto es, diferentes de las financieras), también podría haber genera
do implicaciones distintas, social y espacialmente, dentro de la metrópolis
misma. Esto hubiera ampliado el potencial de crecimiento y los beneficios
económicos afuera de Square Mile y de su área de influencia siempre
en expansión, así como de la elite de los sectores financieros relacionada
con este lugar. Hay poca duda de que el estrecho enfoque actual es uno
de los elementos de la continua reproducción de la pobreza y la desigual
dad dentro del área urbana.
Además, tal ampliación en el significado de “ciudad global” no puede
ser más que uno de los elementos de esta necesaria reimaginación de la
economía metropolitana en su conjunto. Londres es mucho más diverso
de lo que el Plan permite. De hecho, en su gigantesco estudio Working
Capital (2002), Buck et al., después de haber demostrado este punto de
manera empírica, proceden a señalar que la complejidad y la diversidad
son precisamente fortalezas fundamentales de la economía de Londres,
fortalezas que podrían ponerse en riesgo si existe una concentración exce
siva en las finanzas.12
11
Hay también preguntas que plantear acerca de las relaciones de Londres con el resto del Reino
Unido. En este artículo no se abordan, pero véase Amin, Massey y Thrift, 2003.
12
Se trata de algo más que de una cuestión de diversidad. Pues la economía de Londres es tam
bién un sitio de trayectorias en colisión entre distintos elementos del capital. La London Industrial
Strategy del glc de los años ochenta presentaba una visión de la economía de Londres radicalmente
distinta de la que contempla el Plan actual.
54 Doreen Massey
Sería posible, sin embargo, cuestionar y desafiar de forma más explí
cita los términos actuales de la globalización neoliberal. Se podría apoyar
formas alternativas de globalización. El glc de los años ochenta del siglo
pasado, ayudó de diversas maneras a construir el internacionalismo sindi
cal, por ejemplo. O podría existir un programa de apoyo a las asociaciones
de comercio justo tanto para sus actividades cotidianas como para los de
bates que aspiran estimular. Se han hecho otras propuestas de incorporar
de diversos modos, tanto económica como culturalmente, los vínculos
globales que se relacionan de forma intrínseca con la complejidad étnica
de Londres. Hace 20 años, se desató una tremenda controversia a causa de
las declaraciones de Ken Livingstone sobre la política irlandesa. “La ciu
dad capital no debería tener política exterior”, expresaban la mayoría de los
periódicos. Sin embargo, Londres tiene una enorme población de descen
dencia irlandesa. La política irlandesa está viva en las calles de la ciudad,
en ciertas zonas en particular. Aparentar que las fronteras que delimitan
el derecho a votar, también encapsulan la influencia y los intereses polí
ticos, es sólo “aparentar”. Los intereses externos ya están presentes,
mediante el capital multinacional, las redes sociales y culturales, las
organizaciones políticas que no se detienen en las fronteras de la ciudad
(Low, 1997). Abrir por lo menos estos asuntos a debate sería contribuir a
que los gobiernos locales sean genuinamente políticos, más que (aparen
temente) tan sólo un asunto de administración (véase el artículo de Amin).
Londres está clasificada como la segunda ciudad en el mundo (después de
Bruselas) en lo que se refiere a la presencia de organizaciones internacio
nales no gubernamentales (Glasius, Kaldor y Anheier, 2003); sin duda los
asuntos en los cuales estas organizaciones participan, podrían legítima
mente formar parte del debate político en la ciudad. O, nuevamente, tal
vez un reconocimiento más completo de la coconstitución de las relacio
nes de poder podría ser materializado en relaciones de colaboración, más
que de competencia, con otros lugares. Hubbard (2001) ha escrito sobre
esta posibilidad de modo más general. En particular, podría haber una
colaboración sobre temas vinculados con la globalización con otras ciuda
des administradas por gobiernos de izquierda.
Sería falso proclamar que un conjunto de estrategias como las anterio
res pudieran alterar por sí mismas buena parte de la dinámica actual de la
globalización. Ciertamente harían alguna diferencia. No obstante, uno de
sus efectos más importantes sería estimular un debate público sobre el
lugar que ocupa Londres dentro de la globalización actual, y despertar
Geografías de responsabilidad 55
conciencia sobre las condiciones de existencia de la capital. Gatens y
Lloyd se refieren a estas condiciones de existencia cuando re-elaboran el
concepto de responsabilidad mediante un reconocimiento de carácter rela
cional de la identidad. Adaptar su fraseología para referirse a la geografía,
más que a la historia, significa: somos responsables de las áreas ubicadas más
allá de los límites del lugar, no por lo que hemos hecho, sino por lo que
somos. Reimaginar la identidad de Londres en estos términos, de “re-
reconocimiento”, resultaría muy similar a lo que Gibson-Graham plan
tean como primer paso para la “resubjetivación”, pero en este caso sería
“empoderar” en un sentido enteramente distinto. De hecho Sassen ha
señalado que las ciudades globales son sitios fértiles para el desarrollo de
las “identidades trasnacionales” (Sassen, 1991: 218). Tales ciudades “[…]
ayudan a la gente a experimentarse como parte de las redes globales no
estatales, al mismo tiempo que viven su vida cotidiana”; y, “[…] las ciu
dades y las redes que las enlazan, funcionan como ancla y facilitador de
las luchas transfronterizas” (p. 217). La preocupación de Sassen en este
trabajo era examinar las luchas que se libran dentro de las ciudades globa
les, pero sus argumentos ofrecen potencial también para hacer un recono
cimiento político de la interdependencia internacional de estas ciudades.
Los lugares, no son en sí mismos, en ningún sentido sencillo, “agentes”,
y éste constituye uno de los puntos problemáticos que se expone en parte
de la literatura a la que nos referimos en la sección previa. Todos mis ar
gumentos trabajan en contra del lugar como una especie de centro de una
colectividad sin problemas. De hecho, quienes se pronuncian en “contra
de la globalización” dentro de Londres, y los tipos de estrategias defendi
das aquí, precisamente abren antagonismos que cruzan este lugar. “Los
londinenses” se encuentran localizados en posiciones radicalmente con
trastantes y desiguales en relación con la globalización actual. El argu
mento político debiera tratar acerca de cómo estas pequeñas y altamente
diferenciadas porciones de todos nosotros que nos posicionan como “londi
nenses”, generan la responsabilidad hacia las relaciones más amplias de
las cuales dependemos. Y esa voz de “Londres” es poderosa. En el pasado
ha sido subversiva, y podría serlo otra vez.
Mi argumento en este capítulo, no ha sido sólo respecto a Londres. Es
general. Ciertamente, el lugar puede ser un proyecto político, como lo
exponen Gibson-Graham, pero un reconocimiento real de carácter rela
cional del espacio apunta hacia una política de la conectividad y a una
política cuya relación con la globalización variará radicalmente de un lu
56 Doreen Massey
gar a otro. Desafiar la construcción actual de un lugar y el papel que
desempeña, puede en ocasiones ser una estrategia más apropiada que la
defensa. Puede ser necesario tratar de desarrollar una política que mire
más allá del umbral a los extraños despojados.13
Fuentes consultadas
Geografías de responsabilidad 57
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58 Doreen Massey
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Cambridge, Cambridge University Press.
Sociedad civil y espacio público
en la Ciudad de México
61
presión, de confluencia, circulación y comunicación; en un segundo mo
mento da lugar a la construcción de identidades, al intercambio, la delibe
ración, la búsqueda de consensos, la formación de opinión, y la articulación
de políticas de influencia. En este sentido, el espacio público al que aquí
se hace referencia debe verse como una expresión de la autoorganización
social, como una caja de resonancia de los intereses y necesidades de la so
ciedad (Cunill, 1999) y como un ámbito manifiesto de las potencialidades
políticas ciudadanas.
De la extensa gama de fenómenos que ocurren dentro del espacio pú
blico político, una buena parte tienen una presencia efímera y permanecen
ubicados en el plano de aparición inicial manteniendo un carácter básica
mente expresivo. Esto es, enuncian, hacen presencia y ponen de manifiesto
intereses y necesidades de los grupos de la sociedad, de una manera pun
tual, desarticulada, generalmente efectista, bajo la forma de acciones de
presión, protestas, impugnaciones, movilizaciones. Pero otra parte de los
fenómenos trascienden este momento de expresión y apuntan a la eficacia, a
la acción de más largo aliento con intencionalidad de influencia y obten
ción de resultados. En este plano tienen lugar prácticas más complejas
que suponen la presencia de actores más consolidados, acciones articula
das, planteamientos con perspectiva estratégica y construcción de espacios
con cierta dosis de institucionalidad.
Lo anterior es así porque en tanto el “espacio público” es por definición
un espacio abierto, accesible a todos y de libre circulación, es un ámbito
que por naturaleza es apropiado de diversas maneras por la comunidad,
por los individuos y las colectividades, por los habitantes de una ciudad, y
es por ello considerado por la comunidad como un ámbito propio, al que
se tiene derecho y en el que se puede intervenir. El espacio público, dice
Borja (1998), supone dominio público, uso social y colectivo y multifuncio
nalidad. De ahí que más allá del individuo común y de la masa convocada
a eventos y espectáculos en su seno, existan diversas colectividades y ac
tores interesados en el devenir de este espacio, en las modalidades que ha
de adquirir, en la reglamentación que lo ha de ordenar, en los usos que
ha de tener, en la imagen que ha de ofrecer y en los intereses que ha de
defender.
A pesar de que el espacio público está en las grandes ciudades some
tido a una regulación específica por parte del gobierno y la administración
pública, y a que son éstos los garantes formales de su accesibilidad para
todos y de su carácter colectivo y plural, se ha convertido también, con el
2
Datos del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados,
“Reporte temático núm. 2, Comercio Ambulante”, junio de 2005.
3
Datos del Programa de Estudios sobre la Ciudad, de la unam, y del Centro Francés de Estudios
Mexicanos y Centroamericanos.
13
Mario Larrondo es arquitecto, en tanto que Silvia Sayavedra y Magdalena Ferniza son psoció
logas, todos egresados de la unam.
14
Véase entrevista con Magdalena Ferniza (2000).
15
Entrevista con Silvia Sayavedra e Irene López (2000).
16
Entrevista con Magdalena Ferniza (2000). Cabe señalar que estos principios eran reivindicados
básicamente por la parte mayoritaria de los miembros de la cooperativa, es decir, por aquella que se
emparentaba directamente con la organización madre: la cut. Difícilmente se puede afirmar que
de estos principios participaban los miembros del grupo minoritario de la cooperativa vinculado con
el Partido Revolucionario Institucional (pri).
La experiencia colectiva:
la Coordinadora de El Molino
y la gestión del espacio público
Desde la perspectiva del actor colectivo y del desarrollo del proceso auto
gestivo, resulta relevante dentro de la experiencia de El Molino la existen
cia de un plano de articulación común, en el que las cuatro organizaciones
confluyeron para la operación práctica de la regulación del territorio y la
toma de decisiones sobre asuntos de interés local; dentro de este plano
Entrevistas con José Luis Rubio y Juanita Ramírez, Benedictina Ortiz y Rebeca Vargas (2000).
22
26
Mariano Salazar relata, por ejemplo, cómo el proceso para definir de manera más global la dis
tribución de los usos del Cinturón Verde duró cerca de siete años. Véase entrevista (2000).
27
Algo similar ocurre con otros proyectos impulsados por las organizaciones, con un carácter de
comunitarios, pero impulsados en principio por iniciativa particular de una organización; éste es el caso
de diversos proyectos económicos que tuvieron vigencia en distintos periodos: la constructora de
ladrillos y la asociación de microempresarios, entre otros.
28
La construcción de este segundo mercado fue producto de un fuerte conflicto entre Cananea
y Ayepetlalli, en el que se llegó al enfrentamiento directo y a las acciones violentas.
29
Entrevistas con Mariano Salazar y José Jiménez.
30
Hacia finales de los años ochenta dentro de la organización Cananea se dio una escisión, y
surgió otra organización llamada Nueva Generación, que se alejó de los planteamientos originales
y estableció fuertes vínculos con las autoridades de la delegación.
31
Violando todos los acuerdos previos y la designación de los espacios dentro de El Molino, la
invasión de este terreno fue promovida por la delegación, ante la amenaza política que percibía al
constatar la consolidación de la comunidad de El Molino, cuyas organizaciones mantenían fuertes
nexos con el mup y una clara filiación de izquierda. Esta zona estuvo ilegalmente ocupada por cerca
de 10 años. Véase Cecilia Martínez (1999) y la entrevista con José Luis Rubio (Ce Cualli Ohtli [2000]).
De manera paralela se llevó a cabo otra invasión, en la parte sur del predio, acordada para ser una
reserva ecológica. Ésta fue protagonizada por grupos priistas liderados por un conocido invasor de
terrenos llamado Humberto Serrano. Este grupo nunca pudo ser expulsado y quedó asentado en el
predio sin tomar parte en las negociaciones con el resto de las organizaciones. Entrevistas con
Magdalena Ferniza y Mariano Salazar (2000).
Fuentes consultadas
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Ciencias y Humanidades ceiich-unam/Plaza y Valdés, México.
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XXI Editores, México.
Peligro, proximidad y diferencia:
espacio público y fronteras sociales
en el Centro Histórico de la Ciudad de México*
Introducción
87
Sentados alrededor de una mesa de playa, el único mobiliario en la
azotea, hablamos de múltiples temas. Eventualmente la conversación
deriva en el recuento de incidentes, historias y anécdotas en torno al edi
ficio, entre ellos un accidente que tuvo lugar unos meses atrás, cuando
durante una fiesta uno de los presentes cayó de la azotea al patio de la
vecindad contigua, sin consecuencias graves. Les comento a mis interlo
cutores que un joven habitante de esa vecindad se refiere al incidente
como el día en que un yuppie se cayó de la azotea. “¡Ven! Yo siempre dije
que somos unos yuppies”,4 reacciona uno en tono irónico. “¡Bueno fuera!”,
es el comentario de otro, incómodo por ser percibido como un yuppie.5
Como en otras ocasiones la plática se dirige hacia la peligrosidad del
Centro Histórico y la forma en que “el barrio” o “la comunidad” percibe
a los recién llegados. A menudo estas preocupaciones van acompañadas
de reflexiones acerca de las actitudes consideradas necesarias para vivir en
el Centro, como una dosis de espíritu aventurero y la capacidad para des
cifrar “reglas no escritas” y establecer acuerdos tácitos con los habitantes
de las vecindades. Por otro lado, mis interlocutores mencionan los ele
mentos del paisaje urbano que contribuyen a su sensación de tranquili
dad: la nueva iluminación de la calle, las parejas de policías que patrullan
regularmente la zona y los nuevos establecimientos de consumo.
En este encuentro, como en muchos otros que presencié durante mi
investigación, se esbozan los contornos de una colectividad heterogénea
para vivienda y comercio. Durante mi trabajo de campo, y de acuerdo con el perfil diseñado por
los propietarios, el edificio estaba habitado por parejas jóvenes y personas relacionadas con el arte
y la cultura que poseían una alta movilidad residencial, incluyendo estancias en el extranjero. La renta
mensual de los departamentos era aproximadamente de 5 mil pesos y el rango de edad de sus habi
tantes iba de los 25 a los 45 años. Durante un periodo de un año asistí a las actividades sociales y
culturales que se llevaban a cabo en este edificio en las que participaban muchos de sus habitantes
—comidas, cenas, fiestas, exposiciones. Hacia el final de mi investigación realicé entrevistas a profun
didad con la mayoría de las personas que lo habitaban en ese momento, así como con personas que
lo habitaron anteriormente. Es importante señalar que desde que concluí mi trabajo de investigación
en marzo de 2007, la calle de Regina ha sufrido cambios significativos impulsados por la autoridad
del Centro Histórico y el Fideicomiso Centro Histórico. Como parte de los trabajos de estas institu
ciones, la calle fue peatonalizada a mediados del año 2008 (desde la calle de Bolívar hasta la avenida
20 de Noviembre) y oficialmente nombrada Corredor Cultural Regina. Estos cambios han traído
nuevos establecimientos de consumo y un mayor número de habitantes y visitantes como los que se
describen en esas páginas. Asimismo, los conflictos en torno al espacio público han adquirido otras
dimensiones que no son abordadas en el presente artículo dado que se enfoca en una etapa anterior.
4
Todas las citas etnográficas están tomadas del diario de campo o de entrevistas grabadas y rea
lizadas entre enero de 2006 y marzo de 2007.
5
Este término surge en países industrializados en los años setenta para describir a jóvenes pro
fesionales con alto poder adquisitivo que establecen su residencia en centros urbanos. Véase Neil Smith
(1987: 151-172).
Estaban todos los elementos aquí en el corredor cultural como para hacerlo un
poco a propósito […] Estaban los inmuebles, estaban las instituciones, estaban
los espacios. Entonces se me ocurrió un poco cómo generar un círculo donde la
gente o los artistas o los creadores pudieran encontrar dónde vivir, dónde
producir, dónde exhibir y dónde vender y que se hiciera este círculo donde se
dieran las cosas […] Tienes un hotel, este hotel lo transformas en residencias,
estas residencias provocan que gente viva aquí, entonces como viven aquí
tienen que convivir, y como conviven, pues gestionan proyectos nuevos, y
está la Fundación del Centro Histórico que recibe esos proyectos nuevos
y les da salida. Entonces está increíble, porque está el chavo músico que
quiere un lugar donde tocar, baja y platica con el cuate del lobby y entonces
resulta que el cuate del lobby presenta video y entonces el viernes el cuate
toca con una presentación de video.
Sin embargo, como han descrito diversos autores en relación con pro
yectos similares, los planificadores y promotores poseen ideas particulares
respecto de lo que constituye un espacio vivo y habitable, así como sobre
cuáles son sus usos apropiados o correctos (Deutsche, 1988; Jones y Var
ley, 1994; Hiernaux, 2006). En este sentido, los discursos y las prácticas
de rescate de los centros urbanos y de los centros históricos llevan implí
citas una serie de violencias tanto simbólicas como materiales: la interven
ción sobre espacios concretos sin tomar en cuenta las formas de vida y las
relaciones sociales que las conforman; la violencia policial dirigida contra
personas asociadas con el desorden y el peligroç (habitantes de vecinda
des, comerciantes informales e indigentes); el incremento del valor del
suelo que conduce al desplazamiento de sus habitantes más vulnerables.
Vocera de la Fundación de Centro Histórico, Reforma, 15 de mayo de 2005.
12
A pesar de haber sido interpelados por algún aspecto del proyecto del
corredor cultural y del rescate —la posibilidad de relacionarse con otros
artistas, el estado de los departamentos remodelados, el monto de las ren
tas—, las visiones, expectativas y experiencias de los nuevos habitantes de
Regina con quienes llevé a cabo mi trabajo de campo no necesariamente
coincidían con las de los planificadores. Sin embargo, como veremos en la
siguiente sección, al apropiarse del espacio y hacerlo familiar, ellos experi
mentaban cotidianamente las contradicciones y tensiones del proyecto de
rescate, y de manera involuntaria y ambigua personificaban la violencia
simbólica y material que lo acompañan.
Contigüidad y distancia:
“Es barrio, esto es barrio…”
Consideraciones finales
Fuentes consultadas
Guillermo Boils*
Introducción
En este texto dirigí la mirada hacia el examen de las banquetas, sus usos y
sus usuarios, dado que éstas conforman un componente fundamental del
espacio público en las ciudades. Pero además, me motivó realizarlo el que
tales espacios casi no han sido analizados, en las múltiples zonas de la
Ciudad de México. Aparte de que, junto a su carácter de escenarios de
interacción social, también llegan a ser con frecuencia lugares esenciales
en la configuración del paisaje urbano. El análisis de dichos componen
tes urbano-paisajísticos que recogen estas páginas lo realicé de manera
directa en la parte más antigua de la colonia Roma, en la Ciudad de
México. Aquel amplio segmento urbano, que hoy día se encuentra encla
vado en el territorio de la ciudad central.
El perímetro cubierto corresponde al que abarcó la primera etapa de
esa colonia, en un lapso de casi dos décadas. Me ocupé de esa colonia por
ser un barrio residencial donde se introdujeron elementos urbanos y pai
111
sajísticos, pioneros en la capital mexicana al inicio del siglo xx, en parte
inspirado en las propuestas europeas de la ciudad jardín. Pero en especial,
atendiendo a que sus banquetas han fungido como espacios primordiales
para el despliegue de la vida barrial desde su fundación. Por lo mismo,
incluyo un último apartado sobre el origen de la colonia, refiriéndolo
primordialmente a sus banquetas, como rasgo destacado de la traza en
la que fuera entonces una muy novedosa urbanización, sobre todo para la
clase media acomodada y la clase dominante.
Una primera aproximación al tema la tuve hacia mediados de 2008
cuando varias dependencias de la Universidad Nacional Autónoma de
México (unam), entre ellas el Instituto de Investigaciones Sociales (iis),
la Coordinación de Humanidades y la Casa Universitaria del Libro, orga
nizaron la mesa redonda denominada “Paisajes urbanos de la colonia
Roma”. Mi breve intervención ahí se centró en los aspectos paisajísticos
de esa colonia, enfatizando las características de la flora existente en sus
espacios públicos, así como la función de éstos en el entramado urbano-
arquitectónico. Meses después se aprobó un proyecto del Programa de
Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (papiit)
auspiciado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico
(dgapa) de la unam sobre “Espacios públicos y ciudadanía en la Ciudad
de México” y coordinado por la doctora Patricia Ramírez Kuri, quien me
invitó a participar en esa propuesta. De esa manera fue adquiriendo ma
yor definición el estudio del que derivan estas líneas. Junto al análisis de
la situación actual de las banquetas.
¿De qué nos hablan las banquetas de la Roma? Entre muchos otros even
tos sociourbanos, nos dicen de un cambio en el uso del suelo de la colonia,
a través de los anuncios que indefectiblemente se colocan en los postes ahí
enclavados. O bien nos dejan ver el alto índice de desempleo, que arroja
a un creciente número de personas al comercio informal en la vía pública.
Nos remiten, asimismo, al principal escenario donde ocurren hechos de
violencia delictiva citadina. Del mismo modo, cada dos o tres años son
evidencia de la recurrente intensidad en la propaganda política. Donde
con frecuencia, como bien dijo José Emilio Pacheco en un espléndido
relato, donde también es protagonista la colonia Roma de hace varias
décadas, cuando siempre estaba: “La cara del Señor presidente en donde
quiera” (Pacheco, 1981: 10).
Asimismo, esas banquetas llegan a ser una demostración de la perma
nente publicidad comercial a la que estamos sometidos en la ciudad con
temporánea. Al tiempo que es uno de los principales testimonios, de un
muy ofrecido mercado inmobiliario en la zona. Además de que ahí se
empieza a manifestar la expansión de la oferta de restaurantes, que inva
den la vía pública, en su búsqueda por ganar clientela (véase figura 1). De
igual forma, vienen a ser una importante evidencia de una obra pública
que se antoja inacabable, por la intermitente excavación de zanjas, que
Figura 1
Pero de igual forma nos dicen esas banquetas, de un barrio que alber
ga por doquier árboles, arbustos y setos, así como una buena diversidad
de flores. Todo un conjunto de recursos vegetales, que nos introducen a
un paisaje menos agresivo, atenuando la imagen de esa suerte de “barbarie
publicitaria y comercial urbana” en que se ha convertido buena parte de la
Ciudad de México. Por lo mismo en las páginas que siguen, me asomo
tanto a los eventos señalados en el párrafo anterior, como a aquellos que
se convierten en elementos paisajísticos de índole orgánica en la metrópoli.
Paisaje y dimensiones
de las banquetas en la colonia Roma
En efecto, las banquetas forman una parte importante del rostro amable
en la imagen de la Roma. En ellas se despliega un paisaje vegetal y florido
que se extiende prácticamente por igual, a lo largo de todas las vías del
barrio. De esa suerte, la vegetación existente en las banquetas integra una
carpeta verde, muy bien repartida, cuyo número y superficie equivalen a
varias veces el territorio y la nómina de plantas y árboles que crecen en sus
espacios públicos jardinados: plaza Río de Janeiro (Durango y Orizaba);
jardín o plaza Luis Cabrera (Orizaba entre Guanajuato y Zacatecas); jar
dín Pushkin (Morelia, Colima y avenidas Cuauhtémoc y Álvaro Obregón);
parque Morelia (en la propia calle de Morelia, a escasos 50 metros al sur
de avenida Chapultepec); el jardín Juan Rulfo (en el triángulo formado en
el cruce de las avenidas Insurgentes y Álvaro Obregón, con el eje vial de
Monterrey), y por último, el mayor espacio verde de todos los existentes
en la Roma: el jardín Ramón López Velarde (cubriendo casi 4 hectáreas
(alrededor de 38 mil metros cuadrados del polígono formado por las ave
nidas Cuauhtémoc al oriente y Orizaba al poniente; con las calles Huata
bampo al sur y Antonio Anza al norte).
Al desplazarse por las banquetas de la Roma, es en verdad imposible
que no se tenga como remate visual alguna imagen con elementos vegetales.
La perspectiva más común, que casi siempre se tiene al moverse sobre sus
aceras, es de la de variadas masas verdes, alineadas a todo lo largo del
flanco exterior de esos espacios de circulación peatonal. Más aún, tanto
por el número de árboles y plantas, cuanto por la superficie verde que
éstos cubren, la masa vegetal de las banquetas triplica el total de las espe
cies plantadas en los seis espacios públicos de esparcimiento señalados en
el párrafo anterior. Y es que éstas se extienden a través de las varias dece
nas de kilómetros que suman las calles y avenidas existentes en la colonia
en cuestión.
Figura 2
Banquetas y ordenamientos
Figura 3
Apropiación privatizadora
de las banquetas
Figura 4
Figura 5
Figura 6
Figura 7
Por su parte, el camellón de Yucatán (eje vial 2 Sur) es más ancho que
el de Orizaba, pero su recorrido es menor. Además de que en la reconver
sión que se hizo en la vialidad de esa avenida la dejó de un solo carril y
con ello perdió buena parte de su camellón, hacia el noroeste, en una
sección de 500 metros, que inician a partir de la avenida Insurgentes. Si
guiendo en dirección sudeste, hay como 100 metros de camellón que se
ensancha hasta cubrir todo el espacio de la que fuera la parte norte de la
circulación, cuando era de doble sentido. De hecho esa fracción de área
verde ha quedado como un pequeño parque más, cubriendo alrededor de
350 metros cuadrados entre la calle de San Luis Potosí y la de Tonalá.
Cruzando ésta hacia el sudeste, la avenida Yucatán recupera su camellón
El deterioro de las
banquetas en la Roma
Las banquetas como espacios elevados sobre el arroyo vehicular, para que
por ellos deambulen los peatones, suelen con frecuencia convertirse en
barreras para la movilidad, cuando se trata de personas con discapacidad.
Así, a más altura de las banquetas sobre el cauce de los automotores, se
generan mayores impedimentos para la movilidad de personas con disca
pacidad. Esta condición de obstáculos al desplazamiento se encuentra par
ticularmente cuando esa discapacidad es de tipo motriz y, de manera es
pecial, es una seria limitante para quienes se mueven en silla de ruedas. Pero
es por demás evidente que esa limitación se extiende también para las per
sonas que se mueven llevando a sus hijos en carriola, así como para los
que jalan algún objeto con ruedas, como una maleta o un carrito para ir
de compras al mercado (Pirrón Curiel, 1997: 11).
Banquetas y seguridad
Hace ya cuando menos medio siglo que Jean Jacobs expusiera varios de
los aspectos primordiales que caracterizaban a las banquetas de las ciuda
des estadunidenses; mostrándolas como el escenario donde acontecía una
serie de eventos de la vida cotidiana (Jacobs, 1972: 85-98). Entre ellos des
tacaba la variable seguridad como uno de los aspectos primordiales para
valorar la calidad de las banquetas. Así a menos seguridad en las banquetas,
menor calidad de vida de la población de un barrio; y a mayor seguridad,
Una primera idea que se desprende de las páginas anteriores es que lo que
le ocurre a las banquetas de la colonia Roma, le está sucediendo, en mayor
o menor grado, a la mayoría de las banquetas en la Ciudad de México.
Empero, la particularidad más importante que ofrecen las banquetas de
la Roma, hacia el cierre de la primera década del siglo xix, es que siguen
siendo espacios con dimensiones adecuadas para que con facilidad se des
placen por ellas los peatones. Así, con todos los obstáculos e inconvenien
tes que, como vimos, se atraviesan a los usuarios de las banquetas de la
Roma, éstas en general se mantienen como vías peatonales de suficiente
amplitud. Incluso cubren, en muchos casos de manera sobrada, con las
necesidades de aforo para el volumen de usuarios que las transitan. Salvo
tal vez en los puntos críticos, donde tienen lugar la mayor concentración
y movilidad peatonales, como son las cinco estaciones del metro que se
sitúan en el perímetro de la colonia: 1) Insurgentes, 2) Cuauhtémoc, 3)
Centro Médico, 4) Hospital General y 5) Chilpancingo.
En especial la zona donde se llega a complicar en mayor medida la
circulación de transeúntes, es en la proximidad de la estación Insurgentes.
Un punto donde los puestos permanentes bloquean el paso, afectando la
movilidad peatonal en las horas de mayor movimiento, cuando por ahí se
desplazan cientos de personas por minuto.
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Publicaciones periódicas
Adrián Orozco**
Introducción
147
tica de espacio público generadora de prácticas sanas e integradoras, tenien
do como laboratorio la experiencia en la implementación de proyectos
urbanos de regeneración de espacios abiertos en el periodo 2006-2009.
En una realidad compleja, de procesos urbanos no lineales, intervienen
diversos factores, actores, escalas, trayectorias que evidencian en el espa
cio público su diferencia, la cual deviene en conflicto. El espacio común
en la ciudad, es el lugar de encuentro donde se expresa también el desen
cuentro.
La colonia Hipódromo, en sus diversas etapas de llegada y salida de po
blación, se ha conformado de diversas identidades para construir su múl
tiple identidad de barrio. Se trata de una sociedad microlocal violentada
en los años recientes en su espacio físico por la falta de regulación en la
conversión de usos de suelo, lo que ha dado pauta a una gran proliferación
de giros mercantiles, en particular restaurantes así como el desarrollo de
proyectos inmobiliarios verticales, una gran cantidad de autos no encuen
tran estacionamiento y se desbordan en las estrechas secciones de una
zona eminentemente habitacional.
Es evidente el descuido o abandono de sus espacios comunes some
tidos a una gran carga, y en el espacio social dado la gran cantidad de vi
sitantes, empleados y trabajadores de servicio que trabajan en la zona y la
utilizan para desarrollar sus actividades diarias. El desplazamiento de
población dada en gran medida por la especulación inmobiliaria que sube
el costo del suelo y de la renta, expulsa a viejos residentes e incorpora a
otros.
Como todo proceso de urbanización en el que se da el reciclamiento
y movimiento de población, este ciclo en la zona se replica. Pero la mo
dernidad es voraz y los cambios vertiginosos. Las clases medias habitan
tes de la zona, con diferentes formaciones donde se han establecido gre
mios diversos de la sociedad creativa, ven en riesgo su patrimonio, los
cambios se suceden de una zona habitacional de edad avanzada a una
zona juvenil que exige servicios y equipamientos nuevos, distintos.
La Hipódromo se ha convertido en los últimos años en un escaparate
e imaginario del deseo urbano cosmopolita. Es parte de la centralidad em
blemática de la recreación adulta y juvenil de las clases medias de la ciu
dad. Un boom de establecimientos mercantiles y de servicios acompaña el
arribo de la población visitante, y un gran desarrollo inmobiliario oferta
departamentos a población de altos ingresos.
El origen y poblamiento
Figura 1
Figura 3
El territorio administrativo
El residente hegemónico
La organización vecinal
Tabla 1
Asociaciones
Amigos de los parques México y España. Conservación patrimonial, medio ambiente y representación
vecinal frente a autoridades.
Myhtos del Parque. Cultura, medio ambiente y regeneración urbana.
Barrio Romita. Regeneración urbana y desarrollo inmobiliario.
Efecto Verde. Medio ambiente y regeneración urbana.
Ciudad Humana. Socialización.
Nuevo Parque España. Conservación, usos culturales y regeneración urbana.
Cuenca Valle de México y comunidades. Medio ambiente.
Comité Vecinal Hipódromo. Interlocución con autoridad y representación oficial.
Grupo de propietarios de perros y mascotas. Medio ambiente y regeneración urbana.
Grupos Scouts. Socialización.
Red Condesa. Comunicación vecinal.
Unión de Vecinos Hipódromo, Roma-Condesa, A.C. Conservación patrimonial, medio ambiente y comunicación.
Organización de Educación Ambiental Roma-Condesa. Medio ambiente.
Asociación de Restaurantes de la Condesa. Inversión y comercialización.
Esta parte del discurso parece develar que hay una carencia de pro
puestas y si una serie de demandas que entienden el cuidado del patrimonio
urbano desde un enfoque conservacionista, paralizador.
Massey describe del espacio cuatro características que lo constituyen:
Conversando con una vecina sobre los problemas que hubo para hacer la
remodelación de las áreas verdes del parque, me dijo: “el parque es como esa
pantufla vieja, aguada, rota y cómoda qué prefieres usar y que tienes en casa, no
importa que haya una nueva o más cómoda, es un objeto que quieres y con
servas así, como está, para usarlo y sentirte bien”.
Las visiones en relación con ¿de quién es?, ¿quién debe usarlo?, ¿quién
es responsable del espacio público?, son radicales. Para María Rodríguez,
la promotora de la creación del Fideicomiso Roma-Condesa, una joven
cineasta, hacía alusión a las características múltiples del espacio, a la opor
tunidad de encuentro con personas diferentes. Matilde Villagómez, pre
sidenta de Amigos de los Parques, defensora del patrimonio en la colonia,
destacaba las inconformidades y el abuso en el uso del espacio, exigía la
expulsión del comercio en las vías públicas y limitar el acceso a visitantes
de otras partes de la ciudad que no fueran auténticos residentes: “¡que se
vayan a sus colonias!”, replicaba.
El parque por desgracia ya no es lo que era antes, tiene una carga fuertísima de
visitantes y lo han venido a perjudicar en todo sentido, han destruido sus áreas
verdes y su hábitat tranquilo, de convivio de las familias. Si tú ves a tus vecinos
los fines de semana, nadie va, de toda la colonia no va ni el 10 por ciento, me
preguntas, ¿por qué?, porque está lleno de nacos, que no viven ahí, que vie
nen de fuera; invasión de colonos. Viene muchísima gente, de muchísimas
colonias a usar el parque y traen a sus mascotas, y esa gente no vive aquí. La
imagen verdadera del parque es de desolación, de insalubridad. El parque
nunca se lava, antes se lavaba con detergente, se fumigaba cuando había mu
chas ratas. Yo llegué a ver la época en que había muchas ratas en el parque y
hubo una gran acción con cianuro, una cosa inteligente, donde mataron a
muchas ratas.
Actores subalternos
Cabe destacar que existen ciertos actores sociales que fungen como deto
nadores del conflicto, son en su mayoría y por su posición en la estructura
y su condición de marginalidad blanco fácil del reclamo, la ira y la discri
minación. Aquellos trabajadores que expulsados de la ciudad legal buscan
una actividad productiva en la ciudad irregular, ofreciendo servicios y en
ocasiones atropellando los derechos del otro según establece la Ley de
Cultura Cívica, el acomodador de coches o franelero y el empleado de los
múltiples valet parking.
Existe una grave confusión en la cual se actúa a través del insulto y el
reclamo a otro ciudadano, una posibilidad en la cual el problema pudiera
ser resuelto. Peleándonos entre todos, desarticulamos la solidaridad, crea
mos distancia, empoderamos al imaginario del miedo y la inseguridad y
desconfiamos del otro, el cual se vuelve enemigo.
4
Se desprende del Proyecto de Investigación “Mecanismos de rescate, incorporación y genera
ción del espacio público: formulación de una política pública con criterios, propuestas y mecanismos
para el rescate y creación de nuevos espacios públicos”, agosto de 2009, coordinadora doctora Patricia
Ramírez Kuri, iis-unam.
Transformaciones y riesgos
Comentario a manera
de conclusión sobre la participación
Siento que a veces los cambios crean en la gente que está durante mucho
tiempo acostumbrada a que nada suceda, un deseo de participar, y a veces no
saben participar de una manera positiva y participan de una manera negativa,
pero están participando, el problema es cómo encausas esa participación, no
importa si es negativa o positiva, a partir de qué mecanismos. O sea, lo nega
tivo a veces se puede convertir en positivo en la dinámica correcta y el tiempo
y el sustento sirven para sostener una posición.
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Tensiones socavadas y conflictos abiertos
en los centros históricos: imaginarios en conflicto
sobre la plaza Santo Domingo, Ciudad de México
Daniel Hiernaux*
Conflictos y tensiones:
situando los conceptos
177
Sin embargo, limitarse a los conflictos abiertos hace correr el riesgo
de situarse en lo evidente depreciando lo latente, por ello es que se intro
duce la idea de “tensión”, como un estado anterior al conflicto abierto, en
el cual las posiciones antagónicas, sean expresadas abiertamente o no, se
encuentran en estado latente pero no se expresan llanamente en la concre
ción, por ejemplo, de la apropiación del espacio.
En este sentido, conflicto y tensión son dos situaciones susceptibles
de fusionarse en cualquier momento, la tensión pudiendo desembocar en
un enfrentamiento abierto si no se desactiva a tiempo.
Desde la posición de una geografía humanista, es preciso no sólo en
tender las manifestaciones y organizaciones espaciales que se derivan de
los conflictos abiertos, sino también las latencias tensionales que igual
pueden expresarse en el discurso, en las actitudes y en diversas manifes
taciones mentales o físicas de los actores.
Lo que tratamos de hacer en este trabajo es justamente evidenciar dicha
situación a partir del caso concreto de la plaza Santo Domingo de la Ciudad
de México, sobre la base de una investigación que venimos realizando desde
tiempo atrás acerca de la misma.
Para estudiar las prácticas espaciales de los diversos actores que intervienen
en un espacio determinado, partimos del planteamiento de que no puede
disociarse el ser humano del espacio. Contrariamente a lo que ha sido el
análisis tradicional, donde el espacio era “reflejo” de la sociedad o simple
“continente” (contenedor) de la misma (véase Hiernaux y Lindón, 1993),
se asume como hipótesis de partida que el ser humano no sólo está “en el
espacio” (a la manera filosófica derivada de la obra de Heidegger), sino
que tiene que “lidiar con el espacio” (Lussault y Stock, 2010: 15),1 siendo
parte del mismo y actuando siempre en él.
Nuestra aproximación a los conflictos y a las tensiones además pasa
por la identificación de varios imaginarios clave sustentados por diversos
grupos (sobre imaginarios urbanos véanse Hiernaux, 2006 y 2007; Lindón,
Aguilar y Hiernaux, 2006). Para cada grupo definimos seis campos a partir
de los cuales podemos identificarlos: el primero son las “imágenes” pre
eminentes dentro de su imaginario urbano; dichas imágenes no son capturas
de situaciones espaciales concretas, sino expresiones de sus intereses, pre
ferencias, etcétera. Enseguida nos referimos a los “espacios simbólicos”.
En esta ocasión sí se trata de espacios/situaciones espaciales concretas
pero concebidas como tipo-ideal, es decir, que no refiere a un lugar en
particular, sino a una suerte de espacio prototípico (Florida, 2005).2
Los “actores portadores” (Lévy, 2010)3 son justamente los grupos que
atesoran este tipo de imágenes asociados a espacios simbólicos referencia
1
Por “lidiar con el espacio” traducimos la expresión de Lussault y Stock de “doing with space”.
Según estos autores dicha expresión significa: “[…] to get in proof with distance, territory, place,
landscape, environment, technologies of space, placing and displacement, images, spatiality etcétera.”,
es decir como precisamente lidiamos “[…] con la distancia, el territorio, el lugar, el paisaje, el entorno,
las tecnologías del espacio, la colocación y desplazamiento, las imágenes, la espacialidad, etc[étera]”.
2
Los flujos de imágenes que recorren los medios masivos de comunicación y el espacio virtual
están contribuyendo a la formación de una suerte de “metaimágenes” de diversas componentes del
mundo actual y/o pasado. De tal suerte, esas imágenes se vuelven prototípicas y pueden ser usadas in
distintamente en entornos diversos por actores con poder estratégico, como justamente lo son las
clases medias ligadas a la cultura y a la innovación (la llamada “creative class” de Richard Florida, por
ejemplo, o generadores de proyectos para las instancias de gobierno o inversionistas (es el caso de los
despachos “globales” de arquitectos y urbanistas que presentan proyectos calcados sobre esas reali
dades espaciales virtuales que recorren fantasmagóricamente el mundo actual a través del espacio virtual).
3
Seguimos, en este contexto, la propuesta de Jacques Lévy que define a los actores como “opera
dores dotados de capacidad estratégica”, mientras que él considera que hay operadores humanos que
no son actores y que por lo mismo llama “agentes”.
Figura 1
La ciudad
para los
chilangos
La ciudad
La ciudad
símbolo de la
“Bobo”
nación
Imagiarios
urbanos
La ciudad
convivial La ciudad
popular supervivencia
La ciudad
competitiva
La Ciudad “Bobo”
Tranquilidad Edificios patrimoniales Clase media profesional Zona remodelada Zócalo- Con ambulantaje Gobierno de la ciudad
Tradición y modernidad Museos… Artistas Bellas Artes-Alameda Con usuarios externos (tránsito) Inmobiliarios
Centro-refugio Restaurantes Jóvenes… Con el hampa Agentes de la cultura
Recurso a imágenes Cafés… Residentes externos
internacionales Lofts…
La ciudad competitiva
Modernidad Edificios inteligentes Empresarios de diversos Zona remodelada Zócalo- Con ambulantaje Gobierno de la ciudad
Altura Negocios modernos niveles Bellas Artes-Alameda Con usuarios externos (tránsito) Autoridades federales
Tecnología Nuevos productos del mer Voceros: Cámaras, Sur de la Alameda Con el hampa Cámaras y representaciones
Internacional cado inmobiliario líderes (Slim) Sur Zócalo Con Bobos (parcialmente aun empresariales
Ciudad = capital cultural Hoteles y facilidades para que sean mercado)
para competir mejor turistas Conflicto con manifestaciones y
ocupaciones políticas
La ciudad supervivencia
La ciudad del empleo Tianguis Grupos de ambulantes Todo el Centro Histórico en Sobre la ocupación del espacio Con fracciones de los parti
La ciudad del comercio Calles cerradas Vendedores de principio y especialmente: público (p. e. frente Palacio y en dos que buscan su voto
La ciudad nodriza productos pirata Zócalo/Eje 1 Norte Moneda) En parte con el hampa
La ciudad fuera de normas Residentes tradicionales Este del Zócalo Sobre la legitimidad política
y leyes
La ciudad del convivio popular
La fiesta Zócalo lleno Agentes culturales en espa Zócalo Conflicto: vialidades Con autoridades del gdf
El concierto Música cios públicos La Alameda Tensiones: con hampa
Los desfiles Apropiación sonora Artistas callejeros Calles del eje Zócalo-Bellas Artes
El baile Las masas Grupos populares y de Garibaldi
Verbena popular La calle llena en movimiento diversidad sexual o religiosa
Intelectuales
La ciudad para los chilangos
Recuperación del espacio Acciones de convivencia y Autoridades del gdf Todo el Centro Histórico Con el imaginario de Con grupos culturales
público culturales competitividad Con grupos populares
Masificación en contra del Reuniones masivas Con externos al centro y ambulantes
abandono
La ciudad símbolo de la Nación
Representaciones Asta Bandera Danzantes Esencialmente eje Zócalo-Bellas Con los empresarios de la Con turistas
prehispánicas La plancha del Zócalo Partidos políticos Artes modernidad Con empresarios turísticos
Palacio Nacional Catedral El Templo Mayor Población en general Tensión con las ocupaciones
Edificios emblemáticos Instituciones que preservan políticas
el patrimonio
Fuente: Elaboración propia con base al marco conceptual y metodológico de la investigación histórica realizada.
La progresiva expansión de la ciudad durante el siglo xvi se hizo de
manera bastante desordenada. Sin embargo, la asignación de solares por
el Cabildo respetó el espacio ocupado por la plaza actual, de forma tal que
ésta quedó claramente delimitada desde el siglo xvi aunque, como se verá
después, la expansión del mismo convento de Santo Domingo a lo largo del
periodo colonial así como la desamortización de los bienes de la Iglesia en
el siglo xix fueron factores decisivos para otorgarle su aspecto actual.
Cabe mencionar también que acorde con el plano original de la traza
de la Ciudad de México de Alfonso García Bravo, la plaza y el convento
al norte de la misma se situaba en el límite norte de la traza, dentro de lo
que se había definido como Municipio de Españoles. Al norte de la actual
calle de Perú, ubicado sobre la acequia antes mencionada, empezaba el
Municipio de Indios. La asignación por mercedes de solares a españoles
fuera de la traza, un claro resultado de la expansión del grupo colonizador
después de la conquista de la ciudad y su refundación como Ciudad de
México, no dejó de provocar conflicto con los nativos por lo que se trató
—en balde— de parar este proceso (Álvarez y Gasca, 1971: 20-21).
Figura 2
6
Retomado de Tovar y de Teresa (1990); Pila Seca es la calle de República de Chile, cerca de
Santo Domingo, es la actual calle Belisario Domínguez y Misericordia, la calle de Perú.
Figura 3
L. Valle
Belisario Domínguez
Plaza
Santo
Portales
Brasil
Domingo sep
fuente
Cuba
Zócalo
Dicen que los hombres y las mujeres que fueron torturados por la Santa
Inquisición rondan por allí, sobre todo de noche; y que es frecuente que de
día caminen hacia la iglesia de Santo Domingo vestidos en harapos llorando
por sus familiares; y que esos teporochitos que anidan en las bancas de la
explanada de la iglesia o en sus escaleras conversan con ellos cada vez que cae
el sol (Molina, 2007: 25).
Figura 5
Sin embargo, todavía no están dadas las condiciones para una recupe
ración de la plaza y su entorno. Los propietarios de los locales de los
portales que gozan de dos plantas construidas y terraza, así como de un
amplio terreno alargado, no logran aún conseguir vender sus propiedades
que se valúan en más de un millón de dólares cada una. Por ello, la inten
ción expresada por las autoridades de impulsar el establecimiento de
restaurantes y actividades, ligadas a esa nueva demanda consumidora
de la clase media y de los turistas potenciales, se encuentra en estado la
tente. Los propietarios prefieren entonces dejar el inmueble en custodia
de las imprentas, que si bien no pagan rentas sustanciales, siguen mante
niendo el edificio.
En este contexto, la supervivencia de este grupo de pequeños nego
cios determina aún el futuro de la plaza; anclados en estos portales y
accesoriamente en el lado oeste de la iglesia en la calle Leandro Valle,
los impresores han sido regularmente acusados de falsificaciones de do
cumentos oficiales y títulos universitarios, entre otros. A pesar de varias
intervenciones policiacas, el negocio de los documentos falsos y de la im
presión de toda clase de invitaciones, participaciones y documentos di
versos sigue vigente y próspero, además de que constituye uno de los
Conclusiones
7
Aplico libremente a la plaza Santo Domingo esa bella frase de Monsiváis sobre el Centro
Histórico.
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Introducción
199
la venta callejera en el barrio en el contexto de las transformaciones urba
nas de finales del siglo xix, pero también para contextualizar este fenómeno
como parte del sistema de rumbos que definieron la geografía comercial de
la ciudad a principios del siglo xx (Aréchiga, 2003; Barbosa, 2008). Por su
parte, múltiples trabajos universitarios han abordado la historia del barrio
durante la segunda mitad el siglo xx (Herrera Villarreal, 2008; Grisales,
2003; Rocha Osorio, 2004; Sánchez Salas, 2006; y Conde Rodríguez, 1985).
Desde diversas perspectivas, estos autores han desarrollado nuevos cono
cimientos en los que si bien el espacio público no es objeto principal de
estudio, sí aparece como un eje transversal que los articula.
Según las investigaciones de Barbosa, durante los primeros años del go
bierno revolucionario, la inestabilidad política y económica que se vivía
en la ciudad también se reflejaba en los problemas de insalubridad y los
relacionados con el comercio callejero (Barbosa, 2008: 200-203 y 205-220).
La nueva administración reanudaría la pavimentación y la colocación de
tuberías iniciadas antes de su administración, pero todavía en 1929 las
autoridades de salubridad encontraban grandes riesgos para la salud pú
blica (Aréchiga, 2003: 200, 203). La imagen inmunda que se asociaba al
barrio sólo comenzaría a transformarse en los años cincuenta, cuando los
servicios públicos se introdujeron de manera generalizada (cmat, 1994: 12).
Durante los gobiernos de Huerta y Carranza la relación entre funcio
narios y comerciantes callejeros estuvo marcada por la discrecionalidad y
la negociación (Barbosa, 2008: 222). En ese periodo los comerciantes co
nocieron la efectividad de la presión colectiva, mientras que los funciona
rios aprendieron sobre la cooptación de estos grupos. Así, ambos hicieron
su parte en la formación del pacto clientelar y de la creación en los años
treinta del régimen corporativista, que se materializaría en Tepito como
el tianguis que hoy conocemos.
Durante la primera mitad del siglo xx y hasta mediados de los años
setenta, la vida cotidiana en el espacio público se desarrollaba en torno al
patio de la vecindad, el taller, la calle y el tianguis local, los cuales fungían
como ámbito de interacción social (Conde Rodríguez, 1985: 108). La vida
en la vecindad se caracterizaba por su precariedad y por las condiciones de
hacinamiento al interior de las viviendas. Ambos factores hacían que el
espacio público fuera utilizado de manera especialmente intensa. Así, algu
nos de los usos y actividades privadas se trasladaban al patio desarrollando
el sentido de lo común, pero también intensificando la lucha por el con
trol microterritorial.4
Las difíciles condiciones de vida serían aún más graves a partir de 1948,
año en que el gobierno decretó el congelamiento de las rentas en vivien
das de interés social (Grisales, 2003: 99, 102; Rocha Osorio, 2004: 44).
Desde de entonces la vida en la vecindad se haría aún más barata, pero
también más deplorable, pues los dueños de los inmuebles dejaron de inte
resarse por su mantenimiento. En aquellos años el problema de la vivienda
Entrevista con Alfonso Hernández.
4
8
Entrevista con Mario García Puga.
9
Entrevista con Alfonso Hernández.
10
Entrevistas con Luis Arévalo y Concepción Luna.
11
Entrevista con Alfonso Hernández.
Después de los sismos de 1985 la mayor parte de las viviendas del barrio
quedó en muy malas condiciones estructurales (cmat, 1994: 17). En res
puesta a las movilizaciones de los vecinos, diversas instituciones guberna
mentales iniciarían el Programa de Renovación Habitacional Popular, para
lo cual se expropiaron 250 hectáreas con aproximadamente 6 mil predios
(Grisales, 2003: 100, 114; cmat, 1994: 17). Al parecer, el problema de la vi
vienda tendría al fin una solución: los antiguos inquilinos tendrían dere
cho a ocupar las nuevas viviendas construidas por el Estado. Sin embargo,
el alto costo de éstas provocó que una parte importante de la población
tepiteña que había perdido sus casas no pudiera acceder a los nuevos con
dominios (Grisales, 2003: 120). Así, por un lado, muchas familias se muda
ron hacia otros barrios del oriente y norte de la ciudad, mientras que habi
tantes de otras colonias aprovecharon la oportunidad para adquirir una
vivienda propia a un precio razonable.
En esa coyuntura se realizaron movilizaciones populares en demanda
de vivienda digna (Grisales, 2003: 100, 114; cmat, 1994: 17). Sin embargo,
a pesar de esa expresión colectiva, autores como Conde y Hernández13
asocian la desaparición de las redes comunitarias de solidaridad a la forma
física de la vivienda en vecindad y afirman que, con la construcción de
nuevos condominios verticales, el espacio de interacción entre vecinos se
redujo considerablemente. En este sentido, la separación de los espacios
de trabajo con los de la vivienda implicarían la pérdida de las tradiciones
y de una forma de vida más “orgánica” (Conde Rodríguez, 1985: 106).
Por otra parte, existen perspectivas que afirman que los vínculos co
munitarios en Tepito se basan en la “solidaridad de emergencia”. Es decir,
que en este caso los lazos comunitarios sólo existen cuando se presenta
una situación pasajera que pueda afectar la vida de los vecinos (como en
el terremoto de 1985) o, dado el caso, que pudiera verse afectado el interés
de los comerciantes o los espacios de venta de un grupo determinado. Así
se plantea que la solidaridad en Tepito ha sido, si no un mito, una realidad
idealizada (Conde Rodríguez, 1985: 111).
En un sentido espacial, el terremoto surtió efectos sobre las formas de
ocupar la calle. Por un lado, las condiciones económicas de los pobladores
del barrio se volvieron especialmente precarias, por lo que varios vecinos
13
Entrevista con Alfonso Hernández.
La administración perredista
Conclusiones
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000
Fuentes consultadas
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221
actuales, a nuestro entender, tienen características opuestas. Esto sucede
sin que se haya cambiado sustancialmente el discurso oficial respecto
de su finalidad. Lo curioso es que ambos discursos —el oficial, expresado
en documentos o en entrevistas hechas a funcionarios y el discurso implí
cito o de facto de la construcción del espacio— coexisten sin confron
tación ni cuestionarse mutuamente.
Los discursos sobre la ciudad parecen salir de la galera de un mago capaz
de crear una apreciación sobre la misma, con independencia de lo que nos
indica la simple observación. Trataremos de leer esta situación desde el
urbanismo, con la esperanza de aportar no sólo a la comprensión de este
caso, sino de proponer elementos de reflexión sobre la situación actual de
los nuevos espacios públicos centrales.
La existencia de diferentes teorías, ideologías y discursos sobre lo
urbano no es exclusiva de nuestro campo de trabajo, de ninguna discipli
na ni mucho menos del sc y, de hecho, no debería ser un problema, sino
una confrontación que enriquezca la polémica sobre lo urbano. Las difi
cultades surgen cuando, en vez de darse una confrontación, un discurso
se sobrepone a otro para ocultar o imponer algo, es decir, cuando pasamos
de luchas simbólicas con ciertas reglas a violencia simbólica. Al respecto
mucho se ha dicho sobre las virtudes del espacio público urbano cuando,
también, es un escenario de luchas territoriales sumamente desiguales.
Cabe aclarar que, el espacio público, contrapuesto al privado es consi
derado como el lugar que permite el encuentro y la construcción de
ciudadanía (Borja, 2003).
Actualmente es uno de los principales conceptos rectores de los estu
dios urbanos y, para muchos, el más importante. En este tema, la conver
gencia de diversos intereses académicos o no nos hace pensar que, en esta
época de desencuentros, hemos construido una especie de representación
idealizada con la pretensión de reunir a las personas, los conocimientos
o ideas y las políticas sociales. Hay mucho de producción imaginaria en
este campo, el espacio público suele asociarse a un potencial de equilibrio
entre lo artificial y lo natural; lo comunitario y lo individual; lo cerrado y
lo abierto en la ciudad.1 Pero, como señala Milton Santos (2002), todo
espacio humano es sede, producto y factor condicionante de las formas
sociales, sean éstas tendientes a generar equilibrios o violentas asimetrías.
1
Por su parte, Rabotnikof (en Ramírez, 2003: 18-20) habla de tres nociones de lo público en
contraposición con lo privado: El primero se basa en la distinción entre lo colectivo y lo personal. El
segundo sentido se refiere a la distinción entre lo que es visible y lo que está oculto. Por último, la
referencia a la distinción entre lo que es accesible y lo que es substraído de la disposición de los otros.
2
Por ejemplo, consideramos que el acceso diferenciado a los bienes públicos es una modalidad
de estigmatización, de violencia simbólica.
3
Diversos autores han tratado este problema.
7
Esto último parece coincidir con el planteamiento de De Certeau (2000) cuando considera
engañosa la pasividad del usuario.
8
Entendemos por segregación a la división inequitativa del espacio urbano por características
socioeconómicas de la población.
9
Ingenieros Civiles Asociados, S.A. de C.V.
10
Las escrituras de los terrenos de Centro Sur, S.A. de C.V., perteneciente al grupo ica, se rea
lizaron el 15 de diciembre de 1994. Escritura pública 9905 (La Sombra de Arteaga, 21 de junio de 2002).
Figura 2
12
Según entrevistados, Carrefour tuvo que vender el negocio porque tenía poca clientela. La
promesa de desarrollo de la zona hacha por el estado fue mucho menor al desarrollo real.
13
En la actualidad (2010), la subestación aún no se ha construido.
14
Entonces se construyeron más de 8 mil metros lineales de calles con infraestructura subterrá
nea, según el Anuario Económico de 1998.
15
El Anuario Económico de ese año señala 68 por ciento de avance en la primera etapa de infraes
tructura.
16
Los desarrolladores y promotores del proyecto fueron: Grupo ica, Centro Sur, S.A. de C.V.,
Grupo García Gutiérrez, Inmobiliaria Fuengirola y Nippo Inmobiliaria (Anuario Económico, 1998).
También eran parte de los propietarios de terrenos el ingeniero Álvaro Campos y el propio Fideico
miso QroNos.
17
Funcionarios del gobierno municipal dieron cuenta de ello durante las entrevistas.
18
El primer registro municipal de la aprobación del ppducsq se realizó el día 17 de noviembre
de 1994, con el proyecto coordinado por el arquitecto Webster. El segundo registro municipal data del
24 de julio de 1997, proyecto del arquitecto Eduardo Terrazas nombrado por la empresa Centro Sur,
S.A. de C.V., parte del grupo ica. El primer plan fue derogado, según representantes de la Dirección
de Desarrollo Urbano del Municipio de Querétaro, por no estar completo y presentar inconsistencias
legales. Y, aunque se pretendió que el ppducsq de 1994 y de 1997 se constituyeran como instrumen
tos de aplicación obligatoria, nunca se inscribieron en el Registro Público de la Propiedad.
19
No detectamos documentos que explicaran cuáles son estas etapas de construcción.
20
Existen constancia de ello en la Gaceta Municipal números 4, 5, 6, 11, 12 y 13.
21
Todos los cambios de uso de suelo se amparan en la Ley Orgánica Municipal del Estado de Que
rétaro, que establece en sus artículos 121 al 128, los alcances de los Planes de Desarrollo Urbano
Municipal y su posibilidad de modificación.
22
Este proyecto logró la protesta unificada, por primera y única vez hasta ahora, de los condó
minos de los fraccionamientos cerrados. Argumentaron que el uso del edificio no era compatible con
el residencial del cs. Hasta el momento no se ha vuelto a publicitar el proyecto.
Representaciones y prácticas
en el espacio público del centro-sur
23
Durante el mes de diciembre de 2006 aplicamos el estudio de opinión a 150 personas, visitan
tes y algunos residentes del cs. Se utilizaron 22 variables abiertas y cerradas, entre ellas un mapa del
cs. Los lugares en que se aplicó la encuesta fueron los tres más concurridos: el Centro Cívico, la
plaza Chedraui y los alrededores del estadio Corregidora.
24
La doctora Blanca Ramírez se refiere a los ejes analíticos de Lefebvre como el espacio de lo
percibido, lo concebido y lo vivido.
Los principales espacios abiertos del cs que fueron pensados como pú
blicos centrales, es decir, la rambla y la plaza central junto al lago (o bordo)
están desatendidos y prácticamente inutilizados. ¿Cómo impacta esto en
los visitantes del cs? No podemos responder con absoluta certeza a esta
pregunta, sabemos que la respuesta no es una ecuación simple. No existe
una correspondencia directa entre la forma urbana y el uso del espacio,
con la que se pueda interpretar los significados que la población otorga a
los espacios. Tal vez muestra de ello sea que prácticamente 70 por ciento
de la población visitante del cs que encuestamos, respondió que el lugar
les agrada por la tranquilidad y que les gustaría residir ahí.
La mirada de los visitantes contrasta con la de los técnicos y teóricos,
según los cuales el aumento de las medidas de seguridad de los conjuntos
bardeados produce entornos desérticos, es decir, que al interior de los con
juntos hay tranquilidad y seguridad, pero al exterior de esos muros hay
inseguridad y desolación. Es factible pensar que el discurso de las inmo
biliarias y la ignorancia de otras alternativas han impactado en la pobla
ción, cosa que no sucede con el de los técnicos.
Jáuregui (2003) señala que, en la planeación de políticas radicales de ar
ticulación urbana que pretendan demoler muros que segregan la ciudad,
se deberá reconocer que existen dos tipos: los muros de ladrillo y los
mentales. Los muros de ladrillo son relativamente fáciles de demoler y la
Ciudad de México es un gran ejemplo de ello. En razón de la emancipa
ción, la higiene y la fluidez vehicular se han realizado importantes demo
liciones, como las del centro de la ciudad a finales de los años veinte e inicio
de los treinta bajo indicaciones del arquitecto Carlos Contreras, y a me
27
Por ejemplo, las palabras paseo y boulevard asignadas a la avenida Bernardo Quintana, en el
tramo del cs, aunque la mayor parte aún está despoblada, creemos que desvirtúa el sentido peatonal
de dicho espacio público, ya que el principal beneficiario de esta avenida es el automovilista.
Fuentes consultadas
Introducción
245
Este proceso trae consigo la presencia de formas de segregación espacial
y de exclusión social que involucran a diferentes agentes sociales urbanos
en torno al espacio urbano. La disputa por el suelo, sus usos y su acceso invo
lucra la presencia de actores referidos a espacios antes considerados como
rurales, es el caso de los pueblos; a procesos de construcción de vivienda
informal como colonos; a agentes inmobiliarios con ambiciosos intereses
económicos; y a municipios que en su línea de política urbana buscan con
solidar estos espacios como lugares competitivos para atraer inversiones
privadas de alto nivel. De esta manera, se conforma un territorio complejo
y heterogéneo en el que se confrontan diferentes formas de poblamiento que
corresponden a identidades locales territoriales disímiles entre sí como
pueblos, colonias populares y fraccionamientos residenciales cerrados en
los que la diferencia y la desigualdad son los elementos comunes del terri
torio en el que se localizan.
En este contexto, las decisiones en torno al acceso al suelo urbano y
a las formas de uso del mismo pasan por las diferentes percepciones exis
tentes en cada tipo de poblamiento. Los grupos sociales que participan a
partir de su experiencia política económica, de su posición en torno a la pro
piedad de la tierra, de su relación con las autoridades urbanas y de su propia
ubicación como grupos subordinados o dominantes en el territorio nego
cian la ocupación del suelo urbano y sus formas de habitar. La resolución
de la disputa no siempre lleva a conflictos, la forma en que se interrelacio
nan los diferentes actores sociales y su contexto socioterritorial parecen
tomar rumbos acordados y negociados, tanto internos a la localidad como
externos, sobre los cambios de uso del suelo y del espacio social. De esta
manera el territorio se perfila como un espacio social en el que existen
formas diversas de distinción, de subordinación y de poder que no nece
sariamente llevan al conflicto permanente.
Este trabajo tiene como objetivo identificar las transformaciones terri
toriales derivadas de los procesos económicos, sociales y espaciales que
impone la globalización en las grandes ciudades, en este caso en la perife
ria poniente de la zmvm,1 y de manera particular en el municipio metropo
litano de Huixquilucan. Desde esta perspectiva, se considera como parte
central del análisis la exploración de las lógicas de organización del terri
torio en aquella periferia en la que todavía se presentan actividades rura
les y en las que una parte importante del poblamiento tiene características
1
La zmvm está constituida por 16 delegaciones del Distrito Federal y 59 municipios conurbados
del Estado de México.
El poniente de la zmvm y
la heterogeneidad del poblamiento,
el municipio conurbado de Huixquilucan
5
Los nombres de estos conjuntos son Frondoso, El Bosque, Fuentes de las Lomas, La Enramada,
Bosque Real, Greenhouse, Los Sauces, Toledo y High Lands.
6
La ageb es la unidad que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía Informática (inegi)
define para contabilizar la población urbana del país.
Tabla 1
Población en el municipio de Huixquilucan, 1980-2005
Fuente: Elaboración propia con base en los datos del Archivo Histórico de las Localidades;
inegi, Censos Generales de Población y Vivienda 1950-2000; y Conteos Generales de Población,
1995 y 2005.
7
Esta cifra no incluye la superficie incorporada a la urbanización por Bosque Real, si se suman
las 600 hectáreas del proyecto residencial se obtiene una cifra de 1,400 hectáreas aproximadamente
para el año 2005.
8
La distinción entre población urbana y rural la define el inegi a partir del número de habitantes
por localidad. Una localidad es un espacio ocupado con una o más viviendas, reconocido por ley o
costumbre, puede ser rural o urbana. El criterio para distinguir entre localidades urbanas y rurales
es el número de habitantes por localidad. Localidades que tienen una población menor a 2,500 habi
tantes se consideran rurales.
Tabla 2
Población y tipos de poblamiento
en el municipio de Huixquilucan, 1999-2000
a
Se trata de pueblos que están totalmente incorporados al área urbana.
b
Son pueblos separados físicamente del área urbana.
c
Es la cabecera municipal Huixquilucan de Degollado.
Fuente: Elaboración propia con base en los datos del Observatorio de la Ciudad de México
(Ocim), 1990-2000. Maestría en Planeación y Políticas Metropolitanas, uam-Azcapotzalco.
La diversidad socio-espacial
vs. un mismo territorio
9
Esta hacienda fue afectada para constituir los ejidos de San Antonio Someyucan, San Cristóbal
Texcalucan, San Esteban Huitzilacasco, San Francisco Cuatlalpan, San Francisco Chimalpa, San Luis
Tlatilco, la Magdalena Chichicaspa, San Rafael Chamapa y San Bartolomé Coatepec, todos ellos
localizados en los municipios mexiquenses que se mencionan arriba.
10
Información obtenida en la entrevista realizada al comisariado ejidal de San Bartolomé en el
periodo 2006-2009.
La ciudad moderna:
Bosque Real, un fraccionamiento
con estilo de vida global
Este desarrollo residencial cuyo slogan es “Better city, better life” constituye
el modelo paradigmático de la urbanización residencial global. Se presen
ta como una “ciudad amurallada e inteligente”, dentro de una gran ciudad
metropolitana, que ofrece todas las bondades existentes de los servicios
Las colonias que se ubican al oriente del municipio colindan al norte con
el fraccionamiento Bosque Real, separadas de éste por una barranca; al sur
también limita con una barranca y al oriente con los cerros que delimitan
al pueblo de San Bartolome. El poblamiento está ubicado en tierras pe
dregosas, de aquí su nombre, y en zonas que anteriormente eran minas de
los ejidatarios del pueblo de San Bartolomé. Con la decadencia de la ex
plotación minera los ejidatarios inician la urbanización de estas tierras.
En 1973 se segrega la zona urbana ejidal, inicialmente se plantea como
un proyecto para los ejidatarios en el que se consideraba la posibilidad de
satisfacer las necesidades de vivienda de sus hijos. La zona urbana queda
constituida por 98 hectáreas, se inicia la planificación del área que a final
de cuentas sólo considera 70 hectáreas. Este territorio se fracciona en 500
lotes de 1,250 metros cuadrados que fueron distribuidos entre los 210
ejidatarios. Cada uno de estos lotes se subdividieron en partes más pequeñas,
en terrenos de aproximadamente 200 metros cuadrados.
En la década de los ochenta se inicia la venta de lotes, a precios que
fluctuaban entre 20 y 50 pesos el metro cuadrado. Algunos adquirientes de
los terrenos compraron barato y después revendieron a un precio más
elevado. La estrategia de los ejidatarios sin duda consideró la importante
demanda de suelo urbano accesible para los sectores populares. De hecho,
la formación de las colonias Cantera y El Pedregal en la zona ejidal cons
tituyó un crecimiento casi natural de la gran urbanización popular que se
había dado en el municipio de Naucalpan desde la década de los setenta.
Figura 1
Figura 2
Fuentes consultadas
Alba, Rodrigo (2009), Vivienda popular en Huixquilucan, tesis para obtener la licen
ciatura en Sociología, uam-Azcapotzalco, México.
Baca Gutiérrez, Amanda Esperanza (1993), Monografía del municipio de Huix
quilucan, H. Ayuntamiento de Huixquilucan 1991-1993, México.
Brenes l. y K. Sandoval (2003), Huixquilucan, fes Acatlán-unam (edición elec
trónica), México.
Carbone, Silvia (2009), Las identidades locales en los procesos de planeación: San Bartolomé
Coatepec, Huixquilucan, tesis de maestría en Planeación y Políticas Metropoli
tanas, uam-Azcapotzalco, México.
Cruz, Ma. Soledad (2006), “Suelo urbano y propiedad de la tierra. Tendencias
recientes en la zmvm, 1990-2000”, en Memoria del Primer Congreso Nacional de
Suelo Urbano, unam/puec (edición electrónica), México.
y Aída Carrillo (2006), “Un ejercicio de planeación y la construcción de
nuevos espacios urbanos: el caso de Santa Fe”, en Ma. Soledad Cruz (coord.),
Espacios metropolitanos 2. Población, planeación y políticas de gobierno, uam/rniu,
México, pp. 141-173.
Delgado, Javier y Blanca Ramírez (1999), Transiciones. La nueva formación terri
torial de la Ciudad de México, uam/Plaza y Valdés, México, pp. 47-58.
González, Felipe (2005), Cultura y política. Relaciones sociales metropolitanas en el
municipio de Huixquilucan, tesis de doctorado en Ciencias Antropológicas,
uam-Iztapalapa, México.
Méndez, Ricardo (2004), “Transformaciones económicas y dinámicas urbanas:
la periferia metropolitana de Madrid”, en Adrián Aguilar (coord.), Procesos me
tropolitanos y grandes ciudades. Dinámicas recientes en México y otros países, unam/
Miguel Ángel Porrúa, México, pp. 119-146.
Introducción
271
las últimas décadas le ha agregado giros nuevos e intensidad, pero no es su
origen. Por otra parte, la misma agresión de gran escala o “global” que se ha
descargado hoy sobre “lo público” en aras de los intereses y las identidades
individuales ha generado a nivel de las ciudades y sus barrios, reacciones de
defensa y, específicamente, valoración del espacio público y del patrimo
nio urbano y arquitectónico.
Incluso más, la revalorización de lo público excede la mera defensa de
la calidad de vida; va más allá de la reacción conservadora que sustenta al
ecologismo. Con el tránsito de la sociedad del trabajo a la sociedad del con
sumo y la frenética construcción de identidades personales en torno a los
símbolos del consumo de masas, han aflorado nuevas formas de espacio
público y de espacios colectivos de uso crecientemente público. En varios
sentidos los shoppings centers testimonian esta nueva realidad cultural y social.
Discutiremos estas condiciones en el Santiago actual, tensionado por
un nuevo ciclo de crecimiento de su economía liberal, los efectos de un
megaterremoto y la celebración del Bicentenario. El contraste entre la
celebración del Estado-nación —la gesta colectiva— y la promoción hasta
los límites inéditos de la iniciativa, los intereses y las identidades indivi
duales —el héroe empresarial— son el marco para profundizar nuestro
entendimiento de Santiago como metrópolis, y el papel del espacio públi
co en su estructuración urbana.
La ciudad disputada
Un concepto disputado
En septiembre de este año 2010 hemos celebrado los 200 años de Chile
como Estado-nación en un contexto de liberalismo que lleva a denostar al
Estado y menospreciar al Pueblo.
Si la creencia ideológica más pertinaz del tiempo actual es que los
problemas económicos y sociales se deben, en lo fundamental, a la exce
siva intromisión del Estado en la economía, la celebración del cumpleaños
pierde fuerza. No tendría sentido celebrar con entusiasmo al responsable
de entorpecer los mecanismos de libre mercado creadores de riqueza y pro
greso. Y así nomás fue: la celebración del Bicentenario no tuvo la prestan
cia ni el significado que rodeó a la fiesta del Centenario en 1910, por pa
tricia que fuere.
Pueblo o nación también están afectados por el descrédito y la sospecha.
En los extremos del liberalismo, a los que Chile parece haberse acercado
en tiempos recientes más que ningún país de América, no existen más que
los individuos y sus intereses. En palabras de Margaret Thatcher, “la so
Fuentes consultadas
287
En este enfoque, lo público es un proceso que se construye en contex
tos específicos como espacio de relación entre miembros diferentes de la
sociedad, y entre éstos, las instituciones de gobierno y el Estado. Su con
tenido socio-político, cultural y urbano se expresa en las formas de pro
piedad y de comunicación entre unos y otros, en las relaciones y prácticas
sociales situadas, y en las actividades humanas que se desarrollan en el
entorno construido de la ciudad.
Hablar de lo público urbano alude de una parte, a la condición jurídi
ca e institucional de la propiedad y a la normatividad que regula el uso, la
provisión y el acceso a bienes y a servicios públicos.1 De otra, alude al
lugar común, abierto y accesible, y a su papel activo como elemento inte
grador y como espacio de todos. Entendido como escenario de relación,
de participación social y política, lo público muestra las diferentes formas de
apropiación individual y colectiva de la ciudad, y en un sentido social y
urbano tiene como atributos potenciales: la democracia, la pluralidad, la
polivalencia, la tolerancia, la inclusión, el bienestar (Borja, 2003; Ramírez,
2009).
El significado de lo público va más allá del marco legal que define la
relación entre lo público y lo privado. Al exhibir distintas formaciones
físico-sociales, símbolos y estéticas urbanas, el espacio público expresa
distintas concepciones y percepciones de la ciudad que lo produce con el
impulso de las prácticas sociales de la gente. En este proceso, aparecen las
condiciones desiguales de ciudadanía y la conflictividad socio-cultural
y política derivada de las disputas por los recursos urbanos, por el uso y
control del espacio urbano, por las distintas formas de trabajo, de movili
dad y de consumo, por las formas de acción política, de organización so
cial y de expresión artística. Estos aspectos revelan el carácter de clase de
la vida pública y nos introducen a las formas de comunicación y de par
ticipación a favor de la reivindicación de derechos.
En Latinoamérica y en México, el tema de lo público se incorpora al
debate académico y político sobre la ciudad y la vida pública desde la
última década del siglo xx asociado al interés en lo que ocurre en los
lugares de encuentro, de relación, de participación ciudadana, de movi
1
En el sistema capitalista, se distingue la propiedad pública estatal, inscrita en el poder del Estado;
la pública no estatal, de interés público, sin fines de lucro y regida por el Derecho privado; la pro
piedad corporativa, que no tiene fines de lucro y protege los intereses grupales, sectoriales o de
corporaciones; y la propiedad privada, con fines de lucro y de consumo privado colectivo. Se ha
señalado al respecto que lo que es estatal es público, pero lo público no necesariamente es estatal
(Bresser y Cunill, 1998: 31).
Figura 1
San Francisco Culhuacán. Foto: Patricia Calle Manzanares, Barrio de La Merced, Centro Histó-
Ramírez Kuri (prk), 2007. rico de la Ciudad de México. Foto: prk, 2007.
2
Para el 2005 la población del Distrito Federal era de 8’720,916, incrementándose a 8’851,080
para 2010, mientras la población de la Zona Metropolitana se incrementó cerca de un millón en el
mismo periodo pasando de 19’239,910 a 20’116,842 habitantes. Censo General de Población y
Vivienda, 2010 y Conteo de Población, 2005, inegi.
3
Este texto recupera algunos resultados de un proyecto colectivo inscrito en esta investigación
colectiva realizada bajo mi coordinación durante 2009, titulado Mecanismos de rescate, incorporación y
generación del espacio público, en convenio iss-unam-Seduvi.
4
Se consultó información cuantitativa y cartográfica existente en Seduvi, Secretaría de Medio
Ambiente, inah-conaculta, se indagó en páginas electrónicas del gdf, programas e informes por cada
delegación política. La Secretaría de Medio Ambiente se acerca a una propuesta general y el inah
dispone de valiosa información histórica y particularmente de plazas en el Centro Histórico de la
Ciudad de México.
5
El resultado de la búsqueda en cada delegación permitió realizar un primer registro de 1,100
espacios públicos de distinto tipo y calidad física y relacional. Observamos que la información carto
gráfica por delegación es muy general, es desigual entre una delegación y otra, y contrastante en la
organización y registro de lugares públicos ya que los nombres de los lugares públicos no correspon
den con las características en usos, funciones y escala. Podemos citar como ejemplos que: hay plazas
públicas centrales registradas como jardines; parques con usos públicos intensivos registrados como
áreas verdes. Con los camellones de pequeña escala ocurre algo similar e incluso en los registros de
espacios abiertos y áreas verdes, se incluyen jardines de propiedad privada en vivienda residencial.
6
Es el caso de Iztapalapa, Milpa Alta, Xochimilco, Tláhuac, Cuajimalpa, Azcapotzalco, Álvaro
Obregón y Gustavo A. Madero.
Espacios públicos tradicionales y modernos. Fuente: Elaboración propia con base en información
documental del inah, Conapo y mapa de Índices de Marginalidad, Sedesol, Ciudad de México, 2005.
Figura 2
Figura 3
Las acciones más recientes (2007-2008) de reubicación de los comerciantes en vía pública,
15
Figura 4
Está por construirse una política del espacio público que articule progra
mas y acciones a partir de una tipología derivada de una concepción de lo
público urbano como la esencia de la ciudad que lo produce como lugar
de construcción de ciudadanía. El estudio realizado permitió generar una
primera versión cartográfica de los espacios públicos en el Distrito Fede
ral y aproximarnos a una clasificación que permitiera organizar la infor
mación obtenida, con base en el siguiente esquema general:
Espacios públicos Históricos y patrimoniales Calles, plazas, centros históricos, pueblos urbanos,
barrios antiguos
Cívicos y rituales Cabildos, iglesias y atrios
Panteones
Modernos y tradicionales Calles, calzadas, paseos, parques y jardines
Educación Universidades públicas
Casas de Cultura, Fábricas de Artes y Oficios (Faros)
Movilidad motorizada-transporte público Centros de transferencia
Modal, Cetrams
Metrobús, metro
Espacios semi-públicos Centrales y periféricos
Recreativos y culturales Cafés, mercados, museos
Universidades privadas
Cines, deportivos, estadios y foros
Centralidades y vialidades modernas priva Centros comerciales, cines
das y público-privadas Vías rápidas y puentes para vehículos motoriza
dos y no motorizados
Espacios públicos con Áreas verdes urbanas y Suelo de conserva Parques recreativos, reservas naturales y bosques
usos restringidos ción
Fuente: Elaboración propia con base en la investigación Espacios públicos en la Ciudad de México.
22
En conjunto, representan cerca de la mitad de la oferta de lugares de uso público considerada en
el estudio realizado. que se concentran en Gustavo A. Madero, Coyoacán, Iztapalapa, Venustiano
Carranza, Iztacalco y, en menor escala Álvaro Obregón y en las delegaciones centrales.
23
Véase el estudio realizado por José Antonio García Ayala, 2010.
24
En el Distrito Federal existen 317 mercados públicos, 101 panteones públicos y 16 privados.
25
En el Distrito Federal se ubican 175 estaciones del metro, 46 centrales de autobuses (Cetrams)
y 81 estaciones de metrobús.
Nota final
Fuentes consultadas
Documentos
Gilberto Giménez*
I
La pareja conceptual
“cultura-identidad” en sociología
317
últimamente este concepto ha sido elaborado de una manera mucho más
rigurosa y ha tenido un desarrollo muy interesante, aunque desigual.
Breve incursión
en el territorio de la cultura
Pasemos ahora a enunciar una tesis central que pienso nos puede ayudar
a entender las identidades urbanas. Esta tesis podría formularse así: la
identidad se predica en sentido propio solamente de sujetos individuales
dotados de conciencia, memoria y psicología propias, y sólo por analogía
de los actores colectivos, como son los grupos, los movimientos sociales,
los partidos políticos, la comunidad nacional y, en el caso urbano, los ve-
cindarios, los barrios, los municipios y la ciudad en su conjunto.
Identidades individuales
Identidades colectivas
1
Este nivel cognitivo no implica necesariamente, según Melucci, un marco unificado y coherente.
Las definiciones pueden ser diferentes y hasta contradictorias.
II
Identidades urbanas
km
30
7-Vasto mundo
10
a
20
4-El barrio
2a5
Comencemos con el nivel vecinal. Sabemos que una unidad vecinal puede
estar constituida horizontalmente por un grupo de casas vecinas o, llana-
mente, por la contigüidad de los departamentos en un edificio multifami-
Identidad barrial
Cambiemos de escala para ilustrar ahora una identidad barrial. Para ello
resumiremos sintéticamente una investigación realizada por Gabriel Gra-
vano (1989), un antropólogo y lingüista de la Universidad de Buenos
Aires, en dos barrios porteños y otro del gran Buenos Aires, en Avellaneda,
que es un barrio obrero-industrial. Esta investigación se proponía averi-
guar los siguientes puntos, todos ellos relativos a la percepción de la iden-
tidad: 1) si la gente identificaba —y de qué manera— su barrio; 2) cómo
lo delimitaba; 3) cómo lo nombraba; 4) cómo lo diferenciaba de otros
barrios; 5) y qué lazos de identidad o pertenencia establecía con él.
Utilizó como fuente de información el discurso de los propios habi-
tantes obtenido a través de entrevistas estructuradas o libres, elabora-
das de modo que la gente diera su propia definición del barrio y hablara de
su historia, de sus características más importantes, de sus personajes,
de sus calles, de sus habitantes y de lo que fuera.
Los resultados mostraron que para los habitantes el barrio se definía
a través de atributos o rasgos diacríticos cargados de contenido valorativo.
Esto lo llevó a distinguir entre el “barrio referencial”, entendido simple-
mente como espacio físico habitado (es decir, como parte de lo que hemos
llamado “la ciudad morfológica”), y “lo barrial” como valor, o sea, como
espacio valorizado (que supone la representación, la apropiación y los
Tabla 1
Las amenazas: “la juventud simbólica” igual al cambio,
el adelanto, el progreso (“cambió para pior”)
Identificación urbana
de la elite de Ginebra y Lausanne
Martha de Alba**
Introducción
* Este capítulo fue elaborado en el marco del proyecto Representaciones, experiencias y memoria de
la metrópoli, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Ciencia Básica 2007-2010).
** Profesora-investigadora de Psicología Social en el Departamento de Sociología de la Univer-
sidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
345
cados y prácticas del espacio urbano en diferentes escalas y contextos
sociales (Milgram y Jodelet, 1976; Jodelet, 1982; Haas, 1999; Abric y
Morin, 1990; De Rosa et al., 1995; Alba, 2004).
Un postulado común en estas investigaciones es que las representa-
ciones sociales que dan sentido al espacio son elaboradas colectivamente,
de acuerdo con el bagaje sociocultural e histórico de los individuos que
ocupan dicho espacio (proceso de anclaje). Tales construcciones simbóli-
cas del lugar o representaciones socioespaciales se materializan a través de
distintas formas de expresión de la acción o del pensamiento (proceso
de objetivación): prácticas de uso del territorio, discursos sobre éste y
representaciones artísticas donde el sitio ocupa un lugar importante, entre
otros.
Estudiar las presentaciones de un lugar histórico nos conduce forzo-
samente a establecer un nexo con el concepto de la memoria colectiva,
entendida como una reconstrucción social del pasado a partir de la situación
presente de quien recuerda, cuyo marco de referencia es espacial y temporal
(Halbwachs, 1925 y 1950). La memoria de los individuos y de los grupos
se encuentra anclada en los lugares en los que ocurrieron los hechos re-
cordados en un momento histórico particular. Otros autores, además de
Halbwachs, han hecho del espacio un soporte de la memoria: “The very
process of remember is grow out of spatial metaphors of connection and
topography. To remember, says Humberto Eco, is like constructing and then
travelling again through a space [...]” (Hebbert, 2005: 581).
El espacio es un poderoso evocador de recuerdos, y de hecho consti-
tuyó un recurso mnemotécnico eficaz para almacenar conocimiento, imá-
genes e ideas en épocas en las que la memoria no podía ser fácilmente
almacenada en otro tipo de soportes que no fuera la imaginación espacial.
Yates (1966) relata que los oradores de la época clásica recreaban en su
imaginación templos en cuyos rincones y columnas “depositaban” relatos
que podían recuperar al volver a recorrer imaginariamente el lugar.
La relación entre memoria y espacio va más allá del mero recurso
mnemotécnico. Para Halbwachs (1950), el espacio es la imagen del grupo
que lo ocupa. La estructura y las formas de vida de los grupos se expresan
en el espacio urbano que han creado, en los barrios y las ciudades que
han erigido. El arreglo y diseño arquitectónico de las edificaciones ex
presan las formas de vida propias de la sociedad y época a las que perte-
necen. El espacio construido se convierte así en un signo que contiene un
mensaje significante para sus ocupantes, materializando su identidad
Memoria y representaciones
del Centro Histórico de la Ciudad de México
Con motivo del rescate de los vestigios de la ciudad prehispánica (el Tem-
plo Mayor y la Coyolxauhqui) y en un intento por mejorar las condicio-
1
En el caso de la Ciudad de México, este tema ha sido abordado en investigaciones que tratan
sobre la identidad ligada al espacio urbano.
Metodología
Escenarios del miedo Vida cotidiana y comercio Escenarios del poder Escenarios turísticos Habitar el patrimonio
Cl 1 Cl 5 Cl 3 Cl 2 Cl 4
Lugares Lugares Lugares Lugares Lugares
74.18 Tepito 62.37 Venustiano Carranza 91.65 Palacio Nacional 73.51 Bellas Artes 23.88 Tacuba
31.73 Merced 61.98 Uruguay 69.37 Plaza de la Constit 51.56 Catedral 18.71 San Ildefonso
27.98 Lagunilla 51.28 Izazaga 60.99 Palacio de Gobierno 43.78 Alameda 13.70 Munal
5.88 Palacio Legislativo 43.24 Circunvalación 36.05 Suprema Corte 40.06 mercado Lagunilla 12.98 San Francisco
4.86 TAPO 36.61 Republica del Salva 35.88 Catedral 35.08 Templo Mayor 12.16 Donceles
Conceptos 38.39 Correo Mayor 27.56 Monte de Piedad 24.94 Zócalo 11.73 Franz Mayer
38.56 insegur+ 35.59 Mesones 27.49 Bandera Conceptos 10.35 Allende
25.45 delincuencia 25.18 Regina 23.44 Portales 32.62 construcción+ 10.35 Escuela de Medicina
23.21 basura 23.14 Pino Suárez Conceptos 22.64 arquitectura 10.35 Plaza Santo Domingo
17.70 prostitu+ 20.08 San Pablo 100.77 presidente 16.28 exposición+ 10.35 Profesa
15.87 zona+ 17.54 Isabel la Católica 69.71 poder+ 15.67 mariachi+ 10.35 Sanborns Azulejos
15.54 droga+ Conceptos 49.54 Obrador 13.84 bonita+ Conceptos
14.00 policía+ 40.53 calle+ 41.92 grito+ 13.51 bonito+ 37.88 edificio+
Preguntas 36.85 tiend+ 36.05 sede Preguntas 25.91 restaurant+
106.90 DISGUSTA 26.02 tela+ 32.72 joyería+ 62.53 VISITANTE 25.91 referencia+
Residencia 20.08 continua+ 29.57 empen+ 24.30 histor+
12.54 perímetro B E 12.78 límite+ 23.85 gobierno 21.28 México
12.09 lleg+ Preguntas 21.28 primer+
10.99 trabaj+ 27.83 DIBUJO 21.06 casa+
Preguntas Residencia 20.92 Inquisición
15.62 DIBUJO 21.47 perímetro B SE 18.71 antigua+
16.87 librería+
13.50 plaza+
Preguntas
48.73 DIBUJO
Residencia
60.23 perímetro A
Escenarios turísticos:
símbolos de la identidad nacional
El valor estético de los lugares que pertenecen a esta clase está dado
principalmente por la arquitectura de los edificios, aunque también son
importantes por formar parte del catálogo de edificios más conocidos de
la ciudad por su significado histórico.
La catedral es definida en esta clase como: “grandota y bien bonita”,
un lugar al que “todos acuden”, “es hermosa, de estilo barroco”, “por
la arquitectura”, “es muy antigua, histórica”, “porque está muy bonita”.
Es vista como un símbolo del poder o como monumento arquitectónico,
pero no como lugar de culto. En general, las iglesias del centro asociadas
a una práctica religiosa no llegan a constituir una clase ni tampoco forman
parte de la vida cotidiana del centro. Ello nos invita a reflexionar sobre
la pérdida del sentido del centro como espacio religioso. Tuvo esta voca-
ción desde el surgimiento de la ciudad hasta mediados del siglo xix,
cuando las Leyes de Reforma confiscan los bienes de la Iglesia. En este
Las ruinas de las pirámides coronadas por los templos a los principa-
les dioses aztecas compiten en simbolismo con la religiosidad de la cate-
dral y con el poder político del Palacio Nacional. Este conjunto de monu-
mentos resume la esencia de la identidad nacional y por ello forma parte
de lo que nuestros entrevistados mostrarían a un visitante del Centro
Histórico.
Los lugares incluidos en esta clase representan la vida popular del Centro
Histórico, aquellos que no figuran en la historia oficial y donde no se lle-
varía a un visitante. Se trata de los mapas de los residentes tradicionales, en
Fuentes consultadas
Introducción
365
mento fueron la totalidad de las ciudades (Suárez, 2002). Fundadas
muchas de ellas en la época prehispánica y/o refundadas durante el siglo xvi
aún conservan vestigios de su riqueza cultural y material, evidenciándose el
dominio español especialmente en la traza, en la organización por barrios,
en la disposición de espacios públicos como generadores de ciudad, en la
sede de los poderes, en sus edificios civiles y religiosos, como también
en sus plazas y jardines.
Si consideramos que durante siglos los hoy llamados centros históri-
cos conformaron la ciudad completamente, ciudad que creció lentamente
a lo largo de casi 300 años, lo que explica su composición heterogénea en
diversos sentidos: en lo físico, lo social, lo económico y sobre todo en lo
cultural (Carrión, 2001a). Después de tres siglos de ser la totalidad pasan a
ser sólo el centro de una ciudad rebasada en su configuración original, en
sus límites, en su demografía, en su proyecto original. Dado que las ciu-
dades por vocación siempre se encuentran en construcción, y las áreas
centrales no son, ni han sido, la excepción. El cambio es el distintivo de
los centros históricos. En tanto que su nomenclatura da evidencia de ello,
pues sus lógicas corresponden a momentos históricos que muestran for-
mas de leer, ubicar, recorrer e imaginar el espacio.
Santiago de Querétaro, capital del estado Querétaro de Arteaga, ha
tenido un particular desarrollo urbano. Ciudad mestiza que desde su fun-
dación, según una historia muy controvertida considerada casi leyenda,
estuvo a cargo del indígena llamado Connin, y los españoles Nicolás de
San Luis Montañés y Juan Sánchez de Alaniz, el 25 de julio de 1531, en
la denominada Loma de Sangremal, la cual fue dedicada al apóstol San-
tiago, patrono de España (Arvizu, 2006).
Surgida de la convergencia de dos culturas, la indígena y la española,
de donde emerge una nueva identidad cultural, algunas veces criolla, en
ocasiones mestiza y en otras marcadamente indígena, en una particular
coexistencia que persiste hasta la fecha.
Antes de la llegada de los españoles ya existía un asentamiento indí-
gena, cuya traza inicial era irregular y de crecimiento espontáneo. Es
probable que la fundación de la ciudad virreinal, en el primer tercio del
siglo xvi, haya obedecido más a razones de estrategia religiosa militar que
a la abundancia de riquezas en la región, pues ha representado desde
siempre el paso obligado entre la Ciudad de México y la región minera
del país.
Querétaro 1796. Sistema de Plazas. Fuente: Archivo General de Indias, Sevilla. España. Ref. México,
603, 603 bis, 603 ter, 603 quarter, en Carlos Arvizu García, Evolución urbana de Querétaro 1531-2005. Instituto
Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, campus Querétaro, 2005, p. 130.
Figura 3
Antiguo Mercado de los Escombros, Querétaro. Colección Jackson, 1885. Fuente: http://www.
static.panoramio.com/photos/original/9009852.jpg
Figura 5
Figura 8
383
temas nacionales, el gobierno chileno ha hecho el gesto ocasional de con-
vocar a las organizaciones ciudadanas para oír sus puntos de vista en pu-
blicitados encuentros con las autoridades del ramo, pero no ha dado el
lógico paso siguiente de recoger e incorporar esos aportes en las políticas
públicas.
Es de conocimiento general que el interlocutor preferente del Estado
en la discusión y la toma de decisiones públicas sobre materias urbanas es
la gran empresa privada. A ello ha contribuido de manera importante
durante los últimos años el constante y públicamente reconocido circular
de las mismas personas a través de las puertas giratorias de gabinetes mi
nisteriales, oficinas de lobby empresarial y mesas directivas de grandes
corporaciones.
En su calidad de propietario del suelo y/o del capital, el sector privado
promueve el crecimiento ilimitado de la ciudad a partir de la ocupación
de áreas periféricas o, en su defecto, participa activamente en el proceso de
reurbanización de Santiago, que se basa en destruir edificaciones de baja
densidad y ocupar áreas verdes en sectores residenciales, para construir de
acuerdo con criterios de alta densidad y rentabilidad. Sus beneficios se mul
tiplican cuando el Estado genera condiciones para la valorización de sus
terrenos, y en defensa de estos beneficios se opone férreamente a cual-
quier tipo de control ejercido por instrumentos de planificación que de-
terminen restricciones de uso y densidad.
A falta de un gobierno metropolitano o de un alcalde mayor, es el go
bierno central, a través del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu),
el responsable del desarrollo urbano de la capital. Los planes del Minvu, sin
embargo, entran en contradicción frecuente con la política de generación
de infraestructura del Ministerio de Obras Públicas (mop), cuyo mayor
peso político y más amplio presupuesto le permite imponer políticas fuer-
temente neoliberales que privilegian el crecimiento expansivo de Santia-
go por la vía del desarrollo de autopistas conectoras de los distintos cen-
tros urbanos desarrollados por el capital financiero al interior y en las
afueras de la ciudad.
El marco legal e institucional que amparó la ofensiva empresarial contra
la ciudad integrada se construyó durante la dictadura. Comenzó con la
aplicación del principio de que el suelo no es un recurso escaso y que
las restricciones de uso aumentan de manera artificial el precio del suelo
urbano. El paso siguiente fue eliminar los límites urbanos y ampliar por
decreto supremo el área urbana, facilitando el crecimiento periférico indis
2
DS 420 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), de 1979. Como complemento, en
1980 el Ministerio de Agricultura emitió el Decreto Ley 3.516, sobre subdivisión de predios rústicos.
3
En 1992 surge la iniciativa, impulsada conjuntamente por el empresariado y el gobierno, de crear
por ley de la República el Instituto de la Construcción, una “Corporación de Derecho Privado que
articula los principales entes públicos y privados de la industria de la construcción en Chile”. Dispo
nible en http://www.inconstrucción.cl
En los años noventa, cuando se asume que los recursos del Estado serán limitados, ya que aún
no se vislumbraba la fuerte y sostenida alza del precio del cobre en los mercados internacionales, se
implementa un mecanismo de concesiones para generar infraestructura con capitales privados, los cuales
recuperan su inversión a través de tarifas a los usuarios por un periodo previamente determinado.
4
Además de los ministerios ya citados, el desarrollo urbano de Santiago se rige por las normativas
del Consejo Regional Metropolitano, con integrantes designados por los municipios capitalinos y pre
sidido por el Ministro del Interior; y a nivel de comunas, por las disposiciones emanadas de los
distintos municipios (34 en total), que no necesariamente actúan con la coordinación indispensable al
momento de diseñar o modificar sus respectivas políticas y regulaciones urbanas. Los vacíos legales
y las políticas contradictorias suscitadas por estas instancias múltiples de poder local constituyen una
fuente permanente de conflicto, a la vez que crean excusas para que los privados acaten aquellas
disposiciones que más les favorecen, para que las autoridades se desentiendan de sus responsabilidades
normativas y fiscalizadoras, y para que los distintos intereses reunidos en el marco institucional de la
asociatividad público privada impongan sus lineamientos en la planificación y ejecución de proyectos
de reestructuración urbana y en el destino y la localización de la inversión pública en el área metro
politana de Santiago.
7
La destrucción de hitos patrimoniales y de manzanas casi completas de edificios antiguos de
baja altura, la irrupción de autopistas en el corazón de barrios tradicionales, la tala de árboles y el
traspaso de áreas verdes comunales a privados han generado una fuerte oposición y un conflicto muy
publicitado en los medios de comunicación.
11
Las comunas de la Región Metropolitana que no cuentan con un plan regulador propio (cinco por
ciento) se rigen por el prms de 1997, que determina el uso autorizado del suelo en todo Santiago. En
la práctica ha ocurrido una superposición de competencias entre el prms y los prc de varios muni
cipios, creando una ambigüedad jurisdiccional que ha sido bien aprovechada por el sector empresarial.
El propio prms está sometido también a los vaivenes de los intereses público-privados en materia de
desarrollo urbano, que fluctúan entre criterios de expansión de los límites urbanos y criterios de densi
ficación de algunas comunas.
Comuna de Ñuñoa:
grandes edificios, graves consecuencias
la Cruz, única Zona Urbana Protegida de la comuna, en proceso ahora de convertirse en un barrio
isla, debido a las nuevas construcciones en altura que comenzaron a encerrar las casas del lugar y a
poner en peligro las construcciones consolidadas y a las personas que las habitaban.
Propuestas alternativas
Fuentes consultadas
Introducción
* Este capítulo expresa algunas de las conclusiones de la tesis de maestría en urbanismo titulada
“Patrimonio cultural, Estado y movimientos sociales urbanos. Los habitantes del Cerro Concepción
en Valparaíso, 2009-2010”. Esta tesis obtuvo el primer lugar en la categoría posgrado en el concurso
“Hazlo tesis en cultura 2011” que organiza el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes del Gobierno
de Chile.
** Doctorante-posgrado de Urbanismo por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma
de México.
403
En este contexto, desde fines de la década de los noventa el gobierno de
Chile y la Municipalidad de Valparaíso comenzaron a ver el patrimonio
cultural de la ciudad como una posibilidad de generar nuevas actividades
económicas que la revitalizaran insertándola en los circuitos internaciona-
les de turismo cultural. Este esfuerzo se corona el año 2003 con la inclu-
sión del “Centro Histórico de la ciudad puerto de Valparaíso” en la lista
del patrimonio mundial de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación la Ciencia y la Cultura (unesco) bajo la categoría de con-
junto urbano que es parte de una ciudad histórica viva, siendo la única
ciudad chilena que tiene esa denominación. Esta inscripción se justi
fica porque el bien cultural:
Patrimonio cultural
y nuevos movimientos sociales
La crisis de la matriz
sociopolítica latinoamericana
Dimensión económica
Habitantes Comerciantes
Beneficios sociales Beneficios económicos
Público-colectivo Privado-individual
Ciudad Inmuebles individuales
Desarrollo sustentable Modernización
Capital social Capital económico
Regulación estatal Libre mercado-Competencia
Conservación Progreso
Valor de uso Valor de cambio
Desarrollo Crecimiento
Inclusivo Exclusivo
Dimensión política
Visión de largo plazo Visión de corto plazo
Visión de conjunto-integral Visión parcial-segmentada
Fuerte presencia del Estado-regulación Baja presencia del Estado-no regulación
Sociedad civil independiente-activa Sociedad civil dependiente-pasiva (clientelismo)
Colaboración-consenso-diálogo Competencia-confrontación-imposición
Sociedad civil Mercado
Pacto social Laissez faire
Participación Apatía
Democrático Autoritario
Mayoría Minoría
Capacidad de resolver conflictos Incapacidad de resolver conflictos
Estado con amplia participación social Mercado libre con baja regulación
Igualdad social Segregación social y espacial
Planificación Improvisación
Lógica política transversal no partidista Lógica política partidista-cuoteos políticos
Juntas de vecinos-organizaciones ciudadanas Grupos de interés (político y económico)-cabildeo
Dimensión cultural
Conservación del patrimonio cultural Transformación del patrimonio cultural
Patrimonio inmaterial Patrimonio material
Cultura cívica-querer tu ciudad-cuidado del entorno Indiferencia con el entorno
Alta vinculación territorial Baja vinculación territorial
Vecino tradicional-vecino posmoderno Burocracia modernizadora-iniciativa económica
Respeto Imposición
Comunidad-sociabilidad Individualismo
Local Global
Tabla 2
Declaración oficial de Valparaíso como patrimonio
de la humanidad (unesco-icomos)
3
Los contenidos de la declaración de icomos y unesco están puestos sin paréntesis. La oposi
ción de cada término que es necesaria según el método de Análisis Estructural de Contenido para
revelar la estructura subyacente es puesto entre paréntesis por el investigador.
Conclusiones
Los residentes del cerro Concepción expresan que son ellos los que han
mantenido históricamente los entornos sociofísicos que ahora son recono-
cidos y, en cierta medida, expropiados por las políticas llevadas a cabo por
la autoridad. Su concepto de patrimonio se construye en esta imbrica-
ción, interaccional y cotidiana, entre un espacio físico y un espacio social
que reproduce las comunicaciones con sentido que han sido tradicionales
al barrio en su historia. Ellos, en su habitar cotidiano y colectivo, han
construido un espacio simbólicamente significativo al darle vida, cuidado
y continuidad con su pasado y el de sus fundadores. Para ellos es claro que
el sentido que contienen las políticas ejercidas por la autoridad poco tienen
que ver con el sentido colectivo que le han conferido a sus barrios, mani-
festándose una aguda disputa simbólica por la apropiación legítima de
esos bienes culturales reconocidos.
La complejidad de este conflicto presente en el cerro Concepción se
vincula a que en él confluyen dos lógicas de sentido diametralmente dife-
rentes que tienden a generar continuas discrepancias y luchas simbólicas
por la apropiación de esos bienes y el sentido que contienen para cada
uno.
La lógica de sentido de la autoridad tiende a visualizar sólo el ámbito
construido del patrimonio, privilegiar su valor de cambio por las ventajas
Fuentes consultadas
Introducción
425
comunes, con lo que encuentran la forma de expresar la tensión entre el
mundo de los jóvenes y el de los otros, básicamente los adultos quienes,
desde las sobrerrepresentaciones o la escasez de oportunidades inclu-
yentes, limitan el acceso de aquéllos a los ámbitos más amplios de expre-
sión colectiva.
Este artículo se enfoca a reflexionar acerca de las múltiples interven-
ciones de jóvenes en el espacio público, así como sobre su efecto en la
percepción y significación que adquieren los lugares territoriales y simbó-
licos por los que transitan. El eje que guía las páginas siguientes está
orientado por una conceptualización amplia de la vida pública que rebasa
la acepción de la política institucionalizada para adquirir dimensiones
más complejas integradoras de prácticas territoriales y virtuales en las que
actores sociales, en este caso los jóvenes, manifiestan formas diferenciadas
de acceso y uso de lo público. Mi propósito al centrarme en jóvenes, parti
cularmente quienes han tenido experiencia de participación social, es mostrar
la dinámica de intervención desarrollada en torno a problemas comunes
que llevan a los actores sociales a buscar cambios en el o los entornos que
sienten afectados por dicha problemática. Adicionalmente, intento dar
voz a un segmento de la población nacional (alrededor de la tercera parte)
que casi siempre es tratada doctrinariamente desde una perspectiva de
indiferencia ante los temas relativos a la vida social.
Los hallazgos sugieren que estos jóvenes plantean temas indicativos de
distintas formas de exclusión social, que a su vez comparten con otros, ya
sea jóvenes como ellos o con otros grupos sociales en desventaja. Sin em-
bargo, el tránsito de la identificación de un objetivo común no conlleva
directa ni mecánicamente a intervenir de modo efectivo en el espacio
público. En ello van implícitos desiguales recursos materiales y simbóli-
cos, así como organizativos que hacen visibles sus iniciativas en múltiples
esferas de lo público, transitando de lo local hasta lo global. Me propongo
evidenciar los desafíos que representan distintas formas de acceder al es-
pacio público buscando mostrar formas de interrelación pero sobre todo
de vida en común.
Con estos propósitos, la Ciudad de México ofrece un contexto denso
y complejo en el que se desarrolla una amplia gama de luchas por la inclu
sión social protagonizadas por actores de distinto origen y con desigual
capacidad de incidir en el espacio público. Conceptualizar a la ciudad
como espacio púbico implica considerar no sólo las condiciones de infraes
tructura urbanística que permitan la interacción entre sus habitantes, sino
además los espacios de creación y reproducción de la sociabilidad, así
En este sentido, tanto Elige como Colectivo Voladora han tenido logros
destacables en cuanto a la articulación y movilización de un grupo de jó-
venes, quienes han conseguido poner de manifiesto las demandas de este
sector de la población por ser vistos y escuchados como actores generado-
res de propuestas, no sólo de críticas. Los integrantes de ambas agrupa-
ciones consideran que desplazarse por la ciudad es un privilegio que
permite ver de manera distinta la realidad juvenil en lo nacional y lo
internacional.
De las experiencias analizadas se desprende que la movilidad es un
aspecto fundamental en el uso y apropiación de los espacios públicos.
Aun las propuestas más territorializadas han trascendido los límites de su
comunidad de origen ampliando sus márgenes de actuación, además de
su visión acerca del lugar social que ocupan los jóvenes, incluso más allá
de la ciudad. Las agrupaciones estudiadas, por sólo citar dos ejemplos,
han extendido sus márgenes de actuación hacia distintos ámbitos de la
ciudad.
Los espacios por los que estas dos agrupaciones transitan muestran la
capacidad de los grupos para generar presencia a partir de encontrar te-
mas complementarios o comunes con otros grupos o con fundaciones que
les apoyan básicamente con recursos financieros. La tendencia que estos
grupos tienen para “salir” se materializa también en la presencia simultá-
nea por distintos espacios, ya sea locales, nacionales o globales.
A nivel local, Elige se ha centrado en la incidencia en política pública
de la juventud, ubicando entre sus interlocutores principales a las auto-
ridades del Distrito Federal. Asimismo, ha generado vínculos territoriales en
la Ciudad de México, desarrollando proyectos en varias delegaciones. A nivel
nacional, mantiene contacto con otras organizaciones juveniles, principal-
mente las dedicadas a temas afines. En el plano global tienen presencia en
Centroamérica a través de la Red Latinoamericana en la que participan.
También mantienen contacto con grupos de la sociedad civil y fundacio-
nes en Estados Unidos y en otros países.
En lo local, Voladora ha logrado extender su presencia y sus proyec-
tos a través de la incorporación de integrantes de otros municipios del
Estado de México o delegaciones del Distrito Federal. Al participar en
Territorios de visibilidad
Fuentes consultadas
Introducción
Igualdad y agencia
445
desde la necesidad de un contrato social, la importancia del interés público
o la libertad individual, las cuales definen las posibilidades de actuar y las
relaciones de poder entre los diferentes actores.
Comenzaremos planteando preguntas sobre la ausencia de la igualdad
en la ciudad y la idea de “ciudad de todos”. Identificamos tres vertientes
principales de pensamiento al respecto. La primera analiza la idea de
igualar derechos entre grupos, “minimizar diferencias”, “universalizar”,
“generar las mismas oportunidades” como competencia igualitaria y eli-
minar estructuras discriminadoras, valuar las diferencias como medidas
correctivas que se enfocan en reconocer las diferencias (Calas y Smircich,
1996).
La segunda habla de promover la capacidad de acción y decisión, de
dotar de poder a los actores urbanos, dos aspectos que se encuentran in-
terrelacionados y determinan la manera en que hablamos de inclusión en
la ciudad. La tercera la encontramos en el marco de las críticas a la mo-
dernidad, las cuales toman con reservas la noción de igualdad absoluta y
consideran que la marginación se relaciona con aspectos de poder, que
todo asunto es finalmente político, que la falta de poder de algunos secto-
res: “los carentes de poder” son una “presencia”, más que hablar del po-
der que detentan, es su presencia por sí misma la que genera espacios
retóricos (Sassen, 2006; Derrida, 1983).
En otras palabras, no sólo se trata de falta de poder, también puede
estar ligada a la invisibilidad y la impotencia (Sassen, 2006): powerlessness.1
Las prácticas sociales y de ciudadanía “tienen que ver con la producción
de ‘presencia’ de aquellos sin poder y una política que demanda derechos”
(Sassen, 2006: 315; Harvey, 1989a), en que la ciudad se constituye en un
lugar clave para esto.
Aquí cabe preguntarnos si las políticas sociales —definidas como
aquellas políticas públicas creadas para cambiar esto, asegurar condicio-
nes específicas como equidad social y garantías a los derechos ciudadanos
(Ziccardi, 2008; Borja, 2003)— se vuelven obsoletas dentro del marco de
la modernidad contemporánea. De igual manera, la preservación de fun-
damentos básicos que suponen dar sustento a la noción misma de ciudad,
como son la preservación misma de la libertad, la solidaridad y la igual-
1
Traducido como impotencia e incapacidad. Indefensión en el caso de procesos legales. Ligado
con el término de desempoderamiento (disempowerment). Lo contrario de habilitar, dar poder, deci-
sión, dar control sobre sí mismos, su ser y devenir. Refiere la incapacidad o imposibilidad de actuar,
y que pone énfasis en posibilitar de poder, medios y capacidad a la población para relacionarse con
instancias de autoridad.
Modernidad e igualdad:
sobre poder, estructuras de poder
y dominación: powerlessness
cómo el sujeto humano entra en juegos de verdad, sean juegos de verdad que
toman forma de ciencia o que se refieran a un modelo científico o juegos
de verdad que podemos encontrar en instituciones y prácticas de control
(Foucault, 1984 y 1988: 1).
[Entiende “juego” como un] “ensamblaje de reglas para la producción de la
verdad […] es un ensamblaje de procedimientos que llevan a cierto resul
Por ejemplo, las demandas del pensamiento científico que tienen la ca
pacidad de producir conocimiento absoluto pueden ser vistas como un
intento de controlar los fundamentos de ciertos juegos de poder. Final-
mente, los enunciados que son aceptados por cualquier “juego de verdad”
dependen no sólo del libre albedrío de sus participantes sino también de
las relaciones estructurales de poder.
En el contexto de relaciones de poder, Foucault relaciona cómo los
métodos modernos fueron aplicados para organizar a la sociedad de una
manera “eficiente” basada en oposiciones binarias. Para poder organizarla,
los patrones de autoridad vuelven a los “individuos en unidades eficientes
y productivas” (Magill, 1997: 60), y con el objetivo de crear “una extrac-
ción máxima de fuerza y tiempo” (Foucault, 1977, 1991: 192). La habilidad
y disposición de los individuos para contribuir es constantemente moni-
toreada y examinada; como un resultado, “cada individuo recibe como su
estatus su propia individualidad […] los rasgos, las medidas, las brechas,
las ‘marcas’ que le caracterizan y lo hacen un ‘caso’” (Foucault, 1977,
1991: 192), también determinadas en el espacio que controla las acciones.
Entonces, para la organización del “poder” cada cuerpo humano es
significativo. Sin embargo, los individuos son también controlados colec-
tivamente, limitados por declaraciones autoritarias de lo que es benéfico
para la sociedad y para sí mismos. De esta manera, las restricciones son
colectivas e individuales. El “poder” discrimina entre normal y anormal,
desde moral o políticamente desalineado. Aquí lo anormal está considerado
como caído fuera del contrato social y que debe ser controlado por la co
lectividad (Foucault, 1977, 1991). Lo anormal está descrito en contraste
con lo normal: la enfermedad, la angustia, la vejez
[l]a locura está precisamente definida en términos de control por una increí-
blemente asertiva razón. Se trata de la represión del lado oscuro de una tra-
dición ilustrada con, sin embargo, necesidades de confirmar su propia nor-
malidad, ensayando de manera constante aquellos rituales de exclusión
(Norris, 1987: 215).
Organizaciones Lugares y
sociales espacio
urbano
El cuerpo
Instituciones
Relación de
género
Comportamientos
Seguridad Relaciones
sociales
Relaciones sociales
de desigualdad como powerlessness
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Introducción
471
a definir cuáles debían ser los planteamientos mínimos a los que deberían
sujetarse las nuevas colonias. Para el año de 1900 las autoridades del Ayun
tamiento elaboraron las Bases Generales de Trazo e Higiene a las que
debían sujetarse los nuevos fraccionamientos construidos a partir de ese
año (Zimbron, 1900), en el que se establecen 15 puntos que definen las
medidas de las calles, su ancho, el uso de diagonales, etcétera, siguiendo
los principios higienistas internacionales.
Es bajo estos lineamientos que en el año 1902 se presenta el proyecto
de la colonia Roma a las autoridades del Ayuntamiento de la Municipa
lidad de México, revisando estas reglas los empresarios de la colonia Roma
tuvieron que acatar cabalmente estas bases. A escasos dos años de publi-
cada esta reglamentación, prácticamente la Roma fue la primera que se
hizo bajo una normatividad urbana, además dentro del “Programa de
Embellecimiento” que tenía como objetivo engalanar la ciudad para la
conmemoración del Centenario de la Independencia.
A lo largo de más de un siglo de vida la colonia Roma se enfrenta a
nuevos retos que alteran la estructura urbana, el uso de los espacios y la
propia arquitectura, ya que los intereses actuales demandan el uso de es-
pacios más rentables. Al igual que muchas otras colonias de la capital, el
comercio informal se ha apoderado de varias calles, principalmente las
cercanas a las estaciones del metro.
Los sismos de 1985 trajeron graves consecuencias para esta zona ya que
provocaron el éxodo de un número considerable de residentes atrayendo
y provocando el cambio en el uso de suelo principalmente al de servicios y
comercios. Estas dinámicas poblacionales provocaron un efecto de expul-
sión que en los siguientes años causó el abandono y el deterioro de la zona.
La colonia Roma tiene sus orígenes hacia 1902 cuando se hace la propuesta
formal a las autoridades y pocos meses después inicia la venta de terrenos,
y para finalizar la década ya estaba construido al menos 50 por ciento de
los predios ofertados. Es importante resaltar que desde sus orígenes se
contemplaba ceder al Ayuntamiento tres manzanas, una destinada al par-
que principal de la colonia denominado parque Roma con el fin de “hermo
sear” la colonia, los árboles y plantas fueron donados por la misma com-
pañía. Las dimensiones de esta manzana son de aproximadamente 120
Los espacios abiertos como parques, plazas y jardines cubren una función
social y recreativa no sólo para los residentes de la colonia, sino también
para los usuarios que tienen como destino ya sea simplemente pasearse
por esta zona, porque vayan de paso o porque trabajan en las cercanías.
Figura 1
Plano de los espacios jardinados de la colonia Roma Norte, Ciudad de México
2
3
1
5
1. Plaza Río de Janeiro
2. Plaza Morelia
6 7 8
3. Plaza Romita
4. Plaza Luis Cabrera
5. Jardín Alejandro Pushkin
Muchas han sido las causas que han propiciado el deterioro, no sólo en
la Roma sino en todo el perímetro que rodea al Centro Histórico, siendo
básicamente identificables los siguientes aspectos:
Riesgos y vulnerabilidad por el medio físico
La Ciudad de México se encuentra situada sobre el lecho fangoso de
un antiguo sistema de lagos, por lo que gran parte del suelo se caracteriza
por tener baja resistencia de carga y alto contenido de agua. A esto se
debe que los sismos provocaran gran destrucción en esta zona. Paradójica-
mente los edificios construidos en las primeras décadas de la Roma no
resultaron dañados, probablemente sí eran de mejor factura y mejor cali-
dad arquitectónica que los contemporáneos, pero también la altura estaba
en proporción y relación con el peso de la estructura. Relación que no se
respetó con los edificios construidos entre los años cincuenta y ochenta, por
lo que se sumaron estas tres variables: deficiente calidad arquitectónica
con el peso desproporcionado en relación con la altura de los edificios
aunado a un terreno poco estable.
Desgraciadamente los edificios destruidos por el terremoto fueron
sustituidos por edificios que rompen completamente con la imagen urbana.
Y una de las consecuencias indirectas de los sismos fue el despoblamiento
masivo, permitiendo así la entrada de nuevos giros como el de servicios y
comercios sustituyendo poco a poco el uso habitacional.
Con base en datos del inegi del año 2005, el promedio de ocupantes por
vivienda en la colonia Roma es de 2.9 habitantes, es muy bajo en relación
con la de otras colonias. Así, a partir de esta información resulta inesperado
el hecho de que la mayor parte de las viviendas sean de alquiler y haya
menos las viviendas particulares, también se puede distinguir que hay
más vehículos que la cantidad de viviendas propias.
5
La Norma número 4 se aplica para todas las zonas consideradas de Conservación Patrimonial
por el Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, México, publicada el 7 de
diciembre de 2000.
Deterioro ambiental
Figura 3
Los espacios abiertos son públicos, lo que hace que no sean de nadie.
Con el tiempo y el cambio de usuarios se han ido deteriorando hasta llegar
a desaparecer dos de ellos, y los demás encontrarse en estado de abandono.
Una primera revalorización y rescate de estos espacios se dio en 1976,
cuando se añadió a la fuente original de la plaza Río de Janeiro una réplica
del David de Miguel Ángel, como parte de un programa de remodelación
que abarcó principalmente la avenida Álvaro Obregón y la citada plaza.
En 1976, por iniciativa del arquitecto Joaquín Álvarez Ordóñez, entonces
Conclusiones
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Introducción
489
En las grandes ciudades y, especialmente, en las zonas metropolitanas
del país, las organizaciones vecinales son actores decisivos para enfrentar
las fuertes transformaciones que en ellas ocurren a partir de la aplicación
de las políticas neoliberales desde finales del siglo pasado hasta la fecha.
Interesa analizar el impacto urbano que, para las zonas residenciales, están
conllevando tres procesos de distinto signo: el progresivo deterioro de
dichos espacios habitacionales, la desregulación en los cambios en el uso
del suelo y la construcción de megaproyectos que afectan fuertemente sus
servicios urbanos básicos y, en general, su calidad de vida.
En la literatura mexicana sobre las comunidades de base territorial
(tanto la de tipo sociológico y urbano como la antropológica y política)
predomina notablemente la relacionada con organizaciones de colonias y
fraccionamientos populares respecto de las de clase media y de sectores
privilegiados.1 Incluso en el caso de las populares es más numerosa la
dedicada a estudiar las ubicadas en la periferia de las ciudades respecto de
las situadas en el centro de ellas.
Por otra parte, este tipo de literatura remite notoriamente a la situación
prevaleciente en la Ciudad de México en comparación con la dedicada a
estudiar este fenómeno en otras ciudades del país. Dentro de la heteroge-
neidad económica, cultural y política de las asociaciones vecinales, pueden
distinguirse cinco situaciones básicas: 1) las vinculadas a antiguos pueblos
incorporados a la mancha urbana de las es, especialmente de las metropo-
litanas, 2) las ubicadas en espacios urbanos céntricos con carga y valor
históricos, 3) las establecidas en nuevos fraccionamientos residenciales, 4)
las creadas en conjuntos habitacionales en condominio, y 5) las corres-
pondientes a colonias populares. Los dos casos que analizo corresponden
a fraccionamientos residenciales de clase media.
De las organizaciones vecinales de la Zona Metropolitana de Guada-
lajara (zmg) se seleccionó las de “Residentes de Chapalita, A.C.” y “Jar-
1
Los estudios que comparan entre sí las comunidades territoriales integradas respectivamente
por miembros de diferentes niveles sociales son muy escasos. Elena Ducci (1986) es una de las pocas
analistas que ha realizado un estudio comparativo de las organizaciones sociales de distintas clases so
ciales en el Distrito Federal. Se trata de colectividades de base territorial tanto populares, de clase
media y residenciales como mixtas. Patricia Safa (1998), a su vez, realizó una investigación antropo
lógica en tres espacios de la delegación Coyoacán: el Centro Histórico, el pueblo de Los Reyes y las
colonias populares de los pedregales para analizar por qué y cómo la gente se organiza para mejorar
su entorno habitacional y negocia con las autoridades locales sus demandas como vecinos de la Ciudad
de México. Recientemente, se han iniciado estudios sobre asociaciones vecinales que incluyen las de
municipios gobernados por el Partido Acción Nacional (pan) en varias entidades federativas del país
(Cabrero, 2003).
4
La proporción del agua que se consumía del siapa era un poco más de 50 por ciento (acta 270
del 9 de abril de 1980).
5
Entre 1988 y 1991 construyeron más de cien pozos de absorción.
Ésta es una colonia políticamente panista. Les dimos el voto al pan. Yo soy
panista. Pero, la tibieza de estas autoridades es gacha. Ya no sé cuál fue peor
si Zamora (alcalde priista) que autorizó La Ciudadela quince días antes de
que saliera, o éstos (autoridades municipales panistas) por su tibieza […]
(Ricardo).7
Los vecinos de Jardines del Sol comenzaron a tener problemas con las
empresas y fábricas colindantes a la colonia. Les preocupaba el impacto
provocado por la zona industrial donde se ubicaban empresas como la
Kodak, Technicolor y Motorola. Por ejemplo, desde finales de 2002, la aso
ciación inició pláticas con la empresa Technicolor para reubicar el tránsito
interno de los tráilers de gran tonelaje por “las molestias, ruidos, olores y
vibraciones”, que dañaban las casas colindantes (Boletín…, 2005). La aso-
ciación acusó a la empresa de instalar ductos “que, por su tamaño, llevarían
gases y/o líquidos tóxicos” (Boletín…, 2002), de talar árboles y deforestar
la zona.
En una asamblea celebrada en agosto de 2006, se habla por primera
vez del proyecto La Ciudadela, con un gran centro comercial y cinco torres de
25 pisos con 525 departamentos en los terrenos de Motorola. A la junta
de colonos le preocupaba que este proyecto generara aumento de densidad
poblacional y vial, contaminación ambiental y deterioro de la calidad de
vida en la zona (Boletín…, 2006e). En marzo de 2007 se cita a los vecinos a
7
Entrevista realizada a Ricardo González Muñoz, de 36 años, ingeniero civil y vecino del lugar.
[…] una organización netamente ciudadana que surge porque se dan reiteradas
ocasiones de abuso de las autoridades en la aplicación de la ley. Es un orga-
nismo que surge para obligar a las autoridades a que se ciñan en estricto cum
plimiento de la misma. El Parlamento de Colonias no cobra ninguna cuota a
sus miembros ni ofrece ninguna defensa legal. Lo que sí se ofrece es asesoría
a las asociaciones de colonos y vecinales para que se organicen y formen su
frente de defensa […] La democracia no termina en las elecciones de tal o
cual partido. Implica ejercerla cotidianamente. (Entrevista con Juan José
Sánchez, vicepresidente del Parlamento de Colonias del amg.)
Aceves Lozano, Jorge y Patricia Safa (2000), “La difícil tarea de ser ciudadanos:
crecimiento urbano y participación vecinal. El caso de Chapalita”, en Estudios
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(2006b), núm. 33, febrero.
(2006c), núm. 34, marzo.
(2006d), núm. 37, junio.
(2006e), núm. 39, agosto.
(2006f), núm. 42, noviembre.
(2007a), núm. 45, febrero.
(2007b), núm. 46, marzo.
(2007c), núm. 47, abril.
(2007d), núm. 49, junio.
(2007e), núm. 50, agosto.
(2007f), núm. 53, octubre.
(2007g), núm. 54, noviembre.
(2008a), núm. 58, marzo.
(2008b), núm. 61, junio.
(2008c), núm. 64, septiembre.
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cio”, en Periódico Mural, 10 de julio, disponible en www.mural.com/comuni-
dad/artículo/545/1088278
Introducción
511
tro propósito de observar y reunir los datos de lo diverso, lo múltiple o lo
plural con la siguiente definición de Cornel West, quien pusiera la semilla
del enfoque multicultural:
La diversidad, los sonidos, los olores y la vida cotidiana en los espacios pú-
blicos los vivimos intensamente durante la visita que hicimos de los días 8 al
15 de abril de 2010, a la calle Dolores en el Centro Histórico, en Polanco, La
Merced, el mercado Sonora y Pino Suárez. Esta visita la hicimos en el marco
de la investigación destinada a conocer los aspectos de la vida cotidiana de
los habitantes originarios e inmigrantes y observar la coexistencia interétnica
en estos espacios públicos.
“La estación Pino Suárez fue la primera del sistema Metro en corresponder
a dos líneas diferentes al ser inaugurada la Línea 2 en 1970, es una estación
muy transitada. Se encuentra conectada con la estación Zócalo a través de
un pasaje subterráneo en el que se encuentran librerías y un minicinema.
Al salir del metro encontramos una plaza comercial de dos pisos en medio
de la explanada. Es un espacio cien por ciento comercial donde se pueden
comprar discos de música, ropa, juegos, comida, tenis, zapatos, etcétera.
En este lugar la actividad primordial es el comercio, que puede variar
5
Plaza Pino Suárez, calle Venustiano Carranza, avenida 16 de Septiembre y callejón del Flamenco.
“Sólo con entrar a La Merced nos podemos dar cuenta de toda la diversidad
de personas, colores, sabores, olores y ruidos, que día a día le dan vida al
mercado, las interacciones y la coexistencia dentro de este lugar hacen
una segunda casa para quienes trabajan en él. El mercado de ‘La merced’
se ha convertido en referencia para propios y ajenos. Esta zona ha adquirido
a través del tiempo un carácter de barrio que ha dado cabida al surgimien-
to de toda clase de oficios, obreros, artesanos, trabajadores, cargadores y
vendedores, quienes ofrecen sus servicios dentro y fuera del mercado, entre
otros que forman parte de la red de servicios ofrecidos por este sitio, que
son requeridos para la reproducción y desarrollo de la zona.
”Hay una afluencia constante de transeúntes por todos lados: de pie,
sentados en las jardineras, comiendo, descansando y platicando, también
observando los negocios, pero la gran mayoría pasaba continuamente
caminando por la acera: personas solas, familias y grupos de jóvenes. Por
la vestimenta se puede decir que son de clase media baja, por lo general
van a hacer sus compras a las diferentes bodegas que se encuentran a lo
largo de la avenida Circunvalación, pasan con sus ‘diablitos’ o con bolsas
grandes repletas de mercancía.
”En la acera que está entre los negocios y la avenida Circunvalación
hay jardineras con árboles grandes y viejos. También mucha basura en el
piso, envolturas y restos de comida, envases de plástico y elotes, las jardi-
neras se encuentran muy descuidadas. Se escucha un excesivo ruido de
autos, claxon sonando durante el semáforo, los silbatos de los policías de trán
sito, música a alto volumen, predominantemente cumbias y reggeaton en
algunos locales, altavoces de merolicos, el bullicio de la gente y el grito de
los vendedores ambulantes. Señas y expresiones callejeras, silbidos, gritos,
lenguaje coloquial con groserías, miradas lascivas y agresividad. Todo era
también una mezcla de olores: a caño, a mugre, a basura, a humo de auto,
a cigarro, a fritangas.
”Algo particular de este mercado son los gritos y risas que todo el
tiempo acompañan la melodía original del lugar, emitidos por los vendedo
res para llamar la atención de la clientela, gritando: ‘pásale güerita’, ‘qué
11
Merced nave mayor: frutas y legumbres; Merced nave menor: carnes y aves con anexo de comida;
Merced desnivel: artículos para el hogar y jarcería; Merced comida preparada; Merced flores y venta
de flores; Merced Ampudia: venta de dulces; y Merced Mixcalco: venta de ropa.
Análisis
Conclusiones
Fuentes consultadas
Jordi Borja*
La consideración histórico-cultural
del espacio público como una dimensión
fundamental de la democracia política y social
539
que convive, que muestra su diversidad y sus contradicciones y expresa
sus demandas y sus conflictos. Es donde se construye la memoria colec
tiva y se manifiestan las identidades múltiples y las fusiones en proceso.
El espacio público democrático es un espacio expresivo, significante, poli
valente, accesible, evolutivo. Es un espacio que relaciona a las personas
y que ordena las construcciones, un espacio que marca a la vez el perfil
propio de los barrios o zonas urbanas y la continuidad de las distintas partes
de la ciudad. Este espacio es el que hoy está en crisis, y su decadencia
pone en cuestión la posibilidad de ejercer el “derecho a la ciudad”.
Derecho a la ciudad y espacio público democrático
son dos caras de la misma moneda
La cultura política y urbanística actual ha revalorizado ambos conceptos
en nuestra época, pero las prácticas institucionales y mediáticas lo cues
tionan. Las dinámicas dominantes en las ciudades del mundo desarrolla
do tienden a debilitar y privatizar los espacios públicos. De nada sirve el
análisis crítico y menos aún el lamento nostálgico del pasado si no enfren
tamos las dinámicas económicas, políticas y culturales que producen esta
urbanización sin ciudad y la desnaturalización del espacio público.
La crisis del espacio público es resultado
de las actuales pautas urbanizadoras,
extensivas, difusas, excluyentes y privatizadoras
La fuerza de las actuales pautas urbanizadoras producen espacios fragmen
tados, lugares (o no-lugares) mudos o lacónicos (Ingersoll, 1996), tierras
de nadie, guetos clasistas, zonas marcadas por el miedo o la marginación.
El espacio público en estas extensas zonas de urbanización discontinua y
de baja densidad prácticamente desaparece, los ciudadanos quedan redu
cidos a habitantes atomizados y a clientes dependientes de múltiples
servicios con tendencia a privatizarse.
La disolución de la ciudad en las periferias se complementa con la es
pecialización (social y funcional) de los centros urbanos y de gran parte de
la ciudad compacta. Dos fenómenos que fueron anunciados hace ya algunas
décadas (véase Jane Jacobs y Françoise Choay citadas más adelante). Los
espacios públicos pierden sus cualidades ciudadanas para convertirse en es
pacios viarios, o en áreas turísticas y de ocio o museificadas, o centros
administrativos vacíos y temidos al anochecer, o en calles o barrios cerra
dos (que no sólo existen en las periferias de baja densidad), o en plazas
vigiladas (videovigiladas) en las que se suprimen los elementos que favo
La guerra preventiva fue una aportación del gobierno Bush que contribuyó
considerablemente a aumentar la violencia y la inseguridad en el mundo.
Los miedos y las consiguientes demandas de seguridad ciudadana han
provocado respuestas oficiales, de carácter populista, que excitan la di
mensión irracional del miedo, designando genéricamente a colectivos
sociales como potencialmente peligrosos sobre los cuales, primero, recae
el estigma y, después, la represión preventiva. No hace falta decir que estas
políticas están destinadas a obtener efectos perversos, contribuyen a exci
tar los miedos más irracionales y provocan demandas crecientes de más
seguridad. El resultado es el contrario del que teóricamente se persigue:
la violencia y la inseguridad tienden a crecer.
Por una parte, las fuerzas policiales o los cuerpos de seguridad formales
o informales actúan sobre los colectivos designados con arbitrariedad y/o de
forma desproporcionada y, por otra, miembros de estos colectivos consi
deran que si de todas formas van a ser perseguidos qué más da si han o no
cometido actos transgresores. La sicopatología colectiva de una sociedad
que se siente más amenazada, o por lo menos perturbada, en su pequeño
bienestar se multiplica, a pesar de que los peligros son con frecuencia
irreales o muy exagerados.
Los miedos urbanos tienen bases objetivas, pero no siempre están
causadas por hechos delictivos. El miedo a los otros, por desconocidos o
diferentes, como sucede con los inmigrantes, es un caso. Solamente una
9
La citada revista Carajillo publicó un dossier sobre “Seguridad ciudadana” con textos de Jordi
Borja, Jaume Curbet, Gemma Galdón Clavel, Zigmun Bauman y Juan José Medina Ariza (Galdón,
2010).
11
Las ordenanzas de civismo fueron aprobadas a finales del año 2005 y se encuentran en la pá
gina web del Ayuntamiento de Barcelona. Tanto la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barce
lona como la Comisión de Defensa de los derechos humanos del Colegio de Abogados presentaron
recursos contra esta norma. Sin embargo, el Partido Socialista (psoe) que gobierna el país y también
muchas alcaldías la hizo suya y preconizó su generalización. Otras ciudades europeas han aprobado
normas similares.
13
Este punto desarrolla y generaliza las propuestas que se hacen en la parte final del “Epílogo”
del libro Luces y sombras del urbanismo de Barcelona (Borja, 2010).
14
El autor ha desarrollado esta cuestión en los libros Ciudad, espacio público y ciudadanía y La ciudad
conquistada.
Para terminar este trabajo sugerimos siete líneas de acción sin pretender
ni mucho menos que sean las únicas o que sean aplicables en todas partes y
en todo momento. Es una propuesta que se dirige tanto a los sectores
sociales e intelectuales que pueden incidir en la construcción de hegemo
nías culturales y políticas como a los que ejercen responsabilidades insti
tucionales y supuestamente representan proyectos reformadores.
Primero. Radicalizar la crítica a las realidades urbanas más visibles y que
representan la anticiudad democrática, los muros físicos y simbólicos, las
arquitecturas objeto ostentosas e indiferentes al entorno, los espacios pú
blicos privatizados o excluyentes, las operaciones urbanas costosas que
constituyen enclaves, los desarrollos desconectados de la ciudad compacta,
las vías que fragmentan los tejidos urbanos, todo lo que signifique exclusión
social o aumente la desigualdad urbana. En estos casos y otros similares
valen la crítica-denuncia con movilizaciones que obstruyan la ejecución
de ciertos proyectos, la desobediencia civil ante normativas excluyentes y
la acción directa para deshacer entuertos como, por ejemplo, derribar
muros. Para conseguir lo que es socialmente legítimo pero no está prote
gido legalmente, es preciso recorrer un camino alegal para que lo que no
lo es sea al fin legal.
Hay que valorizar, defender y exigir el espacio público como la dimen
sión esencial de la ciudad, impedir que se especialice, sea excluyente o
separador, reivindicar su calidad formal y material, promover la publifi
cación y la polivalencia de espacios abiertos o cerrados susceptibles de
usos colectivos diversos (equipamientos públicos y privados, campus o
parques adscritos a usos específicos). Conquistar espacios vacantes para
usos efímeros o como espacios de transición entre lo público y lo privado.
Un gobierno democrático de la ciudad debe garantizar la prioridad de
la calle como espacio público y aplicar una norma que estableciera que la
superficie de las veredas o aceras debe ser siempre superior a la de la de
la destinada a la circulación rodada. En el caso de las vías “semirrápidas”
(segregadas), 50 por ciento de la superficie debería destinarse al transporte
público.
Segundo. Denunciar las ideologías que son el discurso que acompaña las
dinámicas urbanas perversas; el miedo a los otros, la obsesión por la segu
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Introducción
* Doctora en Diseño con especialidad en Estudios Urbanos por la Universidad Autónoma Me
tropolitana (uam). Profesora-investigadora de la maestría en Planeación y Políticas Metropolitanas y
el Departamento de Sociología de la uam-Azcapotzalco (mcsf@correo.azc.uam.mx).
** Socióloga de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de
México que ha trabajado en diversas organizaciones sociales y civiles de la Ciudad de México en
temas relacionados con la planeación territorial, planeación estratégica, participación ciudadana,
creación y fortalecimiento de organizaciones sociales y producción social del hábitat de la vivienda.
571
Las ciudades están lejos de ofrecer condiciones y oportunidades equita
tivas a sus habitantes, su población, en su mayoría, está privada o limitada
—en virtud de sus características económicas, sociales, culturales, étnicas,
de género y edad— para satisfacer sus más elementales necesidades y de
rechos. Contribuyen a ello las políticas públicas, que al desconocer los
aportes de los procesos de poblamiento popular a la construcción de ciu
dad y de ciudadanía, violentan la vida urbana (onu-Hábitat, 2004).
El Distrito Federal expresa muy claramente estos procesos. Conforme
a los resultados del Censo de Población y Vivienda de 2010 (inegi, 2011) en
su territorio residen 8’851,080 habitantes, con una densidad de 5,868
personas por kilómetro cuadrado. En total hay 2’744,441 de viviendas, de
las cuales 90 por ciento se encuentran habitadas. De éstas, 45 por ciento
tienen pisos de cemento o firme (sin recubrimiento) y en 1 por ciento su
piso es de tierra, las cuales se encuentran predominantemente en Milpa y
Xochimilco (cuatro de 10 viviendas).
A pesar de que 97 por ciento de estas viviendas disponen de agua en
su interior, más de un millón de personas no tiene acceso a un servicio
continuo y suficiente de agua potable. Las delegaciones Milpa Alta y
Tlalpan presentan un menor porcentaje de viviendas con agua entubada,
donde 89 de cada 100 viviendas disponen de este servicio.
Las delegaciones Milpa Alta y Xochimilco reportaron en promedio
que tres de cada 100 viviendas no disponen de drenaje. Con base en 100
viviendas, en 98 de ellas cuenta con televisor; el refrigerador y la radio
están disponibles en 91 y 92 respectivamente, en tanto que en 47 de cada
100 se posee automóvil. El índice de viviendas que tienen computadora e
internet es de 49.1 y 39.2 por ciento en cada uno. Cuentan con regadera
81.1 por ciento, con tinaco y disponen de calentador de agua poco más de
77 por ciento (inegi, 2011).
Apenas un tercio de la población de entre 18 y 29 años, estudia. En el
Distrito Federal, la población económicamente activa (pea) representa 57
por ciento de su población total. De ésta, 94 por ciento se encuentra
empleada,1 y de ésta poco más de 80 por ciento se ocupa en el sector ter
ciario (comercio; restaurantes y servicios de alojamiento; transportes,
comunicaciones, correo y almacenamiento; servicios profesionales, fi
nancieros y corporativos; servicios sociales, servicios diversos; gobierno y
organismos internacionales). En este sector destaca, por el número de
1
De acuerdo con el Censo, la población ocupada comprende a las personas de 12 años y más que
realizó alguna actividad económica al menos una hora en la semana de referencia, a cambio de un
sueldo, salario, jornal u otro tipo de pago en dinero o especie.
Esta separación del Estado de sus tareas tradicionales, acarrea al menos dos
problemas: 1) el Estado soslaya la gestión de las desigualdades y excluye a
Jordi Borja (2003) abona a esta opinión destacando que la vida colec
tiva se puede construir sobre la base de la idea de la ciudad como producto
cultural, colectivo y, en consecuencia, político. La ciudad, como lo analiza,
es un espacio político donde es posible la expresión de voluntades colec
A finales de ese mismo año, una parte del Movimiento Urbano Popular
(mup), incorporado a la cnd convoca “[…] a construir de manera colectiva
la Carta por el Derecho a la Ciudad, instrumento jurídico de derechos con
carácter integral que luche por la inclusión, la vida digna, la democracia
participativa, la justicia y la equidad en un marco de pluralidad de ideas
y de visión estratégica de la ciudad” (cnd, 2007). El documento plantea
como ejes principales de lucha del mup, la producción social de la vivienda
y el derecho a la ciudad, considerando a este último como “[…] un eje
estratégico para avanzar en la calidad de vida, ya que es un derecho inte
gral e integrado por un conjunto de derechos que permiten ubicar un
horizonte de hacia dónde trabajar y dirigir políticas, programas y proyec
tos”, delinea los antecedentes, fundamentos y motivaciones, naturaleza y
alcances, principios y contenidos, y llama a la construcción colectiva de la
carta dentro de los trabajos del Foro Social Mundial celebrado en la Ciu
dad de México en enero de 2008. La iniciativa es firmada por 21 Organi
zaciones Sociales Urbano Populares adherentes a la cnd, seis organismos
civiles y la Coalición Internacional para el Hábitat (hic-al).
Dentro de los trabajos del Foro Social Mundial, en enero de 2008, en
la mesa “Por el derecho a la ciudad y el hábitat”, las organizaciones se
posicionan3 frente a la Carta definiéndola como un instrumento dirigido
a contribuir con las luchas urbanas y con el proceso de reconocimiento,
en el sistema internacional de los derechos humanos, que se congrega en
el derecho a la ciudad.
Los resolutivos de las mesas de trabajo se entregan al jefe de gobierno
y se conforma un comité responsable de promover e iniciar la discusión
de una Carta para la Ciudad de México. La presentación pública de la
iniciativa y conformación oficial del comité promotor se realiza el 31 de
julio de 2008, el cual se desarrolla el 1 de diciembre de 2008, con la parti
cipación de más de 300 personas. A partir de este foro se construye el
primer borrador de la Carta, mismo que se presenta en un acto público
3
Lo firman 28 organizaciones urbanas, dos colectivos nacionales y tres organismos internacionales.
4
Véase la nota periodística del evento en http://www.hic-al.org/eventos.cfm?evento=702&id_cate
goria=8
Ciudad habitable
• Apoyo imprescindible de derechos para todos políticamente socialmente viable abierta,
• Complemetario participativa productiva y saludable libre y lúdica
Las metas esperadas
Fuente: Carta de la Ciudad de México por el derecho a la ciudad (2009), México, Disponible en derechoalaciudaddf.blogspot.com/
dos ni acatados como veremos a continuación, a pesar de que en el mismo
apartado se incorpora un numeral que hace referencia a las violaciones del
derecho a la ciudad, y otro sobre la exigibilidad de los derechos individua
les y colectivos contenidos en la Carta.
5
Gobierno del Distrito Federal, Portal de transparencia. Disponible en http://www.transparen
ciaautopistaurbana.df.gob.mx/preguntas.html del gdf
Este conjunto residencial marca el nuevo estilo de vida al sur del Distrito
Federal […] Viva en una de las colonias residenciales más importantes, cuya
plusvalía promete un despunte importante, gracias a su colindancia con la
Supervía Poniente […] Todos los días estará en contacto pleno con la natu
raleza con los más de 7,000 metros cuadrados de bosque y un parque central,
el corazón de Cittá San Jerónimo […].
11
Integrado por vecinos de la colonia Malinche, Red en defensa de la Magdalena Contreras,
Vecinos de San Jerónimo Lídice, Asociación Civil Prociudad-ProContreras y el Movimiento Urbano
Popular Solidario. Este frente a su vez hace parte de un movimiento denominado “Organizaciones
ciudadanas y legisladores en resistencia contra la supervía poniente”, en el que también participan las
agrupaciones: Ciudadanos por Contreras, Grupo de Científicos e Investigadores Solidarios, Asocia
ción de Comerciantes y Mercados Públicos de la Magdalena Contreras y la Coordinadora Vecinal de
Tlalpan, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón y Cuajimalpa, que a su vez agrupa a varias organi
zaciones vecinales y diputados de diferentes partidos políticos.
16
El documento se puede consultar en la página web “No a las Supervías” (http://noasupervias.
org/?p=92).
Eftychia Bournazou*
Segregación espacial
y geografía de bienes públicos
Nuevas formas de inequidad territorial
en la ciudad latinoamericana
Tabla 1
Porcentaje de población pobre e indigente
2008 2005
605
Tabla 2
México: evolución del número de pobres según ámbito urbano y rural,
varios métodos, 1992-2000 (umbral del tamaño 15 mil habitantes)
Pobreza urbana
mmip* 31.63 32.60 40.02 40.06 38.89
lp3** ct Correg. 28.83 28.28 42.12 40.25 38.26
Pobreza rural
mmip 32.08 35.12 35.79 36.48 34.67
lp3 ct Correg. 25.01 28.11 31.80 36.48 34.67
Tabla 3
Agua potable y drenaje en México
(porcentaje de la población atendida)
Gráfica 1
Evolución de la densidad en la zmvm, 1950-2000
(Distrito Federal y 59 municipios conurbados)
160
154.1
150
140
130 123.7
Densidad
Tabla 4
Fuente: http://www.demographia.com/db-worldua.pdf
Este fenómeno representa uno de los factores que empeoran aún más
los niveles de pobreza de los grupos más deprimidos, que en su mayoría
viven en las zonas urbanas periféricas de la gran ciudad. Estos espacios, en
gran parte se caracterizan por serias deficiencias en equipamiento urbano
y transporte público, hechos que obstaculizan el acceso de los más nece
sitados a los bienes de consumo colectivo. Esta realidad crítica que, aun
que no del todo novedosa, se expresa cada vez con mayor dramatismo y
nos obliga concebir y tratar el problema de la vivienda, no en su dimen
sión de unidad espacial autónoma, sino como parte de su contexto físico
que contempla su calidad en dotación de bienes públicos, así como su
grado de conectividad con la ciudad en su conjunto.
Tabla 5
Homofilia de las redes sociales según ingresos
Menos de 2 vsm*
(%) De 2 a 5 vsm Más de 5 vsm
El derecho a la ciudad
10
“El derecho a la Ciudad”, Foro Urbano Mundial, onu-Hábitat, en Río de Janeiro, 2010.
Fuentes consultadas
La composición social de cada vecindario tiende a ser cada vez más homo
génea —y más heterogénea entre vecindarios— produciéndose una reduc
ción de las oportunidades de interacción informal entre las clases.
* Este trabajo forma parte de la tesis Dimensión territorial de la pobreza en la Ciudad de México (2010),
elaborada para obtener el grado de doctora en Sociología.
** Secretaria académica del Centro de Enseñanza para Extranjeros y Profesora del Colegio de
Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
633
El autor señala que el resultado de dichos procesos territoriales ha sido
una marcada tendencia al aislamiento de los pobres dentro de la ciudad
que puede favorecer la formación de culturas submarginales. Asimismo,
apunta que una de las expresiones más radicales del problema de la polari
zación son los asentamientos informales, donde se dan numerosas situa
ciones que reflejan una alta densidad de precariedades: desempleo, bajos
ingresos, pobreza, ausencia de protección social y laboral, insalubridad,
indigencia, altas tasas de fecundidad y maternidad adolescente, bajo capi
tal social, bajo capital social y educativo, deserción escolar e inserción
precaria en el mercado laboral. Estas situaciones tienden a perpetuar el
ciclo de la pobreza y la exclusión hacia la siguiente generación, lo que
obstaculiza todo intento de movilidad ascendente.
En este sentido, la diferenciación territorial que caracteriza la fisono
mía de la Ciudad de México refleja un patrón de segregación residencial
que muestra la polarización entre los grupos de altos ingresos y zonas resi
denciales que se autosegregan, con la finalidad de no mantener contacto
con las colonias populares que, por su parte, debido a su condición de in
greso y vivienda están estigmatizadas y al margen de la participación eco
nómica, política y social de la ciudad. Las regiones más segregadas de la
ciudad, en función de su alto nivel de pobreza y cantidad absoluta de po
blación, corresponden a las delegaciones de Gustavo A. Madero, Iztapalapa
y Álvaro Obregón.
En la realidad de la Ciudad de México hay casos en los que, al interior
de aquellas regiones identificadas con bajos índices de pobreza, se locali
zan colonias pobres que no pueden ser diferenciadas a partir del análisis
cuantitativo, dada la complejidad social de la urbe y por la dificultad es
tadística para distinguirlas. Esto es muy importante para la presente in
vestigación porque la colonia seleccionada para el trabajo de campo es
ejemplo de tal circunstancia.
La delegación Álvaro Obregón que se caracteriza por la presencia de
fuertes contrastes tanto en los ámbitos físico, económico y social, que
evidencian la presencia de la desigualdad entre su población y la convier
ten en un excelente laboratorio de análisis social. Igualmente, con la fina
lidad de conocer a fondo los procesos sociales que se generan en la apro
piación territorial de la población de escasos recursos en la Ciudad de
México, y la viabilidad de los programas sociales que ha implementado el
gobierno del Distrito Federal para la población pobre de la ciudad, se
Tabla 1
Distrito Federal y Álvaro Obregón: evolución de la población, 1950-2005
Año Distrito Federal Álvaro Obregón % respecto al DF Distrito Federal Álvaro Obregón
Conciencia Proletaria: contraste en los tipos de vivienda. Foto: Isabel Vázquez Padilla (ivp), 2010.
A pesar de que existían varias propuestas para mejorar los espacios pú
blicos de la colonia, los habitantes de Conciencia Proletaria seleccionaron
dos como prioritarias ya que consideraban que contribuirán a desarrollar
nuevas formas de participación, mejorar la calidad de vida de la colonia
y fortalecer los procesos de construcción y ampliación de la ciudadanía. La
primera propuesta fue la creación del centro social, que se pretende sea uno
de los principales puntos de encuentro de la colonia, donde se llevarán a
cabo actividades colectivas y familiares entre los niños, jóvenes y adultos.
Se propuso construirlo en un predio que estaba baldío y sin uso fijo y bajo la
normatividad correspondiente el número de niveles y área libre que esta
blezca el Programa de Desarrollo Urbano de la Delegación Álvaro Obregón,
vigente desde 1997.
La segunda propuesta fue desarrollar el corredor peatonal y deportivo
para que la colonia disponga de una zona de esparcimiento que beneficie
a todos los habitantes, para este proyecto se consideró la zona del callejón
de acceso que los vecinos señalaron como peligrosa y solitaria, la actividad
permanente evitaría dichos conflictos. Una vez desarrollados los lineamien
tos para ingresar al pcmb de 2008, se decidió participar sólo con el Centro
Social el cual establecía como objetivos:
Introducción
Los gobiernos planean y proyectan funciones para diversas zonas de las ciu
dades, esta planeación muchas veces no considera los usos y prácticas
sociales preexistentes o, bien, resultan ser un gran escaparate de deseos
coherentes y racionales que poco o nada tienen que ver con la realidad, con
virtiéndose en una máscara de las contradicciones sociales, donde se enmar
can las prácticas de actores sociales que acceden de manera diferenciada
y desigual a los derechos de la ciudad. Estas nuevas fisonomías del territorio
provocan cambios en las relaciones con los lugares y entre los actores que
los ocupan.
¿Qué cambios han ocurrido en la Zona Rosa? ¿Cómo se ha afectado
la relación con el lugar? ¿Qué derechos se priorizan y cuáles se dejan a
un lado y para quiénes?
El tema es importante porque obedece a procesos que se replican en
diversas zonas de las ciudades que son o se dicen ser atractivas para el
turismo, donde sus efectos más visibles son el desplazamiento de la vi
vienda por comercios y oficinas y/o el impacto de la calidad de vida de sus
residentes por la intensa actividad que genera. La Zona Rosa ha pasado
por estos procesos, y sus ocupantes han sido distintos también; así, vemos
cómo los lugares se van especializando en ofrecer determinados servi
cios que el gobierno local fomenta, por los beneficios económicos que
representan para el fisco.
*Maestra en Urbanismo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad
Nacional Autónoma de México.
659
Asimismo, la división internacional de trabajo en la globalización per
mite identificar que ciertas zonas de ciudades de países periféricos, como
el nuestro, son elegidas por el capitalismo global para localizar empresas con
necesidades de servicios específicos que concentren la infraestructura re
querida para operar, de tal manera que la lucha por la competitividad de
las ventajas comparativas permite que la fisonomía y los usos del espacio
urbano se modifiquen atendiendo las necesidades del capital internacional.
Los discursos del gobierno para esta Zona se reproducen de manera
constante desde el trienio 2000-20031 con el plan “Renacimiento Zona Rosa”,
que consideró operativos de seguridad, policías turísticos, colocación de
luminarias, remozamiento de banquetas, reordenamiento de ambulantes,
clausura de 20 giros de alto impacto social y retiro de indigentes, niños y
jóvenes en situación de calle.
Para 2007,2 la Secretaría de Turismo del Distrito Federal anuncia la
rehabilitación integral de la Zona Rosa, consistente en la renovación de
la infraestructura subterránea en telefonía, fibra óptica, luz, agua potable,
gas y drenaje, además del alumbrado público, rehabilitación de fachadas
y renovación de áreas verdes, pisos y pavimentos, riego, mobiliario urba
no y el reordenamiento del transporte concesionado.
En 2009 se promueve convertir la Zona Rosa en “zona dorada”, lo que
involucra expulsar a los autos, traer góndolas y “crear canaletas de medio
metro de profundidad por los andadores de la Zona Rosa, que serían re
corridos por pequeñas embarcaciones al estilo de las góndolas en Venecia”,
dejar el espacio necesario para los paseantes o crear puentes que unan las
banquetas, en este plan se buscó la intervención del Fondo Nacional de
Fomento al Turismo (Fonatur), para que esta zona vuelva a ser un imán
de la cultura, el arte, la gastronomía, modificar muchos giros y al mismo
tiempo extirpar otros, se indica que no vale la pena darle sólo “una manita
de gato” a ese sitio, ya que con eso no se logrará extirpar todos los males
que le aquejan (prostitución, inseguridad, giros negros, comercio ambu
lante y falta de estacionamientos).
Los trabajos más próximos son obras menores en 10 fuentes secas,
pues el agua se escurre y se deberán colocar canalillos. Se reitera que el
1
Susana González “Se pretende convertir a la Zona Rosa en ‘el lugar más seguro del DF’”: Ebrard,
“El programa Renacimiento prevé ordenar el ambulantaje y remozamiento urbano”, en La Jornada
virtu@l, 21 de febrero de 2003.
2
“Realizará Turismo obras de remozamiento en la Zona Rosa”, en Organización Editorial Mexicana [en
línea]. Disponible en http://www.mexico-map.net/blog/realizara-turismo-obras-de-remozamiento-en-la-
zona-rosa.htm
La Zona Rosa
La colonia Juárez fue la primera zona dotada con los mejores sistemas de
urbanización existentes en los últimos años del siglo pasado. Se conformó
por cuatro fraccionamientos distintos, creados en diferentes fechas, cuyos
nombres eran colonia de los Arquitectos, colonia Bucareli (conocida también
como Limantour), colonia de la Teja o del Paseo, de gran extensión y que
formó casi la totalidad de la colonia y la Nueva del Paseo, formada en los
primeros años de este siglo4 (Enríquez, 1993).
y preveía que:
En unos pocos años más, toda la Col. Juárez y no sólo la Zona Rosa, se con
vertirá en un gran centro comercial [...] Esta situación ha provocado que
muchos de sus residentes hayan decidido emigrar a otros sitios de la ciudad,
lejos del bullicio de la Juárez [...] las rentas se disparen inconmensura
blemente, al grado de que en la actualidad podemos ver cada vez con más
frecuencia accesorias vacías cuyos locatarios han sido incapaces de seguir
pagando costos tan altos (Enríquez, 1993).
[...] los nuevos ricos producto de la Revolución, cuyo mayor deseo era tener
clase, compraban en los mismos lugares que las familias de abolengo del
porfiriato, gracias a lo cual los comercios que se habían establecido a lo
largo de Reforma y en algunas calles de la colonia Juárez se afianzaron y
multiplicaron.
Los vecinos más antiguos de la colonia Juárez, como la señora Sofía Bulnes,
quien ha residido allí más de 60 años, recuerdan que era mejor comprar
en las tiendas de la zona, porque ahí encontraban selectos artículos del ex
tranjero y de esta manera garantizaban la adquisición de piezas únicas, por
que era muy común que las damas de sociedad, que habitualmente acudían
al Puerto de Veracruz a realizar sus compras, pocas veces escapaban a la
vergüenza de encontrarse en cualquier sitio a otra señora con el mismo ves
tido o sombrero.
[...] la Zona Rosa soñó con ser, desde sus orígenes, un espacio copiado a las
grandes capitales del glamour y la sofisticación. Un rincón donde los capita
linos pudieran sentirse modernos y elegantes, frívolos y mundanos, a tono
con las últimas tendencias de la moda internacional [...] (Enríquez, 1993).
[...] no sólo fue el abandono y el desdén de los artistas lo que aceleró el declive
de la zona. La gran culpable de la decadencia del lugar fue la crisis económica
que agotó los anhelos aristocráticos y de consumo de la clase media […] La
modernidad de la Zona Rosa no resistió el embate de las hordas de habitan
tes de las colonias populares que, atraídos por las luces de neón y la esperanza
de encontrar algún empleo, descendían de los vagones del Metro e inundaban
las calles. Todos aquellos que deseaban un trato más exclusivo tuvieron que
emigrar a centros comerciales más elitistas, como los de San Ángel, Polanco
o Satélite, para no ser víctimas de las incomodidades provocadas por los
contrastes propios de la zona, como encontrar un puesto de garnachas a
unos pasos del restaurante Les Champs Elysées (Enríquez, 1993).
[...] es producto manipulado como tal por los tecnócratas, a nivel de lo global,
del Estado, de las estrategias. Lleva el nombre burocrático de “ordenación del
territorio”. No pasa de ser una mera abstracción. Por un lado, remite a lo
histórico, sobre cuyas ruinas se asienta, así como a la antropología e, incluso
a la prehistoria. Pero, por otro, tan sólo los intereses denominados privados,
los de los promotores y de los bancos, le confieren una existencia práctica:
se lo apropian; ellos, tan sólo ellos, se sirven del instrumento que el Estado
les proporciona [...] (Lefebvre, 1976: 102).
[...] es un lugar preferido por las empresas más importantes “mientras más
grande sea una empresa, más capital extranjero tenga y más exportaciones
Figura 1
La Zona Rosa por ser un lugar central, condensa, sintetiza las proyec
ciones de la concepción de ciudad para los distintos actores involucrados,
el gobierno local ha privilegiado y sostenido este espacio como lugar de
entretenimiento para adultos, calificado como turístico.
Dice Lefebvre (1971: 193) que el objeto desaparece con la actividad
que lo utiliza, refiriéndose a la asistencia masiva de turistas en busca de la
autenticidad de un centro histórico, de tal manera que esa autenticidad
La ciudadanía
9
Comité Vecinal de la Colonia Juárez, “Diagnóstico de los principales problemas de la colonia
Juárez, para los candidatos a diputados y delegado 2009-2012”.
Aspectos a incluir
en las reformas legislativas
Hemos revisado las demandas tanto del comité vecinal como de los algu
nos vecinos que asistieron a una asamblea. Los puntos en común consisten
en la preocupación por el entorno inmediato, tienen una visión muy clara
de la obtención de beneficios de los poderes económicos y políticos a tra
vés de las prácticas de corrupción y el tráfico de influencias y, por lo tanto,
la falta de credibilidad en las autoridades. La diferencia son las demandas
más amplias del Comité Vecinal, donde se advierte sobre todo un interés
por la democracia del país. Por otra parte, resalta la pregunta de una ve
cina sobre las construcciones de Reforma y la fortaleza de la ciudadanía
frente a los poderes económicos y políticos.
A través del análisis de las demandas pueden apreciarse los siguientes
derechos que se demandan: legalidad, gestión democrática y transparente,
Fuentes consultadas
Bourdieu, Pierre y Loïc Wacquant (1995), Respuestas. Por una antropología reflexiva,
Grijalbo, México.
Cabrero, Enrique, Isela Orihuela y Alicia Ziccardi (2007), “Ciudades competi
tivas, ciudades cooperativas: conceptos clave y construcción de un índice”,
en Carlos Arce Macías, Enrique Cabrero Mendoza y Alicia Ziccardi (coords.),
Ciudades del siglo xxi, cide/Miguel Ángel Porrúa, México, pp. 105-144.
Enríquez Fuentes, Elena (1993), “Colonia Juárez. Una aristócrata venida a
menos y Zona Rosa de la bohemia a la invasión comercial”, en Revista Macró-
polis, México, 14 de junio.
Harvey, David, El derecho a la ciudad [en línea]. Disponible en http://www.fadu.
uba.ar/mail/difusion_extension/090522_bol.pdf
Lechner, Norbert (2000), “Nuevas ciudadanías. Fin de siglo”, en Revista de Es-
tudios Sociales, núm. 5, enero, pp. 25-31.
Lefebvre, Henri (1971), De lo rural a lo urbano, Península, Barcelona.
(1976), Espacio y política. El derecho a la ciudad, vol. ii, Península, Barcelona.
[Primera edición en español.]
Parnreiter, Christof (2002), “Ciudad de México: el camino hacia una ciudad glo
bal”, en Revista Latinoamericana de Estudios Urbano Regionales, vol. 28, núm. 85,
Santiago de Chile, diciembre. Disponible en http://www.scielo.cl/scielo.
php?script=sci_arttext&pid=S0250
Espacio público, tiempo libre
y construcción de la ciudadanía
en la Ciudad Deportiva Magdalena Mixiuhca*
Espacio público,
tiempo libre y ciudadanía
* Este artículo es un producto del Proyecto de Investigación: Ciudad Deportiva Magdalena Mixiuhca,
urbanización sociocultural e industrias culturales.
** Profesor-investigador de la sepi de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, Unidad
Tecamachalco, del Instituto Politécnico Nacional.
683
Acciones que por una parte han contribuido en el proceso de construc
ción y ampliación de la ciudadanía, al hacer efectivo el derecho al disfrute
que forma parte de la dimensión social de ser ciudadano. Un derecho que
se hace valer cada vez que un ciudadano usa y se apropia de cada una de
las instalaciones de la Ciudad Deportiva, producidas, remodeladas y reha
bilitadas en el marco de distintas políticas públicas de carácter social.
Pero que por otra parte no han sido acciones suficientes para evitar la
toma de decisiones de política pública, que poco tiene que ver con los inte
reses ciudadanos, sobre todo de los habitantes de las colonias del entorno,
quienes en pocas ocasiones son tomados en cuenta en el manejo de los dis
tintos lugares de la Ciudad Deportiva y que, por lo tanto, se ven limitados
en el libre uso y apropiación de este espacio público, distorsionando su vida
cotidiana y desestimulando sus sentidos de arraigo, apego y pertenencia
socioterritorial, al ver que estos sitios, que son geosímbolos de sus terri
torios barriales y una extensión de su hogar, son abandonados, deteriora
dos o remodelados sin que en apariencia puedan hacer nada.
A través de los años, el tiempo libre de los ciudadanos ha sido poco
estimado por los distintos órdenes de gobierno en las urbes, debido a que
el principal interés de éstos se centró en proveer espacios urbanos adecua
dos para realizar las prácticas necesarias para la sobrevivencia de los pue
blos (salud, alimentación, trabajo y resguardo de las inclemencias del
tiempo) y la afirmación del poder religioso, político y económico. Por lo
tanto, las políticas públicas se enfocaron en satisfacer estas prácticas, defi
niendo a partir de ellas la vida urbana, y se relegaron los lugares destina
dos al ocio y entretenimiento masivo a un plano secundario, por conside
rarlos contenedores de prácticas superfluas y banales que, aunque tenían
beneficios para la salud, la mente y el espíritu, no poseían ese carácter
prioritario e indispensable en comparación con otras, sobre todo en socie
dades en proceso de desarrollo, donde se consideraba que las prácticas aso
ciadas al tiempo libre y los espacios urbanos óptimos para albergarlas
eran un privilegio de los países desarrollados con altos estándares en su
calidad de vida.
Durante generaciones se olvidó y menospreció el papel fundamental
que ha tenido la amplia gama de formas urbanas del tiempo libre en la
construcción de las ciudades, y en particular de sus espacios públicos, los
cuales deben considerarse como patrimonio de los ciudadanos, que son
legado para las futuras generaciones debido a su carácter de libertad que
incluye a propios y ajenos, al ser de todos los que están y han estado en
No pasó mucho tiempo para que la Ciudad Deportiva tuviera sus primeras
transformaciones. En 1959 se terminó de construir el autódromo de la
1
Sería 25 años después de inaugurada la Ciudad Deportiva, el 26 de diciembre de 1983, durante
la presidencia de Miguel de la Madrid, cuando se resquebrajó la indiferencia de las autoridades en
torno a la colaboración de Jesús Martínez “Palillo”. Fue en ese año cuando, ante la presión que ejer
cieron los jugadores llaneros de futbol que utilizaban el complejo deportivo, el entonces director de
Promoción Deportiva del Departamento del Distrito Federal, Sandalio Sáenz de la Maza, organizó
una ceremonia para darle el nombre del actor al estadio principal de la Ciudad Deportiva, acto al cual
asistió Jesús Martínez “Palillo”, ante la insistencia del pueblo.
Figura 1
Velódromo Olímpico Agustín Melgar. Fuente: José Antonio García Ayala (jaga), 2007.
Figura 2
Pero este suceso no sólo fue eso, la llegada de la industria del entre
tenimiento global fuera de casa también significó la oportunidad para
que la ciudadanía hiciera valer su derecho al disfrute de su tiempo libre y
de su ciudad, en completa libertad y sin restricciones, en congruencia con los
cambios en los derechos ciudadanos que se estaban gestando en el país en
otros órdenes, como el político con la apertura de la libertad de expresión.
Es en esta cuarta etapa del proceso de transformación del sentido del
espacio público y la ciudadanía, cuando se creó, en la Ciudad Deportiva, la
Organización no Gubernamental Ambientalista (ong) Ecoactivistas, AC,
cuyos objetivos han sido luchar por preservar los recursos naturales de este
espacio público. Una oportunidad que llegó cuando se intentó construir
el Estadio Azul en la Ciudad Deportiva en 1996, lo que propició una serie
de protestas realizadas por organizaciones civiles, líderes de ligas ama
teurs de futbol y habitantes del entorno, las cuales no sólo detuvieron el
proyecto, sino que significaron la toma de conciencia sobre los beneficios
Responsabilidad ciudadana
y disfrute de la ciudad
Fuentes consultadas
707
El derecho a la ciudad
y el espacio público
Por su forma de uso, el espacio público puede ser simple como una
calle, una esquina o un parque donde hay actividad o recreación pasiva,
y puede ser compuesto cuando existe la oferta de, además, otro tipo de
recreación y donde la gente puede pagar por utilizar o acceder a otros
servicios. Existen protocolos o acuerdos comunes del uso del espacio pú
blico, estos “modos legítimos de uso” también pueden convivir con adap
taciones ante la presión o imposición de prácticas de grupos organizados
que hacen de lo público algo privado o restringido.
El derecho a la ciudad
y el goce del espacio público.
¿Cómo usamos el espacio público en La Paz?
Educación ciudadana
y cultura ciudadana
8
El Proyecto Cebras nace en noviembre de 2001 con el objetivo de educar al ciudadano en las
normas de vialidad y tránsito de manera lúdica y amigable a través de jóvenes “disfrazados” de cebras.
11
El doctor Ricardo Castañón es neuropsicólogo boliviano, es autor del libro Cuando la palabra
hiere y expositor en la conferencia “Transformación de hábitos y costumbres ciudadanas” realizada
en La Paz, Bolivia, en septiembre de 2010.
12
Lineamientos de trabajo (2010) de la Dirección de Cultura Ciudadana del Gobierno Municipal
de La Paz, Bolivia.
Internet
Franck Poupeau*
Desde hace algunos años, los especialistas de las políticas urbanas tanto
como los decidores políticos de todas las tendencias (y de todos los países)
ponen énfasis en la “metropolización” que afecta a las grandes ciudades
bajo la influencia de la globalización. Mientras que una metrópoli agrupa
actividades productivas, control de los intercambios, funciones de regula
ción y de dominación política, se supone que la metropolización provoca
un incremento del poder de mando de una ciudad grande sobre un terri
torio ampliado, una concentración de las actividades económicas y socia
les y una apertura a los flujos mundiales de comercio y de comunicación
(Troin, 2000).
Cuando la Alcaldía de La Paz, ciudad sede del gobierno de Bolivia,
subraya en su plan de desarrollo urbano las transformaciones locales y los
proyectos por poner en marcha se está invocando a la metropolización
como base de un
725
trátese de facilitar el transporte, de mejorar las condiciones de vida o de
fortalecer a las empresas municipales de agua y de gas. Es así como el
espacio urbano de La Paz se encuentra sembrado de obras: acá para abrir
una nueva vía hacia las alcaldías vecinas, allá para renovar la red de dis
tribución de agua, o más allá para intentar delimitar un área verde arrin
conada entre un nuevo distribuidor y una urbanización en construcción.
El proceso de metropolización, percibido en su vínculo con la economía
nacional o globalizada, puede también estar asociado a la producción de
formas de segregación socioespacial que generan tensiones de diversa
naturaleza, particularmente en las zonas limítrofes. La Paz constituye un
caso ejemplar: conflictos entre administraciones municipales, la mayor
parte de las veces a raíz de problemas de límites territoriales entre La Paz
y los municipios vecinos, que le reprochan su política “hegemónica” en
los planos territorial y económico; conflictos entre residentes de esas zonas
de frontera, divididos entre el deseo de unirse al municipio “central” de
La Paz, para beneficiarse con sus servicios urbanos, y el de quedarse en el
municipio de origen, menos equipado pero también menos caro en térmi
nos de impuestos locales y de impuestos a bienes raíces.
Estas tensiones sociales son más vivas en la medida en que los muni
cipios aparecen como desiguales, y que la ciudad “central” concentra todas
las formas de capitales económicos, culturales y sociales que moviliza para
sus proyectos de ordenamiento territorial y de expansión. Sin embargo, las
formas de segregación socioespacial no corresponden a las delimitaciones
administrativas, y el propio espacio urbano de La Paz resulta siendo muy
desigual. A pesar de todo, son las zonas de frontera con los otros munici
pios, en la periferia de la aglomeración central, las que concentran los
indicadores de subequipamiento en servicios urbanos, de menor acceso a
la salud y a la educación, de hábitat más elemental y de actividad econó
mica más precaria (gmlp, 2006).
Esas zonas periféricas y limítrofes entre municipios son capaces de
revelar las lógicas en acción en el proceso de metropolización. Tomaré como
hilo rector del análisis las desigualdades de acceso al servicio de distribu
ción de agua y saneamiento, que constituyen “un indicador de las relaciones
de desigualdad social” (Meublat, 2001), debido a los elevados costos de
equipamiento, a la mediocre calidad del servicio en las zonas más pobres o
a los riesgos ambientales. Las dificultades de acceso a la red de los barrios
periféricos en expansión de la aglomeración permitirán circunscribir no
solamente los conflictos generados por la metropolización en proceso, si
Mientras las opiniones sobre los precios de consumo se dividen (31 por ciento los considera muy
caros, 32 por ciento estima que son razonables y 37 por ciento no tiene opinión), los precios de conexión
son considerados demasiado caros por una fracción significativa de la muestra: 61 por ciento (24 por
ciento los estima razonables y 15 no tiene opinión). También en este tema, parece que la población
de estos barrios enfrenta menos dificultades económicas que en los barrios en expansión de El Alto.
No obstante, para muchos de los barrios encuestados el precio de conexión individual no corresponde
con la suma que tendrían que desembolsar los vecinos para conectarse: estando situados en barrios
de altitud, encastrados en rocas que constituyen obstáculos naturales, tendrían que hacer instalar
sistemas más costosos, destinados a compensar la falta de presión. Con menores dificultades finan
cieras que los habitantes de El Alto, los de La Paz encuentran en las condiciones espaciales de su
instalación (los más pobres residen en los sectores de más difícil acceso: los más alejados del centro y
los más cercanos a las colinas circundantes) un factor de desigualdad de acceso al servicio que puede
resultar más importante.
Por lo demás, la población de los barrios no equipados de La Paz se muestra mucho menos mo
vilizada en torno al tema del agua que la de El Alto. No obstante, la mitad de las personas encuestadas
declaró que la carencia de agua constituyó un problema cuando se instalaron en su residencia actual.
Pero sólo 53 por ciento de esas personas conoce el nombre y la existencia de la empresa epsas, y
menos de 40 por ciento tiene una opinión declarada sobre los efectos benéficos o no de la salida de la
empresa Aguas del Illimani. El agua no parece ser percibido como un tema político y la gran mayoría
de los habitantes se declara dispuesto a erogar los gastos que demanda el acceso a la red. Una vez
informados sobre los precios de conexión (sólo 17 por ciento de las personas encuestadas pudo decir
cuál era la tarifa) los porcentajes caen un poco (76 por ciento está dispuesto a desembolsar 150 dólares
para el agua potable y 67 por ciento pagaría 190 dólares para el alcantarillado).
Por último, el problema de la conexión a la red se percibe más como un asunto colectivo que
individual: la conexión domiciliaria no se piensa, en la totalidad de los casos, sino en el marco de una
conexión del conjunto del vecindario. Vemos claramente aquí lo que separa, tanto en el plano de
las condiciones materiales como en el de las maneras de pensar, a los habitantes de esos barrios en
extensión, de los “usuarios” que la ciencia económica y la sociología de las organizaciones de servicios
urbanos ponen en el centro de sus preceptos normativos, sobre todo cuando se trata de equipar las
villas llamadas “del Sur”.
Tabla 3
Conexión a la red de agua o a otras fuentes
Chicani 88.6 44.1 20.6 75.8 38.2 48.7 61.8 87.9 27.3
Apaña 89.3 33.3 14.8 89.3 37.0 39.1 53.6 85.2 14.8
24 de Junio 73.9 47.8 8.6 88.9 34.7 61.8 4.3 90.5 26.1
Pokechaca 75.0 44.0 4.0 84.6 36.0 51.7 26.9 82.6 16.7
Chijipata &co 68.4 29.4 23.6 68.4 42.1 65.0 51.0 73.7 21.1
Mirador 66.7 41.7 8.7 80.0 63.6 36.2 50.0 90.9 –
Alto Ovejuyo 83.3 83.4 4.3 100.0 49.9 74.8 41.7 91.7 41.7
Tabla 5
Estatuto de los jefes de hogar en el mercado del trabajo
Tabla 7
Ocupación del padre del jefe de hogar
Tabla 9
Razones para instalarse en el barrio
(varias respuestas posibles al mismo tiempo)
Razones de la instalación
Precio del terreno Proximidad al lugar Clima más cálido Proximidad Proximidad al centro Acceso a la red Ausencia de red actual = obstáculo a
accesible de trabajo en zona sur con la familia de la ciudad en la vivienda anterior* instalación*
Barrio (%) (%) (%) (%) (%) (%) (%)
Trayectos domicilio/trabajo
Tabla 11
Gastos por semana en el mercado
Gastos en el mercado
Enfermedades
Ducha de los niños menos Ducha de los niños infantiles: verrugas Ducha de los adultos Servicio higiénico Desagüe de aguas servidas Depósito de desechos
de tres veces por semana cada día y problemas gástricos fuera del domicilio en el domicilio en una canalización en un lugar específico
Barrio (%) (%) (%) (%) (%) (%) (%)
Tabla 13
Conocimiento del servicio del agua y disponibilidad para pagar el acceso a la red
Tabla 15
Percepción de la evolución política de la empresa de agua
*La ausencia de respuestas en Mirador Turístico en las últimas tres columnas se debe a que el barrio está desprovisto de cualquier aprovi
sionamiento de agua que tuviera una fuente en el lugar.
Fuente: Elaboración propia, 2009.
De los usos del agua
a las tomas de posición política
Conclusión: metropolización,
barrios periféricos y pobreza
Las dificultades que enfrentan los barrios periféricos para acceder al agua
dejan numerosas enseñanzas sobre el proceso de metropolización. Por
una parte, la indeterminación de los límites entre municipios genera con
flictos ligados a las características específicas de las diferentes poblaciones
residentes. Esos conflictos se arraigan no en simples divergencias de intere
ses económicos (pagar más o menos impuestos locales), sino en diferen
cias importantes de estilos de vida y de aspiraciones —urbanas en una
gran parte de los residentes—, cuyo trabajo aumenta la proximidad con
la ciudad.
El análisis de las desigualdades a partir del indicador constituido por el
acceso al agua muestra la importancia de las dimensiones espacial y social
de las formas de segregación. La coherencia de las características sociales
Fuentes consultadas
Introducción
* Este artículo fue escrito en otoño de 2010 durante una estancia de investigación apoyada por
el Programa de Apoyo para la Superación del Personal Académico (paspa/unam).
** Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma
de México.
*** Freie Universitäet, Berlín.
1
Frank Moulaert et al. (2001) analizan cómo la realización de ambiciosos proyectos de grandes
centros comerciales y centros de convenciones, entre otros; por agentes tanto privados como públicos, de la
escala local, regional, nacional e internacional en grandes metrópolis (re) valorizan el suelo urbano.
755
Figura 1
2
Hacemos referencia al concepto según lo entiende Neil Smith en su libro The Urban Frontier
(1996). Entendemos la gentrificación como estrategia a gran escala de planificadores urbanos que “weaves
together the interests of city managers, developers and landlords, but also corporate employers and
cultural and educational institutions which depend on a professional workforce”. Disponible en
http://einstellung.so36.net/en/ps/524
Figura 2
Fronteras de distrito
y frontera Este/Oeste
Metro y tren urbano
con paradas
Friedrichshain/
Río Spree
Kreuzberg
Oeste Stadtumbau
Spree
N Treptow
100m Jannowitzbrücke Kreuzberg Universal Music
Torre Allianz
3
El proyecto debe su nombre al río Spree y al hecho de que las grandes empresas internacionales
relacionadas con la industria mediática integran el proyecto.
8
Para mayor información sobre esta empresa se puede consultar en http://www.prensaeconomi
ca.com.ar/index.php?modo=empresarios&code=2, consulta 25 de enero de 2012.
9
Véase, por ejemplo, http://www.alphare.net/memos/Lehmbruckstr.-Memo.pdf, consulta 20 de
enero de 2011.
La planificación multi-escalar
y el discurso político:
Stadtumbau Ost/West, Mediaspree e.V.
y la opacidad de los procedimientos
Mediaspree Versenken
rinnen und Bewohnern, den Gewerbetreibenden und Unternehmen vor Ort sowie anderen lokalen
Akteuren unabdingbar. Nur gemeinsam kann eine umfassende Aufwertung der Gebiete gelingen”.
Disponible en http://www.stadtentwicklung.berlin.de/wohnen/stadtumbau/de/einleitung.shtml
15
Véase también el folleto Stadtumbau West. Disponible en http://www.stadtentwicklung.ber
lin.de/wohnen/stadtumbau/download/west/sst_suw_br_72_72.pdf, consultado el 20 de enero de 2011.
16
http://www.morgenpost.de/berlin/article699265/Kampf_um_Mediaspree_geht_in_die_zwei
te_Runde.html
Fuentes consultadas
Bader, Ingo y Martin Bialluch (2009), “Gentrification and the Creative Class in
Berlin-Kreuzberg”, en Libby Potter y Kate Shaw (eds.), Whose Urban Renais-
sance? An International Comparison of Urban Regeneration Strategies, Routledge,
Londres.
Brenner, Neil, Peter Marcuse y Margit Mayer (2009), “Cities for People, not for
Profit”, en City, vol. 13, núms. 2-3 (volumen especial), pp. 176-184.
Introducción
771
encuentra con un barrio abierto, generoso en espacios vacíos y con pocos
automóviles a la vista. Un barrio que incluso en días invernales está po
blado por individuos y grupos de personas deambulando sin el laborioso
ritmo que pudiera esperarse en la capital del país económicamente más
poderoso de Europa.
La visitante ha llegado al Spreebogen, el barrio gubernamental de
Alemania, que acoge las más altas funciones de los poderes legislativo y
ejecutivo de la República Federal. Ella percibe primeramente un paisaje
urbano, un panorama marcado por un río estructurante, el Spree, que
describe aquí un arco (Spreeebogen justamente significa Arco del Spree)
y marcado además por amplios espacios libres y edificios de construcción
contemporánea, instalados según un orden que ya a los pocos pasos se com
prende. Al mirar hacia el sur, la visitante verá como ese gran espacio se
cierra por una tupida cortina de árboles, detrás de los cuales edificios en
altura anuncian otros barrios céntricos. Al dirigirse hacia el centro (oriental)
de Berlín, nuestra visitante se irá encontrando con arquitecturas por lo
menos llamativas; posiblemente se extrañe por la expresividad estética
casi lúdica de algunos edificios, más aún si sabe o intuye que se trata de
edificios públicos, de edificios de gobierno, del gobierno alemán instalado
en Berlín, pues, como la mayoría de los turistas, recordará que la ciudad
fue alguna vez la capital del belicoso reino de Prusia y después la capital de
la genocida Alemania nazi. Además, la memoria fotográfica del siglo xx le
recordará que durante la Guerra Fría Berlín fue el caso más espectacular
de la división de Europa.
La visitante se topará durante el día y parte de la noche con una canti
dad constante de personas que deambulan, algunas con todas las caracterís
ticas de ser turistas, otros con el hábito del ciudadano que se ha propuesto
dar un paseo a pie, en bicicleta o salir a trotar. La evidente heterogeneidad
de procedencias y en general heterogeneidad social de los transeúntes es
contrarrestada por un comportamiento homogéneo; las personas que encon
tramos aquí realizan ostensiblemente actividades de tiempo libre, acorde
con lo que les ofrece el lugar.
El barrio que nuestra visitante ha encontrado al abandonar la Estación
Central tiene como denominador común estar conformado por espacios pú
blicos diferenciados y realizados con esmero, comenzando por los puen
tes para cruzar el río y continuando con los caminos a la orilla del río, por
los que puede seguir sus pasos nuestra visitante, como aquellos caminos
que alternativamente pueden cruzarse al seguir rumbo al sur, siguiendo al
Epílogo
Introducción
Patricia Ramírez Kuri........................................................................................... 5
Representaciones sociales
del Centro Histórico de la Ciudad de México:
una ventana a la memoria urbana
Martha de Alba................................................................................................ 345
786 Índice
Imaginarios urbanos y espacio público:
estudio sobre la construcción social y simbólica
del Centro Histórico de Santiago de Querétaro
Eva Leticia Ortiz Ávalos.................................................................................... 365
Índice 787
En la disputa por la ciudad, el sentido
de la Carta de la Ciudad de México
por el derecho a la ciudad
Cristina Sánchez Mejorada Fernández
Magdalena Ferniza........................................................................................ 571
Condicionantes políticas
de la producción del espacio público.
El caso del barrio de gobierno de Berlín, Alemania
Max Welch Guerra........................................................................................... 771
Las disputas por la ciudad. Espacio social y espacio público en contextos urbanos
de Latinoamérica y Europa, se terminó en la Ciudad de México durante
el mes de junio del año 2014. La edición impresa sobre
papel de fabricación ecológica con bulk a 80
gramos, estuvo al cuidado de la
oficina litotipográfica
de la casa editora.
Este libro reúne un repertorio de textos conceptuales y empíricos que desde
Las